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La sexualidad en el anciano varón.

Las mejoras de la calidad de vida tanto desde el punto de vista sanitario como desde el
punto de vista social han creado una sociedad más longeva y más sana.
Sin embargo, no se puede negar que la actividad sexual a lo largo de la vida va variando
y comporta una serie de cambios directamente relacionados con la evolución involutiva
de la edad.

Los cambios de la función sexual en el varón, se inician de forma imperceptible con la


disminución de erecciones involuntarias nocturnas directamente relacionados a la fase
de sueño profundo REM, pasando de ser de 30 minutos por noche en la segunda y
tercera década de vida a 20 minutos a partir de los 61 años y 13 minutos a los 67 años.
La actividad sexual de los varones de 40 a 50 años inicia un declive de un 28 % entre
los 66 y 70 años sin presentar ninguna disfunción de la esfera sexual.
La frecuencia coital también va disminuyendo hasta estabilizarse a un coito cada 10 –15
días al llegar a los 80 años. Así mismo la frecuencia masturbatoria va disminuyendo a
partir de los 65 años.

Existe, sin embargo, un claro factor predictivo de la actividad sexual de una persona
mayor y esta estará directamente relacionada a su actividad sexual en etapas previas de
la vida de tal forma que una frecuencia coital elevada en la tercera o cuarta década de
vida mejorara su función sexual en la sexta década de vida.

Factores fisiológicos

El paso a la vejez o tercera edad está marcado por el deterioro físico generalizado que
afecta a múltiples funciones que repercuten sobre el apetito sexual y también sobre la
capacidad de llevar a cabo el acto sexual satisfactoriamente.

A partir de los 60 años, el individuo requiere de un estímulo erótico más intenso y


duradero para iniciar una actividad sexual. Durante la fase de excitación la
vasocongestión se reduce notablemente.
El varón requiere de un tiempo de latencia de aproximadamente de 15 a 20 minutos para
obtener una erección suficiente para la penetración con una rigidez que, en muy pocas
ocasiones, supera el 70%, encontrándose por debajo de lo dado en la mayoría de
varones con una edad inferior a 45 años. Se produce una disminución de la secreción
pre-eyaculatoria y eyaculatoria, la fuerza de la eyaculación es menor y se asocia a un
orgasmo que varía en cuanto a la percepción placentera subjetiva y es de menor
duración. La resolución del acto sexual es prácticamente inmediata produciéndose una
detumescencia peneana y una descongestión del área pélvica muy rápida. A pesar de
ello, la mayor parte de individuos activamente sexuales refieren estar satisfechos.

Todos estos cambios tienen una relación directa con las variaciones hormonales que se
producen en el varón y que hoy se conoce como andropausia. Estudios recientes de
amplios grupos poblaciones muestran una relación de la función sexual en la senectud
con variaciones en la tasa de testosterona en el varón. A partir de los 55 años se produce
una muy leve disminución de la concentración de testosterona que se sitúa en 1 % por
década. Dicho descenso a expensas de la testosterona libre se correlaciona con un
incremento de la concentración de la proteína transportadora de hormonas sexuales.
En el testículo se produce una disminución del número de células de Leydig y ello
parece estar relacionado a su vez a una disminución del aporte arterial por lesiones
vasculares degenerativas y se acompaña de alteraciones histológicas de la pulpa
testicular.

Aparte de las modificaciones fisiológicas que afectan directamente a la sexualidad, hay


que recordar que la aparición de numerosas patologías como la hipertensión arterial,
diabetes, problemas respiratorios y circulatorios, etc. y los medicamentos prescritos para
tratarlas pueden inhibir el deseo sexual o dificultar las erecciones y la duración de estas.

Factores psicosociales

1. Uno de los factores es la falta de pareja, considerada la principal responsable de


abstinencia sexual. Muchos ancianos después de toda una vida en pareja consideran una
traición el iniciar relaciones sexuales con otra mujer.

2. Tras muchos años de matrimonio o vida en pareja, es común (aunque no verbalizado


públicamente) el deterioro de la relación matrimonial debido a la monotonía de la
relación sexual y a la falta de comunicación entre otros. Obviamente, esta monotonía
repercute directamente en la expresión sexual del anciano, llegando a desaparecer por
completo el deseo sexual en algunos casos.

3. Las condiciones domésticas en las que viven los ancianos también influyen en la
calidad de sus relaciones sexuales. Son muchos los domicilios en los que conviven
varias generaciones afectando negativamente la privacidad de los ancianos y, en
consecuencia, a la posibilidad de practicar sexo.

4. La no aceptación (o no adaptación) de la jubilación también juega un papel


importante como obstáculo para las relaciones sexuales. Es común la aparición de
estados depresivos o de ansiedad durante esta etapa de la vida.

5. Algunas religiones consideran que el sexo sin intención reproductiva es pecado.

6. El miedo de no ser capaz de mantener una relación sexual completa es común entre
los ancianos varones. Este sentimiento les hace entrar en un círculo vicioso ya que
cuanta mayor ansiedad más difícil resulta el acto sexual y cuanto más difícil sea
mantener la relación sexual mayor ansiedad se genera. Entre los varones con disfunción
eréctil es común el miedo a “dar la talla” que denota la visión de la sexualidad
únicamente como el coito, dejando de lado aspectos como las caricias, los besos etc.

7. La mayoría de sociedades intenta alejar el término sexualidad del termino anciano


como si estos fueran incompatibles. En la mayoría de los casos se reprocha y prohíbe al
anciano conductas sexuales como pueden ser la masturbación o el uso de pornografía
simplemente por considerarlo un tabú social.
Disfunción sexual en adultos de edad avanzada
Una vez entendidas los cambios fisiológicos y los factores psicosociales que acompañan
al varon durante su vejes, no es de extrañar que la prevalencia de la disfunción de la
esfera sexual en el varón de edad avanzada sea claramente superior a las etapas previas
de la vida de un individuo situándose cerca de 60% en varones de 70 años.

No existe una causa única responsable de la disfunción eréctil sino que es multifactorial
a pesar de que el componente vascular es evidentemente el prioritario.
La disminución del aporte arterial por parte de las arterias cavernosas secundaria a la
arteriosclerosis es prácticamente presente en el 70% de varones con edades superiores a
los 68 años. Ello se acompaña de una disminución de oxigenación de los sinusoides de
los cuerpos cavernosos por lo que el porcentaje de fibrosis aumenta y limita la
capacidad de expansión de los mismos. A esto hay que sumar todas las patologías
sistémicas de origen vascular que afectan también al pene y su función eréctil.

Finalmente dentro del apartado de las causas de disfunción eréctil no debemos olvidar la
patología funcional psicógena que siempre subyace ante una disfunción eréctil y que es
mucho más evidente en la persona mayor. El hecho de vivir el paso ineludible de la vida
y percibir el deterioro paulatino de las funciones del organismo, produce en las personas
un cuadro depresivo latente. Como ya hemos visto anteriormente la represión
inconsciente de la sexualidad dada por patrones sociales también induce a alteraciones
de la esfera sexual.

Lo verdaderamente importante es evaluar la sexualidad acorde con la edad cronológica


siendo la disfunción de cualquiera de los elementos que configuran la sexualidad, no un
fenómeno de vejez sino una patología que puede ser tratada.

BIBLIOGRAFIA

LEYVA-MORAL, J. M., La expresión sexual de los ancianos: Una sobredosis de falsos mitos.
Index Enferm . 2008, vol.17, n.2 [citado 2014-01-11], pp. 124-127

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