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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO.

DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

1. De la tribu a la ciudad

2. El relato del mundo grecorromano y el primer “nosotros”

3. La ciudadanía romana como definición técnica de un nosotros universal

3.1. el derecho de los ciudadanos

3.2. Los juristas como fuente del derecho, apogeo y decadencia

3.2.1. La actividad de los juristas

3.2.2. Las fuentes en el periodo posclásico

4. La cristianización del Imperio, el desdoblamiento del mundo

4.1. Nosotros los cristianos

4.2. Cristianismo y persona

4.3. Cristianización del derecho romano

5. La Antigüedad tardía y el desmembramiento de Occidente (s. III-VI d.C.)

5.1. Antecedentes

5.2. Dos mundos de un mundo, el desmembramiento

5.3. La Antigüedad tardía y el derecho

6. El derecho de la Europa latina y la edad de la nostalgia: Alta Edad Media (s. V-X)

7. Qué fue Bizancio

7.1. La obra de Justiniano

7.2. El derecho posjustinianeo

7.3. El renacimiento de los estudios del derecho

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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

1. De la tribu a la ciudad

Nuestra sociedad ha sido predominantemente tribal. Solo a partir del cuarto milenio a C. aparecen
las primeras civilizaciones o sociedades complejas. En algunas zonas se formaron grupos que
organizaron la vida social de forma sedentaria, produciendo herramientas que permitieron una vida
social más compleja. Normalmente el fundamento de dicha sociedad es el parentesco, un
antepasado en común, una unión matrimonial con otro miembro de la tribu. En dichas sociedades
normalmente no existe un estado o una organización política lo suficientemente poderosa como para
suprimir la venganza privada, con lo que una gran preocupación sea conservar la paz social. De ahí
que resulte útil lo que llamaríamos derecho penal. Se trata de un derecho vindicatorio, que busca
infligir un sufrimiento en el autor del delito para conseguir su reincorporación en la sociedad o su
definitivo alejamiento. De otra manera, al no existir un poder público fuerte que controle la
venganza, la propia venganza puede ocasionar una guerra intestina que acabe por disolver al grupo.
Las reglas sociales de las comunidades tribales serían del tipo, distribuir la carne cazada, el orden al
comer, la nomenclatura del parentesco, las vestimentas, los matrimonios permitidos y los prohibidos,
los castigos, etc.
El cambio de una sociedad tribal a otra más “civilizada” tiene su origen en una percepción diferente
del tiempo, de tener una percepción cíclica a otra lineal, es decir en la que existe un pasado y un
futuro. Entonces parece cobrar sentido actividades como construir viviendas, templos, canales, etc.
Todas ellas para un futuro distinto del pasado.
En esas sociedades se van acumulando problemas y preguntas que no existían o que al menos no se
presentaban de la misma forma antes del paso a un estado de civilización. Este estado se asocia a la
producción agrícola y al almacenaje, la especialización, etc. El excedente genera el incremento
demográfico. En estas sociedades aparece el tiempo de ocio, las artes, el pensamiento y por supuesto
la aparición de un poder público que pueda ordenar, arbitrar e imponerse en esa sociedad compleja.
El derecho muta su tradicional carácter y abarca una serie de campos nuevos para servir de
herramienta para responder a preguntas que ya existían, pero que necesitan una respuesta diferente.
Cuando Aristóteles se refiere al hombre como animal político se refiere a que es el único que vive en
ciudades y por lo tanto es el único que se plantea todas esas cuestiones descritas. De ahí, se
desprende que sea social, racional y, podríamos añadir, histórico, pues el hombre es el único animal
que necesita de la historia para justificar su presente, su pertenencia a un “nosotros” y proyectar su
futuro.
La convivencia en una ciudad ya no se basa en vínculos, sino en un relato que les proporciona un
pasado y unos referentes comunes y, sobre todo, un futuro común. Es así como en estas primeras
civilizaciones aparece la historia, hablamos de la manera de hacer historia que surge con estas
primeras civilizaciones, el relato histórico será un elemento constituyente para esas sociedades. Es
dentro de ese relato que el derecho encuentra justificación, ese relato da sentido al derecho, a sus
prescripciones y proscripciones, a los procesos y a las reglas que ordenan la vida social. Ese mismo
relato dota de una constitución política a las sociedades y hace predecible el comportamiento de las
instituciones.

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2. El relato del mundo grecorromano y el primer “nosotros”


Los griegos no llegaron a formar un imperio ni una organización política que superara el ámbito de
las polis. Ese era para ellos el núcleo de la vida social. El mundo griego es multipolar, cada ciudad era
una organización política autónoma con su propia constitución política, su propio gobierno y su
propio derecho. Alejandro conquista Grecia y el mundo oriental, configurando un imperio. Tras la
muerte de Alejandro Magno se inaugura el periodo helenístico. Políticamente dicho periodo se
caracterizó por el desmembramiento del impero Alejandrino en reinos más pequeños. La época
helenística se agota por la progresiva expansión romana. Pero, los romanos tuvieron su primer
contacto con la cultura griega mucho antes a través de las polis fundadas en la península itálica, la
conquista romana se ve contrarrestada por una conquista cultural por parte de los griegos. La
herramienta por excelencia de la expansión romana es el foedus, es decir, el tratado que concedía
un estatus a una ciudad dentro del Imperio Romano, determinado por si oponían resistencia o no, en
el primer caso las cargas serían mayores y los privilegios menores. Lo que estaba en juego en esta
diferenciación además de otras cuestiones como las de índole tributaria y militar, era el acceso a la
ciudadanía. Elemento fundamental en la romanización del mundo mediterráneo.
3. La ciudadanía romana como definición técnica de un nosotros universal
Los griegos nunca constituyeron una entidad política estable que superara el ámbito de las polis. La
ciudad-estado, siempre fue el paradigma de organización política durante la Grecia arcaica y la
clásica. No obstante, los griegos siempre se supieron parte de una comunidad mayor, de un
“nosotros”. Dicha comunidad estaba determinada por la lengua, la religión y una historia compartida.
El imperio de Alejandro tuvo pretensiones distintas. Su objetivo era unir el mundo bajo un mismo
poder e incorporarlo a la luz de la cultura griega.
Roma, en cambio, sobre sus cimientos, construyó y ordeno el mundo mediterráneo. La herramienta
que usó fue la ciudadanía. Un instrumento novedoso, que permitió al nuevo miembro no dejar de
ser lo que era para convertirse en romano. Se trababa de incorporarse a una red de relaciones
jurídicas por parte del conquistado. Ser romano se transformó en una categoría técnica. A partir de
dicha pertenencia, la asimilación cultural se daba espontáneamente.

En la lógica romana, la ciudad no es solo un espacio físico, sino también un espacio inmaterial, un
marco cultural. Allí donde haya ciudadanos romanos y se desarrolle la cultura civil a imagen de Roma,
allí estará la urbe. Ese espacio cultural es el que se construye mediante la ciudadanía, caracterizada
como una red de relaciones interpersonales. El ciudadano se integra en dicha red como quien pasa a
formar parte de una asociación de personas. La ciudadanía concedía; poder contraer matrimonio civil
(conubium), comerciar, adquirir el dominio sobre cosas, obligarse, y obligar, ser causante y heredero
aplicando las reglas del derecho civil (commercium). Extender testamento (testamentifactio),
entablar acciones y ser actor dentro de un proceso (actiones), votar en las asambleas de ciudadanos
(suffragium) y ser elegido como magistrado (honores).
Estos, más que derechos son vínculos que se pueden establecer con otros ciudadanos. Esto no
significa que los que no poseían la ciudadanía no pudieran casarse, comerciar o establecer otro tipo
de relaciones con otros, dichas relaciones, cuando se dan entre ciudadanos, eran reconocidas y
regidas por el derecho de los ciudadanos romanos, es decir, por el ius civile.

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Este carácter técnico de la ciudadanía cambia la noción de “nosotros”. Para los griegos, el otro era
quien no hablaba griego, el bárbaro; para los romanos, el otro es quien no es ciudadano.
El año 212 el emperador Marco Aurelio (Caracalla), promulgó el denominado Edicto de Caracalla o
Constitutio Antoniniana. En esta disposición se concedía la ciudadanía a todos los habitantes libres
del Imperio, con excepción de los dediticios (aquellos que habían puesto gran resistencia a la
dominación). Este proceso llevó a la construcción de un “nosotros” que abarca todo el Mediterráneo
y que terminó por llevar a todos los rincones la cultura romana y, por supuesto, la griega.
Roma era sobre todo una realidad inmaterial, una idea. Su materialización no es la urbe romana, sino
la ciudadanía; ese instrumento permite extender la ciudad hasta los confines y unificar aquello que
estaba disperso, crear un “nosotros” que pueda identificar a todos los habitantes del Imperio.
La forma de ciudad en el Imperio es el municipium, una ciudad que reproduce las formas
institucionales de Roma y que permite el acceso paulatino a la ciudadanía a sus habitantes.

3.1. El derecho de los ciudadanos


El ius civile, es el derecho de los ciudadanos, lo que ofrecía la ciudadanía era poder vincularse con
otros usando en dichas relaciones el derecho de los ciudadanos, el derecho romano.
Los romanos distinguían otros derechos, derechos entre ciudadanos con extranjeros o peregrinos,
derecho de gentes, es decir, el derecho común a todos los pueblos.
En el s. V a.C. se promulgo la Ley de las XII Tablas, momento fundacional de la tradición jurídica
romana. Pretendía hacer públicas las normas fundamentales de convivencia, para ser aplicadas por
igual a patricios y plebeyos. Un pacto que fija lo que sería el derecho e igualaría a ambos estamentos.
Se la reconoce como la principal fuente del derecho de los ciudadanos romanos. La Ley de las XII
Tablas representa un punto de partida jurídica. La natural ambigüedad del lenguaje, la gran cantidad
de casos no encontraba claridad en su breve texto, esto favoreció la aparición de personas que se
ocuparon de señalar el sentido y el alcance de las reglas contenidas en dicha Ley. Estos son los
jurisprudentes. No se trata de aquellos que conocen solo la ley, sino aquellos que saben de derecho.
La Ley de las XII Tablas es el primer texto público y pactado que está dotado de legitimidad; a partir
de él los juristas desarrollan un pensamiento que dará origen a nuestra tradición jurídica. Son los
juristas y su propia auctoritas los que sitúan la interpretación como válida. Pronto ante la complejidad
de la vida social romana, la Ley se torna insuficiente. Será la palabra de los juristas la que llene ese
vacío, al principio interpretando la Ley, luego como una actividad autónoma. El derecho no nació en
Roma de la mano de un poder público y fueron los juristas quienes lo crearon, el lenguaje es la
herencia de Roma en lo que ha derecho respecta. La pericia de los juristas era conocer el ars boni et
aequis, es decir, el arte de lo bueno y equitativo.

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3.2. Los juristas como fuente del derecho, apogeo y decadencia


Quienes llevan a cabo la tarea lingüística y técnica dando origen a un nuevo oficio son los juristas. Lo
que da legitimidad a la actividad de los juristas es la auctoritas, es decir, la pericia, el saber
socialmente reconocido. El derecho ni en la Roma Republicana, ni en los primeros siglos del Imperio
es un derecho emanado del poder público.
A grandes rasgos, en la época clásica (del III a.C. al primer cuarto del III d.C.), fue en la que la labor
creativa de los juristas alcanzó su máxima expresión.
1) La principal fuente fue la Ley de las XII Tablas. Los juristas definen lo que dicen y amplían su
sentido y márgenes hasta dar forma a la disciplina jurídica.
2) Leyes y plebiscitos. Las leyes trataban de asuntos puntuales o resolvían una situación concreta.
En ocasiones sí abordaban asuntos propios del derecho de los ciudadanos. Es esos casos, es
cuando interviene el jurista, quien la interpreta y la integra dentro del ius civile. Sin la intervención
del jurista la ley es letra muerta, pues la definición de lo que es derecho, no pertenece a quien la
elabora la ley, sino al jurista.
3) Senadoconsultos. El senado daba respuestas a las cuestiones que se le planteaban, por los
magistrados que formaban la administración pública romana. Estas respuestas (particulares)
solían vincularse al ius civile por parte de los juristas mediante la interpretación.
4) Oraciones imperiales. Cuando se presentaba una consulta al senado, en la época imperial, el
príncipe solía dar una recomendación a la asamblea, una oración imperial. Hacía la época
posclásica, dicha oración, terminó transformándose en una fuente autónoma.
5) Edictos jurisdiccionales de los magistrados. Los magistrados tenían la potestad de promulgar
edictos, algunos de esos edictos tienen un contenido jurisdiccional. El más importante conocido
como edicto del pretor. El pretor era un magistrado con amplias facultades de gobierno, entre
ellas, estaba la potestad jurisdiccional. En su edicto el pretor señalaba las acciones que
reconocería en su mandato, quienes podían presentarse en juicio y en general la manera en que
se llevaría a cabo la administración de justicia.
El edicto era elaborado por los juristas y mediante su acción se fue actualizando el contenido del
derecho civil. No obstante, el derecho del pretor tenía una consideración diferente. Como en
ocasiones contradecía aquellas reglas tradicionales del derecho de los ciudadanos, sus reglas eran
derrotadas por las del ius civile si se entablaba el conflicto en un juicio. De modo que el derecho
del Pretor, conocido como derecho honorario, constituyó un verdadero cuerpo de derecho que
se construía sobre el derecho civil, pero que se diferenciaba del mismo en cuanto no podía
modificarlo definitivamente.
El edicto se dictaba cada año al comienzo de la magistratura para definir la manera en que se
desarrollaría la administración de justicia. Se terminó consolidando, en época de Adriano (II d.C.)
se aprobó un texto único y estable del edicto elaborado por el jurista Salvio Juliano que fue
conocido como Edicto Perpetuo.
6) Constituciones imperiales (constitutiones principum). La voluntad del príncipe se convirtió en
fuente del derecho, su voluntad por encima del resto y adquiría el carácter de ley general.
Durante la época posclásica las leges serán la única fuente del derecho activa.

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3.2.1. La actividad de los juristas


Durante la época clásica los juristas tienen un papel fundamental en la creación del lenguaje jurídico
y en la interpretación de los actos de poder que pretender incorporarse dentro del ámbito del ius
civile. Ellos elaboran muchas reglas, edictos y constituciones.
En la resolución de asuntos jurídicos participan, en la época clásica, dos personas, el pretor que fija
los procedimientos, las acciones que reconocerá en su mandato y, cuando acude ante él una persona,
fijara los términos del conflicto y designará a un juez para que determine si debe absolver o condenar.
El jurista interviene para resolver las dudas de derecho que se presenten en el juicio, indica cómo
debe resolverse un caso concreto según su pericia. Esas opiniones, respuestas y pensamiento
jurídico, es la jurisprudencia, la principal fuente del derecho en el mundo romano durante la época
clásica.
Tan arraigada estaba la idea de que el derecho era una actividad independiente del poder político
que resiste los intentos de intervención imperial. Augusto, intentó imponer el llamado ius
respondendi ex auctoritate principis. Esto quiere decir que el poder del príncipe sirve de respaldo a
algunos juristas autorizados por él. Este intento obtuvo escasos resultados, pero inaugura una ruta
que no se detendrá hasta que el poder público termine apoderándose por completo del ámbito del
derecho.
3.2.2. Las fuentes en el periodo posclásico
El siglo III d.C. inaugura la época posclásica, el poder del emperador domina con fuerza un lugar
preferente en las fuentes del derecho. Desde Constantino en adelante, el emperador dicta
sistemáticamente normas generales que caben dentro del ius civile. Lo que antes era excepcional se
transforma en algo corriente y de carácter general, se ira convirtiendo en la única fuente creadora.
El tradicional equilibrio de poderes de la época republicana se quiebra hasta que el emperador no
tiene contrapeso.
Al ser la voluntad del emperador la principal fuente del derecho, se hace necesario recopilar esos
textos, se reúnen en códigos como el Código Gregoriano, el Hermogeniano y el Teodosiano. Este
último se promulga para Oriente el año 438 por Teodosio II, y en el año 439 por Valentiniano III para
la parte occidental del Imperio. Se trata de una recopilación de leges. Si bien no recopila la opinión
de los juristas (jurisprudencia o iura), recoge la legislación imperial hasta ese momento.
La literatura jurídica (iura) también fue objeto de recopilación. Sin embargo, la dinámica de creación,
cesó. La Ley de citas (426 d.C.) limitaba la opinión de los juristas (iura). Esta nueva ley determinó que
solo podrían citarse cinco juristas célebres: Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestino. El juez
debía estarse a la opinión de la mayoría de los cinco y, en caso de empate, debía de seguir la opinión
de Papiniano. El motivo que se alegó fue la continua falsificación de respuestas de juristas con el
objetivo de ganar los litigios. Ninguno de estos juristas invocados estaba vivo, por eso se denominó
a los cinco como el tribunal de los muertos.
Lo interesante es ver cómo la limitación de la autoridad de los juristas son signo de un cese de la
actividad creativa.

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Las fuentes del periodo posclásico son básicamente las leges, es decir, las constituciones imperiales
que venía siendo recopiladas, y los iura, la opinión de los juristas, la jurisprudencia. No la de los
juristas de esa época sino de siglos pasados (ius vetus – el derecho antiguo que le da legitimidad), de
modo que, al final la fuente activa es la Legislación imperial.
El derecho antiguo (ius vetus) gozará de prestigio y legitimidad, se percibe en él una nostalgia del
pasado que permanecerá en el imaginario de los juristas al menos hasta el siglo XIX.

4. La cristianización del Imperio, el desdoblamiento del mundo


Desde la expansión del cristianismo los pensadores no buscan la verdad, pues la verdad ha sido ya
revelada, buscan conocerla y desentrañarla; es la edad de la teología. El cristianismo buscó
transformar a los hombres en su tiempo y en su mundo. A los convertidos, les correspondería la
responsabilidad de cambiar las instituciones. La Epistola a Diogneto lo describe. De modo que el
cristianismo no significó una revuelta, sino todo lo contrario, una conversión profunda del modo de
entender el mundo y las instituciones. El cristianismo humanizó la esclavitud, unos y otros son
hermanos ante Dios, la esclavitud quedó vacía de sentido teórico, al menos por entonces.
Desde temprano, la filosofía cristiana entendió que además del poder temporal, es decir, del poder
de este mundo, pasajero y caduco, existía el poder espiritual. En efecto, después de largas
persecuciones, en el año 311 un edicto de Galesio cesó las medidas contra los cristianos; sin embargo,
Maximiano rehusó su aplicación en la región bajo su administración (Sicilia, Siria y Egipto), donde la
persecución duraría hasta el 313. Cuando Constantino se convirtió en cabeza del impero en 312, el
reconocimiento del cristianismo fue definitivamente aceptado en el Edicto de Milán (313). A partir
de ahí la iglesia pasó de tolerada a favorecida por el poder imperial. Graciano renuncia al título
pontifex maximus. El año 380 Teodosio señalo al cristianismo como religión oficial. El paganismo es
atacado y los templos paganos, cerrados, confiscados o destruidos. Al mismo tiempo se intensifica la
pretensión imperial de intervenir en asuntos eclesiásticos, el llamado cesaropapismo. Ante esa
pretensión el papa Gelasio I interpela al emperador Anastasio con una carta en la que señala que son
dos los rectores del mundo; la autoridad sagrada de los pontífices y la potestas regia de los
emperadores.
Esta concepción dual del mundo será importante en todo el desarrollo de la historia de la cristiandad.
La Politeia, es decir, la comunidad política y la ekklesia, la comunidad espiritual. También el derecho
es dual, emana un derecho propio del ámbito al que pertenece y que pretende regir en la comunidad
a la que está dirigido. El derecho civil, y el derecho canónico.
4.1. Nosotros los cristianos
En su De civitate Dei (Sobre la Ciudad de Dios), Agustín de Hipona formula, la ciudad del hombre y la
ciudad de Dios. La primera fundada sobre el amor a sí mismo, la segunda sobre el amor a Dios. En el
pensamiento de Agustín existe el desdoblamiento del mundo. La Ciudad de Dios es pasajera en este
mundo y no pertenece a él, sino que peregrina por la tierra para llegar a su destino, el más allá. Pero
mientras se encuentra en este peregrinar está mezclada en este mundo con la ciudad del hombre.

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Su planteamiento se entiende desde la óptica de la ciudadanía romana concebida como una red de
relaciones interpersonales y no como un vínculo personal con una institución o un territorio.
La cristianización del Imperio fue un proceso largo; se dieron periodos de persecuciones, los mártires
rechazaban la apostasía y se negaban a practicar el culto oficial del Impero, fue sobre quienes se
fundó el espíritu y la primera doctrina de la Iglesia. Su ejemplo enardeció a las comunidades que se
extendieron poco a poco.
Desde el 476 no había emperadores en Occidente. Constantinopla se consideraba el único titular del
imperio universal. Pero en el 800 el Occidente latino protagonizó el primer intento por renovar la
noción imperial, bajo el alero de los francos y su rey Carlomagno.
Cuando Carlomagno fue coronado emperador romano, en Oriente gobernaba Irene. El resurgimiento
de la idea imperial en Occidente culmina con el cisma de las iglesias en el 1054, quedan separados
ambos lados del Mediterráneo. En Occidente la idea de un nosotros político y religioso que unificará
la Europa latina era un proyecto en marcha.
4.2. Cristianismo y persona
El cristianismo propuso una idea de persona que, en su condición de hijo de Dios, es dueño de sí y de
sus actos, y responsable de los mismos ante el Creador. El hombre cesa de ser tan solo un miembro
más de la cadena de generaciones dentro del grupo y, poco a poco, se halla en condiciones de decidir
y actuar con cierta independencia en una serie de órdenes; matrimonio, profesión, residencia, etc.
Estas ideas los primeros cristianos las incorporan en la Revelación. El cristianismo, ya en esa época,
dio un importante sitial a la caridad y, en el plano del derecho, la moral influyó en pos de favorecer
a las personas miserables y a los que son objeto de abusos.
4.3. Cristianización del derecho romano
Ha habido debate entre historiadores y romanistas a la hora de discernir si tal o cual institución tiene
origen cristiano o pagano. El cristianismo se unió a los cambios morales de la Antigüedad tardía. El
cristianismo es en esta época la justificación de la vida social.
Así, muchas de las enseñanzas de la filosofía estoica, el cristianismo las hizo suyas por considerarlas
buenas. Los estoicos sentaron las bases de lo que constituiría la nueva moral sexual romana y
cristiana. Esta escuela orientó la vida amorosa hacia el matrimonio y la procreación, la moral social
recogió algunas costumbres como la mujer univira (que tiene un solo marido) y no vuelve a casarse
al enviudar. También se intenta evitar el divorcio.
El cristianismo elevó la simple tradición o costumbre al plano de lo sagrado y con eso la dotó de
perdurabilidad. A la larga toda la sociedad romana y también todo el derecho, se vio penetrado por
las ideas cristianas. En esa convergencia de ideas, la noción cristiana de persona es clave para
entender el desarrollo de las instituciones romanas. No solo el poder y el gobierno se vieron
inundados de ella, también la familia, la propiedad y la esclavitud. La influencia es lenta, el
cristianismo seguía debatiendo con la moral pagana, integrándola a veces, condenándola otras, y no
totalmente aceptada por los emperadores. Aun así, la cristianización del derecho romano no llegó a
ser nunca completa.

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En cuanto a la propiedad, se considera que los bienes son medios al servicio de la persona. Se rechaza
el apego a ellos y se estimula el desprendimiento en favor de los necesitados. Supuso que la Iglesia
se enriqueciera, se convirtiera en terrateniente.

En cuanto al derecho de familia, la patria potestas se tornó en favor de los hijos y no en herramienta
jurídica de dominación y delimitación de la familia.
La influencia del cristianismo vino a través de la creación del derecho canónico, con un papel
fundamental en la construcción jurídica de Europa occidental y oriental.

5. La Antigüedad tardía y el desmembramiento de Occidente (III-VI d.C.)


Es un periodo que comparte rasgos de la Antigüedad clásica y de la Alta Edad Media. Factores como
el cristianismo, la preponderancia del poder imperial frente a los demás poderes sociales, el posterior
desmembramiento de la parte occidental, la incorporación de los pueblos germanos en la geografía
cultural del Mediterráneo es, alguno de los elementos que la caracterizan.
5.1. Antecedentes
En la antigüedad Europa es un mundo fragmentado política y culturalmente, mayoritariamente en
estado tribal, con los griegos justo en el límite del mundo por entonces civilizado. Las Guerras
Médicas permitieron a los griegos un desarrollo cultural autónomo políticamente. La expansión de
los griegos no revistió un carácter imperial, se limitó a la fundación de ciudades en ambas costas del
Egeo y hacia el oeste. Irradiaron la cultura griega por el mediterráneo, pero sin pretender una unidad
política y cultural. Por tanto, el Mediterráneo occidental seguía siendo un territorio carente de unidad
lingüística, política y cultural.
En el Mediterráneo oriental, Grecia se lanza a la conquista del centro del mundo, propiciando una
cierta unidad cultural, que se manifiesta en redes comerciales, relaciones políticas estables y la
lengua griega como lengua vehicular, sobre todo de la cultura.
5.2. Dos mundos de un mundo, el desmembramiento
Después de siglos de hegemonía de Roma, el emperador Constantino, en el 330 d.C. finalmente
convirtió Constantinopla (Bizancio colonia griega) en la ciudad más importante del Imperio. Mientras
el Imperio debía afrontar la entrada de tribus germánicas presionadas por otros pueblos, como los
hunos desde Oriente. Los emperadores se sirvieron de estos pueblos para enfrentar a otros pueblos
rebeldes. El asentamiento de estos generó una progresiva integración en ese “nosotros”. Aunque su
asimilación no fue óptima, en el V d.C. muchos cabecillas de esos pueblos gobernaban en distintas
regiones en nombre del emperador como magistrados. El asentamiento fue mayor en el lado
occidental, en lo que se transformará en la Cristiandad latina. Oriente resistió mejor y rechazó las
migraciones de pueblos germanos; en cambio, la parte occidental se vio poco a poco gobernada por
los reyes de esos reinos, caso de los visigodos, los burgundios, los francos y los longobardos.

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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

Entre los siglos V y VII la parte occidental se desmembró, por iniciativa del emperador Diocleciano (III
d.C.), administrativamente el Imperio se había dividido en dos e incluso en cuatro. El derecho
circulaba entre una parte y otra, tanto que era común que el emperador de una parte promulgara en
la suya leyes dictadas por el emperador de la otra. Es el caso del Código Teodosiano, promulgado en
el 438 por Teodosio II para Oriente y un año más tarde por Valentiniano III para Occidente. Será
precisamente la recopilación de normas la pieza que servirá de base para el derecho escrito durante
la Alta Edad Media en Occidente.
De las ruinas del Imperio de Occidente se forman numerosos reinos, con una importante influencia
germánica. No obstante, la impronta de esos reinos es preponderantemente romana.
En Oriente dicha unidad política y cultural se mantuvo hasta 1453. Entre los siglos V y VII el panorama
geopolítico lo conforman tres escenarios: el occidente y el oriente del Mediterráneo norte y el
Mediterráneo sur.
El occidente del Mediterráneo, allí nadie heredo la vocación universal del Imperio, la única institución
era la Iglesia. La cultura letrada en latín, la cultura se conservó sobe todo en los monasterios. La villa
pequeña sería en adelante el escenario más corriente de la vida.
En el Mediterráneo oriental, la crisis del VI no fue tan notoria. Tras Justiniano el Oriente cristiano se
sumió en una crisis social y económica. El Oriente romano también experimento una progresiva
simplificación de la vida social y la ruralización de gran parte de la población que solía ser urbana.
En el Mediterráneo sur, desde el inicio de su expansión en el VII, el islam se hizo imparable. Las
regiones del sur fueron dominadas por señores musulmanes. La pérdida de estas provincias tuvo
duras consecuencias para el Imperio Romano, pues estaban entre las regiones más ricas del mundo.
Muchos elementos culturales que se asocian al islam estaban en realidad presentes en estas zonas
antes de la conquista. Gracias al esplendor cultural del califato muchos se mantuvieron vivos y
llegarían a Occidente a través de la península ibérica. Esta nueva realidad determinó la impronta del
derecho de esta época.
5.3. La Antigüedad tardía y el derecho
En Occidente, la simplificación del quehacer jurídico comenzó antes y acabó más tarde. En los siglos
IV y V el cultivo del derecho no es el de la época clásica, sino que se ha hecho más tosco lingüística y
técnicamente. En lo que respecta a la Europa latina, no volverá a haber propiamente ciencia jurídica
hasta principios del segundo milenio.
La crisis de la ciencia jurídica tiene su causa en la injerencia que el poder imperial tuvo desde la época
del Dominado o Imperio romano tardío (284-565), (última fase despótica de gobierno en el
antiguo Imperio romano, después del periodo conocido como Principado, que se inició
en 27 a. C. con Augusto el primer emperador. Se ha considerado tradicionalmente que comienza
en 284 con la subida al trono de Diocleciano, después de la crisis del siglo III de los años 235-284, y
termina con la caída del Imperio romano de Occidente, en 476), sobre todos los ámbitos de la vida,
desplazando la creación libre de los juristas y sustituyéndola por la creación jurídica de manos del
emperador.

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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

También el modelo de vida social romano entra en decadencia, hasta entonces se había sostenido
en la red de relaciones que brindaba la ciudadanía. Las ciudades o municipios se erigen a imagen de
Roma, se establecen asambleas, magistraturas y se procuró que las urbes del Imperio estuvieran en
comunión con ese modelo de vida. En ese marco se desenvolvía el derecho civil y su cultivo. La ciudad
era el medio natural en el que un derecho de las características del ius civile podía desarrollarse. Sin
embargo, desde el III el peso del aparato público, la crisis económica y la inseguridad de dichos
centros urbanos se torna cada vez más gravosa para sus habitantes.
La ciencia jurídica fue poco a poco absorbida por las demás artes liberales y perdió la identidad y
singularidad que había tenido hasta tiempo de Justiniano. Este fenómeno se produjo después de la
muerte de Justiniano en el VI y acabó en el IX, cuando renacieron los estudios de derecho en el
Imperio Oriental.
Este cambio en la dinámica de vida del mundo cristiano occidental y oriental determinó profundos
cambios en la concepción y en el uso del derecho. El fenómeno se ha llamado vulgarización del
derecho, es la adaptación de la técnica jurídica a una sociedad cuyas estructuras experimentan una
profunda crisis y que necesitaban de respuestas distintas a las que el derecho romano clásico podía
proporcionar.
6. El derecho de la Europa latina y la edad de la nostalgia: Alta Edad Media (V-X)
En Occidente, las instituciones públicas que desaparecieron después de la crisis del V exhibían una
fisonomía de extrema delgadez. No hay aparato público capaz de intervenir de forma significativa en
la realidad, ni que genere nuevo derecho.
Durante la Alta Edad Media no se observa un desarrollo jurisprudencial del derecho. En cuanto a la
ley, los reyes de los pueblos romano-germánicos serán sucesores en cuanto legisladores. Aunque
poco a poco es el derecho local consuetudinario el que acaba imponiéndose como la principal fuente
del derecho. Tanto, que al final el derecho escrito debe presentarse como recopilación de ese
derecho consuetudinario. No significa esto que la costumbre discrepara de los textos, pues su origen
es antiguo y proviene de las prácticas que antaño se regían por esas mismas normas escritas. En este
mundo el aparato público no existe. Por ello es incapaz de crear derecho nuevo. El nuevo poder
político no lo abarca todo, sino solo aquello que en cada acto político o legislativo le permiten sus
fuerzas. Es un poder que reconoce límites, sobre todo en otros poderes, como el de la Iglesia.
Sin juristas y sin poder político vigoroso desde el V, el derecho que gobierna el devenir humano radica
en los hechos. De esos hechos y su repetición emana. Es la naturaleza de las cosas, de los actos
humanos y la naturaleza divina la que genera el derecho.
El derecho no representará hasta el año 1000 una disciplina distinta. Será entonces cuando este
derecho consuetudinario enraizado en las sociedades de la época se lo oponga a otro universal y
científico que proviene del pasado romano. En esta época el relato político cristiano es la fuente de
unidad y el fundamento mismo de la comunidad. Es el constituyente principal de la idea de nosotros.

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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

Por eso caracterizamos al derecho de esta época como un derecho consuetudinario en su mayor
parte. Las costumbres no nacen de la nada, provienen en buena medida del derecho romano,
también por algunas costumbres germánicas que se incorporan al acervo cristiano y por algunas
costumbres impulsadas por la nueva situación económica y social.
En esta época los textos que circulan son breviarios, epítomes, sumas extraídas de textos antiguos.
En efecto, los iura, pero sobre todo las leges subsisten así, reducidos, mutilados, pero prácticos, útiles
para esa nueva realidad. Así pues, el derecho escrito que circula por la Europa latina es un derecho
que recoge del antiguo las partes que le son más fructíferas y también las costumbres que se van
presentado.
Después del desmembramiento del Imperio, en occidente, vemos circular cuerpos de leyes que son
denominados textos de derecho romano-germánico, promulgados por las élites germánicas
gobernantes, pero con base en el derecho romano.
Algunas son: Lex franca Sálica (V), Lex Ribuaria (VI), Lex burgundionum (V), El edicto de Rotario
(VII). El más celebre, por calidad e influencia, El Breviario de Alarico (506 d.C.) basado en el Código
Teodosiano.
En suma, en esta época la recopilación sustituye a la creación jurídica de los especialistas, la actividad
de los juristas decae y prácticamente desaparece. Sucede primero en Occidente y luego en Oriente,
De modo que el derecho escrito se reduce a la costumbre o a la conservación de las pocas partes de
legislación imperial o de jurisprudencia que pueden ser útiles.
La edad de la nostalgia, es el recuerdo del pasado imperial que persiste como paradigma de un
tiempo de orden y esplendor. Así, el derecho es bueno y lo que señala esa bondad, lo que permite
descubrir que es derecho y darle legitimidad, es que sea antiguo, y en tanto que antiguo es bueno.
7. Qué fue de Bizancio
El Imperio Bizantino parte de una época en que el Imperio ya no se extiende por Occidente. Se
consideran a sí mismos continuidad en el Imperio Romano de Oriente. Bizancio no es otra cosa que
el Imperio Romano y la Europa latina es fruto de su desmembramiento de la parte occidental y no de
su caída.

El Imperio Romano de Oriente se caracteriza en las dos instituciones que serán sus principales pilares:
la Iglesia y el Imperio. Esto genera una tradición jurídica dual protagonizada por el derecho imperial
y el derecho canónico, por las leyes (nomoi, en griego) y los cánones. El Imperio se sostiene sobre la
figura del emperador, unidos por el mismo derecho, la religión cristiana y la lengua griega. El derecho
conservó para si la lengua latina. Hasta Justiniano fue dicha lengua la que se usó de preferencia para
el quehacer jurídico, aunque también se traducía al griego. Después de Justiniano todo el aparato
administrativo imperial, incluida la legislación, se desenvolvió en lengua helena.
Si queremos trazar las constantes del Imperio de Oriente, debemos hacer mención a las dos
ciudadanías o los dos relatos que le daban sentido: lo romano y lo cristiano, y la lengua griega.

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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA

7.1. La obra de Justiniano


En Oriente, al menos dos grandes escuelas de derecho se mantuvieron funcionando en Berito y en
Constantinopla. Mantuvieron un cierto nivel de los estudios de derecho. No obstante, el emperador
Justiniano emprendió una obra de recuperación del antiguo esplendor del Imperio. Dicha obra
pretende conservar, reestablecer y renovar ese derecho antiguo, en la obra de Justiniano está
presente la nostalgia. En lo que respecta a su obra jurídica, en el 528 encargó a una comisión,
Triboniano, Teófilo y otros, una gran recopilación de la legislación imperial. El contenido conocido
como el código (codex) de Justiniano, era de leges, es decir, las constituciones imperiales dictadas
desde antiguo hasta la fecha. En el 530 Justiniano ordenó que se recopilara, ordenara y armonizara
gran parte de la jurisprudencia (la opinión de los juristas), sobre todo de la época clásica. La obra se
dividió en 50 libros y es conocida como Digesto o Pandectas. A estas obras se le unió otra con objetivo
de ser la instrucción en el derecho, las Instituciones de Justiniano. Se valieron de las instituciones de
Gayo, obra del II d.C., cuya finalidad era la de servir de manual o texto de enseñanza del derecho.
Una vez acabadas estas obras, el emperador dictó aún una gran cantidad de nuevas leyes o novelas.
La obra de Justiniano resuelve muchas cuestiones de su tiempo. Especialmente útiles serán sus
novelas, en ellas el emperador aborda problemas de su tiempo, sobre todo de derecho privado.
Todas las partes de la compilación se conocen hoy como Corpus iuris civilis, es decir, cuerpo de
derecho civil. Fueron hasta la caída del Imperio en el XV, el referente máximo del derecho. En el IX
otros emperadores rescatarán y harán traducir al griego parte de la compilación.
Justiniano se cuidó de señalar como debían estudiarse los textos, trabajarse y reproducirse. Prohibió
los comentarios que no se restringieran a explicar los términos oscuros o a traducir kata poda, es
decir, al pie de la letra, lo que en su compilación se señalaba.
7.2. El derecho posjustinianeo
Después de Justiniano la ciencia jurídica decae, era una realidad desde el III, pero tuvo un último
esplendor durante los VII y VIII.
La generación de juristas que sucedió a los creadores de la compilación no razona ya como aquel que
elabora un lenguaje y una lógica a través de ese lenguaje. El derecho se utiliza, pero no se comprende
en profundidad. Los mismos prácticos enseñan las disciplinas jurídicas y educan a los alumnos que
buscan solo la eficacia del derecho y no su comprensión.
En el VIII, en plena crisis social, política y económica, se hizo necesario un texto con normas claras y
asequibles, se promulgó la Ecloga (selección). Cuerpo de leyes antiguas más relevantes y urgente
para organizar la vida social de entonces, breve y simple. Los emperadores que promulgan la Ecloga,
León III y Constantino V, Rothario entre los longobardos, dedican la Ecloga a los esponsales y al
matrimonio, y a otras reglas como el derecho de familia y al penal.

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7.3. El renacimiento de los estudios del derecho


En la tradición latina el XI es punto de inflexión en la recuperación de los estudios de derecho. En
Oriente ese punto es anterior, se da en el IX. De Oriente hacia Occidente es el movimiento de
recuperación económica y demográfica, la recuperación del orden político. El renacimiento de las
disciplinas jurídicas como autónomas está ligado a ese resurgimiento en los otros ámbitos.
En la época de León VI el Sabio (IX-X), continuador de la obra de su padre, Basilio, se publicaron los
Basílicos, que es la obra de Justiniano traducido al griego más otros textos. En esa misma época se
publican manuales y textos que también recuperan el derecho. Ejemplos son, El Prochiros Nomos y
la Eisagoge, ambas obras que recuperan el derecho justinianeo para la práctica, para la enseñanza y
consulta de los jueces. El mismo León el Sabio dictó novelas emulando a Justiniano. Se trata de la
época de esplendor conocida como renacimiento macedónico. La dinastía macedónica fundada por
Basilio I, padre de León VI, dedicó buena parte de sus esfuerzos a la restauración del Imperio, y en
especial de las artes como el derecho.
A principio del segundo milenio, en Bolonia se fraguaba el renacimiento jurídico occidental, ya es en
el XII y el XIII en que la Europa latina se convierte en el centro político y económico del Mediterráneo,
al menos de la cristiandad. Los turcos asechaban el Imperio de Oriente y lo debilitan hasta su caída
en el 1453. La dinastía Comneno (XI), que sucedió a la Macedónica, tuvo su ocupación principal en la
guerra. La cultura de Oriente verá un último renacer con la dinastía Paléologo (XIII).

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