Está en la página 1de 6

El coronel se encontraba tirando maíz al gallo de pelea que

perteneció a su hijo años atrás, el cual estaba siendo preparado


para un próximo enfrentamiento.

Después de encargarse del gallo de su hijo, el coronel, se fue a


vestir para ir por el correo, ya que el esperaba su carta de pensión
por ser un veterano de la guerra, debido que el dinero en el hogar
escaseaba y no tenían ni para una taza de café diaria.

—¿ porque tienes tanta prisa para salir?— le


pregunto su esposa, mientras le alistaba los
pantalones sin planchar al coronel.

—Hoy es viernes, llega el correo—Dijo el


coronel, mientras terminaba de alistarse y
salia de la casa.

—se me había olvidado que era viernes— dijo


ella, mientras lo observaba irse.

El coronel se dirigió al puerto e iba recordando las veces que


esperaba la lancha y no llegaba ningún correo para el, pero
siempre tenía la esperanza que pudiera llegar la pensión que
se le debía.
Ese día parecía que no era la excepción que los otros, ya que a
la hora que llegó a su casilla, no hubo ninguna carta que fuera
a parar ahi.
—Nada para el coronel —Dijo el administrador que lo vio
revisando a dónde paraban las cartas.

—No esperaba nada— Dijo el coronel, desilusiónado y a la vez


avergonzado, mientras se dirigía de nuevo a su casa.

Un día en la casa del coronel, su esposa le estába reclamando de que


no tenían para comer «todo se va en gallo, nosotros nos vamos a
morir de hambre» decía su esposa.

Por lo cuál, el coronel se estaba replanteando de si tenía que seguir


con la pelea de gallos que era una de las actividades que se dedicaba
su hijo y por la cual el la quería realizar o simplemente vender el
animal .
Por esto un día fue a visitar un antiguo amigo del pueblo, conocido
como Don Sebas, que le compraba el gallo a 900 pesos, pero aún
sabiendo lo necesario que era ese dinero, todavía quería conservar el
gallo teniendo la esperanza de cumplir la pelea que tanto esperaba si
hijo, ya que era firme a su ideal.

Por esto, poco a poco la situación fue empeorando, comenzando con la


venta de algunos objetos del hogar que eran valiosos, desde cuadros,
zapatos y relojes; a tal punto que su esposa no aguantaba está
situación y siempre le reclamaba que la mejor opción era era vender el
gallo.

Pero el coronel seguía con la idea de que podía recibir su pensión por
su servicio, y siempre solía ir todos los viernes a su casilla en el puerto
para espera una respuesta.
—El coronel no tiene quien le escriba — Decía siempre el administrador,
que veía al coronel revisando su casilla ilusionado por recibir aquella carta que
no llegaba.

Y así transcurría el tiempo sin una respuesta y solución a su situación


económica, mientras que su esposa cada vez iba aumentando más con sus
peleas y discusiones, hasta tal punto que no soporto más está situación.

—tu piensas que todo mejorará si el gallo gana, pero si pierde,


¿Que vamos hacer?— dijo su esposa, cansada de esta situación.

—Este gallo no puede perder—dijo el coronel con seguridad.

—¿Y si llega a perder?—dijo ella seriamente.


—todavia falta mucho tiempo para pensar en eso— dijo el
coronel convencido.

—¿Y en ese tiempo que comeremos?—dijo su esposa


desesperada por la situación en la casa.

Y en esto el coronel no supo que decir, puesto que estaba entre su


esposa y la situación del gallo y la pensión.

Los dias transcurrieron aunque el anhelado correo nunca llegó,


tiene la esperanza de conseguir la victoria con la pelea y recuperar
lo que un día perdido, sin tener la certeza de que el gallo valla a
ganar.
MARIELYS COLMENARES
ANNY GELVEZ
MARIA GARGIA

También podría gustarte