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Summary
Bella y Edward se conocieron de una forma poco común, una desconocida le dio a ella el
número del celular de él. La noche de su cumpleaños lo llamó debido a su soledad. Él le
impuso 3 reglas a seguir, sólo se trataba de sexo casual, jamás se imaginaron el giro que
darían esos encuentros y hoy se encuentran frente a frente creyendo estar enamorados.
Ella, en un afán por comprobar que sea verdadero amor lo que sienten y no sólo algo
físico, repite la cuestión del primer encuentro, imponiendo 3 nuevas reglas:
Número 1: No mentiras
El, en un afán por demostrarle que sí es una cuestión de sentimientos y que está
dispuesto a que lo conozca mejor decide contarle su historia, de a poco cada noche en
lugar de tener sexo.
Capítulo 1:
Regalo de graduación
Me encontraba en medio de la que había sido mi habitación los últimos 5 años de mi vida
y la que había sido testigo de mis múltiples aventuras con mis desenfrenadas compañeras
universitarias, quizá eso era lo que más iba a extrañar de haber terminado mis estudios,
las noches de fiesta con mi inseparable amigo James, la compañía de una linda chica que
calentara mi cama sin buscar un compromiso más allá, tan sólo apagar el fuego de la
pasión sin entregar el corazón, muy conveniente, ya lo había entregado yo una vez y la
vida me la arranco cruelmente, no iba a dejar que volviera a suceder.
Tome el último libro para meterlo a la caja y una fotografía resbalo, éramos Tanya y yo
abrazados en el portal de mi casa, el día que le dije por primera vez que la amaba y que
jamás me imaginé que también sería la última.
Flashback
Todo por un conductor borracho que se quedo dormido al volante y no pudo controlar el
vehículo que se subió a la banqueta mientras ella esperaba el bus escolar y que terminó
con su vida y con mis sueños, ha sido el peor momento de toda mi vida y deseé morir, no
quería vivir separado de ella, había sido mi primera novia y la única, con ella descubrí lo
que era un beso de verdad, de amor, una caricia furtiva, el despertar de la pasión, aunque
nunca logramos consumarla, el tiempo ya no lo permitió.
Me olvidé de todo, incluso de mí mismo, no quería hacer nada, ni comer, ni dormir, mucho
menos soñar, lo único que quería era estar a su lado, por siempre, como lo habíamos
dicho esa vez que me anime a decirle te amo. Los primeros días asistía a diario al
cementerio, a platicar con ella, a repetirte hasta el cansancio que la amaba, quería que
estuviera segura donde quiera que se encontrara, hasta que un día me agarro una
tormenta ahí y no supe ni como llegué a mi casa. Casi me da pulmonía, quizá si no
hubiera sido por la intervención de mi padre hubiera muerto y lo habría hecho feliz porque
eso me llevaría con ella.
Sentí la humedad de sus lágrimas en mi cabello, Jennifer lloraba junto conmigo sin
decirme nada con palabras porque su abrazo lo decía todo, estaba ahí apoyándome y
consolándome, dispuesta a hacerlo cuantas veces fuera necesario, así era ella, siempre
entusiasta y con una sonrisa en los labios, siempre buscando el lado positivo de la
situación, pero en este caso no lo había, que puede dejar de bueno la muerte de alguien
que amas con todo tu corazón? Lloramos hasta que no quedaron más lágrimas que
derramar y ella se quedo dormida en mis brazos, yo me quede mirando al vacío toda la
noche, pero cuando sentía que alguien abría la puerta cerraba los ojos.
A la mañana siguiente cuando Jennifer despertó me dio un beso en la frente y me dijo que
iba a su casa a bañarse y cambiarse. Regreso al cabo de no sé cuánto tiempo, traía una
charola con pan tostado, jugo, leche y mermelada, la deposito sobre mis piernas y se
sentó a mi lado.
– no tengo hambre – dije y volteé mi cara del lado contrario a donde ella estaba.
– eso dices tú pero tu cuerpo no creo que opine lo mismo, necesitas recuperar las fuerzas
que perdiste en la enfermedad, además aún tienes que tomar antibióticos, no puedes vivir
dependiente de un suero de por vida – dijo untando mermelada al pan.
– no quiero vivir, punto, quiero estar con ella, por qué nadie lo entiende?
– tú tampoco entiendes que estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar, que su ciclo
en esta vida terminó, pero el tuyo sigue – aseguro con su característica madurez,
demasiada para su edad, por cierto.
– eso es tan injusto, cómo puedo yo comer y seguir viviendo cuando ella está enterrada
tres metros bajo tierra? – exclame exasperado.
– su cuerpo está enterrado, su esencia está en otro lugar y te apuesto que en uno mucho
mejor que esté.
– no puedes ser tan egoísta Edward, acaso no te importa ver sufrir a tu familia?, quieres
que ellos pasen por lo mismo que tú estás sintiendo?, no tienes idea del enorme dolor que
le estás causando a Esme, está desesperada, ya no sabe qué hacer, y Carlisle, dios, tú
sabes que es mi héroe y jamás me imaginé verlo caído y derrotado… nunca pensé decir
esto pero extraño las bromas y los chistes de mal gusto de Emmett y en cuanto a Alice, es
una niña con el brillo apagado, hablas de injusticias, no te parece una enorme de tu parte
lo que le estás haciendo a tu familia?, los estás arrastrando contigo, si se tratara de que te
dejaras morir sin afectar a nadie, perfecto, no es la mejor opción, pero adelante, hazlo, sin
embargo, te tengo noticias Edward Cullen, no estás solo en este mundo, en serio quieres
afectar a 4 personas maravillosas que están dispuestas a dar su vida con tal de que tú
vuelvas a ser el mismo de antes?, eso sí es injusto.
– está bien hoy un poco, mañana otro y así sucesivamente, por cierto, te traje un regalo –
se levantó después de darme el vaso de leche y saco un libro de su mochila – "Todo
pasa… y esto también pasará" – leyó en voz alta el título y continuó.
Y eso fue haciendo todos los días, casi me daba de comer en la boca y una vez estuvo a
punto de desnudarme y bañarme, pero me gano el pudor y la saque del baño. Me llevaba
al parque, nos sentábamos en los columpios a ver la gente pasar, quería demostrarme
que la vida seguía, me leyó infinidad de libros que hablaban sobre pérdidas y como sobre
llevarlas y poco a poco fui recuperando las ganas de vivir lo único que no fueron las de
volverme a enamorar.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
El sonido de mi celular me trajo de vuelta del recuerdo, estaba sobre la mesa de noche y
la vibración lo fue moviendo casi hasta la orilla, lo tome y vi que era número restringido, lo
cual me sorprendió un poco.
– respuesta equivocada "cariño", sabes muy bien que eso no te lo puedo decir, puedes o
no puedes verme? – sonó determinada y eso me gustaba en una mujer.
– en 45 minutos, en el bar, vestido rojo – y colgó sin darme ningún otro detalle.
Sonreí y moví la cabeza, "vestido rojo, muy original", pensé, seguro era alguna de mis
compañeras queriendo jugar un poco. En eso me había convertido yo, en un tipo frío que
sólo disfrutaba de un buen sexo.
Flashback
Cuando cumplí 16 años mi tío Aro me llevo a un club para que me quitaran lo virginal, me
dijo que nada como el sexo para superar las tristezas y que yo ya estaba en la edad
perfecta para iniciarme. Debo reconocer que yo ya tenía tiempo de haber descubierto lo
bien que se sentía acariciarse y que lo hacía seguido, como todo típico adolescente pero
aquella experta mujer, que calculé yo me ganaría con unos 10 años, me llevo al cielo y de
regreso tres veces en esa noche. Así que le tome el gusto al sexo y seguí practicándolo
recordando las palabras de mi tío:
"Edward, sé que eres muy joven pero mientras más temprano lo sepas y lo entiendas es
mejor, quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu
esposa y tu amante a la vez, y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres
hasta que te topes con la que tenga esa dualidad, así que anda con varias hasta que
aparezca esa mujer, sé que todavía te duele lo de Tanya, pero eres muy joven y podrás
superarlo y algún día, en el futuro, encontrarás esa mujer que sea tu complemento y a la
que le serás fiel porque ya habrás vivido lo suficiente como para tener aventuras
clandestinas".
Así que entre sus consejos y la pérdida de Tanya me guarde muy bien mi corazón y sólo
entregaba el cuerpo.
–––––––––––––––––––––––
Tome mi chamarra, las llaves de mi auto y salí en dirección a aquel hotel. Al llegar al bar
había poca gente, así que me fue fácil localizarla, estaba sentada al frente de la barra, era
muy hermosa, de cabello largo y con un vestido rojo bastante sensual, corto a morir, sólo
cubría lo que tenía que cubrir y el escote tanto al frente como atrás era excitantemente
pronunciado, sonreí satisfecho y me acerqué, de inmediato volteó y me dio la sonrisa más
sensual y provocativa, bebió el último trago de su copa y después se puso de pie y sin
decir nada la seguí.
Subimos al elevador y presionó el número 10, esperamos a llegar a ese piso y después
salimos, caminamos y a la mitad del pasillo deslizo la tarjeta en la puerta y entramos,
encendí la luz y no me dio tiempo a hacer nada más porque me acorraló en la pared
besándome con furia y sin más preámbulos llevo su delicada mano a mi masculinidad que
acarició sobre mi pantalón, así que en respuesta puse mis manos sobre sus nalgas y se
las apreté por debajo del minúsculo vestido que traía puesto, le jale el hilo de la tanga y
rompió el beso para exhalar excitada, besó y mordisqueo mi cuello mientras yo seguía
jalándole el hilo con una mano y con la otra le apretujaba la nalga.
Pero a cambio sólo le frote su sexo, quería enloquecerla un poco más, ella abrió las
piernas y entonces me introduje con rudeza, ella enterró sus manos en mi espalda y
comencé a moverme rápidamente mientras me comía sus senos alternadamente, ella
bajo hasta mis nalgas y me las apretó, pidiendo con ello que me introdujera más profundo,
se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos al chocar, los intensos gemidos de ambos y
seguí moviéndome sin parar, de pronto un grito de ella inundó la habitación cuando llego
al orgasmo, a mí me faltaba aún, así que me apoye con las manos sobre la cama para
hacer los últimos movimientos casi salvajes y terminé.
Me acosté a su lado sin decir nada, tratando de recobrar el ritmo normal de mi pulso y mi
respiración, aún estaba jadeando y cuando estuve controlado me levanté para quitarme el
condón y tirarlo en el bote de basura.
– quién te dio mi número? – pregunté intrigado, una belleza así no hubiera pasado
desapercibida por mí si estuviera en la universidad.
– espero que traigas otro condón y que aún tengas energías – fue su respuesta y se paro
frente a mí para volver a besarme.
Ahora ella tomó el control y me tiro sobre la cama, después fue y tomo mi pantalón, busco
en los bolsillos y encontró con rapidez lo que estaba buscando y sonrió. Se acercó a mí y
se tumbó sobre mi cuerpo, me beso y mordió mis labios mientras su mano subía y bajaba
por mi masculinidad que respondió a sus caricias, se sentó a horcadas sobre mí y saco el
contenido de la envoltura, me lo puso deslizando sus dedos y una vez que termino lo
tomo con su mano y lo llevo hasta su centro para introducírselo, comenzó a subir y bajar y
mis manos se aferraron a su cintura para ayudarla en sus movimientos, se acariciaba sus
senos y jalaba sus pezones, aumento la velocidad y yo también buscando
desesperadamente el objetivo hasta que lo logramos, nuevamente ella primero e instantes
después yo. Se bajo luego de unos segundos, tomó su ropa y se vistió sin decir palabra
alguna.
– creo que eres nuevo en esto, quizá vuelva a llamarte, gracias por el momento –
respondió y salió de la habitación dejándome con mil preguntas en mi cabeza.
A la mañana siguiente me encontraba cerrando la última caja cuando sonó mi celular, era
James, así que de inmediato le contesté.
– al fin terminamos la carrera, por cierto, te gusto tu regalo de graduación? – preguntó con
su característica sonrisa.
– cuál regalo? – exclame volteando a todos lados a ver si había algo que no fuera mío.
– ah, con que tú fuiste el que le dio mi teléfono?, claro, no podría haber sido alguien más,
por supuesto que me gustó amigo, la chica era un bombón.
– bienvenido al club.
– club?, de que rayos estás hablando James? – dije desconcertado y su respuesta fue
una carcajada que no supe como tomar.
Capítulo 2:
Vivencias
– resulta mi amigo que hace 5 meses fui invitado a pertenecer a un exclusivo y secreto
club de sexo, de gente de nuestro nivel social y uf, es la gloria, así que conociendo tu
historial de la universidad, eres el candidato perfecto para pertenecer a él – explicó
James.
– vamos Edward, no te vas a hacer el santurrón conmigo que te conozco bien, a poco no
disfrutaste la experiencia de anoche?, tú mismo dijiste que la chica era un bombón, así
que no te hagas el ofendido.
– es que tan siquiera me hubieras avisado viejo, ahora comprendo varias cosas, qué es
eso de las reglas?
– ah, es que el club se rige por tres rigurosas reglas que no hay que romper, tú sabes se
trata de mantener esto en secreto, no tienes idea de quienes pertenecen a él, por eso te
digo que es la gloria, a muchos no les conviene que salga a la luz pública. Las reglas son
simples: 1: no nombres, 2: no preguntas personales, 3: no lazos afectivos, así que como
verás se trata única y exclusivamente de gozar de un buen sexo sin ningún tipo de
compromisos, así como nos gusta a ti y a mí.
– así es mi amigo, de lo más excitante, aunque puede que te encuentres con alguna chica
famosa pero tú pretende que no la conoces, ese es el juego, yo tengo mi regla personal,
no más de 3 revolcones con la misma, eso crea lazos y sería romper con una de las
reglas, te vas a divertir, ya lo verás.
– y a ti quien te invito?
– un amigo, por cierto, casi lo olvido, existe una cuarta regla: no repartir los teléfonos
indiscriminadamente y menos a desconocidos, te digo que es exclusivo, puedes pedir
más teléfonos o proporcionar otros, como yo lo hice en tu caso, pero siempre y cuando
sea gente de nuestro nivel social y que sea sumamente discreta.
– y si no quiero pertenecer?
– ay por favor, Edward, en primera, ya estás dentro, en segunda, sé muy bien que no
podrás resistirte, así que recuerda muy bien las reglas y si por algún motivo te encuentras
en la calle con alguna de las chicas, recuerda, tú no la conoces y olvida volver a citarla, la
cosa es que no se sepa nada de la vida personal.
A los 2 minutos que colgamos, me llego un mensaje al celular con el teléfono de la chica,
la clave y las reglas, aún no estaba seguro de querer participar en ese juego.
Se llevaron todas las cajas, después tome mi maleta y mire por última vez aquella
habitación que había sido más que eso, había sido mi guarida, mi refugio, la que sabía de
todos mis proyectos, mis sueños y mis alocadas aventuras de universitario. Baje las
escaleras, me despedí de algunos compañeros que me encontré en el camino y subí al
taxi que ya me esperaba para llevarme al aeropuerto.
Al llegar al de Seattle me estaban esperando mis padres y Jennifer que sostenía un gran
cartel que decía "Bienvenido a casa Licenciado Cullen", yo sonreí y corrí a su encuentro,
primero abracé a mi madre que estaba más que feliz de volver a verme, la cargué y le di
vueltas, después varios besos en ambas mejillas, ella sólo sonreía. Luego abracé a mi
padre, que me dio un apretón en la espalda y unas palmaditas en una mejilla y por último
le di un gran abrazo a Jennifer.
– no le vamos a decir, ya arregle todo y hasta tu padre nos va a acompañar, será una
noche de hombres memorable.
– es que este fin de semana será largo porque hoy es día feriado, llegue en la mañana,
muy temprano y me voy el domingo a mediodía.
– súper, puedo enseñarte algunos lugares maravillosos y muy románticos para cuando
tengas novia la lleves para allá.
– que bueno que me dices, ahorita le preguntó cuándo parte para yo programar mi viaje
en la misma fecha.
– ay no seas celoso ni posesivo hermano, ya sé cuidarme ok?, vivo sola del otro lado del
océano.
– era broma, sé que puedo confiar en ti y no te voy a prohibir que hagas las cosas, sé que
no necesita viajar tu novio para que te portes mal, sólo cuídate y siempre piensa en las
posibles consecuencias.
– eso hago, teniendo de padre a un doctor no puede ser de otra manera, recuerda:
– la medicina debe ser preventiva no curativa, así que ante todo prevención – respondió
en tono ceremonioso y volvimos a reírnos – por cierto hermano, te tengo un regalo de
graduación, está en tu habitación, vamos.
Subimos las escaleras y caminamos rumbo a mi habitación, como siempre era la última
del pasillo. Entramos y en la cama había una caja, yo lo miré y me pidió que la abriera, así
que eso hice y me encontré con que se trataba de una dotación de preservativos.
– acabo de firmar un contrato para ser la imagen de esa marca durante 5 años, así que
me estarán surtiendo de este material, pero yo ya no los necesito y conociéndote, sé que
te harán falta.
Nos reímos una vez más y después bajamos. La fiesta siguió, comimos y después me
puse a platicar con Jennifer.
– cuéntame de tu trabajo.
– estoy feliz, seré maestra de una secundaria, la más prestigiada de Nueva Jersey.
Como a las diez de la noche el tío Aro empezó a reclutar a todos los hombres. Emmett no
estaba muy seguro de acompañarnos pero finalmente lo hizo. Jasper estaba nervioso
porque acababa de cumplir la mayoría de edad y sería la primera vez que iría a un lugar
de ese tipo. Llegamos y nos sentamos en una mesa al lado de la pista, la primera chica
que salió era una morena, hermosa y muy bien dotada de todas las partes de su cuerpo,
la segunda fue una rubia impresionante y cuando salió la tercera ya teníamos varias
copas encima. De pronto la morena se acercó y me tomo de la mano, me llevo a un
privado y me hizo un baile exótico y cachondo, la única condición era no tocarla, y qué se
supone que haría si me estaba excitando?
Por la tarde llevaron mis cosas y empecé a desempacar. Cuando terminé recibí un
mensaje a mi celular de James donde me decía que sí me acompañaba a París y
entonces recordé su famoso club o sociedad secreta y dadas las circunstancias de la
noche anterior, viendo bailar a despampanantes mujeres desnudas y sin poder tocarlas
me sentía bastante inquieto, así que busque el número que me había dado mi amigo y lo
marqué, una hermosa y sensual voz me respondió.
– sí, te veo en media hora en el bar, traigo un vestido negro, con una abertura de lado.
Metí la mano en la caja y tome varios condones que después metí en la bolsa de mi
pantalón, agarré las llaves de mi Volvo y baje corriendo las escaleras. Mi familia veía
televisión, les dije que volvía más tarde y salí a toda prisa. A la velocidad que yo
manejaba llegué en menos de 20 minutos al lugar de la cita, pagué una noche de
hospedaje y me entregaron la tarjeta de la habitación, entré al bar y no vi a ninguna chica
con un vestido como el que me habían descrito así que pedí un vodka mientras esperaba,
10 minutos después una impresionante chica se sentó a mi lado en la barra, cruzo la
pierna y en seguida supe que se trataba de ella, así que le guiñe el ojo y ella me sonrió de
vuelta. Pagué mi trago y me levanté al mismo tiempo que ella.
Nos dirigimos al séptimo piso. El verle el cortísimo vestido y el profundo escote que lucía
me encendió más de lo que ya estaba, así que cuando estuvimos dentro de la habitación
la besé ansiosamente mientras me quitaba la chamarra y caminábamos al centro donde
alcancé a ver una mesa, la doble ahí, con su cara sobre la superficie, subí desesperado el
vestido y sonreí al ver que traía tanga, me ahorraría unos preciados segundos, con la
misma desesperación abrí mi pantalón y libere mi ya erecto miembro, me coloqué el
condón y debo reconocer que me porte bastante egoísta porque no me importó saber que
tan excitada estaba ella, lo único que quería era saciar las ganas. Le hice a un lado la
tanga y entré en ella con fuerza, emitió un grito y pude percibir que no estaba muy mojada
pero seguí impulsándome mientras jadeaba y poco a poco ella fue mojándose más y más
hasta que empecé a escuchar sus gemidos de placer, entonces incremente el ritmo de
mis movimientos al tiempo que le apretaba las nalgas que se pusieron rojas de inmediato
debido a su blanca piel. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y mi grito fue casi
bestial, después de terminar completamente me salí de ella y me quite el condón.
– me gusta la rudeza, sabes?, eres justo lo que necesitaba para divertirme esta noche.
Me dedicó una maquiavélica sonrisa y se acercó a las cortinas, les quito los cordones con
los que estaban amarradas y después se acercó a mí mirándome malévolamente y yo le
sonreí divertido. Me empujo con todas sus fuerzas sobre la cama, se subió en mí y me
besó, después tomó una de mis manos y la ató al borde de la cama, volvió a besarme y
luego ató la otra mano. Se hincó sobre mí, con sus piernas a los costados, sujetó
fuertemente mi polera y me la desgarró, terminó de rompérmela mientras besaba y lamía
mi cuello, mordió sin piedad mis pezones y yo grité, siguió bajando por mi abdomen y
después devoró de una manera impresionante mi miembro hasta que casi me hizo llegar
y entonces se detuvo.
– yo aún no termino "amor", así que más te vale que aguantes – amenazó y comenzó a
moverse salvajemente sobre mí hasta que instantes después terminó, dejándome el pene
adolorido.
Y así comenzaron mis aventuras en aquel club, que yo preferí llamarle sociedad secreta,
incluso secta por eso de las reglas las cuales fui dominando hasta volverme un experto, y
sí, me llegue a topar con alguna modelo famosa, hasta una artista de televisión me toco
en una ocasión. Entonces poco a poco fui volviéndome más frío en los encuentros, probé
varias y muy variadas mujeres, con fantasías diferentes, aprendí y mejoré varias técnicas
en el arte del sexo.
Seguí con mis inversiones, rescatando viejos hoteles para remodelarlos, adquirí un
departamento cercano a la casa de mis padres en Seattle y con el tiempo una pequeña
casa en Las Vegas, ya que me gustaba ir a apostar de vez en cuando. Y el tiempo siguió
su curso, hasta que un día algo inesperado sucedió que le dio un giro a mi vida de 180°.
Capítulo 3:
Primera vez
Era un martes cualquiera del mes de septiembre, al menos eso creía yo en ese momento.
Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al
departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto. El tráfico estaba imposible,
había habido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo
miraba desesperado el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que
guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me
dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrado, no
me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi
blackberry sonó.
– bien y tú?
– sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana, qué necesitas?
– recuerdas a Jane?, una de las chicas que ayudamos en la fundación, que tiene cáncer
de estomago en fase terminal.
– por supuesto papá, pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.
– gracias Edward, ahora te la envío por mensaje.
– no tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda, ahora
mismo llamo para reservar una suite.
– yo creo que hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres pero ya que perdí
el avión aprovechare para visitar a Jane y hacer otras cosas.
Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi padre ya le había llamado
por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí, mi
padre sí lo era y en dado caso que yo lo fuera tenía las alas quemadas. Terminé por
entrar a la casa y salude a Jane que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su
pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las
quimioterapias, le di un abrazo y la ayude a levantarse. La encaminé al auto y después de
que subió, me regrese por las dos maletas y las metí a la cajuela, en tanto su mamá y su
enfermera subían también.
Me puse en marcha y maneje a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para
la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Rose
Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del auto para bajar, saque las maletas y el
botones las metió al lobby. Yo mismo me dirigí a la recepción por la tarjeta de la
habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que
regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.
Salí del ascensor y saqué mi blackberry para llamar a Jennifer, le pregunté que si estaba
disponible para cenar y me dijo que sí, que justo estaba a dos cuadras del hotel, así que
entré al restaurante y la esperé en la mesa de siempre. La noté algo extraña cuando entró
y me saludo, me sonrió pero sus ojos lucían apagados.
– otra vez discutiste con Chace? – pregunté mientras le arrimaba la silla para que se
sentará.
– no… bueno, sí, dice que el negocio va mal, que hay perdidas en lugar de ganancias –
suspiró frustrada – cada vez está más frío conmigo, hace meses que no me toca Edward,
siempre está cansado, tiene sueño, se siente agripado, llega en la madrugada… casi
estoy segura que anda con alguien más.
– y qué esperas para botarlo Jennifer?, el tipo es un abusivo, está viviendo en tu
departamento, tú fuiste la que puso el capital para la cafetería, y el desgraciado todavía se
atreve a cometer la canallada de estarte engañando, no hay pérdidas en el negocio, hay
desvió de fondos que es muy diferente, seguro se está gastando el dinero con ella.
– no es seguro Edward, sólo son sospechas mías – se llevo una mano a cabeza y la
deslizó por su cabello para luego recargar su mentón en ella – lo mande investigar.
– lo que oíste, contrate un detective para que lo siguiera y en esta semana me entrega su
reporte.
– Edward, por favor, hablemos de otra cosa, sí?, necesito distraerme y no deprimirme
más.
Acababa de quitarle la alarma cuando el otro celular sonó, lo saque del saco y era un
número que no tenía registrado, seguro se trataba de una chica nueva, la verdad no tenía
muchas ganas de responder pero había sido un día agotador y sería una buena forma de
liberar el estrés, así que finalmente sí lo hice.
– estás libre esta noche? – soltó de forma arrebatada, nerviosa, casi pude jurar que se
había mordido el labio inferior.
– sí, en dónde nos vemos? – respondí mientras se me escapaba una sonrisa por su
actitud poco común.
– te queda cerca el Hotel Rose Imperial? – ya estaba yo ahí y siempre tenía una
habitación exclusiva para mí, aunque jamás la había usado para ese fin.
– te veo en el lobby en media hora, te parece bien? – propuse mientras caminaba hacia
ahí.
– sí, claro.
– cómo te reconozco?
– mido como 1.60, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, piel blanca y traigo
un vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo cómo
te reconozco a ti? – comprobé que en definitiva era nueva en esto, me dio demasiados
detalles que jamás me daban.
– cómo me contactaste? – pregunté inusualmente, pero desde la llamada todo había sido
un poco extraño.
– bien, regla número 1, no nombres, no me dirás el tuyo ni yo te diré el mío; regla número
2, no preguntas personales, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad,
entendido? – explique minuciosamente pero como estaba nerviosa decidí guardarme la
tercera regla para después.
– sí, no nombres, no preguntas personales.
Volví a besarle el cuello, presionándolo ligeramente con mis labios, luego baje por en
medio de sus senos, pase por su abdomen y me detuve en su ombligo en tanto mis
manos bajaban su bikini para dejarla completamente desnuda. Sus gemidos eran más
intensos y de su boca escapó un grito ahogado cuando sintió mi lengua en su intimidad, la
fui recorriendo, saboreándola, concentrado en hacerla vibrar, mi lengua se abría paso
entre sus pliegues y llego a todos y cada uno de sus rincones. Cuando sentí que estaba a
punto de terminar sustituí mi lengua por dos dedos y la mire cuando llego al orgasmo,
tenía los ojos cerrados, apretaba el edredón y su grito casi fue ensordecedor.
– sí, pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada – respondí antes de entrar al
baño.
– espera… tú… – exclamo y supe que era momento de decirle la regla que faltaba.
Abrí la regadera, mientras caía el agua me retire el condón y lo tire en el bote de basura.
Me metí a ducharme, esta experiencia había sido diferente y estaba desconcertado, tenía
muchas preguntas en mi cabeza, por primera vez. Todo en ella era diferente, su forma de
entregarse, sus palabras, me dio la impresión que no había estado con muchos hombres
en la intimidad y lo que más me inquietaba era saber la forma en que ella había dado con
esta sociedad. Salí de la ducha, me sequé y salí con una toalla enredada en la cintura.
Al día siguiente fui a la oficina por la mañana y en la tarde fui a visitar a Jane que estaba
muy contenta viendo televisión en la enorme pantalla plana de su habitación. Cuando salí
de ahí Jennifer me llamó a mi blackberry, estaba llorando desconsolada, así que de
inmediato subí a mi auto y me dirigí a su departamento. Al llegar apagué el otro celular, mi
amiga estaba primero, antes que cualquier noche de pasión. En cuanto me abrió la puerta
se lanzó a mis brazos.
– Chace se fue, sólo me dejo una nota – apenas y pudo responder entre el llanto tan
intenso.
– cálmate, ese infeliz no merece que estés así, te ha hecho un favor con irse.
– maldito, pero te juro que esto no se va a quedar así, lo voy a buscar y voy a hacer que
se arrepienta.
La lleve al sillón y ahí nos sentamos, la seguí abrazando mientras seguía llorando, en la
mesa de centro vi que tenía un folder abierto con muchos papeles y fotos, tomé una y mis
ojos se abrieron como platos, no pude creer con quien lo tomaron besándose al salir de
un hotel, no podía ser eso cierto.
Capítulo 4:
– cómo fui tan idiota para no haberme dado cuenta? – exclamó Jennifer aún llorando.
– dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé
que tuviera esas tendencias.
– eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo
hubiera perdonado, pero un hombre…
– ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.
– no, de ningún modo lo voy a permitir, te lo agradezco pero no es justo que tú pagues por
mis errores.
Estaba acostado al lado de Jennifer viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a
mi mente, el rostro de la chica de la noche anterior, me pregunté que estaría haciendo, si
también ya estaría dormida, volvería a verla?, pero por qué pensaba en ella?, eso no
estaba bien, acaso rompería las reglas esta vez?, cerré los ojos tratando de dormir.
Cuando desperté, Jennifer ya se había ido a trabajar, me dejo una nota en la mesa de
noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me
dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saque un bote de leche, me serví en un vaso y
después tomé las galletas del anaquel de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar
le marqué a James y lo cité a las 6 en el restaurante del Rose Imperial. Después fui a mi
departamento, me bañe, me arreglé y luego fui a la oficina a ver qué pendientes tenía. A
las 2 almorcé con Jennifer, me dio gusto verla más tranquila, eso siempre se lo había
admirado, no se clavaba mucho tiempo en las emociones, las vivía al máximo y en poco
tiempo las hacía a un lado.
Más tarde me dirigí al Rose Imperial, pase a saludar a Jane y me quede poco más de una
hora platicando con ella y su mamá, estaban tan felices y agradecidas las dos, me
alegraba poder contribuir con esos momentos. Iba saliendo de su habitación cuando el
celular sonó, era un poco temprano para esas llamadas, sin embargo, lo saque y mire
sorprendido el número, una sonrisa se dibujo en mis labios al ver de quien se trataba.
– hola.
– no podría ser más temprano?, a las 6:30? – por qué querría verme más temprano?,
tendría algo que hacer más tarde?
– lo siento, me es imposible a esa hora – otra razón más para querer golpear a James.
Colgué porque se habían abierto las puertas del ascensor y entré, presioné el botón de
planta baja y sonreí ante la expectativa del encuentro nocturno, no estaba muy seguro si
volvería a buscarme y no imaginé que llamara tan temprano, de haberlo sabido hubiera
citado a James a la hora del almuerzo, pero pensaba llamarla yo después de terminar de
arreglar ese asunto, quería volver a verla antes de ir a pasar el fin de semana a casa de
mis padres.
Puntualmente llegó James, me saludó como siempre con su típica sonrisa y un abrazo,
evite pegarme mucho a su cuerpo, ya no lo veía con los mismos ojos que antes. Pedimos
de cenar y un par de cervezas.
– que sorpresa viejo, cuánto tiempo sin verte cómo supiste que estaba en Nueva Jersey?
– todo en esta vida se sabe James, tarde o temprano, no hay nada oculto bajo el sol, por
más que uno trate de esconderse – respondí serio y frío.
– bien, gracias.
Nos llevaron la cena y estuvimos platicando de cosas triviales, le coqueteó
descaradamente a la mesera que se sonrojó, yo moví la cabeza reprobatoriamente.
Cuando terminamos de cenar abrí el sobre que traía y saque las fotos, las fui poniendo
una a una sobre la mesa, la expresión de su rostro fue cambiando conforme las veía de
sorpresa, a nervios, a vergüenza, a coraje, simplemente no tenía precio verlo así.
– no sabía que habías cambiado a las mujeres, te hartaste después de todas las que
tuviste en la universidad?
– no, no las he cambiado – respondió nervioso juntando las fotos pero lo detuve.
– a mí me importa muy poco con quien te revuelques, sea mujer u hombre, pero, este
tipejo abuso y utilizo vilmente a alguien sumamente preciado por mí y eso no se puede
quedar así y tú vas a ayudarme si no quieres que estas fotografías sean distribuidas entre
las chicas de la sociedad a la que pertenecemos o peor aún, que lleguen a la editorial de
una importante revista de sociales.
– ya te dije que eso a mí no me interesa, lo que quiero es que este individuo pague por la
canallada que hizo.
– hundirlo, quiero verlo en la cárcel, aprovecha tus encantos y dale confianza, deja que te
estafe, porque si no lo sabes a eso se dedica en la vida, hasta te estoy haciendo un favor
– moví la cabeza – después refúndelo en prisión.
– y por qué no lo hace la persona que mencionas?, yo buscaré las pruebas necesarias.
– porque no pienso permitir que pase por ese proceso, ya suficiente daño le hizo.
– se trata de Alice?
– en este hotel hay cámaras en los elevadores, por seguridad – la señalé con los ojos.
No pude evitar que una sonrisa se me escapara, sabía que estaba tan ansiosa como yo,
sus ojos eran ventanas abiertas, acaso no veía el deseo en los míos?, como iba a verlo si
prefería mirar el suelo. Salimos del ascensor y caminamos unos metros para llegar a la
habitación, me sorprendió gratamente cuando al entrar y encender la luz ella tomo la
iniciativa y me acorraló contra la puerta para besarme desesperada, le respondí de igual
manera, mi lengua se entrelazaba con la de ella en una lucha sin tregua, frotándose,
sintiéndose en tanto mis manos desabrochaban el estorboso abrigo que deje caer al suelo
segundos después, la separé un poco para mirarla y me quede perplejo, traía un
provocativo vestido rojo de tirantes que acentuaba el color de su blanca piel y mi
excitación aumentó, ella se había arreglado para mí.
Me gustaba esa combinación en ella, de niña tímida y mujer fatal, y me complacía ser yo
quien sacara en ella esa parte sensual que no mostraba en público, no se hubiera puesto
el abrigo si lo hiciera. La tomé por la cintura y mi lengua recorrió su oreja exhalando en
ella, sentí como se doblaba su cuerpo y me sujetaba por los codos, fui lamiendo hasta
llegar a su cuello que bese en tanto bajaba los tirantes del vestido hasta llegar a sus
senos que acaricie sobre la tela, después le bese la parte de éstos que sobresalía, luego
ella tomó mi cara y me beso frenética, deslice una de mis manos por debajo de la ropa y
noté que traía tanga esta vez, así que masajeé su nalga. Después de romper el beso
lamió mi cuello.
– sshhh, van a pensar que te estoy matando – dije sobre sus labios abiertos.
Suspiró y la miré confundido, no sé porque pero quería saber lo que pensaba en ese
momento, me inquietaba su actitud. Me cuestionó si ya me marchaba y cuando le dije que
no me comentó que quería hacerme una pregunta, el rubor inundó sus mejillas, como
podía darle vergüenza hacerme una simple pregunta, cualquiera que fuera, después de
haberme entregado su cuerpo? No pude evitar reírme cuando finalmente me hizo saber lo
que le inquietaba de mí, cómo era posible que pensara que me prostituía?, entonces
terminé por comprender que ella ignoraba toda la cuestión de la sociedad, simplemente
alguien le había dado mi teléfono sin darle ninguna explicación y rompiendo la cuarta
regla.
– no soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay
dinero suficiente para retribuirlo – le explique levantándome de la cama para buscar otro
condón.
Me quite el que traía y lo tire a la basura, quería hacerla mía una vez más esa noche, no
sabía cuándo volvería a verla y deseaba sentirla otra vez temblando entre mis brazos. Me
subí a la cama y dejé el condón en la almohada, la hice acostarse nuevamente, fui
deslizando con suavidad mis dedos por la piel tersa de sus piernas, acariciando desde el
talón y subiendo de a poco, me entretuve en sus rodillas mientras veía como su pecho
subía y bajaba cada vez más aprisa porque su respiración se estaba elevando. Al llegar a
sus muslos besé y lamí su ombligo, otro gemido se dejo escuchar, así que subí a sus
senos y comencé a comerme uno de sus pezones mientras mis dedos pasaban a su
centro frotándolo por fuera, y me comí el otro pezón, instintivamente abrió las piernas y le
introduje mi dedo mientras la besaba apasionadamente, tratando de sincronizar los
movimientos de mi lengua y de mi dedo, me paso el condón y me lo puse de inmediato.
Vi como cerraba los ojos cuando volvió a sentirme dentro de su cuerpo, comencé a
moverme lentamente en tanto le besaba el cuello y le apretaba delicadamente sus nalgas,
sus gemidos me encantan, sin embargo disfrutaba más de su sabor así que la bese
frenéticamente, ella se aferro a mi espalda y enrollo sus piernas en mi cintura
apretándome para sentir más como la llenaba, rompí el beso para gruñir, los movimientos
de ambos se intensificaron, puse mis manos sobre la cama para levantarme un poco y
mirar su rostro, me excitaba más ver su expresión retorcida, deslizo sus manos a mi torso
y lo acaricio, se mordía los labios, embestí con más fuerza, quería que termináramos
juntos y a mí me faltaba poco, ella me suplico por más, estaba a punto de llegar también e
instantes después ambos lo logramos, abrió su boca y su grito se mezclo con el mío, era
el éxtasis total, la gloria.
– no estaré disponible hasta el lunes por la noche – aclaré para evitar que me llamara y
encontrará el celular fuera de servicio.
– claro que siempre hay otras opciones… puedes acariciarte pensando en mí – sugerí
pícaramente – hasta luego.
– hasta luego.
Y salí de la habitación, no entendía porque me tomaba tantas molestias con ella, no tenía
porqué haberle aclarado que no estaría disponible, eso rompía en parte las reglas, no
sería la primera vez que apagaría ese celular, pero esa desconocida estaba ejerciendo en
mí algo extraño y me pregunté nuevamente cómo es que había dado conmigo y por qué
se había atrevido a llamarme sin saber nada de mí.
Llegué a la casa de mis padres a mediodía, no había nadie, sólo la servidumbre, subí a mi
habitación y desempaqué mi maleta. Me tire en la cama a ver televisión y me quede
dormido no sé cuánto tiempo. La ruidosa llegada de Emmett y Rosalie me despertó, moví
mi cabeza, no importaba que él tuviera 29 años ni que estuviera casado, siempre sería
como un niño. Así que baje y los saludé, a los pocos minutos llegaron mis padres, que me
abrazaron dándome la bienvenida. Más tarde llegó Alice con unas amigas y poco después
Jasper que la abrazo efusivamente. Cenamos y estuvimos platicando largo rato, mi
pequeña hermana estaba más que emocionada porque al día siguiente haría oficial su
compromiso con Jasper.
Me fui a acostar, pero no tenía sueño, entonces me puse a leer mientras escuchaba
música. Obviamente no oí cuando abrieron la puerta, me di cuenta que había alguien en
mi habitación cuando me quitaron el libro de las manos, era Maggie, una amiga de Alice,
de la cual yo sabía plenamente que sentía algo por mí, me miraba seductora, traía puesto
un short y una polera de tirantes ceñida al cuerpo, se mordió un dedo y vi el deseo en sus
ojos, estaba determinada a seducirme esa noche y yo sonreí.
Capítulo 5:
– todos están en sus recámaras – se sentó sobre mí – prometo no hacer ruido – añadió y
me beso apasionadamente.
Puse mis manos en su cintura y le correspondí el beso, que diferente era su sabor al de la
desconocida de anoche, su forma de besar, empezó a lamer y mordisquear mi cuello,
estaba logrando excitarme pero nada comparado a las caricias que ella me provocaba,
estaría a mil con ella si me mordiera, pero qué estaba yo haciendo?, comparándola?,
jamás había hecho comparaciones antes, me quedaba claro que cada mujer era única,
por qué ahora pensaba en ella y deseaba que fuera la que estuviera ahí? Maggie subió a
mi oreja y la lamió, absorbió el lóbulo, yo estaba estático, como nunca, mi cuerpo estaba
ahí, mi mente a kilómetros.
– me he reservado para ti, quiero que seas el primero, como siempre lo soñé – susurró en
mi oído trayendo mi mente de regreso.
Y sin saberlo me dio la clave para detenerla, así que la cargué y la puse a mi lado, me
levanté de la cama y me lleve una mano a la cabeza, haciendo mi cabello para atrás.
– qué pasa?, nunca has estado con una virgen? – preguntó inocentemente.
– Maggie, la primera vez en la vida de una mujer es importante, tiene que ser especial, es
algo que siempre recordará.
– lo sé, porque eso quiero que sea contigo – exclamó hincándose en la cama para
alcanzarme pero yo me hice para atrás.
– sí, no voy a mentirte, por eso no merezco que me entregues tu inocencia, espera a que
llegue el indicado, el hombre que te quiera y que esté feliz de ser el primero en tu vida, yo
no soy ese hombre.
– no sabía que tuvieras novia, eso sí es una sorpresa, el inconquistable Edward Cullen al
fin ha sido cazado.
– hay más de uno Maggie, eres amiga de Alice, estamos en la casa de mis papás, tú y yo
no somos nada y aunque ella no sea mi novia está en mi mente, no quiero perjudicarte,
será mejor que te marches.
Me acosté boca arriba, debía reconocer que Maggie había logrado encenderme así que
cerré los ojos y me concentré en la hermosa desconocida, su imagen vino fácilmente a mi
cabeza, su sonrisa, su olor, su sabor, sus gemidos, su rostro retorcido, la textura de su
piel, todo lo tenía bien grabado en mi mente. Mi mano bajo a mi miembro, sacándolo del
pantalón y empecé a acariciarlo pensando en ella, deseando que fuera su mano en lugar
de la mía, reviví los momentos vividos con ella y la sensación de placer aumentaba al
recordar sus besos y sus caricias. Miré mi blackberry, su voz me ayudaría bastante, pero
recordé que ahí no tenía su número y el otro celular lo había dejado en mi departamento.
Seguí concentrándome en ella y a los pocos minutos llegué al orgasmo.
El desayuno del día siguiente estuvo incómodo debido a las insistentes miradas de rabia
de Maggie, así que me apresuré y luego salí a dar la vuelta en el auto de mi padre,
necesitaba aire fresco y estar alejado de esa niña caprichosa que francamente dudaba
que fuera virgen, quién en esta época lo era a los 23?, y menos en Estados Unidos.
Estacioné en un parque y me senté en una banca a mirar a la gente, como cuando lo
hacía con Jennifer hace bastantes años y me olvidé de todo.
– bueno, como todos ustedes saben, esta pequeña e intima reunión se debe para
anunciar oficialmente el compromiso matrimonial de mi hija menor Alice con su prometido
Jasper Hale, la boda será en diciembre próximo en nuestra casa de Miami, les pido que
levanten sus copas y brindemos por la felicidad de esta joven pareja que pronto iniciarán
un camino juntos, no será fácil pero sé que el inmenso amor que se tienen les ayudará a
superar los pequeños obstáculos que se les presenten en el camino, por mi hija y mi
futuro yerno, salud!
Todos levantamos nuestras copas y brindamos por ellos, Alice no cabía de la felicidad y
se levantó a abrazar a mi padre.
– quiero hacer un anuncio también, a decir verdad, es una petición – volteó a verme –
Edward, me encantaría que tú fueras el padrino, ya mi amiga Renata ha aceptado ser la
madrina.
– claro que sí Alice, nada me dará más gusto que ponerte la soga al cuello.
Nos reímos por mi comentario y Emmett me dio una palmada en la espalda. Pasamos al
comedor y mientras servían la cena, Renata le pidió a Alice que relatara como Jasper le
había pedido ser su esposa. Mi hermana muy contenta lo contó a detalle, había sido en
una cena romántica, con un pianista que amenizó con melodías de amor y después le
pidió a ella que se sentará con él para tocarle una canción en exclusiva, luego le entregó
una copa pidiéndole una propina pero lo que había al fondo era el anillo anudado a una
nota que decía: Alice Cullen, te quieres casar conmigo?, te amo profundamente y nada
me daría más gusto que pasar el resto de mi vida a tu lado, Jasper. Todos se
emocionaron y le pidieron que mostrara el anillo, ella levantó su mano y se los enseño,
después le dio un beso a él que también estaba muy emocionado.
Comimos entre anécdotas y consejos que les daban mis padres y los de Jasper, al
término se hicieron grupitos para platicar. Yo me quede en un rincón observando a mi
familia, Emmett y Rosalie estaban abrazados sonriendo al igual que mis padres, Alice y
Jasper estaban en el sillón tomados de la mano, los padres de él estaban platicando
animadamente con el tío Aro y su esposa. De pronto una extraña sensación me recorrió y
salí a la terraza con la copa en la mano.
La luna brillaba en todo lo alto iluminando parte del jardín y entonces me sentí solo, qué
estaba haciendo yo con mi vida?, acababa de cumplir 27 años y no tenía a nadie a mi
lado, alguien digno que estuviera ahí conmigo compartiendo este gran día para la familia,
mi hermanita de 24 años estaba próxima a casarse y yo estaba solo, siendo mayor que
ella. De repente la imagen de esa chica volvió a mi mente, qué tenía de especial para
pensar en ella?, era la primera vez en el tiempo que llevaba en la sociedad que pensaba
en alguna, que deseaba que el tercer encuentro no llegara, no quería alejarla, quería
seguirla viendo indefinidamente.
– en que piensas hermanito? – escuché la voz de Alice y sentí su mano sobre mi hombro.
– en que no puedo creer que mi hermanita se va a casar tan pronto… no deberías estar
allá dentro con los demás?
– te noto extraño, demasiado pensativo, sé que no son problemas en los negocios, esos
marchan muy bien, qué es Edward?, se trata de alguna chica?
– fue amor a primera vista, desde el instante que nuestros ojos se cruzaron, hubo algo en
su mirada que no había visto en nadie más, con el trato me sentí libre de ser yo misma,
sin tener que posar para impresionarlo, y cuando más lo confirme fue aquella vez que
chocó mamá, te acuerdas?
– pero creo que finalmente, después de tantos años estás listo para abrirte de nuevo al
amor, definitivamente ella debe ser muy especial para haber logrado ese cambio en ti.
– Edward, soy mujer y además muy perceptiva, por supuesto que la hay, me di cuenta
como mirabas al vacío con lo que yo te estaba diciendo, como analizando situaciones y
me da muchísimo gusto, mereces a alguien en tu vida, no sólo en tu cama, no sé porque
te empeñaste en volverte así, eres mucho mejor que eso y mereces conocer y disfrutar
del amor verdadero, sólo espero que ella te valore, te corresponda y te haga muy feliz.
– no te creo, pero está bien, si insistes, quizá no haya nadie aún pero existe el anhelo de
que la haya y ese es ya un gran paso para conseguirlo.
– te adoro duendecillo.
El lunes tuve muy temprano una junta, estábamos viendo la posibilidad de extendernos al
extranjero y ya se había adquirido un gran terreno en Londres para la construcción de un
nuevo hotel, el primero que se construiría, así que nos turnaríamos para ir a supervisar
como marchaban las cosas. Por la tarde almorcé con Jennifer y le conté como había
estado la fiesta, se lamentó no haber podido ir pero había sido el cumpleaños de su
hermano y había viajado para celebrarlo con ella, así que se fueron a un bar en compañía
de amigas y amigos de ella.
Estaba en mi oficina un tanto desesperado, eran como las 6 la tarde y miraba el celular
esperando que sonara en cualquier momento, esperaría hasta las 7:30 y si ella no me
llamaba yo lo haría, no podía esperar otro día para verla. A la media hora sonó y era
número restringido, dude en contestar pero finalmente lo hice, cuando me di cuenta que
no era ella dije que esa noche no podía, sonó tres veces más y repetí el procedimiento, no
me interesaba ver a otra chica que no fuera ella. Poco después de las 7 la llamada que
había estado esperando casi todo el día llegó, sin saber porque había guardado su
número con el nombre de "ángel", simplemente había sido la primera palabra que se
ocurrió. No duramos mucho hablando, quedamos de vernos a las 8 en el hotel, así que
apagué la computadora y salí de la oficina. Baje velozmente al estacionamiento y me
sorprendió ver a James recargado en mi auto.
Capítulo 6:
– ¿qué? – exclamé más que impresionado y lo miré estupefacto, no podía creer que
desconociera tanto a James, jamás me imaginé que fuera capaz de llegar a ese extremo
con tal de que su imagen no fuera dañada.
– no me mires así, yo no tuve nada que ver, fue cosa del destino.
– no se dio cuenta que su auto se quedo sin frenos así que se estampó en un puente, lo
rescataron con vida pero al parecer en el hospital hubo una equivocación, no supieron
que era alérgico a un medicamento y eso fue lo que le ocasionó la muerte sin que
pudieran evitarlo – explicó como si me estuviera contando el estado del tiempo.
– creo que tenía muchos enemigos, cuando se es estafador, ese es el riesgo, ¿puedes
darme las fotos por favor?
– están en mi departamento.
Miré el reloj y faltaba media hora para la cita con la desconocida, pero con tal de no
averiguar de qué era capaz James le dije que fuéramos por ellas. Manejé a toda
velocidad, en silencio, en la universidad él había sido el típico chico que molestaba a los
nerds y les hacía bromas bastante pesadas, por eso me quedaba la duda de si en verdad
había sido un descuido de Chace lo de los frenos, ahora me arrepentía por haber acudido
a James para resolver ese asunto, pero se veía tan tranquilo,¿podría ser tan frío o
simplemente sí había sido obra del destino? Llegué a mi edificio y subí rápidamente por el
sobre con las fotos, lo tenía en un cajón, debajo de mi ropa, lo saque y volví a bajar a toda
velocidad, se lo entregué y me sonrió satisfecho.
– gracias Edward, ahora ya estamos en paz tú y yo, sin nada que nos preocupe – no pude
responderle nada – tranquilo, tú y yo seguimos siendo amigos, no pasa nada, olvidemos
este mal episodio.
– no, gracias, el sitio donde me estoy quedando no está lejos de aquí, puedo irme
caminando.
Mire por uno de los espejos del auto y me di cuenta como sacaba un encendedor del
bolsillo de su pantalón y encendía el sobre. Ahora agradecía no haberme asociado con él.
Manejé a toda prisa al hotel, ya eran las 8:05, así que cuando llegué dejé mi auto con el
valet parking, no podía perder más tiempo estacionándolo yo mismo. Entré y vi que ella ya
estaba por salir, le sonreí, incluso con traje sastre se veía sensual.
Nos dirigimos a la habitación y una vez más maldije a las cámaras de seguridad del
ascensor, si no estuvieran, en ese mismo instante lo detendría y la haría mía, era una de
mis fantasías que aún no cumplía. Al entrar a la habitación ella se fue directo a la mesa
para dejar su bolso, me acerqué y la abracé por la cintura acercándola a mí, su exquisito
aroma me inundó y mi cuerpo empezó a reaccionar, comencé a besarle el cuello mientras
masajeaba sus senos por encima de la blusa, después le quité el saco y la giré para
besarla desesperadamente acariciando sus nalgas, me enloquecía su sabor, sentir como
se iba excitando. Después volví a besar su cuello hasta llegar a su oreja, le mordisqué el
lóbulo y la escuché gemir, entonces una idea cruzó por mi mente, quería saber si había
hecho lo mismo que yo cuando estuve en Seattle. Le pregunté si había seguido mi
sugerencia y para mi sorpresa respondió que sí, así que le pedí que me lo mostrara y me
miro desconcertada.
– quiero que te acaricies para mí – le pedí rozando su boca, ella me miraba sin dar crédito
a lo que le solicitaba – anda, compláceme, quiero ver como lo hiciste – insistí en tanto
deslizaba mi dedo pulgar por sus labios.
Quise tentarla para ver hasta donde era capaz de llegar por complacerme y me encantó
su disposición y sobre todo ver como se deshacía de la timidez que mostraba en público y
se convertía en la mujer más sexy. Me senté en el borde de la cama y fui testigo del más
espectacular y seductor striptease que había presenciado jamás. En algún momento
liberé mi miembro y lo acaricié mientras la veía autosatisfacerse hasta que ya no aguante
más y me acerqué a ella, me miró sorprendida, tomé sus dedos y los lamí disfrutando del
sabor de su intimidad, después de colocarme el condón me introduje en ella y comencé a
gemir en tanto me movía ávidamente haciéndola mía, luego de un rato me detuvo
provocando que me desconcertará y me fascinó escuchar su respuesta cuando le
pregunte qué era lo que hacía.
Hizo que me sentara y se montó en mí, puse mis manos en su cintura y me las tomó para
entrelazarlas con las suyas, después las puso a los lados de mi cabeza mientras subía y
bajaba con rapidez, lamió mi cuello y gimió en mi oído, haciendo que la sensación de
placer se incrementara al igual que sus movimientos, instantes después llegamos juntos
al orgasmo, se dejo caer sobre mí y luego se sentó a mi lado emitiendo otro gemido
delicioso que provocó que me riera, me encantaba ser yo el responsable de esos
gemidos. De pronto se escuchó el rugir de su estómago y le propuse cenar, ella estaba a
punto de contarme algo personal pero el subconsciente me traicionó y levanté una ceja
así que omitió la información y sólo dijo que no había tenido tiempo para comer. Me
levanté del sillón para tomar el teléfono y le sugerí las hamburguesas que eran mis
favoritas, se me hizo extraño que pidiera las papas en un plato por separado, sí que era
diferente en todos los aspectos.
– vistiéndome.
– no, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.
Fui por el último condón que tenía y me subí en ella, besé sus senos mientras ella
enterraba sus manos en mis cabellos y gemía una vez más a causa de mis caricias, fui
subiendo dándole besos cortos hasta su cuello que mordisqué ligeramente, no quería
dejarle marcas, entonces ella tomó el control de la situación y me hizo girarme, ahora fue
ella la que besó y lamió mi cuello, oh sí, que diferente se sentía que lo hiciera ella, me
quito el condón de la mano y se hincó para colocármelo en tanto sus dedos rozaban mi
miembro y empecé a jadear, se montó sobre mí y fue moviéndose lentamente en círculos
con mi miembro dentro de su centro, era una sensación deliciosamente placentera y mis
jadeos aumentaron.
Esas palabras me encantaron, me daba cuenta como gozaba pero que me lo hiciera
saber con palabras era grandioso. Me acosté a su lado, no tenía prisa por irme, no como
en otras ocasiones, exhale fuertemente y de reojo la vi sonreír satisfecha, sabía
perfectamente que ella era la causante de esas exhalaciones a causa del magnífico sexo
que compartíamos. Cerré los ojos unos instantes mientras mi respiración volvía a su ritmo
normal y me quedé dormido unos minutos. Cuando desperté me di cuenta que ella
también dormía, así que me levanté, me quite el condón y me vestí. Salí de la habitación
tratando de no hacer ruido para evitar que se despertara, mientras caminaba por el pasillo
se me ocurrió hacerle saber lo estupenda que había estado la noche así que me dirigí a la
oficina del gerente, no quería escribirle la nota a mano. Toqué la puerta y en seguida me
abrió.
Tenía abierto Word, así que di click en nuevo documento y escribí en letras grandes:
"espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo". Lo mandé imprimir y al leerlo
me percaté que había escrito mi nombre, dudé pero finalmente se lo quité y lo imprimí otra
vez, luego cerré el documento sin guardarlo. Subí nuevamente a la habitación y dejé la
nota sobre la mesa, me acerqué unos instantes a mirarla, estaba acostada de lado.
– no te vayas – dijo entre sueños.
¿Acaso estaba soñando conmigo?, ¿sería posible que pensara en mí durante el día?
Moví la cabeza y salí otra vez silenciosamente y me fui directo a mi departamento con una
sonrisita en la cara. Me bañé y después me acosté, inmediatamente me quede dormido.
Al día siguiente tuvimos un curso en la oficina, se trataba sobre tomar riesgos, claro
enfocado al ambiente empresarial, pero muchas cosas me llegaron de forma personal, así
que al salir decidí mandar por un tubo las reglas, finalmente no las había creado yo, no
había un contrato de por medio y tenía la plena libertad de decidir si quería seguir
perteneciendo a esa sociedad o no. En cuanto estuve en mi oficina tomé el teléfono y
llamé a un amigo que trabajaba en una compañía telefónica.
– necesito que me investigues el nombre de una persona, por favor, tengo su número de
celular.
– todo lo que se pueda, dirección, edad, ocupación, con quién vive, la mayor cantidad de
información posible.
– eso no lo puedo hacer yo, pero conozco a alguien que sí, sólo que llevará unos días,
déjame le pregunto y te aviso, ¿ok?
– en una hora lo tendrás y también la respuesta de cuándo podré hacerte llegar el resto
de la información.
– gracias amigo.
Saqué el celular del bolsillo de mi pantalón, busqué el número de ella y se lo envié por
mail, en tanto esperaba su respuesta seguí trabajando. Poco más de una hora después
recibí su correo y lo leí de inmediato, además de su nombre había podido averiguar su
dirección y me informó que el resto de los datos los tendría en una semana.
"Isabella Swan", dije en voz alta leyendo su nombre, la primera regla estaba rota
totalmente, la segunda en proceso, aunque no sería ella precisamente la que respondiera
las preguntas y la tercera, bueno, definitivamente era la primera que había roto, si no
fuera así no estaría ahora investigándola. Pero, a pesar de estar haciendo eso no me
atrevía a romper las reglas frente a ella, no sabía cómo actuar o qué decirle, hacia tantos
años que no tenía una cita convencional con una chica que me había olvidado del
procedimiento, sí me gustaba y demasiado, de eso no había dudas pero, ¿para ella sería
suficiente?, seguramente había una buena razón para que me buscara, pero no creía que
fuera por un sentimiento, ni yo mismo estaba seguro de tener alguno por ella. Me llevé
una mano a la cabeza, me seguía persiguiendo el fantasma del pasado, me asustaba la
idea de que la historia con Tanya se repitiera, sabía perfectamente que era absurdo, no
creía que alguien tuviera tan mala suerte como para vivir dos veces la misma tragedia
pero no quería averiguarlo.
Al día siguiente Alice llegó de sorpresa a visitarme, me dijo que andaba buscando un
lugar para hacer la presentación de la línea de ropa que lanzaría en poco tiempo y le
propuse que la hiciera en uno de los salones del Rose Imperial y le encantó la idea, así
que me saco a rastras de la oficina para ir al hotel y elegir uno de los 3, como siempre de
hiperactiva. Aprovechamos y almorzamos ahí mismo, me platico que estaba vuelta loca
organizando eso y su boda, aunque para ambos eventos había contratado a gente
especializada, me comentó que le había caído muy bien una de las chicas de la agencia
de publicidad que se encargaría de promocionar el lanzamiento, no me imaginé de quien
estaba hablando porque no me dijo su nombre.
Era jueves y había tenido otra junta con los socios sobre el hotel de Londres, les pedí ir en
noviembre para regresar a tiempo a la boda de Alice, no hubo ningún inconveniente. Al
salir estaba nuevamente ella esperándome y fuimos al Rose Imperial otra vez, se quedo
de ver con la chica de la agencia y me la presentó, Audrey Ward, quien por cierto, me
comió con la mirada y extrañamente me incomodó.
Ya era de noche cuando salimos de ahí, me despedí de Alice y subí a mi auto. Era el
tercer día que Isabella no me buscaba y me inquietaba, saqué el celular para llamarla yo,
pero de último momento decidí que era mejor ir a su departamento, propiciaría un
encuentro casual para terminar de mandar al demonio las dichosas reglas.
Capítulo 7:
Ahora comprendía porque no me había buscado, ya tenía a alguien más en su vida, que
idiota fui al pensar que era diferente a las demás, no sabría de la sociedad pero la razón
por la que acudía a mí era la misma que la de todas, cumplir sus fantasías y yo de
estúpido mandándola investigar. Moví la cabeza y me lleve ahí mis manos, tenía ganas de
salir del auto y golpear al individuo ese, pero no podía, yo no era nadie en su vida, sólo le
calentaba la cama y ni sabía mi nombre Esperé a que se marcharan y arranqué a toda
velocidad rumbo a mi departamento, decidido a olvidarme de ella, no merecía ninguno de
mis pensamientos, ni de desprecio siquiera.
El viernes se pasó volando ya que tuve mucho trabajo, tenía que dejar todo listo porque
haría un pequeño viaje de negocios y no me gustaba que quedaran cosas pendientes.
Jennifer me llamó para invitarme a un bar, era cumpleaños de una de sus amigas y
acepté, justo era lo que necesitaba para relajarme y olvidarme de la agobiante semana
que había tenido.
Llegué poco después de las 8, saludé a Jennifer y me presentó a quienes no conocía, era
un grupo como de 12 personas incluida ella, me senté a su lado y pedí un tequila,
necesitaba algo fuerte, cuando me lo llevaron me lo bebí de un solo trago y pedí otro que
me bebí de igual forma, Jennifer me miro extrañada pero yo me encogí de hombros y giré
mi cabeza para inspeccionar el lugar. La música sonaba a todo volumen y varias
personas bailaban, en su mayoría chicas. Me tomé el siguiente tequila y pedí uno más, en
eso me di cuenta que una hermosa chica me miraba jugando sensualmente con el popote
de su bebida, yo me lamí los labios y le guiñe un ojo, ella sonrió, dejó el vaso y se levantó
de la silla, yo también me levanté hipnotizado por su belleza, sentí que Jennifer me jaló de
la mano pero yo me solté.
Caminé al centro de la pista y me encontré con la chica, llevaba una blusa que le llegaba
arriba del ombligo, cruzada y amarrada por el cuello, dejando sus hombros y su espalda al
descubierto, el pantalón ceñido a la altura de la cadera y zapatos de plataforma, el cabello
oscuro llegaba a la altura de sus hombros, no distinguí muy bien el color de sus ojos por
la media oscuridad que había, pero lo que sí distinguí perfectamente fue el fuego en ellos.
Puso sus manos sobre mis hombros y empezó a bailarme sensualmente contoneándose
al tiempo que pegaba su cuerpo al mío, sentí sus senos sobre mi torso y me di cuenta que
no llevaba sostén, había salido a cazar y definitivamente había encontrado a su presa.
Puse mi mano alrededor de su cintura tocando su piel desnuda y la atraje más hacia mi
cuerpo y empecé a moverme junto con ella al ritmo de la canción que se escuchaba,
nuestros rostros estaban muy cercanos, su sonrisa enmarcaba el de ella, acorté la
distancia para besarla pero ella echó su cabeza hacia atrás impidiéndomelo y se giró, se
agachó y pegó su trasero a mi miembro rozándolo mientras se levantaba lentamente y se
seguía moviendo, la abracé por el abdomen y volvimos a danzar juntos, peligrosamente
cerca con nuestras piernas entrelazadas, continuamos así por varios minutos rozando mi
torso contra su espalda y frotando mi miembro en su trasero mientras sentía como me
excitaba.
No pude resistirme más y le besé el cuello, ella se separó y se volteó, movió uno de sus
dedos negativamente y con la otra mano tomo la mía y me jaló arrastrándome entre la
gente. Empujó fuertemente una puerta y salimos a la parte trasera del bar, había varios
contenedores de basura y una luz que parpadeaba casi a punto de extinguirse. Me
acorraló contra la pared y me besó ansiosamente en tanto yo ponía mis manos sobre sus
nalgas y la pegaba más a mi cuerpo, si es que eso era posible. Rompió el beso y se
dirigió a mi cuello que lamió y mordisqueó a su antojo mientras yo le deshacía el nudo de
la blusa y la dejaba caer, sosteniéndose únicamente de la cintura, enterré mi boca en sus
senos y me los comí, lengüeteando y mordiendo sus duros pezones, ella gemía y con una
mano me acariciaba el miembro encima del pantalón, con gran habilidad lo desabrochó y
liberó mi dureza de su prisión.
Nos acomodamos las ropas en silencio, no sé porque pero no quería mirarla. Me acerqué
a uno de los contenedores y tire el condón, ella me abrazó por atrás y metió una tarjeta al
bolsillo de mi pantalón.
Entró de nuevo al bar y yo me quede ahí parado unos minutos, saqué la tarjeta y la leí,
era doctora, sonreí, sabía diagnosticar bien a sus pacientes y darles la cura que
necesitaban. Rompí en dos la tarjeta y la tiré, no me interesaba volver a verla.
No supe como salí de ahí ni mucho menos como le hizo Jennifer para meterme a su
departamento, vivía en un tercer piso y en su edificio no había elevador. Cuando estuve
vagamente consciente de mí me encontraba abrazando el retrete y expulsando hasta lo
que había comido la semana pasada. Como pude y con su ayuda me puse de pie,
entonces ella me llevó a la regadera y abrió el agua fría mientras me regañaba peor que
mi madre, yo ni le entendía lo que decía y mi cuerpo empezó a temblar.
– Jennifer no seas cruel, me va a dar pulmonía – dije entre castañeos de mis dientes.
– pues a ver si con eso se te baja la tremenda borrachera que traes, no puedo creerlo,
Edward, ni cuando eras adolescente te pusiste así.
– ay, no te voy a violar, cálmate, además ni que fueras el primer hombre que vaya a ver
desnudo, tienes lo mismo que todos.
– yo puedo solo.
– está bien, arréglatelas como puedas, todavía de que me preocupo por ti, voy por algo de
ropa, ahí hay una toalla – me señaló.
Cuando Jennifer salió del baño abrí un poco el agua caliente y me desnudé, me quede
varios minutos ahí parado sintiendo el agua tibia recorrer mi cuerpo. Luego de un rato
cerré la llave, me sequé y salí con la toalla enredada en la cintura, sentía la cabeza
pesadísima, con si trajera una losa encima y aún estaba mareado, en la cama vi un pants
de hombre y unos bóxers.
– gracias.
– buenos días – dijo Jennifer entrando a la habitación con una charola en las manos.
– y cómo no, con todo el tequila que te tomaste anoche, siéntate, necesitas comer algo.
– no tengo hambre, muero de sed.
Con dificultad me enderece y Jennifer puso la charola en mis piernas, ella tan atenta
como siempre, ayudándome y rescatándome cada que lo necesitaba. Vi que echo dos
pastillas en un vaso medio lleno de agua y éste empezó a burbujear, me lo tomé de un
solo trago y después me bebí todo el vaso de jugo de naranja y comencé a comerme la
fruta poco a poco, ella se sentó frente a mí.
– ¿qué te sucede Edward?, tú no eres así, jamás habías abusado del alcohol.
– claro y yo soy la primera dama de Estados Unidos… ¿acaso es por una mujer?
– siempre hay una primera vez para todo, ¿es eso verdad?
– uy, que susceptible amaneciste, o ¿será que toque una fibra sensible?
– ya basta Jennifer, por favor, suficiente tengo con el dolor de cabeza como para estar
soportando tus cosas.
– está bien Edward, si no me quieres contar nada no te presionare, pensé que no había
secretos entre nosotros.
– no los hay, no me emborraché por ninguna mujer, estaba estresado, tengo mucho
trabajo, se vienen proyectos nuevos muy importantes y se me paso la mano con el
alcohol, no fue planeado.
– Jennifer – le tomé una mano – si algún día alguien me llega a interesar, te aseguro que
serás la primera en saberlo.
– eso espero – suspiró resignada – ay Edward, ya madura por favor, deja de andar con
una y con otra, no creas que no me di cuenta que anoche te perdiste un buen de tiempo
con una tipa que casi te viola en la pista de baile.
Le sonreí sin comentarle nada al respecto, a pesar que me había gustado la aventura, hoy
extrañamente sentía que no debí haberlo hecho, me estaba arrepintiendo, como si
hubiera cometido una traición, pero, ¿qué demonios?, ¿por qué no?, yo era soltero y
podía divertirme cuantas veces quisiera y con quien fuera. Terminé de desayunar y volví a
dormirme, así pase la mayor parte del día y del domingo también.
Si alguien era un ángel en mi vida esa era Jennifer, sin duda, estaba conmigo sin
importarle nada, apoyándome siempre al 100%, ojala hubiera podido enamorarme de ella,
sería la mejor pareja que podría tener; cariñosa, entusiasta, amable, leal, simpática,
confiable, pero, no, sólo la podía ver como amiga, fue tan extraño haberla besado en
aquel juego de botella cuando éramos adolescentes, sentí que estaba besando a mi
hermana, ahí supe que jamás la vería de otro modo.
Lunes y martes transcurrieron sin ninguna novedad, sólo trabajo, juntas, leer y responder
mails, firmar documentos, la misma rutina de siempre. El miércoles por la tarde mi
asistente me anunció que un hombre insistía en entregarme unos papeles en persona, se
identifico como Mike Newton y dijo que iba de parte de Ethan Trudeau y que la
información que llevaba era confidencial y sólo me la podía entregar a mí, en seguida
supe de que se trataba y le dije que lo hiciera pasar.
Me entregó un sobre cerrado bastante grueso por cierto, del cajón del escritorio saqué mi
chequera y llené un cheque con la cantidad que me indico por sus honorarios, no fue
nada barato, pero en fin, ya no había vuelta atrás. Cuando él salió de mi oficina tomé el
sobre en mis manos, lo estuve mirando varios minutos y decidí que ya no importaba así
que lo metí hasta abajo del cajón y continué con mi trabajo.
Isabella seguía sin buscarme, hoy justamente se cumplían dos semanas de nuestro último
encuentro. Ah, pero ¿qué hacía yo pensando en ella y buscando conocer a su novio?,
sonreí malévolamente, ¿qué cara pondría ella si me viera en algún lugar con él?, ¿cuál
sería su reacción al enterarse que lo conozco?, tal vez le devolvería el golpe que ella me
dio cuando yo la vi con él, aunque no sería lo mismo.
El martes llegue a las 11 en punto a la casa de bolsa, la asistente de Jacob me dijo que
estaba en una junta, que me sentara a esperarlo, tomé una revista y me senté en el sillón.
A los 15 minutos llego él y al verlo de inmediato vino a mi mente la escena que presencié
afuera del departamento de Isabella y la misma sensación me recorrió nuevamente. Él se
acercó y me estrechó la mano cordialmente.
– pasemos a mi oficina.
"Hola bombón, ardo en deseos de que sea viernes para verte, ¿no podrías hacer hoy una
excepción y salir conmigo en lugar de con ella? Besitos en Jake jr."
Dejé el celular de nueva cuenta en el escritorio y sonreí, así que Jacob escondía un
secretito, que conveniente resultó eso para mí. El idiota ignoraba que su novia le estaba
pagando con la misma moneda y que ahora él mismo sería quien me la pondría en
charola de plata. Isabella no se merecía a un tipo como él y si ella no me buscaba yo
llegaría a ella y esta vez sin reglas.
Capítulo 8:
Jacob regresó y se sentó frente a mí, me entregó todos los papeles que debía firmar y
volvió a llegarle otro mensaje a su celular, al ver la expresión de alegría de su rostro
decidí arruinarle sus planes, ya sea que fueran con Isabella o con la "princesa".
– ¿qué te parece si vamos a cenar esta noche?, para celebrar el cierre del negocio.
– genial.
–me gusta la idea, de acuerdo, entonces nos vemos en la noche – me tendió su mano.
En cuanto salí de ahí le llamé a Jennifer, había encontrado la forma de devolverle el golpe
a Isabella, le iba a mostrar lo que yo sentí cuando la vi con su noviecito y mi mejor amiga
me ayudaría con eso.
– temo decirte que no, pero aún así, ¿puedes ponerte muy bonita?, por favor, uno nunca
sabe con quién se pueda topar en un restaurante.
– ¿de casualidad hay alguna razón oculta para que quieras que me arregle con esmero?
– no, por supuesto que no, sólo iremos a cenar con un corredor de bolsa y su novia.
– ay niña, te veo más tarde, te mando mensaje cuando esté afuera de tu edificio.
– ok, besos.
Dentro de mí había cierto entusiasmo por la posibilidad de ver a Isabella esa noche, sobre
todo por ver la expresión de su rostro cuando supiera que conocía a Jacob y la que haría
al verme con Jennifer, quería comprobar si yo le importaba aunque fuera un poco para así
tomar una decisión sobre lo que haría más adelante.
Pasé por Jennifer y se veía realmente bien, debía reconocer que mi amiga era muy guapa
y cuando se arreglaba minuciosamente lucía mucho mejor. En el trayecto al restaurante
me estuvo platicando sobre su día, había llegado un nuevo profesor a su escuela y al
parecer había surgido un clic entre ellos. Llegamos al lugar y aún no estaba Jacob, así
que pedí una mesa cercana a la puerta para que me localizara fácilmente, mi corazón
empezó a latir más aprisa por la esperanza de verla, pero el entusiasmo me duró poco
cuando vi que Jacob entraba solo.
– igualmente Jacob.
El viernes llegó rapidísimo, es increíble la forma en que se pasa el tiempo cuando está
uno concentrado en el trabajo, era lo único que me quedaba por hacer si quería evitar
pensar en Isabella, no entendía que me había hecho esa mujer para tenerme así,
actuando como un vil psicópata que quería saber todo de ella y entrar en su vida de
alguna forma que no fuera por las llamadas que, por cierto, seguían sin llegar. En eso
estaba cuando sonó el celular y lo tomé con la esperanza que fuera ella pero no, sin
embargo, contesté, necesitaba distraerme y relajarme, así que quede de verme una hora
después con esta desconocida.
Rompimos el beso para tomar aire, ella me miró con un aire perverso y me tumbó sobre la
cama, se hinco sobre mí con sus piernas a los costados y se quitó el vestido, y a mí, el
pantalón y los bóxers, después fue subiendo mi suéter en tanto lamía mi abdomen y yo
me levanté un poco para que me lo quitara, volvió a darme un beso furioso en la boca y
luego pasó a mi cuello que succionó y mordió, yo tenía mis manos sobre su contorno
acariciando su tersa piel y entonces caí en la cuenta de algo que jamás me había
ocurrido, mi cuerpo no estaba reaccionando a sus caricias, no me sentía nada excitado
pese a tenerla desnuda sobre mí, una especie de culpa me carcomía por dentro, un
sentimiento de traición nuevamente, así que la obligué a bajarse y me senté.
– ¿qué pasa? – preguntó acostándose de lado con una mano sobre su cabeza.
– yo te ayudaré, creo que debí haber empezado de otra forma – exclamó y se acercó para
tomar mi miembro con su mano pero la detuve.
– no lo hagas.
– vaya respuesta, por supuesto que llamare a otro, que sí sea hombre, no como tú.
El sábado fui con Jennifer al cine y después a cenar, estando en el restaurante le llamó su
nuevo compañero de trabajo para invitarla a una exposición al día siguiente, me daba
gusto verla de nuevo entusiasmada con alguien y que hubiera olvidado tan rápido a
Chace, me pregunté si era buena idea decirle que el tipo estaba muerto y decidí que era
mejor que lo ignorará, no quería amargarle su día, sería muy impactante para ella y lo que
menos quería era que sufriera de nuevo.
El domingo no hice prácticamente nada, sólo leer, escuchar música y ver la televisión,
pasaron un anuncio de la línea de ropa de Alice y de inmediato vino Isabella a mi mente,
sí, otra vez el hechizo estaba haciendo efecto, así que me levanté, tomé las llaves del
auto y me dirigí a su departamento, necesitaba verla aunque fuera a lo lejos, no me
atrevía a llamarla, quizá se negaría y muy en mi contra, al menos conscientemente, eso
me dolería.
Ese viernes no pude más, estaba afuera de su edificio y, aprovechando que apenas me
habían entregado el Nextel que utilizaría en la oficina, le marqué desde ese para que no
supiera quien la estaba llamando. Después de 3 timbrazos escuché su hermosa voz:
"hola, buenas noches", me quede mudo como vil adolescente, sin poder hacer la estúpida
pregunta de rigor, "hola, hay alguien ahí?" preguntó un tanto desconcertada y al volver a
escucharla, un suspiro me traicionó y colgué de inmediato el teléfono, entonces tuve la
vaga esperanza de que supiera que era yo y me buscara. Casi 20 minutos después sonó
mi celular, y una sonrisa se plasmó en mi rostro al ver que se trataba de ella, sin planearlo
resultó.
– ¿acaso es un reclamo?
– entonces, ¿nos podemos ver? – me alegré al escuchar esa frase, ella estaba tan
ansiosa como yo, pero guardé silencio unos instantes para que no lo notará.
Y ahí seguía yo con la sonrisa idiota estampada en el rostro, emocionado porque volvería
a verla después de casi cuatro semanas. Suspiré y arranqué a toda velocidad. Llegué al
hotel y me quedé en el auto haciendo tiempo, luego me puse un poco de loción y me dirigí
a los elevadores. A los pocos minutos llegó ella, vestida de forma informal, con unos jeans
y una chamarra, mi corazón se aceleré al verla y comencé a excitarme a pesar que aún
no la tocaba ni la tenía cerca.
Nos saludamos y después subimos al ascensor, alguien debió escuchar mis plegarias
porque en el piso 2 subieron demasiadas personas haciendo que ella tuviera que pegarse
a mí, aspiré el aroma de su cabello y exhalé en su oreja sin que pudiera evitarlo, había
echado tanto de menos su perfume, en realidad, a toda ella.
– permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – dije deslizando la tarjeta, ella
sólo asintió con la cabeza.
Entre y cerré el baño, caminé hacia la regadera y corrí la puerta de cristal para entrar en
ella y tener un poco más de privacidad. Saqué el aparato del bolsillo y vi que la llamada
era de Jennifer, iba a marcarle cuando ella volvió a hacerlo.
– ocupado, y ¿tú?
– muy graciosa, ya dime en serio para que me llamas con tanta insistencia.
– sólo para confirmarte que ya tengo los boletos para la obra de Mamma Mía, es mañana
a las 9.
– ahora, ¿quién es el gracioso?, te aviso para que no programes ninguna de tus citas
misteriosas, sabes que odio que me dejen plantada.
– no, quería platicar contigo mientras pasan por mí, ¿por qué tanta prisa galán?
– ¿y tú crees que yo soy tonta?, es viernes y pasan de las 9 de noche, ¿quién es ella?
– no la conoces.
– lo dudo – lo más probable es que sí, pero no quise que aún lo supiera.
– mmmm, otra de tus citas misteriosas, ¿algún día me dirás qué es lo que haces?
– uy, que prisa, a veces es bueno hacer esperar… aumentan las ansias.
– uy sí te lo creí.
– bueno, ya adiós, voy a colgar en este momento.
Sólo escuché su risa antes de oprimir el botón de apagado. Salí de la regadera, me lavé
las manos y abandoné el baño.
Le sonreí a Isabella mientras me acercaba a ella, por fin iba a tenerla nuevamente entre
mis brazos. Levanté mis manos para tomar su rostro, pero ella me lo impidió sujetándolas
por las muñecas, ¿qué pretendía? Me besó frenéticamente haciendo prisionera mi lengua,
que delicia fue sentir la suya, comprobé que tenía las mismas ganas que yo y le
correspondí el beso de igual forma, su sabor era realmente embriagador y me perdí en él,
disfrutándolo, saboreándolo, en tanto mi cuerpo reaccionaba y la excitación aumentaba,
definitivamente necesitaba de ella, con sólo un beso había logrado hacer lo que aquella
rubia mujer no había podido lograr estando desnuda sobre mí. Forcejeé con ella, quería
tocarla, acariciarla, recorrer su cuerpo con mis manos y entonces rompió el beso.
La sentí sonreír sobre mi cuello y empezó a lamerlo, en ese momento logre liberar mis
manos pero ella me aventó los brazos impidiendo de nuevo que la tocara, fue mordiendo
mi cuello en tanto levantaba mi suéter hasta que me lo quito, después levantó mi polera y
fue lamiendo de una forma deliciosa mi torso, quise sujetarla por los hombros y una vez
no permitió que lo hiciera, entonces empecé a jadear, el no poder tocarla estaba
aumentando peligrosamente la excitación, finalmente me quitó la polera también, me
sonrió y me tiró sobre la cama, sin duda esa noche iba a ser una de las mejores de mi
vida, me encantaba esa actitud que había adoptado, quería dominarme y por supuesto
que se lo iba a permitir.
Capítulo 9:
Se separó lo mínimo para tomar aire, quise besarla pero seguía sin dejarme, así que hice
uso de mi fuerza y logré tirarla en la cama colocándome encima de ella y la sujeté de las
muñecas con fuerza pero sin lastimarla, ella me miro confundida y yo me reí.
– fue tu idea jugar rudo esta vez… prohibido tocar o prolongaré más la tortura – expliqué
sobre sus labios.
La fui desnudando lentamente al tiempo que la besaba y lamía, le quite la ropa interior
con mi boca y después la giré para recorrer su espalda con mis labios, mi lengua y mis
manos, su respiración se volvió errática y después me suplicó que la hiciera mía, era lo
que más había deseado todos estos días, pero quería embriagarme primero de su aroma,
de su sabor, quería comprobar si me había necesitado tanto como yo a ella. Mientras me
colocaba el condón, Isabella se acostó de frente y me tumbé sobre ella pero sin penetrarla
todavía, entonces volvió a suplicar.
Entonces me envolvió con sus piernas mientras sus manos viajaban por mi espalda y se
movió de manera desenfrenada incrementando el roce de nuestros sexos, estaba tan
mojada que me deslizaba con demasiada facilidad, ella apretó los músculos de su centro
provocando que el placer aumentará, así que comprobé lo que quería saber, Isabella me
había echado de menos tanto como yo a ella, su cuerpo, las expresiones de su rostro, sus
manos, sus gemidos me lo decían, nuestros cuerpos se fundían en uno solo en una
sincronía perfecta, yo sentía mi sangre hervir en cada rincón de mi ser hasta que ambos
llegamos al orgasmo y me deje caer sobre su cuerpo.
No sé cuánto tiempo me quede dentro de ella sin moverme, pero mi miembro se rehusaba
a salir de su intimidad y no iba a ir en contra de eso, había pasado muchos días sin sexo y
estaba ansioso, así que la bese desesperadamente, aprisionando su lengua,
mordiéndosela ligeramente mientras ella me acariciaba la espalda. Fui besando su
mentón hasta llegar a su cuello que mordisqueé levemente en tanto una de mis manos
acariciaba uno de sus senos y pellizcaba suavemente su pezón. Isabella jadeaba
placenteramente y, aunque no quería, tuve que salirme de ella para cambiarme el condón,
le di un pequeño beso lamiendo sus labios antes de levantarme.
– levántate, por favor – susurré en su oído cuando sentí que ya no podía más, me subí a
la cama y doblé mis piernas – híncate de espaldas – le indiqué y así lo hizo.
Apoyó sus manos sobre mis rodillas y entré en ella, puse mis manos en su nalgas
ayudándola a subir y bajar mientras ambos gemíamos, después ella comenzó a moverse
nuevamente adelante y atrás con mi miembro dentro, era una sensación realmente
exquisita tenerla de esa manera, yo le acariciaba sus nalgas en tanto ella seguía con sus
movimientos. Después la hice que se acostara de lado y volví a quedar detrás de ella,
ahora yo guiaba el vaivén de nuestros cuerpos, entrando y saliendo de ella con cierta
velocidad mientras mi dedo estimulaba su clítoris, ella gemía sin parar y como deseaba
que gritara mi nombre. Seguí moviéndome más rápidamente hasta que volvimos a llegar
juntos al orgasmo.
Luego fue ella la que recorrió mi cuerpo con besos y caricias, después yo puse una
almohada en la cabecera de la cama y me recargué, la ayude a subirse en mí, con sus
piernas sobre mis hombros y volví a entrar en su cuerpo en tanto ella apoyaba su espalda
en mis piernas que tenía dobladas, nos mirábamos mientras nuestros cuerpos se fundían,
me encantaba verla con su rostro retorcido y su frente cubierta de sudor, disfrutando del
placer que ambos nos proporcionábamos. Mis manos estaban aferradas sobre sus
costados, veía como ella abría la boca y se mordía los labios, sujetándome por los brazos,
los movimientos se aceleraron, yo sentía que casi terminaba pero a ella le faltaba un poco
así que me contuve hasta que me di cuenta que ella estaba a punto de conseguirlo y logré
terminar al mismo tiempo que ella.
Descansamos sin decir nada, sólo mirábamos el techo, luego de estar un rato así, volví a
cambiarme el condón y la hice mía otra vez, después de explotar nuevamente, me acosté
a su lado. De pronto una luz atravesó por la ventana seguida por el estruendoso ruido de
un trueno y luego por el sonido de la lluvia. Isabella se pegó a mi cuerpo y me abrazó
temerosa.
– no pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además no estás sola –
quise abrazarla pero me detuve, quizá era mejor no darle alas al asunto.
– de verdad? – preguntó pero no supe si fue ilusión lo que había en su tono de voz o yo
me lo estaba imaginando.
– sí, no traigo coche y no quiero mojarme – le mentí, pero no quería ilusionarla, yo no era
un santo y tampoco quería hacerme ilusiones yo, ella tenía novio.
Ahí me di cuenta que estaba soñando conmigo, ¿acaso ella también quería romper las
reglas y no se atrevía?, tenía que encontrar la manera de hacerlo fortuitamente, al
parecer, ninguno de los dos era capaz de quebrantarlas frente al otro.
No me di cuenta cuando me quede dormido hasta que sentí los tibios rayos del sol sobre
mi piel, abrí los ojos y vi que ella seguía durmiendo, miré mi reloj y eran las 10 de la
mañana, me levanté con cuidado para evitar despertarla y nuevamente decidí dejarle una
nota, así que baje otra vez a la oficina del gerente, tenía que seguir con mi teatro de
desconocido para sorprenderla cuando nos viéramos en la calle. Escribí varias cosas y las
borré hasta que encontré la frase que quería decirle: "recuerda que después de la
tempestad viene la calma, la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", yo
iba a darle el equilibrio que ella necesitaba, ese que Jacob no le daba. Regresé a la
habitación y le deje la nota sobre la mesa, la miré unos instantes y después me fui.
Por la tarde llegó Jennifer a mi departamento y me propuso que fuéramos al juego de los
Gigantes que era el siguiente lunes, ella era gran fan de ese equipo, así que la abracé y le
di un beso en la frente, sin querer me dio la idea perfecta para propiciar el encuentro
casual con Isabella, recordé que Jacob me había mencionado que él jugaba futbol
americano en la preparatoria, así que seguro iría si lo invitaba, sólo esperaba que esta
vez sí fuera con ella. Fui a mi recámara y primero hablé con mi contacto del estadio y le
pedí 4 pases para el palco familiar. Después le marqué a Jacob, sonaba y sonaba pero no
me contestaba, estaba a punto de colgar cuando finalmente respondió.
– bien, ¿y tú?, ¿interrumpo? – pregunté serio ante la posibilidad de que estuviera con ella.
– quiero invitarte al partido de los Gigantes del lunes por la tarde, ¿puedes?
– pues ya está, te regalo un pase doble para palco preferencial, te los hago llegar a tu
oficina el lunes por la mañana.
– perfecto, muchas gracias.
El lunes por la mañana me llegaron los pases para el partido a mi oficina y de inmediato le
mandé a Jacob los suyos. Casi todo el día estuve con la zozobra de si iría Isabella con él,
no quería llevarme una desagradable sorpresa como la vez de la cena, así que decidí
averiguarlo, estaba afuera del edificio de Jennifer esperando a que saliera cuando tomé
mi celular y le marqué a Isabella.
Sonreí, al fin se había llegado el momento de terminar de mandar al demonio las dichosas
reglas, hoy Isabella conocería mi nombre, hoy yo entraría de manera formal a su vida y
me daría una idea de cómo era su relación con Jacob, y que tanto significaba yo para ella.
Jennifer subió al auto y me miro desconcertada, me preguntó de qué me reía y le dije que
de nada, encendí el auto y nos dirigimos al estadio.
– cariño, te presento a Edward Cullen, uno de los inversionistas más jóvenes y exitosos
del país, ella es Bella Swan, hermosa, inteligente y talentosísima mujer del mundo de la
publicidad, y lo mejor es la dueña de mis quincenas – dijo Jacob.
Pobre idiota, ignoraba que a mí me pertenecían su cama y su pasión, eso sí era lo mejor,
ser el dueño de sus noches, no de sus días, aunque, claro, yo podría ser feliz teniéndola
de tiempo completo, no habría ningún compromiso de trabajo más importante que ella, ni
mucho menos una "princesa" que se interpusiera en el camino. La abrazó y eso me
molestó, pero tenía que mantener mi farsa, así que agradecí de nuevo las clases de
actuación y le estreché la mano que ella retiro rápidamente.
– sin que me lo tomes a mal Jacob, tienes una novia muy linda – tenía que hacerle saber
lo que pensaba de ella y se ruborizó al escucharme.
– oh yo lo sé, gracias, además es una excelente chica, la única que me aguanta el ritmo
de trabajo y casi no se queja, por eso trato de complacerla lo más que se pueda – excepto
en la cama o no tendría porque recurrir a mí, pensé mientras les sonreía.
– sí, se ve que están muy enamorados – aseguré sólo para ver su reacción.
Entonces Isabella palideció, Jacob le preguntó si sentía bien y ella respondió que se le
había subido la cerveza y fue al baño, que ganas de seguirla y hacerla mía ahí mismo,
con el novio cerca, ver quien tenía más influencia sobre ella, pero tenía que dejar que
asimilara las cosas, realmente había sido una impresión muy fuerte verme ahí y darse
cuenta que conocía a su novio. Jacob fue tras ella y en ese momento entró Jennifer y le
preparé una bebida, después ellos regresaron y mi amiga saludó a Jacob y él las
presento, me llamo la atención que por segunda vez la llamara Bella, supuse que así le
diría de cariño, que tipo tan falso, bien que se revolcaba con la tal "princesa".
Les pregunté qué querían de tomar y luego de servirles, entregué sus respectivos vasos a
cada uno y rocé a propósito los dedos de ella que se puso más nerviosa. Tomé a Jennifer
de la mano para caminar a nuestros lugares, no me gustaba nada ver a Isabella con
Jacob y quería corroborar si a ella le molestaba verme con una mujer, claro que
desconocía que se trataba de mi mejor amiga.
A pesar de estar poniendo atención al partido y celebrar con Jennifer las anotaciones,
estaba pendiente de Isabella, la miraba de rabillo y aunque quería ser discreta me di
cuenta de la forma en que miraba a Jennifer, ¿sería posible que estuviera celosa?,
¿acaso su novio no le importaba tanto? Entonces se puso de pie y supuse que iba al
baño, dejé pasar unos minutos y me levanté con el pretexto de ir por otra bebida y la vi
parada sirviéndose un jugo, en verdad moría por besarla, pero debía guardar la
compostura, aunque no estaba de más ver si ella tenía las mismas ganas que yo.
Después de que terminó el partido nos dirigimos al estacionamiento, Jennifer propuso que
fuéramos a cenar pero ellos se negaron, Isabella argumentando que le dolía la cabeza y
Jacob que tenía que trabajar al día siguiente, le rebatí que no todo en la vida era trabajo y
dinero, que había que darse tiempo para disfrutar de los placeres, Isabella repitió la frase
del equilibrio, me agradaba escuchar que me tuviera en mente.
Cuando nos despedimos le sonreí amablemente y deslice mis dedos por su mano
mientras la retiraba y la vi partir abrazada de Jacob, eso me quito la sonrisa de la cara,
que ganas de gritarle que la dejara, que ella me pertenecía, pero, en realidad no era
cierto, yo seguía siendo un intruso en su vida, aunque ahora supiera mi nombre.
– no puedo creerlo – exclamó Jennifer haciendo que dejara de mirarlos y centrara mi vista
en ella – te gusta la novia de Jacob, ¿de dónde la conoces? – agregó cruzándose de
brazos dejándome boquiabierto.
Capítulo 10:
Enfrentando la verdad
– Por dios Jennifer, me la acaba de presentar, ¿de dónde sacas que la conozco de otro
lado y que me gusta? – dije esperando sonar convincente.
– otra vez negando las cosas – movió la cabeza exasperada – ¿de verdad piensas que
soy tonta?, se te olvida que por ser mujer soy muy intuitiva, además de que te conozco de
toda la vida, ¿vas a negarme que entre tú y ella había una tensión muy fuerte?, que no es
para nada normal cuando acabas de conocer a alguien.
Al día siguiente, quise llamarle a Isabella, después de todo ella había preguntado si nos
podíamos ver, claro que las cosas habían cambiado desde esa llamada, ahora ella sabía
quién era yo y la verdad no estaba seguro de que la relación con Jacob fuera del todo
mal, debía quererlo o no estaría con él, la cuestión era averiguar qué tan profundos era
sus sentimientos hacia él, pero para eso necesitaba tenerlos cerca, convivir con ellos, ver
como se trataban, quizá era buena idea seguir la sugerencia de Jennifer e invitarlos a
cenar uno de estos días, o tal vez, debía dejar que las cosas siguieran su curso, faltaba
poco para el desfile de Alice y ahí era seguro que la viera, aunque no sabía si él la
acompañaría.
Dos días más tarde Jacob me invitó a almorzar en agradecimiento por haberlo invitado al
partido y de paso veríamos unas nuevas inversiones, así que quedamos de vernos a las 2
en el restaurante del Rose Imperial. Llegó muy puntual y mientras esperábamos que nos
llevaran la comida hablamos de negocios y después hizo un comentario sobre tomar
vacaciones que me dio una gran idea.
– ¿así que piensas tomarte unos días libres? – pregunté después de tomar agua.
– pues yo tengo una pequeña casa muy cerca de Las Vegas, si quieres te la puedo
prestar por un fin de semana.
– ¿en serio?, eso sería fabuloso, siempre he querido ir a Las Vegas a apostar.
– y a… – estaba a punto de decir Isabella, pero logré quedarme callado a tiempo, ya que
él no la llamaba así – ¿a tu novia le gustará ir allá?
– seguro, con tal de estar conmigo irá adonde sea – arrogante, lo que no sabía es que no
estarían solos.
– más bien tengo que consultar con mi jefe que días puedo ausentarme de la oficina.
– pues cuando sepas la fecha exacta me avisas para darte las llaves.
– gracias, yo creo que será en dos o tres fines de semana, yo te confirmo – sonó su
celular y sonrió al ver de quien se trataba – permíteme unos minutos, es de la oficina – se
excusó y se levantó de la mesa.
¿De verdad habría creído que me tragué su cuento?, ni siquiera era Isabella la que le
llamaba, no tenía porque alejarse si se tratara de ella y menos con lo que acabábamos de
platicar. Que rabia me daba saber que ella ignorara lo que realmente hacía su noviecito
en su ausencia, aunque por otro lado y pensando mejor las cosas, eso era una ventaja
para mí, me estaba facilitando el camino hacia ella y quizá algún día yo sería quien lo
desenmascarara y ya no habría ningún obstáculo para que ella estuviera conmigo, en
dado caso que así lo quisiera Isabella, tenía que asegurarme que estuviera igual que yo y
en ese viaje me daría cuenta, ese viaje sería decisivo para el curso que tomarían las
cosas entre ella y yo.
Después de varios minutos Jacob regresó con una sonrisa idiota en la cara, ¿cómo podía
ser tan cínico?, y no es que me espantara lo que hacía, yo era un mujeriego, pero al
menos no engañaba a ninguna, sabían perfectamente como estaban las cosas, en
cambio, él jugaba al novio lindo con Isabella mientras se revolcaba con otra que, por
cierto, como lo buscaba, mucho más que ella que era la novia oficial. Luego de comer y
platicar otro rato quedo de llamarme para confirmarme cuando irían a Las Vegas y nos
despedimos para regresar a nuestras respectivas oficinas.
Los días siguieron pasando e Isabella no me llamaba, así que decidí respetar su decisión
y yo tampoco la busqué ni fui a espiar a su departamento, quizá ella ya no quería verme,
tal vez me había buscado porque tenía problemas con Jacob y ya los habían solucionado,
la única esperanza que me quedaba era verla en el desfile de Alice que sería esa noche.
Salí de la oficina y fui a mi departamento a cambiarme, después pasé por Jennifer y nos
dirigimos al hotel. Al llegar se nos acercaron los fotógrafos, posamos unos instantes y
luego caminamos hacia Alice que estaba con Isabella, quien al vernos se fue, se veía tan
hermosa con ese vestido verde, creación de mi hermana. Ésta me abrazó y también a
Jennifer, estaba tan contenta, uno de sus sueños se estaba haciendo realidad y yo me
sentía orgulloso de ella.
Minutos más tarde Isabella salió de dondequiera que estuviera y Jennifer se acercó a
saludarla, yo la admiré por unos instantes y después me uní a ellas, no pude evitar
acariciar su mano cuando estrechó la mía, se puso nerviosa ante el contacto y yo sentí
deseos de abrazarla, pero otra vez tenía que mantener la compostura, estábamos en un
lugar público y Jennifer ya se había dado cuenta que algo más había entre ella y yo así
que caminamos a nuestros lugares para ver el desfile. Sin embargo, no podía dejar de
mirarla, lucía espectacular y mi mente lujuriosa imaginó varias formas de quitarle ese
vestido y hacerla mía, incluso en ese mismo lugar. De repente, ella se levantó y la seguí
con la mirada, entró a una de las bodegas, esperé unos minutos y luego me puse de pie.
Entré a la bodega y vi a Isabella sentada en un sillón con su cabeza entre sus manos,
inspeccioné el lugar buscando el cuarto del aseo, necesitaba tenerla entre mis brazos,
besarla, acariciarla, hacerla mía, iba preparado para eso y había encontrado el momento
preciso. Así que me acerqué y le pregunté cómo se sentía, ella me miró un tanto asustada
y nerviosa, me encantaba ponerla así, entonces le sugerí que tenía que relajarse y se
negó rotundamente a subir a la habitación argumentando que estaba mi familia y mi
novia, quise reírme ante ese comentario y estuve a punto de dejarla en su error, pero no
lo hice, no quería que tuviera una imagen equivocada de mí, entonces la hice levantarse y
la encaminé al pequeño cuarto.
Una vez dentro, la besé con desesperación, como había extrañado sus labios y sus
caricias, Isabella me correspondió de la misma forma, estaba tan ansiosa como yo y sin
mucho preámbulo ni desnudarnos por completo nos entregamos ahí, a oscuras,
besándonos para acallar los gemidos y con la adrenalina hasta el cielo porque era algo
arriesgado, cualquiera podría abrir esa puerta y descubrirnos.
– ¿me extrañaste? – preguntó con un hilo de voz.
– muéstrate que tanto – me encantaba que repitiera lo que antes yo le había dicho y
aceleré mis movimientos disfrutando más del roce de nuestros sexos.
– te eché muchísimo de menos… Isabella – sentí sus labios sobre mi cuello y como su
cuerpo vibraba llegando al orgasmo.
Escuchar mi nombre salir de sus labios fue el detonante exacto para que terminara yo
también, no éramos más un par de desconocidos y ella estaba dispuesta a seguir con
esto, era lo que yo quería saber. Le propuse que nos escapáramos pero no aceptó, me
explicó que estaba trabajando, yo había olvidado ese pequeño detalle así que no me
quedo más remedio que aceptar.
– y sólo espero que nadie nos haya visto, entiende por favor, estoy trabajando.
Cuando el desfile se acabó, Jennifer fue a platicar con Rosalie, así que yo aproveché para
buscar a Isabella y me acerqué a la mesa de los bocadillos donde se encontraba. Le hice
unas afirmaciones poco decentes, para ser sincero, pero me fascinaba ver el efecto que
tenía sobre ella, confirmar que no le era indiferente, que mi presencia la ponía nerviosa, lo
cual me llenaba de un enorme gozo. En eso, Alice se acercó sorprendida de vernos
platicar y cuando preguntó si nos conocíamos le dije que sí pero le mentí de donde,
porque ignoraba que yo perteneciera a esa club extraño y para mi buena suerte se acordó
de aquella chica que me regalaba chocolates en la universidad y que, por cierto, jamás le
había aclarado que era lesbiana y por eso no hubo nada entre ella y yo. Lo mejor fue que
Isabella me siguió la mentira y debido a eso Alice tuvo la brillante idea de invitarla a su
boda, claro que sin evitar quemarme recordando a la chica con la que había ido a la de
Emmett, pero yo no sabía que con unas copas de más perdería la decencia, iba conmigo
en la universidad y siempre había sido muy tranquila y recatada, al menos estando sobria,
por eso la había llevado conmigo.
Isabella tenía una extraña expresión en el rostro que no me quedaba claro si era por la
historia de la stripper o por la repentina invitación de Alice, quien le insistió cuando vio que
se rehusaba, en ese momento agradecí que mi hermana fuera tan empecinada para
algunas cosas, después dijo que buscaría a Jasper y se alejó. Le hice otro comentario
seductor a Isabella que me miro desconcertada, en verdad no se esperaba que mi
hermana la invitara a su boda y estaba intranquila porque le mentimos sobre donde y
cuando nos habíamos conocido, entonces le expliqué como era Alice y que no le veía
mayor problema a ir a la boda.
– eso no es problema, tu novio seguramente tendrá un negocio que cerrar ese fin de
semana – uno llamado "princesa", estuve a punto de decirle, pero me contuve.
Y de nuevo me cuestionó sobre Jennifer, seguía creyendo que era mi novia y volví a
aclararle que no era así, sin embargo, me lo rebatió y me aseguró que no iría a la boda,
¿acaso estábamos discutiendo?, ¿Jennifer le caía mal?
– estoy tan celosa de Jennifer como tú lo estás de Jacob, ¿satisfecho? – bastante, pensé,
porque si era así en definitiva estaba sumamente celosa.
– nada mi niña, seguro está estresada por todo el evento – a propósito la llame así, sabía
que Isabella estaba escuchando y me gustaba que se pusiera celosa.
– ¿y dónde la conociste? – por eso quería evitar esta plática, no podía decirle la verdad.
– aquí mismo… en el bar, estaba sola y le invité un trago, platicamos, jamás mencionó
que tenía novio y no me imaginé que resultara que yo lo conocía y que nos toparíamos en
el estadio – inventé rápidamente esa historia.
– ¿y qué hay entre ustedes?, porque ambos se desaparecieron como media hora.
– la verdad, no sé que hay entre ella y yo, no te negaré que nos hemos besado, pero
como sabes, tiene novio y no hemos aclarado ese punto.
– tal vez, pero para allá vas – me abrazó – de corazón deseo que todo salga bien, no me
gustaría verte lastimado, mereces ser feliz con alguien que te corresponda.
– yo creo que sí lo será, espero que pronto deje a Jacob, no tienes porque ser el otro.
– que cosas dices Jen… ni siquiera soy eso – al menos, no lo había visto así.
– pues peor entonces, eres un hombre maravilloso y espero que ella lo aprecie.
El resto de la fiesta ya no pude hablar con Isabella, ni siquiera me di cuenta a qué hora se
fue, cuando quedaban pocos invitados y la busqué ya no estaba, pero al menos, Alice me
había dado el pretexto perfecto para volver a verla, le llevaría mi invitación de la boda y
sólo compraría otro sobre para ponerle su nombre, le argumentaría que ella se la había
mandado.
Al otro día, Jacob me llamó para confirmarme que en 2 fines de semana más se irían a
Las Vegas, pero al cabo de unos minutos, rectificó y me dijo que sería el siguiente jueves,
así que le pedí que un día antes pasara a mi oficina por las llaves de la casa y me lo
agradeció enormemente, yo sonreí imaginando la cara que pondría cuando me viera ahí.
Después que le colgué, le llamé a Jennifer para invitarla, sería demasiado sospechoso
que llegara yo solo y ella aceptó de inmediato, así que luego compré los boletos de avión.
Capítulo 11:
– Me fascina cuando tomas el control – dije después que sujetó mis manos.
Ella sólo me sonrió, como deseé poder leer sus pensamientos, no tenía idea como lo
había tomado, quizá no había sido el mejor momento para decírselo, pero tenía que
asegurarle que no estaba dispuesto a que esto se acabara, que había algo más que
simple sexo, algo más profundo que francamente me estaba dando miedo, porque eso
era lo que sentía ante la posibilidad de no volver a verla, de que en algún momento
recapacitara y me mandara al demonio para seguir con su noviecito y no sabía si podría
tolerarlo. Aceleró más sus movimientos y me apretó más fuerte las manos al llegar al
orgasmo y después la abracé fuertemente.
– de verdad eres maravillosa – susurré, quería que estuviera segura de cómo la percibía,
aunque no había palabras suficientes para describirlo.
Un ruido hizo que se levantara rápidamente provocándome cierto vacío. Era un policía y
mientras hablaba con él, yo me retiré el condón y después caminé hasta ella, cuando se
volteó, se sorprendió de tenerme tan cerca, comencé a delinear sus labios y se resistió,
me argumentó que los policías estarían esperando que se fuera y le aclaré que no sabían
que yo estaba con ella. Me pedía con palabras que me detuviera, sin embargo, no hacía
nada para impedirlo, seguía dejando que la fuera recorriendo con besos y caricias, hasta
que le aseguré que pasaría mucho tiempo antes de que volviéramos a vernos se rindió
por completo, entonces la besé apasionadamente, pero a diferencia de ella, sin cerrar los
ojos, quería ver sus expresiones, darme cuenta que tanto estaba disfrutando lo que le
hacía, era la primera mujer por la que realmente me preocupaba su completa satisfacción,
incluso antes que la mía. Comencé a besar sus hombros y en automático se escucharon
sus gemidos que me enloquecían, después la coloqué sobre el escritorio y la hice mía una
vez más.
Estaba por invitarla a cenar cuando su celular nos interrumpió, no pude controlar mi risa
ante su grito de susto, se notaba que no hacía cosas prohibidas frecuentemente y me
encantaba saber que conmigo se atrevía a todo, me miró un tanto molesta pero después
su expresión cambió radicalmente y ahí supe quien la estaba llamando, maldito
inoportuno, sólo esperaba que le dijera que tenía un negocio que arreglar y no podría
verla para que así se fuera conmigo.
Estaba empezando a odiar a ese tipo, ¿por qué demonios no se largo con su princesa?,
precisamente hoy tenía que ocurrírsele jugar al noviecito bueno e ir por Isabella a su
trabajo. Ella se arregló la ropa y después se puso a buscar su calzón que yo había
tomado del suelo, yo la miraba fijamente con mis brazos cruzados, ella sólo atinó a
levantar los hombros, ¿con qué esas teníamos?, yo me estaba convirtiendo en un
completo idiota y ella sólo me estaba usando para saciar las ganas que su novio no le
satisfacía, entonces me negué a devolverle la prenda, esta vez, a diferencia de las
anteriores, sí quería que discutiera con ese estúpido, aunque quizá ni se enteraría que
ella no traía ropa interior. Me ponía muy mal el hecho de pensar que la tocara con las
asquerosas manos con las que tocaba a la otra. Isabella seguía suplicando que se lo
devolviera, me impidió salir de la oficina y me venció el tono de su voz.
– no, no me tiene completa y lo sabes, no te puedo dejar eso, al menos no hoy, otro día,
te lo prometo, cuando volvamos a vernos, te daré otra cosa hoy, por favor – dijo dándome
esperanzas de nuevo, tenía razón, una parte de ella me pertenecía sin que él lo supiera y
sin que pudiera hacer algo al respecto.
Me jaló hasta su escritorio y me entregó una pañoleta después de perfumarla así que le
devolví el calzón y me fui luego de hacerle la recomendación de los colores que no debía
usar para la boda, ella insistió en que aún no decidía sí iba a ir, pero yo no estaba
dispuesto a aceptar una negativa de su parte, en verdad quería compartir ese momento
con ella, no deseaba estar solo ese fin de semana y no me imaginaba con alguien más.
Guardé la pañoleta en el bolsillo del pantalón y salí del edificio, de inmediato vi el auto de
Jacob estacionado afuera y él estaba muy ocupado con su celular así que no me vio
cuando me atravesé la calle, que ganas tenía de gritarle que acababa de hacer mía a su
novia, que yo sí la complacía y cumplía con lo que él no, pero no podía, aún no tenía muy
claro lo que yo significaba para Isabella.
El jueves a mediodía pasé por Jennifer para ir al aeropuerto, estaba muy emocionada por
el viaje, tenía tiempo que no salía. Estuvimos platicando cosas sin trascendencia y no le
mencioné que también irían Isabella y Jacob, no quise que se me cayera el teatro de la
confusión, que sin saber, el mismo Jacob había provocado.
– me quieres explicar qué te traes entre manos, Edward – dijo Jennifer cruzándose de
brazos y mirándome seria.
– nada, yo le presté la casa pero pensé que vendrían el siguiente fin de semana.
– sí, claro, ¿qué dedo quieres que me chupe?, dime la verdad ahora – exigió.
– está bien, yo lo planeé, quiero tenerlos cerca, ver como se llevan – guardé silencio, no
sabía cómo explicárselo porque ni yo mismo me entendía por completo – quiero averiguar
lo que ella siente por mí.
– porque no sabía cómo ibas a tomarlo, además no quería que ellos sospecharan que
sabíamos que estarían aquí.
– dios, sí que te está dando fuerte, me supongo que querrás que te ayude con tu
investigación, ¿verdad?
– a muchas cosas Jennifer, estoy muy confundido, no sé qué hacer, sólo quiero ver que
tan fuerte es su relación con él… cuanto lo ama.
– está bien, te ayudaré, pero, con la condición de que me cuentes todo lo que ha pasado
entre ustedes, no quiero que me vuelvas a ocultar nada, soy tu mejor amiga y me duele el
que no confíes en mí.
Jacob y yo entramos después que ellas, que se fueron directo a la cocina y le ofrecí un
trago, eso lo ayudaría a dormir, después encendí la televisión. A los pocos minutos salió
Isabella de la cocina y subió, yo quería ir detrás de ella, pero era jugar demasiado con la
suerte y tampoco quería que hubiera un pleito entre él y yo.
Para mi sorpresa Jacob nos acompañó a cenar, ¿acaso no quería estar a solas con su
novia?, su actitud me beneficiaba demasiado y por unos momentos no lo odié tanto, luego
se despidió y subió, entonces la ira empezó a inundarme de nuevo, de acordarme del
beso y pensar en la posibilidad de que quisiera tener relaciones con ella se me revolvía el
estómago, yo estaba tanto o más celoso que Isabella.
– quita esa cara, no puedes impedir que se duerman juntos – exclamó Jennifer al ver la
expresión que tenía.
– me enferma la idea de pensar que quiera tocarla – dije golpeando la mesa.
– que estaba muy cansada por el viaje y que mejor iba a acomodar sus cosas, pero le vi
la rabia en los ojos, estaba sumamente celosa, tenía ganas de ahorcarme.
– es un encanto, ¿verdad?
– eso no lo sé, sólo te puedo decir que se ve que es una buena chica.
– ¿qué estás insinuando Edward? – preguntó abriendo los ojos como platos.
– por favor, por favor, en verdad necesito saber si se pone celosa de él.
– en serio que te desconozco – me zarandeó de los brazos – ¿quién eres y que le hiciste
a mi amigo de toda la vida?, devuélvemelo.
– pero muy extraño, mejor trataré de hacerle platica sobre él, no me le voy a insinuar al
tipo, ni siquiera me gusta y aunque ese fuera el caso no voy a quedar como una
cualquiera frente a ella sólo por ayudarte, por mucho que seas mi mejor amigo.
– está bien, perdón, sé que me estoy comportando como psicópata.
– la verdad me da mucho gusto verte así, al fin estás sentando cabeza y dejando de ser el
Casanova, estaba empezando a preocuparme por ti, pero el amor te llegó y lo mejor es
que estás dispuesto a que no se te vaya, aunque tus recursos sean bastante retorcidos.
– lo sé, no creas que no me doy cuenta… me asusta el no saber de qué puedo ser capaz
con tal de tenerla.
– bueno, el amor siempre implica riesgos y locuras, aunque creo que tú las estás llevando
al extremo – me abrazó fuertemente – te quiero loquillo, me voy a dormir.
Subió y yo me deje caer en el sillón para pensar, tenía que encontrar la forma de que
Isabella se quedara conmigo, la deseaba y la necesitaba, no iba a desaprovechar la
oportunidad de tenerla en la misma casa y no hacerla mía, entonces recordé que traía su
pañoleta en mi maleta, así que recurriría al chantaje con tal de que estuviera conmigo,
aunque fuera retorcido. Subí por ella, afortunadamente traía conmigo el Nextel y también
lo bajé y me metí a la cocina a marcarle a su celular.
– tienes 5 minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Jacob, recuerda que
tengo una prenda que te pertenece – le advertí y colgué.
Me recargué al lado del lavabo y olí su pañoleta que aún estaba impregnada con su
perfume, instantes después ella bajó y la miré desafiante.
– es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?
– que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?
– pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se
toquetean frente a otros – dijo caminando hacia atrás y topando con el refrigerador.
Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces la acorralé y
cuando me dijo que a Jacob también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario
que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y
luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus senos, me pidió que me
detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera, así que
después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y
levanté su pierna para que el roce de nuestros sexos fuera más contundente, ella jadeó y
eso fue mi pase para besarla con desesperación, la cargué y la dirigí hacia el cuarto de
lavado para hacerla mía ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo
no se cansaba de ella, por el contrario, con cada encuentro la deseaba con mayor fuerza
y anhelaba con que llegara el día de que fuera mía y de nadie más, que durmiéramos y
despertáramos juntos.
– nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce
el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré
cuando terminamos de hacerlo.
Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio,
antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que él la tocara y me pidió
que yo tampoco lo hiciera con Jennifer así que le aclaré que no compartía la habitación
con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un
pequeño beso en los labios.
Capítulo 12:
Malditos celos
Apagué la luz y salí del cuarto, tiré el condón en el bote de basura, recogí la pañoleta del
suelo, subí a mi habitación y la guardé en mi maleta. Entré al baño y después de lavarme
las manos, pegué la oreja en la puerta que daba hacia la habitación de ellos tratando de
escuchar algo, que conveniente me había resultado que eligieran esa recámara
precisamente, que conectaba con la mía a través del baño. No escuché absolutamente
nada, reinaba el silencio así que me fui a acostar, pero no podía dormir, me atormentaba
la idea de tenerla tan cerca y que estuviera durmiendo con ese infeliz en lugar de hacerlo
conmigo.
Me desperté muy temprano, había dormido pocas horas, vi un rato la televisión y después
me levanté por un jugo, en la sala me topé con Jacob.
– sí, voy a correr, lo hago todas las mañanas, ¿no quieres acompañarme?
Entré a la cocina, saqué el jugo del refrigerador, lo serví en un vaso y me lo tomé. Debía
reconocer que a veces le daba a Jacob las gracias por dejar sola a Isabella, si no fuera
así no la hubiera conocido, así que decidí ir a darle los buenos días.
Abrí lentamente la puerta de su habitación y la vi dormida boca abajo, con las sábanas
cubriéndole medio cuerpo, cerré cuidadosamente y me acosté a su lado, empecé a
acariciarla y me di cuenta cómo iba despertando poco a poco, así que bajé mi mano por
debajo de su cintura y ella volteó, se levantó asustada de la cama cuando se dio cuenta
que era yo, me cuestionó lo que hacía ahí, le aterraba la idea de que Jacob nos
descubriera, así que le dije que no estaba y le reproché el hecho de que no me hubiera
detenido mientras la tumbaba en la cama y me subía en ella que me aclaró que sabía
bien que era yo, que su cuerpo me reconocía, yo le sonreí feliz y después de quitarle un
mechón de la cara la besé.
– no, me la golpeó una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me
hizo enloquecer – le aclaré metafóricamente en tanto besaba su cuello.
Volví a besarla mientras nuestros sexos se rozaban, me fascinaba tenerla así y más que
ella respondiera a mis juegos y a mis caricias pues se movía suavemente provocando un
delicioso roce, sabía bien que no podríamos culminar el acto en ese momento, pero
mientras me conformaría con esas caricias y besos furtivos. Me pidió que me detuviera y
volvió a recordarme a su noviecito, así que un tanto enfadado me levanté de la cama y
ella también que se dirigió al baño, no pude controlar el impulso y la besé una vez más,
no tenía idea en qué momento podríamos estar a solas de nuevo y necesitaba un poco
más de su elixir para poder sobrellevar el día alejado de ella. Me detuvo de nuevo y no me
quedo más remedio que hacerle caso, así que me fui luego de darle un pequeño beso en
sus labios.
Entré a mi recámara y me acerqué a la puerta del baño, escuché el agua correr y sentí el
impulso de entrar y bañarme con ella, pero, tuve un instante de cordura y me arrepentí, no
quería ponerla en más predicamentos, Jacob podría llegar en cualquier momento, así que
tomé mi ropa para bañarme en el baño de la habitación de enfrente que conectaba con la
de Jennifer, así que primero entré ahí y me di cuenta que ella no estaba y también
escuché el agua, entonces esperé a que saliera.
– ah ok, por cierto, anoche sin querer pude comprobar si Bella se ponía celosa de Jacob.
– nada, fui por mi antifaz para dormir a la habitación de ellos, no había nadie y al salir me
topé con Bella que según me dijo había bajado a tomarse una pastilla, pero, en realidad
estaba contigo, ¿verdad?
– me preguntó que hacía ahí y ya le expliqué, buenas noticias para ti amigo, no la vi nada
celosa, sólo desconcertada pero quedo bastante satisfecha con mi respuesta, nada que
ver con la mirada de odio que me dio en la tarde en la cocina.
– gracias amiga, de verdad, sin embargo, me gustaría que siguieras con tu actitud
cariñosa conmigo, por favor.
– esto sí voy a cobrártelo, ¿por qué no hablas con ella de una vez por todas y le dices lo
que sientes?
Después que me vestí bajé a la cocina y vi que estaban las dos, Jennifer me saludó
demasiado amable e Isabella me miró con enfado y cuando se volteó sonreí, era
grandioso verla celosa, aunque el gusto me duró poco ya que Jacob entró y luego de
saludarnos le dio a ella un beso en los labios, entonces decidí que mejor saliéramos a
desayunar, al menos en público no se estarían demostrando su supuesto amor.
Como el restaurante quedaba cerca nos fuimos caminando, Jennifer siguió con su teatro y
me tomó de un brazo mientas Isabella y Jacob iban tomados de la mano, que rabia
sentía, así que opté por cargar a Jennifer, no iba a ser el único incómodo de los cuatro. Al
llegar nos sentamos y casualmente yo quede frente a Bella, una vez que nos llevaron lo
que habíamos pedido, Jacob empezó a platicarle a Jennifer lo rara que es Isabella para
comer, al verla llevarse un pedazo de piña a la boca, recordé la vez que comimos en el
hotel y entonces me quité el zapato y puse mi pie sobre su pierna, ella me miró frunciendo
el seño y no pude evitar sonreír, debía reconocer que me encantaba ponerla nerviosa, así
que, a pesar de que retiró su pie yo seguí con mi juego acariciando su pierna aunque la
moviera, hasta que se levantó al baño.
Al llegar al hotel, Jacob y yo nos dirigimos a las mesas de póker y ellas se fueron a las
maquinitas de dinero rápido, me sorprendió ver lo hábil que era Jacob con las cartas, yo
logré ganar mil dólares en una partida y en la siguiente él ganó el doble. Como ya era la
hora de la comida dejamos de jugar y al encontrarnos con ellas Jacob cargó a Isabella
dándole la noticia del dinero que había ganado, volví a sentir rabia al presenciar esa
escena, es que al verlos así me daban ganas de golpearlo y decirle que ella era mía, que
quitara sus sucias manos de encima, gritarle que yo no tenía ojos para nadie más, como
él sí los tenía para esa tipa con la que se revolcaba y más rabia me dio cuando vi que
Isabella lo tomaba amorosamente de la mano y se alejaban.
– pues hazlo, sería lo mejor para todos, ya me estoy hartando de este jueguito, ten las
agallas para pelear por lo que quieres, pero como hombre no como niño.
– aunque quiera decírselo, no puedo, está de por medio la reputación de Isabella, no
puedo hacerla quedar mal frente a él, tal vez no me lo perdone.
– entonces compórtate, si sigues así, Jacob se va a dar cuenta, respira profundo y cuenta
hasta cien en alemán.
Iba a replicar, pero mis labios callaron los suyos por medio de un ansioso beso que ella
me devolvió de la misma forma, mis manos recorrieron su cuerpo y se posaron en sus
senos que empecé a masajear, su mano bajo a mi miembro que fue acariciando de a
poco, mi lengua viajó a su cuello y se lo mordisqueé ligeramente, un jadeo escapó de sus
labios y volví a besarla para evitar que alguien escuchara lo que estábamos haciendo, la
adrenalina la sentía al máximo en mi cuerpo, era grandioso hacer cosas prohibidas con
ella, como ahora, en un baño público y con el novio cerca.
– perdón, ¿qué decías? – ni siquiera tenía idea si era ella la que hablaba o Jacob.
– que vayamos a comprar los boletos para el espectáculo musical y que mientras empieza
podemos recorrer las tiendas a ver que compramos.
En cuanto Isabella regresó, salimos de ahí para comprar los boletos del dichoso evento
que empezaría dos horas después, las cuales se me hicieron eternas, sólo tenía una cosa
en mente y me estaba desesperando, afortunadamente Jennifer me distraía, aligerando
leventemente la tortuosa espera. Ni siquiera le puse mucha atención al espectáculo,
miraba de reojo a Isabella, un asiento nos separaba y yo moría por tocarla, por acariciarla
y por besarla, pero tenía que seguir esperando a que llegáramos a la casa y aún no se me
había ocurrido nada que decirle para volver a encontrarnos en el cuarto de lavado.
Cuando finalmente terminó el show fui el más feliz, durante el regreso a la casa fuimos
comentando como había estado y una vez que llegamos, cada quien se fue a su
respectiva habitación. Yo caminaba de un lado a otro en la mía y luego pegué la oreja en
la puerta del baño y escuché ruidos, aunque no me quedaba claro quién era.
Me desvestí y sólo me quede en bóxers, estaba por marcar el celular de Isabella cuando
decidí arriesgarme a asomarme al baño y la vi sin que ella se diera cuenta, regresé por un
condón, luego entré y cerré la puerta cuidadosamente, puse el seguro de la que daba a su
recámara, deje el condón en el lavabo y me pare detrás de ella que se llevó un gran susto
al verme ahí, alcancé a taparle la boca para ahogar el grito que emitiría y después le
expliqué como había entrado ahí.
Era excepcional tenerla al fin como lo había deseado durante todo el día, besándola,
acariciándola, haciéndola mía, sintiendo su humedad, como su cuerpo vibraba ente el
contacto con el mío, era mucho mejor que la pequeña fantasía que había tenido en el
restaurante. Veía a través del espejo la expresión de placer de su rostro, lo cual hacía que
el mío aumentara al verla disfrutar, como primero se mordía los labios y después chupaba
mis dedos. Minutos después llegué a un exquisito orgasmo instantes antes que ella que
me mordió los dedos para no gritar.
– estuve esperando todo el día por esto, me trastornas Bella, cada día ansío más estar
contigo – se lo hice saber y luego la besé apasionadamente.
Esa noche dormí mejor que la anterior, a pesar de las muestras de cariño entre Isabella y
Jacob me había dado cuenta que yo ejercía en ella un poder mucho mayor que él, casi
estaba seguro que no lo amaba, al menos no como yo creía, yo la ponía nerviosa, se
encelaba de Jennifer por verla conmigo y se entregaba a mí de una manera suprema,
grandiosa y sin tapujos, sin importarle que él estuviera al lado.
A la mañana siguiente bajé a la cocina y me topé con una muy desagradable sorpresa,
Isabella y Jacob se estaban besando y de inmediato sentí como la ira me inundaba por
completo, ¿cómo se atrevía a besarla?, ¿cómo ella lo permitía? Atiné a carraspear y
rompieron el beso pero permanecieron abrazados, Jacob agregó el comentario de que lo
dejarían para después y de nuevo me dieron ganas de golpearlo, seguramente Isabella lo
notó y se separó de él, entonces le pedí las llaves del Volvo para que me dejara a solas
con ella, en cuanto salió la sujeté del brazo.
– es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo – tenía que recordármelo otra vez.
– eres mía Isabella, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese vas a
buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
– odio que me digan Isabella y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para
exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo
y con esa misma facilidad puede acabarse.
– estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no
lo olvides – se lo hice saber aún colérico.
¿Cómo podía decir que lo nuestro era sexo sin compromiso?, para mí no lo era y casi
estaba seguro que para ella tampoco, ¿qué no se daba cuenta de lo que me hacía
sentir?, estaba más que loco por ella y no era únicamente algo físico, los celos que sentía
me lo terminaban de corroborar, yo la quería y por ningún motivo iba a permitir que saliera
de mi vida, ella me pertenecía le gustara o no.
Instantes después entraron Jennifer y ese infeliz que me entregó las llaves y las dejé en la
mesa. El desayuno transcurrió casi en silencio, a excepción de pequeñas líneas que decía
Jennifer y que Jacob le respondía. Cuando terminamos, Isabella subió y casi de inmediato
Jacob fue detrás de ella. Entonces Jennifer me propuso que jugáramos ping pon para que
sacara el enojo que visiblemente se me notaba.
Estaba logrando tranquilizarme hasta que ellos bajaron y se unieron al juego, no pude
controlarme y empecé a golpear la pelota con demasiada fuerza dirigiéndosela a él con
toda la intensión de darle en la cara, las chicas se dieron cuenta que prácticamente las
estábamos ignorando y se quitaron de la mesa. Jacob era muy hábil y lograba regresarme
la pelota, hubo un momento en el que ellas entraron a la casa, él y yo seguimos jugando,
ya había analizado su forma de jugar, así que hice un movimiento que no se esperaba y
logré golpearlo en el hombro, me disculpé fingidamente y entonces me dijo que mejor
entráramos a la casa, que ya le había dado sed así que dejamos hasta ahí el juego, al
menos no me había quedado con las ganas de pegarle.
Capítulo 13:
Eres para mí
Al llegar al supermercado noté que seguía seria conmigo, la ayudé a bajar del auto y se
siguió caminando, esperaba que pronto se le pasara el disgusto. Al menos me habló, eso
era buena señal, así que hicimos todas las compras, en uno de los pasillos había una
pareja de ancianos, mientras yo buscaba unas cosas, escuché su comentario y sentí una
gran alegría al ver lo que proyectábamos Bella y yo, parecíamos recién casados, algo que
no se me había ocurrido. Cuando me acerqué a ella la noté como ausente mirando a la
pareja, seguramente también había escuchado lo que dijeron, me moría de ganas de
saber lo que pensaba al respecto y la miré a los ojos tratando de encontrar la respuesta,
le sonreí y después entrelacé mi mano con la de ella, como si fuéramos novios y
caminamos hacia las cajas para pagar.
Íbamos de regreso a la casa y una loca idea se me ocurrió, la deseaba tanto y debía
aprovechar el que nos encontráramos solos y lejos, entonces manejé en dirección a un
pequeño bosque que normalmente estaba desierto, pero como no sabía si ya se le había
pasado del todo la molestia hacia mí, fingí que el auto se había descompuesto y ella se lo
creyó. Vi que se acomodó en su asiento y yo hice lo mismo, empecé a jugar con mis
manos, ideando la forma de acercarme a ella sin que sospechara que el auto sí
funcionaba, me volteé para mirarla y comencé a acariciar su rostro, como si tratara de
grabármelo, puse un mechón detrás de su oreja en tanto ella sostenía una de mis manos
y me acerqué para besarla, necesitaba mi dosis de su néctar, entonces ella hizo algo que
me enloquecía, tomar el control y puso mi mano sobre su seno que empecé a acariciar
mientras ella desabrochaba mi camisa, agradecí el haber metido un condón al bolsillo de
mi pantalón.
Hice que se sentara sobre mí y nos besamos de nuevo mientras metía mis manos por
debajo de su suéter para acariciar su delicada piel, después me besó el cuello, bajó a mi
torso y depositó suaves besos, yo sentía como mi temperatura se elevaba y mi
respiración se hacía pesada. Me desabrochó el pantalón y liberó mi miembro que ya
estaba endurecido, se quitó su suéter y entonces besé el nacimiento de sus senos en
tanto ella deslizaba su mano por mi erección, desabroché su pantalón y metí mis dedos
para frotar su centro, ella jadeó y sentí como se humedecía. No pude evitar el recriminarle
que trajera pantalón, si llevara falda todo sería más fácil, claro que como ella misma me
dijo, no había modo de que supiera que lo haríamos en el auto.
Al pasarse al otro asiento tocó accidentalmente la bocina del auto y ambos nos reímos, de
verdad era lo máximo hacer locuras y cosas prohibidas con ella. Nos colocamos bien la
ropa y era tal mi entusiasmo que encendí el auto de lo más normal y ella me miró con una
gran interrogación en el rostro, así que le confesé la verdad, ella me lo recriminó y se
cruzó de brazos haciéndose la enojada, la única justificación que pude darle fue que me
hacía perder el control y nublaba mi mente, nada era más cierto que eso, entonces ella
hizo un comentario gracioso y yo le seguí el juego, podría pasar el resto de mi vida
encerrado con ella y sería el hombre más feliz del mundo, ella insistió en que deberían
encerrarle en una torre, así que no pude callarme lo que sentía.
Cuando llegamos a la casa y la ayudé a bajar del auto no pude controlar el impulso y le di
un pequeño beso en los labios, ella me dijo que podrían vernos, pero yo sabía que ellos
seguían ensimismados en el partido así que la besé otra vez, ahora de manera profunda,
quería fundirme en su boca, instantes después ella se separó y me dijo que no era bueno
tentar a la suerte, como deseaba que de una vez por todas dejara a ese tipo para que
pudiera estar formalmente conmigo.
– ni te pregunto porque traes esa sonrisita en la cara, me puedo imaginar lo que sucedió,
ni creas que no me di cuenta que se tardaron bastante para sólo haber hecho las compras
– dijo Jennifer tan acertada como siempre.
– que bueno, empezaba a incomodarme el asunto, sólo espero que pronto lo deje y sea tu
novia, no me gusta que seas el otro, no te lo mereces.
Más tarde Bella entró a la cocina, me miró seria al verme con Jennifer, pero yo le guiñé un
ojo y la expresión de su rostro cambió. Después nos pusimos los cuatro a preparar la
cena, como si fuéramos los grandes amigos. Luego cenamos, vimos una película y
jugamos Jenga. Hubo un momento en el que Bella entró a la cocina y la seguí.
– por favor, quédate esta noche conmigo, es la última que estaremos aquí, el lunes viajo
muy temprano a Londres a ver lo de un nuevo hotel y regresare días antes de la boda de
Alice – dije en tono suplicante.
– pero Edward, ¿cómo me pides eso?, ¿qué quieres que le diga a Jacob?
"¿Hasta cuándo iba a estar ese imbécil entre nosotros?", pensé en tanto le sugería que
discutiera con él y se fuera a dormir a la otra recámara, pero ella se negó, así que volví a
suplicarle, quería dormir con ella, amanecer a su lado, entonces me dijo que mejor
esperaría a que se durmiera y le sonreí acariciando sus dedos, en eso entró Jennifer y
nos soltamos, ésta se despidió y subió a su recámara.
Jacob también dijo que se iba a dormir y entonces Bella le puso de pretexto, para no subir
con él, que lavaría los platos, él quiso darle un beso y ella lo esquivó alegrándome.
Cuando se escuchó que cerró la puerta, me acerqué y le agradecí su ocurrencia, la besé
y luego caminamos a la cocina tomados de la mano.
Empezó a lavar los platos y le pedí que me contara sobre ella, estaba seguro que aún
ignoraba muchas cosas de su vida, entonces me pidió que primero le contestara una
pregunta y acepté, me cuestiono la razón por la que tenía esos encuentros en lugar de
ligarme a alguien de forma tradicional, cosa que sí había hecho alguna vez, y le expliqué
brevemente que James me había involucrado en esa sociedad secreta y que me había
gustado el rollo de los desconocidos, así que aproveché para preguntarle quién le había
dado mi teléfono, eso me había inquietado desde un principio y me contó que fue una
chica en un bar a la que casi ni recordaba, yo no tenía idea de quien pudiera tratarse,
pero, le agradecía su imprudencia porque eso me había llevado a conocer a Bella.
También le pregunté el por qué me había llamado la primera noche y me respondió lo que
ya sabía, que era su cumpleaños y estaba sola, otra razón para odiar a Jacob, aunque a
la vez debía agradecérselo, porque su abandono fue lo que hizo que ella me buscara. Se
molestó cuando le comenté que no imaginaba quiénes estaban involucradas en la secta y
me dijo que se le revolvía el estómago de imaginar con cuantas había estado, así que la
abracé por detrás.
– no es lo mismo, él es mi novio.
– a eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado pero
es la verdad, yo sólo he tenido sexo con esas mujeres, ninguna se había significado nada
– ella me había hecho conocer esa diferencia – hasta que tú apareciste una noche y me
cambiaste la perspectiva de todo – agregué.
– ¿y todavía lo preguntas?, jamás había roto las reglas Bella, sabía perfectamente que
esas mujeres estaban con otros de la misma forma que conmigo, así que ninguna valía la
pena, pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio
supe que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla.
– lo que tenga que pasar, lo único que debes saber es que no dejare que salgas de mi
vida – la quería para mí – y espero que el que salga y pronto de la tuya sea él, no quiero
compartirte con nadie – guardé silencio unos segundos – y menos con él – que era un
bastardo mentiroso.
– ¿por qué lo dices de esa forma?, ¿tú sabes algo de Jacob que yo desconozca?
– no, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras pero no sé nada, mejor
olvidémonos de él y aprovechemos estas horas juntos.
Por supuesto que le conocía el historial al tipo, pero no consideré que fuera buena idea el
que precisamente fuera yo quien se lo dijera, los unía una amistad de años y aunque me
doliera, Bella le tenía gran cariño y no sabía si me creería, tal vez pensaría que lo estaba
inventando por mis celos, lo único que me quedaba era esperar a que ella se diera
cuenta, él no era demasiado discreto que digamos y estaba seguro que en cualquier
momento cometería un error.
La llevé a la mesa y le hice el amor por segunda vez en ese día, es que jamás me
cansaría de su cuerpo, al contrario, con cada ocasión la deseaba con mayor fuerza, sus
besos me embriagaban, su aroma me enloquecía, la textura de su piel me encantaba y
sus gemidos era una deliciosa melodía, yo se los provocaba y sabía que era el único que
podía hacerla sentir así, en las nubes, en el paraíso mismo donde ambos nos elevábamos
cada vez que nuestros cuerpos se fundían. Alcancé a taparle la boca para apagar un poco
su grito al alcanzar el éxtasis total que logramos juntos. Volví a besarla mientras ella me
acariciaba, luego la abracé con fuerza, como si quisiera que nos volviéramos uno solo y
después le acaricié sus mejillas al tiempo que frotaba mi nariz con la suya, algo que jamás
había hecho con nadie.
Esa frase me confirmaba que ella sentía lo mismo que yo y era lo mejor que me había
pasado en la vida, ella había sido la única en abrirse paso en mi corazón y yo también
había logrado entrar al de ella, sin lugar a dudas nos pertenecíamos y era algo realmente
supremo.
Bella estaba sumamente avergonzada, pero le expliqué que no habría ningún problema
con Jennifer, entonces decidió ir a acostarse, le rogué que se quedara conmigo pero no
aceptó, sus argumentos eran válidos y corroboré lo que ya había pensando, ella no quería
que su reputación quedara manchada ni quería herirlo tampoco, entonces la hice
prometerme que lo dejaría lo más pronto que pudiera y la dejé ir, aunque el hueco que
sentí en el pecho fue inmenso.
Al día siguiente no tuvimos oportunidad de estar a solas, muy temprano fui a entregar el
auto y al regresar pedimos un taxi para que nos llevara al aeropuerto, ahí nos despedimos
y sentí una gran tristeza al separarme de ella, pasarían muchos días hasta volver a verla y
tenerla conmigo. Le acaricié su mano y le di un pequeño beso en la mejilla, en verdad
esperaba que la próxima vez que estuviéramos juntos fuera sólo mía.
Mientras Jennifer y yo esperábamos para abordar el avión entramos a una joyería porque
ella quería ver los relojes, yo empecé a mirar, sólo por curiosidad y de pronto me topé con
un hermoso conjunto de aretes y collar en forma de corazón, eran el regalo perfecto para
Bella, así que no dudé en comprarlo, se lo daría como regalo de cumpleaños atrasado.
Cuando llegamos a Nueva York tomamos un taxi para que nos llevara a Nueva Jersey y
nos dejó en el departamento de Jennifer, le pedí una hoja y una pluma, le escribí una nota
a Bella y la coloqué dentro de la caja del collar.
– por favor, ¿puedes envolver esto y mandárselo a Bella? – le pedí entregándole la caja.
– mañana me voy temprano a Londres y regreso hasta la boda de Alice, así que
mándaselo el miércoles, pero, sin remitente, quiero sorprenderla.
– yo también te quiero Edward y en serio estoy muy feliz por ti, hacen una bonita pareja y
se ve que ella también te adora, espero que pronto deje a Jacob.
– es lo mejor para todos, ¿sabes?, ahora que tuve la oportunidad de platicar con él me di
cuenta que tenemos muchas cosas en común.
– no lo llames así, el que ande con la mujer que quieres no significa que sea un idiota.
– basta, yo he respetado tu relación con Bella, no tienes porque hablar mal de él, ¿ok?
– ok, luego nos vemos – no quise decirle lo que sabía de él, seguro no volvería a verlo.
Llegué a Londres y me instalé en el hotel, le envié un correo electrónico a Alice para que
me diera el de Bella ya que en la investigación no venía. Al día siguiente fui al terreno
donde ya estaban construyendo el nuevo hotel de mi empresa y estuve ahí la mayor parte
del día, supervisando. Mi hermana seguía sin responderme el mail y le envié otro más,
estaba desesperado por tener contacto con Bella, pero debía entender que Alice andaba
ocupada con los arreglos de su boda. Finalmente me respondió el miércoles por la noche
y de inmediato le escribí a Bella y le pregunté si tenía web cam, para, al menos, jugar un
poco mientras estábamos separados.
El viernes me sentí inquieto todo el día, como si tuviera un mal presentimiento de que
Bella la estaba pasando mal, así que le llamé y no me contestó, eso me preocupó
demasiado, no podría resistir que algo malo le sucediera, esta vez no encontraría la
fuerza suficiente para sobrellevarlo, definitivamente no podría vivir sin ella.
Capítulo 14:
Tú me vuelves loco
Hice un último intento de llamarle mientras hacía fila para comprar el boleto y
afortunadamente me respondió, mi corazón latió nuevamente tranquilo al escuchar su
hermosa voz, le hice saber sobre mi preocupación y mi decisión, y me dijo que no era
necesario que viajara, después me complació el escuchar que ya había comprado la web
cam, otra de las cosas nuevas y diferentes que experimentaría con ella.
Regresé al hotel y cené, después subí a mi habitación y miré un poco de televisión, luego
me dormí un rato para hacer tiempo a que fuera de noche en Nueva Jersey y poder, al fin,
verla, aunque fuera por una simple cámara. El despertador sonó y me levanté de la cama,
me conecté a la red justo a la hora que habíamos quedado y ella ya estaba conectada, de
inmediato la saludé y después ambos pusimos nuestras manos sobre la pantalla del
notebook, como deseaba estar junto a ella y poder tocarla realmente. Le propuse mi juego
y casi al instante aceptó.
– me encanta haber contribuido con eso – entonces deseé saber si ya había cumplido con
su promesa – Bella, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está
quemando – no podía imaginar que no la cumpliera aún – ¿ya terminaste con él? –
pregunté serio.
– sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.
– lo sabía, por eso no quería que te tocara – exclamé sin pensar debido al entusiasmo
que me dio al escuchar la noticia de su ruptura.
– ¿qué dijiste?, ¿tú sabías que Jacob tenía una amante? – dijo totalmente desconcertada
– ¿cómo lo supiste? – añadió en tono de enfado.
Tuve que mentirle de nuevo, odiaba hacerlo, pero aún no sabía si podría ser capaz de
entenderme, debía reconocer que mi comportamiento con ella en un principio era frío y en
ocasiones hasta cínico, porque no sabía bien cómo manejar esto, en cierto modo era
nuevo para mí, así que no le había dado muchos indicios de mis sentimientos hacia ella,
además la forma en la que me había enterado era poco honorable, hurgando en algo tan
personal como lo es un celular, otro delito más a mi lista de actitudes psicópatas.
Empezó a recriminarme y con toda la razón, así que le dije un par de verdades y se
molestó más, al grado que se desconectó sin despedirse. Inmediatamente tomé mi Nextel
y le marqué, pero cortó la llamada sin contestarme, volví a marcarle y me envió al buzón,
seguramente lo había apagado y mi corazón se oprimió, entonces comprendí que si
supiera que la había mandado investigar no me lo perdonaría, eso debía callármelo para
siempre.
Opté por enviarle mails pidiéndole perdón de mil formas diferentes, explicándole más
detalladamente mis motivos, agregándole frases que busqué en la red. Ahora no sabía si
había sido buena idea callármelo, es que no era posible que ese imbécil todavía le
estuviera haciendo sombra a nuestra relación y que hubiéramos discutido por su culpa.
Derrotado y casando me fui a acostar, tenía que levantarme 3 horas más tarde para ir al
aeropuerto por uno de mis socios que llegaría para la junta que tendríamos dos días
después, de pronto una idea cruzó por mi mente, Bella y yo no podíamos estar enojados
hasta que yo regresara, no tenía idea si era rencorosa y quizá ya no querría ir conmigo a
la boda de Alice, así que me levanté de nuevo y busqué por internet un boleto de avión
para el primer vuelo que saliera rumbo a Nueva Jersey, después de una exhaustiva
búsqueda encontré uno, pero, tendría que esperar un día y de inmediato lo compré.
Fui por mi socio y mientras nos dirigíamos al hotel le dije que tenía que regresar a
Estados Unidos por un problema familiar y que no me sería posible estar presente en la
junta, afortunadamente me dijo que no habría ningún problema y no me pidió detalles.
Esa noche no pude dormir bien, así que tomé una hoja y empecé a escribirle a Bella lo
que sentía por ella, esperaba que eso funcionara para que me perdonara.
"Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el
primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte
que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi
corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Bella, hace mucho que rompí
la tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy
dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.
Tuyo por siempre
Edward Cullen"
Si supiera que rompí la tercera regla casi desde el primer día que la conocí, que mi
corazón late con más fuerza tal sólo al pensar en ella, que su pañoleta la llevaba conmigo
a todas partes, y que ahora la tenía debajo de mi almohada con tal de sentir su presencia,
de embriagarme en su aroma, sí, era demasiado fuerte lo que sentía por ella, me había
enamorado completamente sin poder evitarlo, sin saber cuándo ni cómo, simplemente
Bella se había convertido en mi razón para existir y me asustaba ese hecho, me daba
miedo que ella no me correspondiera y más que nada, que pudiera perderla, prefería mil
veces perder un negocio y millones de dólares antes que quedarme sin ella.
Quería sorprenderla no sólo con mi presencia, sino con algo más, pero no se me ocurría
que podría comprarle, las flores eran algo tan trillado y lo era lo más típico que se
regalaba cuando se quería obtener el perdón, yo debía ser original, que se diera cuenta
de mi esmero con tal de que olvidara lo que había sucedido.
Fui el blanco de todas las miradas al entrar al edificio cargando el enorme oso, pero, no
me importó. Mientras me registraban, saqué el sobre que tenía la nota que le había
escrito y anoté encima "Léeme por favor", el oso sería mi emisario.
– ¡qué hermoso detalle!, sin duda su novia es muy afortunada – dijo una de las
recepcionistas en tanto yo caminaba al elevador.
Ese comentario me llenó de alegría, Bella mi novia, sí, al fin ya no había ningún
impedimento para que fuera así y seguro se derretiría en cuanto viera su regalo y me
perdonaría. Mientras subía el ascensor se incrementaban los latidos de mi corazón ante el
hecho de tenerla nuevamente frente a mí y estaba sumamente nervioso, ¿y si el regalo no
funcionaba y no me perdonaba?, no importaba, ya encontraría otra forma de hacerla
cambiar de opinión. Me bajé en el piso de la agencia y caminé rumbo a su oficina, a mi
paso fui escuchando murmuraciones, todos estaban sorprendidos y se preguntaban que
para quien era el oso hasta que vieron que me pare fuera de la oficina de Bella se
quedaron callados, afortunadamente tenía la puerta abierta y coloqué al oso frente a ésta
y toqué escondiéndome para aguardar a que leyera la carta. Escuché como sacaba la
hoja del sobre y la desdoblaba, me paré bajo el marco de la puerta y la vi leyendo con una
expresión indescriptible en su rostro.
– perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la
perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas
locuras, por eso estoy aquí, no me importo faltar a la junta de socios con tal de venir a
aclarar las cosas contigo – le expliqué mientras ella seguía con la cara clavada en la
carta.
– tengo que terminar unos pendientes – objetó Bella, aunque no muy convencida.
Nos besamos nuevamente, tan ávidos y frenéticos como minutos antes para culminar
haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después
que terminamos tomé su rostro con mis manos y bromeé con ella, diciéndole que la haría
enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, ella me advirtió que
quizá la próxima vez no sería así.
Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargado de
emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambos nos queríamos y esa era una
manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto ella se separó y
me miró un tanto asustada señalando el hecho de que no había usado condón esta vez,
lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Londres porque sabía muy bien que no
los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si la embarazaba, porque sería el fruto
de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque
el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparada para eso y le afirmé
que seguiría usando si eso la tranquilizaba. Me preguntó cuando regresaba a Londres y
no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos
por los cuales estaría sólo un par de días en Nueva Jersey.
– Bella, yo no te voy a dejar sola, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes
creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca
mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y
organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la
que tú me vas a acompañar, por cierto.
Como hora y media después salimos de su oficina, ella me tomó una foto cargando al oso
mientas se reía, me encantaba verla así de contenta, adoraba su sonrisa. Le pregunté si
podía quedarme en su departamento, ya que Jennifer me había enviado un mail
pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no
era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos
juntos, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Bella estaba
trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.
– tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte
como mereces – respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no
fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.
Llegó la pizza y cenamos mientras veíamos televisión, después ella se fue a lavar los
platos y al regresar se sentó en mi regazo y fue besándome el cuello, excitándome,
entonces la cargué y la lleve a la habitación. Le hice el amor luego de recorrer su cuerpo
con besos y caricias, al terminar me acosté a su lado. Bella colocó su cabeza sobre mi
pecho y empezó a acariciar mi abdomen, entonces yo bajé mi mano hasta sus nalgas y fui
frotando en medio de ellas, su respuesta fue subirse en mí y besarme
desenfrenadamente, así que continué con esa caricia y me atreví a introducirle un dedo,
rompió el beso para emitir un quejido, entonces saqué el dedo y me mordió el labio para
luego reírse. Bajó y se devoró mi miembro dejándolo listo para volver a entrar en ella, así
que se sentó sobre él, dándome la espalda y moviéndose de manera exquisita en círculos
y después brincando haciéndome llegar una vez más al orgasmo al mismo tiempo que
ella.
– yo también te quiero.
Y nos quedamos dormidos. Como odié el molesto ruido del despertador cuando sonó por
la mañana, no quería levantarme ni separarme de ella, entonces la seduje y lo hicimos sin
prolongar mucho el momento, fue breve, conciso y delicioso. Sin duda y por mucho, había
sido el mejor de los amaneceres, con ella a mi lado después de una apasionada noche,
podría acostumbrarme con tanta facilidad a una vida así. Ahora la escuchaba cantar
desde el baño y sonreí, abracé la almohada para embriagarme con su aroma mientras
esperaba que saliera de ducharse, quizá podría convencerla de no ir a trabajar para poder
pasar todo el día juntos.
Capítulo 15:
Solo mía
Después de que Bella subió al taxi para ir a trabajar, regresé al departamento y me dormí,
necesitaba recuperar las energías que había gastando de manera exquisita la noche
anterior con ella. Desperté justo a tiempo para ponerme de acuerdo con ella y encontrarla
para almorzar juntos. Me di una rápida ducha y me dirigí al restaurante que me indicó.
Otra cosa se agregaba a la lista de lo que nunca antes había hecho, pedí una mesa sobre
la acera, por lo regular pedía en un discreto rincón, pero ahora no tenía nada de que
ocultarme, por el contrario, quería que todo el mundo se diera cuenta de lo feliz que era
con mi Bella.
– ¡Edward Cullen! – escuché una voz femenina exclamar y levanté la vista que tenía
clavada en el menú – no lo puedo creer, ¿qué haces aquí? – agregó y me levanté para
saludarla al reconocerla.
– ¿en serio ha sido cazado el irresistible Edward Cullen? – dijo subiendo sus manos por
mi pecho – es una verdadera lástima, aunque – se lamió los labios – eso no es
impedimento para que tú y yo algún día volvamos a divertirnos, como en los viejos
tiempos – añadió acercándose peligrosamente a mí y giré la cara para evitar que me
besara en los labios.
– corazón, al fin llegas – dije feliz y la tomé de la mano para luego besarla en los labios,
quería que quedara muy clara mi relación con ella – mira, te presento a Valery, una vieja
amiga, Valery, ella es Isabella Swan, mi novia.
– igualmente.
– Bella, hace mucho que dejé de estar con otras mujeres – mi cuerpo ni siquiera
respondía a otras – grábate esto muy bien aquí – señalé su sien con mi dedo – y aquí –
señalé su corazón – la única que me importa eres tú, a la única que quiero es a ti, con la
única que me interesa compartir mi cama es contigo – musité en su oído y la abracé –
aunque para serte sincero, me da gusto que esto haya pasado, porque tus celos me
demuestran cuanto me quieres.
– por supuesto que no, te lo juro, Bella, entiendo tu desconfianza pero si de algo debes
estar segura es que jamás te engañaría, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, ya
vamos a comer, anda.
Nos sentamos y en tanto nos llevaban la comida, Bella me contó lo que le había dicho su
jefe sobre mí, indudablemente el mundo era un pañuelo, jamás me imaginé que él fuera
familiar de una de las chicas con las que salí. Entonces opté con aceptar mi realidad
frente a Bella, le expliqué que en efecto era así, pero que había cambiado por ella, que ya
ni siquiera tenía el celular al que me llamaba cuando éramos un par de desconocidos y le
di el número de mi blackberry.
Me hizo saber sus temores sobre lo que mi familia pensaría de ella por no ser de mi nivel
económico, esas eran patrañas, ella era mucho mejor en todos los aspectos que cualquier
niña mimada de sociedad caprichosa y berrinchuda. Bella era toda una mujer en el
sentido extenso de la palabra, trabajadora, entregada, comprometida, me había dado
cuenta de esas virtudes en el desfile de Alice, así que aunado a su belleza y a su
sensualidad la colocaban muy cerca de la perfección y era mía, por fin podía decir que era
sólo mía, y que al igual que yo, mi familia la adoraría, porque si algo nos habían inculcado
mis padres era a no tener prejuicios y tanto ellos como mis hermanos eran las personas
más cálidas, amables y amorosas que existían en el mundo y estaba seguro que no le
pondrían ningún pero a mi Bella, además, ya la conocían.
No la dejé lavar los platos, quería consentirla y mimarla un poco, al día siguiente
regresaría a Londres y pasaría un mes completo alejado de su lado, así que estas horas
las haría mágicas para ella. Había terminado de lavarlos cuando sonó mi blackberry y me
sorprendió sobremanera ver que era ella, "¿qué tenía en mente mi ángel seductor?",
pensé mientras sonreía y le contesté.
– ¿estás libre esta noche? – preguntó con ese tono sensual que tanto me gusta.
– la verdad no, estoy en casa de mi novia – respondí siguiéndole el juego.
– uf, no sigas que me harás hacer algo que no quiero – dije mientras sentía como mi
miembro empezaba a endurecerse sólo de escuchar sus insinuaciones.
– vamos, no tiene porque enterarse tu novia… además lo prohibido es más excitante, ¿no
crees?
– me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo, y por tu tono
creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más
mi deseo por ti.
Escuché que colgó y salí de la cocina, la miré parada bajo el umbral de la puerta del
dormitorio, mirándome sensualmente en tanto se lamía los labios, me encantaba que
fuera así, atrevida, sugerente, traviesa, entonces recordé las palabras que me había dicho
el tío Aro años atrás: "¿quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu
pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez, y para encontrarla tienes que conocer a
muchas mujeres hasta que encuentres a la que tenga esa dualidad". Sin duda alguna
Bella la tenía, se mostraba de una forma ante la gente y su lado pasional y sensual sólo
me lo mostraba a mí, y no es que fuera hipócrita, simplemente reservaba esa parte para
los momentos íntimos que compartíamos como el que a continuación seguiría.
– al demonio con las reglas, me fascinas Bella, me vuelves loco y cada vez tengo más
ansias de ti – musité en su oído abrazándola.
– tú también me enloqueces como nadie Edward, te quiero – sonreí al escuchar esas dos
palabras, mi corazón brincó de gusto y emoción.
A la mañana siguiente seguimos con el juego, sonriente aceptó que nos bañáramos juntos
y lo hicimos lentamente, entre besos y caricias furtivas, enjabonando mutuamente
nuestros cuerpos y después la vestí y ella a mí, como si fuéramos niños pequeños,
definitivamente ella podría ser mi esposa y mi amante, era la primera vez que pensaba en
el matrimonio y podía visualizarme llevándola al altar y compartiendo una vida juntos,
llena de amor y aventuras.
– tienes razón, así no será tan tortuoso estar alejados, cuídate mucho por favor.
– eso ni siquiera tienes que mencionarlo, la única con la que me puedo portar mal eres tú
– respondí frotando su nariz con la mía y le di un corto beso en los labios.
Subí de nuevo al taxi y me llevó al aeropuerto. Llegué a Londres y cumplí con mis
compromisos laborales y sociales. Alice estuvo 5 días conmigo y le conté que Bella y yo
ya éramos novios, me abrazó emocionada y me felicitó por haber decidido finalmente
rehacer mi vida amorosa, no era mi intención, francamente, el destino hizo de las suyas y
me colocó frente a la mujer que me transformaría en lo que ahora era.
Una noche tomé papel y pluma, la inspiración me había llegado y escribí la canción para
la boda de Alice, recordando la plática que habíamos tenido aquella vez que anunció su
compromiso, aunque debía reconocer que me había inspirado en Bella y nuestra historia,
junto a ella no había ningún camino que no pudiera recorrer, sentía que mi pecho podía
estallar de todo lo que sentía por ella y no buscaba ninguna explicación para eso, nuestro
amor era real y seguro.
Otra noche nos encontrábamos frente a la web cam y de inmediato noté su cara de
angustia, jugaba con sus manos y evitaba mirarme, me sonreía, pero sus ojos lucían
apagados.
– es que – guardó silencio y se mordió el labio – Edward… tengo un retraso, debí tener mi
período un día después que te fuiste, ya han pasado 10 y nada…
– tranquila corazón, no tienes nada de qué preocuparte, no estás sola, me tienes a mí, yo
no voy a dejarte sola, un hijo tuyo sería un regalo, un pedacito de ti y de mí.
– nadie nace sabiendo eso Bella, se aprende con el tiempo, ¿por qué no te haces la
prueba para salir de las dudas?
– me asusta.
Me respondió aliviada con una sonrisa. Esa noche casi no pude dormir pensando en esa
posibilidad, hasta pensé en Emmett, la cara que pondría al enterarse que yo sin estar
casado sería papá, en cambio él seguía sin heredero, una sonrisa traviesa se dibujó en mi
rostro imaginando en su reacción, mis padres seguro nos apoyarían y Alice sería la más
feliz, a cada rato le preguntaba a Emmett y Rosalie cuando la harían tía, así que su sueño
se vería cumplido por mí. Si a Bella le tranquilizaba, le propondría que nos casáramos,
aunque fuera algo sencillo e íntimo, moví la cabeza, ¿en qué momento mi vida y mis
pensamientos habían cambiado tanto?, hace no muchos meses yo era todo un Don Juan,
un Casanova, un Valentino y ahora estaba pensando en comprar pañales, en efecto, Bella
había llegado a voltear mi vida de cabeza, y había sido lo mejor que me había pasado,
ella había descongelado mi corazón y logrado que volviera a latir por amor.
Ese día anduve ansioso en todo momento, así que cuando vi que era una hora prudente
en Nueva Jersey le marqué a Bella, me contestó y me dijo que la prueba había salido
negativa, que sólo había sido una falsa alarma, mis planes se desvanecieron, pero, ya
habría tiempo para eso, las cosas llevaban un orden, aunque no era reglamentario, nos
casaríamos en un futuro y cuando ella se sintiera lista vendrían los hijos.
Al fin había llegado el ansiado día en que volvería a estar con mi Bella, me encontraba en
el taxi camino a su departamento, para luego irnos al aeropuerto y volar a Miami. En
cuanto me abrió la puerta se arrojó a mis brazos y nos fundimos en un beso frenético,
cargado de emociones, como añoraba sus besos, sus caricias, había sido muy divertido el
jueguito de la web cam, pero nada comparado con tenerla en la realidad, embriagándome
con su sabor y disfrutando de su olor, la pañoleta lo había ido perdiendo paulatinamente,
estar entre sus brazos era mi paraíso personal y que ganas de hacerla mía, de hacerle el
amor, sin embargo, teníamos un vuelo que tomar.
Al llegar al aeropuerto registramos las maletas y caminamos hacia la sala de espera, Bella
se sentó y yo fui a comprar unos dulces. Debí tardarme menos de 5 minutos y al girarme
para regresar a su lado la vi muy sonriente abrazando a un tipo que después la sostuvo
de las manos, la sangre comenzó a hervirme y la ira me inundó por completo, ¿quién
demonios era ese idiota que se atrevía a tocar a mi mujer?
– perdóname Bella, por favor, perdóname no quise decir eso – dije corriendo y
abrazándola.
Había sido un completo idiota, pero no tenía idea de cómo manejar los celos, me cegaban
completamente y perdía totalmente el raciocinio, no sabía cómo canalizarlos y la herí sin
proponérmelo, me odié en ese momento por ser tan estúpido, mi única justificación era el
inmenso amor que sentía por ella y haría lo imposible por lograr su perdón, no me
importaba arrodillarme y recorrer todo el aeropuerto de esa manera con tal de que me
perdonara, la amaba con todo mi ser y me aterraba la idea de perderla, mucho más si yo
era el causante por mis estupideces.
Capítulo 16:
Miami
Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no
podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran idiotez que le había dicho,
me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y
supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se
había hecho presente en mi mente, y más que nada, estaba buscando reconciliarme con
ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y
seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le
respondí que sí, por ella, no había otra verdad.
Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me
indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus
muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la
bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada
conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron
a sus senos, entonces Bella se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron
presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese
estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.
Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de ella, le di mi razón, aunque quizá no
era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi
comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.
Regresamos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y
le comenté mis planes de cantársela a Alice, pero se negaba a aceptar porque le daba
vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo
pensaría. Después le conté la historia de amor de Alice y ella me platicó sobre sus
padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y
distante que mantenía con ellos.
Llegamos a la casa y tomé su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a
toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la
recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionado viendo las muestras
de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Emmett, pero, ni siquiera me
incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de
los Cullen. Después Rosalie nos dio la noticia de que estaba embarazada y mi hermano
orgulloso y feliz la abrazó, así que ahí me desquite un poco de sus comentarios, me daba
tanto gusto que al fin fuera a ser padre, estaba seguro que sería el mejor.
– que gusto me da verte enamorado, hijo, siempre había respetado tu forma de ser,
aunque no estuviera de acuerdo con ella así que no tienes idea de la satisfacción que
siento en este momento por ti.
– gracias mamá, francamente soy muy feliz, y te voy a confesar algo, Bella es la mujer
con la que quiero estar por siempre, así que pronto habrá otra boda en la familia.
– me da mucha ilusión, este ha sido uno de los días más felices de mi vida, mi pequeña
hija se casa, voy a ser abuela y tú estás planeando tu futuro.
– a mí también me da mucho gusto ver a mis hermanos realizados y en cuanto a mí, sólo
te puedo decir que la amo demasiado.
– y se ve que ella también a ti, además se nota que es una buena chica.
Después del ensayo, pasamos al salón para comer, al terminar, Bella y yo cantamos la
canción, aunque era para Alice, la interpretamos para nosotros, en cada estrofa nos
acercábamos más y cuando terminamos estábamos a milímetros de distancia.
– junto a ti quiero estar el resto de mi vida, soy capaz de cruzar el Atlántico nadando sólo
para llegar a ti, estoy profunda y totalmente enamorado de ti, Bella Swan – susurré en su
oído, ella no respondió nada, pero no era necesario, su mirada de asombro me lo decía
todo.
Cuando nos quedamos solos le toqué el piano, una melodía que había compuesto para
ella, después la besé y acaricié ahí mismo, me detuvo diciéndome que alguien podría
vernos, así que cerré todas las puertas y regresé a su lado, ella se rehusaba a que lo
hiciéramos ahí, sin embargo, terminó cediendo y nos entregamos de una manera
increíble, muy al estilo de una escena de la película Mujer bonita, sobre el piano.
– la noche apenas empieza corazón y juro que no te daré tregua – dije al terminar.
Luego de vestirnos, me pidió que le mostrara la casa, así que hicimos un pequeño
recorrido por la planta baja y la llevé a la piscina, le sugerí que nadáramos y de nuevo
puso de pretexto a mi familia y a la gente que andaba ahí trabajando, pero, otra vez la
convencí. No sólo nadamos un poco, sino que hicimos el amor ahí mismo, entre el agua y
la compañía de la luz de la luna que hicieron más memorable el momento.
– yo también te amo Edward, con todo mi corazón – respondió y la emoción fue tal que
podría jurar que mi corazón se detuvo por un segundo.
Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Emmett, que salió con uno de
sus típicos comentarios, logrando incomodar a Bella, pero le dije que no le prestara
atención, que él y Rosalie también tenían sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos
dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.
– juro que no, sólo tomo vitaminas, además la comida fue de mariscos, se sabe muy bien
cuáles son sus propiedades – aclaré y le quité la toalla mirándola sensualmente – y lo
principal, te amo y eso es el mejor afrodisiaco – añadí lamiendo su cuello.
– yo también te amo y me encanta que seas así – aceptó con una risita.
– yo te amo a ti.
Aceleré aún más las embestidas, entrando y saliendo de ella de tal manera que se
escuchaba el chocar de nuestros cuerpos que ya estaban cubiertos de sudor. Hice unos
cuantos movimientos más y descargué en su interior, inundándola por completo mientras
ella gemía delicioso, indicándome que también había llegado al mismo tiempo que yo.
Después de unos segundos, bajé de ella y me acosté a su lado, pegándome a su cuerpo,
con nuestras piernas entrelazadas hasta que nos quedamos dormidos.
Sí, me encantaba que me dijera así, saber que yo era su amor, ella era mi corazón, el
motor de mi vida. Me fascinó que sugiriera que nos bañáramos juntos y lo hicimos de una
manera sublime, con cada gesto, mi amor por ella se intensificaba. Después de vestirnos
y peinarnos bajamos al comedor, donde ya se encontraba toda la familia. No podían faltar
los clásicos comentarios de Emmett y hasta le dio lata a Alice, que me encantó su
amenaza de subir un video de él a la red para que vieran como consentía a su esposa, ni
quien se lo imaginara con lo rudo que es en el campo de futbol. Al terminar, le mostré a
Bella el resto de la casa, le indiqué de quien era cada recámara y luego entramos la
biblioteca, la cual tenía varios cuadros pintados por mi madre.
– eres muy mala mintiendo, ¿lo sabías? – dije abrazándola por detrás.
– cuando supe tu nombre y quedaron rotas las reglas, necesitaba saber más de ti.
Así que ella estaba igual que yo, también quería saber todo sobre mí, claro que había
usado métodos más tradicionales, la verdad a mí no se me había ocurrido que podría
conseguir información de ella en esa página. Ambos estábamos locos el uno por el otro y
lo ignorábamos, los dos teníamos nuestros propios miedos y demonios, quizá nos
pudimos ahorrar tantas cosas de haber sido sinceros desde un principio, pero, ¿cómo
podíamos serlo con las reglas de por medio? Me agradó tanto saber eso, me sentí menos
psicópata, tal vez algún día le contaría que la había mandado investigar, sólo esperaba
que me comprendiera.
Cuando salimos de ahí nos topamos con Maggie, que se hizo la disimulada y no nos
saludó, Bella fue a la habitación de Alice para que la arreglaran y yo me dirigí a la terraza,
ahí estaba mi padre, Emmett y mis tíos, así que me puse a platicar con ellos, les conté
que ya tenía novia y me felicitaron. Después entramos a la sala y donde se encontraba
Maggie que no tardó en acercárseme.
– vaya, veo que hoy sí viniste acompañado, pensé que esta vez sí se me haría.
– pues no, ya es mi novia y por supuesto que tenía que acompañarme – dije serio.
– ¿así que por esa me rechazaste?, pensé que tenías mejores gustos, es tan
insignificante.
– retira lo que dijiste, no me hagas olvidar que eres mujer y que eres amiga de Alice, no te
voy a permitir que la insultes, ella vale mucho más que tú, no es una… buscona.
– porque la amo, pero, no espero que tú entiendas eso, no sabes lo que significa.
Me miró con rabia y en eso vi entrar a Jennifer con su hermano así que fui a su encuentro
a saludarlos, le dije a ella que subiera a la habitación de Alice y de inmediato lo hizo.
Entonces me puse a platicar con el tío Aro y le comenté que al fin había encontrado a la
mujer que él alguna vez me había descrito y me dijo que le daba mucho gusto y que ya
quería conocerla.
Luego de un largo rato de platicar con él subí a mi habitación para cambiarme y ahí
estaba Bella ya lista. Le hice saber lo preciosa que se veía y me lo agradeció al igual que
el dejarla entrar a mi vida, no entendí porque me decía eso ni la manera en la que me
abrazó, así que le respondí que el agradecido era yo y me cuestionó desde cuando había
roto las reglas y le dije la verdad, incluso le confesé que le había mentido el día que había
llovido y le di mis razones para hacerlo. Me dijo que me amaba, quizá desde el primer
instante en el que me vio y le contesté que al parecer yo también.
– y sé muy bien quien fue tu musa, me alegra muchísimo que al fin hayas abierto tu
corazón, sobre todo a alguien como Bella que se ve que te ama.
Abracé a Bella mientras Alice y Jasper partían rumbo a su luna de miel. La fiesta continuó
otro rato y después tomé una botella, un par de copas y la mano de Bella, caminamos a la
playa, al pequeño recinto que teníamos para descansar y tomar un poco de sol.
Brindamos y luego nos amamos de manera celestial, experimentando una nueva forma,
recorriendo nuestros cuerpos con múltiples besos y caricias, repitiendo nuestros nombres,
gimiendo, disfrutando no sólo del momento, sino del ambiente, de la luz de la luna, del
sonido del mar, del aroma de la playa que se mezclaba con el del sexo y después
colapsamos juntos una vez más.
Le comenté que faltaba poco para que amaneciera, así que después de vestirnos nos
sentamos a la orilla del mar para presenciar ese magnífico hecho que jamás había
apreciado como esta vez, con la dueña de mi corazón entre mis brazos luego de haberla
amado de forma tan gloriosa. Me percaté que se quedo dormida, me levanté con sumo
cuidado y la cargué hasta la habitación, la dejé cuidadosamente en la cama y me acosté a
su lado, durmiéndome casi de inmediato.
Otra vez desperté antes que ella, bajé a la cocina y le preparé el desayuno, aunque por la
hora que era, más bien debía llamarlo almuerzo. Tomé una rosa del arreglo que había en
la mesa del comedor y en las escaleras me topé con mis papás que ya regresaban a
Seattle, vi como mi madre se conmovía ante mi gesto para con Bella, mi padre me palmeó
y me dijo que la invitara a pasar las fiestas decembrinas con nosotros, les di un beso a
ambos y terminé de subir.
Bella aún dormía, miré el reloj y teníamos que estar en dos horas en el aeropuerto, así
que la desperté, acariciándole el rostro con la rosa, me sonrió sin abrir los ojos, entonces
la besé en los labios y le dije que ya era hora de levantarse, que el desayuno ya estaba
listo, se enderezó y miró sorprendida la charola, que coloqué sobre sus piernas.
Desayunamos mientras comentábamos sobre la boda y después nos alistamos para
regresar a Nueva Jersey. En la sala nos encontramos a Emmett y Rosalie que miraban
televisión y nos comentaron que se quedarían ahí el resto de la semana, así que nos
llevaron al aeropuerto, nos despedimos dándoles un abrazo y Bella le recomendó a
Rosalie que se cuidara mucho.
En el avión le comuniqué a Bella sobre la invitación de mi padre, pero le dije que no había
problema si ella iba a pasar esas fechas con sus padres y me dijo que no lo tenía
planeado, que lo más probable es que sí fuera conmigo y eso me hizo muy feliz, me
apenaba que no tuviera una buena relación con sus padres, sin embargo, mi lado egoísta
era más fuerte y prefería mil veces que estuviera conmigo que con ellos, este fin de
semana había terminado de comprobar lo importante que era ella para mí y que la amaba
con locura y desenfreno, pasar la Navidad y el Año Nuevo con ella sería mi mejor regalo y
ya estaba ansioso porque llegaran esas fechas.
Capítulo 17:
Nuevas reglas
Estuvimos en abstención unos días debido a su periodo menstrual, así que sólo nos
besábamos y acariciamos, aunque no era lo mismo, a mí me bastaba con eso, me
conformaba con el hecho de tenerla en mi cama, de dormir abrazado a su cintura, con su
exquisita fragancia saturando mis sentidos, sabiendo que era mía y lo más importante que
me amaba con la misma intensidad que yo a ella.
Cuando regresé de viaje, fui a mi departamento a dejar la maleta y ducharme, al bajar por
mi auto al estacionamiento, vi que una pareja estaba dentro de otro besándose y
acariciándose acaloradamente, solté una risita porque saltaron cuando escucharon que
quite la alarma de mi Volvo, así que subí y me dirigí al departamento de Bella. Me recibió
con un gran abrazo y su aroma inundo de golpe mis fosas nasales que aunado a la
escena que acababa de presenciar provocaron que las ganas de hacerla mía se
incrementaran considerablemente, así que no puede aguantar más y terminé
haciéndoselo de forma presurosa en el sillón.
No di crédito cuando me preguntó sobre Tanya y no es que quisiera ocultárselo, algún día
se lo contaría, cuando me sintiera listo para hacerlo, no es algo que lo platique con
frecuencia, a decir verdad, sólo lo he contado una vez, pero Alice tenía que
adelantárseme y encima contarle lo mal que me había puesto, al menos había servido
para que terminara de corroborar que entre Jennifer y yo sólo hay una gran amistad. Y
casi me caigo de la silla cuando me preguntó que si lo que nos unía era amor o sólo sexo,
no me imaginé que se cuestionara algo así, ahora entendía el porqué de su tono de voz
cuando hablamos mientras yo estaba en Chicago.
– porque lo primero que hicimos ahora que regresaste fue tener relaciones, ¿eso es lo
que extrañabas de mí?, la mayor parte de tu lista son cosas físicas.
– por supuesto que no, Bella, en verdad no entiendo a que viene todo esto.
– a que debemos descubrir si este amor es auténtico o sólo es algo físico.
– ok, entiendo tus dudas por la forma en que nos conocimos, pero hasta ahora sólo me
has cuestionado a mí, ahora yo te volteó la pregunta, ¿qué fue lo que tu extrañaste de mí
durante mi ausencia?
– muchas cosas, tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tus besos, tus caricias, tus palabras.
– ¿tienes dudas de amarme? – pregunté con miedo, tal vez esa era la razón de sus
argumentos.
No estaba preparado para escuchar su respuesta, me dijo que así como una vez yo le
impuse unas reglas, ahora era su turno de hacerlo y empezó a dictármelas.
– regla número 1 no mentiras ni engaños – sonaba lógico, había algunas cosas difíciles
de confesar, pero se las diría – regla número 2 no arranques de celos – sonaba más
lógico aún y con toda la razón – regla número 3, la más importante… no sexo durante un
tiempo, quizá un par de meses.
– ¿qué?, ¿no sexo? – exclamé sin comprender que pretendía con eso.
– es un poco extremo Bella, pero para que veas cuanto me importas y no sólo por el sexo,
acepto, es más te propongo algo que realizaremos en lugar de hacer el amor, porque
hace muchísimo tiempo que eso es lo que hago contigo, no es simple sexo – le aclaré.
– te voy a contar mi historia, un poco cada noche, para disipar tus dudas, para que me
conozcas y seguiré las reglas, tal cual, no quieres mentiras, perfecto, de hoy en adelante
sólo la verdad, pero de tu parte también, porque no me dijiste que Alice te había platicado
sobre Tanya, no quieres arranques de celos, los controlare, no quieres sexo y en su lugar
prefieres que salgamos como dos adolescentes, lo haremos, porque entiendo tus
argumentos y comprendo que estés asustada por la forma en que terminó tu relación con
Jacob y por lo que le paso a tu amiga, pero ni tú eres ella ni yo soy él.
– lo sé, no me estoy comparando con ellos, pero vi tan devastada a Kate que no quiero
pasar por lo mismo y sí, también tiene que ver con la manera en que terminaron las cosas
con Jacob, no quiero que se repita la historia y la verdad sí me asusta que lo nuestro no
tenga un final feliz, por eso las nuevas reglas, es mejor saber ahora lo que realmente nos
une que después cuando haya pasado más tiempo y nos arrepintamos.
– yo jamás me arrepentiré de haberte conocido, sin importar las circunstancias, quizá esa
era la única forma en que hubiéramos coincidido en la vida, entonces, ¿estás dispuesta a
escuchar todo lo que tenga que contarte?
– ok, te escucho.
Y así empecé a contarle mi historia, sus reacciones fueron diversas; de tristeza y pena
cuando le conté lo de Tanya, incluso se le llenaron sus ojos de lágrimas, ahí fue cuando
comprendí la forma en que me había abrazado en Miami, seguro Alice acababa de
platicarle ese episodio. Pasó a la sorpresa y molestia cuando le aclaré la forma en que
había entrado a esa sociedad. Se quedo boquiabierta cuando le fui explicando lo que me
hacía sentir, no daba crédito a lo rápido que yo había roto las reglas, incluso mucho antes
que ella. Se quedo impactada al enterarse que la había mandado investigar y su rostro
expresó miedo y confusión.
– sí, sé que fue algo indebido, pero no encontré otra forma de averiguar sobre ti.
– si ya habías roto las reglas, ¿no era más fácil hablarlo conmigo?, decirme lo que pasaba
por tu mente y preguntarme lo que quisieras saber de mí.
– sí lo era, sé que fue incorrecto recurrir a eso, pero, fue lo único que se me ocurrió y
cuando decidí romper las reglas y buscarte, te vi con Jacob.
– no estoy diciendo eso Bella, debes creerme cuando te digo que no sabía que me estaba
enamorando, sólo tenía claro que quería conocer todo sobre ti y no tenía idea como
manejarlo, Bella, la primera vez que me enamore tenía 14 años, fue un romance juvenil
que terminó en tragedia y no se compara con lo que ahora siento por ti, ni siquiera estaba
consciente que lo que sentí fueron celos cuando te vi con Jacob la primera vez, no he
tenido citas convencionales con nadie y quizá no sea suficiente para que me entiendas,
pero mi único argumento es que te amo, aunque lo dudes.
– tal vez es un amor enfermizo Edward, perdóname por no entenderte, pero si tus
arranques de celos ya me habían dado miedo, ahora que sé que me investigaste, ese
miedo aumentó y… no sé si pueda estar contigo.
– ¿qué?, ni siquiera he terminado de contarte toda mis historia.
– por el momento no necesito saber más, Edward permitiste que un extraño me siguiera,
que me tomaran fotos, que averiguaran hasta que flores me gustan, ¿cómo pretendes que
siga a tu lado después de saber eso?
– por nuestro amor Bella, sé muy bien que actué como un psicópata y créeme que haría
las cosas diferentes si el tiempo regresara, pero, no sabía si yo significaba algo para ti.
– ¿no me amas Bella? – la tomé de las manos – mírame a los ojos y dime que no me
amas y entonces me alejaré para siempre.
– ese no es el punto Edward, sí te amo pero estoy asustada, necesito unos días para
procesar esta información, ¿ok?
– aún no, tienes razón en decirme que te faltan cosas por contarme, pero, por ahora no
quiero escucharlas, necesito estar sola.
– está bien, si así lo deseas, lo comprendo, sólo ten presente que aunque nuestros
primeros encuentros hayan sido sexuales, eso no es lo que me une a ti, sí me encanta la
forma en la que hacemos el amor, porque grábatelo bien, hacemos el amor, no es sexo lo
que tenemos y te pido perdón por mis conductas irracionales, de verdad lamento mucho
haberte mandado investigar, haberte espiado… sólo recuerda muy bien que te amo,
tómalo en cuenta para cualquier decisión.
– no lo sé, cuando me sienta lista para volver a escucharte, tal vez en una semana.
Sabía que eso era lo más difícil que me perdonara, casi todo lo demás ya lo sabía,
excepto algunas mentiras derivadas para ocultar la investigación. No podía culparla por
sentir miedo, francamente yo lo había sentido por mí mismo y por todo lo que estaba
haciendo por ella, su reacción era lógica, sólo esperaba que su amor fuera más grande y
pudiera perdonarme, no podía imaginar mi vida sin ella, ¿qué haría?, ¿adónde iría?, ya ni
siquiera me llamaba la atención ser un mujeriego, ya estaba harto de eso. Frustrado
llegué a mi departamento y Jennifer estaba ahí.
– tal vez, creo que aún no le cuento lo suficiente para que sé de cuenta que es amor.
– sí, pero jamás me imaginé que tú lo hicieras, a mí también me has ocultado muchas
cosas de esa relación, ¿eh?
– pues ya estamos iguales, tú también me has estado ocultando con quien sales
últimamente.
– ya suficiente tienes con lo que estás pasando con Bella para que yo te dé otra
preocupación.
– te lo contaré en su debido momento, por ahora tienes cosas más importantes que
resolver, yo sé cuidarme sola, así que tranquilo.
– claro, si has convivido con este psicópata por tantos años y sigues a salvo, no tengo de
que preocuparme, no creo que te encuentres a alguien más loco que yo.
– en efecto no – se rió moviendo la cabeza – además no has sido psicópata toda la vida,
fue a partir de que te enamoraste de Bella.
– espero que ella lo vea así, que todo ha sido locura de amor.
– verás que sí, Bella también te ama, en la boda de Alice no sé quiénes derramaban más
miel, si ella y Jasper o tú y Bella.
– el amor siempre es casual Edward, llega en el momento preciso y si no fuera con Bella,
en algún lado estará tu alma gemela, yo pensaba que Chace era la mía, y ya ves, me
equivoque y ahora… la vida me ha dado otra oportunidad.
– yo no quiero otra oportunidad si no es con Bella.
– por supuesto que no, te prometo que cuando las cosas se resuelvan entre Bella y tú,
organizo una salida para que… convivamos los 4.
– que misteriosa.
– bueno, ya me tengo que ir, sólo vine por unas cosas que se me habían olvidado, nos
vemos luego – me dio un beso en la mejilla y se fue.
– quizá no te dé el mismo gusto lo que tengo que decirte – dijo seria y mi corazón empezó
a latir descontrolado por la zozobra.
Capítulo 18:
Pruebas
No pude decir palabra alguna por la impresión que me causó lo que me dijo, en un
instante pasaron varias posibilidades por mi cabeza, sólo una lo suficientemente poderosa
que no me daría gusto escuchar, que terminaría conmigo definitivamente.
– Edward, ¿sigues ahí? – exclamó haciéndome reaccionar.
– sí… te escucho.
Otra vez me quedé en silencio tratando de procesar lo que acababa de decirme, nada que
ver con lo que yo había pensado, ni siquiera me acordaba de la existencia de ese tipo.
– sí… pensé que ibas a decirme algo grave – le aclaré y me volvió el alma al cuerpo.
– ¿cómo qué?
– Audrey le mandó la foto de un periódico donde salimos juntos en la boda de Alice, pero
no me reprochó nada, ya está saliendo con… otra chica, sólo me preguntó que desde
cuándo y cómo se había dado lo nuestro y luego me comentó que ya habías prescindido
de sus servicios, algo que no me habías dicho, por cierto.
– aún no llego a esa parte de la historia… ¿ya estás lista para seguirme escuchando?
– sí, pero tendrá que esperar unos días, va a ser el aniversario de la agencia y estoy en el
comité organizador de la fiesta, así que estoy hasta el tope de trabajo.
– yo también Edward – suspiró – debo estar loca, pero no me importa que seas un
psicópata, no tengo nada que perdonarte, te amo y te necesito.
– ¿podemos vernos más tarde? – pregunté con el corazón latiéndome
descontroladamente por sus palabras – paso por ti a la oficina y vamos a cenar.
– está bien, aunque no puedo desvelarme mucho, mañana tengo que estar a las 8 de la
mañana en Nueva York.
– apenas van 13 días, aguanté un mes en Londres, así que aún puedo soportar más.
– no puedo creer que los estés contando, corrijo, si puedo creerlo, me estoy dando cuenta
que eres capaz de muchas cosas.
– ok, lo esperaré.
– y yo 100.
Escuché que se rió y después colgó. Suspiré y luego me reí solo, no sé si lo había hecho
con alevosía y ventaja, pero definitivamente había logrado meterme un buen susto con
esa frase de que no me daría gusto lo que me diría, francamente me tenía sin cuidado
que lo supiera ese tipo, lo único que me importaba es que no quisiera hacerle daño a mi
Bella, pero si no le recriminó seguro es porque no le importó enterarse, además él
también ya estaba haciendo su vida con otra persona.
A las 8:30 me mandó mensaje Bella para que pasara por ella, así que salí de mi
departamento y me dirigí a su oficina, la esperé afuera del edificio y de inmediato salió
cuando le avisé que ya había llegado, me saludó con un rápido beso en los labios y
fuimos a un restaurante cercano. Ordenamos la cena y mientras estuvimos ahí le conté
otro episodio de mi historia, vi como paso de la rabia a la risa y de nuevo al enojo cuando
escuchó lo que le platiqué.
– yo pensé que habías conocido a Jacob por casualidad, jamás me imaginé que lo habías
contactado a propósito – exclamó cruzándose de brazos.
– jamás me imaginé que alguien hiciera ese tipo de cosas por mí.
– para que veas cuán grande es mi amor por ti – respondí y la besé en los labios.
Minutos más tarde nos dirigimos a su departamento, accedió a que me quedara a dormir
con ella, así que estacioné el auto y subimos. Ambos nos pusimos la pijama, tanto en su
departamento como en el mío había ropa de los dos, luego nos acostamos, era la primera
vez que dormiríamos juntos después de las nuevas reglas y sería un reto grande el no
tocarla, así que le di la espalda y abracé la almohada.
No sé cuánto tiempo pasó, no podía dormir teniéndola al lado y sabiendo que no podía
hacerla mía, claro que había sido mi idea quedarme a dormir con ella. De pronto sentí su
mano acariciar mi abdomen y apreté la almohada, comenzó a besarme el cuello, ¿estaba
dispuesta a romper su propia regla?, mi miembro empezó a reaccionar a sus caricias y
sus besos, ¿me estaba tentando a propósito? Me volteé y se me quedó viendo,
analizándome, acaricié su cabeza y se inclinó para besarme apasionadamente, le
correspondí unos instantes y luego subió en mí, definitivamente me estaba torturando,
pero no estaba dispuesto a caer en su juego, ella había sido la que había pedido que no
hiciéramos el amor y ahora se tenía que apegar a su dichosa regla. Tuve que recurrir a
recuerdos desagradables de mi vida con tal de reunir todo mi autocontrol y rechazarla.
– Bella, detente – dije con un hilo de voz tomándola de los hombros y separándola.
– ¿por qué?, no me digas que no fue esta la razón para quedarte hoy aquí.
– no, fue para llevarte temprano a Nueva York, Bella, tú fuiste la que implantó las nuevas
reglas, no puedo creer que tú misma quieras romperlas.
– pensé que sería más sencillo – aclaró acariciándome el pecho con sus dedos.
– ¿y por qué no?, si tu perdonaste mis actitudes psicópatas, somos tal para cual –
aseguré acariciándole la nariz con un dedo.
– hasta mañana.
Pasó otra semana en la que no nos vimos por la intensa carga de trabajo que tenía Bella,
al menos hablábamos por teléfono y nos mandamos mails. El sábado la invité al cine para
que se olvidara de tantas obligaciones laborales. Estábamos formados para comprar los
boletos cuando se me ocurrió voltear y vi casi al final de la fila a Jennifer platicando muy
animadamente con Jacob.
– no puede ser – exclamé muy sorprendido provocando que Bella también volteara.
– en el evento que te comenté iban juntos, no te dije nada porque Jennifer me lo pidió,
sabe bien que no lo soportas y quería prepararte antes de decírtelo.
– ¿así que te aliaste con ella para ocultarme información?, ¿eso no rompe la primera
regla?
– ya no vive aquí, se mudó de nuevo con sus papás, así que lo suyo terminó.
– por supuesto que lo es, ojala que en un futuro cambié tu opinión sobre él.
– no lo hará, se nota gran empatía entre ambos, Jennifer ya me había comentado algo en
la boda de Alice.
Después de salir del cine fuimos a cenar y me comentó que el viernes siguiente era la
fiesta de la agencia, así que quedé de pasar por ella a las 8 a su departamento. Me quedé
impresionado cuando la vi salir del edificio, llevaba un vestido morado, largo y recto, de
tirantes y con escote en la espalda, el cabello recogido y el collar y los aretes que le había
regalado. Me sonrió y nos dimos un ligero beso en los labios, le hice saber lo hermosa
que se veía y me respondió que yo también me veía muy guapo. Le abrí la puerta del auto
y subió.
Llegamos al lugar del evento, había una gran concurrencia y Bella me estuvo presentando
a ciertos invitados, me daba cuenta como se le quedaban viendo algunos tipos y la ira me
inundaba, pero sabía que tenía que aguantarme, tenía que recordar la regla número 2, así
que respiraba hondo para evitar cometer o decir una tontería que arruinara la noche. Más
tarde un tipo la sacó a bailar, ella titubeó pero finalmente aceptó, ya que era uno de los
dueños de la agencia. Yo me bebí de un trago la bebida que traía en la mano, la otra
mano la tenía cerrada en un puño mientras los veía danzar en la pista, el sujeto la miraba
de manera lujuriosa, pero, ¿es que ella podría ser tan ingenua de no darse cuenta o
simplemente lo estaba pasando por alto?
– que mal, uno debe hacer lo que le gusta en la vida, no lo que otros te impongan, aunque
sean tus padres, por cierto, soy Edward Cullen, y tú eres… – dije y le tendí mi mano.
– Nicole Gallegos, mucho gusto – respondió estrechándola – ojala mi padre pensara igual
que tú.
– aquel señor que anda bailando con la chica de morado – señaló y me di cuenta que era
el que bailaba con Bella.
– así es, vengo con ella – nos quedamos en silencio unos segundos – ¿quieres bailar? –
le propuse finalmente.
– no tiene porque, no tiene nada de malo, además ella también está bailando.
Después que la melodía terminó le di las gracias a Nicole y me acerqué a uno de los
meseros para tomar una copa de champagne. Bella se paró frente a mí y me recorrió la
mirada con rabia cruzándose de brazos.
– no te estoy volteando nada, ¿qué te sucede Bella? – exclamé serio por su actitud.
– pues yo tampoco, eres muy injusta Bella, me pides que no tenga arranques de celos,
pero tú sí puedes tenerlos.
– ya te pedí perdón por eso, estuve a punto de arrodillarme con tal de conseguirlo, ¿ya se
te olvidó?
– ya te he dicho mil veces que estoy arrepentido, acepté tus reglas para demostrarte lo
que siento por ti, yo no soy el que tiene dudas en esta relación, porque desde que te
conozco no he hecho otra cosa que locuras con tal de estar a tu lado y sé que cometí un
grandísimo error al decirte eso en el aeropuerto, pero creo que he hecho cosas mucho
más valiosas que al parecer no tomas en cuenta, te he llevado con mi familia en fechas
muy especiales, volé desde Europa sólo para arreglar las cosas contigo.
– claro, yo soy el malo de esta historia y tú una pobre ingenua que se ha dejado
embaucar por mí, ¿sabes algo?, ya me cansé de discutir sin sentido contigo.
– pues no, no lo tiene, desde que te conozco sólo he estado con otra mujer porque me di
cuenta de que sentía algo más por ti, como para que tú dudes de mí a estas alturas de la
relación, encima me exiges cosas que tú no estás dispuesta a dar, aceptaste que las
reglas fueran parejas – de pronto caí en la cuenta de algo al recordar la noche que
dormimos juntos – no me vayas a salir ahora con que esto es otra prueba, porque no sé
como reaccione esta vez – se quedó callada y miró al suelo – si esto no funciona será por
ti Bella, no por mí… no tengo la paciencia de un santo.
Capítulo 19:
– Tienes razón Edward, perdóname, no era una prueba, en verdad perdí los estribos, no
me gusta verte con otras.
– tú misma estás rompiendo tus reglas y dijiste que…
– ssshhh – puso sus dedos sobre mi boca – no lo digas, sé lo que dije y sé que soy una
tonta y una insegura, te prometo que no volverá a pasar.
– ¿en qué minuto te volviste así Bella?, de las cosas que me gustan de ti es tu seguridad
y tu firmeza, ¿qué te está pasando?
– sí, no es necesario que estemos más tiempo, y lo que ahora me importa más es estar a
solas contigo.
– de acuerdo, vámonos.
No hablamos mucho en el camino, creo que cada uno iba analizando lo que había
sucedido, me dolía que Bella se pusiera en ese plan, pero también debía entenderla,
supongo que no es fácil estar tanto tiempo con la misma persona y un día darte cuenta
que ambos tenían a alguien más, algo que quizá jamás habían contemplado y si a eso le
aunamos que yo no había sido un santo antes de conocerla, hasta cierto punto era normal
su actitud, aunque eso de ponerme pruebas si era una exageración, claro que aún no
terminaba de contarle mi versión de los hechos, tal vez cuando lo hiciera se le quitaran los
temores y las inseguridades.
Llegamos a su departamento y nos sentamos en el sillón, Bella fue por unas sodas a la
cocina y después regresó a mi lado y le conté otro poco de mi historia.
– en ese aspecto jamás te he mentido, desde un principio te dije que sólo era mi amiga.
– lo sé, pero, ¿cómo no querías que pensara mal si como se llevaban?, sobre todo el día
que llegamos a Las Vegas.
– eso te lo contaré mañana, ahora debo irme porque ya tengo sueño, el champagne ya
me está haciendo efecto.
– claro que sí, tú ya has hecho mucho por mí, es justo que yo te lo retribuya.
– no digas eso, sólo tienes que controlar tus hormonas, no quiero ni imaginar cómo te
pondrás cuando estés embarazada.
Nos besamos por unos minutos y después nos sentamos en la cama a desayunar
mientras veíamos la televisión. Después ella se bañó y en tanto se vestía yo me bañé
también. Cuando estuve listo la abracé por la cintura.
– ¿qué te parecería ir a andar en bicicleta?
– me encanta la idea, hace mucho que no lo hago, creo que ya hasta se me olvido.
Después compré un par de helados y nos sentamos en una banca a comerlos mientras
veíamos a la gente que pasaba. Empezamos a contarnos anécdotas de nuestra infancia y
nos reíamos como un par de niños, de repente se puso seria y triste, puse mi mano sobre
su rostro y le acaricié su mejilla con mi dedo pulgar.
– ¿quieres contarme?
– sí, tenía 5 años y apenas había aprendido a sostenerme sin las ruedas de soporte,
Charlie fue a comprar unas paletas y Renée se distrajo porque un hombre le preguntó la
hora, yo tomé demasiada velocidad y no pude frenar así que me estampé contra un árbol,
me abrí la ceja y me fracturé la muñeca, me puse a llorar y a pesar de eso y del dolor me
di cuenta como ellos discutieron y se reprocharon el uno al otro por no estar atentos de
mí, tres días después Renée me dijo que Charlie ya no viviría con nosotros, todavía lo
recuerdo bajando las escaleras cargando una maleta, me abrazó y me aseguró que me
quería y que eso no tenía nada que ver conmigo, aunque en ese momento yo pensaba
que sí, las cosas ya no volvieron a ser iguales, Renée se volvió amargada hasta que años
después conoció a Phil, su esposo actual, entonces empezó a comportarse como una
adolescente y por eso decidí irme a vivir con Charlie, a quien sólo había visto cada 15
días los años que viví con ella.
– también por eso tengo miedo, no quiero pasar por lo mismo Edward, no quiero tener
que explicarle el día de mañana a mis hijos porque su padre y yo no estamos juntos, no
quiero ser juzgada ni tener una familia rota.
– mi amor a nosotros no nos va a pasar lo mismo – le aseguré separándome para tomar
su rostro entre mis manos – nunca permitiré que nuestra relación se enfríe, te conquistaré
día a día durante toda la vida, aunque tenga 80 años, siempre te voy a cuidar y a amar.
– yo también a ti – puso su mano sobre mi mejilla – ayer tuviste tanta razón al decirme
egoísta, una relación es de dos y ambos tienen que poner de su parte para que funcione,
he sido una tonta todos estos días, exigiéndote cosas que no debía, imponiéndote reglas
absurdas sólo por justificar mis temores y tú sí has sido un santo, aceptando sin chistar
mis idioteces, hasta que ayer logré sacarte de tus casillas y con toda la razón del mundo.
– no son tan absurdas tus reglas, sólo la tercera, esa sí lo es y mucho – ella se rió y me
sentí feliz de haber logrado ese objetivo – tú tuviste mucha razón al pedir sinceridad, te
había ocultado muchas cosas, también por miedo, sé muy bien que invadí tu privacidad,
que hice cosas nada honorables como hurgar en un celular que no era mío, propiciar
"encuentros casuales", como si fuera un mafioso y en cuanto a los celos, era más que
justo que me pidieras que no tuviera esos arranques.
– yo tampoco debí haber tenido el de ayer, las reglas eran para ambos y yo la rompí.
Le besé la frente, la nariz, la comisura de sus labios y luego nos unimos en un beso
apasionado, el estruendoso ruido de un trueno hizo que rompiéramos el beso y Bella se
aferró a mí como si de un salvavidas se tratara.
– después de que Charlie se mudó, una noche empezó a llover muy fuerte, me asustó el
ruido que hacía el agua al golpear la ventana, así que me levanté a la recámara de Renée
pero no estaba, la busqué por toda la casa y no la encontré, no había luz y al subir las
escaleras corriendo se me dobló el pie y me caí, no supe cuanto tiempo me quede tirada
en el suelo ni cuando me encontró Renée, sólo recuerdo haber despertado en el hospital
y cada que llueve me acuerdo de esa noche, jamás me he sentido tan sola como aquella
vez.
– yo nunca te voy a dejar sola y ahora te voy a demostrar lo divertida que puede ser la
lluvia – dije levantándome de la banca y tendiéndole la mano.
Me sonrió nerviosa y tomó mi mano, la ayude a levantarse y tomamos las bicicletas para
entregarlas, toda la gente empezó a correr para cubrirse, apenas caían unas ligeras gotas
y poco a poco se fueron intensificando hasta convertirse en un gran aguacero, Bella se
aferraba a mi mano que la tenía entrelazada a la suya, le pedí que cerrara los ojos y
respirara profundamente, temerosa lo hizo, pero fui notando como se relajaba hasta que
conseguí soltarme, entonces me eché a correr y le grité que me alcanzará, se quedo
parada unos minutos observándome, así que me detuve, extendí los brazos y levanté mi
cara al cielo, sentí como la ropa se me pegaba al cuerpo por lo mojada que ya estaba y
de pronto los brazos de Bella me rodearon por la cintura, entonces la miré, tenía su
cabello completamente empapado y una parte caía sobre su rostro, se lo retiré y luego la
besé intensamente.
Después de unos minutos nos separamos y nos echamos a correr tomados de la mano,
Bella sonreía y yo junto con ella, caminamos rumbo a su departamento, en una esquina
se había formado un charco y brincamos en él, como si fuéramos dos niños pequeños,
realmente nos estábamos divirtiendo, esa era la mujer de la que me había enamorado,
atrevida, decidida a seguir sus impulsos, al fin estaba superando sus miedos y era muy
gratificante poder contribuir con ello.
Llegamos a su departamento hechos una sopa, de inmediato nos quitamos la ropa y nos
metimos a bañar, le lavé todo su cuerpo y luego ella a mí, algo que se estaba convirtiendo
en un ritual entre ambos. Salimos y nos vestimos, después ordenamos una pizza, cuando
terminamos de comer vimos una película en la televisión y más tarde le conté otro
episodio de mi vida.
– en efecto, sin embargo, es lo mejor que me pudo pasar en la vida, porque me llevó a ti –
aseguré poniendo mi frente pegada a la suya.
Su respuesta fue besarme con pasión y dulzura, se sentó sobre mi regazo y empezó a
besar mi cuello, logrando encender mi cuerpo.
– claro que sí, has sido demasiado bueno conmigo y yo demasiado egoísta contigo, yo
también debo poner de mi parte para que esto funcione, no tiene porqué haber más reglas
entre nosotros.
– estoy segura, lo que sigue ya lo conozco, casi en su totalidad, ahora déjame hacerte
feliz – dijo acariciando mi mejilla.
– no lo haré, olvida las reglas, ya me has demostrado suficiente, es hora que yo lo haga
también, te amo Edward y quiero comprobártelo.
– no, esto es sólo para ti – reiteró mientras enlazaba sus manos con las mías.
Con sus labios y su lengua fue recorriendo cada centímetro de mi abdomen en tanto mi
respiración se elevaba hasta el cielo y el pantalón se había convertido en un verdadero
estorbo.
Sonrió de forma traviesa y soltó mis manos para desabrochar finalmente el pantalón y
liberar mi miembro que sentía punzar. Se lamió los labios al verlo y lo tomó con una
mano, comenzó a deslizarla hacia arriba y hacia abajo, acariciando la punta con la yema
de sus dedos, lo que provocó que mis gemidos se intensificaran, sentí su cálida lengua
recorrerlo a todo lo largo sin dejar de acariciarlo con su mano, entonces no pude evitar
tomar su cabeza entre mis manos, Bella comprendió mi movimiento y lo próximo que sentí
fue su boca absorbiendo mi erección, el grito de placer no se hizo esperar y ella continuó
devorándome de una manera exquisita, acariciándome a la par, proporcionándome un
mayor placer, yo no podía parar de gemir ante lo que me estaba haciendo y llegó un
momento en el que ya no pude controlarme y comencé a mover mi pelvis para conseguir
aún más placer, de pronto sentí que estaba a punto de llegar y se lo hice saber a Bella
que retiró su cara y siguió acariciándome hasta que terminé.
– ya me tienes.
Esa noche me quede a dormir de nuevo con ella, el domingo no salimos, la ayudé a
recoger el departamento mientras ella lavaba la ropa, comimos sándwiches y por la tarde
le conté más de mi historia, se sorprendió de la solidaridad de Jennifer y se avergonzó por
pensar mal de ella, la emoción la embargó cuando me escuchó decir lo de la diferencia
entre el sexo y hacer el amor así que me besó apasionadamente.
Esa noche sí me fui a mi departamento porque al día siguiente tenía una junta muy
temprano, pero no pude dormir bien porque la garganta me empezó a arder, la lluvia hizo
estragos en mí y me dio una fuerte gripa, Bella me estuvo cuidando y también cayó
enferma, esos días terminé de contarle mi historia, al fin ya lo sabía todo, se habían
acabado las mentiras y lo único que restaba era seguir viviendo el día a día juntos.
Finalmente ambos estábamos sanos, así que prepararía algo muy especial para pasar la
noche después de tantos días de abstinencia, sólo esperaba que ella tuviera las
suficientes fuerzas para aguantarme el ritmo.
Capítulo 20:
Abrí la puerta del departamento y me topé con Jennifer, quien de inmediato se rió al
verme con el delantal puesto, yo la miré serio y cambió su expresión, me dio un beso en
la mejilla y entró.
– ¿para qué quieres tantas rosas? – cuestionó al mirar los 5 enormes ramos que estaban
sobre la mesa – ah ya sé, Bella, ¿aún no te perdona?
– uy, discúlpame por tener una vida, que humorcito, todavía te tiene a dieta, ¿verdad?
– ¿hasta cuándo pensabas decirme que con quien estás saliendo es Jacob Black? –
inquirí ignorando su comentario.
– ¿cómo sabes eso? – exclamó extrañada.
– porque hace varios días los vimos en el cine, pero estaban tan acaramelados que ni
cuenta se dieron que Bella y yo estábamos ahí.
– esto era lo que quería evitar, tus reclamos, quería que estuvieras listo para comprender
la situación.
– ¿comprender?, ¿de casualidad sabes que engañaba a Bella con una de sus supuestas
mejores amigas?
– sí lo sé, él mismo me lo contó, pero eso no tiene nada que ver conmigo, su relación con
Bella ya había caído en la monotonía, tan es así que ella también tenía otra persona, ¿no
es así?
– pero eras su cliente y te fingiste su amigo sólo para bajarle a la novia, ¿por qué tú a ella
sí la justificas?, ¿ella no lo descuido también?, sabes muy bien que una relación es de
dos, no toda la responsabilidad fue de Jacob.
– ¿y por qué tú sí puedes pasar por alto que Bella haya sido infiel y yo no puedo hacer lo
mismo con él?
– ¿cuáles otras Edward?, estaban dentro de la misma relación y tuvieron los mismos
motivos para hacerlo, la única diferencia fue la forma en que se dieron las infidelidades y
por favor, no me hagas decirte algo de lo que después me arrepienta.
– ¿y tú no estás loco por Bella?, no seas injusto Edward, yo tengo el mismo derecho que
tú de salir con quien me sienta a gusto y me haga reír y me complemente, no podemos
juzgar a las personas por su pasado, todos nos quedaríamos solos al final, como dicen,
quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
– sólo te voy a decir una cosa Edward, todos tenemos derecho a equivocarnos, de los
errores es de donde se aprende, así que todos merecemos una segunda oportunidad,
ojala lo entiendas, luego nos vemos.
Jennifer salió de la cocina y me quedé pensando en sus palabras, tenía razón pero me
preocupaba el hecho de que la hicieran sufrir una vez más, su vida amorosa no había sido
la más optima y deseaba que al fin encontrara a alguien que la valorara y la hiciera feliz,
como se lo merecía, sólo esperaba que otra vez no se equivocara.
Hice los últimos preparativos en el departamento y después salí para ir por Bella al suyo.
La vi salir de su edificio y sonreí, no hacía tanto frío para que se hubiera puesto un abrigo.
Subió al auto y me besó en los labios, me sonrió coqueta y se acomodó en su asiento,
arranqué y de pronto puso su mano sobre mi pierna y la fue subiendo lentamente hasta
posarla sobre mi miembro que empezó a frotar encima del pantalón.
– Edward hazme el amor ahora, no soporto más tiempo sin sentirte dentro – susurró en mi
oreja después de lamerla y me enloqueció por completo.
Di una vuelta vertiginosa que hizo rechinar las llantas y ella se rió, manejé unas cuadras
hasta que encontré mi objetivo, un callejón oscuro, de inmediato me estacioné ahí y
apagué el auto. Hice el asiento hasta atrás y Bella se sentó sobre mí con sus piernas a
mis costados, nos besamos con urgencia, nuestras lenguas parecían estar en una batalla
campal mientras Bella se desabrochaba el abrigo por completo, con la mirada comprobé
lo que mi mano había notado, únicamente traía un sensual conjunto de ropa interior, era
de encaje color negro que enmarcaba de forma magistral su figura. Me sonrió, llevó sus
manos a los lados de su tanga, hizo un movimiento y ésta se abrió dejándome ver la
entrada de su paraíso.
– tú lo provocas.
– yo también a ti, no tienes idea de cuánto deseaba este momento – aseguró lamiéndome
los labios.
Aceleró sus movimientos, apoyando sus manos en el respaldo, a los lados de mi cabeza,
los vidrios estaban completamente empañados y nuestros gemidos inundaban el
ambiente, nos besamos casi con furia mientras ella incrementaba más la velocidad hasta
que segundos después ambos llegamos al orgasmo. Se quedó quieta, con su frente
pegada a la mía, sus ojos brillaban llorosos por el placer y puso sus manos sobre mis
mejillas.
– yo también te amo y las gracias te las doy yo a ti por hacerme tan feliz.
– me vuelves loco.
– yo también te amo.
Nos besamos y después nos vestimos, terminamos de subir los pisos que nos faltaban y
finalmente llegamos a mi departamento, Bella se quedó boquiabierta al ver el camino de
pétalos de rosa, lo siguió y llegó hasta el jacuzzi de mi habitación, que estaba rodeado de
velas que fui encendiendo poco a poco, cuando terminé abrí la llave del agua para que se
llenara, me acerqué a ella y la abracé.
– Edward, todo esto es tan hermoso – exclamó emocionada rodeándome por el cuello con
sus manos.
Le di un corto beso en los labios y después tome el recipiente que tenía pétalos y los eché
sobre el jacuzzi, después vacié un poco de jabón y luego destapé el champagne y lo serví
en dos copas, le ofrecí una y le di otro beso.
– por nosotros, que nunca se nos termine el amor ni la pasión – dije chocando su copa.
– te amo corazón.
Nos bebimos el líquido y después nos besamos apasionadamente, me separé para cerrar
la llave y al girarme Bella ya estaba completamente desnuda, me maravillé mirándola y vi
una vez más el parche anticonceptivo que empezó a usar después de aquella vez que
pensó estar embarazada, mi niña aún no estaba lista para ser mamá, pensaba que aún
era muy joven para eso, luego de contarme la historia de sus padres entendí que lo que
en realidad tiene es miedo de serlo y de fallar, ya le demostraré yo con el tiempo que será
una labor que no hará sola, yo la ayudaré y juntos seremos los mejores padres, como lo
han sido los míos.
– en todo lo que te amo… y lo que te amaré más cuando el fruto de nuestro amor
empiece a crecer dentro de ti – respondí acariciándole su abdomen.
– es un plan de vida, creo que es tiempo suficiente para consolidar nuestra relación,
además quiero seguir preparándome en el ámbito profesional, pero ya hablaremos de eso
más tarde – lamió mis labios – ahora disfrutemos el presente – agregó abriendo mi
camisa con tal fuerza que los botones salieron volando.
Fue lamiendo mi abdomen y subió hasta llegar a mi cuello, me quitó la camisa por
completo y me besó frenéticamente mientras desabrochaba el pantalón para luego reírse
sobre mis labios y se metió al jacuzzi. Yo le sonreí, terminé de desnudarme y entré con
ella, serví un poco más de champagne y lo bebimos cruzando nuestras copas, después
nos besamos y el licor de sus labios me supo mucho más rico. Bella acariciaba mi
espalda en tanto yo hacía lo mismo con sus senos mientras nos mirábamos sin decir
nada, volvimos a besarnos apasionadamente en tanto nuestras manos se deslizaban
hacia nuestros sexos que cuando estuvieron listos volvimos a unir, esta vez no tratamos
de ser silenciosos, al fin estábamos solos completamente, sin peligro a que alguien nos
descubriera y nuestros gemidos eran bastante audibles debido a las magníficas
sensaciones provocadas debido a la fusión de nuestros cuerpos hasta que llegamos al
orgasmo una vez más.
Salimos del jacuzzi, nos secamos, nos colocamos una bata, apagamos las velas y
después nos dirigimos al comedor, puse uno de mis cd's favoritos, Carmina Burana, Bella
se quedo sorprendida y me comentó que a ella también le gustaba. No me dejó servir la
cena, me dijo que yo ya había hecho suficiente con prepararla, así que mínimo a ella le
tocaba servirla y lavar los platos, acepté su propuesta y cenamos, nuestras miradas
decían más que mil palabras y nos acariciábamos las manos.
Caímos rendidos sobre la cama, nos besamos y no supe en qué momento nos quedamos
dormidos con nuestros cuerpos entrelazados. No sé cuánto tiempo pasó, de repente, aún
dormido, empecé a sentir que mi miembro se endurecía, aunque no era la típica erección
matutina, así que desperté y al abrir los ojos me di cuenta que Bella se lo estaba
comiendo, una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro, me apoyé en los antebrazos para
enderezarme un poco y disfrutar de ese maravilloso espectáculo. Se dio cuenta que había
despertado por mis gemidos, sonrió sobre la punta de mi miembro y después de lamerlo
volvió a sumergirlo en su boca, me dejé caer sobre la cama, la deliciosa sensación
recorría todo mi cuerpo.
– muy buenos días corazón, así ni siquiera dan ganas de levantarse de la cama.
– no tenemos a que levantarnos, podemos quedarnos aquí… te recuerdo que alguna vez
me dijiste que podrías tener sexo conmigo todo el día… ¿qué tal si hoy es ese día?
– esa no es una regla, es un regalo, un placer infinito… te amo Edward Cullen, te amo con
todo mi corazón y mi alma, como jamás había amado a nadie, de eso puedes estar
completamente seguro.
– tú también debes estar segura que te amo como a nadie y, si me dieran a elegir una vez
más, sin ninguna duda te elegiría de nuevo y no cambiaría nada de nuestra historia,
porque es única e irrepetible, te amo Isabella Swan, mi Isabella, aunque no te guste que
te digan así.
Me sonrió y me besó apasionadamente. Ese era el inicio de una nueva vida juntos; sin
reglas, sin mentiras, sin temores; únicamente amándonos, entregándonos el uno al otro
sin pudor, sin tabúes; experimentando, creando, innovando el arte de amar; sin
complejos, ni ataduras; libres para amarnos hasta el final de nuestros días, esa sería
nuestra única regla de hoy en adelante, la única que seguiríamos sin romper, porque
nuestro amor es inmenso, la mezcla perfecta de ternura y sensualidad, amor con sexo y
sexo con amor, una verdad innegable.
Epílogo
Primera parte
Bella POV
Eran 11:55 de la noche, estaba sentada en el banquillo pegado a la ventana viendo caer
la lluvia, no podía evitar recordar aquella tarde que Edward y yo danzamos debajo de ella,
él ahora no estaba conmigo, tenía una semana en Londres supervisando los últimos
detalles para la inauguración del nuevo hotel. Este departamento no es lo mismo sin él,
sin nuestros juegos, nuestras pláticas o simplemente estando abrazados sin decir nada,
mi corazón se oprime al pensar que estuve a punto de perderlo por mis inseguridades,
afortunadamente todo se resolvió y ahora somos los más felices.
Estos meses a su lado han sido maravillosos, a veces tenemos nuestras diferencias y
discutimos, no todo es miel sobre hojuelas, pero siempre las reconciliaciones son lo
mejor, no podemos estar mucho tiempo enojados, hemos aprendido lo que le molesta al
uno del otro y tratamos de evitarlo, aunque claro, no hay parejas perfectas.
Han pasado varios acontecimientos en estos meses, Jennifer y Jacob ya son novios, los
dos están muy enamorados y eso me da mucho gusto, como también el haber podido
conservar la amistad de él, ya hasta me ha hablado de sus planes de boda con ella, sin
duda ha crecido como ser humano. Finalmente Edward ha aprendido a sobre llevarlo,
sigue sin ser su persona favorita, pero al menos podemos salir los 4 y se siente un
ambiente agradable, se ha dado cuenta que su amor por Jennifer es auténtico y que ella
es sumamente feliz a su lado. Ella y yo nos hemos convertido en grandes amigas y
salimos juntas de compras o a tomar café.
Mi queridísimo cuñado Emmett ya es papá de dos hermosos gemelos, una niña que
llamaron simplemente Rose y un niño que lleva por nombre Kellan, así que Rosalie se
alejó del modelaje para dedicarse a ellos, jamás imaginé que tomara esa decisión, pero
ella misma me dijo que lo que más había anhelado en el mundo era ser madre y ahora
que al fin se había cumplido ese sueño, lo sería de tiempo completo.
El sonido del celular me sacó de mis pensamientos, miré el reloj y justo era medianoche,
¿quién podría llamarme a esa hora?, sonreí feliz al darme cuenta que era Edward, pero,
¿qué hacía despierto tan temprano?, en Londres eran las 5 am.
– sí, fue el mejor regalo de cumpleaños que había recibido hasta ese momento.
– no tienes nada que superar, el que estés conmigo es más que suficiente, aunque
ahorita te encuentres en Londres.
– sabes muy bien que a mi regreso festejaremos en grande, así que ve tomando
vitaminas, mi vida.
– tengo que colgar cariño, feliz cumpleaños y te veo después, recuerda que te amo.
– yo te mando millones.
Me dormí abrazada a Tony, el oso que me regaló, era lo que siempre hacía cuando
Edward no estaba conmigo, de esa manera lo sentía junto a mí. Me levanté después que
sonó el despertador y me metí al baño, me miré al espejo después de terminar de
bañarme, quité el vapor con la mano y sonreí ante mi reflejo, mi vida había cambiado
significativamente el último año, tenía un hombre maravilloso a mi lado, prácticamente
vivíamos juntos, me habían ascendido en mi trabajo y estaba estudiando una maestría,
me quedaba poco tiempo libre y lo disfrutaba al máximo con Edward, aunque al parecer
mi mala suerte no había terminado del todo porque este cumpleaños volvería a pasarlo
sola, quizá llamaría a Kate para que cenáramos juntas.
Al salir del baño me quedé boquiabierta al ver varios globos flotando por la habitación,
unos decían Feliz Cumpleaños y otros Te Amo, me llevé las manos al pecho, conmovida
por ese gesto, volteé hacia la puerta y ahí estaba él, con otro enorme oso blanco con
moños lilas en las orejas.
– ¡Feliz Cumpleaños amor mío!, no habrías creído que te iba a dejar sola este día,
¿verdad?
– te quería sorprender, mira, encontré la pareja para Tony – señaló mostrándome a la osa
de peluche – ya no estará más solo, ya siempre tendrá compañía, como tú, mi vida –
agregó dejando el regalo sobre la cama.
Yo corrí a abrazarlo y nos besamos apasionadamente, lo tumbé sobre la cama y me senté
sobre él con mis piernas a sus costados, me quité la toalla lentamente mientras él me
miraba y sonreía, después empecé a besarle el cuello, emitió un suave gemido y subí
hasta su oreja, exhalé sobre ella y luego mordisqueé el lóbulo.
– tú eres el regalo que quiero – objeté haciendo un puchero – hace una semana que no te
tengo y me haces mucha falta.
– yo también te necesito y te deseo, pero, ahora no tenemos tiempo para eso, ya llegará
la noche, ten paciencia – aseguró guiñándome un ojo.
– ¿cómo lo convenciste? – pregunté sorprendida, Alex era más estricto que Scott.
– ¿en dónde?
Al llegar me di cuenta que estábamos en Miami, un chofer ya nos estaba esperando y nos
llevó a su casa, caminamos a la terraza y estaba una mesa puesta para dos personas, yo
no podía estar más emocionada, lo abracé y lo besé apasionadamente. Sobre la silla
había un hermoso vestido azul y fui al baño a ponérmelo, después desayunamos y más
tarde caminamos por la playa con nuestras manos entrelazadas, nos metimos al mar y
luego regresamos a la casa y estuvimos un rato en la alberca, compartimos muchos
besos y abrazos pero sin llegar a más, sólo estaba haciendo que mi deseo por él
aumentará.
Escuché que mi celular sonó y lo saqué de mi bolso, no tenía registrado ese número y un
tanto desconfiada contesté.
– déjalo plantado, te aseguro que te divertirás más conmigo – dijo en un tono sensual.
– sé que no debo dar detalles, pero, lo estoy esperando para que me dé mi regalo de
cumpleaños.
– yo te puedo dar uno mucho mejor, te va a encantar y hasta vas a pedir más.
– y no te vas a arrepentir, te haré tocar el cielo las veces que quieras, hasta que ya no
puedas más.
– ¿seguro?, porque ahora mismo estoy que ardo, mi novio se dedicó a… incitarme todo el
día y… ya te imaginarás como estoy – exclamé exhalando sensualmente.
– ¿dónde te veo?
– en el bar del hotel Rose Imperial, en media hora – colgó sin decir más.
Sonreí mientras miraba el celular, esa misma escena se había repetido un año atrás, sólo
que un poco diferente, yo lo había llamado y él me hacía citado en ese mismo lugar,
nuestro primer encuentro fue explosivo, jamás me imaginé que llegaríamos a romper sus
reglas, hoy estaba completamente segura que nos amábamos y nos completábamos, él
me enseñó a ser atrevida en la cama, a explotar al máximo mi sensualidad, a jugar y yo,
bueno, yo sólo le enseñé un pequeño detalle, a poner el alma y el corazón en la cama, le
enseñe que amar es un arte.
Epílogo
Segunda parte
Edward POV
Abrí los ojos y Bella no estaba a mí lado, miré el reloj de la mesa de noche y marcaba las
8:35 am, era muy temprano para que se hubiera levantado en sábado, lo más extraño fue
que no me despertó como acostumbra. Estaba a punto de levantarme cuando escuché
que abría la puerta del dormitorio y me hice el dormido. Sentí que se sentó a mi lado y
acarició mi frente, después me dio un suave beso en los labios.
– ¿te levantaste temprano sólo para prepararme el desayunó? – pregunté abriendo los
ojos finalmente.
– ¿y qué preparaste?
– algo más jugoso, dulce y delicioso – respondí tomándola de la cintura para subirla en mí
y después me di una vuelta para quedar encima de ella – tú te me antojas.
Nos besamos apasionadamente mientras mis manos acariciaban sus senos por encima
del pequeño camisón que traía puesto y frotaba mi sexo contra el suyo, deslicé mi boca
por su mentón y luego me comí su cuello, deleitándome con su sabor y sus gemidos.
Sentí como sus manos bajaban mi bóxer y yo hice lo mismo con su bikini. Froté su
triángulo con mi miembro en tanto subía el camisón para disfrutar de sus senos, Bella se
levantó para quitárselo y después me acarició la espalda al tiempo que nos besábamos
nuevamente.
Aceleré la velocidad de mis movimientos, nos besamos una vez más, sincronizando los
movimientos de nuestras lenguas y nuestros sexos, segundos después rompimos el beso
y Bella hizo su cabeza hacia atrás, apretaba los músculos de su centro generando un roce
más supremo con mi miembro, gemíamos sin parar, puse mi frente sobre la suya y me
moví más rápido en tanto ella seguía empujando mis nalgas y gritamos al mismo tiempo a
causa de haber alcanzado el orgasmo juntos.
Me dejé caer sobre su cuerpo, mientras nuestras respiraciones volvían a su ritmo, ella me
acarició la cabeza y después me enderecé ligeramente para probar sus labios una vez
más, luego de unos minutos nos separamos para tomar aire y finalmente salí de ella y me
acosté a su lado. Tomó la charola que había dejado en la mesa de noche y yo me cubrí
con la colcha para que la pusiera encima.
– tú también lo fuiste para mí el año pasado, por cierto, ¿cómo festejaste el tuyo hace un
año?
– comí con mi familia y en la noche salí con Jennifer y unos amigos a un bar.
– no, los cumpleaños son para pasarlos con las personas queridas.
– cuando comimos en el hotel, aún siendo desconocidos, la primera vez que te quedaste
en mi departamento y cuando yo me quedé en el tuyo después de nuestro período de
celibato, ¿y cuáles son tus favoritas?
– Edward, ya supéralo, Jacob la adora y ella a él, ¿no te da gusto que tu amiga sea feliz?
– sí, pero…
– no hay peros que valgan Edward, si yo no le guardo rencor, tú tampoco debes hacerlo,
él es un buen hombre, al menos trabaja y no es un vividor bisexual que la está utilizando,
la ama de verdad.
Bella me movió la cabeza. Seguimos desayunando y después nos bañamos juntos, nos
vestimos y pasamos el día en un parque de diversiones. Recibí llamadas de toda mi
familia felicitándome, mis padres se encontraban en una isla en Brasil, Alice y Jasper
estaban en París en una convención sobre moda, Emmett y Rosalie estaban en Miami, ya
que ella debía reposar porque le faltaba como un mes para dar a luz, así que la única
persona que estaba conmigo era mi Bella, no necesitaba a nadie más, aunque la verdad
sí echaba de menos a mi familia, sería el primer cumpleaños alejado de ellos.
Después me fueron abrazando uno por uno, mi madre, mi padre, Alice, Emmett, Jasper,
Rosalie con todo y gemelos aún en su vientre, Jennifer y hasta Jacob, tal vez mi
cumpleaños era la fecha ideal para dejar rencores atrás, debía aceptar que jamás había
visto a mi mejor amiga tan contenta y realizada, al parecer él había aprendido de sus
errores y mientras la hiciera feliz, yo debía estarlo por ella.
Ese había sido uno de los mejores cumpleaños de mi vida, el primero al lado de mi
Isabella, quien me había sorprendido con una fiesta que jamás imaginé. Hoy era su
cumpleaños y ahora ella era la sorprendida, no sólo por haberla llevado a la playa a pasar
el día, sino por el regalo que le esperaba en el bolsillo de mi pantalón y para entregárselo
había planeado un jueguito que ella había empezado a seguirme. Ya me encontraba yo
en la barra del bar del Rose Imperial esperándola.
Llegó puntual, exactamente a la media hora, en cuanto me vio, sonrió y se mordió el labio
inferior, yo también le había preparado una fiesta sorpresa, aunque sólo para dos, me dio
tanta pena que sus papás no hayan querido viajar para verla, su situación es más
complicada de lo que había pensado, al menos mi familia la adoraba y nos esperaban el
fin de semana para festejarla en grande.
Me levanté del asiento y caminé hacia ella, le ofrecí mi brazo y lo tomó, caminamos en
silencio a los elevadores, subimos al piso de siempre, a la misma habitación, donde
justamente un año atrás la había hecho mía por primera vez y sin saberlo, había abierto la
puerta a una nueva vida llena de amor y de locuras, sorprendiéndome a mí mismo de lo
que había sido capaz de hacer con tal de tenerla a mi lado.
– Isabella Swan, ¿estás libre todas las noches de tu vida? – susurré en su oído y después
la hice girar para mirarla de frente – ¿para compartirlas conmigo? – agregué colocándole
el anillo.
Jamás se había sentido tan maravilloso perder la libertad, a decir verdad yo la había
perdido desde que la conocí, pero lejos de ser un reproche o un agobio, había sido la
mejor de las aventuras al lado de mi compañera perfecta, quien será mi esposa y mi
amante por el resto de nuestras vidas.
Fin