Está en la página 1de 3

Textos de sala nuevo museos

Introducción: -
La exposición, Texto de sala introductorio:

Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII –


XVIII
En esta exposición se presenta una selección modélica de las naturalezas muertas provenientes
de la Colección Masaveu y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Se pretende mostrar
a través de obras del Barroco y la Ilustración el origen y desarrollo de uno de los géneros más
extendidos propios de la tradición occidental.
Con denominación diferenciada en el ámbito hispánico, “bodegón”, son así designadas las
piezas cuya finalidad se centra en el retrato de objetos, fauna, flora, frutos y diversos objetos
inanimados de una manera cercana y minuciosa, con atención a sus diferencias en forma y
aspecto. Estos temas de corte aparentemente trivial surgieron inicialmente en un contexto
erudito de minucioso estudio que, debido a su gran atractivo visual y atendiendo a razones
sociales y de prestigio, acabaron siendo demandados por todos los estamentos con capacidad
económica en el siglo XVII.
De este modo se contraponía el espectáculo de la naturaleza seleccionada y expuesta, fielmente
representada, frente a la historia o la idealizada imagen sagrada, promoviendo nuevos
horizontes estéticos. En este caso, se propone a través de algunos de los artistas consagrados al
género un trayecto de siglo y medio por el bodegón.

1 La pintura de los objetos inertes

Las primeras naturalezas muertas españolas comienzan a


ser documentadas, al igual que en el resto de focos artísticos
europeos, en la última década del siglo XVI. Encontramos
como apertura de la exposición una obra que muestra un
taller, en el cual un maestro se afana en copiar un montón
de objetos. Pinta un bodegón, mientras que a sus pues un
cartellino recoge el aforismo Ancora imparo (Sigo
aprendiendo). El lienzo es una metáfora del cambio
producido entonces en la manera de ver del creador y
espectador, tornándose la pintura ya no solo a la
representación del hombre y sus acciones, pasando a primer
plano la contemplación de manera ordenada de lo
secundario o anecdótico a través del nuevo prisma de visión
de los albores del Barroco.
Esta tipología fue la dada en Toledo por primeros decenios
del siglo XVII. Son planteados como una suerte de
trampantojo, de mímesis perfecta de la realidad vista a
través de una ventana, en forma de ricos ajuares o
despensas bien surtidas. Conforme avanzó el siglo así lo
siguió el género, extendiéndose a otros enclaves
peninsulares, destacando de sobremanera la corte de
Madrid, donde Van der Hamen y seguidores como Antonio
Ponce dieron con soluciones más decorativas y dinámicas,
con multiplicidad de flores y frutos para traspasar aquella
2 Alegorías de los sentidos

El género del bodegón, al igual que el resto de pinturas con


intenciones realistas, parte de una paradoja, pues pretende
sugerir la presencia del objeto con sus características
sensoriales a partir de una representación bidimensional,
partiendo únicamente de herramientas visuales. Debido a
esto el artista tan solo puede sugerir o asociar esas
sensaciones, creándose una complicidad categórica entre el
espectador y el artista, un pacto tácito de verosimilitud y
asociaciones sensoriales de lo representado.
En la cultura simbólica del Renacimiento y el Barroco
proliferaron las alegorías que, por medio de la vista,
ensalzaban demás sentidos corporales de la persona. De
corte palaciega se dieron gran cantidad de producciones
referidas a las cuatro estaciones y a los cinco sentidos,
mostrando personajes imaginarios rodeados de objetos
alusivos a cada representación.
La colección Masaveu presenta una serie del taller de juan
de Arellano, pintor de flores más famoso en España del siglo
XVII. Inspirado en grabados flamencos para las figuras
femeninas y las escenas, enfatizó el carácter de estas
acompañando la representación con el verbo que
representan. Estas escenas se verán compuestas por temas
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento con sentido
moralizante del buen o mal uso de estos sentidos.

3 Gabinete de flores barrocas


Las flores, desde el nacimiento de su género, fue uno de
los motivos favoritos para la representación de
naturalezas muertas. Evocaban, junto a otros elementos,
la belleza natural, su colorido y variado aspecto.
Simbolizaban la fugacidad de la vida por el breve
tiempo que dura su esplendor.
A mediados del siglo XVII se generaliza en todo el
continente europeo, siendo una mezcla entre pintura
decorativa y simbólica. En muchas ocasiones, los
artistas agrupaban flores sin atender a su época de
florecimiento, ya que buscaban crear atractivos a través
de los contrastes de color y morfología.
La corte de Madrid se sumó a este auge del género
floral, sobre todo durante el reinado de Carlos II,
destacando a Juan de Arellano y su taller. Este creó sus
propios prototipos de jarrones con orfebrería y piezas
vítreas, que fueron concebidos en series para mostrarse
juntos y conseguir un efecto sofisticado típico del
barroco.
4 Entre ciencia y tradición: el siglo XVIII

Entrando en el Siglo de las Luces, se produce una nueva


visión de cómo entender la naturaleza gracias a la
especialización de los saberes científicos y de la Historia
Natural, centrándose en los detalles morfológicos de este
tipo de cuadros.
Los artistas buscaban una representación rigurosa ya que
estos cuadros seguían siendo utilizados para ambientes
domésticos.
Luis Egidio Meléndez, de origen asturiano, destacará en
Madrid con un grupo de doce obras relacionadas con un
importante encargo regio.
En 1771, le es encomendado la ejecución de un gran
número de obras para el futuro rey Carlos IV, creando un
amplio repertorio de frutos y animales, representados con
una gran calidad técnica. El éxito de este conjunto de
obras fue notable, haciendo varias versiones, la mayoría
destinadas a colecciones privadas.

También podría gustarte