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Primera Parte
CONTEXTUALIZACIÓN DE LA MORAL DE LA PERSONA
1
BENEDICTO XVI, Deus caritas est, n.2
Teología Moral II: Moral de la persona -5-
2
ANTONIO HORTELANO, Problemas Actuales de Moral, Vol. II, La violencia, el amor y la sexualidad,
Sígueme, Salamanca 1980, p. 273.
3
Cfr. ERIC FUCHS, Deseo y ternura. Fuentes e historia de una ética cristiana de la sexualidad y el
matrimonio, DDB, Bilbao 1995, 12-21.
Teología Moral II: Moral de la persona -6-
estados de humor de relativa duración (como una excitación agradable) en cuanto son
percibidos como agradables y pueden ser saboreados, disfrutados, al contrario que sus
opuestos (p. ej. ansiedad, melancolía)...”4.
El Diccionario de la Real Academia de la lengua, lo define como: “Goce o disfrute
físico o espiritual producido por la realización o la percepción de algo que gusta o se
considera bueno”. Reconocemos, por lo tanto, que el placer tiene una dimensión
“espiritual” y que no es puramente disfrute físico.
El concepto de placer va a tener un papel importante en la filosofía griega. Para
Aristóteles, el placer, entendido como felicidad, será el fundamento de su elaboración
ética (eudomonismo). Los estoicos y epicureistas, verán también en el placer el bien
supremo y la meta de la vida, pero, diferenciándose de las corrientes puramente
hedonistas, optarán por el placer intelectual frente al sensual, pues este último perturba
el espíritu, para evitar esto se habrá de buscar un equilibrio entre el placer y el
sufrimiento por el dominio de sí mismo y la prudencia.
El placer ha sido buscado como un fin en sí mismo (hedonismo), pero también el
placer-felicidad se ha planteado como fundamento de la ética y de la organización social
(corrientes éticas utilitaristas: británicos Jeremy Bentham, James Mill y John Stuart
Mill). Se trata de corrientes vinculadas también a la exaltación del egoísmo, considerar
que el bienestar de la sociedad dependerá de que cada uno de los individuos busque su
propio interés y su máximo provecho: la ley del mercado) ha formado y forma parte de
diferentes propuestas éticas a lo largo de la historia hasta la actualidad5.
Existen tres modelos éticos que se han ido repitiendo a lo largo de la historia: una
propuesta moral orientada por la búsqueda de “el bien”, el deber y las normas (objetivas
en sí mismas, independientes del ser humano y de sus circunstancias); una moral
orientada por las inclinaciones naturales de la persona humana (la naturaleza humana; la
búsqueda de la felicidad; los vínculos afectivos); una moral fundada en la razón, como
dimensión netamente humana
No solamente desde el punto de vista ético, económico, cultural o social se ha
estudiado el placer. También ha habido una importante reivindicación de esta categoría
desde los estudios psicológicos. Según Freud, toda actividad psíquica tiene por finalidad
procurar el placer y evitar el displacer6 (ligado también a las pulsiones básicas de eros y
thanatos). Existe un conjunto de necesidades biológicas, deseos y motivaciones
afectivas primarias que, bajo el principio del placer, buscan su realización inmediata. En
la teoría de Sigmund Freud, la energía subyacente a las pulsiones instintivas del ello se
conoce como libido —fuerza psicológica general que es básicamente de naturaleza
sexual— a través de la cual se expresa la conformación psicosexual del individuo.
4
FRANCESCO COMPAGNONI, Corporeidad, en: F. COMPAGNONI Y OTROS, Nuevo Diccionario de
Teología Moral, Paulinas, Madrid 1992, p. 300.
5
Cfr. F. SAVATER, Ética para Amador, Ariel, Barcelona 199729; C. DÍAZ, Eudaimonia. La felicidad
como utopía necesaria, Encuentro, Madrid, 1987; E. GUISÁN, Manifiesto Hedonista, Anthropos,
Barcelona 1990.
6
SIGMUND FREUD, Más allá del principio del placer, Obras completas vol. XVIII, Amorrortu, Buenos
Aires 19924.
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7
QUINTÍN CASTRO CUBILLO, Para comprender el placer en la ética cristiana, Verbo Divino, Estella
2008. Desde una perspectiva feminista, cfr. GRACIELA HIERRO, La ética del placer, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2003. Desde el punto de visto filosófico y sociológico Michel
Foucault ha publicado cuatro volúmenes relativos al tema de la sexualidad, para este tema concreto cfr.
MICHEL FOUCAULT, Historia de la sexualidad. Vol. II El uso de los placeres, Siglo XXI, Buenos Aires
2003.
8
VIKTOR E. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 1982, p. 109-113; ERICH
FROMM, El arte de amar, Paidós, México 2000.
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Sin desconocer la existencia de estados “intersexuales” por problemas genéticos-cromosómicos u
hormonales (lo que genera un deficiente o inadecuado desarrollo) Desde el 2013/10/01 en Alemania se
permite no establecer la identidad sexual de un recién nacido que tenga problemas de esta
configuración (se calcula que anualmente se producen 400 casos en Alemania) En Argentina se rodó la
película XXY basada en esta problemática.
Teología Moral II: Moral de la persona -12-
B – Significado de Lujo
Con este término nos referimos a que la sexualidad, en cuanto mecanismo
reproductor, se presenta como un lujo de la naturaleza. Hay un derroche biológico si se
piensa en los millones de espermatozoides que son necesarios para que uno fecunde el
óvulo, con lo que se observa que nuestro organismo produce una sobreabundancia de
elementos fecundantes en relación a los elementos fecundados. Esto lo compartimos
también con el reino vegetal, pero en el reino animal se produce también un
enriquecimiento vital, ya que, al producirse el intercambio de genes, cada nuevo
ejemplar es diferente de sus progenitores.
C – Significado placentero
Considerando que dentro de la vivencia de la sexualidad se encuentra este aspecto
placentero, que podríamos denominar “dimensión unitiva” o de encuentro. Hay que
constatar que la sexualidad humana tiene una fuerte relación con la fantasía, con el
placer y el juego, pero no podemos identificarla solamente con estos aspectos. Cuando
se reduce la sexualidad a la mera búsqueda del placer estamos degradándola, lo mismo
que cuando ignoramos que este está presente en la vivencia sexual.
La noción de placer sexual tiene que ser despojada de la fuerte carga negativa
proveniente de un neo-platonismo y al mismo tiempo hay que desvincularla de una
conexión con el pecado original, uno de cuyos efectos o consecuencias habría sido la
concupiscencia. En la tradición se ha llegado a entender el placer sexual como un mal
necesario, una especie de trampa amorosa que Dios ha colocado a los hombres para
inducirlos al deber de la procreación.
El sentido placentero de la sexualidad se vive en todas las instancias, el placer del
amor, del encuentro interpersonal, de la propia realización personal, etc. y habrá que
articularlo con el sentido o dimensión de la procreación, pero no debemos separarlas.
Tampoco podemos absolutizar, como se tiende socialmente, este sentido placentero,
basando la vivencia de la sexualidad en este aspecto, pues sería despojarla de su
auténtica consideración integral humana.
13
A veces, por circunstancias coyunturales, la familia o la sociedad facilita el cambio de rol respecto del
sexo con el que ha nacido la persona. Así existe la figura de las “Vírgenes juradas” en Albania, en
familias que no han tenido hijos varones, se elige a una mujer que se compromete jurando ante los
ancianos del pueblo a vivir como hombre y permanecer virgen, eso les permite tener más libertad y
ocupar el papel del varón en la familia. También los “Bacha posh” en partes de Afganistán y Pakistán,
algunas familias sin hijos varones eligen a una hija para vivir y comportarse como un chico. Esto
permite que la niña se comporte más libremente: asistir a la escuela, escoltar a sus hermanas en público
y trabajar. También permiten a la familia evitar el estigma social asociado de no tener hijos varones.
Estos modos de comportamiento tienen que ver con “acuerdos sociales”, por lo tanto, son diferentes de
otras realidades como pueden ser los “muxes” en México o los “jisras” en la India (adoradores de la
diosa Bajuchara Mata), que suponen la aceptación social de la existencia de un “tercer sexo”
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tanto al placer sexual (orgasmo) como al encuentro con un otro un camino e instrumento
para expresar también las experiencias religiosas más profundas del ser humano
(mística: experiencias de gozo y plenitud)
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TONY MIFSUD, Moral de Discernimiento, Tomo III: Moral Sexual. Una reivindicación ética de la
sexualidad, San Pablo, Santiago de Chile 20025, pp. 16.
15
Antonio Hortelano recoge las diferencias entre las diferentes “revoluciones sexuales” que se han dado,
en la misma época, en distintas partes del mundo. Cfr. A. HORTELANO, Problemas actuales de moral.
Vol II, La violencia, el amor y la sexualidad, Sígueme, Salamanca 1982, 230-270.
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16
WILHELM REICH, La revolución sexual. Para una estructura de carácter autónoma del hombre,
Planeta, Barcelona 1985 (publicada en 1945)
17
A. C. KINSEY, W. B. POMEROY Y C. E, MARTIN, La conducta sexual del varón, Interamericana,
México 1949; A. C. KINSEY, W. B. POMEROY, C. E. MARTIN Y P. H. GEBHARD, Conducta sexual de
la mujer, Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1967.
18
HERE HITE, EI Informe Hite. Estudio de la sexualidad femenina, Editorial Punto de Lectura, 2002
(estudio realizado en 1976).
19
SIMONE DE BEAUVOIR, El segundo sexo, Sudamericana, Buenos Aires 2016. Una expresión
enarbolada como bandera de lucha será “no se nace mujer, sino que se llega a serlo” (publicado en
1949)
20
Cfr., HISTORY CHANEL, Sex in 69. The Sexual Revolution in America (hay edición traducida al
español)
21
Las manifestaciones del orgullo gay se iniciaron en conmemoración de los disturbios de Stonewall. Se
conmemoran en la fecha una serie de manifestaciones espontáneas y violentas contra una redada
policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969 en el bar conocido como Stonewall
Inn, del barrio neoyorquino de Greenwich Village.
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BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, n. 5.
23
JACQUES MONOD, El azar y la necesidad, Orbis, Barcelona 1986; RICHARD DAWKINS, El gen egoísta.
Las bases biológicas de nuestra conducta, Salvat, Barcelona 1993; CAMILO JOSE CELA CONDE, De
genes, dioses y tiranos. La determinación biologicista de la moral, Alianza Editorial, México 20112.
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