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Investigación con base en las artes

Otras formas de conocer y producir conocimiento

Pablo J. Ball-llatinas
Universidad Nacional de MdP.
Curso de doctorado. Doctorado en Ciencias Sociales.
Teoría y Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales II.

Equipo docente: Guido Vespucci y Estefanía Martynowskyj.


Entrega: 15 de septiembre 2023

Resumen
La investigación social atraviesa un período de grandes cambios, donde se plantean diferentes
enfoques según las distintas concepciones de la cultura. Nuevas formas de conocer y producir
conocimiento. Nuevos espacios de saberes y diálogo que comprometen -incluso-, a las ciencias
“duras”, donde también se dirimen inconsistencias entre lo grande, lo pequeño y la mente
humana. En este espacio de apertura es válido preguntarse por qué ha primado durante siglos
el anhelo de objetividad, universalidad y racionalidad en la ciencia y no una metodología
basada en el subjetivismo propio de la condición humana. El enfoque cualitativo. También quién
produce el saber científico y cuál es, o debiera ser el fin último de la ciencia. Esto pone en
evidencia poderes implícitos y a lxs relegadxs1 de la Academia: (V. gr. pobres, mujeres, pueblos
originarios, inmigrantes, Etc.). Por eso la nueva metodología habla de cierto activismo político.
Es decir, despojar a la ciencia de sus aspiraciones de objetividad, racionalidad y universalidad,
históricamente ligados al machismo (Maffía , 2013), y exigirle un fin social. Pasar de la teoría a
la praxis, y al uso de metodologías investigativas beneficiosas a nivel global y local. Con ese
ideario se plantea este trabajo, que se inicia denunciando estos hechos y tomando de ejemplo
a Kropotkin, pionero en relegar su prestigio científico, si éste no producía mejoras para la gente.
Luego se tratan algunos enfoques, paradigmas y perspectivas que entran en disputa cuando se
introduce el componente ético y político en la investigación científica; para finalizar desarrollando
in extenso la investigación con base en las artes. No por su utilidad ni porque sea la mejor para
describir y explicar lo existente; sino precisamente porque prioriza la subjetividad, particularidad
y emocionalidad propias, tanto del arte como de la ciencia. Caracteres tan humanos y endebles
que, como el humo de las chimeneas, pueden ser los primeros en anunciar el cambio de los
vientos.

Palabras clave: Investigación social. Ciencias duras. Enfoque cualitativo. Academia.


Paradigmas y perspectivas en disputa. Teoría y praxis. Investigación con base en las artes.
Investigación con base en las artes
Otras formas de conocer y producir conocimiento
Proemio
“Porque el tango es macho…”, dice Julio Sosa con fondo orquestal de La Cumparsita,
según versos de Celedonio Flores titulados “por qué canto así”. Expresión bestial, pero aplicable
al conocimiento científico que, siguiendo a Diana Maffia (2013), se rige desde siempre por estos
ideales “varoniles”. La autora en su trabajo identifica lo objetivo, universal, racional, abstracto,
público, basado en hechos y en la mente como lo varonil; frente a lo literal, subjetivo, particular,
emocional, concreto, privado y corporal, basado en metáforas y valores; como propio de las
mujeres. Vale decir, que además del conocido y abrumador monopolio machista de la ciencia
durante siglos, la filósofa deja entrever que el primer par antitético del universo binario
presentado por ella se corresponde perfectamente con el modelo dominante del saber
científico hasta nuestros días.
Ese anhelo de objetividad, universalidad y racionalidad se ha vuelto obsesivo para la
ciencia y su metodología basada en el positivismo y el determinismo, en abierta obstinación por
alcanzar aquello que no es propio de la condición humana, sea mujer u hombre. Por promover
una razón sin cuerpo o, mejor dicho, un sujeto sin subjetividad. Esto es válido para todas las
ciencias, sin disquisición entre duras, blandas o exactas; pues sabemos que todas ellas lidian
con las mismas dificultades. “Nuestra manera de describir el mundo, no es el mundo en sí
mismo”. Como tampoco la razón es el espejo de la realidad. Existen limitaciones y a prioris en
nuestro aparato gnoseológico que no se pueden evitar ni explicar, y son comunes a lxs
científicxs de todas las áreas.2
Si pasamos revista a la evolución ontológica y epistémica de la ciencia en los siglos más
cercanos, podremos ver cómo los llamados “maestros de la sospecha”, según denominación de
Paul Ricoeur: Nietzsche, Freud y Marx, ya habían advertido sobre éstas y otras circunstancias que
limitan y condicionan el conocimiento humano.3 Con una serie de críticas a la “gaya ciencia”
(Nietzsche, 2005), sobre las cuales no hay retorno posible. Sobre todo, si la ciencia insiste en
decir que puede alcanzar universales, ser racional y objetiva. 4 Esa preocupación exagerada por
el conocimiento cierto ha sido llamada -según Guba (1991)- “ansiedad cartesiana”, una
enfermedad que se refleja en la investigación positivista (y postpositivista), y que tiene como
objeto averiguar “cómo son las cosas realmente” y “cómo las cosas realmente funcionan”.
Pero rémoras al margen, e incluso admitiendo que el deseo de alcanzar verdad es
loable; la humanidad debe entender que lo que Maffia atribuye a la mujer es propio de la
naturaleza humana, y por ende propio de la ciencia. Es decir, lo privado, subjetivo, particular,
corpóreo y emocional también se pone en juego al percibir la realidad, y no es algo ajustado a
un género o a una metodología científica. Del mismo modo que lo efímero, vernáculo, visceral,
pasional y la empatía también forman parte del conocimiento. Por eso este trabajo, en lugar de
ocultar, atemperar o fingir que la ciencia puede ser neutra o centrada en lo racional, busca
exacerbar esos caracteres, que recupera la investigación basada en la labor artística. ¿Qué más
subjetivo que una obra de arte?5 Y aunque todo lo sea, exacerbar estos componentes nos
garantizan salirnos del machismo que se denuncia, y de aquello que históricamente se niega a
aceptar lo humano, demasiado humano, que tiene la ciencia.
Desarrollo
Al no poder determinar entonces, un método que garantice una visión objetiva y
especular de la realidad, reconociendo que la misma está mediada por el lenguaje y que la
propia condición humana implica subjetividad; nos queda entonces averiguar qué paradigmas
y estrategias entran en disputa cuando surge la pregunta acerca de quiénes y para qué se
investiga. Cuál es el propósito de la ciencia. Lo cual, como se dijo, nos lleva a una pregunta sin
respuesta. Pues, más allá de conjeturar que la ciencia puede estar condicionada por la
dominación, curiosidad, supervivencia, reproducción o los diversos desiderata estéticos,
geométricos y matemáticos; la pregunta sigue abierta; y solo queda agregar cuál puede ser para
nosotros el mejor propósito para la ciencia y su metodología, lo cual haremos seguidamente.
Como modelo6 usaremos la vida y obra de Piotr Kropotkin, pues nos parece un buen
ejemplo de lo que puede hacer un hombre de ciencia con su conocimiento, hacia dónde debe
encausarlo, con qué compromiso social; ya que su accionar se ubica dentro de una genealogía
ampliamente aceptada y conocida, según la cual la investigación es siempre de tipo moral y
política. La ciencia y la investigación sólo puede ser vista a través de una ventana de valores. Por
lo tanto, toda investigación se convierte en un acto político (Guba, 1991); (Guba & Lincoln,
1994). De allí que esta primera parte la dedicaremos para hablar de tan particular personaje,
pues nos sirve para entender y explicar una metodología de la ciencia, y a la ciencia misma,
basada en principios que compartimos.
Mostraremos alguien al que no le interesaron sus títulos nobiliarios (para nosotros
equivalentes a los actuales títulos académicos) y mucho menos su experticia y conocimientos
en las ciencias (matemática, geografía, geología y zoología),7 si con ello no lograba mejorar la
vida de la gente. Es decir, vamos a tomar como modelo una autoridad intelectual convertida en
autoridad moral. Alguien comprometido con la humanidad y su tiempo, que vive como piensa,
y al que no se le conocen renunciamientos. “Porque me sé incoherente me vigilo”, decía Freire.8.
Alguien que se propuso obtener con los descubrimientos científicos y su estudio político los
mejores resultados, con la mínima cantidad de sufrimiento de las partes comprometidas, y que,
por tanto, no podía permanecer mucho más tiempo sentado amigable y confortablemente en
dorados y lujosos salones de palacio, si pretendía hacer los cambios que se proponía.
Muchos de esos cambios también son posibles hoy dentro del floreciente contexto de
nuevas prácticas investigativas. Por eso luego haremos un pantallazo de algunas de ellas,
intentando establecer qué principios la rigen y cuáles entran en disputa tomando como guía la
obra de Denzin y Lincoln en cinco volúmenes.
…la posibilidad de investigar sus avances, quiebres, interrogantes, propuestas, desafíos y, en especial, su
despliegue frente a las condiciones siempre cambiantes de la realidad social, y siempre inspiradoras e
inquietantes de los presupuestos ontológicos, epistemológicos y metodológicos de ese estilo de investigación
(Denzin & Lincoln, 2015, pág. 12).

Allí se presentan infinidad de métodos o caminos a seguir 9 en la llamada investigación


cualitativa. En otras palabras, se ofrece una múltiple, variada y muy amplia gama de prácticas
metodológicas; o sea, de estrategias de recolección y de análisis de datos, y de formas de
representación, en la que entendemos, se sitúa siempre por delante el compromiso social y
político del investigador/a con el prójimo y su tiempo, al modo del modelo propuesto. 10
Para concluir, vamos a desarrollar una de esas metodologías, la cual surge como otra
posibilidad dentro de los nuevos géneros metodológicos y teóricos inscripta en la tradición
emergente de investigación-acción crítica y participativa en las ciencias sociales y el giro
narrativo del discurso sociológico. Nos referimos a la Investigación con base en las artes,
partiendo del supuesto que arte y ciencia se igualan en su deseo de comprender el mundo. De
todas maneras, esta metodología es una dentro de un extenso listado, que no es ni puede ser
taxativo, ya que no existe un método único que permita abrazar la realidad de forma definitiva.
Del mismo modo que no se puede separar la teoría de la praxis; o lo ético y político de lo
“científico”. En otras palabras, como a cualquier otra metodología le vamos a pedir que
describa y explique la realidad lo mejor que pueda y, si es posible, dé cuenta del futuro. Pero
sin la pretensión de objetividad y certeza propias del positivismo y todas sus vertientes
(enfoque cuantitativo incluido); sino más bien resaltando el carácter subjetivo, corporal y
emotivo del arte, históricamente ligado a lo femenino.
Un modelo a seguir: de príncipe a mendigo, de la teoría a la práctica.
Pedro Kropotkin (en ruso: Пётр Алексеевич Кропоткин) nació en Moscú, en el seno
de una familia terrateniente en la Rusia zarista, en 1842. Contó con el título de príncipe con el
que se designaba a un noble de la alta aristocracia emparentado con la familia imperial. 11 Pero
en vida renegó de este título, como de su condición militar y terrateniente, 12 dedicándose al
estudio de la matemática, geografía, geología, zoología y la política; siendo uno de los más
destacados representantes de su época como geógrafo, naturalista y político. Vale decir que,
luego de renunciar tempranamente a honores y títulos, dedicó su vida a actividades
intelectuales y científicas, pero sin dejar de lado su acción política. Ayudando por un lado con
la topología y geografía rusa, para la cual hizo grandes descubrimientos y, por el otro, con su
militancia política tendiente a convertir los avances científicos en mejoras para la gente. Su
filosofía de vida lo condujo a repartir su vida entre la propaganda política y los artículos
científicos, sin olvidar nunca la vida de los oprimidos (V. gr. siervos, exiliados, prisioneros; Etc.).
Lo cual le granjeó grandes amistades y honores, pero también muchísimas privaciones, como el
exilio y la cárcel (Kropotkin P. A., 2009 [1899]).13
No había llegado a cumplir 30 años, y ya su prestigio científico era considerado entre
los más grandes de Rusia, por lo cual se le ofreció encargarse de la Sociedad Geográfica Rusa, y
luego la presidencia en la sección de Geografía Física; cargo que no aceptó. Pues, por entonces,
su interés ya se había volcado hacia las actividades revolucionarias y la política. Dedicándose a
estudiar los escritos de los principales teóricos de su época, al tiempo que convivía con las
penosas condiciones de los siervos y el campesinado, a quienes los rodeaba la miseria y lucha
por el mismo pan para el cual producían sus insumos.
¿Pero qué derecho tenía yo a estos goces de un orden elevado, cuando todo lo que me rodeaba no era
más que miseria y lucha por un triste bocado de pan, cuando por poco que fuese lo que yo gastase para
vivir en aquel mundo de agradables emociones, había por necesidad de quitarlo de la boca misma de los
que cultivaban el trigo y no tienen suficiente pan para sus hijos? (Kropotkin P. A., 2013, pág. 188).

Tratando de unir su producción académica con la política estableció contra las ideas de
su tiempo -principalmente Darwin y Spencer, mal interpretados por Huxley-, que la
cooperación era factor de la supervivencia, tanto en las sociedades animales como en las
humanas.
Si preguntamos a la naturaleza quiénes son los más aptos, aquellos que se encuentran continuamente
enzarzados en guerra mutua, o los que se sostienen mutuamente, de inmediato vemos que aquellos
animales que adquieren hábitos de ayuda mutua son indudablemente los más aptos, tienen más
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probabilidades de sobrevivir…

Quiere decir que su militancia cuestionó la teoría al tiempo que se convertía en praxis
política. Siendo llamativo cómo dividía su tiempo entre los trabajos de investigación para la
Sociedad Geográfica, Natura, Nineteenth Century, Newcastle Chronicle o la Enciclopedia
Británica; con salidas nocturnas en San Petersburgo al “Círculo de Tchaikovski” 15 (una
organización que más tarde se convirtió en socialista). Para un especialista en la técnica de la
observación participante (Guber, 2011) o la entrevista grupal (Amezcua, 2003; 13(2)), digamos
que hacía estas visitas vestido de campesino, con el nombre falso de Borodín, 16 lo cual le costó
una de sus tantas detenciones.17
¡Señor Borodín, príncipe Kropotkin, quedáis detenido!”. Hizo seña a los guardias, que tanto abundan en las
principales calles de San Petersburgo, y al mismo tiempo saltó a mi coche y me mostró un papel con el
sello de la policía de la capital, diciendo al mismo tiempo: “Tengo orden de conduciros ante el gobernador
general para que deis una explicación (Crisafulli, 2023); (Kropotkin P. A., 2009 [1899], pág. 253 y s.s.).18

Por ese entonces muchos de sus compañeros habían sido detenidos por la policía
zarista, del mismo modo que a Kropotkin -aunque fuera príncipe y un prestigioso científico-,
siempre se lo consideró por su actividad militante un traidor a las tradiciones y a la nobleza. O
sea, padeció en vida la extraña combinación de desprestigio y peligrosidad que le imponía la
militancia; con la respetabilidad y reconocimiento por su labor científica. 19
Entre los muchos libros, folletos y artículos que escribió destacamos La conquista del
pan, como el mejor ejemplo para demostrar que no se puede hablar de los “avances” de la
ciencia, o de la técnica20 si no se traduce en mejoras concretas en el campo, fábricas y talleres
(sobre lo cual también escribió). En otras palabras, si no se convierte en una conquista de la
humanidad. Si no se logra un mejoramiento en la calidad de vida de las mayorías, y no solo en
las ganancias de los dueños de los medios de producción (Kropotkin P. A., 2005). De allí su
militancia en favor del anarcocomunismo.
La ciencia es una fuerza inmensa; el hombre debe ilustrarse. ¡Mucho sabemos ya! ¿Pero qué sucedería si,
aunque no fuera más que ese conocimiento, viniera a ser posesión de todos? ¿No progresaría la ciencia
misma con tal ímpetu, haciendo que la humanidad avanzara tanto en la producción, inventos y creaciones
sociales, que hasta nos sería casi imposible ahora medir la rapidez de tal carrera? (Kropotkin P. A., 2013,
pág. 188).

El libro es una formulación práctica y teórica de cómo la técnica de su época -fines del
siglo XIX y principios del siglo XX-, posibilita que un individuo no dedique más de cinco horas
para propinarse lo necesario para vivir. Cifra que hoy podríamos reducir a dos horas o menos
gracias a los avances científicos desde entonces. Sin embargo, quienes hablan hoy de
“evolución” o de “teorías evolucionistas” en la administración se permiten legitimar y
promover: polución ambiental, jornadas extendidas de labor, sobreexplotación, desempleo,
menores salarios, retraso de la edad jubilatoria y otras miserias; aduciendo argumentos
basados en vaya a saber qué “ciencia econométrica”. Por eso creemos que es un error llamar
“evolución o progreso” a los descubrimientos científicos, o decir que los mismos son
“patrimonio de la humanidad”, si sólo dan felicidad a lxs capitalistas. 21
Desde luego que la vida y obra de Kropotkin que se boceta, o de cualquier otrx
cientifícx no sirven para contestar a la pregunta acerca de cuál es o debiera ser el propósito o
fin último de la ciencia, ya que no existen absolutos morales. Pero sí, puede haber una ética
convertida en moral social. La cual puede servir de inspiración para quienes se dedican a la
investigación científica. Como es el caso de muchos especialistas y metodologías que veremos
a continuación. Lxs cuales, inspirados tal vez en Freire, entienden que: la educación no cambia
el mundo, pero sí a las personas que van a cambiar el mundo. Sabiendo que el quehacer, en
todos los ámbitos: es acción y reflexión.
Si los hombres son seres del quehacer esto se debe a que su hacer es acción y reflexión. Es praxis. Es
transformación del mundo. Y, por ello mismo, todo hacer del quehacer debe tener, necesariamente, una
teoría que lo ilumine. El quehacer es teoría y práctica. Es reflexión y acción (Freire, 1975).

A quienes construyen el mundo a través de la ciencia (Guba, 1991) les corresponde


entonces asumir la responsabilidad de darle dirección. Vale decir, asumir la función de sujetos
de la historia, en colaboración con lxs demás trabajadorxs: el pueblo.
Las masas necesitan instruirse; tienen voluntad para aprender y no les falta capacidad [...] dispuestos están
a ensanchar sus conocimientos; sólo necesitan que se les proporcionen, que se les den los medios para
disponer de algún descanso.
En semejante dirección es en la que pienso ir, y esta es la clase de gente por la que tengo que trabajar.
Todas esas frases sonoras sobre el progreso que hace la humanidad, mientras que, al mismo tiempo, los
encargados de realizarlo permanecen alejados de aquellos a quienes pretenden mejorar, son meros
sofismas, forjados por imaginaciones deseosas de librarse de una irritante contradicción.
Por eso contesté negativamente a la Sociedad Geográfica” (Kropotkin P. A., 2009 [1899], págs. 188-189)

En suma: en tiempos donde el prestigio de un noble se medía por la cantidad de “almas a


su servicio” (siervos varones, ya que las mujeres no contaban); donde cada terrateniente tenía
dominio absoluto sobre sus vidas (el padre de Kropotkin tenía miles a su servicio); el gran
referente del anarquismo ruso prefirió hacer su propio camino y vivir como pensaba.
Ello lo llevó a renunciar a muy seductores ofrecimientos y condiciones de vida:
pertenecer a la nobleza, ser favorecido con la atención del Emperador y a la milicia con grado
de oficial. Ofrecimientos académicos como: dirigir la Sociedad Geográfica Rusa; ser orador,
conferencista, trabajar o ser agasajado por la Iglesia o por prestigiosas instituciones con las que
estaba en desacuerdo. Asimismo, declinó las cátedras de varias universidades, como la de
geografía ofrecida por la Universidad de Cambridge; 22 y el cargo provisorio de ministro de
educación durante la revolución rusa (Kinna, 2017);23 solo por mencionar algunas de las más
relevantes.
En su lugar prefirió ser recordado por su personalidad moral, buscando promover
cambios revolucionarios sin derramamiento de sangre. Bregó por la igualdad de derechos entre
el hombre y la mujer, sobre todo en educación, donde también incluyó a siervxs, pobres,
presxs, refugiadxs y exiliadxs para reformar las condiciones de vida. Luchó por el acceso a la
tierra formando una liga agraria. Mostró a la cooperación como factor de supervivencia en las
sociedades animales y humanas, procurando siempre que la ciencia y la tecnología se pongan
al servicio de la gente, tal como lo expresa en Campos, fábricas y talleres, y en la referida obra:
La conquista del pan (Kropotkin P. A., 2005) entre otras.
Como saldo de esa vida, pasó muchísimas privaciones, fue perseguido, estuvo preso,
vivió cuarenta y dos años en el exilio y su patrimonio fue confiscado. Se ganó la vida con sus
escritos científicos únicamente, negándose a aceptar nada por su trabajo en el movimiento
anarquista. Pero en esa incesante actividad de investigación e interpretación de la realidad
social y política, en su labor como científico y persona que, en definitiva, son la misma cosa;
dejo una herencia que lo inmortalizó, según sus propias palabras:
Los hombres desean apasionadamente vivir después de muertos, y, sin embargo, a menudo dejan de
existir sin haberse dado cuenta del hecho que la memoria de una persona verdaderamente buena vive
siempre, queda impresa en la generación inmediata y es de nuevo transmitida a los hijos. ¿No es ésta una
inmortalidad digna de aprecio? (Kropotkin P. A., 2009 [1899], pág. 43).

Este escrito prueba su trascendencia.


Desconcierto en la ciencia y su metodología. Paradigmas y estrategias en disputa
Los actuales cambios en investigación social y las nuevas concepciones que los
acompañan en cuanto al proceso de investigación, la construcción de significados y a los
propósitos a los que la investigación debe orientarse, demuestra que su metodología se
encuentra en una encrucijada. Un simple pantallazo sobre el Manual de Investigación
cualitativa de Denzin y Lincoln (Coord.) en cinco volúmenes, 24 o los excelentes prólogos de
Vasilachis, bastan para darse cuenta de que la investigación social y su metodología atraviesan
un período de grandes dudas.25 Retomando la tónica tanguera, su desconcierto y
desorientación es tan evidente, que nos recuerdan las estrofas del tango “desencuentro”. 26 Al
menos si tomamos en cuenta la cantidad de variantes de investigación que se presentan, con
un sinfín de estrategias, recursos y cuestionamientos que no se pueden simplificar diciendo
que la investigación en el estado actual se basa en “diseños flexibles” o en el “pragmatismo”.
Tampoco queremos decir con esto que la incertidumbre y variedad metodológica que
presentan las obras dedicadas al tema en la actualidad son un disvalor. Todo lo contrario. Al
menos si se entiende que la complejidad humana, o realidad que se investiga ameritan nuevas
formas de conocer y de producir conocimiento. La necesidad de creación de un espacio de
diálogo, donde puedan incluirse cuestiones de todo tipo, como el para qué epistemológico,
para quién se investiga, los roles del investigador/a y demás partícipes en la investigación
(pasando de ser consideradxs sujetos de investigación a colaboradorxs o coinvestigadorxs) o,
sin más “qué ha de hacerse luego con los resultados y la relación social que así se construye
entre investigador (esa parte de la sociedad que mira) y el investigado (esa parte de la sociedad
que se deja ver)” (Bassi, 2015).

Los problemas que ha enfrentado siempre la ciencia y su metodología, sea que se hable
de la investigación científica como disciplina o como práctica, no son simples de resolver y; por
tanto, ninguna explicación simple de la realidad tiene la posibilidad de contribuir a resolverlos. De
allí que sean bienvenidas las reformas en las distintas Universidades que acabaron con el
monopolio cuantitativo que se imponía hasta hace poco tiempo. 27 No existe la investigación
basada en números o datos, todo es teoría. Por tanto, permítasenos decir que dicho enfoque
ya tiene firmada su “acta de defunción”. El conocimiento se construye, en lugar de ser
descubierto. Del mismo modo que toda investigación es acción-participativa, habida cuenta
que siempre existe al plantear un problema un interés implícito o explícito por solucionarlo.
En este terreno resbaladizo de incertidumbre ontológica y epistémica, es donde se
intenta reivindicar una nueva investigación libre de prejuicios. No dejando de lado la ineludible
relación entre teoría y praxis; o el planteamiento crítico frente a la (in)justicia social. La obra
referida en todos sus volúmenes está destinada a superar y poner en evidencia -con diferentes
enfoques y matices-, los distintos intereses de la investigación. A sabiendas que la ciencia es
parte de un mecanismo de poder, donde es fácil descubrir la dominación en todas sus vertientes:
del hombre sobre la mujer, del colonizador sobre los colonizados, el poder económico sobre lxs
pobres; la Academia sobre el pueblo llano. Influjo que persiste hasta nuestros días y que todavía
sufren los pueblos nativos28 como demuestra el prólogo y algunos trabajos del Manual escogido.29
Todo ello sin perder de vista la necesidad de construir y asentar una identidad latinoamericana
en los procesos de investigación,30 frente al avasallante monopolio idiomático de la ciencia y la
orientación euro-norteamericana de la producción científica. Los famosos paper.
En este escenario, que por cuestiones de extensión solo mencionaremos algunos de los
giros fundamentales en la investigación social del siglo XXI (V. gr. crítico, narrativo,
performativo, activista; Etc.) y los principales paradigmas y perspectivas en disputa, su rasgo
distintivo es que ponen en cuestión y se discute el statu quo tradicional de la ciencia. Con
mayores desafíos y replanteos, y más preguntas que respuestas como: ¿cuál es el propósito de
la investigación?, ¿cómo se construye teoría o cómo se accede a la información? Con un
sinnúmero de estrategias de recolección y de análisis de datos, y de formas de representación
como: la etnografía y la observación en todas sus vertientes. La técnica de la entrevista, los
grupos focales, el análisis de archivo y de texto. La narrativa, la autobiografía, el estudio y
análisis de imágenes, conversación y de caso. Las perspectivas analíticas, las metodologías de
autor/a (V. gr. Foucault, Freire; etc.) o la investigación basada en las artes que nosotros
veremos seguidamente, entre otras.31 Redefiniendo los roles del investigador/a y de lxs
participantes en la investigación. Sin que lista ponga límites a nuevas formas, pero tomando en
cuenta que la realidad se construye y por tanto todo es hermenéutica o interpretación, dando
la razón a Nietzsche en que: “no hay hechos, hay interpretaciones”.
El manual de referencia y otros de este tipo (Vasilachis de Gialdino, 2006), reconocen
en toda investigación su impronta política. Cualquiera sea su orientación. O sea, si la investigación
adopta una traza feminista, una metodología racial crítica, poscolonial o tercermundista (entre
otras). Con la incorporación de modernas teorías como las queer, los estudios de frontera, y los
estudios críticos acerca de la divergencia. Sin olvidar los propios cuestionamientos al
paradigma fenomenológico, que también implican reconocer la influencia ética y política
existente en la ciencia y su metodología, tal como lo ponen de resalto, entre otrxs, Yvonna
Lincoln y Christians G. Clifford (2012 a, págs. 283-364).
Todo ello bajo el deseo de hacer de “la investigación-acción”; sea que se trate de la
“investigación comunitaria feminista” o “la investigación de los pueblos nativos”, buscando
incorporar el decir de estos colectivos en nuevas formas de producir etnografía. 32 Las cuales,
según el profesor Christians Clifford, entre otrxs, son importantes porque tienden a favorecer a
la comunidad que se investiga. Además de comprometer, ética y políticamente como venimos
diciendo, a lxs productorxs de conocimiento con lo investigado.
¿Cómo hacen los investigadores para informar sobre sus interpretaciones sin violentar la «otredad» de sus
compañeros de investigación ni explotarlos ni quitarles la voz al narrar sus propias historias? ¿Qué políticas
debería adoptar la investigación? (Finley, 2015, pág. 116)

Se trata de poner a la investigación dentro de un marco histórico e intelectual más


amplio, sabiendo que el recorrido histórico pudo haber sido vergonzante para ciertos grupos.
Buscando generar múltiples interpretaciones, siempre que todas se consideren en su
integridad y complejidad, con respeto a la dignidad y aportes y participación concreta de la
comunidad que se investiga.
En lugar de redactar informes dirigidos a otros investigadores y diseñadores de políticas conforme con la
tradición académica, ¿cómo pueden los investigadores lograr que su trabajo llegue a los participantes y les
resulte útil? Ídem.

Vale decir que en este punto se vuelve borrosa la línea entre observador/a y observadx,
teoría y práctica; como así también establecer quién completa la obra. ¿El autor/a o el intérprete?
¿Quiénes son protagonistas, colaboradorxs o, incluso, investigadorxs en sentido estricto?
De acuerdo con estas visiones, ninguna decisión en la investigación se toma en forma
individual, sino desde una noción propia de la comunidad. Con todos los sujetos involucrados en la
investigación. Por eso es necesario sustentar la creencia en la colaboración y que lxs investigadxs
son parte en el ámbito moral del estudio. El/la investigador/a para aproximarse al campo no
puede estar imbuido de preconceptos acerca de lxs actorxs, y debe buscar formas de hacer
efectivo, en esa interacción, el carácter sagrado de la vida, para lo cual cada cultura provee una
multiplicidad de sentidos y aplicaciones en las diversas situaciones (Denzin & Lincoln, 2012 b).
Partiendo además del supuesto, que todas las culturas humanas tienen algo importante que
decir, y que la investigación social reconoce los valores culturales particulares de acuerdo con la
dignidad humana universal. De esta suerte se busca compartir una visión superadora y de utilidad
para la comunidad y lxs investigadorxs que contribuyen con el proceso de hacerla realidad.
En síntesis: contra la epistemología tradicional de quienes todavía legitiman “…regímenes
neoliberales de la verdad, la ciencia y la justicia”, se alza la obra de Denzin y Lincoln iniciada en
los años 70 (2012 a, pág. 13).33 Contra los riesgos que implica para la investigación el
nuevo/viejo conservadurismo metodológico, el cual se expande en nombre de la investigación
fundada en la evidencia y de la investigación con bases «científicas». Pues, cualquiera sea la
metodología de investigación escogida, debemos aceptar que todas representan creencias,
sistemas filosóficos y valores, los cuales no pueden negarse ni hacer caso omiso. Y si bien es
cierto que desconcierta un poco que nunca hubo tantas estrategias de investigación y métodos
en disputa; bienvenidas sean, si permiten desterrar formas históricas, abriendo una nueva
etapa de descubrimientos. Con un sinfín de estrategias de investigación alternativas, ya que “…
ningún método puede captar todas las sutiles variaciones de la experiencia humana” y, por
tanto, ninguno es el “correcto” (Vasilachis de Gialdino, 2006).34 Las nuevas metodologías
habilitan nuevas formas de mirar, argumentar y escribir desde lo académico. Formas que, de
ningún modo ponen en juego, la “calidad y seriedad” de la investigación científica, además de
tornar sus conclusiones más humildes.35
Sabiendo entonces cómo se perfilan la investigación social en nuestros días y qué
problemas se plantean. Reconociendo, además, el valor acordado a la ética de la investigación
durante todo el proceso investigativo, la coherencia del investigador/a con su trabajo y su
prédica, así como el aporte y participación de quien se investiga; en adelante desarrollaremos
otra de las prácticas metodológicas del siglo XXI donde se tiene en claro la “justicia social” y la
impronta política Kathy Charmaz en (Denzin & Lincoln, 2013, págs. 270-325). Nos referimos a la
investigación con base en las artes propuesta por Susan Finley. En la creencia, como se dijo,
que exacerbar la subjetividad: lo visceral, pasional, emotivo y particular, propio de lo artístico o
lo “femenino”, como decía Maffía (2013), le otorga mayor credibilidad y verosimilitud a la
ciencia y su metodología.
El arte, y el cambio de los vientos
Hasta ahora hemos puesto en cuestión las perspectivas tradicionales de la metodología
científica, sus interpretaciones, como así también si resultan apropiadas a los fines de una
investigación basada en la justicia social. Con ese mismo propósito nos proponemos analizar
ahora la propuesta de la especialista en educación Susan Finley, contenida en el Volumen IV de
la obra de Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln, referida a la investigación con base en las
artes (Métodos de recolección y análisis de datos. Manual de investigación cualitativa, 2015,
págs. 113-139). Y aunque pueda parecer novedoso creer que el arte tenga algo para decirle a la
ciencia -cuando ocupan espacios fáciles de discernir y difíciles de categorizar dentro de los
rígidos límites disciplinarios-, sabemos que ambas comparten el interés común por interpretar
y comprender lo existente.
…en el caso de la investigación con base en las artes lo que resulta drásticamente diferente y claramente
político es el esfuerzo por afirmar que el arte es igual a la ciencia en cuanto a la forma de comprender el
mundo, aunque en ocasiones sea la manera más clara y profunda de las dos (Finley, 2015, pág. 122).

El presente método de investigación se inscribe -para la autora- entre las múltiples


prácticas y estrategias que se emplean hoy dentro del llamado giro posmodernista de la
investigación sociológica. El cual ya no piensa al investigador/a como un individuo aislado y
ensimismado en su labor basada en el dato empírico ampliamente contrastado, sino más bien
que su acción se asimila a la de un/a bricoleurs o creador de una producción compartida.36 Con
lo cual se corroboraría la aseveración del profesor Egon Gotthold Guba, de la Universidad de
indiana, quien predijo que aparecería un movimiento reformista que acercaría el «arte» a la
investigación a medida que los investigadores buscaran la forma de fundir la teoría con la
práctica. Quiere decir que aquel espacio infranqueable que separó ambas actividades en el
pasado ya no lo es tanto. En el área académica como en la arena política, pues, arte y ciencia
persiguen similares intereses al querer interpretar lo existente. Con idénticos condicionamientos
y dilemas morales, tales como quiénes financian ambas expresiones culturales (Moulin, 2012).
La investigación con base en las artes tampoco se aparta del modelo básico de
producción de saber, por el solo hecho de ser una actividad apasionada y visceral, más que
racional. Como vimos, dichas características son propias de lo humano. Independientemente a
que la ciencia quiera seguir ocultándose tras el manto de objetividad, racionalidad o universalidad,
creyendo que lo corporal y emotivo es propio de las mujeres.
Para los investigadores del nuevo paradigma decir «estoy haciendo arte» y querer decir en verdad «estoy
investigando» —o viceversa— representa un acto de emancipación política del paradigma dominante de la
ciencia. En cualquiera de las dos instancias, el hecho de que el arte y la investigación sean un acto en
común equivale a una declaración política (Finley, 2003a, pág. 290). 37

Esta metodología es una de las tantas que se discuten hoy para expandir el espectro de
perspectivas disponibles para la investigación. Mientras la ciencia estudia la regularidad el arte
llama la atención sobre experiencias de ruptura, o al menos si es posible seguir manteniendo
las estructuras. Vale decir que, con un lenguaje en la antípoda del lenguaje cotidiano o
científico, se propone introducir en la investigación científica su particular semiótico donde las
interpretaciones son ambiguas y abiertas. Por lo que convoca a las personas al diálogo, al
tiempo que posibilita una revisión crítica de las estructuras como forma de resistencia. Cosa
que no admite la ciencia, que de modo habitual deslegitima lo que no esté basado en la
autoridad de sus textos.
La investigación con base en el arte es un modo de transformar los contenidos de la
experiencia. Una nueva forma de investigación con la potencialidad de desafiar creencias y
valores a veces muy arraigados en la Academia. 38 Sobre todo, cuando este tipo de investigación
amplía la percepción y se nutre de la imaginación, no solo la experiencia, así como involucra el
inconsciente junto a la conciencia: perceptual, emocional y sensorial.
Finley, siguiendo a Denzin, lleva al extremo la experiencia y le pide al investigador/a
tomar sus “cámaras, pinceles, cuerpos y voces en el nombre de sus proyectos. Es decir, para la
autora, el investigador/a verdaderamente comprometido con la (in)justicia social debe poner
literalmente el cuerpo a su trabajo. Y dicha práctica demuestra el compromiso con la praxis
transformativa, dando sobrados ejemplos de su programa en el que lxs participantes son
coinvestigadorxs que se critican y desafían a sí mismos para comprender su comunidad y
superar la opresión cultural a la que están sometidos (Finley, 2015).
Desde su particular modo de expresarse, el arte es capaz de contribuir con creces a lo que
venimos diciendo. Es capaz de promover desarrollos a futuro en el campo del activismo político
socialmente responsable, con metodologías investigativas provechosas para la humanidad. Es un
espacio en el que la estética se funde con una ética radical en la que caben las teorías críticas
de todo tipo. Por eso para Finley se trata de una práctica revolucionaria performativa capaz de
plantear y promover todo tipo de estudios: “indígenas, queer y feministas, así como los
estudios de frontera y críticos de la raza” (Denzin & Lincoln, 2015, pág. 28 pássim 114). La praxis
estético-cultural en sentido amplio, es capaz de mostrar cómo el arte permite pensar la sociedad
y la cultura, en articulación con las teorías de la raza, poscoloniales o tercermundistas. Con una
estética que es, a la vez, ética y moral social al mismo tiempo, por lo cual se constituye en el
telón de fondo contextual para una investigación de carácter radical, ético y revolucionario
(Ibídem, pág. 113).
Para explicar el cambio, la autora, que es especialista en educación, traza un derrotero
en la evolución de esta práctica. Una genealogía de la propia metodología, en tres instancias:
“(a) el giro hacia una ciencia social activista; (b) el surgimiento de la investigación con base en
las artes (y el giro hacia formas de arte activistas), y (c) el giro hacia una investigación con base en
las artes de tipo radical, ética y revolucionaria (con la aparición de la pedagogía revolucionaria)”
(Denzin & Lincoln, 2015, pág. 115).
Asimismo, para que dicha práctica se convierta en una pedagogía revolucionaria Denzin
agrega dos tareas básicas que constituyen los fines específicos de la investigación social
humanista de este tipo: (a) revelar la opresión y (b) transformar la práctica. 39 Pongamos un
ejemplo para entender mejor a qué refieren lxs autores con implementar esta metodología en
educación y en la investigación científica.
Figura 1
Cleaning Conditions (Condiciones de limpieza en castellano) de Suzanne Lacy.

Manchester Art Gallery, 2013

En esta performance de la artista y activista estadounidense vemos claramente el giro


hacia una ciencia social activista,40 instalado dentro de las nuevas prácticas del siglo XXI; que
traduce una ética radical y una pedagogía revolucionaria, desde el mismo momento que las
personas involucradas en la práctica revelan la opresión y su deseo de hacer palpable el trabajo
invisible de los limpiadores, y transformar esta práctica tan común y el vergonzante monopolio
femenino en esas tareas. Quiere decir que se vislumbran en el ejemplo todas las etapas de la
genealogía descripta, y los propósitos de su pedagogía. En otras palabras, con este método se
procura sacar el foco de la teoría, y al saber científico de la técnica metodológica tradicional, al
desplazarlo a cuestiones relacionadas con la práctica efectiva. Aquí la educadora e investigadora,
devenida artista y su grupo de trabajo, que también son parte de la labor investigativa, apelan a
una estrategia concreta que garantice revelar al investigador/a el mundo de la opresión, señalando
los lugares de resistencia y subrayando la praxis de transformación que debe provocar la
investigación científica.
Nuestra crítica
Respecto a la primer atapa sobre el giro hacia una ciencia social activista hemos hablado
mucho en la primera parte de nuestro estudio. O al menos eso nos propusimos contando la
vida y obra de Kropotkin, que siendo positivista y nihilista y del siglo XIX (por supuesto no
posmodernista); ya había puesto en el centro de la discusión la cuestión la utilidad de la ciencia
y su metodología. A quién debe brindar sus servicios. Quiere decir que cuando hablamos de
paradigmas y perspectivas en disputa, “la guerra de paradigmas”, no nos referimos sólo a los
trabajos de la década del 70 y la publicación de Qualitative Inquiry editados por Denzin y
Lincoln que hace la autora, sino a un derrotero más amplio que se inicia con algunos modelos
aislados, y termina en las distintas universidades poniendo fin al monopolio del enfoque
cuantitativo “objetivo”, la introducción del enfoque cualitativo, y la vigencia actual de los
trabajos mixtos.41
En cuanto al segundo giro, donde aparece esta metodología tan particular, es decir el
surgimiento de la investigación con base en las artes; tampoco entendemos que se corresponda
con algo posmoderno y reciente. Este método, en su doble vertiente educativa y científica que
pretende hacer al arte objeto de la ciencia, introduciendo caracteres negados históricamente
por la ciencia tradicional (V, gr. subjetivos, emocionales, corpóreos; Etc.); tiene varios precedentes.
En educación, los trabajos del profesor Elliot Eisner -que si bien la autora los menciona-,
fueron previos en lo que tiene que ver con introducir el arte en educación. Sea para desarrollar
inteligencias alternativas, o para crear un espacio abierto sin respuesta correctas. Tal como
parece estructurarse el algoritmo impuesto en la educación tradicional donde lxs estudiantes,
para aprobar, deben conocer, acertar y aceptar dichas respuestas (Eisner, 2004).
Tampoco es novedad el estudio del arte fundado en un planteamiento metodológico
basado en la sociología. Su metodología puede incluirse perfectamente en la sociología del arte
o, si se quiere, en la Teoría Social del Arte; 42 la cual es anterior y tiene grandes exponentes. 43
Donde hace tiempo se plantean la relación entre el arte y el conocimiento científico, junto a la
incorporación de “miradas cruzadas” y “estudios subalternos”.
Hauser, y en menor medida en Luckach, ambos de inspiración marxista, ya habían
incorporado a la práctica científica la posibilidad de analizar la obra de arte como un producto
social.44 Lo novedoso de la postura de Finley, es que exige al investigador/a ser artista y que su
inspiración se someta a lo que “le dice el docente al oído”. Pues su acción no surge naturalmente,
sino que es producto de estadías de adoctrinamiento como son sus ejemplos. 45 Para que el
alumnado tome conciencia de la opresión, de la necesidad de intervenir la realidad artísticamente;
y que su arte se inscriba dentro de una ética revolucionaria y radical que modifique el estado
injusticia social en el que vive. Esto traduce el objetivo de la tercera etapa en la evolución de su
metodología revolucionaria, en la que al revela la opresión y se ponen en práctica acciones
concretas con la intervención artística de variados tipos (V. gr. hacer cine, escribir y tocar rap y
blues, grafitis; Etc.).
Aquí nuestra crítica es mayor porque no es que se nieguen referentes como en los
casos anteriores, sino que se tergiversan las fuentes. Es decir, en esta etapa donde
decididamente se mezclan la labor militante y educativa se cita a Freire y la teoría crítica, en
una interpretación que entendemos excede su propia prédica. Freire no habla en Pedagogía del
oprimido de “pedagogía performativa”. Al menos no, en esos términos. Con un error bastante
común de quienes representan el pensamiento euro norteamericano, que solo citan autorxs de
esa procedencia, por lo que lamentamos que Pineau no sea nuestro Pablo Pineau o alguna
referencia a freiríamos como Pablo Gentili.
Lamentaciones al margen no se discute la entidad intelectual de McLaren y otrxs, pero
sí la instancia en la que convierte la investigación científica en formas efectivas de arte activista.
La autora confía en hacer del investigador/a un/a artista; pues la toma conciencia sobre las
situaciones de opresión no solo le deben provocar nuevas preguntas sobre la realidad y la
metodología científica, sino que lo insta a una estrategia que incluya esas prácticas efectivas de
intervención. Con trabajos participativos, sobre todo en la comunidad local donde se lleva a
cabo o pertenece la expresión artística; según destaca la autora dentro de una dinámica activista
propia entre artistas e investigadorxs sociales.
También se pregunta sobre la calidad investigativa, pero de un modo u otro justifica su
implementación en la escuela y en la ciencia ya que la misma se orienta con la toma de
conciencia y el activismo, hacia un cambio de tipo radical, ético y revolucionario. En el ejemplo
que pone -muy loable, por cierto-, donde realiza esta metodología con comunidades diversas,
pero fundamentalmente compuestas de familias y niñxs pobres, festeja como “revolucionario”
que se les haya regalado libros, o que lxs docentes no los traten con tanta indiferencia. Dice un
docente del programa:
Siempre he tenido este tipo de niños en mi clase y siempre he estado en desacuerdo con que estuvieran
allí. Los he considerado faltos de preparación, sin familia, una pérdida de tiempo. He cambiado. Soy un
buen maestro para muchos de mis alumnos. Ahora mi propósito es —en verdad, no sólo palabras—
convertirme en un buen maestro para todos los niños de mi aula. Esos niños ahora son mis niños (Finley,
2015, pág. 133).

No tenemos un revolucionómetro que mida la entidad o profundidad de estos


cambios; pero aun convencidos acerca del deseo de animar a lxs niñxs que sean artistas y
pequeños activistas; la autora olvida que tal vez ella no tenga la sensibilidad y conocimientos
suficientes para decir qué es o qué constituye el arte activista o el arte de vanguardia. Ese al
que le pedimos nos muestre el futuro o el presente como tal: 46 “…el cambio de los vientos”. Y
para ello no basta una serie de indicadores, sino un conocimiento y sensibilidad especial que,
desde luego hay que desarrollar de algún modo y este puede ser el medio. Pero nos parece
impropio decirle al investigador/a (devenidx artista) qué debe contar o representar con su
obra. Hacia dónde debe orientarse o dirigirse. Es decir, estamos de acuerdo con la impronta
política que tiene toda visión de la realidad, sea científica o artística; también con la necesidad
de hacer socialmente útil cualquier producción humana, pero juzgamos un exceso pedirle al
investigador/a que se convierta en artista o que lleve una agenda previamente inducida. Más allá
de los muy loables resultados y ejemplos que pone la autora al terminar su artículo, como
parte de una experiencia probada en colegios, o como una metodología catártica, en algún
sentido.
Tampoco creemos que la investigación con base en las artes haya surgido como una
respuesta de lxs oprimidxs en contextos poscoloniales y posmodernos, ni que la misma sea
parte de una trama de complejos hilos de cambios políticos, sociales y filosóficos de donde
surgen las teorías críticas (Finley, 2015).
La investigación basada en el arte tiene como seductor, como dijimos, que rescata todo
lo emocional, visceral y si se quiere femenino del par antitético de Maffia, que no reconoce la
ciencia identificada históricamente con ideales machistas. También saber que la “realidad” se
construye o imagina y eso es igual para el /la artista y lxs científicxs. También que su práctica se
inserta dentro de la tradición de investigación-acción crítica y participativa, pues existe una
clara ligazón entre teoría y práctica, y que dicha práctica debe estar encaminada al surgimiento
de un mejoramiento social. Lo estético es ético y moral social al mismo tiempo, pero ello no
hace a la Profesora Finley de la Universidad de Washington portadora de absolutos morales
que puede imponer a lxs artistas, Tampoco que se trate de una práctica emergente dentro de
los “nuevos” géneros metodológicos y teóricos de la investigación social. Como así tampoco es
que el investigador/a se deba convertirse en artista para contar o decir lo que quiere.
Si la obra de arte “es como una botella con un mensaje arrojada al mar,” como nos
recuerda Umberto Eco (2005), demos libertad y credibilidad al artista y al intérprete para
actuar como mejor lo consideren. Algo así como la muerte o desaparición del autor, que
planteara Roland Barthes (1977).47 Pues, si bien es loable reclamar de todo estudio cierta
utilidad social, tal como lo hemos puesto de manifiesto desde el inicio de este trabajo, también
es bueno saber que el/la artista puede contar con una sensibilidad y conocimiento que no
todxs poseen. Que cuando decimos: ¿esto es arte? refiriendo a las vanguardias; es probable
que incluso nos cueste interpretar su particular semiótico, y no por ello su obra no está
contando nada ni nosotros le debemos decir qué debe contar. Algo parecido a lo que ocurre
con los nuevos descubrimientos científicos que cuesta interpretar, y que tardan años hasta
convertirse en ciencia aplicada.
A modo de cierre
Contra la validez de la investigación que se oculta tras el velo de objetividad se alzó la
denuncia de Maffia, que nos hizo ver que éste y otros caracteres “varoniles” fueron atribuidos
históricamente al saber científico. Con lo cual la crítica a la ciencia tradicional y su metodología,
por este solo hecho se justifica. Sumado a que la mujer y otrxs grupos de oprimidxs han sido
excluidos de sus claustros durante siglos.
Por ese y otros motivos vimos con buenos ojos los cambios producidos en la investigación
que reflejan manuales como el escogido (Denzin & Lincoln, 2012 a). Los nuevos modos de
producir conocimiento sin ocultar al “otrx” (sea hombre, mujer, inmigrante o pueblo originario)
ni creer que son los únicos. Pasando de una epistemología del sujeto cognoscente a otra del
sujeto conocido (Vasilachis de Gialdino, 2006). En la firme convicción que la autodeterminación,
en la propia investigación y sus resultados, puedan ser guiados y aprovechados -no solo por la
comunidad científica-, sino por la misma comunidad investigada, ampliando así el enfoque
etnográfico y epistemológico tradicional.
En otras palabras, cuando planteamos los paradigmas y perspectivas en disputa, los
nuevos marcos teóricos y metodológicos, nos dimos cuenta de que está puesta en cuestión la
relación misma entre cultura y sociedad, y que ello involucra todas las ciencias. Comprometiendo
nuevas categorías conceptuales en torno a las identidades culturales, nacionales, sociales,
étnicas y de género, entre otras. Tomando en consideración, los procesos de subjetivación más
diversos, la relación entre teoría y praxis, y que el fin último de todo planteamiento crítico en la
ciencia es la (in)justicia social.
Con dicho propósito es que pasamos revista a la vida de Kropotkin 48; un modelo
monumental y exagerado, si se quiere, de una vida en favor del prójimo. Pero no es exagerado,
reclamarle cierta utilidad social a la ciencia. 49 Sobre todo cuando se hace difícil ver la
“evolución humana”, “los avances científicos”, si seguimos legitimando la explotación y el daño
del medio ambiente.
Por eso festejamos y promovemos los cambios.50 Incluso la desaparición del enfoque
cuantitativo objetivo que cree hacer hablar a los datos cuando todo es teoría. Contrastando el
modelo positivista o pospositivista, con el único enfoque posible cualitativo basado en la acción
a partir de capacidades relacionales interpersonales, políticas, emocionales, morales y éticas
que se generan y se comparten entre lxs investigadorxs y lxs participantes en la investigación.
Concluyendo luego con el abordaje de la investigación con base en el arte, pues la misma se
identifica con esta serie de habilidades específicas surgidas en la nueva tradición investigativa.
Vale decir ligado con el componente corporal, afectivo, particular, visceral, performativo,
emocional, Etc.; propio de la condición sentipensante 51 del/la científico/a.
En base a esos principios -y más allá de nuestra crítica-, se desarrolló esta particular
técnica de investigación como parte de una tradición emergente compartida de investigación-
acción crítica y participativa en las ciencias sociales, y alejada del pensamiento conservador
que cree conocer todo acerca de cómo funcionan las cosas. Y aunque, como decía Tolstoi 52:
“Un par de botas tiene más importancia que todas las madonnas y todas las disquisiciones
sobre Shakespeare” O el propio Kropotkin, que condenó al arte,53 cuando se compraba con
dinero extraído de los hambrientos agricultores o de los esquilmados obreros… (Kropotkin P. A.,
2009 [1899], pág. 230). Para nosotros la expresión artística tiene utilidad crucial para la
investigación social y científica -entre otras cosas-, debido a su tradición negadora del carácter
sensible del individuo.54 Por eso, poco importan los puntos de no coincidencia con la propuesta
de Finley que pusimos de manifiesto, cuando estamos en un todo de acuerdo que:
Lo que el activismo requiere es una investigación expresiva que describa las múltiples dimensiones de la
vida humana en lugar de dirigirse al hallazgo de la verdad, las pruebas y la contundencia de las ciencias
sociales tradicionales (Finley, 2015, pág. 117)

En esas múltiples dimensiones que propone el «arte», -más allá de elitismos o sus
servicios al poder-, en ese diálogo permanente e interpretación abierta, nos seduce para
remozar la investigación científica de sus miserias. Para remover, cuestionar y promover
aspectos morales y éticas que generan convergencia y divergencia entre investigadorxs,
participantes e intérpretes.
Por eso ponderamos el subjetivismo del arte. Idéntico al de la ciencia que lo niega. Como
niega crear la realidad al igual que el/la artista. Y sus prejuicios tras el manto de la neutralidad,
sumado al descreimiento de lo corporal, lo emotivo, la creatividad y la imaginería.55 Por eso
preferimos la sensibilidad del artista. Hay diferentes maneras de conocer el mundo y lxs artistas
tienen cosas importantes que decir acerca de él. El Guernica de Picasso puede servir de ejemplo,
una obra cuyo impacto y profundidad es inigualable a cualquier otra narrativa. Es decir, se
puede descubrir, mostrar y conmover sin la necesidad de apelar a los principios de universalidad,
racionalidad y objetividad que defiende la ciencia y metodología tradicional. En síntesis, ante
tanta incertidumbre:
Nuevos recursos y metodologías.
Paradigmas y perspectivas en disputa.
Vanguardistas y activistas.
Positivistas y pospositivistas.
Lxs pesimistas y lxs optimistas.
…quedan lxs artistas.
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Weitz , M. (1959 ). "El arte como un concepto abierto: apertura de la mente". (S. M. Press, Ed.)
Aesthetic. Una antología crítica.
1
Disconformes con el masculino genérico, es decir, que sea considerado el varón medida y norma del universalismo humano, es que se
usa la “X” para no denotar género. Así está previsto en la “Guía para el uso del lenguaje inclusivo” de nuestra Universidad, aprobado
por OCS 1245/19; la cual habilita su uso en trabajos académicos de todo tipo, bajo el título: “El uso de @, X y-e”; págs., 15 y s. s. No
obstante, se pide disculpas anticipadamente, si en algún pasaje se obvia este deseo por estar centrado en cuestiones propias del
trabajo.
2
“Los físicos buscan pautas en sus resultados experimentales y luego encuentran alguna bonita teoría que coincide con ellas. Quizá esto
explica por qué las matemáticas y la física trabajan tan bien juntas” (Penrose, Shimony, Cartwright, & Hawking, 1997, pág. 40).
3
Los llamados “maestros o escuela de la sospecha” -según la obra de Paul Ricoeur-, son de los primeros en advertir sobre esta
circunstancia (1985). Entre otras, sobre los intereses y contexto en el que se inscribe la producción científica.
4
A pesar de la prolija defensa de Karl Popper y otrxs, que creen poder salvar la ciencia, o al menos su metodología, augurando que toda
teoría o aseveración científica es por definición falsable, refutable y sujeta a revisión constante. O que las llamadas “verdades
científicas” son meramente probabilísticas, ya que por definición la ciencia no puede ser determinista, más allá del preciosismo
matemático en que se fundan muchas de sus teorías.
5
“Una obra de arte nunca es bella por decreto, objetivamente y para todos. Por ello, la crítica es inútil, no existe más que
subjetivamente, sin el mínimo carácter de generalidad” (Tzara, 1918).
6
Pero sin caer en el error del “modelo microscopio” que advierte Geerz (1992).
7
En geografía hizo grandes descubrimientos. Gracias a una minuciosa investigación demostró que las montañas en Siberia se forman en
la dirección opuesta a la asumida por todos los geógrafos anteriores.
8
En cuanto a su herencia, nunca vivió de ella y a la muerte de su padre se propuso iniciar un movimiento de tierras campesinas o una
liga, sabiendo que con ello podía agitar a la nobleza. El resto de su vida se ganó la vida únicamente con sus conferencias (V. gr.
Cambridge, Harvard, Etc.), escritos científicos (V. gr. para la Sociedad Geográfica, la Academia de Ciencias rusa o la Enciclopedia
Británica), artículos de la misma índole en revistas (V. gr. Natura, Nineteenth Century, Newcastle Chronicle), publicaciones y editoriales
para periódicos (V. gr. Le Révolté, Les Temps Nouveaux, Avant-Garde, Newcastle Chronicle o Freedom), negándose a aceptar nada por su
trabajo en el movimiento anarquista. Del mismo modo que nunca renegó de ser crítico aun estando del lado de la Revolución.
9
Método es una palabra que proviene del término griego methodos (“camino” o “vía”) y refiere al medio utilizado para llegar a un fin.
10
Es imposible escindir al investigador/a del político/a. Así el caso de Gino Germani y Raúl Prebich donde la labor científica va de la
mano de su ideología. ¿O acaso por qué Gino Germani obvió tratar el periodo peronista en su consagrado trabajo sobre el ascenso
social? ¿O por qué Raúl Prébisch no habla del desarrollo económico en el mismo período, en su consagrado estudio para la CEPAL?
Ignorar esta faceta de la “ciencia” sería tan ridículo como pensar que los organismos que financian los trabajos “académicos” no tiene
intereses o inclinación política.
11
Descendiente directo de los Ruriks, que eran zares antes de los Romanoffs.
12
Ya a los 12 años contó con la gracia del Emperador al haber sido elegido paje. Para lo cual un número limitado de niños cada año eran
entrenados en una escuela especial en San Petersburgo. Del mismo modo que su carrera militar, junto a su hermano Alejandro,
comenzó desde temprana edad. Pero pronto renunció a todos estos privilegios, sobre todo luego de constatar la salvaje represión a
prisioneros polacos en Siberia por parte de las autoridades zaristas.
13
En virtual exilio durante cuarenta y dos años y varios ingresos a la cárcel como la Fortaleza de Pedro y Pablo de donde escapó luego
de dos años, la prisión de Lyon y luego Clairvaux, en Francia; con sentencia de cinco años. Posteriormente estas impresiones se
volcarían en varios artículos y en un texto publicado en Inglaterra en marzo de 1887: In Russian and French Prisons (En las prisiones
rusas y francesas, en castellano); donde plasma su rechazo hacia toda forma de encarcelamiento como forma de recuperación social y
moral de los detenidos.
14
Cuando Huxley, queriendo luchar contra el socialismo, publicó en 1888 en Nineteenth Century, su atroz articulo “La lucha por la
existencia”, me decidí a presentar en forma comprensible mis objeciones a su modo de entender la referida lucha. El apoyo mutuo
entre los animales, entre los salvajes, entre los bárbaros, en la ciudad medioeval y entre nosotros es lo que prima en el orden natural
(Kropotkin P. A., Memorias de un revolucionario, 2009 [1899]) . Todo esto lo editó Kropotkin después en un volumen El Apoyo Mutuo,
un factor de la evolución. En abierta oposición con las ideas de Huxley que, valiéndose de la mala lectura de Darwin o Spencer quería
legitimar el “darwinismo social”, convirtiendo la lucha y supervivencia del más apto en mandato de la naturaleza.
15
No por el músico, sino por el Licenciado en ciencias químicas Nikolai Tchaikovsky que lo creó mientras estudiaba en San Petersburgo. El
grupo abogó por ideales socialistas revolucionarios que formaron la base del movimiento Narodnik.
16
Fue en una reunión de tejedores efectuada en un sótano donde apenas penetraba la luz donde por primera vez un amigo lo presentó
con ese nombre. De aspecto campesino, iba vestido con sus zamarras, al igual que las masas trabajadoras y lxs demás jóvenes
pudientes que formaban parte del círculo. Compartiendo hábitos y comidas (V. gr. pan de centeno, pepinos, queso y té en abundancia
para saciar la sed). Por lo cual el apodo no era para ocultar su “clase” frente a lxs trabajadorxs, sino para preservarse de la policía de
Estado y las autoridades. Del mismo modo que en el exilio uso el seudónimo Levashov para escribir y no ser identificado.
17
En sus viajes a Europa también asistió a muchas reuniones del movimiento obrero. Pero le disgustaban las ambiciones políticas de
muchos de sus líderes, del mismo modo que las diferencias entre estos y la base de trabajadorxs. Fue en la Federación del Jura, en
Suiza, compuesta principalmente por relojeros, donde conoció por primera vez ideas anarquistas inspiradas por Bakunin. Dice
Kropotkin sobre estos encuentros: “…cuando salí de las montañas después de una semana de estancia con los relojeros, mis ideas
sobre el socialismo se habían definido: era un anarquista” (Kropotkin P. A., Memorias de un revolucionario 1899, 2013, pág. 222).
18
También disfrazado escapó de Rusia a Suecia, donde consiguió un barco a Inglaterra. Allí tenía la intención de quedarse sólo
brevemente, y regresar a Rusia para continuar sus actividades revolucionarias. Pero la persecución, sumado al arresto y confinación a
Siberia de su hermano, pronto cambió de opinión. La decisión lo mantuvo en el exilio durante cuarenta y dos años.
19
Como geógrafo su producción fue reconocida por la Royal Geographical Society (Sociedad geográfica real británica), un honor que
rechazó debido a su hostilidad a cualquier asociación con una organización "real".
20
“Es indudable que, en todo país civilizado, la producción, tanto agrícola como industrial, se debería y fácilmente se podría aumentar
extraordinariamente con objeto de asegurar el reinado de la abundancia para todos […] Desarrollé estas ideas en una serie de artículos
publicados en el Nineteenth Century, que posteriormente han visto la luz en un libro titulado Campos, Fábricas y Talleres” (Kropotkin P.
A., Memorias de un revolucionario, 2009 [1899], pág. 382) .
21
En experiencias como el “genoma humano”, los laboratorios llegaron a patentar la vida.
22
Entre los muchos rechazos a ocupar cargos, le ofrecieron la cátedra de geografía en la Universidad de Cambridge, pero con la oferta
venía una insinuación bastante clara de que la universidad esperaría que cesara sus actividades anarquistas, cosa que no hizo.
23
Mucho se ha escrito últimamente sobre las cartas y los encuentros con Lenin, su observación sobre el autoritarismo y las
intoxicaciones de poder, pero a sabiendas de la imposibilidad de usar guantes blancos mientras se libra una revolución, sus críticas
pasaron desapercibidas. Igualmente, su actitud de honestidad con lo que pensaba nunca cambió a lo largo de su vida. Pese a la
persecución, la supresión, el exilio y que, muchas veces pasó privaciones económicas. También su hogar siempre fue un centro para
refugiados revolucionarios, fueran anarquistas o no, y cuando murió lo hizo en su modesta casa provista por el estado -junto a la
asignación reglamentaria de alimentos-, en Dmitrov, en las afueras de Moscú, el 8 de febrero de 1921, a los setenta y ocho años. El
gobierno soviético ofreció a su familia un funeral de Estado, que, por supuesto, rechazaron. Aunque más de veinte mil personas
marcharon en la procesión de dos horas a la tumba en un frío tan intenso que los instrumentos musicales se congelaron (Baldwin, 2023
[1927]).
24
El enfoque cualitativo en investigación, que para nosotros es el único posible; conlleva, por parte de lxs investigadorxs a un conjunto
de prácticas encaminadas a resolver: “…por un lado, qué y con qué método investigar, cómo acceder a los datos y cómo interpretarlos y,
por el otro, cómo representar los resultados obtenidos” (2015, pág. 11). Este es el criterio con que se despliega todo el proceso en su
desarrollo en la obra de Denzin y Lincoln en 5 tomos: (El campo de la investigación cualitativa. Manual de investigación cualitativa.,
2012 a); (Paradigmas y perspectivas en disputa. Manual de investigación cualitativa., 2012 b); (Las estrategias de investigación
cualitativa. Manual de Investigación cualitativa., 2013) (Métodos de recolección y análisis de datos. Manual de investigación
cualitativa, 2015); (El arte y la práctica de la interpretación, la evaluación y la presentación. Manual de investigación cualitativa.,
2017).
25
Para nosotros extensible a todas las ciencias.
26
Quede claro que no nos referimos simplemente a las variaciones que existen entre los medios que se emplean para realizar la
investigación, o los métodos, donde están las investigaciones de campo» de laboratorio, clínicas, documentales, bibliográficas,
participante, estudio de casos, etcétera; y las diferentes técnicas de uso frecuente y extendido como la observación, la entrevista, el
cuestionario, el análisis sociométrico, la recopilación documental, los índices, el muestreo, las encuestas, los experimentos y la
cuantificación y análisis de datos que hacen operativos los métodos mediante el uso de estos procedimientos o instrumentos.
Tampoco a la variedad de formas de redactar un cuestionario o de preparar una entrevista para una investigación cualitativa, con el
método de casos o con el comparativo; sino a los distintos enfoques, giros y perspectivas que compromete el análisis de tan
distintas y diferentes problemáticas en ciencias sociales. Aunque en rigor de verdad todas las ciencias son sociales.
27
No hace tanto tiempo que en las facultades se exigía presentar trabajos y tesis de graduación bajo el enfoque cuantitativo
únicamente.
28
La historia de la investigación está enlazada con la colonización y su reproducción, apartada de toda posibilidad de desarrollo y
autodeterminación de los pueblos indígenas. Como dijera Octavio Paz: “…las heridas ancestrales de la conquista, las heridas más
antiguas “…manan sangre todavía” (1987). La descolonización de la investigación supone una lucha contrahegemónica contra las
prácticas investigativas. Contra las estructuras profundas y las formas naturalizadas de organizar, construir y diseminar la ciencia. Para
crear nuevos espacios de diálogo a través del respeto de la diferencia.
29
Así lo destaca la Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Irene Vasilachis (sin
“de” Giardino para ser más coherente con su progresismo); cuando refiere a otras formas de conocer y producir conocimiento; ya que
la perspectiva indigenista está lejos de consolidarse o ser tenida en cuenta. Linda Tuhiwai Smith y Russell Bishop también examinan los
problemas en torno a las metodologías, pero sin perder de vista los espacios históricos, políticos y morales de los cuales fueron privadas
las comunidades indígenas, como así también sus aspiraciones, el activismo político y la justicia social que reclama su inserción
definitiva en espacios de poder como la ciencia (Denzin & Lincoln, 2012 a, págs. 190-282).
30
¿Podrían los investigadores latinoamericanos cuestionar las formas de conocer mediante las cuales se los ha conocido, y se los
intenta conocer durante el persistente proceso de colonización y, a la vez, postular otras formas alternativas de conocimiento sin sufrir
la condena al ostracismo del mundo de la ciencia? Vasilachis en: (Denzin & Lincoln, 2012 a, pág. 11 passim 12).
31
Por cuestiones de extensión solo hemos punteado alguno de principales enfoques o herramientas como los estudios de investigación
destinados a poner en evidencia la dominación, el compromiso social del/la ivestigador/a, la perspectiva de género, los estudios
etnográficos, biográficos o de historias de vida, pero sin adentrarnos en ninguna de ellas. Como así tampoco nos enfocamos en los
métodos o técnicas habituales de investigación que aborda la obra: V. gr. estudios de caso, análisis del discurso, experiencias
personales, narración colaborativa, introspección, historias de vida, entrevistas, encuestas, grupos de discusión, técnicas de
observación, observación participante, estudio de textos y producciones culturales, estudios observacionales, históricos, interactivos,
visuales, análisis del discurso; Etc. Muchos de ellos vistos en el doctorado: (Guber, La etrnografía. Método, campo y reflexibidad.,
2001); (Amezcua, 2003; 13(2)); (Parrini & Tinat , 2022); (Bajtín, 1982 [1944]); MAZZEI, D. (2020), (Pozzi, Mastrángelo, & y otrxs,
2020); (Salomón Tarquini, Fernández, Lanzillota, Laguarda, & (Eds.), 2019); (Halliday, 1978); (Menéndez, 2018); (Geertz, La
interpretación de las culturas, 1992); entre otrxs.
32
Entre las dificultades que plantea una epistemología distinta a la occidental, el profesor Russell Bishop de la Universidad de Waikato en
Nueva Zelanda, advierte, centrándose en la cultura kaupapa máorí que la legitimidad y representación de instituciones como la familia
se da dentro de los paradigmas y epistemologías tradicionales. Es decir, se sitúan en marcos culturales occidentales que impiden el
despliegue de otras formas culturales. Por eso en su deseo de revitalización étnica; propone una nueva metodología en la que los
grupos de investigación se desarrollen relacional y organizacionalmente de acuerdo con los principios de la familia extendida propios de
esa cultura y no de los discursos coloniales y neocoloniales que inscriben la «otredad». Como así también tomando en cuenta los
derechos, compromisos, obligaciones y responsabilidades fundamentales para la comunidad.
33
Lincoln advierte que ese conservadurismo científico: …prescribe un conjunto de prácticas de investigación que han de considerarse
como estándares normativos, a la vez que desaprueba o relega a otras prácticas a una posición subsidiaria, desconociendo su fuerza
innovadora. El énfasis en la inferencia causal. Y aunque el mismo no resiste el menor análisis; es decir el énfasis en la inferencia causal
basado en que la ciencia es conocimiento cierto por sus causas; el mismo se reedita en la actualidad como la vuelta a la “seriedad en la
ciencia” (Bunge redivivo). Esto se usa para excluir otras formas de explicación y otras voces, como las de quienes históricamente fueron
negadas a ser reconocidas o escuchadas (V. gr. pobres, mujeres, pueblos originarios). Estas restricciones supuestamente “académicas”,
terminan restringiendo los procesos democráticos y emancipatorios, como así también la posibilidad de epistemologías críticas y
alternativas. Por eso cuando resaltamos que la ciencia está perdida o “desorientada”, para seguir la letra del tango, estamos felices que
eso suceda si con ello se pone en duda su supremacía basada en las famosas metas de universalidad, objetividad y determinismo. Así
como seguir defendiendo su supuesto carácter “desinteresado”. Las epistemologías críticas -advierte Vasilachis en el prólogo-, se sitúan
“…por fuera del «canon occidental» eurocéntrico y frecuentemente patriarcal; y la limitación de la diversidad y apertura mental que
una sociedad pluralista necesita para desarrollarse” (Denzin & Lincoln, 2012 a, pág. 14).
34
Por supuesto que la lista no es taxativa, y los mencionado merece un tratamiento aparte. Igualmente, nos llamó la atención cierta
metodología ligada a autorxs -V. gr. Freire, Foucault-, que precisamente no repararon en ella cuando hicieron sus estudios. Del mismo
modo que Kropotkin, desde su autobiografía define una sociedad y una época, sin que su propósito sea hacer un aporte “metodológico
o científico” (Kropotkin P. A., Memorias de un revolucionario, 2009 [1899]).
35
El problema de la “calidad” no es desatendido por el simple hecho de poner en cuestión, o no sostener y reproducir ciertos métodos
de investigación “infalibles”, como el modelo científico cuantitativo objetivo. Tampoco por promover una investigación basada en la
acción a partir de capacidades relacionales interpersonales, políticas, emocionales, morales y éticas que propone Finley, que se generan
y se comparten entre lxs investigadorxs y lxs participantes en la investigación. A lo sumo, requiere establecer nuevos estándares de
calidad.
36
Denzin y Lincoln, doblando la apuesta, titulan al volumen 5 de su Manual de investigación: “El arte y la práctica de la interpretación, la
evaluación y la presentación”; destacando la creatividad y compromiso que requieren estas tareas.
37
Tomado de Finley, S. (2003a). «Arts-based inquiry in QI: Seven years from crisis to guerrilla warfare», Qualitative Inquiry, 9, págs. 281-
296, citado en (2015, pág. 121)
38
Toda reivindicación del conocimiento -dice la autora-, depende de su adscripción a las estructuras de poder (históricas) representadas
dentro de límites culturales (Finley, 2015, pág. 124).
39
Citado por Finley Ibídem (2015, pág. 129).
40
Parafraseando a Marcus (2001, pág. 122) nos queda con todo el trabajo "La sensación de hacer más que sólo etnografía, [...] la
impresión de ser activista para y en contra del posicionamiento, incluso en todo trabajador de campo que se considere a sí mismo
como apolítico".
41
Para nosotros, como dijimos-, el único enfoque es el cualitativos ya que no hay posibilidad de escindir la subjetividad del investigador
frente a lo investigado. Del mismo modo que toda investigación es acción, debido al principio compartido de que la investigación es
siempre de tipo moral y política.
42
La noción de sociología del arte y la cultura, y la "antropología" (social, cultural, etnoestética, etc.), así como la historia o la semiótica
del arte componen una serie de disciplinas cada vez menos separadas o autónomas desde un punto de vista teórico, epistemológico e
incluso ideológico. Todas son parte de la Teoría del arte, y ya no es posible diferenciar claramente los "objetos" de estudio específicos
de cada disciplina (Lobeto, 2023).
43
(Adorno, 1983); (Gombrich, 1982); (Ortega & Gasset, 2007); (Kandisnsky, 2008); (Simmel, 2008); (Read, 1960); (Tólstoi, 1949);
(Weitz , 1959 ); (Bourdieu, 2010); (Becker H. S., 2009); (Moulin, 2012); (Romero Brest, 1937); (García Canclini, 2006); entre otrxs.
44
(Hauser, Historia social de la literatura y el arte, 1962) Vol. I; (Hauser, Historia social de la literatura y el arte, 2006) Vol. II; (Hauser,
Sociología del arte: Arte y clases sociales, 1977) ; (Hauser, Teorías del arte, 1982); (Lukács, 1968). Otra asociación del vínculo arte-
sociedad para verse los académicos en historiadores como Panofsky, Francastel y el mismo Hauser. O en sociólogos positivistas como
Silbernman, Escarpit y Kavolis (García Canclini, 2006), habida cuenta que la hiperracionalización y la cuantificación que se critica
también pueden ser objetivos esenciales, o estar en el centro de los estudios sociales del arte.
45
“Los niños son alfabetizados (en un sentido amplio) durante todo el año escolar, en las horas extraescolares de enriquecimiento y en
un programa intensivo de verano de seis semanas de duración” (Finley, 2015, pág. 130). Mientras están en AHAS (En Casa en la
Escuela, por sus siglas en inglés), lxs niñxs que residen en refugios y viviendas de transición viven en un sistema que regula sus tiempos.
El objetivo es que presten atención a la relación entre ellxs y la sociedad para ayudarlos a redirigir la rabia que sienten a veces consigo
mismxs y sus padres hacia el sistema de pobreza sostenida que los subyuga.
46
Lo que De la garza llama: “captar la realidad en transformación” (De la Garza, 2001). Lo cual permite pensar la temporalidad de
los fenómenos sociales no sólo considerando su pasado y la vivencia del presente, sino también incluyendo una proyección hacia el
futuro.
47
Con interpretaciones que pueden ser incluso negadas por el/la propix artista.
48
Además, su autobiografía en primera persona ya es común en textos etnográficos. Es una característica fundamental de las narrativas
críticas y de las metodologías contrahegemónicas y descolonizadoras.
49
Pensamos que el lugar de lxs científicxs es un lugar de privilegio, y por tanto deben asumir la “hipoteca social” que gravan sus títulos.
A no ser que se guíen por intereses tan nimios, como lxs nobles de la rusia zarista, que aceptaban todo con tal que no se los prive de los
salones dorados y llenos de lujo de palacio.
50
Producidos desde la década de los 70, y que dieron lugar primero a la revista Qualitative Inquiry (editada por Norman Denzin e
Yvonna Lincoln) en 1995, antes de la publicación del Manual de referencia.
51
Categoría teórica introducida y ampliamente defendida por el escritor Eduardo Galeano en sus escritos.
52
Siendo que escribió sobre el tema y fue uno de los más grandes artistas de su época (Tólstoi, 1949).
53
Seguramente influidos por el pensamiento positivista y nihilista de la época al cual el escritor ruso Turguéniev ya le había dado vida
en sus obras al estudiar la personalidad del «hombre nuevo». El nihilismo se alzó contra la superstición y las mentiras convencionales de
la humanidad “civilizada”. Se negó a inclinarse ante otra autoridad que no fuera la de la razón, siendo, por tanto, en sus concepciones
filosóficas: positivista, ateo y evolucionista. Kropotkin en sus memorias refiere a él, convertido en una especie de moda de la juventud
rusa pre-revolucionaria que enfrentó padres e hijos, (Kropotkin P., 2009 [1899], pág. 228 y s.s.).
54
Las barreras del arte son las mismas que debe atravesar la investigación científica, ligadas, en el primer caso, a los mercados del arte
y, en el segundo, al mercado del conocimiento regido por la educación superior. Con esto no estamos ocultando que artista e
investigador/a tienen que comer, o que una obra de arte puede ser parte de una inversión especulativa, al extremo que muchos la ven
como una caja fuerte donde depositar lo sensible (Moulin, 2012). Uno y otro sirven para amontonar dinero y acariciar a los gentiles
burgueses. Respecto del arte dice el Manifiesto Dada: “…todos los grupos de artistas han ido a parar a este banco a pesar de cabalgar
distintos cometas. Se trata de una puerta abierta a las posibilidades de revolcarse entre muelles almohadones y una buena mesa”
(Tzara, 1918).
55
Lo contrario de la heurística, que refiere a “los procesos creativos de descubrimiento e invención, como los utilizados por los
investigadores con base en las artes, quienes de modo consciente han implementado las metodologías de las artes para definir las
nuevas prácticas de la investigación humanista y social” (Finley, 2015, pág. 120)

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