Está en la página 1de 419

1

Para ti.

2
SINOPSIS

ste es Max, un chico común, aunque no tan común. Nacido en

É Francia-París, es independiente y le gusta vivir sin complicaciones.


Con tan sólo veinte años de edad ha tenido suficiente experiencia
con muchas mujeres, no le interesa más que sólo sexo y encuentros de una sola
noche. Pronto descubre que hay algo más importante que el sexo y su vida
cambia totalmente cuando conoce a Suzanne; una chica hermosa y sensual. Ella
cambia sus reglas de vida rompiendo su primera regla: "jamás enamorarse". Max
teme enamorarse pero le es inevitable caer en el amor.

Con el tiempo descubre que es importante avanzar y dejar su pasado atrás


intentado seguir y continuar con su vida, pero, no es fácil deshacer todo lo que ha
hecho, se ve perseguido por sucesos ocurridos anteriormente que ahora condena
su presente y futuro.

Esta novela te hará experimentar la ira, el rencor, la lujuria, el placer, la


nostalgia y el amor, ¿Crees en el destino y que en algún lugar está la parte que te
complementa?, ¿El amor podrá ser más fuerte que el resentimiento y el orgullo?,
¿Crees en los finales felices?

3
CAPÍTULO 1
Adicción

E
staba buscando la forma de conseguir a una chica de esas
fogosas con la que perdiera el control mientras tenemos relaciones
sexuales, quizás en uno de esos bares donde siempre hay
mujeres de mala vida buscando dinero, placer, y se acuestan con cualquier
hombre sólo para conseguirlo. No criticaba a mujeres así, ya que yo también me
podía prostituir acostándome con cualquier vieja que me diera dinero a cambio de
yo darle el mejor sexo del mundo, tal vez pueda hacerlo para cubrir mis gastos.
Sería buena inversión... “sexo por dinero” y me disfrutaría los dos a la vez…

-¿Y bien? -preguntó mientras me miraba, estaba esperando mi respuesta a


algo, pero no había prestado la más mínima atención porque estaba pensando en
sexo. Él era mi psicólogo, algo canoso por la edad, aunque nunca me lo ha dicho
yo le calculo cuarenta y ocho años o menos, es un hombre ya mayor; alto, piel
bronceada y ojos marrón claro.

Para variar no estoy loco ni nada por el estilo, aunque él me ha repetido


centenares de veces que: ir a un psicólogo no es estar loco, los psiquiatras si ven
a las personas dementes. Para mí era lo mismo.

Se llama Will Jones. Lo conocí poco después de mi anterior psicólogo quien


era una mujer, mi mente aun la recuerda como la fantasía más caliente que haya
tenido, no recuerdo bien su nombre pero si todo su escultural cuerpo de diosa, en
aquel entonces habíamos tenido dos encuentros cuando lanzó sobre mí con
aquellas ganas de que la hiciera mía a como dé lugar. Aquella aventura duro poco
pero lo suficiente para tener un buen recuerdo. Luego llego Will que 1) es hombre,
2) no se lanzaría sobre mí y 3) no se me pasaría por la cabeza tener sexo con él.
Ha sido mi psicólogo desde entonces, lo busqué porque quería a alguien con
quien charlar, compartir mi historia y que me ayudara ante cualquier situación. Es

4
un buen hombre… cuando hablo no me interrumpe y espera con calma hasta que
yo termine para él dar su opinión y siempre… siempre tiene respuesta para todo.

-Perdón... ¿qué dijiste? -pregunté confundido.

-Max, no estás prestando atención a lo que digo, y es importante que estés


concentrado en cada sesión para así avanzar. -Will siempre decía eso una y otra
vez: ¡Avanzar, Avanzar y avanzar!

-Es que hoy es sábado y quiero tener sexo con alguna chica que encuentre
en un bar y hacerle todo para complacerla -dije casi excitado.

-Calma tus hormonas hombre, Autoc...

-Sí, sí... Autocontrol Max... Autocontrol -interrumpí remedando su forma de


hablar y repitiendo su palabra especial para mí: Autocontrol. Nunca tenía control a
la hora de pensar en sexo o calentarme, el calor era muy fuerte en mi cuerpo y
necesitaba sexo todo el tiempo. A veces pensaba que al nacer me inyectaron un
tanto más de hormonas para que me atrajera mucho el sexo de lo que realmente
era debido.

-Eres una persona con Hipersexualidad (adicción al sexo) y necesitas


controlarte para que estés bien. Debes dejar de tener encuentros sexuales por un
tiempo...

-¿Qué? –Interrumpí- ¿Cómo diablos puedo dejar de tener sexo por un


tiempo?, si sólo puedo contener mis ganas un solo día y cuando no encuentro a
cualquier puta con quien acostarme me tengo que masturbar. -Solté casi molesto.

Aunque si… era cierto lo que me decía Will, necesito un descanso. Soy un
adicto al sexo, no sabía eso, él me lo hizo saber, en realidad es una adicción
bastante silenciosa, no sabes que la tienes hasta que te das cuenta que es mucho
sexo y te cansas pero lo deseas siempre cada vez más y más, a su vez venían
problemas como: los cambios de humor y el desespero. Will me estaba ayudando
a calmarme y tener autocontrol. Es por eso que vengo a sus sesiones.

5
¿Acaso es fácil para cualquier adicto controlarse? Para nadie. Las personas
que pasan por situaciones como estas de seguro estarán de acuerdo con mi
opinión. Lo volvemos un hábito, como si fuera parte natural de nuestra vida, era
prácticamente como respirar: no podemos parar de hacerlo. Aunque he visto
casos donde sí funciona luego de una rehabilitación, pero el proceso es más
tedioso que mantenerse adicto toda vida.

-¿Con cuántas estuviste el fin de semana pasado? -preguntó cambiando el


tema porque sabía que era imposible lograr que yo dejara de tener sexo o al
menos dejara de pensarlo.

-Sólo dos… recuerdo esa noche, –dije. Contarle mis encuentros sexuales a
Will no me resultaba intimidante o penoso, al contrario, me demostraba
entusiasmo para que siguiera contando todo lo que había sucedido con las
mujeres que estaban sobre mi pene- la vi cerca de un callejón antes de llegar a mi
casa, ella llevaba minifalda beige y una blusa marrón, tenía el cabello suelto quizá
era color castaño oscuro o negro no lo distinguí bien por la oscuridad pero su piel
era blanca.

Me acerqué y pregunté:

-¿En qué puedo ayudarla? -se veía triste.

-En nada -dijo y me miró de pies a cabeza.

Pregunté su nombre.

-Me llamo Sofía y ya te puedes ir -lo dijo con odiosidad y eso me calentó
más.

-Dime, Sofía, ¿qué hace una chica tan hermosa como tú a esta hora de la
noche sola por aquí?, es peligroso y te pueden hacer algo.

-No estoy sola, tú estás aquí -se mordió el labio inferior mientras me miraba
con timidez y en ese instante me acerqué rápidamente pegándola contra la pared
mientras la besaba con fuerza. Respondió a ese beso con más pasión. Me
desabrochó el pantalón mientras yo subía su falda y bajaba su panti, la apretaba

6
más a mí, tomó mi pene en sus manos y gimió, saqué un preservativo del bolsillo
de mi pantalón –nunca me puede faltar un paquete de aluminio- y rápidamente lo
saqué del empaque y lo coloqué en mi pene erecto. La alcé y cruzó sus piernas
alrededor de mi cadera y me introduje en ella. Me movía de arriba a abajo
mientras ella gemía, cuanto más fuerte gritaba de placer era cuando más fuerte la
penetraba. Y finalmente acabé, me subí de nuevo el pantalón mientras ella me
besaba.

-Buen sexo, me voy. -Dije y me marché.

-¿Y qué tal fueron los encuentros? –preguntó Will, que pregunta tan
ridícula, era más que obvio.

-Fueron excitantes y con bastante calor –me limité a decir.

-¿Y la otra chica? –preguntó un poco pensativo. Tal vez tuvo una
experiencia parecida pero no quería preguntarle tal cosa.

-El nombre de la otra chica no lo supe, fue demasiado rápido como lo


hicimos que ni el nombre pregunté -dije riendo-, la vi en un bar que visité. Ella
estaba cerca de la barra sola, era algo mayor, podría ser mi madre, pero no me
importó y me acerqué hasta su lugar, tenía una copa con licor en su mano. Era
delgada, blanca de ojos café, su labios estaban pintados de rojo, usaba camisa y
pantalón negro, se cabello era negro y liso hasta su hombro, parecía una señora
hogareña.

-¿Usted sabía que el alcohol hace que las personas hagan cosas sin
voluntad propia? -pregunté sentándome en a su lado.

-Sí, pero yo sé muy bien lo que hago -respondió.

-No lo creo. Si yo le dijera que quiero acostarme con usted, ¿qué


respondería? -dije tentándola. Siempre funcionaba.

-Diría que sí quiero -respondió mirándome de frente.

Me encantan las mujeres así, siempre van directo a la acción y no permiten


que haya un poco de suspenso o intriga.

7
-¿Esa respuesta es por voluntad propia o sin ella? –pregunté con picardía.

-Con mi propia voluntad. Podrías parecer mi hijo pero eres sexy y sería
agradable hacerlo con alguien joven… tal vez recordaría viejos tiempos -dijo
sonriendo y me calentó tanto que podría votar fuego de mis poros.

-No recordaras viejos tiempos porque te aseguro que nadie te lo ha hecho


como yo te lo haré. -Dejando el bar nos fuimos a un hotel cruzando la calle, ella se
ofreció a pagarlo y entramos a la habitación –a la que había entrado centenares
de veces-, no me interesó mirar lo que había en ella; gestos, sentimientos. Miré a
la señora con lujuria, para su edad se conservaba perfectamente bien. Me acerqué
hasta ella besándola, le quité su camisa y pantalón dejándola en ropa interior, mi
pene estaba erecto y preparado para la acción, me quitó la camisa y pasó su
lengua por mi cuello, pecho y abdomen, agachada quitó la hebilla de mi pantalón y
lo bajó junto con mi bóxer, mi pene saltó contra su cara y luego lo introdujo en su
boca haciéndome sexo oral, lo hacía como una diosa, tenía una boca
perfectamente entrenada, quizás sus años de experiencia la hicieron así. Dejé que
jugueteara durante algunos minutos con mi pene. Cuando me dio una mirada de:
“Suficiente, ahora follame como una perra y dame placer como nunca antes lo he
tenido”.

La tumbé sobre la cama y abrí sus piernas para meter mi lengua en su


vagina, gemía tan fuerte que tuve que colocarle una almohada en la boca, eso me
demostraba una vez más lo bien que la pasaba cada mujer junto a mí. Me coloqué
mi preservativo e introduje mi pene en su vagina, ella estaba sobre la cama con
sábanas de seda y yo sobre ella, me movía de manera lenta al principio y luego
rápido, mientras mi pene entraba y salía, la señora soltaba gemidos. Se lo hice en
distintas posiciones, exploré todas las partes donde podía entrar mi sexo.

Cuando terminé ella se colocó de nuevo su ropa y yo la mía.

-¿Qué diría mi hija de esto?, que vergüenza.

-Quizá podemos hacer un trio... tu hija, tú y yo. -Dije riendo. Me miró


sonriente y salió del hotel primero que yo.

8
-¿Y crees que está bien tener relaciones sexuales con varias personas y sin
control? –preguntó Will mirándome fijamente a los ojos.

-Oh vamos Will, el sexo no es malo…-dije mientras caminaba alrededor del


consultorio viendo la biblioteca que tenía a un lado del escritorio con libros de
historia clásica y las guías de psicología de la universidad donde se preparó, el
lugar estaba pintado de marrón claro, con cuadros de batallas y guerras de
tiempos antiguos en el mundo. Me detuve- en cierto modo, malo sería no hacerlo
–concluí.

-Max, ¿por qué no buscas a una chica con la cual puedas pasar tiempos de
compañía sana, salir, divertirse, reír, bailar y hacer cosas que no sea sólo sexo?

-Bahh, puras tonterías dices -me acerqué a la ventana que daba con el
centro de la ciudad de París, tenía buena vista, era un edificio alto y tenía vista a la
Torre Eiffel-. ¿Te das cuenta de las cosas que dices?, allá afuera en el mundo real
hay chicas que buscan un buen sexo y ya, no tengo tiempo para pensar ese tipo
de cosas, el sólo pensarlo me repugna Will -dije sentándome otra vez.

-No siempre va a ser así –dijo.

-Lo sé. Va a haber un punto donde mi pene no se pondrá erecto dentro de


unos cuantos años sin la ayuda de una pastilla –tosió como si le incomodara-.
Para ese entonces me arrepentiré todo el resto de vida si no aprovecho al máximo
mis años de gloria –reí.

-Que ocurrencia –respondió.

-¿Usted nunca tuvo sexo alocado en su juventud? –pregunté.

-Sí. Luego conocí el amor.

-Apuesto que su vida fue arruinada por completo desde ese entonces. –
Negué con la cabeza compadeciéndome.

Sonó el reloj de mesa indicando que se había terminado la sesión del día.

9
-Se ha acabado el tiempo de la sesión, podemos seguir hablando para la
próxima y ver qué nueva historia traes en tu vida Max. Cuídate y recuerda el...

-Autocontrol. -Interrumpí burlándome y río. -Hasta luego entonces. -Me


levanté del sillón, me dirigí hacia la puerta y salí.

10
CAPÍTULO 2

El encuentro

F
ui directamente al ascensor, pero se me revuelve el estómago de
sólo pensar en subirme en él, así que preferí dirigirme a las
escaleras y bajar. No me gusta los ascensores, durante mi infancia
a los siete años me quedé dos horas encerrado en uno, tenía una falla y mi madre
me abrazaba para que supiera que estaba a salvo si ella me abrazaba, sus
abrazos eran cálidos y me gustaba como me apretaba fuerte.

-Tranquilo Maxi, ya nos sacaran de aquí y ya verás que estaremos bien, no


llores que estoy aquí contigo. ¿Sí?

-Está bien mamá -dije con pánico, pero yo aún seguía teniendo miedo de
no salir nunca y que muriéramos asfixiado, con hambre y sed.

Luego haber pasado las dos horas más traumáticas de la historia finalmente
se arregló la falla del ascensor y pudimos salir de ese horrendo lugar. Hasta
entonces llevo ese trauma a cuesta y por eso bajo por las escaleras, cansan pero
pensándolo bien… son mejores, te ayudan a hacer ejercicio y la verdad cansan
menos cuando vas de bajada que de subida.

Mi madre se llama Elisabeth y es la mujer más fuerte que conozco en la


vida, ha enfrentado dos desprecios de hombres, soy el segundo hijo de mi madre,
el primero es Owen Johnson, somos hijos de diferentes padres, el papá de mi
hermano se fue con otra mujer –maldito-. Owen no vive en Francia, se ha mudado
a España por trabajo, el cambio de idioma le ha afectado un poco pero se ha ido
adaptando, mi madre aún vive con mi abuela Isabella, mi padre Jacob Brown se
separó de mi madre en cuanto nací desentendiéndose completamente de ambos,
le dijo a mi madre que buscaría trabajo para darnos una mejor vida y en cuanto lo
tuvo menos quiso volver. Salió adelante con los dos a pesar de todo y mi abuela la
apoyó. Sin importar el odio de mi madre hacia mi padre lo dejó verme y de vez en

11
cuando lo veía, la relación padre-hijo es tan mala como el agua y el aceite y siento
mucho rencor hacia él por lo que le hizo a mi madre y a mí.

Al salir del edificio luego de haberme visto con Will me dirigía a tres cuadras
caminando para tomar el autobús de regreso a casa. Ya estaba el cielo a oscuras
pero la cuidad estaba completamente iluminada con colores distintos de cada
tiendas de ropa, artesanía, comida rápida, farmacia. Me gusta la cuidad más de
noche que de día; las personas paseando por el lugar, extranjeros en cualquier
lado asombrados por la vista a la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y toda la
maravilla de mi bella ciudad.

Miré la hora en mi celular y marcaban las 6:30 pm, mientras caminaba


observé las tiendas de ropa de deportivas pero no tenía dinero para comprar
absolutamente nada, quizás si tenía la suerte de conseguir por aquí una vieja con
mucho dinero para hacer un intercambio de hacerle lo que le hicieron a ella
cuando tenía veinte años a cambio de dinero, no sería una mala idea. Miré
alrededor y había muchas hermosas damas paseando con vestidos y hermosos
collares pero ninguna a la cual podría sacar dinero -bueno, será para otra
ocasión –suspiré decepcionado.

Seguí caminando y vi una hermosa mujer de piel blanca, con tacones rojos
altos y un vestido negro ajustado a su cuerpo que marcada bien su excitante
figura, me miró, le guiñé el ojo y río, agarró un mechón de su cabellera dorada
dando vueltas alrededor de su dedo y pasó su lengua por su carnosos labios
pintados de rojo pasión, me dirigí hacia ella y mientras caminaba ella metió su
mano en el bolso de mano que tenía, -que por cierto, no lo había visto porque
estaba concentrado en su figura sensual- sacó una tarjeta. Cuando llegué hasta
ella, me la entregó, la tomé confundido y cuando miré en ella tenía la dirección,
correo electrónico, fax y número de teléfono, se veía que era una mujer adinerada
y de clase social alta.

-Te llamaré pronto hermosa dama -dije.

-Esperaré pacientemente, hasta el encuentro -dijo con sensualidad.

12
-Quizás hoy...

-Ya compré lo que necesitaba mi amor -interrumpió mis palabras un hombre


alto con barba de tres días, de piel blanca, cabello castaño, con ropa elegante y
bolsas de compras en su mano, la abrazó besando su mejilla.

-Nos vemos luego hermosa dama -dije mientras me despedía, él me miró


serio-. Buenas noches para usted también señor -añadí riéndome ante tanto
descaro, la miró confundido y yo di media vuelta y seguí mi camino.

Ya lo entendía, el señor era malo en la cama y aquí estaba Max al rescate


para eso, no era mala idea, hacerlo con una mujer casada, en su propia cama. El
peligro aumenta la adrenalina y es más divertido cuando se tiene la sensación de
ser descubiertos.

Como aquella vez que fui descubierto cuando terminé en la cama de la


mejor amiga de mi madre, ella sí que era toda una bestia en la cama, cuando la
penetraba gritaba y gemía pidiendo más.

-Dame más, más, dame duro Max -gritaba.

Era todo un espectáculo, un día sin evitarlo nos encontrábamos en plena


acción y su marido entró a la habitación, era un señor flaco con lentes. Me agarró
con las manos en la masa, bueno, a decir verdad, con las manos en los senos de
su esposa.

-¿Qué haces aquí? -dijo ella con temor-. Pensé que tenías trabajo hasta
tarde.

-Lo dejé para mañana porque quería hacer lo mismo que te está haciendo
éste hombre -dijo él, yo ya estaba preparado para enfrentarlo, pero el hombre era
demasiado idiota, como un nerd, sólo se puso a llorar como un niño cuando le
roban su paleta de helado. Me coloqué mi ropa, los dejé solos mientras ella lo
consolaba, me fui tranquilamente y no la he visto desde entonces.

13
Sé que esta vez no correré con la misma suerte si me atrapan de nuevo. A
simple vista se puede notar que ésta dama tiene dinero y ¡Bingo! Ahí estaba la
solución a mis problemas económicos reflexioné riendo dentro de mí.

Siempre he tenido esa suerte con las mujeres para tenerlas conmigo, debo
tener algo que a ellas les gusta. Soy alto, cabello negro liso que cae sobre mi
frente siempre alborotado sin peinar, piel bronceada igual que mi madre y de ojos
café como mi padre, cuerpo atlético porque hago mi deporte favorito: el sexo. Es el
mejor deporte en el mundo y eso me mantiene en forma, tengo veinte años de
edad y llevo la experiencia en la cama de un hombre de ochenta.

! Biiiic biiiiiic biic!

-¡Desgraciado carro de mierda! –grité. Pasó un carro a toda velocidad, casi


me atropella, ojalá algún policía lo vea y lo detengan.

Crucé la calle con cuidado, antes de que otro maniático al volante me lleve
sin previo aviso.

Al fin llegué a la parada de autobús y me dirigí directamente a la cola para


entrar. Al menos llegué a tiempo puesto que éste es la última ruta hacia mi casa y
la verdad no quisiera caminar por toda la cuidad hasta llegar. A pie serían tres
horas, lo sé porque ya he caminado esa distancia una vez que perdí el autobús.

Cuando la cola después de un tiempo avanzó pude entrar y ya estaba


aglomerado de gente. Mi estómago gruñó del hambre, ya quería llegar a casa para
comer la tarta de fresa que mi madre me preparó.

Fui el último en entrar y luego de diez minutos de espera desesperado por


llegar a casa el autobús cerró las puertas y se puso en marcha.

-Ahora sí. Directo a casa -suspiré- y sin tener sexo -pensé afligido- al
menos cuando llegue a casa tecleo en mi celular para llamar a Grace, Annie o
Jane. O tal vez hoy tendré que masturbarme. Que decepción.

Me sacó de mis pensamientos rutinarios una chica que corría hacia el


autobús tratando de alcanzarnos.

14
-¡Alto, espera, por favor deténgase! -gritaba la chica mientras la miraba por
la ventana, se veía sexy cuando sus senos se movían de arriba a abajo mientras
corría... es todo un espectáculo, eso me puso el pene a mil. Mis hormonas
comenzaron a alegrarse por ello…

"Autocontrol" vino a mi mente la palabra de Will y reaccioné.

-¡Deténgase señor, una chica quiere subir! -grité al conductor.

-Ya es tarde, que se vaya caminando a casa -rió.

Sus palabras no me causaron gracia alguna aunque muchos si rieron.

Eso me hizo hervir la sangre.

-¡Si no detiene el maldito autobús, lo agarraré y le daré tantos golpes que


su maldita cara que ni con operaciones será reconstruida! -grité con ira ante su
sarcasmo de mierda.

Pisó el freno y todos nos tambaleamos ante movimiento brusco, una chica
se apoyó de mi nalga para no caer y yo me giré en su dirección con rostro
amenazante, ella abrió la boca como si le faltara el aliento:

-Per… perdón –se ruborizó. Le di media sonrisa de esas que hacen que las
chicas se desmayen y casi lo hizo. Se abrió la puerta, la chica de afuera corrió aún
más rápido y entró de un salto empujándome para entrar.

-Calmada amiga, ya estas adentro, no es necesario que empujes -dije en


tono divertido.

-¿Qué? estabas atravesado. -Dijo con odiosidad sin mirarme a la cara. Sus
respiros eran rápidos por la corrida que mantuvo. Estaba cansada lo podía notar.

-¿Héroe del siglo XXI puedo continuar? ¿O rescataras a otra mujer en


apuros para agarrar el autobús? -preguntó el chofer en tono sarcástico y ya estaba
preparado para partirle la cara. Sin embargo decidí contener mis ganas. Observé
que la chica estaba mirando a todos lados –aun sin mirarme-, buscando y

15
esperando que la persona hablara para saber quién fue él que detuvo el autobús y
permitirle subir.

Alzó su rostro hacia mí y la miré a los ojos. Y por más que hice el intento
para ser intimidara parecía ser yo quien lo hacía. – ¡Puedes continuar! -grité al
chofer, su rostro fue de asombro y vergüenza. Fijé mi mirada al frente
observándola con mi visión periférica, el autobús cerró las puertas y siguió el
rumbo.

La chica no dijo nada en todo el camino. Al menos las gracias hubiese


preferido que dijera, pero no lo hizo. Ella era blanca, con el cabello negro que le
llegaba abajo del hombro, ojos color café, y labios rojos, usaba pantalón ajustado
blue jean y blusa verde. Era hermosa no se le podía negar de admirar. Al menos
me conformé con su belleza a pesar del sudor por sus mejillas y cuello.

Pasó una hora para llegar hasta mi destino, durante el trayecto no aparté mi
mirada de ella en el instante que pensé que hacerme el misterioso no servía de
nada, y si se habrá dado cuenta de ello me importaba poco lo que pensara de mí.
Estas cosas de ver a una mujer perfecta pasan una vez en la vida y no debería
desaprovechar mi oportunidad, y no lo hacía. Me estaba dando el gran lujo de la
vida.

-¡En la siguiente parada, por favor! -Grité y el autobús se detuvo abriendo


sus puertas. Me detuve justo en frente de ella, me miró pero no dijo nada, ni se
inmuto por lo cerca que estuve, la esquivé un poco decepcionado y bajé.

Miré hacia el autobús mientras se cerraban las puertas. Y ella aun miraba.

El autobús avanzó y perdí su visión.

16
CAPÍTULO 3

Un momento de pasión

eguí mi camino hasta mi hogar.

S Al llegar miré mi casa. -Hogar dulce hogar. -Dije para mí.


Vivo en un vecindario cerca de Louvre, me mudé solo para no
molestar a mi madre con el desorden y pues independizarme totalmente. La casa
donde vive mi madre y mi abuela es a una hora de distancia de aquí. Éste lugar es
bastante tranquilo y la gente es amable… excepto los vecinos del frente, son muy
chismosos y les gusta hablar mal de la gente, aunque yo no le doy atención a sus
comentarios, pero todos aquí por sus chismes piensan que soy gay, como nunca
he traído a una mujer a mi casa pues anda rondando esos malos comentario por
ahí.

¿Pero qué les importa a ellos?, tienen vida sólo para criticar a la gente, sin
ver que sus propios hijos son de malas amistades y vicios; su hija es una
alcohólica y prostituta que veo de vez en cuando en los bares cuando busco sexo;
no me dejo ver por ella para que no se sienta apenada por su trabajo. Y su hijo un
drogadicto gracias a sus colegas que son traficantes. Pero en fin, cada quien vive
su vida a su manera, yo no soy nadie para criticar a los demás… y menos en mi
posición. ¡Vaya posición!

Abrí la puerta y dejé las llaves a un lado en el mesón de la cocina.

Mi casa es pequeña; cocina, cuarto y baño. Pintada toda de verde, mi color


favorito. Busqué en mi nevera la tarta de fresa, aparte de la tarta no había nada
más que agua, hielo y una botella de licor. -Al menos con esta tarta aguantaré
hasta mañana si mi madre trae algo. –Suspiré. Mis parpados ya estaban casi
caídos por el sueño, terminé mi tarta y me fui a mi cuarto; siempre desordenado.
¿Y qué importaba si nunca traigo a chicas a mi hogar? es muy sagrado para mí,
no quiero rastros de putas baratas en mi cama.

17
Me quité los zapatos, la ropa y me quedé en bóxer, tiré la ropa al suelo que
estaba encima de mi cama para poder dormir bien. Luego de acostarme y estar
cómodo, quería sexo, así que decidí tomar el celular para marcar a alguna de las
chicas prepago –eso no significaba que no era lo suficientemente hombre como
para no conseguir a alguien por mi propia cuenta y gratis, porque pude haber
tenido fácilmente a la chica que toco mi trasero o a cualquier otra. Pero me distraje
con la chica sin modales-, pero me detuve, miré la hora y eran las 10:30 pm, ya
estaba cansado como para salir así que decidí masturbarme.

-Ah, mañana será un nuevo día -dije luego de eyacular. Al instante me


quedé profundamente dormido.

Cuando era niño y contaba con al menos once años de edad había
conocido una chica de quince años. Mi físico siempre atraía la atención de muchas
mujeres, no sólo de mi edad sino también las mayores. Un día aquella chica cinco
años mayor que yo me invitó a su casa y yo decidí ir, ¿Qué malo podría pasar?
Todo de seguro… y así fue. No había nadie en su casa y me invitó a su habitación
porque supuestamente quería mostrarme su colección de monedas (era cierto,
pero no era sus verdaderas intenciones). Mientras yo las observaba ella cerró la
puerta de su cuarto con llave. No sé cómo pasó, ni en que instante, pero sus
labios tocaron los míos y metía la lengua por mi boca, para ese entonces no sabía
lo que estaba haciendo, si llegué a conocer la pornografía, la masturbación y
había visto como los demás lo hacían, pero era la primera vez que besaba a
alguien. Se sintió todo tan confuso y lleno de intriga continué su juego a pesar de
no saber absolutamente nada sobre aquello.

Ella si sabía muy bien lo que estábamos haciendo. Y me dejé llevar por
esas ganas de conocer más acerca de todo eso del sexo. Llevó mis manos hasta
sus senos y dejo que los masajeara y lo hice, dijo que me quitara la camisa y el
short y lo hice, dijo que chupara sus senos y aunque lo veía extraño lo hice y me
gustó más de lo que esperaba, dijo que introdujera mi dedo anular dentro de su
vagina, que luego de meterlo completo lo sacara y luego lo volviera a meter a un

18
ritmo rápido y lo hice. Hice todo lo que me dijo que le hiciera, y me hizo todo lo que
ella quería hacerme también.

Pasamos algunos meses haciendo lo mismo casi todo el tiempo, había


aprendido día a día de ella y muchas cosas nuevas sobre mí y el poder que tenía
en mis testículos. Fue sólo sexo, por eso cuando ella y sus padres se mudaron a
Canadá no me importó en absoluto porque había aprendido que todas las mujeres
poseen un vagina que podría follar…

Cuando ella se encontraba con las piernas abiertas guiándome hacia el


lugar donde yo debía meter mi erección supe en ese momento que eso era algo
que nunca dejaría de hacer, que de todas las sensaciones causadas era lo mejor
que me había sucedido y que a partir de ese entonces aquello lo convertiría en un
hábito. Mi hábito…

¡Tooc, toc, tooc!

Me despertó el sonido de la puerta, alguien tocaba, sentía mi cuerpo


pegado a la cama. Tenía el pene erecto. -Tranquilo muchacho, más tarde te
conseguiré una puta para que la folles -dije dando una palmada leve.

¡Tooc, toc, tooc!

Seguía sonado la puerta, miré la hora en mi celular y eran las 7:27 am, oh
¿qué diablos? Agarré el paño y lo coloqué alrededor de la cintura, salí hacia la
puerta.

-Le partiré la cara a quien sea que esté tocando... -abrí la puerta.

-¡Buenos días hijo! -era mi madre, ¿será que no tiene oficio en su casa o un
marido? qué se yo. Llevaba pantalón ajustado negro y camisón color turquesa de
esos a la moda hoy en día. Tiene un nuevo corte de cabello, es horrible pero ella
dice que está a la moda; corto a un lado y largo del otro lado. Aunque lo lleva muy
bien para su edad. Sigue con la idea de quererse ver joven y eso es lo
espantoso-. Dios mío. Hijo estas hecho un desastre, anda a lavarte la cara y

19
péinate, te traje comida -al menos algo bueno trajo, me empujó a un lado para
pasar y observó a todos lados.

-¿No estás con alguien cierto?

-No mamá. -Dije en tono seco. Siempre hace esa misma pregunta cada vez
que llega y yo siempre doy la misma respuesta.

Aún tenía sueño.

-Hijo quiero hacerte una pregunta. Es sobre algo que me está preocupando.

-Dime.

-¿Eres gay? –preguntó preocupada, no me sorprendió su pregunta, mi


madre siempre ha pensado eso de mí, pero que irónico, yo soy un adicto al sexo
que se acuestas con muchas mujeres y mi madre piensa que soy gay. Ironías de
la vida. Qué más da.

-¿Qué?, ¿tú también piensas lo mismo que la gente de afuera? -pregunté


con decepción.

-Está bien, te creo, quiero nietos pronto.

-¿Nietos?, ¿de quién?, deberías hablar eso con Owen, mi hermano es


quien te los dará, no los esperes de mi parte. -Comenté.

-Hijo debes formar una familia con una buena mujer para tener hijos y así
yo tener nietos -dijo emocionada.

-¿Estás loca mamá?, no puedo cuidar de un niño, a veces dudo que pueda
cuidar de mí mismo. Además…-dije modelando como mujer- soy gay. -Me lanzó
una taza pero la logré esquivar.

-Compórtate -dijo enojada.

-Basta del tema -dije riendo y me fui al baño.

Nietos para ella, es decir, yo tener hijos. Descarto esa idea, por Dios, solo
quiero disfrutar del sexo, no tener hijos, de sólo pensarlo me dan nauseas.

20
Siempre le he huido a las relaciones, quien menos ha conocido un noviazgo soy
yo, eso no me interesa en absoluto a cambio de eso prefiero encuentros casuales
de sexo desenfrenado y caliente, eso es lo mío, de eso si conozco suficiente, tanto
que un día voy a profesionalizarme en eso de: clases para chicos que quieren
divertirse a lo grande sin complicaciones de obsequios, cumple mes, mensajes,
llamadas, cartas, sentimientos y pare de contar además de embarazos no
deseados obviamente. Me he cuidado bien usando preservativos para evitar ese
dolor de cabeza de dejar embarazada a cualquier chica, no quiero ser como mi
padre; hacerlo y luego abandonarlo. Por esa simple razón no quiero hijos ni hoy, ni
mañana, ni nunca, de eso si estoy seguro.

Luego de ya estar listo después del baño, me coloqué mi pantalón negro y


salí de nuevo a la cocina. Mi madre ya había preparado café, ese olor
característico era de ella, podría reconocerlo a larga distancia.

-Deberías arreglar la casa. -Miró a todos lados con cara de asco.

-Sabes que soy un caso perdido y si vas a criticar el cómo vivo lo mejor es
que te vayas.

Mi madre a veces me desespera siempre criticando cada cosa que tengo,


hago o dejo de hacer, esa fue una de las razones principales por las cuales me fui
de casa, se supone que estando aquí nadie me reclamaría nada pero mi mamá
sigue siendo igual en cuanto a sus regaños por mi desorden. Fui su dolor de
cabeza durante diecisiete años de mi vida, por eso creo que ahora vive con menos
preocupación de la que le causaba antes. Algunas veces me dije que si ella moría
pronto yo sería el culpable por tantas mortificaciones causadas.

-Bueno, cambiando el tema, tu abuela te estuvo esperando ayer, ¿dónde


anduviste? -preguntó-, dijiste que la visitarías.

-Por ahí madre, haciendo cosas mías. –Dije. Había olvidado por completo
visitar a mi abuela, porque estaba en la sesión con Will.

-Y... -hizo una pausa breve-. ¿Cuándo vas a ver a tu padre? –preguntó. Mi
cara cambió por completo, ya estaba enojado por haber recordado a ese

21
hombre. -Me ha dicho que no lo has visitado en meses –dijo. Sí, era cierto, desde
diciembre del año pasado no le veía, siempre es lo mismo, ¿por qué él no me
visita a mí? (tampoco quiero que lo haga) siempre he tenido que hacerlo yo. -Él
quiere ayudarte hijo, quiere darte trabajo y dinero.

-Yo no necesito nada de ese señor. -Mi padre Jacob vive en una de las
mansiones más prestigiadas de París. Tiene mucho dinero y por eso se cree el
dueño del mundo queriendo comprar todo a su paso-. No quiero sus limosnas,
¿acaso se te olvida lo que nos hizo? ¿Lo que te hizo? ¿No lo recuerdas? -de
nuevo el odio pasó a través de mis venas y di un golpe a la mesa.

-No lo olvido. Pero a veces hay que dejar las cosas pasar y sacar el odio del
corazón. Las personas que viven toda su vida así, con el corazón podrido de tanto
odio no avanzan y yo necesito avanzar en mi vida y dejar todo rencor atrás. -Me
fui a mi cuarto tomé una franela blanca (la primera que encontré), mi billetera, y un
preservativo, me coloqué mis zapatos negros rápidamente y salí de nuevo hacia la
cocina.

Miré a mi madre fijamente.

-Entonces yo nunca avanzaré, porque jamás… escucha bien… jamás en la


vida perdonaré a ese señor. -Dije y caminé hacia la puerta de salida, ya no quería
seguir con esa conversación.

-¿A dónde vas? -preguntó desesperada, yo abrí la puerta listo para salir -No
he terminado de hablar.

-Yo sí. -Dije y cerré la puerta.

Avanzar, avanzar, las personas si necesitan avanzar, a veces no lo hacen y


ese era mi caso. No podía perdonar a un hombre que nunca tuvo las más mínima
preocupación por mí, no estuvo en esos momentos cuando pasamos hambre
porque el dinero que ganaba mi madre limpiando en casas que lo necesitaban no
alcanzaba, simplemente no podía. Yo necesité a mi padre muchas veces durante
mi infancia no por el dinero, eso era lo de menos, necesité a alguien que jugara
conmigo, me enseñara a manejar bicicleta, me llevara a pasear, que hiciera todas

22
esas cosas que lo padres hacían con sus hijos, quería un poco de cariño, que
fuéramos de paseo y comiéramos helado, que me enseñara todas esas cosas que
tuve que aprender solo porque no tenía tiempo para mí. La palabra “papá” le
queda muy grande y las personas no olvidan esas cosas por mucho que se
esfuercen, ahora ya estoy grande y ya no lo extraño para nada.

No sabía a dónde iba, la hora marcaba las 9:39 am, mi estómago gruñó del
hambre, al menos hubiera esperado para comer lo que llevó mi madre, pero no
quería devolverme y escuchar otra vez sus sermones inútiles. Ya estaba en la
parada del autobús y eso me recordó a la chica de la noche anterior; sin modales.
Al menos “gracias” no cuesta dinero aún y podía darlas.

Tomé la primera ruta hacia el museo, en media hora estuve ahí. Bajé del
autobús y ya estaba cerca de las tiendas y los restaurantes, me dirigí al
Reddingsap, un restaurante de comida rápida.

Me tambaleé a un lado casi perdiendo el equilibrio, pero no caí al suelo,


alguien me había empujado, mi sangre hervía de la rabia.

-No vez por donde caminas hijo de... -detuve mis palabras cuando miré a la
persona que me había empujado, era una chica, era ella, la misma chica sin
modales. Se veía más hermosa que ayer, llevaba pantalón rojo, franela blanca con
el logo de la Torre Eiffel por todos lados, y en su cabeza un gorro tejido a mano
rojo con una flor a un lado blanca, zapatillas negras, a esta chica si le gusta las
combinaciones de ropa-. Ah claro, la chica sin modales, ¿será muy seguido eso de
trapazarme? avísame para colocarme una armadura anti-tropiezos de chica mal
educada -dije sonriendo.

-Estabas a...

-Atravesado. -Interrumpí sus palabras-. Claro, ¿igual que ayer no?

-Assh, adiós. -resopló poniendo los ojos en blanco, no entendía sus


maneras, había sido su culpa, ella era la enojada y me hacía ver como el culpable-
. Vamos Marry -dijo a una chica que estaba a su lado, quizás sea su amiga, de su

23
misma estatura, cabello castaño, ojos claros y piel bronceada, era hermosa pero
no más que ella.

La agarró de un brazo y la empujó, yo sólo observaba, Marry me miraba


con atención, ella le dio un golpe en el brazo.

-¡Vamos! -Gritó la chica a Marry.

-¿Qué? ¿Lo dejaras ir así? ¿No le dejaras el número tan siquiera? Es muy
sexy -dijo Marry. La chica volteó hacia mi dirección y me observó de pies a
cabeza, como si fuera un escáner, tal vez vio hasta el color de mi ropa interior y de
nuevo fijó la mirada en Marry poniendo los ojos en blanco -¿Y lo viste ayer? No
me dijiste...

Ya habían avanzado y no pude seguir escuchando la conversación.

Rayos. -Esas chicas sí que están locas -dije para mí.

Mi estómago seguía gruñendo, ya sentía que me hablaba diciendo que lo


dejara de torturar y entrara al maldito restaurante. Dirigiéndome a él, estaba
pensando en esa chica, era tan extraña y tan hermosa a la vez, definitivamente
esta no era un chica común. Era diferente.

¿Y qué ha pasado conmigo? ¿Desde cuándo he permitido que una chica se


escape? ¿Por qué no simplemente le soy directo como siempre he sido? De
seguro ya me la hubiese follado incluso antes de volver a verla por segunda vez.
Debe estarme sucediendo algo… tal vez me estoy volviendo gay y es cierto lo que
mi madre piensa de mí. Aunque no lo creo, no he dejado de sentir atracción por
las chicas. Es confuso.

El letrero de abierto brillaba en la puerta del restaurante, empujé la puerta y


las personas yacían comiendo, tomando café, charlando entre amigos, colegas.
Caminé hacia una mesa ya desocupada al lado izquierdo junto al vidrio que daba
la calle. Sentado ya cómodo en una silla acolchada tomé la carta con el menú, ni
siquiera lo miré, ya yo sabía que pediría, levanté la vista y miré a través de la
ventana intentando ver de nuevo a la chica pero en lugar de eso veo a personas

24
que no interesan caminando sin cesar. Mis hombros cayeron en derrota y me
resigné. El destino -aunque no crea mucho en él- me estaba dando una segunda
oportunidad para tenerla de seguro en mi cama y la había desaprovechado como
el más idiota de los idiotas.

La mesera se dirigía hacia mi lugar, era una chica rubia con el cabello
amarrado en una cola de caballo, llevaba un uniforme verde oscuro y blanco, era
un vestido. A pesar del vestuario sé que debajo de aquello se esconde un cuerpo
caliente, ella era mi nuevo objetivo. Miré detalladamente sus senos a través del
descote. Al llegar a mi mesa, se miró a sí misma justo al lugar donde tenía clavada
mi mirada: sus senos.

Levantó su vista.

-¿Qué desea? -preguntó.

-A ti. -Solté sin pensarlo. Ya excitado. El calor estaba corriendo por todo mi
cuerpo, qué bueno que estaba sentado, así nadie notaría mi gran erección. Le di
una media sonrisa de lado (siempre funcionaba).

-Creo que no estoy en el menú -dijo sonriendo, ésta mujer si es demasiado


caliente, me gusta la idea de follarla en esta misma mesa. Delante de todo el
mundo, la mayor experiencia de mi vida de seguro.

-Es lamentable. -Dije colocando cara triste-. En ese caso, quiero pan,
queso, un batido de fresa y tu número telefónico. -Me miró sorprendida pero a la
vez con entusiasmo.

-Con gusto, en cinco minutos su pedido estará listo. -Ya casi se iba.

-¿Y el número? –solté.

Se acercó de nuevo hasta mi lugar, tomó una servilleta de la mesa y sacó


un bolígrafo de su bolsillo, garabateó su número inclinándose sobre la mesa,
dejaba sus senos a mi vista. Imaginé mis manos acariciando cada pezón y a ella
con su espalda arqueada de la excitación. Se levantó y me regaló una sonrisa. Se
marchó a otra mesa. Mi pene saltó de la emoción, ya sabía lo que vendría; la

25
llamaría, la invitaría a una fiesta y me la iba a follar en cualquier hotel, ¿qué haría
para sorprenderla? El alquiler de auto deportivo. Al final de la noche el dolor de
barriga afuera de su casa sería el plan perfecto para entrar y luego follarla esta
quedar exhausto.

Terminé mi desayuno.

-Te llamaré luego. -Dije dándole una sonrisa. Dejé el dinero de la cuenta en
la mesa, al sacar mi billetera y meter la servilleta con el número telefónico, vi la
tarjeta con el número de la dama de la noche anterior.

Salí de restaurante y mientras caminaba observé la tarjeta, le daba vueltas


y vueltas, tal vez debería llamarla. Tomé mi celular y vi nueve llamadas perdidas
de mi madre, reenvié la llamada y luego del primer zumbido se escuchó la voz al
otro lado de la línea:

-Max, debes venir al Hospital Principal, tu abuela se puso mal y la he traído.

-Ya voy saliendo para allá –colgué y guardé mi celular junto con la tarjeta.

Tomé el primer taxi que vi.

-Hacia el hospital del centro por favor. -Indiqué al conductor. Mi abuela tiene
ochenta y dos años, la edad ya la tenía acabada, está en silla de ruedas, cada
malestar causa mucho impacto en su cuerpo. Ahora pasan muchos malestares
constantemente y eso genera en ella una oleada de tsunamis que se la están
llevando poco a poco.

-Mierda –dije. Había congestión de vehículos, a poca distancia se


encontraba el hospital, saqué dos billetes y pagué-. Tome, quédese con el cambio.
-Abrí la puerta y la cerré de golpe. No lo pensé dos veces para salir corriendo
rápido esquivando los carros y retrovisores para llegar hacia el hospital.

Al llegar pregunté a la recepcionista sobre mi abuela -Estoy buscando a mi


abuela... digo, la Sra. Isabella. -Me miró de arriba ha abajo suspirando, podía follar
con ella en cualquier habitación de este lugar, era algo mayor para mí y no me
importaría pero tenía algo mucho más importante que hacer: Encontrar a mi

26
abuela. Así que dejé esos pensamientos a un lado. Buscó rápidamente el nombre
en una lista a un lado de su escritorio.

-¿Cuál es tu nombre? –preguntó mordiéndose en labio.

Ya sé por dónde viene esto.

-Max –dije-. Bien, tal vez podemos planear una noche y salir juntos –hablé
sin rodeos- pero en estos momentos quiero saber de mi abuela. Es importante.
¿Se encuentra aquí?

-Sí, aquí está, se encuentra en el piso tres, habitación C-16.

-Gracias. -Dije corriendo.

-¡Me debes una salida! –gritó como si no sintiera vergüenza de que las
personas que pasaban escucharan.

-Como sea –dije.

Como rayo llegué hasta las escaleras, tres pisos arriba, subí los escalones
de dos en dos hasta llegar. El pasillo era largo, al final vi a mi madre y mis dos
tíos.

Fui hasta ellos.

-¿Qué le ha pasado a mi abuela? ¿Dónde está? -pregunté impaciente.

-Saluda a tus tíos -dijo mi madre.

-Oh. Hola. Listo. ¿Dónde está? -fue un saludo breve, no me llevo muy bien
con mi familia, así que los evito, estaba desesperado por saber dónde estaba mi
abuela.

-Está ahí. Adentro –señaló a la puerta de madera, caminé hacia ella y antes
que diera vuelta a la manilla, la puerta se abrió, me asomé por la apertura
descubierta y le estaban colocando una inyección en el brazo. Un señor de poco
cabello, alto y blanco, obstaculizó mi visión. Tenía bata blanca.

27
-¿Qué tiene mi madre? -preguntó mi tío John; flaco, blanco, cabello blanco
con bigote, él es el segundo hijo de mi abuela.

El doctor cerró la puerta.

-Sólo tuvo un desmayo, estaba mareada, ahorita le estamos colocando


unas inyecciones para estabilizarla y le vamos a hacer los exámenes para saber
más a fondo que tiene y mañana podrá ir a casa -dijo el doctor.

-Oh, Dios, qué bueno que se encuentre bien -dijo mi madre.

-¿Podemos verla? -preguntó el tío Paul; él era el mayor de todos y mi


madre era la menor. Gordo, blanco y con poco cabello.

El doctor dijo: -Si, uno por un... -Corrí hacia la puerta y entré de primero,
estaba desesperado por ver a mi abuela, cerré la puerta y vi a mi abuela; acostada
en una cama.

Las enfermeras que se encontraban en la habitación me miraban sonrientes


y salieron enseguida. -Ven Maxi -dijo en una voz cansada-, creo que tendré que
estar aquí encerrada y enferma para que me puedas visitar. -Bromeó, eso era muy
característico de ella, era la segunda mujer que amo luego de mi madre, es muy
divertida, siempre lo ha sido, incluso en momentos como estos. Desde pequeño
me ha cuidado, para ella más que un nieto soy como un hijo y para mí como mi
madre. Tiene el cabello blanco por las canas, ya no se lo pinta, dice que es una
pérdida de dinero porque cada vez salían más rápidas las malditas canas, así que
un día prefirió dejarlo todo de blanco, su cabello era corto casi como el mío, de piel
blanca y ojos claros.

-Eso no es cierto, yo siempre te visito a casa abuela.

-Van dos semanas que no me visitas. –Dijo.

-He estado algo ocupado. El trabajo.

-¿Y las chicas? -soltó riendo.

-Las chicas están bien. -Reí ante su mirada alegre.

28
-No has cambiado en nada, sigues siendo el mismo sin vergüenza y picarón
de cuando adolescente.

-Si he cambiado, bueno, no tanto. –Reflexioné.

-Si lo has hecho, ahora estas grande y todo un hombre y guapo. ¿Cuándo
será el día que alguna chica te robe el corazón?

-Nunca. Sabes lo que pienso de eso, no creo en ese tipo de cosas.

-Espero que el día que la encuentres yo esté viva para ver esa sonrisa que
ansío ver en tu rostro. -Tosió, le di un vaso con agua- ¿Aún sigues saliendo con
todas esas mujeres? -me pellizcó y traté de esquivar su mano.

-Aush, no, he cambiado.

-Qué bueno Maxi, es un gran paso.

-He cambiado todas, ahora salgo con mujeres nuevas. -Reí y mi abuela
también lo hizo. Amaba a mi abuela, durante mi adolescencia era mi cómplice
cuando salía a fiestas o con chicas, mi madre nunca sospechó de nosotros. Mi
abuela sabe algunas cosas de mí, como que me gustan mucho diferentes mujeres
a la vez y que nunca quiero una relación formal en mi vida, me conoce mejor que
mi madre, sabe cuándo estoy bien o no, lo único que no sabes es sobre mi
adicción al sexo.

-Mañana iras a casa de nuevo, no quiero volver a verte aquí. ¿Entendido?


Te tienes que tomar las medicinas que mande el doctor. Todas abuelas. -Dije y me
miró con cara de regañada-. No me mires así que sé lo que piensas, tienes que
ponerte bien.

-¿Cuándo fue que intercambiamos roles? Ahora mi nieto es el que regaña a


su abuela. -Comentó en sarcasmo, la besé en la frente y la puerta se abrió. Era mi
madre.

-Qué bueno que estás bien mamá. -Se acercó hasta ella y la abrazó. Yo ya
estaba de pie.

29
-Me tengo que ir, mañana te visitaré a tu casa. –Aseguré despidiéndome.

-Cuídate. Sabes a qué me refiero. -Susurró riendo.

-Claro abuela. -Le di media sonrisa, mi madre nos observó confundida, ella
no sabía que mi abuela se refería a usar preservativo antes de tirarme a cualquier
chica.

Salí del cuarto, me despedí de mi tío John y Paul, tenía una familia
pequeña, mi abuela solo tuvo tres hijos, la menor era mi madre, mi abuelo
Stephan nunca lo veo, abandonó a mi abuela hace algún tiempo, nunca se habla
de mi abuelo en la familia así que es tema ya olvidado.

Pasé por donde la mujer que quería salir conmigo y no se encontraba allí,
tampoco iba a esperarla para hablar con ella, me fui y supe que jamás la volvería
a ver.

Mi pene erecto significaba que pedía a gritos una vagina a la cual follar,
tomé mi celular, esta vez nada impediría que llamara a la mujer con billetes. Miré
la pantalla y tenía siete llamadas perdidas de Hellen. Esta mujer si es asfixiante,
luego de follarla, llama muchas veces para que se lo haga de nuevo, la conocí en
una fiesta cerca del Rio Sena, luego de follarla en uno de los botes de vuelta a
casa, he estado con ella varias veces, una vez tomó mi celular y se llamó a sí
misma para que así pudiera tener mi número, ha llamado, aunque esta vez quizás
pueda estar con ella. Reenvié la llamada, luego del primer zumbido contestó.

-Hola Max, ¿eres tú?

-Sí, obvio, ¿quién más? ¿Para qué llamaste?

-Oh, uh, es que, mi casa está sola y necesito compañía. -Dijo en voz
seductora.

-Estaré ahí en diez minutos. -Sabía a qué se refería cuando dijo que
necesitaba compañía, esa era su forma de decir: ven y follemos hasta morir.

Tomé un taxi directo a su casa. Ya se me había agotado todo el dinero,


tendré que pedirle a Hellen para regresarme, sé que ella no lo pensará dos veces

30
para dármelo. Ella vivía a poca distancia del hospital donde me encontraba, su
casa era aislada de las demás, cerca de bosque, esa era una de las ventajas.
Estaríamos en medio de la nada solos ella y yo. -Por aquí, por favor.

Caminé hasta la entrada de la casa; blanca, con cerca de madera para


evitar el paso de cualquier animal que se encuentre en el bosque. Toqué el timbre,
la puerta se abrió con un pequeño chillido, ella salió, su cabello negro ondulado
llegaban hasta la parte de su senos, tenía sólo ropa interior a juego rojo, un color
apasionante, su piel blanca y labios pintados de rojos daban mucho que desear,
su cuerpo era como una modelo, pedía a gritos que la penetrara y mi erección
también lo anhelaba. Levanté las cejas ente el panorama.

-Gracias por el recibimiento. -Me tomó por la camisa, haciendo que pasara
a la fuerza a su casa, cerrando la puerta de golpe.

-No digas nada, quiero que me lo hagas, te deseo en mi cama. -Esas eran
las palabras mágicas. La tomé contra la pared, le di vuelta, su trasero rozando con
mi pene ya erecto. Gimió. Pasé mi mano alrededor de su pecho. Besé su espalda,
se dio vuelta quedando cara a cara contra mí, me apretaba contra su cuerpo, quitó
mi camisa con desesperación, nos besamos como si fuera nuestro último alimento
del día, bajó poco a poco pasando su lengua por mi cuello bajando por mi pecho y
abdomen. Se detuvo frente a mi erección, tomó mi pantalón bajando la cremallera,
bajó mi bóxer y mi pene saltó libremente, lo tomó en sus manos, levantó la mirada
y me miró mordiéndose el labio inferior. Dios, esta mujer me estaba matando,
pasó una fracción de segundo cuando introdujo mi erección completa en su boca
hasta su garganta, su lengua se movía suavemente, era la mejor de las
sensaciones en mi vida, era una experta en ese trabajo, tomé su cabello para
mover su cabeza y follarla por la boca, metí todo mi pene hasta su garganta, hizo
un gesto de ahogo pero siguió su objetivo, mientras lo hacía me miraba excitada,
la tomé de su cabello y la levanté de nuevo para estar frente a frente.

-Lo has hecho bien.

-Quiero más. -Dijo, casi sin aliento.

31
-Siempre tan impaciente. Quiero follarte toda.

-Hazlo, ¿qué esperas?

-Vamos a tu cuarto. –Me condujo por el pasillo de la casa, a un lado


izquierdo quedaba su cuarto, pero fue en dirección contraria.

Abrió una puerta.

-Quiero hacerlo aquí, es la habitación de mis padres -la miré sorprendido,


ésta era una mujer que le gustaba comportarse mal. Y a mí me fascinan las
mujeres así.

-Está bien -dije. La cama era grande, con sábanas rojas de seda. Estamos
frente a la cama, quité toda su ropa interior, y yo hice lo mismo con la ropa que me
quedaba, la empujé de golpe a la cama, tomé el preservativo de mi billetera y lo
coloqué sobre mi pene, levanté la mirada y sus piernas estaban abiertas, dejaban
observar hasta el alma que había dentro de ella, lancé mi cuerpo sobre el suyo, su
piel quemaba.

Chupé sus senos con fuerza –como le gustaba- y gemía de placer, tomé su
trasero y metí mí un dedo en su trasera haciendo que se excitara mucho más, sé
lo que le gustaba y era lo que más le hacía. Metí todas mis ganas de sexo entre
sus piernas, mi pene casi me habló agradeciéndomelo, la cama se sacudía de
atrás hacia adelante al ritmo del movimiento de nuestros cuerpos, apretaba su
senos y ella gemía. Gritaba.

La giré y se colocó de rodillas en la cama. Ella anhelaba que le hiciera lo


que estaba a punto de hacer a continuación. Introduje mi pene en su ano
lentamente y se echó hacia atrás ante la impaciencia de que entrara completo.
Sonreí al igual que ella. Su cuerpo pedía más, me movía más rápido, mi cuerpo
casi lo liberaba, estaba a punto de venirme, soltó un gemido, y pasó... eyaculé en
el preservativo. Terminé de follarme a esta mujer, le hice sexo oral y se retorcía en
la cama. Luego ella me lo hizo del mismo y sin más se tragó todo mi semen sin
una muestra de pudor. Como me encantaba que hiciera eso.

32
-Buen sexo Hellen.

-Buen sexo es el que tú me das -dijo casi gimiendo, mi cuerpo ya estaba


exhausto, me lancé a un lado de la cama, quería follarla de nuevo pero no
teníamos mas preservativos, los había dejado en casa, no quería tomar el riesgo y
cerré los ojos.

33
CAPÍTULO 4

Suceso inesperado

M
e desperté preparado para cualquier cosa. Miré a mí alrededor y
me encontraba en el cuarto donde había follado a Hellen, era el
cuarto de sus padres, observé por la ventana y el cielo era
oscuro. -¡Mierda! -susurré para mí-. Me quedé dormido. -Tomé mi bóxer, pantalón,
mis zapatos y me los coloqué. Salí del cuarto al pasillo, caminé hasta la cocina,
Hellen estaba comiendo pollo y soda. Me miró y sacó una sonrisa.

-Hola dormilón. -No dije ni una sola palabra, busqué mi camisa y me la


coloqué.

-¿Te vas? -preguntó.

-¿Tu qué crees?, ¿cómo mierda dejaste que me quedara dormido? -tomé
mi celular y el reloj marcaba las 8:00 pm-. Oh, ¿en serio? ¿Las 8? -la miré con ira.

-Es tarde, no puedes irte a casa a esta hora, el autobús ya no pasa,


quédate aquí –sugirió-, mis padres no llegan hasta mañana.

-Ya sé que perdí el último autobús no es necesario que lo recuerdes,


mierda Hellen, ¿te has vuelto loca?, me voy. -Abrí la puerta preparado para salir,
me volví hacia ella-. Ah, y no me llames, yo te llamo. -Cerré la puerta de golpe.

Claro que la iba a llamar, pero será el día de la mierda, es decir, nunca la
llamaré, aunque ese día existiese tampoco la llamaría de todas maneras.

El camino no sería tan largo, diablos, ¿a quién engañaba? Era la eternidad


a pie de aquí a mi casa. Tal vez si tomo un taxi todo es mucho más fácil. Recordé
que lo había gastado todo, y no iba a devolverme a rogarle a Hellen como un
mendigo.

Inicié la marcha, lo tomé como una nueva meta. -Maldita Hellen –murmuré.
Mi piel hervía de la rabia, igual ya no habría arrepentimientos, y tenía que caminar,

34
al menos quería volver a ser niño para que mi madre me llevase en sus brazos, no
podía pensar en eso ahora. Las personas caminaban por la ciudad, muchos carros
deportivos; como me encantaría tener uno de eso, al menos así evitaría esta
caminata. Podría tomar un taxi pero no tenía el dinero suficiente en casa para
pagarlo y no trabaja sino hasta el martes, que remedio me quedaba, miré la hora,
esta vez eran las 9:30 pm.

Mis piernas dolían ante el camino ya recorrido, sentía que jamás en la que
vida caminaría, que perdería mis piernas. Lo cierto es que llegué a la avenida de
mi casa, miré mi reloj -maldición, son las 11:14 pm -al menos corrí con la suerte de
no encontrar ningún secuestrador o algún vagabundo por ahí, tomé la iniciativa y
caminé un poco más para llegar a mi casa…

Entonces vi una sombra dirigiéndose hacia mí, la vi por mi reflejo. Me


tropezó con fuerza, fue fuerte la sacudida, me tambaleé y caí perdiendo el
equilibrio encima de... por Dios, era ella, de nuevo. La chica sin modales y de los
tropiezos constantes. Estaba justo en frente de mí, el cabello cubría sus ojos, sus
labios estaban justo frente a los míos.

Me levanté rápidamente.

-¿Se volverá rutinario esto? -pregunté levantado la ceja. Extendí mi mano


para ayudarla a levantarse pero no la tomó, se levantó por su propia cuenta
limpiando el polvo de su ropa, levantó la mirada y vi sus lágrimas cayendo por su
rostro, oh no, ¿se habrá hecho daño? -¿Te has hecho algún daño? ¿Fue muy
fuerte el impacto? –pregunté preocupado.

-No, ¿no ves que hasta me parece divertido tropezar siempre


contigo? -contestó enojada.

-¿Pero te has golpeado? ¿Por qué lloras?

-Estoy bien y no lloro por eso.

-¿Por qué lloras? -me estaba preocupando.

35
-No te importa, ¿por qué habría de contar lo que me pasa o no a un extraño
como tú?

-No somos extraños, nuestros cuerpos se han conocido muy bien con cada
impacto al tropezar.

-Eres un idiota ¿lo sabías?

-Sí, lo sabía, pero lo puedes volver a repetir… se escucha sexy cuando lo


dices tú. -Sus labios se curvearon en un sonrisa -¿Lo ves?, tu sonrisa es más
hermosa que tus lágrimas.

-Basta, me voy. -Corrió cruzando hasta el otro extremo de la avenida.

La seguí.

-¡Espera! -Llegué hasta ella, la detuve tomando su brazo, su cara subió


buscando mi visión y ahí estaba, esa mirada, había algo en ella que me atraía, su
mirada era diferente, ella era diferente-. ¿A dónde vas? -miró a su alrededor con
confusión.

-No lo sé. -Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

-Está bien, comprendo que no quieras decirme por qué lloras, pero tienes
que comprender que no te dejaré ir sola a ningún lugar así y menos a esta
hora -dije-. Ven, dime donde está tu casa y te llevaré de vuelta.

-¡No!, No quiero ir allá. -Soltó con decepción.

-Entonces déjame llevarte a mi casa, al menos pasa esta noche y mañana


cuando el sol salga ya decidirás a donde ir ¿sí?

-¿Qué? ¿Estás loco? Ni siquiera te conozco, no pienso ir a casa de un


extraño.

-Ah, bueno, en ese caso… me presento, mucho gusto, soy la persona que
quiere evitar que aparezcas en la página de sucesos del periódico de mañana.

-Igual no iré. -Dijo cruzando los brazos sobre su pecho.

36
-Bien niña malcriada, no insistiré más, buenas noches. -Me dirigí de nuevo
hasta el otro lado para ir a casa.

Esa chica sí que tiene agallas para ir por ahí a esta hora sola por la calle, al
menos yo era hombre y podía correr rápido o defenderme dependiendo el caso si
encontraba a algún vagabundo, pero ella es tan tierna y frágil, que hasta..

-¡Espera! -gritaron, era ella, se dirigió hasta donde yo me encontraba. -Ya lo


pensé, iré contigo.

-Bien, vamos a casa.

*****

El camino se hizo corto, ella no dijo nada durante el camino, me observaba


y yo me daba cuenta cuando por el rabillo del ojo la miraba.

-Llegamos -dije.

-Bien, entremos -dijo impaciente.

-¡Espera! -la detuve- ¿No eres un alienígena que viene a comerse mi


cerebro? -pregunté con diversión.

-No -respondió pegándome en mi brazo-. Además, los hombres no tienen


cerebro, así que despreocúpate -añadió riendo.

-Ese fue un golpe bajo -dije riendo.

-¿Y tú no eres un psicópata loco o un asesino en serie? ¿O sí? –preguntó.

-No, nada de eso. Soy mucho peor que eso –respondí. Se mantuvo en
silencio-. Bien. Entremos a mi cueva, solo espero que mi esposa no se enoje por
traerte aquí. –Solté serio.

-¿Cómo?, ¿tienes esposa? -su cara cambió de seria a apenada.

La miré fijamente. Yo estaba serio, traté de contener la risa, pero fue


inevitable y solté una carcajada. -Es broma. -Abrió la boca para decir algo pero la
volvió a cerrar -Tenías que ver tu cara, estaba de fotografía. -Añadí riendo.

37
-No me causa gracia. -Cruzó los brazos sobre su pecho.

Le di media sonrisa. -Entremos.

Nunca me hubiese pasado por la mente lo que estaba haciendo. Sí,


exactamente esto… estaba llevando a una chica a mi casa, ¿Quién lo hubiera
creído? “Max llevó a una mujer a su casa” dirían los vecinos y se formaría el
chisme de la semana, también dejarán de decir que soy gay, pero nadie nos vio
entrar así que por el momento seguiré con mi mala fama.

Observó cada rincón de la cocina. Me sentí completamente desnudo ante


una completa desconocida. Reflexioné sobre el hecho de que no soy alguien que
hace obras de caridad por las demás personas, ¿Por qué no la dejé vagando por
la calle sola? Quien sabe lo que le pasaría para haber dejado su casa y andar sola
a estas horas de la noche. Pero no le preguntaría nada que la hiciera incomodar,
es su problema y no el mío, tampoco es que soy consejero o psicólogo, en dado
caso le podría dar el número de Will para que se sienta mejor.

-¿Dónde dormiré? -preguntó evaluando cada muro en mi hogar.

-Por aquí. -La dirigí hasta mi cuarto, otra parte que ninguna mujer (aparte
de mi madre y mi abuela) había explorado-. Disculpa el desorden.

-No importa. -Dijo riendo.

-Dormirás en mi cama. –Vaya dicha, aunque espero que no haya dejado


semen en mis sábanas.

-¿Disculpa? -dijo elevando sus cejas lo más altas posible.

-Oh, no, yo no dormiré contigo (si quiero hacerlo), buscaré sábanas y


dormiré en el suelo. -No lo podía creer, dejaría que esa chica desconocida
durmiera en mi cama, con ella estaba rompiendo mis propias reglas, eso era algo
extraño.

-En la cama hay espacio para los dos, no quiero que duermas en el suelo,
yo soy la intrusa aquí, yo debería dormir en el suelo.

38
¿Qué mierda?

-De ninguna manera permitiré que mi invitada duerma en el suelo. En ese


caso podemos compartir la cama. –Comenté dando media sonrisa. Esta chica me
confundía, no quería venir hasta aquí y ahora quiere que dormir cerca de mí. No
podía engañarme a mí mismo, me gustaba la idea de dormir a su lado. –Bueno,
me voy a duchar –añadí saliendo del cuarto a toda prisa.

Entré al baño y abrí la regadera, me acerqué al lavamanos y abrí la llave,


mojé mi cara con el agua, levanté la mirada y me miré frente al espejo.

-¿Qué diablos estás haciendo Max? –me pregunté a mí mismo, estaba


confundido y a la vez emocionado. No esperé más y me duché.

Luego de la ducha tomé el paño y lo coloqué alrededor de mi cintura, abrí la


puerta y me dirigí al cuarto. Ahí estaba ella, había arreglado la cama, colocando
sábanas verde y azul, las tomó de mi armario, tenía buen gusto.

-Oh…-me miró de arriba a abajo.

-Buscaré mi ropa –dije. Ella se encontraba justo en el armario y el espacio


era pequeño para pasar, me miró con timidez y pasé por un lado de ella, mi
cuerpo rozaba el suyo, sus mejillas estaban ruborizadas y supe que yo causaba
algo en ella. Logré alcanzar mi bóxer negro y mi short azul marino.

Retrocedí.

Me dirigí de nuevo al baño, me coloqué el bóxer y el short, estaba de nuevo


frente al espejo, De nuevo esa sensación extraña fluyó en mí, no sabía lo que
estaba pasando, no lo entendía.

Ahora voy a dormir con ella y espero controlar mi erección. Espero que ella
no lo note. ¿A quién engaño? Obvio que no podré controlar mis hormonas estando
cerca de ella. Al menos tenía que intentarlo.

Salí de nuevo hasta el cuarto.

39
Ella estaba sentada en la cama, miraba todo mi cuarto y lo estudiaba. Me
miró, y de nuevo su timidez y sus mejillas coloradas me hizo sentir extraño, quería
que parara ya.

-Es muy lindo tu cuarto pintado de verde. –Dijo.

-Es mi color favorito.

-El mío también.

-Creo que tenemos algo en común –aseguré.

-Sí, ¿cuál es tu nombre? No creo que te hagas llamar: chico que intenta
salvarme de que salga en la página de sucesos del periódico de mañana. –Soltó
una carcajada. Ella era hermosa y más cuando sonríe, es la melodía más
inspiradora que he escuchado, podía grabarla y escucharla durante toda la noche.

-En realidad mi nombre es Max Brown.

-Tienes el mismo apellido del famoso multimillonario.

-Si. –Respondí.

Hubo silencio.

-¿No preguntarás cuál es mi nombre? –soltó decepcionada.

-No. Puedes decírmelo si quieres. –Respondí tratando de ser divertido.

-Entonces no te lo diré. –Dijo molesta poniendo los ojos en blanco. Hizo un


bostezo.

-¿Quieres dormir ya? –pregunté.

-Si. Al menos es mejor que cualquier cosa que pueda hacer contigo.

-Tal vez si nos conociéramos mejor y no me hicieras sentir de este modo lo


que menos vas a desear será dormir cuando estés conmigo. Te vas a arrepentir
de haberlo dicho.

Se ruborizó.

40
-Dormiré ¿sí?

-Sí, yo también tengo cosas que hacer mañana. –Dije, mañana visitaré a
mi abuela.

Se acostó en mi cama, ésta mujer iba a dormir en mi cama, era difícil de


explicar pero me gustaba que ella durmiera aquí, conmigo.

Tal y como esperé… tratar de controlar mi erección era una misión


imposible. Me senté en la cama para que no se notara.

-¿Qué tanto me miras? –me descubrió observándola.

-No lo sé, no lo puedo explicar. –Susurré.

-Puedes dormir. –Tomó mi almohada y me miró confundida.

-¿Tienes otra almohada? –preguntó.

-No, esa es la única que tengo, pero puedes tenerla. –Dije mientras me
acostaba colocando las manos sobre mi cabeza.

-Podemos compartir esta –sugirió. La miré con confusión ante su


proposición, pero acepté. Y a continuación me acerqué más a ella, giré mi cabeza
de manera que quedamos frente a frente. Miré sus ojos; eran más hermosos
apreciarlos de cerca. Sus labios eran rojos y seductores, no podía entender tanta
hermosura en una sola mujer, me sentía idiotizado como jamás me había hecho
sentir ninguna mujer… ella no era igual a las demás y estaba en mi cama, eso era
algo inexplicable.

Me miró también.

Sentí esas ganas inmensas de besarla, deseaba sus labios juntos a los
míos, nunca había deseado tanto algo como deseaba besarla, mi fuerza de
voluntad era muy competitiva y no podía ganarle nunca, ni una sola vez, no lo
soporté más.

Y pasó.

41
Me acerqué rápido a sus labios, robé un beso de sus labios, era como una
necesidad besarlos. Existen necesidades esenciales para los seres humanos y
acabo de descubrir una nueva en mi vida: besarla.

Se quedó inmóvil ante mi acción.

Me alejé avergonzado ante lo que acababa de suceder. ¿Por qué? Aquí era
el momento donde le quitaba la ropa y tendríamos sexo hasta el amanecer.

-Oh... disculpa... yo... sólo, disculpa –dije con vergüenza, su mirada no


reflejaba nada, sólo era de sorpresa. Di media vuelta dándole la espalda de
manera que no pudiera ver su rostro. No dijo nada. Eso me hizo sentir mal,
mierda, ¿qué he hecho?, ¿por qué la bese? Quería hacerlo, pero no debía.
¿Desde cuándo me importa si está mal besar a alguien que acabo de conocer?
Tiene que haber una explicación.

Eché un vistazo de reojo para ver si estaría ya dormida. Justo cuando


voltee me estaba mirando, mis ganas aumentaron más y esta vez nada me
detendría de tener sexo con ella.

Me acerqué rápidamente, la volví a besar, esta vez respondió a mi beso.


Tomé su cara con mis manos, acariciando su mejilla, tenía la piel suave como la
seda, su aroma era a fresa, la manera en que me hacía sentir era magnifica, no
quería dejar de besarla, su lengua se entrelazaba con la mía, buscaban más y
más.

Y vino una oleada de pensamientos incoherentes que me decían “detente”.

Me alejé lentamente de ella y me miró impaciente.

-Esto no puede ser -dije mirándola, cada parte de mi cuerpo quería tomarla,
quería tenerla. Pero algo me detenía, era como una fuerza sobrenatural que
impedía hacerle lo que mi cuerpo pedía, no quería tenerla de ese modo, la
sensación era la más extraña que podía haber experimentado.

Pero la volví a besar, ella se dejaba llevar por mí y estaba seguro que era
yo quien decidía cuando parar o cuando no. Las sensaciones a las que me estaba

42
enfrentando causaban estragos mientras nuestros labios se consumían ante la
pasión y el querer desear más que un beso y no diría que simple porque me
podría conformar con esto por un buen tiempo. Creo que he cedido ante algo que
estoy afrontando y es completamente nuevo para mí. Y el querer descubrirlo me
va a matar, tengo un leve presentimiento.

La miré a los ojos tras separarme de nuevo de ella. Como odiaba ese
momento de lejanía. No dijo nada, su rostro era inexpresivo, quería saber en ese
instante lo que pensaba, lo que sea que pasara por su mente y las cosas que
pensaba sobre mí quería saberlas, pero no dijo nada, en lugar de eso dio media
vuelta dándome la espalda, ¿Qué mierda soy? lo habré arruinado todo, la hice
sentir incomoda o no le habrá gustado el beso –claro que si le gustó, su piel
erizada, su mirada y la forma como respondía a mis besos me lo afirmaba. Pero
efectivamente algo sucedía, no era yo, algo estaba mal con ella-. No quería que
esta noche terminara de ese modo así que me acerqué hasta ella y la abracé por
la espalda, su cuerpo se tensó ante mi abrazo, coloqué mi brazo alrededor de su
cintura.

Rocé mi erección con su trasero pero no le importó, de seguro sabe que es


normal que eso pase. Se quedó inmóvil, luego se zafó de mi agarre y quedó frente
a mí, mirándome con tristeza, pasó lo que no me esperaba…

Me abrazó.

Su cabeza la colocó sobre mi pecho y envolvió sus brazos alrededor de mi


espalda, no entendí lo que estaba pasando y tampoco me detuve a averiguarlo,
quería ese abrazo, la quería a ella, mi corazón saltaba desenfrenado. La abracé
también, era como magia, un momento mágico entre nosotros, ¿Cómo mierda
puede hacerme sentir de esta manera una chica que acabo de conocer?, no lo
sabía, pero lo que sí sabía es que era el mejor abrazo que he tenido en años. En
realidad mi último abrazo cálido me lo dio mi madre de pequeño, ahora deseaba
tener pegamento en mi cuerpo para que de esa manera no pudiera despegarme ni
un segundo de su agarre, su abrazo me hizo sentir bien, por un momento me

43
olvidé de todo, el mundo no estaba, estábamos solos ella y yo. Cada segundo era
magnifico y lo apreciaba, no sabía por qué me estaba sintiendo de esa manera.

-Tú no sabes el lío que has tenido en tus labios –dijo contra mi pecho.

-Yo no sé nada de ti, tú tampoco sabes absolutamente nada de mí.


Estamos a la par.

-¿Quién te ha enseñado a besar? –preguntó.

-Semejante pregunta –reí-. La preguntaría sería ¿estuvo bien o mal?

No respondió.

-El silencio dice muchas cosas pero quiero oírlo de tus labios, esos que me
han probado.

-Eres un arrogante de mierda.

Reí y ella lo hizo también.

-¿Por qué llorabas? –pregunté y suspiró.

-Tuve una discusión con mi madre, nada importante, pero está haciendo
cosas que creen que son correctas y no son así.

-¿Ejemplo?

-Ha llevado a mi exnovio a cenar como si creyera que vamos a volver.

He entrado en campo rojo. Debo salir a como dé lugar, pero la intriga de


saber más sobre ese imbécil –a quien no conocía y comenzaba a odiarlo- me
estaba irritando.

-¿Y no es así? –pregunté.

-No. Jamás volverá a pasar. Cometió un error muy grave.

-Entonces te gusta el color verde, te gusta como beso, te peleaste con tu


madre, odias a tu exnovio, y eres rencorosa. Ahora creo que conozco mucho de ti.

-Podría decir que sí. Ahora cuéntame de ti.

44
Oh maldición.

-Mi vida es bastante aburrida.

-Que mentiroso. Por ejemplo ¿Qué hacías esa noche en el centro de la


ciudad? –preguntó sonriente.

-Mmmm… paseaba.

-¿Tienes novia?

-No. Definitivamente no.

-¿Por qué negarlo dos veces?

-Para confirmarlo.

-¿Alguna exnovia rondando?

-No. Definitivamente no.

No mentía. Lo único que rondaban eran mujeres queriendo tenerme en su


cama pero ninguna exnovia que me fastidiara la existencia.

-¿Quieres que me quite? –dije levantándose un poco y la tomé en seguida


para que no se alejara.

-Me gusta así. Aunque nuestros cuerpos quieren estar mucho más cerca de
lo que estamos, de eso estoy seguro.

Maldita incoherencia de mi cuerpo con mi mente, ambos querían cosas


distintas y aunque mi adicción y ganas de sexo siempre fueron mayores hoy sin
lugar a dudas el trofeo del triunfo se lo llevaba la mente con gran ventaja y lo peor
del caso es que me gustaba la idea de tenerla en mis brazos mucho más que
entre sus piernas.

-Buenas noches –dijo. Ninguna mujer salvo mi madre y mi abuela me


habían dicho eso. Acaricié su cabello y sus mejillas y por cómo se movía sé que le
gustaba.

45
-Ésta es una de las mejores noches. –Confesé-. Buenas noches para ti
también –dije. Cerré mis ojos y me olvidé de todo mí alrededor.

46
CAPÍTULO 5

Buscando respuestas

D
esperté bien por primera vez, quizás porque ella durmió junto a
mí, he pasado la mejor noche en toda mi vida, y se lo he dicho,
hay una especie de tranquilidad en mi vida como si ella me diera
eso a cambio de mi compañía.

Espera...

Miré a mí alrededor y no estaba. No supe el momento en que se había


levantado, fui directo a la cocina y no había nadie, me dirigí hasta el baño pero no
había nada, corrí hasta la puerta de salida, salí y miré a todos lados buscándola,
pero no estaba, entré de nuevo a mi casa. Cerrando la puerta pensé si realmente
pasó eso anoche o sólo lo estaba soñando, rasqué la parte trasera de mi nuca
confundido, algo me decía que si fue real.

Mi estómago gruñía del hambre, fui a la cocina y abrí la nevera con la


esperanza de encontrar algo y encontré un recipiente con estofado de mamá,
quizá lo trajo ayer cuando vino aquí, estaba frio así que lo llevé al microondas para
calentarlo, marcando tres minutos de espera mi cabeza todavía estaba dando
vueltas, estaba seguro que lo que había pasado la noche anterior había sido real,
lo viví, lo sentí, sentí todo esas cosas en mi interior que aún no lograba
comprender, busqué un plato junto al fregadero y lo coloqué sobre el mesón para
así servir mi desayuno, a un lado del mesón había un hoja de cuaderno, la tomé y
había algo escrito en ella:

“Buen día. Ha sido un placer conocerte Max, gracias por la estadía y por
haberme salvado de aparecer en la página de sucesos del día de hoy. Lo del beso
y todo lo demás lo puedes olvidar porque fue un error. Me voy antes de que te
levantes ya que no me gustan las despedidas y sería muy incómodo hablar sobre
lo de anoche. Gracias por todo”

47
Volteé la hoja para ver si había algo más escrito, pero no había nada más,
ni siquiera dejó su número o tan siquiera el nombre, -Que estúpido Max, ¿por qué
no preguntaste su nombre ayer? –me regañé a mí mismo, claro, ¿Cómo iba a
saber que ella se iría de esa manera? y sin avisar, siempre pasaba al revés: yo
siempre me iba antes de todo. Pero ahora las cosas habían cambiado, es ella la
que se había ido.

El sonido del microondas dando señal de que el trabajo estaba hecho me


sacó mis pensamientos, dejé la nota a un lado de la mesa, tomé el estofado y lo
serví en el plato, me senté a comer, tomé la hoja de nuevo releyéndola,
necesitaba saber si había dejado el número o algo, alguna dirección tal vez… pero
no había nada más.

-Necesito hablar con Will pronto. –Dije hablando con la boca llena de
comida.

Había terminado de comer así que me fui al cuarto, mirando mi cama,


recordé el beso de anoche, ese había sido el mejor beso que he tenido y no tuve
sexo con ella. Fruncí el ceño confundido. –Definitivamente tengo que hablar con
Will sobre esto que pasó y también sobre lo que no pasó –pensé.

Decidí visitar a mi abuela, le había prometido que iría hoy, me fui a duchar,
mientras estaba en el baño, recordé cuando follé a esa morena turista, ella había
venido de Italia para conocer Paris, la vi en el restaurante donde trabajo, la
reconocí por su acento:

-¿Puedo tomar su cuenta señorita? –pregunté riendo.

-¿Qué me puedes ofrecer? –dijo viendo el menú. Esta mujer me estaba


calentando, le podía ofrecer sexo ahorita mismo pero quizás saldría corriendo,
sólo tenía que jugar con ella un rato más.

-Bueno –dije tomando asiento-. Puedo observar que no eres de aquí, si


quieres comer algo bueno que puedas recordar y contar a tus amigas puedes ir al
restaurante que se encuentra bajando por esta calle, a mano izquierda, ahí está el
mejor restaurante. –Le guiñé un ojo.

48
-Vaya. –Dijo con una gran sonrisa-. ¿No se supone que tienes que ayudar a
vender y no ofrecerle a los clientes ir a otro restaurante? –Susurró levantando una
ceja.

-Sólo estoy siendo cordial, además en este lugar me pagan lo mismo si


viene o no viene gente.

-Entonces, muchas gracias señor...

-Max, señorito Max. –Interrumpí.

-Que modesto. –Dijo en tono sarcástico.

-Se hace lo que se puede, si gustas puedo acompañarte al restaurante.

-Vamos señorito Max, conozco éste juego.

-¿Cuál juego? –me atrapó en mi propia trampa.

-Éste, tratas de sorprenderme pero soy muy lista, ¿todo lo que quieres es
llevarme a la cama o me equivoco? –estaba fuera del juego, ahora yo era su
presa, tenía que reaccionar rápido si no estaría completamente perdido.

-Jamás he pensado en llevarla a la cama –mentí-. Y si usted ha sacado esa


conclusión es porque así lo quiere o ¿no?

Hubo silencio. He ganado la pelea.

-Yo...

-Te puedo ofrecer el mejor sexo del mundo, sólo tienes que pedirlo –dije
guiñando un ojo.

-¿Qué te hace pensar que quiero tu sexo?

-No has parado de mirarme, tu piel está sudorosa y te muerdes el labio


inferior pidiendo algo, esos son síntomas.

-¿Siempre eres así?

-¿Cómo?... ¿Excitante? ¿Caliente?

49
-No, modesto.

-Sólo necesitas probar y luego me das el veredicto final.

-¿Cuándo? -preguntó, ahora sí lo he conseguido.

-Ahorita, en este preciso momento. –Dije.

-Vamos a mi residencia.

-Bien.

Me levanté de la silla, corrí a la barra, ahí estaba Freddick. –Dame cinco


hermano, es mía. -Dije chocando nuestras manos-. Cúbreme.

-Está bien, pero me la pagas luego.

-Sí, si, como sea, me voy. –Caminé hasta la mujer morena y nos fuimos.

Llegamos a la residencia. Al entrar y cerrar la puerta, me lanzó a la cama,


ésta chica sí que tenía fuerza, me quité la ropa y ella también lo hizo, se lanzó
sobre mí, sólo me dio tiempo de colocarme el preservativo cuando ya estaba
dentro de ella. Se sentó sobre mí. Se movía de arriba a abajo, gemía de placer.
Nuestras posiciones cambiaron, ahora ella se encontraba abajo, mi pene entraba y
salía a toda máquina, y ella se movía a mi ritmo, estábamos descargando nuestra
calentura en esa cama.

-Quiero hacerlo en el baño, mientras nos duchamos. –Susurró excitada y


casi sin aliento.

-Te lo haré donde quieras.

Me levanté de la cama y ella se lanzó sobre mí cruzando las piernas


alrededor de mi cadera, mi erección entró fácil en su vagina desde esa posición.
No paraba de besarla, la llevé cargada hasta el baño, la pegué contra la pared,
mientras la alzaba de arriba a abajo, arqueó su espalda levantando sus manos
rasgando la pared, gemía, nos fuimos directo a la regadera, la abrimos, el agua
fría cayó sobre nuestros cuerpos desnudos, un escalofrió recorrió mi cuerpo, el

50
calor corporal hizo que disminuyera el frio, los movimientos eran bruscos y eso le
gustaba, gritaba y gemía de placer.

Se zafó de mi agarre y se agacho quedando frente a frente con mi pene,


quitó el preservativo con sus dientes y pasó su lengua por el glande, ella tenía
experiencia pues su manera de mover su lengua eran de experta, metió mi pene
en su boca y lo tomaba con sus manos, en su boca entraba y salía, pronto
eyaculé, expulsé todo de mí en su garganta, se tragó todo mi semen y limpió con
su lengua todo lo que quedaba alrededor del glande. Luego fue mi turno para
hacerle sexo oral, levantó una pierna apoyándose en la pared, yo de rodillas pasé
la lengua por su vagina y luego di grandes lametones en su clítoris, ella gemía de
placer y tomaba mi cabeza para que no me despegara de ella. Lo hicimos de
todas las formas posibles.

Nos tumbamos en la cama de nuevo mientras ambos disfrutábamos


haciéndonos sexo oral. La coloqué en cuatro para penetrarla, mi pene entraba y
salía de su vagina para luego entrar y salir de su ano. Los gemidos que soltaba
me inspiraban a seguir complaciéndola. Incliné su cuerpo en una mesa y levanté
su pierna y penetrarla desde esa posición, apretaba sus senos y me pedía muchos
más. Fue un buen sexo, me sorprendió ésta mujer.

Mi pene estaba erecto al recordar ese momento junto ella, me masturbé en


su nombre, al terminar, me duché, y fui hasta mi cuarto, me coloqué un pantalón
negro y franela negra, la verdad siempre suelo vestirme de blanco o negro, es
como parte de mi personalidad. Luego de estar vestido, tomé mi billetera y metí un
preservativo. Busqué mis llaves, pero no la vi en mi cuarto, me dirigí hasta la
cocina y estaba en la mesa, junto a ella la carta de la chica desconocida, la doblé
y la metí en uno de mis bolsillos delanteros.

Salí de mi casa.

Era un día soleado, las personas ya estaban afuera conversando entre sí y


mientras yo pasaba murmuraban, ya era costumbre y no me importaba lo que
dijeran.

51
Continúe mi camino.

-Hey Max. –Gritó Jossep, él es mi mejor amigo desde la secundaria,


tenemos la misma edad, tiene la piel bronceada y el cabello castaño que le cae
sobre la frente, vestía jean y una franela marrón-. Te he buscado todo el fin de
semana pero no has estado en tu casa.

-Pudiste marcar a mi teléfono. –Dije en tono sarcástico.

-Mi hermana lo ha lanzado por el urinario y pues... se quemó.

-Oh.

-Pero eso no es lo importante luego me compraré otro, quiero hablarte


sobre Thomas.

-Habla en voz baja –susurré. Miré a los lados pero no había nadie cerca.
Seguí caminando para ir hacia donde me dirigía y me siguió. -¿Qué quiere ahora?
-pregunté con ira.

-Quiere que enviemos más mercancía –respondió. Claro, siempre nos


busca a nosotros para ese tipo de trabajo. Thomas era un traficante de droga, lo
conocimos un día cuando necesitaba dinero para las medicinas de mi abuela,
cada vez eran de alto costo y mi trabajo no daba para más, el salario de mi madre
menos, Jossep necesitaba el dinero para sustentar a su familia, así que decidimos
entrar en su grupo de repartidores, así nos hacemos llamar, nos dan la dirección y
llevamos el paquete, eso es todo, por ese tipo de trabajo ganamos buen dinero.
Ahora simplemente estamos haciendo trabajos gratis para él, sin aceptar dinero,
de ese modo no le estaríamos debiendo nada.

-¿Hasta cuándo trabajaremos para él? –mi enojo estaba explotando.

-Dijo que hasta que él lo decidiera. –Maldición, por este tipo de trabajo tenía
dolores de cabeza.

-Está bien, ¿cuándo? –pregunté resignado.

-Esta misma noche. –Soltó.

52
-¡¿Qué?! –Grité y personas voltearon hacia nuestra dirección-. ¿Qué?
-susurré en voz baja.

-Me advirtió que teníamos que ser muy cuidadosos, es mucha y no quiere
errores.

-Jossep, ¡Vamos! Tenemos entrenamiento. –Gritaron unos chicos a lo lejos,


practicaban boxeo y al parecer ya era hora de sus prácticas.

-A las 10:00 pm estaré en tu casa –dijo alejándose, corriendo hasta los


demás chicos. Esa era siempre la hora de la entrega, no habría mucha gente y la
verdad no quisiera ir a la cárcel si nos atrapan en esas cosas sucias, yo quería
salir de esa vida, sólo que ahora Thomas nos tiene en sus manos diciendo que iría
a la policía y dirá que fuimos su cómplice en todas sus patrañas, no quiero ir a la
cárcel, mi vida está arruinada. No hay nada que hacer, nos tiene atrapado a
Jossep y a mí.

Continúe mi camino, caminé hacia la parada del autobús, esperándolo,


tomé mi celular para llamar a Will, necesitaba hablar sobre la chica que ni siquiera
sé su nombre, quería que acabara esta sensación extraña cuando recordaba su
hermosa mirada y sus labios, su piel y sus besos, sobre todo quería saber ¿por
qué tenía esas ganas de volver a verla?, marqué a su número, luego de varios
zumbidos contestó.

-Hola Max, ¿qué tal?, si llamas es porque tiene que ser algo muy
importante.

-Sí, buehh, eh. –Tenía razón, nunca lo llamaba, sólo lo hacía para cosas
importantes, la última vez fue porque estaba exhausto y emocionalmente
deprimido por todos mis problemas de adicción.

-¿Te pasó algo? ¿Estás bien? –preguntó preocupado.

-Sí, yo estoy bien, o no lo sé, en realidad, necesito hablar, estoy algo


confundido.

53
-¿Te parece esta tarde las 3:00 pm? –el autobús llegó, subí y arrancó hasta
Montparnasse, es el lugar donde vive mi madre y mi abuela.

-Claro, claro, nos vemos en el mismo restaurante de siempre. –Colgué. Will


era como un amigo más, tengo pocos pero a él lo consideraba como uno de ellos.

El camino se hizo corto. Al bajarme del autobús caminé por el vecindario,


aquí fue donde pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia, saludé a algunos
vecinos. Y varias chicas a las que les di placer me miraron entusiasmadas como si
creyeran que las volvería a poseer. Seguí hasta llegar a casa de mi abuela, tres
carros negros estaban en frente de la casa, habían cuatro hombres altos; uno de
piel morena y los otros blancos, dos de ellos se encontraban parados a cada lado
de la puerta, y los otros yacían parados cerca de las camionetas, vestían de
negro, con lentes oscuros y armas a los lados de su pantalón, miraban en todas
las direcciones. ¿De verdad tiene que tener tanta protección sólo para venir?
pensé con ira, pasé a través de ellos y entré.

Caminé por el pasillo y en la cocina lo vi, ahí estaba él.

Jacob Brown. Mi padre, él y yo teníamos cierto parecido, pero no teníamos


nada más en común, es de mi estatura, y su cabello se torna blanco, llevaba traje
de smoking como siempre.

-¿Tienes que hacer tanto espectáculo para venir? -pregunté enojado.


Pronto miré a mi madre que yacía lavando platos, quizá ya habrían desayunado,
luego saqué esos pensamientos de mi mente debido a que mi padre jamás
comería aquí, sería muy insignificante la comida para lo que está acostumbrado,
grandes platillos, sirvientas y muchas otras cosas que las personas con dinero
pueden darse el lujo.

-Hola mamá, ¿qué tal te va? –dirigí la atención a mi madre.

-Estoy bien hijo. ¿Qué tal el día? –preguntó mi madre.

-Hasta el momento estaba bien, pero alguien lo ha arruinado. -Dije mirando


a mi padre, la verdad es que mi día se había amargado desde que desperté, el no

54
ver a la chica sin modales, luego el trabajo de esta noche para Thomas y ahora
esto. No me gustaba cuando él venía a visitar a mi madre, siempre que viene no
me aparezco aquí, no me interesa verle, mi madre no me ha avisado para no
toparme con él y eso me enojó intensamente.

-¿Cómo estás Max? –preguntó mi padre.

-¿Cómo estás Max? –Remedé con ira- Me va súper bien. –Agregué. Viejo
idiota. Es malo sentir odio hacia los padres pero éste era mi caso, odio a mi padre,
odiaba que su maldito trasero estuviera en esta casa y sobre todo, odiaba verle la
cara.

-Qué bien, vengo a visitarte.

Oh maldición. –Pues ya me viste, ¿contentó?, porque yo no lo estoy, no


soporto tu presencia. –El tono seco en mi voz se hacía cada vez más fuerte. Me
dirigí hasta el cuarto de mi abuela saliendo de la cocina.

-Espera Max. –Lo ignoré y continúe mi trayecto.

-Déjalo ir. –Escuché a mi madre decirle.

Toqué la puerta de la habitación de mi abuela y pasé, estaba acostada


viendo televisión.

-Hola Maxi, que sorpresa verte aquí.

-Te dije que te visitaría –le di media sonrisa- pero aún no te levantas de esa
cama.

-Es mejor estar acostada aquí en mi cama que estar en esa silla de ruedas,
si estuvieras sentado en una silla durante todo el día tal vez me pudieras
comprender. –Tenía razón, tenía que ponerme en sus zapatos para entender todo.

-Bueno sí.

-Ahí está tu…. –Detuvo sus palabras- Jacob –soltó para no decir la palabra
“padre”.

55
-Sí. –Dije en tono serio- ¿Por qué mi madre no me advirtió que él estaría
aquí?

-Pero vienes por mí, no por él.

-Sí, pero sabes lo mucho que me enoja verlo, no soporto su


presencia. –Miré la televisión tratando de canalizar y sacar toda mi ira.

-Maxi, dale una oportunidad, él quiere ayudarte.

-No, definitivamente no, ese es mi última palabra, no necesito su dinero,


con lo que gano en mi trabajo tengo suficiente, no es mucho pero si puedo
sobrevivir. –Mi personalidad suele ser de orgulloso, no podía olvidar todo el
pasado, mucha gente lo lograba pero yo no podía avanzar-. ¿Y ves cómo se
comporta?, ¿tiene que traer a cuesta toda su seguridad?

-Tiene que cuidar de su vida, es una persona pública y lo necesita. –Mi


padre tenía que llevar la seguridad a todos los lugares donde iba, es propietario de
la mansión Chambord, tiene mucho dinero, es dueño de muchas empresas y
haciendas, a mí no interesaba nada de eso, quería ser independiente, quise hacer
las cosas por mi propia cuenta, sin su ayuda. Después de todo siempre ha sido de
esa manera.

-Como sea, realmente no me importa. –Dije con decepción-. ¿Cómo te has


sentido?

Su rostro cambió, fue más serio de lo normal y evitó mi mirada –Yo... he,
bien Maxi, hoy estoy mejor.

-Qué bien. –Contesté besando su frente. Mi celular sonó en mi bolsillo, una


llamada. –Es mi hermano Owen –susurré.

-Hola hermano, hacía días que no me llamabas. –Contesté.

-Maxi, ¿cómo te encuentras?

-He estado bien.

-Dile que le mando muchos besos y abrazos. –Susurró mi abuela.

56
-Mi abuela dice que te manda muchos besos –dije-. Y que estás muy guapo
y sexy –Añadí.

-Déjate de jugarretas idiota y pásame a mi abuela.

-Tú siempre de amargado. –Dije riendo. Nos criamos juntos, nos llevamos
bien el uno con el otro, luego que él culminara estudios en la universidad en la
carrera de economía empresarial consiguió trabajo en España y ahora vive allá.

Pasé el celular a mi abuela.

-Hola Owen –fue lo primero que dijo- Estoy bien, estos días estuve un poco
enferma… Estoy bien, tranquilo, ya estoy en la casa. –No podía escuchar lo que
decía Owen. Mi abuela reía a carcajadas- ¿cuándo vienes?, está bien… bueno
cuídate entonces… Yo también te amo.

Me pasó el teléfono.

-¿Entonces cuando vienes? –pregunté.

-No lo sé, he tenido mucho trabajo y en cuanto me desocupe iré enseguida


a verlos. Por cierto, puedes pasarme a mamá, he llamado a su teléfono y no
contesta.

-Voy, espera un momento. –Dije-. Cuéntame ¿Qué tal las mujeres sexys de
España tío?

Tosió

-No me digas que te has enredado en el amor de mierda –dije ante su


silencio.

-Están todas lindas y bellas.

-¿Eso es todo? ¿Qué hay del sexo? ¿Son más salvajes que las francesas?

-No quiero hablar de eso –dijo cortante.

-Bien. Deja de ser amargado. Tendrás arrugas pronto –reí.

57
Salí del cuarto y fui hasta la cocina, mi madre y mi padre entablaban una
conversación muy divertida, los dos reían a carcajadas.

-¿Te acuerdas de eso? –dijo mi madre y reían.

-Claro, fueron buenos momentos. –Susurró mi padre.

-Disculpen por interrumpir su divertida conversación –hablé y los dos se


tensaron. Sus caras se volvieron serias-. Owen está al teléfono, quiere hablar
contigo.

Di mi celular a mi madre.

-Hijo, ¿cómo estás? Sí, sí, he estado un poco ocupada durante el día y no
he visto mi celular. –Caminó hasta su cuarto, me quedé con mi padre.

Todo estaba en silencio, era el momento más incómodo.

-Eh, ¿cómo te va en tu trabajo? –preguntó mi padre rompiendo el silencio.

-Bien, no me quejo.

-¿Aún sigues trabajando en el restaurante Eiffel Coffie?

-Sí, al menos es el único restaurante que no has comprado.

Soltó una risa. –Aún…

-En serio, no quiero que influyas en eso, no quiero trabajar para ti, espero
respetes mi decisión.

-Está bien. –El silencio tuvo su protagonismo otra vez. Me dirigí hasta la
ventana que daba con el vecindario, vi a los guardaespaldas de mi padre, aún
seguían atentos ante cada movimiento extraño.

-¿Siempre son así?

-¿Así qué? ¿Quiénes?

-Ellos –señalé hacia afuera-. Tus guardaespaldas.

-Ah, ellos. Sí, siempre están así.

58
-¿Y no te molestan, yendo a todos lados persiguiéndote?

-No, en realidad ellos son muy amigables, una vez que los conoces te caen
muy bien. ¿Cuándo iras a mi casa?

¿A qué se refería? ¿Su casa? ¿Así le decía a su mansión?

-No lo sé. –Dije evadiendo la pregunta. Me estaba sorprendiendo el hecho


de que estuviéramos teniendo una conversación de más de treinta segundos.

-Podemos ir hoy.

-No puedo –solté.

-¿Quizás mañana?

-Tampoco puedo, tengo trabajo. –Dije, hasta hoy tenía libre, mañana tengo
que ir al trabajo.

-Entonces cuando puedas vas –dijo, ¿qué parte de “no lo quiero ver”, no
entendía?

-Está bien –contesté serio.

-Ya hablé con mi hijo, manda saludos a todos, pronto va a venir, quizá el
otro fin de semana. –Dijo mi madre, llegó en el momento perfecto, me sentía
incómodo estando ahí con mi padre. La miré y tenía los ojos rojos, como si
hubiese llorado, trataba de ocultarlo pero sus ojos la delataban.

-¿Dijo eso?, él me había dicho que tenía mucho trabajo –comenté


confundido- ¿Estabas llorando? –añadí.

-Eh, si estaba llorando, me dio mucha nostalgia cuando hablé con mi hijo,
sólo eso. –Dijo evadiendo mi mirada- Lo importante aquí es que va a venir, eso es
lo importante ¿no? –claro que eso sería genial. Pasaremos muchos tiempos
juntos.

Me entregó mi celular y los dejé solos para que siguieran hablando sobre lo
que sea que hablaban.

59
Pasé todo el resto del día con mi abuela, la había notado un poco triste,
todos me confundían, mi madre llorando, mi padre aquí en la casa tan temprano,
eso no era algo común, nunca tiene tiempo para nosotros a decir verdad, son
pocas las veces que viene, Owen que al principio dijo que estaba ocupado luego
viene el próximo fin de semana, todo era confuso.

-Me tengo que ir. –Dije.

-¿Tan pronto?

-Sí, es que tengo que ir al trabajo a resolver problemitas. –Mentí, la verdad


tenía el encuentro con Will.

-Bueno, pero vienes pronto, ¿sí?

-Claro, sabes que no me olvido de ti.

-Yo tampoco espero que lo hagas nunca. –Susurró

Tomé la manilla de la puerta dando vuelta para salir del cuarto.

Me detuve. -Abuela, ¿puedo hacerte una pregunta?

-La que sea. –Contestó nerviosa, no entendía su forma de actuar.

-¿Alguna vez te pasó algo extraño cuando conociste a alguien? –estaba


con cara pensativa, tal vez no me expliqué bien, pero ¿cómo podía explicar algo
que ni yo mismo entendía? Reflexioné-. Es decir, ¿cuándo viste a alguien sentiste
algo extraño? -No sabía cómo explicar, lo hice del modo directo esta vez. -Conocí
a una chica y cuando la vi sentí algo, no sé, es confuso.

Su rostro pasó de confusión a sorpresa en una fracción de segundo.

-Oh. –Sonreía.

-¿Qué pasa?

-Nada, pero ese algo extraño que sentiste, ¿te pareció bueno o malo?

60
-Bueno, definitivamente eso fue bueno –dije recordando el beso de anoche,
mi mirada se quedó fija, y una sonrisa se me dibujó en el rostro. Caí en sí y me
puse serio.

-Si me paso. Fue con tu abuelo.

-¿Sí? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué sentiste? digo… sé que no te gusta
hablar sobre él, pero ¿podrías contarme?

Asintió.

-Conocí a tu abuelo en una floristería, me gustan mucho las rosas, un día


entré a ver rosas y admirarlas, él estaba ahí, no me había dado cuenta que él era
aquella persona que siempre esperé tener en mi vida hasta que lo vi, también me
miró y con aquella sonrisa pícara hizo que mi cuerpo temblara, tomó una rosa roja
en sus manos y me la regaló, nos miramos directo a los ojos y sentí esa extraña
sensación...

-¿Pero qué era? –pregunté ansioso.

-Era un gusto, un gusto que daba paso al cariño y luego al amor. –Dijo casi
emocionada.

¿Amor? ¿Quién mierda quiere enamorarse? Yo no.

-Oh, entonces no es eso lo que sentí, olvídalo abuela, no puedo sentir


amor.

-El amor no es malo.

-Claro que sí, he visto muchas personas sufriendo por esa cosa –así le
decía, “cosa”-. No quiero ser uno más de la lista. Hasta dudo que exista.

-Muchas veces no podemos escapar de esa “cosa” como le dices. –Dijo


riendo.

-Sólo olvidado. –Me acerqué dando un beso en su frente-. Nos vemos


pronto.

Salí de su cuarto.

61
Llegué hasta la cocina.

-Me voy mamá –dije. Ellos aún conversaban, lo hacían en voz baja.

-¿Tan pronto?

-Sí, tengo diligencias que hacer.

-Yo también me tengo que ir. –Dijo mi padre- ¿Te puedo llevar?

Mi madre me miró y yo miré hacia él desconcertado.

-Acepta –soltó mi madre.

-¿Hacia dónde te diriges?

-Al restaurante en el centro –respondí.

-Yo también tengo que ir por ese lugar. –No sabía si estaba mintiendo o si
estaba diciendo la verdad, me quedé pensativo durante un momento. Al final
acepté en ir con él.

62
CAPÍTULO 6

Thomas

D
urante el camino no hablamos absolutamente nada. Las otras dos
camionetas con los guardaespaldas nos seguían de cerca,
parecía como el presidente.

-¿Cuál es la dirección señor? –preguntó uno de sus guardaespaldas que


ahora estaba de chofer.

-Hacia el centro –solté sin pensarlo. Me miró por el retrovisor, tenía lentes.
Se los quitó y miró a mi padre con confusión.

-¿Señor? –preguntó a mi padre, esperaba su señal, no la mía.

Mi padre sonrió.

-Has escuchado a mi hijo. Vamos. –El guardaespaldas asintió y fuimos


directo hasta el centro. Yo sólo me limitaba a mirar por la ventana y esperaba con
ansias que el auto avanzara lo más rápido posible. Estaba que saltaba por la
ventana, no soportaba la idea de estar cerca de mi padre.

Es incómodo estar al lado de la persona que no quieres que se te acerque,


no sabes qué hacer, decir, y nos limitamos a mantener nuestros pensamientos en
cosas sin importancia como: el papel de basura que lanza una señora en calle, el
hecho de cómo las manos se mueven al ritmo de los pies de una persona que va
caminando o incluso leer carteles y afiches de: “Se vende ésta casa, bienvenidos
al paraíso, el mejor juguete búscalo aquí”. Todo eso por mantener alejada las
ansias de salir corriendo lejos.

Veo a mi padre de reojo pero él parece entretenido mirando por la ventana,


estábamos haciendo lo mismo. Eso de algún modo me enojó, no quería hacer las
mismas cosas que él, no quiero pensar ni actuar como él lo hace. Yo no soy como
él.

63
Llegamos pronto al restaurante, le di la dirección y me trajo hasta el lugar
donde está Will, miré la hora en mi celular y marcaba las 3:10 pm, ya debe haber
llegado.

La camioneta se detuvo. Abrí la puerta. –Gracias –dije a mi padre- y


también a ti –añadí diciendo al chofer, me miró y asintió.

-Siempre que necesites algo, puedes llamarme –dijo mi padre antes de irse.

Muchas personas me miraron, muchas chicas sobre todo, miré mi ropa y


todo estaba bien no tenía nada que me hiciera ver ridículo o llamara la atención de
todo el mundo.

-Hola –saludaron dos chicas sensuales que se paseaban por el lugar,


pronto me di cuenta de la raíz del problema; había llegado escoltado y en esa
camioneta, a todos les sorprendió. Pocas personas me conocen como hijo de
Jacob Brown dueño de la mansión Chambord, sólo personas cercanas sabían
sobre eso pero eso no me quitaba el aliento ni me hacía más persona, por eso
nunca decía que mi padre era él. La gente es interesada, más cuando se trata de
dinero. Me mantengo bajo perfil para evitar llenar mi vida de personas hipócritas
queriendo acercarse a mí con segundas intenciones; el dinero.

Además que ese dinero no es mío, todo es de mi padre. Yo sólo tengo el


poco dinero que gano en el trabajo y nada más. Incluso si él tratara de
obsequiarme un poco de lo que tiene no lo aceptaría, por mi dignidad y por mi
orgullo, pero más por el orgullo de no que jamás se llene la boca con palabras de:
“Yo sí te di lo que necesitabas”. El dinero puede comprar lo material y aquello para
subsistir pero no compra el cariño y el afecto verdadero de las personas.

Entré al restaurante, miré a los lados para encontrar a Will. Ahí estaba,
sentado esperándome.

-Vaya, vaya, Señor Brown. Esa entrada fue buena –vestía saco marrón y
pantalón jean.

-¿Entrada?

64
-Sí, llegaste en esa camioneta y fue muy bueno ver a todos observarte
como si fueras una celebridad.

-Sólo me trajo hasta aquí.

-Es tu padre y quiere pasar tiempo contigo –comentó alzando sus hombros.

-Como sea, en realidad no vine a eso. Quiero que me ayudes en algo.

-Cierto, sonabas muy serio cuando llamaste. Cuéntame.

-Está bien, pero primero quiero algo de comer. –Tenía mucha hambre,
llamamos al mesero y pedimos nuestro almuerzo.

Conté todo lo que había pasado anoche, no se me escapo ningún detalle,


quise que él supiera todo para que así me diera su opinión a eso que pasó con la
chica de la cual aún no se su nombre. Mientras mi mente la recordaba algo dentro
de mí se entusiasmaba, era mi corazón palpitando, como si hablar de ella me
devolvía a la vida.

-Espera… ¿de verdad no pasó nada? ¿Nada? –inquirió con desconfianza,


ya era la tercera vez que me hacía esa pregunta.

-No pasó nada más que unos besos -rebatí exasperado y casi al borde del
colapso-. Se había ido antes de yo despertar y dejó ésta nota. -Metí la mano en el
bolsillo delantero, saqué la hoja y se la cedí.

Se tomó su tiempo para leerla.

Cada línea y cada palabra al igual que cada letra y signo de puntuación
estaban grabada en mi mente. Me la sé de memoria de tanto que la he leído
tratando de buscar algo que me volviera a llevar hasta ella pero no tenía señal o
pista alguna.

Pronto trajeron nuestros almuerzos, ya estaban en la mesa.

-No tiene firma –señaló mirándome.

-Exacto, ¿entiendes lo que significa? –me sentía abatido.

65
-¿Y la sensación se ha ido?

-No del todo, cada vez que pienso en ese beso y ese contacto que hubo
entre los dos, retorna. –La confusión invadía mi ser-. Mi abuela comenta que es
gusto y luego da paso al amor.

-Tu abuela es una mujer sabia –dijo riendo.

-No me digas que tú piensas igual. –Mi tono fue casi cansado- ¿Hasta
cuándo eso del amor?, mierda, ya me indigna todo eso.

-Tienes que verla de nuevo.

-Claro, ¿con la dirección y el número de teléfono que dejó en la nota? –el


sarcasmo corría por mis venas.

-Calma Max, deja tu desesperación para luego. Tal vez sin otra cosa fue
algo momentáneo.

Will tenía mucha razón, estaba armando toda una película cuando ni
siquiera tenía los personajes completos. Sólo fue un día y ya, pero no podía dejar
de pensarla, la forma en que me hizo sentir era lo que me inquietaba.

Sentí mucha excitación, pronto me di cuenta que mi pene estaba erecto.


Ahí pasaba de nuevo, me excitaba continuamente, ahora mi cuerpo lo hacía por sí
solo, esa era una señal de que mi cuerpo pedía sexo, lo necesitaba ahora,
empecé a sudar, estaba irritado.

Habíamos terminado de comer, el mesero se había llevado nuestros platos


ya vacíos, pronto Will me miró.

-Hey, tranquilo vamos a salir de aquí, caminemos –me levanté y moví mi


pene a un lado de manera que las personas no notasen mi erección. No me
gustaba que esto pasara en público, necesitaba una mujer o un lugar solo, de
cualquier manera quería acabar. Caminamos por el centro, vi muchas mujeres,
todas en mi mente tenían sexo salvaje conmigo, quería que se detuviese esta
sensación.

66
Llegamos a un parque, muchas personas trotaban y hacían ejercicio.

-Autocontrol Max, recuerda. –Casi no prestaba atención a lo que él


apuntaba.

-No es tan fácil como parece, tengo una guerra contra mí mismo y la verdad
ya me ha dado golpes fuertes y no creo soportarlo –cerraba los ojos y colocaba
mis manos a los lados de mi cabeza.

Maldita adicción, maldita.

Moví mi cabeza en señal de negación.

Recordé lo del restaurante –Mierda Will, no pagamos el almuerzo.

-Yo lo pagué, dejé el dinero en la mesa, despreocúpate.

La verdad se me había olvidado por completo pagar. –Entonces todo bien.

-¿Qué tal sigue la lucha ahí adentro? –preguntó interesado.

-Estoy dando la pelea, creo que no me dejaré vencer.

-Así es, gana esta vez.

-Pero sabes que es caso perdido, cuando llegue a casa o cuando te vayas
lo haré igual, me masturbaré o follaré a cualquier chica como siempre lo
hago –dije con desesperanza.

-Por algo se comienza, no ganaras las batallas de unas a primeras, todo


tiene un tiempo. –Will quería que tomara su consejo pero muy pocas veces suelo
seguirlos.

He perdido la cuenta de tantos consejos, sugerencias y proposiciones que


me ha expresado, al principio toma el coraje de seguirlos pero al cabo de la hora,
continúo siendo igual. Sus palabras entonces se convierten en un grito en el
desierto, nadie la escucha, a nadie le importa. Así sucede conmigo.

-Buen punto, se requiere mucho esfuerzo, ese que no tengo. Es más fuerte
que yo.

67
Por mucho tiempo he intentado detenerlo pero no ha sido fácil, había
empezado a aceptarlo… aceptar que nunca saldría de esta adicción. Suelo ser
pesimista, no tengo una estimulación grande para sacar esta Hipersexualidad de
mi cuerpo… me gusta mucho el sexo, ¿a quién no?, pero era cuantioso, cuando
hablaba de mucho realmente no lo decía de manera literal, esto es una maldición.

-Will, quiero preguntarte algo –curioseé luego de caminar y caminar- ¿Cuál


es tu motivación? ¿Qué te motiva para hacer las cosas o para salir de un
problema? –aspiraba saber al menos lo que pensaba él, al menos algo para yo
hacerlo igual.

-Mi familia, esa es mi razón de ser. Mi hijo, mi esposa, ellos son mi motivo.

-¿Y por qué no estás con ellos?

-Mi consultorio lo están construyendo, mientras tanto estoy trabajando aquí,


necesito el dinero, aquí ya tengo muchos pacientes.

-¿Cómo haces para ayudar a tantas personas?

-Está dentro de nosotros, todos podemos ayudar a cualquier persona que lo


necesita.

-Tú naciste para eso –dije-. Yo no podría, ¿si no puedo ayudarme a mí


mismo cómo puedo pretender ayudar a alguien más? –agregué.

-Quién sabe si en algún momento lo hagas.

Entonces fue en ese instante donde toda mi excitación se había calmado,


distraerme era la mejor opción. Al menos por ahora todo estaría en calma.

Suspiré.

-¿Ves?, necesitas autocontrol –apuntó sonriendo.

-Se ha ido pero sé que más tarde va a volver –dije afligido.

-No te desesperes, sigue luchando y vencerás.

-Gracias –miré la hora en mi celular, 5:30 pm.

68
-Bueno, ya me tengo que ir –dijo Will, me entregó la nota de la chica-.
Tengo un paciente a las 6:00 pm me puedes llamar si pasa algo –dijo mientras
caminaba alejándose. Yo asentí con la cabeza.

El trabajo para Thomas era a las 10:00 pm así que todavía quedaba tiempo.

Avancé a través del parque, me senté en uno de los bancos vacíos, los
otros bancos estaban ocupados por parejas; unas tomándose de la mano, otras se
besaban. Yo exclusivamente me limitaba a observar, se veían felices. Un chico y
una chica se veían a lo lejos; él la hacía reír con mofas ridículas que hacía en su
rostro, ella reía a carcajadas, tomó su rostro y dio un beso largo, sonreí sin razón
alguna.

-¿Será que el amor no es tan malo como pienso? -pregunté en voz baja,
nadie estaba cerca de mí, si me escucharan hablando solo pensarían que estoy
loco.

Me levanté y me dirigí a casa.

Cuando tomé el autobús de regreso a casa, observé que era el mismo


donde vi por primera vez a esa chica, de sólo pensar que no sabía su nombre
podría contratar a alguien para que me diera una paliza, me autocastigaría por lo
imbécil que fui.

El autobús se demoró una hora hasta mi casa, ya estaba todo a oscuras.

Al llegar a casa, encendí el televisor, tomé el control remoto acostándome


en la cama, no transmitían nada bueno, lo apagué enseguida. Entonces ahí
estaba de nuevo las ganas, busqué en mi armario bajo la ropa una revista
playboy, me masturbaré… pero pronto la lancé contra la pared, no quería hacerlo,
tenía que ser fuerte, al menos esta vez, mis manos estaban sudorosas, caminaba
de allá para acá

-No aguantaré –susurré.

El sonido de mi celular me distrajo, lo saqué de mi bolsillo y respondí.

-¿Quién es? –pregunté casi enfadado.

69
-Calma, no te he hecho nada, quiero que vengas hoy –dijo, ¿Qué? ¿Quién
podría ser? estaba confundido, alejé el móvil de mi oreja y vi en la pantalla el
nombre. Hellen.

No. No hoy.

-Hellen, no tengo tiempo para ti y menos en estos momentos –colgué. Si


existieran los premios a la mujer más impertinente ella se lo ganaría. No quería
hablar con nadie. Dejé el celular en la mesa de noche, mi billetera y la nota.

Corrí hasta la regadera, abrí la llave y me metí, me mojé con todo y ropa, el
agua estaba fría, no le coloqué calentador, de alguna forma se tenía que ir. Me
lancé al suelo, sentándome en posición fetal, quería que parara ya, mi mente
jugaba conmigo; imaginaba muchas mujeres desnudas y recordaba algunos de los
acontecimientos sucedidos anteriormente. Cubría mi cara con mis manos cerrando
mis ojos.

Todos mis fantasmas estaban rodeándome.

Estaba acorralado.

No me percaté del tiempo que había pasado ahí sentado, lo que sí supe fue
el momento en el que se había ido todas esas ganas de tener sexo. El agua caía
sobre mí, levanté mi rostro y eché mi cabello hacia atrás quitando el agua de mi
rostro.

Pronto sonó la puerta. Salí del baño, y el agua caía de mi ropa mojada,
pasé a través del pasillo, charcos de agua dejaba al pasar, luego lo limpiaría.

Abrí la puerta.

-Bien… ¿Qué está pasando Max? –examinó Jossep riendo- estás


mojado –señaló mi ropa. Soltó una carcajada.

-Me estaba bañando –dije serio. Caminó hacia adentro, cerré la puerta, fue
a la cocina, abrió la nevera, estaba buscando algo, pero no había nada que él
pudiera comer, decidió tomar un pan del mesón y comenzó a comer.

70
-Creo que no has entendido la dinámica –dijo con la boca llena de pan-.
Llegas, te quitas la ropa y te duchas, es decir… sin la ropa, ¿ahora si
comprendes? –explicó. Reía de nuevo.

-Al diablo con la lógica del mundo, yo me ducho como quiero.

-Tienes que verte eso, estás un poco… cucuck... cucuck –dijo y se dio
golpecitos en la cabeza, esa era su forma de decir: trastornado, demente o
loco-. Bueno, a ponerse serio, falta una hora, tenemos que estar allá antes. A
Thomas le gusta que seamos puntuales.

-Voy. –Susurré, no podía creer que había pasado tanto tiempo en el baño,
me dirigí hasta el baño y me duché, esta vez sin ropa, estuve listo antes de la
hora.

*****

-Vamos Max, no es tu boda, y si lo fuese, las novias son las que más se
tardan –gritó Jossep desde la cocina, salí del cuarto con la franela negra en la
mano.

-Estoy listo –dije colocándome la franela.

-Vamos. –Tomé mi celular y mi billetera, guardé la nota de la chica en una


de las gavetas de la habitación.

Caminamos hasta la avenida, ya a esta hora no había nadie por el


vecindario.

-Uno de los empleados nos pasará buscando –dijo Jossep.

-Deberías alejarte de ese tipo, no te incluyas mucho es sus trabajos.

-Serán algunos trabajos para él y listo, además estamos los dos metidos en
esto.

-Sí, pero veo que tienes mucho contacto con esos tipos, sabes que no son
de fiar –dije preocupado por Jossep.

71
-Necesito el dinero, tengo que mantener a mi madre y mi hermana, ellas me
necesitan, después que mi padre murió me he tenido que hacer cargo, tú sabes la
historia y como dije, sólo algunos trabajos más y listo.

-Si necesitas dinero puedes trabajar en el restaurante donde estoy yo, ahí
puedo conseguirte...

-No, no nací para ese tipo de trabajo, además la paga es poca, si yo tuviera
un papá con mucho dinero no trabajara.

-Basta del tema –dije en tono molesto.

-Está bien, está bien, baja la guardia –comentó levantando las manos- No
hablaré sobre tu padre.

Cuando llegamos a la avenida principal estaba un carro negro detenido con


las luces encendidas, caminamos hasta él. Un tipo alto, blanco con barba en forma
de candado salió del carro con un arma, nos apuntó con ella.

-¿Max y Jossep? –preguntó, tenía voz gruesa.

-Este tipo es nuevo –dije a Jossep.

-Si. De seguro es la nueva adquisición de Thomas. Pero es igual de


aterrador que los demás. –Comentó en voz baja-. Sí, somos nosotros -dijo Jossep
al hombre.

-Súbanse.

Nos dirigimos a un lugar fuera de la ciudad, nadie habló durante el camino,


sólo observaba el paisaje, a un lado el Río Sena y al otro lado; casas y edificios.
Pasamos por un callejón y al final se encontraba el lugar, era el bar Inter Zone,
arriba se encontraba el letrero con luces en verde y naranja fluorescente. El carro
se detuvo y bajamos, la entrada tenía un guardia –como siempre-, tomó en su
mano su arma pero reconoció nuestras caras y al tipo que estaba junto a nosotros,
nos cedió el paso y caminamos a través de pasillos, cruzamos dos puertas más,
en cada una había un guardia, sería muy difícil entrar y salir sin antes toparse con
estos hombres. Era un lugar grande, la música era alta, y yacían muchas personas

72
drogadas, bebiendo y bailando, muchos de ellos tenían armas, al pasar, las
miradas estaban clavadas sobre Jossep y yo. Miré a Jossep y observaba a las
bailarinas desnudas encima de la mesa de la barra, los gritos eran más altos que
la música, los espectadores brindaban entre sí y les gritaban vulgaridades a las
mujeres de la barra.

Pasamos la pista de baile y subimos por unas escaleras, en el siguiente


piso todo estaba lleno de humo, todos los fumadores se encontraban en ese lugar,
subimos el siguiente piso, la luz era tenue, al final del pasillo estaba una puerta
marrón con el letrero que decía Sr. Thomas, el hombre de barba dio toques en la
puerta, tres golpes seguidos y luego seis más, la puerta abrió desde adentro, esos
toques eran espécimen de una contraseña, al menos así lo deduje al principio de
todo, entonces vi el cuarto oscuro, excepto la luz de la lámpara que tenía en su
escritorio, las paredes estaban repletas de armas, distintos modelos y tamaño, un
vitral junto a la pared tenían lo que sería especie de navajas y cuchillos, algunos
tenían formas extrañas, al otro extremo una mesa con mucho dinero, Thomas se
encontraba sentado en su escritorio, él es de tés blanca, alto y de cabello blanco.

-Miren quien ha llegado –dijo con una sonrisa de oreja a oreja- mis
repartidores favoritos. –Jossep estaba a mi lado, un empujón nos llevó hacia
adelante, había sido el hombre con barba, cuando volteé dos hombres armados
nos observaban desde la puerta, uno de ellos se marchó cerrándola.

-Tengo trabajo para ustedes. –Dijo Thomas, mi mirada se fijó en dos


maletas sobre su escritorio, había también un polvo blanco en un platillo, lo tomó
sobre una especie de una paleta y lo aspiró con su nariz. Se estaba drogando.

-¿Por qué tan callados? Hacía algún tiempo que no los veía.

-Sí, creí que jamás nos volveríamos a topar –solté.

-Así son estos trabajos Brown. -El tono de su voz fue fuerte al decir mi
apellido, pero ¿por qué y cómo sabe mi apellido? –Sabes cuándo comienza pero
nunca cuando termina.

Maldito idiota.

73
-¿Cuál es la misión? –preguntó Jossep.

-Calma, debes aprender a tu amigo, sabe como mantenerse callado y en


calma –dijo a Jossep señalándome a mí. Soltó una carcajada-. Lo que necesito es
que transporten esta mercancía –dio golpes a la maleta-, quiero que la lleven a Air
Star… ustedes saben dónde es. –Se recostó del espaldar de su asiento-. Afuera
está el carro. -Tomé una maleta y Jossep tomó la otra, estaba pesada, no era
necesario preguntar lo que había en ella-. No quiero errores. –Apuntó en tono
fuerte- no quiero que les pase los mismo que a los otros -¿qué otros?-. Maté a
cinco repartidores por su incompetencia. -Mierda, a este tipo siempre le gustaban
los trabajos sucios pero dejando el lugar limpio, sin rastro alguno-. Pueden irse.

*****

Nos dirigimos hasta el lugar con el carro que había dicho, estaba aparcado
afuera del bar. Teníamos una hora de trayecto, aún faltaba para llegar. Durante el
camino evitamos los policías, decidimos tomar rutas largas, si no fuera por ellos ya
habríamos llegado, pero era mejor llegar tarde que ser atrapados con estos
maletines.

-¿En qué piensas? –preguntó Jossep, él estaba manejando, decidimos que


esta vez el manejaría y de regreso yo lo haría, me encontraba en el asiento del
copiloto, miraba por la ventana.

-En nada. –Mentí, la verdad no me sentía cómodo haciendo ese trabajo, era
como estar de parte de la mafia, sencillamente quería salir de esta mierda.

-Bien, te contaré algo –comentó-. He conocido a alguien, su nombre es


Marry.

-Al menos sabes su nombre –solté sin detención.

-¿Qué? –manifestó confundido

-Nada, sigue contando.

Me miró confuso y prosiguió -He estado con ella y me gusta estar a su lado.

74
-¿Te la follaste?

-Hasta por el culo. –Reímos a carcajadas.

-Dame cinco hermano –grité extendiendo mi mano. Chocamos nuestras


palmas.

-Pero me gusta mucho, la quiero para mí.

-Ya la tienes –dije con ironía.

-Pero la quiero tener para siempre –agregó con una sonrisa en su rostro.

-Detente...

-¿Ahora? –soltó confundido.

-No hablo del auto, hablo de que tú te detengas, ¿ésta mujer te atrapó?
–pregunté.

-Me atrapó, me trajo, me llevó, y ahora quiero todo con ella –tomó pausa y
no podía creer las palabras que salían de él-. Creo que hasta le pediría que se
case conmigo.

Ahora sí, se volvió loco.

-¿Te has vuelto demente?

-No Max, me he enamorado.

-No hace ninguna diferencia, es lo mismo que estar loco -solté serio y él
reía.

-No has conocido lo que realmente significa estar enamorado.

-No quiero saberlo nunca tampoco –aseguré mirando al frente- ¿Será una
epidemia? ¿Es contagioso? –Pregunté-. Aléjate de mí –añadí.

-No seas idiota –dijo serio-. Estoy enamorado y lo digo de verdad.

-Oh no, hermano, ¿te encuentras bien? –Bajé el vidrio del carro-. ¡Auxilio,
alienígenas han raptado a mi amigo! –grité hacia afuera.

75
Él sólo sonreía.

-Te la presentaré el viernes, la llevaré al restaurante donde trabajas y así la


conoces.

-Espero no sea una bestia.

-Es hermosa, es la mujer más hermosa del mundo entero.

-Basta, basta, no te babees y ponte serio que ya llegamos al lugar –dije


mirando a todos lados.

76
CAPÍTULO 7

El sobre

H
abíamos llegado a Air Star, un lugar abandonado a las afuera de
la ciudad, aparcamos el carro cerca de un matorral para evitar ser
visto por policías, tomamos los maletines y caminamos por el
asfaltado, pasamos a través de un matorral y ahí estaba el lugar, muchos carros
se encontraban afuera, eso significaba que dentro habría mucha gente, nuestros
pasos nos hacían avanzar hasta lo que sería la entrada o yo lo llamaría: el lugar
de nuestra muerte.

-Alto –tomé su hombro deteniéndolo.

-Será rápido, como la vez anterior –dijo, pero lo cierto era que esta vez
estábamos solos, en cambio la otra vez estamos acompañados por uno de los que
trabajan para Thomas.

Decidimos entrar, Jossep tomó la manilla de la puerta y pasamos, las


miradas fueron como flechas hasta nosotros, nos observaban, esta vez no había
música, sólo bebidas y mesas de billar, todos se detuvieron, la mayoría tenía
barba, otros sin cabellos pero todos, absolutamente todos tenían armas.

-¡Estamos buscando a Ralf! –gritó Jossep, miramos de un extremo a otro,


yo trataba de mantener la calma y ocultaba en mí el temor de que pasara algo, en
cambio Jossep siempre era el que dialogaba, él sí tenía coraje para eso.

Un hombre alzó su brazo y con su dedo señaló a una puerta gris al extremo
izquierdo. Jossep asintió con la cabeza y caminamos hasta allá. Di vuelta a la
manilla y entramos. Ésta oficina era un poco más pequeña que la de Thomas,
hasta eran parecidas, excepto por la pared llena de armas y el vitral con navajas,
en lugar de eso tenía cabezas de animales disecados. Un hombre con tatuajes en
sus brazos cargó su arma preparado para disparar.

-Tenemos un encargo del Sr Thomas –dije alzando la maleta.

77
Un señor negro, robusto y calvo y se acercó hasta nosotros.

-¿Es lo que creo que es? –preguntó. Era Ralf.

-No lo sé –dijo Jossep.

Claro que lo era.

Tomó los dos maletines colocándolos sobre la mesa, presionando los


botones a cada lado para abrirla; en ellas se encontraban bolsas transparentes
que dejaba ver a luz pública lo que era: Drogas. Contó todas las bolsas
percatándose de que todo estuviera completo, pronto el hombre con el arma
buscó un maletín rojo, imaginé que sería el dinero, lo colocó sobre la mesa.

-Aquí está todo el dinero –dijo Ralf. Jossep tomó el maletín, Ralf de su
escritorio sacó un sobre amarillo-. Entréguenle esto a Thomas, es de suma
importancia que llegue a sus manos –tomé el sobre en mis manos, mis fuerzas se
fueron y casi caigo al suelo al ver el nombre que contenía el sobre.

-Bien ya nos vamos –dije ocultado el temor-. Tenemos que irnos.

-Hasta luego.

Salimos de ese lugar, caminamos hasta donde dejamos el auto, me detuve


antes de entrar, no podía entender que hacía ese nombre en el sobre.

-¿Qué contiene el sobre? –Preguntó Jossep quitándolo de mis manos, tocó


mi mano-. Estás frio Max, ¿te pasa algo? –Preguntó esta vez-. Tu rostro cambió
cuando tomaste el sobre.

-Mira el nombre –sugerí aún en shock.

-No puede ser –dijo cuando vio el nombre- Jacob Brown –soltó-. Es tu
padre.

*****

Esta vez dejé que Jossep condujera, no estaba bien, sentía escalofrío, me
hundí en el asiento, mi mirada estaba fija en el frente, quería saber el contenido
del sobre, ¿por qué Thomas querría un sobre con el nombre mi padre? ¿Para

78
qué? Al tocar el sobre deduje que lo que contenía eran papales, busqué un orificio
para abrirlo pero estaba sellado, si lo abro Thomas se enteraría, así que lo dejé
sobre mis piernas.

-Sólo deja de pensar en eso –dijo-. Además no estamos seguro si se trata


de tu padre. Puede haber millones de personas con ese nombre. –Añadió.

-Tal vez –solté pensativo, pero no dejaba de dar vueltas en mi cabeza que
el nombre se trataba de mi padre, es un gran millonario, está en la mira de todos,
posiblemente hasta de Thomas.

*****

Llegamos a Inter Zone sin problemas, no nos topamos con policía alguno,
entramos para entregar las cosas a Thomas, otro de sus mafiosos hizo toques en
la puerta del mismo modo que lo hizo el hombre anterior, estaba dispuesto a
entregar todo, pero en lugar de eso, doblé el sobre y lo metí en la parte trasera de
mi pantalón, de esa manera él no lo vería.

-Aquí está lo que mandó Ralf –dijo Jossep.

-¿Sólo eso? –examinó.

Creí que nos descubriría, Jossep me miró. -Sólo eso –solté. Los ojos de
Jossep se hicieron más amplios, haciéndome seña de: ¿Qué mierda estás
haciendo?, pronto disimuló y dio media sonrisa a Thomas.

-Bien, Tom los llevará hasta el mismo lugar donde los recogió –indicó
Thomas despidiéndose.

Se trataba del mismo hombre de barba.

*****

Bajamos del auto cuando llegamos a la avenida, arrancó a toda velocidad y


lo perdimos de vista.

79
-¡¿Te has vuelto loco?! ¡¿Qué diablos te pasa?! –Gritó con furia-. Si
Thomas se entera, nos matará. –No había pensado bien las cosas con detención,
lo hice por impulso.

-Necesito saber qué contiene el sobre –dije con paciencia.

-No, te has vuelto loco, definitivamente estás loco. –Levantó las manos
desesperado-. Luego andas diciendo que estar enamorado es estar loco, pues tú
sin estar enamorado estás desequilibrado.

-¡Despreocúpate Jossep! –dije alzando la voz para que dejara de gritar. Lo


estaba calmando pero a decir verdad yo también estaba nervioso al pensar sobre
si Thomas se entera de lo que acabo de hacer, él nos podría matar.

-Espero, que el contenido, pueda valer más que nuestras vidas cuando
Thomas se entere.

*****

Caminamos hasta nuestras casas, nos despedimos, Jossep vive en la otra


cuadra. –Nos vemos luego –dije chocando nuestras manos.

Seguí mi camino a casa, al llegar dejé el sobre en la mesa, caminé


alrededor de ella, coloqué mis manos detrás de mí nuca, miraba el sobre, lo
tomaba en mis manos y lo volvía a dejar en la mesa, quería saber el contenido,
pero no me atrevía a abrirlo. Dejé de insistir.

–Mañana lo hago. –Dije. Mis parpados caían del sueño, así que me fui
hasta el cuarto, quité mis zapatos, lancé al suelo la ropa que se encontraba en la
cama y me sumergí en ella, saqué mi billetera y mi celular colocándolos sobre la
mesa de noche, miré en la pantalla la hora: 2:30 am. Me masturbé durante media
hora.

Pronto caí en un profundo sueño.

80
CAPÍTULO 8

Eiffel Coffie

L
a alarma sonó y no me quería levantar, tenía mucho sueño, quería
seguir durmiendo. La alarma en mi celular sonaba sin parar, coloqué
mi almohada sobre mi cabeza tapándome los oídos pero tenía que
despertar a toda cuesta.

Levantar mi cuerpo de la cama no estuvo fácil, las 7:00 am marcaba la


hora, me duché, y me vestí, tenía que usar la franela del restaurante; negra con
dos franjas amarillas a los costados, en ella tenía el logo de la Torre Eiffel, el
nombre del restaurante era Eiffel Coffie. Antes de salir miré el sobre aun en la
mesa, no me atreví a abrirlo, así que decidí que lo haría luego.

Estuve en menos de una hora en el restaurante, no había mucho tráfico, se


ubica cerca de la Torre Eiffel, por ende su nombre.

-Buenos días –dije a todos los muchachos, algunos se limitaron a sólo


sonreír. Excepto las chicas que suspiraron sin disimulo tras mi llegada.

-Buen día, ¿qué tal el fin de semana? –dijo Freddick riendo.

-Nada fuera de lo normal. –Contesté.

-El mío fue brutal.

-¿Te has embriagado? ¿Fuiste a esa fiesta que comentaste? –pregunté.

-La he pasado genial, mucho alcohol, no me acuerdo mucho de lo que


pasó, pero creo que lo hice con dos mujeres al mismo tiempo –dijo casi exaltado y
emocionado.

-Bien, entonces ha sido bueno –susurré.

81
-Hola Maxi. –Saludó Kate, una de las trabajadoras igual que yo. Freddick,
Kate y yo teníamos el mismo puesto: meseros. He tenido un pasado de pasión con
Kate, aún sigue loca por mí, y se me insinúa todas las veces que puede.

-Hola Kate –dije tomando uno de sus cachetes y guiñándole un ojo. Me


acerqué lo más que pude sin importarme lo que pensaran los demás, con disimulo
deslicé mi mano por su cuello hasta tomar su cabellera rubia en mi mano, halé un
poco y abrió su boca soltado un leve gemido que sólo yo pude escuchar-. No me
vuelvas a llamar así. ¿Entendido?

No permitía que nadie excepto mi abuela me llamara así, me hace sentir


niño e infantil, no soy nada de eso, y sobre todo ella lo sabe.

Tragó saliva y se ruborizó.

-Eh, sí. –Asintió. La solté y se fue de nuevo hasta la cocina.

-Esa es una diosa inclinándose a tu pies –bromeó Freddick, tomó mi cabeza


alborotando mi cabello.

-Ya la he tenido, quiero algo nuevo –dije riendo.

-¿A quién tienes en mente?

-No lo sé, quiero una chica distinta, una que me ponga el mundo de cabeza.

-¿Amar? –preguntó con el ceño fruncido.

-¿Qué mierda? No hablo de eso, hablo de que se mueva tanto encima de


mi pene que haga gira el mundo ante semejantes movimientos –reí.

-A trabajar, ya se acabó la charla –dijo el Sr. Roberth; jefe y dueño del


restaurante. Es alto, blanco, cabello castaño y siempre al pendiente de cada
movimiento en el restaurante-. Los clientes llegaran pronto. –Se metió en su
oficina de nuevo.

-Comenzamos con el viejo dando órdenes al principio el día. –Dijo Freddick.

82
Nos dispusimos a trabajar, los clientes comenzaron a llegar al cabo de un
rato, hubo mucho movimiento, se hizo un buen trabajo, tomé muchas órdenes y
me dieron buenas propinas.

El día transcurrió con mucho ajetreo, de allá para acá y así hasta llegar la
tarde.

-No me has prestado atención durante día. –Dijo Kate cuando tomaba agua,
era mi momento de descanso. Nos encontrábamos en la cocina.

-No empieces otra vez Kate, no estoy de mucho humor –dije casi
abandonado la cocina para seguir trabajando.

-Pero escucha Max. Hablemos sobre la otra noche.

-No esperes que pueda suceder algo más que sólo sexo entre los dos,
porque no va a suceder, sólo es sexo y ya. ¿Entiendes o te lo escribo? –pregunté
enfadado, ésta mujer me desespera y me asfixia. Algunas chicas me buscan para
relaciones formales pero no tengo tiempo para eso.

Al terminar la tarde llegaron las chicas universitarias que siempre van sin
falta los martes, estaba hasta el tope de entregas a las demás mesas, yendo de
allá para acá. Cuando entro de nuevo a la cocina Freddick se acerca.

-Hombre. Las universitarias necesitan que las atiendas.

-Estoy ocupado. Ve y atiéndelas tú –sugerí.

-Lo he hecho pero no me quieren a mí.

Maldición.

-Bien, tomas estos pedidos –le di la lista con los números de mesas.

Caminé con cansancio hasta la mesa donde las cinco universitarias yacían
sentadas.

Todas eran hermosas. Ya me sabía sus nombres: Judi, Nathaly, Lena, Beth
y una japonesa llamada Ying.

83
-Al fin a llegado nuestro hombre –dijo Lena.

-Nos haces esperar… -dijo Judi lentamente mirándome con descaro- pero
la espera vale la pena –se mordió el labio.

Todas rieron de manera coqueta.

-Soy todo suyo. ¿Qué desean? –pregunté con mi sonrisa pícara.

-Si pudieras leer mis pensamientos –suspiró Nathaly. Y reí.

-Definitivamente tú en mi cama es lo que deseo –dijo Beth.

Levanté las cejas en modo de asombro simulando modestia.

-Ya tu turno pasó –dijo Lena a Beth-. La que falta es nuestra querida
Ying –la golpeó con el codo, Ying no levantaba la mirada pero sus mejillas
coloradas me indicaron una cosa: no les había contado a sus amigas que ya la
había hecho mía. Supongo que es por el hecho de haberme entregado su
virginidad.

-Yo creo que es lesbiana –comentó Judi.

-Déjenla en paz –dije riendo-. Tal vez espera el indicado y no soy yo.

-Eres el indicado para cualquier mujer –soltó Beth.

-Fuiste y serás el hombre indicado –comentó Ying mirándome a los ojos.

Se había enamorado de mí. Yo no podía corresponderle en ese sentimiento


tan inservible para mí. Pero de alguna manera tuvo la dicha de tener en su cama
la mejor primera vez que una chica pudo tener.

-Muy bien. Me tengo que ir, como verán tengo demasiado trabajo.

-Trae lo de siempre –dijo Nathaly.

-Cinco bebidas dietética y pan integral con queso y jamón integral. Listo.

Me giré para ir a la cocina.

-Camina lento para seguirte mirando mientras te vas.

84
Reí. Caminé como siempre y a medio camino me giré en su dirección y
todas estaban babeando viendo mi trasero. Negué con la cabeza riendo y continué
mi trabajo.

Finalmente antes de que se fueran quedé en darle una segunda noche a


cada una. Puta suerte atrayente. Debí pasar una vida de asco en mi anterior vida
como para que el mundo me obsequiara lo mejor en esta. Estoy agradecido.

*****

La jornada de trabajo terminó, el Sr. Roberth nos tenía esperando, convocó


una reunión a todo el personal.

-Tengo noticias. -Habló el Sr Roberth, todos guardamos silencio para


escuchar su anuncio-. El viernes es el cumpleaños número diecinueve de mi hija y
he decidido preparar una fiesta aquí en el restaurante, así que durante el día no
habrá trabajo. -Soltó.

Todos comenzaron a hablar y algunos estaban emocionados.

-Al fin algo bueno para mi vida –susurró Freddick.

-Pero... -dijo alzando las manos- necesito empleados para ayudar a atender
a los invitados durante la noche. -Casi todos fruncieron el ceño-. Pagaré el triple la
noche -los rostros cambiaron, les gustó la propuesta-. Así que levanten las manos
quienes van a estar aquí.

Todos levantaron las manos en señal de aprobación, un grupo pequeño no


levantó la mano.

Se terminó la reunión.

Luego de acomodar y limpiar, ya era hora de irnos. El Sr. Roberth se acercó


hasta mi lugar-. Max, quiero que estés el viernes aquí.

-He pensado en no venir.

-Mi hija me ha pedido que quiere verte aquí -dijo riendo. No puede ser,
ahora me acorrala la hija de mi jefe.

85
-No se lo tome a mal pero entre su hija y yo no puede haber nada, es
hermosa pero no soy su tipo ¿comprende?

-Sí, sé que sólo es otro de sus caprichos pero es su cumpleaños y la quiero


complacer en todo. Ayúdame con eso. Además, las chicas te aman, por eso te
mantengo aquí en mi restaurante, tu trabajo es magnífico pero eso que haces para
atraer a la clientela femenina es sensacional.

-Bueno en ese caso debería subirme el sueldo.

-Es un hecho –dijo.

-Muy bien. Trabajaré el viernes.

-Pero no quiero que toques ni un sólo cabello de mi hija ¿entendido? –dijo


serio, era normal un padre cuidando de su hija, pero lo que él no sabía es que ya
la he follado.

-Bien –contesté.

Llegué a casa cansado, me duché y me hundí en mi cama. Esta vez lo hice


sin masturbarme, no todos los días quería hacerlo.

Trataba del luchar contra eso.

86
CAPÍTULO 9

La fiesta

L
os días pasaron. El trabajo fue siempre el mismo, había hecho
muchas propinas durante los días y eso me ayudaba en todos mis
gastos. Era viernes por la mañana. Los días anteriores me masturbé
muchas veces, y estuve con tres de las cinco universitarias aparte de otra chica
que me hizo sexo oral en los baños de los clientes de Eiffel Coffie, descargué todo
lo que había aguantado días anteriores. Siempre pasaba lo mismo; dejaba de
hacerlo un día y al siguiente lo hacía el doble de las veces, estoy acostumbrado.

He visitado a mi abuela y mi madre, he visto a mi padre también, ahora va


más seguido para allá, pero la relación padre - hijo sigue igual.

Jossep estaba aquí en mi casa desde temprano, estaba sudado pues venía
del entrenamiento de boxeo.

-¿Cuándo te decidirás y abrirás este sobre? -señaló con el sobre en las


manos.

-No lo sé –contesté pensativo. Él estaba sentado al otro extremo del mesón


en la cocina-, temo de las cosas que pueda haber ahí.

-Como sea. Hombre ¿estás listo para la fiesta? –preguntó con sarcasmo.

-Cállate, no es gracioso.

Desde que sabe que estaré en la fiesta para trabajar y no para divertirme no
ha dejado de burlarse de mí.

-Me servirás, te pediré que traigas bebidas sin descanso. –Reía a


carcajadas.

-¿Tu asistirás? –pregunté confundido. No sabía que él iba a estar ahí.

87
-Mi novia ha sido invitada y ella me invitado a mí –explicó- te la presentaré
en la fiesta. El día de la entrega de la mercancía de Thomas te lo dije, que poca
memoria tienes.

Era cierto, lo había olvidado.

*****

La noche llegó, en el restaurante estábamos todos preparados para la


fiesta, nosotros los empleados tenemos que utilizar el uniforme diario. La música
se escuchaba desde afuera, todo fue arreglado; decoración con globos rosados y
negros, un cantante de jazz invitado, colocaron una tarima y dejaron espacio en el
centro para la pista de baile. El Sr. Roberth nos dio indicaciones de qué hacer en
la fiesta, a cada persona le dieron una tarea distinta, mi tarea asignada de la
noche fue la de repartir el licor a los invitados.

La fiesta había comenzado, los invitados comenzaron a llegar, las mujeres


tenían vestidos y los hombres en traje de smoking, había muchas chicas
hermosas que no dejaban de mirarme, la cumpleañera tenía un vestido negro
ajustado al cuerpo y su cabello recogido en un trenzado en forma de espiral,
estaba hermosa.

Yo me adelanté a repartir las copas con licor, era vino rojo.

-¿Muy ocupado? –preguntó Brittany, la cumpleañera e hija de mi jefe.

Di una sonrisa, me disponía a colocar las copas con vino en las bandejas.

-Un poco. Feliz cumpleaños, espero lo pases bien en tu fiesta. –Me


marchaba pero ella me detuvo, las copas se tambalearon de la bandeja un poco
pero no cayeron, la miré casi odiándola ante lo que acababa de hacer.

-¿Qué quieres? –pregunté ocultando mi ira.

-No me has dado ningún regalo, ven –dijo tomándome por un brazo, dejé la
bandeja en la mesa y me llevó hasta la cocina, miré a los lados percatándome que
no fuéramos observados. Nadie nos veía. Pasamos a un cuarto donde se guardan
todos los materiales de limpieza, el cuarto estaba algo sucio y maloliente, no le

88
importó, entramos y cerró la puerta-. Solos al fin –dijo mordiéndose el labio
inferior.

-No puedes sacarme así de mi trabajo, necesito atender a tus invitados


-dije tratando de hacerla a un lado para poder salir.

-No, no, no –obstaculizó el paso-. Primero me darás mi regalo. –Se lanzó


hacia mí, me tomó desprevenido, me besó recostándome a la pared, una mano
sostenía mi cara para que no la volteara y la otra fue bajando por mi abdomen
hasta mi entrepierna, la apretó con fuerza y eso me excitó por completo. Por más
que traté de evitarlo me dejé llevar por el momento y pronto la tomé de la cintura y
respondí a su beso con pasión, cambié mi posición y la pagué contra la pared, me
tomaba por el pelo y yo apretaba su trasero con mis manos, ella gemía.

Me giró de nuevo y esta vez se arrodilló frente a mi erección. Bajó la


cremallera del pantalón y rápidamente metió mi pene en su boca luego de haber
bajado el bóxer. La metía hasta el fondo y luego salía. Tomé su cabeza con fuerza
e hice los movimientos más bruscos. Me miraba como perra en celo. Dejó de
hacerlo y subió dándome la espalda levantando su vestido dejando ver su trasero,
bajó su panti y colocó la entrada de su ano en la punta de mi pene.

Tomé un preservativo que siempre llevo conmigo y lo deslicé en mi


erección. Sin que le diera tiempo de prepararse la penetré con fuerza y ahogó un
grito de placer, incliné su espalda hacia adelante y se apoyó de la pared para no
caer, con grandes embestidas entraba y salía de ella a toda máquina. Cuando por
fin eyaculé en el preservativo y había terminado la puerta sonó.

Pronto me separé de ella. Acomodamos nuestra ropa y guardé y en mi


bolsillo el preservativo usado amarrado junto con el envoltorio.

-Ya. Ahora déjame trabajar –susurré. Abrí la puerta para salir, mi cara fue
de estupefacción cuando vi al Sr. Roberth justo frente a mí. Estábamos agitados
por el caliente momento.

-¿Qué está pasando aquí? –preguntó en tono molesto.

89
-Papi, me había caído una mancha en uno de mis tacones -explicó Brittany
con cara triste, de hecho sí tenía una mancha, al parecer era licor- pero Max me
ha ayudado a quitarla con un líquido de limpieza de este cuarto. –Señaló el cuarto.

-Gracias por ayudar a mi hija –dijo el Sr. Roberth con cara de incredulidad.

-Un placer –asentí con la cabeza, y me fui de nuevo al área de la fiesta, no


puedo creer que casi nos descubren, estaré despedido si se entera de lo que ha
pasado, me regañé a mí mismo. Fui al baño y me la lavé la entrepierna, lancé el
desperdicio a la papelera y todo volvió a la normalidad. Tomé mi bandeja de
donde la había dejado y seguí en mi tarea de repartir el vino a todos los invitados.

Muchos invitados estaban llegando. Entonces vi en la entrada del


restaurante a Jossep; usaba traje de smoking y a su lado tomaba su mano una
chica, supuse que era su novia, era hermosa, su vestido era blanco y usaba
tacones altos negros, llevaba su cabello suelto y liso.

-¡Camina! –Gritó la chica que acompañaba a Jossep hacia afuera-, puedes


apresurarte.

Mi cara fue de sorpresa al ver a la chica que le gritaba-. ¿Te puedes


esperar? –Dijo ella- no estoy acostumbrada a éste tipo de zapatos –enfatizó.

Se trataba de la misma chica, la del autobús, la misma chica que durmió en


mi cama, la misma a la que besé y se había ido de mi casa sin avisar dejando sólo
una carta, era ella. Llevaba tacones negros altos y un vestido azul rey descotado,
resaltaba su hermosa figura, labios pintados de rojo y el cabello ondulado, quedé
ciego ante tanta hermosura, era la mujer más hermosa del lugar, de eso estaba
seguro puesto que estuve observando a todas las mujeres y ninguna se
comparaba con ella.

Su rostro fue de pasmo al verme a poca distancia de su lugar, se tensó y su


mirada se desvió a un lado, estaba incómoda, lo podía notar en su mirada, pero no
estaba nadie a su lado, eso significaba que no había conocido a alguien más.
Creo.

90
-Max, que bueno es verte aquí. –Dijo Jossep mientras se acercaba con
ellas, como si no supiera que iba a estar en la fiesta-. Quiero presentarte a Marry.
Mi novia.

-Mucho gusto –dije extendiendo mi mano-. Soy Max Brown.

-Marry Hart -respondió. Había visto esta chica antes, el día del tropiezo,
cuando me miraba detenidamente, ella estaba con la chica hermosa ese día.

-¿Y tú eres? –Pregunté a la chica-. Soy Max, Max Brown. –Extendí mano
hasta ella.

Por un momento creí que no me hablaría, sólo me miraba, era como si me


quitara el aliento, había una celebración, al menos dentro de mí.

-Suzanne West. –Comentó extendiendo su mano tomando la mía. Millones


de sensaciones recorrían todo mi cuerpo. Al fin supe su nombre, era Suzanne
West, el nombre más hermoso del planeta, pero no le era tanto como ella.

Estaba hipnotizado.

-¿Nos conocemos del algún lugar? –se me ocurrió preguntar en tono


divertido.

-Déjame pensar –me miró por un momento y pude sentir como se deleitaba
mirándome aunque no más de lo que yo lo hacía-. Mmmm. No, la verdad jamás en
mi vida te he visto. –Añadió.

Pero, ¿por qué decía eso? ¿De verdad eso fue lo único que se me ocurrió
decirle? “¿Nos conocemos de algún lugar?” luego que la he pensado durante días.
Me estaba odiando a mí mismo, me limité a sólo observarla, la palabra hermosa
era poco para describir su belleza, el azul rey era su color, le sentaba bien.

-Te ves hermosa Suzanne –dije mirándola a los ojos.

-Gracias.

-De verdad eres muy hermosa –dije y se sonrojó.

Jossep y Marry nos vieron con cara de confusión.

91
-¿Ustedes se conocen? –preguntó Jossep.

-Si –solté.

-No –dijo Suzanne.

-¿Sí o no? –preguntó Marry confundida.

-Que ella te lo explique –dije y me fui a repartir las copas con licor.

Durante toda la noche el trabajo estuvo algo agitado, me fui hasta la cocina
y tomé asiento cerca de donde se encontraba la comida, colocando los codos
apoyados sobre la mesa tapándome la cara pensé muchas cosas que ahora
estaba rondando por mi cabeza: no entendía la forma que me hizo sentir Suzanne,
creí que esa sensación acabaría pero ahora sabía que no era así, verla después
de todos estos días me hizo sentir como un niño que tiene días sin ver a su madre,
la extrañaba, no entiendo por qué, ¿se puede extrañar algo que nunca has tenido?
No lo sé, pero esa era la forma en la que me estaba sintiendo.

Salí de la cocina al lugar de la fiesta, la música era alta, las persona yacían,
sentados, otras parados y otras bailando, otras conversaban entre sí.

Entonces vi a Jossep y Marry bailando, se besaban y reían, mi mirada se


fijó en Suzanne que se encontraba sentada mirando a todas las personas, no
quería que estuviera sola así que tomé la decisión de ir hasta ella, pronto vi a un
chico que se acercó extendiendo su mano, le dijo algo pero desde este punto y por
la música alta no pude escuchar, ella se levantó de su asiento y caminaron hasta
la pista de baile, me di cuenta que el chico le había pedido bailar, ¿quién era? ¿Su
novio o algún idiota queriéndose meter entre sus piernas?, mi piel hervía de la
rabia, no soportaba la idea de que ella estuviese bailando con un chico.

-¿Disfrutando de la fiesta? -preguntó Kate y me sacó de mis pensamientos


de idiota mal humorado ¿por qué estaba así por esa chica?

-Bien –contesté.

-Por tu cara pareces estarla pasando mal –rió.

92
Se acercó más de lo permitido y rozó mis labios.

-¿Qué haces? –la aparté y vi como Suzanne nos observaba. Maldición,


debe pensar que le mentido sobre una novia o exnovia rondando. ¿Qué
importaba? ¿Desde cuándo me importa que una chica me veo con otra?

El tipo con quien bailaba acariciaba su espalda de manera suave, puedo


leer sus pensamientos de sexo. No puedo permitírselo. Caminé hasta la tarima y
le sugerí al cantante que hiciera cambio de parejas y asintió sin problemas.

Me acerqué a Kate.

-¿Quieres bailar? –fue la decisión más torpe que había tomado.

-Pero estamos trabajando –Kate tenía razón-… aunque un poco de


diversión no está tan mal –dijo riendo.

Nos acercamos a la pista, hice todo lo posible para estar cerca de Suzanne
y el chico desconocido. Bailamos, ella me miraba algunas veces y yo lo hacía
igual.

La música terminó.

-Bueno ésta canción es lenta, pero es genial, se llama The Only


Exception – Paramore, ahora haremos cambio de parejas –dijo el cantante
invitado.

Todos comenzaron a caminar encontrando su pareja, un chico iba a


acercarse a Suzanne cuando le lancé una mirada asesina que hizo que se fuera
enseguida, todos tenían pareja, Marry estaba con otro chico, Jossep tomó una
chica rubia, Kate estaba con el chico que bailaba con Suzanne, fue entonces
cuando vi a Suzanne sola y me acerqué esta su lugar.

-¿Me permites éste baile? –pregunté extendiendo mi mano.

-Si –me dio media sonrisa y junté mi cuerpo con el suyo, coloqué los brazos
alrededor de su cintura, ella los colocó por encima de mi cuello, la música
comenzó a sonar y dio paso a que nos moviéramos a su ritmo, era lenta,

93
estábamos Suzanne y yo en centro de la pista de la baile, era como si nadie más
estuviera a nuestro alrededor, sólo estábamos bailando ella y yo.

La música sonaba, di un respiro cerca de su cuello para cautivar su aroma


exquisito, por dentro saltaba de alegría, mi emoción era notable. Sus mejillas
rosaban las mías, era una de las sensaciones más gratificantes que he tenido,
tomé su mano alzándola, le di una vuelta y su vestido se abombaba ante el
movimiento, la tomé de nuevo por la cintura, nos volvimos a abrazar, deseaba que
esta canción nunca terminara, nos miramos fijamente a los ojos. Nos detuvimos, la
música seguía sonando, vi sus hermosos ojos café, su mirada era como estar en
el paraíso, como una gota de agua en el desierto, como ver una luz alumbrando la
oscuridad. Me podía perder en su miraba y no desearía que alguien me
encontrase jamás.

-Me... tengo que ir –indicó evitando mi mirada.

Tomé su mano antes de que se fuera. -¿A dónde vas?

Me miró durante unos pocos segundos que parecían ser eternos. Yo al


igual que ella la observé detallando cada lunar y curvatura en su rostro, así como
también sus mejillas ruborizadas y ojos cristalizados a los que les faltaba poco
para que una lluvia de lágrimas brotara de ella.

No sabía absolutamente nada de lo que ella estaba pensando justo en ese


entonces, yo en cambio sí sabía lo que pasaba por mi mente, sí, eran especies de
preguntas que me hacía a mí mismo: ¿Dónde estuviste todos estos años sin mí?
¿Por qué conocía a tantas chicas pero a ti no? ¿Por qué siento como si formaras
parte de la vida que me falta? ¿Sientes lo mismo que yo cuando estoy a tu lado?
¿Es todo tan confuso para ti como lo es para mí todo esto? ¿Por qué quiero que
permanezcas conmigo toda la vida que me falta si apenas te conozco?

Alguien dijo: “Las personas tal vez no se conozcan, pero los corazones sí, y
es por eso que la gente no comprende el hecho de extrañar a alguien”.

Soltó mi mano y salió del restaurante, estaba huyendo como la primera vez,
la diferencia era que esta vez la estaba viendo marchar, había perdido mi

94
oportunidad de hablar con ella. El destino ha sido muy generoso conmigo y no
creo que pueda haber cuarta oportunidad para mí.

-¿Qué estás esperando para ir tras ella? –preguntó Jossep acercándose.

-No quiero ser una pesadez.

-¿Prefieres estar aquí y arrepentirte toda la vida por haberla dejado ir así?
Estoy seguro que no quieres que se vaya, vi como la mirabas, no se puede dejar
escapar a las personas que te quitan el aliento y te descontrolan los sentidos.

Jossep tenía razón, había pasado todos estos días pensándola, intentado
averiguar y entender todas esas cosas que sentí al principio y que ahora siento
con gran intensidad al verla y… ¿la estaba dejando ir?

Corrí hasta la salida del restaurante, no me importó si me correrían del


trabajo por irme sin avisar, pero no podía dejarla ir así. Me fui en dirección al Río
Sena, era la única ruta para regresar. La vi, cruzaba el puente, corrí hasta su
lugar, mi cuerpo estaba cansado, mi corazón palpitaba rápido.

La alcancé.

-No puedes irte así –tomé un respiro-. Es tarde.

-Estoy bien –dijo. Le salía muy mal las mentiras.

De sus ojos caían muchas lágrimas, me acerqué hasta ella y tomé su cara
quitando las lágrimas que bajaban por sus mejillas. –No llores. ¿Te pasa
algo? –pregunté preocupado.

-No es nada, sólo son... lágrimas –susurró-. ¿Acaso está mal


llorar?

-Sí y no. –Sonreí- Si: Porque demuestras a las personas que eres débil y
No: Porque llorar te libera de muchas cosas que están encerradas aquí –dije
colocando una mano en mi pecho- en el corazón.

No dijo nada, se quedó en silencio, se acercó a las barandas del puente y


observó el agua del río.

95
-¿Sabes algo? –dio un suspiro y me acerqué a ella mirando el agua correr
por la corriente-, ¿alguna vez has sentido que no le importas a nadie?

-Sí. –Admití. Solía sentirme así muchas veces pero no prestaba atención a
ese tipo de sentimientos.

-Siento que si en estos momentos yo me lanzo al río y me estuviera


ahogando a nadie le importaría.

-Tal vez, pero te aseguro que si te lanzas de éste puente o de cualquier otro
yo saltaría a salvarte o en el peor de los casos moriría contigo. –Sonrió. Sus
lágrimas se habían ido.

-Ves que tu sonrisa es más bella que...

-Tus lágrimas –interrumpió-. Deberías de usar otra frase y no hacerla tan


repetitiva porque no conseguirás ninguna chica así.

-Yo no estoy tratando de conseguir una chica. –Sonreí-. Si lo quisiera ya la


hubiese tenido.

-Vaya, hablas con mucha seguridad, ¿has tenido muchas experiencias?

-Tal vez –dije. No podía decirle la clase de persona que era, correría o
realmente se lanzaría al rio.

-Quiero pedirte disculpa.

-¿Por qué? –pregunté en desconcierto.

-Por haberme ido ese día de tu casa sin despedirme y por decir que no te
conocía delante de Marry y Jossep.

-Se te olvidó disculparte por dejarme solo en la pista de baile y por querer
huir de nuevo. –Sonreí.

-Bueno, disculpa por eso también –sonrió.

96
-No te preocupes no le presté mucha atención a eso –mentí, durante todos
los días la había pensado, sus besos, su piel, todo de ella y quizá hasta me estaba
volviendo loco.

-Entonces todo ese asunto está arreglado. –Dijo mientras exhalaba


despreocupada.

-Claro –dije dándole una sonrisa torcida.

Ella decidió caminar hasta el otro extremo del puente, no sabía hacia donde
se dirigía pero yo la seguí, caminamos los dos juntos.

-Sobre el beso... –tomó pausa.

-¿Quieres otro? –reí.

-No –se sonrojó.

-Olvidemos el tema del beso, sólo pasó esa noche y ya. –Dije para no
incomodarla más, pero a ciencia cierta sabía que era imposible de olvidar esa
noche, al menos de mi mente no se iba a ir tan fácilmente.

Mientras caminábamos, pasamos por una plaza, había muchos árboles,


nadie se encontraba en las afuera de la ciudad, Ella tomó asiento en uno de los
bancos cerca al Río Sena y yo estaba parado frente a su lugar.

-¿Tú fuiste invitado a esa fiesta? –preguntó y recordé que había


abandonado mi trabajo.

Reí -¿Crees que habría ido así? –señalé mi ropa-, estaba trabajando, ahí
es donde trabajo de martes a viernes, mi jefe decidió hacer una fiesta para su hija
y pues no hubo trabajo en el día, nos propuso trabajar durante la noche, nos
pagará triple la noche.

-Creo que no cobrarás el triple –susurró.

-¿Qué? ¿Por qué? –pregunté pensativo.

-Has abandonado tu lugar de trabajo –alzó los hombros-. Creo que estarás
despedido.

97
-Creo que si, al menos fue por una buena causa. –Sonreí- Tu compañía.

-Me sentiré culpable por ti.

-Siéntete culpable desde ahora, porque he salido por ti y estoy aquí por ti.

Por un momento todo estuvo en silencio, su mirada era fija hacia el suelo,
se veía triste, quería saber todas las cosas que pasaba, su problemas y sus
tristezas, quería ayudarla, pero en lugar de eso ella no decía nada, sólo evadía el
tema pero comprendía su situación, al menos así me sentía yo, no contaba a
nadie las cosas que pasaban y me gustaba estar encerrado dentro de mí mismo,
encerrado, sin libertad, y preso de mis propios problemas, no quería mostrar mis
heridas a ninguna persona y creo que esa era la forma que ella ahora se siente.

-Cuéntame de ti. –Solté rompiendo el silencio. -Quiero saber quién es


Suzanne West la misteriosa chica de la nota –reí.

-No hay mucho que contar –dio una sonrisa torcida.

-Sea lo que sea lo quiero escuchar.

-¿Qué quieres escuchar? –preguntó y la verdad yo quería saber todo de


ella, vacilé por un momento pensativo.

-Las cosas que te gustan.

-Mmmm… bueno, no sé, los paseos a caballo, el mar, los lugares solitarios,
la montaña, me gusta el viento cuando sopla, el color verde, el helado, las tartas
de fresas, el maní. –Tomó un suspiro, buscando en su mente quizá las demás
cosas que le gustaban- Leer, escribir y bailar –sonrió- bailar y bailar.

-Vaya, has dicho bailar más de dos veces.

-Es lo que más me gusta, soy bailarina en la academia Ballet Real.

-¿Qué clase de baile? –pregunté y me miró como si fuera la pregunta más


estúpida en el mundo y de cierto modo era así.

Rió. -Todo tipo, lo que más practicamos es ballet.

98
-Toda una profesional entonces –solté riendo.

-¿Y a tí? –preguntó.

-A mí no me gusta el ballet –respondí serio.

-No, no hablo de eso –soltó una carcajada-. ¿Qué es lo que te gusta?

-No sé –dije- siempre se me hace complicado hablar sobre mí, es como si


intentara pensar en ello y no encontrar nada, Como si no me conociera a mí
mismo –fruncí el ceño- ¿me explico?

-Es fácil, sólo piensa por un momento en las cosas que más haces y
encontraras que es lo que más te gusta hacer.

Me tomé un momento para pensar sobre eso, mis pensamientos se


convirtieron y se dedujeron en una sola cosa: "sexo". Es lo que más hacía, saqué
esos pensamientos de mí-. No, no todo lo que más haces es lo que más te gusta,
simplemente lo hacemos tantas veces que lo convertimos en rutina no en un
gusto.
Me miró con desconcierto. -Eres alguien complicado y extraño –frunció el
ceño.

-Una vez que me conoces, te das cuenta que soy peor que eso.

La noche vestía la ciudad, todo estaba a oscuras, algunas luces de los


faros alumbraban el camino, tomé mi celular y tenía un mensaje de Freddick y
Jossep. Decidí leer primero el de Freddick y decía:

“Si te fuiste tuvo que haber sido por algo importante, Don gruñon (Sr.
Roberth) a preguntado por ti, lo que se me ha ocurrido es decirle que tu madre
estaba enferma y te fuiste de volada para allá.”

“Gracias, te debo una” –tecleé en mi celular marcando el botón de enviar.

Mensaje de Jossep leí en la pantalla:

99
“Espero se encuentren bien, Marry me ha dicho que si le haces algo te
pateara el trasero pero no le hagas caso, puedes follarla hasta morir.”

Suzanne estaba tecleando en su celular cuando la miré.

Respondí el mensaje de Jossep:

“Nos encontramos bien. Dile a Marry que no se preocupe... no la tocare.”


-Marqué la tecla de enviar y lo guardé.

Ella aún estaba escribiendo.

-¿Hacia dónde iras ahora? –pregunté.

Levantó la cabeza guardando el celular y me miró-. Tengo que encontrar a


Marry, volvamos a la fiesta.

-No, Jossep me ha dicho que pasará esta noche con Marry –mentí-. Harán
esas cosas de novios... tú me entiendes. –Se quedó pensativa un momento-. Te
tengo una propuesta –dije- vamos a mi casa y te vas mañana cuando el sol
alumbre el día.

Baciló por un momento antes de contestar-. Sólo por esta vez, no quiero
que mi madre me vea llegar sin Marry porque estaré hecha trizas en menos de lo
que puedes respirar.

-Tomemos un taxi –dije.

Durante el camino pasé un mensaje a Jossep:

“Pasa esta noche con Marry, Suzanne se quedará en mi casa, no me dañes


la noche, la quiero para mí hoy.”

Al cabo de un rato mi teléfono sonó.

“Ya eso está más que hecho. Suerte con ella” –Era Jossep respondiendo.

*****

100
Llegamos a mi casa, estuvimos dentro y ella se sentó cerca del banco
donde se encuentra el mesón, se quitó los tacones altos y dio un suspiro de alivio,
se estaba masajeando los dedos de los pies.

-Esos zapatos me estaban matando. -Reí ante su expresión.

Me dirigí hasta la nevera, mi madre me había traído comida sin preparar,


había mucha, tomé una jarra con agua y la serví en un vaso. Lo terminé en menos
de un instante

-¿Quieres agua? –ofrecí.

-Sí. –Serví agua en el vaso y la tomó, luego de terminar, su mirada se fijó


en el sobre de mi padre que había dejado en la mesa esta tarde antes de salir.
Que imbécil- ¿Jacob Brown? –dijo tomándolo en sus manos, hizo seña hacia mí,
me quedé en silencio y casi sin respirar. -¿Es el multimillonario Jacob?

-¿Lo conoces? –fue la cosa más idiota que pregunté. Toda París lo
conocía.

-Claro, es el dueño de la academia donde estoy.

-¿También ha comprado la academia? –fruncí el ceño.

-Sí, ¿por qué tienes un sobre con su nombre escrito? –Suzanne estaba
intrigada y se tomó su tiempo para mirarme. No sabía qué responder, no podía
decir que lo tomé de un mafioso para el cual trabajo. Así que se lo dije, no
acostumbraba a este tipo de cosas.

-Él… es decir, Jacob Brown es... mi padre.

101
CAPÍTULO 10
A su lado

M
ás que de sorpresa o asombro en su rostro se dibujó una sonrisa
y soltó una carcajada, constantemente las personas no
reaccionaban así, después que he dicho que él es mi padre,
luego me busca por interés. No quiero que las personas me busquen por el dinero
de mi padre así que simplemente me callaba. La miré serio y ella paró de reír,
como si dudara ante mi expresión.

-Bromeas ¿cierto? –en su rostro se había hecho la expresión de todos los


que sabían: Asombro-. Yo sabía que él tenía un hijo, pero siempre lo han
mantenido en secreto.

-Si lo sé, yo le he pedido que no diga nada a nadie.

-No puedo creer que esté parada frente al hijo del hombre más rico de
Francia y casi toda Europa y Asia. –Tomó pausa, trataba de digerir semejante
noticia- pero... –miró a todos lados- ¿por qué vives aquí?

-Es una larga historia.

-Pero podrías vivir en su mansión o te podrías comprar una. –Suzanne


estaba exaltada.

-Para, ya, ¿si? –ese fue un tono de molestia, casi gritado- no quiero otra
persona diciendo lo mismo una y otra vez, no quiero nada de él, no quiero su
dinero ni nada que tenga que ver con él.

-Disculpa. –Se quedó en silencio- no es fácil de digerir.

-Mi padre y yo no nos la llevamos bien, somos como el agua y el aceite.

-Pero eso podría cambiar, si pasaran tiempos juntos o no sé, cualquier cosa
que los haga unir como padre e hijo.

102
-No puedo –susurré- es como si, algo dentro de mí lo quisiera pero de sólo
pensarlo no sabría si pudiera perdonarlo de verdad.

¿Qué rayos acababa de decir? ¿Cómo puedo ser tan sincero con esta
chica que sólo acababa de conocer?, estaba contando cosas privadas de mi vida y
eso era insólito.

-Todos merecen una segunda oportunidad –dijo.

-¿Tu serías capaz de dar un segunda oportunidad a alguien que no lo


merece? ¿Estarías dispuesta a perdonar un error grave?

-Si. Todos cometemos errores, ninguna persona puede ser tan perfecta
como para no tener fallas. –Tomó mi mano.

Cuando tomó mi mano, mi cuerpo se tensó, apreté su mano con la mía, me


miró a los ojos. Su mirada, esa mirada me decía que todo estaría bien ¿Los ojos
pueden hablar? Si ¿Los ojos pueden leerse? Si, en sus ojos estaba escrito en
letras grandes para que puedieran ser leidas estas líneas: Ama y perdona. Lo que
más me atraía de Suzanne definitivamente era las cosas que hacía sentir, podría
besarla en ese preciso momento. Me acerqué un poco. Entonces soltó mi mano y
bajó la mirada, fue un momento incómodo.

-¿Quieres ir al cuarto? –asintió con la cabeza. Caminamos a través del


pasillo, Suzanne estaba descalza, se detuvo frente al marco de la puerta, miró mi
cuarto, yo me encontraba detrás de ella y no pude ver su expresión, tal vez
recordó la noche que dormimos juntos, la misma noche donde la besé por primera
vez, mataría por ver su rostro en este preciso momento.

Pasamos y se sentó sobre la cama; esta vez tenía sábanas blancas. Me


quité los zapatos y nos acostamos en la cama, Suzanne estaba junto a mí de
nuevo, la abracé y ella colocó su cabeza sobre mi pecho. Acariciaba su cabello.
Traté de controlar la erección y de nuevo fallé, pero teniendo el pantalón puesto
era difícil que se notara, doy gracias al pantalón por su colaboración para
conmigo.

103
-Prométeme una cosa –susurré.

-¿Qué cosa?

-Prométeme que no te irás antes de que despierte.

Rió.

-Está bien, no me iré esta vez. –Contestó.

No puedo describir las cosas que estoy sintiendo ahora que Suzanne está
junto a mí, pero mi emoción era notable. Pasó un momento cuando su peso se
dejó caer sobre mí. Se había dormido. Yo prontamente también me quedé
dormido:

Estaba con Suzanne en una montaña, justo en la cima. Con la mirada al


frente observando el sendero frondoso, la llegada de un atardecer y las aves
volando a lo lejos, el mar a lo lejos cortando el planeta a la mitad, sintiendo
también la brisa fresca y el aire limpio y puro, sin algún ruido mas que el de los
animales. Todo estaba en calma.

La abracé por la espalda y ella cruzó los brazos sobres los míos soltando
un relajante suspiro lleno de paz y tranquilidad plena. Cualquier persona estaría
aterrada ante la idea de estar en una montaña solitaria cuando comenzaba a
oscurecer: las bestias, por ejemplo, son cosas de las que se deben temer. Pero
no, yo no estaba asustado, ni un poco, eso me preocupaba mas el hecho de no
sentirme intranquilo y también que no he experimentado de nuevo la etapa en
donde las hormonas comienzan a hacer fiestas dentro de mí y me hacen volver
loco.

-Gracias –susurré a su oído.

-De nada. Yo también me siento así.

¿Qué?

-¿Cómo?

104
Se safó de mi agarre y me miró a los ojos regalándome una sonrisa real.

-Esto. Gracias por traerme aquí. Me siento igual que tu. Tranquila, en calma
y con una paz que llena mi ser. También estoy contenta de que estés a mi lado.
No te imaginas lo que ha pasado en mi vida antes de que llegaras, contigo he
aprendido muchas cosas –llevamos poco tiempo conociéndonos y estamos
sintiendo sensaciones confusas-. Se que son confusas –respondió como si
hubiese escuchado mis pensamientos.

-¿Cómo lo supiste? –pregunté.

-Puedo escuchar tus pensamientos.

-Eso es imposible –dije.

-No. Aquí puedo saber como te sientes y las cosas que piensas.

-¿Aquí?

-Si, aquí. ¿No te das cuenta que es un sueño? –menos mal que sólo aquí
puede saber lo que pienso, porque de no ser así sabría que soy adiccto y que
tengo un largo historial de las chicas con las que me he acostado.

Era de suponerse, era demasiado perfecto en mi vida como para ser real.
Lo más alto ha lo que he podido llegar al piso del consultorio de Will. Estar aquí
me dio a entender que mientras más alto llegues mas bella es la vista. Pero siendo
un sueño o no, estando con Suzanne no me importaría llegar tan alto como el cielo
o tan bajo en el infierno, lo que realmente importaba era su compañía.

-¿Por qué no puedo saber lo que piensas?

-No lo sé –se encogió de hombros.

-No es justo, si éste es mi sueño yo debería controlarlo todo.

-Aquí puedes hacerlo y en la vida real también puedes hacerlo pero es más
complicado –comentó.

105
-Estás en lo correcto.

-No me dejes escapar –indicó.

-Ya te tengo. Y si te llegas a marchar el destino una vez trabajaría a mi


favor para tenerte de vuelta. Creo que él está de mi lado –dije y sonrió.

-No confies en el destino. A veces suele ser cruel.

-Tengo una pregunta…

-Tampoco lo sé. Creeme que yo también quisiera hacerte esa misma


pregunta y que tú me digas la respuesta. Porque no se que es lo que me está
pasando contigo.

-¿Puedo volverte a ver? –pregunté esta vez.

-Por supuesto. Estoy aquí y estoy en la vida real. Pero ten cuidado la
Suzanne real, es un poco complicada. Y a veces lo que queremos no es lo que
realmente nos a hacer feliz. Hasta luego –dijo y se esfumó y con ella se fue el
sueño tambien.

Abrí mis ojos y tuve miedo por un momento de no encontrarla, pero


Suzanne aun dormía junto a mí, todo el miedo fue abandonando mi cuerpo, no
sabía cuánto tiempo había dormido, pero no quería seguir durmiendo, no quería
que se fuera sin avisar como la última vez, me levanté de la cama poco a poco
para no despertarla. Suzanne suspiró, creí que despertaría, pero sólo cambió de
posición, ahora estaba durmiendo en posición fetal, con las piernas flexionadas y
las manos cerca de su rostro.

Me senté en la mesa que se encontraba en mi cuarto, la observé dormir,


sonreí como idiota, verle dormir me hacía sentir bien, en paz, Suzanne era la
mujer más hermosa, podía observarla dormir durante toda la noche y no me
cansaría de mirarla.

106
A continuación busqué un cuaderno y un lapicero cerca de la mesa del
cuarto y empecé a escribir en la oscuridad aunque con un poco de esfuerzo podía
ver las palabras que garabateaba, quería escribir las cosas que me gustan, para
entregárselo cuando despierte, yo se las cosas que le gustan pero ella aún no
sabe lo que me gusta a mí.

Comencé a escribir:

-Los días lluviosos, el atardecer, el agua, el helado, los animales, los


parques, la comida, el color verde, el chocolate, la soda.

-Y ahora... -Escribí al final- me gusta verte dormir. -Sonreí.

Los rayos del sol comenzaban a alumbrar la casa, estaba amaneciendo,


dejé el cuaderno abierto con el lapicero en la mesa y me fui a la cocina.

Quería preparar algo de comer para Suzanne antes de que despierte, abrí
la nevera y tomé huevos y tocino colocándolos sobre la mesa, encendí la cocina
esperé hasta que calentara el sartén, freí los huevos y el tocino, tomé los panes y
los coloqué en el tostador. También preparé café.

Estuvo listo media hora después el desayuno, todo estaba servido sobre el
mesón, Suzanne no se había despertado y fui hasta el cuarto para saber si estaba
dormida aun, cuando miré hacia el cuarto ella ya se había levantado, tenía el
cuaderno en el que había escrito temprano. Suzanne sonreía. Giró su rostro y me
miró, aún estaba en su rostro su hermosa sonrisa.

-Con que ¿me observas dormir? –Sonreía.

-Sí, no sabes lo hermosa que te vez cuando duermes -Sonreí y ella se


ruborizó-. He preparado el desayuno, ¿vienes? –su rostro reflejaba sorpresa.

-Ahorita voy –contestó.

-Está bien, te espero en la cocina.

107
Me fui hasta la cocina, coloqué todo sobre el mesón, dos platos con
tostadas, tocino y huevos. Junto a eso había dos tazas de café. Me percaté de que
todo estuviera perfecto, ella se sentaría en un extremo y yo del otro así podría ver
su rostro de frente.

Suzanne llegó hasta la cocina y su cara fue de admiración.

-¿Lo has preparado tú? –preguntó.

-No, lo hizo mi sirvienta que en estos momentos está escondida en el


baño –bromeé riendo.

-Entonces dile a tu sirvienta que lo ha hecho muy bien –dijo riendo.

-¿Quieres tomar asiento? –pregunté, Suzanne se acercó al mesón y yo


tomé su silla moviéndola hacia atrás para ayudarla a sentarse, así observaba que
lo hacían en las películas, quería ser caballero con ella.

-Gracias. –Susurró.

Yo tomé mi asiento. Comenzamos a comer, su expresión era aprobatoria, le


había gustado el desayuno, tomó la taza de café y lo probó, su cara se arrugó
tanto como una pasa, reí ante su expresión.

-Creo que se te acabó el azúcar ¿no? –dijo en modo de sarcasmo.

Yo reía. -No, me gusta el café simple. –Me levanté y busqué el frasco con
azúcar y una cucharilla, los coloqué sobre la mesa. Suzanne sirvió dos
cucharadas y lo probó, en su rostro había una sonrisa en señal de que había
quedado de la forma en que le gustaba.

*****

Terminamos de comer y me disponía a lavar los platos. -Gracias por el


desayuno. –Dijo siendo amable.

-De nada. –Respondí mientras lavaba los platos.

108
-Creo que debería irme ya.

-¿Tan pronto? –pregunté, no quería que se fuera, quería que se quedara


más tiempo.

-Debo buscar a Marry.

-Te acompaño –solté rápidamente.

-Bueno si, vamos. Así buscas a Jossep debe estar en su casa aun.

-Perfecto. –No quería despegarme ni un segundo de ella, anhelaba


permanecer con ella todo el tiempo.

Terminé y me fui hasta mi cuarto, me quité toda la ropa, coloqué el paño


alrededor de mi cintura y salí hasta la cocina. -Me voy a duchar. En media hora
estaré listo, ¿de acuerdo? -ella me miraba de arriba abajo, me evaluaba
detalladamente y me encantaba cuando se tomaba su tiempo para verme-. ¿Te
quieres duchar? –pregunté, ella estaba ruborizada, me gustaba sus mejillas rojas
cuando yo decía algo atrevido.

-¿Contigo? –contestó frunciendo el ceño.

-Quisieras tu ducharte conmigo, pero no, no hablo de eso –dije en tono


alegre- luego de que esté listo, entras tú. –Rodó los ojos. Esta mujer es sexy hasta
enojada.

-Yo no quiero ducharme contigo. En casa de Marry lo hago, apresúrate que


ya me tengo que ir.

Le di una pequeña sonrisa y me fui.

Me dirigí hacia el baño, durante la ducha reflexioné sobre los


acontecimientos pasados con Suzanne, estaba sorprendido, por las que cosas
que pasaban y no pasaban, pude tenerla desde el principio, desde la primera
noche, pero en lugar de eso sólo dormía junto a ella, al igual que anoche y me
gustaba que fuera de esa forma. Todos estos sucesos me estaban llenando de
confusiones. Me gusta que no hubiese pasado nada con Suzanne, no es porque

109
no la deseara pero sentía que esta vez todo era diferente, distinto a todo a lo cual
estoy acostumbrado; sexo, preservativos, alcohol. Con Suzanne no necesitaba
eso, todas esas cosas pasaban a un segundo plano, lo que realmente necesitaba
es estar aunque sea un segundo a su lado y era mejor que cualquier cosa.

Luego de la ducha salí hasta la cocina con el paño alrededor de mi


cintura -Suzanne. –Dije mirando hacia la cocina, pero no estaba ahí. Sentí miedo
de que se haya ido sin avisar.

Corrí hasta el cuarto.

-¡Suzanne, Suzanne! –grité desesperado, no podía creer que se haya ido


de nuevo, en el cuarto no se encontraba, corrí hasta la puerta de salida, se me
cayó el paño antes de girar la manilla de la puerta, giré mi cabeza hacia un lado y
ahí estaba Suzanne, yacía agachada en suelo acomodándose uno de su tacones,
miró en mi dirección.

-Creí que te habías ido. –Descargué mi miedo.

-Max...

-¿Por qué no contestabas? –pregunté serio.

-Max...

-Me diste un gran susto, creí que te habías ido como la primera vez. Que no
te volvería a ver…

-¡Max! –Gritó y me quedé en silencio-. Estás desnudo.

Miré hacia abajo y me quedé en silencio por un momento, quería reirme,


Suzanne había estado viendo mis partes íntimas, ella estaba ruborizada y podría
jurar que en estos momentos yo también lo estaba. Rápidamente tomé mi paño
del suelo y lo coloqué alrededor de mi cintura.

-Oh… Disculpa. –Dije con una sonrisa.

-No sirve de nada las disculpas, ya todo lo he visto. –Solté una risa.

110
-Si. Pero no te imaginas lo que puedo llegar a hacer con todo lo que has
visto –dije-. ¿Te ha gustado? –pregunté en tono pervertido.

Se sonrojó y colocó los ojos en blanco. Tal vez esa era una señal
aprobatoria –Ve a cambiarte, ya es tarde. –Tomé un segundo para obsérvala, me
encantaba sus mejillas coloradas, sonreí y ella intentaba contener su sonrisa, me
fui hasta mi cuarto y me coloqué ropa; pantalón, zapatos negros y una franela azul
rey. Tomé mi celular y mi billetera, vi la hora y el reloj marcaba las 8:56 am.

-Vamos –dijo Suzanne desde la puerta del cuarto.

-Vamos –dije y salimos de mi casa.

Nos encontrábamos en el autobús para ir a casa de Marry, ahí también


encontraría a Jossep, nos tomó media hora para llegar, un vecindario en Rue
Buffon. El día estaba soleado, pocas personas se encontraban afuera, yo seguía a
Suzanne, pues no sabía dónde vivía Marry.

Llegamos a una casa de madera, grande, cercado con madera en forma de


barras y un césped verdoso y abundante, se veía bien cuidado, un árbol grande se
encontraba en el medio del césped, cruzamos la puerta medio abierta de la
entrada, llegamos hasta la puerta de la casa. Suzanne tocó.

-¡Marry! –gritó. Al cabo de un rato abrieron la puerta, era Jossep, estaba


con su pantalón, sin camisa y descalzo. Su rostro reflejaba que se acababa de
levantar.

-Hola, Max. –Dijo alegre con una sonrisa de oreja a oreja- Hola Suzanne.

-Hola Jossep –saludó Suzanne y pasó.

-Pasa Max. –Dijo y todos pasamos a la casa.

Era un lugar agradable, la casa estaba pintada de azul claro junto algunos
colores en contraste de azul oscuro y azul rey. -¿Qué tal te fue anoche? –preguntó
en voz baja, caminamos hasta la cocina. -¿Quieres agua? ¿Soda?
¿Café? –Ofreció.

111
-Me fue muy bien. –Sonreí- no, gracias –moví mi cabeza en señal de
negación.

-¿La follaste? -preguntó sonriendo.

-No hablaré de mis cosas privadas. –Rebatí.

-Vamos Max, sólo tienes que decir sí o no.

-No.

-¡¿No?! –fue casi un grito.

-Buen día –dijo Marry, tenía una bata amarrada a su cintura, el cabello
alborotado amarrado en una cola.

-Buen día Marry. –Contesté, junto a ella se encontraba Suzanne.

-Tú y yo tenemos algo de qué hablar –me dijo Marry y me dio una mirada
fulminadora.

Yo sonreí. –Si es de lo que creo que es... –di una sonrisa- no te preocupes,
la he cuidado bastante bien. –Miré a Suzanne a su lado y ella me observaba
también.

-No te pases ni una sola vez. -¿Marry me odia? Y ni siquiera he tocado a


Suzanne una sola vez. Siempre ha sido mi meta que la gente me odie por las
cosas que he hecho a que me odien por lo que aun no hago.

-Tranquila que no intentaré hacer nada que Suzanne no quiera. –Le guiñé
un ojo a Suzanne. Pude ver a Marry quien lanzó una mirada exterminadora hacia
mi dirección. Esta mujer me va a complicar la existencia.

-Deténganse ya. –Dijo Suzanne casi molesta- no hagan como si no


estuviera aquí.

Caminó hasta la cocina y sirvió un vaso de agua.

-Hemos pensado pasear por el Sena al medio día, ¿se anotan? –preguntó
Jossep, esa propuesta era buena pero tenía otra sesión con Will hoy.

112
-No puedo. –Solté afligido, esperaba pasar más tiempo con Suzanne pero
hoy era imposible, necesitaba hablar con Will sobre muchas cosas que estoy
sintiendo.

-Yo tampoco puedo –replicó Suzanne terminando su agua y colocando el


vaso vacío sobre la mesa-. Tengo que estar en casa en... –miró la hora en su
celular- ahora –añadió.

-Déjame cambiarme y vamos. –Dijo Marry. –Te acompaño -Soltó Suzanne


siguiéndola hasta su cuarto.

-¿De veras no pasó nada de nada? –preguntó Jossep acercándose hasta


mí hablando en voz baja luego de que Suzanne y Marry se fueran para el cuarto.

-Es cierto. –Contesté con una gran sonrisa, no me sentía mal por no haber
estado con Suzanne la noche anterior ni la primera noche, me sentí muy bien con
tan sólo dormir a su lado.

-Te compadezco –dijo casi riendo, alborotando mi cabello, le di un empujón


leve.

-Pero la he pasado bien junto a ella. –Levantó una ceja y frunció el ceño.

-¿Te estás volviendo loco? ¿Si no follaste con ella cómo pudiste pasarla
bien? –preguntó con ironía.

-No necesitas estar en una cama con una chica para pasarla bien, a veces
su sola compañía es más que suficiente. –Fijé mi mirada al vacío y sonreía como
tonto. ¿No he dicho eso o sí?, diablos, ¿qué está pasando conmigo? Jossep me
sacó de mi trance pasando su mano frente a mi rostro de arriba abajo.

-Llamando a Max desde la tierra. –Remedó la voz de los


astronautas-. Espera un momento... –Levantó las cejas sorprendido- ¿te gusta
Suzanne? –preguntó mirándome a los ojos buscando la respuesta en mi mirada.

Yo estaba dispuesto a decirle todo a Jossep, sobre la primera vez que


Suzanne y yo nos cruzamos, el día que se quedó en mi casa y sobre las cosas

113
que estaba sintiendo y que aún no lograba comprender. Nos tomó por sorpresa
Marry.

-Estamos listas, ya nos vamos. –Dijo desde la entrada de la cocina, ella y


Suzanne ya estaban listas para irse.

-¿Te puedo acompañar? –pregunté a Suzanne.

-No –soltó con desesperación.

-¿Por qué? ¿Cuál es el problema? –resoplé.

-No conoces a mi madre, es una maniática y no creo que sea bueno llegar
contigo a mi casa, pensara que tú y yo...

-Tú y yo... ¿Qué? ¿Estuvimos juntos? –Sonreí.

-Si –contestó.

-Pero... –dije casi desesperado por estar más tiempo con ella.

-Vamos. –Dijo Marry tomándola de la mano. Empezaba a odiarla, ella me


estaba alejando de Suzanne. Las seguí hasta la salida de la casa-. Se me ha
olvidado mi celular dentro, espera un momento. –Antes de irse me dio otra de sus
miradas desafiantes. Corrió hasta la casa.

Miré a Suzanne durante unos instantes.

-Yo... –Dijimos los dos al mismo tiempo.

-Quiero agradecerte por todo. –Dijo luego.

-¿Qué todo?

-La estadía, el desayuno, por acompañarme, por todo.

-No me lo agradezcas, lo he hecho por ser generoso


contigo. –Contesté- ¿Cuándo nos volvemos a ver?

-No lo sé.

114
-Quiero verte de nuevo. –Intenté decirle que estuve desesperado todo los
días anteriores por no saber de ella y las cosas que estaba sintiendo pero decidí
conservarlas dentro de mí.

-No lo sé.

-Dame tu número telefónico para llamarte –dije sacando mi celular del


bolsillo. Vaciló por un momento en tomar mi celular, pero finalmente accedió y
anotó su número en mi teléfono y me lo devolvió, guardé su número.

-Ya estoy aquí. –Nos sorprendió Marry, no la había visto venir-. Vamos.

Iban caminando hasta la parada del autobús.

-¡Suzanne! –Grité y ella al igual que Marry volteó hacia mi dirección- nos
vemos pronto. –Dije antes que de que se marchase, me regaló una sonrisa y yo
sonreí igual, luego siguieron su camino.

-¡Hey, hombre idiota! –Gritó Jossep desde para puerta de entrada de la


casa- déjala ir en paz. –Bromeó.

-Tú no lo entiendes. –Ignoré sus palabras, me dirigí de nuevo hasta el


interior de la casa.

115
CAPÍTULO 11

Sentimientos encontrados

hora si quiero que me digas qué pasa con Suzanne. –dijo

-A Jossep mientras se sentaba en el mueble de la sala.

-No lo sé, todo es confuso. –Miré por la ventana que


daba con la casa de al lado.

-Vamos hombre, sólo tienes que decir que te gusta y ya –rió.

-No –contesté mirándolo a la cara y casi al borde del colapso.

-¿No te has visto?, deberías verte en un espejo, la forma en que la miras es


algo espeluznante, lo digo porque jamás en mi vida había visto que observaras a
otra chica de esa forma, cualquier persona en su santo juicio se daría cuenta que
te gusta.

-No –respondí pasando las manos por mi cabello colándolo hacia atrás. El
rostro de Suzanne estaba en mi mente ahora, su mirada estaba ahí junto a su
sonrisa. Decidí sacar esos absurdos pensamientos de mi cabeza-. A mí no me
gusta nadie –añadí, ¿o sí?, ahora Jossep me estaba confundiendo, la verdad
estaba confundido desde el primer momento que la había visto.

-Acéptalo, sólo tienes que decir… Si, Suzanne me gusta –Hizo gesto como
un idiota.

-No, Jossep deja tus habladurías. –Dije.

-Bien, pero en algún punto lo tendrás que admitir. –Río- Anoche la pasé
genial junto a Marry. –Mencionó.

-¿Cómo haces con los padres de Marry? –pregunté.

-Bien, todos dormimos abrazados en la misma cama, ellos ceden un poco


de espacio para tener sexo con Marry de manera cómoda. –Soltó serio. El

116
sarcasmo hacía su entrada en las palabras de Jossep-. ¿Crees que si ellos
estuvieran aquí yo pudiera estar con Marry?, conozco a sus padres pero no tengo
suficiente confianza para decirles... –Hizo una pausa y habló serio- Sr. y Sra. Hart
quiero dormir esta noche con su hija. –Reímos a carcajadas.

-¿Dónde están sus padres ahora?

-En un viaje de negocio, llegan en una semana aproximadamente, son


empresarios, trabajan para tu padre.

-Mierda. –Dije- ¿habrá alguna persona que no tenga que ver con mi padre?

-Yo –contestó. Jossep tenía razón, muchas personas que conozco estaban
metidas hasta el fondo con mi padre, menos Jossep y hasta donde sabía Roberth
tampoco pero sólo porque yo se lo he pedido, Will tampoco tenía que ver con él.

Miré la hora, las 10:30.

-¿El sobre? –preguntó.

-¿Cuál sobre? –respondí confundido, por un momento no entendía de que


sobre hablaba, luego de pensar durante unos segundos recordé el sobre, el de mi
padre-. Ah, ese. No, aun estoy en ello.

-¿Cuándo lo decidirás?

-Luego, luego, por ahora no.

-Como sea hombre. –Dijo alzando las manos- Acompáñame al centro un


momento, tengo que saldar algunas deudas.

-Vamos.

-Voy a tomar una ducha, dame diez minutos. –Se fue por el pasillo y entró
en una de las puertas.

Miré a todos lados, era una casa bonita, me levanté y caminé alrededor de
una mesa, en ella había retratos; uno de un hombre, una mujer y Marry, supuse
que serían sus padres, se veían elegantes, en otro retrato estaba un hombre
vestido de la guardia, un hermano o un tío quizás. Escuché la puerta abrirse, me

117
giré en la dirección a la puerta, había llegado Marry, su humor era alegre hasta
que me vio, su mirada era como de un toro feroz.

-Sabes una cosa... –Me miró- no quiero que te le acerques a Suzanne.

-No puedo hacer eso. –Le dije.

-Sí que puedes, no dejaré que tú también le hagas daño.

Me miró con ira. ¿Daño? ¿Eso era? ¿Pensaba que le iba a hacer daño?
Aquí estaba la raíz del problema, Marry estaba cuidando de Suzanne, alguien le
hizo daño antes de que yo llegara a su vida. No me odiaba a mí en específico, ella
era su mejor amiga y odiaría a todos los chicos que intentaran acercársele. –Yo...
no quiero hacerle daño, esa no es mi intención.

-Todos dicen eso al principio, pero luego lo hacen y no creo que tú seas la
excepción. –Dijo rodando los ojos.

-No sabemos lo que el futuro hará de nosotros, pero en el presente que es


ahora, te puedo asegurar que lo último que quiero hacer es herirla.

Suspiró pensativa. –Tendrás una sola oportunidad pero te mataré si


Suzanne derrama una sola lágrima por tu culpa.

-Bien. –Sonreí-. Tampoco es que tengas otra opción.

Puso los ojos en blanco.

-Pero igual te mantendré vigilado. –Me señaló con su dedo índice.

-¿Qué dijo su madre cuando llegó? –pregunté.

-Nada, todo estuvo baja control. –Contestó.

-Que bueno.

-¿Qué bueno qué? –preguntó Jossep recién bañado, tenía ropa puesta,
franela roja y jeans.

-Hablábamos de Suzanne –respondí.

118
-Ya está todo hecho. –Añadió Marry.

-Bien, nosotros nos vamos, ¿te parece bien si nos encontramos al medio
día en el centro?, cerca del restaurante Watle Go –sugirió Jossep mirándola.

-Sí, no hay problema. –Contestó.

-Adiós Marry –dije despidiéndome. Jossep y Marry dieron un largo y


apasionado beso de despedida. Fue el momento más incómodo del día.

*****

El lugar donde Jossep y yo nos dirigíamos era cerca del centro, pasamos
por una calle solitaria, y en una de las paredes llenas de grafitti estaba una puerta
camuflada, era del mismo color de la pared, nunca hubieran pensado que estaría
esa puerta ahí, Jossep tocó la puerta y una ventanilla en el centro de ella abrió y vi
un ojo de una persona observándonos, luego de un segundo la puerta se abrió.

Un hombre alto, negro, fornido, se colocó en medio de la entrada. -Tú


puedes pasar –señaló a Jossep- tú no –está vez me hablaba a mí.

-Max quédate aquí, no te muevas. –Entró y cerraron la puerta dejándome


afuera. Espero que salga sin algún daño. Miraba a los lados mientras los minutos
pasaban.

Luego de un tiempo escuché la puerta abrirse, Jossep salió y al parecer


físicamente estaba bien.

-¿Qué pasó ahí adentro? –pregunté.

-Nada, ya todo está arreglado, era un préstamo que ya pagué.

-¿Seguro todo está bien? –volví a preguntar.

-Si hombre, tranquilo. –Miró la hora en su reloj- Es tarde, Marry me debe


estar esperando.

-Nos vemos luego –dije caminando en dirección contraria.

-¿Hacia dónde vas? –preguntó antes de irse.

119
-A caminar por ahí, tengo cosas que hacer.

-Bien –se alejó corriendo.

El edificio de Will resaltaba entre todos los demás, sólo tenía que caminar
unas cuantas cuadras y llegar.

*****

Al llegar tomé las escaleras y subí, toqué la puerta y abrió enseguida.

-Hola Max, te estaba esperando, creí que te había pasado algo, como
siempre eres puntual. –Miré el reloj de pared, las 12:30, el lugar se veía igual que
la semana pasada, pero esta vez habían muchos papeles amontonados en su
escritorio.

-Creo que has buscado alguna forma de entretenerte. –Reí mirando los
papeles.

-Tengo que acomodar todos los historiales de los pacientes por orden
alfabético, así se me hará más fácil buscar. –Explicó- ¿No te importa que
tomemos la sesión así?

-No –dije despreocupado- puedo ayudarte a arreglar eso. –Me acerqué


hasta el escritorio y tomé una resma de hojas.

-Lo apreciaría. –Apilé las hojas por orden alfabético, mientras colocaba las
hojas observé a algunos.

-Annabel paciente con bulimia. –Leí en voz alta- Alice paciente con
bipolaridad –dije tomando otra hoja.

-Todos estos pacientes han pasado por cosas graves, unos peores que
otros.

-¿Has ayudado a todos? –pregunté.

-A la mayoría, otros simplemente dejaron de venir, para nadie debe ser fácil
tener que lidiar con un problema, algunas personas son más fuertes que otras
para soportarlo.

120
Nos tomó mucho tiempo acomodar todos los papales, Will apilaba unos y
yo otros. Habían muchos casos de: Bulimia, drogas, bipolaridad, violación,
maltrató, insomnio, ira, miedo, alucinaciones, mutilación, anorexia, baja
autoestima, ansiedad, fobias, depresión, y hasta una mujer que alegaba estar
enferma de amor por haberse enamorando de su padre.

-Esa mujer si estaba algo loca. –Solté- ¿Cómo se puede enamorar de su


propio padre? –dije exaltado.

-Ella sólo tenía una atracción por su padre porque él la trataba de una
manera tierna, nadie la trataba de esa forma, sólo confundió el cariño y amor de
padre con un sentimiento fuera de lo racional. –Explicó- Y no llames a mis
pacientes locos, si ese es el caso entonces aquí si tengo a alguien demente –río
levantando un historial.

Lo tomé con mis manos y leí. –Max Brown paciente con


Hipersexualidad. –Lo miré serio, en las hojas se encontraba la fecha cuando
llegué por primera vez, anotaciones de las cosas que había dicho durante cada
sesión. Todo. Will tomaba nota de todo, incluso la última anotación fue la de la
carta de Suzanne y mi momento de excitación-. Sabes algo, me sorprende que no
tengas otros pacientes aparte de mí con Hipersexualidad.

-Pienso que hay más pacientes con ese tipo de adicción de lo que los
estudios estadísticos muestran, pero existe en las personas un pensamiento
erróneo sobre ello y suelen creer que es algo natural y no hay nada fuera de lo
normal con ellos. A veces se puede confundir y pensar que es normal querer sexo
todo el tiempo, “¿a quien no le gusta el sexo?” dicen todos.

-Pero yo si me di cuenta de ello.

-Pero sólo cuando sentiste que todo el sexo era demasiado excesivo, ese
es el gran problema, piensan que están bien hasta que las cosas se tornan
realmente mal.

-Y sí que están mal para mí.

121
-Estás progresando. Por cierto, ¿has decidido si vamos para el centro de
rehabilitación que te dije semanas atrás?

-No, no, no soporto estar en uno de esos lugares.

-Tengo muchos pacientes ahí, es un buen lugar –aseguró- nadie te va a


discriminar si eso es lo que piensas.

-No, yo te aviso si quiero ir.

Me negaba a la idea de ir a un lugar de esos, siento como si me estuviera


enfermando más yendo a rehabilitación. Es igual a las personas que por una
simple gripe van al médico, al final terminas devolviéndote a casa con la misma
gripe, un hígado dañado, piedras en los riñones y un tumor maligno. No quiero
llegar a ese punto. Me siento bien con tanto sólo una sesión semanal con Will.

-Bien, ya hemos terminado –dijo, asentí con la cabeza, todos los historiales
estaban apilados por orden alfabético sobre la mesa, Will tomó algunos
colocándolos en un estante vacío cerca de la puerta.

-¿Qué historia nueva traes esta vez? –preguntó, iba y venía con los
historiales, dejó el mío sobre la mesa.

-Tengo dos historias.

-Te escucho –tomó las últimas hojas terminando. Se sentó en su silla de


escritorio, yo simplemente me quedé de pié.

-Las universitarias me estuvieron volviendo loco durante esta semana –dije


riendo.

-¿De nuevo has estado con ellas?

-Si. La vida me ha ensañado a no ser egoísta… si una chica necesita del


mejor sexo pues debo ir a rescatarlas.

-Que colaborador –comentó con sarcasmo.

-Es la verdad. Que patético sería descargar tu deseo carnal en alguien que
no sabe como satisfacer de verdad. Pero, es mucho mas lamentable que hoy en

122
día nosotros los hombres hemos llegado al punto donde sólo buscamos una
vagina para eyacular dejando a un lado la parte más interesante del sexo:
gemidos, caricias, excitación, placer. Nos volvimos mecánicos; entro y salgo hasta
terminar.

-Ha hablado el especialista en sexología –rió.

-Podría hacer un libro, si me lo propongo, donde hable más acerca del


placer para dos en lugar de su propia satisfacción.

-¿Cuál sería el sentido en sí?

-Lograr que ambos durante el acto sexual obtengan el mismo nivel de


placer.

-Tal vez ni siquiera lo tomen en cuenta y desecharían tu libro a la basura.

-Dejaré mi número telefónico. Muchas chicas llamaran –reí.

Me era bastante agradable hablar con Will durante cada semana. El hecho
de que escuchara una y otra vez mis encuentros con distintas mujeres y las
ocurrencias que hacía en cuanto a mi vida sin siquiera juzgarme me hacía sentir
bien, es como si le importara realmente lo que me sucediera, no todas las
personas que asisten a un psicólogo se sentían igual que yo.

Ellos te escuchan, y suponen que les interesa tu vida y todos los problemas
que llevas a cuestas, te hablan como si fueran los mejores amigos y rien contigo
como si nada. Todo eso sucede porque existe algo en medio de todo llamado:
Dinero. Si no le pagas podría asegurar que las cosas serían distintas. No se le
puede sentir ningún tipo de afecto a alguien que para que te escuchen y
conversen tienes que pagarle.

Recuerdo que las dos primeras sesiones con Will tuve que pagarlas, luego
él dijo que no lo hiciera más, ya que él estaría dispuesto a ayudarme sin ningún
tipo de interés. Al principio lo tomé extraño, pero al pasar del tiempo dijo que yo le
recordaba mucho a su hijo y no le parecía agradable cobrarme por su ayuda.

-Dijiste que tenías dos historias ¿Cuál es la siguiente?

123
Todos mis gestos cambiaron y me sentí un poco rígido, suspiré un poco
tras recordar de nuevo todo aquello y tomé asiento frente a Will. Él me estudiaba
con detención y frunció en ceño tras darse cuenta de cómo mi actitud había
cambiado de manera rotunda.

-¿Recuerdas la chica de la nota? –Dije en forma de pregunta.

-¿La chica sin nombre?

-Sí, ella. –Asentí- su nombre es Suzanne West.

-¿Ya sabes su nombre? –preguntó sorprendido.

-Sí, lo supe en una fiesta. –Dije. Comencé a contar todo lo sucedido el día
de la fiesta, hasta las cosas que había pasado con Brittany y Kate, pero no se
interesó mucho en ese tema, su rostro reflejaba más interés en Suzanne que en
cualquier persona. También le hablé sobre la noche en el puente y algunas cosas
que conversamos, luego cuando conté que se quedó conmigo en mi casa me
miraba con paciencia, tomaba anotaciones en su libreta, me estudiaba. Continúe
todo el relato hasta la parte que se había ido a su casa con Marry. Finalmente
hablé de la conversación que tuve con Marry sobre que alguien le había hecho
daño.

-Lo que más me impresiona de todo son tus expresiones faciales. –Lo miré
confundido-. Son cambiantes, sonríes al pronunciar su nombre y sobre todo tu
forma de hablar sobre ella, es algo extraño, quisiera conocerla alguna vez –
añadió.

Me levanté enseguida ante el hecho tan desesperante de todo lo que me


causaba esa chica. Caminé hasta la ventana. –A mí no me impresiona nada de
eso. La cosa que realmente me preocupa es… -Tomé pausa- las cosas que siento
al verla.

-¿Qué sientes? –parecía interesado.

-No tengo la más mínima idea, pero nunca me había pasado con otra chica
–afirmé.

124
-Es alguna clase de sentimiento.

-¿Tú crees? –pregunté.

-Hay dos opciones. 1) La primera es que estés experimentando un


sentimiento nuevo en ti y 2) la otra opción es que seas alérgico a ella, lo que es
realmente ilógico y prefiero ir por la primera. –Me quedé en silencio, miré a través
del ventanal la luz radiante del sol, el cielo azul y algunas aves volando por los
alrededores. -¿Te gusta Suzanne? –preguntó.

Comencé a recordar el día del autobús, los tropiezos constantes, las


noches que durmió en mi cama, su sonrisa, su labios, el momento del beso, sus
abrazos, el desayuno, y hasta el momento que se sonrojó al verme desnudo.

-Sí. –Admití.

-Esto lo tenía que grabar. –Rió- ¿Crees decirlo otra vez? –bromeó sacando
una grabadora de su escritorio.

-Esto es algo serio Will. Quiero entender algunas cosas, los sentimientos
son algo aterrador.

Soltó una carcajada. –Son parte de la vida, es la otra parte que


complementa el sentido de nuestra existencia.

-Son como un virus o una enfermedad, te ataca sin previo aviso.

-¡Exacto! Pero yo lo llamaría sentimientos, sólo eso. –Sonrió.

-¿Y si tal vez llamo a Suzanne y le pregunto si podemos salir


mañana? –pregunté cambiando el tema.

-¡Hazlo! ¿Qué esperas? –Tomé mi celular buscando en mi agenda su


nombre. La encontré.

-¿Pero si está ocupada o algo?

-Sólo hazlo. –Susurró.

125
Pulsé la tecla de llamar, se escuchaban los zumbidos, me sentía nervioso,
mis manos sudaban. –Vamos Max, sólo será una salida –dije para mí.

-Hola. –Su voz se escuchó agitada.

-Hola, soy Max, yo...

-Mira en estos momentos estoy un poco ocupada... –dijo Suzanne.

Colgué.

-¿Qué fue lo que pasó? –preguntó Will.

-Estaba ocupada. Eso dijo. –Respondí afligido.

-Sólo tenías que decir: Suzanne, quiero invitarte a salir, es todo.

-No quiero ser una molestia.

-Vuelve a llamar. –Sugirió Will.

Hice lo que me dijo Will, volví a marcar. Al segundo zumbido contestó.

-Salgamos mañana, a las 9:00, nos vemos en la parada de la Torre


Eiffel. –Solté rápido antes que hablase.

Colgué.

-¿Qué dijo? –preguntó.

Maldición.

-Nada, simplemente colgué. –Will apoyó los codos sobre el escritorio y se


colocó las manos tapándose la cara, moviendo su cabeza de lado a lado en señal
de negación. Estaba actuando de la manera más idiota ¿A dónde se habían ido
mis tácticas de Don Juan? ¿De vacaciones?

-Tenías que esperar que ella respondiera, sí o no. –Dijo conteniendo la risa.

-No soy bueno en esto, es decir, he salido con muchas chicas pero sólo
para llevarlas a un hotel y ya. –Me encogí de hombros.

-¿Y no quieres eso con ella? –preguntó estudiándome detalladamente.

126
-No, Bueno sí… quiero decir, sólo... Bahh –No encontré las palabras
claras-. Estando a su lado me siento mejor, no necesito pensar en sexo y eso me
gusta.

-Definitivamente tengo que conocer a esta chica –comentó con una sonrisa
de oreja a oreja- Me está ayudando en mi trabajo.

-La voy a llamar de nuevo.

Marqué por tercera vez a su número.

-Se me olvido preguntar qué dices... –Sonreí con vergüenza-. ¿Sí o no?

-Sí. –Pude escuchar su risa, esa que me alegraba. Asentí hacia Will con
una sonrisa.

-Sí, está bien, nos vemos mañana. –Dije y colgó.

****

La sesión con Will había terminado, me fui directo a mi casa, quería dormir
para que el día pasara rápido, así podía ver a Suzanne. Luego de una ducha
encendí la televisión, no pasaban nada interesante en realidad. Acostado en mi
cama cambiaba los canales y en un canal de información vi a mi padre, presté
atención a lo que la periodista decía:

-... El multimillonario Brown por si fuera poco, compra acciones de una gran
empresa en Rusia, quiere mantener su gran fortuna y hasta aumentar su capital.

Un video se mostraba en la pantalla de mi padre y otro señor fino-. Ahora,


más allá de sus negocios, nos hacemos la gran pregunta ¿Quién será el gran
heredero de semejante fortuna?, a continuación mostraremos espectaculares
imágenes de lo que fue el grandioso concierto... -Apagué el televisor, traté de no
pensar en cosas de mi padre pero era inevitable, busqué en la segunda gaveta de
mi mesa de noche el sobre amarillo, lo tomé en mis manos, mi estómago daba
vueltas, me picaba las manos por abrirlo pero en lugar de eso lo guardé de nuevo,
me acosté en mi cama y quise dormir antes que mi cuerpo pidiera sexo.

127
Cerré los ojos y caí en un profundo sueño.

128
CAPÍTULO 12

La salida

T
emprano en la mañana me alisté lo más rápido que pude, el día
estaba soleado y me coloqué una franela blanca y jean, me
perfumé -cosa que nunca hacía-, y estuve listo una hora antes de
irme, tomé mi billetera y pensé en llevar preservativo pero decidí no llevar ninguno,
sólo quería un día diferente con Suzanne ¿A qué llamaba diferente?

Llegué antes que ella al lugar, me encontraba cerca de la Torre Eiffel, un


señor se disponía a vender flores, pensé en comprar unas a Suzanne pero no
quería que creyera que me gustaba, aunque era cierto de algún modo, pero
prefería mantener eso dentro de mí, quiero conocerla primero, quiero ir despacio.
No me quiero exponer de tal manera. ¿El afecto se demuestra con flores? No lo
sabía, ni siquiera se si esto que estoy sintiendo le tendría que colocar un nombre
como: ¿Cariño? ¿Afecto? ¿Gusto? ¿Atraccion? ¿Todos a la vez?

Malditos sentimientos que me están haciendo la vida complicada, como si


no tuviera más problemas en los cuales poner todos mis pensamientos. Tal vez en
la farmacia puedo encontrar algún medicamento para erradicar estas sensaciones,
o tal vez tengo espacio para un problema más y permitir que ella se instale con
sus maletas por un largo tiempo.

-Max. –Dijo una voz desde mi espalda, me di vuelta y ahí estaba Suzanne,
cabello suelto listo, sus labios estaba pintados de rojo, camisa verde oscuro y
pantalón negro. Era hermosa sin lugar a dudas, sus curvas me mataban.

-Te vez hermosa. –Dije impresionado.

-Gracias. –Sonrió.

-¿Qué quieres hacer hoy? ¿Hasta qué hora estás disponible?

-Tengo todo el día, hoy tengo el día desocupado.

129
-Perfecto. –Sonreí.

-Vayamos allá. –sugirió señalando hacia la punta de la Torre Eiffel.

-Oh, no creo que esa sea una buena idea. –Respondí.

-¡Vamos! -tomó mi mano, haciéndome caminar hasta la entrada.

Pagué las entradas y pasamos a través de una puerta hasta donde se


encontraba el ascensor y las escaleras, Suzanne caminó hasta el ascensor con
algunas personas que se disponían a subir, yo simplemente me quedé afuera del
ascensor viéndola.

-¡Sube, ya casi cierran! –Gritó Suzanne entusiasmada, algunas personas


me miraron.

-Yo... mierda –Dije en voz baja. Me di media vuelta dándole la espalda.


Sentí la mano de Suzanne en mi hombro izquierdo, un sonido leve dio paso a las
puertas cerrarse, miré hacia el ascensor y lo vi marcharse.

-Perdimos el ascensor –soltó con aflicción-. Bueno, esperemos el otro.

-No voy a subir.

-Pero ¿Por qué? –me miró confundida.

-Son los ascensores… -comencé a hablar- no soporto los ascensores, tuve


una mala experiencia de pequeño y les tengo pánico.

-Oh, tranquilo –dijo motivándome-. Se me ocurre algo. Subamos por las


escaleras. –Miré hacia las escaleras y creí que no sería buena idea subir mil
seiscientos sesenta y dos escalones.

-¿Segura? –pregunté y miró a las escaleras.

-No te dejaré solo, en momentos como estos todos necesitan un gran


apoyo.

No me dejará solo, palabras como esas no las había escuchado durante


años, escucharla de sus labios hacía que mi atracción por ella aumentara de

130
manera drástica. Quise decir que tampoco me atrevería a dejarla pero me lo
reservé.

Subimos muchos escalones, nos tomábamos unos minutos para descansar


un poco y seguíamos subiendo, tomé su mano y subimos los dos, sonreía al verla
inhalar y exaltar rápidamente por el cansancio, del mismo modo me encontraba
yo.

-¿Te arrepientes? –pregunté riendo.

Tomó un suspiro y rió.

-No hay arrepentimientos, pero si tengo mucha sed.

-Debimos haberlo pensado antes –reimos.

Seguimos subiendo y a medio caminos nos sentamos un rato para


descansar. No solté su mano en ningún momento. Sin importarme lo que pensara
no la quería lejos de mí.

-¿Siempre subes las escaleras para llegar a lo alto?

-Si. No le tomo importancia, Ya me he acostumbrado.

-Es decir que siempre subes la Torre Eiffel por las escaleras.

-Nunca lo había hecho.

-No te creo.

-Estoy diciendo la verdad –dije levantando la palma de mi mano.

-Entonces tienes que ver lo que nos esperar arriba –comentó.

Cuando al fin llegamos, nos lanzamos al suelo, el cansancio invadía


nuestros cuerpos, muchas personas nos miraron de forma extraña, pero me
importó poco lo que pudieran pensar o decir ellos. Miré a Suzanne y ella me
observó, reímos a carcajadas sin ninguna razón.

-Buen trabajo. –Dijo alzando su mano, yo alce la mía y la chocamos.

131
-A sido, la mejor subida que he tenido –dije sonriendo-, tu compañía es lo
mejor que he tenido.

Sonrió mirándome a los ojos, volteó su cara. -Las subidas suelen ser
fuertes y algunas veces cansan pero cuando llegas al final te das cuenta que ha
valido la pena. –Señaló hacia el exterior. Miré el paisaje, me levanté y me acerqué
hasta las barandas que limitaban el precipicio del lugar donde estábamos, era la
parte más alta de la Torre, la vista era maravillosa, toda Paris se veía pequeña
desde este lugar, Suzanne se colocó a mi lado, miré como observaba
detalladamente cada lugar.

-¿Por qué me miras y sonríes? –preguntó. No sabía que estaba sonriendo,


mi subconsciente me hizo una mala jugada.

-Yo... –Tartamudeé-. Sólo estoy feliz. –Realmente estaba feliz, no sólo por
el hecho de estar viendo toda la ciudad desde aquí arriba, era por estar con
Suzanne, se ha hecho parte de mi vida la felicidad cuando estoy a su lado, ahora
que he aceptado que me gusta una avalancha de sentimientos dentro de mí están
llegando sin mi consentimiento y hasta puedo decir que me estoy volviendo loco,
loco por ella.

-Suzanne, te he buscado desde hace días –habló un hombre casi


desesperado, era joven, de veinte y tantos años, de cabello rubio, blanco y ojos
claros, de mi estatura-. Te he llamado muchas veces pero no contestas. –Miré a
Suzanne quien ahora estaba tensa, algo le pasaba, éste chico la hacía sentir
incómoda, no decía nada, sólo lo miraba. –Tenemos que hablar –dijo él tomándola
de su muñeca.

-¡Suéltame! –Gritó Suzanne zafándose de su agarre, algunas personas


miraban en nuestra dirección. Él la volvió a tomar casi llevándola a la fuerza.

-¡Que la sueltes! –Grité acercándome hasta él, tomé su camisa apretándola


en mi puño. -¿No entiendes? –fue como alguna clase de espectáculo para los
turistas, habían muchos espectadores.

132
-Esto no es tu asunto. –Me empujó pero no perdí el equilibrio. Apreté mi
mano y mi puño fue directo a su nariz, pronto empezó a caer sangre de ella, se
tambaleó un poco. Recuperando el equilibrio me dio un golpe en mi boca, pasé la
mano por mi boca y tenía sangre en ella, me lancé hasta él y caímos al suelo, lo
tomé por el cuello y clavé mi puño en su mandíbula, un pequeño sonido de dolor
salió de su boca. Llegaron dos guardias separándonos.

-¡No te acerques ni la vuelvas a tocar más nunca en tu maldita vida! –Grité


al chico con alteración, él no decía nada pero su mirada llena de odio lo decía
todo. Suzanne en cambio estaba parada viendo al chico, apartó su mirada y se
acercó hasta mi lugar.

-Tienen que desalojar el lugar. –Nos sugirió el guardia que estaba a mi


lado.

-Está bien, ya nos vamos. –Dije y bajé por las escaleras, él tomó el
ascensor, Suzanne me siguió.

Cuando llegamos a la base de la Torre, no volví a ver más al chico,


Suzanne me miró.

-Gracias.

-Creo que tienes que decirme quien era ese tipo. –Aún estaba enojado, la
ira no se iba de mí todavía.

-Pero vamos a otro lugar. –Dijo.

Fuimos a un restaurante cerca para almorzar, la comida estaba en nuestra


mesa y comimos, el sitio estaba casi vacío, era el lugar perfecto para hablar.

-Él es mi exnovio, terminamos hace mas de un mes y aún sigue


buscándome.

-¿Pero tú lo quieres o algo? –esperaba una respuesta sincera.

133
-No, eso se ha ido. Es sobre él de quien te comenté la vez que me quedé
en tu casa. No hablemos de él, no dejemos que arruine nuestra salida.

-Créeme que no lo ha arruinado, recordaré este día toda mi vida, hasta el


gran detalle que me he llevado. -Sonreí señalando mi boca, tenía una servilleta a
un lado de mi boca para que no siguiera sangrando.

-Disculpa por eso. –Dijo apenada.

-No te preocupes, eso sana pronto. ¿Quieres comer helado?

-Me gusta esa idea –dijo sonriendo.

Salimos del restaurante y llegamos a la heladería.

-Vas a conocer a la mejor heladería de toda París. –Comenté. Pasamos y


compramos un helado grande familiar, decidimos caminar hasta una plaza donde
se encontraba una fuente grande en todo el centro, nos sentamos en unos bancos
vacíos y nos dispusimos a comer el helado, los dos teníamos una paleta de
madera para comer. El frio y mi boca rota no se llevaban muy bien pero traté de
soportarlo.

-Ahora cosas que no te gustan –dijo y la miré confundido-. Dime las cosas
que no te gustan. –Explicó.

-Mmmmm, a ver... primero no me gustan los golpes en mi boca. –Dije y


sonrió- Los vegetales, los ascensores, creo que eso nada más. Ahora tú.

-Bien... el chocolate. –Comenzó.

-¿Por eso hemos pedido el helado de fresa y vainilla? –pregunté.

-Si –soltó una pequeña risa-. Continuemos: el pescado, el coco, las nueces,
las cucarachas, los insectos, las mentiras, los engaños, los secretos, la distancia.

-¿Te gusto? –pregunté de forma directa.

134
-¿Qué?

-¿Te gustó, el helado? –dije arrepentido, que idiota soy.

-Sí, está muy bueno. Tenías razón al decir que es el mejor de todo Paris.

-Cuéntame de tú familia –comenté.

-Bueno, dos hermanas, la mayor murió cuando tenía diez años y mi


hermana menor tiene siete años, vivo con mi madre, mi papá nunca lo conocí,
murió antes de que yo naciera, mis tíos viven actualmente en Suecia y ya no hay
más que decir. –Río.

-¿Y el papá de tu hermana menor? –pregunté.

-Adivina –soltó con ironia-. Hizo como lo suelen hacer muchos padres
irresponsables. Se marchó.

-Yo, tengo un hermano...

-¡Espera!, no he preguntado. –Sonrió- cuéntame de tu familia.

Sonreí –Bien, mi hermano corrió con la misma suerte que tu hermana, su


padre también se fue para no volver. Se llama Owen, vive en España. Mi madre y
mi abuela viven juntas, tengo dos tíos pero nunca hablo con ellos y ya.

-¿Por qué decidiste mudarte solo?

-Tengo más libertad, quiero obtener las cosas por mí mismo.

-Eso es bueno, ¿y tu padre?

Esta vez no se me hizo incómoda la pregunta, quería contar todo. –Él vive
en una gran mansión, lo he visto algunas veces en televisión, es agradable. –Reí.

-No, me refiero a ¿por qué lo odias?

135
-Yo no lo odio –respondí serio- bueno si, un poco, pero es que cuando
tienes un padre que nunca se ocupa por ti, lo vas a entender.

-Yo daría todo lo que poseo a cambio de haber conocido a mi padre. –Dijo,
no medí mis palabras al decirlas.

El helado se había terminado, nos fuimos a la parada de autobús porque


Suzanne quería regresar a casa, supongo que la conversación sobre su padre la
habrá incomodado. Le propuse acompañarla de lo cual aceptó sin problema, el
lugar era bastante agradable, su casa era grande de madera, toda de blanco. Al
parecer no había nadie en casa.

Subió unos escalones hasta llegar a la puerta principal, yo la seguí.

-La he pasado genial.

-Tal vez podamos salir mañana. –Sugerí.

-Tengo ensayo de baile.

-¿Día libre? –pregunté.

-Jueves.

-Entonces nos vemos el jueves.

-Jueves. –Dijo.

-Jueves. –Dije.

-Este es el momento donde te vas a tu casa y yo entro a la mía. –Dijo


riendo. Y yo pensé: este es el momento donde me acerco a ti y te beso. Pero tomé
su palabra en lugar de mía y me fui a casa.

*****

136
Llegue quitándome la ropa para irme a duchar, metafóricamente me sentía
en una nube, estaba contento, alegre de algún modo, nada me arruinaría el día,
terminé mi ducha, me coloqué ropa y salí hasta la cocina.

-Deberías poner seguro a tu puerta. –Dijo Jossep mientras se comía una


manzana.

-¿Qué haces aquí?

-Estoy comiendo una manzana, Max que poco observador eres. –Soltó
dándole otro mordisco.

-Debería llamar a la policía para que te arresten por entrar a una casa sin
permiso.

-No creo que lo hagas –río- no te preguntaré sobre tu día, creo que ha sido
bastante interesante –dijo señalando mi pequeña herida en la boca.

-Fue un idiota que quería tocar a Suzanne.

-¿Suzanne? espera ¿Suzanne, Suzanne? –Preguntó- ¿Has salido con ella?

-Hoy salimos, la he pasado genial, no me arruines el día por favor. –Dije


ignorándolo.

-Pero, pero, un momento, ¿desde cuándo frecuentas con ella?

-Salimos hoy, sólo eso.

-El gran Max vuelve a hacer de las suyas. –Dijo haciendo voz de periodista.

-Me gusta Suzanne. –Lo miré con una sonrisa tonta.

-Noticia de última hora: Max lo ha aceptado –seguía su voz de


periodistas-. Eso ya lo sabía, y quita esa sonrisa, asustas Max, asustas. –Añadió
serio.

-La veré el jueves. –Dije sonriente.

137
-¿Sabes dónde practica su baile?

-No. –No se me había ocurrido preguntar, ¿Jossep sabía sobre las


prácticas de baile?-. Explicame ¿cómo tú la habías conocido y ni siquiera tuviste la
sensatez de presentarmela? –dije serio.

-Eh. ¿Qué mierda iba a saber yo que ella te interesaría de la forma que lo
hace? Yo te veía tan ocupado en meterte en las camas de chicas que quieren
sexo que me dije que Suzanne no estaba en tu lista, es todo aquello que no
querías tener.

-¿Qué vas a saber tú lo que yo quiero tener?

-Tienes razón. Como recompensa ante mi pecado capita… –dijo en tono de


disculpa-… Marry irá mañana a las 10:00 am a su práctica de baile, si quieres le
puedo decir para ir, así la vez.

-Eres el mejor amigo del mundo, ¿lo sabías? –fui hasta él para abrazarlo
pero se alejó.

-Ningún amigo, quiero el veinte por ciento de tu salario –apuntó con cara de
pocos amigos.

-Eso es soborno –repliqué. Pero sabía que sólo bromeaba.

-Me voy, gracias por la manzana.

Se fue.

138
CAPÍTULO 12

¿Novio?

E
l sonido de mi celular me despertó, era una llamada, lo tomé de la
mesa de noche alcanzándolo con mi mano, levanté mi cabeza y vi
quien era. Mi madre.

Contesté.

-Tú hermano viene mañana.

-¿Mañana?

-A las 6:00 am llega su vuelo.

-¿Voy por él?

-Claro, para eso te llamo.

-Yo voy. -Colgué. Caí de nuevo en mi cama como piedra. Ninguno de mis
musculos quería tomar la iniciativa para hacer el más mínimo esfuerzo para
levantar. Miré la hora, 8:00 am. Mierda. Me levanté lo más rápido que pude y tomé
una ducha, terminando me metí en mi pantalón negro y en mi franela negra con el
estampado de la Estatua de la Libertad, preparé mi desayuno y comí.

*****

-¡Se hace tarde! –escuché la voz de Jossep desde afuera tocando la


puerta, corrí hasta mi cuarto tomando mi billetera y salí.

Nos fuimos hasta la academia. Marry, Jossep y yo. Era un lugar más allá
del centro, la academia era inmensa, por la entrada principal habían retratos
grandes de bailarinas que quien sabe de donde serían, nunca las he escuchado,
es mas, ni siquiera se algo sobre el ballet, supe que eran reconocidas por la breve

139
reseña al costado de las fotografías diciendo que ganaron reconocidos premios
importantes -que por cierto, tampoco conocía-. Pasamos a lo que parecía una sala
de teatro, habían butacas alrededor del lugar, casi todo estaba oscuro, excepto la
tarima, muchas chicas se encontraban practicando su baile, todas haciendo
movimientos expresivos con su cuerpo, la música era algo lenta y rápida en
algunas ocasiones, todas se quedaron inmóvil alzando las manos, una chica
caminaba de espalda haciendo movimientos ondulados con sus brazos, dando
tres giros quedó con la mirada al frente levantando su cabeza de forma elegante,
la chica era Suzanne, no nos había visto puesto que nos encontrábamos en la
parte final del lugar y estando a oscuras era imposible vernos, me acerqué hasta
las asientos principales, Marry y Jossep estaban ya sentados en la parte final.
Suzanne se movía al ritmo de la música, las luces se encendían y apagaban en
tonos azul, verde y rojo, era un solo, las demás bailarinas no se movían, su forma
de bailar era algo impresionante, sus expresiones, los movimientos precisos,
aunque no sabía nada sobre lo que bailaba estaba seguro que ninguna otra chica
podría hacer eso que hace Suzanne tan bien, tan perfecto, tan mágico, tan todo lo
que se me pasaba por la mente. Ella era la protagonista ahora.

Me senté cinco filas antes de la primera. La observaba bailar, Suzanne


nació para esto, tenía potencial y mucho talento, su traje era negro completo
ajustado al cuerpo, con el cabello amarrado en una cola de caballo, era hermosa,
realmente bella. Verla moverse de esa manera hizo que mi erección apareciera
antes de lo que esperaba, era un baile sensual, ¿Cómo nunca supe sobre el
ballet? Podría haber follado con todas las bailarinas. Ahora creo que empieza a
gustarme la idea de que me comience a gustar el ballet.

La música terminó y ella al igual que todas, se acercaron hasta la parte de


al frente de la tarima haciendo reverencia hacia el público. No pude evitar aplaudir
de pie, muchas me miraron pero se fueron al instante. Solo Suzanne se quedó
para mirarme.

140
-Chicas esto ha sido por todo hoy, lo han hecho muy bien, les dejo la tarde
libre, se lo han ganado. –Dijo su profesora o algo así. Suzanne bajó por las
escaleras de unos de los laterales de la tarima, caminó hasta donde yo estaba.

-¿Qué haces aquí? –preguntó sonriente, estaba algo sudada por el baile.

-No pude esperar hasta el jueves, son muchos días sin verte. –Dije
guiñando un ojo.

-¿Usted qué hace aquí? –preguntó la profesora, tenía camisón de colores,


pantalón negro, tacones altos, era rubia, algo mayor pero se mantenía en forma,
en otro momento la hubiera follado también junto con sus alumnas.

Controla las hormonas Max.

-¿No sabe quién es? –dijo Suzanne en tono desafiante. Hice seña hacia
ella en señal de negación, estaba a punto de decir que era hijo del dueño del
lugar, algo en mí lo suponía. Me miró-. Mi novio, ya nos vamos. –Soltó Suzanne
acercándose más a mí.

-¿Qué? –susurré en voz baja.

-Sígueme la corriente. –Susurró entredientes.

-Es cierto –dije a la profesora- observe. –Añadí dándole un beso en sus


labios, besé a Suzanne, respondió a mi beso, aproveché ese corto momento para
apretarla contra mí. Me separé de ella y su mirada era fija hacia mis ojos.

-Igual no puedes estar aquí. Así que lo mejor es que se vayan. –Dijo.

-Creo que no ha servido tu táctica de decir que eras mi novia –Susurré


contra sus labios.

-La tuya tampoco –dijo de forma lenta.

-Creo que sí, juraría que deseas que te vuelva a besar –respondí
sonriendo. Rodó los ojos colocándolos en blanco.

141
¿Ella mi novia? ¿Yo su novio? No, no soy del tipo de relaciones. Entonces
¿Por qué me agradó la idea de ser SU novio? Si, suyo, de ella, de nadie mas,
porque no quiero tener a nadie mas como novia.

-Lo has hecho muy bien, amiga –dijo Marry acercándose mientras la
abrazaba.

-La parte que más me gustó –habló Jossep-, fue el gran beso final. –Soltó
una risa.

*****

Nos fuimos todos a casa de Marry, pasamos el resto del día ahí, al medio
día Suzanne se fue su casa con Marry, Jossep y yo nos fuimos a nuestras casas.

La noche había llegado, decidí escribir un mensaje de texto a Suzanne:

“Que tengas una feliz noche.” –Envíe.

“Igual para ti. –Contestó al instante-. No me vuelvas a besar.”

“Creo que tenemos un grave problema” –Contesté.

“¿Cuál?” –preguntó.

“No es tan fácil tener tus labios cerca sin evitar besarlos, me he contenido
durante días pero no puedo soportarlo más.”

“Max... ¿No deberías dormir?”

“No esquives mis mensajes preguntado otra cosa. Ahorita voy a dormir.”

“No estoy esquivando tus mensajes, sólo estoy preguntando, espero que
mañana tengas un excelente día.”

“Estoy muy feliz de haberte besado, hoy estoy feliz.”

142
“Hasta luego.”

“!No! Bueno descansa.” –No respondió más.

Suzanne decía que yo era alguien complicado pero ahora veo que ella es la
complicada.

143
CAPÍTULO 13

La llegada de Owen

F
ui a buscar a mi hermano al aeropuerto temprano, lo esperé en la
parte de afuera y él llegó, tenía el cabello largo, se lo dejo crecer,
cabello castaño, un poco más alto que yo, vestía traje formal, con él
venían rodando dos maletas grandes, una a cada lado de su mano.

-¿Cómo está mi hermano favorito? –dije con una gran sonrisa.

-¿Acaso tienes otro? ¡Soy tu único hermano! Imbécil.

-¡Te amo! –me encogí de hombros.

-No pongas esa cara Max –dijo él mientras yo hacía pucheros.

-¡Te extrañé! –dije.

-Si claro –dijo con incredulidad-. No tienes que decirme esas cosas porque
de igual modo no traje nada para ti.

-Entonces no me alegra verte –comenté cruzando los brazos sobre mi


pecho.

-El sentimiento es mutuo –agregó.

Me acerqué a su lado y lo abracé con fuerza. Lo hice girar alzándolo en mis


brazos. Pude sentir las miradas de todos sobre nosotros. Maldición ¿Qué les
importa? Ellos no tienen meses sin ver a su hermano, en cambio yo si.

-Me estas estrangulando –dijo con falta de aire.

144
Lo solté y arregló su ropa, sonando su garganta como si lo que acababa de
suceder nunca pasó. Reí ante su expresión.

Los dos fuimos de volada a la casa de mi abuela, tomamos un taxi.

-Dime que pronto vas a hacer a mi madre abuela –comenté mientras


íbamos en la parte trasera del auto.

Necesito que me diga que si, que en España ha conseguido a alguien y la


ha dejado embarazada, o que al menos lo hizo con una total desconocida y hay
pobrabilidades de que esté esperando un hijo de él porque no se cuidaron. Así mi
madre vivirá con la certeza que tiene un nieto. Estoy cien por ciento seguro que mi
madre la buscaría a como de lugar por toda España.

Toció fuerte. Creo que mi hermano y yo pensamos del mismo modo, tal vez
jamás quisiera tener un hijo por la misma situación que la mía. Tal vez sea estéril.
¿Quién sabe?

-Mi madre y yo hemos tenido demasiadas conversaciones sobre eso, la


mayoría de las veces que me llama o la llamo ella sale con lo mismo de los nietos,
al menos a ti te pide uno solo, a mi en cambio me pide varios, quiere hacer un
equipo de baloncesto completo junto con los de la banca –reí-. Es una tortura. Ella
sabe que no puedo tener hijos.

-¿Qué? ¿Por qué? –Se mantuvo en silencio y fijó su mirada por la ventana-.
¿Eres estéril? –pregunté como si nada, no se hacían ese tipo de preguntas a las
demás personas, eso les debe doler como un grano en el trasero. Muchas veces
la vida es muy confusa, a las personas que desearían tener montones de hijos los
hacía estériles, y los que no le daban la mayor fertilidad que puede haber en cada
persona.

-Si –contestó como si nada.

Silencio incómodo.

145
-Eh. Temo que seguirá insistiendo conmigo –dije tratando de suavisar el
ambiente tenso-. Después de todo no veo tan malo que nuestra madre me siga
insistiendo sin tener algún logro conmigo.

Rió.

-Tendrás una lucha interminable –comentó.

-Lo sé –dije.

*****

Mi madre casi llora al verle. Mi abuela estaba en su silla de ruedas y se veía


mal, realmente estaba muy mal; ojos caídos, sonrisa torcida, la estaba viendo más
delgada.

-¿Estás bien abuela? –pregunté agachado frente a ella.

-Sí. -Evitó mi mirada y me regaló una sonrisa rota.

-Me tengo que ir al trabajo, puedo venir cuando salga –dije despidiéndome.

*****

Durante el resto del día no dije nada, trabajé en silencio todo el tiempo,
Roberth me preguntó sobre el estado de salud de mi madre, y Freddick me hizo
señas desde su espalda, capté su señal y dije que se encontraba mejor, que había
sido un pequeño mareo. Me había quedado pensativo por mi abuela, ella decía
que estaba bien, todos decían lo mismo pero en cambio yo sabía que algo estaba
pasando, algo me estaban ocultando, mi abuela era siempre alegre, juguetona y
ahora no, su mirada se mantenía fija en una sola dirección en modo pensativa, no
hablaba. Toda mi cabeza daba vueltas.

-¿Pensativo? –preguntó Freddick.

146
-Un poco. –Respondí.

No tengo mucha confianza con Freddick, así que más de eso no podía
contarle y él lo comprendía.

-Necesito que me cubras ésta tarde –dijo en cambio.

-Si no es para cojerte una chica me niego rotundamente. –Comenté riendo.

-Estoy saliendo con alguien y…

Levanté mi mano para que dejara de hablar.

-Te cubriré, tú has hecho mucho por mí cubriéndome siempre.

-Gracias. Te lo agradezco hermano –me abrazó y se largó corriendo.

Me disponía a trabajar con mucha más rapidez que antes ya que los
pedidos eran el doble de la cantidad.

-Espera –habló Kate deteniendo mi marcha.

-Kate por favor –supliqué-. No de nuevo con lo mismo. Lo nuestro fue sexo
y ya, no me…

-No, no, no –dijo interrumpiendo. Hasta que por fin lo ha comprendido-.


Nunca te he pedido algo, pero necesito que me cubras.

-¿Tu también? –dije abatido.

-¿Qué? ¿A quien más estás cubriendo? –preguntó confundida.

-A nadie –dije con disimulo.

-¿Qué dices?

147
-Está bien –exalé en derrota.

-Gracias –brincó abrazándome.

-Muy bien. Vete antes de que me arrepienta.

Y se desapareció enseguida.

Mierda. Ahora no solo tenía el doble del trabajo, sino el tiple. Al parecer hoy
el mundo conspiraba en mi contra, parecía que media ciudad quiso venir al
restaurante y tuve que correr de un lugar a otro para tomar cada uno de los
pedidos. Aunque la mayoría de los clientes eran femeninas no les importaba la
tardanzas en tomar sus pedidos y llevarlos a cada mesa, parecía que se les
borrara el hambre a penas me veía y estuve un tanto relajado con eso. En cambio
el humor en el pequeño porcetaje de clientela masculina incrementaba de manera
drástica.

Estuve agotado totalmente para el final de la tarde, pero obtuve el nivel de


propina –por las chicas- en un día por lo que hacía en una semana.

*****

Luego del trabajo visité a mi abuela y mi madre. Owen estaba llorando


abrazado junto a mi abuela, mi madre también lloraba, todos se tensaron cuando
había llegado.

-Bien, creo que llegué en un momento de melancolía –dije.

-Max que bueno que llegas. –Dijo Owen

-¿Algo está pasando? –pregunté intranquilo.

Se miraron unos a otros y se tensaron.

Hubo silencio.

148
-No está pasando nada, todo está perfectamente bien. –Respondió mi
madre, sabía que mentía.

Cuando era niño y tenía ocho años, había llegado de la escuela recuerdo,
era un día lluvioso de esos que no te provocan levantarte de la cama, de igual
modo mi madre me obligó a ir porque era importante no faltar a clases por
pequeñas cosas como un día de lluvia. Cuando pregunté por mi perro Tomy, quien
para ese entonces era mi mejor amigo, mi madre no me respondió en seguida
como en los otros días cuando le preguntaba, en lugar de eso me abrazó fuerte,
eso es lo que hacen las personas: dar un abrazo antes de decir lo peor, como si
pudieran curar la herida antes de abrirla.

Mi madre en ese instante dijo:

“No está pasando nada, todo está perfectamente bien”

No comprendía porqué decía eso. Luego lo entendí. Mi perro había muerto


atropellado por un camión mientras jugaba en la calle. Fue el peor día de mi
infancia. Había perdido algo importante en mi vida. Entonces, si mi madre estaba
diciendo esas mismas palabras significaban algo; alguien murió, ¿John? ¿Paul?
¿Mi padre? ¿Quién?

No me estaba abranzando, lo que me daba a entender que no hay ningún


dolor. Eso al menos me dio un poco de alivio.

-Prepararé la cena –comentó mi madre.

-Te acompaño –dijo Owen siguiéndola hasta la cocina.

Miré a mi abuela, tomé asiento en uno de los muebles cerca de donde ella
se encontraba, la miré serio.

-Sea lo que sea, quiero saberlo –susurré.

149
-Todo va bien.

-¿Lo prometes? –pregunté.

-Sí. –Contestó-. No viniste el fin de semana –añadió evadiendo el tema.

-He conocido a alguien –comencé a explicar el porqué de mi ausencia.

-Otra más de tu lista ¿no? –bromeó.

-No, te aseguro que esta vez es diferente. Se llama Suzanne, desde que la
conocí algo en ella me atrajo, ahora siento quererla demasiado.

-No puedo creer que después de tanto tiempo al fin has sentado
cabeza –dijo alborotando mi cabello.

Sonreí. –Tienes que conocerla.

-Pues tráela hasta aquí.

-Se lo diré.

*****

Todos cenamos la comida que mi madre y Owen hicieron, hablamos de


todo un poco, como le estaba yendo a Owen en su trabajo, qué cosas hacía y
otros temas sin importancia. Finalmente me despedí de cada uno de ellos y me fui
a casa.

150
CAPÍTULO 14

Una cena familiar

uando mi madre me dijo que mi hermano vendría pensé que

C hablaríamos, tal vez hubiese salido a pasear o algo por el estilo.


Pero no fue así, el único momento donde pudimos hablar fue en el
transcurso del aeropuerto a casa de mi abuela el primer día.

Han pasado varios días y no me dirige una sola palabra, únicamente las de:
“Hola, Hasta luego”. Está distante, todos lo estaban en realidad, hasta mi abuela
Isabella; era poco el tiempo que estaba fuera de la cama, no quería que la
molestaran, no sabía lo que estaba pasando y eso me hacía sentir impotente y
casi desesperado.

Era jueves por la noche y había quedado en salir con Suzanne y su


hermana menor, le prometió que si salía bien en sus asignaturas de la escuela la
llevaría al parque de diversiones. Me agradaba la idea, así podría conocerla. Pasé
por su casa las 7:00 pm, ellas salieron y llegaron hasta donde yo me encontraba.
Suzanne tenía el cabello suelto y liso, usaba suéter blanco con un estampado de
un beso y pantalón negro, con sandalias altas.

-Te presento a mi hermana, se llama Sussie.

-Hola. Mucho gusto. –Dije agachándome para estar de su estatura- Me


llamo Max. –Susie era una niña muy hermosa, de ojos café, tes blanca. Tenía un
vestido rosado hasta sus rodillas, sandalias y un lazo de lado en su cabello negro
suelto y ondulado.

-¿Tu eres Max? –preguntó Sussie.

-Si –sonreí.

151
-¿Te digo un secreto? –dijo en voz baja pero no tan bajo como para que
Suzanne no pudiera escuchara-. Mi hermana no ha dejado de hablar ti ni un sólo
día.

-Sussie –dijo Suzanne regañándola.

Sonreí mirándola –Gracias por decírmelo, eso será nuestro


secreto –susurré a Sussie y Suzanne rió.

Llegamos al parque, había muchas personas, los niños corrían de allá para
acá, había payasos, mimos, malabaristas, magos. Caminamos cerca de los
trenes, caballitos danzantes y sillas voladoras.

-¡Quiero entrar ahí! –gritó Sussie emocionada, era un castillo de princesas.

Compramos los boletos y entramos.

Era un lugar colorido con música instrumental y sonido de campanas, había


mujeres disfrazadas de princesas: cenicienta, blanca nieves, la bella durmiente y
otras que no conocía. Sussie nos llevó a rastras hasta donde estaba cenicienta.

-Bienvenidos a mi castillo, un lugar mágico y lleno de imaginación –dijo la


chica-. Tenemos una bella niña ¿llamada?

-Sussie. –Respondió.

-Sussie es un nombre muy bonito –dijo la chica acariciando su rostro, me


miró y sonrió-. Aquí está mi príncipe encantador –tomó mi mano. Miré a Suzanne
quien miraba seria a la chica disfrazada de cenicienta, soltó mi mano
apenada. –Disculpa no sabía que eran novios. –Se excusó la chica.

-No, no te preocupes, él y yo no somos nada. –Dijo Suzanne dándonos la


espalda caminando hacia otro lugar.

152
-Suzanne –dije pero me ignoró yendo hacia otro lado, miré a Sussie y la
chica se me acercó al oído.

-¿Acaso no me recuerdas? –preguntó la cenicienta.

La miré confundido.

-No.

-¿La noche? ¿El bar? ¿Yo encima de ti? ¿En el baño?

Por más que trataba de recordarla no encontré rastros de ella, tal vez era
por tantos encuentros parecidos. La miré a los ojos durante un rato y nada, se
ruborizó pero no le di importancia.

-No te recuerdo. ¿Fue agradable el encuentro? –sabía la respuesta.

-Si. Mucho, siempre lo recuerdo.

-Pues mantenlo allí en tu mente porque no volverá a ocurrir –dije


apartándome de cenicienta.

Caminé hasta donde se encontraba Suzanne de brazos cruzados no muy


lejos de la cenicienta con la que estuve y no recordaba.

–Oye, oye –la tomé de la mano, me coloqué frente a ella y volvió su cara a
un lado. -¿Estás celosa? –pregunté con una sonrisa.

-No. –Respondió seria.

Suzanne estaba celosa, lo que significaba que ella sentía algo por mí.

-No deberías estar celosa. Suzanne eres algo confusa, primero me dices
que no te bese y luego esto.

153
-Ya te he dicho que no estoy celosa, puedes irte con tu princesa… príncipe
encantador –dijo con sarcasmo.

Reí. –No soy príncipe de nadie, si quisiera serlo, sería de ti, yo sería tu
príncipe y así tú serías mi hermosa princesa –dije y me arrodillé delante de ella.

-¿Qué rayos haces? –susurró viendo a todos lados. Las personas que
estaban en el castillo nos observaron. Incluso formaron un gran círculo alrededor
de nosotros.

-¡Suzanne! –Grité para que todos escucharan, extendí mi mano hacia


ella- quiero que seas mi hermosa princesa.

Suzanne se quedó en silencio, miraba a todos lados con vergüenza.

-¡Dile que sí! –Gritó una voz de mujer, no supe quién era. Todos estaban
mirando en nuestra dirección. Decían cosas como: quiero a alguien así, ojalá
encuentre un hombre como él, ya quisiera ser su princesa, que hermosa pareja,
que ofortunada mujer, si ella le dice que no yo le digo que si. Reí para mis
adentros al escuchar esos comentarios.

-Te mataré –susurró Suzanne. Me encogí de hombros y sonreí.

Sussie se acercó hasta nosotros –responde hermana.

Suzanne dio un suspiro de resignación viendo a todos de lado a lado, luego


me miró fijamente a los ojos. De nuevo su mirada, me hacía sentir vivo, ella me
hacía recordar la importancia de mantenerme vivo y seguir respirando para verla
una vez más junto a mí.

¿Cómo pude sobrevivir sin ella? ¿Estaba vivo incluso antes de conocerla?
Y peor aun… ¿Todas las cosas que estaba haciendo junto a ella vienen de
obsequio cuando se quiere a alguien? Quién lo imaginaría: subir la Torre Eiffel,
dormir juntos sin tener sexo, y arrodillarme. No era ni la mitad lo que fui.

154
-Si quiero ser tu princesa. –Respondió tomando mi mano, me levanté
quedando frente a ella.

-Y ahora, el beso de amor verdadero. –Indicó Sussie.

-No, no y no. –Soltó Suzanne.

-¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! –Gritaron las personas a nuestro alrededor.

Sonreí y ella miraba a todos lados seria, estaba sonrojada.

Me acerqué hasta ella colocando mis manos en su cuello y la besé.


Nuestros labios se unieron, soltó un suspiro, me olvidé de todas las personas.
Éste era un beso de amor verdadero, no como los que le daba a las otras mujeres,
obviamente había cosas que no se diferenciaban de las otras veces, ejemplo: mi
erección. Ahí estaba como siempre, pero es algo normal asi que no me alarmaba.

Empezaba a enamorarme de Suzanne, en mi corazón había algo


creciendo, era una clase de sentimiento extraño y agradable, era amor. ¿Qué
hacer cuando los sentimientos hacia una persona te atrapan? No puedes escapar,
no puedes correr, incluso esconderte porque de todos modos te encontrará.
Cuando finalmente nos separamos las personas comenzaron a aplaudir, Sussie
aplaudía cerca de nosotros, tuvimos el protagonismo por un momento y luego
todos se desparecieron.

-Tú y yo vamos a tener una gran conversación en casa –dijo Suzanne a


Sussie quien ahora estaba sonriendo con los dientes a la vista.

-Eres una niña muy traviesa –dije sonriendo-. Pero me agradas –añadí.

Fuimos a otras atracciones del parque, Sussie se divirtió muchísimo en los


caballitos y en la silla voladora, nos montamos en los carritos chocones y jugamos
al arco y flecha ganando un peluche de oso para Sussie, compré un rosa roja a

155
Suzanne, comimos algodón de azúcar y un payaso pintó la cara de Sussie; en un
cachete una estrella y en el otro una luna.

Ya era tarde y nos fuimos, las acompañé hasta su casa, la luna brillaba en
su más hermoso esplendor, Sussie corrió hasta su casa con el peluche.

-¡Hey, hey! –Gritó Suzanne antes que Sussie cruzara la


puerta-. Despídete –regañó.

Se encogió de hombros. –Es que pensé que ustedes querían algo de


privacidad, ya no quiero ver como se besan y todo eso que hacen –dijo Sussie
frunciendo su nariz.

-¿Qué?, nosotros no nos vamos a besar más nunca –aseguró seria


mirándome a los ojos.

-Bueno como sea, buenas noches. –Añadió Sussie entrando en su casa.

Miré a Suzanne.

-Esta noche fue la mejor princesa hermosa. –Sonreí.

-No me vuelvas a llamar así –dijo rodando los ojos.

-Princesa hermosa. –Reí.

-Me voy –se dio media vuelta para entrar.

-¡Espera, espera! –corrí y me coloqué delante de ella. -¿Te puedo volver a


ver?

-No creo que esa sea una buena idea.

-¿Por qué? –pregunté.

156
-No quiero que te hagas mucha idea de nosotros, yo... no quiero tener una
relación en estos momentos. Los besos y todo lo que ha pasado no pueden ser y
no deben continuar. Por favor no me busques más.

-... Suzanne... –no sabía que decir-. Tú me gustas –solté ignorando todo lo
que había dicho anteriormente.

-Ese es el gran problema, tu a mí no me gustas y ya tengo que entrar.

Tomé su mano, me sentía triste, torpemente idiota, esto era algún tipo de
sentimiento nuevo que comenzaba a experimentar, me inundaba la tristeza, había
pasado mucho tiempo desde que no me sentía de esta manera. Todo hubiese sido
más fácil si en lugar de querarla la hubiera follado y luego de eso me hubiese ido
como siempre lo hago. Es demasiado tarde para eso, el amor me atrapó y no sólo
eso, ya la encontré y no quiero perderme y mucho menos perderla.

-Buenas noches –dije.

-Me voy –la miré, pasé mi mano por su mejilla y cerró los ojos. Me acerqué
a sus labios, su cuerpo se tensó y me miró. Sus labios estaban frente a los míos,
pocos centímetros nos separaban. Besé su mejilla y di una sonrisa y ella sonrió
tímida. Suzanne mentía, ella siente algo por mí, lo sé, lo siento, pero hay algo en
ella que la detiene, algo que no la deja continuar y necesito saber qué es.

Llegué a mí casa pensando en ese beso en el parque, las personas


mirándonos, y luego de estar arriba caía como lluvia por las palabras de Suzanne:
Tú no me gustas. Tengo que hacer algo para conquistarla, no puedo simplemente
dejar que ella me rechace, quiero que me quiera de la forma que lo hago.

*****

Era domingo, tenía que saber lo que le había pasado a Suzanne, ¿por qué
actuaba de una manera especial y luego simplemente me rechazaba?, se negaba

157
a quererme. Conociéndome de la manera que lo hago se que no voy a dejar de
insistir.

Voy a armar pieza por pieza hasta descubrir todo lo que le sucedía.

Llegué a la casa de Marry al medio día. Toqué la puerta, esperaba que


estuviera sola para poder hablar en privado.

-¿Qué haces aquí? –preguntó Marry frunciendo el ceño.

-¿Y Jossep? –pregunté.

-Se acaba de ir.

-¿Me invitas a pasar?, necesito hablar algo muy importante contigo.

Vaciló por un momento y al final aceptó en dejarme entrar. Marry usaba una
franela y short corto, sentándose en el mueble de la sala pasó su mano por su
cabello liso y suelto colocándolo a un lado de su hombro.

-Te escucho y realmente espero que sea importante –dijo Marry.

-Bien –dije mientras tomaba asiento- es sobre Suzanne... Yo sé que no soy


de tu agrado…

-¿¡Le hiciste algo a Suzanne?! –su tono fue de ira.

-No. Realmente es ella la que me está haciendo algo a mí. Quiero saber
algo… quisiera entender su forma de ser, está un poco a la defensiva, es decir,
hay algo que no la deja ser libre, libre para querer a alguien –dije.

-Eso se llama instinto, es una táctica de las mujeres que no vas a entender
mi niño.

158
-Ahórrate el apodo –contesté serio-. No hablo de eso. Tú dijiste que no
dejarías que yo también le hiciera daño, eso quiere decir que alguien la hirió.

-Bueno... sí –respondió.

-Quiero saber qué pasó.

-No creo que Suzanne quiera que sepas –dijo pensativa-. Pero te lo voy a
decir, puedo notar que te preocupas por ella y ahora veo que realmente te gusta.
Eso pasó hace un mes y medio aproximadamente, ella salía con un chico llamado
Derek –comenzó a hablar-, ellos se hicieron novios un año atrás, a mí en lo
personal nunca me cayó bien, pienso que mi amiga merecía algo mejor que ese
idiota, lo cierto es que luego de las salidas y los detalles, un día Suzanne quiso
darle una sorpresa comprando entradas para el juego de béisbol de su equipo
favorito. Llegando a su casa la puerta no tenía seguro y entró, después de todo ya
tenían suficiente confianza y ella podía entrar y salir cuando quisiera. En el
momento cuando llega a su cuarto la sorpresa se la llevó ella al ver a Derek
teniendo sexo con otra chica, Suzanne se quedó observándolos y ellos notaron su
presencia, lo peor de toda la historia fue cuando miró la chica, era nuestra mejor
amiga. Desde entonces ella ahora no quiere saber de hombres.

-Por eso me rechaza. –Reflexioné mirando el suelo.

-Tú le gustas Max.

-¿Te lo ha dicho? –pregunté desesperado.

-No, pero hasta un ciego se daría cuenta de eso –dijo con una pequeña
sonrisa-. Sólo dale tiempo, ella necesita recuperarse de todo.

-Pero me estoy volviendo loco. –Me levanté pasando las manos por mi
cabello alborotado.

159
-Tranquilo, si de verdad la quieres sabrás esperar. –Marry tenía razón, no
podía presionarla.

Asentí.

-Gracias por decirme.

-No me lo agradezcas, sólo espero no equivocarme contigo al pensar que


eres lo que Suzanne se merece. –Respondió y me sorprendió mucho su halago.

-Lo soy –dije.

*****

Al llegar mi madre y Owen no estaban, sólo se encontraba mi abuela


acostada en la cama arropada hasta el cuello, con el televisor encendido pero sin
volumen, ella miraba el techo y ya, sólo eso. Di toques en la puerta abierta y miró
en mi dirección, una sonrisa se dibujó en sus labios.

-Que grata sorpresa.

-Hola abuela, ¿Cómo estás? –pregunté acercándome hasta su cama


tomando asiento en ella.

-Bien -respondió con los labios apretados en una línea recta, como si decir
"bien" le doliera.

Decidí ignorar eso. -¿Mi madre y Owen? –pregunté.

-Fueron a hacer unas compras.

-Bueno mientras ellos llegan quiero hablarte de algo. –Dije sonriente.

-¿De algo o de alguien? –soltó una risa.

-Bueno, es de alguien, de Suzanne.

160
-¿La chica de la otra vez?

-Sí –respondí-. He salido varias veces con ella, hemos comido


helado… -Expliqué los momentos que he pasado junto a Suzanne exceptuando
las veces que se quedó en mi casa.

Soltó una carcajada.

-No puedo creer que te atreviste a subir la Torre Eiffel por las escaleras, tu
madre y yo habíamos luchado durante años para que subieras pero nunca lo
hiciste ahora llega una chica y lo haces, tienes que quererla mucho. –Sonrió
mirándome.

-Estoy enamorado abuela, estoy enamorado de Suzanne West y ya no


quiero ocultarlo.

-No deberías ocultarlo, el amor no debe ser escondido. ¿Ella lo sabe?


-preguntó.

-No, es decir, le he dicho que me gusta pero no del modo correcto. –Me
encogí de hombros.

-¿Qué esperas para decirle? –Alcé los hombros-, no deberías esperar


mucho, el tiempo es nuestro peor enemigo.

-Es más complicado que eso... Ella no cree en los hombres por algo que le
sucedió en el pasado.

-Entonces ponte en marcha muchacho, tienes trabajo, conquista a esa


chica. –Dijo dándome motivación-. Compra una ramo de flores y se lo obsequias o
chocolates, a todas nos gusta el chocolate.

-No a todas, a Suzanne no le gusta el chocolate. –Dije riendo.

161
-¿En serio? –Parecía sorprendida, como si fuera el pecado más grande en
el mundo que a una persona no le gustara el chocolate-. Esta chica es un tanto
extraña. –Frunció el ceño.

-Eso fue lo que me gustó de ella, su rara forma de ser diferente –dije como
idiota enamorado.

Escuché la puerta abrir.

-Deben ser tu madre y Owen. –Dijo mi abuela.

Salí del cuarto hasta la cocina.

Saludé. -Hola ¿Cómo...? –Me quedé en silencio cuando vi a mi padre con


unas bolsas colocándolas sobre la mesa.

-Hola hermano. Tu padre es demasiado genial. –Dijo Owen con una gran
sonrisa.

-Pues puedes quedarte con él –solté con ira.

-Max, por favor. –Regañó mi madre.

-Disculpa, no sabía que estabas aquí, sé que no te gusta verme, me voy


entonces. –Dijo mi padre con ojos caídos.

-No. Yo soy el que me voy. –Repliqué serio.

-¡No!, quédense hasta la cena, prepararé una cena grande para


todos. –Dijo mi madre.

-Sólo me quedo si Max lo quiere. –Habló mi padre.

-¿Comer aquí no te parece insignificante comparado a lo que estás


acostumbrado? –pregunté, él miró sin responder.

162
Todos ahora me observaban y me sentía pequeño, me mantuve en silencio.

-¡Vamos Max!.. Todos esperamos tu respuesta. –Dijo Owen impaciente.

Miré a mi padre –Si, quédate. -Dije, no lo hice por mí, no deseo comer en
una misma mesa con él, lo estaba haciendo por ellos, no me quiero sentirme
culpable si luego Owen y mi madre me miran de mala manera.

La familia es el centro del hogar, debería de ser así, en cambio en mi hogar


era todo lo contrario. No sabía cómo sentirme, ahora estábamos cenando todos
como una familia, sentí que me encontraba en un sueño, durante años anteriores
quería esto que estaba ocurriendo, mi padre sentado en un extremo de la mesa,
junto a él estaba mi madre seguido de Owen, a mi lado estaba mi abuela.

No me sentía cómodo, mi padre me miraba todo el tiempo, probaba bocado


y luego me observaba, me pregunto qué estaría haciendo en estos momentos si
estuviera en su mansión, ¿comiendo sólo? Tal vez o trabajando sobre sus
negocios, era difícil de averiguar, nunca hablaba con él y no sabía de sus
ocupaciones, me enteraba de lo mismo que las personas; su nuevo hotel cinco
estrella, relaciones empresariales con otros países. Bueno hay una cosa que yo si
sabía a diferencia del resto del mundo: que yo soy su hijo.

Intentaba no prestar atención a esos pensamientos, mi concentración se


centraba en la avalancha de sentimientos encontrados, ahora que lo estaba
viviendo… lo quería, quería que siempre fuera así, una familia unida, todos juntos
durante cada comida del día, todos deseamos eso alguna vez y yo lo deseaba.

-Esto es hermoso ¿no? –habló mi madre rompiendo el silencio.

-¿Qué cosa? –preguntó Owen tomando un vaso de jugo de fresa.

-Esto –mi madre extendió las manos señalando a todos-. Es como debería
ser, todos juntos en familia.

163
-No me hagas hablar. –Respondí. Por dentro estaba enterado de que era
cierto, estar juntos en familia se sentía hermoso.

-Calma hermano, es sólo lo que piensa nuestra madre –dijo Owen.

-Pero no somos un familia, nunca lo hemos sido, al menos no él. –Señalé


con el cuchillo a mi padre.

-Te comportas como un niño Max. –Soltó Owen decepcionado.

-Si no te sientes a gusto podemos comer los dos en el cuarto –me sugirió
mi abuela.

-No, Max tiene razón. –Añadió mi padre quien sólo nos observaba y ahora
su cara era de vergüenza, no me miraba a los ojos-. Me voy, creo que tengo
mucho trabajo. –Se levantó de la silla. Todos se levantaron excepto mi abuela y
yo. Se despidió de cada uno con un abrazo y un apretón de mano asintiendo y
agradeciendo por la cena. Me miró desde la puerta de salida y salió.

Me sentí muy mal, realmente había sido muy duro con él, sé que se lo
merece por todo lo que ha hecho pero no me sentía bien del todo.

-Ve con él –dijo mi abuela al notar que no me sentí bien al decirle todas
esas palabras.

Me levanté de la silla y me dirigí hasta la puerta de salida, lo observé desde


la puerta; uno de los guardaespaldas abrió la puerta de la camioneta para él.

Fui hasta su lugar y me miró sorprendido.

-Yo... quiero decir... –Tartamudeé-. Creo que fui muy cruel contigo.

-No te preocupes hijo, entiendo, entiendo tu forma de ser conmigo, sé que


no soy parte de tu familia y que no he sido un buen padre.

164
-Disculpa por lo que acaba de pasar –dije apenado.

-Sabes Max, quiero ser un buen padre, me he comportado mal y yo sólo


quisiera que tú me dieras una oportunidad, he intentado casi todo para llegar a ti
pero no puedo, intento abrir la puerta que me lleva hasta donde te encuentras pero
resulta que la tienes cerrada con llave. Entonces no sé qué hacer, dime lo que
necesitas que sea, te prometo que seré todo que quieras. Soy un padre
irresponsable que le hizo daño a tu madre y ti, pero todos merecemos una
segunda oportunidad para remediar los errores. –Dijo mi padre.

Nunca antes había escuchado esas palabras, menos de él, no supe qué
responder, todos merecemos una segunda oportunidad incluso los padre que se
comportan mal la merecen.

-Yo... –No encontraba las palabras, quise decir que le daría otra
oportunidad pero soy tan orgulloso que no se si puedo hacerlo.

-Si quieres el fin de semana vamos a mi casa, jugamos golf, video juegos o
vemos películas, hacemos lo que quieras y pasamos unos tiempos juntos, los dos,
padre e hijo. –Habló con entusiasmo.

-Lo pensaré. –Contesté, me agradaba la idea, tal vez sea el momento para
mejorar nuestra relación.

-Al menos es un gran paso, lo vas a pesar, eso me motiva, en otro


momento dirías que no rotundamente. Lo entenderé si luego decides que no.

-Lo pensare ¿sí?, no me presiones –dije serio y el rió.

-Me puedes llamar, estaré disponible las veinticuatro horas cada día. –Dijo
y asentí en su dirección.

165
CAPÍTULO 15

Cita

J
ossep estaba en mi casa desde muy temprano, tenía ropa deportiva,
short y franela roja, él iba a entrenar hoy.

-Vamos. –Dije saliendo de la casa.

-¿A dónde vas? –preguntó.

-Voy a hablar con Will de algo muy importante. –Solté sin pensar y luego
me di cuenta del gran error que había cometido.

-¿Ese tal Will es tu compañero de trabajo o algo así? –dijo Jossep.

Reí. -Algo así –respondí.

-Bien, yo voy a salir esta tarde con Marry, invita a Suzanne y salimos los
cuatro juntos. –Dijo colocando una mano en mi hombro.

-No va a aceptar.

-¿Las cosas están mal para ustedes? –preguntó.

-No, bueno si, es que ella no cree mucho en los hombres y pues –me
encogí de hombros-. No creo que pueda haber algo entre nosotros.

-Max, tú lo que tienes es que tener el objetivo claro, y luego vas con todo
hasta ella. Te gusta, no la dejes escapar.

-Es que a veces siento que ella siente algo por mí pero luego algo cambia
en ella, como si se bloqueara. –Dije. Ya casi estábamos en la avenida.

166
-Está confundida, alguien jugó con ella, tienes que comprenderla. Quítale la
confusión al estilo Max.

-¿Al estilo Max? –pregunté confundido.

-Sí, llévala a la cama y ten sexo desenfrenado con ella, a todas las mujeres
les gusta eso. –Rió.

Lo miré serio. –No voy a hacer lo mismo que hago con todas. Suzanne es
diferente, no es una más.

-Esa mujer te está cambiando. –Me miró sonriente.

-Más de lo que tú crees. -Reí.

-Nos vemos luego, me voy al entrenamiento. –Corrió hacia la dirección


contraria.

En la parada del autobús, vi la camioneta que me llevaba al edificio de Will,


pero tomé otra ruta: La academia de ballet donde Suzanne tiene sus clases de
baile.

*****

Al llegar entré con cuidado para que nadie me viera. Estaba adentro en la
puerta donde están las butacas y la tarima, vi a todas las chicas con su traje negro
ajustado al cuerpo de pie frente a la profesora.

-Tengo una mala noticia. –Dijo la profesora. Suzanne estaba de pie junto a
todas las demás-. No habrá baile de invierno.

Los murmullos empezaron a escucharse entre las chicas.

-¿Por qué? –preguntó una de ellas.

167
-He pasado muchos e-mails al Sr. Brown y no los contesta, sin su
aprobación no habrá presentación –comentó la profesora.

Mi padre es el dueño por ende él es quien tiene la autoridad en todo esto,


necesitaban una firma o algo así, ahora Suzanne no podrá bailar. Saqué mi celular
para ver la hora y en un descuido se me resbaló de mi mano y cayó al suelo
haciendo un sonido leve pero poniendo en alerta a la profesora y las demás
chicas, se volvieron en mi dirección mientras yo recogía mi celular. No se rompió.

-¿Usted otra vez? –dijo la profesora molesta.

-Su novio –señalé a Suzanne- ¿recuerda? –añadí caminando hacia la


tarima subiendo las escaleras.

-Claro que lo recuerdo, pero creo que usted no recuerda que no tiene que
estar aquí. –Me lanzó una mirada de enojo.

-Lo recuerdo perfectamente. He escuchado eso de que no se puede tener


presentación sin la aprobación de mí... el Sr. Brown –dije antes de soltar todo-. Y
tengo la solución.

-No creo que tengas una solución, a menos que hables directamente con él.
–dijo una de las chicas al lado de Suzanne, guiñé un ojo en su dirección.

-Exacto, yo conozco al Sr. Brown y puedo hablarle sobre la presentación.


–La cara de Suzanne fue de sorpresa con una gran sonrisa. Todas las demás
parecían incrédulas.

-Supongamos que eso fuera cierto, tenemos chance hasta próxima


semana. –Dijo la profesora.

-¿Cuándo es la presentación? –pregunté.

168
-En un mes, pero el permiso tiene que ser entregado antes del martes
próximo –contestó Suzanne.

-Bueno, el lunes vendré con el Sr. Brown para que les apruebe el
baile –aseguré mirando a todas-. Pero tengo una condición.

-¿Cuál? –preguntó una de las chicas.

-Que Suzanne acepte cenar conmigo el sábado. –Miré a Suzanne quien me


miraba seria.

-Obvio que si. ¿Acaso no son novios? Pero en dado caso si ella no acepta
salir contigo yo estoy disponible. –Habló una de las chicas; rubia. Pasó la lengua
por sus labios, todas rieron. Suzanne la miró y colocó los ojos en blanco-. Si te
descuidas Suzanne te lo puedo quitar. –Dijo enrollando en su dedo un mechón de
su cabello.

Suzanne se acercó hasta mi lugar, miró a la chica y me besó, colocó los


brazos alrededor de mi cuello, la tomé por la cintura y nos estábamos besando
frente a todas, fue un beso corto, cuando se separó de mí, miró a la chica y yo
también la vi, ella estaba seria.

-Sí, acepto salir contigo.

Sonreí. -Entonces tenemos una cita. –Dije mirándola y ya que el momento


lo permitía, la tomé de sus mejillas y la besé.

-Bien, ya basta de los besos. –Interrumpió la profesora y todas rieron.

Las clases por el día de hoy ya estaban terminadas, Suzanne y yo salimos


y caminamos por la plaza, Suzanne se había cambiado su ropa antes de salir,
ahora tenía short, franela blanca con el logo de una estrella y zapatos deportivos.

169
-Ese beso fue ¿por qué? –pregunté mientras nos sentamos cerca de una
fuente que se situaba en el centro de la plaza. No respondió al momento, se tomó
un tiempo para hacerlo, quizá ni siquiera sabía porque lo había hecho.

-Sólo fue un impulso. –Respondió al final.

-Nadie besa a nadie por un impulso –reflexioné.

-Entonces, ¿por qué tú me besaste? –Intentó cambiarme la pregunta.

-Creo que no hace falta explicar porqué te besé, en cambio podrías


preguntar si te quiero volver a besar, te respondería que sí, quiero hacerlo durante
todo el resto de vida que me queda. –Respondí. Se sonrojó y luego se levantó
para continuar caminando.

La seguí.

-Hay cosas en mi vida que tu no vas a entender –dijo mirando al cielo.

-Todos tenemos cosas dentro de nosotros que son difíciles de entender.


–dije mirando al frente, ella se quedó en silencio, ¿pensaba en algo?, ¿en lo que
le hizo Derek? O ¿tendrá otro tipo de problemas?, maldición, quería ayudarla pero
no me decía nada.

-Fueron celos –comentó deteniéndose y mirándome a los ojos, no entendía


sobre qué hablaba-, el beso en la academia, lo hice por celos. –Suspiró por la
confesión.

-Entonces eso quiere decir que sientes algo por mí –dije sonriente,
Suzanne estaba celosa por la chica coqueta, lo que significa que me quiere de
verdad.

-No. –Respondió y siguió caminando rápido.

Cuando llegué hasta ella dije: -Eres algo confusa. –Reí.

170
-Me voy –dijo alejándose. Me estaba evitando, pero ¿por qué? - ¡Nos
vemos el sábado! –Gritó antes de subir en el autobús. Pero si ni siquiera le he
dicho el lugar, le escribiré en la noche, ¿adónde la llevaré a cenar?, no tengo ni la
más remota idea, mierda, soy un desastre, tengo que hablar con Will, el resolverá
todos mis problemas lo sé.

*****

Will me ayudó a elegir el lugar, había pensado toda la semana sobre un


lugar perfecto para cenar, busqué muchas direcciones y llamé pidiendo
reservaciones pero la mayoría ya estaban reservados, fue entonces cuando Will
me habló sobre Bound Appetite un lugar muy fino y elegante, junté todo mi sueldo
y las propinas en mi trabajo y pude juntar algo de dinero, Will también se ofreció a
prestarme dinero extra.

Todo estaba listo, me había preparado y alistado en mí casa; camisa


manga larga negra, pantalón y zapatos negros. Yo y mi gran manía de vestirme de
negro, mi cabello lo dejé alborotado como siempre, perfumándome salí de mi
casa. Era sábado al medio día y los vecinos yacían afuera y me miraron
curiosamente mientras pasaba, no presté atención de eso y fui al consultorio de
Will.

-Ni pensarlo. No puedo hacer eso y menos en esta cita. –Respondí a Will.

-Es el momento perfecto. Imagina, tú y ella, juntos en una misma mesa,


champagne, comida. Es todo lo que necesitas, y cuando todo esté en silencio le
dices que estás enamorado de ella. Es sencillo. –Dijo intentando animarme. No
puedo hacer eso, nunca lo he hecho, a nadie le he declarado mi amor, la verdad
nunca he sentido amor por alguna mujer que he estado-. ¿Tienes miedo?

-Sí. –Admití- ¿Quién no le teme al amor? –soltó una carcajada. Yo estaba


de pie caminando de allá para acá mientras Will estaba sentado cómodamente en

171
su silla junto al escritorio, tenía camisa manga larga marrón, pantalón gris y
zapatos negros.

-Tienes que hacerlo, no puedes quedarte con eso que sientes dentro,
debes sacarlo, liberarlo.

-Si decidiera hacerlo…. –dije pensativo- ¿cómo comienzas hablando?, no


sé qué decirle. No es tan fácil como parece Will.

-No es necesario que pienses en las cosas que vas a decir, a veces las
palabras salen por sí solas. –Contestó. Me quedé pensativo durante una rato,
miraba fijamente al escritorio donde estaba mi historial, tal vez Will tenía razón,
debería decirle todo lo que siento a Suzanne, la noche del parque lo intenté pero
me rechazó, sus palabras dicen una cosa pero sus hechos dicen otra, eso me da a
entender que siente algo pero no quiere demostrarlo de alguna manera. Decidí
hacerlo, decirle toda esta noche, si no era ahora sería nunca.

*****

-Sobre tu adicción –dijo Will luego de un rato, luego de haber tomado la


decisión de hablar con Suzanne-. ¿Cómo va eso?

-Igual. –Respondí seco.

-No es igual, no has estado con mujeres desde... –Tomó pausa revisando
las hojas de mi historial- uh, desde que conociste a Suzanne.

-Sí, pero me refiero a que las ganas no se han ido, aun me masturbo a
diario, no tengo descanso y los días que no lo hago las ganas se intensifican al día
siguiente y es igual, todos los días es lo mismo, pero trato de no pensar eso
-comenté.

-No puedes hacer como si no existiera porque sí existe, y sí está ahí, las
cosas por mucho que las dejemos de pensar no quiere decir que no
estén o que vayan a desaparecer de la nada. –Aseguró serio.

-Will luego hablamos de eso, no me arruines la noche. –Respondí.

172
-De acuerdo, por hoy no hablaremos de eso –dijo señalándome con su
dedo índice haciendo énfasis en la frase "por hoy no hablaremos de eso".

Reí. -¿Cómo me veo? –pregunté señalando mi ropa.

-Estas bien, sólo que deberías peinarte. –Opinó riendo.

-A Suzanne le gusta así –dije riendo, ¿qué le gusta a Suzanne de mí?,


rayos, ¿al menos le gusto?, me pregunté.

*****

La noche había llegado, le dije a Will que me acompañara hasta el


restaurante, Suzanne y yo quedamos en que yo la esperaría dentro porque la idea
de ir a su casa no le parecía muy agradable ya que su madre es un poco
sobreprotectora. Will y yo nos encontrábamos afuera, las personas caminaban por
el lugar y entraban al restaurante.

-No, no puedo Will –dije exasperado-. Ella me va a rechazar, yo sé que lo


hará. –Tapé mi cara ocultando mi vergüenza.

-Quita esa cara, nunca has sentido miedo de las mujeres, no entiendo.

-Suzanne no es como las otras mujeres –dije cruzando los brazos sobre mi
pecho.

-Pero es una mujer al fin –respondió Will, tenía un buen punto-. ¿Cuál es la
diferencia?

-La diferencia es que no me he acostado con ella, ha dormido en mi cama


sin follarla y ahora le diré que estoy locamente enamorado de ella. –Un
sentimiento de pánico recorrió mi cuerpo.

-Es cierto, pero de algún modo tienes que decirle. –Will tenía otro
punto-. Ahora entra a ese restaurante, espérala y demuestra al mundo que los
hombres no le tenemos miedo a nada. –Alzó las manos en mi dirección y las
choqué.

173
Claro que los hombres tienen miedo, es una vil mentira decir que nosotros
nunca tememos de algo, o de alguien. La diferencia es que nos lo reservamos
para que no opaque nuestra hombría, cosa es totalmente ridícula, tener miedos no
hace a ninguna persona menos, al contrario, las hace más, más fuerte, más
luchadora, más valiente, más capaz, más todo.

Justo ahora me siento más todo.

-Si no te escribo durante la noche piensa que todo ha salido bien y si lo


hago pues ya sabes. –Dije encogiéndome de hombros.

Entré al restaurante.

El restaurante tenía un pasillo largo antes de la puerta de entrada, casi todo


era lujoso. Las mujeres tenían vestidos elegantes y lo hombres vestían trajes
costosos. Observé que Suzanne había llegado antes que yo; yacía sentada
mirando a todos lados, la mesa se situaba en la segunda planta junto a las
barandas.

En todo el centro del lugar había un candelabro grande, con cristales en


dirección al suelo, todas las mesas estaban ocupadas por personas finas,
tomando, comiendo y charlando. Subí las escalones para llegar hasta donde
Suzanne. Miré la hora en mi celular y tenía media hora de retraso, creo que yo
seré el que llegará tarde cuando nos casemos… ¿casemos?, aun no tengo la
valentía para decirle que estoy enamorado de ella y estoy pensando en eso.

-Disculpa la tardanza. –Dije excusándome.

-No te disculpo. –Dijo enojada, quería ganar puntos que me ayudaran pero
ahora estoy perdiendo en lugar de ganar.

-Tuve un percance. –Intenté disculparme de nuevo.

-Sí, claro. No me digas que tenías miedo y estabas afuera pensando si


entrar o no –soltó. Mierda, esta mujer es psíquica, estoy perdido.

-Para nada. Fue el tráfico –dije guiñando un ojo-. Bien, ¿qué pedimos?

174
-No sé, lo que tú quieras –su tono molesto había bajado un poco.

-Bien. –Dije. El mesero llegó y pedimos champagne y nuestra cena. Juro


que nunca he estado tan nervioso como lo estoy ahora ¿Cómo empiezo? ¿Qué le
digo primero? Estoy nervioso. Yo sólo la observaba. El mesero llegó, hicimos un
brindis:

-No debiste haber gastado tanto dinero para traerme aquí.

-Para ti, lo mejor –chocamos nuestras copas y luego empezamos a comer.

¿Por qué es tan difícil? El amor nos vuelve idiotas, como si perdiéramos
control de nosotros mismos, como si de la nada aquello que hemos aprendido a lo
largo de los años: experiencias vividas. Se esfumara. Desapareciera. Nunca he
experimentado el amor o tan siquiera algo similar a eso por una chica ¿Y si estoy
equivocado sobre mis propios pensamientos? ¿Qué pasa si no es amor lo que
estoy sintiendo y resulta que la adicción sobrepasó el límite en mi sistema y me
estoy muriendo? ¿O tal vez ambas?

En años anteriores una chica dijo que se había enamorado de mí. Me lo


confesó mientras me hacía sexo oral. ¡Vaya manera de decir eso!

Sus palabras textuales fueron: “Estoy… –entraba mi pene a su boca y


volvía a salir- ena… -entraba y salía- morada… -entraba y salía- de ti.”

A lo que le respondí: “Sigue chupando, con eso se te pasa”

Me importaba una mierda lo que esa chica estaba sintiendo por mí. La
rechacé rotundamente. Ahora que lo pienso ¿Y si el destino quería que yo sintiera
también algo por alguien, moviendo cielo y tierra para que poco a poco yo me
fuera enamorando de Suzanne para luego hacerme añicos por tanto daño que le
he causado a otras chicas?

Es una teoría que pude ser real, tan real como esta sensación de querer
desmayarme, tan real como estas ganas de vomitar de lo nervioso que me
encontraba, tan real como la hermosa mujer que está frente a mi, tan real como

175
que quiero besarla justo ahora, tan real como que no puedo dejar de mirarla, tan
real como que la amo. Si. La amo.

Suzanne me miraba.

-¿Te pasa algo? –preguntó con el ceño fruncido.

Si, estoy enamorado de ti.

-Oh, ¿a mí?, no, nada me pasa. –Mi oportunidad para decirle todo se había
arruinado, le hubiese dicho que sí me pasaba algo y era que me gustaba y estaba
completamente enamorado de ella, soy un imbécil.

-Si tienes algo que decirme, dímelo ahora. –Dijo.

Claro, estoy enamorado de ti.

-No hay nada que decir –dije de forma tímida mirando al suelo- no, no hay
nada que decir. –Maldita sea, ahí se había ido otra oportunidad junto con mi
valentía.

Me retracto. El miedo no nos hace más valiente, nos hace estúpidos.

Terminamos de comer y la tensión hacía su entrada.

-Si hay algo del cual quiero hablar –dije decidido.

-Te escucho –señaló colocando los codos apoyados sobre la mesa.

-Hoy estás muy hermosa. –Dije evitando de nuevo el tema, me odio y odio
mi falta de valentía. En su rostro había una inmensa sonrisa.

-Gracias –tomé su mano.

-Gracias por la cena. –Saqué mi billetera y dejé cinco billetes para cancelar
la cuenta. Nos levantamos y Suzanne me abrazó, me tensé un poco por su
impulso y coloqué mis brazos alrededor de ella. Pasaron varios minutos y
seguimos abrazados.

Se separó de mí.

176
-Uh, lo siento. Me dejé llevar, fue un impulso –dijo apenada.

-Tranquila, todas las cosas buenas que suceden de forma inesperada son
hermosas y más si vienen de ti. –Se sonrojó.

-Eh, ¿nos vamos?

-Si –contesté. Nos íbamos y me lamentaba por todas las oportunidades que
había perdido.

Bajamos las escaleras y me percaté de cosas que no había visto por mi


nerviosismo, Suzanne tenía el cabello suelto y ondulado, tenía un vestido negro
hasta las rodillas, ajustado hasta su cintura y de ahí hasta la parte baja suelto en
ondas, también sus tacones eran negros, tenía una cartera pequeña de mano.
Salimos a través del pasillo, el techo sonaba, eran gotas de agua, a través de la
puerta de vidrio se podía ver la lluvia caer.

-Está lloviendo –dijo con decepción. -Ahora hay que esperar hasta que
escampe. –La miré y una sonrisa se me dibujó en el rostro.

-Oh no.

-¿Qué? –pregunté confundido riendo.

-Sea lo que sea que está pasando por tu mente diré: No

-Se me ha ocurrido algo ¿qué te parece si nos mojamos con la lluvia?

Me miró como si fuera un loco.

-No.

-Vamos, es sólo agua, no pasará nada.

-No mojaré mi vestido y no quiero tener un resfriado Max.

Reí. –No tendrás un resfriado y si lo tienes yo cuidaré de ti –aseguré y me


miró dando una sonrisa.

177
-Bien, vamos. Dame tu billetera y tu celular para guardarlo aquí en mi
cartera, tiene impermeable dentro y no se mojará nada. –Tomé su mano para salir
y la soltó. –A la cuenta de tres ¿sí?

-Bien. –Nos acercamos a la puerta, un paso atrás antes de que el agua nos
mojara-. Uno –comencé a contar.

-Dos. –Susurró ella.

-¡Tres! –gritamos al mismo tiempo. Corrí hasta afuera y la lluvia cayó sobre
mí, el agua estaba helada, el frio recorrió todo mi cuerpo y temblaba, volteé y
estaba Suzanne en el mismo lugar, se reía a carcajadas, ella no se movió, no
corrió conmigo y no se mojó.

-¿El agua está fría? –preguntó riendo.

-Eso es trampa. –Cada parte mí temblaba, sobre todo mi boca se movía por
el frio.

-No quiero mojarme. –Se reía con crueldad.

-Ah ¿sí? –dije serio pero a la vez con picardía.

Me acerqué hasta ella.

-No, No Max. –Corrió por el pasillo, tomé un impulso rápido y la tomé


colocando mis brazos alrededor de su abdomen para detenerla.

A continuación la cargué sobre mi hombro. -¡No!, no por favor.

-Nos daremos un pequeño baño. –Dije con sarcasmo, Suzanne pataleaba


pero mi agarre no la dejaba escapar. La lluvia empezó a mojarnos, bueno, mas a
ella que a mí, la verdad era que ya yo estaba completamente mojado.

-¡Ah! –gritó.

-¿Está fría? –pregunté riendo. La bajé y me dio golpes en el


pecho-. ¡Oye, oye! –cubrí mi pecho con mis manos para así evitar los golpes
directos.

178
-Eres un idiota. –Colocó los ojos en blanco y cruzó los brazos sobre su
pecho dándome la espalda.

-Pero soy el idiota que te gusta. –Dije riendo.

-No, no me gustas, ni siquiera un poquito.

Me acerqué hasta ella, agarré su hombro y tomé su cuerpo de manera que


quedase frente a mí, la tomé de su cintura y la acerqué con fuerza hasta mi lugar,
nuestros labios quedaron frente a frente rozándo los de ella con los míos. Cerró
los ojos. –Sé que cada parte de tu cuerpo y sobre todos tus labios piden que te
bese ahora mismo.

-No. Quiero. Que. Me beses. –Sus palabras eran lentas, me miró y su


mirada era tímida.

Pasó sólo un segundo cuando nuestros labios se unieron, era el beso que
quería, el beso que me hacía sentir como si nada en esta vida fuera mejor que
eso. El tiempo se detuvo, la lluvia caía sobre nuestros rostros, su ropa mojada y la
mía estaban juntas al final, su cuerpo junto al mío era la perfección hecha realidad.
Cruzó los brazos por encima de mi cuello y yo aún la tomaba por la cintura, era el
momento y el lugar perfecto, y quizá sólo lo era porque estaba besando a la mujer
que me trae el mundo de cabeza, la mujer mi corazón quiere amar.

Alejó mis labios de los suyos. –Oye –dijo-. Me besaste. Te dije que no lo
hicieras. –Intentó zafarse de mi agarre pero mis brazos alrededor de su cintura no
la dejaban irse.

-Tú me lo dijiste pero tus labios gritaban que los besara y créeme que no es
fácil resistirse a eso. –Dije riendo. Y continué- ¿Hasta cuándo seguirás fingiendo y
callando lo sientes por mí? –susurré contra sus labios.

-No lo entiendes. –Respondió volteando su cabeza a un lado para no


mirarme.

-¿No entiendo qué? ¿Qué me amas de la misma forma que yo lo hago y


que tenemos lo que se necesita para estar juntos? ¿Sabes qué es?

179
-¿Qué? –preguntó con tristeza.

-Se llama Amor –respondí. Me miró directo a los ojos-. Ese que siento al
estar contigo. Suzanne, no veo a nadie más (al menos con amor), sólo te miro a ti,
mi corazón es tuyo, mi alma te pertenece y sólo soy alguien estando junto a ti (me
has cambiado por completo), me despierto cada mañana pensando en ti (aparte
del sexo), eres todo lo que pienso (aparte del sexo), eres todo lo que quiero
(aparte del sexo) y sé que sientes los mismo por mí, lo percibo cuando estoy cerca
de ti, lo siento cuando mis labios están cerca de los tuyo y en la forma como me
besas. –Mis palabras fueron las más sinceras, la amaba y ya no era necesario
callarlo, no podía guardar ese sentimiento dentro de mí por mucho tiempo.

No dijo nada. No respondió a mi declaración de amor, se limitaba a


mirarme. La solté pero ella no corrió a ningun lado, permaneció allí frente a mí.

Continué: -Sé que soy un loco (de psiquiatra), que soy irresponsable (no
logro cambiar el hecho de ser adiccto) y suelo comportarme como idiota, que nada
en mi jodida vida está bien (absolutamente nada), pero cuando estoy contigo mi
mundo cambia, todo es distinto, las cosas malas se tornan buenas (tomando en
cuenta que ya no he estado con otras chicas en todo este tiempo quiere decir que
se tornan excelentes) y no tengo miedo a nada (excepto el miedo de confersarte
todo esto), porque cuando estoy a tu lado tengo la fuerza necesaria para enfrentar
todos mis temores, pero todo eso lo hago si estoy contigo, sólo tienes que decir:
SI. A todas mis locuras. Estoy loco pero loco por ti Suzanne, loco de amor, porque
te amo con locura. –Amaba a esta mujer eso era lo único que sabía, lo que
pensara el mundo me importaba una mierda.

-Max, todo lo que has dicho me ha dejado sin palabras. Yo en estos


momentos estoy pasando por una situación sentimental muy complicada… yo, eh,
no sé que hacer… estuve intentando algunas semanas atrás no permitir que nada
me dañe, que nada me lastime…

-No voy a lastimarte.

180
-¿Quién me lo garantiza? ¿Tú? Max las personas lastiman a otras quieran o
no. Siempre sucede. Nadie escapa del sufrimiento.

-Escapemos los dos entonces.

-Ya no puedo escapar. Porque el sufrimiento ya no está en el exterior, se


encuentra dentro de mí. Y no podemos escapar de nosotros mismos –dijo.

-Tienes razón.

-¿En serio?

-Si. En serio que si. En aquello de que: Y no podemos escapar de nosotros


mismos. Yo no puedo escapar de ti y tú no puedes escapar de mí.

-¡Rayos! No me refería a eso… yo…

-Mierda Suzanne, no lo compliques. Todo es simple. Las cosas se vuelven


complicadas cuando les buscamos el Por qué, el Cómo, el Acaso, el Y si, el Tal
vez… “Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó.”

-No puedes citar mi frase favorita de: El Principito –dijo y parecía triste. Yo
en cambio no sabía nada sobre El Principito, recuerdo haber visto esa frase en un
lado pero nada sobre el autor.

-Suzanne…

-Max…

-…

-Creo que es mejor irme a casa.

-Tal vez deberías hacerlo –confirmé.

¡Gracias destino! Lograste lo que realmente me merecía. Ser rechazado


como el propio idiota. Ahora se lo que pudieron llegar a sentir aquellas chicas que
me habían declarado, pensé mas aun en aquella que me lo dijo mientras me hacía
sexo oral. Maldición. Tal vez debería intentar buscarla de nuevo en dondequiera
que esté y pedirle disculpa por aquel rechazo. Ni siquiera puedo pensar con

181
claridad las cosas ¿Cómo mierda se me ocurrió enamorarme? ¿Por qué? Si mi
vida era tan… VACÍA. Si. Esa era la palabra precisa para definir lo que era toda mi
vida ahora que he conocido a Suzanne.

Se dio vuelta. Caminó dos pasos lejos de mí. Se detuvo. Volteó su rostro y
me miró con aquellos ojos que parecían clavarse como una daga en mi pecho,
eran tan poderosos, tan llenos de magia, tan asombrosos… no me cansaba de
mirarlos.

-Una cosa mas… -dijo pensativa- ¿Por qué yo?

Solté una risa de alegría. Hay sonrisas tristes, y esta era de alegría.

-También me pregunto lo mismo.

-¿Dices estar enamorado de mí y no sabes por qué? –negó con la cabeza.

-Le encontraré respuestas a esa pregunta –comenté.

Se encogió de hombros.

Caminó dos pasos lejos de mí y me volvió a mirar.

-Puede que lo que te vaya a decir suene como una locura –dijo-. Pero ¿No
estás sintiendo como si algo se quebrara cada vez que nuestra distancia se
alarga?

-¿Te refieres al corazón? –pregunté confundido.

-¡No! el corazón no se rompe. No está hecho de papel.

Me encogí de hombros.

Caminó dos pasos más hacia atrás pero esta vez sin dejar de mirarme.

-Mi teoría está completa –comentó-. He llegado a la conclusión de que no


puedo estar lejos de ti. No puedo escapar de ti.

-Yo mucho menos –sonreí-. No puedo escapar de sentir esto por ti. No
puedo escapar de haberme enamorado de ti. No puedo.

182
-Lo que estás sintiendo tal vez no sea amor.

-Suzanne –suspiré-. Si hay alguien en este mundo que piense en ese tal
vez soy yo. Nunca me he enamorado, -di un paso hacia ella- no sé que significa
eso tan siquiera, -otro paso- pero las sensaciones que experimento al estar cerca
de ti… -otro paso largo y estuve frente a ella de nuevo- pueden definir con claridad
lo que es realmente estar enamorado.

-No sé qué decir.

-Sólo bésame, si me besas ahora mismo me daras a entender lo que tus


palabras no quieren decir y... –Interrumpió mis palabras dándome un beso, sus
labios se juntaron con los míos, ¡oh por Dios, me besó! ¡Suzanne me ha besado!
Colocó sus manos alrededor de mi cuello mientras yo tomaba su cintura, su
lengua se cruzaba con la mía buscando respuestas, tal vez diciéndose cosas una
a la otra. Nuestros cuerpos eran atraídos como imán.

-Sí, sí quiero estar contigo, quiero acompañarte en tus locuras, en nuestras


locuras, quiero ser la mujer que robe tu corazón y te ame como ninguna. No voy a
odiar esta rosa –dijo volviéndome a besar. Quería gritar, juro que quería hacerlo,
estaba feliz, como nunca antes.

-Recuerda éste día, recuérdalo como el día en que Max y Suzanne


comenzaron a escribir una historia. –Susurré contra sus labios.

-Una historia de nosotros y nadie más. Prométeme que no habrá una


tercera persona entre nosotros, promete que seremos tú y yo nada
más. –Susurró. La tomé de la cintura y la alcé dando vuelta en el mismo lugar,
Suzanne rió y yo de igual manera estaba feliz, durante mucho tiempo no me sentía
de esta manera. Cuando hablaba sobre mucho tiempo, me refería a toda mi vida.
Pero ahora estoy aquí, enamorado de una mujer completamente distinta a las
demás, que no sé lo que me ha hecho, ni tampoco se “¿Por qué ella?” pero estoy
feliz y eso es lo que importa.

-Lo prometo.

183
La lluvia aún seguía, las calles estaban llenas de charcos de agua por
doquier, Suzanne se quitó los tacones y caminaba descalza, estábamos
caminando por las vías de transito ya desiertas, era tarde. La tomé de la cintura y
la volví a besar.

-No me cansaré de besarlos. –Dije con una amplia sonrisa.

-Yo tampoco me cansaré –contestó-, ¿me los puedes prestar?

-No es necesario que me los pidas porque son tuyos y los puedes tomar
cuando quieras, de ahora en adelante todo lo que soy y todo lo que observes en
mí, es tuyo. –Respondí. Esa respuesta fue morbosa con toda intención.

-Fui tan tonta al no aceptar todo esto que siento por ti, lo estaba evitando
por una mala experiencia en mi pasado pero es inevitable enamorarse de ti. –Reí
y me miraba con ternura, tanta felicidad en mi vida es extraña pero es felicidad al
fin.

-Quédate conmigo hoy –dije, quería dormir a su lado, me miró y levantó las
cejas en señal de sorpresa, ¿piensa que quiero solamente follarla?, oh no, no
pienso sobre eso al menos no aún, sólo quiero dormir abrazado junto a ella, como
las noches anteriores.

-No puedo, tengo que regresar a casa, mi madre no creo que esté muy
contenta por estar tan tarde en la calle. –Dijo caminando hacia la parada de taxis,
aun llovía y estábamos empapados.

****

El taxi nos cobró dinero extra por estar mojados. Llegamos a la casa de
Suzanne y le dije al señor del taxi que me diera unos minutos para despedirme y
luego me llevaría a mi casa.

Estábamos frente a la puerta de su casa. Me besó. Fue un beso corto y la


voz de una mujer se escuchaba en la parte de adentro, no la pude ver pero estaba
algo enojada: -Suzanne entra ya. -Dijo.

184
-Es mi madre, tengo que entrar –movió todo su cabello a un lado de su
hombro derecho. Me limité a mirarla, su belleza era impresionante. Pasé mi mano
por sus mejillas y sonrió de la misma manera que yo lo hice.

-Aun mojada eres realmente hermosa. –Dije mirándola a los ojos, se


sonrojó. La tomé de la cintura y la halé hacia mí besándola, nuestras lenguas se
cruzaban, pasaron varios segundos y se alejó con una gran sonrisa abriendo la
puerta de su casa, casi entraba y salió para darme otro beso corto.

-Buenas noches –dijo.

-Espera, mi celular y mi billetera.

-Cierto. Toma –dijo mientras abría su cartera dándome mis cosas.

-Buenas noches –dije volviéndola a besar caminando hacia la puerta,


pegándola contra ella, abrió la puerta y entró sonriendo, me miró y cerró la puerta,
pasé la mano por la puerta acariciándola, quería abrirla, entrar y volverla a besar.

-¡Hey, Romeo!, tenemos que irnos. –Gritó el taxista.

Subiéndome en el auto le di mi dirección y ya estábamos en camino hacia


mi casa, no dejaba de pensar en Suzanne, miraba a través de la ventana del
copiloto y volví al momento donde nos besamos bajo la lluvia, se convertirá en un
recuerdo inolvidable junto con todos los demás.

-Estás enamorado ¿Cierto? –Preguntó el taxista, lo miré pero la oscuridad


no me dejaba detallarlo bien, tenía gorra negra y le tapaba su rostro, era algo
mayor-. Yo también estuve enamorado, hace muchos años, el amor puede ser
muy hermoso pero también te puede destruir poco a poco –dijo.

-No creo que el amor pueda hacer tal cosa como destruir a una persona,
podrá hacer daño el desamor pero no como para morirte –respondí.

-Créeme, si lo hace, el amor suele ser destructor y devastador. –Contestó.


Que fatalismo el de este hombre. Casi pude ver mi reflejo en él, antes pensaba de
esa forma pero ahora creo que el amor es algo maravilloso.

185
-Quizá puedas ser herido pero no creo que tanto como para destruirte por
completo. ¿A usted lo destruyó? –pregunté curiosamente.

-Sí. Tenía una esposa que era adicta a las drogas, -comenzó a contar- la
llevé a un centro de rehabilitación, pero todos los esfuerzos fueron en vano. Se
drogaba con esa cosa en la casa frente a nuestro hijo de ocho años. Un día luego
de llegar del trabajo encontré a mi hijo en un rincón llorando, me acerqué hasta él
preguntándole lo que le pasaba pero sólo lloraba, grité llamando a mi esposa pero
no la escuchaba, miré a mi hijo y estaba señalando hacia el sótano, la puerta
estaba abierta. Cuando bajé hasta el sótano caí de rodillas llorando. Mi esposa
yacía guindada en una cuerda amarrada en su cuello. Se ahorcó. Dejó una carta
sobre la cama diciendo que no podía más, que no quería ser una carga para mí... -
Tomó una pausa llorando-, también dijo que cuidara de nuestro hijo, que nos
amaba a ambos, sólo eso.

>Tuve que llevar a mi hijo a psicólogos, los mejores de la ciudad para que
se le borrara la imagen de su mamá muerta pero, esas son cosas que son
imposibles de quitar de la mente. Un día yo estaba mirando la televisión y escuché
una sonido fuerte en la parte de afuera, cuando salí encontré a mi hijo en el suelo,
con sangre a su alrededor. Se había lanzado desde el segundo piso de la casa.
No dejó carta pero puedo imaginar que no resistió al igual que su
madre –lloró-. El amor puede destruirte muchacho. –Aseguró.

-Lo siento mucho señor –dije serio, no sabía que más decir, debe ser difícil
lidiar con todo eso.

-El amor es bueno, no estoy diciendo que no lo sea, pero te estoy diciendo
que así como es bueno también puede ser malo.

-Gracias, lo tomaré en cuenta.

-Cuídate –dijo despidiéndose. Ya habíamos llegado a mi casa, le di todo el


dinero de pago y bajé del auto.

-Hey señor –dije antes de cerrar la puerta-, todos tenemos dificultades,


todos tenemos problemas, pero tenemos que sacarlos de nosotros, si lo ve desde

186
otra perspectiva se dará cuenta que lo que hizo su esposa cuenta como sacrificio,
eso sólo lo hace el amor, el amor de verdad. Buenas noches –dije cerrando la
puerta.

El señor bajó del auto y llegó hasta mi lugar, se quitó la gorra, su cabello
era blanco, ojos claros y rojos de tanto llorar. Me abrazó y me mantuve inmóvil,
lloraba en mi hombro, di palmadas en su espalda y luego se alejó de mí.

-Pasé mucho tiempo buscando una respuesta, algo que me hiciera pensar
el porqué ellos me dejaron, ahora ya sé la respuesta, es sacrificio, gracias –dijo
con lágrimas en los ojos-, gracias por ayudarme a entender eso. Eres un buen
muchacho, espero que a ti te vaya muy bien en el amor. –Agregó dando una
media sonrisa. Asentí hacia él y extendí mi mano despidiéndome.

Ya en mi cuarto luego de un buen baño, me coloque un bóxer y me acosté


en mi cama desordenada, tomé mi celular y vi un mensaje de Suzanne:

-Te escribo para decirte que hoy ha sido el mejor día de mi vida, estoy en
mi cuarto y mi madre me ha preguntado porqué sonrío como tonta, y le respondí
que estoy enamorada y me ha dicho que deje de soñar y dije que esto no es un
sueño, es real. Estoy enamorada de ti Max. –Leí el mensaje unas veinte veces
antes de contestar, sonreí como idiota.

Y contesté: -A mí me ha pasado algo no tan parecido al tuyo, pero cuenta


como que todos se dan cuenta de cuan enamorado estoy de ti Suzanne. Que
tengas una linda noche y un lindo amanecer.

Esperé unos minutos pero no respondió, quizá se quedó dormida, busqué


rápidamente el número de Will y escribí un mensaje: -Sé que te dije que si te
escribo es porque nada salió como lo esperaba, pero esto es distinto, te escribo
porque no aguanto en decirte lo feliz que estoy, Suzanne me ha aceptado, hemos
pasado una noche grandiosa e inolvidable. Te cuento luego con detalles.

Me hundí en mi cama y dormí.

187
CAPÍTULO 16

Veinte regalos

L
evantarme no fue un problema, estaba de buen humor y sonriente,
miré la hora en mi celular, las 7:00 am, tenía dos mensajes de texto,
uno era Will:

“¡Vaya! entonces nos vemos pronto y hablamos sobre eso, cuídate y me


alegro mucho por ti. Felicidades.” –Leí y sonreí.

Otro mensaje, Suzanne: “Me he quedado dormida, pero me levanté hoy


estupenda, no tengo resfriado y estoy feliz por nosotros.”

Respondí a Suzanne: “Buen día hermosa, yo también estoy feliz y me


alegro de que no tengas resfriado, yo tampoco lo estoy. Tengo una idea, alístate,
vamos a visitar a mi padre, en una hora estoy en tu casa.”

Encendí la televisión y estaban dando una noticia, me senté sobre mi cama


y escuché detenidamente al reportero: -Durante la madrugada, un taxista de la
línea del centro, se disparó a sí mismo en la cabeza, suceso que ha dejado a la
ciudad sorprendida al encontrar su carro aparcado en la vía con él dentro, en su
mano tenía una nota arrugada el cual decía textualmente: "Tú hiciste un acto de
amor por mí, se llama sacrificio. Ahora lo hago yo, gracias. Me fui de este mundo
para reunirme con mi familia".

Dios, ese hombre se suicidó por mi culpa, yo… he… sólo... ¡mierda! dije
para mí, coloqué las manos sobre mi cabeza agarrando mi cabello consternado
ante la noticia. Apagué la televisión pensando sobre eso, me dirigí hasta la cocina
y tomé un vaso con agua tratando de digerir todo eso, corrí hasta mi cuarto y
marqué en mi celular el número de Will y llamé, al segundo zumbido escuché su
voz al otro lado de la línea. -¿Cómo está el señor enamorado? –preguntó.

-Yo lo maté Will –dije desesperado-, yo lo maté.

188
-Espera, ¿a quién mataste? –preguntó preocupado.

-Yo, yo lo maté, al señor del taxi.

-¿El de las noticias?

-Si Will, fui yo –mis manos sudaban y estaba casi temblando. Si había sido
yo, tal vez no tomé su arma y halé el gatillo haciendo que la bala saliera directo a
su cuerpo, pero si dije que cosas que hicieron que él tomara esa decisión, asi que
de algún modo es mi culpa.

-Pero dicen que se disparó él mismo. No pudiste haber sido tú.

-Yo no le disparé –al cuerpo, pero si maté su alma con mis palabras-. Ayer
cuando venía a casa él me trajo y me contó una historia de su familia que se había
suicidado, se encontraba triste y le dije que de eso se trata el amor verdadero, del
sacrificio y pues, yo hice que él lo hiciera de algún modo.

-No, no lo hiciste tú, no te culpes –dijo-, tu sólo dijiste lo que pensabas,


cada persona es responsable de sus actos, él decidió hacerlo, tu no se lo dijiste.
No te culpes por eso.

Pensé entonces que por el modo como Will decía eso quizá pasó por algo
similar, lo mas probable, él dice muchas cosas a las personas. Estoy seguro que
nunca podré ayudar a alguien en problemas, ni tan siquiera consolarlo, al final
termino acabando con sus vidas.

Puedo imaginar a ese hombre; yendo hacia el centro luego de haberme


dejado aquí, luego de ese abrazo, luego de ese llanto. Luego se detiene en una
calle principal; ni siquiera se da cuenta de ello, simplemente se detiene. O quizá lo
hizo porque asi lo encontrarían con esa nota en sus manos y quería ayudar a otra
persona a entender sobre el sacrificio (matándose supongo). Lo veo pensando en
su familia, pero no llego a acercarme lo suficiente como para sentir su dolor,
aunque sea un poco de ello. No se puede, ni con todo el esfuerzo del mundo,
podemos imaginarlo, si, con todo y eso no sabrán cuanto les puede doler a las
personas. Piensa en ese chico que le habló del sacrificio (yo) y lo toma como si

189
sus palabras hubiesen sido: “Tienes que morir”. Toma un lápiz, una hoja y escribe:
"Tú hiciste un acto de amor por mí, se llama sacrificio. Ahora lo hago yo, gracias.
Me fui de este mundo para reunirme con mi familia ". Llora hasta el cansansio,
busca debajo de su asiento aquella pistola que lo va a liberar del dolor. Aprieta el
volante con fuerza haciendo arrugar la hoja. Tal vez observó a los lados buscando
algo para ser salvado, una persona quizá. Y se consiguió con que estaba solo,
creyendo que su vida no tenía ninguna dirección exacta. Su familia se había ido,
no tenía a nadie más, sólo a sí mismo. Eso lo llevó al colapso y se disparó.

-Pero de algún modo me siento mal, yo le dije eso y ahí está la


consecuencia –respondí.

-Consecuencia de la cual no eres culpable. Yo también he tenido pacientes


así, al siguiente día se suicidan. Al principio me sentí culpable pero es necesario
saber que somos libres de decidir nuestro propio destino.

-¿Tú crees? –pregunté casi calmado.

-No lo creo, estoy completamente seguro de eso.

-Gracias. –Colgué.

Hablar con Will me había calmado bastante, me duché y despejé mi mente


un poco, una sensación de excitación recorrió mi cuepo y mi pene en un segundo
estaba erecto, traté de contener mis ganas de sexo pero tenia que liberarlo, así
que decidí masturbarme. Me coloqué franela gris y pantalón negro. En mi celular
había un mensaje de Suzanne:

“¿Qué ropa puedo usar?, es el Sr. Brown y quiero estar representable.


Ayúdame”

Leí y reí contestando: “Puedes usar la ropa más cómoda, es sólo mi padre
y ya, no es necesario tanto para él, en todo caso, lo que te coloques te hará ver
hermosa”.

*****

190
Salí de casa media hora después, llegué a la casa de Suzanne y tomamos
un taxi para ir a la mansión Chambord, Suzanne finalmente usó jean y camisa
blanca, cabello ondulado y un maquillaje que hacía resaltar sus ojos, besé su
mejilla sorprendiéndola, nos encontrábamos en los asientos traseros, me miró y
sonrío nerviosa. -¿Crees que le parezca agradable? –preguntó.

-No –dije serio. Me miró seria y su rostro cayó con decepción. Reí y la
abracé-. Sólo bromeaba. Nunca le he presentado a alguien, no sé cómo
reaccionará pero si lo hace de mala manera le partiré la cara. –Rió de forma
tímida.

-Disculpen, pero hasta aquí podemos llegar, no creo que podamos pasar el
portón de la mansión –dijo el hombre mirándonos por el retrovisor, ya estábamos
frente a la entrada, un portón de rejas en forma de espiral impedía el paso, una
cámara a un lado se movía en dirección al carro y un parlante en la pared grande
nos pidió la identificación.

-Yo lo hago –dije bajando del auto. Caminé hasta el parlante.

-Identificación por favor –dijo la voz chillona del parlante.

-Soy Max –respondí.

-No lo identifico, no puede ingresar a la mansión –respondió.

Vacilé por un momento en hablar pero lo dije. –Max Brown –repliqué serio.

La cámara capturó mi rostro. Hubo silencio durante un momento y el portón


hizo un sonido moviéndose desde el centro hacia los laterales. Miré al taxista
quien estaba impresionado y subí de nuevo al auto.

Recorrimos todo el camino; a los lados había muchos árboles grandes,


flores de distintos colores e incluso un lago con una cabaña. Llegamos a otro
portón custodiado por dos agentes de seguridad vestidos de negro y lentes negros
con micrófonos desde su oreja hasta la abertura de su boca. Suzanne y yo
bajamos del auto y nos acercamos hasta ellos. Uno de los agentes se acercó

191
desde el otro lado del portón. -Hasta aquí está permitido el paso del carro –dijo
con voz gruesa el agente.

-Está bien –dije. Pagué el taxi y se fue hasta la salida. Mirando a los
agentes dije-. Abre el portón para pasar.

-No pueden pasar –dijo-. Son órdenes.

-¿Qué? –dije enojado.

-Venimos a ver al Sr. Brown –habló Suzanne.

-¿Tienen la carta con la cita para poder verlo? –preguntó el agente, ¿había
que hacer una cita?

–Lo llamaré –dije sacando mi celular-. Creo que mi padre no estará muy
contento por lo que están haciendo.

-¿Usted es Max Brown? –preguntó con sorpresa. Era de suponerse que no


me reconocieran, eran nuevos.

-Si –contesté.

-Oh, disculpe señor. –Dijo sacando un control de su bolsillo, presionó uno


de los botones, se abrió el pontón de la misma forma que el primero. Tomé la
mano cálida y suave de Suzanne y empezamos a caminar, dos jardineros
recortaban las plantas para darle formas, una fuente de agua grande en el centro
de la entrada hacía ver todo el lugar muy lujoso, caminamos alrededor de ella y
subimos unas escaleras hasta la puerta principal de madera grande, miré hacia
arriba y había una cámara, antes de girar la manilla la puerta se abrió y una chica
joven rubia vestida elegante nos recibió.

He follado con ella, recuerdo incluso que quiso que la penetrara sin
preservativo, porque supuestamente ella se cuidaría. Cosa que no hice, no dejaría
que una mujer con la avaricia de lograr tener un nieto del hombre más millonario
de Francia tuviera una vida de Reina. Asi que follamos con preservativos.

192
Pasamos aún tomados de la mano. Ella me observó desde todos los
angulos, luego a ella con un poco de rabia en su mirada, seguido de nuestras
manos entrelazadas.

-Muy buenos días, el Sr. Brown los atenderá en seguida. Pueden ponerse
cómodos en la sala –la chica nos guió-. ¿Se les apetece un café, o algún
bocadillo?

–No, gracias –dijo Suzanne quien parecía estar molesta con su presencia.

-¿Y usted? –preguntó en mi dirección de forma coqueta y sexy, espero que


Suzanne no se enoje por eso. Negué con la cabeza y ella asintió retirándose.

No quise mirar a Suzanne porque crearía un conflicto que no quería tener.


En lugar de eso hice como si no me di cuenta del coqueteo de la chica y miré a mi
alrededor.

Cuando la chica hablaba de la sala, no se refería a cualquier sala, era más


grande que toda mi casa, adornada de un color verde oscuro con beige, muebles
blancos y una candelabro sobre el techo gigante, en las paredes habían cuadros
originales de paisajes y otras figuras abstractas, una chimenea en el centro de una
de las paredes, muchos objetos de vidrio sobre mesas de distintos tamaños y
formas extrañas, también un piano negro estaba en una esquina. Miré a Suzanne
y observaba todo el lugar, soltó mi mano y caminó hasta el piano, se sentó y tocó
una tecla haciendo un sonido leve, me miró y sonrió. Me acerqué hasta ella
sentándome a su lado frente al piano.

-¿Tocas el piano? –pregunté mirándola.

-Solía hacerlo de pequeña, donde mi madre me dejaba mientras trabajaba


había uno, la señora que se encargaba de mí me enseñó algunas canciones.

-Muéstrame –dije.

-Esta canción se llama Lost Without You – Ernesto Cortazar –dijo. Nunca la
había escuchado. Colocó sus dedos sobre las teclas del piano y comenzó a tocar,
los sonidos se hacían notables con cada tecla, sus movimientos en los dedos eran

193
impresionantes, pasando de una tecla a otra mientras tocaba, era una canción
lenta pero tocaba hermoso. Son esta clase de cosas que me hacían dar cuenta
que había escogido a la mujer adecuada para enamorarme, su pasión por el baile,
aquella concentración mientras toca esa melodía. Toca como los angeles, se que
jamás he escuchado alguno pero imagino lo hermoso que deben ser, asi era
Suzanne, como mi angel.

Hoy estoy mucho más enamorado de lo que estuve ayer, conocerla día a
día hace que todos mis sentimientos hacia ella sigan creciendo. Miré su rostro
sereno, era la mujer más bella que he conocido jamás, y era mía. La amaba, ella
me amaba, no podía pedirle nada más a la vida de miseria que llevaba porque a
cambio me ha entregado el mayor regalo que es: Conocerla.

Cuando terminó la canción. Se escucharon aplausos, levantamos la vista y


era mi padre.

-Eso fue impresionante –dijo mi padre sonriente. Nos levantamos del


asiento y caminamos hasta él.

-Lo siento, no quise tocar su piano. –Dijo Suzanne apenada.

-No, lo has hecho maravillosamente bien, hacía bastante tiempo que no lo


escuchaba, casi nunca toco por el trabajo y las ocupaciones –dijo mi padre, no
sabía que él tocaba piano, no sé nada de él, no me sentía cómodo en este lugar y
era que estaba intentando perdonarle por todo pero no era tan fácil, se me hacía
cada vez más complicado.

-Ella es Suzanne, el amor de mi vida –dije presentándola.

-Grandioso, lo que quiere decir que soy tu suegro –dijo mi padre riendo-,
soy Jacob Brown.

-Un placer, ya lo conocía por la televisión. –Dijo Suzanne.

-La televisión. –Comentó pensativo-. No me gustan los medios, me gustaría


saludar a alguien que no me conociera, sería épico –respondió mi padre riendo-.
¿Quieren desayunar?, la Sra. Samantha hace unos desayunos geniales. –Asentí.

194
Luego mi padre nos dirigió hasta la biblioteca, quizá buscaría algo ahí, en
ella tenía una pared llena de libros, clasificadas por orden; desde las novelas
clásicas y modernas, hasta libros de historia antigua, ¿también lee?, estaba tan
impresionado como cualquier persona que está conociendo a alguien por primera
vez. Suzanne tomó un libro y mi padre se acercó hasta ella.

-Es una de mis novelas favoritas, tras una guerra en Grecia, un niño es
separado de su padre, el niño crece en la pobreza con el gran sueño de encontrar
a su papá.

-Recorrió todo el país en busca de él, pero nunca lo encontró, es una


historia dramática y bastante deprimente. –Continúo Suzanne.

-Pero la reflexión que deja al final del escrito es bastante cierta –dijo mi
padre.

-“La esperanza puede hacer que un sueño sea encaminado al éxito


desesperanzado o a una guerra de luchas ganadas” –dijeron los dos al mismo
tiempo.

-Vaya, esta chica es impresionante –dijo mi padre mirándome y sonreí.

También estaba impresionado, hoy he aprendido muchas cosas nuevas de


Suzanne y de mi padre, es sorprendente como puedes ver que nunca has
terminado de conocer a las personas a tu alrededor. Sabía de mi padre lo que
Suzanne sabía. Verlos a los dos llevándose el uno con el otro me alegraba.

-Me gusta que te agrade –comenté sonriendo y ella me miró asintiendo con
una sonrisa.

Una señora de cabello blanco, con traje blanco y negro llegó y nos miró
sonriendo. -Muchachos ella es la Sra. Samantha, mi chef profesional. –Dijo mi
padre presentándola, asintió hacia nosotros.

-Es todo un placer conocerlos –dijo asintiendo con la cabeza.

-Igual –respondí.

195
-Bueno, voy a preparar el desayuno. –Comentó yéndose.

-Pasemos al comedor –dijo mi padre.

Salimos de la biblioteca y caminamos a través de un pasillo verde, pasamos


dos puertas y luego había un arco donde estaba el comedor. Había un mesón
grande, mi padre es un poco exagerado, aquí podrían sentarse veinte personas
sin problema, era toda de vidrio junto con las sillas, un candelabro grande todo de
vidrio estaba en la parte del techo justo arriba del mesón. Tomamos asiento.

-¿Dónde está el baño? –pregunté, la mirada de Suzanne era amplia, me


hacía señas con los ojos para que no la dejara sola, pero necesitaba ir al baño
para despejarme un poco.

-¡Sra. Samantha! –gritó mi padre y vino en seguida-. Llévalo a donde está el


baño por favor.

Caminamos hasta casi la sala, luego subimos las escaleras grandes


centrales y llegamos al segundo piso, pasamos por montones de puertas blancas
de madera y al final del pasillo pintado de beige estaba una puerta.

-¿No es una exageración? –pregunté al ver todo tan grande, tan amplio
para una sola persona.

Se econgió de hombros

-Este es el baño –dijo la Sra. Samantha.

Mi atención fue puesta en la puerta al lado del baño, estaba un poco abierta
y había regalos envueltos, la Sra. Samantha la cerró de golpe y me asusté un
poco, sonrío, asentí y entré al baño cerrando la puerta.

Un baño lujoso, con porcelanas negras y blancas, lavé mi cara y mis


manos, me miré frente al espejo pensando en cómo rayos estaba aquí en casa de
mi padre, hacía varios meses que no venía, nunca había entrado a ver la casa
completa, sólo llegaba hasta la entrada y me iba de nuevo, Suzanne y mi padre se
están llevando bien pero ahora debe estar queriéndome matar por dejarla sola.
Debo ir con ella.

196
Salí del baño y cerré la puerta, miré la puerta donde había visto los regalos
y la intriga invadía mi ser, observé a todos lados y no había nadie, la Sra.
Samantha se había ido, giré la manilla y supe que no tenía llave, asi que entré.

Entonces vi muchos regalos. Todos envueltos, excepto una bicicleta azul


pequeña que sólo tenía un lazo rojo en el volante, calculé quince regalos
aproximadamente, algunos eran grandes, otros medianos. Observé que todos
tenían tarjetas con recordatorios, tomé un regalo, era una caja envuelta en papel
con figuras de carros con un lazo rojo grande en el centro, la tarjeta decía:

Cumpleaños número 9.

Sólo eso decía, tomé en mis manos otra caja la cual era un poco más
grande: Cumpleaños número 15.

Cumpleaños número 7 decía la bicicleta, eran regalos, ¿para quién?,


alguien aclaró su garganta desde la puerta, me giré y era la Sra. Samantha, me
había descubierto.

-Lo siento, no fue mi intensión... yo... –Intenté decir algo pero estaba
apenado. Ella tomó un regalo en su mano, tenía forma de libro envuelto o algo
parecido.

-Observa éste –dijo extendiendo su mano con el regalo. Lo tomé en mis


manos y la miré confundido-. La nota –comentó.

Leí en voz alta: Cumpleaños número 20, para Max Brown. Con amor, tu
padre.

En ese momento lo supe, todos los regalos eran para mí, eran veinte en
total, no podía creer lo que estaba viendo, él no se había olvidado de mis
cumpleaños, me compró regalos todos los años, pero no entiendo por qué no me
los entregó.

-Él nunca me obsequió alguno –dije mirándola.

-No. –Confirmó-. Él tenía miedo, desde el principio se convenció a sí mismo


que había perdido el derecho por abandonarte, cada año compra un nuevo regalo

197
que nunca te obsequiará, el Sr. Brown tiene esa cruz a cuesta y se condena a
diario sobre eso. –Contestó.

Supe entonces que entre la Sra. Samantha y mi padre había confianza,


quizá ella era para él como Will para mí, su psicólogo.

Todos estos años esperé que él llegara en mi cumpleaños como lo hacían


los padres de mis amigos, en mi álbum fotográfico no tenía ninguna foto con mi
padre, no esperaba su regalo, esperaba su presencia, pero nunca llegó. Me
mantuve en silencio mientras miraba todos los regalos.

Sobre una mesa había un cuaderno marrón, me acerqué abriéndolo y para


mayor sorpresa era un álbum fotográfico; fotos de todos mis cumpleaños, desde el
primero hasta el número veinte, lo más probable es que mi madre se las haya
dado. Todas las fotos estaban rayadas con marcador; un dibujo de un muñeco de
palitos mal hecho y arriba de eso decía: Yo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, en cada hoja había una foto con una
dedicatoria. Pasé a la última foto de mi cumpleaños y decía:

“Feliz 20 cumpleaños Max, hoy como todos los años quise entregarte un
regalo, lo he tomado de mi biblioteca, es uno de mis libros favoritos, quizá no sea
bueno para ti pero me gustaría que lo leyeras y algún día pudiéramos debatir
sobre él, sería grandioso ¿no te parece?, bueno sólo te quería decir eso, y algo
más... te quiero hijo.

Con amor, tu padre.”

Mis lágrimas cayeron como lluvia y la Sra. Samantha colocó una mano
sobre mi hombro acariciándome. La miré y le dije: -No quiero que mi padre se
entere que he entrado aquí y mucho menos que he llorado, por favor –rogué.

Quité las lágrimas de mis ojos.

-No se lo diré, tranquilo –respondió-, vamos al comedor, deben estar


preguntándose por ti.

198
De regreso en el comedor mi padre y Suzanne reían a carcajadas, parecían
entretenidos los dos. Me miraron. -Creí que te había secuestrado el baño. –Dijo mi
padre riendo. Suzanne también sonrió y yo también lo hice para disimular.

-Le estaba mostrando el lugar –dijo la Sra. Samantha-. Voy a traer el


desayuno.

Me senté de nuevo y miré a mi padre por un momento, he sido tan cruel


con él, lo he rechazado tantas veces y eso le ha afectado, Dios, ¿qué clase de
mierda soy?, me sentía fatal.

-Hablé con el Sr. Brown sobre el baile de invierno –dijo Suzanne


emocionada.

-Oh no, dime Jacob, cuando las personas dicen Sr. Brown me hacen ver
más viejo y no quiero eso. –Dijo mi padre riendo.

Dios mio. Mi padre se ve tan feliz, como si nada estuviera pasando. Aunque
no era una risa finjida entendía que dentro de él había un corazón lleno de dolor, y
yo que lo creí una persona vacía, sin una pizca de amor dentro.

-Jacob ha aceptado firmar mañana a primera hora. –Dijo Suzanne.

-Eso es perfecto –dije sonriendo.

La Sra. Samantha llegó con nuestro desayuno; pan, tocino, huevo y café.
Todos comenzamos a comer. Mi padre tomó el periódico que le había traído otra
chica, leyó en voz alta –Hombre taxista se suicida y deja una nota escrita... –leyó
todo el artículo de la prensa.

-Eso es algo extraño –dijo Suzanne-. ¿Qué dices tú sobre eso? –dirigió su
pregunta hacia mi dirección.

-Yo... eh... –No supe que decir, ahora me sentía doblemente mal, me
levanté de la silla y salí por la puerta de entrada. Caminé por el césped con
cuidado, un camino me dirigía a una pequeña cabaña; tenía un techo y todo
estaba rodeado de enredaderas y flores, a un lado estaba un lago pequeño. Me

199
senté en uno de los bancos mirando el agua, reflexioné sobre todo lo que pasó
anoche con el taxista y ahora con los veinte regalos de mi padre.

Me estaba poniendo mal.

Pronto sentí que alguien se sentó a mi lado, observé que era Suzanne y mi
mirada se fijó de nuevo en el agua. Esperaba que me dijera o preguntara algo,
pero sólo se quedó ahí conmigo, la miré y ella miraba hacia el frente.

-¿Qué estás haciendo? –solté confundido.

Se encogió de hombros. –No lo sé. Pero tú lo haces y parece


divertido. –Dijo sonriendo sin dejar de mirar el lago.

Me limité a mirarla. –Esto no es divertido. –Aludí.

-Sí lo es y más si estamos los dos aquí, juntos. Pequeñas cosas se tornan
grandes cuando lo hacemos juntos. –Dijo mirándome con una gran sonrisa. Su
hermosa sonrisa y ojos tiernos casi me hacían babear.

-Deja de hace eso. –Dije tratando de contener mi sonrisa.

-¿Qué cosa? –preguntó riendo.

-Eso, me miras y sonríes de esa forma tan hermosamente sexy y esto es


algo serio, lo que estoy pasando es algo serio –respondí riendo.

Sus mejillas se ruborizaron y me encantaba cuando pasaba eso.

-¿Me quieres contar? –tomó mi mano.

-No sé si quiero hablar –me encogí de hombros-, es algo realmente


complicado y pues, no lo sé, me siento mal. –Tristemente mal.

-¿Sabes que es bueno para subir el ánimo? –La miré curiosamente-,


caminar, mi madre siempre dice eso: “Para que ya no te sientas triste tienes que
caminar y así puedes drenar todo lo que sientas”. –Se levantó y extendió su mano
hacia mí, ¿ella utilizaría la misma táctica para liberar sus problemas?, la miré,
vacilé por un momento y luego la tomé levantándome.

200
Caminamos por el césped, mi padre tenía una gran casa, paseamos los
alrededores de ella; un campo de golf cubría toda el lugar. Nos sentamos justo en
una pequeña colina, desde el punto donde estábamos se podía ver un hermoso
paisaje, la mansión estaba justo atrás de nosotros, nuestra vista era puesta a las
montañas que se veían a lo lejos, un lugar muy cálido y tranquilo. El sol estaba en
su punto máximo, estábamos bajo un árbol que nos daba la sombra suficiente
para evitar los rayos solares. El cielo azul, las aves revoloteaban en él, el sonido
de los pájaros y la tranquilidad de la naturaleza me calmó un poco los
pensamientos sobre mi padre y la culpabilidad por el taxista.

Mientras estábamos sentados, yo me encontraba recostado en la base del


árbol con las piernas abiertas y Suzanne entre mis piernas recostada en mi pecho,
envolví mis brazos alrededor de ella y olía su cabello, su aroma era a fresas. Por
un momento sentí la necesidad de desahogarme sobre lo que me estaba pasando
y hablé con Suzanne de todo eso, lo del señor taxista y lo que acababa de
suceder en el cuarto de los veinte regalos, no vi sus expresiones faciales puesto
que estaba delante de mí y miraba fijamente al frente, hacia las montañas.
Cuando terminé de decirle todo, no hubo una respuesta inmediata, se mantuvo en
silencio y creí que no diría nada.

-¿Se debe sentir terrible verdad? –preguntó.

-¿Qué cosa?

-Lo de tu padre, debe sentirse espantoso estar toda la vida creyendo que
nunca se acordó de ti y luego vez que no ha sido así. –Dijo.

-Más o menos. –Respondí.

-Por lo del taxista no te preocupes, tú no tienes culpa de eso –dijo y la


abracé fuerte, inclinó su cabeza a un lado y besé su mejilla-. Amo los paisajes
como este.

-No me gustan –dije en tono irónico. Suzanne se apartó de mi agarre y se


quedó sentada mirándome seria y no pude contener la risa.

201
Cruzó los brazos sobre su pecho y puso los ojos en blanco, reí a
carcajadas. -¿Te gusta hacer eso conmigo? ¿Te gusta verme enojar? –preguntó
seria.

-Eres hermosa cuando te enojas y cuando sonríes, de cualquier forma me


gusta verte –dije abrazándola y se apartó de mí. Apoyándose sobre sus manos se
levantó y yo hice lo mismo, Suzanne estaba enojada, mierda. Me acerqué a ella, la
abracé por la espalda y apartó mis manos.

-Suéltame. –Dijo seria.

-No te enojes. –Susurré.

-No estoy enojada. –Dijo mientras me miraba furiosa. Di un paso hacia ella
y dio un paso hacia atrás, fruncí los ojos y me miró desafiante, trató de contener
su risa, me impulsé hacia adelante para llegar hasta su lugar y corrió para que no
la alcanzara, solté una carcajada persiguiéndola. Corrió hacia un árbol poniendo
una barrera entre nosotros, me movía a la derecha y ella lo hacía en dirección
contraria para no ser atrapada, reíamos a carcajadas, algo la distrajo, al parecer el
sonido de un ave, fue mi oportunidad para atraparla, trató de correr cuando ya me
tenía cerca pero la tomé de la cintura apretada contra mí, nuestras miradas se
cruzaron, ahora que la tenía cerca de mí, sabía que cualquier cosa que estuviera
pasando afuera en el mundo no era tan grande como las sensaciones que
Suzanne me hacía sentir dentro.

Hipnotizado por su belleza y babeando ante toda su hermosura le di una


media sonrisa y sonrió, entonces besé lentamente la superficie de sus labios,
apreciando y guardando este momento como si fuera el último, pensando que si
este es nuestro último beso la imagen y las sensaciones quedaran grabadas en mi
memoria hasta el día de mi muerte. Nuestros labios eran como moléculas que se
unen para formar una sola. Tomé sus mejillas en mis manos mientras la besaba,
nuestras lenguas tenían una guerra entre sí y sólo estábamos ella y yo.

Nos dejamos de besar.

-¿Sabes hasta qué punto llega mi amor ti? –pregunté mirándola a los ojos.

202
-No lo sé –respondió.

-Observa hacia allá –dije señalando hacia los lejos de las montañas-. Mi
amor llega hasta lo último que ves.

-Entonces no es tanto –respondió-, lo último que veo son montañas.

-No dije que era hasta las montañas, dije que llega hasta lo último que
ves... si llegas hasta aquellas montañas te darás cuenta que hay algo mas allá, y
más allá hay más allá, no tiene un final, así es mi amor.

-¿Si me quedo ciega? –Preguntó sonriendo-, ahí se acabaría tu amor


porque no vería más.

-No, si estuvieras ciega verías una oscuridad infinita y entonces mi amor


también será infinito. –Dije besando sus labios de nuevo, al menos hasta que llegó
mi padre interrumpiéndonos.

-Los he estado buscando por todos lados –dijo parado cerca de nosotros,
Suzanne lo miró apenada mientras yo fruncí el ceño en su dirección-. Oh, perdón,
no fue mi intención interrumpir.

-No hay problema –dije dándole una sonrisa fingida. Maldición, que
inoportuno es mi padre-. Creo que tenemos que irnos. –Añadí.

-¿Por qué tan rápido? –Preguntó- vamos a conocer mi colección de vinos


antiguos. –Indicó mi padre.

-No. La veremos luego, quiero visitar a mi abuela. –Dije. Suzanne sólo


escuchaba, tal vez no quería incluirse en una conversación padre-hijo con
resentimientos.

-Los puedo llevar. –Indicó- Sólo si me lo permiten. –Prosiguió. No quería


que él me llevara, era suficiente por hoy verle la cara, pero imágenes del cuarto de
regalos llegaron a mi mente y me sentí mal por él y por mí, así que accedí a su
proposición.

*****

203
Todo su escuadrón estaba con nosotros, dos camionetas negras nos
seguían desde atrás. Nos acomodamos en los asientos; mi padre en el copiloto y
nosotros dos en la parte trasera mientras un guardaespaldas manejaba, era el
mismo de la última vez.

-Chicos él es Calvin mi chofer y guardaespaldas de confianza –dijo mi


padre, el giró su cabeza hacia el retrovisor mirándonos y asintió, era de piel
bronceada y ojos grises, tenía el mismo traje de todos los demás que trabajan
para mi padre.

Yo abrazaba a Suzanne durante el camino. Desde la mansión de mi padre


a la casa de mi abuela era media hora o más, llevábamos más de la mitad del
camino recorrido.

Calvin estacionó la camioneta frente a la casa de mi abuela, bajamos y fui


hasta la puerta de la entrada principal, Suzanne estaba a mi lado, miré a mi padre
quien estaba preparado para irse, giré la minilla de la puerta abriéndola y vi a mi
abuela. Yacía en el suelo, su silla de ruedas estaba en el suelo junto a ella, mi
abuela no se movía.

¡Oh Dios!

Estaba muerta.

204
CAPÍTULO 17

No quiero que se vaya

J
usto antes de que se fuera mi padre encontré a mi abuela, la
encontré sola en suelo, quería saber dónde estaba mi madre y Owen
pero la preocupación por saber cómo estaba mi abuela no me dejaba
pensar ni razonar bien, la llevamos al hospital lo más rápido que pudimos. Ahora
nos encontramos frente a su habitación asignada en el hospital, caminaba de lado
a lado en la espera, la desesperación hacía paso en mí, arrasando todo a su paso.
Suzanne estaba esperando sentada al igual que mi padre, yo en cambio estaba de
pie pero en movimiento constante desesperado, Calvin permanecía inmóvil en un
rincón, sólo giraba la cabeza para observar cualquier amenaza.

Mis sentidos se pusieron en alerta cuando la puerta sonó abriéndose. Un


señor blanco de cabello castaño con una bata blanca de doctor salió de la
habitación y lo miré impaciente, nos miraba a todos con cara seria y sin expresión
alguna, todos se levantaron.

-La Sra. Isabella se encuentra estable ahora –dijo, la tensión se había ido
de mí con un rayo y di un suspiro de tranquilidad-. Sólo ha sido un desmayo, eso
es por la debilidad en su cuerpo que se hace cada vez más frecuente, debemos
mantenerla internada, el cáncer está avanzado y no podemos mantenerla fuera de
los aparatos del hospital. –Añadió el doctor. ¿Cuál cáncer?, oh no, mi abuela tiene
cáncer. La noticia fue como un bomba que caía sobre mí, en un momento creí que
estaba todo bien y al siguiente descubro que todo está peor, mucho peor. Miré a
Suzanne y estaba seria como Calvin, luego mi padre evitaba mi mirada, me veía
un momento y luego giraba su cabeza en otra dirección. Se le notaba el
nerviosismo.

-¿Tu lo sabías? –pregunté a mi padre con ira y desesperación. No


respondió, se mantuvo en silencio sin mirarme, maldición, él sabía sobre el

205
cáncer, lo que quiere decir que mi madre también estaba al tanto y no me dijeron
nada.

Salí del hospital corriendo, tropezando a algunas personas a mi paso.


Llegué a una plaza justo afuera que pertenecía al hospital, varias personas yacían
allí; un hombre vestido de blanco acompañaba a un señor anciano en silla de
ruedas, otros sentados conversando y algunos haciendo ejercicio; de rutina tal
vez. Lo cierto es que todos parecían enfermos, cada uno acompañando de una
enfermera.

Caminé entre ellos y vi un banco vacío justo abajo de un árbol grande que
daba sombra a casi todo el lugar. Sentado en el banco miraba fijamente a una
ardilla que se colaba de rama en rama. Mi yo interno no aceptaba lo que estaba
sucediendo, una avalancha sentimientos eran arrastrados hacia un hoyo profundo
y sin salida, entonces miré a lo lejos un anciano sin cabello en silla de ruedas
quien reía a carcajadas junto a una enfermera, pensé que quizá él también estaba
sufriendo de cáncer, como mi abuela, lo que significa que él iba a morir, al igual
que mi abuela Isabella. Las lágrimas casi impedían mi visión, cerré los ojos con
fuerza y muchas lágrimas empezaron a salir, no podía ser cierto eso ¿Desde
cuándo? ¿Por cuánto tiempo lo mantuvieron en secreto? Estaba furioso y
emocionalmente triste.

-Lo siento mucho –dijo una voz de mujer desde mi espalda, era Suzanne-.
¿Puedo sentarme a tu lado o prefieres estar solo? –preguntó. Me encongí de
hombros como si no me importara, quería estar solo y pensar, pero su compañía
me hacía bien. Se sentó a mi lado y no dijo nada durante un momento, así que
decidí hablar yo.

-Ella va a morir –dije mirando al frente con lágrimas en los ojos.

-No digas eso, aquí está en buenas manos –dijo alentándome.

-Escuchaste al doctor, dijo que el cáncer estaba avanzado y yo sé que


todas las personas que presentan una enfermedad como lo es el cáncer... –tomé
pausa, las palabras que iba a decir a continuación sabía que me dolerían- siempre

206
mueren. –Añadí. Mis lágrimas bajaban con fluidez-. Yo no quiero que se vaya, no
quiero que me deje ¿Por qué la vida es tan injusta? Las personas que queremos
deberían permanecer con nosotros toda la vida. Aunque es natural que las
personas mueran sería conveniente que en lugar de que se vayan de este mundo
uno a uno... deberíamos morir todos a la vez, así evitaríamos el dolor del otro.

Suzanne pasó su mano por mi hombro dándome un abrazo fuerte, quería


salir de ese lugar y me levanté dejándola sentada, sin mirar atrás caminé hacia la
parada del autobús y vi a Suzanne de reojo caminar a mi lado.

-¿Hacia dónde vas? –preguntó curiosa.

-Quiero ir a casa, quiero estar en mi cama y dormir –dije sin ninguna


expresión en mi rostro.

*****

Suzanne terminó por acompañarme a casa. Recostado en la cama, se


sentó a un lado donde yo me disponía a dormir, no supe la hora pero era aún de
día por la luz de afuera que atravesaba el orificio de la ventana. Parpadeé
lentamente una y otra vez. Tomé la mano de Suzanne. –Quédate conmigo hoy,
sólo esta noche por favor –dije.

-Está bien, pero déjame hablarle a mi madre –dijo y se levantó saliendo de


mi habitación.

Miré un cuadro pequeño cerca del televisor, hacía tiempo que no lo veía,
era una foto de mi abuela y yo abrazados riendo, fue la pasada navidad, donde
hicimos una gran cena en su casa, todos nos divertimos, aunque siempre somos
cuatro; Owen, mi madre, mi abuela y yo. Pero fue un inolvidable momento, pensé
mucho sobre el tiempo que pasábamos horas hablando sobre cualquier cosa,
historias que ella contaba, algunas eran inventadas. Fue entonces cuando supe
que quizá no volvería a pasar otra navidad junto a mi abuela y que ya no
compartiríamos como lo solíamos hacer. Mis parpados cayeron y mi cuerpo se
acoplaba a la cama para estar cómodo.

207
Sentí la cama moverse lentamente, luego un brazo pasó por la abertura de
mi cintura y me abrazó apretándome por la espalda, abrí los ojos lentamente y vi a
Suzanne, me acomodé sobre su brazo.

Ella era todo lo que necesitaba, estar a su lado de un modo u otro me


reconfortaba.

-No te vayas nunca –surreré.

-Estoy aquí –dijo acariciando mi espalda.

-Si no estuvieras aquí no se lo que haría. Puede que estuviera sumergido


en el alcohol o… -iba a decir: Sexo. Pero ella me cayó colocando su mano en mi
boca.

-Estoy aquí –repitió.

-Te amo Suzanne –dije.

-Yo te amo mucho más –dijo.

Y dormí abrazado junto a ella.

208
CAPÍTULO 18

La vida es una mierda

L
a noche que dormí junto a Suzanne desperté y no estaba allí. Era
medio día, recuerdo que la busqué por todo los lugares de la casa y
no la encontré, mi celular estaba en la mesa de noche y decidí
marcarle, sin embargo, vi que tenía un mensaje de ella: He tenido que salir
temprano para ir a casa y cambiarme, hoy el Sr. Brown firmará el permiso en la
academia. He arreglado algunas cosas en tu cuarto; tu ropa en el suelo y he
limpiado un poco. En la cocina te he dejado el desayuno preparado. Cuídate. Te
amo. –Cuando leí ese mensaje miré hacia mi cuarto y estaba todo arreglado.
Desayuné o almorcé lo que Suzanne había preparado y luego volví a dormir.

Ha pasado casi un mes. Algunas cosas marchan bien; como mi relación


con Suzanne. Otras cosas simplemente están pasando y ya. He visto a mi abuela
durante todos los días después del trabajo, aún permanece en el hospital
internada, conectada a los aparatos haciendo que el proceso y el avance de la
enfermedad sea un poco más lento. Es difícil creer que todo eso le está haciendo
bien, ya no reí y la mayoría de las veces que estoy a su lado se encuentra
dormida.

Todo pasó como lo estaba pensando; mi madre y mi padre sabían sobre la


enfermedad mucho antes, me dijeron que no habían querido decirme porque no
querían que sufriera, sin embargo me enteré y me duele mucho todo lo que está
pasando. Owen también lo sabía, por esa razón se trasladó rápidamente de
España hasta aquí al enterarse de la noticia, se me hacía rara su actitud tan seria
desde el momento que había llegado; no pasábamos tiempos juntos como antes y
me preguntaba ¿qué le había pasado?, pensé que era la distancia y cambió todo
ese tiempo que no nos vimos, la verdad era que todo el cambio era una sola cosa:
la enfermedad de mi abuela Isabella. Durante varios días no dirigí ninguna palabra
a ninguno de ellos, me sentía traicionado y excluido, pero unos días más tarde

209
recapacité sobre ello llegando a la conclusión de que yo hubiese hecho lo mismo.
El dolor fue un poco atrasado pero al final llegó de igual forma. Puedes evitar el
dolor pero no puedes escapar de él.

Jossep suele acompañarme muchas veces al hospital, estuve yendo a


algunas de sus prácticas de boxeo y a una pelea del cual obtuvo mucho dinero
venciendo al oponente, significaba mucho para él, pues de esa manera podía
ayudar a su hermana y su madre. Se ha comprado un celular nuevo. Aún sale con
Marry y está enamorado de ella y como me lo dijo en un principio ha pensado en
proponerle matrimonio y me ha pedido que lo acompañe a comprar una sortija,
pero luego de juntar todo el dinero necesario.

Suzanne y yo definitivamente estamos hechos el uno para el otro, es como


si estábamos destinados desde el inicio de nuestra vida a estar juntos. Parece una
locura como se metió en mi corazón y me ha hecho ser un hombre nuevo, distinto.
Cuando estuve desde el otro lado de la historia viendo a personas que se
enamoraban jamás imaginé que fuera tan extraordinario, ahora que lo estoy
viviendo parece como un sueño, y si de algún modo esto es un sueño o algo
similar entonces no quiero despertar jamás. Hemos salido a pasear, tomados de la
mano, apreciando hasta las cosas más insignificantes. Estoy en un punto donde
mis sentimientos se están apoderando de cada parte de mí ser.

Más de una vez me ha pedido acompañarme a ver a mi abuela al hospital,


pero no he querido, o mas bien no deseo que ella nade conmigo en esta tormenta,
es demasiada desesperación, demasiada ansiedad, demasiada tristeza y no
quiero que le afecte como me afecta a mi. Ella me dice que se supone que
tenemos que estar en las buenas y en las difíciles, pero si ella comprendiera un
poco el hecho de que estoy cuidando de ella, protegiéndola de todos mis males
quizá comprendería lo afortunada que es.

Me ha servido de mucha ayuda conversar con Will, sus consejos y su


estrategias para no caer son buenas, le he hablado mucho de Suzanne y como
fue el momento cuando me aceptó. Lo enamorado que estoy y aún se impresiona
viéndome hablar de esa forma sobre el amor. También me ha dado técnicas para

210
despejarme un poco de los problemas (que técnicamente no funcionan en
absoluto).

La adicción al sexo sigue latente y no me deja en paz, he necesitado


acostarme con una mujer, mi cuerpo me lo pide. Cada vez que veo a Suzanne
pienso en como quiero tenerla sobre mi cama, pero me abstengo porque no quiero
que ella esté con un adicto y no quiero tenerla de esa manera. Me masturbo a
diario como siempre y sé que está mal pero es inevitable. Me he animado un poco
en ir al centro de rehabilitación que me ha recomendado Will y lo estoy pensando.

Hoy es el baile de invierno de Suzanne, el nombre del baile tiene lógica ya


que ha llovido casi todos los días, algunos días más fuertes que otros y la mayoría
de las veces el cielo está nublado, como hoy. Cada uno de nosotros tomó sus
asientos respectivos; Marry junto a Jossep seguido de mi asiento asignado.
Nuestro lugar era la tercera fila y teníamos la vista perfecta de la tarima; con una
escenografía con telas negras y grises por lo laterales y la superficie y al final un
fondo de un cielo nublado.

Todo el teatro estaba lleno de gente, el ruido de las personas hablando era
fuerte.

Recibí un mensaje de Suzanne: “Estoy nerviosa y no creo que pueda


hacerlo”.

“¿Dónde estás?” –respondí rápidamente.

“Detrás de la tarima”. –Leí y fui hasta allá dejando a Marry y Jossep. Subí
las escaleras y llegué a donde estaba Suzanne. Tenía el cabello amarrado en una
cola de caballo y maquillada de un color gris extravagante con escarcha dorada,
vestía un traje negro con dorado ajustado al cuerpo, resaltando su figura sexy. Ella
estaba pálida. Me miró. La abracé y estaba helada. Me alejé un poco tomando sus
hombros.

-Estás realmente hermosa –dije riendo-. Todo va a estar bien, ¿de


acuerdo?

211
Miraba al suelo y respondió: -Me voy a equivocar o me quedaré congelada
en el escenario y la gente se burlara de mí y... –la abracé de nuevo.

-No digas eso ¿Confías en mí? –Pregunté y asintió- entonces cuando


sientas miedo mírame porque yo voy a estar ahí desde el público y no te voy a
dejar sola. –Añadí besando su frente. Se relajó un poco y me regaló media
sonrisa.

-¿Hasta cuándo usted? –Dijo la profesora acercándose-, tiene que estar


en el público, mis muchachas necesitan mucha concentración y no creo que
usted... –Tomó pausa viéndome de arriba a abajo dando un suspiro- pueda
cooperar en eso. Me distraerás a todas las muchachas.

Reí un poco. –Déjeme despedirme -dije volviéndome hacia Suzanne-. Sólo


mírame ¿sí? –asintió

-Te amo -dijo.

-Te amo –dije besándola suavemente en los labios.

-Bien hasta luego –dijo llevándose a Suzanne hacia un cuarto. Giré para ir
de nuevo a mi lugar y tropecé de frente con una chica, estaba con traje de
bailarina, era la misma rubia por la que Suzanne estaba celosa cuando le pedí que
saliera conmigo.

-Que sorpresa –dijo de forma coqueta-, tú aquí de nuevo y solo. –Añadió


pasando la punta de su dedo por mis labios bajando por mi cuello hasta la parte
baja de mi abdomen, me tensé un poco, esta mujer me estaba seduciendo. En
otro momento la hubiera follado en este mismo lugar.

-Vine a ver a mi novia, Suzanne –dije.

-Pero también me puedes verme a mi –respondió colocando su mano en mi


pecho y bajando lentamente hasta la hebilla de mi pantalón.

-No creo que a Suzanne le guste esto –dije serio.

-No me interesa en lo absoluto lo que a ella le guste.

212
-Pero a mí si me interesa –dije quitando su mano de mí-, ella es mi novia y
no quiero que se moleste o terminemos mal por culpa de un tercero. Así que lo
mejor es que no te acerques a mí sin que ella esté presente. –Finalicé y la ignoré
por completo yéndome por el pasillo.

Antes de bajar las escaleras un grupo de chicas estaban ensayando en un


cuarto, me llamó la atención ver como trataban de hacer una pirámide entre todas,
se necesita mucha concentración y equilibrio para lograr hacer eso. Una de las
chicas que se encontraba de puntas me miró y pronto cayeron todas al suelo.

-¡¿Qué te sucede?! ¡¿Quieres perder la competencia?! –le gritó una a la


otra que perdió el equilibrio. Se veía muy molesta. Fue mi culpa, ella lo estaba
haciendo bien, fui yo quien la distraje.

-Eh, lo siento –dije pasando al cuarto. Ninguna de ellas había notado mi


presencia-. Es mi culpa, yo… sólo estaba mirando e imagino que al notar mi
presencia giró su cabeza y perdio el equilibrio.

Cualquiera diría que estuve exagerando pero todas mordieron sus labios al
verme.

-Cualquiera perdería la cabeza al ver a tan semejante hombre –dijo la chica


que hace un instante estaba molesta y de la nada ahora sonreía.

-¿Qué haces aquí? –preguntó otra chica.

-Yo… he… viendo.

-No me refiero a aquí –dijo señalando el cuarto-. Me refiero a aquí –enfatizó


señalando a todo el lugar.

-Ah eso –reí-. Estoy aquí por el amor de mi vida.

-Era de esperar que todo no iba a ser tan perfecto –comentó desilucionada.

Medio sonreí.

-Bueno. Suerte en su presentación –dije-. Y espero no pierdan de nuevo el


equilibrio –añadí antes de irme.

213
Caminé hacia los puestos del público y escuché gritar: “¡todo va a estar
bien si no te vemos de nuevo!”. Luego hubo carcajadas divertidas.

El baile casi comenzaba. Las luces se apagaron. Empezó a sonar una


música instrumental, nunca la había escuchado, pero supuse que era de ballet y
todas las chicas empezaron a salir en una fila larga, colocándose una en
posiciones distintas y moviendo sus manos atrás y hacia delante, las luces del
escenario cambiaban de colores temporalmente. La música cada vez se hacía
más rápida y todas se movían a su ritmo, parecían elásticas como si no tuvieran
ningún hueso que le impidiera hacer los movimientos flexibles, no veía a Suzanne
por ningún lado, pronto el ritmo paró y todas se quedaron como estatuas dejando
el espacio del frente despejado. La luz fue tenue y empezó a escucharse un
sonido de lluvia y luego rayos, era especie de una tormenta, fue entonces cuando
salió Suzanne caminando como modelo moviendo sus manos en forma de espiral
lentamente, la música era lenta, el sonido y el momento hacía de Suzanne la
protagonista del show.

Llegó al frente.

Se quedó inmóvil y el reflector alumbraba su rostro, dio media vuelta dando


la espalda al público. No se movió por un instante y tuve la sensación de que
saldría corriendo asustada o se iba a desmayar. Se giró, esta vez mirando al
frente, buscándome entre el público. Me miró, sonrió y asentí hacia ella sonriendo.
Fue en ese momento cuando caminó por la tarima y con la punta de uno de sus
pies dio muchas vueltas, saltaba y hacía movimientos flexibles, el calor recorrió
todo mi cuerpo al ver la manera tan sexy como se movía, estaba ahora excitado,
sonreí y me sentí tan afortunado de tener una novia tan sexy y hermosa. La
canción terminó y en un salto alto cayó sobre la tarima con las piernas abiertas en
una línea recta. Ese era su movimiento final.

Mi mente ahora pensaba en Suzanne lanzándose de esa misma manera


sobre mi pene y casi no podía con tan excitación. La deseaba ahora mucho más
que siempre.

214
Todos nos levantamos aplaudiendo y muchos gritos y silbidos se
escuchaban; Marry gritaba eufórica y Jossep aplaudía sonriente. Todas las chicas
se colocaron en frente del escenario haciendo reverencia hacia nosotros. Suzanne
me miró y sonreí levantando mis puños con el dedo pulgar arriba en señal de
admiración.

Ellas, con ese baile, abrieron la presentación del Baile de invierno. Seguido
de ellas llegaron otro grupo de bailarinas quienes hacían sus movimientos y saltos
continuos. Otros grupos hicieron lo mismo. Vi muchos grupos haciendo el típico
baile una y otra vez, casi me estaba durmiendo, esto era realmente aburrido, la
emoción la viví en un principio cuando vi a Suzanne bailando, lo demás me
importaba una mierda.

Cuando finalmente todo terminó pasaron todos los grupos a la tarima. Una
señora bastante elegante se paró en frente de todos con un micrófono y un sobre
en su mano.

-Buenas noches –dijo-. Espero que les haya gustado ver a estar hermosas
participantes de distintos países. Es increíble como cada una estas chicas posee
esa gran pasión por el ballet, logrando hacer de este baile algo mágico, lleno de
color, alegría… -y montones de cosas que dijo que al final no escuché. Todos mis
sentidos estuvieron conectados en Suzanne, verla allí me hizo sentir el hombre
mas afortunado del planeta. Independientemente de si ganase o no, para mí
siempre sería la mejor bailarina de todos los tiempos-. En mis manos tengo el país
ganador de este año.

Todas las chicas estaban a la espectaviva, al igual que nosotros desde


nuestro asiento. Aun no logro entender porqué tienen que tomar una pausa de
aproximadamente treinta segundos antes de decir el nombre de los ganadores en
todas las premiaciones; dan un suspiro, se ríen, y vuelven a decir: “Los ganadores
son…”. Es una completa tortura.

-El país ganador es… -de nuevo la maldita pausa.

215
-¡Rayos! ¡Diga de una vez por todas! –grité. Varios rieron, incluso la señora
que se tomaba su tiempo creando en nosotros una desesperación.

Esta sensación se parecía tanto a la Hipersexualidad: corazón latiendo a


una rápida velocidad, sudoración, impotencia, ganas de gritar, desesperación.
Aunque la comparación no es la adecuada y no se parece tanto, es casi similar.

Recuerdo una vez cuando Will dijo que para ser alguien adiccto me lo
tomaba muy a la ligera. Estaba en lo cierto. Creo que si nunca hubiese conocido a
Will viviría una vida común; sexo, sexo y más sexo. Tengo que admitir que
algunas veces las ganas de eyacular son insoportables y difíciles de controlar,
sobretodo cuando estoy en público, en cambio en casa puedo apasiguarla con
masturbación. Los más ridículo de todo es cuando un día te levantas y vez que
tienes tu vida completamente arruinada y no sabes si es mejor volver a dormir o
tratar de arreglar un poco el desastre en el que te has convertido.

Muchas veces creo que es algo mental, eso de que soy adicto, tal vez sea
una mentira, tal vez muchas otras personas desean tener relaciones sexuales
tanto como yo y pueden vivir una vida normal. Si, todo es mental. Pero de ser así
entonces es bastante grave ¿Quién puede ganarle a la mente? ¿Quién puede
controlar sus pensamientos? Somos personas que podemos controlar la mayoría
de las cosas en todo el planeta, tenemos el dominio entre todas las demás
especies, gobernamos la mayor parte de la vida e inexplicablemente estamos
sometidos ante el gran poder que la mente ejerce sobre cada uno de nosotros.
Que ironía.

Sorprendentemente no me sentía excitado, por ahora, aunque al ver a


Suzanne esa sensación volvía y me imaginaba el momento donde estaríamos
juntos, teniendo sexo alocado, ella encima de mí con las piernas abiertas o yo
encima de ella. No interesaba cómo estar, me interesaba simplemente estar. No
puedo esperar para estar con ella. Lo anhelo con todo mí ser.

216
-¿Acaso soy el único que quiere ir hasta donde está esa señora, quitarle el
sobre, patearle el trasero y decir de una vez por todas el grupo ganador? –dijo
Jossep ansioso.

Era una excelente idea.

-Ya lo va a decir –comentó Merry- ¡Callénse hombres!

-Muy bien. Creo que ahora si sabremos el nombre del país ganador –dijo
abriendo el sobre con toda la paciencia que puede existir en una persona. Cuando
por fin sacó la hoja dentro del sobre tomó una respiración profunda: -¡Felicidades
Francia!

Todos comenzamos a gritar, aplaudir y saltar como locos.

Estaba feliz por el triunfo de Suzanne, sabía que a partir de ahora ella junto
con las demás chicas tenía un futuro más que asegurado. Ellas desde la tarima se
abrazaban y gritaban. Recibieron de mano de unas personas que parecían ser
famosas -en algún lugar que no conocía- un reconocimiento por haber sido las
ganadoras.

La felicidad individual es bastante agradable, pero la felicidad compartida es


mucho más placentera. Creo que los dos entendíamos eso muy bien. Desde que
conozco a Suzanne todo se ha vuelto mas claro, no me arrepiento de mi pasado
porque de algún modo todo lo que he vivido me ha llevado hasta ella. Es decir; si
no hubiese conocido el sexo como me lo enseñó aquella muchacha de la infancia,
si no me hubiera masturbado tantas veces como me fue posible, si no hubiese
conocido a montones de mujeres con las cuales tuve mucho sexo, hasta ahora no
fuera Hipersexual, por ende no llegaría el punto donde sintiera que era demasiada
excitación en mi organismo y jamás llegaría al consultorio de Will, por consiguiente
no saldría esa noche de aquella sesión y nunca habría detenido el autobús para
que Suzanne subiera en él y tropezara conmigo. Es increíble como de las cosas
malas siempre sucede algo bueno.

Las personas se estaban dispersando, casi todos hacían cola para salir de
la academia.

217
Otros eran amigos o familiares de las bailarinas, las abrazaban
emocionados. Suzanne llegó hasta mi lugar y saltó hacia mí colocando los brazos
alrededor de mi cuello, la tomé de la cintura y nos besamos durante varios
minutos, su felicidad era notable y yo estaba igual de feliz por su gran
presentación.

-Felicidades –susurré contra sus labios.

-Gracias –contestó emocionada.

-Estuviste realmente hermosa. Te amo –dije volviéndola a besar.

-Te amo Max –dijo.

-Uh, disculpen la interrupción pero Marry también quiere felicitarla. –Dijo


Marry de forma sarcástica con una sonrisa en su rostro, solté a Suzanne y las dos
se abrazaron saltando y gritando emocionadas.

-No me pareció gran cosa –dijo Jossep riendo.

-No seas malo –regañó Marry dando un pequeño golpe en su brazo.

-Sabía que podías hacerlo. Aunque cuando te quedaste inmóvil pensé que
te ibas a desmayar –dije riendo.

-Hice lo que me dijiste –dijo Suzanne mirándome. Sabía entonces que sus
sentimientos hacia mí eran grandes, yo la calmaba, al igual que ella a mi,
definitivamente estamos hecho el uno para el otro en circunstancias diversas.

-¿Tu madre no vino? –preguntó Jossep.

-Sí. Incluso trajo a Sussie pero se tuvo que ir rápidamente, tiene trabajo hoy
y pues... –Suzanne se encogió de hombros.

-Pero estamos aquí nosotros, somos tu familia –dijo Marry abrazándola.

-Hey –dijo una chica acercándose a nosotros. Era una de las que estaba
enojada porque otra chica había perdido el equilibrio en aquella habitación-. ¿Te
diste cuenta que no nos volvimos a caer? –comentó.

218
Todos la miraron y al ver que sus palabras eran para mí miraron en mi
dirección.

-Estupendo –comenté. Ni siquiera había prestado atención a su


presentación y aunque la hubiese visto no comentaría algo más, debía ser
cortante puesto que la mirada de Marry era amenazadora y la de Suzanne era
mucho peor.

-Tal vez deberíamos conocernos mejor –dijo la chica sonriente-. Hay


lugares en tu cuerpo donde podría caerme y te aseguro que te gustará.

La boca de Marry se abrió tanto como le fue posible.

Suzanne hervía de la rabia.

Jossep tenía los ojos como platos y casi no contenía su risa.

Y yo estaba como: “¿Qué mierda?”

Todo esto sucedía desde antes, pero nunca con Suzanne a mi lado. Le dije
que tenía novia. No es mi culpa que con todo y eso ella venga a buscarme. Es una
chica con agallas.

-¿Disculpa? –dijo Suzanne intentando parecer relajada pero no le salió muy


bien del todo.

-Oh, oh. Esta será una gran pelea –susurró Jossep en mi odio. Lo golpeé
con mi codo y aguntó el dolor.

-¿Tú quien eres? –preguntó la chica.

-Yo se muy bien quien soy. La pregunta aquí es ¿Quién eres tú? –soltó
Suzanne.

-Que te lo explique él –sonrió señalándome.

Mierda.

219
-Oh. La conocí en la parte de atrás de la tarima… -creo que esa respuesta
no iba a mejorar las cosas, por la cara de Suzanne la estaba emperando- a decir
verdad ni siquiera la conocí sólo nos vimos.

Suzanne negó con la cabeza al borde del colapso.

-Muy bien. Voy a ponerte las cosas muy en claro –dijo a la chica-. Max es
mi novio, es mío ¿comprendes? Y por tu bien será mejor que te alejes de nuevo
por donde viniste porque de no ser así estas uñas… -le mostró sus manos-
estarán llenas de la piel y la sangre de tu rostro.

¡Wao! Verla tan enojada y escuchar esas palabras me calentaron bastante.


No pensé en Suzanne alguna vez comportándose de esa manera para defender lo
que era suyo, porque sí, soy suyo. Ella estaba en lo correcto.

-¿Asi que te llamas Max? –dijo la chica ignorando lo que Suzanne decía.

-Sí. Soy Max Brown –comenté acercándome a Suzanne abrazándola.


Debía terminar esto antes de que ocurra una pelea-. Y ella es mi novia. Te pido
respeto por favor.

-No importa tu novia.

Maldición.

Abracé a Suzanne con más fuerza para detenerla de que saltara encima de
ella.

-Bien. A ti no te importa, pero a mí si. Ella es toda mi vida, es lo mejor que


tengo y soy todo suyo. Llegaste tarde.

-Está bien. Creo que no tengo ninguna oportunidad.

-Nop. Estamos enamorados, la amo con todo mi ser y pues… -besé los
labios de Suzanne y respondió a mi beso de una manera como nunca antes lo
había hecho, colocó las brazos alrededor mi cuello halándome hacia ella con
fuerza. Bajó sus brazos por mi espalda marcando territorio y me apretó el trasero
con ambas manos. Su cuerpo perfecto en mis manos era lo más celestial que

220
podía existir, sus curvas en las caderas y hermoso culo me hacían babear. Ella
estaba completamente celosa, y se que con este beso me estaré ahorrando una
gran discusión. Lo tengo bajo control. No puedo permitir que esté enojada en el
mejor día de su vida y menos por mi culpa-. A Suzanne la amo más que
nada –dije al separar nuestros labios.

La cara de la chica estaba de película, con la boca abierta formando una “o”
y los ojos tan amplios como si le fueran a salir.

-Eh. Disculpen por todo –dijo y salió corriendo.

Marry y Suzanne se miraron por un momento y sonrieron chochando sus


manos. Parecían divertirse.

-Eso ha sido grandioso –dijo Marry con una gran sonrisa.

-Juro que iba a matarla –dijo Suzanne.

-Es una zorra de lo peor –comentó Marry.

-Estuvo bien ese beso –dijo Jossep-. Marry tienes que besarme así. Por
Dios, fue genial.

-Ven para mostrarte –dijo Marry y se acercaron besándose con mucha


pasión.

Los dejé a un lado para mirar a Suzanne suspirando.

-Si no me hubiese besado y no hubieses dicho todo lo que dijiste estarías


en graves problemas. Pero te felicito –dijo extendiendo su mano en mi dirección.

La tomé y la sacudimos.

-Todo por defender a mi novia celosa.

-Yo no soy celosa.

-No más discusiones –la arrastré hacia mí con fuerza y la besé con pasión-.
Si lo eres susurré en sus labios –la volví a besar.

221
-¿Les parece si tomamos algo para celebrar? –sugirió Jossep y Marry
sonrió apoyándolo, Suzanne me miró esperando que yo dijera algo.

-No puedo, quiero ir a visitar a mi abuela. –Respondí.

-Quiero ir esta vez contigo –dijo Suzanne.

No podía negarle eso y mucho menos hoy.

-De acuerdo.

*****

Marry y Jossep siguieron con su plan y yo me fui hasta el hospital con


Suzanne luego de esperar que se cambiara y se quitara el maquillaje. Ahora
Llevaba un pantalón y franela suelta, aun tenía su cabello amarado en una cola de
caballo. Me sentí un poco nervioso cuando entre a hospital porque nunca había
venido con ella, desde el día que me enteré de la enfermedad no quise que
viniera, no quería incluirla en todo mi dolor, quería mantenerla alejada de eso. Así
que hoy sería la primera vez que ella conocería a mi abuela.

Al llegar vi a mi madre, Owen, mi padre, el tío John y Paul quienes estaba


saliendo de la habitación de mi abuela, en una esquina estaba Calvin con lentes
oscuros, saludé a cada uno y presenté a Suzanne a toda mi familia, no fue el
momento más oportuno para presentar a mi novia y menos en la situación en la
que nos encontrábamos pero no se trata del momento, se trata de la oportunidad y
esta era una de ella.

-Es un placer conocerte –dijo mi madre sonriente a Suzanne-. Mi hijo es lo


más hermoso que puede existir. Te has ganada el cielo con él.

-Basta de halagos –dije y Suzanne sonrió abrazándome.

-Eres la primera novia que me presenta.

-¿En serio? –preguntó Suzanne.

-Sí. Mi madre siempre a creido que soy gay.

-Oh. ¿No lo eres o si? –preguntó Suzanne.

222
-No –dije al borde del colapso. ¿Cómo se atreve? Le voy a enseñar lo que
realmente soy para se deje de andar pensando tonterías. Me acerqué a su oído-.
Si vuelves a decir algo como eso te voy a follar en el mismo lugar donde estemos
y te arrepentiras por haber dicho tal cosa.

Pude ver a Suzanne mas sonrojada que nunca. Eso me causó un poco de
excitación. Se mantuvo pensativa durante varios segundos.

-¿Si lo digo ahora me lo harías aquí en frente de todos? –preguntó en voz


baja para que solo yo escuchara.

-Atrévete y veras de lo que soy capaz. –obviamente no lo haría delante de


mi familia, pero si la arrastraría hasta los baños o una habitación vacía si me
llegase a provocar.

-Muy bien tórtolos. Basta de amores en público –habló mi madre. Pero


ninguno de los dos se giró para verla, Suzanne y yo manteníamos la mirada fija
uno en otro. Me encantaba ver su rostro sonrojado por mí, mi pene cobraba vida
debajo de mi pantalon y a como de lugar quería salir en busca de algo que ella
tenía. Fue entonces cuando mi madre se paró en medio de nosotros cortando toda
tensión.

-¿Mi abuela? –pregunté acomodando mi camisa, realmente no había nada


que acomodar mas que el bulto del pantalón. Suzanne lo miró de forma descarada
y estuve a punto de explotar. La miré levantando una ceja y ella levantó las dos
mordiéndose el labio inferior. Maldición, si sigue haciendo eso no me importará
hacerlo en un baño con ella en la primera vez.

-Ella está adentro.

-Te presentaré a mi abuela –dije a Suzanne. Le tomé la mano y antes de


entrar le susurré: -Luego vamos a arreglar esto –señalé el bulto de mi pantalón y
asintió sonriendo.

Pasamos a la habitación cerrando la puerta al pasar. Mi abuela yacía


acostada, sin fuerzas, la palidez en su piel era impresionante, como la de una

223
persona que nunca ha estado expuesta al sol. La enfermedad había avanzado de
forma impresionante: su corto cabello había desaparecido, a todas las personas
que sufren de cancer les pasa eso, supongo que es por el tratamiento. Mi abuela
vestía una bata azul del hospital.

Me miró emocionada.

-Abuela, he traído a alguien que quiero que conozcas –dije acercándonos


hasta su cama-. Yo te he hablado mucho de ella. Su nombre es Suzanne West.

-¿Tu novia? –Asentí-, al fin te conozco –dijo volviéndose hacia Suzanne.

-Un placer conocerla señora –dijo Suzanne.

-Maxi, eres un hombre afortunado, esta chica es muy hermosa –dijo


volviéndose hacia mí.

Suzanne sonrió.

-Yo también soy muy afortunada –dijo. Y me enamoré aún más con sus
palabras. Nadie me había dicho eso jamás, que ella lo dijera me daba a entender
que yo significaba mucho para ella aunque realmente Suzanne significaba mucho
más para mí, era mi todo, la parte que me completaba, la pieza faltante en mi vida.
La había encontrado.

-¿Te digo un secreto? –Preguntó mi abuela a Suzanne y ella


asintió-, bueno, él te ama –sonrió-. Créeme, Maxi te ama, nunca lo había visto así
de esa manera. Nunca lo había visto sonreír así, tienes que ver la forma en la que
se le dibuja una sonrisa en sus labios cada vez que me habla de ti, pensé que
eran cosas de una vieja loca como yo, pero ahora que estas aquí veo que esa
sonrisa babeante que tiene en su rostro no es más que la de un hombre
enamorado.

-Abuela. –Reclamé. Suzanne me miró sonriente y yo sonreía igual.

-Maxi vete, sal un momento, quiero hablar algo muy importante con
Suzanne. –Sugirió abuela.

224
Salí de la habitación y todos me miraron confundidos, cada uno tenía cara
de espanto, al parecer mi madre se había quedado, en su rostro tenía ojeras
gigantes, vestía ropa cómoda, un mono y un suéter gris grade, en cambio mi
padre siempre de traje y mi hermano jean y camisa verde, John y Paul se habían
ido al cafetín.

Había imaginado a mi familia de nuevo en una mesa, todos juntos como


aquella vez, me preguntaba si alguna vez pasaría de nuevo, de igual modo me
preguntaba cuándo sería el día en el que mi abuela estuviera de nuevo en casa
viendo televisión o contándome alguna de sus historias. Durante los días
anteriores los doctores decían que todo iba en mejora y que tal vez en dos días
podría regresar a casa, pero cuando llegaba el día le surgían unas convulsiones
inesperadas que hacían posponer su retorno a casa.

Nunca supe y no quiero saber qué tipo de cáncer tiene. Da igual. El cáncer
en cualquier parte del cuerpo es el mismo para mí; consume y mata lentamente a
las personas. Lo que siempre he querido saber es sobre su mejoría, que me digan
que va estar bien, pero todos estamos a expectativa de lo que pasará mañana o el
día después de mañana. Todo era incierto.

Pasaron varios minutos cuando la puerta se abrió, Suzanne asintió con la


cabeza y tenía los ojos rojos, había llorado. –Quiere que entres –dijo y caminé
hasta el cuarto-. Te espero aquí –Añadió.

Entré.

Me acerqué hasta un extremo de la cama sentándome. -Acuéstate a mi


lado –indicó mi abuela moviéndose para yo acostarme. Quedé justo al lado de ella
y tomó mi mano. -Te voy a contar una historia –comenzó-, es sobre caballos. Un
día estaba un caballito junto a su madre en el bosque comiendo pasto, este
caballito era feliz, vivía una gran vida, incluso su madre siempre estaba a su lado.
Un día llegaron unos cazadores, le dispararon a mamá caballo y murió, nunca
olvidó la cara del hombre que mató a su madre, el caballito se encontraba muy
triste pues no tenía a nadie más, fue capturado por los cazadores, lo llevaron

225
hacia un establo y cada vez que necesitaban una mudanza o cargar algo pesado
usaban al caballo. Se convirtió en un caballo grande y siempre trabajaba para
ellos. Hasta que un día uno de los hijos de los cazadores jugaba cerca del establo
y vio al caballo triste, cansado y sucio, tal vez su buen corazón hizo que abriera la
puerta y el caballo salió corriendo y se fue. –Finalizó.

-Pero no tiene sentido –dije confundido.

-Soy una anciana y ya no tenga la misma capacidad de contar historias


creativas –soltó una carcajada y parecía dolerle-. Además. La vida tampoco tiene
sentido y estamos aquí en este mundo tratando de vivirla –susurró.

-Esa historia tiene que tener otro final y una buena reflexión –sugerí-.
Cambiemos el final. Añadimos que el cazador que mató a su madre, estaba cerca
del establo y un hombre malo llegó con una navaja y apuñaló al cazador porque le
tenía rabia o envidia –reí-, entonces el hombre malo abrió la puerta del establo
para liberarlo y el caballo sintió la libertad y se alegró, entonces miró al hombre
desangrándose y permaneció quieto durante un momento y corrió hacia la puerta,
la sorpresa se la llevó el hombre malo cuando el caballo lo golpeó con su cabeza
arrastrándolo hacia el suelo. El grito del hombre alertó a los otros cazadores y
llegaron rápidamente. Vieron lo ocurrido y culparon al caballo pues los dos
hombres habían muerto. Con un disparo mataron al caballo –concluí.

-Ese final está mucho mejor, pero es muy triste –respondió.

-La reflexión es... –tomé pausa- que la vida es una mierda –reí y mi abuela
también lo hizo.

-Cuando yo no esté contigo o con ustedes. Tienen que continuar con sus
vidas y ser muy felices.

-No digas eso. Tu vas a estar con nosotros siempre –apreté su mano con
fuerza.

-Escúchame bien… –dijo y mis lágrimas comenzaron a salir.

226
-Si tú te vas dejarás un gran vacío dentro de cada uno de nosotros. ¿Quién
me contará historias divertidas? ¿Quién me regañará por ser un mujeriego?
¿Quién….? –corté mis palabras porque la voz se me cortaba entre el llanto.

Besé su mano suave y débil.

Luego de unos momentos en silencio aún permanecía en la cama con mi


abuela y dijo: -La vida puede ser dura Maxi, pero no tienes que dejarte vencer por
ella, gana, gana la batalla y nunca desmayes. Promete que serás fuerte pase lo
que pase, incluso cuando yo no esté, ¿entendido? –preguntó.

No imaginaba una vida sin ella pero de igual modo asentí.

-Lo prometo. –Extendió la palma de su mano y yo lo hice igual, su mano era


más pequeña que la mía.

-Te amo Maxi. –Susurró. Su mano cayó de golpe sobre mi pecho y en la


pantalla del electrocardiografo hubo una línea recta con el sonido seguido de un
chillido.

-Te amo abuela. –Dije mirando el techo.

Mi abuela había muerto justo en ese instante, su corazón dejó de palpitar y


murió sin ningún dolor. No me atrevía a mirarla, yo sólo miraba el techo llorando.
Quería estar con ella durante unos instantes más creyendo que no se había ido,
creyendo que aun estaba conmigo y que sólo se había quedado dormida y luego
despertaría. Pero dentro de mí estaba eso que llaman: realidad. Es la que mata
los sueños, la que acaba con cualquier esperanza. Ella me decía que había
muerto de verdad y que ya no la volvería a ver ni a escuchar.

Si cuando nacemos tendríamos un único deseo que utilizaríamos en algún


punto de nuestra vida sin duda alguna desearía que mi abuela nunca hubiese
tenido ese maldito cáncer que me la arrebató. Acabo de perder alguien importante
en mi vida ¿Hay vida después de la muerte? Si la hay entonces ¿En donde se
encuentra ahora? ¿Con Dios? ¿Existirá el cielo? ¿Se habrá convertido en un
angel que me cuidaría a partir de ahora? ¿Tengo ángeles que cuidan de mí o

227
demonios que me atormentan? Todas esas preguntas rondaban en mi cabeza y
sólo encontraré respuestas el día en el que yo también muera, o tal vez nunca
consiga respuesta.

La puerta se abrió y mi madre dio un pequeño grito ahogado, luego se


escuchó el sonido de su llanto, pronto entraron todos y empezaron a llorar
abrazándola. Me levanté de la cama y me dirigí hasta la pared, me senté en suelo
con las rodillas flexionadas hasta mi pecho. Lloraba, muchas lágrimas bajaban de
mis ojos, no podía creer que mi abuela ya no estaría para darme un consejo o
regañarme cuando lo merezca. Estaba en shock y sentía mi corazón rompiéndose
en mil pedazos, maldita sea, odio la vida y lo injusta que es. No me había dado
cuenta que Suzanne estaba sentada a mi lado, me abrazó y yo comencé a soltar
sollozos, me dejé caer sobre su hombro y soltaba el llanto contra su cuello
abrazándola.

*****

El funeral fue algo rápido, fueron familiares que jamás había visto, mi madre
me los presentó a cada uno, también estaba mi tío John y Paul junto a sus hijos,
Owen, mi padre, amigos cercanos y vecinos, Jossep, Marry, Suzanne y yo. Todos
vestidos de negro; yo tenía una chaqueta de cuero negra y Jossep también, Marry
un camisón con pantalón negro y Suzanne un vestido hasta la rodilla, la mayoría
lloraba. Cada uno se acercaba a la urna donde estaba abuela, no me atreví a
acércame, permanecí a distancia de ella. Me tomé de la mano con Suzanne y miré
de lejos todo lo que ocurría hasta que todo terminó.

228
CAPÍTULO 19

Las fotos

-¿ Cómo te sientes hoy? –preguntó Jossep sentado sobre mi


mesa de noche viendo la televisión. Él Acababa de llegar del
entrenamiento de boxeo, tenía mono azul y franela blanca. Olía
a perro remojado.

-Creo que moriré de anorexia –dije acostado en mi cama, yo estaba en


short mirando la televisión también. Mis comidas diarias eran pocas, a veces solía
comer una sola vez durante el día.

Desde el funeral no salido de casa, ni siquiera he ido al trabajo, creo que fui
despedido. Pregúntame si me importa algo tan siquiera. Suzanne algunas veces
viene, son mas las veces que no está que las que está, tal vez no sabe que
decirme o no sabe que palabras de aliento darme. Y no creo que alguna sirva, me
gusta que me de mi espacio para mi depresión diaria.

-Yo tengo la solución, vamos hoy a un bar y acabamos todo el alcohol de


ese lugar –sugirió emocionado.

-Sabes que dejé eso atrás cuando conocí a Suzanne –comenté.

-Pero vamos todos, tú llevas a Suzanne y yo a mi hermosa Marry –dijo


babeando. Me parecía agradable la idea, hacía varios días que no me divertía,
habían pasado tres semanas desde que murió mi abuela y la verdad necesitaba
salir de algún modo.

-Pero lo primero que tienes que hacer es quitar ese olor repugnante que
tienes –dije frunciendo mi nariz. Jossep tomó una de mis camisas en el suelo
envolviéndola como pelota lanzándomela a la cara.

-Nos vemos en la noche, yo le escribiré a Marry, tú habla con Suzanne. Le


diré a un amigo que me preste su auto para irnos cómodos. Paso por aquí mas

229
tarde. –Dijo y se salió del cuarto corriendo, escuché la puerta sonar y luego no oí
nada más.

Se había ido.

Tomé el celular de mi cama y tenía muchos mensajes y llamadas perdidas


como todos los días, todos me escribían para darme el pésame por mi abuela.
Ignoré todo eso y llamé a Suzanne.

-Jossep, Marry, tú y yo vamos a un bar hoy –dije cuando al otro lado de la


línea escuché que habían contestado.

-Yo no tengo edad para ir a un bar –escuché decir a alguien. Era una niña.

-¿Sussie? –pregunté.

-Si –respondió y reí.

-¿Cómo estás princesa?

-Muy bien Max. Mi hermana está tomando una ducha.

-Dile que yo la he llamado y que quiero hablar con ella. –Indiqué.

-Está bien. –Respondió y colgué.

Comí algo de estofado que trajo mi madre ayer, lo recalenté dejando un


poco para luego. Miré la hora en mi celular y eran las 5:00 pm. Me fui a duchar y al
salir escuché mi celular sonar, era Suzanne.

-¿Qué tal vas? –Preguntó- he recibido el recado de mi hermana


traviesa. –Rió.

-Entonces ¿Vamos?

-¿Te sientes preparado? Porque si no puedo ir a tu casa y pasamos toda la


noche viendo películas –sugirió.

-Esa idea me parece más interesante –respondí en tono divertido. Tenemos


una conversación pendiente desde el dia en el hospital y aun no hemos hablado

230
nada al respecto-, pero ya Jossep se animó y necesito salir de estas cuatro
paredes.

-Voy a llamar a Marry para ponerme de acuerdo con ella en algunas


cosas –dijo alegre.

-Cosas de chicas ¿no? –pregunté.

-Sí. Hasta luego, nos vemos más tarde. –Colgó.

Ya era de noche y no estaba listo, tenía el paño alrededor de mi cintura, el


desánimo arropó mis ganas de salir, tal vez no era el momento para despejarme,
aún tenía vivo el dolor por el fallecimiento de una persona que era muy importante
para mí.

Acostado en la cama escuché un carro afuera mi casa tocando corneta.


Jossep, Marry y Suzanne estaban ahí, entraron a la casa y el cambio de Jossep
era agradable; camisa, pantalón y zapatos negros, al menos ya no olía a perro
remojado, Marry tenía un vestido negro con tacones altos, su melena era ondulada
y hermosamente maquillada. Mi quijada cayó al ver a Suzanne, mi pene estuvo
erecto en una fracción de segundos, el paño evitaba que se notara. Su vestido era
rojo ajustado a su cuerpo hasta unos centímetros más arriba de sus rodillas, su
maquillaje resaltaba sus ojos, sus labios pintados de rojo los cuales quería
arrancar de lo provocativos que eran, tacones altos negros y su cabello liso
completo.

-Creo que tendré un ataque al corazón –dije mirándola, y se sonrojó.

-A mí me dará el ataque –regañó Jossep-, ¿Por qué mierda no estás listo?

-Había decidido no ir pero ahora que veo a Suzanne no dejaré que vaya sin
mí, no quiero que ningún idiota se le acerque. –Dije. Tomé a Suzanne por el brazo
y la llevé hasta mi cuarto cerrando la puerta tras de mí.

-¡No se tarden mucho por favor! –gritó Marry desde afuera.

Ignoré lo que dijo.

231
-Tú y yo tenemos un asunto que arreglar –solté excitado.

-¿Ahora? –preguntó sonrrojada. Me acerqué a sus labios y la besé con


pasión, con un leve movimiento quitó el paño dejándolo caer al suelo. Bajó su
mirada hacia mi pene erecto y luego volvió a mirarme llena ansiedad y pasión.

-Voy a hacerte mía –tomé su trasero en mis manos-. Estaras en mis brazos
y te entregaras entera ente mí.

Suspiró levantando su cabeza y besé su cuello. El calor que emanaba de


ambos inundaba la habitación. Tomó mi erección en su mano haciéndome excitar
aun más. La deseaba como nadie, quería poseerla de todas las maneras y llenarla
de placer.

-Y tú serás mío completamente.

-Todo lo que ves –subió y bajó su mano masturbándome, solté un gemido


al igual que ella- y por supuesto todo lo que tocas te pertenece.

Tocaron la puerta pero no me aparté de ella ni de su mirada.

-¡Los estamos esperando aquí! –dijo Marry. Y gruñí. Suzanne sonrió y con
mucho enojo fui en búsqueda de mi ropa mientras ella se deleitaba observándome
desnudo caminar por el cuarto colocándome la ropa.

-Esto no ha terminado –dije besando sus labios.

*****

Llegamos al bar Harrison Water, yo vestía una camisa gris, pantalón y


zapatos negros. Aparcamos el auto en el estacionamiento, era un deportivo de
color negro.

Entramos.

El lugar tenía las luces de colores y un Dj colocando música electrónica, el


ambiente era bastante agradable, mucha gente bailando, saltado en la pista y
algunos conversando y riendo desde la barra. El barman servía los tragos, nos
acercamos hasta la barra, Jossep pidió licor para nosotros, cada uno tenía un

232
vaso y Marry sugirió que hiciéramos un brindis; por todo el momento, por estar ahí
y porque la noche durase toda la vida. Jossep y Marry no perdieron el tiempo y se
fueron hasta el centro de la pista de baile, los perdí entre la gente. Miré a Suzanne
y me acerqué hasta ella.

-Hermosa ¿quieres bailar? –preguntó un hombre rubio alto a Suzanne.

-No. –Contesté enojado.

El hombre me miró. –Estoy hablando con la dama.

-Esa dama como le dices es mi novia y será mejor que te largues de aquí si
no quieres quedar sin dentadura –dije con ira. El hombre se quedó en silencio y se
fue hacia donde quiera que se haya ido.

-¿Celoso? –preguntó Suzanne.

-No quiero imaginar si hubiese decidido no venir –dije.

-Realmente no hubiese venido sin ti. Preferiría haberme quedado en casa


contigo –dijo. Y eso me excito.

-Te amo Suzanne –comenté-. Se que llevo un tiempo en mi cosa con la


depresión y blah blah… y no te lo he dicho o he estado un poco seco contigo. Lo
que pasa en mi vida no debería meterlo en nuestra relación y lo siento mucho.

-Entiendo por lo que pasas, perder a alguien no ha de ser fácil para nadie.
Yo también actuaría de esa manera si me hubiese sucedido algo similar.

-Es que creí que tal vez…

-¿Qué? ¿Qué te dejaría? ¿Qué me hiría con otro?

Pensar en eso me dolía en el corazón.

-Sí. –Admití.

-No quiero dejarte. Y no pienso hacerlo –dijo tomando mi cara-. Escucha.


Te amo lo suficiente como permitir que te vayas de mi vida. No imagino una vida
sin ti.

233
-Ni yo –dije-. ¿Bailamos? –pregunté extendiendo mi mano hacia ella y la
tomó, caminamos hasta el centro de la pista y bailamos música electrónica, nos
movíamos al ritmo de la música y besé sus labios todas las veces que pude
cuando un chico la miraba.

*****

Toda la noche la pasamos bailando y tomando, conversamos un poco


sobre las noticias del país y el deporte, sobre nuestros sueños de viajar a otro país
y todos coincidimos en que queríamos ir a Londres, estábamos sentados cerca de
la barra. –Acompáñame al baño –dijo Suzanne a Marry.

-Las mujeres y su gran manía de ir al baño juntas. –Rió Jossep. Marry se


levantó y Suzanne también lo hizo pero se fue hacia un lado como si se fuera a
desmayar, en un impulso rápido la tomé en mis brazos para evitar que se cayera.

-¿Te encuentras bien? –pregunté preocupado.

-Sí, sólo estoy mareada –dijo. Era el licor, estaba borracha quizá.

-Vamos Marry –dijo apartando sus manos de las mías.

Se fueron hacia el baño.

-Déjalas –indicó Jossep-. Hoy es mi día, no van a estar los padres de Marry
en casa y quiero estar con ella, tú sólo tienes que llevarte a Suzanne a tu casa y
así estaremos felices los cuatros. –Lo miré curiosamente y reí.

-Sólo quieres follarla ¿cierto? –pregunté de forma sarcástica.

-¡Exacto! –Exclamó-, ayúdame con eso. –Asentí y pronto llegaron las


chicas, pidieron más licor y seguimos tomando durante la noche.

Bailé con Suzanne una canción más y se iba de un lado mareada.

-Ya vamos a la casa. Estás mareada. –Susurré en su odio. Movió su


cabeza en señal de negación.

234
-No me quiero ir, sigamos bailando –dijo como niña malcriada. Caminamos
hacia la salida y la llevé hasta el carro del amigo de Jossep, lo llamé con mi celular
y le dije que quería irme a casa.

Al cabo de un rato los vi saliendo y llegaron hasta el carro.

-Suzanne está borracha y quiero ir a casa –dije. Marry abrazó a Suzanne y


la ayudó a entrar en los asientos de atrás del carro. Marry se fue en la parte
trasera junto con Suzanne, durante el camino no dejaba de pensar que no debí
dejar que ella tomara, parecía no estar en su santo juicio.

-¿A dónde vamos? –preguntó Marry mirando a los lados, yo estaba de


copiloto mientras Jossep manejaba. Él me miró por un momento y yo asentí. Ese
era una seña para que hiciera mi parte:

-A mi casa, quiero que se quede esta noche en mi casa –respondí.

-Oh no, no, no dejaré que se quede contigo y menos borracha –dijo seria.

-Yo no voy a dejarla en ese estado. Yo cuidare de ella. –Dije.

-Bien –dijo vacilando, aunque por su tono sabía que no estaba


completamente de acuerdo.

La cargué sobre mis brazos y entré a la casa despidiéndome de Marry y


Jossep. La llevé hasta mi cuarto y la acosté sobre mi cama con cuidado, estaba
dormida y no quería despertarla. Quité sus tacones y coloqué mi almohada debajo
de su cabeza.

-Te amo Max –dijo con los ojos cerrados, mientas se estiraba y se
acomodaba de manera cómoda a la cama, se puso en posición fetal. Sonreí al
verla dormir y me maravillaba su manera de decir que me ama.

Apagué la luz del cuarto y fui a la cocina a tomar una vaso de agua,
sirviéndome agua vi una sombra que se desplazada por el pasillo. Fui a ver que
era y vi a Suzanne cerrar puerta del baño, se escuchó un sonido fuerte como si
estuviera vomitando, me acerqué hasta la puerta di toques leves. -Suzanne,

235
¿estás bien? –pregunté y hubo silencio, escuché detenidamente y el sonido del
agua en el lavamanos que era audible.

-Estoy bien. Tranquilo –dijo desde el otro lado de la puerta. Esperé durante
unos minutos hasta que salió, su cabello estaba alborotado y mojado cerca de su
rostro, se había llenado el vestido de vomito. Dio un paso y se fue hacia un lado
sosteniéndose de la pared, la abracé por su cintura dirigiéndola hasta el cuarto.

Parados frente a la cama besó mis labios lentamente y colocó sus manos
alrededor de mi cuello, dejándome llevar por el deseo respondí a su beso
tomándola por la cintura. Sus manos bajaron hasta la superficie de mi camisa,
desabrocho cada uno de los botones, con mi ayuda logró quitármela, pasó sus
manos por mi pecho hasta la parte baja de mi abdomen, dio un suspiro y me
continuó besando, pasé mis manos por su espalda y encontré el cierre del vestido,
lo bajé rápidamente deshaciéndome de el. Mi pene estaba erecto y estaba a un
paso para salir con fuerza debajo de mi pantalón. Sus delineadas curvas me
estaban volviendo loco y desesperado por estar en ella, sólo tenía su ropa interior
de color negro y quería quitarla. -No deberíamos... –Besó mis labios para que no
dijera nada más.

-Hazme tuya, Max, por favor –dijo contra mis labios. Maldita sea, ¿cómo
podía resistirme a ella, a su sensualidad y hermoso cuerpo?

-Suzanne. Yo. No podemos. O si podemos pero... no debemos. –Dije


pausadamente, con cada palabra miraba su hermoso cuerpo; su cintura, sus
senos, sus perfectas piernas y luego continuaba.

Me lanzó hacia la cama y se lanzó sobre mí besándome, cambiamos de


posición quedando encima de ella, de cualquier forma la quería tener.

Gimió.

-No. –Dije levantándome y fui hasta el baño, lavé mi rostro con agua
dándome palmadas en mis mejillas, estiré mi cara y movía mi cabeza de lado a
lado pensando en otras cosas para calmar mi excitación. No quería estar con ella

236
mientras está borracha, no sería caballeroso de mi parte, cada parte mí la
deseaba pero saqué esos pensamientos carnales de mi mente.

Pasaron unos minutos cuando salí y fui de nuevo al cuarto. Suzanne yacía
en posición fetal como un ángel dormida profundamente. Tomé una sábana y tapé
lo que aun quería seguir viendo: Su cuerpo. Quitándome los zapatos me acosté a
su lado y dormí.

Durante toda la noche me despertaba para ver como estaba, y al ver que
seguía dormida me tranquilizaba y volvía a cerrar los ojos, al cabo de un rato
volvía a mirarla y otra vez cerraba los ojos, así pasé la noche hasta que amaneció.
Le escribí a Jossep dejándole un recado a Marry para que le trajera ropa porque el
vestido estaba sucio.

Preparé desayuno para los dos, llené toda la mesa de comida; pan,
mermelada, huevos, mantequilla, tocino y jugo de naranja.

– ¡Max! –gritó Suzanne desde el cuarto, algo le pasó, mierda. Corrí de


manera rápida y estaba arropada con la sabana hasta el cuello-. Estoy desnuda,
¿tú... y yo...? –se quedó en silencio preocupada. Colocó las manos en su cabeza
haciendo una mueca de dolor.

-Sí, tu y yo estuvimos juntos –mentí, me parecía divertida su cara de


espanto y horror, además quería saber su reacción si hubiese pasado-, es que los
dos estábamos pasados de tragos y tú estabas ahí, tan sexy y sensual, no es fácil
resistirse a tus encantos –añadí.

-Oh no, que cosa he hecho –dijo tapándose la cara con vergüenza.

-Tranquila eso suele pasar –respondí serio.

-Pero no así, no de esa manera, además no recuerdo nada, estaba


borracha –contestó con decepción, eso fuese sentido yo si me hubiese
sobrepasado con ella estando borracha, fue bueno abstenerme, si quería estar
con ella quisiera que recordara cada momento que pasara.

237
No podía seguir mintiéndole y dije que no había pasado nada, al principio
me miró con incredulidad pero luego su rostro fue de alivio.

-No tienes ropa porque te manchaste el vestido con vómito y tuve que
quitártelo. –Dije, me limité a decir eso nada más, guardé en mi memoria lo
demás; sus besos, cuando me quitó la camisa, el lanzarme sobre mi cama y sus
palabras cuando dijo que la hiciera mía.

-¿Sólo eso? –preguntó.

-Sólo eso. –Aseguré.

Busqué mi camisa gris en el suelo y se la di para que se la colocara, al


menos hasta que llegara Jossep y Marry con ropa para ella, verla con mi camisa
puesta me enamoró más aun; le quedaba como el vestido corto; más arriba de sus
rodillas, eso la hacía ver sexy. Intentó arreglar su cabello alborotado amarrándolo
en una cola de caballo. Comimos el desayuno que había preparado y escuchamos
un auto tocar corneta desde afuera, Suzanne y yo abrimos la puerta y eran Jossep
y Marry; ella tenía un bolso rojo en sus manos, se había cambiado colocándose
jean y franela morada, Jossep aún tenía su misma ropa de ayer, bajaron del auto y
la quijada de Marry casi estaba en el suelo cuando miró a Suzanne con mi camisa.

-Eres un idiota, te aprovechaste porque estaba borracha, esto no te lo voy a


perdonar –dijo con ira, me empujó hacia un lado y fueron al baño. Vi a Jossep
acercarse y pasamos hasta la cocina. Tomó un trozo de pan de la mesa y
comenzó a comer.

-¿Te divertiste anoche? –preguntó en voz baja.

-Si –respondí sonriente, no le dije que no había estado con Suzanne, pero
si la había pasado muy bien, yo cuidé de ella y descubrí por primera vez que esta
mujer era mía, sólo mía y necesitaba cuidarla mas no sobrepasarme con ella, fue
tierno estar así con ella y no me arrepentía de que no hubiese pasado nada,
porque de alguna manera si pasó y es que dormí a su lado y eso valía más que
todo el sexo que pudiéramos haber tenido.

238
Jossep siguió comiendo y las chicas salieron del baño, Suzanne esta vez
tenía pantalón negro y camisa azul, maquillada y lista para irse. –Disculpa por
insultarte de esa manera. –Dijo Marry seria.

-Oh, descuida. –Respondí.

*****

Me despedí de Suzanne con un beso en sus labios, se había ido con


Jossep y Marry en el carro. Quise ir con ellos pero quería hablar con Will, hoy era
sábado y quería conversar con él, no lo veía desde hace un mes, así que fui hasta
su consultorio.

-Es bueno verte de nuevo, no te veía antes de la muerte de... –tomó pausa.

-Sí, desde antes de ese día –dije.

-Quiero que retomemos las clases de autocontrol.

-Creo que me graduaré con honores por el autocontrol que he tenido con
Suzanne, ayer volvió a pasar, estuve cerca de ella y contuve todas esas ganas de
sexo desenfrenado –comenté-, no creo que pueda soportarlo más, he tenido
muchas oportunidades para tener sexo con otras mujeres pero no quiero fallarle,
¿si le soy infiel a Suzanne podría justificarlo con mi adicción? O ¿Es necesario
mantenerme firme aunque las ganas me estén desesperando? –pregunté.

-La segunda está mejor, tienes que controlar tus ganas. –Dijo mientras
anotaba todas mis palabras.

-Lo intento, pero tener todas esas mujeres mirándome todo el tiempo como
si me arrancaran la ropa con esos ojos llenos de seducción –tapé mi rostro
negando con la cabeza. Estaba al borde del colapso.

-¿Qué es lo que sucede cuando no lo controlas y recurres a la


masturbación? –preguntó.

-Pues… ya sabes… bajas y subes, bajas y subes tu mano hasta que…

239
-No, no, no –inturrumpió-. Conozco el procedimiento. Pero me refiero a…
¿En quién piensas mientras te masturbas?

Semejante pregunta. Una respuesta simple.

-En todas las mujeres que me puedo imaginar desnudas o teniendo sexo
conmigo.

-¿Suzanne?

Negué con la cabeza.

-No te puedo negar que la deseo como nunca antes he deseado a una
mujer. Pero, no es ella lo que pienso cuando me masturbo. Creo que mi corazón
tiene el dominio sobre mi mente durante ese instante porque no la quiere
involucrar en esa vida devastadora que tengo –respondí- ¿Entonces le soy infiel al
menos mentalmente?

-Supongo que no se trata de que le seas infiel mentalmente, es que de


acuerdo a tu estado actual es permitible que pase eso.

De igual modo no justificaba mi adicción. Lamenté mucho pertenecerle de


todas las maneras posibles excepto esa parte mental que jugaba conmigo en todo
tiempo. ¿Cómo me sentiría yo si fuera al contrario y ella deseara a otros hombres
teniendo sexo con ella? MUERTE SEGURA. Imaginar aquello me destrozaba
completamente. Debía cambiar mi vida por completo.

-Quiero ir al centro de rehabilitación. –Comenté decidido.

-Eso es un gran avance –contestó alegre. De su escritorio tomó un


cuaderno y buscó algo en el-. Mañana, ¿te parece a las 10:00 am?

-¿Mañana? ¿Tan rápido?

-Sí. No hay por qué esperar.

-Perfecto –dije decidido. Anhelaba salir de esta mierda de adicción, quería


dejar de pensar en sexo por un momento. Sentí la ira inundar mi ser y me aceleré,

240
traté de calmarme, sabía que este era otro cambio de humor que creaba mi
adicción.

-¿Te pasa algo? –preguntó con curiosidad.

-No me pasa nada –contesté serio-. Bueno, si pasa algo –dije sentado
frente al escritorio-, es la adicción Will, quiero deshacerme de ella. Quiero estar
bien.

-Todo tiene su proceso. Las cosas no son de una día para otro.

-Es que no puedo más. Es mucho para mí. Todo es un caos cuando estoy
cerca de Suzanne. Son los sentimientos, porque si no fuera por eso desde hace
tiempo la hubiese tenido en mi cama. Pero no, vengo yo a enamorarme como el
propio idiota cuando tengo algo que me impide estar con ella de todas las formas
posibles. Tengo miedo Will ¿Si luego de estar con ella me aburro y comienzo a
buscar otras mujeres? ¿Si no puedo serle fiel? ¿Si por esto del rechazo se busca
otro porque no le cumplo como hombre? ¿Si se cansa de mí y se va? ¿Está mal
esperar para mejorarme corriendo el riesgo de que se busque alguien que la
satisfaga?

-Son muchos pros y contras. Pero de una cosa estoy seguro… ella te ama y
te va a aceptar tal y como eres, tal vez deberías hablar con ella y decirle todo lo
que está pasando.

-¿Qué? ¿Y correr el riesgo de que se marche asustada por lo que soy?

-Y ¿Qué tal si corre a tus brazos diciendo que te va a apoyar en todo lo que
estás pasando?

-No lo se… ella es… mi todo Will –dije con la cabeza gacha-. Si ella se va
por mi culpa me sentiré el peor de los hombres.

-Todo va a estar mejor –dijo.

-¿Mejor? ¿Cuándo? Nada va a estar mejor. Al contrario todo va de mal en


peor.

241
-Mañana sabrás que si hay soluciones.

-Mañana lo sabré –dije levantándome de la silla y me dirigí hacia la puerta


de salida.

Salí del lugar dejando a Will hablando solo, decidí irme antes de la hora,
antes solía hacerlo, era porque no soportaba escucharlo decir más de lo mismo,
pero esta vez era diferente; no quería hablar con nadie. Malditos cambios de
humor, solía pasarme esto muchas veces, pero ahora ni siquiera sabía porque
estaba caminando por el centro, había gente por todos lados, con bolsas de
compras, una señora con un bebe en brazos y otros con bebidas en sus manos,
pase a través de unos señores parados obstaculizando el paso y me fui hasta la
parada, vi a Hellen acercarse de frente y di media vuelta para no toparme con ella.

-¡No me evites! –Gritó. Me detuve y llegó hasta mi lugar-, es bueno


encontrarte después de nuestro caliente día –dijo sonriente.

-Déjame en paz –continué caminando y me siguió.

-Te vi ayer en el bar –comentó-, estabas acompañado de una mujer, ¿ella


es por lo que me rechazas?

-Es el amor de mi vida.

-Que ridículo te escuchas diciendo eso –comentó con una sonrisa en su


cara.

Negué con la cabeza.

-Quisieras tú que te llamara así –reí. Su rostro cambió completamente.

-No me interesa –dijo en cambio.

-Hellen tengo novia y no quiero que te acerques a mí nunca más –dije serio.

-Creo que a tu novia no le gustará esto –dijo enseñándome su teléfono con


una foto de nosotros desnudos en una cama. Arranqué el teléfono de sus manos y
miré todas las fotos, éramos Hellen y yo en la cama, las tomó la última vez que
estuve con ella, recuerdo las sábanas de seda y que me quedé dormido, claro, ahí

242
aprovechó y nos capturó mientras yo dormía. Marqué la opción y borré todas las
fotos sin dejar ninguna rondando.

-Ya no te servirán –aseguré-. Ya las borre.

-Sabía que harías eso y fui un poco más inteligente. En mi casa tengo
muchas copias guardadas –dijo sonriendo. Mierda, al parecer Hellen comenzó a
usar su diminuto cerebro.

-¿Qué es lo que quieres? –pregunté con ira, también tenía miedo de que
las fotos llegaran a las manos de Suzanne.

-Ahora ya nos estamos comprendiendo –dijo con sarcasmo-, esto que te


pediré será muy sencillo para ti. Quiero tener sexo contigo de nuevo –Hellen
estaba loca-. Sólo si haces lo que te pido tu hermosa novia no se enterará sobre
las fotos.

-¿Qué tengo que hacer qué? –pregunté de nuevo sorprendido.

-Quiero que me hagas tuya, quiero que follemos –respondió y casi reí ante
su propuesta.

-¿Te has vuelto loca? –solté-. Yo no voy ni quiero estar contigo jamás.

-Entonces lamento decirte que tu relación con ella se va a terminar


pronto –dijo sonriendo con sarcasmo. Tomó mi cara y dio un beso rápido en mis
labios tomándome por sorpresa-. Espero tu llamada antes de una semana, sólo
durante ese tiempo te esperaré. Si no ya sabes lo que pasará. –Dio una sonrisa de
triunfo y se fue hacia otra dirección perdiéndola entre las personas. Maldita, con
estas ganas de tener sexo que tenía el que ella me lo propusiera calentó mi
cuerpo y mi pene estaba erecto.

-Ni lo sueñes –regañé a mi pene.

Llegué a la parada y tomé la ruta hacia la casa de mi abuela, donde ya no


vivía mi abuela si no mi madre y Owen; por unos días. Todo el trayecto hasta allá
me quedé pensativo sobre las condiciones de Hellen para no mostrarle las fotos a
Suzanne, sabía que ella no quería simplemente un encuentro, quería varios, estoy

243
perdido, pero esas fotos son viejas y no tenía nada del cual temer. Sin embargo,
fácilmente ella podría decir que fueron hace pocos días, lo más probable es que
Suzanne le crea sobre eso.

Al llegar a la casa de mi abuela mi corazón se estaba agrietando, no venía


desde antes de su muerte, llegar me hizo recordarla más, aquí teníamos todos los
momentos y anécdotas que juntos compartimos y me dolió bastante volver a venir,
vi a mi madre y a Owen en su cuarto, él estaba haciendo su equipaje y mi madre
lo ayudaba con cara de tristeza. Mi madre tenía camisón blanco y pantalón negro,
Owen; franela blanca con unos lentes negros guindados sobre la abertura del
cuello de la franela y pantalón negro. Los dos estaban sentados sobre la cama
doblando la ropa y metiéndola en la maleta.

-¿Te vas? –pregunté y mi presencia los tomó por sorpresa, había entrado a
la casa sin ser escuchado.

-Si –dijo levantándose-, ya no me darán más plazo en el trabajo, así que


tengo que regresar de nuevo. El vuelo sale en dos horas.

-¿Te ibas a ir sin despedirte? –pregunté dando media sonrisa. Sonrió y


llegó hasta mi lugar dándome un gran abrazo.

Mi madre casi lloraba; tenía los ojos rojos: -Prepararé café ¿de
acuerdo? –dijo yéndose a la cocina.

-Yo, llamaré apenas llegue –dijo Owen cuando se alejó de mí, con fuerza
presionó la superficie de las maletas y las cerró.

-Me hubiera gustado que este encuentro fuera distinto –me senté sobre la
cama.

-A mi también –se encogió de hombros. Se sentó junto a mí y me abrazó


por el hombro-. No me he olvidado de ti, pero las circunstancias nos mantuvieron
alejados durante mi estadía.

Asentí.

244
-¿Tienes a alguien en España? –pregunté queriendo saber de su vida
personal.

-Estoy enamorado –dijo.

-Somos dos. Me alegro que a ambos nos esté yendo bien en el amor.

-Es una persona admirable, con metas, sueños y ambiciones grandiosas,


estamos encaminando la relación despacio y con cordura para que todo sea como
lo esperamos.

-Suerte con eso –lo abracé.

-No le digas a mi madre porque querrá saber todo con detalles y sabes
como se pone… -comentó.

-Prometido.

Mi madre preparó café para nosotros, nos sentamos en la mesa y fijé mi


mirada en la parte vacía, donde mi abuela junto con su silla de ruedas encajaba
perfectamente. Ninguno de nosotros dijo nada, el silencio era el protagonista esta
vez. Owen se levantó buscando las maletas arrastrándola en el suelo por las
ruedas de ellas, mi madre se levantó y yo también lo hice, ella sugirió que lo
acompañáramos al aeropuerto pero yo no quise ir; no me gustan las despedidas.
Me despedí desde ahí mismo y mi madre continuó con la idea de estar con él
hasta que tomara su vuelo.

Se fueron y mi madre me dejó encargado de la casa, que la cerrara antes


de irme. Miré a todos lados y caminé por el pasillo parándome frente al cuarto
donde mi abuela solía dormir y estar acostada viendo televisión, giré la manilla y
abrí la puerta que hacía un chillido leve.

Miré un cuarto vacío lleno de muchos recuerdos, todo estaba como mi


abuela lo había dejado, nada estaba fuera de su lugar, incluso las sábanas que
tenía la cama eran las que siempre usaba, su favorita; blanca floreada de rojo por
todos lados. La silla de ruedas estaba en una esquina cerca de donde se

245
encontraba la mesa del televisor, me acerqué a la cama sentándome en la orilla
acariciándola.

Recordé aquella conversación que tuve con ella cuando niño:

-¿Tu nunca te vas a ir? ¿Verdad que tú no vas a morir abuela? –pregunté.

Mi abuela rió: -¿De dónde has sacado eso?

-Un niño en la escuela dice que todas las abuelas mueren, su abuela murió
y me dijo que la mía también va a morir, ¿eso no es cierto? ¿Verdad? –mi abuela
me abrazó fuerte contra su pecho riendo.

-Yo no voy a morir Maxi, yo voy a estar contigo para siempre –dijo. Al
siguiente día fui a la escuela diciéndole al niño que mi abuela nunca iba a morir.

Sin embargo hoy en el presente veo que no está. Comencé a llorar


acostándome en la cama pensando que mi abuela me había mentido, la quería de
regreso pero eso era imposible.

246
CAPÍTULO 20

Rehabilitación

A
l abrir mis ojos miré a los lados para saber dónde estaba, me había
quedado dormido en el cuarto de mi abuela, tenía una sábana
sobre mí, tal vez la había puesto mi madre. Desde la cocina
llegaba el olor de comida, mi madre estaba cocinando, cuando la vi me saludó con
un beso en mi mejilla, se había cambiado de ropa, tenía camisón azul y jean.

-Buenos días hijo –dijo mi madre.

-¿Buenos días? –la miré confundido. Busqué en mi celular la hora, 7:00 am.

-Sí, ayer llegué y te encontré dormido, no quise despertarte y te dejé


dormir –contestó-. Tu hermano llamó y dijo que ya había llegado a España.

-Eso es bueno. –Respondí- ¿Cómo pude dormir tanto? –añadí bostezando


y pasando mi mano por mis ojos. Mi madre se encogió de hombros y sirvió dos
platos para sentarnos a desayudar, intenté comer lo más rápido posible, había
quedado en ir hoy al centro de rehabilitación.

*****

Llegué a mi casa a las 8:40 am para tomar una ducha y cambiarme de


ropa, me coloqué pantalón negro, franela blanca y un suéter verde junto con mis
zapatos deportivos. Will y yo nos encontramos afuera de su edificio, lo esperé
hasta que saliera y tomamos un taxi hasta el centro de rehabilitación llamado
“Help Me Strong” en Belleville, en el lugar había un letrero grande de hierro con el
nombre afuera del lugar, casi toda la estructura era con vidrio, ventanales grandes
de color azul oscuro, pasamos por la entrada principal y una señora blanca de
cabello corto marrón nos dio la bienvenida, saludó con un beso en la mejilla a Will,
hablaron como si ya se conocieran, todos los que trabajaban aquí tenían uniforme
azul oscuro, las mujeres con falda y los hombres en pantalón jean junto con sus
camisas respectivas.

247
Seguí a Will por un pasillo hasta llegar a una puerta de madera con un
aviso, en ella que decía: Asuntos administrativos. Will me pidió que lo esperara
aquí mientras él entraba, tenía que hablar con un señor o algo así, no me explicó
bien.

Caminé por el pasillo inquieto hasta llegar a una puerta entreabierta, asomé
mi cabeza sin hacer ruido y vi a varias personas, sentados en un semicírculo en
torno a una mujer alta blanca de cabello castaño y ojos llamativos. Un señor
blanco, gordo, robusto y calvo se levantó de silla colocándose al lado de donde
estaba la mujer; tomó apuntes de todo lo que el señor decía.

-Mi nombre es Steve Sykes y estoy aquí porque soy alcohólico –dijo el
señor mirando al suelo con vergüenza.

-Muy bien, toma asiento –dijo la mujer de forma dulce acariciando su


hombro-. ¿Otro valiente que quiera pasar al frente? –preguntó mirando a todos
mientras el hombre se sentaba. Nadie contestó nada, tenían miedo o vergüenza
de que murmuraran sobre ellos, cualquier persona no se levantaría a decir que
tiene un problema de adicción, para nadie debe ser fácil.

Aceptarlo individualmente como persona es difícil, decirlo en público debe


ser peor.

-Tú, el chico de la puerta. –Dijo la mujer y todos voltearon en mi dirección,


mierda, todos me estaban mirando y me sentí indefenso como cuando una
manada de buitres quieren comerse al animal indefenso. Yo era el animal
indefenso ahora. –Adelante –indicó, abrí la puerta para pasar y caminé hasta ella,
tenía ojos grises y llamativos-, cuéntame ¿Cuál es tu nombre?

-Max –dije en voz baja y con una sonrisa tímida.

-Bien Max, ¿tu apellido? –preguntó.

-Sólo Max. –Respondí.

-Es un apellido poco común –dijo y todos rieron. Era graciosa y divertida
esta mujer-, ¿tienes algo que nos puedas compartir?, una adicción o algo.

248
-Oh, no, yo no...

-Vamos, aquí nadie es discriminado. –Comentó.

-Esta bien... Yo... no, digo… si tengo una adicción –contesté mirándola, no
sabía que era lo que acababa de decir, mis palabras estaban algo
descoordinadas.

-¿Cuál es?

-Es bastante peculiar –sonreí de forma tímida-. Soy adicto al sexo –dije
mirando a todos en la sala. Había más de treinta personas y me observaron
confundidos al decir mi adicción. La mujer se sorprendió del mismo modo. Will me
había dicho que es muy común este tipo de adicción pero todas personas lo
mantienen bajo llave guardada.

-Bien, para los que miraron a Max con confusión les explicaré un poco.
Existe la adicción al sexo, es conocida también como Hipersexualidad, esta se va
generando por el aumento o la frecuencia extrema en la actividad sexual
causando la adicción, es caracterizada por la obsesión al sexo, masturbación
extrema y deseo sexual desenfrenado -explicó la mujer y todos quedaron
asombrados-. Así que ninguna de las chicas se le acerquen porque querrá tener
relaciones sexuales con todas –bromeó y varias personas rieron.

-Yo lo quisiera conocer –dijo de manera sensual una mujer rubia y sexy.
Reí y me guiñó un ojo.

-Eres bastante afortunado, puedes tener a varias mujeres a un


segundo –dijo la mujer y la miré sonriendo.

-A veces no me siento tan afortunado porque eso hace que mis esfuerzos
para salir de esto sean en vano –respondí recordando que he sido chantajeado
para tener sexo con Hellen.

-O sea ¿Eres como ninfómano? –preguntó una mujer de pelo rizado.

-Ninfómano en término masculino no existe –dijo la mujer a mi lado-. Por


ello simplemente se le dice Hipersexual. O Satiriasis (término utilizado para los

249
hombres). Pero si te refieres a que le encanta el sexo, pues creo que si –añadió
mirándome con media sonrisa.

-¿Y a quién no? –pregunté encogiéndome de hombros.

Todos rieron.

-Correcto. Pero a ti te gusta en exceso.

-Tendrías que experimentar –le guiñé un ojo. Sus mejillas estuvieron


coloradas en cuestión de segundos. Siempre me había encantado la manera en la
que todas las mujeres se ponían al estar cerca de mí. Como si se les cortara la
respiración o de repente sus cerebros dejaban de oxigeran y comenzaban a actuar
de una manera torpe; se tropezaban, se quedaban pasmadas, se congelaban.
Incluso un día vi como una mujer casi es atropellada al quedarse mirándome
mientras cruzaba la calle, y otra que mientras caminaba se golpeó con un afiche
en la cabeza por no fijarse en su camino.

-¿Satiriasis? –volvió a pregunta la chica

-Sí –dije-. Pero nunca me ha gustado ese témino, asi que me quedo mejor
con: adicto al sexo o hipersexual.

-Perfecto. Te diré hipersexual –sonrió.

-¿Tienes novia? –preguntó la mujer a mi lado.

-¿Doctora, usted también lo quiere? –preguntó bromeando un hombre flaco


de piel morena.

-Yo sólo estoy preguntando –respondió, sus mejillas estaban coloradas.

-Sí, tengo novia y estoy profundamente enamorado de ella –dije a todos y


suspiros salieron de algunas chicas.

-Adicto al sexo, sensualmente sexy y enamorado. Tu novia es muy


afortunada, se llevó el premio completo –dijo de nuevo la rubia.

250
-Basta, basta, es hora de tomar un descanso, en media hora los quiero de
vuelta aquí –dijo finalizando el turno. Todos comenzaron a salir. La mujer
arreglaba algunos papeles en una mesa.

Will llegó saludándola con un beso en la mejilla.

-Hola, por lo visto ya conoces a Max –dijo Will.

-Oh, sí, hizo nuestra reunión muy entretenida y acalorada –dijo riendo.

-Te dije que esperaras afuera –dijo Will volviéndose hacia mí.

-Descuida, fue genial. Por cierto –comentó mirándome-, mi nombre es


Chelsey –dijo presentándose. No se veía mayor, podría jurar que tenía mi edad.

-Yo le voy a mostrar las instalaciones y mostrarle cómo se trabaja –indicó


Will. Chelsey asintió y se fue con varios papeles en su mano-. Te explico
-comenzó a decir Will mientras caminamos hasta la puerta y me mostraba el
lugar-. Aquí se trabaja las 24 horas al día, siempre hay cambios de turno
constantemente, esto, porque muchas veces las personas que presentan
problemas de adicción por lo general al llegar las altas horas de la noche
presentan esa necesidad de alimentar su adicción. Entonces, buscamos que nadie
se encuentre solo y así evitamos este tipo de eventualidad. –Explicó y pasamos un
pasillo donde habían siete puertas de lado y lado, era un lugar grande y amplio,
cada una de las habitaciones tenían un letrero con el nombre de la actividad que
se realizaba o que atendían; ansiedad, depresión, angustia, miedo, alucinaciones,
abstinencia. En cada habitación había personas especializadas en la materia,
todos podían elegir en cuál entrar, ahí daban recomendaciones dependiendo del
cuál fuese el caso.

Subimos unas escaleras y llegamos al segundo piso; todo era blanco, las
paredes, las puertas y el techo. Había gritos de todas las puertas. –Aquí es de
suma importancia tener las personas expertas y estudiadas en asuntos adictivos
porque en cada habitación hay personas con adicciones avanzadas donde sufren
de mucha ansiedad –dijo. Yo asentía mientras explicaba todo. Me llamó mucho la
atención esta parte del centro de rehabilitación, pensé en la posibilidad de que yo

251
pudiera estar en un cuarto gritando desesperado por tener sexo y sentí mi
estómago dar vueltas.

-Yo... podría... –dije intentado explicar a Will que si en algún momento yo


estaría de esa forma.

-No lo creo, los síntomas que tú presentas son de persona que sólo está
entre lo normal y lo extremo de la adicción como tal, estás en un punto medio y
podemos tratarla con normalidad sin llegar a este punto. Eso también va a
depender de ti –respondión señalando el lugar-. Si eso es lo que te preocupa –
asentí y me dirigió hasta el tercer piso.

Este era más agradable, el pasillo estaba pintado de azul cielo, las puertas
eran de madera. –Aquí se realizan actividades recreativas para que todas las
personas puedan despejar un poco la mente. –Caminé hasta una de las puertas y
giré la manilla abriéndola, una mujer morena y gorda con su uniforme se
encontraba de pie delante de viente personas; hombres y mujeres de diversas
edades.

-Adelante –dijo la mujer sonriendo.

-Oh no, sólo estoy de paso y estoy observando las instalaciones –respondí.

-Acércate un momento, quiero que me sirvas de modelo para todos ellos.


Voy a hacer una dramatización y veo que eres perfecto para eso. –Comentó.

-Colabora con ellos, son nuevos en el lugar. Queremos que se sientan


cómodos y no vean a Help Me Strong como una cárcel –dijo Will susurrando
desde mi espalda. Acepté parándome frente a todos junto a la mujer morena.

-Mi nombre es Amanda –dijo saludando.

-El mío es Max. –Dije.

-Max, estamos hablando sobre las relaciones y que tenemos que hacer las
mujeres y los hombres para conseguir una novia o un novio –dijo-, quiero hacer
una dramatización para mostrarles como se hace y quiero que tú seas mi modelo.

252
Asentí.

Amanda me indicó al oido todo lo que tenía que hacer, luego de captar todo
me coloqué a un lado parado como si estuviera esperando un autobús. Amanda
llegó hasta mi lugar caminando de forma sexy y todos en la sala rieron.

-Hola guapo –dijo caminado erguida y traté de contener mi risa.

-Hola hermosa dama –dije sonriendo.

-¿Vas a algún lugar? ¿Por qué no paseamos por el parque y nos


conocemos? –comentó.

-Tal vez, podemos ir –dije, nos tomamos de la mano y caminamos hasta la


pared terminando la dramatización. Todos rieron y aplaudieron. Vi también a Will
reír de pie desde la puerta-. Así es como se consigue un novio –dijo Amanda
específicamente a las chicas-, aunque no siempre va a funcionar –añadió riendo.

-Ahora quiero ver como lo hace él –dijo Will, lo miré serio-, para que nos
enseñe a los hombres cómo tenemos que hacer.

-Cierto –respondió Amanda-, queremos ver que tal lo hace este sexy
hombre, pero tranquilo porque yo saldría contigo sin importar cómo me lo
propongas –dijo riendo. Todas las chicas rieron.

-Bien, colócate en esa esquina –indiqué y Amanda se fue hasta allá. Miré a
los lados intentado buscar algo que me ayudara y en uno de los estantes vi un
florero, tomando una rosa roja me acerqué con timidez a Amanda.

Arrodillándome frente a ella dije: -Oh hermosa mujer, quisiera tener el honor
de salir contigo.

Amanda me miró seria: -No me convences –aseguró-. Tenemos que


hacernos de rogar, tienen que tener más originalidad –dijo volviéndose a las
personas y luego me miró metiéndose en el papel de nuevo.

Extendí mi mano con la rosa y dije: -Acepta esta rosa roja, roja como el
amor que algún día podamos tener, roja como el corazón y la sangre, como la

253
pasión y la dicha de nuestro amor que será verdadero como el presente, si me das
la oportunidad me encargaré de construir un mundo junto a ti, solos tú y yo. –
Guiñé un ojo mirándola fijamente (eso las hacía ceder) y sentí todas las miradas
de la habitación sobre mí. Amanda me miró sonrojada y moviendo su mano en su
cuello haciendo aire como si tuviera calor, tomó mi rosa y asintió. Me levanté, la
abracé y me apretó fuerte, hizo algún gesto haciendo reír a todas las chicas y nos
separamos.

-Me enamoré. ¿Es todo? O ¿También hay beso? –preguntó riendo.

-No hay beso, mis labios están apartados sólo para una mujer –respondí.
Hellen me había besado pero ese beso no contaba.

-Chicas, no nos hagamos ilusiones, Max tiene otra chica –dijo volviéndose
hacia las mujeres de la habitación. Todas se encogieron de hombros
decepcionadas y reí.

-Ahora sí, me tengo que llevar a su modelo –dijo Will sacándome de la


habitación.

-Fue un placer haberte conocido Max –dijo Amanda.

El cuarto piso era las habitaciones donde se quedaban algunos, habían


personas que se internaban completamente, tenían cuartos especiales. También
en este piso estaba el comedor. Ya terminando el recorrido fuimos a la planta baja
hasta los Asuntos Administrativos donde un señor blanco de lentes anotó mis
datos personales y los días que podía ir yo los decidía, estaba abierto todos los
días sin descanso, el Estado paga a las personas que laboran aquí y el servicio
que prestan es gratuito. Tuve la suerte de que el lugar no tenía nada en común
con mi padre.

*****

Al salir de Asuntos Administrativos en mi cabeza estuvo rondando la


conversación con Hellen, tenía que hacer algo para que esas fotos no lleguen a
manos de Suzanne, la única opción que tenía era acostarme con ella, mierda,

254
¿cómo pude ser tan estúpido e idiota al dejarme tomar esas fotos? ¿Por qué me
habré quedado dormido? Estaba tan arrepentido. Se supone que las cosas malas
del pasado deben ser desechadas. Hellen pertenece a mi pasado pero ahora se
quiere colar en mi presente.

Will y yo tómamos un taxi para llegar hasta su edificio, en el transcurso aun


pensaba sobre Hellen y su loca idea de querer follar de nuevo conmigo. –Will, hay
algo sobre lo que te quiero comentar –dije mientras estábamos en los asientos
traseros del taxi.

-Ese algo te tiene pensativo desde hace rato, quise preguntar pero preferí
que me lo dijeras tú mismo –dijo ¿Tanto me conoce?

-¿Recuerdas a Hellen? –pregunté.

-Sí. –Contestó solamente, supongo que quería escuchar rápido lo que me


pasaba.

-La última vez que follamos, fue en su casa, cuando yo me quedé dormido
en su cama, luego de tener sexo ella aprovechó en tomarnos fotos,
salimos los dos desnudos sobre la cama y las imágenes son muy
comprometedoras. –Comenté- Ahora ella me está chantajeando diciendo que le
mostrará las fotos a Suzanne. –Añadí serio.

-¿Ella conoce a Suzanne?

-Al parecer nos vio juntos en el bar ayer. –Respondí.

-¿Fuiste a un bar ayer?

-Si –dije-, pero eso no es lo importante –evadí el tema para explicar lo


demás-, lo importante del relato es que Hellen dice que la única forma de que no
lleguen las fotos a manos de Suzanne es que tenga sexo con ella.

*****

255
Llegamos al edificio, bajamos del taxi, Will pagó y nos quedamos en la
parte baja, personas que iban entrando lo saludaban. -¿Y cuál es tu decisión?
-preguntó.

-Aun no lo sé, estoy confundido. Creo que terminaré acostándome con


ella. –Respondí.

-Tengo una mejor opción, habla con Suzanne sobre el tema y le explicas lo
que realmente pasó, es la mejor forma de hacer las cosas. Ella lo va a
entender –dijo.

-No lo hará, no me creerá, Suzanne tuvo una decepción antes con su


anterior novio, no cree mucho en los hombres.

-Si realmente te ama y confía en ti, va a comprender esto. Si no lo hace


entonces estarás en graves problemas Max. –Comentó.

-No me quiero arriesgar, no quiero perderla, no a ella –dije pensativo.

-¿Qué harás? –preguntó.

-Pensaré sobre ello luego. –Finalicé.

Caminé hasta la parada de autobús luego de hablar con Will, mientras


estaba haciendo la cola para subir, mi celular sonó en mi bolsillo y lo tomé en mis
manos rápidamente, miré en la pantalla el nombre y era mi padre, vacilé por un
momento en contestar pero finalmente lo hice.

-¿Qué quieres? –pregunté serio.

-Necesito hablar contigo de algo urgente y es importante que hablemos


ahorita. –Por el tono en su voz parecía de suma importancia.

-Dime –respondí.

-No, tenemos que hablar en persona ¿Dónde estás?

-En el centro –dije.

-Yo estoy cerca, espérame en la plaza, te veo en diez minutos. –Colgó.

256
Mis hombros cayeron y di un suspiro cansado por el día de hoy. Caminé
cinco minutos hasta llegar a la plaza, lo cual esperé alrededor de seis minutos más
hasta que llegó. Como siempre custodiado por dos camionetas más estacionó
cerca de la plaza, algunos que estaban cerca de mí se quedaron mirando. Llegué
hasta ellos y el guardaespaldas Calvin abrió la puerta trasera haciéndome pasar.
Un golpe leve sonó al sentarme, Calvin había cerrado la puerta. Mi padre también
se encontraba en la parte de atrás.

Calvin tomó el volante empezando a manejar.

-Max, quiero hablarte de algo sobre el cual necesito tu ayuda –comenzó a


decir. Sentí miedo y preocupación por un instante.

-¿Qué necesitas de mí? –pregunté ocultando mi impaciencia.

-Como bien sabes soy un hombre de negocios, tengo muchas empresas y


asociaciones trabajando para mí...

-Ve al punto –dije interrumpiendo sus palabras.

-Estoy en eso –respondió-, tengo dos negocios importantes en distintos


países, unos malditos empresarios italianos quieren deshacerse de uno de
ellos –me quedé sorprendido al escuchar la palabra "maldito" de la boca de mi
padre, estaba alterado, se le notaba la rabia-. Yo tenía todo planeado para viajar a
Londres y evitar que derrumben el lugar pero me han llamado desde Rusia a una
reunión importante, las reuniones son el mismo día en los dos países, pienso que
todo lo han planeado los italianos para que no vaya a Londres. Entonces lo que
necesito es que tú estés en Londres por mí.

-¡¿Qué?! –Grité y Calvin miró a través del retrovisor.

-Sí, yo prepararé todo, el hospedaje, comida y te daré una carta con el


poder necesario para tener todo el derecho de participar e interceder en la
demolición del lugar.

257
-¿Te has vuelto loco? –Pregunté-, yo no voy a ir a ningún lugar. No
entiendo porqué te preocupa tanto eso, ¿necesitas más dinero? ¿Una empresa
más, una empresa menos? No creo que afecte tu gran capital –dije serio.

-No se trata de eso –dijo.

-Claro que sí, deja de ser tan ambicioso. Además tengo trabajo y no puedo
faltar. –Mentí, al fin y al cabo no sabía si aun tenía mi trabajo.

-Es por una semana y en tú trabajo puedo hacer una donación bastante
irresistible y te dará el permiso...

-¿Ves? –dije interrumpiéndolo-. Todo lo quieres resolver con dinero.

-Hay cosas que ni con todo el dinero del mundo se pueden resolver –dijo
triste mirándome, ¿se refiera a nuestra relación padre-hijo?

-Pero de igual forma no voy a ir –aseguré-. Me voy.

-Calvin vamos a la casa de Max –dijo y le dio mi dirección, ¿Cómo la sabía?

*****

-De igual forma quiero que lo pienses y me avises antes de esta semana
por favor –dijo al bajarme del auto frente a mi casa. Lo miré serio y cerré la puerta
de golpe. Vi marcharse todos los autos y luego observé a todas las personas
murmurando sobre lo que acaba de pasar, me miraban y charlaban entre sí.
Malditos chismosos. Jossep quien estaba charlando con unos de sus compañeros
de boxeo en una esquina corrió hasta mi lugar, al estar frente a mí preguntó que
ocurría, pues le sorprendió mucho ver a mi padre aquí.

Lo invité a pasar para evitar a las personas mirarnos sin disimulo.

-Él está loco, pretende que yo vaya a Londres a resolver un problema de


uno de sus millones de negocios –dije siendo un poco exagerado, tampoco podría
tener tantos negocios ¿o sí?-. La cosa es ¿Piensa que aceptaré eso? Ni siquiera
se manejar mi propia vida y quiere que vaya a encargarme de un negocio.

258
Definitivamente se le ha zafado un tornillo –agregué exasperado, intenté calmarme
tomando un vaso de agua.

Jossep sentado frente a la mesa de la cocina dijo: -Tienes que verle el lado
positivo –dijo riendo-. Tendrás la oportunidad de conocer Londres. –Añadió
colocando las manos detrás de su cuello.

-No. No tiene nada de positivo eso.

-Oh vamos Max, acepta ir y ayudas a tu padre con eso –dijo.

-No, es mi decisión final y ya no hay más por hablar. –Contesté.

-Como quieras, yo insisto en eso –dijo-. Cambiando el tema, tengo el dinero


suficiente para comprar el anillo de compromiso para Marry. Quiero que me
acompañes a elegirlo –añadió sonriente.

-¿De verdad te vas a casar con Marry? –Pregunté sorprendido-, creí que
sólo era emoción del momento.

-No hombre, yo soy muy serio en esas cosas, estoy enamorado y quiero
hacerla mi esposa por el resto de mi vida –respondió-. Yo te avisaré el día que
vamos a comprarlo.

-Bien yo te acompaño pero deja de babear la mesa –bromeé. Jossep miró a


la mesa con confusión y luego me miró serio al comprender mi sarcasmo.

-También hay algo que quiero comentarte, es algo que me está dando
dolores de cabeza.

-¿Qué?

-Hellen –dije.

-¿Otra vez esa mujer? –preguntó.

-Sí, quiere que me acueste con ella de nuevo, me está chantajeando con
hablar con Suzanne sobre eso, conoce de ella y tiene fotos de nosotros desnudos
en la cama.

259
-Eres un grandísimo idiota ¿Cómo dejaste que te capturara mientras
follaban? ¿Querías hacer una porno? –preguntó serio.

-Fue sin mi consentimiento, yo estaba dormido. –Dije defendiéndome pero


Jossep tenía razón, debí ser más precavido.

-Ahora si tendrás serios problemas con Suzanne y créeme que cuando digo
serio, eso suena realmente terrible –dijo y asentí decepcionado.

*****

Se había ido luego de hablar de eso, me fui a duchar y al salir tomé mi


teléfono para llamar a Suzanne y saber cómo estaba.

-¿Cómo está la mujer más hermosa de la historia? –pregunté-. Hoy estuve


pensando en ti como todos los días y aun no encuentro porqué estoy
enamorándome de ti día tras día –dije.

-Me estoy sonrojando y no es agradable que me digas esas cosas cuando


estamos a distancia, quiero besarte Max –dijo.

-Esa es una idea genial y mutua porque también quiero besarte. –Reí.

-Esto es algo serio –rió-, deja tus payasadas, fui al doctor hoy y me dijo que
estoy enferma. –Se quedó en silencio.

-¿Qué tienes? ¿Es grave? Maldición. –Dije mientras mi ritmo cardiaco se


aceleraba y la preocupación me invadía.

-Sí, es grave –respondió en tono cortante.

-Mierda ¿Qué tienes? –pregunté desesperado.

-El Doctor dijo que tenía síntomas de lo que sería una enfermedad grave
llamada: extraño al hombre que está hablando al otro lado de la línea. Pero dice
que la única forma de curarme es verle y besarlo unas cien mil veces –dijo riendo.

-Te voy a matar Suzanne, casi muero de un infarto. Estoy temblando, pensé
que te pasaba algo realmente grave –dije molesto.

260
-Esto es grave –dijo riendo-. No estoy bromeando cuando digo que te
extraño a ti y a tus besos que son mi medicina.

-Debería estar enojado por hacerme pasar el gran susto de mi vida pero no
puedo porque el amor que siento por ti supera cualquier cosa –dije.

-¿Nos podemos ver mañana? –preguntó.

-No lo creo, voy a resolver un asunto muy importante, pero el martes


después que salga del trabajo podemos ir a comer pizza, yo conozco un lugar que
te encantará –comenté.

-¿Entonces tengo que esperar dos días para verte? ¿Y si muero? –dijo
riendo.

-No morirás, yo curaré tu enfermedad y te daré doscientos mil besos extras


para curarte –reí.

-Te amo –dijo despidiéndose.

-Te amo. –Dije y colgué.

Toda la noche pensé detenidamente sobre qué haré cuando Suzanne sepa
la verdad sobre mí, sobre mi pasado y lo que soy en realidad. Sentí temor de eso,
no sabría si podía ser capaz de decirle todo, tal vez nunca la merecí, no debió
haber conocido a alguien que sólo le interesa el sexo y acostarse con todas las
mujeres a su paso. Amaba a Suzanne como a nadie he amado jamás pero ahora
iba a cometer el peor acto de cobardía que podría hacer una persona: serle infiel a
su pareja.

261
CAPÍTULO 21

Un grave error

A
l despertar llamé a Hellen y nos pusimos de acuerdo de en dónde
nos íbamos a encontrar, llegando a la conclusión que yo estaría en
su casa en una hora aproximadamente. Me vestí colándome Jean
y franela negra, metí un preservativo en mi bolsillo, estaba a punto de cometer el
peor error en mi vida.

Llegar a la casa de Hellen no fue ningún problema, estuve parado frente a


la casa pensando si esa era la única forma, pude hablar con Suzanne pero lo más
probable es que no me creería nada en absoluto, entonces no tenía otra opción
más que acostarme con Hellen.

Saqué mi celular de mi bolsillo e hice una llamada importante:

-Hola, ¿decidiste que es mejor vernos hoy? –preguntó Suzanne desde el


otro lado de la línea y se escuchaban ruidos de música.

-Yo... –tomé pausa y pasé la mano por mi cabello desesperado y dolido por
lo que estaba a punto de hacer-. Quiero que sepas algo Suzanne...

-¿Te pasa algo? –preguntó.

-Escúchame –dije-. No importa lo que pase, quiero que recuerdes que te


amo más que mi propia vida. Recuérdalo siempre. –Colgué respirando profundo,
apagué mi celular y toqué la puerta.

Luego de algunos toques, salió Hellen completamente desnuda, sin vello


púbico. Parada de forma sexy y sensual. En un segundo la estaba mirando y al
siguiente estaba en mi boca besándome de forma apasionada, pasamos y cerró la
puerta con la presión de nuestros cuerpos, presioné mi cuerpo junto al de ella,
caminamos por el pasillo sin dejar de besarnos, la excitación recorrió todo mi
cuerpo y Hellen me pegó contra la pared del pasillo besándome y quitando mi

262
franela lanzándola en suelo, pasé mis manos por su espalda bajando hasta su
trasero apretándolo en mis manos. Hellen soltó un gemido y bajó por mi pecho y
abdomen hasta la parte de mi pene que se marcaba por debajo de mi pantalón,
acercó su boca hasta él y mordió suavemente mi pene erecto por encima del
pantalón, subió su mirada con una gran sonrisa y de nuevo estaba sobre mi boca
apretándome, tomó mi trasero en sus manos atrayéndome hacia ella con fuerza.
Pasamos hasta su cuarto y nos besamos con pasión frente a su cama, metió su
mano en mi pantalón agarrando mi pene y haciendo un movimiento de arriba hacia
abajo masturbándome.

Se arrodilló frente a mí y se deshizo del botón de mi pantalón, bajó la


cremallera y le dio lambetones a mi pene erecto; abrió su boca y comenzó a
chupar con fuerza. Las sensaciones de placer aumentaban a medida que mi
erección entraba y salía de su boca. El sexo oral era mi parte favorita de todo el
acto sexual. Enrrollé su cabello en mi mano e hice que se entrodujera todo mi
pene hasta su gargante, hizó un sonido de ahogo pero no me importó en lo
absoluto y mucho menos a ella parecía interesarle.

-¿Te gusta? –pregunté.

-Me fascina –dijo con esfuerzo.

Tomé su pelo y lo halé para que me mirara a la cara.

-Dime donde tienes las fotos y tendrás más de eso.

-No hasta que me penetres –comentó.

Con fuerza la lancé sobre la cama y abrió las piernas esperando que
llegara hasta ella. Se mordió el labio interior y pasó su mano por su vagina
haciendo movimientos circulares en su clítoris.

-No voy a tener sexo contigo –dije serio- jamás me volvería a acostar
contigo, me das asco, me repugna la idea follarte y no voy a caer tan bajo de
nuevo. Adiós –dije y miró enojada, subí la cremallera del pantalón, di media vuelta
y fui hasta el pasillo por mi franela colocándomela por encima de mi cabeza.

263
Salí de la casa cerrando la puerta de golpe. Mientras iba caminando
escuché la puerta abrirse.

-¡Esta humillación me la vas a pagar, le mostraré las fotos a ella y


lamentaras no haberte acostado conmigo! –Gritó enojada.

Me giré en su dirección tenía una bata negra cubriendo su desnudes, la


miré y dije: -De lo único que me voy a lamentar el resto de mi vida, es de haberte
conocido.

-¡Maldito, me la vas a pagar todas! –gritó estérica.

Ya me iba y me volví hacia ella diciendo: -Ah, las fotos, puedes hacer lo que
quieras con ellas, no me interesan en lo absoluto, imprime unas cuantas para que
tengas el recuerdo de lo que nunca va volver a pasar. –Hellen se enfureció pero
no presté atención de ello y me fui.

Todo había pasado tan rápido, pero pude parar. No quería saber nada de
Hellen, no quería saber tampoco de Suzanne después de lo que hice y estaba a
punto de hacer con Hellen.

*****

Al día siguiente antes de ir a trabajar encendí mi celular, lo tenía apagado


desde que llamé a Suzanne diciéndole que no importara lo que pasara, supiera
que yo la amaba. Entonces vi treinta y seis llamadas perdidas y dieciséis
mensajes de ella, casi todos eran preguntando sobre la llamada y qué había
pasado, justo en eso momento suena el teléfono, una llamada, Suzanne de nuevo,
marqué la tecla de colgar y volví a apagarlo dejándolo en mi bolsillo.

Colocándome la camisa respectiva para trabajar salí de mi casa para ir a


Eiffel Coffie.

Saludé a Freddick y a Kate y me dispuse a trabajar pensando en Suzanne,


ella merecía una buena explicación, pero no quería verla jamás, merecía más que
yo.

264
Toda la mañana fue bastante agitada, los clientes llegaron en gran
magnitud haciéndome trabajar sin descanso, fue bueno de algún modo
mantenerme ocupado, así evitaría estar pensando cosas que yo no debía pensar.

No estaba despedido. Ni siquiera me pidieron explicaciones por mi


ausencia todos esos días, pero supongo que ya sabrá la situación por la que
estuve pasando.

-Hola de nuevo –dijeron las universitarias, quienes parecían verse mucho


mejor cada semana, aunque mi instinto me dice que lo hacen para provocarme.

-¿Lo de siempre? –pregunté sin mayor atención.

-Es estupendo que no en todo lo que haces seas tan… -dijo Beth.

-Desinteresado –rió Lena y no encontré gracia alguna en sus comentarios.

-Trae lo de siempre. Al parecer no estas muy dispuesto a compartir con


nosotras –comentó Nathaly.

-Disculpen chicas, es que he tenido un día complicado –respondí.

-Lo entendemos –soltó Ying-. Freddick nos contó sobre lo que te pasó. Lo
siento mucho.

Me giré en busca de Freddick, el lengua suelta y lo vi con ira. Se encongió


de hombros desde lejos. Negué con la cabeza en su dirección.

-Descuida. –Y me marché.

Busqué algunos almuerzos en la cocina llevando la bandeja en mis manos,


salí hasta las mesas de las universitarias y mis bandejas fueron a dar al suelo
haciendo un sonido fuerte. Vi a Suzanne viéndome de frente con el cabello suelto,
jean, tacones y camisa azul, todos los clientes miraron en mi dirección, miré a los
lados y Freddick llegó hasta mi lugar. Bajé mi rostro evitando la mirada de
Suzanne.

-¿Te pasa algo? Desde temprano estás así –dijo Freddick-. Distraído.

-No, yo estoy bien –respondí.

265
-Nuestro Max necesita pasar una noche extra con cada una de nosotras
para que despeje su mente –dijo Nathaly tan fuerte que casi todo el restaurante
escuchó. En especial Suzanne quien ahora tenía cara de pocos amigos.

-La última vez estuviste fenomenal y quiero volver a repetirlo –soltó Judi.

Mirar a Suzanne justo ahora no era buena idea. Maldición. Estoy perdido.

-He dejado claro que no soy suyo –dije y miré a Suzanne-. Además, eso
ocurrió hace un par de meses –aclaré.

-Ahora es mío –dijo Suzanne enojada.

-¿Y ésta recién llegada qué? –soltó con ironía Beth.

-Su novia –aclaró con todo el orgullo posible marcando territorio ante las
universitarias.

Todas rieron.

-Max no es un chico de noviazgos niña, no te hagas ilusiones –dijo Beth

-Todas buscamos eso pero él nunca lo ha querido –comentó Nathaly.

Toda un espectáculo, todas dejaron de comer para escuchar la entretenida


plática que mantenían las universitarias y Suzanne.

-Pues lamento informarles que es mi novio –dijo Suzanne.

-¿Es eso cierto? –preguntó Ying decaída.

-Si. Lo siento mucho. Pero es ella a quien amo y estoy completamente


enamorado.

Todas quedaron paralizadas ante algo que para ellas e incluso para mí era
imposible que sucediera. Todas sabían que lo mío era tener encuentros de una
sola noche o varias pero sin más, que yo le pertenecía al sinfín de mujeres que
querían tenerme entre sus piernas y no a una.

-Eso es imposible –susurró Beth enojada.

266
-Quiero hablar contigo Max, por favor -dijo Suzanne ignorándolas.

-Anda, tómate un tiempo y habla con ella, yo te cubro por hoy –dijo Freddick
y quería matarlo, nunca estaba tan de buenas como para ofrecerse a cubrir mi
trabajo. Lo miré serio-. Yo limpiaré éste desastre.

Salí del restaurante caminando rápido para que Suzanne no me siguiera, lo


que fue un caso perdido porque caminaba a mi ritmo. Llegando al centro de una
plaza me tomó por el brazo deteniendo mis pasos y colocándose frente a mí.

-Tienes un montón de cosas que explicarme –dijo.

-Ellas fueron antes de ti, no tienes que…

-Eso es lo de menos –dijo aunque si le molestaba-. ¿Qué es lo que está


pasando Max? –Preguntó-, te he llamado, te he pasado muchos mensajes y tú no
contestas, ahora vengo hasta ti buscando respuestas pero tú sólo me estás
evitando y yo necesito que des una explicación clara de lo que está ocurriendo y
sobre tu forma de actuar.

-Yo... –dije evitando su mirada-, ya no te amo. –Mentí. Se quedó en silencio


y no dijo nada por unos momentos.

-Mírame Max, quiero que mires a los ojos y me digas que ya no me


amas. –Dijo con ojos llenos de lágrimas. Que mierda soy, la estaba haciendo llorar
y me sentía mal por eso, sabía que no podía hacerle eso.

-Mereces algo mejor que yo –dije mirándola a los ojos-, yo no soy quien tú
crees.

-Estos meses que he estado junto a ti supe quién eres y te conozco lo


suficiente como para saber que no quiero a nadie más en mi vida más que sólo a ti
–dijo y casi morí cuando esas palabras salieron de su boca, quería besarla y
abrazarla pero ya estaba decidido a apartarme de ella.

-Tú no lo entiendes. –Respondí.

267
-Ya veo lo que se siente –dijo pensativa, quizá recordaba las veces que ella
me decía esas palabras-. Si quieres que lo entienda deberías comenzar a
explicármelo. –Sugirió.

-Yo no soy quien piensas, yo cometí muchos errores y antes de que tú


llegaras a mi vida yo... –colocó su mano en mi boca para que dejara de hablar.

-¿Estás escuchando?, antes de que yo llegara a tu vida –dijo mirándome a


los ojos- si fuiste alguien que cometió errores en el pasado eso ya es pasado, yo
también he cometido muchos errores...

-Pero no como los míos. –Dije.

-¡Exacto! –dijo una voz de mujer, Suzanne y yo nos giramos y ahí estaba
Hellen esta vez tenía ropa puesta, jean, tacones rojos y camisa blanca de rayas
negras con el cabello suelto y ondulado, junto a ella estaba un hombre rubio, lo
reconocí al instante, era el mismo hombre con el que había peleado en la Torre
Eiffel, el tenía jean y camisa negra.

-Hellen ¿Qué haces aquí? –preguntó Suzanne mirándola seria. ¿La


conocía? Mierda. Estoy perdido-, ¿Derek, tú estás con ella aún? Es que son tal
para cual. –Suzanne estaba furiosa. ¿Derek? ¿Él era el hombre que le hizo daño a
Suzanne? Todo lo que estaba ocurriendo me tenían algo confuso y nervioso.

-Hellen tiene algo que mostrarte sobre tu novio Max –dijo Derek sonriente y
contuve mis ganas de golpearlo y quitar esa sonrisita idiota de su rostro. El rostro
de Suzanne era ahora de confusión.

-Te dije que te ibas a arrepentir por la humillación que me hiciste pasar ayer
y éste será mi mejor modo de venganza –dijo Hellen mirándome.

-No me arrepiento de haberlo hecho, prefiero que Suzanne me odie por


algo del pasado a que lo haga porque una mujer sin moral ni dignidad quiso que
me acostara con ella sólo por chantaje –respondí y Suzanne me miró sorprendida.
Hellen estaba furiosa, sacó su celular del bolsillo trasero del pantalón y luego de
revisarlo se lo dio a Suzanne, ella lo tomó en sus manos y me preparé para lo

268
peor, tapó su boca con su mano libre, me miró serio y a la vez con decepción. Vio
las fotos de Hellen y yo desnudos en la cama.

-Eso es para que veas lo tu novio hace a tus espaldas –dijo Derek
acercándose a Suzanne colocando su mano en el hombro de ella. No pude
contener mi ira y clavé un golpe fuerte en su mandíbula haciéndolo caer al suelo.

-¡No te atrevas a tocarla más nunca en tu vida! –Grité. Hellen lo ayudó a


levantarse y se quedó a su lado. Suzanne estaba todavía viendo el teléfono y no
decía nada. Levantó la vista enojada.

-¿No te bastó acostarte con Derek? ¿También estuviste con


Max? –preguntó Suzanne con mucho enojo.

-Me gustaron los dos –contestó Hellen con una sonrisa-. Aunque… sin
ánimo de ofender –miró a Derek a su lado-, Max es mucho mejor en la cama.

Entonces vi a Suzanne como una leona furiosa acercándose hasta Hellen,


el celular fue a dar en el suelo, la tomó por su cabello llevándola hasta el suelo, se
lanzó sobre ella y la golpeó varias veces en la cara. Suzanne tenía mucha fuerza,
Hellen rasguñó a Suzanne por el cuello y gritaban peleando, se arrastraban por el
suelo.

Se hizo una rueda de gente alrededor observando la pelea entre las


mujeres. Suzanne con el puño cerrado clavó un golpe fuerte en la nariz de Hellen
haciéndola sangrar. Tomé a Suzanne por la cintura para separarla de Hellen,
intentó zafarse de mi agarre y me dio con su puño en el ojo, fue fuerte, hizo que
me doliera lo suficiente como para soltar un pequeño grito de dolor. La alcé por
encima de mi hombro y me dio muchos golpes en mi espalda, esta mujer estaba
realmente furiosa. Derek levantó a Hellen del suelo sostiéndola para que no se
cayera, su cabello ahora era rebelde y alborotado, colocó su mano en su nariz
para que dejara de sangrar.

-¡Bájame! –gritaba Suzanne desde mi espalda-. Quiero romperle la cara a


esa prostituta barata. Es una zorra arpía.

269
-Ya basta –dije a Suzanne para que dejara de gritar.

-A ti también te voy a golpear por idiota –dijo agitada golpeando mi espalda.

-No los quiero ver más a ninguno de los dos –dije a Derek y Hellen-. Creo
que se ha acabado el espectaculo –comenté a las personas que estaban
observando la pelea.

Me llevé lejos a Suzanne de ese lugar pasando entre la gente atravesada,


aun en mi hombro caminé hasta el final de la plaza y luego cuando vi que
estábamos lo suficientemente lejos la bajé.

-¿Debería de agradecerte por el transporte? –preguntó. Aún estaba


enojada.

-No creo que haga falta, me has pagado con todos esos golpes –dije
moviendo mis hombros de atrás hacia adelante-, no podré dormir bien esta noche.

-Pues es lo que mereces –dijo enojada.

-Tus golpes son buenos –dije acariciando mi ojo, sabía que se pondría
morado mañana-, peleas como campeona. –Soltó una risa contenida y reí
también.

Se sentó en uno de los bancos de la plaza y pasó sus manos por su cabello
intentado quitar la explosión que había en él. Me acerqué hasta ella toqué su
cuello con cuidado. –Aléjate, no me toques –dijo seria.

-Sólo estoy viendo la marca en tu cuello, es un rasguño fuerte, necesitas


curarlo –dije.

-¿Esas fotos que vi, eran de cuándo? –preguntó ignorando lo que había
dicho.

-No recuerdo la fecha pero fue antes de conocerte, te lo aseguro –dije


mirándola.

Cerró los ojos y dio un suspiro.

-Te creo, pero debiste decírmelo antes. –Comentó.

270
-¿Me crees? Pensé que no me creerías y tuve miedo de perderte, lo
siento –dije mirando al suelo.

-Confío en ti. “No voy a odiar esta rosa” ¿recuerdas?

-Entonces ¿Por qué la golpeaste? –pregunté.

-Se lo merecía, es una Zorra, Hellen fue mi amiga durante años y la


encontré con Derek teniendo sexo, ahora veo que tú también estás en su lista y
tuve que explotar de algún modo. –Respondió riendo. Hellen era la mejor amiga
de ella, Marry me había contado la historia pero jamás hubiera pensado que fuese
Hellen, me sorprendía lo pequeño que a veces podía ser el mundo.

-¿Me perdonas? –dije mirándola.

-No hay nada que perdonarte, si tu y ella tuvieron algo... eso fue en el
pasado, no nos debemos amargar el presente por esa cosa –dijo frunciendo la
nariz como sintiera asco.

Besé sus labios sintiendo paz de nuevo, por un momento pensé que la
perdería, pero sólo por unos instantes sentí esa sensación tan horrible de perder a
la persona que amo y no quería que pasara de nuevo. No la quería perder jamás
en mi vida.

Fuimos hasta la casa de Marry. Suzanne quería irse sola, lo cual no acepté
y me fui con ella, no quería dejarla sola. Llegando encontramos a Marry regando
las plantas de enfrente con una manguera, al ver a Suzanne con el cuello lleno de
sangre -poca pero había sangre y a cualquiera le asustaría- llegó hasta nosotros
lanzando la manguera.

-¿Qué rayos hiciste? –preguntó evaluando la pequeña herida.

-Tuvimos un pequeño problema –dijo Suzanne mirándome y riendo.

Pasamos a la casa y sus padres no estaban, mientras Marry colocaba


alcohol con el algodón en su cuello Suzanne dio un pequeño grito y aguantó el
dolor, también explicó todo lo que había pasado y Marry estaba enojada por lo que
Hellen y Derek habían hecho.

271
-¿Por qué no la defendiste? –preguntó Marry dirigiéndose hacia mí.

-Oh, ella sabe defenderse muy bien –dije señalando mi ojo golpeado, las
dos rieron y yo también reí. Me acerqué a un espejo grande que estaba en la
pared de la sala y me vi el ojo, estaba rojo. Marry me dio una bolsa con hielo para
bajar la hinchazón.

-Se pondrá morado mañana –dijo Suzanne acercándose hasta mi lugar, yo


estaba sentado en el mueble y Marry en frente de nosotros.

-Lo sé –dije encogiéndome de hombros.

-Disculpa –dijo.

-No importa, es divertido tener un golpe de la mujer que amo –reí. Pasó su
mano suave por mi ojo y me besó.

-Bien, basta de lo cursi –soltó Marry seria.

*****

Me fui de ahí hasta mi casa antes que oscureciera, Suzanne se quedó en


casa de Marry. Llegué a mi casa y dormí hasta el siguiente día.

272
CAPÍTULO 22

Cuatro boletos

D
esayuné y fui al trabajo, todos se rieron de mí por tener el ojo
morado, el hielo de Marry no había funcionado del todo. Todos me
preguntaron qué me había pasado y mi respuesta fue la misma
para todos. -Ayer tuve una gran pelea con un idiota en la calle.

-Y te han dejado noqueado –rió Freddick burlándose.

-No me causa mucha gracia. ¿Y Kate? –pregunté.

-Le dieron el día libre hoy, tiene asuntos importantes que hacer. –Susurró-
Al parecer está embarazada.

-¿Qué? ¿En serio? ¿Kate embarazada? –solté.

-Sí, tiene muchos síntomas; vómitos y antojos repentinos. –Comentó.

-Pero eso no explica nada –respondí.

-¿Apostamos? –sugirió.

-Bien, si está embarazada te daré el diez por ciento de mi salario y si no lo


está… Ganó yo y me darás tu diez por ciento.

-Trato hecho. –Dejamos claro nuestro trato con un apretón de mano.

*****

Dos horas antes de salir del trabajo llamé a Suzanne.

-Quería saber si todavía sigue en pie lo de la salida para comer


pizza. –Comenté.

-No lo sé ¿Tú quieres ir? –preguntó.

-Sí, ven a mi trabajo y de aquí nos vamos –indiqué.

273
-Bien, déjame alistarme y estaré allá.

*****

Terminando la jornada laboral y dejando todo el restaurante listo para el


siguiente día, nos sentamos un rato descansando, esperé a Suzanne todo ese
rato y llegó finalmente, vestida con pantalón negro y camisa roja manga larga, sus
labios pintados de rojo y su cabello liso y suelto.

-Suzanne él es Freddick –dije-, Freddick ella Suzanne, mi novia. Ayer no


tuve tiempo de presentarlos.

-Es muy hermosa. –Dijo Freddick.

-No te pases –dije serio y los dos rieron.

-Es un gusto conocerte –comentó Suzanne.

-Quiero una novia como ella –Soltó Freddick.

-Basta –dije serio.

-Eres bastante celoso Max –rió.

Nos despedimos de Freddick.

-Mañana ganaré esa apuesta y me llevaré todo tu dinero –dije antes de


cruzar la puerta.

-Eso lo veremos –dijo.

Llegamos a un restaurante donde a mi parecer preparaban las mejores


pizzas de toda Francia, nos sentamos en una mesa cerca de la vidriera de
enfrente, el número de personas que estaban en el lugar eran diminuto, estaba
casi vacío, el mejor lugar para estar, solos, relajados y en paz por un momento.
Tomamos la carta y vimos muchos tipos de pizzas con diferentes ingredientes,
finalmente decidimos pedir la Pizza Primavera; Maíz, queso, pimentón y tocineta.

El mesero llegó con nuestro pedido junto con jugos de naranja,


comenzamos a comer y bocado tras bocado Suzanne me preguntó sobre mi día,

274
no hubo mucho que decir, mi día había transcurrido de una manera normal,
clientes hambrientos en busca de comida y ya, le comenté sobre la apuesta de
Freddick y yo de que Kate estaba embarazada, lo cual no le pareció bueno que
apostáramos sobre eso. Luego le pregunté sobre su día y dijo que había estado
conversando con su madre sobre mí y la miré pensativo; ella me iba a
presentarme con su madre, yo también quiero conocerla, dijo que sería después
del gran viaje que tiene, se va a ir a Suecia a resolver algunos asuntos con una
casa y un terreno cerca de donde vive su familia y se iba durante un mes completo
a partir del otro viernes, es decir, en dos semanas, por supuesto que no dejaría a
Sussie, le propuso a Suzanne ir con ella pero se negó porque tenía ensayos de
baile todos los días y no podía faltar. Ella quería ir, dijo que nunca había conocido
ese país y ahora que tenía la oportunidad otras ocupaciones no la dejaban
marchar, me sentí triste por ella. Recordé la propuesta de mi padre para ir a
Londres.

Y comenté sobre ello: -Mi padre quiere que vaya a Londres.

-Eso es genial –dijo alegre.

-No suena tan genial cuando lo que te pide es que vayas a realizar un
trabajo. Quiere que resuelva uno de sus muchos negocios, al parecer este es muy
importante –dije probando otro bocado de pizza.

-Ayúdalo entonces –sugirió mientras tomaba jugo de naranja.

-No se trata de eso, pienso que es amante al dinero, sólo quiere que ese
negocio no se le salga de las manos para no perder dinero. –Respondí.

-Yo iría si fuera tú –comentó.

-Pues ve tú, porque yo no pienso ir –indiqué. Entonces pensé en una


locura-. Yo voy a ir si tú vas conmigo. –Sugerí.

-No vayas –dijo seria.

-Pero sería genial, tú... yo… en Londres –dije entusiasmado.

275
-Creo que el ojo morado te está haciendo alucinar –dijo riendo-, además, mi
madre jamás me dejaría ir y pasa lo mismo que con el viaje a Suecia... tengo mis
clases de bailes y no puedo faltar. –Añadió.

-¿Adivina quién es el dueño de la academia? –dije levantando mis manos


con una gran sonrisa.

-No Max, yo no tengo dinero para ir.

-Eso lo hablaré con mi padre, yo tampoco tengo dinero él pagaría todo.


Tiene mucho dinero –dije-, creo que se limpia el trasero con billetes –susurré en
voz baja. Ahora si me sentía realmente entusiasmado, podría ir y ayudar a mi
padre si tengo a su Suzanne a mi lado, de ese modo no estaría solo allá y pasaría
momentos divertidos con ella.

Traté de convencerla hasta que salimos de la pizzería, pero aún estaba


dudosa sobre el tema, yo en cambio estaba emocionado, estar con ella sería
demasiado perfecto.

Llegamos a su casa.

-¿Y tú madre? –pregunté.

-Está dormida.

La miré fijamente.

-¿Por qué me miras de esa manera? –preguntó.

-Soy muy afortunado. Tenerte en mi vida me ha cambiado completamente.

-A mi igual.

-Mucho más a mi, creeme. Sin duda alguna eres lo más hermoso en mi
vida.

Besé sus labios.

-Estoy enamorada de ti Max.

-Te amo –dije-. ¿Te he dicho que te amo?

276
-Unas ochenta veces durante el camino –rió.

-Aun no son suficientes.

-Nunca tendré suficiente de ti.

La tomé de la cintura y la apreté contra mí. Colocó sus manos alrededor de


mi cuello y me miró como ninguna otra chica me había mirado jamás; con ese
amor tan cautivador que arrasa con todo a su paso y a la vez con aquella pasión
que despertaba en ella cada instante que estaba cerca. Ella me deseaba y yo
mucho más. Besé sus labios lentamente mordiendo su labio interior con suavidad,
pasé mi lengua por la punta punta de sus labios y soltó un suspiro, me apretó
hacia ella con fuerza y sabía que deseaba aun más.

-Sin pensar que no has probado lo mejor que tengo –dije contra sus labios.

-Ya quiero averiguarlo –susurró.

Besé sus labios y me marché.

*****

La semana había transcurrido normal, los clientes en Eiffel Coffie eran


pocos pero los que fueron dejaron una buena propina. Todo fue como Freddick lo
dedujo... Kate está embarazada, ella nos contó todo con detalles; tenía tres
semanas de embarazo, el padre es un hombre que vive cerca de su casa y se va
a responsabilizar por el niño y quiere vivir con ella, eso al menos es bueno. Kate
estaba contenta por su embarazo y yo triste porque había perdido la apuesta.

Mi ojo se ha curado y ya no está morado, el tiempo cura las heridas físicas


al menos.

El viernes después de salir del trabajo fui a la mansión de mi padre para


conversar con él sobre el viaje. Todos los días llamé a Suzanne para convencerla
de ir conmigo y finalmente aceptó. Ya en casa de mi padre yo estaba de pie y él
sentado en un sillón elegante de su biblioteca.

277
-Voy a ir a Londres –dije y él sonrió- pero... quiero que Suzanne vaya
conmigo. –Se quedó mirándome serio durante un momento y todos los síntomas
decían que no aceptaría. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Perfecto, entonces llamaré ya mismo a la aerolínea para apartar los


boletos –dijo tomando el teléfono en sus manos, marcó algunos números y luego
dio las indicaciones. Me sorprendía que no tuviera su propio avión y jet privado
teniendo tanto dinero-. Buenas tardes, habla el Sr. Brown y necesito un viaje a
Londres urgente... –dijo y explicó todo con detalles. Yo estaba muy contento de ir
a Londres con Suzanne, recordé la noche del bar y nuestros sueños que eran ir a
conocer Londres... -Sí. Dos boletos. –dijo mi padre al teléfono.

-Que sean cuatro. –Indiqué a mi padre.

-¿Cuatro? –preguntó confuso alejando el celular de su oído.

-Sí –dije sonriendo.

-Cuatro boletos –dijo mi padre al teléfono-, si, cuatro... –se mantuvo en


silencio un momento-. Perfecto –dijo y colgó.

-¿Por qué cuatro boletos? –Preguntó mi padre mirándome-, pensé que


serían tú y Suzanne.

-Si, pero quiero ir con Jossep y Marry, son mis amigos –dije.

-Bien, yo me encargaré del papeleo, necesito sus datos personales para


que sean registrados, el vuelo sale en una semana, es decir, el otro viernes.
Aquí... –dijo sacando una carpeta de su escritorio- tienes toda la información
necesaria en esta carpeta; los días de las reuniones y de qué se trata, cualquier
cosa que no entiendas puedes llamarme y te explicaré lo que necesites. Quiero
que salves el lugar, por favor, es importante. Se quedaran toda una semana.

-Bueno, ya me voy –dije caminando hacia la puerta.

-Llamaré a Calvin para que te lleve –dijo antes de salir y asentí-. Ah, y
gracias por ayudarme.

278
Asentí.

En la noche llamé a Suzanne diciéndole que fuera mañana a casa de Marry


para decirles algo importante, de igual modo llamé a Jossep para lo mismo.
También llamé a Will para avisarle porque no había ido en la tarde a la sesión y
dijo que no me preocupara de eso, en cualquier momento podemos recuperar el
día perdido.

279
CAPÍTULO 23

Estás cambiando…

A
l despertar me fui a casa de Marry. Me coloqué lo primero que
encontré; pantalón negro y franela roja. Cuando llegué vi a Jossep
vestido con jean y franela verde oscura con una gorra de los
Yankees, Marry; falda blanca y camisa roja y Suzanne tan hermosamente perfecta
en un jean ajustado y camisa azul celeste. Saludé a todos y me senté al lado
Suzanne besando sus hermosos labios rojos. Jossep y Marry se sentaron frente a
nosotros; Ella en las piernas de él.

-Bien, quise que nos reuniéramos aquí porque tengo algo muy importante
que decirles –dije mirándolos a todos-, ¿están preparados? –pregunté dándole un
poco de emoción a lo que iba a decir a continuación.

-Déjate de juegos y di lo que tengas que decir de una vez –dijo Jossep
desesperado.

-Dilo ya. –Habló Suzanne.

-Espero que sea realmente importante. –Sugirió Marry.

-¡¿Adivinen quien tiene boletos para viajar a Londres?! –grité emocionado.

-¿Decidiste ir? –preguntó Jossep sonriente.

-Sip –dije alegre.

-¿Era eso? –preguntó Marry frunciendo el ceño decepcionada-. Espero que


te vaya bien en ese envidiado viaje. –Añadió levantándose para irse.

-No lo envidiaras Marry –dije antes de que se fuera, me levanté del asiento
y los miré a todos-, no lo envidiaran ninguno... porque... ¡Nos vamos todos a
Londres!

-¿Bromeas cierto? –preguntó Jossep.

280
-No, esto es tan cierto como que aun mojas la cama –dije riendo.

-¿Todos quienes? ¿Los cuatro? –Preguntó Marry-. ¿Aun mojas la


cama? –preguntó a Jossep confundida. Jossep se encogió de hombros y me miró
enojado.

-Sí, todo está listo, los cuatro en Londres con todos los gastos
pagos. –Respondí. Marry corrió hacia mí y se lanzó con fuerza hasta mi cuello
gritando de alegría. Jossep y Suzanne rieron ante el comportamiento tan alocado
de Marry.

Me soltó.

Me miró seria y dijo: -Fue la adrenalina, todo está bien ¿sí?, olvidemos este
vergonzoso momento.

-¿Cuándo nos vamos? –preguntó Suzanne.

-En una semana –contesté-. ¿No es genial?

-¡¿Una semana?! –Gritó Suzanne. Sus rostros cambiaron de emoción a


preocupación. Sobre todo el de Suzanne y Marry. Las dos se miraron
mutuamente.

-¿Hay algún problema? –pregunté mirándolas a ambas.

-Yo no tengo ningún problema –dijo Marry.

-Yo mucho menos –habló Jossep.

-Yo si –dijo Suzanne.

-Su madre no la dejará ir, si puede ir será escapada. –Dijo Marry- ¿Por
cuánto tiempo es el viaje?

-Una semana a partir del viernes –respondí y miré a Suzanne.

-Mi madre sale de viaje ese mismo día a Suecia, lo que será imposible que
me escape –dijo Suzanne.

281
-Pero podemos esperar a que tu mamá se vaya de la casa y sales de
volada al aeropuerto. ¿Cuál es la hora de su vuelo? –pregunté.

-Al medio día. Podríamos hacer eso pero tiene que ser con mucho
cuidado –sugirió Suzanne.

-Bien, perfecto, sólo tenemos que saber la hora de nuestro vuelo –comentó
Jossep.

-Bien, déjame llamar a mi padre y verificar la hora -dije y se sintió extraño


decir "padre" sin tan siquiera pensarlo un momento, saqué mi celular del bolsillo y
llamé.

-Hola, quiero saber la hora de nuestro vuelo –pregunté a mi padre.

-Oh, dame un momento –dijo y hubo silencio, "que no sea al medio día",
repetí en mi mente esa frase muchas veces-. El vienes al medio día.

Colgué.

-Es a la misma hora, mierda. –Dije.

-Pero todavía podemos planear algo –dijo Marry sentada en el mueble-, si


es a la misma hora podemos hacer maletas a escondidas y cuando la mamá de
Suzanne se vaya después de la despedida nostálgica, sales de volada al
aeropuerto y con un poco de suerte trataremos de no cruzarnos con tu madre en
el aeropuerto. –Indicó a Suzanne.

-Es muy arriesgado –dijo Suzanne mirando al suelo-. Pero lo intentaré.

Sonrió.

-Listo, todo está planeado para irnos de viaje –dijo Jossep sonriente.

-Esto hay que celebrarlo –Marry buscó una botella de licor y tómanos
algunos tragos, miré con preocupación a Suzanne, no quería que se embriagara
de nuevo, es sexy cuando está de esa manera pero quería cuidarla. Ella miró su
vaso con licor por un momento y luego dirigió su mirada hacia mí sonrojándose.

282
Me acerqué hasta su lugar pasando mi mano por su cuello, noté que se había ido
la marca del rasguño.

Besé la base de sus labios y contra mis labios dijo: -¿Puede haber algo
más perfecto que nuestro amor?

-Si, tus labios junto a los míos –susurré-. Hoy comenzaré a curar tu
enfermedad. –Agregué.

-¿Cuál enfermedad? –preguntó confundida.

-Los cien mil besos. Comenzaré ahora –besé muchas veces sus labios-,
uno, dos, tres, cuatro...

Rió contra mis labios.

-Max te has vuelto loco.

-Estoy loco pero por ti –reí-. Me hiciste perder la cuenta... tengo que
empezar de nuevo.

Tres horas más tarde de la celebración, me fui a casa con Jossep, Suzanne
se iba a quedar con Marry. Luego de bajar del autobús en el camino a casa
Jossep me preguntó sobre Hellen. Yo ya le había contado todo lo que pasó ese
día, las fotos, mi intento de acostarme con ella, mi golpe hacia Derek, la pelea de
Suzanne y ella, todo. -No ha vuelto a llamar –dije-, espero que más nunca en su
vida vuelva a marcar.

-Al menos te quitaste un gran dolor de cabeza –dijo riendo-. Yo quiero


saber algo... ¿Por qué ahora te la estas llevando mejor con tu padre?

-No, aun todo sigue igual –respondí pensando sobre ello, no había notado
eso, antes no lo soportaba ni siquiera un poco.

-Claro que sí, hasta te enojabas cuando decía que era tu padre, ahora digo:
"tu padre, padre, padre" y no dices nada –dijo confundido-, era divertido hacerte
enojar. –Rió.

283
-Idiota –dije serio-. Es como... no se... como si ya tuviera que dejar ir todo
ese odio por él, no puedes pasar toda la vida odiando a tus padres, siempre hay
que perdonar –respondí y sentí por primera vez en mi vida que ya era hora de
perdonarle por todo, incluso lo que me hizo recapacitar un poco fueron mis regalos
que jamás me fueron entregados.

-Estás cambiando Max –comentó.

-Oh.

-No… quiero decir, es bueno que estés cambiando, cuando las personas lo
hacen para bien, es bueno, agradable y no tan preocupante como los que hacen
cambios repentinos comportándose de mala manera. –Explicó.

-Es Suzanne –respondí-, desde que la conocí he querido cambiar todo lo


que soy, queriendo ser digno de ella, no quiero ser el mismo de antes... quiero ser
alguien nuevo para que así la pueda merecer. Pasé toda mi vida de chica en
chica, de cama en cama y lo único que sé es que esa no es una vida agradable,
agradable es encontrar un sola y única mujer por la cual cambiarías todo lo que
tienes y todo lo que posees a cambio de verle sonreír y estar a su lado cada día.

-¡Nos vamos a Londres! –gritó fuerte.

-¿Qué? –pregunté confundido ante su reacción.

-Oh, fue bonito lo que dijiste sobre Suzanne pero te pasas de cursi Max,
deberías revisarte eso, no es normal –dijo riendo.

-Maldito idiota –respondí riendo.

-Soy tu amigo, los amigos se dicen las verdades sin importar que tan
crueles sean –dijo.

-Maldito idiota –repetí de nuevo y me miró serio-. ¿Qué? Estoy tomando tu


consejo de decir las verdades sin importar nada. –Expliqué.

*****

284
Tomé la decisión de ir el siguiente día a “Help Me Strong”, me levanté
temprano colocándome franela blanca, pantalón y zapatos negros. Llegar no fue
un problema pues ya me conocía el camino, parándome frente a la entrada dije
para mí mismo: tengo que intentarlo, al menos por esta vez tengo que ser fuerte
para lograr salir de la Hipersexualidad. Nunca he tenido fe en mí y menos cuando
se trata de resolver un problema, en la mayoría de los casos hago caso omiso de
ello y los evitos, pero ahora es distinto, yo Max Brown quiero intentarlo, sea lo que
sea, sin importar los resultados, lo iba a lograr por mí, por mi abuela quien me dijo
que tenía que luchar sin desmayar y por Suzanne; el amor de mi vida y mi mayor
fuente de inspiración, para ser digno de ella y así pueda merecerla en cuerpo y
alma. Esos eran mis motivos principales, si no lo logro pues al menos tuve la gran
dicha de intentarlo.

La recepcionista tomó mis datos haciendo mi primer historial como


paciente. Me sentí enfermo e inservible, como si representara a esa clase de
personas que el mundo repudia; adicto y enfermo. Eso me hizo sentir
terriblemente mal pero ya no iba dar marcha atrás, preferiría sentirme enfermo con
la intensión de curarme, que sentirme sano aun sabiendo que estoy mal y no
hacer algo para remediarlo.

Me asignaron a Chelsey como mi doctora encargada, al parecer ella iba a


estudiar mi caso, darme los métodos de autocontrol e incluso las practicas que
ayudaran a combatir el problema de adicción.

Sentado esperándola vi una revista en una mesa pequeña, la tomé


intentando distraerme, sólo pasaba hoja tras hoja sin saber ni asimilar lo que había
escrito en ella pues estaba nervioso por mi primer día de tratamiento. Chelsey
llegó vestida con su uniforme respectivo, su cabello estaba amarrado en una cola
de caballo y escasamente maquillada, se veía hermosa.

Nos dirigimos a un cuarto en el segundo piso, pasamos por un pasillo, el


cuarto era todo de blanco, sólo había una silla en el centro y una pantalla grande
que cubría toda la pared de enfrente, a un lado había un espejo que cubría media
pared, parecía como los que había visto en películas cuando los oficiales se

285
colocan detrás y observan todo a través del espejo. Chelsey se acercó hasta a un
lado de silla con una máquina, era algo muy extraño, como un cajón plateado,
pulsó un botón encendiéndola y como un ventilador empezó a sonar, era bajo pero
audible, indicándome que tomara asiento me senté y me dijo que me quitara la
franela lo cual con confusión hice sin problema, la dejé en el suelo y pasó un cable
sacado de la máquina con un adhesivo lo pegó sobre mi pecho, en el corazón,
otro en el cuello y otro en mi abdomen.

-Esto es para saber tu ritmo cardiaco, la presión de sangre y tu respiración,


sólo será una prueba, necesito saber que tan avanzada está la adicción. –Asentí y
se fue cerrando la puerta, giré mi cabeza a los lados y no había nada mas que
sólo la pared blanca, frente a mí la pantalla grande se encendió, fruncí el ceño el
ver que el contenido en la pantalla era una película: un hombre de mediana edad
toca la puerta de una casa, tiene una pizza en su mano y sale un mujer
semidesnuda, lo mira sensualmente pidiéndole que pase y lo deje sobre la cocina,
cuando el hombre esta de espalda ella se desnuda frente a él y al verla la besa
con desesperación, mi pene se estaba poniendo erecto, la mujer le quitó la ropa y
se acostaron sobre el sofá, ella abrió la piernas dejando ver su vagina, él apretaba
sus senos y la besaba, colocándose un preservativo penetró a la mujer y gemía,
gritaba y le pedía que lo hiciera mas rápido, oh no, esto no era cualquier película.
Era una pornográfica. Mi excitación iba aumentando mientras ella más gritaba,
comencé a sudar acalorado mientras mi pene se asomaba debajo de mi pantalón,
mi respiración era rápida y comencé a bajar la cremallera de mi pantalón para
masturbarme. Justo en ese momento entró Will al cuarto y se apagó la pantalla. Lo
miré y sentí vergüenza de lo que estaba a punto de hacer.

-Oye Max, no puedes hacer eso y menos aquí –comentó.

-¿Cómo crees que debo actuar? –Dije enojado-, en la pantalla no tienen


dibujos animados corriendo y saltando alrededor de un arcoíris... es pornografía
¿Qué pretenden? ¿Se han vuelto dementes? –añadí.

-No, sabemos que es una pornografía –dijo Chelsey entrando a la


habitación-, pero sólo es un prueba, estamos haciendo los análisis necesarios

286
para saber tu grado de excitación y hasta qué punto tu presión cardiaca aumenta,
así sabremos qué tan avanzada está tu Hipersexualidad. –Explicó acercándose y
quitando los cables de mi cuerpo.

-¿Cómo te sientes? –preguntó Will.

-Ahora podría tener sexo con cualquier mujer que se me atraviese por el
frente –respondí mirando a Chelsey con deseo, se sonrojó y parpadeé varias
veces para intentar calmar mi calentura, poco a poco la excitación estaba dejando
mi cuerpo y tomé respiración profunda para relajarme un poco. Maldita sea. No
tengo dominio de mi propio cuerpo y no creo salir de esta adicción.

-Bien, hoy mismo me pondré a revisar los resultados y tomaremos la


decisión de cuáles serán los métodos a utilizar. –dijo Chelsey. Asentí, no me
pareció que comenzaran haciendo eso ¿En serio? ¿Una pornografía? Los odié a
ambos, pero luego pensé que era una buena forma de iniciar, era como entrar en
la boca del lobo y así investigar sobre él.

-¿Qué haces aquí? –pregunté volviéndome hacia Will.

-Yo también ayudo aquí, vengo todos los domingos, Chelsey y yo vamos a
seguir tu caso, ¿crees que te voy a dejar enfrentar esto solo?... aquí entre
nos... –Dijo susurrando en voz baja- Chelsey es muy amargada y necesito cuidarte
de ella.

-Te escuché –dijo Chelsey seria y reí.

La siguiente prueba del día de hoy era responder una serie de preguntas
que Chelsey hacía. Tenía que responder con la verdad absoluta, esto parecía a
una especie de juicio; la verdad y nada más que la verdad.

Estábamos en una oficina, nos mirábamos frente a frente; ella se


encontraba sentada al otro extremo de la mesa. Will esperaba en la parte de
afuera.

-Comencemos –dijo.

Asentí.

287
La primera pregunta fue realmente directa: ¿Con cuantas mujeres he
estado? Pensé mucho respecto a eso, hace dos años atrás mi cuenta quedó en
treinta mujeres distintas, a partir de ahí decidí no seguir contando, era una perdida
de tiempo hacerlo, así que simplemente empecé a contar las mejores con las
cuales he estado.

-¿Es necesario responder eso? –Pregunté-, digo, no recuerdo muy bien


todas con exactitud.

Chelsey alzó las cejas impresionada, no respondió a mi pregunta y decidió


continuar con las siguientes preguntas.

-¿Cuándo viste la primera pornografía?

-A los seis años, mi hermano solía verlas y yo tuve curiosidad y las


vi. –Respondí, por mi mente pasó que tal vez mi hermano también podría ser
adicto al sexo.

Fueron preguntas tras preguntas, todas eran preguntas personales y


algunas simplemente no las pude responder; no por mi falta de conocimiento o
poco interés, era porque no me sentía en confianza como la tenía con Will.

-¿Piensas en el sexo todo el tiempo? –preguntó esta vez y podía responder


que si, pero no era así, no de ese modo que ella lo pensaba, era la mayoría de las
veces pero no tanto como para quitarme el sueño.

-No, toda mi vida no es el sexo, también me mantengo ocupado en el


trabajo, las peleas con mi padre y mi novia. Sería una mentira decirte que no
observo a las mujeres que pasan por mi lado porque si lo hago, de hecho todo
hombre hace eso, pero puedo pensar en otras cosas también. Como por ejemplo
ahora, no estoy pensando en sexo. Realmente si lo estoy pensando puesto que
estamos hablando de eso pero si hablaramos de otro tema olvidaría el sexo por
unos instantes.

Cada palabra que decía, Chelsey las anotaba, ¿cualquier cosa que dijera
sería usado en mi contra?, apoyé mi cabeza sobre la mesa cansado, no podía

288
soportar mas preguntas personales, hablar sobre mi vida me parecía algo
realmente aburrido.

-¿Puedo hacerle una pregunta? –dije.

-Si. Dime. –Contestó mientras tomaba algunas anotaciones sin mirarme.

-¿Crees poderme ayudar cuando te mueres de ganas por probarme? –


Chelsey toció fuerte como si hubiese ahogado. Levantó la mirada y vi su rostro
sonrojado.

-Yo no… -levanté la mano haciéndola callar.

-No le diré a nadie –reí.

-Nunca me había pasado.

-Si no amara a mi novia del modo que lo hago ya te hubiera follado en esta
oficina, no sería tu fantasía si no tu realidad. Y tendría esa experiencia de haber
estado con la persona que se suponía tendría que curarme –reí-. Con el tiempo he
aprendido a desarrollar mi capacidad de observar a las personas y saber al menos
lo que piensan de mí.

-Eh… muy bien, es todo por hoy –dijo evitándome.

Terminó la prueba.

En cuanto estuve afuera Will había desaparecido así que caminé por los
alrededores en su búsqueda, una chica de ojos café, piel blanca y cabello rubio
ondulado se acercó a mí sin una muestra de timidez.

-Tienes que ser tú –dijo sorprendida observándome desde todos los


ángulos-. Definitivamente no hay duda.

-¿Disculpa? –pregunté confundido.

-Eres mucho mejor de lo que imaginé.

Reí.

-¿Debería darte las gracias por el cumplido?

289
-¡No! –dijo consternada-. Deberías por el contrario desaparecer de este
planeta.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Eres una amenaza para las mujeres que son fieles a sus parejas.

Negué con la cabeza riendo. La chica tienía un sentido del humor increíble.

-Me tengo que ir. Debo buscar a alguien.

-Espera. ¿Es cierto que eres adicto al sexo?

-¿Quién te ha dicho eso?

-Eres popular en Help me strong, todo el mundo sabe de ti. –Explicó.

-Soy el popular adicto al sexo –dije riendo.

-Entonces eres todo un As en la cama –dijo y no entendí si lo decía en


confirmación o en forma de pregunta.

-Por supuesto que sí –comenté un poco engreído-. Peor que ser un adicto
al sexo, es ser un adicto al sexo y no saber follar. Y supongo… con la práctica
consigues la excelencia.

-He llegado al orgasmo sin siquiera tocarme –dijo suspirando-. Pero a todas
estas ¿realmente se puede ser adicto al sexo?

-Efectivamente. El problema radica en que la sociedad en la que vivimos lo


toma a la ligera creyendo que es parte de la naturaleza anhelar el sexo sin control.
Pero llega un punto donde sobrepasa los límites, y no puedes parar, ahí es donde
comienza el problema.

-¿Qué te detiene conmigo? –preguntó sonriendo.

-El amor. Estoy enamorado de una mujer maravillosa y por ella estoy
cambiando.

Will llegó en medio de todo.

290
-¿Qué tal ha sido todo? –preguntó Will.

-Muy bien –respondí.

-Creo que debo irme –dijo la chica-. Si cambias de parecer puedes


encontrarme por aquí –añadió señalando todo el lugar y se marchó corriendo.

-¿Quién era ella? –Pregunté a Will- ¿Qué está haciendo aquí?

-Tiene serios problemas con el alcohol. –Respondió apretando los labios en


una línea recta.

-¿Qué? ¿Es alcohólica?

-Sí –dijo.

-Ni siquiera lo parece.

-Tu tampoco pareces ser Hipersexual –comentó colocando su mano sobre


mi hombro-. La mayoría de las personas enconden lo que verdaderamente son.

Asentí.

*****

Will y yo fuimos a los asientos de la entrada luego de realizar mis primeras


pruebas. Ahora estaba sentado frente a Will.

-Me voy a Londres el viernes –dije.

-No creí que fuera tan rápido, pero... suerte en ese viaje –dijo.

-Sí, tampoco pensé que fuera tan rápido pero si voy a ir. Ayudaré a mi
padre en ese ridículo trabajo, incrementaré su capital ¿Puedes creerlo? –respondí.

-Aun no lo asimilo, pero hago el intento –rió-. Tienes al menos a Suzanne


contigo, no estarás solo.

-Eso es motivador –sonreí-, Jossep y Marry que son mis amigos también
iran.

-Serán como vacaciones. –Aseguró.

291
CAPÍTULO 24

Londres

T
oda la semana estuvimos preparando todo para el viaje; maletas y
papeles. Mi padre arregló todo para que nos fuéramos sin
problema, habló con Roberth para que me diera el permiso y al
parecer no le dio nada de dinero, sólo se tomó una foto con él, supongo que lo
hubiera hecho de igual modo si supiera que soy el hijo del hombre más rico del
mundo. Me gustó la idea de la foto.

Con Suzanne tampoco hubo problema, con sólo una llamada dijo a la
academia que necesitaba a una chica toda la semana para un evento importante.

Problemas resueltos.

A las 11:30 am estábamos Jossep, Marry y yo en el aeropuerto.

-¿Todo listo? –preguntó mi padre junto a mi madre.

Asentí.

-Sólo falta Suzanne –dijo Jossep desde los asientos de espera.

-Bien, aquí tienes esta tarjeta, puedes utilizarla para cualquier cosa –dijo
entregándome una tarjeta dorada, en ella tenía mi nombre grabado con el número
de cuenta, oh, mi propia tarjeta-. Puedes comprar lo que sea.

-¿Hasta un carro? –pregunté bromeando.

-Todos los carros que quieras –me miró sonriente-, pero ¿Para qué
necesitas un carro? Cuando llegues aquí puedes elegir cualquiera a tu antojo –dijo
y entonces recordé que estaba parado frente al magnate multimillonario.

-No te preocupes, sólo será para cosas importantes, sabes bien que no
gastaré tu dinero derrochándolo. –Respondí.

292
-Dinero que también es tuyo –aclaró. Pero que no me interesa en lo más
mínimo. Me limité dar media sonrisa-. Bueno, ¿tienes la carpeta? –preguntó.
Señalé al asiento frente a donde estaba Jossep-, no lo pierdas, ahí tienes todas
las indicaciones –confirmó. Ni siquiera me he tomado el tiempo de leerlo, luego lo
leeré, cuando llegue tal vez.

Mi padre junto con mi madre se fue. Ella también quiso despedirse de mí.
Todos en el aeropuerto me miraron al verme con Jacob Brown y me sentí
intimidado por un momento, todo el mundo actuó de manera normal luego de un
rato.

Pensé sobre Suzanne y el gran día que nos conocimos en el autobús, su


sudor, su mirada, todo, y ahora estábamos a punto de volar hacia Londres.
Hablando de Suzanne... ¿Qué pasa que no llega? mierda ¿La habrán
descubierto? No, no quería pensar en eso.

Caminé entre los asientos colocándome en el pasillo mirando a todos lados.


El aeropuerto estaba lleno de gente con maletas y bolsos grandes. Un altavoz
anunciaba cada minuto para la salida de cada avión, siempre sonando y llamando
personas y empleados.

11:45 am miré en mi teléfono, no había mensajes ni llamadas, no la veía


por ningún lado. -La descubrieron –dije preocupado.

-No pienses eso, aún falta tiempo –dijo Marry, giró su cabeza hacia un reloj
digital grande- ¿11:47 am? Vamos, tenemos que preocuparnos. –Añadió
levantándose de su asiento, tenía puesto un suéter gris y jean. Cabello amarrado
en una trenza perfectamente hecha.

-Despreocúpense –comentó Jossep sentado de forma cómoda con unos


audífonos blancos grandes; cubrían sus orejas. También tenía un suéter gris al
igual que Marry pero con pantalón negro. Se movió rítmicamente al ritmo de la
música ¿tal vez?

-Vamos a perder el vuelo –dije cubriendo mi rostro desesperado. Miré la


hora 11:50 am.

293
Escuché el parlante.

“Por favor abordar pasajeros del vuelo 11-24 con destino a Londres”.

-¿Por qué demonios no has llegado? –Dijo Marry al teléfono-, te estamos


esperando... ¿qué problema?

-¿Fue descubierta? ¿No vendrá? –pregunté a Marry irritado.

-Espera –dijo Marry ignorándome-. Si, estaremos aquí. –Colgó. Al parecer


Suzanne estaba en camino.

11:59 am marcaba el reloj y ahora si estaba al borde del colapso y la


desesperación, perdería el cabello de tanto estrés, entonces imaginé mi cabeza
rapada, sin cabello, ¿con todo y eso aún Suzanne me amaría? Oh Dios ¿Qué
diablos estoy pensando? Sólo quiero que Suzanne cruce el pasillo para largarnos
a Londres ahora mismo.

Un hombre llamó mi atención cuando pasó entre las personas, con una
maleta grande, y bolso pequeño sobre su hombro. Tenía lentes oscuros y usaba
una gorra en la que escondía todo su cabello largo, se acercó hasta mi lugar y me
di cuenta que no era un hombre, era Suzanne, ella intentaba parecer un hombre,
con suéter verde y jean. -Ni una sola palabra de esto –dijo señalándome con su
dedo índice.

-Está bien –intenté no reír. Besé sus labios rápido.

-Es repugnante ¿Lo sabes? Como si estuvieras besando a un hombre –se


burló Jossep.

Lo fulminé con la mirada.

-Vamos, Londres nos espera –dijo Marry tomando su maleta, Jossep se


levantó tomando las suyas y yo tomé la carpeta seguido de la maleta.

*****

Subimos en el avión. Nuestros puestos parecían perfectamente elegidos,


Suzanne a mi lado y en los asientos de atrás Jossep y Marry. Me sorprendió no

294
ver a ninguna persona en el avión ¿Todos se tardaron? ¿Nos equivocamos de
avión? Oh por Dios.

Una azafata rubia vestida elegante pasó a través de nosotros y saludó


sonriente con su mano, la miré frunciendo el ceño y giré mi cabeza mirando a
Jossep y Marry, creí que yo estaba confundido pero sus caras eran de espanto al
no ver a nadie, miré a Suzanne y estaba viendo a la azafata pensativa.

-Buenas tardes –dijo en una voz dulce y alegre, su cabello rubio peinando
hacia atrás la hacían ver algo aterradora y malévola-. Este es nuestro vuelo con
dirección a Londres, es necesario que sepan las normas de seguridad. Es de
suma importancia evitar el uso del teléfono móvil y tener puesto el cinturón de
seguridad ante cualquier eventualidad. Gracias. Feliz viaje. –Explicó dando media
vuelta para irse.

-Un momento –dijo Marry. Ella se giró hacia nosotros de nuevo-. Y... las
demás personas… ¿Dónde están?

-Oh, el Sr. Brown ha comprado cada uno de los boletos, al parecer quiere la
mayor seguridad para ustedes –comentó.

-¿Qué? –Dije exaltado-, ¿Cómo pudo…? –Tomé pausa-. Rayos, entiendo


su punto pero hizo que personas que tal vez necesitaban irse rápido, se
retrasaran, no me parece justo. –La azafata se encogió de hombros y se fue.

Suzanne se quitó la gorra y dejó ver su cabello negro y liso, la miré


idiotizado y enamorado, notó que la miraba y se sonrojó, besé sus mejillas y rió.
Yo tenía la carpeta en mi mano, la abrí y pasé rápido las hojas sin leer ninguna,
había alrededor de cuarenta hojas, al parecer todo era importante. Me fatigué.
Cerré de nuevo la carpeta.

-¿Qué es eso? –preguntó Suzanne a mi lado, aun no habíamos despegado,


veía el suelo a través de la ventana a su lado.

-Es sobre el negocio que tengo que salvar para mi padre, la idea es que yo
lo lea y así podré saber todo lo necesario –respondí.

295
-Léelo. –Sugirió.

-Son muchas hojas y no me gusta mucho la lectura –contesté.

-¿Te has vuelto loco? Leer es lo mejor que hay y más si es tan importante
como esto –dijo tomando la carpeta en sus manos.

-Léelo y me indicas cuál es el tema –comenté. No me dijo nada, fijó su


mirada en las hojas y no dije nada más, creí que era mejor no molestarla, me
limité a sólo mirar. Era una sexy lectora, amaba su concentración y su mirada
cuando era fija sobre las hojas.

*****

Duramos alrededor de una hora sobre el aire, miré a Jossep y a Marry pero
los encontré besándose y no iba a interrumpir ese momento. Suzanne terminó de
leer todo y me entregó la carpeta. Se quedó pensativa y mi impaciencia me hacía
sentir desesperado. -¿Y? –dije en forma de pregunta.

-Habla sobre muchas cosas –dijo mirándome-, tienes que asistir a las
reuniones, son dos, necesitan tu firma porque tu padre es el mayor propietario de
ese lugar, al perecer el lugar quiere ser demolido por empresarios italianos para
construir un centro comercial, las reuniones se harán el hotel Magic Star.

-¿Cuál es su negocio? ¿Obtiene mucho dinero de allí? –pregunté.

-Es un centro orfanatorio de niños con Síndrome de Down, estos niños no


tienen donde vivir y esta es la única casa hogar para ellos, no tienen a donde
ir… -tomó pausa-, fueron abandonados por sus padre y aquí se le presta la ayuda
y la enseñanza necesaria para su buen desarrollo.

-¿Cuánto gana mi padre por hacer ese trabajo? –pregunté.

-Nada. No gana absolutamente nada, es el máximo dueño y mayor


benefactor del lugar, sólo eso, es extraño, tu padre sólo hace una obra de caridad
ayudándolos.

296
No respondí nada luego de escuchar lo que Suzanne acababa de decir, me
hundí en mi asiento, fui noqueado de una forma brutal ante la manera de juzgar a
mi padre. Sentí culpa de ello, había juzgado a mi padre diciendo que sólo quería
incrementar su capital en este negocio, pero al contrario de eso él estaba
haciendo una obra de caridad como una ayuda a los más necesitados. No conocía
ese corazón humanitario de mi padre, en realidad no sabía nada de él, es triste
tener una idea errónea sobre una persona que realmente es buena... pero es más
triste pasar veinte años pensando que una persona es lo suficientemente mala
como para no poder merecer un perdón y darte cuenta que es todo lo contrario de
eso.

*****

Al parecer no estaríamos vagando solos por la cuidad, una limusina blanca


nos esperaba con un chofer; alto, blanco, cabello castaño y con traje, tenía un
cartel en su mano con mi nombre escrito en letra cursiva, nos acercamos hasta él
y le dije que era yo la persona que buscaba, ignoró mis palabras, le mostré mi
identificación y vaciló por un momento en creerme hasta que finalmente se
convenció de ello.

Esta era una ciudad muy hermosa, igual a las fotos que veía por internet,
pero esto era real, estaba en Londres, por la ventana vi muchos sitios turísticos,
sitios que quería visitar luego de realizar el negocio, la cara de Suzanne, Marry y
Jossep eran de felicidad y asombro, me sentía muy feliz por ellos.

Llegamos a un hotel seis estrellas, con mucha seguridad, lugar donde


estaban hospedados algunas estrellas; actores, cantantes, entre otras
celebridades. Bajamos nuestras maletas de la limusina y pregunté al chofer si
tenía que dejar propina o algo, el cual respondió que todo estaba pago por mi
padre, él sería nuestro chofer por toda la semana, anoté su número para estar en
contacto para cualquier traslado.

Un recepcionista en el hotel nos miró como locos cuando llegamos a su


lugar. Todo era porque no teníamos traje elegante como el resto de la gente.

297
-Ustedes no pueden estar aquí... esto es para gente... –tomó pausa
viéndonos de pies a cabeza- con clase y dinero suficiente para pagar una
habitación, por lo que puedo notar ustedes no pueden pagar ni siquiera el cuarto
donde se guardan los objetos de limpieza –añadió con sarcasmo.

Estuve a punto de partirle la cara por insultarnos de esa manera pero en


lugar de eso dije lo que nunca pensé que me sentiría bien al decir: -Soy Max
Brown, hijo de Jacob Brown.

Su cara cayó con vergüenza.

-Oh señor, disculpe por lo que acabo de decir, yo... sólo disculpe, aquí
están anotados sus datos –dijo mirando la pantalla-. Sus habitaciones son las
Suite presidencial en el piso dieciséis. Yo mismo los dirigiré hasta allá. –Dijo y nos
fuimos hasta el ascensor. En un momento se sentía bien ser yo; todos me
respetaban y tenía los mejores lujos. Pero al siguiente no me agradaba ser Max; la
persona que tiene pánico de los ascensores.

-No vamos a subir por el ascensor, Max y yo subiremos por las


escaleras. –Comentó Suzanne antes de subir al ascensor, Jossep y Marry se
negaron a subir escaleras y dejamos nuestras maletas con ellos. Las puertas del
ascensor se cerraron y me volví hacia Suzanne.

-¿Por qué?

-¿Qué? no me mires de esa forma, ahora soy amante de las escaleras, de


ahora en adelante, nada de ascensores –dijo con una sonrisa.

-Te amo –dije riendo, me acerqué a sus labios y la besé durante unos
minutos.

-Vamos, tenemos dieciséis pisos que subir –dijo suspirando y reí, me


gustaba que aunque Suzanne se cansara al subir las escaleras, lo estaba
haciendo de igual modo, por mí, ella lo estaba haciendo para acompañarme.

Lo primero que pensaba era en mi garganta seca por la deshidratación,


necesitaba agua urgente. Vi el cielo cuando observé a Jossep y Marry junto con el

298
recepcionista. Nos estaban esperando. Tardamos en subir alrededor de treinta
minutos.

-Bien, estas son las habitaciones. Dos, una para cada pareja, supongo que
son parejas –dijo y asentí-, bien, pueden tomar cualquiera.

-Nosotros elegimos esta –dijo Jossep señalando la puerta de la izquierda.

-Esta es la llave –dijo el recepcionista entregándole una tarjeta, me entregó


la otra a mí. Se fue en el ascensor y lo perdimos de vista. En la puerta deslicé la
tarjeta, la puerta hizo un sonido leve y un bombillo cambió de rojo a verde.
Suzanne y yo entramos y mi quijada casi llegaba al suelo al ver la habitación; las
paredes estaban pintadas de rojo y otras marrón, el contraste de colores era
bastante elegante, la parte de la cocina era de vidrio y madera fina, en la parte
central de la habitación habían muebles blancos elegantes, justo debajo había una
alfombra que cubría casi todo el lugar, desde la cocina hasta la cama; esta no era
una matrimonial, era más grande, podríamos dormir seis personas sin problema.
También había un balcón, me acerqué y se podía ver toda Londres, la vista era sin
lugar a dudas espectacular.

Vi a Suzanne entrar a un puerta, supongo que era el baño, me dirigí a la


cocina y tomé un vaso de vidrio, abrí la nevera para buscar agua, la nevera era de
dos puertas, dentro había muchos dulces, todos eran a base de chocolate; tortas,
tabletas, helado, brownie. Reí pensando en la cara que pondrá Suzanne al ver
esto, no le gusta el chocolate y siento que gritará al verlo.

Tomé una jarra de vidrio sirviéndome en el vaso y Suzanne salió del baño.

-Este lugar es impresionante, lo digo en serio. –Dijo mirando a los lados.

-Observa esto, la nevera tiene todo lo que tu amas –dije riendo. Se acercó y
abrió la nevera. Su rostro fue de asco y frunció el ceño mirándome.

-Yo te amaré vestido con traje –respondió riendo.

-¿Qué traje? –pregunté confuso.

299
-Tu traje para la primera reunión que es mañana a primera hora –dijo-. Si
hubieses leído el contenido en la carpeta te darías cuenta.

-Pero no tengo traje –respondí y recordé la tarjeta que me había dado mi


padre. Esto era una emergencia.

300
CAPÍTULO 25

Un centro comercial

L
uego de ducharme, me coloqué una camisa azul y jean junto con
mis zapatos negros. Suzanne salió del baño ya vestida luego de su
ducha, tenía una camisa beige, pantalón negro y tacones negros. Su
cabello recién secado y suelto. Me tomé unos minutos para admirar su belleza me
miró sonrojada y besé su mejilla. Salimos y toqué la puerta de la habitación de
Jossep. Salió con su cabello alborotado y sin camisa, se veía agitado. -Yo… -dije
riendo-, sigan en lo suyo, nos vemos luego. –El rió y cerró de nuevo la puerta
como si nada.

Suzanne y yo bajamos y el chofer nos estaba esperando en la parte de


afuera, le pedimos opinión sobre un lugar para comprarme un traje y nos llevó
hasta unas tiendas elegantes. Entramos y nos fuimos a la sección masculina
donde estaban los trajes formales. Tomé uno en mi mano colocándolo frente a mí.

-No puedo ponerme esta cosa –dije.

-Vamos pruébatelo, y este también –dijo tomado otro.

Tenía dos trajes; uno negro y otro azul marino. En los probadores me miré
frente al espejo grande con el traje azul y negué a mi propio reflejo pensando que
ese no era el color adecuado, es más, ninguno era el adecuado, prefería ir con mi
franela blanca o negra junto con mis jean. Me probé el negro y salí abriendo la
puerta del probador, Suzanne estaba sentada mirándome de frente y estaba
sonrojada y seria.

-Estoy completamente enamorada del hombre más sexy que he conocido


jamás –dijo y sonreí al oír su piropo.

-¿Estás segura que me veo bien? –miré mi traje y no me sentía cómodo,


hasta sentía comezón.

301
-Oh, este hombre es muy sexy –dijo una de las empleadas, era morena y
hermosa con el cabello negro ondulado, tenía un vestido negro ajustado hasta sus
muslos-. ¿Saldrías conmigo? –preguntó y señalé a Suzanne para hacerle
entender que tenía novia y no estaba buscando a nadie más, ella la miró
sonriendo y Suzanne tenía una sonrisa fingida, notaba su enojo y de cierto modo
me agradaban sus celos. Reí y se acercó hasta mi lugar, la tomé de la cintura y
pasó sus manos alrededor de mi cuello y besándome.

-Te vez muy sexy cuando estás celosa –susurré contra sus labios.

-Yo no estoy celosa... bueno si lo estoy. –Reí.

Suzanne la miró.

-Este hombre es mío y no lo comparto –dijo mirando a la chica.

La mirada de Suzanne estaba llena de ira, celos y eso me hizo excitar,


pensé que la golpearía o algo parecido, pero en lugar de eso sólo sonrió. El
ambiente estaba tenso. –Bueno –dije a la empleada-, quiero llevar este y dos más
por favor –sugerí intentando hacer algo para que se fuera, el cual logré que
hiciera.

-Siento que voy a explotar, necesito irme de aquí –dijo furiosa.

-Voy a cambiarme y nos vamos –dije.

-No me dejes sola –dijo.

-Entonces entra conmigo al probador mientras me cambio –dije tentándola.


Se ruborizó y negó con la cabeza. Reí y entré rápido para cambiarme, dejarla
afuera me pareció muy arriesgado, pero es sexy que alguien esté tan celosa de
mí.

Como flecha veloz salí y pagué con la tarjeta de mi padre. Al final, llevé tres
trajes, trajes que sólo utilizaré para las reuniones y luego a la basura, aunque
también podría regalárselo a alguien que lo necesitara, la segunda opción me
pareció la más indicada.

302
El chofer aun parado frente al local asintió hacia nosotros y entramos,
agradecí que nos llevara hasta ese lugar. Mañana no tendré ningún problema para
presentarme formalmente en la reunión de negocio. Quería conocer más de
Londres y pedí que nos llevara a un lugar genial de la cuidad, que fuera nuestro
guía turístico y así lo hizo, fue mi plan con doble sentido, de esa forma podría
distraer a Suzanne de sus celos y su ira y además pasaría tiempo con ella a solas.

Nos llevó hasta un lugar llamado London Eye, un mirador con ciento treinta
y cinco metros de altura que desde arriba se podía ver gran parte de la cuidad. La
noche vestía a Londres, muchas luces y lugares magníficos se podrían ver en
todos lados, mientras estábamos caminando hacia la ruleta compramos batidos de
fresas y cada uno comenzó a tomar, pagamos la entrada y subimos. Fue como
subir un ascensor o algo parecido, mi barriga se retorcijaba mientras se movía
lentamente, Suzanne me miró preocupada pero yo disimulé con una risa y la
abracé por la cintura, llegamos a la parte de arriba y la rueda paró, un frio recorrió
mi cuerpo pero supe que todo estaba bien al ver a Suzanne junto a mí. Era parte
del paseo que se detuviera justo en la parte alta así apreciaríamos la vista.

-Esa vista es hermosa –dijo señalando hacia afuera a través del vidrio, toda
Londres estaba iluminada era una vista hermosa.

-Si –dije mirándola y me miró-, pero la vista que tengo justo ahora es la más
hermosa que he visto –susurré y sonrió besándome, la abracé por la cintura con
una mano mientras la otra la mantuve de un lado por el batido. Ella paso sus
manos alrededor de mi cuello con su batido rozando mi espalda. Pensé en Jossep
y Marry, sobre si debimos haberlos invitado pero luego saqué esa idea de mi
cabeza al saber que ellos estarían ocupados haciendo cosas de parejas.
Concentrándome entonces en nuestro beso no pensé en nada más, su lengua se
cruzaba con la mía lentamente. Nos movimos a un lado cuando la rueda se movió
de manera giratoria haciéndonos bajar.

Caminamos por una plaza un rato, cerca del lago, nuestras manos
entrelazadas eran perfectas, no había duda que Suzanne me había flechado y
capturado con su hermosura y perfección, parecía como si nunca nos fuéramos a

303
separar, que estábamos destinados el uno para el otro, como las películas, y que
tendríamos un feliz para siempre.

Mi plan había funcionado, Suzanne estaba alegre, cambió su enojo por una
gran sonrisa, amo su sonrisa y amo que sea por mi culpa. Si quiero sentirme
culpable de algo, espero que sea por dibujar una sonrisa en su rostro. Oh Dios
¿Cómo puedo amar tanto a esta mujer? Esto va más allá de la locura, no
necesitaré una rehabilitación lo que realmente necesitaré será un internado
psiquiátrico completo para tratar de no volverme loco de amor, aunque es
inevitable no amarla.

*****

Ya en nuestra habitación yo me fui a duchar mientras Suzanne fue a ver a


Jossep y Marry. Me coloqué un short luego de ducharme, ya estaba listo para
dormir, Jossep entró al cuarto en short sonriendo.

-¿Qué haces aquí? –pregunté acostándome sobre la cama.

-Suzanne me ha sacado a patadas, al parecer sólo quieren una


conversación privada entre chicas y estoy aquí –dijo paseándose por todos lados-,
no hay ninguna diferencia entre esta y aquella habitación.

-Sí, al menos tú ya la aprovechaste de una manera rápida y


veloz –reí y él sonrió-. Compré unos trajes para las reuniones que tengo con los
empresarios. Mañana es la primera.

-¿Estás preparado para enfrentarlos? –preguntó.

-No. Ni siquiera sé qué debo decir o cómo tengo que hablar, arruinaré todo.

-Tienes que hacer como lo he visto en las películas, cuando ellos digan
algo, tú dices: objeción. Y tienes la palabra. –Aconsejó.

-Eso es en los juicios, esto es una reunión –aclaré.

304
-Pero te estoy dando una opinión, deberías estar agradecido de eso –rió
mirando por el balcón-. Sobre Marry... sólo quisimos inaugurar la habitación, tú y
Suzanne deberían intentar lo mismo.

Suzanne entró justo en ese momento, Jossep la miró serio y se fue


conteniendo la risa. Su imprudencia hizo a Suzanne ruborizar ¿Lo estaba
pensando? ¿Podría estar junto a ella esta vez? Pero no, otra vez pensé que no
estaba bien, yo no estaba bien, quería tenerla de la manera correcta no del modo
que mi asquerosa mente lo pensaba; sexo brutal y desenfrenado. Estando solos
en una habitación sería una prueba muy difícil de superar.

Tomó una ducha y salió en mono y camisa, no era para nada sensual pero
a mí me excitaba igual, pasé una sábana por encima de mí, así podría evitar dejar
ver mi pene erecto. La cama era lo suficientemente espaciosa para mantenerme a
distancia aunque por dentro quería tocarla, estábamos en peligro, bueno, ella
estaba en peligro de mí y todo lo que quería hacer con su cuerpo era hacerlo
mover rítmicamente con el mío mientras la penetraba, oh Dios, esta noche será un
poco larga.

No pude dormir casi toda la noche, pensando sobre mis ganas de


acercarme hasta ella, besarla, tocarla y acostarme con ella. Busqué otra sábana y
la tendí sobre el suelo, justo al lado de la cama, Suzanne dormía profundamente,
con mucho silencio me acosté sobre la sábana en suelo y dormí, prefería
mantener distancia aunque no funcionó del todo, igual no pude dormir.

*****

Despertar fue difícil pero tenía una reunión importante a la cual asistir,
tomando una ducha me coloqué uno de los trajes elegantes que había comprado
el día anterior. Salí con mucho silencio para no despertar a Suzanne. Al bajar vi al
recepcionista y le di indicaciones que quería un ramo de rosa rojas y lo llevara a
mi habitación, donde tuviera una dedicatoria diciendo: Rosas para alguien
especial.

305
El chofer desde temprano estaba frente al hotel, él sabía hacia donde tenía
que ir y fuimos directamente hasta allá, este quedaba a media hora de distancia,
un hotel grande y muy refinado. Pasando la puerta principal, caminé por el pasillo
notando que la reunión era en el auditorio del hotel, suspiré con alivio al ver que la
ubicación era en la planta baja, un señor alto, blanco y canoso se encontraba
parado frente a la puerta de entrada anotando los datos de las personas que
entraban.

Al pasar vi una mesa de vidrio larga, hombres y mujeres elegantes estaban


sentados alrededor, eran treinta personas y yo era el más joven de todos, las sillas
estaban ocupadas menos una que se encontraba en la punta, decidí sentarme ahí
y las personas me miraron con confusión, una de las señoras se acercó hasta mi
lugar. -No puede sentarse ahí –dijo en voz baja.

-¿Por qué? –pregunté.

-Ese lugar está reservado para el Sr. Brown. –Respondió.

-Yo vengo a representar a Brown –dije, me dio una mirada de confusión y


luego asintió.

Un señor pasó por cada uno de nuestros asientos entregando una hoja, era
un resumen de los puntos que se tratarían hoy, al parecer el protagonismo era de
los empresarios italianos, explicarían todo sobre la demolición del lugar. Eran
hermanos y se apellidaban Hoffman.

Dos hombres altos, blancos y de ojos claros se levantaron pasando al


frente.

-Buenos días –dijo uno de ellos-, el motivo de esta reunión es para explicar
todo acerca de nuestro proyecto a realizar en las viejas instalaciones del
orfanatorio, por asuntos económicos este lugar lo han tenido abandonado. -Dijo,
¿por asuntos económicos? Mi padre tiene mucho dinero ¿Cómo podría ser por el
dinero? Este hombre estaba mintiendo-. Las instalaciones estan decayendo poco
a poco, entonces a raíz de esta gran problemática nos preguntamos: ¿Por qué no

306
demoler el lugar? Construiríamos un centro comercial que daría muchas
ganancias para el estado y para nosotros.

-¿A dónde llevarían los niños que están ahí? –pregunté. Todos me miraron.

-Serían distribuidos en los demás orfanatorios del Estado. –Respondió. Las


personas en la mesa comenzaron a tomar anotaciones-. Continuando el tema,
aquí traemos una maqueta del centro comercial que construiremos –la colocaron
sobre la mesa, eso sería un hermoso lugar y todos asintieron en aprobación-, aquí
estará el estacionamiento, como pueden apreciar será un lugar amplio y bastante
cómodo para transitar, además están las áreas verdes que mantendremos para
preservar el ambiente, el centro comercial consta de seis piso, perfectamente
estructurados para cualquier sismo, vientos fuertes u otros desastres naturales
que puedan ocurrir. Con esto estaríamos beneficiando a más de mil personas que
necesitan un empleo.

Ellos siguieron explicando la dinámica del centro comercial; el horario de


trabajo, la seguridad, características y otros puntos importantes. A todos dejaron
impresionados, hasta yo aceptaría la demolición del lugar pero se supone que yo
estoy aquí para evitarlo.

La reunión fue culminada tres horas más tarde, la próxima reunión sería en
cuatro días y era el turno del Sr. Brown, es decir, era mi turno de hablar y expresar
mi motivo para negarme a que fuese demolido el lugar.

307
CAPÍTULO 26

Te contaré…

sas flores están hermosas –dijo Suzanne besándome sobre la

-E cama-. ¿Qué tal estuvo la reunión?

-Te amo. Mereces mucho más que eso.

-Te tengo a ti. No me hace falta más –comentó.

Haberme enamorado de Suzanne había sido en definitiva la cura de todos


mis males (o al menos el alivio de ellos). Por mucho o por poco que me vida a
cambiado hay momentos donde no recuerdo quién era o cómo fui hace algún
tiempo atrás, y no es de alarmarse, no soy el mismo de ayer y mañana no seré el
mismo de hoy. Llega un punto de nuestra existencia donde encontramos a alguien
y nuestra vida toma un rumbo distinto; los planes, sueños y metas no son los
mismos porque debemos tomar en cuenta que ya no somos uno, somos dos.

Nunca llegué a pensar sobre el futuro, sobre lo que quiería ser dentro de
diez años más, ¿acaso permitiría llevar de por vida una adicción a cuestas?
¿Tener sexo y morir siendo quién? ¿Qué diría mi madre sobre mí cuando no esté?
¿Me recordaran? No lo sé. Pero de algo estoy seguro… no quiero otra vida en la
que Suzanne no esté.

-¿Sabes que te amo? –pregunté mirándola a los ojos. Eso causaba en ella
que sus mejillas se tornaran rojas. Y eso me gustaba.

-Si.

-No te digo “te amo” por decirlo. Yo realmente lo siento, verdaderamente te


amo con mi vida.

Besó mis labios suavemente.

-No me equivoqué al permitir que mis sentimientos hacia ti llenaran cada


parte de mí.

308
-Me falta una parte por llenar –susurré y se estremeció. Ella sabía a lo que
me refería.

-Estoy ansiosa –dijo suspirando. Se levantó en seguida yendo a la cocina-.


¿Qué tal estuvo la reunión? –preguntó olvidando la conversación anterior que me
agradaba.

Suspiré.

-Mal. Creo que mi padre perderá ese orfanatorio, los empresarios italianos
tienen un proyecto que hasta yo aprobaría. –Respondí.

Expliqué a Suzanne todo lo que se habló en la reunión y me escuchaba


atenta, algunas veces abrió su boca para hablar pero luego volvía a cerrarla y me
miraba pensativa.

Uno de los encargados del hotel nos trajo el almuerzo, luego de comer
llegaron Jossep y Marry:

-Nosotros hoy no nos quedaremos encerrados, hagamos algo divertido –


dijo Marry.

-Visitemos el centro –sugirió Jossep.

-Bueno, vamos –respondió Suzanne emocionada.

*****

Todos nos duchamos y salimos en la limusina, de nuevo como no sabíamos


nada le indicamos al chofer que nos llevara al centro de la ciudad.

Carros lujosos, vitrinas llenas de ropa de diseñadores famosos, locales de


comida rápida. Todos los lugares eran agradables. Marry sacó una cámara
fotográfica y le indicó a un hombre que iba caminando hacia dondequiera que
fuera que nos fotografiara a los cuatro juntos; Marry, Jossep, Suzanne y yo. Así
quedamos plasmados.

Caminamos por una plaza y al final Suzanne y Marry gritaron emocionadas


viendo una de las tiendas de ropa femenina; al parecer era su favorita. Llegaron

309
hasta ella y entraron perdiéndolas de vista, al mirar a Jossep noté que miraba
fijamente a una tienda de joyas, él sonreía pensativo y me parecía extraño verlo
de esa manera, le di un pequeño empujón haciéndolo reaccionar.

-Entremos a esa tienda –dijo con una sonrisa.

Entramos y todo lo que había eran collares, cadenas, aretes, dijes y anillos,
cada una de las joyas tenían un brillo impresionante; perlas, oro y diamantes era lo
que más resaltaba. Jossep caminó hasta una vitrina y lo seguí. Estaba mirando los
anillos; algunos con formas extrañas y con una hermosa piedra en el centro
haciendo resaltar tal joya.

-¿Qué hacemos aquí? –pregunté.

-Elige uno –dijo Jossep.

-No, gracias amigo, aún me gustan las mujeres, no voy casarme


contigo –reí.

-No es para ti idiota... es para Marry –dijo sonriente-, quiero pedirle que sea
mi esposa.

-¿Estás hablando en serio? –pregunté sorprendido.

-Nunca había estado tan seguro como lo estoy ahora, amo a Marry y no
puedo esperar más para pedirle que se case conmigo y sea mi esposa –
respondió.

-Entonces... –dije acercándome a la vitrina, observé cada uno y llamó


mucho mi atención un anillo con una piedra rosada brillante-, lleva ese.

-Es sencillo pero hermoso y es el color preferido de ella, ese quedaría


perfecto en su dedo. Llevaré ese –dijo decidido. Él se quería casar y yo imaginé
como se vería Suzanne con un anillo de compromiso en su mano y luego casados
los dos, formando una familia, Dios mío, creo que sería el hombre más feliz del
universo, pero antes tengo que resolver algunos problemas y no puedo pensar
sobre eso por los momentos. A pasado un tiempo y mis pensamientos sobre
algunas cosas estaban comenzando a cambiar; jamás hubiese tan siquiera

310
pensado en casarme o formar una familia, pero ahora lo pensaba y eso era algo
confuso. Suzanne me estaba cambiando, y me agradaba.

Llamamos a la encargada y Jossep compró el anillo, la caja era pequeña y


blanca, fácilmente lo metió en su bolsillo y era casi imposible de notar.

Las chicas aún estaban en la tienda, estaban pagando unos vestidos, cada
una llevó dos bolsas en sus manos. Seguimos viendo los lugares, caminamos por
una plaza donde un hombre vendiendo flores les hizo un pequeño obsequio al
regalarles una rosa a cada una, Jossep y yo miramos al hombre de forma seria y
él sonrió al ver nuestras caras de celosos, yo al menos estaba ardiendo de la
rabia, sólo yo quería regalarle flores, nadie más.

El resto del día caminé junto a Suzanne tomado de la mano, de esa forma
nadie se le acercaría. Mis celos estaban superando cualquier límite, yo estaba
celoso hasta del aire que ella respiraba, solo quería que ella me mirara, nada más
a mí y me sentí un poco enfermo sobre eso.

*****

En la noche decidimos cenar en el restaurante del hotel, vestí ropa formal


colocándome uno de los trajes que había comprado, estuve listo en menos de
media hora, en cambio Suzanne llevaba más de una hora y nada que salía del
baño, fue una tortura esperarla, caminé cada rincón de la habitación mientras la
esperaba, fui hasta la cocina por un vaso de agua, mientras tomaba agua la puerta
del baño se abrió y Suzanne con una cartera en su mano salió, el agua casi me
hace ahogar, tosí y no dejaba de mirarla; un vestido color azul eléctrico hasta su
rodilla con tacones del mismo color, su maquillaje hacía resaltar sus ojos junto a
sus labios pintados de rojo, su cabello era liso completamente. Estaba frente a una
diosa, la mujer más sexy que mis ojos hayan visto jamás, mi pene estaba erecto y
lo primero que pasó por mi cabeza fue arrancar ese vestido y tenerla desnuda
sobre la cama, Dios, la excitación me estaba matando.

El sonido de la puerta me despertó del trance en el que me encontraba, al


abrir la puerta era Jossep, tenía traje gris, preguntó si ya estábamos listo, él

311
estaba esperando a Marry, creo que eso es lo que hacen todas las chicas; durar
todo el tiempo posible en el baño pero nosotros sabemos que la espera vale la
pena como acababa de suceder con Suzanne. Jossep se fue de nuevo a su
habitación, me volví hacia Suzanne mirándola de arriba abajo, apreciaba cada
parte de ella, su hermosura y sensualidad.

-Me has deslumbrado con tanta hermosura. –Dije mirándola a los ojos, noté
el cambio de color en sus mejillas, estaba sonrojada y sonreí, acercándome hasta
ella besé sus labios lentamente y la tomé por la cintura juntando mi cuerpo junto al
suyo, cruzó sus brazos en mi cuello y tanto su cuerpo como el mío pedían más. Di
un suspiro suave y la miré, sus ojos estaban brillantes, acaricié su mejilla con mi
mano derecha y luego besé su frente separándome de ella. –Busquemos a los
chicos –dije tomándola de la mano, no quise mirar su rostro porque sé que había
confusión y tal vez enojo, me empezaba a odiar, mis ganas de tenerla sobre la
cama me estaba ganando, creo que hasta hoy llega mi abstinencia, algo me lo
dice, deseo estar con ella, cada parte de mí la quiere tener.

Tocamos la puerta de ellos y salieron juntos tomados de la mano, Marry se


veía hermosa en un vestido color melón, tacones plateados y su cabello ondulado.
Ellos bajaron por el ascensor mientras Suzanne y yo por las escaleras.

Nos encontramos en la parte baja.

El restaurante era bastante elegante, las mesas y sillas eran blancas, todo
el lugar estaba pintado entre colores negro y blanco. Las personas yacían
comiendo y conversando. También había una tarima donde una chica se
encontraba tocando el piano, junto a tres violinistas.

Tomamos asientos en una mesa en el centro del lugar, la mesa era


redonda, Suzanne se sentó a mi lado y al otro extremo ellos dos. El mesonero
llegó y le indicamos lo que queríamos, giré mi cabeza hacia los lados observando
el lugar; una chica sentada cerca de la pared me estaba mirando con sensualidad,
enrollaba en su dedo índice en un mechón de su cabello, la miré serio y ella hizo
seña hacia la puerta, quería que nos encontráramos en otro lugar, oh no, mi pene

312
estaba erecto y un calor recorrió mi cuerpo, aquella chica era demasiado sexy,
usaba vestido negro.

Miré a Suzanne quien estaba entretenida hablando de algo con Marry y


Jossep, giré mi cabeza mirando a la chica quien estaba de pie caminado hasta la
puerta haciéndome seña para que la siguiera, me levanté de la silla caminando
hasta la puerta sin mirar hacia atrás, la chica ya había salido del restaurante y yo
fui tras ella, nos encontramos en una pared cerca de unas plantas que nos cubría
de todas las personas que pasaba por el lugar, ella besó mis labios apretándome
contra ella, pasé mi mano por su trasero y la besaba con fuerza, estaba excitado y
quería estar metido en sus piernas, pasó su mano por encima de la cremallera de
mi pantalón y di un suspiro rápido. Maldición ¿Qué rayos estaba haciendo?
Necesitaba autocontrol, tenía que ser más fuerte que las ganas de sexo que me
estaban volviendo loco.

Tomándola de los hombros la separé de mí.

-No, tengo novia y no le puedo hacer esto –dije entre suspiros.

-Ella no se va a enterar, tengamos un momento de placer tú y yo. –Dijo


besándome de nuevo. Volví a alejarme de ella, esta vez yéndome de nuevo hacia
el restaurante.

Todos me miraron y sentí mucha culpa por lo que acababa de ocurrir ¿Me
habrán descubierto? Estaré perdido si Suzanne me descubre.

-¿Hacia dónde fuiste? –preguntó Suzanne.

-Yo… he... hacia el baño, estoy mal del estómago –dije pasando mi mano
por mi barriga.

-Pero aquí hay un baño –dijo Marry señalando hacia las puertas en una
esquina con un letrero que decía baño claramente. La odié por un momento.

Suspiré.

-No lo había visto, sólo conocía el de afuera. Lo importante es que ya estoy


aquí –dije sonriendo.

313
En la mesa ya estaba todo servido, el mesero lo habrá traído mientras
estaba afuera, giré mi cabeza hacia donde estaba la chica y ella estaba sentada
aun mirándome, decidí ignorarla por completo olvidando ese momento acabado
de ocurrir.

–Vamos a hacer un brindis –sugirió Suzanne con una copa de


champagne-, brindo por este momento juntos y por estar aquí en Londres. –
Sonrió.

-Brindo por los errores que cometemos, ya que nadie es perfecto. También
brindo por cada uno de nosotros y por un futuro lleno de mucha felicidad –dije.

-Te toca –indicó Jossep hacia Marry.

-Está bien, yo brindo por Suzanne para que la mamá no descubra su


escape –todos reímos-, también por estar en Londres, ya no sé qué decir –dijo
Marry.

-Bien, ahora es mi turno –dijo Jossep levantándose de su asiento-, yo


brindo por Max y Suzanne, por ti y por mí, por el tiempo que pasó, las luchas
diarias, las alegrías, tristezas. Por el ayer, el hoy y el mañana, también por el
amor... y brindaré cada día por el resto de mi vida si tú... Marry, aceptas casarte
conmigo –dijo arrodillándose frente a ella, sacó de un bolsillo la caja con el anillo
que compró esta tarde.

-Oh, yo... –dijo Marry con una gran sonrisa en su rostro-, esta es una
decisión difícil de tomar, déjame pensarlo –el rostro de Jossep cambió de alegre a
decepción rápidamente, noté que varias personas en el restaurante los miraba.

-Como digas –dijo Jossep levantándose con su mirada clavada en el suelo.

-Ya lo pensé –dijo Marry con una gran sonrisa-, sí, sí quiero casarme
contigo. –Saltó hacia Jossep abrazándolo por el cuello y los dos se besaron.

Las personas comenzaron a aplaudir por la respuesta de Marry. Suzanne


se levantó para abrazarla y las dos gritaron de la emoción. Yo me levanté
felicitando a Jossep, lo abracé dando palmadas en su espaldas, entre las

314
personas que vi tras él, estaba la misma chica del beso mirándome, me giré de
nuevo mirando a Marry, la iba a abrazar pero sólo le sonreí desde lejos diciéndole
felicidades, Suzanne si abrazó a Jossep.

Volvimos a tomar asientos y cenamos entre risas, conversaciones sobre


cómo sería su vida de casados y los hijos, fue bastante agradable la cena.

*****

En la habitación Suzanne reía pensando sobre algo.

-¿Por qué ríes? –pregunté sonriendo.

-Estoy pensando lo que ellos estarán haciendo en estos momentos –dijo.

-¿Quieres saber? Te haré una demostración –dije acercándome hasta ella,


la tomé por la cintura y besé sus labios, caminamos hacia la cama sin dejar de
besarnos, tropezamos con una mesa y una silla, mantuvimos el equilibrio y
continuamos caminando hasta la cama, nos lanzamos sobre ella mientras la
besaba. Ya no habría marcha atrás, no podía contener mis ganas un día más, era
imposible, ella quitó mi saco dejando sólo mi camisa blanca debajo, mientras
Suzanne desabotonaba el primer botón, imágenes sobre el beso con la chica
vinieron a mi mente, me levanté evitando su mirada y me fui hasta el balcón, no
podía mirarle, no después de lo que acababa de hacer, me sentí destrozado
porque de algún modo la estaba engañando, primero Hellen y ahora esta chica del
restaurante, luego ¿Quién? ¿Con quién más me iba a besar? ¿Si luego será más
que un simple beso? No estaba haciendo las cosas bien, oh maldición ¿Qué estoy
haciendo con mi vida? ¿Qué estoy haciendo con Suzanne?

Me senté en una de las sillas en el balcón, miré la cuidad, toda brillante, los
edificios y casa iluminadas.

Escuché la puerta cerrar de golpe, Suzanne se había ido de la habitación,


pensé en seguirla pero eso no cambiaría las cosas, tal vez necesitaba despejarse
un poco y no quería molestarla. Me acosté sobre la cama y fijé mi mirada en el
techo pensando sobre lo complicado que estaba todo, no podía estar con

315
Suzanne, todo hubiera sido diferente si tan sólo no hubiese ligado los sentimientos
en la relación, pensé sobre el primer día que la vi en el autobús y en como mi vida
cambió a partir de eso momento. ¿Cómo estaría ahora si jamás se hubiese
cruzado en mi camino? Creo que mi realidad sería muy distinta a lo que soy ahora,
en estos momentos estaría acostándome con cualquier mujer a mi paso, tal vez
estaría gastándome el dinero que obtendría follando a la mujer rica que me había
dejado su tarjeta, llamaría a la chica que había anotado su número en una
servilleta del restaurante, estaría en un bar con una prostituta o sólo estaría
masturbándome en mi casa viendo revistas o videos pornográficos. Comparando
eso con lo que me pasa ahora estaría sin complicaciones, aunque ciertamente no
me arrepentía de encontrar a Suzanne pienso que ella estaría mejor sin mí y todo
lo que llevo a cuesta.

La puerta se abrió.

Era Suzanne, tenía encima de su vestido un suéter.

-Ven, quiero mostrarte algo –dijo desde la puerta, la miré confundido y fui
con ella, nos dirigimos por el pasillo hacia unas escaleras, subimos y había una
puerta, Suzanne la abrió. -¡Vamos! Sube pronto. –Dijo mirándome.

-Voy. –Ya estaba casi arriba. Al subir noté que era la terraza del hotel,
estaba alto, muy alto de verdad, no había nada, todo estaba oscuro, lo que se
podría ver era lo diminuto que estaba la cuidad desde este punto.

-Mira al cielo. –Susurró.

-¿Qué hay en el...? cielo. –Dije completamente sorprendido, el cielo estaba


oscuro, excepto por millones de estrellas que lo iluminaban, nunca había
observado el cielo de esta manera, o tal vez no había apreciado tanta belleza.
Desde aquí no había ni un edificio o casa que ocultara la vista que tenía ahora.
Era como estar volando sobre el cielo mirando el espacio.

-¿Lo habías visto? –preguntó.

-He observado las estrellas pero no había visto tantas juntas.

316
-Yo siempre las observo, es hermoso, es el único lugar donde siento paz,
puedo pensar bien en todo con claridad aun cuando todo está oscuro, incluso
pienso que las personas que se van de este mundo se convierte en estrellas y
están allá en el espacio observándonos. –Dijo. Por un momento miré el cielo
pensando que si era verdad que las personas que se mueren se encuentran
convertidas en estrella, significaría que mi abuela Isabella estaba allá arriba
mirándome.

Me acerqué hasta Suzanne y la abracé.

-Gracias. –Susurré.

-¿Por qué?

Por amarme a pesar de los destrozada que está mi vida.

-Por invitarme a este lugar –respondí.

-Es un lugar especial para mí y quiero que también lo sea para ti, lo más
mágico de este lugar es que no importa en qué lugar estés, siempre lo puedes
encontrar mirando el cielo de noche. ¿Recuerdas, nuestras locuras?, esta es mi
locura y la comparto contigo… todo juntos, en cualquier lugar y donde sea que
estemos. –Dijo.

Me dio un beso fugaz.

-Ven, acuéstate. –señaló al piso donde estaba un colchón grande y viejo.

-De acuerdo –dije.

Nos acostamos boca arriba para así tener la perfecta vista de millones de
estrellas, giré mi cabeza para mirarla y ella estaba mirando el cielo, sus ojos
brillaban, estiré mi mano hasta tomar la suya, me miró y sonrió. –Busquemos
figuras en las estrellas. –Dijo mirando de nuevo hacia el cielo. -¡Mira!, Ese es un
ave. –Señaló con su mano hacia el lugar donde lo había visto.

-¿Dónde? –pregunté mirando a todos lados, no lograba ver el ave que ella
observaba-. No veo nada.

317
-Está justo ahí. –De nuevo miré pero no vi nada, sólo muchas estrellas y ya.

-No tienes imaginación. –Me dio un golpe en el hombro derecho.

-Bueno, la verdad que no logro ver más que sólo estrellas –dije con
decepción-. Pero si puedo buscar la estrella más brillante que hay.

-A ver, búscala. –Dijo soltando mi mano, cruzando los brazos sobre su


pecho. Miré el cielo y vi muchas la cual su brillo era impresionante. Dicen que el
lucero es el que más brilla, comparándolo con las demás realmente tenía mucha
más iluminación que las otras. Me pregunto ¿Qué causa el brillo de las estrellas?
Independientemente de lo que digan los científicos creo que deber haber algo
más, algo que aún no se ha descubierto.

Miré su rostro.

-¿Y bien? ¿Dónde se encuentra la estrella más brillante? –preguntó.

-Está justo en frente de mí –dije mirándola a los ojos-. Eres como una
estrella, tienes esa luz que te hace brillar incluso cuando es de día. Tú eres mi
estrella más brillante. –Su mirada era fija en la mía y sonreí, ella no sabía cuán
importante era que ella estuviera a mi lado, ella era la estrella perfecta en este
cielo lleno de oscuridad. He encontrado mi respuesta: metafóricamente el brillo de
las estrellas es algo tan parecido a la llegada de una persona especial en tu vida,
quien poco a poco se convierte en esa parte mágica que complementa nuestro
andar, causando en cada ser humano una luz; aquella que nos guía y nos
fortalece en todo tiempo. No me equivocaba, ella era todo aquello y mucho más,
sí. Mucho más.

Se acercó hasta mi lugar besándome, me tensé un poco pensando sobre lo


que había pasado hace rato en la habitación. Se separó de mí y se sentó a mi
lado.

-¿Por qué actúas de una manera en un momento y luego cambias


totalmente? –preguntó y me senté a su lado.

-Es algo que está pasando en mi vida –dije mirando al frente.

318
-Quiero escucharlo, quisiera saber lo que pasa –comentó-. Creo que te he
demostrado dentro de todo el tiempo que hemos estado juntos que puedes confiar
en mí. Que no debe haber secretos de ninguna de las partes.

-Lo sé.

-Es que me desespera el hecho de que te estén pasando cosas y no


quieras compartirlas conmigo. Entiendo que quizá buscas protegerme pero soy
parte de tu vida asi como tú de la mía y debemos de confiar uno en el otro porque
si no es así ¿Para qué sirve nuestra relación?

-Lo siento.

-Lo siento no, Max. No es un simple lo siento lo que cambia las


cosas –dijo-. A veces creo que ya no te importo, pero luego llegas con tus detalles
y todo lo que me dices y me haces pensar lo contrario. Entonces luego cambias
totalmente en un instante y luego me rechazas y luego vuelves. ¿Es que ya no te
gusto?

-Nunca vuelvas a decir eso. Me gustas tanto y más que el primer día. Lo
que tengo no se trata de nosotros, al menos un poco, pero es más sobre mí que
de ti.

-Quisiera entenderte pero no lo hago, no cuando lo que haces es darme


pistas de algo a lo que no le encuentro rastro alguno.

-Tengo un pasado…

-Te he dicho que no me importa tu pasado.

-Sí importa, y más cuando se encuentra en mi presente.

-Entonces quiero saberlo.

Ya era hora de decirle la verdad a Suzanne.

Aunque corra.

Aunque huya.

319
Aunque ya no quiera saber más nada de mí.

Aunque corra el riesgo de perderla.

Debía contarle.

-Te contaré... –dije afligido, respiré profundamente-. Once años de edad.


Todo empezó una tarde después de la escuela, comencé a experimentar con mi
cuerpo... me masturbé. Fue la primera vez que lo hice, me sentí bien, era como
algo distinto, una nueva sensación placentera. Durante meses seguí haciéndolo,
había encontrado la forma perfecta de evadir mis problemas; la ausencia de mi
padre... todo en realidad, cuando lo hacía me olvidaba de todo eso y sólo me
concentraba en el gran placer que me causaba.

»Luego conocí a una chica que me mostro muchas más de lo que sabía
acerca del sexo. Todo esto trajo complicaciones a mi vida, las cosas habían
estado cambiando; lo hacía más seguido: sexo y masturbación. Y en todos los
lugares posibles. Fue demasiado excesivo, las ganas siempre iban aumentando.
Nunca presté atención a eso, me daba igual. Lo hacía en el baño, en mi cuarto, en
el cuarto de mi madre, en la cocina. Todo eso pasaba cuando no había nadie en
casa o en la de ella. Los días que iba a casa de compañeros o amigos siempre
pedía el baño prestado y lo hacía allí, las veces fueron muchas. Estaba ciego, creí
que era normal pero no lo era y luego no podía parar. Cuando comencé a salir con
distintas mujeres el deseo aumentó, estuve con muchas chicas, les arruiné la vida
a más de una, sólo las tenía para lograr satisfacer mi deseo sexual –di un suspiro
y me mantuve en silencio unos instantes.

Sentía vergüenza.

-¿Luego qué? –preguntó en voz baja, como si soltar las palabras fuera
bastante difícil.

-Han pasado nueve años desde entonces. No puedo lograr detenerlo, mis
ganas de sexo son más fuertes que yo, llegué al punto donde no tengo control de
mí mismo, es como si fuera una marioneta; alguien está manejando mi vida pero
no soy yo. Sé que estoy dentro de mí, encerrado, encarcelado y sin libertad, preso

320
dentro mí mismo, es desesperante sentirse de esa manera –cerré los ojos
intentando contener las lágrimas-. Un día conocí a un psicólogo llamado Will,
desde entonces me ha ayudado en mi problema, me ha ayudado en muchos
aspectos, me ha enseñado el “autocontrol”; aunque son pocas las veces que lo
logro tener.

»Hace poco comencé a asistir a un centro de rehabilitación llamado Help


Me Strong –la miré y estaba sorprendida, quizá horrorizada. No decía nada, sólo
me miraba-. Soy adicto al sexo Suzanne, es una adicción conocida también como
Hipersexualidad, puedes juzgarme, criticar o murmurar sobre eso, te doy el
derecho, pero estoy siendo sincero contigo, mi corazón está abierto soltando todas
estas palabras que jamás había contado, sólo a Will y a los del centro de
rehabilitación, pero ese es otro tema –bajé mi cabeza con vergüenza, lágrimas
cayeron de mis ojos. La observé-. Quizá te preguntes qué estoy haciendo contigo,
quizá pienses que serás una más de las chicas con las cuales me acostaré y
luego me iré en busca de otra más, pero no es así, lo supe el momento que te
conocí, lo sentí cuando dormiste en mi cama y cuando te besé, supe que no serías
algo pasajero en mi vida, no entendía nada de todo lo que estaba sintiendo, nunca
dejé que ninguna mujer durmiera en mi cama, sólo tú lo has hecho y de verdad
eres lo más hermoso que me ha pasado, es por eso he evitado estar contigo, es
por eso que me detengo cada vez que nos besamos con pasión, porque no quiero
que lidies con esta mierda de personas que soy, mereces más que todo esto que
soy aunque sepa que nadie te va a amar de la misma forma que lo hago. No te
merezco, no merezco que estés aquí escuchando mis problemas y todo lo que me
pasa. Soy todo aquello que las personas no quieren en su vida. Lo siento
Suzanne, siento tanto decepcionarte de esta manera.

Esperé que dijera algo pero se mantuvo en silencio-. Quiero salir de todo
esto, quiero estar bien, sólo que no es fácil, todas las luchas han sido en vano,
pero ahora lo estoy intentando, estoy dando todo de mí para salir del hueco
profundo en el que estoy y sé que esta vez será diferente porque tengo un motivo
grande por cual quiero mantenerme fuerte y ese motivo eres tú. –Con lágrimas en

321
sus ojos se levantó y me dio la espalda, yéndose hacia la puerta. Ahora si la
perdería, no soy lo que ella esperaba, no soy merecedor de ella y ahora se había
ido. Bajé mi cabeza. Al menos fue bueno mientras duró. Levanté mi cuerpo del
colchón y caminé por la terraza, fijé mi mirada a lo lejos donde la ciudad se perdía
en medio de la oscuridad. Ella se había ido y sólo estaba yo, la oscuridad y
millones de estrellas.

Todo el viaje se había arruinado por mí y por mi maldita adicción, mañana


compraré los boletos para que ella regrese a casa, lo más probable es que Marry
también se quiera ir y Jossep también para no dejarla sola, solo tendría que
intentar salvar el negocio de mi padre lo cual también creo que arruinaré, nada me
estaba saliendo bien. Mi cuerpo temblaba por el frio que estaba haciendo en la
terraza, entonces imaginé que a partir de este momento así estaría mi vida...
vacía, sola y fría. Lo primero que haré es pedir otra habitación para mí, continuaré
mi vida y seguiré como si no pasara nada. Perdí algo y cuando se pierde algo que
quieres no es fácil lidiar con todo eso que sientes dentro ti mismo.

Observé a alguien subir. Era Suzanne, en sus manos tenía una sábana, se
acercó hasta donde yo me encontraba.

-Toma –estiró su mano con la sábana-, para que te arropes, está haciendo
mucho frio.

-Oh, gracias. –Dije confundido, ella tenía los ojos rojos de tanto llorar y peor
me sentí al saber que era por mi culpa.

-Ya tú hablaste, ahora me toca hablar a mí –dijo mirándome fijamente y me


preparaba para lo peor-. Sólo te preguntaré una cosa.

-¿Qué?

-¿Me amas? –susurró. No entendí porque me había hecho esa pregunta


después de todo lo que le había dicho.

-Sí. Te amo, te amo más que nada en mi vida. –Respondí.

-Eso es todo –dijo.

322
-¿Listo? ¿Ahora te iras? –pregunté con tristeza.

-Es todo lo que necesitamos –dijo-. Amor. Necesitamos el amor para


superar cada cosa, Max yo no te dejaré solo, si tienes un problema, entonces
también es el mío, y lo resolveremos juntos –me abrazó, ese fue el abrazo más
cálido que podía tener y justo en el momento perfecto, me abrazaba con fuerza,
volvió a mirarme-. No sé nada sobre adicciones pero puedo imaginar que es difícil
luchar contra eso. Desde ahora yo voy a luchar contigo, seremos los dos, juntos,
contra todo lo que se avecine.

Asentí.

-¿Contra todo? –pregunté con la lágrimas.

-Hasta contra el mundo, seremos tú y yo, los dos contra el mundo –dijo y la
abracé con fuerza. Entonces comprendí que el amor hacía eso, nunca abandona a
la otra persona independientemente de lo que pase y así estaba sucediendo con
nosotros. Agradecí este abrazo, el amor que ella tenía por mí y el haberla
conocido, nada me hacía más feliz que estar a su lado.

-Tengo miedo –dije esta vez pensando en todas las veces que podría
perder el control de la adicción y podría fallarle.

-¿Miedo de qué? ¿De mí?

-No, de ti no tengo miedo, al contrario, contigo me siento bien y me siento


seguro a tu lado. Tengo miedo de mí mismo ¿Tú no me temes?

-Tengo muchos temores, y tú no te encuentras en ninguno de ellos, en la


única clasificación de miedos que tú te encuentras... Es en el miedo de estar sin ti.

Cuando dijo eso sentí como volvía a la vida, que ella me amaba sin
importar nada y que yo la amaba de la misma manera.

-Te amo. –Susurré contra su oído. Soltó una risa.

-¡No! –reía-. No hagas eso, me causa cosquillas. –Sus labios se curvaban


en una perfecta sonrisa.

323
-¿No te gustan las cosquillas? –pregunté riendo, coloqué mis manos en su
abdomen haciéndole cosquillas.

-¡No! –Soltó una carcajada-. ¡Para Max! –Reía, su risa era contagiosa, yo
reía cuando de su boca salía el perfecto sonido de su risa-. Por favor. –Corrió
hasta el colchón viejo y nos tumbamos sobre él. Yo estaba sobre ella. Paré de
hacerla reír y la besé, fue un beso dulce y corto.

-No te quiero... –dije.

-¿Qué? –estaba seria y ya no reía.

-No te quiero perder. –Susurré.

-Eres un idiota Max.

-¿Por qué? ¿Soy un idiota porque no te quiero perder?

-No es eso... –la besé rápidamente antes que pudiera decir algo más.

-No te quiero perder Suzanne, lo digo en serio, no quiero separarme de ti


jamás.

-No te dejaré.

-¿Lo prometes?

-No. lo juro, un juramento es más fuerte.

-Te amo. –Dije.

-Te amo. –Dijo.

324
CAPÍTULO 27

Smile Real

M
iré a los lados parpadeando varias veces, eran las 7:34 am, me
pregunté dónde estaría Suzanne. Recordé lo que había pasado
en la noche anterior, no podía creer haberle contado toda mi
vida y que decidiera continuar conmigo a pesar de todo. Dormí junto a ella, noté
algo de preocupación cuando estaba a mi lado, yo le dije dejara a un lado toda
nuestra conversación y que me abrazara sin importar lo que yo sintiera, al menos
su abrazo me hacía sentir bien. De ese modo dormí, pero ahora no la estoy viendo
a mi lado, fui hasta el baño, tomé una ducha y salí con el paño alrededor de mi
cintura, busqué ropa en la maleta y Suzanne entró quedándose inmóvil al verme,
la miré, miré mi cuerpo y al levantar mi vista ella se dio vuelta tapándose la cara.

-Me avisas cuando ya estés vestido –dijo.

Reí. –Evitemos todo esto ¿sí?, el que yo te haya dicho todo ayer no quiere
decir que ya no me trataras de la misma forma, lo que tengo tampoco es
contagioso.

Se dio vuelta y me miró.

-Yo sólo quiero ayudar –dijo.

-Y lo haces, con sólo estar a mi lado ya estás haciendo suficiente.

Fui hasta el baño y me coloqué una camisa junto con mi pantalón y los
zapatos negros, al salir busqué la carpeta con la información del negocio de mi
padre, busqué una hoja, un bolígrafo para tomar notas y escribir de forma
organizada todo lo que habían dicho los empresarios italianos; objetivos de la
demolición del orfanatorio, hacia donde llevarían a los niños y cuál es el beneficio
de construir el nuevo centro comercial. No entendí porqué dijeron que las
instalaciones estaban decayendo, mi padre es multimillonario ¿Habrá descuidado
el lugar? ¿Olvidó enviar dinero para el buen funcionamiento del orfanatorio?

325
Entonces entendí que para dar una opinión exacta sobre el problema debía
investigar e inspeccionar desde adentro como lo hizo Chelsey conmigo en el
centro de rehabilitación.

-Tengo que ir al orfanatorio –dije en voz alta.

Suzanne me miró desde la cocina.

-Quiero ir contigo. –Dijo.

Accedí, también hablé con Jossep y Marry, ellos también querían ir,
después de todo esa era la razón principal de nuestro viaje.

*****

Llegamos al orfanatorio en la limusina, el césped verde cubría la entrada,


un camino en el centro llegaba hasta la puerta, un cartel grande con el nombre del
orfanatorio se encontraba en una de las paredes del lugar: Smile Real. Todo
estaba pintado de azul cielo, al entrar una señora vestida elegante nos recibió.

-Buenos días ¿Cuál es el motivo de su visita? –preguntó.

-Queremos ver el lugar –dije mirando a los lados, un ventilador grande en el


techo hacía un ruido chillón.

-No pueden –dijo.

-¿Por qué? –preguntó Marry confundida, ella tenía una vestido naranja
hasta la rodilla, tacones blancos y cabello liso.

-No tienen una orden para ver las instalaciones –dijo seria-, además, hoy no
es día de visitas.

-No creo que haga falta una orden –dijo Jossep, él vestía camisa gris y
pantalón junto con sus zapatos negros.

-Exacto, entraremos quieras o no –dije pasando por un lado, caminé hasta


el pasillo y la señora me siguió, tomándome por el brazo para detenerme, me giré
hacia ella-. Yo vengo de parte del Sr. Brown –comenté y ella soltó mi brazo
mirándome con sus ojos amplios, el nerviosismo se reflejaba en su cara.

326
-Oh... pero… ¿usted quién es? –dijo nerviosa.

-Max –dijo Suzanne acercándose con su hermoso vestido violeta y tacones


negros, su cabello era liso y estaba perfectamente maquillada-, Max Brown, hijo
de Jacob Brown.

La señora me miró aun más nerviosa y yo sonreí sintiéndome bien al


causar tanta conmoción en Londres al decir mi apellido. Su rostro reflejaba
nerviosismo. -¿Por qué ha venido? –preguntó.

-Necesito ver el lugar ¿Usted sabía que quieren demolerlo? –mi pregunta
no causó ninguna sorpresa en ella, lo que significaba que estaba enterada de
todo.

-Sí, aquí todos sabemos que eso va a pasar –respondió.

-¿Por qué? ¿No habrá algo que podamos hacer? –pregunté caminando
hasta un patio donde había un césped recién podado y niños jugaban en el centro
con una chica.

-No. –Soltó seria yéndose hacia una puerta rápidamente.

Caminé junto a Suzanne hasta el lugar donde estaban los niños jugando.
Jossep y Marry nos siguieron mirando a todos lados. Eran treinta niños
aproximadamente, todos tenían Síndrome de Down, blancos con el cabello rubio y
liso, una chica estaba sentada sobre el césped con las piernas cruzadas, algunos
de los niños se encontraban sentados en un semicírculo frente a ella, otros
simplemente corrían por el lugar gritando y riendo.

Mientras me iba acercando un niño corrió hacia mí, me detuve y me abrazó


la pierna, alzó su cabeza mirándome con sus ojos azules y sonriendo.

-Hola –dijo agitado.

-Hola –dije agachándome para mirarlo de frente, sonreí y el niño también lo


hizo, su cabello le cubría su frente, le calculé tres años, vestía camisa roja y short
marrón, se lanzó hacia mí abrazándome por el cuello, me quedé inmóvil ante su
reacción inesperada, lo envolví en mis brazos cargándolo sobre mi brazo derecho.

327
-¿Cuál es tu nombre? –pregunté mirándolo. Él sólo sonreía, pasó su mano
por mi cara de forma suave, desde mi frente hasta mi boca.

-Le caes muy bien –dijo la chica levantándose-, no es así con todo el
mundo.

Sonreí.

-¿Son todos los niños del orfanatorio? –pregunté morándolos a todos.

-No, algunos están tomando una siesta... otros están jugando adentro.

-Yo vengo a ver el lugar, quiero hacer una investigación precisa, como sabe
unos empresarios quieren demoler el lugar.

-Es triste, estos niños no tienen a donde ir –dijo y el niño en mis brazos se
comenzó a mover inquietamente, lo coloqué en el suelo y corrió con los
demás-. Yo sólo soy voluntaria del orfanatorio, tengo poco tiempo pero los quiero
como si fueran mis hijos.

-¿No hay nada que se pueda hacer?

-Tal vez, pero mire el lugar –dijo señalando hacia las paredes sucias y
agrietadas-, eso no es lo peor, hay mucha filtración en todas partes, el lugar se
está cayendo poco a poco y la única forma de reparar todo es con una buena
inversión de dinero con el cual no contamos, ni el Estado, ni el mayor dueño
quieren aportar algo para mejorar las instalaciones.

-¿Nadie? –oh no ¿Mi padre no aporta nada al lugar y aun así quiere que lo
salve?

Mierda.

-Nadie –confirmó.

Me di vuelta mirando a Suzanne, luego a Jossep y Marry.

Me volví hacia la chica y asentí, me alejé tomando mi celular, marcando el


número de mi padre y llamando. En el tercer zumbido escuché a mi padre al otro
lado de la línea.

328
-¿Cómo va todo? ¿Estás preparado para la siguiente reunión? –preguntó.

-¿Estás demente? –Resoplé- ¿Cómo pretendes que quiera salvar el


orfanatorio si lo has descuidado?

-¿De qué hablas?

-Tienes el lugar descuidado, las instalaciones están decayendo ¿Nunca te


has preocupado por venir?

-Oh... yo siempre me he encargado de enviar dinero suficiente para cubrir


todos los gastos, mensualmente deposito dinero en la cuenta del orfanatorio.

-Pues algo está mal, tienes a alguien haciendo mal su trabajo o...

-¿Qué?

-O alguien se ha estado robando el dinero.

-Investigaré sobre eso, te enviaré los depósitos que he realizado por correo,
todo lo tengo en orden. Mañana te los haré llegar. –Dijo colgando.

Los chicos jugaban con los niños; corriendo, gritando y bailando. Reí al ver
lo gracioso que se veían. Suzanne dijo algo a la chica y se fueron las dos hacia
adentro. Las perdí de vista y vi a Marry acercarse hasta mi lugar dejando a Jossep
luchando contra todos los niños.

-Te lo voy a decir rápido antes que Suzanne llegue –asentí-. Ella no quiere
que nadie sepa que hoy es su cumpleaños número veintiuno. –Susurró.

-¿Qué? –rayos, hoy es el cumpleaños de Suzanne.

Mierda.

-Sí, el caso es que ella no quiere que nadie se entere... ni tú. Pero yo insisto
que este día no tiene que pasar como un día normal para ella.

Marry tenía toda la razón, si hoy era su cumpleaños debía hacer algo ¿Una
fiesta? ¿Películas en el cine? ¿Un paseo? Rápidamente pensé en una cena
preparada por mí.

329
-Déjalo todo en mis manos, prepararé algo especial para ella pero no los
incluye a ustedes –dije.

-Oh, descuida, yo sólo quiero que mi mejor amiga pase un día


diferente. –Respondió.

-Y lo pasará. –Añadí sonriente.

Mientras Suzanne llegaba jugué con los niños un rato, vi en cada uno de
ellos tanta inocencia que me hizo sentir un tanto mal, ninguno sabía el gran
problema que se avecina, ni siquiera pensaban sobre ello, sólo corrían, saltaban y
reían sin parar. Supe en ese momento que cada ser humano debería vivir así,
sonriendo ante los problemas y estando feliz aunque nuestro mundo se esté
viniendo abajo.

Antes de irme pedí a la señora encargada las carpetas con la información


de los trabajadores, voluntarios y gastos económicos los cuales vaciló en
dármelos, amenacé con llamar a mi padre para que fuera despedida y fue de esa
manera que aceptó en entregarme todo.

Mientras pasábamos por el centro en la limusina, simulé que hablaba con


alguien al teléfono.

-Oh, ¿ya?, ¿dónde?, está bien, perfecto, yo estoy cerca, nos reunimos en
ese lugar –simulé colgar.

-¿Ha pasado algo? –preguntó Suzanne.

-Oh, tengo una reunión con los empresarios italianos justo ahora –mentí.

-Te acompaño –dijo Jossep.

-Yo también –indicó Suzanne. Marry permanecía en silencio, hice seña con
mi cabeza para que me ayudara.

-No, mejor quédate junto a Marry, yo voy a ir con Jossep –besé los labios
de Suzanne y ella me regaló un pequeña sonrisa torcida.

330
Al bajar esperé que los perdiéramos de vista. Me volví hacia Jossep.

-Acompáñame al mercado –dije caminando hasta el primer mercado que


encontramos, durante el camino conté el porqué de mi escape.

-¿No me invitaras a tu cena? –preguntó riendo mientras sostenía algunos


productos en su mano, yo tenía otros también.

-No, tú no estás cumpliendo año –dije.

Me miró serio. –Cuando estoy de cumpleaños tampoco me haces cena.

Reí dirigiéndonos a la caja para cancelar nuestra compra.

Antes de tomar un taxi pedí a Jossep que llamara a Marry y me la hiciera


pasar.

-¿Estás junto a Suzanne? –pregunté.

-Si.

-No le digas que soy yo –dije rápidamente-, necesito que la lleves fuera del
hotel, ya tengo todo listo, sólo necesito tiempo para preparar todo, ¿me ayudas
con eso? –pregunté.

-Está bien –contestó.

-Llévala lejos, al parque, la plaza, de compras o lo que sea que hagan las
mujeres de divertido –dije.

Colgué.

¿Por qué Suzanne no querría que yo supiera que hoy es su cumpleaños?


¿Qué hay de malo en tener un año más de vida? Aparte de comenzar a envejecer
¿Le preocupará eso? No lo creo. Es nuestra naturaleza que la piel vaya perdiendo
aquella firmeza en nuestro cuerpo, que nuestra visión se vea defectuosa con el
pasar del tiempo, que el cabello desaparezca y que la fuerza de la juventud se
esté yendo poco a poco. Son grandes problemas lo que trae el envejecimiento;
pero también trae consigo experiencias vividas, metas trazadas, momentos

331
impresionantes difíciles de olvidar y un sinfín de recuerdos tanto alegres como de
esos nostálgicos.

Muchas veces las personas creen que sólo en la vejez mueren las
personas. Están equivocados. Incluso en la juventud se puede morir sin la
necesidad de llegar a una edad específica. Pasamos todo la vida creyendo que
con el pasar el tiempo vamos avanzando, cuando realmente estamos
retrocediendo; en lugar de sumar días los estamos restando. Alguien dijo que:
“tenemos que vivir como si fuéramos a morir el día de mañana”. Pero no es así,
hay que ser más extremo que la espera del mañana, vivamos como si fuéramos a
morir en unos instantes. Aprovechar las pequeñas cosas es lo que hará de la vida
la mejor que hayas vivido. Recordando que no tenemos otra vida más que esta.

Vi una joyería y me acerqué, entrando. Quería comprar algo para Suzanne,


algo que le gustase mucho, pero no algo que cualquiera pudiera comprar y
obsequiarlo; tampoco me refería a algo costoso. Algo que sólo Suzanne y yo
tengamos el privilegio de saber el significado.

-¿También le pedirás matrimonio? –preguntó Jossep.

-No. -¿o sí? Me dije a mí mismo pensativo, pero quité esos pensamientos
rápidamente-, quiero comprarle algo pero no un anillo de compromiso, al menos
no aún. –Dije acercándome a las vitrinas, vi pulseras brillantes e imaginé a
Suzanne en ella, se le vería hermosa, girando mi cabeza vi un collar de plata con
piedras brillantes, tenía un símbolo en forma de escudo en el que tenía grabado
una frase: Us Against The World.

Reí al leerla, era lo mismo que me había dicho la noche anterior en la


terraza. No hizo falta buscar más, ese era el regalo perfecto.

Para el resto del mundo esa frase significaba: guerra, muerte, batalla,
lucha, esfuerzo, victoria, proceso, energía, coraje, poder, valentía. Para el mundo
era una simple frase que se inventan las personas enamoradas cuando es un
amor prohibido y difícil de enfrentar ante la sociedad. Para el mundo esa frase no
era nada. Pero para mí no sólo se trataba de una frase inventada, era mi

332
momento, mi vida, mi sacrificio, mi sueño, mi verdad, mi presente y porvenir, mi
todo. No se trata de lo que digas, se trata del modo en que lo digas, lo que
signifique y el porqué se dijo. Y sé que ella no lo dijo porque simplemente recordó
que lo había leído en algún lugar, ella lo dijo en el momento adecuado y eso
marca una gran deferencia.

*****

El taxi nos dejó frente al hotel.

-Ni sueñes que subiré dieciséis pisos por las escaleras, podremos ser los
mejores amigos pero lo siento mucho –dijo Jossep sosteniendo todas las bolsas y
entrado al ascensor.

-Gracias –dije con sarcasmo-, los mejores amigos se apoyan en todo.

Levantó las bolsas como si ese fuera el mayor apoyo que puede darme en
este momento y rio con crueldad.

Jossep había colocado las bolsas en la mesa cuando entré a la habitación,


en la mesa de noche estaban las carpetas del orfanatorio. Puse mis manos a la
obra; corté cada vegetal mientras ponía a cocinar la carne.

Al parecer todo estaba quedando bien, hasta parecía un chef profesional.

-Esto es digno para una foto histórica –dijo apuntando su teléfono en mi


dirección, la luz del flash avisó que ya la foto había sido tomada, lo miré serio y él
reía.

-En lugar de estar tomando fotos deberías ayudarme –sugerí.

-No –respondió-, estoy muy cómodo aquí en esta cama, prefiero observar
todo desde aquí.

-Idiota –dije lanzando un paño de cocina sin dar en blanco, cayó al suelo
antes de llegar hasta él.

333
Ya todo estaba listo, miré mi camisa y estaba manchada de pasta de
tomate, fui a tomar una ducha rápido. Al salir del baño me coloqué pantalón negro
y estuve indeciso entre una camisa azul marino y otra roja.

-¿Cuál color prefieres? –pregunté a Jossep levantando las camisas con mis
manos.

-Cual sea, no verás a la reina de Inglaterra –rio.

-No, pero veré a Suzanne el cual para mí es mi reina –expresé.

-Hasta en un gran filósofo te has convertido. –Se burló.

Terminé colocándome la azul marino, el teléfono de Jossep sonó, contestó


y luego me lo pasó.

-Estoy en camino. –Dijo.

-Todo aquí está perfecto, tengo todo listo –dije y colgué.

334
CAPÍTULO 28

Feliz cumpleaños

aqué a Jossep de la habitación. Él quería probar mi comida

S metiendo el dedo en la olla pero no lo permití, le sugerí que pidiera


su comida al camarero.

Con fuerza lo corrí de la habitación.

Mirando cada rincón empecé a sentir nervios ¿Se molestará por la


sorpresa? Oh Dios, ya estaba a punto de llegar y tenía que arreglar todo, abriendo
la primera gaveta de la mesa de noche para guardar las carpetas vi muchos
preservativos, no me sorprendió mucho pues era natural ver eso en un hotel,
guardé las carpetas y coloqué los platos en la mesa del balcón, supe que sería el
lugar perfecto; la noche, la luna junto a las estrellas y nosotros dos solos.

Busqué una botella de champagne de la cocina, coloqué todo sobre la


mesa; comida, platos, copas. En una mesa vi un candelabro de adorno y lo tomé
colocándolo en el centro de la mesa, encendí dos velas y me fijé en cada detalle
asintiendo de forma positiva.

Ya era de noche. Busqué en la cocina el regalo metiéndolo en mi bolsillo,


apagué todas las luces encendiendo sólo la del balcón. La puerta sonó mientras
estaba en la cocina. Suzanne había llegado, esta vez tenía un vestido azul y
tacones negros. Ese color le sentaba muy bien, se veía hermosa.

-Max ¿Por qué tienes todo a oscuras? –Tosió- ¿Te acabaste la colonia? -rio
frunciendo el ceño.

-Te tengo una sorpresa –dije-, pero tienes que cerrar los ojos
¿De acuerdo? –asintió con una gran sonrisa. Cerró los ojos y la guie hasta el
balcón, estando frente a la mesa susurré en su oído:

-Puedes abrirlo.

335
Su mirada recorría toda la mesa, luego me miró con una gran sonrisa.

-¿A qué se debe la sorpresa? –preguntó.

-Tu cumpleaños –dije.

-Marry –dijo y asentí, estaba seria, enojada tal vez ¿Lo habré arruinado?

-Yo sólo quise darte una sorpresa –dije-, yo fui el de la idea ¿No te gustó?

Me miró seria durante unos instantes y luego sonrió besando mis labios
suavemente. -Esto está perfecto, amo cuando te tomas el tiempo para hacer estas
cosas, los detalles. Gracias.

-Sólo quiero ser el mejor novio para ti –dije acercándome hasta sus labios.

-Y lo eres. –Susurró besándome de nuevo. Saqué de mi bolsillo el regalo.


Lo saqué de la caja sosteniéndolo en mi mano.

-¿Recuerdas cuando dijiste que seríamos “los dos contra el mundo”? Pues
lo vi y pensé en ti y en nosotros –dije y lo tomó en sus manos viéndolo, sonrió
mirándome mientras caía una lágrima de su rostro, la detuve con mi dedo.

-Está hermosa, gracias –dijo abrazándome. Así estuvimos durante varios


minutos.

-Te amo Suzanne –susurré.

-Yo mucho más –dijo.

La miré a los ojos fijamente y aun con lágrimas en sus ojos me mostro una
sonrisa, pero no era cualquier sonrisa, esta era de felicidad. Hay sonrisas que
pueden reflejar también la tristeza.

-¿Por qué no querías que supiera de tu cumpleaños? –pregunté.

-Porque tú estás tan ocupado en el negocio de tu padre y no quiero que te


tomes la molestia en pensar en algo que ocurre cada año. –Se encogió de
hombros.

-Para mí tú eres más importante que cualquier cosa. Debiste decírmelo.

336
-Al fin y al cabo lo supiste. Definitivamente Marry no sabe guardar
secretos –rio.

-Es una buena amiga. Ella no quería que tu día transcurriera sin pena y sin
gloria.

-Lo sé. Me ha encantado la sorpresa. No me equivoqué al enamorarme de


ti.

A lo largo de mi vida he tenido tantos tropiezas y caídas. He cometido


infinidades de errores y lo único bueno de todo fue enamorarme de Suzanne.
Incluso si hubiese sido un error, entonces sería el mejor error que he cometido.

-Ven para colocarte el collar.

Se dio vuelta y levantó su cabello dejando ver su cuello y parte de su


espalda. Pasé mis manos por encima de su cabeza y toqué su piel suave al
colocar el collar. Suspiré. Cuando estuvo ajustado de nuevo se volvió hacia mí y
sonrió.

-Es hermoso –dijo, se acercó de nuevo hasta mi lugar besando mis labios
de una forma dulce.

-La comida se va enfriar –aseguré riendo y me soltó con una gran sonrisa
en su rostro.

Moví la silla para que tomara asiento, yo me senté de frente para tener una
mejor visión de ella, saboreó la cena y luego asintió en señal de aprobación. Serví
las copas con champagne y sonrió.

-Al menos no es café simple –comentó riendo.

Reí recordando el café que había preparado cuando por primera vez hice
un desayuno para ella.

-No estaba simple, es decir, si lo estaba pero era porque no conocía tus
gustos –dije riendo.

337
Entre bocado y bocado terminamos nuestra cena, nos miramos
mutuamente.

-¿Quieres ser mi cocinero especial? –preguntó.

-Uh, claro, yo sería un chef, policía, bombero, jardinero, plomero, actor,


chofer, cantante, aviador y todo lo que tú me pidas, seré todo lo que desees si me
das la oportunidad de quedarme a tu lado para siempre –dije.

-Yo sólo quiero que seas Max, el mismo chico que conocí en el autobús y
del cual estoy profundamente enamorada.

Suspiré fuertemente y creo que hasta me había sonrojado, me puse de pie


y ella también lo hizo, me acerqué besando sus labios juntando su cuerpo con el
mío, ella suspiraba mientras nos besábamos, mi pene estaba erecto, nos
acercamos hasta pared del balcón que daba con el cuarto.

-Si yo fuera tu no haría eso que estás a punto de hacer.

-¿Qué? –preguntó y de nuevo besó mis labios de forma apasionada.


Caminamos hasta el cuarto, con cada paso que dábamos mi cuerpo pedía algo
más, nos paramos de besar hasta que tropezamos con la cama cayendo sobre
ella.

-Esto –dije.

Ignoró mis palabras al igual que yo las había olvidado por completo para
seguir besándola. Acariciaba su cuello mientras las sensaciones de placer y deseo
entraban en la escena.

Sus manos sobre mi pecho quemaban. Mi cuerpo sobre el suyo quemaba.


Éramos como oleadas inmensas de alta temperatura. Nunca me había besado de
esta manera, su lengua era una especie de serpiente que se metía en mi boca en
busca de algo que anhelaba. Ella no estaba besándome porque solamente quería
hacerlo, estaba buscando mucha más que eso.

-Bésame como si nunca más en tu vida me volverás a ver Max. Hazlo, por
favor.

338
Pensar en su ausencia hizo que comenzara a doler, doler de verdad. Si ella
me faltara en algún momento creo que no sería el mismo. Pasé mis manos por su
espalda y ella se arqueaba dando grandes suspiros. No hacía falta que fuera la
última vez junto a ella para besarla de esta manera. Cuando lo hago siempre es
con aquella pasión y entrega total de todo mí ser. Aunque realmente en cada
momento faltaba algo, y ahora ella, tanto como yo ansiaban que pasara.

-Debemos parar... –dije mientras nos besábamos- no puedo hacerte esto


Suzanne –susurré tratando de mantener mi fuerza de voluntad y el autocontrol.

-Si podemos –susurró contra mis labios-, no hay impedimento… tú lo


deseas tanto como yo –añadió besando mis labios suavemente, mi corazón se
aceleraba y estaba tan entusiasmado como un adolescente cuando le han dado el
permiso de conducir. Suzanne estaba consciente de quien era yo. Mis
abstinencias para con ella eran por motivos de mi adicción, pero ahora que lo
sabía: ¿Qué me podría detener?

Besé con fuerza sus labios, yo ya estaba decidido y este era mí momento,
nuestro momento. Pasé mi mano por sus piernas subiendo el vestido hasta sus
cadenas, me tomó por la espalda apretándome contra ella, mi mano recorrió sus
muslos hasta llegar a tocar su panti, desde sus caderas fui bajando su panti poco
a poco.

Sentía que estaba a punto de llegar al cielo.

¡Tooc, toc, tooc!

La puerta sonó un par de veces, nos detuvimos mirando hacia la puerta,


volvió a sonar y maldije la imprudencia de la persona que tocaba.

Nos acomodamos la ropa, me quedé sentado sobre la cama, desesperado


y frustrado, Suzanne encendió la luz y peinó su cabello abriendo la puerta.

-¡Feliz cumpleaños! –gritaron Jossep y Marry pasando a nuestra habitación,


Jossep tenía una torta de fresa en sus manos y la colocaron sobre la mesa de la
cocina.

339
-Hey Max acércate –dijo Jossep. Di media sonrisa fingida, maldita sea. Miré
a Suzanne con mi sonrisa simulada y sonrió al saber que no estaba contento de
que ellos llegaran justo en tan importante momento. Llegué hasta ellos y abracé a
Suzanne por el hombro.

-¿Fue una gran sorpresa? -preguntó Marry.

Me coloqué tras ella abrazándola por la espalda apretando mi erección en


su trasero.

-Sí, ha sido genial –respondió Suzanne apretándome fuerte.

-Si me permiten, tengo mucho sueño –dije-. Quiero dormir.

-Pero la torta...

-Luego comemos torta, mañana... otro día, no sé –dije caminando con ellos
hasta la puerta, ya no sabía que decir para que se largaran rápido.

-¿Buenas noches? –dijo Marry un poco molesta, Jossep detrás de ella reía,
él sabía lo que iba a pasar luego de que se fueran, les di una gran sonrisa
cerrando la puerta de golpe.

Me volví hacia Suzanne, estaba parada en la mesa, me miraba sonriente y


con recelo. Mi pene erecto indicaba que deseaba estar en ella, apagué la luz y la
del balcón encendida dejaba un poco de visibilidad entre nosotros.

-Te quiero sobre la cama, desnuda. Hace minutos atrás pensaba que ese
vestido te quedaba realmente hermoso, pero ahora no. Te queda horrible,
quítatelo ahora, te verías más hermosa sin él puesto –dije deseando admirar su
cuerpo en medio de la oscuridad, en medio de la noche oscura donde mi corazón
latía a mil por segundo y donde mis manos picaban por tocar cada centímetro de
su piel. La deseaba más que mí respirar.

Bajó la cremallera de su vestido y lentamente se deshizo de él dejándolo


caer a sus pies. Era el cuerpo más perfecto que mis ojos habían observado jamás.
Su ropa interior era azul eléctrico, su piel era lisa y suave. Mordí mis labios como
si pudiera saborear su piel antes de acercarme a ella.

340
Comencé a quitar los botones de mi camisa.

-No lo hagas –dijo y me detuve en seguida. Se acercó a mi lugar y mis


manos fueron en su dirección. Las quitó en seguida colocándomelas sobre mi
cabeza ¿Qué rayos hacía? Mi pregunta tuvo respuesta en cuanto ella continuó
quitando los botones de mi camisa. Ella estaba tomando el control de la situación.
Abrió la camisa y pasó las manos por mi pecho, causaba pequeños chispazos de
electricidad con ese toque. Bajé mis manos para que pudiera quitármela
completamente.

Besó mis labios con pasión y en cuanto tuve mis manos en su espalda me
las quitó.

-¿Qué mierda…?

Colocó su mano en mi bulto haciéndome callar en seguida. Sus manos


subieron a mi espalda y bajaron lentamente hasta mi trasero. Esto que me pedía
hacer iba mucho más allá de cualquier autocontrol. Ella tocándome y yo sin poder
hacerlo era mucho peor que convivir con una adicción.

-¿Me deseas? –preguntó.

-Más que todo.

Era mucho para mí. La tomé por el cuello y la besé con fuerza. Tanta que
pude haberle hecho daño. Junté mi cuerpo con el suyo apretándola contra la
mesa, mi mano llegó hasta sus piernas subiendo hasta llegar a su sensual trasero,
la apreté con fuerza y soltó un gemido de placer. Dios mío, deseo a Suzanne más
que a nada en la vida.

Caminamos hasta la cama y estando frente a ella pasé mis manos por su
espalda para quitar su brasier dejando a mi visión sus senos perfectos. Besó mi
cuello, luego mi pecho seguido de mi abdomen. Arrodillada frente a mí quitó el
botón del pantalón y bajó la cremallera con lentitud. Mi erección estaba
desesperada por salir. Quitó el pantalón por completo dejándome en ropa interior.

341
De nuevo estaba en mi boca y una vez más mis manos tuvieron la satisfacción de
poder acariciar su piel suave.

Recuerdo que hace unos instantes atrás sabía lo que iba a venir, o al
menos eso creía yo. Independientemente de toda mi experiencia acumulada a lo
largo de los años mientras andaba vagando por el mundo de cama en cama, de
chica en chica, estaba enfrentándome a algo completamente nuevo para mí, quizá
el acto sexual es igual con cualquier persona, de cierto modo todos tenemos
aparatos reproductores que cumplen una misma función en cada uno de nosotros,
no hay nada distinto (aparte del volumen y tamaño del mismo). Yo no estaba
haciendo algo a lo que estaba acostumbrado, había algo distinto dentro de todo
esto y estaba a punto de averiguarlo.

Estando en la desnudez total de nuestros cuerpos, nos tumbamos sobre la


cama, al juntarnos el calor corporal impregnaba la habitación. Recordé los
preservativos que había visto en la gaveta de la mesa de noche, estirando mi
brazo busqué un preservativo, quitándolo del empaque lo coloqué sobre mi pene
erecto, no podía aguantar más un minuto sin estar entre sus piernas. Estando
sobre ella abrió sus piernas dejando el espacio perfecto para meterme entre ellas.

Y ahí estaba yo, apunto de hacer algo a lo que siempre estaba


acostumbrado, pero esto iba más allá, mi cuerpo temblaba como si fuera mi
primera vez, todo lo que Suzanne me estaba haciendo sentir iba más allá de lo
sobrenatural.

Para un Hipersexual el sexo era mucho más que un simple toque de piel
entre dos personas que desesperadamente buscan la unión de sus partes
genitales, era más que un roce de labios junto al enfrentamiento de lenguas que
entre quejidos y contiendas encuentran la manera de convivir una con la otra en
ese masoquismo interminable, era mucho más que gemidos de placer causados
por las caricias que hacen erizar la piel y el contacto en esa parte especial que lo
hacemos llamar “punto débil”. Para mí el acto sexual era la vida misma en su
máxima expresión demostrando una vez más lo único que podía ser perfecto
dentro de una vida hecha mierda.

342
En el momento donde hubo la unión perfecta de dos personas que se
amaban totalmente pude percibir eso a lo que la gente le llama: “hacer el amor”.

Había escuchado una vez una conversación de dos personas quienes


decían que habían hecho el amor más de treinta veces durante diez meses con
distintas personas. ¡Qué gran mentira! Aquellas personas no habían hecho tal
cosa, simplemente tuvieron sexo y nada más. No es lo mismo tener sexo a hacer
el amor, porque sexo se puede tener con muchas pero el amor se tiene
indiscutiblemente con una sola. Eso explicaba el hecho de todas estas nuevas
sensaciones. Por primera vez estaba haciendo el amor y me sentía como un
puberto virgen.

No dudaba ni por un segundo que Suzanne me amaba mucho más allá de


lo que llegaba a imaginar, y tal vez a ella le pasaba lo mismo que a mí. Ninguno de
los dos ignorábamos el hecho de que no éramos nuevos en el acto sexual. Ella no
era virgen y yo mucho menos. Pero ella al igual que yo estábamos haciendo el
amor como si de alguna manera fuera nuestra primera vez. Esa que nunca
olvidaríamos.

Gemidos, toques, apretones, rasguños, chupones, besos, caricias, lenguas


que exploraban cada parte de nosotros, cuerpos ardiendo en placer, la más
placentera excitación y un derroche desbordante de amor era lo que estábamos
viviendo. Cuando me pregunten sobre lo mejor que me ha sucedido en la vida
respondería: hacer el amor con ella. Preguntarán porqué o cómo fue y yo no les
diré absolutamente nada porque las mejores cosas se conservan dentro de
nosotros como un tesoro guardado.

-No te detengas, por favor –pidió excitada.

Sonreí y continué mis movimientos, tomé sus caderas presionándola contra


mi cuerpo mientras la penetraba fuertemente, cruzó sus piernas alrededor de mi
espalda, me abrazaba por la espalda presionando sus uñas y rasgándola, sabía
que dejaría las marcas mañana. Me sentía en el cielo, hasta más arriba.

343
Nos movíamos rítmicamente sobre la cama. Llegué a mi punto máximo de
excitación hasta eyacular en el preservativo. Y ella también se vino. Un momento
perfecto sin lugar a dudas.

-Feliz cumpleaños Suzanne –dije sonriente.

-¡Dios mío! Este ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en toda mi vida
–comentó y besé sus labios suavemente.

-Te amo.

-Si antes te amaba ahora lo hago más –expresó.

Reímos a carcajadas y continuamos teniendo más de: hacer el amor.

344
CAPÍTULO 29

Un accidente

E
l recepcionista trajo una caja. Era el correo de mi padre; todos los
depósitos e inversiones en gran valor monetario. Comparé los
documentos del orfanatorio y no concordaban, sólo el diez por
ciento había sido invertido en Smile Real, el dinero restante faltaba, esto era un
robo y alguien tenía que pagar por eso.

Junté cada documento acomodándolo de forma organizada, todo estaba


listo para la reunión donde era yo el protagonista principal; era mi momento de
hablar.

Todos los empresarios yacían sentados mirándome fijamente mientras me


paseaba frente a ellos con la carpeta con los documentos que había organizado.

-Para comenzar yo preguntaré ¿Alguien aquí tiene hijos? –Pregunté, todos


asintieron- ¿Ustedes los abandonarían? –Negaron con la cabeza-, estos niños no
tienen culpa de ser abandonados, nadie tiene la culpa… no hablaré sobre los
padres... pero imagino que cada uno tuvo una razón bastante importante como
para hacer este acto tan vil, entonces ¿Les parece justo quitar el único lugar
donde se sienten protegidos y a salvo? Yo personalmente me dirigí al orfanatorio y
me di cuenta que mientras ustedes están aquí decidiendo sobre el futuro de su
hogar ellos juegan y ríen sin parar porque son inocentes de lo que ocurre. Pero
alguien... –dije alzando la voz- no es tan inocente aquí –coloqué la carpeta sobre
la mesa, hubo nerviosismo en los empresarios italianos y asombro en las demás
personas-. Aquí tengo las pruebas de que alguien ha estado robando todo el
dinero que Jacob Brown a invertido para el buen funcionamiento del orfanatorio,
es por ello que las instalaciones están decayendo.

Pasé una copia a cada uno y se detuvieron a leer el documento, fueron


impresionados.

345
-Mi pa... es decir, el Sr. Brown hará las investigaciones y dará con él o los
culpables –dije mirando a los empresarios italianos, se miraron mutuamente con
nerviosismo-. Ahora bien, lo importante es saber que hemos sido víctimas de un
robo, no podemos cerrar o demoler el lugar por el abandono de las instalaciones
cuando durante cada mes como lo pueden ver en los documentos se ha estado
invirtiendo una gran cantidad dinero, pero por el mal manejo se ha ido
estropeando.

-Tienes razón –habló una señora blanca y elegante-, no podemos demoler


el lugar.

-Estoy de acuerdo contigo –dijo un hombre moreno a la señora. Pronto


hubo diálogo entre todas las personas opinando lo mismo. Finalmente luego del
gran intercambio de ideas llegaron a la conclusión de que el orfanatorio seguiría
prestando el servicio a los niños huérfanos con Síndrome de Down.

*****

Todos nos fuimos a celebrar el haber evitado la demolición del orfanatorio,


entre copas tomamos y conversamos hasta el amanecer, Suzanne, Marry y
Jossep estaban contentos por mi logro, reímos a carcajadas y por primera vez en
toda mi vida sentí que había hecho algo bien, aparte de Suzanne son las únicas
cosas de las cuales me he sentido muy afortunado por lograr.

*****

Era la última noche en Londres, mientras arreglábamos nuestro equipaje


preparados para salir al siguiente día Suzanne yacía inclinada hacia la cama
doblando su ropa, observé su posición y mi pene erecto me decía que quería ir
más allá con ella de nuevo, me acerqué sigilosamente hasta su lugar, presioné mi
erección bajo mi pantalón contra su trasero, se quedó inmóvil y se volvió hacia mí
con una mirada seductora, sonreí besando sus labios, nos tumbamos sobre la
cama; encima de su ropa. Se colocó sentada sobre mi pene, quitó su camisa y
desabrochó la mía.

-Deberíamos hacer nuestras maletas –dijo.

346
-Al diablo las maletas –dije girándome con fuerza quedando sobre ella-,
quiero estar contigo ¿Tú no? –pregunté.

Sonrió y me besó apasionadamente. En un abrir y cerrar de ojos,


estábamos desnudos, el collar brillaba sobre su cuello pero lo dejé en su mismo
lugar como la noche que estuve por primera con ella, pasé mi lengua por todo su
cuerpo, desde su cuello bajando por sus senos, sus caderas y su vagina, mientras
le hacía sexo oral Suzanne gemía tomando mi cabeza y halando mi cabello
moviéndose de arriba a abajo. Cambiamos nuestras posiciones, esta vez ella
introduciendo mi pene en su boca, mis respiraciones era aceleradas por la forma
que ella me lo hacía, cerré mis ojos dejándome llevar por el gran placer que
Suzanne me hacía sentir.

Abrió sus piernas mientras me encontraba sobre ella, tomé un preservativo


y lo quitó de mis manos, lo abrió y lo deslizó en mi pene, esta mujer sabía lo que
hacía, no hizo falta dar una explicación de cómo ella tenía que hacerlo, cada día
me enamoraba mucho más de esta sorprendente mujer.

Lo hicimos hasta el cansancio, no supe nada del mundo exterior hasta el


siguiente día.

*****

Suzanne había acomodado nuestra ropa antes de yo despertar. Luego de


una ducha, los cuatro dejamos el hotel, el recepcionista nos despidió hasta que
subimos a la limusina. Nos despedimos del chofer agradeciendo su servicio y el
haber sido nuestro guía turístico.

El vuelo duró una hora. Finalmente estábamos en nuestro país, Francia no


había cambiado, nada había cambiado en cuanto a mi adicción, pero luego de
haber estado con Suzanne mi vida dio un giro radical y eso era realmente bueno.
Tenía que ponerme al día con Will e ir al centro de rehabilitación para seguir con
las pruebas.

Lo primero que hice al llegar fue ofrecerle a Suzanne que se quedara en mi


casa al menos hasta que su madre llegara de Suecia y aceptó sin objeción alguna.

347
Todo en casa estaba ordenado; cocina, baño y cuarto, pensé sobre que mi madre
había venido y ordenó mi desastre. Sería menos complicado si pudiera arreglar
cada desastre en mi vida con la misma facilidad que podría arreglar mi casa o un
simple cuarto.

Esa noche dormí junto a Suzanne, eso me hacía sentir bien, no había
pensado mucho sobre el sexo, de algún modo ella me mantenía estable, pero no
siempre era de esa manera, en la madrugada mientras ella dormía me levanté
excitado, fui directo al baño a masturbarme para que no pudiera ser observado,
relajé un poco mis ganas, luego al regresar la vi; yacía dormida como un bebe, tal
vez podía despertarla y estar con ella pero no sería justo, preferí entonces tratar
de dormir y olvídarme un poco del sexo.

La puerta sonó fuertemente, el sonido hizo que Suzanne y yo


despertáramos enseguida.

-¡Max, tienes que ver algo! –escuché la voz de Jossep.

Envolví una toalla alrededor de mi cintura, fui hasta la puerta y abrí, la luz
del sol hizo que me encandilara un poco y puse mi mano sobre mis ojos
parpadeando un par de veces, Jossep me hizo a un lado pasando a toda
velocidad hasta mi cuarto.

Lo seguí.

Encendió la televisión.

-Oh Suzanne perdón por interrumpir su siesta o lo que sea que estaban
haciendo –dijo mirándonos.

Suzanne con media sonrisa y aun acostada en la cama en piyama


dijo: -Descuida. Sólo espero que sea algo importante.

Presionó los botones cambiando de canal. –Escuchen –indicó.

-... Este suceso ha causado mucho revuelo en todo Paris y el resto del
mundo, las autoridades están investigando sobre quienes pueden ser los
presuntos culpables –dijo un periodista-. El Sr. Brown fue trasladado al Hospital

348
del Centro con graves heridas, el choque fue en horas de la mañana, el auto en
donde viajaba fue volcado por un camión que se dio a la fuga sin ser reconocido,
aparentemente esto ha sido de manera intencional. Un ataque terrorista lo llaman
las autoridades del Estado. –Se apagó el televisor, miré a Jossep y tenía el control
remoto en su mano. Lo había apagado.

-Eso era lo que te quería mostrar. –Dijo serio.

Los miré a los dos y aún estaba en shock, no sabía que decir, sólo que
tenía que ir rápidamente al hospital, tomé mi ropa metiéndome en ella, Suzanne
me miró con confusión.

-Tengo que ir al hospital –dije colocándome los zapatos.

-Voy contigo –dijo Jossep.

-Tú quédate, por favor, no quiero involucrarte en esto. –Dije a Suzanne


antes que pudiera decir algo.

-Escríbeme en cuanto sepas cómo está tu padre –dijo, me acerqué


besando sus labios.

Asentí hacia ella y me fui.

Tomamos un taxi para llegar rápido al hospital, la prensa estaba por todos
lados, los camarógrafos se aglomeraban en la puerta de entrada, esperaban con
paciencia que pasara algo interesante para así tener la primicia, pasamos
esquivándolos, en la entraba Calvin y otro guardaespaldas de mi padre me
reconoció y pasamos rápidamente.

-Piso dos –susurró Calvin en mi oído.

Asentí en su dirección.

Al llegar vi a mi madre, sentada en sala de espera, se levantó abrazándome


fuerte, mientras lloraba.

-Tu padre está muy mal.

349
-¿Dónde está? –preguntó Jossep, mi madre señaló hacia una puerta blanca
de madera donde a cada lado había un guardaespaldas. Caminé hacia la puerta,
los dos me miraron por un momento pero no dijeron nada, giré la manilla y entré.

La puerta sonó, la habían cerrado rápido desde afuera.

Mi padre yacía acostado sobre la cama con un collarín y un nebulizador, su


brazo izquierdo y la pierna derecha estaban enyesadas, tenía moretones por todo
el cuerpo, la máquina del electrocardiógrafo sonaba varias veces marcando en la
pantalla líneas altas y bajas, recordé el día del hospital con mi abuela, cuando se
había puesto en un línea recta indicando que había muerto, oh Dios, no quería
que pasara de nuevo, no podía perder a una persona más, no lo soportaría.

Tomando una silla la acerqué hasta la cama sentándome cerca de él, tomé
su mano y estaba frio, tan frio como yo lo había sido con él durante veinte años,
suspiré pensando que debí perdonarlo, todos merecemos ser perdonados, fui tan
injusto con él y conmigo mismo alimentado mi resentimiento, orgullo, rencor, furia,
enojo y decepción, nunca me sirvió de nada porque ahora estoy aquí mirándolo y
arrepintiéndome por todas las cosas que dije sobre él, no debería ser así...
perdonar o arrepentirse de todo cuando estamos perdiendo a la otra persona.

Me lamenté sobre ello.

-Perdón por no haberte perdonado –susurré-, te culpé todos estos años


rechazándote, creyendo que habías sido un mal padre pero me he convertido en
algo peor, yo soy el peor de los hijos –lágrimas comenzaron a caer de mi rostro-.
No quiero verte aquí, no quiero que mueras, por favor... quiero recuperar todo el
tiempo perdido por nuestras peleas absurdas. Sólo quiero que despiertes y me
digas “hijo”, nada se ha sentido mejor que eso. –Incliné mi cabeza hacia su cama
mientras lloraba, sentí su apretón de mano.

-Hijo –dijo quitándose el nebulizador-. Eso… lo había querido escuchar...


todos estos años –sus palabras eran lentas, levanté mi vista y me miraba con sus
párpados medio caídos-, todos los días imaginé como sería el momento que
dijeras eso... ahora sé que fue mejor que cualquier cosa en mi vida… yo teniendo

350
tanto dinero estaba pobre, tu perdón es la riqueza más grande que puedo
tener –susurró y más lágrimas bajaban por mis mejillas, sentí la necesidad de
abrazarlo-. No llores por favor.

-Eh, yo... no estoy llorando –dije pasando la mano por mi cara para quitar
las lágrimas. Saqué mi mano de su agarre y me levanté de la silla haciéndome
hacia atrás.

Miré su rostro y luego la cama, la necesidad de abrazarlo recorrió todo mi


cuerpo. Así que fui hasta él inclinándome para abrazarlo con cuidado de no
lastimarlo. –Por este abrazo puedo soportar todos los golpes que tengo en mi
cuerpo –dijo mientras colocaba mi cabeza sobre su pecho mirando hacia la pared
blanca del cuarto.

-No quiero perderte, se lo que se siente cuando pierdes a alguien que


quieres y la sensación no es nada agradable –dije.

-¿Tú me quieres? –preguntó, me levanté despacio para mirarle a la cara.

-Sí. Es decir… eres mi padre, todos los hijos quieren a sus padres, poco o
mucho igual es querer –respondí-. ¿Cómo fue el choque? –pregunté cambiando
de tema intencionalmente. Se miró a sí mismo apretando su boca en una línea
recta.

Suspiró.

-Yo sólo quería salir solo. Todos necesitamos despejarnos del trabajo y las
ocupaciones... así que decidí tomar un auto y me fui, sin guardaespaldas sólo era
yo. Lo único que recuerdo fue cuando desde la otra vía una camioneta golpeó el
carro con fuerza haciéndome volcar, luego de eso desperté aquí y ya, eso fue
todo. No fue de alta gravedad porque tenía el cinturón de seguridad y eso de algún
modo me ayudó. Los medios de comunicación crean algo grande de cosas
mínimas. Lo que tengo no es de gravedad.

-¿Crees que fue de forma intencional?

351
-No lo creo –Vaciló-. Aunque tal vez sea de ese modo, como veras, tengo
muchos guardaespaldas y seguridad en todos lados, no los tengo por capricho o
por un simple juego, tengo muchos enemigos, todos buscando lo mismo...

-Tu dinero. –Interrumpí pensativo.

Me levanté mirando su rostro.

-Sí –dijo serio.

La puerta sonó un par de veces, la abrí y era mi madre, Jossep asomó su


cabeza por la puerta y yo salí dejando a mi madre en la habitación, Jossep y yo
caminamos hasta la puerta de salida. -¿Cuál es su estado? –preguntó Calvin
luchando con la puerta para detener a los camarógrafos.

-Con algunos golpes pero se pondrá mejor -dije-. Espero que para la
próxima hagas bien tu trabajo –advertí con ira.

Asintió abatido.

Intentar pasar entre las personas fue imposible, cada cámara y micrófono
estaban frente a mí, la luz del flash me encandilaban, jamás me gustaría ser una
celebridad, los mandaría todos a la mierda sin importar nada, pero ellos no
estaban aquí por mí, la noticia y el protagonismo era de mi padre.

-¿Cuál es el estado de salud del Sr. Brown? ¿Va a morir? ¿Quién es usted?
¿Está muy grave? ¿Díganos como se encuentra?... –Todas las preguntas eran
lanzadas como ráfagas en nuestra dirección, miré a Jossep y sonreía antes las
cámaras.

-¿Qué haces? –pregunté a Jossep serio.

-Si voy a tener un momento de fama necesito salir con una gran
sonrisa –comentó.

-¿Nos puede decir cómo está el Sr. Brown? –preguntó una chica blanca de
ojos claros acercando su micrófono cerca de mi boca, entonces todos hicieron lo
mismo, cada micrófono eran de canales de televisión distintos, al igual que

352
grabadoras y teléfonos móvil. Las cámaras apuntaron hacia nosotros. Se
mantuvieron en silencio esperando mi respuesta. Miré a Jossep y se encogió de
hombros.

-Eh, mi pa... el Sr. Brown se encuentra bien, tiene heridas y fracturas pero
se va a recuperar.

-¿Nos puede decir su nombre? ¿Quién es usted? –preguntó un hombre


calvo de lentes.

Max... Max Brown –dije-. Su hijo –añadí. Todos permanecieron en silencio


durante un momento y luego el flash de todas las cámaras eran lanzadas como
ráfagas sobre mí.

-¿Usted es el hijo del Sr. Brown? ¿Dónde vive? ¿Por qué lo mantuvieron
escondido? ¿Hay algún tipo de conflicto entre ustedes? ¿Estás casado? ¿Hijos?
¿Dónde estuviste todo este tiempo?... –fueron tantas preguntas a la vez, me sentí
desesperado, todos querían que respondieran rápido sus preguntas.
Amontonados y casi sobre mí. Vi a Calvin acercarse a nosotros junto con otro
hombre, ellos abrieron espacio entre las personas.

-Síganme muchachos –dijo serio. Caminamos rápidamente tras ellos hasta


llegar a una de las camionetas negras de mi padre, Jossep y yo subimos en la
parte trasera y desde afuera se veían las personas tomando fotos sin parar, desde
adentro podía ver todo, pero ellos no veían nada por el vidrio ahumado, el otro
guardaespaldas apartaba a todos los periodista desde afuera haciendo espacio
para nosotros salir.

Calvin pisó el acelerador y los perdimos de vista.

-¿Hacia dónde los llevo? –preguntó Calvin mirándonos por el retrovisor.

-Primero debo agradecerte por salvarme de ese montón de gente, parecían


zombis y querían comerme vivo.

Rió.

353
-Perdón –dijo Jossep-, si fuera un zombi... la última persona que me
comería sería a ti –frunció la cara-. Asco –le lancé una mirada fulminante
empujándolo.

Rió.

-No fue buena idea que dijeras eso delante las cámaras, te aseguro que
mañana estarás en primera plana y hoy mismo saldrás en todos los noticieros de
todo el país y el mundo –comentó Calvin.

-Yo también saldré –dijo Jossep emocionado-, seremos famosos.

Mierda, lo había arruinado todo, debí mantenerlo en secreto por más


tiempo. ¿Seré perseguido siempre? ¿Esperarán que cometa un error para hacer
un chisme de ello? No quería esa vida, menos como la estaba viviendo mi padre;
perseguido por matones, criminales y mafiosos por el dinero.

¿Mafioso?

-Thomas –dije a Jossep sorprendido-. Claro, fue él.

-No lo creo –dijo Jossep.

-Calvin llévame a casa –indiqué.

*****

Nos trajo a casa y se fue rápidamente, entramos a la casa y corrí hacia el


cuarto, no vi a Suzanne por ningún lado, tal vez había salido, en mi celular había
un mensaje de ella diciendo:

-Espero que todo esté bien, me fui a la academia, luego pasaré por la casa
de Marry, nos vemos en la noche. Te amo. –Me hizo sentir aliviado porque por
primera y única vez la necesitaba lejos en estos momentos para que no viera lo
que a continuación iba a ver, en la mesa de noche halé la gaveta buscando entre
varios papeles.

-¿Qué buscas? –preguntó Jossep desde la puerta del cuarto.

354
-Esto –dije alzando el sobre amarillo con el nombre de mi padre. Fuimos
hasta la cocina, quité los platos y vasos que estaba sobre la mesa dejándola libre,
en mis manos tenía el sobre, rompí la parte de arriba y deslicé mi mano sacando
todos lo que estaba dentro, eran muchos papeles, se regaron por toda la mesa;
nombre de las empresas del cual es dueño mi padre, en algunas era accionista,
también todos los diferentes tipos de cuentas bancarias donde muestra el gran
capital depositado, notas de periódicos donde sale mi padre con otras figuras
públicas y/o políticas de otros países. Entonces miré fijamente a unas fotografías;
mi padre junto a mi madre, abrazados, tomados de la mano y besándose, eran
varias fotos recientes ¿Están saliendo?, había una foto mía, mi abuela, mi
hermano, cada una en la parte trasera tenían los nombres completos de cada uno,
vi otra fotografía de mi padre y yo juntos, conversando.

El contenido de esa carpeta parecía como una investigación policial, no me


preocuparía tanto si fuera de esa manera, en cambio, esto lo hizo un mafioso,
comprendí que Thomas sabía de ante mano que yo era hijo del hombre mas rico
de Francia, por esa razón sus comentarios para conmigo eran sarcásticos y con
doble intensión, pronunciaba mi apellido con tono irónico ¿Cuál es el motivo de
esto? ¿Dinero? Lo más probable. No había duda de que Thomas estaba tras el
accidente intencional de mi padre, estaba completamente seguro de eso.

Tomé asiento tratando de digerir toda esta información.

-Creo que estás en graves problemas –dijo Jossep mientras tomaba en su


mano cada una de las hojas y fotos.

-Él ya sabía sobre mí –dije tapando mi rostro con las manos.

-Tienes que advertirle a tu padre que ha sido Thomas el causante del


accidente. –Sugirió.

-No puedo hacer eso, los dos nos meteríamos en graves problemas,
Thomas nos tiene en sus manos, si hacemos cualquier movimiento para llevarlo a
la cárcel, él nos hunde a nosotros también. Estamos perdidos –respondí
mirándole.

355
-¿Y entonces?

-Entonces nada, lo mantendremos oculto y ya –indiqué-. Dejemos esto


limpio y lleva todos estos papeles a tu casa.

*****

Esa noche Suzanne llegó a mi casa, comentó que me había observado


desde la televisión, ese era el tema de conversación en todos los canales, incluso
olvidaron un poco el accidente para hablar sobre mi aparición. Era un dolor de
cabeza.

356
CAPÍTULO 30

Un error más

A
l siguiente día fui con Suzanne hasta el consultorio de Will, quería
que se conocieran y esta vez era más fácil de presentarlos; no
tendría que mentir sobre quién era y lo que hacía.

-Esta chica es muy hermosa –dijo Will mirándola completamente, desde su


collar y su vestido naranja hasta sus tacones blancos, sí que estaba hermosa.

-Es mía, no quiero que le digas que es hermosa, sólo yo quiero decirle
eso –dije riendo.

-Gracias –dijo Suzanne de forma tímida.

-Puedes decirle todo Will, ella sabe todo sobre mí. Ya se lo confesé –dije.

-¡Vaya! De todo lo que me has contado sobre ella, eso es lo que más me
sorprende –dijo-. Él es un poco alocado, créeme que no encontrarás a alguien
como él –añadió volviéndose hacia Suzanne.

-Sí, lo sé, siempre hace cosas locas –dijo Suzanne riendo, se acercó hasta
el odio de Will y le susurró algo, él rió y yo sólo los miré serio.

-Cuida a esta chica, nadie te va amar de la misma manera –dijo Will.

Miré a Suzanne sonriente: -Yo tampoco voy a amar a alguien más, porque
a la única persona que quiero en mi vida es a tí –dije. Me regaló media sonrisa y
besó mis labios.

-Esto es muy incómodo ¿Saben? Quiero que sepan que yo estoy aquí con
ustedes, así que dejen eso para luego –comentó Will riendo. Nos separamos y
reímos ante su comentario-. Yo te vi ayer en las noticias Max y juro que mi quijada
cayó al suelo cuando dijiste lo de tu padre –dijo paseándose por el consultorio
hasta sentarse en la silla del escritorio. Nosotros nos sentamos frente a él en unas
sillas de madera nueva.

357
-Decidí que no debería mantenerlo oculto, era hora que todo el mundo
supiera quien era yo. Además, he perdonado a mi padre, verlo postrado sobre la
cama de esa forma me hizo reflexionar un poco, es mi padre, todos alguna vez
merecemos otra oportunidad sin importar que tan grave sea el error que
cometamos –dije.

-Eso es muy maduro de tu parte, es agradable que estés sacando toda la


tristeza y el resentimiento para con él, no podemos vivir toda nuestra vida con
esos sentimientos malos que dañan nuestra existencia. –Dijo Willy.

Suzanne tomó mi mano entrelazándola en sus dedos.

-No te voy a decir que ya he olvidado todo porque te estaría mintiendo. Diré
que le estoy dando la oportunidad para llevarnos bien y poco a poco ir
recuperando todo el tiempo perdido –comenté.

-Excelente. Hoy también vi en las noticias que están buscando a los


empresarios italianos y a la encargada del orfanatorio, luego de una investigación
policial encontraron que ellos son los que se han robado todo el dinero pero
lamentablemente se dieron a la fuga. –Comentó.

-Espero los encuentren pronto –dijo Suzanne.

Asentí.

-Chelsey y yo hablamos sobre ti en días anteriores, dice que tu adicción es


media – ¿A qué se refería con “media”? media o alta era muy grave, al menos yo
no notaba la diferencia-. El proceso será un poco tedioso y difícil pero puedes
recuperarte sin problemas. El primer paso es que nunca te mantengas solo, así
evitarás la masturbación constante –sugirió. Miré a Suzanne con vergüenza y
pena, asintió colocando su cabeza en mi hombro-. Comenzaremos a partir de
mañana con las prácticas de autocontrol, las mismas que yo te he dado pero más
avanzadas. –Asentí hacia él-. ¡Vamos hombre! Dentro de unos meses estarás
completamente libre de esa adicción, sólo tienes que tener la fuerza de voluntad
necesaria.

358
-Y la tengo –dije-, pero no es tan fácil como parece.

-Nadie ha dicho que sea fácil. Esto toma su tiempo y no cualquiera lo logra
pero cuando se tiene las ganas suficientes para pelear contra algo se puede
lograr. Si puedes hacerlo, yo confío en ti –dijo Will.

-Yo también confío en ti, yo voy a estar contigo para ayudarte en lo que
pueda, no estás solo, yo estoy aquí también –agregó Suzanne besando mi mejilla.

*****

Había pasado un mes desde aquella conversación con Will. Comencé las
prácticas en el centro de rehabilitación, más que todo trataba del autocontrol y
hacer actividades que me ayudaran de despejar mi mente para no pensar tanto en
el sexo. Al principio fue bastante difícil, necesitaba masturbarme o estar con
alguien. Suzanne me ayudaba desde mi casa, siempre estaba conmigo, incluso
me acompañaba al trabajo todos los días, fue difícil alimentar mi adicción estando
ella a mi lado, la desesperación a diario era tormentosa, algunas veces mientras
tomaba una ducha me lograba masturbar rápidamente sin que Suzanne se diera
cuenta, estuvimos juntos pocas veces, sé que ella deseaba estar conmigo la
mayoría de los días porque me lo decía, pero se mantenía firme en su palabra de
ayudarme a salir de mi adicción. Las noches y días que estuvimos juntos se
sintieron como que no había nada más que yo quisiera en la vida, fueron
momentos inolvidables que nunca podré borrar de mi memoria.

-Te amo –dije besándola contra la puerta del baño, los dos estábamos
desnudos, su cuerpo junto al mío podría ocasionar un calentamiento global,
podríamos causar un daño a la humanidad, Suzanne suspiraba cuando
lentamente pasé mi lengua por su oído y cuello, mis manos recorrían cada
centímetro de su cuerpo; desde la base de la nuca hasta sus muslos.

-Vamos rápido Max, quiero que entres en mí, hazlo ya –suspiró con sus
ojos cerrados.

359
Tomé su mano y entramos al baño, abrí la llave de la regadera y nos
besamos hasta estar bajo la lluvia de agua, Suzanne dio un grito ahogado
abrazándome fuertemente.

-Vamos a tomar un baño –dije.

-Está excesivamente fría. –Aseguró mientras su cuerpo temblaba alrededor


de mí.

-Eso tiene solución.

-¿Como...? –besé sus labios interrumpiendo sus palabras, me había


adelantado a la respuesta pues nada es mejor que explicar las cosas con un buen
ejemplo y aquí estaba el mío. Su lengua se entrelazaba con la mía y pronto dejó
de temblar, estaba funcionando, nuestro calor corporal deshizo el frío. Cruzó sus
brazos alrededor de mi cuello y yo tomé su trasero apretándolo suavemente, bajó
sin previo aviso arrodillándose frente a mi pene, oh por Dios, por mi mente
pasaron millones de pensamientos y sensaciones que me haría sentir si me
hiciera sexo oral. Fue de esa manera.

Alrededor de diez minutos estuvo Suzanne moviéndose de adelante hacia


atrás sin descanso, califiqué su sexo oral dándole la mayor puntuación, era toda
una diosa haciendo su trabajo.

Terminamos sobre el mesón de la cocina. Secos de agua pero mojados por


el sudor de nuestros cuerpos, suspiré mirando el techo con mis músculos tensos
por el ejercicio, mi ritmo cardiaco estaba casi en su normalidad. Suzanne colocó
su cabeza sobre mi pecho y sentí su respiración forzada y caliente.

-Eso ha sido extremo –escuché decir y el sonido una pequeña risa salió de
su boca.

-Te puedo mostrar algo más extremo –dije en tono divertido.

-Muéstramelo –dijo con voz seductora.

*****

360
Su compañía fue lo mejor que pude tener, cada día me estaba enamorando
más de ella, no sabía hasta qué punto llegaba el amor, ni cuál es el límite, pero mi
amor por Suzanne no dejaba de crecer día tras día y de cierto modo eso me
estuvo ayudando a diario. Luego su madre llegó de Suecia y tuvo que retornar a
su casa para que su madre no sospechara que se había ido. Nos seguíamos
viendo aunque no tantas veces como antes.

En las noticias salió que los prófugos empresarios italianos y la señora


fueron capturados al norte de España; fueron privados de libertad con treinta años.
Tampoco paraba de salir mi nombre y mi foto, siempre la misma impresión
diciendo que no podían creer que había aparecido el heredero de la gran fortuna
Brown. Jossep salía algunas veces en los medios, dijo que se sentía bien salir en
los periódicos, revistas y televisión pero se quejó un poco sobre su cabello
diciendo que estaba algo desarreglado, yo en cambio no presté atención de mi
apariencia, ni siquiera me importaba. Los cuatro; Suzanne, Marry, Jossep y yo
salimos varias veces, al parque, la plaza y fiestas, estar con ellos se sentía bien,
tenía los mejores amigos y la novia más maravillosa del mundo.

Conversé con mi madre y mi padre que sabía sobre su relación oculta, se


tensaron y dije que no importaba, esa era su vida, si decidían estar juntos ese era
su lio, yo no me metería en eso. Él se estaba recuperando, con el pasar del mes
ya no tenía necesidad del collarín pero el yeso del brazo y la pierna aún se
mantenían con él. La policía aún hacía investigaciones sobre el culpable del
accidente de mi padre, nunca lograron dar con él, me sentí frustrado, quería
decirle que yo sabía quién era, incluso lo conocía pero sería como colocarme una
soga al cuello. Hundiéndolo a él me estaría hundiendo a mí.

Fui a visitar a mi padre luego del trabajo.

Era viernes. Suzanne no fue a buscarme porque saldría con su madre a


comprar comida para un almuerzo que harían para mí, al fin conocería a su
madre, dice que nunca le ha dicho quién soy, incluso a visto mi foto en todos lados
pero no le dice nada, quiere darle una sorpresa.

361
Estando yo en casa de mi padre, conversé con él preguntándole cómo se
sentía a lo que respondió que iba en mejoría. Estábamos en su cuarto; amplio con
grandes ventanas, pintado de azul con blanco, cuadros grandes en las paredes de
paisajes naturales y adornos en blanco y negro.

-Se acerca tu cumpleaños –dijo mi padre desde la cama, la Sr. Samantha lo


trataba como un rey, él era muy caprichoso y exquisito en lo que pedía, parecía un
niño pequeño.

-Sí, cumpliré veintiuno en seis días –dije sentado sobre su cama.

-¿Cómo lo vas a celebrar? ¿Fiesta? yo podría encargarme de todo, lo


podríamos hacer aquí en mi casa, una fiesta inolvidable –sugirió.

-Es agradable la idea pero no quiero hacer nada, una reunión familiar
pequeña tal vez, pero nada más –aseguré.

-Esta bien ¿Quieres algún regalo? –preguntó.

-No, gracias.

-El regalo perfecto sería un carro –dijo pensativo.

-No creo que un carro pueda caber en el cuarto de los regalos –solté sin
mediar palabras. Me miró fijamente sin decir nada, estaba perturbado y tenía
mucha vergüenza.

No debí decir eso.

-Max... yo no quise que, es decir, nunca olvidé tus cumpleaños, no me


atreví a buscarte y obsequiarte todo eso... –dijo buscando las palabras indicadas
para explicarme todo, yo no necesitaba que me explicara, ya sabía todo.

-No importa, el día que vine con Suzanne entré curiosamente a esa
habitación –dije.

-Esta vez prometo darte un regalo, no lo guardaré como los demás.

-Aún tengo veinte años, estás a tiempo de obsequiarme el último


regalo –sugerí y él sonrió.

362
-¡Samantha! –gritó y ella llegó enseguida-. Por favor trae el regalo número
veinte. –Ella se fue rápidamente.

-¿Por qué no te deshaces de esos regalos? –pregunté.

-No lo sé.

-Creo que todos esos montones de recuerdos lo que hacen es torturarte día
a día.

-Tienes razón.

-De seguro que sí. Tratar de conservar cosas viejas es tan parecido a
lanzar el ancla al mar, por más que intentes navegar ese ancla que se parece a
los recuerdos no te soltaran y no podrás avanzar hacia ningún lugar.

Samantha volvió a los cinco minutos.

Le entregó en las manos de mi padre un regalo pequeño envuelto y se fue.

-Ahora sí. En tu cumpleaños… eh, veinte, quiero obsequiarte este regalo

Extendiendo su mano sin yeso, lo tomé asintiendo. Rompí el envoltorio y


era un libro, primera edición, llamado: El amor de un padre.

Leí la sinopsis:

Steve trabajaba fuertemente en el campo para el sustento de su familia,


tenía esposa y cinco hijos varones, a todos los amaba por igual, el menor era
quien más llamaba su atención porque a pesar de tener siete años siempre quería
ayudarlo a trabajar. Por cosas del destino su esposa lo abandona mientras él y su
hijo menor estaban en el campo, dejó una carta de despedida y no dijo nada más.
Sin dejar algún indicio de dónde estaba se había marchado con sus otros cuatro
hijos.

Ahora él sería el encargado de cuidar a su pequeño hijo, y juntos pasan los


mejores momentos que cualquier padre e hijo pidieran tener. Los dos tienen el
deseo de encontrar a su familia y saber porqué se marcharon pero descubren que
tal vez no debieron buscarlos al encontrarse con una cruda realidad.

363
-Este libro se ve muy interesante –dije mirando la portada; un hombre y un
niño tomados de las manos en el campo, sus cuerpos eran sombras, y la foto
reflejaba un atardecer.

-Te va a impactar, te lo aseguro, lo he leído un par de veces, es uno de mis


libros favorito. –Asentí.

*****

Me coloqué una camisa blanca, pantalón y zapatos negros, me coloqué


perfume y estuve listo para el almuerzo con Suzanne y su madre, tal vez Sussie
se encuentre allá.

Era temprano, y me fui hasta el consultorio de Will.

-Hoy conoceré a la madre de Suzanne ¿Crees que le guste? –pregunté a


Will.

-Claro que sí, ten confianza en tí mismo, le agradarás –dijo sentado frente a
su escritorio.

-Estoy nervioso, nunca he llegado a este punto, es la primera vez que pasa,
jamás conocí a las madres de ninguna mujer con las que estuve –dije caminando
alrededor del consultorio.

-Todo va a salir bien –aseguró. Tomé un respiro profundo para


relajarme-. ¿Hasta qué punto quieres llegar con Suzanne?

-Hasta hacerla mí esposa y la madre de mis hijos –respondí sonriente.

-¿Estás seguro?

-Si Will, nunca he estado tan seguro de algo como lo estoy ahora, esta
mujer a cambiado mi vida, todo lo que me hace sentir va más allá que cualquier
cosa. Te contaré algo... cuando estuve por primera vez con ella supe que era la
indicada, no sólo por cómo se movía en la cama… era más que eso, mi cuerpo
temblaba como mi primera vez –dije.

-Pero ella no ha sido tu primera vez –comentó.

364
-Si lo fue, con todas las demás mujeres sólo tuve sexo, eso fue todo. En
cambio, con Suzanne hice el amor, no fue sólo sexo –aseguré.

-Tienes un buen punto –dijo riendo.

-En serio, estoy enamorado de Suzanne, la amo y no me importaría morir si


tan sólo pudiera besar sus labios una última vez –dije.

-Hasta poeta te has vuelto Max –rió.

-No te burles –dije serio-, nunca he tenido control de mí mismo, hasta he


sentido miedo de eso, pero no me importaría amarla hasta perder el
control. –Añadí-. Es más, no sé qué hago aquí si ya me tengo que ir, tengo un
almuerzo ahorita. –Dije despidiéndome.

Tomando un taxi llegué a la casa de Suzanne, ella estaba afuera cuando


bajé del auto, vestía un vestido azul celeste, tacones negros, labios pintados de
rojo y el cabello trenzado, llegó hasta mi lugar besándome. Caminamos hasta la
puerta de su casa y entramos, por primera vez había visto su hogar; paredes
pintadas de blanco, dos pisos, una escalera en el centro de la sala. Fuimos hasta
la cocina y ahí estaba Sussie sentada cerca de la mesa, tenía vestido rosado y el
cabello suelto.

-Hola Max ¿Cuándo vamos al parque de nuevo? –preguntó sonriente.

-¡Sussie! –regañó Suzanne.

-Pides el permiso a tu madre y nos iremos tú y yo sin Suzanne –dije riendo-,


¿te gustaría?

-Sí.

-Entonces tenemos una salida –dije sonriendo, miré a Suzanne y estaba


seria.

-¡Si! -gritó corriendo fuera de la cocina, se perdió entre el pasillo.

-Ella es muy traviesa así que tendrás que tener mucho cuidado cuando
salgas con ella –asentí.

365
Miré su cuello y veía el collar como siempre en su lugar. Desde que se lo
obsequié no se la ha quitado.

-Los dos contra el mundo –sonreí.

Se miró a sí misma con el collar y luego levantó la vista mirándome de esa


forma tan celestial que me enamoraba todo el tiempo.

-Tú… -dijo acercándose.

-… y yo –dije acercándome.

La abracé por la cintura, estábamos tan cerca que nuestras bocas estaban
a centímetros de distancia.

-… los dos contra el mundo –dijimos a la vez sonriendo. Luego hubo un


largo beso lleno de ese amor mágico que sobresalía por los poros.

¿Qué esperaba para proponerle matrimonio y tenerla en casa todo el


tiempo? Las peores pruebas en nuestro amor las habíamos superado. Si todo
estaba perfecto entre los dos ¿Qué esperaba? Tengo que reunir mucho dinero
para comprarle un anillo de matrimonio pronto, necesito despertar y encontrarla en
la desnudez total, admirar y tocar su piel suave, verla cocinar o cocinar juntos,
tener todos los hijos que queramos y ser la pareja más feliz de la historia.

-¿Qué está pasando por esa cabezota? –preguntó pensativa.

Reí.

-En algo que sé que amaras.

-Quiero saberlo.

-Todo a su tiempo.

-Está bien –dijo-. Espera aquí, voy a buscar algo a mi cuarto. -Se fue
también perdiéndose entre el pasillo.

De las escaleras vi a una mujer bajar; tacones altos y usaba vestido negro
ajustado a su cuerpo, su cabello negro tapaba un poco su cara. Cuando llegó

366
hasta mi lugar echó su cabello hacia atrás y todo mi cuerpo comenzó a temblar,
tenía escalofrío, sudoración y nerviosismo al ver su rostro.

Mierda.

No podía creer que estaba parado frente a ella. Me miraba desconcertada y


sus cejas se alzaron hasta lo más alto de su frente, el primer pensamiento que
pasó por mi mente fue la noche del bar, como me acerqué hasta ella cuando
estaba tomando cerca de la barra y luego el hotel donde tuvimos sexo, estaba
parado frente a la señora con quien tuve sexo una noche.

-Oh ¿Ya conociste a mi madre? –dijo Suzanne sonriente mientras se


acercaba a nosotros.

Asentí sin dejar de mirarla, ella era su madre, me acosté con ella y con su
madre, no sabía cómo sentirme respecto a eso.

-Yo... mucho gusto, soy Amanda West –dijo estrechando mi mano.

-Max Brown –dije serio.

-¿Pasa algo? –preguntó Suzanne. Negué con la cabeza-. Pasemos al


comedor. –Caminé con las pocas fuerzas que quedaban en mis piernas para
mantenerme en pie tras ellas hasta una mesa para cuatro personas; Amanda se
sentó en un extremo y yo del otro. Suzanne a mi lado llamó a Sussie pero no
obtuvo respuesta alguna.

-Voy por ella. –Dijo Suzanne yéndose por la puerta cruzando el pasillo.

Me volví hacia Amanda.

-No sabía que tú eras el novio de mi hija –aseguró.

-Yo tampoco sabía que tú eras su madre, maldición –dije exaltado


levantándome de la silla, caminé alrededor de la mesa y Amanda se levantó
mirándome, pasé la mano por mi cabello haciéndolo hacia atrás desesperado.

-Olvidemos lo que pasó entre nosotros y se feliz con mi hija. –Sugirió.

367
-Maldición ¿Te estás escuchando? Tú eres su mamá... –dije cerrando los
ojos- yo... yo tuve sexo contigo y hasta recuerdo haberte dicho que hiciéramos un
trio, con tu hija, es decir, Suzanne, tú y yo. Mierda, tuvimos relaciones sexuales en
un hotel. –Añadí colocando las manos detrás de mí cuello.

Cuando creía que el destino empezaba a amarte o a tomarme algo de


cariño tal vez recordó lo mal que estuve actuando hace algún tiempo atrás y quiso
vengarse, estuvo en silencio todo este tiempo y pensé que me había perdonado,
pero al contrario de eso estaba callado pensando de una manera inteligente en
darme un golpe fuerte y directo que me hiciera dañar de verdad.

Los pensamientos que surgieron en mi cabeza fueron de aquella noche…


yo en ese bar en la búsqueda de un par de tragos para olvidar un poco mis males,
y de repente ver a Amanda en la barra sola me hizo apastarme a mí mismo
preguntándome ¿Cuánto tiempo te tomará tenerla sobre la cama con las piernas
abiertas para mí? ¿Días? ¿Semanas? Fueron sólo minutos.

Si aquella noche yo hubiese seguido con la vista en mi copa sin mirar a


ningún lado yo jamás me hubiese acostado con ella y toda esta mierda que está
pasando ahora fuera solo un quizás o un pensamiento estúpido en medio de mi
crisis sexual. Pero estaba sucediendo.

Acostarse con la madre y con la hija para muchos hombres pudo haber sido
la mejor experiencia en su vida, la mejor anécdota para contar a todos los amigos
y conocidos. En cambio, para mí no era así, era otro error sumado a mi lista
interminable de cosas malas hechas a largo de mi vida.

-¿Qué? –dijo Suzanne confundida. La miré y me acerqué hasta ella-. No me


toques. –Estiró su mano para detenerme.

-Suzanne, yo…

-¡Cállate! –interrumpió. Sussie no estaba ahí, fue bueno porque así no


escucharía todo esto.

-Hija, lo que pasó entre tu novio y yo fue…

368
-¡Tú cállate también! –Dijo Suzanne estérica, negaba con la cabeza y
lágrimas salían de sus ojos- ¿Cómo me pudieron hacerme esto? ¿Cómo fuiste
capaz de acostarte con alguien que podría ser tu hijo? –preguntó mirándola.

-Hija...

-Me has decepcionado… y tú... –dijo mirándome con odio, con lágrimas en
sus ojos, cerró sus parpados reflejando dolor en su rostro-, no quiero volverte a
ver nunca más, a partir de este momento las cosas acabaron entre nosotros,
lárgate, vete de mi vida para siempre.

-Suzanne todo esto tiene una explicación, las cosas no pasaron de la forma
que piensas –dije.

-¡Sólo vete, no te quiero ver, ni escuchar ninguna explicación! –gritó


llorando. Con fuerza arrancó el collar que le había obsequiado y lo lanzó hacia una
papelera de plástico que se situaba en la esquina del comedor. Me tomó por el
brazo dirigiéndome hacia la puerta de salida, me empujó desde mi espalda hasta
dejarme afuera-. No te atrevas a venir nunca –añadió cerrando la puerta en mi
cara. Apreté mis labios formando una línea recta y las lágrimas comenzaron a
bajar por mis mejillas. Bajé mi cabeza con tristeza y desde adentro podía escuchar
golpes y gritos de Suzanne y Amanda. Maldita sea, todo lo había arruinado por mi
maldita adicción, por mi culpa.

Debía irme, nada hacía quedándome parado desde afuera escuchando a


Suzanne descargar su enojo y decepción. Necesitaba hablar con ella pero debía
ser en el momento donde estaría en calma.

Tomé un taxi hasta el consultorio de Will.

*****

-¿Por qué ese almuerzo terminó tan pronto? –preguntó al abrir la puerta, al
subir mi cabeza miró mis lágrimas y con preocupación preguntó: -¿Qué ha
pasado? ¿Estás bien? –negué con la cabeza entrando y sentándome en su sillón
grande. Buscó una silla colocándose frente a mí.

369
-Lo he arruinado todo Will. –lloré-. Yo y mi maldita adicción hemos
arruinado todo –comencé-. Conocí a la mamá de Suzanne, se llama Amanda –dije
mirándolo directamente a los ojos-, me he acostado con Amanda. -El rostro de Will
pasó de atento a sorpresivo.

-Uh...

-¿Recuerdas la mujer con quien tuve relaciones sexuales y nunca supe su


nombre? –Pregunté y asintió-, esa mujer es Amanda.

-Eso es tener mala suerte –comentó.

-No es lo peor, Suzanne se enteró mientras estaba hablando con Amanda y


ahora no quiere verme... terminó conmigo. –Dije llorando.

-Esta es una noticia muy fuerte, yo siendo ella reaccionaría de esa manera
y hasta peor, es lógico que no quiera verte más –dijo.

-Pero eso fue antes de conocerla y si hubiese sabido que era su mamá no
me hubiera acostado con ella. –Aseguré.

-Pero es su madre y no puedes reparar ese error.

-¡Ya lo sé Will! –grité con ira. Estaba enojado pero no con él, lo estaba
conmigo mismo. Debía gritar fuerte y desahogarme un poco de todo esto. No
podía pasarme esto a mí. Sé que merezco muchas cosas malas pero no está-.
Maldita adicción, malditas ganas de tener sexo todo el tiempo, mil veces maldito
yo mismo –dicen que las maldiciones que lanzas se regresan como el boomerang,
pues esperaba que todo regresaran incluyendo las que no me pertenecían ¿Se
puede tener más infierno que un poco de cielo?

-¿Ahora qué piensas hacer?

-Buscarla de nuevo –aseguré-. No puedo perderla de esa manera, necesito


explicarle como pasaron las cosas.

370
Llegué a mi casa y marqué varias veces el número de Suzanne pero no
contestó. Me hundí en mi cama llorando hasta quedar dormido y no supe nada
más del mundo exterior.

371
CAPÍTULO 31

El golpe final

D
esperté y marqué al número de Suzanne llamándola pero caía la
contestadora, lo tenía apagado. Comí algo rápido, tomé una
ducha para ir a casa de Suzanne, estuve listo en media hora;
franela blanca y pantalón negro. Al abrir la puerta para salir lo primero que veo es
a Jossep; franela azul cielo y jean.

-Thomas ha llamado, nos quiere hoy a las 11:00 am en Inter Zone –dijo.

-¿Te has vuelto demente? –pregunté, me hizo a un lado para entrar.

Cerré la puerta.

-¿Has estado llorando? –preguntó.

-No… bueno si, es que Suzanne y yo terminamos –dije.

-Oh, a mí me ha pasado algo bastante complicado con Marry pero luego te


cuento. –comentó-. La cuestión es que él nos quiere allá, dijo que nos tenía que
decir algo importante –añadió.

-No pienso ir –aseguré.

-No se trata de si quieres ir, tenemos que ir sí o sí. Prometió que este sería
nuestro último trabajo, a partir de hoy ya no trabajaremos para él.

-¿Estás seguro? –pregunté.

Asintió.

No me quedó más remedio que aceptarlo, miré la hora en mi celular y


marcaban las 9:12 am, entonces se me ocurrió que si este sería nuestro último
trabajo deberíamos hundirlo en la cárcel por todos sus crímenes, nosotros también
seríamos complices pero sería menos la condena.

372
-Tenemos que acabar con Thomas –dije-, tiene que pagar por todo, hasta
por lo que le hizo a mi padre.

-No. Es una locura. Nos tiene en sus manos.

-Pero sólo fuimos obligados a trabajar él, no habrían muchos cargos contra
nosotros.

-No creo que sea una buena idea.

-Confía en mí –dije-, mi padre podría pagar nuestra fianza.

-En ese caso sí, luego de nuestro último trabajo se acabará todo con
Thomas.

-Pero antes tengo que hablar con alguien, tenemos que ir a casa de mi
padre –dije.

*****

Estando frente al portón de la mansión de mi padre Calvin se acercó hasta


nosotros. –Calvin, yo sé quién es el culpable del accidente de mi padre, es
Thomas, necesito que confíes en mí ¿Sí? –dije, vaciló por un momento y luego
asintió-. Mi amigo Jossep y yo estuvimos trabajando para él todo este tiempo, nos
tiene chantajeados con llevarnos a la cárcel si no hacemos sus encargos, en estos
momento lo vamos a ver, dijo que este sería nuestro último trabajo, quiero que
vengas con nosotros, trae a toda tu gente para que lo atrapemos.

-Tienes que saber que tú también puedes ir a la cárcel –dijo serio.

-Estamos al tanto de ello –dijo Jossep.

-Admiro su valentía, yo los llevaré al lugar. –Indicó.

Durante todo el camino pensé sobre el día anterior donde Suzanne me


había odiado por completo por haberla engañado de esa manera. Sé que no hay
explicación que valga ante tal descubrimiento ¿Quién perdonaría a alguien que se
acueste con su madre? De seguro que nadie.

373
Si tenía que remediar errores en mi vida debía hacerlo por completo.
Comenzando con Thomas, debía enfrentarlo de una vez por todas y hacer que se
acabe otro dolor de cabeza que podría causarle a Suzanne.

Aparcamos el carro a distancia del lugar para no levantar sospechas, todos


los demás carros estaban tras nosotros. Calvin trajo toda su gente para hacer el
allanamiento.

-El plan es: él nos va a dar una maleta con drogas para hacer una entrega,
con eso tendremos las pruebas suficientes para acabar con su mafia, la tomamos
y al salir ustedes actúan –indiqué.

-¿Por qué no actuamos de una vez? –sugirió uno de los guardaespaldas.

-Porque queremos saber que nos tiene que decir –dijo Jossep.

-Cuídense chicos, estaremos aquí hasta que salgan –dijo Calvin.

*****

Entramos a la oficina de Thomas, él yacía sentado en su escritorio, con una


sonrisa de oreja a oreja.

-Llegaron mis chicos preferidos –dijo-, es agradable su visita –añadió con


ironía.

-Habla rápido que queremos irnos –dije.

-Relájense, apenas estamos comenzando –dijo y cuatro hombres negros y


fornidos se acercaron hasta nosotros, uno a cada lado de Jossep y de mí-. Brown
es tu apellido ¿No? –preguntó.

-Sí.

-Tú robaste algo que era mío ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? –Dijo
golpeando fuertemente la mesa, se levantó paseándose por la habitación-. Tú me
vas a hacer rico a mí, apuesto que tu padre pagaría mucho dinero por su hijo
secuestrado ¿No es cierto?

¿Qué?

374
-Si –admití. Ahora me estaba dando cuenta del plan de Thomas, estaba
planeando todo y caímos en su trampa de una manera estúpida ¿En qué diablos
estaba pensando al venir aquí?

-Por eso siempre me agradaste: tu inteligencia y lo que por derecho te


corresponde por ser hijo del multimillonario Jacob Brown.

-No te hagas muchas ilusiones Thomas –dijo Jossep-, vamos a llevarte


directo a la cárcel. –Thomas soltó una carcajada, hizo señas a los guardaespaldas
para que nos agarraran de ambos brazos y así no movernos. Era lo más estúpido
que Jossep había dicho en ese momento. Se acercó a Jossep y apretó su cuello
con fuerza

-No te pases de listo... porque si lo haces veras las consecuencias y


déjame decirte que no son para nada buenas –comentó mientras Jossep luchaba
por respirar sacudiéndose fuertemente.

-¡Suéltalo! –grité y me miró con una gran sonrisa. Soltó su cuello y Jossep
tosió un par de veces recuperando el aliento.

-Continuando con nuestro tema –dijo parándose frente a nosotros-, tenía


tantos planes para tu familia, pero tu abuela murió, fue una lástima para mí, yo la
hubiese hecho sufrir mantándola lentamente, pero se me escapó de las manos. Es
muy triste muchachos, también es triste que su familia jamás los vuelva a ver.

-Eres un maldito, al final te atraparan y te pudrirás en la cárcel como un


animal, eso te lo aseguro. –Dije enojado. Jossep intentaba zafarse de los
guardaespaldas que lo sostenían pero era un caso perdido, los tipos eran muy
fuertes.

Thomas se acercó hasta mi lugar y dijo: -Que equivocado estas, veremos


quien triunfa. Después que partas de este mundo me quedaré con la chica bonita
llamada Suzanne. –La ira inundó mi ser, con fuerza me zafé del agarre de uno de
los hombres y clavé un golpe en su cara; en su nariz. El golpe fue fuerte, la mano
me dolió, se tambaleó hacia atrás, Thomas tapó su cara con las manos y antes de

375
que pudiera dar otro golpe más, los hombres me agarraron fuertemente y por más
resistencia que pudiera tener no podía con ellos.

-¡Maldito! –Grité-, la llegas a tocar y te mataré yo mismo. –Agarró una


pistola de su escritorio colocando la punta en mi frente, apuntaba justo a mi
cerebro, quedé inmóvil, mi corazón se aceleró al máximo, quizá este era el final de
mi vida, mi muerte había llegado, jamás pensé en morir de esta manera. Lo miré a
los ojos, su nariz sangraba, me miraba con odio. Cerré los ojos para no ver como
me mataba y escuché el disparo.

Hubo un tiempo donde pensé en los tipos de muertes que tendría; uno de
ellos era que en medio de la autopista me lanzara sobre un carro que fuera a toda
velocidad y así morir en seguida por el impacto. O tal vez que una noche durmiera
profundamente y nunca más despertaría de ese sueño eterno. Pero nunca pensé
en morir de esta manera. Realmente todos creemos que moriremos de una forma
cuando el destino nos depara otra.

El sonido del gatillo halado fue fuerte.

Abrí mis ojos creyendo que ya no estaría en la tierra si no en otro mundo (si
es que lo hay).

Miré a los lados y me encontraba en Inter Zone. Miré mi cuerpo para buscar
algo de sangre que me hiciera comprender que la bala había sido entrada en mi
cuerpo pero no encontré nada. Yo estaba bien, no me disparó. Pronto miré a
Jossep; sangre mojaba su camisa, su pecho estaba manchado, le había disparado
a él.

-El que mata aquí, soy yo. –Dijo Thomas guardando el arma detrás de su
pantalón.

Vi a Jossep mirarme, su mirada era de dolor, yo estaba en shock al ver a mi


amigo de esa manera, cayó sobre sus rodillas. – ¡Ah! –soltó, fue un sonido leve,
luego su cuerpo cayó completamente al suelo. Una fuerza sobrehumana hizo
liberarme sacudiéndome de los hombres a mi lado. Corrí hasta Jossep,

376
lanzándome al suelo tomé su cabeza y la coloqué sobre mis piernas, parpadeaba
lentamente.

-Vamos Jossep, resiste –susurré-. ¡Eres un maldito ¿Qué has


hecho?! –grité a Thomas.

-Max –susurró Jossep. Lo miré, sabía que tenía que llevarlo a un hospital lo
más rápido posible, estaba perdiendo mucha sangre-. Dile a Marry que me
perdone por irme, que estaré en su corazón siempre. No quise irme así de su casa
cuando recibí la noticia de que estábamos esperando un bebe, yo solo quería
unas horas para procesar la información pero coméntale que estoy muy contento
de eso. Max voy a ser papá ¿Estás escuchando? –medio sonrió.

-Esa es una gran noticia.

-¿Crees que se parezca a mí? –preguntó entre dientes con mucho


esfuerzo.

-De seguro que sí. A lo mejor será un boxeador si llega a ser un niño –dije.

-Tal vez se parezca a su madre si es una niña –dijo-. No la voy a ver creer –
lloró-, siempre fui un gran imbécil.

-Si lo eres –reí.

Negó con la cabeza.

-Dile a Marry que aunque no lo pueda ver crecer, estaré muy feliz y
orgulloso de él o ella. También dile a Marry que sea fuerte siempre, que sea una
guerrera y no dejes que nadie le haga daño, que la amo, la amo y la amaré con
todo mi corazón…

-No digas nada más –dije con tristeza.

-Sé que me voy a morir –dijo llorando.

-Tú vas a estar bien –comenté aun sabiendo que no sería cierto.

377
-No Max, puedo sentir como mi organismo se está deteniendo lentamente y
eso me indica que me queda poco tiempo para poder decirte muchas cosas… por
favor dile a Marry que cumplí mi promesa de amarla hasta el último día de mi vida.

-¡No! Te llevaré a un hospital y te pondrás bien, ya lo veras, sólo resiste


¿Sí? –lágrimas caían de mis ojos.

-Por favor, cuida de nuestro hijo, cuídala a ella también. -Él sabía que
estaba mal, que su cuerpo no resistiría, su cara hacía una mueca de dolor,
apretaba mi camisa con fuerza, el dolor lo estaba matando.

-Eres el mejor amigo que he tenido –dije llorando.

-Ya lo sé tonto. Sé que soy el mejor amigo que pudiste tener. No vas a
encontrar a alguien mejor que yo –rió.

-Eres un idiota.

-Lo sé. Cuando me pregunten en el cielo o en el infierno sobre mi mejor


amigo les hablaré de ti y tu locura del sexo.

-¿Qué sexo? –pregunté.

-¿Crees que no me di cuenta de lo mucho que te gustaba eso? –Negó con


la cabeza-. Esperaba que me contaras que te ves con un psicólogo, pero ¿Sabes
una cosa? Igual te quise mucho a pesar de que no tuvieras mucha confianza
conmigo.

-Soy adicto Jossep –comenté.

-Ya lo sé hombre. –Rió-. Debiste contarme todo desde el principio.

-Tal vez te hubieses ido.

-Tal vez me hubiese quedado como lo hice a pesar que nunca me lo dijiste.
Sé que amas a Suzanne y ella te ama a ti, ya le pregunté y me dijo que eres lo
mejor que le ha pasado.

-Ya no quiere verme.

378
-Entonces has lo posible por conquistarla. No la pierdas. A veces la vida es
muy corta como para dejar pasar como si nada los mejores momentos.

No quería perderlo, no a mi mejor amigo. Necesitaba mucho más de él, de


sus locuras y sus comentarios que me hacían enloquecer de verdad. Necesitaba
que llegara mi casa a diario y se inventara alguna salida para evitar la monotonía,
necesitaba que llegara a casa con ese olor repugnante cuando acababa de
entrenar o que me dijera más sobre lo mucho que amaba a Marry. Necesitaba
muchas más de todo eso. Él no podía desaparecer de la nada, no podía dejarme
solo cuando más lo necesitaba.

Cerró los ojos, su puño cayó y su cabeza se fue a un lado.

Murió.

Había perdido dos personas importantes en mi vida, mi abuela y ahora


Jossep, lágrimas cayeron de mis ojos como lluvia, abrazaba su cuerpo, no podía
creer que estaba muerto.

-Pronto vienes tú –dijo Thomas con una gran sonrisa. Yo estaba lleno de
ira, rencor, odio y desesperación, me levanté tan rápido como pude y corrí hasta
él, quería matarlo, dos hombres me tomaron antes que pudiera alcanzarlo,
luchaba para quitarlos, golpeé a uno con un puño en el pecho, al otro le di con el
codo en la cara, otro hombre se acercó, entre los tres me tenían agarrado, mi
objetivo era llegar hasta él-. ¡Hazla pasar! –gritó Thomas.

-¡No! –Se escuchó un grito al otro lado de la puerta -¡Suéltame! –me


paralicé en seguida, había dejado de resistirme al reconocer la voz, no lo podía
creer, la puerta se abrió y la vi.

Era Suzanne.

Mi fuerza cayó, no entendía qué era lo que hacía ella aquí, Thomas era un
maldito desgraciado, ahora si estaba perdido, no quería que nadie más muriera
por mi culpa ¿Qué estaba sucediendo? ¿Hasta cuándo iba a perder a las
personas importantes en mi vida?

379
Ella se sacudía para zafarse de los hombres que la tenían agarrada, me
miró, pero peor fue su mirada fue de terror cuando vio a Jossep que yacía en
suelo muerto. Lágrimas cayeron de sus ojos. Ella tenía miedo, mucho miedo, lo
podía percibir.

–Ahora dime Max ¿Qué harás ahora? Estás perdido –susurró Thomas
sonriente, se acercó hasta mi lugar y dio un gran golpe en mi estómago, me
retorcí, el dolor fue fuerte, me había sacado el aire, trataba de soportar el dolor.

Clavó un puño en mi boca haciéndome sangrar, luego llegó otro golpe en


mi ojo derecho y otro en mi estómago –mordí mis labios tratando de soportar el
dolor de sus golpes. Caí de rodillas al suelo, escupí y mi saliva estaba convertida
en sangre. Miré a Suzanne quien lloraba horrorizada.

-¡Déjalo en paz! –gritó Suzanne.

-Qué lindo es el amor. Pero a veces es tan cruel, a veces es tan triste y
otras veces muere –dijo Thomas señalando a Jossep en el suelo, no resistía verlo,
asi que preferí mirar a Suzanne; temblando y llorando. Me miró con tristeza.
Estaba arrepentido porque ella estaba aquí por mi culpa, soy una amenaza para
su vida, debí pensar sobre las consecuencias que le traería a su vida al estar
conmigo. Era demasiado tarde para pensar en eso, no había nada que pudiera
hacer.

Bajé mi cabeza con decepción.

-Déjanos ir por favor –suplicó.

-Esto es sólo el comienzo... no creo que pienses en Max luego de que te


diga quién verdaderamente es él –dijo Thomas, lo miré serio y luego a Suzanne
quien estaba confundida.

-No le creas –dije a Suzanne.

-¿Quién es Max? –preguntó Suzanne.

-Este hombre que tanto amas...

380
-Ya no… ya no lo amo –interrumpió Suzanne mirándome con tristeza.

-Como sea, él no es quien dice ser, Max trabajó para mí todo este
tiempo; llevando mi mercancía –dijo Thomas mientras tomaba una maleta del
suelo colocándola sobre la mesa y abriéndola; bolsas transparentes con un polvo
blanco, era droga-, le pagaba mucho dinero por transportar todo esto a mis
clientes, es mi vendedor estrella, aunque yo simplemente los llamo repartidores,
¿Es cierto o no?

-Si –admití bajando mi cabeza para no ver la cara de Suzanne.

-¿No te sientes engañada al ver que todo ha sido una mentira y que Max no
es quien dice ser? –preguntó Thomas a Suzanne.

-Nada de lo que dije es mentira –dije mirándola-, cada palabra que salieron
de mi boca fueron sinceras, créeme por favor. Cuando dije te amo, que eras lo
mejor en mi vida y que mi amor sería infinito... era real, aún es real y nada va a
cambiar –añadí con lágrimas cayendo de mis ojos, ella giró su cabeza para evitar
verme; lloraba. Thomas reía, él sabía que la mejor forma de hacerme daño era
que Suzanne se decepcionara aún más de mí y lo estaba logrando. Mis intentos
para recuperarla estaban más allá de imposible.

-Me gusta verte sufrir Max, es tan complaciente como un orgasmo, esos
que tienes que cada vez que tienes sexo con muchas mujeres, ¿Suzanne también
fue una más en tu lista? –dijo con sarcasmo. Mierda, Thomas sabía todo de mí,
supongo que estuvo investigándome todo el tiempo.

-¡Cállate! –grité.

-Sí, al parecer sólo fui una más en su vida –dijo Suzanne.

-No ¿Recuerdas las estrellas? Los dos contra el mundo ¿Recuerdas?


-pregunté mirándola a los ojos. Noté su gran tristeza y decepción.

-Bueno, basta de habladurías, terminaré con esto de una vez –dijo Thomas
apuntando a Suzanne con la pistola.

-¡No! –Grité-, no le dispares, mátame a mí, déjala ir.

381
-Entonces será como quieras –dijo volviéndose hacía mi apuntándome con
su arma. Miré a Suzanne tras él; lloraba sin parar. Si iba a morir lo último que
quisiera ver es el rostro de ella; su cabello, sus ojos, piel, manos y labios; donde
juntaba los míos formando un solo ser.

Disparos.

Disparos se escucharon desde afuera, el sonido de alarma de los policías


era audible, hubo muchos disparos seguidos-. Vayan a ver qué pasa
¡inútiles! –gritó a los hombres a nuestro lado-, yo me encargaré de estos
dos. –Abandonaron la oficina dejándonos solos a Suzanne y a mí junto a Thomas
apuntándonos con su arma, el nerviosismo estaba dibujado en su rostro. Se
volvieron a escuchar disparos afuera, esta vez eran seguidos uno tras otro-.
Acabemos con esto de una vez por todas, los veré en el infierno –dijo
apuntándonos con su arma, la detuvo fija ante mí.

Escuché un disparo y el gritó de Suzanne, pasé la mano por mi cuerpo para


ver donde me había disparado. Entonces vi a Thomas en el suelo gritando del
dolor, alguien le disparó, giré mi cabeza hacia la puerta y para ver a Calvin con un
arma en su mano.

-Salgan de aquí, yo me encargaré.

-¿Lo has matado? –preguntó Suzanne.

-No, sólo le he disparado en la pierna, estará bien –dijo-. Salgan rápido.

Caminar entre un montón de gente muerta solo me había ocurrido cuando


fui al funeral de mi abuela Isabella. Ahora estaba caminando junto a Suzanne
entre matones y algunos guardaespaldas muertos y algunos heridos.

Afuera estaba el equipo de Calvin y los policías, caminamos hasta ellos.

-Max quedas arrestado por complicidad con el mafioso Thomas –dijo uno
de los policías apuntándome con su arma, asentí serio y vi a Suzanne negando
con la cabeza decepcionada, siguió caminando hacia la camioneta negra donde

382
uno de los guardaespaldas de mi padre la esperaba, el policía esposó mis manos
hacia adelante y entré a la parte trasera de su auto.

Cuando el auto arrancó, miré a Suzanne desde la ventana, me observó


durante unos segundos y luego entró al auto negro.

La perdí de vista.

Si las personas comentan que al menos no tuve una vida tan trágica diré
que es lo mejor que pude hacer, para mí era la peor mi vida que me otorgaron.
Mucho drama y agonía para una sola persona.

A lo mejor estaba dentro de una pesadilla que parecía real. A lo mejor llevo
días dormido soñando de forma rápida que conocí el amor y luego lo perdí, que
tuve personas a mi lado y luego las perdí. Tal vez despierte y me encuentro en el
tiempo donde todo era sexo, dinero y alcohol.

Ojalá.

La comisaría estaba repleta de periodista. Custodiado por los policías


caminamos entre todos, el flash de las cámaras encandilaba mi visión, todos
querían una buena toma de Max Brown yendo a la cárcel esposado como un
criminal.

Maldición.

383
CAPÍTULO 32

Todo va a estar bien

A
l otro día aparecí de portada en todos los periódicos de la cuidad.
Todo el mundo hablaba sobre eso, tuve un momento de fama pero
no del modo bueno, al contrario, todo lo que decían eran
porquerías sobre mí. También, estuvo el secuestro de Suzanne y la muerte de mi
mejor amigo Jossep; ver su foto en el periódico me hizo sentir mal, lo último que
dijo era que cuidara de su hijo y de Marry pero era difícil hacer eso desde la
cárcel. Thomas fue capturado y llevado a la cárcel de máxima seguridad, teniendo
como pena pasar ciento treinta años en prisión junto con todos sus hombres; al
menos con los que quedaron vivos luego del enfrentamiento entre ellos y los
policías.

En los días de visita venía mi madre sin falta y me hacía llegar toda la
información de lo que sucedía. Todo aquí en esta celda es oscuro, he pasado una
semana tras estas rejas, solo, muriendo de frío, sin nada que me pudiera dar calor
más que mi ropa sucia y maloliente, con dolor de espalda porque en el piso donde
duermo era muy incómodo.

Ahora tenía veintiuno recién cumplidos, ese día lo pasé solo porque no era
día de visita. Algunas noches me desvelaba pensado en Suzanne, en su mirada
llena de tristeza y su forma de decir que ya no me amaba. No ha venido ni un sólo
día, estoy preguntándome si estará bien o qué hace en estos momentos. Luego
Jossep; la culpa me invadía. Si hubiese tomado la decisión de que los policías
entraran antes que nosotros la historia sería distinta y él estuviera vivo. Calvin me
ha contado que fue enterrado un día después mientras yo estaba aquí encerrado.

Mi padre ha venido a visitarme, cree en mí, eso me da a entender una vez


más que no debí juzgarlo todos estos años, con todo y lo que dicen de mí
permanece firme en sus pensamientos diciendo que yo no soy así, que todo es
una mentira y que va a hacer hasta lo imposible para sacarme de la cárcel.

384
Me han culpado de intento de homicidio, narcotráfico y consumidor de
droga, cosa de lo cual no soy culpable, mi único delito es llevar los encargos de
Thomas, sólo eso. Mi padre pagó el mejor abogado de toda Francia para el juicio
de sentencia al cual no fui invitado, fue algo ilógico; yo tenía que estar presente,
ellos decidirían cuál sería mi futuro y no estaría ahí para opinar sobre ello.

No me parecía justo.

*****

Mañana es mi juicio.

Me encontraba sentado con las rodillas flexionadas hasta mi pecho


abrazándome. La puerta a lo lejos sonó y un policía blanco con el cabello negro se
acercó a mi celda. –Tienes visita –dijo marchándose.

-¡¿Quien?! –grité.

-Yo –dijo Suzanne, tenía vestido negro junto con sus tacones y su cabello
suelto.

-¿Qué haces aquí? –pregunté mirándola a los ojos.

Se encogió de hombros.

-Quería saber cómo estabas.

-Ya me vez, aquí en la cárcel, pagando por todo lo malo que hecho.

-Podría ser peor –aseguró. Quizá se refería a que estaba vivo en lugar de
muerto como terminó Jossep.

-Nada puede ser peor que haberte perdido. –Comenté.

-No quiero hablar sobre eso.

-Estoy arrepentido Suzanne, quiero que me perdones por lo mal que me he


comportado –dije levantándome y estuve cerca de ella, lo que nos separaba era la
reja fría, pude percibir su olor a fresas.

385
-Ya me voy –dijo dando un paso hacia atrás y luego se giró caminando
hasta la puerta de salida.

-¡Suzanne no te vayas! –grité y lo último que escuché fue la puerta


cerrarse. Caí de rodillas llorando, me tumbé al suelo quedando boca arriba
mientras soltaba mi llanto. -¡Vuelve! –grité pero no hubo respuesta alguna, sólo se
escuchaba el silencio.

-Levántate Max, no llores más –dijo Will parado frente a mi celda.

-Búscala –dije desesperado colocándome de pie.

-No puedo hacer eso. Lo siento.

-Will, estoy muriendo aquí, nada está bien. Aquí duele –dije colocando mi
mano en el corazón.

-¿Te duele? –preguntó pensativo. De nuevo su trabajo de psicólogo estaba


aquí.

-Cada célula de mi cuerpo, tengo billones de células, ahora imagina todo


eso junto ¿Más o menos tienes alguna idea de lo que me duele?

-Tienes que ser fuerte y luchar contra todo lo que te está haciendo mal.

-No puedo.

-Mañana será tu juicio, deberías estar contento porque saldrás libre si


quitan todos los cargos en tu contra.

-¿Y qué pasa si no? Me quedaré aquí para siempre –dije.

-Lo sabremos mañana.

*****

No pude dormir en toda la noche pensando sobre lo que pasaría en mi


juicio. Ver a Suzanne me hizo sentir desesperado por salir y buscarla, quería
reparar todo el daño que le había causado.

386
A veces sorprende como en un segundo estamos tocando el cielo y al
siguiente estás en viviendo en el mismo infierno.

Mi infierno no estaba lleno de fuego con demonios torturándome sin


descanso. Mi infierno lo estaba viviendo en mi vida terrenal con los recuerdos de
mi abuela muerta de cáncer, mi mejor amigo disparado y muerto en mis brazos,
Suzanne odiándome de todas las maneras que existen y mi adicción al sexo
latente en todo tiempo.

Calvin entró sonriente con otro policía.

-Recoge tu trasero, estás libre. Ganamos el juicio –dijo. El policía sacó unas
llaves de su bolsillo y abrió mi celda.

*****

No podía creer que estaba libre y en casa, pude dormir cómodo en mi


cama. Mirando la televisión cada canal hablaba de mi libertad y de mi juicio, la
única medida que dictó el juez es prestar mil horas de servicio comunitario en el
centro de rehabilitación Help Me Strong, tres días por semana durante medio día,
lo que significaba que ahora sería paciente y trabajador.

*****

Fui a la casa de Marry con Calvin en la camioneta. Tenía un asunto por


concluir. Al llegar una señora mayor salía de la puerta; alta, piel bronceada y
cabello largo.

-¿Qué desea? –preguntó.

-Quiero hablar con Marry.

-Voy por ella –dijo cerrando la puerta. Me giré hacia el vecindario, recordé
la vez que había obtenido el número de Suzanne y le grité antes de irse. La puerta
se abrió y miré a Marry, tenía camisa blanca con círculos negros y un short negro.

Se lanzó hacia mí y me abrazó fuerte apretándome contra ella.

-¿Qué haces aquí? –preguntó.

387
-Jossep... –comenzó a llorar- él me dejó un mensaje para ti antes de... –me
quedé en silencio mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

-¿Qué dijo?

-Caminemos y te cuento –dije y paseamos por el vecindario hasta llegar a


unos bancos-. Jossep dijo que lo disculparas por irse de tu casa cuando se enteró
que estabas esperando un hijo de él, que se sentía contento por eso, que siempre
te amaría y te amará por siempre, también dijo que cumplió lo que había
prometido… amarte hasta el fin de sus días. Él estará muy orgulloso de su hijo o
hija. –Marry rompió en llanto y tomó asiento, me senté a su lado-. Dijo que fueras
fuerte como una guerrera.

-No es justo que se haya ido. La vida no es justa –dijo llorando.

-Él era una buena persona, independientemente de todo lo que el mundo


piense, no creas en lo que digan los demás.

-Lo sé, confío en él así como también confío en ti, todos tenemos
momentos difíciles que nos hacen actuar de mala manera.

-Gracias, ojalá otra persona pensara de la misma forma –dije-. Espero que
estos momentos llenos de nostalgia se acaben pronto –añadí abrazándola.

-Vamos al cementerio, quiero llevarle flores, el día de su entierro no pude


resistir verlo en esa urna y no fui.

-Vamos.

*****

Nos tomó varios minutos preguntar en la administración donde se


encontraba ubicada la lápida de Jossep, Marry compró flores rojas y blancas.
Cuando llegamos colocó las flores sobre el suelo.

-Yo también te amaré hasta el fin de mis días, aquí... -dijo con la mano en
su barriga- está creciendo lo más hermoso que me has podido dejar... nuestro hijo

388
o hija, no lo sé pero lo amaré del mismo modo que te amo a ti -la abracé por su
hombro y lloraba.

-No llores más, esto no le hace bien al bebe –dije.

-Déjame un rato a solas con Jossep, por favor –comentó.

Me alejé un poco de ella, indiqué a Calvin que estuviera al pendiente de ella


mientras yo visitaba a mi abuela, el cementerio era el mismo donde mi abuela
había sido enterrada, al llegar me senté sobre el césped llorando.

-Todo fuera tan distinto si estuvieras aquí, me hubieses dicho qué hacer o
cuál es el remedio para no sentirme de esta forma tan mierda que me siento. Sé
que dijiste que luchara y ganara las batallas pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo
continúas luchando cuando ya no tienes fuerzas para pelear? Ya no tengo nada,
mi mejor amigo está muerto, mi novia me ha dejado y no quiere verme jamás,
siento tanta tristeza y nostalgia y no sé qué hacer para cambiar eso ¿Tú podrías
ayudarme? –pregunté mirando la lápida con el nombre de mi abuela grabado
esperando que me respondiera pero sabía que era inútil-. Disculpa por no haber
venido, simplemente no lo hubiese soportado.

-Ella te entiende –dijo una voz de mujer, reconocí que era mi madre; camisa
blanca y jean ajustados con tacones negros.

Se sentó a mi lado.

-¿Qué haces aquí? –pregunté.

-Calvin ha avisado a tu padre que estabas aquí y decidimos venir –giré mi


cabeza hacia las camionetas y Calvin estaba junto a mi padre, más allá estaba
Marry sobre sus rodillas llorando.

Me volví hacia mi madre.

-¿Crees que me escucha?

389
-Oh, sí, desde luego, una pequeña parte de las personas que se van de
nuestra vida quedan dentro de nosotros y con eso podemos sentir que siempre
están a nuestro lado.

-¿Por qué las personas a las cuales le tenemos más afectos son las que
más rápido se van?

-Aún me hago esa mi misma pregunta.

-No quiero perder a nadie más –comenté llorando.

-Todo va a estar bien –dijo acariciando mi hombro.

-Me enamoré mamá –dije-. Me enamoré de una chica que ahora me odia
por todo lo que hice.

-Dale tiempo al tiempo.

-No quiero sentirme así. Ayúdame por favor –rogué.

-¿Quieres un abrazo? –preguntó. Asentí y me abrazó fuerte, como el día de


la falla en el ascensor, me hizo sentir renovado, motivado y feliz durante unos
momentos.

-Te amo mamá –dije.

-Te amo hijo –susurró.

390
CAPÍTULO 33

¿Cómo avanzar?

F
ue sólo una mentira más decir que estaría bien, habían pasado un
par de semanas y cada vez me sentía peor, sin ánimos, ni ganas
de continuar luchando para salir de mi adicción, me masturbaba
más veces de lo normal y no me importaba en absoluto. Abandoné el trabajo en
Eiffel Coffie y sólo asistía tres veces por semana a Help Me Strong; sin hablar, ni
sonreír, hacía mi labor y a casa de nuevo. Mi celular explotaba de llamadas de
Will, Freddick, Marry, Owen, mi padre y mi madre, pero no las contestaba, no
quería ninguna llamada, o sí, sólo la de Suzanne pero nunca llama, le he dejado
miles de mensajes y llamadas sin recibir respuesta alguna. Tomé la decisión de no
marcar más pero era imposible, así que fui al baño y lo lancé en el inodoro
copiándome de la travesura que había hecho la hermana de Jossep.

Mientras estaba en mi cuarto, acostado en la cama tomando licor con una


botella que había estado en mi nevera desde hace varios meses atrás escuché la
puerta sonar, ignoré eso colocando la almohada sobre mi cabeza.

Alguien arrancó mi almohada.

Ver a Will me sorprendió muchísimo, llevaba camisa azul y jean. Yo estaba


en short negro.

-Vete Will no quiero hablar con nadie –dije sentándome y tomando más de
la botella.

-Dame eso –dijo arrancándola de mi mano.

-Devuélvemela, por favor, necesito calmar todo este dolor que estoy
sintiendo a causa del desamor –dije.

-A veces el dolor te consume –comentó alejando la botella de mi lugar-,


debes parar.

391
-Ya estoy hecho cenizas a causa del dolor. Si me hubiesen avisado de lo
doloroso que sería enamorarse no lo hubiera hecho.

-Igual te hubieras enamorado, las personas cuando se enamoran son


ciegas, no escuchan nada más que a los sentimientos, aunque te hubiese
advertido de todo, tú lo hubieras seguido haciendo. Cuando se está enamorado se
comete el error de escuchar el corazón y no a la razón, por eso y por millones de
motivos sufren todos con frecuencia a causa de eso que llaman amor. –Dijo.

-¿Sabes lo horrible que se siente el desamor? Es como si te agarraran el


corazón y te lo apretaran con fuerza, tanta que el corazón te queda arrugado como
una uva seca –dije con lágrimas saliendo de mis ojos-. ¿Qué hago con este dolor?
Y peor aún… ¿Qué hago con este amor que me está matando?

-No lo sé. –Respondió.

-Creí que tenías respuesta para todo.

-Las cosas del amor son muy difíciles de resolver, lo sabrás tú a su tiempo,
sabrás que la llave de toda respuesta la tienes guardada dentro de ti y la puerta
abre desde adentro.

-¿Por cuánto tiempo me sentiré así? –pregunté esta vez.

-Días quizá, semanas, meses, años tal vez. A veces el dolor es para
siempre.

-Es decir ¿No estaré bien por mucho tiempo?

-El tiempo no se mide, se miden los recuerdos y el impacto que causan las
personas en tu vida.

-Entonces tendré que esperar la vida que viene y la siguiente para


recuperarme de esto. –Comenté.

-¿Tanto te afectó?

-Como no tienes idea Will –aseguré llorando.

-Lo superaras –aseguró.

392
-Sí, claro, como sea. –Agregué con ironía levantándome de la cama
caminando hacia la cocina, Will me siguió y abrí la puerta de salida-. No quiero ser
descortés pero realmente quiero que te vayas, no quiero ver a nadie –señalé hacia
afuera y caminó hasta la puerta.

-Sabes dónde queda mi consultorio, te voy a estar esperando –dijo


caminando.

-¡Espera! –grité y se volvió hacia mí-. Dame la botella –miró su mano con la
botella y me la entregó yéndose de nuevo.

*****

Pasaron dos días e hice lo mismo, comer, dormir, comer, ducharme y volver
a dormir. El licor se había acabado y fui en busca de más. He aprendido que el
licor no borra no los recuerdos, al contrario: los intensifica. Pero neutraliza el dolor,
la pérdida, la nostalgia, las ganas de morir. Para mí eso era suficiente y por eso
tomaba.

*****

Hoy tengo que ir al centro de rehabilitación a prestar mi servicio,


colocándome pantalón negro y mis zapatos busqué un suéter negro y salí.

-¿Lo mismo de siempre? –pregunté a Chelsey cuando llegué a su oficina.

-Quiero hablar contigo sobre tu adicción.

-No puedo, tengo labores que hacer –resoplé.

-No te preocupes yo anotaré las horas como trabajadas –dijo-, sería bueno
que retomáramos las prácticas.

-Disculpa Chelsey pero es mi vida y no interesa invertir tiempo en eso, ya


no me interesa.

-Sólo es mi opinión –dijo.

-Puedes opinar... –dije serio- pero no sobre mi vida –agregué con ira-.
Hasta luego, tengo trabajo.

393
Mi trabajo era limpiar cada habitación y luego los baños, ayudar a preparar
la comida con los cocineros en el comedor y finalmente irme a casa, todos los días
que me tocaba venir era el mismo procedimiento, conocía a la mayoría de los
empleados pero sólo me limitaba a sonreir de manera fingida mientras saludaban
y no decía nada más el resto del día.

Finalmente ellos comprendían la situación por la que estaba atravesando,


incluso si lo ignoraban mi rostro reflejaba mucho más de lo que mis palabras
podrían explicar. Sonreir era la forma más triste de enfrentar mis problemas pero
al fin y al cabo era lo mejor que podía hacer.

Hay una frase que dice: “Puedes pedir ayuda y cambiar tu vida o continuar
y terminar por destruirla”. Está de más decir cuál era el rumbo al que estaba
llevando mi vida.

Para la persona que no lo sabe: la vida no es como la pintan en los


cuentos, películas y novelas. A veces es cruel y destructiva hasta el infinito. Tiene
altos y bajos. Te da felicidad y también tristeza. Es soñadora pero también realista.

*****

No podía creer que había pasado un tiempo y simplemente no podía sacar


a Suzanne de mi cabeza. Comencé a odiar mi mente y a mi corazón por amarla
con tanta intensidad que se había tatuado en mi piel de tal manera que era
imposible de olvidarla. Aún la espero, la espero desde mi casa creyendo que algún
día pueda volver hacia mí y comenzar de nuevo, pero me quiebro en la espera
porque nunca llega.

Mantengo las esperanzas de volverla a ver a pesar de todo el dolor que me


está causando. Pero duele, duele recordar cada lugar y momento que pasamos
juntos en las paredes de mi hogar, recuerdo la primera vez que la invité a
quedarse conmigo, también nuestro primer beso y cuando me miró sonrojada al
ver mis partes intimas cuando se cayó mi toalla, luego en mi mente estaba nuestro
baile y el puente, la Torre Eiffel, la lluvia y lo nervioso que estaba de decirle cuan
enamorado estaba de ella, el viaje a Londres y nuestra primera vez juntos

394
haciendo el amor... pero me atrapó la cruda realidad al saber que ya no estaba
junto a mí.

Duele esperar a alguien que sabes que nunca va a llegar. Mis días eran
tristes y vacíos, hasta había perdido la noción del tiempo. La vida pasaba y yo ni
cuenta me daba. A diario los recuerdos de una historia incompleta pesaban en mi
memoria, quería olvidar todo lo que me hacía daño, quería tantas cosas ahora que
nada me era dado. Pretendía dejar de pensarla pero era inevitable hacerlo, la
distancia no hacen disminuir el dolor que siente el corazón cuando pierdes a
alguien importante en tu vida, y ese era mi caso, estaba tan roto que nada me
reparaba, lo único que podía devolverme a la vida era estar de nuevo con la
misma persona que se la había llevado.

Era ella.

Nada en mi maldita vida me ha jodido tanto como perder a la mujer que


amaba sin control.

He escuchado decir que los hombres jamás sufrimos por amor, que
tenemos corazones de piedra y no le damos paso a la tristeza. ¡Es totalmente
falso! ¡Claro que amamos y nos enamoramos de verdad! ¡Claro que sufrimos por
amor! Pero al contrario de las mujeres somos mucho más reservados en cuanto a
expresar la amargura y el dolor, y no precisamente por el tema de que nos va a
hacer menos hombres, es simplemente nuestra forma de ser. Y puedo asegurar
que llegamos a sufrir de amor más que las mujeres.

*****

Necesitaba hablar con Will. No hablaba con él desde ese día en mi casa, ni
siquiera me había disculpado por tratarlo de esa manera. Fui hasta su consultorio.
Toqué su puerta y salió sosteniendo una camisa morada en su mano, el vestía
camisa beige y jean.

-Will, yo... –cerró la puerta en mi cara antes que pudiera decir algo más,
sentí merecerlo puesto que lo había botado de mi casa. La puerta volvió a abrirse
y se paró frente a la puerta. –Will yo sólo quiero pedirte disculpa por mi

395
comportamiento, yo estaba mal, o bueno, aún estoy mal. Sé que no debí pagar mi
rabia contigo pero fue un momento donde tengo todos esos sentimientos dentro
mí que me están matando y yo... –una lágrima bajó por mi mejilla y la quité
rápidamente- lo siento.

-Pasa –dijo haciéndose a un lado, caminé sentándome en el mueble


grande. Se sentó en una de sus sillas colocándose frente a mí.

-¿Decidiste continuar? –preguntó.

-No… quiero decir, sí, pero no sé cómo lograrlo –dije confundido.

-Tienes que despejar tu mente, salir con otras personas, conocer gente
nueva y ya verás que poco a poco vas dejándola atrás.

-No puedo Will, sólo la quiero a ella –aseguré-. Salir con alguien más no va
a cambiar mis sentimientos hacia Suzanne. Puedo hacerlo pero la chica nueva
con quien salga no se merece que yo la utilice para olvidar a otra.

-Nadie ha dicho que vas a tener una relación con alguien más, es sólo
conocer y olvidarte un poco de todo ese dolor que llevas a cuestas.

-Una cosa lleva a la otra. Conocer a alguien implica que uno de los dos
salga enamorado. De seguro ese no seré yo y la haré sufrir.

Pasó las manos por su cara y negó con la cabeza.

-Ella no va a volver –dijo sin que le quedara nada dentro. Will estaba
diciendo la verdad, ella jamás va a volver.

-Ya lo sé. –Contesté mientras las lágrimas se asomaban en mis ojos.

Fijé la mirada al suelo.

-¿Por qué la sigues esperando? –preguntó.

Levanté mi cabeza y lo miré directamente a los ojos, ya no podía contener


mis lágrimas y comenzaron a salir. Yo sabía la respuesta, la sabía incluso antes
de que lo preguntara.

396
-Estoy engañando a mi corazón, porque si se entera de que ella no va a
volver jamás, se muere, entonces prefiero vivir con la esperanza de que un día
vuelva a encontrarla de nuevo –dije y rompí en llanto.

-Esto debe parar ¿Lo sabes Max?

-Sí, dame la medicina para curar este dolor y estaré bien, o mejor, dame el
veneno necesario para morir y conmigo morirá este amor.

-¡Basta ya! Avanzar... ¿Lo recuerdas? –preguntó.

-Ya no sé, no sé cómo estaba antes de que todo esto pasara, no recuerdo
quien soy ¿Cómo avanzar así? –pregunté.

-Necesitas seguir, así como ella lo está haciendo. –Sus palabras fueron
como un puñal directo al corazón.

-¿La has visto? –pregunté.

Hubo silencio.

-Sí –soltó-, la he visto con otro chico y...

-¡¿Qué?! –exclamé. ¿Cómo rayos…? -maldición. Más que ira era dolor.
Cuando creí que no podría haber más sufrimiento del que había, Will me dijo eso.

-Es necesario avanzar, Max debes dejarla ir, debes sacar eso de tu vida...

Me levanté y me dirigí hacia la puerta para salir, fui hacia las escaleras,
lágrimas salían a través de mis ojos, bajaban como fuente por mis mejillas. El
dolor iba aumentando cada vez más, caminé hacia la calle y no podía creer lo que
mis oídos habían escuchado “Necesitas seguir como lo está haciendo ella...” “la he
visto con otro chico”. Las palabras de Will hablaban en mi cabeza una y otra vez.

Me sentí mareado, el mundo me daba vueltas y mi visión estaba borrosa,


me tambaleé y caí arrodillado al suelo, vi a algunas personas acercarse hacia mí y
mi cuerpo cayó completamente.

*****

397
Abrí mis ojos.

La luz cegadora de un cuarto hizo que parpadeara varias veces y así


recuperar mi visión. Miré a los lados, estaba en un cuarto blanco, junto a la cama
estaba el electrocardiógrafo, al otro lado había una bolsa transparente casi
terminada, una aguja tomando mi vena pasaba el líquido transparente como agua,
ya se estaba acabando.

A la habitación entró una mujer blanca con cabello rojizo, tenía ropa blanca,
era una enfermera, en su mano tenía otra bolsa transparente.

-¿Qué estoy haciendo… aquí? –mis palabras sonaron cansadas y lentas.

-Te has desmayado, personas que estaban cerca del lugar llamaron al
cuerpo de médicos y te han traído hasta aquí. –Mis recuerdos eran borroso,
recuerdo las personas acercándose cuando yacía de rodillas en el suelo y luego
no recordé nada más-. Estabas deshidratado ¿A qué hora fue tu última comida?

No había probado bocado desde hace dos días, no quería nada en


realidad.

-Hace dos días.

-Dios ¿Cómo puede ser eso posible? Por esa razón te desmayaste. Tienes
que alimentarte bien. ¿Quién será esa chica que te quita hasta el hambre? –se
burló riendo. La imagen de Suzanne vino a mi mente de nuevo, todavía no podía
creer lo que Will había dicho, no lo podía asimilar.

-No hay ninguna chica. –Dije en tono serio.

-Eres muy guapo, debes tener muchas chicas detrás de ti. –Soltó.

-Sí, pero la mujer que quiero no me quiere a mí.

-Oh. Lo siento mucho, suele pasar –dijo-. Ahora tengo que cambiarte el
suero –añadió mientras se acercaba a la cama donde estaba acostado.

398
-¿Existe algún tipo de medicina que pueda curar el desamor? –pregunté
pensando que de algún modo debería curar todo este dolor que me mataba a
diario.

Se detuvo para mirarme.

-No hay medicina exacta para curar eso, aún no ha sido creada porque ese
tipo de situación se cura con el pasar del tiempo. –Respondió mirándome
fijamente como si yo fuera algún tipo de hombre que jamás ella había visto.

-Mienten, el tiempo no lo cura, y si lo hace, entonces explícame ¿Por qué


ha pasado un tiempo suficiente y aún sigo sintiendo lo mismo? –resoplé con
tristeza y las lágrimas empezaron a salir.

-Si pudiera curar eso, lo haría, un hombre como tú no se merece estar de


ese modo, nunca he visto un hombre sufriendo por amor, estás en vía de extinción
y ella debe estar completamente ciega en dejarte ir. –Agregó apretando sus labios
en una línea recta. Quizá esta chica también estaba rota o tal vez en un punto lo
estuvo. Lo cierto era que Suzanne estuvo ciega al no ver cuán cruel y dañino
podía ser yo en su vida.

-Yo soy el que estuvo ciego al no ver el daño que le estaba causando al
gran amor de mi vida. –Las lágrimas continuaban saliendo- Me quiero morir.
¿Puedes colocarme un sedante fuerte que no me haga despertar
jamás? –pregunté.

-No puedo hacer eso, ni aunque pueda lo haría –respondió cambiando las
bolsas. Recordé la noche donde aquel hombre se había suicidado, él estaba en lo
cierto cuando dijo que el amor mataba a las personas, ahora que lo estoy viviendo
puedo sentir que sería menos doloroso dispararse a sí mismo en lugar de convivir
con la tristeza de haber perdido la persona que amas-. ¿La extrañas? –preguntó al
final.

-¿A quién? –pregunté confundido.

-A ella.

399
-Como no tienes idea. –Respondí.

-¿Por qué no la buscas e intentas arreglar las cosas?

-Cometí muchos errores, le hice mucho daño, pero te puedo asegurar que
cada parte de mí la ama sin límites.

-Deberías intentarlo, el amor suele ser complicado, las personas son


complicadas, pero si existe aún el amor entre ustedes pueden comenzar de
nuevo… no hay nada que el amor no pueda perdonar.

-Ella ya tiene otro. –El dolor aumentó cuando mi boca soltó esas palabras.
Se quedó en silencio y no dijo nada más-. Lo ve, hay cosas como esas que el
amor no puede resolver.

*****

Salí del hospital donde me encontraba y caminé por una plaza; la misma
donde Suzanne se había peleado con Hellen, miré hacia la parte central donde se
encontraba una fuente de unos caballos hechos de cementos, levantados en dos
patas y entonces la vi a lo lejos, era Suzanne, vestía una camisa verde, pantalón
negro y tacones, sentí que volvía a la vida luego de todo este tiempo sin verle, fue
en ese momento cuando un hombre alto y rubio vestido elegante la tomó por la
cintura y dio un beso en sus labios.

En un momento volvía a la vida, luego estaba muerto y enterrado otra vez.


Maldición ¿Quién era ese tipo? ¿Por qué la besaba? ¿Ese era el hombre con el
cual decidió continuar? ¿Su nuevo novio? Él terminó de besarla y al separarse ella
giró su cabeza mirándome desde lejos, se tensó con nerviosismo, él dijo algo que
no pude escuchar, ella negó con la cabeza sin dejar de mirarme, el hombre
continuó su camino hasta la calle subiendo a un auto deportivo rojo.

Se marchó.

Suzanne se acercó hasta mi lugar, mi cuerpo temblaba de emoción al verla


de nuevo y de tristeza al encontrarla besando otro hombre que no era yo, quería

400
salir corriendo lejos, gritar o llorar, de cualquier modo quería liberar este dolor que
me estaba matando.

-¿Cómo estás? –preguntó con tristeza parada frente a mí.

-Bien –mentí-. Te dejé miles de mensajes y llamadas a tu celular pero no


contestaste ningunas –dije. Y si hubiese respondido jamás lo sabría puesto que
había lanzado el móvil por inodoro.

-Se me ha dañado, lo siento –respondió-. ¿Qué tal va tu vida?

-Andando... aunque no tan entretenida como la tuya –solté.

-Yo... él es un amigo.

-Los amigos no se besan en la boca –dije y apreté mis labios en una línea
recta aguando mis ganas de llorar-. Suzanne yo aún te espero y te extraño pero
me duele mucho amarte tanto y que te hayas ido de esa manera.

-A veces hay mucho dolor. –Dijo con cara de decepción.

Sentí esas ganas de decirlo.

-Nada duele más que estar jodidamente enamorado. –Susurré.

-... Oh... –dijo ella mientras buscaba quizá las palabras adecuadas ante mi
manera de hablar.

Finalmente continué.

-Excepto... ver como la persona que amas está con otro chico –agregué y
mientras mis palabras salían con tristeza a través de mis labios, la miré fijamente a
los ojos y no dijo nada porque quizá sabía a rienda suelta que se trataba de ella.

Hubo silencio.

Sentí que una lágrima bajaba por mi mejilla, la detuve y luego del largo
silencio susurré. –Eso, sí que duele -cerré los ojos ante mi dolor, dio media vuelta
y se fue sin mirar atrás.

401
Busqué un banco y me senté a llorar. Un niño blanco de cabello liso que le
caía en la frente y vestido con uniforme verde de la escuela se sentó a mi lado.

-¿Por qué lloras? –preguntó mirándome. Lo observé detenidamente y


supuse que tenía alrededor de ocho años.

-No lo vas a entender –dije afligido.

-Soy muy inteligente. La gente adulta cuando llorar es porque les duele
algo.

-Es totalmente cierto –admití.

-Vez que soy inteligente –respondió orgulloso.

-Sí que lo eres. Sigue así y jamás te enamores. –Comenté.

-¿Qué es enamorarse? –preguntó confundido.

Un montón de recuerdos pasaron por mi cabeza, sobre todo los de hace


pocos días, además del beso de Suzanne con ese hombre que acabo de ver.

-Es lo peor que le puede ocurrir a una persona, el peor de los monstruos y
de los males del mundo. Jamás te enamores. –Respondí. Cada persona tiene una
definición distinta de lo que es el amor, y lo dicen dependiendo de la
circunstancias en las que estén, hace algunos meses atrás mi respuesta hubiera
sido distinta a esta.

El niño me miraba pensativo, él no sabía sobre qué hablaba, lo entendería


dentro de algunos años, tal vez, sólo espero que no tenga mi misma suerte.

-Disculpe señor, él es muy travieso –dijo una mujer con vestido azul,
mediana edad-. Vamos a casa –regañó a el niño.

-No, al contrario, no me ha molestado en lo absoluto. Es un niño muy


inteligente –sonreí hacia él.

-¿Entonces somos amigos? –preguntó sonriente.

402
-Claro que somos amigos y no sólo eso, somos los mejores amigos a partir
de ahora –dije extendiendo la palma de mi mano hacia él y chocamos nuestras
manos.

-¿Viste nana? Ahora tengo un amigo de verdad que no me trata mal como
los niños de mi escuela –dijo emocionado.

-¿Ellos te tratan mal? –pregunté y asintió-. Entonces dile que aquí tienes un
amigo que te va a defender de todos lo que quieran sobrepasarse contigo. Es
más, habla con ellos y le dices que te traten con respeto para que no te digan
nada más. Hasta puede que ellos quieran ser tus nuevos amigos.

Asintió.

-Nos tenemos que ir –dijo la nana.

-Hasta luego –dijo el niño despidiéndose.

Sonreí.

*****

Esa noche luego de masturbarme dormí recordando todas las cosas que
habían ocurrido, la imagen de Suzanne y el chico besándose no se borraba de mi
cabeza por mucho que me esforzara.

Quería cambiar mi vida, las cosas que había hecho, quería volver al pasado
y cambiar muchas cosas que veo hoy, si los sucesos hubieran sido diferentes si
tan sólo pudiera cambiar algo lo haría, pero no el haberla conocido, no cambiaría
el momento de ella corriendo para alcanzar el autobús, el momento de la lluvia o
las estrellas, sólo las cosas malas y recuerdos dolorosos que invaden y golpean
mi corazón.

Mi vida era una porquería, no sabía si en realidad aún vivía o ya estaba


muerto, era como un zombi, caminaba pero sin sentido, respiraba pero sin querer
hacerlo, y ya mi corazón estaba muerto ¿Cómo las personas puede convivir sin la
otra mitad en su vida? Yo no era nadie sin ella, es más, no sé si fui alguien cuando
aún no la encontraba, pero lo que sí sabía era que mi vida se había ido con otra

403
persona, literalmente, ella era mi vida y se había ido con otro chico, me parte el
alma con sólo recordarlo, he muerto mil veces y aún sigo aquí, extrañándola cada
maldito día, cada segundo. Ahora no sé si algún día seré feliz o estaré bien,
odiaba mi vida y más en estos momentos donde he perdido el sentido, no sabía
cómo calmar el dolor, no sabía nada, absolutamente nada.

404
CAPÍTULO 34

Un último intento

H
oy desperté motivado, luego de dos semanas postrado sobre mi
cama sin ánimos de hacer cualquier cosa, estaba decidido que no
quería dejarla ir de esa manera, tenía que recuperarla a toda
costa, así que me levanté de mi cama, tomé una ducha, coloqué en mí una camisa
azul marino, pantalón y zapatos negros, tomé mi billetera y salí de mi casa.

Mi única dirección ahora era la casa de Suzanne, fui sin importar lo que
pasara, simplemente no quería renunciar a ella sin antes explicarle lo que siento y
cómo pasaron las cosas sobre Amanda y Thomas.

Era mi último intento.

Cuando hablamos de un último intento ¿Qué es lo primero que se nos viene


a la mente? ¿El final o el principio de algo? O ¿Tal vez nada? Responderme esa
pregunta en estos momentos donde no sabía lo que pasaría en cuanto hablara
con ella sería demasiado incierto. ¿Qué probabilidades tenía de ser perdonado?
¿Qué probabilidades tenía de que no?

¿El amor podrá ser más fuerte que el resentimiento y el orgullo? Dicen que
el amor lo puede todo, que si no tenemos amor entonces la vida no tiene sentido,
todo es basado en esa palabra… pero ¿Qué hay de cierto que cuando vienen las
circunstancias que te rompen por completo el amor se hace fuerte? Si lo único que
he visto en los seres humanos es que en lugar de hacerse fuerte lo que hacen es
debilitarse hasta morir.

Muchas incógnitas, pocas respuestas. Mucha reflexión, menos acción.


Mucho orgullo, menos perdón. Muchas mentiras, poco amor.

Toqué la puerta un par de veces hasta que Sussie salió y al verme su


sonrisa fue amplia.

405
-Max –corrió hasta mí, abrazándome.

-Hola princesa ¿Cómo estás?

-Muy bien ¿Vienes por mi hermana?

-Sí –respondí, recordé que Sussie y yo teníamos una salida pendiente, ella
quizá lo había olvidado luego de tanto tiempo.

-¿Voy por ella? –preguntó.

-No hace falta, ya estoy aquí –dijo Suzanne desde la puerta, tenía un
vestido gris, tacones negros, cabello suelto y liso, perfectamente maquillada y sus
labios rojos. Verla de nuevo me ayudó a entender que después de todo este
tiempo mis sentimientos hacia ella permanecían intactos.

-¿Podemos hablar? –comenté.

-No –respondió-, voy a salir en estos momentos.

-Esto es importante, vamos a un restaurante y comemos, a la pizzería.


–Sugerí.

-No, mi salida también es importante –aseguró.

-Por favor, quiero explicarte todo y luego decides qué hacer con lo nuestro
-dije. Vaciló por un momento pero asintió aceptando sin problema.

-Sussie entra a casa. –Indicó y ella se fue despidiéndose desde la puerta.

Tomamos un taxi hasta la pizzería, la misma donde le había propuesto que


se fuera a Londres conmigo.

Empezaba a oscurecer.

El mesero llegó tomando nuestro pedido.

-¿Cuál pizza desea la pareja? –preguntó.

-Oh… no… ella y yo... –intenté explicar.

-Disculpen mi imprudencia ¿Qué desean pedir?

406
-Pizza primavera –dijimos al mismo tiempo. Nos miramos y di media
sonrisa, ella trataba de ocultarla.

-Está bien –dijo el mesero sonriente.

Desde que nuestra pizza llegó comenzamos a comer, no habíamos hablado


nada, nuestras miradas se cruzaban una y otra vez, ella trataba de concentrarse
en la pizza, sacaba el celular todo el tiempo y luego lo volvía a guardar. Me había
mentido, su teléfono funcionaba perfectamente, ella no quería responder mis
mensajes y llamadas.

-¿Sobre qué querías hablar conmigo? –preguntó.

-Sobre nosotros.

-No hay nosotros –aseguró.

-Te amo -solté rápidamente. Se detuvo mirándome fijamente. Lo supe en


ese mismo instante; su mirada al verme era vacía, sin nada que pudiera ver, ya no
podía ver nada a través sus ojos, ya no miraba de la misma forma, las cosas
habían cambiado. El tiempo había hecho de las suyas, no vi esa mirada tierna con
la que al verme cambiaban en tonos distintos, ya su ojos no brillaban, eran secos y
vacíos, quizá vacío de sentimientos, sabía a ciencia cierta que ya no sentía lo
mismo por mí, era como si estuviera en frente de otra persona, ya no la conocía, y
me destrozó el alma verla de esa manera.

Su celular sonó. Apartó su mirada de la mía.

-Él me está llamando y enviando mensajes a mi teléfono. –Comentó con el


celular en sus manos.

-Contéstale –sugerí con tristeza. ¿Se refería al hombre que vi besándola?


O ¿era alguien más? Hacerme esa pregunta hizo que me doliera aún más.

-¿Qué le digo? ¿Qué estoy aquí en una pizzería comiendo con mi ex? No
creo que pueda, a él no le gustará eso. –Dijo en tono cortante.

Si Suzanne quería matarme, su plan estaba funcionando.

407
-Dile que estás con Marry o con otra persona. –Indiqué.

-No le puedo mentir. –Respondió.

-Ven para decirte algo –comenté, ella estaba al otro extremo de la mesa,
me impulsé hacia adelante y ella se impulsó de la misma manera.

Se detuvo.

-Pero me lo puedes decir desde ahí.

-No quiero que nadie lo escuche. –Susurré y ella se acercó volteando su


rostro de manera que pudiera acercarme a su oreja, y ella estaba ahí, justo ahí, vi
la misma oreja y cuello por los que siempre pasaba mi lengua y eso le excitaba,
luego su cabello, su olor me mataba, millones de sensaciones pasaban a través
de cada parte de mi cuerpo, la deseaba más que a nadie.

Respiré su aroma.

A continuación tomé su rostro con fuerza para que no se liberase de mi


agarre pero a la vez con delicadeza para no hacerle daño, volteé su rostro
quedando frente a frente, su cuerpo se tensó pues nuestros labios estaban a sólo
centímetros de distancia y la verdad es que yo quería acabar esa distancia entre
nuestros labios.

La besé.

Era como ese beso que te roba el aliento, que después de morir te
devuelve a la vida, ese en el que el mundo se detiene y no importa lo que hay
alrededor; ni las personas que nos están mirando, nada. Sólo es importante
nosotros y nadie más. Su lengua se cruzaba con la mía, mis manos la liberaron de
mi agarre pero ella no se separó de mí, al contrario, aún me besaba.

Tal vez significaba un nuevo comienzo.

Definitivamente no quería que este momento acabara puesto que era lo


mejor que me ha pasado luego de estas largas semana donde sólo estuve
experimentando dolor y sufrimiento.

408
Se alejó sólo un poco mirándome a los ojos. -Puedes mentirle sobre esto,
miéntele sobre este beso, miéntele diciendo que ya me olvidaste y que ya no
sientes nada por mí. –Susurré.

Se marchó corriendo hasta la salida de la pizzería, saqué mi billetera y dejé


tres billetes para cancelar la cuenta. Corrí tras ella. Miré a todos lados para ver
donde estaba. La vi, estaba corriendo por el puente cercano del Rio Cena. Corrí lo
más rápido posible hasta su lugar. La alcancé tomando su muñeca y ella se
detuvo.

-¿Qué quieres? -preguntó mirándome directo a los ojos, lágrimas caían de


los suyos.

Se parecía a la vez que la alcancé en la fiesta del restaurante. Estaba


sucediendo lo mismo; ella huyendo y yo alcanzándola para no dejarla marchar.
Única diferencia: ahora nos conocemos mucho más de lo hubiese imaginado en
aquel momento.

Todo vuelve al comienzo. Es como si nos viéramos por primera vez pero
sabiendo lo que sucedería con nosotros dos. Si tuviera una oportunidad para
enmendar mis errores sabría hacer lo correcto en lugar de lo incorrecto. Sabría
que la parte más difícil no fue encontrarla si no perderla. Y haría las cosas bien.

-No me dejas explicarte cómo las cosas sucedieron en realidad.

-Todo a simple vista está más que claro.

-No lo entiendes –dije.

-No entiendo ¡¿Qué?! ¿Qué casi muero cuando fui secuestrada por ese
mafioso para el cual tú trabajabas? ¿Qué pensé que eras alguien distinto y resulta
ser que eres igual a todos los demás? Hasta puede que peor. ¿Qué te acostaste
con mi madre… eso sin contar todas las demás mujeres con la que estuviste?
¿Quieres que entienda eso? –dijo y apretó sus labios con fuerza. Pasó la mano
por su cabello y respiró profundo mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas-.
¿Es que tú no lo entiendes? No quiero tener todo eso en mi vida, no conmigo. Lo

409
peor de todo lo que hiciste fue haberte acostado con mi mama, ¡por Dios! Es mi
mamá, ¡mi mamá! –gritó y sollozos salían en sus palabras, sus dedos quitaba las
lágrimas en su rostro pero era un caso perdido porque muchas más bajaban.

-Sé que he cometido muchos errores, muchos de los cuales hoy me


arrepiento, durante años hice las peores cosas que un hombre puede hacer,
siempre corría por callejones sin salida...

-¡Cállate! –gritó interrumpiendo mis palabras.

-No, escúchame –dije y lágrimas bajaban por mis mejillas-. Nunca, nunca
encontré una salida, no tenía ayuda, trabajé con Thomas para ayudar a mi abuela
con las medicinas pero luego me chantajeaba con decirle a la policía y no tuve
más remedio que continuar en sus sucios trabajos. Lo que pasó con tu madre fue
antes de conocerte, mucho antes, no me juzgues por mi pasado, se supone que
todo eso había quedado atrás.

-No te creo Max y si llegase a ser cierto… ¿Cómo crees que puedo convivir
con eso? No puedo verte sin dejar de pensar que estuviste en una cama con mi
madre. Lo siento, pero acabó –respondió.

Me dolieron sus palabras.

-No me abandones por favor, no me dejes así. Puedo hacer lo que sea si
me lo pides.

-Entonces te pido que no me busques más nunca en tu vida.

-No. Pídeme todo, menos eso.

-Tengo novio y no creo que a él le guste que yo te vea.

-¿Qué pasó con los dos contra el mundo? ¿Qué pasó con nosotros juntos
hasta el final? ¿Qué pasó con todas las promesas? –pregunté.

-Esa misma pregunta me la hago yo al ver que nunca te importó una mierda
eso –dijo-. Ya lo nuestro terminó -añadió. Sus palabras fueron como un puñal

410
directo a mi corazón, ella sabía cómo matarme y lo estaba logrando-. Tengo novio
Max ¿No lo entiendes?

-No me importa tu nuevo novio, se puede ir a la mierda.

-Pero a mí sí me importa, no lo dejaré por ti, no quiero romperle el


corazón -dijo.

Estaba claro que ella no quería romperle el corazón a él mientras me lo


estaba destrozando a mí. Dios, Suzanne me estaba matando, estaba muriendo sin
tenerla aquí.

-¿Lo amas? –pregunté.

Hubo silencio.

-No se trata de…

-¿Lo amas? –volví a preguntar.

-¿Qué clase de pregunta es esa? Yo te sigo amando a ti. Creo que me


engañaría a mí misma negándome a decirlo.

-¿Por qué no volvemos a estar juntos?

-Porque se necesita mucho más que amor para que dos personas
permanezcan juntas. Se necesita confianza, apoyo, sinceridad, honestidad, y
montones de cosas que tú no tienes. Lo siento.

-Puedo ser mejor…

-Lo siento –dijo.

Entonces comprendí que era un caso perdido seguir insistiendo.

-Está bien –dije.

Que complicado era el destino, estaba muriendo o en realidad ya estaba


muerto y ¿Cómo no estarlo? Si la mujer que amo no me cree y está con otra
persona.

411
-Adiós –dijo y continuó su camino.

-¡Espera! –grité y se detuvo. Se giró hacia mí-. Una última cosa antes de
irte.

-¿Qué? –preguntó.

-Te amo –susurré.

Las lágrimas fluyeron de mis ojos, sabía que este era el final, sabía que ya
había terminado para siempre. Continuó su camino y no dijo nada. Se marchaba
¿De verdad la iba a dejar ir así? Ya no tenía fuerza para continuar. Me senté cerca
de las barandas del puente y sólo observé como la vida se me iba. Miré al cielo,
no lograba entender cómo podía existir tanto dolor en una sola persona.

En un momento lo supe; a veces un último intento se refiera al final de algo.

Comprendí a partir de entonces que la vida continuaba, que los amores no


duran para siempre, que más que las personas son los recuerdos los que golpean
más fuerte, que el amor no puede ir solo por la deriva debe tener acompañantes
para que no se pierda durante el camino, que debemos estar preparado no sólo
para que una persona llegue a tu vida y le dé un sentido excepcional si no para
soportar lo duro que puede ser cuando ya no esté.

Tenía que seguir mi rumbo a toda costa, aunque el dolor fluyera en mí,
tenía que cambiar mi vida, lo tenía que hacer para bien, para mí mismo.

412
EPÍLOGO

-¿ Cómo te va en tu vida Max? –preguntó Will el día que fui a su


consultorio, no asistía luego de todo lo que pasó con Suzanne
hace seis meses.

-Bien –respondí-, estoy avanzando, lo que tenía que hacer desde un


principio.

-¿Y cómo vas con eso del amor? ¿Sigue doliendo? –preguntó
directamente, no hablaba con nadie respecto a eso pero tenía que entender que
no podía evadir todo el tiempo el tema.

-Voy bien, ya no duele –contesté y eso sonó tanto a una mentira camuflada.

-Entonces la has olvidado, bien hecho. –Dijo sonriendo.

-No. He dicho que ya no duele, más no que la he olvidado, cuando de


verdad amas a una persona jamás la olvidas.

-Vaya, entonces ¿Qué haces? –su rostro fue de confusión e intriga.

-Todavía la amo con la misma intensidad, como el primer día, pero he


aprendido a superarlo, a convivir con eso. Will comprendí que el amor no debe
doler, tiene que ser un sentimiento bueno y no malo, todo el mundo tienen una
idea equivocada sobre el amor, por eso es que hoy en día las personas están
vacías por dentro y sólo hacen daño.

Esta vez Will sonrió, su sonrisa era amplia. –Tienes mucha razón Max, el
mundo debería cambiar sobre eso.

-Sí. –Aseguré.

-Mírate ahora, eres un hombre renovado, distinto, jamás creí que te


convertirías en un nuevo Max.

-Soy el mismo de siempre. –Dije riendo.

413
-No lo eres, todavía recuerdo aquel día que llegaste hasta aquí, fue como
ver a un moribundo, te veías mal, lo podía ver, llegaste desesperado, angustiado y
triste buscando ayuda. Es bueno saber que estás mejor. –Comentó.

-No del todo.

-Cierto, pero estas aquí, vivo, y con el tiempo estarás mejor.

-También espero eso. –Dije y di media sonrisa.

*****

Luego de unos meses después, todo estaba en calma, había dejado las
sesiones con Will, me ha había dicho que su trabajo estaba concluido, me sentía
mal y bien a la vez, de algún modo era bueno saber que me estaba recuperando
pero estaba tan adaptado a las sesiones que me era raro no verle más.

-Espero encuentres todo lo que estés buscando –dijo Will.

-Me dedicaré a eso –dije sonriendo-. Gracias.

-Igual sabes que podemos ser amigos. –Añadió.

-Siempre te consideré como uno. –Me despedí con un apretón de manos.

Ahora él se mudaría a España así estaría más cerca de su esposa y su hijo.

-Puedes visitarme cuando quieras. –Dijo.

-Bueno, a lo mejor te dé una sorpresa y llego hasta allá –respondí riendo.

Fue la última vez que lo vi. Nos mantenemos comunicado por llamadas.
Ahora tiene su consultorio allá y me ha dicho que le está yendo muy bien. Eso me
alegra.

*****

Continué asistiendo al centro de rehabilitación Help Me Strong luego de


haber culminado mi servicio comunitario. Me ofrecí como voluntario y también soy
paciente. Poco a poco estoy avanzando y ahora ayudo a personas con problemas
diversos, a veces suelo dar charlas de motivación y cuento mi historia.

414
-Yo soy como ustedes, soy un adicto y no tengo vergüenza al decirlo, soy
una persona con Hipersexualidad, ya estoy en mi fase final de recuperación pero
aún me falta mucho camino por recorrer, un paso a la vez, así que no se
desanimen si al principio fallan en el intento, siempre se puede dar más, lo
importante es no rendirse, la vida puede ser dura pero tenemos que mantenernos
fuertes ante cada situación ¿De acuerdo?

-¡Si! –gritaron todos a la vez. Estaba hablando en público, muchas


personas estaban frente a mí, diversas edades, color, tamaño, pero todos en este
lugar tenían algo en común y era el gran deseo de salir y de superar su problema,
con eso ya era más que suficiente para dar el primer paso a ser libre de cualquier
adicción.

-Muchas gracias. -Culminé. Las personas comenzaron a salir y hablaban


entre sí.

-Definitivamente no cambio de parecer que eres el hombre con quien me


gustaría pasar el resto de mi vida –dijo una voz de mujer tras de mí.

Me giré y me encontré con la chica que una vez me preguntó si era yo el de


la adicción al sexo. La del problema con el alcohol.

Reí y la saludé con un beso en su mejilla.

-Me alegra saber que ya estas en tu etapa final de recuperación –dije.

-No me esquives el tema –sonrió-. Tu estás soltero, yo también…

-Es un tema clausurado –reí.

-Igual te esperaré –me abrazó con fuerza y me apretó una nalga con su
mano y se separó en seguida.

La miré de modo amenazante.

-¿Qué rayos…?

-No podía resistirme más. Lo he querido hacer desde el primer momento


que te vi.

415
-Vamos a olvidar este momento y hagamos como si nada pasó –dije.

-Tú hazlo, yo lo recordaré siempre –rió.

Negué con la cabeza riendo y se marchó.

*****

Toda la ciudad se enteró de mi problema sexual pues los medios de


comunicación por ser hijo del multimillonario estaban tras de mí día y noche.
Cuando salió la noticia en todos los periódicos y televisoras del país sentí mucha
vergüenza, me hicieron una entrevista en televisión donde preguntaron sobre si
era cierto mi adicción y dije que era real pero también dije que lo estaba
superando poco a poco.

-… todo el mundo toma las adicciones y sobre todo esta como un juego
cuando no se trata de eso, al menos las personas que la padecemos lo sabemos,
esto es algo serio, de gran gravedad y la gente hace caso omiso de ello. -Dejé un
mensaje a todas las personas que están pasando por cualquier adicción, era que
no se rindieran, que no importa lo que el mundo diga, él o ella merecen salir y ser
libres.

Yo no consideraba estar completamente libre de la Hipersexualidad, creo


más bien que podía convivir con ella todo el tiempo. Ser adicto era como tener
hambre, vas a comer y te recuperas y luego te vuelva a dar hambre. Es una lucha
constante que sabría llevar.

-Bien hecho Max. –Dijo Cherlsey acercándose hasta mí-. De verdad


muchas gracias por ayudar aquí, nos sirve de mucho.

-De nada. –Comenté dando una media sonrisa. Caminé hasta la puerta de
salida del auditorio para irme a casa.

-¡Max! –gritó Chelsey antes de que cruzara la puerta. Me volví hacia ella y
bajó la mirada- ¿Quieres tomar un café? –preguntó mirándome a los ojos.

416
-Yo… eh… –No sabía qué responder, sólo sería un café, me regañé a mí
mismo. Quizá es momento de seguir-. ¿Qué tal si cenamos esta noche a las
8:00 pm en Appetite Here?

Sonrió.

-Bien, nos vemos ahí.

Ahora nos estamos conociendo, vamos paso a paso, pero es algo


complicado, no sé si algún día pueda amar a alguien como lo hice con Suzanne,
pero estoy colocando todas mis fuerzas y daré todo de mí para no cometer más
errores.

*****

Mi madre finalmente se ha mudado con mi padre, se están dando otra


oportunidad y les está yendo muy bien, ahora los veo muy felices. Mi padre sigue
en sus negocios y yo volví a trabajar Eiffel Coffie, Kate tiene una niña hermosa y
finalmente Freddick no se aguantó en decirme que él era el padre de la hija de
Kate, tuvieron un romance oculto y nació la bebe producto de eso, son pareja y
pronto se van a casar.

He estado pensando muchas cosas. Ahorita estoy en la playa, viendo el


mar y las olas, caminando en la arena y viendo el atardecer, es un paisaje
maravilloso, las personas deberían apreciar estas cosas pero no lo hacen, en
lugar de eso se quejan sobre lo que les pasa o no, yo fui uno de ellos, me juzgué
muchas veces, tantas que tenía una identidad falsa de mi propio yo, actualmente
entiendo tantas cosas que no comprendía antes y es que merezco ser feliz a
pesar de que el mundo se esté cayendo sobre mí.

No he sabido nada de Suzanne desde aquel día en el puente donde


comenzó y terminó. He visto un par de veces a Marry, le he dicho que quiero evitar
la conversación sobre Suzanne. Su hijo está creciendo se llama Jossep igual que
su padre, cumplí lo que mi mejor amigo Jossep me encargó antes de morir; estoy
al pendiente de Marry. El pequeño Jossep es una viva copia de lo que fue él. De

417
seguro que si estuviera aquí con nosotros fuera el hombre más feliz de la historia,
aunque dondequiera que esté debe ser muy feliz.

*****

Los recuerdos del ayer me torturaron durante mucho tiempo, pero dejé
todos esos sentimientos libres, después de todo ella ya estaba haciendo otra vida
y yo tenía que continuar la mía, al principio fue doloroso aceptar que no estaría
más junto a mí pero finalmente tuve que aprender a dejarla ir.

La frase “Los Dos Contra El Mundo” revoloteaba una y otra vez sobre mi
cabeza, luego encontré el sentido a todo… al fin y al cabo seguíamos siendo ella y
yo contra el mundo, pero ella estaba luchando en su mundo y yo en el mío, cada
uno desde su propia perspectiva, incluso cada persona tiene luchas contra el
mundo, otras simplemente están luchando contra sí mismo, cada día era una
lucha constante, lo importante es luchar, de eso se trataba todo.

418
DEDICATORIA

• A Dios principalmente por ser mi guía y maestro.

• A mi madre Doris Canelón por haberme dado la vida y ser mi mayor


inspiración.

• A Doriannys González por hacer mi primera revisión y apoyarme en este


proyecto.

• A Yoselis Caldera por su gran apoyo y soportarme durante estos meses


cuando no dejaba de hablar sobre el libro.

• A Nelitza Peña por darle el visto bueno al libro.

• A aquellas personas que no creyeron en mí y hoy en día ven mi proyecto


culminado con éxito.

419

También podría gustarte