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Crisis Asiática

Impacto en la Economía Internacional


La crisis asiática interrumpió en forma brusca los procesos de crecimiento económico e
inversión de los países del mundo, lo que dio lugar a círculos viciosos de caída del
empleo y los salarios reales, así como de los niveles de demanda efectiva, y causó la
bancarrota y la reestructuración financiera.

Un factor común en las crisis recientes ha sido la significativa volatilidad del segmento de
crecimiento más rápido de los mercados financieros internacionales. Las causas de esta
volatilidad tienen que ver, en parte, con la naturaleza del dinero. No obstante, también se
vinculan con las insuficiencias en la coordinación macroeconómica entre las naciones
más influyentes en los mercados mundiales, y con las limitaciones de la institucionalidad
internacional, en los planos regulatorio, de coordinación de políticas y de información a
escala mundial. Estas insuficiencias no son compatibles con un proceso de globalización
balanceado y eficiente. No existe ninguna institución internacional que contribuya a evitar
que se desarrollen bonanzas financieras insostenibles, y el Fondo Monetario Internacional
posee sólo una capacidad limitada para encarar las crisis subsiguientes.

La existencia de importantes imperfecciones en los mercados de capitales internacionales


justifica, en primer término, una ampliación importante de los recursos del Fondo
Monetario Internacional, para que, en colaboración con otras instituciones y gobiernos,
pueda reducir los efectos dañinos de crisis cambiarias y financieras de grandes
proporciones en determinados países y evitar que el contagio las difunda a otras naciones
emergentes.

Para estos efectos, es importante mejorar y sobre todo completar la supervisión


prudencial internacional, para adaptarla a las nuevas circunstancias, de flujos grandes y
volátiles. En tal sentido, surgen dos temas prioritarios. Por una parte, parece esencial un
mejoramiento de la supervisión y regulación prudencial ya existente en los países
desarrollados de los créditos internacionales de corto plazo. Por otra, parece muy
importante cierta regulación prudencial de las inversiones de cartera de los inversionistas
institucionales, tales como los fondos mutuos. Ello se podría lograr, por ejemplo, a través
de exigencias de liquidez variables ligadas al promedio ponderado del riesgo país de las
inversiones de cartera en países en desarrollo. Hay aquí un paralelo con medidas
prudenciales de los bancos centrales de los países desarrollados, a través de los cuales
se exigen provisiones ponderadas por riesgo en contra de pérdidas posibles resultantes
de préstamos bancarios a países en desarrollo; los requisitos prudenciales a los
inversionistas institucionales seguirían el mismo principio, pero estarían debidamente
adaptados a las características institucionales de los fondos mutuos.
Sería posible complementar la supervisión prudencial de los mercados crediticios y de
capitales internacionales con una medida tributaria internacional. Un pequeño impuesto a
todas las transacciones en moneda extranjera a nivel mundial desincentivaría en forma
relativamente importante los flujos especulativos de capital de muy corto plazo (que
tributarían con mucha frecuencia) y tendrían un impacto muy marginal sobre los flujos de
largo plazo. Tal impuesto contribuiría a aumentar en cierta medida la autonomía de las
autoridades económicas nacionales en materia de su política monetaria; además, al
disminuir los flujos más volátiles, ayudaría a que los tipos de cambio de los países
emergentes reflejaran en mayor proporción las variables fundamentales de largo plazo y
en menor proporción los fuertes cambios de percepciones de corto plazo de riesgo y
rentabilidad.

Efectos en la economía de América Latina


La crisis asiática interrumpió en forma brusca los procesos de crecimiento económico e
inversión de los países de la zona y de otras del mundo, lo que dio lugar a círculos
viciosos de caída del empleo y los salarios reales, así como de los niveles de demanda
efectiva, y causó la bancarrota y la restructuración financiera de corporaciones y bancos.
Por la relación entre flujos externos de capital y sistemas financieros internos, los
derrumbes financieros provocaron agudas crisis bancarias. Los programas de ajuste
impuestos por el FMI agravaron las tendencias a la deflación. El círculo vicioso sobre
endeudamiento y deflación fue reforzado por las políticas exigidas por el FMI para
concretar los programas de salvamento financiero.
En general, los países con sistemas productivos más integrados a Estados Unidos, como
México y, en menor medida, los países de Centroamérica y el Caribe, pudieron evitar la
recesión debido al dinamismo de la economía estadounidense. En cambio, en el resto de
las naciones de la región el efecto fue severo. En donde eran propicias las condiciones
para una crisis financiera cambiaría, como Brasil y Ecuador, ésta se presentó con toda
puntualidad.

Impacto de la Crisis Asiática

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