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ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES

Sentencia de casación 3972 octubre 19 de 1994


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES
CONGRUENCIA DEL FALLO
EXTRACTOS: «1. Sabido es que la incongruencia como vicio del fallo que de ocurrir
le abre camino al recurso de casación según los términos del numeral 2º del artículo 368
del Código de Procedimiento Civil, es la desacertada relación entre dos extremos de
necesario contraste que son el litigio y la sentencia, ello en el entendido que esta última
en el campo civil ha de ser la “...conveniente respuesta...” mediante la cual el juzgador
resuelve acerca de las pretensiones de las partes, deducidas en el momento procesal
oportuno. Dicho en otras palabras, es la incongruencia un error de actividad puesto de
manifiesto en la falta de concordancia lógica y jurídica entre el objeto del proceso,
conformado por aquellas pretensiones más las oposiciones que eventualmente puedan
delimitarlas, y el pronunciamiento que al mismo proceso le pone fin, concordancia que
el propio ordenamiento positivo impone al exigir en el artículo 305 del Código de
Procedimiento Civil que las sentencias sean consonantes con los hechos y las
pretensiones aducidas en la demanda y en las demás oportunidades que el estatuto
contempla, y con las excepciones que aparezcan probadas y hubieren sido alegadas si
así lo manda la ley; es claro, entonces, que la incongruencia como causal de casación
tiene que buscarse por fuerza en el correspondiente cotejo entre esos extremos que
acaban de indicarse, a fin de ver si entre ellos existe en realidad ostensible
desacoplamiento “...ora sea porque el fallo resuelva sobre lo que no fue impetrado; ora
porque otorgue más de lo pedido o ya porque al decidir omita en todo o en parte, decidir
acerca de las peticiones de la demanda o de las excepciones del reo...” (G.J., t.
CXLVIII, pág. 26), y en esta tarea tanto la demanda como su contestación, pero
principalmente la primera, suministran por definición las pautas obligadas de referencia
pues, por lo general, es el escrito de demanda el que en definitiva fija los límites básicos
de la controversia y por lo tanto el alcance legítimo de las facultades decisorias del
órgano que emite el respectivo juicio jurisdiccional, motivo por el cual se tiene dicho
que “...determinada claramente en la demanda cuál es la sentencia judicial que persigue
el actor, es decir cuál debe ser la materia sobre que haya de recaer el fallo, no puede el
sentenciador salirse de ese ámbito que le marca el propio actor para fallar en sentido
distinto a las súplicas de la demanda...”. (G.J., t. LXXXI, pág. 700).
2. En este orden de ideas, frente al principio de congruencia cuya noción quedó
resumida, reviste especial interés la acumulación objetiva de pretensiones que, como es
bien sabido, regula el artículo 82 del Código de Procedimiento Civil, y dentro de ella
aquellos eventos en que las distintas pretensiones reunidas en el libelo, no han sido
formuladas con el mismo carácter, bien por ser accesorias o dependientes las unas
respecto de las otras, o bien porque revestidas todas de autonomía, han sido propuestas
subsidiariamente, distinción ésta que como se ha sostenido con acierto por autorizados
expositores (José Fernando Ramírez Gómez, Código de Procedimiento Civil
Comentado, pág. 90), es importante no sólo para efectos de calificar la idoneidad formal
de la demanda, sino para la correcta elaboración técnica de la sentencia, habida cuenta
que como a continuación pasa a verse, en este ámbito aquél principio juega papel
preponderante.
En efecto, en el primero de tales casos en que se trata de pretensiones secundarias o
consecuenciales que únicamente pueden alcanzar prosperidad en la medida en que de
antemano la logre una pretensión autónoma, la lógica indica que la desestimación o el
rechazo de esta última hace inútil el estudio de las primeras, considerando que son dos
tipos distintos de pretensiones entabladas de modo paralelo pero ligadas por una
relación de causalidad que impone un cierto orden de estudio, cosa que sucede, por
ejemplo, cuando pedida en una demanda la declaración de simulación relativa en un
negocio jurídico con las consiguientes restituciones destinadas a implantar y hacer
prevalecer los efectos que el mismo negocio en su fase disimulada ha de producir, es
denegada esa declaración con lo cual se entienden implícitamente desechadas las
prestaciones restitutorias así no se diga de manera expresa en el fallo, luego si esto
último pasa no se configura incongruencia por defecto; pero si por el contrario se accede
a las ameritadas restituciones efectuando las condenas reclamadas a pesar de no
declararse la simulación, la sentencia incurrirá en evidente desacierto de fondo pero no
en incongruencia pues existe pronunciamiento completo aun cuando en su segunda
parte pueda resultar incorrecto.
La solución es por entero distinta si la acumulación es subsidiaria, modalidad ésta cuyas
características ha descrito la doctrina jurisprudencial en los siguientes términos: “...El
principio de la economía procesal inspira el fenómeno de la acumulación de
pretensiones, que consiste en la unión de varias en la misma demanda para ser decididas
en un sólo procedimiento, o en la unión de varios procesos en uno solo (...). La primera
admite varias formas entre ellas la llamada eventual o subsidiaria que ocurre cuando la
segunda de las pretensiones propuestas en la demanda la invoca el demandante para que
el juez la estudie y decida en el caso de que se rechace la anterior. Como la gradación de
las peticiones depende exclusivamente del interés del demandante, ese orden no puede
ser variado por el fallador, pues al hacerlo está modificando los extremos de la
demanda, lo que no le está permitido. Entonces, el juez solamente puede entrar a
estudiar la pretensión subsidiaria, para resolverla, en el único evento en que,
previamente, haya desestimado la principal...” (G.J., t. CXLVIII, pág. 37), y valga
advertir en este orden de ideas que la subsidiariedad en mención tiene distintos grados
puesto que hay pretensiones subsidiarias genéricas, formuladas para cualquier supuesto
de fracaso de la pretensión principal, y pretensiones subsidiarias específicas, articuladas
bajo condición de que la principal no sea acogida por determinados motivos que el
litigante en su libelo individualiza. Así, a diferencia de lo que acontece en la
acumulación de pretensiones accesorias o de secuela, aquí se le pide al juez que decida
sobre la pretensión principal y únicamente, para el evento en que no se consigan los
objetivos previstos con su formulación, se le solicita que entre a estudiar la subsidiaria,
de suerte que si esa condición no se satisface a cabalidad, sin caer en incongruencia por
exceso no cabe adelantar tal estudio y por eso, de acuerdo con estas orientaciones
conceptuales, se ha afirmado que en tratándose de la forma de acumulación originaria
de pretensiones en cuestión, la falta de consonancia por fallar siguiendo una secuencia
distinta a la diseñada por el demandante, puede configurarse en las siguientes hipótesis:
a) Cuando es resuelta la pretensión subsidiaria sin antes haberse pronunciado el juez
acerca de la principal; b) Cuando se omite resolución sobre una pretensión subsidiaria
genérica no obstante haberse rechazado la pretensión principal; c) Cuando se resuelve
sobre la pretensión subsidiaria y al mismo tiempo ha sido acogida la principal; y en fin,
d) Cuando se resuelve la pretensión subsidiaria específica y la pretensión principal se ha
malogrado por motivo diferente al que por indicación expresa del demandante, o del
demandado en reconvención dado el caso, determinaba el análisis con propósitos
decisorios de la aludida pretensión subsidiaria específica».
(...).

Preguntas:

1. Podrá proferirse una sentencia de fondo cuando en el curso del proceso donde el
representante del demandado, no se notifico.
2. Cuándo y cómo puede presentarse la intervención provocada de terceros en un
proceso ordinario y ejecutivo.
3. Adquiere la calidad de demandado el denunciado en el pleito, que contesta la
demanda y contesta la denuncia en el pleito.
4. Cómo se da la sustitución procesal en el llamamiento en garantía.
5. En qué consiste la acumulación objetiva, mencione 5 ejemplos
6. En qué consiste la acumulación subjetiva, mencione 5 ejemplos
7. Puede acumularse en un mismo proceso pretensiones condenatorias, declarativas y
de constitución. De ser posible haga tres ejemplos.
8. Como podría acumularse un caso de mutuo disenso tácito y resolución de
compraventa.
9. Como podría acumularse el artículo 1546 del c.c.
10. Como son las pretensiones a elaborar en un proceso de la Ley 75 /68 numeral 6.
11. Como serían las pretensiones en un proceso en el que quiero declarar un vicio
redhibitorio o hacer efectiva una evicción.
12. Elaboré las pretensiones de una demanda de alimentos par menor de edad.
13. Elabore los hechos de un proceso en el que persigo el cumplimiento de una promesa
de compraventa.
14. Cuáles son los fundamentos de derecho de la demanda anteriormente mencionada.
15. Como serían las pretensiones en un proceso de simulación absoluta y relativa.
16. Se puede presentar la combinación de pretensiones objetivas y subjetivas en un
mismo proceso.
17. Se puede presentar acumulación de pretensiones en la acción civil en el proceso
penal que se sigue por homicidio culposo.
18. De un ejemplo de acumulación en un proceso ordinario laboral por despido
injustificado y cuyas prestaciones suma 18.000.000,oo además de la indemnización
por despido injustificado en un contrato laboral indefinido.
19. De tres ejemplos de la acción de nulidad del C.C.A.
20. Puede reivindicar un poseedor con justo título, de ser cierto como serían las
pretensiones y los fundamentos de derecho.

Sentencia 5225 de noviembre 4 de 1999


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL Y AGRARIA
Magistrado Ponente:
Dr. Jorge Antonio Castillo Rugeles
Ref.: Exp. Nº 5225
Santafé de Bogotá, D.C., cuatro de noviembre de mil novecientos noventa y nueve.
EXTRACTOS: «1. De la acumulación objetiva de pretensiones.
Prescribe el artículo 82 del Código de Procedimiento Civil, que “El demandante podrá
acumular en una misma demanda varias pretensiones contra el demandado, aunque no
sean conexas, siempre que concurran los siguientes requisitos: ...1. Que el juez sea
competente para conocer de todas; sin embargo, podrán acumularse pretensiones de
menor cuantía a otras de mayor cuantía... 2. Que las pretensiones no se excluyan entre
sí, salvo que se propongan como principales y subsidiarias... 3. Que todas puedan
tramitarse por el mismo procedimiento... En la demanda sobre prestaciones periódicas,
podrá pedirse que se condene al demandado a las que se llegaren a causar entre la
presentación de aquella y la sentencia de cada una de las instancias...”. Trátase, pues, de
la reglamentación de la denominada “acumulación objetiva originaria de pretensiones”,
consistente, como es sabido, en la potestad atribuida por la ley al actor, en virtud de la
cual puede éste proponer frente al demandado varias pretensiones, aunque no sean
conexas, a fin de que sean tramitadas en el mismo proceso y decididas en la misma
sentencia; y cuyos antecedentes históricos, se advierten ya en las siete partidas de
Alfonso X (Ley 7ª título X de la partida tercera) e, inclusive, como un precedente
remoto, en el “Digesto” (L. 54, tít. 1º, del lib. V).
Adviértese en tal especie de acumulación que, atendiendo los elementos esenciales del
objeto del proceso, pueden darse las siguientes posibilidades:
a) Que existan varios pedimentos fundados, a su vez, en diversas causas para pedir
(fenómeno que es usual en los eventos de pretensiones inconexas); b) Una pretensión
única apuntalada en diversas causas para pedir; y, c) varias súplicas fincadas en la
misma “causa petendi”.
De igual modo, vista la acumulación objetiva desde la perspectiva proporcionada por la
forma como se ejercen o formulan las diversas pretensiones, se observa que puede ser:
a) Simple, o “concurrente” o incondicionada, cuando el demandante reclama, “lisa y
llanamente”, la estimación integral de las peticiones de la demanda, de modo que el
juzgador debe examinar y pronunciarse sobre todas ellas, so pena de incurrir en
inconsonancia, puesto que su análisis no se encuentra condicionado a la prosperidad o
desestimación de alguna otra, como acontece, por ejemplo, cuando el acreedor demanda
el cumplimiento de obligaciones emanadas de distintos instrumentos. Débese precisar,
para ir señalando diferencias, que en la acumulación de esta especie, las distintas
pretensiones acumuladas pueden ser inconexas, amén que deben ser sustancial y
procesalmente compatibles; b) “... alternativa. Se ejercitan varias acciones con el fin de
que sólo una de ellas sea estimada. V. gr., el demandante intenta a la vez la
impugnación de un acto jurídico por dolo (nulidad relativa), y por absoluta incapacidad
de la persona que ejecutó el acto (nulidad absoluta)...”. (G.J. XLIII, pág. 753); c)
accesoria o sucesiva, cuando el demandante propone una o más pretensiones para que
sean estimadas, siempre y cuando, prospere otra en la cual aquellas encuentran
fundamento; es decir, cuando se propone peticiones en tal grado de conexidad con otra,
que su éxito se halla supeditado a la estimación de aquella de la que depende, como
acontece cuando a la acción de filiación extramatrimonial se acumula la de petición de
herencia.
Por tratarse, pues, de “pretensiones secundarias o consecuenciales, que únicamente
pueden alcanzar prosperidad en la medida en que de antemano lo logre una pretensión
autónoma, la lógica indica que la desestimación o el rechazo de ésta última hace inútil el
estudio de las primeras...” (G.J. CCCXXXI, pág. 726). No huelga advertir, en todo caso,
que el éxito de la petición medular no se desprende necesariamente el de los pedimentos
accesorios, ni que el fracaso de estos apareje imperiosamente el de aquella; d)
subsidiaria o eventual, cuando el actor reclama “una concreta tutela jurídica con
preferencia (y exclusión) sobre otra”, de modo que rechazada aquella, debe examinarse
ésta. Tratando de establecer las peculiaridades sobresalientes de la acumulación de esta
clase, es preciso señalar que es posible acumular pretensiones excluyentes (lo que
permite inferir que comparten varios elementos similares); que el demandante debe
jerarquizar o determinar el orden en el cual el juzgador ha de examinar los pedimentos
de la demanda de tal modo que éste, el sentenciador, no se encuentra compelido a
estudiar todas las reclamaciones que ella contiene, desde luego que solamente podrá
abordar el análisis de la subsidiaria cuando desestime la principal.
Como ha quedado dicho, y esta es su principal característica, puede el actor proponer
pretensiones que se excluyan mutuamente, sin que el ejercicio de esta facultad lo
hubiese confinado la ley, hay que decirlo de una vez, a ciertos grados o niveles de
incompatibilidad.
(...).
Para desarrollar este aserto, parece menester precisar de antemano que, desde el punto
de vista sustancial o material, las pretensiones son excluyentes cuando las diversas
relaciones jurídicas aducidas en la demanda, no pueden coexistir porque los supuestos
de hecho que las sustentan o el “petitum” de cada una de ellas se niegan mutuamente o
son irreconciliables entre sí, como cuando en una se pide algo que acarrea una negación
y, en otra, una cosa que entraña la afirmación de lo anteriormente negado,
incompatibilidad esta que implica, entonces, la elección de una de ellas para superar tal
contradicción. Por consiguiente, esta modalidad de acumulación faculta al demandante
para aducir, en un mismo libelo, pedimentos cuyos fundamentos aparejen la negación de
lo que se ha afirmado como sustento de otro, justamente, porque se presentan en forma
eventual (previsión “in eventum”), esto es, condicionando la estimación de unas
pretensiones a la desestimación de otras; por supuesto que el actor, al formular súplicas
subsidiarias, toma como punto de partida la hipótesis de resultar vencido en la que ha
aducido de manera principal.
Si bien en el plano estrictamente lógico cabe decir que dos proposiciones son
incompatibles cuando no pueden ser al mismo tiempo verdaderas, y que dicha situación
de incompatibilidad o exclusión se presenta en dos hipótesis: a) cuando son
contradictorias, es decir, cuando no pueden ser ambas ni verdaderas ni falsas (lo que
genera una oposición fuerte entre ellas); y, b) cuando son contrarias, vale decir, cuando
pueden ser ambas falsas, pero no verdaderas (lo que denota una oposición más débil), si
bien es admisible, se decía, tal distinción en el ámbito de la lógica estricta, a la luz de lo
prescrito por el artículo 82 del Código de Procedimiento Civil, no es posible establecer
distinciones con miras a delimitarle o restringirle al actor la facultad de acumular
pretensiones excluyentes de manera subsidiaria; cabalmente, porque el legislador no
estableció ninguna especie de distinción en torno a la “contrariedad” o
“contradictoriedad” entre las pretensiones, ni mucho menos, subordinó la viabilidad de
la misma a que la incompatibilidad fuese únicamente en relación con el “petitum” o que
lo fuese exclusivamente referida a la causa para pedir; por supuesto que éste, al negar la
posibilidad de acumular pretensiones excluyentes, salvó de tal regla, sin distintos ni
talanqueras de ningún temperamento, a la acumulación subsidiaria.
Siendo de ese modo las cosas, debe reiterarse lo que en el punto tiene asentado esta
corporación “... aunque es verdad que la potestad para acumular no es irrestricta,
también lo es que su procedencia no puede sujetarse a más requisitos de los que expresa
la ley procesal (CPC, art. 82)...” (Cas., jun. 7/94).
2. Naturaleza y fundamentos de la acumulación subsidiaria de pretensiones. Del examen
del citado artículo 82 del Código de Procedimiento Civil, se infiere que se trata de una
facultad otorgada al demandante, nítidamente entroncada con el principio dispositivo,
en cuanto somete al arbitrio de aquél la fijación y delimitación del objeto del proceso.
En tratándose de la acumulación subsidiaria, compete al actor el señalamiento de la que
considere como petición principal y de la que conciba como eventual, elección que se
encuentra apuntalada en criterios de preferencia o de interés personal, habida cuenta que
el legislador no le impuso restricciones lógicas o de cualquier otra índole, criterios estos
que determinan la jerarquización de los pedimentos de la demanda, ello porque, como
ya se dijera, cuando el actor plantea peticiones de modo subsidiario parte de la hipótesis
que el pedimento principal fue denegado, vencimiento que, cabalmente, se erige en la
condición cuya realización permite el examen y estimación de la petición eventual.
No son pocas, ni de poca monta, las ventajas que tal especie de acumulación le reportan
al demandante: de un lado, porque consiste en un mecanismo que le permite prevalerse
de los efectos negativos provenientes del transcurso del tiempo o de su inactividad,
puesto que al estar facultado para hacer valer, de una sola vez, todos los fundamentos y
medios de que disponga frente al demandado, con el fin de agotar las posibilidades de
éxito en un único intento, no debe aguardar los resultados de un proceso para, en caso
de ser vencido, emprender, posteriormente y a riesgo de ver frustradas sus aspiraciones
por prescripción o caducidad, uno nuevo enderezado justamente a que se examinen los
pedimentos que pudo formular subsidiariamente.
Ahora, si se dijese que el actor no está obligado esperar el vencimiento en juicio para
intentar la acción con fundamento en otras pretensiones, porque puede iniciarlos
coetáneamente, pronto habría que advertir que la acumulación subsidiaria tendría la
innegable virtud de poner cortapisa a eventuales sentencias contradictorias por acoger
ambas demandas del actor o, en su caso, por denegarlas.
Todo ello, obviamente, con evidente ahorro de tiempo, dinero y trabajo para el
demandante y, en general, para las partes, como lo impone el fiel y cabal cumplimiento
del principio de economía procesal.
3. Corolario . Si, pues, como ha quedado dicho, la procedencia de la acumulación de
pretensiones no puede sujetarse a requisitos distintos de aquellos expresamente
previstos en la ley y, de igual modo, si son tantas y tan palpables las ventajas que la
acumulación subsidiaria de pretensiones le apareja al actor, no es posible cercenarle tal
potestad sin, a su vez, vulnerar su derecho constitucional a una tutela jurídica efectiva la
que se traduce en la prevalencia del derecho sustancial, en la forma ordenada por el
artículo 228 de la Constitución Política Colombiana.
4. La acumulación de la petición de simulación como subsidiaria de la nulidad. Sostuvo
esta corporación, en sentencia del 26 de febrero de 1991, que no era posible acumular
“... en forma principal las pretensiones de simulación y nulidad del mismo negocio
jurídico...; y la de simulación como subsidiaria de la nulidad formulada como principal,
pues implícitamente excluye la subsidiaria de simulación, que presupone,
contrariamente, la inexistencia de los efectos públicos queridos. En cambio su
acumulación resulta pertinente cuando, siguiendo la lógica y compatibilidad jurídica, se
proponga la simulación como principal y la otra como subsidiaria (CPC, art. 82, num.
2º), o la de nulidad del acto oculto como consecuencia de la declaratoria de simulación”.
Como es diáfano en la aludida providencia, cuyo criterio jurisprudencial en el punto
abandona hoy la Corte, se estimó improcedente no sólo la acumulación simultánea, lo
cual es obvio, de la petición de nulidad y la de simulación, sino, también, la subsidiaria
de ésta con respecto aquélla, por considerar que implícitamente la excluye”. Mas, como
ha podido establecerse en los párrafos antecedentes, la acumulación subsidiaria o
eventual de pretensiones se caracteriza, justamente, por permitirle al demandante alegar
en una misma demanda pedimentos excluyentes, bajo la condición, claro está, que se
supedite el examen de unos (los eventuales) a la desestimación de otro u otros (los
principales), sin que, como igualmente se ha acotado, hubiese distinguido la ley entre
los diversos grados de exclusión o incompatibilidad para efectos de condicionar el
ejercicio de dicha potestad, o que la hubiese restringido solamente a la exclusión en
torno a la causa para pedir, o exclusivamente referida al “petitum”, pues, es evidente,
que a ninguna de esas hipótesis aluden las normas pertinentes, particularmente el
reseñado artículo 82 del Código de Procedimiento Civil”.
No puede aducirse, para abogar por la tesis que hoy se relega, que de presentarse la
acumulación comentada, podría suceder que el sentenciador definiera, a partir de la
existencia real del negocio jurídico respectivo —en este caso la compraventa disputada
—, que no hay motivo para declarar su nulidad absoluta, pero que con ocasión del
examen de la pretensión subsidiaria de simulación, concluyera que el mismo acto o
contrato fuera solamente aparente y que en la realidad nunca se celebró, o lo fue de
manera distinta, quedando de cara a una solución contradictoria consistente en que, para
efectos de dirimir la nulidad tuviese como verdadero el contrato, pero, para dilucidar la
simulación, infiriere su inexistencia, lo que haría tales pedimentos absolutamente
incompatibles; no tiene cabida ese argumento, se decía, precisamente porque, como ya
quedara establecido, la especie de acumulación en estudio permite la formulación de
pretensiones excluyentes, o sea aquellas que son irreconciliables entre sí, en razón de
que los supuestos de hecho que las soportan o su “petitum” se niegan mutuamente o no
puedan coexistir, como cuando en una se solicita una cosa que apareja una negación y
en otra se impetra una tutela que entraña la afirmación de lo anteriormente negado.
Nada impide, en fin, de conformidad con lo dicho, que a la pretensiones e nulidad de un
acto o contrato se acumule en forma eventual o subsidiaria la de simulación de ese
mismo negocio, interpretación esta que, por lo demás, apuntalada como se encuentra en
el artículo 4º del Código de Procedimiento Civil, garantiza con mayor amplitud y
eficacia los derechos reconocidos por la ley sustancial a las partes y pone freno a las
sentencias inhibitorias con todo el lastre que sobre ellas pesa.
5. Para soportar el fallo inhibitoria proferido, acotó igualmente el tribunal, de manera
claramente marginal, que como quiera que en la demanda se dijo que quien actuó como
representante de la vendedora carecía de la facultad de representarla, debió ser
vinculado al proceso, en acatamiento del artículo 83 del Código de Procedimiento Civil,
pues la decisión que se adoptare “puede llegar a afectarlo, particularmente si prospera la
demanda, toda vez que podría originarse una responsabilidad personal frente a los
efectos del negocio jurídico”.
Empero, el desatino de tal elucidación es patente, toda vez que ni la declaratoria de la
nulidad, ni la de la simulación absoluta o relativa, son declaraciones que deban hacerse
en frente del sedicente representante legal de la vendedora, pues, en principio, tales
pedimentos no lo afectan, desde luego que de él nada se reclama en la demanda. De lo
prescrito por el artículo 83 del Código de Procedimiento Civil se infiere que hay lugar a
la conformación del litisconsorcio necesario cuando “la relación jurídica sustancial o
material puesta a conocimiento de la jurisdicción, por su naturaleza o por disposición
legal determina la participación de varios sujetos en uno de sus dos extremos o en
ambos, frente a quienes, además, se ha de decidir de manera uniforme” (Cas., sept.
15/95), nada de lo cual acontece en este asunto, pues los efectos de la nulidad o la
simulación del acto jurídico los soportan la demandante, dueña del inmueble y en cuya
supuesta representación se hizo la venta, y la demandada, quien adujo ser la compradora
del mismo.
Acumulación objetiva:

a) Simple, o “concurrente” o incondicionada


b) Conexas
c) Inconexas
d) Alternativa
e) Accesoria o sucesiva o secundarias o consecuenciales
f) Subsidiaria o eventual

Acumulación Subjetiva

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