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Santander, fui víctima del conflicto armado en el año 1998. En ese entonces yo trabajaba
para una empresa de aquí de Barranca. Me dirigía ya para mi hogar cuando dos carros
colocaron un saco en la cabeza, solo escuchaba y sentía que era un viaje largo, tras unas
horas me bajaron del auto y me montaron en una chalupa, lo cual creería yo que dure otras
tres horas ahí. Al llegar al campamento me retiraron la capucha de la cara y me dijeron que
debía permanecer en silencio, mi secuestro duro 100 días, donde yo tenía información de
Durante ese tiempo, me di cuenta de que había sido secuestrado por una facción de
las águilas negras, ellos tenían toda la información de mi familia y sabían paso a paso lo
que ocurría con ellos. En el campamento muchas veces no había comida, pero de igual
manera se comía lo que había. En esa época había demasiada violencia y guerrilla en los
lados de Barrancabermeja, pues que en ese momento también pusieron una bomba cerca al
negocio de mi cuñada el cual quedo totalmente destruido y todo eso me entere estando en
la selva.
Durante ese tiempo en cautiverio pude enseñarle a los guerrilleros a leer y escribir
ya que no sabían y pues al ver que yo estaba capacitado para eso, me pidieron el favor de
encontraba con otro grupo la verdad no supe quiénes eran pero en ese enfrentamiento salí
herido, nos movíamos constantemente de campamentos y comíamos lo que había casi
campamentos, ya que el peligro era inminente, con el solo recorrido a otros lugares
sentíamos pánico de lo que fuera a pasar, era como cambiar de una ciudad a otra, con
distintas reglas y diversas formas de hacer sus cosas, lo único que nunca cambió fue el
trataban mal ya que yo los ayudaba a estudiar, pues no había mucho que hacer.
En varias ocasiones, cuando llovía fuerte, debíamos aguantar frío y hambre hasta el
otro día, pues en medio de la nada, los pocos animales que lográbamos cazar se escondían
campamentos tenían secuestrada a una niña de 7 años, de la cual nunca me podré olvidar al
ver que en sus ojos suplicaba ayuda, cuando le quitaban sus trapos de la boca solo decía
‘’quiero a mis papitos’’ y con su voz de niña, con su ternura, dulzura e inocencia lograba
romperme el corazón, al punto de que aún la recuerdo y recorren lagrimas por mis mejillas.
Sufría aún más al verla y recordar a mi hija, que en ese entonces tenía 12 años y a
mi hijo que tenía solo 6, me sentía derrotado, pensaba que no podría más y solo esperaba
verlos a ellos y sino, solo quería morir pronto y acabar con esa agonía. En ese campamento
pude estar durante dos semanas, las cuales aproveché para acompañar a la niña, no diré su
nombre por respeto a ella y a su memoria, cantábamos hasta que llegaba alguien a
regañarnos o golpearnos a ambos, le enseñaba las letras y los números, una mañana me
levantaron unos gritos, miré a mi alrededor y vi que estaban agarrando a la niña como si se
tratase de algún objeto, me fui a parar a defenderla y me encontraba atado de manos y pies
contra unas rejas muy fuertes que no me dejaban mover, en mi desespero intenté soltarme
de todas las formas, pero solo lograba cortarme, podía ver como la golpeaban y decían
frustración, tristeza, desasosiego, ella no podía defenderse ante cinco hombres que la
golpeaban sin parar, con odio y sevicia, terminando por la peor y triste escena, a la niña la
violaron los cinco hombres, tenía solo 7 años y no tenía la culpa de lo que estaba
sucediendo, todo pasó por mis ojos, no lograba reaccionar ante eso y solo bajaba mi mirada
para no tener que ver, hasta que finalmente, Dios se apiadó de la niña y se la llevó, sufrió
mucho por el maltrato constante y fuerte que le propiciaban durante el tiempo que estuvo
allá, solo podía pensar en mis hijos. Hoy en día, aún rezo por su alma.
Estuve enfermo por varias semanas, no quería comer y solo vomitaba, vomitaba lo
poco que me obligaban a comer, mientras se burlaban de mí y el dolor que sentía, nunca
intentaba soltarme y me movía, tuve varias cortaduras que no fueron desinfectadas, por lo
tanto hubo una infección y casi muero de la fiebre, algunos de esos hombres tuvieron
piedad de mí, por yo haberlos ayudado a estudiar unos días antes, así que ellos fueron en
busca de agua y unas matas para calmar mi dolor y mi infección, aún no sé cómo puedo
sanar mis heridas por varios días, fui mejorando de una manera favorable ya que solo tengo
unas cuantas cicatrices y de cualquier modo estoy agradecido con ellos, porque en ese
momento solo de imaginarme que si mis infecciones empeorarían ellos tendrían que
amputarme mi mano derecha y una de las piernas que más daño sufrió a causa de moverme
tanto para soltarme y tratar de ayudar a la niña, admito que en ese momento no estaba
decía “es hora de quitarle el derecho de libertad a alguien más, necesitamos que movernos
constantemente para que las personas crean que deben que regirse a nuestras órdenes”
nunca olvidare esa sensación de ira, tristeza que sentí en ese momento, ya que me
recordaba lo sucedido con la niña y saber que otro ser humano ya fuese niño, niña, una
mujer u otro hombre iba a vivir lo horroroso como lo estaba viviendo en aquel entonces.
Alrededor de unas cuantas horas de haber llegado la orden por parte de los altos mandos
escucho por la radio que utilizaban para estar pendientes de lo que ocurría con el país, con
secuestro, esta vez trataba de una mujer de 30 años, una ciudadana que trabajaba en una
escuela rural, cuando oí esa noticia y con todo lo que tenía en mi mente se me volvió a
desgarrar mi alma, no podía seguir vivenciando más muertes, yo solo quería morirme.
Fue tan poco el tiempo que trascurrió cuando los guerrilleros llegaron con la mujer
con la capucha puesta, se acercaron con ella donde me encontraba atado de pies y manos, la
tiraron como si fuese un objeto y burlaron de ella, la ataron de la misma reja de donde me
encontraba sujeto, quedamos a una distancia muy cercana, tal vez un metro o un poco
menos aproximadamente, mis primeras palabras que le dirigí a aquella mujer indefensa
fueron, Dios protege, nunca dudes de él, aquella mujer frágil, llena de lágrimas solo dio la
vuelta y bajo la mirada. Recuerdo que paso un día después que llegase la mujer, ella no me
dirigía la palabra, llego la hora del almuerzo y creía que ella no iba a recibir eso me
preocupaba mucho ya que sabía lo que los guerrilleros le harían, no tendrían piedad de ella,
pero me sorprendió mucho al ver que esta mujer recibe su plato y come la poca y
repugnante comida que le habían servido, ese día aprendí lo fuerte que era aquella mujer,
después de esto, esta mujer se dirigió hacia mi y me pregunto, ¿cuántos días lleva sin
meses acá, lo único que sé, es que ya llevo varios días con ellos yo conteste, y así
empezamos a tener una conversación amena, fue un momento en donde se me olvido de las
Al rato de esa conversación recuerdo que esta mujer llama de un grito a uno de los
guardias, de igual manera le pregunta, ¿porque nos tienen acá? este sujeto le contesto
burlándose, sabemos que ustedes dos mantienen una riqueza bastante favorable para
nosotros, sus familias tendrán que pagar por sus vidas, después de haber contestado a la
mujer este hombre se acerca y empieza a tocarla con intención de abusar de ella, recuerdo
como ella no derramo una sola lagrima, solo había un silencio de dolor por parte de ella,
sus demás compañeros guerrilleros se burlaban y hacían una fila para abusar de esta pobre
mujer, yo solo oraba, le pedía a Dios que le diera fuerzas a esa mujer que no tenía la culpa,
me llegaba el recuerdo de la niña de tan solo 7 años, llore como un niño llora por un juguete
que se le acaba de romper, estaba tan dolido por presenciar tanto daño y no poder hacer
nada.
La mujer fue abusada por todos los hombres del lugar, parecía que iban a matarla,
pero un grupo rival atacó el campamento, matando a varios de los hombres y dejando
heridos a algunos. Aquellos desconocidos se veían que eran igual de despiadados que los
otros, pero nos liberaron a todos los que estábamos ahí. Nos dijeron: “Váyanse. Son libres.
No los queremos volver a ver por acá”. Con la mujer que se llamaba María caminamos por
la selva durante tres días siguiendo un río de agua dulce que fue lo que nos mantuvo con
vida. Eso y unas frutas que encontrábamos por el camino. Llegamos a un pueblo del eje
cafetero, en el Caldas, allí gentes muy amables nos acogieron unos días, nos limpiaron,
producto de una enfermedad venérea, que seguramente portaba uno de los soldados que
abusó de ella.
No había pasado por algo similar, antes de ser víctima de aquel conflicto, mi vida
era completamente distinta. La tranquilidad y la seguridad eran cosas que daba por sentado.
Nunca había imaginado que me vería envuelto en una situación tan aterradora. Sin
embargo, la vida tiene una forma curiosa de cambiar en un abrir y cerrar de ojos, y me
Uno jamás se recupera de una vaina como esa. Esa gente me arrancó la inocencia,
dirigí a una oficina del estado para poder realizar todos mis papeleos sobre mi desaparición,
pero esta nunca me dio respuesta de absolutamente nada, hasta el año pasado 2020, donde
inicio la pandemia y el cual para mi fue imposible ir a diligenciar nuevamente todos los
papeles. Durante este tiempo de libertad no puedo mentir que al principio, sentí demasiado
temor al salir a la calle, renuncie a mi trabajo por miedo a que ocurriera nuevamente o que
red de apoyo pero la verdad me sentía demasiado mal, en esa época no existía o no estaba
como tan a la “moda” ir a terapia psicológica, pues que lo consideraban a uno loco si uno
psicóloga ni nada, todo fue por mi cuenta, actualmente estoy viviendo aparte de mi familia
Luego de 23 años transcurridos después del hecho y a pesar de las secuelas que me
dejó, me mantuve fuerte y decidido a reconstruir mi vida.
cotidiana. El evento por el que atravesé como ya les había comentado trajo consigo un
años, viví en un estado constante de alerta y temor, y ahora necesitaba aprender a confiar en
contextos en los que me desarrollaba. Sin embargo, con el apoyo de mi familia y amigos,
finalmente di el paso para buscar ayuda profesional. Después de la pandemia, cuando los
servicios de salud mental volvieron a estar disponibles de manera más amplia, decidí
consultar a un psicólogo.
ya que llego la época del desempleo y me daba miedo también recibir cargos grandes.
vivo mas tranquilo, pero aún no olvido aquel día y aquella experiencia.
Aunque el camino hacia mi superación sea largo, complejo y desafiante, demostré una
increíble fortaleza y resiliencia. Con el apoyo de mi terapeuta, podré superar los efectos
Aún asisto a terapia, no he sido diagnosticado con ninguna enfermedad, trastorno psicológico
o psiquiátrico, hago mis revisiones mensuales y afortunadamente las lesiones que sufrí
durante el evento ya han sido sanadas, tengo cicatrices, pero no se intensificaron ni me