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Marco Teórico

Educación

El término educación es definido como la “Formación destinada a desarrollar la capacidad


intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de
convivencia de la sociedad a la que pertenecen” (Diccionario Español de Google y Oxford
Languages, 2022). Por su parte, la Real Academia Española nos dice que la educación es
“Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes” (RAE, 2022). Entonces,
tomando ambas definiciones, se puede inferir que la educación es el proceso de enseñanza,
crianza y aprendizaje que, generalmente en niños, se utiliza para enseñarle a las personas a
desarrollar no solo su intelecto, sino su convivencia en la sociedad. Un sistema es definido
como un “conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a
determinado objeto” (RAE, 2022).
Siguiendo las definiciones, se entiende entonces que un sistema educativo es el conjunto de
leyes, entidades, decretos y medios de enseñanza que conforman a la educación, que pueden
ser medidos dentro de un área geográfica o un tiempo determinado. De esta manera, uno
puede hablar, por ejemplo, del sistema educativo de la provincia de Entre Ríos durante el
período entre 1970 y 1990, centrándose en las características del mismo dentro de dicha área
geográfica, en dicho lapso de tiempo.

Un sistema educativo como tal, está conformado por distintos órganos encargados de dirigirlo
y organizarlo, es decir, gestionarlo. A lo largo del mundo existen entidades públicas que se
encargan de la gestión de la educación en sus respectivos territorios. En gran parte de ellos, y
Argentina no es la excepción, este organismo o entidad es llamado Ministerio de Educación
(en otros países incluso agrupan más categorías, tal es el caso de Japón y su Ministerio de
Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología). En nuestro país, este ministerio se
encuentra seccionado en organismos menores que lo conforman. Entre ellos se destacan la
Asesoría Ejecutiva, encargada de planificar y desarrollar estrategías de gestión, el Instituto
Nacional de Formación de Docentes que, como su nombre lo indica, se ocupa de mantener la
calidad educativa de los docentes mediante la ejecución de políticas de formación docente, la
Jefatura de Gabinete, que coordinan a los asesores del ministerio y supervisan los planes,
proyectos y programas de las distintas áreas de la entidad, la Secretaría de Educación,
encargados de llevar adelante las políticas educativas y Secretaría del Consejo Federal de
Educación, que coordina la concertación entre las distintas partes del ministerio para ordenar
las políticas educativas y buscar una mejor educación a lo largo del país. (Ministerio de
Educación Argentina, 2023).
Pero el sistema educativo no está sólo formado por aquellas entidades dedicadas a su gestión,
sino que también incluye a todas las instituciones de enseñanza del país, sean públicas o
privadas.
En resumen, al sistema educativo argentino lo conforman todas aquellas personas e
instituciones relacionadas con la educación misma, donde se encuentran diversos grupos,
algunos con más poder para influir sobre el sistema que otros. También se puede analizar el
hecho de que las personas con más poder son menores en cantidad que las que poseen menos
poder. Teniendo en cuenta esto, se puede afirmar que un sistema educativo sigue un sistema
de poder piramidal, teniendo por lo menos tres niveles: los alumnos en la base, las
instituciones de enseñanza en el medio, con sus directivos propios, y el Ministerio de
Educación en la punta. Cada nivel del sistema está en potestad de llevar a cabo distintas
medidas dentro de su jurisdicción. En el primer nivel, los alumnos tienen el poder para
formar centros de estudiantes, que coordinan actividades, elevan quejas de los alumnos a los
directivos, defienden derechos básicos, como la libre expresión y, en definitiva, ayudan a
mejorar la calidad educativa. En el segundo nivel, las instituciones y sus directivos tienen el
poder para organizar y administrar a la institución de la manera que más les convenga, como
la distribución de horarios de los cursos y profesores, (...) y demás decisiones que no
intervengan en contra de leyes preestablecidas o disposiciones del Ministerio de Educación,
ya que este, al encontrarse en la punta de la pirámide, controla la mayor cantidad de poder y
todas las decisiones que este tome repercuten en los otros niveles. Por ejemplo, en la Ley
1420 (que sienta las bases del sistema educativo argentino), el artículo 14 estipula que “Las
clases diarias de las escuelas públicas serán alternadas con intervalos de descanso, ejercicio
físico y canto”. Además, el alcance del ministerio no afecta tan solo a las instituciones
públicas, sino que también tiene poder por sobre las instituciones privadas, que deben tener
“(...) autorización, reconocimiento y supervisión de las autoridades educativas” (Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos. 2023).

La dirección y organización de un sistema, organismo, empresa o institución se conoce como


gestión. La RAE (2023) define la acción de gestionar como “ocuparse de la administración,
organización y funcionamiento de una empresa, actividad económica u organismo”. De esta
manera, la gestión del sistema educativo argentino conlleva todas aquellas acciones
relacionadas al accionar del sistema que son llevadas a cabo por los dirigentes del mismo.

Federalismo

Uno de los conceptos más importantes en la gestión del sistema educativo argentino es el
federalismo. Según Casa Rosada (2022) se define al federalismo como un sistema político en
el cual los estados provinciales que integran el país conservan su autonomía, a pesar de estar
unidos bajo un gobierno común. El sistema educativo de nuestro país sigue un sistema
federal. En este, todas las instituciones de enseñanza deben seguir algunas leyes o normas
generales impuestas por el Ministerio de Educación nacional, pero cada provincia es capaz de
decidir gran parte de los contenidos estudiados por los alumnos. Además, frente a algunas
propuestas de carácter no obligatorio, los gobiernos provinciales son capaces de decidir si
aceptarlas e incluirlas en su plan educativo. Tal es el caso del proyecto Una Hora Más,
aprobado por unanimidad por el Consejo Federal de Educación, en el que el ministro de
Educación Jaime Perczyk propuso en abril del 2022, efectivamente, una hora más de estudio
cada día para los alumnos, lo que arrojaría un total de 38 días más de clase por año. Este
proyecto afectaría solamente a las escuelas de gestión estatal y, al ser una política pública
federal, el Ministerio de Educación debe llevar a cabo convenios con las distintas provincias
para implementarlo. Al 26/11/2022, de las 23 provincias del país, tan solo 4 de ellas no se
acoplaron al proyecto. Estas son Misiones, San Luis, La Pampa y Neuquén. Además, la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires también rechazó el proyecto. Esto demuestra que, todas
las provincias y el distrito federal de nuestro país tienen autonomía sobre la gestión de la
educación de cada una. Se podría decir que cada provincia posee un pequeño sistema
educativo, que, en conjunto, conforman junto al Ministerio de Educación el sistema educativo
argentino.

La organización federal del sistema educativo se puede observar en la Ley Federal de


Educación N.º 24.195, del año 1993, que replanteaba ciertas funciones del Estado Nacional
con respecto a la educación a lo largo del país. Esta surge para reformar, entre otras cosas, lo
postulado en la Ley N.º 24.049, cuyo objetivo principal era hacer responsable de los gastos
educativos provinciales íntegramente a las provincias. El Estado Nacional retenía plata de las
provincias para dedicarlas a los gastos educativos y, sólo si lo retenido no era suficiente para
cubrirlos se encargaría el Estado Nacional de pagar automática y totalmente todos los gastos.
Por eso, en la ley postulada durante el quinto año del gobierno de Carlos Saúl Menem (1989-
1999), se le atribuyen al Estado más responsabilidades con respecto a la educación en las
provincias, como asegurar la misma para cada habitante de la Argentina y financiar con los
fondos nacionales (por lo menos el 6% del Producto Interno Bruto anual) la educación de
todo el país. Esta ley es derogada trece años más tarde por la Ley de Educación Nacional N.º
26.206, cuyo objetivo principal era replantear la función del Estado dentro de las educaciones
provinciales, sustancialmente la financiación de las mismas. De esta manera, se puede
apreciar como la Nación es la que define los objetivos y criterios de acción, formula los
planes y proyectos, transfiere los recursos a la escuela, acompaña la gestión de recursos y
evalúa los resultados; las provincias seleccionan las escuelas que incorporan los proyectos,
además de controlarlos, asesorarlos y proveer la información necesaria para llevarlos a cabo,
y es la escuela misma la que recibe, administra los recursos y los incorpora a la gestión
institucional, además de proveer a la provincia y a la Nación con los resultados obtenidos.
El sistema federal era y es altamente criticado por los grupos opositores y, su aplicación al
sistema educativo no es la excepción. En palabras de Gluz N.:

(...) uno de los problemas del federalismo es el incentivo de cada uno de los actores
para sostener o alterar las reglas del juego, la posición de la Nación frente a las
mismas es de clara autonomía, ya que no se incluyen sanciones en caso de
incumplimiento. De este modo, no sólo establece las reglas del juego, sino que es
quien las regula y puede por ende incumplirlas sin verse sometido a sanciones o
pérdidas de ningún tipo. (Gluz, 2009, p. 12-13)

Calidad educativa

En general, la literatura sobre educación a menudo es vaga e inconsistente en su uso de


términos como calidad, eficiencia, equidad y efectividad. Por lo tanto, es importante
distinguir estos conceptos antes de definir lo que se entiende por calidad educativa. En la
práctica, la calidad educativa está relacionada con los resultados de los alumnos, incluyendo
su cantidad, habilidades y valores adquiridos, y también con los resultados a largo plazo
como la empleabilidad, los salarios, las actitudes y los valores. Además, la calidad educativa
se relaciona con los recursos disponibles para la educación, incluyendo la cantidad de
maestros y alumnos, los programas de estudio y las instalaciones educativas. También es
importante considerar la forma en que interactúan los profesores, los alumnos, los materiales
y las tecnologías disponibles, ya que esto se conoce como los procesos educativos. Además
de estos conceptos, también es necesario considerar la eficiencia, que se refiere a la relación
entre los recursos utilizados y los resultados obtenidos, y la equidad, que se refiere a la
igualdad de oportunidades y consecuencias en la educación. La eficacia se entiende como el
grado en que se logran los objetivos y metas de la educación. Aunque hay un conflicto
frecuente entre la equidad y la eficiencia, en los últimos años ha habido un mayor énfasis en
la equidad debido a su capacidad para igualar oportunidades.

La calidad educativa es un concepto complejo y multidimensional que tiene varios


significados y enfoques. En general, se refiere a la eficacia y equidad de una institución
educativa en el logro de sus objetivos y en la formación de los estudiantes. La calidad
educativa puede evaluarse de manera objetiva y subjetiva, y puede incluir tanto aspectos
tangibles como intangibles.
Uno de los enfoques más comunes de calidad educativa es el de la eficacia, que se refiere al
grado en que una institución educativa alcanza sus objetivos y produce resultados medibles.
Esto puede incluir aspectos como el rendimiento académico de los estudiantes, la tasa de
graduación y la empleabilidad de los egresados.
Otro enfoque de calidad educativa es el de la equidad, que se refiere a la igualdad de
oportunidades y resultados para todos los estudiantes, independientemente de su origen
socioeconómico, género, raza u otros factores. La equidad es un componente importante de la
calidad educativa, ya que garantiza que todos los estudiantes tengan acceso a una educación
de calidad y tengan las mismas oportunidades para alcanzar su potencial.
La calidad educativa también puede evaluarse en términos de reputación, recursos e inputs,
proceso, contenido y valor añadido. La reputación se refiere a la percepción de la calidad de
una institución educativa en la sociedad o comunidad en general. Los recursos e inputs se
refieren a los recursos físicos, humanos y financieros que una institución educativa tiene a su
disposición para brindar educación de calidad. El proceso se refiere a la calidad de la
interacción entre alumnos y profesores, así como a la capacidad de desarrollar habilidades y
valores intangibles. El contenido se refiere a la calidad del plan de estudios y la relevancia de
los conocimientos impartidos. Finalmente, el valor añadido se refiere a cómo una institución
educativa influye en el desarrollo personal y profesional de los estudiantes (Carlos Cantu,
2012)
Breve resumen de la historia de la educación secundaria en la Argentina

La educación secundaria en Argentina tiene sus raíces en la época colonial española, donde
los jesuitas y otros grupos religiosos establecieron escuelas para la educación de la élite.
Durante el siglo XIX, después de la independencia, se establecieron escuelas secundarias en
las principales ciudades del país para satisfacer la demanda de educación de la clase media
emergente.
A fines del siglo XIX, la Reforma Universitaria de 1918 trajo consigo cambios significativos
en la educación secundaria, al promover la educación laica y gratuita y enfocar en el
desarrollo de habilidades prácticas en lugar de una educación exclusivamente académica.
En la década de 1960, se estableció el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), un sistema
de educación secundaria que buscaba preparar a los estudiantes para la educación superior y
el mundo laboral. Este modelo se mantuvo hasta la década de 1990, cuando se estableció el
Ciclo Básico Común (CBC), un programa que buscaba mejorar la calidad de la educación
secundaria y la transición a la educación superior.
En la actualidad, la educación secundaria en Argentina es obligatoria y gratuita para todos los
estudiantes. Se divide en dos ciclos, el Ciclo Básico (3 años) y el Ciclo Orientado (2 o 3
años), donde los estudiantes eligen una orientación en función de sus intereses y objetivos
futuros. La educación técnica y profesional también es una opción popular en la educación
secundaria en Argentina.

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