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28/05/2008 CIVIL

141-2007

Recurso de Casación interpuesto por ENRIQUE MARIANO VILLAGRÁN


CIFUENTES, contra la sentencia emitida por la Sala Cuarta de la Corte de
Apelaciones del Ramo Civil, Mercantil y de Familia, el veintiocho de marzo de dos mil
siete.
DOCTRINA
ERROR DE HECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA
No incurre en error de hecho en la apreciación de la prueba, el tribunal que toma en
cuenta un medio de prueba y le niega valor probatorio, por considerar que no
acredita los hechos objeto del juicio.
ERROR DE DERECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA (declaración
testimonial)
Procede declarar con lugar el recurso de casación por error de derecho en la
apreciación de la prueba, si se estima que se infringieron los artículos 127 último
párrafo y 161 primer párrafo, del Código Procesal Civil y Mercantil, ya que las reglas
de la sana crítica deben de aplicarse para apreciar el valor probatorio de las
declaraciones de los testigos.

LEYES ANALIZADAS
Artículos 127, 161, 621 numeral 2º del Código Procesal Civil y Mercantil.

RECURSO DE CASACIÓN 141-2007


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA CIVIL: Guatemala, veintiocho de mayo
de dos mil ocho.
Se tiene a la vista para dictar sentencia el recurso de casación interpuesto por
ENRIQUE MARIANO VILLAGRÁN CIFUENTES, contra la sentencia emitida por la
Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones del Ramo Civil, Mercantil y de Familia, el
veintiocho de marzo de dos mil siete, dentro del juicio ordinario de nulidad del
negocio jurídico e instrumento público que lo contiene, promovido por el recurrente
contra Carlos Alberto Villagrán Cifuentes y como tercero emplazado el notario
Gonzalo Edelmiro Maldonado.
ANTECEDENTES
A) El señor Enrique Mariano Villagrán Cifuentes promovió juicio ordinario de
nulidad de negocio jurídico e instrumento público, ante el Juzgado de Primera
Instancia del Ramo Civil del departamento de Quetzaltenango, contra Carlos Alberto
Villagrán Cifuentes, con el objeto de que se declare la nulidad del negocio jurídico y
como consecuencia del instrumento público que lo contiene, ordenando la
cancelación definitiva de la primera inscripción de desmembración que pesa sobre la
finca rústica cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta, folio ciento ochenta y dos, del
libro doscientos sesenta de Quetzaltenango, así como la primera inscripción de
derechos reales sobre la finca rústica número trescientos trece mil ochocientos
cincuenta y seis, folio doscientos veintiséis, del libro setecientos sesenta y tres de
Quetzaltenango, y la anotación preventiva letra A sobre la finca rústica número
trescientos trece mil ochocientos cincuenta y seis, folio doscientos veintiséis, del libro
setecientos sesenta y tres de Quetzaltenango.
B) El demandado contestó la demanda en sentido negativo, manifestando que
ambos otorgantes son del conocimiento del notario autorizante y que se
identificaron, tanto comprador como vendedor, con su correspondiente cédula de
vecindad y que el notario da fe de ello en el propio instrumento.
C) Con fecha treinta y uno de agosto de dos mil seis, el Juzgado de Primera
Instancia del Ramo Civil del departamento de Quetzaltenango dictó sentencia por
medio de la cual declaró sin lugar la demanda.
D) La sentencia en referencia fue apelada ante la Sala Cuarta de la Corte de
Apelaciones del Ramo Civil, Mercantil y Familia, la que declaró sin lugar la apelación
interpuesta.
E) Contra la resolución de segundo grado, el recurrente interpuso el recurso de
casación que se resuelve.

RESUMEN DE LA SENTENCIA RECURRIDA


La Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones del Ramo Civil, Mercantil y Familia, dictó
sentencia el veintiocho de marzo de dos mil siete y confirmó la sentencia apelada.
Para llegar a la conclusión anterior, la Sala consideró lo siguiente:
“… Con la prueba aportada al juicio, se estableció lo siguiente: --a) DOCUMENTOS:
a‟) La certificación extendida por la Secretaría del Juzgado de Primera Instancia del
ramo Civil con sede en esta cabecera departamental que contiene el memorial inicial
de la demanda de Amparo y la Sentencia respectiva relacionada al proceso de la
acción constitucional de amparo, prueba que al señor Enrique Mariano Villagrán
Cifuentes, se le otorgó amparo, y que se acordó suspensión provisional por un plazo
de dos años a contar de dicho fallo, para que el mencionado pudiera acudir a los
tribunales y no pudiera dentro de ese plazo producirse sobre el bien en litis ninguna
anotación de demanda ajena a la que él pudiera interponer, o transferirse el dominio
o gravar el inmueble; a”) Fotocopia autenticada del primer testimonio de la escritura
número cuatrocientos diecisiete del año mil novecientos noventa y nueve, autorizada
por la Notaria Sara Natividad Ixcaraguá Xec misma que indica el actor demuestra
que él adquirió el inmueble en litis, que es la finca inscrita en el Segundo Registro de
la Propiedad con el número cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta, folio ciento
ochenta y dos del libro doscientos sesenta del departamento de
Quetzaltenango. Haciendo ver quien presenta el documento que éste no se
encuentra razonado por el Notario Gonzalo Edelmiro Maldonado; a‟”) Fotocopia
autenticada de la cédula de vecindad del actor en el presente juicio; a””) copia simple
legalizada de la escritura pública número ciento veintiuno del año dos mil tres,
faccionada en esta ciudad por el Notario Gonzalo Edelmiro Maldonado, en donde se
indica consta la firma falsa, puesta por la persona que se hizo pasar como que
hubiese sido el señor Enrique Mariano Villagrán Cifuentes; a””‟) certificación registral
de la finca rústica número cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta, folio ciento
ochenta y dos del libro doscientos sesenta del departamento de Quetzaltenango;
a”””) certificación registral de la finca rústica número trescientos trece mil ochocientos
cincuenta y seis, folio doscientos veintiséis del libro setecientos sesenta y tres del
departamento de Quetzaltenango; y a‟‟‟‟‟‟‟) certificación extendida por la Secretaría
del Juzgado de Primera Instancia del Ramo Civil con sede en esta cabecera
departamental, que contiene memorial presentado por el tercero interesado en este
juicio dentro del amparo número cuatrocientos ochenta y cinco guión dos mil cinco.
Los documentos anteriores prueban en su orden: que el actor presentó su demanda
dentro del plazo que le fue concedido en el amparo del que ya se comentó; que él le
compró el inmueble a don Pablo Ixcot Villagrán; que presentó su cédula de vecindad
para que quedara constancia de su firma y datos de identificación personal; que a
través de la escritura pública número ciento veintiuno del año dos mil tres autorizada
por el Notario Gonzalo Edelmiro Maldonado se dio el negocio que hoy se impugna;
que la finca que él compró y que la tercera inscripción de dominio de dicha finca, la
cual se identifica con el número cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta, folio
ciento ochenta y dos del libro doscientos sesenta del departamento de
Quetzaltenango, está su nombre; que la fracción que se desmembró a consecuencia
del negocio que consta en la escritura número ciento veintiuno y que es la que como
se indicó dio origen al juicio que nos ocupa, quedó registrada como finca número
trescientos trece mil ochocientos cincuenta y seis, folio doscientos veintiséis del libro
sesenta y tres del departamento de Quetzaltenango; y por último que dentro del
amparo número cuatrocientos ochenta y cinco guión dos mil cinco seguido ante el
Juzgado de Primera Instancia del Ramo Civil con sede en ésta ciudad, el ahora
tercero interesado presentó un memorial. La Sala con la documental anteriormente
individualizada, no encuentra que se pruebe la causa que haga nulo el negocio
jurídico que se pretende, debido a que no se probó en ningún momento con los
documentos, que a (sic) otorgar la compraventa contenida en la escritura pública
número ciento veintiuno, faccionada en ésta ciudad de Quetzaltenango el dieciocho
de diciembre del dos mil tres por el Notario Gonzalo Edelmiro Maldonado, se haya
presentado persona distinta a don Enrique Mariano Villagrán Cifuentes y por ende
que la cédula que quien llegó (sic) presentó haya sido falsa, y quien luego al final de
la escritura firmó, lo hizo falsamente también; ya que de la lectura de la misma se lee
que el Notario indicó en la literal a):” Que los comparecientes son de mi anterior
conocimiento,. . . tuve a la vista: a) las cédulas de vecindad de los otorgantes; b)
Primer testimonio de la escritura número cuatrocientos diecisiete de fecha dieciocho
de octubre de mil novecientos noventa y nueve, autorizada en esta ciudad por la
notario: SARA NATIVIDAD IXCARAGUA XEC, con la cual el vendedor justificó su
derecho de propiedad sobre el inmueble objeto de este contrato; no probándose,
como ya se indicó y con ese documento que es el que relaciona directamente a lo
pretendido, que se haya presentado una cédula falsa y que la firma que calza la
escritura con iniciales como lo hace el señor Enrique Mariano Villagrán Cifuentes
(según puede leerse), haya sido puesta por persona distinta al último nombrado,
pues como lo consideró el juez que conoció en la primera instancia, la prueba de
expertos grafotécnicos y documentoscopistas hubiera sido indispensable para
comprobar el extremo que involucra a la firma en la escritura ciento veintiuno ya
varias veces comentada. La declaración de parte prestada por el señor Carlos
Alberto Villagrán Cifuentes, el treinta y uno de julio del dos mil seis, no contiene
hechos que favorezcan al proponente de la prueba, o lo que es lo mismo, que
perjudiquen al absolvente. La declaración testimonial del Notario Gonzalo Edelmiro
Maldonado prestada el dos de agosto del dos mil seis, no indica cómo se estableció
„posteriormente‟ que la persona que llegó en compañía del señor Carlos Alberto
Villagrán Cifuentes era persona distinta a don Enrique Mariano Villagrán Cifuentes y
cómo constató, como lo declaró, que la cédula que presentó quien dijo ser Enrique
Mariano Villagrán Cifuentes y el primer testimonio de la escritura que le presentaron
los otorgantes, son falsos, ni que no haya conocido a las partes como en la
declaración como testigo lo dijo, pues en la escritura se lee, como también ya quedó
apuntado en el cuerpo de esta sentencia, que los comparecientes eran de su anterior
conocimiento, lo que dijo había sido un error involuntario de redacción. La confesión
sin posiciones (ratificación) obrante a folio ciento cuarenta y tres de autos y no al folio
ciento cuarenta y uno como consta en el informe de fecha cuatro de agosto del dos
mil seis, únicamente tiene como fin el que se tome como prueba el que el
demandado contestó en sentido negativo la demanda instaurada en su contra,
misma que no contiene confesión alguna que pudiera perjudicarle, sino por el
contrario negativa. La prueba aportada por el demandado no amerita, en cuanto a
los documentos, volverlos a considerar por haberse efectuado ya y las declaraciones
de los testigos, pierden su valor probatorio, por tener tacha. Lo anterior lleva a los
juzgadores en esta instancia a que debe CONFIRMARSE la sentencia que se
conoce en grado en sus dos puntos resolutivos por no darse el presupuesto invocado
(vicio del consentimiento), y así resolverse”.

EL RECURSO DE CASACIÓN
Enrique Mariano Villagrán Cifuentes interpuso recurso de casación con fundamento
en los casos de procedencia regulados en el artículo 621 incisos 1º y 2º del Código
Procesal Civil y Mercantil. Argumentó que la sala sentenciadora incurrió en
aplicación indebida de la ley y en errores de derecho y de hecho en la apreciación de
la prueba.
Con relación a la APLICACIÓN INDEBIDA DE LA LEY, el recurrente indica que la
sala sentenciadora aplicó en forma indebida el artículo 1257 del Código Civil y
argumenta que si el objeto de la demanda es que se declare la nulidad absoluta del
negocio jurídico y de la escritura pública que lo contiene por no haber concurrido el
consentimiento del vendedor, siendo éste uno de los requisitos esenciales para la
existencia de ese negocio, conforme el primer párrafo del artículo 1301 del Código
Civil, es indebido indicar que se alega vicio del consentimiento emanado de error,
porque ello da lugar a la aplicación indebida del artículo 1257 del mismo cuerpo de
normas citado, que regula la existencia de un consentimiento que adolece entre
otros, del vicio denominado error.
Agrega que la sala establece dos supuestos contradictorios: el primero, se refiere a
establecer si en el negocio jurídico hay ausencia o no concurrencia de los requisitos
esenciales para su existencia, lo que lo haría nulo absoluto. Este supuesto tiene su
sustento en el artículo 1301 del Código Civil. El segundo, es el que se refiere a que,
lo que se alega es el vicio del consentimiento emanado de error, lo cual es propio del
artículo 1257 del Código Civil. “Ambos supuestos, como puntos objeto del juicio, son
contradictorios, debido a que la pretensión contenida en la demanda es que se
declare la nulidad del negocio jurídico y como consecuencia del instrumento en él
contenido, por la no concurrencia de mi consentimiento en ese negocio jurídico, por
lo que la premisa menor de ese supuesto aplicable al caso que se demanda, es el
primer párrafo del artículo 1301 del Código Civil, que se refiere, entre otros, al
requisito esencial de todo negocio jurídico: el consentimiento”. Indica que “ambos
supuestos son contradictorios porque el vicio del consentimiento emanado de error
no puede ser objeto de nulidad absoluta sino que de nulidad relativa o anulabilidad
ya que da por sentado, como premisa básica, que existe el consentimiento. En
cambio, la no concurrencia del consentimiento tiene su fundamento en el primer
párrafo del artículo 1301 del Código Civil y esto fue lo que se demandó, pero al
haberse establecido en la sentencia como punto objeto del juicio, que lo que se alega
es un vicio en el consentimiento emanado de error, provoca una aplicación indebida
del artículo 1257 del Código Civil, porque esto no fue lo que se demandó, lo que
habilita la presente casación por motivo de fondo que se hace valer”.
Con relación al ERROR DE DERECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA que
denuncia, estima infringidos los artículos 127, último párrafo y 161, primer párrafo,
del Código Procesal Civil y Mercantil, por violarse en la apreciación de la prueba del
testigo Gonzalo Edelmiro Maldonado, las reglas de la sana crítica, especialmente los
principios de identidad y no contradicción o congruencia propio de las leyes de la
lógica, y las reglas de la experiencia.
Al respecto, argumenta que la presunción de veracidad y validez de la que está
revestido el instrumento público queda destruida si el propio notario autorizante
declara bajo juramento como testigo ante juez competente, que el demandante de la
nulidad no fue el que compareció a declarar su voluntad en la escritura pública que
contiene el negocio jurídico impugnado de nulidad. Agrega que debió otorgársele
valor probatorio a la declaración testimonial por provenir de la persona idónea, que
estuvo presente el día en que se celebró el negocio jurídico cuestionado de nulidad y
estar dicha declaración revestida de los principios de identidad y congruencia,
propios de la lógica, así como de la experiencia, como parte de las reglas de la sana
crítica. Argumenta que la sala le niega valor probatorio y sin embargo, el notario
estableció con posterioridad que el demandante Enrique Mariano Villagrán Cifuentes
no fue la persona que compareció como vendedor a firma la escritura pública número
ciento veintiuno “porque al verlo constató que no fue quien compareció ante su
presencia a otorgar la escritura pública por él autorizada, y precisamente porque
nuevamente lo vio en la audiencia de la prueba de declaración de su testimonio de
fecha dos de agosto de dos mil seis, que estableció que no fue el señor Enrique
Mariano Villagrán Cifuentes quien llegó a su oficina a firmar dicha escritura, sino que
lo hizo otra persona que no era el legítimo propietario del inmueble objeto de la
venta, por lo que fue sorprendido en su buena fe como notario”.
La declaración relacionada no fue impugnada ni objetada de tacha.
Asimismo, argumenta el recurrente que la Sala sentenciadora viola las reglas de la
sana crítica, siendo estas el principio lógico de identidad y la experiencia, ya que
como supuesto de hecho es sabido por los juzgadores que el Notario fue quien
estuvo presente en el momento de la firma de la escritura pública que contiene el
negocio jurídico demandado de nulidad y que es precisamente por esa circunstancia
que no necesita ser probada, que el propio notario advirtió que el vendedor, como
demandante en el juicio, no fue quien compareció a firmar la escritura autorizada por
él. También viola el principio de no contradicción y de congruencia porque tanto la
cédula como el testimonio que le presentaron al notario, no son documentos que
estén siendo impugnados de nulidad y por lo tanto están excluidos de emitirse
razonamiento alguno en cuanto a su existencia y nulidad, ya que lo que se demandó
de nulidad es el negocio jurídico y como consecuencia, del instrumento público que
lo contiene por lo que basta para acreditar que en el negocio jurídico no concurrió el
consentimiento del vendedor como uno de los requisitos esenciales para su
existencia, que el propio notario autorizante declare bajo juramento ante juez
competente, que el demandante del presente juicio no fue quien compareció como
vendedor a firmar la escritura que él autorizó. En conclusión, el recurrente estima
que la declaración del notario no fue apreciada conforme las reglas de la sana crítica
descritas.
En cuanto al ERROR DE HECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA, el
recurrente argumenta que el mismo recayó en la certificación extendida por la
Secretaría del Juzgado de Primera Instancia del Ramo Civil de Quetzaltenango, con
fecha treinta y uno de enero de dos mil seis, que contiene memorial presentado por
el Notario Gonzalo Edelmiro Maldonado, en el amparo número cuatrocientos
ochenta y cinco guión dos mil cinco. Al respecto argumenta que constituye un error
de hecho en la apreciación de la prueba, que la sala sentenciadora sostenga que
con la documentación analizada no se probó que al otorgarse la compraventa se
haya presentado persona distinta a Enrique Mariano Villagrán Cifuentes, cuando que
el contenido de la certificación aludida, sí se expresa de forma evidente que ese día,
dieciocho de diciembre de dos mil tres, a las diez horas compareció a la oficina
jurídica del Notario autorizante, el señor Carlos Alberto Villagrán Cifuentes,
acompañado de otra persona que suplantó a su hermano, señor Enrique Mariano
Villagrán Cifuentes.
Agrega que el documento auténtico descrito no fue impugnado de nulidad ni de
falsedad, es determinante para el resultado del juicio, toda vez que el mismo notario
en ese documento expresa en forma clara que ante él compareció el señor Carlos
Alberto Villagrán Cifuentes acompañado de otra persona que suplantó a su hermano,
Enrique Mariano Villagrán Cifuentes, lo cual demuestra que en el negocio jurídico
cuya nulidad se demanda, no concurrió el consentimiento del vendedor, como uno de
los requisitos esenciales para la existencia de dicho negocio.

CONSIDERANDO
I
ERROR DE HECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA PRUEBA
El error de hecho en la apreciación de la prueba, como caso de procedencia del
recurso de casación, se configura cuando el tribunal sentenciador omite el análisis o
tergiversa el contenido de documentos o actos auténticos, que demuestren en forma
evidente su equivocación.
En el presente caso, la Sala consideró que no se probó la causa que haga nulo el
negocio jurídico de mérito, ya que “no se probó en ningún momento con los
documentos, que a otorgar (sic) la compraventa contenida en la escritura pública...
se haya presentado persona distinta a don Enrique Mariano Villagrán Cifuentes...”.
De lo trascrito, se evidencia que la sala no omitió valorar la certificación mencionada,
ni tergiversó su contenido, por el contrario, la tomó en cuenta y la apreció, y si le
negó el valor probatorio para acreditar los hechos objeto del juicio, la causal de
casación que podría haberse denunciado hubiera sido error de derecho en la
apreciación de la prueba.
En consecuencia, al haberse incurrido en error de planteamiento, procede
desestimar la causal de casación que se analiza.

CONSIDERANDO
II
Se procede a examinar el ERROR DE DERECHO EN LA APRECIACIÓN DE LA
PRUEBA denunciado.
El error de derecho en la apreciación de la prueba se reduce a la estimación legal
defectuosa de la prueba. Se presenta cuando el sentenciador aprecia la prueba
restándole el valor que la ley le otorga o le da uno que no le reconoce.
De conformidad con el artículo 127 del Código Procesal Civil y Mercantil, el
juzgador apreciará el mérito de las pruebas de acuerdo con las reglas de la sana
crítica y desechará en el momento de dictar sentencia, las pruebas que no se ajusten
a los puntos de hecho expuestos en la demanda y su contestación. La prueba debe
ser razonada por el juez de modo racional, lógico y explicado en la sentencia, y esto
es precisamente lo que significa valoración conforme a las reglas de la sana
crítica. En este sistema de valoración de la prueba, la ley deja al juez que aplique
las máximas que éste ha adquirido por su experiencia en la vida.
En el presente caso, se toma en cuenta la declaración testimonial del notario
Gonzalo Edelmiro Maldonado, prestada el dos de agosto de dos mil seis, y siendo
una prueba eficaz, se le califica como carente de valor legal para acreditar los
hechos sujetos a prueba.
En la declaración testimonial, el notario Gonzalo Edelmiro Maldonado expuso que el
dieciocho de diciembre de dos mil tres, autorizó la escritura pública número ciento
veintiuno y que en esa ocasión no compareció a otorgar su consentimiento el señor
Enrique Mariano Villagrán Cifuentes, ya que compareció únicamente Carlos Alberto
Villagrán Cifuentes acompañado de otra persona quien dijo ser Enrique Mariano
Villagrán Cifuentes. Además, en la declaración testimonial dicha persona, como
notario que autorizó la compraventa, afirma que comprobó que el demandado se hizo
acompañar de otra persona que no fue Enrique Mariano Villagrán Cifuentes, ya que
posteriormente conoció a dicha persona. Por consiguiente, el que firmó la escritura
de compraventa como otorgante vendedor fue otra persona que suplantó a Enrique
Mariano Villagrán Cifuentes. Asimismo agrega que lo dicho le consta porque estuvo
presente, como notario, cuando se suscribió dicho instrumento público.
La fuerza probatoria de la declaración testimonial relacionada, debió haber sido
valorada conforme las reglas de la sana crítica, tomando en cuenta lo preceptuado
por el artículo 161 del Código Procesal Civil y Mercantil.
Doctrinaria y jurisprudencialmente se encuentra establecido que las reglas de la sana
crítica son la lógica, la experiencia, la psicología y que el juez al dictar su fallo debe
decir cómo, haciendo aplicación de cada una de las reglas, llegó a la convicción de
certeza o no de un medio de prueba.
La lógica tiene sus leyes y son las que le sirven de base al juez al valorar las
pruebas. Estas son: ley de identidad, ley de contradicción y ley del tercero
excluido. Si a pesar de respetarse las leyes de la lógica existe un error en la
valoración de un medio de prueba, entra a jugar la teoría del absurdo notorio que
permite a la Corte penetrar en el ámbito de las cuestiones de hecho. Cuando se han
infringido las leyes de la lógica, como en el presente caso, se trata de un error de
derecho, porque el juzgador se apartó de lo que preceptúan los artículos 127 y 161
del Código Procesal Civil y Mercantil. A la declaración testimonial del notario
Gonzalo Edelmiro Maldonado debió dársele valor probatorio por devenir de la
persona idónea, ya que estuvo presente el día en que se celebró el negocio jurídico
cuestionado de nulidad y la declaración está revestida de identidad y congruencia,
propias de la lógica. Dichas leyes de la lógica fueron transgredidas en el
razonamiento que hace el tribunal sentenciador, ya que no le dio valor probatorio a
la declaración testimonial del notario autorizante, quien estuvo presente en la fecha
en que se firmó la escritura pública que contiene el negocio jurídico impugnado de
nulidad y es el testigo idóneo porque le consta quiénes fueron las personas que
firmaron en su presencia, asimismo puede identificarlos y distinguir como verdadero
el hecho de no haber sido Enrique Mariano Villagrán Cifuentes, como demandante
en el juicio, el que compareció como vendedor a firmar la escritura
correspondiente. Si el tribunal sentenciador hubiera aplicado la regla de la
experiencia, habría concluido que el notario autorizante, como tal, advirtió que el
actor no era la misma persona que compareció como vendedor a firmar la escritura
pública número ciento veintiuno, autorizada por él el dieciocho de diciembre de dos
mil tres.
Por último, se establece que se infringió el principio lógico de no contradicción o
congruencia, porque la nulidad que se demandó es del negocio jurídico y como
consecuencia, del instrumento público que lo contiene. En ningún momento se pidió
la nulidad de la cédula de vecindad y testimonio de la escritura pública a que se
refiere el razonamiento de la sentencia impugnada, porque no fue el objeto del juicio.
En consecuencia, procede declarar con lugar el recurso de casación por error de
derecho en la apreciación de la prueba, al estimarse que se infringieron los artículos
127 último párrafo y 161, primer párrafo, del Código Procesal Civil y Mercantil, ya que
las reglas de la sana crítica debieron de aplicarse por la sala sentenciadora para
apreciar el valor probatorio del medio de prueba relacionado; por lo tanto, se deberá
dictar la nueva sentencia que corresponde.

CONSIDERANDO
III
Los jueces, al valorar la prueba, deben evitar hacer un análisis independiente de
cada medio de prueba, más bien conviene relacionar unos medios de prueba con
otros y deducir una convicción del conjunto de elementos probatorios. Por la forma
en que se resuelve el recurso de casación que se analiza, se valora únicamente el
medio de prueba impugnado, pero como se puede apreciar, en los hechos
difícilmente se encuentra una única prueba conclusiva y autónoma, como sucede en
el presente caso.
Teniendo por acreditado que ante el Notario que autorizó la escritura pública de
compraventa compareció una persona distinta del señor Enrique Mariano Villagrán
Cifuentes, se estima que existe ausencia de un requisito esencial para la existencia
del negocio jurídico, como lo es el consentimiento y como consecuencia, procede
declarar la nulidad absoluta del mismo, con base en lo preceptuado por el artículo
1301 del Código Civil, en virtud de que es la norma aplicable al hecho que se
configuró. Se estima conveniente señalar, que el consentimiento no emanó de error
sino que no hubo consentimiento alguno por parte del propietario de la finca número
cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta, folio ciento ochenta y dos del libro
doscientos sesenta.
Los hechos no siempre pueden registrarse en documentos, se acude entonces a su
representación mediante relatos. Si ese relato se obtiene de terceros que han
presenciado los hechos, se está en presencia de una prueba de testigos, como
ocurre en el presente caso. La apreciación de la prueba de testigos, se regula según
las reglas de la sana crítica. Debe verificarse conforme con los principios lógicos
admitidos por el pensamiento humano.
La doctrina distingue en la declaración testimonial, tres elementos
esenciales: sujeto, objeto y forma. En el caso que se examina, el sujeto que declara
es el notario que autorizó el instrumento público cuya nulidad se pide. El conducto
por el cual llegan hasta el testigo los hechos sobre los que depone, influye sobre el
contenido y alcance de su declaración, y siendo el notario autorizante, fue quien
estuvo presente en el momento de la firma de la escritura pública que contiene el
negocio jurídico demandado de nulidad y debido a esa circunstancia, le consta que el
actor no fue quien compareció como vendedor a firmar dicha escritura pública. Por
lo tanto, el testimonio visual, es preciso.
El segundo elemento se refiere al objeto del testimonio y consiste en la descripción
objetiva de hechos que le constan al testigo y se hace por el procedimiento escrito
porque así se regula la materia de la prueba de testigos.
En consecuencia, con base en lo analizado, debe declararse procedente la demanda
de nulidad absoluta del negocio jurídico que el recurrente promoviera, ya que se
tiene por probado que no existió el consentimiento del propietario del bien vendido.
No se entra a conocer de los restantes submotivos de casación del recurso que se
resuelve, en virtud de que, al acoger el caso de procedencia que se examina,
cambian los hechos que se tienen por acreditados. No obstante es oportuno
señalar, que en la sentencia recurrida de casación se incurrió en aplicación indebida
del artículo 1257 del Código Civil, al afirmar que hubo consentimiento con error,
habiéndose violado por omisión el artículo 1301 del mismo cuerpo legal, ya que el
asunto sublitis se refiere a la ausencia del consentimiento.
De conformidad con la ley se debe condenar en costas del proceso a la parte
vencida.

LEYES APLICABLES
Artículos: los citados y 12, 203 de la Constitución Política de la República de
Guatemala; 1251, 1301, 1794 del Código Civil; 25, 26, 44, 51, 66, 71, 79,127, 161,
573, 619, 620, 621, 626, 630, 635 del Código Procesal Civil y Mercantil; 16, 51, 52,
57, 75, 79 inciso a), 141, 143,147,149,172 de la Ley del Organismo Judicial.

POR TANTO
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA CIVIL, con base en lo considerado
y leyes citadas, al resolver, CASA la sentencia impugnada y resolviendo conforme a
la ley DECLARA: I) CON LUGAR la demanda de nulidad absoluta del negocio
jurídico de desmembración y venta; y como consecuencia de la escritura pública que
lo contiene, número ciento veintiuno de fecha dieciocho de diciembre de dos mil tres,
que fuera autorizada por el notario Gonzalo Edelmiro Maldonado, promovida por
Enrique Mariano Villagrán Cifuentes contra Carlos Alberto Villagrán Cifuentes. II) Se
ordena la cancelación definitiva de la primera inscripción de desmembración que
pesa sobre la finca rústica número cuarenta y ocho mil novecientos cuarenta
(48,940), folio ciento ochenta y dos (182) del libro doscientos sesenta (260) del
departamento de Quetzaltenango, así como la primera inscripción de derechos
reales sobre la finca rústica número trescientos trece mil ochocientos cincuenta y
seis (313,856), folio doscientos veintiséis (226) del libro setecientos sesenta y tres
(763) del departamento de Quetzaltenango y la anotación preventiva, letra A sobre
dicha finca. III) Se condena en costas procesales al demandado. Notifíquese y con
certificación de lo resuelto, devuélvase los antecedentes a donde corresponde.

Víctor Manuel Rivera Woltke, Magistrado Vocal Octavo de la Corte Suprema de


Justicia; Augusto Eleazar López Rodríguez, Magistrado Vocal Tercero; Edgar Raúl
Pacay Yaliblat, Magistrado Vocal Sexto; Carlos Enrique de León Córdova,
Magistrado Vocal Undécimo. Jorge Guillermo Aráuz Aguilar, Secretario Corte
Suprema de Justicia.

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