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SEXUALIDAD EN

LA TERCERA EDAD

"La tragedia de la edad no es ser viejo,


sino que se sea joven y la gente no lo vea."
Andrés Segovia

Por José Leandro Valverde Ramos


Jara Fernández Rodríguez
Miguel Conthotanassis Marichalar
Sara López Díaz
INDICE

1. INTRODUCCION………………………………………………………………1

2. MITOS Y REALIDADES DE LA SEXUALIDAD EN PERSONAS


MAYORES…………………………………………………………………………2

3. ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD EN VARONES…………………….3

4. ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD EN MUJERES……………………..6

5. INTERVENCION TERAPEUTICA EN DISFUNCIONES SEXUALES DE


PERSONAS MAYORES…………………………………………………………..8

6 CONCLUSIONES………………………………………………………………..9

BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………10
1. INTRODUCCIÓN

Habitamos en un mundo donde las personas viven cada vez más años y con mejor
estado de salud. Sin embargo, aunque la atención del adulto mayor ha alcanzado logros
notables, en el tratamiento de la sexualidad en la tercera edad persisten actitudes
retrógradas que son similares a las existentes desde siglos anteriores, y que tienden a
rechazar o burlarse, y en el mejor de los casos ignorar, la existencia de necesidades
sexuales en el adulto mayor.
En muchos casos o circunstancias, tales como trastornos de la salud, pérdida del
cónyuge, etc., se crea una base física y social real que justifica la inexistencia de
actividad sexual, pero no quiere decir que en estas personas no continúe la existencia
del interés sexual. (González Labrador, I. 2002).
En la vejez, al igual que en otras etapas evolutivas, el impulso sexual se sitúa en el
límite de lo psicosomático; no se conoce exactamente la forma en que está condicionado
por el organismo. A pesar de ello, la sociedad en general piensa que la vejez es un
período sin deseos ni actividad sexuales. “Los jóvenes no son los únicos que creen que
la actividad sexual disminuye con la edad. Los mismos mayores piensan que la vejez es
un período asexuado. Numerosas personas de edad en quienes es intenso el deseo sexual
experimentan un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza o incluso llegan a creerse
anormales.”.
El rechazo de la “sexualidad geriátrica” parece formar parte de un estereotipo cultural
muy difundido y que pretende que las personas de edad son consideradas feas, débiles,
desgraciadas e impotentes”. A ello contribuyen en gran medida los medios de
comunicación de masas, especialmente el cine y la publicidad que presentan
exclusivamente como objeto de deseo a personas jóvenes, bellas y perfectas.
Con estos valores nos socializamos por lo que ya desde la infancia consideramos que
los mayores son personas sin atractivo y sin la capacidad física y energía necesarias para
llevar a cabo actividades sexuales. Sin embargo, mantener vigente la sexualidad es
posible y sano, e implica afecto, compañía, ganas de vivir, contacto físico, buenas
relaciones con los demás, autoafirmación. Negarse, a partir de una determinada edad, a
la riqueza sensitiva y emocional de las relaciones sexuales, es aceptar un prejuicio social
que ensalza la juventud y que niega a los mayores la posibilidad de goce. (Carrasco
Isabel. 2012).
Mientras se conserve en buen estado de salud, no hay motivo alguno para que el interés
y las prácticas sexuales desaparezcan. El envejecimiento produce algunos cambios en la
fisiología sexual, de los que destacan una mayor lentitud y una menor intensidad de las
respuestas del ciclo sexual, lo que tampoco constituye un impedimento para la actividad
sexual. Es importante ubicar a la sexualidad dentro del contexto comportamental y
psicológico de los individuos; de esta manera se observa que la forma de ejercer la
sexualidad durante la vejez está determinada por la actitud que el sujeto ha tenido ante
el sexo durante toda su vida. Las diversas investigaciones referentes a la sexualidad en
la tercera edad, han demostrado que el interés y la actividad sexual si bien va
disminuyendo con el paso de los años, persisten en una alta proporción de sujetos
añosos. Así, se ha encontrado que alrededor del 30 por ciento de personas de ambos
sexos, mayores de 65 años, conservan una actividad sexual regular y que en un alto
porcentaje de individuos persiste el interés sexual. En la mujer, limita el ejercicio de la
sexualidad, la falta de un compañero sexualmente activo, en tanto que en el hombre lo
hace la monotonía, las preocupaciones, la fatiga, las enfermedades, los excesos de
alcohol y los alimentos y el temor de fallar. Existen factores psicológicos y culturales
que inciden negativamente sobre la sexualidad en la tercera edad, como son la
desinformación y la creencia que la práctica de la sexualidad es exclusiva de la
población joven, y que desaparece en la senectud. Finalmente, debe ser subrayado que
el modelo del acto sexual como se práctica en la juventud, no es aplicable tal cual en la
vejez en la que cobra mayor importancia la cercanía y la intimidad corporal"
(Krassoievitch, M. (1994).

2. MITOS Y REALIDADES DE LA SEXUALIDAD EN LAS PERSONAS


MAYORES.

Es un hecho que algunos aspectos de la sexualidad cambian con el envejecimiento, el


problema es que la sociedad percibe estos cambios como algo negativo y acentúa
algunas creencias sobre que los ancianos no tienen deseo sexual y estas creencias
muchas veces son interiorizadas por los ancianos y les infunden desánimo y
autolimitación.
Como ya hemos dicho, aunque con el envejecimiento disminuye el deseo y la frecuencia
de las relaciones sexuales, muchos ancianos mantienen actividad sexual de forma
regular. Algunos autores afirman que la sexualidad se vive más satisfactoriamente
durante la vejez que en la juventud si no media ningún condicionamiento físico o
enfermedad.

3. ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD EN VARONES.

Las mejoras de la calidad de vida tanto desde el punto de vista sanitario como desde el
punto de vista social han creado una sociedad más longeva y más sana.

Sin embargo, no se puede negar que la actividad sexual a lo largo de la vida va variando
y comporta una serie de cambios directamente relacionados con la evolución involutiva
de la edad.

Los cambios de la función sexual en el varón, se inician de forma imperceptible con la


disminución de erecciones involuntarias nocturnas directamente relacionados a la fase
de sueño profundo REM, pasando de ser de 30 minutos por noche en la segunda y
tercera década de vida a 20 minutos a partir de los 61 años y 13 minutos a los 67 años.
La actividad sexual de los varones de 40 a 50 años inicia un declive de un 28 % entre
los 66 y 70 años sin presentar ninguna disfunción de la esfera sexual.

La frecuencia coital también va disminuyendo hasta estabilizarse a un coito cada 10 –15


días al llegar a los 80 años. Así mismo la frecuencia masturbatoria va disminuyendo a
partir de los 65 años.

Existe, sin embargo, un claro factor predictivo de la actividad sexual de una persona
mayor y esta estará directamente relacionada a su actividad sexual en etapas previas de
la vida de tal forma que una frecuencia coital elevada en la tercera o cuarta década de
vida mejorara su función sexual en la sexta década de vida.

Factores fisiológicos

El paso a la vejez o tercera edad está marcado por el deterioro físico generalizado que
afecta a múltiples funciones que repercuten sobre el apetito sexual y también sobre la
capacidad de llevar a cabo el acto sexual satisfactoriamente.
A partir de los 60 años, el individuo requiere de un estímulo erótico más intenso y
duradero para iniciar una actividad sexual. Durante la fase de excitación la
vasocongestión se reduce notablemente.

El varón requiere de un tiempo de latencia de aproximadamente de 15 a 20 minutos para


obtener una erección suficiente para la penetración con una rigidez que, en muy pocas
ocasiones, supera el 70%, encontrándose por debajo de lo dado en la mayoría de
varones con una edad inferior a 45 años. Se produce una disminución de la secreción
pre-eyaculatoria y eyaculatoria, la fuerza de la eyaculación es menor y se asocia a un
orgasmo que varía en cuanto a la percepción placentera subjetiva y es de menor
duración. La resolución del acto sexual es prácticamente inmediata produciéndose una
detumescencia peneana y una descongestión del área pélvica muy rápida. A pesar de
ello, la mayor parte de individuos activamente sexuales refieren estar satisfechos.

Todos estos cambios tienen una relación directa con las variaciones hormonales que se
producen en el varón y que hoy se conoce como andropausia. Estudios recientes de
amplios grupos poblaciones muestran una relación de la función sexual en la senectud
con variaciones en la tasa de testosterona en el varón. A partir de los 55 años se produce
una muy leve disminución de la concentración de testosterona que se sitúa en 1 % por
década. Dicho descenso a expensas de la testosterona libre se correlaciona con un
incremento de la concentración de la proteína transportadora de hormonas sexuales.

En el testículo se produce una disminución del número de células de Leydig y ello


parece estar relacionado a su vez a una disminución del aporte arterial por lesiones
vasculares degenerativas y se acompaña de alteraciones histológicas de la pulpa
testicular.

Aparte de las modificaciones fisiológicas que afectan directamente a la sexualidad, hay


que recordar que la aparición de numerosas patologías como la hipertensión arterial,
diabetes, problemas respiratorios y circulatorios, etc. y los medicamentos prescritos para
tratarlas pueden inhibir el deseo sexual o dificultar las erecciones y la duración de estas.

Factores psicosociales

1. Uno de los factores es la falta de pareja, considerada la principal responsable de


abstinencia sexual. Muchos ancianos después de toda una vida en pareja consideran una
traición el iniciar relaciones sexuales con otra mujer.
2. Tras muchos años de matrimonio o vida en pareja, es común (aunque no verbalizado
públicamente) el deterioro de la relación matrimonial debido a la monotonía de la
relación sexual y a la falta de comunicación entre otros. Obviamente, esta monotonía
repercute directamente en la expresión sexual del anciano, llegando a desaparecer por
completo el deseo sexual en algunos casos.

3. Las condiciones domésticas en las que viven los ancianos también influyen en la
calidad de sus relaciones sexuales. Son muchos los domicilios en los que conviven
varias generaciones afectando negativamente la privacidad de los ancianos y, en
consecuencia, a la posibilidad de practicar sexo.

4. La no aceptación (o no adaptación) de la jubilación también juega un papel


importante como obstáculo para las relaciones sexuales. Es común la aparición de
estados depresivos o de ansiedad durante esta etapa de la vida.

5. Algunas religiones consideran que el sexo sin intención reproductiva es pecado.

6. El miedo de no ser capaz de mantener una relación sexual completa es común entre
los ancianos varones. Este sentimiento les hace entrar en un círculo vicioso ya que
cuanta mayor ansiedad más difícil resulta el acto sexual y cuanto más difícil sea
mantener la relación sexual mayor ansiedad se genera. Entre los varones con disfunción
eréctil es común el miedo a “dar la talla” que denota la visión de la sexualidad
únicamente como el coito, dejando de lado aspectos como las caricias, los besos etc.

7. La mayoría de sociedades intenta alejar el término sexualidad del termino anciano


como si estos fueran incompatibles. En la mayoría de los casos se reprocha y prohíbe al
anciano conductas sexuales como pueden ser la masturbación o el uso de pornografía
simplemente por considerarlo un tabú social.

Disfunción sexual

Una vez entendidas los cambios fisiológicos y los factores psicosociales que acompañan
al varón durante su vejes, no es de extrañar que la prevalencia de la disfunción de la
esfera sexual en el varón de edad avanzada sea claramente superior a las etapas previas
de la vida de un individuo situándose cerca de 60% en varones de 70 años.

No existe una causa única responsable de la disfunción eréctil sino que presenta una
etiología multifactorial a pesar de que el componente vascular es evidentemente el
prioritario.
La disminución del aporte arterial por parte de las arterias cavernosas secundaria a la
arteriosclerosis es prácticamente presente en el 70% de varones con edades superiores a
los 68 años. Ello se acompaña de una disminución de oxigenación de los sinusoides de
los cuerpos cavernosos por lo que el porcentaje de fibrosis aumenta y limita la
capacidad de expansión de los mismos. A esto hay que sumar todas las patologías
sistémicas de origen vascular que afectan también al pene y su función eréctil.

Finalmente dentro del apartado de las causas de disfunción eréctil no debemos olvidar la
patología funcional psicógena que siempre subyace ante una disfunción eréctil y que es
mucho más evidente en la persona mayor. El hecho de vivir el paso ineludible de la vida
y percibir el deterioro paulatino de las funciones del organismo, produce en las personas
un cuadro depresivo latente. Como ya hemos visto anteriormente la represión
inconsciente de la sexualidad dada por patrones sociales también induce a alteraciones
de la esfera sexual.

Lo verdaderamente importante es evaluar la sexualidad acorde con la edad cronológica


siendo la disfunción de cualquiera de los elementos que configuran la sexualidad, no un
fenómeno de vejez sino una patología que puede ser tratada.

4. ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD EN MUJERES.

En la mujer también aparecen cambios relacionados con la edad: a nivel hormonal,


físico y psicológico. Ésta alteración de niveles hormonales se produce en torno a la
relación existente entre las hormonas ováricas y las producidas por la hipófisis en el
cerebro.

Lo que todos conocemos como menopausia supone un proceso normal en el


envejecimiento de la mujer, suele aparecer alrededor de los 50 años de edad (en algunos
casos puede aparecer antes). Los ovarios dejan de producir óvulos cesando así los ciclos
menstruales, habiendo sido éstos irregulares en el período premenopaúsico.

Los ovarios disminuyen su sensibilidad ante la hormona folículoestimulante (FSH) y la


hormona luteinizante (LH). La FSH es un tipo de hormona gonadotropina, se sintetiza y
segrega por los gonatropodos de la glándula pituitaria anterior. Es la encargada de la
regulación del desarrollo, la maduración puberal y los procesos reproductivos en seres
humanos. En la mujer interviene en la maduración de ovocitos y en el hombre en la
producción de espermatozoides. La FSH y la LH trabajan de forma conjunta en este
proceso. Esta disminución de sensibilidad en los ovarios provocará un aumento en la
producción de estas hormonas, lo que finalmente se irá reduciendo.

Las hormonas producidas por los ovarios también van a disminuir en esta época de la
menopausia. Abarcan diferentes formas de estrógenos, progesterona y andrógenos
(testosterona). En esta etapa seguirán produciendo una cantidad reducida de testosterona
y algo de estrógenos. Igual pasa con las hormonas producidas por la hipófisis.

Estos cambios hormonales desembocan en cambios en todo el aparato reproductor. Las


mujeres pierden elasticidad en las paredes vaginales, rigidez volviéndose éstas más
delgadas, se reduce el tamaño de la vagina y se vuelven las secreciones escasas y
acuosas. La parte genital externa sufre un adelgazamiento (atrofia de los labios).

Los cambios en el aparato reproductor están muy ligados a los cambios en el sistema
urinario tanto en hombres como en mujeres.

Estas alteraciones van a tener una serie de efectos:

- Pérdida de la capacidad reproductora

- Los síntomas que presentan las mujeres menopaúsicas presentan una gravedad
variable, siendo producidos la mayoría de ellos por cambios hormonales.

- Cambios en el tejido mamario y otros cambios reproductivos.

- Alteración en la libido y en la respuesta sexual (pero no implica que la mujer pueda


tener relaciones sexuales y disfrutar de las mismas).

Suelen aparecer una serie de problemas ligados a los cambios producidos por la edad:

- Físicos: Los músculos púbicos pierden tono y puede producirse un prolapso (caída de
una estructura de su posición) vaginal, vesical o uterino, aunque en la mayoría de los
casos se pueden tratar. También puede aparecer una irritación de los genitales externos
(prurito vulvar), vaginitis atrófica (adelgazamiento y sequedad de las pared vaginal). la
relación sexual puede hacerse molesta para algunas mujeres. Existe riesgo de padecer
artrosis debido principalmente al reducimiento de los niveles de estrógeno.

- Psicológico: Sofocos, alteraciones en el estado de ánimo, del sueño, dolores de cabeza.


Reducción del deseo sexual, además de por el reducimiento del nivel de estrógenos,
influye el nacimiento del primer nieto, las diferencias afectivas con la pareja, descenso
de la autoestima por los cambios que se producen en su aspecto físico etc.
Algunos estudios ponen de manifiesto que una parte de las mujeres menopaúsicas
tienen unas relaciones sexuales satisfactorias e incluso más estables y gratificantes que
antes, aunque no son mayoría es importante tenerlo en cuenta.

5. INTERVENCIÓN TERAPEÚTICA EN DISFUNCIONES SEXUALES DE


PERSONAS MAYORES.

Respecto a las intervenciones para mejorar la sexualidad en ancianos, antes de llevarlas


a cabo se deben tener en cuenta ciertos aspectos, en primer lugar ambos sexos padecen
de una cierta lentitud en sus deseos sexuales y excitación lo que los lleva por otro lado a
lograr los niveles de excitación al unísono. Por otro lado el tiempo de recuperación,
entre dos actos, es de dos a cinco días para ambos sexos.

Hay que decir que a la hora de la verdad, un número reducido de personas mayores
solicitan consulta sexológica para sus problemas, la mayoría de ellos toma su declive
sexual como algo definitivo. Dentro de los ancianos que acuden a consulta por
problemas sexuales la mayoría de ellos sigue el tratamiento cuando es
quimioterapéutico casi ninguno cuando es psicológico.

A pesar del tema de la edad numerosos expertos señalan que si la excitación se cultiva,
esta no se apaga y ayuda a prevenir diversas disfunciones sexuales.

Para la mujer existen bastantes técnicas, como por ejemplo el tratamiento hormonal que
permite la continuidad del deseo de la mujer y mantienen una buena lubricación vaginal,
por su puesto hay que decir que aparte de los tratamientos que se puedan ofrecer el tipo
de cogniciones y autoestima desempeñan un papel fundamental en el tema sexual. Otro
ejemplo de tratamiento en la mujer es el entrenamiento de los músculos del perineo,
esfínteres y vagina para el tratamiento de la anorgasmia. Para la anorgasmia sin
embargo el tratamiento de la perspectiva conductual en la reestructuración de las
caricias a nivel del clítoris. Para el tratamiento de la dispareunia trata de evitar los
dolores que impiden la realización de caricias sexuales y hacen imposible la penetración
del pene en la vagina. Sin embargo desde la perspectiva cognitiva el tratamiento de la
dispareunia se centra en el deseo y procura aumentar las cogniciones emotivas eróticas
y positivas de la mujer en cuestión. Se ha demostrado que también los ejercicios de
relajación y desensibilización sistemática logran conseguir una reestructuración del
pensamiento de dolor durante las relacione sexuales. Hay casos extremos en los que hay
que recurrir a cirugía para elevar el útero o realizar una ligadura de trompas.

En el hombre los dos síntomas más comunes son la eyaculación precoz que supone el
padecimiento de una perturbación en el momento de la excitación y la impotencia que
suele estar determinada por diversos factores.

Para finalizar comentar casos más mentales que físicos. La anticipación negativa de la
sexualidad desencadena ansiedad y baja autoestima, dificultad para mantener relaciones
sexuales, trastornos afectivos y deterioro de la imagen corporal de la pareja.

6. CONCLUSIONES

La sexualidad es algo que viene acompañándonos a lo largo de la vida, desde que somos
pequeños comenzamos a reconocer nuestro cuerpo, a diferenciar entre órganos sexuales
masculinos y femeninos, experimentando con nosotros mismos, hasta que tenemos
nuestras primeras experiencias y así a lo largo de nuestra vida. Mantener relaciones
sexuales es una fuente de vida a la vez que de placer, si se alcanza el clímax se produce
una liberación de endorfinas (o "morfina endógena").
La práctica sexual es algo necesario, en nuestro ciclo vital, es cierto que cuando se es
joven se tiene más vitalidad, fuerza, pero es un hecho inevitable que vayamos
envejeciendo, y aunque nuestro rostro, cabello, piel (apariencia física) sea un descenso
propio de esta etapa, no significa que la persona haya de privarse de una práctica sexual
sana, tanto a nivel individual como en compañía. Por lo tanto habría que hacer hincapié
en aquellos prejuicios sobre que solo un cierto rango de edad debe disfrutar de
relaciones sexuales, con programas de educación sexual, para concienciar tanto a
jóvenes, adultos y personas de edad avanzada, de que es algo biológicamente natural y
necesario, para una mejor calidad de vida a nivel físico y emocional, mantener una
relación íntima siempre contribuirá de manera positiva a los muchos vaivenes producto
de la etapa de la vejez.
BIBLIOGRAFÍA

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(1ºparte). Cinteco. Psicología Clínica y Psiquíatrica.

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North American Menopause Society. Estrogen y progestogen use in postmenopausal


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