La sentencia mencionada aborda un caso de divorcio en el cual se plantea como
causa la imposibilidad de hacer vida en común entre los cónyuges. El conflicto principal en este caso gira en torno a determinar quién es el cónyuge culpable de la mencionada causal y si efectivamente se configura dicha razón para otorgar el divorcio. En la sentencia, el demandante alega que su cónyuge es el responsable de la imposibilidad de hacer vida en común debido a su comportamiento violento y agresivo. Además, menciona que su pareja ha demandado alimentos y ha abandonado el hogar conyugal, lo que ha generado un ambiente hostil e insostenible para mantener el matrimonio. Estos argumentos apuntan a que la demandada es la cónyuge culpable de la situación que ha llevado a la separación. Sin embargo, la Sala Superior encargada de analizar el caso llega a una conclusión diferente. Tras revisar detenidamente los hechos presentados y los argumentos expuestos por ambas partes, la Sala determina que es el demandante quien incurre en la causal de imposibilidad de hacer vida en común. Se señala que el comportamiento omisivo y las dificultades generadas a raíz del proceso de alimentos iniciado por el demandante son elementos determinantes para esta decisión. Este hallazgo pone en conflicto las percepciones y afirmaciones de las partes involucradas en el divorcio. Mientras el demandante sostiene que su cónyuge es la causante de la ruptura matrimonial debido a su comportamiento violento y la demanda de alimentos, la Sala Superior concluye que es el propio demandante quien es el cónyuge culpable por su actitud omisiva y las dificultades relacionadas con el proceso de alimentos. El conflicto se centra, entonces, en determinar la responsabilidad y culpabilidad en la imposibilidad de hacer vida en común entre los cónyuges. Ambas partes tienen perspectivas opuestas y presentan pruebas y argumentos para respaldar sus afirmaciones. La tarea de la Sala Superior es analizar estos elementos y tomar una decisión imparcial basada en la evaluación de los hechos presentados.
En resumen, el conflicto principal en este caso de divorcio se refiere a la
determinación de quién es el cónyuge culpable de la imposibilidad de hacer vida en común. El demandante acusa a su pareja de ser responsable debido a su comportamiento violento y la demanda de alimentos, mientras que la Sala Superior concluye que es el demandante quien es el cónyuge culpable debido a su actitud omisiva y las dificultades relacionadas con el proceso de alimentos. La resolución de este conflicto es crucial para determinar si se concede o no el divorcio y establecer las consecuencias legales y patrimoniales correspondientes.
HECHOS DE LA DEMANDA: En la sentencia mencionada, se presentan los siguientes hechos:
1. El demandante, Manuel Jesús Hernández Rudas, contrajo matrimonio
con la demandada, Carmen Adela Huamán Sayas, el 30 de julio de 1999 en la Municipalidad Distrital de Baños del Inca.
2. Durante el transcurso de su relación matrimonial, la pareja enfrentó
problemas y conflictos constantes. La actitud violenta de la demandada hacia el demandante se hizo cada vez más frecuente, llegando incluso a agredirlo física y psicológicamente en varias ocasiones. 3. En octubre de 2009, la demandada inició un proceso de demanda de alimentos contra el demandante en el Juzgado de Paz Letrado de Baños del Inca, con el propósito de asegurar su permanencia en el hogar conyugal. Este proceso continuó su trámite y se emitió una sentencia de primera instancia el 11 de octubre de 2010, seguida de una resolución de segunda instancia el 12 de septiembre de 2012. 4. El 23 de abril de 2010, la demandada abandonó el hogar conyugal llevándose consigo todos los bienes muebles, artefactos y ropa. Este hecho ocurrió después de que se iniciara el proceso de alimentos y tuvo un impacto significativo en la relación de la pareja. 5. Los problemas familiares se intensificaron a raíz del abandono del hogar conyugal por parte de la demandada. Hubo acusaciones y denuncias de agresiones físicas realizadas por la demandada contra los hermanos del demandante, así como dificultades para que el demandante pudiera visitar a sus hijos. Estos hechos son relevantes para el caso porque el demandante alega que la conducta de la demandada, incluyendo la demanda de alimentos y el abandono del hogar conyugal, constituyen una causal de imposibilidad de hacer vida en común, justificando así su solicitud de divorcio. Por otro lado, la demandada argumenta que las acciones del demandante también contribuyeron a la imposibilidad de mantener la vida en común.
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