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Jesús nos invita a caminar con Él. “¡Ven y sígueme!” es una invi-
tación simple a emprender una aventura con un amigo muy amado.
La vida cristiana va más allá de creer en lo correcto; más allá de una
aceptación intelectual. Es una invitación a caminar con Jesús.
Otra palabra para describir esta caminata con Jesús es el discipu-
lado. El discipulado se trata de seguir los preceptos de Jesús mientras
caminamos con Jesús. Este sendero tiene muchos giros, vueltas y cur-
vas inesperadas a lo largo del recorrido. A veces, el sendero se siente
fácil, y otras veces se siente como una pendiente difícil. Sin embargo,
el objetivo final (en griego, telos) del discipulado es siempre el mismo:
ser como Cristo.
Si ese cometido le parece imposible, la realidad es que se encuen-
tra en un muy buen lugar para comenzar. De hecho, sí sería imposi-
ble si no fuera por la suprema convicción de que caminamos en este
sendero con Él. Esta es la razón por la que es un sendero en la gracia.
Cuando Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan
14.6), estaba hablando de algo más que una ecuación intelectual,
secuencial, o un acuerdo transaccional que hacemos con Dios. Nos
estaba describiendo el aspecto relacional del discipulado. De hecho,
el Camino, la Verdad y la Vida no son abstracciones filosóficas o prin-
cipios para la vida. El Camino, la Verdad y la Vida son una persona.
Jesús estaba señalando hacia el verdadero telos (meta) de este sen-
dero: la vida auténtica conforme a lo que Dios propuso, y los medios
por los que alcanzamos la meta son el camino y la verdad, cumplidos
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1. Richard John Neuhaus define telos como “el fin último que da sentido a la cosa
en cuestión”. Neuhaus, Death on a Friday Afternoon: Meditations on the Last Words of
Jesus from the Cross (New York: Basic Books, 2000), 127.
2. James K. A. Smith, You Are What You Love: The Spiritual Power of Habit
(Grand Rapids: Brazos Press, 2016), 66.
3. El progreso del peregrino (1678) de John Bunyan fue una de las primeras
versiones ficticias de este mismo concepto del viaje que uno realiza para mudarse de un
país o reino.
4. Smith, You Are What You Love, 66.
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INTRODUCCIÓN
5. Frederick Dale Bruner se refiere a Juan 14-16 como los sermones sobre el
discipulado de Jesús, y al capítulo 17 como un prototipo de oración final y, en conjunto,
“la teología sistemática compacta de Jesús para su iglesia misionera”. Bruner, The
Gospel of John: A Commentary [Comentario sobre el Evangelio de Juan] (Grand Rapids:
Eerdmans, 2012), 78.
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9. Esto no limita la soberanía de Dios para llegar con gracia a los adeptos de
otras religiones y tradiciones religiosas que pueden morir sin conocer o incluso sin
haber escuchado el nombre de Jesús. Dios siempre es libre de hacer lo que Dios
soberanamente elige hacer. Yo anticipo por completo el ser sorprendido por la gracia
en la reconciliación de todas las cosas.
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INTRODUCCIÓN
10. Nadie es más sincero en cuanto a lo que creen verdadero que los terroristas
suicidas. Sin embargo, en lo que concierne a la sinceridad, no importa cuán
apasionadamente aferrado esté uno con su verdad, si no se basa en la realidad suprema,
no será suficiente.
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INTRODUCCIÓN
14. Lesslie Newbigin , The Light Has Come: An Exposition of the Fourth Gospel [La
luz ha llegado: una exposición del cuarto evangelio[ (Grand Rapids: Eerdmans, 1987),
181.
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15. Thomas à Kempis, Of the Imitation of Christ, Book 3, chapter 56 (c. 1418—
1427).
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La gracia está en todas partes.
—Georges Bernanos
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¿Qué es la gracia?
¿Qué es la gracia de Dios? ¿Cómo llega a nuestras vidas, nos afec-
ta, nos cambia y nos capacita para vivir vidas semejantes a Cristo?
Hay muchas definiciones de la gracia:
• El favor inmerecido de Dios.
• El amor inmerecido de Dios.
• El favor dado a alguien que merece lo contrario.
• La expresión absolutamente libre del amor de Dios que en-
cuentra su único motivo en la generosidad y benevolencia del
Dador. 2
• La bondad de Dios sin ataduras.
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char: “Lo que trae alegría” 4. Por lo tanto, la acción de dar y de recibir
la gracia evoca alegría y gratitud. En ese sentido, es apropiado que los
receptores de la gracia ofrezcan algo a cambio: acción de gracias y una
vida consagrada. Esto no implica que la gracia divina sea una tran-
sacción relacional. El deseo (o expectativa) de devolver el favor niega
el poder del regalo. 5 El pensamiento transaccional siempre socava y
devalúa las intenciones de un regalo.
Si le doy un regalo a mi amigo, podría decirle: “Quiero darte este
regalo como una señal de mi amor por ti”.
La respuesta normal sería que mi amigo recibiera el regalo y sim-
plemente dijera “Gracias”.
¿Qué pasaría si en cambio, mi amigo dijera: “Qué amable de tu
parte. ¿Cuánto te debo?”. Estaría confundiendo el gesto de recibir un
regalo con una transacción: Estás haciendo algo bueno por mí. Te
debo una.
Hay otro problema al confundir el don de la gracia con las tran-
sacciones que tienden a ser reembolsables. El significado de fondo de
la gracia es que no hay nada que podamos hacer para que Dios nos
ame más, y no hay nada que podamos hacer para que Dios nos ame
menos de lo que ya lo hace. 6 No hay nada tan bueno en nosotros que
nos haga dignos o capaces de ganarnos el amor de Dios, y no hay
nada tan malo en nosotros que nos separe del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8.35-39). Dios no nos ama
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La gracia es personal
Podemos hablar de la experiencia de la gracia porque es profun-
damente personal y relacional. La gracia es personal por dos razo-
nes importantes. Primero, la gracia no es una cosa. No es un bien
o mercancía. No es una sustancia sagrada vertida en nosotros como
una especie de “aceite de motor cristiano” para ayudar al “motor” de
nuestro discipulado a funcionar de manera más eficiente. La gracia es
personal porque nos llega en la persona de Jesucristo, quien dijo: “Yo
soy el camino, la verdad y la vida” 10.
Thomas Langford, un teólogo de la tradición wesleyana, sostiene
que a lo largo de la historia de la iglesia ha habido una lucha entre dos
interpretaciones de la gracia:
Por un lado, la gracia puede percibirse como una cosa, una cosa
que Dios posee y puede conferir, y quizás algo que las personas
pueden aceptar y poseer; o, en términos más amplios, una at-
mósfera, energía o poder que representa la acción de Dios y que
representa un contexto circundante para la vida humana. Por
otro lado, la gracia se ha identificado como “alguien”; la gracia
es una persona, la gracia es Dios (Dios presente para los seres
humanos). Hablar de la gracia es hablar de la presencia de Dios y
su interacción solidaria con la creación. Bajo esta comprensión,
el análisis de la gracia se debe hacer a partir de la meditación en
la vida, muerte y resurrección de Jesús. Jesucristo es la gracia; la
gracia es Jesucristo. 11
10. Cuando el Evangelio de Juan habla del Espíritu Santo como “otro” Abogado,
significa que el Espíritu de la Verdad continuará el ministerio de Jesús la Verdad (14.6,
16-17).
11. Langford, Reflections on Grace, 18.
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12. Diarmaid MacCulloch, Christianity: The First Three Thousand Years (New
York: Penguin Books, 2009), 9.
13. Dikaioun, “ser hechos rectos” (o en la frase que la Reforma Protestante hizo
famosa en el siglo XVI, “ser justificados”), denota que hay una gracia que viene de
afuera de nosotros mismos.
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14. Strong’s Concordance of the New Testament indica que charis, “gracia”, aparece
al menos ochenta y ocho veces en las cartas de Pablo a las iglesias del primer siglo.
15. N.T. Palabra o Verbo
16. Estoy en deuda con Daniel Gomis, director regional de la Iglesia del Nazareno
en África, por esta importante distinción.
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La gracia es cara
Dietrich Bonhoeffer nos recuerda que, aunque la gracia es gratui-
ta, no quiere decir que no tenga un precio. Bonhoeffer, en un párrafo
poderoso de su obra más conocida “El costo del discipulado”, explica
que la diferencia que existe entre la gracia barata y la gracia cara
radica en la falta de la demanda por un verdadero discipulado o en
la expectativa del mismo, “La gracia barata es gracia sin discipulado,
gracia sin cruz, gracia sin Jesucristo vivo y encarnado” 18.
Además, Bonhoeffer afirma sin rodeos que la gracia barata es
“el enemigo mortal de nuestra iglesia”, “el enemigo más amargo del
discipulado” y “ha provocado la ruina de más cristianos que cualquier
mandamiento de realizar obras” 19. Una persona puede decir que su
justificación es solamente por gracia como un regalo de Dios, pero el
fruto de una vida justificada se pone en evidencia cuando uno lo ha
dejado todo para seguir a Cristo. 20 La razón, como Bonhoeffer lo dice
de manera acertada, es que cuando uno escucha el llamado de Jesús
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