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Pérez de Alesio, uno de los pintores de la Capilla Sixtina en Roma,
antes de emprender su viaje de Sevilla al Perú por el año de 1587
compró un grueso volumen de grabados en el cual se encontraba
la obra completa de Durero y que probablemente utilizaría como
fuente de inspiración y de consulta para su producción artística
americana. M enos aún, que el grabado peruano era un campo de
investigación por sí mismo prácticamente inexplorado por la
americanística.
El grabado en Lima virreinal. Documento histórico y artístico (si-
glos XVI al XIX ) de Ricardo Estabridis Cárdenas es un estudio pre-
cursor, erudito y lleno de noticias inéditas para las Bellas A rtes
en el Perú. Se trata de la primera reconstrucción sistemática de la
historia del grabado en Lima que rastrea su evolución desde la
imprenta del italiano A ntonio Ricardo, fundada en 1584 bajo el
influjo del santo arzobispo Toribio de M ogrovejo, y del III Concilio
limense hasta inicios de la República cuando aparecen los prime-
ros grabados alegóricos sobre Simón Bolívar. Elaborado como te-
sis doctoral que recibió en M adrid los mayores honores, esta in-
vestigación supera con creces las monografías académicas espe-
cializadas de corte historicista. Reseña las biografías de los gra-
badores limeños entre los que sobresalen Francisco Bejarano, Pe-
dro N olasco, Fray M iguel A dame, Juan Francisco Rosa, Domingo
A yala y M arcelo Cabello, entre muchos otros. Identifica sus técni-
cas —en aguafuerte, entallado en madera, en cobre, en calcogra-
fía, entre otras—; clasifica los géneros más significativos de sus
obr as gr abad as —estampas r el i gi osas, r etr atos pr of anos o
alegóricos, emblemas moralizadores, cartografías, ilustraciones
científicas, naipes españoles del siglo XVI encontrados en la H uaca
3 Palos, escudos nobiliarios, incluso caricaturas—.
Sin embargo, Estabridis no se queda en el dato histórico. Utili-
zando su sólida formación en historia del arte se sirve del grabado
para rastrear el amplio abanico de influencias que éste dejó no sólo
en la pintura, sino en la formación de los estilos artísticos, en la
difusión de las ideas religiosas y en la transformación de las menta-
lidades. N os dice que la arquitectura plateresca española, con sus
16
grutescos y decoraciones a lo romano, proviene, en parte, de los tra-
tados ilustrados de arquitectura renacentista. Tras el Concilio de
Trento (1545-1563) el grabado se convierte en la herramienta más
prodigiosa de divulgación y de exégesis religiosa que ayudó a di-
fundir por los cuatro continentes la nueva iconografía de la
contrarreforma. Estabridis sugiere que la afición de la Compañía
de Jesús por el simbolismo y la alegoría metafísica explican la tem-
prana publicación (1577) en N ueva España del libro Emblemas de
Alciato y que la cultura del humanismo clásico, transmitida de Eu-
ropa a A mérica por la vía del comercio de libros ilustrados, marcó
tan profundamente la cultura barroca iberoamericana que el ba-
rroco se prolongó en el Perú hasta finales del siglo XVIII, cuando
en Europa ya triunfaba el cartesianismo y la Ilustración.
Estabridis señala que en el Arauco Domado (1596), de Pedro de
Oña, aparece el primer retrato grabado en el Perú. Y pasa de la
exaltación renacentista por el individuo a las políticas barrocas
de la representación. Identifica retratos grabados de virreyes, rec-
tores universitarios de San M arcos, obispos e incluso de beatos o
santos bienaventurados llegados a los altares. El grabado divul-
ga en imágenes simbólicas las representaciones y estructuras del
poder social y político; pero, también inaugura la posibilidad de
masificar y exportar las máximas expresiones de la religiosidad
popular. En el libro de fray A lonso Ramos Gavilán, dedicado a la
historia del santuario de Copacabana y publicado en Lima en
1621, aparece el primer grabado representando a la Virgen de la
Candelaria. En 1678 Pedro N olasco hace la primera estampa del
Señor de los M ilagros y los verdaderos retratos estampados de San-
ta Rosa de Lima están basados en el retrato póstumo (1617) que
A ngelino M edoro hiciera de Rosa de Santa M aría al verla muerta.
Pero hay mucho más. El grabado es una fuente documental
privilegiada y Estabridis se vale de ella para mostrarnos obras de
arquitectura limeña, de carácter efímero, desaparecidas para siem-
pre: altares, túmulos funerarios, arcos triunfales patrocinados por
la corona o la Iglesia a la muerte de un rey o de un obispo o para
la entrada triunfal a la Ciudad de los Reyes de un virrey. En el
17
siglo XVII los grabados de la Lima virreinal mostrando sus múlti-
ples templos y conventos la tipifican como una ciudad monaste-
rio. Ya en el siglo XVIII, con el grabado de M arcelo Cabello de la
Portada Nueva al Callao en la Lima amurallada, estamos ante una
ciudad fortaleza. Es desde esta mira inquieta e interdisciplinaria,
con proyecciones religiosas, sociales y políticas que Estabridis nos
permite revalorar el poder ilimitado de la imagen estampada.
18
Proemi o
19
A lo largo de los siglos XVII y XVIII analizaremos los aportes ar-
tísticos y documentales que nos traen las expresiones barrocas. En
ellas se apreciará que aparte del espíritu religioso evangelizador,
manifiesto en la estampa, también se desarrollará en Lima una va-
riedad iconográfica que abarca lo profano en la glorificación de
los personajes en la vida y en la muerte, a través de retratos, así
como de arcos triunfales de recibimiento y de arquitectura efímera
luctuosa.
El siglo XIX será contemplado en sus dos primeras décadas, años
en los cuales se desarrolla en el gusto limeño el arte neoclásico,
gestado desde fines del siglo anterior, puesto de manifiesto tam-
bién en los grabados salidos de las imprentas limeñas.
N uestro objetivo específico consistirá en desentrañar los apor-
tes documentales y artísticos de los grabadores peruanos durante
años virreinales, ya que en muchos casos gracias a su buril se in-
mortalizaron obras arquitectónicas efímeras y nos permitieron co-
nocer, a través de sus estampas, expresiones culturales de la épo-
ca que les tocó vivir. A simismo, poner al alcance de los futuros
investigadores un perfil del desarrollo del arte del grabado
virreinal, los medios de producción —las imprentas— y el contex-
to en el cual se desarrollaron.
Para una lectura más didáctica consideramos importante de-
sarrollar el trabajo en base a la clasificación temática de las prin-
cipales expresiones iconográficas que se dieron en el arte del gra-
bado en el Perú: los elementos profanos como ornamento y la es-
tampa lúdica, estampas religiosas, retratos, arcos triunfales y
túmulos funerarios, el grabado como documento de la arquitectu-
ra de la ciudad de Lima, y lo restante dentro de miscelánea, por
ser casos únicos o muy particulares en su género.
El autor
20
Capítulo I
23
Por todo lo expuesto es difícil hablar de Renacimiento espa-
ñol, francés o alemán ya que a estos reinos se importa recién en el
siglo XVI , principalmente, elementos o modelos decorativos proce-
dentes de la Lombardía. A demás, después de que se acepta este
lenguaje decorativo “ quattrocentista” , y de la escasa recepción del
momento clásico del Renacimiento, se difunde por las cortes euro-
peas el modelo M anierista, y todo ello sucede en el siglo XVI. Así lo
especifica claramente el historiador N ieto cuando afirma:
Planteado el concepto de “ Renacimiento” como la asimilación
del modelo florentino, primero por los restantes centros artísticos
italianos y, ya en el siglo XVI, por el resto de Europa, difícilmente
puede admitirse la existencia de un arte que tenga este nombre fue-
ra de Italia en los primeros años del siglo XVI .3
Las manifestaciones artísticas en el arte del grabado fuera de
Italia, no escapan al influjo de los elementos decorativos que son
introducidos en gran escala. En ellos, como estudiaremos más ade-
lante, se puede ver la evolución que va desde los motivos que pro-
vienen del “ quattrocento” , hasta aquellos que bajo el influjo de los
tratadistas del siglo XVI italiano, trasmiten las formas ornamenta-
les propias del M anierismo.
En la Italia del siglo XVI se ha establecido que después de la muerte
de Rafael, y hasta finales del siglo, se desarrolla un arte de crisis de-
nominado Manierismo cuyas formas se expanden por Europa, qui-
zás con mayor rapidez que las del Renacimiento, usándose ambas
indistintamente, sobre todo en el campo ornamental, entremezclán-
dose sin definición estilística y bajo la denominación de “ a lo roma-
no” , como se calificaba al arte venido de Italia. Ello lo vamos a ver
incluso en documentos peruanos hasta entrado el siglo XVII.
A ntes de que termine el siglo XV en la España de los Reyes Ca-
tólicos se van a dar cambios, sobre todo en el campo de la arqui-
tectura, en obras que eran consideradas “ a lo moderno” y que co-
rresponden, como ha estudiado N ieto, a un Gótico con nuevas so-
luciones, diferenciándose de la arquitectura donde se hacía uso
de elementos italianos llamados por entonces “ a lo romano” .4
3
NIETO, V. Op. cit., p. 171, 1980.
4
Ibídem, p. 177.
24
Un punto de partida a considerar para la introducción de ele-
mentos “ a lo romano” es el constante interés de la corona española
por la conquista de territorios en el norte de Italia, así como tam-
bién el deseo de sectores de la aristocracia de utilizar un reperto-
rio que les permita reflejar una imagen de prestigio y representa-
ción; esto se pone de manifiesto sobre todo en los campos de la
arquitectura y escultura. Se ha determinado que el gusto italiano
en la Península se introduce en primera instancia a través de la
presencia de artistas italianos, así como de obras importadas, sin
dejar de lado los modelos ornamentales grabados en los libros im-
presos que circularon por España.
A l Renacimiento español se le aplicó como nombre diferen-
ciador la denominación de “ plateresco” , en referencia a su aspecto
ornamental. Urgando en el tiempo en búsqueda del origen del uso
de este término nos remontarnos al siglo XVII , a Diego Ortíz de
Zúñiga, quien lo aplica para calificar la ornamentación del A yun-
tamiento de Sevilla, sin referirse a éste como estilo arquitectónico
y sin tomar como referencia la platería que se hacía por entonces,
como tanto tiempo se ha creído.5 En el siglo XVIII será A. Ponz quien
utilizará por primera vez el término plateresco como sinónimo de
estilo. Los historiadores del siglo XX han estudiado profundamen-
te el problema del plateresco y se ha esclarecido que no es un esti-
lo nacional español ya que se da en otros países de Europa, ni
que tampoco constituye una respuesta o una oposición a las for-
mas italianas, justificando con ello el producto híbrido como in-
tento consciente de resistencia.6 Ello también nos permitirá expli-
car el eclecticismo de la etapa que estudiamos en el arte colonial
peruano.
Los elementos ornamentales que constituyen el cuerpo del lla-
mado estilo plateresco son los grutescos a los cuales ya se refiere el
mismo Vitruvio en su Libro VII, Cap. V cuando nos habla de la moda
de pintar las habitaciones en la antigüedad clásica a base de:
5
Anales eclesiástico y seculares de la ciudad de Sevilla. Madrid, p. 525, 1677.
6
NIETO, V. Op. cit, p. 183, 1980.
25
candelabros que soportan representaciones de pequeños edifi-
cios y arrancando de sus frontones, grupos de pequeños vásta-
gos tiernos, con volutas que sostienen sobre ellas, contrariamen-
te al buen sentido, figurillas sedentes; asimismo débiles tallos
que terminan en estatuas que por un lado tienen cabeza humana
y por otro de animal...
26
mente. A mbos son buenos ejemplos de arquitectura con decora-
ción de grutesco de marcado aire “ quattrocentista” , de un reperto-
rio ornamental relacionado con el norte de Italia.
Santiago Sebastián ha estudiado detenidamente los motivos
ornamentales del Palacio de la Calahorra y ubicado su fuente
inspiradora en el llamado Codex Escurialensis, donde encontró
una serie de motivos ornamentales provenientes del taller de
Ghirlandaio;8 sobre ellos también ha realizado estudios Fernández
Gómez.9 Estos motivos decorativos están relacionados con el Pa-
lacio de los Vélez y también con la fachada de las Cadenas de la
Catedral de M urcia, obras atribuidas a Francisco Florentín. Víctor
N ieto ha comprobado la estrecha relación entre un friso con cabe-
zas de niños y guirnaldas que penden de una argolla, existentes
en la portada citada de M urcia, y los frescos de la Capilla M ayor
de los Tornabuoni en Santa M aría N ovella de Florencia.10
A parte de los ejemplos de grutescos mencionados citaremos
algunos en los cuales ya se han identificado las fuentes grabadas
que les sirvieron de inspiración; entre ellos los creados por Zoan
A ndrea y usados por N icolás de Vergara en la decoración del
púlpito de San Esteban de Salamanca, los de Nicoletto de M odena
que inspiraron parte de la portada de la Universidad de Salamanca
y los de su escalera donde, además, se han identificado los mode-
los de Israhel van M eckenem; igualmente, en otra escalera tan im-
portante como la de Diego de Siloe, en la Catedral de Burgos, se
ha determinado el uso de grabados de Antonio de Monza, Agostino
de M usi y A gostino Veneciano.11 En A ndalucía también podemos
citar como ejemplo de lo expuesto la portada de la iglesia de San-
ta Paula de Sevilla, donde Niculoso Pisano en su arte alfarero hace
uso de algunos de estos modelos.12
8
SEBASTIÁN, Santiago. Arte y Humanismo. Madrid, Editorial Cátedra, p. 97,
1978.
9
FERNÁNDEZ GÓM EZ, M . Los grutescos en la arquitectura española del
Protorrenacimiento. Valencia, Geralitat Valenciana, 1987.
10
NIETO, V. Op. cit., p. 53, 1993.
11
SEBASTIÁN, S.; GARCÍA GAINZA, C.; BUENDÍA, R.: “ El Renacimiento” . En
Historia del Arte Hispánico. Tomo III, Madrid, Editorial Alhambra, p. 3, 1980,
12
MORALES, A. Francisco Niculoso Pisano. Sevilla, Diputación Provincial, 1977.
27
En 1526 se publica en España el primer libro castellano de ar-
quitectura, Las M edidas del Romano de Diego de Sagredo, en él di-
cho autor intenta divulgar las reglas para el buen uso de las órde-
nes, basado principalmente en Vitruvio y A lberti. De esta obra in-
teresa para nuestro estudio el capítulo donde se ocupa de las lla-
madas columnas monstruosas o balaustres, tan usadas en la lla-
mada arquitectura plateresca y donde, a pesar de todo, Sagredo se
muestra antivitruviano o anticlásico. En el diálogo que se estable-
ce en el libro, Picardo hace mención a Tampeso sobre la clase dada
el día anterior en torno a las columnas, y de su visita al taller de
A ndino, donde le llamó la atención unas columnas diferentes a
las enseñadas, a las que el artista llama balaustres. Basándose en
ello Tampeso empieza la explicación hablando de las columnas
monstr uosas, d e l as cual es f or ma par te el bal austr e. Par a
Bassegoda i H ugas, Sagredo no inventa el balaustre sino que lo
toma de Fra Giocondo e indica que su uso ya es frecuente desde
finales del siglo XV , lo que sí considera novedoso es el tema de la
columna monstruosa, aunque éstas se dan en retablos platerescos
anteriores y posteriores a Sagredo; un buen ejemplo se ve en la traza
que presenta el retablo de la M ejorada de Olmedo de A lonso
Berruguete, donde observamos balaustres y grutescos.13 El libro de
Sagredo está ilustrado con un grabado que procede de la edición
veneciana de Vitruvio realizada por Fra Giocondo en 1511.14
Otra de las expresiones plásticas donde se pone de manifiesto
el grutesco desde muy temprano es el monumento funerario o re-
tablo sepulcral importado de Italia. H an llegado hasta nuestros
días los levantados para el Cardenal M endoza en la Catedral de
Toledo, y para el Cardenal H urtado de M endoza —hecho por
Doménico Fancelli— para la Catedral de Sevilla, además de los
existentes en la cartuja sevillana de las Cuevas de don Pedro
Enríquez y doña Catalina de Ribera. Estos últimos realizados por
13
BASSEGODA I HUGAS, B. “ Notas sobre las fuentes de Las Medidas del Romano
de Diego de Sagredo” . En Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar , XXII .
Madrid, p. 123, 1985.
14
SAGREDO, Diego de. Las Medidas del Romano. Toledo, 1549, introducción de
Fernando de Marías y Agustín Bustamante. Madrid, Colección Tratados, p. 109, 1986.
28
A ntonio M aría de A prili da Carona y Pacce Gazzini, respecti-
vamente, de cuyos talleres genoveses salieron también otras pie-
zas para el Castillo de la Calahorra de Granada y para la Casa de
Pilatos de Sevilla.15
Frente a la polémica que se plantea en los escritos de Sagredo
sobre los sepulcros y sus ornamentos, el tratadista en su libro, en
su papel de Tampeso, adopta una posición de defensa de estas
obras frente a Picardo al decir:
Pareceme a mi que no tienen mucha razón los que dizen que es
vanidad el gasto que se haze en los sepulcros: porque allen de
que decoran y acrecientan el edificio del templo: despiertan mu-
cho a los que descuydan de la muerte y los provocan a mejorar
y corregir su vida.16
29
libros que se editan por esos años. En España tenemos dos bue-
nos ejemplos en Toledo, en la N ueva Puerta de la Bisagra, de
Covarrubias y en la portada del Colegio de los Infantes, de
Villalpando.18
Son caracteres propios de la sintaxis decorativa manierista la
falta de orden y escala definida, la despreocupación por darle a
los motivos un significado concreto, primando en ellos sólo la idea
ornamental donde reina la ilusión y la fantasía. Prueba del gusto
ornamental de estos años lo apreciamos en la obra grabada de
Vredeman de Vries o de Dietterlin, donde ya se ha perdido com-
pletamente esa sintaxis original del grutesco que giraba en torno
al culto a Baco.
En la última etapa del siglo XVI y dentro de la línea que se de-
nominaba “ a la romana” para referirse al arte procedente de Italia
en el siglo XVI y no M anierismo como lo llamamos ahora, en Espa-
ña se pasa del gusto ornamental de Serlio a la austeridad del
M anierismo cortesano basado en Vignola.
España y l a i mprenta en el si gl o XV I
30
aprecia hasta qué punto es deudora la estampa española de la ale-
mana por aquellos años.
Desde que se crea la imprenta en España, se nota claramente
que la estampa española está muy ligada a la alemana debido,
principalmente, a la procedencia de la mayoría de los impresores,
así como también al apego similar que tenía el pueblo español
hacia el espíritu del Gótico. M ás adelante, ya en el siglo XVI se in-
troduce el Renacimiento, de la misma forma como sucedió en otros
campos de las expresiones artísticas, circunscrito principalmente
al mundo del ornamento, a través de repertorios decorativos pro-
cedentes de Italia. Gállego plantea la introducción del Renacimien-
to en el grabado español de la primera mitad del siglo XVI con las
siguientes palabras:
Esta manera vino de Italia, y más concretamente de Venecia,
donde un impresor germánico, Erhardt Ratdolt, de A ugsburgo,
fue el primero en introducir elementos renacientes en sus te-
mas decorativos.20
31
las bases para futuras comparaciones con el grabado en la capital
del virreinato peruano. H emos seleccionado de los estudios sobre
el tema realizados por A ntonio Gállego y Fernando Checa, las
tipologías en motivos ornamentales de frontispicios, estampas re-
ligiosas, retratos y figuras alegóricas, que como veremos más ade-
lante se dan en el grabado limeño.
Sevilla es uno los centros de producción de grabados de las
primeras décadas del siglo XVI , donde el impresor y librero Jacobo
Cronberger realiza una importante tarea con la edición de libros
de las más diversas disciplinas. Entre ellos El Retablo de la Vida de
Cristo, de Juan Padilla, editado en 1518, donde es posible apreciar
una composición basándose en varias escenas pequeñas de la vida
de Cristo y de los santos, como resultado del uso de matrices de
diversa procedencia, en las que se aprecia la influencia alemana.21
A simismo, es necesario destacar la estampa de la Crucifixión que
figura en la obra Vita Christi Cartuxano, editada en 1531,22 donde
el marco de la portada es tratado como si fuera retablo con colum-
nas abalaustradas del tipo de las que nos habla Sagredo.23 Otro
punto importante a destacar sobre Cronberger es el encargo hecho
en 1508 por el rey don M anuel de Portugal, de imprimir 2000
“ cartyllas de enseñar a leer ” con destino al N uevo M undo, acompa-
ñadas de estampas.24
La influencia de Cronberger llega a Toledo y es posible apre-
ciarla en la obra de Petrus H agenbach. Sin embargo, será Ramón
de Petras el que introduce el Renacimiento en esta ciudad, con una
obra de tanta trascendencia en la historiografía artística españo-
la, como el primer tratado español de arquitectura ilustrado, Las
M edidas del Romano de Diego de Sagredo, editado en 1526 con
abundantes ilustraciones, entre las que ubicamos las llamadas co-
lumnas abalaustradas tan típicas del plateresco.
21
CARRETE, J.; CHECA CREMADES, F.; BOZAL, V. El Grabado en España
(siglos XVI - XVIII ). SUMMA ARTIS. Tomo XXXI , Madrid, Editorial Espasa Calpe,
p. 57, 1996,
22
GÁLLEGO, A. Op. cit., p. 91.
23
SAGREDO, D. Op. cit., p. 109.
24
CHECA, F. Op. cit., p. 30.
32
H asta la tercera década del siglo XVI se puede ver la perviven-
cia de columnas abalaustradas o platerescas en la producción de
los Cronberger, tal como se pone de manifiesto en obras como Relox
de Príncipes de A ntonio de Guevara, de 1531. Esta tipología convi-
ve con otros frontispicios donde se dan los típicos grutescos con
volutas, follaje y figuras fantásticas en un mayor equilibrio, esta-
blecidas claramente en el libro de Josefo De bello judaico, editado
también por Cronberger en 1536, estampa que veremos cómo se
usa en Lima en la primera década del siglo XVII.
En la cuarta década del siglo XVI en los grabados de los fron-
tispicios de los libros ya aparecen los elementos plenamente
manieristas que van dejando de lado los grutescos, para dar paso
a l os estípi tes con med i as f i gur as d e atl antes, gui r nal d as,
mascarones y complicada cartonería.
Los mejores ejemplos se encuentran en las portadas de los li-
bros de tratados, como el que en 1552 editará en Toledo Juan de
A yala, la traducción que Villalpando hiciera del tercer y cuarto
libro de arquitectura de Sebastiano Serlio, donde aparecen los
estípites, los mascarones y las guirnaldas que tendrán mucha in-
fluencia en otros libros, como por ejemplo en el libro de Cifuentes,
Glosa sobre las leyes de Toro, editado por M atheo y Francisco del
Canto en 1555, o el de Los cinco libros primeros de la primera parte de
los anales de la corona de Aragón , de Jerónimo Zurita, editado por
Jorge Coci en Zaragoza en 1562.25
Bajo la influencia de los ideales renacentistas concentrados en
los estudios de anatomía y proporciones del cuerpo humano se
ubica, dentro de la producción española, el ya citado libro de
Sagredo; al que hay que sumar el de Juan de A rfe D e V aria
Conmensuración para la Escultura y Arquitectura, cuyos dos prime-
ros libros fueron editados en Sevilla en 1585, ricamente ilustrados
con más de 300 xilografías presididas por su retrato. Sin embargo,
hubo otros tratados españoles que fueron publicados en otras pren-
sas europeas, como el de Juan Valverde de A musco Historia de la
Composición del Cuerpo Humano, editado en Roma en 1556 por A n-
25
Ibídem, p. 72.
33
tonio de Salamanca. En esta obra figuran abundantes grabados
de singular calidad, algunos de Gaspar Becerra y otros firmados
por N icolás Beatrizet, como el del frontispicio donde el retrato del
autor aparece rodeado de esqueletos y osamenta humana.
Por último citaremos, sin pretender agotar el tema, un libro de
fines del siglo XVI ; la traducción e ilustración que hace Patricio
Caxes de la Regla de los Cinco ordenes de Arquitectura de Vignola en
1593, ya que en él es posible ver en el frontispicio que lo orna, un
grabado deudor de la estética manierista de corte clasicista, pre-
dominante en la época de Felipe II , de sobria arquitectura y figu-
ras alegóricas.26
Como hemos anotado dentro de las tipologías seleccionadas
de nuestro perfil del grabado español, la estampa religiosa ocupa
un lugar muy especial, desde aquella temprana realizada por
Francisco Doménech, en 1488. En esta estampa calcográfica apa-
rece la figura de la Virgen del Rosario acompañada por los Reyes
Católicos e Inocencio VIII y en la parte superior los misterios gozo-
sos, dolorosos y gloriosos del Santísimo Rosario, como si fuera un
retablo, con un repertorio iconográfico del tipo que más se difun-
dió para la evangelización del N uevo M undo. Ya dentro del siglo
XVI la imprenta de Cronberger en Sevilla nos dará muy buenos ejem-
26
GÁLLEGO, A. Op. cit., p. 127.
34
en 1597, refleja la típica estampa devocional de las que se harán
muchas en A mérica.27 Pedro Á ngel también está presente, con
obras de singular calidad, en uno de los libros más importantes
de esta época, el Flos Sanctorum de A lonso de Villegas, que gozó
de varias ediciones en este siglo, desde la primera de Madrid de 1588,
hasta la de Toledo de 1594. La gran cantidad de láminas que ilus-
tran este libro con temas del Antiguo y Nuevo Testamento, así como
de estampas de santos permite calificarlo como un típico libro
evangelizador, lo que justifica su gran éxito en la época.
La cultura del Renacimiento de marcado carácter antropocen-
trista exalta al hombre en su individualidad. Quizá una de las
muestras más palpables de esa búsqueda de identidad sea el re-
trato, tema iconográfico que en España encuentra más aceptación
en el campo del grabado que en el de la pintura o escultura; por
ello es posible ver en varios de los libros citados, una estampa con
el retrato del autor.
A partir de mediados del siglo XVI se encuentran ejemplos sig-
nificativos de retratos, uno de los más tempranos es el de Juan de
Iciar realizado por Juan de Vingles para ilustrar su obra A rte
Subtilisima, publicada en Zaragoza en 1550. El grabado muestra
al calígrafo a la edad de 25 años, de semiperfil, sobre un fondo
oscuro y con gran fuerza expresiva en el rostro; es considerada
una de las piezas capitales de la imagen estampada del Renaci-
miento español. Su autor, nacido en Lyon, uno de los centros más
avanzados en lo que a ediciones de libros se refiere, va a dar gran
impulso al grabado en España a partir de su llegada en 1530.
En este siglo se dio también una tipología de retratos enmar-
cados en un óvalo, que recuerdan la medallística clásica y su sen-
tido de prestigio y exaltación heroica del personaje. De la misma
década del retrato de Iciar es el de Francisco Garrido de Villena,
busto de caballero armado, en semiperfil, enmarcado en un óvalo
que indica su nombre y sus XXXV años de edad, xilografía que ilus-
tra el libro El verdadero suceso de la batalla de Roncesvalles, publica-
do en Valencia en 1555. Este tipo de retratos de exaltación heroi-
27
CHECA, F. Op. cit., p. 160.
35
ca, enmarcados en óvalos, también será empleado para religiosos;
buenos ejemplos son los retratos del cardenal Cisneros en la obra
De rebus gestis a Francisco Ximenio Cisnerio, de Alvar Gómez de Cas-
tro, publicada en A lcalá de H enares en 1569, y el del autor del
Flos sanctorum, A lonso de Villegas, publicado en Toledo en 1589.
A los retratos de héroes y religiosos se suman los de intelec-
tuales como el de Juan de A rfe que aparece en un medallón oval,
de perfil, en su obra De Varia Commensuracion para la Escultura y
Arquitectura, publicada en Sevilla en 1585. Este retrato es acompa-
ñado por un soneto de Juan de Torquemada que constituye la me-
jor demostración del deseo de trascendencia:
Vive seguro de que el tiempo avaro mengue la fama, ni el loor
consuma de tu famoso nombre o A rphe raro Que cuando hazerle
injuria tal presuma a su pesar le harán eterno y claro tus mila-
grosas obras y tu pluma.28
Esta tipología de retratos pervive hasta fines del siglo XVI como
lo demuestra el retrato de Felipe III realizado por Perret en 1596,
ya en técnica calcográfica, para ilustrar la obra de Esteban de
Garibay Ilustraciones genealógicas de los Catholicos Reyes de España.
Después de cinco años de haberse decidido la instalación de la
capital de España en M adrid, A lonso Gómez y Pierres Cosin esta-
blecen su imprenta en esta ciudad en 1566. La fundación de la
imprenta en la ciudad capital indudablemente está ligada a la preo-
cupación regia por el control de las lecturas espirituales de sus
súbditos, dentro del espíritu general de la Contrarreforma. Pero, a
pesar de ello no se puede hablar de una imprenta real hasta fines
del siglo. Felipe II llamó en 1594 a Tomás Iunti, de la dinastía
florentina de los Giunti, para trabajar a su servicio, y en 1595 otro
grabador activo en M adrid, Pedro Perret, es nombrado grabador
de Cámara. Pedro Perret, nacido en A mberes en 1555, formado en
círculos flamencos e italianos, había sido llamado por Juan de
H errera para que lleve a la estampa sus proyectos de El Escorial,
en 1584.
28
ARFE y VILLAFANE, Juan de. De varia commensuración para la Escultura y
Arquitectura. Sevilla, 1585.
36
A ntes de finalizar el siglo XVI se populariza en la corte la téc-
nica del aguafuerte, que según Gállego fue introducida por pinto-
res dedicados a grabar. Asimismo, basado en Ceán Bermúdez, con-
sidera que por esos años en Sevilla dicha técnica la practicaba el
pintor romano M ateo Pérez de A lesio,29 quien como veremos más
adelante está activo en Lima desde 1588.
La figura alegórica se populariza hacia finales del siglo XVI .
Una buena muestra de ello ya se ve en la alegoría de la conquista
de A mérica que ilustra el libro de Juan de Castellanos Primera par-
te de las Elegías de varones ilustres de Indias, salido de la imprenta
de la viuda de A lonso Gómez en 1589. M ás adelante, hacia 1594
la “ Alegoría de Felipe II ” , calcografía de Perret donde enmarcadas
en figuras en estípite a manera de retablo se representa a una se-
rie de figuras alegóricas presididas por la de la Virtud, que en có-
digo contrarreformista exalta al rey de España. El mismo autor, en
lenguaje alegórico, también dedica uno de sus grabados a Herrera,
por las mismas fechas, “ A legoría de Juan de H errera” , en clave
iconográfica del M anierismo contrarreformista, donde el arquitec-
to aparece rodeado de figuras mitológicas que le indican el cami-
no al templo de la fama. Toledo, la ciudad cercana a la capital del
reino, también fue un centro cultural de importancia en el periodo
de la Contrarreforma, y por ello hemos seleccionado un libro que
posee ilustraciones que reflejan a través de alegorías los intereses
propagandísticos religiosos del momento, Triumpho de las tres virtu-
des theologicas, Fe, Esperanza y Caridad, obra de Pedro Sánchez de 1595.
A unque ya desde mediados de siglo circulaban por España
libros de literatura emblemática, tales como los de Paolo Giovio o
de Alciato, se publicarán antes de que finalice el siglo XVI dos obras
de singular importancia en este campo. El primero Emblemas M o-
rales de Juan de H orozco y Covarrubias, publicado en Segovia en
1591; el segundo, los Emblemas M oralizados de H ernando de Soto,
en M adrid, 1599, que sentarán las bases de las representaciones
artísticas del siglo XVII .
29
GÁLLEGO, A. Op. cit., p. 130.
37
La producci ón de grabados europeos para l a evangel i zaci ón
ameri cana
38
España y sus colonias, desde que obtuvo en 1570, gracias al apoyo
de Gabriel de Zayas, secretario de Felipe II y del cardenal Granvella,
la exclusividad del suministro de libros litúrgicos a todos los paí-
ses dependientes de la corona española. Esta inclinación regia hacia
realizaciones extranjeras dio un duro golpe a la imprenta española.
Entre la gran cantidad de libros con intención catequizadora que
llegó de Amberes a América, un buen ejemplo a destacar es La His-
toria de las Imágenes Evangélicas, escrito por el jesuita Jerónimo Nadal,
editado en 1593, con 153 láminas grabadas por la familia Wierix.
Los grabados llegados de Amberes a América no sólo cumplie-
ron su misión de evangelización y propagación de la fe, sino que
sirvieron de fuente de inspiración de muchas realizaciones pictó-
ricas desde finales del siglo XVI , incluso hasta entrado el siglo XIX.
Existen varios trabajos de investigación que han demostrado que
el pintor peruano utilizó con frecuencia las estampas europeas
para sus composiciones; en algunos casos como copia fiel y en
otros reformulándolas en una nueva estructura compositiva.31 Por
ello se puede afirmar que el grabado jugó un papel importante en
la transculturación europea y llegó a constituirse en el motor de
una verdadera democratización icónica.
39
impresor italiano A ntonio Ricardo llegó a Lima, Bitti ya tenía más
de un lustro entre nosotros; su estilo deudor del M anierismo ita-
liano ya se había difundido en la Ciudad de los Reyes con su obra
para la iglesia de los jesuitas. A lesio llega a los pocos años y
refuerza esa tendencia, incluso aporta a través de su magisterio el
uso de las técnicas calcográficas, tal como veremos más adelante
en la obra de su discípulo Fray Francisco Bejarano. A la actividad
e influencia de Bitti y A lesio se sumará la de M edoro antes de que
promedie la centuria y se prolongará a través de sus discípulos,
hasta cerca de mediados del siglo XVII . A nte lo expuesto, y toman-
do en consideración el lugar de origen de Ricardo, no se pueden
descartar sus preferencias en las primeras estampas que salieron
de su imprenta.
33
MESA, José de y GISBERT, Teresa. El pintor Mateo Pérez de Alesio. La Paz,
Cuadernos de Arte y Arqueología, Universidad Mayor de San Andrés, 1972.
BERNALES BALLESTEROS, J. “ Mateo Pérez de Alesio, pintor romano en
Sevilla y Lima” . En Archivo Hispalense. N.os 171-173. Sevilla, 1973. STASTNY,
F. “ Pérez de Alesio y la pintura del siglo XVI” En Anales. N.° 22 del Instituto de
Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Buenos Aires, 1969.
40
Como todos los artistas italianos de la época A lesio desarrolla
una actividad artística versátil; sus biógrafos nos hablan de sus
frescos, lienzos y grabados. A lfredo Petrucci ha estudiado su acti-
vidad como grabador en Roma entre 1581 y 1584 y ha recopilado
los grabados enumerados por Baglione, Ceán Bermúdez, W. Y.
Otley y M eller, clasifica y cita entre los creados e incisos por Alesio
los siguientes: “ Triunfo de Cristo” , “ Deposición de Cristo” , “ Historia
de San Juan” , “ San Roque” , “ M artirio de Santa Lucía” y “ Asedio de
M alta” .34 A parte de los enumerados, varios de sus dibujos fueron
incisos por otros grabadores como: “ La Conversión de San Pablo” y
“ El M artirio de Santa Catalina” incisas por Perret, y “ El Asedio de
M alta” , quince estampas grabadas por Luccini.
De las obras mencionadas grabadas por el propio A lesio, sólo
se han hallado las siguientes: “ Historia de San Juan Bautista” fir-
mada y fechada en 1582, en la Galería de los Oficios de Florencia;
“ El M artirio de Santa Lucía” , firmada y fechada en 1582 en la Bi-
blioteca N acional de París, y los Verdaderos Retratos de la Guerra y
Asedio de M alta” en la Biblioteca A ngélica de Roma. Estos graba-
dos, según A lfredo Petrucci, constituyen en su conjunto uno de
los monumentos más insignes del grabado italiano de la segunda
mitad del “ cinquecento” .
En 1969 Stastny encontró en una colección particular en Lima
un cobre original grabado por A lesio y firmado en Roma, en 1583,
que reproduce un cuadro de Rafael con la imagen de la “ Sagrada
Familia del Roble” , hoy en el M useo del Prado. La plancha fue usa-
da por el reverso del grabado como soporte de una pintura de la
Virgen de Belén, atribuida al mismo A lesio.35 (Lámina 1)
34
PETRUCCI, Alfredo. Los grabadores italianos del siglo XV al XIX. Roma, 1958.
35
STASTNY, F. Op. cit., p. 12, 1969.
41
Lámina 1.
Sagr ada Famil ia del Robl e,pl ancha or iginal f ir mada por Al esio
en Roma, 1583. Col ección Vel ar de, Lima.
42
En 1989 se dio a conocer una nueva plancha de A lesio, ubica-
da por Luis E. Tord en la Iglesia de La M erced de H uánuco, en la
que se lee: “ Vppseso M attheo Perez de Allecio foglio quinto decimo et
ultimo in Roma M DLXXXII ” , frase que indica que es la última de una
serie de quince realizadas en Roma en 1582.36 Una pintura poste-
rior a Alesio cubre el grabado y no permite ver el tema. Líneas atrás
indicamos entre las obras grabadas por el propio A lesio una serie
de: “ Los verdaderos retratos de la guerra y asedio de M alta” , integrada
por quince escenas de igual formato; ello nos permite suponer que
se trate de una de las planchas de esta serie, actualmente cubierta
por una pintura con el santo agustino “ Nicolás de Tolentino” .
Cuando M ateo Pérez de A lesio llega a Lima, después de una
estancia en Sevilla, la imprenta tenía ya cuatro años de instalada.
Es de suponer que se conociera con A ntonio Ricardo, pero a pesar
de esto no pudo llevar a la estampa sus grabados, por cuanto, como
hemos manifestado, en el siglo XVI sólo se ilustraron los libros con
la técnica de entalladura en madera.
Gállego, basado en Ceán Bermúdez, considera a Alesio, entre
los que introducen las técnicas del grabado en cobre en España;37
igualmente en el Perú, el maestro italiano, a pesar de conocer y do-
minar la técnica del grabado calcográfico, no practicará este arte pero
sí lo introducirá a través de la docencia. El primero en hacerlo será
uno de sus discípulos, el fraile agustino Francisco Bejarano cuando
se dotan las imprentas con el equipo necesario. Por esta causa tene-
mos que considerar a Alesio, aparte de ser “ Patriarca de la pintura
peruana” , como lo calificara el Marqués de Lozoya,38 el primer maes-
tro que enseñe la técnica calcográfica, la misma que dominará los
siglos siguientes de nuestra historia del grabado colonial.
Pocas son las obras que se conocen de A lesio en el Perú, la
mayoría sólo han quedado en atribuciones, sin embargo, los do-
cumentos de archivo demuestran que a lo largo de los veinticinco
años que estuvo en el virreinato peruano, su labor fue fecunda,
36
TORD, Luis E. “ Obras desconocidas de Pérez de Alesio y Morón” . En Pintura en
el Virreinato del Perú. Lima, Editorial del Banco de Crédito del Perú, p. 321, 1989.
37
GÁLLEGO, A. Op. cit., p. 74 ss.
38
LOZOYA, Marqués de. Pintura española en América. Madrid, 1953.
43
tanto en obra como en magisterio artístico. Crónicas y otros escri-
tos confirman que entre los muchos discípulos que tuvo el más
destacado fue Bejarano.
Las primeras noticias sobre Bejarano las encontramos en un
documento fechado en 29 de octubre de 1600. Por éste consta que
hacía un año que estaba de aprendiz en el obrador de su maestro
y con el propósito de aprender “ todas las artes de la pintura” pro-
longaba su compromiso por tres años más.39 Es de suponer que el
contrato determina que en los cuatro años que está bajo el magis-
terio del pintor le enseñaba todas las técnicas, incluso las del gra-
bado calcográfico.
El cronista agustino Fray A ntonio de la Calancha al describir
el esplendor del convento de San A gustín a comienzos del siglo
XVII , cita a Bejarano como fraile agustino, excelente pintor:
39
LOHMANN VILLENA, Guillermo. “ Noticias inéditas para ilustrar la historia de
las Bellas Artes en Lima durante los siglos XVI y XVII ” . En Revista Histórica.
Tomo XIII . Lima, p. 11, 1940.
40
CALANCHA, Fray Antonio de la. Crónica Moralizadora del Orden de San
Agustín en el Perú. Barcelona, 1638. Libro I, Cap. XXXIX , Fol. 248.
44
Gregorio Décimo tercio [...] El lienzo es fineza de arte y pri-
mor de pincel.41
41
I bídem.
42
LEÓN, Fray Martín de. Relación de las Exequias de la Reina Margarita de
Austria. Lima, 1613.
43
VALVERDE, Fray Fernando de. Santuario de Nuestra Señora de Copacabana
en el Perú... Lima, 1641. Ver también VARGAS UGARTE, R. Ensayo de un
Diccionario de Artífices Coloniales de la América Meridional . Buenos Aires,
Editorial Talleres Gráficos A. Baiocco, p. 133, 1947. ESTABRIDIS, R. “ Francisco
Bejarano, pintor y grabador limeño” . En Revista Arte y Arqueología. N.os 8-9.
La Paz, Universidad Mayor de San Andrés, p. 147, 1982.
44
Copper as Canvas. Two centuries os masterpiece paintings on copper, 1575-
1775. Phoenix Art Museum. New York, Oxford University Press, p. 253, 1998.
45
Capítulo II
45
MEDINA, J. Toribio. Historia de la Imprenta en Lima. Santiago de Chile, 1904.
Historia de la Imprenta en América y Oceanía. Santiago de Chile, 1958.
46
VARGAS UGARTE, Rubén. “ Impresos Peruanos 1584-1650” . En Biblioteca
Per uana. Tomo VII . Lima, 1953.
47
ESCALANTE, Hildamar. “ Juan Pablos, primer impresor de América” . En Revista
Nacional de Cultura. N.° 37. Caracas, p. 76, 1943.
49
en libros del siglo XVI están firmados; además, cree que la mayo-
ría de estampas o planchas fueron traídas de Europa.48
Se expone como ejemplo el libro de A ntonio Espinoza, Confe-
sionario mayor en lengua mejicana y castellana, editado en N ueva Es-
paña en 1565. En esta obra aparece el grabado del Calvario utili-
zado por Juan Cronberger en Sevilla para su libro Vita Christi
Cartuxano en 1531, al que nos referimos en el capítulo primero en
el apartado sobre España y la imprenta en el siglo XVI . Es necesa-
rio anotar que Juan Pablos, de origen lombardo, trabajó en Sevilla
como oficial de Cronberger y cuando el impresor alemán consi-
guió el permiso real para instalar una imprenta en N ueva Espa-
ña, lo escogió para que la dirigiera.49 M anuel Romero de Terreros
en su estudio sobre el grabado en N ueva España también analiza
esta época y plantea un seguimiento donde es posible apreciar, a
través de la imagen, un desarrollo del arte del grabado muy deu-
dor de lo que se hacía en España.50
En Lima la erudición literaria se pone de manifiesto, desde el
momento en que Fray Tomás de San M artín funda la Universidad
de San M arcos en los claustros dominicos, el 12 de mayo de 1551.
A pesar de que esta casa de estudios será creada, con iguales pre-
rrogativas que la Universidad de la humanista Salamanca, debe-
rá de esperar los permisos reales para el establecimiento de la pri-
mera imprenta, por espacio de treintaitres años. Es así como en
1584 vio la luz el primer libro producido en A mérica M eridional
La Doctrina Cristiana, salido de la imprenta del italiano A ntonio
Ricardo, llegado a Lima en 1581.51
48
MEDINA, José Toribio. La Imprenta en México. 1539-1821. Santiago de Chile,
1908.
49
BAEZ MACÍAS, Eduardo. “ El grabado durante la época colonial” . En Historia
de Ar te Mexicano. Volumen 6. Méjico, Editorial Salvat, p. 184, 1982.
50
ROMERO DE TERREROS, Manuel. Grabados y Grabadores en la Nueva
España. Méjico, Editorial Ars, 1948.
51
RODRÍGUEZ BUCKINHAM, Antonio M. Colonial Peru and the printing press
of Antonio Ricardo. Michigan, 1977.
50
El i tal i ano A ntoni o Ri cardo. Su producci ón bi bl i ográf i ca
y l a técni ca de l os pri meros grabados
52
M ARQUEZ ABANTO, Alberto. “ Don Antonio Ricardo, introductor de la
imprenta en Lima. Su Testamento y Codicilio” . En Revista del Archivo Nacional
del Perú. Tomo XIX , Entrega II , Lima, pp. 209-303, 1955.
53
MEDINA, J.T. La Imprenta en Lima. Tomo I. Edición facsimilar. Santiago de
Chile, p. XXI , 1966. En ROMERO DE TERREROS, M. Op. cit., p. 39, ubicamos
una estampa xilográfica de San Agustín que pertenece al libro en mención.
51
su misión. El 15 de marzo de 1583 ante el fallecimiento del virrey
don M artín Enríquez de A lmansa el gobierno recayó en la Real
A udiencia presidida por el oidor decano don Cristóbal Ramírez
de Cartagena, cargo que ejerció hasta 1586 en que llegó el nuevo
virrey don Fernando de Torres y Portugal, etapa que permitió que
Ricardo llevara a cabo su cometido.
El texto del catecismo en castellano, quechua y aimara, enco-
mendado por el Concilio a los jesuitas, con el padre José de Acosta
a la cabeza, ya se encontraba listo en 1583, sólo faltaba la autori-
zación de la corona que será recién emitida el 7 de agosto de 1584,
por Real Cédula firmada por Felipe II . Sin embargo, la Real A u-
diencia, meses antes, el 13 de febrero de 1584, ya había dado un
A uto autorizando a A ntonio Ricardo para que imprimiese el Ca-
tecismo en el claustro del Colegio de la Compañía, convirtiéndolo
en el primer impresor de América Meridional.54
En los escasos dieciséis años que restaban para concluir el si-
glo que nos ocupa, la producción de grabados fue exigua y todos
los conocidos hasta el momento permanecen en el anonimato ya
que ninguno fue firmado por el creador, ni impresor. Se plantea la
posibilidad de autoría entre algunos de los nombres de colabora-
dores que trabajaron con Antonio Ricardo tales como Pedro Pareja,
Gaspar de A lmanzón, que vinieron con él desde M éjico, además
de los que contrata en Lima, tales como Pedro Alvarez, Juan García
y Juan Fernández Portichuelo,55 e incluso el mismo Ricardo.
A l seleccionar entre las obras impresas por A ntonio Ricardo
en Lima en el siglo XVI , aquellas que presentan grabados, hemos
podido encontrar, aparte de la Doctrina Cristiana (1584) que con-
tiene grabados religiosos y profanos, dos buenos ejemplos de mo-
tivos heráldicos. Uno en el libro del jesuita Diego Torres Rubio,
Arte y Vocabulario (1586), donde en la portada figura el escudo de
armas del Virrey don Fernando de Torres y Portugal, Conde de
Villar; el otro en el libro de Juan de Belveder, Libro General de las
54
Ibídem, p. XXIX .
55
PARDO SANDOVAL, Teresa. “ Impresos peruanos del siglo XVI ” . En Boletín del
Instituto Riva-Agüero. N.° 17. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,
p. 232, 1990.
52
Reducciones de Plata y Oro. (1597). En 1594 sale de la imprenta de
Ricardo el libro del fraile agustino Julián M artell, Preceptos de Gra-
mática donde es posible apreciar un grabado con una típica porta-
da ornamental. Dos años más tarde se inaugura el retrato graba-
do en el libro de Pedro de Oña, El Arauco Domado (1596). Cerra-
mos el siglo XVI con la selección del libro de Jerónimo de Oré,
Symbolo Catholico Indiano, el que muestra varias estampas religio-
sas, algunas reutilizadas del libro de la Doctrina Cristiana con lige-
ras variantes.56 Ya entrado al siglo XVII Ricardo publica las Consti-
tuciones y Ordenanzas de la Universidad y Studio General de la Ciudad
de los Reyes del Perú, (1602), donde nos alcanza el escudo de la Uni-
versidad en la portada y al final de las dedicaciones y permisos
una página con el grabado de la Inmaculada. Según M edina, la úl-
tima impresión de Ricardo está fechada en 1605 y su muerte el 19
de abril de 1606.57
En los libros salidos de la imprenta de A ntonio Ricardo cita-
dos encontramos la variedad iconográfica elemental que se va a
desarrollar a lo largo de la colonia: los elementos profanos orna-
mentales, ya sea en las portadas arquitectónicas o en iniciales, ce-
nefas y colofón, la estampa religiosa, el retrato y el escudo herál-
dico. Sus caracteres formales derivan del arte renacentista que ori-
ginado en Italia en el siglo anterior, recién se expande al resto de
Europa en el siglo XVI.
La técnica de grabado, usada en la mayoría de estos primeros
libros, es la denominada entalladura en madera, que se desarrolló
a principios del siglo XV en los Países Bajos, A lemania y Francia y
que agotó sus posibilidades expresivas en la primera mitad del
siglo siguiente. Dio paso al grabado en cobre, técnica que alcan-
zará un éxito inmediato y constituirá la forma más importante de
grabado hasta el segundo decenio del siglo XIX. En Lima la enta-
lladura en madera se usará principalmente hasta finalizar el si-
glo XVI y en algunos casos particulares en los siglos siguientes.
56
ROMERO DE TERREROS, M. Op. cit., p. 6. Ver también MEDINA, J. T. Op.
cit., p. XXI , 1966.
57
MEDINA, J. T. Op. cit., p. XXXIII , 1966.
53
El siglo XVII y el desarrollo de las técnicas del grabado en la
producción bibliográfica de las imprentas limeñas
Asimismo:
quinientas y cincuenta estampas y figuras del flos santorum...
Por último:
Quarenta y ocho estampas de pliego de santos y santas y após-
toles de todas diversas suertes.
58
Ibídem, p. XXXIV .
59
CHECA CREMADES, Fernando. “ La imagen impresa en el Renacimiento y el
Manierismo” . En El Grabado en España (siglos XV-XVIII ). Summa Artis. Tomo
XXXI . Madrid, Espasa Calpe, p. 72, 1996.
60
LOHMANN VILLENA, Guillermo. “ Documentos para la historia de la Imprenta en
Lima” . En Revista del Archivo General de la Nación. N.° 12. Lima, p. 82, 1995.
54
1618 en que sale de su imprenta el libro de A ntonio Rodríguez de
León Pinelo titulado La Relación de Fiestas que a la Inmaculada Con-
cepción de la Virgen N. Señora se hizieron en la Real Ciudad de Lima en
el Perú donde encontramos una estampa que la representa y en la
cual figuran, además, los retratos del Príncipe de Esquilache don
Francisco de Borja y A ragón y su esposa A na de Borja, grabado
del que nos ocuparemos en el acápite de la estampa religiosa.
En la producción intermedia entre el primer impreso de del
Canto, en 1605 y el de 1618, salen de su taller otros libros que,
aparte de la estampa religiosa citada, nos alcanzan grabados de
escudos, como el del escudo de armas de la Ciudad de Lima, en el
libro de Francisco Juan Garreguilla: Libro de Plata Redvzida que tra-
ta de Leyes Baias..., de 1607; así como el escudo de la Orden de San
Francisco, en el libro de F. Jerónimo de Valera: Commentarii ac
qvaestiones in vniversam Aristotelis..., de 1610; por último el escudo
del A rzobispo Bartolomé Lobo Guerrero que ilustra las Constitu-
ciones Synodales del Arzobispado de los Reyes en el Perú, de 1614. Ade-
más, es posible ver en el libro de Valera una cenefa ornamental
con un personaje ecuestre que es clara muestra del uso de gru-
tescos, grabado relacionado con uno que ilustra el libro De bello
judaico, editado por Cronberger en Sevilla, 1536.
Existen cuatro libros del padre italiano Bertonio que aparecen
como impresos por del Canto en 1612, en una sucursal de su im-
prenta en Juli, Puno, pero ya se ha demostrado que no existió tal
imprenta en dicho pueblo del altiplano.61
Romero nos informa, además, en sus escritos62 sobre la vida
de este impresor y da cuenta de que pasó muchos años en la cár-
cel por incumplimiento de sus compromisos, incluso en este año
de 1612 en que por tales motivos nombra depositario de sus bie-
nes a Pedro de M erchán y Calderón, su oficial de imprenta. Es por
ello que vemos tres libros editados con su nombre en 1613. Estos
problemas judiciales los tiene hasta el año de su muerte como lo
61
ROMERO, Carlos A. “ Francisco del Canto y los libros que aparecen impresos en
Juli en 1612” . En Boletín Bibliográfico de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Año IV . Trimestre III . Vol. II . N.° 7. Lima, septiembre de 1926.
62
Ibíd., p. 232, 1926.
55
atestigua un documento de 1618 por el que se le acusa de hacer
naipes falsos.63
Es importante destacar que en esta imprenta ya comienzan a
aparecer los primeros grabados calcográficos, pero al igual que en
el siglo anterior, las obras citadas aún son anónimas. Se debe re-
conocer, además, que del Canto introduce en la tipografía limeña
la novedad de la impresión de las portadas a dos tintas, negra y
roja, en el libro del P. José de Arriaga: Directorio Espiritual, de 1608.
En 1613 Pedro de M erchán, al parecer como encargado del ta-
ller de del Canto, imprime uno de los libros más importantes para
nuestro estudio, en estas fechas tempranas del siglo XVII , titulado
Relación de las exequias de la reina M argarita de Austria. Este libro
incluye grabados, aparte del escudo de su anteportada, el del tú-
mulo que levantó Juan Martínez de Arrona en la Catedral de Lima.
Después de este año no se tienen impresos donde figure su nom-
bre, hasta 1620 en que lo encontramos en un libro llamado Tassas
y Ordenanza para el reino de Chile encargado por el Virrey Príncipe
de Esquilache y llevado a la imprenta según se lee:
Por su impresor Pedro M erchán Calderón.
63
LOHMANN VILLENA, G. Op. cit., p. 88, 1974.
64
Ibíd., pp. 88-90.
56
Desaparecidos Francisco del Canto y Pedro M erchán, en 1620
se instala en Lima Jerónimo de Contreras en una imprenta junto
al convento de Nuestra Señora del Rosario; ejerce su profesión por
espacio de diecinueve años. Este impresor, de origen sevillano, será
cabeza de una familia de impresores de importancia en el siglo
XVII en limeño. Entre sus libros tempranos publicados en 1621 se
65
Ibíd., p. 78.
66
Ibíd., p. 78, donde nos informa sobre la fecha del testamento: 2 de diciembre de 1639.
57
de singular importancia para nuestro estudio al dominar el mer-
cado y dar a la luz varios libros ilustrados con importantes es-
tampas, desde su imprenta situada en la Plaza M ayor en 1689. Se
le menciona como impresor Real desde 1693, del Santo Oficio des-
de 1695 y de la Universidad de San M arcos desde 1699.
Por un documento de 1705, en el que José de Contreras
A lvarado da poder para testar a su hermano Jerónimo, sabemos
que fue hijo legítimo de José de Contreras y de Bernarda de Soto
A lvarado.67 A simismo, por el testamento fechado en 1715 se sabe
de la existencia de sus dos hermanas de nombres Ursula y
Sebastiana, y que falleció el 1° de abril de 1714.68 Un documento
anterior, de 1711, nos informa que ya por esos años se encontraba
muy enfermo y que lo atendía su hijo Eugenio de Contreras, a quien
nombraba heredero universal de sus bienes;69 sin embargo, en el
testamento de 1715 no se le menciona y quedan como únicos he-
rederos los hermanos Jerónimo, Ursula y Sebastiana.
El material artístico que nos alcanza la imprenta de José de
Contreras y A lvarado es de lo mejor del siglo XVII . Son varios los
libros seleccionados donde encontramos la variedad iconográfica
car acter ísti ca de l as estampas l i meñas: r el i gi osas, r etr atos,
alegóricas, túmulos y escudos. Entre ellos el libro de José de Rivilla
Bonet y Pueyo: Desvios de la Naturaleza..., de 1695, curioso impre-
so ilustrado con un grabado de un niño con dos cabezas, en el
cual ya aparece Contreras como impresor del Santo Oficio; el li-
bro de Bernardo de Romero González de Villalobos sobre las exe-
quias de la Reina M ariana de A ustria celebradas en Lima, fecha-
do en 1697, nos alcanza el grabado del túmulo levantado en me-
moria de la reina en la catedral de Lima. Igualmente, el libro de
José de Buendía sobre las exequias del rey Carlos II fue ilustrado
con el grabado del túmulo, además de un retrato alegórico del rey
y dos estampas que muestran el interior de la imprenta de
Contreras; en una de ellas aparece el impresor retratado dando
indicaciones a sus operarios.
67
Ibíd., p. 128.
68
Ibíd., p. 132.
69
Ibíd., p. 130.
58
Entre algunas de las estampas religiosas que ilustraron libros
impresos por José de Contreras se encuentran la de Santa Rita de
Casia del libro de M atías de Lisperguer de 1699, y la de La Azucena
de Quito del libro de Jacinto M orán de Butrón, de 1702. Igualmente
encontramos escudos en libros como el de 1703 de M iguel Sáenz
Cascante: El Thaumaturgo del A rzobispo Liñán y en el de Pedro
Peralta sobre Lima Triunfante, de 1708, donde aparece el del Virrey
Castell-dos-Rius.
A l igual que los Contreras, Luis de Lira, activo en Lima en el
siglo XVII, entre 1640 y 1690, está relacionado con familias del mis-
mo apellido en Sevilla. Francisco de Lira figura como impresor en
la capital andaluza, donde publica obras importantes como el li-
bro de J. A . de Vera y Zúñiga: El Embaxador , de 1620, ilustrado con
el retrato del rey Felipe III, estampa de Alardo de Popma, grabador
flamenco afincado en M adrid, entre otros libros fechados hasta
1632.70
Un impreso de singular importancia en la tipografía limeña
es el de Fray Fernando de Valverde: Santuario de Nuestra Señora de
Copacabana..., fechado en 1641 por la imprenta de Luis de Lira. En
este libro figura una de las pocas estampas dejadas por el fraile
agustino Francisco Bejarano, discípulo de M ateo Pérez de A lesio,
con la imagen de la Virgen de esta advocación.
En la segunda mitad del siglo XVII destaca el impresor Juan de
Quevedo y Zárate activo desde 1660. De su imprenta hemos selec-
cionado dos libros, el de Diego de León Pinelo: Aclamaciones y pen-
dones que levantó la... Ciudad de los Reyes... Rey D. Carlos II ..., de 1666,
donde encontramos un grabado de Delhom que nos ilustra sobre
el monumento levantado en Lima para conmemorar la subida al
trono del rey Carlos II , y el de Gonzalo A ndrés M eneses y A rce:
Ilust de la Rosa del Perú..., de 1670, con una estampa de la Santa
firmada por Pedro Nolasco. Quevedo y Zárate muere en 1679.
Francisco Gómez Pastrana y Pedro de Cabrera y Valdés figu-
ran también trabajando en la producción tipográfica limeña del
70
CARRETE PARRONDO, Juan. “ El grabado y la estampa barroca” . En El Grabado
en España (siglos XV- XVI I I ). Summa Ar tis. M adrid, Editorial Espasa Calpe,
pp. 262, 353 y 360, 1996.
59
siglo XVII y al igual que los Contreras y los Lira pertenecieron a
familias de impresores sevillanos. M edina nos dice sobre el pri-
mero de ellos que probablemente fue hijo de Pedro Gómez Pastrana,
que ejerció su arte en la capital andaluza durante los años 1625-
48 y nieto de Bartolomé Gómez Pastrana,71 y que Cabrera debió
pertenecer a la familia del impresor sevillano Juan de Cabrera, fa-
llecido en 1631.72
Francisco Gómez Pastrana cuenta en la producción bibliográ-
fica de su imprenta un libro singular fechado en 1632, sobre las
exequias del virrey M arqués de Guadalcazar, celebrada en la igle-
sia de Santa Clara de Lima, donde se incluye la descripción de
M artín de M ayorga de un túmulo y una oración de don Fulgencio
M aldonado, entre otros escritos.73 Estuvo activo hasta 1635 en una
imprenta ubicada en la Calle de San A gustín.
Pedro de Cabrera y Valdés fue discípulo de Jerónimo de
Contreras, apenas con 14 años de edad, según contrato del 31 de
marzo de 1622,74 y ya en 1638 lo encontramos independiente con
oficina en el Portal de los Escribanos. De él tenemos registrado el
libro de A ntonio M aldonado: Sueño de Antonio M aldonado en carta
al Rey Nuestro Señor , de 1646, con el grabado de una viñeta orna-
mental alegórica.
Instalada al lado de la imprenta de Pedro de Cabrera se en-
contraba la de Julián Santos de Saldaña, donde se imprime la obra
de Fray M iguel de A guirre: Población de Baldivia, de 1647, pero im-
preso por Jorge López de H errera, donde aparece el grabado con
el escudo de armas del rey Felipe IV . López de H errera al parecer
no contó con imprenta propia,75 sin embargo, tiene importantes
obras en su lista, tales como el tomo segundo de la Coronica M o-
ralizada..., de 1651, de A ntonio de la Calancha,76 y la crónica del
71
MEDINA, J. T. Op. cit., p. XLIII , 1966.
72
Ibíd., p. XLIV .
73
Ibíd., p. 287.
74
LOHMANN VILLENA, G. “ Documentos para la historia de la imprenta en
Lima (1584-1796)” . En Revista del Ar chivo Gener al de la Nación. N.° 6.
Segunda Época, p. 115, 1984.
75
MEDINA, J. T. Op. cit., p. XLV , 1966.
76
LOHMANN VILLENA, G. Op. cit., p. 92, 1974.
60
limeño Fray Diego de Córdoba y Salinas, del mismo año; esta últi-
ma con un grabado hecho por Juan de Noort en M adrid.
Por último cerramos el siglo XVII con M anuel de los Olivos, im-
presor dedicado principalmente a las cartillas y al comercio de li-
bros. Lohmann menciona su testamento hecho el 10 de marzo de
1685, pero no lo transcribe.77 Son varias las estampas documenta-
das, entre ellas una Crucifixión, de 1666, una Inmaculada, de 1675
y una Virgen M aría, de 1680. Su actividad llega hasta 1690.
77
LOHMANN VILLENA, G. Op. cit., p. 79, 1984.
78
MEDINA, J.T. Op. cit., 1966, p. LIII .
61
González de Cosío. A l parecer tuvo taller propio hasta 1737 y des-
pués trabajó para otros talleres por más de veinte años.79 De él se-
leccionamos la obra de A lonso del Río sobre las exequias del Papa
Benedicto XIII , de 1731, con el grabado del túmulo realizado por
Fray Miguel Adame, donde firma como Juan José Cosío. De la época
en que trabajó para la imprenta de la calle Tigre tenemos el libro
anónimo sobre las constituciones de la Congregación del Divino
Corazón de Jesús, fundada en la capilla de San Buenaventura de
la iglesia de San Francisco, de 1759, ilustrado con una estampa
del Padre Eterno, los Sagrados Corazones y San Bernardo, graba-
dos por José Vázquez. A partir de entonces firma como González
de Cosío, incluso en 1762 cuando edita el libro del marqués de
Casaconcha sobre el recibimiento del virrey A mat, con un graba-
do de su escudo, obra salida de la imprenta de los H uérfanos.
El impresor A ntonio José Gutiérrez de Cevallos estableció
su taller en Lima en 1737, en extramuros de Santa Catalina.80 El
libro de Fray A lonso del Río Salazar y Figueroa, sobre el traslado
de los restos del arzobispo Diego M orcillo Rubio de A uñón a la
capilla de la Purísima en la Catedral, salió de su imprenta en 1744
con el grabado del túmulo firmado por Juan Francisco Rosa.81
Según Medina el libro de Miguel Sainz de Valdivieso y Torrejón
sobre las exequias de Felipe V , de 1748, salió de la imprenta
Gutiérrez de Cevallos, ya que la viñeta de la orla de la oración fú-
nebre es la misma empleada por él en la Relación del A uto de Fe
que imprimió en 1750.82 El libro de Sainz contiene el grabado del
túmulo firmado por Juan José Espinoza.
La imprenta de la calle de Palacio, fundada en 1717, estuvo
dirigida por diferentes impresores tales como Diego de Lira, hasta
1720; Francisco Sobrino, en 1733; Pedro N olasco A lvarado en 1760
y desde 1768 hasta 1779 por N icolás Urdín y Cevallos.83
79
Ibíd., p. LIV .
80
I bíd.
81
POUNCEY, Lorene. “ Tumulos of colonial Peru” . En The Art Bulletin. Volumen
LXVII . N.° 1, marzo, Nueva York, p. 28, 1985.
82
MEDINA, J. T. Op. cit., N.° 1004, 1904.
83
MEDINA, J. T. Op. cit., p. LII , 1966,
62
De los impresores citados en el acápite anterior hemos selec-
cionado varios libros con grabados de túmulos efímeros levanta-
dos en la Catedral de Lima. Entre ellos los libros de Fray M ariano
Luxán sobre las exequias de la reina M aría Bárbara de Portugal,
de 1760, el de Juan A ntonio Rivera sobre las exequias del rey Fer-
nando VI, de 1760, y el de Victoriano Cuenca sobre las exequias de
la reina M aría A malia de Sajonia, de 1761; los tres salidos de la
imprenta de Pedro N olasco A lvarado e ilustrados con grabados
de los túmulos firmados por Camacho. De la época de N icolás
Urdín y Cevallos salió el libro de José A ntonio Borda y Orosco so-
bre las exequias de la reina Isabel Farnesio, de 1768, que contiene
el grabado del túmulo firmado por José Vázquez.
Por los años sesenta también funcionó la imprenta de la calle
de la Coca, de la cual tenemos como muestra el libro de Isidro Or-
tega y Pimentel sobre las exequias del obispo Juan de Castañeda
Velázquez y Salazar, con el grabado del túmulo firmado por Car-
los de Zelada en 1763.
Una imprenta que estuvo activa entre 1767 y 1784 fue la de la
calle de San Jacinto, según M edina a cargo de Juan Valero.84 En
ella vio la luz el libro de Felipe Colmenares Fernández de Córdo-
ba sobre la inauguración de la iglesia de las N azarenas, el que
interior del templo, firmada en 1771.
La Casa de los N iños Expósitos fue destruida por el terremoto
de 1746 y reconstruida en tiempos del virrey M anso de Velasco.
La imprenta de esta casa inició sus actividades hacia 1758 y se
prolonga hasta 1824. En una primera etapa estuvo a cargo de José
Zubieta y a partir de 1759 a cargo de Paulino González, uno de
los niños expósitos que más se había distinguido como aprendiz
y que aparece también con el nombre de Paulino de A tocha, hasta
1762 en que es reemplazado por Juan José González de Cosío.85
En 1762 sale de la imprenta de los H uérfanos por Paulino de
A tocha el libro de A gustín Zambrano, que corresponde a la tra-
ducción de uno de Domingo Coletti, sobre la vida de San Juan
84
Ibíd., p. LVI .
85
Ibíd., p. LIX .
63
Evangelista, con dos estampas de este santo apóstol firmadas por
Cristóbal Garrido, una de su martirio y la otra en el Calvario.
En 1776 la imprenta de los H uérfanos nos alcanza dos libros
de exequias, uno de A gustín Delso sobre las realizadas para el
Papa Clemente XIV y el otro de Joseph Potau de las del A rzobispo
Pedro A ntonio de Barroeta y A ngel, con grabados de los túmulos
realizados por José Vázquez. A ellos se suma en 1781 la obra de
Alphonso Pinto y Quesada sobre las exequias del Arzobispo Diego
A ntonio de Parada en la que, aparte del grabado del túmulo,
Vázquez incluye el retrato del Arzobispo.
Otros dos libros de exequias se suman a los anteriores. El de
1789 escrito por Juan Rico sobre las exequias celebradas por Car-
los III en la Catedral de Lima, con el grabado del túmulo firmado
por Vázquez; el otro libro es de José Durán, en 1790, sobre las pom-
pas fúnebres celebradas por este rey en la Universidad de San Mar-
cos, con su retrato grabado por el mismo artista, donde ya la im-
prenta se denomina como Casa Real de los N iños Expósitos.
A parte de los ejemplares de exequias la imprenta de los H uér-
fanos editó libros para otro tipo de fiesta, como el de Ramón Argote
y Gorostiza, de 1783, sobre el recibimiento que dio la Ciudad de
los Reyes al virrey A gustín Jáuregui, donde se incluyó el retrato
del nuevo gobernante grabado por Vázquez; asimismo el libro de
Esteban de Terralla y Landa, de 1790, sobre las celebraciones en
Lima por la subida al trono del rey Carlos IV , en el que se incluyó
el retrato de uno de los auspiciadores de los festejos, don Bartolomé
de M esa, grabado igualmente por José Vázquez.
64
imagen de N uestra Señora de la “ O” , de 1802, y la de N uestra Se-
ñora del Rosario, de 1807, en otra pequeña impresión sobre su no-
vena en la iglesia de Santo Domingo, ambas estampas firmadas
por M arcelo Cabello. A l año siguiente, como imprenta de la Real
Casa de los N iños Expósitos edita el libro de los Estatutos del Co-
legio de A bogados de Lima, con el grabado del escudo firmado
por Cabello, y en 1811 el libro de Fray Ignacio González Bus-
tamante sobre la instalación del Regimiento de Concordia del Perú,
donde Domingo Ayala firma el escudo de la portada.
En este siglo aún se dan las fiestas luctuosas por la muerte de
algún personaje de la nobleza o eclesiástico, tal es el caso de las
llevadas a la imprenta por José M anuel Bermúdez sobre las exe-
quias del A rzobispo Juan Domingo González de la Reguera, con
el túmulo y el retrato del Arzobispo grabados en cobre por Marcelo
Cabello en 1805, obra salida igualmente de la imprenta Real de
los H uérfanos.
A partir de 1812 se hace cargo de la imprenta de los huérfa-
nos don Bernardino Ruiz, así figura en ediciones como en la del
libro de homenaje a Vicente M orales y Duarez: Imprenta de los Ni-
ños Huérfanos, por don Bernardino Ruiz; con el retrato del ilustre per-
sonaje grabado en cobre por Cabello. A unque M edina menciona
que dirige esta imprenta hasta 1817,86 un año antes ya lo encon-
tramos independiente en el libro de José Cavero y Salazar sobre el
recibimiento que dio la Universidad de San M arcos al virrey
Pezuela; más adelante, en 1819, sale de su imprenta, en un local
en la calle de la Pregonería Vieja, el libro de Fray Juan José Matraya
y Ricci El M oralista Filathelico Americano..., ilustrado con una es-
tampa de la Inmaculada y otra de un Crucifijo, grabados por Ca-
bello. Son muchas las estampas religiosas grabadas por Cabello
en la imprenta de don Bernardino Ruiz hasta que ya, en 1820, en
el libro de las Ordenanzas del Real Tribunal Consular de esta ciu-
dad de Lima, se lee: Imprenta del finado Dn. Bernardino Ruiz, libro
que también cuenta con un grabado de la Inmaculada hecho por
Cabello. A la muerte de Ruiz entró a dirigir el taller M anuel Peña.
86
Ibíd., p. LXVII .
65
En estas primeras décadas del siglo XIX se encontraba activa
en Lima la imprenta denominada de la calle Bravo, donde se lleva
a la tipografía los escritos de Pedro Antonio Fernández de Córdova
sobre la vida de Santa Rosa de Lima, ilustrándolos con una es-
tampa en cobre de la santa, firmada y fechada por Cabello en 1818.
Entre 1798 y 1809 está activa en Lima la imprenta de Guillermo
del Río, impresor de origen flamenco que publicó el Telégrafo Pe-
ruano, por lo que en un comienzo se le llamó a su imprenta con
este nombre; así aparece en el libro con el discurso de H ipólito
Unanue sobre el nuevo camino entre Lima y Callao, de 1801, que
lleva una lámina plegada con el proyecto del arquitecto A. Baleato,
grabado por Cabello.
La imprenta de del Río está ligada a la época de las ideas
libertarias, es así como en 1811 publica El Peruano en el que escri-
bieron hombres de ideas liberales y más adelante, en 1813, El In-
vestigador; en 1821, ya proclamada la independencia, fue editor del
periódico Correo M ercantil y Político.
Un grabador documentado como representativo de esta etapa,
contemporáneo de Cabello, es Domingo A yala, quien a partir de
1816 abrió una imprenta que duró escasamente dos años. Según
M edina, él mismo se calificaba de impresor y grabador en carta al
virrey Pezuela, donde aludía que se había dedicado a estos no-
bles y recomendados ejercicios desde sus tiernos años habiendo
alcanzado la perfección. Por ello pretendía se le encargasen todos
los trabajos oficiales, lo que consiguió según carta del virrey del
14 de julio de 1817.87 A parte del escudo del Regimiento de Con-
cordia ya citado, tenemos registradas tres estampas sueltas de este
grabador, fechadas en 1805, una de N uestra Señora de Copaca-
bana, otra de San A ntonio de Padua y una tercera del Cristo Po-
bre del convento de los betlemitas.
87
Ibíd., p. LXVI .
66
Capítulo III
69
La imprenta fue instalada en España en 1471 por el alemán
Juan Parix, ello y la presencia constante de impresores del mismo
origen en sus territorios determinó ese gusto inicial ligado al espí-
ritu del gótico. Ya en el siglo XVI llegarán los elementos ornamen-
tales derivados del grutesco italiano. A ellos se les aplicó en Espa-
ña como bautizo diferenciador la denominación de “ plateresco” , tér-
mino usado principalmente para la arquitectura del siglo XVI; ade-
más de ser aplicado al mundo del grabado ornamental en las por-
tadas de los libros enmarcando títulos, letras iniciales, cenefas y
colofón, hasta aproximadamente mediados del siglo XVI . A partir
de entonces se sumarán las formas propias del M anierismo orna-
mental, principalmente por la influencia ejercida por el libro de
Serlio, publicado en Toledo en 1552. Por último, hacia finales del
siglo se introduce el mundo de las alegorías como fruto de la cul-
tura contrarreformista.
H abida cuenta el breve perfil formal del desarrollo del graba-
do en España en el siglo XVI , referido en el primer capítulo, hemos
seleccionado los ejemplos más representativos de esta tipología or-
namental “ a la romana” en el grabado de la capital del virreinato
peruano. También se han establecido sus fuentes o referencias de
inspiración, sobre todo en lo relacionado con los elementos profa-
nos y la estampa lúdica.
70
suma de lo que ha de saber el que se hace cristiano” (Lámina 2). Según
Ilmar Lucks, en la mitología antigua la sirena jamás fue represen-
tada en la forma de mujer-pez, sino como mujer-ave; la mención
literaria de la sirena como mujer-pez apareció por primera vez en
un tratado anónimo, De M onstris, probablemente en el siglo VI de
nuestra era.89
La Edad M oderna heredó las dos formas de representación
de la sirena y asumió también la tradición decorativa medieval
que la representa con dos colas de pez. La edición de Vitruvio de
Como, 1521, presenta un grabado con una sirena masculina de
dos colas hecha por Césare Cesariano; igualmente vemos a la si-
rena de doble cola como marca de impresor de Juan Joffre en Va-
lencia, en 1522.90
Entre las posibles fuentes de la representación de la sirena de
doble cola en la imprenta limeña, se puede considerar también el
libro de los Emblemas de A lciato, que ya figura en los impresos de
Ricardo para los jesuitas en M éjico en 157791 (Lámina 3). Su uso
evangelizador se justificó basándose en el significado que le dio
la Iglesia como símbolo de las tentaciones del mundo terrenal. N o
podemos dejar de mencionar que antes de que finalice el siglo XVI
ya circulaban dos obras de singular importancia en este campo,
los Emblemas M orales de Juan de H orozco y Covarrubias, publica-
do en Segovia en 1591, y los Emblemas M oralizados de H ernando
de Soto, en M adrid, 1599.
Uno de los capítulos de la Doctrina Cristiana que lleva por títu-
lo “ Catecismo M ayor para los que son más capaces” está encabezado
por una cenefa con un par de figuras mitad humanas y mitad plan-
tas, con mazas en las manos enfrentándose a figura demoníaca
que emerge de un par de mascarones (Lámina 4). Esta categoría de
89
LUKS, Ilmar. Tipología de la Escultura Decorativa Hispánica en la Arquitectura
Andina del siglo XVIII . Caracas, p. 99 ss, 1973.
90
Ibídem, p. 115.
91
Ibíd., p. 110. Luks reproduce la lámina de la edición veneciana de 1456. Ver
también ALCIATO, Andrea, Emblemas. Edición y comentario de Santiago
Sebastián. Madrid, Ediciones Akal, S.A., 1993. MEDINA, José Toribio. La Imprenta
en Lima. Tomo I, Santiago de Chile, edición facsimilar, p. XXI , nota 6, 1966.
71
Lámina 2.
“ Sir ena de dobl e col a” . Anónimo, en l a Doct r ina Cr ist iana. Lima, 1584.
92
SERLIO, Sebastián. Op. cit., Lámina LXXIIII , 1977.
72
Lámina 3.
“ Sir enas de dobl e col a” , en Embl emas de Al ciat o. Sigl o XVI.
93
SEBA STIÁ N, Santiago. “ L a decoración llamada plateresca en el mundo
hispánico” . En Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas,
N.º 6. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Arquitectura y
Urbanismo, p. 59, 1966.
73
74
Lámina 4.
“ Hér cul es” . Anónimo, en l a Doct r ina Cr ist iana. Lima, 1584.
Lámina 5.
“ Hér cul es” .Anónimo,en l ibr o de f r ay Bar t ol omé de l as Casas,1552
y en pint ur a mur al de Act opan.
75
En lo relacionado a las portadas, aparte de las que ilustran
los confesionarios del padre Diego de Torres, de caracteres muy
simples, nos sirve de ejemplo de grabados en las portadas de li-
bros, la obra impresa por A ntonio Ricardo en 1594: Preceptos de
Gramática del Prior del Convento de San A gustín de Lima Fray
Julián M artell. En ella es evidente la fuente italiana en la tipología
de los arcosolios fúnebres, el modelo de retablo con banco, donde
van los créditos del impresor, par de columnas corintias con fuste
revestido de follaje, que enmarcan el título y el nombre del autor
del libro. En la parte superior hay un friso decorado con roleos de
follaje y volutas y un par de urnas flameantes que flanquean un
luneto con flores. (Lámina 6)
El siguiente libro seleccionado ya pertenece al siglo XVII , a la
imprenta de Francisco del Canto. En documento de la Biblioteca
Pública de N ueva York, Ricardo nueve meses antes de morir (el
16 de julio de 1605) había ejecutado el traspaso de su imprenta a
este impresor, hijo de otro personaje del mismo nombre activo en
Valladolid en el siglo anterior,94 quien publicará en Lima en 1610
el libro de F. Jerónimo de Valera: Commentarii ac qvaestiones in
vniversam Aristotelis..., ilustrado con una cenefa ornamental gra-
bada en la primera página, donde vemos un jinete vestido a la ro-
mana, espada en mano, entre roleos de follaje (Lámina 7). H emos
podido constatar que Francisco del Canto usó el mismo motivo que
aparece en la portada del libro de Josefo: De bello judaico, editado
por Juan Cronberger en Sevilla más de setenta años atrás, en 1536,
integrado con otros que a manera de marco decoran todo el borde
de la página, firmados con las iniciales S.M .D. (Lámina 8)
Sevilla fue un centro de producción muy importante en esta épo-
ca y el impresor y librero Jacobo Cronberger realizó una importante
tarea con la edición de libros de las más diversas disciplinas. En la
mayoría de ellos es posible ver la ilustración con grabados donde
aparecen los motivos ornamentales con columnas abalaustradas o
platerescas, así como los típicos grutescos con volutas, follaje y
94
LOHMANN VILLENA, G. Op. cit., p. 82, 1974.
76
Lámina 6.
Por t ada. Anónimo, en l ibr o de Diego de Tor r es. Lima, 1594.
77
78
Lámina 7.
Cenef a or nament al con jinet e.Anónimo,en l ibr o de Jer ónimo de Val er a.Lima,1610.
Lámina 8.
Cenef a or nament al con j inet e. Fir mado S.M.D.,
en l ibr o de Josef o. Sevil l a, 1536.
79
figuras fantásticas. Checa, en su estudio sobre el grabado español,
se refiere al grabado que aparece en el libro de Josefo con las siguien-
tes palabras: “ sin duda uno de los más bellos del Renacimiento espa-
ñol” .95 Ello explicaría el porqué de su vigencia en tierras america-
nas después de tantos años, donde de seguro llegaron varios libros
de Cronberger. La estampa en Lima mide 5 x 15 cm, aproximada-
mente, pero desconocemos las dimensiones del grabado español; sin
embargo, no existe duda sobre la similitud del diseño.
Los elementos profanos como ornamento se mantendrán en for-
ma aislada, sobre todo en los grabados de arquitectura luctuosa
durante los restantes siglos del periodo virreinal, tema que desa-
rrollaremos en el acápite de los túmulos.
La estampa l údi ca
95
CHECA CREMADES, F. Op. cit., p. 68, 1996.
96
Nueva Enciclopedia Sopena. Tomo IV , Barcelona, 1952.
80
podido determinar la época ni el lugar en que los naipes fueron
creados; la mayoría de los investigadores coinciden en una proce-
dencia oriental y que mucho tiempo antes de que llegaran a Euro-
pa ya se conocían en China, India y Egipto. A lgunos opinan que
fueron introducidos en Europa por los moros durante su larga per-
manencia en España; otros opinan que fueron los cruzados los que
aprendieron de los sarracenos en Oriente y los llevaron después a
Europa, a principios del siglo XIV .
Casi todos los países de Europa han reclamado ser los prime-
ros en el invento y uso de los naipes. En España los naipes fueron
conocidos antes de 1341 porque A lfonso XI (1311-1350), por esta
fecha, prohibió el juego de naipes a los caballeros pertenecientes a
la Orden de la Banda, fundada por él. A demás, se sabe que tam-
bién el rey Juan de Castilla dictó una Ordenanza en contra de su
uso en 1387; igualmente se sostiene un probable origen catalán,
por cuanto existen documentos que también los prohíben en Bar-
celona en 1382. H an quedado evidencias de su existencia en los
ejemplares conservados en el A rchivo H istórico de Barcelona y en
el M useo Diocesano de Vich, donde se encuentran pliegos de nai-
pes con figuras de carácter medieval de fabricación catalana.97
Como hemos anotado en el acápite anterior, la estampa lúdica
tiene remotos antecedentes en España, incluso antes de la inven-
ción del arte de la imprenta, cuando eran los pintores los encarga-
dos de dibujar y pintar los naipes. Checa nos informa aparte de
los existentes en Barcelona, sobre algunos ejemplares impresos
existentes en el A rchivo General de Simancas, realizados a princi-
pios del siglo XVI en Sevilla por Francisco Cisneros.98
Los naipes en Europa se realizaron en un comienzo como las
miniaturas de los manuscritos, a mano y con acabados muy finos
y, por lo tanto, muy costosos y sólo posibles de adquirir por los gran-
des señores. Ello cambia con la llegada de la imprenta que los puso
al alcance del pueblo. Se sabe que en el siglo XV se fabricaban nai-
pes en España, Italia, A lemania y Holanda y que durante muchos
97
Enciclopedia Universal Ilustrada. Tomo XXXVII , Madrid, Editorial Espasa Calpe,
p. 930, 1918-1988.
98
CHECA CREMADES, F. Op. cit., p. 200, 1996.
81
años fueron los alemanes los principales productores. Ya en el si-
glo XVI el país que más destacó en Europa en la industria naipera
fue España, particularmente las ciudades de Sevilla y Barcelona.
En A mérica Hispana antes de que se cumpla el medio siglo de
su descubrimiento se instaló la imprenta y también se imprimieron
naipes. En la Nueva España y en el Perú, incluso antes de que se
realizaran grabados para ilustrar libros, se imprimieron naipes que
se vendían en hojas sueltas. Tanta era la afición de los españoles
al juego de naipes y la gran cantidad que se imprimieron que el vi-
rrey Luis de Velasco, en 1553, prohibió a naturales y españoles que
tuvieran moldes o los hicieran, bajo pena de azotes e incluso destie-
rro de Nueva España.99 En el Perú se tienen algunas referencias de
partidas de naipes que jugaban los españoles con los naturales, in-
cluso con A tahualpa, cuando estaba en la prisión. El cronista indí-
gena Felipe Guaman Poma de A yala representó mediante dibujos
diversas escenas de la vida cotidiana de fines del siglo XVI y en uno
de sus dibujos se puede apreciar a un fraile doctrinero y a un corre-
gidor jugando a los naipes.100 (Lámina 9)
A parte de las noticias antes citadas se tiene conocimiento de
que en el Perú A ntonio Ricardo se dedicó también a la impresión
de estampas sueltas. Entre ellas no faltaron las lúdicas, como lo
certifica en su propio testamento:
Yten declaro que en la contaduría de su magestad en la contrata-
ción tengo manyfestado cincuenta y siete dozenas de naipes
rrebosados los seys y las demás por rrebosar de las cuales per-
tenecen y son las veynte dozenas de ellas de juan fernandez
portechuelo y las treinta y siete dozenas mías...101
99
BAEZ MACÍAS, Eduardo. Op. cit., p. 183, 1982.
100
GUAM AN POM A DE AYALA, Felipe. Nueva Coronica y Buen Gobierno.
Biblioteca Ayacucho. N.os 75 y 76. Caracas, Lámina N.º 596, transcripción,
prólogo, notas y cronología por Franklin Pease, 1980.
101
MARQUEZ ABANTO, Alberto. Op. cit., p. 209, 1955.
82
Lámina 9.
Fr ail e doct r iner o y cor r egidor jugando a l os naipes,
en Cr ónica de Guaman Poma de Ayal a. Sigl o XVI.
83
La H uaca 3 Palos, lugar de procedencia de nuestra muestra
de estudio, está constituida por plataformas sucesivas y tiene en
la superior restos de una casa española de planta en “ L” , con sie-
te habitaciones, hecha de adobe, con acabados en estuco y una am-
plia terraza que da hacia el sur. Según informes de la arqueóloga
M ercedes Cárdenas, del Seminario de A rqueología de la referida
universidad, en todas las habitaciones se han encontrado eviden-
cias de la ocupación española, entre ellas documentos que nos lle-
van al siglo XVI .102
Los naipes que hemos tomado como muestra, para el presente
trabajo, fueron impresos en la técnica de la entalladura en made-
ra, en líneas muy finas sobre papel blanco tipo cartulina. Cada
naipe está compuesto de dos caras las cuales fueron impresas por
separado y unidas. Una de las formas de unión consistió en que
una de las caras se imprimía de mayor tamaño y se doblaba sobre
la posterior más pequeña y se adhería con pegamento. Por lo ge-
neral se aprecia en ellas alrededor del motivo principal una cene-
fa de rayas paralelas y en diagonal.103
El segundo tipo de unión de los naipes era sin dobleces por-
que las dos caras eran de igual tamaño. Estas modalidades corres-
ponden a dos tipos diferentes de naipes, tanto en sus proporcio-
nes como en el estilo de sus significantes.
Entre los naipes conservados se encuentran varios ejemplares
que después de su impresión fueron pintados con pincel, especial-
mente en la cara que tienen los signos o significantes del juego; se
ha constatado restos de pintura en tonos de sepia, marrón, rojo,
amarillo, azul y verde en el grupo de naipes más antiguos.
102
CÁRDENAS MARTIN, Mercedes. “ Ocupación española de una Huaca del Valle
de Lima: Casa en la plataforma superior de la Huaca 3 Palos” . En Boletín del
Seminario de Arqueología N.º 5. Lima, enero-febrero-marzo, 1970. Publicación
del Instituto Riva Agüero. Lima, p. 8, 1970. La autora está realizando un estudio
del contexto arqueológico a publicarse próximamente.
103
COGORNO V ENTURA , Gi l da. “ Documentos y Nai pes hal l ados en l as
excavaciones de la Huaca Tres Palos, Pando (Lima)” . En Boletín del Seminario
de Arqueología N.º 5. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto
Riva-Agüero, enero-febrero-marzo, 1970.
84
Las muestras halladas en Lima por sus caracteres técnicos y
estilísticos pueden catalogarse en dos grupos. El primer grupo
puede fecharse en el tránsito del siglo XV al XVI, con rezago medie-
val y el segundo grupo en el siglo XVI , ya con caracteres renacen-
tistas. Permiten reforzar lo dicho la asociación de estos naipes con
fragmentos de documentos manuscritos del siglo XVI, ubicados en
el mismo sitio dentro del contexto arqueológico.
En el primer grupo de naipes podemos constatar que fueron
impresos y después pintados. La figura del rey de copas, del cual
se conserva la mitad vertical, nos permite apreciar que responde a
caracteres esquemáticos, de raíces formales medievales, semejan-
tes a los que se hacían en grabados a fines del siglo XV en España
(Lámina 10). Otros ejemplos muestran naipes casi completos con
palos de oro y bastos, en las restantes sólo quedan fragmentos. Sin
embargo, a través de todas ellas es posible realizar un análisis com-
parativo con las láminas de naipes que se conservan en el A rchi-
vo de Simancas y poder establecer por las semejanzas que tienen
la misma procedencia sevillana. Los naipes de Simancas llevan la
firma: “ Francisco de Cisneros, el primero en Sevilla” ; además, el escu-
do imperial y “ con licencia de su M ajestad” .104
A l parecer esa costumbre de pintar los naipes, que se remonta
al siglo XIV , se mantuvo hasta el siglo XVI sobre los ya impresos y
se proyectó al Perú. Hemos anotado líneas atrás cómo A ntonio Ri-
cardo declara en su testamento en Lima, el tener unos naipes
“ rrebosados” y otros por “ rrebosar” .105 Se desconoce aún si eran nai-
pes impresos por él en Lima o traídos de España.
Existe una muestra que corresponde a la mitad de un naipe de
diferentes caracteres a los ya mencionados, con un seis de oros que
lleva al reverso parte de la figura de un joven con cayado. Lo im-
portante de él es la inscripción que lleva en el anverso: “ En Sevilla
en... cal de la Sierpe” , que marca la procedencia de esta ciudad, de
alguna imprenta ubicada en la famosa calle Sierpes. (Lámina 11)
104
CARRETE PARRONDO, Juan. Op. cit., p. 199, 1996.
105
MARQUEZ ABANTO, A. Op. cit., p. 209, 1955.
85
Lámina 10.
Rey de copas.Fr agment o de naipe.Fines del sigl o XV.
86
Lámina 11.
Anver so y r ever so de f r agment o de naipe hecho en Sevil l a.Sigl o XVI.
87
El segundo grupo de naipes se ha reunido basándose en ca-
racteres técnicos y formales semejantes, sin ser por ello obligada-
mente de una sola baraja. En todos ellos encontramos la técnica
de imprimir un lado de mayor tamaño para doblar los bordes so-
bre el grabado posterior y dejar en ambas caras una cenefa de lí-
neas paralelas en diagonal. Con relación a su aspecto formal, so-
bre todo en los grabados del reverso de los palos, es posible apre-
ciar un tratamiento de la figura humana más clásico y la inclu-
sión de elementos ornamentales derivados del grutesco renacen-
tista; ello nos ha permitido catalogarlos como del siglo XVI .
Destacaremos dentro del segundo grupo a algunos con carac-
terísticas particulares, como las que presentan retratos en busto y
de perfil, enmarcados en rectángulos. Uno con una dama europea
vestida a la moda de la época. El otro con un personaje masculino
de apariencia mora, con pendientes; el primero citado lleva, ade-
más, al reverso un buen ejemplo del tema del grutesco ya que el
soporte del dos de copas está formado por delfines de los que se
desprenden roleos con hojas y flores, distribuidos en forma simé-
trica (Lámina 12). También encontramos retratos en busto y de per-
fil similares al gusto de los retratos grabados del siglo XVI en Es-
paña y Lima, enmarcados en medallones que penden con lazos
de una argolla; al reverso todos llevan grutescos integrados por
delfines con roleos de hojas y flores, sólo se diferencia uno que
lleva un dragón alado (Lámina 13), muy semejante a otro ubicado
en Valencia al centro de una lámina, rodeado de combinaciones
de números de dados, grabado que ilustra el Libro de juegos de
todas suertes impreso por Juan Joffre en 1518.106 (Lámina 14)
Igualmente, dentro del segundo grupo de naipes que estudia-
mos se hermanan por características singulares los que llevan al
reverso del palo correspondiente grabados de caracteres formales
renacentistas, donde se ven en medio de marcos rectangulares ji-
netes a galope con yelmos emplumados. El primero de ellos se di-
ferencia porque el jinete va con la lanza en ristre; además porque
106
CARRETE, J.; CHECA, F.; BOZAL, V. Op. cit., p. 34, 1996.
88
Lámina 12.
Anver so y r ever so de naipe con bust o de dama y gr ut esco.Sigl o XVI.
89
90
Lámina 13.
Anver so y r ever so de naipe con medal l ón y dr agón al ado.Sigl o XV.
Lámina 14.
Dr agón, en Libr o de j uegos de t odas l as suer t es. Val encia, 1518.
91
Capítulo IV
La estampa religiosa
95
En el siglo XVIII está activo en Lima el impresor José de Contreras
y A lvarado, el más destacado de la época, estrechamente relacio-
nado con el grabador y pintor M iguel A dame, quien ilustró mu-
chos libros salidos de su imprenta, con varias estampas firmadas
y otras atribuidas por sus caracteres estilísticos.
A ntes de promediar la mitad del siglo XVIII surge la figura del
grabador Juan Francisco Rosa, quien lleva a la estampa la imagen
del Cristo del Auxilio de M artínez M ontañés, entre otras. M ás ade-
lante, ya en la segunda mitad del siglo XVIII , José Vázquez, a nues-
tro parecer el más destacado artista del grabado del virreinato pe-
ruano, con una amplia y variada temática iconográfica; José Car-
los de Zelada y Cristóbal Garrido son los más representativos de
finales del siglo XVIII con estampas de carácter popular.
Cerramos las expresiones religiosas grabadas en la Ciudad de
los Reyes con Domingo A yala y M arcelo Cabello, los que marcan
en sus elementos formales la inclusión de motivos de rocalla y
neoclásicos, característicos de las artes plásticas en el epílogo
virreinal.
96
ovalados, enmarcados en cartonería de corte manierista y separa-
dos por cenefa de grutescos, procedentes del plateresco. En la pri-
mera de ellas apreciamos a la “ Trinidad” en la figura de Dios Pa-
dre y Jesús sentados en nubes y entre ellos el Espíritu Santo en
forma de paloma, rodeado de resplandores; en la segunda, la Vir-
gen M aría aparece entre nubes mientras Dios Padre y Dios H ijo le
colocan la corona sobre su cabeza en presencia del Espíritu San-
to. (Lámina 15)
En el folio 45 se encuentra la “ Última Cena” en marco cuadran-
gular, trabajada en líneas simples, con respeto por las proporcio-
nes; pero, sin grandes preocupaciones volumétricas ni detallistas.
En una mesa cuadrada se han distribuido en forma simétrica a
los apóstoles, basándose en el eje central de la figura de Cristo de-
lante de una ventana, con la mano derecha en alto bendiciendo
los alimentos. A parte de Jesús destacan la figura de Juan dormido
sobre la mesa y en especial la de Judas en primer plano, ajeno a lo
que sucede. (Lámina 16)
A l final del “ Catecismo M ayor” , en el folio 73, se encuentra un
medallón circular inscrito en un cuadrado, con el rostro de Cristo
de perfil, rodeado con la leyenda: “ SPECIO SVS FORM A PRAE
FILIIS HOM INVM ” y en las enjutas cuatro querubines. Creemos
que este grabado en miniatura trabajado con finas líneas es el me-
jor del libro ya que en él se aprecia la volumetría de la figura (Lá-
mina 17). M edina hace referencia al uso de la misma estampa por
Pedro de Ocharte en N ueva España en 1578,108 sin embargo, las
imágenes si bien tienen el mismo motivo el tratamiento formal es
diferente lo que descarta el uso de la misma tabla, además la de
Lima es de mayor calidad artística.
En 1598 sale de la imprenta de Ricardo el libro Symbolo
Catholico Indiano,109 que muestra tantas láminas como la Doctrina
Cristiana, e incluso reutiliza algunas. En la portada se ve a la “ Virgen
108
M EDI NA , José Tori bi o. Op. ci t., p. X X I I I , 1966. Ver tambi én PA RDO
SANDOVAL, Teresa, “ Impresos Peruanos del siglo XVI” . En Boletín del Instituto
Riva-Agüero N.º 17. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, pp. 245 y
259, 1990.
109
ORE, Jerónimo de. Symbolo Catholico Indiano. Lima, 1598.
97
98
Lámina 15.
“ La Tr inidad” y “ La Cor onación de l a Vir gen” . Anónimo, en l a Doct r ina Cr ist iana. Lima, 1584.
Lámina 16.
“ Úl t ima Cena” . Anónimo, en l a Doct r ina Cr ist iana. Lima, 1584.
99
Lámina 17.
“ Rost r o de Cr ist o” .Anónimo,
en l a Doct r ina Cr ist iana. Lima, 1584.
100
Lámina 18.
“ Vir gen con el Niño” . Anónimo, en
Symbol o Cat hol ico Indiano. Lima, 1598.
110
M EDINA, José Toribio. Op. cit., p. 50, 1966. Nos informa de la existencia de
estas láminas; sin embargo, en el ejemplar de la Biblioteca Nacional del Perú
no se encuentran porque el libro está incompleto.
111
ANÓNIMO. Constituciones y Ordenanzas de la Universidad y Studio general
de la Ciudad de los Reyes del Piru. Lima, Imprenta de Antonio Ricardo, 1602.
101
“ Crucifixión” .112 En una edición consultada de 1735 se incluye, al
final de las dedicaciones y permisos, una página con el grabado
de la “ Inmaculada” , de pie sobre la media luna, rodeada de res-
plandores y algunos de los atributos de sus letanías; trabajo fino,
con bien logrados efectos de luz.
Recordemos que aparte de los grabados que ilustran los li-
bros citados, de seguro Ricardo se dedicó a la impresión de es-
tampas sueltas, ya que como hemos anotado en nuestro segun-
do capítulo, Ricardo vendió al impresor Francisco de Canto, en
1605, una gran cantidad de estampas de devoción de diversos
santos.113
H asta la fecha no se ha dilucidado la autoría de los grabados
que salieron de la imprenta de Ricardo, algunos estudiosos del tema,
entre ellos Rodríguez Buckingham, sostienen la atribución al buril
del turinés, pero asimismo creemos que pudieron ejecutarlos sus
colaboradores documentados: Pedro Pareja, Gaspar de Almanzón,
Juan García, Pedro Alvarez o Juan Fernández Portichuelo.114
112
MEDINA, José Toribio. Op. cit., p. 66, 1904. Nos alcanza una viñeta con un
Calvario que no hemos ubicado en el ejemplar de la Biblioteca Nacional del Perú.
113
LOHMANN VILLENA, Guillermo. Op. cit., p. 82, 1974.
114
PARDO SANDOVAL, T. Op. cit., p. 232, 1990. Ver también RODRÍGUEZ
BUCKINHAM, Antonio M. Op. cit., 1977.
102
hi ci er on en l a Real Ci udad de Li ma... 115 con la imagen de esta
advocación mariana, rodeada de resplandores y nubes. En la par-
te central superior un querubín y a los lados las figuras de cuerpo
entero del Príncipe de Esquilache, don Francisco de Borja y Aragón,
con chambergo emplumado y bastón de mando, y su esposa A na
de Borja con corona. En el ángulo inferior izquierdo un francisca-
no y un jesuita. Llama la atención la inclusión de iniciales en el
ángulo inferior derecho del grabado: una inicial “ T” y aparte:
“ D.P.A.” . (Lámina 19)
H acia 1620 se instala en Lima el impresor de origen sevillano
Jerónimo de Contreras, quien edita al año siguiente el libro de
Fray A lonso Ramos Gavilán sobre la historia del santuario de
Copacabana.116 En esta obra se incluye por primera vez la imagen
de la famosa advocación surgida en el siglo XVI en el alto Perú,
grabado anónimo que muestra a la “ Virgen Candelaria deCopacabana”
con el Niño Jesús y el consabido cirio encendido, de pie sobre pea-
na con querubín, vestida de traje en composición triangular con
arabescos; le sirve de marco un cortinaje recogido en forma simé-
trica. (Lámina 20)
Contreras tuvo también una intensa actividad en la produc-
ción de estampas sueltas devocionales, tal como lo atestigua en
su testamento en el que se refiere a ocho resmas de estampas en-
cargadas por el prior del convento de M onserrat de Lima.117
De los documentos tempranos de este siglo XVII , aparte de las
estampas, han quedado escasas muestras de planchas de cobre
grabadas, como aquella que representa a un clérigo evangelizando
a un indígena noble —citada en nuestro capítulo primero sobre la
escuela de A lesio. Obra posiblemente realizada entre 1613-1620
por Francisco Bejarano, el más importante discípulo de A lesio.118
115
RODRÍGUEZ DE LEÓN PINELO, Antonio. Relación de las fiestas que a la
Inmaculada Concepción... se hicieron en la Real Ciudad de Lima... Lima, 1618.
116
RAMOS GAVILÁN, Alonso. RAMOS GAVILÁN, Alonso. Historia del Célebre
Santuario de Nuestra Señora de Copacabana... Lima, 1621.
117
LOHMANN VILLENA, Guillermo. “ Más documentos para la historia de la imprenta
en Lima” . En Revista del Archivo General de la Nación Nº 12. Lima, p. 78, 1995.
118
VARIOS. Copper as Canvas. Two centuries os masterpiece paintings on copper, 1575-
1775. Phoenix Art Museum. Nueva York, Oxford University Press, p. 253, 1998.
103
Lámina 19.
“ Inmacul ada Concepción” . Fir mado D.P.A. Lima, 1618.
104
Lámina 20.
“ Vir gen Candel ar ia de Copacabana” .
Anónimo, en l ibr o de Ramos Gavil án. Lima, 1621.
105
106
Lámina 21.
“ Cl ér igo evangel izando a indígena nobl e” .Gr abado en pl ancha de cobr e.Al r ever so pint ur a con l a Vir gen del Rosar io.Lima,sigl o XVI.
Franci sco Bej arano y su contri buci ón a l a i conograf ía de l a
V i rgen de Copacabana
A ambos lados del título del libro dos figuras alegóricas coro-
nadas de pie sobre nubes. Una representa a la Fe y lleva como atri-
butos un cáliz con la hostia y una cruz; la otra representa la Gra-
cia, con una rama de olivo y la paloma sobre el hombro. En la zona
inferior una cartela manierista con capelo cardenalicio y escudo
agustino, entre una figura de indio sedente orando ante ídolo, y
un discreto paisaje donde se ubica la firma del grabador: “ F.F.
119
VALVERDE, Fray Fernando de. Op. cit.,1641.
107
Bexarano augustinianun sculpsit... con licencia impresso en Lima” .120
(Lámina 22)
Esta obra del agustino fray Francisco Bejarano, ante la ausen-
cia de su obra pictórica documentada, nos permite tener una idea
del trazo y tratamiento formal de la figura donde pone de mani-
fiesto su escuela manierista, en especial en el canon y postura de
sus alegorías.
120
ESTABRIDIS CÁRDENAS, Ricardo. Op. cit., p. 147, 1982.
121
MEDINA, J. T. Op. cit., Tomo II , 1904.
122
VARGAS UGARTE, Rubén. Op. cit., p. 224, 1947.
123
MENESES Y ARCE, Gonzalo. Ilustración de la Rosa del Perú. Lima, 1670.
108
Lámina 22.
“ Vir gen Candel ar ia de Copacabana” . Fir mado por Fr ancisco Bej ar ano. Lima, 1641.
109
diagonal que corre hacia abajo, de izquierda a derecha, y la pers-
pectiva está conseguida con un piso cuadriculado y un balcón que
se abre a paisaje. En primer plano, tras balaustre, son testigos de
la escena, el Papa, el Rey y otros personajes. A unque en esta obra
ya se percibe el tratamiento claroscurista típico del barroco realis-
ta de estas fechas, aún persisten las formas alargadas y elegantes
del M anierismo. (Lámina 23)
Se tiene conocimiento de la cercanía de Nolasco a la viuda Con-
desa de Lemos, ya que el 13 de enero de 1675 la Audiencia le otorgó
licencia para pasar a España como su capellán. Pero, al llegar a Pa-
namá el virrey Conde de Castellar ordenó hacerlo regresar al Ca-
llao donde se le apresa por año y medio en la nave capitana. Estu-
vo ahí hasta que por enfermedad fue trasladado a la cárcel de Lima
en 1678. En dicho año presentó un recurso a la A udiencia recla-
mando el trato que se le había dado y alegando que llevaba quince
años en A mérica, entre ellos nueve de religioso y aún ignoraba la
causa de su prisión.124 La explicación la encontramos en el Diario
de M ugaburu, quien da cuenta que el sábado 3 de noviembre de
1674 fueron apresados los franceses en la Ciudad de los Reyes, como
represalia por la invasión de Luis XIV a los Países Bajos.125
En 1678, al finalizar la guerra con Francia, N olasco realiza su
siguiente trabajo en el género de la estampa religiosa, obra que co-
rresponde a la primera que se hizo del “ Señor de los M ilagros” , to-
mada directamente del muro donde había sido pintada en 1651.126
La lámina suelta que conserva la Biblioteca N acional de Lima re-
presenta en el eje central a la Trinidad vertical con Dios Padre,
Dios Espíritu Santo, en forma de paloma, y Dios H ijo Crucificado.
A ambos lados de la cruz la Virgen M aría, de pie en oración, y
M aría M agdalena de rodillas enjugando sus lágrimas. A lo lejos
una vista de la ciudad de Lima. En el tercio inferior cartela con
124
VARGAS UGARTE, R. Op. cit., p. 224, 1947.
125
MUGABURU, José y Francisco. Chronicle of Colonial Lima. The Diary of
Josephe and Francisco Mugaburu, 1640-1697. Traslated and edited by Robert
Ryal Miller. University of Oklahoma, p. 220, 1975.
126
VARGAS UGARTE, R. Historia del Santo Cristo de los Milagros. Lima, 1966.
110
Lámina 23.
“ Apar ición de Cr ist o y l a Vir gen a Sant a Rosa de Lima” .
Gr abado de Pedr o Nol asco. Lima, 1670.
111
leyenda con loas a la Santísima Trinidad, tomadas de Santa Ger-
trudis, libro IV, cap. 35, además la firma del grabador. (Lámina 24)
112
Lámina 24.
“ Señor de l os Mil agr os” . Gr abado de Pedr o Nol asco. Sigl o XVI.
113
cuatro evangelistas para la capilla de Jesús N azareno en la Igle-
sia de La M erced.127
La primera obra calcográfica documentada de A dame se re-
monta al año de 1699, corresponde a una estampa religiosa que
representa a “ Santa Rita de Casia” , santa agustina que ilustra el
libro de Fray M atías de Lisperguer, salido de la imprenta de José
Contreras y Alvarado.128 H emos podido localizar en una colección
particular limeña la plancha de cobre original de esta estampa de
A dame. La figura de sencillo tratamiento formal representa a la
santa agustina de pie dentro de una hornacina con sus atributos
característicos, la espina clavada en la frente y el crucifijo en una
mano. (Lámina 25)
El impresor José de Contreras y Alvarado fue nieto del ya men-
cionado Jerónimo de Contreras y el más destacado de su época, ya
que está documentado con trabajos para la corte virreinal, el Santo
Oficio y la Universidad de San Marcos. Adame trabajó estrechamente
con él ya que ilustró varios libros salidos de su imprenta con retra-
tos, escudos, túmulos y las infaltables estampas religiosas, como la
ya citada de Santa Rita de 1699, además de otras firmadas y algu-
nas atribuidas que a continuación mencionaremos.
En 1702 la imprenta de Contreras saca a la luz dos libros ilus-
trados con estampas religiosas de A dame; uno de ellos correspon-
de a la traducción que hace Fernando Bravo de Bedoya del original
en francés del hermano jesuita M oyne, Galería de las mujeres fuertes;
el otro al libro de Jacinto Morán de Butrón, La Azucena de Quito.
La traducción del libro de M oyne en Lima incluyó un escudo
del mecenas y diez estampas con las representaciones de mujeres
del A ntiguo Testamento, diosas de la mitología griega y heroínas
de l a anti güedad r omana, tal es como Débor a, Jahel , Judi t,
Sol omona, M ari amne, Pantea, Camma, A rtemi sa, M óni ca y
Zenobia.129 Entre estos diez personajes las tomadas de la Biblia,
Débora y Judit, son las más populares. La primera es profetiza y
127
VARGAS UGARTE, R. Op. cit., p. 287, 1947.
128
LISPERGUER Y SOLÍS, Fray Matías de. Vida de Santa Rita de Casia. Lima, 1699.
129
MEDINA, J. T. Op. cit., p. 710, 1904. Hasta la fecha no se ha localizado ningún
ejemplar de este libro.
114
Lámina 25.
“ Sant a Rit a de Casia” . Pl ancha or iginal gr abada por Adame. Lima, 1699.
115
juez de Israel que ayudó a Barak a derrotar a Sísera y los cananeos;
la segunda, heroína que derrotó a Holofernes.
El libro de Jacinto M orán de Butrón se ilustró con una estam-
pa de la venerable doña M ariana de Paredes, conocida como la
“ Azucena de Quito” , firmada igualmente por fray Miguel Adame.130
Vargas Ugarte no ubicó el grabado en los ejemplares que consultó
y por ello negó la información dada por M edina.131 Sin embargo,
hemos podido localizar la estampa suelta y recortada en la Biblio-
teca N acional de Lima. En ella la Santa con el N iño Jesús en bra-
zos es representada de rodillas en una habitación con columnas y
piso cuadriculado en perspectiva, enmarcada en un óvalo de lau-
reles sobre cartela con leyenda y en las enjutas roleos de volutas,
aves y mascarones. En la leyenda se lee:
Imagen de la V.V. Da. M ariana de Paredes Ylustre en santidad.
N ació en la ciudad de Quito donde murió el año de 1645, siendo
de edad de 26 años [...] F. M iguel A dame del Orden de Predica-
dores en... Lima.
130
MORAN DE BUTRON, Jacinto. La Azucena de Quito. Lima, 1702.
131
VARGAS UGARTE, R. Biblioteca Peruana. Lima, 1956.
116
angelotes, animales, follaje, frutos, lazos, etc. con tres variedades
de enmarcamientos.
Las estampas de Jesús y de Santiago llevan cinco ángeles, dos
en la parte superior sostienen corona de laureles y palmas sobre
venera. Otros dos en la zona media soportan racimos de flores y
frutos sobre los hombros y de ellos penden de un lazo racimos si-
milares; en la zona inferior el quinto ángel sentado, con arco, fle-
cha, carcaj y palmas. (Lámina 26)
Las estampas de San Pablo, San Lorenzo y San H ermenegildo
con tres ángeles, uno sentado al centro de la parte superior sostie-
ne guirnaldas de hojas y frutos. En la zona media dos cestos in-
vertidos de donde caen flores y en la zona inferior carcaj, antor-
chas y corazón flameante entre un par de ángeles portadores de
flores. (Lámina 27)
Por último, la estampa de San Dámaso Papa, que lleva un mar-
co diferente a las antes citadas, con cuatro ángeles. Dos en la par-
te superior con cetro y rama de olivo, a ambos lados de un sol ra-
diante y dos en la zona inferior con grandes cornucopias de don-
de salen flores y frutos y entre ellos par de serpientes entrelaza-
das a troncos en aspa. (Lámina 28)
Al parecer las estampas que figuran en el libro citado de Peralta
fueron realizadas en dos etapas, con dos planchas diferentes ya
que la orla ornamental se repite exactamente en varias. Hemos en-
contrado cierta semejanza entre los elementos decorativos de al-
gunos de estos grabados con los que aparecen en los escudos de
las provincias franciscanas en el libro de Fray Francisco Gonzaga,
en especial con el que corresponde a la Provincia Franciscana de
los Doce A póstoles de Lima.132
M edina atribuye estas estampas a Fray Pedro Nolasco o a Fray
M iguel A dame, pero creemos que de estas atribuciones hay que
descartar a N olasco ya que él toma los hábitos en Lima en 1663, a
los veinte años, y por esas fechas de 1730, si viviera tendría unos
90 años. Compartimos la atribución a A dame tanto por las fechas
coincidentes con su etapa productiva así como porque fue un
132
GONZAGA, Fray Francisco. De Seráfica Religione. Roma, 1587.
117
Lámina 26.
“ Sant iago el Mayor ” . Anónimo. Lima, 1730.
118
Lámina 27.
“ San Her menegil do” . Anónimo. Lima, 1730.
119
Lámina 28.
“ San Dámaso Papa” . Anónimo. Lima, 1730.
120
asiduo ilustrador de las obras de Peralta; pero, sobre todo por las
características formales de las obras, similares a otras firmadas.
Juan Franci sco Rosa y l a pri mera estampa del Cri sto del
A uxi l i o de M artínez M ontañés. Sus estampas mari anas y l a del
V enerabl e Padre Franci sco del Casti l l o
121
Lámina 29.
“ Cr ist o del Auxil io” .Fir mado y f echado
por Juan Fr ancisco Rosa. Lima, 1739.
122
Lámina 30.
“ Nuest r a Señor a de l as Cabezas” .
Fir mado por Juan Fr ancisco Rosa. Lima, 1739.
123
este grabado, pero sí otro que se inspiró en él, obra de seguro de
Ayala, a comienzos del siglo XIX, del cual nos ocuparemos más ade-
lante. Vargas también incluye en su diccionario una estampa de
la “ Venerable Ignacia M aría del Sacramento” , religiosa del M onaste-
rio de la Encarnación de Lima, que murió en 1735.134
Entre otras obras de Rosa hemos localizado en la colección del
arquitecto Gunther, en Lima, la estampa del “ Venerable Francisco del
Castillo” , jesuita que vivió en la Ciudad de los Reyes en el siglo XVII .
Fue promotor del culto a la Virgen de los Desamparados, a quien
su orden dedicó un templo levantado detrás de las casas reales, al
lado del puente de piedra, famoso por sus prédicas en el Baratillo,
al otro lado del puente.135 El grabado lo representa de pie con el
hábito jesuita, en la mano izquierda lleva una azucena y la cruz
que le servía de cayado y que aún se conserva en la iglesia de la
Compañía de Lima; en la otra mano lleva un corazón ofrecido a la
Virgen de los Desamparados, entre resplandores. El Venerable apa-
rece parado sobre un piso cuadriculado decorado con círculos y
rombos, tal como se hacía en la pintura limeña del siglo XVIII; le sir-
ve de fondo el puente de piedra con la iglesia de los Desamparados
y una pequeña escena donde está predicando en el Baratillo. En la
zona inferior lleva la leyenda: “ El V.P. Francisco del Castillo de la Com-
pañía de IHS. Varón Apostólico en Lima su Patria. M urió de 58 años a 11
de abril de 1673” . Firmado: “ J. Fran.co. Rosa Scul” . (Lámina 31)
134
I bídem.
135
VARGAS UGARTE, R. Los Jesuitas del Perú y el Ar te. Lima, p. 77, 1963.
124
Lámina 31.
“ Vener abl e Padr e Fr ancisco del Cast il l o” .
Fir mado por Juan Fr ancisco Rosa. Lima, sigl o XVIII.
125
Gracias a la documentación obtenida a través de las ilustraciones
en los libros de la época y de las estampas sueltas se puede trazar
un perfil del desarrollo plástico del grabador entre los años de 1759
y 1794, treintaiseis años de actividad casi ininterrumpida.
Creemos que el desarrollo del grabado en Lima en la época de
Vázquez está íntimamente relacionado con ese momento de esplen-
dor de las técnicas calcográficas en la segunda mitad del siglo XVIII
en España. En tiempos del segundo reinado de Felipe V se funda
la Real A cademia de San Fernando (1744), inaugurada solemne-
mente en el reinado de Fernando VI (1752). En dicha academia se
incluyó también la enseñanza del grabado, producto de la nueva
política del proteccionismo oficial al grabado ilustrado.
En este marco nos ocuparemos de las estampas religiosas de
Vázquez que no son las más abundantes dentro de su variada pro-
ducción iconográfica. Su primera obra documentada corresponde
a una de ellas, donde figura el “ Padre Eterno, los Sagrados Corazo-
nes y San Buenaventura” , encargada por la congregación del Divi-
no Corazón de Jesús, fundada en la capilla de San Buenaventura
de la iglesia de San Francisco de Lima. La estampa procede del
libro de las constituciones de la referida congregación, impreso en
la calle Tigre en 1759.
En la colección del embajador A ntonio Lulli se conserva una
estampa del “ Señor de los M ilagros” , fechada en 1767, donde la fir-
ma casi se ha perdido pero permite dilucidar entre las letras que
se ven el nombre de José Vázquez.136 La estampa calcográfica ins-
pirada en el muro del altar mayor de la iglesia de las N azarenas
nos alcanza la escena del Calvario sobre el perfil de la ciudad de
Lima, con Cristo Crucificado, la Virgen M aría y M aría M agdale-
na; en la parte superior entre nubes a Dios Padre y el Espíritu San-
to, entre el sol y la luna. En la leyenda de la zona inferior se lee:
136
En la publicación de un suplemento de la Organización de Estados Americanos
(OEA) denominado El Grabado en América, I: Perú, de Guillermo de Zendegui.
Wáshington, 1976, p. s-5 publica la estampa y la atribuye a Cristóbal Garrido.
Por su parte José Abel Fernández en su libro Grabadores en el Perú, Lima, 1995,
p. 17, menciona superficialmente el grabado de la etapa virreinal y publica el
grabado como obra de José Vázquez.
126
Verdadera Efigie del Sto. Cristo de los M ilagros que se venera
en el monasterio de religiosas nazarenas carmelitas descalzas de
San Joachín de la ciudad de Lima. El Illmo. S.D.D. Diego A nt1.
Parada, A rz1 de esta ciudad concede 80 dias de Indulgencia a to-
das las personas que rezaran un Credo delante d’esta Sta. Ima-
gen. Jurado el año de 1713 por Patrón de los temblores en esta
ciudad. (Lámina 32)
127
Lámina 32.
“ Señor de l os Mil agr os” . Fir mado por José Vázquez. Lima, 1767.
128
Lámina 33.
“ Nuest r a Señor a La Ant igua” .Gr abado en seda,
f ir mado por José Vázquez. Lima, 1773.
129
En el campo de la iconografía religiosa nos ha dejado un gra-
bado en cobre de “ La Veracruz” para la cofradía de este nombre
existente en la iglesia de Santo Domingo de Lima, fechado en 1759.
El mismo año graba dos estampas para la reedición del libro las
Constituciones de las M onjas del M onasterio de la Santísima Trinidad;
la primera edición se remonta a los años de la imprenta de A nto-
nio Ricardo de donde salió en 1604. En este libro vemos una es-
tampa de la “ Santísima Trinidad” y otra con “ San Bernardo presen-
tando su Regla al obispo Catalaunensi” , ambas firmadas: “ Carolus a
Zelada, Peruanus, Aurifex, fecit, Limae, anno 1759” , impresas en la Casa
de los N iños Expósitos. Esta última es la más elaborada, en ella
demuestra un buen manejo del buril, con el que consigue una varie-
dad de grises que acentúan la volumetría y los efectos de luz. San
Bernardo, de rodillas con el libro de la regla de su orden, es ben-
decido por el obispo que figura sentado bajo dosel, acompañado
por dos diáconos que sostienen una cruz y un báculo. (Lámina 34)
En la segunda mitad del siglo XVIII , entre los años de 1762 y 1786,
está activo en Lima Cristóbal Garrido exclusivamente con estam-
pas populares de carácter devocional. Entre ellas tenemos las que
grabó para ilustrar el libro del jesuita Domingo Coletti, Vida de San
Juan A póst ol y Evangel i st a, tr aduci do del l atín por A gustín
Zambrano e impreso en Lima por Paulino de Atocha en la imprenta
de los N iños Expósitos en 1761. En una de las estampas de este
libro se aprecia el momento en que dos personajes introducen a
San Juan Evangelista en una tinaja exagonal para someterlo al
martirio del aceite hirviendo. La escena se desarrolla en el interior
de una cueva sobre la que se ha colocado una inscripción vertical,
“ Salomev” , y en la zona inferior dice: “ Garrido, 1762” . En la segun-
da estampa el “ Calvario” con fondo de muralla almenada donde
es representado Jesús Crucificado en cuatro clavos, aún vivo,
particularmente vestido con túnica hasta los tobillos; a su lado la
130
Lámina 34.
“ San Ber nar do pr esent ando su r egl a al Obispo Cat al aunensi” .
Fir mado por Car l os de Zel ada. Lima, 1759.
131
Virgen M aría y San Juan, en la parte superior el sol y la luna
(Lámina 35). Por último la tercera lámina de este libro representa
cuatro medallas antiguas, con la firma y el año indicado. En gene-
ral estos grabados son de tratamiento arcaizante en su aspecto for-
mal, con claroscuros acentuados.
En la colección de don Sergio Guarisco en Lima hemos podi-
do localizar una estampa de “ San José con el Niño” , además de la
plancha de cobre que sirvió de matriz de esta estampa devocional.
En ella se muestra al Santo en un altar de caracteres rococó,
en hornacina bajo venera y pilastras con juego de estípites, peana
con volutas y rocallas, y remate con Dios Padre y Espíritu Santo,
entre dos ángeles portadores de cesto con instrumentos de carpin-
tería, atributos de San José. La leyenda inferior lo denomina como
San José del Milagro y sigue la firma: “ Cristhobal Garrido sculp, Lima,
año de 1766” . (Lámina 36)
En los depósitos del M useo de A rte de la Universidad N acio-
nal M ayor de San M arcos, Decana de A mérica, se conserva una
estampa inédita de Garrido, con el santo dominico “ Juan M asías” ,
español procedente de Badajoz quien ingresó en Lima a la orden
de predicadores y desarrolló una actividad similar a la de su ami-
go y contemporáneo San M artín de Porres; posteriormente fue ele-
vado a los altares por el Papa Juan XXIII . El grabado es de discreta
realización y representa al Santo de pie, en hábito de su orden,
con un rosario y lirios entre sus manos; detrás de él es representa-
do San Juan Evangelista, su santo protector. H acia la derecha de
la estampa aparecen entre nubes tres almas orantes de rodillas,
coronadas de rosas y con aureola de resplandores. En la zona in-
ferior otros personajes desnudos, no recuperados aún del fuego
del purgatorio, entre los que llama la atención un personaje con
bonete negro de tres puntas. En la leyenda se lee:
Verd° Ret° del Ve. Pe. Fr. Juan M asías que con ardiente Charidad
y fervorosa oración sacó del Purgatorio un millón y cuatrocien-
tas mil almas. Sacó a la luz esta lámina un religioso....Fr Thomás
A guilera a su costa.
132
Lámina 35.
“ Cal var io” . Fir mado por Cr ist óbal Gar r ido. Lima, 1772.
133
Lámina 36.
“ San José con el Niño” . Fir mado por Cr ist óbal Gar r ido. Lima, 1766.
134
Sigue la firma y la fecha:
Christóval Garrido sculp. Lima A ño de 1782 (Lámina 37)
135
Lámina 37.
“ San Juan Masías” . Fir mada por Cr ist óbal Gar r ido. Lima, 1782.
136
Lámina 38.
“ Apar ición de l a Vir gen a San Nicol ás de Tol ent ino” .
Pl ancha or iginal , f ir mada por Raymundo Gonzál ez. Lima, 1761.
137
Lámina 39.
“ Vir gen del Rosar io de Pomat a” .
Pl ancha or iginal , anónima. Lima, sigl o XVIII.
138
Lámina 40.
“ Inmacul ada Concepción” .
Pl ancha or iginal , anónima. Lima, sigl o XVIII.
139
Las estampas rel i gi osas en el epíl ogo col oni al
140
La primera de ellas ilustró una novena escrita por Juan de la Cruz
Errazquin138 y la segunda una novena anónima.139 La Virgen de
Copacabana es representada con el N iño Jesús, de pie sobre pea-
na, vestida con traje de composición triangular ricamente ornamen-
tado, corona y aureola de resplandores; en la mano izquierda atri-
butos ajenos a su advocación, la S y el clavo, y el rosario, que son
propios de N uestra Señora del Rosario; dos angelitos sostienen
candelabros a la altura de su cabeza y a sus pies figuran dos reli-
giosas de medio cuerpo, orantes. El motivo ornamental que la
enmarca es similar en todas sus estampas religiosas, un par de
soportes ondulantes que sostienen arco con abundante decoración
de rocalla. En la zona inferior una leyenda da cuenta de las in-
dulgencias concedidas por el Obispo Pedro José Chaves y que la
imagen se grabó siendo superiora la M adre Jacoba de San Fran-
cisco, quien regentó el convento entre 1799 y 1811. (Lámina 41)
Las otras dos obras de A yala corresponden a los grabados de
un “ Cristo Pobre” del convento de los bethlemitas y un “ San Anto-
nio de Padua” , ambos firmados y fechados en 1805. Jesús con las
potencias, sentado con las piernas cruzadas en un sillón frailero,
rematado en venera, apoya su rostro en una mano en actitud pen-
sativa (Lámina 42). El santo franciscano de pie sobre peana, con
el N iño Jesús en brazos y una vara de azucena que le sirve de bá-
culo (Lámina 43). Ambas estampas llevan el mismo tipo de enmar-
camiento ya citado para las otras obras de A yala, soportes ondu-
lantes, arcos y decoración de rocalla.
138
ERRAZQUIN Y OTAMENDI, Juan de la Cruz. Novena a la Madre de Dios en la
milagrosa imagen que en el misterio de la purificación se venera en la iglesia
parroquial de San Juan Bautista y Santuario de Characato... Lima, Imprenta
de los Niños Expósitos, 1805.
139
En la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional del Perú se conserva la
novena de esta Virgen bajo el código X232.931/N8; pero ya sin la lámina que la
ilustró. Figura ilustrando una publicación contemporánea del convento realizada
por Sor Catalina del Corazón de María, Reseña Histórica del Convento e Iglesia
de Nuestra Señora de Copacabana. Lima, p. 40, 1993.
141
Lámina 41.
“ Nuest r a Señor a de Copacabana” .Gr abado de Domingo Ayal a.
Lima, sigl o XIX.
142
Lámina 42.
“ Cr ist o Pobr e” . Gr abado de Domingo Ayal a. Lima, 1805.
143
Lámina 43.
“ San Ant onio de Padua” . Gr abado de Domingo Ayal a. Lima, 1805.
144
M arcel o Cabel l o y sus estampas de caracteres neocl ási cos
140
Breve y clara noticia del contrato de...misas...de la Hermandad de Nuestra
Señora de la O de San Pedro.... Lima, Imprenta de los Niños Huérfanos, 1802.
141
Novena de Nuestra Señora del Rosario de Santo Domingo... Lima, Imprenta de
los Niños Huérfanos. 1807.
145
Lámina 44.
“ Nuest r a Señor a de l a O” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1802.
146
Lámina 45.
“ Vir gen del Rosar io” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, sigl o XIX.
147
por Cabello en 1818, que de seguro procede del libro de Pedro An-
tonio Fernández de Córdova: Vida de la gloriosa Santa Rosa de Santa
M aría, editado en la imprenta de la calle Bruno el mismo año. La
estampa muestra a la Santa en un retrato en busto, enmarcado en
med al l ón ov al , or l ad o con l i stones y f ol l aje d e car acter es
neoclásicos; tiene la siguiente inscripción en la parte inferior: “ Ver-
dadero retrato de Sta. Rosa de Sta. M aría” . Firmada: “ Cabello lo g°.” .
(Lámina 46)
Dentro de la misma temática religiosa Cabello firma al año si-
guiente, en 1819, tres estampas que es posible apreciar en dos li-
bros de la época. La primera de ellas ilustra el libro de Pedro M ar-
tín Lacunza,142 la segunda el libro de Juan José M atraya y RICCI,143
ambas con el tema de la “ Inmaculada Concepción” . En este último
libro también encontramos la imagen de “ Cristo Crucificado” , muer-
to en la cruz sin compañía alguna, sólo el perfil de una ciudad
utópica, y en la zona inferior una inscripción en latín que alude a
lo dicho por M ateo cap. 28. v. 19, cuya traducción es la siguiente:
Id pues e instruí a todas las naciones en el camino de la salud,
bautizándolas en el nombre del Padre, y del H ijo, y del Espíritu
Santo.
148
Lámina 46.
“ Sant a Rosa de Lima” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1818.
149
Lámina 47.
“ Cr ist o Cr ucif icado” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1819.
150
que fueran aprobadas en 1627, en tiempos del Rey Felipe IV y que
el Virrey Pezuela mandó reimprimir en 1820. (Lámina 48)
El grabado de la patrona del Real Tribunal consular está rela-
cionado estrechamente a un lienzo que representa a la “ Inmaculada
Concepción” , realizado por el sevillano José Joaquín del Pozo, pin-
tor que había llegado a A mérica en 1789 en la expedición de
M alaspina y que desarrolló su arte en la ciudad de Lima hasta su
muerte en 1821; la pintura se inspira en el grabado de M arcelo
Cabello y está relacionada directamente con el Tribunal Consular
citado.144
N o está ausente de la gubia de Cabello el grabado del “ Cristo
de los M ilagros” de las N azarenas, estampa suelta que muestra la
imagen original del muro, con una leyenda en la zona inferior don-
de se da cuenta de las indulgencias dadas por el A rzobispo Diego
Antonio de Parada y figura la firma del autor: “ Grabado pr. M arcelo
Cabello en Lima” , sin fecha. (Lámina 49)
La última estampa religiosa firmada que se conoce de Cabello
es la del “ Señor de Huamantanga” , fechada en 1827. El grabado re-
presenta el altar donde se le venera, de estilo neoclásico, un sólo
cuerpo y cuatro columnas que lo dividen en tres calles; en el ban-
co se cuenta su historia, en el sagrario la custodia entre San Pedro
y San Pablo y sobre ellos la hornacina central con la imagen titu-
lar que representa la escena del calvario con Cristo, la Virgen, San
Juan y M aría M agdalena. En las calles laterales medallones con
escenas de la Pasión y en los remates las figuras de Santo Toribio
de M ogrovejo y Santa Rosa de Lima. La calle central se prolonga y
remata en frontón con ánforas y alberga la figura de Dios Padre.
En la zona inferior tres sacerdotes oficiando la misa y una leyen-
da que da cuenta de las indulgencias concedidas por el Papa Pío
VI; así como los Arzobispos González de la Reguera y de los Heros.
144
MARIAZZA F., Jaime. Op. cit., p. 35, 1987. Ver también ESTABRIDIS C.,
Ricardo. “ El grabado virreinal peruano” . En Catálogo de exposición en la Galería
del Banco Continental de Miraflores, (Lima-Perú), noviembre de 1987.
151
Lámina 48.
“ Inmacul ada Concepción” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1820.
152
Lámina 49.
“ Cr ist o de l os Mil agr os” . Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, sigl o XIX.
153
A demás, la firma y fecha de Cabello.145 La historia del llamado
“ Todopoderoso Señor de Huamantanga” nos la relata Leonardini.146
(Lámina 50)
En el arte del grabado de este siglo ya aparece la imagen de
“ San M artín de Porres” en estampas devocionales. H emos podido
ver un ejemplar en el M useo Pedro de Osma donde se aprecia al
santo mulato de pie con el rosario en una mano y en la otra la
escoba, su atributo característico. Le sirve de marco la enfermería
del convento con estantes llenos de botellas, un balcón de fondo y
el piso ajedrezado (Lámina 51). Esta obra está atribuida a Cabello
al igual que una estampa suelta de la “ Virgen de Chiquinquirá” con-
servada en la Biblioteca N acional de Lima, donde en un altar
neoclásico vemos a la Virgen del Rosario sobre nubes, entre res-
plandores, flanqueada por San A ntonio de Padua y el apóstol San
A ndrés. (Lámina 52)
En los siguientes capítulos sumaremos otras obras de diferen-
te temática iconográfica de M arcelo Cabello, que permiten consi-
derarlo como el más importante representante del grabado en el
Perú en su epílogo virreinal.
145
FERNÁNDEZ, José Abel. Grabadores en el Perú. Lima, p. 33, 1995.
146
LEONARDINI, Nanda; BORDA, Patricia. Op. cit., p. 70, 1996.
154
Lámina 50.
“ Señor de Huamant anga” . Gr abado de Mar cel o Cabel l o. Lima, 1827.
155
Lámina 51.
“ San Mar t ín de Por r es” . Gr abado de Mar cel o Cabel l o. Lima, sigl o XIX.
156
Lámina 52.
“ Vir gen de Chiquinquir á” . At r ibuida a Mar cel o Cabel l o. Lima, sigl o XIX.
157
Capítulo V
Los retratos
161
del Renacimiento trata de tomar al hombre como medida de todas
las cosas y asimismo exaltar su individualidad en relación con el
poder y la riqueza. Quizá una de las muestras más palpables de
esa búsqueda de identidad sea el retrato.
El retrato alcanza su autonomía en Florencia con M asaccio,
tal como se ve en su obra “ Retrato de un desconocido” (1425-1428),
busto de perfil ligado estrechamente a la tipología de las meda-
llas; en los Países Bajos se da con Van Eyck y su “ Retrato del hom-
bre del turbante rojo” (1433).147 En el último cuarto del siglo XVI este
género logrará un gran desarrollo gracias a los grabados realiza-
dos por Wierix en Flandes, Goltzius en H olanda y Thomas de Leu
en Francia, quienes se preocuparon por difundir los dibujos fran-
ceses a lápiz, traduciéndolos a estampas hechas con buril.
En España el tema iconográfico del retrato encuentra más acep-
tación en el campo del grabado que en el de la pintura o escultu-
ra. A demás, como hemos anotado en el primer capítulo, se demo-
cratiza ya que anteriormente alcanzaba sólo a reyes, cardenales o
aristócratas; ahora vemos también a intelectuales, artesanos y bur-
gueses. Uno de los más tempranos es el de Juan de Iciar, realizado
por Juan de Vingles en Zaragoza en 1550, considerada una de las
piezas capitales de la imagen estampada del renacimiento espa-
ñol. Otro ejemplo con algunas variantes es el retrato de Juan
Valverde de A musco en su Anatomía del Corpo umano,148 donde el
busto del autor es el centro de un frontispicio decorado con osa-
menta humana; grabado firmado con las iniciales N B que corres-
ponden a N icolás Beatrizet.
Una de las características del retrato grabado en España, en el
siglo XVI , es el gusto por enmarcar la figura del representado en
un óvalo, lo que permite relacionarlo con la medallística clásica.
Buen ejemplo de esta tipología es el retrato de Francisco Garrido
de Villena, en busto, de semiperfil, enmarcado en un óvalo donde,
además, va escrito su nombre y su edad, publicado en Valencia
en 1555; igualmente el de Cisneros de 1569, Juan de A rfe de 1585
y Alonso de Villegas de 1589, entre otros.
147
FRANCASTEL, Galienno y Pierre. El Retrato. Madrid, Editorial Cátedra, p. 92, 1978.
148
VALVERDE DE AMUSCO, Giovanni. La Anatomía del corpo umano. Venecia, 1586.
162
H acia fines del siglo XVI , y en los primeros lustros del siglo si-
guiente, los pocos retratos grabados de los que tenemos noticias
en Lima dan muestra clara de pertenecer a la tipología compositiva
de los enunciados en España.
163
Lámina 53.
Ret r at o de Pedr o de Oña. Anónimo. Lima, 1596.
164
ya que está documentado como pintor con un retrato de San Fran-
cisco Solano, realizado del cadáver del santo español, fallecido en
el convento de San Francisco de Lima en 1610.
A partir de 1620 está activo en la Ciudad de los Reyes don
Jerónimo de Contreras, impresor de origen sevillano, cabeza de una
familia de tipógrafos de importancia en el siglo XVII limeño. De su
imprenta hemos seleccionado el libro editado en 1627, Poema He-
roico del asalto y conquista de Antequera, obra escrita por don Rodrigo
de Carbajal y Robles, nacido en esa ciudad, en España, en 1580, y
presente en Lima en 1599. En este libro se incluyó el retrato del
autor realizado por Pedro Coello. En Lima ya no se ubica ningún
ejemplar de esta obra, pero sí en la Biblioteca Nacional de M adrid.
Existe un estudio de él realizado por Francisco López Estrada, in-
vestigador que nos informa que el libro tiene 14 x 12 cm y nos dice:
Cuaderno primero: parece que estaba formado por cuatro folios,
de los que el segundo sería el retrato que dice Pedro Coello pin-
tó del natural.151
Páginas más adelante López Estrada indica que falta el folio que
lo contenía, cita una dedicatoria del autor del retrato a su dueño:
A trevido procuré/ rostro y alma retrataros,/ sólo por eter-
niz[a]ros,/ y a mi porque lo intenté./ El rostro al vivo saqué,/
mas el retrato del alma/ puso en mi pinzel tal calma,/ que lo
dexo a vuestra pluma,/ que no hay pincel que presuma/ ganar-
le a esta digna palma.152
151
LÓPEZ ESTRADA, Francisco: “ Rodrigo de Carvajal y Robles. Poema del Asalto
y Conquista de Antequera” . Lima, 1627. Dedicado a Felipe IV . En Anexos del
Boletín de la Real Academia Española. Volumen IX , Madrid, p. 12, 1963.
152
Ibídem, p. 31.
153
GÁLLEGO, Antonio. Op. cit., p. 159, 1979.
165
Los retratos al egóri cos del si gl o XV I I
166
Lámina 54.
Por t ada al egór ica del l ibr o de exequias del r ey Fel ipe IV.
Gr abado de Del hom. Lima, 1666.
167
superior de los franciscanos limeños que tuvo a su cargo la recons-
trucción del convento. El padre Cervela es representado dentro de
una nave cuya vela porta un curioso jeroglífico en damero que juega
con su nombre, además de velas encendidas en las manos del fraile,
en el barco y en la parte superior de la estampa, entre estrellas y
un ojo. Este grabado es atribuido por Rodríguez Camilloni a Juan
de Benavides.157 (Lámina 55)
168
Lámina 55.
Ret rat o al egórico del padre Cervel a.
At r ibuido a Juan de Benavides. Lima, 1675.
169
Europa, A mérica y A sia. A la derecha la alegoría de Á frica repre-
sentada por un hombre negro, de pie, semidesnudo con turbante,
acompañado de un lagarto como atributo; junto a él Europa, en la
figura de una mujer sentada sobre un toro enjugándose las lágri-
mas, tomado de la mitología. A la izquierda A mérica en la figura
de un indígena de pie, con faldellín y corona de plumas; a su lado
y en similar posición de la alegoría de Europa, completa el balan-
ce simétrico de toda la estampa A sia en la figura de un hombre
con vestimenta oriental, turbante y vara rematados en media luna
(Lámina 56). Estas figuras responden a las características iconográ-
ficas de las que aparecen en la portada del libro de exequias del
rey Felipe IV , grabadas por Pedro de Villafranca en España en
1666.160 (Lámina 57)
En las páginas 148 y 148 vuelta del libro de Buendía, A dame
nos alcanza dos láminas pequeñas, pero no por ello menos im-
portantes como documentación ya que en ellas se ha representa-
do el interior de una imprenta de la época. La imprenta es la de
José de Contreras quien participa en estas exequias no sólo como
impresor sino, además, como poeta, ya que las láminas ilustran
un soneto de su inspiración dedicado al monarca. En uno de los
grabados vemos a Contreras, de cuerpo entero, entregando su so-
neto al impresor; en otro, el momento de la impresión de unos co-
razones con el nombre del rey. (Lámina 58)
En 1703 Contreras imprime el libro del licenciado M iguel
Sáenz Cascante Historia Panegírica de San Gregorio..., donde apare-
ce un grabado xilográfico firmado por A dame, con el retrato y es-
cudo del A rzobispo de Lima M elchor de Liñán y Cisneros, ade-
más del de un clérigo.
160
CARRETE PARRONDO, Juan. “ El grabado y la estampa barroca” . En El Grabado
en España. Summa Artis. Tomo XXXI , Madrid, p. 265, 1987.
170
Lámina 56.
Ret r at o al egór ico del r ey Car l os I.
Fir mado por Miguel Adame. Lima, 1701.
171
Lámina 57.
Ret r at o al egór ico del r ey Fel ipe IV.
Fir mado por Pedr o de Vil l af r anca. España, 1666.
172
Lámina 58.
Ret r at o de José de Cont r er as en su impr ent a.
Fir mado por Miguel Adame. Lima, 1701.
173
dosel. Sostiene con su mano izquierda un medallón con el retrato
del príncipe heredero de la corona, ornado con el toisón de oro,
quien sería dieciséis años más tarde el Rey Fernando VI . Le sirve
de orla su misma real prosapia: Góticus, hispánicus, austríacus y
borbónicus, soberanas estirpes. El trono se eleva sobre tres gradas
donde van inscritas las tres virtudes de España: “ Fortaleza, Cons-
tancia y Religión” . A sus pies, tres figuras de enemigos romanos y
mahometanos vencidos, como trofeo de su sitial. En la zona infe-
rior la alegoría de la H istoria, en la figura de una ninfa coronada
de laureles, de rodillas sobre el globo terráqueo donde se marca la
“ América Australis” y se indica la ciudad de Lima. “ La Historia”
lleva en sus manos el libro de don Pedro de Peralta ofreciéndoselo
a España. A su lado tres geniecillos con atributos que simbolizan
las tres cualidades que ha de tener la historia: “ La Claridad” , con
un espejo; “ La Brillantez” , con un cirio encendido y “ La Proyección
e Instrucción” , con cadenas de oro que salen de sus labios y atraen
corazones. Estas figuras están complementadas con los siguien-
tes motes, inspirados en las palabras de San Agustín: “ Veritas pateat,
veritas luceat y veritas moveat” , en las que se enseña que la verdad
se ha de manifestar, ha de lucir y ha de mover. (Lámina 59)
Los dieciocho retratos imaginarios de los reyes españoles corres-
ponden, según la leyenda a: Hércules Egipcio, Hispano, Aníbal, hijo de
Amílcar, Publio Cornelio Scipión, Viriato, Sertorio, Cayo Julio César,
Octavio Augusto César, L. Annéo Séneca, Trajano, Theodosio, Athaulpho,
Primer Rey de los Godos en España, Walia, Tercero Rey Godo, Theodoredo,
Quarto Rey Godo, Theodorico, Sexto Rey Godo, Eurico, Séptimo Rey Godo,
Alarico, Octavo Rey Godo, Leovigildo, Rey XVI . (Láminas 60 y 61)
Todos los retratos citados están enmarcados en ricas orlas de-
coradas con angelotes, animales, follaje, frutos, lazos, entre otros
elementos, distribuidos en seis variedades de enmarcamientos dan-
do la impresión de que el grabado se realizó en dos etapas, una
para estampar el marco y otra para el retrato.
174
Lámina 59.
Ret r at o al egór ico del r ey Fer nando VI.
At r ibuido a Miguel Adame. Lima, 1730.
175
Lámina 60.
Ret r at o de Anneo Séneca. At r ibuido a Miguel Adame. Lima, 1730.
176
Lámina 61.
Ret r at o de Tr aj ano. At r ibuido a Miguel Adame. Lima, 1730.
177
Sobre el autor Peralta nos dice:
La mano que ha regido en la portada y en las demás estampas,
la idea del diseño y la delicadeza del buril, ha sido como la de
A peles cuando se ocultó detrás de la pintura y aunque esta habi-
lidad no es menos digna de un sublime genio, cual lo es el del
varón religioso que ha ilustrado esta obra con las suyas, grande
en la cátedra y en el púlpito y mayor en la virtud...ha querido
que se oculte su nombre.
Entre las noticias más tempranas que tenemos sobre esta temática
iconográfica en el campo de las artes plásticas podemos citar las
crónicas de Pedro Sarmiento de Gamboa. Él en su Historia Indica
nos habla de retratos de los reyes del Cusco,161 mandados a hacer
por el Inca Pachacutec; asimismo el cronista Cristóbal de M olina
en su Relación de fábulas y ritos de los Incas,162 se refiere a retratos de
los incas y sus mujeres.
Igualmente se tienen noticias de que el virrey Francisco de
Toledo encargó una serie de retratos de la dinastía inca que fue-
ran enviados al rey Felipe II en 1572.163 Estas obras, hoy perdidas,
se considera que debieron de servir de modelo para los grabados
161
SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro. Historia Indica. Biblioteca de Autores
Españoles. Volumen 135, Madrid, 1956.
162
MOLINA, Cristóbal de. Relación de las Fábulas y Ritos de los Incas. Colección
de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú. Tomo I , Lima, 1916.
163
MARCO DORTA, Enrique. “ Las pinturas que envió y trajo a España don Francisco
de Toledo” . En Historia y Cultura N.° 9. Lima, 1977.
178
que ilustra la portada de la Década V , en la Historia General de los
hechos de los Castellanos..., escrita por A ntonio de H errera y editada
en 1615. Stastny en última publicación164 da a conocer una serie
de pinturas ubicadas en el Museo de Brooklyn en Nueva York, ins-
piradas en los grabados de este último libro, que por sus elemen-
tos decorativos en rocalla debieron ejecutarse entre mediados del
siglo XVIII e inicios del XIX.
Teresa Gisbert supone que hubo un cuadro matriz del árbol
genealógico de los reyes del Cusco, ya que en 1747 don Juan
Bustamante Carlos Inca, descendiente de H uayna Capac, fue a Es-
paña a solicitar un escudo nobiliario llevando un lienzo como
prueba de su linaje.165 En el siglo XIX también el viajero Paul Marcoy
escribe sobre un lienzo que se guardaba en los archivos de la cate-
dral cusqueña, donde se representaba el árbol genealógico inca;
obra perdida en los primeros años de la República y que según
afirma el autor, se llevó una copia a Francia.166
Todas las pinturas y grabados, citados en líneas atrás, sólo se
refieren a retratos de la dinastía inca; será a partir del siglo XVIII
que el tema iconográfico varía con la inclusión de los reyes espa-
ñoles en sucesión continua desde la conquista. La fuente la en-
contramos en un grabado fechado entre 1724 y 1728, cuyo autor
intelectual fue el licenciado A lonso de la Cueva, limeño nacido en
1684 que a lo largo de su vida pasó por las órdenes religiosas de
los Oratorianos y de la Compañía de Jesús. La estampa represen-
ta a la dinastía incaica en una sola composición que va desde M an-
co Capac hasta Atahualpa, seguidos por los reyes de España desde
Carlos I hasta el segundo reinado de Felipe V , todas las figuras en
busto. En la parte superior, al centro, entre los escudos de España
164
STASTNY, Francisco en una nota periodística publicada en El Comercio, del 18
de agosto de 1996, p. 5, da a conocer una serie de pinturas ubicadas en el Museo
de Brooklyn en Nueva York.
165
GISBERT, Teresa. Iconografía y Mitos Indígenas en el Ar te. La Paz, p. 119,
1980. Ver también MARIAZZA, Jaime. “ Los incas y los reyes españoles en la
Catedral de Lima” . En Boletín de Lima N.° 51, Lima, mayo, p. 12, 1987.
166
MARCOY, Paul. A journey a cross South America from the Pacific ocean to the
Atlantic ocean. London, 1873.
179
y del Imperio Incaico, la figura de Cristo Rey, y en los extremos
M anco Capac y M ama Ocllo de cuerpo entero. (Lámina 62)
Sobre la autoría de la estampa inspirada en la creación de
A lonso de la Cueva existen varias atribuciones, entre ellas la de
Vargas Ugarte quien sostiene que el autor fue el jesuita Juan de
N arváez, documentado en Quito a principios del siglo XVIII .167 Por
su parte Teresa Gisbert, en oposición a esta atribución, plantea que
la autoría debe corresponder a A dame o Camacho.168 En nuestra
opinión nos inclinamos por la atribución a Fray M iguel A dame,
dada la tipología de retrato de la cual nos ha dejado muchos ejem-
plos en otras ilustraciones, además de los caracteres formales de
su línea.
A l margen de la problemática de definir al artista plástico que
hizo el grabado de los Reyes del Perú, esta obra se constituye en un
importante documento, cabeza de serie de muchos grabados y pin-
turas posteriores que se inspiraron en él. Reproducciones directas
de este grabado son tres pinturas del siglo XVIII : una de pequeño
formato, ubicada en el convento de San Francisco de A yacucho, y
dos de gran formato localizadas en el Beaterio de Copacabana de
Lima y en la Catedral M etropolitana (Lámina 63). A simismo, un
buen ejemplo de que sirvió también como inspiración para otros
grabados de fechas posteriores se hace evidente en la estampa que
se incluyó en el libro de Jorge Juan y A ntonio de Ulloa Viaje a la
América M eridional , de 1748, realizada por José Palomino.
167
FURLONG, S. J., Guillermo. “ Un grabador quiteño de 1718” . En II Congreso
Internacional de Historia de América. Tomo III , Buenos Aires, p. 455, 1938.
168
GISBERT, T. Op. cit., p. 128, 1980.
180
Lámina 62.
181
“ Los Reyes del Per ú” . Aut or ía int el ect ual de Al onso de l a Cueva. At r ibuido a Miguel Adame. Lima, sigl o XVII.
182
Lámina 63.
“ Los Reyes del Per ú” . Pint ur a anónima. Lima, sigl o XVIII.
géneros en esta técnica; pero sin lugar a dudas en el que más des-
tacó fue en el retrato. De su gubia salieron retratos de representan-
tes de los poderes regios, religiosos y civiles.
La primera calcografía realizada por Vázquez, dentro del tema
del retrato, corresponde a la del arzobispo de Lima don Diego An-
tonio de Parada. Esta obra ilustra el libro de la relación de las exe-
quias del citado prelado, escrito por A lphonso Pinto y Quesada,
A bogado de la Real A udiencia y Prior del Santo Oficio, editado en
Lima por la imprenta de los N iños H uérfanos, en 1781. En esta
relación figura también, aparte del retrato, la estampa del túmulo
levantado en la Catedral de Lima.
El retrato del arzobispo Diego A ntonio de Parada es en tres
cuartos y de semiperfil, vestido con sus galas episcopales, con bo-
nete, guantes en la mano derecha y misal en la izquierda; le sirve
de fondo cortinaje recogido sobre mesa con mitras y libro. En el
ángulo superior derecho el escudo con las borlas y el sombrero
característicos de su alta investidura. En la zona inferior la firma
del grabador:
Joseph Vázquez Sculp. Li. A ño de 1781.
y la firma:
José Vázquez Sculp Lim. A n1 1783
183
Consideramos que es el mejor retrato de Vázquez en cuanto a
limpieza de buril y corrección de dibujo. (Lámina 64)
En España, dentro de esta época del proteccionismo oficial a
las técnicas calcográficas, uno de los más destacados grabadores
fue Salvador Carmona, becado por la naciente A cademia de San
Fernando a estudiar en París entre 1752 y 1759. A su regreso fue
nombrado grabador de Cámara de Carlos III, a quien realizó un
retrato basándose en la conocida pintura de M engs, en 1783.
Vázquez en Lima, al igual que Carmona, realiza un retrato gra-
bado del rey Carlos III en pose parecida a la del cuadro de M engs,
con la diferencia de que la estampa de Vázquez es anterior al del
grabador español, fechada en 1769; por lo tanto el rey figura más
joven, retratado de medio cuerpo con peluca empolvada, según el
gusto francés de la época y vestimenta real engalanada con el toi-
són de oro. En la zona inferior inscripción: “ Carlos III . Rey de Espa-
ña y de las Indias” y la firma: “ Joseph Vázquez Sculp Lim. An1 1769” .
(Lámina 65)
Para la ejecución de la obra citada bien pudo servirle de mo-
delo a Vázquez alguno de los retratos que existían en Lima de este
monarca, pintados por artistas de la talla de Cristóbal Lozano. Este
artista declaró haber hecho un retrato del rey en el inventario que
el mismo pintor hizo de los bienes de don A gustín de Salazar y
Muñatones, primer Conde de Monteblanco, en 1763,169 obra de pa-
radero desconocido.
La estampa de Vázquez con el retrato de Carlos III será utiliza-
da como ilustración en el libro de José Durán: Oración Fúnebre que
en la solemne parentación...celebró la Real Universidad de San M arcos
de esta corte de Lima por...sabio monarca el señor D. Carlos III, Rey de
las Españas y Emperador de las Indias.... Dixo el M .R.P. Dr. Joseph M i-
guel Duran, Catedrático de Prima de Teología M oral... el día 15 de sep-
tiembre de 1789, editado en la imprenta de la Casa Real de N iños
Expósitos en 1790.
169
Escribano: Orencio de Ascarruz. Protocolo 83. Años 1764-68. Folio 1033.
Archivo General de la Nación (AGN ). Lima-Perú.
184
Lámina 64.
Ret r at o del vir r ey Agust ín de Jáur egui.
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1783.
185
Lámina 65.
Ret r at o del r ey Car l os II. Fir mado y f echado por José Vázquez. Lima, 1769.
186
El libro de Durán no hace mención a ningún túmulo levantado
en la Universidad de San Marcos para estas exequias, como era lo
acostumbrado en la época; sin embargo en base a un epigrama en
latín se puede afirmar que se pintó a la diosa Minerva sentada llo-
rando en la rivera del río Rímac, y junto a ella una de las ninfas can-
tando, por entretener el dolor de la muerte de Carlos III.
El último retrato mencionado dentro de la producción de José
Vázquez corresponde al de don Bartolomé de M esa, grabado que
i l ustra el l i bro de Esteban de Terral l a y Landa (mi nero de
Cajamarca y H uamachuco): El sol en el mediodía...celebraciones en
Lima por la subida de Carlos IV al trono..., Lima 1790. Esta celebra-
ción se llevó a cabo dos años después de que Carlos IV subiera al
trono español. El retrato es de medio cuerpo enmarcado en óvalo
liso sin adornos, con una inscripción en un círculo inferior que
dice: “ Dn. Bartolomé de M esa, Teniente de M ilicias” , viste a la moda
del monarca reinante, chaleco, pañuelón y casaca con charreteras.
A demás, lleva una leyenda en el pedestal del retrato: “ Comerciante
Almazenero, y Comisario de las funciones de la nación Indica” y al pie
de la estampa: “ Costeó el dia suntuoso y aplaudido de M áscara, Loas y
Carros en las fiestas Rs.. del Sr. D. Carlos IV . en Lima en 8 de Feb. de
1790” (Lámina 66)
A sí como las relaciones de exequias nos dan una idea de
las pompas fúnebres coloniales, las líneas del libro en mención
nos transportan a la Lima mundana del siglo XVIII , donde los
festejos por el rey Carlos IV se celebraron en los días 7-8-9 de
febrero de 1790. El costo que ello demandó estuvo a cargo de
personas de renombre, una de ellas fue Don Bartolomé de M esa,
quien figura en el retrato citado, comisario de la fiesta del día 8
de febrero.
Consideramos necesario transcribir lo que Terralla y Landa
anota al final de su libro:
Todo lo contenido en la métrica narración y descripción de Ca-
rros, Danzas y M ojigangas, costeado por el Comisario don
Bartolomé de M esa, se resolvió por éste, se reduxera también a el
pincel en dos primorosos lienzos de quatro varas de ancho, el uno
187
Lámina 66.
Ret r at o de don Bar t ol omé de Mesa. Gr abado de José Vázquez. Lima, 1790.
188
para remitir a la Villa y Corte de M adrid y el otro para que que-
dase en este capital, a fin de que se perpetuase en la memoria la
festiva idea de la Indica Nación y que se comprehenda en la vive-
za de la pintura con mayor claridad la descripción; pero la estre-
chez del tiempo no ha permitido que pueda remitirse en el navío
La Mejicana, el lienzo que está destinado para su Majestad.
170
PORRAS BARRENECHEA, Raúl. Fuentes Históricas Peruanas. Lima, p. 465, 1963.
171
SKINNERS, José. The present State of Per u. London, 1805. Ver también:
ESTABRIDIS, Ricardo. Lima a través del Arte de los Viajeros Extranjeros. Lima,
p. 17, 1997.
189
obra que inventó, dibujó y grabó172 y en la cual también se reveló
como poeta al acompañar su estampa con un soneto.173 N o se ha
localizado el grabado el cual debió responder indudablemente al
estilo imperante en Lima hacia fines del siglo XVIII . En esa época
se puso de manifiesto el nacimiento del N eoclasicismo en los re-
tratos limeños, como es posible apreciar en las obras de Pedro
Díaz, aquel artista que en 1798 pintara al virrey O’H iggins en un
lienzo, el mismo que hoy se conserva en el M useo Nacional de Ar-
queología, Antropología e Historia del Perú.
En 1805 Cabello ilustra el libro de las exequias del decimosexto
arzobispo de Lima, Juan Domingo González de la Reguera, salido
de la imprenta Real de los H uérfanos.174 En la colección del señor
Sergio Guarisco se encuentra no sólo el libro de las exequias del
arzobispo sino, además, la plancha de cobre que se utilizó para
grabar el retrato del referido personaje. El ejemplar del señor
Guarisco aún conserva, además del retrato del obispo, el grabado
del túmulo que se levantara en la Catedral de Lima para honrar
su memoria. A l inicio del libro se ubica el retrato en busto del ar-
zobispo enmarcado en medallón oval, en el que se aprecia el do-
minio del buril de Cabello, así como su capacidad para captar con
gran fuerza expresiva las facciones del representado. En la plan-
cha original de cobre el retrato ha sido curiosamente coloreado,
tal como se hacía con algunas planchas de estampas de devoción
cuando entraban en desuso. (Lámina 67)
El tercer retrato documentado como obra de M arcelo Cabello
está fechado en 1812 y corresponde a don Vicente Morales Duarez,
editado para ilustrar su memoria en el libro: Honores Patrios consa-
grados a la tierna memoria del Señor Don Vicente M orales y Duarez,
Presidente del Augusto Congreso de Cortes por el Excmo. Cabildo de esta
capital de Lima en 7 de nov. de 1812, editado en la Imprenta de los
H uérfanos por D. Bernardo Ruiz. El retrato está firmado: “ grabado
172
VARGAS UGARTE, Rubén. Op. cit., p. 297, 1947.
173
MEDINA, Op. cit., 1958.
174
BERMUDEZ, José Manuel. Fama póstuma del... Juan Domingo González de
la Reguera. Lima, 1805.
190
Lámina 67.
Ret r at o del ar zobispo de Lima Juan Domingo Gonzál ez de l a Reguer a.Fir mado por
Mar cel o Cabel l o. Lima, 1805.
191
en Lima por M arcelo Cabello” , bajo el retrato un soneto que podría
ser de Cabello:
Con la elocuencia y el buril copiando/ tu alma y tu rostro, supo
diestramente/ conservarte la patria aquella vida/ con quien no
mide su poder la muerte. (Lámina 68)
192
Lámina 68.
Ret r at o de Vicent e Mor al es Duar ez.
Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1812.
193
Lámina 69.
Ret r at o del vir r ey Joaquín de l a Pezuel a.
Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1816.
194
pintó” , con una inscripción que dice: “ Quadro que la capital de Lima
presentó a S.E. el libertador de Colombia y del Perú Simón Bolívar la
noche del dia 6 de febrero de 1825 en honor de los vencedores de Junín y
Ayacucho” . El retrato alegórico muestra al Libertador a caballo des-
pués de cruzar los A ndes, mientras una figura alegórica rodeada
de angelillos le ofrece un gran trofeo, en un campo abierto hacia el
mar, con amplio celaje, donde otros dos angelillos portan filacte-
ria alusiva. (Lámina 70)
Según las firmas del grabado el creador intelectual del tema
fue el pintor peruano Pablo de Rojas, activo a inicios de la Repú-
blica. Se conoce de él un importante retrato de Simón Bolívar, de
cuerpo entero, que se conserva actualmente en el M useo N acional
de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, obra pintada en
febrero de 1825, por encargo del Supremo Congreso Constituyente
para el cual posó el Libertador. Esta obra se convirtió en fuente
iconográfica de otros retratos posteriores de Bolívar.
195
Lámina 70.
Ret r at o al egór ico del Liber t ador Simón Bol ívar .
Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1825.
196
Capítulo VI
199
Las fiestas, en el sentido amplio del término, comprendían tam-
bién las ceremonias fúnebres, bajo la denominación de fiestas luc-
tuosas. A l igual que las realizadas para recibir a los virreyes, en
la capital del virreinato peruano se llevaron a cabo ceremonias re-
ligiosas protocolares por la muerte de los reyes de España, papas
y arzobispos, cuya expresión artística era puesta de manifiesto en
gigantescos aparatos arquitectónicos efímeros levantados en la
Catedral de Lima.
En ambos tipos de ceremonias y durante las centurias virrei-
nales, en España y sus reinos de ultramar, se dan expresiones ar-
tísticas con un repertorio lingüístico que se nutre de formas proce-
dentes de los estilos renacentista, manierista, barroco y neoclásico.
A ntes de ocuparnos de la arquitectura efímera en el Perú
virreinal, a través del grabado, consideramos necesario destacar
como punto de referencia base, los orígenes de la fiesta en el Re-
nacimiento italiano y su proyección a España, haciendo especial
mención de las principales manifestaciones en arcos triunfales y
túmulos funerarios, para así poder determinar antecedentes e in-
fluencia en el Perú.
175
BURCKHARDT, Jacob. La Cultura del Renacimiento en Italia. Buenos Aires,
Editorial Losada, p. 327, 1944.
200
poco a poco se convertirá en desfile triunfal o “ trionfo” y se utili-
zará no sólo para la fiesta religiosa sino también para la profana.
A unque veremos una hermandad entre estos estamentos de po-
der, donde en celebraciones religiosas no será extraño que apa-
rezca la figura de un rey, o en las profanas el uso de figuras
alegóricas relacionadas con la fe.
En la edad media ya encontramos referencias a triunfos en la
Divina Comedia, de Dante, cuando coloca a Beatriz en un carro
triunfal, en compañía de los veinticuatro ancianos del A pocalip-
sis, de los cuatro animales místicos, de las Virtudes Teologales y
Cardinales y de los A póstoles, en clara alusión al cortejo de los
emperadores romanos; asimismo, se puede citar a Petrarca quien
con sus Triunfos, pletóricos de alegorías clásicas, inspiró muchas
obras en el Renacimiento. Sus triunfos del A mor, la Fama, la Cas-
tidad, entre otros, van a pasar a las representaciones profanas para
celebrar o glorificar a personajes vivos; como muestra podemos ci-
tar el díptico de Federico de M ontefeltre y Battista Sforza, realiza-
do en 1459 por Piero della Francesca, donde son representados en
carros triunfales, con alegorías de la victoria, de la castidad, así
como de las virtudes teologales y cardinales.176 Incluso, debemos
anotar que los triunfos de Petrarca llegan hasta la pintura mural
mejicana de las últimas décadas del siglo XVI , en la Casa del Deán
de Puebla don Tomás de la Plaza.177
Durante el siglo XV se realizaron en Italia fiestas que incluye-
ron, aparte de carros alegóricos, también arcos de triunfo como
aquel que hizo Leonardo en 1493, en una fiesta de Francesco
Sforza en la Plaza del Castillo, para cobijar su escultura ecuestre.
La activa participación de Leonardo en festejos de esta corte abar-
có también infinidad de artificios ingeniosos creados por el insig-
ne artista durante su estancia en M ilán, entre las que se documen-
ta por ejemplo, un gigantesco “ planetarium” en movimiento.
176
SEBASTIÁN, Santiago. Op. cit., p. 226, 1978.
177
Ibídem, p. 237. Ver también MERLO JUÁREZ, Eduardo. “ Casa del Deán” . En
Catálogo editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Puebla,
Méjico, s/f.
201
A parte de las fiestas en M ilán, hubo otras de singular impor-
tancia en diversas ciudades italianas, como en Florencia, donde
se documentan varias de ellas con triunfos, organizadas por Piero
di Cósimo, quien según anota Dubreton, conoció la popularidad
gracias a esta actividad.178 En Roma gran celebridad alcanzaron
las fiestas dadas en 1473 por el cardenal Pietro Riario con motivo
del paso por la ciudad, de Leonor de A ragón, novia del príncipe
Ercole de Ferrara; igualmente, las celebradas en 1500 por César
Borgia con motivo del carnaval, donde hizo representar el triunfo
de Julio César con once carros triunfales, con audaz alusión a su
persona.179 Venecia fue un caso aparte por sus condiciones geo-
gráficas, que les dieron la oportunidad de fastuosos desfiles na-
vales, como aquel realizado para recibir a los príncipes de Ferrara
en 1491.
La importancia del arco triunfal, para las entradas de los re-
yes en el siglo XVI , es destacada por Cámara en su estudio de las
fiestas de esta época en M adrid, donde cita a Serlio:
para perpetuar sus memorias, y si no fuesse de piedra, a lo me-
nos de pintura para quando un gran señor entre o passe por una
ciudad, o venga a tomar possesión della; los qles siempre se acos-
tumbran hazer en los más nobles y principales lugares de las ciu-
dades de diversas maneras ornados...180
202
de Francisco de M édicis y Juana de A ustria, donde se entremez-
clan los distintos elementos en conexión mitológica y alegórica en
los arcos triunfales y carros, dedicados a los principales dioses
del olimpo clásico.181
Ot r as cel ebr aci ones d el Renaci m i ent o f u er on aqu el l as
enmarcadas en las llamadas fiestas luctuosas, por la muerte de
alguna imagen del poder real o eclesiástico, por el cual se celebra-
ban solemnes exequias que tenían en común, con las entradas
triunfales, la voluntad de establecer un nexo con la antigüedad
clásica. Porcacchi es uno de los estudiosos que mejor nos informa
sobre los funerales del siglo XVI , relacionándolos con los de aque-
lla época.182
Todo ser humano en su interior siente la necesidad de la di-
versión como una fuga a las contingencias de la vida, como una
válvula de escape a los problemas a través de lo lúdico. Por ello la
fiesta puede ser considerada como una expresión social de singu-
lar importancia, más aún si la relacionamos con el uso político
que harán de ella las fuerzas de poder. Bonet al referirse a la fiesta
en España, ya sea renacentista o barroca, anota:
...bajo sus diversas “ máscaras” , sus distintas “ apariencias” se ocul-
tan analogías muy evidentes, existen denominadores comunes
de clara raíz política.183
181
VASARI, Giorgio. Le Vite de’ piú eccellenti Pittori Scultori e Architecturi . Vol.
Ottavo, Istituto Geografico de Agostino-Novara, 1967, p. 69 —Testo dell’
Edizione Giuntina (1568).
182
PORCACCHI, T. Funerali antichi di popoli et Nationi. Forma, ordine et pompa
si sepolture, di essequie, di consecrarion antiche et d’ altro. Venetia, 1591.
183
BONET CORREA, Antonio. Fiesta, Poder y Arquitectura. Madrid, Editorial
Akal, p. 5, 1990.
184
Ibídem, p. 14.
203
pa, se ponen de manifiesto en obras efímeras y ostentosas, dentro del
marco de la ciudad que se transforma en un lugar imaginario.
En la España de los A ustria para las celebraciones eran con-
vocados arquitectos, escultores, pintores y literatos que daban rien-
da suelta a su creatividad en obras que por su carácter provisio-
nal se prestaban a muchas audacias estéticas, como si fueran ma-
nifiestos de vanguardia. Estos aparatos llegaron a ser, tanto por
la variada participación de artistas como por su contenido icono-
gráfico, una suma de expresiones artísticas que ejercían un gran
poder persuasivo en el pueblo. Al respecto, Alicia Cámara nos dice:
Las ciudades adquirieron en las fiestas un aspecto teatral gra-
cias a las decoraciones efímeras que remitían ya a la cultura ba-
rroca, con todos sus componentes de retórica y persuasión.185
Una de las manifestaciones importantes de la cultura rena-
centista italiana fue la fiesta. Las transformaciones que ella sufre,
con respecto al medioevo, también se harán latentes en otros rei-
nos europeos como España. A llí también se intentará revivir los
desfiles al estilo de la antigüedad romana, más aún a partir de
1517 en que podemos decir que se abre al ambiente humanístico
con la llegada al trono español de Carlos V. El Emperador inspira-
rá a más de un artista en el espíritu clásico para crear la arquitec-
tura efímera levantada para sus entradas triunfales. Igualmente
sus exequias serán punto de partida para las celebraciones de las
fiestas luctuosas por los diferentes personajes reales de su dinas-
tía, hasta finales del siglo XVII .
Entre las entradas que preceden a las del Emperador, ya en el
siglo XVI , podemos citar la de su abuelo materno Fernando el Ca-
tólico en Sevilla, en 1508, donde se levantaron trece arcos triunfa-
les, que a decir de Gestoso serían los primeros arcos de triunfo en
esta ciudad.186
185
CAMARA MUÑOZ, Alicia. Arquitectura y Sociedad en el Siglo de Oro. Madrid,
Editorial El Arquero, p. 223, 1990.
186
BERNALES BALLESTEROS, Jorge. “ Fiestas de Sevilla en el siglo XVII : Arte y
Espectáculo” . En Barroco en Andalucía. Tomo I , Córdoba, Diputación Provincial
de Córdoba, p. 222, 1984.
204
Los documentos sobre la arquitectura efímera levantada para
recibir a Carlos V en diversas ciudades europeas son muchos, y
en ellos se marca un hito en la introducción de las formas clásicas
en sitios como Brujas, donde se aprecian formas renacentistas en
los arcos de su entrada en 1515; asimismo en A mberes en 1520
donde estaban adornados con jeroglíficos y cuya belleza y magni-
ficencia asombraron al mismo Durero.187
De las festividades del siglo XVI en España, relacionadas con
Carlos V , destaca la celebrada en Sevilla con motivo de su boda
con Isabel de Portugal en 1526 donde se levantaron siete arcos,
cinco con alegorías de las virtudes del Emperador, coronados por
su figura, uno dedicado a las virtudes teologales, y el séptimo de-
dicado a la pareja real.188 Sobre este último Checa nos dice:
N os encontramos en el pleno sentido de la palabra ante un arco
triunfal; la Gloria corona las estatuas del Emperador y la Empe-
ratriz, mientras la fama se sitúa encima del M undo con su trom-
peta pregonando las victorias del César, figuras vestidas a la ro-
mana, a la española, a la alemana, a lo moro y a lo indio, indican
la pluralidad de tierras que él rije, mientras la Fortuna clava con
un martillo su rueda en el momento en que la figura de Carlos
alcanza su punto más alto.189
187
NIETO ALCAIDE, Víctor. Op. cit., p. 222, 1980.
188
SEBASTIÁN, S. Op. cit., p. 232, 1978.
189
CHECA, C. Fernando. Pintura y Escultura del Renacimiento en España 1450-
1600. Madrid, Editorial Cátedra, p. 178, 1983.
205
binan tradiciones clásicas con las cristianas y las bíblicas, y se exal-
ta al Emperador como personaje virtuoso a través de alegorías y
como nuevo H ércules, con la figura del héroe y las dos columnas
con el letrero “ Plus Ultra” . Sebastián cita a Florián de Ocampo, cro-
nista del siglo XVI , quien escribió que H ércules entró por Cádiz y
allí levantó las famosas columnas; por esto se le consideró como
patrono de los reyes de España. A sí, se explica que Luis M orliani
creara una empresa para el Emperador, con el tema de su venida
a España, para luchar contra Gerión y le añadió el mote “ Plus Ul-
tra” . Tal imagen no era nueva, tiene sus precedentes clásicos en
las monedas del emperador español A driano donde se grabaron
las columnas de H ércules.190
Entre las entradas relacionadas con el heredero del César Car-
los en el trono de España registramos la de Sevilla en 1570 don-
de, según detalla Juan de M al Lara, se recibió a Felipe II con un
gran triunfo, con arcos a la clásica, que incluía similar discurso a
los de las entradas de su padre; la figura de H ércules cubierto
con la piel del León de N emea, con el dragón custodio del jardín
de las H espérides a sus pies, con su clava en una mano y en la
otra las tres manzanas de oro recogidas de aquel jardín y ahora
ofrecidas al rey Felipe en su entrada. A simismo, según los graba-
dos que se conservan de esta entrada, también se aprecia la per-
sonificación del Guadalquivir como Betis, haciendo pareja con el
colosal H ércules.191
Es necesario destacar durante el reinado de Felipe II las entra-
das a la manera clásica de dos de sus esposas que incluyeron,
aparte de la arquitectura efímera, en algunos casos, transforma-
ciones definitivas en la ciudad, como la de Isabel de Valois en
A lcalá de H enares;192 y las de A na de A ustria, tanto en Burgos
como en M adrid.193
190
SEBASTIÁN, S. Op. cit., p. 234, 1978.
191
PAEZ RÍOS, Elena; et al. Los Austrias. Grabados de la Biblioteca Nacional.
Madrid, Editorial Julio Olleo, p. 146, 1993.
192
CAMARA, A. Op. cit ., p. 86, 1986.
193
NIETO, V.; MORALES, A.; CHECA, F. Arquitectura del Renacimiento en España
1488-1599. Madrid. Editorial Cátedra, 1993, p. 334.
206
A ntes de que promedie el siglo la llegada de la reina M argari-
ta de Austria a Madrid motiva una entrada triunfal en la que igual-
mente se levantaron arcos triunfales y escenografías efímeras, rea-
lizadas por reconocidos arquitectos, pintores y escultores de la cor-
te, como Francisco de Mora, Bartolomé Carducho y Pompeyo Leoni,
entre otros. A simismo, se levantará un arco triunfal de tres vanos
hecho de cantería y ladrillo, la flamante nueva Puerta de A lcalá,
con una alegoría de M adrid que ofrece una corona a la reina, es-
posa de Felipe III .194
Uno de los ejemplos del siglo XVII más notables, en lo que a
conjunto de arquitectura efímera barroca se refiere, lo constituye
la creada en M adrid para recibir a la reina M aría Luisa de Orleans.
H an llegado hasta nosotros folletos con descripciones de los ar-
cos y adornos levantados para aquella entrada real, así como al-
gunos de los dibujos preparatorios, y grabados para el libro que
nunca llegó a imprimirse. Estos documentos nos alcanzan un gra-
bado de M atías de Torre donde se muestra el arco de la Puerta del
Sol realizado por Claudio Coello, obra que nos da una idea de la
enorme riqueza, belleza y complejidad de la arquitectura efímera
del barroco español.195
La introducción del H umanismo en España puede ser estu-
diada a través de las ceremonias y fiestas; pero, no sólo de aqué-
llas realizadas para las entradas triunfales, sino también a través
de las llamadas fiestas luctuosas, que dieron lugar a la creación
de obras efímeras en las que intervinieron arquitectos, escultores,
pintores y poetas, dando rienda suelta a su inventiva con mayor
libertad que para las permanentes. En estas obras, al igual que los
arcos triunfales, es perceptible el trasfondo político de manifesta-
ción de poder a través del espectáculo montado para el pueblo, el
que a su vez constituyó una oportunidad para que los artistas pu-
dieran adquirir la fama y el aplauso popular. A lgunos arquitectos
como H errera Barnuevo o José de Churriguera se hicieron famo-
sos más que por su arquitectura de material duradero, por aquella
de carácter efímero.
194
CAMARA, A. Op. cit., p. 74, 1986.
195
PAEZ, E.; et al. Op. cit., p. 316, 1993.
207
El antecedente de los catafalcos tenemos que buscarlo en las
“ capellardentes” italianas, que en el Renacimiento español estaban
hechas de madera, imitando piedra o bronce, con complejos pro-
gramas iconográficos a base de figuras alegóricas, pinturas y jero-
glíficos. Se considera que el paso definitivo de conversión del
“ capellardente” medieval, en túmulo arquitectónico, se dio en Gra-
nada con el entierro de la emperatriz Isabel de Portugal en 1539,
en el túmulo hecho por Pedro M achuca que se conoce por relacio-
nes manuscritas. Del mismo autor se conserva el boceto del que
realizó para el traslado del cuerpo de la princesa M aría de Portu-
gal, primera esposa de Felipe II , a la Capilla Real, en 1549. Bonet
anota que en los túmulos de M achuca se rompe con la costumbre
medieval de baldaquinos y fúnebres doseles para dar lugar a la
pira funeraria de tipo arquitectónico,196 y Soto Caba nos dice so-
bre esta tipología de carácter piramidal lo siguiente:
En este sentido, la novedad de Pedro de M achuca fue, precisa-
mente, la de integrar la normativa clásica del lenguaje arquitectó-
nico italiano, es decir, tamizada por la tratadística vitruviana, a
una tipología impuesta y convencional.197
A ños antes del traslado de los restos de la princesa M aría de
Portugal a la Capilla Real, en 1545, año de su muerte, Sevilla cele-
bró sus exequias y levantó un túmulo, estudiado por Lleó Cañal.198
Era un edificio de planta cuadrada con dos cuerpos de arquitec-
tura en tamaño decreciente y un remate en forma piramidal o de
gran chapitel a cuatro aguas. Este tipo de túmulo Ramos Sosa lo
denomina, túmulo-torre o turriforme. A parte, destaca que en él ya
aparecen las virtudes y los huesos con calaveras, elementos ca-
racterísticos en este tipo de arquitectura.199
196
BONET CORREA, A. “ Túmulos del Emperador Carlos V ” . En Archivo Español
de Ar te. Volumen 33, Madrid, p. 58, 1960.
197
SOTO CABA, Victoria. Catafalcos Reales del Barroco Español . Madrid, Editorial
Simancas, UNED, p. 56, 1991.
198
L L EO CA ÑA L , Vi cente. Nueva Roma: M i tol ogía y H umani smo en el
Renacimiento Sevillano. Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, p. 133, 1979.
199
RAMOS SOSA, Rafael. Arte Festivo en Lima Virreinal (siglos XVI - XVIII ). Sevilla,
Editorial Junta de Andalucía, p. 130, 1992.
208
La muerte del emperador Carlos V, ocurrida el 21 de septiem-
bre de 1558 en el monasterio de Yuste, dio lugar a fastuosas exe-
quias celebradas en las principales ciudades de su imperio. En Es-
paña éstas se centraron principalmente en la ciudad de Vallado-
lid donde se levantó un túmulo en la iglesia de San Benito el Real.
Calvete de la Estrella nos describe el túmulo de tres pisos, cada
uno con tres vanos, decorados con pinturas de la M uerte y bande-
ras; en el remate un escudo con la corona imperial. Bonet lo consi-
dera como arcaizante, con respecto a los realizados por M achuca
en Granada en 1539 y 1549, al percibir en él manifestaciones don-
de se entremezcla lo plateresco con cierto medievalismo influido
por el libro El Caballero determinado. Esta obra es de Olivier de La
M arche, traducida por H ernando de A cuña, poema moral en el
cual se mezclan el mundo caballeresco medieval, la tradicional
danza de la muerte y las alegorías del combate contra ella, prota-
gonizadas por los más famosos personajes de su tiempo.200
Entre las exequias de los A ustria cierra el siglo XVI una de las
más importantes desde el punto de vista de la historia del arte, la
celebrada en Sevilla en 1598 por la muerte del rey Felipe II . Para
ella se levantó uno de los túmulos más impresionantes, obra del
arquitecto Juan de Oviedo y de la Bandera, alabada por Cervantes
y Lope de Vega. M orgado en su Historia de Sevilla lo describe con
tres cuerpos rematados en bóveda de la que salía un obelisco con
una gran bola, y en ella el ave fénix en el fuego. A un lado y otro
del túmulo le acompañaban dos calles de arcos, que ya sobrepa-
saban lo arquitectónico y comenzaban a incidir en lo urbanístico.
El programa iconográfico reunía lo religioso, con la mitología, la
alegoría e incluso la temática de historia;201 muchas de ellas pin-
tadas por Francisco Pacheco, imitando el relieve en bronce, se-
gún su propio testimonio.202
En líneas generales podemos decir que el modelo más común
del catafalco hispánico en la segunda mitad del siglo XVI es de es-
200
BONET, A. Op. cit., p. 61, 1960. Ver también SEBASTIÁN, S. Op. cit., p. 308, 1978.
201
CHECA, F. Op. cit., p. 386, 1983.
202
GALLEGO, Julián. Visión y Símbolo de la Pintura Española del Siglo de Oro.
Madrid, Editorial Cátedra, p. 163, 1972.
209
tructura turriforme. Ya en el siglo XVII las derivaciones del cuadra-
do con el círculo ofrecieron la gama de plantas cruciformes,
hexagonales u ochavadas, soluciones alternadas con alzados, al
pasar de un cuerpo a otro. Esta nueva articulación para la pira
fúnebre ya es posible apreciarla en el túmulo sevillano de Felipe II .
Aunque los catafalcos barrocos en España también adoptaron otros
esquemas tipológicos es indudable que la estructura referida fue
la más característica.203
Entre los túmulos hispanos del siglo XVII destaca el levantado
en la capital hispalense para las exequias de M argarita de A us-
tria, en 1611. Todavía heredero de la tradición renacentista del si-
glo anterior y, sobre todo, del túmulo de Felipe II , el catafalco se
componía de una parte central y de dos calles de arquitectura,
como el del Rey Prudente; no en vano la traza fue del mismo ar-
quitecto Juan de Oviedo y de la Bandera. Según Ortiz de Zúñiga
se hicieron unas estampas de este túmulo donde se podía apre-
ciar su suntuosidad, grandeza y ornato; desgraciadamente no se
ha hallado ningún ejemplar. El túmulo de la reina M argarita obe-
decía a un complejo programa iconográfico con alegorías de Sevi-
lla, A ustria, Baviera. Igualmente se encuentran jeroglíficos y ale-
gorías de la fecundidad, la benignidad, entre otras. En los cuatro
arcos de las calles se hicieron ocho nichos y se pintaron imitando
bronce ocho reinas y también doce temas de historia. El túmulo se
coronaba con una cúpula, rematada por una figura enorme del
Á ngel Custodio.204
El rey Felipe III murió el 31 de marzo de 1621 y según un ma-
nuscrito firmado por Juan Gómez de M ora las honras fúnebres se
celebraron en el convento de San Jerónimo de M adrid. El docu-
mento consta de 19 folios, además de grabados hechos por Pedro
Perret que incluyen el túmulo.205 A simismo en Zaragoza se levan-
taron dos túmulos, uno en la Plaza y otro en la Iglesia, que fueron
203
SOTO, V. Op. cit., p. 112, 1991.
204
BAENA GALLE, José Manuel. Exequias Reales en la Catedral de Sevilla durante
el siglo XVII . Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, p. 65, 1992.
205
CARRETE PARRONDO, Juan. “ El grabado y la estampa barroca” . En Summa
Artis. Tomo XXXI , Editorial Espasa Calpe, p. 286, 1996.
210
llevados a la estampa por Pablo A lbiniano de Rajas para ilustrar
el libro de Pablo de Rajas. En el grabado conservado en la Biblio-
teca N acional de M adrid es posible ver uno de los túmulos de Za-
ragoza compuesto de dos cuerpos y decorado con alegorías de las
virtudes del rey, pirámides y esqueletos coronados, algo cercanos
a las “ vanitas” , tan utilizados en este tipo de arquitecturas.206
Las exequias de Felipe III , celebradas en Sevilla, fueron lleva-
das a la imprenta, según Ortiz de Zúñiga, en una Relación que
incluía el túmulo y que hasta la fecha no se ha podido hallar. El
catafalco se componía de dos cuerpos de planta cuadrada con
balaustres, rematados en pirámide ochavada con una esfera coro-
nada; además de dos calles de arquitectura laterales que surgían
del cuerpo central, tal como se dio para los túmulos de Felipe II y
M argarita de A ustria.207
A la muerte de la reina Isabel de Borbón el 6 de octubre de 1644,
se celebraron sus honras fúnebres en el convento de San Jerónimo y
se publicó, al año siguiente, el libro de Gregorio de Pedrosa Pompa
funeral, Honras y Exequias en la muerte de...Isabel de Borbón... Éste fue,
sin duda, uno de los libros donde no se escatimaron recursos para
que quedara perpetua memoria de la decoración y adornos del tem-
plo que trazó el arquitecto de los Austria Juan Gómez de Mora. Esta
decoración y adornos fueron llevados a la estampa por los destaca-
dos grabadores Pedro de Villafranca y Juan de Noort. Son conoci-
dos los grabados con la efigie de la reina y la portada del templo, a
los que se suman el de la planta de la iglesia con el orden que ocu-
paron las diferentes jerarquías, y el del gran túmulo.208
En Sevilla, según el estudio de Baena, se sabe que se levantó
un catafalco para las exequias de Isabel de Borbón en la Catedral
en 1645; además, afirma que se ha podido confirmar la atribución
de la autoría a Pedro Sánchez Falconete. Según la descripción para
estas fechas aún se mantenía en la ciudad hispalense el típico mo-
delo turriforme decreciente, rematado en pirámide en aguja, deco-
rado con jeroglíficos y alegorías de la M isericordia, Piedad, Justi-
206
PAEZ, E.; et al. Op. cit., p. 245, 1993.
207
BAENA, J. Op. cit., p. 71, 1992.
208
CARRETE, J. Op. cit., p. 284, 1996.
211
cia y otras virtudes atribuidas a la reina; además de la figura
sedente de la muerte con su guadaña.209
Deseamos citar un tercer túmulo levantado en honra a Isabel
de Borbón, el de Granada de 1645, que ha servido a Soto Caba para
un estudio comparativo entre los retablos y este tipo de arquitec-
tura efímera. Según la autora la estructura de este túmulo de tres
cuerpos sigue la forma de templete circular y nos remite al sagra-
rio tabernáculo instalado en el retablo mayor de la iglesia de la
Compañía de Granada, obra de Francisco Díaz de Ribero, del cual
es una copia exacta. Es necesario resaltar que, según A ntonio
Bonet, este retablo es uno de los primeros ejemplos arquitectóni-
cos donde se emplearon las columnas salomónicas y lo fecha ha-
cia 1630-33.210 Estaríamos ante el primer túmulo conocido que uti-
liza este tipo de columnas. Según Juan Carrete el libro sobre las
pompas fue escrito por A ndrés Sánchez de Espejo y en él aparece
una estampa del túmulo levantado, según trazas de Luis de
Orejuela, grabado en cobre por A na Hielan.211
En 1665 murió el último Felipe de esta dinastía y las exequias
se celebraron al año siguiente en el convento de la Encarnación
de M adrid, según da cuenta el libro de Pedro Rodríguez de
M onforte; éste es uno de los más hermosos ejemplos de libros de
exequias de todo el barroco español por la fortuna con que Pedro
de Villafranca grabó los dibujos originales del arquitecto H errera
Barnuevo. En la Biblioteca N acional de M adrid se conservan dos
estampas de este libro, una del frontispicio con las alegorías de la
primavera y el otoño, que aluden a las estaciones en que nació y
murió el rey y la otra con un retrato velazqueño, por encima de
una M adrid que llora la desaparición del rey, además de un globo
terráqueo sostenido por las alegorías de las cuatro partes del mun-
do que sirve de pedestal al busto regio.212 Soto Caba plantea que
este catafalco, realizado por Sebastián H errera Barnuevo, marca
una evolución en este tipo de arquitectura efímera en España. Sobre
209
BAENA, J. Op. cit., p. 78, 1992.
210
SOTO, V. Op. cit., p. 123, 1991.
211
CARRETE, J. Op. cit., p. 286, 1996.
212
PAEZ, E.; et al. Op. cit., p. 308, 1993.
212
la base de una planta octogonal ochavada y sobre un alto podio
se elevaba un primer cuerpo de ocho columnas con entablamento
dando paso a un segundo ligeramente menor y que prolongaba la
forma octogonal hasta en la cúpula del remate. La calavera es casi
el único motivo figurativo del catafalco por donde se multiplica,
coronada, alada, provista de un reloj de arena, de una guadaña y
de un cetro. La autora concluye que la novedad está en la conti-
nuidad de un mismo sistema octogonal en los tres módulos y lo
relaciona con un retablo tipo baldaquino que Francisco Bautista
elaboró para la iglesia de las Bernardas de A lcalá.213
En la evolución del estilo de la arquitectura luctuosa es punto
importante de referencia su relación con los retablos de la época.
Por ello Soto Caba destaca el retablo sevillano del hospital de La
Caridad de Bernardo Simón de Pineda, quien impone un esque-
ma que perdurará hasta mediados del siglo XVIII. Comenzado ha-
cia 1670, justo un año antes de las fiestas de canonización del Rey
Fernando III, traduce la disposición teatral del túmulo o arco triun-
fal, realizado por el mismo Simón de Pineda, para aquellas fies-
tas. Plantea que estas obras sevillanas abren el camino para el nue-
vo tipo de túmulo que, en 1689, proyectará José de Churriguera
para las honras de la reina M aría Luisa de Orleans, en la iglesia
de La Encarnación de M adrid. Estas obras superan las estructu-
ras en forma de baldaquino y de cuerpos decrecientes y se da paso
a un tipo de arco triunfal. Churriguera diseñó un túmulo sobre
alto basamento con escalinatas, en el primer cuerpo unió cuatro
grandes arcos por medio de vastos pilares y lo decoró con estípites,
soporte característico del primer cuarto del siglo XVIII , que ya apa-
rece aquí a finales del siglo XVII , no sólo en el túmulo de Churri-
guera sino de forma prolífica en retablos y altares. Los cambios de
este túmulo con respecto al realizado poco más de cuatro lustros
atrás por H errera Barnuevo son notorios, el gusto hispano opta
por la exuberancia decorativa de su arquitectura.214
El libro de las exequias de M aría Luisa de Orleans, escrito
por Juan de Vera Tassis y Villarroel en 1690, contiene grabados
213
SOTO, V. Op. cit., p. 115, 1991.
214
Ibídem, pp. 117 y 205.
213
de Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia, una estampa alegórica so-
bre la vida y muerte de la reina en complejo jeroglífico y una se-
gunda estampa con el túmulo.215
A sí como la obra de Churriguera estudiada líneas atrás, en la
misma Sevilla encontramos un buen ejemplo de las novedades del
barroco en los túmulos efímeros, en el que levantó la ciudad para
las exequias de la reina M aría Luisa de Orleans en 1689, obra de
Domingo A ntonio Bejarano, maestro pintor y Bernardo Simón de
Pineda, quienes junto con Bartolomé Ries se encargaron de levan-
tar un catafalco muy comentado en la época, del cual se conserva el
único grabado de túmulo de exequia real del siglo XVII que se cono-
ce en Sevilla. La participación de Bernardo Simón de Pineda expli-
ca el parecido que se percibe entre esta arquitectura efímera y la que
él realizara para la canonización de San Fernando en 1671.216
En 1696 se llevan a cabo en diversas ciudades de España hon-
ras fúnebres por M ariana de A ustria; tenemos noticias, por Soto
Caba, de la que se celebró en M adrid donde se levantó un túmulo
piramidal escalonado de planta hexagonal, que entraría dentro de
la tipología turriforme, sin mayores novedades.217 A simismo den-
tro de esta línea estaría el que se levantó en Sevilla, de planta cua-
drada y tres cuerpos en decreciente.218 Por el libro de Juan López
de Cuéllar se tiene noticia sobre las exequias celebradas por la Reina
M adre en Pamplona, en 1696, obra ilustrada con la estampa del
túmulo dibujado por H ércules Torelli y grabado en M adrid por
Gregorio Fosman. El túmulo de Pamplona también responde al
modelo turriforme, sin arcos.219
A l promediar el siglo XVII muere el último rey de la dinastía
A ustria, Carlos II ; entre las fiestas luctuosas realizadas en su honor
están documentadas las de Barcelona, Granada, Sevilla y Zaragoza.
El túmulo de Barcelona seguía el diseño de la pirámide escalona-
da sobre una plataforma ochavada, rematada por un templete-bal-
215
PAEZ, E.; et al. Op. cit., p. 320, 1993.
216
BAENA, J. Op. cit., p. 87, 1992.
217
SOTO, V. Op. cit., p. 214, 1991.
218
BAENA, J. Op. cit., p. 94, 1992.
219
CARRETE, J. Op. cit., p. 287, 1996.
214
daquino abovedado. Sobre la plataforma se colocaron esculturas
alegóricas de los ocho reinos de España, intercaladas por las cua-
tro partes del mundo y los cuatro ríos de España. El segundo cuer-
po era un templete hexagonal con arcos de medio punto y bóveda,
decorada con alegorías de las siete virtudes y el A ve Fénix.220 El
túmulo fue dibujado por José Vives y llevado a la estampa por Fran-
cisco Gazán para ilustrar el libro de estas exequias escrito por José
Rocaberti, en 1701.221
En el panorama español de finales de siglo XVII y comienzos
del XVIII como hemos visto todavía se encuentran estructuras pro-
pias de la vieja superposición de cuerpos decrecientes, incluso en
el que se levantó en la Capilla Real de Granada para las exequias
de Carlos II , en 1700.222 Igualmente, en Sevilla donde por razones
económicas se utilizó el aparato que tenía la hermandad del Sa-
grario para los funerales de los Sumos Pontífices, de tres cuerpos,
turriforme.223 Un caso excepcional fue el túmulo que se levantó en
Zaragoza, bajo el influjo berniniano del baldaquino de San Pedro,
influencia italiana de una corriente barroca para nada represen-
tativa en las estructuras fúnebres españolas.224
El túmulo levantado por Churriguera, en 1689, es considera-
do un paradigma en la evolución de los catafalcos cortesanos pos-
teriores, su disposición y gusto decorativo será adoptado en las
primeras décadas del siglo XVIII cuando A rdemans, Román y Ri-
bera se ocupen del arte efímero en las exequias madrileñas dejan-
do atrás las estructuras turriformes desarrolladas por los M ora.225
El gusto cortesano de la época se hace evidente en los túmulos
de los Delfines de Francia en 1712, de M aría Luisa Gabriela de
Saboya en 1714 y, sobre todo, en el espectacular catafalco de Luis XIV
en 1715, obras de Teodoro A rdemans. A simismo en el del Duque
de Parma realizado por Juan Román en 1728. M ientras estos dos
arquitectos trabajan para el rey, Pedro de Ribera lo hace para el
220
SOTO, V. Op. cit., p. 215, 1991.
221
CARRETE, J. Op. cit., p. 288, 1996.
222
SOTO, V. Op. cit., p. 244, 1991.
223
BAENA, J. Op. cit., p. 95, 1992.
224
SOTO, V. Op. cit., p. 223, 1991.
225
Ibídem, p. 209.
215
A yuntamiento, con los diseños de arquitectura para las exequias
del Duque de Parma y de Víctor A madeo de Saboya, rey de
Cerdeña, muerto en 1733. Se ha conservado la traza del alzado y
planta de las exequias del monarca sardo donde es posible apreciar
que supera a Churriguera en la profusión de motivos macabros.226
Consideramos importante mencionar a Matías de Irala, fraile de
la orden de San Francisco de Paula, activo en M adrid por estos
años y documentado como eximio grabador. Publicó una serie de
láminas entre las que se cuentan las contenidas en un álbum de-
dicado a Fernando VI todavía niño, cuyo interés es primordial y sig-
nificativo por encontrar en ellas muchos de los elementos decorati-
vos utilizados en la época: esqueletos, putis, columnas de fajas, la
balaustral y los estípites, así como roleos y hojarascas, conchas y
guirnaldas.227 En los catafalcos de A rdemans, en los grabados de
Irala e, incluso, en las trazas de Ribera encontramos motivos orna-
mentales a los que no se puede negar el calificativo de Rococó.
A la muerte de Felipe V , Juan Bautista Saqueti diseña un tú-
mulo que en estructura escapa a las tipologías mencionadas. El
arquitecto configuró la solución circular del templete, entonces in-
usual en las estructuras fúnebres, aunque sin dejar de lado toda-
vía los elementos macabros.228
Después de una regresión en la arquitectura efímera durante
el reinado de Fernando VI , la subida al trono de Carlos III y las casi
tres décadas de su reinado nos traerán novedades como frutos de
la Ilustración. Será en esta época que surgen las críticas a la
exhuberancia del Barroco, manifiesta sobre todo en la arquitectu-
ra efímera luctuosa; entre ellas las de Francesco M ilizia, quien en
su Dizionario delle Belle Arti del Disegno, nos dice:
cat af al co es u na f ú nebr e gr at i t u d p ar a u n d i f u nt o m er e-
cedor...Una pompa fúnebre no es una fiesta teatral, no admite
exageraciones, jactancia y mucho menos falsedad.229
226
Op. cit., p. 249.
227
CARRETE, J. Op. cit., p. 405, 1996.
228
SOTO, V. Op. cit., p. 290, 1991.
229
SOTO CABA, Victoria. “ Los catafalcos de Carlos III : entre la influencia neoclásica
y la herencia del Barroco” . En Revista Fragmentos, junio, N.os 12-13-14, p.
111, 1988.
216
Javier Varela en su estudio sobre el ceremonial por la muerte
del rey anota que a pesar de que los ilustrados miraron con repug-
nancia lo superfluo y costoso de estos ornatos, los monumentos pro-
visionales en las iglesias se mantuvieron a pesar de las críticas.230
De la década del setenta el único ejemplo de catafalco es el de
Luis XV en Sevilla, de 1774, encargado por sus súbditos franceses
radicados en esta ciudad, quienes editaron un folleto donde se ano-
ta que el arquitecto José Rubio hizo un monumento:
...libre y esento de todo adorno gótico y superfluo...y fuese sola-
mente un airoso trozo de arquitectura, serio y liso...
230
VARELA, Javier. La muerte del Rey. El ceremonial funerario de la monarquía
española (1500-1885). Madrid, Editorial Turner, p. 160, 1990.
231
SALAZAR FERNÁNDEZ, Rosa María: “ El grabado y las arquitecturas efímeras.
Cinco ejemplos de cenotafios sevillanos del siglo XVIII ” . En Laboratorio de Arte,
Revista del Depar tamento de Historia del Arte. Tomo XII , Sevilla, Universidad
de Sevilla, N.° 5, p. 77, 1992.
232
SOTO, V. Op. cit., p. 139, 1988.
217
La f i esta en Li ma. Una mani f estaci ón cul tural de
trasf ondo pol íti co
218
al igual que en España, en algunos casos ese arte efímero levanta-
do para la fiesta se convierte en permanente, transformando el ur-
banismo de la Ciudad de los Reyes.
234
DURAND MONTERO, María Antonia. Lima en el siglo XVII . Sevilla, Diputación
Provincial de Sevilla, p. 224, 1994.
219
Paita a Lima por tierra, por el camino de Trujillo.235 Don A ntonio
de M endoza entró el 23 de septiembre de 1551, y las actas capitu-
lares son muy escuetas; pero no dejan de mencionar que se man-
dó gastar cien pesos para los arcos, sin indicar más detalles. Se
tienen noticias de que para la llegada del tercer virrey don A ndrés
H urtado de M endoza, marqués de Cañete, en 1556, se acordó le-
vantar tres arcos triunfales, uno a la entrada fuera de la ciudad,
otro en medio de la calle y el otro en el ingreso de la plaza, sin
especificar ubicación.
A las informaciones algo difusas de las anteriores entradas se
sucede la de 1561 cuando llega don Diego López de Zúñiga y
Velasco, conde de N ieva. Este virrey entró por el puente de cal y
ladrillos recién acabado por el maestro A lonso Beltrán, donde se
fabricó un arco triunfal de adobes para el recibimiento, basándose
en un acuerdo de cabildo del cual resaltamos lo siguiente:
...en este cabildo se trató que esta ciudad a de hacer un arco para la
entrada del señor conde de Nieva...y conviene que se comience a
hacer luego y porque hacerlo de lienzo e otras cosas se gastan y
queda luego perdido se proveyó y mandó que a la entrada de la
puente nueva desta ciudad Diego de Palencia mayordomo de esta
ciudad haga luego hacer un arco de adobe todo que tome toda la
dicha puente e al anchor de ella y que se quede allí para siempre...236
220
En 1581 cambian los recorridos de entrada de los virreyes ya
que don M artín Enríquez de A lmansa fue el primero que realizó
el trayecto de Paita a Lima por mar y desembarcó en el puerto del
Callao. Dado que la ruta de los que venían del Callao a Lima era
por M onserrat, esto motivó la construcción de un arco triunfal en
la esquina de la calle del A rco; esta calle es anterior a la cuadra
donde se encontraba el hospital del Espíritu Santo, de donde par-
tía el cortejo, para seguir por las calles Gremios, Piedra, Vallado-
lid y M antas hasta la plaza mayor y catedral. A l igual que este
virrey seguirán este recorrido los dos últimos virreyes de este si-
glo, don García Hurtado de M endoza y don Luis de Velasco.
A pesar de la nueva entrada planteada por el virrey Enríquez,
su sucesor, don Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar
llegará por tierra y entrará por el puente en 1586, siguiendo el mis-
mo recorrido de Toledo. En esta fecha se vuelve a elegir la estruc-
tura de adobe y se levantan dos arcos, uno encargado a Francisco
Gamarra, quien debió reconstruir el que se hizo para el conde de
N ieva en 1561; el segundo a A lonso de M orales —uno de los artí-
fices más solicitados por esos años—, ubicado junto a las casas
de Francisco de A liaga. A simismo se consignan partidas para los
pintores Francisco Lobo y M iguel Ruiz de Ramales para que los
decoren, sin mayores especificaciones de la temática a desarrollar.
Por último, se dispuso que se empedre la plazuela que está entre
los dos arcos.238 La llegada del conde de Villar como hemos visto
implicará, con motivo de los festejos de su recibimiento, cambios
urbanísticos de singular importancia que reformarán el espacio
comprendido entre el arco al inicio del puente, la zona detrás del
palacio, donde se ubicaría la plazuela, y el segundo arco ubicado
en la calle lateral del palacio.
En 1590 hace su entrada a Lima por la ruta del Callao don
García H urtado de M endoza, marqués de Cañete, hijo de don A n-
drés. Para la ocasión se encargó un arco al P. Fr. M ateo de León,
del orden de San A gustín, que fue levantado en la esquina de la
calle del Arco y Espíritu Santo. Existe un manuscrito en la Biblioteca
238
Ibídem, p. 55.
221
N acional de M adrid que nos da la idea de que el arco fue de una
arquitectura muy sencilla, con un solo vano y dos puertas; sin em-
bargo, nos alcanza una importante información sobre su programa
iconográfico. En la parte superior se colocaron las armas del rey
Felipe II , y a ambos lados dos escudos de la Ciudad de los Reyes,
en las jambas del arco se pintaron en un lado a un anciano vestido
de rey indígena sentado bajo un árbol, rodeado por una parra; ár-
bol y la parra aluden al virrey y su esposa como protectores.
A l otro lado del vano la alegoría de la justicia, con la balanza
y un ramillete de flores y frutos. En una de las puertas del vano de
entrada se pintó a un capitán general, que representa al virrey, con
una lanza en la mano izquierda y cerca una lechuza, como sím-
bolo de sabiduría; a sus pies la alegoría de Lima en la figura de
una mujer vestida de coronas y estrellas a quien ayuda a levan-
tarse, como símbolo del pedido para que levante a Lima de las rui-
nas en que la dejó el terremoto de 1586, pintura reforzada con una
inscripción que decía:
Con tu venida levantas esta ciudad de su polvo y caída; y junto
con esto refrescas las cenizas y memorias gloriosas de tu padre
muerto.
239
RAMOS S., R. Op. cit., p. 183, 1992, según el autor la descripción está tomada
del manuscrito N.° 2385 de la Biblioteca Nacional de Madrid, De Vir reyes y
Gobernadores del Perú. Folio 113. DURAN MONTERO, M. A. Op. cit., p.
226, 1994, igualmente cita el documento; pero, lo cifra con el N.° 2835. No ha
sido posible todavía ver el documento para determinar la errata.
222
El programa iconográfico es un claro manifiesto del espíritu
humanista que reinaba en la intelectualidad limeña en el siglo XVI .
En 1596 hace su entrada el último virrey de este siglo, don Luis
de Velasco, quien vino por tierra por el camino de Trujillo; pero
se desvió al puerto y siguió el mismo recorrido de Martín Enríquez
para entrar por la calle del A rco. El cabildo de Lima por la llegada
del Virrey ordenó:
...hubiese persona que se encargase de lo que toca a lo del arco y
pinturas del y de los demás arcos que se han de hacer para el
dicho recibimiento y limpieza de calles por donde a de pasar el
dicho señor visorey...240
223
de M onterrey en 1604, para el que se encargaron cuatro arcos,
aparte del que estaba hecho en adobe en el puente sobre el Rímac,
y la entrada de don Juan de M endoza y Luna, marqués de
M ontesclaros en 1607, para quien se alzó o se aderezó el que ya
existía desde la entrada del virrey Velasco en 1596 en la calle
del A rco, aparte de otro más modesto levantado por los merca-
deres en la calle de su nombre.
Con la llegada del virrey don Francisco de Borja y Aragón, Prín-
cipe de Esquilache, en 1615, se inicia una nueva etapa en la histo-
ria de los arcos de triunfo limeños ya que empiezan a participar
reconocidos artistas del momento como el escultor M artín A lonso
de M esa, responsable de la estructura arquitectónica en madera y
lienzo, además de esculturas, según concierto:
el susodicho se obligó de hacer las dichas nueve figuras de la for-
ma que el Padre José de la Compañía de Jesús le señalare y a de
ser de bulto de listones de madera la armazón de ellas y vestidas
de melinge, dadas de barniz blanco que parezcan de mármol...241
224
Ortiz de Vargas es uno de los más destacados artífices activos
en la Ciudad de los Reyes, documentado como natural de Jerez,244
activo en Ecija y en Sevilla entre 1616 y 1617. Lo encontramos en
Lima a partir de 1620, aproximadamente, ya que en 1621 firma el
dibujo del túmulo que se erigió en la Catedral para celebrar las
exequias del rey Felipe III .245 M ás adelante participa en la obra de
mayor envergadura que se hacia en Lima, la sillería de coro de la
Catedral,246 aparte de retablos para la recolección de los francis-
canos descalzos, y para la iglesia recoleta de Santa M aría M agda-
lena, entre otros. En 1627 regresa a España y lo ubicamos activo
en M álaga en 1634 trabajando en la sillería de coro de la Catedral
y en 1643 en Sevilla, donde contrató la hechura del retablo de la
Virgen de los Reyes.
La ostentación de la ciudad de Lima se hace latente en 1648
cuando aparte del arco que se levanta en 1648 para don García
Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, en la calle de mer-
caderes, se cubre el pavimento con 300 barras de plata.247
225
personaje real, papa o arzobispo. A mbos con similar despliegue
de expresiones culturales, que incluían la metamorfosis del lugar
con el llamado arte efímero.
En lo que respecta al siglo XVI manuscritos de la época demues-
tran que desde fechas tempranas se oficiaron exequias por la Em-
peratriz Isabel en 1539, por el Emperador Carlos V , en 1559, y por
A na de A ustria, en 1581; pero los túmulos levantados no se pu-
dieron llevar a la estampa por entonces por falta de imprenta.
Sobre la primera de las exequias mencionadas hay muy pocas
referencias, sin embargo, de las del Emperador en Lima se sabe
que se celebraron al año siguiente de su muerte, en 1559, en tiem-
pos del virrey don A ndrés H urtado de M endoza, quien se encar-
gó personalmente de todo. El túmulo levantado en la Catedral, de
planta en cruz griega, con un cuadrado inscrito y dos cuerpos de
tamaño decreciente sobre plataforma con escaleras en cada lado,
alcanzaba la altura de casi veinte metros. El primer cuerpo con
arcos sobre pilares cuadrangulares y el segundo adintelado sobre
columnas, con balaustres. En el interior del segundo cuerpo una
pirámide escalonada sobre la que se ubicó el catafalco.
Los túmulos de Carlos V , levantados en Valladolid, Toledo y
M éjico, son de la misma tipología del limeño en cuanto a la super-
posición de cuerpos decrecientes, con la diferencia que éstos lle-
van la tumba en el primer cuerpo. Ramos Sosa encuentra prece-
dentes del túmulo limeño en el que se hizo en Sevilla, en 1555,
para la reina Juana. Sostiene su hipótesis con la presencia en di-
cha ciudad por esas fechas de don A ndrés H urtado de M endoza,
quien llevaría la idea a Lima y probablemente encargaría el traba-
jo al alarife más conocido en la ciudad por entonces, llamado
A lonso Beltrán, a quien hemos citado construyendo el puente so-
bre el río Rímac. El decorado del túmulo todavía responde en lo
ornamental a escudos y estandartes que le darían cierto aire me-
dieval, además de figuras de la muerte. Sin embargo, algunos ver-
sos y sonetos incluidos ponen ya en él el toque humanista.248
248
RAMOS, R. Op. cit., p. 136, 1992.
226
En 1581 en tiempos del virrey don M artín Enríquez se oficia-
ron en la iglesia de San Francisco de Lima las exequias por la
reina A na de A ustria, fallecida un año antes. Por un registro de
cuentas existentes en la Biblioteca N acional de M adrid se tiene
conocimiento de los pagos hechos a albañiles, carpinteros y pin-
tores, como a M iguel Ruiz de Ramales, por los escudos, figuras
de santos, virtudes y naciones con sus insignias, a M elchor
Rodríguez por doce figuras de virtudes y a Juan Yllescas por la
corona. N o se informa del arquitecto autor de la traza, ni sobre el
diseño del túmulo; pero, se deduce basándose en lo expuesto que
tuvo un programa iconográfico más rico que el del Emperador y
que el lenguaje renacentista ya tenía una mayor presencia en la
arquitectura luctuosa. Lo particular en esta obra efímera es la par-
ticipación de albañiles, lo que ha permitido deducir que la fábri-
ca en parte fue de adobe, tal como se hacía en algunos casos en
los arcos estudiados.249
227
de la época, inmerso dentro de un arcaizante humanismo rena-
centista donde se trata de resaltar las cualidades y virtudes del
difunto en un afán de trascendencia histórica. Con el fin de con-
seguir dicho objetivo no se dejó de lado en los programas las ale-
gorías, jeroglíficos, emblemas y hasta pinturas de temas mitoló-
gicos no considerados en la plástica de la vida cotidiana donde
predominaba lo religioso.
En el folio 4v certifica:
250
LEÓN, Fray Martín de. Op. cit., 1613.
228
resume el espíritu de la época en que vivió nuestro artista. Un buen
ejemplo de ello lo vemos en uno de los lienzos, donde aparece la
muerte sentada sobre un sepulcro con una perla en las manos y
delante de ella la ciudad de Lima con hábito triste de mujer que le
ofrece las tres coronas de sus armas. Encima este mote “ La que más,
lo menos” y debajo:
Pues llevas mi M argarita
y tanto de ello blasonas
llévate mis tres coronas.
251
ESTABRIDIS CÁRDENAS, Ricardo. Op. cit., p. 264, 1984. RAMOS SOSA, Rafael,
Op. cit., p. 147, 1992.
229
230
Lámina 71.
Túmul o de l a r eina Mar gar it a de Aust r ia. Fir mado por Fr ancisco Bej ar ano. Lima, 1612.
La importancia de los grabados que ilustran el libro de las exe-
quias de la reina M argarita pone en relieve al pintor y grabador
agustino fray Francisco Bejarano, uno de los discípulos más so-
bresalientes del italiano M ateo Pérez de A lesio en Lima. A pesar
de que hasta el momento no se ha podido identificar ninguna de
sus pinturas, el libro que nos ocupa nos permite apreciar su obra
como grabador.252
El túmulo levantado en Lima en 1621, para las exequias del
rey Felipe III , no fue llevado a la estampa; sin embargo, es posible
conocerlo gracias a un dibujo dejado por Luis Ortiz de Vargas,
como ya anotamos líneas atrás. En el dibujo se aprecia que, en lí-
neas generales, sigue la estructura del de M argarita de Austria que
hizo M artínez de A rrona en 1612; pero con un lenguaje arquitec-
tónico no tan austero, que implica cambios estilísticos hacia un
protobarroco.253 Es también semejante al levantado en la catedral
hispalense.
252
ESTABRIDIS, R. Op. cit., p. 147, 1982.
253
MARCO DORTA, E. Fuentes para la Historia del Arte Hispanoamericano.
Estudios y Documentos. Tomo II , documento 61, lámina 36, Sevilla, p. 97,
1960.
254
ASTETE DE ULLOA, G. Pompa fúnebre y exequias... en la muerte de la Reyna
nuestra Señora Doña Isabel de Borbón. Lima, 1645.
231
no identificado, pero prometió reformarlo y mejorarlo. A simismo,
se tienen noticias del concierto con Juan de A rce quien se encar-
garía del pintado y dorado del túmulo, de las dieciséis figuras
alegóricas y las doce banderas.255
Después del ensayo que publicáramos en Sevilla sobre el tema
del grabado, donde no incluimos la estampa del túmulo de la rei-
na Isabel de Borbón, porque no existía en el ejemplar consultado
en la Biblioteca N acional de Lima, en nuestra búsqueda la ubica-
mos en la Biblioteca de la Recoleta de A requipa. La lámina aún
está unida al libro y es de un formato nueve veces mayor que el de
los folios de la relación. En la parte superior de la lámina se lee:
Diseño del Túmulo Real que el Excmo. S.D. Po. de Toledo M ar-
qués de M ansera Vi rrei del Perú H i zo en l as H onras de l a
Serenísima Reina de España Doña Isabel de Borbón N uestra
Señora.
255
HARTH-TERRE, E. Op. cit., p. 145, 1977.
232
Lámina 72.
Túmul o de l a r eina Isabel de Bor bón.
Fir mado por Guil l er mo de Ol ivas. Lima, 1645.
233
pintadas por Juan de A rce, con las armas del rey, aunque no la
serie de alegorías pintadas que da cuenta el libro de las exequias,
así como los versos que exaltan el triunfo de su memoria sobre la
muerte, como se hiciera en el túmulo de la reina Margarita de Austria.
A l estudiar en el capítulo de los túmulos en España, el que se
levantó por Felipe IV en M adrid, en 1666, obra de Sebastián de
H errera Barnuevo, anotamos, basándonos en Soto Caba, que este
túmulo marcó un desarrollo en las estructuras de este tipo por mos-
trar la continuidad de un mismo sistema octogonal en los tres mó-
dulos;256 curiosamente ya vemos esa articulación en el túmulo de
Isabel de Borbón en Lima, veinte años antes. Creemos que en el
aspecto formal todavía ambos reflejan caracteres del Renacimien-
to tardío español. (Lámina 73)
234
Lámina 73.
235
Túmul o del r ey Fel ipe IV. Obr a de Sebast ián de Her r er a Bar nuevo. Madr id, 1666.
Es importante anotar que Salas entre su vasta producción tam-
bién realizó, aparte de obras efímeras luctuosas, otras dentro del
espíritu de lo lúdico, como aquel carro pletórico de figuras
alegóricas y mitológicas para las fiestas por el nacimiento del prín-
cipe Felipe Próspero, celebradas en Lima en 1659, comentada por
los M ugaburu.258
A fray Cristóbal Caballero, se le encuentra activo en Lima, en-
tre la segunda mitad del siglo XVII y los primeros años del XVIII ,
donde alcanzó el título de maestro mayor de fábricas reales de esta
ciudad. Existe una documentación conocida sobre la actividad de
este alarife en varios monumentos limeños, sobre todo aquella que
lo enlaza con A sensio de Salas, ya que fue él quien en 1671 conti-
nuó la obra del retablo del monasterio de la Santísima Trinidad
que había dejado inconclusa a su muerte.259 En los últimos años
A ntonio San Cristóbal ha aportado documentos y atribuido a este
maestro la portada de la iglesia de la M erced, donde aparecen ele-
mentos que se ven también en una obra efímera hecha por el alari-
fe en 1666, el monumento para la Proclamación de Carlos II .260
El mundo hispánico del Barroco recogió la herencia rena-
centista en su aspecto iconográfico; es difícil entender el simbo-
lismo de este siglo sin el Renacimiento. Ya el siglo XVI vemos na-
cer el mundo de los emblemas con A lciato;261 asimismo el de los
jeroglíficos con Piero Valeriano, al que se va a sumar el de Ripa,262
que tiene el gran mérito de haber sabido clasificar la confusión de
varios significados contradictorios dejados por Valeriano, convir-
tiendo sus aportes en un manual de fácil aprovechamiento por los
artistas;263 se puede decir que la alegoría barroca nace con Ripa.
258
MUGABURU, J. y F. Op. cit., p. 51, 1975.
259
VARGAS UGARTE, R. Op. cit., p. 136, 1947. Ver también HARTH-TERRE, E.
Op. cit., p. 196, 1977.
260
SAN CRISTOBAL, A. Op. cit., pp. 30 y 92, 1988.
261
ALCIATO. Emblemas. Madrid, Editorial Akal, edición y comentario de Santiago
Sebastián, 1993.
262
RIPA, C. Iconología I - II . Madrid, Editorial Akal, 1987.
263
VA L BERT, Chri sti an. La I conogr afía Si mból i ca en el Ar te Bar roco en
Latinoamérica. La Paz, Editorial Los Amigos del Libro, p. 22, 1987.
236
Estos libros más los de autores españoles, como el de los Emble-
mas M orales de Covarrubias, circularon por Lima. Una de las ma-
yores pruebas se dan en la arquitectura efímera del Barroco don-
de se desarrolla, principalmente, el emblema como resultado de
un discurso completo que incluye, tanto en arcos como en túmulos,
dioses de la mitología, alegorías, jeroglíficos acompañados de mo-
tes y poemas que dan el marco conceptual a la intencionalidad de
un poder político y eclesiástico.
264
LEÓN PINELO, D. Op. cit., 1666 [a].
265
RODRÍGUEZ CAM ILLONI, Humberto. “ El conjunto monumental de San
Francisco de L ima en los siglos X V I I y X V I I I ” . En Bol etín del Centr o de
Investigaciones Históricas y Estéticas N.° 14. Caracas, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, p. 49, 1972.
266
MUGABURU, J. y F. Op. cit., p. 121, 1975.
237
mediados del siglo XVII en el retablo de la iglesia de Santa Clara,
con sus columnas estriadas y melcochadas, con máscaras femeni-
nas entre paños y guirnaldas con frutos, distribuidas en diversas
escalas y planos, con la intención de marcar una dinámica de mo-
vimiento ficticio. (Lámina 74)
Según nos relata el cronista M ugaburu, don Pedro Fernández
de Castro, conde de Lemos, fue recibido en Lima en 1667. Y al igual
como sucedió en 1648 para recibir al conde de Salvatierra, los mer-
caderes usaron la plata para la ornamentación de los arcos triun-
fales sólo que en este caso no se dejó espacio libre y se usaron aparte
de fuentes, palanganas y salvillas, quinientas cincuenta barras de
plata que darían al conjunto una suntuosidad decorativa propia
del Barroco.266
En 1674, con motivo de la llegada a Lima de don Baltasar de
la Cueva Enríquez, conde de Castellar, Mugaburu nos informa que
se levantó un arco en la calle de M ercaderes, el más suntuoso de
los revestidos en plata que se hicieron en la época, lastimosamente
no lo describe.267 La arquitectura efímera corrió a cargo de fray Cris-
tóbal Caballero.268
A diferencia de lo que sucedió en las entradas del siglo ante-
rior, en este siglo XVII todos los arcos fueron efímeros y no implica-
ron una transformación urbanística de la ciudad. H an quedado
como evidencia de la existencia de los arcos triunfales, levanta-
dos para el ingreso de los virreyes, dos grabados de fray Pedro
N olasco fechados en 1685 y 1687. Éstos muestran dos planos de
la ciudad de Lima donde se ve, aún en el primero de ellos, dos
arcos en el puente sobre el Rímac; en el segundo sólo uno.269
267
Ibídem, p. 215.
268
SAN CRISTOBAL, A. Op. cit., p. 31, 1988.
269
Detalles destacados por Rafael Ramos Sosa, en op. cit., pp. 67-68.
238
Lámina 74.
Monument o par a l a Pr ocl amación del r ey Car l os I.
Fir mado por Del hom. Lima, 1666.
239
A sensi o de Sal as y el túmul o del rey Fel i pe I V , grabado por
D el hom
270
LEÓN PINELO, Diego. Op. cit., 1666 [b].
240
Lámina 75.
Túmul o del r ey Fel ipe IV.
Fir mado por Del hom. Lima, 1666.
241
de diferentes tamaños para simular distancias. El túmulo levanta-
do por H errera Barnuevo para las exequias de este rey, en la igle-
sia de la Encarnación de M adrid, conocido a través de los graba-
dos de Pedro de Villafranca, resulta sobrio con relación a la orna-
mentación del limeño.
242
de pilastras cajeadas, con capiteles en modillón y entre ellas
hornacinas con esculturas de alegorías de la Justicia, la Fortaleza,
la Fe y la Templanza. A l centro de este cuerpo se simuló el catafal-
co real. El remate, igual que en el cuerpo anterior, cuadrangular
con balaustrada con otras figuras de reinas alegóricas. El monu-
mento efímero termina en un globo terráqueo sobre el que vuela
una paloma con una rama de olivo en el pico, en alusión al alma
de la reina. (Lámina 76)
Aparte de los elementos decorativos particulares que ya hemos
comentado adopta la arquitectura limeña avanzado el siglo XVII ,
en este caso se aprecian modillones y esgrafiados que son parti-
cularidades aportadas por Caballero.
Consideramos necesario destacar que el túmulo de la reina
M ariana de A ustria, levantado en la Ciudad de los Reyes, supera
en diseño arquitectónico y riqueza ornamental a los austeros que
se hicieron en M adrid, Sevilla, Pamplona, entre otros.
Cri stóbal Cabal l ero y el túmul o del rey Carl os I I grabado por
f ray M i guel A dame
273
BUENDÍA, José de. Parentación real... al serenísimo señor Don Carlos II. Lima, 1701.
243
Lámina 76.
Túmul o de l a r eina Mar iana de Aust r ia.
Fir mado por Pedr o Nol asco. Lima, 1697.
244
del libro, a la que se sumó más adelante la lámina con el túmulo
separada del libro y conservada suelta en la caja fuerte. El graba-
do de la anteportada con el retrato alegórico del rey Carlos II ya lo
hemos estudiado en nuestro capítulo de retratos; igualmente los
grabados que figuran entre las páginas 148 y 148 vuelta, con el
retrato del impresor Contreras y el interior de su imprenta.
La estampa del túmulo de Carlos II muestra que en esencia guar-
da aún la estructura turriforme; sin embargo, aquí Caballero plan-
tea un diseño de túmulo más complejo que el de M ariana de A us-
tria. Guiados por la estampa y por la descripción de Buendía es
posible ver un monumento cuyo primer cuerpo está formado por
dieciséis columnas, de fuste ricamente ornamentado, que sopor-
tan cuatro templetes en las esquinas y una cúpula al centro. El
autor del libro destaca las pinturas con alegorías de las virtudes,
además de las mitológicas, como la de Ganímedes sobre un águi-
la arrebatado de la tierra a servir la copa de Júpiter en el cielo, y la
de Prometeo subiendo al cielo con una antorcha en la mano. Tam-
bién cita las esculturas en este primer cuerpo con las alegorías de
las cuatro partes del mundo.
El segundo cuerpo de dieciséis pilastras en cuadro, con las
tres virtudes teologales, además de la alegoría de la Iglesia con tiara,
cáliz y cruz pontifical. En el interior de este segundo cuerpo dos
mundos que sustentaban la corona real y las alegorías de M adrid
y Lima, además de la pintura del Carro del Sol precipitándose al
ocaso. El tercer cuerpo en cubo con balaustres y una cúpula rema-
tada en un fénix batiendo las alas para recrear su incendio. Los
elementos decorativos resaltados en estas líneas no son todos, el
programa iconográfico es mucho más complejo. (Lámina 77)
A través de las obras efímeras de fray Cristóbal Caballero enun-
ciadas podemos ver la evolución del barroco en la arquitectura
limeña en esta segunda mitad del siglo. M ientras en el monumen-
to de la proclamación de Carlos II de 1666, se aprecia un tratamien-
to que lo entronca con el barroco temprano de A sensio de Salas, el
túmulo de M ariana de A ustria de 1697 y el de Carlos II de 1701,
permiten catalogarlo como un innovador con arcos abocinados en
245
Lámina 77.
Túmul o del r ey Car l os II. Fir mado por Miguel Adame. Lima, 1700.
246
forma de venera, columnas con fuste revestido íntegramente con
ornamentación y querubines entre roleos de volutas que son per-
ceptibles en la portada de la iglesia de La M erced, obra considera-
da del maestro mercedario.274
274
SAN CRISTOBAL, A. Op. cit., p. 255, 1988.
275
ARAUJO ESPINOZA, Graciela. Adiciones a la Imprenta en Lima. Lima, 1954.
276
POUNCEY, Lorene. “ Tumulos of colonial Peru” . En The Art Bulletin. Volumen
LXVII , N.° 1. Nueva York, marzo, p. 27, 1985. Cita el grabado del túmulo en
referencia pero erróneamente afirma que fue diseñado por Fray Pedro Benegas
y que el grabado es de Fr. Alamo.
247
difunto se colocó en el segundo cuerpo flanqueada por ángeles y
por las alegorías de los cuatro continentes. En el tercer cuerpo y
ático figuras alegorías de virtudes como la Fortaleza y la Justicia,
entre otras y en la cúspide la alegoría de la Iglesia en la figura de
un pontífice con sus respectivos atributos. (Lámina 78)
En el marco de los túmulos se puede afirmar que es el primero
documentado que se levantó en Lima por la muerte de un pontífice.
248
Lámina 78.
Túmul o del papa Benedict o XII.
Fir mado por Miguel Adame. Lima, 1731.
249
fuste decorado con cabezas y paños colgantes, ya arcaizantes para
la época, las que sostienen arcos escarzanos. En el primer cuerpo
se aprecia el catafalco flanqueado por pirámides de luces y coro-
nado por el escudo de España. En el segundo cuerpo se colocaron
figuras alegóricas, en alusión a las virtudes del personaje. Toda la
estructura arquitectónica remataba en un cupulín con escudo y pi-
rámide de luces. A unque no aparecen en el grabado, se cita en el
documento de Peralta que en el segundo cuerpo se colocaron las
esculturas de Pedro Luis Farnese, A lejandro Farnese, Octavio
Farnese y Ranucio Farnese, ilustres antepasados del Duque de
Parma.279 En la zona inferior del grabado la firma de Espinoza.
(Lámina 79)
A diferencia del túmulo que hizo Juan Román en la corte ma-
drileña por el mismo personaje, donde se dio la tipología de arco
triunfal deudora de Churriguera, el de Lima responde aún al tra-
dicional modelo turriforme.
279
VARGAS UGARTE, Rubén. Op. cit., p. 348, 1947; dice: “ el 26 de febrero de 1728
se le encomendó la pintura del túmulo que había de erigirse en la catedral de
Lima, con motivo de las exequias del Duque de Parma” . Se refiere a la misma
obra pero con error en la técnica empleada.
280
RÍO SALAZAR Y FIGUEROA, Alonso del. Magnífica Parentación y Fúnebre...
trasladarse de la sepultura... Lima, 1744.
250
Lámina 79.
Túmul o de Fr ancisco Far nese,duque de Par ma.
Fir mado por Juan José Espinoza. Lima, 1728.
251
elementos de follaje y símbolos eclesiásticos e iluminado con infi-
nidad de hachones con cirios en cada escalinata, y en el remate
de la pirámide un lecho bajo dosel. (Lámina 80)
El modelo de túmulo levantado en la Catedral de Lima, para
el traslado de los restos del arzobispo M orcillo, lo encontramos
próximo al que se hizo por Carlos II en Barcelona, de planta
hexagonal y más aún al del mismo rey en Palma de M allorca, de
planta cuadrangular, de casi medio siglo atrás.
El túmul o del rey Fel i pe V , grabado por Juan José Espi noza
281
SAINZ DE VALDIVIESO Y TORREJON, Miguel de. Parentación Real...Felipe
V... Lima, p. 18, 1748. El ejemplar consultado en la Biblioteca Nacional del Perú
no conserva la lámina. Es posible verla en Lorene POUNCEY. “ Grabados de
túmulos peruanos” . En Documentos de Arquitectura Nacional y Americana.
DANA 28/29. Argentina, Instituto Argentino de Investigaciones de Historia de
la Arquitectura y del Urbanismo, p. 86, 1989-1990.
282
I bídem.
252
Lámina 80.
Túmul o del ar zobispo Diego Mor cil l o Rubio de Auñón.
Fir mado por Juan Fr ancisco Rosa. Lima, 1744.
253
El túmulo de la reina doña M ariana Josefa de Austria grabado
por A ntoni o de Contreras
254
Sobre los Parastades Postes y chambas de los columnarios se
volaron 8 arcos rebajados con sus claros correspondientes. En el
centro del arco principal se colocó la tumba sobre un paño y co-
jín de terciopelo negro bordado de plata se puso la corona y ce-
tro de oro.
285
ORTEGA Y PIM ENTEL, Isidro. Relación de las exequias de D. Juan de
Castañeda Velázquez y Salazar... Lima, 1763.
255
tico de M étodo en la Real Universidad de San M arcos, dedicada
al virrey A mat. Exequias mandadas celebrar por don Joaquín de
Lamo y Zúñiga, conde de Castañeda y de los Lamos, teniente co-
ronel del Regimiento de la Infantería Española de Lima.
A diferencia de otros libros de fiestas luctuosas citados, no se
encuentra en la relación de Ortega y Pimentel la descripción del
túmulo del obispo Castañeda; sin embargo, es posible conocerlo
gracias al ejemplar ubicado en la biblioteca del convento de la
Recoleta de A requipa, que aún posee la lámina con la imagen de
la arquitectura efímera levantada en la catedral metropolitana. Se-
gún este documento gráfico el túmulo se hizo sobre un alto podio
y se desarrolló en dos cuerpos de planta octogonal, flanqueados
por pirámides de luces. El primer cuerpo sostenido por ocho co-
lumnas de fuste liso albergaba el catafalco; en el segundo, a ma-
ner a de templ ete con cúpul a, se mostr aban l as di gni dades
episcopales del difunto, y la alegoría de la muerte en un esqueleto
con la guadaña. En el remate destacaba un gran escudo del dig-
natario eclesiástico. (Lámina 81)
La semejanza entre este túmulo y el del rey Felipe IV, diseñado
por Herrera Barnuevo casi una centuria antes, en 1666, en M adrid,
es sorprendente; el arquitecto que hizo el catafalco del obispo en
Lima aún no ha sido identificado; sin embargo, no cabe duda que
debió conocer la estampa madrileña. Debemos resaltar que en este
túmulo se usó por primera vez en Lima la figura de la muerte con
su guadaña. A ños después la alegoría de la M uerte será una cons-
tante en los túmulos grabados por Vázquez.
256
Lámina 81.
Túmul o del obispo Juan de Cast añeda Vel ázquez y Sal azar .
Fir mado por Car l os de Zel ada. Lima, 1763.
257
reina doña M aría Bárbara de Portugal, fechado en 1759, el de su
esposo Fernando VI , fechado en 1760 y el de doña M aría A malia
de Sajonia esposa de Carlos III , fechada en 1761. La autoría arqui-
tectónica de estas tres obras recae en A ntonio Bexarano Loayza,
artífice a quien se le encargaron los monumentos para las fiestas
luctuosas en la Catedral de Lima.
El grabado del catafalco de la reina doña M aría Bárbara de
Portugal ilustra el libro de Fray M ariano Luxán.286 En él se apre-
cia un edificio de tres cuerpos, el primero de planta en cruz grie-
ga y los otros dos de planta octogonal, dentro del tradicional corte
turriforme en decreciente. Cada cuerpo lleva ocho columnas de or-
den dórico que soportan cornisas sobre las que descansan balaus-
tradas, y entre las columnas se forman arcos mixtilíneos basado
en elementos de rocalla. En el interior del primer cuerpo, detrás
del altar, se colocó el túmulo con las dignidades reales y en el se-
gundo y tercer cuerpo arañas de luces. La ornamentación princi-
pal se dio en las enjutas de los arcos, formados por volutas y ele-
mentos de rocalla, asimismo en las enormes pirámides de luces
colocadas en cada uno de los cuerpos, rematadas en una torre y el
león con cetro y corona, símbolos de la realeza española. Todo el
aparato funerario terminaba en gigantesca corona imperial sobre
dos mundos. (Lámina 82)
En conclusión, la gran novedad en el túmulo de la reina M a-
ría Bárbara de Portugal radicó en la inclusión de elementos de ro-
calla usados por primera vez en este tipo de arquitectura en Lima;
en la estampa se aprecian en los arcos mixtilíneos, en sus enjutas
y en las pirámides de luces que flanquean cada cuerpo.
La lámina del túmulo del rey Fernando VI, grabada por Camacho,
ilustra el libro que sobre sus exequias escribiera el padre Juan A n-
tonio Rivera en 1760.287 El diseño arquitectónico realizado por A n-
tonio Bexarano Loayza fue dirigido por el doctor don Pedro Bravo
de Rivero por encargo del Virrey Manso de Velasco. (Lámina 83)
286
LUXAN, Fray Mariano. Relación fúnebre...María Bárbara de Portugal... Lima,
1760. Estampa publicada por Lorene POUNCEY, op. cit., p. 29, 1985.
287
RI V ERA , Juan A ntoni o. Pompa funer al en l as exequi as del Rey D on
Fer nando VI ... Lima, 1760.
258
Lámina 82.
Túmul o de l a r eina Mar ía Bár bar a de Por t ugal .
Fir mado por Camacho. Lima, 1759.
259
Lámina 83.
Túmul o del r ey Fer nando VI.
Fir mado por Camacho. Lima, 1760.
260
Victoria Soto Caba, en su estudio sobre los catafalcos reales,
ha considerado el monumento luctuoso de Fernando VI en la Ciu-
dad de los Reyes como: “ una estructura barroca elaborada con los mis-
mos materiales y piezas de las exequias anteriores” .288 Basándonos en
la estampa podemos afirmar que el túmulo efímero de Fernando
VI fue novedoso en Lima ya que aparecen en ella pilares cim-
261
Lámina 84.
Túmul o de l a r eina Mar ía Amal ia de Saj onia.
Fir mado por Camacho. Lima, 1761.
262
forma turriforme tradicional empleada en el de la reina M aría Bár-
bara de Portugal en 1759, a la que sigue un complejo rococó en el
del rey Fernando VI en 1760, hasta ciertos aires neoclásicos que se
anuncian en el túmulo levantado por María Amalia de Sajonia en 1761.
291
BORDA Y OROSCO, José Antonio. Relación...reales exequias...Isabel Farnesio.
Lima, 1768.
263
planta en cruz griega y los otros dos de planta octogonal, dentro
del tradicional corte turriforme en decreciente, y al igual que en él,
incluye elementos de rocalla en los arcos. La diferencia fundamen-
tal radica en el programa iconográfico y en el cambio, en el de Isa-
bel Farnesio, de las pirámides de luces por dos grandes columnas
con urnas flameantes, flanqueando el túmulo regio.
El programa comprendía la inclusión de ocho esculturas
alegóricas de virtudes: las tres Teologales, cuatro cardinales y la
Piedad, de las cuales sólo se aprecian cuatro en el grabado. En el
primer cuerpo la alegoría de la Prudencia en el lado izquierdo re-
presentada por una mujer con un compás, a su lado la Fe Cristia-
na, que sostiene cruz y libro abierto y con el dedo índice de la mano
derecha señala su oreja; al otro extremo la Fortaleza con una lan-
za y una columna, junto a ella La Piedad con una cornucopia.292
En el segundo cuerpo se dispusieron cuatro alegorías geográ-
ficas de las partes del mundo: Europa, A sia, Á frica y A mérica, de
las cuales sólo se aprecia en el grabado a Europa y A mérica, re-
presentadas la primera por una dama con corona en mano y la
segunda por un indígena con faldellín y penacho de plumas, que
lleva en las manos arco y flecha y colgado a la espalda un car-
caj.293 Sobre el tercer cuerpo se colocaron cuatro alegorías de idén-
tica iconografía, con corona en mano, que pueden corresponder a
reinos peninsulares, de las cuales se aprecian dos en la estampa.
En el remate la alegoría de Lima en la figura de una mujer, con
vestiduras agitadas al viento, que sostiene con la mano derecha el
escudo de la Ciudad de los Reyes y lleva la mano izquierda en
alto con un fruto. (Lámina 85)
Es importante destacar la inclusión de la alegoría de la muer-
te por segunda vez en un túmulo limeño, después de la que se co-
locó en la del obispo Juan de Castañeda Velázquez y Salazar, en
1763. En el de Isabel Farnesio la alegoría de la M uerte, a diferen-
cia del citado, llevaba un arco y una flecha, modalidad iconográ-
fica usada por primera vez en un catafalco limeño. Podemos ver
292
RIPA, Césare. Iconología. Tomo I , pp. 162-402-437; tomo II , p 207, Madrid,
Editorial Akal, 1987.
293
Ibídem, tomo II , p. 104.
264
Lámina 85.
Túmul o de l a r eina madr e doña Isabel Far nesio.
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1768.
265
en la estampa, en el tercer cuerpo, esta famosa obra escultórica no
efímera realizada por Baltazar Gavilán, bautizada con el nombre
de “ El Arquero de la M uerte” , que actualmente se conserva en la
iglesia de San A gustín de Lima. Suponemos que esta escultura fue
tallada por Gavilán para la procesión que salía de este templo en
los días de Semana Santa. Es posible comprobar su uso en cuatro
de los cinco túmulos que Vázquez llevó a la estampa, con excep-
ción del monumento del papa Clemente XIV. (Lámina 86)
El segundo monumento funerario por un papa en Lima, des-
pués del grabado por A dame de Benedicto XIII en 1731, fue el del
papa franciscano Clemente XIV, incluido en el libro de fray Agustín
Delso en 1776,294 donde se detalla el ritual que llevaron a cabo los
franciscanos en su iglesia, en obediencia a la Real Cédula de Car-
los III y además porque era el quinto de sus pontífices.
La estampa del túmulo del papa Clemente XIV, del cual se des-
conoce aún la autoría del diseño, nos permite ver una estructura
arquitectónica sobria de planta ochavada, alzada en tres cuerpos
decrecientes sobre seis soportes de orden compuesto cada uno. A l
centro del primer cuerpo sobre cojines de terciopelo negro la tiara
y cruz pontifical. En el segundo cuerpo dentro de su frente princi-
pal una escultura del papa de rodillas ante el crucifijo, y en los
colaterales el roquete y el sombrero de cardenal, todo soportado
por pedestales decorados con rombos, tal como aparecerán en gra-
bados posteriores de Vázquez. En el centro del tercer cuerpo vesti-
duras sacerdotales y mitra, sobre el mismo tipo de soporte.
Todo remata en un frontón triangular que albergaba, según
Delso, una competente escultura de Cristo Crucificado y sobre ella
el escudo franciscano. A los extremos laterales de cada uno de los
cuerpos y en el remate, se colocaron pirámides sobre pedestales. La
austera ornamentación estaba circunscrita a pequeñas tarjas de ca-
racteres Rococó sobre estas pirámides y en los ángulos formados
por la calle central y las laterales, en cuyo interior se ubicaron crá-
neos con coronas, tiaras y mitras, dignidades efímeras. (Lámina 87)
294
DELSO, Agustín. Relación de las exequias...Clemente XIV. Lima, 1776.
266
Lámina 86.
“ El Ar quer o de l a Muer t e” .
Escul t ur a de Bal t azar Gavil án. Lima, sigl o XVIII.
267
Lámina 87.
Túmul o del Papa Cl ement e XIV. Fir mado por José Vázquez. Lima, 1777.
268
A l parecer el grabado del túmulo del papa Clemente XIV fue
ampliamente conocido porque hemos podido comprobar que doce
años después se tomó como modelo para el túmulo levantado para
las exequias de Carlos III en la Catedral de Valparaíso en Chile.295
La única variante radica en el cambio del ochave de la planta del
túmulo del papa, por una planta recta y los consabidos atributos
papales por los reales. (Lámina 88)
El siglo XVIII trae como innovación que al igual como se cele-
braban exequias por reyes se hicieron también por papas y arzo-
bispos. Se suman a las celebradas anteriormente por los papas
Benedicto XIII y Clemente XIV, por el arzobispo Diego M orcillo y el
obispo Juan de Castañeda, las exequias celebradas en Lima en
1776 por el arzobispo Pedro A ntonio de Barroeta y Á ngel; y en
1781 por el arzobispo Diego A ntonio de Parada, obras de arqui-
tecto desconocido, conocidos gracias a los grabados que dejó de
ellas José Vázquez.
La relación de las exequias del arzobispo Pedro A ntonio de
Barroeta y Á ngel fue escrita por Joseph Potau, A bogado de la Real
A udiencia y cura Rector de la Parroquia de San Sebastián de
Lima,296 y editada en la imprenta de los Niños Huérfanos, en tiem-
pos del Virrey A mat. La estampa incluida en este libro, firmada y
fechada por Vázquez, nos muestra un túmulo de planta octogonal,
levantado sobre amplia plataforma escalonada decorada con mo-
tivos de rombos. Su alzado fue de dos cuerpos, soportados por ocho
columnas toscanas cada uno y flanqueado por dos enormes pirá-
mides de luces.
En el interior del primer cuerpo se colocó el catafalco con los
atributos episcopales, y en el del segundo cuerpo, bajo cupulín, la
alegoría de la M uerte en la figura del A rquero de Baltazar Gavi-
lán, ya usado en el de la reina Isabel Farnesio. El programa icono-
gráfico incluyó alegorías de las virtudes teologales y cardinales,
distribuidas delante de las columnas en ambos cuerpos, entre las
cuales es posible distinguir a la Templanza, Prudencia, Justicia y
295
RAMOS SOSA, R. Op. cit., p. 45. s/f.
296
POTAU, Joseph. Op. cit., 1776.
269
Lámina 88.
Túmul o del r ey Car l os II. Cat edr al de Val par aíso. Sant iago de Chil e, 1789.
270
Fortaleza; además de dos de las cardinales: la Esperanza y la Ca-
ridad, todas ellas con sus atributos característicos. Remata la es-
tructura arquitectónica un cupulín con óculos, sobre tambor, co-
ronado por la alegoría de la Iglesia en la figura de una mujer con
tiara, cruz papal y ostensorio.297 (Lámina 89)
El grabado del túmulo del arzobispo de Lima don Diego A n-
tonio de Parada, firmado por Vázquez en 1781, ilustra el libro es-
crito por A lphonso Pinto y Quesada, A bogado de la Real A udien-
cia y Prior del Santo Oficio,298 libro editado en Lima por la impren-
ta de los N iños H uérfanos. El catafalco si bien tiene algunas se-
mejanzas sobre todo iconográficas con el del arzobispo Barroeta,
la estructura es diferente y creemos que superior; aquí se elimina
la amplia plataforma escalonada y se coloca sólo un zócalo, igual-
mente decorado con motivos de rombos, que se repiten en cada
cuerpo; sobre ella se levanta el catafalco de planta octogonal pero
compuesto de tres cuerpos y no de dos, soportados por ocho colum-
nas cada uno, con profusa decoración de rocalla en arcos y fustes.
En el interior tanto del primero como del tercer cuerpo se colo-
caron los atributos episcopales, y en el del segundo nuevamente
aparece el “ Arquero de La M uerte” de Baltazar Gavilán, sólo que
para esta ocasión le colocaron alas. El programa iconográfico re-
salta igualmente las virtudes del difunto a través de esculturas
alegóricas, colocadas delante de las columnas en el segundo y ter-
cer cuerpo, en su mayoría reutilizadas del túmulo anterior y cam-
biadas de ubicación. En el remate, sobre el cupulín del tercer cuer-
po, también decorado con rombos, la alegoría de la Iglesia en la
figura de una mujer con tiara, cruz papal y ostensorio, en actitud
más hierática que la usada para el túmulo del arzobispo Barroeta.
(Lámina 90)
Las reales exequias oficiales por la muerte de Carlos III las man-
dó celebrar en Lima el virrey Teodoro Croix y fueron publicadas
en el libro de Juan Rico en 1789,299 libro editado en la imprenta de
297
RIPA, C. Op. cit., tomo I , p. 437; Tomo II , pp. 9-233-353.
298
PINTO Y QUESADA, Alphonso. Relación de las exequias del Arzobispo de
Lima D. Diego Antonio de Parada. Lima, 1781.
299
RICO, Juan. Reales exequias...Carlos III ... Lima, 1789.
271
Lámina 89.
Túmul o del ar zobispo Pedr o Ant onio de Bar r oet a y Angel .
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1776.
272
Lámina 90.
Túmul o del ar zobispo Diego Ant onio de Par ada.
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1781.
273
N iños Expósitos. Para dicha publicación Vázquez llevó a la es-
tampa el túmulo levantado en la Catedral de Lima por Francisco
de Ontañón, ensamblador activo en la Ciudad de los Reyes a fines
del siglo XVIII . Basándonos en el contrato publicado por Lohmann
Villena podemos decir que Ontañón el 8 de junio de 1789:
Se comprometió a desarmar el monumento que hasta entonces
se hallaba construído en la Catedral y a volverlo a levantar en el
sitio acordad, proveyéndolo de pirámides y estatuas; ...haría las
16 estatuas que soportarían los tres cuerpos; en el remate del ca-
tafalco debía colocar un Globo y una estatua de la Fama;...300
Sobre el particular Vargas Ugarte agrega que para esa tarea utili-
zaría las piezas del Monumento que solía usarse el Jueves Santo.301
A l estudiar el túmulo de Isabel Farnesio, obra anónima graba-
da por Vázquez en 1768, hemos establecido la relación de su dise-
ño con el que realizó A ntonio Bexarano Loayza y grabó Camacho
para las exequias de M aría Bárbara de Portugal en 1759, ya que
en estructura general responde al mismo esquema. A hora al com-
parar el realizado para Isabel Farnesio y el de Carlos III , no cabe
duda que se reutilizó el de la reina veintiún años después, con las
siguientes pequeñas variantes: las columnas con urnas flamean-
tes se reemplazaron por pirámides de luces, igual las urnas fla-
meantes del tercer cuerpo por candelabros. Todas las figuras
alegóricas mantuvieron la misma ubicación, con la excepción de
la alegoría de La Piedad del primer cuerpo que fue sustituida por
la de la Caridad. El reemplazo de las columnas por las pirámides
está especificado en el documento citado de Lohmann:302
compondría las pirámides que serían puestas en sustitución
de las columnas que habían servido en las anteriores honras
fúnebr es;..
300
LOHMANN V., G. Op. cit., p. 365, 1940.
301
VARGAS U., R. Op. cit., p. 330, 1947.
302
LOHMANN V., G. Op. cit., pp. 365-366, 1940.
274
A parte de éste y los otros temas alegóricos comunes y constantes
en el mundo del Barroco efímero limeño, Ramos Sosa destaca la
Alegoría de Lima del remate del túmulo de Carlos III; encuentra en
ella y en el sermón de las exequias, donde el predicador alude a
Lima y al Perú con la palabra “ patria” , el reflejo de aspiraciones
sociopolíticas al calor de la ilustración.303 Esta idea tendríamos que
trasladarla veintiún años atrás, ya que dicha alegoría se usó por
primera vez en el túmulo de Isabel Farnesio. (Lámina 91)
A parte de las exequias celebradas por Carlos III en la Catedral
de Lima también se le hicieron honras fúnebres en la Universidad
de San M arcos, contenidas en un libro de José Durán.304 En este
libro no se hace mención a catafalco levantado en dicha casa de
estudios, sin embargo hemos ubicado en él un grabado con el re-
trato del rey, firmado por Vázquez.
A través de los cinco túmulos llevados a la estampa por este
insigne grabador, podemos ver que hasta finales del siglo XVIII se
mantiene la constante de los túmulos turriformes decrecientes, la
mayoría con plantas centralizadas deudoras del Renacimiento;
pero con programas iconográficos sobre virtudes y alegorías de la
muerte que los hacen barrocos, sin dejar de lado la ornamentación
de rocalla presente desde mediados de siglo.
275
Lámina 91.
Túmul o del r ey Car l os III. Fir mado por José Vázquez. Lima, 1789.
276
como sinónimo de irracionalidad constructiva y de mal gusto; se
prefirió lo clásico, identificado con lo moderno, con las ideas de
adelanto, de cultura y de razón propugnadas por la filosofía de la
época.
En la introducción del gusto N eoclásico en las diferentes ex-
presiones artísticas jugó un papel importante M atías M aestro, ar-
quitecto, escultor y pintor nacido en Vitoria, provincia de Alava en
el país vasco en 1776 y muerto en Lima en 1865. En la Ciudad de
los Reyes, después de una actividad como comerciante, vistió el traje
eclesiástico a solicitud del arzobispo Juan Domingo González de
la Reguera y tuvo como presbítero la batuta en las creaciones artís-
ticas de la época, llevando a cabo una actividad calificada como
iconoclasta por varios estudiosos ya que reemplazó varios altares
barrocos de importancia en Lima por otros neoclásicos.
En el campo de la arquitectura luctuosa veremos en el último
cuarto del siglo como se dan obras efímeras con tradiciones que
se remontan a la planta centralizada del Renacimiento, con inclu-
sión de elementos barrocos en emblemas, alegorías y jeroglíficos y
algunos también con ornamentación Rococó. Los túmulos graba-
dos por José Vázquez muestran esa complejidad, hasta el último
grabado del túmulo del rey Carlos III , en 1789. Entre ellos el del
papa Clemente XIV fue el único diferente, levantado en 1776, con
una sobriedad de gusto N eoclásico. Ya en el nuevo siglo se desa-
rrolla plenamente este estilo como lo muestran las obras grabadas
de A yala o Cabello. En el campo de la arquitectura luctuosa Cabe-
llo nos ha dejado un grabado representativo del siglo XIX, del cual
nos ocuparemos a continuación.
277
En 1805 Cabello ilustra el libro de las exequias del XVI A rzo-
bispo de Lima, Juan Domingo González de la Reguera, escrito por
José M anuel Bermúdez y salido de la Imprenta Real de los H uér-
fanos.305 En la colección del señor Sergio Guarisco ubicamos el li-
bro de las exequias del arzobispo, el que contiene, aparte de su
retrato, del cual ya nos ocupamos en el acápite correspondiente,
el grabado del túmulo que se levantara en la Catedral de Lima para
su eterna memoria.
El grabado de la arquitectura efímera de las exequias del arzo-
bispo González de la Reguera inmortalizó el túmulo y lo dejó como
un documento histórico que, en líneas generales, nos permite apre-
ciar los gustos artísticos de la arquitectura de la época; ellos res-
ponden a los caracteres de la tipología de retablos que por aque-
llos años se levantaban en Lima bajo la batuta del Presbítero
M atías M aestro. El monumento se levantó de dos cuerpos, el pri-
mero con las calles laterales orientadas en ángulo hacia la cen-
tral, sostenido por columnas dóricas de fuste marmóreo que alber-
gaban alegorías de las virtudes teologales y al centro la figura oran-
te del difunto. El segundo cuerpo a manera de templete octogonal,
con otra escultura del obispo en posición sedente con sus digni-
dades episcopales, acompañado por dos ángeles y por las figuras
alegóricas de las virtudes cardinales.
El remate con el escudo del arzobispo, ángeles y la acostum-
brada ave fénix, como símbolo de la inmortalidad. Desde la cúspi-
de pendía un gran manto sostenido por ángeles, que servía como
telón de fondo a todo el monumento funerario. En la zona inferior
de la estampa se lee en una inscripción: “ Ecclesia Limana Optimo
Pastori” y la firma “ M arcelo Cabello delineo y grabó en Lima” . Cree-
mos que aunque no figure la firma del arquitecto, los caracteres
del monumento nos llevan a considerar la atribución a M atías
M aestro ya que existen muchas semejanzas con su arquitectura
de retablos en Lima. (Lámina 92)
305
BERMUDEZ, José Manuel. Op. cit., 1805.
278
Lámina 92.
Túmul o del ar zobispo Juan Domingo Gonzál ez de l a Reguer a.
Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1805.
279
280
Capítulo VII
283
Pedro N ol asco y Juan de Benavi des en l os grabados
del Conj unto M onumental de San Franci sco el Grande
de Li ma
306
SÁNCHEZ CANTON, S. J. Op. cit., 1943.
307
GENTO SANZ, Benjamín. San Francisco de Lima. Lima, 1945.
308
VARGAS UGARTE, Op. cit., p. 155, 1947.
284
Lámina 93.
Cl aust r o pr incipal del convent o de San Fr ancisco “ El Gr ande” de Lima.Fir mado por Pedr o Nol asco.Lima,1673.
285
286
Lámina 94.
Vist a ext er ior del conjunt o monument al de San Fr ancisco “ El Gr ande” de Lima.Fir mado por Pedr o Nol asco.Lima,1673.
Carter de la Universidad de Brow n en Estados Unidos de N orte-
américa;309 ésta fue firmada por fray Juan de Benavides, cronista
que interviene en la segunda parte de la obra. Este grabado nos
alcanza otro buen ejemplo de estampas de motivos artísticos ar-
quitectónicos, donde se incluye no vistas independientes del exte-
rior e interior del conjunto monumental de San Francisco de Lima,
sino una vista general de ambos, con leyendas y números que in-
dican las dependencias del convento. A demás en el extremo dere-
cho figura el retrato de Fray Antonio de Somoza, Comisario Gene-
ral de Indias, a quien fue dedicado el libro (Lámina 95). Basándo-
se en este grabado es que Rodríguez Camilloni atribuye el retrato
de Cervela a Benavides. A nuestro parecer en el grabado arquitec-
tónico firmado por Benavides, es evidente la falta de domino de la
perspectiva, mientras que en el retrato de Cervela se aprecia un
dibujo correcto.
Es necesario resaltar entre las láminas en mención las de
N olasco y Benavides que muestran el conjunto exterior de San
Francisco, ya que en ellas es posible comprobar la transformación
del proyecto de Vasconcellos, principalmente en lo que se refiere a
la fachada del templo; mientras que en la primera aparecen gran-
des pilastras cajeadas, en la de Benavides ya se observan los
almohadillados que visten la fachada de San Francisco hasta la
actualidad.
287
288
Lámina 95.
Vist a ext er ior del conjunt o monument al de San Fr ancisco “ El Gr ande” de Lima.Gr abado de Juan de Benavides.Lima,1673.
complejo defensivo, a pesar de ser el Callao el puerto más impor-
tante en la costa occidental del Continente y Lima la ciudad más
importante de América M eridional.310
En lo que a la Ciudad de los Reyes se refiere cifraremos noti-
cias referentes a las preocupaciones de la Corona, virreyes u hom-
bres versados en materias militares para ejecutar acciones que con-
duzcan a la protección de la ciudad capital. En 1580, próxima a
cumplir su medio siglo de fundada, en tiempos del gobierno del
sexto virrey del Perú, M artín Enríquez de A lmansa (1568-1583),
se tienen noticias de la preocupación de la Corona por ver la posi-
bilidad de amurallar Lima, pero no se realiza nada concreto para
su defensa. Recién se encara el problema en forma seria a inicios
del siglo siguiente cuando personas versadas en este campo, en-
tre ellos Pedro Ozores de Ulloa, recomiendan en 1602 al virrey Luis
de Velasco (1596-1604) se edifique un trincherón alrededor de la
ciudad. A l nombre de este precursor del tema en Lima, se suma el
de Juan de Belveder quien en 1615 propone la erección de una ciu-
dadela en el barrio de San Lázaro; asimismo el de Juan A rias
Tarragona, comerciante que envía al Consejo de Indias un proyec-
to de amurallamiento para Lima en 1617.311
Las inquietudes por fortificar el puerto del Callao en tiempos
del Príncipe de Esquilache (1614-1621), motivado por las amena-
zas de los barcos holandeses, se reflejará también en los habitan-
tes de Lima al incrementar su campaña para conseguir amurallar
la capital. Uno de los paladines de este clamor ciudadano fue el
P. Diego Á lvarez de Paz, Provincial de la Compañía de Jesús, or-
den relacionada con el virrey Francisco de Borja y A ragón, quien
hizo suya la iniciativa, apoyado también por el cabildo eclesiásti-
co y todas las órdenes religiosas de Lima; sin embargo, a pesar de
todo lo actuado no prosperaron los proyectos.312
H ay que esperar a 1623 para que la Corona vuelva a manifes-
tar su preocupación sobre la necesidad de cercar Lima, cuando
310
LOHMANN VILLENA, Guillermo. “ Las defensas de Lima y Callao” . En Anuario
de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Sevilla, p. 5, 1964.
311
Ibídem, p. 153.
312
Ibídem, p. 155.
289
mediante Cédula se dirija al Virrey Diego Fernández de Córdoba
(1621-1628), indicándole, además, la posibilidad de trazar ese re-
cinto sin tocar los fondos públicos. En atención a la Cédula el M ar-
qués de Guadalcázar convocó a veintisiete personalidades, entre
las que se encontraba el ingeniero Capitán Rodrigo M ontero de
Uduarte y el Obrero Mayor de la Catedral Juan Martínez de Arrona.
Dado que las prioridades se centraron en la defensa del puerto,
en 1624 se fue dejando de lado el proyecto de las murallas de Lima,
recomendando la Corona que por el momento se hiciera excavar
en torno a la ciudad trincheras y reductos, con el fin de acomodar
algunas piezas de artillería.313
En el año de 1626 todo el proyecto de fortificación de Lima
queda reducido a un planteamiento de Cristóbal de Espinosa, que
consistía en colocar en la ciudad piezas de artillería en los con-
ventos de la M erced, San A gustín, Santo Domingo, San Francisco
y de los jesuitas, construcciones sólidas ubicadas en lugares es-
tratégicos formando como un gran cinturón en los alrededores de
la Plaza M ayor.
Cámara y Nieto, con respecto al tema de la fortificación, desta-
can como una singularidad importante, dentro de la historia del
urbanismo, la concepción de la ciudad como fortaleza, tuviera o
no tuviera muros para su defensa. Eso es lo que vemos en lo indi-
cado en el plano de 1626 que planteó Espinosa, donde la plaza se
convierte en una especie de ciudadela sin muros.314
En 1683 durante el gobierno del virrey M elchor de N avarra y
Rocaful, duque de la Palata, se revivió la idea de amurallar la ciu-
dad de Lima y después de un historial de ir y venir de proyectos
se realizaron sobre la base de la propuesta de don Luis Venegas
Osorio, ingeniero español, y con las modificaciones de don Juan
Ramón Coninck, jesuita holandés, cosmógrafo mayor del reino, y
del alarife M anuel de Escobar. Las murallas de Lima respondie-
ron más a una cuestión de límites y de imagen urbana que a la
necesidad de una gran fortaleza ante presuntos ataques.
313
Ibíd., p. 159.
314
NIETO, Víctor; CAMARA, Alicia. “ El arte colonial en Iberoamérica” . En Historia
del Arte 36. Madrid, Edit. Historia 16, p. 10, 1992.
290
En 1685, por disposición del virrey, el grabador fray Pedro
N olasco llevó a la estampa el primer plano de la Ciudad de los
Reyes con sus murallas donde, al parecer, no fue exactamente fiel
a la realidad de entonces ya que omitió barrios fuera de ella ya
existentes que demuestran que tuvo indudablemente cierta dosis
de idealismo renacentista. (Lámina 96)
N o fue el plano citado el único de Lima que grabó N olasco;
hubo un segundo plano más elaborado grabado en 1687, de ca-
rácter más escenográfico, con la ciudad en perspectiva e índice de
lugares, además de los escudos de la Ciudad de los Reyes, del Vi-
rrey y de España. Un estudio realizado por San Cristóbal 315 desta-
ca las diferencias entre ambos planos de N olasco, donde es posi-
ble ver que en el primero la muralla consta de treintitrés baluartes
triangulares, y el segundo de treinticuatro baluartes separados en-
tre si por paños rectos, aparte de la ubicación de algunos monu-
mentos. (Lámina 97)
A l año siguiente de que N olasco grabó su último plano de
Lima, en 1688, Echave y A ssú publicó su obra La Estrella de Lima
convertida en Sol sobre sus tres coronas, en homenaje a la beatifica-
ción de Toribio de M ogrovejo, y la ilustró con un plano grabado
por el holandés Joseph M alder; dicho plano no es otro que el pri-
mero que grabara N olasco decorado ahora con las imágenes de
Santa Rosa, Santo Toribio, San Juan Evangelista y San Francisco
Solano, acompañados por animales ajenos a nuestra tierra, tales
como el camello y el león, entre otros.316 (Lámina 98)
El segundo plano de Nolasco, el de 1687, fue copiado por Bellín
con agregados para la publicación que hicieron Jorge Juan y A nto-
nio de Ulloa sobre su viaje a A mérica, en 1748.317 También sirvió
de modelo para muchos otros tratados hasta casi mediados del
siglo XIX.318
315
SAN CRISTOBAL, Antonio. Lima. Estudios de la Arquitectura Virreinal. Lima,
p. 113, 1992.
316
ECHAVE Y ASSU, Francisco. La estrella de Lima conver tida en sol sobre sus
tres coronas. Amberes, 1688.
317
ULLOA, Antonio de. Voyage historique del‘ Amerique meridionale fait par
ordre du Roy d‘ Espagne... Ámsterdam, 1752.
318
GUNTHER DOERING, Juan. Planos de Lima 1613-1983. Lima, p. 10, 1983.
291
292
Lámina 96.
Pl ano de l as mur al l as de l a Ciudad de l os Reyes.Fir mado por Pedr o Nol asco.Lima,1685.
Lámina 97.
293
Pl ano de l as mur al l as de l a Ciudad de l os Reyes.Fir mado por Pedr o Nol asco.Lima,1687.
294
Lámina 98.
Pl ano de l as mur al l as de l a Ciudad de l os Reyes.Gr abado por el hol andés Joseph Mal der .Amber es,1688.
Debemos reconocer, además, entre los aportes del fraile
mercedario, un tratado con láminas explicativas sobre la forma de
construir con tabiques, sustituyendo los muros; se refiere nada me-
nos que a la limeñísima quincha que comenzó a usarse después
del terremoto de 1687.319
Creemos que el legado gráfico de N olasco citado hasta el mo-
mento es suficiente para reconocerlo como el grabador más des-
tacado del siglo XVII. A parte de ello debemos de considerar lo ano-
tado por fray Víctor Barriga sobre los libros corales del convento
de La M erced de Lima, miniados por nuestro artista, que en fu-
turas investigaciones pueden darnos luces sobre su faceta como
pintor.320
319
I bídem.
320
BARRIGA, Víctor. El Templo de La Merced de Lima. Arequipa, p. 180, 1944.
321
COLMENARES FERNÁNDEZ DE CORDOVA, Felipe. El día deseado...Relación
de la solemnidad con que se estrenó la iglesia del Santo Cristo de los Milagros...
Lima, 1771.
295
Su pericia y buen gusto de la más fina arquitectura le proporcio-
naron el acierto.
Los altares del cuerpo de la iglesia son seis, todos uniformes, em-
bebidos en el muro principal, formados de dos arcos de mam-
postería, uno dentro de otro, sostenido de quatro columnas... [...]
El altar mayor es de la misma fábrica, compuesto de ocho co-
lumnas y quatro arcos que cierran en el medio al que contiene la
imagen del Señor, la que se elevó a una altura proporcionada a
la nueva fábrica [...] A todos los arcos les cubre una grande con-
cha que llega hasta la bóveda del edificio [...] Los altares están
pintados al óleo sobre una fuerte capa de yeso de distintos y her-
mosos colores, con los perfiles y remates dorados, como tam-
bién todo el cuerpo de la iglesia, las cornisas y molduras.
296
A l centro del libro encontramos una lámina grande, plegada,
grabada en cobre, que representa una magnífica perspectiva del
interior del templo de las Nazarenas, firmada: “ Joseph Vázquez Sculp
Lim. An1 1771” . Esta obra se suma a las ya estudiadas del gran
maestro grabador del siglo XVIII e incrementa su rica y variada ico-
nografía. (Lámina 99)
322
UNANUE, Hipólito. El Nuevo Camino al Callao. Lima, 1803.
323
VARGAS U., R. Op. cit.
297
Lámina 99.
Int er ior del t empl o del Sant o Cr ist o de l os Mil agr os.
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1771.
298
Gracias al apoyo de don Juan Luis de A liaga hemos podido
localizar en su colección de grabados una lámina donde es posi-
ble leer en la parte superior la siguiente inscripción: “ Plano de los
dos caminos nuevo y antiguo de Lima al Callao” , construido el prime-
ro por orden del Excmo. Sor. Virrey M arqués de Osorno. A ño de
1800. A ello sigue un plano topográfico del camino, un índice de
lugares importantes indicados en él; además cuatro dibujos que
marcan de izquierda a derecha la “ Portada nueva del Callao en la
muralla de Lima” , con excelente arco triunfal a la manera romana,
el plano de la “ Plaza de la Reina” , la “ Plaza del M arqués de Osorno” y
un suplemento del camino nuevo y paseos. En los ángulos infe-
riores los créditos son dados a A . Baleato como arquitecto y a
M arcelo Cabello como grabador. (Lámina 100)
En un libro publicado en Torino en 1860, por Don Giuseppe
Dávila Condemarín, aparece un grabado de la puerta de Lima al
Cal l ao, con l a si gui ente i nscr i pci ón: “ Come st ave pr i ma del l
Independenze” . Esta portada es a manera de arco triunfal romano,
compuesta de tres arcos en cuyo centro se lee: “ Imperate Carolo I-V
anno M DCCC” , sin firma. Creemos que es una copia del grabado de
M arcelo Cabello.324
Existe un documento fotográfico de 1856 del Instituto Fotográfi-
co Eugenio Courret donde nos es posible ver el arco que figura en el
grabado pero ya semidestruido, sin su segundo cuerpo. Otra refe-
rencia documental sobre el arco la encontramos en 1858 en el libro
de M anuel A tanasio Fuentes325 donde se incluye una litografía de
Julio Jullia con el plano de Lima, donde aún se aprecian las mura-
llas, la ubicación del arco en mención y la Plaza de la Reina, que
dio paso en 1874 a la Plaza Dos de Mayo con el monumento creado
por el arquitecto E. Gillaume y el escultor L. Cugno en París.326
324
DAVILA CONDEMARIN, Giuseppe. Cenni storici, geografici e statistici del
Peru. Torino, p. 44, 1860.
325
FUENTES, Manuel Atanasio. Estadística General de Lima. Lima, 1858.
326
CASTRILLON VIZCARRA, Alfonso. “ Escultura monumental y funeraria en
Lima” . En La Escultura en el Perú. Lima, Editorial del Banco de Crédito del
Perú, 1991.
299
300
Lámin a 100.
Pl ano de l os dos caminos nuevo y ant iguo de Lima al Cal l ao.Fir mado por Mar cel o Cabel l o.Lima,1801.
M arcel o Cabel l o y el grabado del proyecto del panteón
para el convento de San Franci sco el Grande de Li ma
327
UNANUE, Hipólito. Discurso sobre el panteón que se está construyendo en el
convento grande de San Francisco... Lima, 1803.
301
Lámin a 101.
Pl ano y vist a int er ior del pant eón del convent o de San Fr ancisco de Lima.Fir mado por
Mar cel o Cabel l o. Lima, 1803.
302
Capítulo VIII
Miscelánea
305
Escudos
328
TORRES RUBIO, Diego de. Ar te y Vocabulario en la Lengua General del Perú
l l amada Qui chua, y en l a l engua Español a. L ima, Imprenta de A ntonio
Ricardo, 1586.
329
BELVEDER, Juan de. Libro general de las reducciones de plata y oro de diferentes
leyes y pesos... Lima, Imprenta de Antonio Ricardo, 1597.
306
Lámin a 102.
Escudo del vir r ey Fer nando de Tor r es y Por t ugal .Anónimo.Lima,1586.
307
El tercer motivo heráldico supuestamente pertenece al autor del
libro don Juan de Belveder; es cuartelado en cuatro, con el cantón
diestro en gules y el siniestro con tres flores de lis; en la zona infe-
rior el cantón diestro lleva una torre y banderola con iniciales FC.
y el siniestro un caballo atado a un árbol. El timbre desarrollado
en un yelmo empenachado y par de dragones tenantes cuyas co-
las se enroscan en la punta. (Lámina 103)
Ya entrado el siglo XVII destacamos el escudo de la Universi-
dad más antigua de A mérica en su libro de las Constituciones y Or-
denanzas..., de 1602,330 publicado por A ntonio Ricardo en tiempo
del Virrey Luis de Velasco, donde ya vemos sus atributos caracte-
rísticos: el apóstol San M arcos, las columnas de H ércules con el
Plus Ultra bajo las tres coronas y la estrella de los Reyes M agos, y
en la punta del escudo la lima como fruto.
Por estas fechas también es de uso frecuente el escudo de Es-
paña; entre los tempranos en Lima lo ubicamos en el libro de fray
M iguel de A gia, impreso por A ntonio Ricardo en 1604: Tratado que
contiene...;331 con sus timbres característicos del águila bicéfala co-
ronada, el toisón de oro y las columnas con el Plus Ultra (Lámina
104). M ás adelante, ya en 1647 en el libro del agustino fray M i-
guel de A guirre, sobre Población de Baldivia...,332 se graba el escudo
real de Felipe IV a quien está dedicada la obra por su autor, que
era Calificador del Santo Oficio y Catedrático de Prima de Teolo-
gía Escolástica en la Real Universidad de los Reyes.
La nueva imprenta de Francisco del Canto da a la luz en 1607
el libro del contador Francisco Juan Garreguilla, natural de Va-
lencia, dedicado a la Real A udiencia de la Ciudad de los Reyes:
Libro de plata reducida...,333 donde encontramos un escudo muy
simple de la capital del virreinato enmarcado en un rectángulo
330
ANÓNIMO. Constituciones y Ordenanzas de la Universidad y Studio general
de la Ciudad de los Reyes del Piru. Lima, Imprenta de Antonio Ricardo, 1602.
331
AGIA, Miguel de. Tratado que contiene tres pareceres graves en derecho...
Lima, Imprenta de Antonio Ricardo, 1604.
332
AGUIRRE, Fray Miguel de. Población de Baldivia. Motivos y medios... Lima,
Imprenta de la Casa de Julián Santos de Saldaña, por Jorge López de Herrera, 1647.
333
GARREGUILLA, Francisco Juan. Libro de Plata reducida que trata de leyes
baias... Lima, Imprenta de Francisco del Canto, 1607.
308
Lámin a 103.
Escudo de ar mas de don Juan de Bel veder . Anónimo. Lima, 1597.
309
Lámin a 104.
Escudo Imper ial de España. Anónimo. Lima, 1604.
310
donde se ven las tres coronas de los Reyes M agos iluminadas por
la estrella de Belén. (Lámina 105)
Tres años más tarde, en 1610, fray Jerónimo de Valera pu-
blica Commentarii ac qvaestiones...,334 donde vemos un ejemplo
de la decoración de libros con el grabado del escudo de la or-
den religiosa a la que pertenece el autor. En este caso el escudo
de la orden franciscana, de forma oval, con tres campos o cuar-
teles, entado en punta, en el cuartel derecho las cinco llagas de
Cristo, en el izquierdo la cruz con los brazos de San Francisco
y Jesús cruzados sobre la cruz, y en la punta tres clavos. Tim-
brado con cartonería manierista coronada con querubín y par
de aves. (Lámina 106)
Tenemos que esperar a la fecha de 1613 para encontrar el pri-
mer escudo grabado firmado por su autor. Es en este año que la
imprenta de Pedro Merchán publica el libro de fray Martín de León
sobre la Relación de las exequias...de la reina Nuestra S. Doña M argari-
ta...335 donde aparte de figurar el primer túmulo efímero llevado a
la estampa en Lima, que ya tratáramos en su apartado correspon-
diente, ubicamos en la portada el escudo del virrey Juan de
M endoza y Luna, quien encargó las exequias de la reina, firmado
por fray Francisco Bejarano, agustino formado en el taller del ita-
liano M ateo Pérez de A lesio. El escudo es compuesto, medio cor-
tado y partido, mitad diestra aspada con la inscripción: AVE M A-
RIA y la siniestra cortada con luna menguante en el cantón supe-
rior y en plata el inferior, todo bordeado con cartonería manieris-
ta. Lleva por timbre en la parte superior una corona de marqués.
Como ornamentos externos al motivo heráldico, dentro de la por-
tada del libro vemos en la parte superior del grabado el título de
la obra enmarcada igualmente en cartonería manierista de donde
penden de hilos, a ambos lados del escudo del virrey, medallones,
334
VA L ERA , Fray Jerónimo de. Commentar i Ac Qvaesti ones i n Uni ver san
Aristotelis... Lima, Imprenta de Francisco del Canto, 1610.
335
LEÓN, Fray Martín de. Op. cit., 1613.
311
Lámin a 105.
Escudo de l a Ciudad de l os Reyes. Anónimo. Lima, 1607.
312
Lámin a 106.
Escudo de l a or den f r anciscana. Anónimo. Lima, 1610.
313
uno con el sol radiante y el otro con corazón saetado; este último
lleva además la inscripción: CHARITATETVA .
En la zona inferior, con similar marco al título de la obra,
la leyenda con la dedicatoria al virrey y la firma: Fr. Francisco
debexarano, Augustiniensis scudebat . Lima anno 1612. (Lámina 107)
Como hemos visto en el siglo XVII , a la frecuencia de la heráldica
real en ornamentación de los libros limeños les sigue la de los bla-
sones de los virreyes gobernantes de estas tierras como el mencio-
nado líneas atrás, al que sumaremos el que figura en el libro de
Alonso de Huerta: Arte de la Lengua quechua...,336 del virrey M arqués
de Montesclaros. Asimismo el del virrey Príncipe de Esquilache, en
el libro de Francisco de Borja, Tassa y ordenanzas para el Reino de Chi-
le,337 impreso por Merchán, donde aparece, además, el escudo real.
Hemos seleccionado entre los escudos de arzobispos de Lima de
este siglo XVII el que figura en el libro Constituciones Synodales...338 del
ilustrísimo arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero, publicado por la im-
prenta de del Canto en 1614. En la portada se grabó en cobre el bla-
són del prelado, enmarcado en recuadro rectangular decorado con
cartonería de volutas y flores. El escudo se encuentra bordeado con
la inscripción: AVE M ARIA GRATIA PLENA DOM INVS y está
cuartelado en aspa por espada y bastón. En el cuartel superior lleva
una torre y en el inferior veros; en el cuartel diestro un ave y en el
siniestro dos cuadrúpedos al pie de un árbol. El timbre marca su dig-
nidad eclesiástica con una cruz y sombrero de donde penden seis
borlas a cada lado (Lámina 108). Ya en el siglo XVIII podemos men-
cionar el escudo de arzobispo de Lima Melchor de Liñán y Cisneros,
firmado por fray Miguel Adame, que figura en el libro del licenciado
Miguel Sáenz Cascante: Historia Panegírica de San Gregorio...339
336
HUERTA, Alonso de. Arte de la lengua quechua general de los Yndios de este
Reyno del Perú. Dirigido al Ilustrísimo Señor Don Bartolomé Lobo Guerrero...
Lima, Imprenta de Francisco del Canto, 1616.
337
BORJA, Francisco de. Tassa y ordenanzas para el Reyno de Chile fechas...
Lima, Imprenta de Pedro Merchán y Calderón, 1620.
338
LOBO GUERRERO, Bartolomé. Constituciones Synodales del Arzobispado de
los Reyes en el Pirv. Lima, Imprenta de Francisco del Canto, 1614.
339
SAENZ CASCANTE, Miguel. El Thaumaturgo. Historia Panegérica de San
Gregorio. Lima, Imprenta de Jerónimo Contreras, 1703.
314
Lámin a 107.
Escudo del vir r ey Juan de Mendoza y Luna.
Fir mado por Fr ancisco Bej ar ano. Lima, 1612.
315
Lámin a 108.
Escudo del ar zobispo Bar t ol omé Lobo Guer r er o. Anónimo. Lima, 1614.
316
En el siglo XVIII es posible ver una mayor cantidad de obras
calcográficas firmadas por sus autores. En lo que respecta a los
grabados de temas heráldicos, la mayoría corresponden a los bla-
sones de los virreyes de la dinastía borbónica. Buenos ejemplos
de lo dicho son los escudos del virrey don M anuel de Oms y San-
ta Pau, marqués de Castell-dos-Rius, firmado por M iguel A dame,
publicado en 1708 y el del virrey don A gustín de Jáuregui y
A ldecoa, firmado por José Vázquez, publicado en 1783.
Pedro de Peralta y Barnuevo, tres veces rector de la Universi-
dad Nacional M ayor de San M arcos, fue un destacado polígrafo y
poeta limeño (1663-1743) cuya pluma abordó temas de astronomía,
historia, matemáticas, ingeniería, derecho. Tanto abarcó en sus es-
critos que no pudo ser mas acertado el bautismo dado por Luis Al-
berto Sánchez en su monografía sobre el autor: El Doctor Océano.340
M uchos de los libros de Peralta fueron ilustrados con grabados del
buril de fray Miguel Adame, entre ellos el libro Lima Triunfante, pu-
blicado en Lima en 1708, donde aparece el grabado del escudo del
virrey Castell-dos-Rius a quien está dedicada la obra.
Este personaje, de singular importancia en la época, era pro-
cedente de una antigua casa de Cataluña, a quien le había corres-
pondido presentar al rey Luis XIV de Francia el testamento de Car-
los II de España. En este testamento nombraba heredero de la co-
rona a Felipe de A njou, el futuro Felipe V , con el que se inicia la
dinastía borbónica en el trono español. En esta obra aparece el es-
cudo de armas del virrey firmado por Adame y es el mismo que se
aprecia en la pintura que se conserva de él en el M useo N acional
de A ntropología, A rqueología e H istoria del Perú. El grabado se
desarrolla a toda página con un escudo ovalado y cuartelado,
enmarcado en cartonería mixtilínea y palmas. Como timbre una
corona de marqués y un felino con banderola y filacteria con ins-
cripción: QUIEN M ENOS EN TI TUVIERE VIVIRA QUANDO
M URIERE. (Lámina 109)
El segundo escudo que mencionáramos como buen ejemplo de
grabado heráldico de la época es el del virrey don A gustín de
340
SÁNCHEZ, Luis Alberto. El Doctor Océano. Lima, 1967.
317
Lámin a 109.
Escudo del vir r ey don Manuel de Oms y Sant a Pau,mar qués de
Cast el l -dos-Rius. Fir mado por Miguel Adame. Lima, 1708.
318
Jáuregui y A ldecoa, Caballero de la Orden de Santiago, que figura
en el libro salido de la pluma de Ramón A rgote y Gorostiza: Cartel
del certamen... recibimiento del Virrey Jáuregui...,341 donde también
ubicamos el retrato del gobernante ya comentado en el acápite co-
rrespondiente. Ambas estampas están firmadas por uno de los me-
jores grabadores del siglo XVIII, José Vázquez, y realizadas con gran
limpieza de buril y corrección de dibujo.
El escudo del virrey Jáuregui firmado en 1781 es de borde
mixtilíneo, con cenefas decoradas con estrellas, cuartelado, con
decoración de cuatro rombos en el cuartel superior diestro, y ban-
das terciadas y tres corazones en el siniestro; en el diestro inferior
se ven par de veneras y en el siniestro torre y cinco estrellas. Lleva
por timbre corona de marqués, banderolas, trompetas y cañones,
y asoma por detrás del escudo las cuatro puntas de la cruz de San-
tiago. (Lámina 110)
En al gunos l i br os d el si gl o XV I I I l os nobl es cr i ol l os d e
representatividad en el poder político también acostumbraban a in-
cluir sus blasones grabados en los libros escritos o financiados por
ellos con loas a la llegada de los nuevos gobernantes. Un buen ejem-
plo de ello es el dedicado al virrey Amat: El nuevo héroe de la fama...,342
escrito por el marqués de Casaconcha y otros, donde figura el gra-
bado del escudo de este marqués. Según podemos deducir del libro
de Paul Rizo-Patrón: Linaje, Dote y Poder,343 el nombre del marqués
de esta fecha debió ser M elchor de Santiago-Concha Errazquin,
quien fuera Oidor de Charcas, Chile y más adelante de Lima.
El escudo del marqués de Casaconcha está dividido en ocho cuar-
teles, todo terciado en faja y los dos tercios inferiores terciados en
palo. En los dos cuarteles superiores o del jefe lleva las siguientes
figuras: en el diestro un brazo con espada y en el siniestro un león
rampante. En los cuarteles de la faja un pez, tres franjas angulares y
341
ARGOTE Y GOROSTIZA, Ramón. Cartel del Certamen...recibimiento del Virrey
Jáuregui... Lima, Imprenta de los Niños Huérfanos, 1783.
342
CASACONCHA, M arqués de; et al. El nuevo héroe de la fama...recibimiento
del Vir rey Amat... Lima, Imprenta de los Niños Huérfanos por J.J. González
Cossio, 1761.
343
RIZO-PATRON, Paul. Linaje, Dote y Poder. la Nobleza en Lima de 1700 a
1850. Lima, 2000.
319
Lámin a 110.
Escudo del vir r ey don Agust ín de Jáur egui y Al decoa.
Fir mado por José Vázquez. Lima, 1781.
320
una torre. En los cuarteles del tercio inferior o de la punta vemos en
el cantón diestro un río, en el del centro campo con tres árboles y en
el siniestro un león rampante. Por timbres lleva una corona de mar-
qués, banderas, trompetas y cañones. En la zona inferior, aparte del
escudo se aprecia una cinta con la siguiente inscripción: Carolus a
Zelada Peruanus Aurifex fecit. Anno 1762. (Lámina 111)
El mismo año de 1762 Carlos Zelada firma la estampa del tú-
mulo de las exequias de don Juan de Castañeda Velázquez y
Salazar, Obispo de Panamá y del Cusco, así como su escudo, que
ilustran el libro de Isidro Ortega y Pimentel.344
En el siglo XIX la figura más representativa en el arte del graba-
do es M arcelo Cabello. Él también realizó estampas de escudos,
como la utilizada por el Colegio de A bogados de Lima, de 1808,
cuya fundación definitiva se realizó en época del virrey Fernando
de Abascal, cuando Vicente Morales Duárez obtuvo la sanción real
en el viaje que realizó en 1810 a España, como diputado segundo
de la junta directiva.
En la colección A liaga hemos podido comprobar en un peque-
ño libro bajo el título: M atrícula del Ilustre Colegio de Abogados de Lima,
heroica y esforzada ciudad de los libres para el año de 1841,345 que aún
se usa por estos años el escudo que realizara Cabello en 1808, con
su firma, sólo que por estas fechas en lugar de la corona aparece el
sol radiante de la República. El escudo original está formado por
una rama de olivo y una de laurel enlazados en la zona superior
por una filacteria con la inscripción: “ orar..unt..causas..me..luis..” ;
en el campo un libro sostenido por nubes y resplandores, sobre la
cual va una espada y el caduceo y en la parte superior una corona.
(Lámina 112)
Según documentos de H acienda de la época en Lima, Cabello
trabaja entre 1822 y 1825 para el gobierno y es el encargado de
grabar el escudo nacional para el papel sellado oficial.346
344
ORTEGA Y PIM ENTEL, Isidro. Relación de las exequias de D. Juan de
Castañeda Velázquez y Salazar. Lima, Imprenta de la Calle de la Coca, 1763.
345
ANÓNIMO. Matrícula del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, Heroica y
Esforzada Ciudad de los Libres. Lima, 1841.
346
GJURINOVIC, Pedro. “ El autor del escudo nacional” . En El Comercio. Lima, p.
A2, 13 de agosto de 1982,
321
Lámin a 111.
Escudo del mar qués de Casaconcha.
Fir mado por José Car l os de Zel ada. Lima, 1762.
322
Lámin a 112.
Dos escudos del Col egio de Abogados de Lima, con l a f ir ma de Mar cel o Cabel l o. Lima, 1808 y 1841.
323
Contemporáneo de Cabello es un grabador llamado Domingo
A yala del que se tienen escasas noticias y pocas obras documen-
tadas, entre ellas las estampas religiosas de San Antonio de Padua,
Cristo Pobre y la Virgen de Characato, estudiadas en su acápite
correspondiente, fechadas en 1805, a las que sumamos un plano
de la batalla de Vilcapujio de 1813 y el escudo del Regimiento de
Concordia del Perú, de 1811, ubicado en el libro de fray Ignacio
González Bustamante.347 Este último grabado muestra el escudo,
de campo circular con par de manos estrechándose, rodeadas por
cenefa con inscripción: “ Concordia Española del Perú” y por timbre
par de banderas, laureles y espadas cruzadas, además de la firma
del autor. (Lámina 113)
347
GONZALES BUSTAMANTE, Fray Ignacio. Sermón de acción de gracias por
la instalación del ilustre Regimiento de Concordia del Perú. Lima, Imprenta de
los Niños Expósitos, 1811.
348
GÁ L L EGO, A ntoni o. Op. ci t., p. 269, 1979. Ver tambi én CA RRETE
PARRONDO, Juan. Op. cit., p. 441, 1996.
324
Lámin a 113.
Escudo del Regimient o de Concor dia Español a del Per ú.
Fir mado por Domingo Ayal a. Lima, 1811.
349
BAKULA, Juan Miguel. “ Visión Cartográfica del Perú y América: mapas originales
(siglos XVI , XVII , XVIII )” . En Catálogo de exposición en la galería del Banco
Continental de Miraflores. Lima, julio-agosto, p. 14, 1993.
350
UNANUE, Hipólito. Guía Política y Eclesiástica y Militar del Virreinato del
Perú. Lima, 1793.
325
Plano del Virreinato del Perú. A rreglado a algunas observacio-
nes astronómicas y varios planos particulares de las Intenden-
cias y Partidos que comprende. H echo de orden del Exmo. Sor.
Virrey Fr. Dn. Franco. Gil y Lemos. A ño de 1792...
326
Lámin a 114.
Mapa del Vir r einat o del Per ú. Fir mado por José Vázquez. Lima, 1792.
327
Catedrático de Prima de M atemáticas en la Universidad de San
M arcos, Cosmógrafo y Contador M ayor,352 donde vemos un gra-
bado firmado por M arcelo Cabello al pie del cual se lee:
Carta esférica que representa las fases del eclipse de sol central y
anular que sucederá el 16 de junio de 1825, en todas las regiones
de la tierra donde es visible... (Lámina 115)
352
PAREDES, José Gregorio. Calendario y Guía de Forasteros de Lima para el
año de 1825. Lima, Imprenta del Estado, 1825.
353
RIVILLA BONET Y PUELLO, José de. Desvíos de la naturaleza o tratado del
origen de los moustros. Lima, 1695.
354
PERALTA BARNUEVO, Pedro de. Lima Fundada o Conquista del Perú. Poema
heroico... Lima, 1732. Ver también SÁNCHEZ, Luis A. Op. cit., p. 285, 1967.
328
Lámin a 115.
Cart a esf érica que represent a l as f ases del ecl ipse de sol ocurrido
el 16 de j unio de 1825. Fir mado por Mar cel o Cabel l o. Lima, 1825.
329
Lámin a 116.
Niño f enómeno nacido en Lima. Anónimo. Lima, 1695.
330
antecedente de lo que serían más adelante los modernos periódi-
cos. Los temas eran muy variados y estaban dirigidos a saciar la
curiosidad de las gentes; entre ellos los sucesos insólitos, tales como
el nacimiento de monstruos, en algunos casos las noticias llega-
ban a lo inefable y fantasioso con monstruos nacidos en tierras
lejanas como Turquía. En otros con hechos verdaderos y reales
como el acaecido en Tortosa, en 1634, donde nació un niño con
dos cabezas, tres brazos y otras tantas piernas, el que fue llevado
a la estampa en una Relación impresa en Valencia por M iguel
Sorolla.355
M arcelo Cabello, un grabador del epílogo virreinal, es el en-
cargado de inaugurar en la temática del grabado local un nuevo
género: la caricatura política, ya que será el primero que incursiona
en este campo en 1826. En la colección Porras de la Biblioteca N a-
cional del Perú existe una lámina alusiva al Sitio del Fuerte del
Real Felipe en el Callao, donde satiriza por medio de imágenes y
leyendas a Rodil y a sus adeptos criollos. El jefe realista aparece
en traza quijotesca acompañado de su edecán Chicolillo, de Aznar,
su segundo, de A laix, de Diego A liaga, el médico Pezet, el perio-
dista Rico, Tagle, entre otros personajes de la política del momen-
to, españoles y patriotas claudicantes.356 (Lámina 117)
355
CARRETE PARRONDO, Juan. Op. cit., p. 313, 1996.
356
PORRAS BARRENECHEA, Raúl. Op. cit., p. 160, 1963.
331
332
Lámin a 117.
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