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¡ CAPITULO 8

La ética aristotélica

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La ética aristotélica muestra su plena madurez en la Eti- El bien


ca Nicomaquea, en la cual deja atrás los vestigios de la según
época en que perteneció a la Academia Platónica, noto- Aristóteles
rios todavía en su .Etica Eudemia. Igual que Sócrates y
Platón, verá como fundamento para la vida venturosa
determinar qué es el bien, en cuya búsqueda se afana
nuestra especie; pero, a diferencia de la dualidad plató-
nica entre mundo sensible e inteligible, ve un solo mun-
do, el terreno, para él eterno y al alcance de la mano; la
experiencia diaria será vital: el bien es aquello a que to-
dos los hombres tienden en sus actividades ordinarias.
Con una visión novedosa incluso para nuestro tiem- Etica y
po, Aristóteles considera la ética parte de la política y Política en
por ello el bien de cada persona, si no es ilusorio, vi- Aristóteles
cioso ó equivocado, debe contribuir al desarrollo ple-
no de SU§_ ~ualidades, de tal modo que sean un agrado
para los-demás e incidan de la mejor maneta en el de-
sarrollo de la ciudad. El bien de una sociedad depende
de la vida más o menos virtuosa de sus ciudadanos, así
como la de cada uno de éstos depende de la formación
que reciba de la ciudad por el ejemplo y la legislación
justa, pues el hombre sólo puede desarrollarse en la
plenitud de su ser dentro de la sociedad y nunca aisla-
damente; por definición es un ser político, un ser so-
cial, un zóon politikón. Su lenguaje nos recuerda las más
avanzadas teorías antropológicas del siglo veinte y, des-
de luego, las de un Arnold Gehlen.
Así pues, aunque el alcohol sea un bien para el bebe- Pseudobién
dor, el robo exitoso para el ladrón o el adulterio agrada-

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ble para el adúltero, en la medida que cercenan su pro- Al introducir lo material corpóreo como algo central Platón y
pia completud de hombres íntegros y el bien de otros no del ser y actuar humanos y proponerlo como una sus..:: Aristóte'-es
son modelos en la w.ciedad en que viven, pues se trata, tanda díscola pero al fin y al cabo dominable -y esto
según Aristóteles, de pseudobienes, de hábitos viciosos y como lo meritorio del hombre-, se aleja de la tesis de
no de hábitos virtuosos que contribuyan a configurar la Platón en el sentido de que el cuerpo, el soma, la mate-
realidad humana individual y social evitando deshonrarla ria, es la cárcel del alma. y la bienaventuranza de ésta
o destruirla. El obrar bien es construirse a sí mismo desde consiste en huir del subterráneo obscuro del cuerpo.
las propias potencialidades; es un operar arquitectónico Esta desconfianza hacia la materia en el plano ético, Degradación de
-insiste en este término-, hasta otorgar vigencia a cuanto que desaparece en Aristóteles y en los primeros siglos del la materia
de "substancia" noble oculta nuestra naturaleza. cristianismo, reaparece con la Reforma luterana, que su- corpórea
Sócrates pensaba que una vida alejada de la rectitud pone que el pecado original degradó totalmente la crea-
moral se debía, en el fondo, a falta de rigor en la bús- ción y hay que desconfiar de cuanta sugerencia sibilina
queda exhaustiva de la verdad; de ahí su conocido em- proceda de la materia corpórea, como los afectos, por Protestantismo
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peño por encontrar, a través de la mayéutica y la ironía, ejemplo. Lo corpóreo puede usarse del modo que más y. Capitalismo
caminos que hicieran atractiva para los atenienses una convenga, pues no encierra ningún vestigio de lo sacro;
vida al servicio de dicha búsqueda. de ahí que por ejemplo Max Weber vea una relación di-
Unidad El Aristóteles maduro verá en el trabajo del alma so- recta entre protestantismo y capitalismo. Según él, en
substancial bre el cuerpo y en el trabajo sobre sí misma lo necesa- acuerdo a la teoría de la predestinación absoluta de Calvi-
cuerpo/ rio básico para alcanzar su propio destino. En toda no, el único modo de tener cierta seguridad de estar en- Calvino
alma acción humana influyen el alma y el cuerpo y la parte tre los escogidos por Dios es ·el trabajo disciplinado,
irracipnal del alma que comanda el cuerpo tiene incli- perseverante y ascético aquí en la tierra en algo provecho- 1

naciones poderosas que suelen tender a satisfacerse sin so para todos; el grado de! éxito en ello de algún modo
importar la oportunidad o inoportunidad de su acción, apuntaría a dar cierta seguridad de no estar entre los con-
y menos su nobleza o bajeza. Busca satisfacer hábitos denados. Por lo demás, Dios no escoge según méritos sino
viciosos irracionales porque provocan placer, y el ser según su libre y soberana voluntad. El triunfo en una acti-
vivo corre tras el placer y huye del dolor. De ahí que el vidad costosa aprobada por los demás, que se prueba en
ser humano deba esforzarse por adquirir, con empeño el dinero que la sociedad está dispuesta a pagar por ella,
continuado, hábitos virtuosos que lo perfeccionen y no tiene ventajas: de un lado, da un buen indicio de estar
hábitos viciosos que lo degraden. Aristóteles recuerda predestinado a la salvación y, por otro, dada la atención
que el placer, al adherirse a los primeros, los perfeccio- absorbente que exige a diario, aleja la mente de la pre-
na aún más; en cambio, cuando adhiere a los segundos ocupación por la salvación. No habiendo otros argumen-
sólo contribuye a una destrucción más acabada y se- tos que lleven a conocer los designios de Dios frente a
ductora del propio ser. Que el pl~cer perfecciona Ün nuestro destino, aquello hay que imponérselo sólo como
acto bueno es indudable: quien desarrolla con gozo las un deber, y es lo observado en la mentalidad calvinista y
tareas cotidianas obtendrá algo mucho más acabado que en varias corrientes protestantes de ahí derivadas ya a lo
quien las ejecuta por mero deber. Como dice Aristóte- largo del siglo XVII. El trabajo continuado, disciplinado y
les: "se considera que lo verdadero es lo que parece al riguroso nace así como un mandato del deber; éste, sin
hombre bueno". 5 En otro pasaje dice también: "el hom- otras consideraciones, impera. Weber ve aquí la fuente
bre virtuoso a todo prefiere lo bello y lo bueno". 6 más importante del espíritu del capitalismo; dice:

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Lo que esta época del siglo XVII legó como herencia a su suce-
sora utilitaria fue la exigencia de una conciencia buena (po-
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artes, excepto el conocimiento mismo; en cambio, para la


de las virtudes el conocimiento tiene poca o ninguna impor-
dríamos decir, farisaicamente buena) en materia de enriqueci- 1 tancia, mientras que las demás no la tienen pequeña, sino
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miento, con tal que éste se realizase en formas legales. ¡ total, ya que son precisamente las que resultan de realizar
Max Weber Desapareció todo el resto del Deo placere vix potest y nació el t muchas veces actos justos y morigerados ... Con razón se dice
ethos profesional burgués. El empresario burgués podía y de- f pues que realizando acciones justas se· hace uno justo, y con
bía guia:rse por su interés de lucro, si poseía la conciencia de r acciones morigeradas, morigerado. Y sin· hacerlas ninguno
hallarse en estado de gracia y de sentirse visiblemente bendeci- i tiene la menor probabilidad de llegar a ser bueno. 8
do por Dios, a condición de que se moviese siempre dentro de
la corrección formal, que su conducta ética fuese intachable y Se ve ahí, en un giro abiertamente distinto al de Sócra- Hábito y
no hiciese un uso inconveniente de sus riquezas. Además, el tes y Platón:, que el mero conocimiento de la virtud, de lo virtud
gran poder del ascetismo religioso ponía a su disposición traba- bueno, no hace virtuoso, sino el velar por escoger lo justo
jadores sobrios, honrados, de gran resistencia y lealtad para el de manera firme, decidida y constante para acostumbrar
trabajo, por ellos considerado como un fin· de la vida querido al hábito a no guiarse por lo más fácil y placentero, sino
por Dios; y, por otra parte, tenía la seguridad tranquilizadora por lo recto, por lo que permite llevar al hombre a lo que
de que la desigual repartición de los bienes de este mundo es su auténtico ser le pediría para sentirse realizado y así
obra especialísima de la providencia divina, que, por medio de
vivir verdaderamente feliz. Sólo el ejercicio voluntario cons-
estas diferencias y del particularismo de la gracia, persigue fina-
lidades ocultas, desconocidas para nosotros.7 tante de la virtud acostumbra ser de verdad virtuoso por-
que la fuerza de los hábitos y pasiones dominan al hombre.
Kant El mismo Kant, inmerso en la atmósfera protestante, Ante una situación que exige coraje es más fácil anona-
postulará que una conducta realmente ética sólo cabe darse en la cobardía o. proceder descontroladamente en
a la manera de imperativo categórico, de mandato ra- forma temeraria que actuar con prudente valentía. Disci-
dical de la razón práctica, de puro deber frío y descar- plinarse en no actuar en forma tímida ni exaltada lleva a
nado, sin atenerse a lo que las circunstancias afectivas una conducta asertiva, justa:, agradable y satisfactoria para
concretas e individuales de cada momento sugieran sí y los demás; y es obra de una disciplina adquirida por la
como la conducta adecuada. voluntad. Decir la verdad en algo decisivo es más honesto
Acto Por otra parte, no es efectivo que la importancia con-
y difícil que disimularla o negarla; lo consigue quien se
virtuoso y cedida a las decisiones de la voluntad en la productivi-
ha disciplip.ado desde siempre en ello, aunque muchas
voluntad dad ética de la conducta humana sea propia de la época
veces no sea conveniente para sus circunstancias. Tampo-
moderna y se inicie, en cierto modo, con Descartes y
co es digno de imitar quien miente habitualmente ni quien
Kant; fue Aristóteles quien definió un acto virtuoso como
va "arrojando verdades a los cuatro vientos", venga o no
aquel elegido y producido por la voluntad misma: ;~·
al caso, pues lo deseable es el término medio del juego
... tampoco son semejantes el caso de las artes y de las virtu- de tendencias y pasiones, no el arrebato.
des; en efecto, los productos de las artes tienen en sí mismos
Y recalco la importancia de la voluntad en la ética aristo- Importancia
su bien; basta pues que reúnan ciertas -~0_11diciones; ·en ·éarn-
bio, las acciones de acuerdo con las -virtudes no están hechas
télica, dada su trascendencia en la historia de la disciplina: de la
justa o morigeradamente si ellas mismas son de cierta mane- voluntad
Que la voluntad tiene por objeto el fin, ya lo hemos dicho;
ra, sino si también el que las hace reúne ciertas condiciones pero unos piensan que aquél es el bien y otros que es el bi~n
al hacerlas: en primer lugar, si las hace con conocimiento; aparente. Si se dice que el objeto de la voluntad es el bien,
después, eligiéndolas, y eligiéndolas .por ellas mismas; y en se sigue que no es objeto de voluntad lo que quiere el que
tercer lugar, si las hace en una actitud firme e inconmovible. no elige bien (ya que si es objeto de voluntad será asimismo
Estas condiciones no cuentan para la posesión de las demás un bien; pero si así fuera, sería un mal); por otra parte, si se Verdad y bien

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dice que es el bien aparente el que es objeto de la voluntad, con una visión acertada de lo permitido y lo prohibido, es
se sigue que no hay nada deseable por naturaleza, sino para perfectamente dominable. Por lo tanto, considerar bue""
cada uno lo que así le parece: una cosa a unos y otra a otros, nos a quienes dan un fin aceptable o venturoso a aquello
y si fuera así, cosas contrarias. Si estas consecuencias no nos esencial que hace del hombre un verdadero hombre, no
contentan, acaso deberíamos decir que de un modo absolu-
es en absoluto un argumento circular.
to y en verdad es objeto de la voluntad el bien, pero para
Quiero insistir en el exceso y el defecto en las virtu- Definición
cada uno lo que aparece como tal. Así para el hombre bue-
no lo que en verdad lo es; para el malo cualquier cosa [... ] des como importante para circunscribir el bien dentro de la virtud
El bueno, efectivamente, juzga bien todas las cosas y en de la Etica Nicomaquea:
todas ellas se le muestra la verdad. Para cada carácter hay y la virtud tiene que ver con pasiones y acciones, en las cua-
bellezas y agrados peculiares y seguramente en lo que más se les el exceso y el defecto yerran, mientras que el término
distingue el hombre bueno es en ver la verdad en todas las medio es elogiado y acierta; y ambas cosas son propias de la
cosas, siendo, por decirlo así, el canon y la medida de ellas. virtud. Por lo tanto, la virtud es un .cierto término medio,
En cambio, en la mayoría el engaño parece originarse por el puesto que apunta al medio. Además, se puede errar de. mu-
placer, pues sin ser un bien lo parece, y así eligen lo agrada- chas maneras (pues .el mal pertenece a lo indeterminado,
ble como un bien y rehúyen el dolor como un mal. 9 como imaginaban los pitagóricos, y el bien a lo determina-
El hombre En suma, la voluntad verdadera es la que elige el bien, do), pero acertar, sólo de una (y por eso una cosa es fácil y
virtuoso la otra difícil; fácil errar el blanco y difícil acertar); y por
esto es, aquellos actos o conductas que llevan al desarro-
estas razones también son propios del vicio el exceso y el
llo pleno de lo mejor que cada ser humano lleva implíci- defecto, y de la virtud el término medio. Sólo hay una manera
to dentro de sí. Insiste, en la Etica Nicomaquea, en que los de ser bueno, muchas de ser malo. 10 Es por tanto la virtud un
hombres virtuosos o buenos son los que hacen lo mismo hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a
que los hombres virtuosos. Dicha definición ha sido acu- nosotros, determinado por la razón y por aquella por la cual
sada de tautológica, cuando sólo apunta a la profundidad decidiría el hombre prudente: 11
con que él ve el posible dominio de las pasiones y tenden- Líneas más adelante agrega: "Sin embargo, no toda ac-
cias que, encegueciendo al hombre, le hacen creer, por ción ni toda pasión admite el término medio, pues hay algu-
ejemplo, que la vida licenciosa, la del corrupto, la del ávi- nas cuyo mero nombre implica la maldad, por ejemplo la
do, proporciona placeres y ventajas constantes. Como se malignidad, la desvergüenza, la envidia; y entre las acciones,
sabe, quien se desliza por esa "atractiva" pendiente sólo a el adulterio, el robo y el homicidio. Todas estas cosas y las
través de una conducta heroica logrará rescatarse. Según semejantes a ellas se llaman así por ser malas en sí mismas,
Aristóteles, si esa persona en un momento de claridad se no sus excesos ni sus defectos". 12 Así muestra la diversidad
enjuicia a sí misma y supone a todos los demás adoptan- de caminos para distinguir el bien del mal, diversidad
do conductas como la suya, forzosamente comprobaría que excluye la mera geometría ética que alguien pu-
que así no podría perdurar una ciudad o una sociedad diese suponer plausible.
más allá de una o dos generaciones. Aristóteles ~:ul:rraya Dada la trascendencia de la virtud en la ética aristo-
que es imposible estimar como un bien ético aquello que télica -considerada por muchos una ética de las virtu-
arrastra a la destrucción de lo humano; para él sólo es un des-, es bueno situar con precisión su lugar en ella;
bien lo conducente al pleno florecimiento humano en transcribiré una extensa e importante cita que permite
las condiciones más agradables, y en tal sentido, seguir en conocer desde la partida la diferencia entre el modo
la conducta el ejemplo de aquellos estimados dignos por de pensar aristotélico y el de filósofos como Hume y
una sociedad puede darnos coraje y claridad en el mane- Kant, relevantes para las corrientes modernas sobre es-
jo del tormentoso mundo pasional, que, al fin y al cabo, tos temas. Dice Aristóteles:

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Pasiones, Después de esto tenemos que considerar qué es la virtud. Pues- el hombre incorpora una parte que en cierto modo par-
f qcultades, to que las cosas que pasan en el alma son de tres clases, pasio- ticipa de la razón, porque exhorta hacia lo mtjor a lo
hábitos nes, facultades y hábitos, la virtud tiene que pertenecer a una humano más corpóreo que lucha y contiende con dicha
de ellas. Entiendo por pasiones apetencia, ira, miedo, atrevi-
razón, la cual, al fin y al cabo, conduce a lo correcto al
miento, envidia, alegría, amor, odio, deseo, celos, compasión, y
en general los afectos que van acompañados de placer o dolor.
hombre continente y morigerado. De este modo, lo irra-
Por facultades, aquellas en virtud de las cuales se dice que nos cional es doble: lo vegetativo no participa en nada de la
afectan esas pasiones, por ejemplo aquello por lo que somos razón, pero lo apetitivo y desiderativo sí, en cuanto le es
capaces de airamos o entristecemos o compadecemos; y por dócil y obediente. "Que lo irracional se deja en cierto
hábitos, aquello en virtud de lo cual nos comportamos bien o modo persuadir por la razón lo indica también la adver-
mal respecto de las pasiones; por ejemplo, respecto de la ira tencia y toda representación y exhortación." 16
nos comportamos mal si nuestra actitud es desmesurada o la- A la razón la divide también Aristóteles en dos: una La parte
cia, y bien si obramos con mesura; y lo mismo con los demás se orienta a contemplar a entes cuyos principios no pue- científica y
[... ] Por lo tanto, no son pasiones ni las virtudes ni los vicios,
porque no se nos llama buenos o malos por nuestras pasiones,
den darse de una manera azarosa, como ocurre con los la parte
pero sí por nuestras virtudes y vicios; ni se nos elogia o censura objetos científicos, cuyos principios definitivos es nece- calculativa
por nuestras pasiones [ ... ] pero sí se nos elogia y censura por sario investigar y descubrir, y por eso llama a esta parte
nuestras virtudes y vicios. Además sentimos ira o miedo sin nues- · "científica"; la otra parte ·del alma tiene que ver con lo
tra elección, mientras que las virtudes son en cierto modo elec- que puede ser de varias maneras, siendo preciso esco-
ciones o no se dan sin elección. Además de esto, respecto de las ger entre ellas la que más se desee; la llama "calculati-
pasiones se dice que nos mueven; de las virtudes y vicios no que va", "ya que deliberar y calcular son lo mismo, y nadie
nos mueven, sino que nos dan cierta disposición. delibera sobre lo que no puede ser de otra manera. De
Por estas razones, tampoco son facultades; en efecto, ni se
suerte que la calculativa es una parte de la racional" .17
nos llama buenos o malos por poder sentir las pasiones sin
más, ni se nos elogia o censura; además, tenemos esa facul- Y agrega: "La operación de las dos partes intelectivas es
tad por naturaleza, pero no somos buenos o malos por natu- por consiguiente la verdad; por lo tanto, las disposicio-
raleza: de esto ya hablamos antes. Por lo tanto, si las virtudes nes que más favorezcan en una y en otra. la realización
no son pasiones ni facultades, sólo queda que sean hábitos. 13 de la verdad, ésas serán las virtudes de ambas". 18
Virtudes En páginas anteriores, aludiendo a lo racional e irra- Entre las actividades de la segunda parte racional
dianoéticas cional del alma, precisa una cuestión que influyó de un del alma,Ja calculativa, hay algunas que son objeto de
modo u otro en todo el pensamiento occidental hasta hoy: producción, como las cosas técnicas o las obras del
y virtudes
arte; y otras que son objeto de acción o actuación en
éticas También la virtud se divide de acuerdo con esta diferen- la vida diaria. La capacidad de ver y elegir entre posi-
cia: pues·· decimos que unas son dianoéticas y otras éticas, y bilidades no es un. absoluto matemático, sino que está
así la sabiduría, la inteligencia y la prudencia son dianoéti-
determinada por la razón del hombre prudente; cada
cas, la liberalidad y la templanza, éticas; 14
[ ... ] pues si hablamos del carácter no decimos q11e alguien
uno se hace responsable de lo que estima mejor para La fronesis
es sabio o inteligente, sino que es amable- 6 morigerado; y sí y más digno de preferir; ésta es la responsabilidad
también elogiamos al sabio por su hábito, y a los hábitos asumida por el "lagos del parónimos" .19 En su correc-
La parte
dignos de elogio los llamamos virtudes. 15 to desempeño juega un papel fundamental la fronesis,
racional y la
la prudencia.
parte no Aristóteles distingue en el alma una parte racional y
racional del otra irracional; esta última, que gobierna la nutrición y Pues bien, parece propio del hombre prudente el poder
alma el crecimiento, es común a todos los vivientes, pero en discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él

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mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para la salud, dan a extremarse desviándose hacia el mal. Dijimos que
para la fuerza, sino para vivir bien en general. Señal de ello las pasiones desmesuradas se alejaban del bien y destruían
es que incluso en un sentido determinado los llamamos pru- la posibilidad de que el hombre alcance el verdadero fin
dentes cuando razonan bien con vistas a algún fin bueno de
los que no son objeto de ningún arte [... ] De suerte que, si
de su existencia, fin en el cual consiste su bien. El hom-
toda ciencia va acompañada de demostración [... ] y asimis- bre ·posee capacidad de alcanzar el verdadero bien, de
mo tampoco es posible deliberar sobre lo que es necesaria- llegar a ser bueno; todo .depende de él. mismo, de que
mente, la prudencia no podrá ser ciencia ni arte o técnica sepa elegir con prudencia entre los múltiples deseos que
[... ] Tiene que ser, por tanto, una disposición racional verda- lo tientan los que efectivamente conducen a realizar las
dera y práctica respecto de lo que es bueno y malo para el auténticas virtudes. La verdadera elección es de los bie-
hombre. Porque el fin de la producción es distinto de ella,
nes que cada uno necesita realizar para llegar a ser lo
pero el de la acción no puede serlo: la buena actuación mis-
ma es un fin. 20 que está llamado a ser; la elección errada a que lo arras-
tran las pasiones del momento -que conducen más a la
Más adelante agrega con fuerza: "De modo que, ne- destrucción o la paralización de la realización de lo que
cesariamente, la prudencia es una disposición racional la naturaleza de ese hombre ansía- en el fondo no es
verdadera y práctica respecto de lo que es bueno para elección, por eso Aristóteles afirma que la voluntad siem-
el hombre". 21 pre elige el bien y es lo escogido por el hombre bueno,
La La prudencia es una deliberación ágil en considera- que vemos ir dando existencia a lo mejor implícito den-
prudencia ción a las circunstancias, comandada por la rectitud y tro de sí guiado por la recta razón, que "ve la verdad en
orientada a obtener un fin bueno; su carácter es norma- todas las cosas". 23
tivo, pues prescribe la conducta que se debe seguir. Re- Junto con la inteligencia práctica se halla la inteli- · Inteligencia
quiere de un razonar que abarque las particularidades gencia teórica, cuyo destino es conocer aquella reali"" práxica e
del momento y de una intuición sagaz que haga armoni- dad que. "no puede ser de otra manera", y en que es inteligencia
zar las circunstancias para actuar de modo correcto en el preciso descubrir -no elegir- la esencia y el origen ver- teórica
tiempo oportuno. Entre los políticos, cuya exigencia de
dadero de los seres a través de la ciencia o episteme, de
prudencia es, por decirlo así, más necesaria, Aristóteles
la intelección de los primeros principios o nous, y de la
cita como modelo nada menos que a Pericles.
sabiduría- o sofía, todo lo cual ha sido desarrollado con
El optar siempre por el bien y defenderlo oportuna
una profundidad asombrosa en sus obras; aquí sólo nos
e inoportunamente exige coraje, rectitud de alma y el
interesaba destacar la importancia capital de la fronesis
sacrificio de posiciones ventajosas: no es fácil hallar pru-
dencia con la frecuencia deseada en un medio en que en la estructura básica de la ética.
domina la conveniencia o la cobardía. Respecto de la justicia y la amistad, sus ideas son clá- La amistad
La voluntad, dice Aristóteles, pone el deseo, y la p_ru- sicas; citaremos un pasaje sobre la amistad para gozar
dencia elige, de entre los cáminos posibles, el mejor para un instante de la perspicacia de su análisis ético.
realizar ese deseo, teniendo en cuenta la consideración
inteligente de las capacidades de cada uno para obtener No es posible ser amigo de muchos según la amistad perfecta,
como tampoco amar a muchos a la vez. La amistad tiene cier-
su propio bien o, como diríamos hoy, su verdadera reali-
ta apariencia de exceso, y los sentimientos excesivos no se en-
zación. Fronesis es "discurrir bien sobre lo que es bue- derezan naturalmente sino a una persona. No es fácil que
no", 22 guiando al carácter, al ethos, de modo que las muchos agraden vivamente al mismo individuo, y tampoco lo
disposiciones múltiples y valiosas del carácter no tien- es quizá que existan muchos hombres de bien. Es preciso,

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además, haber cobrado experiencia mutua y alcanzado fami- ·hay en nosotros, su actividad de acuerdo con la virtud que le
liaridad, lo cual es sobremanera difícil. En cambio, es posible es propia será la felicidad perfecta. Que es una actividad con-
agradar a muchos por utilidad y por placer, pues las gentes de templativa ya lo hemos dicho. Esto parece estar de acuerdo
esta especie son muchas, y poco tiempo piden estos servicios.24 con lo que antes dijimos y con la verdad. En efecto, esta
actividad es la más excelente (pues también lo es el entendi-
Al comienzo del libro VIII ha dicho: "la amistad es miento entre todo lo que hay en nosotros, y entre las cosas
una virtud o va acompañada de virtud; y es, además, la cognoscibles, las que son objeto del entendimiento); ade-
más, es la más continua, pues podemos contemplar conti-.:
cosa más necesaria en la vida. Sin amigos nadie escoge-
nuamente más que hacer cualquier otra cosa. Y pensamos
ría vivir, aunque tuviese todos los bienes restantes". 25 que el placer debe hallarse mezclado con la felicidad, y la
Hablando de la amistad consigo mismo afirma que, actividad que se refiere a la sabiduría es, de común acuerdo,
como el ser del hombre existe como algo dual o plu- la más agradable de las actividades conforme a la virtud ... 28
ral, desgarrado a veces dentro de sí mismo -ya que
racionalmente desearía hacer. tales o cuales cosas, y Y más adelante: "Parecería que sólo esta actividad. se
sensualmente otras distintas-, puede experimentar ama por sí misma, pues nada se saca de ella aparte de
sentimientos contradictorios: amor por sí mismo y, a la contemplación, mientras que de las actividades prác-
veces, invadido por los remordimientos, no tener nin- ticas obtenemos siempre algo, más o menos, aparte de
guno. la acción misma". 29
La justicia El tema de la justicia exige un largo estudio que va Si el hombre no logra alcanzar el grado de perfec- Dificultad
más allá del alcance de este capítulo, pero valga el re- ción que significa el contemplar las verdades últimas, de del ser
cuerdo de que Aristóteles la consideró la virtud más per- todos modos deberá ejercer las demás virtudes -la forta- virtuoso
fecta del hombre· en relación con sus semejantes: "La leza, la justicia, la amistad, la generosidad, la ayuda in-
justicia así entendida no es una parte de la virtud, sino condicional a los otros-, teniendo siempre presente que
toda la virtud, como la injusticia contraria no es una par- . la virtud comprende tanto la elección del hacer como el
te del vicio, sino el vicio todo [ ... ] La virtud y la justicia modo de ejecutarlo y, en general, de todo lo necesario
son lo mismo en su existir, pero en su esencia lógica no para ponerlo en práctica, pues el hombre no es un ente
son lo mismo, sino que, en cuanto es para otro, es justi- solitario sino que convive con otros, de los cuales recibe
cia, y en cuanto es tal hábito en absoluto, es virtud". 26 mucho de- lo que necesita y a quienes también debe dar.
La felicidad El fin del hombre es la búsqueda de la felicidad, ac- En todo momento es consciente Aristóteles de la dificul- 1

tividad que se basta a sí misma, "pues todas las cosas, tad de llegar a ser virtuoso, sea por los tropiezos del pro-
por así decirlo, las elegimos por causa de otras, excep- pio carácter -nada fáciles de enmendar proporcionando
to la felicidad, que es ella misma el fin", 27 y aloja en las meros conocimientos o conceptos teóricos-, sea por ma-
actividades realizadas conforme a la virtud. los ejemplos, por la tentación de los placeres viciosos o
Dice Aristóteles: por una educación defectuosa. De ahí la importancia de
por lo menos imitar a los hombres buenos, -a aquellos
Si la felicidad es una actividad conforme a la virtud, es razo- que ponen a la vista todo lo que pediríamos a alguien
nable que sea conforme a la virtud más excelente, y ésta será para considerarlo digno y ejemplar.
la virtud de. lo mejor que hay en ·el hombre. Sea pues el
Tanto para la contemplación como para ejercer el
entendimiento o sea alguna otra cosa lo que por naturaleza
parece mandar y dirigir y poseer intelección de las cosas be-
resto de las virtudes necesitamos algunos bienes exter-
llas y divinas, siendo divino ello mismo o lo más divino que nos, pues somos seres corporales y el cuerpo tiene sus

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propias y· naturales exigencias, si bien se puede ser vir- bién la armonía, el resplandor, la belleza de lo· realizado.
tuoso, bueno y feliz sin demasiadas posesiones materia- Un acto feo, de mal gusto, es, al revés, dudosamente ético;
les ni privilegios ni figuraciones desmedidas. Aristóteles Llama la atención, sin embargo, que en la mirada ética El amor
recuerda a Solón, que consideraba feliz al hombre mo- de Aristóteles, quizás la más honda con que cuenta la
deradamente provisto de bienes exteriores, que exhibie- Historia, se insista tanto en el juego entre la prudencia,
ra templanza y que hubiera realizado las acciones más los hábitos, las virtudes, la conducta ejemplar como com-
hermosas; también recuerda a Anaxágoras, que afirmaba ponentes esenciales de una vida buena, y se olvide el
que el hombre feliz puede parecer extravagante al vulgo amor al hombre con sus alturas y bajezas, el amor al
al renunciar a las excesivas riquezas, ''ya que éste juzga prójimo y a uno mismo como fuerza dinámica capaz
por las cosas exteriores que son las únicas que percibe". 3º de derrotar el egoísmo, la envidia, el resentimiento y a
Placer y La diferencia entre el placer y la felicidad, aunque cuanto aleja del verdadero bien y arrastra a su oscure-
felicidad no lo dice Aristóteles, está en que el placer puede ser cimiento íntimo y desrealización. El amor -por el cual
vir~oso pero también vicioso, mientras que la felici- se puede divisar en las mayores miserias humanas lo
dad sólo es premio por haber desarrollado las poten- valioso que se esconde hasta en el más insignificante
cialidades del ser humano hasta alcanzar ese grado de los hombres, para tratar de rescatarlo y elevarlo-
supremo que es poder gozar con la visión directa de la aparece desdibujado en la obra aristotélica, que nos su-
belleza y la verdad en su sola esencia. El placer es tran- merge en una atmósfera de cierto pesimismo ante los
sitorio y necesita darse constantemente y con estímulos innumerables hombres que han tenido la mala fortuna
cada vez mayores, pues tiende a agotarse o a aburrir si de nacer en ambientes viciosos, sin suerte para encon-
se repite con cierta monotonía. La felicidad no cansa trarse en intimidad con hombres virtuosos que les sir-
jamás, no se agota, abre a cada instante nuevas profun- vieran de fuente inspiradora. El amor, en cuya virtud
didades; lo contrario de ella no es el aburrimiento, sino uno se goza, más allá de lo puramente intelectual, con
simplemente su ausencia. La mayoría de los hombres, el bien y la contemplación de lo amado, será adquisi-
que vive en medio de los fragores del mundo, de la ción del cristianismo y se mostrará con esplendor en el
avidez por el dinero, de los honores, de la figuración pensamiento y la obra de un san Agustín, un san Fran-
social, quizás ni sepan que nunca la han conocido y cisco de Asís, un san Buenaventura, un santo Tomás de
confundan los placeres abundantes proporcionados por Aquino. Sin amor a la menesterosa naturaleza huma-
su afanosa vida con aquello que Aristóteles llama la bea- na, con una pura ética de las virtudes, se puede ir lejos
titud de la contemplación o la felicidad en sí. pero difícilmente se transformará la situación de quie-
La beUeza Insiste Aristóteles en que la virtud debe abarcar no sólo nes, agobiados por problemas, se sientan tentados por
el bien, sino la belleza, lo que era casi connatural al alma el abismo.
griega: el bien no sólo vale por sí mismo, también mue~tra Cabe señalar sin embargo un mérito más de Aristó- Importancia
en sí cierto respl~dor al ser uno de los trasceñdentales teles; al considerar el alma substancialmente unida al para la ética
que se da de tantas formas como el Ser. La belleza, como cuerpo, al ver .un cierto parentesco analógico entre los de la unión
sostendría más tarde la Edad Media, es el resplandor de la seres, al ver en el alma "en cierto modo todos los en- substancial
forma, que es a su vez lo que constituye a un ser en algo tes" ,31 lo que le permite identificarse con cada uno de cuerpo/
determinado. Por eso es casi lógico que quien realiza un ellos y conocerlos en sí mismos, el filósofo pudo intuir alma
bien, quien da vida a un acto virtuoso, no sólo perciba su en qué medida es posible mirar dentro del ser humano
contribución al perfeccionamiento de la realidad, sino tam- y en qué medida los apetitos, los afectos, los aspectos

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1

ETICA Y BIOETICA CAPITULO 9

irracionales de la naturaleza pueden sublevarse en su Hume y la falacia naturalista


contra y cómo subsanar esto.
Esta -unidad alma-cuerpo desapareció con Descartes
y desde entonces se hizo cada vez más difícil manejar y
'
1 !

convertir al bien la parte irracional del ser humano,


puesto que no había puente entre lo uno y lo otro.
Hume considerará que la dinámica de la ética la pro-
porcionan los afectos, y las escuelas inglesas contempo-
ráneas han popularizado el valor de las emociones: el
destino humano sería el resultado del juego de esas
emociones. No queda claro el camino de la inteligen- Con cierta frecuencia, sobre todo después de Darwin, Conducta
cia o de la voluntad para manejar estos fenómenos. del neodarwinismo y de la sociobiología, las tendencias ética y
Kant creyó zanjar la distancia entre razón y cuerpo naturalistas han intentado ver la eticidad del ser del evolución
-cuya relación íntima ignoramos- mediante una orden hombre como un simple resultado de la evolución, en
imperial de esa razón que dictamina desde sí cuáles el sentido de que comportarse de un modo u otro se-
son los deberes de obligación perfecta: el imperativo ría consecuencia de procesos biológicos susceptibles de
categórico debe ser obedecido por el hombre todo. No intervención. Esta podría tomar la forma del influjo del
cabe estudiar las apetencias imperiosas del cuerpo y tra- medio ambiente, el aprendizaje o las múltiples formas
tar de dirigirlas a través de una labor disuasiva, de un de presión de la sociedad. Se procura hallar antece-
aprender con el ejemplo, de un ejercitarlas y conducir- dentes de virtudes éticas en diversas especies animales;
las a. diario hacia el bien ético; sólo la permisión o la es clásico mostrar el caso de las termitas, antecesoras a
prohibición dictada por el imperio de la razón. Rota la veces muy elocuentes de conductas heroicas de las que
analogía del ser aristotélico, rota la unión substancial se ufanan los hombres.
del alma con el cuerpo gracias a la cual la primera po- Las termitas soldados se hacen matar por el enemi- Altruismo
día conocer y manejar en su interior las secretas aspira- go para que el resto de su comunidad tenga tiempo de animal
ciones del cuerpo, sólo cabría, a la manera de Kant, un salvarse; c:1.y_es y rp.amíferbs llegan hasta perder la vida
mandato desde lo alto, desde el deber, en la forma en bajo las garras de los predadores en defensa de sus crías;
que se muestra nítidamente a la razón. Seguramente la fidelidad de los perros a sus amos es proverbial. En
influyó en la formulación de este postulado el entorno fin, el altruismo, la abnegación y la fidelidad suma son
protestante en que se movió Kant. numerosos en la etología animal.
La solución kantiana, pese a todos los agregados pos- Para Darwin, el hombre posee una naturaleza bioló-
teriores (desde luego, los de Max Scheler), resulta de gica dotada de sentido moral y simpatía, y gracias a
algún modo autoritaria y no del to<:lo convincente·; hace ello forma sociedades con un código ético cada vez más
desear una nueva forma de intuir al hombre, más de perfeccionado debido a que el proceso de simpatía, de
acuerdo con la experiencia diaria, que muestre otra vez ayuda y consideración a los otros traspasa el entorno pri-
unidos íntimamente lo psíquico y lo somático, lo aní- mario de parientes y amigos de la propia comunidad;
mico y lo corpóreo, lo que abriría una esperanza a la todo ello se hereda. Sin embargo, la confrontación de la
renovación de la ética y la bioética. hipótesis darwiniana con la historia de la humanidad
muestra un camino zigzagueante con abruptas caídas y

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ETICA YBIOETICA GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

no ese ascenso continuado que sería de esperar si la y que otros -como el hombre- acuden además a las
naturaleza llevara inscrita en sus células una ética que
l tradiciones que se acumulan y se trasmiten de una ge-
í
determinara de modo predominante sus acciones. J neración a otra.
No basta tampoco el sentido moral para producir Sin embargo, a cualquiera se le hace difícil pensar Etica·y
actos morales, pues inciden de modo trascendente las que incluso en el hombre la influencia genética no im.- determinación
conveniencias de cada momento y la libertad de deci- ponga ciertos límites a la libertad, pues en los genes se genética
dir ante las variadas opciones posibles. acumula la experiencia adaptativa y, si caben conduc-
Etica y La sociobiología posterior, con Edward Wilson y otros, tas diversas, es sólo dentro de límites marcados por la
sociobiología trata de explicar la ética a partir de la existencia de evolución genética. ¿Cómo hablar entonces de ética
conductas básicamente altruistas en virtud de las cua- como resultado de un libre y autónomo trabajo de la
les lo que importa a la evolución no es tanto el indivi- conciencia? ¿De qué modo interactúan el acervo gené-
duo como la especie; eso es lo que trata de resguardar tico y los mecanismos cognitivos por los cuales el indi-
el pool genético, y entonces nó importa el sacrificio de viduo analiza "por dentro" las decisiones que toma.y, si
algunos de los mejores individuos, como en los casos son exitosas, las comparten otros y se convierten entra-
de conductas suicidas de los animales para defender a dición? Según Cambell y Wilson, el hombre, a diferen-
los hijos o a los miembros de la comunidad, pues los cia de otras especies, es un ser ultrasocial, lo cual
sobrevivientes también portan los genes altruistas, que facilitaría la acción del altruismo y la pertenencia a la
así se trasmitirán a través de las generaciones permi- sociedad en que vive. Danielli ha sugerido que se libe-
tiendo el avance evolutivo. El altruismo humano sería rarían opiáceos endógenos en el cerebro al ejecutarse
un paso más en la misma línea, y la ética, una de las conductas altruistas. El naturalismo biológico y el cog-
tantas expresiones de la biología. Con todo, los socio- nitivo serían dominios importantes en los que investi-
biólogos dicen con prudencia que ei altruismo ético y gar para avanzar en esta línea.
el biológico no son idénticos. Con todo, y frente a las posturas de las éticas natura-
Etica y La existencia de condiciones ambientales diversas a listas, se comprende que los animales no son éticos pues
origen del las que han estado sometidos los grupos humanos a lo no pueden actuar de manera distinta a como lo hacen,
lenguaje largo de los tiempos ha obligado, según los biólogos, a aun jugándose la propia existencia, porque ese tipo de
expresar el altruismo en formas variadas de acuerdo comporta.miento es instintivo, es pauta de conducta ins- Conciencia y
con el tipo de trabajo, clima, número de integrantes crita en el sustrato biológico de la especie y, por ende, altruismo
de una tribu, etc. Así se crearon tradiciones que, para otro comportamiento sólo podría obedecer a alguna
trasmitirse, exigieron ya desde temprano la creación anormalidad. En el caso de los perros que se dejan mo-
del lenguaje, o que sólo fueron posibles gracias a la rir cuando su amo fallece, les acomete la depresión,
aparición del lenguaje, que en un comienzo habría sido acompañada como es habitual de pérdida del interés,
de tipo imperativo, como lo exige hasta hoy un lengua- del apetito, del vigor vital. En ninguno de tantos casos
je al servicio de la ética. Etica y origen del lenguaje de supuesto altruismo o heroísmo animal hay una elec-
estarían de ese modo estrechamente ligados. ción entre varias conductas posibles, una de las cuales
En Genes, Mind and Culture ( 1981), Lumsden y Wil- implicase riesgo de la vida y otras no. Además, para
son tratan de explicar las conductas éticas de animales que estas decisiones fuesen heroicas el animal debería
y hombres diciendo que algunos animales se valen para tener conciencia de que lo que se juega es su existen-
adaptarse de conductas predominantemente instintivas, cia -debería saber lo que es la muerte- y, por lo que

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ETICA Y BIOETICA
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

sabemos, el hombre es el único ser que conoce su des- Una fórmula célebre quiere resumir este estatuto es-
tino. En consecuencia, si se ignora lo que se sacrifica,
aun en el supuesto de una conducta libremente elegi-
1 pecial de lo ético, pero desde un punto de vista distinto

da, no puede otorgársele calidades como generosidad, i del de la libertad: "De lo que es no puede deducirse lo
que debe ser". La "falacia naturalista" es la opinión con-
Etica y
altruismo, heroísmo. l
( traria. En una misma persona y en situaciones similares
Justamente porque pueden escoger su conducta, hay pueden darse comportamientos diferentes y es probable
libertad hombres que descuidan a sus hijos para gozar de su
que, aun siendo muy parecidos, mantengan una fisono-
propia vida, hay soldados que huyen del campo deba:. mía peculiar; de ninguno de ellos en todo caso podría
talla temerosos de la muerte, hay personas que no so- decirse antes de que ocurran cómo serán con exactitud.
corren al vecino que es atacado para no correr riesgos; G. K Moo:re atribuye haber descubierto la falacia natu- La falacia
por eso quienes_ adoptan la conducta contraria apare- ralista a David Hume. Este suponía que en el análisis cog- naturalista
cen como nobles, dignos, abnegados, valientes. Sin la noscitivo de una conducta sólo se podía comprobar la
libertad de elegir conductas diversas, sin saber que se existencia de los hechos, analizarlos, coordinarlos, mirar-
corren riesgos de ganar o perder prestigio, de obtener los en su conjunto, identificarlos como un todo, pero no
o no ganancias personales, de jugarse o no la vida, no valorizarlos respecto de _si son como deberían haber sido,
puede hablarse de mundo ético y establecer gradacio- correctos o incorrectos, buenos o malos. El conocimiento
nes entre el supuesto comportamiento ético de los ani- nos da el es no lo valora desde un ángu).o ético, ese es.
males y el del hombre.
Arraigo Frente a un asesinato, por ejemplo, podemos mirar el ca-
No por ello debemos olvidar que los comportamien- dáver y las violencias de que esa persona fue víctima, pero
biológi,co del tos éticos humanos arraigan profundamente en lo bio-
comportamiento lógico; allí nace, igual que en los animales, la tendencia desde el punto de vista del es, o sea, de lo que ahí se ve,
ético a velar por los hijos y por todo cuanto diga relación no cabe ir más lejos; tarea igualmente cognoscitiva será
investigar quién le dio muerte y cuál fue el motivo. Aho-
con la supervivencia de la especie. Lo diverso en el hom- ra, según Hume, la naturaleza humana está de tal modo
bre es que a ese ímpetu se agrega el conocimiento de conformada que frente a un asesinato seguramente res-
cuánto gana y cuánto pierde si quiere satisfacerlo y la ponderá con un sentimiento de horror, y será ese estado
libertad de aceptarlo o detenerlo.
Predictibilidad afectivo el que hará repudiable el hecho y le otorgará una
De lo biológico y anímico del hombre surgen sus ím- connotación negativa, o sea, la de algo que no debió ocu-
de la conducta petus para actuar, transformar, realizar; es lo constitutivo
humana de su ser. El problema es que el comportamiento ético, rrir; es el sentimiento de repulsión el que marca ética-
mente la situación. Y frente a un acto de abnegación, de
la conducta real que uno u otro adoptará para darle con- generosidad, de altruismo, es el sentimiento de gozo, de
creción al ímpetu de obrar o no obrar venido del centro aprobación, de admiración el que surgirá, el que deter- Etica y
de su ser es impredecible, aun conociendo el carácter de minará que se trata de un acto positivo. En suma, no sur- respuesta
1a persona. ¿Qué hará un hombre que hierve de rabia ge la calidad de la estimación ética del mero actuar, de lo afectiva
frente a quien le ha insultado? ¿Le dedicará un gesto de que el es en cuanto captado por los sentidos y el entendi-
desprecio, abofeteará, optará por el silencio? ¿Lo perdo- miento, sino de la "resonancia afectiva" que suscita; de
nará? Sólo caben presunciones probables, en ningún caso este modo la ética pasa a ser cuestión de sentimientos,
seguridades absolutas, ni siquiera esa seguridad razona- una teoría de dilatada vigencia en la tradición inglesa,
ble propia de las ciencias experimentales, porque la pre- que llega hasta Wittgenstein, Camap, Ayer, Stevenson y
sencia de la libertad admite respuestas múltiples. todos los autores de las teorías emotivistas más recientes.
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ETICA Y BIOETICA
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

Carentes de respuestas afectivas de alabanza o de repu- nosotros podremos señalar la diferencia entre ambos. Nues- Calificación
dio, las conductas ·podrían ser constructivas o destructi- tras decisiones sobre la rectitud o depravación morales son de los actos
vas, pero no habría modo de tomar conciencia de si evidentemente percepciones; y como todas nuestras percep- según la
deberían ser o no de esa manera. La ética en cierto modo ciones, sean impresiones o ideas, la exclusión de las unas
impresión
comienza cuando a algo se le exige que provoque estados constituye un co.nvincente argumento en favor de las otras.
La moralidad es, pues, más propiamente sentida que juzga-
que producen
afectivos de agrado o seducción y no de asco o repelen-
cia, en cuanto esto compromete la serenidad o aun más da, a pesar de que esta sensación o sentimiento sea por lo
la felicidad que el alma humana necesita para todos sus común tan débil y suave que nos inclinamos a confundirla
desempeños. con una idea, de acuerdo con nuestra costumbre de consi-
derar todas las cosas que tengan una estrecha semejanza en-
Dice Hume en el Tratado de la naturaleza humana: tre sí como si fueran la misma cosa.
El problema siguiente es: ¿de qué naturaleza son estas im-
Hume "En todo sistema moral de que haya tenido noticia, hasta presiones y de qué modo actúan sobre nosotros? No nos es
ahora, he podido siempre observar que el autor sigue du- posible tener dudas a este respecto por mucho tiempo. Es
rante cierto tiempo el modo de hablar ordinario, estable.; preciso reconocer, en efecto, que la impresión surgida de la
ciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre virtud es algo agradable, y que la procedente del vicio es
los quehaceres humanos, y de pronto me encuentro con la desagradable. La experiencia de cada momento nos conven-
sorpresa de que, en vez de las cópulas habituales de las pro- ce de ello. No existe espectáculo tan hermoso como el de
posiciones es y no es, no veo ninguna proposición que no · una acción noble y generosa, ni otro que nos cause mayor
esté conectada con un debe o un no debe. Este cambio es im- repugnancia que el de una acción cruel y desleal [... ]
perceptible, pero resulta, sin embargo, de la mayor impor-
Ahora bien, dado que las impresiones distintivas del bien
tancia. En efecto, en cuanto este debe o no debe expresa alguna
o el mal morales no consisten sino en un particular dolor o
nueva relación o afirmación, es necesario que ésta sea obser-
placer, se sigue que, en todas las investigaciones referentes
vada ·y explicada y que al mismo tiempo se dé razón de algo
a esas distinciones morales, bastará mostrar los principios
que parece absolutamente inconcebible, a saber: cómo es
que nos hacen sentir satisfacción o desagrado al contem-
posible que esta nueva relación se deduzca de otras total-
plar un determinado carácter para tener una razón convin-
mente diferentes. Pero como los autores no usan por lo co-
cente por la que considerar ese carácter como elogiable o
mún de esta precaución, me atreveré a recomendarla a los
censurable. 33
lectores: estoy seguro de que una pequeña reflexión sobre
esto subvertiría todos los sistemas corrientes de moralidad,
La teoría de Hume es antinaturalista en cuanto anti- Contradicciones
haciéndonos ver que la distinción entre vicio y virtud ni está
basada meramente en relaciones de objeto ni es percibida deductivista -del ser no se deduce el debe ser-y suma- en la teoría
por la razón". 32 mente seductora aun cuando cae a ratos en argumentos de Hume
circulares; sin embargo, más allá hay contradicciones
Es el célebre is > ought passage, de gran trascendencia frecuentes con aquello que habitualmente se estima bue-
para las escuelas antinaturalistas y emotivistas actl!élles. no o reprobable. El acto de asesinar a alguien aparece a
Vale la pena r~producir el comienzo del capítulo si- primera vista como absolutamente reprobable, pero al
guiente: terrorista o al vengador de una ofensa le despierta esta-
dos afectivos de agrado y por lo tanto debería conside-
El curso de la argumentación nos lleva de este modo a con- rarse algo bueno y digno de imitarse. Para que la
duir que, dado que el vicio y la virtud rio pueden ser descu- hipótesis de la bondad de este último caso fuera vale-
biertos simplemente por la razón o comparación de ideas, sólo dera, tendría que exigirse que tanto el asesino como el
mediante alguna impresión o sentimiento que produzcan en asesinado -en el supuesto de que éste conservara una

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GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

misteriosa conciencia- obtuvieran el mismo agrado, lo t ciega. La comparac10n no me parece válida, por lo
que se muestra absurdo. El ladrón, el violador, el tira- f menos si se acude a la conciencia común de la huma-
no, cuando tienen éxito gozan, y si ésta fuera la señal l nidad, pues, aunque parezca sumamente estimable ser
de la virtud, del bien, deberían considerarse hombres i
É capaz de captar la belleza, a nadie se le menosprecia
buenos, sin entender por qué quienes se satisfacen con
0 se le vigila por carecer de gusto; en cambio, desde
otro tipo de conductas deben condenarlos. Sin embar- siempre se ha esperado de todos los hombres que se-
go, la realidad es que ese tipo de personas se sienten pan apreciar y cumplir normas de conducta ética, y
ajenas al camino recto; tal vez, si encontraran un modo siempre preocupa la absoluta insensibilidad de alguien,
de adaptarse al tipo de vida de las personas que ellos más aun si tiene poder, que no ve ni respeta ciertas
mismos estiman honestas, lo adoptarían.
reglas éticas mínimas. Apuntaría a una equivocación
Es cierto, como dice Hume, que la mayoría de las radical de la especie humana el exigir que la existencia
personas posee el sentimiento de benevolencia, de sim- de todos se rigiera por algo que no elegimos tener o
patía, de justicia, en cuya virtud experimentarán satis-. no tener, como sería el caso si la percepción de lo no-
facción íntima, gozo, cuando su actuar vaya en beneficio ble y lo abyecto la· marcase la posesión o carencia de
propio y de los demás, pero cabe el reparo de que son los afectos correspondientes, sin que la inteligencia pu-
pocos los que a lo largo de su existencia no experimen- diera aportar nada o se limitara a suscitarlos. Así nadie
tan un placer especial cuando tienen más éxito -sin tendría responsabilidad alguna, y los grados de etici-
reparar en medios- que aquellos con los cuales les toca dad de una persona dependerían exclusivamente de
convivir, y que no estén constantemente comparándo- estar más o menos dotado de esos afectos. Lo más pro-
se con los otros para ver si los superan, pues el llegar a bable, pues, es que sea Hume el equivocado.
ser rp.ás que ellos les hace felices, sin sentimiento de A comienzos de este siglo, el notable inves~igador G. E. Moore
culpa alguno. Por algo consideramos paradigmas mo~ inglés G. E. Moore volvió a poner de relieve la falacia y la/alacia
rales a quienes se alegran y hasta sacrifican por el éxito naturalista como un solapado peligro para la ética. 33 naturalista
de su prójimo; los miramos siempre como excepción. Para Moore un problema fundamental· es que el con-
Indudablemente el carácter, el grado de salud, el cepto de bien, clave de la disciplina, es de por sí indefi-
medio social, las condiciones biológicas influyen en nible, como es indefinible el color amarillo, y por lo
hacer más fácil o difícil una vida con altura ética, pero tanto sólo se lo puede intuir, pero de ningún modo
esto mismo apunta a que lo ético es un camino y una precisar mediante conceptos racionales: así como para
meta con su configuración propia, que todos debe- quien es ciego a los colores no hay manera de hacérse-
mos esforzarnos en conseguir, y no sólo un sentimien- los conocer, para quien sea ciego frente al bien no hay
to connatural.
Percepción del modo racional de que lo vea y lo aprecie. El bien es el
_ Hume ha comparado la capacidad de percibir__ el deber ser, pero lo intuimos apenas, sin posibilidad de
bien y del mal
deber ser ético con el percibir la belleza; como él dice, obtener su conocimiento razonando a partir de lo que
a ninguna de estas percepciones se podría llegar a tra- es, que resulta ser justamente lo captado por los senti-
vés de la razón: a alguien incapaz de percibir la cali- dos y la razón. Para definir algo es necesario disponer
dad de una obra pictórica, de una obra musical, de de conceptos que abarquen y circunscriban lo definido
una obra arquitectónica, a una persona carente de sen- de tal modo que se haga visible en todo su alcance;
sibilidad estética, no hay modo racional de hacerla re- pero, como hace notar Moore, no hay palabras que ten-
ceptora de aquello para lo cual desde la partida es gan un sentido similar al de la palabra "bien" y que
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GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

pudieran usarse con el mismo alcance; sano, veraz, sin-


cero, auténtico, etc., son voces de ningún modo idénti-
cas a "bien". Basta recordar que una verdad puede
usarse para agredir a alguien; que puede cumplirse un
compromiso sin que éste sea un bien; se puede ser sin-
,
(
pida. En todo actuar hay un factor de indeterminación
porque aun razonando correctamente nunca abarca-
mos la multiplicidad de factores involucrados y tampo-
co sabemos cómo recibirán los otros nuestra actuación;
esta incertidumbre impide derivar con total certeza del
cero en una lucha artera contra alguien y nadie llama- es el deber ser, como quien sabe con seguridad que si
ría a eso un bien. Por lo tanto, imprecisable mediante suma dos objetos a otros dos obtendrá cuatro. Se trata,
conceptos racionales la idea de bien, no habría modo en todo caso, de la inabarcabilidad de la realidad, no
de convencer a quien, por ejemplo, evade impuestos o de la inabarcabilidad de la noción de bien.
hace publicidad engañosa de que ello no es propio de Cualquier intento por definir el bien nos deja insa- El bien como
la órbita del bien. tisfechos; no porque aquello en que consiste exceda la protoconcepto
Imposibilidad El bien como pura intuición lleva de hecho al relati- esfera de la razón, de las facultades cognoscitivas, sino
de definir el vismo moral, pues cada uno puede intuirlo de maneras
porque es una realidad fundante que impregna y le da
bien distintas. No es raro entonces que, después de Moore,
consistencia a toda realidad, que forma parte de lo nu-
la palabra intuición cayera en descrédito y gran parte clear de lo real. No hay conceptos que engloben una
de los moralistas ingleses la reemplazaran por algo más realidad más vasta que ellos mismos gracias a los cuales
tangible como la emoción y se hayan hecho emotivis- cupiese acotarlo, como cuando se define al hombre di-
tas, recordando de un modo u otro a Hume. El proble- ciendo que es un animal racional o un animal cultural,
ma de la indefinición del bien -y en consecuencia el para lo cual se acude, como es obvio, a conceptos que
de que los modos de percibirlo varíen de un hombre a abarcan realidades mucho más grandes y no exclusivas
otr9- es uno de los más trascendentes para el ser hu- de lo humano. Precisamente porque lo bueno es una
mano. realidad que lo abarca todo, en cada momento debe-
Racionalidad Sin embargo, es innegable que cada vez que tene- mos señalar en concreto del "bien" de que estamos ha-
y decisión mos que tomar decisiones importantes -de las cuales
blando y respecto de qué y en qué situación, pues
humana depende lo que en ese momento consideramos nues-
admite infinitas configuraciones. El bien es un funda-
tro bien- procuramos apartar de la cabeza cuantos es- mento de concepto, un protoconcepto que la razón debe
tados emotivos pudieran inducirnos a error, para tener constantemente a la vista para elaborar los con-
razonar de la manera más fría posible; de hecho es di- ceptos propiamente tales con los cuales enjuicia la rea-
fícil dejarse arrastrar por el afecto cuando hay razones lidad; el protoconcepto de bien es más racional que los
claras para hacer o no hacer algo. Como es lógico, en clásicos conceptos racionales, pues es una de sus fuen-
toda empresa humana, por muy apoyada en la razón tes primordiales. Zubiri afirma con acierto que la reali-
que se encuentre, hay elementos de incertidumbre, y dad no es premoral como creía Hume, sino protomoral.
en caso de resultados desfavoraqles_ concluireriios que El concepto en sí es la forma como la inteligencia Conocimiento
no supimos prever tales ó cuales factores, o que calcu- esclarece zonas precisas de la realidad, y en ese sentido y respuesta
lamos mal la rec:lcción de las otras personas con quie- es delimitado y pueden predicarse desde él juicios y afectiva
nes deberíamos contar para el éxito nuestro. En todo razonamientos; el protoconcepto de bien, en cambio,
caso la advertencia será llevar más lejos el rigor de nues- es uno de los horizontes desde el cual se conceptuali-
tros razonamientos futuros, de ningún modo entregar- zan tales o cuales aspectos o formas del bien, pero que
nos a la intuición vaga o a lo que el sentimiento nos nunca lo abarcan en su totalidad.

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CAPITULO 10
¡
Ahora, es imposible que al mismo tiempo que una
aprehensión racional de ese tipo no brote instantánea-
mente un sentimiento de atracción, de simpatía o de
neutralidad por dicho bien, con el agregado de que si
l
1
Deontologismo: Kant l

no nos atrajese a nosotros, comprendemos de inmedia-


to que pudiese ser atractivo para otros habiendo una
correspondencia apreciable de inmediato entre lo mos-
trado por la inteligencia y nuestra respuesta afectiva y
volitiva.
Nuevos pensamientos se elaborarán en busca del me-
jor camino para conseguirlo si se trata de un bien apro- La preocupación de Hume por evitar la falacia natura- Kant
piado para convertirse en nuestro bien. Una discordancia lista desaparece en Kant, para quien es el deber ser y
entre lo que muestre el conocimiento y nuestra respuesta no el ser lo que funda al ser moral. Hume ejerció gran
afectiva y volitiva nos dejaría perplejos o apuntaría a influencia en la elaboración de la teoría kantiana del
una perturbación mental. Hay una correlación íntima conocimiento, que introduce sin embargo correcciones
entre razón, afecto, interés, volición, gana, impulso, pues fundamentales a su teoría al agregar los juicios sintéti-
todo proviene del mismo yo, y no de un sentimiento de cos a priori a los juicios analíticos y sintéticos a posteriori,
simpatía que se adosa o no a lo que se conoce para mo- y al basar su estructura en las dos ciencias más acaba-
ver a la conquista o al repudio, como pensaba Hume y das de su tiempo: la física y la matemática, conocimien-
todo el empirismo inglés, que parte de una división o tos en que, dice Kant, el sujeto cognoscente desempeña
sep~ación de las facultades psíquicas, tendencia muy pro- un papel activo acomodando los datos recibidos de fue-
pia del siglo dieciocho que parece superada, desde lue- ra a las formas primarias de la sensibilidad y a las cate-
go por la fenomenología y, más allá, por la evidencia gorías del entendimie_nto. Para Kant,jamás conocemos
diaria. De esta manera se esfuma la falacia naturalista, en la realidad tal como es, independiente· de nuestro co-
cierto modo uno de los fundamentos del relativismo nocimiento. Sólo éste, sometiéndola a un condiciona-
ético, y hoy es difícil aceptarla fácilmente; y cuando su- miento, __)~ hará cognoscible. Después de Kant sólo
cede, tras una rigurosa discusión, tampoco se trata del conocemos fenómenos y no "noumenos" o cosas en sí.
naturalismo ético ingenuo.
La antigua realidad natural, que en su estado puro e
inmodificado creyeron conocer los griegos, los hom-
bres del medioevo y los modernos hasta Leibniz, se es-
fuma, y lo que ahora nos es accesible es sólo una
realidad epistemológica.
Se comprende que este mundo, débil en cierto modo Ser y
-pues en su configuración ha tenido tan activa partici- conocimiento
pación nuestro conocimiento crítico-, posea escasa fuer- en Kant
za como para prescribir normas morales que muevan
nada menos que a nuestra voluntad a manejarlo desde
el punto de vista del bien. Es un mundo creado por
nuestro yo para gozarlo, dominarlo, transformarlo; no

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GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

tiene vigor para sugerimos que tales o cuales compor- universal- lo intuyen de forma idéntica los demás hom-
tamientos serían los correctos para nuestro más íntimo
destino. El sujeto, en cambio -afirma Kant-, se capta,
I; bres? No lo explica en forma convincente Kant, y podría
aducirse-entonces que cae en una postura dogmática o
no sólo como creador de aquellas categorías del enten- en un subjetivismo puro.
1
dimiento y formas de la sensibilidad con que se hace Como en el hombre, según Kant, no hay concordan- Imperativo
accesible el dominio de la naturaleza, sino también en cia absoluta entre la razón y la voluntad y a ésta tam- categórico e
el aspecto incondicionado de sí mismo. Por lo tanto sólo bién la pueden mover fuertes inclinaciones s~nsibles, imperativo
él -capaz de decirse a sí mismo qué es en sí- posee legi- el deber moral visualizado por la razón práctica tiene el hipotético
timidad para darse formas de comportamiento ante su carácter de mandato, de imperativo que debe obede-
propia conciencia y la de los demás, .y de poner a su cerse, aun cuando cabría dejarse llevar por los deseos
servicio al resto de la naturaleza que él ha configurado sensibles, porque muchas veces éstos no coinciden con
de acuerdo con las normas que b~Ótan autónomamente el sumo bien y la realización de este sumo bien. es lo
de su yo, el que a su vez no ptie_cle ve.rse influido heteró- que dignifica al hombre. Por eso el deber ser debiera dar
nomamente por un mun9-o que le está subordinado. origen al ser a que. de hecho aspiraríamos configuran-
El De ahí que los mandatos éticos brotan en él y desde do nuestra conducta. Para ello es preciso eludir todo
imperativo él, como. un imperativo categórico. Ahora, si sólo na-
objeto de deseo, toda tentación corporal si no concuer-
categórico cen de él, ¿cómo puede saber que son justos? Lo sabe
da con lo que debería ser la actuación de algo destina-
al percibir que lo que él quisiera como un bien para él do a orientarse .siempre hacia el bien. Sin embargo,
desea que todos los hombres lo sintieran para sus res- como seres finitos que somos, muchos de estos deseos
pectivas personas como un bien. Por lo mismo, el im- singulares, si se realizan sin ir abiertamente contra el
perativo categórico es algo que agradaría ver como bien, nos dan felicidad y cabe con prudencia acceder a
norma ética universal, y este deber ser aspira a gobernar ellos; por supuesto, no pueden constituirse en una ley
soberanamente sobre el ser, o sea, sobre nuestro com- moral para la humanidad entera, en un imperativo ca-
portamiento. tegórico, sino en imperativos hipotéticos, aptos sólo para
Ley moral y El yo kantiano es, por decirlo así, el creador de todos satisfacer nuestra subjetividad.
libertad los demás fenómenos configuradores del mundo; su co-
La ley moral, el imperativo categórico, es el funda- Hombre y
nocimiento moral no es tanto obra del entendimiento como mento del deber común a todos los hombres; el esfuer- persona
de la razón, que se ocupa de pensar las ideas, a diferen- zo por visualizarla y cumplirla convierte al hombre en
cia de los fenómenos de la ciencia que sí los conoce el una persona abierta al bien, más allá del mero yo cog-
puro entendimiento. En cuanto ser .guiado por la ley noscente creador de un mundo de fenómenos como
moral, el hombre se independiza del determinismo cau- en el caso de la ciencia. Conocemos la ley moral a priori
sal a que lo obligan las leyes de la naturaleza, se convier- y es apodícticamente cierta, y aun cuando constara que
te en fin en sí m'ismo y se hace q.paz_de un obrar libre y nadie la ha cumplido a cabalidad. Son expresiones del
autónomo. La moralidad humana es el respeto a la ley imperativo categórico: "Obra sólo según una máxima
moral que brilla con luz propia dentro del yo, y así se tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne
constituye, de hecho, el hombre en persona. ley universal", 34 "Obra de tal modo que uses la humani-
Sin embargo, surge una duda:. ¿cómo saber que el dad, tanto en tu persona como en la persona de cual-
imperativo categórico que percibe tan claro un hom- quiera otro, siempre como un fin al mismo tiempo y
bre -hasta el extremo de que quiere verlo como ley nunca como un medio". 35 De este modo los hombres,

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_I
ETICA YBIOETICA
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

en cuanto sujetos· morales, constituyen un reino de fi-


nes, en el cual todos son iguales. Dice la célebre cita de
Kant: "Ni en el mundo ni, en general, tampoco fuera
¡ sino al revés, la ley moral la que determina y hace posible el
concepto de bien, en cuanto éste merece absolutamente tal
nombre. 37
1

del mundo es posible pensar nada que pueda conside- t Ejemplo de la insistencia de Kant en el rigor ético y
rarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una
buena voluntad". 36
'
1 en que todo se haga exclusivamente por amor a la ley
Ley·moral y
costumbres
Bien y ley Aun cuando se comprobara que todos los hombres moral es la siguiente cita, que alude al cuidado por las
moral mienten o roban, siempre sería evidente para el yo que buenas costumbres -fundamento de la vida vigorosa dé
lo correcto es decir la verdad y respetar los bienes del los pueblos-, pues Kant creía que las costumbres se man-
otro. Es la ley moral la definidora de lo que es bien, y tienen saludables en la medida en que sean guiadas
no el bien el que configura la ley que lo gobierna; por- por el cumplimiento estricto de la ley moral:
que la ley moral, como las leyes de. la naturaleza, no Una metafísica de las costumbres es, pues, indispensable, ne-
puede aceptar excepciones: una ley con excepciones cesaria, y lo es no sólo por razones de orden especulativo,
no es ley. Por ejemplo, la salud no es el fin que persi- para descubrir el origen de los principios prácticos que es-
gue una ley moral, pues una excelente salud puede ser tán a priori en nuestra razón, sino porque las costumbres mis-
herramienta para el bien pero también para hacer el mas están expuestas a toda· suerte de corrupciones mientras
falte ese hilo conductor y norma suprema de su exacto en-
mal; lo mismo podemos decir de la riqueza material,
juiciamiento. Porque lo que debe ser moralmente bueno no
de la amistad, etc. Es la ley moral -de acuerdo con su
basta que sea conforme a la ley· moral, sino que tiene que su-
imposibilidad de admitir excepciones- la que descubre ceder por la ley moral; de lo contrario,, esa conformidad será
qué conducta puede tener esas características como para muy contingente e incierta porque el fundamento inmoral
que sea un objetivo deseable; por ejemplo, tratar a las producirá a veces acciones conforme a la ley, aun cuando
personas siempre como un fin y nunca como un me- más a menudo las produzca. contrarias. Ahora bien; la ley
dio para obtener gratificaciones de otro orden. Tal debe moral, en su pureza y legítima esencia -que es lo que más
ser origina el es de la conducta humana, si pretende importa en lo práctico-, no puede buscarse más que en una
filosofía pura; esta metafísica deberá pues, preceder, y sin
orientarse, como se lo exige una voz íntima, por el en-
ella no podrá haber filosofía moral ninguna, y aquella filoso-
cuentro de un bien sólo usable como bien.
fía que m~z.cla esos principios puros con los empíricos no
merece el nombre de filosofía -pues lo que precisamente·
He aquí el lugar adecuado para explicar la paradoja del
distingue a ésta del conocimiento vulgar de la razón es que
método, en una crítica de la razón práctica, a saber: que el
concepto de lo bueno y malo tiene que ser determinado, no antes de la filosofía expone en ciencias separadas lo que el conoci-
miento vulgar concibe sólo mezclado y confundido-, y mu-
la ley moral [para la cual ese concepto· parecía deber ser
colocado como fundamento], sino sólo [como aquí ocurre] cho menos el de filosofía moral, porque justamente con esa
después de la misma y por la misma [ ... ] Pero como ya se mezcla de los principios menoscaba la pureza de las costum-
bres y labora en contra de su propio fin. 38
ponía a la base·de toda ley práctica un obj<=to según co:riéep-
tos del bien y deLmal, como ese objeto-empero, sin una ley
anterior, no podría ser pensado más que según conceptos Esta deontología kantiana, pese a haber sido critica- Vigencia de
empíricos, quedaba suprimida de antemano la posibilidad da por excesivamente rigorista (es perceptible la influen- la postura
aun sólo de pensar una ley purá práctica; mientras que, por cia de Lutero), ha ejercido profunda influencia en casi kantiana
el contrario, si se hubiera buscado antes analíticamente esa todas las éticas del siglo diecinueve y del siglo veinte, y
ley, se hubiera encontrado que no es el concepto del bien la sigue teniendo a través de Habermas y otros. En la
como objeto el que determina y hace posible la ley moral, bioética actual aparece, por ejemplo, en Fundamentos

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GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO :¡


ETICA Y BIOETICA ¡¡
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de la bioética, la conocida obra de H. T. Engelhardt. Se- rectamente encaminada es considerar siempre al hom- 11
'I

gún este autor -de acuerdo con el pensamiento de la bre como fin incondicionado y jamás como medio. Por
sociedad posmoderna que él no comparte-, el hombre ser fin en sí y nunca medio es que goza de dignidad
es persona sólo como realidad moral, o sea, en cuanto suma, y esa dignidad no puede ser vejada cometiendo
se piensa y se sabe libre, responsable y legislador de su actos despreciables o satisfaciendo deseos propios.
propia vida. Por esta razón los enfermos en coma, los La razón práctica kantiana no parte de consideracio- Etica y
retrasados mentales, los embriones no son personas ni nes materiales, de lo que a la voluntad le convenga ha- razón
sujetos de derechos para este pensamiento posmoder- cer en cada momento, sino sólo de consideraciones práctica
no, y en conse<;:uencia no cabe gastar esfuerzos en la formales, precisamente las del imperativo categórico. Su
conservación de sus vidas si ello significa una molestia consideración formal suprema es: "obra de tal modo
para los encargados de cuidarlos. Dice Engelhardt res- que puedas querer que tu máxima se convierta en ley
pecto de esta línea de pensamiento: universal". De ahí su oposición abierta a Aristóteles, cuya
ética de la prudencia le parece acomodaticia, construida
Lo que distingue a las personas es la capacidad de tener con- para aprovechar de la mejor manera las circunstancias
ciencia de sí mismas, de ser racionales y de preocuparse por y en conseéuencia dudosamente moral. La razón prác-
ser alabadas o censuradas. tica posee un discernimiento claro desde sí misma, no
Por otra parte, no. todos los seres humanos son personas,
desde las circunstancias, para saber qué es el bien y
no todos son autorreflexivos, racionales o capaces de formar-
se un concepto de la posibilidad de culpar o de alabar. Los dónde está.
Una ética tan puramente deontológica ha encontrado Eticas
fetos, las criaturas, los retrasados mentales profundos y los que
se encuentran en coma profundo y desahuciados son ejem- hasta hoy numerosos contradictores, que ven en ella otra talitativas
plos. de seres humanos que no son personas. Estas entidades falacia, la "falacia idealista", en que el es deriva de un
pertenecen a la especie humana pero no ocupan una posi- deber ser alejado de la realidad del comportamiento hu-
ción en la comunidad moral secular en sí mismos, ni por sí mano histórico, que sólo seres muy excepcionales ejem-
mismos; no pueden culpar o alabar, ni son censurables ni loa- plificarían. Por eso muchos han intentado encontrar
bles, no toman parte principal en la empresa moral secular
caminos para la ética más cercanos a lo que muestra la
porque sólo las personas tienen esa posición [ ... ] no tiene sen-
tido hablar en términos seculares generales del respeto por la antropología, la sociología, la biología y las ciencias en
autonomía de los fetos, las criaturas o los adultos profunda- general. Como reacción, se han dirigido hacia éticas pu-
mente retrasados que nunca han sido racionales [ ... ]39 ramente talitativas y no ideológicas, o sea, que partan de
lo que el hombre es con todas sus condiciones concretas.
Voluntad y Según Kant, una voluntad, por el solo hecho de que- Algunas proclaman que ni el es deriva del deber ser ni vice-
bien rer, es buena, pues una voluntad que no quisiese nada versa. Llevado al extremo, ello supone un relativismo éti-
sería una contradicción; ahora bien, lo querido, si ella co total, que sostiene que la conducta debe guiarse por la
escucha su deseo íntimo, tiene taJTiqjén que ser bueno, mera conveniencia. Una de las éticas talitativas mejor pen-
pues bueno ~s lo que satisface el querer puro; el pro- sadas y de mayor trascendencia es la de Hume y sus con-
blema es que la voluntad no siempre se escucha a sí tinuadores anglosajones, que fundamentan el bien ético
misma y la perturban las inclinaciones contingentes, a en la emotividad, en el sentimiento; por cierto, no todas
veces sumamente fuertes, de la naturaleza corporal hu- caen en el relativismo puro. Ejemplo clásico de ética tali-
mana. De ahí la insistencia de Kant en que el punto de tativa es el utilitarismo de regla y de acto (consecuencia-
partida de toda ética que quisiera cerciorarse de estar lismo), que ha gozado de bastante prestigio hasta hoy.

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CAPITULO 11
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

El consecuencialismo Cuando se argumenta que la esencia de lo ético es Sentido


buscar lo útil, no se entiende por útil su sentido res- de lo útil
tringido u ordinario de instrumento que sirve para des-
empeñar una tarea, como un lápiz, o algo como el
alimento o el ejercicio, que contribuyen a la salud, o el
dinero que da poder para adquirir cosas y darse gustos
de otro modo imposibles, sino como sinónimo de pla-
cer, gozo, felicidad. Ahora, para que el gozo o el placer
sean una felicidad, no deben seguirse como su conse-
cuencia directa efectos perniciosos para sí o para los
Entre las variadas explicaciones del ser moral del hom- demás, como en el caso de la drogadicción, de la avari-
bre ocupan un lugar importante las escuelas teleoló- cia, de la agresión, de la usura,. de la contaminación
gicas, que suponen que el deber ser de la conducta lo consciente. El utilitarismo, sobre todo el de la regla,
dirime el fin último que persigue todo actuar huma- insiste en que, si al buscar nuestro placer tenemos en
no. Centrales en estas escuelas _son las corrientes con- cuenta que también sea placentero para los demás, no
secuencialistas y, dentro de ellas, las utilitaristas, sólo damos satisfacción a nuestros sentimientos de sim-
generalmente de origen anglosajón y que han sido vin- patía hacia el prójimo, sino que contribuimos a crear
culadas con el epicureísmo y corrientes similares de una atmósfera más grata, pues mientras más felices es-
la antigua Grecia. tén los otros, con más benevolencia y generosidad nos
Utilitarismo El primero en usar el nombre de utilitarismo es Je~ tratarán.
del acto y remías Bentham (1748-1832), pero el clásico de la es- Las palabras placer, utilidad, felicidad se usan de he~ La felicidad
utilitarismo cuela esJohn Stuart Mill (1806-1873), con sus obras El cho como sinónimos, y se oponen a toda situación que
de la regla utilitarismo y Sobre la libertad. El utilitarismo se ha dividi- provoque dolor, pues se establece casi como ley que los
do en dos tipos, según el principio que guíe lo que seres vivos y desde luegó el hombre guían su actividad
llama el bien ético: utilitarismo del acto y utilitarismo por la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Se
de la regla. En el primero, lo que debe tomarse en cuen- deduce de los trabajos de Mill que la felicidad, en el
ta desde el punto de vista ético es el beneficio que una caso del-hombre, sería un placer que no deja remor-
acción acarrea para la persona, con relativa indepen- dimientos, un placer que no se traduzca enseguida
dencia del posible beneficio que pudiera suponer para en daños a uno mismo o a terceros.
los demás. El utilitarismo de la regla, dentro del cual Al respecto cita Mill el caso de la mentira, que en El caso de la
cabría ubicar al propio Mill, considera que algo apete- situaciones difíciles sería beneficiosa y grata; sin em- mentira
cido se conquista con legitimidad ética cuando tam~ién bargo, si se convirtiese en un recurso ético aceptable,
beneficia a otros: la familia, los vecinos de la ciudad o dice, la creqibilidad de los seres humanos se vería se-
el coajunto de--los hombres; por eso debe haber reglas riamente afectada y se crearía una inseguridad general
de conducta por las cuales guiarse. Esta corriente no en el trato interpersonal, lo cual no puede ser útil ni
tiende al egoísmo sino a la generosidad y al sentimien- placentero para ninguna sociedad; por eso la mentira
to de simpatía connaturales al ser humano; ello corres- es repudiable.
ponde a la tradición de Hume y a la anglosajona en Así pues, quienes acusan al utilitarismo de caer en la
general. falacia naturalista se equivocan, pues confunden la obvia

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ETICA Y BIOETICA
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO

tendencia humana a deleitarse con el placer y alejarse ción de todos los deseos que poseen en común con estos
del dolor con el deber ético similar. Y no es así en el otros. 40
utilitarismo: mentir o vengarse pueden provocar pla-
cer en un momento dado, pero no coinciden con el La búsqueda de la propia excelencia es clave para la
1
deber ser o mandato ético del utilitarismo, pues constitu- consecución de la felicidad personal, afirma este autor
yen un placer para uno o para algunos con dolor para en su ensayo sobre Bentham de 1838 y no placeres cua-
otros e intranquilidad para todos. El placer que busca lesquiera destinados a satisfacer apetitos corporales.
el utilitarismo se preocupa de no provocar perjuicios Los utilitaristas, dice Mill, proclaman con fuerza la
para el desenvolvimiento sereno de la existencia de uno moral de la abnegación:
mismo y de los demás; por lo menos así es en el caso
de Mill y de los utilitarismos de la regla. La moral utilitarista reconoce en los seres humanos la capa-
El cidad de sacrificar su propio mayor bien por el bien de los
El utilitarismo de Mill acepta incluso como positivos demás. Sólo se niega a admitir que. el sacrificio sea en sí
utilitarismo actos como arroja~se al agua para salvar a alguien que
mismo un bien. Un sacrificio que no incremente o tienda a
deMill se ahoga, pues ello significa jugarse el placer personal
incrementar la suma. total de la felicidad se considera como
de vivir para dárselo a otro; significa tener en alto pre- inútil. La única autorrenuncia que se aplaude es el amor a la
cio el valor de la existencia, cediéndole esa felicidad a felicidad, o a alguno de los medios que conducen a la felici-
un tercero que de otro modo la perdería. dad de los demás, ya bien de la humanidad colectivamente,
Hay en Mill y en otros utilitaristas unajerarquía cua- o de individuos particulares, dentro de los límites que'impo-
nen los intereses colectivos de la humanidad [ ... ] Entre la
litativa de los placeres, y por eso es moral sacrificarse
felicidad personal del agente y la de los demás, el utilitarista
largo tiempo con el fin de adquirir habilidades y refi- obliga a aquél a ser tan estrictamente imparcial como un
nai:nien tos para poder gozar después de una felicidad espectador desinteresado y benevolente. En la regla de oro
más alta a través de la investigación científica, el arte, de Jesús de Nazaret encontramos todo el espíritu de la ética
la lectura, la creación de riqueza material; pues, como de la utilidad: "Compórtate con los demás como quieras que
afirma Mill, el ·placer de los hombres no es el de los los demás se comporten contigo", y "Ama al prójimo como a
cerdos y cada especie tiene lo suyo. Dice al respecto: ti mismo" constituyen la perfección ideal de la moral utilita-
rista.41
Ahora bien, es un hecho incuestionable que quienes es-
tán igualmente familiarizados con ambas cosas y están igual- Las leyes, la organización social, la educación, la opi- Mill:
mente capacitados para apreciarlas y gozarlas, muestran nión pública deben obrar en conjunto para crear una felicidad=
realmente una preferencia máximamente destacada por el mentalidad favorable a las inclinaciones hacia el bien interés
modo de existencia que emplea las capacidades humanas más colectivo, sensibilizando en especial los afectos, en cuan-
elevadas. Pocas criaturas humanas consentirían en transfor-
to eso signifique velar por la felicidad de todos. La pa-
. marse en algunos de los animales inferiores ante la promesa
del más completo disfrute de los placeres d_e1ma bestia.· Nin-
labra felicidad es en Mill sinónimo de intereses, no
gún ser humano~inteligente admitiría convertirse en un ne- deletéreos sino perceptibles por el alma de cada uno.
cio, ninguna persona culta querría ser un ignorante, ninguna Tienen razón Mili y el utilitarismo en general cuando Calificación
persona con sentimientos y conciencia querría ser egoísta y afirman que la inmensa mayoría de nuestras acciones ética de un
depravada, aun cuando se le persuadiera de que el nedo, el no las realizamos pensando taxativamente si cumplen o acto
ignorante o el sinvergüenza pudieran estar más satisfechos no con el deber o si a través de ellas estamos haciéndo-
con su suerte que ellos con la suya. No cederían aquello que nos un bien a nosotros mismos o a la humanidad, y tam-
poseen y los otros n~ a cambio de la más completa satisfac-
poco nos repelen a menos que violen un principio moral
100
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!'11.

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GRANDES ESCUELAS D'E PENSÁNIIENTO ETICO
ETICA YBIOETICA

Tanto el motivo como el fin de un acto son ingre- Resultado y


fuertemente implantado. Pero olvida tal vez Mill que ello
dientes directos de su moralidad. Es sobre todo el mo, motivo
no ocurre porque se prescinda de las normas éticas, sino _
I'
1 !

porque de tal modo éstas se han hecho parte de nuestra tivo el que marca la reciedumbre ética de un acto y el
existencia que mueven implícitamente nuestro obrar, sin :. grado de altura moral de las personas que podrán se-
necesidad de estar enjuiciando cada acto como si fuese la • ñalarse como ejemplos. Es el desprendimiento extremo
primera vez que nos sentimos movidos a actuar. Lo mis- con que actuó Jesús el que le da perpetuo resplandor a
mo sucede con el habla diaria, los cálculos aritméticos, las su "Amaos los unos a los otros como yo os he amado", !

teorías científicas: no necesitamos cada vez ir de nuevo que pone su acento en la intimidad más profunda del
hasta sus raíces para ver si estamos hablando o razonando hombre, en la grandeza del amor en sí y no en la mera !
1

correctamente. Se equivoc;m, en cambio, Mill y el utilita- conveniencia utilitaria de no hacer daño a los otros
rismo cuando afirman que el motivo es ajeno a la morali- mientras perseguimos nuestros intereses para que elfos
dad de la acción, aunque no al mérito del agente. no nos respondan con la misma moneda. Esta es la
diferencia radical entre la prédica de Jesús y la teoría
Quien salva a un semejante de ser ahogado hace lo que. es utilitarista, y en. ningún caso pueden asimilarse, como
moralmente correcto, ya sea su motivo el deber o la esperan-. cree el utilitarismo y en concreto Mill.
za de que le recompensen por su esfuerzo. Quien traiciona Se preguntan los. utilitaristas cuál es la sanción últi- El temor
al amigo que confía en él, es culpable de un crimen, aun ma que induce a cumplir con el deber. Reconocen que como motor
cuando su objetivo sea sentir a otro amigo con quien tiene puede ser sólo el temor a la sanción externa, al repu- del
todavía mayores obligaciones. Pero si nos limitamos a hablar dio social, a la opinión pública adversa, o el miedo al cumplimiento
de acciones realizadas por motivos de deber y en obediencia del deber
castigo divino en los creyentes. Se trataría de hecho de
inmediata a principios, es interpretar erróneamente el pen-
samiento utilitarista el imaginar que implica que la gente una ética convencional, incipiente, sin luz interior, como
debe fijar su mente en algo tan generál como el mundo o la la que Kohlberg ha descrito en este siglo.
sociedad en su conjunto. 42 Pero la sanción auténticamente ética, dice Mill, es la La conciencia
de la propia conciencia, la que desde lo íntimo incita a
En realidad no sólo el resultado es fundamental para una conducta que se estima correcta y cuya contraven-
calificar el nivel de eticidad de un acto, también lo es el ción provoca doloroso arrepentimiento.
motivo. No tiene el mismo nivel ético salvar a alguien Por 16 -demás, en esta vigilancia constante de la co-
para recibir una recompensa o para extorsionarlo que rrección de los actos consistiría la esencia misma de la
para resguardar su vida. No tiene el mismo rango ético conciencia. Tener conciencia es ver claro y sentir la in-
ayudar económicamente a un pobre con abierta publici- citación constante de obrar en favor de lo correcto, de
dad y satisfacción del orgullo personal que hacerlo con lo que redunda en bien de sí y de los demás.
discreción, aun cuando en ambos casos el beneficio sea Mill distingue el deseo de búsqueda del placer y evi-
el mismo para ese pobre. En el c~~- c:ieL crimen, titado tación del dolor de la voluntad. que procura satisfacer
por Mill, es obvio que el motivo no quita ni pone en el ese deseo.
carácter de repudiable del hecho de cometer el crimen, Cuando una voluntad es débil para actuar como de-
porque también el fin de un acto forma parte de la ética; bería, hay que vigorizarla despertando en ella deseos
pero es evidente que el grado de repudio que nos des- fuertes de aceptación y de evitación, poniéndola en
pierta es diverso si se delinque para salvar a un amigo o contacto con estímulos adecuados hasta que se refuerce
para recibir una suculenta ~urna o privilegios especiales. y adquiera su propio dinamismo, convirtiéndose en

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ETICA Y BIOETICA ¡j
GRANDES ESCUELAS DE PENSAMIENTO ETICO ;I
1

hábito el obrar de modo correcto aunque ya no estén La justicia debe ser imparcial e igual para todos, so-
ante sí la imantación del placer y el ahuyentamiento . bre todo cuando se trata de dirimir derechos, aunque
del dolor. Ello es valedero incluso en situaciones en
cabe reconocer que en ciertos casos de menor trascen-
que algo que antes provocaba gozo refinado, ahora, por
dencia es humana la parcialidad cuando se trata de
acostumbramiento o rutina, se ha desdibujado y despierta
parientes o amigos. Respecto de la igualdad, por con-
poco o ningún interés. En tales casos es el hábito el que
veniencia algunos pueden ser partidarios de diferen-
comanda la voluntad y la hace obrar de continuo en
ciar amos y esclavos, o de mantener los privilegios de
forma correcta sin estar al arbitrio del momento. Es pre-
ciertas clases sociales.
cisamente este caer bajo el dominio del hábito, más allá Es posible, en casos de excepción, faltar a la palabra Excepciones
de la volubilidad del deseo, lo que vuelve confiable a las
empeñada, violar compromisos implícitos o explícitos,
personas habituadas a actuar correctamente y a sobre-
no satisfacer expectativas creadas por nuestra conduc-
ponerse a los deseos fluctuantes del momento.
Hábito y ta: no serían obligaciones absolutas, pueden verse so-
La trascendencia del hábito en la formación de la brepasadas por una obligación de justicia más fuert.e, o
virtud ética virtud ética perdurable trae de inmediato a colación la
por una conducta de la persona afectada "que nos libe-
ética de Aristóteles y toda una larga tradición filosófi-
ra de nuestra obligación, y que constituye una confisca-
ca, aun cuando la felicidad que buscan Aristóteles y ción de1 beneficio que se le ha hecho esperar". 44
Mill y el utilitarismo en general sean muy diferentes. Más allá de eso, según el utilitarismo, sería deseable
Justicia y Se ha criticado al utilitarismo su incapacidad de pro-
felicidad en que toda iajusticia tuviese sanción penal, e incluso que
porcionar un fundamento ético a la justicia, ya que su la tuviese toda acción incorrecta. Sin embargo, recono-
Mill aspiración de perseguir siempre como destino del hom-
ce que, aunque en numerosas ocasiones no es suficien-
bre. la búsqueda de la mayor felicidad pasaría por alto te el castigo que ya desencadenan los reproches de la
su justicia en cada caso. En realidad Mill trata con es-
conciencia, una legislación que abarcara todos los ám-
pecial rigor el problema, y llega a una plena armonía
bitos resultaría en definitiva agobiadora.
entre el ansia de justicia y el de felicidad.
Derecho Incorrecto es lo que desaprobamos creyéndolo me- Idea de lo
Reconoce que el modo más primitivo del sentimien- recedor de sanción, y se vincula directamente con lo correcto e
moral to de justicia es el de poseer aquello que a cada uno le
·injusto. En suma, dice Mill: incorrecto
corresponde por derecho legal, pero destacando que
hay leyes injustas contra las cuales cabe protestar, por- .. .la idea de justicia supone dos cosas: una regla de con-
que no corresponden a lo que él denomina derecho mo- ducta y un sentimiento que sanciona la regla. La primera
ral, equivalente al derecho natural de los iusnaturalistas puede suponerse que es común a toda la humanidad y en-
( que afirman que una ley inmoral no es ley). caminada al bien de la misma. Lo segundo [ el sentimien-
Idea de to] se refiere al deseo de que los que infringen la regla
La forma más universal de la idea de justicia es, sin
justicia en sufran castigo [ ... ] A mi modo de ver, el sentimiento de
embargo, la de que cada uno r~ciJ?a_ lo que- merece, justicia es el deseo animal de ahuyentar o vengar un daño
Mill dice Mill, con lo que se liga el sentimiento de justicia
o perjuicio hecho a uno mismo o a alguien con quien uno
con el de mérito. "Una persona merece el bien si obra simpatiza, que se va agrandando de modo que incluye a
correctamente, el mal si obra incorrectamente [ ... ] Me- todas las personas, a causa de la capacidad humana de sim-
rece recibir bien de aquellos a quienes hace o ha he- patía ampliada y la concepción humana de auto-interés in-
cho bien, y mal de aquellos a quienes hace o ha hecho teligente. De estos últimos elementos deriva su moralidad
43 dicho sentimiento; de los primeros deriva su peculiar ener-
mal." Devolver bien por mal es iajusto.
gía y la fuerza de su autoafirmación. 45
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ETICA Y BIOETICA 1

1,\

Justicia y ¿Por qué el derecho y la justicia han de tener tan cen sinceramente su conciencia creyendo que cuanto li!
seguridad altas exigencias? Porque su utilidad es "extremadamen. rnás eficacia personal alcancen mayor bien hacen a sus
te importante [ ... ] ya que el interés que está involucra-
do es el de la seguridad, que .es experimentado por
todo el mundo como el interés más vital". 46 Los demás
11 cercanos. Por lo demás, no hay ningún daño en esto; lo
que no parece cierto es que los hombres busquen siem-
pre aquello que procure la mayor felicidad al mayor nú-
1:1

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i
bienes son nec:esarios para unos y no para otros y aun rnero de personas, o que ése sea el objetivo moral de sus
en caso de necesidad cabe prescindir de ellos, pero "nin- vidas. Mill parece vislumbrar la verdad cuando afirma
gún ser humano puede pasar sin seguridad" .47 .que mientras más felices sean los otros menos obstaculi-
Lo justo Hace la salvedad el autor para el caso de que se se- zarán la lucha por la felicidad propia; si fuese así, sería
según las cuestre al único médico calificado que en caso de ne- una razón egoísta lo que haría apetecible el bien de los
circunstancias cesidad haya que obligar a atender a un enfermo; sin demás. La experiencia muestra que ni siquiera esto es
embargo, aquí no se suplanta el principio de justicia, siempre así; y que, entre todos los que están en posesión
dice, sino que únicamente lo que era justo en circuns~ de esos bienes que según ellos hacen la felicidad, son
tancias normales ha dejado de serlo en circunstancias muy pocos los que se duelen por el sufrimiento ajeno.
extraordiriarias, sin que el principio de justicia haya ce- Con respecto a la distinción entre intención y moti- Intención y
sado de tener vigencia. vo para juzgar la eticidad de un acto, _Mill responde a motivo
R.eparos El problema central del utilitarismo, por lo menos Llewellyn l)avies -que le reprocha no tomar en cuenta en Mill
frente al como lo ha postulado Mill, es que supone una humani- el motivo por el que el hombre se arroja para salvar a
utilitarismo dad de la que sólo hay escasos representantes. El hom- alguien que se ahoga- que justamente él y Bentham
bre actúa para obtener bienes materiales traducibles en efectúan dicha distinción, pero que lo que confiere el
dinero, poder y prestigio para él, sus parientes y amigos, carácter moral es la intención, lo que el agente quiere
y suele culpar del menor éxito de los otros a su desidia, hacer, no el motivo. "La ,razón que hace que se desee
su falta de sagacidad o mala suerte, por lo general ha- actuar así" 48 no afecta su nioralidad, aunque sirve para
ciendo poco por ayudarlos o quizás alegrándose en su nuestra estimación moral del agente y para saber hasta
fuero íntimo, porque, como dijo el notable maestro de dónde podríamos confiar en él para otras actuaciones.
la psicología francesa Pierre Janet, reina en nuestra es- Ya hemos visto que para nosotros el motivo es compo-
pecie el "principio de la capilaridad": mientras más opa- nente intrínseco de la moralidad de un acto, junto con
co sea el desempeño de otros, más brilla por contraste la intención.
el nuestro. Ya lo habían discernido otros moralistas fran- Por otra parte, da la impresión de que la moralidad Valoración
ceses del siglo dieciocho, sobre todo La Rochefoucault. de un acto se juzgase sólo por las consecuencias; así, la de las
El gozo que provoca el éxito personal es de tal magni- verdad es éticamente preferible para el utilitarismo por- consecuencias
tud que, para no verse perturbado, procura apagar el que si no importara se perdería la confiabilidad y nues-
posible reproche de la conciencia por no condolerse del tra felicidad se haría incierta. Pero la verdad posee un
simultáneo fracaso de los otros. Puede que en este as- valor ético en sí misma, no sólo por sus consecuencias.
pecto estuviese más cerca de la realidad Hobbes que Mill. Aunque en ocasiones traiga malas consecuencias, siem-
Otra cosa es el discurso público -que también pode- pre será preferible a la mentira. El utilitarismo, al valo-
mos dirigirnos a nosotros mismos-. en el cual damos fe rar los preceptos éticos sólo porque son portadores, en
de nuestra disposición de preocupa~ por el bien de sus consecuencias, de mayor felicidad, los despojá de
1

todos; es más, es posible que muchosirombres tranquili- su dignidad intrínseca.

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ETICA Y BIOETICA
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Se le ha acusado también de no preocuparse de los


medios con tal de obtener fines deseables, pero ello no.
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es en general efectivo. Sin embargo, su preocupación
por evitar medios obscuros como la mentira, la cobar- ·
día y la deslealtad se basa en que volverían muy insegu-
ra a la comunidad humana y la privarían de una fuente :1 ¡
de felicidad, no en que la verdad, la valentía, la lealtad
posean nobleza en sí mismas.
Puede aplicarse al utilitarismo y a todos los conse-
cuencialismos esta bella reflexión de· Mill en su obra
Sobre la libertad: III. ALGUNOS PROBLEMAS 1

Todos los idiomas y literaturas están llenos de observacio- DE LA BIOETICA


nes generales sobre la vida, respecto a lo que es y a la con-
ducta de cada uno en ella; observaciones que todo el mundo
CONTEMPORANEA
conoce; que todo el mundo repite u oye con aquiescencia,
que son admitidas como verdades evidentes, a pesar de lo
cual la mayor parte de la gente no aprende su significado
verdadero hasta que una experiencia, generalmente doloro-
sa, las ha transformado en una realidad para ellos.
1

Con cuanta frecuencia, cuando una persona padece una


desgracia o un desengaño imprevisto, recuerda algún pro- • 1

verbio o sentencia que le ha sido familiar toda su vida, y 1

cuyo sentido, si lo hubiera apreciado siempre como lo apre-


cia entonces, le hubie:ra librado de la calamidad [ ... ] La fatal
tendencia de la humanidad a dejar de pensar en una cosa
en cuanto deja de ser dudosa es causa de la mitad de sus
errores. Un autor contemporáneo ha hablado con razón del
"profundo sueño de una opinión categórica" .49

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