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Cultura Tarahumara

Los tarahumaras, llamados también raramuri son un pueblo indígena del noroeste de México que son

conocidos por su habilidad para correr largas distancias. En su lengua, el término rarámuri se refiere

específicamente a los hombres, las mujeres se les conoce como Muki (en singular ) y como omugí o igómale

(en plural).

Originalmente los habitantes de gran parte del estado de Chihuahua, los rarámuri se retiraron a las altas

sierras y cañones como la Barranca del Cobre en la Sierra Madre Occidental durante la llegada de los

colonizadores españoles en el siglo 16. La zona de la Sierra Madre Occidental que ahora habitan a menudo se

conoce como la Sierra Tarahumara, debido a su presencia.

La lengua Tarahumara pertenece a la familia uto-azteca o yutoaztecas . A pesar de que está en declive

bajo la presión del español, todavía se habla extensamente.

Tarahumaras: Hábiles corredores mesoamericanas

Míticos corredores mesoamericanos. Foto de su calzado: Huaraches


La palabra Tarahumara por sí misma, rarámuri, significa "corredores a pie" o "los que corren rápido" en su

lengua materna según algunos etnógrafos como el noruego Carl Lumholtz. Con asentamientos muy dispersos,

estas personas desarrollaron una tradición de carreras de larga distancia de hasta 200 millas (320 km) en una

sesión, en un periodo de dos días a través de su región para la comunicación entre aldeas, el transporte y la

caza . El funcionamiento de sus sandalias acolchadas se describen en el libro Born to Run del periodista

Christopher McDougall.

La tradición de carreras de larga distancia también tiene aspectos ceremoniales y competitivos. El

Tarahumara comúnmente caza con arco y flechas, pero también son conocidos por su habilidad para atrapar a

los ciervos y pavos salvajes yendo a su encuentro.

Historia de la cultura Tarahumara 

Los raramuris según la creencia descienden de la cultura Mogollón. Con la llegada de los españoles a

inicios del siglo XVI, fueron nombrados como Tarahumaras. A principios del siglo 17, los españoles habían

establecido minas en territorio de la cultura tarahumara e hicieron algunas incursiones en su territorio para

obtener mano de obra esclava. El jesuita Juan Fonte estableció una misión, San Pablo Balleza, en el extremo

sur del territorio Tarahumara, con la ampliación de la obra misionera con el pueblo de los indios tepehuanes

del sur. Estallo una resistencia violenta de los tepehuanes a la incursión española en el año 1616 que mató a

Fonte y cerró la misión durante más de una década.

Presencia de los españoles en territorio


tarahuamara

El descubrimiento de las minas de Parral, Chihuahua, en 1631 aumentó la presencia española en tierras

Tarahuama, trayendo más redadas de esclavos y misioneros jesuitas. Se establecieron misiones en Las Bocas,

Huejotitlán, San Felipe y Satevó. En 1648, el pueblo Tarahumara emprendió una guerra contra los

españoles y destruyeron la misión de San Francisco de Borja. Dos de los líderes de este ataque fueron

capturados por los españoles y ejecutados. Poco después, los españoles establecieron Villa de Aguilar en el

corazón de la comarca superior Tarahumara.

División de los tarahumaras en misiones


A partir de entonces, los tarahumaras se dividieron en dos grupos. Los que están en las misiones inferiores

continuaron moviéndose entre la población cristiana en general y perdieron gran parte de su identidad tribal.

Los que están en las áreas superiores fueron a la guerra bajo el liderazgo de Tepórame y otros. Los jesuitas

volvieron en la década de 1670 y bautizaron a miles de personas de la etnia Tarahumara, pero estas personas

conservaron una identidad separada. Tepórame fue ejecutado por los españoles en el año 1690. Del 1696 al

1698, los Tarahumara libraron más de una guerra contra los españoles, pero fueron derrotados.

Por el año 1753, las misiones tarahumaras menores fueron entregados a los sacerdotes seculares, y en 1767

los jesuitas fueron expulsados de los territorios españoles. La mayoría de las misiones Tarahumaras dejaron de

funcionar o fueron entregados a los franciscanos. A pesar de los esfuerzos dedicados y entusiastas, los

franciscanos no pudieron igualar las hazañas de los jesuitas, y las misiones declinaron. Los jesuitas

restablecieron las misiones en el siglo XX.

Comunidades tarahumanas en el estado de Chihuahua, México

Alimentación

Cultivos básicos de la cultura Tarahumara son el maíz, el fréjol, verdes, calabaza, y el tabaco. Chile, las

patatas, los tomates y las patatas dulces aparecen en regiones mexicanizados. Los platos de maíz comunes

son el pinole, tortillas, esquiate, atole, tamales y hervida y oídos asadas. Los fréjoles son uno de los alimentos

más ricos en proteínas esenciales los Tarahumaras. El trigo y frutas fueron introducidas por los misioneros y
son una fuente menor de nutrición. Las frutas cultivadas por la Tarahumara incluyen manzanas, albaricoques,

higos y naranjas.

Los tarahumaras también comen carne, pero esto constituye menos del 5% de su dieta. La mayoría de las

carnes que se consumen son el pescado, el pollo y las ardillas. En ocasiones ceremoniales, animales

domésticos como vacas, ovejas y cabras son asesinados y comidos.

Religión de la cultura Tarahumaras

La religión rarámuri es una mezcla de las costumbres indígenas y de catolicismo romano.

Es monoteísta y adoran a : Onorúame- "Aquel que es el Padre", es identificado en las zonas más

evangelizados con la Iglesia Católica Romana como el "Dios Padre", pero todavía se equipara en zonas

remotas  con Rayenari, el sol. Eyerúame, "el que es de la madre", se menciona a menudo en los sermones

(nawésari) de los gobernadores, y en función del grado de aculturación puede corresponder a la deidad

femenina primigenia casado con Onorúame, la Virgen María, también se menciona en los sermones como

María Santísima.

Los Tarahumara creen que el alma asciende una serie de cielos, se reencarna después de cada

muerte, y después de tres vidas se convierte en una polilla en la tierra, que representa la existencia final del

alma. Cuando la polilla muere, el alma muere por completo. Sin embargo, este extremo no se considera como

negativo o un castigo, sino simplemente como el orden de la vida. Otra variación reportada es que Dios tiene

una mujer que vive con él en el cielo, junto con sus hijos, el sukristo llamada (del español Jesucristo) y sus

hijas, la santi. Estos seres tienen un vínculo directo con el mundo físico a través de la iconografía católica,

crucifijos y medallas de santos. Mundo del diablo no es necesariamente malo, pero está contaminado a través

de sus vínculos con el Chabochi (los no rarámuri). El diablo se dice que a veces colaboran con Dios para

organizar castigos de ajuste y puede ser aplacada mediante sacrificios. En algunos casos, el Diablo, incluso

puede ser persuadido para que actúe como una entidad benévola. El diablo y Dios se dice que son hermanos

(el Diablo es el mayor de los dos) que creó conjuntamente la raza humana. Dios, con arcilla pura, creó el

rarámuri, mientras que el Diablo, mezclando ceniza blanca con su arcilla, creó a los Chabochi. Por lo tanto, el

diablo es el protector y dador de vida de los Chabochi como Dios es el de los rarámuri.
Las tesguiñadas

Los eventos Tesgüinada incluyen fiestas, ceremonias por las lluvias y cosechas, fiestas de curado, Semana

Santa, etc. Algunos de estos eventos tienen lugar durante y después de actividades comunales, por ejemplo,

cuando los vecinos se ayudan unos a otros, con sus campos o la construcción de grandes estructuras como

graneros, casas y corrales. Las ceremonias de cosecha y la lluvia se llevan a cabo durante los meses de cultivo

para garantizar una buena temporada de cultivos. Estos eventos también requieren un chamán, curandero, o

cantor. El trabajo del chamán y curandero son puramente religiosa, como el curandero está ahí para

diagnosticar y curar a los enfermos de la comunidad, y cantores conducen las tesgüinadas en cantos y ritmos

de acompañamiento de las ceremonias.

Las tesgüinadas son un aspecto importante de la cultura Tarahumara ya que actúan como un

lubricante social, debido a que los Tarahumaras son tímidos y privados. El antropólogo John Kennedy

describe la institución de tesgüinada como de tejido social importante a la cultura Tarahumara que él llama la

"red de Tejuino".

Música de los tarahumaras

Música y danza están muy integrados en la vida social Tarahumara. El pianista clásico Romayne Wheeler

escribe que "La música santifica el momento en la vida de todos los tarahumaras," y "Todas nuestras acciones

tienen un significado musical." Durante el final del ciclo de años, los tarahumaras tocan violines que son

magistralmente tallados pero no barnizada. Las melodías son conocidos como piezas Matachín y se bailan por

bailarines ricamente ataviados con coloridos atuendos parecidos a prendas del norte de África y acompañados

de sonajas (sáuraka). Durante la Cuaresma tocan la flauta de tres agujeros de la caña de río, junto con los

tambores.

Los Taruhumaras en la actualidad

Actualmente se estima que la población de los Tarahumara en 2006 alcanzó entre 50.000 y 70.000 personas.

La mayoría todavía practica un estilo de vida tradicional, habitan refugios naturales como cuevas o salientes de
los acantilados, así como pequeñas cabañas de madera o piedra. Sus cultivos básicos son el maíz y el fréjol;

Sin embargo, muchos de los rarámuri siguen practicando la trashumancia, la cría de ganado, ovejas y ca

bras. Casi todos los rarámuri migran de una forma de actividad económica a otra en el curso del año.

Los Tarahumara no fueron conquistados por los aztecas, y sobrevivieron a guerras con los

españoles, los franceses y los americanos, pero hoy luchan por proteger su tierra que quieren ser

tomadas por el estado mexicano, señores de la droga o corporaciones que quieren explotar sus recursos

minerales.

La deforestación 

La deforestación masiva es un problema importante en la Sierra Madre ya que al final de la década de 1800

llegaron los primeros leñadores a gran escala. El 92% de los pueblos indígenas que viven en los bosques de la

Sierra Madre son Tarahumara y tienen que defender su territorio de los proyectos mineros y forestales de gran

escala. El robo de las tierras indígenas por las compañías madereras merma su economía de subsistencia para

el futuro. La Comisión Mexicana de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos elaboró un informe en el

año 2000 que indica que el gobierno ha fracasado en estudiar los efectos de la producción de madera en el

ecosistema. La liberalización de las leyes en la década de 1990 dio lugar a la sobreexplotación de los recursos.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) realizado en la década de 1990 impulsó la

inversión extranjera, que dio lugar a la privatización de las tierras comunales, un concepto ajeno a la

Tarahumara, y a los mecanismos basados en el mercado de la regulación ambiental. 

Minería 

El desastre ambiental también es debido a la minería. La minería aquí data de 950 d.c. con la civilización

maya. Desde la conquista española, miles de toneladas de mercurio y plomo han sido puestos en libertad en el

cinturón minero mexicano, que es de 2000 km de largo y se extiende desde Oaxaca a Sonora en el noroeste .

La parte de la Sierra Madre de este cinturón es uno de los distritos mineros de oro y plata más prolíficos del

mundo. Las reformas en la década de 1990, permitieron la propiedad extranjera, y dio lugar a la reapertura de

las minas y a su aumento. En 2010, la producción minera de México alcanzado altos niveles: por ejemplo, el
19% de la producción mundial de plata se extrajo aquí. Los impactos ambientales son dramáticos, dando lugar

a cambios en el paisaje y la propagación de metales pesados, en detrimento del hábitat Tarahumara.

Turismo

Su territorio en la Sierra Madre ha servido durante mucho tiempo como un refugio de los Tarahumara. En la

década de 1800, se hicieron intentos para construir un ferrocarril. En la actualidad, esta línea es utilizada por

el tren Chihuahua Pacífico o el Chepe para transportar turistas, atraídos por falsas representaciones de la zona

como pura y prístina, a lugares de interés turístico. Se detiene cerca de muchos pueblos tarahumaras, que

atraen a los visitantes que esperan ver indios primitivos (la leyenda de la Tarahumara). Los Tarahumara

buscan ganar económicamente del turismo, tratando de responder a las expectativas y visión romántica de los

viajeros. Para atraer a los turistas, que retratan autenticismo cumpliendo con la imagen estereotipada del buen

salvaje. Un estilo más occidentalizada de vida puede ser inevitable, ya que su forma de vida ha cambiado más

en los últimos 20 años que en los anteriores 300 años.

Por: Aníbal Gonzales

Pueblo tarahumara
Rarámuris

Las mujeres rarámuri producen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros.

Además, los hombres y las mujeres usan la palma y la palmilla para tejer canastas. Los

hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas y cucharas, y tallan figuras
con madera, tejen cobijas y fajas de lana con figuras geométricas muy distintivas.

La Organización de las Naciones Unidas los reconoce como Pueblo Mágico, por su

historial, su originalidad y su arraigo por muchos siglos.

Población total 121.835 habitantes1

Idioma tarahumara

Religión catolicismo, con elementos autóctonos

Etnias yaquis, mayos, pimas, ópatas, pápagos
relacionadas

[editar datos en Wikidata]

Los tarahumaras o rarámuris son una comunidad indígena del norte de México, en la parte


de la Sierra Madre Occidental que atraviesa territorio del estado de Chihuahua y el suroeste
de los estados de Durango y Sonora. El endónimo rarámuri significa "el de los pies ligeros" o
"corredores a pie", y proviene de rara, pie, y muri, correr. El 90% de su población (57,000
habitantes) se asientan en el estado de Chihuahua. A los mestizos en general se les designa
con el término chabochi, que significa "los que tienen barbas", y a los que conviven con ellos y
comparten su cultura les llaman napurega rarámuri.[cita  requerida]

Índice
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 1Etimología
 2Ubicación geográfica
 3Historia
 4Sociedad
 5Rasgos físicos
 6Indumentaria
 7Gobierno
 8Tradiciones y religión
o 8.1Uso ritual del peyote
o 8.2Mezcla de religiones
o 8.3La Semana Santa
o 8.4Danzas rituales
 9Festividades
 10Mito de la creación tarahumara
 11Presencia en los medios
 12Deportes
o 12.1Juegos Olímpicos
 13Cultura Popular
 14Véase también
 15Referencias
 16Enlaces externos

Etimología[editar]
Tarahumara también es como se conoce en castellano a la lengua de este pueblo. La
denominación "tarahumara" es la castellanización de la citada palabra rarámuri, que debe
pronunciarse con una r suave al principio, inexistente ya que en este último caso se
deformaría la pronunciación original, sin R fuerte. Según el historiador Luis Alberto González
Rodríguez, rarámuri etimológicamente significa "pie corredor" y en un sentido más amplio
quiere decir 'los de los pies ligeros', haciendo alusión a la más antigua tradición de ellos:
correr. Ellos mismos se hacen llamar "los de los pies alados" o pies ligeros

Ubicación geográfica[editar]
Artículo principal: Demografía de los tarahumara

Los tarahumaras ocupan una cuarta parte del territorio en el suroeste del estado de
Chihuahua (65 000 km²) en una de las partes más altas de la Sierra Madre Occidental,
conocida también como Sierra Tarahumara.

Historia[editar]

Tarahumaras en Tuaripa (Chihuahua, 1892).


Artesanía tarahumara en Chihuahua.

El pueblo Tarahumara podrían haber provenido de Asia (Mongolia), atravesando el estrecho


de Bering, hace aproximadamente unos treinta mil años, pero los vestigios humanos más
antiguos que se han encontrado en la sierra son las famosas puntas clovis (armas típicas de
los cazadores de la megafauna del Pleistoceno) con una antigüedad de casi 15.000 años, lo
que nos permite datar la presencia de los primeros pobladores de la Sierra Tarahumara.
La economía de los primeros grupos étnicos tarahumaras se basaba en la agricultura,
la caza y la recolección. Cultivaban maíz, calabaza, chiley algodón. Cada grupo tenía
su dialecto de la lengua tarahumara y sus gobernantes, quienes se encargaban de proteger el
territorio contra las etnias vecinas y garantizar el orden interno de la tribu.
Eran belicosos y politeístas. Creían en la vida después de la muerte y en la existencia de
seres benévolos y malévolos. Entre los benévolos consideraban al sol, la luna, el médico,
las serpientes y las piedras, que provocaban las lluvias y controlaban los animales que
cazaban. Entre los malévolos estaban los señores del inframundo que causaban la muerte y
los desastres naturales. Sus rituales comunales eran parte esencial de su cultura. Adoraban el
sol y la luna, celebraban victorias bélicas, la caza de animales y la cosecha agrícola.
No fue hasta 1606 cuando los misioneros jesuitas tuvieron el primer contacto con los
indígenas de la sierra. Según las referencias históricas de la época colonial, la conquista y la
evangelización inició con los “chínipas”, muy relacionados con los guarijíos, etnia considerada
como la más fiera de la región en esos tiempos. Cuando llegaron permanentemente los
religiosos a su pueblo en 1632, su presencia provocó un levantamiento entre los pueblos
indígenas, quienes estaban descontentos con la labor evangelizadora. Esta protesta la
comandó el jefe “Combameai”. La primera revuelta terminó con la muerte de dos religiosos, lo
que originó una fuerte represión por parte del gobierno de la Nueva España. Fue entonces
cuando muchos guarijíos huyeron y se internaron en las barrancas de lo que hoy es el estado
de Chihuahua.
Encima de eso, fue en los siglos XVII y XVIII cuando diversos grupos de agricultores y
comerciantes novohispanos invadieron esta región despojando de gran parte de la tierra a los
indígenas, intercambiándoselas por productos como jabón, sal, mantas y otras baratijas;
algunos indígenas fueron obligados a trabajar con ellos como peones pagándoles muy poco.
En cambio, otros emigraron hacia las partes más recónditas de la sierra para protegerse y
evadir el trabajo forzado en haciendas y minas.
Es ahí en lo más abrupto de la sierra donde se asentaron las misiones jesuitas que, sin mucha
controversia, muchas veces sirvieron de refugio a los abusos cometidos contra los indígenas.
La expulsión de la orden de los confines del Imperio español significó un retorno de los
tarahumaras a la vida seminómada que llevaban. Por otra parte este acontecimiento les dejó
completamente aislados en los altos de la Sierra. Eso les ayudó a conservar su cultura y a
desarrollar un singular sincretismo religioso que todavía existe y es único en México por su
mezcla de catolicismo y chamanismo.
En el año de 1856, mediante la ley de la desamortización de los bienes eclesiásticos, los
mestizos de la zona ocuparon las tierras pertenecientes a los pueblos de misión habitadas por
tarahumaras, quienes se vieron obligados a abandonarlas. Pero no sería hasta 1876 que se
rebelarían, cuando fueron obligados a partir de las pocas tierras que les quedaban, pero esta
vez serían respaldados por el gobierno del estado que abogó por ellos.
Se registraron otros dos levantamientos: uno en Agua Amarilla [¿dónde?] en 1895 y otro en
Chinatú (cerca de Guadalupe y Calvo) en 1898.23

Sociedad[editar]
El inhóspito medio donde habitan los tarahumaras impone la existencia de familias pequeñas,
sus parcelas difícilmente pueden mantener a más de cuatro o cinco miembros de la familia, en
la que el “imberbe”, a los 14 años de edad, es considerado ya un adulto por el resto del grupo.
Así, el hogar tarahumara, la unidad más persistente y definida en su vida, responde a las
modalidades originales de su psicología y, al asegurar las bases económicas del matrimonio,
existe una función social, impidiendo uniones permanentes entre discapacitados físicos o
mentales, o entre faltos de carácter o de sentido de responsabilidad.
Estructura familiar
El padre utiliza un término diferente para referirse a su hijo (Nolá) y su hija (Malá), pero la
madre emplea un mismo nombre para todos sus hijos (Ránala). Por su parte, aunque tanto los
hijos como las hijas tienen un término diferente para designar al padre, ambos usan el mismo
para la madre. (Bennett y Zing) En el idioma rarámuri se usa la palabra Teweke para referirse
a la niña y Towí para el niño.
A los hijos nunca les regañan, y desde muy pequeños les dejan la responsabilidad del cuidado
de algunos animales o tierras y sobre todo de decidir por ellos mismos.
La joven tarahumara nunca expone su cuerpo después de los 6 años de edad; aún casada, no
se quita la ropa frente al marido e incluso hace el amor vestida. La reserva frente a las
experiencias sexuales se rompe en las “tesgüinadas”, donde el joven puede entablar
comunicación y contacto con la chica y es una forma aceptada de iniciación libre.
En la vejez, el tarahumara vive en una casa separada, a donde sus hijos le llevan presentes
de comida y ropa; cuando muere, se le incinera en alguna cueva o en un cementerio (si es
que está bautizado) y se hacen complicadas ceremonias para que su alma viaje sin tropiezo.
En la filosofía rarámuri es primordial el respeto a la persona, por lo que los visitantes o turistas
deberán también ser respetuosos con ellos y sus tradiciones, como ellos lo son con toda la
gente. Valoran más a las personas que a las cosas.
Los habitantes, mestizos e indígenas de la comunidad tarahumara conviven en un medio
social que no favorece a los rarámuri, debido al despojo de casas y hogares amenazados.
Esta situación adquiere dimensiones adicionales por la carencia de una adecuada
infraestructura para los servicios de salud y educación, en la proliferación de enfermedades y
desnutrición infantil, en las muy limitadas alternativas para fortalecer la economía doméstica,
en la escasa disponibilidad de electricidad, agua potable, y vías de comunicación, que se
agravan con frecuencia por el impacto de los caprichos del clima y las prolongadas sequías.

Vivienda tarahumara tradicional.


Caverna habilitada como vivienda por una familia rarámuri.

Un hombre carga leña en las inmediaciones de un poblado tarahumara de Chihuahua.

Vivienda
Sus chozas de troncos de árbol, trabadas horizontalmente, salpican las laderas de las
montañas a los lados de los arroyos y en las altas mesetas. La parte superior se deja abierta
en un lado para que salga el humo del fuego que constantemente arde en la pieza de piso de
tierra aplanada. El techo es de tabletas o de troncos acanalados. En sus habitaciones, las
mismas desde tiempos precolombinos, no se acostumbran las sillas, las mesas o las camas.
Estilo de vida tarahumara
Perduran los utensilios de sus abuelos como metates, jícaras, molcajetes, vasijas de barro
y bateas. Algunos duermen sobre tarimas o sobre un cuero de chivo en el suelo. No pocos
viven en cuevas; las tapias de piedra los guarecen mejor de los vientos y de las lluvias e
impiden la entrada a los animales. En las barrancas predominaba las construcciones de piedra
y lodo por la escasez de madera. Los hogares, por familia, consisten de dos habitaciones
generalmente pero a veces la cocina es también comedor, recámara y sala. La única puerta la
abren en el centro del muro.
Generalmente, los tarahumaras tienen carencia de servicios de salubridad y por su mala
alimentación los agobian las enfermedades, entre ellas: dispepsias, enteritis agudas,
congestiones alcohólicas, cirrosis de hígado, pulmonía, tosferina, tuberculosis pulmonar
y sarna.
Matrimonio
El matrimonio es monógamo, aunque hay casos frecuentes de poligamia. Los recién casados
prefieren la residencia matrilocal. Se evita la unión entre hermanos y primos, pero en si no hay
reglas para esos enlaces. Se acostumbra el matrimonio a prueba, por un año, durante el cual
la muchacha se va a vivir con el joven. La mujer embarazada trabaja hasta el último momento.
A punto de dar a luz, se retira a la montaña, hace un lecho de yerba junto a un árbol, y
apoyada en él, pare, lava al niño y quema el cordón umbilical, el cual entierra.
Generalmente, los tarahumaras se casan muy jóvenes; antes de los 16 años. En las
“tesgüinadas” –que son a la vez reuniones sociales y de carácter económico– se conocen y se
tratan todos los miembros de la comunidad. Allí se hacen los noviazgos con plena libertad de
selección, aunque es frecuente que la mujer tome la iniciativa en las relaciones amorosas,
cantándole, bailándole en frente y llamando la atención del muchacho, tirándole guijarros.
Celebrado selváticamente el matrimonio, al domingo siguiente los casa oficialmente
el gobernador, ante la presencia de los demás miembros del grupo. Como se comprenderá,
estos matrimonios son monogámicos y endogámicos, en lo primero influye la tradición, y en lo
segundo, factores geográficos, la falta de comunicaciones, diferencias
en cultura, idioma y economía.
Es evidente el estilo propio con que el indígena ama. El tarahumara, al casarse, lo hace más
por cálculo que por amor. Piensa más en lo práctico y lo utilitario, así como en lo fisiológico,
que en la espiritualidad de su mujer. Le interesa más la salud de su mujer y que esta sea
"nueva" (es decir, joven, fuerte y trabajadora), que su alma. Esto no quiere decir, sin embargo,
que carezca él de una tonalidad amorosa propia. Prefiere el uso de su fuerza a los
refinamientos eróticos.
Fiestas
La antropóloga Ana Paula Pintado 4 en la investigación de sus estudios doctorales de identidad
y fiestas rarámuri, al hacerse la pregunta de por qué la importancia de la fiesta, afirma:
las fiestas son la base para la reproducción social, la manera de mantenerse como grupo. Son también
parte importante de su principal forma de ayudarse, el kórima. Es en las fiestas donde se casan, donde
se forman las parejas, donde construyen sus redes de parentesco. Es ahí donde se resuelven los
problemas de la comunidad, donde las autoridades, como el gobernador, el segundo gobernador, el
comisario ejidal y el comisario policía, dan el nawésari, el discurso, en el que, de forma muy solemne y
durante varios minutos, recuerdan a la gente lo que es ser un buen rarámuri

Rasgos físicos[editar]
Generalmente, los tarahumaras son delgados, entre ellos son muy raros los
tipos musculosos y muy altos. La mujer tiende a ser baja y más robusta.
Los ojos generalmente tienden a ser oblicuos, pómulos salientes, orejas chicas, nariz y boca
mediana, labios casi gruesos; el cabello lo tienen negro, grueso y liso; lampiña y ancha
la cara y escaso vello en el cuerpo; su piel es morena, gruesa y un poco reseca por las bajas
temperaturas; pies regulares, sus brazos son algo largos y sus piernas, como las
características de los atletas y corredores de grandes distancias. Su estatura promedio es de
1,70m.

Indumentaria[editar]
Mujeres tarahumaras en Chihuahua.

Una mujer teje en un telar de cintura.

En muchas comunidades el tarahumara ha adoptado la indumentaria occidental. Sin embargo,


aún conserva la vestimenta tradicional, preferentemente, en el caso de los hombres, y siempre
en las mujeres. Las blusas o camisas de colores brillantes, estampados, a veces floreados,
son usadas por hombres y mujeres.
Las faldas son muy apreciadas por la mujer, quien viste muchas a la vez, una encima de otra,
lo que le da esa apariencia de bellamente esponjada. Le sirve de adorno, de abrigo y,
además, parece envolverla en mil colores. Los hombres visten un calzón
de manta llamado tagora. El cinturón lo usan por igual hombres y mujeres. Están tejidos con
dibujos propios y los utilizan para sostener pantalones, zapatos y faldas.
El huarache rarámuri (akaka) es muy peculiar: tiene una suela ligera, y correas hasta el tobillo;
actualmente utilizan llantas usadas para la suela de sus huaraches. Aunque también es muy
común ver a mujeres y a niños descalzos.
La “koyera”, cinta usada para mantener el pelo en su lugar, es la prenda más distintiva del
pueblo tarahumara y la portan con orgullo hombres, mujeres y niños. En algunas comunidades
el largo de las puntas da referencia sobre la condición económica del portador, cortas para
cuando tienen poco dinero y largas para cuando su condición es holgada, cabe destacar que
en algunas etnias esta costumbre se basaba en saber quién era la familia más fuerte
económicamente.
La cobija es una prenda muy importante que sirve para abrigo durante los días fríos y como
cama en la noche. Generalmente, las tejen de la lana de sus propias ovejas y la aprecian
mucho, de tal manera que sólo la intercambian o apuestan en ocasiones importantes.
Gobierno
Los tarahumaras tienen un espíritu democrático, y en ninguno de los actos de su vida se pone
de manifiesto tan elocuentemente como en la elección de su gobierno tribal. Consta éste de
un gobernador o “Siríame”, quien es el jefe del grupo; un mayor, especie de juez civil; y varios
policías, que son los mandaderos, los que hacen cumplir las disposiciones del gobernador.
Son raros los casos en que ellos no resuelven sus problemas en sus concilios dominicales,
por lo que las autoridades estatales y federales sólo vienen a ser figuras míticas en la mayoría
de las ocasiones.
El Gobernador o Siríame, frecuentemente el más viejo y experimentado de la comarca, cuya
actividad más importante es ofrecer a la comunidad, generalmente congregada los domingos,
nawésari o sermón en el que se ventilan los problemas de la colectividad. El Gobernador es
auxiliado a veces por un segundo gobernador, un capitán, un teniente, un fiscal y varios
soldados.
Sin embargo, la comunidad en asamblea es la autoridad suprema; ella elige y dispone a sus
autoridades, desde el Siríame que preside las reuniones, dirige el sermón, conduce
las ceremonias religiosas, concierta partidos deportivos, juzga los delitos cometidos.
Todos los miembros de la comunidad asisten a las tesgüinadas, desde el alcalde, el teniente,
el capitán, el mayor y el fiscal hasta las más humildes gusíwame.
El gobernador, quien es electo de por vida generalmente ejerce su cargo durante 5 o 10 años;
la votación se hace por aprobación unánime, en voz alta. Nombrados los distintos candidatos
por el gobernador saliente, el que obtiene mayor vocerío es declarado su sucesor, y en él
queda depositada la autoridad civil y religiosa. Esta autoridad la personifica el disora o bastón,
acompañante inseparable que, ya lo clave en el suelo o lo recargue en una cruz, es obedecido
sin protestas por todos. Sin embargo, hasta hoy ningún Siríame ha logrado tener control de
todo el conglomerado tarahumara. Cada "pueblo" tiene su gobernador y las demás
autoridades indígenas, pero su influencia política rara vez trasciende los límites de su
comunidad.
Los guías espirituales los doctores son los owirúames. Aunque existen también los
Sokoruames que se encargan de hacer el mal. Al hombre blanco o mestizo le denominan
chabochi, al cual rehuyen argumentando que engaña, roba, acumula, despoja, invade sus
tierras, es ventajoso, destruye el bosque, no comparte ni es justo, todos ellos grandes valores
que los rarámuris llevan hasta sus últimas consecuencias.

Tradiciones y religión[editar]
Los tarahumaras son muy religiosos pero practican sus creencias al margen de iglesias. De
acuerdo a reconocidos científicos como Richard Evans Schultes y Wade Davis este pueblo es
digno de admiración, pues ha preservado muchas de sus costumbres, a pesar del dominio y la
imposición de las iglesias europeas.
Se organizan en torno a los cantores (maynates) y rezadores, ancianos que ofician y
conducen las ceremonias al ritmo de sus sonajas que hacen con bules y sus cantos guturales
donde van narrando y describiendo la vida de los animales del monte como los lobos, coyotes,
mulas y zopilotes.
Gran parte de las tradiciones actuales de los rarámuris son una apropiación de lo aprendido
de los misioneros jesuitas durante los casi 150 años que convivieron en la época colonial. Luis
G. Verplancken .
Sus complejas celebraciones místico-religiosas están conformadas por danzas, tesgüinadas
y ofrendas, en las que nunca falta la bebida tradicional de maíz llamada tesgüino. Para ellos la
danza es una oración; con la danza imploran perdón, piden lluvia (para propiciarla se baila la
danza de “dutuburi”), dan las gracias por ella y por la cosecha; danzando ayudan a "Repá
betéame" (El que vive arriba), para que no pueda ser vencido por "Reré betéame" (El que vive
abajo).
Puede afirmarse que el tarahumara ha conservado su vieja cultura con sorprendente
tenacidad. Desde hace varios siglos emplean los mismos dibujos, los mismos símbolos en sus
obras artísticas, en sus fajas, cerámica y cobijas. A sus muertos continúan dejándoles comida
para el viaje sin retorno y les "ayudan" a subir al cielo mediante la celebración de tres o cuatro
fiestas, según si el difunto es hombre o mujer. Aunque en muchos casos el significado de
ritual ha desaparecido, éste ha demostrado gran vitalidad para subsistir.
Todos sus movimientos se han mantenido vivos, latentes y aún han influido en algunas
ceremonias de la Iglesia católica. La existencia del patio para las ceremonias rituales, el
humo, que es el incienso del tarahumara, el rocío de los cuatro puntos cardinales, y los
cánticos ininteligibles se practican religiosamente, pero no pueden los tarahumaras darnos
una explicación mitológica de todo esto.
El Chamán (sukurúame) emplea prácticas ocultas para hacer el mal. y el Owiruame es el
sanador bueno, en los días antiguos se transportaba de un lugar a otro en forma de ave, al
llegar a su destino recuperaba su cuerpo, a veces viajaba junto con su familia.
El chamán es el guardián de las costumbres sociales de un pueblo. Sus obligaciones como
especialista ritual y terapéutico le obligan a ser un defensor del orden tradicional. Su función
es establecer un equilibrio entre el cuerpo y el cosmos. Algunos chamanes utilizan
el peyote (híkuli) para sus curaciones, esta planta alucinógena tiene un uso restringido y sólo
los chamanes saben la cantidad que se utilizará, así como su recolección y almacenamiento.
Se usa como ungüento en la piel para sanar reumatismo, mordeduras de serpiente y otras
dolencias. En ciertos lugares solo se usa el Jiculi para curar, y en otros la Bakanoa, son
plantas sagradas que tienen asegurada su territorialidad. y los de un lugar no se atreven a
mencionar la planta del otro lugar.
Uso ritual del peyote[editar]
El siguiente es un extracto del libro El río, exploraciones y descubrimientos en la selva
amazónica de Wade Davis.
"Para los tarahumaras el peyote es el hikuli, el ser espiritual sentado al lado del Padre Sol. Es una planta
tan potente que portaba cuatro caras, percibe la vida en siete dimensiones, y a la que nunca se puede
permitir reposar en el hogar de los vivos. Para recoger el hikuli los tarahumaras viajan lejos, hacia el
sureste, más allá de las estribaciones de la sierra, en el desierto. Allí encuentran la planta al escuchar su
canción. El hikuli nunca deja de cantar, incluso después de ser recolectado. Un hombre le contó
a Lumholtz que al volver al desierto había tratado de usar como almohada su bolsa de hikuli. Su canto
era tan alto que no podría dormir. Ya seguros en casa, los tarahumaras exteienden el hikulien mantas
que luego pringan por encima con sangre, para luego guardar con cuidado las plantas secas hasta que
las mujeres estén prontas a molerlas en un metate hasta convertirlas en un espeso líquido ocre. Se
hace una gran hoguera, con leños orientados hacia el este y el oeste. Sentado al oeste del fuego,
un chamán traza un círculo en la tierra dentro del cual dibujaba el símbolo del mundo. Coloca en la cruz
un botón del peyote y lo tapa con una calabaza invertida que amplifica la música y placía al espíritu de la
planta. El chamán luce un tocado de plumas, que le infunde la sabiduría de los pájaros y evita que los
vientos malignos entren en el círculo de fuego. Después de las porciones el peyote pasa de mano en
mano y hombres y mujeres envueltos en telas blancas y descalzos empiezan una danza que dura hasta
el amanecer. Luego, a la primera señal del sol, el chamán y su gente se paran hacia el este y se
despedían con los brazos del hikuli, el espíritu que había descendido llevado por las alas de palomas
verdes, para partir luego en compañía de una lechuza.". 5

Mezcla de religiones[editar]
Los tarahumaras tienen como Dios principal una fusión de Cristo con su dios, al cual
denominan Onorúame, quien hizo al mundo y lo regula. Las concepciones religiosas incluyen
el concepto del alma y el de su pérdida. El hombre está rodeado de seres malignos y
benignos; el viento es bueno y el tornado es malo. Se han añadido a sus creencias los
nombres de Jesús, María, Dios, infierno y pecado, el uso del rosario y del crucifijo y el
santiguamiento.
La Semana Santa[editar]
Al llegar los misioneros a la sierra trataron de enseñar a los rarámuri ciertos
pasajes evangélicos de la Semana Mayor, celebraciones que fueron de gran agrado para los
indígenas. Actualmente en todas las partes donde hay un templo se siguen haciendo estas
celebraciones siguiendo el mismo patrón que los misioneros les enseñaron. En estas fiestas
colocan ramas de pino que marcarán el camino de las múltiples procesiones; aquí participan
principalmente dos grupos: el de los fariseos (bandera blanca) y el de los soldados(bandera
roja); ambos tienen capitanes que los dirigen, tenaches que cargan con las imágenes de los
santos y los pascoleros que participan con la alegre danza del pascol, usando cascabeles
alrededor de los tobillos bailan al son de los violines y flautas.
Un dato interesante es que los rarámuris representan a los chabochis(los blancos, mestizos,
los mexicanos) en el grupo de los malos (fariseos), los cuales se pintan de blanco y
representan a los partidarios de Judas, que en la danza simbólicamente andan en todas
partes y dominan la situación, pero al final son vencidos y triunfan los representantes del bien:
los soldados.
Danzas rituales[editar]
Las danzas que realizan los tarahumaras no son exactamente bailes sociales, sino
ceremonias llenas de significado; son una plegaria en pantomima, cuidadosamente ejecutada,
y jamás cambiada por la inventiva. Pocas ceremonias tienen la afinidad del actor y el
espectador inherente en estas danzas, hilos de comprensión tejido en la tela de la vida de la
tribu, motivación espiritual de costumbres y creencias. Para el observador curioso podrán
parecer un retroceso raro, de fondo impresionante, e indumentaria artística, pero,
esencialmente, entretenimiento. Mas, para ellos, significan mucho más, pues a través de sus
danzas se desenvuelve su cultura y en ellas expresa sus esperanzas, sus temores, los
tormentos de su alma, sus anhelos de vida mejor, y sus plegarias por felicidad y alegría.
Bailan para agradecer bendiciones o para alejar los maleficios y para evitar las enfermedades,
el sufrimiento y la tragedia.
A través de sus danzas se ponen en comunicación con Dios. Al son del ruido isócrono que
producen sus sonajas, con unción religiosa, ejecutan el Tutugúri y el Yúmare, tan parecidos
al mitote de los huicholes y tepecanos del Sur; las pascolas y la Raspa del jícuri (jíkuri
sepawáame).67
El baile Tutugúri, es deprecatorio y generalmente se ejecuta de noche, especialmente en
época de cosechas. Lo bailan toda la noche, y al amanecer se comen las ofrendas que habían
colocado al pie de las creces. Tanto este baile como en el Yúmare no se tocan el violín y la
guitarra, sino nada más acompaña al canto del sacerdote la sonaja. Con excepción de la
Semana Santa, los Matachines –baile de la época colonial– se bailan en todas las fiestas al
son de guitarra y violín.
Es interesante observar que la característica más notable es el silencio. La vida nómada y las
tesgüinadas no se prestan para una extensa mitología o para un acervo de cuentos y
leyendas.
Festividades
Las fiestas son una parte importante de su cultura porque conserva su identidad. Entre las
ceremonias más trascendentes están las que realizan durante el ciclo agrícola, en fechas del
calendario católico y cualquier acontecimiento familiar como el nacimiento de un hijo.
La tradición es que cada hombre organice tres fiestas durante su vida y la mujer cuatro porque
es la más propensa al pecado y debe pagar más. Un elemento básico de la ceremonia es la
presencia del cantor, quien desde que se oculta el sol, cuando inicia la fiesta, hasta la
madrugada del día siguiente entona los cantos que sirven de fondo para que hombres y
mujeres dancen. También bailan la “Pascola” que acompañan con música de arpa y violín.
En la etnia de los guarijío, cuando alguien de la comunidad muere, se realizan tres
velaciones, pues consideran que debe volver a recoger sus huellas por los lugares donde
pasó y en caso de no hacerles las ceremonias se convierten en almas sin descanso. Al igual
que los tarahumaras, pima y tepehuanes, beben tesgüino durante los rituales, lo que acarrea
problemas de violencia.
Tesgüino
Del nacimiento a la tumba, a propósito del ciclo agrícola, de las fiestas, del trabajo compartido
al servicio de la comunidad, el “tesgüino” los acompaña para subrayar la convivencia, el
esfuerzo común, la celebración especial, es el alimento fundamental de los dioses. Por esta
razón se ofrece al sol y a la luna, a los cuatro rumbos del universo, a las milpas y a los
innumerables espíritus del cosmos.
Los matachines
Son los bailarines que actúan en las fiestas de la iglesia. Se distinguen por el brillante colorido
de su atuendo. La danza matachín es ejecutada por un número par de bailarines, ocho o
doce, que bailan acompañados de violines y guitarras. Es un baile de movimiento, giros y
cambios rápidos, ejecutado en dos hileras de danzantes bajo la dirección del jefe. Los
chapeones marcan el ritmo lanzando gritos en falsete, además de ser la única persona que
usa máscara, también revisan que la indumentaria de los danzantes sea la establecida.
Las carreras de bolas (rarajípari)
Este es un juego de pelota muy común entre los tarahumaras y guarojíos. Es también el acto
colectivo más importante que llevan a cabo los hombres tarahumaras. Consiste en lanzar con
el empeine del pie una bola (komakali) hecha de raíces de encino u otro árbol y correr
descalzo detrás de ella hasta alcanzarla. Con esta carrera los equipos realizan apuestas,
resulta ganador quien llegue a la meta, la cual a veces está a 200 kilómetros de distancia.
Las carreras pueden durar hasta dos días, toda la comunidad apoya y ayuda a sus
competidores: les llevan agua y pinole, iluminan su camino durante la noche
con ocotes encendidos, les echan porras, e incluso corren con ellos a lo largo de toda la ruta.
Las mujeres también juegan a lanzar dos pequeños aros entrelazados, a lo que le llaman
rowena. Con las carreras representan la razón de ser de su existencia: el correr.
Procedimiento del Rarajípari

 Se juega en equipos, cada equipo es de 5 integrantes, y utilizan un los llamados


palillos, que se asemejan a una cuchara de un metro de largo. Están hechos de una sola
pieza de madera de encino. En la punta miden tres centímetros de ancho y se van
ampliando hasta alcanzar unos veinte centímetros donde empieza la cuchara.
 Junto a los palillos entierran la pequeña pelota de madera, del tamaño de una de golf.
Antes de empezar hacen las apuestas. Puede ser en efectivo o prendas. También el
público apuesta.

 En cuanto gritan que inicia el partido, los diez jugadores agarran su palillo y
amontonados buscan la pelota enterrada. El juego consiste en aventar la bola con el
palillo para el lado contrario.

 El equipo que llega primero a la meta gana. Fijan un espacio de aproximadamente un


kilómetro a lo largo del arroyo.

 No hay reglas para quitarse la pelota. Se empujan, se avientan y suben por la ladera
en busca de la bola.

 Después de una reñida competencia, descansan un rato y continúan con el juego de


pelota. Participan los mismos integrantes. En este caso la bola es más grande, de unos
veinte centímetros de diámetro, y la avientan con el pie. En este juego no disputan el
balón. Cada equipo tiene el suyo, gana el que llegue primero a la meta. Deciden dar tres
vueltas aproximadamente un kilómetro cada una.

 Antes de hacer las apuestas, los indígenas se quitan un huarache para pegarle con
más facilidad a la pelota. Así continua el juego hasta que el equipo ganador logra llegar a
la meta.

Mito de la creación tarahumara[editar]


“Dios creó a los rarármuris y el diablo a los chabochis”. Bajo la premisa de esta leyenda que
se transmite por tradición oral entre los indígenas de la Sierra Tarahumara, subyace una
realidad insoslayable: la pobreza y la marginación de las etnias que habitan el territorio e.
Según otros historiadores, contrario a el Sr. Luis González, el vocablo Rarámuri significa "hijos
del Sol". El vocablo Rayénari significa "Sol" o "Estrella luminosa" siendo el Sol su dios
principal.
En la leyenda, Dios se enoja con los rarámuris porque perdieron una competencia ante los
chabochis. Y de allí devino una sentencia que se ha convertido en práctica ancestral, que
durante siglos ninguna autoridad, ni divina ni humana, ha podido erradicar: “...Les dijo que de
ahí en adelante serían pobres (los rarámuris) y los chabochis ricos”.
El Sol y la Luna
Es creencia general entre los tarahumaras el hecho de que en un principio todo lo era el Sol y
la Luna porque que en forma de niños vivían solos, vestidos únicamente con hojas de palmilla
y habitaban una choza de palos revocados con lodo y techo de palma. Estos niños no poseían
ningún bien terrenal: ni vacas, ni chivos, ni gallinas, ni borregos, ni cóconos. Los dos niños
eran de color oscuro y el lucero de la mañana era el único que brindaba luz a la tierra
pecaminosa. La luna se comía los piojos de la cabeza del sol y el lucero de la mañana los
vigilaba.
Poco después varias centenas de tarahumaras no hallaban qué hacer en tanta oscuridad. No
podían trabajar y tenían que tomarse de la mano para no tropezar con las piedras y caer a los
barrancos. Pero he que un día curaron al sol y a la luna tocándose el pecho con crucecitas de
madera de madroño mojadas en tesgüino, y poco a poco el sol y la luna empezaron a brillar y
a dar luz. Cuando el mundo se llenó de agua (diluvio), un niño y una niña tarahumara subieron
a la montaña llamada Lavachi (guaje), situada al sur de Panaláchic, de la cual llegaron cuando
el agua desapareció llevando consigo tres granos de maíz y tres de frijol, y como todo estaba
blando con tanta agua, las plantaron en una roca, se acostaron y tuvieron un sueño aquella
noche. Posteriormente cosecharon, y de ellos descienden todos los tarahumaras.
La leyenda de Basaseachi
Ocurrió en tiempos inmemorables, cuando el mundo estaba tiernito, antes de que llegaran los
españoles a esta tierra. Candameña era el amo y señor de la Alta Tarahumara. Tenía una hija
llamada Basaseachi, de extraordinaria belleza.
Muchos aspiraban a ella y el celoso padre les impuso una serie de difíciles pruebas. Cuatro de
ellos las superaron: Tónachi, señor de las cimas; Pamachi, el de más allá de las
barrancas; Areponápuchi, el de los verdes valles; y Carichí, el de las filigramas de la cara al
viento.
Pero en la última prueba que Candameña les impuso todos murieron. Basaseachi,
desesperada, se arrojó al abismo. Su caída se transformó en cascada por la poderosa magia
del brujo del lugar. Desde entonces su cuerpo no ha dejado de fluir por las profundidades de
la barranca.
Nunca se supo de Candameña, la tristeza lo invadió y desapareció, aunque muchos creen que
su espíritu vaga por la barranca buscando el cuerpo de su amado hijo

Presencia en los medios[editar]


La mitología tarahumara fue llevado a un videojuego de aventura llamado "Mulaka: Origin
Tribes" creado por la empresa de desarrollo de videojuegos Lienzo en objetivo del juego es
combatir diferentes fuerzas espirituales presentes en la cultura tarahumara mediante armas y
poderes sobrenaturales.8
En su libro el "El río" el autor Wade Davis dice: "Por los diarios del explorador noruego Carl
Lumholtz supo que los tarahumaras, unos indios de la Sierra Madre Occidental de México,
eran los mejores corredores del mundo. en carreras sin descanso y llevando un botón
de peyote y la cabeza disecada de un águila bajo el cinto para protegerse de la brujería, los
hombres tarahumaras podían trotar más de doscientos kilómetros. Un empleado del servicio
postal mexicano, en cinco días, había entregado una carta a novecientos sesenta kilómetros
de distancia" 9

Deportes[editar]
Juegos Olímpicos[editar]
En 1928, el gobierno Mexicano ingresó a dos Tarahumaras al Maratón, obtuvieron los lugares
32 y 35, quejándose de que la carrera fue muy corta. 10

Cultura Popular[editar]
La cultura tarahumara inspiro a los creadores de videojuegos del grupo Lienzo, quienes
publicaron un videojuego basado en algunas características de dicho pueblo, el juego llamado
Mulaka fue lanzado a inicios de 2018

Véase también[editar]
 Idioma tarahumara
 Demografía de los tarahumara
 Pueblos taracahitas
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indios (2005). Lenguas indígenas de México. En: http://cdi.gob.mx/index.php?id_seccion=660 .
Consultada el 3 de diciembre del 2006.
2. Volver arriba↑ Robert H. Lister, Chihuahua. almacén de tempestades, Chihuahua,
México, Gob. del Edo. de Chihuahua, 1979, p. 144.
3. Volver arriba↑ Heras, Margot Q.; Robledo Hernández, Gabriela. «Pueblos indígenas de
México: Tarahumaras / Rarámuri». Consultado el 24 de julio de 2017.
4. Volver arriba↑ Ana Paula Pintado Cortina es antropóloga social por la Escuela Nacional
de Antropología e Historia y maestra en Antropología y Desarrollo por la Universidad de
Sussex, Inglaterra.
5. Volver arriba↑ Wade Davis (2001). El río, exploraciones y descubrimientos en la selva
amazónica. Fondo de Cultura Económica, El Áncora Editores. ISBN 958-36-0076-8.
6. Volver arriba↑ BONFIGLIOLI, CARLO (2003). «Las Danzas Rarámuris». Revista de la
Universidad de México (México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México)
(627). ISSN 0185-1330. Consultado el 27 de abril de 2017.
7. Volver arriba↑ BONFIGLIOLI, CARLO; GUTIÉRREZ DEL ÁNGEL, ARTURO (2012). «Peyote,
enfermedad y regeneración de la vida entre huicholes y tarahumaras». Cuicuilco (México, D.
F.: Escuela Nacional de Antropología e Historia) 19 (53): 195-227. ISSN 0185-1659. Consultado el
27 de abril de 2017.
8. Volver arriba↑ Lienzo. «Mulaka: Origins». Consultado el 27 de marzo de 2015.
9. Volver arriba↑ Wade Davis. El río. p. 82.
10. Volver arriba↑ OpEdNews.com (5 de octubre de 2008). «The Tarahumara Indians of
Mexico "Olympics Too Short"» (en inglés). Consultado el 2 de febrero de 2015.

Enlaces externos[editar]

  Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Pueblo tarahumara.


 Fundación Tarahumara José A. Llaguno
 Sucumben olvidadas 100 familias rarámuris

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