Basta googlear el término “violencia” para que inmediatamente aparezcan millones
de resultados donde se relatan los innumerables delitos y abusos que se cometen
TODOS los días en contra de las mujeres y niños en todo el mundo, al parecer el sexo incluye mucho o personas que se vean débiles ante él abusador; hay abusos de todas las clases e inimaginables violaciones a sus derechos, es el día a día para las mujeres que salen a la calle todos los días en este país y lastimosamente para muchas de las que no salen también, porque su pesadilla está ahí, durmiendo a su lado. Casi todos los días vemos en los noticieros alguna noticia de que algo malo le ocurrió a una mujer o aún peor a una niña en su casa o cuando salió de ella a hacer algo y es esto lo que temen nuestros padres cuando salimos de fiesta con amigos o incluso cuando vamos simplemente a estudiar o al trabajo. Me llamo Felicinda y mi familia y yo, hacemos parte de una comunidad de indígenas que se llama “Embera Chami”, nosotros vivimos en el corregimiento de Santa Cecilia del municipio de Pueblo Rico, en Risaralda. En un día normal, siempre vemos soldados a nuestro alrededor, velando por la protección de nuestra comunidad, algunos ya son caras conocidas para mí, siempre nos saludan o sonríen mientras caminamos, a veces nos encontramos muchos de ellos cuando vamos al campo a recoger frutas, a mí hermana y a mí nos encantan las frutas, uno de nuestros jugos favoritos es el de guayaba. Me gusta mucho vivir aquí porque puedes tener la naturaleza cerca, puedes recoger tu comida, y cultivar tu comida favorita. Era domingo, nos levantamos temprano como de costumbre, en la tarde mi hermana fue a buscar unas guayabas, para hacer ese jugo que tanto nos gusta, eran aproximadamente las 5 de la tarde, pasó un largo rato, nos preocupamos mucho porque no había regresado, y el camino no es tan largo y ella no suele demorarse tanto, ella es muy tímida, siempre hace las cosas con obediencia y es lo que me gusta de ella. La buscamos toda la noche, no la encontramos. Al día siguiente, aproximadamente a las 10 de la mañana la encontramos, mi hermana estaba llorando de forma desalentadora, su mirada era diferente. Cuando la vi tan mal, pensé “esta no es la niña inocente que tengo de hermanita” y con razón, nos contó que unos soldados la violaron, la cogieron a la fuerza y ella luchaba intentando escaparse y correr, pero no pudo, otro soldado la cogió nuevamente de manera brusca, la violaron entre varios de ellos, y le dijeron que no tenía que decir nada, porque sino demandaban a toda su familia y no la iban a pasar bien. Lo peor de todo, es que tres de esos soldados eran caras conocidas, de esos que alguna vez nos sonrieron mientras caminábamos, y que pensamos que eran como super héroes que nos salvaban del mal. Me sentí muy frustrada al saber todo esto, no quiero que por ser pobres nos vaya a pasar algo malo a mí y a mi familia. Donde vivimos no tenemos acceso a internet, pero yo sabía que esto no estaba bien, que es un acto violento, y también sé que tengo miedo, por mí hermanita, pero también por mí y mi familia, ya no me siento feliz, no me siento protegida, esas personas que pensé que nos protegían le quitaron la sonrisa a mi hermana, la mirada hermosa, y por momentos sé que ella es muy fuerte, pero que no es la misma, llora mucho. Yo quiero creer que se hará justicia, ni mi hermanita, ni ninguna niña merece pasar por esto. Yo no quiero que esto le pase a nadie. Ella el día de hoy, se encuentra en el hospital en Pueblo Rico, yo sé que debemos estar atentas a ella, cuidarla, porque se que ella no se encentra bien, ella es una niña, ella no sabe nada de esas cosas. El doctor dice que está mejor, y las enfermeras dicen que deben dejarla sola, que no se puede quedar nadie con ella, pero eso no está bien, yo no quiero que ella llore tanto, que sufra consecuencias feas, quiero estar atenta a que cuando llore haya alguien a su lado. Para concluir, no quiero que este caso quede impune, que sea un violento acto más en nuestro país, y que las personas pobres se vean afectadas por personas con poder, que hacen cosas horribles pero aún así, se salen con la suya. Los abusadores son personas conocidas y muchas hemos creído o creemos que fue culpa nuestra. Los niños y las niñas se han acercado a una persona en la que confían y no les han creído, esto no puede seguir pasando.