Está en la página 1de 5

El perro y el cocinero

Preparó un hombre una cena en honor de uno


de sus amigos y de sus familiares. Y su perro
invitó también a otro perro amigo.
-- Ven a cenar a mi casa conmigo -- le dijo.
Y llegó el perro invitado lleno de alegría. Se
detuvo a contemplar el gran festín, diciéndose
a sí mismo:
-- ¡ Que suerte tan inesperada ! Tendré comida
para hartarme y no pasaré hambre por varios
días.
Estando en estos pensamientos, meneaba el
rabo como gran viejo amigo de confianza. Pero
al verlo el cocinero moviéndose alegremente de
allá para acá, lo cogió de las patas y sin
pensarlo más, lo arrojó por la ventana. El perro
se volvió lanzando grandes alaridos, y
encontrándose en el camino con otros perros,
estos le preguntaron:
-- ¿ Cuánto has comido en la fiesta, amigo ?
-- De tanto beber, -- contestó -- tanto me he
enbriagado, que ya ni siquiera sé por donde he
salido.

No te confíes de la generosidad que otros prodigan


con lo que no les pertenece.

El gato y las ratas

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un


gato y se fue a ella, y poco a poco iba
devorando las ratas. Pero ellas, viendo que
rápidamente eran cazadas, decidieron
guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una
trampa para que salieran. Trepó a lo alto de
una viga, y colgado de ella se hizo el muerto.
Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
-- ¡ Oye amiguito, aunque fueras un saco de
harina, no me acercaría a tí !

Los malvados, cuando no pueden dañar a sus


víctimas directamente, buscan un atrayente truco
para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen
como muy lindo y atrayente.
La lecherita

La hija de un granjero llevaba un recipiente


lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a
hacer planes futuros:
-Cuando venda esta leche, compraré
trescientos huevos. Los huevos, descartando
los que no nazcan, me darán al menos
doscientos pollos. Los pollos estarán listos para
mercadearlos cuando los precios de ellos estén
en lo más alto, de modo que para fin de año
tendré suficiente dinero para comprarme el
mejor vestido para asistir a las fiestas donde
todos los muchachos me pretenderán, y yo los
valoraré uno a uno.-
Pero en ese momento tropezó con una piedra,
cayendo junto con la vasija de leche al suelo,
regando su contenido. Y así todos sus planes
acabaron en un instante.

No te ilusiones con lo que aún no tienes.

También podría gustarte