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Final alternativo: el coronel no tiene quien le escriba.

el gallo quería ser vendido, pero ya la oferta que Sebas le había hecho ya no era
la misma, ya era menor por lo cual decide no venderlo. El coronel sabe que
aunque el poco dinero que le queda se le da al dichoso gallo, esta sigue siendo
una oportunidad para recuperarlo y ganar un poco más.
Se llega la pelea del gallo donde participaría, el gallo mejor alimentado y con
mucha fuerza gracias al amigo de su hijo que procuro preverlo de comida, entra a
la arena y como era de esperarse, logra ganar y con ello el coronel se lleva,
además de la suma de dinero que se aposto, una gran satisfacción recordando a
su difunto hijo, dueño del gallo. Varios hicieron ofertas por el gallo, y aunque el
coronel no quería, vendió el gallo así logrando el cometido de solo llevarlo a la
pelea y nada más.
Corrió a su hogar, esperando ansiosamente poder contarle a su esposa que ahora
tenían ya dinero para seguir sobreviviendo y ya no vender más las cosas
personales de ambos.

Lo cual no logro realizar.

Al llegar, yacía su esposa tumbada en la cama, con la mano derecha tocando


fuertemente la parte superior de su pecho, justamente donde el corazón. El rostro
de la esposa no era de dolor, ni de angustia, al contrario de todo, era tranquilo y
emitía paz. Paz que no encontraría el coronel.
Checo su correspondencia dos semanas después del velorio de su esposa,
pensando en que probablemente no habría llegado nada de lo que antes de la
muerte, quisiera. Para su sorpresa y como una bofetada del destino, la resolución
de su pensión había llegado, otorgándosela. Leyó cuidadosamente con los ojos
húmedos y sintiendo una rabia que no podía controlar. Gritando eufóricamente,
maldiciendo el destino y dudando la existencia de algún Dios, rompió las hojas y
decidido de no encontrar ya una razón para vivir pensó en su muerte en
suicidarse. Hizo todos los preparativos de como y donde. El dinero lo sello en
sobres que serian destinados a casas hogares y las pocas cosas que le quedaban
se quedarían como estaban. Deseando que se envejecieran tan rápidamente
como él.
El destino le jugo quizás, para su suerte, o su desgracia. Llamaban a la puerta en
el momento exacto cuando el estaba apunto de saltar de una silla con una soga en
el cuello que lo sostendría desde ese momento hasta que alguien se percatara de
su destino.
Abrió la puerta y el gallo entro corriendo despavorido y atrás de él, al borde de la
entrada estaba la persona a la cual le habían vendido ese gallo mencionándole
agitadamente.
- Ese gallo, se puso triste desde que me lo vendió, pareciera que quería venir con
usted y pensé que fue algún plan suyo.
-No ha sido así- respondió el coronel- iré por él.
-No importa- decía el señor todavía agitado- quédeselo, del dinero no se
preocupe. Es suyo también.
-no necesito caridad, buen hombre.
-lo sé, así como también se que ese gallo era de su hijo, sabemos que el ya no
esta y quizás merece usted tener el recuerdo de el presente. No es que se amarre
a un duelo, si no que se que es de humanos el recordar para revivir. Si no lo
hiciéramos. Quizás moriríamos por nuestras propias manos.

El señor se fue del hogar del coronel mientras este cerraba lentamente la puerta.
Recordando… sintiendo… logrando entender que la vida es injusta. Quizás. Pero
los muertos reviven en nuestros pensamientos, en los recuerdos, no en nuestro
lecho de muerte. Miro al gallo y pensó que su vida era aun valiosa ya que sin el,
no habría podido ganar y tratar de hacer feliz a su esposa. Sin ese gallo no podría
recordar a su hijo y no podría recordarse a si mismo que de vivir su esposa, a ella
no le gustaría verlo colgado. No rendido tan fácilmente, ya que su esposa siempre
le decía:
-eres muy terco y fuerte, muy obstinado y muy leal, muy capaz de todo. Por eso
eres coronel, pero eso no quita que en ti veo, a la persona mas amorosa y pura de
corazón de este mundo, aunque la gente diga lo contrario.

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