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798150 Amado,Maria Paola GRUPO 2

794432 Angarita,Maria Jose GRUPO 2

800153 Betancur,Paula Andrea GRUPO 2

789632 Rodriguez,Yaneth Nathalia GRUPO 2

100 días de infierno, Olmedo Rodas.

Mi nombre es Olmedo Rodas, actualmente tengo 65 años vivo en Barrancabermeja,

Santander, fui víctima del conflicto armado en el año 1998. En ese entonces yo trabajaba

para una empresa de aquí de Barranca. Me dirigía ya para mi hogar cuando dos carros

atravesaron el auto en el que yo me encontraba y ordenaron que me bajara de ahí, me

colocaron un saco en la cabeza, solo escuchaba y sentía que era un viaje largo, tras unas

horas me bajaron del auto y me montaron en una chalupa, lo cual creería yo que dure otras

tres horas ahí. Al llegar al campamento me retiraron la capucha de la cara y me dijeron que

debía permanecer en silencio, mi secuestro duro 100 días, donde yo tenía información de

mi familia, pero mi familia de mi no.

Durante ese tiempo, me di cuenta de que había sido secuestrado por una facción de

las águilas negras, ellos tenían toda la información de mi familia y sabían paso a paso lo

que ocurría con ellos. En el campamento muchas veces no había comida, pero de igual

manera se comía lo que había. En esa época había demasiada violencia y guerrilla en los

lados de Barrancabermeja, pues que en ese momento también pusieron una bomba cerca al

negocio de mi cuñada el cual quedo totalmente destruido y todo eso me entere estando en

la selva.

Durante ese tiempo en cautiverio pude enseñarle a los guerrilleros a leer y escribir

ya que no sabían y pues al ver que yo estaba capacitado para eso, me pidieron el favor de

enseñarlos, en uno de esos días hubo un conflicto entre el campamento donde yo me

encontraba con otro grupo la verdad no supe quiénes eran pero en ese enfrentamiento salí
herido, nos movíamos constantemente de campamentos y comíamos lo que había casi

siempre era enlatados, granos o animales que se ponían encontrar en la selva.


La vida siempre nos trataba duro y más cuando debíamos movernos de

campamentos, ya que el peligro era inminente, con el solo recorrido a otros lugares

sentíamos pánico de lo que fuera a pasar, era como cambiar de una ciudad a otra, con

distintas reglas y diversas formas de hacer sus cosas, lo único que nunca cambió fue el

maltrato y explotación hacia mí de parte de algunos altos mandos, pues no todos me

trataban mal ya que yo los ayudaba a estudiar, pues no había mucho que hacer.

En varias ocasiones, cuando llovía fuerte, debíamos aguantar frío y hambre hasta el

otro día, pues en medio de la nada, los pocos animales que lográbamos cazar se escondían

por la lluvia y no podíamos ir a conseguir más cosas.

Tuve que encontrarme con escenas tristes y desgarradoras, en uno de los

campamentos tenían secuestrada a una niña de 7 años, de la cual nunca me podré olvidar al

ver que en sus ojos suplicaba ayuda, cuando le quitaban sus trapos de la boca solo decía

‘’quiero a mis papitos’’ y con su voz de niña, con su ternura, dulzura e inocencia lograba

romperme el corazón, al punto de que aún la recuerdo y recorren lagrimas por mis mejillas.

Sufría aún más al verla y recordar a mi hija, que en ese entonces tenía 12 años y a

mi hijo que tenía solo 6, me sentía derrotado, pensaba que no podría más y solo esperaba

verlos a ellos y sino, solo quería morir pronto y acabar con esa agonía. En ese campamento

pude estar durante dos semanas, las cuales aproveché para acompañar a la niña, no diré su

nombre por respeto a ella y a su memoria, cantábamos hasta que llegaba alguien a

regañarnos o golpearnos a ambos, le enseñaba las letras y los números, una mañana me

levantaron unos gritos, miré a mi alrededor y vi que estaban agarrando a la niña como si se

tratase de algún objeto, me fui a parar a defenderla y me encontraba atado de manos y pies

contra unas rejas muy fuertes que no me dejaban mover, en mi desespero intenté soltarme

de todas las formas, pero solo lograba cortarme, podía ver como la golpeaban y decían

que ‘’esto se hubiera


podido evitar si tu padre nos hubiera pagado lo que tenía que pagar’’, sentía ira, odio, dolor,

frustración, tristeza, desasosiego, ella no podía defenderse ante cinco hombres que la

golpeaban sin parar, con odio y sevicia, terminando por la peor y triste escena, a la niña la

violaron los cinco hombres, tenía solo 7 años y no tenía la culpa de lo que estaba

sucediendo, todo pasó por mis ojos, no lograba reaccionar ante eso y solo bajaba mi mirada

para no tener que ver, hasta que finalmente, Dios se apiadó de la niña y se la llevó, sufrió

mucho por el maltrato constante y fuerte que le propiciaban durante el tiempo que estuvo

allá, solo podía pensar en mis hijos. Hoy en día, aún rezo por su alma.

Estuve enfermo por varias semanas, no quería comer y solo vomitaba, vomitaba lo

poco que me obligaban a comer, mientras se burlaban de mí y el dolor que sentía, nunca

pensé estar en un escenario tan desgarrador, mi mano derecha se infectó, cuando yo

intentaba soltarme y me movía, tuve varias cortaduras que no fueron desinfectadas, por lo

tanto hubo una infección y casi muero de la fiebre, algunos de esos hombres tuvieron

piedad de mí, por yo haberlos ayudado a estudiar unos días antes, así que ellos fueron en

busca de agua y unas matas para calmar mi dolor y mi infección, aún no sé cómo puedo

seguir contando esta historia.

Después de lo ocurrido, recuerdo que gracias a esos hombres que me ayudaron a

sanar mis heridas por varios días, fui mejorando de una manera favorable ya que solo tengo

unas cuantas cicatrices y de cualquier modo estoy agradecido con ellos, porque en ese

momento solo de imaginarme que si mis infecciones empeorarían ellos tendrían que

amputarme mi mano derecha y una de las piernas que más daño sufrió a causa de moverme

tanto para soltarme y tratar de ayudar a la niña, admito que en ese momento no estaba

consiente ya que si lograba soltarme lo primero que me harían era matarme,.


También recuerdo que días después llego una orden de los altos mandos, donde

decía “es hora de quitarle el derecho de libertad a alguien más, necesitamos que movernos

constantemente para que las personas crean que deben que regirse a nuestras órdenes”

nunca olvidare esa sensación de ira, tristeza que sentí en ese momento, ya que me

recordaba lo sucedido con la niña y saber que otro ser humano ya fuese niño, niña, una

mujer u otro hombre iba a vivir lo horroroso como lo estaba viviendo en aquel entonces.

Alrededor de unas cuantas horas de haber llegado la orden por parte de los altos mandos

escucho por la radio que utilizaban para estar pendientes de lo que ocurría con el país, con

la ciudad de Barrancabermeja, escuche que había sucedido un atentado y un nuevo

secuestro, esta vez trataba de una mujer de 30 años, una ciudadana que trabajaba en una

escuela rural, cuando oí esa noticia y con todo lo que tenía en mi mente se me volvió a

desgarrar mi alma, no podía seguir vivenciando más muertes, yo solo quería morirme.

Fue tan poco el tiempo que trascurrió cuando los guerrilleros llegaron con la mujer

con la capucha puesta, se acercaron con ella donde me encontraba atado de pies y manos, la

tiraron como si fuese un objeto y burlaron de ella, la ataron de la misma reja de donde me

encontraba sujeto, quedamos a una distancia muy cercana, tal vez un metro o un poco

menos aproximadamente, mis primeras palabras que le dirigí a aquella mujer indefensa

fueron, Dios protege, nunca dudes de él, aquella mujer frágil, llena de lágrimas solo dio la

vuelta y bajo la mirada. Recuerdo que paso un día después que llegase la mujer, ella no me

dirigía la palabra, llego la hora del almuerzo y creía que ella no iba a recibir eso me

preocupaba mucho ya que sabía lo que los guerrilleros le harían, no tendrían piedad de ella,

pero me sorprendió mucho al ver que esta mujer recibe su plato y come la poca y

repugnante comida que le habían servido, ese día aprendí lo fuerte que era aquella mujer,

después de esto, esta mujer se dirigió hacia mi y me pregunto, ¿cuántos días lleva sin

libertad’? ¿por qué lo tienen acá? se me


aguaron los ojos, pero al mismo tiempo sonreí de una manera frágil, tal vez lleve algunos

meses acá, lo único que sé, es que ya llevo varios días con ellos yo conteste, y así

empezamos a tener una conversación amena, fue un momento en donde se me olvido de las

dificultades de donde me encontraba.

Al rato de esa conversación recuerdo que esta mujer llama de un grito a uno de los

guardias, de igual manera le pregunta, ¿porque nos tienen acá? este sujeto le contesto

burlándose, sabemos que ustedes dos mantienen una riqueza bastante favorable para

nosotros, sus familias tendrán que pagar por sus vidas, después de haber contestado a la

mujer este hombre se acerca y empieza a tocarla con intención de abusar de ella, recuerdo

como ella no derramo una sola lagrima, solo había un silencio de dolor por parte de ella,

sus demás compañeros guerrilleros se burlaban y hacían una fila para abusar de esta pobre

mujer, yo solo oraba, le pedía a Dios que le diera fuerzas a esa mujer que no tenía la culpa,

me llegaba el recuerdo de la niña de tan solo 7 años, llore como un niño llora por un juguete

que se le acaba de romper, estaba tan dolido por presenciar tanto daño y no poder hacer

nada.

La mujer fue abusada por todos los hombres del lugar, parecía que iban a matarla,

pero un grupo rival atacó el campamento, matando a varios de los hombres y dejando

heridos a algunos. Aquellos desconocidos se veían que eran igual de despiadados que los

otros, pero nos liberaron a todos los que estábamos ahí. Nos dijeron: “Váyanse. Son libres.

No los queremos volver a ver por acá”. Con la mujer que se llamaba María caminamos por

la selva durante tres días siguiendo un río de agua dulce que fue lo que nos mantuvo con

vida. Eso y unas frutas que encontrábamos por el camino. Llegamos a un pueblo del eje

cafetero, en el Caldas, allí gentes muy amables nos acogieron unos días, nos limpiaron,

alimentaron y ayudaron a llegar a nuestras casas en unos mochileros.


Después de eso, mantuve contacto con María unos meses hasta que falleció como

producto de una enfermedad venérea, que seguramente portaba uno de los soldados que

abusó de ella.

No había pasado por algo similar, antes de ser víctima de aquel conflicto, mi vida

era completamente distinta. La tranquilidad y la seguridad eran cosas que daba por sentado.

Nunca había imaginado que me vería envuelto en una situación tan aterradora. Sin

embargo, la vida tiene una forma curiosa de cambiar en un abrir y cerrar de ojos, y me

encontré luchando por sobrevivir en circunstancias que jamás habría previsto.

Uno jamás se recupera de una vaina como esa. Esa gente me arrancó la inocencia,

todo lo que había bueno en mí.

Al momento de salir a la libertad y ya ser parte de esta sociedad nuevamente, me

dirigí a una oficina del estado para poder realizar todos mis papeleos sobre mi desaparición,

pero esta nunca me dio respuesta de absolutamente nada, hasta el año pasado 2020, donde

inicio la pandemia y el cual para mi fue imposible ir a diligenciar nuevamente todos los

papeles. Durante este tiempo de libertad no puedo mentir que al principio, sentí demasiado

temor al salir a la calle, renuncie a mi trabajo por miedo a que ocurriera nuevamente o que

me estuvieran rastreando, me aleje un poco de mi familia, teniendo en cuenta que fue mi

red de apoyo pero la verdad me sentía demasiado mal, en esa época no existía o no estaba

como tan a la “moda” ir a terapia psicológica, pues que lo consideraban a uno loco si uno

asistía a eso, entonces, es el momento y yo nunca he ido ni el estado me remitió a una

psicóloga ni nada, todo fue por mi cuenta, actualmente estoy viviendo aparte de mi familia

y soy coordinador de un colegio, ya la verdad no siento miedo a nada, como decía

anteriormente, después de ese suceso, me aleje mas de mi familia y no me sentía cómodo

con nada, antes empecé a sentirme recriminado por todo.

Luego de 23 años transcurridos después del hecho y a pesar de las secuelas que me
dejó, me mantuve fuerte y decidido a reconstruir mi vida.

Después de mi liberación, me enfrenté a múltiples desafíos para adaptarme a la vida

cotidiana. El evento por el que atravesé como ya les había comentado trajo consigo un

nuevo conjunto de dificultades, y el proceso de adaptación resultó abrumador. Durante

años, viví en un estado constante de alerta y temor, y ahora necesitaba aprender a confiar en

las personas y en el mundo que me rodeaba.

Con el tiempo, comencé a experimentar malestar que afectaban los diversos

contextos en los que me desarrollaba. Sin embargo, con el apoyo de mi familia y amigos,

finalmente di el paso para buscar ayuda profesional. Después de la pandemia, cuando los

servicios de salud mental volvieron a estar disponibles de manera más amplia, decidí

consultar a un psicólogo.

Las sesiones con el psicólogo son un paso crucial en mi proceso de recuperación. A

medida que avanzó en mi terapia, comienzo a recuperar la confianza en mí mismo y a

trazarme un futuro más brillante.

En cuestiones laborales, se me fue difícil y complicado conseguir trabajo después,

ya que llego la época del desempleo y me daba miedo también recibir cargos grandes.

Conseguí el trabajo de coordinador y pues hasta el momento espero pensionarme en ese, ya

vivo mas tranquilo, pero aún no olvido aquel día y aquella experiencia.

Aunque el camino hacia mi superación sea largo, complejo y desafiante, demostré una

increíble fortaleza y resiliencia. Con el apoyo de mi terapeuta, podré superar los efectos

devastadores de mi experiencia en el conflicto armado y mirar hacia un futuro en el que la paz

y la felicidad finalmente sean posible

Aún asisto a terapia, no he sido diagnosticado con ninguna enfermedad, trastorno psicológico

o psiquiátrico, hago mis revisiones mensuales y afortunadamente las lesiones que sufrí
durante el evento ya han sido sanadas, tengo cicatrices, pero no se intensificaron ni me

trajeron problemas de salud mayores afortunadamente.

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