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Instrumentos Financieros I
Alumnos:
Javier Yamunaque Guerrero
Docente:
Ceveriano Vidaurre Diaz
Lima, 2023
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INDICE:
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CRISIS FINANCIERA DE 2008: CAUSAS, CONSECUENCIAS
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rápidamente los existentes, lo que también altera el equilibrio entre la oferta y la demanda y produce
la crisis. Las crisis financieras también pueden originarse a menudo cuando, por razones diversas,
se produce una insuficiencia más o menos inesperada de liquidez, lo que hace escasear los medios
de pago, bloquea la financiación y provoca la alteración entre oferta y demanda que da lugar a la
crisis que, generalmente en este caso, se traslada enseguida a la economía real. Efectos Cuando se
desencadena una crisis financiera sus efectos pueden ser muy diversos, de diferente magnitud,
circunscritos al ámbito financiero o extendidos, como se ha señalado, a ámbitos más o menos
amplios de las economías. Pero, en cualquier caso, suelen estar acompañadas de un incremento del
riesgo y la incertidumbre, del racionamiento o encarecimiento del crédito, de una pérdida de su
calidad, lo que posteriormente lleva consigo morosidad y quebrantos patrimoniales y, en
consecuencia de todo ello, de insuficiente, más costosa o inadecuada oferta de financiación al
conjunto del sistema económico. Teniendo en cuenta que la financiación externa es prácticamente
imprescindible para todos los sujetos que operan en las economías capitalistas, cuando se produce
cualquiera de esas circunstancias es inevitable que se deriven consecuencias para la actividad
económica en general. Y cuando el desajuste financiero inicial que provoca la crisis es
suficientemente grande puede llevar tras de sí una recesión económica o incluso una depresión que
llegue a paralizar el ritmo de generación de la actividad económica. 4 Causas Las causas inmediatas
y mediatas que pueden desencadenar las crisis financieras pueden ser muy variadas pero en
términos generales destaca que en ausencia de planificación y sin una regulación muy estricta del
sector financiero es prácticamente imposible que se produzca automáticamente y sin perturbaciones
el equilibrio entre oferta y demanda de medios de pago, sobre todo, teniendo en cuenta que la banca
privada tiene un incentivo constante, como se verá más adelante, para crear más deuda y medios de
pago. Esto, unido a la tendencia a la búsqueda constante del beneficio implica un impulso
permanente de la actividad especulativa. Hay que tener en cuenta que la incertidumbre es
consustancial a las operaciones financieras, porque se basan en expectativas que muy difícilmente
se pueden establecer con plena seguridad, y en la confianza que, al fin y al cabo, es siempre un
sentimiento subjetivo que tampoco es fácil objetivar sin caer en un coste excesivo. Esa incertidumbre
y el riesgo inevitablemente asociado a toda operación financiera incentiva los comportamiento de
rebaño porque los agentes que intervienen en los mercados disponen, y son conscientes de ello, de
información muy imperfecta, de modo que sus actuaciones tienden muy habitualmente a seguir las
inercias marcadas por el comportamiento colectivo, lo que favorece la generación de fases de
comportamientos de gran euforia pero lo que también agudiza las de pánico o huida de los
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mercados, provocando así las grandes oscilaciones típicas de todos los movimientos especulativos.
A pesar del gran número de operadores que suelen actuar en los mercados financieros éstos son,
sobre todo en los últimos decenios, muy opacos y es difícil que los agentes puedan evaluar con
acierto el riesgo al que se someten o las expectativas reales que se abren en el mercado. Como ha
señalado Kindleberger, eso produce muy a menudo errores de cálculo y exceso de confianzas,
sobre todo, cuando aparecen innovaciones, nuevos productos que llaman la atención de los
inversores y cuya naturaleza real no se deja ver como consecuencia del gran tirón que se produce
en su demanda (el caso de los derivados de las hipotecas sub-prime es un buen ejemplo de ello).
Esas circunstancias son las que provocan la gran inestabilidad que es consustancial a los mercados
financieros y que es el mejor caldo de cultivo posible para que se puedan obtener ganancias
bastante rápidas aprovechando las subidas y bajadas en los precios o cotizaciones que lleva
consigo, es decir, mediante la especulación, que es una causa típica de las abundantes crisis
financieras producidas a largo de la historia del 5 capitalismo y que alimenta las llamadas burbujas
que suelen ser indefectiblemente la antesala de crisis financieras.
Entre los principales problemas que enfrentan los sistemas financieros destacan la inflación —
situada en máximos no observados en varias décadas—, el deterioro continuado de las perspectivas
económicas en muchas regiones y la persistencia de los riesgos geopolíticos, que abordamos en la
última edición del Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR).
Para evitar que las presiones inflacionarias se afiancen, los bancos centrales enfrentados a una
inflación persistentemente alta se han visto obligados a acelerar el endurecimiento de la política
monetaria. Es más, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes, deben hacer frente
a riesgos y vulnerabilidades amplificados en diferentes sectores y regiones.
Las vulnerabilidades financieras son elevadas en los gobiernos, muchos de ellos con una deuda
abultada, y en las instituciones financieras no bancarias, como aseguradoras, fondos de pensiones,
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fondos de cobertura y fondos comunes de inversión. La subida de las tasas de interés ha agudizado
las tensiones en aquellas entidades con balances al límite.
Al mismo tiempo, la facilidad y velocidad con la que pueden negociarse los activos a un precio
determinado se han deteriorado en algunas clases de activos, a causa de la volatilidad de las tasas
de interés y los precios de los activos. Esta escasa liquidez en el mercado, unida a las
vulnerabilidades preexistentes, podría amplificar cualquier revaloración rápida y desordenada del
riesgo, en caso de materializarse en los próximos meses.
Los mercados mundiales están dando muestras de tensión, coincidiendo con una mayor aversión al
riesgo de los inversionistas en los últimos tiempos, en un contexto de elevada incertidumbre
económica y en materia de políticas. Los precios de los activos financieros han disminuido con el
endurecimiento de la política monetaria, las perspectivas económicas se han deteriorado, los
temores de recesión han aumentado, los empréstitos en divisas se han encarecido y las tensiones
en algunas instituciones financieras no bancarias se han acelerado. El rendimiento de los bonos está
aumentando de forma generalizada en todas las calificaciones crediticias, y los costos de
endeudamiento de muchos países y empresas se sitúan ya en los niveles más altos de la última
década, si no más.
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discusión sobre cómo abordar la equidad social y la creciente polarización en el interior de los foros
multilaterales.
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El sector inmobiliario flaquea en muchos países, lo cual genera el temor de que los riesgos puedan
ampliarse y extenderse a los bancos y la macroeconomía. Los riesgos para los mercados
inmobiliarios están aumentando a causa de la subida de las tasas de interés hipotecarias y las
normas más estrictas para los préstamos; además, un número cada vez mayor de posibles
prestatarios quedan excluidos de los mercados. Las valoraciones inmobiliarias excesivas podrían
ajustarse de forma brusca en algunos segmentos del mercado.
Los mercados emergentes enfrentan un sinnúmero de riesgos, como los elevados costos de
financiamiento externo, una inflación persistentemente alta y la volatilidad de los mercados de
materias primas. Asimismo, deben hacer frente a la mayor incertidumbre en torno a la economía
mundial, así como el endurecimiento de las políticas en las economías avanzadas.
Las tensiones son especialmente graves en los mercados preemergentes —por lo general,
economías en desarrollo más pequeñas—, donde las dificultades están causadas por una
combinación de condiciones financieras más restrictivas, deterioro de los fundamentos económicos y
exposición elevada a la volatilidad de los precios de las materias primas.
Por el momento, los inversionistas siguen haciendo distinciones dentro de las economías
emergentes. Mientras muchos mercados preemergentes están en riesgo de cesación de pagos
soberanos, muchos de los principales mercados emergentes muestran por el momento una
resiliencia mayor a las vulnerabilidades externas. Dicho esto, tras la estabilización de las salidas de
capitales en el primer semestre del año, los inversionistas extranjeros vuelven a retirarse.
La crisis subprime, en otras palabras, se produjo por conceder crédito al segmento subprime, es
decir, a personas que, en condiciones normales de financiación, presentan un alto riesgo crediticio.
Su contraposición es el segmento prime, que tiene un menor riesgo de crédito. Esta crisis se
denomina subprime, pues las entidades financieras concentraban en sus balances una gran
cantidad de “activos tóxicos”. Estos activos basura se componían de hipotecas de alto riesgo. Dichos
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préstamos, ante la burbuja inmobiliaria que atravesaba la economía, cayeron en impagos,
provocando la depreciación de estos activos. Los bajos tipos de interés que por entonces presentaba
la economía norteamericana propiciaron el endeudamiento masivo de las familias. Además, en un
escenario en el que la vivienda experimentaba un escenario de sobrevaloración.
Los orígenes de la crisis subprime se encuentran en una burbuja inmobiliaria que se gestó en todo el
planeta, pero que tuvo su origen en los Estados Unidos. En un escenario en el que la vivienda se
encontraba sobrevalorada, los tipos de interés que presentaban los Estados Unidos, en aquel
entonces, se mostraban muy bajos. Esto propició el endeudamiento de las familias, que, a su vez,
invertían en viviendas con fines especulativos y no especulativos, debido a ese acceso al crédito.
Dado el volumen de endeudamiento que estaba gestándose en la economía estadounidense, los
bancos, en aras de obtener un mayor volumen de negocio, comenzaron a conceder hipotecas a
aquellas familias que se consideraban de alto riesgo crediticio.
Así, conforme se iban concediendo créditos hipotecarios a estas familias subprime, el banco se
encargaba de concentrar dichos créditos en activos que, posteriormente, comerciaba en los
mercados financieros. En este sentido, aunque se integraban en paquetes compuestos por muchos
créditos hipotecarios, el rating crediticio seguía siendo elevado, pues consideraba segura la
diversificación que, posteriormente, para nada acabó sirviendo. Y es que, mientras se iban
concentrando todos los créditos de alto riesgo en activos tóxicos, el riesgo seguía creciendo,
mientras que la probabilidad de impago era cada vez mayor.
De esta forma, las tensiones en los mercados financieros seguían creciendo, a la vez que la liquidez
se esfumaba. Así, el incremento de los tipos de interés que realizó la Reserva Federal, junto a la
alarma de impago generada en los inversores, destaparon un entramado de activos tóxicos que, a la
luz de los datos, no se encontraban respaldados por ningún aval que garantizase el pago de estas
hipotecas. Tanto que, en septiembre de 2007, estalla una burbuja que pasaría a la historia como la
Gran Recesión, crisis inmobiliaria o, como cita el artículo, crisis subprime.
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Causas de la crisis subprime:
Entre las causas que llevaron al colapso del sistema financiero, primero estadounidense y
posteriormente mundial, cabría destacar como principal el papel de los bancos. Estos ejercieron un
comportamiento muy poco prudente, y dotaron a las familias con escasos ingresos de fondos para
adquirir viviendas que, posteriormente, no podían pagar.
En otras palabras, la banca comenzó a conceder préstamos a segmentos de población de alto
riesgo. Segmentos que, pese a presentar una elevada probabilidad de impago, pudo acceder a
financiación.
Sin embargo, además de esta, existen otras causas que acabaron generando la crisis subprime,
destacando las siguientes:
Bajada de tipos de interés: Los tipos se mostraban muy bajos. Esto incentivó el endeudamiento por
parte de unas familias que se ahogaron con elevados préstamos hipotecarios.
Escasa solvencia de los compradores de vivienda: La solvencia de los demandantes de hipotecas
era muy escasa, por lo que el riesgo de impago era elevado.
Sobrevaloración de los precios de la vivienda: Conforme se iba incrementando la demanda, los
precios también lo hacían. Así, las viviendas se revalorizaron mucho en muy poco tiempo.
Venta de paquetes de hipotecas: En aras de un mayor beneficio, los bancos concentraban estas
hipotecas y las diversificaban en unos paquetes denominados CDO. Estos paquetes se comerciaban
en el mercado, extendiendo el contagio a otros bancos.
Sobrevaloración de activos por parte de las agencias de rating: Las agencias de rating, en
colaboración con los bancos, fueron las encargadas de calificar la calidad crediticia de estos
paquetes. El riesgo se mostró excesivamente bajo, escondiendo la toxicidad que presentaban dichos
paquetes.
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Desconfianza entre los bancos: Conforme se fue incrementando el volumen de activos tóxicos en los
balances, los bancos comenzaron a desconfiar el uno del otro. Esto generó un alarmismo en los
inversores.
Escasa liquidez en la economía: Conforme la liquidez se iba concentrando en activos, esta se
esfumaba de los balances de los bancos. Una situación que acabó con la quiebra de grandes firmas
de inversión como Lehman Brothers.
Así, están son las principales causas que los expertos han considerado como fundamentales en la
crisis de 2008. Una crisis que puso “patas arriba” a un sistema financiero que había gestado una de
las mayores burbujas de la historia de la economía mundial.
Es evidente que una crisis de tal magnitud, a través de los canales señalados anteriormente,
impactará sobre las economías emergentes, entre ellas las de América Latina. Ello está en línea con
la revisión a la baja en las proyecciones de crecimiento de la región para 2009. El FMI, por ejemplo,
ha revisado gradualmente la proyección de crecimiento desde 4 por ciento en enero de 2008 hasta
2,5 por ciento en noviembre del mismo año. La CEPAL, por su parte, estima un crecimiento de
aproximadamente 1,9 por ciento. Sin embargo, muchas economías de América Latina, incluyendo la
del Perú, se encuentran en mejor posición para enfrentar este entorno. El crecimiento de los últimos
años se dio en forma paralela al fortalecimiento de los fundamentos macroeconómicos. Esta mejora
se ha reflejado en una elevación de la calificación del riesgo de la mayoría de países en los últimos
años. En particular, la mayoría de economías han incrementado sus reservas internacionales y, han
reducido sus necesidades de financiamiento externo, lo cual ha aumentado su margen de maniobra
frente a un entorno externo en el que simultáneamente se da un deterioro en la balanza comercial y
restricciones de financiamiento externo7. Del mismo modo, en muchos casos se ha mejorado la
posición fiscal, con una reducción de la deuda pública, lo que puede dar margen para enfrentar la
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reducción de ingresos e incluso para aplicar políticas anticíclicas. Por lo tanto, la región se encuentra
en una situación diferente a la observada en anteriores crisis, donde los choques externos eran
precedidos de un descuido por los equilibrios macroeconómicos que agravaban el ajuste en la
actividad económica. Recordemos que América Latina, tuvo crecimiento negativo entre 1982-1983,
cuando Estados Unidos y otras economías desarrolladas tuvieron un proceso recesivo. Esta vez, se
espera que la región crezca a tasas bajas pero positivas, a pesar de enfrentar el choque externo
más severo de las últimas décadas.
7.1.- Ruptura en la cadena de titulización: La primera gran consecuencia del estallido de la burbuja
inmobiliaria en agosto de 2007 fue una extendida crisis de liquidez de las principales entidades
bancarias. Para poder explicar esta falta de liquidez debe narrarse como se llegó a tal situación. El
detonante lo podemos encontrar en el ajuste, a principios de 2006, del sector inmobiliario americano
tras un prolongado período de expansión en los años previos. En 2007, comenzó con un
generalizado aumento del número de embargos por morosidad en las hipotecas subprime, lo que
provocó una caída escalonada en la cadena de titulización de activos. (Menezes y Rodil, 2012) Los
acreedores no eran capaces de vender los préstamos a bancos de inversión, que querían alejarse lo
máximo posible de estos activos motivados por el cambio de tendencia en el sector inmobiliario. Los
acreedores fueron los primeros en pagar los platos rotos, ya 20 que cuando los créditos empezaron
a ir mal, muchas de las entidades acreedoras quebraron. Con el repunte de la percepción del riesgo,
el mercado de las CDOs colapsó (los activos financieros bajaron bruscamente de precio), dejando a
los bancos de inversión con miles de millones de dólares y euros en créditos, CDOs y bienes
inmuebles a los que eran incapaces de dar ninguna salida.
7.2.- Crisis de liquidez: La rotura en la cadena de titulización provocó el deterioro de los sistemas
financieros tanto de EE. UU. como europeos. Se generó una convulsión del sistema al bajar el precio
de los activos por su pronta liquidación, lo que trasladaba la desconfianza de los bancos a los
inversores, haciendo caer aún más el precio. La bajada del precio de los activos provocó que se
vendieran a pérdidas, lo que generó que el valor de los activos fuera inferior a las obligaciones. En
términos absolutos, esto quiere decir que el patrimonio neto de los bancos pasó a ser negativo y
éstos insolventes. Esto provocó que la citada convulsión se tradujera en una verdadera crisis de
liquidez, resultando en sucesivas quiebras de entidades financieras. 21 La primera gran caída de un
banco de inversión se produjo en marzo de 2008 cuando Bear Stearns se quedó sin liquidez y fue
adquirido por JP Morgan con la ayuda de los millones inyectados por un fondo de salvaguarda de la
Reserva Federal. En septiembre de 2008, la Reserva Federal informó de que tomaba el control de
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Fannie Mae y Freddie Mac, dos gigantes de las hipotecas inmobiliarias que estaban al borde de la
quiebra. En ese mismo mes, Lehmann Brothers anunció pérdidas de 3.200 millones de dólares y sus
acciones se desplomaron en la bolsa americana. Asimismo, Merril Lynch, otro gran banco de
inversión, se encontraba al borde la quiebra y fue adquirido por Bank of America. Junto con ellos, los
principales bancos de inversión escaseaban en liquidez y la industria se hundía de forma
precipitada. La estabilidad del sistema financiero global se veía amenazada. (Pineda, 2011)
7.3.- Plano macroeconómico y social: La Crisis de las hipotecas subprime se extendió a todos los
ámbitos de la economía provocando estragos tanto a nivel macroeconómico como en las economías
familiares, que fueron las que más sufrieron. “De uno a tres millones de personas podrían perder su
vivienda. A causa de ciertos tipos de créditos acordados entre 2004 y 2006, la variación (de las tasas
de interés) puede hacer pasar las cuotas de 400 dólares a más de 1.500 dólares, para quienes
tomaron los típicos préstamos hipotecarios a riesgo, que ofrecían bajas tasas de interés al principio”
(Christopher J. Dodd, senador por el estado de Connecticut, 2007) Estas palabras de Dodd en
agosto de 2007, durante una reunión con los dirigentes del Tesoro y la Reserva Federal, anticiparon
lo que estaba por venir. Ya en julio de 2007, los 23 procedimientos abiertos de ejecución por
impagos de hipotecas alcanzaron los 180.000 (el doble que en el mes inmediatamente anterior). La
dramática subida de los tipos interés provocó que las familias fueran incapaces de repagar sus
préstamos bancarios.
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8.- Conclusiones y lecciones de la crisis financiera
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previos de transición, en una etapa marcada por cierta perplejidad, en contraste con la relativa
seguridad que caracterizaba el accionar de los encargados de formulación de políticas en los años
previos a 2008. Ello será también uno de los legados de las crisis de 2008.
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