Está en la página 1de 4

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODEL POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD DE LA CIENCIAS DE LA SALUD

CUMANÁ, ETADO SUCRE.

LA ÉTICA DE
ARISTÓTELES
PROFESOR: REALIZADO POR:

Fedemarx Gamboa Sunilde Salazar

C.I: 27.674.109

SECCIÓN: 2

PNF: Odontología

CUMANÁ, MAYO DEL 2020

Aristóteles fue un filósofo, polímata y científico nacido en la ciudad de


Estagira, al norte de Antigua Grecia. Es considerado junto a Platón, el padre de la
filosofía occidental. Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia
intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles transformó muchas,
si no todas, las áreas del conocimiento que abordó. Es reconocido como el padre
fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos
previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles, donde se
encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Aristóteles fue
el primero que, hace veinticuatro siglos, reflexionó de una forma sistemática sobre
la ética. Y lo hizo sin prejuicios, libre de ataduras a ninguna iglesia, creencia o
escuela que condicionara su búsqueda de la verdad. Su legado intelectual ha sido
determinante en la filosofía de todas las épocas.

Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la "Ética a Nicómaco",


fundamentalmente. Sus otras dos obras sobre el tema, son la "Ética a Eudemo",
que recoge elementos de la reflexión aristotélica de su período de juventud y, por
lo tanto, anteriores a la teoría de la sustancia, por lo que contienen algunos
vestigios de platonismo; y la "Gran Moral", en la que se resumen las ideas
fundamentales de la "Ética a Nicómaco", por lo que lo que coincide con el
Aristóteles de la madurez; ninguna de ellas aporta, pues, algo distinto a lo
expuesto en la "Ética a Nicómaco".

El libro Ética a Nicómaco constituye una de las bases fundamentales del


pensamiento ético griego, las cuales mantiene una visión crítica. Se puede
apreciar la distinción que se refiere a la ética como el gobierno de uno mismo,
frente a la política, que es el gobierno de los demás. Desde este punto, la ética, en
la plenitud del hombre tomado en sí mismo, se ejecuta estrictamente a lo privado,
y la política en oposición a ella, concierna a lo que se puede llamar la ética
pública. No se trata de una oposición, sino de una continuidad. Aristóteles, no
propone un bien trascendental, integrador y universal, sino que se demora en el
análisis de la diversidad del carácter humano y lo recoge, quizás como una visión
psicológica que se invierte en el procedimiento platónico al alcance una señal del
bien supremo. En el texto se investiga la inmanencia de las acciones humanas y
trata de esclarecer la relación del sujeto con el bien supremo, pero no de los
principios mismos de la acción, y no, con las reparaciones a un fin vital. De modo,
que la ética vuelve su lectura algo difícil de comprender en algunos capítulos.

Aristóteles matiza la directriz hacia el fin y el sentido de ordenar las


acciones humanas, por lo tanto, es posible observar en tendencia al sentido, y a la
significación, es decir, que la acción humana no la mueve sólo un propósito, sino
también un sentido. Por ende, la razón capital reside en el esclarecimiento, y de la
naturaleza del bien que anhela la acción. Ya que ese bien, no es universal, sino el
bien de cada uno, o el bien propio; cuya satisfacción personal puede implicar
conflicto con el orden del otro. Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien
último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La naturaleza nos impide
a buscar la felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica con la buena vida, con
una vida buena. Pero no todos los hombres tienen la misma concepción de lo que
es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad consiste en el placer,
para otros en las riquezas, para otros los honores. No se trata de buscar una
definición de felicidad al modo en que Platón busca la Idea de Bien, toda vez que
el intelectualismo platónico ha sido ya rechazado. La ética no es, ni puede ser,
una ciencia, que dependa del conocimiento de la definición universal del Bien,
sino una reflexión práctica encaminada a la acción, Cada sustancia tiene una
función propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en contra de esa
función equivale a actuar en contra de la propia naturaleza; una cama ha de servir
para dormir, por ejemplo, y un cuchillo para cortar: si no cumplen su función
diremos que son una "mala" cama o un "mal" cuchillo. Si la cumplen, diremos que
tienen la "virtud" que le es propia: permitir el descanso o cortar, respectivamente;
y por lo tanto diremos que son una "buena" cama y un "buen" cuchillo. La virtud,
pues, se identifica con cierta capacidad o excelencia propia de una sustancia. Del
mismo modo el hombre ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa
función será un "buen" hombre; en caso contrario será un "mal" hombre. La
felicidad consistirá por lo tanto en actuar en conformidad con la función propia del
hombre. Y en la medida en que esa función se realice, podrá el hombre alcanzar
la felicidad. Si sus actos le conducen a realizar esa función, serán virtuosos; en el
caso contrario serán vicios que le alejarán de su propia naturaleza, de lo que en
ella hay de característico o excelente y, con ello, de la felicidad.

La ética, tal como expone el griego, no consiste en una ciencia sistemática,


y el conocimiento teórico del bien y de la virtud, no asegura la actividad para lograr
el acceso. De esta forma, la realización de la virtud es el resultado de esta
actividad, el de la acción; y de ahí que las dos nociones de virtud: la ética y la
dianoética, es decir, la virtud moral y la virtud intelectual, no se relacionan, ya que
una no determina la otra.

La ética se sitúa en la descripción de los comportamientos y en las


consecuencias morales que pueden deducirse de ellos. Y al no existir una ciencia
de la ética, no puede existir una ley escrita sobre sus preceptos. Entones, el
conocimiento no asegura la virtud. En efecto, la virtud no se debe a un “por qué”,
sino que le basta “ser” virtud, ya que no puede ser objeto de una solicitud de
principios, y su requisito es la señal de la imposibilidad de acceder a ella. Es por
esto, que la virtud moral es ejercicio constante y no de un conocimiento teórico, es
decir, que el conocimiento concurre a la virtud para facilitar su consolidación, pero
no puede reproducirla como resultado de su aplicación.

La felicidad es el bien más final que puede existir; aquello que es apetecible
siempre por sí y jamás por otra cosa. La felicidad es algo autosuficiente porque el
bien final debe bastarse a sí mismo. La felicidad es la actividad de la parte mejor
del hombre, la que posee la razón y que piensa. Es la actividad y obrar del alma
en consorcio con el principio racional. La felicidad debe ser una actividad virtuosa,
habitual. La felicidad consiste en la actividad de la inteligencia según la virtud que
le es propia. Como dice Aristóteles es ante todo un hombre realista, presupone
que para que un individuo pueda dedicarse a la actividad contemplativa debe
disponer de bienes exteriores que le permitan satisfacer sus propias necesidades ,
por ejemplo, un hombre que viva en la miseria jamás podrá tenerse feliz

También podría gustarte