MÓDULO 0810 - SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN II: TEMAS DE INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA 1

UNIDAD I.
INDICE
INVESTIGACIÓN SOBRE
PERSONALIDAD INVESTIGACION ..........................................................................2
Dos disciplinas de psicología científica .....................................5
Validez del constructo..............................................................10
El motivo de rendimiento o logro..........................................11
La psicología social de la investigación...................................22

Lectura 2
Pervin, L. A. (1979). Investigación (cap. 3).
Personalidad: teoría, diagnostico e
investigación. Bilbao: Descleé de
Brouwer.

UNIDAD I. INVESTIGACIÓN SOBRE PERSONALIDAD

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INVESTIGACION
Foco del capitulo: En este capitulo revisaremos las
distintas estrategias de investigación de la personalidad, y los
principales problemas de este campo. Trataremos de las
investigaciones sobre la agresión, la personalidad' autoritaria, la
necesidad de rendimiento o competencia y el estilo cognoscitivo.
Estas investigaciones ilustran la relación existente entre la teoría
y la investigación, así como las implicaciones que se siguen de la
elección de una u otra estrategia investigadora. Finalmente, en
una sección dedicada a la psicología social de la investigación,
veremos cómo diversas características de los experimentadores
y de los sujetos, que no constituyen parle consciente de la
investigación, pueden influir en los resultados e inducir a algunos
errores.
La investigación es el estudio sistemático ele las
relaciones observables entre los eventos. Las técnicas de
diagnóstico son empleadas para reunir datos en el proceso de la
búsqueda de hechos o de principios que puedan ser
interpretados conforme a un marco teórico más general. La
investigación es el lazo de unión entre la teoría y las técnicas de
diagnóstico. Ellas constituyen la base del área de la persona-
lidad, o mejor, de toda disciplina científica. Como ya hemos
indicado, una teoría sin investigación es pura especulación, y una
investigación sin teoría no es más que una colección interminable
de datos carentes de sentido.
La teoría de la personalidad intenta responder a las
preguntas del qué, cómo y por qué de la conducta, y trata de
ofrecer formulaciones que expliquen la estructura, dinámica,
desarrollo, psicopatología y cambio de la misma. La teoría de la
personalidad afirma la existencia de relaciones específicas entre
determinados fenómenos. La investigación implica la utilización
de técnicas de recogida de datos, con vistas a la observación de
los fenómenos pertinentes, y el diseño de instrumentos que nos
permitan confirmar la existencia de dichas relaciones entre los
fenómenos. En caso de hallarnos con dos teorías antagónicas,
acudimos a la prueba crucial de la investigación. Buscamos una
situación para la que ambas teorías pronostiquen distintas
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relaciones entre los fenómenos, y dejamos a la investigación que
determine cuál es la relación verdadera. Esto no quiere decir que
no sea posible el progreso del pensamiento gracias a la in-
vestigación independiente de la teoría, o incluso al hallazgo
«casual»; más bien creemos que el curso general del progreso
de nuestros cono-cimientos comporta una interacción entre la
teoría y la investigación. En este capítulo nos proponemos
describir algunas investigaciones sistemáticas de la personalidad,
esbozar los principales problemas y temas de discusión, y poner
de relieve el hecho de que la investigación es un reflejo de las
diferencias teóricas de los investigadores, lo mismo que sucedía
con las técnicas de diagnóstico.
La investigación sistemática implica la enunciación de un
problema, la definición de las variables que han de ser
consideradas, el método de estudio o medida de las mismas, el
análisis de los resultados de las mediciones, y la interpretación
de éstos a la luz de la enunciación primitiva del problema y de
otros fenómenos relevantes. El ideal es enunciar el problema en
forma de hipótesis, la cual establece la naturaleza de las
relaciones esperadas entre dos o más variables. tina variable es
simplemente una fuente de cambios cornportamentales
empleada por el investigador en su estudio. Cuando en un
experimento cambiamos determinadas condiciones y
observamos los efectos de las mismas en la conducta de los
sujetos, hablamos de variables dependientes e independientes.
Las variables independientes son las fuentes (le variación
manipuladas sistemáticamente por el investigador. Las variables
dependientes son aquellas que supuestamente siguen a, o son
causadas por la manipulación de la variable independiente.
Podemos medir las variaciones mediante el empleo de alguna de
las muchas técnicas de recolección de datos; ---valoración de las
producciones de la fantasía, análisis del contenido de la conducta
verbal, autoinformes, respuestas al cuestionario, o ejecuciones
en una determinada situación.
En suma, nos hallamos ante un modelo de investigación
en el que una teoría conduce a hipotetizar una relación entre dos
o más grupos de variables. Con vistas a determinar con exactitud
la relación cuantitativa existente entre los cambios en las
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variables dependientes e independientes, se realiza el
experimento. De este modo, la hipótesis inicial es confirmada o
rechazada. La verificación empírica de la hipótesis de valor a la
teoría, mientras que la no verificación implica la necesidad de
revisarla. En caso de no ser verificada la hipótesis cabe
preguntarse si la investigación en cuestión era realmente una
buena prueba verificadora de la hipótesis y si merece la pena
seguir en esa dirección; o bien cabe afirmar que la hipótesis no
era parte necesaria de la teoría; o, por último, se puede hacer
una revisión de la teoría a fin de que puedan incorporarse a ella
los resultados de la investigación.
Un ejemplo de relación entre teoría e investigación es el
ofrecido por Dollard y colaboradores (1939), cuando intentaron
desarrollar una teoría científica de la conducta agresiva. El
postulado o presupuesto básico de esta teoría es que la
agresión: «Más en concreto, proponemos que la ocurrencia de
conductas agresivas presupone siempre la existencia de
frustración y, a la inversa, que la frustración siempre lleva a
alguna forma de agresión» (Do)lard et al., 1939, pág. 1). Con
vistas a la claridad, y para facilitar la concordancia conceptual y
el desarrollo de la investigación, las variables «frustración» y
«agresión» fueron definidas con mucha precisión. La frustración
es «la condición resultante del bloqueo de una respuesta de
nieta», y la agresión «aquel acto cuya respuesta de nieta es
hacer daño a un organismo». Naturalmente, la teoría de la
frustración agresión da por supuesta una relación causal
universal entre la frustración y la agresión. De acuerdo con este
postulado básico y con la definición de las variables, los autores
formularon una serie (le hipótesis para explicar la cantidad, forma
y objeto de la agresión. Por ejemplo, una de ellas afirma que la
fuerza impulsora de la agresión está directamente relacionada
con la magnitud de la frustración. Esta, n su vez, depende de la
importancia que el objetivo pueda tener para el sujeto, de la
magnitud del obstáculo interpuesto, y del número de veces que el
sujeto ha visto bloqueados sus intentos de conseguir la meta.
Según la teoría, la frustración conduce naturalmente a ejecutar
acciones agresivas contra el agente (persona) considerado como
causante de la misma. Pero esta acción agresiva puede ser
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inhibida por la previsión anticipada del castigo derivado de la
misma, de modo que cuanto mayor sea esta anticipación, tanto
menos probable servía la ocurrencia de la acción agresiva. A su
vez, esta inhibición es causa de nueva frustración, la cual
incrementa la agresión contra el agente responsable de la
inhibición y también contra otros objetos. Otra hipótesis asegura
que la acción inhibida se desplazará a objetivos diferentes (en
lugar de orientarse hacia la fuente productora de la frustración) y
se manifestará al exterior de formas muy diversas. El ejemplo
tradicional de desplazamiento lo constituye el caso de la persona
que inhibe su cólera contra su jefe, y luego la descarga en su
mujer, la cual, a su vez, arremete contra sus hijos, y éstos contra
el perro, que a su vez, la trama contra el gato. Las críticas, la
murmuración y la ironía son expresiones cae agresión
modificada. Por último, la teoría sostiene la hipótesis de que todo
acto de agresión posee una naturaleza catártica, en el sentido de
implicar una reducción del impulso a realizar otros actos
agresivos; la expresión de la agresión disminuye la probabilidad
de ocurrencia de otras formas de agresión, mientras que la
inhibición de la misma incrementa la probabilidad (le que ocurran
estas otras formas de agresión.
Miller (1948) hizo la siguiente verificación de la hipótesis
del desplazamiento. Primero entrenó a una serie de ratas albinas
a pelearse unas con otras. Para lo cual introdujo a dos de ellas
en una jaula con una rejilla eléctrica en el suelo que permitiese la
administración de choques eléctricos. Estos eran empleados para
activar al animal. Cuando causalmente las ratas adoptaban
posturas similares a las de lucha, el choque eléctrico finalizaba
bruscamente. La acción agresiva, es decir, la posición de lucha,
era recompensada con la terminación del choque, y de esta
forma era aprendida. Así las ratas llegaron a aprender el hábito
de pelearse hasta que desapareciera el choque eléctrico. Cuando
los experimentadores introducían en la jaula una muñeca de
celuloide, los animales seguían peleándose sin atacar a la
muñeca. Pero cuando una de las ratas era sacada de la jaula, y
la otra se quedaba a solas con la muñeca sin la posibilidad de
proseguir sus conductas agresivas (frustración de la agresión)
con la otra rata, el animal propendía a golpear a la muñeca en
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respuesta al choque eléctrico. Con otras palabras, en ausencia
de la segunda, rata, el acto agresivo era desplazado a otro objeto
del medio ambiente, la muñeca.
Miller prosiguió sus experimentos y formuló otra hipótesis
relativa a la naturaleza del objeto hacia el cual se desplazaría la
agresión, en el caso de que existiera un conflicto entre la
incitación de la agresión y el miedo al castigo. Por ejemplo, si el
impulso agresivo era fuerte y el miedo al castigo pequeño, la
probabilidad de desplazamiento a objetos similares al agente
frustrador original es máxima; en cambio, si el impulso es débil y
el miedo al castigo muy grande, entonces lo más probable es que
el sujeto evite la agresión a objetos similares al agente frustrador,
y la exprese agrediendo a otros objetos muy diferentes del
mismo. Además de esta elección de una determinada dirección
para la agresión, existe la cuestión de la naturaleza de los
estímulos elicitadores de las respuestas agresivas. Así, cuanto
más fuerte sea el impulso a la agresión, tanto mayor será la
gama de estímulos capaces de instigar. respuestas desplazadas;
y cuanto mayor sea la inhibición, tanto menor la posibilidad de
que éstas se produzcan, incluso cuando los estímulos sean muy
similares al primitivo. El trabajo de Miller ofrece evidencia
empírica favorable a la teoría, brinda la oportunidad de hacer
mejores predicciones cuantitativas sobre la intensidad de los
actos agresivos, y permite otras predicciones relativas a la
naturaleza del objeto (directo o desplazado de la agresión).
Similares fenómenos de desplazamiento en una situación
terapéutica fueron objeto de estudio por parte de Murray (195-1).
El análisis de las frases hostiles y evitativas pronunciadas por un
paciente durante la psicoterapia indicó una disminución del miedo
al castigo debida a la permisividad del terapeuta, y un incremento
ele su hostilidad hacia la madre, la cual constituía el foco
originario de su agresión. Pero este aumento de los impulsos
agresivos llevó consigo un incremento de la angustia, e hizo que
la hostilidad se desplazara hacia el terapeuta y hacia una tía del
paciente, probablemente debido a que estas figuras le
angustiaban menos. Finalmente, y ante la constante permisividad
del terapeuta, el paciente expresó signos de una hostilidad hacia
la madre mucho más grande que la del comienzo. En suma, los
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principios del conflicto y del desplazamiento sirvieron para
explicar la compleja conducta humana implicada en este proceso
terapéutico.
La teoría de la frustración-agresión y las investigaciones
sobre el desplazamiento de la agresión son ejemplo ilustrativo de
las relaciones existentes entre la teoría y la investigación. La
teoría, particularmente en su formulación inicial, no explica todos
los aspectos de la agresión humana, ni tampoco todas las
posibles respuestas a la frustración. Por ejemplo, hay evidencia
de que la conducta agresiva puede ser independiente de la
frustración, y de que ésta última no conduce necesariamente a la
agresión. Además, la teoría tampoco explica las diferencias
individuales en la percepción de la fuente de frustración y en los
estilos o maneras de satisfacer los impulsos agresivos. Pero. por
otra parte, esta teoría contiene un cuerpo de presupuestos muy
claros, de variables perfectamente definidas, y de hipótesis
específicas que han llevado a investigaciones interesantes en
este campo tan importante de la agresión.
Asimismo estos estudios son ejemplo de dos maneras
distintas de enfocar el estudio de un mismo fenómeno. Según
Shontz (1965) el estudio de Murray es ejemplo de investigación
del tipo ele proceso natural, mientras que el de Miller lo es de la
de control directo. El estudio psicoterapéutico de Murray no
controló las variables que afectaron a la conducta verbal del
paciente, y, a la hora de la explicación (le los hechos acudió a
presupuestos teóricos sobre el conflicto psicológico.
Por otra parte, este estudio no tuvo que presuponer la
relevancia de la investigación para la conducta natural y para la
vida real. En el caso de las ratas, los investigadores tuvieron un
control directo de las variables, y pudieron manipular todos los
aspectos de la situación. Las variables fueron claramente
definidas y pudieron ser mantenidas. Pero, en cambio y según
Shontz, que presuponer muchas analogías, --tales como las
existentes de las ratas y el hombre, entre el laberinto y la vida
real, entre el acercamiento y evitación en el laberinto y el conflicto
lógico, entre el hambre y la hostilidad, el miedo al choque, la
acción de comer y la expresión de la cólera, las rías del laberinto
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y las personas importantes, los cambios de área en el laberinto y
los desplazamientos de sentimientos hostiles
La distinción entre la investigación del proceso natural y la
de control directo tiene importancia por dos razones. En primer
lugar, hace alusión a la diversidad de estrategias adoptadas por
los psicólogos de la conducta humana.
Unos investigadores estudian los cambios en las
respuestas de los individuos a una misma situación, mientras que
otros examinan de un modo sistemático el modo cómo las
situaciones influyen en la conducta. Unos prefieren estudiar
intensamente a unos pocos individuos, mientras que otros
prefieren manejar grandes números: unos prefieren una técnica
estadística, como, por ejemplo, el análisis factorial, mientras que
otros prefieren evitarla total-mente; unos prefieren «entrar dentro
de la mente de la persona», mientras que otros permanecen
fuera de la «caja negra», unos valoran la «flexibilidad» y la
«libertad de exploración», mientras que otros aprecian más el
rigor» y la «precisión» del enfoque. Lo cual no quiere decir que
todos los psicólogos tengan necesariamente que pertenecer a
uno o a otro bando, ni que todos mantengan tina posición
coherente en todas estas cuestiones; simplemente significa que
se dan muchas variaciones individuales en las estrategias de
investigación de los distintos psicólogos. La investigación
psicológica general, y la de la personalidad en particular, a pesar
de formar parte de la ciencia, es obra de hombres, y por tanto,
está determinada al menos parcialmente por las personalidades
de los mismos.
Como puede verse, esto suscita una cuestión muy
importante para la génesis de la teoría de la personalidad y el
uso de las técnicas de diagnóstico. A veces por razones lógicas,
a veces por razones de temperamento personal, el hecho es que
los psicólogos suelen acudir a teorías, técnicas de diagnóstico y
estrategias de investigación que están íntimamente relacionadas
entre sí; por ejemplo, las teorías «clínicas» de la personalidad
suelen ir vinculadas a tests no estructurados y a la investigación
de procesos naturales, mientras que las teorías «empíricas»
prefieren los tests estructurales y la investigación de control
directo. Es posible, y de hecho deseable, estudiar una misma
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variable desde diversos puntos de vista teóricos y desde la base
de distintas fuentes de información, tal y como lo demuestran los
estudios anteriormente reseñados sobre el desplazamiento. Pero
lo ordinario es que las líneas del trabajo psicológico sean
independientes, estudien distintas variables, y todas ellas reflejen
la vinculación existente entre su teoría, diagnóstico e
investigación.
Dos disciplinas de psicología científica
El hombre es un animal complejo, y la investigación de su
conducta es asimismo compleja. Hasta ahora hemos insistido en
el hecho de la abundancia de diversos enfoques o estilos en la
teoría, diagnóstico e investigación de la personalidad. Estas
diferencias fueron observadas hace muchos años por Lashiell
(1939), quien en su discurso presidencial ante la Sociedad
Norteamericana de Psicología, distinguía entre la actitud
experimental, y la clínica. Según Dashiell, la actitud experimental
era la propia de la ciencia, la cual nos permitía, mediante la
experimentación cuidadosa, controlar las variables, y conocer las
condiciones en las que ocurren los fenómenos. La actitud clínida
por el contrario, es especulativa, y está polarizada.
principalmente en el tema de la dotación peculiar de la persona
individual. El enfoque experimental mantiene constantes a todas
las variables, excepto a aquellas que constituyen el foco de
interés del investigador; su objetivo es aislar los factores que
influyen en el ser humano típico. El enfoque experimental aísla el
fenómeno general; el clínico, en cambio, aísla el caso individual.
Dashiell decía que estas diferencias no respondían a
discrepancias fundamentales sobre el objeto de la psicología,
sino que más bien eran reflejo de actitudes, puntos de vista y.
metas últimas diferentes. También observaba ciertas diferencias
metodológicas, aunque estas no se derivaran con necesidad
lógica de las anteriores. Probablemente nos resultarán familiares
las diferencias indicadas por Dashiell: 1) Interés por un aspecto
aislado del individuo («nivel de segmento de conducta») frente a
interés por la totalidad del individuo («nivel de persona»); 2)
Totalidad de las personas frente a singularidad individual; 3)
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Determinantes situacionales ele la conducta frente a factores de
personalidad, en cuanto éstos son fuente de consistencia
espacial y temporal; 4) «Provocar los fenómenos» a estudiar,
frente a estudiar lo ya ocurrido. Lo importan-te en el artículo de
Dashiell no es su observación de estas «serias grietas» en la
psicología de la personalidad, ni la atribución de las mismas a las
motivaciones y actitudes diferentes de los psicólogos, sino más
bien el hecho de que Dashiell observara pruebas claras de
acercamiento entre las actitudes experimental y clínica. Ya en
1939 Deshiell veía unidos en trabajos comunes a los
experimentalistas y a los clínicos con vistas a ampliar sus
respectivos puntos de vista.
Quince años después, Bindra y Scheier (1954) dirigieron
su atención hacia otro problema afín; -la relación entre lo .que
ellos llamaron enfoques experimental y psicométrico. Una vez
más, en el enfoque experimental, el experimentador aparece
interesado en la producción de los fenómenos gracias al control
de las condiciones experimentales. En el enfoque psicométrico,
el investigador escoge corro variables las diferencias individuales
en los tests, y no las diferencias en las condiciones
experimentales o aquellas otras producidas por las mismas. Por
ejemplo, el enfoque psicométrico podría consistir en definir a la
ansiedad en términos de las puntuaciones de un inventario de la
personalidad, mientras que el enfoque experimental la definiría
en términos de las intensidades del choque eléctrico o, más
generalmente, en los de la tensión provocada
experimentalmente. Una vez más, Bindra y Scheier observaron
en los defensores de cada uno de los enfoques una tendencia a
andar por sus propios caminos, y propugnaron una utilización
conjunta de los enfoques experimental y psicométrico. Por
ejemplo, podríamos estudiar las condiciones experimentales que
influyen en los resultados de los tests, o en las respuestas a unas
mismas condiciones experimentales dadas por los distintos
individuos, tal como son definidas por las puntuaciones del test.
Más recientemente, Cronbach (1957) escribió un
interesante, pro-vocativo e importante articulo titulado «Las dos
disciplinas de la psicología científica». Aludiendo a problemas
similares a los suscitados por Dashiell, Bindra y Scheier,
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Cronbach definió dos corrientes de «método, pensamiento y
afiliación», a las que llamó «experimental» y «correlaciona)». La
visión que Cronbach ofrece del enfoque experimental es similar a
las que hemos descrito anteriormente. En un experimento, la
meta es producir cambios consistentes de conducta a
consecuencia de ciertos tratamientos o manipulaciones de las va-
riables independientes. El experimentador cambia las
condiciones con el fin de observar sus consecuencias, pero, y
esto es más importante, sólo se interesa por aquellas
consecuencias que son uniformes en todos los sujetos. El
enfoque tiene las ventajas de permitir un control riguroso de las
.variables, verificar rigurosamente las hipótesis, y hacer
enunciados fiables sobre las causas. En su forma extrema, este
enfoque es derrito por Cronbach en los siguientes términos:
Las diferencias individuales han sido un estorbo, más que
un reto, para el experimentador. Su objetivo es el control de la
conducta, y las variaciones dentro de un mismo tratamiento son
prueba de que no se ha controlado perfectamente el
experimento. Las variaciones individuales son arrojadas a esas
tinieblas exteriores conocidas con el nombre de «error de
varianza». Tanto por razones estadísticas como filosóficas, el
error de varianza tiene que ser reducido a toda costa. Nos
tornamos a los animales de una especie que sea barata y tenga
una corta vida, para poder utilizar a los sujetos controlando su
herencia y todas sus experiencias. Decorticamos al sujeto
cortándole las neuronas o dándole un medio ambiente tan in-
significante que elimine las respuestas singulares e individuales y
aumentamos el número de casos para obtener promedios
estables.
Algunos de los principios de este método de investigación
se derivan de los principios del diagnóstico comportamental
expuestos anteriormente en el capitulo 2. Básicamente, el ABA, o
diseño de autocontrol, supone la manipulación experimental de
una conducta específica, y es una demostración de que los
cambios de conducta pueden ser atribuidos directamente a los
cambios específicos de los eventos ambientales. Hay un único
sujeto de experimentación, el cual sirve de control de sí mismo
en relación con las variaciones de las condiciones
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experimentales. En la primera fase (A) de este diseño, el
investigador registra la tasa de ocurrencia de la conducta en
cuestión. En la segunda fase (B), introduce un reforzador a
continuación de dicha conducta, con vistas a incrementar la
frecuencia de la misma. Esta fase recibe el nombre de fase del
refuerzo. Una vez conseguida la frecuencia deseada de
respuesta, se retira el reforzador (Fase. A) para ver si la conducta
retorna a su tasa original (período basal). Este período recibe el
nombre de periodo sin refuerzo. Por ejemplo, el experimentador
puede estar interesado en incrementar la conducta verbal
racional de un esquizofrénico. Lo primero que hará será
establecer un período basal para registrar su lenguaje durante las
entrevistas. Luego, durante la fase del refuerzo, el paciente será
reforzado mediante la aprobación social, golosinas o cigarrillos
cuando hable de una manera racional. Gracias al refuerzo es de
esperar un aumento de esta conducta. Si a continuación
eliminarnos el refuerzo, y establecemos el período sin re-fuerzo,
es de esperar un aumento de la conversación no racional, lo cual
demostraría que la conducta de hablar racionalmente dependía
del refuerzo y estaba bajo control del experimentador (Liberman,
Teigen, Patterson y Baker, 1973). En este caso los
investigadores no comparan grupos de sujetos reforzados y no
reforzados, sino que el sujeto recibe un tratamiento diferente en
las distintas fases, siendo él mismo su propio control. En algunos
trabajos de investigación se añade una cuarta fase, en la cual se
vuelve a introducir el refuerzo con vistas a restablecer la
conducta deseada. También es posible que algunos
experimentos comiencen con la fase del refuerzo y después
pasen a la de no refuerzo, para a continuación entrar en la de
reintroducción del refuerzo, con vistas a demostrar que la
conducta está bajo el control del reforzador. Este enfoque es
típico de aquellos experimentos en los cuales se introduce una
nueva clase de conducta, por lo que no tiene sentido comenzar
con un período basal de diferencias de respuesta las que son
interesantes e importantes en el enfoque correlacional. En
contraste con el experimental, que establece cambios en los
tratamientos (situaciones) y minimiza las diferencias individuales,
el enfoque correlacional cree que lo más importante son las
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diferencias individuales, y que la experimentación y los factores
situacionales no son más que una fuente de problemas.
La investigación sobre la personalidad autoritaria
constituye un buen ejemplo del enfoque correlacional (Adorno,
Frenkel-Brunswick, Levinson y Sandford, 1950). La historia de la
investigación de este concepto es interesante por cuanto que
pone de manifiesto las relaciones existentes entre la teoría y la
investigación, es un ejemplo de trabajo diagnóstico de la
personalidad, e ilustra el enfoque correlacional. Los primeros
esfuerzos investigadores del equipo que desarrolló el concepto
de personalidad autoritaria fueron encaminados a comprender la
naturaleza del antisemitismo. Debido a la corriente antisemita de
los años 40, hubo en los años 50 muchos fondos económicos
para investigar este fenómeno. En un principio, los autores
intentaron elaborar un cuestionario para medir el antisemitismo,
con el objeto de relacionar las puntuaciones de esta escala con
los datos de otros cuestionarios, y con otras medidas de la
personalidad. El resultado de estos esfuerzos fue una Escala de
antisemitismo (AS), la cual incluía frases tales como las
siguientes: «Puede haber unas pocas excepciones, pero en
general los judíos son todos iguales». «Lo malo del permitir a los
judíos ir a vivir a una zona residencial agradable, es que ésta
adquiere gradualmente un aire típicamente judío». Los sujetos
con diversas puntuaciones a lo largo de la escala fueron objeto
de intenso estudio (entrevistas, Rorschach, cuestionarios) con el
fin de conocer la dinámica de la personalidad de los antisemitas.
A partir de este momento, la investigación fue extendida al
etnocentrismo, prejuicios, personalidad autoritaria y
funcionamiento de la personalidad en general (Sanford, 1956). El
enfoque incluía la utilización al máximo de constructos
hipotéticos, constructos o conceptos elaborados para explicar las
relaciones observadas y para construir después otras escalas
con el fin de predecir nuevas relaciones. De modo que un
trasfondo teórico general condujo a una determinada recolección
de datos, los cuales, a su vez, facilitaron la construcción de una
nueva teoría. «Casi siempre las mejores hipótesis surgieron a
continuación de la recogida de datos, no antes, y luego se
procedió a la verificación de algunas de ellas, aunque no de
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todas, con el fin de obtener nuevos datos» (Sanford, 1956, pág.
263). La teoría primitiva dio como resultado la construcción de las
escalas de los cuestionarios, las cuales llevaron al estudio
intenso de los individuos que habían tenido puntuaciones
extremas; este estudio, a su vez, condujo a una nueva y mejor
teoría, y a la construcción de nuevas escalas. El estudio del
antisemitismo y del prejuicio llevó al estudio del etnocentrismo v a
la construcción de la escala de los individuos etnocéntricos
mostraron muchas características comunes de personalidad
(como, por ejemplo, rechazo de los individuos ajenos al grupo,
lealtad a los miembros del grupo, rigidez, estereotipos, etc.), lo
cual parecía indicar una pauta o síndrome general ele
personalidad. Los individuos antisemitas y etnocéntricos también
tenían características comunes (por ejemplo, preocupación por
los valores morales, y por el control de los impulsos, miedo a la
conducta de los demás), lo cual llevó a elaborar una escala que
midiera las tendencias al fascismo (Escala F), y una teoría de la
personalidad autoritaria.
El estudio sobre el prejuicio partía del presupuesto de la
funcionalidad de las actitudes antisemitas y etnocéntricas, en el
sentido de satisfacer a las necesidades del individuo que las
sustentaba. El concepto de la personalidad autoritaria pretendió
dar una explicación ele conductas sociales complejas en
términos de la interacción existente entre los diversos niveles del
funcionamiento de la personalidad. Al igual que en el caso de las
Escalas AS y E, los investigadores partieron de unas hipótesis
iniciales, las cuales les sirvieron ele base para la construcción de
la escala. En este caso supusieron hipotéticamente la relación de
nueve variables de personalidad con el prejuicio. Las variables
fueron las siguientes:
• Convencionalismo. Adhesión rígida a las virtudes convencio-
nales de la clase inedia.
• Sumisión a la autoridad. Actitud sumisa y carente de crítica
hacia las idealizadas autoridades morales del grupo.
• Agresión autoritaria. Tendencia a eliminar, condenar,
rechazar y castigar a aquellas personas que violen los valores
convencionales.
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• Superstición y estereotipia. Fe en los determinantes místicos
del destino individual; disposición a las categorías rígidas de
pensamiento.
• Poder y dureza. Preocupación por la dimensión dominancia-
sumisión, fuerte-débil, líder-seguidor; identificación con
figuras pode-rosas; exagerada afirmación de fuerza y de
dureza.
• Destructividad y cinismo. Hostilidad generalizada, envileci-
miento del ser humano.
• Proyectividad. Disposición a creer que en este mundo ocurren
hechos terribles y peligrosos; proyección al exterior de
impulsos emocionales inconscientes.
• Sexualidad. Sexualidad muy remota del Yo; exagerada
preocupación por lo «licencioso» de las costumbres, y afán
de castigar a los violadores de la ética sexual.
La Escala F (Fascismo potencial) fue construida en base a
esta hipótesis de las nueve variables de la personalidad. Tras
numerosas revisiones, los autores elaboraron una escala de
treinta ítems, como: «los delitos sexuales, tales corno la violación
y los ataques a niños, merecen algo más que el simple castigo;
semejantes criminales deberían ser azotados en público». «Lo
que la juventud necesita es más disciplina, determinación y
deseo de trabajar y luchar por la familia y por el país». «No hay
nada peor que una persona que no sienta gran amor, gratitud y
respeto hacia sus padres». Los iteras de la escala F no
abarcaban a la totalidad de la estructura de la personalidad
autoritaria, y la escala tampoco cubría todos los aspectos de una
personalidad fascista. Pero por otra parte, la teoría fue la base y
fundamento de los iteras, y sin ella no habría sido posible
construir esa escala en particular.
De acuerdo con la teoría, la personalidad autoritaria se
manifiesta en los valores de la persona, en sus relaciones
interpersonales, y en su pensamiento o funcionamiento
cognoscitivo. La personalidad autoritaria tiene necesariamente
que expresarse bien sea de forma sutil, disfrazada o disimulada,
o bien de modo abierto. Sus características básicas son los
sentimientos latentes de desamparo, y un sistema inestable de
valores. Aun cuando manifiesten una pintura idealizada y
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estereotipada de sus padres, en la historia de las personas
autoritarias hay evidencia de un ambiente familiar de rígida
disciplina conforme a los valores convencionales. La obediencia,
el control estricto, y la sumisión motivada por el miedo, fueron
muy acentuados. En consecuencia, se desarrolló una estructura
de personalidad negadora de la hostilidad a los padres, la cual se
identifica con la ruda conducta parental hacia las personas que
no sean como ellos, se somete a las personas investidas de
autoridad al mismo tiempo que exige sumisión a los demás, y
generalmente funciona de modo rígido y controlado. El inestable
sistema de valores subyaciente es defendido mediante el
convencionalismo y la rigidez de valores; la encubierta hostilidad
hacia los padres es compensada por la sumisión a la autoridad,
la estrechez de conciencia, la superstición y estereotipia, y la
intolerancia de la ambigüedad; los sentimientos latentes de
desamparo se hacen manifiestos en la estructuración de las
relaciones ínterpersonales de acuerdo con las dimensiones
fuerte-débil, superior-inferior; y la hostilidad general se expresa
abiertamente en la destructividad, prejuicios y cinismo.
Por consiguiente, nos hallamos ante un síndrome de
personalidad, es decir, ante un complejo de variables de
personalidad relacionadas entre sí, y que, en su conjunto,
componen la personalidad autoritaria. La escala fue creada para
medir el etnocentrismo y el fascismo potencial. Otros muchos
trabajos de investigación siguieron ese mismo procedimiento; las
diferencias individuales en las puntuaciones de la Escala F
fueron relacionadas con las de otros cuestionarios o tareas de
ejecución. Así, por ejemplo, fueron encontradas las siguientes
clases de relaciones:
Las puntuaciones de la escala F están relacionadas con el
prejuicio, definido por las puntuaciones en las escalas AS y E
(San-lord, 1956). Las puntuaciones altas en la escala F estaban
asociadas con la desaprobación de la destitución del General
MacArthur ordenada por el Presidente Truman (Gump, sin
publicarse).
Las personas con altas puntuaciones en la escala F
preferían a los candidatos «autoritarios» (MacArthur), más que a
los no autoritarios (Stevenson) (Milton, 1952).
9
Estos hallazgos no agotan en absoluto todas las
relaciones descubiertas por los investigadores, pero son
representativos de las mismas. Por otra parte, estos trabajos no
nos indican las inconsistencias encontradas entre los diversos
estudios. Por ejemplo, algunos estudios no han podido encontrar
una relación entre el autoritarismo y la rigidez, o entre el
autoritarismo y la conformidad. Más aún, ciertos estudios
sugieren que la relación entre el autoritarismo y variables tales
como la rigidez, pueden quizá depender de las condiciones en
las solución de problemas cuando las condiciones implicaban
una amenaza de fracaso (los test pretendían medir la
inteligencia), pero no cuando las condiciones no suponían
ninguna amenaza. A pesar de ello, en general los resultados
relacionados con el uso de la escala F y con el concepto de la
personalidad autoritaria, indican que la personalidad tiene una
organización. Es más, sugieren una relación significativa entre
las diferencias consistentes de organización de la personalidad,
tal como son medidas por las escalas de actitudes; y las
diferencias existentes en otros diversos aspectos del
funcionamiento de la conducta.
En suma, el estudio de la personalidad autoritaria nos
permite ver cómo la investigación es capaz de examinar
diferencias individuales que trascienden a los factores
situacionales. Los psicólogos que establecieron el concepto ole la
personalidad autoritaria no negaron la importancia de los factores
situacionales en el prejuicio y, de hecho, les concedieron gran
importancia. Pero por otro lado, se concentraron en la cuestión
de las diferencias individuales existentes en la organización de la
personalidad. Esta investigación considera importantes a las
variables situacionales, sobre todo en relación con los primeros
determinantes de la personalidad autoritaria, pero considera a
ésta como pauta de personalidad estable y duradera, la cual
puede manifestarse en una amplia gama de situaciones. Este
enfoque de la investigación, llamado correlacional por Cronbach,
contrasta con el experimental ejemplificado por el experimento de
Brady. Un en-foque experimental del autoritarismo habría
acentuado los factores situacionales productores de la conducta
autoritaria, en cuanto opuesta a la no autoritaria. Así, en un
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experimento, Christie (1949) halló que la rigidez en la resolución
de problemas, factor observado previa-mente como parte del
síndrome autoritario, aumentaba a resultas de la frustración. En
otro trabajo, este mismo autor halló evidencia de que las
puntuaciones F aumentaron a consecuencia de la formación
recibida en el Ejército (Christie, 1952).
En este apartado hemos examinado los distintos enfoques
adaptados por los psicólogos con respecto a la investigación.
Dashiell distinguió entre el interés por las uniformidades, propio
del enfoque experimental, y el énfasis en los individuos, propio
del enfoque clínico. Bindra y Scheier pusieron de relieve la
distinción entre el enfoque experimental, en el que las
variaciones son introducidas por el propio experimentador, y el
psicométrico, en el cual la diversidad es obtenida mediante
selección de individuos que difieren en los tests. Cronbach se fijó
en la distinción entre el enfoque experimental, en el que el interés
recae en las uniformidades producidas ,por los cambios operados
en la situación, y el enfoque correlacional, en el que el interés
versa sobre las diferencias individuales, las cuales permanecen
estables en las distintas situaciones. A continuación hemos
examinado las distintas estrategias de investigación. Los
proponentes de un punto de vista buscan leyes que sean
uniformes para todos los individuos, y critican a los proponentes
del otro por su falta de rigor, y por las inconsistencias en los
resultados por ellos obtenidos. Estos. por su parte, insisten en la
complejidad de la conducta humana, tal como se muestra en las
diferencias individuales, y critican a los partidarios de la otra
estrategia, porque se interesan por cosas triviales y porque
pasan por alto el modo ordenado y estable como las
personalidades individua-se se manifiestan a través de las
distintas situaciones. Los primeros estudian la ansiedad en
relación con la tensión situacional, y las condiciones que hacen
comportarse a las personas de un modo autoritario: los segundos
prefieren estudiar la ansiedad en relación con los individuos
ansiosos, y estudian a aquellos individuos que son típicamente
autoritarios.
Uashiell creyó que era inminente el acercamiento entre
ambos grupos. Bindra, Scheier y Cronbach insistieron en la
10
necesidad de combinar ambos métodos de investigación de la
personalidad. Entonces se constataría que los cambios
situacionales afectan de modo muy diversos a los distintos tipos
de personas, o dicho de otro modo, se estudiarían los efectos de
los factores situacionales en las distintas clases de individuos.
Así, por ejemplo, en lugar de estudiar los efectos de las
condiciones de amenaza y no amenaza sobre los resultados de
los tests de personalidad, o las discrepancias existentes entre los
datos subjetivos y proyectivos de los sujetos defensivos y los de
los no defensivos, nos dedicaríamos al estudio de los efectos que
la amenaza y la no amenaza producen en los tests proyectivos
de los sujetos defensivos, y los compararíamos con los efectos
de las mismas en los tests de los sujetos no defensivos. El foco
de atención no recaería ni sobre las situaciones, ni sobre las
diferencias individuales, sino sobre la interacción existente entre
las mismas. Entonces, no nos interesaría solamente comprobar
los efectos de las condiciones de tensión y de relajación sobre la
rigidez general de todos los individuos, o las diferencias de
rigidez existentes entre los individuos autoritarios y los no
autoritarios, sino que nuestra atención se centraría en el estudio
de los efectos que las condiciones de tensión y relajación
producen en la rigidez de los sujetos autoritarios y en la de los no
autoritarios. Por tanto, consideramos a la conducta conflictiva en
función de la interacción existente entre los factores
situacionales, los estilos de respuesta ante el conflicto, e
interpretamos al prejuicio como resultado de la acción de los
factores situacionales en sujetos con distintas predisposiciones al
mismo.
Validez del constructo
En el capítulo anterior dedicado al diagnóstico dijimos que
había cuatro clases de validez: concurrente y predictiva (ambos
ejemplos de validez experimental u orientada al criterio), validez
del contenido y validez del constructo. Describimos a esta última
como la validez aplicable allí donde no existe un criterio absoluto
de los atributos o constructos de la personalidad postulados por
una teoría. En la validez del constructo, nos encontramos a un
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mismo tiempo con la teoría, el constructo, el test y el criterio. La
definición del constructo depende de la orientación teórica del
investigador y de las relaciones observadas entre las medidas del
constructo y los diversos criterios. El significado del constructo se
halla incluido dentro de su relación con los demás constructos
que forman parte de la teoría, y tiene relación con las
observaciones empíricas derivadas de la teoría (Cronbach y
Meeh1, 1955). Por ejemplo, hemos visto cómo el concepto de
personalidad autoritaria está integrado dentro de un marco
teórico más general, y está vinculado a la escala F, como medida
del mismo. El significado y sentido del constructo de la
personalidad autoritaria están vinculados a la teoría general a la
cual pertenecen, y a las relaciones empíricas observadas.
¿Cuál es la evidencia confirmativa de la validez de un
constructo? Esencialmente la validez del constructo depende de
la verificación empírica de una relación prevista de antemano, o
de la ausencia de la misma en aquellos casos en los que no se
preveía su presencia. La existencia de las diferencias anticipadas
entre ambos grupos, autoritarios y no autoritarios, confirma el
constructo de la personalidad autoritaria y la escala F empleada
para su medición. Una relación positiva entre dos tests que
presumiblemente iban a medir el mismo constructo es asimismo
evidencia de la validez del constructo. Igualmente importante, la
ausencia de relación entre dos tests que se presuponían medir
constructos diferentes y no relacionados, es también evidencia
de la validez del constructo. Cuanto mayor sea el número de
predicciones confirmadas, tanto más abundantes serán las
fuentes de evidencia favorables al constructo, y cuanto mayor
sea la extensión de la red teórica general en la cual se halla
inserto el constructo, tanto más fuerza tendrán las pruebas
favorables a la validez del constructo.
Las implicaciones de la evidencia empírica positiva son
claras: ella brinda apoyo y da peso a la teoría, al constructo, al
test empleado en la medición del mismo, y a otros muchos
criterios implícitos en la investigación. Las implicaciones de la
evidencia negativa, es decir, de la derivada de la ausencia de las
relaciones previstas, no son tan claras. En caso de no encontrar
la relación anticipada, será preciso ver si era correcta la teoría en
11
la cual se fundaba la hipótesis, si era adecuado el test empleado
en la medición del constructo, o si hubo fallos en el diseño
experimental y, por consiguiente, no fue correcta la verificación
de la hipótesis. También hay que tener en cuenta el grado o
etapa de desarrollo de la teoría y la evidencia anteriormente
existente a favor del constructo y del test. En una fase de
desarrollo primitiva, la no confirmación de la hipótesis puede
hacernos revisar la teoría, o volver a definir el constructo. En fase
del desarrollo más avanzadas, la ausencia de evidencia
confirmativa puede llevarnos a sospechar algún error en el
diseño experimental. Asimismo, las implicaciones de la evidencia
negativa dependen de la fe que el experimentador haya puesto
en su teoría, de su entrega personal al constructo en cuestión, de
su confianza en el diseño experimental, y de si los resultados
indican nuevas pistas o intuiciones o, por el contrario, no
sugieren nada nuevo.
En la validez del constructo, la teoría, el diagnóstico y la
investigación se entremezclan. Dada su importancia vamos a
presentar otros dos ejemplos de la misma. Las secciones de la
motivación de rendimiento y del estilo cognoscitivo son ejemplos
de validez del constructo, y merecen nuestra atención especial,
dada su importancia y actualidad dentro del área de la
investigación de la personalidad.
El motivo de rendimiento o logro
La historia de este constructo es la de una investigación
en continuo progreso, la cual va desde el estudio clínico de las
personas hasta la manipulación experimental de las situaciones;
desde la medición de las producciones de la fantasía hasta la
medición del nivel general de un motivo en un determinado país,
y la demostración de la relación existente entre dicho nivel y el de
la productividad económica de ese país. Partiendo de una
conceptualización rudimentaria y de una técnica de diagnóstico
muy simple, los investigadores llegaron a obtener una medida
objetiva de la motivación humana, y descubrieron una variable
que puede tener una importancia crítica para el destino
económico de los países subdesarrollados. Para llegar a este
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punto fue menester una investigación que ha sido descrita como
«una de las investigaciones más audaces en la historia de las
ciencias sociales» (Brown, 1965, pág. 450). La investigación
sobre el motivo del rendimiento es una mezcla sorprendente de
rigor experimental y de sensibilidad clínica, de teoría y de sólida
investigación. La orientación teórica general de la misma fue la
de que con vistas a comprender la naturaleza humana, es
preciso comenzar manipulando en el labora-torio aquellos
motivos que sean verdaderamente importantes para las
personas. Los investigadores, en vez de dedicarse a variables
fáciles de manipulación en el laboratorio, decidieron estudiar
experimentalmente variables tales como el motivo del
rendimiento, que son muy comunes en la vida real.
Al principio fueron pocos los investigadores que echaron
mano de la clasificación de las necesidades de Murray. El TAT se
popularizó como instrumento clínico, pero metodológicamente no
hubo apenas avances. En la década de los años 40, dos
psicólogos, John Atkinson y David McClelland, sintieron la
necesidad de estudiar experimentalmente la motivación humana,
y comenzaron su investigación tratando de alterar
experimentalmente los contenidos de la fantasía (Atkinson y
McClelland, 1948). Estos autores se sirvieron de tres grupos de
varones, pertenecientes a una base naval de submarinos, que
habían ayunado por el espacio de una, cuatro y dieciséis horas,
respectiva-mente. Presentaron a los sujetos láminas de TAT y
otras láminas diseñadas para este experimento, y les rogaron
que escribieran historietas o cuentos relacionados con las
mismas. Los relatos fueron evaluados conforme a una serie de
categorías que podían expresar las siguientes condiciones de
privación: imágenes relacionadas con la comida, tenias de
carencia de alimentos, deseo de comer, etc. De esta manera los
autores obtuvieron una puntuación relativa a la «necesidad (le
alimento» para cada una de las láminas y otra para el conjunto
del test. Los resultados mostraron una clara relación entre el
tiempo de privación y la necesidad de alimento manifestada en
los relatos. Suponiendo que los períodos más largos de privación
fueran los más activadores del motivo del hambre, entonces los
datos indicaban que era posible medir la fuerza del motivo a
12
partir del contenido de las producciones de la fantasía. A
continuación, los autores intentaron medir la fuerza de la
necesidad de rendimiento acudiendo nuevamente a la medición
de las producciones de la fantasía, e idearon una situación
experimental que les permitiera manipular los contenidos de las
mismas.
McClelland y colaboradores definieron al «motivo de
rendimiento» corno conducta dirigida a competir conforme a
niveles de excelencia. En la base del motivo hay un afecto
positivo vinculado a los éxitos obtenidos en la ejecución, la cual
ha de ser excelente o sobresaliente. El diseño experimental
empleado para medir la necesidad de rendimiento consistió en
activar este motivo con unas instrucciones dadas a los sujetos, y
a continuación medir las expresiones del mismo en las
producciones de la fantasía. El diseño implicaba una
comparación de las producciones de dos grupos. Los sujetos del
primer grupo se hallaban en situación de relajación o tranquilidad,
mientras que los del segundo habían recibido unas instrucciones
que comprometían a todas sus personas en la tarea. Los sujetos
de ambos grupos, estudiantes no graduados de la Universidad de
Wesley, pasaron por una serie de tests psicológicos. A los del
primer grupo se les dijo paras tranquilizarles que los tests tenían
una finalidad científica. Los estudiantes del segundo grupo, grupo
con implicación del yo, escucharon al concluir su primera prueba
la triste noticia de que habían fallado en la misma.
Una vez aplicados estos tests, empleados para activar
distintos estados de necesidad, los investigadores rogaron a los
miembros de ambos grupos que participaran en un test de
imaginación creadora. Los sujetos contemplaron cuatro
diapositivas, dos de las cuales habían sido escogidas
especialmente para el experimento (dos hombres en traje (te
faena contemplando y trabajando con una máquina; un joven
sentado con un libro abierto y mirando al infinito), y las otras dos
pertenecientes al TAT de Murry (un anciano hablando con un
joven; un muchacho y al fondo tina operación quirúrgica). Las
láminas fueron escogidas de modo que activasen el motivo de
rendimiento en una tarea específica, o en la generalidad de las
situaciones. Los sujetos tenían cinco minutos para escribir un
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relato interesante vivo y dramático en cada una de las
diapositivas.
Suponiendo que los experimentadores hubieran
conseguido manipular los motivos de los sujetos, y que la
fantasía fuera capaz (le expresar estados motivacionales,
entonces tendrían que ser diferentes los relatos escritos por los
miembros del grupo relajado y los procedentes del grupo tenso.
En un principio, McClelland y colaboradores analizaron las
historietas conforme a un sistema evaluativo por ellos imaginado,
pero muy pronto constataron que no les había sido posible
discriminar los protocolos de ambos grupos. El sistema de
valoración aplicado al análisis del contenido sufrió tina serie de
revisiones hasta que al final permitió captar las diferencias
existentes entre los re-latos de ambos grupos. «Procuramos no
perder de vista la coherencia teórica de nuestras categorías
finales, pero, al mismo tiempo, éstas tenían que ser definidas de
modo que capturaran los efectos de la variable introducida
experimentalmente» (McClelland et al., 1953, pág. 322). Las
categorías evaluativas resultantes, como por ejemplo, las
imágenes de rendimiento (historias cuya nieta es la consecución
de niveles sobresalientes de rendimiento), v la necesidad de
rendimiento (el protagonista dice que desea alcanzar la meta de
fin rendimiento excelente), resultaron ser expresivas del
constructo, tal y como había sido definido por los investigadores.
Estas categorías aplicadas al análisis de los relatos de los
sujetos permitieron a los investigadores obtener una puntuación
de la motivación de rendimiento en cada sujeto.
De modo que tenemos un constructo, el motivo de
rendimiento, y una técnica de diagnóstico, él análisis objetivo de
los relatos suscitados por las láminas. Los investigadores no
disponían de un criterio único y definitivo para medir la
motivación del rendimiento, pero aquí está precisamente el
problema de la validez del constructo. De modo que se vieron
frente a la tarea de determinar si los individuos con altas
puntuaciones en la necesidad de rendimiento, según los tests de
las producciones de la fantasía, tenían también otras conductas
concordantes con el constructo. La validez del constructo
implicaba la tarea de establecer las condiciones para el
13
desarrollo y activación de la necesidad de rendimiento, y la de
demostrar que las puntuaciones de los tests tenían relación con
otras variables previstas de antemano por la teoría.
En su primer libro dedicado a este motivo, los autores
presentaron un conjunto impresionante de resultados empíricos
en apoyo de la validez del constructo. A título de ejemplo,
veamos algunos de ellos: 1) Había una relación muy grande
entre las altas puntuaciones en la necesidad de rendimiento de
los estudiantes varones de Wesley, y sus calificaciones medias al
finalizar el curso; 2) Los sujetos con alta necesidad de
rendimiento en el test eran más productivos y perseverantes en
las diversas tareas que los sujetos con baja necesidad de
rendimiento; 3) Los sujetos con gran necesidad de rendimiento
tenían un nivel de aspiraciones más elevado que los carentes de
la misma; 1) Comparados con los de este último grupo, los
sujetos muy necesitados de rendir mostraban ejecuciones mucho
mejores cuando estaban en condiciones de tensión que en
condiciones de relajación. De este modo, las relaciones entre las
variables se veían influidas por los factores situaciones.
Por tanto, poseemos una amplia gama (le resultados
experimentales relativos a las diferencias comportamentales
existentes entre los sujetos con distintos grados de necesidad de
rendimiento. Dichas diferencias son una confirmación de la
validez del constructo. En el libro de 1953 también se distinguía
entre la necesidad de evitar el fracaso, la cual parecía ser un
componente motivacional importante en sujetos cuya necesidad
de rendimiento era de tipo medio, y la necesidad de éxito, la cual
parecía importante en los sujetos con alta necesidad de
rendimiento. Dicho libro ofrecía también un análisis de los
determinantes de las puntuaciones obtenidas en los tests. Estas
fuerzas motivacionales todavía se hacían más patentes cuando
los estímulos eran ambiguos y el sujeto se hallaba en
condiciones de activación motivacional.
Ya hemos señalado la importancia de esta evidencia
empírica de la validez del constructo para el motivo del
rendimiento. Según la teoría, el motivo se desarrolla y aprende a
partir de experiencias afectivas vinculadas a determinadas
situaciones y conductas. El afecto está en la base del desarrollo
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de este motivo. Los afectos positivos, placenteros, están
vinculados a la consecución de niveles de excelencia, mientras
que el fracaso en esta tarea va acompañado de sentimientos
negativos. «De lo cual se sigue que aquellas culturas o familias
que insisten mucho en la terminación perfecta de las tareas, o en
la capacidad del niño para ejecutar por sí sólo determinadas
tareas tales culturas o familias tienen que producir niños con una
fuerte motivación de rendimiento» (McClelland et al., 1953, pág.
275). La hipó-tesis de los investigadores fue que la alta
motivación de rendimiento se funda en las experiencias de éxito
en la resolución de problemas tales como el aprender a andar, a
hablar o a leer. Según dicha hipó-tesis, los sujetos con alta
motivación de rendimiento se habrán visto forzados muchas
veces en su infancia a afrontar solos los problemas, y esto a una
edad más temprana que los sujetos con poca motivación de
rendimiento. Si los padres no dan al niño la oportunidad de
dominar los problemas, y si no le proponen normas de excelencia
cuya consecución vaya acompañada de sentimientos positivos, el
niño será incapaz de una alta motivación de rendimiento.
Esta hipótesis, relativa a la relación del rendimiento con
las primeras experiencias infantiles en función de los padres, fue
verificada de tres modos diferentes. 1) Los investigadores
pidieron a los estudian-tes que diesen una descripción de sus
padres y de la educación que habían recibido de ellos. 2)
Obtuvieron medidas objetivas de las conductas de los padres. 3)
Estudiaron intensivamente a un grupo reducido de sujetos. Los
datos procedentes de este estudio, así como los procedentes de
la primera fuente, no permitieron ninguna conclusión con
respecto a la hipótesis. De ahí que los autores concluyeran que
la motivación de rendimiento juega un papel muy complejo en el
funcionamiento de un individuo, y que la percepción que éste
tiene de la conducta educativa de sus padres no es un índice
muy fiable.
La segunda fuente de datos, las medidas objetivas de la
conducta de los padres, proporcionó resultados favorables. El
primer estudio que utilizó medidas objetivas pretendía relacionar
la educación en la independencia de las distintas culturas con los
14
niveles generales de la motivación de rendimiento propios de
dichas culturas.
Todavía le quedaba a McClelland la empresa de
conseguir medir la motivación de rendimiento y la productividad
económica de las diversas culturas. La base principal de la
medición del rendimiento de una cultura fueron los libros de
literatura infantil, los cuales fueron evaluados conforme al método
tradicional. Para las sociedades carentes de literatura,
McClelland acudió a los relatos del folklore. Además, McClelland
utilizó otra técnica para evaluar la necesidad de rendimiento
manifestada por los pasatiempos y las expresiones gráficas
(Aronson, 1958). Esta técnica fue empleada también en el cálculo
de la necesidad de rendimiento presente en los dibujos en-
contrados en la cerámica peruana. Como medidas de la
productividad económica, McClelland utilizó las siguientes:
Unidades Internacionales (medida económica del valor del dólar
y de la renta nacional en los diversos países), producción de
electricidad, área de comercio (localización de los jarrones
griegos pertenecientes a distintas épocas como índice de área
comercial), aumentos de las importaciones de carbón, y número
de barcos.
En lo que respecta a su validez, el análisis de la sociedad
competente se basó en el cálculo de la relación entre los niveles
de motivación de rendimiento y las cifras de crecimiento
económico de una nación. En su libro La Sociedad Competente,
McClelland presentó evidencias de tal relación en una gran
diversidad de culturas a lo largo de todas las historias. Además,
encontró relaciones sorprendentes entre las medidas de la
motivación de rendimiento y las medidas independientes del
crecimiento económico. Por ejemplo, el ascenso y declive de las
puntuaciones en la necesidad de rendimiento de la cultura griega
estaba relacionado con el auge y el declinar de su civilización. Lo
mismo puede decirse acerca de la cultura y civilización peruanas.
Relaciones similares aparecen en Inglaterra, entre las
puntuaciones derivadas de su literatura y las importaciones de
carbón, desde el tiempo de los Tudor hasta la época de la
Revolución industrial; lo mismo sucede en España, entre los años
de 1200 y 1700, cuyo crecimiento y declinar de la flota guarda
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relación con el de las puntuaciones en la necesidad de
rendimiento. Más aún, McClelland encontró también una relación
entre la motivación de rendimiento y el clima, siendo aquella
máxima cuando la temperatura media del ambiente oscilaba
entre los 4 OC y 16 0C, y descendiendo a medida que aumenta
el calor o las temperaturas se hacen más frías. Por último,
McClelland indicó la existencia de una relación entre el
crecimiento económico de una nación, con el consiguiente
empleo de esclavos indulgentes para la educación de los niños, y
el declinar de la motivación de rendimiento de los niños.
El éxito obtenido por McClelland en esta tarea de
relacionar la motivación de rendimiento y el crecimiento
económico de una sociedad, le llevó a intentar elevar el nivel de
la motivación de competencia y agresividad empresarial de los
empresarios de la India (McClelland y Winter, 1969). El Proyecto
de Educación Empresarial de la Universidad de llarvad consistió
en un curso de motivación dado en el Instituto Indio de Extensión
de la Formación de las Pequeñas Industrias (SIET). Durante este
curso, se presentó a los hombres de negocios la evidencia
favorable a la relación existente entre la motivación de
rendimiento («espíritu empresarial»), y el éxito y crecimiento
económico nacional; se les enseñó a analizar y evaluar sus
pensamientos y fantasías en lo que a motivación de rendimiento
se refiere, y en general, se les animó a pensar en el rendimiento
y a entregarse a actividades relacionadas con este motivo. Con
otras palabras, los autores del curso pretendieron desarrollar el
pensamiento relativo al rendimiento y las conductas afines a
mismo. A consecuencia y como resultado del curso, sus
participantes mostraron avances significativos en muchos
aspectos del rendimiento empresarial, tanto si se le compara con
su propio rendimiento anterior, como con el de otros sujetos que
no hicieron en curso. Hubo evidencia de conductas v más
inversiones, todos ellos signos indicadores de una mayor acti-
vidad empresarial. Al mismo tiempo, estaba claro que estos
efectos no fueron debidos únicamente a la enseñanza de la
motivación de rendimiento. Los autores observaron que también
tenían mucha importancia los aumentos en el sentimiento de
15
eficacia o capacidad de gobernar su propio destino, así como las
oportunidades reales de realizar un negocio.
Tenemos, por tanto, la historia impresionante de una
conceptualización inicial de un constructo y de una técnica de
diagnóstico con él relacionada, los cuales son perfeccionados y
nuevamente definidos en el curso ele una investigación muy
extensa. Esto no quiere decir que todos los hallazgos de la
investigación tengan que ser positivos y confirmar la validez del
constructo. No siempre se ha visto que el protestantismo esté
relacionado con la educación en la independencia o con la
motivación de rendimiento, y ésta no siempre ha aparecido
relacionada con el rendimiento académico. También es verdad
que estas investigaciones han sido realizadas principalmente con
varones, y que no ha sido fácil demostrar la existencia de esas
mismas relaciones en las mujeres. Quizá ello se deba a que las
condiciones necesarias para la activación de la motivación de
rendimiento en la mujer sean distintas a las del hombre, y a que
en ella esta motivación se expresa de forma diferente, pero estas
interpretaciones todavía no han sido confirmadas por la evidencia
empírica.
Tanto la teoría como las verificaciones empíricas de la
motivación de rendimiento tienen que ser objeto de más estudios.
En lo que a teoría se refiere, poseemos evidencia considerable
sobre las relaciones observadas, pero muy escasa en lo que
respecta a la demostración de secuencias específicas de causa-
efecto. Necesitamos más datos para saber si la motivación de
rendimiento es una motivación general y, en tal caso, qué es lo
que determina su dirección hacia una u otra actividad. Jim liyun,
el famoso atleta, captó perfectamente la esencia de esta
motivación cuando dijo: «No me gusta correr lentamente y ganar.
Me disgusta correr muy rápido y perder. Lo único que quiero es
correr bien. Quiero hacer una milla perfecta»
Vamos a presentar ahora la historia de un segundo
constructo, el de los estilos cognoscitivos global y analítico. A
pesar de que seremos más breves que con la motivación de
rendimiento, merece la pena que examinemos la historia del
desarrollo de este constructo por tres razones principalmente. En
primer lugar, este constructo tiene relación con el estilo
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cognoscitivo. En la actualidad, el estudio del funcionamiento
cognoscitivo tiene mucha importancia en psicología general, así
como también en el campo de la personalidad. Por cognición
entendemos el proceso por el que el individuo adquiere infor-
mación del medio ambiente, transforma esta información en algo
propio, y la utiliza para responder al medio ambiente. La
sensación, la percepción, la memoria, el pensamiento, y la
solución de problemas forman parte todos ellos de los procesos
cognoscitivos del individuo (Neisser, 1967). En contraste con el
énfasis en las necesidades o impulsos, tal como sucedía en el
caso del motivo de rendimiento, la psicología cognoscitiva
acentúa los aspectos perceptuales y simbólicos de la relación del
hombre con su medio ambiente. En segundo lugar, la historia del
constructo del estilo analítico frente al global tiene interés porque,
tanto su nombre como su conceptualización, fueron cambiados
por la investigación. Mientras que McClelland comenzó con el
constructo del rendimiento, Witkin partió de un constructo
llamado «dependencia del campo-independencia del campo», el
cual posteriormente fue ampliado en lo que toca a formar y
significación hasta llegar a su forma actual. En tercer lugar, la
investigación que ahora vamos a reseñar concierne a las
diferencias individuales, pero en sus comienzos se concentró en
factores perceptuales que se presuponía ser comunes a todos
los individuos. En un sentido, la investigación comenzó con lo
que Cronbach ha descrito como orientación «experimental», y
luego se pasó al campo «correlaciona!»
La historia del constructo de Witkin comienza con un
énfasis en la percepción. El problema abordado por dos
investigadores, Herman Witkin y Solomon Asch, fue el de cómo
los individuos calculan que están en una posición espacial
vertical. La cuestión inicial fue la siguiente: ¿Cómo sabemos que
nuestro cuerpo o cualquier otro objeto del medio están en
posición erecta? ¿Qué indicios son más importantes, los visuales,
procedentes del campo visual, o los sensoriales, procedentes del
cuerpo¿ ¿Qué sucede si un individuo se queda sólo con una de
estas fuentes de indicios, o si los indicios procedentes de ambas
fuentes entran en conflicto mutuo?
16
Los investigadores comenzaron su trabajo señalando dos
variables integrantes de la percepción del espacio vertical en
todos los individuos: a) la estructura del campo, y b) la dirección
de la fuerza gravitatoria actuante sobre el cuerpo. En sus
primeras investigaciones utilizaron un test llamado «Test del
Bastón y del Marco» (TBM), el cual servía para medir la
percepción de un solo objeto en un campo visual muy limitado.
En el TBM el sujeto se sienta en una habitación
totalmente a os-curas y observa un marco luminoso que rodea a
un bastón móvil, asimismo luminoso. El experimentador inclina el
marco de acuerdo con ángulos muy diversos, y la tarea del sujeto
consiste en poner el bastón móvil en aquella posición que él
percibe como vertical. Para ello, el sujeto tiene que prescindir de
la inclinación del campo (marco) y valerse de los indicios
procedentes de su postura corporal. Una gran inclinación del
bastón, cuando el sujeto dice que está en posición vertical, indica
dependencia de los indicios visuales, mientras que una pequeña
inclinación indica independencia del campo visual y dependencia
de los indicios corporales. Los investigadores utilizaron, además,
un segundo test, llamado «Test de la Habitación y de la silla
Inclinada» (THSI). En dicho test, el sujeto se sienta en una silla
móvil dentro de una pequeña habitación. Tanto ésta como la silla
pueden ser inclinadas, en la misma dirección o en direcciones
opuestas. En algunos ensayos los sujetos tenían que volver a
poner la silla inclinada en la posición percibida como erecta,
mientras que en otros la tarea consistía en volver a poner a la
habitación enia posición percibida como vertical. En el caso de la
silla, los ajustes de la posición corporal de acuerdo con la
inclinación de la habitación serían signo del empleo de indicios
visuales, mientras que una corrección de la postura corporal en
dirección de la posición vertical correcta, indicaría independencia
del campo y utilización de las sensaciones de presión.
La investigación del influjo de los indicios visuales y
somestésicos en la percepción del espacio vertical tuvo
importantes resultados con respecto a los grupos, pero asimismo
indicó una gran diversidad entre los individuos. Los valores
medios ocultaban las variaciones individuales, y las afirmaciones
generales sobre la naturaleza de la percepción no resultaban
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verdaderas en muchos individuos. Resultó imposible decidir cuál
de los indicios era el más importante, porque era imposible la
simple generalización: la cuestión relevante era la de «más
importante para quién». La investigación comenzó a concen-
trarse en el estudio experimental de la Personalidad a través de
la Percepción. («Personality through Percepcion», Witkin, Lewis,
Hertz-luan, Machover, Meissner and Wagner, 1954), es decir, en
el estudio de las diferencias individuales de percepción, y en la
relación de la percepción con la organización psicológica general
del individuo.
El estudio de la personalidad a través de la percepción
cubría tres áreas. La primera era la relativa a la consistencia de
las respuestas perceptuales de un mismo individuo. ¿Utilizamos
el mismo tipo de orientación perceptual en las situaciones
perceptuales, y a lo largo de un período de tiempo? La segunda
área comprendía a la relación existente entre la percepción y
otros aspectos de la personalidad. ¿Qué relación tiene el modo
de percibir característico de un individuo con su organización
general de la personalidad? Por último, la tercera área incluía los
aspectos evolutivos de la percepción. Las pautas perceptuales
¿quedan establecidas en los primeros años de la vida? Si esto es
a5i, ¿cuáles son los factores que predisponen al individuo hacia
un modo u otro de percepción? Si en el campo de la percepción
se da también un rasgo de personalidad, éste debería reflejarse
en términos de consistencia en las diversas situaciones, y
debería hacerse evidente en relación con otros aspectos del
funcionamiento de la personalidad, y con las características
biológicas o experienciales del sujeto. Los resultados de la
investigación en estas tres áreas confirmaron la característica de
la personalidad llamada «dependencia del campo-independencia
del campo». Típica de ésta era la habilidad del individuo de
mantener separado un itero (el propio cuerpo, un objeto externo,
una figura geométrica) de un campo o contexto circundantes. Las
personas dependientes del campo, o las relativamente más
dependientes, no eran capaces de conseguir esta separación del
campo, mientras que los sujetos más independientes del campo
(IC) si eran capaces de ello.
17
¿En qué evidencia se apoyó el constructo 1)C-1C para su
validación? En primer lugar, en adición a los Tests TBM y TIISI,
los investigado-res utilizaron el «Test de Figuras Incluidas» (TFI).
Se trata de un test de papel y lápiz que exige al sujeto encontrar
una forma o figura simple dentro de otra figura compleja más
amplia. La figura simple es ocultada por la configuración
compleja del campo mayor. En este test, al sujeto se le presenta
primero sólo la figura simple, y a continuación la compleja.
Entonces se le pide que localice a la primera figura dentro de la
más compleja. El test no hace uso de la postura corporal o de la
posición del cuerpo, pero mide la habilidad de separar un objeto
del contexto en el que ocurre. En este sentido es similar a la
capacidad de separar el cuerpo del campo (test THSI), o el
bastón de la inclinación del marco (TBM). Los investigadores
encontraron una relación clara y consistente entre la utilización
de los indicios «posturales» en los tests de orientación espacial y
la habilidad de encontrar una figura geométrica escondida dentro
'de otra figura compleja (TFI). Esto les llevó al constructo
«dependencia del campo-independencia del campo», y a la
definición del mismo en términos de habilidad para analizar un
determinado campo, o de percibir una parte del mismo
independientemente del medio circundante.
De este modo, los investigadores encontraron en los tres
tests una consistencia en el modo de percibir de la persona.
También hallaron que los individuos funcionaban de modo
consistente en las diferentes condiciones, y su relativa falta de
éxito cuando intentaban modificar las orientaciones perceptuales
les dio a entender que la característica estaba muy arraigada en
las personas. Además, los tests realizados después de cinco
semanas, al año y a los tres años, indicaron una considerable
estabilidad longitudinal en la manera ele orientarse percep-
tualmente. Las puntuaciones en el continuo DC-IC (conjunto de
puntuaciones T13M, THSI y TFI) estaban relacionadas con otras
muchas características de personalidad.
Entre los hallazgos que relacionaban a las puntuaciones
DC-1C con otros aspectos del funcionamiento psicológico están
los siguientes:
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El estilo cognoscitivo es una importante variable en la
selección de los mejores estudiantes y en el pronóstico de su
rendimiento escolar. Los sujetos IC prefieren, y dan mejores
resultados en áreas que exigen habilidades analíticas (v. gr.
ciencias, matemáticas, ingeniería, etc.), mientras que los sujetos
DC prefieren, y dan mejores resultados en áreas que requieren
contacto con la gente (v. gr. ciencias sociales, counseling,
enseñanza, etc.) (Witkin, 1973).
En suma, hay claras pruebas en favor del constructo. Los
investigadores hallaron que las diferencias a lo largo del tiempo y
de las diversas situaciones, las diferencias de orientación
perceptual, iban asociadas a importantes diferencias de
organización ele la personalidad. Además, encontraron
diferencias sexuales significativas, lo cual nuevamente parecía
indicar un proceso básico para la organización psicológica de la
persona. Las mujeres de todas las edades dependían más del
campo que los hombres, aceptaban el campo más pasivamente
que los hombres, y respondían menos a las experiencias
corporales.
La investigación ulterior de las características asociadas a
los modos de funcionamiento perceptual condujo al desarrollo del
constructo «estilo de funcionamiento cognoscitivo, global y
analítico», y a la hipótesis de la diferenciación. Corno notamos
anteriormente, el estilo de funcionamiento cognoscitivo hace
referencia a los procesos de intercambio de información entre el
individuo y su medio ambiente. Una persona con un estilo de
funcionamiento global tiende a someterse a la organización
dominante del campo, y a experimentar los items como si
estuvieran «fundidos» con el trasfondo. Estos individuos
experimentan el medio ambiente como si fuera un campo vago y
amorfo en el que las cualidades de la totalidad dictan la manera
de experienciar sus partes. En cambio, un estilo analítico es
aquel propio de las personas que experimentan los items como si
estuvieran separados de sus fondos, y son capaces de superar el
influjo del contexto circundante. Para la persona analítica, el
campo perceptual contiene partes bien delimitadas y dotadas de
la cualidad de estructura o relación, es decir, partes discretas de
un campo que en su totalidad está organizado. La hipótesis de la
18
diferenciación se refiere a la complejidad de la estructura de un
sistema. Un sistema más complejo, o más diferenciado, tiene
más heterogeneidad y más especialización de funciones que otro
sistema menos complejo. La hipótesis de la diferenciación indica
la existencia de una relación entre los distintos niveles de
diferenciación de las diversas áreas del funcionamiento de la
personalidad. De acuerdo con esta hipótesis, el desarrollo de la
articulación del «self» y el de la articulación del mundo van muy
estrechamente unidos, ¡la diferenciación interior va unida a una
mayor articulación de las experiencias del mundo externo! Por
tanto, la dependencia-independencia del campo es el
componente perceptual de la diferenciación psicológica, y la
dimensión global-analítica es su componente cognoscitivo.
En su libro sobre La Diferenciación Psicológica (Witkin,
Dyk, Faterson, Goodenough y Karp, 1962), Witkin y
colaboradores presentan considerable evidencia empírica en
favor de esta relación entre la experiencia interna y externa, entre
los modos del funciona-miento perceptual y cognoscitivo. Hay
trabajos que demuestran la existencia de relaciones entre los
estilos perceptuales, los cognoscitivos, la capacidad de
estructurar los estímulos externos, el grado de diferenciación del
sí mismo, los modos de afrontar los impulsos y la ansiedad, y la
psicopatología. Más aún, se ha visto que el desarrollo de estas
diferencias tiene una relación con los diversos estilos de
conducta maternal. Y, finalmente, los casos individuales
demostraron que estas relaciones observadas eran ciertas
cuando se las consideraba a la luz ele la complejidad de la
conducta individual y, por tanto, no eran meras abstracciones.
Por ejemplo, entre los individuos analíticos y globales fueron
observadas las siguientes diferencias:
Aunque la inteligencia general es aproximadamente la
misma, los individuos analíticos tienden a mejores ejecuciones
que los globales en aquellas tareas intelectuales que requieren
trascender un contexto, y adoptar una postura analítica con
respecto a la información.
Los individuos analíticos experimentan su cuerpo y su
asen.» como algo estructurado y distinto del medio ambiente,
mientras que los individuos globales experimentan su cuerpo
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como una amasa» amorfa, y su »self» como si estuviera fundido
en el entorno.
Los individuos globales tienden a depender del medio
ambiente, en lo que toca a su autodefinición y a sus actitudes y
sentimientos, que los individuos analíticos. Pueden cambiar más
fácilmente sus opiniones relativas a cuestiones sociales en la
misma dirección que la autoridad, y presentan puntuaciones más
altas en la escala F (Autoritarismo).
La tendencia al estilo cognoscitivo global o analítico no
está relacionada con la presencia o ausencia de rasgos
patológicos. La psicopatología depende del grado de integración
existente entre las partes del sistema psicológico. Sin embargo,
se observan ciertas diferencias en las clases de problemas y de
síntomas encontrados. Los individuos globales tienden a
desarrollar problemas de identidad, y síntomas relacionados con
problemas de dependencia (v. gr. alcoholismo, obesidad, úlceras
y asma), mientras que los individuos analíticos tienden a un
excesivo control, y a ser demasiado ideativos, y autistas (síntoma
obsesivo-compulsivos). Ambos grupos pueden llegar a la
psicosis, pero mientras que los individuos globales tienden a
tener alucinaciones (disolución de las fronteras entre el «self» y
el ambiente), los analíticos tienden a los delirios (intentos de
aumentar la identidad) (Taylor, 1956).
Comparadas con las de los niños globales, las madres de
los analíticos aceptan y alientan en ellos una separación que es
esencial para el desarrollo de una identidad única.
Estos hallazgos están relacionados con las implicaciones
derivadas de uno u otro estilo cognoscitivo. Al mismo tiempo,
debería quedar claro que la mayoría de la gente se halla situada
a lo largo del continuo existente entre ambos extremos de los
estilos global y analítico. Además, estos estilos pueden ser más o
menos funcionales según sean las demandas del medio
ambiente. La similitud entre el individuo y el medio ambiente
puede ser muy importante para la interacción social. Así, por
ejemplo, los profesores y alumnos con un mismo estilo
cognoscitivo se describen mutuamente en términos muy
positivos, mientras que aquellos cuyos estilos son diferentes
19
tienen una fuerte tendencia a las descripciones negativas (Witkin,
1973).
En nuestra revisión de la historia del constructo «estilo
cognoscitivo global- analítico», y de la hipótesis de la
diferenciación, hemos cubierto un periodo temporal de más de 20
años. La investigación partió de un interés inicial por procesos
perceptuales comunes a todos los individuos. Luego el foco de
interés se desplazó a las diferencias individuales, y después esto
llevaría, gracias a la constante interacción de la teoría y de la
investigación, al desarrollo del constructo del estilo cognoscitivo y
a una teoría del crecimiento y desarrollo psicológicos. El cuerpo
de investigación ya completada es impresionante y representa
una contribución significativa a la ciencia de la psicología en
múltiples aspectos. En primer lugar, concede la debida
importancia al papel de los factores cognoscitivos en la conducta
humana. Además de haber ampliado nuestro conocimiento del
papel desempeñado en la conducta humana por los estilos
cognoscitivos, y del origen de los mismos, la investigación ha
desarrollado gran número de técnicas de diagnóstico
estructuradas, disfrazadas, fiables, objetivas y significativas
desde un punto de vista conceptual. El uso de procedimientos de
laboratorio controlados ha sido fructífero a la hora de desarrollar
un marco conceptual capaz de integrar un amplio cuerpo de
investigaciones, y hace presagiar otras muchas vías de
investigación en el futuro. Finalmente, la obra es significativa por
la atención que concede al individuo y a la visión totalizante e
integral de la personalidad. No satisfechos del todo con el estudio
de las diferencias grupales, y para evitar el peligro de
abstracciones engañosas, Witkin y colaboradores verificaron sus
resultados con las descripciones obtenidas del estudio de los
casos individuales. Estas descripciones sirvieron de test o prueba
para las abstracciones obtenidas de los estudios grupales, y
fueron la base de otras hipótesis sobre las posibles variables de
personalidad asociadas al estilo cognoscitivo; asimismo, fueron
fuente de nuevos conocimientos sobre los subgrupos de
individuos que ya habían sido diferenciados sobre la base del
estilo cognoscitivo. A pesar de su interés por las
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generalizaciones, Witkin no ha descuidado la complejidad de
funcionamiento típica del individuo.
Crítica de la validez del constructo: operacionismo
Hemos presentado la historia de los constructos de la
necesidad de competencia y de los estilos cognoscitivos global-
analítico, con el fin de ilustrar el enfoque de la investigación que
se apoya en la validez del constructo. Ambos constructos nos
producen un sentimiento de asombro por la diversidad de
hallazgos relacionados entre sí. Sin embargo, hay muchos
autores que critican este enfoque y recomiendan otro alternativo,
el operacionismo. En contraste con el enfoque de la validez del
constructo, en donde el énfasis recae sobre la relación del
constructo con la teoría. Aquí el énfasis recae sobre conceptos y
operaciones que son públicamente observables. Sólo mediante el
uso de tales conceptos y operaciones podrá avanzar la
psicología en cuanto ciencia empírica.
¿Cuál es la razón de las críticas al enfoque de la validez
del constructo? En parte éstas se deben al sentimiento de la falta
de rigor en las investigaciones realizadas para determinar la
validez del constructo. Por ejemplo, un investigador puede hallar
tina relación particular entre un conjunto de variables, mientras
que otro encontrará otra relación diferente. Un investigador
puede encontrar una relación entre la necesidad de competencia
y otra variable cualquiera, mientras que otro segundo
investigador no, y, sin embargo, los sujetos utilizados v los
procedimientos seguidos quizá parezcan totalmente semejantes
en ambos casos. Otra manifestación de esta preocupación es el
sentimiento de que hay excesivas investigaciones de la validez
del constructo (le naturaleza correlacional, y dependientes de las
relaciones entre los grupos de puntuaciones de los tests. De tales
hallazgos difícilmente se pueden concluir relaciones ele causa-
efecto, y los partidarios del operacionismo prefieren tener un
mayor control de las variables objeto de su investigación. La
naturaleza correlacional de la obra de McClelland y Witkin
contrasta grandemente con el control experimental de las
variables obtenido en el trabajo ele Brady sobre las úlceras de los
20
monos ejecutivos, y con el del trabajo de Lovaas sobre la
conducta autodestructiva de niños esquizofrénicos, por citar otro
ejemplo. Pero quizá la mayor preocupación de los operacionistas
sea la relativa a la confusión conceptual tan frecuente en la
investigación de la validez del constructo. Así, por ejemplo,
pueden ser muchos los investigadores que utilicen el constructo
de la motivación de competencia con el consiguiente test para
medirla, pero quizá no haya relación alguna entre los resultados
de los distintos tests. O, por mencionar otro ejemplo, muchos
investigadores han desarrollado constructos que
conceptualmente parecen completamente similares al constructo
global-analítico de Witkins. Aun cuando dichos investigadores
han utilizado términos análogos, sus hallazgos muchas veces
son inconscientes con los relatados por Witkin y, al igual que en
el caso de la motivación de competencia, las puntuaciones de los
diversos tests de los estilos cognoscitivos no se corresponden
siempre con las obtenidas por Witkin (Wallach, 1962). Son estas
discrepancias las que llevan a los operacionistas a pensar que
los conceptos empleados en las investigaciones de la validez del
constructo son imprecisos, vagos, personales y privados.
En contraposición con la «vaguedad» y «subjetividad»
terminológicas propias de los partidarios del enfoque de la
validez del constructo, los operacionistas establecen un conjunto
de reglas para la aplicación (le todos los términos. «Sin la
definición operativa de los términos utilizados no se puede
construir ningún cuerpo de conocimiento empírico» (Bergmann y
Spence, 1911, pág. 2). Este énfasis en la definición operativa de
los conceptos psicológicos es clarísimo en las teorías del
aprendizaje. Muchos teóricos del aprendizaje, por ejemplo,
utilizan en sus investigaciones el concepto de impulso. Todos
ellos concuerdan en que no podemos observar directamente el
impulso del hambre ni el impulso del miedo, pero todos ellos
adoptan la posición de definirlo en términos de los
procedimientos de laboratorio utilizados para manipular la
variable del impulso. Así, si estuviéramos interesados por el
impulso del hambre y por sus efectos en la conducta, tendríamos
que definirlo en términos de alguna manipulación experimental,
corno, por ejemplo. el número de horas de privación de alimento.
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Si el concepto relevante es la ansiedad, también puede ser
definido en términos de las operaciones experimentales, tales
como el choque, o la amenaza, o el fracaso, utilizados para
producir dicha condición. En tal caso el hambre y la ansiedad no
son definidas en términos de una red hipotética de relaciones
lógicas, sino conforme a los procedimientos empíricos. En este
enfoque se halla implícito un énfasis en la manipulación
experimental y control de las variables, y en el consiguiente
descubrimiento de relaciones cuantitativas exactas. En la
investigación de Witkin, ninguno de los estilos cognoscitivos fue
producido por el experimentador. Este tampoco fue capaz de
demostrar la ocurrencia ordenada de otros cambios cottcpor-
tantentales a medida que manipulaba el estilo cognoscitivo.
En general, hay una relación entre el estudio de las
diferencias individuales y las investigaciones de la validez del
constructo: así como entre el estudio de los factores situacionales
válidos para todos los individuos, y el operacionismo. Ejemplo de
esto último es la investigación sobre el impulso, la ansiedad
manifiesta y la ejecución (Spence, 1958), la cual es
primariamente fruto de la teoría hulliana del aprendizaje. La
teoría predice ciertas relaciones ordenadas entre el nivel de
impulso del organismo y la ejecución. Manipulando expe-
rimentalmente el nivel de impulso (por ejemplo, el impulso
adquirido del miedo al dolor causado por un choque eléctrico).
Pero además encontraron diferencias individuales en sus
respuestas a choques de idéntica magnitud (nivel de impulso). Lo
cual señalaba la necesidad de medir las diferencias en la fuerza
de respuesta, o nivel de impulso, apreciada en los sujetos. Si es
posible encontrar relaciones ordenadas entre el nivel de impulso
manipulado ambientalmente y la ejecución, ¿será también
posible que esas relaciones sean también válidas para las
diferencias individuales en el nivel de impulso y en la ejecución?
Los investigadores encontraron que había una relación
directa y positiva entre la intensidad del estímulo y las
puntuaciones elevadas de ansiedad manifiesta, por una parte, y
la ejecución en el condicionamiento por otra. También se
encontraron relaciones paralelas en tareas complejas de
aprendizaje humano. En muchas de ellas, se halló que los
21
niveles de impulso suscitados por la manipulación de las
circunstancias ambientales tenían la misma relación con la
ejecución que los definidos por las diferencias individuales en las
puntuaciones de la escala de ansiedad manifiesta.
Lo que, en relación con esta escala, tiene interés para
nosotros es la interpretación y uso de la misma hechos por
Taylor. Según esta autora, la escala no se basa en ninguna
teoría de la ansiedad, ni pretende ser un test del constructo
«ansiedad)>. La ansiedad manifiesta es definida operativamente
únicamente en términos de las puntuaciones en el 'test. La
definición operativa de la misma es la puntuación obtenida
mediante el análisis objetivo de las respuestas dadas por un
individuo a una lista de preguntas del cuestionario. No existe
ninguna pretensión de que los individuos con distintas
puntuaciones en el test difieran también en otros aspectos
significativos, y tales posibles relaciones no son en absoluto
exploradas. Mientras que Witkin, cuando encontró diferencias
individuales en la percepción, siguió explorando las relaciones de
las mismas con otras características psicológicas, Taylor, tras de
observar diferencias individuales en las puntuaciones del test, se
sirvió de las mismas para relacionar los niveles de impulso y la
ejecución. No siguió el método de elaborar una teoría de la
ansiedad, y a continuación estudiar la relación existente entre las
diferencias individuales de ansiedad y las habidas 'en otras
características de personalidad. Lo que hizo fue elaborar una
teoría de la relación existente entre el nivel del impulso y la
ejecución. Tanto Witkin como Taylor estudiaron el fenómeno de
las variaciones individuales, pero ambos siguieron caminos
distintos. Para Witkin estas variaciones eran el fenómeno central,
mientras que para Taylor re-presentaban un substitutivo de la
manipulación ambiental del nivel de impulso. Estas diferencias de
enfoque no eran consecuencia inevitable de las teorías de ambos
autores, pero se seguían fácilmente de las estrategias de
investigación implícitas en sus definiciones de los conceptos.
Los objetivos de los partidarios de la validez del
constructo y los del operacionismo no son diferentes. Todos los
psicólogos, dedicados a la investigación pretenden incrementar
nuestra capacidad de predicción y- control de la conducta,
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gracias al diseño experimental riguroso y al descubrimiento de
relaciones cuantitativas entre las variables. Sin embargo, no se
ponen de acuerdo en lo que respecta a las vías para alcanzar
dichas metas. Hay algunos que afirman que la validez del
constructo crea una confusión innecesaria, y conduce a un
enfoque no científico del estudio de la conducta. Pero hay otros
psicólogos que creen que el operacionismo estricto limita el valor
potencial del estudio de la conducta en las situaciones naturales,
y puede llevarnos a una excesiva simplificación.
Por tanto, ambos puntos de vista tienen sus defensores y
sus detractores, así como también sus ventajas y sus
,inconvenientes. La validez del constructo y el operacionismo son
expresión de diferentes filosofías de la ciencia, y suponen
distintas estrategias en la investigación. Lo importante es
reconocer que la adopción de uno u otro punto de vista puede
conducir al estudio exclusivo de unas determina-das variables de
la personalidad, y de unas determinadas relaciones existentes
entre los fenómenos.
La psicología social de la investigación
A lo largo de este capítulo hemos presentado algunos
ejemplos de investigación de la personalidad, hemos revisado
algunas de las cuestiones implícitas en el desarrollo de un
programa de investigación, y hemos repasado algunas de las
posiciones adoptadas en relación con dichas cuestiones. Aun
cuando nuestra intención ha sido la de presentar ejemplos de
investigación de la personalidad dentro de su contexto histórico,
desde la perspectiva de su fe en una estrategia determinada,
nuestro capítulo no ha recogido todo cuanto sucede en la
investigación. No hemos mencionado las frustraciones
producidas por los fallos en la dotación experimental y los
resultados negativos, los sentimientos periódicos de incapacidad
al no poder aislar el impacto de la variable de interés sobre los
fenómenos significativos, y el sentimiento continuo de
compromiso personal y de emoción que siente el psicólogo al
hacer la investigación. Los estudiantes frecuentemente se
quedan sorprendidos al oír que la investigación no siempre sigue
22
el claro camino descrito en los artículos de las revistas pro-
fesionales, y muchas personas se admiran ante la pintura de
intenso compromiso personal y rivalidad competitiva presentada
por uno de los biólogos responsables (Watson, 1968).
Tal es la complejidad y la dinámica de la investigación que
ha surgido una nueva área de investigación que podría llamarse
psicología social de la investigación, la cual estudia los factores
que influyen en la conducta de los sujetos y de los
experimentadores durante el curso de un experimento, y así
como también los factores que influyen en el tipo de investigación
realizado por los distintos investigadores. Podríamos llamar a la
primera psicología social del experimento y a la segunda
psicología social del investigador.
En la investigación psicológica, frecuentemente nos
concentramos en aquello que está haciendo el sujeto y no nos
preguntamos si una misma conducta del investigador tiene el
mismo significado e impacto en los diferentes sujetos. En un
articulo importante, Orne ha llamado la atención sobre los efectos
de las «características exigidas» por un experimento. Estas
características son claves implícitas de la situación experimental
que influyen en la conducta del sujeto. En contraste con las
«variables experimentales», explicitadas y controladas por el
investigador, pueden darse factores que están implícitos en el
«marco experimental» y que no caen bajo el control o conciencia
del investigador. Por ejemplo, el sujeto presume que el
experimentador tiene una determinada hipótesis y, «por el bien
de la ciencia» se comporta de tal modo que la hipótesis salga
reforzada.
Lo que Orne quiere decir es que el sujeto no es un
respondiente pasivo a la manipulación experimental, sino más
bien una persona a la que le va mucho en el éxito, o fracaso, del
experimento. Los sujetos se preguntan si hicieron bien el
experimento, o si lo estropearon, o si respondieron como la
mayoría de las personas. Frecuentemente no son conscientes de
estos intereses ni de sus respuestas a las características exigidas
por la situación experimental. En una investigación importante
Orne ha demostrado que muchos de los efectos supuestamente
debidos a los factores de privación sensorial, de hecho m
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producidos por los indicios de la situación experimental, los
cuales dicen a los sujetos que los experimentadores esperan de
ellos unas terminadas conductas (Orne y Schreibe, 1964).
Orne insiste en que el experimento psicológico es una
forma de interacción social, y que los sujetos atribuyen un
propósito a cosas que están desprovistas de los mismos, al
menos en lo que toca al experimentador. Al analizar el
experimento como una de interacción social, el énfasis principal
de Orne recae sobre el sujeto. Su investigación se ve
complementada por otra de Rosenthal, quien estudió los efectos
producidos por el experimentador investigación psicológica.
Rosenthal indica que el experimento puede ser una fuente
involuntaria de influjo, o de error constante, experimentos.
Involuntariamente puede afectar a los resultados investigación
cometiendo errores de registro y análisis de los o emitiendo
indicios o señales al sujeto que influye en su conducta de una
manera particular. Rosenthal describe las sutiles señales por el
investigador en el famoso caso del «sabio Hans»
La investigación de Hosenthal señala la posibilidad de
influjo por parte del investigador en sus sujetos. Del mismo modo
que las respuestas de «Hans» fueron facilitadas por las señales
emitidas por sus examinadores, las respuestas del sujeto que
concuerden con la hipótesis del investigador pueden ser
facilitadas de modos muy sutiles. En otro experimento, un grupo
de cinco experimentadores fueron advertidos de que sus sujetos
tenderían a evaluar positivamente unas fotografías, mientras que
otro grupo de cinco investigadores recibió la indicación contraria,
a saber, que sus sujetos las evaluarían negativamente.
Mantenidos constantes todos los demás factores, las
evaluaciones obtenidas por ambos grupos de experimentadores
fueren significativamente distintas, siendo generalmente positivas
las de los primeros y negativas las de los segundos. De estos
datos se concluye claramente que las expectativas o hipótesis
del experimentador pueden determinar parcialmente los
resultados de sus experimentos. Dado que a los
experimentadores sólo se les permitió comunicar las
instrucciones «standard», la transmisión tuvo que haber seguido
vías paralingüísticas muy sutiles (por ejemplo, el tono de la voz),
23
o cenestésicas (expresiones faciales, gestos)» (Rosenthal, 1964,
pág. 94).
En otra investigación Hosenthal ha demostrado que los
efectos sutiles de los prejuicios del experimentador pueden darse
también en los experimentos con ratas.
La tesis de los estudios de Rosenthal y Orne es la
siguiente: en la medida en que la investigación psicológica se
realiza con seres humanos, queda abierta la puerta al error, a las
complicaciones y a los prejuicios, los cuales quizá forman parte
de la habilidad cíe expresar y reconocer comunicaciones sutiles y
no. intencionales propia del hombre.
La psicología social del experimento observa que el
experimentador y el sujeto se hallan en situación de interacción
social, en la que el primero emite y el segundo responde a
indicios desconocidos para ambos, pero que pueden jugar un
papel muy importante en el experimento. En la psicología social
del experimentador, hay una serie de factores que influyen en el
tipo de problema escogido por el investigador como objeto de
estudio y en el enfoque metodológico utilizado. ¿Cuál es la razón
por la que se realiza un experimento? Idealmente, debería
investigarse un determinado problema bien porque es un
importante producto «natural» de la teoría, o bien porque es el
siguiente paso «lógico» en la creciente acumulación de
conocimientos, y en la progresiva formulación de leyes. De hecho
estas razones influyen mucho en la elección de los problemas
objeto de investigación, pero asimismo existen otros motivos
tales, por ejemplo, como la curiosidad riel investigador; el hecho
de disponer de la técnica adecuada para estudiar el problema; la
educación del investigador, la cual le ha enseñado a considerar
importantes a unos problemas y menospreciar a otros; o la moda
del momento, la cual pone en primer plano un determinado
problema (Webb, 1961).
Así como los sujetos son sensibles al impacto de la
estimulación procedente del experimentador, éste también es
sensible a la influencia de sus maestros y colegas. De modo que
en psicología también hay modas de investigación. Durante una
determinada época, casi apenas se darán investigaciones sobre
un determinado terna; pero después, debido quizá a la invención
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de un nuevo test o cuestionario, los estudios se amontonarán
incesantemente. En la década de 1950, la investigación de la
personalidad fue conocida con el nombre de «triple A»:
Autoritarismo, Rendimiento (IV. del Tr.: en inglés «Achievement»)
y Ansiedad. Consideradas positivamente, todas estas in-
vestigaciones fueron producto en gran parte de la Escala F, de
los tests para medir los índices de rendimiento a partir de las
producciones de la fantasía (McClelland) y de la Escala de
Ansiedad Manifiesta de Taylor. Esta abundancia de
investigaciones sobre un mismo tema es la respuesta a una
innovación metodológica y representa una nueva fuerza de
crecimiento en la dirección del conocimiento acumulativo. Desde
un punto de vista más negativo, este fenómeno es ex-presión de
la necesidad sentida por el experimentador de investigar temas
manidos y fáciles de medir con los instrumentos a su alcance. En
lugar de llevar al crecimiento acumulativo de conocimientos en el
que las investigaciones se fundan en los hallazgos de las
investigaciones anteriores, ya sean del mismo investigador, ya
procedan cíe otras fuentes, el hecho de investigar temas vulgares
con métodos fáciles conduce a la dispersión. Cada investigador
dispara tiros al aire sin ton ni son, y éstos son tan dispersos que
no es fácil integrarlos.
En suma, la investigación es el proceso mediante el cual
los científicos intentan establecer leyes regulares entre los
fenómenos. En cuanto empresa científica, tiene las cualidades de
ser lógica, racional, rigurosa y objetiva. Pero, por ser también una
empresa humana, y tratar de hechos con muchos grados de
incertidumbre, la investigación tiene mucho de personal y de
subjetivo. La concordancia en lo que respecta a los objetivos de
la investigación es amplia, pero los investigadores no se pónen
de acuerdo a la hora de escoger las vías para llegar a dichos
objetivos. Esta falta de acuerdo gira en torno a la naturaleza de
las variables a estudiar, y al modo cómo ha de hacerse este
estudio, y es un reflejo de las distintas filosofías de la ciencia, de
los diversos temperamentos, y de las distintas estrategias de
investigación, los cuales, a su vez, son expresión de la
naturaleza humana de las personas comprometidas en la
empresa de la investigación. Unos investigadores prefieren
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estudiar las variaciones individuales y otros las variaciones
situacionales; unos prefieren definir sus constructos en términos
de una red de conceptos lógicos y otros prefieren hacerlo en
términos de las operaciones realizadas; - unos estudian la
totalidad del individuo y otros acentúan sus aspectos parciales;
unos insisten en la observación individual y en la intuición clínica,
y otros en las manipulaciones matemáticas de grandes muestras
de datos realizadas por la computadora; unos consideran que la
investigación orientada hacia la acción social es «poco elegante c
ineficaz, algo así como intentar mover un spaghetti cocido a lo
largo de la mesa tirando de su extremo posterior (McGuire, 1967,
pág. 138). Otros, en cambio, consideran a la investigación de
laboratorio como algo ostentoso y rimbombante, pero,
esencialmente, una bronca y juego trivial (Ring, 1967). Por tanto,
al considerar la empresa científica, tenemos que distinguir entre
lo que es una moda ,y lo que es parte de un programa de
búsqueda sistemática, entre aquello que probable-mente va a
tener amplia significación y aquello que probablemente tendrá
consecuencias muy limitadas; entre lo que es fundamental en
una teoría y aquello que no guarda relación alguna con ella; entre
lo que es producto de las variables experimentales y lo que es
debido al marco experimental; entre lo que es fundamental en
toda empresa científica y lo que es reflejo de los prejuicios
personales.
Al evaluar los trabajos de investigación, hemos de tener
en cuenta las variables del experimentador y las del sujeto, las
cuales acabamos de discutir bajo el epígrafe de psicología social
de la investigación. Asimismo, al interpretar los resultados,
hemos de evitar cuidadosamente toda generalización excesiva
basada en resultados obtenidos en una población selecta.
Frecuentemente, las poblaciones de los sujetos de investigación
se limitan a varones o a hembras: o en caso de estar
representados ambos sexos, los resultados de cada sexo no son
presentados por separado (Carlson y Carlson, 1960; Carlson,
1971). Y, sin embargo, cuando se estudian las diferencias entre
los distintos sexos, éstas frecuentemente resultan muy
importantes, como en el caso de McClelland, quien encontró que
su instrumento de medida de la necesidad de competencia era
UNIDAD I. INVESTIGACIÓN SOBRE PERSONALIDAD
MÓDULO 0810 - SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN II: TEMAS DE INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA 25

útil para los varones pero no para las mujeres. Gran parte de la
investigación de la personalidad se basa en sujetos que son
estudiantes universitarios, pertenecen al ámbito reducido de una
clase social, de una cultura y de una capacidad intelectual
determinadas. A pesar de ello, los psicólogos intentan extraer
leyes válidas para todos los seres humanos. Al parecer, estos
últimos pueden verse influidos por los mismos prejuicios y
creencias que suelen ser objeto de sus investigaciones. A la hora
de extraer conclusiones de los datos que nos sean presentados,
hemos de tener bien presentes todas estas fuentes potenciales
de error.

UNIDAD I. INVESTIGACIÓN SOBRE PERSONALIDAD