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ARISTOTELES
1. EN BUSCA DE LA EXCELENCIA
Podemos denominar a esa filosofía moral como una ética de las virtudes.
Virtud (areté): excelencia de una cosa; designa o remite al fin o la a función de aquello a
lo que se aplica: desempeñar bien el propio fin, la función de cada cosa. Para los griegos,
todo debía tener su areté; todo tenía su fin, su télos. Así, la ética debía ocuparse del télos,
de la función o de la areté del ser humano.
Ser virtuoso aplicado a los seres humanos, será pues lo mismo que ser bueno, ser una
buena persona. Esto nos habla de una sociedad competitiva y meritocrática.
Nadie nace siendo virtuoso, sino que la virtud puede y debe adquirirse.
El bien consiste en “poseer todas las cualidades valoradas en la sociedad griega: coraje
bélico y habilidad en la guerra”; concepción muy aristocrática de la ética o de la virtud,
propia de una sociedad muy jerarquizada.
Los poemas homéricos pertenecen a una época aún prefilosófica. El inicio de la reflexión
filosófica, del pensamiento racional, es el comienzo de las dudas relativistas. En esta
distinción entre “lo que es” y “lo que debería ser” es donde radica propiamente el
pensamiento ético.
Los sofistas no buscan la verdad, aceptan que ni la ética ni la política pueden permitirse
juicios que vayan más allá de la opinión (doxa). Sólo se puede aspirar a convencer o
persuadir de la utilidad de sustentar esas ideas: maestros en retórica, el arte de la
persuasión.
“El hombre es la medida de todas las cosas” (Protágoras), da cuenta del relativismo propio
de los sofistas.
No exista una esencia de la justicia ni de la virtud. La única esencia de la que dependen es
la necesidad de conveniencia humana.
Sócrates no comercia con su saber, sino que hace profesión de su ignorancia: “sólo sé que
no sé nada”. Busca saber, pero no se propone enseñar sino evidenciar las lagunas que
cada cual tiene en su conocimiento -> utiliza la dialéctica que consiste en, a través del
diálogo, mostrar lo que unos y otros ignoran.
El bien del alma lo encuentra cada cual en sí mismo, aplicando la mayéutica: el arte de
encontrar y conocer el bien que cada cual lleva dentro. Tanto Sócrates como Protágoras
destacan por un discurso anclado en la independencia, que resulta políticamente
impertinente.
Frente a la idea sofista de que “la justicia es el interés del más fuerte” Platón diseña la
ciudad ideal y justa que es la que necesita el hombre para ser virtuoso. La ética no es
pensada desde el individuo, sino desde la colectividad. Sólo en el seno de una comunidad
le es dado desarrollar esa excelencia que se concreta en la vida virtuosa.
Las ideas que utiliza Aristóteles ya estaban en filósofos que le precedieron, pero hasta
Aristóteles el discurso ético no adquiere la sistematización que dará pie a toda la filosofía
occidental.
La obra aristotélica se compone de tratados dedicado cada uno de ellos a las distintas
ramas en que se irán diversificando la filosofía: física, lógica, ética, política, metafísica.
“El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”. Hablar del bien es hablar del fin
(télos), aquello que cada cosa persigue.
Los bienes o fines que buscamos se subordinan unos a otros, y esos fines tienen que
acabar en un fin último en el que converjan todos los demás.
La felicidad es aquello hacia lo que todos los seres humanos tienden, por lo que ese y no
otro debe ser el contenido de la ética: conducir al ser humano hacia la felicidad.
En su “Ética para Nicónamo” plantea la pregunta de si existe un bien que constituya el fin
último de las acciones humanas, y ese bien supremo es la felicidad, la cual es la plenitud de
la realización activa del ser humano en lo que tiene propiamente de humano.
Para determinar en qué consiste la felicidad es preciso conocer antes cual es la misión
propia de los seres humanos: No es la vida vegetativa ni la sensitiva, sino el desarrollo y
cultivo de la razón. El ser humano será feliz solo si vive según la razón, la cual es la vida
virtuosa.
Los seres humanos no han decidido esta su misión última que es la felicidad, sino que la
tienen por naturaleza y aspiran a ella, pero se precisa para lograrla elegir bien los medios.
Esta elección es cuestión de inteligencia y libertad, de modo que la vida virtuosa o malvada
son manifestaciones de esta inteligencia y de esta libertad.
La felicidad es lo que todos los hombres quieren, pero la mayoría no saben dónde
buscarla. La felicidad está en la vida virtuosa.
Misión del filósofo: ira más allá de las subjetividades para determinar dónde debe hallarse
la felicidad y por qué.
La vida virtuosa consistirá, pues, en desarrollar esa capacidad racional que radica en el
alma y establece “la regla” del comportamiento.
Virtudes éticas: originadas por la costumbre, por los hábitos: justicia (la más
importante), fortaleza y templanza.
Platón no distingue entre sabiduría y prudencia. Aristóteles distingue y contrapone las dos
cosas:
PLATON: La filosofía tiene como misión conducir a los seres humanos a un modo de vida
social basada en la justicia, para ARISTOTELES el fin de la filosofía es guiarlos a la vida
contemplativa en donde encuentran su más alta felicidad. Puesto que el entendimiento es la
función más elevada de nuestra alma, el conocimiento de lo que el entendimiento puede
llegar a saber, es el logro más excelente y preciado que puede aspirar.
La vida teorética es una vida superior a la humana: el ser humano no la vive en cuanto es
hombre, sino en cuanto posee en si algo de divino.
La justicia es la virtud perfecta, la justicia iguala las cosas que son desiguales. La justicia
civil se corresponde con la justicia natural.
Aristóteles distingue:
Estas dos acepciones de la justicia le sirven a Aristóteles para terciar en el debate entre
A diferencia de los héroes homéricos (ética basada en la nobleza) ahora la virtud por
excelencia es la Justicia -> introduce el valor de la Igualdad (que NO es la igualdad de
todos ante la ley). Es una ética todavía aristocrática, no fundada ahora en la nobleza de
sangre sino en la nobleza de espíritu.
La ética es una práctica, que necesita una teoría que la fundamente y justifique pero a la
que no debe quedar reducida (frente a la afirmación platónica “virtud es conocimiento”).
Dado que los razonamientos solos no bastan para hacernos buenas personas (la misma
educación no consigue los resultados deseados) no hay más remedio que recurrir a la
coacción. La educación y las costumbres de los jóvenes deben ser reguladas por las leyes,
pues cuando son habituales no se hacen penosas.
Diógenes vivía en un tonel (desapego por las convenciones sociales), defendía a los
esclavos (la libertad está en el alma).
Estoicos: escuela filosófica muy prolongada en el tiempo, desde el siglo III hasta el II a. c.,
y no se reduce al territorio griego, sino que se extiende a Roma. Desarrollan un
pensamiento mucho más completo y sistemático, en el que la lógica, la física y la ética se
interrelacionan y complementan.
Que más de un estoico pusiera fin a su vida con el suicidio, como Séneca, es una
consecuencia más que coherente de esa concepción de la libertad frente a lo que no
depende de nosotros, frente a la muerte.
Epicureísmo: es una manera de vivir, algo más cercano a una religión.
1) Tanto la ciencia física como la lógica, son interesantes sólo en la medida que son útiles
y eficaces para conseguir la felicidad. La utilidad e interés de la física consiste en que nos
ayude a supera el miedo a la muerte, una de las causas de mayor infelicidad.
3) Conseguir la independencia con respecto a los deseos y a los demás hombres: eso es la
autarquía en la que reside el placer o la felicidad.
Ética
Las teorías morales de Aristóteles se contienen en sus tres Éticas (Eudemo, Nicómaco y Magna
moral), en la Retórica y en Sobre las virtudes y los vicios.
SER Y BIEN
Para Aristóteles existe una correlación exacta entre ser y bien. No hay un Ser único, sino muchos
bienes particulares. Cada sustancia tiene su propio ser y a cada una le corresponde su propio bien,
que consiste en lograr la plenitud de su propia perfección. El bien de cada cosa está en estrecha
relación con su esencia.
En virtud de esto, hay un bien propio de Dios, otros de las sustancias celestes, otro de los hombres,
otro de los animales, de las plantas y de los minerales (según sus esencias).
EL SUMO BIEN
Todas las acciones humanas tienden hacia “fines”, que constituyen “bienes”. Todos estos fines
particulares quedan subordinados a un “fin último” que es el “bien supremo”, que todos los
hombres coinciden en llamar felicidad (eudaimonía). El bien tiene carácter de causa final.
Sentido teleológico de la ética; lo bueno para el hombre consiste en aquello que conduce a su
felicidad (eudaimonía).
Hay muchos bienes parciales, a cuya consecución se ordenan las acciones particulares del hombre.
Los hay más y menos deseables. Pero ¿no habrá entre ellos alguno que merezca ser considerado
como sumo bien, propio del hombre en cuanto tal, y que merezca polarizar sobre él todo el
conjunto ordenado de las actividades humanas? Esto es lo que se propone averiguar Aristóteles con
el fin de hallar en ese bien el fin orientador de la vida humana y la <<regla de la vida
humana, a la manera de los arqueros, que apuntan a un blanco bien señalado>>.
El hombre se tiene que conformar con un bien adecuado a sus posibilidades que sea: 1o)
Perfecto, definitivo, suficiente por sí mismo para hacer feliz al hombre con su posesión sin
necesidad de añadir otra cosa; 2o) debe buscarse por sí mismo y no en orden de medio para
conseguir otro bien; 3o) Debe ser una cosa presente, no algo potencial, sino una posesión real y
actual; 4o) Debe hacer al hombre bueno; 5o) Su posesión debe ser fija, estable y continua a lo
largo de una vida suficientemente larga.
Aristóteles rechaza, en primer lugar, que el bien propio del hombre consista en los placeres
sensibles. Una vida entregada al placer no es vida humana, sino propia de esclavos o de animales.
Tampoco en las riquezas, las cuales, aunque no sean males, sino bienes, y necesarias hasta cierto
punto, sin embargo tienen más de medios que de fines.
Lo que verdaderamente distingue al hombre de los vivientes inferiores es la razón. Ésta es su
actividad propia, y así la vida del hombre deberá consistir en <<vivir conforme a razón>>. La
razón debe dirigir y regular todos los actos del hombre, y en esto consiste la vida virtuosa. Pero
como hay muchas virtudes, su bien y su felicidad debe consistir en la <<actividad de una vida
dirigida por la virtud más alta entre todas>>. El bien propio del hombre consiste, entonces, en la
vida teorética o contemplativa, es decir, en el ejercicio de la actividad de su potencia más alta, que
es la inteligencia. Si la perfección y la felicidad del hombre consisten en la actividad conforme a la
virtud, es natural que esa actividad sea conforme a la virtud más elevada, es decir, a las virtudes
intelectuales o dianoéticas, que quedan por encima de las morales. El acto de pensamiento
<<tiene algo de divino>>, o por lo menos es lo que <<hay más de divino en el hombre>>. La
vida contemplativa es la única que sea ama por sí misma, pues no busca ningún otro bien fuera
de sí. Es lo que distingue principalmente al hombre de los animales y lo que más le asemeja a los
dioses, que son los seres más dichosos.
Por lo tanto, la vida de los hombres será más feliz cuanto más sea imitación de la actividad divina y
cuanto más intensa y elevada sea la contemplación. No obstante, Aristóteles reconoce que ese
ideal de vida es tan elevado, que no todos puedes aspirar a él. <<Quizá esta vida sea superior a
las fuerzas del hombre>>. La virtud intelectual de su estilo de vida supone el cultivo de las tres
ciencias (teóricas, prácticas y poéticas) pero en especial la vida teorética más elevada, la Teología,
la cual estudia a Dios, Acto puro, cumbre de todos los seres.
LA VIRTUD
Aristóteles distingue en el alma tres partes: una vegetativa (nutrición y crecimiento), sensitiva, y
racional, propia de los humanos. La parte sensitiva está influida por la parte racional, y de esa
interferencia surgen los problemas morales, que no se plantean los demás animales, incapaces de
pensar.
La parte apetitiva del alma, sede de los deseos, es el carácter (éthos). La parte racional del alma es
el pensamiento (diánoia).
A cada una de estas funciones corresponderá una virtud que consistirá en la excelencia en su
ejecución.
La felicidad no es un regalo de los dioses ni producto del azar, sino que es preciso conquistarla
tras largo ejercicio, por la lucha y la práctica e la virtud.
Estas son las características que Aristóteles propone para la virtud:
Aristóteles distingue en el alma dos partes: una irracional (sujeto de virtudes éticas o morales) y
una parte racional (virtudes dianoéticas o intelectuales).
A) VIRTUDES INTELECTUALES. - La virtud dianoéticas es la perfección del alma racional en
cuanto tal. Esta alma racional tienes dos dimensiones: una dirigida a las cosas cambiantes de la
vida del hombre (entendimiento práctico) y otra dirigida a la realidad inmutable y necesaria, las
verdades y principios supremos (entendimiento teórico). Por ello, sus virtudes fundamentales serán
dos:
La prudencia no es una ciencia pues trata de lo particular en cada caso. Por eso los jóvenes
carecen de experiencia y necesitan seguir los consejos de un varón prudente y
experimentado. Por ello mismo los jóvenes tampoco están preparados por la política,
porque es una cierta forma de prudencia.
• Sabiduría (Sophía). - Es el conocimiento de aquellas realidades que están por encima del
hombre: la ciencia teórica y, sobre todo, la metafísica. Mediante su ejercicio, que constituye
la perfección de la actividad contemplativa, el hombre alcanza la máxima felicidad y llega a
rozar lo divino.
En la pólis griega, comunidad de hombres libres, es posible que en algunos ciudadanos (los
mejores) se desarrolle la vida contemplativa, la ciencia teórica, alcanzando así la naturaleza
humana su plenitud. Posibilitar esa plenitud mediante las condiciones de ocio, tranquilidad
y recursos necesarios, corresponde a la más alta misión de la pólis. Aquí radica el interés de
Aristóteles por la política.
La virtud dianoéticas o prudencia debe de marcar el rumbo a las virtudes éticas. La razón práctica
ha de indicar el éthos o carácter lo que hacer. La razón práctica es normativa de la virtud ética.
Las virtudes éticas consisten en un medio entre dos extremos viciosos. Será necesario utilizar
la recta razón, para actuar como rectora de todos los actos humanos así como deliberar acerca
de los medios más adecuados para conseguir el fin y el bien posible para el hombre.
El humano no tiene la virtud por naturaleza, pero si tiene la potencialidad de virtud y de vicio, la
cual puede actualizar o no, dependiendo de su propia voluntad o decisión. El hábito en que
consiste la virtud se forma a base de la repetición de actos, bien sea por reflexión propia o
siguiendo el consejo de una varón experimentado. Así, vamos adquiriendo el hábito de decidir bien,
en que consiste la virtud. Al igual que es tocando bien la cítara una y otra vez (preguntado al
citarista si es preciso) como adquirimos el batido de tocar la cítara bien y sin esfuerzo, en que
consiste la virtud por excelencia del citarista.
Mediante la repetición de decisiones y actos adecuados, convertimos en acto nuestra areté, pero
siempre será decisión nuestra, elección libre, siendo responsables de nuestros hábitos. En tanto
que tomemos asiduamente decisiones buenas o malas, nos haremos virtuosos o viciosos. Por eso
somos responsables de nuestros actos y hábitos, por eso está justificado elogiar a los virtuosos y
censurar a los viciosos. Por eso tiene sentido que el legislador imponga premios y castigos a unos
otro, para fomentar el actuar bien.
1) Parte irracional. - Cuando regulan la virtud en sí mismo lo hace sobre su parte irracional.
Fortaleza o valor (medio entre cobardía y temeridad); Templanza (regula los placeres de los
sentidos, y es medio entre la insensatez y la intemperancia); Pudor o modestia (versa sobre las
emociones y es medio de la timidez y la impudencia).
2) Relaciones del hombre cono sus semejantes. - Liberalidad (uso de las riquezas);
Magnificencia (uso de las riquezas para hacer grandes empresas); Magnanimidad; Dulzura (regula
la pasión de la cólera); Veracidad; Buen humor; Justicia (es la principal entre todas las virtudes
morales).
LA JUSTICIA
Es la virtud por excelencia, y en cierto modo, comprende todas las demás, en cuanto que
introduce la armonía en el conjunto. Todas las virtudes, en cuanto que representan el ejercicio
de alguna actividad, están subordinadas a la justicia. <<Una sola justicia contiene todas las
virtudes>>.
La justicia natural: Tiene valor universal en todas partes, tiempos y regiones. Es inmutable y no
depende de las opiniones ni de las resoluciones de los hombres. Tiene la misma estabilidad y
universalidad que las propiedades mismas de las cosas. Por ejemplo, el fuego <<quema lo mismo
en Grecia que en Persia>>.
La justicia legal: Son las que ajustan la conducta del ciudadano. Lo justo es lo conforme a la
ley; lo injusto lo disconforme. Las leyes ordenan acciones justas y buenas, conformes a todas las
virtudes. Prescriben actos de valor, de prudencia, de templanza, etc., y prohíben sus vicios
contrarios. El que vive conforme a la ley vive justamente y practica al mismo tiempo las virtudes.
En este sentido, la justicia legal tiene el carácter de virtud integral. El buen ciudadano que
observa el cumplimiento de las leyes será un hombre justo y virtuoso.
La justicia no puede darse respecto de uno mismo, sino que implica siempre relación a otro. Por
esto es la mejor garantía del bien común, al cual deben subordinarse en la sociedad los bienes
particulares. Las relaciones de unos individuos con otros deben estar presididas por la igualdad. De
aquí nacen dos especies de justicia, que son:
1) Distributiva. - Debe regular las relaciones de la ciudad con los individuos. Tiene por objeto el
reparto de los bienes (honores, riquezas...), así como de las cargas y obligaciones entre los
miembros pertenecientes a una misma ciudad. Su norma debe ser la igualdad, pero no entendida
en sentido rígido, sino combinada con el concepto de jerarquía. Hay que dar a cada uno lo que se
le debe, pero teniendo en cuenta sus dotes naturales, su dignidad, las funciones que desempeña y
el grado jerárquico que ocupa en la sociedad.
2) Correctiva (conmutativa). - Versa sobre las relaciones de unos ciudadanos con otros. Dentro de
esta distingue relaciones civiles voluntarias (como los contratos de compraventas, préstamos,
arriendo) y otras involuntarias (se hacen contra la voluntad del injuriado y sin su conocimiento,
como adulterio, hurto, envenenamiento...).