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Cartas sobre la educación estética del hombre - cartas 3 y 4.

Schiller

Carta tres

La naturaleza es con el hombre igual que con todas sus creaciones, pero no sucede al revés, el
hombre posee inteligencia capaz de modificar la naturaleza según su libre elección, aquí aparece
una distinción entre la necesidad física y la necesidad moral. Por este motivo debe someterse a las
leyes naturales y las leyes morales. Transforma su estado natural en un estado moral de libre
elección .

El estado natural depende meramente de las fuerzas naturales siendo este real e impuesto, el
estado moral depende de la razón es supuesto.

Si la razón suprime al estado natural para conseguir un lugar arriesga al hombre y la sociedad real
en pro de una supuesta. El cambio suprimiría la humanidad natural por otra que aún no tiene, el
hombre quedaría sin el apoyo natural antes de tener el apoyo moral regional.

La sociedad física y natural no puede detenerse ni por el momento, trabaja como un mecanismo
de relojería en el cual no se puede cambiar una rueda para ser modificado sin que deje de
funcionar, por lo tanto se debe buscar apoyo en otro estado que no sea el natural.

Este acoso no puede estar en la naturaleza del hombre que tiende a destruir la sociedad por 1
egoísmo, tampoco en el carácter moral que aún está por formarse, se trata entonces de una
concordia entre ambos, un carácter afín a los dos y haga posible el paso de uno a otro.

La carta 3 finaliza diciendo la formación de un tercer carácter intermedio entre el carácter natural
del hombre (que egoísta y violento apunta más a la destrucción que al mantenimiento la sociedad)
y el carácter moral que forman las leyes, que no es libre. El tercer carácter debe hacer concordar al
carácter natural con las leyes y al carácter moral con las impresiones.

Carta cuatro

Éste tercer carácter puede conseguir una transformación del estado según principio morales, y
además garantizar su duración.

En la construcción del estado moral tenemos a la moralidad como la fuerza activa, y la voluntad
libre como dominio de las causas.

Pero sólo en ser absoluto coincide la necesidad física con la moral: la conducta humana
normalmente, llevada por sus instintos, actúa en forma natural, por lo que no siempre tiene un
carácter moral como consecuencia. A pesar de ello, el hombre siempre se encuentra libre de elegir
entre su inclinación natural y el deber moral.
Por consiguiente, se debe buscar que ambos móviles (natural y moral) estén en equilibrio, es decir
que los impulsos y la razón estén lo bastante de acuerdo para conseguir una legislación universal
(tercer carácter).

Se puede decir entonces que todo individuo humano lleva la planta de un hombre ideal puro, y
que es representado por el estado.

Hay dos formas en que se puede hacer coincidir al hombre natural con el moral: una es que el
hombre puro oprima al empírico, es decir que el estado anule a los individuos; y la otra es que el
individuo se convierta en estado ascendiendo el hombre en la idea.

La razón demanda unidad, y la naturaleza exige diversidad, y el hombre es requerido por ambas
legislaciones: la primera por una conciencia insobornable y la segunda por un sentimiento
inextinguible. Por eso el tercer carácter será siempre defectuoso porque el carácter moral se
formará mediante el sacrificio de natural, efectuando la unidad mediante en la anulación de la
diversidad.

El estado no debe exaltar sólo el carácter objetivo (genérico), sino también el carácter subjetivo
(específico de los individuos) para ampliar las costumbres morales sin despoblar el mundo de los
fenómenos.

El obrero violenta al material para darle una forma específica, no le interesa el todo por las partes,
sino las partes por el todo (representa en la razón, la moral). El artista también violenta al material
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para dar una forma específica, pero lo hace intentando engañar a los ojos que protegen la libertad
de esa materia mediante una aparente condescendencia hacia la misma (representa lo natural, el
instinto). El estado de organizarse en forma tal que todas las partes (individuos) se acomoden con
la idea del todo. Representa a la humanidad pura y objetiva y podrá conservar su humanidad
subjetiva en el grado que este ennoblecida por la objetiva.

Si el hombre interior está de acuerdo consigo mismo salvará su singularidad frente a la


universalidad, y el estado será ser un intérprete de sus instintos. Si el carácter del hombre
subjetivo está por encima del objetivo, el estado deberá aplicar el rigor de la ley para que la
objetividad oprima a la subjetividad conteniendo las individualidades hostiles. El hombre puede
estar en contradicción consigo mismo de las maneras: salvaje cuando sus sentimientos dominan
sobre los principios, y bárbaro cuando los destruyen. El primero desprecia al arte y considera
soberana a la naturaleza; el segundo se burla de la naturaleza y la deshonra, y continuar siendo
esclavo del esclavo. El hombre culto se convierte en amigo de la naturaleza honrando su libertad,
para lo cual refrena sus caprichos.

La razón trae unidad moral a la sociedad, pero no se debe menoscabar la variedad de la


naturaleza, pues puede aspirar a afirmar su diversidad en la construcción moral de la sociedad. La
forma victoriosa está a igual distancia de la confusión, por lo cual la totalidad del carácter del
pueblo debe ser capaz y digno de cambiar al estado de la necesidad por el de la libertad.

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