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Conferencia–coloquio en Proyecto Hombre, Burgos, 18 de mayo de 2005.
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SOBRE ALGUNAS DISCIPLINAS FUNDAMENTALES PARA LA PSICOPATOLOGÍA GENERAL
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fundada sobre una convención arbitraria, como psicoanalista debe dar ahí al menos un paso
ocurre con la lingüística, o sobre una causalidad más al considerar que «el síntoma es un nudo
natural, caso de la Semiología Médica, rama más de signos».
antigua a la vez que predecesora del tronco de
la moderna Semiología General. ‘Síndrome’ (sin–dromé, ‘pasar con’,‘ocurrir a
la vez’), significaba originalmente ‘coincidencia’
La Semiología Médica (o Semiología Clínica) o ‘concurrencia’. Su significado médico denota
estudia pues los síntomas y signos de las enfer- la constatación de que los síntomas y los sig-
medades, y como expresión significante perte- nos, sea cual sea su relación patogénica con las
nece además a un campo semántico comparti- enfermedades, ni se agrupan al azar ni sus com-
do con ‘síntoma’, ‘signo’ y ‘síndrome’. binaciones son infinitas (como ocurriría si sólo
obedeciesen a las leyes matemáticas de la com-
‘Síntoma’, del griego simptomá, ‘coincidir’, binatoria), de modo que en la clínica sólo apa-
procede del área semántica del verbo to pipto, recen algunas de ellas. Es éste un fenómeno
‘llegar’, ‘caer’, que dio simptomá con un signifi- similar al que ocurre dentro de una lengua dada
cado inicial de ‘suceso’, ‘acontecimiento’, ‘lo que con la relación de las letras dentro de una pala-
ocurre’. Siempre ha tenido un matiz de subjeti- bra o de las palabras dentro de la frase: debido
vidad incluso fuera del ámbito médico: en la a limitaciones puramente sintácticas, muchas
Lingüística actual, ‘síntoma’ se utiliza a veces cadenas de palabras combinatoriamente posi-
como sinónimo de una de las funciones del len- bles —al margen de su sentido— no aparece-
guaje que Büller, en 1918, denominó Kundgabe rán jamás, mientras otras serán muy frecuen-
o función «expresiva», esto es, la que permite tes. Un síndrome es un conjunto de síntomas y
al hablante expresar su estado psíquico. Sínto- signos que siempre aparecen juntos y manifies-
ma es lo que cuenta el enfermo de su malestar, tan un trastorno reconocible, pudiendo formar
“lo que le ocurre a alguien”. parte de una o varias enfermedades diferentes
(palidez, cansancio, taquicardia y cifra baja de
‘Signo’. La raíz griega sema, ‘huella’, ‘señal’, hematíes conforman el «síndrome anémico»
y el verbo semaino, ‘dejar huellas’, ‘señalar’, pro- presente en todas las anemias, sean del tipo y
dujeron semeion, ‘señal’ o ‘signo’, la cual empa- causa que fueren; el síndrome depresivo o el
rentará con la latina signum que, además de confusional aparecen en diversas situaciones
‘huella’ (lupi signa), admite los significados de clínicas y se incluyen en distintos diagnósticos
‘presagio’ (Deus signum dat), ‘sello’ o ‘marca’ y nosológicos, etcétera). En Medicina, un síndro-
‘contraseña’. En un latín algo más tardío, signum me es la manifestación de uno o varios meca-
adquiere un significado médico equivalente a nismos fisiopatológicos concretos entre los
‘síntoma’ (morbi signa,‘señales de una enfermedad’). muchos que pueden estar presentes en una
enfermedad. Empero y por más que se haya
Una de las definiciones de ‘signo’ más habi- intentado, la Psicopatología no se somete a las
tualmente citadas en Semiología General es leyes que fundan el discurso médico sobre las
aquella que propuso el filósofo norteamericano enfermedades, razón por la cual han sido
Charles S. Peirce: «algo que bajo cierto aspecto muchas y notables las dificultades de importar
o de algún modo representa alguna cosa para el modelo médico al ámbito mental. Este hecho
alguien». Y ciertamente, en el terreno de la ha venido motivando el que algunos psiquiatras
Semiología clínica esta definición se adecua de orientación neurobiológica —como Dupré,
perfectamente a sus objetivos y fines, pues Guiraud o Porot— hayan preferido manejarse
el clínico capta en el paciente ciertas señales en la práctica con los «síndromes» dada la
o signos que para él representan algo en el imposibilidad de establecer una Nosología
ámbito de la patología mental. Naturalmente, el coherente, «tentación ambiciosa y estéril siem-
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pre, sobre todo en Psiquiatría», como recuerda más al juicio y los síntomas a los sentidos».
A. Porot en su Manuel alphabétique de Psychia- Recogían así estos lexicógrafos la opinión de
trie. Independientemente de la orientación del algunos médicos que, como Bouchet, pensaban
clínico, no resulta inapropiado convenir que el que el valor de los síntomas residía en ser tam-
conocimiento psiquiátrico acerca de la mayoría bién «observados», no sólo en «lo que el
de los trastornos mentales está, hoy por hoy, paciente dice que le ocurre» sino en la apre-
más cercano al concepto de síndrome que al ciación crítica del síntoma después de ser ana-
sentido fuerte —anatomoclínico y fisiopatoló- lizado e interpretado por el médico. Síntomas y
gico— que la expresión «entidad nosológica» signos obligan al observador a hacer una refle-
tiene en Medicina. xión basada en un saber previo: todos los ele-
mentos pertenecientes a la enfermedad y al
organismo enfermo pueden así ser transforma-
‘Síntoma’ frente a ‘signo’ dos en signos. El concepto de ‘signo’ implica,
Conviene repetir y detenerse en que tradi- pues, un quantum de interpretación por parte
cionalmente la Medicina ha distinguido entre del explorador, aunque sólo sea el mínimo de
síntomas y signos. El síntoma es aquello que el considerarlo relevante, significativo o patológi-
paciente dice acerca de su malestar, de ‘lo que co; a toda manifestación de enfermedad hay
le ocurre’; es pues una manifestación subjetiva que unir una reflexión médica, basada en un
y no siempre es observable por el interlocutor saber previo, que le dé un significado, y si eso
(dolor, sensación de cansancio, sentirse angus- no es posible no habrá —de momento— sín-
tiado).Todo cuanto el paciente relata como sín- toma ni signo pues tales fenómenos no serían
toma es siempre vivido por él como patológi- relevantes al no serles «acordada» función sig-
co, si bien puede haber aspectos de su relato nificante.
que no conciba relacionados con la enferme-
dad (consumo excesivo habitual de alcohol sin También la diferenciación entre síntomas y
embriaguez, ser influido por los marcianos), o signos existe en Psicopatología, pero es más
incluso dichos aspectos pueden extenderse a la borrosa aún que en la clínica médica. Un
totalidad de su discurso —lo cual es frecuente paciente puede relatar sus delirios de persecu-
en la clínica mental— cuando no se experi- ción sin que su queja revista para él ninguna
menta conciencia de enfermedad. Así, la conno- implicación patológica; las alucinaciones auditi-
tación patológica estará determinada por una vas, sólo cognoscibles por el relato del pacien-
atribución del clínico, razón por la cual entrarí- te, son descritas como ‘signo’, etcétera.
amos de lleno en el terreno de los signos.
Éstos, por el contrario, carecen en Medicina de Respecto a esta distinción, pues, se produ-
la subjetividad característica de los síntomas, cen no pocas discrepancias doctrinales y hasta
pues son anomalías observadas por el médico, geolingüísticas. Así, la Medicina y la Psicopato-
ya sea espontáneamente o mediante la explo- logía psiquiátrica en lengua española e inglesa
ración clínica y las pruebas auxiliares (cifra alta siempre han mantenido esa diferenciación con-
de colesterol, embotamiento afectivo, retraso ceptual, al menos more didáctico. En cambio, en
psicocomotor). el alemán médico parece haber un predominio
de das Symtom como término de uso, extensi-
Desde Laennec (1781–1826), los signos fue- ble a la Psiquiatría, probablemente por la esca-
ron concebidos como manifestaciones objeti- sez de alternativas de ese idioma. Los franceses
vas o físicas de un estado patológico. Para el más psicodinámicos, por su parte, gustan tam-
Dictionnaire de médecine de Littré y Robin, «El bién de emplear generalmente ‘síntoma’, pero
signo es una conclusión que el espíritu extrae no dudan en utilizar ‘signo’ cuando su discurso
de los síntomas observados; el signo pertenece se inspira en los constructos de la Semiología
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general. Y por lo general los autores más biolo- nos descritos por Hipócrates y por Cléram-
gicistas, sean de los países que fueren, manifies- bault. La Psicopatología es, por el contrario, un
tan una fuerte querencia por el ‘signo’, subra- saber discontinuo, y puede ser considerada
yando con ello la noción de ‘objetivación’. como el imaginario antropológico que la Medi-
cina y la Psiquiatría toman prestado en cada
Otro foco aún que favorece la confusión es época de las ideas vigentes (Zeitgeist), lo cual
el que proviene de las traducciones. En inglés y hace que la locura sea sucesivamente discrasia
francés, trouble (‘problema’) significa en Medicina de los humores, alienación mental, degenera-
tanto ‘síntoma’ como ‘signo’, incluso ‘trastorno’, ción o conflicto inconsciente. Este imaginario, a
acepción ésta mucho más general e indefinida diferencia de la Semiología, es extrínseco a la
que también en ocasiones, al menos en su valor clínica, no puede ser exclusivamente deducido
de uso, se hace equivalente de ‘síndrome’ o se de la observación del paciente, aunque es lo
amplía a ‘enfermedad’. que fundamenta y legitima el quehacer tera-
De cualquier modo, y quizá sólo para con- péutico, el cual dimana de la elaboración diag-
suelo de los fanáticos de un malentendido nóstica que cada teoría psicopatológica hace
pragmatismo, las actuales clasificaciones psi- con los signos recogidos por la Semiología Clí-
quiátricas «de consenso» han arrasado tales nica.
disquisiciones y sutilezas clínicas: síntomas y
signos son, en ellas, reducidas a items que la
computadora o el algoritmo mental del con- NOSOLOGÍA versus NOSOGRAFÍA
sensuador irá amontonando hasta llenar el Si queréis saber con precisión qué significan
cesto de la correspondiente «categoría» diag- estas dos palabras no recurráis a los dicciona-
nóstica. rios al uso, bien sean de la lengua común o del
lenguaje técnico. Revisadas recientemente
dos docenas largas de estas obras, en ninguna
LA RELACIÓN PARTICULAR aparecieron definidas con claridad, con límites
ENTRE SEMIOLOGÍA nítidos y sin interdependencias ilegítimas, y
Y PSICOPATOLOGÍA mi sorpresa fue aún mayor pues tampoco
Hay una diferencia de fondo entre la Semio- encontré allí las claras acepciones que aprendí
logía y la Psicopatología: la primera es intrínse- en mi época de estudiante y que desde entonces
ca a la clínica e históricamente acumulativa, la —con una cierta decantación posterior—
segunda discontinua, extrínseca a la clínica y de venía empleando en mi discurrir. De ambas
ascendencia antropológica. suele decirse en los diccionarios que son “el
estudio y/o la clasificación de las enfermeda-
La tradición académica pretende que la des”, y no es así.
Semiología es un conocimiento progresivo de
las enfermedades mentales en relación directa Los lexicógrafos son inocentes: ellos sólo
con la Psicopatología, entendida a su vez como recogen el uso que por escrito los técnicos
conocimiento progresivo de los mecanismos hacemos de las jergas que inventamos, y los
de producción de dichos trastornos, lo cual aparentes defectos de sus diccionarios son pre-
podría ser cierto —en los dos últimos siglos— cisamente el indicador más estridente de los
para la Patología Médica pero no para la Psico- defectos de nuestra comprensión y utilización
patología. Hay una sustancial heterogeneidad e de aquéllas. Y a punto he estado de escribir
independencia de la Semiología respecto a la pedantemente “los defectos de nuestro logos”,
Psicopatología, siendo la primera el único saber pues en verdad la dificultad se halla no sola-
acumulativo y persistente en el tiempo, como mente en los vocablos técnicos entendidos
lo demuestra la vigencia simultánea de los sig- como signos lingüísticos sino en el razona-
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miento al que pretenden servir. (Hay alguna esta charla, dando lugar la Nosología a clasifica-
honrosa excepción francesa que tampoco ciones comprensivas y explicativas basadas en
acaba, sin embargo, de cuajar). los procesos, y a clasificaciones descriptivas
basadas en las apariencias —más bien a meras
El caso es que según las definiciones que ordenaciones— la Nosografía.
había aprendido en los cursos de Patología
General del Prof. Fernández Cruz y, sobre todo, Me gusta llamar «sistemáticas» a las clasifi-
en el de Historia de la Medicina de los Profs. caciones nosológicas y «metódicas» a las noso-
Laín Entralgo y Albarracín, la Nosología tenía gráficas, dicho en el sentido más pobre que
que ver en su sentido más amplio con el estu- pueda darse a ‘método’. Para explicar sus dife-
dio general de las enfermedades, y en otro más rencias, rápida y gráficamente, no se me ocurre
restringido con el de la naturaleza particular y nada mejor que recurrir a una anécdota que
diferenciadora propia a cada especie morbosa, me contaron acerca de un oficinista a quien
esto es, los mecanismos patogénicos y fisiopa- encargaron despejar un despacho rearchivando
tológicos subyacentes que la identifican como los expedientes utilizados durante una jornada
tal. De la mano de ese estudio identificador de trabajo. Ni corto ni perezoso, vació sobre
corre el establecimiento de las correspondien- una mesa las carpetas que contenían la vario-
tes teorías sobre el enfermar, establecidas las pinta documentación aportada por cada cliente
cuales quedarían sentadas las bases para una amontonando indiscriminadamente sus conte-
clasificación de las especies morbosas, pero nidos, separó después los documentos por
ninguno de esos fines compete ya a la Nosolo- tamaños y colores agrupándolos en primoro-
gía propiamente dicha. sos montoncillos, atólos con sendos bramantes
y guardólos en el armario de las escobas pues
La Nosografía estaba más relacionada con era en el que más sitio libre había y donde,
la descripción de los fenómenos manifiestos según él, menos podían estorbar. Actuando
y los objetivables de cada entidad morbosa, more nosografico, en su afán organizador ni repa-
prescindiendo de sus mecanismos subyacentes ró en los archivadores ni se le pasó por las
(y esto último es precisamente lo que la dife- mientes que por encima de su “método” de
renciaría de la Nosología). La Nosografía puede ordenación pudiesen primar las virtudes identi-
también aportar datos aprovechables para cla- ficadoras —y hasta identitarias— inherentes a
sificar, pero tampoco es esa su tarea específica. un sistema centrado alrededor del orden alfa-
bético. Suavizando las aristas de esta caricatura,
Resumiendo mucho para no cargaros, la el ejemplo más palmario que tenemos en Psi-
Nosología sustentaría una actitud comprensiva copatología surge al comparar los modos
y explicativa de los modos de enfermar, con- como Freud y Kraepelin abordaron respectiva-
templando además todos los rasgos que dife- mente la Nosotaxia mental: nosológicamente el
rencian un modo de otro; la Nosografía es primero, nosográficamente el segundo.
una descripción ateórica —clínica si se quiere,
pero ateórica— que sólo trata de dar cuenta (Entre paréntesis doy cuenta de una batalla
de aquello que es observable, los presuntos perdida: prácticamente desaparecido de nuestro
“hechos”, actitud sobradamente sospechosa lenguaje técnico por diversas causas, el término
en Psicopatología cuando se rigidifica y no Nosotaxia se ha visto fraudulentamente suplan-
admite alternativa. Un tercero en discordia, la tado por Nosografía. No lo creo adecuado pero
Nosotaxia, sería la aplicación con fines clasifi- tiro la toalla. Lo que me parece inadmisible es que
catorios de las reglas de una ciencia general, la algunos pretendan reducir la noble Nosología a
Taxonomía, a los datos que sobre las enferme- una mera compulsión clasificatoria. Y los hay).
dades aportasen las repetidas protagonistas de
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Las diferencias entre ambas escuelas, por que participaban los más prestigiosos psiquiatras
supuesto, no eran radicales. Posteriormente, parisinos de la época (Henri Ey, Minkowski, Dau-
Galeno (138–201 d. C), en Roma, mantuvo una mézon, Lantéri–Laura, Follin, Lacan, Rouart). La
actitud fundamentalmente nosológica sin por ello apreciación que aquella escuela hacía del saber
dejar de utilizar la Nosografía ni la Nosotaxia. histórico tenía un aire completamente distinto
Aun así, a través de sus sucesivas asimilaciones al de quienes consideran la Historia de la Psi-
en la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco, copatología un saber de lujo pero superfluo y
el galenismo “nosológico” se fue agotando por marginal, aire que se respira en muchos lugares
falta de un fundamento sólidamente científico de la Psiquiatría.
que le permitiese elaborar una Patología Médica
consistente. En el siglo XVII, el pragmático Al incorporar el estudio de la mentalidad
Sydenham (1624–1689) apuntilla al pensamiento de cada época, el enfoque histórico proporcio-
nosológico y establece su concepto de “especie na a la Psicopatología una unidad de sentido
morbosa” con criterios estrictamente descrip- capaz de englobar la esencia de nuestro saber
tivos —nosográficos—, falto de confianza en objetivo, la esencia de nuestra subjetividad
cualquier teoría acerca de lo invisible interior. como autores de tal saber, y también la esencia
de la subjetividad del paciente que de tal saber
En el siglo XVIII, Cullen (1710–1790) utiliza es a la vez fuente y materia. Eso no significa que
el término inglés nosology como sinónimo de la Psicopatología se reduzca a su propia Histo-
‘clasificación’, y aunque coexiste unos años con ria y que su único interés sea la evolución de su
el latín nosologia ( = Nosología propiamente discurso en el tiempo. Lo que llamamos Psico-
dicha), la confusión Nosografía–Nosología–No- patología es un ente imaginario en cuyo inte-
sotaxia queda instaurada en la Medicina Occi- rior «colocamos» hechos reales, estableciendo
dental, aunque es de justicia mencionar la dis- así entre ellos una continuidad y unas relacio-
tinción detectable en algunas escuelas médicas nes que son muchas veces arbitrarias y que
alemanas de finales del siglo XIX que, quizá por dependen del tipo de historiografía en que
la facilidad que en eso les brindaba su idioma, nos movamos. Por ejemplo, no debe deducir-
siguieron mencionando los dos aspectos seña- se que el degeneracionismo de Morel sea la
lados en la tabla anterior. continuación, desarrollo o evolución del mode-
lo de la alienación mental de Pinel por el sim-
Trasplantado todo esto a la Psicopatología ple hecho de que apareciese a continuación. En
del siglo XX, o más bien a la aplicación que de realidad son hechos muy distintos entre sí,
todo esto ha hecho una parte importante de la perteneciente el primero al catolicismo social
Psiquiatría, el problema es que por debilidad de los de la segunda mitad del siglo XIX, y el otro al
referentes teóricos y quizá por falta de habili- ambiente ilustrado de los ideólogos de finales
dad en las descripciones, muchas taxonomías del XVIII.
se han acercado demasiado a la taxidermia...
No es posible soslayar que tanto el saber
clínico de la Semiología como la Psicopatología
EL ENFOQUE HISTÓRICO IMPRES-
y sus otras disciplinas auxiliares están inscritos
CINDIBLE EN PSICOPATOLOGÍA
en la Historia de las ideas y en la de la sociedad
En los famosos «miércoles del Sainte–A-nne» en que se producen. O, dicho con palabras de
de la segunda época dorada de la Psiquiatría Lantéri–Laura, la reflexión epistemológica en
francesa (1945–1965), se presentaban casos Psicopatología no puede producirse seriamente
clínicos complementados por una exposición de modo intemporal y sin referencias precisas;
histórica, clínica y psicopatológica del diagnós- sin las oportunas localizaciones históricas
tico en cuestión, seguidas de un debate en el correríamos el riesgo de especular en vacío, a
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propósito de una problemática sin contenido y a asumirlo como esencia de nuestra condición
encarada con una metodología sin consistencia. de psicopatólogos (y de humanos). Orienta
también hacia una precisa y concreta línea de
Los datos «sensoriales» de la Semiología investigación: aprehender la Psicopatología
quizá proporcionen la única certeza, la única actual lacerada por su escisión entre las neuro-
objetividad que podemos adquirir, pero es una ciencias, por un lado, y el modo de
certeza tan pobre de significado que no puede estar–en–el–mundo que manifiesta la locura; y
sostenerse sin la relación con un paradigma avanzar en el intento de llegar a comprender la
histórico y psicopatológico que le otorgan algo articulación de estos dos distintos aspectos
de sentido, a la vez que introducen un cierto como facetas de un saber unitario acerca del
grado de incertidumbre por tratarse de para- hombre. Antes que eso, incluso, la Historia
digmas cambiantes con el tiempo. Como cien- muestra que ninguna doctrina psicopatológica
tíficos no podemos hurtarnos a la confirmación ni ningún abordaje clínico pueden sustraerse al
sensorial, pero un mínimo rigor epistemológico análisis de sus propios límites, so pena de caer
nos impedirá desconocer que en el estudio de en los errores propios del dogmatismo.Y, sobre
lo mental hay que dar con otro modo de hacer todo, la Historia está siempre recordándonos
ciencia que incluya lo biológico, lo social, lo cul- que para dedicarse a cualquier profesión rela-
tural, lo consciente y lo inconsciente. cionada con lo mental y con la Psicopatología
es preciso tolerar la incertidumbre, pues sólo
El enfoque histórico ayuda al profesional a desde la convicción delirante o desde la más
suavizar el «desgarramiento» que intelectual- boba ignorancia puede alguien instalarse en el
mente le cause la contradicción mencionada, y mundo rodeado de certezas.
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