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Vuelve Freud Los neurélogos estén cayendo en la cuenta de que las descripciones biolégicas del cerebro resultan més coherentes, siselas integra en las teorias psicolbgicas que Freud enuncié hace un siglo N°587 2.76€ Mark Solms urante la primera mitad del siglo XX, las ideas de Si mund Freud predominaban cuando se tratabs de expli car Ia naturaleza de la mente o psique humana. Su te- sis bisica decfa que nuestras motivaciones permanecen en muy buena medida ocultas en nuestro inconsciente Més atin, una fuerza represiva las aparta activamente de la cons- ciencia. El aparato activo de la psique (el “yo") rechaza todos aquellos impulsos inconscientes (el “ello”) que puedan promover tuna conducta incompatible con la civilizada idea que nos hace mos de nosotros mismos. Tal represiéin es necesaria porque los impulsos instintivos se expresan en forma de pasiones incontro- ladas, fantasias infantiles y deseos sexuales y agresivos. Hasta su muerte en 1939, sostuvo que Ia enfermedad mental se produce cuando fala la represidn. Las fobias, los ataques de pi nico y las obsesiones se deberian a que en la conducta volunta- ria se introducen fortivamente pulsiones ocultas. Correspondfa, pues, a Ja psicoterapia rastrear los sintomas neuréticos hasta dar con sus raices inconscientes y exponerlas al juicio maduro, ra- cional, quitindoles asf su fuerza compulsiva. Sin embargo, al ir adguiriendo las investigaciones sobre la mente y el cerebro mayor complejidad a partir del decenio de 1950, a los especialistas les fueron pareciendo poco sdlidas las pruebas que Freud adujo en pro de sus teorfas. No las sometia a Ja experimentacién controlada; s6lo entreveraba inferencias teé- ricas y observaciones simples de pacientes en entornos clinicos. W985 tratamientos por medio deM™ ciones del yo y el ello estaban irre- drogas ganaron terreno y la ten- dencia a explicar biolégicamente las enfermedades mentales fue des- prestigiando al psicoandlisis. Freud, de haber vivido por aquellos afios, hasta puede que hubiese dado por ‘bueno ef cambio de enfoque. En su Epoca, cont6 con una reputaci6n como neurdlogo muy alta. Hizo a ‘menudo comentarios de este tipo: “Es de creer que las deficiencias de nuestra teorfa se subsanarian si fuésemos capaces de sustituir los términos psicolégicos por formula- clones fisioldgicas y quimicas”. Pero no disponia ain de la ciencia 0 I técnica necesarias para conocer Ia organizacién y las funciones del cerebro, ni de la personalidad nor- ‘mal ni de la neurstica ‘A Ia altura del decenio de 1980, hasta en algunos circulos psicoa- naliticos se consideraba que las no- ‘mediablemente anticuadas. Fread era ya historia, En 1a nueva psicologia prevalecié la idea de que los de- primidos padecfan su mal no por- {que algo socavase sus primeros afec- tos en la infancia, sino a causa de desarreglos de los componentes qui- ‘micas del cerebro. La psicofarmaco- logia, sin embargo, no proporcions tina teorfa general de la personali- dad, Iz emocién y la motivacién, luna concepcién nueva de “lo que fos conmueve", que sustituyese a Ja de Freud. Sin un modelo as, los neurélogos restringieron su enfoque y prescindieron de las visiones de conjunto. Hoy dia se esté volviendo a la vie sign de conjunto, y lo sorprendente que el cuadro resultamte se parece al que hace un siglo pergefié Freud. ‘Aiin se estd lejos del consenso, pero cada ver son mis los neurslogos iqidtricos por Bye eee cet Er cen) 52 ee eee eee eee ea eae ee ec Cierra eee er tee eee ue Perera ra 1. FREUD JOVEN, hi 291 {que Megan a la misma conelusién que Eric R. Kandel, de la Universidad de Columbia, premiado el aiio 2000 con el Nobel de fisiologia 0 medi- ina: que “acerca de la mente, no hay todavia concepcién més cohe- rente ¢ intelectualmente satisfectoris que el psicoandlisis” Freud welve, pues, y no solo a la teorfa, En casi todas las grandes ciu- dades del munde se han formado grupos de trabajo interdisciplinario ue unen los campos, antes dividi- os y con frecuencia antagénicos, de li nevrologia y del psicoandlisis, Estas redes de investigacién, a su vez, han constituido la Sociedad Internacional Neuropsicoanalitica, gue orgeniza un congreso anual y publica la prestigiosa revista Neuro- Psychoanalysis. Testimonia el re- novado respeto por las ideas de Freud el consejo editorial de esta revista, donde figura la plana mayor de 1 actual neurologfa del comporta- imiento: Antonio R. Damasio, Kandel, Joseph E, LeDoux, Benjamin Libet, Taak Panksepp, Vilayanur S. Rama- ‘chandran, Daniel L. Schacter y Wolf Singer. Estos investigadores estn for- Jando, en palabras de Kandel, nuevo marco intelectual para la psi- quiatria", Dentro de este marco, parece que Ja organizacién general de la mente que a grandes rasgos esbozé Freud esté destinada a de- sempefiar un papel semejante al que representa Ia teorfa de Ia evolucién de Darwin para la genética mole- cular: una plantilla sobre la que se podrin ir colocando coherentemente Jos detalles que se vayan descu- briendo. Los neurdlogos estin en- contrando pruebas que avalan al- gunas de las teorfas de Freud y, a Ia ver, van atando cabos acerca de Tos mecanismos subyacentes 2 Ios procesos mentales que describis. Motivacién inconsciente ‘Cuando Freud introdujo su idea fun- damental, que In mayoria de Ios procesos mentales que a diario de- terminan nuestros pensamientos, sentimientos y voliciones ocurren §inconscientemente, sus contempo- rineos la rechazaron por imposi= ble. Pero hoy las investigaciones Ivesri@aciow ¥ CleNCA, ju, 2004 i s confirman cada vez mas la exis- tencia y Ia importante funcién de los procesos mentales inconscien- tes. Por ejemplo, Ia conducia de pacientes incapaces de recordar conscientemente sucesos acaecidos después de que se les dafaran cier~ tas estructuras cerebrales codifica~ doras de Ja memoria se halla a las claras influida por esos sucesos “ol- vvidados". Los neurélogos cognitivos interpretan estas casos bosquejando dos sistemas mnémicos diferentes, ‘uno que procesa la informacién “de ‘modo explicito” (conscientemente) y otro que Ia trata “de modo impli ‘onscientemente). Pues bien, Freud dividié Ia memoria de la ‘Se han identificado también sis- temas de memoria inconsciente que intervienen en el aprendizaje emo- cional. En 1996, en la Universidsd de Nueva York, demostré LeDoux que bajo el cortex consciente hay tuna via neuronal que conecta las informaciones de la percepcién con Jas primitivas estructuras del cere ‘bro que generan las reacciones de temor. Como esta via elude el hipo- ‘campo —generador de los recuer- dos conscientes—, los acaecimien- tos presentes suscitan de ordinario recuerdos inconscientes de sucesos pasados que tuvieron importancia ‘emocional; por eso se producen sen~ timientos conseientes que parecen irracionales, como, digamos, una ani- madversién hacia quienes leven barbs La neurologia ha demostrado que las estructuras cerebrales principa- Tes de las que depende la forma- cién de los recuerdos conscientes (explicitos) no funcionan durante Jos dos primeros afos de la vida, pro- porcionando con ello una elegante explicacién de lo que Freud llamabs amnesia infantil. Tal y como Freud conjeturd, no es que olvidemos nues- {ras primeras impresiones: mnémi~ cas, sino simplemente que no po- demos evocarlas, hacerlas venir Ja conscieneia. Pero esta impoten- cia no impide que aquellas impre- siones afecten a los sentimientos y ala condueta del adulto. Seria dif cil encontrar un neurobidlogo ex- perimental que diserepe de que las primeras experiencias, sobre todo las que se dan entre una madre y su bebé, influyen en las conexiones lvesrisncton ¥ Creer, juli, 2004 ‘cerebrales hasta el punto de confi- gurar los fundamentos de nuestra personalidad y nuestra futura salud mental, Y, sin embargo, ninguna de tales experiencias puede ser cons- cientemente rememorada. Se va ha: ciendo cada vez més claro que gran parte de nuestra actividad mental ‘esté motivada inconscientemente, Se reivindica fa represién Sin embargo, aun suponiendo que la mayoria de las veces nos mue- ‘ven pensamientas inconscientes, 00 4quedarfa probada la tesis de Freud segin Is cual reprimimos activa~ ‘mente informaciones insoportables. Pero cada dia son mas numerosos los estudios de casos que abonan tal idea, El més famaso fue el rea- lizado en 1994 por el neurdlogo conduetual Ramachandran, de la Universidad de California en San Diego, con anosogndsicos. A esos pacientes el deterioro de la regién parietal derecha del cerebro les im- pedia tener consciencia de sus pro- pits, y muy graves, deficiencias sicas, la pardlisis de un miembro por ejemplo, Observé Ramachandran que una mujer adquiri6 de pronto conciencia, tras activarle artificial- SNES AVES IEN Freud elaboré su modelo definitive de la mente en 1983 (a la derecha; se hhan afadido colores a su esquema). Las lineas de puntos representat umbral entre los procesos inconscientes y los conscientes. El ‘super-yo primia las pulsiones instintvas (el ‘ello’ pensamiento racional. La mayoria de fos procesos racionales (el yo’) eran fautomaticos ¢ inconsciantes, de modo ue para dirigt la experiencia cons- ciento, estrechaments vinculada a la percepcién, sblo quadaba una pequena parte del yo (bulbo superior. El ‘super yo. mediaba an la lucha Que por la do Iminacion mantenian el yo" y el ‘elo La cartogratia neurolégica reciente (abajo) tiene bastante corvelacion, on lineas genersles, con la concepcién freudiana. Los cenirales tallo cerebral y sistema limbico —responsabie de los Instintos y pulsiones— corresponden aproximadamente al ‘ello’ do Froud. La regién ventral del edrtex frontal, controladora de la inhibicién selectiva, la region dorsal trontal, controladora dal pensamiante conscienta de si, y él cortex posterier, que rige las represen- taciones del mundo extemo, equivalen al yo" y al‘super-yo! ) 2 impadia ast que trastoraran el er posterior 53 mente el hemisferio derecho, de que tenfa paralizado el brazo izquierdo; cayé también en Ia cuenta de que Jo haba tenido asf los ocho dias, pasados desde que sufti6 un acci- dente cerebrovascular. Demostraba aque era capaz de reconocer su im- ppedimento y que lo habia tenido inconscientemente registrado durante Tos ocho dias anteriores, pese a que durante todo ese tiempo negara cons- cientemente que sufriese problema alguno. Es significativo que, una vez de- saparecidos los efectos de Ia esti- mulacién, Ia mujer no solo volvi6 a creer que su brazo estaba en con- diciones normales, sino que ademés olvidé Ja parte de a entrevista en Ja que habia reconocido que tenia el brazo paralizado, aunque sf si- guid recordando los demés detalles de la entrevista. Ramachandran con- clufa: “De estas observaciones se si- gue una conclusiGn: que es cierto ‘que los recuerdos se pueden repri- mir selectivamente. ... Fue ver [a esa paciente] lo que me convencis 2. COW UN ESCANEADD DEL CERE Se eee Peete Sa Eee) So Se Peet eer eee Petr cae ca Se oe pooner 54 de la realidad de los fenémenos de represién que constituyen la piedra angular de Ta teoria psicoanalitica clisica” ‘Como les acurre a los sujetos con “cerebro dividido", cuyos hemiste- rios han quedado separados —fa- mosos gracias a Ios estudios que en las décadas de 1960 y 1970 realiz6 el hoy ya fallecido premio Nobel Roger W. Sperry, del Instituto de Tecnologia de California—, los pacientes anosogndsicos urden ra- zones que les libren de tener que enfrentarse a To que no quenrfan re conocer y se inventan explicacio~ res verosfmiles pero irreales de sus actos inconscientemente motivados De este modo, dice Ramachandran, el hemisferio izquierdo recurre de ‘manera manifiesta a “mecanismos de defensa” freudianos. ‘Anlogos fenémenos se ha de- ‘mostrado ahora que se dan también fen sujetos con el cerebro intact. Seguin hizo notar el neuropsicélogo Marin A. Conway, de la Universidad de Durham, Inglaterra, en un co- rmentatio publicado el aio 2001 en Nature, sien condiciones de labo- ratorio se pueden generar elaros efec~ tos de represién en individuos co- munes, en situaciones trauméticas de Ia vida real debe de haberlos mu- cho mas vivos. El principio del placer Pero Freud fue ain més lejos. No slo dijo que mucha de nuestra vida mental es ineonscientey reprimida, Sino también que la parte reprimida de Ta mente inconsciente sigue un principio distinto del “prineipio de fealidad” por el que se rige el yo consciente. Este tipo de pensamien- to inconsciente slo se atene a sus deseos y se salta alegremente las Jeyes de Ta l6gica y del curso del tiempo. De estar Freud en lo cierto, las lesiones de las estrcturas cercbra~ les inhibidoras (sede del yo “repre- sor") darfan sucta a modos de actua- Gién mental ilusocios, iracionales Pues bien esto es lo que se ha obser- vado en pacientes que suften algin deteriora de Ia region limbica fron- tal, que controla aspectos funda- mentales de la consciencia de sf mismo. Algunos sujetos mestan un pectliar sindrome, la psicosis de Korsakov; no se pereatan de que so amnésicos y colman las lagunas de su memoria con fabulaciones, Aikaterini Fotopoulou, neurop- sicdloga de Durham, estudié hace poco en mi laboratorio a uno de es tos pacientes. En ninguna de las se- siones de SO minutos celebradas en mj despacho durante doce dias se- ‘uidos fue capaz aquel hombre de recordar que me habia visto antes alguna vez, ni tampoco que le habfan foperado para extirpar de sus 16bu- los frontales el tumor que Ie pro- dujo Ia amnesia. En cuanto a él se referfa, no habia deficiencia alguna ‘Al preguntarle por Ta cicatriz de su cabeza, fabulaba explicaciones de lo as inveros{miles: que le habia ope- rado un dentista 0 que habian teni- do que implantarle un bypass coro- nario, Era cierto que habia suftido aos antes, esas intervenciones; 2 di ferencia de la del cerebro, habian sido enteramente satisfactoria. De manera parecida, al preguntarle quién era yo y qué estaba Naciendo 41 en mi laboratorio, sus respuestas variaban: yo era un colega, 0 un amigo con el que se iba de copas, ‘oun cliente que Je consultaba sobre asuntes de su especialidad profesio- nal, 0 un compafiero de equipo en tun eporte que él no habia vuelto a practicar desde que abandonara, do- cenas de afios antes, la universidad, (© un mecénico que reparaba uno de sus muchos caches deportivos (que fen realidad nunca hubfa tenido). Su actitud era también coherente con es- tas falsas creencias: recorrfa con la ‘mirada toda la habitacién en busca de su cerveza, 0 miraba por la ven tana para ver el coche. ‘Al observador casual Je lama la atenciGn la eualidad desiderativa de estas falsas ideaciones; Fotopoulou hha confirmado objetivamente esa im- presién mediante el andlisis cuanti- tativo de una serie de 155 fabula- ciones sucesivas del paciente, Sus falsas creencias no se debian a es timulaciones fortuitas, sino que nacfan del “principio del placer”, al que Freud atribufa un papel central en el pensamiento inconsciente. El hom- bre no hacia mis que reformar 0 re- fundir Ia realidad como €1 deseaba que fuese. Otros investigadores, en- tne ellos Martin Conway, de Durham, y Oliver Turnbull, de Ia Universidad {de Gales, han informado de obser~ vaciones semejantes, Aunque son Investioncion ¥ Ciencia, joi, 2008 | neurdlogos cognitives y no psicoa- nalistas, interpretan sus hallazgos en términos freudianos; en esencia, nos dicen que el dato de la regia limbica frontal, Ia que produce las fabulaciones, deteriora los mecanis mos de control cognitivo de los que depende la captacién normal de la realidad y libera de Ia inhibicién las implictas pulsiones desiderativas que influyen en la percepci6n, en la me- ‘moria y en el juicio. El animal interior Freud sostenia que el principio del placer da expresién a las pulsiones ‘animales primitivas, Para Sus victo- rianos contemporéneos, Ja implica~ cién de que la conducta humana estuviese en el fondo regida por im- pulsos cuya més alta finalidad no era sino la plena satisfaccién de los propios deseos carales resultaba to- talmente escandalosa. La indigna- cin moral se fue debilitando duran- te los decenios subsiguientes, pero los investigadores del conocimsiento fueron dejando de lado la visi6n freu- diana del hombre como animal ‘Ahora wuelve a estar en boga. Neu- s6logos como Donald W. Paif, de Ja Universidad Rockefeller. y Jaak Panksepp, de la Universidad estatal de Bowling Green, creen que Ios ‘mecanismos instintives que rigen Ia motivacién humana son aun més primitivos de lo que Freud se ima- ‘bin6. Los hombres compartimos con nuestros parientes los primates y con todos los mamiferos sistemas bési- cos de control de las emociones. En €l profundo nivel de la organizacién mental gue Freud llamaba el ello, la anatomfa funcional y la quimica de nuestros cerebros no se diferen- cian mucho de las de nuestros ani- males domésticos. ero los neurélogos modernos no fceptan ya Iz manera en que Freud clasifies’ Ia vida instintiva humana, mediante una simple dicotomia en- tre Ia sexualidad y Ia agresividad Gracias al estudio e Jos efectos de lesiones, drogas y estimulaciones antficiales del cerebro, han identi- ficado en los mamfferos al menos ‘cuatro circuitos instintivos bésicos, algunos de los eusles se superpo- nen; e] sistema “anhelante” 0 “de re compensa” (que motiva la busca del placer); el sistema de “enfado-ra- bia” (que rige la agresién furiosa pero Iwesmiacion ¥ Crea, julio, 2004 mmecanismo neuronal de Ia represion iavribl; espe raba que los expliacions psicolqicas del ps ‘wsmo seran un die romplazadas por explcacio nes biogas como és, En su esquoma, un reeverdo desogtedsbo seria actvado normalmente orn estimulo (0, en of extromo iquierdo) ave va dela neurona ‘2 hacia la neuona inj. aca la neurone ‘ale’ (ala derecho de '') pois Aesvat la sefale imped con elo la activacén 5 otras nauranas lvriba a la dereca)ejercian tn inte “raprsoc”.Natese que Froud (au, en ti» momento muy posterior de su vids) situs entre las neuronas uneshiatos que, pregcia,serviian como “bareras da contacto", Das aos despuis, 1 isilog inglés Chalos Sherrington los dest brig lo Had sinapss, no la depredadora); el sistema de “te rmor-ansiedad”s y el sistema “panico {que incluye instintos complejos, ast Jos que rigen los vinculos sociales). “También se esti investigando si exis- ten més fuerzas instintivas, por ejem- plo un discolo sistema “Iidieo”, Neu Fotransmisores especificos (sustancias quimicas que en el interior del ce rebro llevan mensajes de unas neu- ronas a otras) modulan estos siste- mas cerebrales. El sistema anhelante, regulade por el neurotransmisor dopamin, guarda tuna notable semejanza con Ia “lie bido” freudiana. Segin Freud, la pulsign libidinal o sexual es un sis {ema de busca de placer que activa cenérgicamente la mayorfa de aves- tras interacciones con el mundo di- rigidas a alcanzar objetivos. La in- vestigacién moderna patentiza que su equivalente neural interviene mu. ccho en casi todas las formas de an- sia y de adiccién. Los experimen- tos que Freud efectud en la primera parte de su carrera con la cocaina —sobre todo en sf mismo— Ie con- vencieron de que Ia Iibido ha de t ner una base nevroguimica especi fica. A diferencia de sus sucesores. no vio que hubiese razén alguna para un antagonismo entre el psi- coanilisis y la psicofarmacologta, Predijo con entusiasmo que Hegarfa tun dia en el que “las energias del ello” serian controladas pot sminadas sustancias quimicas”. En la sactualidad, ls tratamientos que unen Ia psicoterapia y las medicaciones psicoactivas son ampliamente reco- nocidos como Ja mejor manera de hacer frente a muchas dolencias psf quicas. ¥ las téenicas de formacién de imagenes cerebrales muestran que la terapia verbal afecta al cerebro de modo no muy diferente a como Te afectan esos férmacos, Los sueiies tienen significado Las ideas de Freud estin volviendo 4 tener vigencia también en los tudios del dormir y los suefios. Su teorfa de que las visiones nocturnas son vislumbres de deseos inconscien- tes quedé desacreditada cuando, en Jos afos cincuenta, se descubrieson la fase "REM’ del suefio —o ‘del movimiento répide de los ojos'— y su estrecha correlacién con los suc fios. Y parecié perder toda credibi- Jidad cuando, por los afios setenta, se demosteS que el ciclo del suefio estaba regulado por una sustancia ‘quimica ubicua, Ia acetileolina, que se producfa en una parte del tallo 56 cerebral “ajena a la mente”. El suenio REM ocurria automsticamente cada 90 minutos, poco ms © menos, pro- movido por sustancias quimicas y estructuras cerebrales que nada te~ fan que ver con Ia emocién ni con la motivacién, Este descubrimiento implicaba que los suefios no signi ficaban nada, sino que eran simple~ ‘mente historias inventadas por el ce rebro superior para tratar de reflejar Ja aleatoria actividad del cértex cau- sada por el REM, Pero investigaciones més recien- tes han revelado que el suefio onii- co y el suerio REM son dos estados diversos, controlados por mecanis- ‘mos distintos, aunque interactives. Genera los suelios una red de es- ‘ructuras cuyo centro son los circui~ tos instintivo-motivacionales del prosencéfalo 0 parte frontal del ce~ ebro, Este descubrimiento ha ori- ‘ginado numerosas teorias sobre el ‘cerebro durmiente, en muchas de las cuales hay claras feminiscencias de Ta de Freud. Destaca sobre todo Ia observacién, que otros y yo hemos hecho, de que cuando se cortan cier- tas fibras del interior del Iébulo fron- tal, los suenos cesan por completo, sintoma que coincide con una re~ duccién general del comportamiento motivado, Dicha lesién es justo Ia que se producfa deliberadamente con la lobectomia frontal, obsoleto procedimiento quirtrgico al que se recurria antes para controlar Ias alu~ cinaciones y los delirios. La susti- tay6 en los afos sesenta el sumi- nisro de Farmacos que aminoran Ia actividad de la dopamina en esos mismos sistemas cerebrales, EI sis tema anhelante podria ser, pues, el ‘generador primario de los suefos, Esta posibilidad se ha convertido en uun importante foco de la investiga ‘eign actual, De confirmarse 1a hipétesis, Ia teoria de que sofiamos para satis- facer deseos reprimidos o suprimi- dos podria ocupar de nuevo un Tu- gar central en las investigaciones sobre el suefio. Pero aun suponien- ddo gue prevalezcan otras interpre> taciones de los datos neurolégicos més recientes, en conjunto vienen todas ellas a demostrar que las con- ‘ceptualizaciones “psicologicas” del sueio tornan a ser cientificamente respetables. Pocos neurocientificos pretenden ain —como antafo, y 56 sin réplica entonces— que el conte- niido de los suefies no responde a ‘mecanismos emocionales primarios, Acabar la tarea Desde Iuego que no a todo e! mundo le entusiasma la reaparicin de las nociones freudianas, no ya en los margenes, sino en la cortiente prin- cipal de Ia investigacién de la mente. A los psicoanalistas de mds edad no les es facil aceptar que sus co- legas y diseipulos mis j6venes pue- ddan y deban hoy someter los sabe~ tes cldsicos a un tipo de escrutinio biolégico toralmente nuevo. Pero un alentador nimero de veteranos de ambas orillas del Atlintico se empe~ fan, por lo menos, en mantener una mentalidad abjerta, como lo atesti- guan los eminentes psicoanalistas Gel consejo editorial de Ia revista Neuro-Psychoanalysis y otros mu- thos que, entradas ya en afios, for- man parte de In Sociedad Intema- cional de Neuro-Psicoandlisis. Lo que a Jos neurocientificos les hace resistirse al retorno de las ideas sicoanaliticas es el fantasma de la mole freudiana que conocieron en Jos primeros afios de sus carreras y ‘que tan indestructible parecia, No pueden reconocer ni siquiera una confirmacién parcial de las intui- ciones fundamentales de Freud: pi den una purga total (véase el recua~ dro “;Vuelve Freud? Como un mal sueno"). Para J. Allan Hobson, fa- ‘moso investigador del suello y ps guiatra de la facultad de medicina de Harvard, el renovado interés por Freud es poco menos que un instil vertido de datos modernos en un viejo odre conceptual. Pero, como de- fa Panksepp en una entrevista pu- blicada en 2002 en Newsweek, para los neurélogos a los que entusiasma la reconciliacién de Ie neurologta con la psiquiatria “no se trata de demosirar si Freud estaba o no en lo cierto, sino de concluir la tarea” Si puede ser llevada a cabo, si se logra establecer ese “nuevo marco intelecwal para a psiguiatria” de ue habla Kandel, quedara atras et tempo en que las personas con di- Ficultades emocionales debian ele~ gir entre la terapia verbal del psi- ‘coanslisis, ajena tal vez a 1a moderna medicina basada en pruebas empf- ticas, y la terapia con drogas pres- cerita por una psicofarmacologia a la que quizé le falte tener en cuenta In relacidn entre la quimica cere bral sobre Ia que acta y las com- plejas trayectorias de la vida real que culminan en el trastorno emo: tivo. La psiquiatria del maftane pro- mete proporcionar @ los pacientes tuna ayuda que se base en la com- prensidn integral del funcionamiento de Ia mente humana. ‘Sean cuales fueren las insospe- chadas terapias que aporte el futuro, el mejor conocimiento de lo que ocu- re en el cerchro silo puede benefi- ciar a los pacientes. Puesto que los neurocientfficos modernos abordan tuna yer més las profundas cuestio- nes dela psicologis humana que tanto preoeuparon a Freud, es gratificante caer en Ja cuenta de que podemos cconstruir sobre los cimientos que él puso, en vez de tener que empezar todo de nuevo, Aun advirtiendo pun- tos débiles en las ricas teorfas de Freud y tratando por ende de corre- tir, revisar y complementar su obra, nos sentriamos privilegiados si logré- semos, en efecto, coneluir la tarea El autor Mark Solms es profesor itular nouropsicologia de la Universidad de Ciudad dol Cabo [Sudétic) y profesor ro tult norararie de neurociigia en | Te Escuela Rel de Medicina y Oéonto login de Lonares. Es también ‘director | Bl Corre Ainold Pftter de Mauropst | coandlisis del Instituto Psicoanalitice | neoyorquna y constr nourepsialg | codal Centro hana Freud de Londres Agradece @ Over Tunbul, profesor na ttular del Canra de Nevroogis, Copstiva dela Universidad de Gales id prestada are le ‘tele | | Bibliogratia complementaria | tha Stns on Behavioral and Brain | Seenes ve", n° 6. pie. 863 | 850; diciembee, 2000. | Frcuouan Oneam Tucony Tooay. Mark | | Som en yeaa a. 13-0012, | | pigs. 618-619; diciembre, 2000. | } cine, srs m ManoPstcmar | | sis. K. Kaplan Solms y M. Solms. Kar- te Boks, 200 Te Bray ako at eh Wort. Mak | Soins y Olver Turnbull. Otho Pres, | 7002. | Iesricnciow ¥ Crenci, juli, 2004

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