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Los incautos beodos buscan desesperados el origen del chillido hasta que encuentran
de donde aparece. Lo primero que ven es una escena triste, un pobre niño recién
nacido que debe haber sido abandonado por su madre y que lo ha envuelto en una
manta a ver si alguien se hace cargo de él. ¿Quién dejaría a un pobre bebé
abandonado ahí?
Dicen que no son pocos los hombres que, tras una noche de juerga ebria, han sido
encontrados muertos y con espumarajos en la boca, víctimas de su encuentra con el
Guagua Auca.
LOS ORÍGENES DE LOS CAÑARIS
Los cañaris eran una etnia que vivía en las actuales provincias de Azuay y de Cañar.
Se cree que su nombre tiene relación con la idea de creer ser descendientes de la
culebra y la guacamaya, dos figuras que tienen importante relevancia en la
cosmovisión de este pueblo y del Ecuador moderno.
No entendían qué era lo que pasaba hasta que un día se dieron cuenta de que dos
mujeres con forma de guacamaya eran las que les dejaban ahí alimentos diariamente.
La belleza de sus plumas y sus siluetas femeninas enamoraron a los dos hermanos,
cuyo amor fue correspondido y con ellas tuvieron muchos hijos. De esos hijos nacerían
otros hijos, quienes serían los primeros pobladores del Cañar.
LA DONCELLA DE PUMAPUNGO
Aunque estaba prohibido para las Vírgenes del Sol que vivían en Pumapungo, Nina
acabó enamorándose de uno de los sacerdotes del templo. Este amor era mutuo,
haciendo que este par se reuniera en las noches de Luna Llena en los jardines del
lugar, mirando las estrellas y disfrutando de la brisa nocturna que, como ruido de
fondo, daba ambiente a la pasión de los dos amantes.
Pero su secreto no duró mucho. Cuando se enteró el emperador, lleno de ira y cólera,
mandó matar al sacerdote como castigo, pero no así a Nina. Nina no fue ejecutada,
pero tampoco fue informada del hecho. De hecho, el emperador inca ordenó que no se
le dijera nada de lo que había sucedido, que siguiera creyendo que su amor estaba
vivo.
La tristemente ignorante Nina seguía acudiendo al lugar que antes era el nido de amor
de ella y su amante. Iba y volvía a ir, pero su amante no acudía a sus encuentros. Un
día, tras llevar ya varios intentos sin éxito, murió de pena al no volver a ver a su
amante. La leyenda cuenta que ella sigue ahí, que en las mismas noches de Luna
Llena que disfrutó del amor de su amante se manifiesta y su lamento se puede
escuchar en las ruinas del lugar.
LA VELETA DE LA CATEDRAL DE QUITO
Tanto era su desprecio por todo y por todos que, un día volviendo borracho a su lujosa
casa, se detuvo frente la majestuosa veleta en forma de gallo de la catedral de Quito.
Cualquier persona normal se hubiera quedado maravillada ante ese instrumento, pero
él, como no, no pudo evitar soltar barbaridades e insultos:
¡Ese gallo es patético! ¡Menuda broma de gallo! ¡Más que un gallo, parece un pavito
miedoso y ridículo!
Pobre y estúpido cretino porque, para sorpresa del maleducado caballero, el gallo
tomó vida y no le sentaron muy bien las palabras que le soltó. El ave se descolgó de la
veleta para atacarle ferozmente, sin piedad alguna. Las heridas que le hizo al
caballero tiñeron de rojo las caras y elegantes vestiduras de nuestro prepotente
protagonista.
En lo que hoy se conoce como Guayaquil vivía un rey que tenía una gran riqueza en
sus fortalezas. Pese a ser muy rico, no pudo evitar que su hija cayera enferma de una
extraña enfermedad de la que no se encontraba cura.
Un día apareció ante el rey un hechicero, un hombre que se ofreció a curar la salud de
la princesa a cambio de todas las riquezas reales. El rey, a pesar de querer a su hija,
también quería la gran fortuna que poseía, así que le dijo que no. Como resultado de
su negativa, el hechicero se enfadó y lanzó una maldición sobre las tierras que
habitaba el rey, condenando a él y a su pueblo a la desaparición.
Siglos más tarde, con la llegada de los europeos, uno de los expedicionarios
españoles que escalaba uno de los cerros de la zona se encontró con una bella
princesa. La chica le dio dos opciones al joven conquistador: o tomar una hermosa
ciudad llena de oro o casarse con una esposa fiel y devota.
El joven conquistador optó por ser pragmático, escogiendo la ciudad de oro, decisión
que no alegró a la princesa. Enfadada, conjuró una maldición sobre él mientras que el
conquistador, aterrado, empezó a rezarle a la Virgen de Santa Ana para que lo salvara,
cosa que le concedió. Es por este motivo que el cerro donde fue fundada la ciudad de
Guayaquil fue bautizado con el nombre de Santa Ana.
EL DEMONIO DEL BARRANCO
Cuenta una leyenda ecuatoriana que hay un demonio que vive en los barrancos cerca
de los ríos. Su afición es buscar casas que hayan sido construidas en sus bordes,
para tirarlas sobre las aguas del río.
Hipnotizó a todos, salvo a uno, un niño que logró ocultarse debajo de una silla y huyó
para pedir ayuda a un sacerdote. El cura llegó a tiempo, soltó unos rezos y salvó la
casa y a toda la familia de caer al río.
EL PACTO DE EMILIO ESTRADA CON EL DIABLO
Hay quienes dicen que han visto a un hombre elegantemente vestido dando paseos
cerca del mausoleo de Estrada.
Este hombre habla con los viandantes, conversa con quienes esperan el transporte
público e, incluso, se queja del tiempo junto con las personas mayores. Dicen que ese
hombre es el mismísimo ex presidente, que sale a
UMIÑA, LA DIOSA MANTEÑA
Por desgracia, Umiña presenció con esos mismos ojos el asesinato de su madre y, al
cabo de poco tiempo después, como su padre moría en condiciones un tanto extrañas.
La fortuna no mejoró, puesto que Umiña acabó siendo también asesinada cruelmente
poco después, contando la historia que fue por orden de su madrastra, una bruja que
extrajo su corazón y que se cree que estuvo implicada en la muerte de su padre.
Iwia era un demonio que solía atormentar a la comunidad shuar en la selva. Un día,
este ser devoró a todos los miembros de una familia, a excepción de un pequeño niño
llamado Etsa a quien cogió y se lo llevó a su guarida, criándolo y haciéndole creer el
demonio que él era su padre.
Etsa creció y el demonio le encomendó la tarea de traerle pájaros para poderlos tomar
como postre. El niño cumplió con su misión, hasta que un día se dio cuenta de que ya
no quedaban más aves en el bosque, a excepción de una paloma llamada Yapankam
de la que se hizo amigo.
Esta le contó la historia real, lo que Iwia le había hecho a sus verdaderos padres y le
dijo que la manera de devolver las aves a la selva era introducir plumas en una
cerbatana y soplar. Y así lo hizo Etsa, quien también decidió matar al demonio como
venganza por lo que le hizo a sus padres y liberar a las aves de su yugo.
KUARTAM, EL SAPO
Su esposa, muy preocupada la mujer, le había advertido que no se burlara del sonido
que emitiera un sapo en caso de que se lo encontrara.
Dio la casualidad que el cazador se encontró en su camino con el sapo quien hizo su
peculiar sonido, un croac del que el hombre no pudo evitar reírse e imitar en tono
jocoso. El humano se lo pasaba bien, pero el anfibio no tanto y, enfadado, el sapo se
convirtió en un puma que se comió parte del cuerpo del cazador.
La esposa, al enterarse de lo que había pasado, decidió tomar la justicia por su propia
mano y clamó venganza. Encontró al sapo y lo mató tumbando el árbol en el que se
encontraba. La mujer abrió al animal y pudo recuperar de su interior los restos de su
marido.
NUNKUI Y LA YUCA
Los shuar habían consumido todos los recursos de las tierras que habitaban. La
madre tierra Nunkui quería ayudarles pero, antes, tenía que comprobar si eran
merecedores de facilidades así que ofreció al pueblo a su hija como regalo,
advirtiéndoles que, si cuidaban de ella, les proveería de alimentos de todo tipo. En
cambio, si la maltrataban, el hambre volvería al poblado.
Los shuar aceptaron y vieron como la comida volvía a aparecer a raudales. Sin
embargo, los más jóvenes del poblado no respetaron las advertencias de Nunkui,
puesto que unos niños de la comunidad maltrataron a la niña. La madre tierra,
enfadada, se tragó todos los alimentos y es esta la explicación que dan los de la
comunidad para justificar por que la yuca tiene que ser buscada por debajo de la tierra.
Galápagos
Las islas Galápagos también tiene sus leyendas ecuatorianas; aquí puedes ver un
ejemplo de ello.
EL CRISTO DE LA AGONIA
Cuenta la historia que Miguel de Santiago un famoso pintor indio de la escuela Quiteña
hizo pintar a Jesús en Agonía hasta que cierto día hizo desnudar a uno de sus
alumnos y lo crucificó.
Mientras pintaba le preguntó al alumno sufres, y el le respondio no, cuando segado de
ira lo atravesó con una lanza y continuo con el cuadro, olvidando por completo el dolor
del que agonizaba mientras se decia Bien Miguel, maravilloso maestro, así.
Terminado el hermoso cuadro, desató al joven y esta cayo muerto, sorprendido por
que había hecho huyó del lugar con gran arrepentimiento.
Miguel de Santiago, quedó libre por la hermosura de su obra, pero esta fue la última,
ya que el dolor y su conciencia le impedían volver a pintar.
Esta obra y muchas mas de este famoso pintor de la época colonial son reales y se
encuentran en su mayoría en el museo de la iglesia de San Francisco (Quito) y en el
resto de los museos de la ciudad de Quito.