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HUGO QUINTERO BERNATE

Magistrado Ponente

SP2053-2022
Radicado No. 51325
Acta No. 127

Bogotá, D. C., ocho (08) de junio de dos mil veintidós


(2022)

ASUNTO

Procede la Sala a resolver el recurso extraordinario de


casación interpuesto por el defensor de los procesados JOHN
JAIRO SANTANA MUÑOZ y JORGE ARIEL MELO AMADOR,
contra la sentencia emitida el 12 de julio de 2017 por la Sala
Penal del Tribunal Superior de Bogotá, mediante la cual revocó
el fallo absolutorio proferido el 8 de agosto de 2014 por el
Juzgado 22 Penal del Circuito con Función de Conocimiento
de la misma ciudad y, en su lugar, condenó a los procesados
como coautores de tentativa de homicidio en concurso
homogéneo.
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NI. 51325
CASACIÓN
JORGE ARIEL MELO AMADOR Y OTRO

HECHOS

La segunda instancia los planteó de la siguiente


manera:

“Aproximadamente a las 12 y 30 de la madrugada del 22 de abril


de 2012, en el bar razón social “Scorpions”, ubicado en la calle 8A
con carrera 78 barrio Castilla de esta ciudad, se presentó una riña
en la que fueron propinadas con arma cortopunzante varias
heridas tanto a Juan David Martínez Gamboa, como a Johan
Stiven Blanco Gómez, quienes se encontraban ingiriendo bebidas
alcohólicas en el lugar, acompañados de varios amigos. Por dichas
lesiones, infringidas al primero en la zona abdominal y al segundo
en la región dorsal lumbar, los ciudadanos recibieron atención
médica inmediata en aras a preservar su vida. A la postre,
ameritarían una incapacidad médico-legal provisional de 50 días
para Martínez Gamboa y de 40 días provisional para Blanco
Gómez, según los dictámenes médico-legales de los galenos
adscritos al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses. Por esos hechos se acusó a JOHN JAIRO SANTANA
MUÑOZ Y JORGE ARIEL MELO AMADOR, como participes de la
reyerta y causantes de las heridas descritas”.

ACTUACIÓN PROCESAL

El 6 de junio de 2012 ante el Juzgado 24 Penal


Municipal con Función de Control de Garantías de Bogotá y
el 4 de agosto de 2012 ante el Juzgado 34 Penal Municipal
con Función de Control de Garantías de Bogotá se
cumplieron las audiencias preliminares contra JORGE
ARIEL MELO AMADOR y JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ,
respectivamente, en las cuales (i) se legalizaron sus
capturas, (ii) la Fiscalía les imputó el delito de homicidio

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agravado, en la modalidad de tentativa, en concurso


homogéneo, de conformidad con los artículos 27, 31, 103 y
104, numerales 4 y 7, del Código Penal, y, a solicitud de la
Fiscalía (iii) se les impuso medida de aseguramiento en
establecimiento carcelario.

La Fiscalía General de la Nación presentó escritos de


acusación el 9 de agosto de 2012, en contra de JORGE
ARIEL MELO AMADOR, y el 10 de septiembre de 2012, en
contra de JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ, los cuales
correspondieron al Juzgado 22 Penal del Circuito de Bogotá,
donde el 14 de diciembre del mismo año la Fiscalía formuló
acusación en contra de los procesados por el delito de
homicidio en la modalidad de tentativa y en concurso
homogéneo.

En sesión realizada el 2 de abril de 2013, ese juzgado


llevó a cabo audiencia preparatoria, y en distintas sesiones
que culminaron el 4 de julio de 2014, se adelantó audiencia
de juicio oral.

El Juzgado 22 Penal del Circuito de Bogotá emitió


sentencia el 8 de agosto de 2014, mediante la cual absolvió
a JORGE ARIEL MELO AMADOR y JOHN JAIRO SANTANA
MUÑOZ, por lo que la Fiscalía interpuso y sustentó el
recurso de apelación.

La Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, en


decisión del 12 de julio de 2017, revocó la sentencia de
primera instancia para, en su lugar, condenar a JORGE
ARIEL MELO AMADOR y JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ

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como coautores de homicidio, en grado de tentativa y en


concurso homogéneo, a la pena de 136 meses de prisión e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo lapso de la pena principal.

En contra de la sentencia de segunda instancia el


defensor de los procesados interpuso y sustentó el recurso
extraordinario de casación, el cual fue admitido mediante
auto del 11 de junio de 2019, en el que también se fijó fecha
para audiencia de sustentación, la que se llevó a cabo el 18
del mismo mes y año.

SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Para sustentar su decisión, el juzgador de primer grado


realizó el siguiente análisis:

Consideró que la materialidad de la conducta estaba


demostrada, porque el 22 de abril de 2012 se atentó en
contra de la vida de JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA y
JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, con armas
cortopunzantes, lo cual causó heridas en su humanidad,
exactamente en su abdomen y espalda, respectivamente.

Manifestó que lo dicho por JUAN DAVID MARTÍNEZ


GAMBOA en su declaración, sobre la identificación de los
procesados como los responsables de los delitos, resultaba
de escaso valor probatorio, porque los hechos ocurrieron en
una vía pública con limitada iluminación y a altas horas de
la noche, sumado a que este se encontraba al momento de
los hechos bajo el influjo del alcohol.

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Arguyó que el declarante MARTÍNEZ GAMBOA


realmente no pudo ver el arma cortopunzante que portaba el
agresor y con la cual fue lesionado, porque refirió en su
declaración que había sentido un golpe en el estómago.

Indicó que las demás declaraciones no eran claras ni


coherentes como para señalar la participación de JORGE
ARIEL MELO AMADOR y JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ en
las agresiones de las víctimas, porque varios de los
deponentes variaron espontáneamente sus versiones
iniciales. Asimismo, agregó que no existieron problemas
anteriores entre los procesados y las víctimas como para
establecer una animadversión entre ellos.

Afirmó que los testimonios no dan cuenta con certeza


quién era la persona a la que le decían “El Pájaro”, pese a
que algunos deponentes señalan a JOHN JAIRO SANTA
MUÑOZ con ese apodo, pues algunos de los testigos no
reconocieron a esa persona en juicio y se infiere que quien
utiliza ese apelativo continúa frecuentando los
establecimientos comerciales del barrio Castilla.

Aseguró que existen contradicciones entre las


declaraciones dadas por las víctimas, sobre todo en relación
con la ubicación espacial de los hechos.

Señaló que el dueño del bar Scorpions no vinculó a los


procesados con las personas que hicieron parte de la riña, ni
mucho menos con quienes agredieron a los jóvenes.

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Resaltó lo señalado en la declaración por Álvaro Julián


Escobar Cáceres, en cuanto a que en el momento de los
hechos él estaba con los procesados y acudieron al bar
Scorpions a comprar unos cigarrillos, momento en el que
ocurrió la riña, pero sus compañeros no participaron en la
pelea.

Indicó que en el reconocimiento fotográfico realizado


por MARTÍNEZ GAMBOA y GALLEGO ESPAÑA la fiscalía
incumplió con lo previsto en el artículo 252 de la Ley 906 de
2004, pues nunca se realizó la identificación en fila de
personas, por lo que no se podía tener certeza sobre la
identidad de los coautores de los delitos estudiados.

Por todas las razones expuestas y, en concreto, con


fundamento en los testimonios de LORENZO TEÓFILO PÁEZ
BARAHONA, JOSÉ PINEDA MÉNDEZ y ÁLVARO JULIÁN
ESCOBAR, concluyó que existían serias dudas en torno a la
responsabilidad de los enjuiciados.

DECISIÓN IMPUGNADA

Para sustentar su decisión, la Sala Penal del Tribunal


Superior de Bogotá, presentó los siguientes argumentos:

Consideró que de lo atestiguado por JUAN DAVID


MARTÍNEZ GAMBOA y JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ se
puede concluir que las personas que atentaron en contra de
la vida de las víctimas el 22 de abril de 2012, en el barrio
Castilla, en inmediaciones del bar Scorpions, fueron JOHN

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JAIRO SANTANA MUÑOZ, alias “El Pájaro”, y JORGE ARIEL


MELO AMADOR, alias “Diomedes”.

Manifestó que JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA


identificó de manera directa a los procesados, cuando en
juicio dijo que SANTANA MUÑOZ fue quien le propinó la
puñalada en el estómago y MELO AMADOR fue quien le
asestó varias puñaladas a su amigo BLANCO GÓMEZ.

Además, indicó que, a pesar de que JOHAN STIVEN


BLANCO GÓMEZ no logró reconocer a la persona que lo
agredió a él o a su amigo JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA,
sí declaró que los individuos apodados “El Pájaro” y
“Diomedes” eran reconocidos como personas de pelea y
hacían parte del grupo que llegó a agredirlos esa noche.

Arguyó que no se demostró que la ingesta de alcohol


por parte de MARTÍNEZ GAMBOA anulara la función de sus
sentidos, sumado a que el nivel de alicoramiento de una
persona no es suficiente para inferir su incapacidad para
percibir la realidad, por lo que no es posible demeritar su
declaración por esa razón.

Expresó que la discordancia que observó en el relato


de JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA se explica en que en
la declaración de los hechos realizada extra juicio sintió
miedo, circunstancia que no podía desconocer, porque dicho
temor resultaba conteste con la gravedad de las agresiones.

Aseguró que el reconocimiento que realizó JUAN DAVID


MARTÍNEZ GAMBOA fue ratificado con el señalamiento en

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audiencia de juicio oral de JORGE ARIEL MELO AMADOR,


como alias “Diomedes”, y de JOHN JAIRO SANTANA
MUÑOZ, como alias “El Pájaro”.

Consideró que SANTANA MUÑOZ y MELO AMADOR


son coautores de las conductas endilgadas, porque
pertenecían al colectivo denominado combo de Castilla que
el 22 de abril de 2012 llegaron al lugar con el propósito de
agredir a un grupo de amigos que departían en el bar
Scorpions, entre los cuales se encontraban las víctimas.

Por las anteriores razones, declaró a los procesados


responsables, en calidad de coautores, de los delitos de
homicidio en la modalidad de tentativa cometidos en contra
de JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA y JOHAN STIVEN
BLANCO GÓMEZ.

LA DEMANDA

Al amparo del numeral 3º del artículo 181 de la Ley 906


de 2004, el defensor manifiesta que la sentencia de segunda
instancia incurrió en violación indirecta de la ley sustancial,
por el manifiesto desconocimiento de las reglas de
apreciación de la prueba, al razonar contrario a los
presupuestos que inspiran la sana crítica e inobservar el
contenido de los artículos 379, 380, 402, 404 de la Ley 906
de 2004, aplicar indebidamente los artículos 9, 10, 11, 12,
15, 27, 29 y 103 del Código Penal y dejar de aplicar el
artículo 29, numeral 3 de la Constitución Nacional y los
artículos 7 y 381 de la Ley 906 de 2004, porque existe duda
probatoria y, por lo tanto, debe absolverse a sus defendidos.

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Indica que su inconformidad no se relaciona con el


análisis de la materialidad de las conductas punibles, pues
eso quedó demostrado, sino con la responsabilidad penal
endilgada indebidamente a los enjuiciados en segunda
instancia, donde debió reconocerse el principio de in dubio
pro reo, como lo estimó la juez de primera instancia, al no
hallar fundamento probatorio para conocer quién o quiénes
fueron las personas que les causaron la heridas a JUAN
DAVID MARTÍNEZ GAMBOA y a JOHAN STIVEN BLANCO
GÓMEZ.

Extracta apartes de las declaraciones de LORENZO


TÉOFILO PÁEZ BARAHONA, JAIDER JAVIER OLIVERA
ROMERO, BREINER JAIR NOVOA MURRILLO, JOHAN
STIVEN BLANCO GÓMEZ, FABIO ORLANDO ALONSO
SÁNCHEZ, los que compara con el dicho de la víctima JUAN
DAVID MARTÍNEZ GAMBOA, a quien considera como el
único testigo al que le dio credibilidad el juzgador, para
indicar que existieron contradicciones e incoherencias que
inobservó la instancia y, por lo tanto, se quebrantaron los
postulados de la reglas de la experiencia y el sentido común.

Precisa que el Tribunal extracta de la declaración de


MARTÍNEZ GAMBOA 6 hechos jurídicamente relevantes, así:
(i) el ingreso por primera vez de alias el PÁJARO, al bar
Scorpions, la noche del 22 de abril de 2012 y su expulsión
por parte del dueño del bar; (ii) el regreso de ese personaje,
a los 5 o 10 minutos en compañía de otras personas y el
comienzo de las agresiones de estos con quienes compartía
JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA; (iii) la lesión ocasionada,

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en medio de la reyerta, a JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA;


(iv) el ataque de alias DIOMEDES a JOHAN STIVEN BLANCO
GÓMEZ; (v) la retención de los acusados para ser llevados a
la Clínica de Occidente, donde fueron señalados por algunos
de los testigos; y, (vi) el reconocimiento fotográfico.

Manifiesta que no está de acuerdo con el Tribunal por


darle plena credibilidad al testimonio de JUAN DAVID
MARTÍNEZ GAMBOA, quien para el momento de los hechos
estaba bajo el influjo de sustancias alcohólicas y
estupefacientes, porque con ello transgredió la regla de la
experiencia de que “la percepción de quien no ha ingerido
alcohol es mucho mejor de quien está bajo el efecto del alcohol
etílico”, por lo que debió creerle a LORENZO TEÓFILO PAÉZ
BARAHONA, dueño del bar donde sucedieron los hechos,
quien no ingirió licor y pudo vivenciar las circunstancias que
rodearon los hechos y narrarlos sin prevención alguna, por
no tener interés en el proceso e, incluso, ser amigo de los
padres de las víctimas.

Descarta la posibilidad de que JUAN DAVID MARTÍNEZ


GAMBOA hubiera podido reconocer a quien en audiencia
señaló como la persona que entró al bar y luego regresó al
establecimiento, en compañía de otros, para agredir a su
grupo de amigos, porque, si bien lo individualizó como alias
“El Pájaro”, narizón, alto y delgado, lo cual coincide con lo
que declaró LORENZO TEÓFILO PÁEZ BARAHONA, este
último testigo y JAIDER JAVIER OLIVERA ROMERO fueron
contestes al afirmar que “El Pájaro”, quien ingresó al bar y
fomentó las agresiones y problemas en el barrio, es alguien
diferente, aunado a que refirieron que pocos meses después

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de los hechos, cuando los procesados estaban detenidos,


vieron a los causantes del problema deambular por el barrio.

Rechaza la probabilidad de que MARTÍNEZ GAMBOA,


ubicado a cuadra y media del sitio donde era apuñalado su
amigo JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, haya podido ver la
cara del agresor, pero no la ropa que vestía, pues las reglas
de la experiencia establecen la imposibilidad de visualizar un
rostro a más de 100 metros.

Asevera que el Tribunal no decantó la credibilidad de


MARTÍNEZ GAMBOA, a pesar de la impugnación de
credibilidad que había suscitado, con base en la exposición
rendida ante los investigadores, en la que solo expuso que el
atacante vestía de negro, mientras que, en el juicio, además
de referir otras características físicas, agregó que usaba
capota y gorra que le tapaba la cabeza, lo que hace
“virtualmente imposible establecer de qué color es su cabello”.

Acusa la transgresión del principio lógico de no


contradicción, según el cual, “un único hecho no puede
suceder en dos lugares distintos y distantes”, lo que
demuestra con el dicho de las víctimas, dado que mientras
MARTÍNEZ GAMBOA dijo que el ataque propinado a su
amigo JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ sucedió a cuadra y
media del bar, las víctimas afirman que las tres puñaladas
las recibió en su espalda, en momentos en que se hallaba en
la entrada del establecimiento.

Resalta que el padre de la víctima menor de edad


reconoció a JOHN JAIRO SANTANA como alias “Diomedes”,

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lo que confunde aún más la individualización que se hizo


desde la investigación.

Advierte que el hallazgo de los procesados a poca


distancia del sitio donde habían ocurrido los hechos,
departiendo tranquilamente, no fue analizado por el ad quem
desde el sentido común, en el entendido de que, ante unos
hechos tan graves en los que dos personas casi pierden la
vida, lo obvio es que huyeran y evitaran su identificación y
captura.

Por lo anterior, indica que el Tribunal tergiversó lo


ocurrido porque en el libro de población de la Policía,
incorporado por FABIO ORLANDO ALONSO SÁNCHEZ, se
registró a JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ, alias “Diomedes”,
y a JORGE ARIEL MELO AMADOR como amigos, y testigos
de que alias “El Pájaro” fue el causante de las lesiones
infringidas a JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA. Entonces,
aduce que los jóvenes encontrados en el parque pasaron de
testigos a ser capturados, imputados, acusados y
condenados.

Considera contradictorio que MARTÍNEZ GAMBOA


declarara que alias “El Pájaro” ingresó a pelear con el dueño
del bar y, por el contrario, su amigo JOHAN ESTIVEN
BLANCO GÓMEZ afirme que entró al establecimiento para
atacar a BREINER, toda vez que el sitio fue descrito, por
todos los testigos, como demasiado pequeño, lo que
posibilitaba la vista de lo que ocurría.

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Manifiesta que no está de acuerdo con la forma en que


el Tribunal construyó la coautoría a partir de un indicio no
probado, consistente en que JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ
ingresó primero al negocio y, con ello, dar por cierto que este
y su combo denominado “el Candado de Castilla”, fueron los
que cometieron los delitos.

Expone que el Tribunal analizó indebidamente los


reconocimientos fotográficos practicados el 8 y el 15 de mayo
de 2012, porque de su análisis derivó el señalamiento de
JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ, alias “El Pájaro”, y JORGE
ARIEL MELO AMADOR como los coautores de los hechos,
porque, en principio, consideró que no eran pruebas
demostrativas de la responsabilidad de los procesados por
incumplimiento a los presupuestos del artículo 253 de la Ley
906 de 2004 y, finalmente, los tuvo como medio de
convicción, por el señalamiento puntual que hizo MARTÍNEZ
GAMBOA en la audiencia de juicio oral, olvidando que la
credibilidad de ese testigo frente a la percepción directa de
los hechos había sido impugnada, lo que impedía desligar
los reconocimientos que hizo de las contradictorias
declaraciones rendidas por el mismo.

Solicita que la sentencia de primera instancia sea


acogida por la Corte, porque determinó con acierto las serias
contradicciones de los testigos de cargo y concluyó que existe
duda sobre la responsabilidad de los acusados, en oposición
a lo considerado por el Tribunal, en donde se condenó a los
procesados con un testimonio único contradictorio y
desvirtuado por los demás medios de prueba.

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Asegura, luego de reconstruir los hechos, que la noche


del 22 de abril de 2012 las personas que departían en el bar
Scorpions y sus alrededores, luego de la riña mencionaron a
alias “El Pájaro” y a alias “Diomedes”, sin existir claridad de
que ellos eran JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ y JORGE
ARIEL MELO AMADOR.

Por último, solicita se case la sentencia y, en


consecuencia, se absuelva a los procesados, por aplicación
del principio de in dubio pro reo, consagrado en el artículo 7º
del Código Procesal Penal.

AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN

1. La defensa de los procesados reitera la necesidad de


tener en cuenta los 6 hechos jurídicamente relevantes, para
determinar que el Tribunal incurrió en error por falso
raciocinio, toda vez que el testigo único en el que se
fundamentó la sentencia incurrió en múltiples
contradicciones en el señalamiento que hizo contra de sus
defendidos, hasta el punto que los demás declarantes
manifestaron que los autores de las conductas lesivas fueron
vistos merodeando en el barrio mientras que los procesados
estaban privados de la libertad.

Insiste en que las reglas de la experiencia demuestran


que: (i) JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA no podía haber
visto a la persona que lesionó a su amigo porque estaba a
más de 100 metros de distancia, como quiera que a esa
distancia no se puede individualizar o ver la cara de otro ser
humano; y, (ii) una persona no se queda en el mismo sitio

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donde cometió el punible y, en este caso, los procesados


fueron hallados en el parque cercano al bar y fueron ellos los
que amablemente asintieron ser trasladados en el carro de
la Policía.

En consecuencia, reitera su petición de casar la


sentencia de segundo grado y revivir el fallo de primera
instancia, en el sentido de absolver a los procesados.

2. El representante de la Fiscalía manifiesta que los


hechos jurídicamente relevantes citados por el defensor solo
constituyen acontecimientos indicadores o momentos
trascendentales, los que en todo caso debió desvirtuar.

Afirma que la discusión se centra, básicamente, en


determinar si la noche de los acontecimientos los procesados
estuvieron en el bar Scorpions y si, al calor de una discusión,
propiciaron graves heridas a los procesados. Para el
desarrollo de esos problemas jurídicos, considera que, de
acuerdo con el artículo 128 de la Ley 906 de 2004, no se
debe confundir la plena identidad con la individualización de
las personas, que es la determinación física del sujeto pasivo
de la acción penal, la que se demuestra a partir de cualquier
medio probatorio, sin que esté ligada inescindiblemente al
alias.

Advierte la confusión que se pretende generar con los


nombres de los atacantes, para inferir que son diferentes a
los procesados, pese a ello, las reglas de la experiencia, que
emanan de las investigaciones contra grupos al margen de
la ley, enseñan que en un mismo barrio o ciudad pueden

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existir varias personas con iguales remoquetes o una sola


con varios, y en este caso se conoce, por la versión de
LORENZO PAÉZ BARAHONA, que en los barrios Castilla y
Valladolid existían disputas entre grupos cuyo
reconocimiento se hacía mediante los alias, mismos que
intranquilizaban la convivencia ciudadana, lo que hace
posible que en la localidad existieran otras personas con los
apodos “El Pájaro” o “Diomedes”.

Recalca que las víctimas hicieron un reconocimiento


fotográfico como extensión del testimonio rendido en juicio,
lo que constituye prueba directa y, si bien los álbumes
fotográficos fueron incorporados como pruebas de referencia
por los declarantes que llevaron a efecto las diligencias, ello
configura los presupuestos para valorar la prueba como lo
hizo el Tribunal.

Precisa que ÁLVARO JULIÁN ESCOBAR CÁCERES,


testigo de la defensa confirmó la información dada por JUAN
DAVID MARTÍNEZ GAMBOA al ubicar a sus dos amigos, hoy
procesados (a quienes no se refiere con alias o remoquete
alguno), en el sitio de los hechos, especialmente a MELO
AMADOR, en el bar comprando unos cigarrillos y, aunque
con algunas diferencias, narró que la pelea se suscitó al lado
de la iglesia, de donde vio venir un muchacho hacia el bar
gravemente herido, lo que significa que MARTÍNEZ GAMBOA
no mintió.

Por lo analizado, estima que el Tribunal no incurrió en


yerros en la valoración probatoria, por lo que debe

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condenarse a los enjuiciados y, por lo tanto, no casar la


sentencia de segundo grado.

3. La representación del Ministerio Público solicita no


casar la sentencia porque el cargo propuesto no reúne los
presupuestos exigidos en la casual 3° del artículo 181 de la
Ley 906 de 2004.

Considera que JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA,


testigo principal -no único-, reconoció desde el mismo
momento de los hechos y en el juicio oral, de manera clara e
inequívoca, a JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ como su
atacante y A JORGE ARIEL MELO AMADOR como quien le
propinó las lesiones por la espalda a su amigo, lo cual fue
corroborado por otros medios de convicción, lo que evidencia
que el Tribunal no cometió ningún error en la ponderación
del testimonio de MARTÍNEZ GAMBOA.

Discute la trascendencia que se le quiere dar a la


declaración inicial de JUAN MARTÍNEZ, en la que indicó que
le propinaron un puño, porque en declaración posterior
manifestó que las lesiones fueron ocasionadas con arma
cortopunzante, debido a que ello no lo inhibió para que se
diera cuenta quienes eran los agresores y de lo que sucedió.

Aduce que el reconocimiento fotográfico no fue el único


medio que se utilizó para señalar a los procesados, porque
los testigos manifestaron que antes de los hechos se habían
visto, en razón a que pertenecían a grupos juveniles en
conflicto entre los barrios Valladolid y Castilla y,
posteriormente, en el desarrollo de los acontecimientos,

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tuvieron la oportunidad de concretar quienes eran los


autores de las lesiones que casi acaban con sus vidas.

Concluye que la revisión del recaudo probatorio indica


que los testigos fueron unívocos y contestes al señalar a los
agresores, lo que constituye prueba suficiente para
mantener la decisión del ad quem.

CONSIDERACIONES

En atención a que los procesados fueron condenados


por primera vez en segunda instancia, la Corte garantizará,
en el marco del recurso de casación, su derecho a la doble
conformidad y decidirá, alejada de toda técnica, sobre los
reproches planteados por su apoderado judicial.

Entonces, con el propósito de resolver el problema que


suscita la demanda de casación y con el objeto de garantizar
la doble conformidad, el despacho abordará los siguientes
puntos: (i) examen del cargo propuesto por el demandante; y
(ii) estudio de legalidad de la sentencia condenatoria -
garantía de la doble conformidad-.

1. Del examen del cargo propuesto por el


demandante

Al margen de los errores formales que se logran


evidenciar en la demanda de casación, la Sala resolverá de
fondo los reproches formulados por el demandante, toda vez
que fue admitida.

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De acuerdo con el estudio realizado al recurso de


casación presentado por la defensa, se advierte que el cargo
está dirigido a reprochar la valoración probatoria realizada
por el ad quem, pues considera que, si se realiza la
apreciación de las pruebas desde las reglas de la sana crítica,
no es posible llegar al conocimiento más allá de toda duda
sobre la responsabilidad de los procesados.

En ese entendido, es claro que el problema que plantea


la defensa se limita en establecer si las pruebas legalmente
aducidas en juicio son suficientes para demostrar que los
procesados fueron quienes cometieron la conducta punible
por la cual se les acusa, de manera que la Sala se
concentrará en (i) revisar los elementos de prueba que fueron
legalmente aducidos al juicio; y, (ii) determinar si la
valoración objetiva de las pruebas conlleva a declarar la
responsabilidad del procesado.

1.1. Elementos de convicción

1.1.1. De conformidad con el testimonio del patrullero


de la Policía Nacional JUAN CARLOS CHÁVEZ RODRÍGUEZ,
se logró establecer que: el 22 de abril de 2012 (i) se
encontraba JOHAN STIVEN herido por arma blanca en la
clínica Saludcoop de Fontibón, quien luego fue trasladado en
una ambulancia al Hospital Simón Bolívar, y (ii) se
adelantaron los actos urgentes ante la URI de Kennedy dada
la gravedad de las lesiones que presentaba.

1.1.2. De acuerdo con la declaración de la víctima


JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA, se supo que:

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(i) El 22 de abril de 2012 se encontraba en un bar


llamado Scorpions, a eso de las 12:30 a.m. Cuando llevaba
unos 15 o 20 minutos en el lugar compartiendo con unos
amigos, se acercó alias “El Pájaro”, persona reconocida en el
barrio Castilla por formar problemas, se armó una discusión,
por lo que sacaron al sujeto del establecimiento;

(ii) A los 5 o 10 minutos “El pájaro” regresó con el combo


de Castilla, formando una pelea en el bar, por lo que el dueño
del lugar reaccionó cerrando las rejas y él se quedó por fuera
del establecimiento con 5 o 6 personas desconocidas;

(iii) Estando por fuera del lugar se le acercó alias “El


Pájaro” con 3 o 4 personas a pegarle, lo golpearon, alias “El
Pájaro” le propinó una puñalada en el estómago y
procedieron a alejarse;

(iv) A los 5 o 10 minutos se revisó el abdomen y observó


“una perforación y con una tripa por fuera”, por lo que
arrancó con 2 amigos en un taxi a la Clínica de Occidente;

(v) Justo antes de tomar el taxi observó cómo alias


“Diomedes” le pegaba unas puñaladas en la espalda a su
amigo JOHAN BLANCO, quien también tomó un taxi y se fue
con 2 amigos a la Clínica.

Asimismo, MARTÍNEZ GAMBOA en su declaración


señaló a JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ como alias “El
Pájaro”, quien le propinó la puñalada, y a JORGE ARIEL
MELO AMADOR como alias “Diomedes”, quien le asestó las

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puñaladas a su amigo JOHAN BLANCO, pues en audiencia


los identificó como los sujetos que ocasionaron sus lesiones
y las de su compañero, además de que en alguna ocasión los
había visto en el barrio Castilla.

1.1.3. Según la declaración de la víctima JOHAN


STIVEN BLANCO GÓMEZ, se tiene que:

(i) El 22 de abril de 2012, entre las 12:30 a.m., y 1.00


a.m., se encontraba con unos amigos en el bar Scorpions,
cuando se acercó una persona que le dicen “El Pájaro”,
reconocida por armar problemas y quien había generado
caos y miedo dentro del barrio Castilla;

(ii) En ese momento BREINER le dijo que ese tipo de


personas se creen lo mejor en el barrio, refiriéndose a alias
“El Pájaro”, momento en el cual ese sujeto se devolvió a
golpear a BREINER, por lo que se paró de la silla e intentó
parar el problema, razón por la cual “El Pájaro” se retiró del
lugar;

(iii) Momentos después llegó al bar un grupo de


personas, entre las cuales se encontraban alias “Diomedes”
y “El Pájaro”, y empezaron a agredir a sus amigos (BREINER,
SANTIAGO, JUAN DAVID y la hermana de BREINER),
quienes también se encontraban en el establecimiento de
comercio;

(iv) En el momento en que empezaron a golpear a


BREINER, se quedó en la mitad de la pelea, el señor del bar
cerró la reja y quedaron afuera, donde le pegaron puños y

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patadas y tres puñaladas en la espalda, razón por la cual cae


al suelo y es asistido por BREINER y la hermana, quienes
toman un taxi y lo llevan al Hospital de Occidente.

Igualmente, en la declaración BLANCO GÓMEZ


identificó a JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ como alias “El
Pájaro” y a JORGE ARIEL MELO AMADOR como alias
“Diomedes” y los ubicó el día de los hechos, en el lugar de
estos.

1.1.4. Según la declaración rendida en juicio por JOSÉ


ELVER MARTÍNEZ, papá de JUAN DAVID MARTÍNEZ
GAMBOA, el 22 de abril de 2012 se enteró, por parte de un
niño que llegó a su casa, de que habían apuñalado a su hijo
y que se encontraba en la Clínica de Occidente, razón por la
cual se dirigió a la clínica donde le dijeron que su hijo llegó
con los intestinos por fuera.

Asimismo, conoció, porque se lo contaron “los amigos”


de MARTÍNEZ GAMBOA, que su hijo se encontraba en el bar
Scorpions cuando llegó un señor que le dicen “El Pájaro”, a
quien le invitaron un trago, no lo quiso recibir, salió del lugar
y, luego, regresó con varias personas, empezaron a agredir a
los que estaban en el establecimiento de comercio, cerraron
la reja de entrada al lugar, razón por la que MARTÍNEZ
GAMBOA quedó afuera del negocio, siendo apuñalado en ese
sitio.

Igualmente, ELVER MARTÍNEZ declaró que una


persona llamada ROGER le dijo que sabía quiénes habían
sido los agresores, por lo que procedieron a buscarlos por el

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barrio en compañía de la Policía, encontrando a 4 sujetos en


el parque de castilla, los cuales fueron detenidos y llevados
al Hospital para que fueran identificados por los amigos de
MARTÍNEZ GAMBOA y JOHAN STIVEN, donde uno de los
que estaban en la clínica señaló a JHON JAIRO SANTANA
MUÑOZ como parte de los agresores a quien le decían
“Diomedes”. Por esa razón, JOSÉ ELVER MARTÍNEZ
identificó en juicio a JHON JAIRO SANTANA MUÑOZ como
quien estaba entre los 4 sujetos detenidos para
reconocimiento y le decían alias “Diomedes”.

Las atestaciones de JOSÉ ELVER MARTÍNEZ


constituyen, a todas luces, prueba de referencia, porque el
testigo no observó los hechos directamente, sino que todo lo
que dijo sobre las lesiones de las víctimas, entre las cuales
se encontraba su hijo, y la identificación de sus agresores,
fue porque se lo refirieron otras personas, de tal forma que
este testimonio, por sí solo, no puede estructurar la
sentencia condenatoria, situación que evidentemente aquí
no aconteció.

1.1.5. Del testimonio del patrullero de la Policía FABIO


ORLANDO ALONSO SÁNCHEZ se extrae que:

(i) Le informaron a la central de Policía que hubo una


riña con saldo de dos lesionados, por lo que se dirigieron al
lugar donde no encuentran los heridos, porque ya habían
sido trasladados en taxi a la Clínica de Occidente;

(ii) Una vez llegan al hospital les indican que un


muchacho de apellido GAMBOA había ingresado a cirugía;

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(iii) Al lugar llegan los familiares del joven solicitando la


captura de los agresores, razón por la que procede a su
búsqueda y encuentran a 4 personas sospechosas en el
parque de Castilla, ubicado en la calle 78 con 8, quienes
fueron trasladadas a la Clínica de Occidente para ser
identificadas;

(iv) Cuando hacen presencia en el Hospital los amigos


de MARTÍNEZ GAMBOA indican que el señor SANTANA, que
se encontraba entre los detenidos, era uno de los agresores,
por lo que se realizan las anotaciones en el CAI.

1.1.6. Del testimonio de BREINER JAIR NOVOA


MURILLO se desprende los siguiente:

(i) A eso de las 8:30 p.m., llegamos, con mi hermana y


JOHAN BLANCO, al bar Scorpions ubicado en el barrio
Castilla, donde consumimos licor;

(ii) Luego de un rato se acercó un señor, famoso en el


barrio Castilla y Valladolid, conocido con el alias o apodo de
“El Pájaro”, a quien se le ofreció un trago que no recibió;

(iii) Los que estábamos ahí dijimos que la gente de


Castilla no aceptaba nuestros tragos, por lo que “El Pájaro”
se fue corriendo y regresó a los 15 minutos con varias
personas que procedieron a agredirnos físicamente;

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(iv) Los administradores del bar procedieron a cerrar la


reja, por lo que algunos de mis amigos quedamos afuera y
otros adentro;

(v) JOHAN STIVEN y JUAN DAVID intentaron calmar la


situación, pero resultaron agredidos con puñaladas en la
espalda y una puñalada en el estómago, respectivamente;

(vi) JOHAN STIVEN BLANCO se acerca a mí y se


desplomó, por lo que con otro compañero lo levantamos,
paramos un taxi y lo llevamos a la Clínica Occidente.

Igualmente, en la declaración rendida en juicio por


NOVOA MURILLO identificó a JORGE ARIEL MELO
AMADOR como alias “El Pájaro” y dijo que había estado en
el momento de los hechos, pero, aclaró que no estaba seguro
del reconocimiento que hacía porque “la imagen de la
transmisión de la audiencia no es muy clara”.

1.1.7. Según la declaración de LORENZO TEÓFILO


PÁEZ BARAHONA, propietario del bar Scorpions, el día de
los hechos sujetos a análisis:

(i) se encontraba atendiendo cuando el bar cuando


ingresó al lugar un “señor” a pedir un cigarrillo que su
esposa le vendió;

(ii) Al salir del sitio el “señor” tuvo un roce con unos


pelados, quienes fueron amenazados por este.

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(iii) 10 minutos después regresa el mismo señor y otros


sujetos quienes proceden a agredir a los muchachos que se
encontraban en el bar, por lo que sale a mediar el percance,
siendo golpeado por una de las personas que venían en ese
grupo.

(iv) Procede, junto con su esposa, a cerrar la reja del


bar y a sacar la gente de allí, momento en el cual se escuchan
gritos en la parte de afuera.

Igualmente, asegura que no vio a ninguno de los


procesados que se encontraban en el juicio el día de los
hechos.

1.1.8. De acuerdo con el testimonio del Patrullero de


Policía JAIDER JAVIER OLIVERO ROMERO, que fue quien
aprehendió a JOHN SANTANA por el sector del parque de
Castilla porque tenía señalamientos por tentativa de
homicidio, pero no estuvo en el momento de los hechos, pues
solo a través de un compañero que patrullaba en ese tiempo
la zona supo que hubo un problema donde surgieron
lesionados unos jóvenes que departían en el bar Scorpions y
que quien cometió el hecho se conoce en el barrio Catilla
como alias “El Pájaro”.

Asimismo, manifestó que, en la audiencia y entre los


procesados, no se encontraba alias “El Pájaro”.

1.1.9. De conformidad con la declaración de ÁLVARO


JULIÁN ESCOBAR CÁCERES se extrae que:

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(i) El 21 de abril de 2012 a eso de las 9:30 p.m., se


encontraba con JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ y JORGE
ARIEL MELO AMADOR en el parque cercano al barrio
Castilla hablando;

(ii) Como les dieron ganas de comprar algunos


cigarrillos caminaron a buscarlos, pasando justo al lado del
bar Scorpions;

(iii) MELO AMADOR ingresó al bar a comprar los


cigarrillos y él se quedó esperándolo en la esquina con
SANTANA MUÑOZ.

(iv) En ese momento pasan unas 9 o 12 personas hacia


el bar y se armó un problema;

(v) JORGE ARIEL MELO AMADOR se quedó dentro del


bar y JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ permaneció a unos 5
metros de él.

(vi) En medio de la pelea un muchacho va hacia el bar


con una herida, con sangre en la camisa, de donde sale una
persona y la auxilia.

(vii) Las personas que estaban en el lugar se fueron


hacia donde estaba parado JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ
tratando de agredirlo con un arma cortopunzante.

(ix) Por esa razón decidieron irse del lugar nuevamente


hacia el parque, donde llegó otra persona conocida de
nombre JHONATAN.

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(x) Al rato llegó una patrulla que pidió documentos y


preguntando si sabían lo que había sucedido en el bar
Scorpions.

(xi) Los patrulleros nos hicieron subir a la patrulla y nos


dirigieron a la Clínica de Occidente, donde unos jóvenes
indicaron que nosotros no habíamos sido los agresores y nos
dejaron ir, menos a SANTANA MUÑOZ.

1.1.10. Según el testimonio rendido por JOSÉ


LEONARDO PINEDA MÉNDEZ, el día de los hechos él se
encontraba drogado y tomado, por lo que solo recuerda que
empezó una pelea y que ROGER y SANTIAGO le dijeron que
había llegado “El Pájaro”, “Diomedes” y “Manotas”, pero no
vio nada de lo que pasó.

1.1.11. De los testimonios periciales de MAURICIO


ARMANDO RISO HURTADO, EMILSE MANRIQUE MORENO
y LAILA HASAN, derivados de los informes técnicos médicos
legales realizados, se desprende lo siguiente: JUAN DAVID
MARTÍNEZ GAMBOA ingresa a la Clínica de Occidente de
Kennedy con herida por arma cortopunzante en el abdomen,
traumatismo del colon, enterorragia y omentectomía
producida por mecanismo cortopunzante, a quien se le
realizó intervención quirúrgica para cerrar la herida del
colon; y, JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ ingresa a la
Clínica de Occidente de Kennedy con tres heridas en la
espalda producidas por mecanismo cortopunzante, “la
primera lesión, la superior en la parte dorsal, es de 2 cm, la
que esta inmediatamente inferior a esta en la parte derecha

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es de 1,8 cm y, la última, la izquierda, en la parte dorsal


izquierda de 1 cm”.

1.2. Análisis del asunto concreto

En vista de que la controversia gira alrededor de


presuntos errores del ad quem en la valoración probatoria
que desconocen la sana crítica y llevaron a declarar la
responsabilidad de los procesados, la Sala procederá a
resolver los reproches formulados por el censor, con
fundamento en los elementos de convicción que fueron
legalmente aducidos en juicio y puestos de presente en folios
anteriores.

1.2.1. El libelista manifiesta que debió reconocerse el


principio de in dubio pro reo, como lo estimó la juez de
primera instancia, al no hallar fundamento probatorio para
conocer quién o quiénes fueron las personas que les
causaron las heridas a JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA y
a JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ.

Lo anterior, no pasa de ser una apreciación subjetiva y


descontextualizada de la realidad probatoria, porque de los
elementos de convicción, especialmente los resumidos ut
supra, se evidencia con claridad que los responsables de las
acciones punibles son JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ y
JORGE ARIEL MELO AMADOR, identificados directamente
en juicio por JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA, como
aquellos que en la madrugada del 22 de abril de 2012 los
agredieron con elemento cortopunzantes a él y a JOHAN
STIVEN BLANCO GÓMEZ.

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Además, los testimonios de BREINER JAIR NOVOA


MURILLO y JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, quienes se
encontraban en el lugar de los hechos, dan cuenta de que
los procesados estaban ubicados en el sitio y momento de
los hechos y hacían parte del grupo de personas que
procedieron a golpearlos a ellos y a sus demás amigos,
situación que refuerza lo dicho por MARTÍNEZ GAMBOA.

Igualmente, tanto JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ


como JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA adujeron en juicio
haber visto con anterioridad a los procesados, a quienes les
decían “El Pájaro”, refiriéndose a JOHN JAIRO SANTANA
MUÑOZ, y “Diomedes”, refiriéndose a JORGE ARIEL MELO
AMADOR, lo cual les facilitaba identificar a los sujetos el día
de los hechos y corrobora sus versiones.

En efecto, el Tribunal al valorar las pruebas y con el fin


de explicar las razones probatorias que dieron cuenta de la
identificación de los procesados como los agresores, explicó
que:

“(…) de acuerdo con las pruebas practicadas en juicio oral, esta


Sala considera que le asiste razón a la censora al referir que los
implicados fueron identificados e individualizados como los
agresores.

(…) Juan David Martínez Gamboa indicó que vio cuando alias el
Pájaro ingresó en un primer momento al bar de razón social
Scorpions, ocasionando una pequeña discusión, transcurridos
diez minutos, siendo las 12:30 o 1:00 a.m., arribó al lugar con un
grupo de personas, momento en el que se produjo la pelea. Precisó
que él quedó por fuera del establecimiento y fue agredido por

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varias personas, entre ellas alias el Pájaro, con puños, patadas y


un arma cortopunzante.

También explicó que cuando sus amigos lo auxiliaron y salieron a


la avenida a tomar un taxi que los llevara a la Clínica de
Occidente, vio que Diomedes sacó de la chaqueta un cuchillo y se
lanzó por la espalda de Johan Stiven Blanco Gómez, quien se
encontraba huyendo hacia la Iglesia de Castilla, ubicada a cuadra
y media del bar, asestándole tres puñaladas.

(…) la fidelidad de la ilustración que realizó Juan David Martínez


Gamboa frente a lo acontecido la noche del 22 de abril de 2012 se
refleja en la concordancia que existe entre esa declaración y lo
atestiguado por Johan Stiven Blanco Gómez, quien, a su turno,
relató que se encontraba en el bar Scorpions, cuando llegó alias el
Pájaro, sujeto que inmediatamente fue identificado como la
personas que infunde miedo en el barrio. Destacó el joven que esta
persona tuvo un inconveniente con su amigo Breiner Jair Novoa
Murillo por un “trago que le brindó y no quiso recibir”, abandonó
el sitio, para luego, transcurrido diez minutos, volver con un grupo
numeroso de personas que los agredieron física y verbalmente, a
todos.

A pesar de que Johan Stiven Blanco Gómez no logró reconocer a


la persona que lo agredió a él o a su amigo Juan David Martínez
Gamboa, sí indicó que los individuos apodados el Pájaro y
Diomedes, eran reconocidos como personas de pelea y hacían
parte del grupo que llegó a agredirlos, esa noche (…)”

En ese orden de ideas, no le asiste razón al demandante


al considerar que no existen elementos de prueba para
señalar a los procesados como los responsables de los hechos
y, menos, al creer que el Tribunal incurrió en un error en la
valoración probatoria y debía aplicarse el principio de in
dubio pro reo, porque, como se evidenció, soportó sus

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conclusiones sobre la identificación e individualización de los


sujetos en las pruebas debidamente practicadas en juicio y,
en concreto, armonizando lo que objetivamente dijeron
algunos testigos de cargo que fueron claros y contundentes
en señalar la presencia de los procesados en el momento de
los hechos y en identificarlos como los agresores.

1.2.2. Para la Sala el defensor se equivoca al asegurar


que la segunda instancia solo le dio credibilidad a la
declaración de JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA para fijar
la responsabilidad de los procesados, porque, al contrario,
para llegar a esa conclusión valoró de manera conjunta las
pruebas, dando credibilidad a las declaraciones de las
víctimas.

Lo que sucede en este caso es que MARTÍNEZ GAMBOA


fue el único de los testigos que identificó a los enjuiciados
como aquellos que le asestaron una puñalada a él y varias
puñaladas a su amigo BLANCO GÓMEZ el día que
ocurrieron los hechos, pero eso no significa que para llegar
a la conclusión sobre la responsabilidad de los procesados
solo se haya basado en esa declaración.

Eso es plenamente contrastable con lo que declaró


BLANCO GÓMEZ, quien también ubicó a los procesados en
el grupo de personas que se acercaron al establecimiento
donde se encontraban a atentar contra sus vidas, lo cual
corrobora lo que manifestó MARTÍNEZ GAMBOA, a pesar de
que no hubiera identificado a los enjuiciados de forma
directa como quienes lo apuñalaron a él y a su amigo, porque
no logró percibir quien lo hizo.

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En efecto, la segunda instancia advirtió que JUAN


DAVID MARTÍNEZ GAMBOA identificó, individualizó y
señaló a JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ como aquel que le
propinó una puñalada en el estómago y a JORGE ARIEL
MELO AMADOR como la persona que le asestó varias
puñaladas en la espalda a JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ.

Además, el Tribunal manifestó que si bien en su


declaración JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ dijo que no
logró reconocer a la persona que lo agredió, indicó que los
procesados hacían parte del grupo de personas que los
agredieron la noche de los hechos.

Por esas razones, el juzgador de segundo grado


manifestó que “los agresores fueron conocidos por los jóvenes
lesionados, quienes no solo los conocían con anterioridad al
día de los hechos, sino que los ubicaron ese día en el bar
Scorpions como partícipes del grupo de personas que llegó a
atacarlos y como ejecutores del atentado con su vida y así lo
señalaron en audiencia pública, por ende, el relato de Johan
Stiven Blanco Gómez emerge coincidente con el de Juan David
Martínez Gamboa, los cuales de manera sincrónica conducen
a corroborar que se trató de JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ,
conocido como alias el Pájaro, y JORGE ARIEL MELO
AMADOR, apodado Diomedes”.

En ese sentido, fue mediante la valoración armónica de


los testigos mencionados que el ad quem aseguró que los
responsables de los delitos fueron los procesados, de manera

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que no es cierto que las conclusiones se fincaran en un


testigo único.

En todo caso, se advierte que en reiterados


pronunciamientos de la Sala se ha dicho que el
ordenamiento jurídico nacional excluyó desde hace rato la
tarifa legal y, por lo tanto, no es necesario traer un
determinado número de testigos o un medio de prueba en
concreto para demostrar un hecho, de manera que el
reproche del libelista se torna irrelevante, en el sentido de
que, aún si la responsabilidad se hubiera declarado con
fundamento en una sola declaración, esto sería
completamente legítimo.

1.2.3. De otro lado, es cierto que al contrastar las


declaraciones de LORENZO TÉOFILO PÁEZ BARAHONA,
JAIDER JAVIER OLIVERA ROMERO, BREINER JAIR
NOVOA MURRILLO, JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ,
FABIO ORLANDO ALONSO SÁNCHEZ y JUAN DAVID
MARTÍNEZ GAMBOA se advierten algunas contradicciones,
pero estas no tienen la trascendencia necesaria para generar
duda sobre la identificación y responsabilidad de los
procesados y tampoco fueron ignoradas por el Tribunal.

En concreto, las únicas discordancias que evidencia la


Sala sobre un mismo punto -la identificación de los
procesados como aquellos que ejecutaron la conducta- se
concentra en lo siguiente:

(i) LORENZO TÉOFILO PÁEZ BARAHONA dice que no


vio a ninguno de los procesados el día de los hechos; (ii)

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JAIDER JAVIER OLIVERA ROMERO manifiesta que entre los


enjuiciados no vio a alias “El pájaro”; (iii) BREINER JAIR
NOVOA MURRILLO identificó en audiencia a JORGE ARIEL
MELO AMADOR como alias “El Pájaro”; (iv) JOHAN STIVEN
BLANCO GÓMEZ identificó en audiencia a JOHN JAIRO
SANTANA MUÑOZ como “El Pájaro” y a JORGE ARIEL MELO
AMADOR como “Diomedes”; (v) JUAN DAVID MARTÍNEZ
GAMBOA señaló a JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ, como
alias “El Pájaro” y quien le propinó la puñalada y a JORGE
ARIEL MELO AMADOR, como alias “Diomedes” y quien le
asestó las puñaladas a su amigo JOHAN BLANCO.

De acuerdo con lo anterior, lo primero en advertir es


que la declaración con más trascendencia frente a los hechos
por sus detalles y exactitud es la de JUAN DAVID MARTÍNEZ
GAMBOA, quien no solamente señala con seguridad,
claridad y contundencia a los procesados como los agresores
de aquella noche, sino que indica cómo ocurrieron los
atentados a la vida de su amigo y a la de él y los apodos por
los que eran conocidos JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ,
alias “El Pájaro”, y JORGE ARIEL MELO AMADOR, alias
“Diomedes”.

Esa declaración se acompasa con la de JOHAN STIVEN


BLANCO GÓMEZ, quien también ubica a los procesados el
día de los hechos como parte del grupo de personas que
llegaron al bar a golpearlos y que posteriormente le
propinaron la puñalada a él y a su amigo MARTÍNEZ
GAMBOA y los identifica como alias “El Pájaro”, a JOHN
JAIRO SANTANA MUÑOZ, y como alias “Diomedes”, a
JORGE ARIEL MELO AMADOR.

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Como se evidencia, hasta ahí no hay ninguna


contradicción y más bien los testigos concuerdan en
aspectos relevantes sobre la identificación de quienes
ejecutaron las conductas, de manera que se imponía, como
lo hizo el Tribunal, darle credibilidad a esas testimoniales y,
a partir de ellas, declarar la responsabilidad de los acusados.

El problema surge cuando los demás testigos


mencionados proceden a identificar a los agresores y a
manifestar si los procesados hicieron parte de los hechos por
los que se les acusa, pues LORENZO TÉOFILO PÁEZ
BARAHONA dice que no vio a ninguno de los procesados el
día de los hechos, mientras que JAIDER JAVIER OLIVERA
ROMERO indica que entre los enjuiciados no se encuentra
alias “El pájaro” y BREINER JAIR NOVOA MURRILLO
identifica en audiencia a JORGE ARIEL MELO AMADOR
como alias “El Pájaro”.

Esa problemática no puede llevar a afirmar que el


Tribunal se equivocó, porque esos testigos no presenciaron
de manera directa las agresiones y, por esa razón, la
importancia y relevancia de los testimonios de las víctimas
frente a la identificación de sus agresores.

Por un lado, porque LORENZO TÉOFILO PÁEZ


BARAHONA dijo que no vio a ninguno de los procesados el
día de los hechos, pero esto lo afirma porque, a pesar de
haber estado en el lugar y momento en que ocurren, fue él
quien cerró la reja del bar y, por lo tanto, no pudo presenciar
cómo sucedieron las agresiones contra la vida de las

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víctimas, de tal forma que este testigo frente a la


identificación e individualización de los sujetos surge
irrelevante. En ese sentido, su dicho no implica que no
hubieran estado, porque no fue testigo de todo lo que sucedió
afuera del bar una vez cerraron la reja.

De otra parte, si bien JAIDER JAVIER OLIVERA


ROMERO manifestó que entre los enjuiciados no se
encuentra alias “El Pájaro”, ni siquiera estuvo el día de los
hechos, por lo que no tiene conocimiento de quienes hicieron
parte de la riña y, mucho menos, a quien identificaban las
víctimas como “El Pájaro”, pues, perfectamente, puede ser
una persona completamente diferente a la que identifica el
patrullero con ese alias. Inclusive, se puede decir que este
testigo no conoce al referido alias y, por tanto, su
testificación no aporta información relevante en tal sentido.

Por último, BREINER JAIR NOVOA MURRILLO


identificó en audiencia a JORGE ARIEL MELO AMADOR
como alias “El Pájaro”, siendo ello contrario al alias con el
que las víctimas identificaron a MELO AMADOR; no
obstante, cabe advertir que ese testimonio fue rendido de
manera virtual y, como ocurre a veces con esta forma de
practicar pruebas cuya fidelidad no puede garantizarse por
las deficiencias que el ancho de banda o la calidad de la red
o de la conexión generan cuando se trata de transmitir
imágenes, el testigo advirtió que no veía bien a ninguno de
los procesados, aunado a que no estaba seguro, pero que
creía que era a MELO AMADOR a quien le decían “El Pájaro”,
lo cual hace que el testigo pierda fuerza en punto de la
identificación de los sujetos.

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JORGE ARIEL MELO AMADOR Y OTRO

Frente a esta problemática cabe anotar que los apodos


de las personas que cometieron las conductas en este caso
se convierten en dato accesorio, inclusive en irrelevantes,
porque los responsables de las agresiones fueron señalados
en audiencia de manera directa por una de las víctimas,
además de que no necesariamente pueden ser reconocidos
por los testigos con el mismo apodo o pueden existir en el
sector o barrio diferentes personas con el mismo
sobrenombre.

Lo importante aquí, se reitera, es la identificación


directa que realizó JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA y que
se corroboró en algunos importantes aspectos con la
declaración de JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, tal como
lo concluyó el Tribunal.

1.2.4. El censor manifiesta no estar de acuerdo con el


Tribunal por darle plena credibilidad al testimonio de JUAN
DAVID MARTÍNEZ GAMBOA, quien para el momento de los
hechos estaba bajo el influjo de sustancias alcohólicas y
estupefacientes, porque con ello transgredió la regla de la
experiencia que dice: “la percepción de quien no ha ingerido
alcohol es mucho mejor de quien está bajo el efecto del alcohol
etílico”, por lo que debió creerle a LORENZO TEÓFILO PÁEZ
BARAHONA, dueño del bar donde sucedieron los hechos,
quien no ingirió licor y pudo vivenciar las circunstancias que
rodearon los sucesos.

De entrada, la Sala observa completamente


descontextualizado de la realidad probatoria al demandante

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JORGE ARIEL MELO AMADOR Y OTRO

cuando aduce que JUAN DAVID MARTÍNEZ GAMBOA se


encontraba bajo el influjo de sustancias alcohólicas y
estupefacientes, porque de las pruebas no se desprende que
MARTÍNEZ GAMBOA hubiera estado en ese estado anímico
en el momento de los hechos.

Por el contrario, de las declaraciones rendidas en juicio


se evidencia que el joven había llegado hacía pocos minutos
al lugar donde sus amigos estaban tomando y en ningún
momento se dijo que él hubiera llegado al lugar embriagado
o drogado o que en ese lapso hubiera ingerido sustancias
alucinógenas, es decir, no se demostró que MARTÍNEZ
GAMBOA estuviera bajo el influjo de sustancias alcohólicas
y/o estupefacientes, sino que llegó a departir con sus
conocidos unos tragos al bar Scorpions. De lo anterior se
sigue que no existe evidencia cierta demostrativa de estar,
en un estado de inconciencia o alicoramiento, que es lo que
pareciera que quiere demostrar el defensor para restarle
credibilidad al testigo, pues no se estableció qué cantidades
de licor consumió y si lo ingerido le causó algún efecto en su
conciencia.

Por la misma razón, el Tribunal manifestó que “las


condiciones anímicas de la víctima hubieran anulado la
función de sus sentidos no fue corroborado con ningún medio
de convicción, por lo que tales circunstancias no pueden ser
tenidas en cuenta para restar fuerza de convicción al relato
de Juan David”.

Entonces, se confirma que el Tribunal no incurrió en


ningún error en la valoración probatoria, porque si bien es

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CASACIÓN
JORGE ARIEL MELO AMADOR Y OTRO

cierto que la percepción de quien no ha ingerido alcohol es


mucho mejor de quien está bajo el efecto de este, ello no
significa, per se, que las explicaciones que dé sobre lo
percibido resulten desestimables, pues perfectamente una
persona que ingiere licor puede recordar los hechos tal como
sucedieron y deponerlos de manera clara, concreta y
detallada.

Sobre el particular esta Corporación ha considerado


que:

“aunque es cierto que el consumo de alcohol produce alteraciones


en el organismo e incide en la percepción sensorial de la realidad,
esa sola circunstancia, explicable científicamente y entendida por
todos en virtud de la experiencia, es insuficiente para admitir
como regla que cuando alguien ha bebido licor está incapacitado
para aprehender un acontecimiento y recordar características
asociadas a personas o cosas”1.

Entonces, para la Sala, del nivel de alicoramiento (que


aquí no se probó) que tenga una persona no se puede inferir
automáticamente la incapacidad absoluta para percibir la
realidad, sino que deben tenerse en cuenta las
circunstancias que rodearon los hechos, de la cual se podrá
dar credibilidad o no a la exposición, lo cual surge contrario
a lo asegurado por el censor, quien solamente pretende
imponer su criterio frente a estos aspectos plenamente
decantados.

De otro lado, debe aclararse que en el caso hipotético


de que MARTÍNEZ GAMBOA al momento de los hechos

1 CSJ 28 de mayo de 2008, Rad. 22726.

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JORGE ARIEL MELO AMADOR Y OTRO

hubiera estado en estado de alicoramiento o que la ingesta


de alcohol le hubiera causado algún efecto en su conciencia,
eso no quiere decir que deba, automáticamente, dársele
credibilidad a un testigo que no lo estaba, como lo es PÁEZ
BARAHONA, porque, como aquí ocurrió, este ni siquiera
presenció los hechos.

De hecho, resulta pertinente recordar que el testigo


LORENZO TEÓFILO PÁEZ BARAHONA no presenció las
circunstancias que rodearon los hechos como lo indica el
censor.

Además, lo único que queda demostrado con la


declaración de LORENZO TEÓFILO es que ocurrió una riña
en su bar de la cual surgieron dos heridos, hechos que
tampoco se descartaron, pues al valorar las declaraciones de
las víctimas se construyeron en ese sentido, de manera que
no se excluyó de su testimonio algún hecho relevante o
trascendente para el proceso.

Por esa razón, y porque las víctimas fueron las que


percibieron con mayor claridad cómo sucedieron los hechos,
es que el Tribunal les dio mayor credibilidad y relevancia a
sus testimonios.

1.2.5. Rechaza la probabilidad de que MARTÍNEZ


GAMBOA, ubicado a cuadra y media del sitio donde era
apuñalado su amigo JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, haya
podido ver la cara del agresor, pero no la ropa que vestía,
pues las reglas de la experiencia establecen la imposibilidad
de visualizar un rostro a más 100 metros.

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En este punto, una vez más, se equivoca el censor al


querer imponer su visión frente a lo que se desprende de las
pruebas, sin una mínima objetividad frente a lo que de estas
puede extraer, desde una apreciación en conjunto, como lo
hizo el Tribunal.

El Tribunal no dijo en ningún momento que MARTÍNEZ


GAMBO logró ver al agresor de BLANCO GÓMEZ desde la
distancia y menos a 100 metros, porque de los elementos de
prueba no llegó a esa conclusión. Lo que si consideró el
Tribunal es que:

“la ubicación de los agresores al momento de la


contienda o el tipo de bebidas alcohólicas que
consumieron esa noche, no revisten la entidad para
demeritar los señalamientos que realizaron los jóvenes
Juan David Martínez Gamboa Y Johan Stiven Blanco
Gómez respecto de sus victimarios. Son a juicio de esta
Sala, aspectos colaterales que no influyen en lo esencial,
que el reconocimiento y sindicación directa que
realizaron respecto de JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ y
JORGE ARIEL MELO AMADOR como los protagonistas
ya gentes de los atentados contra su humanidad”.

Esa conclusión es razonable, pues de las versiones


rendidas por las víctimas lo que se logra demostrar es que
los sujetos hicieron parte del grupo de personas que llegaron
al lugar a agredirlos y que dos de ellos, los acá procesados,
fueron los que procedieron a propinarles las puñaladas.
Entonces, ese reconocimiento directo se convierte en un

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aspecto de suma relevancia, dada la seguridad con la que


MARTÍNEZ GAMBOA realiza el señalamiento y lo ubica en el
lugar de los hechos, tal como lo hace en su testimonio
BLANCO GÓMEZ.

Lo anterior despeja toda duda sobre la ubicación de los


sujetos al momento de ejecutar los hechos, pues tenían que
estar a la vista de MARTÍNEZ GAMBOA para que este
pudiera asegurar en juicio que fueron los procesados
quienes el 22 de abril de 2012 atentaron contra la vida de él
y su amigo BLANCO GÓMEZ.

Ello cobra aún más validez cuando, de la apreciación


de uno de los dictámenes médicos, se extrae que la lesión de
MARTÍNEZ GAMBOA se localizó en la zona abdominal, lo que
es indicativo de que tuvo a su agresor al frente y logró verlo,
tal como lo depuso en su declaración, lo cual hace conteste
y creíble su testimonio y reafirma que tuvo la posibilidad de
ver a su victimario y al de su amigo BLANCO GÓMEZ.

Por lo mismo, la valoración realizada por el ad quem,


con la cual afirma que MARTÍNEZ GAMBOA logró ver a los
agresores el día de los hechos y, por lo tanto, reconocerlos e
identificarlos en audiencia de juicio oral, no es errada, pues
atiende a la capacidad demostrativa de las pruebas
valoradas en su conjunto, lo cual no transgrede ningún
principio lógico y, menos, alguna regla de la experiencia.

1.2.6. El censor afirma que el Tribunal no decantó la


credibilidad de MARTÍNEZ GAMBOA, a pesar de la
impugnación de credibilidad que había suscitado, con base

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en la exposición rendida ante los investigadores, en la que


expuso que el atacante vestía de negro, mientras que, en el
juicio, además de referir otras características físicas, agregó
que usaba capota y gorra que le tapaba la cabeza, lo que hace
“virtualmente imposible establecer de qué color es su cabello”.

Como primera medida para resolver este punto, la Sala


manifiesta que el reproche que formula el demandante se
torna intrascendente frente a la demostración de la
responsabilidad y la identificación de los procesados como
los victimarios. Nada interfiere o resta credibilidad al
testimonio de MARTÍNEZ GAMBOA porque lo dicho en el
juicio corresponden a adiciones que al momento de la
declaración extra juicio no expresó por olvido o irrelevancia.

Además, no es cierto, como lo explica el libelista, que no


fuera posible que MARTÍNEZ GAMBOA estableciera el color
del pelo de su agresor, porque de manera muy clara expuso
en juicio que lo había visto anteriormente en el barrio
Castilla, de tal forma que tuvo la oportunidad de conocer su
físico para individualizarlo o, puntualmente, para indicar
muchas de sus características.

Además, la Sala recuerda que el Tribunal sí se refirió a


la fortaleza del testimonio, pues además de establecer las
razones por las cuales le daba credibilidad, afirmando que
fue conteste, certero y que concordaba con lo dicho por otros
testigos, manifestó que, si incurrió en alguna discordancia,
esta fue ínfima e irrelevante y porque en la declaración extra
juicio sintió miedo, como lo dijo en su declaración en juicio,

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“ya que dicho temor resulta conteste con la gravedad de las


lesiones de las que fue objeto”.

1.2.7. Advierte que el hallazgo de los procesados a


poca distancia del sitio donde habían ocurrido los hechos no
fue analizado por el ad quem desde el sentido común, en el
entendido de que, ante unos hechos tan graves en los que
dos personas casi pierden la vida, lo obvio es que huyeran y
evitaran su identificación y captura.

Este aspecto, de acuerdo con lo probado en juicio y


decantado por el Tribunal, surge intrascendente, pues si
bien se demostró que los sujetos posteriormente se
encontraban en el parque de Castilla, esto no desvirtúa que
hayan estado en el lugar de los hechos cuando ellos
ocurrieron y por tanto, tampoco descarta la responsabilidad
de los capturados.

Esto es, los momentos posteriores a la realización de la


conducta no son prueba directa de que no haya ocurrido
esta. En todo caso, si se tuviera ese hecho como un
contraindicio de que los procesados fueron quienes
atentaron contra la vida de las víctimas, este no tiene la
capacidad de demostrar que no son responsables, porque no
se soporta en otras pruebas que den cuenta de ello y, al
contrario, existen elementos que demuestran de manera
directa que fueron los perpetradores del delito endilgado.

Además, de acuerdo con los elementos de prueba, una


vez los sujetos que se encontraban en el parque fueron
detenidos por la Policía, los trasladaron a la Clínica de

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Occidente, donde los amigos de las víctimas reconocieron a


JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ como uno de los agresores,
lo cual también desvirtúa la tesis de la defensa, encaminada
a demostrar que el hecho de que los procesados estuvieran
en el parque y no hubieran escapado genera alguna duda
sobre su responsabilidad, pues no deja de ser una
suposición.

1.2.8. Manifiesta que no está de acuerdo con la forma


en que el Tribunal construyó la coautoría a partir de un
indicio no probado, consistente en que JOHN JAIRO
SANTANA MUÑOZ ingresó primero al negocio y, con ello, dar
por cierto que este y su combo denominado “el Candado de
Castilla”, fueron los que cometieron los delitos.

La anterior apreciación del demandante, nuevamente,


pretende infirmar la valoración probatoria del tribunal,
desde una apreciación subjetiva de las pruebas, en tanto
desconoce la realidad probatoria y, así mismo, infringe el
principio de corrección material que no solamente se evalúa
al momento de calificar la demanda de casación, sino que
rige los reproches que presenta el censor en la casación y la
resolución de los mismo al momento de decidir sobre estos.

Lo anterior, porque, al observar la argumentación del


ad quem frente a la coautoría de los procesados en la
ocurrencia de los hechos, no se advierte su construcción a
partir de indicios y, menos, que no esté demostrado que
JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ ingresó al bar Scorpions,
como se expuso textualmente por el Tribunal:

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“En el asunto sub judice se tiene demostrado que JOHN JAIRO


SANTANA MUÑOZ, en horas de la noche del 22 de abril de 2012,
acudió al bar Scorpions ubicado en el barrio Castilla, instantes en
que Juan David Martínez Gamboa y Johan Stiven Blanco Gómez,
se encontraban compartiendo y consumiendo bebidas alcohólicas
en el lugar, junto con otros amigos, entre ellos, Cristian Roger
Gallego España, Andrés Santiago Sánchez Bonilla, Breiner Jair
Novoa Murillo y José Leonardo Pineda Méndez.

En ese momento, Johan Stiven Blanco Gómez y Breiner Jair


Murillo, al advertir que se trataba de un individuo de reconocido
temor en la colectividad, conociendo como el Pájaro, y que
permanentemente se ve involucrado en riñas, deciden ofrecerle un
trago de licor. A lo que el procesado reacciona agresivamente,
cuestionando la presencia de los jóvenes en el lugar, pues son,
todos ellos, habitantes del barrio contiguo, denominado
Valladolid, siendo en consecuencia, increpado por Lorenzo Teófilo
Páez Barahona, dueño del establecimiento, para que abandonara
el lugar.

Quedando la discusión en esos términos, JOHN JAIRO SANTANA


MUÑOS acata la orden de desalojo, sin embargo, a los diez o
quince minutos, regresa acompañado por un conjunto que
superaba las diez personas y que fueron identificados
inmediatamente, como el combo del condado de Castilla, del que
hacía parte JORGE ARIEL MELO AMADOR, apodado Diomedes, y
proceden a agredir al grupo de jóvenes del que hacía parte Juan
Dacvid Martínez Gamboa y Johan Stiven Blanco Gómez, quienes
habían quedado fuera del establecimiento, una vez el propietario
cerró la reja, al percibir los hechos violentos.

Por tales acontecimientos los jóvenes precitados resultaron


heridos con arma cortopunzante, el primero, en la zona
abdominal, ocasionándole “traumatismo de colón” y el segundo se
le infringieron varias heridas en la región dorsal (…).

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Así las cosas, deviene irrefutable que SANTANA MUÑOZ y MELO


AMADOR pertenecían a aquel colectivo denominado el combo del
condado de Castilla, que arribó el 22 de abril de 2012 al bar
Scorpions, con la intención de agredir a los jóvenes que, a pesar
de habitar en Valladolid, se encontraban esa noche en el territorio
de Castilla, logrando herir a dos de ellos, siendo evidente que en
tales condiciones, obraron conjuntamente, en desarrollo de un
plan común y de mutuo acuerdo, cual era arremeter contra la
humanidad de las víctimas”.

De acuerdo con lo descrito, es claro que lo expuesto por


el demandante no es cierto, sumado a que lo manifestado
por el Tribunal es concordante tal cual se desprende de las
pruebas, pues varios de los testigos señalan que SANTANA
MUÑOZ ingresó al bar primero, ocurrió algo no le gustó y fue
a buscar a su “combo”, entre quienes se encontraba MELO
AMADOR, confabulando instantáneamente un plan y
volviendo al lugar de los hechos en grupo con la clara tarea
de atentar contra la humanidad de las víctimas, obrando,
entonces, en coautoría frente a las conductas delictivas
estudiadas.

1.2.9. El libelista argumenta que el Tribunal analizó de


forma errada los reconocimientos fotográficos practicados el
8 y el 15 de mayo de 2012, porque de su análisis derivó el
señalamiento de JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ y JORGE
ARIEL MELO AMADOR como los coautores de los hechos,
cuando dijo que no eran pruebas demostrativas de la
responsabilidad de los procesados por incumplimiento de los
presupuestos del artículo 253 de la Ley 906 de 2004 y,
finalmente, los tuvo como medio de convicción.

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Revisada la sentencia de segundo grado, se puede


afirmar, con certeza, que lo dicho por el censor no es lo que
realmente expresó el Tribunal en la sentencia, pues, en el
texto de la decisión el ad quem, de manera clara y expresa,
apoyado en criterios legales y jurisprudenciales, explicó
detalladamente los alcances de esa prueba y solo apreció lo
declarado por MARTÍNEZ GAMBOA sobre el reconocimiento
fotográfico.

Lo que no observó el recurrente al plantear su reproche


es que el reconocimiento hecho por MARTÍNEZ GAMBOA fue
analizado por el Tribunal como parte integrante del
testimonio rendido en el juicio, en el que aludió a la
existencia de dicha actividad investigativa, a los logros
obtenidos a través de esta y a la forma como se efectuó, pero
de ninguna manera valoró el reconocimiento fotográfico
como tal.

Al respecto, la Sala ha considerado que el


reconocimiento fotográfico constituye un acto encaminado a
orientar la investigación y en tal virtud, cuando ingresa al
proceso no puede ser valorada como prueba autónoma, sino
como parte integrante de la manifestación que hace el
testigo, tal como lo dispone el artículo 252 del Código de
Procedimiento Penal. En particular, mediante sentencia del
6 de abril de 2016, Rad. 46847, se señaló:

“Es claro que el acto de reconocimiento se presenta en desarrollo


de una declaración, entendida en sus aspectos formal y
sustancial. Sobre lo primero, recuérdese cómo con fundamento en
los estatutos procesales penales expedidos con anterioridad a la
Ley 906 de 2004, esta Corporación ha sido enfática en señalar
que los reconocimientos constituyen una prolongación de los

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testimonios2. Y en relación con lo segundo, porque el señalamiento


constituye una afirmación en virtud de la cual una persona
identifica a otra como quien llevó a cabo un determinado
comportamiento 3.

De todos modos, no puede perderse de vista que el reconocimiento


sea fotográfico o en fila de personas, por sí solo, no constituye
prueba de responsabilidad con entidad suficiente para desvirtuar
el derecho a la presunción de inocencia, pues la finalidad del juicio
no es, ni podría ser, la de identificar o individualizar a una
persona, sino que tiene una cobertura mayor. Esto si se tiene en
cuenta que una vez lograda la identidad del autor en la fase de
investigación, por medio del juicio se debe establecer su
responsabilidad penal o su inocencia en una específica conducta
delictiva, sin dejar de reconocer que es allí, en el juicio, en donde
el acto de reconocimiento necesariamente debe estar vinculado
con una prueba testimonial válidamente practicada, pues es en
la apreciación de ésta, en conjunto con las demás pruebas
practicadas, en que tal medio de conocimiento puede dotar al juez
de elementos de juicio que posibiliten conferirle o restarle fuerza
persuasiva a la declaración del testigo. 4

De lo expuesto se concluye que un señalamiento incriminatorio no


depende del reconocimiento que, por medio de fotografías, videos
o en fila de personas se hubiere adelantado previamente, puesto
que aquél se puede dar sin que en la investigación hubiere sido
necesario acudir a los métodos de identificación. Sin embargo, en
el plano de las similitudes, pude decirse, ambas hacen parte de
un testimonio.

El reconocimiento que de esa forma se hace en el juicio resulta


válido como parte del interrogatorio directo adelantado por la
Fiscalía porque, sin duda, comporta una pregunta destinada a la

2 «Cfr. Sentencia del 17 de septiembre de 2003, radicación 17803. En el mismo sentido,


autos del 24 de febrero de 2011, radicación 32277 y del 9 de marzo de 2011, radicación
35466».
3
CSJ SP, 27 feb. 2013, rad. 38773
4 «Sentencia del 29-08-07 Rad. 26276».

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verificación de las proposiciones fácticas de su teoría del caso, a


través de la solidez y credibilidad del testigo al que se le
interrogue sobre el particular; de manera que en el escenario del
proceso adversarial corresponderá a la parte contraria o al
Ministerio Público, oponerse a la pregunta supuesto de que viole
las reglas del interrogatorio, o al juez prohibirla si se propone de
manera sugestiva, capciosa o confusa. 5

Resulta igualmente de interés precisar que como los métodos de


identificación son herramientas a las que debe acudir la Fiscalía
en las situaciones referidas (falta de conocimiento o duda acerca
de la persona indiciada o imputada), por sí solos no constituyen
prueba en tanto que en el proceso penal acusatorio el principio de
inmediación impone que “En el juicio únicamente se estimará como
prueba la que haya sido producida o incorporada en forma
pública, oral, concentrada, y sujeta a confrontación y
contradicción ante el juez de conocimiento”, 6 condiciones que no
se cumplen en el trámite de identificación7.

Lo anterior no obsta para que el fiscal cuando lo considere


conveniente, en orden a solventar la credibilidad del testigo y de
acreditar las proposiciones fácticas de su teoría del caso (…) en
aspectos como la intervención del acusado en el punible que se le
imputa, traiga a juicio los documentos elaborados durante el
reconocimiento, para que puedan ser autenticados y acreditados
por la persona que los ha elaborado, manuscrito, mecanografiado,
impreso, firmado o producido.8”

Entonces, es claro que el Tribunal no incurrió en


ningún error al apreciar los elementos de prueba,
específicamente el testimonio de MARTÍNEZ GAMBO y el
reconocimiento fotográfico, porque lo que valoró fue la
declaración rendida por el joven y lo que este dijo con

5 «Artículos 392-b y 395 del C.P.P».


6 «Art. 16 Ib».
7
CSJ SP, 1 Jul. 2009, rad. 28935
8 «Artículo 426-1 C.P.P».

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respecto de ese reconocimiento, lo que pudo ser


controvertido en juicio en virtud de los derechos de
contradicción y de defensa.

En todo caso, precisa la Corte que el reconocimiento o


identificación de los procesados, como los agresores, no se
tuvo como demostrado a través del referido reconocimiento
fotográfico, sino con las declaraciones de las víctimas,
quienes de manera directa los individualizaron como los
perpetradores de los delitos endilgados y los ubicaron en el
momento de los hechos como parte grupo de personas que
se dirigieron a atentar contra sus vidas.

2. Estudio de legalidad de la sentencia de segunda


instancia -garantía de la doble conformidad-

2.1. Una vez resuelto de manera desfavorable el cargo


presentado por el censor, la Sala procederá a realizar el
estudio de legalidad de la sentencia condenatoria proferida
por el Tribunal Superior de Bogotá, con el objeto de
garantizar en su integridad el principio renombrado.

2.2. De conformidad con el artículo 381 del Código de


Procedimiento Penal, toda declaratoria de responsabilidad
penal requiere el conocimiento más allá de toda duda acerca
del delito y de la responsabilidad penal del acusado, fundada
en las pruebas debatidas en el juicio, lo que se traduce en la
comprobación, en el grado de certeza, del tipo penal objetivo
y del subjetivo, que conforman la conducta delictiva juzgada.

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Siguiendo el marco jurídico por el que se elevó pliego de


acusación, en el presente asunto se procede por el punible
identificado con el nomen iuris de homicidio, descrito en el
artículo 103, el cual dispone que “El que matare a otro,
incurrirá en prisión de doscientos ocho (208) a cuatrocientos
cincuenta (450) meses”.

Además, de acuerdo con la acusación, el delito se


cometió en la modalidad de tentativa, por lo que se torna
indispensable explicar lo siguiente:

El artículo 27 del Código Penal prevé la tentativa de la


siguiente manera: “El que iniciare la ejecución de una
conducta punible mediante actos idóneos e inequívocamente
dirigidos a su consumación, y esta no se produjere por
circunstancias ajenas a su voluntad (…)”

La anterior figura jurídica ha sido estudiada por esta


Corporación, en los siguientes términos9:

“De acuerdo con ese precepto, el delito tentado se configura


cuando el agente (i) inicia la ejecución de una conducta punible
(ii) mediante actos idóneos e inequívocamente dirigidos a su
consumación, (iii) pero por circunstancias ajenas a su voluntad
no logra su realización.

(i) La exigencia de que el actor inicie la ejecución del delito


sustrae de la órbita del derecho penal aquellos fenómenos
subjetivos que no tienen manifestación alguna en la
realidad (la ideación del ilícito) como también los actos
preparativos de la conducta punible, los cuales, aunque

9 CSJ Sentencia del 10 de junio de 2020, rad. 52341.

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sí trascienden al mundo material, están aún, en un curso


causal hipotético, muy lejanos de la amenaza o lesión del
bien jurídico como para suscitar respuesta alguna del
derecho penal (desde luego, salvo que constituyan, en sí
mismos, un comportamiento penado autónomo).

La distinción entre los actos preparativos y los de ejecución


puede resultar, en algunos casos, problemática, tanto en el
campo teórico como en la práctica judicial. De ahí que la doctrina
especializada haya propuesto distintas metodologías y
construcciones conceptuales orientadas a lograr la disociación
satisfactoria de unos y otros, verbigracia, la solución objetivo-
formal10 y las teorías de la peligrosidad11 y la acción
intermedia12, entre otras.

La Sala, de tiempo atrás, ha optado por aplicar un criterio


mixto, que atiende, por una parte, al examen de la adecuación
social de los actos realizados por el actor para amenazar el bien
jurídico tutelado y, por otra, a su plan criminal (con la admitida
dificultad de que éste no siempre puede conocerse o inferirse a
partir de la información recabada en el proceso):

«… es a partir de la ponderación del plan del autor y de los actos


socialmente adecuados para poner en peligro el bien jurídico,
que se impone analizar en cada caso concreto si se está en
presencia de actos preparatorios o ejecutivos y, con ello,
constatar si se presenta o no la figura de la tentativa como
dispositivo amplificador del tipo»13.
(…)
Esta comprobación es de naturaleza objetiva (entendida la
expresión no en términos literales, sino como intersubjetividad

10 Al respecto, ALCÁCER, Rafael. Tentativa y formas de autoría. Sobre el comienzo de


la realización típica. Ed. Edisofer, 2001.
11 Ibídem.
12 MAÑALICH, Juan Pablo. Inicio de la tentativa y oportunidad para la acción. En

Revista Chilena de Derecho, vol. 46, n. 3, ps. 821 – 844.


13 CSJ SP, 8 ago. 2007, rad. 25974, reiterada recientemente en CSJ SP, 11 mar. 2020,

rad. 56434. Así mismo, CSJ SP, 21 nov. 2018, 50543.

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que trasciende al agente) y se sustenta en la apreciación que,


con apoyo en las máximas de la experiencia (y las reglas de la
ciencia, en cuanto resulten relevantes), se haga del peligro que
para el bien jurídico conlleva el comportamiento. Así, a efectos
de discernir si los actos son o no idóneos para lograr la
consumación del delito, resulta necesario examinar los
presupuestos fácticos de su ejecución con atención a las
circunstancias modales que los rodean y establecer si, en un
curso causal ordinario, tenían la aptitud de provocar el
resultado típico que define la infracción consumada 14.
(…)
La exigencia de que los actos realizados por el agente estén
inequívocamente dirigidos a lograr la consumación del delito, en
cambio, alude a su órbita subjetiva, tanto volitiva como
cognoscitiva. Se trata, entonces, de la constatación - directa o
inferencial – de que lo pretendido por aquél al iniciar su
ejecución era justamente lograr la producción del resultado
típico.
(…)
Por lo anterior, este juicio normalmente reposa en procesos
inferenciales, para los cuales resulta útil la valoración conjunta
de las características objetivas de los actos ejecutados por el
sujeto activo, las circunstancias modales que los rodean y, en
cuanto se conozca, el plan del autor.
(…)
Finalmente, la tentativa reclama que el resultado típico
pretendido por el sujeto activo no se configure «por
circunstancias ajenas a su voluntad», por ejemplo, por la
intervención obstructiva de un tercero o circunstancias fortuitas.
Si lo que impide la efectiva consumación del delito es la voluntad
del agente, el curso causal carecerá de relevancia penal a
menos que, en su desarrollo, haya incurrido en
comportamientos revestidos de tipicidad autónoma.”.

14En este sentido, RODRÍGUEZ MOURULLO, Gonzalo. Delito imposible y tentativa de


delito en el Código Penal Español. En Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales,
1971, ps. 369 a 390.

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Entonces, la realidad del acontecer social enseña que


pueden suceder situaciones complejas, en las cuales la
intención homicida del autor, que revista las características
descritas, avance sólo hasta el grado de tentativa: i)
precisamente, por haber mediado, como causa ajena a su
voluntad, una adecuada atención médica para la víctima; o,
ii) porque en algunas eventualidades extremas, la falla en la
prestación del servicio de salud genera otro riesgo para la
víctima que desvía ostensiblemente el curso causal
primigenio15.

Asimismo, como se acusó a los procesados como


coautores de los punibles mencionados, debe señalarse que,
de acuerdo con la definición prevista en el artículo 29 de la
Ley 599 de 2000, “[s]on coautores los que, mediando un
acuerdo común, actúan con división del trabajo criminal
atendiendo la importancia del aporte”.

Por su parte, la Corte ha enfatizado que la coautoría


exige la necesaria presencia de los siguientes elementos: i) un
acuerdo o plan común; ii) división de funciones y iii)
trascendencia del aporte en la fase ejecutiva del ilícito.

2.3. De los hechos probados

De acuerdo con las pruebas legalmente aducidas al


proceso y haciendo una evaluación desde las reglas de la
sana crítica, se logra establecer que:

15 CSJ SP1369-2022 del 27 de abril de 2022, Rad. 52728.

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(i) El 22 de abril de 2012 JUAN DAVID MARTÍNEZ


GAMBOA se encontraba en un bar llamado Scorpions,
ubicado en Castilla, a eso de las 12:30 a.m., junto con otros
amigos que vivían en el barrio Valladolid, entre los cuales
estaba JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ, BREINER JAIR
NOVOA MURILLO y su hermana (de quien no se dijo el
nombre);

(ii) Cuando MARTÍNEZ GAMBOA llevaba unos 15 o 20


minutos en el lugar compartiendo con sus amigos unos
tragos de licor, se acercó alias JOHN JAIRO SANTA MUÑOZ,
(a quien todos distinguían como alias “El Pájaro”, una
persona problemática del barrio Castilla, que tenía su grupo
de amigos de peleas) a comprar un cigarrillo en el bar, a
quien BREINER JAIR NOVOA MURILLO le ofrece un trago
que no acepta;

(iii) NOVOA MURILLO hace un comentario que no le


gusta a SANTANA MUÑOZ, por lo que se arma una discusión
y el sujeto sale del bar;

(iv) A los pocos minutos SANTANA MUÑOZ regresa al


bar con varias personas del barrio Castilla, entre las cuales
se encontraba JORGE ARIEL MELO AMADOR (alias
“Diomedes”), directamente a agredir a los jóvenes con los que
tuvo la discusión, esto es, a JOHAN STIVEN BLANCO
GÓMEZ, JUAN DAVID MARTÍNEZ y BREINER JAIR NOVOA
MURILLO y su hermana;

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(v) Inmediatamente el dueño del lugar y su esposa


reaccionan cerrando las rejas, pese a que también son
golpeados en el entretanto;

(vi) MARTÍNEZ GAMBOA y BLANCO GÓMEZ quedaron


por fuera del establecimiento con personas desconocidas;

(vii) Estando por fuera del lugar SANTANA MUÑOZ se


acerca a MARTÍNEZ GAMBOA con 3 o 4 personas, los sujetos
lo golpean y a SANTANA MUÑOZ le propina una puñalada
en el estómago, para, luego, proceder a fugarse;

(viii) En ese momento también JORGE ARIEL MELO


AMADOR persigue a JOHAN BLANCO GÓMEZ, saca un
cuchillo de su chaqueta y le propina varias puñaladas en la
espalda;

(ix) BREINER JAIR NOVOA MURILLO y otro amigo (no


identificado) auxilian a BLANCO GÓMEZ, tomando un taxi
para llevarlo a la clínica de Occidente donde finalmente le
prestan la atención en salud que requería;

(x) A los pocos minutos MARTÍNEZ GAMBOA procedió


a revisarse el abdomen y observó “una perforación y con una
tripa por fuera”, por lo que 2 amigos lo auxiliaron y lo llevaron
a la Clínica de Occidente;

(xi) Una vez en la Clínica de Occidente, las víctimas son


atendidas de forma oportuna, en donde se realizan los
procedimientos médicos necesarios para salvar sus vidas.

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2.4. Estudio de la responsabilidad de los enjuiciados

El conjunto de las anteriores pruebas legalmente


aducidas en juicio, sumado a la forma como se individualizó
e identificó a cada uno de los procesados, permiten concluir,
más allá de toda duda, que JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ
y JORGE ARIEL MELO AMADOR, son coautores de homicidio
en concurso homogéneo en la modalidad de tentativa,
conducta ejecutada en contra de JUAN DAVID MARTÍNEZ
GAMBOA y JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ.

Entonces, los hechos demostrados, tal como lo concluyó


el Tribunal en la sentencia de segunda instancia, encuentran
subsunción en el tipo penal descrito en los artículos 103 y
27, del estatuto penal.

La anterior afirmación tiene como sustento que se


demostró que JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ le asestó una
puñalada en el abdomen a JUAN DAVID MARTÍNEZ
GAMBOA y JORGE ARIEL MELO AMADOR le propinó 3
puñaladas en la espalda a JOHAN STIVEN BLANCO GÓMEZ,
generando unas lesiones que tenían la capacidad de quitarles
la vida a las víctimas, lo cual no sucedió por la inmediata
intervención médica que impidió que las heridas produjeran
sus muertes.

De lo expuesto se desprende que los implicados fueron


quienes materializaron y ejecutaron las conductas por las
cuales se les acusa con intención y conocimiento del daño
que podían infringir en las víctimas, pues sabían que

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impactar sus armas cortopunzantes en las víctimas,


exactamente en un sector del cuerpo que compromete sus
órganos vitales (abdomen y espalda), siendo previsible la
muerte de los lesionados. Además, tenían el claro propósito
de atentar contra la vida de MARTÍNEZ GAMBOA y BLANCO
GÓMEZ, porque se agruparon y llegaron al bar Scorpions con
el objetivo de atentar contra la vida de las víctimas, utilizando
armas corto punzantes en contra de su humanidad,
instrumentos aptos para segar la vida de las víctimas.

Tan clara fue la intención de SANTANA MUÑOZ de


ocasionar la muerte de MARTÍNEZ GAMBOA que no le bastó
con golpearlo, con patadas y puños, reduciendo su capacidad
de defenderse y reaccionar, sino que procedió a insertarle un
cuchillo en el abdomen, causando una lesión que
comprometió órganos vitales (en este caso el colon), que, de
no haber sido por la ayuda de sus amigos y la rápida atención
médica, le habría causado la muerte.

Algo similar sucedió con BLANCO GÓMEZ, quien


estaba siendo golpeado por varias personas, pero ello no le
bastó a MELO AMADOR, pues en el intento de la víctima de
huir de los golpes, lo persiguió, sacó de su chaqueta un
cuchillo, propinándole 3 puñaladas en la espalda, lo que
perfectamente podía comprometer sus órganos vitales, por
los lugares donde fueron impactadas las puñaladas. El
procesado no logró su objetivo gracias a que la víctima estaba
huyendo de él, dificultando que el cuchillo ingresara aún más
en su cuerpo y que impactara en algún órgano vital, aunado
a que llegaron los amigos de esta a auxiliarlo, razón por la
que fue atendido oportunamente en el centro de salud, donde

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se le realizaron los procedimientos adecuados para


salvaguardar su vida.

Entonces, el propósito de matar de los procesados no se


consolidó por circunstancias ajenas a su voluntad, porque
gracias a las acciones de las víctimas y el auxilio que
recibieron de los amigos, quienes contribuyeron a su rápido
traslado al centro médico donde se les brindó la atención
necesaria para salvar sus vidas, no lograron causarles la
muerte a MARTÍNEZ GAMBOA y BLANCO GÓMEZ.

De otro lado, también emerge claro que los sujetos se


confabularon para agredir a los afectados, configurando su
participación criminal en la modalidad de coautoría, por
haber actuado conjuntamente, con conocimiento y voluntad
para la producción de los resultados típicos.

El común propósito que ata a la totalidad de los


procesados con los actos orientados a la ejecución del delito
de homicidio en la modalidad de tentativa, rechaza un
análisis sectorizado de cada acción e impone ver la
realización mancomunada que desarrolla el plan maquinado,
que sólo puede explicarse bajo la tesis de la coautoría, en
tanto compromete a todos los copartícipes como si cada uno
hubiere realizado la totalidad del hecho típico y no, desde
luego, por la porción que le fue asignada o finalmente
ejecutaron individualmente.

Lo anterior, porque para la Sala es evidente que las


agresiones que por poco ocasionan la muerte a las víctimas
fueron producto de un plan previo y mancomunado, en el

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que cada uno de los procesados tenía la tarea de agredir


mortalmente a quienes estuvieran en ese grupo de amigos,
con la desgracia para las víctimas de que fueron las que
quedaron a fuera del establecimiento al descubierto de los
victimarios quienes pudieron realizar su plan.

Para la Sala, el plan tuvo sus inicios en el momento en


que JOHN JAIRO SANTANA MUÑOZ sale del bar Scorpions,
luego de tener una discusión con BREINER JAIR NOVOA
MURILLO y su grupo de amigos, entre los cuales estaban las
víctimas de este caso, pues se va del lugar con el claro
propósito de regresar a agredirlos con un grupo de amigos
que respaldaran sus ideales o planes.

En efecto, se encontró con su grupo o “combo” de


amigos en otro lugar, entre los cuales se encontraba JORGE
AIREL MELO AMADOR, quienes se adhirieron a su plan de
regresar al bar a agredir y atentar contra la humanidad de
los jóvenes con los que había tenido la discusión.

Una vez llegaron al bar proceden a agredir a las víctimas


y, por separado, SANTANA MUÑOZ apuñala a MARTÍNEZ
GAMBOA en el estómago, ocasionándole un traumatismo de
colon, y MELO AMADOR apuñala en tres ocasiones a
BLANCO GÓMEZ, causándole una herida vertical de 2 cm en
la región dorsal derecha, una herida de 1,8 cm oblicua
paravertebral dorsal inferior a la primera y una herida de 2
cm oblicua paravertebral dorsal lumbar izquierda.

Para la Sala, las acciones ilícitas ejecutadas eran un


propósito definido de los coautores que confluyeron

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mancomunadamente con ese definido propósito, donde (i)


SANTANA MUÑOZ ejecutó la conducta lesiva en contra de
MARTÍNEZ GAMBOA y, a la vez, tuvo una participación
determinante en el plan para atentar con la vida de BLANCO
GÓMEZ, y (ii) MELO AMADOR ejecutó la conducta ilícita en
contra de BLANCO GÓMEZ y, al mismo tiempo, tuvo una
participación trascendente en el acuerdo común para atentar
contra la vida de MARTÍNEZ GAMBOA.

Al efecto, el ad quem consideró que SANTANA MUÑOZ


y MELO AMADOR pertenecían al grupo de personas que
arribó el 22 de abril de 2012 al bar Scorpions con la intención
de agredir a los jóvenes, logrando herir a dos de ellos, “siendo
evidente que en tales condiciones, obraron conjuntamente, en
desarrollo de un plan común a todos y de mutuo acuerdo, cual
era arremeter contra la humanidad de las víctimas y su grupo
de amigos; manteniendo un co-dominio del hecho, pues
desempeñaron las tareas previamente acordadas con
interdependencia funcional, en tanto JOHN JAIRO SANTANA
MUÑOZ, junto con otros tres o cuatro personas agredieron a
Juan David Martínez Gamboa y JORGE ARIEL MELO
AMADOR realizó lo propio contra Johan Stiven Blanco Gómez”.

Por esas razones es que surge indudable la


responsabilidad de los procesados en calidad de coautores de
las conductas de homicidio en la modalidad de tentativa.

De otro lado, del análisis en conjunto de los elementos


de convicción y bajo las reglas de la sana crítica, emerge
igualmente la antijuridicidad de las conductas desplegadas
por cada uno de los aquí acusados, quienes vulneraron los

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bienes jurídicos a la vida e integridad personal, mediante


actos inequívocos y aptos para producir el resultado lesivo,
el cual fue evitado por circunstancias ajenas a la voluntad de
los agentes, sin que se vislumbre el más mínimo indicio de
que su actuar haya estado amparado en causal de ausencia
de responsabilidad.

Finalmente, en punto a la culpabilidad reprochable a


cada uno de los acusados, encuentra la Sala que JOHN
JAIRO SANTANA MUÑOZ y JORGE ARIEL MELO AMADOR
realizaron como imputables las acciones delictivas hasta
aquí analizadas, en los términos ya establecidos.

También, cabe señalar que se trata de personas


mayores de edad, bien orientadas en el tiempo y en el
espacio, que han procedido en las actuaciones judiciales a
las que asistieron como personas de mente sana, dueñas de
sus actos, sin que se advierta evidencia alguna que indique
incapacidad de comprender su ilicitud o de determinarse de
acuerdo con esa comprensión, o que hubiesen obrado al
amparo de causal de ausencia de responsabilidad.

Entonces, a los procesados les era exigible comportarse


acorde con las reglas que regulan la convivencia social y, por
ende, sus conductas son punibles y merecedoras del juicio
de reproche mediante la imposición de la sanción
correspondiente.

En suma, el material probatorio legalmente aducido en


juicio y con base en el cual el ad-quem condenó a los aquí
procesados, le confirma a la Sala la existencia de prueba

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suficiente para declarar en el grado de certeza requerido por


la Ley, la declaratoria de responsabilidad penal en los
términos concluidos por el Tribunal, deduciéndose en
consecuencia, la legalidad de la condena.

3. En este orden y de conformidad con lo hasta aquí


razonado, la Corte resolverá no casar el fallo de segunda
instancia impugnado, manteniéndose incólume la condena
declarada en contra de éstos, la cual, una vez examinada en
su legalidad en garantía del principio de la doble
conformidad, cumple igualmente con los presupuestos
exigidos por el Código de Procedimiento Penal (artículo 381)
para condenar.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

PRIMERO: NO CASAR la sentencia dictada el 12 de


julio de 2017, por la Sala Penal del Tribunal Superior de
Distrito Judicial de Bogotá, de acuerdo con lo considerado
en la parte motiva de esta providencia.

SEGUNDO: CONFIRMAR en su integridad la decisión


adoptada por el Tribunal Superior de Bogotá, de acuerdo con
el estudio de legalidad realizado en esta sentencia, en virtud
del principio de doble conformidad.

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TERCERO: DEVOLVER las diligencias al Tribunal de


origen, una vez se cumplan los trámites de notificación.

CUARTO: INFORMAR que contra esta decisión no


procede recurso alguno.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE,
FABIO OSPITIA GARZÓN

Presidente

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

MYRIAM ÁVILA ROLDÁN

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS

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GERSON CHAVERRA CASTRO

DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

LUIS ANTONIO HERNANDEZ BARBOSA

HUGO QUINTERO BERNATE

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA

Secretaria

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