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Teorías de La Acción y Educación Paradigmas y Enfoques
Teorías de La Acción y Educación Paradigmas y Enfoques
Racionalidad y conocimiento
1
Véase Capítulo 2 de este libro.
Pero aún existen otras teorizaciones sobre la acción educativa que participan
de otro significado de la categoría de acción. La acción humana se
conceptualiza a partir de su estructura narrativa, donde cobran especial
relevancia las categorías de sujeto —y, con ello, la de identidad— y de
posibilidad (historicidad). La acción educativa se entenderá, en este sentido,
como una acción significativa (simbólica), mediada por la conciencia
(subjetividad). Subjetividad que, lejos de ser solipsista, está mediada por la
cultura y el lenguaje (conciencia intersubjetiva). La experiencia humana es la
categoría central de estas teorías de la acción humana. Experiencia que no se
confunde con la empeiría o evidencia empírica que se adquiere por la vía de
los sentidos, sino por comprensión del sentido de la acción. La acción
educativa será analizada entonces atendiendo a dos polos, desde la
perspectiva del sujeto que educa (educador) como acción interpretativa y
desde la perspectiva del sujeto a quien se dirige la acción (educando) como
posibilidad —abierta siempre a lo contingente— y acción generadora o
productora de sentido. Es la identidad del sujeto o, lo que es lo mismo, la
conciencia (intersubjetividad) educada lo que está en juego. Las teorizaciones
educativas y los modelos pedagógicos —llamémosles narrativos o
interpretativos— incorporan estos presupuestos conceptuales.
A fin de lograr una comprensión global —lo que no quiere decir, obviamente,
«completa»— de la categoría de acción aplicada a la educación, se procederá
brevemente a señalar los rasgos básicos que caracterizan a la acción humana
y enunciar los orígenes intelectuales —filosóficos y científicos— de las
actuales teorías educativas con especial atención a los componentes que
resaltan de la práctica educativa.
2
El término significado se emplea aquí aludiendo a la función conceptual o epis- témica que comporta todo paradigma
y no a su función simbólica.
3
Nos referimos, obviamente, a la educación en tanto actividad humana racional, esto es, sistemática e intencional. La
educación también es ejercida simultáneamente por otros agentes (familia, sociedad), pero se trata de sistemas con
intencionalidad educativa difusa, asistemática.
4
N. Luhmann, «El déficit tecnológico de la educación y la pedagogía», en Teoría de la Sociedad y Pedagogía, Barcelona,
Paidós, 1996, págs. 63-92.
5
Los constructos «ganar o perder tiempo» en los procesos de enseñanza-aprendizaje poseen significados diferentes
para el profesor y el estudiante, pero en ambos casos se elaboran según el valor de eficacia productiva. La «economía del
tiempo» se impone en todo caso a la de la «ecología del tiempo» en la enseñanza.
poseen los proyectos y planes de actuación, uno de los pre- rrequisitos básicos
para garantizar la eficacia de la acción educativa es garantizar la coordinación
e interrelación de los distintos agentes implicados en las tomas de decisiones
educativas. Esto incluye no sólo a las administraciones educativas, sino
también al profesorado, las familias y la comunidad, pero, al mismo tiempo, in-
cluye también a los destinatarios de las acciones educativas que participan de
la relación educativa. La eficacia de un plan educativo residiría, en este
sentido, no sólo en la concreción de un crono- grama de actividades y tareas,
sino en la capacidad de crear condiciones que aseguren la comunicación de
intenciones educativas y la construcción de acuerdos entre todos los miembros
del sistema. La cooperación es una estrategia necesaria para asegurar la
regulación de la acción y la coherencia del sistema entre todos los niveles
implicados 6. Exige así una racionalidad comunicativa donde el tiempo se
6
En el caso de las planificaciones educativas, un modelo descentralizado asegura mejor la eficacia para la regulación
del sistema. Técnicas como el trabajo en equipo, la investigación-acción y la participación social de todos los miembros del
sistema refuerzan el enlace de las actividades que se van a emprender y de los fines del sistema.
7
Para dar cuenta de la complejidad de la acción educativa, las ciencias pedagógicas deberían explicar, entre otras
características, la relación dinámica entre la estructura de la acción y los elementos y procesos que actúan y retroactúan en
el interior del sistema, la transformación de estados, el sistema de influencias causales y endocausales que recibe, etc.
8
J. Houssage, «Spécificié et dénégation de la pédagogie», Révue Française de Pédagogie, 120,1997, págs. 83-97.
9
Para un análisis de las opciones fundamentales para pensar y actuar en educación desde la vía racionalista y la vía
sistèmica, véase L. Núñez Cubero y C. Romero Pérez, Pensar la educación, Madrid, Pirámide, 2003.
11
G. Pineau y J. L. Le Grand, Les histories de vie, París, Presses Universitaires de France, 2.a éd., 1996.
12
A. Bolívar Botía, «¿De nobis ipsis silemus?: Epistemología de la investigación biográfico-narrativa en educación»,
Revista Electrónica de Investigación Educativa, vol. 4, núm. 1, 2002,14 págs., http://redie.ens.uabc.mx/voll4nol
13
A. Bolívar, J. Domingo y M. Fernández, La investigación biográfico-narrativa en educación, Madrid, La Muralla,
2001.
14
Un riguroso estudio sobre las implicaciones pedagógicas de la Hermenéutica se halla en J. Esteban Ortega, Memoria,
hermenéutica y educación, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002.
15
K. Egan, Mentes educadas. Cultura, instrumentos cognitivos y formas de comprensión, Barcelona, Paidós, 2000.
16
Véase M. White y M. Epston, Medios narrativos para fines terapéuticos, Barcelona, Paidós, 1993; M. Payne, Terapia
narrativa. Una introducción para profesionales, Barcelona, Paidós, 2002.
17
M. Payne, ob. cit., 2002.
18
J. Bruner, La educación, puerta de la cultura, Madrid, Visor, 1999.
19
K. Egan, ob. cit., 2000.
20
Véase R. Malet, L'identité en formation. Phénoménologie du devenir enseignant; París, L’Harmattan, 1998; «Cahiers
des Sciences de l’éducation», Pratiques du récit de vie et théories de la formation, núm. 44,1986; Education permanente, Les
histories de vie entre la formation et la recherche, ntims. 72-73, 1984; «Education permanente», Les histories de vie, théorie et
pratique, núm. 142, 2000; «Les chemis de formation», Les pratiques d’histoires de vie, núm. 3, 2002; M. Lani-Bayle (coord.),
Histories de formation, récits croisés, écritures singulières, Paris, l’Harmattan, 2001; G. Pineau, «Experiences
d’apprentissage et histories de vie», en P. Caspar y P. Carré (coords.), Traité des sciences et techniques de la formation, vol.
16,1999, págs. 307-327; AAW, Méthodologie des histories de vie en formation de formateurs, Education Permanente/Peuple et
Culture, 1992; B. Charlier y J. Donnay, Apprendre et changer sa pratique d’enseignement: expérinences d’enseignants,
Bruselas, De Boeck, 1998; E. Charlier y B. Charlier, La formation au coeur de la pratique: analyse d’une formation continuée
d’enseignants, Bruselas, De Boeck, 1998; Ch. Leray, «Recherche sur les histories de vie en formation», Révue Française de
Pédagogie, 112,1995, págs. 77-84.
del investigador como «intelectual transformador* 21. Las fórmulas que mejor se
adaptan a las propuestas emancipadoras y de transformación social se
encuentran en la «investigación-acción emancipadora».
21
Se emplea aquí la expresión que utiliza H. Giroux, Los profesores como intelectuales: hada una pedagogía crítica del
aprendizaje, Madrid, Paidós, 1990.
22
W. Carr, Una teoría para la educación. Hacia una investigación educativa crítica, Madrid, Morata, 1996.
ampliamente difundidas por este enfoque: praxis concientiza- dora —al estilo
de Paulo Freire—, acción dialógica (Jurgen Haber- mas), acción
transformadora radical (Peter McLaren y Heniy Gi- roux).
El modelo de formación del intelectual transformador se ajusta a una
propuesta marco en la que las ideas de enseñanza y aprendizaje se ubican en
la esfera política y en menor medida en la esfera «técnica». H. Giroux y
McLaren (1998) insisten en que el núcleo de la formación del docente radica
en la crítica de la cultura y sus instituciones y, por tanto, debe estar centrada
en la preparación del intelectual como agente crítico con capacidad para
cuestionar cómo se produce y distribuye el conocimiento, utilizar el diálogo y
adquirir un compromiso educativo, moral y político que impulse el cambio
social.
Hay otra línea convergente con la pedagogía crítica marxista más próxima
al postestructuralismo que plantea la formación del docente según las
propuestas del reconstruccionismo social. Las bases teórico-metodológicas de
este modelo se ejemplifican en el libro de J. M. Gore (1996) Controversias
entre las pedagogías2*. Las técnicas que suelen emplearse en la formación
inicial y continua del profesorado son los diarios reflexivos, investigación-
acción e investigaciones genealógicas sobre la pedagogía, siguiendo la
propuesta es- tructuralista de Foucault (1926-1984) en su obra Arqueología
del saber (1969).
23
H. Giroux y P. McLaren, «Educación de maestros y la política del compromiso: el caso de la pro-escolarización
democrática», en Sociedad, cultura y educación, Madrid, Miño y Dávila Editores, 1998, págs. 87-135, pág. 90.
24
J. M. Gore, ob. cit., 1996, pág. 167.
25
J. M. Gore, ob. cit., 1996, pág. 168.