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Las mejoras de la calidad de vida tanto desde el punto de vista sanitario como desde el
punto de vista social han creado una sociedad más longeva y más sana.
Sin embargo, no se puede negar que la actividad sexual a lo largo de la vida va variando
y comporta una serie de cambios directamente relacionados con la evolución involutiva
de la edad.
Existe, sin embargo, un claro factor predictivo de la actividad sexual de una persona
mayor y esta estará directamente relacionada a su actividad sexual en etapas previas de
la vida de tal forma que una frecuencia coital elevada en la tercera o cuarta década de
vida mejorara su función sexual en la sexta década de vida.
Factores fisiológicos
El paso a la vejez o tercera edad está marcado por el deterioro físico generalizado que
afecta a múltiples funciones que repercuten sobre el apetito sexual y también sobre la
capacidad de llevar a cabo el acto sexual satisfactoriamente.
Todos estos cambios tienen una relación directa con las variaciones hormonales que se
producen en el varón y que hoy se conoce como andropausia. Estudios recientes de
amplios grupos poblaciones muestran una relación de la función sexual en la senectud
con variaciones en la tasa de testosterona en el varón. A partir de los 55 años se produce
una muy leve disminución de la concentración de testosterona que se sitúa en 1 % por
década. Dicho descenso a expensas de la testosterona libre se correlaciona con un
incremento de la concentración de la proteína transportadora de hormonas sexuales.
En el testículo se produce una disminución del número de células de Leydig y ello
parece estar relacionado a su vez a una disminución del aporte arterial por lesiones
vasculares degenerativas y se acompaña de alteraciones histológicas de la pulpa
testicular.
Factores psicosociales
3. Las condiciones domésticas en las que viven los ancianos también influyen en la
calidad de sus relaciones sexuales. Son muchos los domicilios en los que conviven
varias generaciones afectando negativamente la privacidad de los ancianos y, en
consecuencia, a la posibilidad de practicar sexo.
6. El miedo de no ser capaz de mantener una relación sexual completa es común entre
los ancianos varones. Este sentimiento les hace entrar en un círculo vicioso ya que
cuanta mayor ansiedad más difícil resulta el acto sexual y cuanto más difícil sea
mantener la relación sexual mayor ansiedad se genera. Entre los varones con disfunción
eréctil es común el miedo a “dar la talla” que denota la visión de la sexualidad
únicamente como el coito, dejando de lado aspectos como las caricias, los besos etc.
No existe una causa única responsable de la disfunción eréctil sino que es multifactorial
a pesar de que el componente vascular es evidentemente el prioritario.
La disminución del aporte arterial por parte de las arterias cavernosas secundaria a la
arteriosclerosis es prácticamente presente en el 70% de varones con edades superiores a
los 68 años. Ello se acompaña de una disminución de oxigenación de los sinusoides de
los cuerpos cavernosos por lo que el porcentaje de fibrosis aumenta y limita la
capacidad de expansión de los mismos. A esto hay que sumar todas las patologías
sistémicas de origen vascular que afectan también al pene y su función eréctil.
Finalmente dentro del apartado de las causas de disfunción eréctil no debemos olvidar la
patología funcional psicógena que siempre subyace ante una disfunción eréctil y que es
mucho más evidente en la persona mayor. El hecho de vivir el paso ineludible de la vida
y percibir el deterioro paulatino de las funciones del organismo, produce en las personas
un cuadro depresivo latente. Como ya hemos visto anteriormente la represión
inconsciente de la sexualidad dada por patrones sociales también induce a alteraciones
de la esfera sexual.
BIBLIOGRAFIA
LEYVA-MORAL, J. M., La expresión sexual de los ancianos: Una sobredosis de falsos mitos.
Index Enferm . 2008, vol.17, n.2 [citado 2014-01-11], pp. 124-127