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Etnografía del pueblo tarahumara


(rarámuri).

Un vistazo a los rasgos más distintivos de los pueblos


indígenas de México.

INPI | Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas | 19 de abril de 2017


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Tarahumaras

Del nombre

Los tarahumaras se llaman a sí mismos rarámuri, que significa corredores a pie;


proviene de las raíces: rara (pie) y muri (correr). Para ellos es sinónimo de las
personas o los humanos. A los mestizos en general se les designa con el término
chabochi, que significa los que tienen barbas, y a los que conviven con ellos y
comparten su cultura, les llaman napurega rarámuri.
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Localización

Habitan la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de


Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. Comparten este territorio con los
tepehuanes, pimas, guarojíos y mestizos. De los grupos originarios de la región es el
más numeroso y habita un espacio más amplio que los demás, por lo que a su
territorio también se le denomina sierra Tarahumara.

La sierra Tarahumara está formada por elevadas montañas que alcanzan de 2,000 a
3,000 msnm y profundas barrancas. Se le ha dividido geográficamente en Alta y Baja
Tarahumara. Este grupo vive de manera dispersa en rancherías y pueblos en los
municipios de Guadalupe y Calvo, Morelos, Balleza, Guachochi, Batopilas, Urique,
Guazaparez, Moris, Uruachi, Chínipas, Maguarichi, Bocoyna, Nonoava, Carichí,
Ocampo, Guerrero y Temósachi.
Antecedentes históricos
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A la llegada de los españoles, el actual estado de Chihuahua era ocupado por varios
pueblos: los tubares, los tobosos, los cocoyomes, los joyas, los conchos, los
guazapares, los chinipas, los tarahumaras, los salineros y los pimas.

Los tarahumaras ocupaban el territorio que recorre la estribación este de la sierra


Tarahumara. Se tiene poca información acerca de su cultura y forma de vida. Al
parecer, su organización se fundaba en el parentesco basado en relaciones
recíprocas y contaban con un cacique o "principal". Se supone que estos caciques
gobernaban una o varias rancherías, pero no existía un gobierno unificado para
toda la nación rarámuri. Eran agricultores, sembraban principalmente maíz y frijol,
actividad que complementaban con la caza y la recolección.

En la segunda mitad del siglo XVI se inició la colonización del actual estado de
Chihuahua con la explotación de una mina en 1557 y la fundación de Santa
Bárbara, primer centro de población española. Los jesuitas establecieron una
misión en el Valle de San Pablo, hoy Balleza, hacia 1607; sin embargo, la tarea
evangelizadora se suspendió por la rebelión de tarahumaras y tepehuanes en 1620,
reanudándose hasta 1639 con la misión de San Felipe de Jesús.

En 1631 se empezó a explotar la mina de San José del Parral, por lo que Parral se
convirtió en importante mercado de productos y mano de obra para los rarámuri.
Pronto, ganaderos y agricultores empezaron a apoderarse de las mejores tierras, lo
cual obligó a los tarahumaras a internarse cada vez más en la sierra. Éstos,
reducidos a pueblos de misión eran forzados a prestar trabajo en las minas cuando
esta actividad cobró auge a mediados del siglo XVII.

Etnografía del pueblo tarahumara (rarámuri).


Los jesuitas, establecidos en las misiones, se desplazaban de ahí hacia regiones de
􏊚"gentiles" para convertirlos y congregarlos en pueblos, de donde los indígenas

huían. Sustituían a los caciques por nuevas autoridades, como gobernadores,
capitanes, generales, soldados, fiscales, mayores y temastianes. A los habitantes de
los pueblos que no cumplían con los oficios católicos les imponían castigos que iban
desde azotes hasta la condena al trabajo forzado a perpetuidad. Cada misión
cultivaba campos y criaba ganado para abastecer los centros mineros y las
poblaciones misionales.

Durante el siglo XVII hubo una serie de rebeliones que impidieron la consolidación
del sistema misional. En 1651 los tarahumaras se levantaron en armas contra los
españoles, debido al descontento que provocó la ocupación permanente del Valle
de Papigochi por parte de los españoles. Dos años después los naturales fueron
obligados a pactar la paz forzados por la destrucción de sus siembras; a cambio, los
españoles abandonaron la sierra.

A partir del siglo XVIII los jesuitas optaron por no obligarlos a establecerse en
pueblos sino dejarlos que asistieran sólo al trabajo y a los rituales en la iglesia; con
esto disminuyó considerablemente la población natural establecida en pueblos.

Al momento de la expulsión de los jesuitas de la Nueva España en 1767, tenían 28


misiones en la Alta y Baja Tarahumara, que pasaron al clero secular del obispado de
Durango y a los franciscanos de Zacatecas.

En 1876 se rebelaron los rarámuri de Nonoava, debido al despojo de tierras de que


fueron objeto por parte de mestizos amparados en las leyes de desamortización
dictadas en 1856. Aunque el conflicto se solucionó con la devolución de las tierras,
nuevos levantamientos se registran en Agua Amarilla en 1895 y en Chinatú en 1898
debido a los abusos de los mestizos.
A fines del siglo XIX y principios del XX se intensificó la actividad minera, que se vino
􏊚abajo finalmente con la caída mundial del precio de la plata y el auge de la

explotación forestal, que trajo consigo la llegada de extranjeros a territorio rarámuri
y la construcción del ferrocarril Kansas City.

En 1900 se reinstalaron los jesuitas en la sierra reiniciando su labor evangelizadora


y fundando escuelas. Durante el periodo revolucionario, muchos enfrentamientos
armados se efectuaron en la sierra, pero los tarahumaras sólo participaron por
accidente.

En 1938 se estableció en Guachochi una escuela Normal para maestros indígenas,


cuyos egresados crearon el Consejo Supremo Tarahumara. Con la reforma agraria
los tarahumaras fueron dotados de tierras ejidales; es entonces cuando el bosque
es demandado para la instalación de aserraderos o contrataciones con las
compañías madereras. Entre estas últimas destacan las que se desprenden del
Grupo Chihuahua.

La explotación del bosque y la tenencia de la tierra marcan significativamente los


procesos sociales que se desarrollan en la actualidad en la región y que han
derivado en relaciones asimétricas entre mestizos y rarámuris.

Lengua

La lengua tarahumara forma parte de la familia yuto-azteca, que se extiende desde


Utah en los Estados Unidos hasta Centroamérica y está considerada junto con el
concho y el guarojío dentro del subgrupo cahíta-ópata-tarahumara, emparentado
con el subgrupo pima-tepehuano y el cora-huichol.

La diversidad de lenguas yuto-aztecas que se hablan en el noroeste de México


puede ser indicativa de que los hablantes de estas lenguas han ocupado el
territorio por miles de años.
Existen diferencias dialectales en la lengua tarahumara que, sin llegar a ser muy
􏊚profundas, provocan una cierta inteligibilidad entre todos los hablantes de

tarahumara.

Salud

Desde la perspectiva de este grupo, la salud refleja la calidad de las relaciones del
individuo con otros seres del universo, pues el que sean protegidos o dañados por
ellos, depende de la interacción del hombre con los seres sobrenaturales.

Los tarahumaras consideran que el ser humano se compone de un cuerpo y de una


o más almas. El cuerpo está constituido por sapá (partes carnosas o músculos), ochí
(huesos) y lá (sangre), animados por una o más almas. Las enfermedades más serias
son aquellas que pueden causar la pérdida definitiva de las almas y que suelen ser
provocadas por algún hechicero o por la ingestión de las plantas jícuri o bakánowi.

Los trastornos comunes son tratados a nivel doméstico, en tanto que las
enfermedades más serias requieren de la atención de un especialista. Entre estos
últimos encontramos al sipáame o raspador, quien cura por medio de la raspa del
jícuri y el bakánow; el owirúame que cura por succión; el onéame que sana a través
de los sueños; y el wanáame quien también succiona el mal.

El médico rarámuri es respetado e incluso temido ya que puede utilizar su poder


para hacer daño o para curar. Establece una relación de reciprocidad con sus
pacientes; él debe cuidar de la salud de éstos, a cambio de lo cual obtendrá
prestigio y obsequios materiales, ya sea dinero, alimentos o animales.

Vivienda

Los tarahumaras habitan en ranchos; su vivienda consiste en una casa-habitación,


un granero y un corral de madera. Las casas se construyen con madera, adobe,
cantera o piedra, dependiendo del material que haya en la región. Lo más común es
encontrar viviendas hechas de troncos de pino dispuestos de manera horizontal,
􏊚uno sobre otro, con techo de canoa o de vigas de dos aguas; los troncos son

ensamblados en las esquinas y las rendijas son tapadas con una mezcla de lodo.

Generalmente la vivienda consta de un solo cuarto pero también las hay de dos o
más. El mobiliario consiste en una estufa o calentón hecho de lámina, el metate,
utensilios de cocina, una estructura de madera que sirve de cama y cobijas. La
vivienda se utiliza para guarecerse del frío o la lluvia, pero es muy común que la
gente duerma y cocine a la intemperie.

Para construir una casa generalmente se organiza una tesgüinada.

Artesanías
Los tarahumaras fabrican objetos para satisfacer las necesidades de la familia, tanto
􏊚para el uso cotidiano como para las ceremonias y rituales. La producción de estos

objetos está dirigida primeramente al autoconsumo y el excedente se comercializa.

Las mujeres hacen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros; en algunos
lugares también usan la palma y palmilla para tejer canastas de diversos tamaños.

Los hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas, cucharas y tallan
figuras con madera. Unos y otros tejen cobijas y fajas de lana con figuras
geométricas.

La artesanía producida se vende en Creel, Carichí, Batopilas, Guachochi y Bocoyna.


Algunos forasteros se acercan a los pueblos para comprar artesanía y exportarla.

Territorio, ecología y reproducción social

La sierra Tarahumara es escabrosa y quebrada, con bruscos desniveles entre


elevadas montañas y profundas barrancas. Estas dos situaciones constituyen dos
zonas ecológicas distintas.

En las partes altas de la sierra los suelos son generalmente muy delgados y están
cubiertos de bosques de coníferas. En cuanto estos terrenos son abiertos para el
cultivo, la materia orgánica se pierde en poco tiempo, dejando los suelos en
condiciones de baja fertilidad. La explotación forestal de la sierra ha provocado la
tala inmoderada de los bosques con la consecuente desaparición de algunas
especies de la flora y la fauna de la región, y ha desequilibrado visiblemente la
ecología de ciertas áreas.

Las tierras susceptibles de cultivo se localizan en pequeñas laderas y mesetas,


donde las labores agrícolas se desarrollan en los meses de clima benigno pues las
bajas temperaturas, en algunos casos, menores a los -10°C, se presentan de
octubre a marzo.
Los pinares se ven acompañados por encinos, álamos, fresnos, robles, táscate,
􏊚manzanilla y algunas variedades de plantas desérticas como el nopal, el cactus de

bola y la yuca. Con relación a la fauna encontramos el gato montés, el coyote, el
lobo, el zorro, el zorrillo, la ardilla, el ratón, el topo, el águila, el zopilote, la codorniz,
y el pavo salvaje. En peligro de extinción se encuentra el puma, el ocelote, el oso gris
y el venado cola blanca.

El descenso de las montañas a la zona de barrancas conduce a calores sofocantes


desde los meses de abril a septiembre, que alcanzan temperaturas hasta de 50°C.
Encontramos aquí maguey, palmilla pitahaya y sótol, y árboles de frutas tropicales
como mango, papaya, naranja, limón y aguacate.

Los principales ríos que irrigan la zona son afluentes del Fuerte, El Tutuaca, El
Papigochi y El Mayo.
Para los tarahumaras la principal actividad para su subsistencia es el cultivo del
􏊚maíz. Alrededor de él se organiza la mayor parte de su vida cotidiana y ceremonial.

Las tierras de cultivo se hallan dispersas en pequeñas mesetas y laderas, lo que
influye en la dispersión de los asentamientos que se organizan en rancherías. La
fragilidad del suelo sólo permite el trabajo agrícola con instrumentos manuales y de
tracción animal. Se utiliza el estiércol de ganado caprino y vacuno para la
fertilización de los campos, aunque en algunos lugares se depende de los
fertilizantes químicos. Aunque existe un rango de variabilidad, se calcula que la
siembra de diez litros de maíz son suficientes para cubrir los requerimientos de una
familia. Ésta es la encargada de realizar las labores agrícolas y en caso necesario es
apoyada por familias de las rancherías vecinas que son invitadas a una tesgüinada
donde se bebe tesgüino, que se prepara con maíz fermentado y se ofrece a quienes
ayudan en el trabajo. Las tesgüinadas son ocasiones de convivencia social y a través
de ellas se crean y reproducen lazos de reciprocidad. El trabajo agrícola no es sólo
una actividad estrictamente económica, sino que involucra también a la
organización y a la religiosidad tarahumara.

La cría y el cuidado del ganado es también una actividad importante sobre todo en
los municipios de Balleza, Carichí y Nonoava. Para el tarahumara la posesión de
animales: vacas, caballos, cabras, borregos o gallinas, es un símbolo de riqueza.
Complementan su economía con la venta de artesanías a turistas, el empleo
asalariado en los aserraderos o centros de población más cercanos, así como la
migración en busca de empleo a los estados de Sonora, Sinaloa y Durango.

El narcotráfico es una actividad que tiene un importante lugar en ciertas áreas de la


sierra y que influye en la reproducción social y cultural de los tarahumaras, pues
además de que ha propiciado el despojo de sus tierras y de las de otros grupos
como los tepehuanos, los guarojíos y los o'oba, ha significado la violencia y el abuso
del poder tanto por parte de los narcotraficantes como de quienes los combaten.
En cuanto a la migración permanente, existen más de 35 asentamientos de
􏊚tarahumaras en las áreas marginales de la ciudad de Chihuahua. En este espacio

urbano, reproducen buena parte de su cultura, pero sus asentamientos carecen de
la mayor parte de los servicios.

Organización social

La unidad social básica es la familia nuclear formada por el padre, la madre y los
hijos. La pareja recién casada va a vivir a casa de los padres de la mujer y en cuanto
les es posible tener casa y tierra se establecen por separado.

Las tesgüinadas, como se señaló con anterioridad, son un espacio importante para
la interacción entre miembros de varias familias de una o más rancherías y se
presentan durante todo el ciclo agrícola y las ceremonias ligadas a él, así como en
los trabajos de construcción de la vivienda y de cercas.

Los tarahumaras están organizados en pueblos que gobiernan un determinado


número de rancherías. En este espacio encontramos la iglesia, la escuela, la tienda
Conasupo y la clínica. A la cabeza del pueblo se halla un gobernador o síriame,
quien preside las reuniones dominicales y da un sermón o nawésari, actúa como
juez en los conflictos, organiza las fiestas del pueblo y es su representante ante las
autoridades. Le auxilian un segundo y tercer gobernador, quienes funcionan como
consejeros y lo suplen en su ausencia. El gobernador nombra a uno o dos
generales que actúan como mensajeros y son auxiliados en su tarea por capitanes.
El alguacil es el encargado de distribuir los bastones de mando a los gobernadores
y de guardarlos en la iglesia. También existe un mayor que concerta matrimonios y
aconseja en caso de dificultades, un maestro que es el encargado de rezar en
tarahumara durante el culto religioso dominical. Esta estructura de cargos varía de
pueblo a pueblo. Los habitantes de las rancherías que pertenecen a un pueblo se
reúnen los domingos y los días de fiesta.

Cosmogonía y religión
En los relatos rarámuri se cuenta que en el principio de los tiempos Dios les dio vida
􏊚a ellos y el diablo a los chabochis. Así explican las relaciones asimétricas entre la

sociedad rarámuri y la sociedad mestiza.

La religión de los tarahumaras está presente en las relaciones interpersonales, en la


institución política del pueblo, en los valores morales, normas y costumbres que
rigen a su sociedad. Su religión se constituye tanto de elementos anteriores a la
evangelización jesuita como de los que han tomado de la religión católica. Las
deidades principales son Támuje Onorá o Onóruame, "Nuestro Padre", asociado
con el Sol y Tamujé Yerá o Iyerúame, "Nuestra Madre", asociada con la Luna y la
Virgen María.

Los miembros de un pueblo se reúnen los domingos en la iglesia para escuchar el


"rezo del mestrdi", por lo general en su misma lengua. A veces se invita a los
sacerdotes católicos para que oficien misa e impartan el sacramento del bautismo.

Existen otros rituales como los de curación y los ligados al ciclo agrícola que no se
realizan en la iglesia sino en algún rancho, en los campos de cultivo o en los cerros.
En estas ceremonias se danza, se come y se bebe tesgüino.

Fiestas

El calendario festivo está estrechamente relacionado con el ciclo agrícola. Las fiestas
más importantes son el día de La Candelaria, Semana Santa, la fiesta del patrón de
la iglesia, la Purísima Concepción, la Virgen de Guadalupe, la navidad, el fin de año y
la Epifanía.

En las ceremonias se llevan a cabo las danzas de Matachines y Yúmari -excepto en


Semana Santa en que se baila Fariseos y Pascola- y se ofrece tesgüino y comida a
Onóruame, que se comparte con los asistentes a la celebración.
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Relaciones con otros pueblos

Los tarahumaras limitan territorialmente con los guarojíos, los tepehuanos y los
pápagos, con quienes comparten en ocasiones la organización ejidal.

Con los mestizos de la región, las relaciones son conflictivas debido a la lucha por la
tierra, la explotación de los recursos naturales y las arbitrariedades cometidas por
éstos en contra de los tarahumaras. Aunque existen algunos matrimonios de
mujeres tarahumaras con varones mestizos, en general se desaprueba este tipo de
uniones.

Los mestizos tienen el respaldo de los grupos de poder regionales e institucionales


por lo que imponen sus decisiones en los ejidos donde tienen presencia.
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