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Educación
Un sistema educativo como tal, está conformado por distintos órganos encargados de dirigirlo
y organizarlo, es decir, gestionarlo. A lo largo del mundo existen entidades públicas que se
encargan de la gestión de la educación en sus respectivos territorios. En gran parte de ellos, y
Argentina no es la excepción, este organismo o entidad es llamado Ministerio de Educación
(en otros países incluso agrupan más categorías, tal es el caso de Japón y su Ministerio de
Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología). En nuestro país, este ministerio se
encuentra seccionado en organismos menores que lo conforman. Entre ellos se destacan la
Asesoría Ejecutiva, encargada de planificar y desarrollar estrategías de gestión, el Instituto
Nacional de Formación de Docentes que, como su nombre lo indica, se ocupa de mantener la
calidad educativa de los docentes mediante la ejecución de políticas de formación docente, la
Jefatura de Gabinete, que coordinan a los asesores del ministerio y supervisan los planes,
proyectos y programas de las distintas áreas de la entidad, la Secretaría de Educación,
encargados de llevar adelante las políticas educativas y Secretaría del Consejo Federal de
Educación, que coordina la concertación entre las distintas partes del ministerio para ordenar
las políticas educativas y buscar una mejor educación a lo largo del país. (Ministerio de
Educación Argentina, 2023).
Pero el sistema educativo no está sólo formado por aquellas entidades dedicadas a su gestión,
sino que también incluye a todas las instituciones de enseñanza del país, sean públicas o
privadas.
En resumen, al sistema educativo argentino lo conforman todas aquellas personas e
instituciones relacionadas con la educación misma, donde se encuentran diversos grupos,
algunos con más poder para influir sobre el sistema que otros. También se puede analizar el
hecho de que las personas con más poder son menores en cantidad que las que poseen menos
poder. Teniendo en cuenta esto, se puede afirmar que un sistema educativo sigue un sistema
de poder piramidal, teniendo por lo menos tres niveles: los alumnos en la base, las
instituciones de enseñanza en el medio, con sus directivos propios, y el Ministerio de
Educación en la punta. Cada nivel del sistema está en potestad de llevar a cabo distintas
medidas dentro de su jurisdicción. En el primer nivel, los alumnos tienen el poder para
formar centros de estudiantes, que coordinan actividades, elevan quejas de los alumnos a los
directivos, defienden derechos básicos, como la libre expresión y, en definitiva, ayudan a
mejorar la calidad educativa. En el segundo nivel, las instituciones y sus directivos tienen el
poder para organizar y administrar a la institución de la manera que más les convenga, como
la distribución de horarios de los cursos y profesores, (...) y demás decisiones que no
intervengan en contra de leyes preestablecidas o disposiciones del Ministerio de Educación,
ya que este, al encontrarse en la punta de la pirámide, controla la mayor cantidad de poder y
todas las decisiones que este tome repercuten en los otros niveles. Por ejemplo, en la Ley
1420 (que sienta las bases del sistema educativo argentino), el artículo 14 estipula que “Las
clases diarias de las escuelas públicas serán alternadas con intervalos de descanso, ejercicio
físico y canto”. Además, el alcance del ministerio no afecta tan solo a las instituciones
públicas, sino que también tiene poder por sobre las instituciones privadas, que deben tener
“(...) autorización, reconocimiento y supervisión de las autoridades educativas” (Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos. 2023).
Federalismo
Uno de los conceptos más importantes en la gestión del sistema educativo argentino es el
federalismo. Según Casa Rosada (2022) se define al federalismo como un sistema político en
el cual los estados provinciales que integran el país conservan su autonomía, a pesar de estar
unidos bajo un gobierno común. El sistema educativo de nuestro país sigue un sistema
federal. En este, todas las instituciones de enseñanza deben seguir algunas leyes o normas
generales impuestas por el Ministerio de Educación nacional, pero cada provincia es capaz de
decidir gran parte de los contenidos estudiados por los alumnos. Además, frente a algunas
propuestas de carácter no obligatorio, los gobiernos provinciales son capaces de decidir si
aceptarlas e incluirlas en su plan educativo. Tal es el caso del proyecto Una Hora Más,
aprobado por unanimidad por el Consejo Federal de Educación, en el que el ministro de
Educación Jaime Perczyk propuso en abril del 2022, efectivamente, una hora más de estudio
cada día para los alumnos, lo que arrojaría un total de 38 días más de clase por año. Este
proyecto afectaría solamente a las escuelas de gestión estatal y, al ser una política pública
federal, el Ministerio de Educación debe llevar a cabo convenios con las distintas provincias
para implementarlo. Al 26/11/2022, de las 23 provincias del país, tan solo 4 de ellas no se
acoplaron al proyecto. Estas son Misiones, San Luis, La Pampa y Neuquén. Además, la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires también rechazó el proyecto. Esto demuestra que, todas
las provincias y el distrito federal de nuestro país tienen autonomía sobre la gestión de la
educación de cada una. Se podría decir que cada provincia posee un pequeño sistema
educativo, que, en conjunto, conforman junto al Ministerio de Educación el sistema educativo
argentino.
(...) uno de los problemas del federalismo es el incentivo de cada uno de los actores
para sostener o alterar las reglas del juego, la posición de la Nación frente a las
mismas es de clara autonomía, ya que no se incluyen sanciones en caso de
incumplimiento. De este modo, no sólo establece las reglas del juego, sino que es
quien las regula y puede por ende incumplirlas sin verse sometido a sanciones o
pérdidas de ningún tipo. (Gluz, 2009, p. 12-13)
Calidad educativa
La educación secundaria en Argentina tiene sus raíces en la época colonial española, donde
los jesuitas y otros grupos religiosos establecieron escuelas para la educación de la élite.
Durante el siglo XIX, después de la independencia, se establecieron escuelas secundarias en
las principales ciudades del país para satisfacer la demanda de educación de la clase media
emergente.
A fines del siglo XIX, la Reforma Universitaria de 1918 trajo consigo cambios significativos
en la educación secundaria, al promover la educación laica y gratuita y enfocar en el
desarrollo de habilidades prácticas en lugar de una educación exclusivamente académica.
En la década de 1960, se estableció el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), un sistema
de educación secundaria que buscaba preparar a los estudiantes para la educación superior y
el mundo laboral. Este modelo se mantuvo hasta la década de 1990, cuando se estableció el
Ciclo Básico Común (CBC), un programa que buscaba mejorar la calidad de la educación
secundaria y la transición a la educación superior.
En la actualidad, la educación secundaria en Argentina es obligatoria y gratuita para todos los
estudiantes. Se divide en dos ciclos, el Ciclo Básico (3 años) y el Ciclo Orientado (2 o 3
años), donde los estudiantes eligen una orientación en función de sus intereses y objetivos
futuros. La educación técnica y profesional también es una opción popular en la educación
secundaria en Argentina.