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Retiro Espiritual Pastoral Vocacional 22-23

Juan 1, 29-42
Reconociendo al Cordero

El evangelista Juan narra los humildes comienzos del pequeño grupo de seguidores de
Jesús. Su relato comienza de manera misteriosa. Se nos dice que Jesús «pasaba». No
sabemos de dónde viene ni adónde se dirige. No se detiene junto al Bautista. Va más lejos
que su mundo religioso del desierto. Por eso, indica a sus discípulos que se fijen en él:
«Éste es el Cordero de Dios».

“¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (v. 29). Estas son las
palabras de Juan al observar que Jesús venía hacia él. No resistió la idea de quedarse
callado, sino que inmediatamente reconoció y visibilizó a Jesús como el Cordero.

¿Qué significaba esta declaración en el ambiente en el que se movía Juan?

El cordero era un animalito que se sacrificaba para pedir perdón por los pecados; para
realizar un acto de expiación a favor del pueblo.

En cambio este Cordero que presentaba Juan estaba vivo y se movía entre el pueblo. En
boca de Juan, el autor del evangelio nos anticipa el sacrificio de Jesús, pero en aquel
momento Jesús estaba ahí. Había sido bautizado por Juan, y ahora Juan testifica diciendo
que el Espíritu había descendido sobre su persona.

Jesús viene de Dios, no con poder y gloria, sino como un cordero indefenso e inerme.
Nunca se impondrá por la fuerza, a nadie forzará a creer en él. Un día será sacrificado en
una cruz. Los que quieran seguirle lo habrán de acoger libremente. Los dos discípulos que
han escuchado al Bautista comienzan a seguir a Jesús sin decir palabra, solo guiados por el
señaamiento del bautista. Hay algo en él que los atrae aunque todavía no saben quién es ni
hacia dónde los lleva. Sin embargo, para seguir a Jesús no basta escuchar lo que otros dicen
de él. Es necesaria una experiencia personal.

Para Juan es muy importante reconocer y testificar de Jesús; lo había visto, lo había vivido
y consideraba importante compartirlo.

Por eso, Jesús se vuelve y les hace una pregunta muy importante: «¿Qué buscan?». Estas
son las primeras palabras de Jesús a quienes lo siguen. No se puede caminar tras sus pasos
de cualquier manera. ¿Qué esperamos de él? ¿Por qué le seguimos? ¿Qué buscamos?

Aquellos hombres no saben adónde los puede llevar la aventura de seguir a Jesús, pero
intuyen que puede enseñarles algo que aún no conocen: «Maestro, ¿dónde vives?». No
buscan en él grandes doctrinas. Quieren que les enseñe dónde vive, cómo vive, y para qué.
Desean que les enseñe a vivir. Jesús les dice: «Vegan y lo verán».
Venid y Ved

“Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo: –¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: –
Rabí –que significa ‘Maestro’–, ¿dónde vives? Les dijo: –Venid y ved” (vv. 38-39).

El diálogo es muy importante en este escrito. Jesús hace una pregunta y espera que le
contesten. Seguir a Jesús implica reflexionar, pensar, cuestionar, preguntar, responder y
decidir. ¡Qué impactante historia la de los dos discípulos que aquí platican con Jesús! Lo
reconocen como Maestro y por eso le preguntan; reconocen en él sabiduría, una sabiduría
sencilla y simple capaz de ser comunicada a otras personas.

“Venid y ved” son las palabras de Jesús. ¿A dónde había que ir? ¿Por qué fueron con tanta
confianza?

Por lo visto llegaron a donde moraba el Maestro. ¿Qué habrá sido lo que les mostró?
¿Cómo habrá sido ese espacio? ¿Era una casa? ¿Estaba junto al mar o en el camino? Los
discípulos vieron y les gustó lo que observaron, de tal manera que decidieron seguir a
Jesús.

¿Qué necesitaríamos ver nosotros y nosotras para seguir a Jesús? ¿A dónde tendríamos que
ir para aceptar el camino del Maestro?

Podemos sugerir que Jesús les mostró la vida cotidiana, el camino dificil, las personas
necesitadas; lo mismo que nosotras/os podemos observar a diario en nuestros respectivos
contextos.

¿Se necesita ver algo especial y fuera de lo común para tomar la decisión de seguir a Jesús?
Creemos que no; las necesidades y los problemas de las personas más necesitadas son
suficientes para animarnos a caminar junto a Él.
Preguntas para meditar
El bautista fuel el medio para que este pequeño grupo de judios iniciaran la mayor
experiencia de sus vidad ¿en tu proceso vocacional, quienes fueron los medios para que hoy
estes respondiendole a Dios?

¿Cuál fue el “primer amor”? O sea lo que te convenció en querer seguirlo y preguntarle
donde vive

¿Qué es lo que te sigue manteniendo en su seguimiento? Experiencias, personas,


motivaciones

El Mesías, el Cristo
“Venid y ved” (v. 39). Ésta es su llamada a ser discípulos – y las primeras palabras de Jesús
en este Evangelio.

“Era como la hora de las diez” (v. 39). El comentario de la hora del día es interesante.
Literalmente, sería la décima hora. Medido desde la madrugada del día judío
(aproximadamente las seis de la mañana), entonces, serían las cuatro de la tarde. ¿Por qué
mencionar un detalle tan inconsecuente? Quizá sea para explicar la decisión de los
discípulos de quedarse con Jesús – una explicación superficial para una decisión profunda.
Cuando vivimos por una experiencia que verdaderamente afecta nuestras vidas, la
recordamos y contamos tales detalles.

Andrés “halló primero á su hermano Simón, y díjole: Hemos hallado al Mesías (que
declarado es, el Cristo). Y le trajo á Jesús” (vv. 41-42). Andrés no tiene una visión
espectacular. No existe ninguna documentación de que él estableciera una misión en el
extranjero o de que predicara en las sinagogas. Únicamente va a su hermano, pero solo eso
tendrá consecuencias profundas – “quizá…preste tan grande servicio a la Iglesia como el de
cualquier hombre”. La evangelización a menudo comienza con aquéllos que conocemos
mejor – hasta aquéllos en nuestras propias familias.

“Andrés…no tiene prominencia en los Evangelios. Pero cuando lo vemos, siempre está
haciendo lo mismo, llevando otros a Cristo; y a través de ellos, por segunda mano,
efectuando grandes cosas para Cristo, que sin él no hubieran ocurrido”. Andrés hace esto en
tres ocasiones, ésta siendo la primera. Más tarde, le traerá a Jesús un niño con panes y peces
(6, 8-9). Finalmente, traerá un grupo de griegos (12, 20-22).

“Tú puedes hacer lo que sea si no te importa quien se lleva el reconocimiento.” Andrés
demuestra la verdad de ése antiguo dicho. Nunca se lleva el reconocimiento en los
Evangelios, pero usa su talento de invitar para conseguir un gran resultado. Desde el
principio, Jesús reunió a su alrededor a la gente más extraordinaria. Gente como Andrés,
gente común que solo posee talentos ordinarios, es la que hace la mayoría del trabajo de
Cristo hoy en día. Si solo gente de mucho talento respondiera a la llamada de Cristo, la
iglesia estaría atrofiada y perjudicada.

“Hemos hallado al Mesías (que declarado es, el Cristo)” (v. 41). Anota que, en el original,
encontramos ambos Mesías y Cristo. “Mesías y Cristo es la misma palabra. Mesías es
hebreo y Cristo es griego; ambos significan Ungido. En tiempos antiguos…, a los reyes,
soldados y profetas se les ungia”.

“Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás llamado Cephas” (que quiere decir, Piedra) (v. 42).
Este tipo de cambio de nombre tiene precedentes en el Antiguo Testamento. Dios le dijo a
Abran, “Y no se llamará más tu nombre Abran, sino que será tu nombre Abraham, porque
te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Gn 17, 5). Dios le dijo a Jacob, “No se
dirá más tu nombre Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios y con los hombres, y
has vencido” (Gn 32, 28). Tales cambios de nombres indican el comienzo de una nueva
vida – un nuevo propósito – una nueva relación con Dios.
Cephas es la palabra aramea para roca y Pedro es la palabra griega para roca. Jesús ve en
Pedro las cualidades de una roca, que no serán realizadas por bastante tiempo. Por ahora,
Pedro es espontáneo en vez de ser como una roca. En su entusiasmo, camina sobre el agua
hacia Jesús, solo para caerse en cuanto se da cuenta de lo que está haciendo (Mt 14, 28-30).
En su enojo, le corta la oreja a uno de los hombres que vino a arrestar a Jesús (Jn 18, 10).
Le jurará lealtad eterna a Jesús, pero le negará tres veces (Mt 26). Solo después de la
resurrección es cuando Pedro empezará a parecerse a la roca que Jesús vio hacía tanto
tiempo. Existen posibilidades como ésta para cada uno de nosotros. Si seguimos a Cristo, él
nos demostrará esas posibilidades, igual que lo hizo con Pedro.

“Con la transferencia de estos discípulos a Jesús, el nuevo maestro, ya completada, Juan el


Bautista silenciosamente se va”. Ha tenido éxito siendo testigo de Jesús. En capítulo 3
aparecerá de nuevo brevemente solo para afirmar otra vez que su importancia debe
disminuir mientras que la de Jesús debe aumentar (3, 30).

Preguntas para meditar


Para Andrés, Jesús es el Mesias, con todas las cualidades que ese titulo acompañan. ¿Cómo
quieres compartir tu a Jesús? O sea ¿Cuál ha sido tu exerpiencia de Dios?

Para Juan es importante señalar la hora, como reflejo de la importanci que tuvo para él ese
momento ¿Qué momentos recuerdas como desisivos, e importantes para tu seguimiento?

El nuevo nombre indica un nuevo comienzo, una nueva vida, un nuevo proyecto ¿qué
aspectos han cambiado, desde el inicio de tu proceso vocacional, hasta el día de hoy, en tu
seguimiento de Jesús y tu relación con Dios?

Tanto Andrés como Pedro tienen cualidades sencillas que sirven a Jesús en su proyecto del
Reinado de Dios ¿Cuáles son las capacidades, tal vez ocultas, que quieres poner en manos
del Señor para llevar a los demás a él?

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