Invierno 2001. “… A través del relato la repetición, las resistencias, la interpretación y la transferencia cobran un sentido particular…” La extrañaba. No sé si costará olvidar tanto a alguien. Me desangraba por dentro. Trabajaba todo el día en la consulta. Pero, así y todo no podía olvidarla. Caminaba, iba al parque, me juntaba con mis amigos. Pero, era imposible. Era la única mujer que había tenido. Había vivido romances pero nunca había durado tanto tiempo. Fueron casi diez años. Mis amigos decían que debía salir. Hacer otras cosas e incluso dejar de atender pacientes. Podrías hacerles daño- decía uno-, Recuerda que de alguna manera tu problema se refleja en la terapia y esto tal vez no sea bueno para los pacientes-decía otro. Llegué a mi casa, prendí el equipo musical y dormí por largas horas. Desperté me bañe e hice un último esfuerzo por recuperar lo que antes fue mío. Me dirigí donde mi ex polola. Estaba en casa. Estaba sola. Me invitó a su pieza. Pase. Mi cuerpo no estaba conmigo. Yo estaba tranquilo pero mi cuerpo no. Mi corazón se desviaba de mis pensamientos. Mientras conversábamos no pude evitar pararme e ir en busca de un vaso con agua. La situación era irremediable. No había nada más que hacer. Yo estaba dispuesto a cambiar. Pero ella no. De hecho, ¿ Era necesario cambiar?, ¿ Que no es el amor el que trasciende nuestras formas de ser, de comportarnos, de aceptarnos tal y como somos?. Yo aceptaba su manera de ser. Ella no. Ella me quería cambiar. Yo quería aceptarla tal y como era. Yo le decía: “ tratemos de construir algo nuevo”. Ella respondía: “ Lo que pasa es que no has cambiado para nada. Me gustaría que cambiaras”. No aguante la situación. Señale, que nadie pude hacer cambiar a las personas. Cada uno es como es. La repetición es inherente al ser humano. El aceptar a otro tal y como es incorporarse a la aceptación de los límites de un otro y el propio. No me entendió. Solo pude retirarme con el mayor de los dolores. No lloré. Quería hacerlo pero no lo logré. Ella si lo hizo. Dedique los meses siguientes a estudiar y trabajar como un robot. Deje de lado mis sentimientos y mis momentos diurnos fueron dedicados a mis responsabilidades formales. Estaba solo. Sin compañía alguna. Sin embargo, mi soledad era visitada por los recuerdos de mí ex mujer. ¿ No podía olvidarla?, ¿ El proceso de duelo era tan extenso?, ¿ Debía comenzar a buscar otros horizontes?. Empecé a salir con mis amigos. Lo pasaba bien. Pero siempre sentía ese vacío en mi interior. A veces, la música de los grandes locales, las luces, el humo del cigarrillo, las féminas y el ambiente no lograban sacarme de mi círculo de silencio. A ratos me sentía un extraño en mi propia tierra. ¿ A nadie le pasaba lo mismo que a mí?, ¿ Esta era la forma de alejar el dolor?, ¿ Las fiestas, el licor, la buena compañía de mujeres y el olvido, eran la forma de desintegrar el sufrimiento?. Di las gracias a mis amigos. Pero argumente que no era adecuado para mí el celebrar sin restricciones. Opte por pedir vacaciones anticipadas. Me las concedieron. Fui a un lugar lejos del excesivo ruido. Fui a Valdivia. Me aloje en un hotel cerca del centro. El primer día dormí como un oso en hibernación. El segundo solo vi televisión. El tercero, ya me levantaba para ver la lluvia y a las personas que pasaban cerca del hotel. El cuarto día me levanté. Me bañe más de media hora. Lentamente me vestí. Cobije mi ropa a mi cuerpo como si fuera la última vez. Baje al comedor y pedí el menú. No tenía hambre. Solo pedí un café y cigarrillos. Parecía enfermo. Tal vez estaba enfermo. Aún no podía olvidar a mi antigua mujer. ¿ Que estaba haciendo?, ¿ Me extrañaba como yo a ella?. Solo hice callar a mis pensamientos. Sufría cada vez que la recordaba. No sé por que me resistía a olvidarla. No quería aceptar la pérdida. Después de fumar tres cigarrillos y tomar dos cafés me retiré de mi posada. Salí a caminar por las calles de aquella ciudad. De pronto, un cartel anunciaba la salida de un tour por el río calle- calle. Pregunté el precio. Era accesible. Lo tomé. Me subí y me pose en la parte posterior de éste. No me encontraba sólo. A mi lado había una mujer. Y al parecer estaba sola. Me acerque un poco más. La salude con un gesto muy cordialmente. Me acerque más y le pregunte que hacía en un lugar tan frío. Respondió que estaba de vacaciones. La invité a entrar. El frío era intenso. Era preciosa. Algo de ella me era familiar. Cuando hablaba me sentía cobijado por un sensual y tierno sentimiento. Acordamos en juntarnos al día siguiente. Andaba con un poco más de ánimo. La tristeza poco a poco abandonaba mis ideas. Aunque pensaba que no debía construir demasiadas ilusiones con mi nueva compañera, me sentía mejor. Era separada hace poco. Tenía dos hijos. Ambos eligieron vivir con su padre. Lo cual la entristecía pero al mismo tiempo la enorgullecía por la opción libre de sus hijos. Ella podía verlos cuando quisiese. Ellos también. Me establecí en Valdivia. Y me establecí con ella. Hace un mes supe que mi ex mujer se había casado. Me dolió. Pero no tanto como hubiese pensado. Al parecer, la herida ya estaba curada. Mi actual mujer era excepcional. Pienso, que los silencios son los que determinan( entre otras cosas) lo bien que puedes sentirte con alguien. A veces, por horas no hablábamos. Pero, su compañía me era suficiente. Ella trabajaba en la municipalidad. Yo, junto con otros colegas nos instalamos con una gran consulta. No me iba mal. Tenía lo necesario como para no quejarme. Hacía ya un año y algo que no sabía nada de mí ex mujer. Lo último que supe es que se casó. No sé, sí la extrañaba o algo aún no se cerraba. Ahora que la distancia separaba la experiencia podía ver con más claridad mi caso. Alguna vez creí en el amor. Siempre he pensado que para cada hombre hay una mujer. Una vez pensé que mi ex mujer era la mujer que pasaría a mi lado para siempre. Pero, no fue así. A mi actual mujer la quiero. A mí ex mujer la ame. A ella la conocí cuando tenía catorce años. Estuve con ella hasta los veinticinco. Actualmente tengo veintisiete. Desde que termine la relación juré no aliarme a alguien con las mismas características que ella. No sé si la mujer espera que uno tome el control en ciertas situaciones o es mejor dejar que la separación determine los pormenores. Con mí ex mujer la mayor parte de las veces yo tomaba las decisiones. Claro esta que ella también tomaba decisiones pero siempre dejó que yo decidiera en última instancia. Tal vez, nuestra separación no hubiera ocurrido si yo no lo hubiese aceptado. Pero, ¿ Quién soy yo para mantener a alguien a mi lado?, ¿ Que no es el amor el que une a las personas?. No tenía por que forzar la relación. Tal vez un día me encuentre con ella. Y tal vez me diga que no luche por ella. No sé. Eso me mata cada vez que lo recuerdo. Sin embargo, ahora estoy bien. A mi mujer actual no la amo pero si la quiero mucho. Llevó dos años con ella. Pero, ¿ Por qué me resisto a olvidar el pasado?. Sé que hace daño. Duermo. Despierto y mi actual mujer esta a mi lado. La miro. La toco. Es bellísima. Le pregunto como esta. Me dice que un poco molesta. Le pregunto porque. Me señala que hay conductas mías que a ella le molestan. Me preocupo. Me visto y me siento a su lado. - Te veo triste- Le señalo preocupado- - Un poco… lo que pasa es que me molestan algunas cosas tuyas. - ¿Cómo que?- Pregunto tiernamente. - No sé… a veces te veo tan pasivo frente a algunas situaciones. - ¿ Cómo cuales?- Pregunto un poco molesto- - No sé… A veces andas triste. Te hablo y no me tomas en cuenta. Incluso estando a tu lado me he sentido sola. - Piensas en alguna solución- pregunte con cierta gracia- - Sí… me gustaría que cambiaras. Desde que te conocí que te digo lo que me molesta y no has hecho nada. Callé. Le di un beso en la frente. Me vestí y le dije a Leticia que no me esperará a almorzar. Camine largas horas. Lloré por largas horas. Aún no encontraba una explicación a mi tristeza. “”Las apariencias engañan””- decía una voz en mi interior-. “”La repetición nuevamente cobra sentido en el presente””- Decía otra. Tal vez, en Leticia, habían cosas que le pertenecían a Fernanda. ¿Quién era Leticia?. Tal vez, era Fernanda disfrazada de Leticia. ¿ Había elegido nuevamente a mi antigua mujer?. ¿ Era el inconsciente capaz de engañar las percepciones actuales?, ¿ Había olvidado a Fernanda completamente?, ¿ Debía desplazar mis sentimientos pasados a mi actual mujer?,¿ Sabía Leticia lo que me pasaba?, ¿ Merecía que la engañase pretendiendo cada vez que la viera?. Camine largas horas por la costa de la ciudad que me cobijaba. Lloré a más no poder. Cuando me encontraba ya frente a mi casa dude en entrar. ¿ Tenía que ir en busca de Fernanda?, ¿ Valdría la pena?. De ir, ¿ Me recibiría con el mismo sentimiento que yo sentía?, ¿ Merecía Leticia el impacto de tal engaño?. Sólo entre y en casa no había nadie. Sólo había una nota que decía: “ Estoy en casa de Mamá. Llámame. Un beso. Leticia”. Me senté cómodamente en mi sillón. A oscuras el dolor poco a poco se desvanecía. Dos días después y un poco aturdido desperté. Leticia, estaba a mi lado. Estaba en la clínica. Había sufrido una baja de glucosa. Apreté fuertemente su mano. Ella decía que me recuperaría. Que me amaba. Le pregunté si verdaderamente me amaba. Respondió que desde el primer momento en que me vio. La abracé como pude. Le pedí disculpas por no haberla llamada. Me disculpó e insistió en el gran amor que sentía por mí. La apreté más fuerte aún y lloré con más fuerzas que nunca. Pero esta vez mis lágrimas no pretendían añorar a Fernanda. Tampoco lloraba por el sufrimiento pasado. Lloraba por lo estúpido que había sido. La mujer que me acompañaba ese día no necesitaba sufrir. Como yo tampoco. Mi alma se iluminó. Fernanda merecía solo un recuerdo de entre otros. Fernanda merecía que la recordase como una buena compañera del pasado. Leticia no merecía ser comparada con nadie. Ella era única. Tenía un universo y yo quería compartir ese universo. Ella me necesitaba. Me decía que me amaba. Yo también la necesitaba. Ahí di cuenta de que la amaba. Yo merecía amar a mi presente mujer. Respire profundamente. Seguía llorando. Pero con un tinte de esperanza. Con una alegría teñida de comprensión y entendimiento. El cielo se abría. Mi pareja me acompañaba. Yo también. Aún lloraba. Pero esta vez note que mis lágrimas me señalaban que mi actual mujer merecía mi compañia y mi gran amor…