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CAPITULO II. LA ÉTICA GRIEGA.

ARISTOTELES
1. EN BUSCA DE LA EXCELENCIA

Podemos denominar a esa filosofía moral como una ética de las virtudes.

Virtud (areté): excelencia de una cosa; designa o remite al fin o la a función de aquello a
lo que se aplica: desempeñar bien el propio fin, la función de cada cosa. Para los griegos,
todo debía tener su areté; todo tenía su fin, su télos. Así, la ética debía ocuparse del télos,
de la función o de la areté del ser humano.

Ser virtuoso aplicado a los seres humanos, será pues lo mismo que ser bueno, ser una
buena persona. Esto nos habla de una sociedad competitiva y meritocrática.

Nadie nace siendo virtuoso, sino que la virtud puede y debe adquirirse.

 En intentar adquirir la virtud consiste la formación del carácter, la formación de la


persona.
 La ética estaba ligada a la educación, a la adquisición de hábitos y costumbres que
son los que van formando el carácter.

El bien consiste en “poseer todas las cualidades valoradas en la sociedad griega: coraje
bélico y habilidad en la guerra”; concepción muy aristocrática de la ética o de la virtud,
propia de una sociedad muy jerarquizada.

Cultura de la vergüenza: el aprecio de la sociedad es fundamental como indicador del


valor moral de la persona.

Los poemas homéricos pertenecen a una época aún prefilosófica. El inicio de la reflexión
filosófica, del pensamiento racional, es el comienzo de las dudas relativistas. En esta
distinción entre “lo que es” y “lo que debería ser” es donde radica propiamente el
pensamiento ético.

2. LOS SOFISTAS, SÓCRATES Y PLATÓN: LA VIRTUD ES CONOCIMIENTO

Los sofistas no buscan la verdad, aceptan que ni la ética ni la política pueden permitirse
juicios que vayan más allá de la opinión (doxa). Sólo se puede aspirar a convencer o
persuadir de la utilidad de sustentar esas ideas: maestros en retórica, el arte de la
persuasión.

“El hombre es la medida de todas las cosas” (Protágoras), da cuenta del relativismo propio
de los sofistas.
No exista una esencia de la justicia ni de la virtud. La única esencia de la que dependen es
la necesidad de conveniencia humana.

Sócrates no comercia con su saber, sino que hace profesión de su ignorancia: “sólo sé que
no sé nada”. Busca saber, pero no se propone enseñar sino evidenciar las lagunas que
cada cual tiene en su conocimiento -> utiliza la dialéctica que consiste en, a través del
diálogo, mostrar lo que unos y otros ignoran.

El bien del alma lo encuentra cada cual en sí mismo, aplicando la mayéutica: el arte de
encontrar y conocer el bien que cada cual lleva dentro. Tanto Sócrates como Protágoras
destacan por un discurso anclado en la independencia, que resulta políticamente
impertinente.

Sócrates teoriza poco sobre la ética, pero da ejemplo de ella.

Platón, afectado con la muerte de Sócrates y ante la decadencia de la democracia


ateniense comienza a desconfiar de la política. Resume su pensamiento moral en dos
ideas:

1)  Sólo los verdaderamente filósofos deberían llegar a cargos públicos. La virtud es


conocimiento, solo el sabio es totalmente virtuoso. Visión intelectualista de la vida
moral, falsa, pero central para el idealismo platónico.

2)  El pensamiento moral platónico sigue siendo elitista y aristocrático. No en el


sentido que lo era la sociedad homérica que daba entrada en la virtud sólo al
héroe. Ahora el virtuoso es el sabio.

La República de Platón ofrece una visión utópica de la ciudad, compartimentada, formada


por tres estamentos: los obreros, los guardianes y los filósofos. La educación y la
formación del carácter de unos y otros deberán ser diferentes y asociadas a la función de
su categoría.

Frente a la idea sofista de que “la justicia es el interés del más fuerte” Platón diseña la
ciudad ideal y justa que es la que necesita el hombre para ser virtuoso. La ética no es
pensada desde el individuo, sino desde la colectividad. Sólo en el seno de una comunidad
le es dado desarrollar esa excelencia que se concreta en la vida virtuosa.

3. ARISTÓTELES, LA ÉTICA DE LA FELICIDAD

Las ideas que utiliza Aristóteles ya estaban en filósofos que le precedieron, pero hasta
Aristóteles el discurso ético no adquiere la sistematización que dará pie a toda la filosofía
occidental.
La obra aristotélica se compone de tratados dedicado cada uno de ellos a las distintas
ramas en que se irán diversificando la filosofía: física, lógica, ética, política, metafísica.

“El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”. Hablar del bien es hablar del fin
(télos), aquello que cada cosa persigue.

Los bienes o fines que buscamos se subordinan unos a otros, y esos fines tienen que
acabar en un fin último en el que converjan todos los demás.

Frente al individualismo moderno (cada individuo es un fin en sí mismo), Aristóteles partía


de la concepción del hombre como un ser social o político, un ser que se completa en los
demás, en la comunidad. Por eso el fin último del hombre no puede ser otro que la
política.

En Aristóteles la Ética se confunde con la política y, en cierta medida, está subordinada a


ella.

La felicidad es aquello hacia lo que todos los seres humanos tienden, por lo que ese y no
otro debe ser el contenido de la ética: conducir al ser humano hacia la felicidad.

La felicidad como bien supremo.

En su “Ética para Nicónamo” plantea la pregunta de si existe un bien que constituya el fin
último de las acciones humanas, y ese bien supremo es la felicidad, la cual es la plenitud de
la realización activa del ser humano en lo que tiene propiamente de humano.

Para determinar en qué consiste la felicidad es preciso conocer antes cual es la misión
propia de los seres humanos: No es la vida vegetativa ni la sensitiva, sino el desarrollo y
cultivo de la razón. El ser humano será feliz solo si vive según la razón, la cual es la vida
virtuosa.

Los seres humanos no han decidido esta su misión última que es la felicidad, sino que la
tienen por naturaleza y aspiran a ella, pero se precisa para lograrla elegir bien los medios.
Esta elección es cuestión de inteligencia y libertad, de modo que la vida virtuosa o malvada
son manifestaciones de esta inteligencia y de esta libertad.

3.1. La virtud y la felicidad

La ética es una disciplina prescriptiva (no descriptiva).

La felicidad es lo que todos los hombres quieren, pero la mayoría no saben dónde
buscarla. La felicidad está en la vida virtuosa.

Misión del filósofo: ira más allá de las subjetividades para determinar dónde debe hallarse
la felicidad y por qué.
La vida virtuosa consistirá, pues, en desarrollar esa capacidad racional que radica en el
alma y establece “la regla” del comportamiento.

Aristóteles rechaza la idea platónica de que la virtud es conocimiento; es erróneo hacer


descansar la virtud en un saber puramente teórico: la virtud es una actividad práctica
consistente en saber escoger el término medio (peculiar en cada caso y cada persona).

3.2. La virtud y el término medio

La idea de medida y moderación está arraigada en el pensamiento griego -> doctrina de


los Siete Sabios con máximas como: de nada demasiado, la medida es lo mejor, domina el
placer.

Aristóteles habla de 4 virtudes (en la tradición cristiana “virtudes cardinales”):

 Justicia: difícil de definir como término medio de algo.


 Fortaleza o valor (virtud del héroe homérico): término medio entre temeridad y
cobardía.
 Templanza: es la moderación misma, término medio entre intemperancia e
insensibilidad frente al placer.
 Prudencia.

La vida virtuosa (propia de la existencia humana) no es exclusivamente una actividad


racional, sino también sensitiva (tiene que ver con las emociones y con la razón).

Virtudes éticas: originadas por la costumbre, por los hábitos: justicia (la más
importante), fortaleza y templanza.

o Son las que más directamente contribuyen a formar el carácter de una


persona.
o Ser virtuoso no es realizar un acto virtuoso, sino serlo toda la vida.
o Las virtudes no son naturales, se adquieren por la costumbre.
o La virtud radica en la capacidad de adquirir buenas o malas costumbres que
acabarán moldeando y conformando nuestro carácter.

Virtudes dianoéticas o intelectuales: se adquieren por la enseñanza, prudencia,


sabiduría, contemplación. No se adquieren por la costumbre.

- Será una enseñanza no sólo teórica, sino derivada también de la


experiencia.
- El prudente es aquel que sabe juzgar rectamente, tomar la decisión justa,
aprovechar el momento oportuno y hacer lo que conviene en cada caso.
El prudente es aquel que a fuerza de intentar ser virtuoso acaba siéndolo. La
prudencia es la síntesis de todas las virtudes, pues consiste en esa “regla” que
manda buscar la medida y el término medio. Disposición a actuar de forma racional
enjuiciando la conveniencia, necesidad o utilidad en los asuntos humanos sociales.
Por encima de esta se encuentra la SABIDURIA, que se remonta de las cosas
contingentes y pasajeras a lo universal y metafísico (a lo que es en sí y no puede
modificarse por los seres humanos).

La “Ética” de Aristóteles concluye con la afirmación de la superioridad de la vida teorética


sobre cualquier otro tipo de vida imaginable.

Platón no distingue entre sabiduría y prudencia. Aristóteles distingue y contrapone las dos
cosas:

 LA PRUDENCIA: Tiene por objeto las acciones humanas que se desarrollan en la


vida cotidiana e histórica
 SABIDURÍA: Se refiere a lo necesario y eterno.

PLATON: La filosofía tiene como misión conducir a los seres humanos a un modo de vida
social basada en la justicia, para ARISTOTELES el fin de la filosofía es guiarlos a la vida
contemplativa en donde encuentran su más alta felicidad. Puesto que el entendimiento es la
función más elevada de nuestra alma, el conocimiento de lo que el entendimiento puede
llegar a saber, es el logro más excelente y preciado que puede aspirar.

La vida teorética es una vida superior a la humana: el ser humano no la vive en cuanto es
hombre, sino en cuanto posee en si algo de divino.

La ética centrada en la prudencia es una ética consciente de la contingencia y el azar que


embargan irremediablemente la existencia humana.

3.3. La justicia y la amistad

La justicia es la virtud perfecta, la justicia iguala las cosas que son desiguales. La justicia
civil se corresponde con la justicia natural.

Aristóteles distingue:

 Justicia legal, la de las leyes.


 Justicia natural, que tiene en todas partes la misma fuerza y no está sujeta al ser
humano. Es un precedente de la ley natural que defenderán los estoicos.

Estas dos acepciones de la justicia le sirven a Aristóteles para terciar en el debate entre

- el concepto sofista: justicia= convención.


- la concepción socrático-platónica: justicia como algo con naturaleza propia,
independiente de las contingencias humanas.

A diferencia de los héroes homéricos (ética basada en la nobleza) ahora la virtud por
excelencia es la Justicia -> introduce el valor de la Igualdad (que NO es la igualdad de
todos ante la ley). Es una ética todavía aristocrática, no fundada ahora en la nobleza de
sangre sino en la nobleza de espíritu.

La novedad propiamente aristotélica radica en la vinculación Justicia- Amistad.

Si el hombre es un animal político por naturaleza tenderá a relacionarse con sus


semejantes. Intuición de que la amistad es más valiosa que la justicia.

Amistad por utilidad o interesada: Amistad por búsqueda del placer.


Amistad completa (philia): Sólo puede darse entre hombre iguales, hombres buenos, pues
sólo los iguales pueden ser auténticos amigos.

La felicidad (finalidad de la vida virtuosa) se encuentra en la Autarquía (dominio de sí


mismo)

3.4. De la ética a la política

En el aristotelismo Ética y política convergen.

Desde la modernidad el valor máximo lo tiene el individuo y no la comunidad o sociedad.

“Neo-aristotelismo”: se plasma en corrientes filosóficas contemporáneas como el


comunitarismo e incluso el republicanismo, críticas ambas con un liberalismo que ha
perdido la dimensión comunitaria de la persona según la cual ni la democracia ni la ética
pueden prosperar.

La ética es una práctica, que necesita una teoría que la fundamente y justifique pero a la
que no debe quedar reducida (frente a la afirmación platónica “virtud es conocimiento”).

Dado que los razonamientos solos no bastan para hacernos buenas personas (la misma
educación no consigue los resultados deseados) no hay más remedio que recurrir a la
coacción. La educación y las costumbres de los jóvenes deben ser reguladas por las leyes,
pues cuando son habituales no se hacen penosas.

4. LA ÉTICA DE LAS ESCUELAS HELENÍSITICAS

Aparecen en los siglos IV y III a.c.


Cínicos: son los primeros en aparecer. Desarrollan un pensamiento/ conducta
radicalmente contracultural, opuesto a lo establecido, provocativo, anárquico o
autárquico al extremo.

Diógenes vivía en un tonel (desapego por las convenciones sociales), defendía a los
esclavos (la libertad está en el alma).

Antístenes hablaba con respeto de las mujeres

 La virtud basta para ser feliz.


 La virtud es la total independencia con respecto a la sociedad, vivir de acuerdo con
la naturaleza.
 No tienen los cínicos una teoría física que fundamente su concepción de lo natural
frente a lo convencional.
 Su filosofía carece de una base teorética mínimamente coherente y firme.

Estoicos: escuela filosófica muy prolongada en el tiempo, desde el siglo III hasta el II a. c.,
y no se reduce al territorio griego, sino que se extiende a Roma. Desarrollan un
pensamiento mucho más completo y sistemático, en el que la lógica, la física y la ética se
interrelacionan y complementan.

 Esixte un cosmos donde se integran todos los seres.


 Este cosmos está sometido a una ley de la naturaleza que rige tanto en la
naturaleza física como en la conducta humana.
 Aceptar voluntariamente lo que no puede ser de otra manera; filosofía
determinista y materialista.
o La inmortalidad es un absurdo, pues la muerte será la reintegración en la
materia/ en el orden natural de las cosas.
o Los estoicos predican la ataraxia: la aceptación de lo que no se puede evitar
ni depende de nosotros (el infortunio, el sufrimiento, la muerte). Será
virtuoso el que consiga esta despreocupación, al verse liberado de toda
perturbación, tranquilidad interna. Zenón decía que lo importante es
convencerse de que las cosas son “indiferentes”.
o El estoicismo llega a una concepción cósmica (no aristocrática) de la
igualdad: todos los hombres son iguales en la medida en que todos son
parte del mismo cosmos y están sometidos a la misma ley natural.
o Congraciarse con la realidad, “resignación estoica”, la única forma de hacer
frente a la adversidad que está en nuestras manos y que puede transformar
la inquietud y el dolor en paz interior. La única arma que tenemos para ello
es el pensamiento, lo único que nos hace libres.

Que más de un estoico pusiera fin a su vida con el suicidio, como Séneca, es una
consecuencia más que coherente de esa concepción de la libertad frente a lo que no
depende de nosotros, frente a la muerte.
Epicureísmo: es una manera de vivir, algo más cercano a una religión.

1)  Tanto la ciencia física como la lógica, son interesantes sólo en la medida que son útiles
y eficaces para conseguir la felicidad. La utilidad e interés de la física consiste en que nos
ayude a supera el miedo a la muerte, una de las causas de mayor infelicidad.

El criterio básico del conocimiento es la sensación, que siempre es verdadera. El error se


origina en el juicio, que imagina o representa ideas que carecen de fundamento real.

La física es materialista y mecanicista. El cosmos es un compuesto de átomos que se


mueven mecánicamente, lo cual hace superfluo el recurso a cualquier tipo de intervención
divina como motor del mundo. También las almas son compuestas de átomos.

2)  La felicidad consiste en el placer: fundamentalmente es ausencia de dolor.

 Epicuro es un filósofo hedonista: basa su ética en torno a la identificación del


placer y la felicidad.
 Pone el origen del conocimiento en las sensaciones.
 “Apathéia” o serenidad de ánimo, intento de evitar cualquier inquietud. Hay que
disolver los miedos ilusorios: ni la divinidad ni la muerte son de temer.
El sabio es aquel que llega a saber qué placeres son convenientes y qué dolores
son asimismo positivos.

3) Conseguir la independencia con respecto a los deseos y a los demás hombres: eso es la
autarquía en la que reside el placer o la felicidad.

 Para esta autarquía la política no es una ayuda sino un estorbo. La política


se basa en la ambición, y es ilusorio creer que sea posible la transformación
del mundo. El epicúreo se refugia en el jardín.
 Lo único que merece ser tenido en cuenta es el valor de la amistad: una
amistad que no rehúya el fundamento utilitario que tienen los amigos (a
diferencia de Aristóteles).
 La ética epicúrea, pese a ser hedonista, es tremendamente austera. (“el
mayor placer está en beber agua cundo se tiene sed y comer pan cuando se
tiene hambre”, Diógenes).

Ética
Las teorías morales de Aristóteles se contienen en sus tres Éticas (Eudemo, Nicómaco y Magna
moral), en la Retórica y en Sobre las virtudes y los vicios.

SER Y BIEN

Para Aristóteles existe una correlación exacta entre ser y bien. No hay un Ser único, sino muchos
bienes particulares. Cada sustancia tiene su propio ser y a cada una le corresponde su propio bien,
que consiste en lograr la plenitud de su propia perfección. El bien de cada cosa está en estrecha
relación con su esencia.
En virtud de esto, hay un bien propio de Dios, otros de las sustancias celestes, otro de los hombres,
otro de los animales, de las plantas y de los minerales (según sus esencias).

El objeto de su Ética consistirá en investigar cuáles son el bien, la perfección y la felicidad


que corresponden al hombre, con el fin de ajustar a ellos la orientación práctica de su
conducta. El hombre debe contentarse con el ser que tiene, y, por lo tanto, con el bien que le
corresponde dentro del grado que ocupa en la escala ontológica, y en la medida que le es posible
conseguirlo, dada la limitación esencial y temporal de su sustancia. Este concepto de la realidad
determina la orientación de la Ética, en la que aflora un matiz pesimista y melancólico.

EL SUMO BIEN

Todas las acciones humanas tienden hacia “fines”, que constituyen “bienes”. Todos estos fines
particulares quedan subordinados a un “fin último” que es el “bien supremo”, que todos los
hombres coinciden en llamar felicidad (eudaimonía). El bien tiene carácter de causa final.
Sentido teleológico de la ética; lo bueno para el hombre consiste en aquello que conduce a su
felicidad (eudaimonía).

Hay muchos bienes parciales, a cuya consecución se ordenan las acciones particulares del hombre.
Los hay más y menos deseables. Pero ¿no habrá entre ellos alguno que merezca ser considerado
como sumo bien, propio del hombre en cuanto tal, y que merezca polarizar sobre él todo el
conjunto ordenado de las actividades humanas? Esto es lo que se propone averiguar Aristóteles con
el fin de hallar en ese bien el fin orientador de la vida humana y la <<regla de la vida
humana, a la manera de los arqueros, que apuntan a un blanco bien señalado>>.

El hombre se tiene que conformar con un bien adecuado a sus posibilidades que sea: 1o)
Perfecto, definitivo, suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre con su posesión sin
necesidad de añadir otra cosa; 2o) debe buscarse por sí mismo y no en orden de medio para
conseguir otro bien; 3o) Debe ser una cosa presente, no algo potencial, sino una posesión real y
actual; 4o) Debe hacer al hombre bueno; 5o) Su posesión debe ser fija, estable y continua a lo
largo de una vida suficientemente larga.

Aristóteles rechaza, en primer lugar, que el bien propio del hombre consista en los placeres
sensibles. Una vida entregada al placer no es vida humana, sino propia de esclavos o de animales.
Tampoco en las riquezas, las cuales, aunque no sean males, sino bienes, y necesarias hasta cierto
punto, sin embargo tienen más de medios que de fines.
Lo que verdaderamente distingue al hombre de los vivientes inferiores es la razón. Ésta es su
actividad propia, y así la vida del hombre deberá consistir en <<vivir conforme a razón>>. La
razón debe dirigir y regular todos los actos del hombre, y en esto consiste la vida virtuosa. Pero
como hay muchas virtudes, su bien y su felicidad debe consistir en la <<actividad de una vida
dirigida por la virtud más alta entre todas>>. El bien propio del hombre consiste, entonces, en la
vida teorética o contemplativa, es decir, en el ejercicio de la actividad de su potencia más alta, que
es la inteligencia. Si la perfección y la felicidad del hombre consisten en la actividad conforme a la
virtud, es natural que esa actividad sea conforme a la virtud más elevada, es decir, a las virtudes
intelectuales o dianoéticas, que quedan por encima de las morales. El acto de pensamiento
<<tiene algo de divino>>, o por lo menos es lo que <<hay más de divino en el hombre>>. La
vida contemplativa es la única que sea ama por sí misma, pues no busca ningún otro bien fuera
de sí. Es lo que distingue principalmente al hombre de los animales y lo que más le asemeja a los
dioses, que son los seres más dichosos.
Por lo tanto, la vida de los hombres será más feliz cuanto más sea imitación de la actividad divina y
cuanto más intensa y elevada sea la contemplación. No obstante, Aristóteles reconoce que ese
ideal de vida es tan elevado, que no todos puedes aspirar a él. <<Quizá esta vida sea superior a
las fuerzas del hombre>>. La virtud intelectual de su estilo de vida supone el cultivo de las tres
ciencias (teóricas, prácticas y poéticas) pero en especial la vida teorética más elevada, la Teología,
la cual estudia a Dios, Acto puro, cumbre de todos los seres.

LA VIRTUD

Todo objeto, animal o profesión tiene su función (érgon).


La areté humana consistirá en la excelencia en la ejecución de la función propia en tanto que
humano.

Aristóteles distingue en el alma tres partes: una vegetativa (nutrición y crecimiento), sensitiva, y
racional, propia de los humanos. La parte sensitiva está influida por la parte racional, y de esa
interferencia surgen los problemas morales, que no se plantean los demás animales, incapaces de
pensar.
La parte apetitiva del alma, sede de los deseos, es el carácter (éthos). La parte racional del alma es
el pensamiento (diánoia).
A cada una de estas funciones corresponderá una virtud que consistirá en la excelencia en su
ejecución.

La felicidad no es un regalo de los dioses ni producto del azar, sino que es preciso conquistarla
tras largo ejercicio, por la lucha y la práctica e la virtud.
Estas son las características que Aristóteles propone para la virtud:

1.  La virtud es un hábito adquirido. - No brota espontáneamente de la naturaleza, sino


que es preciso adquirirla por la repetición de actos, mediante el esfuerzo y la tenacidad en
la práctica de obrar bien.
2. La virtud es un hábito voluntario. - Sócrates identificaba la virtud con la ciencia y el
vicio con la ignorancia. Por el contrario, Aristóteles afirma que tanto la virtud como el vicio
dependen no solo del conocimiento, sino también de la voluntad. No basta con saber el
bien para practicarlo. Ni tampoco basta conocer el mal para dejarlo de cometer.

DIVISIÓN DE LAS VIRTUDES

Aristóteles distingue en el alma dos partes: una irracional (sujeto de virtudes éticas o morales) y
una parte racional (virtudes dianoéticas o intelectuales).
A) VIRTUDES INTELECTUALES. - La virtud dianoéticas es la perfección del alma racional en
cuanto tal. Esta alma racional tienes dos dimensiones: una dirigida a las cosas cambiantes de la
vida del hombre (entendimiento práctico) y otra dirigida a la realidad inmutable y necesaria, las
verdades y principios supremos (entendimiento teórico). Por ello, sus virtudes fundamentales serán
dos:

• Prudencia (Phrónesis). - Tan alta es la virtud de la prudencia, que el hombre que la


posee puede decirse que tiene todas las demás virtudes. Con ella dirige su vida,
deliberando sobre lo que es el bien o el mal para el hombre.
Dentro de ella, por razón del sujeto cuyas acciones regula, distingue Aristóteles 3 clases de
prudencia: 1o) Individual, cuando se aplica a la dirección de la conducta del individuo; 2o)
Económica, cuando versa acerca del gobierno de la casa o familia; 3o) Política, cuando se
refiere al régimen de la ciudad.

La prudencia no es una ciencia pues trata de lo particular en cada caso. Por eso los jóvenes
carecen de experiencia y necesitan seguir los consejos de un varón prudente y
experimentado. Por ello mismo los jóvenes tampoco están preparados por la política,
porque es una cierta forma de prudencia.

• Sabiduría (Sophía). - Es el conocimiento de aquellas realidades que están por encima del
hombre: la ciencia teórica y, sobre todo, la metafísica. Mediante su ejercicio, que constituye
la perfección de la actividad contemplativa, el hombre alcanza la máxima felicidad y llega a
rozar lo divino.
En la pólis griega, comunidad de hombres libres, es posible que en algunos ciudadanos (los
mejores) se desarrolle la vida contemplativa, la ciencia teórica, alcanzando así la naturaleza
humana su plenitud. Posibilitar esa plenitud mediante las condiciones de ocio, tranquilidad
y recursos necesarios, corresponde a la más alta misión de la pólis. Aquí radica el interés de
Aristóteles por la política.

La virtud dianoéticas o prudencia debe de marcar el rumbo a las virtudes éticas. La razón práctica
ha de indicar el éthos o carácter lo que hacer. La razón práctica es normativa de la virtud ética.

B) VIRTUDES ÉTICAS. - Consisten en el dominio de la parte irracional del alma y el sometimiento


de ésta a los dictados de la razón. Las virtudes éticas son muchas, pero todas tienen en común una
característica esencial. Impulsos, pasiones y sentimientos tienden al exceso o al defecto. Al
intervenir la razón, debe indicar cuál es la “justa medida”, el punto medio entre los dos extremos,
que son vicios. Este “medio” es un triunfo de la razón sobre los instintos.

Las virtudes éticas consisten en un medio entre dos extremos viciosos. Será necesario utilizar
la recta razón, para actuar como rectora de todos los actos humanos así como deliberar acerca
de los medios más adecuados para conseguir el fin y el bien posible para el hombre.
El humano no tiene la virtud por naturaleza, pero si tiene la potencialidad de virtud y de vicio, la
cual puede actualizar o no, dependiendo de su propia voluntad o decisión. El hábito en que
consiste la virtud se forma a base de la repetición de actos, bien sea por reflexión propia o
siguiendo el consejo de una varón experimentado. Así, vamos adquiriendo el hábito de decidir bien,
en que consiste la virtud. Al igual que es tocando bien la cítara una y otra vez (preguntado al
citarista si es preciso) como adquirimos el batido de tocar la cítara bien y sin esfuerzo, en que
consiste la virtud por excelencia del citarista.

Mediante la repetición de decisiones y actos adecuados, convertimos en acto nuestra areté, pero
siempre será decisión nuestra, elección libre, siendo responsables de nuestros hábitos. En tanto
que tomemos asiduamente decisiones buenas o malas, nos haremos virtuosos o viciosos. Por eso
somos responsables de nuestros actos y hábitos, por eso está justificado elogiar a los virtuosos y
censurar a los viciosos. Por eso tiene sentido que el legislador imponga premios y castigos a unos
otro, para fomentar el actuar bien.

La definición de Aristóteles de virtud es la siguiente: <<Un hábito adquirido, voluntario,


deliberado, que consiste en el justo medio en relación a nosotros, tal como lo determinaría el
buen juicio de un varón prudente y sensato, juzgando conforme a la recta razón y a la
experiencia>>.

1) Parte irracional. - Cuando regulan la virtud en sí mismo lo hace sobre su parte irracional.
Fortaleza o valor (medio entre cobardía y temeridad); Templanza (regula los placeres de los
sentidos, y es medio entre la insensatez y la intemperancia); Pudor o modestia (versa sobre las
emociones y es medio de la timidez y la impudencia).

2) Relaciones del hombre cono sus semejantes. - Liberalidad (uso de las riquezas);
Magnificencia (uso de las riquezas para hacer grandes empresas); Magnanimidad; Dulzura (regula
la pasión de la cólera); Veracidad; Buen humor; Justicia (es la principal entre todas las virtudes
morales).

LA JUSTICIA

Es la virtud por excelencia, y en cierto modo, comprende todas las demás, en cuanto que
introduce la armonía en el conjunto. Todas las virtudes, en cuanto que representan el ejercicio
de alguna actividad, están subordinadas a la justicia. <<Una sola justicia contiene todas las
virtudes>>.

Aristóteles distingue dos modalidades de la justicia como virtud:

La justicia natural: Tiene valor universal en todas partes, tiempos y regiones. Es inmutable y no
depende de las opiniones ni de las resoluciones de los hombres. Tiene la misma estabilidad y
universalidad que las propiedades mismas de las cosas. Por ejemplo, el fuego <<quema lo mismo
en Grecia que en Persia>>.
La justicia legal: Son las que ajustan la conducta del ciudadano. Lo justo es lo conforme a la
ley; lo injusto lo disconforme. Las leyes ordenan acciones justas y buenas, conformes a todas las
virtudes. Prescriben actos de valor, de prudencia, de templanza, etc., y prohíben sus vicios
contrarios. El que vive conforme a la ley vive justamente y practica al mismo tiempo las virtudes.
En este sentido, la justicia legal tiene el carácter de virtud integral. El buen ciudadano que
observa el cumplimiento de las leyes será un hombre justo y virtuoso.

La justicia no puede darse respecto de uno mismo, sino que implica siempre relación a otro. Por
esto es la mejor garantía del bien común, al cual deben subordinarse en la sociedad los bienes
particulares. Las relaciones de unos individuos con otros deben estar presididas por la igualdad. De
aquí nacen dos especies de justicia, que son:

1) Distributiva. - Debe regular las relaciones de la ciudad con los individuos. Tiene por objeto el
reparto de los bienes (honores, riquezas...), así como de las cargas y obligaciones entre los
miembros pertenecientes a una misma ciudad. Su norma debe ser la igualdad, pero no entendida
en sentido rígido, sino combinada con el concepto de jerarquía. Hay que dar a cada uno lo que se
le debe, pero teniendo en cuenta sus dotes naturales, su dignidad, las funciones que desempeña y
el grado jerárquico que ocupa en la sociedad.

2) Correctiva (conmutativa). - Versa sobre las relaciones de unos ciudadanos con otros. Dentro de
esta distingue relaciones civiles voluntarias (como los contratos de compraventas, préstamos,
arriendo) y otras involuntarias (se hacen contra la voluntad del injuriado y sin su conocimiento,
como adulterio, hurto, envenenamiento...).

Cuando se comete una injusticia y se viola la igualdad, el reestablecimiento corresponde al juez,


que representa la justicia personificada.

EQUIDAD: Como complemento de la justicia señala Aristóteles la equidad, que se constituye en


hábito permanente para interpretar y aplicar la ley, determinando lo que es justo en cada caso
particular. La ley tiene un carácter universal y no puede prever ni determinar en concreto todos los
casos particulares. Por ello, es necesaria la equidad, que se distingue por su flexibilidad,
corrigiendo, templando y ablandando la rigidez, la firmeza y la estabilidad que caracterizan a la ley,
y la aplica no como una norma rígida e inhumana, sino a la manera de la regla flexible de plomo de
los albañiles lesbios, que se amolda a las formas de la piedra que tratan de medir.

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