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Aunque desde los primeros estudios filosóficos que consideraban la dualidad razón-
emoción se ha intentado conceptualizar el término emoción, no existe como tal una
definición que sea ampliamente aceptada.
El hecho de que cada orientación teórica incida especialmente sobre alguna de estas
dimensiones es una de las razones que dificulta un consenso en la definición.
Las posturas cognitivistas argumentan que los procesos cognitivos son necesarios para
que se produzca una emoción y que sin dicha actividad cognoscitiva no se produciría
emoción alguna ya que cualquier reacción que se evocara carecería del componente
afectivo.
Para quienes defienden posturas biologicistas, la emoción puede evocarse sin tener en
cuenta los aspectos cognitivos, y ello se pone de manifiesto en los casos en que se
generan emociones por el mero hecho de una expresión facial característica.
Por otra parte, las reglas sociales modulan la expresión emocional porque nos facilitan o
inhiben la manifestación de acuerdo con el contexto en el cual tiene lugar la experiencia
emocional. Por ejemplo, saltamos de alegría si gana nuestro equipo e inhibimos nuestra
ira en el trabajo delante de un superior.
Concepto de Emoción
EMOCIÓN es un concepto utilizado para describir y explicar los efectos
producidos por un proceso multidimensional encargado de:
Todas las emociones tienen alguna función que les confieren utilidad,
independientemente de la cualidad hedónica (agrado-desagrado) que generen. Incluso
las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y
el ajuste personal.
Hay que precisar que la funcionalidad de las emociones está estrechamente relacionada
con el control de éstas, es decir, para que una determinada emoción pueda cumplir sus
funciones, se tiene que manifestar en un contexto apropiado y con la intensidad
necesaria.
Así por ejemplo, según la primera de estas funciones el miedo favorecería la huida o la
inmovilidad corporal defensiva y según la segunda función adaptativa, la expresión de
miedo podría ser útil para apaciguar una reacción intensa por parte de un agresor.
Igualmente, la propia represión de las emociones también tiene una evidente función
adaptativa, por cuanto que es socialmente necesaria la inhibición de ciertas reacciones
emocionales que podrían alterar las relaciones interpersonales.
Las emociones que experimentamos influyen en nuestras acciones, por lo que saber
reaccionar ante ellas, reconocerlas y analizarlas es la forma de ajustarla de forma
óptima.