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Las leyendas y mitos ecuatorianos varían según la región. En este artículo te traigo una recopilación de las
historias más famosas y representativas de Ecuador. Entre ellas destacan la cantuña, la doncella de
Pumapungo, la princesa triste de Santa Ana, el demonio del barranco, entre otras.
Ecuador es un país lleno de todo tipo de historias, muy variadas según la región que se visite.
Fantasmas, demonios, duendes, damas espectrales y personajes más terrenales son los que protagonizan
estas historias, vivas pruebas del rico folclore ecuatoriano.
Ecuador es un país relativamente pequeño, pero muy grande en lo que cultura se refiere. Su folclore está
muy vivo y es rito no solo en ritos y festivales, sino también en mitos y leyendas.
2. El Guagua Auca
En la mitología ecuatoriana, se dice que el Guagua Auca es un demonio creado por el alma de un niño que
nació y murió sin llegar a ser bautizado. Su espectro tétrico se presenta ante los borrachines que pisan las
calles a altas noches de la noche, asustándoles con un terrible chillido incesante que desespera hasta a la
persona más cuerda.
Los incautos beodos buscan desesperados el origen del chillido hasta que encuentran de donde aparece. Lo
primero que ven es una escena triste, un pobre niño recién nacido que debe haber sido abandonado por su
madre y que lo ha envuelto en una manta a ver si alguien se hace cargo de él. ¿Quién dejaría a un pobre bebé
abandonado ahí? Los borrachos, en una muestra de compasión, lo cogen para cuidarlo
Pero lo cierto es que los pobres son ellos, tan bebidos que están que no van con precaución. Horas más tarde
se dan cuenta del error que han cometido, viendo cómo el bebé cambia totalmente de fisionomía y el
supuesto niño se convierte en un demonio, protagonista de la peor pesadilla que se os pueda venir a la
cabeza.
Dicen que no son pocos los hombres que, tras una noche de juerga ebria, han sido encontrados muertos y
con espumarajos en la boca, víctimas de su encuentra con el Guagua Auca.
4. La doncella de Pumapungo
Pumapungo era el destino de descanso preferido por los emperadores incas. Localizado en la actual Cuenca,
en la provincia de Azuay, este lugar estaba impresionantemente decorado y hoy en día es posible deleitarse
con los restos que todavía quedan del asentamiento, un lugar en el que se dice que se encontraba una fuente
sagrada de uso exclusivo para el emperador.
Pero la leyenda no se centra en la fuente del inca, sino de sus doncellas. Atendido por unas mujeres llamadas
las Vírgenes del Sol, estas eran criadas desde pequeñas en distintas artes y habilidades que usaban para
entretener a sus emperadores. Una de estas Vírgenes exclusivas para el emperador incaico se llama Nina,
bella y delicada mujer.
Aunque estaba prohibido para las Vírgenes del Sol que vivían en Pumapungo, Nina acabó enamorándose de
uno de los sacerdotes del templo. Este amor era mutuo, haciendo que este par se reuniera en las noches de
Luna Llena en los jardines del lugar, mirando las estrellas y disfrutando de la brisa nocturna que, como ruido
de fondo, daba ambiente a la pasión de los dos amantes.
Pero su secreto no duró mucho. Cuando se enteró el emperador, lleno de ira y cólera, mandó matar al
sacerdote como castigo, pero no así a Nina. Nina no fue ejecutada, pero tampoco fue informada del hecho.
De hecho, el emperador inca ordenó que no se le dijera nada de lo que había sucedido, que siguiera creyendo
que su amor estaba vivo.
La ristemente ignorante Nina seguía acudiendo al lugar que antes era el nido de amor de ella y su amante.
Iba y volvía a ir, pero su amante no acudía a sus encuentros. Un día, tras llevar ya varios intentos sin éxito,
murió de pena al no volver a ver a su amante. La leyenda cuenta que ella sigue ahí, que en las mismas
noches de Luna Llena que disfrutó del amor de su amante se manifiesta y su lamento se puede escuchar en
las ruinas del lugar.
7. Atahualpa
Atahualpa fue uno de los emperadores incas más conocidos de la historia puesto que fue el último soberano
incaico antes de la llegada de los conquistadores españoles y, también, porque fue un líder sangriento, con
un comportamiento salvaje en la batalla. Se dice que todo lo que sabía en el arte de la guerra se lo enseñó su
padre, Huayna Cápac
Cuenta la leyenda que, durante su infancia, Atahualpa estaba por los bosques de Cuzco en busca de poder
cazar algún animalillo para su diversión. Mientras merodeaba por el lugar se cruzó en su camino un hermoso
guacamayo que se posó en la rama de un árbol. El joven Atahualpa quería tener esa ave como trofeo, así que
decidió ir a por él y no paró hasta que consiguió matarlo.
Orgulloso con su pieza, volvió a casa para mostrarle el trofeo a su padre, sabiendo que se trataba de un ave
difícil de conseguir. Sin embargo, justo antes, Atahualpa se topó con su madre, la reina Pacha, mujer sabia
que le dio una hermosa y valiosa lección:
“Al enemigo solo se le ataca en la guerra, ya que posee armas para poder defenderse”
Luego cogió el ave y le hizo a su hijo un tocado para que siempre recordara esas sabias palabras.