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LA EMOCIÓN
2. CONCEPTO DE EMOCIÓN
La emoción es un proceso psicológico adaptativo, que tiene la finalidad de reclutar y
coordinar al resto de los procesos psicológicos. Las emociones cumplen unas funciones, estas
son:
a. La función adaptativa, puesta de manifiesto por Darwin. Argumentó que la
emoción sirve para facilitar la conducta apropiada. La función más importante
es la de preparar al organismo para que ejecute una conducta exigida por las
condiciones ambientales y dirija la conducta a un objetivo.
b. La función social, se basa en la expresión verbal y no verbal de las emociones
lo cual permite a las demás personas predecir el comportamiento que vamos a
desarrollar. La expresión de las emociones puede considerarse una serie de
estímulos discriminativos que facilitan la realización de conductas sociales.
c. La función motivacional, no se limita al hecho de que en toda conducta
motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede
determinar la aparición de la propia conducta motivada. La conducta motivada
produce una reacción emocional y la emoción facilita la aparición de unas
conductas motivadas.
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Cambios en la actividad fisiológica
Interpretación subjetiva de tales cambios fisiológicos
Preparación para la acción o movilización de comportamiento
Expresión emocional o exteriorización de todo este complejo
Una conceptualización parsimoniosa, global, que intenta integrar todos los aspectos de la
“emoción” y que la delimita frente a los restantes procesos psicológicos, nos define a ésta
como el campo de estudio de un “proceso desencadenado por la valoración cognitiva de una
situación que produce una alteración en la activación del organismo”.
Esta forma de definir la emoción exige que delimitemos los elementos contenidos dentro
de la misma, es decir, la valoración cognitiva y la activación del organismo, que es el objeto
central del siguiente epígrafe dedicado al proceso emocional.
2. EL PROCESO EMOCIONAL
Hay dos elementos básicos que configuran el proceso emocional: la valoración cognitiva
de una situación y la alteración en la activación del organismo.
El proceso se desencadena por la percepción de cambios en las condiciones externas o
internas de la persona, que actúan como situación desencadenante (situación externa e
interna) y que son objeto de una primera valoración cognitiva (evaluación valorativa). Ésta
actúa como filtro descartando las cosas que son significativas y analizando las que tienen
relevancia emocional. Esta discriminación de la situación depende de la experiencia individual.
Como consecuencia de la evaluación tiene consecuencia la activación emocional, que se
compone de una experiencia subjetiva o sentimiento, una expresión corporal o comunicación
no verbal del estado emocional, una tendencia a la acción o un afrontamiento y unos cambios
en la actividad fisiológica que son el soporte fisiológico para la realización de todas las
actividades anteriores. Las manifestaciones externas de la emoción o los efectos observables
de la misma son fruto de una segunda valoración cognitiva o segundo filtro que tamiza las
mismas. El aprendizaje y la cultura hacen que las manifestaciones emocionales se vean
sensiblemente modificadas; de esta manera, las experiencias subjetivas que podemos
observar y medir mediante autoinformes pueden ser, por ejemplo, una exageración o una
minimización.
Lo mismo ocurre con lo que observamos mediante la comunicación no verbal,
extremadamente florida en los niños y a medida que vamos socializando disminuye hasta ser
escasa en los adultos.
Como con la observación de la conducta motora o manifiesta, ya que, por ejemplo, muchas
veces la propia conducta va encaminada a que los demás no puedan apreciar nuestro estado
emocional.
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En el sesgo de las propias respuestas fisiológicas. Así pues, este segundo filtro adapta
la respuesta emocional a las normas sociales y a nuestra experiencia previa.
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configuraciones estimulares de las situaciones (características afectivas).
Segundo nivel de análisis, la valoración de la situación, que se realiza con un mayor nivel
de conciencia en función de la significación afectiva (significación), proponiendo circuitos o
vías neuronales de procedimientos diferenciados.
El primero de los circuitos (gráfico izquierdo de la figura 9.2) describe la vía rápida en la
que las características afectivas de la situación son detectadas por la amígdala (A) en el
sistema límbico, quien a su vez activa la respuesta emocional, compuesta de respuestas
internas, musculares, autonómicas, y activando mediante los núcleos neurotransmisores el
hipotálamo (H), respuestas bioquímicas que se liberan al torrente sanguíneo.
La segunda vía implica un procesamiento más lento, pero con una mayor capacidad de
análisis (gráfico figura 9.2); en él intervienen las lorzas frontales (CF) y, por tanto, todos los
recursos cognitivos, los cuales actúan sobre la amígdala produciendo de esta otra manera la
respuesta emocional. Estos circuitos no son alternativos, sino que actúan
complementariamente, ampliando la eficacia y el espectro de acción de las emociones.
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que emocionan a una persona difieran de las que emocionan a otra. Los parámetros de la
valoración de la situación se corresponden, también según Scherer:
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Este hecho lleva a diferenciar 2 tipos de emociones:
- Las emociones primarias o básicas, que usan principalmente la primera de las vías de
procesamiento y que serían más universales.
- Las emociones secundarias, usarían principalmente la segunda de las vías de
procesamiento y que serían más individuales.
Estas emociones secundarias funcionan reduciendo los umbrales necesarios para producir
un tipo de respuesta emocional concreto. De este modo, las emociones secundarias se
comportarían como estados de hipervigilancia, que permitirían un alto grado de exploración
del medio ambiente, pero al mismo tiempo conllevarían una atención selectiva y una
amplificación de determinadas informaciones del entorno, lo cual facilitará que se disparen
respuestas emocionales ante situaciones que, en caso contrario, serían consideradas como
neutras y no conllevarían respuesta emocional.
Por tanto, estas emociones secundarias producen una focalización de la atención hacia
ciertos estímulos considerados como relevantes, dando prioridad a su procesamiento y
prejuzgando el entorno, lo cual prima la aparición de un tipo de respuesta emocional frente a
otras.
De igual forma, estas emociones también producen sesgos en los procesos de aprendizaje,
que facilitan una mayor retención de hechos relacionados con la emoción implicada, que la que
se produce con otras situaciones emocionales de diferente tono.
- Sesgos en la activación de la memoria, que producen una recuperación selectiva de la
misma, caracterizada por el recuerdo de información asociada con la condición
emocional responsable de la actitud.
- Sesgos interpretativos, hacen que situaciones ambiguas sean procesadas dándoles una
significación emocional, que en el caso de no existir tal emoción secundaria raramente
se producirían.
Las emociones secundarias comparten muchos elementos comunes con las emociones
primarias (cuadro 9.2), especialmente en lo que se refiere al tono o la valencia hedónica, pero
tienen una duración temporal mayor; así, mientras que las emociones primarias son respuestas
puntuales y sus efectos son, fásicos; las secundarias son estados más mantenidos en el tiempo
y sus efectos son tónicos.
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El origen de las emociones primarias es inmediato en el tiempo y el espacio, el de las
secundarias es próximo, pero más vago.
El desarrollo de las emociones secundarias guarda una gran relación con las emociones
primarias.
Sólo la activación que es fruto de un proceso de valoración cognitiva puede ser considerada
como emocional, es decir, una activación fisiológica causada por elementos biogénicos, sin
que medie un proceso de valoración, no es una emoción y, del mismo modo, una valoración
cognitiva de una situación sin activación tampoco es una emoción.
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La experiencia subjetiva se refiere a las sensaciones o sentimientos que produce la
respuesta emocional, cuya principal temática es el placer o displacer que se desprende de la
situación; aunque también la percepción de los cambios corporales y la sensación sobre el
grado de adecuación de la reacción emocional a la situación.
La experiencia subjetiva es un componente de la activación emocional controvertido
ya que, muchas veces, la cuestión importante es determinar si se trata de un estado de
sentimiento, de un tipo especial de proceso cognitivo o de una combinación de sentimiento y
cognición.
Hay que definir las relaciones entre emoción (sentimiento) y cognición (imágenes,
conceptos, memoria, procesamiento de la información en general). La representación de la
emoción es el sentimiento o, lo que es lo mismo, el sentimiento es la emoción subjetivamente
experimentada.
La expresión corporal se refiere a la comunicación y exteriorización de las emociones
mediante la expresión facial y otra serie de procesos de comunicación no verbal tales como
los cambios posturales o la entonación de la voz. Aunque los elementos que constituyen este
componente de la activación emocional podrían clasificarse dentro de la propia activación del
sistema nervioso autónomo y somático. Los efectos de interacción social que éstos tienen
hacen que tengan que ser considerados aparte, puesto que con todo ese conjunto de expresión
emocional se produce una comunicación no verbal que hace que las demás personas participen
e influyan en nuestras emociones. Así, la expresión emocional cumple la función de controlar
la conducta del receptor, ya que permite a éste anticipar las reacciones emocionales y adecuar
su comportamiento a tal situación.
El afrontamiento se refiere a los cambios comportamentales que producen las
emociones y que hacen que las personas se preparen para la acción, es decir, al conjunto de
esfuerzos cognitivos y conductuales, que están en un constante cambio para adaptarse a las
condiciones desencadenantes, y que se desarrollan para manejar las demandas, tanto internas
como externas, que son valoradas como excedentes o desbordantes para los recursos de la
persona (Lazarus y Folkman, 1984).
Es, por tanto, un proceso psicológico que se pone en marcha cuando en el entorno se
producen cambios deseados o no deseados y tiene como función dar respuesta a las demandas
externas e internas de la persona, manteniendo las situaciones deseadas e intentando eliminar
las no deseadas.
Por último, el soporte fisiológico se refiere a los cambios y alteraciones que se
producen en el sistema nervioso central, periférico y endocrino. Corresponde con lo que se
conoce como arousal e implica principalmente a la activación del sistema nervioso autónomo,
habitualmente por activación de la rama simpática, liberación de adrenalina al flujo
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sanguíneo y, como consecuencia, alteraciones de la actividad cardiovascular, la respiración,
la tensión muscular, actividad gastrointestinal, circulación periférica y diversos tipos de
secreciones. Los cambios más estudiados se refieren a los sistemas somáticos y autónomo
(Cacioppo, Klein, Berntson y Hatfield, 1993).
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Los procesos de afrontamiento extendidos así desarrollados tienden a
sobregeneralizarse, es decir, todo afrontamiento que ha sido utilizado con éxito en la
resolución de una situación emocional tiende a ser usado con persistencia después de
desaparecer el problema que originó su movilización e incluso se mantiene ante nuevas
situaciones en las que no es funcional su utilización. Si un afrontamiento fracasa, la
sobregeneralización puede llevar a dejar de utilizarlo ante situaciones frente a los que sí sería
funcional su uso, pudiendo llegar incluso a generar situaciones de .
Por este hecho, su tendencia a la sobregeneralización, por lo que se desarrollan los “estilos
de afrontamiento”, es decir, formas personales características de afrontamiento.
Las dimensiones a lo largo de las cuales se desarrollan estas formas de afrontamiento
extendido son, en primer lugar, el método usado en el afrontamiento, dentro del cual
tendríamos:
- los estilos de afrontamiento activo, que movilizan esfuerzos para la solución de la situación.
- los estilos pasivos, que se basan en inhibir toda actuación.
- los estilos de evitación, que intentan evitar o huir de la situación o de sus consecuencias.
(Fernández-Abascal, 1997)
En segundo lugar, tenemos la focalización del afrontamiento, que da lugar a los estilos
de afrontamiento dirigidos al problema, que intentan controlar las condiciones responsables
del problema; los afrontamientos dirigidos a la respuesta emocional, que pretenden controlar
la propia respuesta emocional, y los afrontamientos enfocados a modificar la evaluación
inicial de la situación, que focalizan el esfuerzo en obtener más información para analizar con
más profundidad la situación. Por último, tenemos el tipo de actividad movilizada en el
afrontamiento, que puede ser actividad cognitiva o actividad conductual.
En el cuadro 9.4 se recogen las estrategias concretas de afrontamiento, fruto de la
combinación de los diferentes estilos de afrontamiento posibles.
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Por último, en referencia al soporte fisiológico que podemos observar mediante el
registro de respuestas fisiológicas, se pensó durante mucho tiempo que éste se modificaría de
igual manera y sentido que los sesgos que hemos visto, los cuales se producen en las otras
manifestaciones emocionales. Así, se llega a desarrollar el concepto de especificidades
individuales de respuesta, que hace referencia a formas características y personales en la
activación fisiológica emocional, una especie de estilo o patrón de respuesta propio de cada
persona. Los estudios recientes de Marwitz y Stemmler (1998) ponen de manifiesto la
debilidad de este concepto, ya que la especificidad individual de respuesta aparece tan sólo
en un 33% de las personas y, además, su estabilidad temporal sólo afecta a un 15% de las
mismas. La mayoría de los datos existentes señalan que esta actividad depende más de la
intensidad emocional y del tipo de afrontamiento movilizado, que de la propia emoción o los
sesgos a ella asociados. Parece ser el componente de la respuesta emocional menos afectado
por el filtro del aprendizaje y la cultura.
4.TIPOS DE EMOCIONES
Hay que diferenciar las emociones primarias y las secundarias.
Las emociones primarias parecen poseer una alta carga genética, en el sentido que
presentan respuestas emocionales preorganizadas, que, aunque son modelados por el
aprendizaje y la experiencia, están presentes en todas las personas y culturas, mientras que las
emociones secundarias, aunque emanan de las primarias, se deben en mayor grado al
desarrollo individual y sus respuestas difieren ampliamente de unas personas a otras. Las
emociones primarias poseen constancia en el afrontamiento, es decir, la movilización para la
acción que produce la propia forma emocional, en cambio en las emociones secundarias no se
presenta una forma característica de afrontamiento.
Otra de las características que diferencia las emociones primarias de las secundarias es
que las primarias poseen una forma de “expresión facial” específica y que ésta sea reconocida
a lo largo de diferentes culturas, es decir, que su expresión tenga un carácter universal,
mientras que las secundarias carecen de tal característica.
Una segunda forma de clasificación de las emociones proviene del tono hedónico que
generan. Así, podemos hablar de emociones con tono hedónico negativo, positivo e incluso
neutro. Las emociones negativas son aquellas que implican sentimientos desagradables,
valoración de la situación como dañina y la movilización de muchos recursos para su
afrontamiento como son el miedo, la ira, la tristeza y el asco. Las emociones positivas son
aquellas son aquellas que implican sentimientos agradables, valoración de la situación como
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beneficiosa y con una duración muy corta y movilizan escasos recursos para su afrontamiento,
como es la felicidad. Las emociones neutras son las que no pueden considerarse como ni
positivas ni negativas y tienen como finalidad el facilitar la aparición de posteriores estados
emocionales. Además, sus características definitorias son una mezcla de los demás tipos de
emociones, como es la sorpresa.
El miedo es producido por todos aquellos acontecimientos que son interpretados como
amenaza en los procesos de valoración afectiva y ante los que se da una ausencia de
estrategias de afrontamiento adecuadas en el proceso de valoración de la situación.
El procesamiento cognitivo del miedo se inicia ante una situación que sucede con
rapidez, que se presenta de una forma muy abrupta e inesperada. Antes esta situación la
persona produce una valoración en la que estima tener una baja capacidad de control y de
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control y de predicción futura de la situación. Además, el suceso desencadenante es también
valorado como muy desagradable y se estima que afecta de manera muy importante al
bienestar físico de la persona. En lo que se refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar
la situación, se aprecia que el agente causante de la misma es otra persona o una circunstancia
de carácter natural y, en tal situación, la persona valora que tiene muy poca capacidad para
afrontar el suceso, ya que se escapa de su control. Se estima que no es posible adaptarse a las
consecuencias y sufrimiento que generaría tal acontecimiento.
En lo que se refiere a los efectos subjetivos, el miedo es una de las emociones más
intensas y desagradables. Genera aprensión, desasosiego y malestar. Su característica
principal es la sensación de tensión nerviosa, preocupación y recelo por la propia seguridad
o por la salud, habitualmente acompañada por la sensación de pérdida de control. Otro de sus
efectos subjetivos más típicos es la sensación de una cierta tendencia a la acción evitativa.
La expresión facial del miedo se caracteriza por elevación y contracción de las cejas,
y tensión en los labios (figura 9.6).
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Los principales efectos fisiológicos del miedo se producen sobre el sistema nervioso
autónomo, en forma de respuestas puntuales o fásicas, y se concentran en importantes
elevaciones de la frecuencia cardíaca, las mayores de todas cuantas se producen en respuesta
a una situación emocional; de la presión arterial sistólica y diastólica, también de una gran
magnitud; de la salida cardiaca; de la fuerza de contracción del corazón; de la conductancia
de la piel que es un indicador de descargas de la rama simpática del sistema nervioso
autónomo, con incrementos tanto en su nivel general como en el nº de fluctuaciones
espontáneas. Reducciones muy marcadas en el volumen sanguíneo y la temperatura
periférica, como indicadores de una importante vasoconstricción, lo que es especialmente
evidente en la palidez de la cara, produciendo la típica reacción del miedo de quedarse
“helado” o “frío”. Se producen efectos sobre el sistema somático tales como elevaciones
fásicas en la tensión muscular, que generalmente afecta a todo el cuerpo, y aumentos de la
frecuencia respiratoria, que son acompañados de reducciones en su amplitud, es decir, se
produce una respiración superficial e irregular. Todo ello favorece en un primer instante la
sensación de “paralización” o “agarrotamiento”, y seguidamente proporciona el tono
muscular adecuado para iniciar una huida o evitación de la situación desencadenante.
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activación se produzca un “bloqueo” emocional y un entorpecimiento de la acción. Por último,
el miedo puede desembocar en ataques de pánico que son condiciones extremas de bloqueo
o de miedo profundo, que se muestran acompañadas de una actividad fisiológica inusual que
implica hiperventilación, temblores, mareos y taquicardias, así como sentimientos altamente
catastrofistas y de pérdida total del control de la situación.
La ira es una reacción emocional caracterizada por la irritación, furia o gran enfado,
causada por la indignación y el enojo de sentir vulnerados nuestros derechos. Izrad describe
la ira como una respuesta emocional primaria, que se presenta cuando un organismo se ve
bloqueado en la consecución de una meta o en la satisfacción de una necesidad. Dada la
relación sistemática entre las reacciones de ira y las situaciones en las que se produce una
transgresión o violación de los dominios personales y de las reglas sociales, se la ha
considerado como una emoción “moral”. Se trata de una emoción que se produce ante
situaciones de rotura de compromisos, promesas, expectativas, reglas de conducta y todo lo
relacionado con la libertad personal. La ira es un sentimiento displacentero que genera un
impulso apremiante por hacer algo que elimine o dañe al agente que lo ha causado. Esta
marcada característica de preparación para la acción de la ira hace que posea un importante
componente motivacional. La ira, juntamente con el miedo, las dos emociones más intensas
o “pasionales”, al tiempo que es potencialmente la más peligrosa, ya que su propósito
funcional es el destruir las barreras del entorno. Es una emoción muy explosiva que en
situaciones extremas puede generar reacciones de odio y violencia, tanto verbal como física
(Fernandez-Abascal y Martín, 1994).
La ira se desencadena ante situaciones que son valoradas como injustas o que atentan
a los valores morales y la libertad personal, situaciones que ejercen un control externo o
coacción sobre nuestro comportamiento, personas que nos proporcionan abusos verbales o
físicos, y situaciones en las que consideramos que se producen tratamientos injustos y el
bloqueo de metas (Hoshmand y Austin, 1987).
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También pueden actuar como desencadenantes de la ira la estimulación como ocurre
ante una situación de inmovilidad o la restricción física o piscológica.
En el cuadro 9.7 se presenta el resumen de los desencadenantes de la ira, así como los
principales elementos de su procesamiento.
La expresión facial se caracteriza por unas cejas bajas y contraídas, párpado inferior
tenso, mirada prominente y labios tensos o en además de gritar (gráfico del cuadro 9.8).
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Los principales efectos fisiológicos de la ira se producen sobre el sistema nervioso
autónomo y se concretan en importantes elevaciones de la frecuencia cardíaca; de la presión
arterial sistólica y diastólica; de la salida cardíaca, aunque en menor grado que el visto en el
caso del miedo; y de la fuerza de contracción del corazón.
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El afrontamiento “ira hacia dentro” se refiere a movilizar las acciones no para
solucionar el problema que ha causado la emoción, sino a la supresión de la propia
emoción; el resultado es que la persona se irrita consigo misma y no con la verdadera
causa de la respuesta emocional.
El afrontamiento “ira hacia fuera” es el efecto contrario al anterior, y se refiere a
expresar la ira hacia otras personas y objetos del entorno que pensamos responsables
de la situación, es decir, de nuevo el afrontamiento se focaliza en la emoción y no en
la resolución de la situación o problema que la causó.
El afrontamiento “control de la ira”, se refiere a los intentos de controlar los aspectos
relativos a la expresión de la ira, es decir, el afrontamiento se focaliza a que las demás
personas no perciban su estado emocional (Spielberg, 1999).
En el cuadro 9.8 se presentan los principales efectos causados por la ira, en referencia a
los efectos subjetivos, fisiológicos y funcionales o de afrontamiento.
4.1.3 LA TRISTEZA
Es una emoción que se produce en respuesta a sucesos que son considerados como no
placenteros y que denota pesadamente o melancolía. La tristeza es una forma de displacer
que se produce ante la pérdida de un deseo apremiante, deseo que se sabe que es imposible
de satisfacer. Se considera una de las emociones displacentera pero existe una variabilidad
cultural que hace que incluso en algunas culturas no posean palabras para definirla. La tristeza
es realmente un estado de ánimo más que una emoción aguda. Smith y Lazarus (1993)
piensan que la gente a menudo utiliza el término triste de forma indiferenciada para describir
sus reacciones emocionales ante una variedad de circunstancias dañinas. La respuesta
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emocional de tristeza es distinta del miedo por ser una respuesta a un suceso que ya se ha
pasado, está asociada muchas veces al llanto.
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La expresión facial se configura por un descenso en la comisura de los labios, que
pueden llegar a estar temblorosos, y descenso de la parte exterior de las cejas (gráfico en el
cuadro 9.10).
Los efectos de estos cambios fisiológicos son los de una disminución de la energía y el
entusiasmo por todo tipo de actividades, y cuanto más se incrementa la tristeza, y se
enlentece el metabolismo corporal, más nos acercamos a la depresión.
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Otra de las funciones de la tristeza es la de actuar como una llamada de ayuda, ya que
ésta despierta simpatía y la atención de los demás. Asimismo, cumple la función de cohesión
con otras personas, especialmente con aquellos que se encuentran en la misma situación
(Averill, 1979). Comunicación a los demás de que no se encuentra bien y ello puede generar
ayuda de otras personas, apaciguamiento de reacciones de agresión, empatía o
comportamientos altruistas).
4.1.4 EL ASCO
Es la respuesta emocional causada por la repugnancia que se tiene a alguna cosa o por
una impresión desagradable causada por algo. Es una emoción compleja, que implica una
respuesta de rechazo de un objeto deteriorado, de un acontecimiento psicológico o de valores
morales repugnantes. El asco es una de las reacciones emocionales en las que las sensaciones
fisiológicas son más patentes. La mayoría de las reacciones de asco se generan por
condicionamiento interoceptivo. Está relacionado con trastornos del comportamiento, tales
como la anorexia y la bulimia.
Los desencadenantes del asco son los estímulos desagradables, fundamentalmente los
químicos, los potencialmente peligrosos o los molestos. También producen reacciones de asco
toda una gama sensorial de estímulos condicionados aversivamente, mientras que los
estímulos incondicionados suelen ser olfativos o gustativos.
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persona. La probabilidad de las consecuencias se esperaba ya antes de que el suceso ocurriera.
En lo referente al afrontamiento se produce un grado medio de urgencia para afrontar el
suceso y las consecuencias del mismo. En lo que tiene que ver con la valoración de la
posibilidad de afrontar las condiciones que se ha producido el asco, se estima que no es posible
adaptarse a sus consecuencias, y se busca el rechazo del objeto o situación desencadenante.
Véase el cuadro 9.11 las principales características del asco, relativas a los
desencadenantes y el procesamiento cognitivo.
Los efectos subjetivos del asco se caracterizan por la necesidad de evitar o alejarse del
estímulo desencadenante. Si el estímelo es oloroso o gustativo, aparecen habitualmente
sensaciones gastrointestinales desagradables, como las náuseas.
La expresión facial del asco implica la elevación del labio superior y arrugas en la nariz,
elevación de las mejillas arrugando los párpados inferiores (véase cuadro 9.12).
Los principales efectos fisiológicos del asco son una muy moderada elevación de la
frecuencia cardiaca, del nivel de la conductancia de la piel y ciertas reducciones en el volumen
sanguíneo y en la temperatura periférica.
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bien los estímulos condicionados pueden asociarse a cualquier modalidad perceptiva; o
también puede producirse ante cualquier otro tipo de estimulación que no tenga por qué
estar relacionada con problemas gastrointestinales.
El asco tiene una finalidad funcional que es el potenciar los hábitos saludables,
higiénicos y adaptativos.
En el cuadro 9.12 se resumen los efectos relativos al asco, incluyendo los subjetivos, de
expresión facial, fisiológicos y el afrontamiento.
4.1.5 LA FELICIDAD
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El procesamiento cognitivo de la felicidad tiene su inicio con una situación de muy baja
sorpresividad y con un cierto grado de control. El agrado intrínseco de la misma es muy alto.
Las expectativas de que las consecuencias realmente pasarían eran muy altas.
Entre sus efectos subjetivos la felicidad puede incluir episodios de alegría, así como
otras emociones positivas tales como estar contento, pero la felicidad no puede ser igual que
cualquiera de ellas. La felicidad ni si quiera excluye momentos de lucha, desorden y dolor.
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Se producen efectos sobre el sistema somático tales como elevaciones en la tensión
muscular general y elevación en la frecuencia respiratoria. Se produce un aumento de
actividad en el hipotálamo, septum y núcleo amigdalino. Esta actividad cerebral inhibe los
sentimientos negativos y aumenta el caudal de energía disponible.
4.1.6 LA SORPRESA
Es una reacción causada por algo imprevisto o extraño. Como consecuencia de ello la
atención y la memoria de trabajo se dedican a procesar la estimulación responsable de la
reacción. Es la emoción más breve de todas cuantas hemos estudiado. Se trata de una reacción
emocional neutra, no cabe clasificarla como positiva o negativa, agradable o desagradable. Y
se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña y desaparece con la misma
rapidez con que apareció. Además, suele convertirse también rápidamente en otra emoción,
la que sea congruente con la situación estimular desencadenante de la sorpresa. Juntamente
con la reacción emocional se produce un incremento general de la actividad cognitiva, lo que
permite identificar, analizar y valorar las condiciones desencadenantes de la misma.
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acontecimientos inesperados o fuera de contexto; aumentos bruscos de la intensidad en la
estimulación; la interrupción inesperada o corte de una actividad en curso.
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general y una interrupción puntual de la respiración, caracterizada por un cambio en la
frecuencia y amplitud de la respiración o por una inspiración breve y de corta latencia.
Asimismo, se produce una dilatación pupilar muy puntual en el tiempo. Por último, se produce
un incremento momentáneo de la actividad neuronal, detectable por una desincronización
habitualmente fásica de las zonas de proyección sensorial implicadas en la percepción de los
desencadenantes emocionales; sin embargo, si se produce una respuesta inespecífica o
prologada la desincronización se torna tónica e involucra a toda la corteza cerebral.
Las emociones secundarias, que son las que utilizarían principalmente la segunda de las
vías de procesamiento, se desencadenan ante “estímulos adquiridos” por su significación para
la persona, todo lo cual implica la existencia de importantes diferencias individuales.
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4.2.1 LA ANSIEDAD
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El procesamiento cognitivo de la ansiedad se produce habitualmente ante situaciones
que se presentan o tienen lugar lentamente y que, por tanto, son situaciones que pueden ser
previstas. Estas situaciones se valoran como muy importantes para el bienestar tanto físico
como psíquico de la persona. La probabilidad de que las consecuencias emocionales en que se
encuentra envuelto el sujeto pudieran suceder, eran esperadas antes de que el suceso ocurriera
y son a su vez valoradas como contrarias con las metas que pretende alcanzar la persona.
Se valora que ante situaciones así, es necesario un cierto grado de urgencia en actuar,
para hacer frente tanto al suceso como a las consecuencias que de él se derivan. En lo que se
refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar la situación, se estima que el agente
causante de la misma es otra persona o una circunstancia de carácter natural. La persona valora
que tiene una escasa capacidad para poder vivir en tales situaciones y poder sobrellevar sus
consecuencias.
Los principales efectos fisiológicos de la ansiedad tienen lugar mediados por el sistema
nervioso autónomo y se concretan en elevaciones de la frecuencia cardíaca; de la presión
arterial, afectando más a la sistólica que la diastólica; de la resistencia vascular. Produce
elevaciones de la conductancia de la piel, con incrementos en su nivel, en el nº de fluctuaciones
espontáneas y presentando una larga latencia de habituación. Reducciones en el volumen
sanguíneo, en la temperatura periférica y del flujo sanguíneo cerebral, redistribuyéndose el
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flujo sanguíneo a las estructuras subcorticales. Produce también dilatación pupilar y aumento
en la sudoración.
En los efectos sobre el sistema somático produce elevaciones de la tensión muscular y
elevación de la frecuencia respiratoria, respiración rápida y entrecortada que pueden llegar a
la hiperventilación y un aumento de la actividad suprarrenal, lo que concreta en elevaciones en
la secreción de adrenalina y noradrenalina.
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4.2.2 LA HOSTILIDAD
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En tales condiciones la persona valora que las consecuencias pueden ser controladas o
modificadas. Por tanto, se aprecia que se tiene un cierto grado de capacidad para
afrontar el suceso. Se estima que se posee una alta capacidad para adaptarse a la
situación. Se estima que lo sucedido no está de acuerdo con las normas sociales y
personales que podrían considerarse aceptables.
Hace una distinción entre cinismo y atribuciones hostiles, cinismo serían “las
creencias negativas acerca de la naturaleza humana en general”, mientras que las
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atribuciones hostiles las “creencias de que la conducta antagonista de otros está
dirigida específicamente hacia uno mismo”.
4.2.3 EL AMOR/CARIÑO
El amor es el afecto que sentimos por otra persona, animal, cosa o idea.
Fischer, Shaver y Carnochan distinguen dos clases de amor: el amor apasionado y el
de compañero. El amor apasionado, también llamado enamoramiento o amor
obsesivo, es una emoción muy intensa que se refiere a un estado de intenso anhelo
por la unión con otro. El “amor de compañero”, también llamado “amor verdadero”,
“cariño” o “amor conyugal”, es una emoción lejana, menos intensa, que combina
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sentimientos de profundo cariño, compromiso e intimidad, y que puede definirse
como el afecto y la ternura que sentimos por aquellos con quienes vivimos.
Los desencadenantes del amor son las valoraciones subjetivas de las personas
(actitudes). Una persona puede enamorarse por una serie de razones tales como la
soledad, necesidad sexual, la insatisfacción o por la mera necesidad de realizar
cambios, y entonces se puede despertar el interés por la novedad, el atractivo, la
proximidad, etc.; ante esto la más mínima respuesta que sugiera interés y agrado
generará en un breve período de tiempo toda la fantasía necesaria para precipitar el
enamoramiento.
El procesamiento cognitivo del amor se inicia ante una situación que suele
poseer una alta novedad o sorpresividad, pero con un cierto grado de predictibilidad.
El agrado intrínseco de la situación es muy alto.
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la misma se entiende que es otra persona y se valora la capacidad de ajuste a la
situación como muy alta. En el cuadro 9.21 pueden verse los desencadenantes y el
procesamiento del amor.
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El afrontamiento del amor es la atracción, que se caracteriza por movilizar
estrategias de búsqueda y acercamiento al ser querido, cuando nos encontramos
alejados de él. El amor también predispone para compartir sentimientos de unión,
seguridad, sobreentendimiento y aceptación, cuando nos encontramos al lado del ser
amado.
En el amor pasional se movilizan conductas de regocijo y de actividad sexual,
que pueden llegar a generar momentos de ceguera pasional. Hay probablemente 2
razones principales de porqué el amor apasionado es a menudo semejante a una
experiencia abrumadora.
En primer lugar, porque el amor apasionado es una emoción muy gratificante y,
en segundo lugar, porque los sentimientos apasionados están mezclados con otras
experiencias emocionales básicas también muy intensas. En el cuadro 9.22 se presenta
un resumen de los principales efectos causados por el amor, relativos a los efectos
subjetivos, fisiológicos y funcionales o de afrontamiento.
4.2.4. EL HUMOR
El humor es la buena disposición en que uno se encuentra para hacer una cosa.
Típicamente, la respuesta de humor se refiere a la percepción de un estimulo como
divertido, la cual, a veces, también incluye respuestas abiertas tales como las sonrisas,
risas o carcajadas. Por otra parte, en el estudio de las emociones se utiliza el término
hilarante, que fue introducido como un constructo emocional dirigido a integrar la
variedad de respuestas que ocurren en los niveles conductuales, fisiológicos y de
variedad de respuestas que ocurren en los niveles conductuales, fisiológicos y de
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experiencia emocional. (Hilarante significa que inspira alegría o mueve a la risa).
Los desencadenantes del humor pueden ser una gran variedad de estímulos y
normalmente está implicada en una situación (ambiente social) más o menos
compleja. Aunque el absurdo es una condición necesaria para el humor, no es
suficiente; el completo absurdo también puede llevar a un enigma y a una reacción
aversiva, y por ello se han propuesto variables tales como la resolución de lo absurdo,
la aceptación del absurdo como irresoluble absurdo, o lo “digno de confianza” del
contexto en que el absurdo es procesado. El alcohol y las drogas también afectan.
Por último, también intervienen una serie de factores organismicos que actúan
sobre el humor, entre los que se encuentran las variables fisiológicas como el grado
de activación del sistema nervioso simpático, el estado de salud o el agotamiento, los
cuales moderan la efectividad de los estímulos.
Por último, presenta un bajo grado de urgencia en afrontar tanto el suceso como
sus consecuencias. En lo que se refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar la
situación, el motivo causante de la misma se entiende que es la intención de la otra
persona y que se tiene capacidad de ajuste a la situación. En el cuadro 9.23 se presentan
las características del humor, en relación con los desencadenantes y al procesamiento
cognitivo.
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Si la inducción de la situación hilarante tiene éxito, los efectos subjetivos
resultantes son natalmente placenteros, pero también la mayor parte de elicitadores de
esta emoción puede inducir estados no placenteros: el humor y las cosquillas pueden
llegar a ser aversivos. La experiencia de esta emoción está caracterizada por la
relajación.
La persona riendo ha sido descrita como abandonándose a las respuestas del
cuerpo y como estando en un estado desprotegido (Ruch, 1993).
Esta emoción, especialmente en sus manifestaciones más intensas, tiene varios
efectos fisiológicos, entre los que destacan la disrupción del patrón de respiración
normal y el descenso en la tasa de descarga neuronal.
Mientras que los músculos de la respiración durante la emoción están
normalmente pasivos, hay una expiración forzada durante la risa.
Durante la risa pueden observarse también cambios cardiovasculares
característicos de la misma, como una aceleración de la frecuencia cardíaca. Esos
cambios son más pronunciados que en otras respuestas emocionales, quizá
desencadenados por el alterado patrón de respiración.
La presión arterial, tanto sistólica como diastólica, también se ve incrementada
durante la risa y el volumen sanguíneo periférico también se modifica. La risa produce
cambios masivos en la actividad electrodérmica; sin embargo, estos cambios también
ocurren en situaciones divertidas cuando no se está riendo, lo que sugiere que estos
cambios no son debidos a los cambios en respiración. Durante la risa también se produce
la dilatación de la pupila.
Darwin describió la “luminosidad” de los ojos. El afloramiento de lágrimas es
otros de los fenómenos que puede ocurrir durante la risa.
El afrontamiento del humor está asociado con una reducción en la preparación
de patrones para responder al medio ambiente. Contrarresta las experiencias
emocionales negativas. Facilita la participación en actividades sociales, mediante el
contagio de sensaciones positivas. Intensifica la confianza de la persona y prepara al
organismo para que experimente placer sensorial.
El humor y la risa amortiguan el estrés, reducen el malestar o el dolor, y bajan
la tensión, es decir, son beneficiosos para la salud mental y física.
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Dentro de los aspectos funcionales del humor se encuentra la influencia social.
La inducción de hilaridad puede ser moderada por una variedad de factores sociales,
efectividad del humor puede depender de quien cuenta el chiste y si gusta o no. La
acumulación de respuestas de hilaridad puede llevar a una elevación del humor alegre
de forma larga y duradera.
El uso con éxito del humor puede inducir una atmósfera relajada en el grupo.
La creencia de que el humor y la hilaridad son beneficiosos para los humanos está
documentada en refranes, proverbios y todo depósito de la sabiduría popular. Estos
potenciales beneficios para la salud también han sido mencionados en escritos
científicos. En el cuadro 9.24 se muestran los efectos causados por el humor, relativos
a los efectos subjetivos, fisiológicos y de afrontamiento.
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