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Introducción

La vejez es un periodo vital que no se puede definir por simple cronología, sino más bien por las condiciones físicas, funcionales, mentales y de salud de las personas.
La sexualidad es parte integral del ser humano, nos permite mantenernos saludables y tener calidad de vida. El ser humano se ha enfrentado súbitamente a una
prolongación de su vida con escasos conocimientos de su capacidad fisiológica y un patrón cultural en el cual existen rígidos conceptos sobre la manifestación de la
sexualidad (Suárez, Torres, Ramos, Garbey & Cedeño, 2014).

Con la vejez sobrevienen cambios fisiológicos que pueden afectar la función sexual. Algunos estudios enfocados en los cambios fisiológicos en personas de mayor edad
indican que en el caso de los hombres, se producen más cambios fisiológicos que en las mujeres, sobre todo en hombres mayores de 40 años (Blázquez & Pichardo,
2008; Budweiser et al., 2009; McCabe, et al., 2010 y Rowland et al., 2010).

Desarrollo

De acuerdo con Hillman (2012), entre los cambios más importantes se destacan los siguientes: los hombres de edad avanzada necesitan a menudo dos o tres veces más
tiempo que los jóvenes para conseguir una erección y la mantienen menos tiempo sin llegar a eyacular. La fuerza de la eyaculación disminuye al envejecer y la demora
necesaria para la obtención de una segunda eyaculación, tras el orgasmo, es mayor en los hombres en la etapa de la vejez. No obstante, Blázquez y Pichardo (2008)
señalaron que aunque se experimenten ciertos cambios a lo largo de la vejez, si el hombre en la etapa de la vejez mantiene una actividad sexual regular, disfruta de una
aceptable salud y tiene una disposición psicológica positiva hacia las relaciones sexuales, puede proseguir en la mayoría de los casos con una actividad sexual plena
hasta una edad más avanzada.

En los viejos, también se produce un aumento significativo en la prevalencia de disfunciones sexuales debidas a causas médicas, psicológicas o como efecto secundario
de la medicación (Alonso, Martínez, Díaz, & Calvo, 2004; El-Sakka, 2006 y Glina, Sharlip & Hellstrom, 2012). El término disfunción sexual es definido como la
incapacidad de participar o disfrutar en una relación sexual con la pareja como resultado de factores físicos o psicológicos subyacentes (Kontula & Haavio-Mannila,
2009). Esto implica que al individuo se le dificulta reaccionar emocional o físicamente a la estimulación sexual de una forma esperada por una persona con salud
promedio o de acuerdo con estándares propios de la persona.

La disfunción eréctil y la falta de deseo son las más frecuentes. Entender y aceptar que su pene para alcanzar una erección requiere más tiempo que cuando joven,
parece ser una amenaza, un desafío. Si ese desafío es bien aceptado por los dos integrantes de la pareja como parte del juego erótico, la relación sexual transcurrirá en
un clima de armonía y sensualidad. Excluyendo las causas orgánicas, el deseo sexual disminuye debido a la monotonía de las relaciones sexuales, al estrés, a los
excesos en la alimentación y principalmente a la ansiedad, es decir, al temor a un pobre desempeño. A su vez, la eyaculación precoz también es muy común.

En cuanto a la mujer, el paso por la menopausia no tiene por qué dejar consecuencias negativas, siempre y cuando no venga acompañado de algún trastorno. Sin
embargo, al igual que el hombre, el proceso de excitación es más lento, pudiendo variar la lubricación vaginal de 20 segundos cuando se es joven hasta los 5 minutos,
por lo que se recomienda tener paciencia. También aparece la dispareunia (dolor vaginal ante la penetración). Finalmente, se ha comprobado que la falta de actividad
sexual contribuye a los cambios involutivos vaginales (irritación, dolores en la penetración, sequedad…).

Conclusiones

 La mitad de los hombres y mujeres mayores de 60 años son sexualmente activos

 Una vida sexual activa se relaciona con una mejora en la calidad de vida y una buena relación matrimonial

 Aparte de la disfunción eréctil y la menopausia, trastornos como la diabetes, la depresión o las demencias aceleran la disminución del apetito sexual

 Por otro lado, factores como un adecuado nivel cognitivo, educativo y una pareja estable favorecen el mantenimiento de una vida sexual activa sana.

 A pesar de que el cuerpo envejezca, la sexualidad se mantiene como una actividad posible y beneficiosa para el adulto mayor.

 El adulto mayor encuentra dificultades para comunicarse sobre esta temática.

Bibliografía

Colón, R. R., & Centeno, Z. S. (2016). SEXUALIDAD Y DISFUNCIÓN SEXUAL EN HOMBRES MAYORES DE 60 AÑOS DE EDAD: UN ESTUDIO
CUALITATIVO. Revista Puertorriqueña de Psicología, 27(1), 116-132.

Sexualidad En La Vejez - Periodico Diario De Levante. (2022, April 4). https://diariodelevante.com/noticias-comunidad-valenciana/sexualidad-en-la-vejez/

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