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DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA
1. De la tribu a la ciudad
5.1. Antecedentes
6. El derecho de la Europa latina y la edad de la nostalgia: Alta Edad Media (s. V-X)
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EL DERECHO DEL MUNDO MEDITERRANEO. DE LA ANTIGÜEDAD A EUROPA
1. De la tribu a la ciudad
Nuestra sociedad ha sido predominantemente tribal. Solo a partir del cuarto milenio a C. aparecen
las primeras civilizaciones o sociedades complejas. En algunas zonas se formaron grupos que
organizaron la vida social de forma sedentaria, produciendo herramientas que permitieron una vida
social más compleja. Normalmente el fundamento de dicha sociedad es el parentesco, un
antepasado en común, una unión matrimonial con otro miembro de la tribu. En dichas sociedades
normalmente no existe un estado o una organización política lo suficientemente poderosa como para
suprimir la venganza privada, con lo que una gran preocupación sea conservar la paz social. De ahí
que resulte útil lo que llamaríamos derecho penal. Se trata de un derecho vindicatorio, que busca
infligir un sufrimiento en el autor del delito para conseguir su reincorporación en la sociedad o su
definitivo alejamiento. De otra manera, al no existir un poder público fuerte que controle la
venganza, la propia venganza puede ocasionar una guerra intestina que acabe por disolver al grupo.
Las reglas sociales de las comunidades tribales serían del tipo, distribuir la carne cazada, el orden al
comer, la nomenclatura del parentesco, las vestimentas, los matrimonios permitidos y los prohibidos,
los castigos, etc.
El cambio de una sociedad tribal a otra más “civilizada” tiene su origen en una percepción diferente
del tiempo, de tener una percepción cíclica a otra lineal, es decir en la que existe un pasado y un
futuro. Entonces parece cobrar sentido actividades como construir viviendas, templos, canales, etc.
Todas ellas para un futuro distinto del pasado.
En esas sociedades se van acumulando problemas y preguntas que no existían o que al menos no se
presentaban de la misma forma antes del paso a un estado de civilización. Este estado se asocia a la
producción agrícola y al almacenaje, la especialización, etc. El excedente genera el incremento
demográfico. En estas sociedades aparece el tiempo de ocio, las artes, el pensamiento y por supuesto
la aparición de un poder público que pueda ordenar, arbitrar e imponerse en esa sociedad compleja.
El derecho muta su tradicional carácter y abarca una serie de campos nuevos para servir de
herramienta para responder a preguntas que ya existían, pero que necesitan una respuesta diferente.
Cuando Aristóteles se refiere al hombre como animal político se refiere a que es el único que vive en
ciudades y por lo tanto es el único que se plantea todas esas cuestiones descritas. De ahí, se
desprende que sea social, racional y, podríamos añadir, histórico, pues el hombre es el único animal
que necesita de la historia para justificar su presente, su pertenencia a un “nosotros” y proyectar su
futuro.
La convivencia en una ciudad ya no se basa en vínculos, sino en un relato que les proporciona un
pasado y unos referentes comunes y, sobre todo, un futuro común. Es así como en estas primeras
civilizaciones aparece la historia, hablamos de la manera de hacer historia que surge con estas
primeras civilizaciones, el relato histórico será un elemento constituyente para esas sociedades. Es
dentro de ese relato que el derecho encuentra justificación, ese relato da sentido al derecho, a sus
prescripciones y proscripciones, a los procesos y a las reglas que ordenan la vida social. Ese mismo
relato dota de una constitución política a las sociedades y hace predecible el comportamiento de las
instituciones.
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En la lógica romana, la ciudad no es solo un espacio físico, sino también un espacio inmaterial, un
marco cultural. Allí donde haya ciudadanos romanos y se desarrolle la cultura civil a imagen de Roma,
allí estará la urbe. Ese espacio cultural es el que se construye mediante la ciudadanía, caracterizada
como una red de relaciones interpersonales. El ciudadano se integra en dicha red como quien pasa a
formar parte de una asociación de personas. La ciudadanía concedía; poder contraer matrimonio civil
(conubium), comerciar, adquirir el dominio sobre cosas, obligarse, y obligar, ser causante y heredero
aplicando las reglas del derecho civil (commercium). Extender testamento (testamentifactio),
entablar acciones y ser actor dentro de un proceso (actiones), votar en las asambleas de ciudadanos
(suffragium) y ser elegido como magistrado (honores).
Estos, más que derechos son vínculos que se pueden establecer con otros ciudadanos. Esto no
significa que los que no poseían la ciudadanía no pudieran casarse, comerciar o establecer otro tipo
de relaciones con otros, dichas relaciones, cuando se dan entre ciudadanos, eran reconocidas y
regidas por el derecho de los ciudadanos romanos, es decir, por el ius civile.
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Este carácter técnico de la ciudadanía cambia la noción de “nosotros”. Para los griegos, el otro era
quien no hablaba griego, el bárbaro; para los romanos, el otro es quien no es ciudadano.
El año 212 el emperador Marco Aurelio (Caracalla), promulgó el denominado Edicto de Caracalla o
Constitutio Antoniniana. En esta disposición se concedía la ciudadanía a todos los habitantes libres
del Imperio, con excepción de los dediticios (aquellos que habían puesto gran resistencia a la
dominación). Este proceso llevó a la construcción de un “nosotros” que abarca todo el Mediterráneo
y que terminó por llevar a todos los rincones la cultura romana y, por supuesto, la griega.
Roma era sobre todo una realidad inmaterial, una idea. Su materialización no es la urbe romana, sino
la ciudadanía; ese instrumento permite extender la ciudad hasta los confines y unificar aquello que
estaba disperso, crear un “nosotros” que pueda identificar a todos los habitantes del Imperio.
La forma de ciudad en el Imperio es el municipium, una ciudad que reproduce las formas
institucionales de Roma y que permite el acceso paulatino a la ciudadanía a sus habitantes.
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Las fuentes del periodo posclásico son básicamente las leges, es decir, las constituciones imperiales
que venía siendo recopiladas, y los iura, la opinión de los juristas, la jurisprudencia. No la de los
juristas de esa época sino de siglos pasados (ius vetus – el derecho antiguo que le da legitimidad), de
modo que, al final la fuente activa es la Legislación imperial.
El derecho antiguo (ius vetus) gozará de prestigio y legitimidad, se percibe en él una nostalgia del
pasado que permanecerá en el imaginario de los juristas al menos hasta el siglo XIX.
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Su planteamiento se entiende desde la óptica de la ciudadanía romana concebida como una red de
relaciones interpersonales y no como un vínculo personal con una institución o un territorio.
La cristianización del Imperio fue un proceso largo; se dieron periodos de persecuciones, los mártires
rechazaban la apostasía y se negaban a practicar el culto oficial del Impero, fue sobre quienes se
fundó el espíritu y la primera doctrina de la Iglesia. Su ejemplo enardeció a las comunidades que se
extendieron poco a poco.
Desde el 476 no había emperadores en Occidente. Constantinopla se consideraba el único titular del
imperio universal. Pero en el 800 el Occidente latino protagonizó el primer intento por renovar la
noción imperial, bajo el alero de los francos y su rey Carlomagno.
Cuando Carlomagno fue coronado emperador romano, en Oriente gobernaba Irene. El resurgimiento
de la idea imperial en Occidente culmina con el cisma de las iglesias en el 1054, quedan separados
ambos lados del Mediterráneo. En Occidente la idea de un nosotros político y religioso que unificará
la Europa latina era un proyecto en marcha.
4.2. Cristianismo y persona
El cristianismo propuso una idea de persona que, en su condición de hijo de Dios, es dueño de sí y de
sus actos, y responsable de los mismos ante el Creador. El hombre cesa de ser tan solo un miembro
más de la cadena de generaciones dentro del grupo y, poco a poco, se halla en condiciones de decidir
y actuar con cierta independencia en una serie de órdenes; matrimonio, profesión, residencia, etc.
Estas ideas los primeros cristianos las incorporan en la Revelación. El cristianismo, ya en esa época,
dio un importante sitial a la caridad y, en el plano del derecho, la moral influyó en pos de favorecer
a las personas miserables y a los que son objeto de abusos.
4.3. Cristianización del derecho romano
Ha habido debate entre historiadores y romanistas a la hora de discernir si tal o cual institución tiene
origen cristiano o pagano. El cristianismo se unió a los cambios morales de la Antigüedad tardía. El
cristianismo es en esta época la justificación de la vida social.
Así, muchas de las enseñanzas de la filosofía estoica, el cristianismo las hizo suyas por considerarlas
buenas. Los estoicos sentaron las bases de lo que constituiría la nueva moral sexual romana y
cristiana. Esta escuela orientó la vida amorosa hacia el matrimonio y la procreación, la moral social
recogió algunas costumbres como la mujer univira (que tiene un solo marido) y no vuelve a casarse
al enviudar. También se intenta evitar el divorcio.
El cristianismo elevó la simple tradición o costumbre al plano de lo sagrado y con eso la dotó de
perdurabilidad. A la larga toda la sociedad romana y también todo el derecho, se vio penetrado por
las ideas cristianas. En esa convergencia de ideas, la noción cristiana de persona es clave para
entender el desarrollo de las instituciones romanas. No solo el poder y el gobierno se vieron
inundados de ella, también la familia, la propiedad y la esclavitud. La influencia es lenta, el
cristianismo seguía debatiendo con la moral pagana, integrándola a veces, condenándola otras, y no
totalmente aceptada por los emperadores. Aun así, la cristianización del derecho romano no llegó a
ser nunca completa.
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En cuanto a la propiedad, se considera que los bienes son medios al servicio de la persona. Se rechaza
el apego a ellos y se estimula el desprendimiento en favor de los necesitados. Supuso que la Iglesia
se enriqueciera, se convirtiera en terrateniente.
En cuanto al derecho de familia, la patria potestas se tornó en favor de los hijos y no en herramienta
jurídica de dominación y delimitación de la familia.
La influencia del cristianismo vino a través de la creación del derecho canónico, con un papel
fundamental en la construcción jurídica de Europa occidental y oriental.
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Entre los siglos V y VII la parte occidental se desmembró, por iniciativa del emperador Diocleciano (III
d.C.), administrativamente el Imperio se había dividido en dos e incluso en cuatro. El derecho
circulaba entre una parte y otra, tanto que era común que el emperador de una parte promulgara en
la suya leyes dictadas por el emperador de la otra. Es el caso del Código Teodosiano, promulgado en
el 438 por Teodosio II para Oriente y un año más tarde por Valentiniano III para Occidente. Será
precisamente la recopilación de normas la pieza que servirá de base para el derecho escrito durante
la Alta Edad Media en Occidente.
De las ruinas del Imperio de Occidente se forman numerosos reinos, con una importante influencia
germánica. No obstante, la impronta de esos reinos es preponderantemente romana.
En Oriente dicha unidad política y cultural se mantuvo hasta 1453. Entre los siglos V y VII el panorama
geopolítico lo conforman tres escenarios: el occidente y el oriente del Mediterráneo norte y el
Mediterráneo sur.
El occidente del Mediterráneo, allí nadie heredo la vocación universal del Imperio, la única institución
era la Iglesia. La cultura letrada en latín, la cultura se conservó sobe todo en los monasterios. La villa
pequeña sería en adelante el escenario más corriente de la vida.
En el Mediterráneo oriental, la crisis del VI no fue tan notoria. Tras Justiniano el Oriente cristiano se
sumió en una crisis social y económica. El Oriente romano también experimento una progresiva
simplificación de la vida social y la ruralización de gran parte de la población que solía ser urbana.
En el Mediterráneo sur, desde el inicio de su expansión en el VII, el islam se hizo imparable. Las
regiones del sur fueron dominadas por señores musulmanes. La pérdida de estas provincias tuvo
duras consecuencias para el Imperio Romano, pues estaban entre las regiones más ricas del mundo.
Muchos elementos culturales que se asocian al islam estaban en realidad presentes en estas zonas
antes de la conquista. Gracias al esplendor cultural del califato muchos se mantuvieron vivos y
llegarían a Occidente a través de la península ibérica. Esta nueva realidad determinó la impronta del
derecho de esta época.
5.3. La Antigüedad tardía y el derecho
En Occidente, la simplificación del quehacer jurídico comenzó antes y acabó más tarde. En los siglos
IV y V el cultivo del derecho no es el de la época clásica, sino que se ha hecho más tosco lingüística y
técnicamente. En lo que respecta a la Europa latina, no volverá a haber propiamente ciencia jurídica
hasta principios del segundo milenio.
La crisis de la ciencia jurídica tiene su causa en la injerencia que el poder imperial tuvo desde la época
del Dominado o Imperio romano tardío (284-565), (última fase despótica de gobierno en el
antiguo Imperio romano, después del periodo conocido como Principado, que se inició
en 27 a. C. con Augusto el primer emperador. Se ha considerado tradicionalmente que comienza
en 284 con la subida al trono de Diocleciano, después de la crisis del siglo III de los años 235-284, y
termina con la caída del Imperio romano de Occidente, en 476), sobre todos los ámbitos de la vida,
desplazando la creación libre de los juristas y sustituyéndola por la creación jurídica de manos del
emperador.
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También el modelo de vida social romano entra en decadencia, hasta entonces se había sostenido
en la red de relaciones que brindaba la ciudadanía. Las ciudades o municipios se erigen a imagen de
Roma, se establecen asambleas, magistraturas y se procuró que las urbes del Imperio estuvieran en
comunión con ese modelo de vida. En ese marco se desenvolvía el derecho civil y su cultivo. La ciudad
era el medio natural en el que un derecho de las características del ius civile podía desarrollarse. Sin
embargo, desde el III el peso del aparato público, la crisis económica y la inseguridad de dichos
centros urbanos se torna cada vez más gravosa para sus habitantes.
La ciencia jurídica fue poco a poco absorbida por las demás artes liberales y perdió la identidad y
singularidad que había tenido hasta tiempo de Justiniano. Este fenómeno se produjo después de la
muerte de Justiniano en el VI y acabó en el IX, cuando renacieron los estudios de derecho en el
Imperio Oriental.
Este cambio en la dinámica de vida del mundo cristiano occidental y oriental determinó profundos
cambios en la concepción y en el uso del derecho. El fenómeno se ha llamado vulgarización del
derecho, es la adaptación de la técnica jurídica a una sociedad cuyas estructuras experimentan una
profunda crisis y que necesitaban de respuestas distintas a las que el derecho romano clásico podía
proporcionar.
6. El derecho de la Europa latina y la edad de la nostalgia: Alta Edad Media (V-X)
En Occidente, las instituciones públicas que desaparecieron después de la crisis del V exhibían una
fisonomía de extrema delgadez. No hay aparato público capaz de intervenir de forma significativa en
la realidad, ni que genere nuevo derecho.
Durante la Alta Edad Media no se observa un desarrollo jurisprudencial del derecho. En cuanto a la
ley, los reyes de los pueblos romano-germánicos serán sucesores en cuanto legisladores. Aunque
poco a poco es el derecho local consuetudinario el que acaba imponiéndose como la principal fuente
del derecho. Tanto, que al final el derecho escrito debe presentarse como recopilación de ese
derecho consuetudinario. No significa esto que la costumbre discrepara de los textos, pues su origen
es antiguo y proviene de las prácticas que antaño se regían por esas mismas normas escritas. En este
mundo el aparato público no existe. Por ello es incapaz de crear derecho nuevo. El nuevo poder
político no lo abarca todo, sino solo aquello que en cada acto político o legislativo le permiten sus
fuerzas. Es un poder que reconoce límites, sobre todo en otros poderes, como el de la Iglesia.
Sin juristas y sin poder político vigoroso desde el V, el derecho que gobierna el devenir humano radica
en los hechos. De esos hechos y su repetición emana. Es la naturaleza de las cosas, de los actos
humanos y la naturaleza divina la que genera el derecho.
El derecho no representará hasta el año 1000 una disciplina distinta. Será entonces cuando este
derecho consuetudinario enraizado en las sociedades de la época se lo oponga a otro universal y
científico que proviene del pasado romano. En esta época el relato político cristiano es la fuente de
unidad y el fundamento mismo de la comunidad. Es el constituyente principal de la idea de nosotros.
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Por eso caracterizamos al derecho de esta época como un derecho consuetudinario en su mayor
parte. Las costumbres no nacen de la nada, provienen en buena medida del derecho romano,
también por algunas costumbres germánicas que se incorporan al acervo cristiano y por algunas
costumbres impulsadas por la nueva situación económica y social.
En esta época los textos que circulan son breviarios, epítomes, sumas extraídas de textos antiguos.
En efecto, los iura, pero sobre todo las leges subsisten así, reducidos, mutilados, pero prácticos, útiles
para esa nueva realidad. Así pues, el derecho escrito que circula por la Europa latina es un derecho
que recoge del antiguo las partes que le son más fructíferas y también las costumbres que se van
presentado.
Después del desmembramiento del Imperio, en occidente, vemos circular cuerpos de leyes que son
denominados textos de derecho romano-germánico, promulgados por las élites germánicas
gobernantes, pero con base en el derecho romano.
Algunas son: Lex franca Sálica (V), Lex Ribuaria (VI), Lex burgundionum (V), El edicto de Rotario
(VII). El más celebre, por calidad e influencia, El Breviario de Alarico (506 d.C.) basado en el Código
Teodosiano.
En suma, en esta época la recopilación sustituye a la creación jurídica de los especialistas, la actividad
de los juristas decae y prácticamente desaparece. Sucede primero en Occidente y luego en Oriente,
De modo que el derecho escrito se reduce a la costumbre o a la conservación de las pocas partes de
legislación imperial o de jurisprudencia que pueden ser útiles.
La edad de la nostalgia, es el recuerdo del pasado imperial que persiste como paradigma de un
tiempo de orden y esplendor. Así, el derecho es bueno y lo que señala esa bondad, lo que permite
descubrir que es derecho y darle legitimidad, es que sea antiguo, y en tanto que antiguo es bueno.
7. Qué fue de Bizancio
El Imperio Bizantino parte de una época en que el Imperio ya no se extiende por Occidente. Se
consideran a sí mismos continuidad en el Imperio Romano de Oriente. Bizancio no es otra cosa que
el Imperio Romano y la Europa latina es fruto de su desmembramiento de la parte occidental y no de
su caída.
El Imperio Romano de Oriente se caracteriza en las dos instituciones que serán sus principales pilares:
la Iglesia y el Imperio. Esto genera una tradición jurídica dual protagonizada por el derecho imperial
y el derecho canónico, por las leyes (nomoi, en griego) y los cánones. El Imperio se sostiene sobre la
figura del emperador, unidos por el mismo derecho, la religión cristiana y la lengua griega. El derecho
conservó para si la lengua latina. Hasta Justiniano fue dicha lengua la que se usó de preferencia para
el quehacer jurídico, aunque también se traducía al griego. Después de Justiniano todo el aparato
administrativo imperial, incluida la legislación, se desenvolvió en lengua helena.
Si queremos trazar las constantes del Imperio de Oriente, debemos hacer mención a las dos
ciudadanías o los dos relatos que le daban sentido: lo romano y lo cristiano, y la lengua griega.
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