Javier García Álvarez-Daya Prieto Aguirre- Coral López García- Andrea Álvarez Araújo.
Amira el Tabache Díaz
Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII –
XVIII En esta exposición se presenta una selección modélica de las naturalezas muertas provenientes de la Colección Masaveu y la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Se pretende mostrar a través de obras del Barroco y la Ilustración el origen y desarrollo de uno de los géneros más extendidos propios de la tradición occidental. Con denominación diferenciada en el ámbito hispánico, “bodegón”, son así designadas las piezas cuya finalidad se centra en el retrato de objetos, fauna, flora, frutos y diversos objetos inanimados de una manera cercana y minuciosa, con atención a sus diferencias en forma y aspecto. Estos temas de corte aparentemente trivial surgieron inicialmente en un contexto erudito de minucioso estudio que, debido a su gran atractivo visual y atendiendo a razones sociales y de prestigio, acabaron siendo demandados por todos los estamentos con capacidad económica en el siglo XVII. De este modo se contraponía el espectáculo de la naturaleza seleccionada y expuesta, fielmente representada, frente a la historia o la idealizada imagen sagrada, promoviendo nuevos horizontes estéticos. En este caso, se propone a través de algunos de los artistas consagrados al género un trayecto de siglo y medio por el bodegón.
1 La pintura de los objetos inertes
Las primeras naturalezas muertas españolas comienzan a ser
documentadas, al igual que en el resto de focos artísticos europeos, en la última década del siglo XVI. Encontramos como apertura de la exposición una obra que muestra un taller, en el cual un maestro se afana en copiar un montón de objetos. Pinta un bodegón, mientras que a sus pues un cartellino recoge el aforismo Ancora imparo (Sigo aprendiendo). El lienzo es una metáfora del cambio producido entonces en la manera de ver del creador y espectador, tornándose la pintura ya no solo a la representación del hombre y sus acciones, pasando a primer Textos de salas: plano la contemplación de manera ordenada de lo secundario o anecdótico a través del nuevo prisma de visión de los Introductorio albores del Barroco. 1 Esta tipología fue la dada en Toledo por primeros decenios 2 del siglo XVII. Son planteados como una suerte de trampantojo, de mímesis perfecta de la realidad vista a través 3 de una ventana, en forma de ricos ajuares o despensas bien 4 surtidas. Conforme avanzó el siglo así lo siguió el género, extendiéndose a otros enclaves peninsulares, destacando de sobremanera la corte de Madrid, donde Van der Hamen y seguidores como Antonio Ponce dieron con soluciones más decorativas y dinámicas, con multiplicidad de flores y frutos para traspasar aquella ventana inicial. 2 Alegorías de los sentidos
El género del bodegón, al igual que el resto de pinturas con
intenciones realistas, parte de una paradoja, pues pretende sugerir la presencia del objeto con sus características sensoriales a partir de una representación bidimensional, partiendo únicamente de herramientas visuales. Debido a esto el artista tan solo puede sugerir o asociar esas sensaciones, creándose una complicidad categórica entre el espectador y el artista, un pacto tácito de verosimilitud y asociaciones sensoriales de lo representado. En la cultura simbólica del Renacimiento y el Barroco proliferaron las alegorías que, por medio de la vista, ensalzaban demás sentidos corporales de la persona. De corte palaciega se dieron gran cantidad de producciones referidas a las cuatro estaciones y a los cinco sentidos, mostrando personajes imaginarios rodeados de objetos alusivos a cada representación. La colección Masaveu presenta una serie del taller de juan de Arellano, pintor de flores más famoso en España del siglo XVII. Inspirado en grabados flamencos para las figuras femeninas y las escenas, enfatizó el carácter de estas acompañando la representación con el verbo que representan. Estas escenas se verán compuestas por temas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento con sentido moralizante del buen o mal uso de estos sentidos.
3 Gabinete de flores barrocas
Las flores, desde el nacimiento de su género, fue uno de los motivos favoritos para la representación de naturalezas muertas. Evocaban, junto a otros elementos, la belleza natural, su colorido y variado aspecto. Simbolizaban la fugacidad de la vida por el breve tiempo que dura su esplendor. A mediados del siglo XVII se generaliza en todo el continente europeo, siendo una mezcla entre pintura decorativa y simbólica. En muchas ocasiones, los artistas agrupaban flores sin atender a su época de florecimiento, ya que buscaban crear atractivos a través de los contrastes de color y morfología. La corte de Madrid se sumó a este auge del género floral, sobre todo durante el reinado de Carlos II, destacando a Juan de Arellano y su taller. Este creó sus propios prototipos de jarrones con orfebrería y piezas vítreas, que fueron concebidos en series para mostrarse juntos y conseguir un efecto sofisticado típico del barroco. 4 Entre ciencia y tradición: el siglo XVIII
Entrando en el Siglo de las Luces, se produce una nueva
visión de cómo entender la naturaleza gracias a la especialización de los saberes científicos y de la Historia Natural, centrándose en los detalles morfológicos de este tipo de cuadros. Los artistas buscaban una representación rigurosa ya que estos cuadros seguían siendo utilizados para ambientes domésticos. Luis Egidio Meléndez, de origen asturiano, destacará en Madrid con un grupo de doce obras relacionadas con un importante encargo regio. En 1771, le es encomendado la ejecución de un gran número de obras para el futuro rey Carlos IV, creando un amplio repertorio de frutos y animales, representados con una gran calidad técnica. El éxito de este conjunto de obras fue notable, haciendo varias versiones, la mayoría destinadas a colecciones privadas.