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Suma Teologica-Tomo II-Santo Tomas
Suma Teologica-Tomo II-Santo Tomas
j3 A R D E N AL y^RZOBISPO DE J'OLEDO,
CANÓNIGO SECRETAftlO.
S U M A TEOLÓGICA.
\ Moralidad... ( ' 1
( Consecuencias 21
/ E n general = sujeto — diferencia — bondad y malicia — orden correlativo. 22-25
De hombre \ / Amor = esencia— causa —electos 2(1-28
1 VOdio 29
ó / . . . . /Concupiscencia..;
p 30
\ I ^°> i»l> \ Delectación = esencia—causa—efectos—bon-
lc lsl;in,e
!
\fcn especial.. / — remedios — bondad y malicia 35-39
I / Esperanza y desesperación 40
\. ... \ Temor = esencia—objeto—causas—efectos. 41-44
\ Irascible.... _ _ A u ( ] a d a
J
4 5
VáfS/l)
I g I \ • • •< V ( i 8 1 g ) • Í Pecado original = trans-
1 £ / / „ , 1 misión — esencia — su-
\s( \ Pecados. I jeto 81-83
\ g\ f ' M ' SI ' Pecado causa de pecados. 84
^ i ' í Corrupción del bien — mancha en el
> Efectos../ alma S5-86
1 ( Reato de pena = en sí — mortal — ve-
I nial 87-89
j 3
PRÓLOGO.
, (l) Nómbrase vulgarmente Prima Secunden , aun hablando en castellano, por cuya razón traducimos literalmente Primera
de la Segunda, sirviendo únicamente de interpretación aclaratoria las palabras S E C C I Ó N y P A U T E , que por lo mismo llevan
diverso carácter tipográfico , acatando así el uso común hasta el último limite.
(2) Dueño de sus acciones, pediendo obrar ó no, bien ó mal.
(3) En el Cuadro sinóptico general de la S U M A T E O L Ó G I C A , adjunto al tomo i.° antes del Prólogo del Doctor Angélico, se pueden
verlos lugares, en que respectivamente se trata de los diversos punios aquí insinuados, como asimismo en el encabeza-
miento 'Je la C. 1." y en otros análogos : convendrá pues por lo tanto consultarlo con frecuencia, así como también el com-
prensivo de las materias contenidas en esle 2.° tomo, ácuyo fronte va inserto, y aun hacer de uno y otro un estudio concreto,
tan útil como sencillo; lo cual ahorraráj al lectorjno poco tiempo y á nosotros referencias innecesarias, si se tienen cu cuenta
estas lijeras cuanto oportunas indicaciones.
C U E S T I Ó N P R I M E R A .
T r a t a r e m o s primeramente acerca del último fin de la vida h u m a n a , y en segundo lugar de los me-
d i o s , p o r los cuales el h o m b r e puede llegar á ese ñ n ó desviarse de él. Delfín es n a t u r a l t o m e m o s l a s
razones de c u a n t o al mismo fin se o r d e n a : y , puesto q u e el último fin de la h u m a n a vida se cifra en
la b i e n a v e n t u r a n z a , razón será c o n s i d e r a r e n primer l u g a r el ú l t i m o fin en general y después l a
b i e n a v e n t u r a n z a (2).
La primera cuestión comprende ocho puntos : 1.° Es propio del h o m b r e o b r a r por u n fin ?—2.° Lo
es de la n a t u r a l e z a r a c i o n a l ? —3.° Las acciones del h o m b r e se especifican p o r el fin? —4.° Existe a l -
g ú n último fin de la vida h u m a n a ? — 5.° Pueden ser varios los fines últimos de u n mismo h o m b r e ? —
6.° Dirige el h o m b r e todo á su último fin?— 7.° Es u n o mismo el ú l t i m o fin d e todos los h o m b r e s ? —
8.° Este mismo ú l t i m o fin lo es t a m b i é n de t o d a s l a s d e m á s c r i a t u r a s ?
fin importa en sí el concepto de último > mismas último fin, como consta por A r i s -
según su propio nombre: por consiguiente t ó l e s ( E t h . 1. 1, c. 1 . ) ; s i g ú e s e que n o
el fin n o tiene razón de causa. Ahora siempre obra el hombre por un fin.
bien : el hombre obra por aquello > que 3.° E l hombre parece obrar por algún
(1) Billuart define con Aristóteles (Met. 1. 5, t. 2) el fin : les son respectivamente en el rezo del Breviario el culto di-
« aquello, por cuya razón ó motivo se ejecuta algo ú ola ra un vino y el estipendio asignado ; 5 . efectuado y obtenido, como
A
» agente » deduciendo de esta definición i.° que « elfines la curación y el premio respectivamente ; G." último y no úl-
» el principio y la primera de las causas de operación del timo, procurado aquel por razón de sí mismo y este por con-
» hombre » ; 2.° que « elfiny el bien son materialmente una sideración ó como conducente á él.
» misma cosa ; si bien difieren formalmente, en cuanto el bien (2) El objeto pues de la i. -n. es el hombre, como creado
a ffi
» se mira como conveniente al apetito y el fin como movente con destino á la bienaventuranza ó fruición de Dios, y los me-
» á los medios á él ordenados » ; 3.° que « es lo primero en la dios así intrínsecos como estrínsecos de conseguir este su úl-
»intención, mas lo último en la ejecución » ; y 4.° que « solo timo fin.
» mueve á la voluntad siendo aprendido ó conocido ». Distin- (3) Obrar en general, y no de este ó aquel modo, ó en tales
gue varias clases de fines: 1 f i n por el cual (cujas gratia), que ó cuales circunstancias, en su concepto de hombre ó como tal,
es el objeto mismo apetecido ó intentado, yfinpara quien {cui) t
según advierte el Card. Cayetano con otros comentaristas en
persona ó sujeto, en cuyo favor se apetece; 2. objetivo ó gui
a
fin, cuando delibera ; pero muchas veces la voluntad es el fin y el bien : por con-
obra sin deliberación y en ocasiones ni siguiente todas las acciones humanas ne-
aun piensa en lo que h a c e , como cuando cesariamente se ordenan á su fin.
mueve un pie ó mano ó se frota la barba, A l argumento 1.° diremos que el fin,
embebido en otra ocupación : no todo si bien es el último en la ejecución, es no
pues lo hace por un fin (1). obstante el primero en la intención del
Por el contrario: todo cuanto hay en agente, y en tal concepto tiene el carác-
determinado género, derívase del princi- ter de causa.
pio de ese mismo género ; y , siendo el A l 2.° que, si alguna acción humana
fin el principio de todo lo practicable por es último fin, será precisamente volunta-
el hombre según Aristóteles ( P h y s . 1. ria, sopeña de dejar de ser humana, como
2, t. 85 y 8 9 ) , claro es que conviene al queda dicho. P e r o una acción se dice v o -
hombre obrar en todo por un fin. luntaria en dos diversos sentidos : ó por-
Conclusión. Todas las acciones hu- que es imperada por la voluntad, como
manas necesariamente tienden á un fin ; el pasear ó hablar; ó en cuanto simple-
ó lo que es lo mismo, el hombre en todo mente procede de e l l a , como el querer
cuanto hace obra por un fin. mismo. M a s es imposible que el acto
R e s p o n d e r e m o s que de cuantas accio- mismo únicamente elícito de la voluntad
nes ejecuta el hombre solo aquellas pue- sea fin último; porque el objeto de la vo-
den decirse propiamente humanas, que luntad es el fin, al modo que de la vista
son propias del hombre como tal hombre. lo es el color. A s í que, como es imposible
Diferenciase el hombre de las otras ( 2 ) que lo primero visible sea la visión mis-
criaturas irracionales, en que él es due- m a , puesto que siempre que se ve se ve
ño de sus actos. D e aquí es que solo algo visible ; así igualmente tampoco es
aquellas acciones, de que es dueño el posible que lo primero apetecible, es de-
h o m b r e , pueden llamarse con propiedad cir, el fin sea el mismo querer. D e donde
humanas ; y es dueño el hombre de sus resulta q u e , si alguna acción humana es
actos en virtud de la razón y de la vo- último fin, no puede menos de ser impe-
luntad, por lo cual se dice que el libre al- rada por la voluntad : y por lo tanto ( 3 )
bedrío es facultad de voluntad y de ra- aun en ese caso algún acto del hombre,
zón. Son pues en realidad humanas las al menos el querer mismo, se refiere al
acciones que proceden de voluntad deli- fin. Cualquiera pues que sea la operación
berada : y , si otras algunas ejecuta, po- del hombre, puede con verdad decirse
drán decirse acciones de hombre ; mas no que obra por el fin, aún cuando ejecute
acciones humanas , toda vez que no obra un acto, que sea el mismo último fin.
en ellas como hombre. E s evidente que A l 3.° que las tales acciones no son
toda acción procedente de alguna poten- propiamente humanas ; porque, no pro-
cia es causada por esta en conformidad cediendo de la deliberación de la razón,
con su objeto propio. E l objeto propio de principio esclusivamente propio de todo
(1) De aquí toma su origen la célebre cuestión filosófico- son de opinión distinta. Véase la Teología Mor. de Reiffens-
moral, de si deban admitirse acciones humanas indiferentes ; á la tuel, Trat. 1; dist. 2, C. 5." — M. C. G.
cual se da solución fácil diciendo : que el acto humano pue- (2) Las ediciones dePádua (1712) y Nicolai omiten la pala-
de considerarse, ó en especie, es decir, en cuanto hace bra aliis, que en efecto parece innecesaria y aun impertinen-
solo relación al objeto; ó en individuo, esto es, si se dirige, no te, por más que la abonen las de Padua (1098) y las romanas
solamente al objeto, sino también al fin del operante 7 a l a s con el códice de Alcañiz. El artículo las de la versión alenúa
demás circunstancias de la moralidad. — N0 hay duda que, algún tanlo la malsonancia literal de otras, que de ningún
si los actos humanos se miran por la parte que se relaciona modo puede sin embargo equiparar al hombre á los irracio-
con el objeto propio é intrínseco de la operación, como quiera nales ; si bien pudo entrar en el propósito del Santo distin-
que el tal objeto puede estar en indiferencia completa con la guir así las acciones de hombre, ejecutadas de un modo análogo
bondad ó malicia moral, hace que los mismos actos sean tam- al de los brutos destituidos de razón, de las humanas propia-
bién indiferentes. En este sentido el pasearse, frotarse la
mente dichas, en las que obra con deliberación y libertad, se-
barba, etc. puede llamarse acto indiferente en especie. Mas, si
gún con el P. Goudin (Philosophia Thomisiica, t. 4, pág. 8) las
la acción humana se considera ere individuo, como lodo ope-
rante individual debe obrar por un fin dado, y este fin ne- designan contestes hoy todos los teólogos moralistas, inspi-
cesariamente ha de ser bueno ó malo ; de aquí que ni filosó- rándose en las palabras del mismo Santo Tomás. La edición
fica ni teológicamente hablando pueden admitirse los actos, que de Venecia (1778) parece ser la que mejor espresa el sentido
se dicen indiferentes en el individuo. Y decimos ni filosófica ni de dicha frase; pues allí se lee : — Mas el Iwmbre se diferencia
teológicamente, aunque debe tenerse presente que algunos de las criaturas irracionales...
con el Doctor sutil, San Buenaventura y Alej. de Ales parece (3) l i a , así ; algunas ediciones ponen ito, ahí, en esa, en
tal caso. Nosotros, como se ve, conciliamos ambas lecturas.
CUESTIÓN PRIMERA. — ARTÍCULOS I Y II. 5
acto humano, tienen sí un fin como ima- movimiento sino por la intención del fin.
ginario ( 1 ) , pero que no ha sido propuesto P o r q u e , si el agente no estuviese deter-
por la razón. minado á algún e f e c t o , no ejecutaría un
acto con preferencia á otro. A s í pues,
para que produzca un efecto determinado,
A R T Í C U L O II. —Elobrarporalgnulln
es indispensable que se decida á algo cier-
os propio cscliisivamentc de l a n a t u r a l e z a ra-
t o , en lo cual consiste el concepto de fin.
cional? i'2)
Y esta determinación, así como en la na-
turaleza racional se verifica por el apeti-
1.° Parece que el obrar por un fin es to racional, que es la voluntad, del pro-
peculiar de la naturaleza racional ; por pio modo en otras tiene lugar en virtud
cuanto el hombre, á quien compete obrar de la inclinación natural, llamada apeti-
por algún fin, nunca obra por un fin des- to natural. D e b e empero advertirse que
conocido : y , puesto que h a y muchos se- algo tiende á un fin en su acción ó movi-
res que no conocen el fin, y a porque ca- miento de dos modos : ó en cuanto se
recen de todo conocimiento, como las mueve á sí mismo hacia el fin, como el
criaturas insensibles, y a porque no aper- hombre ; ó bien movido por otro , á la
ciben la razón del fin, como los animales manera que la saeta se dirige á determi-
brutos ; sigúese al parecer ser propio úni- nado blanco lanzada por el flechero, el
camente de la criatura racional el obrar cual endereza su acción al fin. D e modo
por un fin. que los seres dotados de razón se mueven
2.° Obrar por un fin es ordenar su ac- á sí mismos en dirección á su fin, porque
ciou á ese fin : esto es obra de la razón, tienen el dominio de sus actos mediante
y por lo tanto no es admisible en los se- el libre albedrío, facultad de voluntad y
res privados de razón. de razón ; mientras que los que no tienen
3.° E l bien y el fin son el objeto de la razón tienden al fin por su natural pro-
voluntad : la voluntad está en la ra- pensión, como movidos por otros y no
zón ( 3 ) ( D e anima, 1. 3 , t. 42 ) ; luego por sí m i s m o s , pues que no conocen la
el obrar por un fin solo es propio de la razón del fin : por lo que nada pueden
naturaleza racional. ordenar al fin, y sí solo son ordenados á
Por el contrario, Aristóteles prueba él por otro. A s í toda la naturaleza irra-
( P h y s . 1. 2 , t. 49) que no solo el enten- cional se refiere á D i o s como el instru-
dimiento sino también la naturaleza obra mento á s u agente principal, según que-
por un fin. da y a sentado ( P . I, C. 2 2 , 2 , al 4.° ;
Conclusión. Es propio de la naturale- y C. 1 0 5 , a. 5 ) (4). Tenemos pues que es
za racional -proponerse un fin, como lle- propio de la naturaleza racional dirigir-
vándose ó dirigiéndose á él; y lo es tam- se al fin, como moviéndose y guiándose á
bién de la irracional, pero como llevada sí propia; al paso que la irracional es
ó dirigida por otro hacia su fin. como movida y dirigida por otro; ora á
un fin aprendido, como sucede en los ani-
Responderemos, que todo agente obra
males brutos; ora á un fin no apercibido,
necesariamente por un fin. Si se suprime
lo cual se verifica en los que en absoluto
la primera de todas las causas ordenadas
carecen de todo conocimiento.
recíprocamente entre s í , por necesidad
quedan suprimidas las demás. Ahora A l argumento 1.° diremos que, cuando
bien : l a primera entre todas las causas el hombre por sí mismo obra por un fin,
es la causa final, cuya razón es porque la conoce ese fin; al paso q u e , cuando es
materia no subsigue á la forma, sino en movido ó impulsado por otro, como si
cuanto es movida por el agente ; y nada obra bajo el imperio de o t r o , ó si se
h a y que por sí mismo se reduzca de la po- mueve á impulso de otro, no es indispen-
tencia al a c t o , ni el agente produce el sable que conozca el fin : y de este modo
(1) Imaginatitm, sugerido por la imaginación, como natural por la ya célebre fórmula « fuerza y materia ».
é instintivamente deseado ó intentado. (3) En la mente, en la parte superior del alma.
(2) Refutación indirecta de los ateos y deístas, que nega- (4) Y lo propio dice de la criatura racional, referida asi-
ban toda providencia de Dios ; como también de Averróes, mismo á Dios (Contra gent. 1.1, c. 45; y 1. 3, c. 147 y 149; y
según el cual no se estendia á estos seres inferiores j y de los en esta parte i.*-n.» C. 21, a. 4, al 2.°).
modernos idealistas y filósofos, que pretenden esplicarlo todo
6 CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS II IT I I I .
flj He aquí confutado el deismo según la insinuación de la ner esencias también diversas.
nota 2, pág. 5. (4) De moribus... Hoy son dos libros distintos, que antigua-
(2) Las ediciones romanas (inclusa la áurea de 1773) dicen mente se confundían bajo el único título del testo j y preci-
hominis en lugar de humani, que hallamos unánimemente en samente en el 2 ° es donde más esplicitamente se espresa San
todas las demás, limitándose no obstante á anotar marginal- Agustín, debiendo por lo tanto entenderse la cita üe moribus
mente al. humani, como ellas mismas ponen y repiten á con- manlchceorum, 1. 2, c. 13, según advierte el P. Nicolai.
tinuación en el arg. 1.° y en los demás. (5) La edición áurea suprime la palabra m i s , anotando em-
(3) No puede pertenecer á diversas especies^ sopeña de te- pero que se halla en oirás (en casi todas).
CUESTIÓN PRIMERA.—ARTÍCULOS III Y IV. 7
» piamente humanas», los actos morales último fin alguno, sino que la serie de
toman con propiedad su especie del fin ; fines procede interminable al infinito. E l
y actos morales son lo mismo que actos bien según su propia razón de ser es di-
humanos. fusivo de sí mismo, como consta de San
A l argumento 1.° diremos, que el fin Dionisio ( D e divin. nomin. c. 4). Si pues
no es en absoluto cosa estrínseca al acto, lo que procede del bien es asimismo otro
pues se refiere al acto ó como principio ó bien, es natural que este bien conduzca
como término: y esto mismo sucede con á otro b i e n , y así se propague en pro-
la razón del acto, es decir, que procede gresión infinita : y como el bien tiene ra-
de algo en cuanto á lo activo y se dirige zón de fin, sigúese que en los fines se da
á algo como pasivo. una serie continuada hasta lo infinito.
A l 2.° que el fin según su prioridad en 2.° L o s entes de razón pueden multi-
la intención, como queda dicho ( a . 1), plicarse al infinito: hé aquí porqué las
pertenece á la voluntad : y en este con- cantidades matemáticas se aumentan hasta
cepto determina la especie del acto hu- lo infinito : y por lo mismo las especies
mano ó moral. de números pueden ser infinitas, puesto
A l 3.° que un solo acto numéricamente, que, dado un número cualquiera, siem-
en cuanto una vez parte del agente, solo pre podrás idear otro mayor. Ahora bien:
se ordena a u n fin próximo único, del que el deseo del fin va anejo á la aprehen-
toma su especie ; pero puede ordenarse sión de la razón, y por consiguiente la
á varios fines remotos, de los que uno serie de fines debe ser infinita.
solo es el fin de los otros. Y es posible 3.° E l bien y el fin es el objeto de la
que un acto único según la especie de su voluntad, y la voluntad puede reflectar
naturaleza se ordene á diversos fines de sobre sí misma infinitas veces ; porque
la voluntad; como el quitar la vida á un yo puedo querer a l g o , y querer que y o
hombre, acto único en su especie natural, lo quiera, y así indefinidamente : por lo
puede ordenarse como á su fin á la con- tanto en los fines de la voluntad humana
servación de la justicia y á la satisfacción existe una serie interminable, sin que
de la vindicta ( 1 ) : y en este doble con- pueda concebirse un último fin de la hu-
cepto resultarán en ese solo acto natural mana voluntad.
dos diversos actos en especie moral, acto Por el contrario, dice Aristóteles ( M e t .
el uno de virtud y de vicio el otro. P o r - 1. 2 , t. 8 ) : « l o s que admiten el iufini-
que el movimiento no recibe la especie » t o , destruyen la naturaleza del bien».
de aquello, que es su término accidental- E l bien es lo que tiene razón de fin, y
mente , y sí solo de aquello que es su tér- por consiguiente el suponer una serie in-
mino per se. A s í los fines morales sobre- finita está en pugna con la razón de fin:
vienen á la cosa ó hecho natural; y por por lo que necesariamente hay que ad-
el contrario la razón del fin natural so- mitir un fin último.
breviene al m o r a l : y por lo tanto nada Conclusion. No es posible, hablando
obsta que actos, que son unos mismos en rigor filosófico, admitir una serie in-
según la especie de su naturaleza, sean finita de fines (3) ni por parte de la in-
diversos según s u especie moral, y vice- tención, ni por la de la ejecución.
versa. Responderemos q u e , hablando en ri-
gor, es imposible proceder en una serie
ARTÍCULO I V . — H a y a i g u n úuimoOn de fines hasta el infinito bajo cualquier
do l a vida h u m a n a f (2) concepto. E n todas las cosas correlacio-
nadas entre sí por su propia naturaleza,
1.° Parece que la vida humana no tiene es preciso que la supresión de la primera
(1) I r a . Puede ordenarse á diversos fines ó por uno mismo (3) Se entiende que sean últimos, totales y adecuados; por-
en diversos tiempos ó respecto de diferentes personas, ó al que de razón del fin último, total y adecuado es que todas las
propio tiempo por varios sujetos aun relativamente á una cosas se refieran á él, y él á nada se refiera. De aquí se de-
misma persona. duce evidentemente la repugnancia, que hay en que existan
(2) No es posible una serie de fines prolongada al infinito, dos 6 más fines semejantes. Por eso los gentiles, cuando se
ni por parte de la intención, la que en tal supuesto quedaría proponían el culto de muchos dioses, dividían entre estos la
sin principio, y nada se apetecería ; ni por la do la ejecución, razón de fin ú timo, adorando á unos como autores de un bien,
pues entonces nadie comenzaría a obrar, faltando lo primero y á otros como origen de los demás. — Mr C. G.
conducente al fin.
8 CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS IV Y V.
importe la de las demás con ella relacio- infinito hacia los fines referidos á é l : y
nadas. P o r eso Aristóteles ( P h y s i c . 1. 8, esto tendría lugar, considerando única-
t. 34) prueba que en las causas moto- mente la virtud del primer bien, que es
ras no es posible proceder al infinito; infinita. M a s , como la difusión del primer
pues no habría un primer motor, el cual bien se concreta á la intervención de la
suprimido las otras no pueden mover, inteligencia ( 2 ) , á la cual compete pro-
toda v e z que no transmiten movimiento, pagarse á los causados según alguna cau-
sino en virtud del que á su vez reciben sa cierta ó determinada, recibe una cierta
del primero. E n los fines h a y que reco- limitación la derivación de bienes del
nocer un doble orden, de intención y de primer bien, de cuya virtud difusiva par-
ejecución ; y en uno y otro tiene que h a - ticipan la suya todos los demás bienes:
ber algo, que sea lo primero : porque lo por cuya razón la difusión de los bienes
que es primero en el orden de la inten- no procede al infinito ; sino q u e , como
ción, es como el principio que mueve el dice el sabio ( S a p . 1 1 , 2 1 ) , Dios todo lo
apetito; de modo que, suprimido ese prin- dispuso en cuenta y peso y medida.
cipio , el apetito por nada sería movido. Al 2.° que en las cosas, que tienen
Y lo que es principio en la ejecución es existencia propia, la razón comienza por
por donde empiézala operación; de suer- principios naturalmente conocidos y pro-
te q u e , suprimido el tal principio, nadie cede hasta algún límite; por lo que Aris-
comenzaría á obrar algo. Pero el princi- tóteles (Poster. 1. l , t . 6 ) prueba que en
pio de intención es el último fin; y el las demostraciones no h a y progresión al
principio de ejecución es lo primero de infinito, puesto que en ellas se considera
cuanto al fin se relaciona. A s í que por el orden de algunos conceptos conexio-
ninguno de esos dos conceptos es posible nados mutuamente por sí mismos, y no
proceder al infinito ; toda vez q u e , si no accidentalmente ; mientras que en las co-
hubiese un fin último, ni se intentaría sas conexionadas solo accidentalmente
cosa alguna, ni acción alguna se termi- nada se opone á que la razón proceda in-
naría, ni aun subsistiría la intención del definidamente. A s í á una cantidad ó á
agente : y , si no hubiese algo primero en- un número preexistente, y en concepto de
tre las ideas referidas al fin, no habría t a l , se añade accidentalmente otra can-
quien comenzase á obrar a l g o , ni la re- tidad ó una unidad; y en este caso ningún
solución se llevaría á c a b o , sino que se inconveniente h a y en admitir razón de
prorogaría al infinito. M a s en cuanto á semejante procedimiento hasta el infinito.
las cosas, que solo accidental y no esen-
A l 3.° que esa multiplicidad de actos
cialmente se correlacionan recíprocamen-
de l a voluntad, reflejándose accidental-
t e , nada obsta á su progresión al infinito;
mente sobre sí misma, se há de un modo
puesto que las causas accidentales son
asimismo accidental en orden á la suce-
indeterminadas: y de este modo aun en
sión de los fines ; como l o patentiza e l
los fines y en lo que al fin dice relación
hecho mismo de que la voluntad reflecta
puede darse progresión accidentalmente
sobre sí misma y respecto de u n mismo
infinita.
y solo acto, y a una ó muchas veces indi-
A l argumento 1.° diremos, que está ferentemente.
en la razón de bien el que algo proceda
de é l , mas no el que él proceda de otro; ARTÍCULO V . — t o s « u c s ú l t i m o s a c mi
y a s í , teniendo el bien razón de fin, y solo hombre p u e d e n ser varios ? (3)
siendo el primer bien último fin, la razón
aducida no prueba que no exista un ú l - 1.° Parece posible que la voluntad de
timo fin, sino que del ( 1 ) supuesto pri- un hombre único sea dirigida á la vez á
mer fin parta una serie descendente al diversos puntos, como á otros tantos fines
(1) Algunos (al parecer sin razón, pues consta en todos los (3) ¿Puede la voluntad de un hombre proponerse ó diri-
códices y en la casi universalidad de las ediciones impresas) girse a l a vez, ya actual ya virtualmentc (en acto ó en h á .
suprimen aquí la preposición á(del), debiendo sin ella tradu- bito) á dos ó más fines, considerándolos todos y cada unocomo
cirse « supuesto un primer fin ». su último fin?Tal es el sentido de la pregunta, cuya solución
(2) Esto es, con algún conocimiento y cierto juicio, como no puede menos de ser negativa, cual se espresa en la Con-
sabiendo y con previa elección de lo que mis ó menos difunde la clusión .
bondad.
CUESTIÓN P R l M E B A . — AATÍCULO V. 9
últimos : pues dice San Agustín ( D e civ. P o r esto dice San Agustín ( D e civit.
D e i , 1. 1 9 , c. 1 ) que « algunos cifraron D e i , 1. 1 9 , c. 1 ) : « D e c i m o s ahora fin
» el último fin del hombre en cuatro c o - » del bien, no á lo que se consume, h a -
» s a s , á saber : el deleite, el reposo, los » ciendo que no sea, sino á lo que se per-
» bienes de naturaleza y la virtud.» : estas » fecciona, haciendo que sea plenamen-
son evidentemente más de una ; luego un s> t e » ( 1 ) . D e tal modo pues debe el fin
mismo hombre puede fijar el último fin último saciar el apetito del hombre, que
de su voluntad en muchas cosas. nada le quede fuera de él, que desear: lo
2.° Cosas no opuestas entre sí no se ' cual no puede verificarse, si algo estraño
escluyen una á otra : en los seres se en- falta para la perfección del mismo : por
cuentran muchas cosas, que no se oponen cuya razón no es posible que el apetito
entre s í ; l u e g o , aunque una cosa s e es- tienda á dos cosas, como si ambas fuesen
tablezca como último fin de la voluntad, el bien perfecto (2) del mismo. 2 . Porque, a
versos intentos como á últimos fines. las acciones voluntarias toman su especie
Por el contrario : aquello, en que uno del fin, forzoso es reciban su razón de
se fija como en último fin, domina al género del fin último, que es común : al
afecto del hombre, por cuanto de ello modo que los seres naturales se clasifican
toma la norma de toda su vida : por eso en el género respectivo de su razón for-
se dice ( Philip. 3 , 19 ) de los glotones, mal común. Ahora bien : todo cuanto l a
cuyo Dios es el vientre, porque constitu- voluntad puede apetecer, y en este mis-
yen su último fin en los goces del vien- mo sentido, pertenece á un solo género:
tre : mas, como está escrito (Matth. 6 , 2 4 ) luego el último fin es necesariamente
que ninguno puede servir á dos señores, único ; y tanto m á s , cuanto que en cada
no habiendo correlación entre ellos ; es género solo se da un primer principio, y
imposible admitir varios fines últimos de el último fin tiene razón de primer prin-
un solo y mismo hombre, no ordenados cipio según lo dicho ( a . 4 ) .
el uno al otro. L o que hemos dicho del último fin de
Conclusión. Es imposible que un solo un determinado hombre en relación con
y mismo hombre se proponga simultánea- este mismo hombre ú n i c o , eso mismo es
mente diversos objetos, como otros tan- aplicable en paridad al último fin del
tos fines últimos. hombre e n general respecto de todo el
R e s p o n d e r e m o s , que es imposible que género humano. P o r consiguiente, así
la voluntad de un solo hombre se enca- como el último fin de todo hombre es na-
mine á la vez á más de un objeto, como á turalmente único, así la voluntad de este
diversos últimos fines; de lo que pueden hombre ( 3 ) necesariamente h a de fijarse
aducirse tres razones. en un solo último fin.
1. Porque cada ser aspira á su per-
a
A l argumento 1.° diremos, que toda
fección, y por lo mismo aquello apetece aquella pluralidad de objetos se entendía
uno como su último fin, que apetece como tomada en el concepto de un solo bien
bien perfecto y completivo de sí mismo. perfecto, cifrado en esos mismos por aque-
(1) Algunos leen plemtiti (completo) en vez (le plenc, que es (2) Laá ediciones romanas perfectionem por pel'fectUM.
lo más común,
(3) De un individuo determinado del género humano.
10 CUESTIÓN P P I M E R A . — A R T Í C U L O S V, VI Y V I I .
líos, que contituían su último fin en los 1. Todo cuanto el hombre desea, de-
a
según queda evidenciado por todolo dicho. la moción del apetito se há del mismo
modo que en otras mociones se há el pri-
ARTÍCULO V I . — f t n l e r e el hombre todo mer motor. E s por otra parte evidente
cnanto quiere por el último fin? (3) que las segundas causas motoras no mue-
ven, sino en virtud de ser ellas movidas
1.° Parece que no todo cuanto el hom- por la primera : así pues las cosas apete-
bre quiere lo quiere por el último fin. cibles segundas no escitan el deseo, sino
Todo cuanto se ordena al fin último, se por su conexión con lo primero apeteci-
tiene por cosa seria cuanto ú t i l : lo jocoso b l e , que es el último fin.
distingüese de lo serio ; luego el hombre A l argumento 1.° diremos, que las ac-
no ordena al fin último lo que hace en ciones jocosas no se ordenan á determi-
chanza. nado fin estrínseco ; y sí solo al bien del
2° Aristóteles dice ( i n princ. Metaph. agente mismo, en cuanto le deleitan ó le
c. 2 ) que «las ciencias especulativas se producen descauso: mas el bien consu-
» procuran adquirir por razón de ellas mado del hombre es su último fin.
» mismas » , y no cabe decirse que alguna Y esto mismo sirve de contestación
de ellas sea último fin : no todo pues lo al 2.°, concerniente á la ciencia especu-
lo que- apetece el hombre lo apetece por lativa, la cual se desea como un bien del
el último fin. que aspira á poseerla; bien q u e , com-
3.° Quien quiera que en algo se dirige prendido en el completo y perfecto, ó sea,
al último fin, piensa en ese fin; y no el último fin, se endereza á este.
siempre el hombre piensa en el último fin A l 3.° que no es preciso que siempre
en cuanto apetece ó practica : por consi- el que algo desea ó ejecuta tenga pre-
guiente no todo lo apetece ó hace el hom- sente el último fin ; toda vez que la efi-
bre por consideración al fin último. cacia de la primera intención, referida al
Por el contrario, dice San A g u s t í n último fin, subsiste en cualquiera aspira-
( D e civit. D e i , 1. 19, c. 1 ) : « el fin de ción á a l g o , aun cuando actualmente no
» nuestro bien es aquello, por lo cual se se piense en el fin ú l t i m o ; bien así como
jf> aman las demás cosas y ello por sí el que marcha por un camino no es m e -
» mismo y>. nester piense en su término (5) á cada
Conclusión. Todo cuanto el hombre paso que da.
apetece, lo desea con relación al últi-
mo fin. ARTÍCULO V I I . — E s « n o m i s m o e l ul-
R e s p o n d e r e m o s , que necesariamente timo Un d e todos l o s hombres ? (6)
todo lo que el hombre apetece, lo apetece
por el último fin ; y lo apoyaremos en 1.° Parece no ser comuu á todos los
dos razones. hombres un solo y mismo último fin. E l
(1) Aunque según la mente de San Agustín cada uno de lidad. Lo que el hombre apetece con deliberación, quiérelo
los aludidos cifraba su último fin en uno solo de ellos. (actual ó vírtualmentej por consideración á su fin último ú or-
(2) De ella misma [extra Ipsam), según otros con las edicio- denándolo á él de unoú otro modo, en sentir de Santo Tomas.
nes romanas. (4) Per ó propter (mediante ó por causa de) según las diver-
(3) Formalmente considerado, es decir, como el bien pleno sas ediciones y códices con variedad.
y perfecto de cada cual; y no materialmente tal, cual es en si (5) En el fin ú objeto de su viaje.
mismo el objeto apetecido como último fin, séalo ó no en rea- (6) Sí en su concepto genérico y abstracto (fin formal) de
CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS V i l Y V I I Í . 11
último fin del hombre debe ser ante todo la mejor y más efectivamente deleitable,
al parecer un bien del mismo de todo en la que más se deleite el que posea un
punto inconmutable : pero algunos se gusto más razonable : así también será el
apartan del bien inconmutable ( 1 ) , pe- más perfecto aquel bien, por cuya pose-
cando ; lo cual prueba que no es el mis- sión como su último fin se afane el que
mo el último fin de todos los hombres. mejor dispuesta tenga su afición.
2.° L a vida total del hombre se regula A l argumento 1.° diremos, que los que
por el fin último. Si pues fuese uno mis- pecan, se desvían de aquello, en que real-
mo el de todos los hombres, seguiríase mente está la razón de último fin; mas
que en los hombres no habría diversos no de la intención misma del fin último,
modos de vivir: lo cual es notoriamente la cual falsamente pretenden hallar en
falso. otras cosas.
3.° E l fin es el término de la acción, A l 2° que la diversidad de conducta
y las acciones son individuales. M a s los en la vida de los hombres se esplica por
hombres, si bien son todos de la misma la diversidad de objetos, en los que se
naturaleza en especie, difieren no obs- busca por unos ú otros la razón del sumo
tante en lo individual: no es por lo tanto bien ( 2 ) .
único el fin último de todos ellos. A l 3.° q u e , por más que las acciones
Por el contrario, dice San Agustín son propias de cada individuo, el primer
( D e Trin. 1. 1 3 , c. 3 y 4 ) : « Todos los principio de acción es sin embargo en t o -
» hombres convienen en aspirar al último dos la naturaleza, la cual aspira á un solo
» fin, que es la bienaventuranza » . j mismo fin, como va dicho (a. 5 ) .
Conclusión. [ 1 ] Todos los hombres
aspiran á un mismo último fin, en cuan- ARTÍCULO VIII. — c o n v i e n e n tocins
to á lo esencial de este. [2] En cuanto al l a s criaturas e n e s c mismo ultimo fin ? (3)
objeto, en que consiste la razón de fin
último, no todos están acordes en apete- 1.° Parece que el último fin del hom-
cer uno mismo. bre es también el de los demás seres. E l
Responderemos, que del último fin se fin se correlaciona con el principio; y
puede hablar en dos sentidos : en el con- D i o s , principio de los hombres, es igual-
cepto propio de último fin, ó en orden á mente el principio de todas las demás
aquello que constituye la razón de fin úl- criaturas : luego á todas es común el ú l -
timo. E n cuanto á la razón de último fin timo fin del hombre.
todos están acordes en desearlo ; porque 2.° S. Dion. ( D e divinis nom. c. 10 y 4)
todos quisieran consumar su perfección, dice que « Dios convierte todas las cosas
que es la noción verdadera del fin últi- » á sí mismo, como á último fin » : y,
mo , como va espuesto ( a . 5 ) . M a s res- siendo él mismo el último fin del hombre,
pecto de aquello, en que dicha razón se pues solo él es digno de que le g o c e ; claro
cifra, no hay en todos los hombres la es que el mismo último fin del hombre lo
misma unanimidad en orden al último es asimismo de las demás criaturas.
fin ; pues unos buscan las riquezas como 3.° E l fin último del hombre es el ob-
un bien consumado, mientras que otros jeto de la voluntad; y el objeto de la v o -
lo hacen consistir en el placer y otros en luntad es el bien universal, fin de todas
otra cosa cualquiera ¡ á la manera que á las cosas : necesariamente pues tienen
todos los paladares agrada l o dulce; pero todas el mismo último fin del hombre.
unos dan la preferencia al grato sabor Por él contrario t el último fin del hom-
del vino, otros prefieren el dulzor de la bre es la beatitud, á la cual todo hombre
miel, y así á este tenor. Pero aquella en- aspira, como dice San Agustin ( D e civit.
tre las dulcedumbres será sencillamente D e i , 1. 19, c. 1 ; y D e Trin. 1. 1 3 , c. 3
suprema felicidad, a la que aspiran todos, aun al pecar, según » conversión al bien mudable ».
San Agustin ; no empero en cuanto al objeto concreto y real (2) Y no solo en cada hombre, sino áttn en uno mismo se-
(fin material) consistente en la posesión beatífica de Dios. Así gün sus diversas situaciones ó circunstancias, como observa
debe interpretarse nuestra Conclusión y la del Santo Doctor Aristóteles (Eth. I. t, c. 1) y la esperiencia lo comprueba.
Angélico. (3) Dios es el último fin do sus criaturas todas \ solo em-
(i) De aquí la¡definicion del pecado vulgarizada ya hoy en- pero las racionales ó intelectivas son capaces de poseerle*
tre los teólogos : « aversión ó desvío del bien inmutable y
12 CUESTIÓN PRIMERA. — ARTICULO VIII.
y 4 ) ; mas los animales destituidos de uso. Si pues se trata del último fin del
razón no son capaces de ser bienaventu- hombre en cuanto al objeto mismo, en este
rados según el mismo San Agustín (1. 83 sentido el último fin del hombre lo es
Qusestion. ) : luego no tienen un último igualmente de todos los demás seres; por-
fin común el hombre y los otros seres. que Dios es el último fin del hombre y
Conclusión. [ 1 ] El último fin en el de todo lo demás. P e r o , si hablamos del
concepto de objeto es común á todos los último fin del hombre, refiriéndonos á la
seres. [ 2 ] El último fin del hombre, en consecución del fin, en el último fin del
cuanto consiste en la consecución de ese hombre así considerado no tienen parti-
objeto, no lo es de las criaturas irracio- cipación las criaturas irracionales: por-
nales, ni mucho menos de las inferiores. que el hombre y las otras criaturas racio-
Responderemos q u e , como espone nales (1) consiguen su último fin, cono-
Aristóteles ( M e t . 1. 5, t. 22), el fin tiene ciendo y amando á Dios ; lo cual no com-
dos acepciones, á saber, del cual (cujus) pete á las demás criaturas, que alcanzan
y por el cual (quo); ó más claro, aquello su fin último en la participación de al-
en que reside la razón de bien, y el uso guna semejanza de D i o s , según que res-
ó logro de eso mismo: como si dijéramos, pectivamente son ó viven ó aun conocen.
que el fin del movimiento de un cuerpo Y con esto se hace y a por patente in-
pesado es 6 bien el lugar inferior, como necesaria la solución á los argumentos
objeto; ó bien el hecho de estar en tal objetados : puesto que la bienaventuranza
sitio inferior, como uso : asimismo el fin importa en su propio nombre la consecu-
del avaro es el dinero, como objeto, y ción del último fin.
también lo es la posesión del dinero, como
(1J Más bien debe entenderse intelectuales, para compren- cursivo como el del hombre : y no otro puede ser el sentido
der á los ángeles, dotados de entendimiento, aunque no dis- del testo, entendiéndose la palabra racionales en sentido lato.
CUESTIÓN II.
Trataremos a h o r a de la beatitud. l.° En qué consiste? 2.° Qué és?3.° Cómo podemos conseguirla? -
Lo primero se desarrolla en ocho artículos : 1." Consiste la beatitud en las riquezas ? — 2.° En los h o -
n o r e s ? ^ . En la fama ó gloria? —4." En el p o d e r í o ? - 5 . " En algún bien corporal ? - 6 . ° En el pla-
0
(1) Proprié, y según otrosj»-íEc¡im¿ (principalmente). »serle arrebatado ni perderse. Pero, según dice el mismo
(2) Aggregationc, aunque en el testo original se halla congrc- « Boecio {De "consol. 1, 3, prosa 3), en medio de abundantísimas
gatione. » riquezas perturba el ánimo alguna ansiedad, y se desea lo
(3) Representación ó signo del valor de cualquier objeto en » que no se tiene ; mas el que desea, carece ; y quien carece,
las transacciones ó contratos, como en la compra y venta. » no se basta á sí mismo completamente (nsquequaque) ó en to-
(4) Así las ediciones antiguas todas contestes entre sí y con » dos conceptos : por consiguiente las riquezas no pueden
los más conocidos y autorizados códices (inclusa la de Pádua «constituir á uno en nada indigente y satisfecho de sí mis-
de 1698) ; mas la de 1712 y con ella Kicolai anotan que falta » mo, y sí pueden serle quitadas á'su despecho ó perderse,
este argumento en varios [pluribiis) códices, los que en su lu- » siendo preciso por lo mismo resguardarlas para su conser-
gar ponen este otro : Prwterea (y no Sed contra, como parecía » vacion. Luego no puede decirse que la beatitud consiste en
más verosímil), « la bienaventuranza debe ser un bien per- » las riquezas ».
» l'ecto y suficiente, para saciar el deseo del hombre ó remo- (o) Algunos añaden qiuedam (cierta medida).
» ver su indigencia ; y tan firme y permanente que ni puede
14 CUESTIÓN I I . — ARTÍCULOS I Y II.
dente que la beatitud del Hombre no puede el Sabio (Eccli. 2 4 , 29) : los que me
cifrarse en las riquezas naturales : porque comen, aún tendrán hambre. L o contra-
estas son buscadas, para sustentar la na- rio sucede con el apetito de riquezas y
turaleza del h o m b r e , por lo cual no pue- de cualesquiera bienes temporales; los
den ser último fin del hombre ( 1 ) , sino cuales, por lo mismo que y a se tienen, se
que más bien se ordenan al hombre como desprecian (7) ellos y entran á ser codi-
á su fin : así que en el orden de la natu- ciados otros, conforme á lo insinuado por
raleza todas estas cosas están por bajo San J u a n ( E v . 4 , 1 3 ) , cuando dice el
del hombre, y han sido hechas por causa S e ñ o r : todo el que bebe de esta agua, ten-
del hombre, según aquello ( P s . 8, 8 ) : drá otra vez sed, significándose en el
todas las cosas sujetastes debajo de sus agua los bienes temporales: y esto porque
pies (2). P u e s las artificiales no se pro- la insuficiencia de estos se conoce más,
curan sino por las naturales; y no se cuando se tienen, lo cual revela clara-
buscarían, si con ellas n o se adquiriese mente su imperfección y que no consiste
lo necesario para los usos de la v i d a : por en ellos el sumo bien.
lo que mucho menos tienen razón de úl-
timo fin. Es por lo tanto imposible que ARTÍCULO I I . — consiste in beatitud
la beatitud, que es el último fin del hom- del hombre e n los honores ?
bre, esté en las riquezas.
A l argumento 1.° diremos que todas l.° Parece consistir en los honores el
las cosas corporales obedecen al dinero en supremo bien del hombre: porque la bea-
cuanto á la multitud de necios, que no titud ó felicidad es premio de la virtud,
reconocen otros bienes que los corporales, según dice Aristóteles (Ethic. 1. 1, c. 8);
asequibles por dinero: m a s el concepto y el honor parece ser el mayor premio de
acerca de los bienes humanos no se ha de la virtud en sentir del mismo ( Ethic. 1. 4,
tomar de los necios, sino de los sabios (3); c. 3) : luego la beatitud consiste princi-
así como el juicio sobre los sabores de los palmente en el honor.
que tienen el gusto bien (4) formado. 2.° L o que conviene á Dios y á los
A l 2.° que con dinero ( 5 ) puede l o - seres más escelentes, eso debe ser la bea-
grarse todo lo v e n a l ; nada empero de lo t i t u d , que es el bien perfecto : tal es el
espiritual, que no admite ser vendido : por honor según Aristóteles ( E t h i c . 1. 8, c. 14,
eso sé dice ( P r o v . 17, 16) : qué le apro- y 1. 4 , c. 3) ; y el Apóstol ( i Tim. 1, 17)
vecha al necio tener riquezas, no pudien- dice : á Dios solo sea honra y gloria : la
do comprar sabiduría ? beatitud pues consiste en la honra.
A l 3.° que el apetito de riquezas na- 3.° A q u e l l o , que es más deseado por
turales no es infinito, porque bastan á la los hombres, es la beatitud : y nada apa- '
naturaleza en determinada medida ; y sí rece más deseable para los hombres, que
lo es el de las artificiales, por cuanto ha- la honra; siendo cierto que aceptan cual-
laga á una concupiscencia inmoderada, quier menoscabo en todo lo demás, á
que no se modifica, como se v e por Aris- trueque de no sufrir alguno en su honra:
tóteles (Polit. 1. 1, c. 6). M a s el deseo de esto prueba que la felicidad suprema con-
riquezas es infinito de diverso modo que siste en el honor.
el deseo del bien sumo ( 6 ) : porque el Por el contrario: la beatitud está en el
supremo b i e n , cuanto mas perfectamente bienaventurado ; al paso que el honor no
se p o s e e , tanto se ama m á s , y se despre- está en el que lo recibe, y sí más bien
cian los otros, en razón á que cuanto más en el que lo tributa al que es por él hon-
se tiene, más se conoce ; por lo cual dice rado, como dice Aristóteles (Ethic. 1. 1,
(1) En muchas ediciones y aun códices se ornile la palabra que « nadie es digno de Dios, si no las menosprecia», y (ep. GS)
hominis,tomada en otras (quizá las más) del códice veneciano que « las mayores consisten en no desearlas o : y Tulio [De
de San Juan y San Pablo. offic. 1. 1, num. f)8) enseña que « nada hay tan mezquino y pu-
(2) Aunque San Agustín y Casiodoro interpretan estas pa- ~» silánimc (parvi animi) como el amarlas, ni más honesto y
labras respecto de Cristo, en conformidad con San Pablo » magnífico que eldesprecio del dinero ».
(Hebr. 2, 6) ; Teodoreto y San Juan Crisòstomo las aplican li- (-1) Modcralvm ó diwosihim según unas ú otras ediciones.
teralmente (y sin perjuicio de su sentido alegórico) al hom- (5) Pecunia unos, otros pro pecunia.
bre en general. (6) Primero según otros.
(3) Aun entre los filósofos gentiles los más cuerdos elogia- (7) Ipsa; mas algunas ediciones ponen en vez de esa pala-
ron el desprecio de las riquezas. Así Séneca (epittt. 18) dice bra esta otra tempore(con el tiempo).
CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 15
c. 5 ) : así pues la beatitud no se cifra en de este tiempo (1) con la gloria venidera,
la honra. que se manifestará en nosotros: por con-
Conclusión. Es imposible que la bea- siguiente la beatitud consiste en la gloria.
titud consista en la honra. 2.° « E l bien es difusivo de sí mismo»,
Responderemos, que es imposible que como consta por San Dionisio ( D e Divin.
la beatitud consista en la honra. Dispén- nomin. 1. 4 , c. 4) : y , pues mediante la
sase á alguien el honor á causa de alguna gloria principalmente se propaga el bien
escelencia del mismo, y como señal y tes- del hombre, viniendo á noticia de otros;
timonio de esa noble cualidad, reconocida por cuanto la gloria según San Ambro-
de algún modo en el que es honrado ; y la sio ( A u g . in lib. 83 qq. q. 31, y más claro
escelencia del hombre se aprecia sobre 1. 3 contra M a x . c. 13) « n o es otra cosa
todo en relación con su felicidad suprema, » que la clara noticia acompañada de ala-
que es su perfecto bien y según lo parcial is banza » ; sigúese que la beatitud del
de e s t e , es decir, por consideración á hombre consiste en la gloria.
aquellos bienes, que son en cierto modo 3.° L a beatitud es el más permanente
participación de la beatitud. Según esto de los bienes : lo es al parecer la fama ó
el honor puede ciertamente ser consecuen- la gloria, puesto que por ella obtienen en
cia de la beatitud; no empero consistir cierto modo los hombres la inmortalidad,
esta en aquel principalmente. por lo cual dice -Boecio ( D e Consol, lib.
A l argumento 1.° diremos que la honra 2, prosa 7 ) : « Parece que os perpetuáis
no es un premio de la virtud, por el cual » en la inmortalidad, cuando contempláis
obran los virtuosos; sino que la reciben » l a fama del tiempo venidero » : así
de los hombres á calidad de recompensa, pues la beatitud consiste en la fama ó
como de quienes nada mayor tienen que gloria.
darles. P e r o el verdadero premio de la Por el contrario: la beatitud es el ver-
virtud es la beatitud misma, por cuyo l o - dadero bien del hombre ; y la fama ó g l o -
gro obran los virtuosos : tanto es así que, ria suele á veces ser falsa, conforme á lo
si obrasen por el honor, y a no habría en que dice Boecio ( D e consol, lib. 13,
ellos virtud, y sí ambición. prosa 6 ) : « m u c h o s con frecuencia se
A l 2.° que la honra es debida á D i o s » arrogaron un nombre grande en la falsa
y á las criaturas más escelentes en testi- »opinión del vulgo ; y qué cosa más
monio y reconocimiento de la escelencia » afrentosa puede idearse ? porque los
preexistente, y no porque el honor mismo » que sin mérito para ello son aclamados,
los constituya en tal escelencia. » no pueden menos de ruborizarse de sus
A l 3.° que del natural deseo de supre- »mismos elogios » : no está pues en la
ma felicidad, de la cual es resultado el fama ó gloria la bienaventuranza del
honor (como queda espuesto) proviene el hombre.
que los hombres deseen más y más'el h o - Conclusión. Es imposible que la su-
nor : y por eso prefieren ser honrados por prema felicidad del hombre consista en
los sabios, cuyo dictamen les hace con- la fama ó gloria humana.
ceptuarse escelentes ó felices. Responderemos, que es imposible que
la beatitud del hombre consista en la
ARTÍCULO I I I . -— La suprema felicidad fama ó gloria humana ; porque la gloria
del hombre consiste e n l a fama ó gloria? no es otra cosa que una celebridad noto-
ria con anejo aplauso (2) en sentir de
l.° Parece que la beatitud del hombre San Ambrosio, antes citado. L a notorie-
consiste en la gloria : porque la beatitud dad empero es m u y diversa, según que se
parece consistir en aquello, q u e se otorga refiera al conocimiento divino ó al h u -
á los Santos en retribución por las tribula- mano ; pues el humano es. causado por
ciones, que esperimentanen el mundo; y tal cosas conocidas, mientras que el divino
es la gloria, pues dice el Apóstol ( R o m . es causa de ellas: por consiguiente la
8, 18) : no son de comparar los trabajos perfección del bien del hombre, que es lo
(1) Considerados en sí mismos, según esplica el mismo siempre acompañan los elogios populares ni aun los de los
Santo. buenos y personas caracterizadas, como insinúa Cicerón (rtt-
scul. 1. 3, c. 2).
(2) En lo cual se diferencia la gloria del honor, al que no
16 CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
antes un (simple) falso rumor basta á per- se relaciona con el bien y con el mal,
derla (3): y , aun cuando alguna vez per- mientras que la beatitud es el bien propio
manezca estable, esto es accidentalmente; y perfecto del hombre : y así más bien
y la beatitud es de suyo estable á perpe- podría consistir cierta beatitud en el buen
tuidad. uso del poder, mediante la intervención
de la virtud, que no en el poder mismo.
(1) Según que el poseedor de ella sea viador ó comprensor, moderna, llamada áurea ; y solo en la antiguase lee bonum.
es decir, mortal aún ó ya glorioso en elaielo. (3J Por cuya razón dice Boecio que a ni aun la juzga digna
(1) Beaíum en todas las ediciones sin esclusion de la romana » de mención »,
CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. Yl
del hombre por tanto no consiste en los del cuerpo consista la beatitud que es el
bienes del cuerpo. último fin.
Conclusión. Es imposible que la bea- A l argumento 1.° diremos q u e , así
titud del hombre consista en los bienes como el cuerpo se ordena al alma como á
corporales. fin, así los bienes esteriores al cuerpo
Responderemos, que es imposible que mismo; por lo que con razón el bien del
la beatitud del hombre consista en los cuerpo es preferido á esos bienes estra-
bienes del cuerpo, apoyándonos en dos ños á él y que apercibe por los sentidos,
razones. 1 . Porque es imposible que el
a
y asimismo el bien del alma es preferido
último fin de una c o s a , que se ordena á á todos los bienes del cuerpo.
otra como á su fin, sea la conservación A l 2.° que el ser en su acepción abso-
de ella misma en su ser : así el piloto no luta, y en cuanto implica toda la perfec-
se propone como fin último la conserva- ción de s e r , es superior á la vida y á
ción de la n a v e , que le está encomendada; cuantas perfecciones la son inherentes.
porque la nave se ordena á otro fin, que A s í pues el ser mismo importa en sí t o -
es el de navegar. A l modo pues que la dos los bienes subsiguientes, y en este
nave se confía al piloto, para que la rija; sentido habla San Dionisio. Mas, si se con-
igualmente el hombre es entregado á la sidera el mismo ser en cuanto participán-
dirección de su voluntad y de su razón, dose en este ó aquel objeto, que no abar-
conforme á aquello que se dice (Eccli. can toda la perfección del ser y que solo
1 5 , 14) : Dios desde el principio crió tienen un ser imperfecto, cual es el ser
al hombre, y le dejó en la mano de su de cualquera criatura; en este concepto
consejo. Según esto es bien claro que el ese ser con s u perfección adjunta es más
hombre se ordena á a l g o , como á su fin; escelente (que sin ella): y esto esplica lo
puesto que no es el hombre mismo el que dice San Dionisio en el lugar citado,
sumo bien : y por consiguiente es impo- que « los seres vivientes son mejores que
sible que el último fin de la razón y v o - í los que (simplemente) existen (mas no
luntad humanas sea la conservación del » viven), y los inteligentes mejores que
hombre en su actual modo de ser. » l o s vivientes» (sin inteligencia).
2 . Porque, aun suponiendo que el fin de
a
mo hace al propósito que se apetezca el 2.° Aquel ó aquello, para quien desea-
bien, ó que se apetezca la delectación, mos algún bien, lo amamos más que al
que no es otra cosa que la aquietacion del bien mismo que le deseamos; como ama-
apetito en el bien; como es de igual na- mos más al amigo, á quien deseamos di-
turaleza en realidad el que lo grave sea nero, que al mismo dinero. Cada cual
atraído hacia abajo y el que repose en el desea para sí todo género de bienes:
suelo. D e donde se sigue q u e , así como ama (3) pues más á sí mismo que á l o s
el bien es deseado por sí mismo, igual- bienes todos : y , siendo la beatitud lo que
mente lo es también por s í , y no por otra más que todo se ama, de lo que es prueba
c o s a , la delectación, si la preposición por el que por ella se ama y desea todo (4),
indica causa final: si empero denota Causa sigúese que la beatitud consiste en algún
formal, ó más bien, motiva; en esta acep- bien del hombre mismo : y a pues que no
ción la delectación es apetecible por otra en los bienes del cuerpo, (consiste preci-
c o s a , esto e s , por el bien, que es el ob- samente) en los del alma.
jeto del deleite, y como tal es su princi- 3.° L a perfección es algo del que se
pio y le da forma. Porque lo que hace perfecciona : la beatitud es cierta perfec-
que la delectación se desee, está en ser ción del hombre ; por consiguiente ella es
ella el reposo en el bien anhelado. alguna cosa del hombre : y , puesto que
A l 2.° que la vehemencia del apetito no es cosa del cuerpo, como queda de-
de la delectación sensible proviene de que mostrado (a. 5 ) , tiene que ser cosa del
las operaciones de los sentidos, por cuanto alma y consistir por Jo mismo en los bie-
son principios de nuestro conocimiento, nes de esta.
son más perceptibles; y por esto mismo Por el contrario, dice San A g u s t í n
son más los que apetecen los goces sen- ( D e doctr. christ. 1. 1 , c. 3 y 2 2 ) :
sibles. « Aquello, en que está constituida la vida
A l 3.° que de ese modo todos desean » bienaventurada, debe ser amado por ra-
deleites, como todos desean el b i e n ; pero » zon de ello mismo » : el hombre empero
desean el deleite por razón del bien, y no no es digno de ser amado por sí mismo,
así á la inversa, como queda dicho : de sino que todo cuanto h a y en el hombre
donde se deduce, no que la delectación se ha de amar por D i o s ; luego la beati-
sea un bien por sí misma y el mayor bien, tud no consiste en ningún bien del alma.
sí solo que la delectación subsigue á al- Conclusión. La beatitud, es decir, su
g ú n bien, y que alguna delectación es consecución es algo del alma; pero la
igualmente aneja á aquello que es per se beatitud en el sentido del objeto mismo,
y ( 1 ) el máximo bien. en que ella consiste, es algo estrínseco
al alma.
ARTÍCULO V I I . — La b e a t i t u d del hom- Responderemos q u e , según lo dicho
bre c o n s i s t e e n a l g ú n b i e n del a l m a ? (2) ( C . 1 , a. 8 ) , en el fin deben distinguirse
el objeto mismo, que deseamos alcanzar,
1.° Parece que la bienaventuranza con- y su uso, ó s e a , la consecución ó posesión
siste en algún bien del alma. Ella es un de ese objeto. Ahora bien : si se trata del
cierto bien del hombre. L o s bienes del fin ultimo del hombre en cuanto á la cosa
hombre se dividen en bienes esteriores, misma, que como tal último fin deseamos,
bienes corporales y bienes del alma : y , es imposible que el último fin del hombre
no consistiendo la beatitud, según queda sea su misma alma ó algo de ella: porque
demostrado (a. 5 y 6 ) , en los esteriores el alma en sí misma considerada es como
ni en los del cuerpo, debe consistir en los cosa existente en potencia; pues de la po-
del alma. tencia de saber pasa al acto de saber, y
(1J Esta y (eíj falta en algunas ediciones (las (menos), ha- « cada uno ama cuanto bien para sí apetece, y más por lo
llándose no obstante en casi todas y desde luego en las más » tanto á sí mismo... » No parece pues del todo exacta la ano-
autorizadas y conocidas. tación del P. Nicolai y de otros comentadores, que con él se
(2) Los begardos y begüinas sostenían que « toda natura- limitan á advertir que se echa de menos en aquellas ; siendo
l e z a intelectual es bienaventurada en sí misma» : error así que solo hay un cambio de colocación, por cierto nada
condenado por Clemente V en el Concilio de Viena. aceptable. De cualquier modo quedan á salvo en sustancia el
(3) Esta palabra (amal) se encuentra en algunas ediciones fondo del pensamiento y la ilación del lenguaje.
(muy contadas) á continuación de appelit ó de unusquisque (se- (4) Cuanto á ella conduce real ó aparentemente.
gún anota la áurea), cuya traducción debería ser en tal caso :
CUESTIÓN II.—ARTÍCULOS VII Y V I H . 21
(1) La edición romana antigua pone subjectum, te sujeto». (2) En el códice de Alcañiz lonorum (buenos) por beatomm.
CUESTIÓN III.
Qué es la beatitud?
Dios ( 3 ) : no habiendo pues más de un como el objeto mismo, que deseamos al-
sumo bien, parece que la beatitud es la canzar, al modo que para el avaro el di-
misma cosa que Dios. nero es el fin; 2 . como la consecución ó
a
3.° L a beatitud es el último fin, al posesión ó uso 6 goce del mismo objeto
cual la voluntad humana aspira, natural- deseado, cual si decimos que la posesión
mente como á su fin; y á ninguna otra del dinero es el fin del avaro, y que gozar
cosa debe aspirar como á su fin la volun- del objeto sensual es el fin del voluptuoso.
tad , sino á D i o s , de quien solo debe g o - E n el primer sentido el último fin del
zarse, como dice S. Agustín ( D e doctr. hombre es el bien increado, D i o s , único
christ. 1. 1, c. 4 , 5 y 2 2 ) : por consi- que con su bondad infinita puede saciar
guiente la beatitud y D i o s son una misma completamente la voluntad del hombre.
cosa. E n el 2.° el último fin del hombre es
Por el contrario: ninguna cosa hecha algo creado y que existe en él mismo,
es increada; y la beatitud del hombre es que no es otra cosa que la consecución y
algo h e c h o , pues según S. A g u s t í n ( D e fruición del último fin. E s t e fin último se,
doctr. christ. 1. 1 , c. 3 ) « e n aquellas llama beatitud. P o r consiguiente, si la
» cosas nos hemos de g o z a r , que nos h a - beatitud del hombre se considera en cuan-
(1) Obsérvese con qué orden tan claro y metódico va fijando dentemente un acto ú operación del mismo, y como tal una
primeramente el género más remoto y después los más próxi- cosa creada, aunque el objeto de esa visión (Dios mismo) es
mos sucesivamente, hasta llegar al constitutivo de la especie increado. Tal es la doctrina aceptada unánimemente por to-
y por último á la diferencia ; estableciendo así la noción pre- dos los teólogos en conformidad con lo que aquí claramente se
cisa y exacta de la beatitud, consistente en la visión de la di- demuestra.
vina esencia. (3) Considerada la beatitud en general y en sí misma sin la
(2) La visión de Dios por parte del bienaventurado es evi- distinción, que luego establece el Santo Doctor.
24 CUESTIÓN I I I . — A R T Í C U L O S I Y II.
(1) Es decir, no es (como algunos pretenden) una como in- » primitivo ser meramente ideal, que antes tuvo en la mente
fusión increada de la sustancia ó esencia divina en el alma, » divina » , refundiendo así panteísticamente el alma en la
que simplemente la recibe de un modo meramente pasivo ; sustancia misma de Dios, puesto que la idea en Dios es su
sino la actuación misma del bienaventurado, obrando como esencia misma (i P.. C, 15, a 1, al 3.°). Ya queda dicho fue
verdadero agente en su operación visiva : no como el hierro condenado por Inocencio III.
ó el carbón reciben en sí el calor del fuego (según el ejemplo (4) Solo en la antigua edición romana (no ya en la áurea,
aducido por el P. Nicolai), sino (añadimos, para completarla que también pone beato) se lee bono.
esplicacion con el estremo opuesto) al modo que aquí el hom- (5) Y la perfección no puede menos de hallarse precisa-
bre mira y contempla un objeto, que intenta conocer y que mente en el sujeto capazde ella, afectándole intrínsecamente,
se lo apropia por la operación activa, mediante la cual lo co- (6) Vt, que en las ediciones romanas precede y en las más
noce de hecho; acción á todas luces creada y propia del ob- (al parecer con mejor acierto) va pospuesto á aliquid, cual lo
servador, aunque recibida de Dios la virtud ó potencia, por traducimos.
la cual entiende en acto. (7) No solo como transeúnte á otro objeto, sino principal-
(2) No fin, cujus gralía ; sino cui. Véase la nota 1, pág. 3. mente en cuanto es un acto transitorio ó de corta duración.
(3) Con la doctrina de este artículo se hace más y más pal- (8) Considerando los teólogos la bienaventuranza, ó como
mario lo espuesto en la nota 1 de esta página. Pueden verse bien sumo, con cuya posesión se sacia el apetito del hombre, ó
en Billuart (De nlt. fine, diss. 2 , a. 2) las diversas opiniones como acto, por cuyo medio goza del objeto de la bienaventu-
sobre el modo de realizarse esta operación según San Buen- ranza misma ; suelen distinguir aquí, llamando á la primera
aventura, Escoto y los escolásticos tomistas ó los de la Com- bienaventuranza objetiva, y á la segunda formal. Por tanto
pañía de Jesús respectivamente. También aquí cayó en error creemos deber advertir que el Santo Doctor parece hablar en
Almaric ( v . n. 5, pág. 21) diciendo que «el alma del bien- toda esta C. 3." en el sentido de los teólogos, cuando tratan
» aventurado pierde su ser en el propio género, volviendo al déla bienaventuranza formal. M. C, G,
CUESTIÓN Í I I . — A R T Í C U L O l l . 25
que la operación es el último acto del ope- 1. 9 , t. 1 6 ) , hay dos maneras de acción :
rante , por cuya razón Aristóteles la lla- una, que procede del operante á la materia
ma. (1) acto segundo ( D e anima, 1. 2 , estrínseca, tal como el quemar y el cor-
c. 2 , 3 y 6). Porque el que tiene forma, tar ( 3 ) , y semejante operación no puede
puede ser operante en potencia; así como ser la beatitud; porque esa operación no
el que sabe, es considerador en potencia. es acto y perfección del a g e n t e , y sí
D e ahí es que entre otras cosas cada una más bien del paciente, como allí mismo
se dice ser por su operación, según se es- se dice. Otra acción hay, que no sale fue-
pone ( D e cosió, 1. 2 , t. 17). Es pues for- ra del agente ( 4 ) , como la de sentir,
zoso admitir que la beatitud del hombre entender y querer ; y esta sí es perfec-
es una operación. ción y acto del (mismo) agente, y una
A l argumento 1.° diremos, que la vida operación de esta índole puede ser la
puede entenderse en dos acepciones : 1. a
beatitud.
como el ser mismo del viviente, y en este A l 4.° que, pues la beatitud denota
sentido la beatitud no es vida ; pues ya se cierta última perfección, en cuanto los
ha demostrado ( C . 2 , a. 5 y 7) que el ser diversos seres capaces de aquella pueden
de cada hombre, cualquiera que sea ese llegar á grados diversos de perfección, es
ser, no es la beatitud del hombre ; y que imprescindible por lo mismo considerar la
solo la beatitud de Dios es su propio ser. beatitud diversamente ( 5 ) . Porque en
2. Si por vida se significa la operación
a
Dios es la beatitud por la esencia, como
misma del que vive, según la cual el prin- que su mismo ser es su operación, toda
cipio de vida se reduce á a c t o , en cuyo vez que no goza de otra cosa que de sí
concepto decimos vida activa, ó con- mismo. E n los ángeles la beatitud es s u
templativa, ó voluptuosa; así la vida última perfección, mediante cierta opera-
teerna se dice ser el último fin, como ción, por la que se unen al bien increa-
es patente en estas palabras de S. J u a n do, y esta operación es en ellos única ( 6 )
( E v . 17, 3) : Esta es la vida eterna, y sempiterna; y en los hombres según el
que te conozcaná tí solo ( 2 ) Dios verda- estado de la vida presente es la última
dero y único. perfección por medio de una operación,
A l 2.° que Boecio (en el lugar aduci- que los une á Dios : operación, que ni
do ) , al definir la beatitud, consideró la puede ser continua, ni por consiguiente
misma razón común de ella : esta razón única, puesto que (como toda operación)
común está en que la beatitud es un bien se pluraliza por las interrupciones; y de
común perfecto; y no otra cosa significó, aquí el que el hombre no pueda obtener
al decir que es « u n estado perfecto con- la beatitud perfecta en el estado de su
»sistente en la agregación de todos los vida actual. Por eso Aristóteles ( E t h i c .
» bienes » , que es lo mismo que decir que 1.1, c. 10), limitando la beatitud del hom-
el bienaventurado se halla en estado de bre á esta vida, dice que es imperfecta,
bien completo (ó de absoluto bienestar). concluyendo de prolijos discursos : « d i g o
Aristóteles por su parte espresó la esen- »felices, en cuanto (pueden serlo los)
cia misma de la b e a t i t u d , esponiendo (la » h o m b r e s » . D i o s empero nos promete la
causa 6 medio) porque el hombre se en- perfecta beatitud, para cuando estemos
cuentra en este estado, eso e s , en virtud como los ángeles en el cielo, según aque-
(ó por efecto) de cierta operación; y hé llo de S. M a t e o ( 2 2 , 3 0 ) . Ahora por lo
aquí porqué él mismo (Ethic. 1. 1, c. 7) que mira á aquella perfecta beatitud, no
demuestra también que la beatitud es un hay y a cuestión, porque con una sola
bien perfecto. única y continua y perpetua operación en
aquel estado de beatitud el alma del hom-
A l 3.° que, según se esplica (Metaph.
bre está unida á Dios ; mientras que en ñas partes del alma reciben perfección
la presenta vida tanto distamos de la por medio de operaciones sensitivas ; se
consumación de la beatitud, cuanto nos ve pues que para la beatitud debe con-
falta para persistir en la unidad de esa currir la operación sensitiva.
no interrumpida operación. Cabe no obs- Por el contrario: el sernos común con
tante alguna participación de la beatitud; los brutos, incapaces de beatitud, la ope-
y tanto más habrá razón de beatitud en ración sensitiva, prueba que no consiste
la operación, cuanto sea esta mas conti- en esta la beatitud.
nua y única dentro de la actual posibili- Conclusión. [1] La operación de los
dad (ó capacidad). V é a s e aquí porqué sentidos no puede pertenecer esencial-
en la vida activa, ocupada en muchas mente á la beatitud. [2] Puede sí perte-
c o s a s , se da menos razón de beatitud necer antecedentemente á la beatitud
que en la contemplativa, que se concreta imperfecta, y consecuentemente á la
á solo una, la contemplación de la ver- perfecta.
dad ; p u e s , aún cuando alguna vez el Responderemos que, á la beatitud pue-
hombre no ejercite actualmente esta ope- de pertenecer algo de tres maneras : 1. a
según se demuestra ( E t h . 1. 1 , c. 7 ) ; y
no lo sería, si el hombre no se perfeccio- A l argumento 1.° diremos que este lo t
nase por ella en todas sus partes : algu- que prueba es que la operación sensitiva
(1) En sil intencíoh y deseo, conforme á lo que sigue» (3) ni P. C. 66, a. 8, al 1.";. y Supl. & 82, a. 3 y i.
(2) V. i P. C. 12, a. 3 ; y Supl. m.» C. 92, a. 2.
CUESTIÓN H i . — ARTÍCULOS III Y IV.
se requiere antecedentemente para la bea- ración, debe ser la más noble de las del
titud imperfecta, cual puede obtenerse hombre; y más noble es la de amar á
en esta vida. D i o s , acto de la voluntad, que la de c o -
A l 2.° que la beatitud perfecta, cual nocerle, la cual pertenece al entendi-
la tienen los ángeles, réune en sí el con- miento, como se manifiesta por el A p ó s -
junto de todos los bienes por su estrecha tol ( i Cor. 13, 13): por donde se ve que
unión á la fuente universal de todo bien, la beatitud consiste en un acto de la v o -
y no porque necesite de bien alguno par- luntad.
ticular; al paso que en esta beatitud im- 5.° San Agustín ( D e Trin. 1. 13, c. 5)
perfecta se requiere la concurrencia de los dice que « es bienaventurado el que tiene
bienes suficientes para la más perfecta » cuanto quiere, y nada quiere malamen-
operación de la vida actual. » t e » , y añade poco después ( C . 6) : « y
A l 3.° que en la perfecta beatitud se » se aproxima al bienaventurado el que
hace perfecto el hombre todo : mas en su » quiere bien todo cuanto quiere ; pues
parte inferior por la redundancia de la » que los bienes hacen feliz á aquel, que
superior; mientras que en la imperfecta » tiene y a algo de esos bienes, á saber,
de acá sigúese un procedimiento inverso » la misma buena voluntad» : es pues la
de la perfección de la parte inferior á la beatitud acto de la voluntad.
de l a superior. Por el contrario, dice.el Señor (Joann.
17, 3 ) : Esta es la vida eterna, que te
ARTÍCULO I V . — P u e s t o que l a beati- conozcan á tí solo Dios verdadero : la
tud pertenece como operación á l a parte inte- vida eterna es el último fin, según lo di-
l e c t i v a ; ¿ l o e s de l a inteligencia, ó lo e s de l a cho ( C . 3 , a. 2, ad 1): así pues la bea-
voluntad? (1) titud del hombre consiste en el conoci-
miento de D i o s , que es acto de la inte-
1.° Parece que la beatitud consiste en ligencia.
acto de la voluntad: porque dice San Conclusión, ha esencia de la beatitud
A g u s t í n ( D e civit. D e i , 1. 19, c. 10 y 11) consiste en un acto del entendimiento,
que « l a beatitud del hombre consiste en hasta el punto de ser imposible consista
» l a p a z » , conforme á lo del Psalmo (147, en acto de la voluntad, si bien á esta per-
v. 3) : él ha establecido la paz en todos tenece la delectación ó goce consiguiente
sus términos ; y , pues la paz pertenece ó anejo á la beatitud misma (2).
á la voluntad, en esta debe consistir la Responderemos que para la beatitud
beatitud del hombre. se requieren dos cosas, como queda es-
2.° L a beatitud es el bien soberano; y puesto (C. 2 , a. 6) : una que es el ser de
el bien es objeto de la voluntad: luego la la beatitud; otra que es por sí como un
beatitud consiste en la operación de la accidente de ella, la aneja delectación (ó
voluntad. fruición). D i g o pues que en cuanto á la
3.° A l primer motor corresponde el esencia misma de la beatitud no puede
último fin, á la manera que el último fin esta consistir en acto de la voluntad.
de todo un ejército es la victoria, fin del Consta evidentemente por lo espuesto
caudillo, que pone á todos en movimien- (a. 1 , y C. 2 , a. 6) que la beatitud es la
to ; y , siendo la voluntad el primer mo- consecución del fin último, y la consecu-
tor al obrar, como que ella mueve á las ción del fin no consiste en el acto mismo
demás fuerzas, según más adelante ( C . 9, de la voluntad : la cual es atraída hacia
a. 1 y 3) diremos, claro es que l a beati- su fin, ora ausente, en tanto que lo sea;
tud pertenece á la voluntad. ora ya presente, cuando se goza reposando
4.° D a d o que la beatitud sea una ope- en su posesión. Ahora b i e n : evidente-
(1) Ho todos los teólogos están de acuerdo con Santo To- estíibar esclusivamente en el amor fruitivo: y 3 . ' la de otíos
más y su escuela en la asignación do la potencia, á que per- muchos, que la colocan en lo que llaman gozo beatifico, apo-
tenece la beatitud formal, siendo los que más disienten los yándose al efecto en las palabras de la Sagrada Escritura
Sscotistas y los de la de Süarez. (Nalth. c. 28) : entra én el goto de tu Señor; y én la definición
(2) Tres son las principales opiniones, que median sobre este dada por San Agustín ( Gonf. 1. 10, c. 23 ) : La vida beatifica es
particular, como se indica en la anterior nota: 1." la de los el gozo de la verdad, como se dice en el art. l.° de la C. 4. *•—
a
mente el deseo mismo del fin no es su su primer objeto, prueba que no perte-
consecución, sino un movimiento en di- nece á la misma como acto suyo.
rección al fin ; mas la delectación sobre- A l 3.° que el entendimiento se hace
viene á la voluntad de la presencia del fin, cargo del fin antes que la voluntad, si
y no al contrario que algo se hace pre- bien el primer movimiento hacia él se
s e n t e , porque la voluntad se deleite en inicia en esta; por cuya razón á ella es
ello : necesariamente pues debe mediar debido lo que en último resultado subsi-
alguna otra cosa, distinta del acto de la gue á la consecución del fin, cual es la
voluntad, y por cuya intervención el fin delectación ó. fruición.
mismo se hace presente á la voluntad; y A l 4.° que la dilección ó amor se aven-
esto es bien notorio en orden á los fines taja en escelencia al conocimiento en
sensibles. Si (por ejemplo) el logro del cuanto á la moción, mas el conocimiento
dinero dependiese esclusivamente de un precede á ese afecto en la consecución.
acto de la voluntad, desde el primer mo- « N o se ama, sino lo que se conoce », dice
mento, en que el codicioso desea el dine- San Agustín ( D e Trin. 1. 1 0 , c. 1 y 2 ) .
r o , lo obtendría y a ; pero al principio A s í que el fin inteligible lo tocamos ante
está alejado de él, y solo lo consigue t o - todo por la acción del entendimiento,
mándolo con la mano ó de otro modo como el fin sensible por la del sentido.
análogo, y entonces es cuando se goza A l 5.° que el que tiene todo cuanto
en su posesión y a efectiva. L o propio quiere, es dichoso por eso mismo de t e -
tiene lugar respecto de un fin inteligible: ner lo que quiere, y esto ciertamente no
comenzamos por intentar conseguirlo; más es debido á un acto de su voluntad. E m -
no lo logramos, hasta tanto que llega á pero el no querer nada mal es un requi-
sernos presente mediante un acto del en- sito para la beatitud, como una disposi-
tendimiento, y solo una vez alcanzado ción indispensable para ella ( 2 ) : y la
la voluntad se goza tranquila en su po- buena voluntad se enumera entre los bie-
sesión. Se ve por todo esto que la beati- nes , como que es cierta tendencia á ellos,
tud consiste en un acto intelectual. Aho- al modo que el movimiento se refiere al
ra, pertenece sí á la voluntad la delec- género de su término, como la alteración
tación aneja subsiguientemente á la bea- á la cualidad.
titud y a poseída, conforme á lo que dice
San Agustín (Confess. 1. 1 0 , c. 2 3 ) que
« l a beatitud es un goce de la verdad », A R T Í C U L O V . — La beatitud e s opera-
por cuanto ese mismo gozo es la consu- ción del entendimiento e s p e c u l a t i v o , ó del
mación de la beatitud. práctico ? (3)
A l argumento 1.° diremos que la paz 1.° Parece que la beatitud consiste en
pertenece al último fin del hombre, no operación del entendimiento práctico. E l
porque esencialmente ella misma sea la fin último de cualquiera criatura consiste
beatitud, sino en cuanto antecedente y en su asimilación á Dios : el hombre más
consiguientemente está en intima cone- se asemeja á D i o s por el entendimiento
xión con ella : antecedentemente, porque práctico, causa de las nociones adquiri-
y a se han removido cuantos obstáculos das, que por el especulativo, cuyo cono-
la perturbaran, dificultando la consecu- cimiento lo recibe de las cosas (conoci-
ción del último fin; y consiguientemente, bles) : por consiguiente la beatitud del
porque el hombre, una vez obtenido aquel, hombre más bien se debe á operación del
queda y prosigue pacífico en la (efecti- entendimiento práctico que del especu-
va) satisfacción de su deseo. lativo.
A l 2.° que el primer objeto de la vo- 2.° L a beatitud es el bien perfecto del
luntad no es su propio acto ( 1 ) , como hombre; y el entendimiento práctico se
ni el primer objeto de la vista es la visión ordena al bien más (directamente) que
sino lo visible: y así precisamente el que el especulativo, cuyo objeto (inmediato)
la beatitud pertenezca á la voluntad como es lo verdadero. A u n por eso nos deci-
mos buenos á causa de la perfección del último fin no puede consistir en la vida
entendimiento práctico, y no por la del activa, que pertenece al entendimiento
especulativo, según la cual se nos califica práctico. 3 . E n la vida contemplativa el
a
(1) Algazol cifraba nuestra suprema felicidad en el conoci- de Dios procedente de las cosas sensibles, que sirven de ob-
miento del úllimo do los ángeles, de quien decia provenir jeto á las ciencias especulativas. Nótese ademas que en to-
toda nuestra perfección. das estas cuestiones, como ya en otra parle hemos indicado,
(2) O inmateriales, no abstractas como los conceptos mate- se trata de la bienaventuraza sobrenalural, ó sea , del conoci-
máticos ó las formas insubsistentes y meramente ideales. miento intuitivo de Dios, que funda á esta; mas no del cono-
fíí) Adviértase en este lugar que en la cspresion de sustan- miento abstractivo, que sirve de base a l o que suelen llamar
cias seiiaradas so comprende también el conocimiento, que se bienaventuranza natural, y que puede adquirirse por media-
tiene de Dios por medio de las sustancias mismas; de igual ción de las criaturas, según aquello del Apóstol: Invisibilia
modo que en el precedente artículo se incluía el conocimiento Dci, etc. —¡VI. C. G.
32 CUESTIÓN I I I . — ARTÍCULOS VII Y V I I I .
(1) Tales fueron Avicena y Algazel con oíros antiguos » aventurados en el cielo no ven la esencia de Dios, sino solo
filósofos, mencionados en las notas 4, pág. 737, y 1, pág. 739 » cierta claridad ó esplendor de la misma, constitutivo de la
del tomo 1.°, con Platón, quien suponia creadas las sustancias » felicidad suprema ; así como Almaric que « no ven á Dios en
corruptibles por los ángeles, llamados por él dioses menores ; » sí misino, y sí únicamente en sus criaturas». Las Escritu-
doctrina harto aíin por cierto á la más errónea aún de aque- ras Santas abundan en pasajes terminantemente opuestos á
llos, que la ampliaban á las almas humanas. tales aserciones, y que confirman la católica verdad aquí sen-
(2) Los armenios con Pedro Abaylaid decian que « los bicn- tada (i Cor. 13,12; Apoc. 22, 4 ; Matth. 18, 10 ; ..).
CUESTIÓN III. — ARTÍCULO VIII. 33
de saber, cuál ó qué es la causa, cuando ció» mediante su reunión con D i o s , como
por el efecto sabe únicamente que este tie- con el único objeto, en que consiste la
ne una causa : deseo acompañado de admi- beatitud del hombre, según dejamos de-
ración, que escita á la investigación, como mostrado (a. 1 y 7) (1).
se dice (Met. c. 2 ) , cual sucede al obser- A l argumento 1.° diremos que San
var uno el eclipse de sol, que piensa en Dionisio habla del conocimiento de los
que alguna causa lo produce, y no sa- viadores en dirección á la beatitud.
biendo cuál sea, la admira , y admirando A l 2.° que, como queda dicho (a. 1),
inquiere, sin aquietarse en esta indaga- el fin se toma en dos distintas acepcio-
ción , basta que llega á conocer la esen- nes : 1. como la cosa misma deseada, y
a
SUMA T E O L Ó G I C A . . — T O M O 11.
CUESTIÓN IV,
(1) Trátase aquí de la beatitud formal, considerada como el (2) Necesariamente debe reconocerse la delectación conco-
completo y perfecto bien del hombre, examinando los requi- mitante á la beatitud en la fruición adjunta á la visión de la
sitos antecedente ó consecuentemente indispensables para su divina esencia.
absoluta plenitud, aun cuando no la sean esenciales, y que so Í3) No sin razón rectifica aquí la edición áurea á la antigua
reducen á bienes del alma, del cuerpo y estrínsecos á una y romana (aunque sin nombrarla), que ponia equivocadamente
otro, según se observa en la enumeración de los artícnlos 1." anima reqitiribcr por amici requiruntur.
al 4.°, 5.» y 0.», y 7." y 8." respectivamente.
CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS I Y II. 35
(1J Aquí se toma como sinónima (le atención, como es harto pero en cambio le distraen notablemente de la conversación ó
obvio. . de otra cualquiera ocupación, á que actualmente se aplica.
(2) Se entenderá fácilmente esa diversa influencia de la de- (3) Las palabras subrayadas se echan de monos en algunas
lectación, según que nace de la operación misma ó la es es- ediciones; pero constan en las más numerosas y caracteriza-
traña, por el ejemplo en que refundiremos los dos aducidos das, como asimismo cn-los códices de Alcañiz y Tarragona y
por Aristóteles (Elk. 1. 10, c. 5 grcco-lat., ó tnds bien 7 antiguo) en lodos los que mayor confianza inspiran y con más seguri-
del aficionado á construcciones ó ala música respectivamente. dad suelen consultarse.
Un hombre lilarmónico (según el lenguaje corriente) siente (1) Mírese á la noto 2 , pág. 27.
estimularse su atención á los trabajos musicales, oyendo los (5) La visión intelectiva.
gratos sonidos de un instrumento armónico ó de un concierto ;
36 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Como on contrapeso á la dificultad ó repugnancia aneja y genérico de aprensión ó percepción do un objeto presente:
á no pocas de ellas, y en compensación del esfuerzo de abne- y así entendida concurre en la beatitud con.la visión y ta
gación ó violencia, que por lo mismo requieren ó suponen. fruición.
(2) Pío en su significación estrictamente etimológica de i n - (3) Implícitamente, que en términos espresos y literales
clusion material de lo comprendido en lo compréndeme, ó consta en su Sermón 38 Deverbis Domini, c. 3, sobre el c. 1 de
como plena y perfecta ecuación del inteligente con lo enten- San Juan : In principio eral Verbum...
dido, en cuyo doble concepto Dios es de todo punto incom- (4) Véase la C. 9o del Suplemento á la ni." Parte.
prensible á todo entendimiento creado ; sino en el sentido lato
cuestión iv. — artículos iii y iv. 37
A l argumento 1.° diremos, que la com- pues dice San Agustín ( 1. 1 retractatio-
prensión admite dos acepciones : 1. in- a
num, c. 4 ; y Soliloq. 1. 1, c. 1 ) : « N o
clusión de lo comprendido en el compren- )) apruebo lo que dije en la oración, D i o s ,
dente, según la cual todo lo que un ser » que no has querido sepan la verdad sino
finito comprende es finito, por cuya ra- » l o s puros; porque puede responderse
zón Dios no puede ser comprendido por » que muchos no puros saben muchas co-
entendimiento alguno creado ; 2. simple a
» sas verdaderas » . Según esto no se re-
posesión ó retención de alguna cosa, que quiere para la beatitud la pureza de vo-
ya de hecho y presencialmente se tiene; luntad.
al modo que quien sigue á otro se dice lo 2.° N o depende lo anterior de lo pos-
comprende, cuando ya lo tiene en su po- terior ; y la operación intelectual precede
der : en este sentido la comprensión se á la de la voluntad : así la beatitud, per-
requiere para la beatitud. (1) fecta operación del entendimiento, no de-
A l 2.° q u e , así como á la voluntad per- pende de la rectitud de la voluntad.
tenecen la esperanza y el amor, porque 3.° L o que á algo se ordena como á
el que algo ama, por eso mismo tiende á fin, no es ya necesario, una vez logrado
ello en tanto que no lo posee ; de un modo el fin ; como es innecesaria la n a v e , des-
análogo también pertenecen á la voluntad pués de haber arribado al puerto: la rec-
la comprensión y la fruición, puesto que titud de la voluntad, cifrada en una vir-
quien algo posee, no puede menos de g o - t u d , se ordena á la beatitud, como á fin;
zarse tranquilo en ello. y por lo tanto no es necesaria, dada la
A l 3.° que la comprensión no es opera- consecución de la beatitud.
ción estraña á la visión ; y sí cierto modo Por el contrario, se dice en San M a -
de haberse respecto del fin y a poseido. teo ( 5 , 8 ) : Bienaventurados los de lim- '
Así es que la visión misma, ó el objeto pió corazón, porque ellos verán á Dios;
visto, en cuanto actualmente presente, es y ( Hebr. 1 2 , 14 ) : Seguid la paz con
el objeto de la comprensión. todos y la santidad, sin la cual ninguno
verá á Dios.
ARTÍCULO I V . — Se requiere pora l a Conclusión. Para la beatitud requié-
beatitud la rectitud de l a voluntad? (2) rese la rectitud de intención tanto ante-
cedente como simultáneamente.
1.° Parece no exigir la beatitud recti- Kesponderémos, que la rectitud de la
tud de voluntad : porque la beatitud con- voluntad se requiere para la beatitud,
siste en una operación del entendimiento tanto antecedentemente como á la vez que
según lo dicho ( C. 3, a. 4 ) ; y para la se posee. Antecedentemente á ella, por-
perfecta operación intelectual no se re- que la rectitud de la voluntad se ordena
quiere la rectitud de la voluntad, me- debidamente al fin último; y el fin se
diante la cual los hombres se dicen puros, compara con lo que se ordena á é l , como
(1J Partiendo del principio dogmático de que Dios es in- licia recayese sobre lo que en estas se contenía formaliter,
comprensible á todo entendimiento creado, tanto en estaora sobre lo que en las mismas se halla incluido eminenter;
•vida como en la olra ; los antiguos Padres y los modernos teó- mientras que los escolásticos requerían al efecto en la potencia
logos fueron no obstante de parecer distinto, al tratar de es, intelectual un conocimiento tan grande, quellegue á abrazar
plicar la comprensibilidad y conciliaria con la simplicidadyyagotar Vi- todo el objeto.—M. C. G.
sion intuitiva del mismo Dios Los PP. antiguos requerían ge- (2j río solo antecedentemente, en cuanto las obras buenas
neralmente para la comprensión una igualdad objetiva é in-ejecutadas en la presente vida con recta voluntad pueden ob-
tencional entre la cosa conocida y el sujeto que la conoce; de tener en recompensa la bienaventuranza mediante la gracia,
forma que, más bien que esencial ó consistente en la plena y de lo que no se trata ahora ; sino actual ó habitual y conco-
perfecta percepción del objeto, ponían á dicha comprensiónmitante á la misma beatitud. Cerinto hacía consistiría su-
como representativa del mismo objeto, en cuanto el entendi-prema felicidad en los deleites carnales, como los epicúreos,
miento adquiría noticia completa de este, bien considerado en pretendiendo que « el reinado de Cristo después de la resúr_
su sustancia,bien en su potencia. Los teólogos modernos no » reccion será terreno, y que los hombres bienaventurados
se contentaron con la esplicacion de los PP, y dijeron que » tendrán en él y con él una vida de concupiscencias carna-
para la comprensión se requería un conocimiento tanto más» les y voluptuosas delicias ». Dositéo por su parte enseñaba
perfecto por parte del sujeto, cuanto mayor era la perfección que « se debe vivir únicamente según la carne en la ley del
del objeto : así os que sostuvieron , como cosa necesaria para » Señor », negando asi la rectitud de voluntad como requisito
la comprensión, la que llamaron igualdad esencial y cntitatira antecedentemente indispensable para la consecución de la
entro sujeto y objeto ; y esto lo prob.ban por el axioma filo- beatitud, que según él venia á ser como el paraíso de Mahoma
sófico de que, ademas del conocimiento se requiere la igualdad en y goces materiales. Los testos aducidos en el
con sus huríes
el modo de conocer. En una palabra: tal diferencia de opiniones argumento Por el contrario bastarían por sí solos á convencer
estriva en que los PP, no suponían necesaria para la eom- de heréticos tan groseros c inmundo?.errores.
prension sino una adecuada noticia de las cosas, ora dicha no-
38 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS IV Y V.
(1) Dícese haber seguido esta opinión Juan XXII antes de gar de secundiim quam est corporis forma, como se ve en todos
su promoción al Pontificado, pero que la retractó y aun con- los códices é impresos y desde luego más esplicita y clara
donó siendo ya Papa. Téngase presente la nota anterior. mente.
(2) INicolai leo simplemente secitndum corporls formam en lu-
40 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS V Y V I .
partes : por lo cual ó la parte deja de ser posée aquel bien del modo íntegro que lo
en absoluto, destruido del todo, como los quisiera poseer: y así, al reasumir el
miembros de un animal con la destruc- cuerpo, la beatitud crece, no en intensi-
ción de este ; ó , si sobreexisten, tienen dad , y sí solo por estension.
otro ser en a c t o , cual tiene un trozo de A l 6.° que lo que allí se dice, que los
línea ser distinto del de la línea entera: espíritus de los difuntos no ven á D i o s
pero el alma humana conserva después del mismo modo que los ángeles, no debe
de la destrucción del cuerpo el ser de entenderse en cuanto á la desigualdad
(e?ife) compuesto, y precisamente porque cuantitativa, puesto que aun ahora algu-
es uno mismo el ser de materia y forma: nas almas de bienaventurados se hallan
que esto es ser de ( ente) compuesto. E l elevadas á órdenes superiores de ángeles,
alma pues subsiste en su propio ser, como y ven á D i o s más claramente que los án-
queda demostrado ( P . I . C. 75, a. 2 ) : y geles inferiores ; sino de la desigualdad
así, teniendo perfecto su ser después de proporcional, por cuanto los ángeles aun
su separación del cuerpo, puede tener del ínfimo orden tienen y a toda la perfec-
operación perfecta, aunque t í o tenga per- ción de beatitud, que han de tener: y no
fecta la naturaleza. así las almas separadas de los Santos.
A l 3.° que la beatitud lo es del hom-
bre por razón de su entendimiento ; y ARTÍCULO V I . — P a r a l a beatitud s e
puede por lo tanto serle adjudicada, con requiere a l g u n a perfección del cuerpo? (1)
tal que el entendimiento subsista: á la
manera que pueden continuar siendo blan- 1.° Parece que la perfección del cuer-
cos los dientes de un etíope, aun después po no se requiere para la beatitud per-
de arrancados, y decirse que el etíope es fecta del hombre : porque la perfección
blanco en sus dientes. del cuerpo es un bien corporal; y queda
A l 4.° que una cosa es impedida por demostrado ( C . 2) que la beatitud no con-
otra en dos conceptos : 1.° por contrarie- siste en bienes corporales: así pues no se
d a d , como el frió inutiliza la acción del requiere para la beatitud del hombre dis-
calor, y semejante impedimento de ope- posición alguna perfecta del cuerpo.
ración repugna á la felicidad ; 2.° á modo 2.° L a beatitud del hombre consiste
de defecto, es decir, en cuanto la cosa en la visión de la divina esencia, según
impedida no tiene todo cuanto se requiere lo demostrado ( C. 3 , a. 8 ) ; y para esta
para su omnímoda perfección ; y tal im- operación nada presta el cuerpo, como
pedimento no escluye la felicidad., sí solo queda dicho ( a . 5 ) : por consiguiente
la consumada perfección de felicidad: por ninguna disposición del cuerpo se requiere
eso se dice que la separación del cuerpo para la beatitud.
retarda al alma de tender con todo el lleno 3.° Cuanto más abstraído del cuerpo
de su intención á la visión de la divina se halla el entendimiento, con tanta más
esencia. D e tal manera aspira el alma á perfección entiende : la beatitud consiste
gozar de D i o s , que esa fruición trans- en la operación más perfecta del entendi-
cienda por redundancia al cuerpo en lo miento ; según lo cual conviene que el
posible : y así, mientras goza de Dios sin alma esté abstraída del cuerpo por todos
su cuerpo, su apetito descansa en Dios, conceptos: y por lo mismo de ningún
no sin desear que su cuerpo venga tam- modo se requiere para la beatitud dispo-
bién á la participación de s u reposo en sición alguna corporal.
Dios. Por el contrario: el premio de la vir-
A l 5.° que el deseo del alma separada tud es la bienaventuranza, conforme á lo
se halla totalmente satisfecho por parte que se dice por San J u a n ( 1 3 , 1 7 ) : bien-
del objeto d e s e a d o , toda vez que tiene aventurados seréis, si lo hiciereis ; y á
cuanto basta á saciárselo ; mas no del los Santos se les promete en recompensa,
todo por parte del que a p e t e c e , pues no no solo la visión de D i o s y su fruición,
. (1J Ademas de Porfirio, citado y refutado en el testo, pug- cíe por la diaria procreación de hijos, y los B E G U N D O S soste-
nan con la doctrina de este artículo las herejías de los seleu- nían que los cuerpos resucitados llegarían después del trans-
cianos y origenistas, de los que los primeros no admitían otra curso de algunos sigloB á hacerse de nuevo mortales y al cabo
inmortalidad ni futura gloria que la perpetuación de la espe- de largo tiempo aniquilados.
CUESTIÓN IV. — A R T Í C U L O S VI Y V i l . 41
sino también la buena disposición del » ees se igualará á los ángeles ; y lo que
cuerpo, según aquello de Isaías (66,14): » le fue carga pesada, le servirá para g l o -
lo veréis, y se gozará vuestro corazón, y » ría ». Consecuente, por cuanto la bea-
vuestros huesos como hierba brotarán: titud del alma redundará en el cuer-
luego la buena disposición del cuerpo se p o , para que también este adquiera su
requiere para la beatitud. perfección : por lo cual el mismo S a n
Conclusión. [1] Para la beatitud del Agustín dice á Dióscoro ( E p . 66) : « H i z o
hombre, que es posible en esta vida, re- » D i o s al alma de tan vigorosa natura-
quiérese necesariamente la buena dispo- » l e z a , que de su plenísima beatitud re-
sición del cuerpo. [2] Para la beatitud » dundára á la naturaleza inferior el vi-
del hombre perfecta en todo género de » gor de la incorrupción » .
bienes requiérese la buena disposición del A l argumento 1.° diremos, que no con-
cuerpo, tanto antecedente como subsi- siste la beatitud en bien corporal, como
guiente. en objeto de la beatitud ; pero el bien
.Responderemos que, si hablamos de corporal puede contribuir en algo al de-
la beatitud del hombre, cual puede te- coro y perfección de la beatitud.
nerse en esta vida, notorio es que para A l 2.° q u e , aunque el cuerpo nada
ella se requiere indispensablemente la aporte á aquella operación intelectual,
buena disposición del cuerpo. Consiste por la que se ve la esencia de Dios ; pu-
esta beatitud según Aristóteles ( E t h . 1.1, diera no obstante ser impedimento de
c. 7 ) en la operación de la virtud per- ella, y por lo mismo es necesaria la per-
fecta : y claro es que la mala complexión fección del cuerpo, á fin de que no impida
del cuerpo puede impedir al bombre en la elevación de la mente.
toda obra de virtud. M a s , si se trata de A l 3.° que para la perfecta operación
la perfecta beatitud, algunos han supuesto del entendimiento se requiere en efecto
que no se requiere para ella disposición su abstracción de este cuerpo corruptible,
corporal alguna, y que por el contrario que agrava al a l m a : no empero la del
se requiere que el alma esté completa- cuerpo espiritual, que estará plenamente
mente separada del cuerpo : así San subordinado al espíritu, de lo cual se tra-
Agustín ( D e civ. D e i , 1. 12, c. 2 6 ) (1) tará en la tercera parte de esta obra (2).
cita estas palabras de Porfirio : « para
y> que el alma sea feliz, h a y que despo- A R T Í C U L O ' V I I . — S e requieren algunos
j a r l a de todo cuerpo». P e r o esto es in- b i e n e s estertores p a r a l a b e a t i t u d ? (8,
1
(1) Nicolai rectifica esta cita, sustituyéndola por 1. 15, del suplemento.
c. 16 : en uno y otro lugar se halla más órnenos espresamonte (3) Véanse en las notas 1, pág. 18, y 2, pág. 37, los errores
lo atribuido aquí á Porfirio. de los cerintianos y quiliastas, nuevamente refutados aquí.
(2) pensaba tratar y hubiera tratado de este punto, á no (4) Pues ella misma es también premio ó galardón,
habérselo impodido la muerte. Véanse las CC, 82, 88, 84 y 85
42 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS VII Y VIII.
y no dejan de ser bienes del hombre los- un cuerpo, no y a animal, sino espiritual;
esteriores, aunque mínimos, como dice y por eso mismo de ningún modo se re-
San Agustín ( D e lib, arb. 1. 2 , c. 1 9 ; y quieren para aquella perfecta beatitud
1. 1 , c. 9) : estos por consiguiente se re- esos bienes esteriores, ordenados a l a vida
quieren también para la beatitud. animal. Y , puesto que en esta vida se
3.° D i c e e l S e ñ o r ( M a t t h . 5 , 1 2 ) : Vues- aproxima más á la semejanza de la bea-
tro galardón muy grande es en los cielos; y titud perfecta la felicidad contemplativa
estar en los cielos significa una localidad: que la activa, como más semejante tam-
l u e g o á lo menos un lugar esterior se re- bién á D i o s , según consta por lo y a di-
quiere para la beatitud. cho ( C . 3 , a. 5 ) ; sigúese quemónos tam-
Por el contrario, se dice ( P s . 7 2 , v. 2 5 ) : bién necesita de tales bienes corporales,
Porque qué hay para mí en el cielo ? y conforme á lo que se dice ( E t h i c . 1. 10,
fuera de tí, qué he querido sobre la tierra? c. 8 ) .
como quien dice : nada quiero, sino esto A l argumento 1.° diremos, que todas
que sigue (v. 2 8 ) : Mas á mí bueno me aquellas promesas corporales, contenidas
es el apegarme á Dios ; por lo que ninguna en la Sagrada Escritura, deben enten-
otra cosa faera de D i o s se requiere para derse metafóricamente, en atención á que
la beatitud. lo espiritual suele designarse en las E s -
Conclusión. [1] Para la beatitud im- crituras por medio de lo corporal, para
perfecta, cual puede obtenerse en esta que de lo conocido nos elevemos á desear
vida, requiérense bienes esteriores; no lo que nos es desconocido, como dice
como indispensables á la esencia de la San Gregorio ( H o m . 1. 1 (1) in E v a n g . ) .
beatitud, sino como instrumentalmente A s í por la comida y bebida se significan
conducentes á ella. [2] Para la beatitud los goces de la beatitud; en las riquezas
perfecta, que consiste en la visión de la plena satisfacción, de que el hombre
Dios, de ningún modo se requieren bienes se saciará en D i o s ; y el reino denota la
estrínsecos. exaltación del hombre hasta su unión con
R e s p o n d e r e m o s , que para la beatitud Dios.
imperfecta posible en esta vida requié- A l 2.° que esos bienes, destinados á la
rense bienes esteriores, no como existentes vida animal, nada tienen que ver con la
por la esencia misma de la beatitud, sino vida espiritual, en que consiste la per-
como conducentes á ella á manera de ins- fecta beatitud. Y no obstante habrá en
trumentos; pues la tal beatitud consiste ella el acumulamiento de todos los bienes;
en la práctica de la virtud, según se dice puesto que, cuanto hay de bueno en ellos,
( E t h i c . 1. 1 , c. 7) : porque el hombre en se hallará todo en la fuente soberana de
esta vida ha menester atender á necesi- todo bien.
dades corpóreas, tanto para el ejercicio A l 3.° que según San A g u s t í n (lib. de
de la virtud contemplativa, como para el serm. D o m . in monte, 1. 1 , c. 9) no se dice
de la activa, para la cual ademas se re- que la recompensa de los Santos se en-
quieren muchas otras cosas, con las que cuentre en cielos corpóreos ; sino que por
ejerza las obras de virtud activa. M a s cielos se significa la sublimidad de los
para la beatitud perfecta, que consiste bienes espirituales. Tendrán sin embargo
en la visión de Dios, de ningún modo se de esto los bienaventurados su residencia
requieren tales bienes. Y es la razón de local corpórea, el cielo empíreo; no por
e s t o , que todos esos bienes esteriores ó necesario á la beatitud, sino por cierta
son necesarios para el sostenimiento del conveniencia y decoro.
cuerpo animal, ó lo son para algunas
operaciones, que por medio de este eje-
cutamos, y que convienen á la vida hu- ARTÍCULO V I I I . — i » c o m p a ñ í a de ios
mana. P e r o aquella perfecta beatitud, que a m i g o s e s requisito de l a beatitud ?
consiste en la visión de D i o s , ó estará en
el alma sin cuerpo, ó en el alma unida á
l.° Parece que los amigos son necesa-
rios para la beatitud, porque la futura
(I) Y no 10, como se ve en casi todas las ediciones, á es- beatitud se designa frecuentemente en las
cepcion de la de Ñapóles (1763) y otras posteriores á la recti-
ficación hecha en ella por el P. Nicolai. Escrituras bajo el nombre de gloria; y la
CUESTIÓN IV.—ARTÍCULO Vil!. 43
gloria consiste en que lo bueno del hom- y>es, para hacerles bien, y para gozarse
bre se divulgue entre muchos. E s o prueba » en verlos disfrutar de sus beneficios, y
que la compañía de los amigos es necesa- 3> para que cooperen con él en la práctica
ria para la beatitud. » del bien » : porque el hombre para obrar
2.° Boecio dice ( S é n e c a , epist. 6) que bien ha menester dé la cooperación de los
« no es grata la posesión de bien alguno amigos, lo mismo en el ejercicio de la vida
» sin la comparticipacion (1) » ; y la bea- activa, que en el de la contemplativa.
titud es inseparable del placer : lo cual M a s , concretándonos á la perfecta beati-
demuestra la necesidad de la comunica- tud en nuestra (verdadera) patria, no se
ción con los amigos para la beatitud. requiere como indispensable para ella la
3.° L a caridad se hace perfecta con la compañía de los amigos; puesto que el
beatitud; y la caridad abraza el amor de hombre tiene ( allí) en Dios toda la pleni-
D i o s y del prójimo: parece pues nece- tud de su perfección: esto sin perjuicio de
saria á la beatitud la sociedad de los que la tal compañía contribuya al bien-
amigos. estar en la beatitud; por lo cual dice San
Por el contrario, dice el Sabio ( Sap. Agustín (Super Gen. ad litt. 1. 8 , c. 2 6 )
7, 11) : Me vinieron todos los bienes jun- que « l a criatura espiritual, para ser bien-
tamente con ella, con la divina sabiduría, » aventurada, solo intrínsecamente es ayu-
que consiste en la contemplación de Dios: »dada por la eternidad, verdad y caridad
y según esto nada más se requiere para s> del creador; pero estrínsecamente, si se
la beatitud. » quiere decir que es auxiliada, quizá lo
Conclusión. [ 1 ] Para la felicidad de » e s únicamente en cuanto se ven unas
la presente vida son necesarios los ami- » á otras, gozándose en su compartici-
gos : no por su utilidad, pues el que es » pación » .
feliz se basta á sí mismo ; ni por deleite, A l argumento 1.° diremos, que la gloria
el cual lo tiene completo en el ejercicio de esencial á la beatitud es sola la que el
la virtud; sino por razón de la buena hombre tiene en Dios y no en el hombre.
obra, es decir, para hacerles bien y go- A l 2.° que esas palabras (2) se entien-
zarse en ello por ellos mismos y utilizar d e n , cuando no hay plena satisfacción
su cooperación en los beneficios, que á en el bien que se posee; lo que no tiene
ellos y á otros dispense. [2] La compañía aplicación á nuestro c a s o , por cuanto el
de los amigos no es requisito indispensa- hombre tiene en D i o s todo cuanto le basta.
ble para la perfecta beatitud de la vida A l 3.° que la perfección de la caridad
futura ; aunque sí contribuye al completo es esencial á la beatitud en cuanto al
bienestar del bienaventurado. amor de D i o s (3), y no en orden al del
R e s p o n d e r e m o s , que si se trata de la prójimo. A s í , si una sola alma estuviese
felicidad en la vida presente, según dice gozando de D i o s , sería bienaventurada
Aristóteles ( E t h i c . 1. 9 , c. 9 , 11 y 13): sin prójimo alguno á quien amase : si bien,
«. el hombre feliz necesita de los amigos, supuesto algún prójimo, el amor á este se
» no para su utilidad, pues se basta á sí entraña en el perfecto amor á D i o s ; lo
ti mismo; ni por el deleite, toda vez que cual quiere decir que la amistad se ha
f> lo tiene perfecto en la operación de la con la perfecta beatitud de una manera
» virtud; pero sí por la buena obra, esto como concomitante.
(1) El testo literal de Séneca dice sifíc socio, en vez de sine beatitud consiste en el amor de Dios; pues deja sentado y re-
que hallamos contestemente en el de la S U M A .
consoriio, pite cien veces que pertenece esencialmente al entendimien-
(2) De Séneca, y no do Boecio ; por más que se vean cita- to, como operación propia de este, y no de la voluntad ; sino
das como aducidas por este. solo que incluye esencialmente el amor á Dios, no así empero
(3) Lo cual no quiero decir que la osencia formal de la el del prójimo.
CUESTIÓN Y.
aunque se dice alguno más feliz que otro titud. E s t a , como el bien perfecto y sufi-
por razón de la diversa participación de ciente que e s , escluye todo m a l , y sacia
ese mismo (único) bien. Y la adición de todo deseo ; y en esta vida no es posible
otros bienes no acrece la beatitud : por sustraerse á todo m a l , como que está s u -
lo que San A g . dice (Confess. 1. 3 , c. 4): jeta á muchos males inevitables, y a de
« Quien conoce á tí y aquellas (1) c o - ignorancia por parte del entendimiento,
» sas, no es más bienaventurado por ellas; y a de desordenado afecto en el apetito :
» sino que es bienaventurado por tí solo». así como á muchísimas penalidades en el
cuerpo, como acertada y minuciosamente
espone S. Agustín ( D e civit. D e i , 1. 19,
ARTÍCULO I I I . — Puede alguno ser
c. 5 , 6, 7 y 8). Asimismo tampoco es po-
bienaventurado e n e s t a vida ? (1)
sible saciar en esta vida el deseo de bien,
1.° Parece que la beatitud puede p o - por cuanto el hombre desea naturalmen-
seerse en esta vida : porque se dice ( P s . te la permanencia del bien, que posee ;• y
118, v. 1) : Dichosos aquellos, que ca- los bienes de esta vida son transitorios,
minan sin tropiezo por la senda de los como lo es la vida misma, que nosotros
divinos mandamientos: esto se verifica naturalmente poseemos y la quisiéramos
en esta vida ; y según ello alguno puede prolongar á perpetuidad; puesto que todo
ser en ella bienaventurado. hombre rehusa naturalmente la muerte :
por lo que es imposible obtener en esta
2.° L a participación imperfecta del
(IJ Solo en la edición romana se lee alia (otras) por illa. u sus grados de perfección, que habrán de obtener en el
(2) Los begardos y begüinas pretendían que « los hombres H cielo » : error condenado por Clemente V en el Concilio do
» pueden conseguir en esta vida la beatitud final en todos Viena.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS III Y IV. 4TÍ
por ocupaciones, que totalmente abstraen falsa ; porque'el error es un mal intelec-
á uno de la contemplación. L o propio se tual, como la verdad un bien del enten-
observa en la felicidad activa; porque la dimiento , según se dice (Ethic. 1. 6 , c.
voluntad humana puede mudarse, desis- 2 y 3). A s í pues no sería verdaderamen-
tiendo del ejercicio de la virtud, en el te f e l i z , suponiendo algún mal en él. 2. a
(1) En algunas ediciones se lee philosophorum por platonico- de que la beatitud formal es el formal cumplimiento de todos
rum. Porfirio, platónico también, es uno de los indudable- los deseos del hombre ; y así la proposición es falsa, ni es la
mente aludidos ; y Virgilio insinúa lo propio, al decir que las intentada por el Santo Doctor : ó en cuanto dicha beatitud es
almas destinadas á los Campos Elíseos (la felicidad futura) la que produce el cumplimiento de todo deseo y espele toda
•volverán al rio Letéo, símbolo mitológico del olvido de todo clase de males, de forma que la razón de la beatitud se la
lo pasado; en lo cual parece- referirse ó al aniquilamiento ó haga consistir en la saciedad de todo deseo natural, prescin-
quizá más bien á cierta metempsícosis, cual la que hoy afec- diendo del modo tal ó cual de así verificarse ; y este es el con-
tan admitir algunos de la secta espiritista y de otras ideas cepto verdadero, en que aqui se toma. Por consiguiente Scoto
modernas, según ya dejamos anotado en el T. 1.°, pág. 589, se equivocó, entendiendo esto al contrario.'—M. C. G.
nota 2 ; y pág. 928, n. 4. (4) Es decir, aparece conforme á la razón y demostrado por
(2) Por el pecado, pues no creia impecables las almas bien- raciocinio ; no entienda alguno acaso que esa palabra parece
aventuradas. Drioux. supone falta de plena convicción, y mucho menos tratándose
(3) "Que la bienaventuranza aquieta todo deseo del hom- de un punto de fe.
bre, etc., puede entenderse de dos maneras : ó en el sentido
CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O S IV Y V. 49
de por tanto el hombre con sus fuerzas porque el conocimiento natural de cada
naturales conseguir la beatitud. criatura está en proporción de su sustan-
2.° E l hombre, más noble que las cria- cia, como de la inteligencia se dice (lib.
turas irracionales, parece ser más sufi- D e causis, proposit. 8 ) que c o n ó c e l a s
ciente que e l l a s : estas pueden por sus cosas que están sobre e l l a , y las que es-
recursos naturales conseguir sus fines; tán debajo de ella, según el modo de su
luego con más razón puede el hombre sustancia; y todo conocimiento habido en
lograr el suyo, la beatitud. razón de sustancia creada nada tiene que
3.° « L a beatitud es una operación per- ver con la visión de la divina esencia,
(1) Resulta pues inamisible la bienaventuranza, tanto ab naturales facultades llegar á ejercer la operación constitutiva
intrínseco como ab extrínseco ; ó sea, lo mismo por la voluntad de la beatitud formal.
de Dios que por la naturaleza misma esencial de aquella. (3) Así la generalidad de las ediciones : en alguna sin em-
(2) Tal era el error de Algazel, los begardos y begüinas y bargo en lugar de per quod se lee quod per, cuya versión debe-
Pelagio con Celcstio; si bien estos últimos se referian direc- ría ser « aquello que por el último En se obtiene». Parece
tamente á la posibilidad de merecerla sin la gracia de Cristo, preferible per quod ; y más, si se atiende á lo que inmediata-
do lo cual se trata espresamente en la C. 109, a. 5 ; y C. 114, mente dice.
a. 2 ; al paso que aquí se discute, si puede .el hombre por sus
SUMA TEOLÓGICA—TOMO H . 4
50 CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O S V Y VI.
que se eleva infinitamente sobre toda sus- la beatitud del hombre; siendo innegable
tancia creada : por consiguiente ni el que la especie de cada operación depende
hombre ni criatura alguna puede conse- de su objeto: no es pues del caso el ar-
guir la última beatitud por sus natura- gumento.
les medios (1).
A l argumento 1.° diremos que, así ARTÍCULO V I . — consigue ci hombre
como la naturaleza no defrauda al hom- l a beatitud por l a acción d e a l g u n a criatura
bre en lo necesario, á pesar de no haberle superior ? f2)
provisto de armas y vestidos como á los
demás animales, pues l e dio razón y ma- 1.° Parece que el hombre puede lle-
n o s , con que pueda procurárselos; tam- gar á ser bienaventurado por la acción
poco le falta en lo necesario, para con- de alguna criatura superior, cual es el
seguir la beatitud, aun cuando no le haya á n g e l ; porque en las cosas se halla un
dado algún principio de ella, porque esto doble orden : uno de las partes del uni-
era imposible : pero le ha dotado del li- verso entre s í ; otro del universo todo con
bre albedrío, con el cual puede dirigirse respecto al bien, que está fuera del uni-
á D i o s , que es quien l e hará bienaventu- verso : el primero de estos órdenes se di-
rado. L o que podemos por medio de los rige al segundo, como á su fin, según se
amigos, lo podemos en cierto modo por dice (Metaph. 1. 12, t. 52 y 53), al modo
nosotros, como se dice (Ethic. 1. 3, c. 3). que la organización de las partes de un
A l 2.° que de más noble condición es ejército entre sí reconoce por causa la
la naturaleza, que puede conseguir el subordinación de todo el ejército al jefe.
bien perfecto, aunque para lograrlo nece- E l orden recíproco de las partes del uni-
site de estraño auxilio, que la que no verso se considera en la acción de las
puede conseguir el bien perfecto, y sí criaturas superiores respecto de las infe-
solo cierto bien imperfecto, por más que riores, como dijimos ( 1 . P . C. 2 1 , a. 1,
a
para esto no haya menester auxilio ajeno, al 3.°). L a beatitud consiste en ordenarse
como dice Aristóteles ( D e ccelo, 1.2, t. 6 0 el hombre á un b i e n , que está fuera del
al 6 6 ) : á la manera que está mejor dis- universo, el cual es D i o s : según esto el
puesto á la salud quien puede conseguirla hombre se hace bienaventurado por la
c o m p l e t a , siquiera sea recurriendo á la acción de una criatura superior, el ángel,
medicina, que el que aun sin esta puede en favor del hombre.
lograr únicamente cierta imperfecta sa- 2.° L o que es tal en potencia, puede
n i d a d ; así también la criatura racional, reducirse á acto por aquello que es tal en
que puede obtener el bien perfecto de l a acto; como lo que es cálido en potencia,
beatitud, si bien auxiliado necesariamente pasa á ser de hecho cálido por lo que es
por D i o s al efecto, es más perfecta que cálido en acto : siendo pues el hombre
la irracional, incapaz de tal bien, y que bienaventurado en potencia, puede serlo
solo alcanza cierto imperfecto bien con en acto mediante el ángel, que lo es en
solas las fuerzas de su naturaleza. acto.
A l 3.° que, cuando lo imperfecto y lo 3.° L a beatitud consiste en una opera-
perfecto son de una misma especie, pue- ción del entendimiento, según queda di-
den sí reconocer por causa una misma cho ( C. 3 , a. 5 ) ; y el ángel puede ilu-
potencia; no así empero, si son de dis- minar el entendimiento del hombre, como
tinta especie : porque no todo lo que se demostró ( i P . C. 1 1 1 , a. 1 ) : por
puede causar la disposición de la materia, consiguiente el ángel puede hacer al hom-
puede asimismo darla s u última perfec- bre bienaventurado.
ción; y la operación imperfecta, natu- Por el contrario, se dice ( P . 83, v. 12):
ralmente puesta al alcance de la humana El Señor dará la gracia y la gloria.
potencia, no es de la misma especie que Conclusión. [1] Es imposible que la
aquella operación perfecta, que constituye beatitud perfecta se confiera por la ac-
(1) Dogma de fe definido por el Concilio de Viena, en el (2) Algazo! (y según otros Averróes) decia que « la beati-
hecho de condenar á los begardos, según los cuales « el alma » tud del alma dependo de la última inteligencia» ó sea, de
» no necesita de la luz de gloria, que la eleve á la visión y la sustancia separada intelectual media entro Dios y el hom-
» fruición beatíficas de Dios ». bre, esto es, del ángel. Refútase aquí este error.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS VI Y V I I . 51
don de alguna criatura; y así el hombre consigue ese fin último por el mismo pri
llega á ser bienaventurado, siendo Dios mer a g e n t e , que es D i o s .
el mismo agente, [2] En cuanto á la bea Al2,.° q u e , cuando alguna forma existe
titud imperfecta, esta se halla en el, mis en acto en algún ente según s u ser p e r r
mo caso que la virtud, en cuyo acto con fecto y natural, puede ser principio de
siste. acción, que afecte á otro, como lo cálido
Responderemos, que toda criatura está calienta por su calor ; pero, si la forma
sometida á las leyes de la naturaleza, existe imperfectamente en a l g o , mas no
como dotada de fuerzas y acción limita según su ser natural, en tal caso no pue
das ; y así lo que escede á la naturaleza de ser principio de comunicación de sí
creada, no puede ser hecho por virtud de mismo á otro : así la intención ( 2 ) del
criatura alguna : por lo cual, si algo h a color en la pupila no puede comunicar
de hacerse superior á la naturaleza; esto blancura, ni todo lo iluminado ó caliente
es hecho inmediatamente por Dios : tal puede iluminar ó calentar á otros obje
es la resurrección de un muerto, el dar tos ; p u e s , si así fuese, la iluminación y
vista á un c i e g o , y otros actos análogos. la calefacción procederían hasta el infi
Dejamos demostrado ( a. 5 ) que la bea nito. M a s la luz de la gloria, por la cual
titud es cierto bien, que escede á la na se ve á D i o s , en Dios es perfecta según
turaleza creada : es por lo tanto impo su ser natural; al paso que en cualquiera
sible que sea otorgada por la acción de criatura se halla imperfectamente y se
alguna criatura: el hombre pues llega á gún cierto ser imitativo ó participado.
ser bienaventurado sin otro agente que Sigúese de aquí que ninguna criatura
Dios ( 1 ) , hablando de la perfecta bien puede transmitir á otra su beatitud.
aventuranza. Por lo que liace á la imper A l 3.° que el ángel bienaventurado ilu
fecta, la razón de esta es la misma que la mina el entendimiento del hombre, ó t a m
de la virtud, en cuyo acto consiste. bién el de otro ángel inferior, en cuanto
A l argumento 1.° diremos, que muchas á algunas razones de las obras divinas;
veces sucede en las potencias activas or mas no en cuanto á la visión de la divina
a
denadas, que el conducir al último fin esencia, como queda dicho ( 1 . P . C . 106,
pertenece á la potencia suprema; y las a. 1, al 1.° y 3 . ° ) . Para verla, todos son
inferiores cooperan á la consecución de iluminados inmediatamente por Dios.
ese último fin, disponiendo : á la manera
que el uso de la nave, para el que la nave ARTÍCULO V I I . — P u r a q u e ol hombro
se fabrica, pertenece al arte de navegar, obtenga do Dios l a beatitud , s e requieren al
al cual se subordina el de construir bu g u n a s obras b u e n a s ? (3)
ques. A s í en el orden del universo el
hombre es en efecto auxiliado por los án 1.° Parece que no se requieren obras
g e l e s , para conseguir su último fin por del hombre, para que este consiga de
medio de algunos precedentes, con los D i o s la beatitud : porque D i o s , como
cuales se predispone á obtenerla; pero agente de infinito poder, no preexige m a
(1) Aunque de esta materia se trata en otro lugar, con mismos. Los escotistas lo hacen consistir en la caridad misma,
viene insinuar aquí que solo Dios es el agente de la beatitud con que los justos están adornados al separarse del mundo
del hombre, porque solo el mismo Dios con su santa gracia visible. De forma que, fuera de la existencia del citado me
puede elevarlo a ella. Mas ¿cómo obra Dios después al efecto dio, en que todos los teólogos convienen, nada de cierto
de que el así elevado llegue á gozar eternamente de la visión puede saberse acerca de la naturaleza del lumen glorias. Y
beatífica 1 Por medio del Ittmcn gloruv, como dicen los teólo baste este recuerdo, tanto para justificar que el hombre llega á
gos. Establecida, como no puede menos, entre Dios y la cria ser bienaventurado sin otro agente que Dios, cuanto para com
tura racional с inteligente cierta proporción y habitud, viene prender bien la contestación al 2.° argumento. — M. C. G.
á suceder que el hombre naturalmente tiene una especie de (2) Algunos leen (creemos que equivocadamente) intensio
potencialidad, como llamaban los escolásticos, en virtud de la «intensidad ».
cual puede ser elevado á ver á Dios cara á мага ó intuitiva Í3) Contra Calvino, quien enseñó que « las obras buenas no .
mente. Mas ¿cómo llega á ser de tal modo elevada la criatura » son al hombre necesarias para conseguir la vida eterna » :
racional, para gozar de esta suprema felicidad? Con el auxilio los herejes llamados amsdorfianos avanzaban á decir que «son
del lumen gloriai. Y ¿en qué consiste precisamente dicho au » perniciosas para la salvación». Idénticos errores propalaron
xilio? La contestación en esta parte es algo difícil. Los tomis Simón el Mago, Lulero y otros, ya negando esplícitamente la
tas suponen que no es otra cosa que una cualidad creada é necesidad de las buenas obras, ya asegurando basta la fe sola
inherente al alma bienaventurada en forma de hábito. Según para salvarse, contra el dogma de fe doclarado espresamente
Tomasino es la misma persona del Espíritu Santo, que ilus por el Concilio Tridentino {sos. G , can. 9, 19 y 20) en conformi
tra la mente de los bienaventurados de la manera más íntima. dad coala doctrina católica de este artículo.
Pelavio sostiene que es ol mismo Dios, unido al alma de los
52 CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O VII.
teria ni predisposición de ella en el obrar, que esto no se verifique así; pues, según
puesto que puede producirlo todo ( 1 ) ins- se dice ( D e ccelo, 1. 2 , t. 64, 65 y 66 ) ,
tantáneamente ; y , no exigiéndose- para » alguno de aquellos seres, que han na-
la beatitud del nombre sus obras como » cido para tener el bien perfecto, lo ob-
causa eficiente según lo dicho (a. 6 ) , no » tiene sin movimiento, alguno con uu
pueden ser estas requisitos indispensables » solo movimiento, y alguno con muchos;
para obtenerla, sino en el concepto de » mas el lograr el bien perfecto sin m o -
disposiciones : según esto pues D i o s , que » vimiento conviene á aquel, que natu-
no exige previas disposiciones al obrar, » raímente lo tiene y>; y el poseer natu-
otorga la beatitud sin obras precedentes. ralmente la beatitud es propio de solo
2.° A s í como D i o s es inmediatamente Dios : por consiguiente propio es de solo
el autor de la beatitud, así también creó Dios el no moverse á la beatitud por ope-
la naturaleza por sí mismo sin agente in- ración alguna precedente. Ahora bien:
termedio. A l establecer primitivamente como la beatitud escede á toda natura-
la naturaleza, produjo las criaturas sin leza creada, ninguna pura criatura con-
previa disposición ni acción de ninguna sigue convenientemente la beatitud sin
de ellas, y en un primer instante hizo t o - movimiento de operación, por la cual
das las cosas perfectas en su respectiva tiende á ella: si bien el ángel, superior
especie : parece por consiguiente que asi- al hombre en el orden de la naturaleza,
mismo confiere la beatitud al hombre sin la consiguió con un solo movimiento de
operación alguna precedente. operación meritoria, como hemos espuesto
• 3.° E l Apóstol dice ( E o m . 4 , 6 ) que en la primera parte ( C. 62, a. 5 ) ; pero
la bienaventuranza del hombre está en los hombres la obtienen previos muchos
que D i o s le atribuye justicia sin obras: movimientos de operaciones, que llama-
por consiguiente no se requieren obras mos méritos. P o r lo cual según Aristóte-
del hombre, para conseguir la beatitud. les ( E t h . 1. l , c . 9; y 1. 10, c. 7 y 8) « l a
Por el contrario, se dice ( Joann. 13, » beatitud es premio de operaciones vir-
17) : Si esto sabéis; bienaventurados se- »tuosas ».
réis, si lo hiciereis : conforme á esto lle- A l argumento 1.°diremos, que se exige
gamos á la beatitud por las obras. previa operación del hombre para la con-
Conclusión. Ninguna pura criatura secución de la beatitud, no por la insufi-
consigue convenientemente la beatitud sin ciencia del poder de D i o s , que la confiere;
el movimiento de la operación, por la sino para que se observe el orden en todo.
cual tiende á ella (2). A l 2.° que Dios produjo las primeras
Responderemos, que la rectitud de la criaturas perfectas desde el primer mo-
voluntad es según lo y a dicho ( C . 4 , a. 4) mento y sin otra (4) disposición ú ope-
requisito para la beatitud; puesto que no ración precedente de la criatura; porque
es otra cosa que el debido orden de la así instituyó los primeros individuos de
voluntad al último fin, la que se exige las especies, para que por ellos se propa-
para la consecución del fin último; del gase la naturaleza á sus sucesores. P u e s
mismo modo que la debida preparación de bien : de un .modo análogo, como la bea-
la materia, para que pueda recibir forma. titud habia de derivarse á otros por Cris-
M a s de aquí no se deduce que deba prece- t o , que es D i o s y hombre, conforme á lo
der á la beatitud del hombre alguna opera- del Apóstol ( Hebr. 2 , 10) : que habia
ción del m i s m o : porque pudiera D i o s h a - llevado muchos hijos á la gloria ( 5 ) :
cer á un tiempo á la voluntad encaminarse luego desde el momento mismo primero
rectamente al fin y conseguirlo (3) ; así de su concepción y sin preceder opera-
como á veces dispone l a materia y le in- ción alguna meritoria, fue su alma bien-
duce la forma sin intervalo de tiempo. aventurada ; lo cual es singularmente p e -
Pero el orden de la divina sabiduría exige culiar en él. Y á los niños bautizados es
(1) La materia (no presupuesta) con su forma sin sujeto al- conseguir la bienaventuranza, solo afecta á los adultos.
guno preexistente, ni menos predispuesto ; esto es, ex nihilo M. C. G.
propiamente hablando y según queda esplicado (T. 1,° pá- (3) Pueden consultarse para la mejor inteligencia de esto la
gina 381, n. 2 ; y pág. 383, n. 3). C. 107, a. 2 ; y C. 113, a. 7 de esta 2." Parte.
(2) Entiéndase que la doctrina, que aquí establece el An- (4) « Alguna » según otros.
gélico Doctor sobre la necesidad de las buenas obras para (5) Aunque literalmente se dice eso del Padre.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS VII Y V I I I . 53
titud de esperanza, que se obtiene por la la noción común de felicidad, y según esta
gracia santificante, la cual ciertamente todo hombre necesariamente la desea: y
no se da por obras precedentes : porque esa noción común está en considerarla
no tiene razón de término del movimiento, como un bien completo, según queda di-
como la beatitud; siendo más bien prin- cho ( C . 5, a. 3 ; y C. 1, a. 7). Siendo pues
cipio de movimiento, por el cual se tiende el bien el objeto de la voluntad, el bien
á la beatitud. perfecto de alguno es lo que satisface ple-
namente á su voluntad: así que desear la
ARTÍCULO V I I I . — D e s e a n la beatitud beatitud no es otra cosa que aspirar á que
todos los hombres ? (]) la voluntad quede saciada, lo cual todos
quieren ; 2. según su razón especial en
a
1.° Parece que no todos desean la bea- cuanto á a q u e l l o , en que consiste real-
titud : porque nadie puede apetecer lo mente; y en esta no todos conocen la bea-
que ignora, pues el bien aprendido es el titud, porque no conocen en qué objeto
objeto del apetito, según se dice ( D e ani- reside la razón común de beatitud: y por
m a , 1. 3 , t. 2 9 , 34 y 4 9 ) ; y muchos no consecuencia en tal sentido no todos la
saben qué sea l a beatitud, l o cual es no- desean.
torio por lo que dice San Agustín ( D e Con esto queda contestado el argu-
Trin. 1. 13, c. 4 ) que «unos han fijado mento 1.°
» l a beatitud en los goces del cuerpo, A l 2.° diremos q u e , como la voluntad
» otros en la virtud del alma, y otros en sigue á la percepción del entendimiento ó
» otras cosas » : según esto no todos jde- de la razón, así como acontece que algo
séan l a beatitud. es lo que es en sí mismo, pero otra cosa
2.° L a esencia de la beatitud es la vi- diferente de la realidad según la aprecia-
sion de la esencia divina, según lo dicho ción de la mente; del mismo modo sucede
( C . 4, a. 8) ; y algunos opinan ser impo- que una cosa es ella misma en s í , y sin
sible que D i o s sea visto en su esencia por embargo se apetece en un concepto y no
el hombre, por cuya razón no aspiran á en otro. L a beatitud pues se puede esti-
esto : y por lo mismo no todos desean la mar en el sentido del bien final y perfecto,
beatitud. que es la razón común de beatitud, y así
3.° Dice San Agustín ( D e Trin. 1. 13, considerada la voluntad natural é inevi-
c. 5 ) , que « es bienaventurado el que tiene tablemente tiende á ella, según lo dicho
» todo cuanto quiere, y nada quiere mal»: (C. 1, a. 5 y a q u í ) . M a s puede también
no todos quieren esto; pues h a y quienes interpretarse bajo otras consideraciones
quieren algo malamente, y no obstante especiales, y a por parte de la operación
quieren quererlo : luego no desean todos misma, y a por la de la facultad operativa,
la beatitud. ó bien por la del objeto : y en cualquiera
Por el contrario, San Agustín ( D e de estas la voluntad no se siente necesa-
Trin. 1.13, c. 3) d i c e : « Si hubiese dicho riamente impelida hacia ella.
» un bufón (2) : todos queréis ser dicho- A l 3.° que esa definición de la beatitud
» sos y no queréis ser desdichados; habría propuesta por (3) algunos: «Bienaventu-
» dicho una cosa, que á nadie era desco- » rado es el que tiene todo lo que desea,
» nocida en su propia v o l u n t a d » . Cada » ó á quien todo sucede ámedida de su d e -
cual pues quiere ser feliz. » seo», entendida de cierto modo es acepta-
Conclusion. [ 1 ] Todo hombre por ne- ble como buena y suficiente ; pero en otro
(1) Conciliación bien natural y sencilla de diversos pasajes de 1581, se lee : Si alguno dijese, si unus dlxisset : y esta lee*
de las Santas Escrituras, al parecer contradictorios, no te- cion parece más propia. — M. C. G.
niendo en cuenta la distinción consignada en la Conclusión. (3) San Agustín parece haberla tomado del Hortensio de
(2) En. algunas ediciones, entre ellaB la de Turin, año Cicerón.
54 CUESTIÓN V. — ARTÍCULO VIII.
ción de los mismos. Mas, como se dicen propiamente actos h u m a n o s los voluntarios, por ser la vo-
luntad el apetito r a c i o n a l , que es propio del h o m b r e ; conviene hablemos de los actos en c u a n t o
son voluntarios. Trataremos pues 1.° de lo voluntario é involuntario en común ; 2.° de los actos q u e
son voluntarios, como elícitos (eliciti) por la voluntad m i s m a , en cuanto existen por la i n m e d i a t a
intimación de la v o l u n t a d ; 8.° de los actos voluntarios , como imperados (imperati) por la voluntad,
y en cuya ejecución intervienen otras potencias. Concurriendo ademas en los actos ciertas c i r c u n s -
tancias , según las cuales se d i s t i n g u e n ; consideraremos primeramente lo voluntario y lo i n v o l u n -
t a r i o , y después las c i r c u n s t a n c i a s de los mismos a c t o s , en l a s q u e h a y voluntariedad ó i n v o l u n -
tariedad.
La primera de estas dos últimas cuestiones se desarrolla en los ocho artículos siguientes: 1,°- Hay
voluntario en los actos h u m a n o s ? - 2 . ° Existe en los animales b r u t o s ? —3.° Puede darse sin acto
alguno? —4.° Puede sufrir violencia la v o l u n t a d ? —5.° Causa involuntario la violencia? —6." Y el
miedo ¥ — *7.° Y la concupiscencia ? — 8.° Y la ignorancia ?
(1) Aquí comienza propia y oportunamente el Tratado sobre tiples obras por otros teólogos de no tan reciente fecha, como
los actos humanos. Goudin, Cóncina, Gouet, Tournely, Silvio y otros varios, que
( 2 ) «Consideración» según algunos. también ofrecen útilísima concurrencia al esclarecimiento de
( 3 ) Tanto sobre este ponto como en general acerca de las las enseñanzas escolásticas, profusamente espuestas en esta
tan variadas materias teológico-morales, de que se trata en producción admirable del genio católico más autorizado y
toda la SUMA TEOLÓGICA , pero con especialidad en esta 2 . A
competente. Esta indicación nos exime de la penosa é innece-
Parte, pueden consultarse con frutó y merecen preferente re- saria tarea de" frecuentes aclaraciones sobre el tecnicismo es-
comendación en nuestro concepto entre las diversas obras de colar corriente en la .actualidad y de conceptos no siempre
Teología Moral las tan vulgarizadas ya de Escabini, Guri y bastante obvios quizás á los que no conocen á fondo la Teo-
San Alfonso de Ligorio, que han compilado con método claro y logía Moral, tal como en el dia se encuentra dilucidada hasta
preciso y con la estension ó amplitud, que pudiera desear el en sus mínimos detalles en los AA. ciladosi
más exigente, cuanto interesante se ha escrito después del ( 4 ) Nemesio {De na'ura hominis
y c. 3 2 y 3 9 ) , según ya repe-
Angélico Doctor y calcado con más ó menos conformidad con tidas veces se ha rectificado en el TI 1.°
sus enseñanzas y opiniones sobre sus inimitables cuanto múl"
56 CUESTIÓN V I . — A R T Í C U L O I.
que no se halla en los animales acto al- vimiento, no por eso está en él mismo el
guno nuevo ( 1 ) que no sea prevenido principio de la tendencia de su obrar ó
por otro ( 2 ) movimiento esterior : todos moverse por el fin, sino que está en otro
los actos del hombre son nuevos, toda v e z (agente), el cual le imprime su primera
que ninguno de ellos es eterno ; y por lo moción hacia el fin: por cuya razón se
tanto el principio de todos los actos h u - dice, no que los tales se mueven á sí pro-
manos está fuera del hombre, y no h a y pios, sino que son movidos por otros. A l
voluntario en ellos. contrario, los que tienen conocimiento del
3.° E l que obra voluntariamente,puede fin, dícese que se mueven á sí mismos ;
obrar por él mismo ; y esto no es aplica- porque está en ellos el principio no solo
ble al hombre, según se dice por San de su acción sino también de su tendencia
J u a n ( 1 5 , 5 ) : Sin mí no podéis hacer al fin. A s í q u e , como ambas cosas, la ac-
nada: luego en los actos humanos no se ción y su razón de obrar por el fin, pro-
halla lo voluntario. ceden del principio intrínseco; los movi-
Por el contrario, dice el Damasceno mientos y actos de estos se llaman volun-
( D e orth. fid. 1. 2 , e. 2 4 ) : « voluntario tarios. D e manera que el nombre de v o -
y> es un a c t o , que es operación racional»: luntario lleva en sí la idea de que el
tales son los actos humanos ; por consi- movimiento y el acto provenga de la pro-
guiente h a y en ellos voluntario. pia inclinación : y de aquí que el volun-
Conclusión. Es necesario que lo volun- tario, según la definición de Aristóteles,
tario exista en los actos humanos. S a n Gregorio Niseno y el Damasceno
Responderemos que no puede menos de (citada en el primer argumento), es no
haber voluntario en los actos humanos. solo aquello, cuyo principio es intrínseco,
P a r a demostrarlo, observemos que el sino que debe añadirse dotado de cono-
principio de ciertos actos ó movimientos cimiento. Infiérese de todo lo dicho que
está en el a g e n t e , ó en aquel ó aquello en los actos del hombre, que conoce e s -
que se m u e v e ; el de algunos otros em- pecialmente el fin de su operación y se
pero está fuera. Cuando la piedra se mueve á sí mismo, se encuentra princi-
mueve subiendo, el principio de este m o - palmente lo voluntario.
vimiento está fuera de ella; mas cuando A l argumento 1.° diremos que no todo
desciende, ese principio está en la piedra principio es primer principio. Según esto,
misma. D e las cosas movidas por un prin- aunque la noción de voluntario entraña
cipio intrínseco unas se mueven á sí mis- el que su principio sea intrínseco, no se
mas , y otras no. Ahora bien : como todo opone á ella el que ese principio intrín-
agente, y a obre movido (3) ó y a se mue- seco sea causado ó movido por (otro)
va (4) por razón del fin, según queda principio estrínseco; por cuanto no se in-
espuesto ( C . 1 , a. 1 ) , aquellas cosas se cluye en esa noción el que el tal principio
mueven con perfección, en las que existe intrínseco sea primer principio. E s de ad-
algún principio intrínseco, no solo para vertir empero que muy bien puede suce-
que se muevan, sino para que se muevan der que algún principio de movimiento
hacia el fin ; m a s , para que algo se haga sea el primero en general, sin ser el pri-
por un fin, requiérese algún conocimiento mero en absoluto (simpliciter) : así en el
de ese fin : cualquier agente p u e s , que género de cosas alterables lo primero que
así obra ó es movido por un principio in- causa la alteración es un cuerpo celeste,
trínseco, que tiene alguna noción del fin, que no es sin embargo el primer motor
tiene en sí mismo el principio de su acción, absolutamente hablando, siendo él (á su
no solo para que obre, sino para obrar vez) movido en su giro localmente cir-
por el fin; mientras que el que no tiene cunscrito por otro motor superior. D e un
idea alguna del fin, aun cuando en él modo análogo el principio intrínseco del
exista el principio de su acción ó m o - acto voluntario, que es la potencia c o g -
(1) En algunas ediciones léese motus (movido ó de movi- (2) Nicolai duda, si tal vez alia sería originariamente
miento, según se tome por adjetivo-participio ó por sustantivo ttliquo.
en genitivo) en lugar de novm, más común y conforme al có- (3) Por otro.
dice de Alcañiz, justificado ademas por el subsiguiente novi (4) A sí ó por sí mismo,
de la premisa menor.
CUESTIÓN V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 57
cion. Resulta d e esto que únicamente á mos dueños, se dice que es voluntario;
la naturaleza racional compete el volun- y nosotros somos dueños de aquello, en
tario perfecto en su esencia, y que el im- que consiste obrar 6 no, querer y no
perfecto se estiende ademas á los irracio- querer : por consiguiente, así como obrar
nales. y querer es voluntario, igualmente lo es
A l argumento 1.° diremos que la volun- no obrar y rehusar.
tad denota apetito racional, por lo cual Conclusión. El voluntario puede exis-
no puede hallarse en los seres privados tir sin acto: unas veces sin acto esterior
de razón ; y lo voluntario toma su nom- pero con interior, como cuando el hom-
bre de l a voluntad, pudiendo por lo mis- bre quiere obrar; y otras aun sin acto
mo ampliarse á aquellos s e r e s , en los que interno, como cuando no quiere.
existe alguna participación de voluntad R e s p o n d e r e m o s , que el voluntario se
por razón de alguna conveniencia con llama a s í , porque procede de la voluntad;
ella : en cuyo concepto se atribuye v o - y una cosa se dice provenir de otra de dos
luntario ( 1 ) á los animales brutos, por modos : 1.° directamente, si procede de
cuanto son movidos al fin por algún c o - algo como a g e n t e , así como del calor
nocimiento de él. viene la calefacción ; 2.° indirectamente,
A l 2.° que el ser dueño el hombre de por lo mismo que no obra; como se atri-
sus acciones proviene de la deliberación, buye al piloto el irse á fondo un buque,
que tiene acerca de e l l a s ; pues por l o porque no cumple su deber. E s de saber
mismo que la razón deliberando se halla empero que las consecuencias de la inac-
en aptitud de obrar ó n o , la voluntad ción no siempre se imputan al agente
puede decidirse por cualquiera de las dos como á causa, por no obrar; sí solo
cosas opuestas : mas de este modo no hay cuando puede y debe obrar. S i el piloto
voluntario, según queda dicho. no pudiese dirigir el bajel, ó no l e estu-
A l 3.° que la alabanza y el vituperio viese cometido el gobernalle; no sería él
son debidos al acto perfectamente volun- responsable de la inmersión del buque,
tario, cual no cabe en los brutos. debida á la ausencia del piloto. A h o r a
bien : la voluntad queriendo y obrando
puede y á veces debe evitar el no querer
ARTÍCULO I I I . — P u e d e haber volun-
y no obrar , como que por ella tiene l u -
tarlo s i n acto a l g u n o ?
gar (tal abstención) : y así puede haber
1. Parece no puede darse voluntario voluntario sin acto; ya sin el esterno
sin acto : porque voluntario se dice l o con acto interno, queriendo no obrar ; ya
que nace de la voluntad; y nada puede sin acto alguno aun interno, no que-
proceder de esta sino por algún acto, á riendo.
lo menos de l a voluntad misma : no pue- A l argumento 1.° diremos, que volun-
de existir pues voluntario sin acto. tario se dice lo que procede, no solo direc-
2.° A s í como por el acto de la volun- tamente de la voluntad en concepto de
tad se dice que uno quiere ; por el con- a g e n t e , sí también indirectamente, como
trario, suprimido tal a c t o , dícese que no de no agente.
quiere : no querer causa involuntario, A l 2.° que h a y dos modos de no que-
opuesto á l o voluntario ; luego no puede rer. U n o con el valor de una sola dicción
haber voluntario, no habiendo acto de la (nolle) (2) infinitivo del verbo nolo ( 3 ) :
voluntad. si digo en este sentido « no quiero leer »,
3.° E l conocimiento es de esencia de se interpreta «quiero no leer»: así pues no
lo voluntario, según lo dicho (a. 2 ) ; y el querer leer equivale á querer no l e e r , y
conocimiento supone algún acto : sin acto este no querer ( 4 ) causa involuntario.
alguno por consiguiente no se concibe l o Otro en la acepción u s u a l , según la cual
voluntario. no se afirma acto de voluntad; y en esta
Por e l contrario: aquello, de que s o - el no querer no produce involuntario ( 5 ) .
(í) Mejor que "voluntario debería decirse espontáneo, aten- (2) Véase en el T. 1." la nota3, pág. 183.
dida su etimología griega Ey.oUdtOV y radicando en un cono- (3) Rehusar ó negarse á querer ú obrar.
cimiento meramente instintivo; pues l a espontaneidad i m - (4) Querer rehusar.
porta la idea de indeliberación, cual sucede en los llamados (5) No exime do responsabilidad ó imputabilidad.
movimientos 6 actos primo-primos del hombre.
CUESTIÓN VI. — A R T Í C U L O S III Y IV. 59
A l 3.° que del mismo modo se requiere de la voluntad, como imperado por ella,
para l o voluntario el acto del conoci- pero ejecutado mediante otra potencia;
miento , que el de la voluntad ; es decir, cuales son el andar y el hablar, que son
de manera que esté en el arbitrio- del impuestos por ella ( 1 ) mediante (otra)
agente el considerar, querer y obrar : y fuerza motriz. En cuanto á los actos im-
así e l no considerar es tan voluntario perados pov la voluntad puede esta es-
como lo es el no querer y el no obrar á perimentar violencia, toda v e z que los
su tiempo. miembros estemos pueden ser violenta-
mente imposibilitados d e efectuar el man-
A R T Í C U L O I V . — S e puede hacer vio- dato de la voluntad. No así en cuanto
l e n c i a ft l a voluntad? al'mismo acto propio (é inmediato) de
la voluntad, que no puede sufrir coac-
l.° Parece que á la voluntad se puede ción al realizarlo. E s la razón de esto,
inferir violencia; porque cualquiera pue- que el acto de la voluntad no es otra
de ser obligado por otro más fuerte : h a y cosa que cierta tendencia procedente del
algún ser más poderoso que la voluntad principio intrínseco cognoscitivo; como
humana, cual es D i o s ; y en consecuen-, el apetito natural es cierta inchnacion
cia puede ser obligada por él al menos. originada del principio interior y sin c o -
2.° Todo lo pasivo es violentado por nocimiento. P e r o todo lo violento ó im-
su a c t i v o , cuando de él recibe alteración; puesto por coacción viene de principio e s -
y la voluntad es fuerza pasiva, pues es trínseco : y así repugna á la naturaleza
motor movido, según se dice ( D e anima, misma del acto de la voluntad el ser vio-
1. 3 , t. 54 ) : así pues, siendo alguna vez lento é inevitable ; como se opone á la
movida por su activo, parece que alguna esencia de la natural inchnacion ó movi-
vez es obligada. miento de la piedra el ser llevada hacia
3.° E s violento el movimiento contra- arriba ( y puede serlo por la v i o l e n c i a ) :
rio á la naturaleza ; y la voluntad es á mas no puede admitirse que este movi-
veces movida en contra de la naturaleza, miento violento provenga de su natural
como es notorio en su movimiento á pe- tendencia. Asimismo puede el hombre
car , que es contrario á la naturaleza, ser también arrastrado violentamente;
según el Damasceno dice ( D e orth. fid., pero el que esto se verifique por su v o -
1. 4 , c. 21) : por consiguiente la volun- luntad, repugna á la noción de violen-
tad puede sufrir coacción en su movi- cia ( 2 ) .
miento. A l argumento 1." diremos, que D i o s ,
Por el contrario, dice San A g . ( D e que es más poderoso que la voluntad h u -
civit. D e i , 1. 5 , c. 10) que « s i algo se mana , puede moverla, según aquello de
» hace voluntariamente , no se hace por los Proverbios ( 2 1 , 1 ) : El corazón del
»necesidad s> : todo cuanto se hace por rey está en la mano de Dios : y á cual-
coacción, se hace por necesidad; y por quiera parte que quisiere, lo inclinará.
lo tanto lo que se hace por v o l u n t a d , no M a s , si esto se verificase con violencia,
se hace por coacción, ni la voluntad pue- y a no sería con acto de la voluntad ; ni
de ser obligada á obrar. se movería la voluntad misma, sino algo
Conclusion. [1] La voluntad puede contra ella.
sufrir coacción en cuanto á los actos A l 2.° que no siempre que 1 Q pasivo es
imperados por ella. [2] JVo puede ser alterado por su activo es violenta la'mo-
violentada en los actos propios de ella, cion, sino solamente cuando esto es con-
esto es, inmediatamente elícitos (dima- trario á la natural propensión de lo pasi-
nados) de ella. v o : de otro modo todos los cambios y
Responderemos que h a y dos clases de generaciones de los cuerpos simples s e -
actos de l a voluntad : uno que es inme- rían antinaturales y violentos ; y son na-
diatamente propio s u y o , como de ella turales en virtud de la natural aptitud
(nacido) elícito, el querer; y otro, que es de la materia ó del sujeto para tal dispo-
(1) Algunos añaden excrccnlur autem, «mas son ejecu- » querer á la fuerza "i porque no puede querer , no queriendo
tados ».
» querer».
(2) Asi dice San Anselmo (De lib, arbilr.) : a nadie puede
60 CUESTIÓN VI. — ARTÍCULOS IV Y V.
(1) Las palabras siguientes de letra cursiva faltan ¿n las (4) Como dice San Leon del Salvador, que consintió en su-
ediciones de Colonia y Douai y en la romana antigua. frir coacción por parte de los judíos : trahunt volcnlcm trahi
(2) Absoluta y simpliciler, no la incompleta ó circunstan- (Sermo 8 de Passione) ; y San Jerónimo lo aplica asimismo á los
cial (secundumquld). Santos mártires, quienes asi (Episl. ad HcdWum, q, 11) lœti-
(3) No impuesto á ella. tìam tormenta osteiidcrunt.
CUESTIÓN VI.—ARTÍCULOS V Y VI. 61
este contra la natural inclinación de su « l o que se hace por miedo, más es vo-
cuerpo, por más que no sea natural al «luntario que involuntario».
cuerpo,.lo es sin embargo en algún modo Conclusión. Lo que se hace por miedo
al animal, al que es natural ser movido es de suyo (simpliciter) voluntario, é in-
en conformidad con su apetito: y de aquí voluntario (secundum quid) accidental-
que eso no es violento en absoluto (sim- mente.
pliciter), y sí solo circunstancialmente Responderemos q u e , según dice Aris-
(secundum quid). L a propio debe de- tóteles (Eth.- 1. 3 , c. 1) y San Gregorio
cirse de la inflexión de los miembros con- Niseno en su libro De homine ( i b i d . ) ,
tra su natural organización : esto es vio- esas acciones ejecutadas por -miedo son
lento secundum quid, si solo se atiende mistas de voluntario é involuntario. Lo
al miembro determinado; mas no simpli- que se hace á impulsos del miedo, con-
citer respecto del hombre mismo ( 1 ) . siderado en sí mismo, no es voluntario; y
solo viene á serlo en un caso dado, por
A R T Í C U L O V I . — El m i e d o c a u s a invo- evitar el mal que se teme. Pero, si bien
luntario (simpliciter) por sí mismo ? se reflexiona, esta clase de actos tienen
más de voluntarios que de involuntarios;
l.° Parece que el miedo causa (sim- pues son voluntarios en absoluto (sim-
pliciter ) involuntario. A s í como la vio- pliciter ) , é involuntarios eventualmente
lencia -consiste en contrariar de presente C secundum quid) : porque una cosa se
á la voluntad, así el miedo la contraría dice ser (simpliciter) en aboluto, en
con la previsión de un mal futuro: y , cuanto es en acto ; y en cuanto solo es
pues la violencia causa involuntario gene- en la aprensión, no es en absoluto, sino
ralmente (simpliciter) hablando; igual- (secundum quid) accidentalmente. L o
mente el miedo. que se hace por miedo, es en a c t o , por
2.° L o que es tal por sí mismo (secun- cuanto se ejecuta : pues, como los actos
dum se), tal permanece, aunque algo se se verifican en cosas singulares ó deter-
le añada; al modo que lo que de suyo minadas , y lo singular como tal tiene
es cálido, cálido continúa en sí mismo, realidad (Me et liunc) en lugar y tiempo
mientras subsista, aunque sea incorpo- presentes; el hecho realizado lo es en
rado á otra cosa. L o que se hace por mie- a c t o , por serlo en lugar y tiempo presen-
do, es de suyo (secundum se) involunta- t e s , y bajo otras condiciones individua-
rio; é involuntario sigue siendo mediando les. A s í lo que se hace por miedo es v o -
el miedo. luntario, en cuanto se hace aquí y ahora,
3.° L o que es tal bajo condición, tal es decir, en cuanto en el caso presente es
es también (secundum quid) circunstan- preservativo de mayor m a l , que se temia;
cialmente; y más lo que es tal sin condi- al modo que el hecho de arrojar al mar las
ción, es tal en sí mismo (simpliciter): mercancías se hace voluntario durante la
como lo que es necesario en una hipótesi, tempestad á causa del temor al peli-
lo es secundum quid; y lo que es nece- gro ( 2 ) . E s según esto evidentemente
sario en absoluto, lo es simpliciter. Lo voluntario en s í ; pues le compete la ra-
que se hace á influjo del miedo, es invo- zón de voluntario, porque su principio es
luntario en absoluto; y no es voluntario, intrínseco. A h o r a , el que se admita lo
sino bajo condición, la de eludir el mal que por miedo se h a c e , como existente
que se teme. A s í pues l o que se hace fuera de este c a s o , en cuanto repugna á
por miedo es absolutamente involuntario. la voluntad, esto no es sino según la ra-
zón únicamente; y por lo mismo es invo-
Por el contrario, San Greg. N i s . ( ó
luntario eventualmente, esto e s , conside-
Nemesio, lib. D e nat. hom. c. 30) dice
rado fuera del caso actual (3).
y con él Aristót. ( E t h . 1. 3 , c. 1) que
(1) Resulta pues de todo lo dicho que el acto de la volun- (3) El miedo, por grave que sea, nunca escusa totalmente
tad será más ó menos voluntario é imputable en razón in- de culpa en lo intrínsecamente malo; y solo atenúa ó dismi-
versa de la mayor ó menor resistencia opuesta por ella á la nuye la culpabilidad, debiendo por lo mismo mirarse única-
coacción. mente como circunstancia atenuante, en razón á que, coar-
(2) O como Zenon se mordió la lengua y se la escupió al tando algo la libertad, se hace bajo su presión lo que sin ella
tirano, por no hacer traición á sus amigos ; y Mucio Escévola no se haría.
se dejó quemar la mano por igual motivo.
62 CUESTIÓN V I . — ARTÍCULOS VI Y VII.
(1) Las ediciones romanas (inclusa la áurea, que anota al cohoncstable de tal variante, que destruye el sentido déla
margen la inserción en otras, al.) y la de Pádua suprimen las frase, y no admite disculpa, siendo tan fácil compulsar la cita.
palabras, que por sola esta razón llevan carácter cursivo. (3) Más bien aumenta la voluntariedad.
(2) Sihll conferenle rim patso. En la edición de Douai y en (4) Como contrapuesta á acción.
alguna otra se halla reemplazado nlhil por nullam sin razón
CUESTIÓN VI. — ARTÍCULO VII Y VIII. 63
mismo; mas en el que obra á impulsos de Agustín (Retraet. 1. 1, c. 15.) que «todo
la concupiscencia (cual es el incontinente) »pecado es voluntario».
no permanece la voluntad anterior, que 3.° L o involuntario lleva consigo tris-
rechazaba lo que se apetece; sino que se t e z a , en sentir del Damasceno (ibid).
cambia, queriendo y a lo que antes repu- Muchas acciones se ejecutan con igno-
diaba. Y así lo que se hace por miedo, rancia y sin tristeza; como si uno mata
tiene algo de involuntario ; y nada abso- al enemigo, á quien desea asesinar, juz-
lutamente lo que se hace por concupis- gando que mata un ciervo. A s í pues la
cencia : porque el incontinente por la ignorancia no causa involuntario.
concupiscencia obra sí contra lo que an- Por el contrario, dicen el Damasceno
tes intentara, más no contra lo que ac- (ibid.)y Aristóteles (Eth. 1. 3 , c. 1.) que
tualmente quiere ; mientras que el tími- » algún acto es involuntario á causa de la
do obra contra lo que aun en la actuali- »ignorancia».
dad quisiera por sí mismo. Conclusión. [1] La ignorancia (con-
A l 3.° que, si la concupiscencia privase comitanter) concomitante al acto de la
completamente del conocimiento, cual su- voluntad no causa involuntario, sino que
cede á los que por la concupiscencia dan hace lo no voluntario. [2] La ignorancia
en locura, sería cierto que la concupiscen- (consequenter) consiguiente al acto de
cia quita lo voluntario ; y ni aun en ese la voluntad no puede causar involunta-
caso habría propiamente involuntario, rio (simpliciter) en absoluto; pero al-
puesto que en los que están destituidos guna vez causa involuntario circunstan-
del uso de la razón ni hay voluntario, ni cialmente (secundum quid). [ 3 ] La ig-
involuntario. P e r o alguna veces los que norancia (antecedenter) precedente al
son víctimas de la concupiscencia ( 1 ) , acto de la voluntad causa involuntario
no por eso pierden del todo el conocimien- (simpliciter) en absoluto.
to ; pues les queda la facultad de conocer, Responderemos, que la ignorancia cau-
si bien sin actual aptitud para aquella sará involuntario, siempre que prive del
acción particular : y no obstante aun esto conocimiento previo, que se exige para
mismo es voluntario, puesto que volun- lo voluntario, según lo dicho (a. 2.) ; mas
tario se dice lo que está en la potestad de no toda ignorancia suprime ese conoci-
la voluntad, como el no obrar y el no miento. E s pues de saberse que la igno-
querer, y asimismo el no pensar: porque rancia puede hallarse respecto al acto de
la voluntad puede resistir á la pasión, la voluntad en tres distintas situaciones :
como se dirá después ( C . 7 7 , a. 6 y 7 ) . concomitanter, simultánea; consequenter,
subsiguiente; y antecedenter,precedién-
ARTÍCULO V I I I . — c a u s a involunta- dole. E n el primer caso la ignorancia ver-
rio l a i g n o r a n c i a ? sa sobre lo que se h a c e ; pero de modo
q u e , aun cuando se supiese (lo que se
l.° Parece que la ignorancia no causa ignora), se obraría (igualmente). En-
involuntario: porque lo involuntario m e - tonces no induce á querer que el acto
rece disculpa, según dice el Damasceno se ejecute ; sino que á la vez se obra
( D e orth. fid. 1. 2 , c. 2 4 . ) . A veces lo que y se ignora, como en el ejemplo citado
se hace por ignorancia no es digno de del que mata á su e n e m i g o , querien-
indulgencia, conforme á aquello ( i Cor. do matarle, aunque ignorando es á é l á
14, 3 8 ) : Si alguno ignora, será igno- quien mata en la creencia de que es un
rado. L u e g o la ignorancia no causa invo- ciervo. Esta ignorancia no produce in-
luntario. voluntario, como dice Aristóteles (ibid.),
2.° Todo pecado se comete con igno- pues no hace cosa repugnante á la v o -
rancia, según lo del sabio ( P r o v . 1 4 , 22): luntad ; causa sí no voluntario, por cuan-
Yerran los que operan el mal. Si pues ia to no puede ser querido en acto lo que se
ignorancia produjese involuntario, segui- ignora. L a ignorancia es subsiguiente á
ríase que todo pecado es involuntario ; lo la voluntad, cuando la ignorancia misma
cual está en pugna con lo que dice San es voluntaria; lo cual puede suceder de
dos modos, conforme á las dos maneras
de voluntario arriba esplicadas (a. 3 ,
(1J La llamada antecedente.
— ARTÍCULO VIII.
64 CUESTIÓN VI.
dos pueden las circunstancias considerarse teólogo considera los actos humanos, en
con relación á los a c t o s ; puesto que al- cuanto por ellos se dirige el hombre á la
gunas circunstancias ordenadas al acto beatitud : todo cuanto se ordena al fin,
pertenecen al agente sin la interposición debe ser proporcionado á é l ; y los actos
efectiva del acto, como el lugar y la con- se relacionan al fin con cierta medida, que
dición de la persona; y otras mediando se aprecia por las debidas circunstancias:
el a c t o , como el modo de ejecutarlo. por cuya razón necesita el teólogo exa-
minar las circunstancias ; 2 . porque el
a
(1) La blancura (albedo) propiamente : toma aquí lo con- como que aumentan ó disminuyen la bondad ó malicia del
creto por abstracto. acto, llegando á veces á cambiar su especio.
(2) Sí, por cuanto son uno de los principios de moralidad,
CUESTIÓN V I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 67
que tienen de bueno ó de malo, de mejor demás artes, lo considera bajo todos los
ó peor; y esto se diversifica por las cir- antedichos aspectos. E s t u d i a , como el
cunstancias , como se evidenciará más Moralista, los actos en cuanto son vir-
adelante ( C . 18, a. 10 y 11; y C. 7 3 , a. 7 ) ; tuosos ó viciosos; é indaga con el R e t ó -
3 . porque el teólogo investiga, si los ac-
a
rico y el Político la pena ó premio que
tos humanos son meritorios ó lo contra- merecen.
rio, cual deben serlo como humanos ; y
para esto se requiere que sean volunta- A R T Í C U L O I I I . — ¿Es aceptable l a enu-
rios. M a s el acto humano se j u z g a volun- meración de l a s circunstancias e n e l libro ter-
tario ó involuntario por el conocimiento cero d e l a s cuestiones morales ?
ó ignorancia de las circunstancias, según
lo dicho ( Por el contrario...) : y por lo l.° Parece que las circunstancias se
tanto la consideración de las circunstan- enumeran inconvenientemente ( Ethic. 1.
cias es de la incumbencia del teólogo. 3 , c. 1 ) . Llámase circunstancia de un
A l argumento 1.° diremos, que el.bien acto lo que es estrínseco al acto. Tales
ordenado al fin se dice útil, lo cual en- son el tiempo y el lugar : h é aquí pues
traña cierta relación. A s í dice Aristóte- las dos únicas circunstancias, cuándo y
les ( E t h . 1. 1, c. 6 ) que en esa correla- dónde (quando, ubi).
ción ( in aal, aliquid ) el bien es ú t i l : en 2.° P o r las circunstancias se estima lo
las cosas consideradas en su relación (ad bien ó mal hecho. E s t o pertenece al m o -
aliquid) á a l g o , este algo se entiende, no do del acto, es decir, que todas las cir-
solo de lo que está en ellas, sí también cunstancias se incluyen en sola u n a , el
de lo que las es estrínsecamente adya- modo de obrar.
cente , como se ve claramente en las (cor- 3.° L a s circunstancias no son sustan-
relaciones ) de derecho é izquierdo, igual ciales al acto; y parece que las causas de
y desigual, y semejantes. A s í pues, con- un acto deben pertenecer á la sustancia
sistiendo la bondad de los actos en ser del mismo. P o r consiguiente ninguna cir-
útiles para el fin, nada se opone á que se cunstancia debe tomarse de la causa (1)
digan buenos ó malos según su relación del mismo acto. A s í ni el (quis ) quién,
con a l g o , que por fuera les sea adjunto. ni ( propter quid ) por q u é , ni ( circa
A l 2.° que de los accidentes completa- quid ) sobre q u é , son circunstancias ; en
mente accidentales se desentiende toda atención á que quién denota la causa efi-
arte á causa de su incertidumbre é incal- ciente, por qué la final, y sobre qué la
culable multiplicidad. P e r o esos acciden- material.
tes nada tienen de circunstancia; pues se- Por el contrario, tenemos la autoridad
gún lo espuesto ( a. 1) las circunstancias de Aristóteles ( E t h i c . 1. 3 , c. 1).
de tal modo están fuera del acto, que sin Conclusión. Acertadamente enumera
embargo le atañen de algún m o d o , en Aristóteles las ocho circunstancias :
cuanto se ordenan á él : y los accidentes
Quid, quid, circa quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando;
por sí mismos competen al arte. Sujeto, hecho, objeto, lugar, medios, motivo, modo , tiempo.
A l 3.° que el examen de las circuns-
tancias incumbe al Moralista y al Políti- Responderemos, que Tulio asigna en
c o , no menos que al Retórico., A l Mora- su Retórica siete circunstancias, espresa-
lista, porque según ellas' se halla ó no el das en este verso : Quis, quid, ubi, qui-
medio de la virtud en los actos humanos bus auxiliis, cur, quomodo, quando;
y pasiones ; al Político y al Retórico, en (exámetro, que puede fielmente tradu-
cuanto por ellas vienen los actos á ser cirse en estos dos octosílabos) :
loables ó censurables, escusables ó acu-
Quién, qué, dónde, con qué medios,
sables. H a y no obstante diferencia : el Motivo, manera y tiempo.
Retórico persuade, y el Político discierne
juzgando sobre un mismo objeto ; mien- • H a y pues que examinar en los actos,
tras que el t e ó l o g o , utilizando todas las quién los ejecuta, de qué instrumentos ó
(1) Según (con mucha razón á todas luces) rectifica García Alcañiz, donde se léc subslantia en vez de causa, sin duda por
siguiendo á Conrado, y á uno y otro casi todas las ediciones, á error material.
escepciOn únicamente de la romana antigua con el códice de
68 CUESTIÓN VII. — ARTÍCULOS III Y IV.
medios se v a l e , qué es lo que h a c e , dón- lo cual entra en la sustancia del robo; sino
de, porqué, cómo y cuándo. Aristóteles el que sea grande 6 pequeño : y lo propio
añade otra octava (circa quid) sobre debe entenderse de otras circunstancias,
qué, comprendida por Tulio en la segun- tomadas de parte de otras causas. Porque
da ( quid ) qué ( 1 ) . L a razón de esta el fin, que da especie al a c t o , no es cir-
enumeración puede interpretarse así: cir- cunstancia ; y sí lo es algún otro fin ad-
cunstancia se dice como existiendo fuera junto : así el que el fuerte obre con fuer-
de la sustancia del a c t o , mas en cierto za por el bien de la fuerza misma, no es
contacto con é l ; lo cual puede tener ca- circunstancia ; pero lo sería, si obrase
bida de tres modos : 1.° en cuanto toca al fuertemente por librar á la ciudad, ó por
acto mismo; 2.° á la causa del a c t o ; 3.° Cristo ( 3 ) , ú otro fin cualquiera. L o
á su efecto. A l acto mismo afecta, ó á mismo ( 4 ) decimos en orden al ( quid )
manera de medida, como el tiempo y el qué. E l que u n o , inundando de agua á
lugar; ó en concepto de cualidad, como otro, lo bañe ó l a v e , no es circunstancia
el modo de obrar. E n orden al efecto, de la ablución ; y sí es circunstancia el
como cuando se observa qué es lo que enfriarlo ó calentarlo, sanarlo ó enfer-
uno ha hecho. Respecto de la causa re- marlo, lavándolo.
fiérense á la final el por qué, á la mate-
rial ú objetivo el sobre qué, y á la agente
ARTÍCULO I V . — ¿Son l a s circunstan-
principal el quién, así como á la agente
c i a s principales la de porqué, y a q u e l l a s e n
instrumental el con qué medios ( 2 ) .
que l a operación consiste ? (5)
A l argumento 1.° diremos que el tiem-
po y el lugar circuyen al acto como su 1.° Parece que no son las principales
medida; al paso que otras circunstancias circunstancias porqué y aquellas en que
le rodean como tocándolo de algún otro consiste la operación, por lo que se dice
modo cualquiera, existiendo fuera de su ( E t h . 1. 3, c. 4 ) : « L a s circunstancias, en
sustancia. » que se cífrala operación, parecen ser el
A l 2.° que ese modo de estar bien ó » lugar y el tiempo » ; las cuales no de-
mal hecho no constituye circunstancia, ben ser entre todas las de mayor trans-
sino que es resultado de todas las cir- cendencia, pues son las más estrañas al
cunstancias. Pónese como circunstancia acto. Según esto no son las más princi-
especial el modo perteneciente á la cua- pales entre las circunstancias aquellas, en
lidad del acto, como el andar con rapidez que consiste la operación.
ó con lentitud, y el herir fuerte ó débil- 2.° E l fin es estrínseco á la cosa : no
m e n t e , y así á este tenor. puede por lo tanto ser la principalísima
A l 3.° que aquella condición de causa, de las circunstancias.
de la que depende la sustancia del acto, 3.° L o más principal en cada cosa es
no es la que se mira como circunstancia, su causa y su forma. L a causa del acto
sino alguna condición adjunta : á la ma- mismo es la persona a g e n t e , y la forma
nera que no se considera circunstancia del del acto es su modo. Parecen ser pues estas
hurto el que el objeto robado sea ajeno, dos circunstancias las más interesantes.
(IJ Parécenos podría incluirse la circunstancia circa quid (2) Algunos añaden una nona circunstancia relativa al nú-
conservando la forma de exámetro, con solo reemplazarla pol- mero y bajo el concepto'de quoties; pero comunmente no se
ín quidnam (que signifícalo misma) y suprimiendo auxiliis considera como tal la repetición ó multiplicación do un acto
(harto fácil de suplir), quedando así perfecto y claro el verso mismo.
latino : (3) Así la edición de Pádua y con ella todas las de fecha
posterior (inclusa la romana áurea ó grande) y aun las ante-
Quis, quid, ubi, quibus, in quidnam cur, quomodo, quando ;
}
riores comunmente : sola la romana antigua con Nicolai po-
cuya versión castellana fiel y en el propio orden creemos va- nen vel populi chrisliani (ó del pueblo cristiano) en lugar de
ciada en los dos siguientes endecasílabos pareados -. propler Christum, que traducimos de acuerdo con el mayor nú-
mero.
Quién, qué, dónde, qué medios empleando,
( 4 ) En vez de sindliter, cual se halla en los códices de Alca-
Respecto á qué, porqué, cómo obra y cuando ;
ñiz y Tarragona con casi todas las ediciones, en la antigua
ó también en términos sustantivos todos, acaso preferibles romana y alguna otra se lee intelligilur (entiéndese), que no
para muchos á los adverbios, en el adjunto tQrcelo octosílabo : parece preferible ni aun verosímil según el estilo usual del
Santo Autor.
Sujeto, efecto, lugar, (5) El fin que el agente se propone (ó la causa motiva de
Medios, objeto, motivo, su intención) y la sustancia misma (ó lo esencial) del acto se-
Modo 7j tiempo de operar. gún su gravedad ó importancia intrínseca en sí mismo.
CUESTIÓN V I I . — A R T Í C U L O IV. 69
Por el contrario, dice San Greg. N i s . A l argumento 1.° diremos que Aristó-
( ó Nemesio, D e nat. hora. c. 3 1 ) que teles no entiende por circunstancias, en
« l a s circunstancias principalísimas son : que está la operación, el tiempo y el lu-
» con qué designio (cujus gratia) se obra, gar, sino las que van adjuntas al acto
» y qué es lo que se h a c e » . mismo. A s í San Greg. N i s . (ibid.), como
Conclusión. La principalísima entre esplicando lo dicho por el Filósofo, en
todas las circunstancias es la que atañe lugar de las palabras de e s t e , « en las
al acto por razón delfin, esto es, con qué » que está la operación», dice é l , « qué
designio; la segunda en importancia la » es lo que se hace ».
que afecta á la sustancia misma del A l 2° que el fin, si bien no es de la
acto, qué hizo? ; y todas las restantes son sustancia del acto, es empero la causa
más ó menos principales en proporción á principalísima del acto, por cuanto mue-
su aproximación á aquellas dos. ve al agente á obrar. H é aquí al paso,
R e s p o n d e r e m o s , que los actos en tanto porqué el acto moral toma especie prin-
se dicen propiamente humanos, como cipalmente del fin.
queda espuesto ( C . 1, a. 1 ) , en cuanto A l 3.° que la persona agente es causa
son voluntarios. E l fin es el motivo y el del a c t o , en cuanto es movida por el fin,
objeto de la voluntad : por consiguiente y por esto se ordena principalmente al
la principalísima de todas las circuns- acto ; mas otras condiciones de la per-
tancias es la que se toma del acto por sona no se ordenan al acto tan principal-
razón del fin, cual es con qué designio? mente. Ademas el modo no es la forma
(cujus gratia); y la segunda la que ra- sustancial del acto (pues esta se consi-
dica en la sustancia misma del acto, á dera en el acto según el objeto, ó por
saber, qué h a hecho? Todas las demás razón del fin y t é r m i n o ) ; sino que es.
son más ó menos principales, según que cierta como cualidad accidental.
más ó menos se las aproximen.
CUESTIÓN YIII.
los : 1.° La voluntad se propone ú n i c a m e n t e el bien ? 2.° Se concreta alfln, ó desea t a m b i é n los medios
á é l conducentes?3.° Dado q u e d e algún modo se proponga esos fines i n t e r m e d i o s , se dirige con u n
solo y mismo movimiento al fin y á lo q u e al fin se o r d e n a ?
(1) Solo en la edición áurea encontramos vpluntariis (volun- terminado por si ó por otro. — ¡VI. C. G.
tarios) por vúluntatis, que vemos en todas las demás contestes ; (3) Entiéndase en su acto de querer, ó sea, en la volición
y no obstante se limita á poner la consabida anotación mar- misma, por la que se inclina al objeto y emprende su conse-
ginal al. (podía decir reliqui ó caiteri) voluntatls, pues las otras cución. Así entendida, la solución es positiva; ya el bien
nada anotan. aprendido como tal lo sea en realidad, ó solo en apariencia :
(2J Para comprender esta división, conviene saber que el lo cual equivale á decir que nunca la voluntad so decide por
Santo quiere aquí dar á entender que la voluntad no puede el mal como malo, sino bajo el concepto verdadero ó falso de
querer ente alguno, que no se dirija alfiny á las cosas que son bueno ó de bien.
al fin ; mientras que otros con Scoto lo afirman, diciendo que (4) Se tendrá presente que en este artículo se trata del
la voluntad puede dirigirse á una cosa en absoluto, sin propo- acto de la voluntad, que es querer (velle), es decir, de la incli-
nérsela comofin,ni como conducente á él. Porque á la misma nación á un objeto; del actual apetito, por cuyo medio la po-
voluntad se la puede proponer un bien en absoluto, y ella en- tencia apetitiva se inclina á una cosa, que la conviene según
tonces puede adoptarlo de igual modo, es decir, ni por si, ni la ha aprendido : lo cual solo tiene lugar acerca do un bien.
por oíros, mediante la propuesta del entendimiento. Pero esto M. C. G.
no puede admitirse por varias razones, entre las cuales solo (5) Converluntur en el tecnicismo lógico. V. T. i.° pág. 47,
daremos la siguiente : aun suponiendo que á la voluntad n. 2. Todo ente es bueno ; todo lo bueno es ento : hé aquí la
pueda proponérsele un bien absoluto y neutral, y ella á su vez conversión lógica aplicada al caso presente. '
pueda ejercer actos acerca de él; sin embargo tales actos (6) Con esclusion del mal, aunque este no sea ente sino
nunca podrán 6er neutrales y absolutos, sino que tendrán que privación de entidad (P. 1.", C. 48, a. 1). V. n, 2, pág. 407,
determinarse á unfinpropter se ó propler aliud. Y la razón es, tomo 1."
porque implicaría un acto determinado, sin ser talmente de-
CUESTIÓN VIII. — A R T Í C U L O S I Y I I . 71
( 1 ) En áu sentido de volición, según esplica en seguida. de estar en el entendimiento ; 2.° por estar en la razón un ob-
(2) Nolición, término corriente en las escuelas y que signi- jeto, que solo tiene de ente la consideración de tal; como
fica simple y sencillamente el no querer. La edición romana- v. gr. el carecer de males tiene la razón de un bien : y en este
áurea repite voluntas en lugar de nolvntas, que se lee en las sentido debe tomarse la respuesta al arg. 3.° del Santo Doc-
demás unánimemente, é insiste en la última frase del argu- tor. — M. C G.
mento ; lo que prueba que la Tañante es intencional, y no (4) Los escotistas admiten actos neutros, en los quo la vo-
acaso errata material. luntad ni se dirige al fin ni álos medios: bien examinado el
(3) Esto se comprenderá bien, si se repara que el estar un fondo, es una cuestión de palabras y de sutileza de concep-
ente en la razón se puede entender de dos modos : 1.° á ma- tos ; por lo que la opinión de los tomistas, fundados en la doc-
nera de condición, como sucede con todo lo que se entiende, trina de este artículo, es la que prevalece como ya común y
puesto que ninguna cosa puede ser entendida sin la condición casi esclusiva.
CUESTIÓN VIII. — ARTICULO II.
c. 1) ; y el fin y los medios á él ordena- gor : porque todo acto denominado por
dos son de diverso género de b i e n : pues su potencia denota el simple acto de la
que el fin, que es. un bien honesto ó de- misma, como entender significa sencilla-
leitable, se halla en el género de cuali- mente un acto del entendimiento. E l acto
lidad, ó de acción, ó de pasión; mas el simple de la potencia recae sobre aque-
b i e n , que se dice útil, el cual se ordena l l o , que es de suyo el verdadero objeto
al fin, pertenece al género de cosas, que de e l l a ; y lo que es por sí mismo bueno
se refieren á algo [in ad aliquid), como y querido, eso es el fin : por consiguiente
se dice ( E t h . 1. 1, c. 7 ) : luego, si la vo- la volición [voluntad acto) tiene propia-
luntad se propone el fin, no tendrá por mente por objeto el fin mismo. Mas los
objeto los medios al fin encaminados. medios conducentes al fin no son buenos
3.° L o s hábitos son adecuados á las y queridos por sí mismos, sino por su re-
facultades, de las que son perfecciones ; y lación al fin ; por lo cual la voluntad no
en los hábitos llamados artes operativas es llevada hacia ellos, sino en cuanto se
á una cosa pertenece el fin, y á otra lo dirige al fin : tanto es así, que aun lo
que al fin se ordena : así al piloto com- mismo que en ellos quiere, es el fin; al
pete la dirección del b u q u e , que es el fin modo que el entender propiamente versa
de este ; y al armador la construcción del sobre las cosas, que se conocen en sí
mismo buque, la cual se hace por el fin : mismas, cuales son los principios : y las
siendo pues el fin el objeto de la volun- cosas, que se conocen por los principios,
tad , no pueden serlo los medios concer- no se dicen objeto de la inteligencia, sino
nientes al fin. en cuanto en ellas se consideran los prin-
Por el contrario: en las cosas natura- cipios mismos. E n resumen, en el mismo
les h a y a l g o , que mediante una misma caso se halla el fin respecto de lo apete-
potencia pasa por los medios, y así llega cible, que el principio en orden á lo in-
á tocar su término ; y las cosas, que se teligible, según se dice ( E t h . 1. 7, c. 8 ) .
ordenan al fin, son ciertos medios, por los A l argumento 1.° diremos, que Aris-
cuales se llega al fin, como á su término : tóteles habla de la voluntad, entendiendo
por consiguiente, siendo el fin el objeto por esta palabra propiamente un simple
de la voluntad, por eso mismo lo son acto de la voluntad, y no la facultad ó
también los medios, que al fin conducen. potencia.
Conclusión. [1] La voluntad, como po- A l 2.° que á cosas diversas en su g é -
tencia, se dirige alfin y á lo que á él se nero, y que se hallan en condiciones
ordena como bien. [2] La voluntad, como iguales, se ordenan potencias diversas:
acto, se limita á proponerse únicamente así el sonido y el color son diversos g é -
el fin, hablando con estricta propiedad. neros de cosas sensibles, á las cuales se
Responderemos que por voluntad se aplican {respectivamente) el oido y la
entiende unas veces la facultad misma, vista. P e r o lo honesto y lo útil no se ha-
con que queremos ; y otras el acto mismo llan en igualdad de categoría ( 3 ) , puesto
de querer ( 1 ) . En el concepto de poten- que lo uno es por razón de sí mismo, y
cia se estiende, tanto como al fin, á los lo otro por su respecto á lo 1.°: y dos
medios á él ordenados. U n a potencia cual- cosas de esta índole se refieren siempre á
quiera abarca todo aquello, en que de al- una misma potencia, como por la misma
gún modo puede hallarse la razón de su facultad visiva se perciben el color y la
objeto : así la vista se estiende á todo l u z , mediante la cual se ve el color.
cuanto en alguna manera participa del A l 3.° que no todo lo que diversifica el
color ( 2 ) . Y la razón de bien, que es el hábito, diversifica la potencia. L o s hábi-
objeto de la voluntad como potencia, se tos son ciertas determinaciones de las po-
encuentra no tan solamente en el fin, sino tencias á algunos actos especiales; y no
también en todo cuanto al fin concierne. obstante cualquier arte operativa consi-
La voluntad, como acto propiamente di- dera, no solo el fin, sino también lo que
cho, se limita á solo elfin, hablando en ri- se ordena al fin : así el arte de regir se
medio de los principios, que por eso se obvia por lo que se dijo arriba (a. 2, al
dicen medios. A s í es que alguna vez el 2 . ° ) ; por cuanto lo honesto y lo útil no
entendimiento entiende el medio, y no son especies de bien diversificadas por
pasa de él á la conclusión ; y asimismo la igualdad de relación, sino que lo uno es
voluntad á veces quiere el fin, sin que de por sí y lo otro por razón de lo primero:
ahí pase á querer lo que al fin se re- según lo cual la voluntad puede dirigirse
fiere. á lo uno, sin que por eso se dirija á lo
Y por lo que hace á la objeción que otro; y no así viceversa.
en contra se aduce, la solución es bien
CUESTIÓN IX.
Motivo de la voluntad.
Pasemos á h a b l a r del motivo de la v o l u n t a d , acerca del cual se presentan seis puntos, que resolve-
remos en los seis siguientes a r t í c u l o s : 1.° La voluntad es movida por el entendimiento ? 2. Lo es por
u
el apetito sensitivo 1 S.° Se mueve á sí m i s m a ? 4.° Lo es por algún principio esterior ? 5.° Y por algún
cuerpo celeste? 6.° Es movida por solo Dios, como único principio á ella estrínseco ?
tencia es necesario se reduzca al acto por den de su sección ó cuerpo. Mas el objeto
a l g o , que es y a en acto : y esto se en- mueve determinando el acto á modo de
tiende por mover. U n a facultad del alma principio formal, por el que en las cosas
se halla en potencia para diversos actos naturales se especifica la acción, como la
de dos m o d o s : 1.° en cuanto á obrar ó calefacción por el calor: y , como el pri-
no obrar; 2.° en cuanto á hacer esto ó mer principio formal es el ente y verdad
aquello: así la vista unas veces ve de universal, que es el objeto del entendi-
h e c h o , y otras no ve; y ora ve lo blanco, miento ; por eso y con este género de mo-
ora lo negro. H á menester motor, según ción (3) mueve el entendimiento á la vo-
e s t o , para dos cosas : para el ejercicio ó luntad, como proponiéndola su objeto.
uso del a c t o , y para la determinación del A l argumento 1.° diremos, que de
mismo (1); de las cuales la primera es de aquella autoridad no se deduce que el
parte del sujeto, el que á veces está ope- entendimiento no m u e v a , sino que n o
rando , y á veces sin obrar; y la segunda mueve por necesidad.
de parte del objeto, según el cual se es- A l 2.° que, así como la imaginación
pecifica el acto. P e r o la moción del su- de la forma sin la apreciación de conve-
jeto mismo viene de algún agente : y, niente ó nociva no escita el apetito sen-
como todo agente obra por el fin, según sitivo,' así tampoco la aprensión de lo
queda demostrado ( C . 1, a. 2 ) , el prin- verdadero sin la determinación de lo
cipio de esta moción procede del fin. D e bueno y apetecible. Por lo tanto no es el
aquí que el arte, á que pertenece el fin, entendimiento especulativo, sino el prác-
mueve con su predominio al arte, á que t i c o , el que mueve á la voluntad, con-
pertenece lo concerniente al fin; como el forme á lo que se dice ( D e anima, 1. 3 ,
arte de gobernar buques impera al arte de t. 46 y sig.).
construirlos, según se dice (Physic. 1. 2 , . A l 3.° que la voluntad mueve al en-
t. 25). E l bien en común, que tiene ra- tendimiento en cuanto á la ejecución del
zón de fin, es el objeto de la voluntad; y acto ; porque aun lo verdadero mismo,
por lo tanto en este concepto ( 2 ) la vo- que es la perfección de la inteligencia,
luntad mueve á las otras potencias del se contiene en el bien universal, como
alma á sus actos, pues usamos de ellas, cierto bien particular. P e r o en cuanto á
cuando queremos. D e modo que los fines la determinación del a c t o , la cual pro-
y perfecciones de las demás facultades se viene del objeto, la inteligencia mueve á
comprenden bajo el objeto de la voluntad, la voluntad ; porque aun el mismo bien
como ciertos bienes particulares. Siempre es aprendido bajo cierto especial con-
empero el arte ó potencia, á que perte- cepto, comprendido en el concepto uni-
nece el fin universal, mueve al arte ó po- versal. Con lo que aparece evidente que
tencia, á que pertenece el fin particular no es uno mismo el motor y lo movido
comprendido en el universal : al modo bajo un mismo aspecto.
que el jefe de un ejército, que se propone
el bien común, ó s e a , el orden de todo el ARTÍCULO I I . — i.a voluntad es movido
ejército, mueve con su mandato á alguno por el apetito sensitivo? (4J
de los oficiales, el cual se concreta al ór-
1.° Parece que la voluntad no puede
(í) ¿Luego serán necesarios dos violares? Aquí hay una específico. Por eso el A. Doctor no quiere decir que el estar
duda : .porque, si bien es verdad que lo que está en potencia en potencia para obrar sea estarlo para obrar un acto propio
para dichas dos cosas necesita de motor, no lo es el que tenga ó no obrarlo, tomada la potencia secundum se ipsam ; sino en
necesidad de dos motores ; así v. gr. vemos que, hallándose el cuanto la tal potencia está supeditada al uso, y recibe de otra
agua en potencia para ser ó no alterada, ó para ser alterada el acto específico. — M.'C. &.
de este ó del otro modo, por la rarefacción ó densidad, por (2) A manera de causa eficiente ó imperante.
ejemplo, sin embargo esto se verifica por el solo agente tare- (3) Como causa formal y final, no inclinándola, sino mos-
[activo. Sobre lo cual se advertirá que hay cosas , que se eje- trándola como bueno el objeto, á que ella luego y por lo mis-
cutan por solo ei acto propio de un agente ; y las hay , en las mo se dirige.
que el ejercicio del acto propio se distingue del acto mismo. (4) Así presentada la cuestión', todos los teólogos convienen
Lo primero se verifica por todas las potencias naturales y ani- en su solución afirmativa ; disintiendo empero algunos de la
males, que no están supeditadas á otra potencia superior; tesis, que aquí se establece, en cuanto al modo de ser movida
mas lo segundo sucede al contrario, y pertenece al género de la voluntad por el apetito sensitivo : limitándolo los tomistas
las cosas, que usamos cuando queremos. Las potencias que no con su eminente caudillo y la mayoría casi unánime de los
están supeditadas tienen el carácter de poder obrar, y de doctores á la moción solo indirecta y por parte del objeto,
obrar esto ó lo otro mediante el mismo motor -^mas las otras como invitándola ó instigándola con el aliciente de su atrac-
por un motor forman el uso, y por otro distinto ejercen el acto tiva bondad, sea real ó aparente.
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
ser movida por el apetito sensitivo : por- esto dice Aristót. (Eth. 1. 3 , c. 5 ) : «cual
que el motor agente es más noble que el » es cada u n o , tal le parece el fin ». E s
p a c i e n t e , como dice San A g . (Sup.Gren. harto palmario que el hombre cambia de
ad litt. 1. 1 2 , c. 16). E l apetito sensitivo actitud ó disposición en conformidad con
es inferior á la voluntad, que es apetito la pasión del apetito sensitivo: así, cuan-
intelectivo, cuando el sentido es inferior" do el hombre está dominado por una pa-
al entendimiento. L u e g o el apetito sensi- sión, j u z g a conveniente lo que no tendría
tivo no mueve al entendimiento. por tal estando libre de aquella; como al
2° Ninguna potencia particular puede airado le parece bueno lo que no al que
producir efecto universal. E l apetito sen- está sereno : y de este modo por parte
sitivo es potencia particular, como que del objeto el apetito sensitivo mueve á la
funciona en virtud de los datos suminis- voluntad.
trados á él por las sensaciones. N o puede A l argumento 1.° diremos, que no bay
por lo tanto causar el movimiento de la contradicción en que lo que absoluta-
voluntad, que es universal; puesto que mente y de suyo es más noble, sea bajo
obra según la percepción universal del algún aspecto más débil. Y así la volun-
entendimiento. tad es de más valer que el apetito sensi-
3.° L o que mueve no es movido por tivo ; sin perjuicio de que en el que está
aquello que lo mueve, según se prueba subyugado á una pasión, y porque lo está,
( P h i s i c . , 1 . 8 , t. 4 0 ) , verificándose una predomine el apetito sensitivo.
moción recíproca. L a voluntad mueve el A l 2.° que los actos y elecciones de los
apetito sensitivo, en cuanto este obedece hombres versan sobre cosas singulares :
á la razón. P o r consiguiente el apetito así que, por lo mismo que el apetito sen-
sensitivo no mueve (á su vez) á la v o - sitivo es una fuerza particular, ejerce un
luntad. grande influjo en la disposición, que por
Por él contrario, se dice ( J a c . 1 , 1 4 ) : él adopte el hombre, y según la cual
Cada uno es tentado, arrastrado y al- una cosa determinada le parece tal ó
hagado de su concupiscencia ; y no sería cual.
uno arrastrado por su concupiscencia, si A l 3.° q u e , como dice Aristót. (Polit.,
su voluntad no fuese movida por el ape- 1. 1 , c. 3), « l a razón, en la que está la
tito sensitivo, en el que reside la concu- » voluntad, mueve á su arbitrio la (poten-
piscencia. L u e g o el apetito sensitivo mue- » cía) irascible y la concupiscible, no con
ve á la voluntad. »imperio despótico, cual señora esclavo;
Conclusión. Por parte del objeto el »sino con un predominio regio ó político,
apetito sensitivo mueve á la voluntad (1). » como un gobernante rige á hombres li-
Responderemos, que según lo dicho » b r e s , los cuales pueden insubordinar-
(a. 1) lo que se percibe en concepto de lo sele». A s í lo irascible y lo concupisci-
bueno y conveniente, mueve á la volun- ble pueden mover la voluntad en una ú
tad á modo de objeto. E l que algo pa- otra de dos direcciones contrapuestas; en
rezca bueno y conveniente puede tener cuyo concepto nada se opone á que la
lugar por dos títulos : ó por la condi- voluntad sea á veces movida por dichos
ción de lo que se propone, ó por la de resortes.
aquel á quien se propone; pues se dice
conveniente de un modo relativo, por lo ARTÍCULO I I I . — La voluiitad s e miie*
cual depende de uno y otro estremo. A s í ve a sí m i s m a V (2)
el g u s t o , según su diversa disposición no
recibe de igual modo un sabor como con- 1.° Parece que la voluntad no se mue-
veniente que como no conveniente. P o r ve á sí propia : porque todo motor, como
(1) Aunque la disposición del sujeto que apetece influye en (2) Adviértase que una cosa es moverse á sí misma en cual-
su voluntad, no mueve empero á esta sino mediante el objeto, quiera de sus actos, y otra el moverse simplemente á sí mis-
en razón á que no la incita sino redundando en la aprensión del ma. Esto es verdad, y no aquello ; puesto que la voluntad se
mismo objeto de la voluntad ; pues es constante que la vo- mueve á sí misma en cuanto á algún acto propio , pero no se
luntad solo se mueve por el objeto aprendido ut sic. De aquí mueve de igual modo en cuanto á todos sus actos. El Doctor
es que el Santo Doctor pone en el testo una doble raíz del Angélico pues trata aquí solo de probar que la voluntad por sí
objeto aprendido : una que depende del mismo objeto, á sa- misma puede reducirse de potencia al acto, bien so concrete á
ber, bueno ó malo secundum se , y otra del sujeto que apetece ; algún acto, ó á muchos, ó á toilos. — M. C, G*
haciendo así de entrambas la conveniencia 6 no conveniencia. •
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O S III Y IV.
77
tal, lo es en a c t o ; al paso que lo movido vez en potencia y en acto en cuanto á lo
está en potencia, pues el movimiento es mismo; sino q u e , al querer de hecho el
el acto del ser, que existe en potencia, fin, redúcese de la potencia al acto res-
como así existente. P e r o un mismo ser pecto de los medios á él conducentes, es
no puede hallarse á la vez en potencia y decir, á quererlos en acto.
en acto respecto de lo mismo : por consi- A l 2.° que la potencia de la voluntad
guiente nada h a y que mueva á sí mismo, siempre está presente en a c t o ; mas el
ni puede la voluntad moverse á sí misma. acto de la voluntad, por el que alguna
2.° L o móvil se mueve en presencia vez quiere el fin, no siempre está en la
de su motor ; y la voluntad siempre está voluntad misma : así es como se mueve
presente á sí misma. Si pues se m o - á sí propia, y no moviéndose siempre á sí
viese á sí misma, estaría sin interrupción misma, como sin razón se pretende de-
en movimiento : lo cual es notoriamente ducir.
falso. A l 3.° que no es movida la voluntad
3.° L a voluntad es movida por el en- por el entendimiento del propio modo
tendimiento, según lo demostrado (a. 1). que lo es por sí en cuanto á la ejecución
Si la voluntad se mueve á sí misma, si- del acto por razón del fin.
gúese que una misma cosa es simultá-
neamente movida por dos motores inme- ARTÍCULO I V . — i * voluntad e s mo<
diatamente. L u e g o no se mueve á sí vida por a l g ú n principio estrínscco ? (1).
misma.
Por el contrario : la voluntad es due- l.° Parece que la voluntad no es m o -
ña de sus actos , y en ella está el querer vida por algo esterior á ella. E l movi-
ó no querer ; pero esto no sería a s í , si miento de la voluntad es voluntario ; y
no estuviera en su poder el moverse á sí es esencial á lo voluntario el provenir de
misma á querer. Ella por tanto se mue- un principio intrínseco, como lo es aun
ve á sí misma. de lo natural. L u e g o el movimiento de la
Conclusión. La voluntad, queriendo voluntad no procede de algo estrínseco.
el fin, muévese á sí misma á querer lo 2. L a voluntad no puede sufrir coac-
a
« los cuerpos celestes no son causas de que aseguraban que « en los hombres la
y> nuestros actos » ; y lo serían, si la vo- » voluntad es t a l , cual cada dia ( 2 ) se
luntad, principio de los actos humanos, » l a infunde el padre de los dioses y de
fuese movida por los cuerpos celestes. » los hombres » , Júpiter, en el que se re-
L u e g o no lo es. presenta el cielo todo ; la atribuye á los
Conclusión. [ 1 ] La voluntad, como que no admitían diferencia entre el en-
•potencia absolutamente inmaterial é in- tendimiento y el sentido: porque, como
corpórea que es, no puede ser de modo toda fuerza sensitiva es acto de algún
alguno movida por los cuerpos celestes órgano corporal, puede por eso mismo
directamente; aunque si indirectamen- ser accidentalmente movida por los cuer-
te, [ 2 ] ya como por otro objeto estraño pos celestes, mediante la previa escita-
en general, [3] ya mediante la oscitación cion de los cuerpos, de que son actos.
del apetito sensitivo. P e r o , habiendo nosotros sentado ( a. 2 )
R e s p o n d e r e m o s , que evidentemente la que el apetito intelectivo es en cierto
voluntad puede ser movida por los astros modo movido por el sensitivo; claro es
del modo mismo que por otro cualquier que indirectamente redunda en la volun-
objeto estrínseco (1); es decir, como por tad el movimiento de los astros, en cuanto
cuerpos estraños á ella, que, propuestos por las pasiones del apetito sensitivo es
á los sentidos, la escitan ; y en este con- á veces movida la voluntad.
cepto aun los órganos mismos de las po- A l argumento 1.° diremos, que los mo-
tencias sensitivas.están sometidos á la in- vimientos multiformes de la voluntad hu-
fluencia del movimiento de los cuerpos mana se reducen á alguna causa unifor-
celestes. Mas de la manera que la volun- me, pero que es superior en entendimiento
tad es movida por algún agente estrínseco y voluntad ( 3 ) : lo cual no puede decirse
en cuanto á la ejecución de un acto, por de cuerpo alguno, sino de alguna sustan-
más que no han faltado quienes supusie- cia superior inmaterial. D e consiguiente
ron lo contrario, es de todo punto imposi- no debe reducirse el movimiento de la vo-
ble que los cuerpos celestes influyan di- luntad al del cielo, como á su causa.
rectamente en la voluntad humana: por- A l 2° que los movimientos corporales
que la voluntad, según consta ( D e anima, del hombre se reducen al de un cuerpo
1. 3 , t. 42 ) está en la razón, que es una celeste, como causa, en cuanto su misma
potencia del alma no aligada á órgano complexión orgánica le predispone en
corporal; y por lo tanto la voluntad no cierto modo á la escitacion operable en su
puede menos de ser potencia del todo in- cuerpo por la influencia de los cuerpos
material é incorpórea. Y , siendo evidente celestes, y aun también en cuanto el ape-
que ningún cuerpo puede obrar sobre un tito sensitivo es conmovido por la impre-
ser incorpóreo, y sí más bien al contrario, sión de los astros ; más a ú n , en cuanto el
por cuanto los seres incorpóreos é inma- movimiento de los cuerpos físicos obedece
teriales tienen más formal y universal al de los celestes, á cuyo complejo influjo
virtud potencial que cualesquiera cuer- la voluntad empieza á querer ( 4 ) algo :
pos ; sigúese con plena evidencia ser im- á la manera q u e , al dejarse sentir el frío,
posible que un cuerpo celeste se imponga comienza uno á querer encender lumbre.
directamente al entendimiento ó á la vo- Pero esta moción de la voluntad viene
luntad. Por eso Aristóteles ( D e an. 1. 2, del objeto presentado esteriormente, y no
t. 1 5 0 ) , hablando de la opinión de los de parte del interior instinto.
fi) Dice el Santo D. «que la voluntad puede ser movida alguna otra ponen in e i s ; y en el códice de Alcañiz se lee i n
1
» pur los astros, del mismo modo que por otro cualquier objeto dio dncitpater dictorum virorttm, si no ha leído malDrioux, que
» estcrior « : porque una cosa es moverse por el principio este- en su reciente edición latina de Paris (1S77) lo anota así. Ki-
rior, como objeto ;• y otra moverse como por un motor al ejer- colaí propone in dies, como equivalente á quotidic; cual nos-
cicio. Y la razón está en que, pava mover objetivamente, puede otros traducimos in diem, que es lo que parece más verosímil
concurrir una cosa estrínseca, si no suficiente, al menos in- y propio.
coativamente, y como materia del objeto ; mas para mover al (3) Y no,i/i intellectu et volúntate superiorum, como se ve en
ejercicio, esto no es posible sino hablándose del motor, Dios, las ediciones romanas y en algunas otras. Nicolai ha resta-
¡tí i » / r a . _ M . C. G. blecido de los manuscritos más acreditados ta lectura al pare-
(2) V. T. pág. 907, nota 1. In dieminducit, como en con- cer genuina intelleclu el volúntate superior, que adoptamos en la
formidad con el testo griego dicen las ediciones, de Pádua versión.
(1712), Mápoles (1703) y^asi todas las posteriores. Ko así las (4) Algunos añaden et non velle (y á no querer).
romanas antiguas y moderna, que con la de Pádua de 1098 y
80 CUESTIÓN IX. — ARTÍCULOS V Y VI.
(1) Obra compilada de varios escritos de Ptoloméo bajo el las que abusaban los pelaglanos.
título Centam aenlenliaz aut theorcmala astrologica. (ti) Se escribe en el título del artículo «como por único
(2) Véase la C. 105, a. 1 de la 1." Parte, y sus notas en las «principio estrínseco », no porque Dios no pueda mover intrín-
páginas 831 y 832 del T. l.°. secamente la voluntad, sino porque con respecto al alma hu-
(3) V. C. 111, a. 2 do lai.» P.,T. 1.°, pág. 873. mana Dios es una cosa esterior y diferente de ella, como se
(4) Y también Zie cesi hier. c. 4. supone.>— M. C. G.
(5) Esplicando en sentido calólico ciertas frases suyas, de
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O V I . 81
universal ; y por lo tanto ninguna otra bre es movido por el ángel por parte del
cosa puede ser causa de ella, sino el mis- objeto, que se le propone para su conoci-
mo D i o s , que es el bien universal. Todo miento en virtud de la ilustración angé-
otro bien se dice tal por participación, l i c a ; y de esta manera cualquiera cria-
siendo un bien particular ; y una causa tura esterior puede mover la voluntad,
particular no da inclinación universal: como va dicho ( a l ) .
por consiguiente ni la primera materia, A l 3.° que D i o s mueve la voluntad del
que se halla en potencia para todas las hombre como motor al universal objeto
formas, puede ser causada por algún de ella, que es el bien; y sin esta moción
agente particular. universal el hombre no puede querer cosa
A l argumento 1.° diremos, que el án- alguna : mas el hombre mediante su ra-
gel no es superior al hombre, hasta el zón ( 1 ) se determina á querer esto ó
punto de ser causa de su voluntad, al aquello, que ó es realmente bueno ó lo
modo que los cuerpos celestes son causa parece. Sin embargo á veces mueve D i o s
de las formas naturales, de las que son á algunos de un modo especial á querer
consecuencia los naturales movimientos determinadamente alguna c o s a , que es
de los cuerpos naturales. buena, como lo hace por medio de su
A l 2.° que el entendimiento del hom- gracia, según se dirá (Ce. 109 y 112) (2).
CUESTIÓN X.
'' (i) Y quedando así completamente á salvo su libre ai- apetecer el mal sino bajo la razón de bien); y de aquí el mo-
bodrio.... vimiento voluntario- hacia lo malo. Por eso dice el Santo en
(2) Algunos dicen que todo acto de la voluntad sin dis- su respuesta : Sed homo perrationem etc—-M. C. G.
tinción procede de Dios, y en este movimiento so incluye la (8) Esto es, determinadamente y de manera que no pueda
volición de lo bueno, como el principio va incluido en la con- querer lo opuesto ó contrario á lo que naturalmente la escita ó
clusión ; mas después la voluntad mediante la razón se deter- atrae : que es lo mismo que decir « por necesidad » ó ineluc-
mina á querer un bien real ó aparente (porque ella no'puede tablemente.
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO I I . 6
82 CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O I.
R e s p o n d e r e m o s , que en común sentir traria; toda vez que unas acciones se eje-
de Boecio ( D e duabus naturis, al princi- cutan natural y otras voluntariamente.
pio y t. 5 ) y Aristóteles ( P h y s . 1. 2, A d e m a s del modo de causar propio en
t. 49) la naturaleza se toma en varias general de la naturaleza, que está deter-
acepciones : unas veces como el principio minada á una sola cosa, hay otro pecu-
intrínseco en las cosas mudables, y en liar de la voluntad, como dueña que es
este sentido es ó la materia ó la forma de sus operaciones : y , como la voluntad
material, como se ve ( P h y s . 1. 2 , t. 4 ); se funda en alguna naturaleza, necesaria-
otras por cierta sustancia ó un ente cual- mente participa de aquel modo general
quiera, y en tal concepto se dice natural en cuanto á algo, como toda causa poste-
á una cosa lo que á esta conviene por ra- rior participa de lo que es propio de su
zón de su propia sustancia, que es lo que causa anterior. E n cada cosa el ser mis-
por sí mismo es inseparable de la cosa. m o , que se funda en su naturaleza, es
Siempre empero y en todo caso lo que antes que el querer, que es propio de la
no es de suyo inherente, se reduce á algo voluntad ; y así es como l a voluntad
que lo e s , como á lo primero. Forzosa- quiere algo naturalmente.
mente pues entendiendo así la naturaleza, A l 2.° que lo que es natural en las c o -
siempre el principio, en todo cuanto con- sas naturales, únicamente como subsi-
viene a. la cosa, es natural (1). E s t o es guiente á la forma, siempre las es anejo
bien notorio respecto del entendimiento; en a c t o , como el calor al fuego ; mas lo
pues los principios del conocimiento inte- que es natural á ellas, como inherente
lectual son naturalmente conocidos. A s i - á la materia, no siempre está en acto
mismo también el principio de los movi- en e l l a s ; sino que lo está á veces como
mientos volúntanos necesariamente debe en potencia, puesto que la forma es
ser algo, que naturalmente se quiere. Tal es acto , y la materia es potencia : y el
precisamente el bien en general, al cual movimiento es « acto de lo que existe
naturalmente propende la voluntad, como » en potencia » ( P h y s . 1. 3 ) ; y así lo que
cada potencia tiende á su respectivo ob- pertenece ó subsigue al movimiento en
jeto ; y aun el mismo último fin, que es los seres naturales, no siempre está en
en cuanto á las cosas apetecibles lo que e l l o s ; como el fuego no siempre sube,
los primeros principios de demostración sino solo cuando está fuera de su lugar.
respecto á las inteligibles; y en general D e un modo análogo no es necesario que
todo aquello que es propio del que quiere la voluntad, la cual pasa de la potencia
en virtud de su misma naturaleza. Por- al acto en el momento de querer algo,
que por la voluntad deseamos, no solo lo quiera siempre actualmente, sino solo
perteneciente á la facultad misma voliti- cuando se encuentra en alguna determi-
va, sino también lo que es propio de cada nada disposición. A h o r a , la voluntad de
una de las potencias y de todo el hom- D i o s , que es acto puro, sí está siempre
bre. Es-decir que el hombre no solo quie- queriendo en acto.
re naturalmente el objeto de la voluntad,
A l 3.° que á la naturaleza siempre cor-
sí también otras cosas que convienen á
responde una cosa determinada y propor-
sus distintas potencias : cuales son el co-
cionada á la naturaleza misma; esto e s , á
nocimiento de la verdad, propio del en-
la naturaleza en género corresponde algo
tendimiento ; el ser y el vivir y semejan-
asimismo genérico, y en la especie algo
t e s , que se refieren á su compleja exis-
también específico, como igualmente á la
tencia natural; cosas todas comprendidas
naturaleza individualizada corresponde
bajo el objeto de la voluntad, como par-
una sola cosa individual. Siendo pues la
ticulares bienes que son.
voluntad cierta fuerza inmaterial, como
A l argumento 1.° diremos, que la vo- lo es también el entendimiento; corres-
luntad se contrapone á la naturaleza (2), ponde á aquella naturalmente algo único
como una causa se distingue de otra con- común, el bien: así como el entendimiento
(1J Parece que aquí se contradice el Santo, poniéndolo por natural se entiende en el testo lo que no es hijo del libre
natural como en contraposición de lo accidental. Pero se verá albedrío. — M. C. G.
que no hay tal contradicción, si se repara en que todo lo sus- (2) Dividiéndose los actos en libres ó voluntarios y natu-
tancial es natural; y por tanto siempre viene á resultar que rales ó necesarios.
CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O S 1 Y I I . 83
(1) En la edición romana antigua bonum por unuvi. literal común sed finem aliquis...
(2) Permaneciendo libre con respecto á ellos, cuales son los (5) Esta doctrina no parece exacta ; pues que la voluntad
que no tienen conexión más ó menos directa con su último fin, necesariamente se mueve al ejercicio del acto, cuando ve á Dios
que puede lograrse sin ellos, según más claramente se es- cara á cara. Mas fíjese el lector en que una cosa es decir que
presa en el a, 2, al 3.°. la voluntad necesariamente se mueve por el objeto al ejerci-
(3) Lo que aquí se dice de un modo ineluctable, es lo nece- cio del acto; y otra el que la voluntad, así dispuesta, por
sario, tomado en su sentido propio y verdadero ; es decir, en necesidad se mueva á dicho ejercicio. Lo 1.° denota la eficacia
cuanto que es imposible que otra cosa suceda; pues se trata del objeto sobre la voluntad ; y así es de naturaleza más efi-
de la necesidad nalurdl, por la que los agentes y pacientes se caz lo que puede inclinar necesariamente á esta voluntad al
conexionan en el mundo, como la vista con lo visible. tal ejercicio : lo cual aquí se niega, al asegurar que ningún
M. C. G. objeto, ut sic, puede compeler a l a voluntad con necesidad
(4) El sentido de esta frase parece ser (como se colige de la natural al referido ejercicio. Lo 2.° denota la naturaleza de la
solución á este arg. 3.°) que la voluntad no puede menos de voluntad, de la cual se ha dicho que consiste en cierto movi-
querer ó quiere inevitablemente y por necesidad el último miento natural, que no está siempre en acto, sino cuando se
fin y aun todo aquello, sin lo cual no es posible obtenerlo, halla en determinada disposición ; lo cual es verdad. De donde
como son el ser y el vivir : lo cual se comprendería perfecta- proviene que la misma voluntad ama á Dios necesariamente,
mente y sin dificultad, sustituyendo aliquis por aliquem, se- cuando lo ve cara á cara ; pues que entonces se encuentra en
gún propone Drioux ; sustitución más natural y aceptable que unas circunstancias tales , que el amor hacia él naturalmente
la indicada por Nicolai en la forma sed cst (y no ut, como por prorrumpe en actos. Téngase ademas muy presente la dife-
error material sin duda escribo el citado Drioux) aliquis finis rencia, que existe entre el movimiento de la voluntad cuanto
quem ex necessitate vult, que varía más notablemente el testo tú ejercicio y en cuanto a la especificación. — M. C. G.
84 CUESTIÓN X. — ARTÍCULOS II Y III.
(1J Para la inteligencia de este artículo se advertirá que conforme al apetito inferior ; sin embargo, como la misma vo-
el apetito inferior no puede imponer tal necesidad á la volun- luntad goza aún de libertad, puede abstenerse del acto.
tad : porque ó las pasiones absorben ó perturban completa- ' M. C. G.
mente á la razón, y entonces nada queda de voluntad racio- (2) Que fije de un modo singular y determinado lo que lite
nal ; ó dejan algo de uso de razón, y entonces todavía queda et mine debe hacerse ; y no vaga é indefinidamente ó en gene-
libertad. Y, aunque en todo caso acontece que por la disposi- ral, cual lo hace la razón universal ó común sin osa determi-
ción del sujeto la voluntad se inclina más á ejecutar el acto, nación.
CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O S III Y IV. 85
igualmente por uno y por otro, entonces resultará falsedad y liberuní hominis arbitrium, a Dco nwtllin el excitatum, neo exet-
repugnancia: falsedad, porque, si los sentidos solo pueden mo- tanti atque vocanli non posse dissenlire, «Sea
si velií; anathema sil:
ver á la voluntad, el hombre podría también querer sin el uso » anatema quien diga que el libre albedrío, movido y escitado
de la razón, y por consiguiente podría de igual modo pecar ó » por Dios, no puede disentir de su divina escitacion, si así
merecer, lo cual implica : repugnancia, porque ya se ha pro- »lo quiere».
bado quo ningún cuerpo puede mover directamente á lavo-
86 CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O IV.
(1) Nótese aquí, cuan sin razón pretenden algunos que (2) Asi concillamos las variantes accidentales y que solo
Santo Tomás no establece ni admite la premoción ó predeter- afectan á la letra, mas no al pensamiento, en las diversas edi-
minación; y más injustamente aún hay quienes le achacan ciones y códices.
cierta inesplicable y absurda conciliación de la libertad con (3) V. P. 1.* C. 19, a. 8 (T. 1." pág. 180) y sus notas; y
la necesidad. C. 22, a. 4 [Mi. pág. 208).
CUESTIÓN XI.
(1) Por cuanto usar propiamente de algo solo puede hacerlo (2) Verdadera y propiamente tal, ó aun simplemente y solo
el animal dotado do razón ; y no el irracional ni aun los fatuos ó según la aprensión ; como el avaro goza del dinero, en que
tontos, que tampoco saben á qué uso puede servir ó se destina cifra su último fin y con verdadera fruición, según advierte
cada cosa, según añade y prueba San Agusthi (¡№¡.) : así que Silvio.
aun el disfrutar solo les compete en cierto sentido lato y como (3) Propiamente dicha; pues la imperfecta ó estimativa
presuntivo, & nuestro modo do juzgar por analogía con lo quo bien puede recaer sobre otros finos ó cosas, aprendidas como
en nosotros mismos observamos. bienes aun particulares y ficticios.
90 CUESTIÓN X I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
(1) Y verdadero, que no puede ser otro que el mismo Dios testo, más bien que al último fin, parece referirse á un fin
•y su completa é inamisible posesión , según aquella tan sa- cualquiera y á su fruición ,en general, y con el solo objeto
bida y sentenciosa esclamacion de San Agustín (Cotifes. 1. 1, de distinguirla (gaudium rci) de la que no lo es con propiedad
c. 1) : « hicístenos, Señor, para t í ; y nuestro corazón siéntese gaudium spei); la aplicación al goce del fin último es bien ob-
» intranquilo, hasta tanto que en tí repose». via é intencionada.
(2) Si bien San Agustín, á juzgar por los adjuntos del con-
CUESTIÓN X I . — A R T Í C U L O IV. 91
CUESTIÓN XII.
De la intención.
á la intención el nombre de ojo metafó- 2.° L a intención mira al fin como tér-
ricamente , no porque pertenezca al co- mino final, según lo diebo (a. 1 , al 4.°);
nocimiento, sino porque lo presupone, en y el término implica el último fin : al
cuanto por él se propone á la voluntad el cual por l o tanto únicamente tiende la
fin, al cual esta tiende; al modo que con intención.
los ojos miramos de antemano el punto, 3.° L a fruición, lo mismo q u e . l a in-
á donde corporalmente debemos encami- tención, tiene por objeto el" último fin:
narnos. por consiguiente e s t a , como aquella, se
A l 2.° que la intención es llamada ordena siempre á solo él.
lumbre, por estar patente al que intenta. Por el contrario : el último fin de las
A s í también las obras se llaman tinie- voluntades bumanas es ú n i c o , la bien-
b l a s , porque el bombre sabe lo que in- aventuranza , conforme á lo dicho ( C . 1,
tenta , pero ignora las consecuencias de a. 7 ) . Si pues la intención se concretase
su acción, como lo espone (ibid.) el mis- esclusivamente al fin ú l t i m o , no habría
mo S a n Agustín. entre los hombres diversidad de inten-
A l 3.° que la voluntad ciertamente no ciones (como la-hay) ; y tal hipótesis es
ordena, pero sí tiende á algo según la (por lo mismo) notoriamente falsa.
ordenación de la razón. A s í la palabra Conclusión. Aunque siempre es algún
intención denota un acto de la voluntad, fin objeto de la intención, no siempre lo
presupuesta la intimación de la razón es precisamente el último fin.
disponiendo algo al fin. Responderemos q u e , s e g ú n queda di-
A l 4.° que la intención es acto de la cho ("a. . 1 ) , la intención se refiere al fin,
voluntad respecto del fin. M a s la volun- como á término del movimiento de la v o -
tad mira al fin de tres modos : 1.° en luntad. Sin embargo este término puede
absoluto, y así se dice voluntad ( 1 ) , en tomarse en dos sentidos : y a como el mis-
cuanto absolutamente queremos la salud mo término último, en el que se encuen-
ó cosa parecida; 2.° en el sentido de repo- tra el reposo definitivo y finaliza del todo
sar en el fin, lo cual es propio de la frui- el movimiento ; y a como algún medio,
ción; 3.° como término de algo ordenado que al propio tiempo es el principio de
al mismo fin, en cuyo último concepto es un movimiento parcial y fin ó termina-
la intención. Porque, cuando intentamos ción de otra parte del mismo movimiento
recobrar la salud, no se entiende úni- total : á la manera que en el trayecto
camente que la deseamos, sino que nos de A á C , pasando por B , C es el tér-
proponemos obtenerla por la interposi- mino final, y B es también un término,
ción de algún medio. por más que no sea el último : y la inten-
ción lo mismo puede dirigirse al uno que
al otro. P o r lo c u a l , aunque siempre hay
ARTÍCULO I I . — 1.a intención s e refiere un fin de la intención, no siempre ese fin
esclusivniucnto a l último fin? (2) es precisamente el último fin.
A l argumento 1.° diremos que «lainten-
1.° Parece que el último fin es el ob- » cion del corazón se dice clamor á D i o s » ,
j e t o esclusivo de la intención. L é e s e en no porque siempre es D i o s el objeto de
el libro de las Sentencias de Próspero ella, sino porque D i o s la conoce ; ó bien,
( S e n t . 1 0 0 ) : « L a intención del corazón porque cuando oramos, elevamos á D i o s
» e s una plegaria á D i o s » . D i o s es el ú l - nuestra intención, y entonces tiene esta
timo fin del corazón Humano. L u e g o la la eficacia de una invocación.
intención se dirige siempre al último fin. A l 2.° que el término importa razón de
último fin, mas no siempre del último de lo y a esplicado (a. 2 ) que el hombre
la totalidad, siéndolo á veces solo de una puede proponérselas simultáneamente;
parte de ella. toda v e z que es objeto de la intención, no
A l 3.° que en la idea de fruición se en- solo el fin último según lo dicho (ibid.),
traña efectivamente la de quietud, la cual sino también un fin intermedio: y m u y
se halla en el fin, entendiéndose esclusi- bien puede uno intentar á un tiempo un
vamente del fin último; no así empero la fin próximo y otro terminal, como la con-
de intención, que únicamente implica ten- fección del medicamento y el recobro de
dencia al fin, y no precisamente al repo- la salud. E n el segundo todavía puede
so. N o milita pues la misma razón. aspirar á dos fines á la v e z , como es o b -
v i o , suponiendo que prefiera el uno al
ARTÍCULO I I I . — P u e d e u n o Intentar otro, porque aquel es mejor. P e r o entre
dos cosas á l a v e z ? otras condiciones, que hacen mejor una
cosa que otra, una sola es la que sirve
l.° P a r e c e que no puede uno propo- para más usos: por cuya razón puede ele-
nerse al propio tiempo más de una cosa; girse la una con preferencia á la otra ; y
porque dice San A g u s t i n ( D e serm. D o - bajo este concepto el hombre manifiesta-
miui in m o n t e , 1. 2 , c. 1 4 , 1 6 , 17 y 2 2 ) lamente dirige su intención á vaj'ias co-
que «. no puede el hombre aspirar á un sas ó fines á un mismo tiempo.
»tiempo á D i o s y á la comodidad del A l argumento 1.° diremos, que San
» cuerpo». P o r la misma razón tampoco A g u s t i n quiere dar á entender que el
á otras dos cosas cualesquiera. hombre no puede proponerse á la v e z á
2.° L a intención implica movimiento Dios y el provecho temporal, como dos
de la voluntad hacia su término ; y no últimos fines; porque según lo demos-
pueden ser muchos los términos de un trado ( C . 1 , a. 5) no pueden admitirse
solo movimiento desde un mismo punto varios fines últimos de un solo y mismo
de partida: por consiguiente no puede la hombre.
voluntad intentar varias cosas simultá- A l 2.° que bien pueden existir varios
neamente. términos de un solo movimiento y de pro-
3.° L a intención presupone algún acto cedencia única, con tal que el uno se
de la razón ó entendimiento. M a s no su- ordene al otro; no así en el supuesto con-
cede entender más de una cosa en cada trario de no haber entre ellos alguna c o -
acto, según Aristóteles ( T o p i c . 1. 2, c. 4 , nexión. E s preciso no obstante reflexio-
in declaratione loci 3 3 ) . A s í pues del nar, que lo que no es único en sí mismo,
mismo modo tampoco intentar á u n tiem- puede considerarlo como tal la razón; y
po varias cosas. la intención es la moción de la voluntad
Por el contrario: el arte imita á la na- á algo preconcebido por la razón, según
turaleza.; y esta con un solo instrumento lo espuesto (a. 1 al 3.°) P o r lo mismo co-
se propone dos utilidades, como la lengua sas diversas en la realidad pueden con-
se destina al gusto y al lenguaje, según ceptuarse como término único de l a in-
se dice ( D e anima, 1. 3 y 1. 2 , t. 88). tención , en cuanto la mente las unifica;
L u e g o por idéntica razón el arte ó la ra- ó bien porque dos distintas cosas concur-
zón puede a l a v e z ordenar una sola cosa ren á la integridad de un solo t o d o , como
á dos fines ; y por lo tanto puede uno in- contribuyen á la salud el calor y el frió
tentar más de una cosa con un solo y convenientemente compensados en pro-
mismo acto. porcional medida; ó también por cuanto
Conclusión. La intención de la volun- las dos cosas se incluyen en un común
tad puede dirigirse á más de un objeto al concepto, susceptible de ser intentado,
mismo tiempo, como á un fin último y á cual es la adquisición del vino y de la
otro próximo, dando la preferencia á ropa, que van incluidas en el común in-
uno de ellos respecto del otro. tento del lucro: y por consiguiente nada
Responderemos, que dos cosas cuales- impide que el negociante en su mira única
quiera se pueden considerar ó como cor- de la especulación ó ganancia abarque
relacionadas entre s í , ó sin mutua corre- en su intención una y otra mercadería.
lación. E n el primer caso es evidente por A l 3.° que según lo dicho ( P . 1 . C . 8 5 ,
a
94 CUESTIÓN X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
a. 4) no es raro entender varias cosas á concerniente al fin por razón del mismo
la v e z , consideradas como una bajo algún fin.
aspecto (1). R e s p o n d e r e m o s , que la moción de la
voluntad hacia el fin y á lo que á este se
ARTÍCULO I V . — ¿ t a i n t e n c i ó n ciei o n e s refiere puede entenderse en dos senti-
el mismo idéntico acto de l a voluntad de lo d o s : 1.° en cuanto la voluntad se dirige
conducente al íin ? á uno y otro absolutamente y con inde-
pendencia mutua; y así considerados am-
l.° Parece que no son un mismo y solo bos movimientos de la voluntad, son dos
movimiento l a intención del fin y l a v o - distintos ; 2.° según que la voluntad tien-
luntad de lo que lleva al fin : porque de al medio conducente al fin por el mis-
dice San Agustín ( D e Trin. 1. 1 1 , c. 9) mo fin; y en tal concepto el movimiento
que « l a voluntad de ver la ventana tiene de la voluntad al medio conducente y al
» por fin la visión de ella, y otra es la vo- fin, á que conduce, es uno solo é idéntico.
» luntad de ver por la ventana á los tran- Cuando y o digo : « quiero el medicamen-
» seuntes». E s t o de querer ver por la » t o , para recobrar la salud » , no designo
ventana á los que pasan pertenece á la más que un solo acto de la voluntad;
intención; y el querer ver la ventana per- puesto que el fin es la razón de que quiera
tenece á la voluntad de lo que se refiere lo que al fin me lleva : y el mismo acto
al fin. L u e g o uno es el movimiento de la único recae sobre el objeto y sobre la ra-
voluntad constitutivo de la intención diri- zón del objeto, como es una sola la vi-
gida al fin, y otro distinto el del deseo sión del color y de la l u z , según y a que-
de lo que al fin se ordena. da dicho (C. 8 , a. 3, al 2.°). E s t o mismo
2.° L o s actos se distinguen según sus es igualmente aplicable al entendimiento:
objetos. E l fin y lo á él conducente son p o r q u e , considerando aisladamente el
objetos diversos : por consiguiente hay principio y la conclusión, se tienen dos
distinción entre los dos movimientos, de distintas consideraciones ; pero, si acepta
que se trata. la conclusión por su conexión con el prin-
cipio, ejerce en ello un solo acto.
3.° L a voluntad de lo conducente al
fin llámase elección, la cual no es la in- A l argumento 1.° diremos, que San
tención misma; y por lo tanto son dos Agustín habla de la visión de la ventana
actos distintos el de la intención del fin y de la de los transeúntes vistos mediante
y el de querer lo concerniente á él. - ella con absoluta independencia de uno
P o r el contrario: lo que concierne al y otro objeto en la intención de la v o -
fin es respecto de este, lo que el medio al luntad.
término. E n las cosas naturales un mismo A l 2.° que el fin, como un objeto de-
y solo movimiento pasa por el medio, para terminado, lo es de la voluntad distinto
llegar al término. A s í también pues en del otro objeto solo conducente al fin;
los actos de la voluntad es uno mismo el mas, en cuanto es aquel la razón de que-
movimiento intencional hacia el fin que el rer e s t e , se idenfitifican ambos en uno
de tránsito de la voluntad por el medio solo.
conducente al fin. A l 3.° que un movimiento único en el
Conclusión. [1] El movimiento de la sujeto.puede racionalmente diversificarse
voluntad, es doble según que se dirija al atendiendo á su principio y á su fin, como
fin ó al medio, considerados uno y otro el ascenso y el descenso, según se nota
en absoluto; pero [ 2 ] es único é idéntico ( P h y s . 1. 3 , t . 2 1 ) (2). A s í pues el movi-
en el sujeto, si la voluntad tiende á lo miento de la voluntad llevada á lo que
(1) V. gr. Existen tanto para el entendimiento como para la que suele acontecer sean muchos. — M. C. G.
voluntad tres objetos, la lengua, el gusto y la locución ó ha- (2) La intención se puede decir que desciende, en cuanto que,
bla : el entendimiento entiende sobre estos dos últimos, en considerado el fin, baja á apreciar las cosas que á él se refie-
cuanto forman una cosa sola con ta lengua ; mas la voluntad ren ; mas la elección puede decirse que sube, porque considera
no procede así, puesto que puede querer un solo órgano de esas mismas cosas dirigiéndose hacia el fin. O lo que es lo
la lengua por los otros dos, gusto y locución. Lo que es el fin mismo; la intención desciende, porque del principio baja á las
con respecto á las cosas operables, viene á ser como el prin- cosas que á él se ordenan ; mas la elección de la consideración
cipio de las especulativas. De aquí es que uno solo es el me- de ellas sube al fin, que es el principio del agente.
dio para entender sobre muchos objetos, mientras que en la M. C. G.
intención no es necesario que el tal medio sea único, sino es
CUESTIÓN X I I . — A R T Í C U L O S IV Y V . 95
concierne al fin, en cuanto se ordena al vido á este por otro agente, no solo los
fin, es la elección; y él que la lleva al brutos, sino Лип la naturaleza insensible
fin, en cuanto este se adquiere por los tiende á algún fin.
oportunos medios, es la intención : la Responderemos que según lo antes di
prueba está en que puede tenerse inten cho (a. 1) intentar es tender á otra cosa;
ción del fin, antes de haber determinado lo cual puede decirse del que mueve y de
por la elección los medios de obtenerlo. lo que es movido. Ahora bien : si se dice
tender á un fin aquello, que es movido por
ARTÍCULO V . — Hay intención e n ios otro hacia el tal fin; en este sentido la
brutos a n i m a l e s ? naturaleza tiende á su fin, como movida
por Dios hacia é l , al modo que la saeta
l.° Parece que los brutos animales in es lanzada por el arquero : y de esta ma
tentan un fin : porque la naturaleza en nera aun los brutos animales tienden á
los seres destituidos de conocimiento dista un fin, en cuanto son llevados á él por su
más de la racional, que la sensitiva de natural instinto. E l otro modo de diri
los animales brutos. E s así que la natu girse á un fin, peculiar del motor, es de
raleza aun en los seres no dotados de co cir, en cuanto ordena el movimiento de
nocimiento tiende á un fin, como se prue algo, sea de sí mismo ó de otro, al fin,
ba (Phys. 1. 2 , t. 87 y sig.). L u e g o mu compete única y privativamente á la ra
cho más se proponen un fin los brutos zón ;y en este concepto, que es el que lleva
animales. en sí la idea de intención propiamente di
l.° A s í como la intención tiene por ob cha (a. 1), no la tienen los animales irra
jeto el fin, igualmente la fruición: esta cionales.
conviene á los brutos ( C . 11, a. 2); luego A l argumento 1.° diremos, que en él
asimismo la intención. se toma la idea de intentar ó tender, en
3.° Proponerse un fin es propio del que el sentido de ser llevado á un fin.
obra por un fin, toda vez que intentar no A l 2.° que la fruición no implica orde
es otra cosa que tender á algo. L o s bru nación de algo á determinado objeto ó
tos animales obran por un fin ; pues el fin, que es lo que constituye la intención;
animal se mueve en busca del alimento ó y sí única y absolutamente el reposo en
cosa parecida : por consiguiente tienen el fin.
intención de algún fin. A l 3.° que los brutos animales son mo
Por el contrario : la intención de un vidos á un fin, no como quien considera
fin implica la ordenación del sujeto al fin; que pueden lograrlo mediante su movi
lo cual es peculiar de la razón. N o t e miento hacia é l , lo cual es propio del que
niendo razón los animales brutos, claro intenta; sino que en su avidez del fin son
es que no intentan fin alguno. como arrastrados hacia él por su instinto
Conclusión. [1] L os animales irracio natural, cual si fuese este un motor es
nales no se proponen un fin en el sentido traño, obrando de un modo análogo al
propio y principal de dirigir su acción ó del movimiento natural de los demás
movimiento ó el de otro al fin; si bien [2] seres.
entendiendo por intentar un fin ser mo
CUESTIÓN XIII.
Siguiendo nuestro plan, tócanos a h o r a e x a m i n a r los actos de la voluntad relacionados con los m e -
dios conducentes al fin. Dichos actos son t r e s : elegir, consentir y usar. A la elección precede la deli-
beración : t r a t a r e m o s pues 1." de la elección ; 2.° de la deliberación; 3.° del c o n s e n t i m i e n t o ; y 4.° del
uso (1). Acerca de la elección se p r e s e n t a n seis tesis, que resolveremos en otros tantos artículos, á
saber: 1.° De qué potencia es acto ¿ de la voluntad ó de la razón? 2.° Conviene á los animales brutos?
3.° Se l i m i t a á l o s medios conducentes al fin, ó h a y también alguna vez elección del fin? 4.° Concrétase
a l a s acciones ejecutadas por nosotros mismos? 5.° Recae únicamente sobre cosas posibles? 6.° Elige
el h o m b r e por necesidad, ó libremente ?
(1) Sobre el orden establecido en esta Cuest. 13 por el rada, y después de su causa : porque lo que ante todo debe
Doctor A. se suele preguntar : ¿ porqué trata primero de la saberse es si las cosas son ; y luego, cuáles son sus causas cs-
elección, y después del consejo; siendo así que este precede á la trínsecas. — M. C. G.
elección y es causa de ella? Sin embargo exige el orden de (2) A nuestro alcance ó arbitrio.
la doctrina que antes se hable de la elección en sí conside-
CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .
amor de D i o s , ese acto pertenece mate- pecto de otras cosas ( 1 ) ; y los animales
rialmente á la fortaleza, pero formalmente brutos prefieren unas cosas á otras, como
á la caridad. Y es evidente que la razón se ve en la oveja, que come una hierba,
precede en cierto modo á la voluntad y desechando la otra. Tienen pues elección
ordena su acción, puesto que esta tiende los irracionales.
á su objeto en virtud de la intimación de 2.° L é e s e ( E t h i c . 1. 6 , c. 12) : « propio
la razón, proponiendo la potencia apren- » es de la prudencia elegir con acierto lo
siva á la apetitiva su objeto. A s í pues el » concerniente al fin». L a prudencia existe
a c t o , por el que la voluntad se dirige á en los animales, como se asegura al princi-
algo, que se le propone como b u e n o , en pio de la Metafísica (c. 1) diciendo que son
virtud de que la razón se lo presenta or- «prudentes sin educación (2) los (ani-
denado al fin, es sí acto de la voluntad » males) que no pueden escuchar soni-
materialmente, pero formalmente lo es de » d o s , cuales son las abejas » : lo cual p a -
la razón. E n estos casos la sustancia del rece obvio aun al sentido común, con solo
acto se relaciona en lo material con el or- observar la prodigiosa sagacidad, que se
den impuesto por la potencia superior: y descubre en las obras de ciertos animales,
así es que la elección sustancialmente no tales como las abejas, arañas y perros.
es acto de la razón, y sí de la voluntad; E l perro, persiguiendo al ciervo, llega á
toda vez que se (consuma 6) perfecciona una encrucijada de tres caminos: esplora
en cierto movimiento del alma hacia el olfateando, si el ciervo tomó el primero 6
bien elegido. E s pues evidentemente acto el segundo ; y , convencido de que n o , y a
de la facultad apetitiva. no indaga si marchó por el tercero, en la
A l argumento 1.° diremos q u e , si bien seguridad de que tal dirección l l e v a , c o -
la elección importa en efecto cierta com- mo quien se vale de un silogismo dilemá-
paración previa, no por eso es esencial- t i c o , del que deduce que el ciervo no h a
mente la misma confrontación. podido menos de seguir la tercera ruta,
A l 2.° que la conclusión del silogismo, del hecho mismo de no haber tomado la
que se forma en los raciocinios prácticos, primera ni la segunda y no haber más de
pertenece á la razón, y se llama dictamen las tres. Parece por lo tanto que los ani-
ó juicio, al cual sigue la elección; por lo males brutos tienen elección.
que se v e que la conclusión misma perte- Por el contrario, dice San Gregorio
nece á la elección, como á una consecuen- Niseno ( ó N e m e s i o , D e nat. hom. c. 3 3 )
cia de ella. que « l o s niños y los irracionales obran
A l 3.° que se habla de ignorancia de » voluntariamente, mas no e l i g e n » . S e -
elección, no porque la elección misma sea gún esto no h a y elección por parte de los
una noción, sino porque se ignora qué es brutos animales.
lo que deba elegirse. Conclusión. No es admisible la elección
en los brutos animales.
ARTÍCULO I I . — T i e n e n elección los ani- Responderemos que, siendo la elección
m a l e s brutos ? una previa aceptación de alguna cosa res-
pecto de otra, necesariamente h a de re-
1.° Parece que conviene la elección á caer sobre varias elegibles, y por, consi-
los animales brutos: porque elección es el guiente no puede tener cabida en las que
«apetito de algunas cosas por razón de fin» y a están completamente (3) determina-
(Ethic. 1. 3 , c. 3 ) ; y los brutos animales das á una (prefijada). H a y por otra
apetecen algo con referencia al fin, pues parte diferencia entre el apetito sensitivo
obran por el fin y á impulsos del apetito. y la voluntad': porque, como consta (C. 1,
L u e g o h a y en ellos elección. a. 2 , al 3.°), el apetito sensitivo está de-
2.° E l nombre mismo de elección p a - terminado al objeto particular según el
rece significar la preferencia de algo res- orden de la naturaleza ; al paso que l a
. (1) Y así en efecto la defino San Juan Damasceno (De orth. citiarso con la previa determinación de la voluntad á cosa ú
fid.1. 2,c. 12). objeto fijo, y aun con la necesidad de obrar de un modo de-
(2) V. T. 1." pág-. 806, nota 1. terminado. Este pasaje con cien otros no menos espresos des-
(3) Jansenio (De graLia Salvaloris, 1. G, c. 24) pretendió con mienten bien terminantemente tan infundada y aun calum-
insensata jactancia, truncando y alterando sus palabras, atri- niosa imputación.
buirá Santo Tomás la opinión de que la elección puede con-
SUNA TEOLÓGICA..— TOMO II. •3
98 CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
voluntad, si bien lo está del mismo modo respectivo, como dice Aristóteles ( P h y s .
á un objeto común y bueno, no lo está 1. 2 , t. 4 9 ) . D e aquí los rasgos de saga-
con respecto á diversos bienes particula- cidad , que admiramos en las operaciones
res. P o r consiguiente á la voluntad com- de ciertos animales brutos, debidos á su
pete elegir, y no al apetito sensitivo, natural propensión á determinados proce-
único de que están dotados los irracio- dimientos perfectamente ordenados, como
nales, los que por lo mismo no tienen regidos por arte soberano. Y por esto
elección. mismo se dicen prudentes y sagaces cier-
A l argumento 1.° diremos, que no todo tos animales, y no porque h a y a en ellos
apetito de una cosa con relación al fin se razón ni elección alguna : de lo que es
llama elección, sino el que va acompa- una prueba concluyente la uniformidad,
ñado de cierto discernimiento entre uno con que obran todos los de una misma
y otro objeto; lo cual no puede tener lu- especie ( 2 ) .
gar sino cuando el apetito puede ser lle-
vado á más de una cosa. ARTÍCULO I I I . — ¿i-a ©lección versa
A l 2.° que el animal bruto admite una únicamente sobre los medios c o n c e r n i e n t e s
cosa con preferencia á o t r a , porque su al U n , ó sobre e l mismo fin también a l g u n a
apetito está y a naturalmente determinado veas» (3)
á la que prefiere : así se observa que, tan
luego como por los sentidos ó por la ima- 1.° Parece que la elección no se limita
ginación se le representa alguna cosa, á á los medios conducentes al fin : porque
la que naturalmente propende su apetito; Aristóteles dice ( Ethic. 1. 6 , c. 12 ) que
muévese hacia ella sin elección, como » la elección acertada la hace la virtud;
sin elección se eleva y no desciende la » mas todo cuanto haya de hacerse por
llama ( 1 ) . » causa de ella, no pertenece á la virtud,
A l 3.° que « e l movimiento ( P h y s . 1. 3 , » sino á otra potencia. Aquello, por cuya
» t. 16 y s i g . ) es el acto del móvil impe- causa se hace algo, es el fin. L a elección
lí) lido por el motor » , por lo que en el m o - pues recae sobre el fin.
vimiento del móvil se v e la eficacia del 2.° L a elección envuelve en sí la pre-
movente : así que en todo lo que es m o - ferente aceptación de una cosa respecto
vido por la razón se deja ver el orden de de otra ; y esa preaceptacion lo mismo
la razón motriz, aun cuando las cosas puede aplicarse á un fin entre varios fines,
movidas por la razón carezcan de ella. que á los diversos medios oportunos : por
L a flecha, por ejemplo, lanzada por el consecuencia del mismo modo que de es-
flechero va derecha al blanco, cual si ella tos cabe elección del fin.
misma tuviera en sí la razón que la dirige; Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
y lo propio es de observar en los relojes 1. 3 , c. 2 ) que « l a voluntad tiene por
y demás productos artísticos del humano » objeto el fin, mas la elección los medios
ingenio. A s í pues como los objetos artifi- » conducentes á él » .
ciales se atribuyen al arte humano, de un Conclusión. El fin, como tal fin, no
modo análogo los naturales se miran t o - es objeto de elección.
dos como efectos del arte divino ; por lo R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
que lo mismo en los movimientos natura- (a. 1, al 2.° ) la elección es resultado de un
les que en los artísticos brilla el orden dictamen ó juicio, á manera de conclusión
(l) No se concibe bien, cómo el apetito sensitivo sea do siempre indeterminado, á no ser hacia el ente en común ; em-
terminado soloinente á una cosa ; puesto que, ó esta es una en pero el apetito sensitivo, aunque según el mismo soa determi-
número, ó una en especie : es falso que sea una en número ; por- nado, no á un particular sensible, sino á un género de cosas
que entonces no resultarla más que una cosa sola, á la que sensibles (lo visible v. gr.J ; sin embargo el sentir nunca
se pudiera-dirigir el apetito dicho; lo cual es contrario a l a puede ser, según el ejercicio del acto, un objeto en común ;
espcriencia : mas, si la tal cosa es una en especie, entonces ten- ¿Quién siente, ni ve (v. gr.J lo colorado en común'í De aquí
dremos individuos particulares, contenidos bajo la especie, en el no haber elección en el apetito sensitivo. — M. C. G.
los cuales podrá el apetito sensitivo ejercer la elección. ¿Cómo (2) Del mismo modo y por los mismos procedimientos cons-
se salva pues la razón del A. Doctor? Fácilmente : y deci- truyen hoy sus nidos las golondrinas y los castores sus admi
mos fácilmente, porque la determinación de una potencia puede rabies viviendas, que lo hacían los primeros castores y go-
considerarse de dos modos ; 1.° según ella misma es, y entón- londrinas creados inmediatamente por Dios en el -principio de
- ees dice relación al objeto; 2.° según el ejercicio del acto, y en- sus obras.
tonces es el acto el que hace relación al objeto. Si al enten-
(3) Entiéndase que lacuestion, que aquí se niega, es acerca
dimiento lo miramos bajo ambos puntos de vista, lo veremos
del lin último. — M. C. O.
CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 99
de un silogismo práctico : y por lo tanto lamente sobre los actos humanos: porque
es objeto de elección lo que se halla en el la elección tiene por objeto los medios
caso análogo al de la conclusión en el si- concernientes al fin, y « estos no solo son
logismo aplicado á lo operable. P e r o el ce actos, sino también los órganos » ( P h y s .
fin en l a práctica ocupa el lugar del prin- 1. 2 , t. 84 y sig.) : luego no son los actos
cipio y no el de la conclusión, como afir- humanos el objeto esclusivo de la elec-
ma Aristóteles ( P h y s . 1. 2 , t. 89) : y de ción.
consiguiente el fin en concepto de fin no 2.° L a acción se distingue de la con-
cae bajo elección. Otra cosa es q u e , así templación ; y la elección tiene también
como en lo especulativo nada impide que lugar respecto de la contemplación, en el
el principio de una demostración ó de hecho de preferirse una opinión á otra : de
una teoría, sea conclusión de otra ; por donde se deduce que puede haber elección
más que el primer principio (1) indemos- de a l g o , que no sea un acto humano.
trable nunca puede s e r conclusión de al- 3.° Elígense para cargos seculares y
guna ciencia ó demostración ; del mismo eclesiásticos hombres, sobre los cuales
modo lo que es como fin de una opera- ninguna acción ejercen los que los eligen.
ción, á veces se ordena á su v e z á otro H a y pues elecciones, que no recaen s o -
objeto como á fin, y en este caso bien bre actos humanos.
puede ser objeto de elección : á l a ma- Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
nera que en la operación del médico la 1. 3 , c. 2 ) que « nadie e l i g e , sino lo que
curación tiene el carácter de fin, y bajo » piensa es ejecutado por él mismo » .
este concepto no cabe elección por parte Conclusión. La elección siempre se re-
del facultativo, toda vez que se toma y a fiere de algún modo á actos humanos.
como principio (2). M a s , como la salud Responderemos q u e , así como la in-
del cuerpo se ordena al bien del alma ; el tención se dirige al fin, así la elección re-
médico espiritual, encargado de la salud cae sobre los medios oportunos. E l fin ó
del alma, puede elegir entre la corporal es un a c t o , ó es una cosa. E n el caso de
y la enfermedad, conforme á aquello del ser alguna cosa, necesariamente habrá de
Apóstol ( I I Cor. 12,10): Porque, cuando intervenir alguna acción humana (4), y a
estoy enfermo (3), entonces soy fuerte. formando ó confeccionando el hombre la
Pero el último fin de ningún modo puede tal cosa constitutiva del fin, como el mé-
ser objeto de elección. dico da la salud, que es el fin, por lo cual
A l argumento 1.° diremos, que los fines se dice que el fin del médico es restaurar
propios de las virtudes se ordenan á la la salud ; y a en cuanto el hombre usa
bienaventuranza como á último fin ; y en ó (o) disfruta de la cosa, en que consiste
este sentido cabe elección entre ellas. el fin, como para el avaro el fin es el di-
A l 2° que según lo dicho ( C . 1, a. 5) nero ó su posesión. L o propio debe d e -
no hay más que un solo último fin : y por cirse de lo concerniente al fin, lo cual asi-
consiguiente, do quiera concurran varios mismo es necesariamente acto ó cosa, me-
fines, puede haber elección entre ellos, en diando siempre algún a c t o , por el que lo
cuanto todos digan relación á ese (único) hace el hombre ó usa de ello. A s í que en
fin último. todo caso (ó hipótesi) la elección tiene
siempre por objeto los actos humanos.
ARTÍCULO I V . — ¿ l a elección recae úni- A l argumento 1.° diremos, que los ór-
camente sobre lo q u e linccmosl'por nosotros ganos sé ordenan al fin, en cuanto el hom-
mismos ? bre se vale de ellos por razón del fin.
A l 2.° que en la contemplación misma
l.° Parece que la elección no versa so- hay algún acto intelectual de asentimiento
(1) El 1.° en absoluto, evidcnlo en sí mismo como axiomá- Crisóstomo lo interpretan de las tribulaciones y padecimien-
tico y fundamental; no el 1 . que sirve de base á una teoría ó
u
tos, que le ocasionaban su celo y fatigas por la propagación
ramo especial de alguna ciencia, y que puede ser demostrado del Evangelio.
por otro más radical y evidente, baso do la ciencia misma ó do (4) Mediante-la cual se realice ú obtenga.
otra superior y más universal. (5) Más bien que usa; pues el uso propiamente so hace de
(2) La curación misma, ñn intentado por el médico y al lo que se refiere á otra cosa como á su fin, en cuya tranquila
que dirige ó subordina su plan y procedimientos facultativos. posesión se cifra realmente la verdadera fruición del mismo.
(3) Así traduce el P. Scio, aunque Teodoroto y San Juan
100 CUESTIÓN XIII. — ARTÍCULOS IV Y V.
(1) De aquí la distinción entre la vida activa y la contem- romana antigua (no ya la áurea), que con el códice de Alca-
plativa. ñiz dice solo : « la razón de elegir algo es porque conduce al
(2) Algunos han querido deducir de esta doctrina que en fin », ex hoc (palabra que Drioux omite en su nota sin duda
dichas elecciones cada uno de los electores no elige, sino que por descuido involuntario) qubd duclt ad finem, suprimiendo
nombra al que ha de ser elegido. Pero esto no es cierto; pues las palabras intermedias. Claro es que se habla de algún me-
que la elección, acto interior de la voluntad, es en tales casos dio próximo ó remoto, conducente al fin, pero distinto de
la que versa sobre el nombramiento de estas ó las otras per- este, cuya consecución en sí misma no puedo ser objeto do
sonas para una dignidad. La elección pertenece á todas las elección.
cosas, que caen bajo la potestad del elector, sea este un in- (4) Con movimiento físico y real, dirigiendo su acción á
dividuo ó un colegio. El decir elijo á tal persona es lo mismo conseguirlo ó practicarlo; sí empero con cierta moción inter-
que si se dijese elijo dar tal derecho, etc., que es de mi potes- na, aunque imperfecta, como de aspiración ó d c B é o de ello,
tad. Y en este sentido debe entenderse la respuesta del Santo si posible fuera, según indica el mismo Aristóteles (Eth.
Doctor. — M. C. G. 1. 3, c. 4).
(3) Así la generalidad de las ediciones, á escepcion de la
CUESTIÓN XIII. — A R T Í C U L O S V Y V I . 101
hay voluntad completa sino de lo posible, sas : parece por lo tanto que la elección
que es bueno para el que-lo quiere; al subsiguiente se hace por necesidad.
paso que es incompleta la que versa so- 3.° Suponiendo dos cosas enteramente
bre lo imposible, y que algunos llaman iguales ( 5 ) , el hombre no se inclina más
veleidad (velleitas), por cuanto alguien á la una que á la otra; al modo que un
lo querría ( 1 ) , si posible fuera. Mas la hambriento, á la vista de dos manjares
elección denota un acto de la voluntad, y a igualmente apetitosos y á igual distancia,
determinado á aquello, que ha de ejecu- no propende al uno más que al otro, como
tar : y por lo tanto de ninguñ*modo puede observa P l a t ó n , asignando una razón de
recaer sino sobre cosas posibles (2). la permanencia de la tierra en el cen-
A l 2.° q u e , siendo el objeto de la vo- tro ( 6 ) , y según se dice ( D e cosió, 1. 2,.
luntad el bien aprendido ( 3 ) , se ha de test. 75 y 90) (7). M u c h o menos puede
juzgar de él tal como se halla en la apren- elegirse lo que se considera como menos,
sión : y, así como la voluntad se propone postergando lo que se tiene en más. L u e g o
á veces lo que estima bueno, no lo siendo entre dos, tres ó más objetos, de los que
en realidad; del mismo modo la elección uno aparece mayor (8) que los otros, es
recae alguna vez sobre cosa posible ajui- imposible elegir otro que ese. L u e g o ese
cio del que elige, y que sin embargo no es elegido por necesidad. P o r lo tanto
lo es para él. toda elección se hace por necesidad, pues-
A l 3.° que eso se dice en el sentido de to que siempre recae sobre lo que de al-
que no incumbe al subdito (indagar ni) gún modo se presenta como lo mejor.
decidir por sí sobre la posibilidad de lo Por el contrario : la elección es* acto de
que se le intima, sometiéndose en todo al potencia racional, que puede funcionar
dictamen del superior. (indiferentemente) sobre (cualquiera de
dos) cosas opuestas, según Aristóteles
ARTÍCULO V I . — Elige ei hombro por ( M e t . 1. 9 , t. 3 ) .
n e c e s i d a d , ó libremente? (4) Conclusión. El hombre elige libremen-
te, y no por necesidad.
1.° Parece que el hombre elige por ne- Responderemos, que el hombre no elige
cesidad : porque el fin respecto á lo elegi- por necesidad (9) ; y esto, porque lo que
ble se halla en la misma relación que los es posible que no sea, no es necesario que
principios con las consecuencias de ellos sea. Ahora bien : la posibilidad de ele-
deducidas, como es notorio (Eth. 1.7, c. 8). gir ó no elegir se .evidencia por la doble
Las conclusiones necesariamente se deri- potestad del hombre, el cual puede que-
van de los principios : por consiguiente rer ó no querer, obrar ó n o ; y puede ade-
uno es movido á elegir por necesidad en mas querer esto ó aquello, como se des-
razón del fin. prende de la naturaleza misma de su ra-
2.° S e g ú n lo espuesto (a. 1) la elección zón. Porque la voluntad puede dirigirse
es resultado de un juicio de la razón so- á todo aquello, que la razón puede conce-
bre lo que ha de hacerse; y la razón juzga bir como bueno, esto e s , no solo lo que
inevitablemente acerca de algunas cosas constituye el querer ó el obrar, sino tam-
por la fuerza incontrastable de las premi- bién el no querer y no obrar. P o r otra
(1) Tal es la voluntad antecedente, con la que Dios quiere la (4) Reléase la Cuestión 83 de la P. i . ' y en especial su»
salvación de todos los hombres, prescindiendo del insuperable argumentos 1.° y 4.° (T. 1." pág. 668 y 672).
obstáculo, que á esa voluntad no absoluta ni decisiva opone el (5) En su condición y modo de ser, ó situa'das á igual dis-
libre albedrío de algunos, que abusan de él contrariándola é tancia é igualmente accesibles, según se colige del contesto
imposibilitando ó frustrando su ejecución. V. T. 1.°, pág. 177, subsiguiente.
n. 4 ; y pág. 185, n. 3, á su fin. (6) Del mundo ó del sistema planetario, ó más bien, del
(2) Se tendrá en cuenta que por voluntad completa se en- solar.
tiende la que se dirige á una cosa factible ; y por incompleta la (7) No se menciona allí nominalmente á Platón, indicán-
que tiende hacia un objeto irrealizable. Lo cual se hace notar, dose únicamente que consta en su Timéo (t. 75); y más es-
para que no pueda creer alguno que la voluntad , que aquí presamente esta tomado de Anaximandro (t. 00 y 93).
se dice incompleta, lo sea tal por faltarle algo de delibera- (8) Ó mejor.
ción, y por tanto no ser capaz de mérito ó de culpa; pues (9) Hé aquí otro pasaje terminante contra la pérfida impu-
darse puede una voluntad incompleta, y sin embargo ser tación do Jansenio á Santo Tomás, quien llega á calificar da
acreedor á culpa; como si v. gi\ uno desease destruir el reino errónea y aun de herética la doctrina contraria á la que aquí
de Dios, etc. — M. C. G. sienta. Véase nota 3, pág, 97.
(3) Sea real y formal ó solo aparente y presupositivo.
102 CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O V I .
parte en todos los bienes particulares se dolo aquella (2). D e un modo análogo
puede notar la razón de algo bueno y la tampoco puede concluirse la necesidad de
falta de algo bueno, en la que se entraña elección en el hombre respecto de los me-
cierta razón de (algo) m a l o ; y bajo este dios, porque el fin le atraiga irresistible-
doble aspecto puede la razón estimar cada mente; puesto que no todo lo concer-
uno de estos bienes como elegible ó como niente al fin es tal, que no pueda obte-
desechable. Solo el bien perfecto, la bea- nerse este sin aquello; ó, en caso de serlo,
titud, no puede ser aprendido por la ra- no siempre se considera así.
zón bajo concepto alguno de mal ni de A l 2.° que* la decisión ó dictamen de la
carencia de b i e n ; y por eso mismo el razón acerca de "lo que ha de hacerse
hombre quiere necesariamente la beati- versa sobre cosas contingentes, que nos
t u d , sin que esté en su arbitrio querer no son practicables; en las que las conclu-
ser bienaventurado ó ser desventurado. siones no se siguen de principios necesa-
M a s , demostrado y a (a. 3) que la elec- rios con absoluta necesidad, sino solo ne-
ción no recae sobre el fin, y sí sobre lo cesarios en determinadas condiciones, t a -
concerniente al fin (1); lo está ya asimis- les como la de que el que corre no puede
mo que no versa sobre el bien perfecto, menos de moverse.
que es la beatitud, sino sobre otros bienes A l 3.° que nada obsta q u e , al propo-
particulares : y por consiguiente que el nerse dos cosas iguales bajo un solo y
hombre no elige necesaria sino libremente. mismo aspecto, se pueda considerar en
A l argumento 1.° diremos, que no siem- una de ellas alguna condición, según la
pre la conclusión se deduce necesaria- cual prevalezca, y haga así que la volun-
m e n t e de los principios; sí solo, cuando tad se decida por ella con preferencia á
no pueden ser estos verdaderos, no sién- la otra (3).
(1) En esto se manifiesta la diferencia, que existe entre la que fuese necesario, todavía falta, para que se produzca tal
voluntad y la elección; la voluntad siempre es libre en cuanto al necesidad en la volición, el que aparezca así de hecho, y en
ejercicio ; mas no siempre lo es en cuanto á la especificación, fin el que, así apareciendo, sea juzgado de igual manera.
como cuando se la propone un bien, que lo es tal bajo todos M. C. G.
conceptos (sub omni ratione boni). No sucede lo mismo con la (3) No se olvide en este logar la doctrina general de los
elección ; pues ella nunca deja de ser libre, en cuanto al ejer- teólogos, que sostienen poderla voluntad elegir de estos dos
cicio y en cuanto á la especificación: y esto, por no versarse, medios, más ó menos idóneos, el que lo es menos, abando-
como dice el Santo, acerca del fin, sino solamente de los me- nando el más idóneo. Y la razón es ; porque la voluntad goza
dios. — M. C. G. de libre albedrío, y el medio más idóneo no es necesario, ni
(2) Supongamos que una proposición tiene las premisas induce tal necesidad. Ahora, si se trata de que la oleccion sea
ó antecedentes claros y evidentes en sí mismos : ¿qué necesidad recta y honesta, debe elegirse el medio más idóneo, para que
habrá de querer la conclusión ó consiguiente? Ninguna : lo no resulte imprudente. — M. C. G.
uno, por la misma razón ; y lo otro, porque, aun suponiendo
CUESTIÓN XIY.
Pasemos á t r a t a r del consejo, y resolveremos estos seis p u n t o s : 1." Es u n a investigación ? - 2 . " Versa
acerca del fin? ó se limita íilos medios á él c o n d u c e n t e s ? - 3." Recae únicamente sobre lo rjue nos-
otros hacemos? —d.° Afecta ;'i todo lo que e j e c u t a m o s ? - o . ° Procede en orden resolutorio? — 6.° Su
procedimiento se proroga al infinito ?
( ) Indagación ó examen do la razón, para deliberar acerca (2) Se llama cornejo según doctrina común de los teólogos,
de la bondad ó malicia de un objeto ó de un acto, antes de de- el acto interno, por el cual se inquieren los medios más aptos
cidiese á obrar por medio de la elección, que lo señala ya á la para conseguir el fin. Dicho acto pues, aunque es clicüo por
voluntad como bueno ó malo, practicable ó evitable, intimán- parte del entendimiento, se le considera generalmente como
dola ó ilustrándola en su operación. Así la palabra consejo en efecto delfín, en razón á que es imperado por la eficaz intoncion
toda esta cuestión se presta, aunque con variedad accidentad de la voluntad. —• M. C. G.
á traducirse ya investigación ó consulta, ya deliberación ó (3) En sí mismas ó para el que consulta ó investiga, ó que
como discusión, ya dictamen ó fallo racional y como especu- al menos se proponen como dudosas, para cerciorarse ó ase-
lativo , ya en fin intimación ó decisión definitiva, que muevo gurarse, bien de la verdad, asesorándose por el consejo.
á la voluntad á querer ú obrar.
104 CUESTIÓN X I V . — ARTÍCULOS I Y I I .
(1) En algunas ediciones en lugar de eliam se ve est (y es (3) a Ó apetito intelectivo», añade, según ya antes, de
como el motivo), ahora queda anotado.
(2) .Nícolai propone consiliandum (consultar) por comllium, (4) Con este cambio ó como juego de las palabras del Fi-
que vemos en todas las edicionesi Parece aclarar así algo el lósofo.
pensamiento ; mas no juzgamos esto bastante, para apartarnos (5) Propiamente tales, ó que se hacen con deliberación.
de la redacción común y constante del testoi
CUESTIÓN XIV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 105
acerca del fin, sino de lo que á él con- para conocer algo cierto en cosas parti-
cierne. culares contingentes, deben tenerse en
A l 2.° que se toma consejo acerca de cuenta muchas condiciones ó circunstan-
las operaciones, en cuanto se ordenan á cias, que no es fácil abarque todas uno
algún fin : y por consecuencia, si alguna solo; mientras que entre muchos se com-
operación humana es (ella misma) el fin, prenden con más acierto, observando uno
no hay consejo sobre ella en tal concepto. lo que á otro no se le ocurre. E n las co-
sas necesarias y universales el examen es
A R T Í C U L O I I I . — ¿ E I consejo versa más absoluto y sencillo, y por lo mismo
ú n i c a m e n t e sobre lo que nosotros ejecuta- más accesible á la suficiencia de uno solo.
m o s ? (1) H é aquí porqué la investigación del con-
sejo se refiere propiamente á lo singular
1.° Parece que el consejo no recae so- contingente : y , si bien en cosas de tal
lamente sobre nuestras operaciones : por- índole el conocimiento de la verdad no
que el consejo implica cierta conferencia; ofrece en sí tan grande aliciente al ape-
y esta, puede hacerse entre muchos aun t i t o , como el de las universales y nece-
sobre cosas invariables, que no ejecuta- sarias ; se apetece sí como útil á la ope-
mos nosotros, cuales son las naturalezas ración, puesto que las acciones se ejercen
de las cosas. N o versa pues únicamente sobre cosas contingentes singulares. D e -
sobre nuestras operaciones. bemos por lo tanto concluir que el conse-
2.° L o s hombres suelen pedir consejos jo versa propiamente sobre nuestras pro-
sobre disposiciones establecidas por la pias operaciones.
l e y , de donde viene el nombre de juris- A l argumento 1.° diremos, que consejo
consultos ; y sin embargo no corresponde implica conferencia, no cualquiera, sino
á ellos el hacer leyes. H é aquí otra prue- de lo que ha de hacerse, por las razones
ba de que el consejo no se limita á lo que y a espuestas.
nosotros hacemos. A l 2.° que lo establecido y a por la l e y ,
3.° D í c e s e que hay quienes consultan aunque no dependa ó proceda de opera-
sobre sucesos futuros ( 2 ) , que no de- ción alguna del que busca consejo, sírvele
penden de nuestra potestad : según lo de norma directiva para obrar ; como que
cual puede darse consejo sobre cosas, que uno de los móviles de operación suele ser
no son nuestros actos. un mandato de la l e y .
4.° Si nuestros actos fuesen el único A l 3.° que no recae el consejo sola-
asunto del consejo, nadie lo pediría sobre mente sobre lo que se h a c e , sino también
lo que ha de hacer otro: y esto no es así; sobre lo que se ordena á las operaciones;
por consiguiente no son solo nuestras por cuya razón suelen hacerse consultas
operaciones objeto de consejo. acerca de acontecimientos venideros, con
Por el contrario, dice S. Gregorio N i - la mira de utilizar su noticia para obrar
seno ( ó N e m e s i o , D e nat. hom. c. 3 4 ) : ó evitar algo.
« Consultamos acerca de lo que está ( 3 ) A l 4.° que pedimos consejo sobre ac-
» en nosotros y puede ser hecho por nos- ciones de otros, considerándolos como
otros ». identificados con nosotros, y a por la inti-
Conclusión. El consejo propiamente midad del recíproco afecto, como el
dicho versa únicamente sobre lo que nos- amigo mira con igual soheitud las cosas
otros mismos hemos de hacer con refe- de su amigo que las propias s u y a s ; y a
rencia al fin. como quien se vale de ellos á manera de
Responderemos, que la palabra con- instrumento : porque el agente principal
sejo importa propiamente la idea de y el instrumental vienen á ser como una
(consulta ó) conferencia entre varios ; sola y misma causa, obrando el uno por
pues denota como junta ó sesión (consi- medio del otro ; y así el amo consulta
dium), en la que muchos toman asiento, sobre lo que haya de hacer su criado.
para conferenciar. E s muy de notar que,
(1) 0 que podemos ejecutar, ó al menos se relaciona con termométricas y marítimas, etc. V. n. 5, pág. 905, T. l.°
nuestra operación. (3) Qua sunt in nobis ¡ algunos leen fiunt (que pasan ó suce-
(2) Como sobre las variaciones atmosféricas, higrométricas, den) por sunt.
106 CUESTIÓN XIV. — A R T Í C U L O S IV V V.
(i) No porque de hecho puedan jamás reducirse á acto to- pues de la cual no puedan existir aún otra y otras en número
das ellas ¡ sino en cuanto siempre podrían realizarse ó existir indefinido é interminable siempre.
otras nuevas, sin poderse llegar al caso de una última, des-
CUESTIÓN XY.
Del consentimiento (i), que es acto de la voluntad, en relación con los medios
concernientes al fin.
(1) Seg-un la doctrina sentada en el art. 3.° siguiente, y co- criterio poco premeditado y nada aceptable inducen las edi-
mún de los teólogos, se entiende por consentimiento el acto ciones romanas antiguas y áurea, ingiriendo después de simí-
de la voluntad, por el que se aprueban y aceptan los medios, litudinem é interpuesta la coma estas palabras deductivas hinc
propuestos por el entendimiento, para conseguir el fin. est qubd, que en su caso estarían menos mal interpoladas antes
M. C. G. de la preposición secundum : y de ello es una prueba harto
(2) Pero que se suponen formadas ya antes en presencia de concluyente á nuestro parecer la fuerza intenctonalmente en-
sus objetos ó de otros semejantes á ellos. fática de la palabra ipsam unida á rem y esclusiva de su re-
(3) Similiíudinem : la edición de Colonia pone conjunctionem presentación, como si dijera rem in seipsa secundum se.
(en virtud de alguna conexión ó analogía). La locución ad- (4) De donde Silvio deduce esta definición del consenti-
verbial secundum quamdam similiíudinem debe interpretarse miento : « la aplicación del movimiento apetitivo á la deter-
adjunta al verbo aectpit (recibe), según advierten y demues- » minacion del consejo », literalmente idéntica á la del mismo
tran Conrado y Silvio con el P. Nicolai; y de ningún modo Santo Tomás en el a. 3,
afectando á la prótasis ó primera parte del período, como con
110 CUESTIÓN XV. — ARTÍCULOS 1 Y II.
(1) Y no á su semejanza ó representación , según lo razo- (2) Deliberación ó consejo previo y conduconle al fallo ó
nadamente espucsto en la nota 3 , pág. 100. dictamen resultante y como decisivo.
CUESTIÓN XV.—ARTÍCULOS II Y I I I . 111
AI 3.° que los hombres, que obran se- tito del mismo, luego el consejo acerca
gún la pasión, pueden obrar en contra de de los medios, y por último el deseo ó
ella; no así los brutos animales : por lo apetito de estos. Pero el apetito tiende
que no hay paridad. naturalmente al fin último; por cuya ra-
zón la aplicación del movimiento apeti-
ARTÍCULO I I I . — ¿ e i consentimiento tivo al fin aprendido no tiene carácter de
tlonc por objeto e l Un, ó los medios u é l condu- consentimiento, sino de simple voluntad;
centes ? al paso que los medios conducentes al fin
en concepto de tales son objeto del con-
l.° Parece que el consentimiento recae sejo, y puede consiguientemente recaer
sobre el fin; pues «aquello, por lo que sobre ellos el consentimiento, puesto que
» cada cosa es, es más principalmente (1)». la moción del apetito se aplica á lo que
Es así que por el fin consentimos en lo en el consejo ha resultado decidido. Mas
concerniente á él. Luego con mayor razón la moción apetitiva al fin no se aplica al
se diría que consentimos en el fin. consejo, y sí más bien el consejo recae
2.° L a acción del hombre desordenado sobre ella : toda vez que el consejo pre-
es su fin, como lo es asimismo la del vir- supone el apetito del fin; mientras que el
tuoso. E l primero consiente en su propio apetito de los medios presupone la decisión
acto; y por lo mismo el consentimiento ó fallo del consejo. Así la aplicación del
puede referirse inmediatamente al fin. movimiento apetitivo á esta determina-
3.° E l apetito de lo que alfinse ordena ción del consejo ( 4 ) es precisamente el
es la elección, según se ha dicho (C. 13, consentimiento propiamente dicho : y, no
a. 3 ) . Si pues el consentimiento se con- habiendo consejo sino acerca de los me-
cretase esclusivamente á lo que alfinse dios conducentes al fin, estos mismos y
refiere, en nada parecería diferir de la solo ellos son el objeto propio del consen-
elección: esto es falso en doctrina de San timiento.
Juan Damasceno, quien dice (De orth. A l argumento 1.° diremos que, así como
fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que «después de la afec- sabemos las conclusiones por medio de los
»cion (2) (á la que habia llamado sen- principios, sin que de estos tengamos cien-
» tencia) se hace la elección ». No es por cia, y sí inteligencia, que es más (íntimo
consiguiente único objeto del consenti- conocimiento); así también consentimos
miento lo concerniente al fin. en los medios por razón del fin, sobre el
Por el contrario, el mismo Damasceno cual sin embargo no recae el consenti-
dice (ibid.) que « el sentido ó sentencia miento , .pero sí la voluntad , que es
B tiene lugar, cuando el hombre dispone más (5).
B y ama lo que por el consejo ha sido A l 2.° que el desarreglado mira como
B juzgado B. E l consejo se contrae á solo fin la delectación del acto (6), por la
lo conducente al fin : é igualmente por lo que consiente en su ejecución, más bien
tanto el consentimiento. que en la operación (7) misma.
Conclusión. El consentimiento, pro- A l 3.° que la elección añade al consen-
piamente hablando, versa únicamente so- timiento cierta relación respecto de aque-
bre los medios conducentes al fin. llo , á que otra cosa es preferida; y así
Responderemos, que el consentimiento después del consentimiento aún queda la
importa aplicación del movimiento apeti- elección : porque puede suceder que me-
tivo á algo, que preexiste en poder del diante el consejo se hallen varios medios
que la hace. E n el orden de las operacio- conducentes alfin,de los que en uno cual-
nes lo primero que debe considerarse es quiera se consiente, porque agrada mas;
la aprensión del fin (3), después el ape- y, en caso de ser todos agradables, se da á
(II V. la nota 1, pág. 140, del T. 1." cion de la voluntad á enderezarse á él.
(2) A[j'eclloncm (impresión) on la mayor parto do las edicio- (4) V. la nota 4, pág. 109.
nes, siguiendo á la antigua de Padua (109S) y en conformidad (5) Más enérgica potencia, ó más comprensiva y general,
con la letra del Damasceno. La de Padua de 1712 pone aff'ec- (ö) Operis comunmente ; pero el códice de Alcañiz dice ope-
tationem (más espresiva, pero menos verosímilmente genuina) Talionis.
y con ella García y Nicolai. La antigua de Roma con el códice (7) Las ediciones romanas, de Nicolai y la de Pádua anotan
de Alcañiz disputaliontim (discusión ó deliberación). aquí al. deleclutionem.
(3) No por el simple conocimiento, sino por la determina-
112 CUESTIÓN XV. — A R T Í C U L O S IV Y V.
uno de ellos la preferencia por la elección. razón superior la única que presta el con-
M a s , si se halla uno solo que nos agrade, sentimiento al acto.
entonces el consentimiento y la elección Por el contrario, el mismo San A g u s -
vienen á identificarse en realidad, distin- tín (Ibid. 1. 12, c. 12) dice : « N o puede
guiéndose tan solo mentalmente (ratio- » decidirse en la mente la eficaz ejecución
ne); llamándose consentimiento bajo el » del pecado, sin que se subyugue y ponga
aspecto de su aliciente á obrar, y elec- » al servicio de la mala acción aquella in-
ción en cuanto se prefiere lo que agra- »tención del alma, de cuyo supremo ar-
da (1) á lo que no. »bitrio pende el mover los miembros á
» obrar ó retraerlos de la obra » .
ARTÍCULO I V . — ¿ E I consentimiento e n Conclusión. El consentimiento en la
e l (in actum) acto pertenece ú n i c a m e n t e a l a acción pertenece siempre á la razón su-
parte superior (2) del a l m a ? (8) perior, es decir, á la voluntad contenida
en la razón.
1.° Parece que el consentimiento para Responderemos,que el fallo definitivo
obrar no siempre pertenece á la razón es siempre de la competencia del superior,
superior : porque la delectación sigue á á quien toca juzgar sóbrelos demás; pues,
la operación y « l a complementa como el en tanto que no se ha juzgado aún sobre
» ornato á la juventud » ( E t h . 1.10, c. 4); lo propuesto, no se formula sentencia
y el consentimiento en la delectación per- final (4). E s asimismo palmario que la
tenece á la razón inferior, según San razón superior es á quien compete juzgar
Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 12) : no es sobretodo; porque juzgamos de lo sensible
por lo tanto esclusivamente propio de la por la razón (5) y de lo concerniente á
razón superior. las razones humanas por las divinas, que
2° L a acción, en que consentimos, se pertenecen á la razón superior. A s í es
dice ser voluntaria; y el producir actos que, mientras subsiste la incertidumbre
voluntarios compete á muchas potencias: acerca de si se resiste ó no según las razo-
por consiguiente no es sola la razón su- nes divinas, ningún dictamen de la ra-
perior la que consiente en el acto. zón tiene el carácter de sentencia defini-
3.° L a razón superior « atiende á con- tiva : y , puesto que en esta aplicada á lo
» siderar y consultar las cosas eternas» operable consiste el consentimiento en la
( S a n Agustín, D e Trin. 1. 12, c. 7). Con acción ; sigúese que el tal consentimiento
frecuencia consiente el hombre en un acto, pertenece á la razón superior, entendién-
no por consideraciones eternas, sino por dose incluida en la razón la voluntad,
miramientos temporales, cuando no por según lo y a espuesto (a. 1, al 1.°) (6).
connivencia con ciertas pasiones de su A l argumento 1.° diremos, que el con-
ánimo. E s t o prueba que no siempre es la sentimiento en la delectación dé la obra
(1) Aquello único grato. verificado por el consentimiento de la razan inferior, no cau-
(2) No solo en su comparación con el apetito iníerior ó sen- sará última sentencia; y, si la causa esta puede resultar de la
sitivo, sino también respecto de la llamada parte inferior de razón inferior en oposición á las razones divinas , entonces
la razón. ¿cómo puede suceder que, como se dice en el artículo, nin-
(3) Consúltese el a. 9 de la C. 79 de la 1." P., pág. 647 gún juicio de la razón tenga el carácter de final sentoncia,
del T. 1." no estando cierto de si se ha resistido según las razones divinas ?
(4) Firme y rata ó ejecutoria, esto es, sin recurso de ape- A esto se contesta que el pensamiento, en sí considerado,
lación á tribunal ó autoridad superior. tiene á veces el carácter de cosa, que se refiere á otra operación,
(5) Per ratíones humanas. y á veces lo tiene de operación ultima de si mismo. Tiene carác-
(6) Comparada esta doctrina con la que se establece en la ter de lo 1.°, cuando se toma como razón de obra pensada ; y
respuesta al argumento 1." resulta ; que en el artículo se de lo 2.°, cuando el pensamiento se mira como tal, inquiriondo
dice : « mientras subsista la incertidumbre acerca de si se re- v. gr. la verdad. Visto del primer modo, entra á componer
» siste ó no según las razones divinas, ningún dictamen de una obra, como cualquiera otra de las más ínfimas que caen
» la razón tiene el carácter de sentencia final » ; y en la dicha bajóla razón superior ; mas, observado del 2.°, forma entre las
respuesta se decide « que el consentimiento en la delecta- cosas que dicen orden á otro objeto, y entonces pertenece á
» cion mental es propio de la razón inferior ». Sobre lo cual la razón inferior, como se afirma en el testo. Téngase en
aparece la siguiente duda : ¿cómo puede ser que, no estando cnenta ademas que la razón inferior tiene dos aspectos : uno,
6eguro de si se resiste ó no según las razones divinas, en cuyo según es en sí misma ; otro, según que es participante de la
caso el juicio de la razón no tiene el carácter de sentencia de- razón superior, á quien la inferior se supone unida y como
finitiva, se consienta en una delectación del pensamiento, que identificada con ella. De donde se sigue que, aunque dicha
es á veces pecado mortal en última instancia, digámoslo así, razón inferior, en sí considerada, no puede dar sentencia de-
y cuyo consentimiento se presta,-según la respuesta al argu- finitiva; como no obstante participa de la suporior, de aquí
mento 1.°, por la razón inferior ? Porque, si este pecado mor- el resultado de sentenciar sobro el pecado mortal definitiva-
tal, constituido por la delectación en el pensamiento, se ha mente.—M. C. G.
CUESTIÓN X V . — A R T Í C U L O IV. 113
CUESTIÓN XVI.
(1) En la parte racional ó discursiva, la que raciocina. abusas polius vel ahusio nominandus est; donde es muy de no-
(2) Otros movelur ó mmeatur (es movida). tar habla del uso licito, que es, según él «la aplicación de
(3) Entiéndese aquí por uso el acto de valerse ó servirso a alguna cosa á la consecución do lo que se ama, debiendo
de algo, para obrar sobre otro objeto ; de manera que usar » empero ser amado ; pues el uso ilícito (para obtener lo que
viene á ser tomar al uso ó hacer uso, como mover es causar ó » no es digno de procurarse) llamarse debe más bien abuso».
producir movimiento. Drioux. Las palabras citadas en el testo son del capítulo 11, según
(4) En este capítulo 10 dice San Agustín : ad id, quod amas, observa y comprueba el P. Nicolai.
ubtinendum, y añade si lamen amandum est; nam usus illicilm
las cosas creadas por Dios pertenece á la zon presenta en efecto la relación al ob-
razón especulativa, la cual parece com- j e t o ; mas la voluntad es la que se dirige
pletamente distinta de la voluntad, que á aquello, que la razón le muestra rela-
es el principio de los actos humanos. N o cionado con otra cosa : y en este sentido
es pues acto de la voluntad el de usar. es como se dice que usar es referir una
Por el contrario, dice San Agustín cosa á otra.
( D e Trin. 1. 10, c. 11) : « U s a r es apro- A l 2.° que el Damasceno habla del uso,
» piarse algo á disposición de la voluntad». en cuanto se refiere á las potencias eje-
Conclusion. Usares ante todo y prin- cutoras.
cipalmente acto de la voluntad, como de A l 3.° que aun la misma razón especu-
primer motor; lo es de la razón, como lativa es aplicada por la voluntad á la
directora ; y de las demás potencias como operación de entender ó juzgar ; y bajo
ejecutoras ó en el concepto de instru- este concepto se dice que el entendimiento
mentos. especulativo hace u s o , como movido por
Responderemos, que el uso de alguna la voluntad, del propio modo que las otras
cosa entraña la aplicación de la misma á potencias ejecutivas.
una operación cualquiera; de donde viene
el llamarse uso la operación misma, á que ARTÍCULO I I . — E I u s a r conviene A ios
se aplica : así cabalgar es usar del caba- a n i m a l e s brutos ?
llo y apalear es hacer uso del palo. M a s ,
para ejecutar una operación, empleamos 1.° Parece que hacer uso conviene á
tanto los principios internos de obra, ó los brutos animales : porque disfrutar es
sean, las potencias mismas del alma, como más noble que usar; p u e s , según San
los miembros corporales, el entendimiento Agustín ( D e Trin. 1. 10, c. 10) «usamos
para entender y el ojo para ver ; y ade- » de las cosas, que referimos á aquello (2)
mas los objetos esteriores, como el bas- de que hemos de gozar ». Gozar convie-
tón para golpear (con él) : y es evidente ne á los animales brutos, como queda
que no nos servimos de las cosas esternas dicho ( C . 11, a. 2). L u e g o mucho mejor
en una operación, sino mediante los prin- les conviene usar.
cipios intrínsecos, que son las potencias 2.° Emplear los miembros en obrar es
del alma, ó sus hábitos, ó los órganos, usar de ellos. E s t o hacen los brutos ani-
que son miembros del cuerpo. Dejamos males, valiéndose de los pies para andar
demostrado ( C . 9, a. 1) que la voluntad y de las astas para herir. U s a n pues.
es la que mueve las potencias del alma á Por el contrario, dice San Agustín
sus (respectivos) actos; y esto es aplicar- ( Q q . 1. 83, q. 30) : « N o puede usar de
las á la operación. S e v e pues con evi- » cosa alguna sino el animal dotado de
dencia que usar es primaria y principal- razón ».
mente acto de la voluntad, como la pri-
Conclusión. Únicamente hace uso el
"mera que mueve; es acto también secun-
animal racional, y de ningún modo usan
dariamente de la razón, como de quien
los irracionales.
dirige; y por último lo es de las demás
Responderemos, que según lo dicho
potencias en concepto de ejecutoras, por
(a. 1) usar es aplicar á la acción algún
cuanto son á la voluntad, que se sirve de
principio de acción, así como consentir es
ellas en la' operación, lo que el instru-
aplicar el movimiento apetitivo á apete-
mento es al agente principal : y claro es
cer alguna cosa ( C . 15, a. 1, 2 y 3). A p l i -
que la acción no se imputa con propiedad
car una cosa á otra no es propio de otro
al instrumento, y sí al principal agente;
que el que tiene arbitrio sobre ella, lo
como la edificación se atribuye al cons-
cual no compete sino á quien sabe referir
tructor, y no á los instrumentos (de que
lo uno á lo otro, y es por lo mismo pro-
se vale). El uso es pues evidentemente
pio de la razón. H é aquí porqué decimos
y con propiedad acto de la voluntad (1).
que únicamente el animal racional con-
A l argumento 1.° diremos, que la ra- siente y usa.
li) Acto elícito ; y no simplemente imperado, como han (2) Ad illud, pero en el testo de San Agustín ad aliud (á
pretendido algunos. otra cosa), de la que...
CUESTIÓN XVI.—ARTÍCULOS II Y I I I . 115
(1) La fruición implica esencialmente reposo en la tran- de adhesión ó unión al mismo ya presente y poseído. En este
quila posesión del objeto ; pero supone y como que retiene el concepto debe entenderse aquí el movimiento de la fruición.
movimiento de tendencia á él, antes de poseerlo y gozarse, y
116 CUESTIÓN XVI. — ARTÍCULO IV.
(1) Para la inteligencia de este artículo -4.° Cuest. (10) tén- mina la posesión («I hubere) ; puesto que entonces es perfocta
gase presente que el orden de la voluntad, como volición, la voluntad, cuando tiene los medios conducentes al fin. De
supone un orden, cuando se dirige al fin, diferente del que donde se sigue que una es la perfección de la voluntad, cuan-
observa, cuando tiende á los medios : y esta diferencia con- do intenta, elige y consiente, etc.; y otra la que resulla de la
siste en que, ó la voluntad mira al volito (objeto querido ó fin) posesión de lo intentado, querido, etc. Por tanto, mediando ra-
según se halla en la misma, ó según ella tiende hacia el vo- zones diversas en tales operaciones; por mucho que suba la
lito. Considerados así'estos dos órdenes, se ve que el l.°es perfección de la primera voluntad, siempre será imperfecta
más imperfecto que el 2.°; siendo este el complemento de esta en parangón con la de la segunda. — M. C. G.
aquel, en razón á que la voluntad marcha del 1." al 2." Ahora (2) Impelum fácil ad operationem, que algunos interpretan
bien : en el primer orden la perfección se aprecia recayendo simplemente por movetur, «se mueve'fó se dirige) á obrar u ;
sobre la volición (el velic); pues que entonces habrá perfecta pues no siempre lo hace con la vehemencia y decisión, que,
volición, cuando adecuada y completamente se quiere el fin. parece significar la palabra ímpetu-
En el 2.° orden la perfección se estiende, seg'un que se deter- (3) A mayor número de otras.
CUESTIÓN XVI. — ARTÍCULO IV. 117
si ambas cosas recaen sobre un mismo ob- elección y el uso : como si decimos que
jeto ; mas nada obsta que el uso de una la voluntad consiente que ella misma eli-
cosa preceda á la elección de otra. Y , por j a , y consiente que ella consienta, y usa
cuanto los actos de la voluntad se reflec- de sí misma para consentir y elegir ; y
tan sobre sí mismos, en cada uno de ellos siempre estos actos, ordenados á lo que
pueden distinguirse el consentimiento, la es anterior, son anteriores (1).
CUESTIÓN XVII.
Vamos á t r a t a r de los actos imperados por la v o l u n t a d , lo cual nos suministra asunto para estos
nuevo artículos: 1." Imperar es acto de l a voluntad, ó de la razón ? —2.° Pertenece á los brutos a n i -
males? — 3.° Relación de orden entre el imperio y el uso. —4.° El imperio y el acto imperado son un
mismo acto , ó son dos diversos ? — 5.° El acto de la voluntad es imperado ? — 6.° Lo es el acto de la r a -
zón?— 1." Y el del apetito sensitivo?—8.° Y el de el á n i m a vegetativa? —9.° Y los actos de,los miem-
bros estemos?
A l argumento 1.° diremos, que se dice «el ímpetu á la operación precede al uso».
que la potencia apetitiva impera el mo- E s t e ímpetu se debe al imperio ; y de
vimiento , en cuanto mueve á la razón, consiguiente el imperio precede al uso.
que es la imperante. Mas esto solo tiene Conclusión. El imperio es natural-
lugar en los hombres; pues en los bru- mente anterior al uso del imperio.
tos la fuerza apetitiva no es propiamente R e s p o n d e r e m o s , que el uso de lo or-
imperativa, á no tomar la palabra impe- denado al fin, en cuanto está en la ra-
rativo en el sentido lato de motivo. z ó n , que lo refiere al fin, precede á la
A l 2.° que en los brutos animales, si elección ( C . 1 6 , a. 4 ) , y mucho más al
bien encuerpo tiene medios para obedecer, imperio. P e r o , en cuanto dicho uso se
no los tiene empero el alma para man- somete á la potencia ejecutiva, es poste-
dar , pues le falta la aptitud para orde- rior al imperio; toda vez que el uso del
nar : por lo cual no hay en ellos correla- que usa está ligado al acto de aquello
ción de imperante é imperado, y sí solo de que u s a : pues no usa uno del bastón,
entre motor y movido. antes que de algún modo obre por medio
A l 3.° que el ímpetu á la obra es de del bastón. M a s el imperio no es simul-
diversa índole en los brutos animales y táneo con el acto de aquel, á quien se
en los hombres ; verificándose en estos impera; sino que naturalmente tiene lu-
en virtud de la ordenación de la razón, gar antes que sea obedecido, y esto á
de donde toma en ellos el carácter de im- veces aun con prioridad de tiempo. E s
perio ; al paso que en aquellos procede de por lo tanto evidente que el imperio pre-
su instinto natural, esto e s , en cuanto cede al uso (1).
su apetito se mueve naturalmente á per- A l argumento 1.° diremos, que no todo
seguir ó evitar al momento lo que apren- acto de la voluntad precede al de • la ra-
den como conveniente ó inconveniente. zón constitutiva del imperio : alguno
A s í pues son dispuestos por otro á obrar, precede, como la elección ( 2 ) ; y algún
y no se ( disponen ú ) ordenan ellos á sí otro, el u s o , sigue luego ; puesto que
mismos á la acción. P o r consiguiente h a y después de la determinación del consejo,
en ellos ímpetu, mas no imperio. la cual es el juicio de la razón, la volun-
tad elige; y después de la elección la
ARTÍCULO I I I . — Precedo e l uso al Im- razón impera á aquella potencia, por la
perio ? que ha de ejecutarse lo elegido; y en-
tonces por último es cuando la volun-
l.° Parece que el uso es anterior al tad de alguno empieza á usar, ejecutan-
imperio, porque este es acto de la razón do el mandato imperado por la razón :
y presupone otro de la voluntad (a. 1) : siendo unas veces esa voluntad la de otro,
siendo pues el uso acto de la voluntad si uno impera á otro ; y otras la volun-
(C. 1 6 , a. 1 ) , sigúese que precede al tad del imperante mismo, cuando uno se
imperio. manda á sí propio.
2.° E l imperio es alguna de las cosas, A l 2.° q u e , así como los actos son pre-
que se ordenan al fin , y sobre estas se vios respecto de las potencias, del mismo
ejerce el uso : parece por l o tanto que modo lo son los objetos respecto de los
este es antes que el imperio. actos. P e r o el objeto del uso es lo que
3.° Todo acto de una potencia movida se ordena al fin. L u e g o , por lo mismo
por la voluntad se llama u s o , puesto que que el imperio se refiere al fin, mejor
la voluntad usa de las demás potencias puede concluirse que el imperio es ante-
(a. 1). Según esto el imperio es cierto rior al u s o , que no que le es posterior.
u s o , y por otra parte lo común es antes A l 3.° que, así como el acto de la v o -
que lo peculiar : por consecuencia el luntad, usando esta de la razón para
uso es anterior al imperio. imperar, precede al imperio mismo; igual-
Por el contrario, dice San Juan D a - mente puede decirse que á ese uso de la
masceno ( O r t h . fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que voluntad precede algún imperio de la ra-
(I) Do aquello, á que se refiere ó respecto (le lo cual se al principio del desarrollo del tema.
ejerce el imperio, que os como debe entenderse nuestra Con- (2) V. la n. 1, pág. US; y también la 1, pág. 117.
cijwlo», y que no debe confundirse con el uso, de quo se trata
120 CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS III Y IV.
(1) De manera que siempre hay un acto imperante anterior empero unos y otros, superiores y subditos, un solo linaje
á cualquier uso : lo cual comprueba la generalidad y exacti- humano, como las diversas potencias imperadas ó imperantes
tud de la tesis. pertenecen todas á la misma naturaleza humana, individuali-
(2) La potencia imperante es la voluntad, ó la razón pre- zada en un solo y mismo hombre.
suponiendo la previa intimación de aquella; al paso que las (3) No el primer motor en absoluto ; sino el principal res-
otras potencias inferiores son las que reciben y ejecutan ese pecto de otro, quo mueve á modo de instrumento ó de motor
imperio : á la manera que entre diversos hombres uno es el secundario.
que manda y otro distinto el que obedece, constituyendo
CUESTIÓN X V I I . — ARTÍCULOS IV Y V. 121
(1) En virtud de la subordinación del uno al otro y como P. 1. C. 82, a. 3 y 4) ¡ sino porque ese acto intelectual orde-
a
constitutivo de uno solo total y completo, que no se concibo nador y directivo de la voluntad á su operación no se requiere
sin ambos, pues mutuamente se completan el uno al otro ; si como indispensable en absoluto para dicho acto primero de la
bien considerados separadamente son dos diversos actos. voluntad, aunque sí como simple aprensión ó percepción del
(2) Y no por consiguiente todos los actos en absoluto y sin objeto sin la deliberación y fallo determinantes de la elección
cscepcion ; pues el primer acto do la voluntad , la simple vo- y del imperio propiamente dicho ; como se comprende sin di-
lición, es de suyo y en sí mismo independiente de la razón, ficultad por la consideración de los actos instintivos ó espon-
como á continuación se dice bien terminantemente : y no táneos, llamados también primo-primos por los teólogos, y más
porquo preceda á eso primer acto de la voluntad intervención aún por la de las primeras mociones ó impulsos de la volun-
alguna de la razón (pues deja consignado lo contrario en la tad pov la acción soberana y benéfica do Dios*
122 CUESTIÓN Vil. — ARTÍCULOS V, Vi Y Vil.
acto de la voluntad no depende del man- dos modos : uno en cuanto al ejercicio
dato de la razón, sino del instinto natu- del a c t o , y así siempre puede ser impe-
ral , ó de otra causa superior, según lo rado, como lo es cuando á uno se le in-
dicho (C. 9 , a. 4 ) ) : no hay pues tal pro- tima que atienda ó que use de su razón ;
cedimiento interminable al infinito. otro en orden al o b j e t o , y en este con-
cepto surgen dos actos de la razón : el 1,°,
ARTÍCULO V I . — E S imperado c i acto por el cual aprende la verdad acerca de
de l a razón? (1) algún objeto, y esto no está en nuestro
arbitrio, pues depende d é l a intervención
1.° Parece no puede ser imperado un de alguna luz natural ó sobrenatural ; y
acto de la razón ; porque hay algo de por lo mismo no puede ser imperado ; e l
contradictorio en que uno se mande á sí segundo, por el que asiente la razón á
propio, y la razón es quien impera (a. 1): aquello que aprende ó concibe; p u e s , si
por lo tanto sus actos no son imperados. esto es t a l , que el entendimiento natu-
2.° L o que es por esencia, es diverso ralmente le da su asentimiento cual su-
de lo que es por participación. L a poten- cede con los primeros principios, en este
cia , cuyo acto es imperado por la razón, caso el asenso ó disenso ( 3 ) no está en
es «razón por participación» ( E t h . 1. 1, nuestro arbitrio, y sí en el orden de la
c. 1 3 ) . L u e g o no es imperado el acto de naturaleza; por cuya razón, hablando
aquella potencia, que es « l a razón por su con propiedad, depende del imperio de la
» esencia». naturaleza misma (4). M a s otros objetos
3.° E s imperado aquel a c t o , que está se aprenden de tal manera, que no con-
en nuestro arbitrio. Pero el conocer y vencen al entendimiento hasta el punto
juzgar lo verdadero, que es acto de la ra- de no poder menos de asentir ó disentir,
zón , no siempre está en nuestra potestad; ó al menos suspender el asenso ó disenso
y por consiguiente no puede ser imperado por alguna causa ; y entonces el asenso ó
un acto de la razón. el disenso está en nuestro arbitrio, y puede
Por e l contrario : lo que hacemos con ser objeto de imperio ( 5 ) .
libre albedrío, puede hacerse á nuestro A l argumento 1.° diremos, que la ra-
imperio; y los actos de la razoa se eje- zón se impera á sí misma, del propio modo
cutan mediante el libre albedrío, pues que la voluntad se mueve á sí misma
dice S. J u a n Damasceno (Orth. fid. 1. 2 , (C. 9 , a. 3 ) , actuando una ú otra poten-
c. 2 2 ) que «por el libre albedrío el hom- cia-sobre su acto (respectivo) y dirigién-
»bre indaga, y esplora, y j u z g a , y dis- dose de uno al otro.
» p o n e ». Según esto los actos de la ra- A l 2.° q u e , dada la diversidad de o b -
zón pueden ser imperados. j e t o s , que se someten al acto de la ra-
Conclusión. Los actos de la razón zón ( 6 ) , nada se opone á que esta se
pueden ser imperados, y lo son en cuanto participe á sí misma; así como en el cono-
á la ejecución ; aunque no siempre en su cimiento de las conclusiones va entra-
especificación, cuando versan sobre al- ñado el de los principios.
guna verdad contingente. A l 3.° que su solución es y a obvia por
Besponderómos q u e , por cuanto la ra- lo dicho.
zón se reflecta sobre sí misma, así como
ordena respecto de los actos de otras p o - ARTÍCULO VII.—EI acto del apetito
tencias, puede igualmente disponer de su sensitivo e s Imperado (7) ?
propio acto ( 2 ) ; el cual por lo mismo
puede ser imperado. E s de advertir que Parece que no es imperado el acto
un acto de razón puede considerarse de del apetito sensitivo : porque dice San
{lj Pueden serlo ó no según la distinción espuesta en la (5) Tal es el acto de fe ó de creer alguna verdad revelada,
Conclusión. cuyo mérito radica precisamente en esa libre potestad de im-
(2)Su ejecución ú omisión y el modo de efectuarlo. perarlo ó no, y en su consecuencia asentir y aceptarla ó di-
(3) Es una consecuencia forzosa é ineluctable de la plena sentir de ella negándola ó no reconociéndola como tal verdad
convicción debida á la evidencia axiomática de los principios inspirada por Dios.
6 á la eficacia inductiva de la demostración. V. 2."-2.<< C. 2,
!
(6) Acluiralionis. Wicolai propone aclu rattoni (á la razón eh
a. 7, al 2.°. acto ó de hecho) : no vemos justificada tal sustitución.
(4) Y no de la voluntad ni aun de la raion misma, no po- (7) ¿Qué se entiende por «cío iel apetito sensitivo? Apetito
diendo por lo tanto ser imperados. sensitivo 6 potencia apetitiva, no se llama aquí ese apetito
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS VII. №
P a b l o ( R o m . 7 , 1 9 ) : L o bueno, que la razón ; y aun alguna vez se ejecutan s
innato, que no es potencia, y sí solo una inclinación, propen lugar los actos del apetito sensitivo : y, como este tiene dos par
sión ó exigencia, que se encuentra en todos los seres perfec tes ó propiedades, que se dicen concupiscible é irascible, según
tibles, los cuales, al carecer de su perfección natural, se ha que prosigue el bien ó rehuye el mal sensible, siendo diver
llan en estado violento, hasta que la consiguen; como el rio y sos sus actos consiguientes; de aquí el atribuir á aquel seis
la piedra se encuentran, cuando aquel es impedido en su actos, que son amor, odio, deseo, fuga, gozo y tristeza; y á este
curso al mar, y esta el que vaya á su centro. De este apetito, la esperanza, la desesperación, la audacia, el temor y la ira.
que se identifica con las mismas cosas, aquí no se trata ; sino M. C. G.
del apetito existente en nosotros necesariamente como poten (1) Dejarse llevar ó dominar de la concupiscencia, ó bien,
cia interna material; puesto que, pudiendo conocer lo que nos desear con ardor vehemente é inmoderado. No hallamos ver
es provechoso ó nocivo, por necesidad debemos tener una po sión más exacta y precisa del concupiscere latino en nuestro
tencia, que se dirija á lo conveniente, y evite lo que daña. idioma que la de apasionarse, que usamos en el testo.
Habiendo en el hombre dos maneras de conocer, una como (2) Scüicet con el códice de Alcañiz y la edición de Pádua
en los brutos, y otra como en los ángeles ; por precisión de de 1(198 con casi todas f mas la de 1712 pone secundum y la si
bían en él resultar dos apetitos, correspondientes á este do guen G arcía y Kicolat. El cuerpo se enardece ó acalora en
ble conocimiento. Y de aquí el apetito intelectivo ó voluntad, proporción de la intensidad del apetito sensitivo, y esta in
propio d la razón, y el apetito sensitivo, de especio material. mutación de calor ó frió es la que en el testo se designa harto
De este es pues del que aquí se trata, y se defino : « la po claramente, cualquiera que se prefiera ó adopte de las dos
» tencia interna material, que ama el bien sensible, conocido palabras.
» como tal por el sentido común, y rehuye de igual modo el (á) Entiéndase natural é interna, como la de salud ó enfer
» mal, que repugna á la naturaleza sensible, percibido de la medad, vigor ó debilidad, complexión, temperamento, idio
» manera misma ». Los místicos suelen llamarla también parte sincrasia, etc.; pues la accidental y esterna, por ejemplo, la'
inferior de la voluntad, apetito brutal, apetito irracional, etc. Ahora posición recta ó curva, depende indudablemente del arbitrio
bien: cuando esta potencia obra con el objeto de dirigirse á lo ó imperio de la voluntad y la razón. Nicolai.
que le conviene, y de huir do lo que le daña; entonces tienen
124 CUESTIÓN XVÍI. — ARTÍCULOS VII Y VIII.
Apóstol denomina ley por sus analogías con esta en cuanto se sujeta á la razón, no en todas las cosas, sino en las quo
á la influencia de su acción dominadora y que so impone para proceden de la misma razón absolula, porque es propio do di-
el mal, como la ley impele al bien, y por sus consiguientes cha imaginación formar fantasmas ad nutum rulionis; 2. que
a
efectos Contrarios también á los de la ley ; y ademas , porque el imaginar ó no, esto ó aquello, so dice estar sujeto al en-
á consecuencia del pecado se impuso al hombre, á la manera tendimiento, en cuanto depende de parte del alma; pues su-
que el vencedor manda y subyuga al vencido, disponiendo cede muchas veces que sin imperio de nadie se tienen ima-
también Dios mismo por su parte como una ley ya natural la ginaciones violentas, causadas por un movimiento primo y re-
Insubordinación do las potencias inferiores á la razón en cas- pentino, ó por ciertas y particulares disposiciones del cuerpo.
tigo de la inobediencia del hombro á la primitiva intima- M. C, G.
ción ó ley de su divina voluntad. Tal es la esplicacion de esa
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS VIII Y IX. 125
sensitiva, más nobles que las de la vital » actos de la vida vegetativa no caen bajo
y con más razón estas deberán estarlo. » el imperio de la razón » (1).
2.° E l hombre suele llamarse mundo A l argumento 1.° diremos, que cuanto
menor, porque su alma está en el cuerpo, un acto es más inmaterial, tanto es más
á la manera que Dios en el mundo. D i o s noble y más subordinado al imperio de la
está en el mundo de tal m o d o , que cuanto razón (2). A s í que del hecho mismo, de
hay en el hombre obedece á su imperio. que las fuerzas del espíritu vital no obe-
A s í también pues todo, cuanto en el hom- decen á la razón, se infiere que son ínfimas.
bre existe, obedece al imperio de la ra- A l 2.° que la analogía es admisible
z ó n , inclusas las fuerzas de su espíritu hasta cierto punto, en cuanto el alma
vital. mueve el cuerpo, así como Dios mueve el
3.° N o han lugar el elogio y la censura mundo; más no en todo, pues no ha creado
sino en los actos sometidos al imperio de el alma al cuerpo de la n a d a , como Dios
la razón; y á los de las potencias nutri- creó el m u n d o , por cuya razón está todo
tiva y generativa suelen adjudicarse ala- y del todo sumiso á su imperio.
banza y vituperio, virtud y vicio, como A l 3.° que la virtud y el vicio, el aplauso
es fácil observar en la gula y lujuria y y reprobación no se deben á los actos mis-
sus virtudes opuestas. L u e g o los actos de mos de la potencia nutritiva ó generativa,
estas potencias dependen del imperio de cuales son la digestión y la formación del
la razón. cuerpo humano; sino á los de la parte sen-
Por el contrario, dice San Gregorio sitiva ordenados á aquellos, como e l afán
Niseno ( ó N e m e s . D e nat. hom. c. 22) del deleite en el uso de los manjares y de
que « l o que no es persuadido por la ra- la sensualidad venérea, y en razón del
» zon, es lo nutritivo y generativo ». recto ó siniestro uso, que se haga.
Conclusión. Los actos del ánima vital
de ningún modo están subordinados á la ARTÍCULO I X . — S o n imperados los ac-
razón. tos de los miembros esteraos ? (3)
Responderemos, que hay actos, que
proceden del apetito natural, y otros del 1.° Parece que los miembros del cuerpo
animal ó del intelectual; pues todo agente no obedecen en sus actos á la razón; por-
desea el fin de algún modo. M a s el ape- que es indudable que los miembros cor-
tito natural no va precedido de aprensión porales distan más de la razón que las
alguna, pero sí el animal é intelectivo; y fuerzas vitales del alma : y , puesto que
la razón impera con el carácter de poten- estas no obedecen á la razón, según que-
cia aprensiva : por lo cual los actos pro- da demostrado (a. 8 ) , mucho menos los
cedentes del apetito intelectivo ó animal miembros del cuerpo.
pueden ser imperados por la razón; no 2.° E l corazón es el principio del mo-
así los que radican en el apetito natural, y vimiento animal; y el movimiento del co-
que son propios del alma vegetativa. Con- razón no depende del imperio de la razón,
forme á esto dice San Gregorio Niseno pues dice San Gregorio Niseno ( ó N e m e -
(ibid.) que « se llama natural lo genera- sio, D e nat. hom. c. 22) que « l o pulsa-
» t i v o y nutritivo ; y por eso mismo los » t i v o no es persuasible por la razón».
(1) Doctrina incuestionable aún bajo el simple aspecto fisio- noble, cuanto es más propio de la razón, y más apto Ipara se-
lógico, toda vez que es bien notoria la continuación (aunque guir á esta en sus preceptos; y, sise trata de la de proporción, el
no con la misma intensidad) de las funciones nutritivas ó vi- bien propio, al cual las cosas se ordenan en la esfera de la obe-
tales, digestión, circulación y respiración, durante el sueño ; diencia, cuanto más es conforme á la razón, tanto más se so-
en.cuyo estado la razón y en general todas las potencias su- mete á su imperto. Es constante que el apetito sensitivo y el
periores á las vegetativas ó vítalos cesan completamente de cuerpo fueron creados para obedecer á la'razon ; pero, mien-
funcionar. tras aquel tiene sus bienes propios á que inclinarse, y que
(2) Esto no se comprendo bien : pues, si fuese cierto que muchas veces después del pecado original son contrarios á
cuanto un acto es más inmaterial, tanto es más noble y más la razón ; este, teniendo también sus bienes propios, no tiene
subordinado á la razón, entonces no se vería por esperiencia inclinación á ellos en oposición á la.razon, ántesal contrario ;
que los miembros del cuerpo obedecen mejor á la razón que pues es tal su constitución, que lo tornan completamente há-
las pasiones del apetito sensitivo ; habiéndose dicho también bil y dispuesto, para ejercer sus movimientos según el dicta-
que la razón preside á este apetito, no totalmente, y sí al men de la razón misma. Hay por tanto en este más proximi-
cuerpo. Mas este punto queda inteligible y claro desde el mo- dad de proporción. — M. C. G.
mento, en que se fija la atención en que la obediencia tiene su (3j Punto asimismo perfectamente obvio y claro según la
orígon en la aproximación. Mas esta puede ser de semejanza y observación consignada en la nota 1, y que esclarece no poco
(le imperara. Respecto á la de semejanza, tanto un acto es más la doctrina sentada en esta Conclusión.¿
126 CUESTIÓN XVII. — ARTICULO IX.
ellos es como un animal aparte, en cuanto g r o ; y así tienen ambos naturalmente sus
es principio de vida ( 1 ) , y el principio respectivos movimientos propios, por
es en su virtualidad un t o d o : el corazón cuanto los principios deben necesaria-
es el principio de los sentidos, y del mente ser naturales, según queda dicho
miembro generador sale la virtud semi- (al 2.°)
nal, que virtualmente es el animal ínte-
CUESTIÓN XYIII.
dad y malicia de ios actos i n t e r n o s ; 3. de la bondad y malicia de las acciones esternas. A la 1. con-
a a
sagramos los once artículos siguientes: 1.° Es b u e n a toda acción , ó h a y alguna mala?—2." La b o n -
dad ó malicia de u n a acción radica en el objeto?—3.° Proviene de las circunstancias? —4.° Acaso del
fin ? —6.° La especie de acto bueno ó malo se toma del fin?—1." Esa especie basada en el fin se incluye
en la especie procedente del objeto , como en su género, ó viceversa? — 8.° Hay algún acto indife-
rente según su especie?— 9.° Es indiferente algún acto según el individuo? — 10. Alguna circunstan-
cia constituye al acto moral en especie de bueno ó malo?—11- Toda circunstancia agravante de la
bondad ó malicia constituye al acto moral en especie de bueno ó malo ?
(1) Individual ó de la especie respectivamente. luntario y libre, dice orden y relación con las leyes morales.
(2) O en general de la moralidad, ó sea, de la responsabili- M. C. G.
dad y consiguiente mérito ó demérito de las acciones volun- (4) Los luteranos y calvinistas con algunos otros secuaces
tarias del hombre. de los patriarcas de la reforma protestante han enseñado que
(3) Recuérdese la diferencia, que media entre lo que se R todas las obras aun de los justos son malas y aun pecados
llama acto humano y lo que se dice acto moral. El 1.° solo suena » mortales » á causa de la raíz infecta del pecado original:
procedencia de la voluntad libre ó racional; mas el 2." signi- error pestilentísimo, condenado como herético por el Concilio
fica conformidad ó no conformidad con las reglas de las cos- Tridentino (scs. 6, c. 7).
tumbres. En donde so ve quo la moralidad, ademas de lo vo- (5) Según el axioma filosófico : operalio scquUur csse.
128 CUESTIÓN XVIII. -— ARTÍCULOS I Y II.
no y lo malo en los seres; por cuanto cada sería ente, ni podría obrar; y , si nada
cosa produce tal acción, cual ella es. (bueno) faltase, no sería malo. A s í aun
Ahora bien : una cosa cualquiera tiene la acción producida es cierto bien defi-
de buena t a n t o , cuanto tiene de s e r ; ciente, toda vez que es bueno en algo,
toda vez que el bien y el ente se recipro- .aunque malo en absoluto.
can (convertuntur) ( 1 ) , según queda A l 2.° que nada se opone á que algo
esplicado ( P . l . C . 5, a. 3 ) . Solo Dios tie-
a
sea en acto bajo un concepto, careciendo
ne toda la plenitud de su ser, como algo de acto bajo otro aspecto, y dando así
único y simple ; al paso que cada una de origen á una acción deficiente (ó defec-
las cosas tiene su (peculiar) plenitud del tuosa) : á la manera que un hombre ac-
ser, que respectivamente les conviene se- tualmente ciego tiene la facultad de an-
gún su diversidad. A s í es que algunas dar, por la que puede ir y venir; al mismo
tienen ser en a l g o , faltando por otra par- tiempo que, por carecer de vista, que di-
te en ellas algo de la plenitud del ser, rija sus pasos, anda defectuosamente, va-
que les es propia : como para la plenitud cilando y con cierta inseguridad (cespi-
del ser humano se requiere que esté com- tando).
puesto de alma y cuerpo, dotado de t o - A l 3.° que la acción mala puede tener
das las potencias é instrumentos de cono- algún efecto por sí misma, en razón de lo
cimiento y de acción ( 2 ) ; y cualquiera que haya en ella de bondad y entidad ;
de esos elementos que le falte, basta para como el adulterio es causa de una gene-
que no tenga toda la plenitud de su pro- ración humana, por el efectivo cruza-
pio ser. S e g ú n esto tiene de bueno, cuanto miento de los dos s e x o s , aunque no por
tiene de s e r ; y tanto le falta para ser la falta de conformidad con el orden de
bueno, ó en tanto es y se dice malo, en la razón.
cuanto carece de lo necesario á la pleni-
tud de su ser : el c i e g o , por ejemplo,
ARTÍCULO I I . —1<«» «ccion dci hombro
tiene de bueno el vivir; y de malo el no
t i e n e s u bondad ó malicia de parte del objeto?
ver. E m p e r o , si nada tuviese de entidad
ó bondad, no podría decirse bueno ni
l.° Parece que la bondad ó malicia de
malo : y , siendo de esencia de lo bueno
la acción no proviene del objeto : porque
la plenitud misma del ser, dado que una
cosa carezca de algo de lo que es debido el objeto de toda acción es un cosa; y «en
á la plenitud de su ser, no se dirá sim- »las cosas no está lo m a l o , sino en el
ple ó absolutamente b u e n a , y sí solo »uso (4) de los que pecan » , como dice
parcialmente, por lo que tiene de ente ; si San Agustín ( D e doctr. christ. 1. 3 , c. 12).
bien podrá decirse ente en absoluto (sim- L u e g o la bondad ó malicia de la acción
pliciter) y no ente (secundum quid) en no procede del objeto.
algún concepto, según lo dicho ( P . 1." C. 2.° E l objeto respecto de la acción
5 , a. 1 , al 1.°). D e este modo pues se ha viene á ser como su materia, y la bon-
de entender y decir que toda acción tiene dad de una cosa no es debida a la mate-
tanto de buena, cuanto tiene de ser ; y de ria ; sí más bien á la forma, que es acto :
mala ó de no buena, cuanto le falta de por consiguiente lo bueno y lo malo en
la plenitud del ser, que le es debido los actos no proviene del objeto.
como acción humana, y por consiguiente 3.° E l objeto de una potencia activa
de su bondad propia : tal sería el defecto está con la acción en relación análoga á
de determinada cantidad, ó localidad, ú la del efecto con su causa. L a bondad de
otra propiedad cualquiera, esencial á su la causa no depende del efecto. L a acción
razón de ser (3). humana no deriva pues del objeto su bon-
dad ó malicia.
A l argumento 1.° diremos, que lo malo Por el contrario, léese ( O s . 9 , 10) :
obra en virtud de lo bueno, que le falta: Se hicieron abominables, como aquellas
porque, si nada hubiese allí de bueno, ni cosas que amaron. E l hombre se hace
(1) V. la nota 2, pág. 47, T. 1.° (3) Consúltese la C. 48, a. 1 de la 1. P. y su nota 2, pá-
a
y l o malo de una acción la conviene por A l 2.° que no todos los accidentes lo
su sustancia m i s m a , puesto que. la acción son accidentalmente (per accidens) res-
por su género puede ser buena ó mala pecto de sus sujetos: pues los hay, que
(a. 1) : y de consiguiente no conviene á son accidentes de suyo (per se) inheren-
la acción por la circunstancia el ser bue- tes, de los que ningún arte prescinde; y
na ó mala. como tales se consideran las circunstan-
Por e l c o n t r a r i o , Aristóteles dice cias délos actos en la ciencia moral (1).
(Etbic. 1. 2 , c. 6) que « el virtuoso obra Al 3.° que, convirtiéndose el bien con
» conforme á lo que conviene , y cuando el ente, así como este se considera según
» es conveniente, y según las demás cir- su sustancia ó según sus accidentes; del
»cunstancias B. D e aquí se desprende mismo modo el bien se atribuye á algo, ya
que el vicioso por el contrario, y cual- según su ser esencial, ya según su ser ac-
quiera que sea s u v i c i o , obra viciosamen- cidental, tanto en las cosas naturales
te , cuando y como y donde no d e b e , y como en los actos morales.
así de las demás circunstancias. L u e g o
las acciones humanas son buenas ó malas ARTÍCULO I V . — 1.a acción h u m a n a es
según sus circunstancias. b u e n a ó m a l a por razón del Un ? (3)
Conclusión. Los actos humanos son
buenos ó malos, no solo por razón de su 1.° Parece que lo bueno y lo malo en
objeto, sino también por sus circunstan- los actos humanos no provienen del fin;
cias; de tal modo que, si algo falta de lo pues dice San Dionisio (De div. nom. c.
que se requiere para que concurran las 4, p. 4 , lect. 14) que «nada obra mirando
que debieran, será mala la acción. B á lo malo». Si pues del fin resultase
R e s p o n d e r e m o s , que en las cosas na- buena ó mala la operación, ninguna sería
turales no existe toda la plenitud de su mala: lo cual es notoriamente falso.
respectiva perfección propia en virtud 2.° L a bondad de un acto es algo, que
únicamente de su forma sustancial, que en él existe; y el fin es una causa estrín-
las especifica; sino que en gran parte de- seca : por consiguiente la acción no se
pende de los accidentes circunstanciales, dice buena ó mala por consideración al fin.
tales como la figura, el color y otros aná- 3.° No es raro que alguna obra buena
logos con respecto al hombre : y , si algu- se enderece á un mal fin, como cuando
no de estos deja de intervenir en la dis- uno da limosna por vana jactancia ; y al
posición ó conformación debida, resulta contrario, algunas acciones malas se or-
malo (el ser). L o propio se verifica en denan á buen fin, como si uno roba para
las acciones; porque la plenitud de la socorrer á un pobre. L a acción por lo
bondad de una acción no consiste toda en tanto no es buena ó mala por el fin.
su especie, sino que depende en parte de Por el contrario, dice Boecio (Topic.
lo que á manera de ciertos accidentes v a implic. 1. 3, c. 1) que « aquello, cuyo fin
adjunto á ella, cuales son precisamente »es bueno, lo es también; y malo, si el
las debidas circunstancias. P o r cuya ra- »fin lo esB.
zón, si faltare algo, que se requiera para Conclusión. Las acciones humanas,
las debidas circunstancias, la acción será como todo aquello, cuya bondad depende
mala. de otra cosa, toman su carácter de bon-
A l argumento 1.° diremos, que las cir- dad del fin, de que dependen ; ademas de
cunstancias están fuera de la acción, en la que les compete por sí mismas y por
cuanto no son de su esencia; pero están su objeto y circunstancias.
en la acción misma, como ciertos acciden- Responderemos, que la disposición de
tes de e l l a : á la manera que los acciden- las cosas es idéntica en lo concerniente á
tes, que están en las sustancias naturales, la bondad y en cuanto al ser. Hay cosas,
se hallan fuera de sus respectivas esencias. cuyo ser no depende de otro, y en estas
(1) Accidentes verse ó inherentes ó sustanciales de un acto que afecta á su sustancia y viene á refundirse en su objeto
son los que afectan esencialmente al mismo por su naturaleza, (a. 2); sino del estrínseco y que tomado formalmente es uno
ó por la condición del acto, ó según la intención del operante ; de los principios de moralidad, constituyendo una circunstan-
y accidentes per accidem los que sobrevienen independiente- cia muy importante, y no siéndolo si solo se considera mate-
mente del acto mismo en lo esencial. rialmente.
(2) No se trata aquí del fin intrínseco á la acción misma,
CUESTIÓN XVIII. — ARTÍCULOS IV Y V. 131
(1) Elfinadjunto á la acción moral puede ser ó no ser cir- impura y mala. — M. C. G.
cunstancia. Atendiendo 4 lo que -va dicho en la Cuestión 7." (3) Conforme al tan sabido proloquio : bonum ex integra
y á lo que en la presente se manifiesta por el Doctor An- causa ; malumex quocumque defeclu.
gélico , el fin adjunto puede referirse al acto interior ó es- (4J Más claro : ¿son de diversa especie una acción buena y
terior de la voluntad. Si se refiere al acto interno, no es otra mala? Así se colige tanto del desarrollo del tema en el
circunstancia, sino cosa que concurre á especificar la sustan- cuerpo del artículo como más esplícitamente aún de las solu-
cia de la acción ; mas, si pertenece al acto eslerior, entonces ciones á los arg. 1,° y 2.°
tiene el carácter de circunstancia. — M. C. G. (5) Según la plenitud ó la deficiencia de su ser, principio
(2) Pudiendo concurrir muchos fines en la acción moral ; aquella de su bondad y causa estotra de lo malo, que hay en
cuando esta, considerada bajo iodos sus fines, resulta buena, ellas, consistente en y proporcionado á la privación ó caren-
no puede tornarse mala por razón del fin : mas acontece á ve- cia ó falta de perfección del ser, que respectivamente las
ces que al acto bueno por razón de un fin se le agrega un fin compete según su naturaleza.
malo ; y entonces no se incurre en la contradicción de que (6) V. la C. -IS, a. 1 de la 1." Parte en el T. 1."
el acto es bueno y malo por causa delfin-,sino es que se dice (7) Decimos alguna, para indicar que no siempre es una
que, faltando la pureza á la acción moral por la unión del fin sola, ó más bien, que generalmente son varias y múltiples.
malo, por necesidad dicha acción tiene que concluir por ser
132 CUESTIÓN X V I I I . — ARTÍCULOS V Y V I .
especie por razón de su bondad ó malicia. que las diferencias esenciales son las que
Por el contrario, según Aristóteles originan la diversidad de especie.
( E t h . 1. 2, c. 1 y 2) «hábitos semejantes A l argumento 1.° diremos, que aun en
»originan actos semejantes» (1). E s así las cosas naturales lo bueno y lo malo,
que el hábito bueno y el malo difieren en según sea conforme ó contrario á la na-
especie, como la liberalidad y la prodiga- turaleza, diversifican su especie; pues no
lidad. L u e g o también el acto bueno y el son de una misma especie (por ejemplo)
malo son de diversa especie. un cuerpo vivo y un cadáver. D e l mismo
Conclusion. Lo bueno y lo malo en los modo lo bueno, como conforme á la ra-
actos morales diversifican su especie. zón, y lo malo por estraño á ella consti-
Responderemos, que todo acto tiene tuyen diversa especie de moralidad.
su especie por su objeto, según se h a di- A l 2.° que lo malo importa privación,
cho (C. 1, a. 3 ; y C. 18, a. 3 ) : de donde no absoluta, sino en su relación con d e -
se infiere que necesariamente alguna di- terminada potencia, que se supone ac-
ferencia del objeto constituye la diversi- tuando. A s í se dice malo en su especie un
dad de especie en los actos. E s muy de a c t o , no porque no tenga objeto, sino
notar empero que esto consiste en que porque le tiene no conforme á la razón;
los actos se refieren á un solo principio cual lo es el apropiárselo ajeno. P o r con-
a c t i v o , que no establece tal diferencia en- siguiente, en cuanto el objeto es algo p o -
tre los actos, en cuanto se refieren á dis- sitivamente, puede constituir especie de
tinto principio activo; pues ninguna cosa, acto malo.
que es tal por accidente, constituye espe- A l 3.° que el acto conyugal y el adul-
cie, sino solo lo que es por sí. M a s puede terio, referidos ala razón, difieren e n es-
darse diferencia del objeto, que exista pecie y tienen por lo mismo efectos dife-
por sí misma, refiriéndolo á un principio rentes en especie; toda vez que el uno es
activo, y solo accidentalmente en su com- digno de premio y alabanza, al paso que
paración con otro distinto principio : al el otro merece reprobación y pena : por
modo que las nociones de color y sonido más q u e , atendida solo la potencia g e n e -
difieren por su naturaleza respecto del rativa, no sean de distinta especie y ten-
sentido, y no en cuanto á la inteligencia. g a n específicamente un solo y mismo
Ahora b i e n : en los actos lo bueno y lo efecto.
malo se califican a s í , refiriéndonos á la A l 4.° que la circunstancia se toma á
razón; pues, según dice San Dionisio ( D e veces como diferencia esencial del objeto
div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 21), « l o bueno en su comparación con la razón ; y en t a -
del hombre consiste en ser conforme á la les casos puede dar especie al acto m o -
» razón; y lo malo en lo que es fuera de ral : lo cual precisamente sucede, siem-
»razón». E s bueno en cada cosa lo que pre que una circunstancia transforma el
la es conveniente según su forma; y malo acto de bueno en m a l o ; pues la circuns-
lo que desdice en ella del orden (propio) tancia no haría malo el acto, si no fuera
de su forma. Resulta patentizado así que porque repugna á la razón.
la diferencia de bien y mal, por lo que
atañe al objeto, se funda en la referencia
de ella misma á la razón, es decir, según ARTÍCULO V I . — E I <¡n diversifica ai
(1) Los hábitos se forman de actos análogos y repetidos; pecie ni diversidad de especies, hablando con propiedad,
pero una vez formados dan á su vez origen á otros actos do constituidas por privaciones ó no entes, cual es lo malo ó el
la propia índole. - mal, simple carencia ó falta de bien. V. P. 1." C. -18, a. 1,
(2) Lo bueno empero constituye formalmente especie, como al 2.°.
ente que es positivo y real; mientras que lo malo solo mate- (3) Véase la nota 2, pág. 130.
rialmente y según el lenguaje usual, pues no puede darse es-
CUESTIÓN X V I I I . — A R T Í C U L O S VI Y VII. 133
(1) Fíjese la atención'en la palabra propio, de que usa el (3) Léase la Conclusión con meditado estudio.
Santo Doctor. Siendo el objeto formal de la voluntad y de to- (4) Las ediciones romanas (áurea) y de Pádua con Tíicolai
dos sus actos el fin, por ser también la razón de las cosas que suprimen la negación non. La romana antigua con el códice
al mismo fin se refieren ¡ dicen los comentadores que Santo de Alcañiz inserta non (que no está), y también se ve la ne-
Tomás, para indicar esta formalidad del objeto, se valió de la gación en las de Ñapóles, Madrid y París (la reciente de
frase finia utilero propric: con cuya esplicacion se obvia la difi- Drioux) con otras. El sentido parece ser que una cosa no
cultad, que pueda tener lugar, considerando que el objeto do puede estar en dos especies diversas y no incluidas la una
elección es todo lo quo se refiere al fin, distinguiéndose por (más limitada ó' especialísima) en la otra (más genérica y co-
esto de la volición ó intención, etc., como se dice (Elh. 1. 3). mún) : léaso con cuidado la solución, que parece supone y
M. C. G. justifica la inserción del adverbio negativo non.
(2) Porque formal y directamente se propone solo el adul- (5) Bajo la cual ya no cabo ni puede admilirso otra ningv.ua
terio, y solo material é indirecta ó accidentalmente cometo especie contenida en aquella, determinada por la última di-
el hurlo, en cuanto hurto, como medio para lograr aquel. ferencia específica.
134 CUESTIÓN XVIII, — ARTÍCULO VII.
que el fin tiene carácter de último. P o r los que los tienen unos tienen d o s , otros
consiguiente l a especie procedente del fin cuatro y otros en mayor número; porque
está incluida en la objetiva, como especie estas diferencias determinan por sí la pri-
especialísima. mera establecida. A s í pues, cuando el
3.° Cuanto más formal es una diferen- objeto no es por sí mismo ordenado al
cia,, tanto es más especial; pues la dife- fin, la diferencia específica tomada de
rencia es al género lo que la forma á la aquel no es de suyo determinativa de la
materia. E s así que la especie originada procedente de este, ni al contrario; y
del fin tiene más de formal que la ema- por lo mismo ninguna de las dos especies
nada del objeto (a. 6 ) . L u e g o la primera dimanadas de esas diferencias está con-
de estas está incluida en la segunda, tenida en la otra, sino que el acto moral
como lo está la especie especialísima bajo en este caso queda incluido en una y otra
un género subalterno. especie, como segregadas ambas entre sí:
Por el contrario: cada género tiene sus por eso decimos que el que roba para
diferencias determinadas. Mas un acto de fornicar obra con dos malicias en un solo
determinada especie por razón del objeto acto. M a s , si el objeto se ordena por sí:
puede referirse á infinitos fines, como el mismo al fin, una de las dos diferencias
hurto á innumerables designios buenos ó antedichas es de suyo determinativa de
malos. P o r consecuencia la especie pro- la, otra ; y por consecuencia una de las
cedente del fin no se contiene bajo la es- dos especies basadas en ellas resultará
pecie tomada del objeto, como en su g é - incluida en la otra. Réstanos empero
nero. examinar, cuál de ellas incluye á cuál:
Conclusión. La especie de un acto mo- y al efecto observemos ante todo que
ral tomada del fin no se incluye bajo la una diferencia es tanto más específica,
que proviene del objeto, como en su gé- cuanto sea más particular la forma de
nero; sino que pertenece á dos distintas que se origina ; en segundo lugar que
especies, fundadas una y otra en dife- cuanto más universal es el a g e n t e , tanto
rencias específicas, aunque más general lo será asimismo la forma procedente de
la relacionada con el fin que la origi- su acción; y por último que un fin cor-
nada del objeto. responde á un agente tanto más univer-
Responderemos, que el objeto del acto sal, cuanto él sea posterior. A s í la vic-
esterior en relación con el fin de la v o - toria, último fin del ejército, es el fin in-
luntad debe considerarse de dos modos: tentado por el general en j e f e ; al paso
uno como ordenado de suyo (per se) al que la dirección de esta ala ó de aquella
mismo, á la manera que el pelear bien se brigada es el fin'de algún jefe subalterno.
dirige á la victoria; otro como accidental Sigúese de todo esto que la diferencia
(per accidens), cual sucede si uno toma específica procedente del fin es más ge-
l o ajeno con el eventual designio de dar nérica, que la tomada del objeto por sí
limosna. P e r o es preciso según Aristó- mismo dirigido á ese fin, la cual es espe-
teles ( Metaph. 1. 7, t. 43 ) que las dife- cífica respecto de él ( 1 ) : pues l a volun-
rencias constitutivas de las especies, en t a d , cuyo objeto propio es el fin, es el
que un género se divide, l o dividan por motivo universal respecto de todas las p o -
sí mismas: porque, si lo hacen solo ac- tencias del alma, cuyos objetos propios
cidentalmente, la división no es legítima; son l o s respectivos de los actos particu-
como no lo s e r í a , clasificando los anima- lares.
les en racional é irracional, y subdivi- A l argumento 1.° diremos, que una
diendo este en alado y sin a l a s ; en aten- cosa no puede por razón de su sustancia
ción á que el ser ó no alado no determina incluirse en dos especies, de las que una
por sí lo que constituye irracional al ani- no esté subordinada á la otra; pero sí en
mal. Sería competente esta división: h a y cuanto á los demás (elementos 6 acci*
animales con pies y otros sin pies, y de dentes) adjuntos (á la sustancia): así
(1) Es decir, que la bondad ó malicia procedente del objeto por sü segundo estremo, que dice al contrario, esto es, « la 6 8 -
se contiene ó incluye' (como más específica} en la emanada » pecie moral procedente del fin contiene á la tomada del
del fin (que es más genérica), como la especie en el género : » objeto ».
ó bien, que la contestación á la pregunta del epígrafe opta
CUESTIÓN XVIII. — A R T Í C U L O S VII Y VIII. 135
una manzana misma puede pertenecer á el acto, que tiene la debida perfección de
cierta especie bajo el concepto de su co- bondad; y malo aquel, al que le falta
lor, por ejemplo, blanco ( 1 ) ; y en aten- algo de esto. Pero necesariamente t o d o
ción á su olor estar contenida eu otra es- ó tiene la plenitud total de su bondad ó
pecie , tal como la de odorífera. D e l pro- le falta algo. L u e g o es necesario que todo
pio modo el acto, que por su sustancia está acto según su especie sea bueno ó malo,
en una especie de naturaleza, puede refe- y ninguno indiferente.
rirse á dos especies según las condiciones Por. el contrario, dice San Agustín ( D e
morales que l e sobrevengan, conforme á serm. Domini in monte, lib. 2 , c. 18) que
lo dicho ( C . 1 , a. 3 al 3.°) « h a y ciertas acciones medias, que p u e -
A l 2.° que el fin es lo último en la eje- x> den hacerse^ con bueno ó mal espíritu,
cución, pero lo primero intentado por la » sobre las que es temerario juzgar ».
razón, según la cual se especifican los L u e g o h a y algunos actos indiferentes se-
actos morales. gún su especie.
A l 3.° que l a diferencia es respecto del Conclusión. Algunos actos humanos
género lo que la forma comparada con son de suyo indiferentes según su espe-
la materia, en cuanto constituye al g é - cie , no interviniendo en ellos la razón.
nero en acto .; pero aun el género se con- Responderemos que, como se ha dicho
sidera como lo mas formal en la especie, (a. 2 ) , todo acto recibe su especie del
en cuanto es más absoluto y menos res- objeto ; y el acto humano, que se llama
tringido : así que aun las partes de la moral, toma su especie del objeto, refe-
definición se reducen al género de causa rido al principio de los actos humanos,
formal ( P h y s . 1. 2 , t. 3 1 ) , en cuyo con- que es la razón. P o r consiguiente, si el
cepto el género es causa formal de la es- objeto del acto encierra algo que convie-
pecie, y tanto más formal cuanto más ne al orden de la razón, será un acto
común. bueno según su especie, como el dar li-
mosna al necesitado; pero, si encierra
ARTÍCULO V I I I . — n « y a i g u n acto algo que repugna al orden de la razón,
Indiferente s e g ú n s u e s p e c i e ? (2) será un acto malo según su especie, como
robar, lo cual es quitar lo ajeno. Sucede
1.° P a r e c e que no hay acto alguno in-~ sin embargo que el objeto del acto no en-
diferente según su especie : porque lo cierra cosa alguna perteneciente al or-
malo es la privación de lo bueno, según den de la razón, como el levantar una
San Agustín ( E u c h . c. 1 1 ) , y la priva- paja de la tierra, ir al campo y así á este
ción y el hábito son opuestos inmediatos, tenor, y tales actos según su especie son
según Aristóteles (in Pra3dic. cap. D e indiferentes.
oppos.). L u e g o no existe acto alguno, A l argumento 1.° diremos que h a y dos
que según su especie sea indiferente, c o - clases de privación : una que consiste en
mo medio existente entre el bien y el mal. la privación del s e r , y esta nada deja
2.° L o s actos humanos toman su espe- sino que todo lo destruye ; como la c e -
cie de s u fin ó de su objeto ( 3 ) , según guera destruye totalmente la v i s t a , las
queda dicho (a. 6, y C. 1, a. 3 ) . Pero tinieblas la luz y la muerte la v i d a ; y
todo objeto y todo fin son buenos ó ma- entre esta privación y el hábito opuesto
los. L u e g o todo acto humano es según su no puede existir medio alguno acerca de
especie bueno ó malo. L u e g o ninguno es su objeto propio. L a otra consiste en ser
indiferente según su especie. privado ( 4 ) , como la enfermedad es una
3.° Según lo dicho (a. 1) se dice bueno privación de la salud, no porque toda
(1) Más propiamente blancura en abstracto. consignado en lá Conclusión, considerando indiferentes aque-
(2) Hubo quienes con Juan Hus (condenado como hereje en llos actos, cuyo objeto en nada se relaciona de suyo con la
este y otros puntos por el Concilio de Constanza, ses. 16) sos- razón, cual es el de levantar del suelo una paja.
tuvieran que «no hay acto alguno indiferente»; en tanto (3) Ya se consideren separadamente, en cuanto elfinlos
que tampoco han faltado sostenedores del estremo opuesto y especifica formalmente (a. 6) y el objeto materialmente (a. 4)}
no menos contrario á la fe, diciendo que « lo son todos en sí ya en conjunto en el concepto de identificarse el fin con el
» mismos ó según su especie ». Escoto enseñaba que todos son objeto, conforme á lo espuesto (C. 1, a. 3).
ó buenos ó malos por razón de su objeto, doctrina asaz aven- (4) In privari, en comenzar á perder algo de la propia for-
turada por su afinidad con la del citado heresiarca. La común ma, ó como incoación parcial de la completa privación, que no
y cierta es la que con la escuela tomista adopta el justo medio llega empero á 6ufrir.
Í36 CUESTIÓN XVIII. — A R T Í C U L O S VIH Y IX.
esta sea totalmente destruida, sino por- t u d , y el mal moral al vicio. P e r o sucede
que se constituye como en v í a para per- á veces que el hombre no ordena á algún
der la salud totalmente, lo cual tiene l u - fin de vicio ó de virtud el acto, que por
gar por la muerte. P o r consiguiente tal su especie es indiferente. L u e g o acontece
privación, por lo mismo que deja algo, no que algún acto individual es indiferente.
siempre es inmediata relativamente al Por el contrario, dice San Gregorio en
hábito opuesto. D e esta manera pues el cierta homilía (6 in E v . ) : « palabra ociosa
mal es la privación del bien, como dice » es aquella, que no es útilmente recta,
Simplicio (Comment. super. lib. Prajdica- »justamente necesaria ó piadosamente
mentorum, in cap. D e o p p o s ) ; porque no » útil ». P e r o la palabra ociosa es mala,
destruye todo el bien, sino que deja algo. pues de ella han de dar cuenta los hom-
P o r lo tanto puede existir algún medio bres en el dia del juicio, como se dice
entre lo bueno y lo malo. ( M a t t h . 12, 36). M a s , si no falta en ella
A l 2.° que todo objeto ó fin tiene al- razón de justa necesidad ó de pia utili-
guna bondad ó malicia, al menos natu- dad , es buena. L u e g o toda palabra ó es
ral ; y sin embargo no siempre encierra buena ó mala; y por identidad de razón
bondad ó malicia moral, la cual se con- cualquier otro acto es también bueno 6
sidera por comparación á la razón, como malo. L u e g o ningún acto individual es
queda dicho ; y de esta se trata ahora. indiferente.
A l 3.° que no todo lo que h a y en el acto Conclusión. Todo acto humano, como
pertenece á su especie. P o r consiguiente, ejecutado con deliberación y considerado
aunque en la razón de su especie no se en el individuo , es necesariamente bueno
contenga todo lo que pertenece á la ple- ó malo, y no indiferente.
nitud de la misma bondad, no por eso es R e s p o n d e r e m o s , que sucede á veces
por su especie malo, ni tampoco bueno ; á que un acto es indiferente en su especie,
la manera que el hombre según su espe- y sin embargo es bueno ó malo, conside-
cie ni es virtuoso ni es vicioso. rado en el individuo : y esto es a s í , por-
que el acto moral según lo dicho ( a . 3 )
ARTÍCULO I X . — H a y algún acto indi- no solo toma su bondad del objeto, que
ferente considerado e n el individuo ? (1) lo especifica, sino también de las cir-
cunstancias , que son como ciertos acci-
1.° Parece que h a y algún acto indife- dentes; al modo que h a y c o s a s , que
rente en el individuo: porque no hay e s - convienen al individuo hombre según los
pecie, que no contenga ó pueda conte- accidentes individuales, mas no convie-
ner en sí algún individuo ; y algún acto nen al hombre bajo la razón de especie.
es indiferente según su especie, como se P o r otra parte es indispensable que todo
ha dicho (a. 8 ) . L u e g o parece que algún acto individual tenga alguna circunstan-
acto individual puede ser indiferente. cia , por la cual se haga bueno ó malo,
2.° « D e actos individuales se produ- al menos por parte de la intención del
» cen hábitos conformes á los mismos », fin: porque, siendo propio de la razón el
como se dice (Ethic. 1. 2, c. 1 y 2). P e r o ordenar, el acto procedente de la razón
algún hábito es indiferente, según dice deliberativa, si no se ordena al debido
el Filósofo (Ethic. 1. 4, c. 1) de algunos, fin, por esto mismo repugna á la razón é
como de los alegres y pródigos, que no implica concepto de malo ; mas, si se or-
son malos ; y sin embargo consta que no dena al debido fin, conviene entonces con
son buenos, pues se apartan d é l a virtud: el orden de la razón, éimporta noción de
por cuya razón son indiferentes según el bueno. Necesariamente empero ó se or-
hábito. L u e g o algunos actos individua- dena ó no al debido fin. L u e g o es pre-
les son indiferentes. ciso que todo acto del hombre, procedente
de la razón deliberativa ( 2 ) , conside-
3.° E l bien moral pertenece á la vir-
(1J En el articulo anterior se tratabade los actos considera- diferente, sino ó bueno ó malo. Según esta distinción los actos
dos en sí mismos, aupque especificados por el objeto ó el fin indiferentes son, más bien que humanos, actos de hombre
ó por uno y otro, pero prescindiendo del individuo agente ', y meramente ; y todo acto verdaderamente humano ó moral es
así se dan actos indiferentes : en este se consideran como pro- bueno ó es malo, sin que ninguno de ellos pueda ser neutro 6
piamente humanos ó ejecutados con deliberación por parte indiferente, es decir, ni bueno ni malo.
del operante, bajo cuyo aspecto ningún acto deliberado esin- (2) Y por lo misino propiamente humano y moral.
CUESTIÓN XVtti.—ARTÍCULOS IX Y X.
(1) Sino solo de los llamados por los teólogos aelos de hombre, integridad de la confesión sacramental el manifestarlas, como
indeliberados ó instintivos y espontáneos, como los de los ir- constitutivas de pecado numéricamente distinto del sustan-
racionales; no voluntarios, ni libres, ni por consiguiente im- cial anejo al acto mismo, cuales son el del incesto ó el de sacri-
putables á mérito ó culpa. legio por el parentesto ó carácter sagrado de la persona ó del
(2) Tal es la opinión común do Bclarmino, Suarcz, Valen- lugar, etc.'. lo cual demuestra pertenecer al dogma católico la
cia y muchos oíros con los tomistas todos en general; de la doctrina aquí sentada.
que disienten algunos con Escoto, Vázquez, San Buenaven- (4) La designada por el adverbio local nbi en el consabido
tura y los escolistas en escaso número. exámetro : Quis, quid ubi,.,. Véase la C. 7, a. 3, y su nota 1 ;
(3) El Santo Concilio do Trcnlo («es. 15, c. 5) distingue cir- página GS.
cunstancias que mudan de especio, declarando nocesario á la
138 CUESTIÓN X V I I t . — A R T Í C U L O S X Y XI.
aquí es que en las cosas naturales lo que A l 3.°, que no toda circunstancia cons-
es accidental á alguna cosa, no puede tituye al acto moral en alguna especie de
ser tomado como diferencia constitutiva bien ó de m a l , pues no toda circunstancia
de especie. M a s el movimiento progresi- importa acuerdo ó desacuerdo con la ra-
vo (processus) de la razón no está de- zón. P o r lo cual no es preciso, aunque
terminado á una cosa fija; sino que, sean muchas las circunstancias de un solo
dada u n a , puede proceder á otra : y por a c t o , que este sea de muchas especies; si
esto lo que en un acto se considera como bien por otra parte no repugna que un
circunstancia añadida al objeto , que d e - solo acto moral pertenezca á varias espe-
termina la especie del a c t o , puede ade- cies de moralidad distintas unas de otras,
mas ser tomado por la razón como con- como se ha dicho (a. 7 , al 1.°; y C. 1 , a. 3
dición principal del objeto determinante de al 3.°).
la especie del acto : como el tomar lo aje-
no recibe especie de ese concepto de aje- ARTÍCULO X I . —• ¿Toda circunstancia
no , y por esto se constituye en especie de que a u m e n t a l a bondad ó m a l i c i a , consti-
burto; y , si se considera sobre este acto tuye a l acto moral e n e s p e c i e d e b u e n o ó «le
la razón de lugar ó tiempo, tendremos la malo ? (1)
de circunstancia. Pero, como que la razón
puede ordenar también acerca del lugar 1.° Parece que toda circunstancia per-
y del tiempo y otras análogas (circuns- teneciente á la bondad ó malicia especifica
tancias ) , de aquí el poderse tomar la el a c t o ; porque lo bueno y lo malo son
condición del lugar respecto del objeto diferencias específicas de los actos mora-
como contraria al orden de la razón, por les. L o que establece pues diferencia e n
ejemplo, en cuanto la razón ordena que la bondad ó malicia del acto moral, pro-
no debe hacerse injuria al lugar sagrado; duce en él una diferencia específica; y
por lo cual el sustraer de un lugar sa- esto es ser diferente según la especie (2).
grado alguna cosa ajena, añade una Pero lo que se añade á la bondad ó m a -
especial repugnancia al orden de la razón. licia del a c t o , hace que difiera según la
Y por esto el l u g a r , que antes se consi- bondad y malicia. L u e g o lo hace dife-
deraba como circunstancia, ahora se mira rente según la especie ; y en su conse-
como condición principal del objeto y que cuencia toda circunstancia, que añade
repugna á la razón. A s í p u e s , siempre bondad ó malicia al a c t o , constituye e s -
que una circunstancia se refiere al or- pecie.
den especial de la razón, ya en pro, ya
2.° O la circunstancia sobreviniente
en contra, necesariamente la circunstan-
tiene en sí alguna razón de bondad ó ma-
cia especifica el acto moral como bueno
licia, ó no la tiene. Si no la t i e n e , nada
ó como malo.
puede añadir á la bondad ó malicia del
• A l argumento 1.° diremos, que la cir- acto; porque lo que no es bueno no puede
cunstancia , en cuanto da especie al acto, producir lo más bueno, y l o que no es
se considera, como cierta condición del malo no puede hacer más malo : y , si
objeto, según lo d i c h o , y como cierta tiene en sí razón de bondad ó malicia,
diferencia específica del mismo. por esto mismo tiene cierta especie de
A l 2.° que la circunstancia, que perma- bueno ó de malo. L u e g o toda circunstan-
nece como tal en su propia naturaleza, c i a , que aumenta la bondad ó malicia,
siendo como un accidente, no especifica constituye una nueva especie de bien, ó
el a c t o ; pero, en cuanto se cambia en de mal.
condición principal del objeto, sí lo espe- 3.° Según San Dionisio ( D e div. nom.
cifica. c. 4 , p. 4 , lect. 2 2 ) « el mal resulta de
(1) Trátase aquí de las llamadas circunstancias agravantes, gislar aparte sobre las que la cambian y que deben declararse
que no todas mudan ó cambian la especie moral del acto, ó con la consiguiente especificación ; como que hasta originan
mis claramente, no todas dan origen á especial bondad ó ma- denominación específica del pecado constituido por ellas, lla-
licia de la acción, aparte de la que la es sustancial en sí mis- mándose este sacrilegio, incesto, adulterio, simonía, etc. Hay
ma ó inherente por razón del objeto y del fin ; según se coli- pues circunstancias, que agravan la bondad ó la malicia del
ge de la doctrina délos Concilios Lateranenses bajo Inocen- acto moral, sin comunicarle nueva especie ; y estas Bon el ob-
cio III (c. 21) y Trldenlíno (ses. 14, c. 5), donde se suponen jeto del artículo, cuyo epígrafe anotamos.
circunstancias que no cambian la especie, en el hecho de le- (2) Véase la nota 2, pág. 132, C. 18, a, 5.°
CUESTIÓN XVIII. — ARTÍCULO X I . 139
fl) Véase en el T. l.° la nota 1 de la pág. 41. quíe.rda (por ejemplo) ó la de matar á un hombre vestido de
(2) P. 1.°, C. 5, a. 5; T. l.°pág. 40. traje blanco ó azul, ó antes ó después del medio dia ; y estas
(3) Porque la cantidad, como accidente que es, no afecta á en nada modifican la moralidad del acto- por sí mismas, con
la esencia : axioma ó proloquio filosófico muy común é indis- tal que no se presuponga alguna otra, que la agrave ó cambie
cutible. su especie: como sucedería, si uno matase á un juez investido
(4) Ademas de las circunstancias que diversifican la espe- de su toga ó á un sacerdote revestido de sus sacros ornamen-
cie y de las agravantes hay un tercer género de ellas, que ni tos ; por cuanto en tales casos el traje tlenota la representa-
agravan la bondad ó malicia, ni inducen diversa especie do ción de ministro de Dios ó de la justicia respectivamente.
moralidad, cuales son la de robar con la mano derecha ó la iz-
CUESTIÓN XIX.
Vamos á t r a t a r de la bondad del acto interior de la voluntad, acerca de lo cual espondrémos estos
diez artículos : 1.° La bondad de la voluntad depende del objeto? — 2 . ° Depende solamente del ob-
jeto?—3.° Depende de la razón?—4.° Depende d é l a ley e t e r n a ? — 5.° La razón que y e r r a , obliga?—
6." La voluntad, siguiendo c o n t r a í a ley de Dios á la razón que y e r r a , es m a l a ? — 7.° La bondad de
la voluntad en las cosas concernientes al fin depende de la intención del fin? —8.° La cantidad
de la bondad ó malicia en la voluntad sigue a l a cantidad del bien ó del mal en la intención? —9.° La
b o n d a d de la voluntad depende de la conformidad con la voluntad divina?—10.° Es necesario q u e la
voluntad h u m a n a se conforme á la divina voluntad relativamente al objeto q u e r i d o , p a r a que sea
buena?
(1) Después de haber tratado de la bondad y malicia de los diverso de la ejecución misma ; poro no siempre lo es ol fin de
actos humanos en general, concrétase en esta Cuestión á los la acción ó del acto (acllonis), según prueba el mismo Santo
actos internos de la -voluntad, entendiéndose do los elicitos Tomás interpretando á Aristóteles.
ó producidos sustanciahnentc por la voluntad misma, sin po- (3) Lo mismo que en lo natural en lo moral : asi el calor
ner en juego ó hacer uso de las potencias á ella subordina- produce calor, y los hábitos buenos provienen de actos bue-
das ; pues al examen de los estemos ó imperados dedica la nos y á su vez dan origen á acciones también buenas,
siguiente C. 20. (4) Según lo espuesto en la C. 18, a. 2 y 7,
(2) El fin do la ejecución (faclionls) ó de la obra ó hecho es
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S I Y II. 141
(1J Medítese bien lo espuesto en la nota 4 , pág. 141; y se según su diferente apreciación y las escuelas en que militan.
comprenderá fácilmente la conciliación de esta tesis tan es- (2) Depende de solo el objeto según lo demostrado y en el
clusiva con las allí citadas, por cuanto el objeto aquí se en- sentido espueslo en el a. precedente, como de principio es-
tiende abarcar todo lo bueno ó malo incluido en él, véngale trinseco; pero, como principio intrínsecamente diroctivo de la
de sí propio ó de alguna circunstancia ó de otro cualquier voluntad en su operación, claróos que interviene indispensa-
concepto, y lo que constituye la bondad ó malicia de un acto blemente en sus actos la razón : y esto es lo que en armonía y
voluntario (como es bien obvio y natural) es el bien ó el mal como aplicación de lo sentado en el a. 1 do la C. 0 se propone
querido ó intentado por la voluntad en su operación moral ó establecer aquí.
deliberada. Esto nos dispensa de descender á las diversas in- (3) Resoluciones ó decisiones de la voluntad.
terpretaciones, que dan unos ú otros teólogos al testo literal,
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S III Y IV. 143
(1) Por ley-eterna ó divina se entiende aquí en general la preceptiva de su soberana voluntad, imponiendo mandatos
razón de la divina Sabiduría, según la cual Dios lo rige todo terminantes y concretos, como lo6 del Decálogo por ejemplo.
encaminándolo á su fin ; y no precisamente como la espresion
144 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULO V.
(1) La conciencia errónea, como hoy se dice en el lenguaje ranle pudiera y debiera desvanecerlo con diligencia al inénos
técnico usual. Lo que aquí se discute es pues, si la conciencia ordinaria, cual suele aplicarla á los asuntos ó negocios de
errónea obliga, ó lo que es lo mismo, si debe ó no obrarse se- interés para él común ó regular, habiendo advertido tal error
gún su dictamen. ó siquiera recelando y dudando acerca de la exactitud del jui-
(2) De aquí la definición de la conciencia errónea : « la que cio ó fallo de su conciencia errónea. Habla pues aquí de la
» propone lo falso como verdadero ». conciencia invenciblemente errónea.
(3) A no suponerse vencible el error, por cuanto el ope
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S V Y V I .
145
accidens) por la razón como bueno ó propone su juicio como verdadero, y por
como m a l o , para hacerlo ó evitarlo. Y , consiguiente como derivado de D i o s , de
puesto que el objeto de la voluntad es lo quien procede toda verdad.
que le propone la razón, según lo dicho A l 2.° que la espresion de San A g u s -
C. 8 , a. 1); sigúese que la voluntad, al tín tiene lugar, cuando se conoce que la
dirigirse á lo que la razón le presenta potestad inferior -manda algo contra el
como m a l o , acepta el concepto de malo: precepto de la potestad superior : mas,
y esto tiene lugar, no solo en las cosas si alguno creyese que el mandato del
indiferentes, sino también en las buenas procónsul era precepto del emperador;
ó malas per se; pues no solamente lo que al despreciar el precepto del procónsul,
es indiferente puede recibir el carácter despreciaría el del emperador: y asimis-
de bien ó de mal per accidens, sino que m o , si algún hombre conociese.que la ra-
aun lo que es bueno puede tomar carác- zón humana dictaba algo contra el pre-
ter de m a l o , ó lo que es malo de bueno, cepto de D i o s , no estaría obligado á se-
según el concepto que la razón se forme: guirla ; pero entonces la razón no sería
así el abstenerse de la fornicación es cier- totalmente errónea. Ahora, cuando la ra-
to bien; y sin embargo no es llevada la zón errónea propone algo como precepto,
voluntad á 'este bien, sino según que se de D i o s , en tal caso lo mismo es des-
lo propone la razón. Si pues se le propo- preciar el dictamen de la razón que el
ne como un mal por la razón errónea, es precepto de Dios.
llevada á este acto como hacia una cosa A l 3.° que la razón, cuando aprende
mala: y por consiguiente la voluntad será algo como malo, siempre lo aprende bajo
mala; pues que quiere lo m a l o , no en algún concepto de malo, sea porque con-
verdad lo que es malo per se, sino aque- traría al divino precepto, ó y a porque es
llo que lo es per accidens á causa de la escándalo, ó bien por algo semejante; y
aprensión de la razón. Asimismo creer en entonces á tal especie de malicia se redu-
Cristo es per se bueno y necesario para ce tal voluntad mala.
la salvación; mas la voluntad no es diri-
gida á esto, sino en cuanto se lo propone
la razón : por lo tanto, si la razón se lo ARTÍCULO V I . — l o v o l u n t o d , que con-
propone como m a l o , la voluntad será lle- cuerda con la razón errónea, es buena? (1)
vada á ello como malo; no porque lo sea
1.° Parece que la voluntad acorde con
en s í , sino que lo es per accidens según
la razón errónea es buena : porque, así
la aprensión de la razón. H é aquí por-
como la voluntad discordante de la razón
qué dice el Filósofo ( E t h i c . 1. 7, c. 1 y 2 )
tiende á lo que la razón juzga m a l o , así
que « e l incontinente, absolutamente ha-
la voluntad concorde con la razón á lo
» blando, es el que no sigue la recta razón,
que esta juzga bueno. E s así que la v o -
» y l o es per accidens el que no sigue la
luntad en desacuerdo con l a razón erró-
»razón falsa ». E n vista de todo lo es-
nea es mala. L u e g o la voluntad de acuer-
puesto debe decirse en absoluto que toda
do con la razón errónea es buena.
voluntad discordante de la razón, ya rec-
ta, ya errónea, es siempre mala. 2.° L a voluntad conforme con el pre-
cepto de Dios y de la l e y eterna siempre
A l argumento 1.° diremos que, aunque es buena. E s así que la l e y eterna y el
el juicio de la razón errónea no se derive precepto de Dios nos son propuestos por
de D i o s , sin embargo la razón errónea la aprensión de la razón aun errónea.
fl) Pudiera creerse al pronto completamente antitética de el deber no cumplido de rectificar el error de la conciencia;
la anterior esta pregunta, y resuelta por lo mismo sin vacila- que solo será escusable, cuando la ignorancia de la verdad sea
ción ni examen en sentido afirmativo, como un simple corola- para ella invencible. Hé aquí porqué en el cuerpo del artículo
rio perfectamente lógico de aquella. Pero no es difícil compren- se hace la esplicita referencia al a. 8 de la C. (i, como prece-
der que oso podría en algún caso equivaler á cohonestar ó dis- dente indispensable para resolver el punto aquí debatido, se-
culpar un nial por otro, como si(pnr ejemplo) el hecho criminal gún que la ignorancia cause ó no involuntario, y habida con-
del adulterio se cscusase de culpa, por ser robado el precio de sideración ala negligencia en informarse de lo cierto, causa
ese crimen, con solo suponer errónea apreciación ó conciencia indirecta pero determinante de la responsabilidad censurable
respecto del hecho de hurtar, con el designio de atacar á la del agente, cuando no ha puesto la solicitud que debiera en
fidelidad conyugal. Notoria por demás la monstruosidad de tal disipar la ignorancia ó el error. Con estas indicaciones se en-
teoría deja entrever desde luego que la conformidad de la vo- tenderá bien la Conclusión y el fundamento en que se apoya.
luntad con el juicio falso de la razón no siempre basta á jus- Téngase presente la nota anterior á esta.
tificarla ó escusarla de culpabilidad, pudiendo radicar esta en
SUMA TEOLÓGICA. — TOMO I I . 10
146 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULO VI.
(1) En casos de esta índole (añade San Alfonso de Ligorio) damente rigoristas, ó no fijando bien las circunstancias con-
no solo no hay pecado, sino que aún puede ser meritorio el currentes en tales actos.
acto de la voluntad conforme con la conciencia así invenci- (2) En sí mismo y en la aprensión ó concepto mental.
blemente errónea ; y bien puede afirmarse que tal es la opi- (3) En lo discursivo ó especulativo, como contrapuesto á
nión común de los moralistas más respetables, ó de todos con las ciencias prácticas, cual es la Moral, y que se estudian co.
la sola escepcion de algunos muy contados entre los exagera- mo determinadas por la ley, y no por la razón.
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 14T
cen otros por necesidad: así en la hipó- tad no depende de la del fin que se inten-
tesi de que uno se proponga la vanaglo- ta ; porque el que quiere hurtar, para dar
ria, bien que haga por causa de ella lo limosna, tiene voluntad mala, aunque se
que está obligado á hacer, ó bien lo omi- proponga un fin bueno. L u e g o tampoco
ta , pecará siempre ; mas no por eso se la bondad de la voluntad depende de la
encuentra perplejo ( 1 ) , toda vez que bondad del fin intentado.
puede desistir de su mala intención. D e Por el contrario, dice San Agustín
la misma manera, supuesto el error de la (Confess. 1. 9, c. 3 ) que « l a intención es
razón ó de la conciencia procedente de la »remunerada por Dios », y lo que Dios
ignorancia que no escusa, sigúese suce- remunera, premíalo como bueno. L u e g o
sivamente lo malo en la voluntad ; y sin la bondad de la voluntad depende de la
embargo no por eso está el hombre inde- intención del fin.
ciso , puesto que puede salir del error, por Conclusión. [ 1 ] La bondad de la vo-
ser la ignorancia vencible y voluntaria. luntad en lo conducente al fin depende
de la precedente intención del fin ; mas
ARTÍCULO V I I . •—• ¿ MAX bondad de l a vo- no [ 2 ] la de la voluntad primera de la
luntad e n l a s cosas concernientes a l fln d e - subsiguiente intención del fin, á no ser
pende de l a Intención del fin ? (2) reiterado su acto en unión con esta (5).
Responderemos, que la intención pue-
1.° Parece que la bondad de la volun- de referirse á la voluntad de dos modos:
tad no depende de la intención del fin : 1.° como precedente; y 2.° como consi-
porque se ha dicho (a. 2) que la bondad guiente ( 6 ) . l.° Precede la intención á
de la voluntad depende solo del objeto. la voluntad á título de causa, cuándo
Pero en lo conducente al fin uno es el ob- queremos algo por la intención de algún
jeto de la voluntad, y otro el fin inten- fin; y entonces el orden al fin se con-
tado ( 3 ) . L u e g o en esto la bondad de sidera como cierta bondad del mismo ob-
la voluntad no depende de la intención jeto querido : por ejemplo, cuando uno
del fin. quiere ayunar por D i o s , tal ayuno es
2.° Querer guardar los mandamientos bueno, precisamente porque se hace por
de Dios pertenece á la voluntad buena; Dios. A s í p u e s , dependiendo la bondad
pero ello puede referirse á un fin malo, de la voluntad de la bondad de lo que-
cual es el de la vanagloria ó la codicia, rido según lo dicho (a. 1 y 2 ) ; forzoso
cuando alguno quiere obedecer á Dios es que dependa de la intención del fin.
por conseguir los bienes temporales : lue- 2.° L a intención subsiguiente á la volun-
go la bondad de la voluntad no depende tad, cuando sobreviene á la voluntad (ya)
de la intención del fin. preexistente; como si uno quiere hacer
3.° E l bien y el m a l , así como diver- algo, y después lo refiere á D i o s : en este
sifican la voluntad, diversifican también caso la bondad de la primera voluntad
el fin ( 4 ) . P e r o la malicia de la volun- no depende de la intención siguiente, á
(1) La perplejidad de conciencia existe propiamente, cuando fin. Recuérdese el ya repetido ejemplo del avaro, cuyo objeto
uno juzga que pecaría cumpliendo cualquiera de dos precep- material es el dinero, pero el formal y final intentado por él
tos, ó decidiéndose por uno ú otro de dos deberes ó estremos es su posesión.
contrapuestos ; como si Y . gr. recela incurrir en prodigalidad (4) Aunque con la diferencia ya antes de ahora espuesta
socorriendo á un menesteroso, y quebrantar la caridad ó la de que el bien diversifica per se directamente, al paso que el
justicia no dando limosna en determinadas circunstancias. No mal (que es privación de bien, y no entidad) solo material-
hay pues en realidad conciencia perpleja en los casos, á que mente y per accidens por razón del bien adjunto á él, ó en que
el testo se refiere; por cuanto el hombre tiene en su poderla él se halla, como deficiencia ó privación parcial del mismo
decisión de toda duda ó vacilación, con solo renunciar á su bien.
torcido intento y obrar con rectitud conforme al dictamen de (5) Adviértase que por voluntad se entiende aquí el acto
su conciencia, bien ó mal formada sin negligencia ó culpable interior de ella, como distinto de la intención. El Santo plan-
descuido en cerciorarse de su deber, como se supone. tea la cuestión presente, porque en los tratados do Moral
(2) Distingüese aquí (según advierte el C. Cayetano) el juega mucho la intención ; y la voluntad suele acusarse ó es-
acto interno de la voluntad y la intención, según la cual con cusarsc por ella. Lo mismo se entenderá el art. 8.° siguiente.
frecuencia resulta aquel acusable ó cscusablc, aparte de la M. C. G.
bondad ó malicia intrínseca del acto en sí mismo y por razón (6) La edición romana antigua ponía cencomitans en lugar
del objeto. Conviene recordar lo establecido en la C. 12, a. 1 de consequens, palabra que, restaurada por Conrado y García,
y 2 respecto de la intención, y en el a. 4 de la C. 18 acerca de vemos unánimemente adoptado en todas las ediciones poste-
la inllucncia del tin en la moralidad de las acciones humanas. riores, inclusa la áurea (1773) que anota la variante, sin de-
(3) Esto es, lo que la voluntad mira como su objeto difiere signar más que al. concomitans según su costumbre.
de (ó no es lo mismo que) aquello, á que se dirige como á su
148 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULOS VII Y VIII.
menos que el acto de la voluntad no sea buena la voluntad, cuanto intenta (te-
reiterado con la siguiente intención (1). nerla).
A l argumento 1.° diremos que, cuando 2.° Aumentada la causa, se aumenta
la intención es causa del querer, el orden el efecto. Pero la bondad de la intención
al fin se considera como cierta razón de es la causa de la buena voluntad (4).
bondad en el objeto, según lo y a dicho. L u e g o tanto es buena voluntad, cuanto
A l 2° que la voluntad no puede de- de bueno se propone el que la tiene.
cirse buena, si la intención causa de la 3.° E n las malas acciones tanto peca
volición es mala : porque el que quiere uno cuanto (malo) intenta : así el que.
dar limosna, por conseguir una gloria lanzando una piedra intentase cometer un
v a n a , quiere bajo un concepto malo lo homicidio, sería reo de homicidio. L u e g o
que de suyo es bueno; y por lo tanto, por identidad de razón en lo bueno tanto
tal como él lo quiere, es malo, siendo de es buena la voluntad, cuanto lo es la in-
consiguiente mala su voluntad. P e r o , si tención del operante.
la intención es subsiguiente, entonces la Por el contrario : puede ser la inten-
voluntad pudo ser buena : y por la inten- ción buena, y mala la voluntad. L u e g o
ción siguiente no se vicia aquel acto de por la misma razón puede darse intención
la voluntad, que precedió; sino el acto más buena, y menos buena voluntad.
de la voluntad, que es reiterado. Conclusión. [1] El grado moral del
A l 3.° que, como y a se ha dicho (a. 6, acto así interior como esterior, conside-
al 1.°), el mal proviene de defectos singu- rado aquel por parte del objeto, no tiene
lares, y el bien de una total é íntegra •por medida el grado de la intención. El
causa. A s í p u e s , sea que la voluntad se grado de bondad de la intención [ 2 ] ,
proponga como bueno lo que es malo en atendida su intensidad en unión con la del
sí, sea que abrace como malo lo que es acto, redunda formalmente en el acto in-
bueno, es siempre (2) m a l a : m a s , para terno y esterno de la voluntad. El ope-
ser buena, requiérese que lo sea del bien rante [3] no merece tanto, cuanto intenta
como tal b i e n , esto es, que quiera el bien merecer.
y por el bien (mismo). Responderemos, que respecto al acto
y la intención del fin pueden considerarse
ARTÍCULO V I I I . — ¿ E I g r « « i o ( q u a n t i - dos clases de grados : 1. por parte dela
tas) de bondad ó malicia e n la.voluntad re- objeto, por cuanto uno quiere ú obra un
s u l t a del de l a bondad ó malicia e n l a Inten- bien mayor ; 2. por la intensidad del
a
(1) Pues con esla reiteración ó ratificación viene ya á ser lucion condensada en la Conclusion propuesta por Drioux, vie-
la intención anterior á la voluntad, hallándose por lo mismo ne á ser esta : « el grado de bondad de la voluntad no siem-
en el caso del primer estremo y dependiendo así también de B pre está en proporción al de la bondad do la intención ; sí
la intención (antecedente) la bondad de la voluntad. » empero lo está el de su malicia con el de esta ». Nosotros sin
(2) En uno y otro supuesto de los dos indicados. embargo preferimos detallar más en consonancia coh el testo,
(3) Véase la nota 2 , pág. 147. El sentido de esto epígrafe aunque algún tanto estraelada, \o.Conc'usion lomadasustancial-
es según Silvio el siguiente : o ¿el acto de la voluntad, por mente de la edición áurea romana.
» el que elige los medios conducentes al fin, ó en cuya virtud (4) Volición aquí, como muchas otras veces se llama voluntad
» hace uso de ellos mediante algún acto esterno, es tan bueno al acto de querer ; no la potencia ó facultad volitiva.
» ó malo, cuanto lo sea la intención misma del fin? u Como si (5) Ütriusquc, del acto y de la intención, ó del obrar y el
» dijera : « la bondad ó malicia de la intención es la medida querer.
» proporcional ó adecuada de la del acto voluntario? » La so-
CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULOS VIII Y IX. 149
(1) Sobre esta doctrina se tendrá presente que para la conformidad, deque aquí se trata, relativa al objeto do la vo-
bondad de la voluntad humana se requiere su ordenación al luntad.
sumo bien, no en apariencia, sino á lo que es en verdad sumo (3) Como que á su voluntad de condenar precede la pres-
bien, conocido por el entendimiento ó confusa, ó distinta, ó ciencia de los pecados y de la obstinación ó impenilencia
natural, ó sobrenaturalmente, según la disposición del su- final; y por lo mismo la reprobación positiva', de la que es
jeto. Cuando el hombre por medio de la luz, que Dios le ha consecuencia la condenación de hecho, presupone la prescien-
concedido, ordena sus acciones al verdadero bien sumo , en- cia de los deméritos del reprobo, aun cuando no se pueda de-
tonces estas serán buenas; pero vendrán á resultar malas, si cir lo propio en orden á los méritos del predestinado. Véase
'o contrario 'M. C. G. en el tomo 1.° la C. 23, a. 3, y sus notas 4 y 5 do la pág. 213;
(2) Conciliación de varios, pasajes de las Santas Escrituras y más cuidadosamente la nota 2, pág. 214, como también las
(al parecer contradictorios), que exigen unos y no otros la notas interesantísimas al a. 5 de la misma C , pág; 210 á 220.
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O X. 151
obligados á tener corazón recto. L u e g o mujer ó del hijo ( 5 ) , que quiere que no sea
también están obligados á querer lo que muerto el t a l , en cuanto es malo por su
Dios quiere. naturaleza el quitar la vida. M a s , como
2.° L a forma de la voluntad (1), como la voluntad sigue la aprensión de la ra-
la de cualquier acto, se toma del objeto. zón ó del entendimiento ; según que la
Si pues está obligado el hombre á confor- razón del bien aprendido fuere más co-
mar su voluntad con la divina, sigúese (2) m ú n , así también la voluntad es llevada
que está obligado á conformarse en lo á un bien más común, como se ve en el
querido. ejemplo propuesto : porque el juez debe
3.° L a repugnancia de las voluntades mirar por el bien común, que es la justi-
consiste en que los hombres quieren di- cia, y por esto quiere la muerte del la-
versas cosas. P e r o todo el que tiene vo- drón, la cual importa razón de bien con
luntad en pugna con la divina, tiene mala relación al estado común ; mas la mujer
voluntad. L u e g o todo el que no conforma del ladrón debe considerar el bien priva-
su voluntad con la divina en cuanto al do de la familia, y en tal concepto no
objeto de su volición, tiene mala vo- quiere la muerte del ladrón su marido. E l
luntad. bien pues de todo el universo es aquello,
Conclusión. La voluntad humana está que es aprendido por D i o s , que es el ha-
siempre obligada á conformarse formal- cedor y gobernador de todo ; por consi-
mente en orden al bien común, y no siem- guiente todo cuanto quiere, lo quiere bajo
pre materialmente (sí solo en ciertos bie- la razón de bien común, que es su bon-
nes particulares) en cuanto al objeto, con dad, la cual es el bien de todo el univer-
la divina ; á lo menos bajo su concepto de so : pero la aprensión de la criatura es
causa eficiente y que quiere el bien común según su naturaleza de algún bien par-
ó universal (que es su misma infinita ticular proporcionado á esta. Sucede em-
bondad) ( 3 ) . pero que algo es bueno según una razón
Responderemos que, según se infiere particular, y no lo es según la universal;
de lo dicho (a. 5 ) , la voluntad es condu- ó por el contrario, según lo dicho poco
cida á su objeto, según que le es pro- h á : y de aquí proviene que alguna v o -
puesto por la razón. Sucede empero á v e - luntad es buena, queriendo algo conside-
ces que la razón considera alguna cosa rado según una razón particular, y que
(ú objeto) de diversos modos, siendo así sin embargo D i o s no lo quiere según la
bueno bajo un concepto lo mismo que no razón universal, y viceversa ; como tam^
lo es en otros. A s í es q u e , si la voluntad bien que las diversas voluntades de diver-
de alguno quiere que aquello sea ( 4 ) , en sos hombres pueden ser buenas respecto
cuanto tiene razón de bien, es buena ; y , de cosas opuestas, según que bajo diver-
si la voluntad de otro quiere que no sos conceptos particulares quieren que tal
sea ( 4 ) eso mismo, por lo que tiene de cosa sea ó no. Sin embargo la voluntad
malo, la voluntad de este será también de un hombre no es recta, queriendo un
buena : como el juez tiene buena volun- bien particular, á menos que la refiera
tad, queriendo la muerte del ladrón, por- al bien común como á su fin ; puesto que
que es justa ; en tanto que también es aun el apetito natural de cada una de las
buena la voluntad de otro, v. gr. de la partes debe referirse al bien común del
(1) « Volición » ó acto de la voluntad, como es bien claro y (lo que hay de privación, y malo como tal): pero ¿ cómo se po-
obvio por el contesto, y según ya tenemos advertido (nota 4, dría salvar entonces la afirmación de la bondad de la volun-
página 148). tad en el segundo? El ejemplo presentado á continuación
(2) Sequilar : algunas ediciones (la áurea entre ellas) po- viene ademas á justificar completamente y sin género de duda
nen en su lugar requirilur (requiérese), que por cierto no pa- la traducción, que consignamos en el testo : « quiere uno rec-
rece pertinente ni aceptable. » tamente que el hecho se realice ó sea», y... « con voluntad
(3) Nos permitimos refundir en esta forma los cuatro ó cinco » igualmente recta y buena quiere el otro que no sea ó no se
puntos, que comprende la demostración del cuerpo de este ar- »verifique el mismo hecho». Tal es indisputablemente el
ticulo, que van de letra cursiva en e\ testo ; con el fin de con- sentido literal de esas dos frases.
cretar bien y con suficiente claridad lo sustancial de la tesis (5) «Del mismo ladrón» se sobreentiende. Recuérdese lo
en consonancia con la propuesta formulada en el epigralc. dicho acerca de la voluntad antecedente y consecuente en las
(4) Quizá podría creerse más exacta y legítima la versión notas 4 do la pág. 177 y al final de la 3 en la 185, pero que
de las locuciones vclil illud esse y velil illud idem non esse, tra- termina ya en la 18G del tomo 1.°, En el testo y cuerpo del
duciendo respectivamente « quiere aquel ser » (esto es, lo que a. fi, C. 19, de la 1. Parte (T. 1.", pág. 178, columna 1.") sé
a
hay de ser en ello, lo bueno) y « quiere aquel mismo no ser » aduce precisamente el mismo ejemplo que aquí.
CUESTIÓN XÍX. — ARTICULO X.
todo : y , pues la razón, como forma de tiene voluntad conforme á la voluntad di-
querer lo que se ordena al fin, se toma del vina en cuanto á la razón de lo querido.
fin ; sigúese que, para que uno quiera Mas en particular no sabemos, qué es lo
con recta voluntad algún bien particu- que Dios quiere; y respecto de esto no
lar, es menester que aquel bien particu- estamos obligados á conformar nuestra
lar sea querido materialmente, y que el voluntad con la divina. P e r o en el estado
bien común divino lo sea formalmente. de la gloria todos verán en las cosas sin-
L u e g o la voluntad humana está obligada gulares, que quieran, el orden de ellas
á conformarse formalmente con la divina respecto á lo que sobre esto quiere Dios;
en lo que quiere, puesto que lo está á por cuya razón no solo formal sino mate-
querer el bien divino y común ; pero no rialmente conformarán su voluntad con
materialmente ( 1 ) , por la razón antes la de D i o s en todas las cosas.
dicha. Sin embargo bajo este doble con- A l 2.° que D i o s no quiere la condena-
cepto ( 2 ) la voluntad humana se con- ción de alguno bajo el concepto de con-
forma en algún modo con la divina; por- denación ( 3 ) ni la muerte en cuanto tal,
que, en cuanto se conforma con ella en la pues quiere que todos los hombres sean
razón común de lo querido, se la confor- salvos; sí las quiere por razón de la jus-
ma en el fin ú l t i m o ; y en cuanto no se ticia. P o r lo cual basta acerca de estas
conforma con ella en lo querido material- cosas que el hombre quiera que se obser-
mente, confórmasela según la razón de ven la justicia de Dios y el orden de la
causa eficiente ; pues que de D i o s , como naturaleza.
de causa eficiente, recibe esa propia incli- Con esto la solución al 3.° es evi-
nación consecuente á su naturaleza ó dente.
aprensión particular del mismo objeto. A l 1.° objetado en contra, que más bien
D e aquí nació el uso de decir que la vo- quiere lo que Dios quiere el que conforma
luntad del hombre se conforma en esto su voluntad con la divina, en.cuanto á
con la divina, en el sentido de que quiere la razón de lo querido, que el que la con-
lo que Dios quiere que él quiera. H a y forma en cuanto á la misma cosa querida;
ademas otro modo de conformidad según porque la voluntad es llevada más princi-
la razón de causa formal, y consiste en palmente al fin, que á lo concerniente
que el hombre quiera algo por caridad, al fin.
como lo quiere Dios ; conformidad que
A l 2.° que la especie y forma del acto
asimismo se reduce á la formal, la cual
se considera más bien según la razón del
se considera por su orden ( ó referencia*)
objeto, que según lo que hay de material
al último fin, que es el objeto propio de
en él.
la caridad.
A l 3.° que no hay repugnancia de vo-
A l argumento 1.° diremos, que pode- luntades, cuando algunos quieren cosas
mos saber de una manera general, cuál diversas no bajo la misma razón; pero, si
es el objeto que Dios quiere; pues sabe- bajo una misma razón fuese querida por
mos que quiere cuanto quiere bajo la ra- uno alguna c o s a , que otro no quisiere,
zón del bien : y por lo mismo todo el que esto induciría repugnancia de voluntades:
quiere algo bajo cualquiera razón de bien, lo cual no es por cierto del propósito.
(1) Queriendo aquello mismo particular, que quiere Dios j (2) Formal y material.
así como se entiende querer lo mismo formalmente, querién- (3) Véase en la 1." Parte el a. 3 de la C, 23 y sus notas,
dolo bajo el mismo concepto ó razón que Dios lo quiere, esto páginas 213 y 214 del tomo 1."
es, en común ó en particular.
CUESTIÓN XX.
Hemos de considerar a h o r a la bondad y malicia en cuanto á los actos esteriores, a l o cual dedica-
mos los siguientes seis artículos : 1.° L a bondad y malicia existen antes en el acto de la voluntad,
ó en el acto estenio? —2." Toda la bondad ó malicia del acto esterior depende de la bondad de la
voluntad? —3.° Es u n a misma la bondad y malicia del acto interior y esterior?—4.° El acto esterior
afiade algo de bondad ó malicia al acto interno ?—5." El evento subsiguiente a ñ a d e bondad ó m a l i -
cia al acto esterior? —6.° Puede un mismo actoesterno ser bueno y malo?
ARTÍCULO r
forma sobreviene á la materia. L u e g o
I . — i*** i»onda«i 0 m a l i c i a
antes existe el bien y el mal en el acto
e s t á Antes e n e l acto «le l a v o l u n t a d , ó e n e l
acto e s t e n i o ? (2) esterior que en el acto de la voluntad.
Por el contrario, dice S a n A g u s t í n
1.° Parece que el bien y el mal consis- (Retraet. c. 9) que « l a voluntad es por
ten antes en el acto esterior que en el » l a que se peca y se vive rectamente».
acto de la voluntad: porque esta tiene L u e g o el bien y el mal moral consiste an-
su bondad del objeto, como se ha dicho tes en la voluntad.
( C . 1 9 , a. 1 y 2 ) ; y el acto esterior es Conclusión. La bondad del acto es-,
el objeto del acto interior de la voluntad, temo [1] considerada en el orden y apren-
pues se dice queremos el hurto ó quere- sión de la razón, esto es, con la materia
mos dar limosna. L u e g o el bien y el mal y circunstancias debidas, es anterior á
existe antes en el acto esterior que en el la del acto de la voluntad: pero [2], aten-
de la voluntad. dida la ejecución de la obra, la bondad
2.° E l bien conviene con prioridad al del acto esterno subsigue á la de la vo-
fin; porque los medios conducentes al luntad: y por último [3] la bondad del
fin tienen razón de bien del orden al fin; acto esterior procedente de su orden al
y el acto ( 3 ) de la voluntad no puede fin existe con prioridad en el acto de la
ser el fin, según lo dicho ( C . 1, a. 1, al voluntad, del cual se deriva al acto es-
2.°), y así puede serlo el de otra potencia. terno.
L u e g o el bien consiste con prioridad en Responderemos, que algunos actos e s -
el acto de otra potencia que en el acto de riores pueden decirse buenos ó malos de
la voluntad. dos modos : 1.° según su género y según
3.° E l acto de la voluntad se há for- las circunstancias consideradas en ellos,
/
malmente con respecto al acto esterior, como dar limosna guardadas las debidas
como queda dicho ( C . 1 8 , a. 6). P e r o lo circunstancias se dice ser bueno; 2.° dí-
que es formal, es posterior, porque la cese que algo es bueno ó malo por orden
(1) Véase la nota 1, pág. 140.' de la volición, distinguiéndose así en contraposición al acto'
(2) Obsérvese con el C. Cayetano que el acto (le la volun- do la voluntad en cuanto imperado por ella, y comprendién-
tad puede considerarse, ya en sí mismo, ya como condición de dose bajo este aspecto entre los actos estrínsccos á la volun-
los actos humanos estemos, que sin él no serían voluntarios tad aun los intelectivos. En este último concepto se trata aquí
ni por lo mismo propiamente humanos. También el acto es- de los actos estemos, discutiéndose si la prioridad de la res-
tenio puede entenderse : 1." como simple y estrictamente pectiva moralidad (bondad ó malicia) está por parte de la vo-
emanado de la potencia ejecutiva sin la aquiescencia de la vo- lición misma ó del acto imperado por la voluntad y ejecutado
luntad ; 2¿° como constituyendo un solo y mismo acto con.el por alguna potencia imperada por aquella.
de la voluntad numéricamente; 3.° como complejamente for- (3) Elícito, en contraposición al imperado, según allí se.
mado por loque tienO propio de suyo y por lo que participa esplica.
154 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS I Y I Í .
al fin, como dar limosna por vanagloria ARTÍCULO II. — ¿Tocia la bondad y ma-
se dice ser malo. M a s , como el fin es el licia del acto estertor depende de la bondad
objeto propio de la voluntad ( 1 ) , es evi- y malicia de l a voluntad'? (5).
dente que esta razón de bien ó de mal,
que tiene el acto esterior por su orden al l.° Parece que toda la bondad y ma-
fin, se encuentra con prioridad en el acto licia del acto esterior depende de la v o -
de la voluntad, y de él se deriva al acto luntad : porque se dice ( M a t t h . 7 , 18):
esterior; pero la bondad ó malicia que El árbol bueno no puede dar malos fru-
tiene el acto esterior en sí (2) por las de- tos, ni el árbol malo dar frutos buenos;
bidas materias y circunstancias, no se de- y por el árbol se entiende la voluntad,
riva de la voluntad, sino más bien de la como por los frutos las obras, según la
razón. D e consiguiente, si se considera Glosa (ord. August. 1. 1, cont. Julián,
la bondad del acto esterior, según que c. 8 ) . L u e g o no puede suceder que la v o -
existe en la ordenación y aprensión de la luntad interior sea buena y el acto este-
razón, es anterior á la bondad del acto rior sea m a l o , ó al contrario.
de la voluntad; m a s , considerada en la 2.° D i c e San Agustín ( R e t r a c t . 1. 1,
ejecución de la obra, resulta de la bon- c. 9) que « n o se peca sino por la volun-
dad de la voluntad, que es principio de » tad ». L u e g o , si no hay pecado en la vo-
ella (3). l u n t a d , tampoco lo habrá en el acto es-
A l argumento 1.° diremos, que el acto terior ; y por lo tanto toda la bondad ó
esterior es el objeto de la voluntad, en malicia del acto esterior depende de la
cuanto que la razón lo propone á la vo- voluntad.
luntad como cierto bien aprendido y or- 3.° E l bien y el mal, de que ahora ha-
denado por la razón ; y en tal sentido es blamos, son diferencias del acto moral.
antes bueno que el acto de la voluntad: Mas las diferencias dividen por sí el g é -
mas, en cuanto consiste en la ejecución nero según el Filósofo ( M e t . 1. 7, t. 4 3 ) .
de la obra, es efecto de la voluntad y pos- Siendo pues moral el a c t o , por ser volun-
rior á ella. tario ; parece que el bien y el mal se con-
A l 2.° que el fin es primero en la in- sidera en el acto solamente por parte de
tención, pero posterior en la ejecución (4). la voluntad.
A l 3.° que la forma, según que es re- Por el contrario, dice San Agustin
cibida en la materia, es posterior á esta (Lib. cont. mendac. c. 7) que « h a y actos,
por vía de generación, aunque sea ante- » que ni por algún como fin bueno ni por
rior por naturaleza; m a s , según que está » la buena voluntad pueden ser buenos».
en la causa agente, es anterior de todos Conclusión. Para la bondad del acto
modos. P e r o la voluntad respecto del acto esterno [1] no basta la sola voluntad pro-
esterno es como su causa eficiente; y por cedente de la intención ; pues [2] será
lo tanto la bondad del acto de la volun- malo, si lo es la voluntad por las circuns-
tad es forma del acto esterior, como tancias del acto querido ó -de la intención
existente en la causa agente. del fin.
(i) Como que el bien mismo no es otra cosa que el fin ; causa de que robar lo ajeno es malo moralmente, por eso la vo-
aunque también puede eso entenderse según la distinción en- luntad de hacerlo es mala. — M. C. G.
tre el fm y los medios conducentes á él, y que no son el ob- (3l Pues la bondad de la voluntades la causa eficiente de
jeto propio y directo de la voluntad, según ya queda es-' la de su acto.
puesto. (4) Como también se ha esplicado y demostrado (C. l.°a.
(1) Acto esterior en si puede considerarse : 1.° en absoluto ; I,al3.°)
2.° como es en la naturaleza ; 3.° según el objeto; 4.° con res- (5) ¿Cómo aquí se inquiere, si toda la bondad y malicia
pecto á la ejecución. Lo que conviene á un acto en absoluto, del acto esterior, etc., cuando en el precedente artículo queda
le conviene también según la naturaleza : lo que le conviene decidido, que una parte de la bondad y malicia de la acción
en cuanto al objeto y ejecución, hace relación á las cosas y á pertenece antes al acto esterior que á la voluntad ? Y, pues,
la persona que lo ejecuta. Supuesto este orden, la bondad ó sí pertenecen antes, es primero; y lo primero no depende de
malicia puede convenir al acto esterno en absoluto ; después, lo último: luego ni la bondad y malicia del acto esterior
según la naturaleza; luego, objetivamente ; y por fin, aten- pende de la voluntad. — Resp. í}ue el acto esterior es volun-
dida su ejecución. Así v. gr. la sanidad conviene antes al ani- tario é imperado por la voluntad, y por tanto dice dependen-
mal en absoluto; después, según es en la naturaleza ; luego cia de ella. Y, aunque inabsoluto lo primero no dependa de lo
en la medicina, que tiende á sanar. Considerado de este modo último; sin embargo en particular, cuando una cosa es inhe-
el acto esterno, se dice en el testo que su bondad 6 malicia no rente á otra per priüs, puede depender de la posterior, á que
se deriva ie la voluntad, en cuanto es voluntad ódparterei. Por está unida. Así v. gr. la sanidad per priüs pertenece al ani-
ejemplo : el robar lo ajeno no es malo moralmente.por aquello mal, y no obstante pende de la medicina, que es sana per pos*
de que querer tal cosa sea malo; sino que al contrario, á terim. — M. C. G,
CUESTIÓN XX. — A R T Í C U L O S II Y III. 155
(1) De la voluntad como potencia imperante, y do la razón (%) Numéricamente ó con identidad real y propia.
como directiva : pues ya queda antes dicho que no todos los (3) Propia y estrictamente en los seres materiales ó físicos i
actos internos do lavoluntad dependen de la razón, y sí solo y por analogía en los morales, en cuanto se refieren ú orde-
algunos (como el de tendero dirigirse al fin) de la voluntad nan uno á otro, presumiéndose idénticos en virtud de esa re-*
misma, al paso que los estemos ó imperados dependen tanto ciprocidad, que hace constituyan un todo único en cierto
de la tazón como do la voluntad en Cuanto á sü bondad ó ma- modo.
licia.
156 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS III Y IV.
(1) Principalmente la del interior á la del estet'no ; mas puede ocultarse interiormente alguna mala disposición do la
también -viceversa, en cuanto esta procede ó se toma de voluntad, como la de un siniestro motivo ó torcida intención ,
aquella. que pervierta ó cambie la moralidad del acto complejo : tal
(2) V. C. 7, a. 3 y 4 . sucede, por ejemplo, en la simulación é hipocresía, máscara ó
(3) Considerado en general según su naturaleza y como tal disfraz de aparente bondad, bajo la que hay algo no bueno,
acto esterno, advierte el C. Cayetano. que no aparece al esterior.
(i) No siempre empero verídicos ó exactos, por cuanto bien
CUESTIÓN XX. — ARTÍCULO IV. 151
oposición entre ellos. Pongamos un ejemplo : si uno quiere (2) Es decir, entendiéndolo con separación, cuando no hace
malar con el fin de robar, y después por el homicidio llega á por entonces y sí después lo bueno, que .intenta ; ó cuando
ejecutar el robo; es lo cierto que, así como el robo ha conlraido no hace lo malo, que se propone.
mayor malicia matando, de igual manera el homicidio se ha (3) Si lo malo, que se propone y que al pronto aplaza, lo
hecho de malicia mayor robando. Es el robo un acto esterior ; hace luego ; resulta una doble malicia moral, basada en la
y el acto interior de la voluntad es malo con la malicia que mala intención por'una parle y por otra en. la ejecución del
procede del fin : luego en cuanto á esta el acto esterior añade mal, y que constituye dos pecados numérica y específica-
una nueva malicia á la que procede del fin. — liesp. Lo bueno mente distintos, cuya manifestación es requisito indispensa-
y malo, procedente del fin, que se halla en el acto esterior, ble para la integridad de la confesión sacramental, conforme
nada añade á la bondad ó malicia del acto interno (le la vo- á lo dicho (n. 3 , pág, 137).
luntad, sino cslrínsecamentc ; así como v. gr. la sanidad, que (-1) Respectivamente, esto es, los gratos la fomentan ó es-
se nota en la orina, no pone cosa alguna en la sanidad, propia timulan, y los penosos la atenúan ó inclinan á des stir.
:
del cuerpo animal. En el caso que se propone, es verdad que (5) Es bien obvio que aquí se trata del premio ó pena esen-
uno robando obra peor, no porque el acto estenio aumente la cial ; pues la retribución accidentar si se acrece ó disminuye,
maliciado la voluntad, derivada del fia: sino porque á esta según doctrina del mismo Santo (1. 2, dist. 40, a. 5).
mala voluntad se le lia unido el acto esterior por sí malo. — (ti) En sí misma ó interiormente, es decir, que aun obrando
Sobre este punto suele hacerse hoy en las Escuelas la pre- en público no lo hace con la intención de ser visto por otros;
gunta general del Maestro (In 2 ' Sent. disl. tí): ¿la voluntad y
a
de manera que la voluntad ó la intención, y no el acto, es la
la acción mala en un mismo hombre y sobre idéntica matci'ia cons- que se hace loable ó culpable. Así se colige del contesto del
tituye uno ó muclws pecados? Sobre el particular puede consul- pasaje citado.
158 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS IV Y V.
desiste del acto sino ó causa de la impo- ántes de ayer, y hubiesen requerido de
tencia de obrar. ello á su dueño, y no le hubiese encerra-
A l 2.° que aquel razonamiento radica do, y matare hombre ó mujer; no solo el
en la bondad del acto esterior procedente buey será apedreado , sino que matarán
de la del fin. M a s la bondad del acto á su dueño; y no se mataría al dueño, si
esterior emanada de la materia y de las el buey no matase al hombre, aunque
circunstancias es distinta de la bondad no estuviera encerrado. L u e g o el suceso
de la voluntad, que resulta del fin; pero (eventus) siguiente aumenta la bondad ó
no lo es de la bondad de la voluntad malicia del acto.
originada del acto mismo querido, sino 4.° Si uno infiere causa de muerte hi-
que se compara á la misma como su razón riendo ó sentenciando, pero no se sigue la
y causa, conforme á lo dicbo (a. 1). E s t o muerte ; no incurre en irregularidad ( 4 ) ,
hace evidente la solución del 3.°. como la contraería siguiéndose la muerte.
L u e g o el suceso resultante añade al acto
ARTÍCULO V , ' — * E I evento siguiente bondad ó malicia.
a ñ a d o algo d e bondad ó m a l i c i a a l acto e s - Por el contrario : el hecho siguiente
terior? (1). no hace malo al acto que era bueno , ni
bueno al que era malo ; por ejemplo, si
l.° P a r e c e que el éxito ( 2 ) subsi- uno da limosna á un pobre, de la que este
guiente aumenta la bondad ó malicia abusa para el pecado, nada pierde (en
del acto : porque el efecto preexiste vir- mérito) el que hace la limosna ; y asi-
tualmente en la causa, y los sucesos si- mismo, aunque el injuriado lleve con p a -
g u e n á los actos como los efectos á las ciencia la injuria recibida, no por eso se
causas. L u e g o preexisten virtualmente escusa el que la hizo. L u e g o el hecho si-
en los actos. E s así que cada cosa se juz- guiente no añade al acto bondad ó m a -
g a buena ó mala según su virtud (3); licia.
porque « la virtud es la que hace bueno Conclusión. El eve?ito siguie?ite acre-
» al que la posee », como se dice ( E t h i c , ce la bo?idad ó malicia del acto [ 1 ] si es
1. 2 , c. 6) : luego las resultancias (even- premeditado, ó, aimque no lo sea, resul-
tus) añaden algo á la bondad ó malicia ta per se y las más veces de tal acto ;
del acto. pero no [ 2 ] , si ó no es premeditado , ó
2.° L a s buenas obras, que hacen los sobreviene solo per accidens y en el me-
oyentes, son ciertos efectos de la predi- ?ior número de casos.
cación del orador. P e r o tales obras b u e - Responderemos que el evento siguien-
nas redundan en mérito del predicador, te ó es ó no premeditado. Si lo es, evi-
como se ve por lo que se dice ( P h i l i p p . dentemente acrece la bondad ó ?nalicia
4 , 1) : Muy amados y deseados herma- del acto ; porque, cuando uno piensa que
nos mios, gozo mió y corona mia. L u e g o de su acción pueden seguirse muchos
el resultado subsiguiente añade algo á males y no por eso desiste de ella, hácese
la bondad ó malicia del acto. manifiesta su voluntad más desordenada.
3.° E l castigo no se agrava, sino cre- P e r o , si el evento siguie?ite no es preme-
ciendo la culpa; por lo que se dice ditado, en este caso debemos distinguir:
(Deuter., 2 5 , 2) : Según la medida del porque, si resulta per se del acto y como
pecado será la tasa de los azotes. P e r o en la mayoría de las veces (ut in plu?'i-
por el suceso siguiente se aumenta la bus), entonces añade al acto bo?idad ó
pena ; pues leemos ( E x . 2 1 , 29) que, si ?nalicia ; pues es notoriamente mejor
el buey fuese acorneado?' desde ayer y en su género el acto, del que pueden se-
(1) Aquí no se traía de indagar, si un acto humano se denlalmentc ó como fuera de lo ordinario y sin premeditación
constituye bueno ó malo por su éxito ; sino que se pregunta por parte del agente ; distinción importantísima, que (como
si la acción mala por el evento malo se hace peor, y la buena se ve luego) sirve de base á la solución ó Conclusión.
mejor por el éxito bueno. De lo primero ya se trató, al hablar (3) Potencialidad ó eficacia, física ó moralmcnlo consi-
de la moralidad, bondad y malicia del acto de la voluntad. derada.
M. C. G. (4) Téngase presente la distinción tan conocida entre los
(2) Eventus: el éxito ó resultado subsiguiente al acto, ó sea teólogos moralistas entre las irregularidades do delito y las
las consecuencias de él emanadas ; ya se hayan previsto ó in- de defecto, ó consúltense sobre esto los Tratados de.Teología
tentado, como que era natural que se siguiesen, por cuanto moral de Gurí ó San Ligorio ó de cualquier otro autor católico.
ordinariamente resultan en casos análogos ; ya surjan acci-
CUESTIÓN X X . — A R T Í C U L O S V Y VI. 159
guirse más bienes, y peor aquel, del que después concibe la intención de servir á
naturalmente resultan más males; al paso Dios. L u e g o un solo acto puede ser bue-
que, si es accidental y sucede las menos no y malo.
veces (utin paucioribus), en este caso 2..° Según el Filósofo ( P h y s . 1. 3 , t. 2 0
el evento siguiente no aumenta la bon- y 2 1 ) « l a acción y la pasión ( 4 ) son un
dad ó malicia del acto; porque no se » solo acto». E s así que la pasión puede
juzga de cosa alguna por lo que la es ac- » ser buena, como la de Cristo; siendo
cidental, y sí solo por lo que es por sí (1). la acción mala, como la de los judíos.
A l argumento 1.° diremos que se juzga L u e g o un solo acto puede ser bueno y
de la virtud de una causa según sus efec- malo.
tos per se, y no según los que produce 3.° Siendo el siervo como instrumento
per accidens. del d u e ñ o , la acción del siervo es acción
A l 2.° que las buenas obras, que hacen del señor, como la acción del instru-
los oyentes, provienen de la predicación mento es la del artífice. M a s puede su-
del que las enseña, como efectos direc- ceder que la acción del siervo proceda de
tos; de donde redunda en recompensa del la buena voluntad del señor, siendo así
que las enseña, y sobre todo cuando son buena; y de la mala voluntad del siervo,
previamente intentadas. siendo por esto mala. L u e g o un mismo
A l 3.° que aquel e v e n t o , por el que se acto puede ser bueno y malo.
manda imponer la pena, por una parte P o r e l contrario: los contrarios n o pue-
resulta per se de la tal causa, y por otra den existir en el mismo (sujeto). E s así
se supone premeditado; por cuyo doble que el bien y el mal son contrarios. L u e -
motivo se le imputa á pena. g o un solo acto no puede ser bueno y
A l 4.° que procedería aquel razona- malo.
miento, si la irregularidad siguiese á la Conclusión. Un solo acto, como único
culpa; pero no sigue á la culpa, sino al en su género moral, no puede ser bueno
hecho ( 2 ) á causa de algún defecto del y malo; pero sí, siendo uno solamente
sacramento. con unidad de naturaleza, y no en su
concepto moral.
ARTÍCULO V I . — **»» m i s m o a c t o e s t e . Responderemos, que nada impide que
rlor puede sor (3) b u e n o y malo ? algo sea uno en su g é n e r o , y múltiple
según que se refiere á otro género : así
1.° Parece que un solo acto puede ser la superficie continua es u n a , conside-
bueno y malo; porque el movimiento, que rada en el género de cantidad; y sin e m -
es continuo, es uno solo ( P h y s . 1. 5, t. bargo es múltiple, referida al género del
39 y 4 0 ) . P e r o un solo movimiento con- color, suponiéndola en parte blanca y en
tinuo puede ser bueno y malo ; como si parte negra. Según esto nada se opone á
alguno, yendo á la iglesia de continuo, que algún acto sea único, según que se
primeramente se propone la vanagloria y refiere al género de su naturaleza ; y sin
(1) fíurus esl hic sermo. Aquí parece quererse defender una En el caso referido la mujer pecaría mortalmeñte, cuando de
doctrina rigidísima. Distinguiéndose en ella entre el éxito alguna manera quisiese el pecado previsto, resultando de su
previsto ó no previsto, se afirma que, si es lo 1.°, aumenta acción. Es conforme la esplicacion dada con lo que después
bondad ó malicia al acto ; mas si lo 2.", se dice que entonces, dice el Santo Doctor (Cuest. 73, art. 8, resp. al arg. 1.°).
ó el hecho se verifica uí in pluribus generalmente", y así tam- M. C. G.
bién añade; ó tal sucede accidentalmente Mí in puncioribus, y (2) Como si dijese : la tal irregularidad es de las llamadas
de este modo nada acrece. De lo 1.° se sigue que, siempre que de defecto, y no de delito ; y se ha impuesto por los sagrados
el éxito ha sido previsto de cualquier manera, MÍ in pluribus vel Cánones en consideración al decoro y reverencia debidos al
inimucioribus, ó por sí ó accidentalmente, nunca deja de añadir sacramento del Orden, no muy conciliables con la tacha de ha-
bondad ó malicia : lo cual es terrible. Pues en tal caso el ber contribuido á derramar sangre humana ó á la muerte del
hombre que comete un pecado venial, previendo que por esto prójimo^ siquiera fuese (como se supone) inculpablemente y
pecado puede otro pecar morlalmente, aquel se haría reo de aun en cumplimiento de un deber ó en desempeño acaso obli-
pecado mortal: y así v. gr. una mujer, p?"cuiCHíio que su her- gatorio de algún cargo.
mosura ha de hacer caer en pecado grave á otra persona, no (3) Simultáneamente ó á la vez, es decir, un acto mismo
podrá venialmente faltar, saliendo, por ejemplo, á distraerse numéricamente único.
por delectación á su jardin. 7¡esj>. Que aquí lo previsto no se (4) Claro es que aquí la palabra pasión se toma en el sen-
loma en el sentido de que un acto sea bueno ó malo , solo por tido gramatical, como opuesta á la acción ó recibida del sujeto
ser previsto ; la previsión, así tomada, nada influye : sino bajo agente por el objeto paciente ; y no como afección ó habitud
el concepto de que esa misma previsión caiga en la voluntad moral del ánimo ; y sin embargo no creemos intempestiva ni
del que prevée, haciendo así voluntaria la bondad ó malicia del supérflua esta advertencia.
previsto acto. Por consiguiente lo previsto supera lo intentado.
160 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULO VI.
embargo no sea uno solo, según que se diversa intención, aunque sea uuo con
refiere al de lo moral; así como al con- unidad de la naturaleza, no lo es sin em-
trario, según lo dicho (a. 3 ) : pues un an- bargo con unidad moral.
dar continuo es un solo acto según el g é - A l 2.° que la acción y la pasión perte-
nero de su naturaleza ; puede empero su- necen al género moral en su concepto de
ceder que sean muchos en lo moral, s i s e voluntarias ; y por e s t o , según que son
cambia (1) la voluntad del que anda, la voluntarias por la diversa voluntad, son
cual es el principio de los actos morales. moralmente dos (actos), y puede existir
Si pues se considera un solo acto, según en ellos por una parte el bien y por otra
que pertenece al género moral; es impo- el mal.
sible que sea bueno y malo con bondad y A l 3.° que el acto del siervo, en cuanto
malicia moral: mas, si es único con uni- procede de su voluntad, no es acto del
dad de naturaleza, y no con unidad mo- señor; sino solo, en cuanto procede del
ral; puede ser bueno y malo. mandato del dueño: por consiguiente la
A l argumento 1.° diremos, que aquel mala voluntad del siervo no lo hace
movimiento continuo, que procede de la malo.
CUESTIÓN XXI.
Son de considerarse en la presente cuestión las consecuencias de los actos h u m a n o s por razón de
su bondad ó m a l i c i a , acerca de lo cual examinaremos cuatro p u n t o s : 1.° El acto h u m a n o , en c u a n t o
es bueno ó m a l o , tiene razón de rectitud ó de pecado?—2.° Es laudable ó culpable? —3.° Implica"
razón de mérito ó demérito ? — 4.° Es meritorio ó demeritorio ante Dios ?
(1) Durante ese movimiento, de manera que en cierto pe- pable, y de su referencia á otros y principalmente en orden
ríodo ó trayecto intente algo diverso de lo que en otro se pro. á Diosla de niéritorio ó demeritorio : debiendo entenderse es-
pusiera ó quería. tos diversos conceptos, no aisladamente, sino como en grada-
(2J Parece escusado advertir que aquí se trata de la.bondad ción ó serie creciente, por decirlo así, ó ascendente y progre-
ó malicia moral de los actos humanos como tales ; y no en ab- siva ; por cuanto lo meritorio de un acto humano supone y
soluto, bajo cuyo aspecto genérico más bien que á la Teología preexige lo laudable, que á su vez se funda en lo recto, y esto
Moral incumbe á la Metafísica el considerarlos. E! C. Cayeta- presupone lo moralmente bueno.
no sin embargo no juzga impertinente esta observación^ que (3) Esto es: ¿hacejustoó pecador al hombre queloejecuta?
él mismo consigna en sus comentarios ; añadiendo que, según (4) Entiéndese aquí por pecados en general y con aplica-
se desprende délas tesis afirmativas de los artículos de esta ción á cualesquiera seres naturales aun materiales ó físicos
Cuestión, el acto humano es constituido en su ser ó carácter los defectos ó desvíos de la naturaleza respectivamente pro-
de bueno ó malo moralmente y como por causa formal de su pia de cada uno, ó sean, las imperfecciones del ser, como la
moralidad, como tomando de su relación con el fin su razón ceguera natural ó el nacer uno con dos cabezas ó con seis ó
de recto ó pecado, de su origen enciente la de laudable ó cui- cuatro dedos en cada mano.
CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O S I Y'II. 161
(1J La idea ó.noción do malo es más lata ó común que la ó determinada por una regla material, cuyo borde pasapordos
de pecado ; es decir que todo pecado es malo, mas no todo lo puntos considerados como estremos y acusa falta de rectitud
malo es pecado, ó bien: hay algo malo, que no es pecado. en los que se hallen fuera de esa línea recta.
(2) Súplase « no sale», ó no se apartaó desvía. Es fácil no- (3) En su sentido físico ó metafisico de imperfección ó de-
tar aquí cierta implícita alusión á la dirección recta señalada fecto natural, según lo espuesto en la nota 4, pág. 1GÓ.
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO II. U
162 CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O II.
1. 2, t. 8 2 ) ; y sin embargo las cosas que ó culpado no es otra cosa que imputarse
son naturales no son laudables ni culpa- auno la malicia ó bondad de su acto ; dado
bles ( E t b i c . 1. 3 , c. 5 ) . L u e g o el acto b u - que ( 3 ) el acto se imputa al agente, cuan-
m a n o , por ser malo ó pecado, no tiene do está en la potestad del mismo, de modo
razón de culpa; y por consiguiente ni, por que sea dueño de su operación. E s t o se
ser b u e n o , la tiene de laudable. encuentra en todos los actos voluntarios,
2.° A s í como el pecado se produce en puesto que por la voluntad el hombre po-
los actos morales, así también en las see el dominio de su acto, como consta
obras del arte ; porque, como se dice de lo dicho ( C . 1, a. 1 y 2 ) . D e donde se
( P h y s . 1. 2 , t. 8 2 ) , « peca el gramático infiere que el bien ó el mal en solos los
» no escribiendo rectamente y el médico actos voluntarios constituye razón de ala-
» no propinando la debida poción ». M a s banza ó de culpa, por cuanto en ellos lo
no se inculpa al artífice, porque baga mismo es mal que pecado ó culpa ( 4 ) .
algo m a l ; puesto que á la industria del A l argumento 1.° diremos que los ac-
artífice pertenece el que pueda hacer una tos naturales no están en la potestad del
obra buena ó m a l a , cuando quisiere. L u e - agente natural, puesto que la naturaleza
g o parece que igualmente el acto moral es determinada á una sola cosa ; y por lo
no por ser malo es culpable. t a n t o , aunque en los actos naturales h a y
3.° D i c e San Dionisio ( D e div. nom. pecado (5), no hay empero culpa.
c. 4, p. 4 , lect. 22) que « el mal es débil' A l 2.° que en las cosas de arte la ra-
» é impotente». E s así que la debilidad 6 zón se considera de diverso modo que en
la impotencia ó destruye ó disminuye la las morales : porque en las artificiales la
culpabilidad. L u e g o tampoco el acto hu- razón se ordena á un fin particular, que
mano es culpable, por ser malo. es el concebido por e l l a ; mientras que
P o r el contrario, dice Aristóteles en las morales se ordena al fin común de
( E t h i c . 1. 1, c. 1 2 ; y Magn. Moral. 1. 7, toda la vida humana. P e r o el fin parti-
c. 19) que « las obras de virtudes son lau- cular se ordena al fin común : y, como
» dables, y vituperables ó culpables las el pecado consiste en la desviación del
» contrarias ». P e r o los actos buenos son orden al fin, según lo dicho (a. 1), su-
actos de virtud, porque « la virtud es la cede que en una obra de arte puede ha-
» que hace bueno al que la posee y buena ber pecado por dos conceptos: 1.° por
» también su obra » ( E t h i c . 1. 2, c. 6) : desviación del fin particular intentado por
por consiguiente los actos opuestos son el artífice, y este pecado será propio del
actos malos. L u e g o el acto humano, en arte ; por ejemplo, si un artífice, propo-
cuanto es bueno ó m a l o , lleva en sí ra- niéndose hacer una obra buena, la hace
zón de laudable ó culpable. mala, ó, intentando hacerla mala, la hace
Conclusión. Los actos humanos pro- b u e n a ; 2.° por desviación del fin común
piamente voluntarios importan razón de de la vida h u m a n a ; y de este modo se
laudables ó culpables, en cuanto son bue- dirá que peca, si pretende hacer una obra
nos ó malos. m a l a , y la hace para ( 6 ) engañar á
Responderemos que, así como la no- otro. P e r o este pecado no es propio del
ción de malo es más estensa que la de artífice considerado como t a l , sino en el
pecado (1), igualmente la de este es más concepto de hombre. Por consiguiente
lata que la de culpa ( 2 ) ; pues se dice un del primer pecado se culpa al artífice ( 7 )
acto culpable ó laudable, según que se como t a l ; mientras que del segundo se
imputa al agente : porque ser alabado culpa al hombre como hombre. P e r o en
(1) Véase la nota 1, pág. 101. manas antiguas ponen faciat per lioc ut alius... fy es causa asi
(2) Los teólogos sin embargo usan como sinónimas las vo- del engaño de otro), anteponiendo ademas á las palabras « si
ces pecado y culpa, por cuanto el defecto moral ó pecado en su pretende » (si inlcndal) el adverbio eliam (aun cuando se pro-
acepción teológica es de suyo inculpable al hombre según la ponga...) La rectificación de la cd. áurea, concorde ya con las
doctrina aquí establecida. demás y que anota como variante el eliamsi, sin admitirlo, es
(3) En unas ediciones se ve enim, y en otras autem : la ila- aquí decisiva en pro del contesto común, que adoptamos aco-
ción del razonamiento es harto clara en cualquiera de las dos modando á él nuestra versión.
lecturas. C7) En las ediciones de Ñapóles (1703) y Madrid (1782) no se
(4) V. nota 2 de esta página. lee repetido aquí in quantum arlifex, que, aunque redundante
(5) Imperfección ó defecto. al parecer, vemos unánimemente en otras ; y en efecto pareco
(0) Faciat per quod alius decipiatur se lee comunmente y de genuino, pues aun aquellas mismas repiten también luego
conformidad con los códices de Alcañiz y Tarragona : las. ro- i como todas in quantum homo (como hombre).
CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 163
(1) Véase la nota 2, pág. 100. (3) Y en su esclusivo daño ó provecho sin transcendencia
(2) Sunt adscipsum, afectan solo al operante, ó se concentran alguna á los demás.
en solo él, ó se reflectan ó recaen de lleno y en su total efica- (4) No merece vejación ó molestia de parte de otro, solo
cia sobre el agente mismo ; sin que se refieran ú ordenen á porque él á sí propio se la inflija.
otros, en cuya apreciación puedan ser calificados de merito- (5) Causa eficiente por lo tanto del bien ó mal, que él mis-
rios ó demeritorios : como si se dijeran actos inmanentes en el mo recibe.
sujeto.
164 CUESTIÓN X X I . — ARTÍCULOS III Y IV.
fij Supuesto empero respecto de los actos buenos el nece- » solutamente se debe á los méritos y justicia de los hom-
sario auxilio de Dios, sin el que nada bueno podemos hacer. » bres » ; 5. de algunos, según los cuales « Dios en nada re-
a
(2) Véase la nota 2, pág. 100. » tribuye á los hombres la equidad y justicia del corazón » ;
(3) Como el bien ó daño de cualquier miembro afecta al 6. de varios, que espresamente defendían que « los méritos
a
cuerpo, perfeccionándolo ó desfigurándolo. » humanos no son estimados por Dios» ; y 7.° en fin de los mo-
(4) Dogma de fe, consignado bien esplícitamente en mul- dernos ñlósofos incrédulos de diferentes escuelas, cuyo siste-
titud de lugar es sagrados de uno y otro Testamento, y decla- mático escepticismo é indiferentismo religioso enseña prácti-
rado repetidas veces en diversas sesiones y cánones por el camente á desentenderse, como de cosa inútil y molesta, de
Concilio de Trento, condenando bajo anatema las también toda creencia católica y de toda obra piadosa, y negando las
múltiples y variadas herejías más ó menos directamente con- recompensas y penas de una futura vida eterna ; que tampoco
trarias á la doctrina constante de la Iglesia sobre este punto admiten muchos de los flamantes pensadores y pretendidos
transcendentalísimo á la vida presente y futura, cuales son : sabios, ó al menos prescinden por completo do tales enseñan-
1. la de los antinomios, que decían « debe rechazarse la ley
a
zas clericales é impertinentes, según frecuentemente las ca-
adelas obras»; 2.* de los amsdorfianos, que «las buenas lifican con dicterios despreciativos y en mil variadas formas.
» obras son perniciosas para la salvación » ; 3.* de los se- (5) En algunas ediciones falta la palabra homo.
cuaces de Meláncton, qué « nuestras obras no merecen la (6J Se ejecuta en beneficio ó perjuicio de otro.
» vida eterna » ; 4. de otros, que han sostenido que «nada ab-
a
CUESTIÓN XXI. — ARTÍCULO IV. 165
piedad el que la rige cuida principalmente A l 2.° que el hombre es movido por
del bien g e n e r a l , y por lo mismo á él Dios como un instrumento ; mas esto no
pertenece retribuir por lo que se bace escluye ( l ) q u e se mueva el mismo por el
bien ó mal en la colectividad. Abora bien: libre albedrío ( 2 ) , como consta de lo di-
Dios es el que gobierna y dirige todo el cho ( C. 1 0 , a. 4 ) , y por lo tanto por sü
universo, como se ha dicho ( P . 1 . , C. a
acto merece 6 desmerece ante D i o s .
1 0 3 , a. 6 ) , y especialmente á las criatu- A l 3.° que el hombre no se ordena á la
ras racionales. D e donde resulta evidente sociedad política en todo su ser ni en todo
que los actos humanos merecenó desme- lo suyo ; y por lo tanto no es necesario
recen por relación al mismo; pues de otro que cada uno de sus actos sea meritorio ó
modo se seguiría que Dios no se cuidaba demeritorio por su relación con la socie-
de los actos humanos. dad política ( ó civil). Pero todo lo que
A l argumento 1.° diremos, que por el el hombre es y cuanto puede y tiene, dé-
acto del hombre nada puede acrecerse ó belo ordenar á D i o s ; y por consecuencia
disminuirse á D i o s en sí mismo ; pero el todo acto humano bueno ó malo merece
hombre, en cuanto es de su parte, sus- ó desmerece ante D i o s , cuanto es de la
trae ó procura algo á D i o s , cuando ob- razón misma del acto (3).
serva ó no el orden por él establecido.
(1) o No se cscluyc (cxcluditur) porque... », según otros. pues no puede serlo para con Dios sin su. gracia, principio y
(2) El Concilio Tridentino anatematizó (ses. 6, can. i) á los raíz del mérito (según se espondrá en la C. 114), que lo eleva
que opinaban que « el hombre es un instrumento meramente á la condición de acto sobrenatural : lo que quiere decir es
» pasivo de Dios, obrando como tal bajo la acción única de su que, siendo moralmente bueno, tiene en sí la predisposición
n principal motor ». como material, para poder ser ante Dios meritorio de un
(3) No se entienda que per se y según su bondad moral es eterno galardón.
formalmente meritorio, lo cual conduciría al pelagianismo;
CUESTIÓN XXII.
Después de esto (2) consideraremos l a s pasiones del a l m a , 1.° en general y 2.° en especial. En g e -
neral ocurren c u a t r o c o s a s , que deben e x a m i n a r s e en ellas: 1. su sujeto; 2. su diferencia ; 3. su
a a a
(1) Actos de suyo comunes al hombre y á los irracionales. nes? y de desechar ía contestación de los fisiólogos, que quie-
(2) Del tratado anterior acerca de los actos humanos ó ren la tenga eselusivamente en el alma ; de los materialistas,
propios del hombre obrando con deliberación ó como racional que pretenden resida únicamente en los órganos; y de los
y libre. médicos, que colocan su sitio orgánico, ora en el nervio gran
(3) Como toda pasión (propiamente dicha) del alma va acom- simpático, ora en el cerebro; añade : « No pienso pues con Bi-
pañada de alguna transmutación ó modificación del cuerpo, chat y otros célebres fisiólogos, que todas las pasiones sean
parece consiguiente deducir que hay más carácter de pasión únicamente del dominio de la vida interior, regida por el sis-
en las que lo alteran, empeorando su naturaleza 6 condición, tema nervioso ganglionar. Tampoco creo, como Descartes,
que en las que lo afectan mejorándolo ó en su ventaja ; y así en Gail, Spurzhein y Broussais, que tenga su eselusivo asiento
efecto suelen entenderse en el lenguaje usual, tanto fisioló- en el cerebro. La observación de acuerdo con el raciocinio me
gica como aun literaria y también moralmente hablando. Pu- han conducido más bien á admitir que las pasiones, que re-
dieran bajo este aspecto clasificarse, distinguiendo unas depre- siden en todo el organismo, son transmitidas del cuerpo al
sivas ó perturbadoras y otras expansivas ó como benéficas. Aquí alma y del alma al cuerpo por medio de los dos sistemas ner-
no obstante y por ahora se estudian bajo su concepto más co. viosos, que simultáneamente conmueven ; con la diferencia
mun y genérico de modificativas, ó simplemente afectivas, séanlo deque su contragolpe, si asi puedo espresarme, se hace sentir
en bueno ó mal sentido, es decir, prescindiendo de su carác- con preferencia, ora en el cerebro espinal, ora.en el centro ner-
ter distintivo de inmutadoras en perjuicio ó á favor del orga- vioso ganglionar. Después pasa á desenvolver esta teoría, que
nismo humano ; pudiendo así definirse la pasión por « movi- los curiosos pueden ver en el lugar citado. — M. C. G,
» miento de la potencia apetitiva sensible, procedente d é l a (5J Abjicit á substantia. Nicolai propone dejicit, á fin de que
» aprensión imaginativa del bien ó del mal», como efectiva- no se pueda interpretar erróneamente que toda pasión quita
mente lo hacen comunmente los teólogos moralistas. algo de la sustancia del ser, á quien afecta ; y esplica el sen-
(4) Los naturalistas, fisiólogos y médicos modernos de ma- tido déla frase como equivalente de dimovet passum (separa ó
yor celebridad convienen con el Santo en conceder al alma desvía al paciento de su propia sustancia), esto es , lo consti-
racional la participación, que la corresponde, en la existen- tuye fuera de su estado natural. Hé aquí justificada nuestra
cia y nacimiento de las •pasiones; pero, si bien se observa, version, no bastante genuina y literal al parecer.
ninguno como el Doctor Angélico llega con su fino análisis (6) Con estas palabras da á entender el Apóstol que,
á deslindar, tanto en el terreno délas ciencias físicas, como cuando se vivía según los carnales deseos en el estado del
en el de las psicológicas, la manera formal como aquellas hombre viejo y terreno, es decir, en tiempo de la antigua Ley,
la engendran y desarrollan en el alma y en el organismo, á no se producían por los hombres más frutos que las pasiones de
que ella da vida. En efecto: el renombrado Descuret, „que en los pecados, esto es, los movimientos, afectos y obras pecami-
otro lugar ya se ha citado, después de hacerse la pregunta nosas, que eran por la Ley, ó que con motivo do ella se escita-
[Medie, de las pasión, c. 3) ¿dónde tienen su asiento las pasio- ban y desarrollaban en la naturaleza humana. — ¡VI. C. G,
CUESTIÓN XXII. — ARTÍCULOS I ¥ II. 167
E s así que los pecados se hallan propia- do se verifica mejorando ( 4 ) ; así que la
mente en el alma. L u e g o también las pa- tristeza es más propiamente pasión que la
siones, que se dicen de pecadores (1). alegría.
Conclusión. Necesariamente [ 1 ] hay A l argumento 1.° diremos, que pade-
en el alma alguna pasión en su común cer, en cuanto se realiza con desprendi-
concepto de modificación del complejo ser miento y transmutación, es propio de la
humano ; pero [ 2 ] las pasiones-propias y materia; por lo cual no se encuentra sino
estrictamente tales solo accidentalmente en los compuestos de materia y forma:
la afectan ó residen en ella. pero, según que implica solamente recep-
Responderemos, que la palabra pade- ción, no es necesariamente propio de la
cer (pati) admite tres sentidos: 1.° en materia, sino que puede pertenecer á cual-
común, según que todo recibir es pade- quier ser existente en potencia. Mas el
cer, aunque nada se sustraiga (abjiciatur) alma, aunque no sea compuesta de mate-
de la cosa ; como si se dice que padece el ria y forma ( 5 ) , tiene no obstante algo
aire, cuando es iluminado, lo cual empero de potencialidad, según la cual la con-
más es ser perfeccionado que padecer; 2.° viene recibir y padecer, en el sentido de
dícese propiamente padecer, cuando se que entender' es padecer, como se dice
recibe una cosa perdiendo otra; y esto ( D e an. 1. 3 , t. 2 ) .
tiene lugar en tres ocasiones : 1 . cuando a
A l 2.° que padecer y ser movido, aun-
un ser es aliviado de lo que no le convie- que no convenga al alma per se, convié-
ne ; como si el cuerpo del animal es sa- nele sin embargo per accidens ( D e an. 1.
nado, se dice padecer, porque recibe la 1, ibid.).
salud, librándose d é l a enfermedad; 2 . a
A l 3.° que aquel razonamiento se re-
cuando sucede lo contrario, como enfer- fiere á la pasión, que tiene lugar con
mar se dice padecer, porque se recibe la en- transformación á lo p e o r : y semejante
fermedad, perdiendo la s a l u d : este es el pasión no puede convenir al alma sino per
más propio modo de la pasión ; puesto accidens; pues per se conviene al com-
que se dice padecer un ser, cuando es p u e s t o , que es corruptible.
atraído (2) al agente; y lo que se separa
de aquello, que le es conveniente, parece
ARTÍCULO I I . —- ¿la pasión reside más
ser más principalmente atraido hacia otro;
liien en la parte apetitiva que en la apren-
3.° igualmente ( D e generat. 1. 1, t. 18) se siva?
dice que, cuando de lo más innoble se en-
gendra lo más noble, hay generación en l.° Parece que la pasión reside más
sentido absoluto y corrupción {secundum bien en la parte aprensiva del alma que
quid) relativamente ; y viceversa, cuando en la apetitiva; porque « l o que es lo pri-
de lo más noble se engendra lo menos no- » mero en cada género, parece ser lo má-
ble (3). Según estos tres sentidos suele ha- »ximo de cuanto en él se comprende, y
ber pasión en el alma: porque como mera » causa de todo lo demás», como se dice
recepción dícese que sentir y entender es ( M e t . 1. 2 , t. 4 ) . , P e r o la pasión hállase
cierto padecer; mas la pasión con des- antes en la parte aprensiva que en la ape-
prendimiento no existe sino según la trans- titiva ; pues no padece e s t a , á no prece-
mutación corporal: por lo cual la pasión der pasión en aquella. L u e g o la pasión
propiamente dicha no puede convenir al está más bien en la parte aprensiva que.
alma sino per accidens, esto es, en cuanto en la apetitiva.
el compuesto padece. Mas en esto hay di-
2.° L o que es más activo, parece ser
versidad: porque, cuando esta transmu-
menos pasivo; pues la acción se opone á
tación produce un estado peor, tiene más
la pasión, y la parte apetitiva es más
propiamente carácter de pasión que cuan-
activa que la aprensiva. L u e g o parece
(1J Ó de pecados
(peccalorum), á los que clan origen ; así como fácilmente se echa de ver que es más innoble en comparación
tle pecadoras,por cuanto tienden á hacer pecador al hombre, con lo más noble lo simplemente menos noble que ello ; y tal
dejándose arrastrar por ellas al pecado. Ambas interpretacio- es indudablemente el sentido en la intención harto transpa-
nes son igualmente aceptables, como idénticas en el fondo. rente del esclarecido Autor,
(2) Influido ó alterado por. (4) Véase la nota 3, pág. 106,
(3) Aunque el testo literal dice ignoblllus (lo más innoble), (5) V, C. 75, a. 5 de la 1. P,, T. 1,°, pág. 587.
a
168 - CUESTIÓN XXII. — ARTÍCULO I I .
(1) Los romanos ó latinos. ta : en el 1.° piden : en el 2.° exigen : en el 3.° obligan. De aquí
(2) Como tendiendo este á asimilárselo ó hacerlo suyo. inferimos que el apelllo sensitivo es la fuente do la pasión en
(31 Al describir la marcha de las pasiones, el Dr. Descnret, todos sus grados; toda vez que dicho apetito no es más que la
las considera en tres períodos : en el primero se halla el hom- potencia interna y afectiva, que ama y solicita los bienes sen-
bre, cuando el deseo solicita- blandamente al alma, de la cual sibles, y rehuye los males de igual género, según son conoci-
trata de enseñorearse, en el segundo, cuando, halagada así el dos por el sentido común.—-M. C. G.
alma, y abandonada al deseo, á pesar de reconocerlo vicioso, (4) Otros « movimiento» (motamj.
hace acrecer súbitamente la energía de la pasión ; en el ter- (5) Inlcnsio comunmente en todas las ediciones posteriores
cero, cuando la pasión se va haciendo más tiránica é insacia- a l a de García, aunque en alguna se lee intentio (de ningún
ble, cuanto más se ejercita, y el hábito la torna imperiosa, modo justificable) y en la romana antigua con el códice do
hasta hacer al hombre esclavo. En estos tres períodos, que á Alcañiz suprímese esa palabra por descuido quizá do copian-
menudo se confunden, puédese notar (añade el mismo autor) tes y cajistas, ó acaso de los editores,
que la voz de las pasiones nos solicita de una manera distin-
CUESTIÓN XXII. — A R T Í C U L O S II V I t i . 169
78, a. 3 ) , el órgano del alma ( 1 ) puede tito intelectivo, como también en el sen-
transmutarse de dos maneras : una espi- sitivo.
ritualmente, según que recibe la inten- 2.° Cuanto lo activo es más potente,
ción del objeto; y solo se halla per se en tanto la pasión es más fuerte. P e r o el
el acto de la potencia aprensiva sensitiva: objeto del apetito intelectivo, que es el
cual se observa en el ojo, que es inmuta- bien universal, tiene una acción más p o -
do por lo visible, sin recibir su color, y sí derosa que el objeto del apetito sensitivo,
solo la intención del color. L a otra es que es el bien particular. L u e g o la razón
la transmutación natural del órgano en de pasión hállase más bien en el apetito
cuanto á su natural disposición, por ejem- intelectivo que en el sensitivo.
plo, calentándose ó enfriándose ó sufrien- 3.° E l gozo y el amor se dicen ser cier-
do otra alteración análoga : modificación tas pasiones (4). Mas estas se. encuen-
accidental al acto de la potencia apren- tran en el apetito intelectivo, y no sola-
siva de lo sensible, cual la del ojo, que se mente en el sensitivo; de no ser así, no
fatiga por la intensidad de su mirada ó se atribuirían en las Sagradas Escrituras
que se desorganiza por la vehemencia (2) á Dios y á los ángeles. L u e g o las pasio-
de lo visible. Pero la transmutación afecta nes residen más bien en el apetito sensi-
per se al acto del apetito sensitivo : por tivo que en el intelectivo.
cuya razón en la definición de los movi- Por el contrario, .dice el Damasceno
mientos de la parte apetitiva supónese (Orth. fid. 1. 2 , Cs--2'2) describiendo las
materialmente alguna alteración natural pasiones animales : « l a pasión es un mo-
del órgano; como se dice que la ira es vimiento sensible (5) de la virtud apeti-
<tel ardor de la sangre cerca del cora- » t i v a en ( 6 ) la imaginación del bien ó
» z o n » ( 3 ) . E s pues evidente que la ra- » d e l mal» ; y de otro modo : «la pasión
zón de pasión más bien se encuentra en » e s un movimiento irracioual del alma
el acto de la potencia apetitiva sensitiva »por medio de la sospecha (o conjetu-
que en el de la aprensiva de lo sensible, y>ra) (7) del bien ó del mal».
aunque ambas son actos de un órgano Conclusión. La pasión en su propio
corporal. concepto más bien se halla en el apetito
sensitivo; que no en el intelectivo, que no
requiere ó supone inmutación corporal.
ARTÍCULO I I I . — ¿ t a pasión resido m á s
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
hlen en el apetito sensitivo que en el intelec-
(a. 1 ; y a. 2 , al 3.°) la pasión se halla
tivo, que se dice voluntad? propiamente donde hay transmutación
corporal, la cual se encuentra en los ac-
l.° Parece que la pasión no se halla tos del apetito sensitivo; y no solo del
más en el apetito sensitivo que en el ape- espiritual, como está en la aprensión sen-
tito intelectivo ; porque dice San Dioni- sitiva, sino aun del natural. M a s en el
sio ( D e div. nom. c. 2, p. 1. lect. 4) que
a
acto del apetito intelectivo no se requiere
« H i e r o t é o ha . sido instruido por cierta transmutación corporal, porque este ape-
»inspiración más divina, no solo apren- tito no es virtud de algún órgano; lo cual
» diendo, sino también sufriendo (patiens) hace patente que la razón de la pasión
» l a s cosas divinas». Pero la pasión de se halla más propiamente en el acto del
las cosas divinas no puede pertenecer al apetito sensitivo que del intelectivo, como
apetito sensitivo, cuyo objeto es el bien también se colige las definiciones del D a -
sensible. L u e g o la pasión está en el ape- masceno ya espuestas (Por el contrario).
A l argumento 1.° diremos que por pa- A l 3.° que el amor y el g o z o y otras
sión de las cosas divinas se entiende allí (pasiones) semejantes, cuando se atribu-
la afección á ellas, y la unión á las mis- yen á Dios ó á los ángeles ó á los hom-
mas por el amor; lo cual tiene lugar sin bres según el apetito intelectivo, signifi-
modificación corporal. can el simple acto de la voluntad con se-
A l 2.° que la magnitud ( 1 ) de la pasión mejanza de efecto sin pasión. P o r lo cual
no solo depende de la virtud del agente, dice San Agustin ( D e , civ. D e i , 1. 9, c.
sino también de la pasibilidad del pacien- 5 ) : « l o s santos ángeles castigan sin ira,
t e ; porque los seres, que son fácilmente » y socorren sin compasión de miseria (3):
pasibles, padecen mucho aun de parte de » y sin embargo, en el lenguaje usual hu-
los poco ( 2 ) activos. L u e g o , aunque el B mano se les aplican los nombres de esas
objeto del apetito intelectivo sea más ac- B pasiones por cierta semejanza de ope-
tivo que el del apetito sensitivo, este sin B ración, y no más por la debilidad de
embargo es más pasivo. B sus afectos».
CUESTIÓN XXIII.
1." Las pasiones, que están en lo concupiscible, son diversas d é l a s de lo irascible? — 2.° Las c o n t r a -
riedades de las pasiones de lo irascible provienen de l a oposición entre el bien y el m a l ? —3.° Hay
a l g u n a pasión, q u e no tiene contrario ? — 4.° Hay algunas pasiones diferentes en especie en u n a mis-
m a p o t e n c i a , y no c o n t r a r i a s e n t r e si?
ce zon la prudencia, en lo irascible, el odio las pasiones movimientos del apetito sen-
» á los vicios, y en l o concupiscible el sitivo según lo espuesto ( C . 3 2 , a. 2 ) , las
(1) Intensidad ó grado cuantitativo. (3) Sin padecerla ellos, ó sin compartirla con los que la pa-
(2) Parvls, pequeños en el concepto de activos, 6 bien, que decen,
tienen ó ejercen poca actividad ó acción poco sensible.
CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULOS I Y I I . n i
riamente las pasiones de diversas poten- fuerza irascible ha sido dada á los ani-
cias deben referirse á objetos diversos: males ( 1 ) , para vencer los obstáculos,
por consiguiente con más razón las pa- que impiden á la (potencia) concupisci-
siones de potencias diversas difieren en ble dirigirse á su objeto, y a por la difi-
especie; por cuanto mayor diferencia de cultad de obtener el b i e n , y a por la de
objetos se requiere para diversificar la superar el mal. P o r esta causa las pasio-
especie de las potencias, que la de las nes de la irascible tienen todas por tér-
pasiones ó de los actos. E n efecto: como mino las de la concupiscible; y asimismo
en la naturaleza la diversidad de género también á las pasiones de la irascible si-
es una consecuencia de la diversidad de guen el gozo y la tristeza ( 2 ) , que resi-
potencia de la materia, y la diversidad den en la concupiscible.
de especie de la diversidad de forma en A l 2.° que San Jerónimo atribuye el
la materia misma; así entre los actos del odio de los vicios á lo irascible, no por
alma los que pertenecen á diversas po- razón del odio (mismo), que propiamente
tencias son no solamente diversos en e s - compete á lo concupiscible; sino por cau-
pecie, sino también en g é n e r o : mas los sa de la impugnación, que pertenece a l o
actos ó pasiones, que atañen á- diversos irascible.
objetos especiales, comprendidos bajo un A l 3.° que el bien, en cuanto es delei-
solo objeto común de una potencia úni- t a b l e , m u é v e l a (potencia) concupiscible;
ca, difieren como especies de aquel g é - pero, si el bien presenta alguna dificul-
nero. Para conocer p u e s , qué pasiones tad para su consecución, por este mismo
residen en lo irascible, y cuáles en lo hecho tiene a l g o , que repugna á esta p o -
concupiscible; conviene examinar el ob- tencia : por lo cual fué necesario que h u -
jeto de ambas potencias. Ahora bien: se biese otra potencia, que se dirigiera h a -
ha dicho ( P . 1 . C. 8 1 , a. 2 ) que el ob-
a
cia e s o ; y lo mismo sucede respecto del
jeto de la potencia concupiscible es el m a l : esta potencia pues es la irascible.
bien ó el mal sensible, tomado en abso- D e donde se sigue que las pasiones ( 3 )
luto (simpliciter), que es lo deleitable ó de la concupiscible y las de la irascible
doloroso. P e r o , como es inevitable que el difieren en especie.
alma esperimente á veces dificultad ó
contrariedad en la adquisición de algún
ARTÍCULO I I . — 41.a contrariedad entre
bien de esta índole, ó para eludir algún
l a s pasiones de lo irascible radica e n l a con-.
mal de esos, en cuanto esto escede en al-
traríedad del bien y del m a l ?
gún modo al fácil ejercicio de la poten-
cia del animal; h é aquí porqué el mismo
l.° Parece que la contrariedad de las
bien ó m a l , por lo que tiene de arduo ó
pasiones de lo irascible no existe sino en
difícil, es objeto de la irascible. L u e g o
razón de la contrariedad del bien y del
(1} Incluso el hombre, que on esto se equipara á los demás la misma deja escrito tristiíia (y no tristitiam) en el arg. 1.°, al
animales, con la sola escepcion de su aptitud de dominarlas y que contesta. •
regirlas por la razón. (3) La antigua edición romana pone species por passiones,
(2) Según que se logre ó no superar y vencer los impedi- fundada sin duda en la primitiva redacción {visiblemente
mentos para la consecución del bien y rechazar lo nocivo, si- equivocada) del códice de Alcañiz, en el que se ve sustituida
guen á la ira ó la esperanza el gozo ó la tristeza. La edición de segunda mano passiones, cual se halla unánimemente en to-
áurea (y alguna otra) pono IrlsUtiam en acusativo, sin siquiera das las demás y en los códices todos, y así lo dictan el con-
anotar la variante, ni reparar en que así el sentido es entera- testo y la simple sindéresis..
mente contrario, y no teniendo presente por lo visto que en
172 CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULO I I .
(t) Entiéndase, en cuanto tienden á objetos tan diversos al bien ó mal ya habidos, como aquellas al bion apetecido ó al
entre sí, como lo son el bien y el mal; ó á lo menos á un ob- mal temido, no prosentes aún ni recibidos.
jeto misino bajo aspectos contrarios ó de opuestos modos, cual (2) Y no 7, como malamente se ve citado con frecuencia y
se contraponen al amor del bien el odio al mismo bien y al aun casi con generalidad, según observa Nicolai.
odio al mal el amor del mismo mal: y lo propio es aplicable al (3) Véase en la 1." P. la nota 2, pág. 37, del t. 1."
gozo y a la tristeza respectivamente, pasiones concernientes (4) V. n. t de esta misma página.
CUESTIÓN X X I I I . — A R T Í C U L O S I I , III Y IV.
(1J La audacia empero lo arrostra, mientras que el temor lo sas ocasiones ó bajo distintos aspectos, por ejemplo, al hom-
elude. bre criminal en este doble concepto, según el símil del juez
(2) Y noc. 5, queso cita harto común é inconscientemente, ya antes aducido.
según advierte y demuestra Nicolai. (4) Constitutiva de su diversidad específica; siendo el bien
(3) Indudablemente respecto de actos ú objetos diferentes, de suyo atractivo y digno de ser procurado y conservado, y el
que las diversifiquen ; como el odio al pecado y el amor á la mal repulsivo y cscitativo á su vindicación.
virtud, ó como ol amor y el odio á una misma cosa en diver-
174 CUESTIÓN X X I I I . — A R T Í C U L O IV.
(1) Basadas en los diversos grados de intensidad, lo cual análogo al rencor, como el que atribuye á Juno Virgilio, de
por otra parte desmiente el tan sabido axioma filosófico : mu- cuyo sentimiento de agravio dice : manet allá mente reroslum,
gís aul minus non muíant speciem. grabado profundamente y como con persistencia indeleble en
sea presente aún ó ya pasado ; pues en este
(2) Injacenti, su alma.
último caso permanece en el ánimo un como resentimiento
CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULO IV. 115
que son : esperanza y desesperación, te- el irascible, bajo las cuales se compren-
mor y audacia, y la ira, á la cual no se den todas las del alma (1).
opone pasión alguna. Resultan pues entre Con lo espuesto quedan contestados los
todas once pasiones de diferente especie; argumentos.
seis en el apetito concupiscible y cinco en
CUESTIÓN XXIY.
1." Puede haber bien y mal en las pasiones del alma? —2.° Toda pasión del a l m a es m o r a l m e n t e
mala? — 3.° Toda pasión a u m e n t a ó d i s m i n u y e la bondad ó malicia del acto ? — 4.° Hay a l g u n a p a -
sión, que sea b u e n a ó mala por su especie ?
Por el contrario, si el mal se aprende en común, engendra el en cuenta, que lo mismo que allí se decidió respecto de los
odio ; si como presente, funda la tristeza ; mas si como futuro, actos esteriores humanos, es decir, que estos serán buenos ó
hace surgir la fuga. Por tanto el odio se opone alamor, la malos según la intervención de la razón natural, debe enten-
Tuga al deseo, y la tristeza al gozo. Esto en cuanto á las pa- derse aquí haciendo aplicación proporcional á las pasiones.
'siones del apetito concupiscible. Mas respecto á las que son pro- M. C. G.
pias del irascible, cuando el apetito se escita á vencer la di- • (3) Racional : el bien consiste en la conformidad de la ac-
ficultad, que se opone á alcanzar el bien,, que se ama y desea, ción moral con la razón ; y el mal en su desvío de ella, como
es producida la esperanza ; cuando no puede vencer la dificul- ejecutado ó intentado en discordancia ú oposición á la condi-
tad, resulta la desesperación; cuando en presencia de esta difi- ción de la naturaleza racional, propia y distintiva del hom-
cultad el apetito, en lugar de acobardarse, se inflama más y bre, que debe por lo mismo obrar como tal.
la acomete, ocasiona la audacia ; si sucede al revés y se aterra,
176 CUESTIÓN XXIV. — ARTÍCULOS I Y I I .
fl) «Todas las pasiones son buenas, cuando uno es dueño » la virtud es el triunfo de la voluntad contra nuestras malas
de ellas ; y todas son malas, cuando nos esclavizan». Rousseau. » pasiones, y es también la salud del alma, conservada por la
M. C. G. » inocencia, ó recobrada por el arrepentimiento». •—M. C. G.
(2) Prescindiendo de su dependencia de la razón en el hom- (6) Cuando las pasiones se oponen al imperio de la razón,
bre, y como comunes á los animales todos. resulta la lucha que generalmente acompaña al acto virtuoso.
(3) Esclusivamentc peculiares y distintivas. Por eso decia Montaigne (Éssais, lib. 2, c. 2.°): « parece que el
(4) « La acción (dice, según la edición de Lequien) es un » nombre de virtud presupone dificultad y contraste, y que
» movimiento conforme á la naturaleza; la pasión lo es es- » no puede ejercitarse sin que haya oposición. Asi que llama-
» traño á ella ». » mos á Dios, bueno, fuerte, liberal y justo; pero no vir-
(5) Las pasiones son reguladas por la razón, cuando esta » tuoso : sus operaciones son todas simples y sin esfuerzo». Y
les impone sus leyes, resultando entonces una acción virtuo- el autor del Emilio escribió •. « No hay virtud sin combato ».
s
a . En este sentido decia Descuret: « Ales ojos de la Religión M. C. G.
CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O S II Y III.
tion opinaron distintamente los estoi- no es sano, así esa medianía de enferme-
cos ( 1 ) y los peripatéticos ( 2 ) ; pues los dades ó pasiones del alma no es sana.
primeros dijeron que todas las pasiones L a s pasiones pues no se llaman enferme-
eran malas, mientras que los segundos dades ó perturbaciones, á no ser que ca-
enseñaban que las pasiones moderadas rezcan de la moderación de la razón.
eran buenas : cuya divergencia en ver- D e lo cual resulta evidente la contes-
dad , aunque parece grande en sus térmi- tación al argumento 1.°
nos, sin embargo en la realidad es nula ó A l 2.° diremos, que en toda pasión del
insignificante (parva), si uno considera alma se agrega ó disminuye algo por el
de unos y otros. E n efecto : los estoicos natural movimiento del corazón, en el
no discernían entre el sentido y la inteli- sentido de que el corazón funciona ( mo-
gencia, ni por consiguiente entre el ape- vetur) más intensa ó remisamente según
tito intelectivo y el sensitivo; y por lo la sístole ó diástole ( 5 ) ; y en razón á
mismo tampoco distinguían las pasiones esto tiene naturaleza de pasión : sin em-
del alma de los movimientos de la volun- bargo no es preciso "que la pasión se se-
t a d , según que las pasiones del alma re- pare siempre del orden de la razón na-
siden en el apetito sensitivo, mientras tural.
que los simples movimientos de la volun- A l 3.° que las pasiones del alma, en
tad residen en el intelectivo ; sino que cuanto están fuera del orden dé la razón,
llamaban voluntad á todo movimiento ra- inclinan á p e c a r ; pero, en cuanto están
cional de la parte apetitiva, y pasión á ordenadas por ella, pertenecen á la virtud.
todo movimiento producido fuera de los
límites de la razón. P o r eso Cicerón si-
ARTÍCULO I I I . — La pasión aumenta
guiendo el-parecer de estos ( 1 . 3 D e
ó disminuye l a bondad ó malicia del acto ?
Tusculanis qucestionibus ) llama á todas
las pasiones enfermedades del a l m a ; ar- l.° Parece que la pasión siempre dis-
guyendo de alií que los enfermizos no minuye la bondad del acto moral : por-
son sanos, y que los que no son sanos que todo lo que impide el juicio de la ra-
son insipientes (3), por c u y a razón lla- zón, del que depende la bondad del acto
mamos insipientes á los insanos (4). L o s moral, disminuye por consiguiente la bon-
peripatéticos por su parte llaman pasio- dad del acto moral; y toda pasión impide
nes á todos los movimientos del apetito el juicio de la razón, pues dice Salustio
sensitivo: por consiguiente las juzgan en la guerra Catilinaria (Orat. Coesar.):
buenas, cuando están moderadas por la « E s conveniente que todos aquellos hom-
razón; y malas, cuando se sustraen á la » bres, que consultan sobre cosas dudosas,
moderación de la razón. D e lo que se » estén exentos del odio, de la ira, de la
evidencia que Cicerón censura inconve- » amistad y de la compasión » . L u e g o
nientemente el parecer de los peripatéti- toda pasión disminuye la bondad del acto
cos, que aprueban la medianía de las pa- moral.
siones, diciendo que « se debe evitar todo
2.° E l acto del bombre, cuanto más se
» mal aun mediano » ; porque, así como
asemeja á D i o s , tanto mejor e s ; por eso
el cuerpo siquier medianamente enfermo
dice e i Apóstol ( E p h . 5 , 1 ) : - Sed imita-
(1J filósofos scclarios de Zcnon, que blasonaban deÜñscn- venosa ó deletérea la del izquiertlo ; que desde él pasa á bonifi-
siljilidad y desprecio di; los goces y posares; de donde vino el carse, antes de continuar su circulación por el resto del orga-
llamarse estoicismo a esa impcrluibal^ÍTl^tl', de la que ,lanlos nismo : doble círculo máximo y mínimo, por el que la moderna
rasgos se atribuyen á Diógcncs y á otros de la propia escuela. Anatomía esplica la gran funo-ion de la circulación, según las
(2) Discípulos de Aristóteles, que lomaron usa denomina- investigaciones y bien comprobado descubrimiento del céle-
ción de su costumbre de tener sus confemicias ó lecciones- bre Sci'vet, médico español sacrificado en Glfcebra á la in-
pascando y generalmente al aire libre- transigente y fanática saña de Calvino. Así la espansion del
(3) Ignorantes, ó más bien, de cortos alcances_mcntales. ánimo aneja á la alegría dilata el corazón, favoreciendo s u s
(-1) O viceversa ; pues iiimiiiu se toma por locura o falla do dos movimientos de sístole y diástole, pero desahogándolo en
razón ó juicio, aunque en su nativa etimología denota pro- cierto modo y preferentemente por esta dilatación; al paso
piamente falla de sanidad ó de salud. " \ que la tristeza lo acongoja consintiéndolo por la aglomeración
(o) Contracción ó dilatación, movimientos constantemente y estacionamiento de la sangre, que no puede fácilmente ó
alternos en cada auríeulíi respecto del ventrículo de su mismo según su curso natural y como en normal estado de la viscera
lado, que esplican sencilla y satisfactoriamente los latidosdel penetrar oportunamente y sin violencia en la cavidad dema-
corazón y la entrada y salida de lasangre en el, siendo vital ó siado contraída á influjo de esa pasión vehemente y aílicliva,
1
arterial y vivífica la del lado izquiordo, que ya ha recibido en y se paraliza ó retarda su circulación.
el pulmón el cambio benéfico hcmalósico ilor la respiración, y
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO II- 12
178 CUESTIÓN XXIV. — ARTÍCULO I I I .
dores de Dios, como hijos muy amados. del hombre en la razón como en su raíz,
P e r o Dios y los santos ángeles castigan tanto más perfecto será este bien, cuan-
sin cólera y « socorren á la miseria sin to á más cosas convenientes al hombre
» compasión » , como dice San Agustín puede derivarse. P o r consiguiente nadie
( D e civ. D e i , 1. 9 , c . 5 ) . L u e g o es mejor duda que pertenece á la perfección del
hacer tales obras sin pasión de ánimo que bien moral el que los actos de los miem-
con pasión. bros esteriores se regulen por la razón: y ,
3.° A s í como el mal moral se j u z g a por pudiendo obedecer á esta el apetito sen-
el orden de la razón ( 1 ) , así también el sitivo, como se ha dicho ( C. 1 7 , a. 7 ) ,
bien moral. P e r o el mal moral se dismi- pertenece á la perfección del bien moral
nuye por medio de la pasión, pues peca ó humano el que también las mismas pa-
menos el que peca por pasión que el que siones del alma se regulen por la razón.
peca por industria (2). L u e g o menos obra L u e g o , así como es mejor que el hombre
el bien el que obra con pasión que el que quiera el bien y lo practique por acto e s -
obra sin ella ( 3 ) . terior ; así también pertenece á la perfec-
Por el contrario, dice San Agustín ción del bien moral el que el hombre se
( D e civ. D e i , 1. 9 , 1 . 5 ) que « la pasión mueva al bien, no solo según su volun-
» de la misericordia sirve á la razón, cuan- t a d , sino también según el apetito sensi-
» do de tal manera se muestra la miseri- t i v o , conforme á aquello ( P s . 8 3 , 3 ) :
» cordia que la justicia se conserva, y a Mi corazón y mi carne se regocijaron en
» cuando se tributa al necesitado, y a per- el Dios vivo, entendiéndose aquí por co-
» donando al arrepentido » . E s así que razón el apetito intelectivo, y por carne
nada, que sirve á la razón, disminuye el el apetito sensitivo.
bien moral. L u e g o la pasión del alma no A l argumento 1.° diremos, que las pa-
disminuye el bien moral ( 4 ) . siones del alma pueden referirse de dos
Conclusión. La perfección del bien maneras al juicio de la razón : una ante-
moral ó humano en las pasiones aumenta cedentemente ; y en este c a s o , como os-
ó disminuye en proporción de su confor- curecen el juicio de la razón, del que de-
midad ó sometimiento al imperio de la pende la bondad del acto moral, dismi-
razón y voluntad. nuyen la bondad del a c t o ; porque es más
Responderemos, que los estoicos, así laudable el hacer por el juicio de la ra-
como creían que toda pasión del alma era zón una obra de caridad, que el hacerla
m a l a , así suponían consiguientemente por solo la pasión de la misericordia. L a ,
que toda pasión del alma disminuía la otra consiguientemente, y esto de dos
bondad del acto ; porque todo bien ó es modos : 1.° á manera de redundancia, á
destruido del todo, ó se hace menos bue- saber, porque, cuando la parte superior
no por la mezcla del mal. Y en verdad del alma se mueve hacia alguna cosa in-
esto es exacto, si admitimos como pasio- tensamente, sigue su movimiento también
nes del alma solamente los movimientos la parte inferior; y así la pasión existente
desordenados del apetito sensitivo, según es consiguientemente en el apetito sensi-
que son perturbaciones ó enfermedades: tivo el signo de la voluntad más inten-
pero, si absolutamente llamamos pasio- sa ( 5 ) , y por lo tanto indica mayor bon-
nes á todos los movimientos del apetito dad moral; 2.° á manera de elección, esto
sensitivo, en este caso pertenece á la per- e s , cuando el hombre por el juicio de
fección del bien humano el que también la razón elige el ser afectado por alguna
las mismas pasiones sean moderadas por pasión, para obrar más prontamente, co-
la razón ; porque, consistiendo el bien operando el apetito sensitivo; y en este
(1) Del que se aparta, como el bien se ajusta á él. los hombres.
(2) He aquí bellísimaincnte espresado este pensamiento por (3) Las diversas ediciones varían en la redacción material
una poetisa del siglo x v n , tan discreta y virtuosa como sen- ó literal de la frase, cuyo sentido en el fondo idéntico va es-
cilla y poco conocida, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa presado en nuestra versión.
jerónima de Méjico, elogiada justísimamente porel P. Fcijóo : (4) Morís, del acto moral.
«O cuál es más de culpar, (5) íntcnsioris : otros leen inlcnsionis y algunos ititenllonis: lo
» Aunque cualquiera mal haga? primero parece más propio y verosímil, por cuya razón unida
» La que peca por la paga, a l a preferencia, que merece á Nicolai, lo adoptamos también
» O el que paga por pecar ?» nosotros; y lo último no parece admisible on sentir del citado
dice, defendiendo á su sexo contra la cobarde injusticia de crítico y erudito comentador.
CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV. 179
caso la pasión del alma aumenta la bon- ( D e civ. D e i , 1. 1 0 , c. 5) que c< la mise-
dad de la acción. »ricordia pertenece á la virtud» ; y por
A l 2.° que en Dios y los ángeles no hay su parte Aristóteles ( E t h i c , 1. 2 , c. 7)
apetito sensitivo, ni tampoco miembros que « l a vergüenza es una pasión lauda-
corpóreos; y por lo tanto el bien en ellos » ble ». L u e g o algunas pasiones son bue-
no se estima según el orden de las pasio- nas ó malas según su especie.
nes ó de los actos'corpóreos, como en Conclusión. La bondad ó malicia mo-
nosotros. ral no afecta á las pasiones [1] por su es-
A l 3.° que la pasión propensa al mal pecie ó naturaleza ; sino que [2] se hacen
disminuye el pecado, precediendo al jui- buenas moralmente por lo que haya en
cio de la razón ; pero siguiéndole de al- ellas de voluntario ó racional.
guna manera de las indicadas, lo aumenta Responderemos que lo dicho acerca de
ó significa su aumento. los actos ( C . 18 , a. 6 y 7 ; y C. 2 0 , a. 3 )
es igualmente aplicable á las pasiones, á
saber, que se puede considerar de dos
ARTÍCULO I V . — Una pasión e s b u e n a
maneras la especie del acto y de la pa-
ó m a l a por s u especio ? (1)
sión : 1 . según lo que es en su género
a
(1) El C. Cayetano oportunamente advierte en este ar- en especie, como el hablar y el pasear, etc.; y se dan tam-
tículo lo que antes se insinuó sobre los actos esleriores hu- bién pasiones neutrales, como la tristeza etc. Se dijo ademas
manos con relación á la bondad ó malicia ; puesto que la doc- en el lugar respectivo que los actos esteriores pueden ser
trina, que entonces se estableció con respecto á dichos actos, buenos ó malos según él objeto; y que la bondad ó malicia ob-
proporcionalmentc puede aplicarse á las pasiones. Hay actos jetiva era distinta de la malicia y bondad que nace del fin;
humanos esteriores, que terminan en algo contrario á la ra- pues de un modo idéntico entenderse debe la doctrina de las
zón, como el adulterio ; y los hay, que lo hacen en conformi- pasiones. — M. C. G.
dad con ella, como la limosna. Del mismo modo existen pa- (2) Los actos empero inmediatamente, que es como se diri-
siones, que son conformes á la razón, como la misericordia; gen á su respectivo objeto propio por sí mismos ; y las pasio-
mientras otras la contrarían, como la envidia. Se dan de igual nes remota ó mediatamente solo, por cuanto tienden á ellos
manera acciones humanas esteriores y naturales, indiferentes por medio de los actos.
180 CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O IV.
CUESTIÓN XXV.
Vamos á t r a t a r del orden (3) de las pasiones entre s í , sobre cuya materia dilucidaremos estos
cuatro p u n t o s : l.° Relación de las pasiones del (apetito) irascible con las del concupiscible. — 2 Or- o
den recíproco d é l a s pasiones del concupiscible.—3.° Correlación entre las del irascible. - 4." De las
c u a t r o pasiones principales.
( 1 ) Aunque de muy diverso modo : pues el gozo reposa generalización le proviene su anterioridad natural respecto
tranquila 6 imperturbablemente en su objeto productor del de aquello, de que se prescinde.
mismo; al paso que la tristeza lleva consigo cierta perturba- (3) Una es la distinción que media éntrelo propio y propio,
ción del ánimo en el mal causante de ella, anhelando eximirse y otra la qui» se interpone entre lo propio y lo común. Lopropio
de lo que le molesta, diciéndose reposo únicamente en el sen- no se distingue délo común, por cuanto en aquel no haya cosa
tido de que, no ya es inminente, sino que le afectay contrista alguna de este ; mas lo propio en contraposición de otro propio
ya de hecho; á diferencia del temor, cuya causa es el nial supone separación positiva entre ambas propiedades. Así di-
futuro inminente y no inmanente ó presente aún. ISicolai. remos que el bien en absoluto ó en general no se diferencia del
(2) Es decir, prescindiendo del concepto de arduo ó no ar- bien áidito, como lo propio se distingue de otro proiio ; sino co-
duo y con indiferente actitud respecto de uno ú otro, así como mo lo propio de lo que es común. El bien del apetito, tanto con-
lo común hace abstracción de lo propio con indiferencia en cupiscible como irrascible, lodo es un bien ; poro lo arduo de
orden á esto ó aquello en particular; de cuya abstracción ó este bien es propio escluslvamente del irascible.—M. C. G,
182 CUESTIÓN X X V . — A R T Í C U L O I I .
(1) Copulanset commiscens (copulativa y conmisliva), traduce (3) En algunas ediciones falta la palabra boni (del bien),
un moderno intérprete con menos enfática propiedad, como es cuya supresión en nada dificulta el sentido, sobreentendién-
fácil conocer por la respectiva significación genuina. dose naturalmente desde luego.
(2) De ejecución, (4) Carencia ó ausencia del objeto amado.
CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 183
(1) Según se ha dicho en el a. precedente. una salus victis nullam sperare salulem : « solo una salvación
, (2) Si bien alguna vez per acciáens nace la audacia de la » queda al vencido, — la de haberse perdido — toda esperanza
desesperación, conforme al pensamiento de Virgilio En. 1. 2): »de salud posible ».
184 CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULOS III Y IV.
(1) De la ejecución, como contrapuesta á la intención. la esperanza (que lo reemplaza y subsigue) de poseer el bien
(2) Completivas de las demás y como definitivas ó termina- apetecido, ni puede ir más allá en su aspiración : la espo*
les, que no dan ya origen á otras ulteriores. ranZa es pues el término intrínseco del apetito, como su últi-
(3) No como en su término de reposo, no habiendo logrado mo movimiento ; al paso que la fruición del bien ya poseido,
aún la posesión de su objeto, sino como término final del da- como quietud ó reposo en él, es su termino estrínseco al mo-
sóo, por cuanto el último complemento posible del apetito es vimiento, que habrá ya cesado.
CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULO IV. 185
á considerar estas cuatro pasiones según A l 2.° que esas pasiones se llaman
la diferencia entre el presente y el futu- principales según el orden de la inten-
ro; pues el movimiento se refiere al fu- ción y del complemento: y , aunque el
turo, y la quietud se verifica en algo temor y la esperanza no sean absoluta-
(ya) presente. A s í es que la alegría mente las últimas pasiones, sin embargo
tiene por objeto el bien presente, y la lo son en el género de aquellas, que tien-
tristeza el presente m a l ; la esperanza el den á otra cosa ( 2 ) como á futuro. Y
bien futuro y el temor el futuro m a l : y no puede insistirse sino sobre la ira; la
todas las otras pasiones, que tienen por cual sin embargo no puede considerarse
objeto el bien ó el mal presente ó futuro, como pasión principal, puesto " que es
Tedúcense á estas completivamente ( 1 ) . cierto efecto de la audacia, que no pue-
Por esta misma razón también algunos de ser una pasión principal, como se dirá
llaman principales estas cuatro predichas más adelante ( C . 4 5 , a. 2 , al. 3.°)
pasiones, puesto que son generales; lo A l 3.° que la desesperación lleva en sí
cual efectivamente es verdad, si la espe- la separación del bien, que lo es como
ranza y el temor designan el movimiento per accidens; y la audacia la aproxima-
del apetito, que comunmente tiende á ción al m a l , que también es per accidens.
apetecer ó evitar algo. P o r eso estas pasiones no pueden ser
A l argumento 1.° diremos que San principales, puesto que lo que es per
Agustín pone el deseo ó codicia en lugar accidens no puede llamarse principal; y
de la esperanza, en cuanto parecen per- de la misma manera tampoco la ira pue-
tenecer á una misma cosa, esto e s , al de llamarse pasión principal, por cuanto
bien futuro. resulta de la audacia.
( 1 ) Como su consumación ó termino final. peranza; ó ya deba eludirse ó evit&rse, como es el objeto del
(2) Bien sea esta digna do perseguirse, como lo hace la es- temor.
CUESTIÓN XXYI.
Sobre el amor debemos considerar estos tres p u n t o s : l.° el amor mismo ; 2.° su c a u s a ; 3.° s u s efec-
tos. Acerca del 1.° hablaremos en estos cuatro artículos: l.° ¿El amor reside en la concupiscible ?2.°
¿Es u n a pasión? 3.°¿Es lo mismo que la delectación? 4.° Se divide convenientemente en amor de
amistad y amor de concupiscencia?
(1J Concrétase aquí á solo el amor sensitivo, único que pro- « lógica » (La medie, de las pasiones c. 11, § 2.J. Pero ¿en qué
piamente es pasión, según se hace constar en el a. 2. consiste semejante idealización? ¿ Acaso en el conocimiento de
(2) Parte ó potencia, y con menos propiedad el apetito : así lo bueno? No : Rousseau decía : « los animales tienen un co-
deberá entenderse en lo sucesivo, aunque omitiremos el sus- » razón y pasiones ; pero la santa imagen de lo honesto y do
tantivo, fácil de suplirse teniendo en cuenta esta adverten- » lo bello no tuvo jamás cabida sino en el corazón del hombre»
cia ; ó bien alguna vez usaremos del artículo gramatical neu- (Cari, á D'Alemb.) ¿ Consistirá por ventura tal idealización en
tro lo, como ya lo hemos hecho antes de ahora. que los animales puedan gozar de alguna especie de liber-
(3) « Aunque el amor en los animales no parezca ser más tad? Tampoco : convienen todos los naturalistas y fisiólogos
» que una necesidad física, á la cual se abandonan sin cono- en colocar al amor entre las necesidades animales, que llaman
» ccr su origen ni su objeto ; es innegable, dice Deseurct, que instintivas, porque son eminentemente imperiosas, y ar-rastran
» empieza á idealizarse én algunos de ellos, y de una manera ciegamente en este caso á la ejecución de los actos. — M. C. G,
»tanto más sensible, cuanto más ge avanzan en la escala zoo-
CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 187
sensitivo en los brutos, el cual sin em- hacia lo que le es conveniente según su
bargo en los nombres participa en algo naturaleza.
de la libertad, en cuanto obedece á la
razón. P o r último, hay un (tercer) ape- A R T Í C U L O I I . — El amor e s u n a pa-
tito, procedente de la aprensión del que sión ? (4).
apetece según su libre juicio; cual es el
apetito racional ó intelectual, que se lla- l.° Parece que el amor no es una pa-
ma voluntad. E n cada uno de estos ape- sión; porque ninguna virtud es pasión, y
titos se da el nombre de amor á lo que todo amor es «cierta ( 5 ) v i r t u d » , se-
es principio del movimiento, que tiende gún dice San Dionisio ( D e div. nom. c.
al fin amado. Pero en el apetito natural 4, p. 2. lect. 9): luego no es una pasión.
el principio de este movimiento es la con- 2.° E l amor según San Agustín ( D e
naturalidad del que apetece con aquello Trin. 1. 8, c. 10), es «cierta unión ó
á que tiende, y la que puede llamarse » l a z o » (nexus). E s así que l a unión ó
amor natural; á la manera que l a misma vínculo no es una pasión, sino más bien
connaturalidad de un cuerpo pesado con una relación. L u e g o el amor no es pasión.
el centro (1) en virtud de su gravedad 3.° Dice el Damasceno (Orth. fid. 1.2,
puede llamarse amor natural; como asi- c. 22) que pasión es «cierto movimiento»;
mismo la proporcionada (coaptatio) adap- y el amor no implica movimiento del ape-
tación del apetito sensitivo ó de la v o - tito, que es el deseo, sino el principio de
luntad con algún b i e n , esto e s , la mis- este movimiento. L u e g o el amor no es
ma complacencia del bien se llama amor pasión.
sensitivo, ó intelectivo, ó racional. El Por el contrario, dice el Filósofo
amor sensitivo pues reside en el apetito (Ethic. 1. 8, c. 5) que «el amor es pasión».
sensitivo, como el amor intelectivo en el Conclusión. El amor es una pasión, y
apetito intelectivo, y pertenece á lo con- propiamente dicha, en cuanto reside en
cupiscible, puesto que se refiere al bien lo concupiscible ; aunque solo en sentido
en su concepto absoluto; y no como ar- lato, como perteneciente á la voluntad.
duo , bajo cuyo aspecto es el objeto de Responderemos que la pasión es el
lo irascible. efecto del agente sobre el paciente. M a s
A l argumento 1.° diremos, que aquel el agente natural produce sobre el pa-
testimonio se entiende del amor intelec- ciente dos clases de efectos: porque 1.°
tivo ó racional (2). le da forma, y 2.° el movimiento consi-
A l 2.° que se dice que el amor es t e - guiente á ella; como el generante da al
mor, g o z o , deseo y tristeza, no esencial cuerpo la gravedad, y el movimiento con-
sino causalme.nte. siguiente á la misma, que es el principio
A l 3.° que el amor natural no solo está del movimiento hacia el lugar connatural,
en las fuerzas del alma v e g e t a t i v a , sino puede decirse á causa de la connaturali-
en todas las potencias del alma, y aun dad ( 6 ) en cierto modo amor natural.
en todas las partes del cuerpo, y en g e - A s í también lo mismo apetecible da al
neral en todas las cosas; porque, como apetito primeramente cierta predisposi-
dice San Dionisio ( D e div. nom. c. 4) ción,, para unirse á ello, que es la compla-
« l o bueno y lo bello es amable (3) para cencia apetecible, de la cual se sigue el
» t o d o s » , puesto que cada ser tiene una movimiento hacia el objeto apetecible:
tendencia connatural (connaturalitatem) porque el movimiento apetitivo se agita
Í1J « Centro » (de atracción ó de gravedad) nos permitimos como cosa sentada y aduciendo al efecto (arg. Por el contrario)
traducir por locum mcdium, acomodándonos al lenguaje cien- palabras terminantes de San Agustin, que así lo hacen cons-
tífico ó técnico usual en la actualidad, entendiéndose serlo el tar. Aquí lo demuestra directamente y de propósito ; sin que
de la tierra. en esto haya redundancia impertinente, dada la importancia
(2) Como se colige del objeto amado, dé que en el tal pasaje del asunto, que bien merecia dilucidarse aparte y con espresa
se habla ; toda vez que el sentido ó el apetito corpóreo es determinación.
completamente incapaz de alcanzarla razón misma de la sa- [5) Virtud en el sentido físico de potencia, y no moral-
biduría, ni por consiguiente de aprenderla y apetecerla. mente hablando, según demuestra el erudito y concienzudo
(3) Apetecible á todos los seres, que en efecto aspiran cada P. Tv'icolai.
cual á su manera al respectivo bien conveniente ó proporcio- (l>) Según la edición romana antigua (no ya la áurea) con
nado á su naturaleza, como terminantemente añade á conti- el códice de Alcañiz propter gravltatem (por razón de la gra-
nuación. vedad).
(4) Ya en el a. 2 de la Cuestión anterior lo deja insinuado,
188 CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
(1) Faciens qtwdaríi modo in eo ejus intcnlionem, como sugi- cicrtalanguidczcomo saciante y tranquilizadora, y suponiendo
riéndole la tendencia á su objeto ó escitándolo hacia él y á cierta intimidad ó familiaridad parecida á la afinidad ó asimi-
conseguirlo. Así comunmente : mas el códice de Alcañizpone lación y como identificación con el amado : mas el amor y la
iníeniione (obra en su intención ó tendencia); otros in ejus in- dilección en el apetito mismo intelectivo ó en la voluntad son
clinationem (contribuye á inclinarlo); y en la edición de Pa- en realidad un mismo afecto (así el P. Capponi), aunque la di-
dua se lee faciens se quodammodo in ejus inlenlione (constituyén- lección importa la idea de previa elección, que no se incluyo
dose como en su intención). Por intención (según Silvio) debe en la de amor.
entenderse el afecto y propensión ó complacencia, por la que (3) En buen sentido , ó refiriéndola á lo bueno.
el apetito se inclina-ó aficiona á lo apetecible ; cuya inter- (1) En mal sentido, ó suponiéndose malo por sü objeto ó
pretación (que es también la nuestra) concilía del lodo sus- modo ó alguna otra circunstancia.
tancialmonte todas esas variantes de mera forma rcdaccional. (5) Indiferentemente, esto es, unas veces como acto y otras
(2) El amor es más común ó genérico que la dilección, y como pasión tanto el uno como la otra.
tiene algo más de divino que la dilección, llevando consigo
CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 189
fl) Efectivamente : aun en el lenguaje ordinario so da á la pcctivamenle. Vése no obstante perfectamente justificada en
palabra amor cierta espresion de vehemencia en el afecto y el testo esta.división ó clasificación, unánimemente admitida
de más íntima adhesión al objeto amado, que no se atribuye por todos los teólogos sin distinción de escuelas.
al cariño ni al afecto ó dilección ú otras voces análogas, por (3) En una misma clasilicacion y bajo aspectos de igual os-
más que se quieran usar como sinónimas de amor. tensión genérica ó específica, como el hombre constituye-una
(2) Distinción, que (según oportunamente advierte el Car- de las especies del género animal ; y sin embargo, enten-
denal Cayetano) más bien que al mismo amor afecta al modo diendo por animal el bruto, bien pueden enumerarse contra-
ó motivo ; pues ambos amores, el de amistad y el de concupis- puestos hombre y animal, • como suele hacerlo el vulgo en su
cencia, coexistcnsicmpreinscparablcmentey refundido el uno buen sentido y so halla también en la Sagrada Biblia (Levil.
en el otro, hasta el punto de constituir en realidad un solo 27, "2S) ; todo cuanto d Dios se consagra, sea hombre b anhnai, no
y mismo afecto, aun cuando predomine uno de aquellos dos será vendido.
caracteres diferenciales sobre el otro, según que el amor (4) Incluye ó supone; pues lo deleitable y lo útil son apete-
(único) se muestra más ó menos egoísta ó desinteresado res- cibles, y como tales objeto de la concupiscencia.
190 CUESTIÓN XXVI . — A R T Í C U L O IV.
Trataremos de la causa del amor en los cuatro artículos siguientes: 1." El bien es la única c a u s a
del a m o r ? —2.° El conocimiento es causa del amor? — 3.° Lo es la semejanza? — 4.° Y a l g u n a otra de
las pasiones del alma?
(1) En los cuatro artículos que comprende esta cuestión, la jerarquía; y colocando entre estas los placeres materia-
si bien se consideran, se señalan de tina manera tan breve les de lamúsica, de las modas en vestir, etc. Otros hablan de
como sublime todas las causas del amor, que los filósoíbs, na- causas predisponentes, como son la constitución, el sexo, la edad,
turalistas y fisiólogos, guiados solamente por.el estrecho cri- los climas, las profesiones y los hábitos. En íin, por mas que se re-
terio de los fenómenos físicos de la naturaleza sensible, han pare en todo lo que sobre el particular han enseñado los mo -
llegado hasta ahora á enumerar. En efecto : si prestamos dernos; no se encontrará cosa alguna, que no esté en principio
nuestra atención á lo que estos nos dicen en sus teorías, ha- descrita y esplicada de elevado modo por la presente doctrina
llaremos que la causa del amor, lo mismo que de la amistad, del A. Doctor. —M.C. G.
es la simpatía con gran frecuencia, y primordialmente el ins- (2) Entiéndase con esclusion del mal, que no puede serlo,
tinto de la reproducción : veremos que admiten causas escitan- según se demuestra en este articulo; y en cuanto al bien, ya
tes y auxiliares, designando entre aquellas la belleza, las gracias lo sea realmente ó solo en apariencia, esto es, aprendido como
y prendas morales, aumentadas y provocadas á menudo en el tal ó en concepto de verdadero bien.
estado social por las ventajas de la fortuna, de la gloria ó de
192 CUESTIÓN XXVII. — ARTÍCULOS I Y I I .
causa del amor: porque una misma cosa niendo el uno en potencia y con cier-
no es causa de (efectos) contrarios; y la ta inclinación á ello lo que otro posee
semejanza es causa del odio, pues se lee en a c t o ; como si decimos que el cuerpo
(Prov. 13, 10), entre los soberbios siempre grave existiendo fuera de su lugar tiene
hay contiendas; y el Filósofo ( E t h i c . 1. semejanza con el cuerpo grave existente
8, c. 4) dice que « l o s alfareros riñen en- en su (propio) l u g a r ; ó también según
»tre sí.» L u e g o la semejanza no es cau- que la potencia tiene semejanza con el
sa del amor. acto mismo, porque en la misma poten-
2.° Dice San Agustín (Confess. 1. 4, cia está en cierto modo el a c t o . — E l pri-
c. 4 ) que «alguno ama en otro lo que él mer modo de semejanza produce el amor
»no quisiera ser», como un hombre ama de amistad ó benevolencia; puesto que,
al cómico y no quisiera serlo. M a s esto por lo mismo que dos seres son semejan-
no sucedería, si la semejanza fuese pro- t e s , como teniendo una sola forma, son
pia causa de amor; porque entonces el uno en cierto modo en aquella forma; á
hombre amaría en otro lo que él mismo la manera que dos hombres son uno en
tendfía ó quisiera tener. L u e g o l a seme- la especie de humanidad, y dos cosas
janza no es causa de amor. blancas en la blancura: y por esto el
afecto del uno tiende al otro, como uno
3.° Cada hombre ama aquello, de que
consigo mismo, y quiere para él el bien
necesita, aunque no lo t e n g a : como el
como para sí mismo. P e r o el segundo
enfermo ama la salud y el pobre las ri-
modo de semejanza produce el amor de
quezas.. Pero, en cuanto necesita y carece
concupiscencia 6 la amistad de lo útil ó
de ellas, h a y en él desemejanza respecto
deleitable; porque cada ser existente en
de las mismas. L u e g o no solo la seme-
potencia, en cuanto t a l , tiene natural-
janza, sino la desemejanza es causa del
mente el apetito de su acto y se deleita
amor.
en su consecución, si tiene sensibilidad y
4.° Dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 4) conocimiento.—Se ha dicho ( C . 2 6 , a. 4)
que «amamos á los que son benéficos
que en el amor de concupiscencia el que
»para nosotros tanto en la fortuna como
ama, propiamente se ama á sí mismo, en
»en la salud; y asimismo todos aman á
el hecho de querer aquel bien que desea:
»los que conservan amistad á los muer-
y , como cada ser se ama á sí mismo más
»tos». M a s no todos los hombres hacen
que á otro, porque es uno solo para sí en
esto. L u e g o la semejanza no es causa del
sustancia, y con otro no es uno sino en
amor.
la semejanza de alguna forma; de aquí
Por el contrario, dícese (Eccli. 13, el que, si, por lo que le es semejante en
19) : todo animal ama á su semejante.
(I) Requiérese para el amor el conocimiento, como predis- » amable,, aunque no sea más conocido ».
posición ; mas no basta este solo, por no ser él mismo el mo- (2) Idéntica en especie ó en genero ó en igualdad de pro-
tivo formal de amar, que lo es el bien mismo : porque, como porción ó grado cuantitativa ó cualitativamente, según es fá-
enseña el mismo Doctor Angélico (Qucest. de chavitale, a. -1, cil inferir por la confrontación de la doctrina del testo en el
al 4. }-, « no se ama algo, porque se conoce ; sino porque es
u
cuerpo de este artículo 3.° con lo que espone en la respuesta
» bueno », al menos á juicio de quien lo conoce ó aprende co- al 2." argumento.
mo bueno : «así que (añade) lo que es más bueno, es más
SUMA TEOLÓGICA. —TOMO 1 1 . 13
194 CUESTIÓN XXVII. — ARTÍCULOS III Y IV.
la participación de forma, es impedido él alma puede ser causa del amor : porque
mismo en la consecución del bien que se dice ( E t h i c . 1. 8. c. 3 ) que « algunos
a m a , se le hace odioso, no como seme- »son amados por delectación»; y esta es
j a n t e , sino en concepto de impeditivo de una pasión. L u e g o alguua otra pasión
su propio bien. H é aquí porqué los alfa- del alma es causa del amor.
reros riñen entre sí, por ser cada cual re- 2.° E l deseo es una pasión; y amamos
cíprocamente un obstáculo al lucro del á algunos por el deseo de algo ( 6 ) que
otro ; y h a y pendencias entre los sober- de ellos esperamos, como se advierte e n
bios, porque mutuamente se usurpan la toda amistad, qtie tiene por motivo la
propia (respectiva) superioridad, que am- utilidad. L u e g o alguna otra pasión del
bicionan. alma es causa del amor.
Con lo dicho es evidente la respuesta 3.° D i c e San Agustín ( D e T r i n . 1. 10,
al argumento 1.° c. 1 ) : «cuando no h a y esperanza de ob-
A l 2.° que en eso mismo, de amar uno »tener una cosa; ó se ama tibiamente, ó
en otro lo que en sí no (1) ama, hállase » n o se la ama de modo alguno (om?ii?io),
la razón (2) de semejanza según cierta »aunque se vea cuáu bella e s » . L u e g o
proporcionalidad; porque en la misma ha- la esperanza es también causa del amor.
bitud del otro con respecto á lo que en él Por el contrario (7) : todas las demás
es amado, viene á estar él mismo (3) en afecciones del alma son causadas por el
cuanto á lo que en sí a m a : como si un amor, como dice San A g u s t í n ( D e civ.
buen cantante ama al buen escritor ( 4 ) , Dei, 1. 14, c. 7 y 9 ) .
considérase ahí una semejanza de pro- Conclusión. No es posible que otra
porción, según que uno y otro tienen lo alguna pasión del alma sea causa de todo
que á cada cual conviene según su arte. amor en general, aunque pueda serlo al-
A l 3.° que el que ama aquello, de que guna de algún particular amor.
necesita, tiene semejanza con el objeto R e s p o n d e r e m o s , que no h a y otra pa-
que a m a , como lo que está en poten- sión alguna, que no presuponga algún
cia (5) al acto según lo dicho. amor; y la razón e s , porque toda otra
A l 4.° que según Ja misma semejanza pasión del alma importa movimiento ha-
de la potencia al acto el que no es liberal cia algo ó descanso en algo, y todo m o -
ama ai que lo e s , en cuanto espera de él vimiento hacia algo ó reposo en algo pro-
algo que d e s e a : y lo propio puede de- cede de alguna connaturalidad ó coap-
cirse, respecto del que persevera en la tación, que pertenece á l a esencia del
amistad con el que no persevera, pues amor. L u e g o es imposible que alguna
en uno y otro caso parece haber amistad
/
otra pasión del alma sea universalmente
por utilidad. — O puede decirse que, causa de todo amor. Sucede sin embargo
aunque no todos los hombres tengan se- que alguna pasión es causa de algún
mejantes virtudes en estado de hábito amor, como asimismo un bien es causa
completo, poséenlas empero según ciertos de otro.
gérmenes (seminalia) de razón, por cuya A l argumento 1.° diremos que, cuando
influencia el que no posee la virtud ama uno ama alguna cosa por delectación, el
al virtuoso, como conforme con su razón tal amor es en verdad efecto de esta d e -
natural. lectación ; pero esta es á su v e z produci-
da por otro amor anterior, pues nadie
ARTÍCULO I V . — Alguna otra de l a s se deleita sino en lo amado de algún
pasiones del a l m a e s c a u s a del amor ?
modo.
l.° Parece q u e alguna otra pasión del A l 2.° que el deseo de alguna cosa
(1) En el códice de Alcañiz y en la antigua cdic. rom. falta aparece más adecuada la proporcionalidad, según observa Ni-
non, á todas luces genuino y reclamado por el contesto tanto colai, que aplicada al escritor publicista ó literato, Téngase
del argumento mismo como de su solución. ademas presente la nota 2, de la pág. 193.
(2) En la edición áurea y en alguna otra se lee bonum en vez (5) « Es algún tanto semejante » (al acto ó á lo. que está ya
de rallo, que parece más aceptable y verosímil. en acto), debe suplirse.
(3) El que ama, como es obvio y claro ; pero pudiera dudar (6) En algunas ediciones se omite alicatas, que parece exi-
alguno. gir el sentido sintáctico ó gramatical.
(4) Calígrafo, más bien quizá, ó buen pendolista en el len- (7) Contra ¡tose (otros hoc) : en contra de lo objetado en los
guaje hoy corriente ; pues así interpretada la voz scrlploi'em argumentos precedentes preséntase este.
CUESTIÓN XXVII. —ARTÍCULO IV. 195
CUESTIÓN / XXYIII.
1.° La union es efecto del a m o r ? — 2.° Hay en el amor recíproca adhesión (3)? —3." El éxtasis es
efecto del amor?—4." Lo es el celo (4)? —5.° El amor es u n a pasión, que hiere al a m a n t e ? —6." Es
causa de todo lo q u e obra el a m a n t e ?
daría amor á lo que está dividido esen- la cual unión debe considerarse por la
cialmente : tampoco produce el amor aprensión que la precede, pues el movi-
unión de semejanza, que m á s bien es miento apetitivo subsigue á la aprensión.
(1) Algún amor ó algo de amor ; no perfecto, como no puede de la locura, etc. Ya veremos al A. Doctor tratar la doctrina
serlo sin la posesión del objeto amado, la cual escluye su de- del suicidio con la maestría y elevación de principios, que
seo ya satisfecho. siempre (como ahora, y como en todas tías cuestiones) le es
(2) Al tratar de los efectos del amor, los físicos y médi- propia.—M. C. G.
cos, etc. suelen enumerar como tales todos los escesos, que (3) Union íntima y como de cohesión, más compacta (por
son hijos delmismo amor, considerado como pasión vehemente decirlo así) que la simple unión antes enunciada. Nicolai.
ó desbordada. Así dicen que el amor es muchas veces causa (4) El celo consiguiente á cualquier amor en general, sin
de envenenamientos, incendios, asesinatos, homicidios volun- restringirlo precisa y estrictamente al producido por el amor
tarios é involuntarios, de la tisis pulmonar, de la melancolía, espiritual. Nicolai.
196 CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .
uno ama alguna cosa, como deseándola, que es efecto del amor; unión real, que
se la representa como perteneciente á su el amante anhela en la cosa amada, y
bienestar. D e la misma manera, cuando que es por conveniencia del amor; por-
uno ama á alguien con amor de amistad, q u e , como dice el Filósofo ( P o l i t . 1. 2,
quiere el bien para él, cual lo quiere para c. 2 ) , « Aristófanes dijo que los amantes
sí mismo; y de aquí el llamarse al amigo » desearían hacerse los dos u n o ; pero, co-
otro él mismo (alter ipse), por lo .que » m o en este caso ó los dos ó uno se per-
dice San Agustín (Confess. 1. 4 , c. 6 ; » derían, aspiran á una unión conveniente
y Retract. 1. 2 , c. 6 ) : «bien dijo el » y decorosa, es decir, tal que ellos vivan
» q u e ( 1 ) dijo que su amigo era la mitad »juntos y hablen juntos y estén unidos
de su alma». L u e g o el amor produce efec- » en otras cosas á este tenor».
tivamente la primera unión, puesto que A l 3.° que el conocimiento se perfec-
mueve á desear y buscar la presencia del ciona uniéndose lo conocido al que lo
objeto amado, como conveniente y per- conoce según su semejanza; pero el amor
teneciente á sí mismo; y produce la se- hace que la misma cosa que se ama se
gunda unión formalmente, por cuanto el una en algún modo al amante, conforme
mismo amor es tal unión ó vínculo. P o r á lo dicho (a. anterior). Por consiguiente
esto dice San Agustín ( D e Trinit. 1. 8, el amor es más unitivo que el conoci-
c. 1 0 ) que « e l amor es cierta ligadu- miento.
»ra ( 2 ) , que copula dos cosas ó que pre-
» t e n d e unirlas», á saber, al amante y
ARTÍCULO I I . — i a i n h e s i o n (4) mu>
lo a m a d o ; pues eso de que « copula» se
tun e s efecto del amor?
refiere a l a unión de afecto, sin la que no
hay amor; y lo de que «intenta copular»
l.° Parece que el amor no causa la in-
pertenece á la unión real.
hesion m u t u a , esto e s , que el amante
A l argumento 1.° diremos, que aque- esté en el amado y viceversa : porque lo
lla objeción procede de la unión real, que está en otro, está contenido en é l ; y
cual efectivamente la requiere la delecta- una misma cosa no puede ser continente
ción ( 3 ) como causa; mas el deseo existe y contenido (5). L u e g o no puede cau-
en la ausencia real de lo amado; y el sarse por el amor la mutua inhesion, que
amor lo mismo en ausencia que en pre- haga estar el objeto amado en el sujeto
sencia. amante y recíprocamente.
A l 2.° que h a y tres clases de unión 2.° N a d a puede penetrar en lo interior
con respecto al amor: 1 . la que es causa
a
de una cosa íntegra, á no ser por alguna
de él, y esta unión es sustancial en cuan- división. P e r o el dividir lo que realmente
to al amor, con que uno se ama á sí mis- está unido no pertenece al apetito, en el
mo; pero en cuanto al amor, con que uno que reside el amor, sino á la razón ( 6 ) .
ama otras-cosas, es unión de semejanza, L u e g o la mutua inhesion no es efecto del
según lo dicho ( C . 27 a. 3); 2 . otra, que a
amor.
es esencialmente el amor mismo; y esta 3.° Si por medio del amor el amante
unión por simpatía (coaptationem) de está en el amado y recíprocamente; se se-
(1J Horacio, que llamó á Virgilio su amigo (L. 1, ode 3) di- latinizarla, dejándola en su íorma intraducibie de inhesion.
midium animas (mitad de mi alma). La alusión es bien pal- (5) Bajo un mismo concepto y respecto do lo mismo, como
maria. aquí se supone, de modo que lo contenido contenga á la vez
(2) Junctura, lazo, trabazón, eslabón, juntura. á lo que lo contiene ; sí empero bajo diversos aspectos, como
. (3) Así comunmente, aunque en algunos se lee dilectio por seesplica en la solución á este arg. l.°
dcleclalio. (6) Puesto que el apetito es llevado como fuera de sí al ob-
(4) Inhassio: no hallamos correspondencia bastante exacta jeto, tal cual él es en si mismo ; en tanto que la razón so lo
con esta voz latina en ninguna palabra castellana, que es- asimila, atrayéndolo á sí por la abstracción de su especie ó
prese granea y adecuadamente la idea de hallarse coexis- semejanza, según lo espuesto en la l. Parte (C. SI, a. 7), no
M
tiendo el uno en el otro y este en- aquel á su vez. Reíusion, pudiendo por lo tanto apropiárselo todo íntegro, sino solo sus
infusión, fusión, coexistencia, conmistión, compenetración qui- especies abstraídas de él.
zá sería algo más propia. Adoptaremos pues con preferencia
CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULO I I . 197
gúirá que de este modo lo amado se une ñera por el amor de concupiscencia, y de
al amante, como este al amado. P e r o la otra por el de amistad; porque el amor
unión misma es amor según lo dicho (a. 1). de concupiscencia no reposa en cualquiera
Luego se infiere que siempre el amante ' estrínseca ó superficial posesión ó goce
es amado por el amado, lo cual es evi- del amado, sino que trata de poseerlo
dentemente f a l s o ; y en consecuencia la perfectamente penetrando ( p o r decirlo
mutua inhesion no es efecto del amor. así) hasta sus interioridades; al paso que
Por el contrario, dícese ( i Joann. 4, en el amor de amistad el amante está en
16): quien permanece en caridad, en Dios el amado, en cuanto reputa como suyos
permanece y Dios en él. E s así que la ca- los bienes ó males del amigo y la v o l u n -
ridad es amor de Dios. L u e g o por iden- tad de este como s u y a ; de modo que le
tidad de razón todo amor hace que l o parece que sufre los mismos males que él,
amado esté en el amante. y que posee los mismos bienes: por cuya
Conclusión. El amor [1] produce la re- razón es propio de los amigos « querer
cíproca inhesion del amante y el amado, » las mismas cosas y alegrarse ó entris-
tanto en la potencia aprensiva como en » tecerse en él, según el Filósofo (Ethic.
la apetitiva; y [2] si el amor es de amis- 1. 9, c. 3 ; y E h e t . 1. 2 , c. 4 ) ; de suerte
tad, la. causa también por via de recipro- que el que a m a , juzgando como suyo
cidad. todo lo que pertenece al a m i g o , parece
Responderemos, que este efecto de la hallarse en el objeto que a m a , y no for-
mutua inhesion puede entenderse ya en mar más que una misma y sola cosa con
cuanto á la potencia aprensiva, ya en él; y al contrario, en cuanto quiere y
cuanto ti la apetitiva: porque respecto obra por el amigo como por sí mismo,
de la primera se dice estar el amado en como conceptuándole uno consigo mismo,
el amante, en cuanto el amado mora en así el objeto amado está en el amante.
la aprensión del amante, según aquello P u é d e s e todavía reconocer en el amor de
(Philip. 1, 7), porque os tengo en el co- amistad un tercer modo de mutua inhe-
razón; y el amante en el amado según la sion por via de reciprocidad de amor,
aprensión, en cuanto el amante no se con- en cuanto dos amigos se aman mutua-
tenta con una aprensión superficial del mente y se quieren y se hacen mutua-
amado, sino que se esfuerza por averiguar mente bien.
y profundizar cada una de las cosas que A l argumento 1.° diremos, que el ob-
á este pertenecen, y penetrar hasta su jeto amado se contiene en el amante, en el
interior; como se dice del Espíritu Santo, sentido de que está grabado en su afecto
que es amor de D i o s ( i Cor. 2 , 10), que por cierta complacencia; y viceversa el
lo escudriña todo, aun las profundidades amante en el amado, en cuanto el amante
de Dios. M a s en cuanto á la potencia persigue en algún modo lo que h a y de
apetitiva, se dice estar el amado en el íntimo en el amado : pues no impide que
amante, en cuanto está en su afecto por una misma cosa sea en diversos concep-
cierta complacencia, y a deleitándose en tos continente y contenida, como el g é -
él ó en sus bienes teniéndole presente, y a nero se contiene en la especie y al con-
en ausencia tendiendo al mismo por amor trario.
de concupiscencia, ó á los bienes que
A l 2.° que la aprensión de la razón
quiere para el amado por el de (1) amistad;
precede al afecto del amor; y por l o
no en verdad por causa alguna estrínseca,
t a n t o , así como la razón inquiere, de la
como cuando uno desea algo en pro de
misma manera el afecto de amor penetra
otro, ó quiere el bien para otro por algún
en el objeto a m a d o , como consta de lo
otro ( motivo ) , sino por la complacencia
dicho.
íntima y radical del objeto amado ; y de
A l 3.° que aquel razonamiento se re-
aquí es que este amor se llama íntimo y
fiere al tercer modo de mutua inhesion,
entrañas de caridad: pero recíprocamente
el cual no se encuentra en cualquier amor.
el amante está en el amado de una ma-
(1) En la edición de Pa&tta (169S) en lugar de per amorem natural correspondencia literal del amor de amistad con el da
amicítia:se lee per ejus amorem (por amor al mismo) ; lo que concupiscencia, cual aparece en la casi generalidad de las
sustancialmente espresa el mismo concepto ; pero destruye la ediciones.
198 CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS III Y IV.
( 1 ) No precisamente en el sentido estricto y místico, que carse con el objeto amado, y desentendiéndose de su propio
suelen dar á esta voz los escritores ascéticos, ó como completa ser y condición habitual.
enajenación ó embargo de los sentidos y arrobamiento sobre- (3J Que afecta'á la parte aprensiva, cual fue el del Após-
natural ; sino en el concepto común de salir ó estar fuera de tol San Pablo, según se esplica en la 2."-2.ro(C. 175, a. 2, 3 y 4).
sí en algún modo, cual suele.decirse de los frenéticos y locos (4) Este celo, de que aquí se trata, puede definirse : « mo-
ó aun de cualquier arrebato mental ó afectivo, que impida „ vimiento ó impulso del apetito, por el que uno se lanza con-
hacerse cargo ó considerar lo que sucede en derredor del así » tra lo que impide el bien del objeto amado ó contraría al
enajenado. » amor mismo, para remover tales obstáculos ». Así el común
(2) De su estado normal, como transportándose á identifl- de los teólogos con Billuart.
CUESTIÓN X X V I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 199
amor, porque el celo es origen de con- lignos, ni celos á los que hacen iniquidad.
tienda;por esta razón se dice (i Cor. 3 , 3): Mas el amor de amistad anhela el bien
habiendo entre vosotros envidia y con- del amigo; por lo que, cuando es intenso,
tienda, etc. E s así que la contienda es re- mueve al hombre contra todo aquello,
pugnante al amor. L u e g o el celo no es que repugna al bien del amigo : y en este
efecto del amor. sentido se dice que alguno tiene celo por
2.° E l objeto del amor es el bien, que el amigo, cuando se esfuerza en rechazar
es comunicativo de sí mismo; pero el celo todo lo que se hace ó dice contra el bien
repugna á la comunicación, pues á él pa- del mismo; y asimismo se dice que uno
rece deberse el no consentir consorcio en tiene celo por D i o s , cuando procura en lo
el amado; como se dice que los maridos posible rechazar todo lo contrario al honor
tienen celos de sus mujeres, que no las ó voluntad de D i o s , según aquello ( n i
quieren comunes con los demás. L u e g o R e g . 19, 14) : me abraso en celo por el
el celo no es efecto del amor. Señor Dios de los ejércitos; y sobre estas'
3.° E l celo no está exento de odio, palabras ( J o a n n . 11), el celo de vuestra
ni de amor; porque se dice ( P . 7 2 , 3): casa me devora, dice la Glosa (ord. ex
me llené de celo sobre los inicuos. L u e g o A u g . tract. 10 in Joann.) que « es devo-
no debe decirse que más es efecto del » rado por el buen celo, quien se esfuerza
amor que del odio. » por corregir cuanto malo v e ; y , si no
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e » puede, lo tolera y gime».
div. nom. c. 4,1 10) que « D i o s es llama- A l argumento 1.° diremos que el A p ó s -
» do celoso á causa del mucho amor, que tol habla allí del celo de la envidia, que
» tiene á lo existente». en efecto es causa de contienda; no contra
Conclusión. El celo, movimiento vehe- el objeto amado, sino en pro de él, y con-
mente del amante al amado, es siempre tra lo que le es opuesto.
efecto de la intensidad del amor, como A l 2.° que se ama el bien, en cuanto es
quiera que se le considere; aunque de di- comunicable al amante : por lo cual todo
verso modo en el amor de concupiscencia aquello, que impide la perfección de esta
que en el de amistad. comunicación, se hace odioso; y así el
R e s p o n d e r e m o s , que el celo, bajo cual- celo procede del amor del bien. Mas por
quier aspecto que se le considere, provie- defecto de bondad sucede que ciertos bie-
ne de la intensidad del amor: porque es nes pequeños no pueden ser poseídos á la
evidente que, cuanto más intensamente vez é íntegramente por m u c h o s , y del
una potencia se dirige á a l g o , más fuer- amor de los tales resulta el celo de la en-
temente repele todo lo contrario ó repug- vidia ; mas no propiamente de las cosas,
nante; y , como el amor es cierto movi- que pueden ser poseídas íntegramente por
miento hacia el amado, según dice San muchos, porque nadie envidia á otro so-
Agustín ( Qq. 1. 83 , q. 35 y 36 ) , .« el bre el conocimiento de la verdad, que
» amor intenso aspira á escluir todo lo puede ser conocida íntegramente por mu-
» que le repugna». Mas esto acontece de chos, sino en caso por cierto superior co-
un modo en el amor de concupiscencia, y nocimiento de la misma.
de otro en el de amistad: pues en el pri- A l 3.° que esto mismo de que alguno
mero el que desea intensamente alguna tiene odio á las cosas, que repugnan al
cosa, muévese contra todo aquello, que amado, procede del amor: por lo cual el
repugna á la consecución ó fruición pací- celo es, propiamente hablando, efecto del
fica del objeto que se ama; y en este con- amor, más bien que del odio.
cepto se dice que los varones celan á sus
mujeres, á fin de que por el trato con ARTÍCULO V . — E I amor e s u n a pasión,
otros no se altere su deseada y esclusiva
que hiere al a m a n t e ? (1)
posesión de la propia mujer. Asimismo
los que buscan la superioridad se mueven 1.° Parece que el amor es pasión da-
contra aquellos, que parecen aventajár- ñina: porque la languidez significa cierta
seles, como impidiendo su preeminencia ;
y este es el celo de envidia, del que se dice (1) Conciliación de diversos testos bíblicos, que respectiva-
(Ps. 36, 1 ) : no tengas envidia á los ma- mente abogan por la afirmativa ó la negativa, por la sencilla
cuanto natural distinción consignada en la Conclusión,
200' CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS V Y V I .
lesión del que languidece; y el amor pro- hicieron abominables,como aquellas cosas
duce languidez, pues se dice (Cant. 2, 5): que amaron. Todo lo que acabamos de
sostenedme con flores, cercadme de man- decir se refiere á lo que hay de formal en
zanas; porque desfallezco de amor. L u e g o el amor, esto e s , por parte del apetito;
el amor es una pasión que hiere. mas en cuanto á lo que hay de material
2.° L a liquefacción es cierta resolu- en la pasión del amor, que es la altera-
c i ó n ; y el amor tiene esta propiedad, ción corporal, el amor accidentalmente
pues se dice ( C a n t . 5 , 6) : mi alma se hiere por el esceso de inmutación, como
derritió , luego que habló mi amado. acontece en el sentido, y en todo acto
L u e g o el amor es resolutivo, y por con- de alguna potencia del alma ejercido por
siguiente altera y hiere. alguna alteración de órgano corporal.
.3.° E l fervor indica cierto esceso de A los argumentos propuestos diremos,
calor, el cual sin duda es corruptivo. A s í que pueden atribuirse al amor cuatro
es que el fervor es producido por el amor; efectos próximos, á saber: la (fusión ó)
pues S. Dionisio ( D e ccelest. hier. c. 7) liquefacción, la fruición, la languidez (ó
entre las demás propiedades pertenecien- desfallecimiento) y el fervor; entre los
tes al amor de los serafines enumera el cuales el primero es la liquefacción, que
calor, la intensidad y el gran fervor; y se opone á la congelación, pues las cosas
(Cant. 8 , 6 ) se dice del amor que sus congeladas son compactas en sí mismas,
lámparas son lámparas de fuego y de de modo que no pueden fácilmente ser
llamas. L u e g o el amor es una pasión, que penetradas por otro (cuerpo). A l amor
hiere y disuelve. empero pertenece que el apetito se haga
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e adecuado para recibir el bien amado,
div. nom. c. 4 , p. 1 , lect. 9) que « cada según que lo amado está en el amante,
» s e r se ama á sí mismo contentiva- conforme alo dicho (a. 2 ) . D e aquí es
m e n t e » , esto e s , por conservarse. L u e g o que la congelación ó dureza de corazón
el amor no es una pasión que hiere, sino es una disposición, que repugna al amor;
más bien conservativa y perfectiva. pero la liquefacción (ó derretimiento)
Conclusión. El amor [1] del bien con- importa cierta modificación del corazón,
veniente, cual es Dios ; formalmente ha- que le hace hábil para que penetre en el
blando, perfecciona y mejora al amante; objeto amado. A s í pues, cuando el objeto
pero [ 2 ] el de lo inconveniente, como del amado está presente y se le posee, pro-
pecado, le daña : y [ 3 ] en general cual- dúcese la delectación ó fruición; mas es-
quier amor escesivo hiere en cierto modo tando ausente resultan otras dos pasio-
materialmente al amante por la inmuta- nes, la tristeza de la ausencia, que se ma-
ción corporal. nifiesta por la languidez, que Cicerón
considera como una gravísima enferme-
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
dad (3 de Tuscul.), y el deseo ardiente
(C. 1 6 , a. 1 y 2 ; y C. 2 7 , a. 1) el amor
de conseguir el objeto amado significado
significa cierta adecuación de la potencia
por el fervor. Tales son los efectos del
apetitiva con algún bien. Mas nada de lo
amor, considerados formalmente según
que se adapta á a l g o , que le es conve-
la aptitud de la potencia apetitiva res-
niente, se perjudica por esta unión, sino
pecto de su objeto; mas en la pasión del
que más bien á ser posible se mejora y
amor surgen algunos efectos proporcio-
perfecciona ( 1 ) ; al paso que lo que se
nados á estos según la inmutación del
une á algo, que no le es conveniente, se
órgano.
perjudica y deteriora. L u e g o el amor del
bien conveniente es perfectivo y mejora-
tivo del amante ; y el amor del bien no
ARTÍCULO V I . —- El amor e s c a n s a de
conveniente al amante le daña y deterio-
cnanto hace el qne a m a ?
ra. P o r consiguiente el hombre se mejora
y perfecciona sobre todo por el amor de l.° Parece que el amante no lo hace
Dios; y se daña y deteriora por el amor todo por amor; porque el amor es una
al pecado, según aquello ( O s . 9 , 10) : se
pasión según lo dicho ( C. 2 6 , a. 2 ) ; y
no todo lo que hace el hombre lo hace
(1) Según otros pfofiiit (progresa ó mejora). por pasión, pues hace algo por elección
'CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULO V i . 201
y algo por ignorancia (Ethic. 1. 3 , c. 5). A l argumento 1.° diremos que la ob-
Luego no todas las c o s a s , que hace el jeción procede del amor, que es una pa-
hombre, las hace por amor. sión existente en el apetito sensitivo; mas
2.° E l apetito es principio de movi- nosotros hablamos ahora del amor consi-
miento y de acción en todos los animales, derado en general, según que comprende
como se ve ( D e an. 1. 3 , t. 48 y sig.) Si en sí el amor intelectual, racional, animal
pues todas las cosas, que uno h a c e , las y natural; que es como habla de él San
hace por amor; todas las demás pasiones Dionisio ( D e div. nom. c. 4, lect. 12) ( 1 ) .
de la parte apetitiva serán supérfluas. A l 2.° que según lo dicho (C. 25, a. 2)
3.° N a d a tiene á la vez causas contra- del amor provienen el deseo, la tristeza
rias; y, puesto que algunas cosas se hacen y la delectación, y por consiguiente todas
por odio, no todas provienen del amor. las otras pasiones ; por lo cual toda ac-
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e ción , que procede de cualquiera pasiva,
div. nom. c. 4 , lect. 9), que « por el amor procede también del amor, como de su
» del bien todos los seres hacen las cosas causa primera: luego no son supérfluas
» que hacen ». las demás pasiones, que son causas pró-
Conclusión. Todo agente , sea el que ximas.
quiera, hace cuanto obra por algún amor. A l 3.° que el odio se origina también
R e s p o n d e r e m o s , que todo agente obra del amor, como después se dirá (C. 2 9 ,
por algún fin, como se ha dicho ( C. 1, a. 2 ) .
a. 1 y 2 ) . E l fin es el bien deseado y
amado por cada ser. L u e g o es notorio
que todo agente, cualquiera que sea, eje- (1J Llamándolo ya divino, ya angélico ó intelectual (al que
Santo Tomás añade el racional, para designar más caracterís-
cuta todas sus acciones por algún amor. tica y detalladamente el humano), ó animal, ó aun natural. .
CUESTIÓN XXIX.
Del odio.
1.° La causa y objeto del odio es el m a l ? — 2.° El odio es producido por el a m o r ? — 3." Es m á s fuerte
que el amor ? — 4.° Puede alguno tener odio á sí mismo ? — 5.° Y á la verdad ? — 6.° Puede odiarse algo
en general ?
(1) Por cuanto el bien se convierte con el ente, según se mismo como propia de él, y efectuada por otro.
dijo en la i.* P. (C. 5; a. i , 2 y 3). Véase la nota 2, pág. 47 (4) Pío porque es malo en sí mismo, sino en cuanto se
del T. 1.» aprende como malo, aun sin serlo atíaso ; pues de otro modo
(2) De los habitantes de la ciudad santa de Jerusalen. no podría darse ni concebirse ese odio perverso é inicuo al
(3) Al apetito mismo ó intrínseca perteneciente ó inherente bien y á la verdad y en general á todo lo verdaderamente
á él, como capaz de apercibirse por sí mismo del objeto ape- bueno en sí, de que tan deplorables ejemplos nos ofrece la
tecible ó aprenderlo por sí mismo, sea sensible ó ya intelec- impiedad en todos tiempos y con frecuencia y cinismo horri-
tívamente, Dícese por contraposición á la no aneja al apetito pilantes á toda conciencia honrada y recta.
CUESTIÓN XXIX. — ARTÍCULOS I Y I I .
algún (otro) ente singular; y según esto contraría al amor anteriormente con-
un ente es odioso á o t r o , y es malo, cebido.
aunque no en s í , sino por comparación Responderemos q u e , como se ba diebo
con otro. (a. 1 ) , el amor consiste en cierta conve-
A l 2.° q u é , así como se conceptúa niencia del que ama con lo amado; mien-
como bien lo que verdaderamente no lo tras que el odio consiste en cierta repug-
es; así se aprende como mal lo que no lo nancia ó disonancia. D é b e s e empero con-
es en realidad': de donde resulta que á siderar antes en cualquier ser lo que le
veces ni el odio del mal ni el amor del conviene que lo que le repugna; pues
bien son buenos. el motivo de ser una cosa repugnante á
A l 3.° que puede accidentalmente una otra e s , porque corrompe ó impide lo
misma cosa ser en efecto amable y odiosa que es conveniente. P o r lo tanto, nece-
á varios según el apetito natural, por ser sariamente el amor es antes que el odio;
una sola y misma cosa conveniente al y ninguna cosa se aborrece, sino por ser
uno según su naturaleza y-repugnante contraria á lo que conviene á lo amado :
al otro, como el calor conviene al fuego y según esto todo odio es producido por
y repugna al a g u a ; y según el apetito el amor (2).
animal, por cuanto un mismo objeto único A l argumento 1.° diremos, que en las
es aprendido por el uno como bueno y cosas, que se dividen por oposición, se
por el otro como malo. encuentran unas , que son naturalmente
simultáneas tanto reai como racional-
ARTÍCULO I I . 101 odio e s producido mente , como dos especies de animal ó dos
por el amor ? clases de color; otras son simultáneas
racionalmente, pero una es en la reali-
1.° Parece que el amor no es causa del dad anterior á la otra y causa de esta,
odio: porque las cosas, que se dividen por como se ve en las especies de los n ú m e -
oposición, son naturalmente simultáneas, r o s , figuras y movimientos; y (final-
como se dice en los Postpredicamentos mente ) otras no son simultáneas ni real
( i n cap. de simul). E s así que el amor y ni racionalmente, como la sustancia y el
el odio, como contrarios que s o n , se divi- accidente; puesto que la sustancia es
den por oposición. L u e g o naturalmente realmente causa del accidente, y el ente
coexisten, y por lo tanto el amor no es racional se atribuye antes á la sustancia
causa del odio. I que al accidente; porque al accidente
2.° U n o de dos contrarios no es causa no se atribuye sino en cuanto está en la
del otro (1). Pero el amor y el odio son sustancia. Pero el amor y el odio son
contrarios. L u e g o etc. naturalmente simultáneos racional y no
3.° Lo* posterior no es causa de lo an- realmente : por lo cual nada impide que
terior : y el odio es al parecer anterior el amor sea causa del odio.
al amor; puesto que el odio implica la A l 2.° que el amor y el odio son con-
aversión al m a l , y el amor aproximación trarios, cuando se toman con relación á
al bien. L u e g o el amor no es causa del una misma cosa; pero, cuando tienen lu-
odio. gar sobre cosas contrarias, no son con-
Por el contrario, dice San Agustín trarios, sino que son consecuencia el uno
( D e civ. D e i , 1. 14, c. 7 y 9) que «todas del otro; pues por lo mismo que se ama
s l a s afecciones son producidas por el una cosa se aborrece su contraria : y así
amor ». L u e g o también el odio, que es el amor de una cosa es causa de que se
una afección del a l m a , es producida por aborrezca su contraria. •
el amor. A l 3.° que en la ejecución antes es
Conclusión. Todo odio tiene por causa separarse de un término (3) que acercarse
el amor, por cuanto solo se odia lo que al otro (4); pero en la intención sucede
(1) Antes bien los contrarios tienen causas también contra- movimientos, proviene en efecto como de causas próximas, al.
rias según Aristóteles (Degeneral, et cmrupt. 1. 2, t. 5C). paso que el amor es causa remota como radical á originaria y
(2) No está en contradicción con esta tesis lo que se dice la primera.
(2. -2. , C. 34, a. 6, arg. Por el contrario), que el odio nace de
n ro
(3) Del punto de partida ó término n quo.
la envidia y también (ttli. al 3,°) de la ira; pues de estos dos (4) Aa quem.
204 CUESTIÓN XXIX. — ARTÍCULOS II Y I I I .
l.° Parece que el odio es más fuerte amor ; pues, basándose la percepción del
que el amor; porque dice San Agustín sentido en cierta inmutación, no se siente
(Qq. 1. 8 3 , q. 3 6 ) : «nadie h a y , que no tan vivamente esta alteración cuando
y> huya más del dolor que apetezca el de- está ya consumada, como en el momento
»leite ». P e r o el huir del dolor pertenece mismo de esperimentarse ; y hé aquí
al o d i o ; mientras que el apetito del de- porqué el calor de una fiebre ética ( 2 ) ,
leite pertenece al amor. L u e g o el odio es aunque es m a y o r , sin embargo no se
más fuerte que el amor. siente tanto como el calor de la tercia-
2.° L o más débil es vencido por lo más na ( 3 ) , porque el de la primera ha crea-
fuerte ; y el amor es vencido por el odio, do y a (por decirlo así) hábito y se ha
cuando aquel se conviei'te en este : luego connaturalizado (con el paciente). Por
el odio es más fuerte que el amor. este mismo motivo también el amor se
3.° L a afección del alma se manifiesta siente más en la ausencia del amado,
por su efecto. P e r o más fuertemente in- como lo dice San Agustín ( D e Trinit.
siste el hombre en rechazar lo odioso que 1. 1 0 , c. 12) que « el amor no se siente
en proseguir lo amado ; á la manera que » tanto, cuando no va acompañado de la
también las bestias se abstienen de las » necesidad» ; y por la propia razón la
cosas deleitables á causa del castigo, como repugnancia de lo que se odia se percibe
observa San Agustín ( Q q . 1. 8 3 , ibid.). más sensiblemente que la conveniencia de
L u e g o el odio es más fuerte que el amor. lo que se ama. 2 . Porque no se compara
a
(1) Al menos en cuanto á la impresión ó escitacion produ- (3) Intermitente, ó periódica, mas no continua, á diferencia
cida por el odio en la sensibilidad, ó según que redunda en de la crónica.
ella afectándola con mayor vehemencia. (4J Por más que los suicidas en su desnaturalizada perver-
(2) Habitual ó (como hoy decimos) crónica, esto es, persis- sión de las ideas y sentimientos prefieran dejar do existir á
tente y tenaz, de modo que paulatinamente pero de una ma- vivir sin placeres ó con padecimientos y disgustos, aun pres-
nera sensible y progresiva consume y desorganiza el cuerpo, cindiendo de la creencia en la otra vida futurai
cual se observa en los estragos de la tisis pulmonar.
CUESTIÓN X X I X . — A R T Í C U L O S I I I , IV Y V. 205
gicamente , para rechazar lo odioso, por- quien quiere el bien; porque cada cosa es
que el odio es más sensible ( 1 ) . ante todo lo más principal de e l l a , y de
aquí el decirse que una ciudad hace lo
A R T Í C U L O I V . — P u e d e alguno odiarse que hace el r e y , como si el rey fuera la
á sí mismo ? ciudad toda entera. L u e g o es evidente
que el hombre es sobre todo espíritu
l.° Parece que puede uno odiarse á de hombre. Algunos sin embargo creen
sí mismo ; porque se dice ( P s . 1 0 , 6 ) : ser principalmente lo que son según la
el que ama la iniquidad, odia á su alma, naturaleza corporal y sensitiva: y por
y muchos aman la iniquidad : luego mu- eso se aman según lo que creen que son;
chos se odian á sí mismos. pero aborrecen lo que verdaderamente
2.° Odiamos á a q u e l , á quien quere- son, queriendo cosas contrarias á la razón.
mos y le hacemos mal. E s así que algu- D e una y otra manera pues el que ama
nas veces uno quiere y obra para sí mis- la iniquidad, odia no solamente su alma,
mo el m a l ; por ejemplo, los que se sui- sino también á sí mismo.
cidan. L u e g o algunos se odian á sí E s y a obvia con lo dicho la contesta-
mismos. ción al argumento 1.°
3.° Boecio dice ( D e consol. 1. 2 , pro- A l 2.° diremos, que nadie quiere y hace
sa 5) que « la avaricia hace á los hom- para sí el m a l , sino reputándolo como
» bres odiosos» ; por lo cual puede com- un bien; pues los que se suicidan, consi-
prenderse que todo hombre aborrece al deran bueno el morir, como término de
avaro. E s así que algunos son avaros. alguna miseria ó dolor (2).
L u e g o se aborrecen á sí mismos. A l 3.° que el avaro, aunque odia algún
Por el contrario, dice el Apóstol accidente s u y o , no por eso se odia á sí
( E p h e s . 5 , 20) que nadie aborreció ja- mismo; á la manera que el enfermo odia
mas su carne. su enfermedad, por lo mismo eme se ama:
Conclusión. Es imposible [ 1 ] que na- ó bien, que la avaricia lo hace odioso á
die se aborrezca á sí mismo, absoluta- los d e m á s , y no á sí mismo ; antes bien
mente hablando ; aunque [ 2 ] sí eventual (este vicio) proviene del amor desorde-
ó circunstancialmente. nado de sí m i s m o , según el cual Uno co-
Responderemos, que es imposible que dicia para sí más de lo que debe los bie-
alguno, absolutamente hablando, se odie nes temporales.
á sí mismo : porque todo ser apetece na-
turalmente el bien, y nada puede apete- ARTÍCULO V . — P u e d e alguuno odiar
cerse sino como bueno; pues « e l mal la verdad?
» es estraño á la voluntad » , como dice
San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , l e c t . 2 2 ) . l.° Parece que nadie puede odiar la
Pero amar á uno es quererle el bien, verdad: porque lo bueno y el ente y lo
como se ha dicho ( C. 26., a. 4 ) : por verdadero se convierten ( 3 ) : y , no sien-
consiguiente es necesario que uno se do posible que alguien odie la bondad;
ame á sí mismo ; y es imposible que uno' tampoco (puede odiarse) la verdad.
se odie á sí mismo, absolutamente ha- 2.° « T o d o s los hombres desean natu-
blando. Sin embargo sucede per acci- r a l m e n t e saber», como dice Aristóteles
dens que alguno se odia á sí mismo, y ( M e t . 1. 1, c. 1). Pero la ciencia no tiene
esto de dos maneras : 1. por relación a
otro objeto que las cosas verdaderas.
al bien, que uno quiere para s í ; pues á L u e g o la verdad es deseada y amada
veces lo que se apetece como bueno, es naturalmente; y en su consecuencia na-
absolutamente malo; y según esto quiere die puede odiar la verdad.
(1) Véase la ñola 1, pág. 204. menos cohonestablc desprecio de Dios y de sí mismo, usurpa-
(2) Como Lucrecia se dio la muerle, por no sobrevivir á su ción monstruosa de los derechos de la humanidad social y tes-
deshonra ; Catón de Utica, por sustraerse al furor de César ; timonio auténtico de incredulidad y de ánimo abyecto y vil.
y Cleombrot en la ilusoria espectativa de mejor y más có- (3) Lógicamente hablando, según lo espuesto y ya repeti-
moda ó agradable vida. El suicidio es pues el más insigne das veces citado en la nota 2, pág. 47, del T. 1."
acto de cobardía y pusilanimidad, al propio tiempo que el
206 CUESTIÓN X X I X . — A R T Í C U L O S V Y VI.
de lo universal de dos modos : 1.° como guna cosa particular, por cuanto hiere
incluido en la intención de la universali- con algún a c t o , y los actos son propios
dad; 2.° respecto de la naturaleza, á que de. {[seres) particulares; por cuya razón
se atribuye la tal intención; porque la dice el Filósofo (Rhet. 1. 2 , c. 4 ) : « l a
idea común de hombre es diversa de la »ira siempre se refiere á algo particular,
de (tal) hombre individual. Si pues lo » y el odio puede tener por objeto alguna
universal se considera del primer m o d o ; »cosa general». En cuanto al odio, que
ninguna potencia de la parte sensitiva, reside en la parte intelectiva, como con-
ni aprensiva ni apetitiva, puede alcanzar secuencia que es de la aprensión univer-
á lo universal, que se obtiene por la abs- sal del entendimiento, puede referirse de
tracción de la materia individual, en la ambos modos á lo universal.
que radica toda virtud sensitiva. Puede A l argumento 1.° diremos, que el sen-
empero alguna potencia sensitiva, sea tido no aprende lo universal como tal en
aprensiva ó apetitiva, actuar sobre algo sí mismo; pero sí aprende a l g o , que por
umversalmente; á la manera que decimos la abstracción y accidentalmente se unl-
que el objeto de la vista es el color en versaliza.
general, no porque la vista conoce el co- A l 2.f que lo que es común á todos no
lor universal, sino porque el ser el color puede ser razón de odio; mas nada impi-
cognoscible por la vista no le conviene de que sea común á muchos algo, que sin
en cuanto es este color, y sí en cuanto es embargo disuena respecto de otros, á los
color en absoluto. A s í pues también el que por lo mismo es odioso.
odio de la parte sensitiva puede tener A l 3.° que aquella objeción procede de
por objeto alguna cosa en general, por lo universal, según que es incluido en la
cuanto al animal según su naturaleza intención de la universalidad; pues en
común repugna algo, que no le es adver- este concepto no cae bajo la aprensión ó el
so en su concepto estricto de particular; apetito sensitivo.
como (repugna) el lobo á la oveja, por
lo cual esta odia al lobo en general (1).
Pero la ira es producida siempre por al- (1) A todos los lobos, y no solo á este ó aquel lobo sin-
gular.
CUESTIÓN XXX.
De la concupiscencia.
(i) Tómase aquí por el acto del apetito concupiscible acerca nal, según esplica el mismo Santo Tomás (P. 3.", C. i, a. 2,
del bien grato á los sentidos. Drioux. alF).
(2)En cuanto el apetito sensitivo signe la moción del racio-
CUESTIÓN XXX. — ARTÍCULOS I Y II. 209
(l) Mediatamente, aunque inmediatamente por los actos se- versas en especie, de las que aquí se trata, distinguiendo la
gún lo dicho (C. 23, a. 4, arg. 1.") y comprobado en el cuerpo concupiscencia del deseo y de la delectación.
del citado artículo 4.°. (3) En el género de naturaleza, y no en el género moral: por
¡2) Hé aquí las tres pasiones de la parte concupiscible, di- esto la tal diferencia es simplemente material, y no formal.
SUMA TEOLÓGICA.—-TOMO II. 14
.210 CUESTIÓN XXX.—ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Quce {la cual) comunmente ; mas la edición de Pádua de tural para subvenir á ella, que el apetito se dirige á ellas co-
1712 pone quía (porque). mo determinado por el natural insíinto. Drioux.
(2) No se entienda' acaso por concupiscencias naturales las (3) No es objeto de estudio para el arte, por ser infinito ó
que no -van acompañadas ó precedidas de conocimiento ó indefinido el número de individuos. Véase la C. 80, a. 2, de
aprensión ; sino las que de tal modo sirven á la necesidad na- la 1. P.; y la nota 4, pág. 704 en e l T . 1."
a
CUESTIÓN XXX. — ARTÍCULOS III Y IV. 211
(1) Otros leen « sobrenaturales » (mpernuturales). pág. 51, y la n. 3 , pág. 53 , del t. t.°.
(2) Acompañadas de ó reguladas por la razón , ó más bien, (5) improporlionalum comunmente en casi todas las edicio-
sometidas á la razón y dependientes de ella, racionales en fin. nes. El códice de Alcañiz nonproportionatum, que es lo mismo.
(3) Y más espresamenle y de propósito en la C. 81, a. 3 ; Lo inadmisible es proporlionatum, cual se ve en la romana an-
donde se consigna que algunos llaman razón particular á la tigua.
cogitaliva, que en el hombre ocupa el lugar y desempeña los (G) In infinitum. Kicolai lo sustituye por infinita (siendo in-
oficios propios de la estimativa en los domas animales. finita). La edición anlig. rom. infinito, y algunos infinitum.
(4) Indefinida ó ilimitada en su aspiración. Véase la nota 2,
212 CUESTIÓN X X X , — A R T Í C U L O IV.
(1) En cuanto puede considerar un número de objetos in- gunas se halla síinul fá la vez); en otras y aun en algún ma-
definido en cualquier especie ; y no porque, conservándose nuscrito se suprime esa palabra, según observa García. El
dentro de los límites de la rectitud, promueva una ilimitada códice de Alcañiz pone prout semel concupiscimus in actu (según
concupiscencia, que por lo mismo sería ya desordenada é ir- que una vez deseamos en acto), como si dijera; solo deseamos
racional. Kicolai. en acto una vez, ó cada vez independientemente de las otras.
(2) Destacándose sobre alg-un color oscuro ; como se llama (4) Véase la nota 1 de esta página.
«el blanco» al objeto, á que se asesta en los disparos de (5) La edición romana antigua dice con el códice de Alca-
cualquier arma arrojadiza, porque en efecto suele ser alg-un ñiz : a sino que se deleita en cualquier objeto deseado, que
punto blanco sobre fondo negro. » consigue » (sed in quolibet concupilo, quod comequilur, dele-
.(3) Semcl, comunmente en casi todas las ediciones. En al- ctalnr).
CUESTIÓN XXXI.
cuanto á lo primero se nos ofrecen ocho puntos. l.° La delectaciones u n a pasión ? — 2.° Existe en
el tiempo ? — 3.° Difiere del gozo ? — 4.° Reside en el apetito intelectivo ? — o.° Comparación de las de-
lectaciones del apetito superior con la del inferior. —6.° Comparación de las delectaciones sensitivas
entre sí. — 7.° Hay alguna delectación no n a t u r a l ? — 8.° Puede u n a delectación ser c o n t r a r i a á otra?
sencia del bien connatural; y cuando se m a l o , como son las enfermedades corpo-
dice total simultáneamente, se manifiesta rales y la tristeza y el temor en el alma;
que la disposición no debe entenderse algunas no obstante se ordenan al bien,
según que está en el (acto de) consti- como se ha manifestado (C. 22 y 23, a. 1),
tuirse, sino según que y a está constitui- y bajo este concepto se dice que la delec-
do , como en el término del .movimiento ; tación es una pasión.
porque la delectación no es generación,
como supuso P l a t ó n , sino que más bien A R T Í C U L O I I . — La delectación existe
consiste en el hecho consumado, como e n e l tiempo ? (1).
se dice ( E t h . 1. 7, c. 1 2 ) ; y en fin por la
palabra sensible se escíuyen las perfec- l.° Parece que la delectación existe
ciones de los seres insensibles, en los cua- en el tiempo : porque la delectación es
les no hay delectación. E s pues con esto cierto movimiento, como dice Aristóteles.
evidente que la delectación, corno movi- (Puhet. 1. 1, c. 11); y todo movimiento se
miento que es en el apetito animal y con- verifica en el tiempo (2). L u e g o la de-
secuencia de la aprensión del sentido, es lectación también.
una pasión del alma. 2.° S e dice una' cosa duradera ó m o -
A l argumento 1.° diremos, que la ope- rosa según el tiempo. E s así que algunas
ración connatural no impedida es una se- delectaciones se dicen morosas (3). L u e -
gunda perfeecion ( D e an. 2, t. 2 , 5 y 6): g o la delectación tiene lugar en el tiempo.
y por lo tanto, cuando las cosas son cons- 3.° L a s pasiones del alma son todas
tituidas en su propia operación connatu- de un mismo género. Pero algunas pa-
ral y no impedida; se sigue la delecta- siones del alma existen en el tiempo.
ción , que consiste en estar y a perfecto, L u e g o también la delectación.
según lo dicho. A s í pues, cuando se dice Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
que la delectación es una operación, no se 1. 1 0 , c. 3 y 4 ) : «nadie recibirá delecta-
dice tal por su esencia, sino por su causa. » cion según tiempo alguno » ( 4 ) .
A l 2.° que en el animal se pueden Conclusión. La delectación conside-
considerar dos clases de movimientos : rada en sí misma [1] menea se realiza
uno según la intención del fin, que per- en tiempo ; mas [2] sí per accidens, si el
tenece al apetito; otro según la ejecu- bien conseguido es susceptible de trans-
ción , que pertenece á la operación este- mutación ; pues [ 3 ] si ninguna admite,
rior. L u e g o , aunque en aquel, que y a ha no puede verificarse la delectación en
conseguido el bien en que se deleita, cese tiempo ni per se ni per accidens.
el movimiento de ejecución, por el cual Responderemos, que una cosa puede
tiende á su fin; sin embargo no cesa el existir en el tiempo de dos modos : 1.° por
movimiento de la parte apetitiva, la cual, sí misma, 2.° por otra y como per acci-
como antes deseaba lo que no t e n í a , así dens ; porque, como el tiempo es él n ú -
después se deleita en lo poseído: pues, si mero de las cosas sucesivas, aquellas se
bien la delectación es cierta quietud del dicen existir en el tiempo secundum se,
apetito en consideración á la presencia del cuya naturaleza importa sucesión, ó algo
bien que le satisface, no obstante perma- perteneciente á esta, como el movimiento,
nece todavía en el apetito la inmutación la quietud, el lenguaje y otras semejan-
producida por l o apetecible, por cuya tes. Según otra y no per se dícense exis-
razón la delectación es cierto movimiento. tir en tiempo aquellas cosas, que no im-
A l 3.° q u e , aun cuando el nombre de plican sucesión a l g u n a , j)ero dependen
pasión conviene más propiamente á las de algo sucesivo: como el ser hombre no
pasiones corruptivas y que tienden á lo tiene por su naturaleza sucesión, puesto
(1) Es decir, ¿se mide por el tiempo de tal modo que su na- (3) Con demora ó detención .como intencional, en cuyo sen-
turaleza sea sucesiva, ó algo que á la sucesión corresponda? tido usan frecuentemente los moralistas el calificativo de mo-
(2) Pero en el movimiento (y especialmente en el continuo) rosa aplicado á la delectación, aunque su verdadera interpre-
más se atiende al lugar, cuyo cambio supone, que á la suce- tación es la de advertida ó conocida y deliberada, siquiera lo
sión de momentos ó instantes. Así la delectación se refiere al sea instantáneamente.
lugar ú objeto, más bien que a l a duración, conforme á lo del (4) Es decir (según luego esplica Santo Tomás) que la idea
Ps. 15, v . l l : delectaciones indezteratuansguelnfinem, frase que de sucesión en tiempo es puramente accidental á. la delecta-
esplica bastante categóricamente el pensamiento de la tesis ción, y nada tiene que ver con su esencia.
de este artículo.
C U E S T I Ó N x x x i . — A R T Í C U L O S II Y ni. 215
(1) Como mera afección del que la esperimenta ó tiene, la la alegría interior por medio de saltos ú otros ademanes : de
cual no es otra cosa que quietud, de la que no es medida el donde vienen las locuciones asaz comunes entre nosotros
tiempo; pues loes propiamente y secundum se del movimiento, « saltar de alegría » y « frotarse las manos de gusto » ; gusto
cuyo término (invariable de suyo y por lo tanto inmensura que acaso sería la más gráfica versión de jucunditas, de no
ble ó inmedible) es la quietud en general ó la delectación serlo contenió ó júbilo, que hemos preferido como espresivo de
respecto del movimiento del apetito. la satisfacción aneja á la alegría y manifestada por la exul
(2) Por razón de la mutabilidad de su objeto únicamente. tación.
(3) Véase la nota 1, pág. 2:19. (6) La edición de Pádua (1712) y G arcía dicen direclione
(4) Como acto; no como hábito ó pasión. (bajo la dirección) por delectalione.
(5) Exultatio denota propiamente demostración esterna de
216 CUESTIÓN XXXI. — A R T Í C U L O S III Y IV.
seres racionales con respecto á todo aque- toda pasión reside en el apetito sensitivo:
llo de que h a y delectación, aunque no luego la delectación no existe sino en el
siempre lo haya; pues á veces siente uno apetito sensitivo.
alguna delectación corporal, de la que 3.° L a delectación es común al hombre
sin embargo no goza según la razón. E s t o y á los brutos (3). L u e g o no existe sino
hace evidente que la delectación es más en la parte que nos es común con ellos.
comprensiva que el gozo. Por el contrario, leemos ( P s . 3 6 , 4 ) :
A l argumento 1.° diremos que, siendo Ten tu deleite en el Señor. Pero á D i o s
el objeto del apetito animal el bien apren- no puede estenderse el apetito sensitivo,
dido, la diversidad de aprensión pertene- sino solamente el intelectivo. L u e g o la
ce de algún modo á la diversidad del delectación puede existir en el apetito
objeto; y así las delectaciones animales, intelectivo.
que se llaman también g o z o s , se distin- Conclusión. Puede y aun debe haber
guen de las corporales, que solamente se delectación, no solo en el apetito sensitivo,
denominan delectaciones, conforme á lo sino también en el intelectivo, que es la
dicho acerca de las concupiscencias ( C . voluntad.
30, a. 3 , al 2.°). Responderemos, que según lo dicho
A l 2.° que análoga diferencia se en- (a. 3 ) á la aprensión de la razón se sigue
cuentra también entre las concupiscen- cierta delectación. P e r o á la aprensión
cias ; de tal suerte que la delectación de la razón no solo se conmueve el ape-
corresponde á la concupiscencia y el gozo tito sensitivo por la aplicación á algo
al deseo, que parece corresponder más particular, sino también el apetito inte-
bien á la concupiscencia animal: y así lectivo , que se dice voluntad: y según
es que la diferencia del reposo se funda esto en el apetito intelectivo, ó en la vo-
en la del movimiento. luntad, hay la delectación que se deno-
A l 3.° que los otros nombres pertene- mina gozo, mas no delectación corporal;
cientes á la delectación se han tomado de y la diferencia en la delectación de estos
sus efectos; porque la alegría (Icetitia) dos apetitos está en que la delectación
proviene de la dilatación del corazón, del apetito sensible se verifica con alguna
cual si se dijese (latitia, espansion) lati- alteración corporal; mas la del apetito
tud ( 1 ) ; el regocijo ( exultatio ) ( 2 ) intelectivo no es otra cosa que un simple
toma su nombre de los signos esteriores movimiento de la voluntad. Según esto
de la delectación interior, que se mani- dice San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c.
fiesta esteriormente, en cuanto el gozo 6) que « el deseo (cupiditas) y la alegría
interior salta al esterior ; y el júbilo » no son otra cosa que la voluntad en la
Cjucunditas) recibe esta denominación » consecución de las cosas que queremos».
de ciertos especiales indicios ó efectos de A l argumento 1.° diremos que en aque-
la alegría: y sin embargo todos estos lla definición de Aristóteles la palabra
nombres parecen propios del g o z o , pues sensible se toma comunmente por cual-
no los aplicamos sino á las naturalezas quiera aprensión; pues el mismo dice
racionales. ( E t h i c . 1. 10 c. 4 ) que « h a y delectación
» en todos los sentidos, como igualmente
ARTÍCULO I V . — Hay delectación e n e l » s e g ú n el entendimiento y la especula-
apetito intelectivo ? » cion » : ó puede decirse que lo que define
es la delectación del apetito sensitivo.
l.° Parece que la delectación no existe A l 2.° que la delectación, propiamente
en el apetito intelectivo: porque dice hablando, tiene carácter de pasión, en
Aristóteles (Pvhet. 1. 1, c. 11) que « l a cuanto es acompañada de alguna corpo-
»delectación es cierto movimiento sensi- ral transmutación: y de este modo no
» b l e » , que no existe en la parte intelec- existe en el apetito intelectivo, sino como
tiva. L u e g o la delectación tampoco. un simple movimiento; porque así está
2.° L a delectación es cierta pasión ; y también en D i o s y en los ángeles. P o r lo
cual dice Aristóteles ( E t h . 1. 7, c. ult.)
(1) De latas, estendido, ensanchado, dilatado. que « D i o s se g o z a por una sola simple
(2) Véase la nota 5, pag. 215. » operación »; y S a n Dionisio ( D e ccelest.
(3) Según lo dicho en el arg. Por el contrario del a. 3.
CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS IV Y V. 211
hier. in fin.) que «los ángeles no son sus- les, comparadas unas á otras en sí mis-
» ceptibles de nuestra pasible delectación, mas; y mucho mayores [ 2 ] en cuanto
» sino que se congratulan con D i o s por á las mismas acciones respectivas: si
» una alegría de incorrupción» (1). bien [ 3 ] las corporales nos impresionan
A l 3.° que en nosotros hay no solo una á veces con mayor vehemencia.
delectación, que nos es común con los Responderemos que, según ya se ha
brutos, sino también la que nos es común dicho (a. 1), la delectación proviene de
con los ángeles; por lo cual dice el citado la unión de lo conveniente, cuando se
San Dionisio (ibid.) que «los hombres siente y conoce. Mas en las operaciones
» santos muchas veces toman parte en las del alma, y en especial de la sensitiva é
»delectaciones angelicales». Y a s i l a de- intelectiva, debe observarse que, cuando
lectación existe en nosotros no solamente no pasan á la materia esterior, son actos ó
en el apetito sensitivo, que nos es común perfecciones del operante, como entender,
con los brutos, sino también en el apetito sentir, querer y semejantes : porque las
intelectivo, común á nosotros y á los acciones, que pasan á la materia esterior,
ángeles. son más bien las acciones y perfecciones
de la materia transformada, por cuanto
ARTÍCULO V . — ¿ t u s delectaciones cor- el movimiento es « acto de lo movido por
porales y s e n s i b l e s son mayores que las cspi- » e l movente». A s í pues las predi chas
ritu»les c inteligibles? acciones del alma sensitiva é intelectiva
son ellas mismas cierto bien del agente, y
l.° Parece que las delectaciones cor- son también conocidas por el sentido y
porales y sensibles son mayores que las el entendimiento; por cuya razón aun dé
espirituales é inteligibles: porque todos ellas surge la delectación, y no solo de
siguen alguna delectación según Aristó- sus objetos ( 2 ) . Si pues se comparan las
teles (Eth. 1. 10, c. 2 ) ; pero muchos más delectaciones inteligibles con las sensi-
las delectaciones sensibles que las espiri- bles, según que nos deleitamos en las ac-
tuales inteligibles. L u e g o las delectacio- ciones mismas, como en el conocimiento
nes corporales, son más fuertes. del sentido y en el del entendimiento, no
2.° L a magnitud de una causa se co- hay duda que son mucho mayores las de-
noce por su efecto. Pero las delectaciones lectaciones inteligibles que las sensibles :
corporales producen efectos más fuertes; porque mucho más se deleita el hombre
puesto que modifican el cuerpo y en mu- en conocer algo entendiendo, que por
chos hasta dan origen á locuras, como se lo que conoce sintiendo; puesto que el
dice ( E t h . 1. 7, c. 3). L u e g o las delecta- conocimiento intelectual es más perfecto,
ciones corporales son mayores. y conoce también más á causa de que
3.° Débense atemperar y refrenar las reflexiona más sobre su acto que los sen-
delectaciones corporales por causa de su tidos. E l conocimiento intelectual es asi-
elocuencia; mientras que no conviene mismo más amado; porque ninguno hay,
moderar las espirituales. L u e g o las de- que no quiera carecer mejor de la vista
lectaciones corporales son mayores. corporal que de la intelectual, de la que
están privadas las bestias ó los estultos,
Por el contrario, dícese ( P s . 1 1 8 , 1 0 3 ) :
como se espresa San Agustín ( D e Trin.
¡Cuan dulces son tus palabras á mi pa-
1. 14, c. 14). P e r o , comparadas las de-
ladar , más que la miel á mi boca; y
lectaciones espirituales con las delecta-
Aristóteles ( E t h . 1 0 , c. 7 ) : « l a más
ciones sensibles corporales, así en sí
»grande delectación es la que proviene
mismas y absolutamente hablando, las
de la operación de la sabiduría».
delectaciones espirituales son mayores.
Conclusión. Las delectaciones inteli-
L o cual se advierte, cuando se consideran
gibles ó espirituales son ciertamente más
los tres [[elementos), que se requieren para
grandes [ 1 ] que las sensibles ó corpora-
(1) Propia do seres incorruptibles, como ellos son. delectación espiritual ó intelectual hay un doble objeto, cual
(21 Lo cual da á entender bien esplícilamcnte que el objeto es lo inteligible conocido por el entendimiento y el conoci-
de la delectación sensible no es única y precisamente lo que miento intelectivo : esto facilita la más clara y precisa inteli-
el sentido estenio percibe, sino también (y aun con preferen- gencia de los dos primeros miembros de la Conclusión.
cia) el mismo conocimiento sensitivo ) como asimismo en la
218 CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS V Y V I .
la delectación, es decir, el bien adjunto, A l argumento 1.° diremos, que los más
aquello á que á él se u n e , y la unión siguen las delectaciones corporales, por-
misma : porque el mismo bien espiritual que los bienes sensibles son más y por
es mayor que el corporal y más amado; mayor número conocidos ; y también
de lo que es prueba que los hombres se porque los hombres necesitan delecta-
abstienen aun de los mas intensos deleites ciones , como medicina contra muchos
corporales, por no perder su honor, que dolores y tristezas : y , como muchos de
es un bien inteligible. Igualmente la mis- ellos no pueden alcanzar las delectacio-
ma parte intelectiva es mucho más noble nes espirituales, que son propias de los
y cognoscitiva que la sensitiva; y la unión virtuosos, es consiguiente que se inclinen
de entrambas es también más íntima, y á las corporales.
más perfecta, y más firme. E s en verdad A l 2.° que la modificación del cuerpo
más íntima, porque el sentido se concreta proviene más de las delectaciones corpo-
á los accidentes esteriores del objeto, al rales, en cuanto son pasiones del apetito
paso que el entendimiento penetra hasta sensitivo.
su esencia (misma), por ser el objeto del A l 3.° que las delectaciones corporales
entendimiento la quididad [quod quid est) afectan á la parte sensitiva, que es regu-
de cada cosa. E s más perfecta, porque á lada por la razón; y de aquí la necesidad
la unión de lo sensible con el sentido va de moderarlas y refrenarlas por esta:
adjunto el movimiento, que es acto de pero las delectaciones espirituales son
imperfecto : por cuya razón las delecta- propias de la m e n t e , que es su misma
ciones sensibles no son todas simultáneas, r e g l a ; y por esto son por sí mismas so-
sino que hay en ellas algo transitorio y brias y moderadas.
algo que se espera ha de consumarse,
como se nota en la delectación de los
ARTÍCULO V I . — ¿ i-ns delectaciones
manjares y de lo venéreo; en tanto que del tacto son mayores que l a s delectaciones
las inteligibles existen sin movimiento, y
que provienen de otros sentidos ?
por lo mismo todas á la vez. E s también
más estable, porque las cosas deleitables l.° Parece que las delectaciones pro-
corporales son corruptibles y cesan pres- cedentes del tacto no son mayores que
to, pero los bienes espirituales son incor- las que se verifican por otros sentidos :
ruptibles. M a s en cuanto á nosotros las porque parece ser la mayor aquella de-
delectaciones corporales son más vehe- lectación, con cuya esclusion cesa todo
mentes por tres razones: 1 . porque las a
(1J «Se toman más á pechos » según nuestra frase tan vul- (2) Por ser el que mayor número de objetos nos da & cono-
gar como espresiva : nos afectan ó impresionan más viva- cer (í/ed hl) y más clara y distintamente.
mente.
CUESTIÓN XXXI.—ARTÍCULOS VI Y V i l . 219
( E t h . 1. 3 , c, 10) que « l a s mayores de- el león con el mugido sino con el sabor
» lectaciones provienen del tacto». del buey, según se dice (Ethic. 1. 3 , c. 10).
Conclusión. La delectación \\~\por la Siendo pues la mayor la delectación del
vista es la mayor entre todas las delecta- t a c t o , por razón de utilidad, como lo es
ciones sensibles por razón del conoci- la de la vista en razón del conocimiento;
miento; y [ 2 ] , en cuanto sirve al enten- quien quiera, que las compare, hallará
dimiento, mayor también que la del tac- seguramente que la delectación del tacto
to: pero la delectación del tacto [ 3 ] den- es mayor absolutamente que la de la vista,
tro de los límites de la delectación sensi- en cuanto se halla comprendida dentro
ble predomina ( simpliciter ) en absoluto de los límites de la delectación sensible:
sobre la de la vista y demás sentidos, ya porque es bien notorio que lo que es na-
por razón de utilidad, ya porque á ella tural es lo más poderoso en cada ser ; y
se ordenan las concupiscencias naturales. tales son las delectaciones del t a c t o , á
Responderemos que, según ya se lia las que se ordenan las concupiscencias
dicho ( a. 1 ) , cada c o s a , en cuanto es naturales, como son las de la comida y
amada, se hace deleitable. P e r o los sen- de los placeres eróticos y semejantes.
tidos, como se dice ( M e t . 1. 1 ) , son ama- P e r o , si consideramos las delectaciones
dos por dos motivos: por causa del cono- de la vista, en cuanto esta sirve al enten-
cimiento y por razón de la utilidad; y por dimiento ; en tal concepto son más inten-
esto mismo bajo uno y otro aspecto la sas que las del tacto, por la razón misma
delectación procede de los sentidos. Mas, que las delectaciones intelectuales pre-
como aprender el mismo conocimiento ponderan sobre las sensibles.
como cierto bien es propio del hombre, A l argumento 1.° contestaremos que
sigúese que las primeras delectaciones de el gozo, según se ha dicho (a. 1), significa
los sentidos, cuales son las que se refieren lá delectación animal, y esta pertenece
al conocimiento, son propias de los hom- principalmente á la vista; pero la delec-
bres ; al paso que las delectaciones de los tación natural corresponde más bien al
sentidos , en cuanto se aman por su utili- tacto.
d a d , son comunes á todos los animales. A l 2.° que se estima más la vista por
Si pues hablamos de la delectación de causa del conocimiento, porque nos mues-
los sentidos por razón del conocimiento, tra muchas diferencias en las cosas, según
es evidente que de la vista surge mayor lo dicho (ibid.)
delectación que de otro algún sentido.—Si A l 3.° que la delectación es causa del
empero hablamos de la delectación de los amor carnal de diverso modo que lo es la
sentidos en razón de la utilidad, así la vista: porque la delectación, y principal-
mayor delectación está en el tacto; por- mente la táctil, es causa de la amistad, de
que la utilidad de las cosas sensibles se lo deleitable á modo de fin; mientras que
considera según el orden de conserva- la vista es causa como de donde procede
ción de la naturaleza animal, y á esta uti- el principio del movimiento, en cuanto
lidad conducen más de cerca las del tacto, por la vista de lo amable se imprime la
como conocedor que es de lo que concur- imagen del objeto, que induce á amarlo,
re á la subsistencia del animal, como lo y á desear su delectación.
cálido y lo frió, lo húmedo y lo seco , y
cosas semejantes. Bajo este aspecto pues
las delectaciones táctiles ( 1 ) son mayo- ARTÍCULO V I I . — Hay a l g u n a d e l e c -
res, como más próximas al fin: y por esto tación no natural ?
aun los animales, que no tienen delecta-
ción según el sentido sino por razón de
l.° Parece no haber delectación al-
la utilidad, no se deleitan por los otros
guna innatural: porque la delectación en
sentidos sino en orden á lo sensible al
los afectos del alma, es proporcionada al
t a c t o ; pues ni los perros gozan con el
reposo en los corporales; y el apetito na-
olor de las liebres , y sí comiéndolas , ni
tural del cuerpo no reposa sino en lugar
á él connatural. L u e g o tampoco la quie-
(1) Incluyendo entre ellas las del gusto, que es también t u d del apetito animal, que es la delecta-
una especie de tacto y (como todas cstasdelectaciones) contri-
buye al sostenimiento de la vida animal. ción, puede existir sino en algo connatu-
220 CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS VII Y V I I I .
teralmente : es decir, que dan origen á enfermedades del cuer- trica, fuera de lo común y ordinario. Hemos conocido perso-
po ó del alma, ó de uno y otro género ; lo cual las presenta na, á quien escitaba náuseas y aun vértigos la sola presencia
como antinaturales ó contranaturales. ó el olor de cualesquiera frutas frescas ó (como dicen) del
(2) Que participa en algo de la razón (de la que no es posi- tiempo,
ble prescindir jamás en la noción de hombre), siendo empero (5) Véase la nota 1, pág. 209.
común á él y á los otros animales ; ó sea, racional en parte y
CUESTIÓN X X X I . — A R T Í C U L O VIII. 221
parece que una delectación no es contra- bien y del mal en las virtudes y vicios;
ria á otra. por cuanto se dan dos vicios contrarios,
2.° U n a cosa es contraria de una ( 1 ) , pero no una virtud contraria á otra: pero
como se prueba ( M e t . 1. 10, t. 17). P e r o en otros órdenes de cosas nada impide
á la delectación es contraria la tristeza. que dos buenas sean contrarias entre sí,
L u e g o no lo es otra delectación. como lo cálido y lo frió, de las cuales una
3.° Si una delectación es contraria á es buena para el fuego y otra para el agua;
otra delectación, esto no* proviene sino de y en este concepto una delectación puede
la oposición de los objetos, en los cuales ser contraria á otra. Mas esto no puede
alguno se deleita. Pero esta diferencia es hallarse en el bien de la virtud, porque
material; y la contrariedad es diferencia este no se estima sino por la convenien-
formal ( M e t . 1. 1 0 , t. 13 y 1 4 ) . L u e g o cia con algo ú n i c o , que es la razón.
no hay oposición entre una delectación y A l 2.° que la delectación viene á ser
otra. en las afecciones del alma lo que el re-
Por el contrario: « l a s cosas que en poso natural en los cuerpos; que está en
» un mismo género se estorban, son con- alguna cosa conveniente y como conna-
»traídas » , como dice Aristóteles (ibid). tural. L a tristeza empero es como un re-
Luego algunas delectaciones son contra- poso violento ; porque lo triste (2) re-
rias (recíprocamente ). pugna al apetito animal, como el lugar
Conclusión. Hay algunas delectacio- del reposo violento al apetito natural. A l
nes , que como incompatibles son mutua- reposo natural opónese y a el reposo vio-
mente contrarias. lento del mismo, ya el reposo natural de
Responderemos que, según queda di- otro ( P h y s . 1. 5 , t. 54 ) : y según esto á
cho ( a . 2 ) , la delectación en las afeccio- una misma delectación se opone otra de-
nes del alma es lo que el reposo en los lectación y también la tristeza.
cuerpos naturales ; y se dice que dos re- A l 3.° que las cosas, en que nos delei-
posos son contrarios, cuando se hallan en tamos, como objetos que son de la delec-
términos opuestos, como el reposo que tación, no solamente constituyen diferen-
está en alto al que está en bajo ( P h y s . cia material, sí también formal, si ofrecen
1. 5 , t. 54). L u e g o asimismo en los afec- diversos motivos de delectabilidad: por-
tos del alma puede haber dos delectacio- que la diversa naturaleza de los objetos
nes contrarias. diversifica la especie del acto ó de la pa-
A l argumento 1.° diremos, que aquella sión , como queda demostrado ( C. 2 3 ,
frase de Aristóteles debe entenderse del a. 1) ( 3 ) .
(1) En sentido material, que Formalmente uno solo se con- lo que puedo producir tristeza; y en esta acepción se ha de
trapone á muchos : quiere significar aquí que cada cosa tiene entender la palabra tristeáo nuestra versión, cual se usa tam-
su contraria única, como al amor se opone el odio y á lo bién en el lenguaje corriente ó común; « lo enlristecedor »,
grande lo pequeño. si se admite la palabra.
(2) Trislabile ; propiamente es el poder entristecerse, ó Ijicn (3) Y en el sentido espuesto en la nota 1, pág. 2)9.
CUESTIÓN XXXII,
Causa de la delectación.
Pasaremos á examinar las causas de la delectación en ocho artículos: 1.° La operación es la càusa
propia de la delectación ? — 2.° El movimiento es causa de la delectación ? — 3.° Lo son la esperanza y
la memoria? — 4.° Lo es la tristeza?—o.° Las acciones de otros son causa de delectación p a r a nosotros?
*- 6.° Haper bien á otro es causa de delectación ? — 1." Lo es la semejanza ? — Y la admiración ?
(1) Según la doctrina aquí espuesta toda delectación tiene operante, como el mismo Santo Doctor enseña (Sent. 4, d. 4fi;
• por causa alguna operación-: mas no toda operación la pro- C. 3, a. 2 y 3 ; y en la solución al arg. 3.° de este mismo ar-
duce, sino solo las que son proporcionadas y convenientes al tículo).
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 223
(1) Mlasdiam. La edición áurea, queriendo sin duda blaso- en la nota 2, pág. 37, del tomo 1.°
nar de mayor clasicismo y sin otro fundamento al parecer (3) Pues aun la humedad misma del sudor llega á desapa-
pone accidians (agria ó aceda), limitándose á su consabida recer bajo la acción prolongada del calor, como hace notar el
anotación marginal al. altaidiaw, que es lo que hallamos en to- P. Nicolai, para inferir que la desecación aquí se considera
das las demás sin discrepancia. únicamente como un efecto definitivo y último ó perfecto.
(2) En su acepción de mutación ó cambio, según se esplicó (i) El estado normal, decimos hoy.
224 CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
es como una segunda naturaleza. M a s el es, una cosa está realmente unida á otra,
movimiento es deleitable, no ciertamente y a en acto ó y a en potencia, según cual-
por el que se separa de la costumbre, quier modo de unión. A h o r a b i e n : como
sino más bien porque impide la corrup- la unión es mayor en la realidad que en
ción natural de la actitud natural, que la semejanza, cual es la del conocimiento,
podría provenir de la continuidad de al- y ademas es mayor la unión en acto que
guna operación. A s í es que de la causa en potencia; h é aquí porqué es mayor
misma de la connaturalidad se originan la delectación que se -verifica por el sen-
la costumbre deleitable y el movimiento. tido, la cual requiere la presencia del ob-
jeto sensible; la delectación de la espe-
ranza tiene el segundo grado, pues en
(1) Sucesivamente, ya que no lo alcanza con simultaneidad. (ha dejado de) por ieslnit, que vemos constantemente en las
(2) Inmutables, según lo prevenido en la nota 2, pág. 223. demás, inclusa la más antigua de Pádua (1698).
(3) En la edición de Pádua de 1712 y en alguna otra desivit (4) De los soberanos galardones y delicias del cielo.
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 225
ella no solo es deleitable la unión en vir- c i o n , eso es el odio respecto del amor.
tud de la aprensión , sino también por la P e r o el odio no es causa del amor, sino
facultad ó posibilidad de conseguir el al contrario, según dejamos dicho ( C . 2 9 ,
bien que deleita; y la delectación de la a. 2 ) . L u e g o la tristeza no es causa de
memoria es del tercer grado , por cuanto delectación.
resulta únicamente de la unión de apren- Por el contrario, léese ( P s . 4 1 , 4 ) :
sión. mis lágrimas fueron para mí panes de
A l argumento 1.° diremos, que la es- dia y noche. P o r la palabra pan se en-
peranza y la memoria se refieren en tiende el placer de la delectación. L u e g o
efecto á las cosas, que están de hecho las lágrimas, que se originan de la tris-
ausentes, pero en cierto sentido presen- teza, parecen ser causa de delectación.
tes , ya por la aprensión únicamente , y a C o n c l u s i ó n . La tristeza puede ser
por la misma en unión con la facultad causa de delectación, ya considerada
presente al menos imaginaria (de adqui- aquella en acto, ya según que exista en
rirlas ) . la memoria.
A l 2.° que nada impide que una misma Responderemos que la tristeza puede
sea bajo diversos conceptos la causa de considerarse de dos maneras : 1. según a
(efectos) contrarios. A s í pues la espe- que se halla en acto ; 2 . según que está
a
(1) Habla á una señora llamada Electa, á quien dirige esta ractéres distintivos del amor legítimo y cristiano bajo el
2. carta canónica.
a
nombre de caridad, cual si dijera : « no se deleita la caridad,
(2) Por cuanto sus elogios son lisonjas, aunque simuladas » como el odio, en la maldad ».
y sin la sinceridad propia de quien encomia cualidades ó mé- (4) El l.°de los tres conceptos esplicados en el cuerpo del
ritos legítimos y ciertos. desarrollo demostrativo de la tesis.
(3) Pero sí el odio; pues trata el Apóstol de señalar los ca-
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O V I . 227
A s í pues resulta notorio que el hacer to esceso la medida del propio b i e n , por-
bien á otro puede ser deleitable per se; que el bien (especialmente el corporal,
pero el hacerle mal no lo e s , sino en como la salud) consiste en cierta ade-
cuanto pertenece al bien propio. cuada medida (commensuratione) (1),
pues los escesos en la comida y cuales-
quiera delectaciones corporales causan
ARTÍCULO V I I . — i>» s e m e j a n z a e s h a s t í o ; 2. contrariando directamente el
a
(1) Proporcionada á la complexión y demás condiciones or- «tan» ó «se fatigan », y como compensación de esa fatiga
gánicas y circunstancias del sujeto. buscan deleites á su manera c instintivamente.
(2) Labaranl; acaso más propiamente se traduciría « se agi-
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S VII Y VIII. 229
cuerpo se siente como corroído por el mal ce el deseo del objeto amado, auméntase
humor ( E t h i c . 1. 7, c. 14). más también la delectación por su logro;
A l 3.° que los bienes corporales con- y aun en el aumento mismo del deseo
sisten en cierta medida; y por lo tanto h a y aumento de delectación, por cuanto
toda redundancia de los semejantes cor- se concibe la esperanza de la cosa ama-
rompe el propio bien; razón por la que d a , según lo dicho (ibid.), que el mismo
se convierte en causa de hastío y de tris- deseo es deleitable por la esperanza. Y ,
teza, en cuanto contraría el bien propio como la admiración es cierto deseo de
del hombre. saber, inducido en el hombre por la vista
de un efecto, cuya causa ignora, ó y a
porque la causa de tal efecto escede á su
ARTÍCULO V I I I . — t a admiración e s conocimiento ó alcances; h é aquí porqué
cansa de delectación ? la admiración es causa de delectación, en
cuanto lleva adjunta la esperanza de
l.° Parece que la admiración no es obtener el conocimiento de lo que se desea
causa de delectación: porque « admirarse saber. P o r esta misma razón todo lo ma-
» es propio de ser ignorante » , como dice ravilloso es deleitable, como todo lo que
el Damasceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 22). E s es raro y todas las representaciones de
así que la ignorancia no es deleitable, y las c o s a s , aun las que no lo son en sí
sí la ciencia. L u e g o la admiración no es mismas; puesto que el alma gózase en
causa de la delectación. confrontar unas cosas con otras, por ser
2.° L a admiración es principio de sa- esta comparación un acto m u y propio
biduría, como camino á la investigación y connatural de la razón, como dice Aris-
de la verdad (Met. c. 2). P e r o más de- tóteles (Poet. c. 4 ) : y así también el
leitable es contemplar lo ya conocido que verse libre de grandes peligros es más
buscar lo ignorado, como dice Aristóteles deleitable, porque es admirable ( R h e t .
(Ethic. 1. 10, c. 7) : porque en esto h a y 1. 1, c. 11).
dificultad y obstáculo, y no en aquello; y A l argumento 1.° diremos, que la ad-
«la delectación proviene de operación no miración no es deleitable, en cuanto la
»impedida» ( E t h . 1. 7, c. 12 y 13; y 1. acompaña la ignorancia; sino porque en-
10, c. 4 y 5 ) . L u e g o la admiración no es cierra el deseo de conocer la c a u s a , y
causa de delectación, sí mas bien obstá- porque aprende admirando algo nuevo, es
culo á ella. decir, que él mismo es t a l , cual no (se)
3.° Cada cual se deleita en lo acos- juzgaba (1).
tumbrado, por lo cual las operaciones de A l 2.° que en la delectación h a y dos
los hábitos adquiridos por la costumbre cosas : l a quietud en el b i e n , y la apren-
son deleitables. P e r o « l o habitual no es sión de la misma. Bajo el primer concepto
» admirable, como dice San Agustín (su- pues , siendo más perfecto contemplar l a
per Joann. tract. 24 ). L u e g o la admira- verdad conocida que inquirir la descono-
ción es contraria á la causa de la delec- c i d a , las contemplaciones de las cosas
tación. sabidas s o n , propiamente hablando, más
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles deleitables que las investigaciones de las
(Rhet. 1. 1, c. 11) que « l a admiración es ignoradas ; sin embargo per accidens su-
» causa de delectación». cede respecto de esto último que las in-
Conclusión. Lo admirable, aun cuan- vestigaciones son á veces más deleitables,
do en sí no sea grato, es deleitable al según que es mayor el deseo de que pro-
hombre por la satisfacción de sic deseo ceden. P e r o el deseo se escita más por la
de saber. percepción de la ignorancia, por cuya ra-
Responderemos, que alcanzar lo de- zón el hombre encuentra mayor deleite
seado es deleitable según lo antes dicho en lo que de nuevo halla ó aprende.
(a. 3): por lo cual, á medida que se acre- A l 3.° que las cosas acostumbradas
(i¡ Talcm soesse, qualem non cestlmabat. En algunas edicionos reflexivo se quedase qualem según la redacción casi unánime,
(pocas y no muy comunes) se lee lalem esse,, quem..., relativo podría dudarse si se refería a causam, y no al sujeto mismo
masculino que motiva y cohiprueba la misma versión sustan- maravillado, como indudablemente debe entenderse,
cialmenle (ser tal, como...); porque, si con la supresión del
230 CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O V I H .
son deleitables para obrar, en cuanto son causa de la operación, en cuanto por el
como connaturales: mas las que son raras deseo nuestra mente se inclina más á ac-
pueden ser deleitables, y a en razón del co- tuar intensamente en la novedad ( E t h i c .
nocimiento, puesto que se desea conocerlas 1. 10, c. 4): porque l a operación más per-
por lo que tienen de admirables; y a por fecta produce más perfecta delectación.
CUESTIÓN XXXIII.
Efectos de la delectación.
Dilucidaremos este punto en los cuatro artículos siguientes. l.° Es propio de la delectación dilatar?
— 2." La delectación produce sed ó deseo de sí misma ? — 3.° Impide el u s o de la razón ? — i.° Perfec-
ciona l a operación ?
(1) Bar espansion ó desahogo al ánimo, para ohrar con des- luntad.
embarazo y atenuar la fatiga y pena, que entorpecen la li- (2) Deseo de lo que no se disfruta, y delectación por lo que
bertad de acción é inutilizan á veces los esfuerzos de la vo- se tiene ó posee, como es bien palmario y claro.
CUESTIÓN XXXIII. — ARTÍCULOS I Y I I . 231
modo se dilata el afecto del hombre por (Tract. 15 in Joan.) la delectación cor-
la delectación, como prestándose á con- poral.
tenerla en su interior. Conclusión. La delectación-en acto [1]
A l argumento 1.° diremos que, cuando •produce solo accidentalmente sed ó deseo
se trata de espresiones metafóricamente de la misma, como apetito de lo aún no
usadas, nada se opone á que una misma obtenido; pero en concepto de intensidad
cosa se atribuya á diversos objetos según del afecto y remoción del hastío [ 2 ] pro-
diversas semejanzas: y así la dilatación dúcela per se y grande, siendo espiritual;
pertenece al amor por razón de cierta es- mas de ningún modo [ 3 ] , si es corporal:
tension, en cuanto el afecto del amante y por ú l t i m o , según que está en la me-
se estiende á otros, hasta el punto de moria [ 4 ] y no en acto, la escita por su
cuidar no solo de lo suyo sino también naturaleza misma.
de lo de otros ; pero á la delectación, en Responderemos, que la delectación
cuanto algo se amplía en sí mismo, como puede considerarse de dos modos: 1.° se-
haciéndose más capaz. gún que existe en acto; 2.° estando en la
A l 2.° que el deseo adquiere en efecto memoria. Ademas la sed ó el deseo pue-
cierta amplitud de la idea del objeto den tomarse en dos acepciones : 1. pro- a
se entrega al objeto, que y a le deleita, con que importa esclusion del fastidio. A h o r a
preferencia á la cosa deseada y no poseí- bien : existiendo en acto , la delectación
da ; puesto que la delectación es el fin no causa sed ó deseo de sí misma, pro-
del deseo. piamente hablando, sino únicamente per
A l 3.° que el que se d e l e i t a , estrecha accidens ; mas, si se entiende por tal sed
en efecto la cosa deleitante, adhiriéndose á ó deseo el apetito de cosa no habida, en-
ella fuertemente; pero ensancha su cora- tonces la delectación no produce en abso-
zón, para gozar de ella perfectamente. luto esa sed ó deseo, porque la delecta-
ción es la afección del apetito respecto de
A R T Í C U L O I I . — U delectación produ- la cosa presente. Sucede empero que el
ce sed y deseo de e l l a m i s m a ? objeto presente no es perfectamente po-
seído ; y esto puede provenir ó de parte
l.° Parece que la delectación no escita del objeto obtenido, ó de parte del sujeto
el deseo de sí misma : porque todo movi- que lo posee. P o r parte de dicho objeto
miento cesa, cuando llega al reposo. Pero poseído, en cuanto no se posee todo en-
la delectación es como una quietud del tero simultáneamente, sino que se recibe
movimiento del deseo, según antes se ha sucesivamente; y , mientras uno se deleita
dicho ( C . 2 3 , a. 4 ; y C. 3 0 , a. 2 ) . Cesa en lo que t i e n e , desea apropiarse ló que
pues el movimiento del deseo, una v e z le falta ; al modo que el que oye la pri-
ya llegado á la delectación. L u e g o esta mera parte de un verso, en la cual se de-
no causa el deseo. l e i t a , desea oir la otra, como dice San
2.° L o opuesto no es causa de su Agustín ( Confess. 1. 4 , c. 11 ) : de este
opuesto. M a s la delectación se opone de modo casi todas las delectaciones corpo-
algún modo al deseo por parte del ob- rales inducen sed ó deseo de sí mismas,
jeto ; porque el deseo aspira a), bien no hasta tanto que se consuman; como que
obtenido, y la delectación versa sobre el las tales delectaciones van anejas á algún
bien ya poseído. L u e g o no causa el deseo movimiento, cual es notorio en los place-
de sí misma. res de la comida. Por parte del sujeto
poseedor, como cuando uno no posee in-
3.° E l hastío repugna al deseo. E s así
mediata y perfectamente alguna cosa
que la delectación produce hastío la ma-
perfecta en sí misma, sino que la ad-
yor parte de las veces. L u e g o no induce
quiere paulatinamente ; á la manera que
el deseo de sí misma.
en este mundo nos deleitamos en la per-
P o r e l c o n t r a r i o , el Señor dice
cepción parcial é imperfecta del conoci-
(Joann. 4 , 1 3 ) : todo aquel que bebiere
miento divino, y esta misma delectación
de esta agua , volverá á tener sed ; por
escita en nosotros la sed ó el deseo del
cuya agua se significa según S. Agustín
232 CUESTIÓN X X X I I I . — ARTÍCULOS II Y I I I .
titer ) á una cosa , debilítase respecto de potencia imaginativa y de las demás fuer-
otras , ó se aparta totalmente de ellas : zas sensitivas.
así q u e , si la delectación corporal es
grande, ó privará por completo del uso de A R T Í C U L O I V . — La delectación per-
la razón , atrayendo hacia sí ( toda ) la fecciona l a operación ?
intención del á n i m o , ó lo entorpecerá
considerablemente. 2.° P o r razón de la l.° Parece que la delectación no per-
contrariedad ; por cuanto ciertas delec- fecciona la operación : porque toda ope-
taciones escesivamente exorbitantes son ración humana depende del uso de la
contrarias al orden racional ; y en este razón ; y la delectación lo i m p i d e , como
sentido dice Aristóteles (Ethic. 1. 6, c. 5 ) se acaba de demostrar ( a. 3 ) : luego la
que «las delectaciones corporales falsean delectación no perfecciona, antes debilita
» (corrumpunt) el juicio de la pruden- la operación humana.
» cía»; no empero el especulativo, que no 2.° N a d a es perfectivo de sí mismo ó
es contrariado por la delectación , como de su causa : y, siendo la delectación una
por ejemplo (en cuanto á) que los tres operación, como se dice ( E t h . 1. 7, c. 12
ángulos de un triángulo son iguales ( 1 ) y 1 3 ; y 1. 1 0 , c. 4 ) , lo cual debe enten-
á dos rectos : pero lo perjudican doble- derse ó esencial ó causalmente; sigúese
mente (2) del primer modo ( 3 ) . 3.° S e - que la delectación no perfecciona la ope-
gún cierta ilación, es decir, en cuanto la ración.
delectación corporal es seguida de alguna 3.° Si la delectación perfecciona la ope-
modificación del cuerpo, mayor aún que ración ; ó la perfecciona como fin, ó como
en otras pasiones, cuanto con más vehe- forma, ó como agente. M a s no la perfec-
mencia es afectado el apetito por el ob- ciona como fin, porque no se procuran
jeto presente que por el ausente. Pero las operaciones por causa de la delecta-
estas perturbaciones corporales impiden ción, sino más bien al contrario, según se
el uso de la razón, como se advierte en ha dicho ( a. 3 ) ; ni tampoco á modo de
los ebrios , que tiejien el uso de la razón (causa) eficiente, pues más bien la ope-
trabado ó impedido. ración es causa eficiente de la delecta-
A l argumento 1.° diremos , que la de- ción ; ni por último como forma, puesto
lectación corporal lleva en sí ciertamente que la delectación no perfecciona la ope-
la quietud del apetito en lo deleitable, ración como cierto hábito según Aristó-
la cual á veces contraría á la razón ; pero teles (Ethic. 1. 10, c. 4 ) . L u e g o la delec-
por parte del cuerpo siempre supone m o - tación no perfecciona la operación.
dificación ; y por ambos motivos impide Por e l contrario, dícese (ibid.) que «la
el uso de la razón. delectación perfecciona la operación».
A l 2.° que la potencia apetitiva y la Conclusión. La delectación perfeccio-
aprensiva sori en efecto diversas, pero de na la operación bajo el doble aspecto de
una misma alma ; y por lo tanto, cuando fin y de causa agente.
la intención de esta se aplica con vehe- R e s p o n d e r e m o s , que la delectación
mencia al acto de la u n a , no puede ejer- perfecciona la operación de dos modos:
cer el contrario de la otra. 1.° á manera de fin, no precisamente como
A l 3.° que el uso de la razón requiere se da el nombre de fin á aquello, por que
el debido uso de la imaginación y demás algo e s , sino según que se denomina fin
potencias sensitivas, que se sirven de ór- todo bien que sobreviene completivamen-
ganos corporales; y por consiguiente el t e ; en cuyo concepto dice Aristóteles
uso de la razón es impedido por la modi- (Eth. 1. 10, ibid.) que « l a delectación
ficación corporal, impedido el acto de la » perfecciona la operación, como cierto fin
(1) «Suman lo mismo que (ó su suma es igual á la de) dos (2) Én lo especulativo y en lo práctico.
»rectos B , que es como debe enunciarse en el tecnicismo (3) Por la distracción originada en la atención á causa del
exacto de la ciencia geométrica este tan conocido é importan- deleito corpóreo ó físico, que en efecto enerva la energía de
tísimo teorema, cuyas consecuencias y aplicaciones á la teoría la razón en sus operaciones, como cada cual habrá podido ob-
fundamental de los triángulos constituyen ademas una de servar en sí mismo con demasiada frecueheia y sin género de
las bases más sólidas y científicas de la Trigonometría. Nótase duda. lié aquí porqué se avienen tan mal y aun llegan á ser
aquí cierta incorrección nada común en el estilo del Santo incompatibles con el asiduo trabajo mental los inmoderados
Doctor, prueba palmaria de su candorosa ingenuidad sin me- goces materiales.
noscabo alguno de su tan profunda como vasta erudición,
234 CUESTIÓN X X X I I I . — A R T Í C U L O IV.
CUESTIÓN XXXIY.
Proponémonos á este intento cuatro tesis- 1. Toda delectación es m a l a ? — 2 Dado que no, son t o -
a a
- (1J A la manera que la hermosura es un complemento per- cuya recíproca influencia presenta entre otros M. Descuret
fectivo de la juventud. (Medicina de las pasiones) observaciones y ejemplos sumamente
(2) Es muy digno de notarse (como advierte el C- Cayetano) curiosos y decisivos, y pudiéramos citar no pocos individual-
que, proponiéndose el Santo disertar acerca de la moralidad mente con particularidad y cierta competencia escepcional
(bondad 6 malicia moral) de las pasiones en particular, con- los que por profesión consagramos constantemente nuestra
creta su examen al desolas dos de ellas, la delectación y la vida á la educación de la juventud. Hemos visto hasta dibu-
tristeza : lo cual se esplica bien sencillamente, con solo ob- jarse la que llaman coronado Venus sobre un joven de los
servar que en esas vienen en cierto modo á refundirse defi- más despejados poco antes, á quien empero habíamos ya sor-
nitivamente todas, siendo como reguladas por esas dos, según prendido en fragante vicio solitario más de una vez, y cuyos
se colige clara "y aun espresamente de lo que espone en esta síntomas progresivamente visibles y alarmantes de estupidez,
C. 34 y después en la C. 39 respectivamente. llevados hasta la íncorregibilidad, concluyeron por presen-
(3) Harto sabido es que el abuso de los placeres sensuales tárnoslo sepultado en la camisa de fuerza en la celda de tin
de carácter erótico, y con especialidad el onanismo ó mans- manicomio, donde espiró en muy prematura edad, víctima de
turbacion, llegan á perturbar las funciones mentales hasta el su obstinación en lan corrosivo y destructor abuso ; y casos
estremo del idiotismo y con harto lamentable frecuencia hasta análogos pudiéramos recordar á centenares ; conu habrán
la enajenación y la demencia : fenómeno íisiológico'-psicoló- leido acaso muchos de los que esto lean el de cierto reo, en
gico-moral, cuya esplicacion suministra bastante satisfacto- cuyo cadáver se hallaron vestigios evidentes do cyaculacion
riamente la nueva teoría de las llamadas no sin gráfica pro- seminal á efecto de la violenta compresión del cerebelo por
piedad simpatías orgánicas ó funcionales, á que suele servir de el terrible tornillo empleado en su ejecución sobre un patí"
ejemplo como la más notoria é interesante bajo el insinuado bulo; lo que demuestra á su vez la influencia recíproca de
triple aspecto la indisputable correlación (mediata, pero íntima este órgano en los antes aludidos.
por de mas) entre los órganos sexuales y los cerebelares, de
CUESTIÓN X X X I V . — A R T Í C U L O I. 235
(1) Nada de esto se encuentra en el lugar aquí citado ; pero vara su espíritu de secta y su sistemático desprecio de la hu-
sí algo semejante en su epístola (ad Agcruchiam) titulada De manidad y del buen sentido.
monogamia, y más esplícitamente en Orígenes(//om. 6 in flum.). (1) De Eudoxo rcGerc Aristóteles (Eth. 1. 10, c. 2J que de-
(2) Contra los estoicos, que pretendían ser moralmente con-' cia ser buena toda delectación y arrastraba á muchos á acep-
surables y malos lodos los goces, por más legítimos que fue- tar su teoría, mucho más por el crédito y fama de su virtud
sen ante la naturaleza y la razón bien ordenada. que por la fuerza de su palabra ; mostrándose sumamente co-
(3) Los epicúreos por el contrario santificaban á su manera medido y parco en el uso de los deleites, y haciendo así creer
y daban por lícitos y honestos todos los placeres, sin escepcion á sus prosélitos que no tanto recomendaba la bondad de los
aun de los más repugnantes á la naturaleza y disonantes de goces por justificarlos suyos, cuanto porque realmente sentía
la honestidad y'de la racionalidad humana. Unos y otros son lo que dogmatizaba y tal como lo esponía en sus discursos y
aquí refutados, demostrándose la exageración, á que los 11c- escritos.
236 CUESTIÓN X X X I V . — A R T Í C U L O S I Y I I .
de la razón, según se ba dicho (ibid.), nesto, útil y deleitable. E s así que todo
ya por la contrariedad del apetito, que lo honesto, como igualmente todo lo útil,
reposa en lo que repugna á la razón, de es bueno. L u e g o toda delectación es
donde proviene el que la delectación sea buena.
moralmente m a l a , y a en virtud de cierto 2.° E s bueno en sí lo que no se busca
ligámen de la razón, como en el coito por causa de otra cosa (Ethic. 1. 1. c. 6 y
conyugal; aun cuando la delectación se 7 ) ; y tal es la delectación, pues parece
tenga en lo conforme á la razón, sin em- ridículo preguntar á u n o , porqué quiere
bargo impide el uso de l a misma á causa deleitarse. L u e g o la delectación es de
de la adjunta inmutación corporal. P e r o suyo (per se) buena: y , como lo que se
no se sigue de esto la malicia moral; co- predica de algo per se, se le atribuye
mo ni el s u e ñ o , que liga el uso de la ra- universalmente; sigúese que toda delec-
zón, es moralmente malo, si se ha incoado tación es buena.
conforme á e l l a : porque aun es propio de 3.° L o que es deseado por todos, pa-
la misma razón el que su uso tenga á rece ser bueno por sí mismo ; puesto que
veces sus interrupciones. Decimos sin c< bueno es lo que todos los seres apete-
embargo que esta especie de ligadura de » cen» (Ethic. 1. 1), y todos aun los niños
la razón por causa de la delectación aneja y las bestias apetecen alguna delecta-
al acto conyugal, aunque no implique ción. E s pues la delectación cosa buena
malicia mortal, porque no es pecado mor- en sí misma, y por consiguiente toda de-
tal ni venial, proviene no obstante de lectación es buena.
cierta malicia moral, es decir, del pecado Por el contrario, se dice ( P r o v . 2 , 1 4 ) :
de nuestro primer padre; pues en el es- los que se alegran cuando hacen mal, y
tado de inocencia no tenía lugar, como saltan de contento en cosas pésimas.
consta evidentemente de lo espuesto ( P .
Conclusión. No todas las delectaciones
1. , C. 98, a. 2) (1).
a
(ij Véanse también las notas allí infrapuestas. otras de las buenas (y también por su oposición entre las di-
(2) Demostrado ya en el artículo anterior que hay delecta- versas malas), insinuando al paso y como preliminar para el
ciones buenas y malas, podría parecer supérfluo este 2.°, si no asunto del 3.° los diversos grados de bondad ó malicia, de
saltase á la vista el propósito de consignar con merecida es- que respectivamente son susceptibles unas y-otras.
pecificación eí concepto de bondad distintivo entre unas y (3) Véanse las notas 2 y 3 , pág. 235,
CUESTIÓN XXXIV. ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Quoad hunc, en cuanto á determinada persona ó en un bien supremo ó el mayor entre todos los bienes del hombre.
caso particular. (3) Porque, siendo óptimo, es inmejorable ; pues se halla en
(2) Para la recta y más fácil inteligencia de esto recuér- el sumo é inacrecentable grado de bondad : es « bueno por su
dense la C. 3, a. 1, y la C. 4, a. I y 2. Lo mejor se entiende el » propia esencia ó por sí mismo », como así lo designa después.
238 CUESTIÓN XXXIV. — ARTÍCULOS III Y IV.
malo, y el segundo malo en sí mismo y efectiva ó realmente. cia de que las aficiones y gustos de cada cual nos le dan á
Añade aquí Aristóteles (y es una comprobación de lo espuesto conocer tal como es en su moralidad, conforme al proloquio de
en la nota 1, pág. 238J que «el bueno es reconocido como Fr. Luis de Granada : « tal es cada uno, cuales son las cosas
»bueno, por deleitarse en el bien ; y el malo se muestra tal, » que ama : si buenas , bueno; si malas, malo » ; fundado
»deleitándose en lo malo » : lo cual en la práctica vemos efec- como se ve, en la doctrina de Aristóteles y de Santo Tomás,
tivamente justificado por la observación y la diaria esperien- en quienes se inspiraba frecuentemente en sus escritos.
CUESTIÓN XXXV.
c a u s a s ; 8.° en sus efectos; 4.° en sus remedios; 5.° respecto de su bondad ó malicia. Acerca de lo pri-
mero se nos ofrecen ocho p u n t o s : 1.° El dolor es pasión del alma? — 2." La tristeza es lo mismo que el
dolor ? — 3.° La tristeza, ó el dolor, es contraria á la delectación ? — 4.° Toda tristeza se opone á toda
delectación ? —5.° Hay alguna tristeza contraria á la delectación de l a contemplación? —6.° Debe
evitarse con más ahinco l a tristeza q u e apetecerse la delectación? — 7.° El dolor esterno es m a y o r
que el interno ? — 8.° De las especies de l a tristeza.
(1) río solo en las representaciones trágico-dramáticas, que don de nuestras costumbres patrias y estigma de barbarie,
al fin son simples remedos más ó menos propios ó exagera- que no dudamos será por las generaciones futuras feomo lo es
dos de hechos en sí lamentables y que inspiran dolor y lás- ya por los estranjeros) calificada de inverosímil anacronismo
tima ; sí también en otros, donde la horrible realidad arranca ibérico en plena civilización, é incompatible con la cultura
gemidos y conmueve dolorosamente á los corazones sensibles progresivamente humanizadora del siglo, en que vivimos?
y no depravados, cual se ve con demasiada frecuencia en las Diatriba eslemporánea, dirán algunos, y tal vez no falte quien
ejecuciones capitales, en que á la vista del reo estremecién- la tilde de antipatriótica espansion intempestiva. Creemos no
dose entre las convulsiones de una agonía espantosa, prece- obstan le, y á despecho de los entusiasmos populares de un gran
dida de circunstancias horripilantes y seguida de una muerte número de nuestros compatricios, que todo publicista honrado
violenta é instantánea, prematuramente consumada en plena y de sano criterio, de ideas rectas y de creencias y senti-
salud por manos oficialmente autorizadas de un semejante de mientos cristianos, debe utilizar cuantas ocasiones se le pre-
la víctima, que en nada ofendiera á su ejecutor, vénse en los senten de clamar contra espectáculos de la índole de los alu-
semblantes de la multitud retratadas la satisfacción y hasta didos, por respeto siquiera á la dignidad y moralización hu-
la fruición á través de algún indefinido matiz de fría conmi- manas.
seración ; pudiendo aseverarse sin hipérbole que las nueve (2) A este propósito dice nuestro insigne poeta Bretón de
décimas partes de los espectadores concurren á presenciar tan los Herreros (Epístola moral sobre las costumbres del siglo), cen-
lastimera perspectiva llevados de su avidez de emociones (y surando el abuso con que hoy, cual siempre y mas que nunca,
claro es que nadie se las procura naturalmente aflictivas) por se esplotan los asuntos trágicos en gracia de la hilaridad y los
un resto de 10 por 100 animados quizá de algún sentimiento hu- livianos goces de las masas :
manitario ó plausible en cualquier otro concepto, y relatando
todos luego al regresar á sus hogares los dolorosos detalles del Y hoy que tanto se rie en la tragedia,
suceso con el glacial estoicismo de quien acaba de asistir á unos No es maravilla si se queja alguno
De que le hagan reir en la comedia.
juegos de Malabar ó de prestidigitacion, á un concierto filar-
mónico ó espléndido banquete. No es pues de estrañar se ca- ¿Qué pues decir podría de ciertos dramas de actualidad, en
lifique hoy de inconveniente ó aun de inmoral esa publicidad los que se brinda al pueblo á celebrar con jubilosa emoción y
á todas luces fomentadora de la insensibilidad y arraigadura entre delirantes aplausos pasiones y vicios tan edificantes
quizá de aviesos instintos, más bien que instigadora del es- como la seducción y el soborno, el adulterio y el suicidio, la
carmiento y del horror al'crimen así penado con el inexorable intriga y la infidelidad; y de los que pudieran citarse medio
rigor de las l e y e s — ¿ Y qué decir de nuestras corridas tau- centenar de títulos en boga, que atraen y apiñan las gentes
rinas, diversión feroz, asquerosa, inmoral y sangrienta, bal- en nuestros primeros coliseos:'
CUESTIÓN XXXV.—ARTÍCULOS III Y IV. 213
existir simultáneamente. E l dolor puede la vida futura ; porque, por lo mismo que
empero ser materia de la delectación, el hombre llora sus pecados ó por la dila-
pues dice San Agustín (lib. D e pcenit. ción de la gloria, merece un consuelo
c. 13) : «duélase el penitente siempre, eterno. Igualmente lo merece también
» y gócese en su d o l o r » ; y Aristóteles alguno por el hecho de no eludir, para
(Ethic. 1. 9 , c. 4 ) que por el contrario conseguirlo, los trabajos y sufrir angustias
« el malo se duele, por haberse deleitado». por él.
Luego la delectación y el dolor no son A l 2.° que el dolor mismo puede ser
contrarios. deleitable per accidens, es decir, en cuanto
Por el contrario, dice San Agustín le es adjunta la admiración, como sucede
( D e civ. ü e i , 1. 1 4 , c. 6) que « l a alegría en los espectáculos; ó en cuanto evoca el
» es la voluntad consintiendo en aquello recuerdo de la cosa amada, y hace sentir
» que queremos; y la tristeza la voluntad el amor de e s t a , cuya ausencia deplora.
» disintiendo de eso mismo que queremos». P o r lo t a n t o , como el amor f-s deleitable,
Es así que el consentir y disentir son co- lo son también el dolor y todo cuanto del
sas contrarias. L u e g o la alegría y la tris- amor proviene, y en que se siente amor:
teza también lo son. y en su consecuencia aun los dolores pue-
Conclusión. La delectación y la tris- den ser deleitables en los espectáculos,
teza ó dolor son contrarios entre sí según por cuanto en ellos se deja sentir algún
sus objetos. amor concebido á aquellos, que en los
Responderemos que, según dice Aris- mismos se conmemoran.
tóteles ( M e t . 1. 1 0 , 13 y 1 4 ) , « l a con- A l 3.°, que la voluntad y la razón se
»trariedad es la diferencia en cuanto á reflejan sobre sus actos, en el sentido de
)) la forma »; mas la forma ó especie de la que los mismos actos de estas dos facul-
pasión y del movimiento se toma del ob- tades son considerados como buenos ó
jeto ó del término. L u e g o , siendo contra- m a l o s : y bajo este concepto la tristeza
rios los objetos de la delectación y de la puede ser materia de la delectación ó
tristeza ó del dolor, que son el bien ó el viceversa, no por sí misma, sino por ac-
mal presente; sigúese que el dolor y la cidente ; es decir, en cuanto una y otra se
delectación son contrarios. perciben bajo su razón de bondad ó ma-
A l argumento 1.° diremos, que nada licia.
impide que un contrario sea la causa del
otro per accidens; y de este modo la tris- ARTÍCULO I V". — T o d a t r i s t e z a s o opo-
teza puede ser causa de la delectación, n e á toda delectación ? (1)
1.° en cuanto que la tristeza por la ausen-
cia de alguna cosa ó por la presencia de 1.° Parece que toda tristeza es contra-
su contraria busca con más vehemencia ria á toda delectación : porque, así como
un objeto, en que deleitarse, á la manera la blancura y lo negro son especies con-
que el sediento busca con mayor afán la trarias del color; así la delectación y la
delectación de la bebida, como remedio tristeza son especies contrarias de las pa-
contra la tristeza que esperimeuta ; 2.° en siones del alma; y , pues lo blanco y lo
cuanto por el intenso deseo de alguna de- negro se oponen entre sí universalmente,
lectación no rehusa uno soportar tris- también asimismo la delectación y la tris-
tezas , con tal de conseguir aquella delec- teza.
tación : y de uno y otro modo el llanto 2.° L o s medicamentos obran como con-
presente nos conduce á la consolación de trarios ( 2 ) . P e r o cualquiera delectación
(1) Nótese con cuidado la doble distinción (consignada en el casos la eficacia del sistema, en ruda competencia aún con la
desarrollo) de contrariedad genérica y especifica, y de espe- teoría alopática, que por su parte y á pesar de su inmemorial
cificación absoluta y respectiva ; pues en ella se cifra la clave esrlusivista aplicación tampoco ha logrado un éxito bastante
de inteligencia fácil y recta do los diversos miembros de la á dejar justificada ni con mucho su indiscutibilidad, y menos
i'Mfícluúon. por consiguiente su indefectibilidad. Compréndese perfecta-
(2) Según el antiquísimo aforismo hipocrático tan vulgari- mente que ciertas morbosas alteraciones orgánicas pueden
-
zado en la ciencia médica, contraria contrariis curantur. Hoy ser eficazmente atacadas por la revulsiva ó neutralizadora
sin embargo se ensaya, no sin aceptación por su novedad y acción de elementos químicos, cuyas propiedades sean contra-
como menos molesta á los pacientes, el llamante principio puestas á las de aquellas ; mas la simple sindéresis deja en-
opuesto de la escuela hannemaniana ú homeopática, simiüii trever que esa especie de combate entre encontradas fuerzas
simUibus..., cuyos secuelas no dejan de comprobar en muchos puede muy naturalmente reñirse á espensas del organismo,
244 CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O IV.
campo (por decirlo así) en que la refriega se efectúa, cual sistema, y otros curables quizá 'con más garantías de éxito
queda sembrado de ruinas y estragos el suelo teatro de una por el opuesto? Y ¿qué inconveniente veda á la ciencia uti-
sangrienta batalla : al paso que la reacción entre elementos lizar sus observaciones y progresos en bien de la humanidad
simpáticos ó afines podrá muy bien realizarse sin menoscabo doliente, sin aferrarse en proclamar universalmente axiomá-
ni deterioro alguno de las visceras ú órganos pasivamente tico el antiguo proloquio, ni fallar a priori y sin datos sufi-
interesados en ella, siendo lanzados al eslericr simultánea- cientes (como no puede haberlos aún) contra las tentativas
mente y como en pacífica avenencia los agentes patológico- laudables de mejoramiento por parte de la moderna doctrina?
terapéuticos así combinados para la curación de la dolencia La rutina y la inesperiencia comparecen aquí en rudo choque,
combatida. No es de nuestra competencia la decisión en pro ni cuando por la razón y el interés del bien común debieran á
en contra de uno ú otro de esos dos procedimientos diamelral- nuestro juicio concillarse la esperiencia con la imparcial ob-
mente antagonistas, ni somos partidarios ciegos ó sistemáti- servación y con las legítimas inducciones de la serena ciencia.
cos de la preferencia del uno sobre el otro : mas ¿ por qué no
(1) De aquí la conveniencia de neutralizar con gratos ali-
cooperar en la medida de nuestra insignificancia sobre esta
cientes la melancolía habitual de los hipocondriacos ó de ca-
materia á desvanecer añejas preocupaciones de una parte, y
por otra de novísimas ilusiones, á fuer de interesados en gra- rácter tétrico, debido al predominio de su temperamento he-
cia del bien común de la humanidad? ¿Quién ha dicho hasta pático ó bilioso, y confortar con escenas alegres c impresiones
ahora con autoridad infalible que no puedan muy bien darse placenteras el ánimo abatido por padecimientos crónicos ó su-
padecimientos físicos más accesibles en su tratamiento á un frimientos morales ó de cualquier género y procedencia.
(2) Véase la nota 3, pág. 160, del T. 1.°
CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O S IV Y V. 245
fl) Entiéndese por contemplación, propia y estrictamente arg. 3.° ; y el Santo establece como preliminar para el desar-
hablando, la consideración ó meditación de la -verdad, que es rollo de su tesis la distinción entre la contemplación como
el bien del entendimiento, según se define en la solución al causa ó como objeto de la delectación ; nótese bien esto.
246 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO V.
otro ( 1 ) ; por cuya causa l a cieucia de » virtud tiene por objeto lo difícil y b u e -
los contrarios es única. » n o » ( E t h i c . 1. 2, c. 3). P e r o el fuerte,
A l 3.° que la contemplación en sí mis- que resiste al movimiento repulsivo del
ma nunca implica razón de m a l , puesto dolor, es más virtuoso que el morigera-
que no es otra cosa que la consideración do, que resiste al movimiento apetitivo
de lo verdadero, que es el bien del en- de la delectación; pues dice Aristóteles
tendimiento; y sí solo per accidens, es (Rhet. 1. 1, c. 4) que «los fuertes y los
decir, en cuanto la contemplación de una »justos son los más honrados». L u e g o es
cosa más vil impide la contemplación de más vehemente el movimiento repulsivo
lo mejor; ó lo es por parte del objeto de la tristeza, que el apetitivo de la de-
contemplado, al cual se aficiona desor- lectación.
denadamente el apetito. Por el contrario: a. el bien es más
A l 4.° que l a tristeza, que sirve de »fuerte que el m a l » , como hace constar
obstáculo á la contemplación, no contra-, San Dionisio ( D e D i v . nom. c. 4, p. 4,
ría la delectación de e s t a , sino que la es lect. 21 y 22). E s así que la delectación
afín, como queda dicho. es apetecible por razón de lo bueno, que
A l 5.° que la aflicción de la carne ac- es su objeto; y el huir de la tristeza lo es
cidental é indirectamente se refiere á la por causa del mal. L u e g o es más fuerte
contemplación de la, m e n t e , según se h a el apetito de l a delectación que l a fuga
indicado. de la tristeza.
Conclusión. Naturalmente y per se [ 1 ]
A R T Í C U L O V I . — ttebc evitarse m á s es mayor el apetito de la delectación que
la tristeza que a p e t e c e r s e la delectación ? (2) la fuga de la tristeza; ó bien: la pro-
pensión de la potencia apetitiva á la de-
1.° Parece que más bien debe huirse lectación es (propiamente hablando) ma-
la tristeza que apetecerse la delectación: yor naturalmente que á huir de la tris-
porque dice San Agustín ( Q q . 1. 8 3 , q. teza ; aunque [ 2 ] per accidens suele
36) que «nadie h a y , que no rehuya más alguno eludir con más ahinco la tristeza
»el dolor que apetezca el deleite». A q u e - que apetecer la delectación.
llo empero, que todo el mundo admite Responderemos q u e , hablando en ab-
comunmente, parece ser natural. L u e g o soluto, el apetito de la delectación es más
es natural y conveniente huir más de la fuerte que la fuga de la tristeza. Y la
tristeza que apetecer la delectación. razón es, porque la causa de la delectación
2.° L a acción del contrario contribuye es el bien conveniente, y la del dolor ó
á la rapidez é intensidad del movimiento; tristeza es algún mal que repugna. P u e -
pues el agua caliente se congela mejor y de empero existir algún bien conveniente
más pronto como dice Aristóteles ( M e - sin disonancia alguna, mientras que nin-
teor. 1. 1, c. 12). Pero la fuga de la tris- g ú n mal puede ser del todo repugnante
teza tiene por causa la contrariedad de sin alguna conveniencia; y por lo tanto
lo que contrista; mientras que el apetito la delectación puede ser íntegra y per-
de la delectación no proviene de alguna fecta, mas la tristeza es siempre parcial:
contrariedad de objeto que contriste, sino de donde se infiere ser mayor natural-
más bien de la conveniencia de lo que mente el apetito de la delectación que la
deleita. L u e g o la fuga de la tristeza es fuga de la tristeza. H&y también otra
mayor que el apetito de la delectación. razón, y es la de que el bien, que es el
3.° Cuando uno combate por medio de objeto de la delectación, es apetecido por
la razón una pasión más fuerte, tanto sí mismo; al paso que el m a l , objeto de
más laudable es y virtuoso ; porque « l a la tristeza, es repulsivo (tan solo) como
fl) Como el mal se conoce por la ausencia ó privación del de uno ú otro bajo este mismo punto de vista del mayor ó
bien, según lo espueslo en la 1.* P., T. 1.°, pág. 407, ñola 2. menor grado de respectiva intensidad, tal como queda diluci-
(2) El sentido de la propuesta es según Silvio : « la tristeza dado (C. 29, a. 3) y resuelto en términos análogos á los de la
» y el objeto que la prod.icc incita á la fuga de este con más solución de la tesis aquí discutida ; con la diferencia empero
«enérgico impulso que la delectación y lo deleitable atraen de añadirse aquí á los dos aspectos allí considerados (de la im-
» con su aliciente á procurárselo?» ; ó bien : et ¿el apetito es presión sensible y de la desproporción ó]parangon) un tercero
» estimulado con mayor vehemencia y eficacia á evitar el mal fundado en el efecto, según oportunamente hace notar el
» que lo os á desear y perseguir el bien ? » Recuérdese la an- C. Cayetano.
títesis entre el amor y el odio en cuanto á la preponderancia
248 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO VI.
privación de bien: y lo que existe per se verdadero per accidens y no per se;
es mejor que lo que es per accidens; lo como se colige evidentemente de lo que
cual se advierte bien en los movimientos después añade: «como quiera que (3) aun
naturales, porque todo movimiento natu- » á las bestias más feroces las vemos
ral es más intenso á su conclusión, según » abstenerse de los mayores placeres, por
que se aproxima al término convenien- » miedo á los dolores » , que contrarían la
te ( 1 ) á su naturaleza, que al principio, vida, que es lo que más se ama.
cuando se aleja del que la conviene; co- A l 2.° que no sucede lo mismo en el
mo que la naturaleza tiende más á lo que movimiento procedente del interior, que
la conviene que á buir de lo que la re- en el que proviene del esterior: por-
pugna. A s í también pues la inclinación que el primero más tiende á lo que es
de la potencia apetitiva, hablando en conveniente que se aleja de lo contrario,
propiedad, tiende con más vehemencia á como se ha dicho acerca del movimiento
la- delectación que á eludir la tristeza. natural; pero el procedente de fuera se
No obstante per accidens suele alguno acentúa con la misma contrariedad, por-
huir más bien de la tristeza que desear que cada ser procura á su manera resistir
la delectación; y esto acontece de tres á su contrario como su propia conserva-
maneras: 1 . P o r parte de la aprensión :
a
ción ; por lo cual el movimiento violento
porque, como dice San Agustín ( D e Trin. hácese al principio más intenso, y decae
1. 10), « s e siente más el amor, cuando lo cuando llega al fin. Mas el movimiento
» promueve la necesidad » ( 2 ) ; pero de de la parte apetitiva proviene del inte-
la necesidad del objeto amado procede la rior, partiendo del alma hacia las cosas ;
tristeza, ocasionada por la pérdida de y por lo t a n t o , hablando con propiedad,
algún bien amado ó por la acción (incur- más se apetece la delectación que se elu-
su) de algún mal contrario: necesidad de la tristeza : al paso que el movimiento
que no afecta á la delectación, la cual de la parte sensitiva arranca del esterior,
reposa en el bien ya poseído. Siendo pues como de las cosas al alma, por c u y a ra-
el amor la causa de la delectación y de zón se siente más lo que le es contrario:
la tristeza, tanto más se Luye de esta, y así también per accidens, en cuanto
cuanto más se siente aquel, por cuanto le el sentido se requiere para la delectación
contraría. 2 . D e parte de la causa, que
a
y la tristeza, más se h u y e de esta que se
contrista 6 infiere dolor, la cual repugna apetece la delectación.
al bien más amado que aquel, en que nos A l 3.° que el fuerte no es alabado,
deleitamos; porque amamos más la con- porque no se deja vencer racionalmente
servación natural del cuerpo que el pla- por un dolor ó tristeza cualquiera; sino
cer de la comida, y así es que por temor porque se sobrepone á aquella, que cons-
al dolor procedente de castigos (corpó- tituye peligro de muerte: y de esta tris-
reos) ó semejantes, que contrarían al teza se huye más que se apetecen los
bienestar del cuerpo, renunciamos á Jos placeres de la mesa ó de la carne, á que
placeres de la mesa ú otros de igual ín- se refiere la templanza; como se ama más
dole . 3 . D e parte del efecto, es decir, en
a
(1) Entendiéndose dicho así por metonimia, esto es, apro- unido. Tal es el sentido de la frase , que interpretamos con el
piando al movimiento lo que más bien compete al móvil; pues P. Píicolai, refiriéndola, más bien que al amor mismo, á sus
no hay oxactitud filosófica en decir conveniente á la natura- manifestaciones ó á la impresión sentida y revelada en pre-
leza del movimiento el objeto, en que termina : á menos que sencia ó ausencia del objeto respectivamente por el sujeto
se entienda por este término final el reposo ó fin del movi- que ama.
miento en el tal objeto ó punto terminal. (3) Quanioquidem ; no quandoque quidem , cual se vo en al-
(2) La ausencia del objeto amado escita más sensiblemente gunos impresos de San Agustín, cuyo manuscrito autógrafo
el amor con la avidez de tenerlo presente siempre ; mostrán- pone (lo mismo que los de la SUMA) quanioquidem, según ob-
dose por el contrario más tranquilo, sin ser por eso menos in- serva el P. Kicolai.
tenso, cuando de hecho y en actualidad lo posee y le está
CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O V l í . 249
(1) Así la generalidad de las ediciones con el códice de Al- tud de ser vivificado por el alma depende el que esta lo anl*
cañiz y la de Padua de 1712 ; mas la de 1698 con Nicolai su- me, constituyendo así la vida del conjunto ó la naturaleza
prime la palabra corporis, que en alguna otra (como la romana completa del individuo humano.
antigua) aparece reemplazada por coráis, quizá por errata ma- (3) En equivalencia de aprensión : ó bien, considerada la
terial. imaginación como uno de los cuatro sentidos internos, según
(2) Radicalmente) por cuanto de su conservación an apti- queda esplicado en la 1." P. C. 78, a. 4 (pág. 632 del T. 1,")
250 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULOS V i l Y V I H .
son causa del dolor, sino según la diver- les no están comprendidas en estas es-
sa relación de esta causa de dolor con el pecies : luego la división preestablecida
apetito ( 1 ) . es insuficiente.
A l 2.° que la tristeza interior no pro- 3.° Toda división debe hacerse por los
cede de la semejanza de la cosa aprendi- opuestos; y las partes de la división an-
d a , como de su causa: porque no se en- terior no son opuestas recíprocamente,
tristece el hombre interiormente por la pues según S. Gregorio Niseno ( i b i d . )
semejanza misma de la cosa aprendida; » la postración ( 5 ) es una tristeza, que
sino de la cosa por ella representada, y » priva de la palabra; la ansiedad es una
que en verdad tanto más perfectamente » tristeza agravante; la envidia tristeza
se aprende por alguna semejanza, cuanto » de los bienes ajenos; y la compasión
la semejanza es más inmaterial y abs- » tristeza de los males ajenos » . Sucede
tracta. P o r lo tanto el dolor interno, pro- sin embargo que alguno se entristece de
piamente hablando, es mayor; como que los males y bienes ajenos, y se afecta en
recae sobre un mal mayor (2), por cuan- gran manera interiormente, y pierde es-
to por la aprensión interior se conoce más teriormente la voz : luego la antedicha
el mal. división no es conveniente.
A l 3.° que las alteraciones corporales Por el contrario, está la autoridad de
proceden más bien del dolor esterno, y a San Gregorio Niseno y el Damasceno
porque la causa de este ataca á lo adjun- (ibid.) (arg. l.°)
to al cuerpo, lo cual exige la aprensión Conclusión. Es razonable la distin-
del tacto ; ya también porque el sentido ción de estas cuatro especies de tristeza:
esterior es más corporal que el interno, postración, ansiedad, compasión y envi-
como el apetito sensitivo lo es más que dia, según su aplicación á algo estraño.
el intelectivo. P o r cuya razón, como se R e s p o n d e r e m o s , que el concepto de
ha dicho ( C . 3 1 , a. 4 ) , por el movimiento especie implica en sí el de constituirse
del apetito sensitivo se inmuta (3) más por adición al género; al cual puede aña-
el cuerpo, é igualmente por el dolor es- dirse algo de dos maneras : 1. en cuanto a
ti) Según que directa é inmediatamente afecte al apetito inmediata y formalmente. Nicolai.
mismo, ó solo indirectamente y mediante el cuerpo, impre- (1) Emulación ó deseo de venganza.
sionado antes desde luego : como queda esplicado en el cuerpo (5) Accidia, quizá mejor acedía, como escribe M. Drioux (de
del artículo. acedus, agrio ó desabrido y como avinagrado, ó de acelum, vi-
(2) Formalmente } y no materialmente, dado que la materia nagre), desabrimiento ó sinsabor.
de uno y otro puede ser un mismo mal, aprendido interior- (f>) Aliud veri addilur en unas ediciones : en otras Alio modo
mente , pero sufrido en el esterior. aliquid addilur. Es suslancialmente lo mismo.
(3) Material y mediatamente 6 como per acciácns ¡ no per se ó
CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO VIIÍ. 251
siedad , que agrava el ánimo basta el A l 3.° que esta división no se funda en
punto de no vislumbrar refugio alguno, la oposición de las especies, sino en la
lo que da origen á designarla ademas diversidad de los objetos estraños, á los
con el nombre de angustia. P e r o , si el cuales se aplica la noción de tristeza,
abatimiento se agrava hasta el estremo según lo dicho.
(1) Embargo ó paralización, acaso mejor síncope ó mu- bien, de que juzgamos indigno á su poseedor : pasiones am-
tismo. bas nunca exentas de envidia, por más que esta propiamente
("2) Emulación codiciosa, por la que llevamos á mal la ca- consiste en el pesar ó tristeza del bien ajeno, considerado
rencia de los bienes de otro, como dolicndonos de ellos; así como mengua ó cercen del propio, ó en cuanto el otro se nos
como por la indignación ó némesis nos irritamos en vista del aventaja.
CUESTIÓN XXXVI.
Sobre este asunto esplanarémos cuatro tesis : 1. ¿La c a u s a del dolor es el bien p e r d i d o , ó m á s bien
a
según lo indicado ( C . 30, a. 2, al 2.°), y causa universal del dolor, puesto que la
bajo este concepto dice ser la concupis- hartura pertenece á la unidad, pero la
cencia causa universal del dolor. M a s la interrupción á la multitud.
misma concupiscencia considerada según 2.° Toda separación es contraria á la
su propia naturaleza es á veces causa del unidad. Si pues el dolor fuese producido
dolor : porque todo lo que impide al mo- por el apetito de la unidad, ninguna se-
vimiento llegar á su término , es contra- paración sería deleitable: lo cual es noto-
rio á dicho movimiento; y, como lo que es riamente falso en la separación de todo
contrario al movimiento del apetito con- lo supérfluo.
trista , de aquí es que la concupiscencia 3.° P o r la misma razón apetecemos la
viene á ser causa de la tristeza, en cuanto unión del bien y la remoción del m a l :
nos apenamos por el retardo ( en la con- pero, así como la unión pertenece á la
secución) del bien deseado ó por su total unidad, que es cierta unión; así la sepa-
desaparición : mas no puede ser causa ración es contraria á la unidad : luego el
universal del dolor; porque más sentimos apetito de la unidad no debe ser conside-
la pérdida de los bienes presentes, en rado como causa del dolor más bien que
los que y a nos deleitamos, que de los fu- el de la separación.
turos, que apetecemos. Por el contrario, dice San Agustín
A l argumento 1.° diremos, que la in- ( D e lib. arbitr. 1. 3, c. 23) que « e l dolor,
clinación del apetito á la consecución del » que las bestias sienten, manifiesta en el
bien es causa de la inclinación del mismo »régimen y animación de sus cuerpos,
á evitar el m a l , como queda dicho ; y de » cuánto apetecen las almas la unidad;
aquí proviene que los movimientos del » porque ¿ qué otra cosa es el dolor, sino
apetito, que se refieren al bien, se consi- » cierto sentimiento, que no sufre la divi-
deran causa de los movimientos del ape- »sion ó corrupción?»
tito con respecto al mal. Conclusión. El amor ó el apetito de la
A l 2.° que lo que se desea, aun cuando unidad es causa del dolor.
realmente sea futuro, está sin embargo R e s p o n d e r e m o s , que del mismo modo
presente de algún modo, en cuanto se es- que la concupiscencia ó deseo del bien es
pera : ó puede decirse q u e , aunque el bien causa del dolor, lo es también el apetito
deseado sea futuro; existe empero de pre- de la unidad ó el amor: porque el bien
sente el obstáculo, que produce el dolor. de cada ser consiste en cierta unidad, se-
A l 3.° que la concupiscencia es delei- gún que cada cual tiene en sí unidos los
table, mientras subsiste la esperanza de elementos constitutivos de su perfección;
obtener lo que se desea; pero, desvane- por lo cual aun los platónicos supusieron
cida por el obstáculo interpuesto, la con- que lo uno ( 2 ) era principio, como asi-
cupiscencia produce el dolor. mismo (lo es) el b i e n : así pues cada cual
naturalmente apetece la unidad, como
ARTÍCULO I I I . — E I apetito de i a uní-
también la bondad ; por cuya razón, así
dad e s c a u s a de dolor? como el amor ó apetito del bien es causa
de dolor, igualmente lo es el amor 6 ape-
l.° Parece que el apetito d é l a unidad tito de la unidad.
no es causa del dolor : porque dice Aris- A l argumento 1.° diremos, que no toda
tóteles (Ethic. 1. 10, c. 3 )que «esta opi- unión perfecciona la razón del bien; sino
» n i o n , que supuso que l a hartura (reple- únicamente aquella, de la cual depende
»tionem) era causa de delectación y la que una cosa sea perfecta: y por esto
»interrupción (1) causa de tristeza, pa- mismo no es causa de dolor ó tristeza el
»rece referirse únicamente á las delecta- apetito de cualquiera unidad, como algu-
» ciones y tristezas relativas al alimento». nos opinaron, cuyo parecer rechaza allí
Pero no toda delectación ó tristeza es Aristóteles, por cuanto ciertas satisfac-
tal. L u e g o el apetito de la unidad no es ciones (repletiones) no son deleitables,
fl) fncisionem, interrupción ó falta del alimento apetecido, un solo principio, pues á continuación se habla de otro, cual
privación ó supresión: como si dijera « mordedura n, pues en es el bien. Sería pues hasta contradictoria la traducción, si so
efecto el hambre muerde en cierto modo como un diente in- dijese «que había un solo principio»); á no suponer idénticos
cisivo las paredes del estómago. la unidad y el bien, lo que no estaba en la intención de los
(21 Sustantivado, es decir, la unidad; no que estableciesen citados filósofos según sus teorías.
CUESTIÓN X X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 265
como los que hartos de alimento no se cho (a. 1 ) , el mal adjunto es causa de
deleitan comiendo; porque esta repleción dolor ó tristeza, á modo de objeto ( 1 ) .
ó unión más bien repugnaría á la perfec- L u e g o lo que es causa de esta unión del
ción del ser que la constituiría : por con- mal, debe ser considerado como causa de
siguiente el dolor no es producido por el dolor ó tristeza. E s empero evidente-
apetito de cualquiera unidad ; sino de mente contrario á la inclinación del ape-
aquella, en que consiste la perfección de tito el que se adhiera al mal presente ;
la naturaleza. y lo que es contrario á la inclinación de
A l 2.° que la separación puede ser de- alguno, nunca sobreviene sino por la ac-
leitable, y a en cuanto remueve lo que es ción de otro más fuerte : por lo cual San
contrario á la perfección del ser, ya por Agustín afirma que la potestad mayor es
lo que la separación tiene de unión, por causa de dolor. Pero es de saberse que,
ejemplo, del (objeto) sensible con el sen- si el poder más fuerte se sobrepone, hasta
tido. el punto de transformar la inclinación
A l 3.° que se desea la separación de lo contraria en la suya propia ; ya no habrá
nocivo y corruptor, por cuanto destruyen repugnancia ó violencia alguna : como
la debida unidad : por consiguiente el ape- cuando un agente más enérgico, disol-
tito de esta separación no es la primera viendo al cuerpo g r a v e , le quita la incli-
causa del dolor, y sí más bien (lo es) el nación que tiene á descender, y entonces
apetito de la unidad. el ser elevado no le es violento sino natu-
ral. A s í pues, si alguna potestad mayor
ARTÍCULO I V . — K I poderío, ai que no es tan eficaz, que anula la inclinación de
se puede resistir, e s c a u s a de dolor? la voluntad ó del apetito sensitivo; de
l.° Parece que la potestad superior no ella no se sigue dolor ó tristeza, siuo úni-
debe mirarse como causa del dolor: por- camente mientras queda la inclinación
que lo que está en el poder del agente, del apetito á lo contrario. H é aquí por-
no es todavía presente, sino futuro ; y el qué dice San Agustín (ibid. arg. Por el
dolor tiene por causa el mal presente: contrario) que « l a voluntad resistiendo
luego la potestad mayor no es causa del » á un poder más fuerte produce el do-
dolor. » l o r » : pues, si no resistiese, sino que
2.° E l daño inferido es causa del dolor; cediese consintiendo; no se seguiría el
pero un daño puede ser inferido también dolor, sino la delectación.
por poderío menor : luego la potestad A l argumento 1.° diremos, que la po-
mayor nó debe suponerse causa del dolor. testad mayor produce el dolor, no en
3.° Las causas de los movimientos ape- cuanto es agente en potencia, sino como
titivos son las inclinaciones interiores del en acto ; es decir, en tanto que obra la
alma. Mas la potestad mayor es algo es- unión del mal disolvente.
terior. L u e g o no debe admitirse como A l 2.° que nada impide que un poder,
causa del dolor. que no es mayor en absoluto (simplici-
Por el contrario, dice San Agustín ter), lo sea en a l g o ; y por este motivo
(Lib. D e nat. boni, c. 20) : « l a voluntad puede causar algún daño. Pero, si no fuese
T> resistiendo á potestad mayor causa do- mayor en manera alguna; tampoco podría
»lor en el ánimo, y en el cuerpo el sen- dañar de ningún modo, ni por consiguien-
»tido resistiendo á otro cuerpo más po- te inferir causa de dolor.
»tente ». A l 3.° que los agentes esteriores pue-
Conclusión. La potestad superior, á den ser causa de los movimientos apetiti-
la cual no se puede resistir, es causa de v o s , en cuanto-lo son de la presencia del
dolor, durante la inclinación contraria objeto; y bajo este concepto es como se
del apetito, y no en otro caso. dice que la potestad mayor es causa de
Responderemos q u e , según se ha di- dolor.
(1) En cuanto el alma lo aprende como tal causa de triste- bles delicias y como espontáneos sacrificios en obsequio á su
za : porque, por más adherente al cuerpo que so le suponga, Dios, que no como dolores dignos de evitarse. San Andrés,
si no afecta también al alma por su aprensión bajo el con- por ejemplo, saludó con júbilo desde lejos á la cruz, en que
cepto de aflictivo, no por eso produciría tristeza : asi los már- iba á ser atormentado ; y Santa Dorotea esclamó en medio de
tires sufrían con verdadera y visible alegría los tormentos sus terribles suplicios : «jamás en toda mi vida he sentido
corporales ; porque los consideraban más bien como apelcci- » regocijo tal, como el que hoy esperimento».
CUESTIÓN XXXYII.
Acerca de los efectos del dolor ó de la tristeza resolveremos los puntos siguientes: l.° El dolor priva
de la facultad de a p r e n d e r ? — 2 La agravación del ánimo es efecto d e l a t r i s t e z a ó dolor? —3.° La
o
tristeza ó dolor debilita toda operación ?—4.° La tristeza d a ñ a m á s a l cuerpo que las otras pasiones
del a l m a ?
(l) Aggravano, pesar ó como preocupación, que á manera traducimos indistintamente por opresión ó pesar ó pesa-
e carga produco en el ánimo abatimiento ú opresión. Así lo dumbre.
SUMA TEOIÓSICA.— TOMO 11, w
258 CUESTIÓN X X X V I I . — ARTÍCULOS II Y I I I .
miento por algún peso ; y es evidente por obrar, pues dice San P a b l o ( n Tim. 2,
lo dicho ( C . 36, a. 1 ) que la tristeza 15) : cuida mucho de mostrarte ope-
resulta de algún mal presente , que , por rario, que no tiene de qué avergonzarse.
lo mismo que repugna el movimiento de L u e g o la tristeza no impide la operación,
la voluntad, agrava el ánimo, en cuanto y más bien ayuda á obrar bien.
le impide gozar de lo que quiere. Y , si 2.° « L a tristeza produce en muchos
la fuerza del m a l , que contrista, no es » la concupiscencia » ( E t h i c , 1. 7, c. ú l -
tan grande que quite la esperanza de timo) ( 2 ) . E s así que la concupiscencia
eludirlo ; aunque el ánimo se agrave, por contribuye á dar intensidad á la opera-*
no poder apropiarse de presente lo que cion. L u e g o también la tristeza.
quiere, conserva sin embargo el movi- 3.° Como ciertas operaciones son pro-
miento, para rechazar lo nocivo, que le pias de los que se regocijan, así también
contrista : pero, si la intensidad del mal otras convienen á los que están contris-
se exacerba, hasta hacerle perder la espe- t a d o s , cual la de llorar. P e r o cada ser
ranza de eludirlo; entonces se paraliza se acrece por lo conveniente al mismo.
por completo aun el movimiento interior L u e g o algunas operaciones no son impe-
del ánimo angustiado, de suerte que no didas, sino mejoradas, por la tristeza.
puede desahogarse por acá ni por allá ; Por el contrario, dice Aristóteles
y á veces hasta se hace irrealizable el ( E t h i c , 1. 10, c. 4 ) que « l a delectación
movimiento esterior del cuerpo , quedan- 2> perfecciona la operación, y por el con-
do el hombre absorbido (1) en sí mismo. E trario la tristeza la impide ».
A l argumento 1.° diremos, que aquella Conclusión. Cualquiera operación [ 1 ]
escitacion del ánimo proviene de la tris- referida á la tristeza, como al objeto de
t e z a , que es según D i o s , merced á la esta, es impedida por ella;pero [ 2 ] , con-
adjunta esperanza del perdón del pecado. siderada la tristeza como su causa, ne-
A l 2.° que en lo concerniente al movi- cesariamente la fomenta y perfecciona.
miento apetitivo la contracción y la p e - Responderemos q u e , según y a se ha
sadumbre se refieren á lo mismo; pues dicho (a. 2), la tristeza á veces no agrava
en el hecho de agravarse el ánimo, de ó absorbe el ánimo, de manera que escluya
modo que no pueda dirigirse libremente todo movimiento interior y esterior; antes
á lo esterior, concéntrase en sí mismo suele suceder que algunos movimientos
como en sí propio contraído. provienen de la tristeza misma. A s í pues
A l 3.° que se dice que la tristeza ab- la operación puede ser comparada con
sorbe al hombre, cuando la fuerza del la tristeza de dos modos: 1.° como á
mal contristante, afecta tan enteramente aquello, de que proviene la tristeza, en
su ánimo, que no le queda esperanza de cuyo sentido esta impide cualquiera ope-
evasión ; y asimismo también le agrava y ración ; porque nunca lo que hacemos
lo absorbe, porque entre cosas entendi- con tristeza lo hacemos tan bien, como
das metafóricamente h a y cierta correla- lo que hacemos con delectación ó sin
ción , por más que propiamente conside- t r i s t e z a , siendo la razón de esto que la
radas parezcan contradictorias entre sí. voluntad es causa de la operación hu-
mana; y por consiguiente, cuando la ope-
ración es la que á uno contrista, ne-
ARTÍCULO I I I . — i , a tristeza o c i «íoior
cesariamente la acción se debilita; 2.° la
debilita toda operación ?
operación puede compararse á la tris-
1.° P a r e c e que la tristeza no impide teza como á su principio y á su cau-
toda operación : porque la solicitud pro- sa ; y de este modo preciso es que la tal
viene de la tristeza, como se ve por la operación se aumente por la tristeza; á la
autoridad del A p ó s t o l aducida ( a . 2, manera que, cuanto alguno se entristece
arg. ; y la solicitud ayuda á bien más de alguna cosa, tanto más se es-
cita, que no acertamos á justificar se hayan ingerido en el
(1) Stupidm, como alelado ó insensato, y sin acción cons- testo de la SUMA en algunas de sus más modernas ediciones,
ciente al menos, cual si sus miembros hubieran perdido la como si el Santo Doctor se citase á sí mismo y con el dictado
flexibilidad ó actividad propia, y sus potencias se hallan co-
mo embargadas ó destituidas de toda su natural actuación ó de Divus (Santo); dado que todo el testo literal se supone suyo
posibilidad de funcionar. propio : intrusión, que por otra parte podría sugerir la duda
(2) « Según el mismo Santo Tomás (lect. 4) » : palabras y de si es otro Santo Tomás distinto del Angélico de Aquino.
CUESTIÓN XXXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 259
fuerza por desechar la tristeza, con tal daña más al cuerpo. Y la razón de esto
que conserve la esperanza de repelerla, e s , porque la tristeza repugna á la vida
pues de otro modo la tristeza no produ- del hombre en cuanto á la especie de su
ciría movimiento ni operación alguna. movimiento; y no solo respecto á la m e -
Con lo dicho quedan contestados los dida ó cantidad, como las otras pasiones
argumentos propuestos. del alma : pues la vida humana consiste
en cierta moción, que del corazón se di-
ARTÍCULO I V . — ¿ t a tristeza perjudica funde á los demás miembros ; moción que
más al cuerpo que l a s otras pasiones del conviene ciertamente á la naturaleza h u -
alma ? mana según alguna determinada medida.
Si pues esa moción se estralimita de la
l.° Parece que la tristeza no infiere medida debida ; repugnará á la vida hu-
al cuerpo el mayor daño : porque la tris- mana en cuanto medida de la cantidad,
teza tiene un ser espiritual en el alma; y mas no en cuanto á la semejanza de la
las cosas, que tienen ser solo espiri- especie: pero, si se impide el curso de la
tual, no producen transmutación corporal, tal moción, repugnará á la vida según su
como se ve en las intenciones (1) de los especie. E s de notar empero en todas las
colores, que están en el aire, y que no c o - pasiones del alma que el cambio corpo-
loran cuerpo alguno. L u e g o la tristeza ral, que es en ellas material, está en ar-
no produce daño alguno corporal. monía y proporción con el movimiento
2.° Si la tristeza produce algún daño del apetito, que es formal; como en t o -
corporal; esto no tiene lugar, sino en tanto das las cosas la materia es proporcionada
que está acompañada de una modificación á la forma. L u e g o aquellas pasiones del
corporal. E s así que la modificación cor- alma, que implican un movimiento del
poral se halla en todas las pasiones del apetito en seguimiento de algo, no repug-
alma, como se ha dicho (C. 2 2 , a. 2, al 2.°). nan á la moción vital en la especie; pero
Luego la tristeza no daña más al cuerpo pueden repugnarla en cuanto á la canti-
que las otras pasiones del alma. dad , como el amor, el g o z o , el deseo y
otras semejantes. P o r lo tanto estas pa-
3.° Dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 3 )
siones según su especie favorecen á la
que «. la ira y la concupiscencia producen
naturaleza del c u e r p o ; pero escesivas
» algunas locuras » ; lo que parece ser el
pueden perjudicarle: mas las pasiones,
mayor daño, por ser la razón lo más esce-
que importan movimiento del apetito con
lentede cuanto hay en el hombre. L a des-
cierta fuga ó retraimiento, sé oponen á la
esperación parece también ser más dañosa
moción v i t a l , no solo según la cantidad,
que la tristeza, puesto que es causa de
sí también según la especie del movi-
ella. Luego la tristeza no daña más al
miento ; y por lo mismo son absoluta-
cuerpo que las otras pasiones del alma.
mente dañosas, como el temor, y la des-
Por el contrario, se dice ( P r o v . 1 7 , 2 2 ) : esperación, y más que todas la tristeza,
el corazón alegre hace la edad florida, el que agrava el ánimo con el mal presente,
espíritu triste seca los huesos ; y ( Prov. cuya impresión es más fuerte que la del
2 5 , 20 ) : como la polilla al vestido y la futuro.
carcoma á la madera; así la tristeza
daña al corazón del hombre; y ( Eccli. A l argumento 1.° diremos q u e , puesto
3 8 , 1 9 ) : por la tristeza se apresura la que el alma mueve naturalmente al cuer-
muerte. po, el movimiento espiritual del alma es
Conclusión. La tristeza daña más al naturalmente la causa de la modificación
cuerpo que las otras pasiones del alma, corporal: y no sucede lo mismo en cuanto
impidiendo el movimiento vital del co- á las intenciones espirituales, que no tie-
razón. nen naturalmente la misión de mover
Responderemos, que la tristeza es en- otros cuerpos, no destinados á ser movi-
tre todas las pasiones del alma la que dos por el alma.
(1) Intentionibus , no inlensionibus, como se lee en algunas bientc, por las que los colores afectan ó impresionan la vista,
ediciones, no teniendo presente sin duda el significado de y así esta los percibe; á diferencia de otras, que llama guies-
esta locución en diversos pasajes de la SUMA, que es el de ceníes ín anima. Nicolai.
ciertas emanaciones transeúntes y como difundidas en el am-
260 CUESTIÓN X X X V I I . — A R T Í C U L O I V .
A l 2.° que las otras pasiones van acom- sin que priven de la vida. Y no obstante
pañadas de transmutación corporal, con- el temor y la ira principalmente causan
forme según su especie á la moción vital; gravísimo daño corporal á causa de la in-
pero la tristeza prodúcela contraria, s e - fluencia de la tristeza adjunta por la au-
gún lo antes dicho. sencia del objeto que se d e s e a ; y aun la
A l 3.° que el uso de la razón es impe- tristeza misma priva de la razón, como
dido por causa más l e v e , que l a que di- se v e en aquellos, que por causa del do-
solvería la vida; pues vemos que muchas lor se vuelven maniáticos ó melancólicos,
enfermedades quitan el uso de la razón,
CUESTIÓN XXXVIII.
Y por el llanto ? — 3.° Por la compasión de los amigos ? — 4.° Por l a contemplación de la verdad ?
Por el sueño y los baños ?
(1) Véase la nota 2, pág. 243. zada por manuscrito alguno ni en las demás ediciones, y q»e
(2J Píicolai añade aquí entre paréntesis y por vía de acla- en todo caso estaría en su lugar al margen, pero no en el
ración (que por cierto no parece necesaria) ( i d esl, qumlibel) testo por razones análogas á lo apuntado en la nota 2 de la
« es decir, cualquiera» : inserción injustificable, y no autori- página 258.
CUESTIÓN X X X V I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 261
ma tristeza implica cierta fatiga ó pade- tristeza : porque ningún efecto disminuye
cimiento de la potencia apetitiva. A s í su causa, y el llanto ó gemido es efecto
pues como todo reposo del cuerpo sumi- de la tristeza ( 3 ) . L u e g o no la dismi-
nistra un remedio contra cualquiera fati- nuyen.
ga , que le proviene de alguna causa in- 2.° A s í como el llanto ó gemido es
natural ; igualmente toda delectación es efecto de la tristeza, así la risa lo es de
un antídoto para mitigar cualquier ti'is- la alegría. E s así que la risa no disminu-
teza, proceda de donde quiera. y e la alegría. L u e g o el llanto no alivia
A l argumento 1.° diremos que, aunque la tristeza.
no toda delectación contraría á toda tris- 3.° E l llanto nos representa un mal,
teza según la especie, sí la contraría en que contrista ; y la imaginación de lo que
cuanto al género ( 1 ) , como se lia dicho entristece aumenta la tristeza, como la
( C. 35, a. 2, al 2.°) : y así por parte de de lo que deleita la delectación. L u e g o
la disposición del sujeto cualquiera tris- parece que el llanto no mitiga la tristeza.
teza puede atenuarse por cualquiera de- Por el contrario, dice San Agustín
lectación. ( Confess. 1. 4, c. 4 ) que, cuando se dolía,
A l 2.° que las delectaciones de los ma- de la muerte de su amigo, « solamente en
los no causan la tristeza en el presen- » l o s sollozos y lágrimas encontraba al-
te (2) sino en el futuro; es decir, en lí) gun lijero desahogo » .
cuanto los malos se arrepienten de los Conclusión. Las lágrimas y gemidos
males, de que se alegraron : y esta triste- disminuyen naturalmente la tristeza.
za se disipa por delectaciones contrarias. Responderemos, que las lágrimas y
A l 3.° q u e , cuando dos causas inclinan los sollozos mitigan naturalmente la tris-
á contrarios movimientos, cada una im- teza; y esto por dos razones. 1. Porque a
pide á la otra; y sin embargo triunfa de- ciertamente todo lo nocivo interiormente
finitivamente la que es más fuerte y t e - reconcentrado aflige m á s , sobreescitando
naz. Mas en aquel, que se entristece por la intención del alma acerca de e l l o ; al
las cosas, de que solía deleitarse con paso q u e , cuando se difunde al esterior,
el amigo muerto ó ausente, hállanse entonces la intención del alma se distri-
dos causas obrando en sentido opuesto: b u y e en cierto modo al esterior, atenuán-
porque la reflexión sobre la muerte ó au- dose así el dolor interno: por cuya causa
sencia del amigo inclina al dolor, en tanto los hombres sumidos en tristezas, mani-
que el bien presente induce á la delecta- festando su tristeza esteriormente por el
ción ; y así lo uno se amengua por lo llanto ó los sollozos y aun por la palabra,
otro. Ñ o obstante, como el sentimiento logran mitigarla. 2 . Porque siempre la
a
(1) Como que la tristeza en general induce á la fuga, al ó desconocer que á veces también el regocijo da origen á las
paso que la delectación impulsa hacía su objeto. lágrimas y sollozos, como acreditan la observación y la espe-
(2) En cuanto no se alegran al propio tiempo que están riencia.
tristes, sino que la delectación ha precedido á la tristeza, que (4) Plancltim, demostración esterna de dolor ó aflicción por
es natural la subsiga ; aunque también pudiera entenderse medio de golpes ú otros ademanes ; á diferencia de ftetus, que
el futuro del porvenir en la otra vida, cuya incertidumbre y más comunmente significa derramamiento de lágrimas ó la
temor infúndeles tristeza por causa de sus anteriores'deleites acción dellorar, dando así á entender que cualquier desahogo
criminales, conforme á aquello de San Lúeas (6,25): ¡ay de en ademanes ó voces ó gestos contribuye á aliviar la tristeza
metros, los que reís ahora! porque Honréis. interiormente sentida.
(3) Ordinaria y más comunmente ; sin que esto sea negar
262 CUESTIÓN X X X V I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
traria á la del (objeto) que contrista res- doliente de su propio mal causa de otro
pecto del contristado: porque todo efecto dolor; y así duplicado el dolor, parece
está en armonía con su causa, y le es por crecer la tristeza.
consiguiente deleitable ; y , como lo que 3.° Todo mal del amigo contrista como
contrista contraría al contristado, por eso el mal propio, porque un amigo es otro
la habitud del efecto de la tristeza es mismo. Siendo pues el dolor cierto mal;
más (1) contraria al contristado que la sigúese q u e . el dolor del amigo, que se
del objeto aflictivo respecto del mismo (2), conduele, aumenta la tristeza al amigo, á
y por esto se mitiga la tristeza por su pro- quien compadece.
pio efecto en razón de la antedicha con- Por el contrario, dice Aristóles (Ethic.
trariedad. 1. 9, c. 11) que ce en las tristezas el ami-
A l - 2 ° que la relación del efecto á la » g o , que se compadece, consuela.
causa es semejante á la de lo deleitante Conclusión. El amigo compasivo es
con el deleitado; puesto que entre uno y naturalmente consolador en la tristeza
otro h a y conveniencia, y todo lo seme- por el placer anejo á su compasión.
jante aumenta su semejante: así por la Responderemos, que el amigo, que se
risa y otros efectos de la alegría se au- conduele en las tristezas, es naturalmente
menta esta, á no mediar acaso acciden- consolativo. Aristóteles insinúa dos razo-
talmente esceso. nes sobre esto (Ethic. 1. 9, i b i d ) ; 1. por- a
A l 3.° que la imaginación (3) del ob- que , siendo propio de l a tristeza el agra-
jeto, que contrista, naturalmente y de suyo var, viene á ser como una carga, de la
aumenta la tristeza; pero, por lo mismo que procura ser aliviado el que la sufre;
que el hombre se imagina hace lo que le y por lo mismo, cuando uno ve que otros
conviene según tal estado, de ahí nace se contristan de su tristeza, fórmase cierta
cierta delectación: y por la misma razón, idea de que aquella carga la llevan con
si á uno le acomete la risa en una situa- é l , como si se esforzaran por alijerársela,
ción, en que parece que debería llorar; y en consecuencia soporta como más lle-
duélese de esto mismo, como quien hace vadera la carga de la tristeza, como su-
lo que no conviene, según dice Tulio ( D e cede también en las cargas materiales;
quasstionibus Tuscul. 1. 3). 2. y más convincente, porque en el he-
a
(1) En algunosmanuseritos é impresos se echa aquí déme- demás ediciones. La áurea es de las pocas que lo insertan.
nos ei adverbio magls (más), que en verdad parece pertinente (2) Súplase « contristado ».
y aun reclamado por la construcción gramatical, aunque no (3) Representación ideal, ó imagen en su sentido literario
consta en el códice de Alcañiz ni en muchas de las más mo- de concepción ó creación mental.
CUESTIÓN XXXVIII. — ARTÍCULOS IV Y V . 263
» dolor» ; y cita después á este propó- m a s , como también por estos remedios se
sito una estrofa del himno de San A m - restaura la naturaleza al debido estado,
brosio. proviene de ellos la delectación; porque
esto es lo que origina delectación, como
Quies artus solutos queda dicho ( C . 3 1 , a. 1). L u e g o , pues
Kedclit laboris usui, toda delectación mitiga la tristeza, si-
Mentesque fessas allevat
Lnctusque solvit anxios. gúese que por estos remedios corporales
se mitiga.
Al trabajo toma hábiles , A l argumento 1.° diremos, que la mis-
Los miembros la quietud;
Quita al cansado espíritu ma debida disposición del cuerpo, en
Pena y solicitud. cuanto es sentida, causa delectación, y
por tanto mitiga la tristeza.
Conclusión. El sueño y el baño y otros A l 2.° que una de las delectaciones im-
remedios corporales como estos restau- pide la otra, como se ha dicho ( C . 3 1 ,
rando las fuerzas del cuerpo y norma- a. 8 ) ; y sin embargo toda delectación
lizando el movimiento vital, mitigan tam- mitiga la tristeza. L u e g o no hay incon-
bién la tristeza. veniente en que por causas, que se impi-
Responderemos que, según se ha di- den mutuamente, se mitigue la tristeza.
cho ( C . 37, a. 4 ) , la tristeza según su es- A l 3.° que toda buena disposición del
pecie repugna á la moción vital del cuer- cuerpo refluye en cierto modo al corazón,
po ; y por lo tanto aquellas cosas, que como al principio y fin de los movimien-
restablecen la naturaleza corporal á su tos corporales, según se dice en el libro
debido estado de movimiento vital, son De causa rnotüs animalium ( D e Comm.
contrarias á la tristeza y la mitigan. A d e - animal, mot. c. 11).
CUESTIÓN XXXIX.
Sobre esto formulamos cuatro preguntas : 1. Toda tristeza es un m a l ? - 2 . Puede ser un bien ho-
a a
3> teza es un mal por su misma natura- (simpliciter) y en sí mismo (secundum se);
leza» ; y lo que es naturalmente malo, lo y en este sentido toda tristeza es cierto
es siempre y en cualquier parte. L u e g o mal; porque la inquietud del apetito del
toda tristeza es mala. hombre por el mal presente tiene carác-
2.° A q u e l l o , que todos huyen, aun los ter de mal, puesto que impide el reposo
virtuosos, es malo; y todos huyen la tris- del apetito en el bien (2); 2. hipotéti- a
teza, aun los virtuosos, porque (Ethic. camente, suponiéndose otra cosa, cual se
1. 7, c. 11), «aunque el sabio no procure dice ser un bien la vergüenza bajo el sur
» deleitarse, desea no entristecerse ». L u e - puesto de alguna acción torpe cometida
go la tristeza es un mal. • (Ethic. 1. 4, c. últ.). A s í pues, supuesto
3.° A s í como el mal corporal es el ob- algo contristable ó doloroso, pertenece
jeto y causa del dolor corporal, así el á la bondad el que alguno se entristezca
mal espiritual es el objeto y causa de la ó duela del mal presente : porque el no
tristeza espiritual. E s así que todo dolor entristecerse ó dolerse no sucedería, sino
corporal es un mal del cuerpo. L u e g o porque ó no lo sintiese ó no lo estimase
toda tristeza espirituales un mal del alma. repugnante á s í , y tanto lo uno como lo
otro es notoriamente malo. Por lo tanto
Por el contrario, la tristeza del mal
pertenece á la bondad el que, supuesta
contraría á la delectación del mal. P e r o
la presencia del mal, se siga la tristeza
la delectación del mal es m a l a , pues
ó el dolor: y esto es lo que espresa San
en detestación de algunos se ha dicho
Agustín (Super. Gen. ad. litt. 1. 8, c. 14),
(Prov. 2, 14) que se alegran, cuando
cuando dice: « es también bueno el que
hacen mal. L u e g o la tristeza acerca del
» duela el bien perdido; porque, si no
mal es buena.
» hubiese quedado algún bien en la natu-
Conclusión. Toda tristeza es absolu- » raleza, de ningún (3) bien perdido ha-
tamente [1] mala en sí misma ó cierto
(1) Claro es que se habla aquí déla bondad ó malicia moral, puede ser buena, aunque en sí misma es en absoluto mala.
como en los tratados anteriores; y asilo hoce constar el C. Ca- (2) Ya porque no pueda poseerse, ya porque no cause de*
yetano. Advierte ademas que deben distinguirse cuatro espe- leite en el poseedor por la perturbadora interposición de la
cies de actos humanos relativamente á su moralidad : buenos ansiedad ; por más que no es esencial al mal el contrariar di-
per se, como el honrar á Dios ; malos per se , como el mentir ; rectamente ásu mismo bien, en cuya privación consiste. Véase
indiferentes de suyo, como alzar del suelo una paja ; y otros el a. 1 de la C. 48 de la 1. P. y su nota 2, pág. 407 del T. 1.°;
a
en fin malos en sí aisladamente considerados, pero que pue- como también la Conclusión de su a. 4, pág. 411 ibid.
den cohonestarse ó ser buenos por razón de alguna circuns- (3) Nullius boni amtssi dolor; pero mejor nullus... dolor en'
tancia, como el de quitar la vida á un hombre, según que se conformidad con la letra genuina ó autógrafa de San Agus-
haga sin ó con autoridad competente, cual la del ejecutor do tín, debiendo así traducirse : « ningún dolor de bien perdido
la justicia pública y la del soldado en acción de guerra justa. »habría...» Wlcolai,
A esta última clase pertenece la moralidad de la tristeza, que
266 CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULOS I Y ifi
» bría dolor en la pena». P e r o , como las tad, según se ha dicho ( C . 19, a. 1);
locuciones morales se refieren á los indi- parece que la tristeza contraría á la rec-
viduos, cuyas son las operaciones, lo que titud de la voluntad, y por lo tanto no
es hipotéticamente bueno debe juzgarse tiene visos de bien honesto.
t a l ; así como lo que es hipotéticamente Por el contrario, todo lo que merece
voluntario se considera que lo es (Ethic. el premio de la vida eterna, implica ra-
lib. 3 , c. 1), según se ha dicho (C. 6, zón de bien honesto ; y tal es la tristeza,
a. 6). como se ve por estas palabras ( M a t t h . 5,
A l argumento 1.° diremos, que San 5) : Bienaventurados los que lloran, por-
Gregorio Niseno habla de la tristeza re- que ellos serán consolados. L u e g o la tris-
lativamente al mal que contrista, mas no teza es bien honesto.
por parte del que esperimenta el mal y Conclusión. La tristeza puede ser un
le rechaza; y aun bajo este concepto elu- bien honesto bajo el mismo concepto de
den todos la tristeza, en cuanto huyen buena en sí.
del m a l , aunque no se sustraen al senti- Responderemos q u e , por la misma
miento ni á la repulsión del mal. L o propio razón, por la que la tristeza es un bien,
debe decirse también del dolor corporal, puede ser un bien honesto : porque se ha
porque el sentimiento y la recusación del dicho (a. 1) que la tristeza es un bien,
mal corporal son una prueba de la bon- según que se conoce y rechaza el m a l ; y
dad de la naturaleza. que estas dos cosas en el dolor corporal
D e lo espuesto se deducen claramente prueban la bondad de la naturaleza, de
las contestaciones al 2.° y 3. argu-
er
la cual proviene que el sentido sienta y
mentos. la naturaleza repela lo lesivo, que pro-
duce el dolor. Respecto empero de la
A R T Í C U L O I I . — l » tristeza puede ser tristeza interior el conocimiento del mal
u n b i e n honesto? resulta algunas veces del recto juicio de
la razón, y la repulsión del mal procede
l.° Parece que la tristeza no tiene ca- de la voluntad bien dispuesta y que de-
rácter de bien h o n e s t o : porque lo que testa el mal. Pero todo bien honesto pro-
conduce á los infiernos es contrario á lo viene de estas dos (causas), es decir, de
honesto; y , como dice San Agustín (Sup. la rectitud de la razón y de la voluntad.
Gen. ad lit. 1. 12, c. 33), « Jacob parece L u e g o es evidente que la tristeza puede
» t u v o temor de que la demasiada tris- ser un bien honesto.
» teza le perturbase de tal m o d o , que no A l argumento 1.° diremos que todas
» fuese al descanso de los bienaventura- las pasiones deben tener por regla á la
» d o s , sino al infierno de los pecadores». razón, raíz del bien honesto, que tras-
L u e g o la tristeza nada tiene de bien h o - pasa la tristeza inmoderada, de la que
nesto. habla San A g u s t í n ; y por lo tanto deja
2.° E l bien honesto es laudable y me- de ser honesta.
ritorio. P e r o la tristeza disminuye el con- A l 2.° q u e , así como la tristeza por el
cepto de alabanza y mérito; porque dice mal procede de la voluntad y de la recta
San P a b l o ( i i Cor. 9, 7): cada uno como razón, que detesta lo malo; así la tristeza
propuso en su corazón, no con tristeza sobre el bien nace de la razón y voluntad
ni como por fuerza. L u e g o la tristeza no pervertidas, que detestan el bien: y por lo
es un bien honesto. tanto esta tristeza impide la alabanza ó
3.° Como dice San Agustín ( D e civ. mérito del bien honesto, como cuando al-
D e i , 1. 14, c. 15), « la tristeza proviene guno da limosna con tristeza.
» de las cosas, que acontecen contra nues- A l 3.° que algunas cosas suceden al
» tra voluntad». M a s no querer aquellas, presente, que no se verifican porque Dios
que suceden presencialmente, es tener vo- las quiere, sino porque las permite, como
luntad contraria á la ordenación divina, los pecados: por consiguiente la voluntad,
á cuya providencia está sometido todo rechazando el pecado existente en sí ó en
cuanto se hace. L u e g o , como la confor- otro, no está en desacuerdo con lá volun-
midad de la voluntad humana con la di- tad de D i o s . P e r o los males penales
vina pertenece á la rectitud de la volun- ocurren de presente como castigos, aun
CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULOS i l l Y IV.
queriéndolo Dios; si bien para la rectitud esceso por amor, ó bien porque se preci-
de la voluntad no es requisito necesario pita en algo m a l o , como se ve en los bie-
que el hombre los quiera en sí mismos, nes temporales; y en este sentido la tris-
sino únicamente que no contraríen el teza de los bienes temporales puede ser
orden de la justicia d i v i n a , como se ha útil, como se dice ( E c c l . 7, 3) : Mejor es
dicho ( C . 1 9 , a. 10.) ir á la casa del luto que á la casa del
convite ; porque en aquella se recuerda
ARTÍCULO I I I . — t a tristeza puedo ser elfin de todos los hombres. Por esta razón
un bien útil ¥ la tristeza respecto de todo mal digno de
evitarse es ú t i l , porque tiene una doble
1.° Parece que la tristeza no puede ser causa de huida; pues lo malo debe huirse
un bien ú t i l ; porque se dice ( Eccli. 30, por sí, y de la tristeza misma todos h u -
25): á muchos mató la tristeza, y no hay y e n , como todos apetecen el bien y la
utilidad en ella. delectación de lo bueno. L u e g o , así como
2° L a elección se hace de aquello, que la delectación en el bien es causa de que
es útil para algún fin. P e r o la tristeza no se busque con más avidez lo bueno , así
es elegible; porque lo mismo se debe ele- la tristeza del mal lo es de que se huya
gir preferentemente sin tristeza que con de él con más vehemencia.
ella, como se dice (Top. 1. 3 , c. 2, loe. 23 A l argumento 1.° diremos, que aquella
y 24). L u e g o la tristeza no es un bien útil. autoridad habla de la tristeza inmodera-
3.° Todo ser existe para su operación d a , que absorbe el ánimo; porque esta
(De ccelo, 1. 2, t. 17). Mas la tristeza im- paraliza el ánimo é impide que huya del
pide la operación ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 5 ). mal, como se ha dicho ( C . 37, a. 2).
Luego la tristeza nada tiene de bien útil. A l 2.° que, como todo lo elegible se
Por el contrario : el sabio no busca hace menos elegible por causa de la tris-
sino lo útil; y , según se lee (Eccl. 7, 5): t e z a , igualmente todo lo que merece
el corazón de los sabios está en donde hay huirse tórnase más repulsivo por causa
tristeza, y el corazón de los necios en de ella; y respecta de esto la tristeza es
donde hay alegría. L u e g o J a tristeza es útil.
útil. A l 3.° que la tristeza sobre alguna
Conclusión. La tristeza no es útil [ 1 ] , operación la impide; pero la tristeza por
en cuanto por ella el apetito rehusa el la cesación de la operación mueve á obrar
mal presente; pero [ 2 ] sí lo es, según que con más avidez.
lo repele como aflictivo, si realmente es
digno de evitarse de suyo ó como ocasión ARTÍCULO I V . — E I dolor del cuerpo
de mal. e s el sumo m a l ?
R e s p o n d e r e m o s , que del mal pre-
sente surgen dos movimientos apetiti- l.° Parece que la tristeza es el sumo
vos : 1.° u n o , por el que el apetito m a l ; porque á lo « óptimo se opone lo
contraría al mal presente , y bajo este » pésimo » ( E t h . 1. 8 , c. 10 ) ; y cierta
concepto la tristeza no es útil, puesto delectación, cual es la que pertenece á la
que lo que está presente no puede no felicidad, es lo óptimo. L u e g o alguna tris-
estarlo; 2.° otro, que impele el apetito teza es el sumo mal.
á huir y repeler el m a l , que contrista; y 2.° L a beatitud es el sumo bien del
según el cual es útil la tristeza, si el tal hombre; porque es su último fin. Pero la
mal debe evitarse; porque se debe huir beatitud consiste en que el hombre tenga
algo por dos motivos : 1.° por sí mismo, cuanto quiera y nada malo quiera, como
como contrario al bien, cual el pecado ; y se ha dicho ( C . 3 , a. 4 , arg. 5.°; y C. 5
así la tristeza del pecado es ú t i l , para a. 8 , arg. 3.°). L u e g o el sumo bien del
que el hombre lo e v i t e , como dice el hombre es el cumplimiento de su misma
Apóstol ( n Cor. 7, 9 ) : Gozo, no porque voluntad. Consistiendo pues la tristeza
os contristasteis, sino porque os contris- en que acontece algo contra la voluntad,
tasteis para penitencia; 2.° no como como consta ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 1 5 ) ;
malo en sí, sino por ser ocasión de mal, sigúese que la tristeza es el sumo mal del
ya porque el hombre se adhiere á él con hombre, ,
268 CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULO IV.
( 1 ) Pecado, en cuanto á gozar ó querer gozar de lo delezna- ó por considerarlos dignos de fruición legítima y racional.
ble, cual si fuese el bien inmutable y único, de que es lícito y (2) Entendiéndose que la delectación se refiere al bien re-
plausible gozar, propiamente hablando ; y pena del pecado, conocido como tal por la razón y aceptado por la voluntad, y
en cuanto á carecer y dolerse ó contristarse de no poseer esos la tristeza á su vez juzga con acierto y rehuye respectiva-
mismos bienes aparentes y transitorios, aunque en esto mismo mente asimismo el mal.
hay también pecado, siendo inmoderado el tal pesar ó tristeza
CUESTIÓN XL.
Examinaremos á continuación las pasiones de la. (parte) irascible: 1.° la esperanza y la desespera-
ción; 2.° el temor; 3." la ¡ra.
El primero de estos puntos comprende ocho artículos. l.° La esperanza es lo mismo que el deseo ó
el apetito? —2.° Reside la esperanza en la potencia aprensiva, ó en la apetitiva ? —3." La esperanza
existe en los animales brutos? — 4.° La desesperación es c o n t r a r i a á la esperanza? —5.° La esperien-
cia es causa de la esperanza?—6.° A b u n d a la esperanza en los jóvenes y los ebrios? —7,° Del orden
de la esperanza al amor. — 8.° La esperanza contribuye á la operación ?
especie diferente que el deseo ó afán. de obtener, porque nadie espera lo que
Por el contrario, las pasiones de di- en manera alguna puede conseguir; y
versa especie corresponden á diversas según esto la esperanza difiere de la
potencias; mas la esperanza corresponde desesperación. A s í pues es evidente que
á lo irascible, y el deseo y el anhelo á lo la esperanza difiere del deseo, como se di-
ferencian las pasiones de lo irascible de
(1) Traducimos cui)ídUas afán, anhelo, ansia, codicia,... to-
f
las de lo concupiscible; y por esta causa
mando cada una de estas voces como sinónima de « deseo ve- la esperanza presupone el d e s e o , como
«hemenle ó intenso».
270 CUESTIÓN X L . — ARTÍCULOS I Y I í .
(1) Esto es exacto respecto de las que acusan ó implican nos sin embargo ponen spectare (mirar ó considerar); y en
movimiento ó consisten en él, y á las que coadyuvan las de efecto el que algo espera, suele mirar, á ver si ya llega ó lo
lo irascible para lograr su objeto, como al deseo la esperanza, ve aparecer : mas la significación de uno y otro verbo varía
estimulándolo y acreciéndole energía y como decisión á obte- notablemente, y la sustitución del segundo presentaría dema-
ner lo arduo y bueno ; no así en cuanto á las que entrañan siado burdo y descubierto el sofisma aquí latente, y más disi-
quietud ó reposo en la pacífica posesión del bien ya obtenido, mulado conservando expectarc ; tanto que la espectacion (bas-
como la alegría y el gozo, y en orden á las cuales preceden tante comunmente usada como sinónima de esperanza aún en
las de la potencia irascible. Así lo hace notar también ISicolai. las Santas Escrituras) pertenece á lo apetitivo según la tesis
(2) La edición antigua de Pádua (1698) pone aquí punto aquí establecida, en tanto que la consideración ó mirada in-
final, y el punto y coma siguiente á la palabra nada (nihil re- telectual es á todas luces propia función de la potencia per-
pulatur) (;) lo transpone después de ul sic ; con cuya cons- ceptiva.
trucción ortográfica habría de traducirse así : «Y, como... (4) Tendencia redoblada (por decirlo así) ó más decidida en
» nada en tal concepto ; parece (videlur por videatur en la citada vista de la dificultad unida á la posibilidad de conseguir la
» edición, como era consiguiente) que el deseo tiende... » posesión del bien arduo.
(3) Expectore generalmente con el códice de Alcañiz; algu-
CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O S II Y III. 271
(1) Como seguridad (expectore) de lograrlo ; á diferencia de así la visible analogía etimológica de las dos palabras especta-
mrare, esperar con inccrtidumbre y como sin garantías ó mo- cion é inspección.
tivos suficientes de certeza. En castellano parécenos más grá- (3) No empero con el nombre mismo de esperanza, sino bajo
fica la distinción antitéticamente espresada por los sustanti- el de anhelo (cupidilalis), como asimismo San Agustín (De
vos que por los verbos. civ, Dei. I. 14, c. 7, 8 y 9). Véase la nota 1, pág. 269.
(2) Contemplación ó detenida y fija mirada, conservando
272 CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS III Y IV.
mueve el animal á algo futuro, como si acceso á términos opuestos; y tal contra
lo previese; como que este instinto les riedad solo se encuentra en las pasiones
ha sido dado por el entendimiento divino, de la (parte) concupiscible, como sucede
que prevée las cosas futuras. a
con el amor y el odio; 2 . por aproxi
A l 2.° que el objeto de la esperanza mación y desvío respecto de un mismo
no es lo posible, según que es una dife término; y esta se halla en las pasiones
rencia de lo verdadero, porque en tal con de la irascible, como queda dicho (ibid.).
cepto va anejo á la relación del predicado Mas el objeto de la esperanza, que es el
con el sujeto; sino que es lo posible con bien arduo, tiene algo de atractivo, se
siderado según alguna potencia, pues así gún que se considera posible de conse
se distingue l o posible en los dos posibles guir; y de este modo se dirige hacia el
antedichos según Aristóteles ( M e t . 1. 5, mismo la esperanza, la cual implica cier
t. 17). ta aproximación : pero, considerada con
A l 3.° que, si bien lo que es futuro no imposibilidad de adquirir, entraña repul
cae bajo la vista; no obstante, por lo que sión ; porque (E th. 1. 3, c. 3), « al encon
actualmente ve el animal, se mueve su »trarse con algo imposible, los hombres
apetito á perseguir ó eludir algo futuro. »retroceden» ( 3 ) ; y así es como la des
esperación considera este objeto : por lo
cual importa cierto movimiento de des
ARTÍCULO I V . — ^ d e s e s p e r a c i o n e s
contraria á l a e s p e r a n z a ?
vío, y en este concepto es contraria á la
esperanza, como el receso al acceso.
A l argumento 1.° diremos, que el te
l.° Parece que la desesperación no es mor es contrario á la esperanza según la
contraria á la esperanza: porque á una contrariedad de objetos, es decir, del bien
sola cosa solo es contraria otra ( M e t 1. y del mal; pues se halla esta contrariedad
10, t. 1 7 ) ; y, siendo el temor contrario á en las pasiones de lo irascible, según que
la esperanza, la desesperación no lo es. se desvían de las de lo concupiscible (4):
2.° L o s contrarios parece que se re pero la desesperación es contraria á la
fieren al mismo objeto. P e r o la esperan esperanza solamente según la contrarie
za y la desesperación no se refieren al dad de avance y retroceso.
mismo objeto; porque la esperanza se re A l 2.° que la desesperación no mira
fiere al bien, y la desesperación á algún al mal considerado como t a l , aunque al
mal impeditivo de la consecución del gunas veces per accidens se refiere al mal
bien. L u e g o la esperanza no es contraria como imposibilitando la consecución (de
á la desesperación. algún bien): puede empero la desespera
os) «Desisten» más propiamente, como algunos modernos
(1) Otros, como la edición áurea, dicen non (no) ; pero Ni
colai prueba no es admisible aquí la negación. comentadores insinúan.
(2) Véase la nota 4, pág. 270. (i) Véase la nota 1, pág. 270.
CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS IV Y V. 243
fl) Desproporción con los medios, de que se dispone para los caracteres propios de cada edad ; pues dice del viejo : miser
ahanzarlo, constitutiva do la imposibilidad del sujeto ó de la abstinct ac timet uli,... res omnes tímida gelidéque nñnislrat,—
inascquibilidad del objeto para él. como esplica en la solución difíicüis, queridas : « mísero y receloso, — tímidamente en todo
al 3." » se conduce,— con frialdad, difícil, quejumbroso, «...
{2J Por cuanto se inicia y acrece á consecuencia del conoci- (4) Wo solo pareciéndole accesible á sus propios alcances in-
miento ó percepción de su objeto. dividuales ; sí tambien.áun contando con la coperacion auxi-
(3) La conciben difícilmente, ó propenden más á desconfiar liar de algún otro, que en casos análogos sabe por esperiencia
que no á abrigar esperanza no muy fundada. Lo propio es- no ha solido faltarle.
presa Horacio en su célebre Epístolatí-los Pisones, describiendo
SUMA TEOLÓGICA —TOMO II. 18
274 CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS V Y VI.
(1) En la edición de Ñapóles (generalmen le de las más es- cuya razón predomina en ellos la esperanza del porvenir en
meradas y correctas) falta este argumento 3.°, cuya solución lontananza á la memoria de lo poco transcurrido de su inci-
sin embargo aparece al fin en su propio lugar : prueba incon- piente carrera : asi es que viven llenos de ilusiones, pare-
cusa-de que su omisión reconoce por causa un descuido tipo- ciéndoles todo fácil y hacedero, sin el contrapeso del escar-
gráfico y sobre todo distracción ó lijereza de los correctores miento y los desengaños, que luego en edad más madura re-
de pruebas. traen al hombre provecto de lo que teme y sabe ya no le es
(2) Respectivamente mirado bajo esos tres diversos aspec- tan accesible, como á primera vista y ante aquella despreocu-
tos, cada uno de los cuales suministra una razón ó prueba. pación juvenil se representa al inesperto.
(3) Hállanse como en el principio de la vida, que más tiene (4) Complexion, ó calor de la sangre ; como vulgarmente
para ellos y á su mismo parecer de futura que de pasada; por decimos.
CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O S V I , VII Y VIII. 275
al 2.° que los jóvenes y los ebrios cierta- esperanza, y no al contrario; porque, por
mente adolecen de debilidad ; mas en su lo mismo que esperamos poder sobreve-
opinión tienen poder, porque no conocen nirnos bienes por medio de alguien, nos
sus defectos. dirigimos hacia él como á nuestro bien,
A l 3.° que no solo la esperiencia sino y así comenzamos á amarle. M a s en el
también la inesperiencia es en cierto mo- hecho mismo de amar á uno no espera-
do una causa de la esperanza, como se mos de él sino per accidens, esto e s , en
ha dicho (a. 5). cuanto creemos que nosotros somos tam-
bién amados recíprocamente por é l : por
ARTÍCULO "VII. — t a esperanza es consiguiente el que alguien nos ame
causa del amor? hace que nosotros esperemos de él ; pero
el amor á él es causado por la esperanza,
l.° Parece que la esperanza no es cau- que de él tenemos.
sa del amor: porque según San Agustín D e esto se deduce la contestación á
(De civ. D e i , 1. 14, c. 7 y 9 ) « la prime- los argumentos.
s ra de las afecciones del alma es el amor».
Es así que la esperanza es cierta afección A R T Í C U L O V I I I . — ¿ t a esperanza
del alma. Luego el amor precede á la coadyuva á l a o p e r a c i ó n , ó m á s bien l a im-
esperanza; la cual por consiguiente no pide ?
causa el amor.
2.° E l deseo precede á la esperanza; l.° Parece que la esperanza no ayuda
y el deseo es causado por el amor, como y antes impide la operación : porque la
se ha dicho ( C . 28, a. 6 al 2.°). L u e g o seguridad pertenece á la esperanza; y la
también la esperanza sigue al amor : y seguridad produce la negligencia, que
en su consecuencia no lo produce. impide la operación. L u e g o la esperanza
3.° L a esperanza causa delectación, se- impide la operación.
gún lo dicho ( C . 32, a. 3). P e r o la delec- 2.° L a tristeza impide la operación,
tación no tiene lugar sino sobre lo amado. como se ha dicho ( C . 38, a. 3 ) ; y la
Luego el amor precede á la esperanza. esperanza causa algunas veces tristeza,
Por el contrario : á propósito de estas pues se dice (Prov. 13, 12) : la espe-
palabras ( M a t t h . 1 , 2 ) : Abrahan en- ranza, que se retarda, aflige al alma.
gendró á Isaac, Isaac engendró á Ja- L u e g o la esperanza impide la operación.
cob , dice la Glosa (interl.) : « la fe á la 3.° L a desesperación es contraria á la
» esperanza y la esperanza á la caridad». esperanza, como se ha dicho (a. 4). Pero
Mas la caridad es amor. L u e g o el amor la desesperación ayuda á la operación
es causado por la esperanza. principalmente en los combates ; pues se
Conclusión. La esperanza , [ 1 ] en dice ( n R e g . , 2 , 26) que «la desespera-
cuanto mira al bien esperado, es efecto del ción es peligrosa» (1). Luego la espe-
amor; más [ 2 ] respecto de aquel, por ranza produce el efecto contrario, esto
quien algo se nos hace posible, es causa es, impidiendo la operación.
de amor. Por el contrario, dícese (i Cor; 9,
Responderemos, que la esperanza pue- 10) que el que ara, debe arar con la es-
de referirse á dos cosas : pues se refiere peranza de percibir los frutos ; y la mis-
al bien esperado como á su objeto ; mas, ma razón hay en todo lo demás.
como el bien esperado es lo arduo posi- Conclusión. La esperanza por su pro-
ble , y lo arduo se nos hace algunas veces pia condición coadyuva á la operación,
posible, no por nosotros, sino por otros; fomentándola.
por lo tanto, también la esperanza se Responderemos, que la esperanza en-
refiere á aquello, por lo que una cosa se traña en sí misma concurrencia á la
nos hace posible. A s í pues, en cuanto la operación, activándola; y esto en dos
esperanza mira al bien, es causada por conceptos : 1.° por razón de su objeto,
el amor ; pues no hay esperanza sino de que es el bien arduo posible; pues la
un objeto deseado y amado : pero, en apreciación de lo arduo escita la atención,
cuanto á aquel, por quien se nos hace
posible algo, el amor es producido por la (i) Al enemigo ó á quien la provoca, como se ve en la so-
lución.
276 CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O VIII.
CUESTIÓN XLI.
Del temor considerado en sí mismo.
(1) FU enim : algunos léon etium (laminen), y ambas voces veces lo futuro en lo universal, aunque muy remoto; sino
caben muy bien juntas aquí con cierto éní'asis ó insistencia, concretándose al estrecho ámbito, del alcance de su vista, aun
no del todo impertinente según el contesto ; aunque solo una respecto de lo no presente todavía en sí : al modo que el
ú otra se halla, y no las dos. perro, viendo y saboreando un hueso ó tajada, espera le den
(2) Véase la nota 5, pág. 177. otro, ó porque ve se lo han echado al gato ó á otro perro ; ó
(3) Aliqticm; otros aliquod bomim (algún bien). Véase, para huye ante el castigo por otro recibido, temiendo no le llegue
comprender bien esto, la C. 48, a. 2 y 3, d e l a l . " P.,T. 1.° pá- su turno de sufrirlo como él.
ginas 400 y 410 s y la nota 2 de la pág. 20, ibid. (0) « El bien esperado, dice (c. 12) produce el afán (cnpidi-
(4) En su acepción física de facultad ó potencia activa de » talan), y el mal inminente da origen-al lemor ; como el bien
obras; y no en sentido moral, como hábito de obrar moral- » ya presente causa alegría, y el mal actual tristeza» : y, des-
mente bien : así el temor es pasión de la parte ó potencia pués de tratar de la alegría ó complacencia (c. 13) y (c. 14)
irrascible. de la tristeza ó dolor, pasa á esponer (c. 15) el temor, enume-
(5) río empero como el hombre por el raciocinio prevée á rando sus especies, que se esplicarán en el a. 4, arg. l.°
278 CUESTIÓN X L I . — A R T Í C U L O S II Y III.
también la esperanza: p u e s , así como el » pues el alma no quiere ser separada del
objeto de la esperanza es el bien futuro, » cuerpo » ( 2 ) .
arduo, posible de conseguir; así el objeto 2.° E l temor nace del amor según lo
del temor es el mal futuro difícil, al cual dicho ( a . 2 , al 1.°). E s así que hay al-
no puede resistirse. Por consiguiente el gún amor natural, como dice S. Dionisio
temor es una pasión especial del alma. ( D e div. nom. c. 4, p. 2 , lect. 9). L u e g o
A l argumento 1.° diremos, que todas también hay algún temor natural.
las pasiones del alma se derivan de mi- 3.° E l temor es opuesto á la esperanza,
sólo principio, á s a b e r , del amor, en el según queda dicho ( C. 4 0 , a. 4 , al 1.°).
que tienen recíproca conexión; y por ra- P e r o hay alguna esperanza natural, como
zón de esta c o n e x i ó n , disipado el temor, se ve por lo que se dice (Rom. 4 , 18) de
desaparecen las demás pasiones del alma; A b r a h a m , que creyó en la esperanza ( de
no empero porque sea una pasión general. la gracia) contra la esperanza (de la na-
A l 2.° que no toda fuga del apetito es turaleza). L u e g o hay también algún te-
temor, sino la fuga de algún objeto espe- mor natural.
c i a l , como se ba dicho. P o r lo tanto, Por el contrario : las c o s a s , que son
aunque la huida sea una cosa general, naturales, se hallan comunmente en los
sin embargo el temor es una pasión es- seres animados é inanimados. E s así
pecial. que (3) el temor no se halla en las cosas
A l 3.° que el temor de ninguna manera inanimadas. L u e g o el temor no es na-
existe en lo concupiscible; pues no se re- tural.
fiere al mal en absoluto, sino con cierta Conclusion. Ningún temor [ 1 ] es na-
dificultad ó arduidad ( 1 ) , de modo que tural , como anejo á la naturaleza en
apenas se le puede resistir. Pero , como común aun de los seres privados de
las pasiones de lo irascible se derivan de razón; pero [ 2 ] sí lo es alguno en la
las de lo concupiscible y en estas termi- naturaleza intelectiva, que naturalmente
nan, según se ha dicho (C. 2 5 , a. 1 ) ; por elude lo que la repugna ó no la es conve-
eso se atribuyen al temor las que perte- niente.
necen á la (potencia) concupiscible: pues R e s p o n d e r e m o s , que un movimiento
se dice que el temor es tristeza, en cuanto se dice natural, porque la naturaleza in-
el objeto del temor contrista, si está pre- clina á él. M a s esto sucede de dos modos:
sente; por lo cual dice Aristóteles (ibid.) 1.° completándose un todo sin operación
que « e l temor procede de la fantasía del alguna de virtud aprensiva; como ser
» m a l futuro corruptivo ó contristativo». movido hacia arriba es movimiento natu-
D e la misma manera también el D a m a s - ral del f u e g o , y crecer lo es de los ani-
ceno atribuye el deseo al t e m o r ; por males y las plantas ; 2.° di cese natural
cuanto, así como la esperanza es causada un movimiento, al que la naturaleza in-
ú originada del deseo del b i e n , así tam- clina , aunque no se perfeccione sino por
bién el temor de la huida del mal, la cual la aprensión; puesto q u e , como se ha
proviene del deseo del bien, como consta dicho (C. 1 0 , a. 1; y C. 17, a. 9, al 2.°),
de lo dicho (C. 2 5 , a. 2 ; C. 29 , a. 2 ; y los movimientos de la virtud cognitiva y
C. 36, a. 2 ) . apetitiva redúcense á la naturaleza, como
i á su primer principio: y según este modo
pueden decirse naturales aun los actos
ARTÍCULO I I I . — H a y algún temor na- mismos de la potencia aprensiva, cuales
tural? son el entender, sentir y recordar, y á
veces también los del apetito animal. Asi
es pues como puede decirse natural el
1.° Parece que algún temor es natural;
temor, y se distingue del no natural
porque dice el Damasceno (Orth. fid. 1. 3,
según la diversidad del objeto : porque,
c. 23 ) que <r h a y cierto temor natural,
flj Que se le supone adjunta, siendo por lo mismo difícil de (3) Esta premisa menor no se halla en la citada edición de
vencer ó repeler ; como asimismo deja dicho respecto al bien Ñapóles (1763) por descuido involuntario sin duda ; ni era ab-
arduo ó de difícil consecución (C. 40, a. 1). solutamente necesaria, como es obvio y palmario : pero vé-
(2) Esplicando las palabras de San Marcos (14, 33) referen- rnosla en todas las demás con entera unanimidad.
tes al Salvador, cospu poneré (comenzó á sentir pavor).
CUESTIÓN X L I . — ARTÍCULOS IIÍ Y I V . 279
(IJ También aquí falla la palabra bonum en la edición ci- cado más de una vez con Píicolai.
tada en la nota precedente : lo cual nos hace sospechar algu- (3) De orth. fld. 1. 2, c. 15 ; aunque algunos con Fabro Esta-
na interinidad ó suplencia del corrector con desventaja res- pulense ponen estupor en lugar de admiración) y terror en vez
pecto del habitual y constante, cuyo esmero á conciencia de estupor ; ademas de interpretar scgniliem por tardanza (cun-
hemos tenido frecuentes ocasiones de observar y aplaudir ctationcm), fundándose en que\o.floiedad (segnities) supone cierta
hasta ahora, siendo en verdad la que mayor confianza y ga- lentitud habitual, que en la tardanza es actual ó de presente :
rantías de acierto nos viene brindando. Aliquando bonus dormi- y esta última sustitución afecta al libro de Nemesio, al paso
lat Ilojiterm. que las dos primeras al de San Juan Damasceno,
(2) Nemesio (De nal. Hom. c. 20), según dejamos ya rectifí-
280 CUESTIÓN XLI. — ARTÍCULO IV.
(1) Cuya indiferencia activa, que es ese mismo dominio de (2) Tranquila y como deleitable, que escita el ánimo á co-
su actuación, queda libre y á salvo á pesar de cualquiera pre- nocer loque así le admira ; no la de que aquí se trata, y que
determinación, que solo afecta y derógala indiferencia pasiva lo perturba con vehemencia tal, que apenas le deja capaz de
del objeto puesto así en acción. procurar ese conocimiento.
CUESTIÓN XLII.
1." El objeto del temor es el bien, ó el mal? —2.° Lo es el mal de la naturaleza? — 3.° 0 el temor del
mal de culpa? —4.° Puede s e r t e m i d o e l mismo t e m o r ? —5.° Las cosas repentinas, son más t e m i d a s ?
— G.° Son más temidas las c o s a s , contra las que no h a y remedio ?
(1) Supcr alium essa leemos comunmente en casi todas las cosas, tales como son en sí (per se), y no bajo un carácter acci-
ediciones y códices. Nicolai empero escribe : esse ipsim est ter- dental (ó per accidens). Y así pues sucede que la prosecución,
ribile (la existencia misma es terrible). Aristóteles dice según tiene como propio per se al bien, y la fuga al mal en el mismo
la versión de Trapezuncio : « el estar en poder de otro natu-
-
sentido. De donde se sigue que no hay prosecución del mal
» raímente y por lo común infunde temor », in potcstatc alte- sino es per accidens, es decir, en cuanto va unida la idea del
rim me, ut plurlmum ¡mtum est limorem inferre. La siguiente bien : de este modo la audacia es un movimiento prosecutivo
premisa menor del silogismo parece fundarse en la construc- del mal, como se verá en la Cucst. 45. De igual manera no
ción, á que responde nuestra versión, que es la generalmente se concibe fuga acerca del bien, sino per accidens, es decir, por
admitida : ó, en caso de adoptarse la interpretación in potes- el mal que lleva unido ; y por eso la desesperación se dice fuga
tale... habría de traducirse « ejercer potestad sobre otro... » ; del bien. Estamos conformes con el C. Cayetano.—M. C. G.
lo cual parece violento. (3) INo como en el sujeto mismo, que reciba ó sufra tal da-
(2) Esto no parece cierto; porque la audacia, que implica ño ; sino en el objeto, sobre que recaiga ó al que afectar pue-
prosecución, tiene sin embargo por objeto el mal; y la desespe- da , como arrebatando el bien á quien mucho lo ama y que es
ración, que envuelve en su concepto la fuga, tiene al bien-por el perjudicado.
objeto. — A lo cual se dice que aquí se trata de todas estas
CUESTIÓN X L I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .
lí) Propenso á perjudicar ó molestar, sin cuidarse de si lo su tormento á su cruel atormentador: « hiere el pellejo do
hace justa ó injustamente ; de manera que, no solo está en su » Anacársis, que á Anacársis no lo hieres». Más sublime es
mano "y arbitrio el poder cansar daño, sino que de hecho pro- el ejemplo de San Lorenzo, brindando desde su candente par-
pende á ocasionarlo y lo irroga. rilla al verdugo : versa el manduca, « dame vuelta, y ya puo-
(1) Timelur ; según otros tlmet. » des comer ; que de este lado estoy bien asado ya » : y los
(3) Induce á los tímidos á pedir consejo, para precaverse ó mártires en general se mostraban serenos é impávidos en sus
preservarse del mal que temen. suplicios ¡ si bien los sostenía y confortaba el auxilio sobre*
(4) Así el filósofo Arlacársis apostrofaba desde el potro de natural, del que aquí no se trata.
CUESTIÓN X L l l . — A R T Í C U L O S " II Y III.
fl) 0 se prevéen como inminentes, al menos juzgándolos ya que puede evitarla ; y es herético suponerla incurrida por ne-
próximos ; es decir, representándolos como tales la fantasía, cesidad inevitable, como han pretendido los sectarios del pro-
sin que esta representación haya sido neutralizada de las dos testantismo en sus diversas fases, dando por abolido ó anula-
maneras indicadas en el cuerpo del artículo. do el libre albedrío á consecuencia del pecado original, como
(2) Se ve pues por esta afirmación terminante que la culpa ya repetidas veces dejamos anotado en la 1. P., y señalada-
a
depende siempre do la libre voluntad y arbitrio del hombro, mente en la pág, 062, nota 3, del Ti 1.° .
284 CUESTIÓN XLII. — ARTÍCULOS III Y IV.
más teme el hombre la seducción (1) que temiera, temiéndolo se guardaría el hom-
la culpa según su propia naturaleza, esto bre de t e m e r : lo cual parece inconve-
es, en cuanto es voluntaria; pues en este niente (2).
concepto no es de temer. / 2.° E l temor es una h u i d a , y nadie
A l argumento 1.° diremos, que la se- huye de sí mismo. L u e g o el temor no
paración de Dios es cierta pena consi- teme al temor.
guiente al pecado , y toda pena procede 3.° E l temor es de lo futuro; mas el
en algún modo de una causa esterior. que teme, ya tiene temor. L u e g o no pue-
A l 2.° que la tristeza y el temor tie- de temer al temor.
nen de común el serlo su objeto, que es Por el contrario: el hombre puede
el m a l ; mas difieren en dos cosas : 1. en a
amar el amor y dolerse del dolor. L u e g o
que la tristeza es del mal presente, y el por identidad de razón puede temer al
temor del mal futuro; y 2. en que la a
temor.
tristeza, residiendo en lo concupiscible, Conclusión. El temor [1] puede te-
se refiere al mal en absoluto, por lo cual merse, como procedente de causa estrín-
puede tener lugar sobre cualquier mal, seca; no [2] empero , en cuanto depende
pequeño ó grande; al paso que el temor, de la voluntad.
perteneciente á lo irascible , se refiere al R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
mal arduo y difícil, y que deja de serlo (a. 3 ) solo es terrible aquello, que pro-
en cuanto depende de la voluntad. E n viene de causa estrínseca ; mas no lo que
su consecuencia no tememos todas las proviene de nuestra voluntad. E l temor
cosas futuras, que presentes nos entris- empero proviene en parte de causa es-
tecen ; sino solo algunas, que son ar- trínseca , y en parte depende de la vo-
duas. luntad. Proviene de causa estrínseca, en
A l 3.° que la esperanza tiene por ob- cuanto es cierta pasión resultante de la
jeto el bien asequible, y puede uno al- idea ( 3 ) del mal inminente ; y en este
canzar el bien, ya per se, ya per aliud: concepto puede alguno temer al temor,
por cuya razón la esperanza puede ser de es decir, la inminente necesidad de temer
un acto de virtud, que está en nuestra á causa del cercano ataque de algún mal
potestad cumplir ; mas el temor es del notable: mas depende de la voluntad, en
m a l , que no está sometido á nuestro cuanto el apetito inferior obedece á la
poder : y en este concepto siempre el razón ; por lo cual el hombre puede re-
m a l , que se t e m e , proviene de causa es- chazar el temor, y en tal sentido este
trínseca; en tanto que el b i e n , que se temor no puede ser temido, como dice
espera, puede provenir lo mismo de causa San Agustín ( Qq. 1. 83, q. 33). Mas,
intrínseca, que de estrínseca. como por las razones que aduce podría
A l 4.° que según lo dicho ( C . 41, a. 4, alguno tratar de demostrar que el temor
al 2.° y 3.°) la vergüenza no es el temor no es temido de modo a l g u n o , es preciso
del acto mismo del p e c a d o , sino de la responder á ellas.
torpeza ó ignominia, que se s i g u e , y que A l argumento 1.° diremos, que no todo
proviene de una causa estrínseca. temor es un solo temor; sino que según las
diversas cosas, que se t e m e n , hay diver-
A R T Í C U L O I V . — El temor mismo pue- sos temores : nada impide pues que por
de s e r temido? un temor se preserve alguien de otro
t e m o r , guardándose de este modo de
l.° Parece que no puede temerse el te- temer á dicho temor.
mor mismo : porque todo lo que se teme, A l 2.° que, siendo uno el temor, por el
temiendo es custodiado, para no perderlo; que se teme el mal inminente, y otro
como el que teme perder la s a l u d , te- aquel, por el que se teme el mismo temor
miendo la guarda. Si pues el temor se del mal que amenaza; no se sigue que lo
(1) TJ otra tentación cualquiera grave, á la que le sea muy por desarraigarlo.
difícil resistir, y que le pone en gravísimo riesgo de sucum- (2) Contradictorio ó enigmáticamente paradógico.
bir : y aun puede temer no lo abandone Dios á su propia fra- (3) Pliantasíam, aprensión conforme á la realidad, ho ficticia
gilidad en castigo de algún secreto vicio, que ó no conoce su- y sin fundamento positivo y real, según ya queda anotado
ficientemente en sí, ó no se esfuerza (cuanto debe y puede) antes de ahora.
CUESTIÓN X L I I . — A R T Í C U L O S I V , V Y VI. 285
(1) De poder sustraerse al mal ó preservarse de él. bueno á todas luces, que el instantáneamente transitorio; por
(2) a No es más blanco lo que siempre ó por larg-o tiempo es más que no pueda decirse lo mismo de lo blanco. Bien es
n blanco, que lo que es blanco un solo dia », dice testualmente; cierto que el Doctor Angélico le justifica en la solución á
aunque con el visible propósito de aplicar el pensamiento así este arg. 3.°, interpretando se refiere al bien per se ó esen-
espresado al bien ó á lo bueno : argumento de analogía, que cialmente bueno, á cuyo concepto efectivamente es acciden-
por cierto no es de los que más honor hacen á la buena lógica tal la duración, aunque de hecho y en la realidad es tan eterno
de Aristóteles, y que más bien conduciría á tildarle de solista; como bueno.
porque, como es obvio, el bien duradero es por lo mismo más
CUESTIÓN XLIII.
Sobre este particular h a y que investigar dos cosas; ].° E¡1 amor es causa del t e m o r ? — 2,° Lo es el
defecto ?
(1) Donde compara el temor á la cerda (ó aguja), á que se rúrgico, que se introduce en las carnes, para sacar de ellas la
adhiere la hebra de hilo para penetrar en la costura; y, mien- podredumbre ó la gangrena, dejándolas sanas ó limpias de
tras no sale la aguja, no queda hecha la puntada (de la cari- todo virus.
dad) •. y luego pone otro ejemplo, tomado del escalpelo qui-
288 CUESTIÓN X L I I I . — ARTÍCULOS I Y I I .
sentido de que el hombre, que teme ser ción material por parte del que t e m e ;
castigado por D i o s , guarda sus precep- 2 . á modo de causa eficiente por parte
a
(1J Falta de firmeza para resistir al mal inminente,' ó de (3) Enérgico y eficaz, hasta._el punto de mirarse como ir-
preservativos que oponerle, para rechazarlo y eximirse de él. resistible.
(2) Como el estupor ó cierta insensibilidad, que escede á (4) Es decir, que algunos son muy temibles y temidos, por
todo otro defecto, privando de la acción y de todo ejercicio de cuanto pueden causar daño más ó menos considerable y con
los sentidos. cierta impunidad.
CUESTIÓN XLIY.
Desarrollaremos este asunto en cuatro a r t í c u l o s : 1." El temor produce contracción ? —2,° Induce á
tomar consejo? —3.° Produce el temblor ? —4,° Impide la operación?
(1) No solo dilatándolo materialmente, sino también comu- (2) Esto es, en la potencia apetitiva, que por lo mismo lan-
nicando al sujeto cierta magnanimidad é intrepidez : lo en- guidece ó se debilita en su aspiración á aquello, á que natu-
grandece en el doble concepto fisiológico y psicológico. ralmente 66 inclina.
SUMA TEOLÓGICA.. — TOMO II. 19
290 CUESTIÓN X L I V . — ARTÍCULOS I Y I I .
(1) Consiliativos, ávidos ó solícitos de pedir consejo, indu- servarse del mal temido. No hallamos palabra más propia y
ciéndolos á aconsejarse de otros acerca de los medios de pre- espresiva en nuestro idioma que la de consumadores.
CUESTIÓN XLIV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 291
(1) Pudiera en nuestro concepto condensarse esta tesis en (2) Estremecimiento ó convulsión análoga á la que nos hace
los siguientes términos, tan espresivos y gráficos como conci- esperimentar el frió intenso, cuando vulgarmente se dice que
sos : « el temor induce al consejo pasivo ; mas al activo nin- tiritamos.
»gunapasión habilita».
292 CUESTIÓN XLIV. — ARTÍCULOS III Y IV.
que temen, como un efecto del temor asimismo el estridor de los dientes; y por
mismo. la misma razón tiemblan los brazos y las
Responderemos que, como se ha dicho manos : ó también, porque estos miem-
(a. 1), en el temor se produce cierta con- bros son más movibles, por lo cual hasta
tracción de las estremidades al interior, las piernas tiemblan en los que temen,
quedando por lo tanto frios los (miem- según aquello ( I s . 35, 3 ) : Confortad las
bros) esteriores, y sobreviniéndoles por manos flojas, y robusteced las rodillas
esta causa el temblor, que es ocasionado temblorosas (3).
por la debilidad de la potencia que con-
tiene los miembros : y á tal debilidad ARTÍCULO I V . — E I temor impide i»
contribuye más que nada el defecto del operación ?
calor, que es un instrumento con que mue-
ve el alma, como se dice ( D e anima, 1. 2, l.° Parece que el temor impide la ope-
t. 50). ración : porque la operación se impide
A l argumento 1.° diremos que, retraído sobre todo por la perturbación de la ra-
el calor de fuera á dentro, se multiplica z ó n , que dirige en la obra. E s así que el
en l o interior, y sobre todo hacia las par- temor perturba la razón, como se ha di-
tes inferiores, esto e s , hacia la nutritiva; cho (a. 2 , al 2.°). L u e g o el temor impide
y por lo t a n t o , consumida la humedad, la operación.
es consiguiente la s e d , y también á veces 2.° L o s que hacen algo con temor, fal-
la soltura del vientre y la emisión de la tan con más facilidad en la operación :
orina y á veces hasta del s e m e n ; ó bien como si uno marcha por una viga co-
la tal emisión de superfluidades acontece locada en a l t o , el temor le hace caer
por la contracción del vientre y de los fácilmente; y no caería, s'i anduviera por
testículos, como dice el Filósofo ( D e la misma viga m u y abajo, por falta del
problem. sect. 27, probl. 2). temor. L u e g o el temor impide la opera-
D e esto se desprende la contestación ción.
al 2.° 3.° L a pereza (4) ó abandono (5) es
A l 3.° q u e , puesto que en el temor el una especie de temor. E s así que la p e -
calor abandona al corazón dirigiéndose reza impide la operación. L u e g o también
de las partes superiores á las inferiores, el temor.
por eso á los que temen tiémblales prin- P o r el c o n t r a r i o , dice S a n Pablo
cipalmente el corazón y los miembros, que ( P h i l i p . 2 , 12 ) : -obrad vuestra salud
tienen alguna conexión con el pecho, don- con temor y con temblor; lo cual no di-
de está, el corazón. H é aquí porqué los ría, si el temor impidiese la buena opera-
que temen tienen temblorosa principal- ción. L u e g o el temor no impide la buena
mente la voz á causa de la proximidad operación.
de la arteria ( 1 ) vocal al corazón; y Conclusión. El temor [1] impide la
también tiembla el labio inferior y toda operación por sí y naturalmente en cuan-
la mandíbula inferior por su continui- to al libre ejercicio de los órganos corpo-
dad (2) con el corazón: de donde resulta rales ; no empero [ 2 ] por parte del alma
(1) Llama así á la denominada hoy por los fisiólogos tra- propia movilidad.
quearteria, tubo cartilaginoso, continuación de la laringe, en (3) Trementia, dice el testo de la SUMA ; pero en la Vulgata
la que se producen y modulan los sonidos, merced á las vi- se lee debilia (débiles), y en los Setenta dissoluta (desligadas).
braciones de sus membranosos repliegues internos, llamados (4) Dice el citado Descuret que se llamaba en otro tiempo
cuerdas vocales ; y que, prolongándose inferiormente en más paresia una parálisis poco intensa, en la que hahia privación
delgado calibre , bifurcase en ambos bronquios subdivididos de movimiento y no de sentido. Se ha formado nuestro sus-
luego infinitesimalmente ya dentro de la masa pulmonar, dan- tantivo pereza de la palabra griega, que significa debilidad, lla-
do acceso á él al aire esterno y salida al carbonizado por la he- mándola los latinos pigricia. Puede definirse la pereza, « una
matósis (v. nota 2, pág. 930, T. 1.°); aproximándose en efecto «habitual inclinación á permanecer en inacción con compla-
muy de cerca al corazón las fibrillas capilares del izquierdo, « cencía en permanecer en ella». Según Girard l&pereza es un
diseminadas en el pulmón del propio lado, casi en contacto vicio menos intenso que la haragancia ó desidia: la l. parece
B
inmediato con aquel central depósito de la sangre. efecto del temperamento, y la 2." del carácter del alma... El
(2) Directa, aunque remota, mediante el tubo conductor del perezoso teme la pena y la fatiga del trabajo ; es lento en sus
aire y constitutivo de todo el aparato vocal, á cuyo borde es- operaciones y muy tardo en acabar su tarea. El haragán de-
terno se hallan; y al que conducen la boca misma, la faringe sea estar desocupado, odíala ocupación y huye del trabajo.
y la epiglótis (válvula preservativa y de comunicación) con la La dejadez, la indolencia y la haraganería son tres especies
glotis, que da entrada ó acceso á la laringe ; contribuyendo del género pereza. —M. C. G.
ademas á la vibración del labio y mandíbula inferiores su (5) Segnities. Véase la nota 3, pág. 279.
CUESTIÓN X L I V . — A R T Í C U L O IV. 293
(1) a Intrínseco » (se entiende) é inmediato; pues el primer y ejercitarse antes, hasta adquirir la costumbre de trabajar
motor estrínseco y en absoluto es siempre Dios, conforme á lo con igual impavidez á cualquier elevación , como á distancia
espuesto en la 1." P., C. 105, a. 2, 3, 4 y 5 ; y las notas 2, insignificante del pavimento. • •
pág. 830 ; 4 y 5 de la 831 ; 3, pág. 832 ; y 1 de la 833, T. (3) El temor, dice un célebre médico, que infundadamente
(2) La sola idea del riesgo de caer basta á veces á distraer se ha confundido con el miedo, es una sensación de inquietud,
la imaginación y Ja atención necesarias, para conservarla se- escitada en el alma por la idea de un mal, que se teme, y cuyas
renidad y el equilibrio, perturbándolas hasta el desvaneci- consecuencias nos exageramos. El remor, continúa, pusilánime,
miento y aun la paralización de los órganos locomotores, cuya prevéc el riesgo, despierta el organismo y le estimula : el
dirección compete á la razón y secundariamente á la imagina- miedo, soldado inútil, huye á la vista del enemigo, ó bien cae
ción : por eso los funámbulos procuran prescindir de la altura y se deja matar, sin llegar casi á hacer resistencia.—M. C. G-.
CUESTIÓN XLY.
De la audacia (i).
(1) Considerada como movimiento del apetito sensitivo, por cuyo concepto hablase de ella en la 2."-2. (C. 127).
10
el que el ánimo se escita contra algún mal terrible é inmi- (2) Según lo advertido en la nota precedente.
nente ( y no como vicio opuesto á la virtud de la fortaleza, en
CUESTIÓN X L V . — A R T Í C U L O II. 295
(1) Quitándole todo recurso de evasión ; no en el sentido al ánimo del tímido, que no le deja entrever medio ni recurso
anteriormente indicado de infundir audacia y mover á acon- alguno, que oponer pudiera acaso á la calamidad, que se ima-
sejarse. gina de todo punto inevitable, como las de Cain y de Antioco
(2) No empero á cualquier temor indistintamente, ni menos y las de tantos insensatos suicidas.
al moderado y racional ó legítimo, que coadyuva á la opera- (3) Es bien palmaria la relación de oposición ó contrariedad
ción según lo espuesto (C. 44, a. 4), bien al contrario do la entre el mal arrostrado por la audacia y el bien objeto de la
desesperación, que de suyo lo dificulta ó aun la inutiliza; sino esperanza.
al que de tal modo y con vehemencia tal afecta ó impresiona
296 CUESTIÓN XLV. — ARTÍCULO I I I .
(1J Algunos suprimen ebrtetalU, sin duda por innecesario ó (3) Qulbm divina bene habetu dice testualmente ; «los quo
fácil de sobreentender; lo cual en verdad no justifica la omi- » tienen propicia á la divinidad », y lo saben por propia espe-
sión de ese genitivo, consignado unánimemente en todos los riencia corroborada por su fidelidad ó lealtad constante á su
manuscritos y casi todos los impresos. voluntad y designios.
(2) Ex defecto, generalmente ; pero entre esas dos palabras (4) Parece designar así el izquierdo, más próximo al co-
insertan aliquo (algún) el códice de Alcañiz, y ebrietalts (de la razón.
embriaguez) la antigua edición romana,
CUESTIÓN XL"V. — ARTÍCULOS ÍII Y IV.
ridos, parece que se hacen más audaces. y á veces hasta los encuentran menores
Por el contrario, dícese (Ethic. 1. 3 , que lo que ellos creyeron, por cuya razón
c. 7 ) que «los audaces vuelan y se preci- persisten más : ó también, porque los ar-
» pitan ante los peligros; pero y a en ellos rostran por el bien de la virtud, y esta
» s e retiran». (su) voluntad del bien persevera en ellos,
Conclusión. Los audaces [ 1 ] se lan- por grandes que sean los peligros ; mien-
zan súbitamente al peligro, pero ya en él tras que los audaces por sola su apre-
y viendo su dificultad desmayan y desis- ciación, que produce en ellos la espe-
ten de arrostrarle; mas los fuertes [ 2 ] , ranza y escluye el temor, como se ha
aunque remisos al principio, se enarde- dicho (a. 3).
cen y persisten con más robusto vigor en A l argumento 1.° diremos, que también
medio de los peligros. en los audaces surge el temblor á causa
R e s p o n d e r e m o s , que la audacia, sien- de la concentración del calor de fuera
do un movimiento del apetito sensitivo, adentro, lo mismo que en los que temen;
sigue á la aprensión de la potencia sensi- pero en los audaces se reconcentra el ca-
tiva ( 1 ) . P e r o esta, no pudiendo compa- lor en el corazón, mientras que en los que
rar ni examinar cada una de las circuns- temen (afluye) á las inferioridades.
tancias del objeto, j u z g a súbitamente. A l 2.° que el objeto del amor es el bien
Sucede sin embargo algunas veces que en absoluto; y así absolutamente acre-
por la aprensión instantánea no pueden cido aumenta el amor. P e r o el objeto de
conocerse todas las dificultades concur- la audacia es compuesto del bien y del
rentes en algún negocio; y de esto surge m a l , y el movimiento de la audacia hacia
el movimiento de la audacia, para acome- el mal presupone el movimiento de la es-
ter el peligro. A s í es q u e , cuando están peranza hacia el bien : y por lo t a n t o , si
esperimentando ya el mismo peligro, sien- se agrega tanta dificultad al peligro que
ten mayor dificultad que la que se imagi- esceda á la esperanza, no se seguirá el
naran, y por tanto desmayan. A l contra- movimiento de la audacia, sino que se
rio la razón discurre sobre todas las cosas disminuirá; mientras que, si el movimien-
que dificultan el negocio ; y por lo tanto to es de audacia, cuanto mayor es el peli-
los fuertes, que por dictamen de la razón gro, tanto mayor se reputa esta.
acometen los peligros, al principio pare- Al 3.° que de la lesión no surge la ira,
cen remisos, porque los afrontan, no por á no suponerse alguna esperanza, como se
pasión, sino con la deliberación debida; dirá más adelante ( C . 4 6 , a. 1 ) ; y por lo
y, cuando están en los mismos peligros, tanto, si el peligro fuere tan grande que
no esperimentan cosa alguna improvista, esceda á la esperanza de la victoria, no
se seguirá l a ira : pero es verdad q u e , si
(I) Oíros « apetitiva». se suscita la ira, se aumentará la audacia.
CUESTIÓN XLYI.
ARTÍCULO I. — 1 < » ira es una pasión modo de causa, como el sol es la causa
especial? general de todo lo que es engendrado en
el mundo inferior, según San Dionisio
l.° Parece que la ira no es una pasión ( D e div. nom. c. 4 , p. 1 , lect. 3 ) : por-
especial: porque la ira toma su nombre q u e , así como el género encierra virtual-
de la potencia irascible; y esta potencia mente (potestate) muchas diferencias se-
no tiene solamente una pasión, sino mu- gún la semejanza de la materia, así la
chas. L u e g o la ira no es pasión especial. causa agente contiene muchos efectos se-
2.° Toda pasión especial tiene su con- gún la virtud activa. Mas algún efecto
trario, como se v e recorriéndolas una por puede ser producido por el concurso de
una ( 1). Pero no hay pasión alguna con- diversas causas : y, puesto que toda cau-
traria á la ira, según lo dicho (C. 2 3 , sa permanece de algún modo en el efec-
a. 3). L u e g o la ira no es una pasión es- t o , puede también decirse de un tercer
pecial. modo que el efecto procedente de una
3.° U n a pasión especial no incluye á multitud de causas tiene también su g e -
otra; pero la ira incluye muchas pasio- neralidad, en cuanto contiene de cierto
nes , pues existe con la tristeza y con la modo en acto muchas causas. Del primer
esperanza y con la delectación, según se modo pues la ira no es una pasión gene-
ve (íthet. 1. 2 , c. 2 ) . L u e g o la ira no es ral, sino condividida á la par de otras,
pasión especial. según lo dicho (C. 2 3 , a. 1 y 4 ) ; como
Por el contrario, San Juan D a m a s - ni tampoco del segundo modo, pues no es
ceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 16) considera la causa de otras pasiones según lo espuesto
ira «como pasión especial», é igualmente (C. 2 5 , a. 1 ) ; pues de este modo el amor
Tulio ( D e Tuscul. Qq. 1. 4 ) . puede decirse una pasión general, como
Conclusión. La ira [ 1 ] no es pasión consta por San Agustín ( D e civ. D e i ,
general, ni como comprensiva de especies 1. 1 4 , c. 7 y 9 ) , toda vez que el amor es
varias, ni como causa de otras; pero [ 2 ] la primera raíz de todas las pasiones, se-
sí como procedente á modo de efecto del gún lo dicho (C. 2 5 , a. 2 ) . P e r o del ter-
concurso de diversas causas ó pasiones. cer modo la ira puede decirse pasión ge-
Responderemos, que se dice que una neral, en cuanto es producida por el con-
cosa es general de dos modos : 1.° por vía curso de muchas pasiones; pues no se
de predicado, como animal es genérico produce el movimiento de la ira sino por
(ó común) á todos los animales; 2.° á causa de alguna tristeza inferida, y su-
puestos el deseo y la esperanza de v e n -
(1) (C. 29, a. 2) amor y odio; delectación y tristeza (C. 35, garse ; puesto q u e , como dice el Filósofo
a- 2) ¡ esperanza y desesperación (C. 40, a. 4 ) ; audacia y te- ( E h e t . 1. 2 , c. 2 ) , « e l irritado tiene espe*
mor (C. 46, a. 1).
300 CUESTIÓN X L V I . — ARTÍCULOS 1 Y II.
siones, no como el género las especies, pleja, como cuando entendemos lo que
sino más bien según la continencia de la es el hombre; 2 . compleja, como cuan-
a
(1) En cuanto á que en la ira terminan todos los movi- punto de vista la dicha proposición es una verdad, como ya se
mientos de la potencia irascible, puede tener dos sentidos, probó. — M. C. G.
como dice el C. Cayetano -. uno en significación de que todos (2) El de la ira, que se esterioriza y aparece en signos y
los movimientos del irascible, á saber, el de la esperanza, ademanes estemos con cierta visible impetuosidad ; por lo que
desesperación, etc., terminan en la ira, así como el amor ter- Séneca (De Ira, 1. 1, c. 1) dice ser este «el más tétrico y ra-
mina á la delectación; y este sentido es falso, puesto que la » bioso (ralidnm) de todos los afectos ».
esperanza no termina á la ira : otro en el concepto de que (3) Al modo que el efecto se contiene virtualmente en stt
todas las pasiones del irascible terminan á la ira, esto es, tie- causa, la cual á su Vez parcialmente está como contenida ú
nen su fin en la ira, considerada como última pasión ; lo que ostensible en su efecto, que nos la acusa ó revela masó menos
equivale á decir qne la ira es la pasión última ó el último mo- característicamente.
vimiento do esta potencia y el más conocidos y bajo este (1) Poje do armas, que las lleva y apronta ít su jefe.
CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULOS I I , III Y IV. 301
z o n , y sin embargo hay en ellos ira. L u e - » z o n , como que anuncia haber sido in-
g o la ira no existe con la razón. » juriada; pero no oye perfectamente » ,
3.° L a embriaguez encadena á la ra- porque no observa la regla de la razón
zón ; pero contribuye á la ira. L u e g o la en la compensación (in rependendo) de
ira no existe con la razón. la venganza ( 4 ) . L u e g o para la ira se
Por el contrario , dice Aristóteles requiere algún acto de la r a z ó n , y se
(Ethic. 1. 7, c. 6) que « l a ira es hasta agrega el impedimento de ella. P o r esto
» cierto punto una consecuencia de la ra- dice el Filósofo ( lib. D e problematibus,
» z o n » (1). sect. 3 , probl. 2 y 26) que « l o s que están
Conclusión. La ira no es del todo in- » m u y ebrios, como quienes nada tienen
compatible con la razón, que en algún » del juicio de la razón, no se enojan;
modo la acompaña. » p e r o , cuando están poco ebrios , irrí-
Responderemos que, como se ha dicho » tanse como conservando el juicio de la
(a. 2), la ira es el apetito de la venganza; » razón, pero impedido ».
y esta implica comparación de la pena,
que ha de aplicarse, con el daño recibi- A R T Í C U L O V . — l a Ira e s m á s natural
do : por cuya razón ( E t h i c . 1. 7 ) dice que l a concupiscencia?
Aristóteles que « e l que silogiza delibe-
» rando (2), en el mero hecho de tener que l.° Parece que la ira no es más natu-
» hacer una oposición absoluta, se irrita in- ral que la concupiscencia, pues se dice
» mediatamente » (3); y , como el delibe- que es propio del hombre ser un animal
rar y silogizar es propio de la razón, hé manso por naturaleza. P e r o la manse-
aquí porqué la ira existe con la razón en dumbre se opone á la i r a , como dice
cierto modo. Aristóteles ( Rhet. 1. 2 , c. 3 ) . L u e g o la
A l argumento 1.° diremos, que el m o - ira no es más natural que la concupiscen-
vimiento de la potencia apetitiva puede cia, sino que parece ser absolutamente
existir con la razón de dos maneras : contraria á la naturaleza del hombre.
1 . con la razón imperando, y en este
a
2.° L a razón se divide por oposición á
concepto la voluntad está con la razón, la naturaleza; pues los s e r e s , que obran
por lo que se dice apetito racional; 2. con a
conforme á la r a z ó n , no decimos que
la razón denunciando , y así la ira existe obran según la naturaleza. M a s « la ira
con la razón ; porque dice Aristóteles » existe con la razón , y la concupiscen-
(1. D e problematibus, sect. 2 8 , probl. 3 ) » cia sin ella», como se dice ( E t h i c . 1. 7,
que « la ira existe con la razón, no como c. 6). L u e g o la concupiscencia es más
» mandando la razón, sino como manifes- natural que la ira.
tando la injuria » : puesto que el apetito 3.° L a ira es el apetito de la ven-
sensitivo no obedece inmediatamente á la ganza ( 5 ) , mientras que la concupiscen-
razón, sino mediante la voluntad. cia es sobre todo el apetito de todo lo
A l 2.° que los animales brutos tienen que deleita al t a c t o , á saber, los alimen-
un instinto natural, recibido de la razón tos y los actos carnales ; y estas cosas
d i v i n a , por el cual tienen movimientos son más naturales al hombre que la ven-
interiores y esteriores semejantes á los ganza. L u e g o la concupiscencia es más
movimientos de la r a z ó n , como se ha natural que la ira.
dicho ( C . 4 0 , a. 3). P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
A l 3.° q u e , como se dice ( Ethic. 1. 7, ( E t h i c . 1. 7, ibid.) que « l a ira es más na-
c. 6), «la ira o y e en algún modo á la ra- » tural que la concupiscencia » (6).
(1J Sigue ú obedece en algún modo el fallo ó dictamen de el ardor de su ira : ejemplo aducido por el mismo filósofo
la razón, sometiéndose algo á su intimacióné imperio. (5) Según la definían los antiguos, como hacen notar Cice-
(2) El que delibera en forma silogística, conforme á lo es- rón y San Agustín y queda ya insinuado (a. 3).
tablecido en la C. 14, a. 1 y 5. (0) No empero que cualquiera concupiscencia, sino de las
(3) Taliter, se lee comunmente; aunque algunos (con la escesivas ó intemperantes, como menos urgentes y necesarias
edición áurea entre otras muy contadas) ponen íolaüter (del que las comunes y que á todos afectan en virtud de la natural
todo ó á todo trance): el códice de Alcañiz suprime el gerun- propensión á los deleites : mas la venganza solo parece natu-
dio conferendo. ral per accidens y dado el supuesto de alguna injuria ú ofensa
(4) En adaptarla debida ó justamente á la gravedad de la previamente recibidas. Tal es el sentido del contesto en el pa-
injuria; á la manera que el siervo, anticipándose á la intima- saje aducido, que comentamos con el P. Nicolai, fundado á su
ción y orden de su señor ofendido por otro, fácilmente se es- vez en la interpretación del mismo Santo Tomás.
tralimita de la intención de aquel y aun de la propia suya en
CUESTIÓN XLVI. — A R T Í C U L O V. 303
(1J Individual ó peculiar de cada uno, según se colige del nantes, cuya influencia constante en el carácter y predisposi-
contesto. cionesdel individuo son indisputables ; y precisamente el b i -
(2) Lo que hoy llaman los fisiólogos temperamento bilioso á lioso propende habitualmcnte á la iracundia y melancolía,
causa de la redundancia ó esceso de bilis, en contraposición á creando un carácter tétrico, susceptible y de muy fácil ac-
los llamados sanguíneo, liníático y nervioso según los humo- ceso á la ira.
res ó jugos ó elementos orgánicos respectivamente predomi-
304 CUESTIÓN X L V I . — ARTÍCULO V I .
(1J Los comentadores distinguen entre el odio de enemistad pectivamente graves ó leves, simbolizados así por el Salva-
y el de abominación, y dicen que, versándose aquel acerca de dor (Malta. 7, 3 ; y Lite. 6, 41 y 42), como lo hacen también
la volición del mal para el malo, y no este ; la comparación, San Jerónimo y San Cirilo; pero tomando al propio tiempo
que aquí se establece, es entre la ira y el odio de enemistad. ocasión de la definición del odio según Tulio (Tuscul. quaist.
El enfermo pues, que aborrece su propia enfermedad, no 1. 4) y que él acepta : « el odio es la ira inveterada ».
desea el mal para nadie. — M. C. G. (4) Mucho daño, ó mayor de lo que se cree suficiente á sa-
(2) Pero sucesivos y de un mismo género, reiterados con tisfacer ó compensar el agravio : siendo así que por el con-
frecuencia; y no como elementos diversos y simultáneamente trario nada basta á mitigar ó aplacar el odio, por grande que
constitutivos del hábito. sea el daño irrogado á la persona odiada.
(3) Aludiendo ostensiblemente á los pecados ó defectos res- (5) Nunca desiste de querer mal al aborrecido.
CUESTIÓN X L V I . — A R T Í C U L O S VI Y VII. 305
se enoja con los seres irracionales, por nación, que acusa la lesión; y en tal con-
ejemplo, cuando un escritor tira la plu- cepto, escítase algún movimiento de ira
ma irritado, ó un jinete hiere al caballo. aun contra seres irracionales é inanimados,
Luego la- ira no solamente se dirige á por analogía con el de los animales con-
aquellos, á quienes se refiere la justicia. tra cualquier objeto nocivo ; 2 . por la a
(1J U obran del mismo modo, como los actos productores de circunstancias, que es como únicamente concurren á for-
del hábito, repitiéndose con idéntico carácter y en igualdad marlo.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 20
306 CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULOS VII Y VIII.
venga aun de sí mismo, y se irrita por distingue tres grados de ira, á saber: «ira
consiguiente consigo mismo : pero pro- » sin voz, ira con voz, é ira con palabra es-
pia y absolutamente no sucede que al- » presa » , según aquellas tres cosas, que
guien se irrite consigo mismo. dice el Señor ( Matth. 5, 22 ) : todo aquel
A l 3.° que Aristóteles ( R h e t . 1. 2, que se enoja con su hermano..., donde se
c. 4 ) señala una diferencia entre el odio toca la ira silenciosa ; y después añade : el
y la ira: y consiste en que el odio puede que dijereá su hermano, JRaca... ( 3 ) , don-
referirse á un género cualquiera, como de se alude á la ira acompañada de la voz,
odiamos á todo género de ladrones ( 1 ) ; pero no formada aún con la plenitud de la
mientras que la ira no se dirige sino á palabra ; y después dice •.•pero el que dijere
algo singular. L a razón de esto está en á su hermano : Fatuo..., donde se signi-
que el odio proviene de que la cualidad fica la completa espresion de la palabra.
de una cosa se aprende como disonante á L u e g o insuficientemente dividió San J u a n
nuestra disposición, y esto puede tener Damasceno la i r a , al no hacer distinción
cabida lo mismo en lo universal que en lo alguna por parte de la voz.
particular ; pero la ira se origina de que Por el c o n t r a r i o , tenemos la autori-
alguno nos ha ofendido con su acto, y los dad de San Juan Damasceno y San Gre-
actos todos son propios de seres singula- gorio Niseno ( N e m e s . 1. D e nat. hom.
res, por cuya razón la ira siempre tiene por cap. 2 1 ) .
objeto alguna cosa singular : y , cuando Conclusión. Es conveniente y acepta-
una ciudad entera nos ha herido, toda la ble la designación de estas tres especies
ciudad se juzga como un ser individual. de ira : cólera, manía y furor.
R e s p o n d e r e m o s , que las tres especies
de ira asignadas por San J u a n Damas-
A R T Í C U L O V I I I . — ¿ S e a s i g n a n con-
ceno y también por San Gregorio Nise-
v e n i e n t e m e n t e l a s e s p e c i e s de l a Ira ?
no se toman de lo que añade algo á la
ira, lo cual efectivamente se verifica de
l.° Parece que San J u a n Damasceno tres maneras : 1. por facilidad (4) del
a
la ira se llama cólera, la ira permanente parte de lo que apetece el irritado, que
manía, y furor la ira « que acecha tiem- es la venganza; y esta pertenece al furor,
(1) Género, no en el sentido estrictamente filosófico; sino en nenie en lugar de manía; y en vez de furor dice indignación
su acepción común gramatical, como de clases varias, y cual turbulenta, escandescencia.
se dice también de diversas especies ó condiciones, y vulgar- (3) Hacha, palabra de origen siro-hebráico, derivada de ítifc
mente raleas ó cataduras con aplicación á lo malo ó despre- {vano, sin juicio), y que según San Jerónimo es voz de des-
ciable bajo cualquier aspecto : y asi aduce, ademas del ejem- precio y significa alguna injuria pesada. P. Scío.
plo de los ladrones de lodo género, el délos calumniadores (syco- (i) En la edición romana antigua se lee (como en el códice
phan'as) ó embusteros. de Alcañiz) facúltale en vez de facilítate, que es lo común en
(2) Sino que pone bilem (bilis) por fcl (hiél); iracundia perma- todas las demás.
CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULO VIII. 307
que nunca descansa, hasta que castiga. á ellas se señalen las especies de la ira.
De ahí Aristóteles (Ethic. 1. 4 , c. 5 ) A l 2.° que el encendimiento e n i r a , que .
llama agudos ( 1 ) á algunos de los que distingue Cicerón, más parece pertenecer
se irritan, porque de pronto se enojan; á á la primera especie de ira que al furor;
otros amargos, porque retienen mucho mas nada impide que la palabra griega
tiempo la ira; y á otros difíciles, porque 8U¡JIÓ<; que los latinos interpretan furor,
jamas descansan, si no castigan. esprese á la vez la prontitud á la ira y
A l argumento 1.° diremos que todas su obstinación en el propósito de castigar.
aquellas cosas, por las que la ira recibe A l 3.° que aquellos grados de ira se
alguna perfección, no se refieren á ella distinguen según el efecto de la ira, y no
de una manera puramente accidental ; y según la diversa perfección del movi-
por lo tanto nada impide que con arreglo miento mismo de la ira.
CUESTIÓN XLVII.
Causa efectiva de la ira y sus remedios.
Sobre esto dilucidaremos cuatro p u n t o s : 1.° El motivo de la ira es siempre alguna acción efectuada
contra el que se .irrita?—2.° Es motivo de ira la sola poca estima ó desprecio? —3.° Causa de la i r a
por parte del que se irrita. — 4 . ° Causa de la i r a por parte de aquel, contra quien uno se irrita.
apetece naturalmente el bien propio, así el Damasceno (Orth. fid. 1. 2, c. 16) que
también naturalmente repele el propio « e l sufrir una injuria ó el creer que la
mal. Y , como la injuria hecha por uno » sufrimos nos irrita » . Pero el hombre
no atañe á otro ( 1 ) , á no ser que hiciere puede también sufrir una injuria, aun sin
a l g o , que en alguna manera sea contra desprecio ó desden. L u e g o el mero (des-
él mismo ( 2 ) ; sigúese de esto que el mo- den ) poco aprecio no es motivo de ira.
tivo de la ira de uno es algo hecho contra 2.° A l mismo compete apetecer el ho-
el mismo. nor, que contristarse del menosprecio. Pero
A l argumento 1.° diremos, que no se los animales brutos no apetecen honor:
considera en Dios la ira como una pasión luego no se contristan del poco aprecio ;
del ánimo, sino como juicio de su justicia, y sin embargo se provoca en ellos la ira,
según que quiere tomar venganza del pe- porque se los lastima (vulnerantur),
cado : pues el pecador en nada puede como dice el Filósofo (Ethic. 1. 3 , c. 8).
efectivamente perjudicar á Dios pecando; L u e g o no solo el poco aprecio parece ser
y sin embargo por su parte obra contra motivo de ira.
Dios en dos conceptos : 1.° en cuanto le 3.° Aristóteles (Rhet. 1. 2 , c. 2 ) dis-
desprecia en sus mandatos, y 2. por a
tingue otras muchas causas de ira, como
cuanto infiere algún daño á alguien, sea el olvido, la alegría en los infortunios, la
á sí propio ó á otro : cosa que pertenece denuncia de males ( 4 ) , el impedimento
á D i o s ; porque aquel, á quien se daña, de conseguir la voluntad propia. L u e g o
está bajo la providencia y protección de no solo el poco aprecio es el que provoca
Dios. la ira.
A l 2.° que nos irritamos contra aque- P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
l l o s , que perjudican á otros y deseamos (Rhet. 1. 2 , ibid.) que « l a ira es el ape-
la venganza, en cuanto aquellos, á quie- »tito de castigo con tristeza (5) á causa
nes se perjudica, nos pertenecen de algún » d e algún aparente menosprecio hecho
m o d o , sea por alguna afinidad, ó por »inconvenientemente y>.
amistad, ó al menos por la comunidad de Conclusión. Todas las causas ó moti-
. naturaleza. vos de la ira se reducen á alguna especie
A l 3.° que conceptuamos nuestro bien de menosprecio, el cual por lo mismo y
lo que nos inspira gran interés ( 3 ) ; y en tal concepto es per se la causa única
por lo tanto, cuando eso se desprecia, nos de la ira ( 6 ) .
juzgamos despreciados nosotros mismos R e s p o n d e r e m o s , que todas las causas
y nos damos por ofendidos. de la ira se reducen al menosprecio. En
A l 4.° que el que guarda silencio irrita efecto : hay tres clases de menosprecio,
al que le injuria, cuando parece que calla como se dice ( R h e t . 1. 2 , ibid.), á saber,
por desprecio, como desdeñando la ira desden, contrariedad (epireasmus), esto
del otro ; y ese mismo desden es un acto. e s , impedimento de cumplir la volun-
tad ( 7 ) , y contumelia; y á estos se redu-
ARTÍCULO I I . — E i s o i o desden (pañi. cen todos los motivos de la ira. L a razón
pensio) ó desprecio, e s motivo de Ira? de esto puede tomarse de dos consideracio-
nes : 1. porque la ira apetece el daño de
a
l.° Parece que el menosprecio ó des- otro, en cuanto la considera como justa
precio solo no es motivo de i r a ; pues dice venganza; y por consiguiente la busca,
(1) Como paciente. ú oficio; porque la acusación oficial ejercida por un fiscal le-
(2) En su persona misma ó en sus propios bienes ó en los gítimo no se conceptúa hecha por odio, sino en cumplimiento
amigos ó parientes ó personas cualesquiera, que le son caras de un deber.
y él estima como á sí mismo en cualquier concepto y grado. (5) Appetílus cum trístilia punilionís : debe interpretarse (ob-
(3) Lo que preferentemente escita nuestra atención y afec- serva INicolai) como construido appetílus punitionis cum tristltia,
to, ó que deseamos ardientemente conseguir, ó nos gloriamos refiriendo esta al menosprecio, y no al castigo, como su cau-
de poseer , no así de un modo vulgar y ordinario, sino con sa ; pues del castigo ó venganza más bien se alegra el que lo
grande empeño y solicitud, cual supone Aristóteles (ibid.) en im pone agraviado.
el entusiasta por la Filosofía , y poco antes en el que está (6) Véase en la solución al 1." plenamente justificada en
prendado de la belleza propia suya ó de otra persona ó cosa. los términos más esplícilos esta Conclusión.
(4) Malorum, de malas acciones ó designios ó maquinacio- (7) Vejación según algunosintcrpretes,yáun caluinnia según
nes ; y también pudiera traducirse de los malos ó criminales : otros ; pero, atendida la significación genuina de la voz epi-
en uno y otro caso debe entenderse principalmente de la de- reasmus ó epereasmbs de origen griego, parécenos más propio
nuncia ó delación privada y sin representación de autoridad traducir por contrariedad a l a voluntad de alguio.
CUESTIÓN XLVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 309
en tanto que le parece ser justa. Pero la ducen á cierto menosprecio : pues el ol-
justa venganza no se hace sino sobre lo vido es un signo evidente de menospre-
que se ha hecho injustamente ; y por eso cio ; porque las cosas, que estimamos en
lo que provoca á la ira, es siempre algo, mucho, las fijamos más en la memoria. D e
que parece injusto. H e aquí porqué dice la misma manera por cierto desden es por
Aristóteles (Khet. 1. 2 , c. 3) que, « s i los lo que no se teme contristar á alguien,
»hombres creen haber merecido lo que anunciándole cosas tristes. Asimismo el
» sufren de parte de los que hieren ; no se que en medio de los infortunios de alguien
»irritan, porque la ira no se dirige á lo da muestras de hilaridad, parece que se
»justo». P e r o se perjudica á uno de tres cuida poco de su bien ó de su mal : é
maneras : por ignorancia, por pasión y igualmente el que impide á alguien con-
por elección. E n efecto : « comete tino la seguir su propósito, no por alguna utili-
» más grande injusticia, cuando perjudica dad, que de esta le provenga, no parece
»á otro por elección, ó por industria ó cuidarse mucho de su amistad. P o r lo
» con determinada malicia » , como se dice tanto todas estas cosas, en el mero h e -
(Ethic. 1. 5, c. 8 ) . A s í es que nos irrita- cho de ser signos de desprecio, provocan
mos principalmente contra aquellos, que á la ira.
creemos nos han perjudicado de propó-
sito: porque, si pensamos que nos han A R T Í C U L O I I I . — L a e s c e l e n c i a del que
injuriado ó por ignorancia ó por pasión; s e Irrita e s c a u s a de l a ira?
ó no nos enojamos contra ellos, ó (en caso)
mucho menos : pues el hacer algo por i g - l.° Parece que la dignidad de uno no
norancia ó por pasión disminuye la razón es causa de que se enoje con más facili-
de la injuria, y en cierto modo provoca á dad : pues dice Aristóteles ( Rhet. 1. 2,
la misericordia y al perdón. Pero los que c. 2 ) que « algunos se irritan sobre todo
por industria perjudican, parece que pe- » cuando están tristes, como los enfer-
can por desprecio ; y por eso nos irrita- » m o s , los indigentes y los que no tienen
mos más y más contra ellos. P o r esta ra- » lo que desean » ; y todas estas cosas
zón dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 3) que parecen pertenecer al defecto. L u e g o
« de aquellos, que á causa de la ira han más propende á la ira el defecto que la
»hecho a l g o , ó no nos irritamos contra escelencia.
sellos ó nos irritamos menos; pues no
2.° Dice el Filósofo (ibid.) que «algu-
»parece que lo hicieron por menosprecio».
» nos se irritan sobre todo, cuando se des-
La 2. razón e s porque el menospre-
a
¿
» precia en ellos aquello, sobre lo que
cio es contrario á la dignidad del hombre;
» puede sospecharse que ó no se halla
puesto que los hombres estiman en poco
» en ellos ó que lo tienen débilmente;
lo que no les parece digno en concepto
» pero, cuando creen que ellos sobresalen
alguno, como se dice (E.het. 1. 2 , c. 2); y
» mucho en aquello en que son despre-
nosotros aspiramos á alguna dignidad por
» ciados, no se cuidan de eso » . M a s la
todos nuestros bienes : y por lo mismo
predicha suposición proviene de defecto.
cualquiera perjuicio que se nos ocasione,
L u e g o el defecto es más bien causa de
en el mero hecho de derogar nuestra dig-
ira que la superioridad.
nidad, parece denotar falta de aprecio.
3.° L a s cosas que atañen á la escelen-
A l argumento 1.° diremos, que por cia son las que más contentan á los hom-
cualquiera otra causa que uno sufra una bres y les infunden buena esperanza (1).
injuria, no siendo por desprecio, la tal Pero Aristóteles dice ( R h e t . 1. 2 , c. 3)
causa disminuye la gravedad de la inju- que « en el j u e g o , en la risa, en el festín,
ria ; y solo el desprecio ó desden agrava » en la prosperidad, en la terminación de
la ñ a , siendo por esto considerado per se » las obras, en los placeres honestos y en
como causa de enojarse. » l a s más bellas esperanzas no se irritan
A l 2.° q u e , aunque una bestia no ape- » los hombres » . L u e g o la escelencia no
tece el honor en concepto de t a l ; apetece es causa de la ira.
sin embargo naturalmente cierta escelen- Por el contrario, el Filósofo dice en
cia, y se irrita contra los que la derogan.
(1) Confiados en que lograrán lo que desean y de que nada
A l 3.° que todas aquellas causas se re- les será inasequible ó imposible de obtener.
310 CUESTIÓN XLVII. — ARTÍCULOS III Y IV.
el libro mismo ( c. 9 ) que ce los hombres mas por otro lado son naturalmente pro-
j> se indignan á causa de la escelencia». vocativas á ella, según que hacen que el
Conclusión. Considerada la causa de hombre sea inconvenientemente despre-
la ira en su habitud al motivo de esta, la ciado.
escelencia es causa de que fácilmente
surja en uno la ira. A R T Í C U L O I V . — ¿ E I defecto tic alguien
Responderemos, que la causa de la ira e s c a u s a de que n o s enojemos contra él con
en el que se irrita puede entenderse en m á s facilidad ?
dos sentidos : 1.° por relación al motivo
de la ira, y en tal concepto la escelencia 1.° Parece que el defecto de alguien
es causa de que uno se irrite con facili- no es causa de que nos irritemos contra
dad; pues es motivo (1) de ira el injusto él más fácilmente ; pues dice Aristóteles
menosprecio, como se ha dicho ( a . 2 ) . ( R h e t . 1. 2 , c. 3 ) que « con los que con-
Consta empero que, cuanto más escelente » fiesan y se arrepienten y se humillan
es u n o , más injustamente es desdeñado » no nos irritamos, sino que más bien nos
en lo que se aventaja; y por lo tanto los x> apaciguamos con ellos ; por lo cual los
que tienen alguna superioridad se irritan » perros no muerden á los que se es-
m á s , si son menospreciados: por ejemplo, tán (3) quietos » . P e r o esto pertenece á
si un rico lo es en su dinero, un retórico la pequenez y defecto. L u e g o la peque-
(ú orador) en su elocuencia, y así otros. nez de uno es causa de que nos irritemos
E l 2.° modo de entenderse la causa de menos.
ira en el que se irrita es por parte de la 2.° Ningún defecto hay mayor que el
disposición producida en él por tal m o - de la muerte ; y á los muertos y a no se
tivo. E s harto sabido que nada mueve á dirige la ira. L u e g o el defecto de uno no
la ira, sino el • daño que contrista ; y lo es causa provocativa de ira contra él
que arguye defecto, es lo que más con- mismo.
trista, porque los hombres sujetos á im- 3.° Nadie considera á otro como de
perfecciones más fácilmente se agravian. poca importancia, por ser amigo suyo.
H é aquí pues la causa, por que los hom- P e r o , cuando nuestros amigos nos ofen-
bres débiles, ó que adolecen de otros de- den ó no nos ayudan, nos indisponemos
fectos, se irritan más fácilmente; porque más con ellos, por lo que se dice ( P s . 54,
con más leve ocasión se entristecen. 13) : Si mi enemigo hubiera hablado mal
D e aquí se deduce la contestación al de mí, hubiéralo yo aguantado por cierto.
argumento 1.° L u e g o el defecto de alguien no es causa
A l 2.° diremos que el que es desdeñado de que nos enojemos con más facilidad
en lo que manifiestamente sobresale mu- contra él.
c h o , no piensa que esperimenta detri- P o r el c o n t r a r i o , dice Aristóteles
mento alguno; y por eso no se contrista, ( Pvhet. 1. 2 , c. 2 ) que « el rico se irrita
y por esta parte se irrita menos : pero por » contra el pobre, si le desprecia; y el
otra parte, cuanto más indignamente es » que manda contra su subdito ».
despreciado, tiene mayor razón de irri- Conclusión. El defecto ó pequenez de
tarse, á menos que no se crea envidiado aquel, contra quien nos enojamos [1],
ó escarnecido (2) por desprecio, sino por contribuye á exacerbar la ira, en cuanto
ignorancia ó cosa parecida. acrece el desprecio injusto; pero [2], si lo
A l 3.° que todas aquellas cosas impi- atenúa, más bien tiende á calmarla.
den la ira, en cuanto impiden la tristeza; Responderemos q u e , como ya se ha
(1) Legítimo ante las personas de recto é imparcial crite- aquí un ejemplo del riesgo, áque se aventuran los ambiciosos,
rio ; que para los necios y orgullosos aun el desden inspirado arrebatados de una desmedida iracundia basada en el despre-
por su petulancia y jactanciosas pretensiones de injusta pre- cio, que su misma injusta jactancia les atrae.
eminencia suele ser ocasión ó pretesto de encolerizarse; y (2) lnvttlcrt(y según algunos rtderi, ridiculizado); vel sub-
tanto más, cuanto menor es su verdadero mérito y menos do- sannari : otros vida-i vcl subliman, « ser mirado ó enaltecido »
tes concurren en ellos acreedoras al aprecio y consideración de con escarnio.
los demás : recuérdese el tipo de estosen el soberbio Aman, (3) Resident: la antigua edición de París ponía rldcnt, y dice
que ante el desdén/justísimo de Mardoquéo llevó su indigna- con gracejo rectificando el P. Kicolai : «¡ se feia quizá, para
ción al estremo de maquinar el esterminio de todos sus com- w no ser mordido por los perros, quien tan ridicula variante
patriotas y parientes , inclusa la reina Ester; si bien fraguó » introdujera? » Bien pudo ser (decimos nosotros por nuestra
así en su insensata obcecación su propia ignominia y ruina, Hé parte) una errata material, menos ocasionada á risa,
CUESTIÓN X L V I I . — A R T Í C U L O IV. 311
dicho ( a. 2 y 3 ) , el indigno desprecio es les no desprecian, sino que más bien es-
grandemente provocativo á la ira ; y por timan en mucho á aquellos, á quienes se
lo mismo el defecto ó pequenez de aquel, humillan.
contra quien nos irritamos, contribuye al D e aquí se deduce la contestación al
aumento de la ira, en cuanto aumenta el argumento 1.°
desprecio indigno: p u e s , así como, cuan- A l 2.° diremos que hay dos causas, por
to mayor es uno, tanto más indignamente las cuales cesa la ira contra los muertos:
es despreciado; así, cuanto es menor, 1 . porque no pueden dolerse y sentir,
a
tanto más indignamente desprecia. P o r que es lo que ante todo intentan los ira-
eso los nobles se encolerizan, si sotí des- cundos con los que son objeto de su ira;
preciados por los rústicos, ó los sabios 2.° porque parece que han llegado al es-
por los ignorantes, y los amos por sus tremo de sus males ; y así es que la ira
criados. P e r o , si la pequenez ó defecto ceja también respecto de todos los grave-
disminuye el desprecio indigno, tal pe- mente lastimados, en cuanto su calamidad
quenez no aumenta, antes disminuye, la escede á la medida de justa retribución.
ira. D e este modo los que se arrepienten A l 3.° que también el desprecio proce-
de las injurias hechas y confiesan haber dente de los amigos parece ser más in-
obrado mal y se humillan y piden perdón, digno ; y así nos irritamos más contra
mitigan la ira, según aquello (Prov. 15,1): ellos, si nos desprecian, sea perjudicán-
la respuesta suave quebranta la ira ; donos, ó no ayudándonos, por análoga
esto e s , en cuanto parece que los ta- causa que contra los menores ( 1 ) .
CUESTIÓN XLYIII.
Efectos de la ira.
Destinamos á los efectos de la ira cuatro artículos : 1.° La ira causa delectación ?—2.° Causa princi-
palmente efervescencia en el corazón ?— 3.° Impide especialmente el uso de la razón ? —4.° Causa el
silencio ?
(1) Esto es, porque tanto los que' nos son inferiores como ediciones.
los amigos tienen en su misma inferioridad y amistad respec- (3) Pensamiento tomado de un verso de la Ilíada de Ho-
tivamente un motivo especial de estimarnos y respetarnos, y mero, según insinúa el mismo Aristóteles, calificándolo de
nosotros un derecho á su peculiar y deferente consideración ó « bello »[pulchré dlctum de ira), y que creemos categóricamente
estima. vaciado en el terceto adjunto :
(2} Dclectalioni conjunctas comunmente con el códice do Al-
caiiiz ; otros ponen delectatio conjunctus iros, y algunos delecta- Mas que miel destilando gota á gota,
lionis conjunctus. El pensamiento es idéntico, pero la redacción Dulce en el pecho varonil la'ira ...
más natural parece la primera, cual se halla en casi todas las Hierve y se acrece, al par que hirviente brota,
312 CUESTIÓN XLVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .
il) En las ediciones romanas falta la palabra iram, fácil do inmediaciones del hígado, en que está la vejiga de lo hiél, y
suplir, más no redundante en verdad. que en efecto produce alguna efervescencia en virtud (le la
(2) Aunque en el lugar citado se habló del celo, en cuya reacción químico-orgánica consiguiente á la mezcla de ele-
noción se incluye implícitamente la de fervor. mentos ó fluidos de cualidades contrapuestas, como son las de
(3) Más espresamenté en la C. 25, a. 2, donde se demostró los ácidos fagrios) y álcalis (amargos) : fundándose en la pro-
que el amor es la principal y primera de todas las pasiones. ximidad del hígado al corazón, toda vez que una y otra vis-
(4) Paréccnos alude á la sangre impregnada de bilis en las cera ocupan la cavidad torácica ó pectoral.
CUESTIÓN X L V Í I I . — ARTÍCULO Í I . 313
caliente se congela m á s , como por cierta neos son más propensos á amar, y se dice
más enérgica reacción de lo frió sobre lo que el (2) hígado impone el amor; pues
caliente. Mas el movimiento apetitivo de en él se produce cierta generación de la
la ira es causado por alguna injuria infe- sangre ; pero la efervescencia (fervor)
rida, como por un contrario inherente; y dé la ira va acompañada de una amar-
por lo mismo el apetito tiende principal- gura (propia) para consumir, puesto
mente á repeler la injuria por el deseo de que tiende al castigo de lo que la es c o n -
la v e n g a n z a , originándose de aquí una trario ; por cuya razón se asemeja al ca-
gran vehemencia é impetuosidad en el lor del fuego y á la cólera ( 3 ) . Por esto
movimiento de la ira. Y , por cuanto el mo- también dice el Damasceno (Ort. fid.
vimiento de la ira no es contractivo como 1. 2 , c. 16) que «procede de la evapora-
el d e l i r i o , sino más bien espansivo como »cion de la hiél, y se llama biliosa».
el del calor ; consiguientemente el movi- A l 2.° que todo aquello, cuya causa
miento de la ira viene á ser causa de se disminuye por el tiempo, necesaria-
cierta efervescencia de la sangre y de los mente debe debilitarse con el tiempo : y
espíritus cerca del corazón , que es el es evidente que la memoria se disminuye
instrumento de las pasiones del alma. D e con el tiempo, pues las cosas y a anti-
ahí es que, á causa de la gran perturba- guas se olvidan con más facilidad; y ,
ción del corazón aneja á la ira, déjanse como la ira es causada por el recuerdo
ver principalmente en los irritados ciertos de uua injuria recibida, por eso la causa
indicios en los miembros esteriores. Por de la ira se disminuye poco á poco con el
esta razón dice San Gregorio ( M o r a l . tiempo, hasta que se desvanece. También
1. 5, c. 3 0 ) : « e l corazón, inflamado por parece mayor la injuria, cuando se siente
»los estímulos de su ira, palpita; el cuer- por primera v e z , y poco á poco dismi-
» po tiembla, trábase la lengua, el rostro nuye su estimación, según que se separa
» se enciende, los ojos centellean, y ni más de la presente sensación de la inju-
» aun se reconoce á los conocidos; la boca ria ; y lo mismo sucede con el amor, si
»prorrumpe en gritos, mas el sentido ig- su causa subsiste solo en el recuerdo.
«ñora lo que h a b l a » . . Por esta razón dice Aristóteles ( Ethic.
A l argumento 1.° diremos, que «el 1. 8, c. 5 ) que « si se prolonga la ausen-
»amor mismo no se siente t a n t o , sino »cia del amigo, parece que hace olvidar
»cuando lo revela la indigencia» ( 1 ) , » l a amistad»; pero, cuando está presente,
como dice San Agustín (De Trinit. 1. 10, con el tiempo se multiplica incesante-
c. últ.). Por lo tanto, cuando el hombre mente la amistad, y por lo tanto crece (4).
sufre detrimento en su amada dignidad á L o mismo también sucedería con la ira,
causa de una injuria recibida, siéntese si se multiplicara continuamente su cau-
más el amor; y así más fervientemente se sa. Sin embargo eso mismo, de que la ira
transforma el corazón por alejar el impe- pasa rápidamente, es una prueba de la
dimento de la cosa amada, siendo causa vehemencia de su furor; pues, así como
de que así crezca el fervor mismo del un fuego grande se apaga pronto faltán-
amor por medio de la ira y se sienta más. dole la materia, así también la ira por
Sin embargo el fervor, que resulta del su vehemencia se aminora luego.
calor, pertenece de distinto modo al amor A l 3.° que toda potencia dividida en
y á la ira : pues el fervor del amor va muchas partes se debilita; y por lo tanto,
acompañado de cierta dulzura y suavi- cuando uno irritado con un individuo se
dad, porque se dirige al bien amado, y irrita después con o t r o , por esto mismo
por lo mismo se asemeja al calor del aire disminuye su ira para con el primero , y
y de la sangre, por lo cual los sanguí- especialmente si esta fuere mayor respec-
(1) Cuando se advierte la necesidad do poseer el objeto incorporan al torrente circulatorio en la vena subclavia iz-
amado, del que se carece ó cuya falta ó ausencia se siente y quierda ; es lo cierto que en el corazón se deposita ya bonifi-
hace afanarse por obtenerla, exacerbando el deseo y origi- cada por la hematósis en el pulmón, al paso que el hígado no
nando demostraciones de su intensidad. es más que una glándula (aunque la más voluminosa de to-
(2) CogiC amare jécur : Bibáculo y otros antiguos latinos de- das) secretora de la bilis, y que en nada coopera directamente
signan á veces el corazón por la voz jécur, y acaso en este á la formación de la sangre.
proloquio debiera más propiamente que en otras locuciones (3) Bilis ó jugo bilioso, amargo y ardoroso.
traducirse así: pues, si bien la sangre no se forma ni en el (4) Por efecto de su continua reciprocidad.
hígado ni.en el corazón, sino que sus elementos quilíficos se
CUESTIÓN XLVUl. — ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Apposltio, el ponerse un contrario sobre el otro ó junto y que no es tan espresivo, ni por otra parte está en consonan-
íi él, para que a6Í.resalte ó se destaque más notoriamente; no cia tan gráfica con la objeción.
opposiUo, como (creemos que equivocadamente) ponen algunos, I
CUESTIÓN X L V Í I Í . — ARTÍCULOS ÍII Y IV. 315
por lo mismo causa mayor tristeza; á la junta á ella, ya también en cuanto la im-
manera misma que los graneles bienes ad- pide.
quiridos de improviso causan mayor de- R e s p o n d e r e m o s , que la ira, como se
lectación, y según el aumento de la tris- ha dicho (a. 3 al 1.°), por una parte existe
teza precedente se auihenta consiguien- con la razón, y por otra la impide; y por
temente también la ira. ambas partes puede causar el silencio;
por parte de la razón, cuando el juicio de
la razón impera tanto que, aunque no
A R T Í C U L O I V . — La Ira os c a u s a nota-
retraiga el afecto del desordenado apetito
ble del silencio ?
de la venganza, refrena sin embargo la
lengua de la desordenada locución; y por
l.° Parece que la ira no causa silencio: esto dice San Gregorio ( M o r a l . 1. 5,
porque este se opone á la locución ; y por ibid.): « algunas veces la ira, perturbado
el incremento de la ira se llega hasta la » el ánimo, impone silencio como por jui-
locución, como consta por los grados de » ció » ; mas por parte del impedimento
la ira asignados por el Señor ( Matth. de la razón, porque, como se ha dicho
5, 2 2 ) , al decir : el que se irrita contra (a. 2 ) , la perturbación de la ira llega
su hermano , y el que dijere á su her- hasta los miembros esteriores y princi-
mano : Raca ( 1 ) . . . . , y el que dijere á palmente hasta aquellos miembros, en
su hermano : Fatuo L u e g o la ira no que resplandece más claramente la acción
causa el silencio. del corazón, como en los ojos, en el ros-
2.° Cuando falta la guarda de la ra- tro y en la lengua; y así es q u e , como se
zón, prorrumpe el hombre en palabras ha dicho (a. 2 ) , «la lengua se traba, el
desordenadas : por esto se dice (Prov. »rostro se enciende y los ojos cente-
25, 28): Como ciudad abierta y sin cerca » Uéan ». L u e g o puede ser tanta la per-
de muros ; así el hombre, que no puede turbación de la ira, que prive absoluta-
refrenar su espíritu en hablar. P e r o la mente á la lengua del uso de la palabra;
ira sobre todo impide el juicio de la y entonces resulta el silencio,
razón, como se ha dicho (a. 3 ) . L u e - A l argumento 1.° diremos, que la exa-
go es lo que más hace prorumpir en pa- cerbación de la ira llega á veces hasta
labras desordenadas. L u e g o no causa el impedir á la razón en la represión de la
silencio. lengua ; pero otras va más lejos aun,
3.° D í c e s e ( M a t t h . 1 2 , 34) : de la hasta impedir el movimiento de esta y el
abundancia del corazón habla la boca; de los otros miembros esteriores.
y por la ira se perturba muy mucho el P o r esto se hace obvia la contestación
corazón, como se ha dicho (a. 2 ) . L u e g o al argumento 2.°
causa principalmente la locución, y en su A l 3.° que la perturbación del corazón
consecuencia no causa el silencio. puede algunas veces ser tan estremada,
Por el contrario, dice San Gregorio que este movimiento desordenado impida
(Moral. 1. 5 , c. 30) que « l a ira, recon- los movimientos de los miembros esterio-
» centrada por el silencio, hierve más v e - res; y entonces sobreviene el silencio y
hemente dentro del espíritu». la inmovilidad de los miembros estemos,
Conclusión. La ira puede ser causa y á veces aun la muerte. P e r o , sino fuese
del silencio, ya en la parte de razón ad' tanta la perturbación, en tal caso al es-
ceso de perturbación del corazón subsi-
(lj V'úaso la nota3, pá¡r. 300.
g u e la locución oral.
CUESTIÓN XLIX.
Examinados h a s t a aquí los actos y las pasiones, lógico parece estudiar a h o r a los principios de los
actos h u m a n o s , primeramente los intrínsecos y en segundo lugar los estrínsecos. Principio intrín-
seco es tanto la potencia como el h á b i t o : m a s , habiéndose hablado y a de las potencias en l a Parte 1. a
amigo; y otras, entre las que existe algo perfecta, como la ciencia y la virtud in-
intermedio, no empero acción ni pasión, coada ; y en la espresion « según la espe-
sino á manera de acción ó p a s i ó n , en » cié » comprende las disposiciones per-
cuanto la una exorna ó rige y la otra es fectas, llamadas hábitos, como la ciencia
decorada y regida : conforme á lo cual y la virtud completas.
dice Aristóteles (Metaph. 1. 5, t. 25) que
« se llama hábito una como acción del A R T Í C U L O I I . — E I habito e s u n a aeter-
» que tiene y lo tenido » , cual existe en m i n a d a e s p e c i e de cualidad ( 2 ) ?
lo que tenemos junto á nosotros. A s í es
que en estas cosas se constituye un g é - l.° Parece que el hábito no es una de-
nerp especial, que se dice «predicamento terminada especie de cualidad: porque,
» del hábito » , del cual dice Aristóteles como se ha dicho ( a. 1 ) , el h á b i t o , en
(Metaph. 1. 5 , ibid.) que « entre el que cuanto es una cualidad, se define como
» tiene un vestido y él vestido, que tiene, « una disposición, según la que se dispo-
» media un hábito ». M a s , si se toma la » ne bien ó mal lo dispuesto». Pero esto
palabra habere, según que se dice que se verifica en cualquiera cualidad; pues
una cosa está de cierta manera (1) en sí una cosa está bien ó mal dispuesta en s u .
misma ó respecto de alguna o t r a , siendo figura, y de la misma manera por el calor
este modo de haberse según alguna cua- y el frió, y en todo lo análogo á esto.
lidad ; el hábito en tal sentido es una L u e g o el hábito no es una determinada
cualidad, de la que dice el Filósofo especie de cualidad.
(Metaph. 1. 5 , ibid.) que «se llama há- 2.° Aristóteles (in Pradicamentis, cap.
» bito una disposición, por la que se dis- De qual.) dice que el calor y la frialdad
» pone bien ó mal lo dispuesto en cuanto son disposiciones ó hábitos, como la en-
» á ello mismo ó respecto de otra cosa », fermedad y la salud. P e r o el calor y el
como la salud es cierto hábito. E s t o es frió pertenecen á la tercera especie de
lo que aquí entendemos por hábito, di- cualidad. L u e g o el hábito ó disposición
ciendo en consecuencia que el hábito es no se distingue de las otras especies de
una cualidad. la cualidad.
A l argumento 1.° diremos, que aquella 3.° L o difícil de un móvil no es una
objeción se refiere á la palabra habere diferencia perteneciente al género de la
tomada en su acepción común; pues así cualidad, sino que más bien pertenece al
lo es á muchos géneros , como va dicho. movimiento ó á la pasión. M a s ningún
A l 2° que aquel razonamiento versa género es determinado á una especie por
sobre el h á b i t o , según que se entiende la diferencia de otro g é n e r o ; sino que
algo medio entre el que tiene y lo que es « es preciso que las diferencias sobreven-
tenido ; pues en tal concepto es un pre- » ga,n per se al género», como dice Aris-
dicamento, como queda dicho. tóteles (Metaph. 1. 7, t. 4 2 ) . L u e g o , di-
A l 3.° que la disposición implica siem- ciéndose que el hábito es « una cualidad
pre orden de algo compuesto de partes; » difícilmente movible», parece que no es
pero esto acontece de tres maneras, como una determinada especie de cualidad.
añade al punto Aristóteles (ibid.), á sa- Por el contrario, dice Aristóteles (in
ber, ya por relación al lugar, ó a l a po- Prasdicamentis, cap. De qual.) que « una
tencia , ó á la especie ; en lo c u a l , como » especie de cualidad es el hábito y la
dice Simplicio ( i n comment. Prsedica- » disposición ».
mentorum, cap.' De qual.) comprende Conclusión. El hábito se considera
todas las disposiciones : las corporales, con razón como la primera de las cuali-
cuando dice « según el lugar » , y e s t a dades.
pertenece al predicamento de la situa- Responderemos , que Aristóteles ( i n
ción , que es el orden d e partes en su Prasdicamentis, cap. De qual.) asigna
sitio ; y , al decir « según la potencia», entre las cuatro especies de cualidad la
incluye todas las disposiciones cifradas primera la disposición y el hábito; y
en la preparación é idoneidad aún no Simplicio ( Commentar. Praídicament.
(1) O «es», y mejor «se h a » . notar el Doctor Angélico, reíiriéndose al testo aducido en el
arg. Por el contrario.
(2) La primera y más importante ó atendible, según hace
318 CUESTIÓN XLIX. — ARTÍCULO 11.
ibid.) esplica las diferencias de estas es- el modo ó la determinación del sujeto (2)
pecies , diciendo que hay cualidades na- según la cantidad, en este caso es la cuarta
turales, inherentes por su naturaleza y especie de cualidad: y, puesto que la can-
siempre; y otras adventicias, que provie- tidad según su propio concepto existe sin
nen de fuera y pueden perderse. Estas movimiento y sin carácter de bueno ó
pues, que son adventicias, son los hábitos malo ; por eso no pertenece á la cuarta
y las disposiciones, que difieren (entre sí) especie de cualidad el que algo esté bien
según su fácil ó difícil amisibilidad. M a s ó mal dispuesto ni el que pase pronto ó
entre las cualidades naturales hay unas, tarde. Pero el modo ó la determinación
que se refieren á lo que algo es en poten- del sujeto según la acción y pasión se
cia , y tal es la segunda especie de cua- considera en la segunda ó tercera especie
lidad ; pero otras se refieren á algo exis- de cualidad , y por lo tanto en ambas se
tente en a c t o , y esto y a en cuanto al toma en consideración el que algo se
f o n d o , y a afectando á la superficie: si haga con facilidad ó- dificultad ó el que
afectan al fondo (1) , esta es la tercera sea pasajera ó larga su duración; mas
especie de cualidad; y si á la superficie, nada se considera en ellas perteneciente
es la cuarta especie de cualidad, como al concepto de bueno ó malo, por cuanto
la figura y la forma, que es la figura del el movimiento y las pasiones no tienen
ser animado. Pero esta distinción de las razón de fin, y se dice bueno ó malo por
especies de cualidad parece inconve- relación al fin. Mas el modo y la deter-
niente : porque hay muchas figuras y minación del sujeto en orden a l a natura-
cualidades p a s i b l e s , no naturales sino leza de la cosa pertenece á la primera
adventicias ; y muchas disposiciones no especie de cualidad, que es el hábito
adventicias, sino naturales, como la sa- y la disposición: porque dice Aristóteles
lud , la hermosura y otras á este tenor: ( P h y s . 1. 7, t. 1 7 ) , hablando de los há-
y por esto no establece conveniente orden bitos del alma y del c u e r p o , que son
de las especies ; pues siempre lo que es « ciertas disposiciones de lo perfecto á lo
más natural es lo primero. H é aquí por- » mejor; y digo perfecto, lo que está dis-
qué juzgamos preferible otra distinción » puesto conforme á la naturaleza ». Y ,
de las disposiciones y hábitos, basada en puesto que « l a misma forma y l a n a t u r a -
otras cualidades; dado que la cualidad » l e z a de la cosa es el fin, y 'por cuya
propiamente implica cierto modo de la » causa se hace algo» ( P h y s . 1. 2, t. 2 3 ) ;
sustancia, y el modo es según S. Agustín por eso se considera en la primera especie
( S u p . Gen. ad litt. 1. 4 , c. 3) « el que la tanto lo bueno y lo m a l o , como también
» medida prefija », entrañando por consi- lo fácil ó difícil de mover, según que al-
guiente cierta determinación según al- guna naturaleza es el fin de la genera-
guna medida. P o r lo t a n t o , así como ción y del movimiento. P o r esta razón
aquello , por lo que se determina la p o - ( M e t a p h . 1. 5 , t. 2 5 ) define Aristóteles
tencia de la materia según el ser sustan- el hábito, diciendo que es « u n a disposi-
cial , se llama cualidad, que es una dife- » cion, según la que se dispone uno bien ó
rencia de la sustancia ; así lo que deter- » mal » ; y ( E t h i c . 1. 2, c. 5 ) dice que
mina la potencia del sujeto según el ser « los hábitos son, según los que nos habe-
accidental, se llama cualidad accidental, » mos bien ó mal con respecto á las pa-
que es también una diferencia, como » siones » : pues, cuando el modo es con-
consta por el Filósofo ( Metaph. 1. 5, veniente á la naturaleza de la cosa,
t. 19). P e r o el modo ó determinación del entonces tiene razón de bueno ; pero
sujeto según el ser accidental puede cuando no conviene, la tiene de m a l o : y,
considerarse ó en orden á la naturaleza siendo la naturaleza lo que primeramente
del sujeto; ó por la acción y pasión con- se considera en la c o s a , por eso el hábito
siguientes á los principios de la natura- se considera como la primera especie de
leza , que son la materia y la forma ; ó cualidad.
según la cantidad. Si pues se considera
A l argumento 1.° diremos, que la dis-
fl) Al interior de la masa ó sustancia, como la cualidad (2) Subjecti, pero según algunos objecli, que también aquí es
1 lamada estructuraó forma interna, que viene á ser la que á indiferente; aunque más propio parece subjecti¡ el sujeto de
continuación dice tercera. las cualidades, de que se trata.
CUESTIÓN XLIX. — ARTÍCULOS II Y I I I , 319
(1) Lo primero con prioridad metafísica, lógica y aun cro- (3) Y puede hacerse, cuando se quiera : añade San Aguslm
nológica. mismo de acuerdo con Averróes, citado á continuación.
(2) Contra lo establecido en el precedente artículo 2.°.
CUESTIÓN X L 1 X . — A R T Í C U L O IV. 321
dispone algo bien ó mal por su forma, se- te) para (sola) esa, tampoco tiene lugar
gún la cual una cosa es un bien, como es en esto la disposición y el hábito, porque
un ente. L u e g o ninguna necesidad hay de el tal sujeto tiene por su naturaleza la
hábitos. habitud debida á tal a c t o ; por lo cual, si
2.° E l hábito implica orden al acto. un cuerpo celeste está compuesto de ma-
Mas la potencia implica el principio del teria y forma, no existiendo aquella ma-
acto suficientemente, pues aun las poten- teria en potencia por relación á otra for-
cias naturales sin los hábitos son princi- ma según lo dicho ( P . 1. C. 66, a. 2 ) , no
a
(lj Habla solo aquí del hábito referido ó encaminado al el códice de Tarragona y la mayoría de las ediciones. Las de
bien ; aunque bien puede ampliarse aun á los predispuestos Pádua y Roma sin embargo escriben ad altcrim (respecto de
al mal, como en el lenguaje ordinario suele decirse de uno otro); mas no vemos la razón de tal limitación, á pesar de la
que es (por ejemplo) « un perfecto ladrón». locución siguiente disponi ad allcram en la ilación : por lo cual
(2) Secundum quam, refiriéndose á la «disposición», según preferimos traducir con la amplitud insinuada en la forma ad
el códice de Alcañiz y el mayor número de las ediciones más Iwc. Píicolai pone ad hunc (á este) ó en orden á persona indivi-
conocidas y correctas. Algunos ponen quem, referido á finem. dualizada, lo que tampoco nos parece bastante justificado ni
(3) Aliquid ad Iwc, á determinada operación ú objeto, según aceptable.
SUMA TEOLÓGICA TOMO U 31
322 CUESTIÓN X L I X . — A R T Í C U L O IV.
otra disposición se requiere para la ope- queda dicho; y por esto las fuerzas na-
ración ademas de la misma forma : pero, turales no ejercen sus operaciones me-
si la forma es t a l , que puede operar de diando algunos hábitos, porque están de-
distintos m o d o s , como lo es el alma; es terminadas en sí mismas á un objeto
preciso que se disponga á sus operaciones único.
por medio de algunos hábitos. A l 3.° que no se refiere un mismo há-
A l 2.° que la potencia se refiere algu- bito al bien y al mal, según se demostra-
nas veces á muchos (objetos), y por lo rá más adelante (C. 54, a. 3 ) ; mientras
tanto es preciso que se determine por al- que la misma potencia se refiere al bien
guna otra cosa. P e r o , si hay una poten- y al m a l : y por consiguiente los hábitos
cia, que no lo sea respecto de muchos, no son necesarios, para determinar las po-
necesita de hábito determinante, como. tencias al bien.
C U E S T I Ó N L.
Vamos á t r a t a r del sujeto de los hábitos en estos seis artículos. l.° Existe algún.hábito en'el cuerpo?
— 2.° El alma es el sujeto del hábito según su esencia, ó según su potencia? — 3.° Puede existir algún
hábito en las potencias de la parte sensitiva ? — 4.° Hay algún hábito en el entendimiento mismo? —
5.° Y en la voluntad ? — 6.° Y en las sustancias separadas ?
(i) Siendo el hábito el fin ó término del acto ó serie de ac- racionales, honestos y rectos ó plausibles; y por consiguien-
tos conducentes á habituarse y de la habitud ó disposición te : 1.° que los hábitos residen propia y principalmente en el
por ellos adquirida, ó (como dice técnicamente el C, Cayeta- alma, y solo secundariamente en los órganos corpóreos de sus
no) de la habituación y do lo habituado; claro es que á la potencias ; 2.° que sin embargo la asuafaccion ó costumbre ha-
verdadera noción de hábito se asocia inseparablemente la de bitual habilita los miembros para su fácil actuación , como es
costumbre, sin la que por lo mismo no se concibe ni puede de observar en los músicos y otros artistas en la ejecución
darse hábito propiamente dicho. Así es que no basta para su espedita y aun casi sin atención de sus ejercicios respecti-
formación una reiterada serie de actos meramente naturales, vos ; 3.° que es muy interesante la distinción de los hábitos
sino que supone imprescindiblemente voluntariedad : pues, ad naturam y ad operafionem , imperfectos aquellos y que á lo
por muchas y frecuentes veces que una piedra (por ejemplo) sumo debieran llamarse disposiciones habituales (parecidas á
se lance hacia arriba, jamás contraerá la costumbre ni por hábitos ó participantes de su noción únicamente, por lo que
consiguiente el hábito (disposición ó facilidad) de elevarse tienen ó tengan de sumisión á la razón propia ó estrañaj ; y
por sí misma : lo cual comprueba hasta la evidencia la exac- estotros perfectos y propia y eselusivamente tales en virtud
titud de Averróes, en adicionar la definición del hábito, quo y por efecto de su racionalidad ó voluntariedad. Compréndese
quis operatur, con la condición imprescindible cum vult, « por desde luego la importancia suma de estas observaciones, que,
» el que uno obra, cuando quiere». De aquí se infiere que los cstractadas de los comentarios del C Cayetano, concretan no
seres tanto más se aproximan á su capacidad de contraer há- poco la significación atribuida á la palabra hábito en la no-
bitos, cuanto más participan de la racionalidad ; llegando al- ta 1, pág. 31ü, y por lo mismo facilitan la recta y precisa
gunos á ser susceptibles de educación, cuyo fin principales adjudicación de hábitos al sujeto más ó menos propiamente
la transformación de los instintos espontáneamente naturales capaz do ellos.
y do las tendencias inconvenientes en hábitos más ó menos (2) Ténganse presentes las notas 3, pág. 320, y 1, pág. 322.
CUESTIÓN L . — A R T Í C U L O I. 323
sino en la tercera especie de cualidad (1), tud á las operaciones del alma. P e r o , si
que se divide contra el hábito. L u e g o hablamos de la disposición del sujeto á
ningún hábito existe en el cuerpo. la forma, en este caso la disposición ha-
Por el contrario, Aristóteles (in Prse- bitual puede existir en el cuerpo, el cual
dicamentis, c. De qual.) dice que ce la sa- es al alma lo que el sujeto á la forma ; y
» lud del cuerpo ó la enfermedad incura- de este modo la salud, la belleza y se-
» ble se llama hábito». mejantes (cualidades) se llaman disposi-
Conclusión. Ningún hábito [ 1 ] en su ciones habituales : sin embargo no tienen
concepto de disposición del sujeto á la perfectamente el verdadero carácter de
operación puede residir principalmente hábitos, por cuanto sus causas son por su
en el cuerpo como en tal sujeto: los hábi- propia naturaleza de fácil transmutación.
tos [ 2 ] ó disposiciones habituales á la Alejandro empero opinó que en manera
operación del alma mediante el cuerpo ninguna existía en el cuerpo el hábito ó
residen primariamente en el alma, y pue- la disposición de la primera especie, co-
den secundariamente hallarse en el cuer- mo refiere Simplicio (Comm. prasd. in c.
po ; y [ 3 ] como habitual predisposición De qual.); sino que (decia) la primera
del sujeto á la forma puede el hábito re- especie de la cualidad pertenecía esclu-
sidir principalmente en el cuerpo, como sivamente al alma ; y lo que dice Aristó-
en su propio sujeto. teles (in Prted.) sobre la salud y la en-
Responderemos que, como se ha dicho fermedad, no lo aduce en concepto de
C 49, a. 2, 3 y 4 ) , el hábito es cierta dis- que pertenezcan á la primera especie de
posición de algún sujeto existente en po- cualidad, sino por via de ejemplo; que-
tencia para la forma ó á la operación : y riendo significar que, así como la enfer-
por lo tanto, según que el hábito implica medad y la salud pueden ser fácil ó difí-
disposición á la operación, ningún hábito cilmente alterables, igualmente las cua-
existe principalmente en el cuerpo, como lidades de la primera e s p e c i e , que se
en su sujeto; pues toda operación del llaman hábito y disposición. P e r o esto
cuerpo ó proviene de una cualidad natu- consta ser contra la intención de Aristó-
ral del mismo, ó del alma, que lo mueve. teles , y a porque se sirve del mismo len-
Así que en cuanto á aquellas operacio- guaje, cuando cita como ejemplos la salud
nes, que provienen de la naturaleza, no y la enfermedad, la virtud y la ciencia;
se dispone el cuerpo por algún hábito, y a porque ( P h y s . 1. 7, t. 17) cuenta es-
puesto que las fuerzas naturales son de- presamente entre los hábitos la hermosu-
terminadas á un solo (objeto); y y a que- ra y la salud.
da sentado (C. 4 9 , a. 4) que se requiere Al argumento 1.° diremos que aquella
disposición habitual, cuando el sujeto objeción procede del hábito, según que
está en potencia con relación á muchas es disposición para la operación, y de los
cosas. Mas las operaciones, que provienen actos del cuerpo, que provienen de la na-
del alma por medio del cuerpo, son en turaleza; mas no de los que provienen
verdad principalmente propias del alma, del alma, y cuyo principio es la volun-
pero secundariamente del mismo cuerpo: tad (2).
y, como los hábitos son proporcionados á A l 2.° que las disposiciones corporales
las operaciones, por cuya razón ce de ac- no son difícilmente movibles de una ma-
»tos semejantes se originan hábitos se- nera absoluta en virtud de la mutabilidad
Bmejantes» ( E t h i c . 1. 2 , c. 1 y 2 ) ; por de las causas corporales : sin embargo
eso las disposiciones á tales operaciones pueden serlo por comparación á tal sujeto;
existen principalmente en el alma; pero esto e s , porque durante este no pueden
en el cuerpo pueden existir secundaria- removerse, ó porque son difícilmente mo-
mente, esto e s , en cuanto el cuerpo se vibles por comparación á otras disposicio-
dispone y se habilita á servir con pronti- nes ; mientras que las cualidades del alma
(1) Es una (lo las cualidades de la 3." especie, y el hábito tervencion de la voluntad ; y concretándose en la menor á los
la décima de las categorías ó predicamentos, entre los que la actos corpóreos independientes de esta y meramente elícitos
cualidad ocupa el 4.° lugar (T, 1.", pág. 42, nota 3). por la naturaleza : para aplicar la solución respectiva á unos
(-) lleíinéndose en la mayor de sus dos premisas al'hábilo y otros con espresa distinción. Tal es la autorizada interpre-
propiamente dicho, romo dispositivo de la operación con in- tación del 1'. Kicolai.
324 CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS Y II.
son en absoluto difícilmente movibles á por parte de la forma misma, sino por la
causa de la inmovilidad del sujeto. P o r diversa participación del mismo sujeto ; y
consiguiente no dice que la salud difícil- así no se diversificarían por esto las espe-
mente movible de una manera absoluta cies de la cualidad.—En vista pues de
sea un hábito, sino que es como un hábito todo esto opinamos de otra manera, que,
según el testo griego ( 1 ) . Sin embargo como hemos dicho ( C . 4 9 , a. 2 al 1.°),
las cualidades del alma se llaman hábitos la medida de las mismas cualidades pasi-
de una manera absoluta. bles según su conveniencia á la natura-
A l 3.° que las disposiciones corporales leza tiene carácter de disposición; y por
comprendidas en la primera especie de lo tanto, hecha la alteración relativamente
c u a l i d a d , como algunos las han incluido, á estas cualidades pasibles, que son lo cá-
difieren de las cualidades de la tercera lido, lo frió, lo húmedo y lo seco ( 4 ) , se
especie, en que estas están como en vias produce por consiguiente la alteración de
de producirse (in Jieri) y como en movi- la enfermedad y de la salud. Pero la al-
miento, de donde les viene el nombre de teración no se refiere primitivamente y
pasiones ó cualidades pasibles; mas, cuan- por sí misma á estos hábitos y disposi-
do y a hayan llegado á la perfección como ciones.
á la especie, entonces y a están en la pri-
mera especie de cualidad. Pero esto lo A R T Í C U L O I I . — ¿ E I aima es ci sujeto
desaprueba Simplicio (Comm. Prasd. c. del hábito según su esencia, ó según su po-
De qual.), porque según esto la calefac- tencia 1
ción estaría en la tercera especie de cua-
l i d a d , mientras que el calor en la primera; 1.° Parece que el hábito existe en el
pero Aristóteles coloca el calor en la ter- alma según la esencia más bien que según
cera. P o r esto dice Porfirio (2) como la potencia : porque las disposiciones y
refiere Simplicio (ibid.) que « l a p a s i ó n ó los hábitos se dicen tales en orden á la
«cualidad pasible y la disposición y el naturaleza (5), como se h a dicho ( C . 49,
«hábito» difieren en los cuerpos según la a. 3) ; y se considera la naturaleza más
intensidad ó remisión: puesto que, cuando bien según la esencia del alma que según
algo recibe el calor siendo solamente ca- sus potencias, toda vez que el alma es
lentado, sin que á su vez pueda calentar; según su esencia la naturaleza de tal cuer-
entonces h a y p a s i ó n , si este estado es po (6) y su forma. L u e g o los hábitos
transitorio, y cualidad pasible, si es per- están en el alma según su esencia, y no
manente : pero, si es constituido en apti- según la potencia.
tud de poder también calentar á otro, en 2.° N o hay accidente de otro accidente,
este caso h a y disposición : y , si llega más y el hábito es cierto accidente. P e r o las
adelante hasta ser difícilmente mudable, potencias del alma son del género de los
habrá ya h á b i t o , siendo así la disposición accidentes, como queda dicho ( P . 1. , C. a
(1J Cuya genuina versión latina es velut habitum appellare de ser alterado ó cercenado en ella.
aliquispossil,«que pueda alguno llamarla como hábitow, á la (4) No como únicas, sino que son las más notables y comu-
afección (morbosa) que, convertida en cierto modo en natura- nes, y en tal concepto las primeras y como radicales princi-
leza, ha llegado á hacerse incurable, según allí mismo se dice pios de todas las demás, que varían ó se modifican según la
poco antes. diversa combinación é influencia de esas.
(2) El autor de cierta introducción (Isagoges) á las catego- (5) Según que la son convenientes ó no.
rías de Aristóteles ; en cuyo libro empero no se encuentra lo (G) Físico y orgánico, como constituido de varias potencias
que Simplicio le a.ribuye, aunque sí en algún otro hoy per- operativas á manera de instrumentos materiales; á diferencia
dido ó desconocido. Lo que sí se repite varias veces en la ci- del cuerpo matemático ó geométrico, constituido por las solas
tada Isagoge (c. 3, 10 y 13) es que «algunos accidentes su- dimensiones abstractas, del que no es el alma forma ni natu-
» fren ó son susceptibles de intensidad y atenuación alterna- raleza : y también debe entenderse al propio tiempo del cuer-
»tivas ». Nicolai. po de cada individuo determinado ó singular, del que el alma
(3) Entiéndase que « el hábito á su vez y propiamente tal es la forma sustancial, según tiene demostrado en la 1. Parte
a
» es la perfección de la disposición », ó la disposición en su (C. 75, a. 5). Véase allí la nota 2, pág. 587.
mayor grado de intensidad y eficacia con la adjunta dificultad
CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS II Y I I I . 855
(1J La Vulgata dice : M Í . . . efficìamini divinai consortes naturai, (2) Por cuanto funcionan solo naturalmente sin interven-
« para que... seáis hechos participantes de la naturaleza di- ción de la voluntad, según lo espuesto en la nota 1, pág. 322,
»vina», Véase en el T. 1.° la nota 1 de su pág. 205, (3) Véase la nota 1, pág. 322,
326 CUESTIÓN L. — ARTÍCULO IIÍ.
refiere á la facultad aprensiva, así la vir- hábitos ordenados á las operaciones : pero
tud á la potencia apetitiva. P e r o en las sí algunas disposiciones en orden á la
potencias sensitivas no hay ciencia algu- naturaleza (2), como la salud y la her-
n a , puesto que esta tiene por objeto las mosura. M a s , como los animales brutos
cosas universales, que las potencias sen- á influjo de la razón del hombre se habi-
sitivas no pueden percibir. L u e g o tam- túan en cierto modo á la aptitud de obrar
poco los hábitos de las virtudes pueden de tal ó cual m a n e r a , puédense en este
existir en las partes sensitivas. sentido admitir en ellos ciertos como há-
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles bitos. P o r esta razón dice S. A g u s t í n
(Ethic. 1. 3, c. 10) que «algunas virtudes (Qq. 1. 83, q. 36) que « vemos á las bes-
» (como la templanza y la fortaleza) son » tias más feroces abstenerse de los ma-
apropias de las partes irracionales». lí yores placeres por miedo á los dolores:
Conclusión. No hay hábitos en las po- » y, cuando y a han adquirido tal cos-
tencias sensitivas [1], como ni en las na- »tumbre, llámanlas domesticadas y man-
turales , en cuanto obran por natural » sas » . Sin embargo les falta la esencia
instinto; pero funcionando bajo el im- del hábito en cuanto al uso de la volun-
perio de la razón, sí son susceptibles de tad ; puesto que no tienen dominio de
hábitos, que las dispongan á actuar bien usar ó no usar, lo cual parece pertenecer
ó mal. á la esencia del h á b i t o : y por lo tanto,
R e s p o n d e r e m o s , que las potencias sen- hablando con propiedad, no pueden exis-
sitivas pueden considerarse de dos mane- tir hábitos en ellos.
ras : 1 . según que operan por instinto
a
A l 3.° que « e l apetito sensitivo ha sido
de la naturaleza; y 2. actuando por el
a
» hecho para ser movido por el apetito
imperio de la razón. A s í pues, según que » racional», como se dice ( D e anima. 1. 3,
funcionan por instinto de la naturaleza, t. 57) ; mientras que las potencias racio-
se ordenan á un solo objeto como las na- nales aprensivas tienen natural aptitud
turalezas (mismas); y por lo t a n t o , así para recibir de las potencias sensitivas.
como en las potencias naturales no hay P o r lo tanto es más conveniente que los
hábito alguno, así tampoco en las poten- hábitos residan en las potencias sensitivas
cias sensitivas, según que obran por ins- apetitivas, que en las potencias sensitivas
tinto de la naturaleza : pero en cuanto aprensivas; puesto que en las potencias
actúan por el imperio de la razón , pue- sensitivas apetitivas no hay hábitos, sino
den referirse á diversos objetos, y por lo según que obran por el imperio de la ra-
mismo pueden existir en ellos algunos zón : aunque también pueden admitirse en
hábitos, por los que se disponen bien ó las potencias interiores sensitivas aprensi-
mal á algo. vas algunos hábitos, que contribuyen á
A l argumento 1.° diremos, que las facilitar en el hombre la memoria, ó el
fuerzas de la parte nutritiva no obedecen pensamiento ó la imaginación. P o r esta
naturalmente (1) al imperio de la razón, razón también dice Aristóteles ( D e me-
y por lo tanto no hay en ellas hábitos al- moria et reminisc. c. 2) que « la costum-
gunos : pero las sensitivas por su natura- » bre ayuda mucho á recordar b i e n , por
leza se someten al imperio de la razón, y » cuanto también estas fuerzas se mueven
pueden por lo tanto existir en ellas algu- » á obrar por el imperio de la razón » .
nos hábitos; p u e s , según que obedecen á Mas las potencias aprensivas esteriores,
la r a z ó n , se dicen en cierto modo racio- como la vista y el oido y o t r a s , no son
nales (Ethic. 1. 1, c. últ.) susceptibles de algunos hábitos; sino que
según la disposición de su naturaleza se
A l 2.° que las fuerzas sensitivas en los
ordenan á sus actos determinados : así
animales brutos no obran por el imperio
como los miembros del c u e r p o , en los
de la razón ; sino que , abandonados á sí
que no h a y hábitos; y sí más bien en las
mismos , obran por instinto de la natura-
potencias que imperan su movimiento.
leza : así es que no existen en las bestias
(l) Tanto es así, que aun durante el sueño y en los sínco- nténos actividad.
pes, cuando todas las demás (inclusas las sensitivas inferio- (2) A la perfección y ornato dé la naturaleza. Véase la
res) cesan de funcionar, continúan actuando ellas con más ó nota 1, pág. 322.
CUESTIÓN L. — ARTÍCULO IV. 327
potencia pertenece á aquel, de quien es la bito, que es medio entre la pura potencia
acción, sucede lo propio con el hábito; y, y el acto perfecto (2).
siendo actos propios del entendimiento el A l 3.° que, por cuanto las fuerzas
entender y el considerar, sigúese asimis- aprensivas preparan interiormente al en-
mo que el hábito, por el cual se conside- tendimiento posible el propio objeto ; de
ra, existe propiamente en el entendimien- la buena disposición de estas fuerzas, á
to mismo. la cual coopera la buena disposición del
A l argumento 1.° diremos, que han cuerpo, resulta el hombre hábil para en-
afirmado algunos, como refiere Simplicio tender: y.así el hábito intelectivo podrá
(Comment. Prsedicam. cap. De qualit.), existir secundariamente en esas fuerzas,
que , puesto que « t o d a operación del aunque reside principalmente en el en-
»hombre lo es en cierto modo del con- tendimiento posible.
j u n t o , como dice el Filósofo ( D e anima,
ARTÍCULO V . — n o y a i g u n hábito e n
lib. 1, t. 64 y s i g . ) ; ningún hábito es del
la voluntad ?
alma sola, sino del compuesto (1): de
donde se sigue que no hay hábito alguno l.° Parece que en la voluntad no hay
en el entendimiento, por cuanto este está hábito alguno: porque los que existen en
separado, como se colegía del indicado el entendimiento son especies inteligibles,
razonamiento. M a s esta razón no decide; por las cuales entiende en acto ; y, como
pues el hábito no es disposición del obje- la voluntad no obra por medio de algu-
to á la potencia, sino más bien disposi- nas especies, no es sujeto de ningún há-
ción de la potencia al objeto: por lo cual bito.
el hábito debe necesariamente estar en 2.° E n el entendimiento agente no se
la misma potencia, que es el principio del da hábito alguno, como en el entendi-
a c t o , y no en lo que se compara á la miento posible; porque es potencia acti-
potencia como su objeto. E l mismo acto va: y, como la voluntad es principalmen-
de entender no se dice ser común al alma te potencia activa, pues que mueve todas
y al cuerpo, sino por razón de la imagen las potencias á sus actos propios, según
sensible (phantasmatis), según se dice lo espuesto ( C . 9, a. 1) ( 3 ) ; se infiere
( D e anima, lib. 1, t. 66): y , siendo ma- que no hay en la misma hábito alguno.
nifiesto que esa imagen se compara al 3.° E n las potencias naturales no hay
entendimiento posible como objeto ( D e hábito alguno, porque por su naturaleza
anima, 1. 3, t. 3 y 3 9 ) ; infiérese de aquí están determinadas á a l g o : y, como la
que el hábito intelectivo está principal- voluntad por su naturaleza se ordena á
mente de parte del mismo entendimiento, dirigirse al bien ordenado por la razón;
y no de la imagen, que es común al alma no hay por lo mismo en ella hábito al-,
y al cuerpo. P o r lo tanto debe decirse guno.
que el entendimiento posible es sujeto Por el contrario: la justicia es cierto
del hábito; pues compete ser sujeto del hábito, y está en la voluntad; pues que es
mismo al que está en potencia para mu- «cierto h á b i t o , según el cual algunos
chas cosas, y esto compete sobre todo al » quieren y obran las cosas justas » (Ethic.
entendimiento posible : por cuya razón el 1. 5, c. 1). L u e g o la voluntad es sujeto
entendimiento posible es el sujeto de los de algún hábito.
hábitos intelectuales. Conclusión. Necesariamente debe atri-
A l 2.° que, así como la potencia para buirse á la voluntad algún hábito, como
el ser sensible conviene á la materia cor- el de la justicia, por el cual se disponga
poral, del mismo modo la potencia al ser bien á su propio acto.
inteligible conviene al entendimiento po- R e s p o n d e r e m o s , que toda potencia,
sible; y de consiguiente nada obsta que que de diversos modos (4) puede orde-
en el entendimiento posible exista el há- narse á obrar, necesita del hábito, con que
(1) Del hombre, compuesto de alma y cuerpo. por el entendimiento, al menos en cuanto á la especificación
(2) Participa de la potencia pura, en cuanto se ordena á la del acto y en concepto de principio formal, proponiéndola el
perfección del acto; y del acto perfecto en que informa en objeto; aunque la voluntad por su parte mueve también al
cierto modo á la potencia misma, constituyéndola actualmente entendimiento en su ejercicio, como principio eficiente, apli-
hábil ó apta para obrar. cando de hecho y á su manera el sujeto á la operación.
(3) Sin perjuicio de ser ella antes movida de algún modo (4) Es decir, bien ó mal.
CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS V Y V i . 329
(1) Véase la nota 1, pág. 322. pues de haberle hecho arrancar la lengua y cortar las manos,
(2) C. G, a. 4, tratándose de la violencia ó coacción de la por su heroica oposición y lucha contra los herejes monoteli-
voluntad, declarada allí inadmisible por esta misma razón ; y tas, según consta del Martirologio del C. Baronio, al dia 13
en la C. 8, a. 1, discutiendo si el bien era ó no el esclusivo de Agosto, y de sus Anales (t. 8.°, año 600), en que inserta
objeto de la voluntad : no en la C. 22, a. 2, cuyo asunto no el catálogo de sus obras; citado también por Belarmino en su
hace al actual propósito, y que sin embargo se ve citada en Libro do los- Escritores eclesiásticos (an. 650).
la edición áurea y en algunas otras equivocadamente ó sin la (4) Calefacientes: los Serafines, según se esplicó en la 1. P.
a
Hay algún hábito que proceda dé la n a t u r a l e z a ? — 2. Es causado alguno por los actos ? — 3 Puede
a a
engendrarse el hábito por un solo acto? — 4. Hay algunos hábitos-infusos por Dios en los h o m b r e s ?
a
otros hábitos figura la inteligencia de los principio estrínseco : así como , cuando
principios, que es natural; por lo que los uno sana por sí m i s m o , toda la sanidad
primeros principios se dicen naturalmente proviene de la naturaleza; m a s , cuando
conocidos. sana con auxilio de la medicina, proviene
Conclusión. El hábito, como disposi- la sanidad en parte de la naturaleza y en
(1) Sin duda por omisión involuntaria faltan en la edición (2) Pues nada hace en vano ó superfinamente (De partib.
de Ñapóles las palabras atm voluerit, precisamente las más de- animal. 1.4, c, 11), como ni falta en lo necesario (De an. 1. 3,
cisivas y necesarias aqni, como constan en todas las domas t.45).
ediciones*
CUESTIÓN L I . — ARTÍCULO í .
parte del principio esterior. Si hablamos tual conviene al hombre el que, conocido
pues del hábito, según que es disposición desde luego lo que es el todo y lo que es
del sujeto en orden á la forma 6 ala na- la parte, conozca que el todo es mayor
turaleza ; de cualquiera de los modos que su parte; y lo mismo es en los demás:
predichos puede el hábito ser natural: pero qué sea el todo y qué sea la parte
pues h a y cierta disposición natural, que no puede conocerlo sino por las especies
se debe á la especie humana y de la que inteligibles, recibidas por las imágenes ; y
ningún hombre carece; y esta es natural por esto el Filósofo en el fin de los P o s -
según la naturaleza de la especie. M a s , teriores (t. últ.) demuestra que el cono-
por cuanto tal disposición tiene cierta la- cimiento de los principios nos proviene
titud , diversos grados de semejante dis- del sentido ( 3 ) : y según la naturaleza
posición convienen á hombres diversos del individuo hay algún hábito cognosci-
según la naturaleza del individuo ; y tal tivo según la incoación natural, en cuanto
disposición puede ser ó total por natura- un hombre por la disposición de sus ór-
l e z a , ó parcialmente originada de la mis- ganos es más apto para entender bien
m a y en parte del principio esterior, se- que o t r o , por cuanto para la operación
gún lo dicho respecto de los que se curan del entendimiento necesitamos de virtu-
por el arte. P e r o el hábito, que es dispo- des sensitivas. M a s en las potencias ape-
sición para la operación, cuyo sujeto es titivas no h a y hábito alguno natural se-
una potencia del alma, como se ha dicho g ú n la incoación por parte del alma
(C. 5 0 , a. 2), puede muy bien ser natural, misma en cuanto á la misma sustancia
tanto según la naturaleza de la especie, del h á b i t o , sino solo en cuanto á ciertos
como según la del individuo : según la principios ¿el mismo, como los principios
naturaleza de la especie, en cuanto se del derecho común se dice que son gér-
há de parte del alma misma ( 1 ) , la cual, menes de las virtudes : y la causa es,
isendo forma del cuerpo, es principio es- porque la inclinación á los objetos pro-
pecífico ; y según la naturaleza del indi- pios, que parece ser incoación del hábito,
viduo , de parte del cuerpo, que es prin- no pertenece al hábito , sino más bien á
cipio material: mas de ninguno de los dos la misma razón de las potencias. P e r o por
modos acontece haber hábitos naturales parte del cuerpo según la naturaleza del
en los hombres, de suerte que procedan individuo h a y algunos hábitos apetitivos
totalmente de la naturaleza ; y sí en los según las incoaciones naturales; porque
ángeles, porque tienen especies inteligi- h a y algunos dispuestos por la propia
bles naturalmente impresas, lo cual no complexión del cuerpo para la castidad
compete á lá humana naturaleza , como ó la mansedumbre, ó para algo seme-
se h a dicho ( P . 1. , C. 5 5 , a. 2 ) ( 2 ) .
a
jante.
Hay pues en los hombres algunos hábitos A l argumento 1.° diremos, que aquella
naturales, en parte como existentes por objeción procede de la naturaleza, según
naturaleza y en parte ( originados) de que se clasifica con la razón y la volun-
esterior principio; aunque de un modo en tad, no obstante que la misma razón y la
las potencias aprensivas, y de otro en las voluntad pertenecen á la naturaleza del
apetitivas; pues en las potencias aprensi- hombre.
vas puede ser natural el hábito según la
A l 2.° que también puede sobreaña-
incoación, y según la naturaleza de la
dirse naturalmente algo á la potencia,
e s p e c i e , y según l a del individuo : según
así como en los ángeles no puede perte-
la naturaleza de la especie por parte de
necer á la misma potencia intelectiva el
la misma a l m a , como la inteligencia de
ser por sí cognoscitiva de todas las cosas;
los principios se dice hábito natural, pues
porque habría de ser el acto de todas, lo
por la misma naturaleza del alma intelec-
cual es solo propio de Dios: pues aquello,
por cuyo medio se conoce alguna cosa, que es imposible, como se dice ( P h y s .
debe ser actual similitud de lo que se co- 1. 3 , t. 8 ) .
noce. D e donde se seguiría que, si la p o - 3.° E l efecto no puede ser más noble
tencia del ángel conociese por sí misma que su causa. Pero el hábito es más noble
todas las cosas, sería similitud y acto de que el acto precedente al h á b i t o , como
todas. P o r lo que conviene que se añadan se evidencia observando que hace más
á la potencia intelectiva del mismo algu- nobles los actos. L u e g o el hábito no
nas especies inteligibles, que son seme- puede ser causado por el hábito que pre-
janzas de las cosas entendidas ; porque cede al hábito.
por la participación de la divina sabi- Por el contrario , el Filósofo ( Ethic.
duría, y no por su propia esencia, pueden 1. 2 , c. 1 y 11 ) enseña que « los hábitos
ser en acto sus entendimientos las cosas » de las virtudes y de los vicios son cau-
que entienden. Y así es patente que no » sados por los actos».
todo lo que pertenece al hábito natural, Conclusión. JVo pueden producir há-
puede pertenecer á la potencia. bito los actos propios del agente [1] , en
A l 3.° que la naturaleza no se há en el que solo hay principio activo de ellos;
actitud igual, para causar todas las diver- sí empero [ 2 ] los del que tiene en sí prin-
sidades de hábitos ; porque unos pueden cipio activo y pasivo de su propio acto,
ser causados por la naturaleza y otros no, en virtud de esta duplicidad.
como se ha dicho arriba ( al 2.° ) : y por Responderemos, que en el agente hay
lo tanto de aquí no se sigue q u e , porque algunas veces solo un principio activo de
algunos hábitos sean naturales, lo sean su acto, como en el fuego el solo princi-
todos. pio activo de calentar; y en tal agente no
puede causarse hábito alguno por su pro-
A R T Í C U L O I I . — Algún habito os cau- pio acto: de aquí es que las cosas natura-
sado por actos V les « no pueden hacer que algo adquiera
» costumbre ó la pierda » , como se dice
1.° Parece que ningún hábito puede ( E t h i c . 1. 2.) H a y empero algún agente,
ser causado por el a c t o : porque el hábito en el cual existe el principio activo y el
es cierta cualidad, como se ha dicho y a pasivo de su acto, como se ve en los actos
(C. 4 9 , a. 1 ) ; y toda cualidad es causada humanos; porque los actos de virtud ape-
en algún s u j e t o , en cuanto es capaz de titiva proceden de la potencia apetitiva,
recibir a l g o : y , como el agente por el según que es movida por la fuerza apren-
hecho de obrar nada r e c i b e , antes bien siva que representa el objeto, y ademas
emite algo de sí ( 1 ) ; parece que ningún la fuerza intelectiva, según que raciocina
hábito puede en el agente ser engendrado acerca de las conclusiones, tiene como
de sus propios actos. principio activo la proposición por sí c o -
2.° Aquello, en lo que se causa alguna nocida: así que de tales actos pueden
cualidad, es movido hacia ella , como se causarse en los agentes algunos hábitos,
ve en el objeto calentado ó enfriado;mas no ciertamente en cuanto al primer prin-
lo que produce el acto causante de la cipio a c t i v o , sino en cuanto al principio
cualidad, m u e v e , como es de ver en lo del acto, que movido mueve ( 2 ) : porque
que calienta ó enfría. Si pues en alguno todo lo que padece y es movido por otro
fuese causado el hábito por su mismo se dispone por el acto del agente. D e
acto, se seguiría que él mismo sería m o - donde resulta que de muchos actos reite-
vente y m o v i d o , agente y paciente : lo rados se engendra en la potencia pasiva
(1) Esto es más exacto y palmario enlos actos transeúntes, las palabras movel motum transponerse (motum movet) para adap-
en los que el agente sale completamente de si mismo en cierto tarlas á nuestra interpretación ; pues la abona la simple ob-
modo, para dirigirse al paciente y actuar sobre él, como de- servación de que precisamente la pasividad (el ser movido) del
positando en este ó transmitiéndole algo, que es el efecto pro- agente es lo que según la intención harto transparente y pre-
ducido ; aunque también se verifica lo propio menos percep cisa del Santo Autor constituye la posibilidad de ser el hábito
tiblcinente en los inmanentes, en que hay algo elícito del efecto de actos propios del agente, más bien que como tai en
agente como principio, si bien queda en él mismo como tér- concepto de paciente ó susceptible y (de hecho) receptivo de
mino ú objeto de su operación. Ñicolai. su propia operación : la frase subsiguiente nos justifica por
(2) Creemos ser esta la legitima versión, á juzgar por el completo á toda luz, y más aún (si cabe) la solución al argu-
sentido del contesto ; y no (como á primera vista pudiera en- mento 1.°
tenderse) « mueve lo movido », por más que parezca deberían
334 CUESTIÓN L I . — ARTÍCULOS II Y III.
(1) Por el principio activo, distinto del pasivo, aun cuando más comunmente objeto de la acción ígnea, como es la leña ;
resida en el agente mismo : es decir, no en concepto de agen- pues la paja y el papel y otros combustibles sólidos y líqui-
te, y sí en el de paciente, es susceptible del hábito, V. la nota dos ó aun Huidos es bien sabido que arden y se inflaman al
anterior. simple ó inmediato contacto de la llama, es decir, presupuesta
(2) Y no c. 7, como generalmente se cita, según lo rectifica cierta disposición previa en el fuego y en el combustible, lo
el P . INicolai. cual basta á dejar en salvo la proposición dcllesto.
(3) Hablando en tesis general y respecto del combustible
CUESTIÓN L I . — A R T Í C U L O III Y IV. 335
por muchos. P e r o en las potencias apren- leza de los mismos; porque « propio es
sivas es de considerar que h a y un d o - » de la divina Providencia salvar ( 2 ) la
ble p a s i v o , á saber, el mismo entendi- » naturaleza» , como dice S. Dionisio
miento posible, y el entendimiento lla- ( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 23 ) . E s
mado por Aristóteles ( D e an. 1. 3 , t. 2 0 ) así que los hábitos son causados natural-
pasivo, que es la razón particular, esto es, mente en el hombre por sus a c t o s , como
la fuerza cogitativa con la memorativa y se ha dicho ( a. 2 y 3 ) . L u e g o no causa
la imaginativa. Respecto pues del primer D i o s en los hombres hábitos algunos sin
pasivo puede haber algún activo, que con (sus) actos. t
un solo acto venza totalmente la potencia 3.° S i Dios infunde algún h á b i t o , por
de su pasivo, al modo que una proposición su medio puede el hombre producir mu-
por sí conocida convence al entendimiento chos actos. Pero de tales actos se causa
á asentir firmemente á la conclusión, lo un hábito semejante, como se dice ( E t h .
cual no hace ciertamente una proposición 1. 2, c. 1 y 2 ) . Sigúese pues que h a y en
probable. P o r lo cual es necesario que el. el mismo dos hábitos de la misma espe-
hábito opinativo sea causado por muchos cie , uno adquirido y otro infuso : lo cual
actos de la razón, aun de parte de la in- parece ser imposible, porque no puede
teligencia posible : mas el hábito de la haber en un mismo sujeto dos formas de
ciencia puede ser causado por un solo acto la misma especie. L u e g o ningún hábito
de la razón en cuanto á la inteligencia es infundido por Dios en el hombre.
posible; pero en cuanto á las inferiores Por el contrario, léese (Eccli. 15, 5 ) :
fuerzas aprensivas es necesario reiterar lo llenó ( 3 ) (el Señor) de espíritu de
muchas veces los mismos actos, para que sabiduría y de inteligencia. E s así que
algo se imprima firmemente en la memo- la sabiduría y la inteligencia son ciertos
ria : por lo cual dice el Filósofo ( D e hábitos. L u e g o algunos hábitos son in-
mem. et remin. c. 2 ) que « l a meditación fundidos por Dios en el hombre.
» confirma la memoria » . Y por último Conclusion. Dios infunde algunos há-
los hábitos corporales es posible que sean bitos en el hombre.
causados por un solo acto, si el activo Responderemos, que por dos razones
fuere de gran virtud, como cuando una infunde D i o s en el hombre algunos h á -
medicina enérgica devuelve al punto la bitos : 1 . porque h a y algunos hábitos,
a
(1) Llámansc gratuitas las virtudes sobrenaturales, que la prueba de que Dios no nos impele á la virtud á despecho de
gracia de Dios obra en nosotros, como la fe, la esperanza y la nuestra voluntad ó ejerciendo coacción sobre ella en menos-
caridad. Los hábitos inTusos son de lodo punto necesarios, cabo de nuestro Ubre albedrio.
para que el hombre sea formalmente justo y santo, por lo que (3) La Vulgata lo pone en futuro (adimpleblt) ; mas la Igle-
dice el Concilio Tridcnlino (sesión v i , cap. 7. ): en la misma
u
sia lo aplica en pretérito á los Santos Doctores, cual lo hace
justificación con la remisión de los pecados íüdas eslas cosas infusasaquí el Angélico.
tus recibe el hombre por Jesucristo, á quien se incorpora por la fe, la (4) Es de Te que Dios nos infunde algunos dones y virtudes,
esperanza y la caridad, que son cualidades, que perseveran inherentes en el alma ó
(2) 0, como se lee en la edición greco-latina (§ 33), « des- en sus potencias, á manera de hábitos; aunque tal vez no
»truir la naturaleza no es propio do la Providencia, conscr- sea cierto como de fe que aquellas cualidades puedan lla-
» vadora de lodos' y cada uno de los seres » : y dice esto en marse verdadera y propiamente hábitos.
336 CUESTIÓN LI, — ARTÍCULO IV.
ducir los efectos de las causas segundas todos ; mas según el orden de su sabidu-
sin el concurso de las mismas, como se ría con justa razón otorga á unos lo que
dijo ( P . 1. , C. 105 a. 6). A s í pues como
a
no da á otros.
algunas veces en ostensión de su virtud A l 2.° que esto, que Dios obra en todos
produce sin causa natural la s a l u d , que según el modo de ellos, no escluye el que
sin embargo pudiera ser causada por la obre ciertas c o s a s , que la naturaleza no
naturaleza; así también á veces para ha- puede hacer; mas de aquí se sigue que
cer ostensión de su virtud infunde en el nada obra en contrario de lo que á la na-
hombre aun aquellos hábitos, que pueden turaleza conviene.
ser causados por natural virtud,, como A l 3.° que los a c t o s , que son produci-
concedió á los Apóstoles la ciencia de las dos por el hábito infuso , no causan
Santas Escrituras y de todas las lenguas, hábito a l g u n o ; sino que confirman el
que los hombres pueden adquirir por me- hábito preexistente : como los medica-
dio del estudio ó.de la costumbre, aunque mentos aplicados al hombre sano por na-
no tan perfectamente (1). turaleza no causan nueva sanidad, sino
A l argumento 1.° diremos, que Dios que corroboran la que antes tenia.
en cuanto á su naturaleza es igual para
CUESTIÓN LII.
1.° Los hábitos se au mentan ? — 2.° Auméntanse por adición ? —3.° Cada acto a u m e n t a el hábito?
(1) Buen ejemplo y comprobación práctica de esto nos pre- zacion que « impetró de la divinidad su ciencia, no tanto por
senta en el mismo Santo Doctor de Aquino la Iglesia, que en » su ingenio y estudio humanos, cuanto por la eficacia de su
el himno de su fiesta canta : donis plenus ex telhere-morum ct » oración y fervor ».
mpientim ; y en su biografía se consigna respecto al don de la (2) Dícese espresamente de la virtud, y por consiguiente no
castidad, que recibió de Dios : á Dco sibi dari meruit perpetúen de todo hábito sin distinción, pues los hay viciosos ; mas en
continenliai castitatem ; así como del hábito ó don de ciencia se el t. 17 se presupone ser hábito la virtud.
lee y lo confirma el Papa Juan XXII en la Bula de su canoni-
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O I. 331
entendimiento con las cosas corporales, por lo que son en sí, reciben más ó menos,
que caen bajo la imaginación: y , como como las artes; y otros no, como las vir-
en las cantidades corpóreas una cosa se tudes. 4. L a de algunos, que decian que
a
(1) Pa, 'Va vel magna en todas las ediciones y aun manuscri- individuo goza habitualmenle y dentro de su constitución
tos, á csccpcion únicamente del códice de Alcañiz , donde se normal cierto y determinado grado de robustez, proporciona-
lee magna, vcl pauca (« ó pocas » que intercala J, vel parva. do á su complexion orgánica, que aun vulgarmente suele ca-
|2) Véase en el T . l.° la nota 1 de su pág\ .41. lificarse de robusta ó débil en la plenitud misma de salud cor-
(3) Hasta cierto punto ó determinado límite, cual es el de relativa.
la perfecta salud ó el do la muerte; poro por otra parte cada
SUMA TEOLÓGICA > -— TOMO 11. 22
338 CUESTIÓN H I . — A R T I C U L O I.
. (1J Consequuntur en la mayoría délas ediciones y códices, es- en su aplicación á la forma y figura humana, conforme á lo
pecialmente en las más modernas y correctas ; aunque algu- espuesto en la 1." P. (C. 7,5, a. 5 ; y C. 76, a. 1 y 4). V. pá-
nas (como las romanas, no la áurea corregida en esto) de las gina 591, n. 3 ; y notas 3 y 4 de la pág. 604, en el T. I.°
antiguas con el códice de Alcañiz escriben consequitur en sin- (2) In indivisibili • otros ci indivisìbile, é indivisible.
gular, lo cual parece prestarse á interpretar la identidad de (3) Véase en el T. 1.° la nota i de la pág. 41.
la figura con la forma (aun sustancial, y no solo material); (4) V. T. l.°, pág. 56, n. 4.
anfibología, que no está exenta de inconvenientes, sobretodo
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 339
de las cantidades corporales á las inteli- se hace m á s , sino por alguna otra blan-
gibles perfecciones de las formas, del cura que sobreviene.
mismo modo también el nombre de au- P o r el contrario, el Filósofo dice
mento , cuyo término es lo grande (1). (Phys. 1. 4, t. 84): « D e lo cálido se hace
A l 2.° que el bábito es ciertamente » mas cálido, sin que nada se haya hecho
una perfección, pero no tal que sea tér- » cálido en la materia, que no fuese cáli-
mino de su sujeto, como dándole el ser » d o , cuando lo era menos» : luego por
específico; ni tampoco incluye en su ra- igual razón ni en otras formas que se au-
zón el término, como (2) las especies de mentan h a y adición alguna.
los números : por lo que- nada obsta que Conclusión. Los hábitos según la par-
reciba más y menos. ticipación del sujeto [1] se aumentan en
A l 3.° que la alteración se verifica pri- cuanto á la mayor ó más perfecta parti-
mariamente en las cualidades de la ter- cipación de la misma forma preexistente,
cera especie : mas en las cualidades de y no por adición de forma á forma ; la
primera especie puede haber alteración ciencia [ 2 ] empero (como otros acciden-
con posterioridad ; pues, hecha la altera- tes capaces de aumento en sí mismos)
ción según lo cálido y lo frió, se sigue puede acrecerse por adición y según la
que el animal se altera en lo sano y en- participación del sujeto: y [ 3 ] en los
fermo. D e l mismo modo, hecha alteración hábitos corporales no parece realizarse
según las pasiones del apetito sensitivo, gran aumento por adición.
ó según las fuerzas sensitivas aprensivas, R e s p o n d e r e m o s , que la solución de
sigúese la alteración según la ciencia y esta cuestión depende de lo anteriormente
las virtudes, como se dice ( P h y s . 1. 7, espuesto; pues queda dicho (a. 1) que el
t. 20). aumento y la diminución en las formas,
que se acrecen ó disminuyen, sucede esto
de un solo m o d o , no por parte de la for-
ARTÍCULO I I . — Se a u m e n t a n los há- ma considerada en sí misma, sino por la
bitos por adición ? diversa participación del sujeto. P o r lo
tanto tal aumento de los hábitos y de
l.° Parece que el aumento de los h á - otras formas no se hace por adición de
bitos se hace por adición; pues el nom- forma á forma, sino en cuanto el sujeto
bre de aumento, como queda dicho (a. 1), participa más ó menos perfectamente de
se ha derivado de las cantidades corpo- una sola y misma forma : y , así como
rales á las formas. E s así que en las can- por medio del agente existente en acto,
tidades corporales no se hace el aumento se hace algo cálido en a c t o , como empe-
sino por adición, por lo que se dice ( D e zando de nuevo á participar de la forma,
generat. 1. 1, t. 31) que « e l aumento es no porque se haga la misma forma, como
»un aditamento á la magnitud preexis- se prueba ( M e t . 1. 7, t. 3 2 ) ; del mismo
»tente ». L u e g o también en los hábitos modo por la acción intensa del mismo
no se hace el aumento sino por adición. agente se hace más cálido, como partici-
pando más perfectamente de la forma,
2.° E l hábito no se aumenta sin algún
no como si se añadiera algo á ella. Por-
agente. Pero todo agente hace algo en
que , si por. adición se entendiese tal au-
sujeto paciente, como lo que calienta
mento en las formas, esto no podría ser
produce calor en el mismo calentado:
sino ó de parte de la misma forma, ó de
luego no puede haber aumento, si no se
parte del sujeto : si de parte de la misma
hace alguna adición.
forma, ya se ha dicho (a. 1) que tal adi-
3.° A s í como lo que no es blanco está
ción ó sustracción variaría la especie, así
en potencia de serlo, así lo que es menos
como se varía la especie del color, cuan-
blanco está en potencia de serlo más. E s
do de pálido se hace blanco; mas, si tal
así que lo que no es blanco no se hace
adición se entiende de parte del sujeto,
tal, sino por el advenimiento de blan-
esto no podría ser sino, ó porque alguna
cura : luego lo que es menos blanco no
(1) Ya en absoluto, ó bien relativamente por Comparación a queño un globo aereostático de ese mismo tamaño.
otra magnitud, que puede ser mayor ó menor. Es grande, por (2) « Lo incluyen » debe suplirse.
ejemplo, una nuez tamaña como un melón ; y sería muy pe-
340 CUESTIÓN LII. — ARTÍCULOS II Y III.
parte del sujeto recibe la forma, que an- ve en los cuerpos que se enrarecen, como
tes no tenía, como si se dijera que el frío se dice ( P h y s . 1. 6, t. 63).
crece en el hombre, que antes lo sentía A l 2.° que la causa, que aumenta el
en una sola parte, cuando ya lo esperi- hábito, ciertamente hace siempre algo en
menta en muchas ; ó porque se añade el sujeto, pero no nueva forma; sino que
algún otro s u j e t o , que participa de la el sujeto participe más perfectamente de
misma forma, como si á lo cálido se añade la forma preexistente, ó que se estienda
otra cosa cálida, ó á lo blanco otra blan- aún mas.
ca. P e r o según uno y otro de estos dos A l 3.° que lo que aún no es blanco,
modos no se dice que una cosa es más está en potencia para la forma misma,
blanca ó cálida; sino mayor. M a s , por como no teniéndola t o d a v í a ; y por lo
cuanto ciertos accidentes se aumentan en tanto el agente causa una nueva for-
sí mismos, como se ha dicho arriba (a. 1); ma (1) en el sujeto. M a s lo que es me-
en algunos de ellos puede hacerse el au- nos cálido ó blanco, no está en potencia
mento por adición : porque el movimiento para la forma, puesto que y a la tiene en
se aumenta en el hecho de añadírsele al- a c t o ; sino que está en potencia para el
g o , ya según el tiempo en que está," y a modo perfecto de participación, y esto
según la vía por donde v a ; y sin embar- lo consigue por la acción del agente.
g o persevera la misma especie á causa
de la unidad del término. Auméntase
ARTÍCULO I I I . — Cualquier acto a u -
también sin embargo el movimiento por
m e n t a el hábito 1
intensión según la participación del su-
j e t o , en cuanto el mismo movimiento 1.° Parece que cualquier acto aumenta
puede hacerse más ó menos espedita y el hábito ; p u e s , multiplicada la causa,
prontamente. D e l mismo modo pues tam- se multiplica el efecto. E s así que los
bién la ciencia puede aumentarse según
actos son causa de algunos hábitos, como
ella misma por adición; como, cuando
se ha dicho arriba (C. 5 1 , a. 2). L u e g o
alguno aprende muchas conclusiones de
el hábito se aumenta .por los actos mul-
geometría, se aumenta en él el hábito de
tiplicados.
la misma ciencia según la especie. A u -
2.° E l juicio sobre cosas semejantes es
méntase empero la ciencia en alguno
el mismo. P e r o todos los actos, proce-
según la participación del sujeto por in-
dentes de un mismo hábito son semejan-
tensión, es á saber, según que un hombre
t e s , como se dice ( E t h i c . 1. 2, c. 1 y 2).
se encuentra más espedito y claro en con-
siderar las mismas conclusiones. Mas en L u e g o , si algunos actos aumentan el há-
los hábitos corporales parece que no se bito, cualquier acto lo aumentará.
hace mucho aumento por adición; porque 3.° L o semejante se aumenta con su
no se dice un animal simplemente sano ó semejante; y cada acto es semejante al
bello, si no es tal en todas sus partes: y el hábito de que procede : luego cualquier
que llegue á una conmensuración más per- acto aumenta el hábito.
fecta sucede según la transmutación de las Por el contrario : no es una misma la
cualidades simples, las cuales no se au- causa de los contrarios. M a s , como se
mentan sino según la intensión de parte dice (Ethic. 1. 2, c. 2), «algunos actos
del sujeto partícipe. E n cuanto á su ha- »procedentes del hábito lo disminuyen»,
bitud acerca de las virtudes se hablará como cuando se ejecutan negligentemen-
luego (C. 66, a. 1). te. L u e g o no todo acto aumenta el hábito.
Conclusión. Cualquier acto [ 1 ] , si
A l argumento 1.° diremos, que aun en iguala ó escede en intensión la del hábito,
la magnitud corporal se verifica el au- puede aumentarlo y darle perfección;
mento de dos maneras : una por adición mas [ 2 ] , siendo menos intenso ó despro-
del sujeto al sujeto, como se ve en el cre- porcionado, no aumenta el hábito, antes
cimiento de los vivientes; y otra por sola lo disminuye y aun puede destruirlo.
la intensión sin adición alguna, como se R e s p o n d e r e m o s , que «actos semejan-
(1) Accidental, que es de la que se trata espresamente, y sería la blancura ó el calor ó cualquiera otra modificación de
viene á ser más bien como un nuevo aspecto algo diverso á la esta índole.
vista ó á los sentidos del que ántss sin ella presentaba, como
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O III. 341
»tes causan hábitos semejantes», como del hábito. Si pues la intensión del acto
se dice ( E t h i c . 1. 2, c. 1 y 2): mas la se- se iguala proporcionalmente á la inten-
mejanza y desemejanza no solo se consi- sión del hábito, ó aun la sobrepuja; cada
deran según la misma ó diversa cualidad, acto ó aumenta el hábito, ó lo dispone á
sino también según el mismo ó diverso su aumento, hablando del aumento de los
modo de participación; pues no solo es hábitos á semejanza del aumento del ani-
desemejante lo negro de lo blanco, sino mal. P u e s no cualquier alimento tomado
también lo más blanco de lo menos blan- aumenta en el acto al animal, bien así
co, porque también el movimiento se ha- como no cualquiera (1) gota cava la pie-
ce de lo menos blanco á lo más blanco, dra; sino que", multiplicado el alimen-
como del opuesto á lo opuesto, según se to, resulta por fin el aumento : y del mis-
dice (Phys. 1. 5, t. 5 2 ) . Consistiendo em- mo modo también, multiplicados los ac-
pero el uso de los hábitos en la voluntad t o s , crece el hábito. Empero, si la inten-
del hombre, como se ve por lo antes di- sidad del acto es proporcionalmente me-
cho (C. 4 9 , a. 3; y C. 50, a. 5), así como nor que la del hábito, tal acto no dispone
acontece que uno teniendo un hábito no al aumento del hábito, antes bien á la
usa de é l , ó aun ejecuta un acto contra- diminución del mismo.
rio ; del mismo modo puede suceder que Y con esto quedan contestadas las ob-
use del hábito según el acto, que no res- jeciones propuestas.
ponde proporcionalmente á la intensión
CUESTIÓN Lili.
Corrupción y diminución de los hábitos.
Sobre esto investigaremos: 1.° El habito puede corromperse? — 2.° Puede disminuirse ? — 3.° Modo
de la corrupción y diminución.
sí, sino accidentalmente por el movimiento obstante en sujeto corruptible, como los
del cuerpo : y parece que ninguna trans- hábitos de la ciencia, que principalmente
mutación corporal puede corromper las están en el entendimiento posible, y se-
especies inteligibles, que existen en el cundariamente en las fuerzas aprensi-
entendimiento, puesto que el entendi- vas sensitivas, como arriba se ha dicho
miento es por sí el lugar de las especies (C. 1. a. 3 ) ; y por lo mismo de parte del
sin cuerpo ; por lo cual se establece que entendimiento posible el hábito de la cien-
ni por la vejez ni por la muerte se cor- cia no puede corromperse accidentalmen-
rompen los hábitos. L u e g o la ciencia no te, sino solo por parte de las inferiores
puede corromperse y por consiguiente ni fuerzas sensitivas. D é b e s e pues exami-
el hábito de la virtud, el cual está tam- nar, si pueden per se corromperse tales
bién en el alma racional; y según el F i - hábitos. Si hubiere alguno, que tenga al-
lósofo ( E t h i c . 1. 1, c. 10) « l a s virtudes gún contrario ó por su parte ó por parte
» son más permanentes que las doc- de su causa, podrá corromperse per se;
» trinas ». m a s , si no tiene contrario, no puede por
Por el contrario, dice el Filósofo ( L . sí corromperse. Pero es manifiesto que la
D e longitudine et brevitate vitas, c. 2) especie inteligible, que existe en el en-
que « la corrupción de la ciencia es olvido tendimiento posible, no tiene contrario
» y decepción ». A d e m a s , pecando algu- alguno, ni tampoco para el entendimiento
no pierde el hábito de la virtud, y « por agente, que es su (1) causa, puede ha-
» actos contrarios se engendran y se cor- berle. D e donde se sigue que, si hay al-
» rompen las virtudes » , como se dice gún hábito en el entendimiento posible,
( E t h i c . 1. 2, c. 2 ) . causado inmediatamente por el entendi-
Conclusión. Él hábito [ 1 ] , cuyo sujeto miento agente; tal hábito es incorruptible
es corruptible y cuya causa tiene contra- per sey per accidens. Tales son los hábitos
rio, puede ser destruido, ya per s e , ya de los primeros principios tanto especu-
per accidens ; pero [ 2 ] , si su sujeto es lativos como prácticos, los cuales por
incorruptible, no puede serlo per accidens, ningún olvido ó decepción pueden cor-
á no estar secundariamente en sujeto cor- romperse, como dice el Filósofo (Ethic.
ruptible. Todo hábito existente en el en- 1. 6, c. 5 ) de la prudencia, « q u e no se
tendimiento posible [3] é inmediatamente » pierde por el olvido » ( 2 ) . H a y sin
causado por el entendimiento agente (co- embargo en el entendimiento posible al-
mo lo son los de los principios) es incor- gún hábito, causado porla razón, cual es el
ruptible per se y per accidens: mas [ 4 ] , hábito de las conclusiones, que se llama
siéndolo por la razón (como los de las ciencia, de cuya causa puede ser contra-
conclusiones) es per se corruptible; como rio algo de dos maneras: 1. por parte de a
asimismo [5] los de las virtudes .intelec- las mismas proposiciones, por las cuales
tuales, y [6] también los de las morales procede la razón: pues á la enunciación
y sus vicios opuestos. « l o bueno es bueno » , es contraria esta
otra « lo bueno no es bueno », según el
Responderemos , que según lo que es Filósofo (Periherm. 1. 2, c. u l t . ) ; 2. en a
por sí misma se dice que una forma se cuanto al procedimiento de la razón, co-
corrompedor su contrario; mas per ac- mo el silogismo sofístico se opone al si-
cidens por la corrupción de su sujeto. logismo dialéctico ó demostrativo. V é s e
Si hubiere pues algún hábito, cuyo sujeto pues de este modo que por la falsa razón
es corruptible y cuya causa tiene contra- puede corromperse el hábito de la verda-
rio, de ambos modos podrá corromperse, dera opinión ó de la ciencia : por lo cual
como se ve en los hábitos corporales, es á dice el Filósofo que « l a decepción (43)
saber, en la salud y en la enfermedad. 3> es corrupción de la ciencia», como ar-
Mas los hábitos, cuyo sujeto es incorrup- riba se ha dicho (Por el contrario). Mas
tible,no pueden corromperse per accidens. de las virtudes hay unas intelectuales,
Haj* sin embargo ciertos hábitos, que, que están en la misma razón, como se
aunque principalmente están en sujeto dice (Ethic. 1. 6, c. 1 y 2 ) , sobre las cua-
incorruptible, secundariamente están no
(1) En el códice de Tarragona se omiten estas palabras, (2) « Puede darse (dice) olvido de la opinión, mas no de la
qtii est cansa ejm. » prudencia »,
CUESTIÓN L i l i . — A R T Í C U L O S I Y I I . - 343
(1) Resulta pues en resumen que son corruptibles per se y » feccion final es naturaleza»; y poco antes habia sentado
per deciden*tanto los hábitos corporales como los de las cien- que « es más fácil mudar la costumbre que la naturaleza »,
cias y virtudes ; y ni per se ni per acciücns lo son los délos entendiendo aquí sustancialmenle la costumbre como sinóni-
primeros principios, sean especulativos ó prácticos : lo cual ma de hábito, del que hace mención en propios términos y
condensa y aclara al propio tiempo los diversos miembros do como equivalentes.
la Conclusión. (3) Considerado como una sola y misma cosa con el sujeto,
Por eso dice (ibld.) el mismo Aristóteles, refiriéndose al
(2) á que está inherente ó en quien reside ; á diferencia ó en con-
poeta griego Eveno (no Ennio, como erróneamente escriben traposición al hábito aisladamente considerado, prescindiendo
algunos comentaristas), que « la costumbre llevada á su per- de su sujeto.
344 CUESTIÓN L i l i . — ARTÍCULOS II Y III.
Discutiremos : 1.° Puede haber muchos hábitos en u n a sola potencia? — 2.° Sedistinguen los hábitos
según los objetos?—3.° Se distinguen según el bien y el mal ?—4.° De muchos hábitos se constituye
un solo hábito?
(1J Causa material únicamente, hablando en común de cual- (2) Los jugos elementales, de cuyas diversas combinacio-
quier accidente, como receptible ó susceptible de él, venga nes más ó menos complejas y uniformes respectivamente he^
de donde y como viniere, prestándose á servirle de susten- terogéneas resultan las partes similares ú homogéneas, como
táculo y conservar su inherencia ; pero también eficiente y huesos, sangre, músculos, nervios, etc., de que habla á con-
final respecto del accidente propio, por cuanto su existencia tinuación, y cuya masa es en su totalidad uniformo y com-
en acto lo produce como fluyendo de su propia naturaleza, que puesta de los mismos elementos químico-orgánicos; á dife-
no puede existir de hecho sin sus propios accidentes, y estos rencia de los miembros ú órganos, cuyas formas y propieda-
á su vez son completivos per se del sujeto : no así un acci- des difieren notablemente según su respectiva composición,
dente cualquiera de los que el Santo mismo llama eslrañoa como el brazo y el pulmón, la lengua y el cerebro, por
(1. P., C. 77, a. 6, al 2.°) y son producidos por agente es-
a
ejemplo.
trínseco.
CUESTIÓN L I V . — A R T Í C U L O S I Y II, 341
se toman miembros, como manos, pies y los objetos según la especie constituye la
semejantes, su disposición conveniente á diversidad específica de los actos, y por
la naturaleza es la belleza : y de este consiguiente la de los h á b i t o s : pues las
modo bay muchos hábitos ó disposiciones cosas que son diversas en g é n e r o , lo son
en uno mismo. Empero, si hablamos de también en especie, pero no al contrario;
los hábitos, que son disposiciones para y por lo tanto los actos de diversas po-
las operaciones, los cuales propiamente tencias difieren en especie, como también
pertenecen á las potencias ; aún así pue- los hábitos. N o es preciso empero que
den ser muchos los hábitos de una sola diversos hábitos sean de diversas poten-
potencia : y la razón es, porque el sujeto cias ; sino que pueden ser muchos de una
del hábito es la potencia pasiva, como sola : y , así como hay géneros de g é n e -
antes se ha dicho ( C . 5 1 , a. 2) ; pues la ros y especies de especies, así también
potencia activa solamente no es sujeto puede haber diversas especies de hábitos
del hábito, como se ve por lo dicho (ibid.), y de potencias.
al paso que la potencia pasiva se compara A l 2.° que la potencia, aunque es en
al acto determinado de una sola especie, verdad simple según su esencia, es sin
como la materia á la forma; porque, así embargo múltiple en virtud, según que
como la materia se concreta á una sola se estiende á muchos actos diferentes en
forma por un solo agente, del mismo modo especie; y por tanto nada obsta que en
la potencia pasiva por razón de un solo una sola potencia haya muchos hábitos
objeto activo se determina á un solo acto diferentes en especie.
según la especie. D e donde, así como mu- A l 3.° que el cuerpo es formado por la
chos objetos pueden mover á una sola figura, como por propia terminación: pero
potencia pasiva, así la misma puede ser el hábito no es terminación de la poten-
sujeto de diversos actos ó perfecciones cia, sino disposición para el acto como á
según la especie. A s í es q u e , á la manera su último término; y por eso no puede
que muchos objetos pueden mover á una haber á un mismo tiempo muchos actos
sola potencia pasiva, igualmente una sola de una sola potencia, á no ir el uno com-
potencia pasiva puede ser sujeto de actos prendido tal vez en otro; como no puede
ó perfecciones específicamente diversos. tener muchas figuras un solo cuerpo, sino
Siendo pues los hábitos ciertas cualida- en cuanto una se comprenda en otra, como
des ó formas inherentes á la potencia, por el triángulo en el tetrágono. Porque el
las cuales se inclina á ( 1 ) determinados entendimiento no puede entender á un
actos según la especie ; sigúese que á una mismo tiempo muchas cosas (2) en acto;
sola potencia pueden pertenecer muchos puede empero saber por hábito simultá-
hábitos, así como muchos actos de dife- neamente muchas.
rente especie.
A l argumento 1.° diremos que, así co- ARTÍCULO II. — se distinguen los iiá«
mo en las cosas naturales la diversidad bitos s e g ú n los objetos?
de las especies es según la forma, y la
diversidad de los géneros según la mate- l.° Parece que los hábitos no se dis-
ria, como se dice ( M e t . 1. 5, t. 3 3 ) , pues tinguen según los objetos : porque las co-
aquellas cosas son diversas en género, sas contrarias son diferentes en especie;
cuya materia es diversa; así también la y el mismo hábito de ciencia es de los
diversidad de los objetos según el género contrarios, como la medicina (lo es) del
constituye la distinción de las potencias. sano y del enfermo (3). L u e g o no se dis-
Por lo cual el Filósofo dice ( E t h i c . 1. 6, tinguen los hábitos según los objetos di-
c 1) que «para aquellas cosas, que son ferentes en especie.
» otras en género, hay también en el alma 2.° H a y diversos hábitos para diversas
T>otras partículas». Mas la diversidad de ciencias. E s así que un mismo objeto de
(1) Esto es propiamente exacto respecto de los agentes uní- ó clasifiquen bajo todos tres aspectos ; pues basta que la dis-
vocos, y no en orden á los equívocos, según ya antes de tinción de unos se funde en una, y la de otros en otra de esas
ahora hemos tenido más de una ocasión de advertir. tres consideraciones.
(2) Entiéndese con separación : no que todos se distingan
CUESTIÓN LIV. — ARTÍCULO III. 349
(1) So ve pues bien claramente por la distinción consig- del hombre por la gracia en virtud y á consecuencia de la hu-
nada en los dos miembros de esta Conclusión que no se trata manización del divino Verbo, mediante la aplicación de sus
aquí precisa y eselusivamente del concepto de moralidad ó de infinitos méritos á la santificación de sus siervos é imitadores,
la bondad y malicia moral de los hábitos (aunque bastante hasta elevarlos á la beatífica glorificación : nada hay empero
esplícitamente insinuada en el 1." de aquellos), sino bajo un de común entre esta transformación sobrenatural y lo que
aspecto común y genérico de buenos ó malos hábitos natural- aun hoy se entiende por heroísmo, y que no hay para qué
mente considerados en su estricta noción de disposiciones ha- detenernos á esplicarlo. Alguien ha dicho que al héroe lo se-
bituales, sin concretarse á su distinción moral de virtuosos ó para del calavera una línea divisoria matemática, llamada
laudables y viciosos ó censurables. éxito : y esto aclara suficientemente el asunto. El éxito y el
(2) Es bien sabido que los paganos llamaban semidioses á fracaso distinguen pues ante el vulgo esos dos caracteres es-
los héroes, y esto esplica la equiparación hasta cierto punto tremos, que podrían fácilmente puntualizarse con ejemplos
de lo divino con lo heroico. Entre nosotros no es admisible mil al alcance de cualquiera. ¿ Hay en esto algo de divino 'i Y
lal lenguaje, pues las creencias cristianas no consienten la ¿quién ha calificado de héroe á San Diego de Alcalá, v. gr.,
apoteosis gentílica, que en nada so parece á la divinización santificado en el oscuro rincón de una cocina de convento?
350 CUESTIÓN LIV. — ARTÍCULOS III У IV.
forme á la naturaleza : así como á una como la potencia, siendo una sola, se es
sola virtud ,se oponen diversos vicios tiende á muchas c o s a s , según que con
acerca de la misma materia. vienen en algo ú n i c o , esto e s , en cierta
razón general del objeto; del mismo modo
ARTÍCULO I V . — » e muchos hábitos se también el hábito se estiende á muchas
constituye un solo hábito ? c o s a s , según que se ordena á algún solo
objeto, por ejemplo, á una sola razón es
l.° Parece que un solo hábito se cons pecial del objeto, ó á una sola natura
tituye de muchos hábitos : pues aquello, leza , ó á un solo principio, como se ha
cuya generación no se perfecciona de una visto ( a . 2 ). Si consideramos pues el há
vez sino sucesivamente , parece consti bito según á lo que se estiende , hallare
tuirse de muchas partes; y la generación mos en él cierta multiplicidad : m a s , por
de los hábitos no es simultánea, sino su cuanto esa multiplicidad va ordenada á
cesiva por medio de muchos actos, como algo ú n i c o , á lo que principalmente se
arriba hemos probado ( C . 5 1 , a. 3 ) : lue refiere el hábito ; resulta que el hábito es
g o de muchos hábitos se constituye un una cualidad simple , no constituida por
solo hábito. muchos hábitos, aun cuando se estienda
2.° E l todo se constituye por las par á muchas cosas; pues un hábito no se es
tes. P e r o á un solo hábito se asignan tiende á muchas c o s a s , sino en orden á
muchas p a r t e s , como establece Tulio una sola, que le da unidad.
(De invent. 1. 2 ) muchas partes de for A l argumento 1.° diremos , que la su
taleza y de templanza y de otras vir cesión en la generación del hábito no se
tudes: luego un solo hábito se constituye verifica porque una parte de él se en
de muchos hábitos. gendre después de otra, sino por cuanto
3.° D e una sola conclusión se puede el sujeto no consigue inmediatamente la
obtener ciencia en acto y en hábito. E s disposición firme y difícilmente movible,
así que muchas conclusiones pertenecen y porque primero empieza á existir im
á una sola ciencia t o t a l , como á la g e o perfectamente en el sujeto , y después se
metría ó á la aritmética : luego muchos va perfeccionando paulatinamente, como
hábitos constituyen uno solo. sucede también respecto de otras cuali
Por el contrario: siendo el hábito cier dades.
ta cualidad , es forma simple. P e r o nin A l 2.° que las partes , que se asignan
gún simple se compone de muchos : lue á cada una de las virtudes cardinales, no
g o un solo hábito no es constituido por son partes integrales constitutivas de un
muchos. todo ; sino partes subjetivas ó potencia
Conclusión. El hábito es una cualidad les , como se manifestará más adelante
simple, no constituida de muchos hábitos, (C. 57, a. 6, al 4v°; у C. 4 8 ) .
aunque se estienda á muchas cosas en A l 3.° que el que en alguna ciencia
orden á una sola. adquiere por la demostración la ciencia
Responderemos que el hábito orde de una sola conclusión, tiene sí hábito,
nado á la operación ( 1 ) , que es el que pero imperfectamente : m a s , cuando ad
ahora principalmente consideramos, es quiere por medio de otra demostración
cierta perfección de la potencia ; y toda la ciencia de otra conclusión, no se en
perfección esproporcionada á su (objeto) gendra en él otro nuevo hábito diferente,
perfectible. D e donde se infiere q u e , así sino que el hábito antes inherente se hace
más perfecto, como que se estiende á
más ; porque las conclusiones y demos
(1) A dilérencia del que solo se ordena á la naturaleza ; y traciones de una sola ciencia están orde
no á la operación directa é inmediatamente, según lo espuesto nadas, y se derivan una de otra.
ya repetidamente y con especialidad en el anteriora. 3.
CUESTIÓN LY.
Debemos t r a t a r a h o r a , como es consiguiente, de los hábitos en especial: y , por cuanto los hábitos
según lo dicho (C. 54, a. 3 ) se distinguen por el bien y el m a l ; hablaremos en primer lugar de los
hábitos b u e n o s , que son las virtudes, y de las circunstancias que les acompañan, á saber, los dones,
las bienaventuranzas y los frutos; y en segundo de los hábitos m a l o s , que son los vicios y los peca-
dos. Con respecto á las virtudes consideraremos cinco cosas: 1." la esencia de la v i r t u d ; 2 . su objeto;
a
» deben g o z a r , y usar de las que deben A l argumento 1.° diremos, que á veces
» usarse » ; y orden ú ordenación denota se llama virtud aquéllo, á que se dirige
ó acto ó relación : luego la virtud no es la virtud, á s a b e r , ó el objeto de la vir-
hábito, sino acto ó relación.
5.° A s í como se hallan virtudes huma- (1) En su estricta y propia significación de discursivas ó
raciocinativas, características y esclusivamente propias del
nas , así también se ven virtudes natura- hombre.
352 CUESTIÓN LV. — ARTÍCULOS I Y II.
tud ó su a c t o , como suele llamarse fe B otras no para existir siempre, sino solo
á lo que se cree, otras veces el mismo »por algún tiempo determinado ». E s así
creer, y algunas el hábito mismo con que que tal, como es la virtud natural en las
se cree. P o r lo c u a l , cuando se dice que cosas naturales, viene á ser la virtud
« la virtud es lo último de potencia B , se humana en las racionales. L u e g o la vir-
toma la virtud por su objeto ; pues el tud humana asimismo no es solo para
máximum de alcance de la potencia es á obrar, sino también para existir.
lo que se llama virtud de la cosa : como, 3.° E l Filósofo ( P h y s . 1. 7, t. 17) dice
si uno puede llevar un peso de cien li- que « la virtud es disposición de lo per-
bras , y no m á s ; su virtud se gradúa en B fecto á lo óptimo B ; y lo óptimo, á que
las cien libras , y no en sesenta. Mas la debe el hombre disponerse por medio de
objeción procedía, como si esencialmente la virtud, es el mismo D i o s , como lo
la virtud fuese lo último de potencia. prueba San Agustín ( D e moribus Eccles.
A l 2.° que el buen uso del libre albe- c. 36 y 14), al cual se dispone el alma
drío se dice ser virtud según la misma por la asimilación con el mismo. L u e g o
razón, es decir, por cuanto es aquello á parece que debe decirse la virtud cierta
que se ordena la virtud como á su propio cualidad del alma en orden á D i o s , como
a c t o ; pues el acto de virtud no es otra asimilativa al mismo, y no en orden á la
cosa que el buen uso del libre albedrío. operación. N o es pues hábito operativo.
A l 3.° que se dice merecemos en algo Por el contrario , dice el Filósofo
de dos modos: 1.° como por el mismo (Ethic. 1. 2, c. 6) que « l a virtud de cada
mérito, á la manera que se dice correr la B ser es la que hace buena su obra ».
carrera, y de este modo merecemos por Conclusión. La noción misma de vir-
los actos; 2.° por algo, como principio de tud humana entraña en sí el concepto de
merecer, como cuando se dice que corre- hábito operativo.
mos por la potencia motriz, y en este R e s p o n d e r e m o s , que la virtud por ra-
sentido se dice que merecemos por las zón de su mismo nombre importa cierta
virtudes y los hábitos. perfección de potencia, como se ha dicho
A l 4.° que se dice virtud el orden ú arriba (a. 1 ) : por lo cual, habiendo doble
ordenación del amor, como aquello á que potencia, es á saber, potencia para exis-
se dirige la virtud; pues esta es la que tir, y potencia para obrar ; llámase virtud
ordena en nosotros el amor. la perfección de una y otra. Pero la po-
A l 5.° que las potencias naturales es- tencia para ser está de parte de la mate-
tan de suyo determinadas á una sola cosa, ria, que es ente en potencia ; mas la po-
mas no • así las potencias racionales ; y tencia para obrar es por parte de la for-
por tanto no hay paridad, como y a se ha m a , que es principio del obrar, porque
dicho. « en tanto obra cada ser, en cuanto está
B en acto B : y en la constitución del hom-
bre el cuerpo es como la materia y el
A R T Í C U L O I I . — E s la virtud h u m a n a
alma como la forma, siendo con respecto
hábito operativo? (1)
al cuerpo el hombre como los otros ani-
1.° Parece que no es propio de la vir- m a l e s , y asimismo en cuanto á las fuer-
tud humana el ser hábito operativo; pues zas comunes al alma y al cuerpo. Pero
dice Tulio (Qq. Tuse. 1. 4 ) que, «así co- solas aquellas fuerzas, que son propias
» mo hay sanidad y hermosura del cuerpo, del alma, como son las racionales, com-
B también hay virtud del alma ». P e r o la peten á solo el hombre: y así la virtud
sanidad y hermosura no son hábitos ope- humana, de que hablamos, no puede per-
rativos : luego tampoco lo es la virtud. tenecer al cuerpo, sino solamente á lo
que es propio del alma. D e donde se si-
2.° E n las cosas naturales se halla vir-
g u e que la virtud humana no implica or-
t u d no solo para obrar, sino también para
den á su ser, sino más bien á su obrar; y
ser, como lo manifiesta el Filósofo ( D e
de consiguiente es de esencia á la virtud
epelo, 1. 1), diciendo que «ciertas cosas
humana el que sea un hábito operativo.
» tienen virtud para existir siempre ; mas
A l 1.° diremos, que el modo de la
(1) ¿Se ordena á la operación? ó solo á la perfección de la
naturaleza? Téngase en cuenta la nota 1, pág. 350. acción sigue á la disposición del agente;
CUESTIÓN LV. — ARTÍCULOS II Y III. 353
porque, según lo que es cada c o s a , así mal; la virtud se estiende, no solo al bien,
obra: y por t a n t o , como l a virtud es el sino también al mal.
principio de cualquiera operación, preciso Por el contrario, dice San Agustín
es que preexista según su virtud en el ( D e morib. E cclass. c. 6) : «Nadie dudará
que obra alguna disposición conforme. » d e que la virtud hace al alma muy
Hace empero la virtud una operación or » b u e n a » ; y el Filósofo (E thic. 1.2, c. 6)
denada ; y por consecuencia la misma que « l a virtud es la que hace bueno al
virtud es cierta disposición ordenada en » que la tiene y buena su obra ».
el alma, es decir, según que las propias Conclusión. L a virtud humana, que
potencias del alma se ordenan algo entre es hábito operativo, necesariamente es
sí, y á lo que le es estrínseco. P o r esto la hábito bueno, y obrador del bien.
virtud, en cuanto es una disposición con Responderemos que, como se ha dicho
veniente del alma, se asemeja á la salud arriba (a. 1), la virtud importa perfección
y á la hermosura, que son debidas dispo de la potencia: por consiguiente « l a vir
siciones del cuerpo : mas esto no escluye » t u d de cada cosa se determina á lo úl
el que la virtud sea también principio de » t i m o , á que esta puede (alcanzar)»,
la operación. como se dice ( D e ccelo, 1. 1 ) ; y lo último,
A l 2.° que la virtud, que se refiere al á que puede llegar cualquiera potencia,
existir, no es propia del hombre; sino debe ser bueno, pues todo lo malo revela
solo la que se refiere á las obras de la cierto defecto; por lo cual dice San D i o
razón, que son propias del hombre. nisio ( D e div. nom. 1. 4, p. 4, lect. 2 2 )
A l 3.° que, como la sustancia de D i o s que « t o d o mal es d é b i l » : y de aquí la
es su acción, la suma asimilación del necesidad de que la virtud de cualquier
hombre á Dios se verifica mediante algu cosa se diga en orden al bien : de donde
na operación. D e donde se sigue que, se sigue que la virtud humana, que es há
como se ha dicho arriba (C. 3, a. 2 ) , la bito operativo, es un hábito bueno, y ope
felicidad ó la bienaventuranza, por la rativo del bien.
cual el hombre se conforma más con Dios, A l argumento 1.° diremos, que á se
que es el fin de la humana vida, consiste mejanza de lo perfecto el bien se Д а т а
cu la operación. ' metafóricamente tal en los m a l o s ; pues
decimos perfecto hurtador ó l a d r ó n , y
A R T Í C U L O I I I . — l a virtud h u m a n a e s buen ratero ó ladrón, como lo manifiesta
un hábito bueno? (1J el Filósofo ( M e t . 1. 5, t. 2 1 ) : y conforme
á esto mismo se dice metafóricamente
1.° Parece que no pertenece á la razón virtud en los m a l o s , en cuyo sentido se
de virtud el ser un hábito bueno: porque dice « l a l e y virtud del pecado », á saber,
el pecado siempre se interpreta en mal; en cuanto por la l e y se aumenta ocasio
pero hay también alguna virtud del pe nalmente el pecado, y puede llegar á su
cado, según aquello (i Cor. 15, 16) : la (término) máximo de potencia.
virtud del pecado la ley. L u e g o la virtud A l 2.° que el mal de la ebriedad y de
no siempre es hábito bueno. la demasiada bebida, consiste en el de
2.° L a virtud corresponde á la poten fecto del orden de la razón. M a s sucede
cia ( 2 ) ; pero esta no solo tiene aptitud que con defecto de la razón coexiste al
para lo bueno, sino también para lo malo, guna potencia inferior perfecta para lo
según aquello ( L . 5, 2 2 ) : ¡ Ay de vos que es de su género, aun con repugnancia
otros, los que sois valientes para beber ó defecto de la razón ; pero la perfección
vino, y varones esforzados para escanciar de la tal potencia, por ser con defecto de
embriaguez! L u e g o también la virtud la razón, no puede llamarse virtud hu
puede aplicarse á lo bueno y á lo malo. mana.
3.° Según el Apóstol ( n Cor. 12, 9) A l 3.° que la razón se muestra tanto
1
la virtud se perfecciona en la enferme más perfecta, cuanto puede vencer ó t o
dad. Siendo pues la enfermedad cierto lerar mejor las debilidades del cuerpo y
(1) Disposición habitual á obrar bien ó para la práctica colige de lo anteriormente espuesto y más esplícilamente aún
del bien. de lo que se dice en este mismo artículo.
(2) Viene áser la potencia misma perfeccionada, según se
SUMA TE OLÓGICA.. — TOMO II. 28
354 CUESTIÓN L V . — A R T Í C U L O III Y IV.
de las partes inferiores: y por esto se di- San J u a n , c. 14 : hará cosas mayores que
ce que la virtud humana, que se atribuye estas) dice (implic. tract. 27, y más espre-
á la razón, se perfecciona en la enferme- samente Serm. 15 de verbis Apost. c. 11):
d a d , no de la razón, sino en la enferme- « e l que te creó sin t í , no te justificará
dad del cuerpo y de las partes inferiores. »sin t í » . L u e g o inconvenientemente se
dice q u e , « D i o s obra en nosotros sin nos-
ARTÍCULO IV. S e dellnc convenien- »otros la virtud».
temente l a virtud ? Por el contrario está la autoridad de
San A g u s t í n , de cuyas palabras se colige
l.° Parece que no es conveniente la la antedicha definición ( y principalmente
definición, que suele darse de la virtud, D e lib. arb.; y cont. Julián. 1. 4 , c. 3;
diciendo que « es una buena cualidad de y sobre el P s . 118 : hice el juicio, etc.,
» l a mente, por la cual se vive con recti- c. 26).
t u d , de la que ninguno usa m a l , y que Conclusión. La virtud es una buena
» D i o s obra en nosotros sin nosotros» : cualidad ó hábito de la mente, por el cual
porque la virtud es la bondad del hom- se vive con rectitud, del que ninguno usa
bre , la misma que «hace bueno al que mal, y que Dios obra en nosotros sin nos-
» l a tiene » ; mas la bondad no "parece otros : definición conveniente, por cuanto
que sea b u e n a , como ni la blancura es abraza perfectamente toda la esencia de
blanca (1). L u e g o inconvenientemente se la virtud.
dice que « l a virtud es una buena cua- Responderemos, que esta definición
»lidad». abraza perfectamente toda la razón de la
2.° Ninguna diferencia es más común virtud : pues la perfecta razón de cada
que su género, puesto que es di visiva del cosa se colige de todas sus causas, y la
g é n e r o ; pero el bien es más común que definición antedicha comprende todas las
la cualidad,pues se convierte con el ente: causas de la virtud; porque la causa for-
luego el bien no debe incluirse en la defi- mal de la virtud, como la de cualquier
nición de la virtud, como diferencia de otra c o s a , se toma de su género y dife-
cualidad. rencia, cuando se dice buena cualidad;
3.° Como dice San Agustín ( D e Trin. pues el género de virtud es cualidad, y
1.12, c. 3), «cuando ocurre primeramente su diferencia lo bueno. Sería empero más
» a l g o , que no nos es común con las bes- conveniente la definición, si en lugar del
» t i a s , eso pertenece á la mente». E s así hábito de cualidad se p u s i e s e , que es su
que h a y ciertas virtudes aun de las partes género próximo. M a s la virtud no tiene
irracionales, como dice el Filósofo (Ethic. materia (ex qua) de la cual, así como
1. 3, c. 10). L u e g o no toda virtud es «bue- ni otros accidentes; sino materia (circa
» n a cualidad de la mente ». quam) acerca de la cual, y materia (in
4.° L a rectitud parece pertenecer á la qua) en la cual, que es el sujeto. L a
justicia; por lo que los mismos se dicen materia acerca de la cual es el objeto de
rectos que justos. M a s la justicia es una la virtud, que no pudo ponerse en dicha
especie de virtud : luego inconveniente- definición, porque por el objeto se deter-
mente se ingiere lo recto en la definición mina la virtud á la especie; y aquí se
de la virtud, diciendo, por la cual se asigna la definición de la virtud en co-
vive rectamente. m ú n , por lo cual se pone el sujeto en lu-
5.° Cualquiera que se ensoberbece de gar de la causa material, al decirse que
a l g o , usa mal de ello. P e r o hay muchos « es buena cualidad de la mente ». Pero,
que se ensoberbecen con la virtud; pues como el fin (2) de la virtud es el hábito
dice S a n Agustín en la R e g l a que « l a operativo, resulta que es la misma opera-
»soberbia aun á las buenas obras pone ción. D e b e empero notarse que algunos
»asechanzas, para destruirlas». L u e g o de los hábitos operativos son siempre para
es falso que ninguno usa mal de la virtud. lo malo, como los hábitos viciosos; y otros
unas veces para lo bueno y otras para lo
6.° E l hombre se justifica por la vir-
m a l o , como la opinión se refiere á lo ver-
t u d ; y San Agustín (sobre aquello de
(1) Porque más bien parece graduarse por la consideración cualidad.
del más y el menos, lo cual se refiere á la cantidad y no á la (2) El complemento perfectivo.
CUESTIÓN LV. — ARTÍCULO iv. 355
buimos la propiedad, de ser e n t e , y por tud , que implica orden al fin debido y á
consecuencia la de ser uno solo y bueno, la ley divina, que es la regla d'e la volun-
conceptos que se convierten con el ente. tad humana, como se ha dicho arriba
Por eso decimos que la esencia es ente y (C. 19, a. 4 ) , es común á toda virtud.
una y buena; y que la unidad es ente y A l 5.° que puede alguno usar mal de
una y buena ; y lo mismo la bondad. M a s la virtud como de objeto, como si siente
esto no tiene lugar en las formas especia- mal de la virtud, ó la odia, ó de ella se
les, como la blancura y la salud; pues no envanece ; mas no como de principio del
todo lo que aprendemos, se comprende uso, es decir, de modo que sea malo el
bajo la razón de blanco y de sano. Sin acto de la virtud.
embargo debemos considerar que, así co- A l 6.° que la virtud infusa es causada
mo los accidentes y las formas no subsis- en nosotros por D i o s sin nuestra coopera-
tentes se llaman entes, no porque los mis- ción, mas no sin nuestro consentimiento;
mos existan por s í , sino porque en ellos y así se debe entender eso de que « D i o s
hay algo; así también se llaman buenos » l a obra en nosotros sin nosotros». M a s
ó únicos, no ciertamente por alguna bon- las cosas, que nosotros hacemos por nos-
dad ó uuidad, sino porque hay en ellos otros mismos, Dios las causa en nosotros,
algo bueno ó único. Asimismo pues se no sin que nosotros obremos; pues él
dice buena la virtud, porque en ella hay mismo obra en toda voluntad y natu-
algo bueno. raleza.
(1) Es decir, en la sensitiva ó apetitiva, tanto concupiscible perio, ni por consiguiente es susceptible de virtud en su sern
como irascible, que se somete algún tanto á la razón ; mas de tido actualmente usado, como el mismo Filósofo observa. Véa-
ningún modo en la vegetativa, que en nada obedece a su im- se la nota 1, página 322.
CUESTIÓN LYI.
Sujeto de la virtud.
c. 19) que « l a virtud e s , por la que se rativo , como se ha dicho arriba ( C. 55,
» vive rectamente»; y el vivir no se veri- a. 2); y toda operación procede del alma
fica por la potencia del alma, sino por su por medio de alguna potencia; y 3 . por- a
f 1J Por ser la potencia el principio próximo de la operación, último de la potencia,' sino solo « su esceso » ó superabundan-
como á su vez la esencia lo es de la potencia misma, que de cia ó « por comparación al estremo de lo escesivo».
ella emana. (3) El hecho mismo do tener vida ó sor viviente ó estar
(2) Si bien él habla allí de la virtud física, y no de la mo- vivo.
ral precisamente; como tampoco dice espresamente que sea lo
CUESTIÓN L V l . — A R T Í C U L O S í , II Y IÍI. 35Í
un accidente por sí mismo pueda ser base existiendo por igual en ambas, y de este
de o t r o , sino porque un solo accidente modo es imposible que exista mía sola
está inherente á la sustancia mediante virtud en dos potencias ; porque la di-
otro accidente ; como el color al cuerpo versidad de las potencias se toma de las
mediante la superficie, por lo cual se generales condiciones de los objetos, y la
dice que' la superficie es el sujeto del de los hábitos de las especiales : de donde
color: y en este sentido se dice que la se sigue que, do quiera hay diversidad de
potencia del alma es el sujeto de la potencias, hay diversidad de hábitos; mas
virtud. no al contrario. 2.° P u e d e estar algo en
dos ó en muchas cosas, no por igual, sino
ARTÍCULO I I . — P u e d e halicr una sola con cierto orden; y de este modo una sola
virtud e n m u c h a s potencias? virtud puede pertenecer á muchas poten-
cias , de modo que en una esté principal-
l.° Parece que una sola virtud puede mente , y de esta se estienda á las otras
residir en muchas ( 1 ) potencias : pues por modo de difusión (3), ó á manera
los hábitos se dan á conocer por los ac- de disposición, según que una potencia
tos (2) ; y un solo acto emana diversa- es movida por otra, y también según que
mente de diferentes potencias, como el una potencia recibe (algo) de otra.
andar procede de la razón como direc- A l argumento 1.° diremos, que un
tora , y de la voluntad como m o t o r a , y mismo acto no puede pertenecer igual-
de la potencia motriz como ejecutora: mente y con el mismo orden á diversas
luego también un solo hábito de virtud potencias, sino en diversos conceptos y
puede existir en muchas potencias. con diverso orden.
2.° Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 4 ) A l 2.° que el saber se preexigepara la
que para la virtud se requieren tres virtud moral, en cuanto esta obra según
cosas : saber, querer y obrar estable- la recta razón; pero esencialmente la
mente. P e r o el saber pertenece al en- virtud moral consiste en apetecer (4).
tendimiento y el querer á la voluntad. A l 3.° que la prudencia realmente está
Luego la virtud puede existir en muchas en la razón como en sujeto ; pero presu-
potencias. pone la rectitud de la voluntad como
3.° L a prudencia está en la razón, principio, según se dirá después ( a . 3; y
puesto que es « l a recta razón de l o C. 57, a. 4.)
» practicable » , como se dice ( Ethic.
1. 6, c. 5) ; y está también en la volun- ARTÍCULO I I I . — puede ser ci enten-
tad, porque no puede existir con la razón dimiento sujeto de la virtud ?
depravada, según en el mismo libro (c. 12)
se dice: luego una sola virtud puede exis- l.° Parece que el entendimiento no es
tir en dos potencias. sujeto de la virtud; pues dice S. A g u s t í n
Por el contrario : la virtud está en ( d e Morib. Eccltes. c. 15) que « t o d a
la potencia del alma como en sujeto: y, » virtud es amor » ; y el sujeto del amor
pues que un mismo accidente no puede no es el entendimiento, sino solo la fuerza
estar en muchos sujetos; tampoco una apetitiva: luego ninguna virtud reside en
sola virtud puede estar en muchas po- el entendimiento.
tencias del alma. 2.° L a virtud se ordena al bien, como
Conclusión. Es imposible que una sola se ve por lo antedicho ( C. 55, a. 3 ) ; y
virtud [1] esté por igual en dos potencias; el bien no es objeto del entendimiento,
pero [2] puede estarlo de diferente modo sino de la virtud apetitiva : luego el su-
en muchas con cierta coordinación. jeto de la virtud no es el entendimiento,
Responderemos, que el estar una cosa sino la virtud apetitiva.
en dos puede suceder de dos m o d o s : 1.° 3.° « L a virtud es la que hace bueno
(1) La edición de Ñapóles (con García y algún otro) pone des ó su influencia, ó como predispositiva á ellas, es decir, á
duabus (dos) en vez deptortóus, que hallamos comunmente. las que residen en otras potencias diversas.
(2) Como la causa por sus efecetos, toda vez que los hábitos (4) En el apetito, á que se refieren la presencia y la ten-
on las causas próximas de sus respectivos actos. dencia al bien, ó respectivamente la fuga y repulsión del mal.
(3) Comunicándolas ó como transmitiéndoles sus propioda-
358 CUESTIÓN L V I . — A R T Í C U L O I I I .
» al que la tiene», como dice Aristóteles simplemente algo según lo que tiene po-
( E t h i c . 1. 2 , c. 6 ) ; mas el h á b i t o , que tencia , sino por lo que es en acto ; de
perfecciona el entendimiento, no hace aquí el decirse en absoluto por tales h á -
bueno al que lo tiene ; pues no se llama bitos que el hombre obra el bien y es
bueno el hombre por la ciencia ó por el bueno, como que es justo y moderado, y
arte : luego el entendimiento no es sujeto así de otras cosas semejantes. A s í es que,
de la virtud. como « l a virtud es la que hace bueno al
Por el contrario : la mente es lo que » que la t i e n e , y buena su obra »; seme-
sobre todo se llama entendimiento ( 1 ) . jantes hábitos se llaman simplemente vir-
E s así que el sujeto de la virtud es la tudes , porque hacen buena la obra en
m e n t e , como consta por la definición a c t o , y simplemente hacen bueno al que
antes aducida ( C. 55 , a. 4 ) . L u e g o el la tiene. Mas los primeros hábitos no se
entendimiento es sujeto de la virtud. llaman absolutamente virtudes, porque
Conclusión. Los hábitos, que consti- no hacen buena la obra sino en cierta fa-
tuyen la facultad de obrar y de obrar cultad , ni simplemente bueno al que la
rectamente (como hace la justicia) [1] tiene : pues no se llama simplemente
son verdaderas virtudes; mas los que bueno á un hombre, solo porque es sabio
solo habilitan para el acto bueno (como ó artista, sino que se le llama bueno solo
el de la gramática) [ 2 ] no son virtudes relativamente, por ejemplo, buen gramá-
en absoluto, sino accidentalmente : el en- tico ó buen fabricante ; y por esto las
tendimiento en sí mismo, no solo prác- más de las veces la ciencia y el arte se
tico , sino aun especulativo y fuera de clasifican por oposición á la virtud, y al-
todo orden á la voluntad [ 3 ] puede ser guna vez se llaman virtudes, como se
sujeto del hábito llamado virtud solo en hace ver ( E t h i c . 1. 6, c. 2 ) (3). El su-
algún concepto: y solo la voluntad [ 4 ] ó jeto pues del hábito, que se llama virtud
alguna potencia , en cuanto movida por secundum quid, puede ser el entendi-
ella, puede ser sujeto del hábito llamado miento , no solo práctico sino también
virtud en absoluto, como asimismo [ 5 ] el especulativo, ¡^rescindiendo de todo
el entendimiento en este último sentido ó orden á la voluntad; pues de este modo
en cuanto á su orden á la voluntad. Aristóteles ( Ethic. 1. 6 , c. 3 ) establece
Responderemos que, como se ha dicho que la ciencia, la sabiduría y el entendi-
arriba ( i b i d ) , « l a virtud es un hábito, del miento , y aun el arte, son virtudes inte-
» que alguno usa bien (2) ». Empero un lectuales. Mas el sujeto del hábito lla-
hábito se ordena al acto bueno de dos mado absolutamente (simpliciter) virtud
m o d o s : 1.° en cuanto por tal hábito ad- no puede ser sino la voluntad, ó alguna
quiere el hombre facultad para el acto otra potencia , según que es movida por
b u e n o , como por el hábito de la gramá- la voluntad. L a razón de esto es, porque
tica tiene el hombre facultad de hablar la voluntad mueve á todas las otras po-
b i e n , sin que por eso haga la gramática tencias , que de alguna manera son ra-
que el hombre hable bien siempre ; por- cionales para sus actos propios, como
que puede el gramático decir barbarida- arriba se ha probado ( C . 9 , a. 1 ) : y así
des ó solecismos , y l a misma razón h a y el que el hombre obre bien de hecho es
en otras ciencias y artes; 2.° algún há- debido á que tiene buena voluntad; y de
bito no solo da facultad para obrar bien, consiguiente la virtud, que hace obrar
sino que también hace que uno use rec- bien en el acto y no solo en la facultad,
tamente de tal facultad, como la justicia debe hallarse 6 en la misma voluntad, ó
no solo hace que el hombre tenga pronta en alguna potencia como movida por la
voluntad para obrar lo j u s t o , sino que le voluntad. Sucede empero que la volun-
hace ademas obrar justamente : y , por. tad mueve al entendimiento, lo mismo
cuanto b i e n , así como e n t e , no se llama que á otras potencias; pues considera
(1) Bajo el nombre de mente suele también designarse el (3) o Según la interpretación de Santo Tomás » : palabras
alma misma; pero con preferencia se significa su facultad in- insertas en el testo, aunque entre paréntesis, en algunas edi-
telectiva, esto es, el entendimiento. ciones, como las de ISápoles y de Drioux; lo cual no nos pa-
(2) Mejor « por el que se vive rectamente y del que nadie rece conveniente por las razones insinuadas en la nota 2,
usa mal», según testualmentedice San Agustín en su defi- pág. 25S.
nición.
CUESTIÓN L V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 359
uno algo en acto , porque quiere : razón piscible no pueden ser sujeto de la virtud:
por la que el entendimiento, según se or- porque estas fuerzas son comunes á nos-
dena á la voluntad, puede ser sujeto de otros y á los brutos; y ahora hablamos
la virtud propiamente dicha ; y de este de la virtud, según que es propia del
modo el entendimiento especulativo ó la hombre, que es como se dice virtud h u -
razón es sujeto de la fe , pues se mueve mana ( 1 ) . N o pueden por consiguiente
el entendimiento á asentir á las cosas, ser sujeto de la virtud humana lo irasci-
que son de fe, por imperio de la volun- ble y lo concupiscible, que son partes (2)
tad , dado que ninguno cree sino que- del apetito sensitivo, según se h a dicho
riendo (creer). M a s el entendimiento ( P . 1 . , C. 8 1 , a. 2 ) .
a
(1) En el mismo sentido, en que se entienden los actos pro- el nombre de partes á las potencias del alma.
lijamente humanos (6 -voluntarios) en el lenguaje moral y es- (3) El códice de Alcañiz pone et (y) por reí (o) i desde luego
colástico. aparece preferible la disyuntiva vel que en efecto vemos
t
ser sujeto de la virtud humana; no siendo A l 2.° que, así como la carne del hom-
esta en dichas potencias [ 2 ] otra cosa que bre por sí no tiene el bien de la virtud, y
cierta habitual conformidad de las mis- sin embargo se hace instrumento del acto
mas con la razón. virtuoso, en cuanto, moviéndola la razón,
R e s p o n d e r e m o s , que lo irascible y lo exhibimos nuestros miembros al servicio
concupiscible pueden considerarse de dos de la justicia; del mismo modo también
modos : 1.° secundum se, ó según su lo irascible y concupiscible de sí no tienen
esencia, en cuanto son partes del apetito el bien de la virtud, sino más bien l a in-
sensitivo, y de este modo no les compete fección del fómes ( 2 ) ; mas, en cuanto
el ser sujeto de la virtud ; 2.° en cuanto se conforman con la razón, así se engen-
participan de la razón, por ser natural- dra en ellos el bien de la virtud moral.
mente destinadas á obedecerla., y de este A l 3.° que es distinto el modo de regir
modo lo irascible ó concupiscible puede el alma al cuerpo de aquel, con que la
ser sujeto de la virtud humana : porque razón rige á lo irascible y concupiscible.
así es principio del acto humano, en cuanto E l cuerpo en efecto obedece al alma ad
participa de la razón, y en estas poten- nutum ( 3 ) sin contradicción respecto de
cias es necesario establecer virtudes. Y en aquellas cosas, en que naturalmente debe
efecto es evidente que h a y algunas vir- ser movido por el alma : por lo cual dice
tudes en lo irascible y concupiscible: Aristóteles (Politic. 1. 1, c. 3 ) que « e l
porque el a c t o , que emana de una po- » alma rige al cuerpo con principado des-
tencia, según que es movida por otras, »pótico » , esto e s , como señor á siervo,
no puede ser perfecto, á menos que am- y por eso todo movimiento del cuerpo se
bas estén bien dispuestas al acto ; así refiere al alma; por cuya razón en el
como el acto de un artífice no puede ser cuerpo no hay virtud, sino solo en el alma.
conveniente, si el mismo artífice no está Empero lo irascible y lo concupiscible no
bien dispuesto para obrar, y también su obedecen ad nutum á la razón , sino que
mismo instrumento. E n las cosas pues, tienen propios movimientos s u y o s , con
sobre que actúan lo irascible y concupis- los cuales algunas Veces la contrarían:
cible como movidos por la razón, es pre- por lo que en el mismo libro (ibid.) dice
ciso que exista algún hábito, que perfec- Aristóteles que « l a razón rige á lo iras-
cione para bien obrar, no solo en la razón, » cible y concupiscible con principado po-
sí también en lo irascible y concupiscible: »lítico J>, es á saber, con el que se rige á
y , puesto que la buena disposición de la los hombres libres, que tienen en algunas
potencia, que mueve movida, se estima cosas propia voluntad. P o r esto mismo
según la conformidad con la potencia pues debe haber en lo irascible y concu-
m o v e n t e ; por eso la virtud, que reside en piscible algunas virtudes, con las cuales
la irascible y concupiscible, no es otra se dispongan bien para el acto.
cosa que cierta habitual conformidad de A l 4.° que en la elección hay dos co-
estas potencias con la razón. sas : la intención del fin, que pertenece á
A l argumento 1.° diremos, que las la virtud moral; y la preaceptacion de lo
(potencias) irascible y concupiscible, con- concerniente al fin, lo cual pertenece á la
sideradas (secundum se) en sí mismas y prudencia, como se dice (Ethic. 1. 6, c. 2
como partes del apetito sensitivo, son co- y 5) : y el que tenga recta intención del
munes á nosotros y á los brutos; pero, fin respecto de las pasiones del alma se
según que son racionales por participa- verifica por la buena disposición de lo
ción, como obedientes á la razón, así son irascible y concupiscible ; por cuya razou
propias ( 1 ) del hombre ; y en tal con- las virtudes morales acerca de las pasio-
cepto pueden ser sujeto de la virtud hu- nes están en lo irascible y concupiscible,
mana. mas la prudencia está en la razón.
(1) Esclusivamente y como peculiares y características ó cepcion únicamente de las funciones Vegetativas ó nutritivas
distintivas : propiamente humanas. (conforme á lo dicho en la nota 1, pág. 326); y en parte tam-
(2) El estímulo ó incentivo y propensión al mal, consecuen- bién de las sensitivas, como es de observar en la transmisión
cia de la corrupción ó perturbación déla naturaleza por efecto y consiguiente percepción de las sensaciones, independiente
del pecado original. de la voluntad y una vez verificada la impresión do lo sensi-
(3) Ciega é irresistiblemente á su intimación en todo, á es- ble en los órganos.
CUESTIÓN LVI. — ARTÍCULOS V Y VI. 361
(1) Que con el sentido común son los cuatro llamados sen- conocimiento perfecto; y por lo mismo as! lo mueven, al pro-
tidos Internos. V. 1." P., C. 7S, a. 4. pio tiempo que le sirven,
(2) Que de ellas recibe y por ollas perfecciona la obra dol
362 CUESTIÓN L V I . — ARTÍCULO VI.
(t) También necesita de virtud la voluntad en orden al bien mismo, -ya á causa de la corrnpcion y consiguiente debilidad
propio del hombre mismo, cuando se presenta arduo ó de difí- de la naturaleza humana : razón por la que el Santo Doctor
cil consecución, ya por la escelencia ó alteza del bien en sí (2. -2. , C. 155, a. 5) coloca la continencia en la voluntad.
a ,<!
CUESTIÓN LYII.
Distinción de las virtudes intelectuales.
(1) Buen consejo, acertado y oportuno. Véase la C. 51, a. 1 operable ó práctico. V. ibid. C. 51, a. 3.
y 2, de la 2.*-2.ra. (3) Decisión acertada, fallo ó juicio ó dictamen justo. Véass
(2) Criterio recto, perspicaz y exacto, especialmente en lo C. 51, a. 4, de la 2. -2.».
a
364 CUESTIÓN L V I I . — ARTÍCULOS I Y í í .
(1) Pues esto proviene de la moción de la voluntad, como por sus mismos actos respectivos, y estos por sus objetos,
a continuación esplica. (3) En la parte superior del entendimiento ó del alma, que
(2) Inmediatamente en cuanto álos de los actos, y media- es la razón ; á diferencia del apetito inferior (sensitivo), que
tamente respecto de los de las potencias y hábitos como tales; solo es racional por participación.
pues las potencias y los hábitos se distinguen inmediatamente
CUESTIÓN L V I I . — ARTÍCULO I I . 365
(1) Por eso el mismo Santo Doctor dice espresamente en tradiccion en calificar á veces de virtud al arte y otras no, se-
otra parte (De verit, C. 18, a. 16) : « el hábito operativo no es gún que importe el simple concepto de transmisiva ó produc-
» virtud intelectual, porque á veces suele enunciar lo falso ». tora de la sola facultad de obrar bien, ó el doble de facultad y
(2) «La prudencia (dice en el propio lugar) es cierta virtud, buen uso de la misma.
» mas el arte no es virtud » : entiéndase empero.aquí por vir- (3). La rectitud ó bondad de la voluntad y do consiguiente
tud la perfecta virtud moral, que con la,facultad de obrar la virtud misma moral, que la rectifica ó constituye buena,
bien lleva adjunto ó comunica el recto uso de esa misma fa- según se añade luego eh la solución al 3.°
cultad ; y así se concillará facilísimamente la aparente con-
CUESTIÓN LVII.—ARTÍCULOS III Y IV. 367
riores ; porque ambas son perfecta razón vida del hombre y al último fin de la vida
respecto de aquellos, á que (respectiva- h u m a n a ; al paso que en algunas artes
mente ) se ordenan. M a s la perfección y hay consejo acerca de lo concerniente á
la rectitud de la acción en las cosas es- los fines propios de aquellas artes: por lo
peculativas depende de los principios, se- cual algunos, en cuanto aconsejan bien
gún los cuales la razón silogiza, como se sobre asuntos de guerra ó náuticos, se lla-
ba dicho (a. 2 , al 2.°) que la ciencia de- man prudentes caudillos ó pilotos, y no
pende del entendimiento, que es hábito simplemente prudentes ; sino aquellos tan
de los principios y lo presupone : y en solo, que aconsejan bien acerca de las
los actos humanos los fines son como cosas, que interesan á toda la vida.
los principios en las cosas especulativas
(Ethic. 1, 7, c. 8 ) ; por cuya razón para ARTÍCULO V . — L » p r u d e n c i a e s virtud
la prudencia, que es « recta razón de lo n e c e s a r i a al konihrc?
» operable » , se requiere que el hombre
esté bien dispuesto acerca de los fines, lo l.° Parece que la prudencia no es vir-
cual ciertamente se verifica por el apetito tud necesaria para vivir bien : porque
recto; y por lo mismo para la prudencia en la misma relación del arte con lo fac-
requiérese virtud moral, por cuyo medio t i b l e , de lo que él es razón r e c t a , se
el apetito se hace recto. Pero el bien de halla la prudencia con lo actuable (2),
las cosas artificiales no es bien del apetito que es lo que en la vida del hombre se
humano, sino bien de las mismas obras considera; pues de esto es recta razón
artísticas, y por lo mismo el arte no pre- la prudencia, como se dice (Ethic. 1. 6,
supone el apetito recto : de aquí es que c. 5). E s así que el arte no es necesario
más es alabado el artífice que peca que- en las cosas factibles, sino para que sean
riendo , que el que falta sin querer ; pero h e c h a s , y no después que y a se han he-
más contrario es á l a prudencia el que cho. L u e g o ni la prudencia es necesaria
alguno falte queriendo, que no queriendo; al hombre para bien vivir, cuando ya es
porque la rectitud de la voluntad es esen- virtuoso, sino solo acaso en cuanto á ha-
cial á la prudencia, y no á la razón del cerse (más) virtuoso.
arte. A s í se ve pues que la prudencia es 2.° L a prudencia es « por la que rec-
virtud distinta del arte ( 1 ) . i a m e n t e a c o n s e j a m o s » , como se dice
A l argumento 1.° diremos que los di- (Ethic. 1. 6, c. 5 ) ; mas el hombre puede
versos géneros de cosas de arte todos obrar según buen consejo, no solo propio,
están fuera del hombre, y por tanto no sino también ajeno : luego no es necesa-
se diversifica la razón de la virtud : pero rio para vivir bien que el mismo hombre
la prudencia es la recta razón de los mis- tenga prudencia, sino que basta que siga
mos actos h u m a n o s , según los que se di- los consejos de los prudentes.
versifica la razón de la virtud, como se 3.° L a virtud intelectual es según la
ha dicho. que acontece decir siempre lo verdadero
A l 2.° que la prudencia conviene más y nunca lo f a l s o : pero esto no parece
con el arte que los hábitos especulativos realizarse según la prudencia ; porque no
en cuanto al sujeto y á la materia; pues es humano el que aconsejando sobre lo
una y otros están en la parte opinativa operable nunca se yerre, dada en las ope-
del alma, y se refieren de distinto modo á raciones humanas s u contingencia de po-
lo contingente: pero el arte conviene mas derse hacer de otra manera: por lo cual
con los hábitos especulativos en la razón se dice (Sap. 9, 14): los pensamientos de
de virtud que c o n la prudencia, como se los mortales son tímidos é inciertas nues-
ve por lo dicho (a. 3 ) . tras providencias. L u e g o parece que la
A l 3.° que la prudencia es buena con- prudencia no debe tenerse por virtud in-
sejera sobre lo perteneciente á toda la telectual.
(1) Reasumiendo los artículos precedentes y con especiali- y justa decisión, de las que se trata en particular el a. 0."
dad el 2.° y 4.°, resultan las cinco principales virtudes inte- (2) Téngase aquí presente lo espuesto en la nota 3, pá-
lectuales : sabiduría, ciencia, inteligencia, arte y prudencia; gina.367 ; entendiéndose lo factible ad extra ó estrinseco y lo
comprendiendo esta última las tres subalternas llamadas eu- actuable ab intra ó inmanente.
bulia, synesis y gnómcs, ó sean, buen consejo, criterio recto
CUESTIÓN LVII. — A R T Í C U L O V. 369
(1) Tómase aquí por sinónima de virilidad ó fortaleza. (•i) Según lo espuesto y demostrado en la C. 13, a. 3.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 34
370 CUESTIÓN L V I I . — A R T Í C U L O VI.
sitiva respecto de todas ; mas las ciencias la precaución y la docilidad y otras seme-
demostrativas, que son judicativas, son j a n t e s , no son virtudes diversas de la pru-
diversas para las diversas cosas. P e r o se dencia ; sino que en cierto modo se com-
distinguen la synesis y la gnómes según paran con ella como partes integrales, en
las diversas reglas, por las que se juzga: cuanto todas esas se requieren para la
porque la synesis es judicativa sobre las perfección de la prudencia. H a y también
cosas operables según la común l e y ; mas ademas ciertas partes subjetivas ó espe-
la gnómes según la misma razón natural cies de prudencia, como la económica^
en aquellas cosas, en las cuales falta la la reinativa y otras semejantes ; mas las
ley común, como se verá más claramente tres predicbas son como partes potencia-
luego (2. -2. , C. 5 1 , a. 4 ) .
a ro
les de la prudencia; porque se ordenan
A l 4.° que la memoria, la inteligencia como lo secundario á lo principal: y de
y la providencia, lo mismo también que estas se dirá luego (2. -2. , C. 51).
a ae
CUESTIÓN LYIII,
Distinción entre las virtudes morales y las intelectuales.
Consideraremos a h o r a las virtudes m o r a l e s , y l.° lo que las distingue de las virtudes intelectuales;
2.° la distinción de aquellas entre sí según su propia m a t e r i a ; 8.° la distinción de las principales ó
cardinales de las otras. Acerca do lo primero investigaremos cinco cosas : 1. Toda virtud es virtud
a
en intelectual y moral ? — 4. Puede existir la virtud moral sin la intelectual?—5. Por el contrario,
a a
de los brutos animales se dicen algunas actos de otros hábitos pueden ser objeto
costumbres. P o r eso se dice ( u Macbab. de la elección.
11, 11) q u e , arrojándose con ímpetu A l 3.° que « l a naturaleza es principio
á uso de leones (leonum more) sobre los » d e l movimiento» ( P h y s . 1. 2, t. 3); pero
enemigos, los mataron; y en la misma el mover á obrar es peculiar de la parte
acepción se toma la palabra costumbre apetitiva : y por tanto el asimilarse á la
(moris) ( P s . 67, 7 ) , donde se d i c e : el naturaleza en conformarse con la razón
que hace morar los de una misma costum- es propio de las virtudes residentes en la
bre en casa. Estas dos significaciones pues fuerza apetitiva.
en nada se distinguen entre los latinos
en cuanto á la v o z : mas en griego sí se ARTÍCULO I I . — L « virtud moral s e ais.
distinguen; porque el ethos, que entre t i n g u e de l a intelectual ? -
nosotros significa costumbre (morem)
tiene unas veces la primera (sílaba) lar- 1.° Parece que la virtud moral no se
g a y se escribe con la letra griega i), y distingue de la intelectual : porque dice
otras la tiene breve y se escribe con s. San Agustín ( D e civ. D e i , l . 1, c. 21)
P e r o la virtud moral se llama así de mo- que « l a virtud es el arte de vivir recta-
re, en cuanto significa cierta inclinación » mente » ; y el arte es virtud intelectual:
natural ó como natural (1) á hacer al- luego la virtud moral n o se diferencia de
guna cosa. Y á esta significación de mo- la intelectual.
ris (habitualidad) (2) es afin otra signi- 2.° L a mayor parte (3) ponen la cien-
ficación, que quiere decir costumbre, por cia en la definición ( 4 ) de las virtudes
cuanto la costumbre en cierto modo se morales, como algunos ( 5 ) definen la per-
convierte en naturaleza y produce una severancia diciendo que « e s la ciencia
inclinación semejante á la natural. Siendo » ó el hábito de aquellas cosas, en que se
pues evidente que la inclinación al acto » debe ó no permanecer » ; y santidad « l a
propiamente compete á la virtud apetiti- »ciencia que (nos) hace fieles y obser-
v a , de la que es propio mover todas las » vantes de las cosas, que son justas ante
potencias á obrar, como consta por lo y a » Dios ». P e r o la ciencia es virtud intelec-
dicho ( O . 9, a. 1) ; infiérese que no toda tual : luego la virtud moral no debe dis-
virtud se llama moral; sino solamente tinguirse de la intelectual.
aquella, que está en la fuerza ape- 3.° San Agustín dice (Soliloq. 1. 1, c.
titiva. 6) que « l a virtud es la recta y perfecta
A l argumento 1.° diremos, que aquella » razón» ; lo cual pertenece á la virtud
objeción se funda en la significación de intelectual, como está claro ( E t h i c . 1. 6,
costumbre de la palabra more. c. u l t . ) : luego la virtud moral no es dis-
A l 2.° que todo acto de virtud puede tinta de la intelectual.
ejecutarse por elección : pero elección 4.° N a d a se distingue de aquello, que
recta solo la produce la virtud, que está entra en s u definición; pero la virtud in-
en la parte apetitiva del alma; pues que- telectual figura en la definición de la vir-
da dicho ( C . 13, a. 1) que elegir es acto tud moral, pues dice Aristóteles (Ethic.
de la parte apetitiva. P o r consiguiente 1. 2, c. 6 ) que «virtud moral es el hábito
hábito electivo, como principio de la elec- s e l e c t i v o existente en el (justo) medio
ción, es solamente aquel, que perfecciona »determinado por la razón á juicio del
la fuerza apetitiva, aunque también los » s a b i o » ( 6 ) . M a s esta recta razón, que
(1J Por cuanto puede provenir de la naturaleza ó del hábito dicho); pues así se distingue bien y fácilmente de la acep-
(como natural}, ó también ser infusa fy así también como ción seguidamente indicada de costumbre formada por actos re-
connatural), según el mismo Santo Tomás lo esplica (Sent. 3, petidos.
dlst. 23, C. i , a. i). (3) De los filósofos ó autores de tratados de Moral.
(2) Propensión habitual ó facilidad y tendencia debida á la (4) Más exactamente « asignación, enumeración ó clasiíi-
naturaleza ó al hábito, cuya versión más exacta y espresiva « cacion » .
nos parece la de habitualidad, que adoptamos en el doble sen- (5) Alude ostensiblemente al filósofo griego Andrónico, de
tido de connatural ó innata (que quizá estaría más gráfica- quien probablemente toma asimismo la subsiguiente defini-
mente csprcsada por habiludinal) en el caso de ser debida á la ción de la santidad, aunque esto no se da por suficientemente
naturaleza, y de connaturalizada ó adquirida y apropiada por comprobado. Nicolai.
el hábito (diciéndose así habitual) ó aun de infusa en su caso (0) Pront sapiens determinabil, « como lo haría un hombre
(como habida gratuitamente y sin previa reiteración de actos » discreto », ó quizá mejor, « dejándolo al fallo do los sabios »*
análogos voluntarios y constitutivos del hábito propiamente
CUESTIÓN L V I I I . — A R T Í C U L O I I . 373
II) En determinados casos,' ó también en algunos indivi- poco posterior á la locución in particulari, que anotamos.
luos ó personas; aunque la primera interpretación viene (2) Véase y téngase muy en consideración la nota 3 , pá-
luego á ser corroborada por la espresion i» parliculari elegióla, gina. 307.
374 CUESTIÓN LVI1I.. — ARTÍCULO III.
(IJ Dícese humana como natural en el hombre y asequible ral á los impulsos de cualesquiera concupiscencias deprava-
á sus fuerzas naturales, para diferenciarla de las llamadas das, y por perseverancia la constancia en esa misma resisten-
teologales ó divinas, que en su acepción católica son sobre- cia ; no la perseverancia final en el bien y en la gracia hasta
naturalmenle infusas-por Dios en el alma; aunque también la muerte, de la que se trata luego (2.*-2.m, C. 137, a. 1), ni
hay fe, esperanza y caridad humanas en un sentido lato ó la abstención completa de todo deleite carnal (ibid. C. 155,
genérico. a. 1), virtudes ambas perfectas y consumadas, en cuyo con-
(2) Entiéndese aquí por continencia la resistencia en gene- cepto no son objeto de la cuestión actual.
CUESTIÓN LVIII. — ARTÍCULOS III Y I V . 375
A l 3.° que la natural inclinación al bien Conclusión. Todas las virtudes inte-
de la virtud es cierta incoación de virtud, lectuales pueden existir sin virtud moral,
pero no es virtud perfecta ; porque esa á escepcion de la prudencia.
inclinación, cuanto es más perfecta, puede R e s p o n d e r e m o s , que las otras virtu-
ser tanto más peligrosa, si no se la asocia des intelectuales pueden existir sin virtud
la recta razón, por medio de la cual se moral; pero la prudencia sin virtud mo-
baga recta la elección de lo conducente ral no puede existir. L a razón e s , porque
al debido fin : así como un caballo cor- la prudencia es «recta razón de lo ope-
riendo, si está ciego, tanto más fuerte- » rabie » , no empero únicamente en gene-
mente se estrella y se d a ñ a , cuanto más ral, sino también en lo particular, sobre
violentamente corre. Y a s í , aunque la lo cual recaen las acciones. M a s la recta
virtud moral no sea razón recta, como razón preexige principios, de los que parte
decía S ó c r a t e s ; no es sin embargo sola- la razón : y esta en lo particular debe
mente según la razón recta, en cuanto in- proceder, no solo partiendo de los prin-
clina á lo que es conforme la recta razón,,, cipios universales, sino ateniéndose tam-
como decían los platónicos, sino que tam- bién á los principios particulares. Acerca
bién debe llevar adjunta la recta razón, de los principios universales de lo opera-
como dice Aristóteles (Ethic. 1. 6, c. ult.). ble ciertamente se halla bien dispuesto el
hombre por la natural inteligencia de los
ARTÍCUL O V . — P u e d e existir virtud in-
principios, que le hace conocer qué nin-
telectual s i n moral ? gún mal debe hacerse, ó bien por medio
de alguna ciencia práctica: pero no basta
l.° Parece que la virtud intelectual esto, para raciocinar rectamente acerca
puede existir sin la virtud moral: porque de lo particular ; porque sucede alguna
la perfección de lo anterior no depende vez que tal principio universal conocido
de la perfección de lo posterior; y la ra- por el entendimiento ó por la ciencia se
zón es antes que el apetito sensitivo, y lo inutiliza en lo particular por alguna pa-
mueve. L u e g o la virtud intelectual, que sión : como al concupiscente, cuando la
es perfección de la razón, no depende de concupiscencia vence, le parece bueno lo
la virtud moral, que es perfección de la que desea, aunque sea contrario al uni-
parte apetitiva. P u e d e por consiguiente versal juicio de la razón. P o r lo tanto,
existir sin ella. así como el hombre se dispone, para con-
2.° L o moral es materia de la pruden- ducirse rectamente acerca de los princi-
cia, como lo factible lo es del arte. Pero pios universales, por medio del entendi-
el arte puede existir sin propia materia, miento (1) natural, ó por el hábito de la
como un herrero sin hierro. L u e g o tam- ciencia; del mismo modo, para hallarse
bién la prudencia puede existir sin las bien dispuesto acerca de los principios
virtudes m o r a l e s , no obstante ser ella particulares de lo operable, que son los
entre todas las virtudes intelectuales la fines, há menester perfeccionarse por me-
más ligada con las morales. , dio de algunos hábitos, según los cuales
se haga en cierto modo connatural al
3.° L a prudencia es « virtud bien acon-
hombre el juzgar rectamente acerca del
te sejadora» ( E t h i c . 1. 6 , c. 9 ) . Muchos
fin: y esto se efectúa por medio de la
empero aconsejan bien, careciendo de
virtud moral ; porque el virtuoso juzga
virtudes morales. L u e g o la prudencia
bien del fin de la virtud, en razón á que
puede existir sin la virtud moral.
« cual es cada u n o , tal le parece el fin»
Por el contrario: querer obrar mal se
(Ethic. 1. 3 , c. 5 ) . A s í que para la recta
opone directamente á la virtud moral; y
razón de lo operable, que es la pruden-
á ninguna (de ellas) se opone lo que puede
cia, se requiere que el hombre tenga vir-
-existir sin virtud moral : mas se opone á
tud moral.
la prudencia el pecar queriendo ( E t h i c .
1. 6 , c. 5 ) . N o puede pues la prudencia A l argumento 1.° diremos, que la ra-
existir sin virtud moral. zón, según que es aprensiva del fin, pre-
ciara y esplícita según sus alcances se los da á conocer sufi-
(1) No precisamente como potencia ó facultad intelectiva,
sin en concepto de conocimiento intuitivo ó habitual délos cientemente, cual sucede con los axiomas científicos.
principios evidentes en sf mismos, cuya simple enunciación
CUESTIÓN LVIÍI.—ARTÍCULOS V .
cede al apetito del fin; pero el apetito del morales ; sino solamente por la conside-
fin precede á la razón, que raciocina, para ración de la razón : y por lo tanto el arte
elegir los medios conducentes al fin, lo no requiere virtud, que perfeccione el
cual pertenece á la prudencia : así como apetito, como la requiere la prudencia.
también en las cosas especulativas la in- A l 3.° que la prudencia no solo es bien
teligencia de los principios es principio consiliativa, sino también bien judicativa,
de la razón, que silogiza. y bien preceptiva: lo cual no puede veri-
A l 2.° que los principios de las cosas ficarse , si no se remueve el impedimento
artificiales no los discernimos bien ó mal de las pasiones, que corrompen el juicio
según la disposición de nuestro apetito, y el precepto de la prudencia; y esto por
como los fines, que son principios de las medio de la virtud moral.
CUESTIÓN LIX.
Consideraremos a h o r a la distinción de las virtudes morales entre s i : y , por cuanto las virtudes
morales, que versan acerca de las pasiones, se distinguen según la diversidad de las pasiones, c o n -
viene considerar: l.° en común la comparación de la virtud con la pasión , y 2.° la distinción de las
virtudes morales según las pasiones. En cuanto a l o 1." investigaremos cinco cosas: 1. La virtud m o - a
ral es pasión? —2. Puede existir con la pasión ? — 3. Es compatible con la tristeza?—4. Toda virtud
a a a
moral es acerca de las pasiones. — 5. Alguna virtud moral puede existir sin pasión ?
a
nero que los estremos; y , siendo la virtud movimiento del apetito sensitivo, como
moral medio entre las pasiones, sigúese y a se ha dicho ( C . 2 2 , a. 3 ) ; en tanto que
que la virtud moral es pasión. la virtud moral no es movimiento alguno,
2.° L a virtud y el vicio, como contra- sino más bien principio del movimiento
rios que son, están en el mismo género; apetitivo, cierto hábito existente; 2 . por- a
pero ciertas pasiones se llaman vicios, que las pasiones por sí mismas no tienen
como la envidia y la ira : luego también razón de bien ó de mal, pues el bien ó el
ciertas pasiones son virtudes. mal del hombre es según la razón; y por
3.° L a misericordia es cierta pasión; lo tanto las pasiones consideradas en sí
porque es «tristeza de los males ajenos», mismas se refieren al bien como al mal,
como se ha dicho ( C . 3 5 , a. 8 , arg. 3.°). según que pueden convenir ó no con la
Mas á esta «Cicerón, eminente hablista, razón : pero ninguna cosa tal puede ser
»no dudó llamarla v i r t u d » , como dice virtud, puesto que la virtud mira al bien,
San Agustín ( D e civ. D e i , l . 9, c. 5 ) . como ya se ha dicho ( C . 55, a. 3 ) ; 3 . por- a
Luego la pasión puede ser virtud moral. que en el supuesto de que alguna pasión
Por el contrario, se dice ( E t h i c . 1. 2 ) tienda solo al bien ó solo al mal en al-
que «las pasiones ni son virtudes, ni ma- gún (2) modo; no obstante el movimiento
»licias» (1). de la pasión, en cuanto es pasión, tiene
(1) Vicios,.según interpretan algunos modernos comenta- mal, que no siempre lleva consigo el vicio. Nicolai.
dores ; si bien en el lenguaje corriente 6 usual la malicia de- (2) Otros leen motum, «según algún movimiento».
nota cierta deliberación de la voluntad ó como afecto á obrar
378 CUESTIÓN LIX. — ARTÍCULOS I Y I I ,
(1) Véase la nota 0, pág. 372. á los actos las denominaciones de los hábitos, en que radican
(2) En el sentido, en que frecuentemehtemente se aplican ó de que emanan. Véase en la 2,"-2, la C. 30, a. 1,
ID
CUESTIÓN LIX. — ARTÍCULO II Y I l t .
estoicos pretendieron que correlativamen- contra el mal futuro : mas el que por el
te á tres perturbaciones habia en el áni- mal presente se consterne el ánimo del
mo del sabio tres (sbmMai ó eupathias) hombre (lo cual se verifica por la tristeza)
buenas pasiones, á saber, por el deseo parece enteramente contrario á la razón;
deleite ( 1 ) , por la alegría g o z o , y por por lo cual no puede hallarse con la vir-
el miedo precaución. Mas en compensa- tud. Pero tampoco esto es razonable :
ción de la tristeza negaron pudiera haber porque hay algún mal, que puede ser pre-
algo en el ánimo del sabio por dos razo- sente para el virtuoso, como se ha dicho
nes : 1 . porque la tristeza es del mal
a
(a. 2 ) , mal que la razón ciertamente de-
que y a ha sucedido, y j u z g a n que ningún testa; y al apetito sensitivo sigue la de-
mal puede acontecer al sabio; pues cre- testación de la razón en el hecho de en-
yeron que así como la virtud es el solo tristecerse de ese mal, aunque moderada-
bien del hombre, y los bienes corporales mente según el juicio de la razón. Mas
no son bienes del hombre ; así solo lo in- pertenece á la virtud que el apetito sen-
honesto es el mal del h o m b r e , lo cual en sitivo se conforme con la razón, como se
el virtuoso no puede existir. E s t o empero ha dicho (a. 1 y 2 ) ; y de consiguiente
se dice sin r a z ó n : 1.° porque, siendo el incumbe á la virtud entristecerse mode-
hombre compuesto de alma y cuerpo, lo radamente en aquello, de que se debe en-
que contribuye á conservar la vida del tristecer, como dice también Aristóteles
cuerpo es algún bien del hombre, pero no ( E t h i c , 1. 2 , c. 6 y 7 ) : y esto es tam-
el mayor, pues el hombre puede usar mal bién útil para huir ó evitar los males ;
de é l ; y por lo t a n t o , aun el mal contra- pues, así como los bienes se buscan más
rio á este bien puede hallarse en el sabio é pronto por la delectación, así los males
infundirle una tristeza moderada. 2° A d e - se esquivan más fuertemente por la tris-
mas : aunque el virtuoso puede hallarse teza. A s í pues debe decirse que la triste-
sin pecado g r a v e , ninguno se halla en za acerca de las cosas, que convienen á
esta vida exento de pecados leves, según la virtud, no puede estar al mismo tiem-
aquello ( i Joann. 1 , 8 ) : si dijéremos po con la virtud, la cual se deleita en
que no tenemos pecado, nos engañamos lo que es propio ; pero acerca de las que
á nosotros mismos. 3.° Porque el virtuoso, de cualquier modo repugnan á la virtud,
aunque (al presente) no tenga pecado, la virtud se entristece moderadamente.
acaso le tuvo alguna v e z , y de él se due- A l argumento 1.° diremos, que de aque-
le laudablemente, según aquello ( u Cor., lla autoridad se deduce que acerca de la
7 , 10) ; la tristeza, que es según Dios, sabiduría no se entristece el sabio ; pero
engendra penitencia para salud esta- sí se entristece de las cosas impeditivas
ble ( 2 ) . ¿.° Porque se puede también de la sabiduría : y por eso en los bien-
doler laudablemente del pecado de otro; aventurados , en quienes no cabe impedi-
y según e s t o , del mismo modo que la mento alguno de la sabiduría, no tiene
virtud moral es compatible con otras pa- lugar la tristeza.
siones moderadas por la razón, lo es tam-
A l 2.° que la tristeza impide la ope-
bién con la tristeza.—La 2 . razón, que a
puede existir sin pasión, y mucho menos sensitivo á sus movimientos propios orde-
otras virtudes. nados. Mas las virtudes morales, que no
Conclusión. Las virtudes morales [ 1 ] , afectan á las pasiones sino á las opera-
que versan acerca de las pasiones como ciones, pueden existir sin pasiones ; y tal
su propia materia , no pueden existir sin virtud es la justicia, porque por ella se
pasiones ; pero [ 2 ] las que no se refieren aplica la voluntad á su propio a c t o , que
á las pasiones, sino á las operaciones no es pasión. Sin embargo al acto de jus-
(como es la justicia), pueden estar sin ticia sigue el g o z o , al menos en la volun-
pasiones como propia materia, aunque tad, lo cual no es pasión; y , si este gozo
también con ellas como con algo consi- se multiplica por la perfección de la j u s -
guiente por redundancia en más ó en ticia , redundará el gozo hasta el apetito
menos. sensitivo, según que las fuerzas inferiores
Responderemos que, si llamamos pa- siguen el movimiento de las superiores,
siones á las afecciones desordenadas, como como antes se ha dicho ( C . 2 4 , a. 3 ) :
los estoicos pretendieran; de este modo resultando de semejante redundancia que,
es manifiesto que la virtud perfecta exis- cuanto fuere más perfecta, tanto más
te sin pasiones : pero, si por pasiones en- causa la pasión.
tendemos todos los movimientos del ape- A l argumento 1.° diremos que la vir-
tito sensitivo; así claro está que las vir- tud reprime las pasiones desordenadas,
tudes morales, que versan acerca de las pero produce las moderadas.
pasiones como de propia materia, no pue- A l 2.° que las pasiones desordenadas
den existir sin pasiones. L a razón es, por- inducen á pecar ; mas n o , si son mode-
que de esto se seguiría que la virtud mo- radas.
ral haría totalmente ocioso el apetito A l 3.° que el bien se considera en cada
sensitivo. M a s no pertenece á la virtud uno según la condición de su naturaleza.
que las (potencias) sometidas á la razón P e r o , por cuanto en D i o s y en los án-
no ejecuten sus propios actos; y sí el que geles no hay apetito sensitivo, como en el
ejecuten el imperio de la razón, obran- hombre; la buena operación de Dios y
do sus actos propios. D e donde se si- del ángel está totalmente exenta de pa-
gue q u e , así como la virtud ordena los sión, como también de cuerpo :'mas la
miembros del cuerpo á los debidos actos buena operación del hombre es con pa-
esteriores , así también dirige al apetito sión, así como con ministerio del cuerpo.
CUESTIÓN LX.
A esto intento dedicaremos los siguientes cinco artículos : 1.° Hay u n a sola virtud moral? — 2." Se
distinguen las virtudes morales relativas á las operaciones de las que conciernen á las pasiones? —
3.° Acerca de las operaciones h a y u n a sola virtud moral ? — 4.° Hay sobre las pasiones diversas virtu-
des morales? —5,° Las virtudes morales se distinguen según los diversos objetos de las pasiones?
ría para recibir el influjo del agente, como se distinguen entre s í , por referirse unas
vemos que por la única acción del sol se á las operaciones y otras á las pasiones;
engendran mediante la putrefacción (1) pues dice Aristóteles (Ethic. 1. 2 , c. 3 )
animales de diversas especies según la que « l a virtud moral es operativa res-
diversa proporción de la materia. Pero » pecto de las delectaciones y tristezas
es manifiesto que en lo moral la razón » de los más buenos (optimorum)% ; mas
obra como mandando y moviendo, y la los deleites y las tristezas son ciertas pa-
fuerza apetitiva como mandada y movi- siones, como arriba se ha dicho ( C . 3 1 ,
da : y el apetito no atiende á la impre- a. 1 : y C. 3 5 , a. 1) : luego la misma
sión de la razón como unívocamente ; virtud, que afecta á las pasiones, funcio-
porque no se hace racional por esencia, na también sobre las operaciones, como
sino por participación, como se dice siendo operativa.
(Ethic. 1. 1 , c. últ.). D e donde se sigue 2.° L a s pasiones son principios de las
que las cosas apetecibles según la moción operaciones esteriores : por consiguiente,
de la razón se constituyen en diversas es- si algunas virtudes rectifican las pasio-
pecies , según que diversamente se refie- nes (4), deben también por lo mismo rec-
ren á la razón, resultando de aquí que tificar las operaciones. L u e g o las mismas
las virtudes morales son diversas según virtudes morales actúan sobre las pasio-
la especie, y no una sola. nes y las operaciones.
A l argumento 1.° diremos que el ob- 3.° P a r a toda operación esterior se
j e t o de la razón es lo verdadero: mas, mueve el apetito sensitivo bien ó mal.
siendo una misma la razón de lo verda- P e r o los movimientos del apetito sensi-
dero en todas las (oirás) morales, que tivo son pasiones : luego las mismas vir-
son operables contingentes, una sola es tudes , que se refieren á las operaciones,
la virtud que dirige en ellas , á saber, la se refieren también á las pasiones.
prudencia (2). P e r o el objeto de la vir- Por el contrario, Aristóteles ( Ethic.
tud apetitiva es el bien apetecible, c u y a 1. 2 , c. 3 y 7 ; y 1. 5 ) aplica la justicia á
razón es diversa según su diversa habitud las operaciones ; mas la t e m p l a n z a , la
respecto de la razón que dirige. fortaleza y la mansedumbre á ciertas pa-
A l 2.° que aquello formal es único en siones.
su género á causa de la unidad del agen- Conclusión. Las virtudes morales [ 1 ]
te ; pero se diversifica en especie por las no se distinguen entre sí en cuanto á la
diversas disposiciones de los que lo reci- operación y la pasión consideradas como
b e n , como queda y a dicho. sus efectos; sí empero [ 2 ] bajo el con-
A l 3.° que las cosas morales no obtie- cepto de materia diversa , sobre que ac-
nen especie del fin último, sino de sus túan unas sobre las operaciones y otras
fines próximos; los cuales en verdad, sobre las pasiones.
aunque son infinitos en número, no son E e s p o n d e r é m o s , que la operación y la
infinitos en especie. pasión pueden compararse de dos modos
con la virtud: 1.° como efecto, y así toda
A R T Í C U L O I I . — 4 l a s -virtudes morales, virtud moral tiene algunas operaciones
q u e s e rcflcren á l a s operaciones , s e distin- buenas, de las que es productiva, y al-
g u e n de a q u e l l a s , que s e refieren á l a s pasio-
guna delectación ó t r i s t e z a , que son pa-
n e s ? (3)
siones , como arriba se ha dicho ( C. 59,
1.° P a r e c e que las virtudes morales no a. 4, al 1.°); 2.° como materia, acerca de
(1) Véase en el T. l.°Ia nota 3, pág. 561. no al hombre determinado ó á cada individuo humano, habla
(2) Numérica é individualmente considerada (debe enten- de varias especies políticas de la prudencia (2."-2. , C. 48).
ro
derse), es decir, cada hombre tiene una sola virtud moral di- (3) Entiéndese aquí por operaciones las acciones esternas,
rectriz de las demás, que es la prudencia personal, única en que ponen al hombre en relación con otros, como en los con-
cada individuo, aunque con el doble carácter de intelectual y tratos, por ejemplo ; y por pasiones todas aquellas afecciones
moral y provista (digámoslo así) de diversos medios ó reglas internas ó movimientos del apetito sensitivo, en que el cuer-
directivas aplicables á los casos y hechos particulares, como po esperitnenla alguna alteración, y de que se ha tratado en
poniendo en actuación ó haciendo funcionar á las demás vir- las Cuestiones 22 á la 48, como el amor y la ira, la delectación
tudes á ella subordinadas para el arreglo y conducta de la y la tristeza y demás.
vida del operante; á la manera que la razón dirige á la vo- (4) No en cuanto á su naturaleza, que ya se supono recta,
luntad y esta á su vez impera y mueve á las potencias apeti- como procedente de Dios ; sino en su ejercicio y dirección, sin
tivas subalternas y dependientes de ella -. porque en otro la que pueden ser inmoderadas ó siniestras.
concepto más lato, y refiriéndose á la humanidad en general, y
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULOS II Y I I I . 385
que debe. D e donde se sigue que todas ARTÍCULO I V . — Acerca «le diversas
estas virtudes , que se refieren á las ope- p a s i o n e s hay diversas virtudes inórales?
raciones , tienen de algún modo razón de
justicia: pero el débito no es de la misma l.° Parece que acerca de diversas pa-
índole en todos ; porque no es lo mismo siones no hay diversas virtudes morales:
deber algo á un i g u a l , que deberlo á un porque solo hay un hábito de aquellas
superior ó inferior, y diverso debe serlo cosas, que convienen en el principio y el
(según que provenga) de p a c t o , ó pro- fin; y el hábito es uno solo, como es de ver
m e s a , ó por beneficio recibido. Según sobre todo en las ciencias. E s así que el
estas diversas razones de débito resultan principio de todas las pasiones es único,
pues diversas virtudes: por ejemplo, la re- á saber, el amor; y todas tienen por tér-
ligión e s , por la que rendimos á D i o s el mino un mismo fin, que es la delectación
debido culto; por la piedad tributamos el ó la tristeza, como antes se ha probado
honor debido á los padres ó á la patria ; ( C . 2 o , a. 1 y 2 ) . L u e g o respecto de
por la gratitud damos lo que debemos, á todas las pasiones hay una sola virtud
los bienhechores ; y así de otras. moral.
A l argumento 1.° diremos, que la jus- 2.° Si acerca de diversas pasiones hu-
ticia propiamente dicha es una especial biese diversas virtudes morales, se segui-
y única virtud , que estima la razón per- ría que habría tantas virtudes mora-
fecta del débito, el cual puede restituirse les como pasiones. P e r o esto se ve que
en equivalencia ; aunque por ampliación es falso ; porque acerca de las pasiones
se da el nombre de justicia á cualquiera opuestas no hay más que una sola é idén-
devolución de un débito, y así no es sola tica virtud moral, como la fortaleza acerca
una especial virtud. de los temores y audacias , la templanza
A l 2.° que la justicia ordenada al bien respecto de las delectaciones y tristezas.
común es virtud distinta de la justicia, L u e g o no es posible que acerca de diver-
que-se ordena al bien privado de alguno; sas pasiones haya diversas virtudes mo-
por lo que aun el derecho común se dis- rales.
tingue del derecho p r i v a d o , y Tulio es- 3.° E l a m o r , la concupiscencia y la
tablece ( D e invent. 1. 2 ) como una espe- delectación son pasiones diferentes en es-
cial virtud la piedad, que ordena al bien pecie, como arriba se ha probado (C. 23,
de la patria. Pero la justicia, que ordena a. 4). P e r o acerca de todas estas hay una
al hombre al bien común, es general por sola v i r t u d , que es la templanza. Luego
su predominio, porque todos los actos de las virtudes morales no son diversas res-
las virtudes los ordena á su fin, esto es, pecto de diversas pasiones.
al bien común: si bien la virtud, según Por el contrario : la fortaleza es acerca
que por tal justicia es imperada , recibe de los temores y audacias ; la templanza
asimismo el nombre de justicia; y así la acerca de las concupiscencias; y la man-
virtud no difiere de la justicia legal sino sedumbre acerca de las iras, como se dice
en la razón, como solo en el concepto ra- (Ethic. 1. 3, c. 6 y 1 0 ; y 1. 4 , c. 5 ) .
cional se diferencia la virtud que obra Conclusión. No es posible [ 1 ] que
por sí m i s m a , de la que obra á imperio acerca de todas las pasiones haya una
de otra (1). sola virtud moral; si bien [ 2 ] sobre pa-
A l 3.° que en todas las operaciones siones contrarias entre si actúa una sola
pertenecientes á la justicia especial es virtud; y [ 3 ] á las pasiones de lo iras-
una misma la razón del débito , y en tal cible se ordenan diversas virtudes mo-
concepto es única la virtud de la justi- rales.
cia , principalmente en cuanto á las con- R e s p o n d e r e m o s , que no puede admi-
mutaciones ; porque acaso la distributiva tirse que acerca de todas las pasiones
es de otra especie que la conmutativa. verse una sola virtud moral: porque hay
P e r o esto se dilucidará después ( C. 6 1 , ciertas pasiones referentes á diversas po-
a. 1, de la 2. .-2.*)
a
tencias, perteneciendo unas á lo irascible
y otra3 á lo concupiscible, como antes se
ha dicho ( C. 2 3 , a. 1 ) ; mas no por eso
(1) Véase para la más fácil y recta inteligencia de esta so-
lución la C. 58, a. 6, de la 2.'-2.» toda diversidad de pasiones basta para
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULOS IV Y V. 387
fl) Cuya designación ó determinación incumbe á los hom- y otros (no los mismos) huyendo del mal. Lo que aquí pre-
bres sabios y discretos, según ya queda anotado repetidas tende hacer bien notar el Santo es principalmente la diferen-
•veces. V. nota 6, pág. 372. cia muy marcada entre las pasiones de la concupiscible, que
{2} Entiéndase bien, no que una sola -virtud concierna á no todas corresponden á diversas virtudes morales á causa de
todas las pasiones de la potencia concupiscible, sino que una la íntima conexión-ó correlación existente entre ellas como
misma se ejerce en dicha potencia sobre pasiones referentes á subordinadas unas á otras y sometidas todas á la influencia
un mismo objeto ó fin, como la templanza única regula ó mo- común de una sola virtud moral, y las de la irrascible, cada
dera el amor y deseo de deleites sensuales y el odio á lo que una de las cuales recibe su moderación de una virtud, especial
los sirve de obstáculo. y distinta de las reguladoras de las demás de esa misma po-
m Hespectivamente, dirigiéndose unos en busca del bien, tencia.
388 CUESTIÓN L X . — A R T Í C U L O V.
(1) Buen trato social, urbanidad, cultura, cortesía ; ó jovia- ó bufonería, indigna de un cristiano según San Pablo (Ephes.
lidad según otros, gracejo, lo que los andaluces llaman buena 5, 4). Claro es que aquí debe entenderse en su buen sentido
sombra ó buen ángel : aunque á veces se usa por chocarrería pues se cita como virtud. \
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULO V. 389
Virtudes Cardinales.
a
Consideraremos a h o r a las virtudes cardinales, y acerca de ellas investigaremos cinco cosas: 1. Las
a a a
virtudes morales deben llamarse cardinales, ó principales? — 2. Su número. —3. Cuáles son?— 4. Se
a
diferencian entre sí? —5. Se dividen convenientemente en virtudes políticas, y p u r g a t i v a s , y de
ánimos purificados, y ejemplares ?
tudes cardinales : porque la prudencia es gún que la pasión impele á algo contra-
directiva de las otras virtudes morales, río á la razón, y en este sentido es nece-
como se deduce de lo dicho ( C . 5 7 , a. 4 sario que la pasión sea reprimida, por lo
y 5) ; y lo que es directivo de otras cosas, que se llama templanza; 2° en cuanto
es más principal. L u e g o sola la prudencia la pasión retrae de aquello que la razón
es virtud principal. dicta, como el temor de los peligros ó
2.° Las virtudes principales son de al- trabajos, y así es preciso que el hombre
gún modo morales : pero á las operacio- se afirme en aquello que la razón misma
nes morales somos dirigidos por la razón dicta, para no apartarse de ello, y de
práctica y por el apetito recto (Ethic. aquí su denominación de fortaleza. Asi-
1. 6 , c. 2 ) : luego solo hay dos virtudes mismo según los objetos se halla igual
cardinales. número : porque el sujeto de esta virtud,
de que ahora hablamos, es cuádruple, á
3.° Entre varias otras virtudes una es
saber : racional por esencia, cuya perfec-
más principal que otra. Mas, para que una
ción es propia de la prudencia ; y racio-
virtud se diga principal, no se requiere
nal por participación, el cual se subdivide
que sea principal respecto de todas, sino
en tres, que son la voluntad, que es sugeto
solo respecto de algunas. L u e g o parece
de la justicia; lo concupiscible, que lo es
que son muchas más las virtudes princi-
de la templanza; y lo irascible, cuyo su-
pales.
jeto es la fortaleza (3).
Por el contrario, dice San Gregorio
(Moral. 1. 2 , c. 4 9 ) que « en cuatro vir- A l argumento 1.° diremos, que la pru-
»tudes estriba toda la estructura de una dencia es absolutamente la más principal
» buena obra » . •'* r 1
de todas ; pero las otras se dicen princi-
(1) Por esta razón no se las llama cardinales ó principales .por consiguiente en la respectiva clasificación de unas y
respecto de las divinas ó teológicas, siíio solo entre las hu- otras.
manas propiamente dichas. v
(3) Las mismas cuatro virtudes y con sus propios nombres
(2) Así comunmente acordes todos los códices é impresos ; enumeran también San Agustín ( De mor. Eccles. c. 16 ; y De
aunque en alguno faltan las palabras aprudenlla, y la edición civ. Del, 1. 12, c. 21), y antes de él San Ambrosio, quien se
romana antigua (no ya la áurea) escribe el prtidenlia, que- cree haber sido el primero , que las designó con los nombres
riendo sin duda insinuar que la prudencia se asocia á las in- mismos, que hoy llevan (OflSc. 1.1, c-. 24), donde las denomina
telectuales, siendo empero moral; mas ya queda suficientes I principales í contó asimismo San Próspero ( S e vil. contempl
mente esplicado que participa de ambos caracteres, figurando** J. 3, c. 18).
392 CUESTIÓN LXI. — ARTÍCULOS II Y III.
pales, cada cual en su (respectivo) gé- en algunos actos ó pasiones, así como el
nero. bien, cifrado en la consideración de la ra-
A l 2.° que lo racional por participación z ó n , se halla principalmente en el mismo
se divide en tres partes, como se ha dicho. imperio de la razón, y no en el consejo
A l 3.° que todas las otras virtudes, de ni en el juicio, como se ha dicho ( C . 57,
las que una es más principal que otra, se a. 1, 2 y 5 ) ; é igualmente el bien de la
reducen á las cuatro antedichas, ora en razón, atendido en las operaciones según
cuanto al sujeto, ora en cuanto á las ra- el concepto de recto y debido, se halla
zones formales. principalmente en las conmutaciones ó
distribuciones, que se refieren á otro con
ARTÍCULO I I I . — ¿ u a y otras virtudes, igualdad. Mas el bien de refrenar las pa-
que d e b a n l l a m a r s e principales m á s bien que siones se halla principalmente en las pa-
l a s dichas ? siones más difíciles de reprimir, cuales
son las de las delectaciones táctiles ; en
l.° Parece que hay otras virtudes que tanto que él bien de la firmeza, para per-
deben llamarse principales con preferen- severar en el bien de la razón contra el
cia á las dichas : porque lo que es lo ma- ímpetu de las pasiones, se encuentra so-
yor en cada género, parece ser lo más bre todo en los peligros de muerte, con-
principal; y la magnanimidad obra lo tra los que es dificilísimo contenerse. A s í
grande en todas las virtudes ( Ethic. 1. 4, pues podemos considerar de dos modos
c. 7 ) (1) : luego la magnanimidad debe las cuatro predichas virtudes: 1.° según
llamarse virtud principal sobre todas. sus comunes razones formales, y confor-
2.° Aquello, por lo cual otras virtudes me á esto se llaman principales, como
se forman, parece ser con preferencia generales á todas las virtudes; por ejem-
la virtud principal. Tal es la humildad; plo, toda virtud, que hace el bien en con-
puesdice San Gregorio (Hom. 7 in Evang.) sideración de la razón, se llama pruden-
que « el que reúne las demás virtudes sin cia ; y toda virtud, que hace el bien de lo
T> la humildad, es como el que echa pajas debido y lo recto en las operaciones, se
» al viento » . L u e g o la humildad parece llama, justicia; y toda virtud, que cohibe
ser entre todas la principal. las pasiones y las reprime, se llama tem-
3.° Parece ser ante todo principal lo planza ; y toda virtud, que da firmeza al
que es lo más perfecto. P e r o esto perte- ánimo contra cualesquiera pasiones, se
nece á la paciencia, según aquello ( J a c . llama fortaleza : y en este sentido ha-
1, 4 ) : La paciencia tiene obra perfecta. blan muchos acerca de estas virtudes, tanto
Doctores sagrados, como también Filó-
Por el contrario, Tulio en su R e t ó -
sofos, incluyéndose así en ellas las de-
rica ( D e invent. 1. 2 ) reduce todas las
mas : por lo cual cesan todas las objecio-
demás á estas cuatro.
nes ; 2° pueden tomarse, según que estas
Conclusión. Las cuatro virtudes an-
virtudes se denominan asi por lo que es
tedichas [ 1 ] en sus conceptos comunes
lo principal en cada materia ; y en este
formales son principales, como genera-
sentido son especiales virtudes en contra-
les respecto de todas las virtudes; y
posición á otras, pero se dicen principa-
aun [2] en cuanto á su denominación to-
les respecto de las demás por la priori-
mada de la respectiva materia, si bien
dad de la materia : por ejemplo, la pru-
son virtudes especiales distintas de otras,
dencia se dice que es preceptiva ; \a, jus-
se llaman también principales respecto
ticia que se refiere á las acciones debidas
de las obras á causa de la principalidad
entre iguales ; la templanza que reprime
de la materia.
las concupiscencias de los placeres tácti-
Responderemos q u e , según lo dicho les ; y la fortaleza que da vigor contra
(a. 2 ) , las cuatro virtudes cardinales asig- los peligros de muerte.
nadas se toman según cuatro razones for-
males de virtud, acerca de la cual habla- Y de este modo también desaparecen
mos •.-•las cuales se hallan principalmente las objeciones : porque las demás virtudes
pueden tener algunas otras preferencias;
(1) Greco-latino, ú 8 según las ediciones antiguas y el mis- mas estas se dicen principales por razou
mo Santo Tomás (lecl. 8); y no c. 3 , como se ve citado en la
generalidad de las ediciones. de la materia, según lo dicho.
CUESTIÓN LXI. — A R T Í C U L O IV. 393
aquellas, « con las que los buenos varo- hombre que se adhiera á las cosas divi-
» nes miran por el bien de la república nas , cuanto puede , como- asimismo dice
» y defienden las ciudades». P e r o al bien Aristóteles ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 7 ) , y esto
común sola la justicia legal se ordena, se nos recomienda muchas veces en la
como dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 5 , c. 1). Sagrada E s c r i t u r a , como en aquello
Luego no deben llamarse políticas otras ( M a t t h . 5 , 48 ) : sed perfectos, como
virtudes. vuestro Padre Celestial es perfecto; es
Por el contrario, Macrobio dice (ibid.): necesario reconocer ciertas virtudes me-
« Plotino , príncipe entre los profesores dias .entre las políticas, que son virtu-
» de filosofía con P l a t ó n , dice que son des h u m a n a s , y las ejemplares, que son
» cuatro los géneros de las cuatro virtu- virtudes divinas: las cuales virtudes cier-
» des ; de ellas las primeras se llaman tamente se distinguen según la diversidad
» políticas , las segundas purgativas, las del movimiento y del término, á saber,
»terceras de ánimo ya p u r g a d o , y las en que unas son virtudes de cosas trans-
» cuartas ejemplares » . cendentes ( 2 ) y que tienden á la seme-
Conclusión. Convenientemente las cua- janza divina, y estas se llaman virtudes
tro predichas virtudes cardinales unas purgativas ( 3 ) , es decir, de modo que
veces se llaman ejemplares , otras polí- la prudencia desprecie todas las cosas
ticas, otras purgativas y otras de ánimo mundanas por la contemplación de las
ya purgado. divinas , concentrando todo pensamiento
Responderemos q u e , como dice San del alma solo á las divinas; la templanza
Agustín ( D e morib. ECCIÍES. C. 6), « con- abandone, en ctxanto la naturaleza lo per-
» viene que el alma siga algo , con el fin mite , las cosas que requiere el uso del
» de que pueda nacer en ella la virtud; y cuerpo; la fortaleza haga que el alma no
)) esto es D i o s , á quien si seguimos, vivi- se aterre por su abstracción del cuerpo y
» mos bien». Conviene (1) pues que el acceso á las cosas soberanas; y la justi-
ejemplar de la humana virtud preexista cia (en fin) que toda el alma consienta
eu Dios, así como también en él preexis- en seguir la seúda de tal propósito. Mas
ten las razones de todas las cosas : y así otras virtudes son propias de los que con-
la virtud puede considerarse, ó como siguen ya la semejanza divina, y se lla-
existiendo ejemplarmente en D i o s , en man de ánimo ya purgado , es decir, de
cuyo sentido se llaman virtudes ejempla- modo que la prudencia solo contemple
res , de modo que según esto la misma las cosas divinas ; la templanza desco-
mente divina se llame en Dios pruden- nozca los terrenos deseos ; la fortaleza
cia; templanza la conversión en la divina ignore las pasiones; y la justicia se aso-
intención á sí mismo , como en nosotros cie en perfecta alianza con la mente di-
la templanza se llama a s í , porque la vina, imitándola: las cuales virtudes cier-
concupiscible se conforma con la razón; tamente decimos son propias de los bien-
fortaleza de Dios es su inmutabilidad; y aventurados ó de algunos muy perfectos
justicia de Dios es la observancia de la en esta vida.
ley eterna en sus obras, como dijo P l o - A l argumento 1.° diremos, que Aristó-
tino (citado por M a c r o b i o ) . M a s , por teles habla de estas virtudes , según que
cuanto el hombre según su naturaleza es se refieren á las cosas humanas :.por ejem-
uu animal político; tales virtudes, según plo, la justicia á las compras y ventas, la
que en el hombre existen según la condi- fortaleza á los temores, la templanza á las
ción de su naturaleza, se llaman políticas, concupiscencias ; porque en este sentido
es decir, en cuanto el hombre por estas es ridículo atribuírselas á Dios.
virtudes se conduce rectamente en las A l 2.° que las virtudes humanas afec-
operaciones humanas, bajo cuyo aspecto tan á las pasiones, es decir, que son vir-
hemos hablado hasta aquí de estas vir- tudes de nombres que conversan en este
tudes. P e r o , como pertenece también al m u n d o : pero las virtudes de aquellos, que
(1) OportU, comunmente ; algunos empero leen plttel, « es (3) Propias del que, desentendiéndose de todo acto terreno
«evidente». en consideración ú obsequio á los demás y aun á sí propio en
Trawcendenlüim, y según otros tramcuiUUtm, transeún- lo posible, se entrega de lleno y por completo á lo divino me-
tes 6 ai exlra. diante una vida retraida y ascética ó contemplativa,
CUESTIÓN L X I . — A R T Í C U L O V.
CUESTIÓN LXIII.
Virtudes teologales.
Consideraremos a h o r a las virtudes teologales en cuatro artículos. l.° Hay algunas virtudes teo-
logales ?— 2.° Las virtudes teologales se diferencian de las intelectuales y morales ? —3.° Cuántas y
cuales son ?—4.° Su orden.
ranza y la caridad son virtudes , que or- turaleza puede atribuirse á una cosa de
denan hacia D i o s : luego son teológicas. dos maneras : una esencialmente, y en
Conclusión. Los principios sobreaña- este sentido tales virtudes teológicas es-
didos por Dios al hombre, y que le orde- ceden la naturaleza del hombre; y otra
nan á la bienaventuranza sobrenatural, participativamente, como el leño encen-
se llaman virtudes teológicas. dido participa de la naturaleza del fuego,
Responderemos, que por la virtud se y así en cierto modo se hace el hombre
perfecciona el hombre para los actos, por participante de la naturaleza divina, c o -
los cuales se ordena á la bienaventuranza, mo queda dicho : de manera que estas
como se evidencia por lo dicho ( C. 3 , virtudes convienen al hombre según la
a. 5 ; C. 2 , a. 7 ; y C. 55, a. 3 ) . Mas es naturaleza participada.
de dos clases l a bienaventuranza ó felici- A l 2.° que estas virtudes no se dicen
dad del hombre, como se ha dicho ( C . 3 , divinas, como por las que D i o s sea vir-
a. 2 , al 4 . ° ; y C. 5, a. 5 ) : una propor- tuoso ; sino en cuanto nosotros somos h e -
cionada á la humana naturaleza, á la chos virtuosos por Dios y en orden á
cual puede llegar el hombre por medio D i o s : de modo que no son ejemplares,
de los principios de su naturaleza; y otra sino ejempladas ( 3 ) .
es la bienaventuranza, que escede á la A l 3.° que la razón y la voluntad se
naturaleza del hombre, á la cual solo por ordenan naturalmente á D i o s , como que
la virtud divina puede llegar el hombre es principio y fin de la naturaleza; pero
según cierta participación de la divini- según la proporción de la naturaleza:
dad, conforme á lo que se dice ( I I Petr. mas al mismo, como objeto que es de la
1, 4 ) que por Cristo somos hechos parti- bienaventuranza sobrenatural, la razón y
cipantes de la naturaleza divina: y , como la voluntad según su naturaleza no se
esta bienaventuranza escede la propor- ordenan suficientemente.
ción de la humana naturaleza, los prin-
cipios naturales del hombre, de los que
ARTÍCULO I I . — ¿ t a s virtudes teológi-
procede el bien obrar según su proporción,
c a s s e diferencian de l a s Intelectuales y m o -
no bastan para ordenar al hombre á la
rales ?
bienaventuranza predicha ; siendo por
consiguiente necesario ( 1 ) que se sobre- 1.° Parece que las virtudes teológicas
añadan al hombre divinamente algunos no se diferencian de las intelectuales y
principios, por cuyo medio se ordene á morales : porque las virtudes teológicas,
la bienaventuranza sobrenatural ; así si están en el alma humana, deben per-
como por los principios naturales se or- feccionarla ó en su parte intelectiva, ó
dena á su fin connatural, no empero sin en la parte apetitiva ; mas las virtudes
el auxilio divino: y estos principios se que perfeccionan la parte intelectiva se
llaman virtudes teológicas, y a porque llaman intelectuales, y las virtudes que
tienen á Dios por objeto , en cuanto por perfeccionan la parte apetitiva ( 4 ) son
ellas nos ordenamos rectamente á Dios; morales. L u e g o las virtudes teológicas
ya porque por solo D i o s se nos infun- no se diferencian de las virtudes morales
den ( 2 ) ; y a (en fin) porque por sola la é intelectuales.
revelación divina se nos enseñan en la
2.° Llámanse virtudes teológicas las
Sagrada Escritura tales virtudes.
que nos ordenan á Dios ( 5 ) . Pero entre
A l argumento 1.° diremos, que una na- las virtudes intelectuales h a y alguna, que
(1) El Santo Concilio do Trento (ses. G, c. 6) declara necesa- tipo de ellas recibido de Dios, en quien se halla la fuente y
rias para conseguir la salvación eterna estas tres virtudes, y ejemplar de toda virtud y de toda perfección, como de todo
que no basta á ese fin la fe sin la concurrencia do las otras bien y felicidad.
dos. No son pues simplemente útiles, sino indispensables á la (4) Tanto superior, cual es la voluntad misma ó el apetito
consecución do la suprema y eterna felicidad. racional, como la inferior ó los apetitos irascible y concupis-
(2) Es tan esencial á estas virtudes por su concepto mismo cible, según ya antes de ahora y más de una vez se deja he-
de teológicas, que jamás podría el hombre obtenerlas por cho notar y está ademas reiteradamente consignado en el testo
ningún otro medio ; pues, en el hecho mismo de no haber sido mismo.
infundidaspor Dios, dejarían de ser teologales ó divinas, que- (5) Directa é inmediatamente como á nuestro propio objeto
dando reducidas á la categoría de meramente humanas, y pu- y último fin ; qje mediata y consecuentemente lo hace la vir-
diendo así entonces clasificarse la fe entre las intelectuales y tud de la religión, que por eso mismo no alcanza el carácter
entre las morales la esperanza y la caridad. esencial de virtud teológica ; ni se llama tal, aunque es entre
(3) Excmplaloi, modeladas ó como troqueladas por el divino las morales la que más se aproxima á las teologales.
398 CUESTIÓN LXII. — ARTÍCULO II Y I I I .
nos ordena á D i o s , cual es la sabiduría, ellas, según que esceden á la razón hu-
que versa sobre las cosas divinas, como mana.
que considera una causa altísima. L u e g o A l 3.° q u e , aunque la caridad sea
las virtudes teológicas no se diferencian amor, sin embargo no todo amor es cari-
de las virtudes intelectuales. dad ; y , así cuando se dice que « t o d a vir-
3.° San Agustín ( D e morib. E c c l . » tud es orden del amor » , puede enten-
c. 15), manifiesta respecto de las cuatro derse ó del amor comunmente dicho, ó
virtudes cardinales que son orden del del amor de caridad. Si del amor comun-
amor. Siendo pues el amor caridad, la mente dicho, en este sentido se dice que
cual reconoce como virtud teológica ; in- cualquiera virtud es orden del amor, en
fiérese que las virtudes morales no se di- cuanto para cualquiera de las virtudes
ferencian de las teológicas. cardinales se requiere afección ordenada,
Por el contrario: lo que está sobre la y la raíz y principio de toda afección es
naturaleza del hombre, se distingue de lo amor, como se ha dicho ( C . 25, a. 2) ;
que es según la naturaleza del hombre. pero, si se entiende del amor de caridad,
M a s las virtudes teológicas superan la no se da por esto á entender que cual-
naturaleza del hombre, al cual según s u quiera otra virtud sea esencialmente ca-
naturaleza convienen las virtudes intelec- ridad, sino que todas las otras virtudes
tuales y morales, como consta de lo dependen de la caridad de algún modo,
arriba dicho ( C . 58, a. 4 y 5 ) : luego se como se verá adelante ( C . 6 2 , a. 4 ;
diferencian las unas de las otras. y 2. -2. , C. 2 3 , a, 7 y 8). .'
a M
(1) Difieren específicamente bajo el concepto más lato y ge- adoptada por otros varios teólogos : « la que por su acto in-
nérico de virtud, en cuanto unas y otras son virtudes verda- » terno toca inmediatamente á Dios, como sobrenaturalmenlc
dera y propiamente dichas; pues, atendido el carácter pecu- » conocido ».
liar y respectivo de unas y otras, más exactamente se dirían (3) Como que se funda en la opinión, que puede ser imper-
diversas aun en género, comprendiendo cada uno de esos dos fecta y aun falsa según Aristóteles (Ethic. 1. 0, c. 5.).
géneros sus propiís especies distintas entre sí. (4) « La esperanza y la fe », debe sobreentenderse, como es
(2) De aquí la definición descriptiva de la virtud teológica obvio según el contesto de la objeción.
propuesta por Drioux, y que suslancialinente toincide con la
CUESTIÓN LXII.—ARTÍCULOS III Y IV. 399
alma del hombre á Dios. P e r o á Dios no unión espiritual, por la que en cierto
puede el alma del hombre ordenarse, modo se transforma en aquel fin, lo cual
sino por medio de la parte intelectiva, en se verifica por medio de la caridad: por-
la cual residen el entendimiento y la v o - que el apetito de cada cosa naturalmente
luntad. L u e g o no debe haber más que es movido y tiende hacia el fin, que l e es
dos virtudes teológicas, una que perfec- connatural ; y este movimiento proviene
cione el entendimiento, y otra que per- de cierta conformidad de la cosa con
feccione la voluntad. su fin.
Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol A l argumento 1.° diremos, que el en-
(i Cor. 13, 13) : y aliara permanecen la tendimiento necesita de especies inteligi-
fe, la esperanza, y la caridad, estas bles, por medio de las cuales entienda ; y
tres. por lo tanto es preciso reconocer en él
Conclusión. Convenientemente se dice algún hábito natural sobreañadido á la
que hay tres virtudes teológicas, fe, es- potencia. Pero la misma naturaleza de la
peranza y calidad, que ordenan al hom- voluntad basta para el orden natural con
bre á su fin sobrenatural. respecto al fin, ora en cuanto á la inten-
Responderemos q u e , como y a se ha ción del fin, ora en cuanto á su confor-
dicho (a. 1), las virtudes teológicas or- midad con el mismo ; al paso que en orden
denan al hombre á la bienaventuranza á aquellas cosas, que están sobre la natu-
sobrenatural, así como por la inclinación raleza, para nada de estas basta la natu-
natural es ordenado el hombre al fin con- raleza de la potencia, y por consiguiente
natural á él. M a s esto se verifica de dos há menester la sobreadicion del hábito
modos : 1.° según la razón ó el entendi- sobrenatural en cuanto á una y otra.
miento, en cuanto contiene los primeros A l 2.° que la fe y la esperanza llevan
principios universales, que nos son cono- consigo cierta imperfección; porque la fe
cidos por la luz natural del entendimiento, es acerca de las cosas que no se v e n , y
conforme á los cuales procede la razón, la esperanza respecto de las que no se
tanto en lo especulativo como en lo ope- tienen: y por lo mismo el tener fe y es-
rable ; 2.° por la rectitud de la volun- peranza de lo que está al alcance de la
tad, que naturalmente tiende al bien de potestad humana no tiene perfecta razón
la razón. Pero estas dos cosas son in- de virtud ( 1 ) ; pero el tener fe y espe-
suficientes en el orden de la bienaventu- ranza de lo que es superior á la facultad
ranza sobrenatural, según aquello de San de la naturaleza humana, escede á t o d a
Pablo ( i Cor. 2, 9) : ojo no vio, ni virtud proporcionada al hombre, según
la oreja oyó, ni en el corazón del hom- aquello de San P a b l o ( i Cor. 1, 25) : lo
bre subió lo que preparó Dios para los que parece flaco en Dios, es más fuerte
que le aman; de aquí la necesidad de que los hombres.
que en cuanto á las dos cosas se añadiese A l 3.° que al apetito pertenecen dos
sobrenaturalmente al hombre algo, para cosas, á saber, el movimiento hacia el
ordenarle á su fin sobrenatural : 1.° en fin y la conformación al fin por medio
cuanto al entendimiento se añaden al del amor ; y así es preciso adjudicar al
hombre ciertos principios sobrenaturales, apetito humano dos virtudes teológicas,
que son aprendidos mediante la luz divi- la esperanza y la caridad.
na, y estos son los de credibilidad, acerca
de las cuales versa la, fe; 2.° asimismo la
ARTÍCULO IV. — ¿ E S i a fe a n t e s q u e
voluntad es ordenada á aquel fiu, y a e n
l a e s p e r a n z o , y l a esperanza á u t c s q u e l a
cuanto al movimiento de la intención cfon
caridad? (2)
tendencia al mismo, como á lo que es
posible alcanzar, lo cual pertenece á la
1.° Parece que no es este el orden de
esperanza; y a también e n cuanto á cierta
las virtudes teologales, siendo la fe pri-
(1J Como falibles é inciertas que son ; bien al contrario de unánimemente en este mismo orden las tros virtudes llama-
las que se apoyan en la verdad divina, que son infalibles : das comunmente teologales; dando asía entender que la fe es
y tal es el objeto de la fo y de la esperanza teológicas. la base ó fundamento y la caridad el complemento y consu-
(2| Tanto el Apóstol San Pablo como los SS. PP. y la Igle- mación de todas ellas en la obra de la justificación del hom-
sia en su liturgia, pero sobre todo en el Concilio de Tiento bre : y, si bien por parte de Dios todas tres son infundidas
(««. ü, c. C), y hasta los fieles todos enumeran constante y simultáneamente en el alma, no asi siempre por parte del
400 CUESTIÓN L X I I . — A R T Í C U L O IV.
sujeto, cuya disposición no conveniente puede frustrar á ve- bitos de todas tres son infundidos simultáneamente, conforme
ces el designio del Señor, cual sucede en los adultos que re- á lo esplicado en la nota anterior y según se espone también
ciben el santo bautismo sin arrepentimiento de sus anteriores en el cuerpo mismo del artículo en perfecta consonancia con
culpas personales : advertencia importantísima, que con el la distinción establecida en su Conclusión.
Cardenal Cayetano juzgamos necesario consignar para es- (2) En lo que únicamente hay alguna divergencia entre los
clarecimiento de esta doctrina, y áfinde evitar torcidas inter- doctores de las diversas escuelas y según sus diferentes pun-
pretaciones, y con la mira ademas de combatir espresa y tos de vista es con respecto á la dignidad correlativa de la foy
terminantemente el capitalísimo error herético y como tal la esperanza; siendo al parecer más probable que su contraria
anatematizado por el citado Concilio Tridentino contra los la opinión de Silvio, Medina y otros, que dan la preeminencia
protestantes y cualesquiera otros, que afirmen bastar la fe á la fe, como asimismo se colige opinaba el Doctor Angélico
sola para justificarnos y salvarnos. de lo que espone en la 2."-2. , C 4, a. 7, que puede consul-
ic
y mira también la esperanza á aquel, de esperanza: porque, por lo mismo que uno
quien espera poder conseguir el bien, y juzga que por medio de alguno puede
en cuanto á este ciertamente precede conseguir algún bien, empieza á amarle;
desde luego la esperanza al amor, aunque y, por lo mismo que le a m a , espera des-
después por el mismo amor se aumente la pués de él con más confianza.-
CUESTIÓN LXIII.
3. Alguna virtud es causada en nosotros por la costumbre de las obras? — 3 . Algunas virtudes mo-
A A
rales están en nosotros por infusión ? — 4 . La virtud, que adquirimos por la c o s t u m b r e de las obras,
A
(1J Infusas por Dios, de modo que jamás las podríamos ob- progresivamente creciente, hasta crear cierta espontaneidad
tener de otra procedencia ú origen, conforme á lo espuesto en parecida á las tendencias naturales; y que no sin razón por lo
la nota 2, pág. 397. mismo se la llama connaturalizada y se dice ser como una se-
(2) Repetición de actos análogos y consiguiente facilidad gunda naturaleza.
CUESTIÓN L X I I I . — A R T Í C U L O Í I . 403
(1) Que no proceden de la virtud, como deben presuponerse (3) Si solo indirectamente y de un modo (digámoslo así) re-
los anteriores a ella, por lo que dice « fallan ó no se relacio- flejo ó como procedente de su fallo respectivo. Así que á la
» nan con la perfección de la virtud (deficiunt á pcrfcclionc vir- virtud es directa é inmediatamente contrario el vicio, y al acto
lii/isl, es decir son más imperfectos que la virtud misma ema- virtuoso lo es el pecado procedente del hábito vicioso contra-
nada de ellos, según se supone, como si ellos fueran la causa rio á la virtud como hábito. Recuérdese lo dicho acerca de la
y la virtud su efecto ; por lo que la inducción del axioma no distinción entre la embriaguez y la borrachera en la nota 1,
es pertinente, como basada en un falso supuesto. página 297.
(2) Véase en la 1." P. la C. 5, a, 5 ; y las notas 1 y 2 del (4) Véase acerca de esto la C. 109 y especialmente sus ar-
T-l.°pig.40. tículos 8." y 9.°
404 CUESTIÓN LXIII.—ARTÍCULOS II Y I I I .
por don de la gracia se hallan en nosotros. uno solo, y mucho menos D i o s : y , pues
E s t o empero se manifestará más clara- « Dios ha sembrado en nuestra alma los
mente en adelante ( a . 3 ) . » gérmenes de las virtudes » , como dice
A l 3.° q u e , como se h a dicho ( a . 1 ; y la Glosa ( H e b r . 1 ) , no h a y para qué
C. 5 1 , a. 1 ) , de las virtudes adquiridas cause en nosotros por infusión otras vir-
preexisten en nosotros ciertos gérmenes tudes.
ó principios según la naturaleza, princi- Por el contrario, se dice (Sap. 8 , 7 ) :
pios ciertamente más nobles que las vir- enseña sobriedad y justicia, prudencia y
tudes mediante ellos adquiridas: así como virtud.
la inteligencia de los principios especula- Conclusión. Conviene que á las virtu-
tivos es más noble que la ciencia de las des teológicas correspondan proporcio-
conclusiones ; y la natural rectitud de la nalmente otros hábitos divinamente cau-
razón es más noble que la rectificación sados en nosotros.
del apetito, que se hace por la participa- R e s p o n d e r e m o s , que los efectos deben
ción de la r a z ó n , la cual rectificación en ser proporcionados á sus causas y princi-
verdad pertenece á la virtud moral. A s í pios; y todas las virtudes, tanto intelec-
pues los actos humanos, en cuanto pro- tuales como morales, que por nuestros
ceden de principios más a l t o s , pueden actos se adquieren, proceden de ciertos
causar las virtudes humanas adquiridas. naturales principios en nosotros preexis-
t e n t e s , como antes se h a dicho (a. 1 ; y
ARTÍCULO I I I . — ¿ Hay e n nosotros a l - C. 5 1 , a. 1 ) , en c u y o lugar ( d e esos na-
g u n a s virtudes morales por Infusión? (1) turales principios) se nos confieren por
D i o s las virtudes teológicas, con las cua-
1.° Parece que ademas de las virtudes les somos" ordenados al fin sobrenatural,
teológicas no h a y en nosotros otras vir- según lo dicho ( C . 6 2 , a. 3 ) . Según esto
tudes infusas por D i o s : porque las cosas, pues conviene que también á estas virtu-
que pueden hacerse por causas segundas, des teológicas correspondan otros hábitos
no son hechas inmediatamente por D i o s divinamente causados en nosotros ( 2 ) ,
sino acaso alguna vez milagrosamente; que son respecto de las virtudes teológi-
p u e s , como dice San Dionisio (implic. D e cas lo que las virtudes morales é intelec-
ccel. hier. c. 8, 10 y 15), « l a ley de la D i - tuales á los principios naturales de las
» vinidad es conducir á las últimas cosas virtudes (3).
»por los medios». P e r o las virtudes inte- A l argumento 1.° diremos, que cierta-
lectuales y morales pueden causarse en mente algunas virtudes morales é intelec-
nosotros por nuestros actos, como se h a tuales pueden causarse en nosotros por
dicho ( a . 2 ) : luego no convenientemente nuestros actos ; sin embargo aquellas no
se causan en nosotros por infusión. son proporcionadas á las virtudes teoló-
2.° E n las obras de Dios mucho menos gicas, y por tanto conviene que otras á
hay algo supérfluo que en las obras de ellas proporcionadas sean causadas inme-
naturaleza. M a s para ordenarnos al bien diatamente por Dios.
sobrenatural bastan las virtudes teológi- A l 2.° que las virtudes teológicas sufi-
cas. L u e g o no h a y otras virtudes sobre- cientemente nos ordenan al fin sobrena-
naturales, que convenga sean causadas tural según cierta incoación, es á saber,
por D i o s en nosotros. en cuanto al mismo Dios inmediatamente;
3.° L a naturaleza no hace valiéndose pero conviene que por medio de otras vir-
de dos lo que puede hacer por medio de tudes infusas se perfeccione el alma acerca
(1) La doctrina aquí establecida por el Santo está reconocida citando en comprobación pasajes lestuales de San Ambrosio
como la más probable por el Concilio de Viena, que la declaró (in Hcxamcron, 1. 6, c. 7) y San Gregorio (fíom. 5 in Ezech.),
preferible á la contraria (de Escoto y otros), como la más con- quien insinúa nominalmente entre otras virtudes la castidad
forme con las enseñanzas de los Santos y doctores aún mo- y la humildad, infusas también por Dios (dice), aunque no
dernos (sic) de Teología, quienes comunmente opinan que «en siempre lo sean absolutamente.
» el Bautismo se confieren á niños y adultos la gracia sanlifi- (3) Tal es la doctrina esplícita y terminante del Catecismo
» cante y las virtudes ». del Concilio Tridentino, que habla en términos espresos (P. 2,
(2) rio de cualquier modo, sino precisamente por infusión ; c. 2, § 69) del « cortejo ó acompañamiento de todas las virtu-
pues de alguna manera es sabido y aun de fe que también es «'des infusas por Dios en el alma juntamente con la gracia
Dios la causa de las demás -virtudes y de cuanto bueno haya » santificante ».
en nosotros, eomo oportunísimamente advierte el P. Nicolai
CUESTIÓN LXIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 405
CUESTIÓN LXIV.
(1) El tal acto es materialmente idéntico, pero distinto siste en el medio ; pues se suponen otras estremas, sin que
formalmente, según gráficamente lo esplica con su acostum- dejen da ser virtudes como aquella. Mas por razón del efecto,
brada precisiónfilosóficael mismo Santo Autor (Lib. 2, Dlst. 33, ó considerada como causa la virtud, el modio se entiende en
C. 1, a. 2; y C. 4, al 2." la materia ú objeto, sobre que actúa, entre lomas y lo me-
(2) Esto de consistir la virtud en un justo medio entre dos nos; desviándose del esceso y del defecto, cuales serían con
estremos puede entenderse (observa el C, Cayetano) en dos respecto á la largueza la prodigalidad y la avaricia, estremos
conceptos : esencial y causalmente. En cuanto á la esencia de ambos viciosos : y en esta acepción (que es la que aquí se da
la virtud guarda el medio la que se halla entre otras dos vir- á la voz medio) todas las virtudes consisten en un medio, á es-
tudes estremas, como la largueza ó liberalidad entre la bene- cepcion de las teologales, en las que no cabe esceso, aunque
ficencia y la munificencia: en este sentido no toda virtud con- sí defecto.
CUESTIÓN LXIV. — A R T Í C U L O S I Y I I . 407
1. 2 , c. 7 ) dice que « l a virtud moral es gún las diversas circunstancias; y así nada
»hábito e l e c t i v o , que existe en el térmi- obsta el que en alguna virtud haya estre-
» no medio » . mo según una circunstancia, el cual sin em-
Conclusión. El bien de la virtud mo- bargo es medio según otras circunstancias
ral [1] consiste en la adecuación á la por su conformidad con la razón, y así se
medida de la razón; y por lo mismo [ 2 ] verifica en la magnificencia y en la magna-
consiste en el medio. nimidad. P o r q u e , si se considera la can-
Responderemos q u e , como de lo dicho tidad absoluta de aquello, á que tiende el
antes se infiere ( C . 55, a. 3 ) , la virtud magnífico y el magnánimo, se dirá estre-
por su propia razón ordena al hombre al mo y máximo; pero, considerando esto mis-
bien. Mas la virtud moral propiamente es mo por comparación á otras circunstan-
perfectiva de la parte apetitiva del alma cias, en este sentido tiene razón de medio,
acerca de alguna materia determinada; por que hacia esto máximo tienden tales
y la medida y regla del movimiento ape- virtudes según la regla de la razón, esto
titivo acerca de l a s cosas apetecibles es es, donde conviene y cuando conviene y
la misma razón. P o r otra parte el bien porque conviene ; pero de esceso, si tien-
de cualquier cosa medida y regulada con- de á esto m á x i m o , cuando no conviene,
siste en que se conforme con su regla, ó donde no conviene, ó como n o , ó por
como el bien de las obras de arte está en lo que no conviene; y hay defecto, si no
seguir la regla del arte, y el mal por se dirige á esto máximo donde conviene
consiguiente en tales obras proviene de y cuando conviene. Y esto es lo que dice
que algo discrepa de su regla ó medida : Aristóteles ( E t h i c , 1. 2 , c. 3) que « e l
lo cual por cierto sucede ó porque traspa- »magnánimo es ciertamente estremo en
sa los límites de la medida, ó porque no » l a magnitud, mas en el sentido de como
llega á ella, como manifiestamente se ob- »conviene es medio».
serva en todas las cosas reguladas y me- A l 3.° que la misma razón hay acerca
didas. Por lo tanto es evidente que el de la virginidad y de la p o b r e z a , que
bien de la virtud moral consiste en la acerca de la magnanimidad : porque la
igualación á la medida de la razón. P e r o virginidad se abstiene de todas las cosas
es manifiesto que entre el esceso y el de- deshonestas y la pobreza de todas las ri-
fecto el medio es la igualdad ó confor- quezas , por lo que conviene y según lo
midad. D e donde claramente se deduce que conviene, esto e s , según el manda-
que la virtud moral consiste en el medio. miento de Dios y por la vida eterna.
A l argumento 1.° diremos, que la vir- M a s , si esto se hace según lo que no
tud moral deriva su bondad de la regla conviene, esto es, según alguna supersti-
de la razón; mas por materia tiene las ción ilícita ó también por vanagloria, será
pasiones ú operaciones. Si pues se com- supérfluo : y , si no se hace cuando con-
para la virtud moral con la r a z ó n ; de viene , ó según lo que c o n v i e n e , es vicio
este modo, según lo que es propio de la por defecto, como se ve en los que que-
razón, tiene la razón de un solo estremo, brantan el voto de virginidad ó de po-
que es la conformidad; en tanto que el breza.
esceso y el defecto tienen la razón del
otro estremo, que es la deformidad. P e r o , ARTÍCULO I I . — E I medio de i « virtud
si se considera la virtud moral según su moral e s medio de l a cosa, ó de l a razón ?
materia; en este sentido tiene razón de
medio, en cuanto reduce la pasión á la l.° Parece que el medio de la virtud
regla de la razón. P o r esto Aristóteles moral no es medio de la razón , sino me-
dice (Ethic. 1. 2 , c. 6) que « l a virtud dio de la cosa : porque el bien de la vir-
» según la sustancia es el término medio», tud moral consiste en lo que está en el
en cuanto la regla de la virtud se asigna medio; y el bien, como se dice (Met. 1. 6 ,
acerca de la propia materia; mas según c. 8), está en las cosas mismas. L u e g o el
lo óptimo y b i e n , es estremidad, según medio de la virtud moral es el medio de
la conformidad de la razón. la cosa.
A l 2.° que el medio y los estreñios se 2.° L a razón es fuerza aprensiva. E s
consideran en las acciones y pasiones se- así que la virtud moral no consiste en el
408 CUESTINO L X I V . — ARTÍCULOS 11 Y I I I .
medio de las aprensiones, sino más bien que , como se b a dicho ( a . 1 ) , la virtud
en el medio de las operaciones y pasiones. moral se dice consistir en el medio por
L u e g o el medio de la virtud moral no es su conformidad con la razón recta. Pero
medio de la r a z ó n , sino de la cosa. « veces el medio de la razón es medio de
3.° E l m e d i o , que se toma según la la cosa , y entonces precisamente el me-
proporción aritmética ó geométrica ( 1 ) , dio de la virtud moral es el medio de la
es medio de la cosa; y tal es el medio de cosa , como lo es en la justicia ; y otras
la justicia, como se dice ( E t h i c . 1. 5, c. 3 ) . veces el medio de la razón no es medio
L u e g o el medio de la virtud moral no es de la c o s a , sino que se toma por compa-
medio de la razón, sino de la cosa. ración á nosotros ; y asi es el medio en
Por el contrario , Aristóteles ( E t b i c . todas las otras virtudes morales. L a ra-
1. 2 , c. 6 ) dice que « la virtud moral con- zón de esto e s , porque la justicia versa
» siste en el medio determinado ( 2 ) con acerca de las operaciones, que consisten
» respecto á nosotros por la razón. en cosas esteriores , en las que lo recto
Conclusión. El medio de la virtud debe instituirse absolutamente y (secun-
moral [ 1 ] wo es medio de la razón, según dum se) por lo que son en sí, como se ha
que el medio consiste en el acto de la ra- dicho ( C . 5 9 , a. 2 ) ; y por tanto el medio
zón : todo medio de virtud moral [ 2 ] es de la razón en la justicia es el mismo que
medio de la razón, como determinado por el medio de la cosa, en cuanto la justicia
esta en alguna materia ; pero [ 3 ] en la da á cada uno lo que d e b e , ni más ni
justicia es uno mismo el medio de la ra- menos. M a s las otras virtudes morales
zón y de la cosa; al paso que en todas versan acerca de las pasiones interiores,
las demás virtudes morales [ 4 ] el medio en las cuales no puede lo recto consti-
de la razón no es el medio de la cosa, sino tuirse del mismo m o d o , porque los hom-
que se entiende por comparación á nos- bres se han diversamente con respecto a
otros. las pasiones; y por lo tanto la rectitud
Responderemos, que el medio de la de la razón en las pasiones debe insti-
razón puede entenderse de dos modos: tuirse por respecto á nosotros, que so mos
1.° según que el medio existe en el mismo los afectados por ellas.
acto de la r a z ó n , como reduciéndose el Con esto queda en evidencia la solu-
mismo acto de la razón á un medio; y en ción á las objeciones propuestas ; porque
este concepto, como la virtud moral no las dos primeras razones se refieren al
perfecciona el acto de la r a z ó n , sino el medio de la r a z ó n , el cual se halla en el
acto de la virtud apetitiva, el medio de mismo acto de la razón; y la 3 . al medio a
(1) Aritmética según la igualdad de esceso ó defecto res- trica empleadas por el Santo con pertinente oportunidad de-
pectivos, ó sea, de las diferencias entre el medio y cada uno muestran (si otras mil pruebas de ello no nos ofrecieran sus
de los estremos, como de 5 á 8 media la misma diferencia 3, escritos) que no solo no le eran estraños los estudios materna,
que hay también del medio 8 al estremo mayor 1 1 ; y geomé- ticos, sino que conocía las leyes del cálculo mucho más quizá
trica (llamada así por su más frecuente y útil aplicación á las que hoy no pocos de los que motejan de oscurantismo á los
dimensiones de estensiones semejantes, siendo la estension el siglos del escolasticismo y aun al mismo sapientísimo corifeo
objeto de la Geometría) en cuanto á la igualdad de múltiplos, de esa inmortal escuela cristiana; á pesar de estar en boga y
como duplo de 4 es 8, cuyo duplo es 10, estremo superior de ser de vulgarizada actualidad en nuestros dias, en que ape-
esta proporción geométrica. El tecnicismo de la ciencia hoy nas se conocen ni admiten como concluyentes otras demostra-
ya comunmente admitido esclarece notablemente el asunto, ciones que las formuladas en hechos y números.
llamando equidiferencia á la proporción aritmética y equico- (2) En algunas ediciones (la áurea entre ellas) se lee feme-
ciente ó de equimúltiplos á la geométrica : y es de notar que nino üeUrminata, como concertado con ralione ; pero Nicolai
una y otra se han de entender aquí de las llamadas continuas demuestra hasta la evidencia que debe ser masculino y modi-
ó de un solo término medio repetido; pues en las generales ó ficativo d,e medio, ó en caso contrario suplirse medietale (en
discretas hay dos términos medios desiguales en idéntica re- conformidad con el originario testo griego), suplencia á quo
lación ó razón (que es su nombre técnico) cada cual con su en verdad nada se presta la construcción sintáctica de la lo-
respectivo ó más próximo estremo, tomada siempre en un mis- cución, tal cual aparece en todos los ejemplares de la S U M A ,
mo orden ascendente ó descendente. Así la misma razón dife_ inclusos los que inconscientemente sin duda ó con lijeroy
rencial liga á los números 8 y 5 que á 7 con 4, cual es 3; y la descuidado criterio la dejan en su propia forma con el epí-
razón por cociente de 6 á 3 es equimúltipla de la de 10 con 5. teto femenino delerminala.
Las solas denominaciones de «proporciónaritmética ygeomó
CUESTIÓN L X I V . — A R T Í C U L O III. 409
(1) Intrínseca al hombre mismo, sin perjuicio do reconocer á ratione) tampoco puede afectar al nominativo virtus, cuya
i Dios otra estrínseca y superior á la razón. concordancia pudiera ilusionar á alguno ; por más que el na-
(2) Medietatc : hé aquí corrobado cuanto con Kicolai deja, tural hipérbaton latino sería violento con tal interpretación,
os espuesto en la nota 2, pág. 408 ; pero débese añadir en (3) Véase C. 35, a. 5, al 2.° ; y su nota 1, pág. 247.
•te lugar que determimtá (ablativo adjunto a medietale, y no
410 CUESTIÓN' L X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV.
procede como media entre contrarias he- la virtud teológica es de parte nuestra;
rejías, según dice Boecio ( Libro de las porque , aunque no podemos elevarnos á
dos naturalezas, implic. al principio y al Dios cuanto debemos, sin embargo debe-
fin ) ; puesto que el confesar nosotros en mos adherirnos á él creyendo, esperando
Cristo una sola persona y dos naturale- y amando según la medida de nuestra
zas es medio entre la herejía de N e s t o - condición, y en este concepto accidental-
r i o , que dice dos personas y dos natura- mente pueden en la virtud teológica con-
lezas, y la herejía de E u t í q u e s , que dice siderarse medio y estremos de nuestra
una sola persona y una sola naturaleza. parte (1).
L u e g o la virtud teológica consiste en el A l argumento 1.° diremos, que el bien
medio. de las virtudes intelectuales y morales
(1) Creyendo y esperando ni más ni menos que lo que de- desviándonos de ese medio : lo cual en la caridad solo puede
bemos creer y esperar, y como es debido, nos conservamos en tener lugar en cuanto al modo, y no á la cantidad ó grados
el justo medio constitutivo de esas dos virtudes; en cuyos del amor á Dios ; pues, como dice Santa Teresa, ti la tasa del
respectivos estreñios de incredulidad y desesperación por de- » amor divino es amarle sin tasa ». Así es como debo enten-
fecto ó de superstición y presunción por esceso incurriríamos derse lo que dejamos dicho en la nota 2, pág. 400.
CUESTIÓN LXIV. — ARTÍCULOS IV. 411
CUESTIÓN LXV.
morales están enlazadas entre si? —2. Pueden existir virtudes morales sin c a r i d a d ? — 3 . Puede h a -
a a
ber caridad sin ellas?—4. Puede haber f e y e s p e r a n z a sin c a r i d a d ? —5. Puede haber caridad sin
a a
ellas?
f 1J Y con alguna circunstancia indebida, como la de alean, promesas la bionventuranza natural, que seguramente escede
zarlo sin méritos ni cooperación alguna personal; pues en á la natural condición del hombre.
absoluto no es presunción esperar en virtud de las. divinas \ I
412 CUESTIÓN L X V . — A R T I C U L O I .
arte acerca de algunas cosas factibles, ria que estas virtudes se consideren : y
sin que por eso tenga arte acerca de otras; según esto evidentemente se deja ver la
y la prudencia es «recta razón de lo ope- razón de la conexión; porque la firmeza
r a b l e ». L u e g o no es preciso que las vir- no tiene alabanza de virtud, si carece de
tudes morales estén conexionadas. moderación ó rectitud ó discreción ; y lo
Por e l contrario, dice San Ambrosio propio respecto de las demás. E s t a misma
(sobre aquello de San L ú e a s , c. 6 : Bien- razón de conexión asigna S a n Gregorio
aventurados los pobres) : «Conexas y es- (Mor. 1. 2 2 , c. 1 ) , diciendo que «lasvir-
»labonadas están entre sí las virtudes, » t u d e s , si están separadas, no pueden
» de tal modo que el que tiene u n a , pa- » ser perfectas según la razón de virtud,
» r e c e tener muchas » ; y San Agustín » porque no es prudencia verdadera la que
también ( D e Trin. 1. 6 , c. 4 ) dice que » n o es justa, templada y fuerte»; y lo
« l a s virtudes, que están en el ánimo h u - mismo añade, al hablar de las otras virtu-
» m a n o , de ningún modo se separan unas des: razón que asimismo aduce San Agus-
» d e o t r a s » ; y S a n Gregorio (Moral. 1. tín ( D e Trin. 1. 6 , c. 4 ) . M a s otros dis-
2 2 , c. 1) dice que «una sola virtud sin tinguen las antedichas virtudes según las
»las demás ó es enteramente nula, ó im- materias, y conforme á esto alega por ra-
» perfecta» ; y Tulio (Tusculan. qusest. 1. zón de dicha conexión Aristóteles (Ethic.
2)*: « s i has confesado que no tienes una 1. 6) q u e , como y a se ha dicho ( C . 58,
»sola virtud, necesario es que ninguna a. 4), ninguna virtud moral puede tenerse
» t e n g a s ». sin la prudencia, por ser propio de la vir-
Conclusión. Las virtudes morales [1] tud moral hacer elección recta, puesto
imperfectas no están entre sí conexiona- que es hábito e l e c t i v o : y para la recta
das ; pero [2] sí lo están las perfectas. elección no basta la inclinación al debido
R e s p o n d e r e m o s , que la virtud moral fin, que se adquiere directamente por el
puede entenderse ó perfecta ó imperfecta: hábito de la virtud moral, sino que algu-
y ciertamente l a virtud moral imperfecta, no elija directamente los medios condu-
como la templanza ó la fortaleza, no es centes al fin; lo cual se hace por medio
otra cosa que alguna inclinación existen- de la prudencia, que es consiliativa y juz-
te en nosotros á hacer alguna obra de las gadora y preceptiva de lo concerniente al
que pertenecen al género de las buenas, fin. Igualmente también la prudencia no
ya exista en nosotros tal inclinación por puede tenerse, sin poseer las virtudes mo-
naturaleza ó por costumbre; y tomadas rales, puesto que la prudencia es «recta
en esta acepción las virtudes morales no »razón de lo operable, y procede como
están conexionadas, pues vemos que al- » de principios de los fines de las opera-
guno por natural complexión ó por algu- » ciones, á las que uno se halla rectamente
na costumbre está pronto para las obras » dispuesto por las virtudes morales». D e
de liberalidad, y sin embargo no lo está donde se sigue q u e , así como no puede
para las obras de castidad: mas la virtud haber ciencia especulativa sin la inteli-
moral perfecta es un hábito, que inclina á gencia de los principios, tampoco pruden-
ejecutar bien la obra b u e n a ; y así enten- cia sin las virtudes morales; y por tanto
didas las virtudes morales debe decirse es evidente que las virtudes morales es-
que están conexionadas, como casi todos tán conexionadas.
establecen ( 1 ) , asignándose de esto dos A l argumento 1.° diremos, que de las
razones según la diversidad, con que dis- virtudes morales unas perfeccionan al
tinguen algunos las virtudes cardinales. hombre según el común estado, á saber,
P o r q u e , como se h a dicho ( C . 6 1 , a. 3 en cuanto á aquellas cosas, q u e comun-
y 4 ) , unos las distinguen según ciertas mente en toda la vida de los hombres
generales condiciones de virtudes, de m o - ocurren deber hacerse; y al efecto es
do que la discreción pertenezca á la pru- preciso que el hombre al mismo tiempo
dencia, la rectitud á la justicia, la mode- se ejercite en las materias propias de to-
ración á la templanza, y la firmeza de das las virtudes morales : y , si de hecho
ánimo á la fortaleza, en cualquiera mate- .se ejercita en todas obrando bien, adqui-
(1) San Ambrosio (Depuraos, c. 5); y De offle. 1. 2, c. 9 ) ; Bernardo ( Sernt. de Annunlial.) j San Gregorio (¡loral. 1.1,
San Jerónimo (Ep. 127); San Agustín (De Trin. 1.0, c. 4); San c. 3 9 ) ; etc.
CUESTIÓN L X V . — A R T Í C U L O S I Y I I . 413
rirá los hábitos de todas las virtudes mo- la virtud moral, tienen orden entre sí y
rales ; empero, si se ejercita obrando bien aun respecto de las pasiones : por lo cual
solo acerca de una materia y no de otra, toda la materia de las virtudes morales
por ejemplo, comportándose bien acerca está comprendida en la sola razón de la
de las iras, pero no en cuanto á las con- prudencia. Sin embargo todas las cosas
cupiscencias, adquirirá sí algún hábito inteligibles dicen orden á los primeros
para refrenar las iras, pero que no tendrá principios ; y conforme á esto todas las
razou de virtud por defecto de prudencia, virtudes intelectuales dependen de la in-
la cual acerca de las concupiscencias se teligencia de los principios, como la pru-
corrompe: bien así como las naturales in- dencia de las virtudes morales, según se
clinaciones no tienen perfecta razón de ha dicho. Mas los principios universales,
virtud, si les falta prudencia. Mas hay de los que es la inteligencia de los prin-
ciertas virtudes morales, que perfeccio- cipios, no dependen de las conclusiones,
nan al hombre según cierto estado emi- sobre que versan las demás virtudes inte-
nente, como la magnificencia y la mag- lectuales, como las morales dependen de
nanimidad : y , por cuanto el ejercicio la prudencia; por cuanto el apetito mueve
acerca de las materias de estas virtudes en cierto modo á la razón, y la razón al
no ocurre á todos y cada uno comunmen- apetito, conforme á lo dicho ( C . 9 , a, 1;
te; puede uno tener otras (1) virtudes y C. 5 8 , a. 5 , al 1.°).
morales, sin que por esto tenga en acto A l 4.° que lo que inclina las virtudes
los hábitos de estas virtudes, hablando morales es respecto de la prudencia co-
de las virtudes adquiridas. P e r o , adqui- mo los principios ; mas las cosas factibles
ridas las otras virtudes, tienen esas en no se hacen con relación al arte como
potencia propincua: p u e s , cuando uno principios, sino solo como materia. Pero
por el ejercicio ha adquirido la liberali- es manifiesto que, aunque la razón puede
dad acerca de las donaciones y gastos ser recta en una parte de la materia, y
medianos ( 2 ) ; si le sobreviene abundan- no en otra ; no obstante de ningún modo
cia de dinero, con un módico ejercicio puede llamarse razón recta, si hay defecto
adquirirá el hábito de la magnificencia, de cualquier principio : como, si alguno
así como el geómetra con módico estudio errase acerca de este principio «cualquier
adquiere la ciencia de alguna conclusión, « todo es mayor que una parte s u y a » , n o
que nunca consideró. D í c e s e empero te- podría tener ciencia geométrica ; porque
nemos lo que está en nuestra facultad necesariamente habría de desviarse mu-
poseerlo, según aquello de Aristóteles cho de la verdad en las secuelas. Y
(Phys. 1. 2 , t. 5 6 ) : « l o que poco falta, ademas las cosas operables están ordena-
scasi nada parece faltar». Y con esto das entre sí, pero no las factibles, como
queda evidente la solución al 2.°. se ha dicho (al 3.°) : por tanto el defecto
A l 3.° que las virtudes intelectuales de prudencia acerca de una sola parte de
versan acerca de diversas materias no or- las operables induciría también defecto
denadas entre s í , como se ve en las di- en cuanto á las demás, lo cual no acon-
versas ciencias y artes : y por tanto no tece en las factibles.
se halla en ellas la conexión, que se ad-
vierte en las virtudes morales existentes A R T Í C U L O I I . — P u e d e haber virtudes
acerca de las pasiones y operaciones, que inórales sin caridad ?
manifiestamente tienen orden entre sí ;
porque todas las pasiones procedentes de l.° Parece que puede haber virtudes
ciertos primeros (principios), á saber, morales sin caridad: pues se dice ( L .
del amor y del odio, se terminan en cier- Sent. Prosp. c. 7) que «toda virtud fuera
tas otras (afecciones ) , como son la de- » de la caridad puede ser común á bue-
lectación y la tristeza. Y del mismo modo » nos y malos » ; y la caridad no puede
todas las operaciones, que son materia de existir sino en los buenos, como se dice
(1) Así con el códice de Alcañiz unánimes los manuscritos sin el artículo las, que abrazaría todas, y sin el cual habría de
todos y la mayoría de las ediciones más modernas ; la áurea entenderse de solo algunas.
empero con casi todas las antiguas omito la palabra alias, de- (2) Ordinarios ó adecuados á su situación y recursos según
biendo sin ella traducirse : «tener virtudes morales» con ó su condición ó estado y posibilidad.
414 CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULO I I .
(ibid.): luego puede haber otras virtudes C. 5 8 , a . 4 ) que las otras virtudes mora-
sin caridad. les no pueden existir sin la prudencia ; y
2.° L a s virtudes morales pueden ad- la prudencia no puede existir sin las vir-
quirirse por actos humanos, como se dice tudes, morales, en cuanto estas disponen
( E i h i c . 1. 2 , c. 1 y 2 ) . E s así que la ca- bien á ciertos fines, de los cuales procede
ridad no se obtiene sino por infusión, se- la razón de la prudencia. Mas para la
gún aquello del Apóstol ( R o m . 5 , 5 ) : la recta razón de la prudencia se requiere
caridad de Dios ( 1 ) ha sido difundida mucho más la buena habitud del hombre
en nuestros corazones por el Espíritu en orden á su último fin, lo cual se veri-
Santo, que se nos ha dado. L u e g o pue- fica por medio de la caridad, que respecto
den tenerse otras virtudes sin caridad. de otros fines, lo que es efecto de las vir-
3.° L a s virtudes morales se conexio- tudes morales; así como la razón recta
nan entre s í , en cuanto dependen de la en las cosas especulativas necesita sobre
prudencia. Pero la caridad no depende todo del primer principio indemostrable,
de la prudencia, antes bien la escede, se- de que « cosas contradictorias no son al
gún aquello del A p ó s t o l ( Ephes. 3 , 1 9 ) : » mismo tiempo verdaderas » . D e donde
y conocer también la caridad de Cristo, es manifiesto que ni la prudencia infusa
que sobrepuja todo entendimiento. L u e g o puede existir sin la caridad, ni las otras
las virtudes morales no se asocian á la virtudes morales consiguientemente, las
caridad, sino que pueden existir sin ella. cuales sin la prudencia existir no pueden.
Por el contrario, se dice ( i Joann. V e s e pues claro por lo dicho que solas
3 , 14 ) : el que no ama, está en muerte. las virtudes infusas son perfectas, y dig-
E s así que por medio de las virtudes se nas de llamarse virtudes en absoluto;
perfecciona la vida espiritual; pues ellas porque ordenan bien al hombre absoluta-
mismas son, « con las que se vive rec-. mente al último fin : mas las otras virtu-
» tamente » , como dice San Agustín d e s , es á saber, las adquiridas son virtu-
( D e lib. alb. 1. 2 , c. 18 y 19 ) . L u e g o des secundum quid, y no en absoluto;
no pueden existir sin el amor de la ca- porque ordenan bien al hombre respecto
ridad. del fin último en algún género, pero no
Conclusión. Las virtudes morales ad- respecto del fin último simplemente. Así
quiridas [1] operativas del bien en orden que sobre aquello ( R o m . 1 4 , 23 ) , todo
al fin, que no escede la facultad natural lo que no es según fe, es pecado, dice la
del hombre, pueden existir sin la cari- Glosa de San A g u s t í n ( ord. cap. 106,
dad; mas [ 2 ] no así las virtudes mora- S e n t . ) : « donde falta el conocimiento
les infusas, operativas del bien en orden » de la verdad, es falsa la virtud aun en
al último fin sobrenatural. » las costumbres óptimas ».
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho A l argumento 1.° diremos, que las vir-
(C. 6 3 , a. 3) las virtudes morales, según tudes se toman allí según la imperfecta
que son operativas del bien en orden al razón de virtud ; de lo contrario, si la vir-
fin, que no escede la facultad natural del tud moral se toma según la perfecta ra-
hombre, pueden adquirirse por medio de zón de virtud, hace bueno al que la tiene,
las obras humanas; y así adquiridas pue- y por consiguiente no puede existir en los
den existir sin la caridad, como existie- malos.
ron en muchos gentiles : pero, en cuanto A l 2.° que aquella razón alude á las
son operativas del bien en orden al últi- virtudes morales adquiridas.
mo fin sobrenatural, tienen perfecta y A l 3.° que, aunque la caridad escede á
verdaderamente razón de virtud, y no la ciencia y á la prudencia ; sin embargo
pueden adquirirse por actos humanos, la prudencia depende de la caridad, como
sino que son infundidas por D i o s ; y tales se ha dicho, y por consiguiente todas las
virtudes morales sin la caridad no pue- virtudes morales infusas.
den existir. Porque hemos dicho (a. 1; y
(1) Puede entenderse esto de la caridad ó amor de Dios á Agustín y aun el Concilio do Trento (scs. (i, c. 7) lo interpre-
nosotros con San Juan Crisòstomo (Hom. 9) ; y también con tan, de nuestro amor á Dios, ó sea, de la caridad como virtud
Haymon y Teodoreto, como asimismo Beda esponiendo á San teológica en el hombre.
CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULO III. 415
lencia ó alguna enfermedad. D e un modo den existir de algún modo sin la caridad,
análogo los hábitos de las virtudes mora- aunque sin ella no pueden tener razón
les infusas encuentran alguna vez dificul- de perfecta virtud; ó lo que es lo mis-
tad en obrar por algunas disposiciones mo : puede haber fe y esperanza, como
contrarias, que han quedado según los virtudes imperfectas, sin caridad; pero
actos precedentes; dificultad que cierta- no como virtudes propiamente dichas ó
mente no ocurre así en las virtudes m o - perfectas.
rales adquiridas, porque mediante el ejer- Responderemos , que la fe y la espe-
cicio de los actos, con que se adquieren, ranza, lo mismo que las virtudes morales,
se estirpan también las disposiciones con- pueden considerarse de dos modos : 1.°
trarias. según cierta incoación, y 2.° en cuanto al
A l 3.° que de algunos Santos se dice perfecto ser de la virtud. P o r q u e , orde-
no tienen algunas virtudes, en cuanto es- nándose la virtud á hacer buena obra, se
perimentan dificultad en los actos de ellas, dice perfecta una virtud (2), por lo que
por la razón y a dicha (al 2.°), aunque puede en el hecho perfectamente bueno ;
t e n g a n los hábitos de todas las virtudes, lo cual ciertamente se verifica, cuando,
no solamente es bueno lo que se hace,
A R T Í C U L O I V . — ¿Puede haber fe y c s - sino que se hace bien : de lo contrario, si
p c r a n z a s i n caridad? (1) es bueno lo que se h a c e , pero no se hace
b i e n , no será perfectamente bueno ; ni
1.° Parece que nunca pueden existir por lo mismo el hábito, que es principio
fe y esperanza sin caridad: porque, siendo de tal obra, tendrá perfectamente razón
virtudes teológicas, parecen ser más dig- de virtud : como, si alguno obra cosas
nas que las virtudes morales aun infusas; justas, hace lo bueno ciertamente; pero
y las virtudes morales infusas no pueden no será obra de perfecta virtud, si no
existir sin la caridad. L u e g o tampoco la hace bien esto, es decir, según la elección
fe ni la esperanza. recta, lo que es por la prudencia : y así
2.° « N i n g u n o c r e e , sino queriendo», la justicia sin la prudencia no puede ser
como San A g u s t í n dice, comentando á virtud perfecta. A s í pues la fe y la espe-
San Juan (tract. 26). M a s la caridad está ranza pueden ciertamente existir alguna
en la voluntad como perfección s u y a , se- vez sin la caridad, pero sin ella no tienen
gún se ha dicho ( C . 62, a. 3). L u e g o no razón de perfecta virtud : porque, con-
puede haber fe sin caridad. sistiendo la obra de la fe en creer á Dios,
3.° San Agustín (Enchiridion, c. 8) y siendo el creer asentir á alguno por
dice «que la esperanza no puede existir propia voluntad ; si no quiere del debido
»sin amor». Pero el amor es caridad; modo, no será obra perfecta de f e , la
pues de este amor habla allí. L u e g o no cual quiere del modo debido, esto es, por
puede haber esperanza sin caridad. medio de la caridad, que perfecciona la
Por el contrario, (sobre San Mateo, voluntad : pues « todo recto movimiento
c. 1) se dice en la Glosa (interl.) que «la » de la voluntad procede de recto amor»,
»fe engendra la esperanza, y esta la ca- como dice S a n A g u s t í n ( D e civ. Dei.
» r i d a d » . Siendo pues el engendrador 1. 14, c. 9 ) . Según esto pues la fe existe
antes que el engendrado, sin el que puede ciertamente sin la caridad, pero no la
existir; dedúcese que puede haber fe sin perfecta virtud ; como la templanza ó la
esperanza, y esperanza sin caridad. fortaleza sin la prudencia. Y lo mismo
debe decirse de la esperanza ; porque acto
Conclusión. La fe y la esperanza pue-
(1J La afirmativa es dogma de fe terminantemente declara- bargo confiesa haber hallado en casi todos los ejemplares
do por el Concilio de Trente contra los novadores protestan- quidem, que por cierto no vemos bastante razonable haya sido
tes y con especialidad en el siguiente anatematismo («es. 5, suplantada ó sustituida por quaidam, por más que el referido
can. 28) : « Si alguien dijere que, perdida la gracia por el escelente crítico trata de justificar la sustitución : pues la voz
» pecado, se pierde con ella siempre también la fe, ó que la fe quozdam arroja en realidad la misma interpretación de que asi
» remanente no es verdadera fe ; sea anatema » : y lo propio se distingue la virtud perfecta de las que no hacen perfecto
debe entenderse estensivo á la esperanza, según esplica con algo, que en sí no lo fuera; por cuanto, aunque parezcan hacer
insistencia el mismo Santo Concilio y más esplicitamente aún algo bueno, no empero bien ó con perfección : lo cual asimis-
el Catecismo romano, redactado por orden de San Pió V en mo se desprende del contesto conservando quidem, y tradu-
cumplimiento de lo estatuido por dicho Sínodo ecuménico. ciendo, « dícese perfecta en verdad (ó cierta y propiamente) la
(2) Qumdam en muchas ediciones, con especialidad en las » virtud ó una virtud...
posteriores á la de Nicolai y sus comentarios; quien sin em-
CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULOS IV Y V. 417
CUESTIÓN LXYI.
Igualdad de las virtudes.
La virtud puede ser mayor ó m e n o r ? — 2. Todas las virtudes, que existen j u n t a m e n t e en un mismo
a
sujeto, son iguales ? — 3. Comparación de las virtudes morales con las intelectuales. — 4. Compara-
a a
ción de las virtudes morales entre sí. —5. Comparación de las virtudes intelectuales entre si. — 6.
a a
(1) En el orden de generación, como muchas veces suele á la comprensión en sus respectivas acepciones lata y estric-
decir., ó con prioridad lógica y de origen. ta ; y por lo que respecta á los estados ó caracteres de viador
(2) Consúltese en la 1." Parte, C. 12, a. 7, lo concerniente y comprensor en Cristo, la C. 31 de la 3." Parte.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 419
es más poderosa la causa que su efecto, en diversos hombres; porque, para alcan
y en los efectos tanto es más poderoso zar el medio de la virtud, que es según
algo, cuanto más se aproxima á la causa. la razón recta, uno está mejor dispuesto
Siendo pues ya evidente por lo dicho que otro, ó por la mayor costumbre, ó
(C. 61, a. 2 ) que la causa y raíz del hu por la mejor disposición de la naturaleza,
mano bien es la razón ; sigúese que la ó por el juicio más perspicaz de su razón,
prudencia, que perfecciona la razón, su ó también por mayor don de la gracia,
pera en bondad á las otras virtudes mo que á cada uno se otorga según la medi
rales perfeccionadoras de la fuerza apeti da de la donación de Cristo, como se lee
tiva, en cuanto participa de la razón: y (Ephes. 4, 7). E n esto sí que erraban (1)
en estas también tanto es una mejor que los estoicos, juzgando que nadie debia
otra, cuanto más se acerca á la razón: llamarse virtuoso, sino el que estuviera
así que la justicia, que está en la volun sumamente dispuesto para la virtud. P o r
tad, es mejor que las otras virtudes mo que no se exige para la razón de virtud
rales; y la fortaleza, que está en la (par que toque el medio de la razón recta en
te) irascible, se prefiere á la templanza, loindivisible ( 2 ) , como pensaban los es
que está en la concupiscible , y que par toicos ; sino que basta que esté cerca del
ticipa menos de la razón, como se evi medio, como se dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 6):
dencia (E thic. 1. 7, c. 6). 2.° P u e d e punto medio indivisible, que por otra
entenderse la cuestión con respecto á la parte alcanza más de cerca y más pronto
virtud de la misma especie ; y en este uno que otro, como es de ver también en
sentido, según lo que arriba se ha dicho los flecheros con respecto al blanco.
(C. 5 2 , a. 1), cuando se trataba de las A l argumento 1.° diremos, que aquella
intensidades de los h á b i t o s ; la virtud igualdad no ( 3 ) es según la cantidad ab
puede computarse mayor ó menor de dos soluta, sino que debe entenderse propor
modos : 1.° según ella m i s m a , y 2.° por cionalmente; porque todas las virtudes
parte del sujeto participante. Si pues se crecen proporcionalmente en el hombre,
considera según lo que es por sí misma, como se dirá luego (a. 2).
su magnitud ó pequenez se estima por A l 2.° que aquello último (4), que ata
las cosas, á que se estiende : mas cual ñe á la virtud, puede tener razón de más
quiera que tiene alguna virtud, por ejem ó menos bueno según los modos antes
plo, la templanza, tiénela con relación á dichos; pues que no es lo último indivisi
todo aquello á que la templanza se es ble, como queda dicho.
tiende ; lo cual no acontece tratándose de A l 3.° que Dios no obra según la ne
la ciencia y del arte, porque no todo el cesidad de la naturaleza, sino según el
que es gramático sabe todo lo pertene orden de su sabiduría, conforme á la cual
ciente á la gramática. У según esto dije otorga á los hombres diversa medida de
ron bien los estoicos, como refiere Sim virtud, según aquello ( E p h e s . 5, 7 ) : á
plicio (Coment. Ргаза. cap. de qual.), que cada uno se le concede la gracia según
«la virtud no admite más ni menos », la medida de la donación de Cristo.
como la ciencia ó el arte, dado que la
razón de virtud consiste en lo máximo.
A R T Í C U L O I I . — T o d o s l o s virtudes coc
Pero, si se considera la virtud de parte
xistentes e n u n m i s m o sujeto son Iguales?
del sujeto participante, puede la virtud
ser mayor ó menor, ora según la diversi
1.° Parece que no todas las virtudes
dad de tiempos en el mismo, ora también
en un solo y mismo sujeto son igualmente
(1) Er ior nuevamente reproducido por los luteranos, que rando del concepto de verdadera virtud por su aproximación
aCrmanser todos los hombres iguales en santidad, y conde á uno ú otro estremo, comienza á ser viciosa y progresiva
nado por el Concilio Tridentino sos. О, c. 10 у (сои. 14). mente lo es cada vez más en proporción á su mayor proxi
(2) Quiere decir que ese jnsto medio no consiste precisa midad al vicio representado por el cstremo respectivo.
mente en un punto indivisible y como matemático (en el que (3) En las ediciones romanas y de Pádua se añade aquí so
realmente viene á cifrarse el summum de la perfección de la lüm (no solo), y después en el otro miembro etiam (sino tam
virtud), del cual no pueda desviarse absolutamente la vir bién) en lugar de csí, que se une con intelligenda. El sentido
tud, sin dejar de serlo ; sino que, cuanto más se aproxime á es, concillando ambas redacciones en conformidad con la nota
eso límite supremo de la virtud perfectísima é inmejorable, precedente, que no solo es verdadera virtud la que absoluta
tanto será más perfecta ; asi como por el contrario va sién mente guarda el medio con plena exactitud, bastando que se
dolo menos, á medida que de él se desvía, pasando por diver aproxime á él más que á cualquiera de los estreñios.
sos grados de menos perfecta é imperfecta, hasta que degene (1) Véase la C 55, a. 1, al 3.°
420 CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O I I .
intensas : porque dice el Apóstol (i Cor. so al acto de una virtzid que al de otra.
7, 7) : cada uno tiene de Dios su propio R e s p o n d e r e m o s , que la cantidad de
don, el uno de una manera y el otro de las virtudes, como consta de lo dicho
otra ; y no sería un solo don más propio (a. 1 ) , puede considerarse de dos modos:
para uno que para otro, si cada uno tu- 1.° según la razón de la especie, y así
viera de algún modo todas las virtudes no hay duda que una sola virtud de un
infusas por don de D i o s : luego parece solo hombre es mayor que otra, como la
que no todas las virtudes son iguales en caridad mayor que la fe y la esperanza;
un solo y mismo sujeto. 2.° según la participación del sujeto, es
2.° Si todas las virtudes fuesen igual- á saber, según se acrece ó se debilita en
mente intensas en uno mismo, se seguiría é l , y conforme á esto todas las virtudes
que cualquiera que escediese á otro en de un solo hombre son iguales con cierta
una sola virtud, le escedería en todas las igualdad de proporción, en cuanto igual-
otras virtudes. Pero esto es evidente- mente crecen en el hombre; así como los
mente falso, pues los diversos Santos son dedos de la mano son desiguales en can-
alabados por diversas virtudes con espe- tidad pero iguales proporcionalmente,
cificación , como Abraham por su fe, puesto que crecen en la misma propor-
Moisés por la mansedumbre, J o b por la ción. L a razón de esta igualdad debe to-
paciencia: y así de cada (Santo) Confe- marse del mismo modo que la de conexión;
sor canta la iglesia, ce no fue hallado se- porque la igualdad es cierta conexión de
» mejante á él, que guardase la ley del unidades ( 2 ) según la cantidad. Pero se
» Escelso» ( 1 ) ; porque cada uno tuvo la ha dicho (C. 6 5 , a. 1) que la razón de la
prerogativa de alguna virtud. L u e g o no conexión de las virtudes puede asignarse
todas las virtudes son iguales en un mis- en dos conceptos : 1.° según la interpre-
mo sujeto. tación de los que entienden por estas cua-
3.° Cuanto el hábito es más intenso, tro virtudes cuatro condiciones generales
tanto más el hombre obra según el mis- de virtudes, de las cuales una se halla jun-
mo más deleitable y prontamente. P e r o tamente con las otras en cualquiera ma-
por esperiencia se ve que un hombre eje- teria , y en este sentido la virtud en cual
cuta el acto de una virtud con más g u s - quiera materia no puede decirse igual,
to y presteza que otro. L u e g o no todas si no tiene todas estas condiciones igua-
las virtudes son iguales en un mismo les : esta razón de igualdad de las virtu-
sujeto. des asigna San Agustín ( D e Trin., 1. 6,
Por el contrario, dice San A g u s t í n c. 4 ) diciendo : « Si dijeres que esos son
( D e Trin., 1. 6 , c. 4 ) que celos que son »iguales en fortaleza, pero que aquel les
»iguales en fortaleza, lo son también » aventaja en prudencia ; se sigue que la
» en la prudencia y en la templanza » , y »fortaleza de este es menos prudente, y
así de las demás : lo cual no sería así, »por esto ni son iguales en fortaleza,
si todas las virtudes de un solo hombre » siendo más prudente la fortaleza de
no fuesen iguales. L u e g o todas las virtu- » aquel ; y lo mismo hallarás respecto de
des de un mismo hombre son iguales. » l a s demás virtudes, si las recorres todas
» con la misma consideración». 2.° Como
Conclusión. En cuanto ala especie [ 1 ]
los que entienden que las tales virtudes
una virtud de un solo hombre es mayor
tienen materias determinadas; y seguu
que otra; pero [ 2 ] según la participa-
esto la razón de la conexión de las vir-
ción del sujeto todas las virtudes de un
tudes morales se toma de parte de la pru-
solo hombre son iguales con cierta igual-
dencia , y de parte de la caridad en cuan-
dad de proporción, en cuanto crecen
to á las virtudes infusas ; mas no de parte
igualmente en el hombre : y [3] con res-
de la inclinación, que es de parte del su-
pecto á lo material en las virtudes, que
j e t o , según se ha dicho ( C . 6 5 , a. 1 y 2).
es la inclinación á sus actos, puede un
A s í pues también la razón de igualdad
hombre hallarse más dispuesto y propen-
(V) Palabras lomadas de la Sania Biblia (Eccli. 44, 20), aun- asunto, no es sostenible, en atención á que la frase está lite-
que la Vulgata dice custodivit (guardó). ralmente tomada de la definición general do la igualdad se-
(2) La edición áurea y algunas otras ponen virlutum (de las gún Aristóteles (¡¡el. 1. 5, c. 15 ó t. 20), como observa y com-
virtudes) por unilatum; lo cual, si bien parece más concreto al prueba el erudito P. Nicolai.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 421
(1) Esto es, el orden de la razón ó su norma, constituida mal de la virtud, sea cual fuere con respecto á la materia, qud
por la prudencia, y de cuyo orden proviene la condición Ibr- es diversa en cada una de ellas.
422 CUESTIÓN LXVI. — ARTÍCULOS III Y IV.
(1) De las ciencias. seguirlo. Así la diferencia entre la castidad virginal y la con-
(2) En el concepto determinado de su mayor necesidad para yugal, por ejemplo, y la frugalidad respectiva del opulento y
el buen arreglo de la vida, ó como norma moral de nuestra del mendigo incumbe á la prudencia señalarlas ó regularlas;
conducta, por más que no sea de su competencia ú oficio (por decirlo así)
(3) Advierte aquí Silvio que no dice el Santo que la pru- prescribir en general la templanza y la honestidad como ne-
dencia designa el f\n á las virtudes morales en general y en cesarias ú obligatorias.
cuanto á la esencia del mismo fin, pues enseña lo contrario (4) Capítulo 7, y no 3 ; rectificado por Kicolai, y así citado
(2.°-2. , C. 47, a. 6), diciendo que esto es de la competencia
re
ya en la edición áurea y otras posteriores ó de las menos an-
de la sindéresis ; sino que las dirige en su designación (en- tiguas.
tiéndase bien) en cuanto al modo y circunstancias, ó sea, en lo (15)Y no c. 1, conforme á la rectificación insinuada en I»
concerniente á los medios convenientes y oportunos de con- nota precedente.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 423
sujeto, porque está en la voluntad como A l argumento 1.° diremos, que el acto
en sujeto; y la voluntad es apetito racio- de liberalidad debe fundarse sobre un acto
nal, como se ve por lo dicho (C. 55, a. 5 ; de justicia; pues no sería liberal el acto
y P . 1. , C. 8 0 ) ; y según el objeto ó ma-
a
de dar, si no diese de lo s u y o , como se
teria, porque versa acerca de las opera- dice (Polit. 1. 2 , c. 3 ) : por consiguiente
ciones, con las cuales se ordena el h o m - s
la liberalidad no podría existir sin la j u s -
bre, no solo en sí mismo, sino también con ticia, que distingue lo propio de lo ajeno;
relación á otro. A s í pues «.la justicia es mas la justicia puede existir sin la libe-
»la más preclara de las virtudes» (Ethic. ralidad. A s í que la justicia en absoluto es
1. 5). Mas entre las otras virtudes mora- mayor que la liberalidad, como más co-
les, que versan acerca de las pasiones (1), mún y fundamento de esta; pero la libe-
tanto en cada una resplandece más el bien ralidad es mayor en algún concepto, como
de la razón, cuanto el movimiento apeti- cierto ornamento de la justicia y suple-
tivo se subordina á la razón acerca de mento suyo ( 4 ) .
mayores cosas. Empero lo máximo en las A l 2.° que la paciencia se dice tener
cosas pertenecientes al hombre es la vida, obra perfecta en la tolerancia de los ma-
de la cual dependen todas las demás; y l e s , en los que, no solo escluye la injusta
por tanto la fortaleza, que subordina á venganza (incompatible también con la
la razón el movimiento apetitivo en lo justicia), ni solamente el odio (cual lo hace
concerniente á la muerte y á la vida, la caridad), y no únicamente la ira (lo cual
ocupa el primer lugar entre las virtudes hace la mansedumbre); sino que también
morales, que versan acerca de las pasio- escluye la tristeza.desordenada, que es la
nes, aunque con inferioridad en orden á raíz de todas las predichas (pasiones) :
la justicia: por lo que Aristóteles dice y por tanto en esto es más perfecta y ma-
(Rhet. 1. 1, c. 9) que « e s necesario que yor, porque en esta materia estirpa la
»sean las mayores virtudes las que res- r a í z ; pero no es simplemente más per-
» pecto de otras son las más honradas, su- fecta que todas las otras virtudes, porque
»puesto que es virtud la potencia bien- la fortaleza no solamente sufre las mo-
» hechora; y por esto se honra más á los lestias sin perturbación (lo que es propio
»fuertes y á los j u s t o s , por ser esta (la de la paciencia) sino que también se in-
»fortaleza) útil en la guerra, y esotra giere en e l l a s , cuando es preciso : por lo
»(la justicia) tanto en la guerra como en que todo el que es fuerte es paciente, mas
»la paz». A la fortaleza sigue en orden no al contrario. E s sin embargo la pacien-
la templanza, que somete á la razón el cia cierta parte de la fortaleza ( 5 ) .
apetito acerca de aquellas cosas, que in- A l 3.° que la magnanimidad no puede
mediatamente se ordenan á la vida, ora existir sin otras virtudes preexistentes,
en el mismo numéricamente, ora en el como se dice (Ethic. 1. 4 , c. 3 ) : por cuya
mismo según la especie, es decir, en la razón se compara á las otras como orna-
aumentación o en la procreación ( 2 ) ; y mento s u y o ; siendo en este concepto ma-
de este modo esas tres virtudes junta- yor que todas las otras, mas no absolu-
mente con la prudencia se dice que son tamente.
las principales aun en dignidad. Pero
circunstancialmente una virtud es ma-
AKTÍC TJL O V . — t a sabiduría e s l a ma-
yor, según que presta apoyo ú orna-
yor entre todas l a s virtudes Intelectuales ?
mento á la virtud principal; así como la
sustancia es simplemente más digna que 1.° Parece que la sabiduría no es la
el accidente, y algún accidente sin em- mayor entre las virtudes intelectuales :
bargo es bajo algún aspecto más digno porque el que manda es mayor que aquel,
que la sustancia, en cuanto perfecciona á quien se manda. E s así que la pruden-
la sustancia en algún ser accidental (3). cia parece que impera ó manda á la sabi-
(1) Y cuyo sujeto es el apetito sensitivo... mo más aún, si es sobrenatural, como lo son las virtudes in-
(2) In «eneréis: confiamos no se nos reprochará por libre esta fusas.
Jrsion, que creemos espresa con exactitud el pensamiento, (•1) Véase en la 2."-2.rede la C. 117, a. C.
ilvando al propio tiempo las conveniencias. (5) V. C. 136, a. 2, al 1.°, en la 2."-2.«
(3) Con más razón, siendo moral el accidente ; y muchísi-
424 CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O V.
duría; pues se dice (Ethic. 1.1, c. 2) que de las causas inferiores; de aquí es que la
« e s t a preordena cuáles deben ser las en- sabiduría forma juicio de todas las otras
» señanzas en las ciudades, y cuáles son virtudes intelectuales, y á ella compete
» l a s que cada uno debe aprender, y hasta ordenarlas todas, siendo como (directo-
» q u é p u n t o » , como la política, la cual ra ) arquitectónica de todas.
pertenece á la prudencia, según se dice A l argumento 1.° diremos q u e , ver-
( E t h i c . 1. 6, c. 8 ) . L u e g o , conteniéndose sando la prudencia acerca de las cosas
la prudencia también entre las enseñan- humanas y la sabiduría acerca de la cau-
zas ; parece que la prudencia es mayor sa mas alta, « es imposible que la pruden-
que la sabiduría. » cia sea mayor virtud que la sabiduría»,
2.° E s de la razón de virtud ordenar á no ser que ( Ethic. 1. 6, c. 7) « lo má-
el hombre á la felicidad; pues la virtud » ximo de las cosas, que hay en el mun-
es « disposición de lo perfecto para lo óp- » do, fuese el hombre ». D e b e pues de-
» t i m o » ( P h y s . 1. 7, t. 17). Pero la pru- cirse, como en el mismo libro se indica
dencia es «recta razón de lo operable», (ibid.), que la prudencia no impera á la
por lo que el hombre es conducido á la misma sabiduría, sino más bien al con-
felicidad; y la sabiduría no considera los trario; porque el espiritual juzga todas
actos humanos, con los que se llega á la las cosas, y él mismo por ninguno es juz-
bienaventuranza. L u e g o la prudencia es gado , como se lee ( i Cor. 2, 1 5 ) : pues
mayor virtud que la sabiduría. no es propio de la prudencia entrometerse
3.° Cuanto más perfecto es el conoci- (á juzgar) de las cosas más elevadas,
miento, tanto parece ser mayor. Podemos que considera la sabiduría; sino que
empero tener más perfecto conocimiento manda sobre lo que se ordena á la sabi-
de las cosas humanas, acerca de las cua- duría, es á saber, de qué modo los hom-
les versa la ciencia, que de las divinas, bres deben llegar á la sabiduría: y así
objeto la sabiduría, como distingue San en esto está la prudencia, ó la política,
Agustín ( D e Trin. 1. 1 4 , c. 1 4 ) ; porque ministra de la sabiduría; porque intro-
las cosas divinas son incomprensibles, se-, duce á ella, preparándola el camino, co-
gun aquello ( J o b , 3 6 , 2 6 ) : hé aquí el mo un portero al rey.
Dios grande, que vence nuestra ciencia. A l 2° que la prudencia considera aque-
L u e g o la ciencia es mayor virtud que la llas cosas, con las cuales se llega á la
sabiduría. felicidad; mas la sabiduría considera el
4.° E l conocimiento de los principios mismo objeto de la felicidad, que es lo
es más digno que el conocimiento de las altísimo inteligible : y, si fuese perfecta
conclusiones; y la sabiduría saca las con- la consideración de la sabiduría respecto
secuencias de los principios indemostra- de su objeto, sería perfecta la felicidad
bles , que son propios del entendimiento, en el acto de la sabiduría. M a s , como el
así como también otras ciencias. L u e g o acto de la sabiduría en esta vida es im-
el entendimiento es mayor virtud que la perfecto respecto del principal objeto,
sabiduría. que es Dios ; por eso el acto de la sabi-
P o r e l c o n t r a r i o , Aristóteles dice duría es cierta incoación, ó participación
(Ethic. 1. 6 , c. 7) que « l a sabiduría es de la futura felicidad, y en este sentido
» como cabeza entre las virtudes intelec- se halla más próxima á la felicidad que
»tuales». la prudencia.
Conclusión. La sabiduría es la mayor A l 3.° que, como dice Aristóteles (De
de todas las virtudes intelectuales. anima, 1. 1, t. 1 ) , «una noción se prefiere
Responderemos que, como se ha dicho » á otra, ó por referirse á cosas más no-
(a. 1), la magnitud de ia virtud según su » bles, ó por la certidumbre » . Si pues
especie se computa por su objeto. Mas el los sujetos son iguales en bondad y en
objeto de la sabiduría se aventaja á todos nobleza, la que es más cierta será mayor
los objetos de todas las virtudes intelec- virtud; pero la menos cierta respecto de
tuales ; porque considera una causa altí- cosas más elevadas y mayores se prefiere
sima, que es D i o s , como se dice ( M e t . á la que es más cierta sobre las inferiores:
c. 1 y 2 ) : y, por cuanto por la causa se por lo cual dice Aristóteles ( D e ccelo,
j u z g a del efecto y por la causa superior 1. 2, t. 6 0 ) que « es gran cosa poder co-
CUESTIÓN L X V Í . — A R T Í C U L O S V Y V i . 425
» nocer algo de las cosas celestiales aun que la virtud intelectual es mayor que la
» con débil y tópica (1) razón » , y ( D e moral, como se ve por lo arriba dicho
part. animal. 1. 1, c. 5 ) que « es más ape- (a. 3). L u e g o la fe es mayor que la es-
» tecible conocer algún poco de las cosas peranza y la caridad.
» más nobles, que conocer mucho sobre 2.° L o que proviene por adición á otra
»las más innobles». L a sabiduría pues, cosa, parece ser mayor que ella; la espe-
á la cual pertenece el conocimiento de ranza se há por adición á la caridad,
Dios, no puede obtenerla perfectamente puesto que la esperanza presupone el
el hombre, sobre todo en el estado de la amor (2), según dice San Agustín ( E n -
presente vida, de manera que sea como chir. c. 8), como que añade cierto movi-
su posesión; sino que esto es propio de miento de mayor propensión á la cosa
solo Dios, como se dice ( M e t h . 1. 1, c. 2). amada. L u e g o la esperanza es mayor que
Sin embargo aquel lijero conocimiento, la caridad.
que por medio de la sabiduría puede te- 3.° « L a causa es más poderosa que el
nerse de Dios, se prefiere á todo otro co- » efecto » ; y la fe y la esperanza son
nocimiento. causa de la caridad, pues se dice sobre el
A l 4.° que la verdad y conocimiento de capítulo 1.° de San Mateo en la Glosa
los principios indemostrables depende de (interl.) sobre aquello de Abraham en-
la razón de los términos ; porque, cono- gendró á Isaac,... (3), que « l a fe engen-
cido lo que es el todo y lo que es la parte, » dra la esperanza, y la esperanza la cari-
inmediatamente se conoce que cualquier » dad ». L u e g o la fe y la esperanza son
todo es mayor que su parte : mas el co- mayores que la caridad.
nocer la razón del ente y del no ente, y Por el contrario , dice el A p ó s t o l
del todo y de la parte, y de otras cosas ( i Cor. 13, 10): y ahora permanecen es-
anejas al ente, y de las que como de tér- tas tres, la fe, la esperanza y la caridad;
minos se constituyen los principios inde- mas de estas tres la mayor es la caridad.
mostrables, pertenece á la sabiduría; por Conclusión. La caridad es la mayor
cuanto el ente común es el propio efecto y más escelente de las virtudes teológi-
de la causa altísima, es decir, de Dios. cas [1] ; no porque se refiera á más
Por lo tanto la sabiduría no solo usa de noble objeto , sino [2] porque se aproxi-
los principios indemostrables, cuya inte- ma más á Dios que las otras.
ligencia ya se tiene, sacando conclusiones Responderemos q u e , como arriba se
de ellos, como también otras ciencias; ha dicho (a. 1 y 3), la magnitud de la
sino juzgando al mismo tiempo de ellos, virtud en cuanto á su especie se estima
y disputando contra los que los niegan. según su objeto: mas, como el de las tres
De donde se sigue que la sabiduría es virtudes teológicas es propiamente Dios,
mayor virtud que el entendimiento. no puede una de ellas decirse mayor que
otra, porque se refiera á mayor objeto,
A R T Í C U L O V I . — t a caridad e s l a m a -
sino porque una de ellas se aproxime más
yor entre todas l a s virtudes teológicas? que otra á su objeto : y así la caridad es
mayor que las otras, pues que las otras
l.° Parece que la caridad no es la ma- importan en su propia noción cierta dis-
yor entre las virtudes teológicas : porque, tancia del objeto: por ser la fe de cosas
estando la fe en el entendimiento, mas la que no se han visto, y la esperanza de lo
esperanza y la caridad en la fuerza ape- que aún no se tiene ; en tanto que el amor
titiva, como se deja dicho ( C . 62, a. 3); de la caridad es de lo que y a se posee,
parece que la fe se compara con la espe- dado que el amado está en cierto modo
ranza y la caridad, del mismo modo que en el amante, y que ademas el que ama
la virtud intelectual con la moral. E s así es por su efecto atraído á su unión con el
(1) Por medio de argumentos sugeridos por los llamados lu- (3) Representando la fe por Abraham, padre de los creyert'
gares tópicos, que constituyen lo más esencial y útil de la In"- tes ; la esperanza en Isaac, símbolo de las promesas divinas í
vencion retórica, y á los que no sin razón dan grande impor- y el gozo por la risa de Sara ; así como la caridad está simbo*
tancia los preceptistas del arte de la Oratoria. lizada en Jacob por su amor á Dios y al prójimo, significán-
(2) Implícitamente y por deducción, pues lo que dice es que dose ademas la vida activa y contemplativa en sus dos mujo»
no puedo haber esperanza sin amor, res Raquel y Lia.
426 CUESTIÓN LXVI. — ARTÍCULO VI.
amado; por lo cual se dice (Joann. 4 , 16): dera el movimiento apetitivo, que tiende
quien permanece en caridad, en Dios á D i o s , el cual pertenece á las virtudes
permanece, y Dios en el ( 1 ) . teológicas, sino solamente manifiesta el
A l argumento 1.° diremos, que no objeto : y el movimiento apetitivo hacia
del mismo (2) modo se refiere la fe á la el objeto escede al conocimiento humano,
esperanza y á la caridad, como la pru- según aquello ( E p h e s . 3 , 19) : la cari-
dencia á la virtud moral; y esto por dos dad de Cristo, que sobrepuja todo enten-
motivos : 1.° porque las virtudes teoló- dimiento (3).
gicas tienen un objeto , que está por cima A l 2.° que la esperanza presupone el
del alma bumana; mas la prudencia y las amor de aquello, que uno espera alcanzar,
virtudes morales versan acerca de cosas, que es amor de concupiscencia; con el
que están sometidas al hombre. E n las cual amor ciertamente se ama más el
cosas superiores al hombre la dilección que desea lo bueno que alguna otra cosa:
es más noble que el conocimiento : por- mas la caridad importa amor de amistad,
que este se perfecciona, según que las á la cual se llega con la esperanza, como
cosas conocidas están en el que las cono- se ha dicho (C. 6 2 , a. 4 ) .
ce ; empero la dilección, según que el que A l 3.° que la causa perfectiva es más
ama es atraído á la cosa amada. Mas lo potente que su efecto, mas no (lo es) la
que supera al hombre es más noble en sí causa dispositiva; pues en tal supuesto
misino, que cual está en el hombre; por- (sic) el calor del fuego sería más pode-
que cada cosa está en otra por modo de roso que el alma, para la cual dispone la
aquella, en que está : pero lo contrario materia : lo cual es evidentemente falso.
se verifica en lo que es inferior al h o m - Mas la fe engendra la esperanza, y la es-
bre. 2.° Porque la prudencia modera los peranza la caridad, disponiendo la una
movimientos apetitivos pertenecientes á para la otra.
las virtudes morales; pero la fe no mo-
(1J Conviene hacerse cargo de lo que espone sobre este establecida en la objeción entre la fe en relación con las otras
asunto en la 2. -2.<», C 23, a. 6 y 8.
a
virtudes teológicas y la virtud intelectual respecto de la mo-
(2) Nótase en esta locución alguna insignificante discre- ral ; solución que por cierto salta á la vista, como suele de-
pancia de redacción entre los diversos manuscritos y edicio- cirse.
nes impresas, que no afecta empero al fondo sustancial del (3) V. 2. -2.K, C. 10, a. 4, al 2."
a
0. Persevera la caridad?
a
il) Pleonasmo enfático, que en la intención ostensible del en su diálogo titulado Hortcnsio las enumera todas cuatro con
sagrador Escritor insinúa la importancia siempre transcen- sus propios é idénticos nombres hoy usados, lo cual justifica
dental de esta virtud. bastantemente la exactitud del aserto de ambos Santos Doc-
{V No con estadenominacion, desconocida en su época; pero tores,
42á CUESTIÓN L X V I I . — ARTÍCULOS I Y I I .
(1) Manifestáis con las más correctas ediciones, inclusa la de que M. Drioux la cree menos acertada, juzgando al parecer
Ñapóles anotada por Nicolai, que se apoya en la opinión de con alguna lijereza.
San Agustín, para preferir esa palabra á manifcslum,- por más (2) Téngase presente lo cspueslo en la 1." P., C. 85, a. 1.
CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 429
(1) Entro ellos Avicena, cuya opinión refuta el Santo versalizadas mediante la abstracción, conforme á lo dicho
( '
p
C. 84, a. 4). (1. P., C 85, a. 1 y 3).
a
(2) Es decir,contemplando las naturalezas délas cosasuni- (3) Véase en la 1.« P. la C. SU, a. 5, al 1."
430 CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O III.
(1) El que tendrán los bienaventurados en la gloria por la por el primero las ven intuitivamentente en sí mismas ó en
beatífica visión de Dios. su misma entidad y ser, y por el segundo las contemplan en
(2) Véase en la 1." P. la G. 58, a. 6, donde se espone que el Verbo.
CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 431
3.° por lo que hace al sujeto según lo per- j e t o , porque su objeto es la verdad pri-
fecto é imperfecto se distinguen la opi- mera ; mas la ciencia tiene más perfecto
nión , la fe y la ciencia : porque la opi- modo de conocer, porque no repugna á la
nión , supone aceptarse algo con recelo perfección de la bienaventuranza, es á
de su opuesto , no teniendo por lo mismo saber, á la visión, como le repugna el
firme asentimiento ; á la ciencia compete modo de la fe.
esa firme adhesión con visión intelectiva, A l 2° que la fe es el fundamento en
en virtud de la certidumbre procedente cuanto á lo que tiene de conocimiento; y
de la inteligencia de los principios; y por t a n t o , cuando se perfeccione el co-
la fe se halla en situación media, supe- nocimiento , será más perfecto funda-
rando á la opinión en que tiene firme ad- mento.
hesión , y quedando inferior á la ciencia A l 3.° se ve la solución por lo que se
en carecer de intuición. Pero es evidente ha dicho arriba.
que lo perfecto y lo imperfecto no caben
juntos respecto de lo mismo, aunque co- A R T Í C U L O I V . — i Queda ln esperanza
sas diferentes en cuanto á lo perfecto y d e s p u é s de la muerte e n el estado de l a glo-
lo imperfecto pueden muy bien coexistir ria?
bajo algún concepto mismo en algún
otro ( sujeto ) idéntico. A s í pues de nin- l.° Parece que la esperanza queda des-
gún modo puede haber conocimiento per- pués de la muerte en el estado de gloria:
fecto é imperfecto de parte del objeto porque la esperanza perfecciona el ape-
sobre este mismo : pueden sin embargo tito humano de un modo más noble que
convenir en el mismo medio y en el mis- las virtudes m o r a l e s , las cuales sin em-
mo Bujeto ; porque nada impide el que bargo quedan después de esta vida, como
un solo hombre al mismo tiempo y á la se ve por S. Agustín ( D e Trin. 1. 14,
vez por un solo y mismo medio tenga c, 9). L u e g o mucho más la esperanza.
conocimiento de dos cosas, de las cuales 2.° A la esperanza se opone el temor.
una es perfecta y otra imperfecta, como E s así que el temor permanece después
de la salud y de la enfermedad , del bien de esta v i d a , y a en los bienaventurados
y del mal. Asimismo es imposible que el el temor filial (1) que permanece para
conocimiento perfecto é imperfecto de siempre , y a en los condenados el temor
parte del medio concurran en un solo de las penas. L u e g o con igual razón puede
medio; mas nada obsta que convengan quedar la esperanza.
en un solo objeto y en un solo sujeto, 3.° A s í como la esperanza es del bien
porque puede un solo hombre conocer la futuro, del mismo modo el deseo. P e r o
misma conclusión por un medio probable en los bienaventurados hay deseo del
y (otro) demostrativo : é igualmente es bien futuro, aun en cuanto á la gloria
también imposible que el conocimiento del c u e r p o , la cual desean las almas de
perfecto é imperfecto de parte del sujeto los bienaventurados, como dice S. A g u s -
existan juntos en un mismo sujeto. Mas tín (Sup. Gen. ad. litt. 1. 12, c. 35), y
la fe en su propia noción tiene imperfec- también en cuanto á la gloria del alma,
ción, que proviene de parte del sujeto, según aquello (Eccli. 24, 29) : los que me
consistente en que creyendo no ve lo que comen, aún tendrán hambre; y los que
cree ; y la beatitud por su parte tiene me beben , aún tendrán sed ; y ( I Petr.
perfección de parte del sujeto, de modo 1, 12)se dice: en quien desean mirar los
que el bienaventurado ve aquello por lo ángeles. L u e g o parece que puede haber
que es beatificado, como arriba se ha esperanza después de esta vida en los
dicho ( C. 3 , a. 8 ). Es pues evidente- bienaventurados.
mente imposible que la fe permanezca
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
simultáneamente con la bienaventuranza
(Rom. 8. 24) : lo que uno ve, ¿cómo lo
en un mismo sujeto.
espera? E s así que los bienaventurados
Al argumento 1.° diremos, que la fe es ven lo que es el objeto ¡de su esperanza,
más noble que la ciencia de parte del ob- que es D i o s . L u e g o no esperan.
(1) Que generalmente se llama reverencia, y así la inter- nominación de temor filial por su analogía con el que respe-
preta también Casiodoro ; aunque aquí se designa bajo la do- tuosamente es muy propio de los hijos mostrar á sus padres.
433 CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.
Conclusión. Una vez poseído lo que se tanto el temor que persevera en la glo-
espera, ó sea, la fruición divina, ya no ria no se opone á la esperanza : aun en
puede haber esperanza. los condenados más bien puede haber
Responderemos que, como se ha dicho temor de la pena que en los bienaventu-
(a. 3), lo que en su propia noción denota rados esperanza de gloria ; porque en los
imperfección del sujeto, no es compatible condenados habrá sucesión de p e n a s , y
á la vez con el sujeto perfecto por la así persevera allí la razón de lo futuro,
opuesta perfección : como se ve que el que es el objeto del temor; en tanto que
movimiento implica imperfección del su- la gloria de los santos es sin sucesión
g e t o , porque como tal es acto del que según cierta participación de la eterni-
existe en potencia. D e donde se sigue dad , en la cual no hay pasado ni futuro,
que, cuando aquella potencia se reduce al sino solo presente. Sin embargo ni aun
acto , cesa y a el movimiento ; porque no en los condenados h a y propiamente te-
se blanquea t o d a v í a , después que y a mor ; porque según lo dicho ( C . 4 2 , a. 2)
algo se ha hecho blanco. M a s la espe- el temor jamás existe sin alguna espe-
ranza lleva consigo cierto movimiento ranza de evasión, la cual absolutamente
hacia lo que no se t i e n e , como se ve no habrá en los condenados : por lo que
por lo dicho acerca de la pasión ( C. 4 0 , tampoco habrá en ellos t e m o r , sino co-
a. 1 y 2 ) ; y por lo t a n t o , cuando se munmente h a b l a n d o , según que cierta
tiene lo que se espera , á saber , la frui- espectacion del mal futuro se llama temor.
ción divina, ya no podrá haber espe- A l 3.° que cuanto á la gloria del alma
ranza ( 1 ) . no puede haber deseo en los bienaventu-
A l argumento 1.° diremos, que la espe- rados, en cuanto mira á lo futuro, por la
ranza es más noble que las virtudes mo- razón y a dicha ( a q u í , y C. 33 , a. 2 ) .
rales cuanto á su o b j e t o , que es D i o s ; D í c e s e empero haber allí hambre y sed
pero los actos de las virtudes morales no por la exención de fastidio ; y por la
repugnan á la perfección de la bienaven- misma razón se dice que hay deseo en
turanza , como los actos de esperanza, á los ángeles : mas respecto de la gloria
no ser tal vez por razón de la materia, del cuerpo en las almas de los santos
según la cual no permanecen : porque la puede ciertamente haber d e s e o , no sin
virtud moral no perfecciona el apetito embargo esperanza, propiamente hablan-
solamente respecto de lo que aún no se do ; ni según que la esperanza es virtud
t i e n e , sino también acerca de lo que ac- teológica ( porque así su objeto es Dios,
tualmente se posee. y no algún bien creado ) ; ni según su
A l 2.° que el temor es de dos clases, acepción común, porque el objeto de la
servil y filial, como después se dirá ( 2 . - a
esperanza es lo arduo, como se ha dicho
2 . , C. 19, a. 2). E l servil ciertamente es
K
(C. 4 0 , a. 1.) E l bien empero, cuya causa
el temor de la p e n a , que no podrá ha- ya inevitable tenemos, no se refiere á nos-
llarse en la gloria, donde no habrá posi- otros en concepto de arduo; por cuya ra-
bilidad de pena alguna ; pero el temor zón no se dice propiamente que uno que
filial tiene dos actos, que son reverenciar tiene dinero espera tener algo que inme-
á D i o s , y en cuanto á este acto queda; y diatamente puede muy bien comprar; y
temer la separación del m i s m o , y en del mismo modo los que tienen la gloria
cuanto á este acto no queda : porque el del alma, no se dice con propiedad que
ser separado de D i o s tiene razón de mal, esperan la gloria del cuerpo, y sí solo que
y allí ningún mal se temerá, según aque- la desean.
llo ( P r o v . 1 , 33 ) : gozarán de abun-
dancia , quitado el temor de los males; ARTÍCULO V . — Queda c u i* giorin
pero el temor se opone á la esperanza algo de fe ó d e e s p e r a n z a ?
por la oposición del bien y del mal, como l.° Parece que algo de fe ó de espe-
arriba se ha dicho ( C. 4 0 , a. 1 ) , y por ranza queda en la gloria : porque, quitado
(1) Nótese bien que escluye ia esperanza únicamente en el la tienen aún, como asimismo la fe, hasta tanto que hayan
estado ya perfecto de gloria por la fruición de Dios, sin ne- pasado de ese estado transitorio al definitivo de la completa e
gar por esto que después de la muerte subsiste la esperanza inamisible bienaventuranza, al cual esclusivamente se con-
en las almas detenidas en el Purgatorio, que indudablemente creta la conclusión del testo.
CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O V. 433
(1) La Vulgata antepone (v. 17) in agnilione cjus, locución la restricción allí consignada, según puede verse en su Con-
que el Santo Doctor escribe pospuesta y agnitionem en acusa- clusión ; parece muy natural insista de nuevo en ampliar de-
tivo. Véase en la 1." P. la nota 1, pág. 205, dclT. l.° talladamente lo relativo á la parte de fe, ó sea , al concepto de
(2) No (leja de parecer estraño limite aquí á la fe su aser- la misma remanente en el estado de gloria, como aclaración y
ción, como en el desarrollo do la demostración en las conside- más decisiva corroboración de lo establecido acerca de ella en
raciones ó argumentos comprobantes, habiendo incluido tam- el citado a. 3. Esto basta á justificar la conveniencia y hasta
bién la esperanza en la tesis del epígrafe, como también es- cierto punto necesidad del presente a. 5, que hada tiene de
presamente en la primeva de las objeciones. No ha faltado redundante ó superíluo, siendo por el contrario muy oportuno
quien en vista do esto sospechase la intrusión de las palabras y procedente ; toda vez que en el tercero (sin duda por no
velspcicn el aludido encabezamiento de este artículo, á pesar hacerlo demasiado estenso, ó quizá con el fin de caracterizar
de hallarse en todos los manuscritos y ediciones ; fundándose más gráficamente la distinción allí insinuada y á todas luces
en que respecto de la esperanza deja ya demostrada (a. 4) su más notable y digna de atención) no ha apurado el asunto
insubsistencia después de la glorificación ; y aunque también tan completa y distintamente, como fuera de desear y lo ha
'Hieda sentado (a. 3) lo propio en cuanto á la fe, si bien con hecho en el 4." respecto de la esperanza.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 28
434 CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS V Y VI.
Pero se llama animal lo que tiene natura- porque, como se dice ( i Cor. 13, 10),
leza sensitiva, y racional lo que la tiene cuando viniere lo que es perfecto, abolido
intelectiva, y el hombre las tiene ambas: será lo que es en parte, esto es, lo que es
y así el mismo todo se significa por estas imperfecto. E s así que la caridad del ca-
tres cosas, aunque no del mismo modo. mino (3) es imperfecta. L u e g o quedará
Se ve pues que, no siendo la diferencia abolida, cuando llegare la perfección de
sino designativa del g é n e r o , quitada la la gloria.
diferencia, no puede la sustancia del g é - 2.° L o s hábitos y los actos se distin-
nero perseverar la misma; porque no g u e n según sus objetos ( 4 ) . P e r o el ob-
persevera l a misma animalidad, si h a y jeto del amor es el bien aprendido. Sien-
otra alma que constituya al animal. A s í do pues diferentes la aprensión de la
que no puede ser que el conocimiento presente vida y l a consecución de la fu-
idéntico en n ú m e r o , que antes fue enig- tura, parece que no persevera la misma
mático , se haga después visión patente : la caridad en una y otra.
lo cual evidencia que nada de lo que hay 3.° D e las cosas incluidas en un mismo
en la fe persevera en la patria lo mismo concepto (5) lo imperfecto puede llegar
en número ó especie, sino solo lo mismo á la igualdad de la perfección (6) por el
en género. continuo aumento. M a s la caridad de
A l argumento 1.° diremos que, quitado esta vida (vice) nunca puede llegar á la
lo racional, no persevera vivo lo mismo igualdad de la caridad de la patria, por
en número, sino lo mismo en género, c o - más que se aumente. L u e g o parece que
mo se v e por lo dicho. la caridad de esta vida no persevera en
A l 2.° que la imperfección de la luz de la patria celestial.
la candela no se opone á la perfección de P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
la luz solar, porque no dicen relación á (i Cor. 13,8): la caridad nunca fenece.
un mismo sujeto (1) : pero la imperfec- Conclusión. La caridad, virtud per-
ción de l a fe y la perfección de la gloria se fecta y sin mezcla alguna de imperfec-
oponen entre s í , y se refieren á un mismo ción, no queda abolida por la perfección
sujeto; y por lo tanto no pueden coexis- de la gloria; sino que indudablemente
tir j u n t a s , como ni la claridad del aire persevera la misma en número.
con su obscuridad. Responderemos que, como se ha dicho
A l 3.° que el que pierde el dinero, no (a. 3), cuando la imperfección de alguna
pierde la posibilidad de tenerlo; y por cosa no es esencial á su misma especie,
eso convenientemente persevera el hábito nada obsta el que la misma en número,
de l a liberalidad. Mas en el estado de l a que antes fue imperfecta, venga después
gloria, no solamente se quita el objeto á ser perfecta ; como el hombre se per-
de la fe en a c t o , que es lo no visto; sino fecciona por el aumento, y l a blancura
también en cuanto á s u posibilidad (2) por la intensidad. Empero la caridad es
por la estabilidad de la bienaventuranza: amor, cuya noción no entraña imperfec-
y por tanto vanamente perseveraría t a l ción alguna ; porque puede ser de lo ha-
hábito. bido y de lo no habido, de lo visto y lo
no visto : de donde se sigue que la cari-
ARTÍCULO V I . — P e r s e v e r a l a enrulad
dad no queda abolida por la perfección
d e s p u é s de e s t a vida e n l a gloria ?
de la gloria, sino que persevera la misma
en número.
l.° Parece que la caridad no perma- A l argumento 1.° duremos que la im-
nece después de esta vida en l a gloria: perfección de la caridad l a afecta acci-
(1) Otros leen objecíum : aquí es lo mismo. (5) Ó que son de idéntica naturaleza (unius ralionis}.
(2) Esto es, cesa también el hábito, que es el aeto en po- (0) Nicolai propone, como dudando, si en lugar de perfeelif
tencia, como más comunmente suele espresarse el Santo en el nia debería acaso sustituirse perfeclioris (de lo más perfecto),
lenguaje técnico escolástico. como efectivamente parece más conforme con el sentido del
(3) Del hombre en su estado de viador durante la vida mor- contesto; mas la unanimidad de todos los ejemplares tanto
tal en este mundo, como fácilmente se deja interpretar. manuscritos como impresos no parece consentir la variación,
(4) Los actos inmediatamente ; mas los hábitos mediante toda vez que por otra parte queda así perfectamente á salvo
los actos, que los dan á conocer y los distinguen, según ya la intención del Autor, como es palmario.
antes queda anotado (C. 57, a. 2) pág. 381, nota 2.
CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O V I . 435
CUESTIÓN LXVIIL
De los dones.
Destinamos á la esposicion de este asunto los siguientes ocho artículos. l.° Se diferencian los d o -
nes d é l a s virtudes?—2.° Necesidad de los dones.—3." Los dones son hábitos?—4." Cuáles y cuántos
son ? —5." Están conexionados entre sí los dones? —6.° Perseveran en la g l o r i a ? — 7i° Comparación
de los dones entre sí. — 8.° Comparación de los dones con las virtudes.
ARTÍCULO I. —so diferencian ios do- 3.° L a s c o s a s , que tienen una misma
nes de las virtudes ? definición, son también las mismas ; y la
definición de la virtud conviene á los
1." Parece que los dones no se distin- d o n e s , pues cada don es « buena cuali-
guen de las virtudes : porque San Gre- » dad de la m e n t e , con la cual se vive
gorio (Moral. 1. 1, c. 1 2 ) , esponiendo » bien » etc. Asimismo la definición del
aquello de J o b (1, 2 ) , le nacieron siete don conviene á las virtudes infusas, puesto
hijos, dice: « siete hijos nos nacen á nos- que el don es una dádiva sin devolución
»otros, cuando por la concepción del (irredibilis) según Aristóteles ( T o p . 1.4,
»buen pensamiento del Espíritu Santo c. 4 , lug. 50.) L u e g o las virtudes y los
» nacen en nosotros las siete virtudes » ; dones no se distinguen.
y añade aquello que se lee (Is. 11, 1) : 4.° Varios de los que se enumeran
reposará sobre él el espíritu... de la in- entre los dones son virtudes : porque,
teligencia, etc., donde se enumeran los como se ha dicho ( C. 57, a. 2 ) , la sabi-
siete dones del Espíritu Santo. L u e g o duría , el entendimiento y la ciencia son
los siete dones del Espíritu Santo son virtudes intelectuales; el consejo perte-
virtudes. nece á la prudencia, la piedad es especie
2.° S. Agustín (Qq. E v a n g . 1. 1, q. 8) de j u s t i c i a , y la fortaleza cierta virtud
esponiendo aquello ( M a t t h . 1 2 ) ( 1 ) : moral. L u e g o parece que los dones y las
entonces va y toma otros siete espíritus, virtudes no se distinguen.
etc., dice : « los siete vicios son contra- Por el contrario, S. Gregorio (Moral.
»rios á las siete virtudes del Espíritu 1. l , c . 12) distingue siete dones, que dice
» Santo » , esto es , á los siete dones. E s son significados por los siete hijos de J o b ,
así.que hay siete vicios contrarios á las de las tres virtudes teológicas represen-
virtudes comunmente dichas. L u e g o los tadas según él en las tres hijas de J o b ;
dones no se distinguen de las virtudes y (Moral. 1. 2, c. 26) distingue los mismos
comunmente dichas. siete dones de las cuatro virtudes cardi-
(I) Aunque en el lugar aquí citado se habla del demonio ó en el testo de la SUMA no se halla en dicho pasaje de San Ma-
del maligno espíritu, como apoderado del cuerpo de algún teo, y sí en el Evangelio de San Lúeas (11, 20). Véase lo di-
energúmeno; la especificación do los siete espíritus mencionados cho en el T. 1." nág. 205, nota 1.
436 CUESTIÓN LXVIII. — A R T Í C U L O I.
nales, que dice se simbolizan por los cua- distinción fuese aceptable , todas las vir-
tro ángulos de la casa. tudes deberían estar en la fuerza apetitiva
Conclusión. El don [ 1 ] no puede dis- y todos los dones en la razón. Otros pues,
tinguirse por el significado de su nombre; atendiendo á que S. Gregorio dice ( Mo-
sino que [ 2 ] se distingue de la virtud por ral. 1. 2 , c. 26) que « e l don del Espíritu
la razón de la respectiva moción de una » Santo, que en la mente á él subordinada
y otro, según proceda de la razón ó del » forma la prudencia , la t e m p l a n z a , la
Esphñtu Santo. » justicia y la fortaleza fortifica la misma
Responderemos q u e , si se habla del » mente contra todas y cada una de las
don y de la virtud según el significado »tentaciones por medio de los siete do-
del nombre, así ninguna oposición tienen » nes» ; dijeron que las virtudes se orde-
entre sí : porque la razón de la virtud se nan á obrar bien, y los dones á resistir á
t o m a , según que perfecciona al hombre las tentaciones. Empero ni esta distinción
para bien obrar, como se ha dicho ( C . 5 5 , b a s t a , porque también las virtudes resis-
a. 3 y 4 ) ; y la del don según su compara- ten á las tentaciones incitativas á los pe-
ción con la causa, de que procede. Empero cados, que contrarían á las virtudes; pues
nada obsta que lo que procede de otro, que cada cosa resiste naturalmente á su
como el d o n , sea más perfectivo de al- contraria, lo cual se ve principalmente en
guno para obrar b i e n , principalmente la caridad, de la que se dice (Cant. 8, 7):
habiendo dicho ya ( C . 6 3 , a. 3 ) que hay las muchas aguas no pudieron estinguir
en nosotros ciertas virtudes infusas por la caridad. Mas otros, considerando que
Dios. D e donde se infiere que según esto estos dones se enseñan en la Sta. Escri-
el don no puede diferenciarse de la vir- t u r a , según que existieron en Cristo,
tud, por cuya razón algunos (1) sentaron como se ve ( I s . 1 1 ) , dijeron que las vir-
que los dones no deben distinguirse de las tudes se ordenan simplemente á obrar
virtudes. Quédales empero no menor difi- b i e n ; pero que los dones se ordenan á
cultad, cual es la de señalar la razón por que por su medio nos hagamos semejan-
que ciertas virtudes se llaman d o n e s , y tes á Cristo, principalmente en cuanto á
no todas ; y porqué algunas se computan lo que padeció , porque en su pasión es
entre los dones , los cuales no se cuentan donde resplandecieron sobre todo tales
entre las virtudes, como se ve en el temor. dones. P e r o esto tampoco parece ser su-
P o r esto dijeron otros que los dones de- ficiente ; porque el mismo Señor princi-
ben distinguirse de las virtudes ; mas no palmente nos escita á conformarnos con
fijaron la conveniente causa de la distin- él según la humildad y la mansedumbre
ción , de tal modo que fuese común á las ( M a t t h . 1 1 , 2 9 ) : aprended de mí, que soy
virtudes y de ningún modo lo fuese á los manso de corazón y humilde, y según la
d o n e s , ó al contrario : p o r q u e , conside- caridad (Joan. 15, 12): que os améis mu-
rando algunos, que entre los siete dones tuamente, como yo os amé; y también estas
cuatro pertenecen á la razón, á saber; la virtudes resplandecieron señaladamente
sabiduría, la ciencia, el entendimiento y en la pasión de Cristo. P o r lo tanto, para
el c o n s e j o , y los otros tres á la fuerza distinguir los dones de las virtudes, debe-
apetitiva, que son la fortaleza, la piedad mos seguir el modo de hablar de la Santa
y el temor ; establecieron que los dones Escritura, en la cual se nos enseñan no
perfeccionaban el libre albedrío, según ciertamente con el nombre de dones, sino
que es facultad de la r a z ó n , mas las vir- más bien de espíritus : pues así se dice
tudes según que es facultad de la volun- ( I s . 2 1 , 2) : reposará sobre él el espíritu
tad ; por cuanto hallaron dos solas virtu- de sabiduría y de inteligencia , etc., con
des en la razón ó entendimiento, á saber, las cuales palabras se da á entender ma-
la fe y la prudencia, y las otras en la nifiestamente que estos siete (dones) se
fuerza apetitiva ó afectiva. P e r o , si esta enumeran a l l í , según que están en nos-
(1) Los escotistas no admiten la distinción entre los dones está unánimemente adoptada por la casi generalidad de los
y las virtudes, y Silvio tiene por probable su opinión ; pero doctores católicos, y aun por los fieles comunmente según la
no lo es menos la contraría del Angélico Doctor aqui consig- esposicion de los catecismos puestos ordinariamente en manos
nada, y que con él defienden Cayetano, San Buenaventura, hasta de los niños en las escuelas cristianas con la aprobación
Medina, Valencia, Tanner, y bien pudiera decirse que hoy délos respectivos Prelados diocesanos.
CUESTIÓN LXVII1. — ARTÍCULOS I Y I I . 437
otros por inspiración divina, y la inspira- zon común de virtud, como que son cier-
ción significa cierta moción que proviene tas divinas virtudes , que perfeccionan al
de lo esterior. Porque es de considerar hombre en cuanto es movido por D i o s .
que hay en el hombre un doble principio Por eso aun Aristóteles (Ethic. 1. 7, c. 1)
movente : uno interior, que es la razón ; sobre la virtud común establece cierta
y otro esterior, que es D i o s , como arriba virtud heroica ó divina, según la cual
se ha dicho ( C . 9 , a. 4 y 6 ) ; y también algunos varones se llaman divinos.
Aristóteles dice lo mismo en el capítulo A l 2.° que los vicios, en cuanto van
De bona Fortuna ( c . 8, 1. 7, Magn. M o - contra el bien de la r a z ó n , contrarían á
ral.) Pero es manifiesto que todo lo que las virtudes ; mas, en cuanto van contra
se mueve , necesariamente debe ser pro- el divino instinto, se oponen á los dones:
porcionado al motor; y esta es la perfec- porque lo mismo contraría á'Dios y á la
ción del móvil, en cuauto es movible, dis- razón, cuya luz se deriva de Dios.
posición por la cual se dispone para ser A l 3.° que aquella definición se da de
bien movido por su motor. A s í pues, la virtud según el común modo de la vir-
cuanto el movente es más a l t o , tanto es tud : por lo c u a l , si queremos restringir
necesario que el móvil se proporcione á él la definición á las virtudes, según que se
con más perfecta disposición; como ve- distinguen de los d o n e s , diremos que
mos conviene que el discípulo esté más aquello que se d i c e , « con la cual recta-
perfectamente dispuesto, para aprender » mente se vive 5>, se ha de entender de
de su maestro la doctrina más alta. Pero la rectitud de la vida tomada según la
es evidente que las virtudes humanas regla de la razón; y del mismo modo el
perfeccionan al h o m b r e , según que este d o n , según se distingue de la virtud in-
ha nacido para ser movido por la razón fusa , puede decirse aquello que es dado
en las cosas, que interior ó esteriormente por Dios en orden á la moción del mismo,
ejecuta. Conviene por consiguiente que porque hace que el hombre siga bien sus
haya en el hombre más altas perfeccio- instintos.
nes, según las cuales esté dispuesto para A l 4.° que la sabiduría se llama virtud
ser movido divinamente: y estas perfec- intelectual, según que procede del juicio
ciones se llaman d o n e s , no solo porque de la razón; pero se llama don, según que
son infundidas por D i o s , sino también obra por divino instinto. Y lo mismo debe
porque según ellas el hombre se dispone á decirse de las otras ( 2 ) .
hacerse prontamente movible por la ins-
piración divina, como se dice ( I s . 5 0 , 5 ) : A R T Í C U L O I I . — S o n n c c e s a r l o s al hom-
el Señor me abrió el oido, y yo no me re- bre los dones para s u salvación ?
sistí , no volví atrás 4 y Aristóteles dice
también (ibid.) que « á los que son movi- l.° Parece que los dones no son nece-
3> dos por instinto d i v i n o , no conviene sarios al hombre para su salud (3) ; pues
»aconsejarlos según la razón humana, los dones se ordenan á cierta perfección
» sino que sigan el interior instinto , por- sobre la perfección común de la virtud.
» que son movidos por un principio me- M a s no es necesario al hombre para su
»jor» que lo es la razón humana : y esto salud el que consiga tal perfección, que
es lo que algunos d i c e n , que los dones escede al común estado de virtud; porque
perfeccionan al hombre para actos más tal perfección no cae bajo precepto , sino
elevados que los actos de las virtudes. que es solo de consejo. L u e g o los dones
Al argumento 1.° diremos, que tales no son necesarios al hombre para su sal-
dones se llaman alguna vez virtudes se- vación.
gún la común razón de virtud; tienen sin 2.° Para la salvación del hombre basta
embargo algo sobreañadido ( 1 ) á la ra- que este se conduzca bien tanto acerca
(IJ Siípemcnicns en casi todos los códices y ediciones; pero (3) Al menos con necesidad absoluta é imprescindible, como
el de Tarragona pone suiiereminens. no pudiéndose obtener sin ella el fin, y que por lo mismo suele
(2) De aquí la definición descriptiva, que algunos dan de llamarse también necessitas ad esse, y vulgarmente por los teó-
los Dones del Espíritu Santo : « ciertas cualidades , por las logos y moralistas se espresa por la fórmula necessitate medii,
» que el hombre se dispone á dejarse mover con prontitud por en contraposición á la denominada de congruencia, necessitas
• 1 a inspiración divina estraordinaria, correspondiendo á ella ad teñe esse, de la que no se trata por ahora.
• y poniéndola en ejecución sin vacilación ni demora ».
438 CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O II.
de las cosas divinas como de las huma- l ó g i c a s , como arriba se ha dicho ( C . 62,
rías. E s así que por medio de las virtudes a. 1): y , aunque esta segunda perfección
teológicas el hombre se porta bien acerca es mayor que la primera, sin embargo la
de las cosas divinas, y por medio de las primera perfección la posee el hombre
virtudes morales acerca de las humanas. de un modo más perfecto que la segun-
L u e g o los dones no son necesarios al da ; pues la primera la tiene el hombre
hombre para la salvación. como posesión p l e n a , mas la segunda
3.° San Gregorio dice ( Moral. 1. 2 , como posesión imperfecta, porque im-
c. 2 6 ) ( 1 ) que « el Espíritu Santo da perfectamente amamos y conocemos á
» sabiduría contra la n e c e d a d , entendi- D i o s . P e r o es manifiesto que todo lo
» miento contra la rudeza, consejo contra que tiene perfectamente naturaleza ó al-
» la precipitación, fortaleza contra el te- guna forma ó virtud, puede per se obrar
» m o r , ciencia contra la ignorancia, pie- según e l l a , sin escluir la operación de
» dad contra la dureza y humildad contra Dios, que obra interiormente en toda na-
» l a soberbia » . E s así que puede apli- turaleza y voluntad ; mas lo que tiene
carse suficiente remedio para quitar todos imperfectamente alguna naturaleza ó for-
estos (defectos) por medio de las virtu- ma , ó v i r t u d , no puede obrar por sí,
des. L u e g o los dones no son necesarios si no es movido por otro: como el sol,
al hombre para su salvación. por ser perfectamente luminoso, puede
Por el contrario : entre los dones pa- alumbrar por sí mismo ; pero la luna, en
rece que el sumo es la sabiduría, y el ín- la cual está imperfectamente la natura-
fimo el temor (2). Pero ambas cosas son leza de la l u z , no ilumina sino siendo
necesarias para la salvación; porque de iluminada. También el médico, que sabe
la sabiduría se dice ( S a p . 7, 28) : Dios perfectamente el arte de la medicina,
no ama á nadie, sino á aquel que mora puede obrar por sí ; pero su discípulo,
con la sabiduría ; y del temor ( E c c l i . que aún no está plenamente instruido,
1, 2 8 ) : el que está sin temor, no podrá no puede obrar por s í , si no es instruido
ser justificado. L u e g o también los otros por aquel. A s í pues respecto de aquellas
dones intermedios son necesarios para la cosas, que están bajo el dominio de la ra-
salvación. zón humana, es decir, en orden alfin con-
Conclusión. Los dones del Espíritu natural al hombre , este puede obrar por
Santo son necesarios al hombre [1] para el juicio de la razón; sin embargo, si
conseguir su fin sobrenatural de la bien- también en esto es ayudado el hombre
aventuranza ; al que no basta á condu- por D i o s por especial instinto, esto será
cirle la razón [ 2 ] aun informada imper- por efecto de su bondad superabundante.
fectamente por las virtudes teológicas, si A s í que según los filósofos no todo el que
bien le basta para la consecución de su tenía las virtudes morales adquiridas, te-
fin connatural [ 3 ] la moción de su razón nía virtudes heroicas ó divinas. Pero en
sin el divino impulso. orden al fin último sobrenatural, al cual
mueve la razón, según que está de alguna
Responderemos que, como se ha dicho
manera é imperfectamente informada por
(a. 1 ) , los dones son ciertas perfecciones
las virtudes teológicas, no basta la misma
del hombre, con las cuales se dispone para
moción de la razón, si de arriba no sobre-
seguir bien el instinto divino. D e donde
viene el instinto y la moción del Espíritu
se sigue que en las cosas, en que no basta
Santo, según aquello ( R o m . 8 , 14 ) : los
el instinto de la r a z ó n , sino que es nece-
que son movidos por el espíritu de Dios,
sario el impulso del Espíritu S a n t o , es
esos son hijos de Dios, y herederos; f
por consiguiente necesario el don. M a s la
( P s . 1 4 2 , 10) : tu buen espíritu me con^
razón del hombre es de dos modos per-
ducirá á la tierra recta; porque á la he-
feccionada por D i o s : 1.° con natural per-
redad de aquella tierra de los bienaven-
fección , es á saber, según la luz natural
turados nadie puede arribar, si no es mo-
de la razón; y 2° con cierta sobrenatural
vido y guiado por el Espíritu Santo: J
perfección por medio de las virtudes teo-
(i) Capítulo 26 en los ejemplares radiemos, correspondiente (2) Según la enumeración consignada por Isaías (c. llj
ál 36 de los antiguos. v. 2 y 3 ) .
CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULOS II Y III. 439
por tanto , para conseguir aquel último vido por el espíritu de D i o s , como se ha
fin, necesario es que el hombre tenga el dicho (a. 1 y 2 ) . Mas en cuanto es mo-
don del Espíritu Santo. vido por el espíritu de Dios el hombre,
A l argumento 1.° diremos que los do- este es como instrumento respecto de él;
nes esceden á la común perfección de las y no conviene que el instrumento sea per-
virtudes, no en cuanto al género de obras, feccionado por el hábito, sino el princi-
al modo que los consejos preceden á los pal agente. L u e g o los dones del Espíritu
preceptos ; sino en cuanto al modo de Santo no son hábitos.
obrar, según que es movido el bombre 3.° A s í como los dones del Espíritu
por un principio más alto. Santo son por inspiración divina, del
A l 2.° que por las virtudes teológicas mismo modo el don de la profecía. E s
y morales no se perfecciona el hombre de así que la profecía no es hábito; porque
tal modo en orden al último fin, que no no siempre inspira á los profetas el espí-
necesite siempre ser movido por cierto ritu de profecía, como dice San Grego-
superior instinto del Espíritu S a n t o , por rio en la primera homilía sobre Ezequiel.
la razón ya dicha. L u e g o tampoco los dones del Espíritu
A l 3.° que á la razón humana no son Santo son hábitos.
couocidas todas las c o s a s , ni todas posi- Por el contrario, dice el Señor á los
bles , ya se considere como perfecta con discípulos, hablando del Espíritu Santo
perfección natural, ó y a por las virtudes (Joann. 1 4 , 17) : morará con vosotros
teológicas. D e donde se sigue que no pue- y estará con vosotros. M a s el Espíritu
de en cuanto á todas las cosas rechazar Santo no está en el hombre sin sus dones.
la estulticia y otras cosas semejantes , de L u e g o sus dones permanecen en los hom-
que allí se hace mención. P e r o aquel, á bres. L u e g o no solo son actos ó pasiones,
cuya ciencia y potestad están sometidas sino también hábitos permanentes.
todas las c o s a s , con su moción nos para Conclusión. Los dones del Espíritu
seguros, de toda necedad é ignorancia y Santo son ciertos hábitos, con los cuales
torpeza y dureza, y demás semejantes: y el hombre se perfecciona para obedecerle
por t a n t o , los dones del Espíritu Santo, prontamente.
que nos hacen seguir bien el instinto del Responderemos que, como se ha di-
mismo, se dice que se nos dan contra cho (a. 1 ) , los dones son ciertas perfec-
tales defectos. ciones del hombre, con que este se dis-
pone para seguir bien el instinto del E s -
ARTÍCULO III. — LOS dones del E s p í . píritu Santo. Pero es manifiesto por lo
íltu Santo son h á b i t o s ? dicho ( C 5 6 , a, 4 ; y C. 5 8 , a. 1 ) , que
las virtudes morales perfeccionan la fuer-
l.° Parece que los dones del Espíritu za apetitiva, según que participa en al-
Santo no son hábitos : porque hábito es gún modo de la razón, en cuanto natu-
una cualidad, que permanece en el hom- ralmente puede ser movida por el impe-
bre ; pues es « cualidad difícilmente m o - rio de la razón. D e este modo pues los
vible», como se dice en los Predicamen- dones del Espíritu Santo se refieren á
tos (c. De qualit.). E s así que es propio los hombres en comparación con el Espí-
de Cristo que los dones del Espíritu San- ritu S a n t o , como las virtudes morales á
to descansen en é l , como se dice ( I s . 11, la fuerza apetitiva, comparada con la
Joann. 1 , 3 3 ) ' : aquel sobre quien vie- razón. Empero las virtudes son ciertos
res descender el Espíritu y reposar so- hábitos, con los cuales se disponen las
bre él, este es el que bautiza; lo cual fuerzas apetitivas para obedecer pronta-
esponiendo San Gregorio (Moral. 1. 2, mente á la razón. D e donde se infiere que
c 27 ) , dice : «sobre todos los fieles vie- asimismo los dones del Espíritu Santo
»ne el Espíritu S a n t o , pero en solo el son ciertos hábitos, con los cuales se
»Mediador singularmente persevera». perfecciona el hombre, para obedecer
Luego los dones del Espíritu Santo no prontamente al Espíritu Santo.
son hábitos. A l argumento 1.° diremos, que S a n
2.° L o s dones del Espíritu Santo per- Gregorio (ibid. c. 2 8 ) resuelve (la difi-
feccionan al hombre, según que es mo- cultad), diciendo que « e n aquellos do-
440 CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULOS III Y IV.
» ríes, sin los cuales no se puede llegar á dones pertenecientes á las virtudes teo-
» l a vida (eterna), el Espíritu Santo per- lógicas.
»severa siempre en todos los escogidos ; 4.° A s í como D i o s es temido; es tam-
» pero en los otros no siempre permanece». bién amado, y del mismo espera uno y
M a s los siete dones son necesarios para se deleita en él. Pero el amor, la espe-
la salud, como se ha dicho (a. 2 ) ; y por ranza y la delectación son pasiones que
lo mismo en cuanto á ellos el Espíritu se condividen con el temor. L u e g o , así
Santo siempre permanece en los Santos. como el temor se llama d o n , también las
A l 2.° que aquella razón procede del otras tres deben serlo.
instrumento, del cual no es propio el 5.° A l entendimiento va adjunta la sa-
obrar, sino solo servir para obrar. M a s biduría que lo rige, á la fortaleza el con-
el tal instrumento no es el hombre; sino sejo, y á la piedad la ciencia. Luego
que es movido por el Espíritu Santo, también al temor debió añadirse algún
obrando también él, en cuanto es de libre don directivo. L u e g o inconvenientemente
albedrío; por lo que necesita de hábi- se enumeran los siete dones del Espíritu
to ( 1 ) . Santo.
A l 3.° que la profecía versa acerca de Por el contrario está la autoridad de
los dones, que se refieren á la manifesta- la Santa Escritura.
ción del Espíritu, mas no á la necesidad Conclusion. Siete'' son los dones del
de la salvación. Ñ o hay pues paridad. Espíritu Santo, con los que el hombre es
perfeccionado para obrar bien según las
virtudes intelectuales y morales : sabidu-
A R T Í C U L O I V . — ¿ S e e n u m e r a n con-
ría, inteligencia, consejo, fortaleza, cien-
v e n i e n t e m e n t e l o s siete dones del Espíritu
cia, piedad y temor.
Santo?
Responderemos que, como se ha dicho
(a. 3 ) , los dones son ciertos hábitos, que
l.° Parece que inconvenientemente se perfeccionan al hombre, para que siga
enumeran siete dones del Espíritu Santo: prontamente el instinto del Espíritu San-
porque en aquella enumeración se esta- to ; como las virtudes morales perfeccio-
blecen cuatro pertenecientes á las virtu- nan las fuerzas apetitivas, para obedecer
des intelectuales, á saber, sabiduría, en- á la razón. P e r o , así como las fuerzas
tendimiento, ciencia y c o n s e j o , lo cual apetitivas han sido dadas naturalmente,
pertenece á la prudencia; pero nada se para ser movidas por el imperio de la
establece allí, que pertenezca al arte, que razón ; así todas las fuerzas humanas,
es la quinta virtud intelectual: y también para ser movidas por el instinto de Dios,
del mismo modo se establece algo que como por cierta superior potencia : y por
pertenece á la justicia, como es la pie- tanto en todas las fuerzas del hombre,
d a d , y algo concerniente á la fortaleza, que pueden ser principios de los actos
cual es el don de fortaleza ; y nada que h u m a n o s , como h a y virtudes, del mismo
se refiera á la templanza. L u e g o insufi- modo también h a y dones ; esto e s , en la
cientemente se enumeran los dones. razón y en la fuerza apetitiva. Mas la
2° L a p i e d a d . e s parte de la justi- razón es especulativa y p r á c t i c a , y en
cia ( 2 ) . E s así que acerca de la forta- una y otra se considera la aprensión de la
leza no se asigna parte alguna de ella, verdad, que pertenece á la invención y al
sino la misma fortaleza. L u e g o no debió juicio acerca de la verdad. P a r a la apren-
ingerirse la piedad, sino la misma jus- sión pues de la verdad se perfecciona la
ticia. razón especulativa por medio del enten-
3.° L a s virtudes teológicas nos orde- dimiento, y la práctica por el consejo; y,
nan principalmente á Dios. Perfeccio- para juzgar rectamente, la especulativa
nando pues los dones al hombre, según se perfecciona mediante l a sabiduría j
que es movido por D i o s , parece que de- la práctica por la ciencia : empero la
bieron haberse establecido algunos otros virtud apetitiva en lo concerniente á otro
se perfecciona por la piedad, y en lo que
(1) Consúltese la C. 21, a. 4 al 2." se refiere al mismo individuo por medio
(2) Parte potencial únicamente, como aneja á la justicia de la fortaleza contra el temor de los
misma, Véase P. 2.*-2,«, C. 99, y C, 103,
CUESTIÓN L X V Í I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 441
5> de las tentaciones instruye la mente con cuanto á su esencia, y en este sentido
» sus siete dones ». E s así que en la g l o - perfectísimamente los habrá en la gloria,
ria no habrá tentación alguna, conforme como se ve por la autoridad aducida de
á aquello ( Is. 1 1 , 9) : no dañarán, y no S. A m b r o s i o ; siendo la razón de esto
matarán en todo mi santo monte ( 1 ) . que los dones del Espíritu Santo perfec-
Luego no existirán en la gloria los do- cionan la mente humana para seguir la
nes del Espíritu Santo. moción del Espíritu S a n t o , lo cual se
2.° L o s dones del Espíritu Santo son verificará principalmente en la gloria,
ciertos hábitos, como se ha dicho arriba cuando Dios lo será todo en todos, como
(a. 3); y en vano lo serían donde no pue- se dice ( i Cor. 15, 28), y cuando el hom-
de haber actos: y , como no pueden existir bre estará totalmente sometido á D i o s ;
en el cielo los de ciertos dones, pues dice 2 . en cuanto á la materia, acerca de la
a
(1) Ésto debe entenderse en sentido analógico (T. l.° pági- por los animales venenosos mencionados en el pasaje comen-
na 14), según insinúa San Jerónimo combatiendo á los judíos, tado) á quien resista á sus sugestiones con el auxilio de Dios.
que soñaban con cierta bienaventuranza temporal en la abun- (2) AUiiUur (es regada por todas partes ó en todas direc-
dancia do toda clase do bienes y delicias terrenales sin ningún ciones) ; y no ablitilur (es lavada), como equivocadamente se
genero do sufrimientos ; aplicándolo espresamen te á la Iglesia, halla en algunas ediciones y aun códices manuscritos, y so
en la que ningún daño pueden causar los demonios (simbolizados deja colegir dol sentido mismo del contesto bien interpretado.
CUESTIÓN L X V I I t . — ARTÍCULOS VI Y V l ¡ .
» ser precipitado » , lo cual es necesario porque aquello parece ser lo más princi-
al p r e s e n t e , y ademas que ce llena el pal en los dones, que Dios exige sobre
» ánimo de razón » , lo que es necesario todo en el hombre; y tal es el temor,
aun en el (estado) futuro. Hablando de pues se dice (Deut. 10, 12) : y ahora, Is-
la fortaleza dice que ce no teme lo ad- rael, ¿qué te pide el Señor Dios tuyo,
» verso » , lo que es necesario al presente; sino que temas al Señor tu Dios ? y
por otra parte que « suministra alimento (Malaq. 1, 6) : si yo soy el Señor, ¿dón-
» á la confianza », lo que permanece tam- de está mi temor? L u e g o parece que el
bién en el futuro. Mas sobre la ciencia temor, que se enumera el último, no es
establece tan solo una cosa, y es que cesu- el ínfimo de los dones, sino el máximo.
»pera el ayuno de la ignorancia», lo cual 2.° L a piedad pnrece ser cierto bien
pertenece al estado presente; y lo que universal; pues dice el A p ó s t o l ( i Tim.
añade, ce en el seno de la mente » , puede 4,8) que «.la piedad para todo es útil» (2).
figuradamente entenderse por la pleni- Pero el bien universal se prefiere á los
tud del conocimiento, que pertenece tam- bienes particulares. L u e g o la piedad, que
bién al estado futuro. Respecto de la pie- se enumera la penúltima, parece ser el
dad dice que cellena los senos del corazón más principal de los dones.
» de obras de misericordia » , lo cual lite- 3.° L a ciencia perfecciona el juicio del
ralmente pertenece tan solo al estado pre- hombre; mas el consejo pertenece á la
sente ; pero el mismo íntimo afecto de los investigación. E s así que el juicio aven-
prójimos, designado por las entrañas, per- taja á la investigación. L u e g o la ciencia
tenece también al futuro e s t a d o , en el es mejor don que el consejo, y sin em-
cual la piedad no exhibirá obras de mi- bargo se enumera después.
sericordia, sino afecto de congratulación. 4.° L a fortaleza pertenece á la poten-
P o r lo que hace al temor dice que « re- cia apetitiva, y la ciencia á la razón.
» prime la m e n t e , para que no se enso- Pero la razón es más escelente que la
b e r b e z c a de las cosas p r e s e n t e s » , lo fuerza apetitiva. L u e g o también la cien-
que pertenece al estado presente ; y que cia es más eminente don que la fortaleza,
« conforta con alimento de esperanza la cual no obstante se enumera la prime-
» acerca de las cosas futuras » , lo cual ra. N o se considera pues la dignidad de
pertenece también al estado presente en los dones según el orden de su enume-
cuanto á la esperanza, pero puede perte- ración.
necer también al estado futuro en cuanto Por el contrario, dice San Agustín
al confortamiento de las cosas aquí es- ( D e serm. D o m . in monte, 1. 1 , c. 15):
peradas y allí obtenidas. ce me parece que la septiforme operación
A l 3.° que aquella razón procede de » del Espíritu Santo, de que habla Isaías,
los dones en cuanto á la. materia; porque » conviene por estos grados y dictáme-
las obras de la vida activa no serán ma- » nes » , de los cuales se hace mención
teria de los dones, sino que todas tendrán (Matth. 5 ) , ce pero interesa p\. orden;
sus actos propios acerca de lo pertene- » porque allí ( en I s a í a s ) la enumeración
ciente á la vida contemplativa, que es la » empieza por los más escelsos dones, y
vida bienaventurada. » aquí por los inferiores ».
Conclusión. La dignidad de los do-
A R T Í C U L O V I I . — « s e considera i a nes corresponde en parte absolutamente
dignidad de l o s dones s e g ú n la e n u m e r a c i ó n al orden de enumeración consignado por
de I s a í a s (c. « « ) ? Isaías, y en parte según el orden de ma-
teria; precediendo en el primer concepto
l.° Parece que la dignidad de los do- la sabiduría y el entendimiento al consejo
nes no se considera según la enumera- y fortaleza, que en el segundo se ante-
ción consignada ( I s . 1 1 , 2 y 3 ) ( 1 ) : ponen á la ciencia y la piedad.
(1) Véase la Conclusión del art. 4.° de Dios y obra de misericordia, y Santo Tomás apoyado en
(2) Haymon entiende aquí por piedad obra de misericor- ella parece trasladar su acepción de respetuosa benevolencia
dia, y Primasio socorro al atribulado; pero más en armonía á los padres y á la patria, en cuyo sentido emplea también
con el testo griego, que significa buen culto, interpreta Teo- Cicerón la misma voz pietalem, á significar veneración 6 reve-
doreto vida laudable, y San Juan Crisóstomo vida pura y es- rente culto á Dios, conforme también en esto con lo opinión
celen te trato, La Glosa acole las dos interpretaciones de culto de Son Agustín {De civ. Bel, 1. 20, c. 1).
CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULO VII Y VIII. 445
Responderemos, que la dignidad de los las palabras del Apóstol con todos los
dones puede considerarse de dos modos : dones de D i o s , sino solo con el ejercicio
1.° en absoluto por comparación á los corporal, del cual había dicho que es
propios a c t o s , según que proceden de módicamente útil.
sus principios; 2.° relativamente, (secun- A l 3.° q u e , aunque la ciencia se pre-
dum quidJ á la materia. Hablando en fiere al consejo por razón del juicio, sin
absoluto de la dignidad de los dones, es embargo el consejo se prefiere por razón
una misma la razón de comparación en de la materia : porque este no tiene lugar
ellos y en las virtudes ; porque los dones sino en las .cosas arduas, como se dice
perfeccionan al hombre para todos los ( E t h i c . 1. 3, c. 3 ) ; pero el juicio de la
actos de las potencias del alma, para los ciencia tiene lugar en todas las cosas.
que perfeccionan las virtudes, como se ha A l 4.° que los dones directivos, que
dicho (a. 3) : por lo cual, así como las pertenecen á la razón, son más dignos
virtudes intelectuales se prefieren á las que los dones ejecutivos, si se consideran
morales, y entre las mismas virtudes in- comparándolos con los actos, según que
telectuales, las contemplativas á las ac- emanan de las potencias ; porque la ra-
tivas, como la sabiduría (1), el entendi- zón se aventaja á la apetitiva, como el
miento y la ciencia á la prudencia y al que regula á lo regulado. Mas por razón
arte, de modo empero que la sabiduría de la materia se añade el consejo á la
se prefiere al entendimiento y el enten- fortaleza, como lo directivo á lo ejecu-
dimiento á la ciencia, como la prudencia t i v o , y del mismo modo la ciencia á la
y la synesis á la eubúlia; así también piedad; porque el consejo y la fortaleza
entre los dones la sabiduría y el entendi- tienen lugar en las cosas arduas, mas la
miento, la ciencia y el consejo se prefie- ciencia y la piedad aun en las comunes:
ren á la piedad, á la fortaleza y al temor, y por tanto el consejo juntamente con la
en los cuales también la piedad se pre- fortaleza por razón de la materia se enu-
fiere á la fortaleza y la fortaleza al te- mera antes que la ciencia y la piedad.
mor, como La justicia á la fortaleza y la
fortaleza á la templanza. Pero en cuanto
ARTÍCULO VIII. — D e b e n preferirse
á la materia la fortaleza y el consejo se
lns virtudes n los dones ?
prefieren á la ciencia y á la piedad ;
porque la fortaleza "y el consejo tienen l.° Parece que las virtudes deben pre-
lugar en las cosas arduas, y la piedad y ferirse á los dones: porque dice San
la ciencia en las cosas comunes. A s í pues Agustín ( D e Trin. 1. 15, c. 18) hablando
la dignidad de los dones corresponde al de la caridad: « nada hay más escelente
orden de la enumeración, en parte abso- » que este don de Dios ; él solo es el que
lutamente, según que la sabiduría y el »pone división entre los hijos del reino
entendimiento se prefieren á todos ; y en » eterno y los hijos de la eterna perdición.
parte según el orden de* materia, siendo » S e otorgan también por el Espíritu San-
así el consejo y la fortaleza antepuestos » t o otras dádivas, pero sin la caridad
á la ciencia y á la piedad. »nada aprovechan». E s así que la cari-
A l argumento 1.° diremos, que el te- dad es virtud : luego la virtud es mejor
mor se requiere principalmente como cier- que los dones del Espíritu Santo.
to principio de la perfección de los dones, 2.° L a s cosas, que son primeras, pa-
porque el principio de la sabiduría es recen ser naturalmente mejores. Pero las
el temor del Señor, y no porque sea más virtudes son anteriores á los dones del
digno que los demás ; porque primero es Espíritu S a n t o , pues dice San Gregorio
según el orden de la generación que uno (Moral. 1. 2, c. 26) que « el don del E s -
se aparte del mal, lo cual se verifica por » píritu Santo en la mente á él sometida
medio del temor, como se dice (Prov. 16), » forma antes que otras cosas la justicia,
que el que obre el bien, lo cual se verifi- » la prudencia, la fortaleza y la templan-
ca por los otros dones. » za; y de este modo gobierna después
A l 2.° que la piedad no se compara en » la misma mente con las siete virtudes,
(1) Las ediciones romanas inclusa la áurea ponen sapientia mas ediciones contestes con los códices de Alcañiz y Tarrago-
(la sabiduría al. entendimiento); pero todas las de-
inlelleclui na concuerdan con nuestra versión.
446 CUESTIÓN LXVIII. — A R T Í C U L O VIII.
» esto es, clones; de modo que la da sa- la mente humana; virtudes intelectuales,
» biduría contra la estulticia, entendi- por las que se perfecciona la misma ra-
» miento contra la rudeza, consejo contra zón ; y morales las que perfeccionan las
» l a precipitación, fortaleza contra el te- fuerzas apetitivas, para que obedezcan á
» m o r , ciencia contra la ignorancia, pie- la razón. M a s los dones del Espíritu
» dad contra la dureza, y temor contra la Santo son por los que todas las fuerzas
» soberbia». L u e g o las virtudes son me- del alma se disponen, para someterse á la
jores que los dones. moción divina. A s í pues parece ser la
3.° « D e las virtudes ninguno puede misma la comparación de los dones con
» usar mal)), como dice S a n Agustín ( D e las virtudes teológicas, por cuyo medio
lib. arb. 1. 2, c. 19); mas de los dones sí el hombre se une al Espíritu Santo que
puede uno usar m a l , pues dice San Gre- le mueve, que la comparación de las vir-
gorio (Moral. 1. 1, c. 18) que «inmola- tudes morales con las intelectuales, pol-
» mos la bostia de nuestro r u e g o , para las que se perfecciona la razón, que es la
» que la sabiduría no envanezca; ni el motora de las virtudes morales. P o r con-
» entendimiento, al discurrir sutilmente, siguiente, así como las virtudes intelec-
» y e r r e ; ni el consejo, al multiplicarse, tuales se prefieren á las morales y las
» confunda; ni la fortaleza, al infundir regulan; así también las virtudes teoló-
» confianza, precipite; ni la ciencia, al gicas se prefieren á los dones del Espí-
» conocer y no amar, bincbe; ni la pie- ritu Santo y los regulan: por lo cual dice
» d a d , mientras se inclina bajo la recti- San Gregorio (Moral. 1. 1, c. 12) que
» t u d , se tuerza; ni el temor, azorándose « ni á la perfección del denario los siete
» más de lo j u s t o , sumerja en la fosa de » h i j o s » , esto e s , los siete dones, « lle-
» la desesperación )). L u e g o las virtudes » g a n , si no se hace cuanto practican en
son más dignas que los dones del E s p í - » la fe, esperanza y caridad » . P e r o , si
ritu Santo. comparamos los dones con las otras vir-
Por el contrario: los dones se dan en tudes intelectuales ó morales, los dones
auxilio de las virtudes contra los defec- se prefieren á las virtudes, porque los
tos, como se ve por la autoridad aducida dones perfeccionan las fuerzas del alma
(arg. 2.°); y así se ve q u e perfeccionan en comparación al Espíritu Santo, que
lo que las virtudes no pueden perfeccio- m u e v e ; mas las virtudes perfeccionan ó
nar. L u e g o los dones son mejores que las la misma razón, ú otras fuerzas en orden
virtudes. á la razón. Empero es manifiesto que
Conclusión. Todas las virtudes teoló- para más alto motor conviene que lo mo-
gicas [ 1 ] , por las que el hombre se une al vible esté dispuesto con mayor perfec-
Espíritu Santo siguiendo su moción, son ción; por cuya razón son más perfectos
preferibles á los dones y los regulan; los dones que las virtudes.
mas [ 2 ] los dones son preferibles á las A l argumento 1.° diremos, que la ca-
virtudes intelectuales y morales, como ridad es virtud t e o l ó g i c a , la cual conce-
perfectivos de todas las potencias del al- demos que vale más que los dones.
ma en cuanto á la moción del Espíritu A l 2.° que una cosa es antes que otra
Santo. de dos maneras ( 1 ) : 1. en orden de a
mente aquellas, con las que se une á Dios de generación ó disposición, como el amor
(1) Entre las otras varias, cuya esplicacion se hace en la bien son apoyados por ellas que las corroboran ellos : aunque
enumeración expositiva de las llamadas categorías ; mas aquí segun algunos se otorgan también en auxilio de las mismas
se mencionan los solos dos conceptos de distinción pertinentes de diverso modo que lo prestan á las demás, es decir, á aque-
al actual propósito : y así las virtudes morales son en verdad llas como secunda un soldado más robusto y denodado á otro
posteriores á los dones en dignidad, por cuanto estos se orde- débil ó no tan aguerrido, y á estas á la manera que ayuda al
nan por Dios en auxilio y corroboración de aquellas, según señor su esclavo ; lo cual más bien que auxilio parece debiera
claramente se insinúa en el arg. Por el contrario ; mientras que con mayor propiedad decirse obsequio. Así el P. Nicolai.
las teológicas tienen prioridad respecto de los dones, que más
CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O VIII.
del prójimo precede al amor de Dios en por la caridad, la que no obra mal ( i Cor.
cuanto al acto; y en este sentido las vir- 1 3 , 4 ) ; y por tanto de la sabiduría, del
tudes morales é intelectuales preceden á entendimiento y de otras cosas semejan-
los dones, porque en el hecho d.e hallarse tes ninguno usa mal, según que son do-
el hombre bien dispuesto acerca de la nes del Espíritu Santo : mas, para que
razón propia se dispone bien para estarlo no se desvíen de la perfección de la cari-
en orden á Dios. dad,, un don es ayudado por otro; y esto
A l 3.° que la sabiduría y el entendi- es lo que San Gregorio quiere dar á en-
miento y semejantes son dones del E s p í - tender.
ritu S a n t o , según que son informados
CUESTIÓN LXIX.
De las bienaventuranzas.
incoación ó mérito predispositivo á ella, j> y así se verifica, que el ánimo desor-
refiriéndose así á la presente vida. » denado sea para sí su pena », y Aristó-
Responderemos, que acerca de estos teles dice (Ethic. 1. 9, c. 4) de los malos
premios los espositores de la Sagrada que «su alma lucha consigo misma, tra-
Escritura han hablado con diversidad: » yendo y llevando esto ó aquello de aquí
porque algunos dicen que todos estos » para a l l á » , y después concluye: « y , si
premios pertenecen á la bienaventuranza » t a n mísero es ser malo, bien merece
futura, como San Ambrosio sobre San » eludirse la malicia con empeño ». Y así
Lúeas ( c. 6, sobre aquello de Bienaven- también por el contrario los buenos, aun-
turados los pobres) ; pero San A g u s - que en esta vida no tengan algunas veces
tín (ibid.) dice que pertenecen á la vida premios corporales, nunca les faltan sin
presente, y San J u a n Crisóstomo en sus embargo los espirituales aun en esta
homilías ( H o m . 15 in Matth. á princ.) vida, según aquello ( M a t t h . 19, 2 9 ; y
que unos de aquellos pertenecen á la Marc. 10, 30): recibiréis cien tantos...
vida futura y otros á la presente. Para aun en este siglo.
cuya evidencia se ha de considerar que A l 3.° que todos aquellos premios se
la esperanza de la bienaventuranza futu- consumarán perfectamente en la vida fu-
ra puede hallarse en nosotros por dos tura ; mas entretanto también se incoarán
motivos : 1.° á causa de alguna prepara- de cierto modo en esta: porque el reino
ción ó disposición para la futura bien- de los cielos, como dice S a n A g u s t í n
aventuranza, lo cual es á manera de mé- (ibid.), puede entenderse como principio
rito; y 2.° por cierta incoación imperfecta de la sabiduría perfecta, según que em-
de la futura bienaventuranza en los va- pieza á reinar en ellos el espíritu. L a p o -
rones Santos aun en esta vida. Porque sesión de la tierra significa también el
de una manera se tiene esperanza de la buen afecto del alma reposando por el
fructificación del árbol, cuando su ramaje deseo en la estabilidad de la heredad
reverdece; y de otra cuando y a empiezan perpetua significada por la tierra. M a s se
á brotar las yemas de los frutos. A s í pues consuelan también en esta vida, partici-
aquellas cosas, que en las bienaventuran- pando del Espíritu S a n t o , que se llama
zas se indican como méritos, son ciertas Paracleto, esto e s , Consolador. Son sa-
preparaciones ó disposiciones para la turados también en esta vida con aquel
bienaventuranza ó perfecta ó incoada; y alimento, de que habla el Señor (Joann.
las que como premios, pueden ser ó la 4, 34): mi comida es que haga la volun-
misma bienaventuranza perfecta, y en tad de mi Padre. E n esta vida asimismo
este concepto pertenecen á la vida futu- consiguen los hombres la misericordia de
ra; ó alguna incoación de la, bienaventu- Dios é igualmente purificado el ojo por
ranza, como se halla en los varones per- el don de entendimiento, D i o s puede ser
fectos, y en este sentido los premios per- visto en cierto modo: así como en esta
tenecen á la presente vida: porque, cuan- vida á su vez los que pacifican sus movi-
do uno empieza á aprovechar en actos de mientos, acercándose á la semejanza de
virtudes y dones; puede esperarse de él D i o s , se llaman hijos de Dios. N o obs-
que llegará á la perfección de la vía, y á tante todo esto será más perfecto en la
la de la patria. gloria.
A l argumento 1.° diremos que la e s -
peranza es de la futura bienaventuran- A R T Í C U L O I I I . — S e enumeran con-
za como del último fin; puede tenerse venientemente l a s bienaventuranzas ?
también del auxilio de la gracia, como
de lo conducente al fin, según aquello l.° Parece que inconvenientemente se
(Ps. 27, 7) : en Dios esperó mi corazón, enumeran las bienaventuranzas: porque
y fui ayudado. estas se atribuyen á los dones, como se ha
A l 2.° que los malos, aunque algunas dicho (a. 1, al 1.°); mas de los dones unos
veces en esta vida no padecen penas pertenecen á la vida contemplativa, como
temporales, padécenlas sin embargo e s - son « l a sabiduría y el entendimiento»;
pirituales ; por lo cual dice San Agustín y ninguna bienaventuranza se constituye
(Conf. 1. 1, c. 12): « l o mandaste, Señor, en el acto de la contemplación, sino to-
SUMA TEOLÓGICA.'—TOMO II. •29
450 CUESTIÓN L X I X . — A R T Í C U L O I I I .
das en las cosas pertenecientes á la vida bienaventuranza futura, mas siendo im-
activa. L u e g o insuficientemente se enu- perfecta es cierta incoación de aquella.
m eran las bienaventuranzas. P o r eso el Señor designó primeramente
2.° A la vida activa no solo pertenecen ciertas bienaventuranzas, como destructo-
los dones ejecutivos, sino también algu- ras del obstáculo á la felicidad voluptuo-
nos directivos, como la ciencia y el con- s a , que consiste en dos cosas : 1 . en la
a
sejo; y nada se menciona entre las bien- afluencia de bienes esteriores, sean ri-
aventuranzas, que parezca pertenecer di- quezas ú honores, de las que el hombre
rectamente al acto de la ciencia 6 del es retraído por la virtud, de modo que
consejo: luego es insuficiente la enume- use de ellas moderadamente; mas por el
ración de las bienaventuranzas. don de un modo más escelente, despre-
3.° Entre los dones ejecutivos en la ciándolas totalmente el hombre. H é aquí
vida activa se supone pertenecer el t e - porqué se pone por primera bienaventu-
mor á la pobreza, y la piedad al parecer á ranza (Matth. 5 ) , bienaventurados los
la bienaventuranza de la misericordia; y pobres de espíritu, lo cual puede referirse
nada se dice, que pertenezca directamen- al desprecio de las riquezas ó al menos-
te á la fortaleza. L u e g o insuficientemente precio de los honores, lo que se verifica
se enumeran las bienaventuranzas. por medio de la humildad. M a s en se-
4.° E n la Sagrada Escritura se tocan gundo lugar la vida voluptuosa consiste
otras muchas bienaventuranzas, como, en seguir las propias pasiones, ora de la
cuando se dice ( J o b . 5, 17) : Dichoso el parte irascible, ora de la concupiscible:
hombre, á quien Dios avisa por medio de seguir las pasiones de la irascible re-
del castigo; y asimismo ( P s . 1, 1 ) : bien- trae la virtud, para que el hombre no
aventurado el hombre, que no anduvo en tenga cosas supérfluas según la regla de
el consejo de los impíos; y ( P r o v . 3 , 13): la razón; y por medio del don de un modo
bienaventurado el hombre, que halló la mas escelente, á saber, de modo que el
sabiduría. L u e g o la enumeración de las hombre conforme á la voluntad divina
bienaventuranzas es incompleta. quede totalmente tranquilo respecto de
5.° Por el contrario: parece redun- ellas; y por eso se fija por segunda bien-
dante dicha enumeración; pues son siete aventuranza bienaventurados los man-
los dones del Espíritu S a n t o , y se cuen- sos : y de seguir las pasiones de la concu-
tan ocho bienaventuranzas. piscible retrae la virtud, usando mode-
radamente de tales pasiones; mas el don,
6.° Solo se mencionan ( L u c . 6) cua-
si es necesario, las desecha totalmente, y
tro bienaventuranzas. L u e g o es supérfluo
a ú n , si es preciso, aceptando voluntaria-
enumerar siete ú ocho (Matth. 5 ) .
mente su quebranto; por lo que la tercera
Conclusión. Estas bienaventuranzas
bienaventuranza es bienaventurados los
del cap. 5.° de San Mateo se enumeran
que lloran. L a vida activa consiste prin-
convenientísimamente, en correlación con
cipalmente en las cosas, que entregamos
las virtudes y dones.
á los prójimos, ó por razón de débito, ó
Responderémos, que esas bienaventu-
por razón de espontáneo beneficio: y á
ranzas se enumeran convenientísima-
lo primero nos dispone ciertamente la
mente. Para cuya evidencia se ha de
virtud, para que no rehusemos pagar á
considerar que algunos establecieron una
los prójimos lo que les debemos, lo cual
triple bienaventuranza : porque unos la
pertenece á la justicia; mas el don nos
cifraron en la vida voluptuosa, otros en
induce á esto mismo con cierto afecto
la activa y otros en la contemplativa.
más abundante, para que cumplamos con
M a s estas tres bienaventuranzas se rela-
deseo ferviente las obras de justicia, co-
cionan diversamente con la vida futura,
mo con ardiente deseo codician el ham-
con cuya esperanza somos llamados aquí
briento y el sediento la comida ó la be-
dichosos : porque la bienaventuranza v o -
bida; y de aquí la cuarta bienaventuran-
luptuosa , como falsa que es y contraria
za, bienaventurados los que tienen hambre
á la razón, es impedimento de la futura;
y sed de justicia : y acerca de las dádi-
la bienaventuranza de la vida activa pre-
vas espontáneas nos perfecciona la virtud,
dispone á la futura ; y la contemplativa,
para que las demos á aquellos á quienes
si es perfecta, es esencialmente la misma
CUESTIÓN L X I X . — A R T Í C U L O III. 451
dicta la razón que debemos donarlas, por se computan entre las bienaventuranzas
ejemplo, á los amigos ó á otros allegados los actos de los dones que dirigen en la
i nosotros, lo que pertenece á la virtud de vida activa , es á saber, los que exhiben,
la liberalidad; mas el don por reverencia como el aconsejar es acto de consejo y el
de Dios solo considera la necesidad en juzgar es acto de ciencia ; sino que más
aquellos, á quienes presta gratuitos bene- bien se atribuyen á ellos los actos opera-
tivos, en que dirigen ( 1 ) , como á la cien-
ficios : por lo cual se dice ( L u c . 1 4 , 1 2 ) :
mando das comida, 6 cena, no llames á cia el llorar, y al consejo el compadecerse.
tus amigos ó á tus hermanos, etc.; sino A l 3.° que en la atribución de las bien-
llama á los pobres y débiles, etc., lo cual aventuranzas á los dones pueden conside-
es propiamente compadecerse; y por eso rarse dos cosas : 1. la conformidad de la a
se designa la quinta bienaventuranza materia, y según esta todas las cinco pri-
bienaventurados los misericordiosos. Las
meras bienaventuranzas pueden atribuirse
cosas pertenecientes á la vida contem- á la ciencia y al consejo, como directivos;
plativa ó son la misma bienaventuranza pero se distribuyen ( 2 ) entre los dones
final ó alguna incoación de ella; y por operativos, de modo que el hambre y sed
tanto no figuran entre las bienaventu- de justicia y también la misericordia per-
ranzas como méritos, sino como premios. tenecen á la piedad, que perfecciona al
Pero se asignan como méritos los efectos hombre en lo concerniente á o t r o , y la
de la vida activa, con los que el hombre mansedumbre á la fortaleza. Porque dice
se dispone para la vida contemplativa; y San Ambrosio sobre aquello de San L ú e a s
el efecto de la vida activa en cuanto á (c. 6 ) bienaventurados los pobres, que
las virtudes y dones, con que el hombre « es propio de la fortaleza vencer la ira,
se perfecciona en sí mismo, es la limpieza » cohibir la indignación » , porque la for-
de corazón, por la que la mente del hom- taleza versa acerca de las pasiones de la
bre no se manche con pasiones; por cuya irascible. Mas la pobreza y el llanto per-
razón la sesta bienaventuranza es bien- tenecen al don de temor, con el que el
aventurados los de limpio corazón. Por hombre se retrae de los deseos y delecta-
último en cuanto á las virtudes y dones, ciones del mundo. 2 . Podemos considerar a
cosas esteriores , como son las riquezas y dor de Dios, porque es Dios de unidad y
honores , cierta escelencia y abundancia, de p a z ; y así por premio se le otorga la
cosas ambas incluidas en el reino de los gloria de la filiación divina, que consiste
cielos , por el cual el hombre consigue la en la perfecta unión con D i o s por medio
escelencia y abundancia de bienes en de la sabiduría consumada (1).
Dios : y por eso el Señor prometió el A l argumento 1.° diremos que , como
reino de los cielos á los pobres de espí- dice S. Juan Crisóstomo ( H o m . 15 in
ritu. Pero los hombres feroces y crueles M a t t h . ) , todos esos premios son uno solo
pretenden por medio de litigios y guerras en realidad, la bienaventuranza eterna,
adquirir para sí seguridad, destruyendo á que el entendimiento humano no alcanza;
sus enemigos: por eso el señor prometió y por tanto convino que se describiese por
á los mansos posesión segura y tranquila medio de diversos bienes de nosotros co-
de la tierra de los vivientes, por la cual se nocidos , observada la conveniencia para
significa la estabilidad de los bienes eter- los méritos, á los que se adjudiquen los
nos. Buscan también los hombres en las premios.
concupiscencias y delectaciones del mun- A l 2.° q u e , así como la octava bien-
do tener consolación contra los trabajos aventuranza es cierta confirmación de
de la vida presente, y por eso el Señor todas las bienaventuranzas ,.así se deben
prometió la consolación de la vida á los á ella los premios de todas las bienaven-
que lloran. L a s otras dos bienaventuran- turanzas ; y por eso vuelve al principio,
zas pertenecen á las obras de la activa para que se entienda que todos los pre-
bienaventuranza, que son las obras de las mios se les atribuyen consecuentemente,
virtudes, que ordenan al hombre para con ó según San Ambrosio (sobre aquello de
el prójimo, de cuyas obras se retraen al- San L ú e a s , c. 6 , bienaventurados los po-
gunos por el desordenado amor del bien bres ) á los pobres de espíritu se repro-
propio ; y por eso el Señor adjudica mete el reino de los cielos en cuanto á la
aquellos premios á estas bienaventuran- gloria del alma, y á los que han padecido
zas , por las que los hombres se apartan persecución en el cuerpo en cuanto á la
de ellas ; pues algunos se apartan de las gloria del mismo.
obras de justicia no pagando sus deudas, A l 3.° que también los premios según
sino más bien hurtando lo ajeno, para la adición se refieren mutuamente unos á
enriquecerse en bienes temporales; y por otros : porque más es poseer la tierra del
eso el Señor prometió la hartura á los reino de los cielos, que tenerla simple-
que tienen hambre de justicia. Se apar- mente ; pues tenemos muchas cosas, que
tan también algunos de las obras de mi- no las poseemos segura y pacíficamente.
sericordia , para no mezclarse en las mi- Más es también ser consolado en el reino
serias ajenas ; y por eso el Señor prome- que tenerlo y poseerlo, porque poseemos
tió á los misericordiosos la misericordia, muchas cosas con dolor: y más es tam-
por la cual se libren de toda miseria. bién ser harto que simplemente conso-
Mas las otras dos últimas bienaventu- l a d o , pues la hartura lleva consigo la
ranzas pertenecen á la contemplativa fe- abundancia de consolación. L a miseri-
licidad ó bienaventuranza ; y por eso se- cordia empero escede á la hartura, re-
gún la conveniencia de las disposiciones cibiendo el hombre (por ella) más de lo
que se suponen en el mérito , se dan los que merece ó pudiera desear. Pero aún
premios : porque, como la limpieza del es más ver á D i o s , como es mayor el que
ojo dispone á ver claramente, á los lim- en la corte del rey, no solo come á su
pios de corazón se promete la visión di- m e s a , sino que también ve su f a z ; y la
vina. Establecer paz en sí mismo ó entre suprema dignidad en el regio alcázar la
otros manifiesta que el hombre es imita- tiene el hijo del rey ( 2 ) .
(1) La nona bienaventuranza de las enumeradas por San la misma felicidad suprema de la posesión y fruición de Dios,
Maleo debe considerarse idéntica á la cuarta de las de San para estímulo de todos los viadores según su situación y res-
Lúeas, y por otra parto como ampliación y corroborativa de pectivas circunstancias, los padecimientos y tribulaciones, que
la octava, refundidas ambas (por decirlo asi) en una sola; pues esperimentan, y las virtudes y buenas obras, en que se ejer-
de otro modo ó resultarían nueve según San Mateo, ó solas citan ; mereciendo así dicha eterna bienaventuranza de la
tres según San Lúeas. gloria con su cooperación al auxilio de la divina gracia y en
(2) Es bien obvia la observación de Silvio acerca de la va- virtud de las promesas del Señor, reasumidas en las ocho
riedad, con que se designa en las diversas bienaventuranzas bienaventuranzas.
CUESTIÓN LXX.
a a
Acerca de esto examinaremos cuatro cosas :' 1. ¿ Los frutos del Espíritu Santo son actos ? — 2. ¿ Se
diferencian de las bienaventuranzas? —3. Su número.—4. Su oposición respecto de las obras de
a a
la carne.
(1) En sentido reduplicativo, es decir, en tanto que nacido parece indicar que virtuosis se toma por dativo, debiendo en
de Dios por la gracia, y mientras conserva en sí su semilla, no tal supuesto traducirse a deleitable á los virtuosos ».
puede pecar mortatmente ; pues en sentido distributivo puede (3) Súplase aquí « bienaventuranza ».
muy bien perder la gracia y caer por consiguiente en el pe- (4) San Mateo enumera las ocho bienaventuranzas ante-
cado, perdiendo así la prerogativa de la adopción divina. Ob- riormente (C. 09, a. 3) consignadas; al paso que según San
sérvese ademas la consiguiente distinción entre los frutos del Pablo son doce los frutos, como se espondrá en el siguiente
Espíritu Santo y los dones y hábitos de las virtudes, de los a. 3 : esto prescindiendo de otra acepción, en la que se asig-
que aquellos son efectos, ó como actos que se distinguen de nan solo tres ; y ciento según otra respecto de las vírgenes,
los hábitos. como sesenta en las viudas y treinta en las casadas. Véase
(2) In virtvosis en las ediciones todas impresas : solo en el a. 3, al 2.°; y Supl. á la 3." P . , C. 97, donde con más espe-
códice de Alcañiz se echa de menos la preposición in, lo que cificación se espono lo concerniente á estas acepciones.
456 CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULOS 11 Y I Í Í .
para la de fruto : porque para esta basta | dos por el Apóstol ; pues la paciencia y
que sea algo, que tenga razón de último la longaminidad parecen referirse á las
y deleitable ; mas para la razón de bien- cosas que contristan-, y la fe no tiene ra-
aventuranza se requiere ademas que sea zón de lo ú l t i m o , sino más bien razón
algo perfecto y escelente. D e donde se de primer fundamento. L u e g o supérflua-
sigue que todas las bienaventuranzas mente se enumeran tales frutos.
pueden llamarse frutos; pero no al con- 4.° Por el contrario: parece insuficiente
trario : porque son frutos cualesquiera é incompleta dicha enumeración : porque
obras virtuosas, en que el bombre se de- se ha dicho (a. 2) que todas las bien-
leita; pero bienaventuranzas se llaman aventuranzas pueden llamarse frutos; y
solamente las obras perfectas, las cuales no todas se enumeran a q u í , donde nada
también por razón de su perfección se se dice perteneciente al acto de la sabi-
atribuyen más á los dones que á las vir- duría y de otras muchas virtudes. L u e g o
t u d e s , como se b a dicbo ( C . 6 9 , a. 1 parece que insuficientemente se enumeran
7 3)(1). los frutos.
A l argumento 1.° diremos, que aquella Conclusión. El número de los doce
razón prueba que las bienaventuranzas frutos del Espíritu Santo consignados
son frutos, pero no que todos los frutos por el Apóstol es conveniente y razo-
son bienaventuranzas. nable.
A l 2.° que el fruto de la vida eterna Responderemos, que el número de los
es absolutamente último y perfecto; y por doce frutos enumerados por el Apóstol
tanto en nada se distingue de la bien- es conveniente, y pueden significarse por
aventuranza eterna futura : mas los frutos los doce frutos, de los que se dice (Appc.
de la vida presente no son simplemente 2 2 , 2 ) : de una y otra parte del rio el
últimos y perfectos, y por consiguiente árbol de la vida , que da doce frutos.
no todos los frutos son bienaventuranzas. Mas, como se llama fruto lo que procede
A l 3.° que algo más comprende la ra- de algún principio de semilla ó raíz,
zón de bienaventuranza que la de fruto, debe considerarse la distinción de estos
como se ba dicbo. frutos según el diverso procedimiento del
Espíritu Santo en nosotros, el cual por
A R T Í C U L O I I I . — S e e n u m e r a n conve- cierto se estima 1.° en cuanto la mente
n i e n t e m e n t e los frutos por e l Apóstol ? del hombre se ordena en sí misma ; 2.°
según se ordena á las cosas próximas á
l.° Parece que el Apóstol ( G a l a t . 5 ) él ; 3.° á las que le son inferiores. Ahora
enumera inconvenientemente los doce fru- bien: la mente del hombre se dispone
tos : porque en otra parte dice ser sola- bien en sí m i s m a , cuando se conduce
mente uno el fruto de la vida presente, rectamente en los bienes y males : y la
conforme á aquello ( R o m . 6 , 22 ) : te- primera disposición de la mente humana
neis vuestro fruto en santificación; y para el bien es por el a m o r , que es la
también se dice ( I s . 2 7 , 9 ) : este es primera afección y la raíz de todas las
todo fruto, que sea quitado su pecado. afecciones, como se ha dicho ( C . 2 5 , a. 1
L u e g o no deben contarse doce frutos. y 2 ) ; y por eso entre los frutos del es-
2.° Fruto es el que nace de la semilla píritu se coloca ante todo la candad, en
espiritual, como se ba dicbo (a. 1) ; pero la que se da especialmente el Espíritu
el Señor (Mattb. 13) menciona un triple S a n t o , como en propia semejanza, por
fruto de la tierra buena, el cual proviene ser él mismo amor; por lo cual se dice
de la semilla espiritual, á saber , cente- ( R o m . 5 , 5 ) : la caridad de Dios se ha
simo , sexagésimo y trigésimo. L u e g o no derramado en nuestros corazones por el
deben enumerarse doce frutos. Espíritu Santo, que se nos ha dado.
3.° E l fruto entraña en su noción la P e r o al amor de la caridad se sigue por
de ser lo último y deleitable : noción que necesidad el gozo: porque todo el que
no se baila en todos los frutos enumera- ama goza por la unión del a m a d o , y la
(1) San Ambrosio adjudica á las virtudes las bienaventu- cípulos, como puede verse en la cuestión citada en el testo
ranzas propuestas en común á las turbas ; y San Agustin á a. 3, al 3." y al 6."
los dones las otras especiales propuestas únicamente á los dis-
CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULO ÍIÍ. 457
caridad tiene siempre presente á Dios á solo no dañemos á los prójimos por la ira,
quien a m a , según aquello ( i J oann. 4, pero ni por fraude ó dolo, y á esto se re-
16): el que está en caridad, en Dios está fiere l a ^ e en sentido de fidelidad : mas,
y Dios en él; siendo así consecuencia de como f e , por la que se cree en Dios, por
la caridad el gozo. Mas la perfección del esta se ordena el hombre á lo que está
gozo es la paz bajo dos conceptos: 1.° en sobre é l , sometiendo á Dios su entendi-
cuanto á la quietud respecto de las con- miento , y por consiguiente todas las co-
turbaciones esteriores; pues no puede g o - sas que son del mismo. Empero respecto
zar perfectamente del bien amado el que á lo que le es inferior dispónese bien el
en su fruición es perturbado por otras hombre 1.° en cuanto á las acciones este-
cosas ; y ademas el que tiene el corazón riores por la modestia ( 1 ) , que guarda
perfectamente pacífico en un objeto, por moderación en todos los dichos y hechos;
ningún otro puede ser molestado, porque 2.° en cuanto á las concupiscencias inte-
reputa lo demás como nada; por lo cual riores por la continencia y castidad, ja,
se dice ( P s . 1 1 8 , 165) : mucha paz para se distingan estas dos en el sentido de
los que aman tu ley, y no hay para ellos que la castidad refrena al hombre de lo
tropiezo , á saber, porque no son pertur- ilícito y la continencia en lo lícito, ya en
bados por cosas esteriores, que les impi- cuanto el continente sufre las concupis-
dan gozar de D i o s ; 2.° en cuanto á la cencias, sin dejarse seducir, y el casto ni
calma del deseo fluctuante: porque no las sufre ni sucumbe.
goza perfectamente de algo aquel á quien A l argumento 1.° diremos, que la san-
no basta lo que goza; y la paz lleva con- tificación se hace por medio de todas la
sigo estas dos cosas; es decir, que no sea- virtudes, por las que también se quitan
mos perturbados por las cosas esteriores, los pecados. D e donde se sigue que el
y que nuestros deseos reposen en un solo fruto se nombra allí singularmente por
objeto: por esto después de la caridad y causa de la unidad (2) del g é n e r o , que
el gozo se designa la paz. E n los males se divide en muchas especies, según las
se halla bien dispuesta el alma en cuanto que se cuentan muchos frutos.
á dos cosas : 1. en no ser perturbada por
a
(1) A la que también compete en algún modo el oficio de las romanas la áurea, que con ellas copia mrtutem : variante
refrenar las posiones internas, aunque directamente y con de todo punto inaceptable y caliíicadada de absurda por Kico-
preferencia moderar los actos esteriores, como más adelante se lai, quien hace ver que el sentido llano y ostensible del con-
esplica (2."-2.ra C. 160, a. 4 ; y C. 168, a. 1). testo viene á cifrarse en que, genéricamente hablando, hay
(2) Vnitatem, según la rectificación razonable cuanto opor- un solo fruto, múltiple empero en lo específico.
tuna de García, Nicolai y otros teólogos y comentadores, fun- (3) Véase en el Suplemento la C, 97, que en la primitiva
dados en la unanimidad de los manuscritos con la sola escep- edición del mismo figuraba como C, 06, cambiada después la
cion del códice de Alcañiz, cuya errata (material sin dudaj se ve numeración por las razones que allí se espondrán,
adoptada por varias de las ediciones antiguas, Inclusa entre
458 CUESTIÓN L X X . — ARTÍCULOS III Y IV.
que contiene la certidumbre : por lo cual los frutos del Espíritu no contrarían á
la Glosa (interl. sup. loe. Apost. ) ( 1 ) las obras de la carne.
espone: « l a fe, esto es, certidumbre sobre Por el contrario, dice el Apóstol (ibid.
» l a s cosas invisibles » . 17) que la carne codicia contra el espí-
A l 4.° que, como dice San Agustín so- ritu ( 2 ) y el espíritu contra la carne.
bre la carta á los Gálatas ( cap. 5 , sobre Conclusión. Los frutos del Espíritu
aquello: mas los frutos del Espíritu...) Santo [ 1 ] contrarían á las obras de la
el Apóstol no lo tomó en el sentido de carne en el concepto común de unos y
enseñar cuántos son ó las obras de la otras; pero según las propias razones [ 2 ]
carne ó los frutos del Espíritu; sino para de cada uno de los frutos allí enumera-
manifestar en qué género se ban de evi- dos y de las obi-as de la carne no convie-
tar aquellas y seguir estos: por lo cual ne que cada uno de ellos sea contrapuesto
pudieran haberse enumerado también ó á cada una de las otras , aunque [ 3 ] se-
más ó menos frutos. Sin embargo todos gún cierta adaptación á cada una de las
los actos de los dones y de las virtudes obras de la carne se contrapone uno de
pueden según cierta conveniencia redu- los frutos.
cirse á estos , según que todas las virtu- Responderemos, que las obras de la
des y dones es preciso que ordenen la carne y los frutos del Espíritu pueden
mente de alguno de los modos prediebos. entenderse en dos sentidos : 1.° según su
D e donde se sigue que aun los actos de razón común, y de este modo los frutos
la sabiduría y de cualesquiera dones, que del Espíritu Santo contrarían en común
ordenan al bien, se reducen á la,caridad, á las obras de la carne: porque el Espí-
al gozo y á la paz. Enumeró no obstante ritu Santo mueve la mente humana á
más bien estos que otros, porque los aquí lo que es conforme á la r a z ó n , ó más
enumerados importan más ó fruición de bien á lo aue está por cima de la ra-
bienes ó apaciguamiento de m a l e s , lo z ó n ; mas el apetito de la carne, que es
cual parece pertenecer á la razón de fruto. apetito sensitivo, arrastra á los bienes
sensibles, inferiores al hombre, resultan-
do de aquí q u e , así como el movimiento
A R T Í C U L O I V . — ¿Los fruto* del Espí- ascendente y el descendente son contra-
ritu Santo contrarían á l a s obras de l a carne? rios en lo natural, del mismo modo en las
obras humanas se oponen las obras de la
l.° Parece que los frutos del Espíritu carne á los frutos del Espíritu ; 2.° pue-
Santo no contrarían á las obras de la den considerarse según las propias razo-
carne , que enumera el Apóstol ( Galat. nes de cada uno de los frutos enumera-
5 ) : porque las cosas contrarias están en dos y de las obras de la carne, y en
el mismo género ; y las obras de la carne este sentido no deben contraponerse cada
no se llaman frutos. L u e g o los frutos del uno á cada una; porque según lo dicho
Espíritu Santo no las contrarían. (a. 3 , 1. 4 ) el Apóstol no intenta enume-
2.° U n a sola cosa es contraria de sola rar todas las obras espirituales , ni todas
otra; pero el Apóstol enumera más obras las obras carnales. P e r o según cierta
adaptación San Agustín sobre la carta á
de la carne que frutos del Espíritu. L u e -
los Gálatas (c. 5, sobre aquello de mas
g o los frutos del Espíritu Santo y las
los frutos del Espíritu...) contrapone á
obras de la carne no se contrarían.
cada una de las obras de la carne cada
3.° Entre los frutos del Espíritu se es-
uno de los frutos; como á la fornica-
tablecen los primeros la caridad, el gozo
c i ó n , que es el amor de satisfacer la
y la p a z , á los cuales no corresponden
lujuria sin el legítimo vínculo conyugal,
los que primeramente se enumeran entre
se opone la caridad, por la que el alma
las obras de la carne, que son la fornica-
se une á D i o s , en la cual también hay
ción, la inmundicia y la impudicia. L u e g o
(1) No solo la interlineal nuevít-ó reciente impresa, sí tam- bis Domini); aunque en no pocos pasajes de sus escritos lo in-
bién la antigua manuscrita marginal, como asimismo el co- terpreta también del hombro mismo pugnando contra la carne
mentario de Pedro Lombardo y más es tensa y generalmente en su aspiración á lo divino, presupuesto siempre el auxilio
Haymon. de Dios : doble interpretación adoptada también por San Jeró-
(2) San Agustín quiérese entienda por este espíritu en lu- nimo en sus comentarios al pasaje bíblico que anotamos.
cha contra la carne el mismo Espíritu Santo (Serm. 43, De ver-
CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULO IV. 459
CUESTIÓN LXXI.
De los vicios y pecados considerados en sí (i).
a
Con respecto á los vicios y pecados, ocurren seis cosas dignas de e x a m i n a r s e : 1. los*vicios y peca
a a a a
dos en sí mismos; 2. su distinción ; 3. comparación de unos con o t r o s ; 4. sujeto del pecado; 5. su
a a
causa; y 6. su efecto. A la 1. dedicaremos seis artículos. — 1.° El vicio contraria á la virtud ¥ — 2.° El
vicio es contra la naturaleza ¥ — 3.° Qué es peor, el vicio ó el acto vicioso ? — 4." El acto vicioso puede
coexistir con la virtud ? — 5.° En todo pecado h a y algún acto ? — 6.° Definición del p e c a d o , propuesta
por San Agustín ( c o n t r a Fausto, lito. 22): «pecado es un dicho ó hecho ó deseo contra la ley eterna».
(1) No nos parece inoportuno advertir aquí con el C. Caye el hábito, ya el acto Vicioso ¡ débese distinguir cuidadosa
tano que, si bien con respecto á las virtudes no tenemos pa mente en cada caso la acepción propia de dicho vocablo. Asi
labras propiamente distintivas entre los hábitos y los actos mismo es muy digna de tenerse en cuenta la diversa signifi
de virtud; sí las hay con referencia á los vicios, que son ver cación de las predichas voces vicio y pecado en relación con
daderos hábitos, al paso que el nombre de pecado designa el la malicia aun moral.
acto mismo de algún vicio: y, como á pesar de esto el Autor (2) Tanto en su acepción física, como en la moral, de la
usa á veces indistintamente la palabra vicio para designar ya que precisamente se trata.
¿ U É S T Í O N L X X Í . — ARTÍCULOS 1 Y I I .
mente demostrada , debe entenderse en general de todo vi- (3) No es pues lo mismo ser hecho ó existir por la natura-
cio ó de todos los vicios ; y no precisa y esclusivamente de los leza que ser según la naturaleza ó conforme á ella : porque
contrarios en sí mismos al fin natural, ó que directamente se ser ó existir por naturaleza equivale á proceder de principio
oponen á las virtudes adquiridas , como algunos han preten- intrínseco en virtud de cierta necesidad natural incontrasta-
dido interpretar. ble ; mientras que según la naturaleza se entiende ser lo que
(1) Todas ellas sin esclusion de las infusas ; por cuanto los en sí tiene alguna conformidad ó conveniencia con los princi-
actos sobrenaturales, á que estas nos inclinan, son perfectísi- pios naturales , aun cuando no se siga de ellos por necesidad
mamente conformes con el orden de la razón. natural, cual sucede y es bien fácil de observar en las vir-
(2) Véase lo dicho C. 50, a. 5, y especialmente a. 6, 1.° ; tudes.
como también C. 58, a. 1, 1.°, y a. i.
462 CUESTIÓN LXXI ARTÍCULOS II Y III.
(1) Una de las proposiciones condenadas por Alejandro VIII (2) Véase en el T. i . ° la nota 1, pág. 116.
decia que « no es mortal ni merece pena eterna el pecado filo- (3) En cuanto virtualmente el hábito contiene en sí la po-
» sófico, ó sea, aquella culpa, que se reconoce ser contraria á tencia de producir muchos actos.
n la razón, pero no contra la ley divina ».
CUESTIÓN L X X I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 463
mente más poderoso en bondad ó malicia de coexistir con las virtudes infusas, pero
que el acto. si con las adquiridas ; mas el venial con
A l 3.° que el hábito es causa del acto unas y otras.
en el género de causa eficiente; mas el Responderemos, que el pecado se com
acto es causa del hábito en el género de para á la virtud como el acto malo al
causa final ( 1 ) , según la cual se consi hábito bueno. Pero diversamente se halla
dera la razón del bien y del m a l : y por el hábito en el alma que la forma en el
tanto en bondad y malicia el acto se objeto natural: porque la forma natural
aventaja al hábito. por necesidad produce la operación á ella
conveniente, por lo que no puede coexis
ARTÍCULO IV. — P u e d o coexistir el tir con la forma natural el acto de forma
pecado con la virtud? contraria; así como no puede estar con el
calor el acto del enfriamiento, ni con la
l.° Parece que el acto vicioso, ó sea, lijereza el movimiento de descenso, á no
el pecado no puede existir junto con la ser en caso por la violencia de un motor
virtud: porque cosas contrarias no pue estrínseco: al paso que el hábito en el
den coexistir en un mismo (sujeto); y el alma no produce por necesidad su opera
pecado en cierto modo contraría á la ción, sino que el hombre usa de él cuando
virtud, como se ha dicho (a. 1) : l u e g o el quiere; y así, existiendo el hábito en el
pecado no puede hallarse junto con la hombre, puede no usar de él ó ejecutar
virtud. un acto contrario, é igualmente teniendo
2.° E l pecado es peor que el vicio, virtud proceder al acto de pecado. E m
esto es, el acto malo que el hábito malo. pero el acto del pecado, si se compara
Pero el vicio no puede estar al mismo con la misma virtud, según que es cierto
tiempo en un mismo (sujeto) con la vir hábito ( 3 ) , no puede corromperla, si es
tud. L u e g o tampoco el pecado. uno solo : porque, así como no se en
3.° A s í como el pecado tiene lugar en gendra el hábito por un solo acto , tam
las cosas voluntarias, así también en las poco se corrompe por un acto único,
cosas naturales (2) ( P h y s . 1. 2, t. 8 2 ) . como se ha dicho (C. 6 3 , a. 2, al 2.°).
Mas nunca en las cosas naturales hay P e r o , comparado el acto de pecado á la
pecado, sino por alguna corrupción de la causa de las virtudes, así es posible que
natural virtud, al modo que los mons por un solo acto de pecado se corrom
truos resultan de la corrupción de algún pan algunas virtudes : porque cada pe
principio en el germen ( P h y s . 1. 2 ) . L u e cado mortal contraría á la caridad, que
go tampoco en las cosas voluntarias hay es raíz de todas las virtudes infusas, en
pecado, sino, corrompida alguna virtud del cuanto son virtudes ; y así perdida la
alma ; y así el pecado y la virtud no caridad por un solo acto de pecado mor
pueden coexistir en el mismo (sujeto). tal se escluyen por consiguiente todas
Por el c o n t r a r i o , dice Aristóteles las virtudes infusas, en cuanto son virtu
(Ethic. 1. 2, c. 2 y 3 ) que « l a virtud por des. Y digo esto por la fe y la esperanza,
» (causas) contrarias se engendra y se cuyos hábitos permanecen informes (4)
» corrompe » . Mas un solo acto virtuoso después del pecado mortal, y así no son
no causa virtud, como se ha probado virtudes (5). Pero el pecado venial, que
(C. 5 1 , a. 3) : luego ni un solo acto de no se opone á la caridad ni la desaloja,
pecado quita la virtud. Pueden por con tampoco escluye por consiguiente las
siguiente hallarse al mismo tiempo en un otras virtudes: mas las virtudes adquiri
mismo (sujeto). das no se destruyen por un solo acto de
cualquier pecado. A s í pues el pecado
Conclusión. El pecado mortal no pue
(1J Porque el hábito, tal como aquí se considera, es efecto (3) Es decir, como adquirida por los medios naturales con
de la reiteración Ге actos idénticos ó análogos, como ya antes la repetición de actos.
de ahora y más de una vez dejamos anotado. (4; Es dogma de fe declarado espresamente por el Concilo
(2) No entendiéndose la locución comparativa así лото en de Trento (Ses. 6, c. 15 , y can. 28).
cuanto á verificarse del mismo modo, y sí únicamente en el (5) Propia y estrictamente hablando según el verdadero
sentido de que tanto en unas como en otras puede haber pe concepto moral de virtud, aunque sí como disposiciones ó ac
cado o defecto, ya en concepto de simplemente tal en las na titudes para el ejercicio de sus propios buenos actos. Véase la
a
turales, ya asimismo y también con malicia moral en las vo C. 65, a. 4 ; y en la 2. 2.® C 4, a. 5.
luntarias.
464 CUESTIÓN LXXI. — .ARTÍCULOS IV Y V.
mortal no puede coexistir con las virtu- implica acto alguno. L u e g o puede haber
des infusas, pero sí con las adquiridas; pecado sin acto.
mas el pecado venial es compatible á la Conclusión. El pecado de omisión [1]
vez con las infusas y con las adquiridas. en lo concerniente á la noción de pecado
A l argumento 1.° diremos, que el pe- á veces lleva consigo cierto acto interior,
cado no contraría á la virtud por sí, sino y otras ni interno ni esterno; pero [2] con
en cuanto á su acto : por tanto el pecado respecto á las ocasiones de omisión nece-
no puede coexistir con el acto de virtud, sariamente hay algún acto en tal pecado ;
sí empero con el hábito. y en general [3] es lo cierto que puede
A l 2.° que el vicio contraría directa- darse algún pecado sin acto.
mente á la virtud, así como el pecado al Responderemos, que esta cuestión ver-
acto virtuoso ; por lo cual el vicio esclu- sa principalmente acerca del pecado de
y e la virtud, como el pecado el acto de omisión, sobre el que algunos opinan con
la virtud. diversidad : porque unos dicen que en
A l 3.° que las virtudes naturales"obran todo pecado de omisión hay algún acto ó
por necesidad ; y por lo mismo, salva ínte- interior ó esterior ; interior, como cuando
gra la virtud, nunca puede hallarse pe- uno quiere no ir á la iglesia, estando
cado en el acto : mas las virtudes del al- obligado á i r ; y esterior, como si uno á
ma no producen actos por necesidad, por la hora, en que está obligado á ir á la
lo que no hay paridad de razones. iglesia ó aun antes, se ocupa en tales co-
sas que le impiden ir á ella, lo que parece
en cierto modo reducirse á lo primero:
ARTÍCULO V . — E n cada pecado hay porque el que quiere algo incompatible
algimacto? á la vez con otra cosa, consiguiente-
mente quiere carecer de e l l o ; á no ser
l.° Parece que en cada pecado hay al- que acaso no reflexione que lo que quie-
gún acto : porque, así como el mérito se re hacer le impide hacer lo que de-
compara á la virtud, del mismo modo el be , en cuyo caso podría ser juzgado cul-
pecado se compara al vicio. E s así que pable por negligencia. Otros dicen que en
no puede haber mérito sin algún acto : el pecado de omisión no se requiere acto
luego tampoco pecado. alguno ; porque el mismo no hacer aque-
2.° San Agustín dice ( D e lib. arb. 1. 3, llo , á que uno está obligado, es pecado.
implic. y D e vera, relig. c. 14 ) que « t o d o Ambas opiniones tienen algo de verdad :
» p e c a d o de tal modo es voluntario, que, porque, si se entiende en el pecado de
no siéndolo, no es p e c a d o » . E s así que omisión solo aquello, que per se pertenece
no puede haber algo voluntario sino por á la razón de pecado, en este sentido á
el acto de la voluntad. L u e g o todo pe- veces el pecado de omisión es con acto
cado tiene algún acto. interior, como cuando unoquiere no i r ( l )
á la iglesia; y otras sin acto alguno ni in-
3.° Si hubiera pecado sin acto alguno,
terior ni esterior, como cuando uno en
seguiríase que, por el hecho mismo de
la hora, en que está obligado á ir á la
cesar uno en el acto debido, pecaría. E s
iglesia, nada piensa sobre ir 6 no ir á
así que continuamente cesa en el acto
ella. Empero, si en el pecado de omisión
debido el que jamás ejecuta lo que debe.
se entienden también las causas (2) u
L u e g o se seguiría que pecaba continua-
ocasiones de la omisión, en tal concep-
mente , lo que es falso. Ñ o hay pues pe-
to necesariamente debe haber algún acto
cado alguno sin acto.
en el pecado de omisión ; porque no
Por el contrario, se lee ( J a c . 4, 17) : hay pecado de omisión, sino cuando uno
al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, deja de hacer lo que puede hacer ó no
se le imputa pecado. P e r o el no hacer no
(1) Véase en el T. 1." la nota 3, pág. 183. guirse se ocupa uno en negocios,quecasualmen te la originan.
(2) Causas directas é influyentes formalmente per se en el No debe olvidarse aquí que el Doctor Angélico no siempre
pecado de omisión, como en el caso de querer absolutamente entiende por acto (y mucho menos como causa ocasional de la
omitir el bien, ó hacer algo, que se prevéey sabe será causa omisión) la acción positiva ú operativa, como la de andar-
de la omisión ; y ocasiones solo indirecta y materialmente y escribir ; sino que á veces llama acto por cierta analogía y no
como per accidens influyentes en la omisión, cual sucedería, si con entera propiedad á cierta inacción ó situación meramente
no pensando en ella ni en la posibilidad de que habrá de se- pasiva, como la de estar ocioso ó la de dormir.
CUESTIÓN L X X I . — ARTÍCULOS III Y I V . 465
hacer. M a s el que uno se incline á no ha- tuales pertenecerían los actos y las oca-
cer lo que puede hacer ó no hacer, no es siones circunstanciales.
sino por alguna causa ú ocasión conco- A l argumento 1.° diremos, que se re-
mitante ó precedente : y , si la tal causa quiere más para el bien que para e l m a l ;
no está en la potestad del hombre, la omi- porque c< el bien resulta de toda la causa
sión no tiene razón de pecado, como cuan- » íntegra, y el mal por singulares defec-
do uno por enfermedad deja de ir á la igle- » tos », como dice San Dionisio ( D e div.
sia ; pero, si la causa ú ocasión de la nom. c. 4, p. 4., lect. 22) : y así el p e -
omisión depende de la voluntad, la omi- cado puede acontecer, ora haciendo uno
sión tiene razón de pecado, y entonces lo que no debe, ora también no haciendo
necesariamente dicha causa, en cuanto es lo que debe ; pero el mérito no puede
voluntaria, tiene algún acto, al menos existir sino haciendo uno voluntariamente
interior, de la voluntad: y este unas veces lo que debe : y por tanto sin acto no pue-
afecta directamente á la omisión misma, de haber mérito, pero sí pecado.
por ejemplo, cuando uno quiere no ir á la A l 2.° que una cosa se dice voluntaria,
iglesia, evitando el trabajo, y entonces no solo por afectarla el acto de la volun-
tal acto pertenece de suyo á la omisión ; tad, sino porque e n nuestra potestad está
porque la voluntad de cada pecado de el que se haga ó deje de hacerse, como
suyo pertenece á aquel pecado, puesto se dice (Ethic. 1. 3, c. 5) : por lo que aun
que lo voluntario es esencial á la razón el mismo no querer puede decirse volun-
de pecado : mas otras veces el acto de la tario, en cuanto está en la potestad del
voluntad se refiere directamente á otra hombre querer y no querer.
cosa, que impide al hombre ejecutar el A l 3.° que el pecado de omisión se
acto debido, ora aquello á que se refiere opone al precepto afirmativo, que obliga
la voluntad esté conexionado con la omi- siempre y no por siempre; y por tanto
sión, como cuando uno quiere jugar pre- solo peca el que no ejerce el acto por el
cisamente mientras debiera ir á la igle- tiempo, en que obliga el precepto afir-
sia ; ora también sea precedente, v. gr. mativo (3).
si uno quiere velar hasta m u y tarde, de
lo que se sigue que no vaya á la igle-
A R T Í C U L O I V . — ¿ s c i i e o n e convenien-
sia por la mañana ; y entonces este acto
te e l pecado, diciendo q u e e s «licuó ó b e c h o
interior ó esterior ( 1 ) accidentalmente
ó deseo contra l a ley eterna?
se refiere a la omisión, que sobreviene
sin intención, y decimos ser per accidens l.° Parece que inconvenientemente se
lo que sucede fuera de la intención, como define el pecado diciendo : « p e c a d o es
se ve ( P h y s . 1. 2, t. 49,50 y sig.). E s pues » un dicho ó hecho ó deseo contra la l e y
evidente que en tal caso el pecado de » eterna » (4) ; porque el dicho ó hecho
omisión tiene sí algún, acto conjunto ó ó deseo implica algún a c t o ; y no todo
precedente, que sin embargo es acciden- pecado supone a c t o , como se h a dicho
tal en cuanto al pecado de omisión (2): (a. 5). L u e g o esta definición no incluye
mas el juicio sobre las cosas se h a de for- todo pecado.
mar según lo que es per se y no por lo
2.° San Agustín dice en su libro D e
que es per accidens; de consiguiente más
las dos almas ( c . 1 2 ) : « pecado es l a v o -
exacto sería decir que puede haber pe-
» luntad de retener ó conseguir lo que la
cado sin acto alguno, pues de lo contra-
»justicia veda ». E s así que la voluntad
rio aun á la esencia de otros pecados ac-
se comprende bajo la concupiscencia, t o -
(1) Eslas últimas palabras vel exterior, que constantemente consiguiente declarar en la confesión la omisión misma , sin
aparecen en la generalidad de tas ediciones más correctas, que sea necosarlo esponer las ocupaciones, á que el penitente
tanto antiguas como modernas, échanse de menos sin em- se entregara en el tiempoy hora, en que debió practicar el acto
bargo en algunas, como la de Madrid (1782) por García y la omitido y para él obligatorio.
reciente de Drioux en Paris (1877) : y en verdad que, no solo (3) Así que el pecado de omisión comienza á ser imputable
no parecen indiferentes ni eslemporáneas á nuestro modo de desde el momento, en que advertidamente se pone impedi-
ver ; sí por el contrario de todo punto pertinentes y ánn ne- mento al acto obligatorio, ó sea, la causa de la omisión.
cesarias, atendido el contesto y el objeto de las mismas. (4) Definición unánimemente admitida por los teólogos y mo-
(2) Es de notar que los actos concomitantes á la omisión no ralistas en general, y consignada aun .en los Catecismos des-
son pecaminosos de suyo por solo este concepto, si por otra tinados á los niños (Cont. Fmist. 1. 22 , c. 27).
parle no constituyen realmente latfausa de ella ; bastando por
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO t t . 30
466 CUESTIÓN L X X I . — A R T Í C U L O IV.
mada esta en sentido lato por todo ape- hablar ú obrar. M a s el ser malo un acto
tito. L u e g o habría bastado decir : « pe- humano consiste en que carece de la debi-
» cado es un deseo contra la l e y eterna » ; da conmensuración; y la conmensuración
y no debió añadirse ce dicho ó hecho ». de cada cosa se considera por compara-
3.° E l pecado consiste propiamente al ción á alguna regla, de la que si se desvía,
parecer en desviarse del fin; porque el resulta inconmensurada. Empero h a y dos
bien y el mal se consideran principalmen- reglas de la voluntad humana : una pró-
t e según el fin, como se manifiesta en lo xima y homogénea, que es la misma ra-
anteriormente dicho ( C . 1, a. 3 ; y C. 18, zón humana; y otra primera regla, la l e y
a. 4 y 6) ; por lo que el mismo S a n A g u s - eterna (1), que es como la razón de Dios.
tín ( D e lib. arb. 1. 1, c. últ.) define el Y por eso San Agustín estableció en la
pecado por comparación al fin, diciendo definición del pecado dos cosas : una per-
que « pecar no es otra cosa que seguir teneciente á la sustancia del acto huma-
» lo temporal, despreciando lo eterno », y n o , que es como lo material en el peca-
(Qq. 1. 83, q. 30) dice q u e , « t o d a la h u - do, cuando dijo, «dicho ó hecho ó deseo»;
» mana perversidad está en usar de las y otra referente á la razón de m a l , que
» cosas que pueden gozarse, y gozar de es como lo formal en el pecado, diciendo
B las que deben usarse B. E S así que en «contra la l e y eterna» .
la antedicha definición ninguna mención A l argumento 1.° diremos, que la afir-
se hace de la aversión del debido fin. mación y la negación se reducen al mis-
L u e g o insuficientemente se define el pe- mo g é n e r o , como en las cosas divinas el
cado. engendrado y el ingénito á la relación,
4.° E n tanto se dice que una cosa es según dice San Agustín ( D e Trin. 1. 5,
prohibida, en cuanto se opone á la l e y : c. 6 y 7) : y por tanto en el mismo g é -
mas no todos los pecados son malos como nero deben incluirse las palabras dicho y
prohibidos, sino que algunos son prohi- no dicho, hecho y no hecho.
dos como malos. Lue,go no debió decirse A l 2.° que la primera causa del peca-
en la definición común del pecado que do está en la voluntad, que impera todos
es contra la l e y de D i o s . los actos voluntarios, los únicos en que
5.° P e c a d o significa un acto malo del se halla pecado : y por eso San Agustin
hombre, según lo anteriormente espues- algunas veces define el pecado por sola
to (a. 1) ; y « e l mal del hombre está la voluutad; m a s , por cuanto aun los
Ben ser contra la r a z ó n » , como dice S a n mismos actos esteriores pertenecen á la
Dionisio ( D e divin. nom. c. 4 , p. 4, sustancia del p e c a d o , cuando son de suyo
lect. 22 ) : luego debió decirse más bien m a l o s , como se ha dicho (aquí y C. 20);
que el pecado es contra la razón, en v e z fue necesario que en la definición del pe-
de decir que es contra la l e y eterna. cado se estableciese también algo perte-
Por el contrario, basta la autoridad neciente á los actos esteriores.
de San Agustín (Contra F a u s t o , 1. 23, A l 3.° que la l e y eterna primaria y
c. 27). principalmente ordena el hombre al fin,
Conclusión. La definición del -pecado y consiguientemente le hace conducirse
según San Agustín, antes consignada, bien en cuanto á lo concerniente al fin :
es conveniente y aceptable. y por eso, diciendo «contra la l e y eterna»
Responderemos que, como se demues- insinúa la aversión del fin y todas las
tra en lo anteriormente dicho (a. 1), el demás aberraciones.
pecado no es otra cosa que un acto h u - A l 4." que, cuando se dice que no todo
mano malo; y el que un acto sea huma- pecado es malo por ser prohibido, se en-
no consiste en ser voluntario, como se tiende de la prohibición hecha por el de-
ve por lo antes dicho ( C . 1, a. 1), ora recho positivo; mas, si se refiere al dere-
lo sea como elícito por la voluntad, como cho natural, que se contiene ante todo
el mismo querer ó elegir, ora como impe- en la ley eterna, y secundariamente en
rado por ella, como los actos estemos de el natural judicatorio de l a razón huma-
na , así. todo pecado es m a l o , porque está
(1) « La ley eterna (dice ibii. San Agustín) es la razón di- prohibido ; pues, por lo mismo que es
» vina ó la voluntad de Dios, que manda conservar el orden
» natural y veda perturbarlo ». desordenado, repugna al derecho natural.
CUESTIÓN LXXI. — ARTÍCULO IV. 467
A l 5.° que los teólogos consideran eterna, que por ser contra la razón ( 1 ) ;
principalmente el p e c a d o , según que es principalmente porque por la l e y eterna
ofensa contra D i o s ; y el filósofo mora- somos regulados en muchas cosas, que
lista, según que se opone á la razón : por esceden á la razón h u m a n a , como en l a s ,
eso San Agustín más convenientemente cosas que son de fé.
define el pecado por ser contra la l e y
CUESTIÓN LXXII.
Artículo l.°¿Los pecados se distinguen en especie según los objetos? —2.° Distinción de los peca-
dos espirituales y carnales. — 3.°¿Se distinguen según sus causas —4.° Y según a q u e l l o s , c o n t r a
0
quienes se peca? —5.° ¿Por la diversidad del reato? —6.° Pecados de o m i s i o n y d e comisión.—I. Di- 0
verso procedimiento del pecado. — 8," Distinción de los pecados según la a b u n d a n c i a y el defecto. —
Según las diversas<circunstancias.
|l) Aunque csto'vionc á refundirse en aquello, puesto que » sino que se eslieíide asimismo al encumbramiendo, codi-
todo lo contrario á la razón repugna también á Dios, como » ciando ambiciosa y desmedidamente la elevación». Véase
autor de la razón. 2. -2. w, C. 1IS, a. 2, donde se trata de propósito sobre esto.
a |
(2) Según las virtudes, á que respectivamente se oponen, (4) Escoto y los de su escuela, pretenden que los pecados
como la soberbia á la humildad y la incredulidad á la fe. deben distinguirse entre sí según la diversidad de las virtu-
(3) Secularibiis, dice teslualmcntc San Gregorio (c. 18 en las des, á que se oponen, inmediata y directamente con preferen-
ediciones modernas ó 19 de las antiguas), que viene á ser lo cia á la consideración de sus objetos respectivos ; mas la opi-
mismo ; é igualmente dice también con respecto á la avaricia nión de Santo Tomás es la que comunmente prevalece entre
que « el primer hombre fue tentado y cayó á impulsos de la los teólogos y desde Liego con unanimidad entre los tomistas.
» avaricia, la cual (dice) no se controta á codiciar el dinero,
468 CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS I Y II.
pió cuerpo : mas, como dice el Apóstol ne ; sino que la carne se toma allí por el
(i Cor. 6, 1 8 ) , todo pecado , que hiciere hombre , q u e , cuando vive según lo que
el hombre, es fuera de su cuerpo; mas el es de s u y o , se dice que vive según la
que comete fornicación , peca contra su c a r n e , como dice también S. A g u s t í n
mismo cuerpo. L u e g o sola la fornicación ( D e civ. D e i , 1 . 14 y c. 3 ) . Y la razón
sería pecado carnal, siendo así que el de esto es , porque todo defecto de la ra-
Apóstol ( E p h e s . 5 ) enumera también la zón humana tiene origen de algún modo
avaricia entre los pecados carnales. en la sensación carnal.
Por el contrario, S. Gregorio (Moral. Y con esto queda contestada la obje-
1. 3 1 , c. 17 ) dice que « de los siete vi- ción del 2.° argumento.
•» cios ( 1 ) capitales cinco son espiritua- A l 3.° que en los pecados aun carnales
» les, y dos carnales » . hay algún acto espiritual, cual es el acto
Conclusión. Los pecados , que se con- de la razón; pero el fin de estos pecados,
suman en la delectación espiritual llá- del cual reciben su nombre , es de la de-
manse pecados espirituales; y los que en lectación carnal.
¡a delectación carnal se denominan pe- A l 4.° que, como dice la Glosa ordina-
cados carnales. ria ( i b i d . ) , « especialmente en el pecado
Responderemos que, como se ha dicho 3> de la fornicación sirve el alma al cuer-
(a. 1), los pecados reciben la especie se- » p o , hasta el punto de que en el mismo
gún sus objetos. M a s todo pecado con- » momento no le es permitido al hombre
siste en el apetito de algún bien conmu- » pensar en otra cosa » ; mas la delecta-
table, que se apetece desordenadamente; ción de la gula, aunque es carnal, no ab-
y por consecuencia en el mismo y a ha- sorbe en tanto grado á la razón. O pue-
bido se deleita uno desordenadamente. de decirse , que en este pecado hasta se
Empero, como se ve por lo anteriormente infiere al cuerpo cierta injuria, por cuanto
dicho ( C . 3 1 , a. 3 ) , hay dos clases de de- se mancha desordenadamente ; y por eso
lectación : una animal, que se consuma se dice que por este solo pecado peca es-
en la sola aprensión de alguna cosa teni- pecialmente el hombre contra su cuerpo:
da en voto ( 2 ) , y esta también pue- pero la avaricia , que se cuenta entre los
de llamarse delectación espiritual, como pecados carnales, se entiende por el adul-
cuando uno se deleita en la alabanza hu- terio , que es la injusta usurpación de la
mana ó en alguna cosa parecida; y la mujer ajena. O b i e n , que el o b j e t o , en
otra es la delectación corporal ó natural, que se deleita el a v a r o , es cierta cosa
que se completa en el mismo tacto cor- corporal, y en cuanto á esto se enumera
poral, la cual puede también llamarse de- entre los pecados carnales: mas la misma
lectación carnal. A s í pues aquellos peca- delectación no pertenece á la carne, sino
dos , que se consuman en la delectación al espíritu; y por eso dice S. Gregorio
espiritual, se llaman pecados espiritua- (Moral. 1. 3 1 , c. 17) que es pecado espi-
les; y los que se completan en la delecta- ritual.
ción carnal, se denominan pecados car-
nales : como la g u l a , que se consuma en A R T Í C U L O I I I . — t o s pecados s e dis-
la delectación de los manjares; y la luju- tinguen e n e s p e c i e s e g ú n s u s c a u s a s í
ria, que se completa en la delectación de
cosas deshonestas. P o r lo que dice el 1.° Parece que los pecados se distin-
Apóstol ( I I Cor. 7 , 1 ) : limpiémonos de g u e n en especie según las causas: porque
toda contaminación de'carne y de espí- cada cosa recibe la especie del mismo su-
ritu. jeto, de quien tiene el ser; y los pecados
A l argumento 1.° diremos que , como tienen ser por sus propias causas. L u e g o
la Glosa (ord. según S. Agustín, D e civ. de ellas también obtienen la e s p e c i e , y
Dei, 1. 14, c. 2 ) dice allí mismo, aquellos por lo mismo se diferencian en especie se-
vicios se llaman obras de carne, no por- guu la diversidad de sus causas.
que se consumen en el deleite de la car- 2.° Entre las otras causas la material
parece ser la que menos pertenece á la
especie. E s así que el objeto en el p e -
(1) Véase lo dicho en la notnl, pág. 459. cado es como causa material. L u e g o , dis-
(2) En el deseo ó como en la intención.
470 CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULO I I I .
(1) Así los pecados no se distinguen en especie según su prescindiendo del concepto de causa final.
causa natural ó formal, las cuales se refieren á la sustancia, y (-1J Por causa material se entiende la materia (ex (¡na), de
no al acto ; y los pecados son actos según lo ya dicho. que se hace alguna cosa como efecto de tal chusa ; y la malc-
- (2) En algunas ediciones y entre ellas la áurea faltan las ría circa quam respecto del acto interior tiene carácter de fin
palabras male infíammanle. y en el esterior de término ú objeto, por lo cual se reduce
(3) Entendiéndose por motivas las que impulsan á obrar, propiamente al género do causa final.
CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS III Y IV. 471
(1) Mortal, tlebe entenderse propiamente, siempre que aquí sámente designa los dos últimos, contra Dios y contra el
se habla en absoluto del pecado. hombre, y en equivalencia el primero diciendo que «se
(2) No se halla tal división de los pecados en los escritos de » peca también contra Dios profanando su templo, que está en
San Isidoro; ni aun entre las varias mencionadas en el tratado » nosotros » ; como también Ricardo de San Víctor los enumera
aludido, sino que está tomada de la esposicion de Beda á la distintamente en su tratado De ¡wleslate llgtmai el solvenii
Epístola 1." de San Pablo á los Corintios (c. 0), donde espre- (c. 23).
472 CUESTIÓN L X X I I . — ARTÍCULOS IV Y V.
diferencia ( 1 ) . Porque es manifiesto se- decirse que son de una sola especie (3).
gún lo anteriormente dicho ( C. 6 2 , a. 1, 2.° Ciertos pecados son mortales según
2 y 3 ) que por las virtudes teológicas es su género, como el homicidio y el adul-
ordenado el hombre á D i o s , con la tem- terio; mas otros por su género son peca-
planza y la fortaleza á sí mismo y por la dos veuiales, como la palabra ociosa y la
justicia al prójimo. risa superfina. L u e g o el pecado venial y
A l argumento 1.° diremos, que el p e - el mortal se diferencian en especie.
car contra D i o s , según que el orden con 3.° A s í como se refiere el acto virtuo-
respecto de D i o s incluye todo orden h u - so al premio, del mismo modo se refiere
m a n o , es común á todo pecado; mas, en el pecado á la pena. E s así que el premio
cuanto á lo que el orden de Dios escede es el fin del acto virtuoso. L u e g o también
á los otros dos órdenes, el pecado contra la pena es el fin del pecado. P e r o los
D i o s es un especial género de pecado. pecados se distinguen en especie según
A l 2.° que, cuando algunas cosas, de los fines, como se ha dicho (a. 1, al 1.°).
las que una incluye á la otra, se distin- L u e g o también se distinguen en especie
guen entre s í ; se entiende hacerse la según el reato de la pena.
distinción, no según que una cosa se con- Por el contrario: las cosas, que cons-
tiene en la otra, sino en cuanto la una tituyen especie, son las primeras, como
escede á la otra: como se ve en la divi- las diferencias específicas. E s así que el
sión de los números y figuras; pues el castigo sigue á la culpa como efecto suyo.
triángulo no se divide contra el cuadra- L u e g o los pecados no se diferencian en
do, como contenido en é l , sino como e s - especie según el reato de la pena.
cedido por él; y lo propio debe decirse Conclusión. La diferencia del pecado
de los números tres y cuatro. venial y mortal, ó cualquiera otra dife-
A l 3.° q u e , aunque D i o s y el prójimo rencia fundada en el reato, no puede ser
son esteriores respecto del mismo que diferencia constitutiva de diversidad de
peca ; sin embargo no son estraños res- especie; pero sí consecuencia de diversa
pecto del acto del p e c a d o , sino que se especie de pecados.
comparan á él como propios objetos del Responderemos, que respecto de las
mismo. cosas, que se diferencian en especie, se
halla una diferencia doble : una que cons-
A R T Í C U L O Y . — ¡ l o división de los pe- tituye diversidad de especies, y tal dife-
cados, que es según el reato (2), diversifica rencia no se halla nunca sino en diversas
la especie ? especies, como « lo racional é irracional,
» l o animado é inanimado » ; y otra con-
l.° Parece que la división de los p e - secuente á la diversidad de especie, y tal
cados fundada en el reato diversifica la diferencia, aunque en algunas cosas es
especie, como cuando se divide en v e - subsiguiente á la diversidad de especie,
nial y mortal: porque las cosas, que se en otras sin embargo puede hallarse en la
diferencian hasta l o infinito, no pueden misma especie, así como lo blanco y lo
ser de una sola especie ni aun de un solo negro se deducen de la diversidad de es-
género; y los pecados venial y mortal pecie del cuervo y del cisne, y sin em-
difieren hasta lo infinito, pues al venial bargo se halla esta diferencia en la misma
se debe pena temporal y al mortal pena especie de hombre. Diremos pues que la
eterna, y la medida de la pena está en diferencia de pecado venial y mortal, ó
proporción de la cantidad de la culpa, cualquiera otra que se toma en el con-
seguñ aquello ( D e u t . 2 5 , 2 ) : según la cepto de reato, no puede ser diferencia
medida del pecado será la tasa de los que constituya diversidad de especie:
azotes. L u e g o los pecados venial y mor- porque nunca lo que. es per accidens
tal no son de un solo género, ni debe constituye especie; y lo que está fuera
(1) Véanse las notas i y 2, pág. 468, nuevamente justificadas ediciones romanas, necdum quod sint unius speciei, advierten
por la observación que aquí anotamos. que debe entenderse « ni aun de una misma especie » : inter-
(2) Sujeción á responsabilidad ó pena eterna ó temporal, pretación; que en efecto se desprende del sentido del contesto
como consecuencia aneja al pecado mismo en razón de su ma- sin necesidad de la tal variante, que no vemos adoptada en,
licia y contravención á la ley de Dios y á la regla de la razón. otra edición alguna fuera de las dichas.
(3) Algunos, ciñéndose sin duda á la letra de las antiguas
CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS V Y VI. 473
2.° A l pecado conviene per se el ser la negación ó privación puede tener es-
contra la l e y de D i o s ; pues entra en su pecie ; pero, hablando de la especie de pe-
definición, como se manifiesta en lo an- cado de omisión y de comisión formal-
teriormente dicho ( C . 7 1 , a. 6). E s así mente, así no se diferencian en especie,
que en la ley de D i o s unos preceptos son porque se ordenan á una misma cosa y
afirmativos, contra los cuales hay peca- proceden de un mismo motivo (1) : pues-
do de omisión; y otros negativos, contra to que el avaro e n su afán de amontonar
los que va el pecado de comisión. L u e g o dinero roba y no da lo que debe dar, y
el pecado de omisión y el de comisión del mismo modo el glotón, á trueque de
difieren en especie. satisfacer su g u l a , come de más y omite
3.° L a omisión y la comisión se dife- los debidos a y u n o s , y lo mismo puede
rencian como la afirmación y la negación. verse en los demás (viciosos) ; pues siem-
E s así que la afirmación y la negación pre en las cosas la negación se funda so-
no pueden ser de una sola especie ; por- bre alguna afirmación, que es en cierto
que la negación no tiene especie, « pues modo su causa. A s í que también en las
» del no ente no hay especies ni diferen- cosas naturales igual razón hay para que
» cias » , como dice Aristóteles ( P h y s . el fuego caliente que para que no enfríe.
1. 4 , t. 67). L u e g o la omisión y la comi- A l argumento 1.° diremos, que aquella
sión no pueden ser de una sola especie. división, que se hace por comisión y omi-
Por el contrario : en la misma espe- sión , no es según diversas especies for-
cie de pecado se halla omisión y comi- males, sino solo materiales, como se ha
sión ; porque el avaro toma lo ajeno, lo dicho.
que es pecado de comisión, y no da lo A l 2.° que fue • necesario formular en
suyo á quien debe darlo, lo que es peca- la l e y de Dios diversos preceptos afir-
do de omisión. L u e g o la omisión y la co- mativos y n e g a t i v o s , para que gradual-
misión no difieren en especie. mente los hombres fuesen introducidos á
Conclusión. Los pecados de omisión la virtud, primero absteniéndose del mal,
y de comisión no se diferencian en espe- á lo que somos inducidos por los precep-
cie formalmente tomada, sino material- tos negativos; y después obrando el bien,
mente. á lo que somos inducidos por los precep-
R e s p o n d e r e m o s , que en los pecados tos afirmativos : y así los preceptos afir-
se halla una doble diferencia, material y mativos y negativos no pertenecen á di-
formal : la material se considera según versas virtudes, sino á diversos grados
la natural especie de los actos de pecado, de v i r t u d ; y por consiguiente no con-
y la formal según el orden á un solo fin trarían á pecados diversos en especie.
propio , el cual es también objeto propio. Por otra parte el pecado no tiene espe-
D e donde se sigue que se hallan algunos cie por parte de l a aversión, en cuyo
actos materialmente distintos en especie, concepto es negación ó privación; sino
los que sin embargo están formalmente per razón de la conversión ( 2 ) , según
en la misma especie de pecado, porquese que es cierto acto. A s í que según los
ordenan á lo mismo; así como á la misma diversos preceptos de la l e y no se diver-
especie de homicidio pertenecen la dego- sifican los pecados en especie.
llación, el apedreamiento y la estocada, A l 3.° que aquella objeción procede de
aunque los actos sean diferentes en espe- la diversidad material d é l a especie. Debe
cie según la especie de su naturaleza. sin embargo • saberse que la negación,
A s í pues, si se habla de la especie de pe- aunque propiamente no tiene especie, se
cado de omisión y de comisión material- constituye no obstante en especie por la
mente, se diferencian en especie, aunque reducción á alguna afirmación adjunta.
tomada esta en sentido l a t o , y según que
(i) Es de observar con Silvio que Santo Tomás no niega la comisión de un homicidio, por ejemplo, son evidentemente
aquí en absoluto toda diferencia entre el pecado de comisión pecados diversos en especie, por infringirse con una y otra di-
y el de omisión, considerados formalmente y en general; sino versos preceptos ó deberes ; mas no precisamente porque el
que únicamente traía de hacer constar que la omisión y la co- uno sea de omisión y el otro de comisión.
misión no constituyen por sí solas diversidad específica del (2) Debiendo entenderse aquí la palabra conversión cli el
pecado : de manera que la omisión de la misa en dia festivo y sentido espuesto en la nota 2, pág. 405, del T. 1."
CUESTIÓN LXXII. ARTÍCULO VII. 475
(1) El 1." corresponde á la tentación do la mujer por la ser- al acto de tomarlo Adau de Eva, según allí mismo esplica el
piente, el 2." al placer en gustar del fruto prohibido, y el 3.° Santo Doctor de Hipona.
CUESTIÓN L X X I I . " A R T Í C U L O S VII Y VIII.
y la juventud después de la perfecta g e - t. 13 y 14). E s así que los vicios, que di-
neración del hombre. fieren por esceso y defecto, son contrarios,
A l 3.° que el pecado de corazón y el de como la mezquindad á la prodigalidad.
boca no se distinguen del pecado de obra, L u e g o se diferencian según la especie.
cuando se juntan con él simultáneamente; Conclusión. Los pecados por esceso, no
sino según que cada uno de estos se halla solo difieren en especie de los pecados
solo de por s í : así como también la parte por defecto, sino que son contrarios en-
del movimiento no se distingue de todo tre sí como los objetos motivos, que espe-
el movimiento, cuando este es continuo; cifican los actos pecaminosos.
sino solamente, cuando el movimiento Responderemos q u e , como en el pe-
cesa en el medio. cado hay dos c o s a s , á s a b e r , el mismo
acto y su desorden, según que se aparta
A R T Í C U L O V I I I . — a i » superabundan- del orden de la razón y de la ley divina;
cia y e l defecto diversifican l a s especies d é l o s la especie de pecado se considera no por
pecados ? parte del desorden, que está fuera de la
intención del que peca, como se ha dicho
l.° Parece que la superabundancia y (a. 1 ) , sino más bien de parte del mismo
el defecto no diversifican las especies de acto , en cuanto se termina en el objeto,
pecados : porque la superabundancia y el á que se dirige la intención del que peca:
defecto se diferencian según el más y el y por tanto, do quiera ocurre diverso mo-
menos ; y « el más y el menos no diver- tivo, que inclina la intención á pecar, allí
» sifican la e s p e c i e » . L u e g o la super- hay diversa especie de pecado. Empero
abundancia y el defecto no diversifican es manifiesto que no es el mismo el moti-
la especie de pecados. vo de pecar en los pecados por esceso, que
2.° A s í como el pecado en lo operable el que hay en los pecados por defecto;
proviene de desviarse de la rectitud de la antes bien son contrarios los motivos:
r a z ó n , del mismo modo la falsedad en lo así como el motivo en el pecado de in-
especulativo de apartarse de la verdad temperancia es el amor de las delectacio-
r e a l ; mas no se diversifica la especie de nes corporales , y el motivo en el pecado
la falsedad, solo porque uno diga ser más de insensibilidad es el odio de aquellas:
ó menos de lo que realmente es : luego por consiguiente estos pecados, no solo se
tampoco se diversifica la especie de pe- diferencian en especie , sino que también
cado, solo porque se aparta de la rectitud son contrarios entre sí.
de la razón en más ó en menos. A l argumento 1.° diremos, que el más
3.° « D e dos especies no se constituye y el m e n o s , aunque no son causa de la
» una sola», como dice Porfirio (Isagoge, diversidad de e s p e c i e , son sin embargo
c. ú l t . ) , y Aristóteles ( M e t . 1. 10, t. 37). alguna vez consecuencia de especies di-
E s así que la superabundancia y el de- ferentes, según que provienen de diversas
fecto se unen en un solo pecado ; porque formas ; como si se dijera que el fuego
algunos son al mismo tiempo mezquinos y es más lijero que el aire (1). P o r esto
pródigos, no obstante ser la mezquindad Aristóteles dice ( Ethic. 1. 8 , c. 1 ) que
pecado por defecto y la prodigalidad por « los que suponian que no habia diversas
esceso. L u e g o la superabundancia y el » especies de amistades, porque estas se
defecto no diversifican la especie de los » llaman así según el más y el menos, no
pecados. » l o consideraron carácter suficiente» (2).
Por el contrario: <clas cosas contra- Y de este modo el sobreesceder á la ra-
» rias se diferencian según la especie » ; zón y faltar de ella , pertenecen á diver-
pues « l a contrariedad es diferencia según sos pecados según la especie , en cuanto
» l a f o r m a » , como se dice ( M e t . 1. 10, provienen de diversos motivos.
(1) Debe sobreentenderse que el ser más lijero el fuego axiomas adicionó el consabido proloquio « el más y el menos
que el aire no constituye la diversidad de especie de uno y » no mudan la especie » con las palabras « esencial, y sí solo
otro elemento, la cual proviene de su diversidad de formas. » la accidental »; aunque sin tal adición parece debería en-
(2) Es decir, les pareció que la circunstancia del más ó el tenderse lo mismo, pues claro es y bien notorio que en lo ac-
menos no era un carácter diferencial suficientemente distin- cidental difiere lo más blanco do lo menos blanco, por ejem-
tivo de especies diversas, á pesar de que lo reconocían en las plo, valiéndonos del que allí aduce Aristóteles.
que realmente se diversifican. Por esta razón Beda en sus
CUESTIÓN L X X I 1 . — A R T Í C U L O S VIII Y IX. 477
A l 2.° que la intención del que peca diferencian en especie según la alteración
no está en que se aparte de la razón ; y de sus diversas circunstancias.
por tanto no resulta de la misma razón 3.° Se asignan diversas especies de
el pecado de esceso y de defecto á causa g u l a , según los adverbios contenidos en
del receso de la misma rectitud de la ra- el siguiente verso :
zón. P e r o alguna vez el que dice lo falso
intenta ocultar la verdad, y por lo mismo Praepropere, Imite, nimis, ardenter, siudiosé;
en cuanto á esto no importa si dice más Precipitada tí ostentosamente, con esceso ó
ó menos. Sin embargo, si el apartarse de ardor ó afectado estudio (5).
la verdad ( 1 ) no está fuera de la inten-
ción , entonces es manifiesto que según Mas estas pertenecen á di versas circuns-
las diversas causas se mueve uno á decir tancias ; porque precipitadamente quiere
más ó menos, y conforme á esto es diver- decir antes de lo que conviene'; demasia-
sa la razón de la falsedad: como se ve do más de lo que conviene, y lo mismo
en el jactancioso, que se escede diciendo se ve en las otras. L u e g o las especies de
lo falso, ganoso de gloria ; y del defrau- pecado se diversifican según las diversas
dador, que disminuye, evadiendo la paga circunstancias.
de lo que debe : por lo que aun ciertas Por el contrario , Aristóteles dice
opiniones falsas son contrarias entre sí. (Ethic. 1. 3 , c. 7; y 1. 4 , c. 1) que cada
A l 3.° que puede uno ser pródigo y uno de los vicios peca haciendo «más de
mezquino en diversas cosas , como si uno » l o que conviene, y cuando no conviene »,
se muestra tacaño en recibir lo que no y del mismo modo según todas las otras
debe, y pródigo en dar lo que no debe: y circunstancias. L u e g o no se diversifican
nada se opone á que haya cosas contra- según esto las especies de pecados.
rías en un mismo sujeto bajo diversos Conclusión. L a s circunstancias de los
aspectos (2). pecados [ 1 ] procedentes de un mismo mo-
tivo no los diversifican en especie; pero
A R T Í C U L O I X . — ¿i.os uceados s e di- sí [ 2 ] las que provienen de motivos di-
versifican e n e s p e c i e s e g ú n l a s diversas cir- versos.
cunstancias ? (3) Responderemos que, como se ha dicho
(a. 8 ) , donde ocurre distinto motivo de
1.° Parece que los vicios y pecados se pecar, allí hay diversa especie de pecado;
diversifican en especie según las circuns- porque el motivo para pecar es el fin y el
tancias : porque, como dice San Dionisio objeto. P e r o acontece alguna vez que
( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 22 ) , « el en las deformidades de diversas circuns-
»mal acontece por defectos singulares». tancias-hay un mismo m o t i v o ; como el
Es así que los defectos singulares son mezquino tiene el mismo motivo para re-
corrupciones de las circunstancias singu- cibir cuando y donde y más de lo que
lares. L u e g o según las singulares cir- conviene, y así de las demás circunstan-
cunstancias corrompidas resultan singu- cias ( 6 ) , pues hace esto á causa del
lares especies de pecados. desordenado apetito de amontonar dine-
2.° L o s pecados son ciertos actos hu- ro : y en tales casos las corrupciones de
manos. E s así que los actos humanos re- las diversas circunstancias no diversifi-
ciben á veces de las circunstancias la es- can las especies de pecado, sino que per-
pecie , como arriba se ha demostrado tenecen á una sola especie misma de pe-
(C. 18, a. 17 ( 4 ) . L u e g o los pecados se cado. P e r o otras veces sucede que las
(1) En los códices de Alcañiz y Tarragona y de conformi- (5) Defiriendo á los que acaso prefieran la forma métrica,
dad con ellos en casi todas las ediciones consta la negación refundimos el exámetro latino del testo en la siguiente re-
non que sin embargo se echa de menos en la áurea y aun en
t dondilla :
alguna otra.
(2) De aquí se infiere que los pecados pueden ser de diversa Nimia precipitación,
especie, no solo por oponerse á diversas virtudes, sino tam- Ostentación jactanciosa,
bién oponiéndose á una misma en los dos conceptos estreñios, Esceso, ansia impetuosa,
como la prodigalidad y la avaricia á la beneficencia y á la es- Y estudiada afectación.
peranza la presunción y la desesperación.
(3) Véase la C 7, a. 3, y su nota 1, pág. 08. (ti) Como de la persona que recibe y de quien recibe, el
(4) Véase y téngase muy en cuenta la nota 3 do la pág. 137, objeto, modo, medios, etc. Véase C 7, a. 3.
como también la 1 de la 138 y la 4 de la 139.
478 CUESTIÓN LXXII. — A R T Í C U L O IX.
CUESTIÓN LXXIII.
Asunto, que espondrémos en estos diez artículos: l.° Todos los pecados y vicios tienen conexión? —
3.° Son todos iguales? — 3.° La gravedad de los pecados se considera según los objetos ? —4." Y según
la dignidad de las v i r t u d e s , á que los pecados se oponen? —5.° Los pecados carnales son m á s graves
que los espirituales?— 6.° Se estima la gravedad de los pecados según sus causas?— 1." Ó según las
c i r c u n s t a n c i a s ? —8." Y según la cantidad del d a ñ o ? —9.° Se atiende á la condición d é l a persona,
contra quien se peca?—10.° Se agrava el pecado por la grandeza de la persona que peca ?
(1) Verdadero ó ficticio, pero siempre en el concepto de ape- notar antes de ahora; pues nadie busca ó se procura el mal
tecible como bien, aun cuando lo sea solo ilusoriamente y en como mal, sino teniéndolo por bien acertada ó erróneamente.
la falsa apreciación del que á él aspira, según ya hemos hecho
480 CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .
gativo, en cuanto lleva el afecto del hom- cian que todos los pecados son iguales, y
bre de muchas cosas á una s o l a ; y por decían también que todas las penas del
tanto las virtudes, que son causadas por infierno son iguales (3) : y , según de las
el amor de D i o s , tienen conexión : pero palabras de Tulio puede colegirse, los
el amor de sí mismo disgrega el afecto estoicos se fundaban en considerar el
del hombre hacia diversas cosas, es decir, pecado por parte únicamente de la pri-
según que el hombre se ama, apeteciendo vación, es decir, como desvío de la ra-
para sí los bienes temporales, que son zón; por lo que, pensando simplemente
varios y diversos; y por tanto los vicios que ninguna privación admitía más y
y pecados, que son causados por el amor m e n o s , sentaron que todos los pecados
de sí propio, no están conexos. son iguales. P e r o cualquiera que atenta-
mente lo considere, hallará dos géneros
A R T Í C U L O I I . — Todos los pecados son de privaciones : porque h a y cierta abso-
Iguales? (1) luta y pura privación, que consiste en el
ser corrompido, como la muerte es la pri-
1.° Parece que todos los pecados son vación de la vida, y las tinieblas privación
iguales ; porque pecar es hacer lo que no de la l u z ; y tales privaciones ño admiten
es lícito, y el hacer lo que no es permi- más y menos, pues ningún residuo que-
tido se reprende en todos de un solo y da del hábito opuesto : y así no está me-
mismo modo: luego el pecar se reprende nos muerto uno en el primero y tercero
de un mismo modo no más. L u e g o un ó cuarto dia de su muerte, que después
solo pecado no es más grave que otro. de un a ñ o , cuando el cadáver está ya
2.° Todo pecado consiste en que el descompuesto; y del mismo modo no es
hombre traspasa la regla de la razón ( 2 ) , más tenebrosa una casa, cuando está cu-
que se refiere á los actos humanos como bierta su l u z con muchos velos, que cuan-
la regla lineal en las cosas corporales. do lo está con uno solo, que la intercepta
L u e g o el pecar es semejante á estralimi- toda por completo. H a y empero otra
tarse de las líneas : l o cual se verifica privación no absoluta, sino que conserva
igualmente y del mismo modo, alejándose algo del hábito opuesto, la cual consiste
mucho ó poco de ellas; porque las priva- más en corromperse, que en estar cor-
ciones no admiten más ó menos. L u e g o rompido ; como la enfermedad, que priva
todos los pecados son iguales. del debido equilibrio de los humores, de
modo sin embargo que permanezca en
3.° L o s pecados se oponen á las virtu-
parte, pues de lo contrario el animal no
des. E s así que todas las virtudes son
quedaría vivo : y lo mismo puede decirse
iguales, como dice Tubo en las Parado-
de la deshonestidad y otras cosas seme-
jas (paradoja 3 . ) . L u e g o todos los peca-
a
(1) Joviniano y Novaciano, siguiendo la doctrina de los es- (2) Regla prescrita por la razón, y no su reguladora ; si Inca
toicos, incurrieron en la herejía de afirmar que « todos los pe- la razón misma, para regular ella los actos humanos, debe
» cados son iguales,é iguales por consiguiente también las pe- antes serlo por la ley eterna ó divina, de la que no se trata
» ñas , á que se hacen acreedores los pecadores todos n : error por ahora.
espresamente condenado por multitud de pasajes bíblicos y f3) Véase la nota 1 de esta misma página.
por el Concilio de Florencia.
CUESTIÓN LXXIII. — ARTÍCULOS II Y III. 481
sigue que no se opone á ella directamente del sujeto; porque los pecados espiritua-
cualquier odio, sino el odio de D i o s , que les pertenecen al espíritu, del cual es
es el más grave de los pecados (1). propio dirigirse á D i o s y apartarse de él;
mas los pecados carnales se consuman en
ARTÍCULO V . — A Los pecados c a r n a l e s la delectación del apetito carnal, al cual
son de menor culpa que los pecados espiri- pertenece principalmente dirigirse hacia
tuales ? el bien corporal : y por tanto el pecado
carnal, en cuanto t a l , tiene más de con-
l.° Parece que los pecados carnales versión, por lo que también es de mayor
no son de menor culpa que los pecados adhesión; pero el pecado espiritual tiene
espirituales : porque el adulterio es más más de aversión, de la cual procede la
grave pecado que el hurto ; pues se dice razón de culpa, y por lo mismo el pecado
(Prov. 6, 30 y 32): No es grande culpa, espiritual, en cuanto t a l , es de mayor
cuando alguno hurtare...; mas el que es culpa; 2. de parte de aquel, contra quien
a
que es de máxima adherencia, y difícil- hasta el punto de que el que carece del
mente puede ser libertado de él el hom- uso de la razón se escusa enteramente
bre ; « pues el apetito de la delectación de pecado, y el que peca por ignorancia
» es insaciable » , como dice Aristóteles peca más levemente. L u e g o la gravedad
(Ethic. 1. 3 , c. 12). del pecado no se aumenta por la magni-
A l 3.° q u e , como dice Aristóteles tud de la causa.
(Ethic. 1. 7, c. 6), es más torpe ser incon- Por el contrario: multiplicada la cau-
tinente de concupiscencia que incontinen- sa , se multiplica el efecto. L u e g o , si la
t e de i r a ; porque participa menos de la causa del pecado fuere m a y o r , el pecado
razón, y conforme á esto dice también será más grave.
( E t h i c . 1. 3 , c. 1 0 ) , que « los pecados de Conclusión. En general [ 1 ] y per se
» intemperancia son los más reprobables, cuanto mayor es la causa del pecado^
» porque versan acerca de aquellas de- tanto es este más grave; pero [ 2 ] esta
» lectaciones, que nos son comunes con gravedad es directamente proporcional á
» los brutos »: por lo que en cierto modo la intervención de la voluntad y á la
por esos pecados el hombre se torna bru- causa final; al paso que [ 3 ] las causas
tal ; y de aquí proviene q u e , como dice impeditivas del juicio de la razón y del
S a n Gregorio (ibid. Por el contrario), libre movimiento de la voluntad atenúan
son de mayor infamia ( 1 ) . lo voluntario y por consiguiente la gra-
vedad del pecado, que aun llega á ser
A R T Í C U L O V I . — 4 l a gravedad de los nula por la involuntariedad del acto.
pecados s e considera s e g ú n l a c a u s a del pe- Responderemos, que en el género de
cado ? p e c a d o , como en cualquier otro género,
pueden considerarse dos clases de causas:
l.° Parece que la gravedad de los pe- 1 . según que es per se y propia causa
a
cados no se estima según la causa del del pecado, que es la misma voluntad de
pecado: porque, cuanto es mayor la causa pecar, pues se compara al acto de pecado
del p e c a d o , tanto más vehementemente como el árbol al fruto, según se dice en
mueve á pecar, y así se le puede resistir la Glosa ( D e San Agustín, 1 . cont. Jul. a
mo la ignorancia, ó las que disminuyen 3.° L a malicia del pecado es por parte
el libre movimiento de la voluntad, como de la aversión, al paso que las circuns-
la debilidad, ó la violencia, ó el miedo, ó tancias son anejas al pecado por parte de
algo semejante, disminuyen el pecado, la conversión. L u e g o no aumentan la
como disminuyen también el voluntario; malicia del pecado.
en tanto grado que, si el acto es del todo Por el contrario: la ignorancia de la
involuntario, no tiene razón de pecado. circunstancia disminuye el pecado; por-
A l argumento 1.° diremos, que aquella que el que peca por ignorancia de la cir-
objeción procede de la causa movente cunstancia merece perdón, como se dice
estrínseca, que disminuye el voluntario, ( E t h i c . 1. 3 , c. 3 ) ; lo cual no sería, si la
cuyo aumento de causa disminuye cier- circunstancia no agravase el pecado.
tamente el pecado, como se ha dicho. L u e g o la circunstancia agrava el pecado.
A l 2° que, si bajo la concupiscencia Conclusión. El pecado puede agra-
se incluye también el mismo movimiento varse por la circunstancia en el triple
de la voluntad, en este sentido, donde concepto [ 1 ] de cambiar su especie, au-
hay mayor concupiscencia, h a y mayor mentar [ 2 ] su magnitud 6 [ 3 ] inducir
pecado ; pero, si se llama concupiscencia mayor deformidad.
cierta pasión, que es el movimiento de la R e s p o n d e r e m o s , que « cada cosa na-
fuerza concupiscible, en tal concepto la » turalmente se aumenta por aquello mis-
mayor concupiscencia precedente al jui- » mo, que es su causa y>, como dice Aris-
cio de la razón y al movimiento de la tóteles del hábito de la virtud ( E t h i c . 1.
voluntad disminuye el p e c a d o ; porque 2 , c. 1 y 2 ) . P e r o es manifiesto que el
el que peca estimulado por mayor con- pecado es causado por defecto de alguna
cupiscencia cae por más grave tentación, circunstancia ; porque se aparta uno del
por lo que se le imputa menos : y , si la orden de la razón, en el hecho mismo de
concupiscencia así entendida sigue al jui- no observarlas en su operación las debidas
cio de la razón y al movimiento de la circunstancias. P o r lo que es manifiesto
voluntad, en este caso, donde h a y mayor que el pecado naturalmente se agrava
concupiscencia, hay mayor pecado; pues- por la circunstancia, lo cual se verifica
to que á veces surge mayor movimiento de tres modos: 1.° en cuanto la circuns-
de concupiscencia del hecho mismo, de tancia cambia el género de pecado, como
que la voluntad desenfrenadamente se el pecado de fornicación consiste en que
dirige á s u objeto. el hombre se acerca á otra mujer no
A l 3.° que aquella razón procede de la s u y a ; mas, si se añade la circunstancia
causa, que produce involuntario; y esta de que aquella, á quien se llega, es mujer
disminuye e l p e c a d o , como se h a dicho. de otro, se pasa y a á otro género de p e -
cado, á saber, á la injusticia, en cuanto
el hombre usurpa cosa de otro; y según
ARTÍCULO VII. — i» circunstancia
esto el adulterio es pecado más grave
a g r a v a d pecado?(1)
que la fornicación; 2° algunas veces la
1.° Parece que la circunstancia no circunstancia no agrava el pecado como
agrava el pecado: porque el pecado tiene pasando á otro género de pecado, sino
la gravedad por su especie; y la circuns- solo porque multiplica la razón de peca-
tancia no da especie al pecado, puesto do ; como si el pródigo d a , cuaudo no
que es cierto accidente suyo. L u e g o la debe y á quien no d e b e , peca más en el
gravedad del pecado no se considera se- mismo género de pecado, que si.solamen-
gún la circunstancia. te da á quien no d e b e , y por esto mis-
mo se hace el pecado más grave ;. ó tam-
2.° O la circunstancia es mala ó n o :
bién como es más grave la enfermedad,
si es mala, ella misma per se causa cierta
que afecta muchas partes del cuerpo, por
especie de m a l ; y , si no lo es, no tiene de
lo que aun Tulio dice en sus Paradojas
donde aumente el mal. L u e g o la circuns-
(Parad. 3) que « en violar la vida del
tancia de n i D g u n modo aumenta el p e -
» padre se cometen muchos pecados; por-
cado.
» que se viola al que procreó, al que ali-
» mentó, al que educó, al que colocó en
(1) Véanse las ñolas 1 de la nág. 07 y 3 de la 137.
486 CUESTIÓN LXXIÍI. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.
(1) Como regla próxima é inmediata de los actos humanos a. 0) apropóslto de la definición del pecado.
á la vez que principió de los mismos, según lo espuesto (C. 71, (2) Véase la nota 1 de la pág. 158.
CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O VIII. 487
referirse al pecado de tres modos. 1.° unas por el pecado de hurto ; porque, como ni
veces el daño, que proviene del pecado, es intentó ni previo esto, no se agrava por
previsto é intentado, como cuando uno ello su pecado, como acontece respecto
hace algo con ánimo de dañar á otro, del fiel, que por lo mismo parece que pe-
como el homicida ó el ladrón; y entonces ca más gravemente, al despreciar penas
directamente la cantidad de daño aumen- mayores, por satisfacer la voluntad de
ta la gravedad del pecado; porque el da- pecar; mas la gravedad de semejante
ño es per se objeto del pecado ; 2.° otras daño solamente es causada por la grave-
el daño es previsto, pero no intentado, dad del pecado.
como cuando uno pasando por un campo, A l argumento 1.° diremos q u e , como
para ir más pronto á fornicar, causa daño también se ha dicho ( C . 20, a. 5) tratán-
en los sembrados á sabiendas, aunque no dose de la bondad y malicia de los actos
con ánimo de dañar, y de este modo tam- esteriores, el evento siguiente, si es pre-
bién la cantidad de daño agrava el pe- visto é intentado, acrece la bondad ó
cado, pero indirectamente, es decir, en malicia del acto.
cuanto de la voluntad muy inclinada á A l 2.° q u e , aunque el daño agrave el
pecar procede el que uno no se abstiene de pecado, no se sigue sin embargo que por
hacer daño á sí ó á otro, lo cual simple- el solo daño se agrave el p e c a d o ; antes
mente no querría ; 3.° otras el daño ni es bien el pecado de suyo es más grave á
previsto ni intentado, y entonces, si es causa del desorden, como se ha dicho
accidental al pecado, no lo agrava direc- (a. 3). A s í pues aun el mismo daño
tamente; mas por la negligencia en con- agrava el p e c a d o , en cuanto hace que el
siderar los daños, que podian seguirse, se acto sea más desordenado ; mas no se
le imputan al hombre á pena los males, sigue q u e , si el daño tiene principal-
que sobrevienen fuera de su intención, mente lugar en los pecados contra el pró-
si procuraba cosa ilícita. Pero, si el daño j i m o , aquellos pecados sean los más gra-
per se se origina del acto del pecado, ves ; porque mucho mayor desorden se
aunque no sea intentado ni previsto, halla en los pecados, qué son contra D i o s ,
agrava directamente el pecado ; porque y en algunos de aquellos, que son contra
todas las consecuencias per se del peca- sí mismo. Y no obstante puede decirse
do pertenecen en cierto modo á la mis- q u e , aunque á Dios nadie puede dañar
ma especie de pecado, por ejemplo, si en cuanto á su sustancia, puede sin em-
uno públicamente fornica, se sigue el es- bargo proponerse hacer daño en las cosas
cándalo de muchos; lo cual aunque él que son de D i o s , como estirpando la fe,
mismo no lo intente ni acaso lo prevea, violando las cosas sagradas , que son pe-
por esto se agrava directamente el peca- cados gravísimos. También á sí mismo
do. D e diverso modo empero parece de- se daña uno algunas veces á sabiendas y
ber juzgarse acerca del daño penal, en queriendo, como se ve en los que se sui-
que incurre el mismo que peca: daño que, cidan , aunque finalmente refieran esto á
si accidentalmente se relaciona con el algún bien aparente, por ejemplo , para
acto del pecado, y no es previsto ni in- librarse de alguna angustia.
tentado, no agrava el pecado ni es con-
A l 3.° que aquella razón no es conclu-
secuencia de mayor gravedad del pecado,
yente por dos motivos: 1.° porque el ho-
como si uno corriendo á matar, se clava
micida intenta directamente el daño del
y se daña el pie; m a s , si el tal daño per
prójimo, mas el fornicador, que provoca á
se proviene del acto del p e c a d o , aunque
una mujer, no intenta daño, sino delecta-
tal vez no sea previsto ni intentado, en-
ción; 2.° porque el homicida es de por sí
tonces el mayor daño no hace más grave
suficiente causa de la muerte corporal, y
el pecado, sino que por el contrario más
de la muerte espiritual ninguno puede ser
grave pecado causa más grave daño ( 1 ) :
per se causa suficiente respecto de otro,
como un infiel, que nada oyó de las pe-
porque ninguno muere espiritualmente
nas del infierno, sufrirá en él más grave
sino por su propia voluntad pecando.
castigo por el pecado de homicidio que
(I) Tanto con respecto á la pona temporal, que según las como en cuanto á la eterna, que también por la ley divina es
leyes humanas se impone mayor al homicidio que al hurto, proporcionada á la gravedad del pecado,
488 CUESTIÓN LXXIII.—ARTÍCULO IX.
(1) No en absoluto ó simplemente matando al esclavo, sino rey), según se colige de lo que precede y sigue ; pero de allí
quitándole la vida con injuria ó injustamente (dice), como mismo se colige es aplicable al rey ó persona constituida aquí
suponiendo que.pudiera privársele de ella con justicia, en en dignidad ó autoridad y en representación del mismo Dios,
cuyo caso no habría en ello pecado : locualciertamente jamás como en efecto lo hace San Gregorio (Moral. 1. 24, <¡. 14 mo-
puede suponerse con respecto al padre en ninguna hipótesi. derno , ó c. 29 en las ediciones antiguas).
(2) El testo sagrado se refiere á Dios en la palabra regí (al
CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S IX Y X . 489
(1) Ohscrva aquí Silvio con mucha oportunidad que no to- especie.
das las condiciones de las personas ni todas las circunstancias (2) Turbationem unánimemente en todas las ediciones de
del pecado respecto de ellas influyen en su gravedad ó leve- acuerdo con los códices de Alcañiz y Tarragona ; y solo en
dad. Así, por ejemplo, el hurto en general no es más ni me- alguna de las menos conocidas (erróneamente á todas luces)
nos grave , porque sea en*perjuicio de clérigo ó lego; como aparece tribulationem.
asimismo la prodigalidad en favor de parientes ó estraños no (3) ¡llanniliidOy calidad ó condición de la persona según su
es circunstancia agravante ni atenuante, y sí lo sería el pe- carácter social de dignidad ó representación.
cado de lujuria con persona consanguínea, que aun muda do
490 CUESTIÓN LXXIII. — A R T Í C U L O X.
magnitud de la persona que peca no se bien, con que uno se engrandece, es bene-
agrava el pecado. ficio de Dios , á quien el hombre se hace
Por el contrario, dice San Isidoro ( D é ingrato pecando, y en cuanto á esto cier-
sum. bón. 1. 2, c. 1 8 ) : «se conoce que el ta superioridad aun en los bienes tempo-
» pecado es tanto más grande, cuanto rales agrava el pecado, conforme á aque-
» mayor es el que peca » . llo ( S a p . 6 , 6 ) : los poderosos poderosa-
Conclusión. El pecado [ 1 ] procedente mente padecerán tormentos; 3 . por laa
de acción oculta ó de fragilidad humana especial repugnancia del acto del pecado
se imputa menos al que es mayor en vir- á la magnitud de la persona ; como si un
tud ; pero [ 2 ] el cometido con delibera- príncipe, que está constituido en custodio
ción se imputa tanto más á uno, cuanto de la justicia, la viola, y el sacerdote, que
es más caracterizado. tiene hecho voto de castidad, fornica; 4 . a
(1) No se entienda empero que el pecado, siendo de suyo de cándalo el pecado es menos grave en sí mismo, y como tal le
determinada gravedad igual á la que tendría en otro sujeto, es imputado por Dios justojuez.
se le imputa como menos grave al más virtuoso; sino que (2) Hagnua ; pero algunas ediciones muy contadas, y entre
por esta razón unida á las de su deliberación y falta de es- ellas las romanas inclusa la áurea, ponen maliís.
CUESTIÓN LXXIV.
Formularemos á este propósito diez p r o p u e s t a s : 1. La voluntad puede ser sujeto del pecado? —
a
2. Lo es ella sola? — 3 . Puede s e r i ó l a sensualidad? —4. puede ser sujeto del pecado mortal? —
a a a
5. La razón puede ser sujeto del pecado? — 6. La delectación morosa ó no morosa está en la razón
a a
inferior como en sujeto ?— 1. El pecado de consentimiento en el acto está en la razón superior como
a
en sujeto? —8. La razón inferior puede ser sujeto del pecado m o r t a l ? - - 9. Y del venial?—10. Puede
a a a
eso la voluntad apetece alguna vez alguu Por el contrario: el pecado se opone
m a l , y conforme á esto el pecado está en á la virtud, y las cosas contrarias versan
la voluntad. acerca de una misma. Siendo empero
A l 2.° que, si el defecto de la virtud otras fuerzas del alma ademas de la vo-
aprensiva de ningún modo dependiese luntad sujetos de las virtudes, como se
de la voluntad, no habría pecado ni en ha diebo ( C . 5 6 ) ; sigúese que la volun-
la voluntad ni en la virtud aprensiva, tad no es sujeto único del pecado.
como se ve en los que tienen ignorancia Conclusión. No solamente la voluntad
invencible : y de aquí resulta que aun puede ser sujeto del pecado [ 1 ] , sino
el defecto de la virtud aprensiva, sub- también todas aquellas potencias, que
ordinado á la voluntad, se repute por pueden 6 ser movidas á sus propios actos,
pecado. ó retraídas de por ellos por la voluntad;
A l 3.° que aquella razón procede en y así [ 2 ] las potencias, que son princi-
las causas eficientes, cuyas acciones pa- pio de los actos voluntarios, elidios ó
san á la materia esterior, y que no se imperados, son sujetos de los hábitos mo-
m u e v e n , sino (que mueven) otras cosas: rales, buenos ó 'malos.
y lo contrario está en la voluntad; por Responderemos q u e , como se ve por
lo que el argumento no es concluyente. lo dicho (a. 1), todo lo que es principio
del acto voluntario, es sujeto del pecado;
A R T Í C U L O I I . — La voluntad sola es su- empero se llaman actos voluntarios, no
jeto del pecado ? (1) solo los que son emitidos por la voluntad,
sino también los imperados por e l l a , se-
1.° Parece que sola la voluntad es su- gún lo espuesto ( C . 6, a. 4 ) , tratándose
jeto del pecado: porque dice San A g u s - de lo voluntario; de donde se sigue que
tín en el Libro D e las dos almas (c. 10) no solo'la voluntad puede ser sujeto del
que « no se peca sino con la voluntad ». pecado, sino todas aquellas potencias, que
E s así que el pecado está como en sujeto pueden ser movidas á sus actos propios
en la potencia con que se peca. L u e g o ó reprimidas de ellos por la voluntad;]/
sola la voluntad es sujeto del pecado. también las mismas potencias son sujetos
2.° E l pecado es cierto mal contra la de los hábitos morales buenos ó malos:
rázon (2). P e r o el bien y el mal perte- porque de lo mismo es propio el acto y
neciente á la razón es objeto de sola la el hábito (3).
voluntad. L u e g o sola la voluntad es su- A l argumento 1.° diremos, que no se
jeto del pecado. peca sino con voluntad, como primer mo-
3.° Todo pecado es un acto volunta- tor ; mas con las otras potencias se peca,
rio: porque, como dice San Agustín ( D e como movidas por ella ( 4 ) .
lib. arb; 1. 3 , c. 1 8 , implic. pero espresa- A l 2.° que el bien y el mal pertenecen
mente de vera relig. c. 14), « el pecado á la voluntad como per se objetos de la
j> de tal suerte es voluntario q u e , si no misma; pero las otras potencias tienen
y> es voluntario, no es pecado ». P e r o los algún bien y mal determinado, por cuya
actos de otras fuerzas no son voluntarios, razón puede haber en ellas virtud y vicio
sino en cuanto aquellas fuerzas son m o - y pecado, según que participan de la vo-
vidas por la v o l u n t a d ; y esto no basta luntad y de la razón.
para que sean sujeto de pecados, porque A l 3.° que los miembros del cuerpo no
según esto aun los miembros esteriores, son principios de los actos, sino solamente
que son movidos por la v o l u n t a d , serían órganos; por lo que también se compa-
sujeto del pecado: lo cual es evidente- ran al alma, que los mueve, como el sier-
mente falso. L u e g o sola la voluntad es vo, que es movido á obrar y no obra. Pero
sujeto del pecado. las potencias apetitivas interiores se com-
(i) Lo es también al apetito sensitivo, incluyéndose en él que el acto, y viceversa ; lo propio debe decirse del hábito,
lo concupiscible y lo irascible. principio inmediato y próximo del acto, toda vez que por él
(2). Bajo el punto de vista únicamente filosófico ; pues en es informada y perfeccionada la potencia para emitir el acto.
el concepto teológico es también contrario á la ley de Dios, (4) Según esto el pecado está en la voluntad, no como en
según ya queda espuesto (C. 71, a. 0). sujeto, sino como en su causa, según el mismo Santo Doctor
(3) Porque, así como la potencia es el principio intrínseco dice ospresa y literalmente (De ditt. 1. 2 , dtst, 24, Ci 3, a. 3,
del acto mismo , y de consiguiente compete al mismo sujeto al 2.» j y De veril. C 15, a. 3, al 3.°).
CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S II Y III. 493
paran á la razón como libres, porque en dicho (a. 2 y 3 ) , puede hallarse pecado
cierto modo obran y son impulsadas á en cualquier potencia, cuyo acto puede
obrar, como se ve por lo que se dice ser voluntario y desordenado, en lo cual
(Polit. 1. 1, c. 3). Ademas los actos de consiste la razón de pecado. Siendo pues
los miembros esteriores son acciones, que manifiesto que el acto de la sensualidad
pasan á la materia esterior, como se ve puede ser voluntario, en cuanto la sen-
por la percusión en el pecado de homici- sualidad ó el apetito sensitivo natural-
dio: y por tanto no hay razón de ana- mente puede ser movida por la voluntad;
logía. dedúcese que en la sensualidad puede
haber pecado.
ARTÍCULO I I I . — P u e d e haber pecado A l argumento 1.° diremos, que algunas
cu la s e n s u a l i d a d ? (1) fuerzas de la parte sensitiva, aunque nos
son comunes con los brutos, tienen sin
1.° Parece que en la sensualidad no embargo en nosotros alguna escelencia,
puede haber pecado: porque el pecado por hallarse asociadas á la razón; así
es propio del hombre, que es alabado ó como nosotros con preferencia á otros
vituperado según sus actos ; mas la sen- animales tenemos en la parte sensitiva la
sualidad nos es común con los brutos. cogitativa (2) y la reminiscencia, según
Luego en la sensualidad no puede haber en la Parte 1. se ha dicho ( C . 78 a. 4 ) : a
(1) Filosófica y moralmente hablando; que teológicamente pecados mortales según la doctrina aquí sentada, requiérese
y según la fe católica se opone también á la gracia, según se al efecto que la razón se aperciba ó haya podido apercibirse de
hace constar (3." P., C. 86, a. 3). ellos.
(2) Aunque los movimientos de la sensualidad pueden ser
CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULOS IV, V Y V I . 495
(1) En la C. 76, a. 3 y 4 , pueden verse los casos, en que la concurren la razón ilustrando é intimando y la voluntad im-
ignorancia escusa parcial ó totalmente de pecar. perando ó ejecutando.
12} En nuestro arbitrio, ó que dependen de él, de manera (4) En la solución al 3.°se esplica suficientemente el ver-
que podemos libremente optar por ellas ó sus contrarias res- dadero concepto de la delectación morosa, consistente en de-
pectivamente. leitarse (aunque solo sea momentáneamente) en el placer
(3) De donde se infiere que el ser la* razón susceptible de anejo á algún acto pecaminoso, aun cuando no se consienta
pecado debe entenderse en combinación con la voluntad ; en el acto mismo.
dado que no puede haber pecado sin acto voluntario, al cual
496 CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S VI Y V I I .
(IJ El acto es medio entre la potencia y su objeto, al cual gina 647. El sentido de la pregunta viene a ser el siguiente :
no llega sino mediante él, que es lo que significa la frase « or- ¿el pecado consistente en un acto pecaminoso es imputable a
» denarse la potencia al objeto mediante el acto». ta voluntad dirigidaóque debiera serlo por la razón superior,
(2) Véase en el T. 1." el a. 0, de la C. 79, y su nota 1, pi- por el hecho de prestar su consentimiento?
CUESTIÓN LXXIV. — A R T Í C U L O V I I .
(1) Nicolai propone la sustitución de corporc por opere, no (3) Que es lo que en el lenguaje jurídico hoy corriente suele
sin advertir que en los diversos ejemplares de la citada obra llamarse recurso de apelación ó alzada; de manera que ínterin
de San Agustín se lee constantemente corpore, con el desig- queda aún algún tribunal superior al que ya ha dictado su
nio sin duda (dice) de hacer notar la antítesis entre la sensa- sentencia, la causa en cuestión, sea civil ó criminal, no es
ción corpórea y el consentimiento del alma en lo concerniente cosa juzgada ; así como en lo literario y concerniente al len-
á las delectaciones sentidas en el cuerpo y consentidas por el guaje dice Horacio (Epist. ad Pissones J que el juez supremo é.
alma. inapelable es el uso, quem penes arbílrium est ct jus el normre
(2) Judicalorium, que según su etimología griega significa loquendi, y en otra parte á un propósito análogo adlmc sub j«-
propiamente el sitio, donde se deciden las causas judiciales ; dice lis est.
pero Platón y Plutarco designan también por la misma voz la (4) Véase la nota 2, pág. 142.
autoridad judicial ó la persona misma del magistrado ó juez, (5) Aunque más propia y formalmente á la voluntad que á
en cuya acepción misma la emplea también frecuentemente la razón, según lo espueslo (C. 15, a. 1).
como aquí el Doctor Angélico.
SUMA TEOLÓGICA.'—TOMO II. 32
498 CUESTIÓN LXXIV. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.
del adulterio no es pecado mortal por siderar que, como toda delectación su-
razón de la delectación, que también se pone alguna operación (Ethic. 1. 10, c. 4 ) ,
halla en el acto matrimonial, sino por y ademas como toda delectación tiene
razón del desorden del mismo acto : mas algún objeto ; cualquiera delectación pue-
el que consiente en la delectación, no por de relacionarse con dos cosas : la opera-
esto consiente en el desorden del acto; y ción á que sigue, y el objeto en que uno
por lo mismo no parece pecar mortal- se deleita. Pero sucede que alguna ope-
mente. ración es objeto de delectación, como lo
5.° E l pecado de homicidio es más es cualquiera otra cosa ; porque la misma
grave que el de simple fornicación ; y sin operación puede tomarse como bien y fin,
embargo el consentir en la delectación en que uno repose deleitándose; y algu-
aneja al pensamiento del homicidio no es nas veces la misma operación causante
pecado mortal. L u e g o mucho menos lo de la delectación es objeto de estas, en
es el consentir en la delectación consi- cuanto la fuerza apetitiva, de la que es
guiente al pensamiento de la fornicación. propio deleitarse, se refleja en la misma
6." L a oración dominical se dice cada operación como en cierto bien, por ejem-
dia para la remisión de los veniales, como plo , cuando uno piensa y se deleita en lo
dice San Agustín (Enchir. c. 7 8 ) ; quien mismo que está pensando, en cuanto su
por otra parte enseña que el consenti- pensamiento le place; pero otras veces la
miento en la delectación debe abolirse delectación consiguiente á una operación,
por medio de la oración dominical, pues como algún pensamiento, tiene por objeto
dice ( D e Trin. 1. 1 2 , c. 12) que « esto es otra operación como cosa pensada ; y en-
» mucho menos pecado que el decidir po- tonces tal delectación procede de la in-
» nerlo por obra, y por tanto debe pedirse clinación del apetito, no ciertamente al
» perdón también de tales pensamientos pensamiento, sino á la operación pensada.
2> y herir nuestro pecho, diciendo : per- A s í pues u n o , que piensa en la fornica-
» dónanos nuestras deudas ». L u e g o el ción, puede deleitarse en dos cosas : en
consentimiento en la delectación es pe- el pensamiento mismo, y en la misma
cado venial. fornicación meditada. Empero la delecta-
ción acerca del pensamiento mismo sigue
Por el contrario, San Agustín poco
la inclinación del afecto hacia el mismo
después añade : « todo el hombre se con-
pensamiento ; y este no es de suyo pecado
» denará, á no ser que estos que sin vo-
mortal, sino que unas veces es tan solo
»luutad de obrarlos pero con voluntad
venial, como cuando piensa uno inútil-
» de deleitar el ánimo en ellos se advierte
mente en él; y otras no es pecado al-
» que son pecados de solo pensamiento,
guno, como si uno piensa en ello con
j> sean perdonados por la gracia del M e -
utilidad, por ejemplo, proponiéndose pre-
» diador ». Ninguno empero es condenado
dicar ó cuestionar sobre ello : y con-
sino por el pecado mortal. L u e g o el con-
siguientemente la afección y delectación,
sentimiento en la delectación es pecado
que de este modo versan acerca del pen-
mortal.
samiento de la fornicación, no son del
Conclusión. El consentimiento en la género de pecado mortal, sino unas veces
delectación sobre el pensamiento [ 1 ] como pecado venial y otras ninguno ; por lo que
objeto ó fin, en que uno se detiene con ni el consentimiento en tal delectación es
deleite, no es pecado mortal, sino á ve- pecado mortal: y en cuanto á esto la
ces venial ó nulo ; pero [ 2 ] el consenti- primera opinión tiene verdad. Mas el que
miento en la delectación de la cosa pen- uno pensando en la fornicación se deleite
sada, siendo esta en sí de pecado mortal, en el mismo acto pensado, proviene de
lo es asimismo grave. que su afección está inchnada hacia este
Responderemos, que acerca de esto acto : y por lo mismo el que uno con-
opinaron algunos con diversidad : porque sienta en tal delectación, no es otra cosa
unos dijeron que el consentimiento en la que consentir el mismo en que su afecto
delectación no es pecado mortal, sino tan se halle inclinado á la fornicación ( 1 ) ;
solo venial; mas otros dijeron que es pe-
cado mortal, y esta opinión es la más
(1) Esto es exacto, según observa TNicolai, no solo respecto
común y verosímil. Porque se ha de con- del pensamiento en un acto pecaminoso, que uno mismo haya
500 CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULOS VIII Y IX.
de cometer, sino aun del cometido por otro, si el deleite es (1) Que es la que constantemente y de acuerdo con los es-
producido por el pensamiento del acto mismo ; como si uno se colásticos tanto posteriores como más antiguos sostiene el
complace en la narración de un hurto ú homicidio ejecutado mismo Santo Tomás en diversos pasajes de sus ebras (De víalo,
por otro, por el hecho mismo de haberse realizado. Debe no C. 15, a. 2 ; De veril. C. 15, a. 4 ; Dlsl. 1. 2, dlst. 24, C 3, a. 1;
obstante distinguirse bien del acto pecaminoso el modo de y Quodl. 12, a. 34).
efectuarlo; porque bien puede uno sin pecado deleitarse en (2j Por más que, como advierte Silvio y es doctrina harto
la consideración de la industria ó habilidad puesta en juego sabida, no basta para obtener el perdón de ellos, como sí es
por el ladrón ó el homicida, desaprobando al propio tiempo el suficiente para el de los veniales.
homicidio y el hurto así ingeniosamente perpetrados, sin in- (3) Al menos el consentimiento pleno, deliberado y perfec-
currir por ello en culpabilidad alguna. to ; pues el imperfecto compete á la razón inferior.
CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S IX Y X . 501
(1) Según lo espuesto en la nota 5, pág. 408; por cuanto no los cometidos contra sí mismo ó contra el prójimo: los cuales,
afecta á la sustancia misma de la ley divina oponiéndose di- por ser contrarios á la ley de Dios, le ofenden también, di-
rectamente á ella, sino solo al modo de observarla. ciéndose por lo mismo que le pertenecen.
(2) La edición áurea con alguna otra de las menos conoci- (o) Es decir, las razones eternas ó la ley divina, cuya sola
das pone rationis aiternw por rallones, que comunmente se lee consideración implica de suyo cierto desprecio de la misma
en casi todas de conformidad con el códice de Alcañiz. en el supuesto de obrar contra lo que ordena, dando por con-
(3) Por cuanto el pecado venial es susceptible de consenti- siguiente origen al pecado mortal por su directa transgresión
miento tal, que de ningún modo se le prestaría, si fuese ó infracción ; al paso que la simple violación del orden natu-
mortal. ral de la razón no arguye menosprecio directo de Dios ni de
(4) Ya lo sean directa é inmediatamente , como los pecados su eterna ley, ni por consiguiente tiene en sí la misma gra-
contra Dios mismo ; ya solo mediata ó indirectamente, como vedad.
502 CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULO X .
Pasemos á e x a m i n a r las causas de los pecados, 1." en general, y 2.° en particular. Acerca de lo pri-
mero proponemos cuatro a r t í c u l o s : — 1.° Tiene causa el pecado ? — 2." Tiene causa interior ? — 3.° La
tiene esterior ? — 4.° El pecado es causa del pecado ?
(1) Asi la definen algunos con Aristóteles (ílet. 1.5, lect. 1). guna causa formal ni final. Aquí se trata precisa y esclusi-
(2) Véase lo espuesto en la 1." P., C. 49, a. 1, donde se de- vamente de la causa eficiente.
mostró que el pecado, como mal que es ó privación de bien, (3) Acto en lo material, y desordenado en cuanto á lo for-
tiene por causa material el bien sujeto del mismo, pero nin- mal constitutivo de la malicia del pecado en el acto mismo.
504 CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS I Y II.
privación, tiene causa deficiente, ó agente conforme á esto del primer pecado no es
per accidens. Mas toda causa per acci- causa el mal, sino algún bien con ausen-
dens se reduce á la causa per se: de con- cia de algún otro bien.
siguiente, como el pecado de parte del
desorden tiene causa agente per accidens, A R T Í C U L O I I . — T i e n e el pecado can-
y de parte del acto tiene causa agente s a interior?
per se ; sigúese que el desorden del pe-
cado es consecuencia de la misma causa l.° Parece que el pecado no tiene
del acto: así pues la voluntad, careciendo causa interior ; porque lo que es interno
de la dirección de la regla de la razón y de alguna cosa, siempre le está inherente.
de la ley divina, y aspirando á algún bien Si pues el pecado tuviera causa interior,
conmutable, causa en verdad el acto del siempre pecaría el hombre ; dado que,
pecado per s e , mas es desorden del acto puesta la causa, se sigue el efecto.
per accidens y fuera de su intención; 2.° U n a misma cosa no es causa de sí
por cuanto el defecto del orden en el misma. E s así que los interiores movi-
acto proviene de la falta de dirección en mientos del hombre son pecado. L u e g o
l a voluntad ( 1 ) . no son causa de pecado.
A l argumento 1.° diremos, que el pe- 3.° Cuanto hay dentro del hombre, ó
cado no solo significa la misma privación es natural ó voluntario. P e r o lo que es
del bien, que es el desorden, sino también natural no puede ser causa de pecado;
el acto bajo tal privación, que tiene ra- porque « el pecado es contra la natura-
zón de mal, lo cual ciertamente de qué » leza » , como dice el Damasceno (Orth.
manera tenga causa y a queda dicbo. fid. 1. 2 , c. 3 y 4 ; y 1. 4 , c. 2 1 ) ; mas lo
A l 2.° que, si aquella definición de que es voluntario, si es desordenado, ya
causa debe verificarse umversalmente, es pecado. L u e g o nada intrínseco puede
habrá de entenderse ( 2 ) de la causa su- ser causa del primer pecado.
ficiente y no impedida: porque sucede Por el contrario, San Agustín ( D e
que una cosa es causa suficiente de otra, duab. an. c. 10 y 11 ; Ketract. c. 9 ; y
y sin embargo no se sigue por necesidad D e lib. arb. 1. 3 , c. 17) dice que « l a
el efecto por algún impedimento que so- » voluntad es causa del pecado».
breviene ; de lo contrario se seguiría que Conclusión. Pueden asignarse dos in-
todas las cosas suceden por necesidad, teriores causas per se del acto de pecado :
como consta ( M e t . 1. 6 , t. 5). A s í pues, una próxima por parte de la razón y de
aunque el pecado tiene causa, no obstan- la voluntad, y otra remota por parte de
te de aquí no se sigue que sea necesaria, la imaginación ó aprensión y del apetito
porque el efecto puede impedirse ( 3 ) . sensitivo.
A l 3.° que, como queda dicho, la vo- Responderemos que, como y a se ha
luntad sin la aplicación de la regla de la dicho (a. 1 ) , conviene tomar la causa
razón ó de la l e y divina es causa del pe- per se del pecado de parte del mismo
cado. Mas esto de no aplicar la regla de acto. P e r o la causa interior del acto hu-
la razón ó de la l e y divina no tiene de mano puede entenderse mediata é inme-
por sí razón de m a l , ni de pena ni de diata : la causa inmediata del acto hu-
culpa, antes que se aplique al acto : y así mano es en verdad la razón y la voluntad,
(1) Ciertos sistemáticos detractores del Ángel de las Es- Bedase aplica dicha definición a l a cansa suficiente y total, en-
cuelas han pretendido demostrar por frases aisladas de sus tendiéndose (asilo hace notar) totalmente suficiente en contra-
escritos que reconocía en el pecado cierta deformidad positiva posición á la que lo es solo parcial, de modo que á la vez sea
como algo existente per se. Medítese bien é imparcialmente suficiente y total, es decir, sin impedimento alguno y tal por
sobre su insistente repetición de las palabras negación , priva- consiguienle que, supuesta la tal causa, so siga siempre el
ción, defecto, con que la designa aquí en oposición al acto posi- efecto; en cuyo sentido bien puede adoptarse la locución por
tivo ; y, confrontando ademas el desarrollo de esta tesis con lo necesidad ó necesariamente, mas no en el de contrapuesta en
que deja espuesto acerca del concepto del mal en la l . P . n
común al concepto de contingencia.
(C. 48, a. I : véase también allí la nota 2, pág. 407, T. l.°), la (3) Si la voluntad fuese causa necesaria del pecado, pecaría
convicción no podrá menos de ser tan plena y absoluta, como el hombre inevitablemente : lo cual equivale á imputar á Dios
falsa é infundada la sobredicha imputación. el pecado, eximiendo al hombre de toda culpabilidad, según
(2) Con la esclusión de las palabras de necessitale, sin las la pestífera doctrina heréticamente impía de Calvino, repeti-
que es perfectamente admisible en toda su amplitud ó gene- damente mencionada en la 1." P., donde puede verso su con-
ralidad ; pues claro es que aquello, de que algo se origina ó denación por la Iglesia y su anticipada refutación (nota 1,
sigue como efecto, es su causa : asi es que en los axiomas da página 182).
CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 505
(l) Resultan pues según esto cuatro causas internas del llamados actos elícitos é imperados, transeúntes ó inmanen-
pecado, si bien no todas concurren siempre á todo acto peca- tes, á la vez que entre las potencias superiores é inferiores
minoso, sino á veces todas cuatro y otras solo algunas de del alma.
ellas. El orden pues, en que se verifica esta concurrencia res- (2) Por cuanto solo es intrínseco en concepto de cierto ac-
pectiva, es el siguiente, según observa Drioux con otros cidente interno existente en ó procedente del interior, y no
teólogos y comentadores : 1.° el sentido propone lo deleitable como propiedad inseparable de la naturaleza misma del sujeto
al apetito; 2.° este, inclinándose á ello, brinda en cierto ú objeto á que afecta, no empero como esencial ni aun inte-
modo á la razón á que apruebe su propensión y el objeto de grante de ella,
la misma; 3.° la razón, desdeñando la regla justa y debida de (3) Entiéndase sustancia, no formal y propiamente ha-
su rectitud, lo aprueba en efecto y lo propone como aceptable blando, en cuyo concepto el pecado ni tiene sustancia ó esen-
á la voluntad; 4.° y esta en fin consintiendo en el acto com- cia ni especie, como privación que es y no ente, sino solo en
pleta ó consuma su malicia constitutiva del pecado misino. cierto sentido material y denominativo , esto es, como ausen-
En cuanto á Indistinción entre los actos , á que respectiva- cia ó negación de bondad moral y constitutiva de la malicia
mente concurren ó no las enumeradas cuatro causas, fácil- del acto, en la que consiste el pecado. Véase la nota l , pá-
mente so comprende, con solo recordar la tan sabida entro los gina 504.
506 CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS III Y IV.
más y mayores las cosas que esterior- mente inductiva al pecado ; sino que la
mente inducen á pecar, tanto menos lo causa que completa suficientemente el
que uno hace desordenadamente se le im- pecado es sola la voluntad.
puta á pecado. L u e g o ninguna cosa es- A l argumento 1.° diremos que, por lo
terior es causa de pecado. mismo que las cosas esteriores, que mue-
Por el contrario, se dice ( N u m . 3 1 , ven á pecar, no inducen á ello suficiente-
16) : ¿ no son esas ( 1 ) las que engañaron mente y por necesidad, se sigue que per-
á los hijos de Israel, y os hicieron preva- manece en nosotros el pecar y el no
ricar contra el Señor por el pecado de pecar (3).
Fogor ? L u e g o algo estrínseco puede ser A l 2.° que no, porque haya causa inte-
causa que haga pecar. rior de pecado, se escluye la esterior;
Conclusión. Algo estrínseco puede ser porque lo que es esterior no es causa
causa [ 1 ] inductiva á pecar, aunque no de pecado sino mediante la causa inte-
suficientemente decisiva; en cuyo con- rior, según lo dicho.
cepto [ 2 ] lo es única y completa la vo- A l 3.° que, multiplicadas las causas es-
luntad del mismo que peca. teriores que inclinan á pecar, se multi-
Responderemos que, como arriba se plican los actos de pecado; porque ma-
ha dicho (a. 2 ) , la causa interior del pe- yor número de aquellas causas inclina
cado es y a la voluntad como perfeccio- también- más veces á actos de pecado: y
nando el acto de pecado, ya la razón en sin embargo se disminuye la razón de
cuanto á la carencia de la debida regla, culpa, que consiste en que algo sea vo-
y y a también el apetito sensitivo que in- luntario y esté en nosotros.
clina. A s í pues algo estrínseco podría ser
causa de pecado de tres maneras : 1. a
A R T Í C U L O I V . — El pecado e s causa de
porque moviese inmediatamente la misma pecado?
voluntad, 2 . moviendo la razón, y 3 .
a a
escitando el apetito sensitivo. Mas, como l.° Parece que el pecado no es causa
á la voluntad según lo dicho ( C . 9, a. 1; de pecado: porque hay cuatro géneros de
y C. 10, a. 4 ) no puede moverla interior- causas, délos que ninguno puede influir en
mente sino Dios, el cual no puede ser que el pecado sea causa de pecado; pues el
causa de p e c a d o , como se demostrará fin tiene razón de bien, lo cual no com-
más adelante (C. 79. a, 1) ; se infiere que pete al pecado, que de suyo es m a l o ; y
nada estrínseco puede ser causa de peca- por lo mismo ni el pecado puede ser causa
do , sino ó en cuanto mueve á la razón, eficiente, puesto que ce el mal ( 4 ) no es
como el hombre ó el demonio persua- » causa agente, sino débil é impotente»,
diendo el p e c a d o , ó como moviendo el como dice San Dionisio ( D e div. nom. c
apetito sensitivo, al modo que algunas 4 , p. 4, lect. 2 2 ) ; y las causas material y
cosas sensibles esteriores lo mueven : formal parece que solamente tienen lugar
pero ni la persuasión esterior en lo ope- en los cuerpos naturales, que son com-
rable mueve por necesidad la razón ; ni puestos de materia y forma. L u e g o el
aun las cosas esteriormente propuestas pecado no puede tener causa material y
por necesidad mueven el apetito sensiti- formal.
vo, á no estar predispuesto de algún
2.° « E l hacer lo semejante á sí es
modo (2) ; y sin embargo aun el apetito
» propio de una cosa perfecta » , como se
sensitivo no mueve por necesidad á la
dice ( M e t e o r . 1. 4 , c. 2 ; y D e an. 1. 2,
razón y á la voluntad. D e donde se sigue
t. 54 ) ; pero el pecado es esencialmente
que algo esterno puede ser alguna causa
imperfecto : luego el pecado no puede ser
motiva á pecar, no empero suficiente-
causa de pecado.
(l)Las mujeres madianitas, contra las que indignado Moi- drío: pero con la diferencia de que podemos pecar por nos-
sés decreta su muerte á consecuencia de haberlas dejado con otros mismos, al paso que para no pecar nos es necesario el
vida los israelitas , después de haber dado muerte á los va- divino auxilio, no siendo suficiente per se y en absoluto dicho
rones. libre albedrío. Véase en el T. l.° la nota 2 , pág. 830.
(2) Cual sucede cuando dicho apetito está dominado por al- (-1) Dice mal como sinómimo de pecado, según se desprende
guna pasión vehemente, hasta el punto de no poder funcio- de todo el contesto, sin que por lo mismo pueda haber lugar
nar la razón, en cuyo caso sigue irresistiblemente el impulso á distinguir del mal el pecado, como atribuyendo á este cierta
de la tal pasión y no cabe pecado. entidad positiva según la pretensión de algunos mencionada
(3) Lo cual efectivamente depende dé nuestro libre albe- y refutada al paso en la nota 1, pág. 504.
CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULO IV. 507
3.° Si de este pecado'es causa otro prepara la materia ; como la avaricia pre-
pecado, por la misma razón también de para materia al litigio, que comunmente
este será causa algún otro pecado, y así suele ser sobre las riquezas reunidas; 3.°
se procederá basta el infinito, lo que es según el género de causa final un pecado
inconveniente : luego el pecado no es es causa de otro, en cuanto por el fin de
causa de pecado. un pecado comete uno otro distinto, como
Por el contrario, dice San Gregorio cuando uno comete simonía por el fin de
sobre Ezequiel ( H o m . 11): ce el pecado, la ambición, ó fornicación por el hurto ;
» que no se borra prontamente por medio y 4.° como el fin da la forma en lo moral
» de la penitencia, es pecado y causa de según lo espuesto ( C . 1, a. 3 ; y C. 18,
» pecado ». a. 4 y 6) ; se sigue también de aquí, que
Conclusión. Un pecado puede ser un pecado es causa formal de otro ; pues
causa de otro [1] como un acto humano en el acto de la fornicación que se comete
lo es de otro, y [ 2 ] según los cuatro gé- por el hurto, h a y ciertamente fornicación
neros de causas. material y hurto como formal.
Responderemos que, teniendo el pe- A l argumento 1.° diremos, que el p e -
cado causa de parte del a c t o , un pecado cado , en cuanto es desordenado, tiene ra-
podría ser causa de otro, del mismo modo zón de mal ; mas, en cuanto es cierto acto,
que sucede serlo un acto humano de otro; tiene algún bien al menos aparente por
y por consiguiente un pecado puede ser el fin : y así de parte del acto puede ser
causa de otro según los cuatro géneros causa y a final y a efectiva de otro p e -
de causas : 1.° como causa eficiente 6 cado, aunque no de parte del desorden.
movente, ya per se, ya per accidens. Per P e r o el pecado tiene materia, no de la
accidens, así como lo que remueve el obs- que (ex qua), sino acerca de la que (circa
táculo se dice mover per accidens; porque, quam), y tiene la forma del fin : y por
cuando por un solo acto de pecado pierde tanto según los cuatro géneros de causas
el hombre la gracia ó la caridad ó la ver- el pecado puede decirse causa de pecado
güenza ó cualquiera otra cosa, que retrae conforme á lo dicho.
del pecado, cae por esto en otro pecado, A l 2.° que el pecado es imperfecto con
y así el primer pecado es causa del se- imperfección moral por parte del desor-
gundo per accidens: y per se, como cuan- den ; mas por parte del acto puede tener
do por un acto de pecado se dispone el perfección de naturaleza, y según esto
hombre á cometer más fácilmente otro puede ser causa de pecado.
acto, semejante al primero; pues por los A l 3.° que no toda causa de pecado es
actos se causan las disposiciones y hábi- pecado ; por lo que no h a y procedimiento
tos que inclinan á los actos semejantes. 2.° al infinito, sino que puede llegarse á al-
Según el género de la causa material un g ú n pecado, cuya causa no es otro pe-
pecado es causa de otro, en cuanto le cado.
CUESTIÓN LXXVI.
1.° Causas interiores en especial ; 2.° esteriores ; y 3.° pecados, que son causa de otros pecados. La
primera consideración, conforme á lo antedicho, se dividirá en tres partes : 1. se t r a t a r á de la igno-
a
r a n c i a , que es causa del pecado por parte de la razón ; 2. de la debilidad ó pasión , que es causa del
a
pecado por parte del apetito sensitivo ; y 3. de la malicia, q u e es causa del pecado por parte de la
a
(1) Téngase aquí presente lo espnesto en la C 6, a. 8. órden mismo ó desviación del orden, como privación que es
(2) Esto es, por razón del bien caduco ó mudable, al que únicamente, no tiene causa alguna, según ya queda antes
desordenadamente se dirige el que peca ; puesto que el des- demostrado. Véase la nota 2, púg. 503.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O S I Y II. 509
cía singular: lo cual hace evidente que no cado : luego la ignorancia, que es priva-
es causa del pecado cualquiera ignoran- ción de ciencia, no es pecado.
cia del que peca, sino únicamente la que 3.° Si la ignorancia es pecado , no lo
•priva de la ciencia prohibitiva del acto es sino en cuanto voluntaria.; y por esto
de pecado ( 1 ) . A s í q u e , si la voluntad mismo parece que el pecado consiste en
de uno se hallase en tal disposición, que el mismo acto de la voluntad más que eñ
no tuviese por ilícito el acto del parrici- la ignorancia. L u e g o esta no será peca-
dio, aun cuando conociese á su padre; el do , sino más bien algo consiguiente al
desconocimiento del padre no es para el pecado.
tal la causa del p e c a d o , y sí solo conco- 4.° Todo pecado se quita por la peni-
mitante á e s t e : por cuya razón el tal no tencia ; y ningún p e c a d o , que pasa en
peca por ignorancia, sino que « peca ig- cuanto al reato ( 2 ) , permanece en el
» norando» según Aristóteles (Ethic. 1. 3 , a c t o , á escepcion únicamente del origi-
c 1 y 2). nal. E s así que la ignorancia no se quita
A l argumento 1.° diremos, que el no por la penitencia, sino que aún persevera
ente no puede ser causa de algo per se; en el acto , quitado todo reato por la p e -
pero puede serlo per accidens , como la nitencia. L u e g o la ignorancia no es pe-
remoción del obstáculo. cado, á no serlo acaso original.
A l 2.° que, así como la ciencia, que 5.° Si la misma ignorancia es pecado;
disipa la ignorancia , dice relación al pe- mientras quedare ignorancia en el hom-
cado por parte de la conversión; así tam- bre , estaría entretanto pecando en el
bién la ignorancia por parte de la con- acto : y , pues continuamente persevera
versión es causa de pecado , como remo- la ignorancia en el ignorante , este peca-
ción del obstáculo. ría continuamente ; lo que es manifiesta-
A l 3.° que la voluntad no puede ser mente falso, porque entonces la ignoran-
llevada á aquello , que acerca de todo es cia sería un pecado gravísimo. L u e g o la
ignorado ; m a s , si alguna cosa es en algo ignorancia no es pecado.
conocida é ignorada en p a r t e , puede la Por e l eontrario: nada merece pena
voluntad quererla, y de este modo la ig- sino el pecado ; y la ignorancia merece
norancia es causa de pecado: como cuando pena, conforme á aquello ( i Cor. 1 4 , 3 8 ) :
uno sabe que aquel á quien mata es hom- quien no conociere, no será conocido.
bre , pero ignora que es su padre ; ó que L u e g o la ignorancia es pecado.
un acto es deleitable, ignorando que es Conclusión. Ninguna ignorancia in-
pecado. vencible es pecado, como ni la vencible
respecto de lo que no está uno obligado á
saber; y solo es pecado la ignorancia
ARTÍCULO I I . — t a Ignorancia os pe-
vencible, si es de cosas, que uno debe
cado?
saber.
l.° Parece que la ignorancia no es pe- Responderemos , que la ignorancia se
cado : porque pecado es « dicho ó hecho diferencia de la nesciencia en que esta
» ó deseo contra la l e y de D i o s » , como dice simple negación de ciencia; dé modo
antes se ha probado ( C. 7 1 , a. 6 ) ; pero que cualquiera que no tiene ciencia de al-
la ignorancia no implica acto alguno ni gunas c o s a s , puede decirse que no las
interior ni esterior. L u e g o la ignorancia s a b e , en cuyo concepto San Dionisio
no es pecado. atribuye á los ángeles nesciencia ( D e
2.° E l pecado más directamente se ccel. hierarch. 1. 7 , c. 5 ) : pero la igno-
opone á la gracia que á la ciencia; y la rancia implica la privación de ciencia , á
privación de la gracia no es pecado, sino saber, en cuanto á uno le falta la ciencia
más bien cierta pena consiguiente al pe- de aquellas c o s a s , que por natural apti-
(1) La ignorancia concomitante no es causa de pecado ; la parablemente aneja á la culpa, y no como la consecuencia
antecedente lo es materialmente ; y la consecuente es su causa misma, cual es la obligación de pagar dicha pena: y más cla-
formal. Drioux con la generalidad de los teólogos moralistas. ramente se comprende por el ejemplo del deber de la restitu-
(2) Reato aqui debe tomarse ó como equivalente de culpa ción ó en general de cualquiera pena temporal, do que no
ó culpabilidad, la que en efecto so borra ó perdona por la pe- siempre se exime el pecador al perdonársele la culpa, como
nitencia ; ó, en el caso de entenderse por la sujeción á pena, de propósito so espondrá en la 3. P., C. 86, a. 4, que puede
a
tud puede saber: y de estas algunas está nuestros actos, sino por don de Dios.
uno obligado á saber , como aquellas sin A l 3.° q u e , así como en el pecado de
cuya ciencia no puede ejercer rectamente transgresión no consiste el pecado en solo
el debido acto ; por lo que todos están el acto de la voluntad, sino también en
obligados á saber comunmente las cosas, el acto querido, que es imperado por la
que son de f e , y los preceptos generales voluntad; así en el pecado de omisión no
del derecho; y cada uno en particular las solo el acto de la voluntad es pecado,
que atañen á su respectivo estado ú oficio; sino también la misma omisión, en cuanto
o t r a s , q u e , aunque uno puede natural- es de algún modo voluntaria: y de este
mente saberlas, sin embargo no está obli- modo la misma negligencia de saber ó
gado á saberlas, como los teoremas de aun la misma inconsideración es pecado.
geometría y las contingentes particulares A l 4.° que, aunque pasado el reato por
sino en (determinados) casos. Siendo la penitencia queda la ignorancia, según
pues manifiesto q u e , cualquiera que des- que es privación de ciencia; sin embargo
cuida el tener ó hacer aquello que está no queda la negligencia, según la cual la
obligado á tener ó h a c e r , peca con p e - ignorancia se dice pecado (1).
cado de omisión; sigúese que por la ne- A l 5.° q u e , así como en otros pecados
gligencia la ignorancia de lo que uno está de omisión, solo peca el hombre en acto
obligado á saber es pecado: m a s , como en el tiempo, por el que el precepto afir-
no se imputa al hombre á negligencia el mativo obliga; lo propio sucede en el pe-
que no sepa lo que no puede saber, cuya cado de ignorancia: porque no peca con-
ignorancia se llama invencible, porque tinuamente el que actualmente ignora,
no puede superarse con el estudio ; por sino solo mientras h a y tiempo de adqui-
esto tal ignorancia, no siendo volunta- rir la ciencia, que está uno obligado á
ria, puesto que no está en nuestra potes- tener.
tad el rechazarla, no es pecado. Infiérese
pues claramente que ninguna ignorancia
ARTÍCULO III. — La Ignorancia escu-
invencible es pecado : pero la ignorancia
s a totalmente de pecado ?
vencible sí lo es, si versa acerca de cosas,
que uno está obligado á saber; mas no, si
l.° Parece que la ignorancia escusa
es de lo que uno no está obligado á saber.
totalmente de pecado: porque, como dice
A l argumento 1.° diremos , que según San Agustín (Retract. 1. 1, c. 9 ) , « todo
lo espuesto ( C . 7 1 , a. 6, al 1.°) en eso de » pecado es voluntario »; mas la ignoran-
dicho ó hecho ó deseo deben entenderse cia causa involuntario , como antes se ha
también las negaciones opuestas, según probado ( C . 6 , a. 8 ) . L u e g o la ignoran-
que la omisión tiene razón de pecado ; y cia escusa totalmente de pecado.
así la n e g l i g e n c i a , por la que la igno- 2.° L o que hace uno sin intención, há-
rancia es pecado, se contiene bajo la an- celoper accidens; y la intención no puede
tedicha definición del p e c a d o , en cuanto referirse á lo que es desconocido. Luego
se omite algo de lo que debió decirse ó lo que el hombre obra por ignorancia, es
hacerse ó desearse para adquirir la debi- accidental á los actos humanos. Pero lo
da ciencia. que es accidental no da e s p e c i e : luego
A l 2.° que la privación de la gracia, nada de lo eme se hace por ignorancia (2)
aunque en sí misma no es p e c a d o , sin debe juzgarse pecado ó virtuoso en los
embargo por razón de la negligencia en actos humanos.
prepararse para la gracia puede tener 3.° E l hombre es sujeto de la virtud
razón de p e c a d o , lo mismo que la igno- y del pecado , en cuanto participa de la
rancia : y no obstante en cuanto á esto razón. E s así que la ignorancia escluye
hay diferencia , porque el hombre puede la ciencia, por cuyo medio se perfecciona
adquirir alguna ciencia por sus a c t o s ; en la razón. L u e g o la ignorancia escusa to-
tanto que la gracia no se adquiere por talmente de pecado.
(i) Conforme á esto enseña espresamente en otra parte (De (2) Las obras buenas ó malas, que uno practica sin propo-
malo, C. 3., a. 2) que la ignorancia en sí misma, como mera nerse ejecutarlas , y acaso ni haría ni intentaría, si las cono-
privación de ciencia y prescindiendo de su causa (siquiera ciese.
esta sea la negligencia;, no implica culpa, sino pena.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O III. 511
(1) Y aduce las palabras de San Pablo (i 7'im. 1, 3), he con- en su incesto con sus dos hijas, según algunos de los PP., como
seguido misericordia, por cuanto obré ignorando, para probar San Ambrosio [De Abraham, i. ij y Orígenes ( Hom. 5, in Gen.),
su aserto ; pues no necesitara de tal indulgencia, si en su ig- que otros no lo han juzgado inculpable.
norancia no hubiera pecado : donde es muy de notar que no (3) Asi Judas ó Judá (Gen. 38) en su comercio carnal con
alega la ignorancia como causa meritoria de la gracia, y si Tamar, á quien creia meretriz ignorando fuese su nuera, no
solo como circunstancia atenuante do su culpa y objeto pro- cometió pecado de incesto, pero sí de fornicación.
pio de la divina misericordia. (4) De donde se ha tomado el nombre de ignorancia afecta-
P) Tal fue la ignorancia de Noé, cuando por inesperiencia da, esto es, estudiada ó intencional, que, no solo no escusa de
de los efectos del vino se embriagó ; la de Jacob en su acceso pecado ni aun lo disminuye, sino que lo agrava.
a
Lia, juzgando que era Raquel, su propia mujer; y la de Lot
512 CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
(1) Omnipecato, aunque en casi todas las ediciones precede (2) Esta ignorancia atenuante del pecado es la vencible;
la preposición in (en todo pecado); mas bien se ve que el sen- y tanto más lo atenúa, cuanto monos vencible sea.
tido es sustancialmente el mismo.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O IV. 513
dad, cuanta uno solo tendría; así como dos que comete, á s a b e r , la embriaguez
el homicidio es pecado más grave, si es y el otro pecado que de ella se sigue: n o
perpetrado por un hombre sobrio, que si obstante l a embriaguez por razón de la
le comete un hombre ebrio, aunque estos ignorancia adjunta disminuye el pecado
son dos pecados; porque la embriaguez siguiente; y acaso más que lo que es la
disminuye mas l a razón del pecado si- gravedad de la misma embriaguez, como
guiente, que lo que es su gravedad. se ha dicho (al 2.°). O puede decirse que
A l 3.° que las palabras de S a n A m - aquella locución se aduce según l a or-
brosio pueden entenderse de la ignoran- denación de cierto P í t t a c o ( 1 ) legisla-
cia simplemente afectada, ó bien en el dor, que estableció que los ebrios, si h e -
género del pecado de ingratitud, cuyo rían, debían ser más castigados, no aten-
sumo grado consiste en que el hombre no diendo á l a indulgencia que los ebrios
reconoce aun los beneficios; ó también la deben obtener con preferencia, sino á la
ignorancia de infidelidad, que destruye el utilidad; porque á más injurian los ebrios
fundamento del edificio espiritual. que los sobrios, como manifiesta Aristó-
A l 4.° que el ebrio merece ciertamente teles (Polit. t. 2).
« duplicados castigos » por los dos peca-
CUESTIÓN LXXYII.
Cansa del pecado por parte del apetito sensitivo.
Examinaremos á propósito de este asunto, si la pasión del alma es causa de pecado, en ocho a r t í -
culos : 1." La pasión deljapetito sensitivo puede mover ó inclinar la voluntad? —2.° Puede superar á
la razón contra su ciencia? — 3.° El pecado que proviene de la pasión es pecado de debilidad? — !. 0
La pasión, que es amor de sí mismo, es causa de todo pecado? — 5.° De las tres causas consignadas
(i Joann. 2, 6): concupiscencia de los ojos, concupiscencia de la carne y soberbia de la vida. — 6.° La
pasión, q u e es causa de pecado, lo disminuye?—7.° Lo escusa totalmente ? — 8.° El pecado proce-
dente de la pasión puede ser mortal ?
no puede ser movida por la pasión del la pasión del apetito sensitivo sigue la
apetito sensitivo. aprensión de la imaginación y el juicio de
3.° Ninguna cosa inmaterial puede ser la estimativa, como también á la dispo-
movida por algo material. E s así que la sición de la lengua sigue el juicio del
voluntad es cierta potencia inmaterial, gusto: y así vemos que los hombres ac-
porque no usa de órgano corporal, puesto tualmente dominados de alguna pasión
que está en la razón ( D e an. 1.3, t. 4 2 ) ; no apartan fácilmente su pensamiento
y el apetito sensitivo es fuerza material, de aquello que les afecta; y por el con-
como fundado en órgano corporal. L u e g o siguiente juicio de su razón las más de
la pasión del apetito sensitivo no puede las veces sigue la pasión del apetito sen-
mover el apetito intelectivo. sitivo, resultando de aquí el movimiento
Por el contrario, se dice (Dan. 13, 56): de la voluntad, naturalmente á dispuesto
la concupiscencia trastornó tu corazón. seguir siempre el juicio de la razón.
Conclusión. La pasión del apetito sen- A l argumento 1.° diremos, que por la
sitivo no puede arrastrar ó mover di- pasión del apetito sensitivo se obra algún
rectamente á la voluntad; pero indirec- cambio acerca del juicio sobre el objeto
tamente puede hacerlo de dos modos, ya de la voluntad, como se ha dicho; aun-
por cierta abstracción, ya por parte del que la misma pasión del apetito sensitivo
objeto de la voluntad. no sea directamente objeto de la vo-
Responderemos, que la pasión del ape- luntad.
tito sensitivo no puede arrastrar ó mo- A l 2.° que lo superior no es movido
ver directamente la voluntad, pero sí in- por lo inferior directamente; pero puede
directamente, y esto de dos modos: 1.° serlo indirectamente en cierto modo, co-
según cierta abstracción; porque, radi- mo se ha dicho.
cando todas las potencias del alma en A l 3.° debe decirse lo mismo.
una sola esencia s u y a , necesariamente
cuando una se ejerce intensamente en su ARTÍCULO I I . — t a r a z ó n puedo ser
acto propio, relájase la otra en el suyo ó vencida por la pasión contra su ciencia ? (1).
aun queda totalmente anulada, ya por-
que toda virtud distribuida entre mu- l.° Parece que la razón no puede ser
chos objetos se hace menor, y así por vencida por la pasión contra su ciencia :
el contrario esforzándose en unos puede porque lo más fuerte no es vencido por
menos repartirse en otros; y a también lo más débil; y la ciencia por su certi-
porque en las obras del alma se requiere dumbre es lo más fuerte que hay en nos-
cierta intención, que, al ser aplicada v e - otros. L u e g o no puede ser vencida por la
hementemente á un objeto, no puede pasión, que es débil y pasa prontamente.
atender á otro con (la misma) vehemen- 2.° L a voluntad no es sino del bien ó
cia: y conforme á este modo por cierta real ó aparente. M a s , cuando la pasión
distracción, cuando el movimiento del arrastra á la voluntad á lo que es ver-
apetito sensitivo se fortifica á influjo de daderamente bueno, no inclina la razón
cualquiera pasión, es preciso que se de- contra su ciencia; pero, cuando la impele
bilite ó que totalmente sea impedido el á lo que es aparentemente bueno, y no
movimiento propio del apetito racional, en realidad, la lleva á lo que parece á la
que es la voluntad; 2.° por parte del ob- razón, y esto es en la ciencia de la razón
jeto de la voluntad, que es el bien apren- lo que le parece. L u e g o la pasión jamás
dido por la razón: porque se impiden el inclina la razón contra su ciencia.
juicio y la aprensión de la razón á causa
3.° Si se dice que impele la razón
de la vehemente y desordenada apren-
consciente á algo en g e n e r a l , para que
sión de la imaginación y el juicio de la
juzgue lo contrario en particular; se re-
virtud estimativa, como se ve en los
darguye : las proposiciones universal y
amentes. Empero es manifiesto que á
particular si es que se oponen, se oponen
tanto la inteligencia de lo que dice Santo Tomás con respecto (1) Ó lo que es lo mismo : ¿puede suceder que haga uno lo
al planeta Saturno, que toma como ejemplo, acerca de sus que conoce ó sabe ser ilícito y sin dejar de conocerlo, ven-
tres-movimientos en relación el uno con los polos del mundo, cido ó dominado por la pasión?
el otro con los del Zodiaco y el tercero quo dice propio suyo.
CUESTIÓN L X X V I I . — A R T Í C U L O I I . 515
según la contradicción, como « t o d o hom- que de algún modo pensaba con acierto;
» bre y no todo hombre » ; pero dos opi- porque, como la voluntad es del bien, ó
niones, que son contradictorias, son con- real ó aparente, jamás se mueve al mal,
trarias , como se dice (Periherm. 1. 2, c. á no ser que lo que no es bueno aparezca
ult.°) Si pues u n o , sabiendo algo en g e - ante la razón de alguna manera como
neral, juzgara lo opuesto en particular; bueno; y por esto nunca la voluntad se
se seguiría que tendría á la vez opinio- dirigiría al mal, sino con alguna ignoran-
nes contrarias, lo que es imposible. cia ó error de la razón, por lo que se dice
4.° Todo el que sabe lo universal, sabe ( P r o v . 14, 2 2 ) : yerran los que obran el
también lo particular, que conoce está mal. M a s , por cuanto acredita la espe-
contenido bajo lo universal; como el que riencia que muchos obran contra lo que
sabe que toda muía es estéril, sabe que su ciencia les dicta, y se confirma con la
este animal es estéril, con tal que sepa autoridad divina según aquello ( L u c .
que es muía, como se ve por lo que se 12, 4 7 ) : el siervo, que conoció la volun-
dice (Poster. 1. l , t . 2 ) . E s así que el que tad de su Señor y no la hizo, será casti-
sabe algo en general, por ejemplo, que gado con muchos azotes, y ( J a c . 4 , 17)
ninguna fornicación debe hacerse, sabe se dice: el que sabe hacer el bien y no le
que esto en particular se contiene bajo hace comete pecado; no es absolutamente
lo universal, como que este acto es for- cierto lo que dijo, sino que conviene dis-
nicario. L u e g o parece que también lo tinguir, como enseña Aristóteles (Ethic.
sabe en particular. 1. 7, c. 3 ) . Porque, dirigiéndose el hom-
5.° <r L o espresado por palabra es sig- bre para obrar bien por una doble cien-
» no de la inteligencia del alma » según cia, á saber, general y particular; el de-
Aristóteles (Periherm. 1. 1 ) . Pero el fecto de una y otra basta, para que se
hombre dominado de una pasión frecuen- impida la rectitud de la voluntad y de la
temente confiesa que lo que elige es malo obra, como anteriormente se ha dicho ( C .
aun en particular : luego también en 76, a. 1 ) . Sucede pues que uno tiene
particular tiene ciencia. A s í pues parece ciencia en general, por ejemplo, de que
que las pasiones no pueden arrastrar la ninguna fornicación debe hacerse, y sin
razón contra su ciencia universal; porque embargo no conoce en particular que
no puede ser que tenga ciencia universal este acto, que es fornicación, no debe ha-
y piense lo contrario en particular. cerse ; y esto basta, para que la voluntad
no siga la ciencia universal de la razón.
Por el contrario, diceel Apóstol ( R o m .
Ademas se ha de considerar que nada
7, 23) : veo otra ley en mis miembros,
obsta que algo se sepa en hábito, lo cual
que contradice á la ley de mi voluntad y
sin embargo no se considera en el acto :
me lleva esclavo á la ley del pecado. Pero
puede por tanto suceder que uno tenga en
la ley que está en los miembros es la
particular y no solo en general ciencia
concupiscencia, de la cual antes había
aun recta, y sin embargo no lo medite en
hablado. P o r consiguiente, siendo la con-
acto ; y en este caso no parece difícil
cupiscencia cierta pasión, parece que esta
que el hombre obre fuera de aquello, que
impele á la razón aun en contra de lo
en el acto no considera. M a s el que el
que sabe.
hombre no considere en particular lo que
Conclusión. La pasión puede arras- habitualmente sabe, unas veces sucede
trar la razón de tres modos á juzgar en por solo defecto de intención, por ejem-
particular contra su ciencia universal: plo, cuando el hombre sabiendo geome-
1.° por distracción, 2.° impulsando á lo tría no se ocupa en considerar las con-
contrario, y 3.° produciendo alguna alte- clusiones de geometría, que al punto
ración corporal impeditiva total ó par- tiene á la mano el considerar; y otras no
cialmente del uso de la razón. considera el hombre lo que tiene en h á -
Responderemos, que fue opinión de bito á causa de algún impedimento que
Sócrates, como dice Aristóteles ( E t h i c . sobreviene, por ejemplo, por alguna ocu-
1. 7, c. 2), que la ciencia nunca podía ser pación esterior ó por alguna enfermedad
vencida por la pasión; y así suponía que corporal; y de este modo el que está
todas las virtudes eran ciencias, y que constituido en la pasión no considera en
todos los pecados eran ignorancias: en lo
516 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS II Y III.
(i) O al menos, y de no perderlo enteramente, queda inepto algún ejemplar antiguo de la Biblia antes de su definitiva re-
para obrar con verdadera libertad. visión, ejus, esto es peccati (del pecado), que es como hoy debe
('¡) La Vulgata- dice en lagar de tuus, tomado sin duda de leerse, aunque el sentido es sustancialmente idéntico.
CUESTIÓN LXXVII.—ARTÍCULOS III Y IV. 517
1. 4 ) llama á las pasiones del alma en- A l argumento 1.° diremos q u e , así
fermedades ( 1 ) ; y las enfermedades por c o m o , cuanto fuere más fuerte el movi-
otro nombre se llaman debilidades. L u e - miento en el cuerpo fuera del orden de la
go el pecado, que procede de la pasión, naturaleza, tanto es mayor la enferme-
debe decirse de debilidad. dad; del mismo modo, cuanto más fuerte
Conclusión. El pecado se dice de debi- es el movimiento de la pasión fuera del
lidad, cuando fuera del orden de la razón orden de la razón, tanto es mayor la de-
la potencia concupiscible ó-la irascible bilidad del alma.
es afectada por alguna pasión impedi- A l 2.° que el pecado consiste princi-
tiva de su actual sumisión al orden re- palmente en el acto de la voluntad, que
gulador de la razón. no es impedido por la debilidad del cuer-
Responderemos, que la causa propia po : porque puede el que es débil de cuer-
del pecado es de parte del a l m a , en la po tener pronta voluntad para hacer algo;
que principalmente está el pecado, y pue- pero se lo impide la p a s i ó n , como arriba
de suponerse en ella debilidad á seme- se h a dicho ( a . 1 ) . A s í que , cuando se
janza de la enfermedad del cuerpo. S e dice que un pecado es por debilidad, se
dice pues que el cuerpo del hombre está ha de referir esto más bien á la debilidad
enfermo, cuando se debilita ó es impedido del alma que á la del cuerpo. N o obstan-
en la ejecución de su operación propia á te se llama también la misma debilidad
causa de alguu desorden de las partes del del alma debilidad de la carne, en cuanto
cuerpo, de modo que los humores y los por la condición de la carne surgen en
miembros del hombre no se subordinan á nosotros las pasiones del alma, porque el
la virtud directiva y motora del cuerpo; apetito sensitivo es virtud que usa de ór-
por lo que se dice que un miembro está gano corporal.
enfermo, cuando no puede consumar la A l 3.° que está en la potestad de la
operación del miembro sano, como el ojo, voluntad asentir ó no á aquello, á que la
cuando no puede ver claramente , según pasión inclina; y por tanto se dice que
dice Aristóteles ( D e histor. animal. 1. 10, nuestro apetito está bajo nuestro poder :
c. 1 ) : y así también se dice enfermedad sin embargo ese asentimiento ó disenti-
del a l m a , cuando esta es impedida en su miento de la voluntad es impedido por
propia operación por el desorden de las la pasión del modo predicho ( a q u í , y
partes de la misma. Pero , así como las a. 1 ) .
partes del cuerpo se dicen estar desorde-
nadas , cuando no siguen el orden de la
ARTÍCULO I V . — E I amor de sí e s prin»
naturaleza ; del mismo modo se dice que
ciplo.dc todo pecado?
las partes del alma están desordenadas,
cuando no se someten al orden de la ra-
l.° Parece que el amor de sí no es
zón, porque la razón es la fuerza directriz
principio de todo pecado : porque lo que
de las partes del alma : así p u e s , cuando
es de por sí bueno y debido, no es propia
fuera del orden de la razón la fuerza
' causa de pecado. E s así que el amor es
concupiscible ó la irascible es afectada
de suyo bueno y d e b i d o , por lo que se
de alguna pasión, siendo esto obstáculo
manda al hombre que ame á su prójimo
á la debida acción del hombre del modo
como á sí mismo ( Levit. 19 ) : luego el
antes d i c h o , se dice que el pecado es de amor de sí no puede ser causa propia de
debilidad; por cuya razón el mismo F i -
pecado.
lósofo ( Ethic. 1. 7 , c. 8 ) compara al in-
continente con el paralítico ( 2 ) , cuyas 2.° Dice el Apóstol ( E o m . 7, 8): el pe-
partes se mueven en sentido contrario á cado, tomando ocasionpor el mandamien-
lo que él mismo dispone. to , obró en mí toda concupiscencia; en
donde la Glosa ordinaria ( D e spir. et
(1) Véase lo dicho en la C. 24, a. 2, contrarían sus naturales movimientos ; los paralíticos por su
(2) Alguna edición de las modernas (como la reciente fran- parte han menester ser movidos ó conducidos por otros, cual
cesa de Drioux) pone epiléptico en lugar de paralylico, sustitu- se supone aquí serlo el incontinente por la violencia de su
ción no bastantemente autorizada á nuestro juicio, por más pasión : y ademas la unanimidad de todos los códices con la
que no con visos de fundamento haya sido propuesta por Ki- mayoría de las ediciones casi en totalidad es para nosotros
colai, quien no obstante conserva la palabra paralylico : por- harto suficiente y decisiva razón, para optar por la palabra
que, si bien parece más apropiada la comparación con el epi- paralítico.
léptico, cuyo cerebro sufre convulsiones tan violentas que
518 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.
teneciente á la fuga del mal. L u e g o in- los vestidos y semejantes ; y esta concu-
suficientemente se tocan las causas de los piscencia animal se llama concupiscencia
pecados. de los ojos, ya se entienda la de la visión
Por el contrario, se dice ( i Joann. 2, misma realizada por los ojos, refiriéndose
16 ) : todo lo que hay en el mundo 6 es á la curiosidad según la interpretación de
concupiscencia de la carne, ó concu- San Agustín (Conf. 1. 10.y c. 35 ) , y a se
piscencia de los ojos, ó sobei-bia de la refiera á la concupiscencia de las cosas,
vida (1). M a s en el mundo se dice que que anteriormente se ofrecen á los ojos,
hay algo á causa del pecado; por lo que como sinónima de codicia, según otros
allí mismo se dice que el mundo está es- esponen. Empero el apetito desordenado
tablecido en lo maligno. L u e g o las tres del bien arduo pertenece á la soberbia de
cosas antedichas son causas de los pe- la v i d a ; porque la soberbia es apetito
cados. desordenado de escelencia, como se dirá
Conclusión. Todas las pasiones cau- más adelante ( C . 8 4 , a. 2 ; y 2 . - 2 . ° , a
(1) La Vulgata pone eí(y) onvez deauf (ó). Véaselanota 1, bio nalumliter, que no hallamos en las demás.
página 205, del X. 1." (4) Reduce pues el Santo Doctor las pasiones causas de pe-
(2) Acccptionis, aunque en 'algunas pocas ediciones se lee cado á estas tres : intemperancia, codicia y soberbia, en per-
vctcptallonlB, que puede traducirse lo mismo por el acto do fecto acuerdo con el evangelista San Juan, así interpretado
recibir. en su citada enumeración.
(3) Las ediciones de Roma y Pádua ingieren aquí el adver-
h20 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS V Y V I .
(1) Entiéndase, no que nnas pasiones son de suyo y por su consta en la generalidad de las ediciones y en todos los ma-
naturaleza precisamente buenas y otras malas, sino que se nuscritos.
las califica así, según que respectivamente obedecen al impe- (4) Mediante la razón solo antecedente y prosupositiva-
rio y orden de tarazón ó siguen el impulso déla sensualidad. mente, y formalmente por medio de la voluntad, en la que
(2) Dependiente de nuestra potestad ó arbitrio de ejecu- tiene su perfección y complemento la libertad, no sin el pre-
tarlo ó no. vio juicio ó dictamen de la razón.
(i) Algunos leen guando en lugar de guanta, que es lo que
CUESTIÓN LXXVII. — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 521
la voluntad sea más intenso incitado por de esto parece deben considerarse dos
la pasión, sin embargo no es tan propio cosas : 1 . que una cosa puede ser v o -
a
(1J La designada por el nombre de deseo en la enumera- (3) Recuérdese lo dicho en la nota 1, pág. 297; y puede con-
ción de las once pasiones (C. 25, a. 3); aunque en el concepto sultarse también laC. 150, a. 4, de la 2, -2.» : debiendo ade-
ll
genérico de concupiscencia, que en el más estricto de deseo mas entenderse el pecado aludido, no como nuevo y absoluta-
de la carne se menciona con este misino nombre en muchos mente distinto del precedente por la voluntariedad de la em-
pasajes del Nuevo Testamento (Galal. 5, 16; Ephes. 8, 3 ; briaguez, sino como idéntico ó incluido en él.
n Peí. 2,18;,..). (4) Véase la nota 2, pág. 511.
(2) Véase la nota 1, pág. 107. (5) Véase la C. 10, a. 3, al 1.°
522 CUESTIÓN LXXVII. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.
(1) Mo empero la ignorancia particular vencible, que ha (3) Uníco sujeto y verdadero principio de la pasión, enten-
podido y debido evitarse, y de la que no es causa la pasión. diéndose comprensiva aquella de los dos apetitos irascible y
(2) Espiritual, debe entenderse según el contesto. concupiscible.
C U E S T I Ó N LXXYIII.
Sobre la malicia, causa del pecado por parte de la voluntad, cuestionaremos: 1.° Puede uno pecar
por malicia cierta ó de i n d u s t r i a ? — 2." Todo el que peca por h á b i t o , peca por malicia cierta? — 8,°
Todo el que peca por cierta malicia, peca por hábito? — 4.° El que peca por cierta malicia, peca más
gravemente que el que peca por pasión ?
A R T Í C U L O I . — P e c a uno por cierta ma- malicia cierta los que eligen el pecado á
licia? (1). sabiendas ó con positivo conocimiento de
que prefieren un bien temporal al espi-
l.° Parece que ninguno peca de indus- ritual.
tria ó por cierta malicia: porque la igno- Responderemos, que el hombre, y lo
rancia se opone á la industria ó cierta mismo cualquiera otra cosa, naturalmente
malicia, y « t o d o malo es ignorante » se- tiene apetito del bien: así pues el incli-
gún Aristóteles ( E t h i c . 1. 3, c. 1), y narse al mal su apetito tiene lugar por
(Prov. 14, 2 2 ) : yerran los que obran alguna corrupción ó desorden en alguno
mal. L u e g o ninguno peca por cierta ma- de los principios del hombre, pues así se
licia. halla pecado en las acciones de las cosas
2.° Dice San Dionisio ( D e div. nom. naturales. P e r o los principios de los actos
c. 4, p. 4, lect. 14 y 2 2 ) que « ninguno humanos son el entendimiento y el ape-
» obra con intención al m a l » . P e r o pecar t i t o , tanto racional llamado voluntad,
por malicia parece ser proponerse el mal como el sensitivo. E l pecado pues en los
al pecar, por cuanto lo que es sin inten- actos humanos sucede algunas veces c o -
ción es como per accidens, y no da nom- mo ( 3 ) por defecto del entendimiento,
bre al acto ( 2 ) . L u e g o ninguno peca por como cuando uno peca por ignorancia, y
malicia. por defecto del apetito sensitivo, como
3.° L a malicia misma es pecado. Si cuando uno peca por pasión; y así tam-
pues la malicia es causa de pecado, se bién por defecto de la voluntad, que es
seguirá que el pecado es causa de pecado desorden de la misma. Empero hay vo-
hasta el infinito, lo que es inconveniente. luntad desordenada, cuando ama más el
Luego nadie peca por malicia. bien menor; y es consiguiente el que uno
Por el contrario, se dice ( J o b . 34, 27): elija sufrir detrimento en el bien menos
como de propósito se apartaron de él, y amado, á trueque de alcanzar el bien más
no quisieron entender sus caminos. M a s amado, como cuando el hombre quiere
el apartarse de D i o s es pecar. L u e g o al- sufrir la amputación de un miembro aun
gunos pecan de industria ó por cierta á sabiendas, por conservarla vida que
malicia. ama m á s : así pues de este modo, cuando
una voluntad desordenada ama más al-
Conchísion. Pecan de industria ó por
(1) Como muy oportunamente advierte el C. Cayetano, que tal acto es malo, 2.° que lo es en tal caso detorminado,
aunque todo pecado humano radica en alguno de estos tres 3.° que es peor en relación con algún otro.
principios, ignorancia, pasión y malicia; en todos ellos sin (2) Pues á nada se da nombre por lo que le es accidental
embargo hay algo de mala voluntad y de ignorancia : mas (Met. 1. 0, t. 4).
e6ta última puede ser de tres modos, según se.insinúa(al 1.°), (3) Algunos suprimen s t a l (como), que sin embargo so ve
correlativamente opuestos á las tres clases de ciencia particu- en todos los códices y en la generalidad do los impresos.
lar y actual, según que respectivamente se sabe por ella 1.°
524 CUESTIÓN L X X V I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .
gun bien temporal, por ejemplo, las ri- por malicia, en cuanto peca por elección
quezas ó el deleite carnal, que el orden del mal) ( 2 ) , ó alguna culpa precedente,
de la razón ó de la l e y divina ó la cari- de la cual nace la culpa subsiguiente,
dad de Dios ú otra cosa semejante; se como cuando uno impugna la gracia fra-
sigue que quiere sufrir quebranto en al- ternal por envidia; y entonces lo mismo
guno de los bienes espirituales, por ad- no es causa de sí mismo, sino que el acto
quirir algún bien temporal. Pero no es interior es causa del acto esterior, y un
otra cosa el mal que la privación de pecado es causa de otro, no empero en
algún bien; y según esto hay quien á serie infinita, porque forzosamente habrá
sabiendas quiere algún mal espiritual, de llegarse á algún primer pecado, que
que es un mal en absoluto, por el cual se no es causado por otro alguno anterior,
priva del bien espiritual, para disfrutar como se ve por lo y a espuesto ( C . 75, a.
de un bien temporal: y por esto se dice 4, al 3.°)
que peca por cierta malicia ó de indus-
tria, como eligiendo á sabiendas el mal. A R T Í C U L O I I . — Todo el que peca por
A l argumento 1.° diremos, que la ig- hábito, peca por cierta malicia ?
norancia escluye ciertamente alguna vez
la ciencia, por la que uno sabe simple- l.° Parece que no todo el que peca
mente que lo que obra es malo, y enton- por hábito, peca por cierta malicia: por-
ces se dice que peca por ignorancia; pero que el pecado procedente de cierta mali-
otras escluye la ciencia, por la que el cia parece ser gravísimo; y á veces co-
bombre sabe que esto es abora malo, mete el hombre algún pecado leve por
como cuando peca por pasión; y otras hábito, como cuando profiere una palabra
también escluye la ciencia, por la que ociosa. L u e g o no todo pecado proce-
uno sabe que este mal no se debe sufrir dente del hábito se comete por cierta
por la consecución de aquel bien, sabien- malicia.
do no obstante en absoluto que esto es 2.° L o s actos, que proceden del hábi-
malo; y en este sentido se dice ignorar to, son semejantes á los actos que engen-
el que peca por eierta malicia ( 1 ) . dran los hábitos, como se dice (Ethic. 1.
A l 2.° que el mal no puede ser de por 2, c. 1 y 2). Pero los actos, que preceden
sí intentado por alguno; pero sí puede al hábito vicioso, no proceden de cierta
serlo para evitar otro mal ó para conse- malicia. L u e g o también los pecados que
guir otro bien, como queda dicho; y en proceden del hábito no son por cierta
tal caso uno elegiría conseguir el bien malicia.
per se intentado, sin sufrir por esto detri- 3.° E n lo que uno comete por cierta
mento de otro bien, como si un lascivo malicia se goza después de haberlo co-
quisiera gozar de la delectación sin ofensa metido, según aquello (Prov. 2, 1 4 ) : los
de D i o s : pero en la alternativa de las que se alegran cuando han hecho mal, y
dos cosas propuestas, más quiere pecando se regocijan en cosas pésimas: y esto,
incurrir en ofensa de D i o s , que privarse porque á cada uno es deleitable el con-
de la delectación. seguir lo que intenta y el operar lo que
A l 3.° que la malicia, por la que se le es en cierto modo connatural con-
dice que uno peca, puede entenderse de forme al hábito (3). M a s los que pecan
la malicia habitual, según que el hábito por hábito, después de cometido el peca-
malo es llamado malicia por Aristóteles do se duelen, pues se llenan de arrepen-
( E t h i c . 1. 5, c. 1), así como el hábito timiento los viciosos (pravi), esto es, los
bueno se llama virtud ; y en este sentido que tienen hábito vicioso (Ethic. 1. 9, c.
dícese que uno peca por malicia, porque 4 ) . L u e g o los pecados procedentes del
peca por la inclinación del hábito. P u e d e hábito no se hacen con cierta malicia.
también entenderse de la malicia actual, Por el contrario: pecado de cierta
llámese malicia la misma elección del mal malicia se dice ser el que proviene de la
(en cuya hipótesi se dice que uno peca elección del mal; y para cada uno es ele-
(1) De donde se infiere que aun el que peca por malicia (2) Eligiendo el mal á sabiendas, según deja ya esplicado.
padece siempre alguna ignorancia, cual es la llamada igno. (3) « Se deleita también », debe suplirse, ó « le es deleita-
rancia de elección. »ble obrar lo que...»
CUESTIÓN L X X V I I I . — ARTÍCULOS II Y III. 525
gible aquello, á que es inclinado por el los actos, por los que se engendran los
propio hábito, como se dice (Ethic. 1. 6, hábitos; pero se diferencian de ellos co-
c. 2) del hábito virtuoso. L u e g o el pe- mo lo perfecto de lo imperfecto: y tal es
cado, que se origina del hábito, lleva en la diferencia entre el pecado, que se co-
sí cierta malicia. mete por cierta malicia, y el que se co-
Conclusión. Todo el que peca por há- mete por alguna pasión.
bito, peca por cierta malicia. A l 3.° que el que peca por hábito,
Responderemos, que no es lo mismo siempre se goza de lo que obra por el
pecar teniendo hábito, que pecar por há- hábito, mientras del hábito u s a : m a s ,
bito : porque el usar del hábito no es ne- por cuanto puede no usar del hábi-
cesario, sino que depende de la voluntad t o , sino por la razón, que no está total-
del que lo tiene ; por cuya razón el há- mente corrompida, meditar alguna otra
bito se define diciendo es ce del que uno cosa; puede suceder que, no usando del
» usa cuando quiere » (C. 60 a. 1). P o r lo h á b i t o , se duela de lo que por el hábito
tanto, así como puede suceder que uno, cometió. Y de este modo muchas veces
teniendo hábito vicioso, prorumpa en acto los tales se arrepienten del p e c a d o , no
de virtud, por cuanto la razón no se cor- porque les desagrade el pecado por sí
rompe totalmente por el mal hábito, sino mismo, sino por algún disgusto consi-
que algo de ella queda íntegro, de lo guiente á su pecado.
cual proviene que el pecador obra algu-
nas cosas del género de las buenas ; así
ARTÍCULO I I I . — E I que p e c a por cier-
también puede suceder que uno, teniendo ta malicia, peca por hábito ?
hábito vicioso, obre á veces, no por el há-
bito, sino por (alguna) pasión que surge, l.° Parece que todo el que peca por
ó aun por ignorancia. M a s , siempre que cierta malicia, peca por hábito : porque
usa del hábito vicioso, peca precisamente dice Aristóteles (Ethic. 1. 5, c. 9) que
por cierta malicia; porque para todo el « n o es propio de cada uno hacer cosas
que tiene hábito es per se amable (1) » injustas, como el injusto hace » , á sa-
aquello, que le es conveniente según su ber, por elección; « s i n o solamente del
propio hábito, dado que de este modo se » q u e tiene hábito». E s así que pecar
le hace connatural en cierto modo, según por cierta malicia es pecar por elección
que la costumbre y el hábito se convier- del mal, según lo dicho (a. 1). L u e g o el
ten en naturaleza. Empero, siendo á uno pecar por cierta malicia no es propio sino
conveniente según el hábito vicioso, lo del que tiene hábito.
que escluye el bien espiritual; se sigue
2.° Orígenes dice (Periarchon, 1. 1, ó
que el hombre elige un mal espiritual,
D e principiis, c. 3 ) que no de súbito se
por alcanzar el bien, que le es conveniente
desvanece ó falta uno, sino que es preciso
según el hábito; y esto es pecar por cier-
que paulatinamente y por grados vaya
ta malicia. D e donde resulta manifiesto
decayendo; y la decadencia máxima pa-
que todo el que peca por hábito, peca por
rece ser la del que peca por malicia cier-
cierta malicia.
ta. L u e g o no inmediatamente desde el
A l argumento 1.° diremos, que los pe- principio, sino por mucha costumbre, de
cados veniales no escluyen el bien espi- la que puede engendrarse el hábito, viene
ritual, que es la gracia de Dios ó la ca- á parar uno en pecar por cierta malicia.
ridad; por lo que no se dicen males en 3.° Siempre que uno peca por cierta
absoluto (simpliciter) sino relativamente malicia, la misma voluntad se inclina de
(smcundum quid): y por esto ni los há- suyo precisamente al mal que elige. Pero
bitos de los mismos pueden llamarse sim- por naturaleza de la potencia no se incli-
plemente males, sino solo circunstancial- na el hombre al m a l , sino más al bien.
mente. L u e g o , si elige el mal, esto necesaria-
A l 2.° que los actos procedentes de los mente procede de algo que sobreviene,
hábitos son semejantes en la especie á que es la pasión ó el hábito. E s así q u e ,
cuando uno peca por pasión, no peca por
cierta malicia, sino por debilidad, como
(1) Algunos leen elegibileen vez de amabile, que es lo uná- se ha dicho ( Ó . 77, a. 3). L u e g o , siempre
nime.
526 CUESTIÓN LXXVIII. ARTÍCULOS III Y IV.
que uno peca por cierta malicia, peca desesperación, ó el temor por la presun-
precisamente por hábito. ción, se sigue que por cierta malicia peca
Por e l contrario: así como el hábito como sin freno. D e este modo pues se ve
bueno se há con respecto á la elección que el pecado, que procede de cierta ma-
del bien, así el hábito malo á la elección licia, presupone siempre en el hombre al-
del mal: pero á veces uno, que no tiene gún desorden, que sin embargo no siem-
hábito de virtud, elige lo que es bueno pre es hábito. D e donde se sigue que no
según la virtud. L u e g o también algunas todo el que peca por cierta malicia, peca
veces uno, que no tiene hábito vicioso^, precisamente por hábito.
puede elegir el m a l ; lo que es pecar por A l argumento 1.° diremos, que obrar
cierta malicia. cual el injusto obra, no solo es obrar co-
Conclusión. No siempre ni necesaria- sas injustas por cierta malicia, sino tam-
mente todo el que peca por cierta malicia bién deleitablemente! y sin grave resis-
peca por hábito. tencia de la razón, lo cual no es propio
Responderemos, que la actitud de la sino del que tiene hábito.
voluntad respecto del bien no es la misma A l 2.° que no inmediatamente decae
con referencia al mal: porque por la na- uno á pecar por cierta malicia; sino que
turaleza de su potencia se inclina al bien se presupone algo, que sin embargo no
de la razón como á su propio objeto, y siempre es hábito, como se ha dicho.
por lo tanto se dice que todo pecado es A l 3.° que aquello, por lo que la vo-
contra la naturaleza: por consiguiente el luntad se inclina al m a l , no siempre es
que la voluntad eligiendo se incline á al- hábito ó pasión, sino alguna otra cosa
gún mal, debe provenir de otra causa ; y según lo dicho.
en efecto unas veces proviene de defecto A l 4.° que no media idéntica razón
de la razón, como cuando uno peca por sobre la elección del bien y la elección
ignorancia, y otras por impulso del ape- del mal; porque el mal jamás está sin
tito sensitivo, como cuando peca por pa- el bien de la naturaleza, pero el bien
sión. Pero ninguna de estas cosas es pe- puede estar perfectamente (1) sin el mal
car por cierta malicia; sino que entonces de la culpa.
solamente por malicia cierta peca uno,
cuando la misma voluntad de por sí se
ARTÍCULO I V . — ¿ E I q u e poca por
mueve al mal, lo que puede suceder de
cierta malicia peca m á s gravemente que el
dos m o d o s : 1.° porque el hombre tiene
alguna disposición corrompida, que inclina que peca por pasión ?
al mal, de tal modo que conforme á aque-
l.° Parece que el que peca por cierta
lla disposición sea para el hombre como
malicia no peca más gravemente que el
conveniente y semejante algún m a l ; y
que lo hace por pasión; porque la igno-
á esto por razón de la conveniencia tien-
rancia escusa de pecado, ó en todo ó en
de la voluntad como á un bien, pues
parte. Pero es mayor la ignorancia en el
cada cosa de suyo tiende á lo que le es
que peca por cierta malicia, que en el
conveniente. Pero tal disposición cor-
que peca por pasión ; porque el que peca
rompida ó es algún hábito adquirido por
por cierta ignorancia padece ignorancia
la costumbre, que se convierte en natura-
de principio, que es la principal, como
l e z a , ó es algún estado patológico de
dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 8 ) , pues
parte del cuerpo; como si uno tiene
tiene mala idea-formada del fin, que es
ciertas inclinaciones naturales hacia al-
principio en las cosas operativas. Luego
gunos pecados á causa de la corrupción
más se escusa de pecado el que peca por
de la naturaleza en él mismo. 2.° Por
cierta malicia, que el que peca por pasión
cuanto la voluntad per se tiende á algún
mal por la remoción de algún obstáculo; 2.° Cuanto uno tiene mayor estímulo
por ejemplo, si alguno se abstiene de á pecar, tanto menos p e c a ; como se ve
pecar, no porque el pecado de por sí le en el que con mayor ímpetu de pasión
desagrade, sino por la esperanza de l a
vida eterna, ó por el temor del infierno, (1) Unos escriben perfecté, cual lo traducimos,' yj otros per-
quitada la esperanza por medio de la en cuyo caso la traducción sería: oelbien puede hallar-
fecta:;
»se sin el mal de culpa perfecta».
CUESTIÓN L X X V I I I . — A R T Í C U L O IV. 5^
cae en pecado. Mas el que peca por cier- malicia, es una cualidad permanente; y
ta malicia es impelido por el hábito, por tanto el que peca por malicia peca
cuyo impulso es más fuerte que el de con más persistencia, por lo que Aristó-
la pasión. L u e g o el que peca por hábito, teles (Ethic. 1. 7, c. 9 ú 8 ) compara al
peca menos que el que peca por pasión. hombre dominado de la intemperancia,
3.° Pecar por cierta malicia es pecar. que peca por malicia, al enfermo que
por elección del mal. E s así que el que continuamente padece; y al incontinente,
peca por pasión también elige el mal. que peca por pasión, al que padece por
Luego no peca menos que el que peca intervalos. 3 . Porque el que peca por
a
por malicia. %
cierta malicia está mal dispuesto en cuan-
Por el contrario: el pecado, que de in- to al mismo fin, que es el principio en lo
dustria se comete, por esto mismo merece operable; y así su defecto es más peli-
pena más grave, conforme á aquello (Job, groso que el de aquel, que peca por pa-
34, 26): los hirió como á impíos en el sión, cuyo propósito se dirige hacia el
lugar de los que miran; los que como de buen fin, aunque este propósito se inter-
propósito se apartaron de él. E s así que rumpa por algún tiempo (ad horam) á
el castigo no se aumenta sino por la gra- causa de la pasión. Empero siempre el
vedad de la culpa. L u e g o el pecado se defecto del principio es pésimo; y por lo
agrava, por ser de propósito ó con mali- tanto es evidente que es más grave el
cia cierta. pecado, que procede de malicia, que el de
Conclusión. El pecado cometido por pasión.
cierta malicia es más grave que el que A l argumento 1.° diremos, que la i g -
se comete por pasión. norancia de elección, á que se refiere la
Responderemos, que elpecado,quepro- objeción, ni escusa ni disminuye el pe-
cede de cierta malicia, es más grave que cado ( 1 ) , como antes se ha dicho ( C . 76,
el que se comete por pasión, por tres ra- a. 4 ) . Por lo cual ni mayor ignorancia tal
zones: 1. porque, consistiendo princi-
a
hace que el pecado sea menor.
palmente el pecado en la voluntad, cuan- A l 2.° que el impulso, que procede de
to el movimiento del pecado es más pe- la pasión, es como por esterior defec-
culiar de la voluntad, tanto más grave es to ( 2 ) de la voluntad; mas por el há-
el pecado en igualdad de circunstancias: bito es inclinada la voluntad como de
pero, cuando se peca por cierta malicia, adentro: por lo que no hay paridad de
el movimiento de pecado es más propio razón.
de la voluntad, que por sí misma se mue- A l 3.° que una cosa es pecar eligien-
ve al mal, que cuando se peca por pasión, do, y otra pecar por elección: porque
como por cierto impulso estrínseco á pe- el que peca por pasión peca sí eligiendo,
car; y así el pecado, por lo mismo que mas no por elección, toda vez que la elec-
procede de malicia, se agrava, y tanto ción no es en él el primer principio del
más cuanto más vehemente fuere la ma- pecado; sino que es inducido por la pa-
licia, y, siendo por pasión, se disminuye sión á elegir lo que libre de pasión no
tanto más, cuanto la pasión fuere más elegiría. Mas el que peca por cierta-ma-
vehemente. 2 . Porque la pasión, que in-
a
licia elige de por sí el mal del modo
clina la voluntad á pecar, pasa pronto; y dicho (a. 2 y 3); y por tanto la elección,
así el hombre vuelve pronto al buen pro- que hay en él mismo, es principio de pe-
pósito, arrepintiéndose del pecado; pero cado, y por esto se dice que peca por
el hábito, con que el hombre peca por elección.
(1) Pues ya queda dicho que la ignorancia que escusa de duda por errata material, pues el P. Capponi anota la variante
pecado ó lo atenúa es la que, siendo causa del pecado', no es diciendo que en estas últimas se lee quasi ex exteríori defectu,
directa y completamente voluntaria. respeclu voluntatis, en conformidad con el P. Nicolai, que por su
(2) Asi con el códice de Alcañiz y varias otras ediciones la parte conserva defectu en vez de respeetu, que indudablemente
de Padua (1712) ; la de 1098 con las romanas interpone res- se trató allí de suprimir.
pecto (respecto de); y la de Ñapóles (1703) omite defectu, sin
CUESTIÓN LXXIX.
1.° Por parte de Dios; 2.° por parte del diablo; y 3.° por parte del hombre. En cuanto á lo primero re-
solveremos cuatro puntos : 1.° Dios es causa del pecado ? — 2." El acto de pecado procede de Dios? —
3.° Dios es causa de la obcecación y endurecimiento?—4.° Estas cosas se ordenan á la salud de los
qué son obcecados ó e n d u r e c i d o s ?
(í) Wo cabe la menor duda que aquí se trata de lo formal » da » ; y que « Dios, no solo es la causa de todo pecado, sino
del pecado, ó sea, de lo que constituye su razón formal y por » que él mismo induce á los hombres á obrar mal, sugiriéndo-
loque se dice pecado en sentido teológico y moral; y no del » les malos pensamientos, de modo que no pecan los hombres,
acto material en sí mismo, cuya falta adjunta de bondad mo- » y sí Dios autor del pecado y que lo quiere» : esto en cuanto
ral lo hace pecaminoso. Así entendido, fácil es recordar las á Calvino. Melancton por su parte decia que «tan obra de
pestilentes heregías de Calvino y Melancton, mencionadas » Dios como la conversión de San Pablo lo fueron el adulterio
en e l T . 1.° (pág. 182, nota 1), y que aquí nuevamente se » de David, la crueldad de Manlio y la traición de Judas».
refutan más de propósito y directamente ; cuales son la de (2) Se cree (y así lo atestigua Vicente Lirinense) haber
que « Dios ño solo permite se cometan pecados, sino que quiere sido Simon el Mago el primero que dijo ser Dios la causa del
» se realicen é impele á ellos » ; que « son obras de Dios plena pecado; siguiéronle después los marcionitas, según refiere San
» y absolutamente los pecados cometidos por los hombres » ; Ireneo, y los luciferianos (coni. geni. 1. 1, c. 96), y posterior-
que «ningún hurto, fornicación ó adulterio comete el hom- mente Lutero y Calvino con sus sectarios, condenados todos
» bre, que Dios no haga en él » ; que a el diablo miente en los espresamente por el Santo Concilio Tridentino (ses. 6, a». 16)'
» corazones de los hombres, porque Dios así lo quiere y man-
CUESTIÓN L X X I X . — ARTÍCULOS I Y I I . 529
otro: 1.° directamente, inclinando su v o - embargo aun esto acontece por razón
luntad ó la de otro á pecar; 2.° indirec- del pecado precedente.
tamente, no retrayendo á alguien del pe- A l 2.° que , cuando se dice que « las
cado; por lo cual ( E z e c h . 3 , 18) se dice » criaturas de Dios han sido hechas en
al Profeta : si no dijeres al impío, de » odio y para tentación de las almas de
cierto morirás; la sangre de él de tu » los hombres», esta preposición en no se
mano la demandaré ( 1 ) . Pero Dios no pone causalmente, sino consecutivamente;
puede ser directamente causa del pecado pues no hizo Dios las criaturas para m a l
ni suyo ni de o t r o , puesto que todo p e - de los hombres, sino que esto es una con-
cado se verifica por el apartamiento del secuencia de la insensatez de los hombres,
orden que es á Dios como á fin, y D i o s por lo que se añade : y en lazo á los pies
inclina y convierte todas las cosas á sí de los necios , que son los que por su ne-
mismo como á último fin, según dice cedad usan de las criaturas para otros
San Dionisio ( D e div. nom. c. 1, lect. 3 ) : fines distintos de aquellos, para que fue-
y por esto es imposible que sea para sí ron creadas.
ó para otros causa de apartarse del orden, A l 3.° que el efecto de la causa media
que conduce á él mismo, ni en consecuen- procedente de a q u e l l a , según que se
cia puede ser directamente causa de pe- somete al orden de la causa primera, se
cado. Mas tampoco indirectamente ; por- reduce también á la causa primera; m a s ,
que sucede que Dios no presta auxilio á si procede de la causa media , según que
algunos para evitar los pecados, que, si lo sale del orden de la causa primera, no se
prestara , no pecarían. Empero todo esto reduce á la causa primera : como, si el
lo hace conforme al orden de su sabidu- criado hace alguna cosa contra el man-
ría y de su justicia , puesto que él mismo dato de su señor, esto no se reduce al
es sabiduría y justicia: por lo "que no se le señor como á su causa; y del mismo modo
imputa el que otro peque como á causa el pecado, que comete el libre albedrío
del pecado; así como el piloto no se dice contra el precepto de Dios , no se reduce
que es causa de la sumersión de la nave, á D i o s como á causa.
solo porque no la dirige, sino cuando A l 4.° que la pena se opone al bien del
deja su dirección, pudiendo y debiendo que es castigado, siendo privado de cual-
gobernarla : y así se ve claramente quier bien; mas la culpa se opone al bien
que Dios de ningún modo es causa del del orden, que conduce á D i o s , oponién-
pecado. dose así directamente á la bondad divina:
A l argumento 1.° diremos, que en cuan- y por esto no es semejante la razón de la
to á las palabras del Apóstol por el mis- culpa y de la pena.
mo testo se ve claramente la solución:
porque, si Dios entrega á algunos á su ARTÍCULO I I . — E l acto de pecado pro-
reprobo sentido , y a lo tienen por consi- cede de Dios? (2).
guiente para hacer lo que no conviene.
Dícese pues que los entrega á su re- l.° Parece que el acto de pecado no
probo sentido, en cuanto no prohibe que procede de D i o s : porque dice San A g u s -
ellos sigan su reprobo s e n t i d o , como se tín ( L i b . de perf. just. c. 2 ) que « el
dice que esponemos lo que no defen- » acto de pecado no es cosa alguna » . E s
demos : y lo que dice San Agustín en así que todo lo que procede de Dios es
el Libro de la gracia y libre albedrío, alguna cosa. L u e g o el acto de pecado no
de donde se ha tomado la G l o s a , que procede de Dios.
« Dios inclina las voluntades de los hom- 2.° E l hombre no se dice ser causa del
» bres al bien y al m a l » , debe entenderse p e c a d o , sino porque es causa del acto de
en el sentido de que inclina directamente p e c a d o ; « p u e s nadie obra proponién-
la voluntad al bien ; y al m a l , en cuanto » dose el m a l » , como dice San Dionisio
no lo impide , como queda dicho : y sin (de D i v . nom. c. 4 , p. 4 , lect. 14 y 2 2 ) .
(1) La Vulgata dice testualmente : si diciendo yo al impío, su concepto formal ó esencial y constitutivo de su malicia
de cierto morirás, tú no se lo anunciares, ni le hablares... Véase la (como en el pasaje á que se refiere la nota 1, pág, 528); y sí
nota 1, pág. 205 del T. l.° más bien materialmente ó con referencia al acto mismo como
(2) Aquí, según observa Silvio, no se trata del pecado en la sustancia ó entidad de su causa.
SUMA TEOLÓGICA. TOMO II. 34
530 CUESTIÓN LXXIX. — A R T Í C U L O S l l Y III.
(1) Entiéndese por obcecación cierto movimiento ó actitud miento, un depravado afecto del ánimo, por el que se despre-
del ánimo, tan adherido al mal que no quiere recibir la luz de cia y rechaza todo cuanto pudiera retraer del mal y con-
la verdad aun evidentemente manifiesta ; y por endureci- ducir al bien. Drioux.
CUESTIÓN LXXIX. — ARTÍCULOS III Y IV. 531
f 1J Hace notar aquí el P. Nicolai que las palabras testuales nen á espresar lo mismo que las que él cita rectificadas : «Dios
(le San Fulgencio aducidas en la 2." objeción no son las que » es vengador de aquella cosa, de la que no es autor » .
aparecen en el testo de la SUMA, aunque sustancialmente vie-
532 CUESTIÓN L X X I X . — A R T Í C U L O IV.
1." Es el diablo directamente causa del pecado? — 2 . ° Induce á pecar el diablo, persuadiendo inte-
riormente ? —3.° Puede inducir necesidad de pecar? —4.° Todos los pecados provienen de sugestión
del diablo?
(1) Combátese aquí de frente la herejía de los maniquéos » putable al libre albedrío del hombre, sino al diablo que le
y de los armenios, quienes sostenían que «el pecado no es im. »impele á cometerlo »,
534 CUESTIÓN LXXX. — A R T Í C U L O S I Y II.
(1) Los demonios no pueden imprimir nueva forma en los sito y detalladamente (De malo, C 16, a. 11, al 1.°).
órganos corpóreos de los sentidos ; pero sí modificar de algún (2) Véase la nota 1, pág. 533.
modo las conservadas en los órganos sensibles, verificándose (3) La Vulgatadice literalmente qiios comparetur ei (que se
as! ciertas apariciones fantásticas, según queda ya espuesto lo compare). Véase la nota 1, pág. 205 del T, 1,°
' a la l," P, (pág. 872, n. 5, y pág. 803, n, 2) y más de propó-
536 CUESTIÓN L X X X . — ARTÍCULOS III Y IV.
3.° San Gregorio dice (Moral. 1. 4 , c. secase, de lo cual resultaría que se in-
10) que « el pecado del diablo es irrepa- cendiarían fácilmente : empero directa-
y> rabie, porque cayó sin sugestión de mente no es causa de todos los pecados
» nadie » . Si pues algunos hombres pe- humanos, de modo que persuada cada
casen por su libre albedrío sin sugestión uno de ellos ; lo cual Orígenes (Periar.
estraña, su pecado sería irremediable: lo 1. 3, c. 2) prueba fundándose en que, aun
cual es evidentemente falso. L u e g o todos cuando el diablo no existiera, los hom-
los pecados humanos son sugeridos por bres tendrían el apetito de manjares y
el diablo. sensualidades; el cual podría ser desor-
Por el contrario, se dice ( D e dogm. denado, si la razón no lo ordenase, lo que
Eccles. c. 82) : <r no todos nuestros pen- depende del libre albedrío.
» samientos malos son escitados por el A l argumento 1.° diremos, que la mul-
» diablo, sino que algunas veces surgen titud de los demonios es causa de todos
» del movimiento de nuestro arbitrio ». nuestros males según el primer origen,
Conclusión. El diablo es [ 1 ] ocasional como se ha dicho.
c indirectamente causa de todos nuestros A l 2.° que no solo se hace esclavo de
pecados (1) ; mas [ 2 ] no lo es directa- alguuo el que es vencido por é l , sino
mente de todos los pecados humanos, también el que voluntariamente se le so-
persuadiendo á cometer cada uno de ellos. mete; y de este modo se hace esclavo
Responderemos, que ocasional é indi- del diablo el que peca por movimiento
rectamente el diablo es en efecto causa propio.
de todos nuestros pecados, en cuanto in- A l 3.° que el pecado del diablo fue
dujo al primer hombre á pecar, por cuyo irremediable, porque ni pecó por suges-
pecado está tan viciada la naturaleza hu- tión de otro, ni tuvo inclinación alguna á
mana, que todos nos sentimos inclinados pecar, causada por sugestión precedente,
á pecar; como si se dijese que era causa lo cual no puede decirse de ningún p e -
de la combustión de los leños el que los cado del hombre.
(1) Por cuanto lo fue del pecado original ó primordial, que á Dios, arrostrando así entre otras consecuencias de su inobe-
infecía la naturaleza humana con la propensión á pecar, in- diencia dicha infección y depravada tendencia.
duciendo al primer hombre mediante la mujer á desobedecer
CUESTIÓN LXXXI.
Acerca de la 1. investigaremos cinco puntos : 1.° El primer pecado del hombre se deriva por origen á
a
la posteridad? — 2.° Todos los otros pecados del primer padre ó aun de otros padres se derivan por
origen á sus descendientes ? — 3.° El pecado original se deriva á todos los que de Adán descienden
por via de generación ? — 4.° Se derivaría á otros, que milagrosamente fuesen formados de alguna
p a r t e del cuerpo h u m a n o ? — 5.° Si la h e m b r a h u b i e r a pecado, no pecando el varón, se transmitiría
el pecado original?
(1) Con traía herejía de Pelagioy los albanenses, quienes de- Zuinglio y muchos otros, ya negándolo en absoluto, ya des-
cían que « el pecado originales nulo, y que los niños recien naturalizando la verdadera doctrina de la Iglesia católica so-
» concebidos no lo contraen ni deben ser bautizados para bor- bre este punto interesantísimo y de transcendencia suma á las
nrárselo»: error -visible y terminantemente condenado por costumbres y á la vida futura.
multitud de pasajes harto espresos de uno y otro Testamento (2) No c. 5, como generalmente se cita y ha sido rectificado
y por el Concilio de Trento (sea. 5, Decretum de peccato origi- por el P. Nicolai, como asimismo las palabras inerltam susti-
nan), adoptado también ademas por los armenios, anabaptistas, tuida & Uesldlam y olium por negligentiam,
CUESTIÓN L X X X Í . — A R T Í C U L O I . 539
por el origen del primer hombre entró el pío el ser voluntaria: por lo que, aun su-
pecado en el mundo. poniendo que el alma racional se trans-
Conclusión. Según la fe católica debe mitiese ( 3 ) , por lo mismo que la infec-
tenerse por dogma que el primer pecado ción del alma de la prole no estaría en
del primer hombre pasa originalmente á su voluntad, no habría razón de culpa,
sus descendientes con la naturaleza mis- que obligue á p e n a ; porque, como dice
ma por él inficionada. Aristóteles (Ethic. 1. 3 , c. 5 ) , a n a d i e
Responderemos, que según la fe ca- » afrentará al ciego de nacimiento, sino
tólica se debe asegurar que el primer pe- » que más bien le compadecerá » . A s í
cado del primer hombre se transmite que se debe proceder por otro camino,
originalmente á su posteridad, por lo diciendo que todos los hombres, que na-
cual aun los niños recien nacidos son lle- cen de A d á n , pueden considerarse como
vados á bautizar, como para ser lavados un solo hombre, en cuanto convienen en
de alguna infección de culpa; y lo con- la naturaleza que reciben del primer pa-
trario es la herejía pelagiana ( 1 ) , como dre, al modo que en los (estados) civiles
consta por San Agustín en muchos de todos los hombres, que forman una sola
sus libros (2). M a s para investigar, de comunidad, se reputan como un solo cuer-
que manera el pecado del primer padre po, y toda la comunidad como un solo
puede pasar originalmente á sus descen- hombre; como también Porfirio ( c . de
dientes, siguieron varios diversos cami- specie) dice que « por la participación
nos: unos, considerando que el sujeto del » de la especie muchos hombres son un
pecado es el alma racional, sentaron que » solo hombre». A s í pues los muchos
el alma racional se transmite por gene- hombres derivados de A d á n son como
ración, pareciendo así que de alma infecta muchos miembros de un solo cuerpo : y ,
se derivan almas infectas; y otros, dese- como el acto de un solo miembro corpo-
chando esto como erróneo, se empeñaron ral, por ejemplo, la mano, no es volunta-
en demostrar de qué modo la culpa del rio con la voluntad de la misma mano,
alma del padre se transmite á la prole, sino con la voluntad del alma, que pri-
aunque el alma no se transmita, porque meramente mueve el miembro; de aquí
los defectos del cuerpo son transmitidos es que el homicidio, que comete la mano,
del padre á la prole, corno el leproso en- no se imputaría á pecado á aquella mano
gendra leproso y el gotoso gotoso, á por sí misma como separada del cuerpo,
causa de alguna corrupción del germen, sino que se le imputa en cuanto es algo
aunque tal corrupción no se llame lepra del hombre, que se mueve por el primer
ó gota. M a s , siendo el cuerpo proporcio- principio motor del hombre. D e este m o -
nado al alma, y redundando en el cuerpo do pues el desorden, que h a y en este
los defectos del alma, y viceversa; del hombre engendrado de A d á n , no es v o -
mismo modo dicen que el defecto culpa- luntario por la voluntad del mismo, sino
ble del alma se deriva por la transmisión en la voluntad del primer padre, que
del germen á la prole, aunque actual- mueve con movimiento de generación á
mente el germen no sea sujeto de la todos los que se derivan de su origen,
culpa. Pero todos estos y otros semejan- así como la voluntad del alma mueve
tes caminos son insuficientes: porque, todos los miembros al acto. P o r cuya ra-,
dado que algunos defectos corporales zon el pecado, que así se deriva del pri-
pasen del progenitor á la prole por orí- mer padre á todos sus descendientes, se
gen, y áuu algunos defectos del alma á llama original, como el pecado que del
causa de la indisposición del cuerpo ( c o - alma se deriva á los miembros del cuerpo
mo á veces de los fatuos se engendran se llama actual: y , así como el pecado
fatuos); sin embargo eso mismo de tener actual, que se comete por algún miem-
algún defecto por origen parece que es- bro, no es pecado de aquel miembro, sino
cluye la razón de culpa, de la que es pro- en cuanto aquel miembro es algo del
(1) Condenada ya por los Concilios de Milevi (can. 2J y (2) Retract. 1. 1, c. 9; Depecat. mer. et. remiss. e. 9, 1. 1;
Grange (can. 2) y posteriormente con mas detallada especifi- cant. Jul. c. 3, y 1. 3, c. 1 ; y 1. De dono persever. c. 11 y 12.
cación á causa de las nuevas herejías, reproducidas 60ure la (3) Véase en ol T. l.° C. 118, a, 2, las notas 1 de la pági.
misma doctrina, por el de Trento (sess. 5, can, 2), na 925; i, pág. 920, y 1, pág. 928 ; y la nota 1, pág, 923,
540 CUESTIÓN L X X X I . — ARTÍCULOS I Y I I .
mismo hombre, por lo cual se llama pe- y a del primer padre, y a de los padres
cado humano ; del mismo modo el pecado próximos, se transmiten á sus descendien-
original no es pecado de esta persona, tes : porque la pena nunca se debe sino á
sino en cuanto esta misma recibe la na- la culpa; y algunos son castigados en el
turaleza del primer padre, por lo que se juicio divino por el pecado de los padres
llama también pecado de naturaleza se- próximos, conforme á aquello ( E x . 2 0 , 5):
gún aquello (Ephes. 2 , 3 ) : éramos por Yo soy el Señor, tu Dios fuerte y celoso,
naturaleza hijos de ira. que visito la iniquidad de los padres sobre
A l argumento 1.° diremos, que se dice los hijos hasta la tercera y cuarta gene-
que el hijo no llevará el pecado del padre, ración ; y aun por el juicio humano en el
porque no es castigado por el pecado de crimen de lesa majestad los hijos son des-
su padre, á no ser participante de su culpa: heredados por el pecado de los padres.
y así es en lo propuesto ; porque se deriva L u e g o también la culpa de los próximos
por origen la culpa del padre al hijo, como padres pasa á los descendientes.
el pecado actual también por imitación. 2.° M á s puede transferir á otro lo que
A l 2.° que, aunque el alma no se trans- uno tiene de sí mismo que lo que tiene de
mite, porque la virtud de la generación otro ; así como el fuego puede calentar
no puede causar alma racional, mueve no más que el agua caliente. P e r o el hombre
obstante á la misma dispositivamente; y transmite á la prole por origen el pecado,
así por la virtud del germen se transmite que tiene de Adán. L u e g o mucho más el
el alma humana del padre á la prole, y pecado, que él mismo cometió.
juntamente con la naturaleza su infección: 3.° E n tanto contraemos del primer
porque el que nace hácese participante padre el pecado original, en cuanto estu-
de la culpa del primer padre, por el hecho vimos en él como en principio de la natu-
mismo de recibir de él la naturaleza por raleza, que él mismo corrompió. P e r o del
cierto movimiento generativo. mismo modo estuvimos en los próximos
A l 3." que, aunque la culpa no está en padres como en ciertos principios de na-
acto en el germen, está sin embargo allí turaleza, que, aunque esté corrompida,
virtualmente (1) la naturaleza humana, aúu puede corromperse más por el pecado,
á la que acompaña tal culpa. conforme á aquello ( A p o c . 2 2 , 1 1 ) : El
A l 4.° que el germen es el principio de que está en suciedades, ensucíese aún.
la generación, que es el acto propio de la L u e g o los hijos contraen los pecados de
naturaleza destinado á su propagación; y los próximos padres por origen, como los
por tanto más se inficiona el alma por el del primer padre.
g e r m e n , que por la carne y a perfecta, Por el contrario: el bien es más difu-
que y a está determinada á la persona. sivo de sí mismo que el mal. E s así que
A l 5.° que lo que es por origen no es los méritos de los próximos padres no se
censurable, si se considera el que nace en transmiten á sus descendientes. Luego
sí mismo ; pero, considerado según que se mucho menos los pecados.
refiere á algún principio, puede serle im- Conclusión. Es imposible que algunos
putable, como uno que nace sufre la i g - pecados de los padres próximos ó aun del
nominia del linaje, causada por culpa de primer padre se transmitan por origen,
alguno de sus progenitores. escepto el primero.
Responderemos, que San Agustín pro-
ARTÍCULO I I . —¿otros pecadosdci pri-
pone esta cuestión (Enchir. c. 46 y 47)
mer padre ó de los próximos se transmiten
y la deja sin resolver (3). P e r o , si alguno
también á sus descendientes ? (2) lo considera atentamente, verá que es im-
1.° Parece que también otros pecados, posible que algunos pecados de los pró-
(1) Virtute humana natura, según los códices de Alcañiz y » al infierno ; mas no en concepto de original ó transmitido
Tarragona y las más correctas ediciones, á que ajustamos » (que así de ningún modo lo reconocían), sino como actual y
nuestra versión ; aunque en algunas, como las romanas (in- » personal, sin que sus hijos tuviesen en sí pecado alguno»-
clusa la áurea), se lee humanas naturas, « por la virtud de la La doctrina de este artículo es una verdadera refutación ríe
» naturaleza humana». tan impío aserto, que implica una palmaria cuanto blasfema
(2) Entre los muchos errores, en que incurrieron los hereje
8
imputación de injusticia en Dios.
llamados armenios, figuraba el de que a el pecado de nuestros (3) Diciendo « no se atreve á afirmar, por no incurrir en te-
» primeros padres perjudico á sus descendientes anteriores á «meridad».
la Pasión de Cristo, hasta el estremo de conducirlos á todos I
CUESTIÓN LXXXI.—ARTÍCULOS II Y I I I . 541
ximos padres, 6 aun del primer padre, A l argumento 1.° diremos, que con
escepto el primero, se transmitan por pena espiritual, como dice San Agustín
origen ( 1 ) . L a razón de esto e s , porque en la carta á A vito ( ó á Aurilio), jamás
el nombre engendra seres idénticos á é l son castigados los hijos en v e z de los
en especie, mas no en cuanto al indivi- padres, si no comunican en la culpa ó
duo : y por tanto lo que directamente por origen ó por imitación; porque todas
pertenece al individuo, como los actos las almas son inmediatamente de Dios,
personales y lo á ellos concerniente, no como se dice ( E z e c h . 1 8 ) . M a s con
se transmite de padres á hijos; porque pena corporal á veces por juicio divino ó
el gramático no transmite al hijo la cien- humano son castigados los hijos á causa
cia de la gramática, que adquirió con su de los padres, en cuanto el hijo es algo
propio estudio: pero lo, perteneciente á la del padre según el cuerpo.
naturaleza de la especie se transmite de A l 2.° que lo que uno tiene de por sí
padres á hijos, á menos que haya defecto más lo puede transmitir, con tal que sea
de la naturaleza; como el que tiene ojos transmisible : pero los pecados actuales
engendra hijos con ellos, si no falta la de los próximos padres no son transferi-
naturaleza ; y , si la naturaleza es fuerte, bles, por ser puramente personales, como
aun se propagan á los hijos algunos acci- va dicho.
dentes individuales pertenecientes á la A l 3.° que el primer pecado inficiona
disposición de la naturaleza, como la la naturaleza humana con corrupción, que
agilidad, la buena índole y semejantes ; afecta á la naturaleza ; al paso que los
pero de ningún modo las cualidades pu- otros pecados la corrompen con infección
ramente personales, como queda dicho. perteneciente solo á la persona.
Mas, así como pertenece á la persona
algo por sí misma, y algo por don de la
ARTÍCULO I I I . — E I p e c a d o d e i primer
gracia; del mismo modo también puede
padre p a s a por origen á todos los hombres ? (2)
pertenecer á la naturaleza algo por ella
misma, como es lo procedente de sus 1.° Parece que el pecado del primer
principios, y algo por don de la gracia : padre no pasa por origen á todos los
y de este modo la justicia original, como hombres: porque la muerte es el castigo
se ha dicho ( P . 1 . C. 100, a. 1), era
a
(1) Por esta razón y en consonancia con la doctrina aquí (3) Do estas palabras de San Pablo han pretendido inferir
sentada declara espresamcnle el Concilio de Trento (sos. 5) que los PP. Griegos casi con unanimidad que los escogidos , que
el pecado original es el único heredado. vivan en aquel tiempo, no sufrirán la muerte, sino que instan-
(2) Es dogma de fe la transmisión del pecado original del táneamente serán dotados de la incorrupción é inmortalidad
primer hombre á todos los demás, declarado así por el Conci- en equivalencia de su resurrección ; mas con la misma unani-
lio de Trento (sess, 5, can. 4) contra Calvino, que ensoñaba que midad y aun mayor los PP. y doctores latinos enseñan que,
«todoslos hijos de padres fieles eran santos antes del baulis- debiendo morir todos los hijos de Adán, morirán también los
amo». También Juan de Wesfalia decía que «los niños re- justos y santos vivos en el último dia, si bien resucitarán tan
nden nacidos no habían contraído en suconcepcion el pecado luego como hayan muerto, viniendo á ser su muerte como un
«original, y que no debia darse crédito á San Agustín , que lijero sueño. Así lo hace constar el P. Scío, anotando este
•as! lo aseguraba ». pasaje del Apóstol.
542 CUESTIÓN LXXXI. — ARTÍCULOS III Y IV.
biese pecado Eva, los hijos no contraerían sino de la justicia original, por la cual el
el pecado original; pero al contrario in- cuerpo estaba sometido al alma, mientras
currirían en él, si solo Adán hubiera pe- el alma estuviese subordinada á Dios.
cado, no pecando Eva. P e r o el defecto de la original justicia es
R e s p o n d e r e m o s , que la solución de el pecado original: por consiguiente , si,
esta duda es evidente por lo anterior- no pecando A d á n , el pecado original no
mente espuesto: porque se ha dicho (a. 1) se transmitiese á sus descendientes por
que el pecado original se transmite del el pecado de E v a , es manifiesto que en
primer p a d r e , en cuanto él mueve á la los hijos no habría defecto de original
generación de los nacidos; por lo cual justicia; de donde se sigue que no habría
queda sentado (a. 4 ) que, si tan solo ma- en ellos pasibilidad ó necesidad de morir.
terialmente uno fuese engendrado de A l 3.° que aquella purificación preve-
carne humana, no contraería el pecado niente en la Bienaventurada Virgen no
original. Pero es notorio según la doc- se requería para quitar de ella la trans-
trina de los filósofos ( 1 ) que el princi- misión del pecado original, sino porque
pio activo en la generación es del padre, convenia que la madre de D i o s resplan-
y la madre suministra la materia: por lo deciese con la mayor pureza; puesto que
cual el pecado original no se contrae de no hay cosa, que sea digna morada de
la madre , sino del padre ; y conforme á D i o s , si no está limpia, según aquello
e s t o , si, no pecando Adán, hubiese peca- ( P s . 9 2 , 5) : á tu casa, Señor, conviene
do Eva , los hijos no contraerían el pe- santidad.
(1J Que por cierto no están acordes sobre este punto, pues más, y más ampliamente desarrollada después (P. 3. C. 31,
a
entre los médicos priva con bastante generalidad la opinión a. 4). Pero aun en la hipótesi de Galeno y sus secuaces queda
de Galeno, que también atribuye á la madre virtud genera- también á salvo la doctrina establecida en este artículo, puesto
triz activa ; si bien en todos tiempos parece haberse tenido que la virtud activa de la madre siempre sería de suyo im-
como más probable la contraria adoptada aquí por Santo To- perfecta por sí sola é ineficaz parala generación.
CUESTIÓN LXXXII.
Artículo 1.°— El pecado original es hábito?—2,° Hay uno solo en cada hombre?—3." Es la concu-
piscencia?—4,° Está igualmente en todos?
fl) Matías, luterano llamado el llírico, enseñó que el pe- de que el pecado original es el mismo pecado actual de Adán.
cado original era la sustancia del alma, haciendo así por con- La más cierta y común es la de Santo Tomás, tal cual aquí la
siguiente su autor á Dios, que lo es del alma. También se consigna y esplica.
oponen á la verdadera doctrina sobre la sustancia del pecado (2) Es decir, que el acto cometido por él despierto se le
original los errores de Calvino y Jansenio, según los cuales imputaría estando dormido, como si durante el sueño lo come-
de tal manera pervirtió la naturaleza humana que de ningún tiera realmente con voluntariedad.
bien absolutamente es ya capaz después de él. Aun entre los (3) Aunque en ninguno de los tres lugares citados se lee
doctores católicos algunos han emitido la opinión, difícilmente literalmente tal, como en el testo se cita ; si bien sustancial-
conciliable con las palabras testuales del Concilio de Trenlo mente ó en equivalencia se halla en los dos últimos, como
sess. 5, can. 3) citadas en la nota 1, pág. 511, y n. 1, pág. 547, también (cml, Julián. 1. 6, c. 7).
SUMA TEOLÓGICA. — T O M O II. 35
546 CUESTIÓN LXXXII. — ARTÍCULOS I Y II.
como la enfermedad corporal tiene algo cosas contrarias; porque el hábito inclina
de privación, en cuanto se destruye la á modo de naturaleza , que tiende á una
igualdad de la sanidad, y tiene también sola cosa. P e r o el pecado original aun en
algo positivamente , á s a b e r , los mismos un solo hombre inclina á diversos p e c a -
humores desordenadamente dispuestos; dos contrarios. L u e g o el pecado original
así también el pecado original tiene pri- no es un solo hábito, sino muchos.
vación de la justicia original y con esto 3.° E l pecado original inficiona todas
desordenada disposición de las partes del las partes del alma. Mas las diversas
alma. D e donde se sigue que no es partes del alma son diversos sujetos de
privación pura, sino cierto hábito cor- pecado, como se ve claro por lo anterior-
rupto (1). mente dicho (C. 74). L u e g o , no pudien-
A l 2.° que el pecado actual es cierto do existir un solo pecado en diversos su-
desorden del a c t o ; mas el original, como jetos , parece que el pecado original no
que es pecado de naturaleza, es cierta es uno solo, sino muchos.
desordenada disposición de la misma na- Por el contrario , se dice ( Joann. 1,
turaleza, que tiene razón de c u l p a , en 29 ) : Hé aquí el Cordero de Dios , hé
cuanto se deriva del primer p a d r e , como aquí el que quita el pecado del mundo;
se ha dicho ( C . 8 1 , a. 1) ;-y esta desor- lo cual se dice en singular, porque el pe-
denada disposición de naturaleza tiene cado del mundo , que es el pecado origi-
razón de hábito: mas la desordenada dis- nal , es uno s o l o , como espone la Glosa
posición del acto no tiene razón de há- ordinaria (ibid.)
bito; y por esto el pecado original puede Conclusión. El pecado original [1]
ser hábito, pero no pecado actual. en un solo hombre es único en especie y
A l 3.° que aquella objeción procede no puede menos de serlo en número;
del hábito, con que la potencia se inclina mas [ 2 ] en diversos hombres es único en
al acto. P e r o tal hábito no es el pecado especie y proporción, y numéricamente
original, aunque también del pecado ori- diverso.
ginal-se siga alguna inchnacion al acto R e s p o n d e r e m o s , que en un solo hom-
desordenado, no directa sino indirecta- bre hay un solo pecado original. Y la ra-
mente , á s a b e r , por la remoción de su zón puede tomarse de dos modos: 1.° pul-
obstáculo, que es la justicia original, im- parte de la causa del pecado original;
peditiva de los movimientos desordena- porque se ha dicho antes (C. 8 1 , a. 2)
dos; así como también de la enfermedad que solo el primer pecado del primer
corporal indirectamente se sigue la incli- padre se transmite á sus descendientes,
nación á los movimientos corporales des- por lo que el pecado original en un solo
ordenados. N i debe decirse que el pecado hombre es único en número, y en todos
original es hábito infuso ó adquirido por los hombres es solo uno en proporción, á
el acto ( á no ser por el del primer padre, saber, por relación al primer principio;
y no de esta persona), sino innato por el 2.° por la misma esencia del pecado ori-
viciado origen. ginal ; pues en toda disposición desorde-
nada la unidad de la especie se considera
por parte de la causa, y la unidad numé-
ARTÍCULO I I . — Hay e n u n solo hombre
rica por parte del sujeto, como es noto-
muchos p e c a d o s originales ?
rio en la enfermedad corporal: puesto que
1." Parece que en un solo hombre hay hay enfermedades diversas en especie,
muchos pecados originales : porque se procedentes de diversas causas, como de
dice ( P s . . 5 0 , 7 ) : pues mira que yo he la exuberancia de lo cálido ó de lo frió ó
sido concebido en iniquidades , y en pe- de la lesión del pulmón ó del hígado;
cados m,e concibió mi madre. E s así que pero una sola enfermedad específica en
el pecado, en que el hombre es concebido, un solo hombre no es sino una sola en
es original. L u e g o hay muchos pecados número. Empero la causa de esta cor-
originales en un solo hombre. rompida disposición, que se llama pe-
cado original, es una s o l a , á saber, la
2.° U n solo hábito mismo no inclina á
privación de la justicia original, por la
(1) Comiptus, aunque algunos leen amlrariut, variante pro- cual cesó la sumisión de la mente huma-
puesta también por Cayetano.
CUESTIÓN LXXXI1.— ARTÍCULOS II Y I I I . 547
(1) El Concilio do Trento lo dice espresamente así (sess. 5) : (2) Entendiéndose aquí por concupiscencia el llamado por
« el pecado de Adán es único en su origen y transmitido á to- los teólogos /ornes p e c c a t i , procedente como fatal herencia del
•dospor propagación, no por imitación, siendo así propio de pecado original de Adán, que mancillando el alma la hace á
«cadauno». la vez propensa al mal.
548 CUESTIÓN L X X X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
de las fuerzas del alma viene á ser en el sición del cuerpo : y, pues la enfermedad
pecado original como lo material: y el recibe más y m e n o s , asimismo el pecado
desorden de las otras fuerzas del alma original.
se cifra principalmente en que desorde- 3.° Dice San Agustín ( D e nupt. et
nadamente se convierten al bien conmu- concupiscent. 1. 1 , c. 2 3 y 2 4 ) que ce la
table , y este desorden puede designarse » sensualidad transmite el original pe-
con el nombre común de concupiscencia: » cado á la prole » . P e r o acontece ser
por consiguiente el pecado original ma- mayor la sensualidad de uno que de otro
terialmente es en verdad la concupis- en el acto de la generación. L u e g o el
cencia; pero formalmente es la falta de pecado original puede ser mayor en uno
la justicia original. que en otro.
A l argumento 1.° diremos q u e , como Por el contrario: el pecado original es
en el hombre la concupiscible se rige na- pecado de naturaleza, como se ha dicho
turalmente por la razón ; en tanto el de- (C. 8 1 , a. 2 ) . E s así que la naturaleza
sear es natural al hombre, en cuanto es se halla igualmente en todos. Luego
conforme al orden de la razón. Pero la también el pecado original.
concupiscencia, que traspasa los límites Conclusión. El pecado original no
de la razón, está inherente al hombre puede ser mayor en uno que en otro.
contra la naturaleza, y tal es la concu- Responderemos , que en el pecado
piscencia del pecado original. original h a y dos c o s a s , de las cuales la
A l 2.° que , como se h a dicho (C. 2 5 , una es la carencia de la justicia original,
a. 1), las pasiones de lo irascible se redu- y la otra la referencia de este defecto al
cen á las pasiones de lo concupiscible pecado del primer padre, de quien se de-
como á más principales, entre las que la riva por el viciado origen. E n cuanto, á
concupiscencia mueve más vehemente- lo primero el pecado original no admite
mente y se siente m á s , según lo demos- más ó m e n o s , porque todo el don de la
trado (C. 2 5 , a. 2 , al 1.°): y por tanto se justicia original se perdió, y las priva-
atribuye á la concupiscencia como á la ciones totalmente supresivas de algo,
más principal, y en la que en cierto modo como la muerte y las tinieblas , no admi-
se incluyen todas las otras pasiones. ten más y m e n o s , según se ha dicho
A l 3.° q u e , así como en los buenos el (C. 7 3 , a. 2 ) . D e l mismo modo también
entendimiento y la razón tienen la prin- ni en cuanto á lo segundo; porque igual-
cipalidad , por el contrario en los malos mente todos se relacionan con el primer
se halla (ser) la más principal la parte principio del viciado origen , del cual re-
inferior del a l m a , que ciega y arrastra á cibe el pecado original la razón de culpa;
la razón, según lo dicho (C. 8 0 , a. 2 ) : y pues las relaciones no admiten más y
por esto se dice que el pecado original se menos. Resulta pues evidente que el pe-
dice más bien ser concupiscencia que i g - cado original no puede ser más en uno
norancia, aunque también esta se contie- que en otro.
ne entre los defectos materiales del pe- A l argumento 1.° diremos que, disuelto
cado original. el vínculo de la justicia original, bajo el
cual con cierto orden todas las fuerzas
ARTÍCULO I V . — E I p e c a d o original s e del alma se contenían, cada fuerza del
h a l l a i g u a l m e n t e e n todos ? alma tiende á su propio movimiento, y
con tanta mayor v e h e m e n c i a , cuanto
1.° Parece que el pecado original no fuese más fuerte. P e r o sucede que algu-
se halla igualmente en todos : porque el nas fuerzas del alma son más poderosas
pecado original es la concupiscencia des- en uno que en otro por las diversas com-
ordenada, como se h a dicho (a. 3 ) ; y no plexiones del cuerpo. P o r consiguiente el
todos están igualmente inclinados á la que un hombre esté más inclinado que
concupiscencia. L u e g o el pecado origi- otro á la concupiscencia, no es por razón
nal no se halla igualmente en todos. del pecado original, puesto que en todos
2.° E l pecado original es cierta des- se rompe igualmente el vínculo de la
ordenada disposición del a l m a , como la justicia original, é igualmente en todos
enfermedad es cierta desordenada dispo- están abandonadas á sí mismas las par-
CUESTIÓN LXXXII. — ARTÍCULO IV. 549
tes inferiores del a l m a ; sino que sucede A l 3.° que la liviandad, que transmite
esto por la diversa disposición de las po- el pecado original á la prole, no es sen-
tencias, como se ha dicho. sualidad actual ; porque, dado el caso de
A l 2.° que la enfermedad corporal no que por virtud divina se concediese á uno
tiene en todos igual c a u s a , aunque sea que no sintiese ninguna sensualidad des-
de la misma especie : por ejemplo, si la ordenada en el acto de la generación,
fiebre proviene de la bilis corrompida, aun así transmitiría á la prole el pecado
puede ser mayor ó menor la putrefacción original: sino que aquella sensualidad ha
y más cercana ó remota del principio de de entenderse habitualmente , según que
la vida. P e r o la causa del pecado origi- el apetito sensitivo no se contiene bajo
nal es igual en todos , por lo que no hay la razón, roto el lazo de la justicia origi-
paridad. nal ; y tal sensualidad es igual en todos.
CUESTIÓN LXXXIII.
1.° El sujeto del pecado original es con prioridad la carne ó el a l m a ? —2." Si el alma, ¿es por esen-
cia, ó por medio de sus potencias? — La voluntad es el sujeto del pecado original con prioridad r e s -
pectó de las otras potencias del alma ? — 4." Se hallan especialmente inficionadas algunas potencias
del alma, como la generativa, la concupiscible y el sentido del tacto ?
(1) No quiere decir que el vicio y el pecado sean una misma mediata é indirectamente y por consecuencia por parte del
cosa, pues ya queda esplicado (C. 74, a. 2) que el primero es pecado, que como acto se opone al acto de virtud y no á la
hábito y el segundo acto ; sino que ambos residen en un mis- virtud misma, que es hábito.
mo sujeto: y así debe entenderse su respectiva contrariedad (2) Véase la nota 1, pág. 125.
á la virtud, directa é inmediatamente por parte del vicio, pero
CUESTIÓN L X X X I I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 551
mancha ; mas la infusión importa no solo el alma que en la carne : luego también
respecto á D i o s que infunde, sino tam- está más en las potencias del alma que
bién á la carne en que es infundida el en su esencia.
alma; y de consiguiente respecto á Dios 4.° E l pecado original se dice ser la
que infunde no puede decirse que el alma concupiscencia, como se ha manifestado
se mancilla por la infusión, .sino sola- ( C . 82, a. 3 ) ; y la concupiscencia está en
mente por relación al cuerpo, en el que las potencias del alma: luego también el
se infunde ( 1). pecado original.
A l 5.° que el bien común se prefiere Por el contrario: el pecado original se
al bien particular, por lo que Dios con- dice que es pecado natural, según lo es-
forme á su sabiduría no deroga el or- puesto ( C . 8 1 , a. 1 ) . Pero el alma es
den universal de las cosas, que es que á forma y naturaleza del cuerpo según su
tal cuerpo se infunda tal alma, por evi- esencia y no según las potencias, como se
tar la singular infección de esta alma; ha probado ( P . 1. , C. 7 6 , a. 1 ) . L u e g o
a
sobre todo siendo propio de la naturaleza el alma es sujeto del pecado original prin-
del alma, no empezar á existir sino en el cipalmente según su esencia.
cuerpo, como se ha demostrado ( P . 1. , a
Conclusion. El alma según su esen-
C. 118, a. 3 ) . Pero mejor es para ella cia es el primer sujeto del pecado ori-
ser así según la naturaleza que no ser ginal.
de modo alguno, y mucho más pudiendo Responderemos, que aquello del alma
evadirse de la condenación por medio de es principalmente sujeto de algún p e -
la gracia. c a d o , á lo que ante todo pertenece la
causa motiva de aquel p e c a d o ; como, si
ARTÍCULO I I . — ¿ E I pecado original la causa motiva de pecar es la delec-
se halla con prioridad e n l a e s e n c i a del a l m a tación del sentido, que pertenece á la
(pie en s u s potencias (2) ? fuerza concupiscible como su objeto pro-
p i o , se sigue que la fuerza concupiscible
l.° Parece que el pecado original no es el propio sujeto del tal pecado. Siendo
se halla con prioridad en la esencia del pues manifiesto que el pecado original es
alma que en las potencias; porque el causado por el origen, sigúese que lo que
alma es naturalmente el sujeto del pecado primeramente pertenece al alma por el
en cuanto á aquello, que puede ser mo- origen del hombre es el primer sujeto
vido por la voluntad. P e r o el alma no es del pecado original, y tal es el origen del
movida por la voluntad según su esencia, alma como término de la generación, se-
sino solo según las potencias. L u e g o el gún que es la forma del cuerpo; lo cual
pecado original no se halla en el alma ciertamente le conviene según su propia
según su esencia, sino solamente según esencia, como se ha probado ( P . 1. , a
(1) Según esplica el mismo Santo (Sent. 1. 2, dist. 32, C. 2, afirmativa de Santo Tomás es la más comunmente recibida
a. 1, al 1.°), el alma es inficionada con la culpa original en como la más probable.
su creación, mas no por su creación ; es decir que la creación (3) Privativamente ó como la negación se opone á la afir-
del alma no os causa de tal mancilla ni por consiguiente el mación y el mal (que es privación) al bien (que es verdadero
creador ó autor del alma, aunque en el momento mismo de ente), según ya queda repetidas veces anotado.
ser esta creada recibe la infección común á toda la naturaleza (4) En Adán la persona corrompió la naturaleza, cuya cor-
humana, que reside como en sujeto en el alma según la Con- rupción por lo mismo en él inficionó antes las potencias de su
clusión de este mismo artículo. alma que su esencia ; mientras que en el hombre nacido de
(2) Los escotistas opinan negativamente ; pero la opinión Adán por el contrario la naturaleza corrompe á la persona, y
552 CUESTIÓN LXXXIII.—ARTÍCULOS II Y I I I .
A l 2.° que también la original justicia cado original inficiona todas las poten-
pertenecía primordialmente á la esencia cias del alma, parece que antes pervierte
del alma ; porque era un don concedido el entendimiento como la primera.
divinamente á la naturaleza humana, á Por el contrario : la justicia original
la que con prioridad dice relación la esen- afecta antes á la voluntad, como que es
cia del alma antes que las potencias, las la rectitud de la voluntad, según dice
cuales más parecen pertenecer á la per- San Anselmo ( l i b . D e conceptu virgi-
sona, e n cuanto son priccipios de los ac- nali, c. 3 ) ( 2 ) . L u e g o el pecado ori-
tos personales : por consiguiente son pro- ginal, que á ella se opone, afecta antes
pios sujetos de los pecados actuales, que á la voluntad.
son pecados personales. Conclusión. La infección del pecado
A l 3.° que el cuerpo se compara al original, considerada según su inheren-
alma como la materia á la forma; la que, cia al sujeto, afecta primeramente á la
aunque es posterior en el orden de la g e - esencia del alma ; pero según la inclina-
neración, es sin embargo anterior en el ción al acto inficiona las potencias y en-
orden de la perfección y de la naturaleza: tre estas ante todo á la voluntad.
mas la esencia del alma se compara á las Responderemos, que en la infección del
potencias, como el sujeto á los accidentes pecado original h a y que considerar dos
propios, que son posteriores al sujeto, cosas : 1 . su inherencia al sujeto, y según
a
del alma parece pertenecer más á la p o - alma, y 2 . de la esencia del alma á las
a
por el germen carnal (1). P e r o las otras de la perfección : y por tanto, aunque
potencias del alma están más próximas otras potencias, á saber, las sensitivas,
á la carne que la voluntad, como es p a - estén más próximas á la carne; por
tente en todas las sensitivas, que usan cuanto empero la voluntad está más pró-
de órgano corporal. L u e g o más está en xima á la esencia del alma, como supe-
ellas el pecado original que en la voluntad. rior potencia, llega primeramente á ella
3.° E l entendimiento es antes que la la infección del pecado original.
voluntad; pues no h a y voluntad sino A l 3.° que el entendimiento en cierto
acerca del bien entendido. Si pues el p e - modo precede á la voluntad, en cuanto le
de consiguiente la tal corrupción en nosotros sus descen- (2) Demostrando que «la injusticia no puede hallarso sino
dientes antes afecta á la esencia que á las potencias del alma » en la voluntad », para refutar á los que niegan que el pe-
(De malo, C.4, a. 4 , al 5.°). cado original es verdaderamente pecado, añade : o no se dice
(1 ) Como por causa instrumental, según ya queda espuesto »injusticia la ausencia de justicia, sino allí donde debe ha-
y lo esplica ademas San Gregorio (Moral. 1. 2). »liarse lajusticia ». V. pág. 26, n. 2, T, 1,°
CUESTIÓN L X X X I I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 553
marse vicios capitales algunos especiales pecados? —4. Cuántos y cuáles son los vicios capitales?
a
(1) Entre ellos San Agustin (mp. Gen. ad lili. 1. 2, c. 15) y que algunas ponen habendi, otras adipiscendi y la de García
San Próspero (De vita contempi. 1. 2, c. 4), que lo interpretan adimplendí. Se ve pues que, conciliando todas estas varian-
en el primero de los tres sentidos enumerados á continuación. tes, se trata aquí de la satisfacción.del deseo aludido enei
(2) Aáhibendl según el códice de Alcañiz y las ediciones de testo.
Roma y Pádua (1076) con la generalidad de las demás; aun-
CUESTIÓN LXXXIV. — ARTÍCULOS I Y l í . 555
temporales puede ser ayudado el hombre principio de todo pecado : porque la raíz
por el dinero, conforme á lo que se dice es cierto principio del árbol; y así p a -
( E c c l . 1 0 , 1 9 ) : todas las cosas obedecen rece ser uno mismo el principio y la raíz
al dinero ; y de aquí resulta evidente que del pecado. Siendo pues la codicia raíz
la codicia de riquezas es la raíz de todos de todo p e c a d o , como se ha dicho; s i -
los pecados ( 1 ) . . gúese que ella es también principio de
A l argumento 1.° diremos, que no pro- todo p e c a d o , y no la soberbia ( 3 ) .
vienen del mismo (principio) la virtud y 2.° Se dice ( E c c l i . 1 0 , 1 4 ) : el prin-
el pecado : porque el pecado nace del cipio de la soberbia del hombre es apos-
apetito del bien conmutable, y por tanto tatar de Dios. Pero la apostasía de Dios
el apetito de aquel bien, que favorece es cierto pecado. L u e g o algún pecado es
para conseguir todos los bienes tempora- principio de la soberbia, y por tanto esta
les, se llama raíz de los pecados; al paso no es principio de todo pecado.
que la virtud nace del apetito del bien 3.° Parece ser principio de todo pecado
inconmutable, y por eso la caridad, que lo que hace todos los pecados; y esto es
es el amor de Dios, se asigna como la el desordenado amor de sí mismo, que
raíz de las virtudes, conforme á aquello hace la ciudad de Babilonia, como dice
(Ephes. 3 , 1 7 ) : arraigados y cimentados San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. ult.
en caridad. é in P s . 6 4 ) . L u e g o el amor de sí mismo
A l 2.° que el apetito del dinero se es el principio de todo p e c a d o , pero no
llama raíz de los pecados, no ciertamente la soberbia.
porque las riquezas por sí se busquen Por el contrario, se dice ( E c c l i . 10,
como último fin, sino porque se buscan 1 5 ) : el principio de todo pecado es la
mucho como útiles para todo fin tempo- soberbia.
ral : y, como el bien universal es más ape- Conclusión. La soberbia, como espe-
tecible que algún bien particular, por eso cial pecado, consistente en el desorde-
mueve más el apetito que ciertos bienes nado apetito de la propia escelencia, es
singulares, que pueden tenerse al mismo el principio de todo pecado.
tiempo con otros muchos por medio del Responderemos, que algunos dicen que
dinero ( 2 ) . la soberbia envuelve tres conceptos: 1.° se-
A l 3.° que así como en las cosas natu- gún que significa desordenado apetito de
rales no se busca qué es lo que siempre se la propia escelencia, y así dicen, que es
hace, sino qué es lo que las más veces un especial pecado ; 2.° según importa
sucede, porque la naturaleza de las cosas cierto actual desprecio de Dios, en cuanto
corruptibles puede impedirse, de modo produce el efecto de no someterse á sus
que no siempre obre de la misma manera; preceptos, y así dicen que es un pecado
así tamb/en en las morales se considera general, en cuanto implica cierta incli-
lo que más comunmente hay , y no lo que nación á este desprecio por corrupción de
siempre, puesto que la voluntad no obra la naturaleza, y en este sentido dicen
por necesidad. P o r consiguiente no se que es principio de todo pecado : difiere
llama la avaricia raíz de todos los males, empero de la codicia, porque esta mira
porque á veces algún otro mal sea su al pecado por parte de la conversión al
raíz, sino porque de la misma frecuente- bien conmutable, por el que el pecado
mente surgen otros males por la razón en cierto modo s e nutre y fomenta, y por
predicha. esto la codicia se dice raíz ; mas la s o -
berbia mira al pecado por parte de la
aversión de D i o s , á cuyo precepto el
ARTÍCULO I I . — t a s o b e r b i a e s princi-
hombre rehusa someterse, y por tanto se
pio de todo pecado ?
dice principio, por cuanto de parte de la
aversión principia la razón del mal. E s t o
l.° Parece que la soberbia no es el
(1) Tal es asimismo la doctrina de San Juan Crisóstomo y caudales con el designio de captarse el favor de otros, de quie -
Teodoreto on'sus respectivos comentarios, de San Jerónimo nes se promote obtener después mayores riquezas.
(Epist. 22, c. 1 4 ) , San Ambrosio (S e r m . 59), San Agustín (3) Es muy digna de notarse la conciliación de la doctrina
( H O M . 8 y «era. 1 1 0 De lemp.) y otros comunmente. de este artículo coa la del anterior, harto patente con el des-
(2) Aun la misma prodigalidad, añade Silvio, proviene de arrollo de la tesis.
la avaricia ¡ pues aun el pródigo derrocha á veces grandes
556 CUESTIÓN L X X X I V . — ARTÍCULOS II Y IIÍ.
en verdad, aunque es cierto, no es sin em- querer someterse á Dios ; de lo que pro-
bargo conforme á la intención del Sabio, viene que el hombre indebidamente se
quien dice : el principio de todo pecado eleva sobre sí mismo en cuanto á las otras
es la soberbia ; porque notoriamente ha- especies de soberbia.
bla de la soberbia, según que es un des- A l 3.° que el hombre se ama á sí mis-
ordenado apetito de la propia escelencia, mo queriendo su propia escelencia, pues
como se ve claro por lo que añade : Dios lo mismo es amarse que querer el bien
destruyó los asientos de gobernadores so- para s í ; por cuya razón fijar como prin-
berbios , y de esta materia habla allí en cipio de todo pecado la soberbia ó el
casi todo el capítulo. D e b e pues decirse amor propio viene á ser equivalente.
que la soberbia, aun según que es un es-
pecial pecado, es principio de todo peca- A R T Í C U L O I I I . — A d e m a s de l a so-
do. Porque es de considerar que en los bernia y a v a r i c i a , ¿ hay otros pecados espe-
actos voluntarios, cuales son los pecados, c i a l e s , que d e b a n l l a m a r s e c a p i t a l e s ?
hay dos órdenes, á saber, de intención y
de ejecución: en el primer orden tiene l.° Parece que ademas de la soberbia
ciertamente razón de principio y fin, como y avaricia no hay otros pecados especia-
antes muchas veces y a se ha dicho (C. 1, les , que se llamen capitales : porque pa-
a. 1, al 1.°, y a. 3, al 2 ; C. 2 0 , a. 1, al 2.°, rece que la cabeza es respecto de los
y C. 5 7 , a. 4 ) ; m a s , como el fin en la ad- animales, lo que la raíz en las plantas
quisición de los bienes temporales es que ( D e an. 1. 2 , t. 3 8 ) ; pues las raíces son
el hombre tenga por medio de ellos cierta semejantes á la cara ( 1 ) . Si pues la co-
perfección singular y escelencia, así por dicia se dice « raíz de todos los males »,
esta parte la soberbia, que es apetito de parece que solo ella debe llamarse vicio
la escelencia, se asigna como principio de capital, y ningún otro pecado.
todo pecado : pero de parte de la ejecu- 2.° L a cabeza tiene cierto orden á los
ción es lo primero lo que suministra opor- otros miembros, en cuanto de la cabeza
tunidad de satisfacer todos los deseos de parten á todos los miembros las sensa-
pecado, lo cual tiene razón de raíz, á ciones y movimientos. E s así que el pe-
saber, las riquezas ; y así bajo este as- cado se dice por la privación del orden.
pecto se afirma ser la avaricia raíz de L u e g o el pecado no tiene razón de cabeza;
todos los m a l e s , como se ha dicho (a. 1). y así no deben asignarse otros pecados
Con esto es evidente la respuesta al capitales.
argumento 1.° 3.° Capitales crímenes se llaman los
Al2.°diremos, que el apostatar de D i o s que son castigados con pena capital, con
se llama principio de la soberbia por par- la que lo son ciertos pecados en cada gé-
te de la aversión, porque del hecho mis- nero (2) : luego los vicios capitales no
mo de no querer someterse el hombre á son algunos determinados en especie.
D i o s se sigue que desordenadamente Por el contrario, San Gregorio (Moral.
quiere la propia escelencia en las cosas 1. 3 1 , c. 17) enumera ciertos especiales
temporales ; y así la apostasía de Dios vicios, que dice son capitales (3).
no se toma allí como especial pecado, Conclusión. Ciertos especiales vicios,
sino más bien como cierta condición g e - ademas de la soberbia y la avaricia, son
neral de todo p e c a d o , que es el desvío capitales, como incitativos á otros peca-
del bien inconmutable. O puede decirse dos derivados de ellos.
que el apostatar de Dios se dice ser el R e s p o n d e r e m o s , que capital se llama
principio de la soberbia, porque es la así de cabeza (capite); y cabeza propia-
primera especie de soberbia ; puesto que mente es cierto miembro del animal,
arguye soberbia no querer sujetarse á principio y directivo de todo el animal:
cualquier superior, y principalmente no de donde metafóricamente todo principio
(1) Tómase aquí la cara (orí) en lugar de la cabeza, cuya cesto ; delitos que efectivamente en algunos códigos, ó legis-
parte más visible es el rostro. Véase lo dicho en el T. 1.°, laciones tenían asignada la pena de muerte.'
nota 2, pág. 748. (3) «Principales »según su testo literal, lo que viene á ser
(2) Como en la avaricia la rapiña, en la soberbíala rebe- lo mismo.
lión, el asesinato en la ira y en la lujuria el adulterio ó el in-
CUESTIÓN LXXXIV.—ARTÍCULOS III Y IV.
nibles con pena capital, aunque según Ulpiano también suele 162 de la soberbia, 118 de la avaricia, 153 de la lujuria, 36 de
llamarse en derecho crimen y aun pena capital el delito pu- la envidia, 148 de la gula, 158 de la ira y 35 de la pereza.
nible con destierro ó servidumbre ó pérdida de los derechos (3) A la razón las morales y adquiridas, y á Dios las infu-
civiles ; sino en el sentido de que de estos vicios nacen ó se sas ó sobrenaturales ; si bien aun aquellas no pueden decirse
originan otros y con especialidad actos propios de los mismos, propiamente verdaderas virtudes sino en orden al bien inmu-
á la manera que de la cabeza ó del cerebro parten á distri- table, aunque próxima é inmediatamente se ordenan á la ra-
buirse por todo el organismo los nervios, cuya raíz es la misma zón y como fin último mediata y remotamente á dicho bien
masa encefálica allí contenida. supremo.
CUESTIÓN LXXXIV. — A R T Í C U L O IV. 559
justo vindicativo, por eso se distingue de cen otros; así pues nada obsta, para que
los otros vicios capitales. algunos pecados se originen alguna vez
Al 4.° que la soberbia se dice ser prin- de otras causas : puede sin embargo de-
cipio de todo pecado según la razón de cirse que todos los pecados, que provie-
fin, como se ba dicbo (a. 2) ; y según la nen de la ignorancia, pueden reducirse á
misma razón se toma la principalidad de la pereza, á la cual pertenece la negli-
los vicios capitales. Por esto mismo la gencia , por la que uno rehusa adquirir
soberbia, como vicio universal, no se enu- los bienes espirituales á causa del trabajo;
mera con los otros (1), sino que más bien pues la ignorancia, que puede ser causa
se establece como « cierta reina de todos de pecado, proviene de la negligencia,
»los vicios » en frase de San Gregorio como anteriormente se ha dicho ( C. 76,
(Mor. 1. 31, c. 17); y la avaricia se llama a. 1 y 2). Mas el que uno cometa algún
raíz bajo otro concepto, como antes se ba pecado por buena intención parece refe-
dicbo (a. 1). rirse á la ignorancia, en cuanto ignora
Al 5.° que estos vicios se llaman capi- que « no deben hacerse males, para que
tales , porque de ellos las más veces na- » resulten bienes x>.
CUESTIÓN LXXXV.
Efectos del pecado.
1." Corrupción del bien de n a t u r a l e z a ; 2.° m a n c h a del a l m a ; y 3.° reato de la pena. Al primero de
estos puntos destinamos seis artículos : — 1.° El bien de naturaleza se disminuye por el pecado ? —
2.° Puede q u i t a r s e totalmente? —3.° Cuatro heridas que a s i g n a B e d a , con las que la naturaleza hu-
mana quedó v u l n e r a d a por el pecado. — 4.° La privación de modo, especie y orden es efecto del pe-
cado ? — 5 La m u e r t e y otros defectos corporales son efectos del p e c a d o ? - • 6." Son en algún modo
o
naturales al hombre?
fano ; pero se disminuye esta inclinación deben contarse entre los efectos del pe-
ó aptitud por parte de las nieblas que cado.
sobrevienen, aunque siempre queda en la 2.° Malicia se llama cierto pecado :
raíz de su naturaleza. luego no debe llamarse efecto del pecado.
A l argumento 1.° diremos, que aquella 3.° L a concupiscencia es cierta cosa
objeción procede, cuando se bace la di- natural, puesto que es acto de la virtud
minución por sustracción; pero aquí se concupiscible ; y lo que es natural no de-
bace la diminución por la oposición del be mirarse como lesión de la naturaleza:
impedimento, que ni quita ni disminuye luego la concupiscencia no debe decirse
la raíz de la inclinación, como se ha llaga de la naturaleza.
dicho. 4.° Se ha dicho (C. 77, a. 3) que lo
A l 2.° que la inclinación natural es mismo >es pecar por debilidad que por
ciertamente uniforme t o d a , pero no dice p a s i ó n ; y la concupiscencia es cierta
relación tanto al principio como al tér- pasión: luego no debe hacerse distinción
mino ; según la cual diversidad en cierto entre ella y la debilidad.
modo se disminuye, y en otro no. 5.° San Agustín en el Libro de la
A l 3.° que aun en los condenados per- naturaleza y de la gracia (c. 67 ; y P e -
severa la natural inclinación á la virtud; tract. 1. 1, c. 9) fija dos penalidades del
de lo contrario no habría en ellos remor- alma pecadora, á saber, « l a ignorancia y
dimiento de conciencia ; y el que no se » l a dificultad » , de las cuales nacen « el
reduzca al.acto sucede porque les falta i>error y los padecimientos » , y estas
la gracia conforme á la divina justi- cuatro cosas ciertamente no concuerdan
cia ( 1 ) : como también en el ciego per- con esotras cuatro: luego parece que una
manece la aptitud para ver en la misma de las dos enumeraciones es insuficiente.
raíz de la naturaleza, en cuanto es ani- Por el contrario tenemos la autoridad
mal que naturalmente tiene v i s t a ; pero del V . B e d a (3).
no se reduce á acto, porque falta la causa Conclusión. Las cuatro llagas inferi-
que puede reducirla, formando el órgano das en toda la naturaleza humana por
que se requiere para ver. el pecado de Adán y efectos también de
los pecados actuales son : ignorancia en
el entendimiento, malicia en la voluntad,
A R T Í C U L O I I I . — ¿ S e asignan conve-
debilidad en la potencia irascible y con-
nientemente como heridas de la n a t u r a l e z a
cupiscencia en la concupiscible.
por consecuencia del pecado la enfermedad,
R e s p o n d e r e m o s , que por la justicia
l a Ignorancia, l a malicia y l a concupiscencia?
original la razón contenía perfectamente
á las fuerzas inferiores del alma, y la
l.° Parece que inconvenientemente se misma razón era perfeccionada por Dios,
suponen ser llagas de la naturaleza co- estando á é l sujeta. Mas esta justicia ori-
mo consecuencias del pecado la enferme- ginal se perdió por el pecado del primer
dad , la ignorancia, la malicia y la con- padre, como ya se ha dicho ( C . 8 1 , a. 2);
cupiscencia : porque el efecto y su causa y en consecuencia todas las fuerzas del
no son una misma cosa; y estas se asig- alma quedan en cierto modo destituidas
nan como causas de los pecados, según del propio orden, con que naturalmente
consta de lo antes dicho (2). L u e g o no se ordenan á la virtud ( 4 ) ; y la misma
(1) Esa imposibilidad de volver á la gracia por actos de vir- ciones, aun después de la rectificaciones del P. Wicolai, en
tud no proviene de ¡a supresión de su natural aptitud ó in- quien nos inspiramos.
clinación al bien, sino de la obstinación de su voluntad en el (-1) Los teólogos suscitan á este propósito la controversia
mal y de la irrevocabilidad del decreto de Dios sobre su eter- sobre el modo de la destitución , de que se habla en el testo :
na reprobación {De ,nalo, C 2, a. 12, al 6.°). opinando unos que el hombre, tal como nace do la prole de
(2) En cuanto á la ignorancia en la C. 76, a. 1 (y no a. 3, Adán después de su pecado, se distingue únicamente del que
como equivocadamente se ve citado en varias ediciones) /res- fuese creado en su íntegra naturaleza, como el despojado de
pecto de la enfermedad ó debilidad procedente de la pasión en ' sus vestidos del que siempre hubiese estado desnudo ; y otros,
la 0. 77, a. 3, y de la concupiscencia a. 1 y 5 ; y por lo que cuya opinión según Silvio es la más aceptable, sostienen que
hace á la malicia en la C. 78, a. 1. dichas llagas ó heridas añaden algo á las potencias enumera-
(3) Literalmente no se encuentra en sus escritos tal enu- das correlativamente en nuestra Conclusión, ademas de la pri-
meración, aunque puede colegirse compulsando diversos pa- vación de la justicia original, mediando por lo tanto entre la
sajes de ellos, como sin duda se hizo en la compilación de la naturaleza pura y la así llagada la diferencia, que entre el
llamada Glosa ordinaria, que se ve citada aquí en varias edi- herido sobre despojado y el simplemente desnudo.
CUESTIÓN LXXXV. — ARTÍCULOS III Y IV. 563
(1) La edición de Pádua (1698) pone ensen lugar de esse, y mismas dejan por él de existir en el pecador como perfectas
asimismo la áurea romana siguiendo por lo visto la insinua- virtudes.
ción de García, que propone dicha variante : bien se deja ver (3) Ya el Concilio de Milevi condenó espresamente (can. 1)
que por lo menos es completamente innecesaria. la herética doctrina de Pelagio de quo «el hombre moriría,
(2) En su concepto de bien perfecto ; pues, aunque la fe y » aun cuando no hubiese pecado, por necesidad aneja á su na-
la esperanza sobreviven á la pérdida de la gracia en el alma, » turaleza, siendo por ella misma mortal en cuanto al cuerpo,
no siendo el pecado mortal directamente contrario á esas dos «pecase ó no». Es pues dogma de fe la tesis aquí demos-
virtudes infusas y corruptivo ó destructor de ellas, aun estas trada.
CUESTIÓN LXXXV. — ARTÍCULOS V Y VI. 565
(2) Téngase presente la nota 3 , pág. 564. al hombre, Dios lo hizo en el hombre;
566 CUESTIÓN LXXXV. — A R T Í C U L O V I .
alma racional, que es incorruptible, como al 4.°) : de donde se sigue que por parte
se ha probado ( P . 1. , C. 75, a. 6). L u e - de su forma es más natural al hombre la
a
go el cuerpo humano es naturalmente in- incorrupción que á las otras cosas cor-
corruptible. ruptibles. Mas, por cua.nto aun la misma
Conclusion. Toda corrupción y de- tiene materia compuesta de cosas contra-
fecto [ 1 ] es contra la naturaleza parti- rias , de la inclinación de la materia se
cular ; pero natural [ 2 ] en cuanto á la sigue la corruptibilidad en el todo ; y
naturaleza universal, no según la incli- conforme a esto el hombre es natural-
nación de la forma, sino de la materia; mente corruptible según la naturaleza de
y así [ 3 ] el hombre es naturalmente cor- la materia abandonada á sí misma (2),
ruptible según la naturaleza de la mate- pero no según la naturaleza de la forma.
ria dejada á sí misma, y no por natura- L a s tres primeras razones proceden de
leza de la forma. parte de la materia, y las otras tres de
Responderemos, que sobre cada cosa parte de la forma: y así para su solución
corruptible podemos hablar de dos m o - se debe considerar que la forma del hom-
dos : 1.° según la naturaleza universal; bre , que es el alma racional, según su
2.° ségun la naturaleza particular. Ahora iucorruptibilidad está proporcionada á su
bien: la naturaleza particular es la pro- fin, que es la bienaventuranza perpetua;
pia virtud activa y conservadora de cada pero el cuerpo h u m a n o , que es corrupti-
cosa, y en cuanto á esta toda corrupción ble (3), considerado según su naturaleza,
y defecto es contrario á la naturaleza, en cierto modo está proporcionado á su
como se dice ( D e ccelo, 1. 2, t. 3 7 ) ; por- forma, y en cierto modo no. Porque en
que tal virtud se aplica al ser y conser- una materia pueden considerarse dos con-
vación de aquello de que es (virtud): mas diciones ; una que el agente elige, y otra
la naturaleza universal es virtud activa que no es elegida por él, sino que es con-
en algún principio universal de la natu- forme á la condición natural de la mate-
r a l e z a , por ejemplo, en alguno de los ria: á la manera que el artista para hacer
cuerpos celestes ó de alguna superior un cuchillo elige materia dura y dúctil,
sustancia, según lo cual aun Dios se lla- que pueda adelgazar , á fin de que sirva
ma por algunos naturaleza que natura- para cortar, y en cuanto á esta condición
liza (1), la cual virtud en verdad atien- el hierro es materia proporcionada al cu-
de al bien y conservación del mismo, para chillo ; pero que el hierro sea quebradizo
el cual se exige la alternativa de genera- y que se oxide es consecuencia de la na-
ción y corrupción en las cosas: y bajo este tural disposición del hierro, y no busca
aspecto las corrupciones y defectos de esto en el hierro el fabricante, que más
(1) Natura naturatiSj creadora universal de toda naturaleza ; supuestos no la es natural la corruptibilidad.
ádiferencia de natura nalurala, «naturaleza naturalizada», {3) La edición áurea de acuerdó con todas las demás y con
.esto es, creada, ó sea, el conjunto ó universalidad de todas las los códices de Tarragona y Alcañiz rectifica la palabra incor-
criaturas. ruptibilc, que únicamente en la romana antigua se leia, resta-
(2) Es decir, prescindiendo de los dones y prerogativas,.
:
bleciendo en su lugar corruptibile.
con que Dios la exornara en su primera creación, los cuales
CUESTIÓN L X X X V . — ARTÍCULO VI. 567
bien lo eliminaría, si pudiese: por lo que raleza , que prefiriría materia incorrupti-
esta disposición de la materia no es pro- b l e , si pudiera. Pero D i o s , de quien de-
porcionada á la intención del artífice ni pende toda la naturaleza, en la misma
á la del arte. D e l mismo modo el cuerpo institución del bombre suplió el defecto
bumano es la materia elegida por la na- de naturaleza, y con el don de la justicia
turaleza , en cuanto á ser de templada original dio al cuerpo cierta incorruptibi-
complexión, para que pueda ser conve- lidad ( P . 1. , C. 9 7 , a. 1 ) ; y conforme á
a
nientísimo órgano del tacto y de las otras esto se dice que Dios no hizo la muerte
virtudes sensitivas y motoras; mas el ser y que esta es castigo del pecado.
corruptible proviene de la condición de Con esto quedan contestadas las obje-
la materia, y no es elegido por la natu- ciones propuestas.
CUESTIÓN LXXXYI.
1." La m a n c h a de! alma es efecto de pecado?—2." Permanece en el a l m a después del acto del
pecado?
(1J Entiéndese por esta mancha según Billuart la priva- nubles según la opinion de Nuñez y Martin con algunos otros ;
ción ó falta de la belleza y esplendor, que debieran brillar en ni menos según Vázquez cierta simple denominación pura-
el alma, tal como saliera de las manos del Creador ; no preci- mente estrinseca y como transitoria, originada del pecado ac-
samente el reato de la pena, como pretenden Durando y Es- tual aun ya borrado.
coto ; ni la propensión positiva y habitual á los bienes delez-
568 CUESTIÓN LXXXVI. —- ARTÍCULOS I Y I I .
(1) Véase P. 3.", C. 80, a. 1 ; y puede consultarse también Moab y adoración á su ídolo la sola infamia aneja á su pre-
dtst.32, C. 2, a. 1, dist. 42, C. 1, a. 1, al 3.°, en el 2.° libro de varicación, y otros la pena temporal, de que consiguiente-
las distinciones ; dist. 30, a. 5, al 2.°, en el 3." ; y en el 4.° mente estaban siendo víctimas ; colígese claramente aludirá
dist. 18, C. 1, a. 2. la verdadera mancha, que deja en el alma el pecado cometido
(2) Lutero enseñaba que « no volver á pecar es suma peni- y no perdonado aún del testo literal délos Setenta, que dice:
»tencia », ó lo que es lo mismo, que el abstenerse de pecar de quod nm sumas mnndati abeo. Por otra parte la condenación do
nuevo ó cesar de pecar era suficiente penitencia y satisfac- una de las proposiciones de Miguel Bayo (la 5G, transeúnte...
ción por el pecado ya consumado; herejía condenada termi- acta, nihll manet nisi realus... ad pecnam) por Pío V y Grego-
nantemente por León X en su bula contra los errores del ci- rio XIII hace completamente inadmisible la opinión de Es-
tado novador y por,el Concilio de Trento (sess. 14, c. 4), y coto, quien sostenía que la tal mancha no es otra cosa que el
aqufdirecta y anticipadamente refutada. reato ó sujeción á la pena consiguiente, según lo insinuado
(3) Aunque algunos entienden por esta mancha contraída en la nota 1 de la pág, 667, ,
por los hebreos en su deshonesto comercio con las hijas de
CUESTIÓN LXXXVI./— ARTÍCULO II. 569
Iré recupera por la gracia y mediante la A l argumento 1.° diremos, que después
contrición la luz de la razón y ley divina. del acto de pecado nada positivo queda
R e s p o n d e r e m o s , que la mancha del en el alma sino la disposición ó h á b i t o ;
pecado permanece en el alma, aun pasa- queda empero algo privativamente, y
do el acto de pecado. L a razón e s , por- es la privación de la unión con la luz
que la mancha según lo dicho (a. 1) im- divina.
porta cierto defecto de brillo á causa del A l 2.° que, pasando el obstáculo del
receso de la luz de la razón ó de la ley cuerpo, queda el cuerpo diáfano en igual
divina : y por t a n t o , mientras que el proximidad y habitud respecto del cuer-
hombre permanece fuera de esta luz, po que ilumina ; y por tanto la sombra
queda en él la mancha de p e c a d o ; mas, pasa inmediatamente: pero, cesando el
después que vuelve á la luz de la razón acto del pecado, no persevera el alma en
y ala divina lumbre, lo cual se verifica la misma habitud en orden á Dios. Por
por la gracia, entonces cesa la mancha. lo tanto no hay paridad de razón.
Y , aunque cese el acto de pecado, con A l 3.° que el acto (1) de pecado es-
que el hombre se apartó de la luz de la tablece distancia de D i o s , y así á esta
razón ó ley divina, sin embargo el hom- distancia se sigue ciertamente el defecto
bre no vuelve inmediatamente al estado del esplendor, al modo que el movimiento
en que se hallaba, sino que se requiere local ocasiona local distancia : por lo que,
algún movimiento de la voluntad contra- así como cesando el movimiento local no
rio al primer movimiento ; como, si uno se suprime la distancia l o c a l , tampoco
distante de otro por algún movimiento cesando el acto de pecado se quita la
no se aproxima á él inmediatamente ce- mancha.
sando el movimiento, sino que es preciso
que se le acerque volviendo por el movi-
miento contrario. (I, Así comunmente, aunque el códice de Alcañiz pone
1
CUESTIÓN LXXXYII.
Beato de pena.
1.° El reato mismo. 2.° Distinción del pecado mortal y venial según el reato. Sobre lo primero in
a
vestigaremos ocho c o s a s : 1. El reato de la pena es efecto del pecado? —2." Un pecado puede ser
a a
pena de otro pecado? — 3 . Algún pecado hace reo de pena eterna? — 4. Hace reo de pena infinita en
a a
cantidad ? —5. Todo pecado hace reo de pena eterna é infinita? — 6 . El reato de la pena puede per
a a
manecer después del pecado? — 7. To4a p e n a s e impone por algún pecado? — 8 . Es uno reo de pena
por el pecado de otro ?
(1) Este reato es el débito ó sujeción á pena, que debe sa rente del pecado y de la pena misma y como cierto medio en
tisfacerse por el pecado cometido ¡ siendo por lo tanto dife tre uno y otra, segün esplica Silvio.
CUESTIÓN L X X X V I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 571
reqjjenena, lo que esjan mal pues dice a C. 48 , a. 5 ) . E s pues notorio que el pe-
San Di^íSio^(^e*T5ív. nom. c. 4, p. 4 , cado , propiamente hablando , de ningún
lect. 18) que « el ser castigado no es modo puede ser pena de pecado. Mas per
» malo, sino el hacerse digno de pena »; accidens el pecado puede ser pena de
por cuya razón se dice que el reato de la pecado de tres modos: \ ° por parte de la
pena es directamente efecto del pecado. causa, que es la remoción del obstáculo;
A l 3.° que aquella pena del ánimo des- pues son causas incitativas al pecado las
ordenado se debe al pecado, porque per- pasiones , la tentación del diablo y otras
vierte el orden de la razón; pero se hace semejantes; las cuales causas se neutra-
reo de otra pena, porque pervierte el or- lizan por el auxilio de la gracia divina,
den de la ley divina ó humana. que se sustrae por el pecado: y así, sien-
do la misma sustracción de la gracia
ARTÍCULO I I . — El pecado puede ser cierta pena ( 3 ) y de Dios , como se ha
pena del pecado ? dicho ( C . 7 9 , a. 3 ) ; de aquí el llamarse
l.° Parece que el pecado no puede ser también pena per accidens aun el pecado
pena del pecado: porque las penas son que de esto se s i g u e ; y en este sentido
impuestas con el fin de que los hombres habla el Apóstol ( R o m . 1, 2 4 ) diciendo:
se reduzcan por ellas al bien de la vir- por lo cual Dios los entregó á los deseos
tud, como lo manifiesta claramente Aris- de su corazón, que son las pasiones del
tóteles (Ethic. 1. 10, c. últ.). Mas por el alma , es decir, en cuanto desamparados
pecado no se reduce el hombre al bien los hombres del auxilio de la divina gra-
de la virtud, sino á lo contrario. L u e g o cia son vencidos por las pasiones. D e este
el pecado no es pena del pecado. modo siempre el pecado se dice ser pena
del pecado precedente. 2.° Por parte de
2.° L a s penas justas vienen de Dios,
la sustancia del acto, que induce aflic-
como declara San Agustín ( Q q . 8 3 ,
ción , ora sea el acto interior, como se ve
q. 82 ) ; mas el pecado no viene de Dios,
en la misma ira y en la envidia ; ora es-
y es injusto. L u e g o el pecado no puede
tenio, como cuando algunos afrontan gra-
ser pena del pecado.
ve trabajo y d a ñ o , para realizar el acto
3.° L a pena es de suyocontraria^á la
de pecado, conforme á aquello (Sap. 5, 7):
^oJmrtajIfTm^
nos hemos fatigado en el camino de la
néTfela voluntad, como se deduce clara- iniquidad. 3.° Por parte del efecto , lla-
mente de lo antedicho ( C . 7 4 , a. 1 y 2 ) . mándose algún pecado pena respecto del
Luego el pecado no puede ser pena del efecto consiguiente ( 4 ) . Mas de estos
pecado. dos últimos modos un pecado no solo es
Por el contrario, San Gregorio dice
(1) Las ediciones de Pádua y García interponen aquí cf an- según lo dicho en la nota 1, pág. 570.
tes de préster, que en las demás como ert los manuscritos se (3) Nicolai suprime la conjunción et.
ve sin tal conjunción antepuesta y á todas luces innecesaria (i) Como el remordimiento de la conciencia, la infamia, las
cuando menos. enfermedades y pérdida de caudales y otros aflictivos resul-
(2) Pues su efecto directo es el reato ó sujeción á la pena tados del desorden anejo al pecado.
512 CUESTIÓN LXXXVII.—ARTÍCULOS ti Y III.
(1) Orígenes incurrió entre otras en la herejía de afirmar (2) A pesar de hallarse semper en los autorizados códices de
que a los demonios serian salvos al cabo de cierto tiempo » ; y Alcañiz y Tarragona, en no pocas ediciones se lee en su lugar
asimismo los llamados libertinos decían que « el diablo ob- sapiens (ningún hombro cuerdo), y la de Pádua (1098) trans-
»tendrá después del juicio la misericordia de Dios » : algunos pone ademas las palabras subsiguientes con este hipérbaton:
han enseñado también q u e , « no los demonios, pero sí los nullus sapiens faclt aliquid prapter se, nisi in soipse delecleíur,
» hombres reprobos serán alguna vez libertados de su conde- « ningún discreto hace algo por sí mismo, á no deleitarse en
n nación » ; otros limitan esta opinión á solos los cristianos, y » sí mismo » ; redacción adoptada también por la moderna ro-
aun algunos únicamente á los católicos muy dados á obras de mana llamada áurea.
misericordia. Es dogma de fe la eternidad de las penas del (3) El testo de la Vulgata dice : Dios no hizo la muerte, ni se
infierno por ley común contra todos los condenados, sean deleita en la perdición de los vivos. Véase en el T. l . ° la nota 1
hombres ó demonios ; y esto es lo que se demuestra en el pre- de su pág. 205.
sente artículo.
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 573
tud divina: mas, como el principio de este car, conforme á aquello (Prov. 1 9 , 2 5 ) :
orden es el fin ú l t i m o , á que el hombre castigado el pestilente, se hace más cuer-
se adhiere por medio de la caridad; si- do el necio. A s í pues también las penas
gúese que cualesquiera pecados que apar- eternas de los reprobos impuestas por
tan de Dios, quitando la caridad, cuanto Dios son. medicinales para los que por
es de suyo , inducen reato de pena eter- la consideración de las penas se abstie-
na ( 1 ) . nen de los pecados , según aquello ( P s .
A l argumento 1.° diremos, que la pena 5 9 , 6 ) : diste á los que te temen una se-
es proporcionada al pecado en cuanto á ñal, para que huyan de la faz del arco,
la acerbidad tanto en el juicio divino y se libren tus amados.
como en el humano. Pero, como dice San A l 3.° que D i o s no se deleita en las
Agustín ( D e civit. D e i , 1. 2 1 , c. 1 1 ) , en penas por ellas mismas, sino que se com-
ningún juicio se requiere que la pena se place en el orden de su justicia , que lo
iguale á la culpa en duración : pues no, requiere.
porque el adulterio ó el homicidio se co- A l 4.° que la p e n a , aunque per acci-
meten en un m o m e n t o , se castigan con dens se ordena á la naturaleza, sin em-
pena momentánea; sino unas veces con bargo per se se ordena á l a j m v a c i o n del
cárcel ó destierro p e r p e t u o s , y otras ^rden y á la justicia de Dios; y por tanto,
hasta con muerte ; en la que no se consi- mientras dura el desorden , siempre dura
dera la duración del asesinato y sí más 1
la pena.
bien el ser perpetuamente arrancado de
la sociedad de los vivientes : y así repre-
A R T Í C U L O IV. — S e debe a l pecado
senta á su modo la eternidad de la pena
pcnailnOntta s e g ú n l a cantidad ? (3)
ó castigo divinamente impuesto. Sin em-
bargo es justo según San Gregorio ( D i a - 1.° Parece que se debe al pecado'v*'^'
log. 1. 4 , c. 4 4 ) que « el que en su eterno pena infinita en cantidad : porque se | ^
» pecó contra D i o s , sea castigado en lo dice (Jerem. 1 0 , 2 4 ) : castígame, Señor,
» eterno de Dios » ; y dice haber pecado pero enjuicio; y no con tu furor, no sea
alguno « en su eterno » , no solo por la que me reduzcas á la nada; mas la ira
continuación del acto durante toda la de Dios ó su furor significa metafórica-
vida del hombre, sino porque en el hecho mente la venganza de la divina justicia,
mismo de cifrar su fin en el pecado tiene y el ser reducido á la nada es pena infi-
voluntad de pecar eternamente: por lo nita , así como el hacer algo d e la nada
cual dice el mismo San Gregorio (Moral. es de virtud infinita. L u e g o según la
1 . 4 ) que <t los inicuos habrían querido venganza divina el pecado se castiga
» vivir sin fin, para poder perseverar sin con pena infinita en cantidad.
» fin en sus iniquidades » ( 2 ) .
2.° A la cantidad de la culpa corres-
A l 2.° que la pena impuesta según ponde la cantidad de la pena según aque-
las leyes humanas no siempre es medici- llo ( D e u t e r . 2 5 , 2 ) : conforme á la me-
nal para el p e n a d o , sino solo para otros; dida del pecado será también la tasa de
así como se ahorca al ladrón, no para los azotes. Pero el pecado, que contra
que él mismo se enmiende , sino para es- Dios se c o m e t e , es infinito: porque tanto
carmiento de otros, á fin de que al menos más grave es el pecado, cuanto es mayor
por el temor del castigo desistan de pe- la persona contra quien se peca; así como
(1J Así lo tienen definido espresa y terminantemente los persistente obstinación, que se supone en el que muere sin
Concilios dcLetran (c. Firmilcr) y do Trento (scss. 6, can. 14 retractación ó arrepentimiento de su culpa.
y 25 ; y sess. 14, can. 5). (3) Combátese aquí la herejía de Joviniano, según el cual
(2) Es muy de notarse, cual se hace en la edición de Parma, « los pecadores serán iguales en las penas», fundando su
que en el pecado deben considerarse el grado ó gravedad do error en que la pena del pecado sería en todos infinita en can-
su malicia y la duración del acto pecaminoso : al 1.° corres- tidad ó acerbidad y no puede ser mayor un infinito que otro;
ponde la acerbidad de la pena, y á la 2. el tiempo de su du-
a
siendo así que según la doctrina aquí consignada la infinidad
ración ; y no deben cambiarse estas correlaciones. Así pues de las penas se refiere, no á su gravedad, que realmente es
la gravedad del castigo debe ser proporcional á la de la culpa ; mayor ó menor en proporción de la de los pecados, sino á su
pero de ningún modo puede medirse con igualdad la respec- duración, igual en lodos como lo es también su pertinacia se-
tiva duración de la culpa y de la pena, como lo patentiza el gún lo espuesto en la nota precedente. Dicho error fue espre-
ejemplo aducido en el testo ; sino que el castigo debe ser pro- sámente condenado por el Concilio de Florencia, que declaró
porcionado en cuanto al tiempo á la intención del criminal, la (scss. v i l . ) que «las almas condenadas serán castigadas en el
<¡ue desde luego se colige ser perpetua ó sin término de la »infierno con desiguales penas ».
574 CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.
es pecado más grave herir al príncipe A l 2.° que aquella razón se refiere al
que á un hombre privado. Siendo pues pecado por parte de la aversión, que es
infinita la grandeza de D i o s , pena infi- como peca el hombre contra Dios.
nita se debe por el pecado que contra A l 3.° que la duración de la pena cor-
Dios se comete. responde á la duración de la culpa, no
3.° D e dos maneras es infinita una ciertamente por parte del acto , sino por
cosa , en duración y en cantidad. E s así parte de la mancha, durante la cual queda
que la pena es infinita en duración. L u e - el reato de la pena: mas la acerbidad del
g o también en cantidad. castigo corresponde á la gravedad de la
Por el contrario: según esto las penas culpa; y esta, siendo irreparable, tiene de
de todos los pecados mortales serían igua- suyo el durar perpetuamente ; por lo
les ; porque un infinito no es mayor que que se debe á ella pena eterna. Pero de
otro infinito. parte de la conversión no tiene infinitud;
Conclusión. Por parte de la conver- y por tanto no se le debe en este con-
sión corresponde convenientemente al pe- cepto pena infinita según la cantidad.
cado la pena de sentido ; mas de parte
de la aversión la pena de daño. ARTÍCULO V . — Todo pecado induce
Responderemos, que la pena se propor- reato de p e n a eterna ? (3)
ciona al pecado; y en el pecado hay dos
cosas : 1 . la aversión del bien inconmu-
a
1.° Parece que todo pecado causa reato
table, que es infinito; y por esta parte el de pena eterna: porque la pena, como se
pecado es infinito ( 1 ) ; 2 . la desordenada
a
ha dicho (a. 4 ) , se proporciona á la culpa.
conversión al bien conmutable; y por esta P e r o la pena eterna dista infinito de la
parte el pecado es finito, y a porque el temporal ; y ningún pecado parece dife-
mismo bien conmutable es finito, y a tam- renciarse de otro hasta lo infinito, puesto
bién porque la misma conversión es finita, que todo pecado es un acto humano, que
pues no pueden ser infinitos los actos no puede ser infinito. A s í pues , debién-
de una criatura. A s í pues por parte de dose á algún pecado pena eterna según
la aversión corresponde al pecado la pena lo dicho (a. 3 ) , parece que á ningún pe-
de daño , que también es infinita, porque cado se debe tan solo pena temporal.
es la pérdida del bien infinito, que es 2.° E l pecado original es el mínimo de
D i o s ; mas por parte de la desordenada los pecados; por lo cual dice San A g u s -
conversión le corresponde la pena de sen- tín (Enchir. c. 9 3 ) que « h a y suavísima
tido, que es asimismo finita ( 2 ) ; » pena para los que son castigados por
A l argumento 1.° diremos, que el re- » solo el pecado original » ; y sin embar-
ducirse enteramente á la nada el que g o al pecado original se debe pena per-
peca no conviene á la divina justicia; petua, porque nunca verán el reino de
porque repugna á la perpetuidad de la Dios los niños que sin el bautismo mueren
p e n a , que es conforme á la divina justi- con el pecado original, como se ve claro
cia, como se ha dicho (aquí y a. 3 ) : pero por lo que el Señor dice (Joann. 3, 3) :
se dice que se reduce á la n a d a , por no puede ver el reino de Dios, sino el
cuanto se priva de los bienes espiritua- que renaciere de nuevo. L u e g o con mu-
l e s , conforme á aquello ( i Cor. 1 3 , 2 ) : cha más razón será eterna la pena de to-
si no tuviere caridad, nada soy. dos los otros pecados.
(1) Objetiva y estrínseca ó circunstancialmente, y no s u b - (2) Pío debe empero entenderse (advierte Silvio) que la
jetiva ó intrínsecamente y en absoluto, como contra la mente aversión es castigada por Dios con la sola pena de daño, y la
bien maniñesta del Santo Doctor han ideado ciertos teólogos conversión solo con la de sentido ; sino que una y otra son
aun con la pretensión de tomistas ; pues harto claramente lo castigadas con ambas penas, como se identifican realmente en
espresa así la locución amissionem infinili boni ( pérdida del el que comete pecado mortal -. siendo la aludida distinción
bien infinito), que solo objetivamente es infinita, y no por verdaderamente racional ó de mero concepto, para esplicar y
consiguiente en el sujeto mismo pecador, ni en cantidad ó entender más fácilmente la respectiva aplicación á ambas de
gravedad subjetiva, bajo cuyo aspecto únicamente pueden ser una y otra pena.
desiguales los pecados mortales aun de una misma especie en (3) La solución de esta tesis indica á todas luces la existen-
los dive.rsos individuos, como asimismo las penas á ellos res- cia del Purgatorio para la espiacion ó satisfacción del reato de
pectivamente adjudicadas- Esto hace conocer lo impertinente pena temporal anejo á los pecados veniales y á los mortales,
de la triple distinción escogitada por algunos, para esplicar á cuya penitencia no se ha cumplido totalmente antes de la
su manera la infinidad intrínseca del pecado, considerándolo muerte, según la definición del Concilio de Florencia en su
como mal del hombre, como ofensa de Dios y como destruc- sesión última.
ción de Dios mismo en la intención ó ánimo del pecador.
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS V Y V I . 575
fi) Véase la C. 88, donde se esplica bien la diferencia entre suprimiendo así de una plumada el uso y valor de las indul-
el pecado mortal y el venial, esclareciéndose á la vez la doc- gencias, la necesidad de la satisfacción y la existencia del
trina aquí establecida. Purgatorio.
(2) Puede consultarse en la P. 3." la C. i , a. 4. (5) Parece chancearse impudentemente Calvino, al soste-
(3) Es decir, que la pena de los pecados veníale^ en el in- ner que ese castigo fue impuesto á David únicamente como
fierno es eterna ver accidens, por la circunstancia de estar ad- precaución ó escarmiento para lo futuro, y no en espiacion
juntos á algún mortal, sin cuya remisión allí ya imposible de su pecado, ya perdonado según la terminante declaración
son asimismo irremisibles aun aquí también los leves según del profeta Natán : lo cual dio lugar á la espresa declaración
la doctrina unánime de los SS. PP., por más que los escotis- contraria del Concilio de Trento, diciendo (sess, 14, c. 8 ) : « es
tas disientan do ella. » completamente falso y en pugna con la palabra de Dios que
(4) Según Lutero, « perdonada la culpa, quédalo también » nunca se perdona la culpa, sin que quede á la vez condo-
»la pena»; doctrina condenada por el Concilio Tridentino » nada también toda la pena ».
(«en. 0, c.,14, can. 15 y 30): Calvino enseñaba el mismo error,
516 CUESTIÓN LXXXVII. —ARTÍCULOS VI Y V I I .
(1) En el caso ó hipótesi, de que aquí se habla. pecador, sometiéndose así en el hecho mismo á la voluntad
(2) Esto es, no precisamente como pena en su concepto co- divina y al orden de su justicia, violado antes por su pecado.
mún de sufrirse á despecho de la voluntad, cual de ordinario Puede verse sobre esto la C. 80, a. 4, de la 3." P.
sucede ; sino con la libre y resignada aceptación por parte del
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULO VII. 577
niños aun bautizados sufren graves pe- en el reato de la pena son á veces una
nas, por ejemplo, fiebres, opresiones de sola cosa según la voluntad con unión de
los demonios y muchas á este tenor, no amor, de aquí es que algunas veces uno
obstante no haber en ellos pecado, des- que no pecó, sufre voluntario la pena
pués que fueron bautizados ; y , antes de por otro ; como también en las cosas h u -
serlo, no hay en ellos más de pecado que manas vemos que uno transfiere á sí mis-
en otros niños, que no las padecen. L u e - mo la deuda de otro. Pero, si hablamos
go no toda pena es por el pecado. de la pena simplemente considerada, se-
2.° L a misma razón parece haber para gún que tiene razón de pena, en este
que los pecadores prosperen, que para sentido siempre se relaciona con la pro-
que sean castigados algunos inocentes; y pia culpa, unas veces, actual, por ejem-
ambas cosas las hallamos frecuentemente plo, cuando uno es castigado ó por D i o s
en las cosas humanas, pues se dice de los ó por el hombre por el pecado cometido;
inicuos ( P s . 72, 5 ) : no están en el tra- y otras original, y esto ya principal, ya
bajo de los hombres, ni con los demás consecuentemente : principalmente la pe-
hombres serán azotados ; y ( J o b . 2 1 , 7 ) : na del pecado original consiste en que
viven los impíos, son ensalzados y crecen la naturaleza humana queda destituida
en riquezas; y ( H a b a c . 1, 13) ¿porqué del auxilio de la original justicia; pero
te vuelves á mirar sobre los que hacen como consecuencia de esto todas las pe-
mal, y te estás callando cuando traga el nalidades, que acaecen á los hombres por
impío al más justo que él ( 1 ) ? L u e g o defecto de naturaleza. D e b e sin embargo
no toda pena se inflige por culpa. saberse que alguna vez parece ser penal,
3.° D í c e s e de Cristo ( i Petr. 2, 2 2 ) que lo que no obstante no tiene simplemente
no hizo pecado, ni se encontró en su boca razón de p e n a : porque la pena es especie
el dolo; y sin embargo allí mismo se dice de mal, como se ha dicho ( P . 1. C. 4 8 , a
que padeció por nosotros. L u e g o no siem- a. 5), y el mal es privación del bien. Mas,
pre impone Dios pena por culpa. como son muchos los bienes del hombre,
á saber, de alma, de cuerpo y de cosas
Por el contrario , se dice ( J o b . 4 , 7 ) :
esteriores, sucede algunas veces que el
Quién inocente jamas pereció, ó cuándo
hombre sufre detrimento en un bien me-
los justos fueron destruidos ? Antes bien
nor, para aumento del mayor; como
he visto que los que obran iniquidad...
cuando padece detrimento /le dinero pol-
perecieron al soplo de Dios : y San
la salud del cuerpo, ó en ambas cosas
Agustín (Retract. 1. 1, c. 9 ) dice que
por la salud del alma y por la gloria de
«toda pena es justa, y por algún pecado
D i o s ; y entonces tal detrimento no es
» se impone » .
simpliciter mal del hombre, sino secun-
Conclusion. Toda pena [ 1 ] conside- dum quid, por lo que no tiene simple-
rada en absoluto se impone por alguna mente razón de pena sino de medicina,
culpa propia actual ú original, principal pues también los médicos propinan á los
ó consecuentemente; y [ 2 ] como satis- enfermos pociones amargas, para que pro-
factoria puede sufrirla voluntariamente duzcan la s a l u d : y , como tales (sufri-
el inocente por el culpable : mas [ 3 ] las mientos) no tienen propiamente razón de
penas, que redundan en mayor bien, no pena, no se reducen á culpa como á cau-
se reducen inmediatamente á la culpa sa, sino en razón de que (2) la misma
como á su causa. necesidad de aplicar medicinas penales á
Responderemos q u e , como y a se ha la naturaleza humana proviene de la
dicho (a. 6), la pena puede considerarse corrupción de la naturaleza, que es una
de dos maneras; simplemente y en cuan- pena del pecado original; puesto que en
to es satisfactoria. Verdaderamente la el estado de la inocencia no hubiera sido
pena satisfactoria en cierto modo es v o - necesario ¡estimular á uno al aprOVecha-
luntaria ; y, por cuanto los que difieren
(1) Nos permitimos sustituir esta versión literal de la Vul- birse con Nicolai sin interposición de signo ortográfico algu-
gata segui) el P. Scio al testo de la S U M A , tomado sin duda no, cual se halla en algunas ediciones ; debiendo entenderse
de la antigua biblia latina: «¿porqué miras á los despreciado- de todos modos en el sentido de « remota é indirectamente »,
«res, y callas conculcando el impío al más justo que él? » según también anota Drioux.
(2) Pro tanto quia, como á nuestro modo de ver debe escri-
SUMA. TEOLÓGICA. — TOMO U . 31
578 CUESTIÓN LXXXVII.—ARTÍCULOS VII Y VIII.
(1) Universal ó general, sin la que no habría lugar á pena- » cepcion son castigos de sus pecados» ; al paso que decía
lidad alguna, según se colige del contesto; no empero especial Quesnel: «jamás aflige Dios á los inocentes, sirviendo siem-
ó individual respecto de todos y cada uno de los que sufren » pre sus tribulaciones ó para castigo del pecado ó para puri-
penalidades, como asimismo se desprende délas proposiciones » ficar al pecador a.
de Bayo y Quesnel condenadas por Pío V y Gregorio XIII (1) No ser castigado por otro, lo cual propiamente es sufrir
como temerarias, y que hoy después de la bula de Pío IX de- lapena impuesta sin aceptación por parle del que la esperi-
claratoria del dogma de la Concepción Inmaculada serían ab- menta, requisito indispensable para satisfacer por él y sobre;
solutamente heréticas; pues la 73 de Bayo decía que «la llevar así la pena debida al otro; según oportunamente ad-
» Bienaventurada Virgen murió á causa del pecado contraído vierte Silvio.
» de Adán » y que « las aflicciones de todos los justos sin es-
CUESTIÓN LXXXVII, — A R T Í C U L O VIII. 579
por el pecado de otro. E n efecto : queda que se añade ( E x . ibid; ) á los que me
dicho (a. 7) que los detrimentos de cosas aborrecen; y también (Math. 2 3 , 32) se
corporales, ó aun del mismo cuerpo, son dice : y llenad vosotros la medida de
ciertas medicinas penales ordenadas á la vuestros padres. Dice empero que se
salud del alma : por lo que nada obsta, castigan los pecados de los padres en
para que con tales penas uno sea casti- los h i j o s , porque estos nutridos en los
gado por el pecado de otro , ya por Dios pecados de los padres están más inclina-
ya por el hombre, como los hijos por los dos á p e c a r , y a por la costumbre, y a
padres y los subditos por sus señores, en también por el ejemplo de los padres,
cuanto son como cosas de ellos; de modo como siguiendo la autoridad de ellos ; y
empero que, si el hijo ó el subdito es par- son también dignos de mayor pena ó
ticipante de la c u l p a , tal defecto penal c a s t i g o , si viendo los castigos de los pa-
tiene razón de pena respecto de los dos, dres no se han corregido , por lo cual
es decir, tanto del c a s t i g a d o , como de añadió, hasta la tercera y cuarta gene-
aquel en cuyo lugar lo e s ; pero, si no es ración; porque soban vivir entonces tanto
participante de la culpa , tiene razón de los hombres , que veian hasta su tercera
pena en cuanto á aquel, á quien sustituye y cuarta generación ; y así mutuamente
en el castigo, y en cuanto al que lo sufre pueden ver los hijos los pecados de los
solo razón de medicina; á no ser per ac- padres para imitarlos, y los padres los
cidens, en cuanto consiente en el pecado castigos de los hijos para sentirlos.
de otro; porque se ordena á él para el A l 2.° que son corporales y temporales
bien del a l m a , si sufre pacientemente. las penas, que la justicia humana impone
Mas las penas espirituales no son medi- á uno por el pecado de otro; y á manera
cinales ( 1 ) , porque el bien del alma no de remedios ó medicinas contra las cul-
se ordena á otro bien mejor : por lo cual pas siguientes, para que los mismos cas-
en los bienes del alma nadie sufre detri- tigados ú otros se abstengan de seme-
mento sin culpa propia ; y por lo mismo jantes culpas.
con tales penas , como dice San Agustín
A l 3.° que más se dice (2) ser casti-
en su carta ad Avitum (ad Auxilium) uno
gados por los pecados de otros los pa-
no es castigado por otro , pues en cuanto
rientes que los estraños ; y a porque las
al alma el hijo no es cosa del padre : y
penas de los parientes redundan en cierto
en consecuencia aun asignando el Señor
modo en los que pecaron, como va dicho,
la causa de e s t o , dice ( E z e c h . 1 8 , 4 ) :
en cuanto el hijo es cierta cosa del pa-
mías son todas las almas.
dre ; y a también, porque hasta los do-
A l argumento 1.° diremos, que ambos mésticos ejemplos y los domésticos cas-
dichos parecen deber referirse á las pe- tigos mueven más : así q u e , cuando uno
nas temporales ó corporales, en cuanto se ha criado en los pecados de los padres,
los hijos son ciertas cosas de los padres los sigue con más vehemencia; y , si por
y los sucesores de los predecesores : ó, si las penas de ellos no se aterra, parece más
se refiere á las penas espirituales, esto se obstinado, por lo que es digno aún de
dice por la imitación de la culpa ; por lo mayor pena ó castigo.
(1) Algunas ediciones (entre ellas la áurea y la novísima pertinente por lo menos
francesa de DriouxJ" añaden aquí lanlitm, adverbio que según (2) Algunos leen debenl por dicunlur que traducimos de
el P. Kicolai haría un sentido absurdo y do todos modos im- acuerdo con casi todas las ediciones.
CUESTIÓN LXXXYIII.
Por cuanto los pecados venial y mortal se distinguen según el r e a t o , trataremos a h o r a de ellos,
y 1.° consideraremos el pecado v e n i a l , comparándole con el m o r t a l , y 2.° el venial en sí mismo. Lo
primero será objeto de seis artículos. l.° El pecado venial se diferencia convenientemente del mor-
tal ? — 2.° Se distinguen los dos en el género ? — 3-° El pecado venial es disposición p a r a el mortal ? —
4 . ° Puede hacerse mortal ? —5.° .Una circunstancia agravante puede hacer mortal el pecado venial?
— 6.° El pecado mortal puede hacerse venial ?
A R T Í C U L O I . — Hay razón para distin- mente usar, como dice San Agustín (ibid.
guir el pecado venial del mortal ? (1) c. 3 ) . L u e g o todo el que p e c a , goza del
bien conmutable. M a s «gozar de las co-
1.° Parece no conveniente la división » sas que solo deben usarse es perversi-
del pecado en venial y mortal: porque » dad h u m a n a » , como dice San Agustín
dice San A g u s t í n ( contra F a u s t o , 1. 2 2 , ( Q q . l . 8 3 , q. 3 0 ) . P o r consiguiente, siendo
c. 27 ) que « pecado es dicho ó hecho ó la perversidad pecado mortal, parece que
» deseo contra la l e y eterna » . P e r o el todo el que peca peca mortalmente.
ser contra la l e y eterna constituye el pe- 4.° Todo el que se acerca á un término,
cado mortal. L u e g o todo pecado es mor- por el hecho mismo se aparta del otro: y,
tal , y no debe por lo tanto contraponér- pues todo el que peca se acerca al bien
sele el venial. conmutable , por lo mismo se aparta del
2.° Dice el Apóstol ( i Cor. 1 0 , 3 1 ) : bien inconmutable, pecando en conse-
ora comáis, ora bebáis, ó hagáis cual- cuencia mortalmente. L u e g o no es con-
quiera otra ( 2 ) cosa, hacedlo todo para veniente la división del pecado venial
gloria de Dios. M a s obra contra este pre- contra el mortal.
cepto todo el que peca; porque no se hace Por el contrario, dice San Agustiu
el pecado por la gloria de Dios. Siendo (Homil. super Joan, tract. 4 1 ; y Enchir.
pues pecado mortal obrar contra el pre- c. 4 4 ) que « crimen es lo que merece con-
cepto, parece que todo el que peca peca J¡> denacion, y venial lo que no la merece»;
mortalmente. y crimen denota pecado mortal. Luego
3.° Todo el que se adhiere á una cosa con razón el pecado venial se contrapone
por amor, se adhiere á ella ó como g o - al mortal.
zándola , ó como usando de e l l a , según Conclusión. Hay verdadera diferen-
consta por San Agustín ( D e doctr. christ. cia entre el pecado mortal, contrario al
1. 1, c. 3 y 4 ) : y ninguno que peca se ad- orden de la caridad, y el venial, que solo
hiere al bien c o n m u t a b l e , como usando es fuera de dicho orden.
de é l , pues no lo refiere al bien que nos Responderemos, que algunas cosas, si
hace bienaventurados, lo que es propia- se toman en sentido propio, no parecen
(1) Calvino decia heréticamente que « ninguna diferencia naturaleza á despecho de la tergiversación del dogma católi-
» hay entre el pecado mortal y el venial », siendo todos mor- co, insinuada por Bayo mediante las palabras natura sua en
tales y dignos de suplicio eterno : doctrina espresamente con- una de sus proposiciones justamente condenadas por San
denada por el Santo Concilio de Trento (siss. 6, c. 11 y 15 ; y Pio V y Gregorio XIII.
<»• 14, c. 5). Hay pues pecados simplemente veniales por su (2) En la Vulgata no se lee la palabra àlìud.
CUESTIÓN L X X X V I I I . — A R T Í C U L O I. 581
ser opuestas; y tomadas metafóricamente ral como espiritual : y por esto el pecado
se halla que son opuestas, como el reir venial se contrapone convenientemente al
no es opuesto á aridecer, pero, según que mortal.
el mismo reir se aplica metafóricamente A l argumento 1.° diremos, que la divi-
á un prado por su florescencia ó lozanía, sión del pecado en venial y mortal no es
se opone á aridecerse. D e l mismo modo, división del género en especies, que igual-
lo mortal propiamente hablando, según mente participan de la razón de género,
que se refiere á la muerte corporal, no sino de lo análogo en cosas á que se atri-
parece tiene oposición con lo venial, ni buye según la prioridad y posteriori-
que pertenece al mismo género; pero me- dad ( 1 ) ; y por tanto la perfecta razón
tafóricamente considerado lo mortal se de p e c a d o , que establece San Agustín,
opone á lo venial : porque, siendo el pe- conviene al pecado m o r t a l : mas el peca-
cado cierta enfermedad del a l m a , como do venial se llama pecado según razón
antes se ha espuesto ( C. 6 1 , a. 1, al 3.°; imperfecta, y en orden al pecado mortal;
C. 7 2 , a. 5; y C. 74, a. 9, al 2.°) un pe- como el accidente se dice ente con rela-
cado se llama mortal á semejanza de la ción á la sustancia según la razón imper-,
enfermedad; la que se dice mortal, porque fecta de ente : porque no va contra la l e y
causa un defecto irreparable por la des- el q u e , pecando venialmente, no hace lo
titución de algún principio , como se ha que la ley prohibe, ni omite aquello á que
dicho (C. 72 , a. 5 ) ; y el principio de la la l e y obliga mediante el precepto ; pero
vida espiritual, que es según la virtud, es obra fuera de la ley el que no guarda el
el orden al último fin, como arriba se ha modo de razón, que la ley intenta.
dicho (C. 72, a. 5, y C. 87, a. 3): el que A l 2.° que aquel precepto del Apóstol
ciertamente, si fuere destruido, no puede es afirmativo, por lo que no obliga (ad
ser reparado por algún principio intrín- semper) por siempre; y así no obra contra
seco, sino solo por la virtud divina, como este precepto cualquiera que no refiere en
se ha dicho ( C . 87, a. 3); porque los des- el acto á la gloria de Dios todo lo que
órdenes de las cosas concernientes al fin hace: bastando por consiguiente que uno
se reparan por el fin, como el error, que habitualmente se refiera con todas sus
ocurre acerca de las conclusiones, se cosas á D i o s , para que no siempre peque
repara por la verdad de los principios. mortalmente, cuando nó refiere actual-
El defecto pues del orden del último fin mente algún acto á la gloria de D i o s .
no puede ser reparado por algo que sea Mas el pecado venial no escluye la ha-
más principal, como tampoco el error bitual referencia del acto humano á la
acerca de los principios; y por tanto tales gloria de D i o s , sino solamente la actual;
pecados se llaman mortales, como irre- porque no escluye la caridad, que habi-
parables: pero los pecados, que tienen tualmente ordena á Dios ( 2 ) : de donde
desorden acerca de lo concerniente al fin, no se sigue que el que peca venialmente,
conservado el orden al último fin, son re- peque mortalmente.
parables; y estos se llaman veniales, por-
que entonces tiene venia el pecado, cuando A l 3.° que el que peca venialmente, se
se quita el reato de la pena, que cesa ce- adhiere al bien temporal, no como g o -
sando el pecado, como se ha dicho (C. 87, zando , porque no constituye en ello el
a. 6). Por consiguiente conforme á esto fin; sino como quien usa, refiriéndose á
lo venial y mortal se contraponen , como Dios no en acto, sino en hábito.
lo reparable y lo irreparable; y decimos A l 4.° que el bien conmutable no se
esto por el principio interior, y no por toma como término contrapuesto al bien
comparación á la virtud divina, que pue- inconmutable , sino cuando se constituye
de reparar toda enfermedad tanto corpo- en él el fin; pues lo que es para el fin no
tiene razón de término.
(1) Opinión probable según Silvio, Como parece serlo igual- no quiere decir lo espresado en el testo que el justo, al come-
mente en su concepto la de los que dicen que dicha división ter pecado venial, refiera habitualmente á Dios el tal acto
del pecado venial y mortal es como la del género en especies, como medio ordenado al fin ; y sí solo que no pierde por él su
diciéndose por consiguiente pecados el venial y mortal en habitual referencia á Dios en todas sus obras, cual necesaria-
sentido unívoco, y no simplemente en el analógico. mente las supone la caridad.
(2) Advierte aquí Billuart (De peccal. dissert. S, a. 4), que
582 CUESTIÓN L X X X V I I I . — A R T Í C U L O II.
(1) Contra la herejía de Calvino mencionada en la nota 1, ye la injusta imputación aludida en la nota 1, pág. 501; sino
página 580. solo denominativamente privativo, según allí mismo dejamos
(2) Véase la C. 20, a. 5 y su nota 2, pág. 158. consignado.
(3) No formalmente positivo, lo que es absurdo y cohstitu-
CUESTIÓN LXXXVIII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 583
sino también de alguna disposición del » hábitos semejantes » . Pero los pecados
agente, como antes se ba probado ( C . 77, venial y mortal se diferencian en género
a. 6; y C. 78, a. 4 ) ; sucede alguna v e z ó en especie, como se ha dicho (a. 2).
que lo que es pecado venial por sxi gé- L u e g o el pecado venial no es disposición
nero en razón de su objeto, se hace mor- para el mortal.
tal por parte del agente, y a porque cons- 3.° Si se llama pecado venial, porque
tituye en ello el fin último ( 1 ) , y a por- dispone para el mortal; todo cuanto dis-
que lo ordena á c o s a , que es pecado pone al pecado mortal será precisamente
mortal por su género, por ejemplo, cuan- pecado venial. E s así que todas las bue-
do uno se propone por la palabra ociosa nas obras disponen para el pecado mor-
cometer adulterio. D e l mismo modo tam- tal; pues dice San Agustín en la R e g l a (4)
bién por parte del agente puede un pe- que « l a soberbia pone asechanzas á las
cado , que por su género es mortal, ha- » buenas obras , para que perezcan » .
cerse venial, por ser el acto imperfecto, L u e g o aun las buenas obras serán p e -
es decir, no deliberado con la r a z ó n , que cados veniales : lo cual es inconveniente.
es el principio propio del acto malo, como Por el contrario, se dice (Eccli. 1 9 ) :
se ba dicho ( C . 7 4 , a. 1 0 ) tratando de el que desprecia las cosas pequeñas, poco
los movimientos súbitos de infidelidad. á poco viene á caer en las grandes. M a s
A l argumento 1.° diremos, que en el el que peca venialmente, parece despre-
hecho mismo de elegir uno lo que repug- ciar las cosas pequeñas. L u e g o paulati-
na á la caridad divina se le convence de namente se dispone, para caer totalmente
que prefiere aquello á la caridad divina, en el pecado mortal.
y por consiguiente que se ama más á sí Conclusión. El pecado venial por su
mismo que á D i o s ; por lo cual algunos género [ 1 ] no dispone per se directa y
pecados de tal g é n e r o , que de suyo re- primariamente para el mortal en su gé-
pugnan á la caridad (2), implican en sí nero ; aunque [2] sí puede disponer di-
el que algo se ame más que á D i o s , y rectamente por cierta consecuencia al
así son por su género mortales. mortal por parte del agente, é [3] indi-
A l 2.° que aquella razón procede del rectamente, removiendo el obstáculo, aun
pecado venial por su causa. al mortal en su género.
A l 3.° que eso se refiere al pecado, que Responderemos, que lo que dispone es
es venial á causa de la imperfección del en cierto modo causa; de donde se sigue
acto (3). que según el doble modo de causa es
doble el modo de la disposición: porque
ARTÍCULO I I I . — E I pecado v e n i a l e s hay cierta causa, que mueve directa-
disposición para e l mortal? mente al efecto, como lo cálido da calor;
y h a y también otra c a u s a , que mueve
l.° Parece que el pecado venial no es indirectamente , removiendo lo impedi-
disposición para el mortal: porque una tivo , cual se dice que el que retira una
cosa opuesta no dispone para la otra ; y columna derriba la piedra situada sobre
los pecados venial y mortal se dividen ella. Conforme á esto pues el acto de pe-
por su oposición, como se h a dicho (a. 1). cado dispone á algo de dos modos : 1.°
Luego el pecado venial no es disposición directamente, disponiendo al acto seme-
para el mortal. jante según su especie ; y de este nwdo
2.° E l acto dispone para algo seme- primariamente y per se el pecado venial
jante á él en especie , por lo que ( Ethic. por su género no dispone al mortal en su
1. 2, c. 1 y 2 ) se dice que « de actos se- género, puesto que difieren en especie;
mas puede así disponer por cierta conse-
» mejantes se engendran disposiciones y
(1) Lo cual se verifica, cuando el sujeto según su disposi- que lo son por su naturaleza ó en su propio género ; otros por
ción actual arrostraría el pecado mortal, como el que roba por la parvidad de la materia, como lo sería el hurto de insigni-
no privarse de una insignificante golosina. ficante valor ; y otros en fin por la falta de total conocimiento
(2) Y que por lo mismo no pueden menos de ser mortales ó de omnímoda libertad, que es lo que constituye la imper-
en su género ni hacerse de suyo veniales, aunque per acci- fección del acto en su concepto moral ó como no del lodo vo-
ilens puedan serlo a causa do la imperfección del acto, esto es, luntario.
por falta de plena deliberación. (4) Epístola 109, donde se Contiene la cilada Regla.
(3) Resultan pues tres clases de pecados veniales : unos (
584 CUESTIÓN LXXXVIII. — A R T Í C U L O S III Y IV.
cuencia ( 1 ) para el pecado, que es mor- (tract. 12): «los pecados mínimos (esto es,
tal por parte del agente: porque, aumen- los veniales), si se desprecian, matan ».
tada la disposición ó el hábito por los Pero el pecado mortal se llama a s í , por-
actos de pecados veniales, de tal manera que espiritualmente mata el alma. L u e g o
puede crecer la pasión de p e c a r , que el el pecado venial puede hacerse mortal.
que peca constituya su fin en el peca- 2.° E l movimiento de la sensualidad
do venial ; pues para cualquiera que antes del consentimiento de la razón es
tiene un h á b i t o , en cuanto t a l , el fin pecado venial ; pero después del consen-
es la operación según el h á b i t o , y así timiento es pecado mortal, como y a se ha
pecando muchas veces venialmente se dicho ( C . 7 4 , a. 8, al 2 . ° ) . L u e g o el pe-
dispone para el pecado mortal. 2.° D e cado venial puede hacerse mortal.
otro modo el acto humano dispone á 3.° E l pecado venial y el mortal se di-
algo removiendo lo que prohibe; y de este ferencian entre s í , como la enfermedad
modo el pecado venial según el género curable y la incurable, según lo dicho
puede disponer para el mortal de su gé- (a. 1 ) ; y una enfermedad curable puede
nero : pues el que peca venialmente se- hacerse incurable. L u e g o el pecado ve-
gún el g é n e r o , se desentiende de algún nial puede hacerse mortal.
orden : y en el hecho mismo de acostum- 4.° L a disposición puede convertirse
brar su voluntad á no someterse al de- en hábito. Siendo pues el pecado venial
bido orden en las cosas menores, se dis- disposición para el mortal, como se ha
pone á que su voluntad no se someta al dicho ( a . 3 ) ; sigúese que el pecado ve-
orden del último fin , eligiendo lo que es nial puede hacerse mortal.
pecado mortal según el género. Por el contrario: las cosas, que se di-
A l argumento 1.° diremos, que los p e - ferencian hasta el - infinito, no pueden
cados venial y mortal no se dividen se- convertirse unas en otras. E s así que los
gún la oposición, como dos especies de pecados venial y mortal se diferencian
un solo género, según se ha dicho (a. 1, hasta lo infinito, como se ve claro ( e n los
al 1.°) ; sino como el accidente se divide artíc. preced.). L u e g o el venial no puede
en oposición á la sustancia : por lo que, hacerse mortal.
así como el accidente puede ser disposi- Conclusión. Un mismo acto numéri-
ción para la forma sustancial, del mismo camente [ 1 ] no puede ser primero pecado
modo el pecado venial para el mortal. venial y después mortal. El pecado ve-
A l 2.° que el pecado venial no es^ s e - nial por su género [ 2 ] puede hacerse
mejante al mortal en especie ; y sin em- mortal por parte del agente. De muchos
bargo es semejante á él en g é n e r o , en pecados veniales [ 3 ] no puede constituir-
cuanto uno y otro importan defecto del se integralmente un solo pecado mortal.
debido orden, aunque de distinta manera, Muclíbs pecados veniales [ 4 ] hacen dis-
como se ha dicho (a. 1 y 2 ) . positivamente uno mortal, esto es, dispo-
A l 3.° que la obra buena no es per se nen sobremanera para el mortal.
disposición para el pecado mortal; puede R e s p o n d e r e m o s , que el hacerse mortal
no obstante ser materia ú ocasión de p e - un pecado venial puede entenderse de
cado mortal per accidens: mas el pecado tres modos : 1.° siendo un mismo acto en
venial dispone per se para el mortal, número primeramente pecado venial y
como v a dicho. después mortal; y esto no puede ser (2),
porque el pecado consiste principalmente
ARTÍCULO I V . — • E l pecado v e n i a l
en el acto de la voluntad, como cualquier
puede h a c e r s e mortal ?
acto moral: por lo que no se dice un solo
acto moralmente, si la voluntad se muda,
l.° Parece que el pecado venial puede aun cuando la acción por su naturaleza
hacerse mortal: porque dice San A g u s - sea continua ; pero, si la voluntad no se
tín, esponiendo aquello ( J o a n . 3 ) , el que m u d a , no puede ser que de venial se ha-
no cree en el Hijo, no verá la vida ga mortal. 2.° D e manera que lo que es
(1) No empero por necesidad ; puesto que, por más que la currir en pecado grave, como el mismo Santo Doctor demues-
reiteración de pecados veniales aumente la propensión á pe- tra (Sent. 2, d. 24, a. últ.).
car, siempre queda al alma la suficiente libertad, para no in- (2) Véase De malo, C. 7, a, 3 ; y Sent. 2, d. 24, a. últ.
CUESTIÓN LXXXVIIl.—ARTÍCULOS IV Y V. 585
venial por género, se haga mortal; y esto A l 4.° que la disposición, que se con-
es ciertamente posible, en cuanto se cons- vierte en hábito, es como lo imperfecto
tituye en él el fin ( 1 ) , ó en cuanto se en la misma especie; al modo que la
refiere al pecado mortal como á fin (2), ciencia imperfecta, cuando se perfecciona,
según se na dicho (a. 2). 3.° De modo se hace hábito: pero el pecado venial es
que muchos pecados veniales constituyan disposición de otro género, como el acci-
un solo pecado mortal: si por esto se en- dente respecto de la forma sustancial, en
tiende que muchos pecados veniales ha- la que nunca se convierte.
gan integralmente un solo pecado mortal,
es falso; porque todos los pecados venia- ARTÍCULO V. — una circunstancia
les del mundo no pueden tener tanto de puede h a c e r d e l pecado venial e l mortal?
reato, cuanto tiene un solo pecado mor-
tal : lo que es patente por parte de la l.° Parece que una circunstancia pue-
duración, dado que el pecado mortal tiene de hacer del pecado venial uno mortal:
reato de pena eterna y el pecado venial porque dice San Agustín eü su sermón
reato de pena temporal, como se ha di- del Purgatorio q u e , <( si se conserva por
cho (a. 2) ; y también se ve claro en » mucho tiempo la iracundia, y la ebrie-
cuanto á la pena de daño, pues el pecado » dad siendo asidua, pasan al número de
mortal merece la carencia de la visión » los pecados mortales ». E s así que la
divina, con la que ninguna otra pena ira y la embriaguez no son por su género
puede compararse, como dice el Crisós- pecados mortales, sino veniales; porque
tomo (Hom. 2 4 , in M a t t h . ) ; y asimismo, de lo contrario serían siempre mortales.
es notorio respecto de la pena de sentido L u e g o una circunstancia hace que el pe-
en cuanto al (roedor) gusano de la con- cado venial sea mortal.
ciencia, aunque quizá en cuanto á la pena
2.° D i c e el Maestro de las Sentencias
del fuego no sean desproporcionadas las
(Sent. 1. 2, dist. 24) que « la delectación,
penas. Pero, si se toma en el sentido de
» si es morosa, es pecado m o r t a l ; y , si
que muchos pecados veniales hacen un
» no es morosa, pecado venial ». P e r o la
solo pecado mortal dispositivamente, en
morosidad es cierta circunstancia. L u e g o
este concepto es verdadero, como se ha
la circunstancia hace del pecado venial
manifestado (a. 3 ) , conforme á los dos
el mortal.
modos de disposición, con los que el p e -
cado venial dispone para el mortal. 3.° Más se diferencian el bien y el mal
que el pecado venial y el mortal, los cua-
A l argumento 1.° diremos, que San les ambos están en el género de m a l ; y
Agustín habla allí en el sentido de que una circunstancia hace del acto bueno el
muchos pecados veniales dispositivamen- m a l o , como es palmario en el que da li-
te causan el mortal (3). mosna por vanagloria : luego con mucha
A l 2.° que aquel mismo movimiento de más razón puede hacer aquella de un pe-
sensualidad, que precedió al consenti- cado venial un mortal.
miento de la razón, jamás se hace (4) Por el contrario: siendo la circuns-
pecado mortal, sino el mismo acto de la tancia un accidente, su cantidad no puede
razón consintiendo. esceder la cantidad del mismo acto, la
A l 3.° que la enfermedad corporal no cual tiene por su género, porque siempre
es acto, sino cierta disposición perma- el sujeto predomina sobre el accidente.
nente ; por cuya razón, permaneciendo la Si pues el acto es por su género pecado
misma (5), puede mudarse : al paso que venial, no podrá por la circunstancia ha-
el pecado venial es un acto transitorio, cerse pecado mortal, puesto que el peca-
que no puede reasumirse ; y en cuanto á do mortal escede en cierta manera hasta
esto no hay semejanza. el infinito la cantidad del venial, como
(1) Como entregándose uno á inútiles pasatiempos con aban- amontonados hasta el estremo de sumergir un buque ; y el de
dono de obligaciones graves, á cuyo cumplimiento pretiere el la multitud de gotas de agua, con que las lluvias desbordan,
juego ó la distracción, como cifrando en ella su felicidad. los rios y arruinan los edificios y las más sólidas construc-
(2) Cual el que roba pequeña cantidad, con el fin de conse- ciones.
guir mediante ella el cometer adulterio. (4) FU; no sií, como escribe Drioux y solo él, que sepamos.
(3) Y lo prueba é ilustra con ejemplos tan oportunos y con- (5) La disposición morbosa, que suele llamarse indisposi-
vincentes, como el de las picaduras de muchos mosquitos, que ción corporal ó mala disposición, como perturbadora de la
pueden producir la muerte i el de los granillos de arena, normal condición ó complexión natural.
586 CUESTIÓN LXXXVIII.—ARTÍCULO V.
se ve claramente por lo antes dicho (a. 4, ció, Ó cosa semejante. D e b e decirse pues
arg. Por el contrario.) que, siendo la ira movimiento del ánimo
Conclusión. Ps imposible que la cir- para dañar al prójimo, si es tal el daño á
cunstancia haga mortal el pecado venial que tiende el movimiento de la ira, que
por su género, á no añadirle deformidad por su género sea pecado mortal (como
de otro género, que constituya diversa el homicidio ó el hurto) ; tal ira por su
especie de pecado. género es pecado mortal, y el ser pecado
Responderemos q u e , como se ha di- venial le proviene de la imperfección del
cho ( C . 7, a. 1) cuando se trató de las acto, en cuanto es movimiento súbito de
circunstancias, la circunstancia en cuanto la sensualidad. P e r o , si es duradera, vuel-
tal es accidente del acto moral. Sin em- ve á la naturaleza de su género por el
bargo puede á veces tomarse la circuns- consentimiento de la razón : y, si el daño
tancia como diferencia específica del acto al cual se dirige el movimiento de la
moral; y entonces pierde el carácter de ira fuese venial por su género (como
circunstancia, constituyendo especie del cuando uno se enfada contra otro, que-
acto moral: lo que acontece en los peca- riendo decirle alguna palabra leve y j o -
dos, cuando la circunstancia añade de- cosa, que lo contriste un p o c o ) ; no será
formidad de otro género, c o m o , cuando la ira pecado mortal, aunque sea muy
uno tiene acceso á la mujer que no es duradera, á no ser en caso per accidens,
s u y a , hay acto deforme con deformidad por ejemplo, si de esto se origina grave
opuesta á l a castidad ; pero, si se acerca escándalo ó por alguna razón semejante.
á la mujer no suya esposa de o t r o , se Acerca de la embriaguez empero debe
añade deformidad opuesta á la justicia, decirse que de suyo (2) es pecado mor-
contra la cual es el que uno usurpe la tal : porque el que el hombre sin necesi-
cosa ajena, y según esto la circunstancia dad y por solo el placer del vino se ponga
constituye nueva especie de pecado, que se incapaz de usar de la razón, por la que
llama adulterio. Empero es imposible que él se ordena á Dios y evita muchos pe-
la circunstancia sobre el pecado v e - cados que ocurren, espresamente contra-
nial (1) lo haga mortal, á no ser que lleve ría á la razón ; y el ser pecado venial
consigo deformidad de otro género : por- sucede por cierta ignorancia ó debilidad,
que se ha dicho (a. 1 ) que el pecado por ejemplo, cuando el hombre no cono-
venial tiene deformidad, en cuanto im- ce la fuerza del vino ó su propia debili-
porta desorden acerca de lo concerniente dad, por lo cual no j u z g a que se embria-
al fin; mientras que el pecado mortal gará ; pues entonces no se le imputa á
tiene deformidad por el desorden respecto pecado la embriaguez, sino solo el esceso
del fin último. E s pues evidente que la de bebida. M a s , cuando frecuentemente
circunstancia no puede hacer del pecado se embriaga, no puede escusarse por esta
venial pecado mortal, permaneciendo ignorancia, sin que se vea su voluntad
circunstancia, sino solamente cuando de elegir antes el padecer la embriaguez
pasa á otra especie, y se hace en cierto que abstenerse del vino supérfluo; por lo
modo diferencia específica del acto moral. que vuelve el pecado á su naturaleza.
(1) íío debe olvidarse que aquí se trata precisamente del Silvio.
pecado, que en su género ó por razón do su objeto es simple- (2) Puede consultarse sobre esto la C. 150, a. 1 y 2., tío la
mente venial, y.no del que lo es por la levedad de materia ó 2.*-2.' .
e
un acto bueno uno m a l o , sino constitu- cíente al género de pecado venial; mas [2]
yendo especie de pecado, como se h a el pecado mortal en su género puede ha-
probado ( C . 18, a. 10 y 11). cerse venial por la imperfección del acto.
R e s p o n d e r e m o s , que lo venial y l o
ARTÍCULO V I . — E I p e c a d o mortal mortal se diferencian como lo perfecto
puedo hacerse venial ? é imperfecto en el género de pecado,
según se ha dicho ( a . 1 ) . M a s lo imper-
l.° Parece que el pecado mortal puede fecto puede llegar á la perfección m e -
hacerse venial: porque dista igualmente diante alguna adición: y así también el
el pecado venial del mortal y viceversa ; v e n i a l , cuando se le añade alguna defor-
y, pues el pecado venial se hace mortal, midad perteneciente al género de pecado
como se ha dicho (a. 4 y 5 ) , luego tam- mortal, hácese mortal; como cuando uno
bién el pecado mortal puede hacerse dice una palabra ociosa, para fornicar.
venial. Pero lo que es perfecto, no puede h a -
2.° L o s pecados venial y mortal se cerse imperfecto por adición: y por tanto
diferencian según lo sentado en que el el pecado mortal no se hace venial, por-
que peca mortalmente ama á la criatura que se le añada alguna deformidad per-
más que á D i o s , y el que peca venial- teneciente al género de pecado venial;
meute ama á la criatura menos que á puesto que no se disminuye el pecado del
Dios. Pero sucede que u n o , cometiendo que fornica, por decir una palabra ociosa,
lo que por su género es pecado mortal, antes se agrava por la adjunta deformi-
ama á la criatura menos que á Dios (1): dad. Puede no obstante lo que de su gé-
por e j e m p l o , si uno ignorando que la nero es mortal ser venial por la imper-
simple fornicación es pecado mortal y fección del acto ; porque no toca perfec-
contraria al amor divino, fornica ; de mo- tamente á la razón de acto moral, por no
do empero que por el amor divino estaría ser deliberado sino s ú b i t o , como consta
preparado á no fornicar, si supiese que por lo antedicho ( a . 2 ) : y esto se hace
fornicando obraba contra el amor divino. por cierta sustracción, es decir, de la ra-
Luego pecará venialmente, y así el pe- zón deliberada; y , como por la razón de-
cado mortal puede hacerse venial. liberada tiene la especie el acto moral,
de aquí es que por tal sustracción se des-
3.° Como se h a dicho ( a . 5 , 3 . ° ) , más
liga la especie (3).
difiere el bien del mal que el pecado v e -
nial del mortal. P e r o el acto, que de suyo A l argumento 1.° diremos , que lo v e -
es malo, puede hacerse b u e n o ; como el nial se diferencia de lo mortal como lo
homicidio puede hacerse acto de justicia, imperfecto de lo perfecto , como el niño
cual lo es patentemente en el j u e z , que del varón. P e r o se hace del niño el v a -
condena á muerte al ladrón. L u e g o m u - ron , mas no al contrario (4),; por lo que
cho más el pecado mortal puede hacerse la razón no hace fuerza.
venial. A l 2.° q u e , si es tal la ignorancia que
Por el contrario : lo eterno nunca pue- escusa enteramente el pecado, como lo es
de hacerse temporal. M a s el pecado mor- la del furioso ó del demente, entonces el
tal merece pena eterna, y el pecado v e - que comete fornicación por tal ignorancia
nial pena temporal. L u e g o el pecado no peca ni venial ni mortalmente : pero,
mortal nunca puede hacerse venial ( 2 ) . si la ignorancia no es invencible , en tal
Conolusion. El pecado mortal no se caso la misma ignorancia es pecado , y
hace venial [ 1 ] , y sí más grave, por la contiene en sí el defecto del amor divino,
adición de alguna deformidad pertene- en cuanto menosprecia el hombre alcan-
{1} No amándolo de modo que cifre en ella su lin ó ante- venial; sino que en su especie misma no llega á su consuma-
ponga su amor al de Dios, según se deja colegir de los ad- ción ó integridad de mortal á causa de la imperfección del
juntos. acto, quedando por razón de esta misma ó como incompleto en
(2) Entiéndase, permaneciendo en su respectivo género y grado ó con carácter de solo venial.
sin perjuicio de lo antes consignado respecto de la indelibe- (4) Entiéndese en cuanto á la estatura y demás condicio-
ración ó imperfección del acto, como luego espresamente es- nes físico-orgánicas; que en lo moral y respecto del habitual
ceptúa en conformidad con el a. 5.° estado de ánimo bien puede el hombre adulto y aun provecto
(3) No quiere decir esto que el acto moral cambie de espe- volver á la condición de niño ó j Ó Y e n en bueno ó mal sentido.
cie por la Taita de perfecta deliberación, de modo que el pe- Nicolai.
cado de suyo mortal deje do serlo en su género, pasando al de
588 CUESTIÓN LXXXVIII. — ARTÍCULO VI.
CUESTIÓN LXXXIX.
(1) Así interpreta (maculan) la mancha ; y por arruga en- Vurgatorli): lo cual esplica cómo la arruga no impide que los
tiende la moderna Glosa interlineal impresa el pecado inte- justos puedan decirse inmaculados, aunque tengan pecados
riormente oculto, aunque San-Agustín la aplica al pecado ve- veniales. Véase la 3.° P., C. 87, a. 2, al 3.°
nial (Serm. 4 de anlmabus defunclorum, ó el 41 de SanctU ó de igne
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS I Y II. 589
un doble brillo , uno habitual y como in- M a s alguna vez el que comete pecados
trínseco , y otro actual y como fulgor es- veniales, no será salvo aun por medio
tenio. El pecado venial impide pues el del fuego; por ejemplo, cuando se hallan
brillo actual, mas no el habitual; por- pecados veniales en el que muere con
que no escluye ni disminuye el hábito de pecado mortal. L u e g o inconveniente-
la caridad y de las otras virtudes, como mente se designan por el leño, el heno y
se manifestará más adelante ( 2 . - 2 . , a r a
la paja los pecados veniales.
C. 2 4 , a. 10 ) , sino que solo impide su 3.° Según el Apóstol hay u n o s , que
acto. Y , como la mancha importa algo edifican oro, plata y piedras preciosas,
que queda en la cosa manchada; más esto e s , amor de Dios y del prójimo y
parece pertenecer al detrimento del res- buenas obras ( 2 ) ; y otros, que edifican
plandor habitual que del actual: por lo madera , heno y paja. Pero los pecados
que , propiamente hablando , el pecado veniales los cometen aun los que aman
venial no causa mancha en el alma ; y, á Dios y al prójimo y hacen buenas
si alguna vez se dice que bajo algún con- obras; pues se dice ( i Joann. 1, 8 ) : si
cepto la infiere, esto es secundum quid, dijéremos que no tenemos pecado, nos
en cuanto impide el resplandor, que pro- engañamos á nosotros mismos. L u e g o no
viene de los actos de las virtudes (1). convenientemente se designan los peca-
A l argumento 1.° diremos, que San dos veniales por esas tres cosas.
Agustín habla en el caso de que muchos 4.° H a y muchas más diferencias que
pecados veniales inducen dispositive al tres y más grados de pecados veniales.
mortal; mas de otro modo no separarían L u e g o inconvenientemente se compren-
del abrazo del celeste Esposo. den bajo estos tres.
A l 2.° que el desorden del acto en el Por el c o n t r a r i o , el Apóstol ( i Cor.
pecado mortal corrompe el hábito de la 3 , 1 2 ) dice del que edifica sobre leño,
virtud; pero no en el pecado venial. heno y paja, que será salvo como por
A l 3.° que en el pecado mortal el alma medio del fuego ; y así sufrirá castigo,
mediante el amor toca la cosa temporal pero no eterno. E s así que el reato de la
como fin, y por esto se impide totalmente pena temporal propiamente pertenece al
el influjo del esplendor de la gracia, que pecado venial, como se ha dicho ( C . 87,
proviene á los que se adhieren á D i o s a. 5; y C. 88, a. 6, Por el contrario) (3).
como á último fin por la caridad ; mas L u e g o por aquellas tres cosas se signifi-
en el pecado venial no se adhiere el hom- can los pecados veniales.
bre á la criatura como á su fin último: Conclusión. Los pecados veniales , en
por lo que no hay paridad. que suelen incurrir los que procuran las
cosas terrenas, se significan conveniente-
A R T Í C U L O I I . — ¿Se d e s i g n a n conve- mente por el leño, el heno y la paja.
nientemente los pecados v e n i a l e s por el leño, R e s p o n d e r e m o s , que algunos enten-
el heno y la paja ? dieron que el fundamento era la fe in-
forme , sobre la que algunos edifican las
l.° Parece que inconvenientemente se buenas obras, simbolizadas por el oro, la
designan los pecados veniales por el leño, plata y las piedras preciosas ; mas otros
el heno y la paja : porque estos se dice entendieron los pecados aun mortales, re-
que son sobreedificados al fundamento presentados según ellos por la madera,
espiritual ; y los pecados veniales están el heno y la paja. Pero esta esposicion la
fuera del edificio espiritual, como tam- reprueba San Agustín (lib. D e fide et
bién ciertas opiniones falsas están fuera operibus, c. 15) ; porque, como dice el
de la ciencia. L u e g o los pecados veniales Apóstol (Gralat. 5 ) , el que hace obras de
no se designan convenientemente por el carne, no conseguirá el reino de Dios,
leño, el heno y la paja. lo que es hacerse s a l v o : y el A p ó s t o l
2.° E l que edifica con leño, heno y dice que el que edifica sobre madera,
paja, será salvo como por medio del fuego. heno y paja, será salvo como por medio
del fuego: por lo que no puede enten- mentó, que ciertamente no es la fe infor-
derse que los pecados mortales se desig- m e , como algunos pensaban, sino la fe
nen por la madera , el heno y la paja. formada con la caridad, conforme á aque-
Dicen pues algunos que por la madera, llo (Ephes. 3 , 17) : arraigados y cimen-
el heno y la paja se significan las b u e - tados en caridad. Por consiguiente el que
nas o b r a s , que se edifican ciertamente muere con pecado mortal y con veniales
sobre el edificio espiritual, pero que se tiene en verdad madera, heno y paja;
mezclan con ellas los pecados veniales; pero no están edificados sobre el funda-
como cuando uno tiene cuidado de la mento espiritual : y por tanto no será
hacienda, lo que es b u e n o , y se mezcla salvo así como por medio del fuego.
con eso el supérfluo amor ó de la mujer A l 3.° que los que están segregados del
ó de los hijos ó de las posesiones, pero cuidado de las cosas temporales, aunque
con subordinación á D i o s , es decir, de alguna vez pequen venialmente, sin em-
tal modo que por estas cosas no quisiera bargo cometen leves pecados veniales, y
el hombre hacer cosa contra Dios. M a s frecuentísimamente se purifican mediante
esto tampoco parece decirse conveniente- el fervor de la caridad ; y así los tales no
mente : porque es manifiesto que todas sobre-edifican veniales, porque en ellos
las buenas obras se refieren á la caridad permanecen poco tiempo : mas los peca-
de D i o s y del prójimo, perteneciendo dos veniales de los mismos, que se ocupan
por lo tanto al oro, plata y piedras pre- en las cosas terrenas, permanecen por más
ciosas ; y por consiguiente no á la made- tiempo ; porque no pueden recurrir tan
ra, al heno y la paja. D e b e pues decirse frecuentemente á borrar tales pecados
que los mismos pecados veniales , que se veniales con el fervor de la caridad.
mezclan á los que procuran las cosas
A l 4 . ° q u e , como dice Aristóteles ( D e
terrenas, se significan por la madera,
ccelo, 1. 1, t. 2 ) ( 2 ) , « t o d a s las cosas se
el heno y la paja: porque, así como tales
» i n c l u y e n en t r e s , que son principio,
cosas se acopian en la casa y no perte-
» medio y fin » ; y conforme á esto todos
necen á la sustancia del edificio, pudien-
los grados de los pecados veniales se re-
do quemarse salvo el edificio ; del mismo
ducen á tres, á saber: á la madera, que
modo también los pecados veniales se
por más tiempo permanece en el f u e g o ;
multiplican en el hombre, quedando el
á la paja, que velocísimamente se con-
edificio espiritual: y por ellos sufre el
sume ; y al heno, que guarda un medio ;
fuego ó de la tribulación temporal en
porque, según que los pecados veniales
esta v i d a , ó del purgatorio en la otra,
son de mayor ó menor adherencia ó gra-
logrando no obstante la salud eterna (1).
vedad, así se purifican por medio del
A l argumento 1.° diremos, que los pe- fuego más velozmente ó con más tar-
cados veniales no se dice que se edifican danza.
sobre fundamento espiritual, como direc-
tamente puestos sobre el m i s m o , sino ARTÍCULO I I I . — E l hombro e n el es-
porque se ponen junto á é l , según se tado de inocencia pudo pecar venialmente?
toma ( P s . 1 3 6 , 1) sobre los ríos de Babi-
lonia, esto e s , junto á los ríos ; porque l.° Parece que el hombre en el estado
los pecados veniales no destruyen el edi- de la inocencia pudo pecar venialmente:
ficio espiritual, como queda dicho. porque sobre aquello ( i T i m . 2 ) , Adán
A l 2.° que no se dice de cualquiera, que no fue seducido, dice la Glosa ord. de
edifica sobre madera, heno y paja, que San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c. 1 1 ) :
sea salvo como por medio del fuego ; sino «inesperto de la divina severidad pudo
solamente del que edifica sobre el funda- » ser engañado, hasta el punto de creer
(1) Otros con el mismo Santo Tomás (lect. 2, in cap. 3 Ep.,i (2) Propiamente lo aduce como dicho por los pitagóricos, si
ad Cor.) dan distinta interpretación á las palabras leña, heno y bien lo admite con su aprobación, añadiendo : « en los sa-
paja de San Pablo, apropiándolas á las enseñanzas ó elucu- » crificios usamos de ese número (tres) como aleccionados por
braciones -vanas y estériles de los Doctores en sus predicacio- » la naturaleza. » « ¿Qué diría, observa el P . Nicolai, si cono-
nes y escritos, fundándolas en argumentos poco sólidos ó de » ciera nuestra adorable Trinidad?» Y qué, si supiera las
carácter profano y escesivamente humano ó mundanal, más reiteradas alusiones, prácticas y verbales, tan frecuentes y
bien que en la divina palabra y con utilidad piadosa y mori- oportunas en la liturgia sagrada de la Iglesia, á esc sacro-
geradora de los que las leen ó escuchan. santo misterio?
CUESTIÓN L X X X I X . — A R T Í C U L O I I I . 591
» venial el pecado cometido » ; lo cual habría sido para él mortal por la eleva-
habría creído, si no hubiera podido pecar ción de su estado: porque la dignidad de
venialmente. L u e g o pudo pecar venial- la persona es cierta circunstancia, que
mente, no pecando mortalmente. agrava el pecado, pero no lo transfiere á
2.° Dice S a n Agustín (Super Gen. ad otra especie, á menos que sobrevenga
litt. 1. 11, c. 5 ) : « no se ha de juzgar que acaso alguna deformidad de desobedien-
» el tentador habría de. derribar al hom- cia ó del voto ó de alguna otra cosa se-
» bre, á no haber precedido en el alma mejante ; lo cual no tiene cabida en el
» del hombre cierta presunción, que debia asunto propuesto. D e donde se sigue que
» ser reprimida ». M a s la presunción pre- lo que es de suyo venial no pudo pasar á
cedente á la caida, que se verificó por el ser mortal por la dignidad del primer
pecado mortal, no pudo ser sino peca- estado. D e b e entenderse pues que no
do venial. Asimismo también en el pro- pudo pecar venialmente, porque no pudo
pio libro S a n Agustín dice ( c . ult.) que ser que cometiese cosa alguna, que de
« algún deseo de esperimentar solicitó al suyo fuese pecado venial, antes que per-
» varón; al ver que la mujer, habiendo diera la integridad del primer estado, p e -
»tomado la poma prohibida, no habia cando mortalmente. Y la razón e s , por-
» muerto ». Parece también que hubo en que el pecado venial acontece en nosotros
Eva algún movimiento de infidelidad, ó á causa de la imperfección del acto,
por el hecho mismo de que dudó de las como los movimientos súbitos en el g é -
palabras del Señor, como lo manifiesta nero de los pecados mortales, ó á causa
lo que dijo : no sea tal vez que muí-amos, del desorden existente acerca de los m e -
según se lee ( G e n . 3, 3). Estos pues pa- dios conducentes al fin, guardado el de-
recen veniales pecados. L u e g o el hombre bido orden al fin: y lo uno y lo otro su-
pudo pecar venialmente, antes que pecara cede por cierto defecto de orden, porque
mortalmente. lo inferior no se contiene firmemente de-
bajo de lo superior; pues el suscitarse en
3.° E l pecado mortal se opone más á
nosotros el movimiento súbito de la sen-
la integridad del primer estado que el
sualidad proviene de que esta no está en-
pecado venial. P e r o el hombre pudo pe-
teramente sometida á la razón, y el sur-
car mortalmente, no obstante la integri-
gir el movimiento súbito en la misma ra-
dad del primer estado. L u e g o también
zón de que la misma ejecución del acto
pudo pecar venialmente.
de la razón no se somete á la delibera-
Por el contrario: á cada pecado se
ción , que procede de un bien más alto,
debe alguu c a s t i g o ; y nada penal pudo
como se ha dicho ( C. 74, a. 10); mas el
haber en el estado de la inocencia, como
que el ánimo humano se desordene en
dice San A g u s t í n ( D e civ. D e i , 1. 14,
cuanto á lo concerniente al fin, guardado
c. 10) : luego no pudo pecar con algún
el debido orden al mismo fin, proviene de
pecado, por el que no fuese destituido de
que las cosas relativas al fin no se ordenan
aquel estado de integridad. Pero el pe-
infaliblemente bajo el fin, que ocupa el
cado venial no muda el estado del hom-
supremo, como el principio en las apete-
bre. L u e g o no pudo pecar venialmente.
cibles, según arriba se ha dicho ( C . 72,
Conclusión. Ño pudo ser que el hom- a. 5). Pero en el estado de la inocencia,
bre cometiese algo, que fuese de suyo pe- como se ha demostrado ( P . 1. C . 95,
a
cado venial, antes que pecando mortal- a. 1), había infalible firmeza del orden,
mente perdiese la integridad del primer de modo que siempre lo inferior se con-
estado. tenía bajo lo superior, mientras lo sumo
Responderemos, que comunmente (1) del hombre se contenía sometido á D i o s ,
se admite que el hombre en el estado de como también dice San Agustín ( D e
inocencia no pudo pecar venialmente. civit. D e i , 1. 14, c. 13) : y por lo tanto
Mas esto no debe entenderse en el senti- no podía haber desorden en el hombre,
do de que lo que es respecto de nosotros sino empezando por no someterse á D i o s
venial, si el mismo lo hubiese cometido, lo sumo del hombre, l o cual se verifica
por el pecado mortal. D e donde se de-
(l) Tal es la más común opinión de los tomistas con San duce con evidencia que el hombre en el
Buenaventura (Sent. 2, dUl. 21; a. 3, q. 1), Durand (C. 4),
Conrado, Valencia, Medina y muchos otros.
592 CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS III Y IV.
estado de la inocencia no pudo pecar ve ángel pudo amar el bien creado más que
nialmente, antes de pecar mortalmen á Dios, lo que hizo pecando mortalmen
te(l). te. L u e g o también pudo amar el bien
A l argumento 1.° diremos, que lo v e creado menos que á D i o s desordenada
nial no se toma allí en el sentido, en que mente, pecando venialmente.
hablamos ahora del venial ; sino que se 3.° L o s ángeles malos parece que ha
Ц а т а venial lo que es fácilmente remi cen algunas cosas, que son según género
sible. pecados veniales, provocando á los hom
A l 2.° que aquella elación (ó presun bres á la risa y á otras semejantes pe
ción), que precedió en el ánimo del hom queneces ; y la circunstancia de la per
b r e , fue el primer pecado mortal del sona no hace del venial mortal, como
hombre ; pero se dice que precedió á su se ha dicho ( C . 88, a. 5 ) , á no sobreve
caida en el acto esterior del pecado : y nir especial prohibición, lo que no es
á ese engreimiento se siguió el deseo de del caso. L u e g o el ángel puede pecar
esperimentar en el varón, y la duda en venialmente.
la mujer (2), que por solo esto prorum Por el contrario: mayor es la perfec
pió en cierta otra presunción, por la que ción del ángel que la perfección del hom
oyó de la serpiente la mención del pre bre en el primer estado. E s así que el
cepto, como no queriendo estar sometida hombre no pudo pecar venialmente en el
al precepto. primer estado. L u e g o mucho menos el
A l 3.° que el pecado mortal en tanto ángel (3).
se opone á la integridad del primer esta Conclusión. En los ángeles \_l~\,buenos
do, en cuanto lo corrompe, lo que no ó malos, no cabe desorden acerca de los
puede hacer el pecado v e n i a l : y, no sien medios referentes al fin sin desorden res
do conciliable cualquier desorden con la pecto del mismo fin, lo que entraña peca
integridad del primer estado, es consi do mortal: y así [ 2 ] todos los actos de
guiente que el primer hombre no pudo los ángeles buenos son actos de caridad,
pecar v e n i a l m e n t e , antes que pecase no pudiendo por lo mismo pecar ni aun
mortalmente. venialmente ; al paso que [3] los ángeles
malos en todo, cuanto hacen por su pro
pia voluntad, pecan mortalmente.
A R T Í C U L O I V . — E I n n g e l bueno ó ma
Responderemos, que el entendimiento
lo puede pecar venialmente ? a
del ángel, como se ha dicho ( P . 1. C. 58,
a. 3), no es discursivo, es decir, de modo
l.° Parece que el ángel bueno ó el que proceda de los principios á las con
malo puede pecar venialmente : porque clusiones, entendiendo unos y otras por
el hombre conviene con los ángeles en la separado, como nos sucede á nosotros;
parte superior del alma, que se llama por lo que necesariamente, siempre que
mente, conforme á aquello de San Gre considera las conclusiones, las considera
gorio (Homil. 29 in E v a n g . ) : « el hom según están en los principios. Pero en las
» bre entiende con los ángeles » . E s así cosas apetecibles, como muchas veces se
que el hombre según la parte superior ha dicho ( C . 8, a. 2 ; y C. 72, a. 5 ) , los
del alma puede pecar venialmente. L u e fines son como principios, y los medios
g o también el ángel. referentes al fin son como conclusiones :
2.° Todo el que puede lo que es más, por lo que la mente del ángel no se diri
puede también lo que es menos. Pero el ge á las cosas relativas al fin, sino según
(1) El Doctor Angélico atribuye esta impecabilidad á la perspicaz ante la forma de presente estampada en el epígrafe
virtud de la justicia original; pero Suarez á cierta especial mismo, y sostenida en todo el contesto del desarrollo y aun
providencia de Dios, que en aquel estado preservaba al hom de los argumentos y sus soluciones ; fuera de que hasta sería
bre de todo pecado venial. impertinente tal comparación así entendida. Así que habla
(2) Consúltese laC. 163, a. 1, de la 2.»2.a¡ indistintamente del bueno y del mal ángel, siendo así que
(3) Aun en el estado actual, y no precisamente en su pri antes de la prevaricación todos eran buenos : y aun puede
mitivo estado anterior á la caida de los ángeles prevaricado prescindirse por completo de esa diversidad de estados, refi
res ; pues no entra en la intención del Autor equiparar los riéndose en general al ángel bueno ó malo y antes ó después
dos estremos de la comparación propuesta en la premisa ma de la caida de los rebeldes y confirmación de los leales, según
yor, haciendo estensiva al ángel la consideración del estado hac notar no sin oportunidad y tino el P. Nicolai.
de inocencia en el hombre : lo cual salta á la vista del menos
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS IV Y V. 593
que se presentan bajo el orden del fin (1). carne ; y habla allí de la concupiscencia
A s í es que por su naturaleza les es pro- de la sensualidad, como de lo anterior
pio el no poder haber en ellos desorden aparece. E s t a es pues la causa porque el
acerca de lo perteneciente al fin, á no desear no es condenable en los que no
haber al misino tiempo desorden acerca andan según la carne, es á s a b e r , con-
del mismo fin, lo que se verifica por me- sintiendo á la concupiscencia, porque
dio del pecado mortal; pero los ángeles están en Jesucristo. Pero los infieles no
buenos no se mueven hacia los medios están en Jesucristo : luego en los infie-
para el fin sino en orden al fin debido, les es condenable; y por consiguiente los
que es D i o s ; y por esto todos sus actos primeros movimientos de los infieles son
son actos de caridad, y asi en ellos no pecados mortales.
puede haber pecado venial; mientras que 2.° D i c e San Anselmo ( l i b . D e grat.
los ángeles malos á nada se mueven sino et lib. arb., de concord. grat. e t l i b . arb.):
en orden al fin del pecado de soberbia « l o s que no están en J e s u c r i s t o , sin-
de los mismos, y por tanto pecan mor- » tiendo la c a r n e , siguen la condena-
talmente en todo cuanto obran por pro- » cion ( 2 ) , aunque no andan según la car-
pia voluntad. N o sucede empero lo mis- » n e » . Pero la condenación no se debe
mo con respecto al apetito del natural sino al pecado mortal. L u e g o , sintiendo el
bien, que h a y en ellos, como se ha dicho hombre la carne según el primer movi-
( P . l. , C. 63, a. 1, a l 3 . ° , y a. 4 ) .
ft
miento de la concupiscencia, parece que
A l argumento 1.° diremos que el hom- el primer movimiento de la concupiscen-
bre conviene con los ángeles en la mente cia de los infieles es pecado mortal.
ó entendimiento; pero se diferencia de 3.° D i c e San Anselmo en el mismo
ellos en el modo de entender, como se ha libro (ibid.) : « de tal modo fue hecho el
dicho ( a q u í , y P . 1. , C. 55, a. 2 ) .
a
» h o m b r e , que no debería sentir la con-
A l 2.° que el ángel no pudo amar me- » cupiscencia ». Mas este débito parece
nos á la criatura que á D i o s , sino refi- perdonado al hombre por la gracia bau-
riéndola á D i o s como al último fin, ó á tismal, que los infieles no tienen. L u e g o ,
algún fin desordenado , por la. razón ya siempre que el infiel tiene concupiscen-
dicha. cia , aun cuando no consienta, peca mor-
A l 3.° que todas aquellas c o s a s , que talmente haciendo contra lo debido.
parecen ser veniales, las procuran los Por el contrario, se dice ( A c t . 1 0 , 3 4 ) :
demonios, para atraer á los hombres á su Dios no es aceptador de personas ; por
familiaridad, y así hacerles caer en el pe- consiguiente lo que no imputa á conde-
cado m o r t a l ; por lo que en todas estas nación á uno, tampoco á otro. E s así que
cosas pecan mortalmente por la intención no imputa á condenación los primeros
del fin. movimientos de los fieles. L u e g o tam-
poco á los infieles.
A R T Í C U L O V . — é l o s primeros movi- Conclusión. Sin razón se dice que los
mientos de s e n s u a l i d a d e n los Infieles son pe- primeros movimientos de los infieles son
cados mortales? pecados mortales, no consintiendo en
ellos.
l.° Parece que los primeros movi- Responderemos, que no es razonable
mientos de sensualidad en los infieles decir que los primeros movimientos de
son pecados mortales: porque dice el los infieles son pecados mortales, si no
Apóstol (Rom. 8 , 1 ) : nada hay de con- los consienten; y esto se manifiesta clara-
denación para los que están en Jesu- mente de dos modos : 1.° porque la mis-
cristo , los cuales no- andan según la ma sensualidad no puede ser sujeto del
(1) En todo este artículo dche tenerse presente que se ha- puesto en la C, B3, a. i, de la 1." P.
bla del ángel constituido en gracia desdo el momento mismo (2) Scqimntur damnaüonemyor sequilur damnatio eos, qui... (si-
de su creación, según la doctrina establecida en la 1. P.,
a
gúeles la condenación), que es tal como se desprende del
C. 62, a. 3 (véanse allí las notas á la página 490 del T. l.°); testo íntegro de San Anselmo, entre cuyas frases léese : eos,
pues, suponiéndolo en su ser puramente natural y sin el don qui non sunt in Christo, sequi damnationem; de donde se han to-
de la gracia, tiénese comunmente por probable que hubiera mado equivocadamente trastrocados el sujeto y el comple-
podido pecar venialmente, como opinan entre otros Valencia, mento gramaticales del verbo sequi. El sentido es de todos
Tanner y Silvio ; y tal es también el parecer de Santo Tomás modos tan claro, que no ha menester esplicarse.
y de su escuela, según consta sin género de duda por lo es-
SUMA TEOLÓGICA.. •—TOMO 11. 3S
594 CUESTIÓN L X X X I X . — A R T Í C U L O S V Y VI.
(l) En la 3." Parte, que no llegó él mismo á completar, pre- hombres en cualquier estado y país ó circunstancias, en que
venido por la muerte. Trátase empero.de este asunto en el Su- se encuentren, y no solo del estado evangélico y en localida-
plemento á dicha 3.* P., C. 09, a. 6, tomado de su libro 2-° de des, donde es conocida la fe de Cristo y la necesidad y con-
las Sentencias, üist. 33. siguiente uso de ese Sacramento para la remisión del pecado
(2J« Por la gracia», dice, y no precisamente por el bautis- original; ya también porque aun en países cristianos y cató-
mo, ya porque habla en general é indeterminadamente de los licos puede darse el caso de que alguno en edad ya adulta
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULO V I . 595
remisión del pecado original; pero, si no c i a , sino por la falta del uso de razón,
se ordena á sí mismo al debido fin ( 1 ) , como se ha dicho.
según que en aquella edad es capaz de A l 3.° que de otros pecados mortales
discreción , pecará mortalmente , no Ha- puede abstenerse por algún tiempo el
ciendo lo que está de su parte; y desde niño, que empieza á tener uso de razón;
entonces no habrá en él pecado venial pero del pecado de la omisión predicha
sin el mortal, sino después que todo se le no se libra, s i , cuanto antes p u e d a , no
hubiere perdonado por la gracia (2). se convierte á Dios : porque lo primero
A l argumento 1.° diremos, que lo v e - que ocurre al h o m b r e , que tiene discre-
nial no es disposición precedente de ne- ción , es pensar sobre él mismo ( 3 ) , á
cesidad á lo mortal, sino contingente- quien debe ordenar las otras cosas como
mente ; al modo que algunas veces el á su fin ; pues el fin es lo primero en la
trabajo dispone para la fiebre, pero no intención : y por tanto este es el tiempo,
como el calor dispone la forma del fuego. en que está obligado por el precepto
Al 2.° que no se impide que el pecado afirmativo de D i o s , en el cual dice el
venial se halle al mismo tiempo con solo S e ñ o r : convertios á mí, y yo me con-
el original por su distancia ó convenien- vertiré á vosotros (Zach. 1, 3 ) .
ignore por completo ó invenciblemente el divino precepto so- lense (C. 749, c. 25), Medina, Cayetano, Curiel, Conrad'o y
bre el deberde recibirlo, como requisito indispensable nccessi- otros con todos los tomistas unánimes.
tate medii para obtener el perdón del pecado original y con- (3)' « Dios mismo », de ipso; y no de seipso, como se lee en al-
seguir la eterna salvación ; y en uno ú otro caso pudieran sin gunas ediciones antiguas y lo conserva la áurea romana sin
la recepción material do las aguas bautismales ser justifica- duda inconscientemente ó con alguna lijereza ó distracción;
dos por la gracia. aunque parece disculpable por lo que poco antes dice (delibe-
(1) Es muy probable, dice Silvio, y aun seguro que no rare de seipso) en el desarrollo de la tesis, debiendo tenerse
hay precepto de convertirse á Dios el hombre tan luego como presente que en esa deliberación sobre sí mismo no puede
ha llegado al uso incipiente de la razón, y que por consi- menos de entrañarse la consideración de su último fin, Dios;
guiente puede hallarse en el hombre durante ese período de aun cuando actual y formalmente no piense en Dios mismo ni
transición pecado venial solo con el original: y tal es la opi- se convierta ó dirija á él de un modo esplícito y directo ó de-
nión y doctrina de San Buenaventura (i, dist. 21, C. 1), Du- terminado, y si solo implícitamente según el conocimiento
rand (Scní. dist. 10, C. 2) y otros muchos especialmente entre más ó menos vago ó definido, que de él pueda tener en tal si-
los teólogos menos antiguos. Drioux. tuación ó estado. Así lo hace observar el concienzudo P. Ni-
(2) Opinión asimismo probable en sentir ademas de San colai, al consignar la rectificación, que de él tomamos.
Antonino (P. 1, til. 10, c. 1, § 1 ; y til. 13, c. 2, § 3), el Abu-
CUESTIÓN X C .
De las leyes (i).
El método nos conduce á esponer á continuación los principios estrínsecos de los actos h u m a n o s .
El principio esterior, que inclina al mal, es el diablo, de cuya tentación hemos hablado (P. 1. , C. 91, a
a. 3 y 3); y el principio esterior, que mueve al hien, es Dios, que nos instruye por l a ley y nos ayuda
por l a gracia : por lo tanto examinaremos 1.° la ley, y 2.° l a gracia. Acerca de l a ley conviene consi-
derar, 1.° la ley en general, 2.° sus p a r t e s : respecto de la ley en general estudiaremos tres cosas: ] . a
1.° Laley es algo de l a razón ? — 2.° Fin de la ley.— 3.° Su causa.— 4.° Su promulgación.
(1) San Isidoro (Orig. 1. 2, c. 10) la da por raíz etimológica cesarismo pagano, germen del moderno tan hábilmente repro-
legcndo o legere, porque la ley suele escribirse y leerse, como ducido por el célebre Dante y posteriormente restaurado so-
asimismo Cicerón [De leg. 1, 1, c. 19) fundado en la contestura bre esa y otras análogas bases del clasicismo por los entu-
ó sonido del vocablo ; y San Agustín de cligere, en atención siastas admiradores del renacimiento, tan esplotadas en daño
á que ella muestra ó designa lo que debe elegirse. de los pueblos por los reformadores protestantes y por los en-
(2) La proposición ó el juicio enunciado ; así como por defi- ciclopedistas hasta sus aterradoras consecuencias y aplicacio-
nición no debe entenderse aquí precisamente la breve y cate- nes prácticas por los fautores de la sanguinaria revolución
górica descripción de alguna idea ú objeto, sino solo la sim-, francesa ; cuya legislación (increíble parece) continúa siendo
pie espresion de la quididad ó esencia, que comunmente suele aún en la casi universalidad de las naciones la pauta idola-
ser una sola palabra ó el nombre del objeto respectivo ; por- trada de los que por otra parte y en todos los tonos se procla-
que salta á la vista la intención de proceder en gradación as- man salvadores déla libertad y del bienestar de los pueblos,
cendente de lo simple á lo compuesto y de esto á lo recom- al propio tiempo que remachan sus nuevas doradas cadenas y
puesto, pasando sucesivamente de la idea al juicio y del jui- los despojan hasta de sus aperos y del miserable abrigo de
cio al raciocinio; cuyas respectivas enunciaciones lógicas sus cabanas y desús harapos, halagándolos con su soñada
suelen por los dialécticos denominarse término, proposición y participación en su propia soberanía. Jamás tuvo el hombre
argumentación, no siendo siempre esta última un silogismo, en realidad-niénos derechos que desde la proclamación de los
aunque cualquiera de sus formas es susceptible de adaptarse Derechos del hombre, ni se ha visto tan esclavizado, como lo
á la silogística ; por cuya razón se dice comunmente silogís- está desde que los príncipes ó jefes del Estado son en boca
tica toda ó cualquiera forma argumentativa, sea entimema ó y pluma de los novísimos fabricantes de leyes y teorías meros
epiquerema, dilema ó sorites,... como no ignora quien haya depositarios del poder y la autoridad, que dicen residir radi-
libado siquiera los más elementales rudimentos de Lógica ó cal y sustancialmente en las masas y en la colectividad de
aun de Retórica. los individuos. La irresponsabilidad absoluta de los reyes
(3) Es muy digno de observarse que esa frase de Ulpiano ante Dios y ante sus mismos vasallos es un delirio erigido en
es una de las más categóricas cuanto deplorables del antiguo sistema, y que la esperiencia demuestra harto contundente-
598 CUESTIÓN X C — A R T Í C U L O I I .
menle conduce por la abyección y la miseria de los pueblos prescribe aspira al bien general de sus vasallos, al paso que
á efectivas cuanto tremendas responsabilidades, como las de este solo se propone el particular suyo propio y de sus favo-
que fueron víctimas Carlos I y Luis XVI, y á represalias del ritos. Por eso el Concilio 8.° de Toledo (can. 10) prohibe á los
jaez horrible de la que el nihilismo ruso acaba de tomar en monarcas, que en aquellos tiempos acataban las decisiones
la persona de Alejandro II. Eí nmc, reges, inlellígile : non est po • del cuerpo episcopal representante de la Iglesia y de la auto-
testas nísi a Deo. ridad espiritual, « imponer tributos ó pechos cscesivamcntc
(1) Ya se entienda si la ley debe dirigirse á alguna comu- » onerosos á sus subditos bajo la presión ó por sugestiones de
.nidad ó colectividad y no á particulares individuos, ó bien si » sus cortesanos, y preferir sus propios derechos personales al
debe proponerse el bien común como fin del 'egislador, la so- » bien de la patria y de sus pueblos ó do la nación».
lución debe ser afirmativa en uno y otro sentido. (3) Como el de la corrección fraterna y el de socorrer á los
(2) En esto precisamente se cifra la mas importante dife- pobres, por ejemplo.
rencia entre un buen rey y un tirano •. aquel en todo cuanto
CUESTIÓN Х С . — A R T Í C U L O S И , III Y IV. 599
culativa, sino por resolución á los prime multitud ó de alguno que hace sus v e
ros principios indemostrables; igualmen ces (3) : por, lo tanto legislar ó pertene
te nada se asegura con firmeza por la ce á toda la comunidad 6 á la persona
razón práctica, sino en cuanto se ordena pública, que tiene el cuidado de la multi
al último fin, que es el bien común: y lo tud ; porque aun en las demás cosas, or
así establecido por la razón tiene carác denar á un fin compete á aquel, de quien
ter de l e y (1). es propio el tal fin.
A l argumento 1.° diremos, que según
A R T Í C U L О I I I . — La razón de c u a l q u i e
lo dicho ( a . 1 , al 1.°) la l e y está en al
ra e s constitutiva «le l e y ? (2).
guno, no solo como en quien regula, sí
l.° Parece que la razón de cada uno también partícipativamente como en el re
puede hacer l e y : porque se dice ( R o m . gulado; y de este modo cada uno es para
2, 14) q u e , cuando los gentiles, que no sí la l e y , en cuanto participa del orden
tienen ley, naturalmente hacen lo que es de alguno que regula ; por lo que allí
de ley ; ellos mismos son su propia ley; y mismo se añade : los que muestran la
esto lo dice en general de todos. L u e g o obra de la ley escrita en sus corazones.
cada uno puede hacer para sí la l e y . A l 2.° que una persona particular no
2.° Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2, с. 1) puede inducir eficazmente á la virtud,
que « la intención del legislador es indu sino solo amonestar; pero, si su amones
» cir el hombre á la virtud »; y cualquier tación no es aceptada, no tiene la fuerza
hombre puede inducir á otro á la virtud: coactiva que debe tener la l e y , para in
luego la razón de cada hombre puede ducir eficazmente á la v i r t u d , como dice
hacer la l e y . Aristóteles (E thic. 1. 10, c. ú l t . ) : y esta
3.° A s í como el príncipe de una ciudad fuerza coactiva la tiene la multitud ó la
es el gobernador de ella, igualmente cada persona pública, á quien pertenece impo
a IB
padre de familia es el gobernador de su ner penas , como se dirá ( 2. 2. , C. 6 4 ,
casa. M a s el príncipe de una ciudad pue a. 3); por lo cual únicamente á ella com
de hacer l e y en esta. L u e g o cada padre pete legislar.
de familia puede hacerla en su casa. A l 3.° q u e , así como el hombre es
Por el contrario, San Isidoro dice parte de la c a s a , esta á su vez l o es de
( E t y m . 1. 5, c. 10) y se lee en los D e c r e la ciudad, la cual es una comunidad per
tos (с. 1, dist. 2): « l a l e y es la consti fecta (Polit. 1. 1, c. 1 y 2). Por lo tanto,
» tucion del pueblo, según la cual los an así como el bien de un solo hombre no es
» cianos juntamente con el pueblo san el último fin, sino que se ordena al bien
» cionaron algo » . L u e g o no compete á c o m ú n ; asimismo el bien de una sola
cualquiera establecer la l e y . casa se ordena al bien de una ciudad,
Conclusión. L egislar es de la compe que es una comunidad perfecta. D e con
tencia ó de toda la colectividad ó del siguiente el que gobierna alguna familia
príncipe ó persona pública investida de puede dar algunos preceptos ó estatutos,
su representación para su dirección y mas no los que propiamente tengan ca
custodia. rácter de ley.
R e s p o n d e r e m o s , que la l e y propia
ARTÍCULO I V . — promulgación e s
mente tiene por objeto primario y prin
de e s e n c i a de l a ley ? (4)
cipal el orden al bien común , y ordenar
algo al bien común es propio de toda la 1.° Parece que la promulgación no es
de esencia de la ley; porque la ley natu- tenga fuerza obligatoria, que es su ca-
ral es la que más tiene razón de t a l , y rácter propio, es preciso que se aplique á
sin embargo no há menester promulga- los hombres que deben regirse por ella;
ción : luego no es esencial á la ley el que y esta aplicación se hace en virtud del
se promulgue. conocimiento que de ella se les transmite
2.° Pertenece propiamente á la l e y por la promulgación : luego la promul-
obligar á bacer 6 no hacer algo. E s así gación es necesaria, para que ley tenga
que la l e y obliga no solo á aquellos, ante su fuerza (obligatoria) ( 3 ) . A s í de los
quienes se promulga, sino también á los cuatro puntos espuestos ( 4 ) puede co-
demás: luego la promulgación no es esen- legirse la definición de la l e y , que no es
cial á la ley. otra cosa que « cierta ordenación de la
3.° L a obligación de la ley se estiende » razón al bien común, y promulgada por
también al futuro, porque « l a s leyes im- » e l que tiene el cuidado de la comu-
» ponen necesidad á los asuntos futuros », » nidad » .
como dice el Derecho (1) ( Cod. 1. 1, A l argumento 1.° diremos, que la pro-
tit. 14 D e leg. et constit. principum). mulgación de la l e y natural existe en el
E s así que la promulgación se hace á hecho mismo de haberla D i o s impreso en
los presentes. L u e g o no es necesaria á la las almas de los h o m b r e s , para que la
ley. conozcan naturalmente.
P o r e l c o n t r a r i o , dícese ( D e c r e t . A l 2° que aquellos, ante quienes no
dist. 4 in appeud. Grrat. ad cap. In istis) ha sido promulgada la l e y , quedan obli-
que « l a s leyes quedan instituidas cuando gados á observarla, en cuanto llega á su
» son promulgadas » (2). noticia por otros , ó puede l l e g a r , hecha
Conclusión. Es menester, •pava que la y a la promulgación.
ley sea obligatoria, que haya sido pro- A l 3.° que la promulgación presente
mulgada, y que llegue á conocimiento de se estiende al futuro por la fijeza de la
los que han de estar sometidos á ella. escritura, que es en cierto modo una
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho continua promulgación : por esto dice
(a. 1) la l e y es impuesta á otros por modo San Isidoro ( E t y m . 1. 2, c. 10 ; y 1. 5,
de regla y medida; y esta se impone, en c. 3 ) que «la ley (lex) es llamada así del
cuanto se aplica á los que son regulados » verbo leer (legere), porque ha sido es-
6 medidos : por lo tanto, para que la ley » crita».
obligatorio el acto de su cumplimiento ; bien así como en or- como Cristo la dio á conocerá sus Apóstoles parcial y gradual-
den al modo ó forma de la promulgación, que desde luego se mente, según se iban presentando ocasiones oportunas ; pero
comprende no puede menos de' ser varía según las diversas con toda solemnidad fue promulgada la Nueva Ley Evangé-
clases de leyes, como sucesivamente se irá esponiendo. lica en el dia de Pentecostés con el aparato, que sabemos la
(1) Los emperadores Teodosio y Valentiniano al Prefecto acompañó (Acl. 2,1 y sig.); así como la Antigua de Moysés
del Pretorio: «las leyes y constituciones ciertamente dan en el monte Sinaí *. y por último las leyes humanas so pro-
» forma á los hechos futuros, y no tienen efecto retroactivo mulgan con diversa solemnidad según la varia costumbre de
» respecto de los pasados ». de los pueblos y sus respectivas cancillerías ; ya publicán-
(2) Palabras que por cierto no son parte del decreto mis- dose en documentos oficiales, como en España la Gacilla y Bo-
mo ; y sí más bien anotación ó aclaración de su contesto por letines; ya fijándose en los sitios más concurridos y accesibles,
Graciano, tomada^de San Agustín, y que en los antiguos como se hace con ciertos bandos ó edictos ; ya también á voz
ejemplares de las Decretales se hallaba unificada con su testo, de pregón y de clarines ú otros instrumentos ; ya en fin dán-
como los demás apéndices ó glosas. dolas lectura pública en plazas, templos o lugares de mayor
(3) La promulgación de la ley eterna y natural se verifica concurrencia, ó desde tribunas ó pulpitos, tablados ó balco-
por el dictamen mismo de la razón. La divina positiva se hace nes, destinados al efecto.
á veces por revelación interna, cual la tuvieron los Profetas, (4) En los cuatro artículos de esta C. 90.
y otras mediante cierta esterior manifestación sin solemnidad,
CUESTIÓN XCI.
Diversidad de leyes.
(1) En acto, como es necesario existan los que hayan de » atribuyen los actos propios de esta ».
ser obligados á la observancia de la ley ; no bastando por con (3) No material, en cuyo concepto no es más eterna que las
siguiente que las criaturas existiesen en la mente divina. criaturas ni pertenece al Libro de la vida; sino ert cuanto sig
(2) De aquí la definición de la ley eterna : «la suprema ra nifica la colección de los divinos preceptos, según se hace
» zon del gobierno de los seres, primaria y original» ó radi constar espresamente (Eccli. 24, 32), rodo esto es el libro de la
cal, que en realidad y en Dios es su misma Providencia, aun vida y el testamento del Altísimo y el conocimiento de la verdad ; y
que nosotros racionalmente y á nuestro modo la distinguimos sí en el sentido metafórico indicado en la Conclusión y espuesto
a
de ella : я es como el principio ó raíz de la Providencia mis en todo el a. I d e l a C . 24 de la 1. P., T. l.° pág. 220.
il ma (De ши. С. б, a. 1, al 0;°), por lo que con razón se la
602 CUESTIÓN XCI. — ARTÍCULOS I Y II.
A l 3.° que la ley importa orden al fin están ellos sometidos á una l e y natural,
activamente, en cuanto por ella se orde- el hombre tampoco lo estará.
nan las cosas al fin; mas no pasivamente, P o r e l c o n t r a r i o , sobre aquello
es decir, ordenándose la misma ley al fin, ( R o m . 2 ) , los gentiles que no tienen ley,
sino per accidens respecto del gobernante hacen naturalmente lo que es de la ley,
cuyo fin está fuera del mismo y á quien d i c e l a Glosa (ordin.) ( 2 ) q u e , « s i no
necesariamente ordena su l e y : y, como el » tienen ley escrita, tienen no obstante la
fin de la gobernación divina es el mismo » l e y natural, por la que cada uno conoce
D i o s , y su ley no es otra cosa alguna » y se da cuenta (sibi conscius est) de lo
fuera de él m i s m o ; sigúese que la l e y » que es bueno y lo que es malo » .
eterna no se ordena á otro fin. Conclusión. La ley natural no es otra
cosa que la participación de la ley eter-
ARTÍCULO I I . — H a y e n nosotros algu- na , en cuya virtud todas las criaturas,
n a ley natural ? (1)
pero de un modo más escelente la racio-
nal, tienen inclinación á suspropios actos
y fines, distinguiendo esta el bien y el
1.° Parece que no bay en nosotros una mal.
l e y natural: porque el hombre es suficien- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
temente gobernado por la l e y eterna, ( C . 9 0 , a. 1 al 1.°), siendo la l e y una
puesto que San A g u s t í n dice ( D e lib. regla y medida, puede existir en, alguno
arb. 1. 1 , c. 6 ) que « la ley eterna es de dos maneras : 1 . como en el que re-
a
(1) Lo mismo que los teólogos todos unánimemente aun los modernos boy más comunmente consultados Gury la define,
filósofos sensatos de todos tiempos, como Aristóteles (FJhlc. « la ley eterna intimada á la naturaleza racional por la luz
1. 5, c. 7) y Cicerón (De legib. 1. 1 y 2), reconocen y admiten » natural, ya babitualmente por la recta razón, ya actual-
una ley natural; si bien no todos la definen igualmente. El » mente por su dictamen » ; Scavini « participación de la ley
V. P. Capponi dice ser « aquella, por la que cada cual según B eterna en la criatura racional, dictando y prescribiendo de-
» el dictamen de su razón natural (aludiendo en esta espre- » ber hacerse lo intrínsecamente bueno y evitarse lo intrínse-
» sámente á la sindéresis, pues cilalaC. 79, a.12, de l a l . P . )
B
preceptos de la ley natural como de objeto las cosas operables, que son sin-
ciertos principios comunes é indemostra- gulares y contingentes; pero no las ne-
bles , proceda la razón humana á algu- cesarias , como la razón especulativa :
nas disposiciones particulares, que son por lo cual las leyes humanas no pueden
las que descubiertas por ella se llaman tener la misma infalibilidad, que tienen
leyes humanas, observadas las demás las conclusiones demostrativas de las
condiciones esenciales á la ley, como se ciencias. N i es menester que toda medida
ba dicbo (C. 90). P o r esto dice Cicerón sea por completo infalible y cierta, sino
en su Retórica ( D e invent., 1. 2) que en lo que es posible en su género (3).
« el principio del derecho tiene s u origen
» en la, naturaleza; que después algunas ARTÍCULO I V . — ¿ n a s i d o n e c e s a r i o
» cosas erigiéronse en costumbre por ra- que h u b i e s e a l g u n a ley ilivlna ? (4).
» zon de ( 1 ) u t i l i d a d ; y por último,
» que las originarias de la naturaleza y l.° Parece que no ha sido necesario
» probadas por la costumbre han sido san- que hubiera alguna l e y divina : porque,
» cionadas por el temor á las leyes y á la como se ha dicho (a. 3 ) , la l e y natural
» religión » . es cierta participación de la l e y eterna
A l argumento 1.° diremos, que la ra- en nosotros ; y la l e y eterna es l e y divi-
zón humana no puede participar por com- na, según se ha dicho (a. 1). L u e g o no
pleto del dictamen de la razón divina, es necesario que ademas de la l e y natu-
sino á su modo é imperfectamente : y por ral y las humanas derivadas de esta
lo t a n t o , así como por parte de la razón haya alguna otra l e y divina.
especulativa la participaciou de la sabi- 2.° D í c e s e ( E c c l i . , 1 5 , 1 4 ) : Dios
duría divina nos infunde un conocimiento dejó al hombre en la mano de su con-
de ciertos principios comunes, mas no el sejo ( 5 ) , y el consejo es acto de la razón,
propio (particular) de cada verdad tal, como se ha demostrado ( C . 1 4 , a. 1).
como se contiene en la misma divina sa- L u e g o el hombre h a sido entregado al
biduría ; del mismo modo por parte de la gobierno de su razón : y , puesto que el
razón práctica el hombre participa natu- dictamen de la razón humana es la ley
ralmente de la l e y eterna en cuanto á humana, no es menester que el hombre
ciertos principios comunes, mas no res- sea gobernado por l e y divina alguna.
pecto de la dirección particular de las 3.° L a naturaleza humana es más su-
singularidades, aunque se hallan conte- ficiente que las criaturas irracionales;
nidas en la l e y eterna : y por esto es n e - las cuales sin embargo no tienen algu-
cesario ademas que la ley humana san- na l e y divina aparte de su inclinación
cione ciertas leyes particulares. natural en ellas infundida : luego mucho
A l 2.° que la razón humana no es por menos la criatura racional debe tener
sí regla de las cosas ; pero los principios alguna l e y divina ademas de la l e y na-
inherentes á ella naturalmente son cier- tural,
tras reglas generales y medidas de t o - Por el contrario , D a v i d pide al Se-
das las cosas que el hombre debe hacer, ñor que le dé una l e y , diciendo ( P s . 118,
de las cuales la l e y natural es la regla y 33) : pónme por ley, Señor, el camino
medida, aunque no lo sea de las que de tus justificaciones.
provienen de la naturaleza ( 2 ) . Conclusión. Ademas de la ley natural
A l 3.° que la razón práctica tiene por y la humana ha sido necesaria una ley
(1) V no «por utilidad 'de la razón » (ex ulílííate rationis), rilante ó anulatoria.
como se lee en algunas ediciones y rectifica el P. Tv'icolai, di- (i) La ley divina positiva puede definirse, refundiéndolas
ciendo que a es abusar de la razón » el adoptar semejante re- definiciones de diversos teólogos accidentalmente diversas:
dacción, por más que así se encuentra aun en algún manus- '(ley dada por Dios inmediatamente y por signos estemos á
crito de la S U M A . n los hombres, para dirigirlos á su fin sobrenatural». Com-
(2) Como pretendía Protágoras, según refiere (ibld) el mis- prende los dos Testamentos antiguo y nuevo ó evangélico, cu-
mo Aristóteles, en el concepto sin duda de que es capaz de yos preceptos son ó morales ó ceremoniales ó judiciales (en
sentirlas y conocerlas. el Mosaico) y de consejo en el evangélico ; y se diferencia de
(3) Scabini define la ley humana : « la prescrita por el jefe la eterna principalmente en ser esta increada, y la positiva
» de una sociedad humana á sus subditos en orden al bien creada y temporal.
» común» ; y la subdivide por razón de su origen en eclesiás- (5) A merced de su libre albedrío, según esplica la Glosa
tica y civil, y por su modo ó forma en preceptiva, penal é ¡r- interlineal, sin escluir empero el gobierno divino.
CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 605
divina, para dirigir al hombre infali- ley humana no puede castigar ó. prohi-
blemente á su fin, que es la eterna bien- bir todo lo que se hace m a l a m e n t e ;
aventuranza. p u e s , al intentar suprimir todas las ma-
R e s p o n d e r e m o s , que ademas de la las , seguiríase que se quitarían también
ley natural y de la humana ha sido ne- muchas buenas, y se impediría la utili-
cesario para la dirección de la vida del dad del bien común, que es necesario á
hombre que tuviese una ley divina; y l a ( l ) conservación humana. L u e g o , para
esto por cuatro razones : 1. porque por a
que ningún mal quede sin prohibir é im-
la ley es dirigido el hombre á los actos pune , fue necesario que sobreviniera la
propios en drden al último fin; y , si el ley divina, por la cual se prohiben todos
nombre no se ordenase más que á un fin, los pecados. Estas cuatro causas se insi-
que no escediera la proporción de sus núan ( P s . 18, 8 ) , donde se lee : la
facultades naturales, no sería preciso ley del Señor sin mancilla ( 2 ) , esto es,
que tuviera algo directivo por parte de que no permite impureza alguna de pe-
su razón sobre la ley natural y la hu- cado ; que convierte las almas, porque
mana derivada de esta : mas, por cuanto dirige no solo los actos esteriores, sino
el hombre se ordena al fin de la beati- también los internos ; el testimonio fiel
tud eterna, que escede la proporción de del Señor, por la certeza de su verdad y
la humana facultad natural, como se ha rectitud; que da sabiduría á los peque-
demostrado ( C . 5 , a. 5 ) ; fue necesario ñuelós, en cuanto ordena al hombre á su
que sobre la ley natural y la humana fin sobrenatural y divino.
fuese también dirigido á su último fin Al argumento 1.° diremos, que por la
por ley dada por Dios. 2. Porque á cau-
a
(1J Comcrvalioncm ; y no convcnalioncm, cual se lee en la edi- más propiamente debe interpretarse dicho profélicamente de
ción áurea y en algunas oirás, desviándose del testo de los la que en su reemplazo había de instituir el Salvador.
manuscritos, según advierte rectificando el P. Nicolai. (3) Todos los teólogos están plenamente contestes en reco-
(2) InmaciUata según la Vulgata y el testo de San Jeróni- nocer, como no pueden menos, la doble Ley positiva divina
mo : en el griego se dice irrcprchcnsiHUs. Advierte aquí Ca- de uno y otro Testamento antiguo y nuevo ; bien así como en
siodoroque, si bien todo lo citado del Salmista podía aplicarso que antes de Moisés no hubo otra que la misma Ley natural.
á la ley de Moisés antes de la promulgación do la evangélica,
606 CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O V.
en su reino único, dio una l e y á los hom- segun é l : luego el fómes no tiene razón
bres , que eran todavía imperfectos, y de l e y .
otra más perfecta á los que habían sido 3.° L a l e y se ordena al bien común,
conducidos como de la mano por la pri- como se ha demostrado ( C . 90, a. 2 ) ;
mera á la mayor comprensión de las c o - pero el fómes no inclina al bien común, y
sas divinas. sí más bien al privado : luego no tiene
A l 2.° que la salvación de los hombres naturaleza de ley.
no podía hacerse sino por Cristo (1) Por el c o n t r a r i o , dice San P a b l o
según aquello ( A c t . 4 , 12) : no hay de- ( R o m . 7, 23) : veo otra ley en mis miem-
bajo del cielo otro nombre dado á los bros , que contradice á la ley de mi vo-
hombres , en que nos sea necesario ser luntad.
salvos; y por lo tanto la ley, que induce Conclusión. La misma desordenada
perfectamente á todos á su salvación , no propensión é ímpetu de la sensualidad,
pudo ser dada sino después de la venida que es el llamado fómes, consecuencia de
de Cristo; pero antes convino fuese dada la pérdida de la justicia original, es
al p u e b l o , del cual Cristo habia de na- para el hombre destituido de su primiti-
cer , una l e y preparatoria para recibir á va dignidad una verdadera ley penal (4).
Cristo, en la cual se contienen ciertos ru- Responderemos que, según se ha dicho
dimentos de la justicia salvadora. ( C. 9 1 , a. 1, al 1.° ) , la l e y se encuentra
A l 3.° que la l e y natural dirige al esencialmente en el que regula y mide, y
hombre según ciertos preceptos comunes, por participación en lo que es medido y
que convienen igualmente á los perfectos regulado; de modo que toda inclinación
y á los imperfectos (2); y por eso es una ú ordenación, que se halla en las cosas
para todos. P e r o la l e y divina dirige al que están sujetas á la ley, se dice l e y por
hombre aun en ciertas particularidades, participación, como consta de lo y a dicho
respecto de las cuales no se hallan en (a. 2). P u e d e empero hallarse en lo s o -
idéntica actitud los perfectos y los im- metido á la l e y alguna inclinación proce-
perfectos ; por cuya razón convino que dente del legislador de dos m o d o s : 1.°
hubiera dos leyes divinas, según y a se ha en cuanto directamente inclina sus sub-
dicho. ditos á algo y á veces á diversos actos; y
en este sentido se puede decir que la l e y
militar es otra que la de los mercaderes;
ARTÍCULO V I . — n » y mguna icy de 2.° indirectamente , en cuanto del hecho
fóiues ? (3). de destituir el legislador á alguno de sus
subditos de alguna dignidad, resulta que
l.° Parece que no h a y alguna l e y del el destituido pasa á otro orden y como á
fómes: porque San Isidoro dice ( E t y m . otra l e y : por ejemplo, el soldado sepa-
1. 2 , c. 3 ) que « l a l e y consiste en la ra- rado por destitución de la milicia pasa á
» zon » ; y el fómes no consiste en la ra- estar bajo la l e y de los labradores ó mer-
zón , antes bien desvía de ella. L u e g o el caderes (5). A s í pues las diversas cria-
fómes no tiene carácter de l e y . turas bajo Dios legislador tienen también
2.° Toda l e y es obligatoria, de tal inclinaciones naturales diversas, de tal
modo que se dicen transgresores los que modo que lo que para una es de algún
no la observan ; mas el fómes no .consti- modo ley, respecto de otra es contraven-
tuye en transgresor al que no lo sigue, y ción de la l e y : como si digo que la rabia
más bien se hace transgresor el que obra es en cierta manera l e y del perro y con-
(1) Supuesta, como es obvio, la predeterminación divina forme á la indicación de San Pablo (Rom. 1, 23) : veo otra ley
de la Encarnación del Verbo para la obra de la redención; en mis miembros, repugnante d ley de mi espirita...
pues en absoluto bien pudo Dios haber escogitado algún otro (4) Muy conveniente será á los lectores hacerse cargo del
medio de realizarla, según se espondrá en la 3." P. C. 1, a. 2, verdadero y legítimo concepto de la ley penal, consultando al
yC. 40, a. 2. efecto alguno de los más autorizados autores de Teología Mo-
(2) Respeeto de los preceptos únicamente, y no en orden á ral, entre los que sobre este punto recomendamos con prefe-
los consejos, de los que por ahora no se trata. V. en la 2."-2.« rencia la obra hoy tan conocida de Scabini, calcada en la de
la C. 184. San Alfonso de Ligorio.
(3) Entiende aquí por la ley del Tomes el fómes mismo, ó (5) Perdiendo por lo mismo todo fuero militar, y quedando
sea, la inclinación de la sensualidad ó del apetito sensitivo á bajo la ley común de los no militares ó paisanos.-
lo deleitable á los sentidos aun en pugna con la razón, con-
608 CUESTIÓN XCI. — A R T Í C U L O VI.
traria á la l e y de la oveja ó de otro ani- ley, como penal, y aneja por ley divina
mal manso. E s pues ley del hombre , re- al hombre destituido de su propia dig-
cibida de la ordenación divina conforme nidad.
á su propia condición, el que obre según A l argumento 1.° diremos, que aquella
la razón ; ley por cierto ya vigente en el razón procede del fómes considerado en
primitivo estado, según la que nada podia sí mismo, según que inclina al mal; y en
sorprender al hombre ni fuera de la ra- este supuesto no tiene razón de ley, como
zón ni contrario á e l l a : pero , cuando el y a queda d i c h o , sino como consecuencia
hombre se alejó de D i o s , incurrió en ser de la justicia dé la l e y divina : como si se
arrastrado por el ímpetu de la sensuali- dijese ser ley el que á algún noble por su
dad ; aconteciendo lo propio también á culpa se le permitiese dedicarse á los tra-
cada cual en particular, cuanto más se bajos serviles.
apartare de la razón , asimilándose en A l 2.° que aquella objeción se refiere
cierto modo á las bestias , que son guia- a l o que es l e y , como regla y medida;
das por el ímpetu de la sensualidad, se- pues así los que de ella se separan há-
g ú n aquello ( P s . 4 8 , 2 1 ) : el hombre, cense (1) transgresores : mas de este
cuando estaba en honor, no lo entendió; modo el fómes no es l e y , sino por cierta
ha sido comparado á las bestias insen- participación, como y a se ha dicho (aquí
satas , y se ha hecho semejante á ellas. y C. 90, a. 1).
A s í pues la misma inclinación de la sen- A l 3.° que aquella razón procede del
sualidad, que se llamafómes, en los otros fómes en cuanto á la propia inclinación,
animales tiene en verdad y absoluta- mas no en cuanto á su origen : y no obs-
mente razón de ley, aunque bajo el solo tante, si se considera la inclinación de la
aspecto en que en los tales puede decirse sensualidad, según que se halla en los
l e y , según la directa inclinación de la l e y ; otros animales, así se ordena al bien co-
mas en los hombres no tiene en este con- mún, esto e s , á la conservación de la na-
cepto el carácter de ley, siendo más bien turaleza en la especie ó en el individuo:
desviación de la l e y de la razón ; pero, y esto sucede también en el h o m b r e , en
en cuanto por la divina justicia el hom- tanto que la sensualidad está sometida á
bre es destituido de la justicia original y la razón; pero el fómes se dice, por cuanto
del vigor de la razón, ese ímpetu de la se estralimita del orden de la razón.
sensualidad, que le guía, tiene razón de
(1) Especialmente y con toda propiedad, si se apartan de legítima ; y respecto de las demás solo se dicen propiamente
la ley divina, que es la verdadera y primaria regla de las ac- transgresores ó infractores de la ley sus violadores en razón
ciones humanas y aun de toda olra ley justa, conveniente y de su participación de la divina ley.
CUESTIÓN XCII.
Efectos de la ley.
Trataremos de los efectos de la ley, e x a m i n a n d o : 1.° El efecto de la ley es hacer buenos á los h o m -
bres ? — 2.° Los efectos de la ley son m a n d a r , vedar, permitir y castigar según dice el Jurisperito? (1)
(1) Papiniano en su libro 1.° de las definiciones, de dondo (2) Que ya se presuponen buenos, para observarla en vir-
se tomó é insertó en el antiguo Digesto (1.1, tit. 3, De legibus tud de esa su previa bondad.
Senatusquc consultis, § 1 .).
o
(1) TNo c. 6, como equivocadamente citan muchas de las an- (4) Llámanse así los cuatro enumerados á continuación con
tiguas ediciones, anteriores á esta rectificación del P. Tíicolai; cierta impropiedad y en el solo concepto de integrantes de la
y aun algunas posteriores, en las que por lo visto no se se ha ley, que por ellos viene á ser como constituida ó completa;
hecho aprecio de ella. pues en realidad son actos del legislador.
(2) Ademas de ser también proporcionadas entre sí, sin (5) Véase la nota 1, pág. 609.
cuyo requisito no pueden estarlo convenientemente con el (6) Por cuanto el precepto versa ordinariamente sobre co-
todo, que es de lo que aquí directa y principalmente se trata. sas absolutamente necesarias y propuestas como tales á todos
(3) In subditis comunmente en las ediciones y manuscritos '• y á cada uno ; al paso que suelen ser objeto de consejólas
algunos teólogos sin embargo proponen subditos en acusativo, convenientes á determinados individuos para su mayor per-
modificación de todo punto innecesaria y aun quizá poco en fección ó provecho, mas no de absoluta necesidad ni obliga-
armonía con la intención ó designio del autor, y desde luego torias en común. Véase en ta 2.°-2."e la C. 184, a. 3.
no suficientemente autorizada ni por consiguiente aceptable.
CUESTIÓN XCII. — ARTÍCULO I I . 611
por miedo á los castigos no es bueno ; todos los actos de virtud, como dice Aris-
pues « por el temor servil, que es el t e - tóteles ( E t h . 1. 5, c. 1 ) ; otros actos son
lo mor á los castigos, aunque alguno baga malos en su género, como los actos vicio-
» l o b u e n o , no, hace -sin embargo algo sos, y en cuanto á ellos la ley tiene el de
» bien y>, como dice San Agustín (Encb. prohibir; los hay indiferentes por su g é -
c. 121). L u e g o no parece ser propio de nero, á los cuales corresponde en la ley
la ley el que castigue. el permitirlos, pudiendo también llamar-
Por el contrario, San Isidoro dice se indiferentes todos aquellos actos, que
(Etym. 1. 5, c. 19) : « t o d a l e y ó permite son ó poco buenos ó poco m a l o s ; y por
» algo, como que el varón fuerte aspire último el medio que la ley emplea para
» a l premio; 6 prohibe, por ejemplo pe- que se la obedezca es el temor del cas-
» dir en matrimonio á las vírgenes con- tigo , bajo cuyo concepto la compete el
» sagradas á D i o s ; ó castigar, v. g. con- efecto de castigar.
» denando á muerte al asesino ». A l argumento 1.° diremos q u e , así
Conclusion. Es conveniente la desig- como el cesar de hacer el mal implica
nación de estos cuatro actos de la ley: cierta razón de bien, del mismo modo la
mandar los actos virtuosos, prohibir los prohibición importa cierta razón de pre-
viciosos, permitir los indiferentes y cas- cepto ; y según esto, tomando en sentido
tigar á sus infractores. lato la palabra precepto, se dice general-
Responderemos que, como la enuncia- mente que la ley es un precepto.
ción (1) es el dictamen de la razón bajo A l 2.° que el aconsejar n o es acto
1
la forma de espresion, así la ley lo es por propio de la ley, sino que puede pertene-
modo de precepto: y, siendo propio de la cer aun á persona privada, á quien no
razón inducir de alguna cosa otra; así compete establecer la l e y : así el A p ó s -
como en las ciencias demostrativas la ra- tol, al dar un consejo (i Cor. 7, 2 5 ) , ha
zón induce á asentir á la conclusion por dicho : digo yo, no el Señor ; y por esta
medio de ciertos principios, igualmente razón no se enumera entre los efectos de
escita á dar asenso al precepto de la ley la l e y .
por algún medio. L o s preceptos de la ley A l 3.° que aun el premiar puede per-
tienen por objeto los actos humanos, en tenecer á cualquiera ; mas el castigar no
los que la misma dirige, según se ha dicho incumbe sino al ministro de la l e y , por
(C. 90, a. 1; y C. 91, a. 4 ) ; y los actos cuya autoridad se impone el castigo: por
humanos se dividen en tres categorías: lo que el premiar no se considera como
porque, como se ha dicho ( C . 18, a. 5 y 8), un acto de la ley, y sí solo el castigar.
ciertos actos son buenos en su género y A l 4.° que, por lo mismo que uno em-
actos de las virtudes, respecto de los cua- pieza á adquirir el hábito de evitar el
les se asigna como acto de la ley el pre- mal y hacer el bien por temor del casti-
ceptuar ó mandar; pues la l e y manda g o , es conducido algunas veces á obrar
así con placer y de propia voluntad: y
según esto la l e y aun castigando llega á
(1) Proposición ó manifestación del juicio por palabras ú
otros signos estemos. conseguir hacer á los hombres buenos.
CUESTIÓN XCIII.
De la ley eterna.
83). Respecto de la ley eterna examinaremos seis c o s a s : 1. Qué es la ley eterna? — 2.* Es conocida de
a
t o d o s ? — 3 . Toda ley se deriva de esta? — 4. Las cosas necesarias están sometidas á ella?— 5. Lo
a a a
están las cosas naturales contingentes? — 6. Todas las cosas h u m a n a s están sometidas á esta ley?
a
nuestra mente es la l e y eterna : luego la quien gobierna todos los actos y movi-
mientos, que se observan en cada una de
verdad es la l e y eterna ; y , como la ver-
las criaturas, como asimismo se ha ma-
dad y la razón no son una misma cosa,
nifestado ( P . 1. C. 103, a. 5 ) : por con-
a
(1) En la divinidad también, debe sobreentenderse ; pues hombre, y sí como intelectiva, cual existe asimismo on los
no se trata aquí de la razón como facultad discursiva en el ángeles y eminentísima cuanto esencialmente en Dios.
CUESTIÓN X C I I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 613
los seres al debido fin : y según esto la versa manera que la razón del entendi-
ley eterna no es otra cosa que la razón miento h u m a n o : porque este es medido
de la divina Sabiduría, en cuanto es di- por las cosas, de tal suerte que el con-
rectiva de todos los actos y mociones (1). cepto del hombre no es verdadero por sí
A l argumento 1.° diremos, que San mismo, sino que se dice verdadero por su
Agustín habla allí de las razones ideales, conformidad con las cosas; pues de ser ó
que atañen á las naturalezas propias de no ser una cosa proviene ser la opinión
las cosas singulares; y por lo tanto se verdadera ó falsa. E l entendimiento divino
encuentra en ellas cierta distinción y (por el contrario) es la medida de las
pluralidad según sus diversas relaciones cosas; puesto que cada cosa en tanto
con las c o s a s , como queda espuesto tiene verdad, en cuanto imita al entendi-
( P . 1." C. 1 5 , a. 2 y 3 ) : pero la ley se miento divino, según lo dicho ( C. 1 6 , á. 1 ):
dice directiva de los actos en orden al y así el entendimiento divino es verda-
bien común, según lo dicho ( C . 9 0 , a. 2); dero en sí mismo, por lo cual su razón
y, como las cosas diversas en sí mismas es la verdad misma.
se consideran como una sola, según que
*
se ordenan á algo común, sigúese que la
ley eterna es única ( 2 ) , que es la razón A R T Í C U L O I I . l a ley eterna es conocida
de este orden. de todos? (3).
A l 2.° que respecto de cualquier
verbo pueden considerarse dos cosas, el l.° Parece que la ley eterna no es co-
mismo verbo ó palabra y las cosas que cida de t o d o s , porque dice el A p ó s t o l
por él se espresan : porque el verbo vo- ( i Cor. 2, 1 1 ) : nadie conoció las cosas
cal es cierta emisión de la boca del hom- de Dios, sino el Espíritu de Dios; y la
bre ; mas por este verbo se espresa lo ley eterna es cierta razón existente en la
que las palabras humanas significan; y mente divina. L u e g o es. desconocida de
lo mismo debe entenderse respecto del todos, escepto de solo Dios.
verbo mental del hombre, que no es otra 2.° D i c e San Agustín ( D e lib. arb. 1.
cosa que cierto concepto ( formado ) en 1, c. 6.) que « la ley eterna es por la que
la mente, por el que el hombre espresa » es justo que todas las cosas sean muy
mentalmente lo que piensa. A s í pues » bien ordenadas.» Pero no todos cono-
en la divinidad el mismo V e r b o , que es cen de qué modo todas las cosas son per-
la concepción del entendimiento del P a - fectamente ordenadas. L u e g o no todos
dre , se dice personalmente; pero todo conocen la ley eterna.
cuanto está en la ciencia» del P a d r e , y a 3.° E l mismo Doctor dice ( D e vera
sea esencial ó y a personal, ó aun las obras relig. c. 3 1 ) que « la ley eterna es de la
de D i o s , se espresan por este Verbo, » que los hombres no pueden juzgar »; y ,
como lo evidencia San A g u s t í n ( D e según se dice ( E t h i c . 1. 1 , c. 3 ) «cada
Trin. 1. 1 5 , c. 14) : y entre las demás » cual juzga bien de lo que conoce».
cosas que en este Verbo se espresan, la L u e g o la ley eterna no nos es conocida.
ley eterna es también espresada por el Por el contrario, dice San Agustín
mismo V e r b o ; mas no se sigue de esto ( D e lib. arb. c. 6 ) que « e s t á impresa en
que la ley eterna sea en la divinidad un » nosotros la noción de la l e y eterna».
nombre personal, aunque se apropia al
Conclusión. La ley eterna [ 1 ] , tal
Hijo por la conveniencia de la razón al
como en sí misma es, solo pueden cono-
Verbo.
cerla Dios mismo y los bienaventurados,
A l 3.°, que la razón del entendimiento que ven la divina esencia ; mas [ 2 ] en su
divino se há respecto de las cosas de di- efecto y como en cierta irradiación ó par-
íi) i)c manera que, como observa Büluart, la ley eterna pecto de la ley lo que la conclusion en relación con su prin-
difiero racionalmente de la idea, que es el tipo ó ejemplar de cipio universal. Véase la nota 2, pág. 601.
las criaturas en Dios, al paso que la ley eterna es el orden del (2) Sin perjuicio de la distinción mental por nuestra parte
gobierno ó régimen divino de las mismas ; y de la providen- délas diversas leyes particulares, contenidas en esa única
cia en que por una parte esta no implica fuerza obligatoria, ley común y universal, como advierte Suarez y es bien obvio.
como si la ley, y por otra la ley mira al bien común de todo (3) Es decir: n¡ conocen ó saben todos cuál y cómo es la
el universo y la providencia al particular é individual de los »ley eterna?»
sores que lo componen ¡ siendo ademas la providencia res-
614 CUESTIÓN Х С Ш . — ARTÍCULOS II Y I I I .
ticipacion de ella conócela toda criatura cierne las palabras, y del sabor el pala
racional. y en este sentido dice
dar del que come ?
Responderemos, que se puede cono Aristóteles (Ethic. 1. 1, c. 3 ) que «cada
cer algo de dos maneras ; en sí mismo y » cual juzga bien de las cosas que co
en su efecto, en el que se encuentra al » noce », juzgando si es verdadero lo que
guna semejanza de ello; como alguno, se le propone ; 2. como el superior juzga a
sin ver el sol en su sustancia, lo conoce en del inferior por cierto juicio práctico, si
su irradiación. Debe decirse pues que debe ser así ó no así; y de esta manera
nadie puede conocer la ley eterna, como nadie puede juzgar de la ley eterna (2).
es en sí misma, sino solo Dios y los
bienaventurados, que ven á Diospor esen ARTÍCULO III. — ¿Toda ley so deriva
cia ; pero toda criatura racional la co de l a l e y eterna ? (3).
noce según alguna irradiación mayor ó
menor de ella: porque todo conocimiento l.° Parece que no toda ley se de
de la verdad es cierta irradiación y parti riva de la ley eterna : porque hay cierta
cipación de la ley eterna, que es la ver ley del fómes, como se ha dicho (C. 91,
dad inmutable, como dice San Agustín a. 9 ) , que no se deriva de la ley divina,
(De vera relig. c. 31) ; y todos conocen que es ley eterna; pues á ella misma per
de algún modo la verdad, al menos en tenece la prudencia de la carne, que se
1
cuanto á los principios comunes de la gún el Apóstol (Rom. 8, 7 ) no puede
ley natural, que en los demás unos parti estar (4) sujeta á la ley de Dios. Luego
cipan más y otros menos del conoci no toda ley procede de la ley eterna.
miento de la verdad y según esto cono 2.° Nada injusto puede proceder de la
cen también más ó menos la ley eter ley eterna; porque, según se ha dicho
na (1). ( a. 2, arg. 2.°), « la ley es según la que
Al argumento 1.° diremos, que las co » es justo que todas las cosas estén per
sas que son de Dios no pueden cierta » fectísimamente ordenadas». Es así que
mente ser conocidas por nosotros en sí hay ciertas leyes injustas, según (Is. 10,1)
mismas; pero sí se nos manifiestan por ¡ ay de los que establecen leyes injus
sus efectos, según aquello (Rom. 1, 20): tas! (5). Luego no toda ley procede de
las cosas de Dios invisible se ven y en la ley eterna.
tienden por las obras criadas. 3.° San Agustín dice (De lib. arb. 1.
Al 2.° que, aunque cada uno conoce á 1, c. 5): «la ley, que se escribe para regir
medida de su capacidad la ley eterna del » al pueblo rectamente, j)ermite muchas
modo antes dicho, ninguno sin embargo » cosas que se castigan por la divina
puede comprenderla, porque no puede » Providencia ». Siendo pues la razón
manifestarse totalmente por sus efectos; de la divina Providencia la ley eterna
así pues no es congruente que todo el según lo dicho (a. 1), sigúese que tam
que conoce la ley eterna de la manera poco toda ley recta procede de la ley
antedicha, conozca todo el orden de las eterna.
cosas, según el cual están todas perfec Por el contrario, la Sabiduría divina
tísimamente ordenadas. dice (Prov. 8, 1 5 ) : por mí reinan los
Al 3.° que el juzgar de algo puede en reyes,y los legisladores decretan lo justo;
tenderse de dos maneras : 1. como la mas la razón de la suma sabiduría es la ley
a
potencia cognitiva juzga de su objeto eterna, como se ha dicho (a. 1). Luego
propio, conforme á aquello (Job. 12, 11): todas las leyes proceden de la ley eterna.
¿por ventura la oreja no es la que dis Conclusión. Todas las leyes en cuanto
(1) Aunque todo ser racional tiene materialmente algún noción por lo mismo entra esencial é imprescindiblemente en
conocimiento de la ley eterna en cuanto á sus participacio la verdadera y legítima definición de toda clase de ley. Véase
nes más ó menos determinadas ó esplícitas ; no todos empero lo dicho en la nota 1, pág. 590
la conocen formalmente ó con especificación y de modo que (4) La Vulgata dice non esí (no está), lo quo en efecto y sin
puedan definirla con suficiente claridad y distinción. duda alguna es más exacto teológica y aun filosóficamente
(2) Por la sencillísima razón de que nadie es superior á que, como dice el testo déla SUMA, non potest esse. V. nota 1,
Dios, con quien realmente se identifica la eterna ley. página 205, del T. 1.°
(3) Toda ley, divina ó humana, natural ó positiva, es una (5) En la versión de los Setenta se lee : ¡ay de los q ue escri
derivación de la ley eterna ó suprema razón de Dios, cuya ben iniq uidad!
CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 615
(1) Del artífice principal ó director de la obra artística. (3) Véanse las notas 3 y 4 de la página G07.
(2) Derivación, que puede entenderse de tres modos, según (4) La Vulgata dice : non esl potestas nisiáDeo, « no hay po-
esplican los teólogos : 1.° como de su arquetipo ó modelo, por li testad sino de Dios ».
cuanto toda ley debo necesariamente conformarse con la (5) Nótese bien la intencionada distinción éntrelo eterno y
eterna, si ha de ser justa ; 2.° como de causa eficiente, pues lo necesario, aun cuando esto no sea eterno.
no hay potestad legislativa que no proceda de Dios; 3.° en (6) A su Dios y Paire. Más vigoroso parecería el argumento,
cuanto la ley eterna mediante la luz natural de la razón ó la aduciendo literalmente el Y . 28, que dice : cuando todo esté so-
superior é infusa de la revelación ó de la fe prescribe y juzgado (al Hijo, , entonces aun el Hijo mismo estard sometido d
1
aprueba la institución de algunas leyes en consonancia con aquel, que sometió á si todas las cosas-.. Otra prueba más de la
las circunstancias locales, temporales, personales y demás de sinceridad del candoroso cuanto sapientísimo y discreto Au-
los que deben someterse á ellas y observarlas ó darlas cum- tor. V. n. 1, pág. 205, del tomo 1.°
plimiento.
616 CUESTIÓN X C I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V.
(1) Véase la nota 2, pág. 606. labra oslemos, defiriendo á la común y casi del todo unánime
(2) Implícitamente y como de paso en la C. 90, a. 3, al 2.°; redacción de todos los ejemplaresconocidos. '
pero de propósito y más ámpliay categóricamente en la C. 92, (4) Lo que equivale á decir que no cae bajo el imperio de
a. 2, contando esa cohibición entre los actos ó efectos propios la ley eterna la misma divina voluntad, y sí los objetos de sus
de toda ley propiamente dicha. voliciones : y el decirse razonable la voluntadle Dios se fun-
(3) Así unánimes los manuscritos y generalmente las edi- da en que unos de estos objetos son por razón de otros ó uno
ciones casi también sin escepciones ; aunque Conrado Koclin razón de la existencia de otro, en conformidad con lo es-
propone divinos, en vez de (eternos, para hacer resaltar más el puesto en la 1. P., C. 19, a. 3.
a
contraste ó antítesis, y parece abogar por esa sustitución Ni- (5) De la misma ley eterna, que es la verdadera causa de
colai, como también la adopta Drioux : y en efecto, la idea su necésariedad.
de gobierno ó régimen entraña algo de acción no eterna, toda (6) Rabi Moisés, tan repetidamente citado en la 1." P., de-
vez que los seres gobernables no existen ab ceterno, según ob- cía heréticamente que « los contingentes particulares no de-
serva el mismo P. ¡S'icolai, quien no obstante conserva la pa- » penden de la divina providencia », ni por consiguiente do
CUESTIÓN XCIII. — ARTÍCULO V. 617
la ley eterna , que es la razón de aquella, según se acaba de muy imperfecto, por lo que se les llama irracionales propia-
consignar ¡ por lo que esta doctrina es una concluyente refu- mente en sentido privativo. Véase en el T. l.°la nota 2 de su
tación de la tal herejía. página 26.
(1) Negativa y no privativamente ; pues carecen absoluta- (2) Los animales mediante sus instintos recibidos de Dios
mente de razón, al paso que los brutos animales tienen algún para sus respectivos fines, y los seres insensibles por las le-
conocimiento análogo al do la razón, aunque inferior á él y yes ó propiedades físicas, & que irresistiblemente obedecen.
618 CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O V I .
ha dicho ( P . 1. C. 2 2 , a. 2 ) : y , puesto
a
na [1] aun en cuanto á su participación
que la l e y eterna es la razón de la divina y conocimiento de ella : los buenos [2]
providencia según lo dicho (a. 2), sigúese perfectamente, obrando conforme á la
que los defectos de las cosas naturales misma; é [ 3 ] imperfectamente los malos
están subordinados á la ley eterna (1). por parte de sus operaciones, supliéndose
en ellos pasivamente lo que les falta de
ARTÍCULO V I . — Todas l a s c o s a s h u - acción , al modo que en los seres irracio-
m a n a s e s t á n sometidas á l a l e y eterna ? nales.
R e s p o n d e r e m o s , que algo está some-
l.° Parece que no todas las cosas hu- tido á la l e y eterna de dos m o d o s , como
manas están sometidas á la l e y eterna: se deduce de lo dicho (a. 5) : 1.° en cuan-
porque dice San P a b l o ( Gal. 5, 18) : si to participa de la ley eterna por modo de
sois guiados del espíritu , no estáis bajo conocimiento; 2.° por modo de acción ó
la ley. E s así que los hombres virtuosos? de pasión, en cuanto es participada á
que son hijos de Dios por adopción , son manera de principio interior de moción;
dirigidos por el espíritu de D i o s , según y en este segundo sentido las criaturas
estas palabras ( R o m . 8, 14), los que son irracionales están sometidas á la ley
movidos por el espíritu de Dios, esos son eterna, según lo dicho (a. 5). Pero, como
hijos de Dios. L u e g o no todos los hom- la naturaleza racional, ademas de lo que
bres están sometidos á la l e y eterna. es común á todas las criaturas, tiene algo
2.° D i c e el Apóstol ( R o m . 8, 7 ) : la propio de ella como racional ; sigúese
prudencia (2) de la carne es enemiga de que está sometida bajo uno y otro aspec-
Dios, pues no está sujeta á la ley de to á la ley eterna ; pues por una parte
Dios. E s así que h a y muchos hombres, tiene de algún modo noción de la ley
en quienes domina la prudencia de la eterna, según se ha indicado (a. 2), y por
carne. L u e g o no todos los hombres están otra á cada criatura racional es inherente
sometidos á la l e y e t e r n a , que es l e y de una inclinación natural á lo que es con-
Dios. forme á la l e y eterna ; por cuanto, como
3.° D i c e San Agustín ( D e lib. arb. dice Aristóteles ( E t h . 1. 2 ) , « h e m o s
1. 1, c. 6) que « l a ley eterna, es por la » nacido (4) para poseer las virtudes ».
2> que los malos merecen la miseria (3) Uno y otro modo son sin embargo im-
» y los buenos la vida bienaventurada » ; perfectos y en cierto modo corrompidos
pero los hombres y a bienaventurados ó en los malos , cuya inclinación natural á
y a condenados no se hallan en estado de la virtud se deprava por el hábito vicioso,
merecer: luego no están sometidos á la y aun el mismo natural conocimiento del
l e y eterna. bien es oscurecido en ellos por las pasio-
nes y hábitos de los pecados; al paso que
Por el contrario, el mismo Santo dice
en los buenos se encuentran dichos dos
( D e civ. D e i , 1. 19, c. 12): « n a d a s e s u s -
modos más perfectos, porque al conoci-
» trae en modo alguno á las leyes y or-
miento natural del bien se les añade el
» denacion del Supremo Creador, por
conocimiento de la fe y de la sabiduría,
» quien es administrada la paz del uni-
y la inclinación natural al bien es fomen-
» verso » .
tada en ellos por el impulso interior de la
Conclusión. Todas las criaturas ra- gracia y de la virtud. P o r lo tanto los
cionales están sometidas á la ley eter-
(1) De esta doctrina se infiere que aun los sucesos fortuitos verosímil, atendido el estilo harto característico de este Sanio
ó causales, que decir solemos, y que en cierto modo lo son para Doctor, y con efecto así lo hace aquel sabio crítico y compe-
nosotros á causa de la imprevisión y escaso alcance de nuestro tente comentarista : deferimos no obstante por nuestra parte
conocimiento de las leyes naturales, no lo son ni pueden con- á la conteste unanimidad de los muchos ejemplares, que te-
siderarse tales respecto de Dios, cuya sabiduría infinita lo nemos á la vista, traduciendo literalmente miseria; pues el
abarca todo y cuyo gobierno próvido y sapientísimo se estien- pensamiento queda sustancialmente el mismo que diciendo
de hasta Jas cosas y acontecimientos más insignificantes á según la rectificación : «los malos merecen vida miserable
nuestro modo de apreciarlos. Conviene consultar de nuevo » y los buenos la feliz ».
ó tener muy presente lo espuesto en la Cuestiones 22, 103 y (4} Sumus innati : propiamente quiere significar que « por
116 d e l a l . ' P . e n e l T . l . " » naturaleza somos capaces ó idóneos parala virtud », ó que
(2) La Vulgata dice sapienlia. « naturalmente hay en nosotros cierta espontánea predispo-
(3) Kicolai advierte que, si bien aun en los códices manus- » sicion y como instintiva tendencia á ella», según interpreta
critos se lee constantemente miseriam, debe reponerse mUeram Aretino, y que debe perfeccionarse por la costumbre (añádese
según el testo de San Agustín, como en efecto parece más en el mismo lugar citado)*
CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O V i . 619
buenos están sometidos perfectamente á bien ser obras del Espíritu Santo que del
la ley eterna, como que obran siempre en mismo hombre : y a s í , no estando el E s -
conformidad con ella ; mientras que los píritu Santo, como ni el Hijo, bajo la ley,
malos están si bajo la ley eterna, aunque según se ha dicho (a. 4, al 2.°); sigúese que
imperfectamente en cuanto á sus accio- estas obras, en cuanto son del Espíritu
nes, como imperfectamente (1) conocen Santo, no caen bajo la ley, lo que testifica
el bien é imperfectamente (2) se incli- este dicho del Apóstol (11 Cor. 3, 17):
nan á él, supliéndose empero lo que falta donde está el Espíritu del Señor, allí
de parte de la acción por la de la pasión, hay libertad.
es decir, en cuanto padecen lo que la ley A l 2.° que la prudencia de la carne no
eterna dicta acerca de ellos, por no hacer * puede estar sometida á la l e y de D i o s por
lo conveniente á e l l a : por lo cual dice parte de la acción, porque inclina á actos
San Agustín ( D e lib. arb. 1. 1, c. 15): contrarios á la divina l e y ; lo está empero
« juzgo que los justos obran bajo la ley -por parte d é l a pasión, por cuanto merece
» eterna » , y en su libro De catechizan- sufrir la pena según la l e y de la divina
dis rudibus (c. 18) que D i o s « p o r la justicia. Con todo esto la prudencia de la
»justa miseria de las almas, que le aban- carne en ningún hombre domina hasta
D donan, sabe ordenar las partes inferio- el punto de corromperse todo el bien de
» res de su creación con leyes convenien- la naturaleza (4), y por esto permanece
B tísimas » . en el hombre la inclinación á obrar lo que
A l argumento 1.° diremos, que aquellas es de la l e y eterna; pues y a se ha de-
palabras del Apóstol pueden entenderse mostrado anteriormente ( C . 85, a. 2) que
de dos modos : 1.° en el sentido de estar el pecado no destruye todo el bien de la
bajo la ley como abrumado por cierta naturaleza.
carga el que no quiere la obligación de A l 3.° que lo mismo es aquello, por lo
la l e y , y así la Glosa (3) dice (ibid.) que algo se conserva en el fin y por lo
que « e s t á bajo la ley el que se abstiene que es movido al fin, como el cuerpo
» de la mala acción por temor del castigo grave reposa en lugar inferior por la gra-
» con que la ley amenaza, y no por amor vedad misma, que le hace tender hacia
» á la justicia » ; de cuyo modo los hom- él : y por lo tanto debe decirse que, así
bres espirituales no están bajo la ley, como según la ley eterna algunos mere-
porque por la caridad, que el Espíritu cen la bienaventuranza ó la reprobación,
Santo infunde en sus corazones, cumplen así por la misma l e y se conservan en la
voluntariamente lo que es de l e y ; 2.° en beatitud ó en la reprobación; y conforme
cuanto las obras del hombre, que es mo- á esto los bienaventurados y los conde-
vido por el Espíritu S a n t o , se dicen más nados están sometidos á la l e y eterna.
flj En los casos particulares y prácticos, propendiendo por c. 57), aunque en la moderna é impresa no se hace constar su
su misma perversidad á conceptuar verdadero bien el apa- procedencia y sus palabras se citan más estractada y compen-
rente y falso ó caduco y transitorio. diosamente, según observa Nicolai.
(2) En cuanto al afecto y consiguientemente también en (4) Conservando por lo mismo cierta participación de la ley
SUB efectos. eterna por lo poco ó mucho que le queda de ese bien natu-
(3) La antigua 6 manuscrita, tomada de San Agustín bajo ral, y en cuyo concepto está sometido á ella bajo el 1.° de los
su mismo nombre espreso al principio (lib. De natura etgratia, dos aspectos esplicados en el desarrollo de la tesis.
CUESTIÓN XCIY.
Ley natural.
Articulo 1.° Qué es la ley n a t u r a l ? - 2.° Cuáles son sus preceptos ? — 3.° Todos los actos de las
virtudes pertenecen a l a ley natural?—4.° La ley n a t u r a l es u n a sola en todos?— 5.° E s m u d a b l e ?
— 6.° Puede borrarse de la mente del h o m b r e ?
(1) Véase la nota 1, pág. 602. masceno (De orth. ftd. 1. 4, c. 23), según lo"rectifica el P. Ni-
(2) No es San Basilio quien dice lo que aquí se le atribuye colai : pueden verse las palabras teslualcs de ambos SS. PP.
por una tergiversación difícil de esplicar, y sí San Juan Da- en la C. 79, a. 13 de la 1." P., pág. 053, col. 2." del T. l.°
CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S I Y II.
621
ademas de estas tres h a y otras en el alma, l e y natural en el hombre son en cuanto á
cuales son ciertos a c t o s , como el querer lo operable lo que los primeros principios
está en el volente y también lo conocido en lo demostrativo. Siendo pues muchos
en el cognoscente, y las propiedades na- los principios indemostrables, son muchos
turales del alma, como la inmortalidad y también los preceptos de la l e y natural.
otras análogas. Conclusión. El primer precepto de la
A l 2.° que la sindéresis (1) se dice ley ley natural [1] cífrase en que « debe
de nuestro entendimiento, en cuanto es un » hacerse lo bueno y evitarse lo malo »,
hábito que contiene los preceptos de la y en él se fundan todos los demás : y [2]
ley natural, que son los primeros princi- el orden de todos ellos es correlativo al
pios de los actos humanos. de. las inclinaciones naturales, cuyos ob-
A l 3.° que aquel razonamiento prueba jetos [3] aprende la razón como buenos
que la ley natural existe habitualmente y dignos de obtenerse, ó como malos y
(en nosotros), lo cual concedemos. desechables.
E u cuanto á lo que se objeta en con- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
trario debe decirse que de lo que se tiene (C. 90, a. 1, al 2.°, y C. 91, a. 3) los pre-
habitualmente algunas veces no puede ceptos de la ley natural son á la razón
uno usar á causa de algún impedimento, práctica lo que los primeros principios
como el hombre no puede usar del hábiío de las demostraciones á la razón especu-
de la ciencia durante el s u e ñ o : é igual- lativa, pues unos y otros son ciertos prin-
mente el niño no puede usar del hábito cipios conocidos por sí mismos. D í c e s e
de la inteügencia de los principios, ó empero que algo es conocido por sí mis-
también de la ley natural, que habitual- mo en dos conceptos: 1.° en sí mismo, y
mente le es aneja, por defecto de edad. 2.° en cuanto á nosotros: toda proposi-
ción, cuyo predicado es de la esencia del
ARTÍCULO I I . — i » ley natural con-
sujeto, se dice evidente en sí mismo, y no
tieno muchos preceptos, ó uno solamente ? lo será sin embargo para el que ignora la
definición del sujeto : así e s t a « el hom- y
l.° Parece que la ley natural no con- » bre es racional», es conocida por sí
tiene muchos preceptos, sino solo u n o : misma según su naturaleza, dado que
porque la l e y se comprende en el género quien dice hombre dice racional; y no
del precepto, como se ha consignado obstante al que ignore qué es el hombre
(C. 92, a. 2); y, si hubiese muchos pre- no le es conocida por sí m i s m a ; por lo
ceptos de la l e y natural, seguiríase que cual dice Boecio (Lib. D e hebdom.) que
también habría muchas leyes naturales. h a y ciertas dignidades (2) y proposicio-
nes comunmente evidentes para todos ;
2.° L a l e y natural va adjunta á la na-
cuales son aquellas, cuyos términos son
turaleza del hombre ; pero la naturaleza
conocidos, como « el todo es mayor que
humana es una respecto al todo, aunque
» la parte J>, y « cosas iguales á una mis-
sea múltiple según las partes : luego no
» ma son iguales entre sí » . Mas ciertas
hay más que un solo precepto de la l e y
proposiciones son conocidas por sí mis-
natural por razón de la unidad del todo,
mas solo de los sabios, que entienden lo
ó hay muchos según la multitud de partes
que significan los términos de ellas, como
de la naturaleza h u m a n a ; y en este su-
al que sabe que el ángel no es cuerpo le
puesto será preciso que aun lo que es
es por sí mismo conocido que no está
propio de la inclinación de lo concupis-
circunscrito á un lugar (3), lo cual no es
cible pertenezca también á la l e y natural.
evidente para los rudos que no lo alcan-
3.° L a l e y es algo perteneciente á la zan. N o obstante en las cosas que caen
razón, como se ha dicho (C. 90, a. 1). E s bajo la aprensión de los hombres hállase
así que la razón en el hombre es una cierto orden: porque lo que primeramen-
sola. L u e g o no hay más que un solo pre- te cae bajo la aprensión es el e n t e , cuya
cepto de la l e y natural. idea se incluye en todas las demás que
Por el contrario: los preceptos de la
(1) V. la C; 79, a. 12, déla 1." P. (3) Véanse las notas 3 y 5 de la pág. 436 del T. l.°, y la
(2) Proposiciones do preferente dignidad por su intuitiva doctrina del testo en aquella C. 52 y sus tres artículos.
evidencia, cuales son los axiomas fundamentales.
622 CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
(1) V. en la 1." P. la C. 5, a. 2. cion de potencias en nada se opone á la unidad del alma indi-
(2) V. el a. 4 d é l a C . 5 de la 1.* P., pág. 39 del T. 1.° vidual.
(3) Distínguense pues tres grados de propensión natural (4) Los antiguos romanos decian que los preceptos del do-
en el único apetito del bien, que no por eso resulta múltiple; recho natural eran estos tres : honeste vivere, altertim non losde-
como la voluntad es sola una- en cada hombre á pesar de sus re, mum cuique tribuere.
diversas voliciones y medios de realizarlas, y como la distin-
CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S III Y I V , 623
actos de las virtudes son de la l e y de na- mente la naturaleza ; sino que los hom-
turaleza, parece por consecuencia que bres las han juzgado útiles y convenien-
todos los pecados son contra naturaleza: tes para bien vivir por la investigación
lo cual sin embargo se dice especialmente de la razón ( 2 ) .
de ciertos pecados. A l argumento 1.° diremos, que la tem-
3.° E n las cosas que son según la na- planza versa sobre las concupiscencias
turaleza convienen todos; mas no todos naturales de comer y beber y de place-
convienen en los actos de las virtudes, res carnales, que ciertamente se ordenan
pues algo es virtuoso para u n o , que es al bien común de la naturaleza, así como
vicioso para otro : luego no todos los ac- también otras (prescripciones) legales se
tos de las virtudes pertenecen á la l e y de ordenan al bien común moral.
naturaleza. A l 2.° que por la naturaleza del hom-
Por el contrario, dice San J u a n D a - bre se puede entender ó aquella que es
masceno ( D e ortb. fid. 1. 3 , c. 4 ) , que propia del mismo, y en este sentido t o -
« las virtudes son naturales » . L u e g o dos los pecados, en cuanto son contra-
también los actos virtuosos dependen de rios á la razón, son también contra la
la ley de la naturaleza. naturaleza, como lo manifiesta San Juan
Conclusión. Todos los actos de virtu- Damasceno ( D e orth. fid. 1. 2 , c. 3 0 ) ; ó
des [ 1 ] en su concepto genérico de vir- la que es común al hombre y á otros ani-
tuosos pertenecen á la ley natural; males, en cuyo concepto ciertos pecados
mas [ 2 ] no así todos ellos considerados especiales se dicen ser contra naturale-
en sus respectivas especies propias. za, como contra la unión del macho y la
Responderemos, que acerca de los hembra, que es natural á todos los anima-
actos virtuosos podemos hablar de dos l e s , existe la sodomía ( 3 ) , que se deno-
maneras: 1 . en cuanto son
a
virtuosos; mina especialmente pecado contra la na-
2. como tales considerados en sus pro-
a
turaleza.
pias especies. Si pues hablamos de los A l 3.° que aquel razonamiento procede
actos virtuosos en el primer concepto to- de los actos considerados en sí mismos;
dos los actos virtuosos pertenecen así á pues en este concepto por las diversas
la ley de naturaleza : puesto que se ha condiciones de los hombres sucede que
dicho (a. 2 ) que pertenece á la l e y de hay actos que son virtuosos respecto de
naturaleza todo aquello, á que el hombre a l g u n o s , como convenientes y propor-
se inclina según su naturaleza; y cada cionadas á ellos, y que no obstante son
ser naturalmente se inclina á la opera- viciosos para otros, por no serles propor-
ción que le conviene según su forma, co- cionados (4).
mo el fuego á calentar : l u e g o , siendo el
alma racional la forma propia del hom- ARTÍCULO IV. — i . a iey n a t u r a l os
bre ( 1 ) , h a y en cada individuo una incH- u n a e n todos 1
nacion natural á obrar según la razón,,
y esto es obrar conforme á la virtud. A s í 1.° Parece que la l e y natural no es
pues en cuanto á esto todos los actos de única en todos; porque se lee en los D e -
virtudes pertenecen á la l e y natural, por- cretos (Dist. i , ó praslud.) que « el dere-
que la propia razón dicta á cada cual » cho natural es lo que se contiene en la
naturalmente que debe obrar virtuosa- » l e y y en el Evangelio » ; y esto no es
mente. P e r o , si hablamos de los actos común á todos, puesto que se dice ( R o m .
virtuosos en sí mismos, esto es, considera- 10, 16): no todos obedecen al Evangelio.
dos en sus propias especies, así no todos L u e g o la ley natural no es una en todos.
ellos pertenecen á la ley de naturaleza: 2.° « L a s cosas que son según la l e y
porque se hacen muchas cosas según la » se llamanjustas» (Ethic. 1. 5, c. 1 y 2);
virtud, á las cuales no inclina primera- pero en el mismo libro ( c. 1 0 ) se dice que
(1) Véase en la 1." P., C 75, a. 5; y la nota 2 de la pág.587 (3) Concúbitos masculorum.
en el T. 1." (i) Como el abstenerse de actos de lujuria es virtuoso para
(2) Tales son, por ejemplo, los ayunos y mortificaciones de el soltero ó que tiene voto de castidad, y seria censurable en
la carno, la castidad perpetua y todo lo concerniente á los el casado defraudando en ello los derechos conyugales de su
llamados « Consejos Evangélicos o. esposa.
624 CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULO IV.
« nada h a y tan justo respecto de todos, que la verdad no sea conocida por todos
» que no se diversifique en algunos». en las conclusiones, y sí solo en los prin-
L u e g o asimismo la l e y natural no es una cipios, que se dicen concepciones comunes;
respecto de todos. mas en lo operable la verdad ó la recti-
3.° A la l e y natural pertenece aquello tud práctica no es la misma para todos
á que el hombre se inclina según su natu- en cuanto á las cosas propias, sino en
raleza, como se ha dicho ( a . 2 ) . Pero los cuanto á las comunes; y aun entre aque-
diversos hombres se inclinan natural- llos, para quienes es la misma en las cosas
mente á cosas diversas, unos á placeres propias, no todos la conocen igualmente ;
sensuales, algunos á los deseos de hono- siendo así notorio que en cuanto á los
res y otros á otras cosas. L u e g o no hay principios comunes de la razón especula-
una sola l e y natural para todos. tiva ó práctica la verdad ó rectitud es
Por el contrario, dice San Isidoro una misma para todos é igualmente co-
( E t y m . 1. 5 , c. 4 ) : « e l derecho natural nocida ; pero en cuanto á las propias con-
» es común á toda nación». clusiones de la razón especulativa la ver-
Conclusion. La ley de la natura- dad es la misma para todos, mas no de
leza [ 1 ] es una misma en todos en cuanto todos es igualmente conocida; porque es
á los principios comunes , tanto respecto cierto para todos que el triángulo tiene
de la rectitud como del conocimiento; tres ángulos, cuya suma es igual á la
aunque no [ 2 ] siempre y en ambos con- de ( 2 ) dos r e c t o s , aunque esto no sea
ceptos en cuanto á determinadas deduc- conocido de todos. Con respecto á las
ciones particulares y propias de cada conclusiones propias de la razón prác-
cual. tica (3) ni la verdad ó rectitud es la
misma para t o d o s , ni tampoco es cono-
Responderemos, que según lo dicho
cida igualmente por todos aquellos, para
(a. 2 ) á la l e y natural pertenece todo
quienes es la misma : porque para todos
aquello, á que el hombre naturalmente se
es recto y cierto que se debe obrar según
inclina; y entre otras cosas es propio del
la razón, y de este principio se sigue como
hombre el inclinarse á obrar según la ra-
propia conclusión que los depósitos deben
zón, á la cual pertenece proceder de lo
ser devueltos, lo cual es verdad en el
común á l o propio, como demuestra Aris-
mayor número de casos; pero puede su-
tóteles ( P h y s . 1. 1 , t. 2 , 3 y 4 ) . Acerca
ceder en alguno que sea dañosa y por.
de esto sin embargo proceden diversa-
tanto irracional la devolución, por ejem-
mente la razón especulativa y la práctica:
plo , si alguno lo pide para combatir á su
porque, como la razón especulativa inter-
patria; y esto se hace tanto más defec-
viene principalmente en las cosas necesa-
tuoso, cuanto se desciende á (aplicacio-
rias, que no pueden ser de otra manera,
nes) particulares, como si se dice que los
la verdad se encuentra sin defecto alguno
depósitos deben ser devueltos con tal ga-
en las conclusiones propias, así como en
rantía ó de tal m o d o ; puesto que, cuantas
los principios comunes; al paso que la
más condiciones particulares se fijen, de
razón práctica versa sobre las cosas con-
tantos más modos podrá dejar de haber
tingentes, entre las cuales se cuentan las
rectitud devolviéndolo ó no entregándolo.
acciones humanas: por lo que, si en los
A s í pues debe decirse que la ley de la
principios comunes hay algo de necesi-
naturaleza en cuanto á los primeros prin-
dad ( 1 ) , cuanto más se desciende á co-
cipios comunes es la misma en todos se-
sas propias, tanto más se halla defecto.
gún la rectitud y según el conocimiento;
A s í pues en lo especulativo la verdad es
mas en cuanto á ciertas (aplicaciones)
la misma respecto de todos, tanto en los
propias, que son como las conclusiones de
principios como en las conclusiones, aun-
(1) Algunos leen veritas en lugar de nécessitas. (3) Los teólogos comunmente distinguen tres clases de ver-
(2) Nos permitimos rectificar la frase del testo « iguales á dades prácticas ó preceptos concernientes á la ley natural, á
» dos rectos » en gracia de la exactitud técnica de la ciencia saber : 1. principios fundamentales evidentes en sí mismos
a
geométrica, que así espresa hoy gráficamente el pensamiento y más ó menos notorios á toda criatura racional; 2." conclu-
fundamental de esa -verdad en el enunciado de uno de los siones inmediata y necesariamente deducidas de ellos; 3.
más importantes teoremas geométrico-trigonométricos, según consecuencias remotas, cuya íntima aunque mediata conexión
ya antes de ahora lo dejamos consignado. Véanse las notas 1, con los principios no es tan notoria ó evidente, y que por lo
pág. 233, y 1 de la 108. mismo no todos las conocen esplícita y prácticamente.
CUESTIÓN XCIV.—ARTÍCULOS IV Y V. 625
los principios comunes, es la misma en naciones de todos los hombres sean diri-
todos en el mayor número de casos rela- gidas según la razón.
tivamente á la rectitud y al conocimiento,
y solo en los menos puede faltar, ya en ARTÍCULO V . — La ley natural puede
cuanto á la rectitud por determinados mudarse ?
impedimentos (como también los seres
sujetos á generación y corrupción fallan l.° Parece que la l e y natural puede
las menos veces á causa de algunos obs- mudarse, porque sobre estas palabras
táculos ), y a también en cuanto al conoci- ( E c c l i . 17, 9 ) añadióles la enseñanza y
miento; y esto porque hay algunos, que ley de la vida, dice la Glosa (ordin.) :
tienen la razón estraviada por la pasión « ha querido que la ley fuese escrita para
ó por la mala costumbre ó por la mala » corregir la l e y natural». E s así que lo
predisposición de la naturaleza; como an- que se corrige sufre mudanza. L u e g o la
tiguamente entre los germanos no se re- l e y natural puede mudarse.
putaba inicuo el latrocinio, á pesar de ser 2.° E s contrario á la l e y natural matar
espresamente contrario á la l e y de la á un inocente, y también el adulterio y
naturaleza, según refiere Julio César el hurto. P e r o se encuentra haber sido
( D e bello gallico, 1. 6 ) ( 1 ) . mudadas (4) por Dios estas cosas, por
A l argumento 1.° diremos, que aquellas ejemplo, cuando mandó á Abraham que
palabras no deben entenderse, como que sacrificase á su inocente hijo, como se ve
todo cuanto en la ley y en el Evangelio (Gen. 22); cuando ordenó á los judíos
se contiene es de la l e y de naturaleza, que se apropiasen los vasos que les ha-
puesto que allí se nos enseñan muchas bían prestado los egipcios, según consta
cosas sobrenaturales; pero lo que es de ( E x . 12); y cuando mandó á Oseas (Os. 1)
la ley natural se encuentra allí plena- desposarse con una prostituta. L u e g o la
mente espuesto. A s í que Graciano, des- ley natural puede mudarse.
pués de haber dicho ( i b i d . ) que « el dere- 3.° San Isidoro dice ( E t y m . 1. 5, c. 4)
D cho natural es lo que en la l e y y el que « la posesión común de todas las c o -
» Evangelio se contiene » , añade inme- » sas y una sola libertad son de derecho
diatamente por via de esplicacion : « por »natural »; cosas que vemos han sido
» el que á cada cual se manda hacer á mudadas por las leyes humanas. L u e g o
» otro lo que quiere que se haga á é l , y parece que la ley natural es mudable.
» se prohibe inferir á otro lo que no quiera Por el contrario, se dice ( D e c r e t .
» se le haga». dist. 5, ó Prelud. dist. 5) que <rel de-
A l 2.° que el dicho del filósofo debe » r e c h o natural data del origen de la
entenderse de lo que es naturalmente » criatura racional, y no se varía con
justo, no como principios comunes, sino » el t i e m p o , sino que permanece inmu-
como ciertas conclusiones de ellos deriva- » t a b l e ».
das, que diariamente tienen rectitud y Conclusión. La ley natural [ 1 ] es in-
faltan en el menor número de casos (2). mutable en cuanto á los primeros prin-
A l 3.° que, así como la razón en el cipios fundamentales; pero [ 2 ] mudable
hombre domina é impera á las demás po- respecto de ciertas supresiones meramente
tencias, igualmente es necesario que legales y adiciones útiles según los res-
todas las inclinaciones naturales pertene- pectivos tiempos.
cientes á las otras potencias sean ordena- R e s p o n d e r e m o s , que la mudanza de
das según la razón. P o r lo tanto es la l e y natural puede entenderse de dos
comunmente reconocido (3) que l a s i n c l i - maneras : 1. porque se le añada algo , y
a
(1) Donde, describiendo sus costumbres (c. 23), dice que y que jamás oyeran la predicación evangélica.
«les estaba permitido entregarse sin nota de infamia al sa- (3) Reccptum en todas las ediciones y códices á escepcion
»quéo fuera de la demarcación de su propio territorio para únicamente de las romanas [inclusa la áurea moderna), en
»ejercicio de su juventud y estímulo de su actividad ». que leemos i'ectum, aunque consignan al margen la variante,
(2) Porque según el sentir común de los teólogos en los cual si solo en algunas se hallase receptum.
que han recibido la luz del Evangelio no cabe ignorancia in- (4) Dándolas por licitas en determinados casos, como los
vencible sobre las conclusiones ó deducciones inmediatas de que cita á continuación, dejando por lo mismo de ser entonces
los principios ó preceptos fundamentales de la ley natural, contrarios á la ley natural.
aunque sí puede darse entre pueblos absolutamente incultos
SUMA TEOLÓGICA —TOMO 1 1 . 40
626 CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULOS V Y V I .
en este sentido nada impide que la l e y mismo ; por lo tanto, si alguno tiene ac-
natural se mude , pues á la l e y natural ceso á cualquiera mujer por mandato
han sido añadidas tanto por la divina divino, no comete adulterio ni fornica-
como también por las humanas muchas ción : y otro tanto debe decirse respecto
disposiciones útiles á la humana vida; 2 . a
del h u r t o , que consiste en tomar la cosa
por modo de sustracción, dejando de ser ajena; pues el que toma algo por man-
de l e y natural lo que pertenecía antes á dato de D i o s , que es el dueño de todas
esta l e y ; y en este concepto la ley natu- las cosas, no lo toma sin la voluntad del
ral es absolutamente inmutable en cuanto dueño , lo cual constituye el robo ( 2 ) . Y
á sus primeros principios ; pero respecto no solamente todo lo que Dios ordena en
de los segundos preceptos, que dijimos las cosas humanas es deber, sino también
ser como ciertas propias conclusiones cuanto hace en las cosas naturales, es
próximas' á los primeros principios , es natural en cierto modo según lo dicho
también inmutable , no siendo en muchos ( P . 1 . , C. 1 0 5 , a. 6, al 1.°).
a
casos justo siempre lo que la l e y natural A l 3.° que se dice que algo es de de-
contiene; aunque puede mudarse en algún recho natural de dos modos : 1.° porque
individuo particular y en el menor n ú - á ello inclina la naturaleza, como el que
mero de casos por algunas causas espe- no se debe injuriar á otro ; 2.° porque la
ciales, que impidan la observancia de tales naturaleza no dicta lo contrario , como
preceptos, según lo dicho (a. 4 ) . pudiéramos decir que es de derecho na-
A l argumento 1.° contestaremos, que tural que el hombre esté desnudo, porque
la l e y escrita se dice haber sido dada la naturaleza no le dio vestido , sino que
para corrección de la l e y natural, y a el arte se lo proporcionó. D e esta ma-
porque por la l e y escrita se ha suplido lo nera « l a posesión común de todas las
que á la l e y de naturaleza faltaba, y a » cosas y la libertad única » se dice ser
porque la l e y de la naturaleza se había de derecho natural; puesto que la distin-
corrompido en parte en los corazones de ción de propiedades y la servidumbre no
algunos, hasta el punto de que juzgaban han sido impuestas por la naturaleza,
ser bueno lo que naturalmente es malo; sino por la razón de los hombres para
y tal corrupción necesitaba ser corre- utilidad de la vida humana; y así aun en
gida (1). esto la l e y natural no ha sido mudada
A l 2.° que todos en general mueren sino por adición (3).
de muerte natural tanto los culpables
como los i n o c e n t e s , y esta muerte n a - ARTÍCULO V I . — ^ » icy n a t u m i puede
tural h a sido impuesta por el poder di- ser borrada d e l corazón del hombre ?
vino á causa del pecado original, según
aquello ( i R e g . 2 , 6 ) : el Señor es el que l.° Parece que la l e y natural puede
quita y da la vida ; y por lo tanto sin ser borrada del corazón del hombre: por-
injusticia alguna y según el mandato de que á propósito de estas palabras (Rom. 2),
D i o s puede darse muerte á cualquier cuando los gentiles que no tienen ley
hombre, sea criminal ó inocente. A s i - la Glosa (ordin.) dice que « en el hom-
mismo es adulterio el acceso á la mujer » bre interior renovado por la gracia se
de o t r o , á quien l e ha sido deputada »inscribe la l e y de justicia que habia
según la l e y de D i o s enseñada por D i o s » sido borrada por el pecado » . E s así
(ÍJ Como en efecto sucedía no solo á los gentiles sino tam- ciertas espropiaciones hoy más que nunca frecuentes por
bién á muchos de los judíos, según se desprende de las fre- causa de utilidad común, si bien suele acompañarlas cierta
cuentes reconvenciones dirigidas por el Salvador á los escri- indemnización ó compensación más ó menos equitativa según
bas y fariseos; siendo muy de notar que no es lo mismo cor- las respectivas leyes de. cada país.
regir la ley que rectificarla ó restaurarla á su primitiva (3) Ni es razonable inferir de aquí que la propiedad privada
pureza, y es bien sabido que Jesucristo, al instaurar su nue- ó particular se opone á la ley natural ó á la naturaleza mis-
va ley, abolió en parte la antigua, pero por lo general más ma, como pretenden los secuaces hoy tan numerosos yon boga
bien la purificó por medio de preceptos y consejos más ade- del ya vulgarísimo lema de Proudhon, adoptado por el comu-
cuados al sistema de gracia, que había venido á establecer. nismo de nuestros dias, «la propiedad es un robo » ; porque
(2) En todos estos y semejantes casos no obra Dios como la ley natural en nadase opone á esa distribución do la pro-
legislador precisamente, y sí más bien como supremo Autor piedad entre los pueblos, familias é individuos, toda vez que
y dueño de todo cuanto existe; á la manera que los jefes s u - las circunstancias la hagan conveniente para el bien común
premos de naciones.ó colectividades humanas ejercen á veces y particular.
el llamado por los jurisconsultos alto dominio, cual sucede en
CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULO VI. 827
(1/ Así entre los espartanos se tenía por lícito quitar la dades diabólicas, ejercitarse en la depredación y aun entre-
vida á sus propios padres do cierta edad, á pretesto de li- garse á las más repugnantes obscenidades aun sodomíticas y
brarlos de las incomodidades anejas á la decrepitud, y en mu- bestiales y á todo género de escesos y abominaciones osten-
chos de los antiguos pueblos paganos se miraba como honesto siblemente repugnantes al dictamen de la razón y á la ley
y aun recomendable y piadoso sacrificar sus hijos á los dio- natural: á cuyo propósito remitimos ademas al lector á lo di-
ses, prostituir las doncellas en oblación á Venus y otras dei- cho en la nota 1 de la pág. 625.
CUESTIÓN XCY.
De la ley humana.
(1J Lutero entre sus inumerables errores incurrió en el de decretos de emperadores y príncipes ortodoxos, llegando al-
añrmar que « los cristianos están exentos de toda ley humana gunos á consignar en sus leyes las penas más graves sin es-
» y aun angélica á su arbitrio » ; y los sarrabaitas decian que cepcion de la de muerte contra los infractores de las mismas.
« á los monjes (como eran ellos) estaba permitido vivir en es- Las leyes humanas son en verdad necesarias, no absoluta-
» píritu de Libertad », entregándose de hecho y en consonan- mente y por razón de ellas mismas, sino atendida la perver-
cia con tan detestable máxima á toda clase de crímenes y tor- sidad y obstinación de los hombres y su propensión al mal,
pezas. No hay para qué decir que semejantes doctrinas han circunstancias que reclaman dichas leyes en gracia de la con-
sido repetida y terminantemente anatematizadas por diversos servación del bien y de la paz comunes, según observa muy
concilios y declaraciones de la Iglesia, ademas de estarlo ya oportunamente Billuart.
por multitud de'pasajes bíblicos, como también por varios
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULOS I Y I I . 629
Para esa dirección el hombre no se bas- los que establecen las leyes reflexionan
ta fácilmente á sí propio ; porque la per- largo tiempo qué es lo que debe ser ob-
fección de la virtud consiste principal- jeto de la l e y , mas los juicios sobre he-
mente en retraer á los hombres de inde- chos singulares se verifican acerca de casos
bidas delectaciones, á las que son muy que se presentan de improviso ; y más
propensos, y en particular los jóvenes, fácilmente puede el hombre ver qué cosa
respecto de los cuales es más eficaz la sea j u s t a , después de consideradas otras
educación : y así es preciso que la reci- m u c h a s , que solamente por algún hecho
ban de o t r o , para llegar por ella á la aislado ; 3. porque los legisladores juz-
a
virtud. Cierto es que á los jóvenes incli- gan en general y de lo futuro, mas los
nados á los actos de las virtudes por su que presiden á los juicios juzgan de cosas
buena índole natural ó por la costumbre presentes, acerca de las que están afectos
ó más aún por divina m e r c e d , bástales de amor ú odio ó alguna otra p a s i ó n , lo
la educación p a t e r n a , que se ejerce por cual corrompe el juicio: por lo que, como
amonestaciones : mas, como hay algunos la justicia animada del juez no se encuen-
protervos é inclinados á los vicios, que no tra en muchos y ademas es flexible ; fue
se dejan fácilmente guiar por la persua- necesario determinar, siempre que sea po-
sion, fue necesario que por la fuerza ó el sible , por la ley la sentencia que se ha
miedo se les cohibiese del m a l ; á fin de de dar, y cometer muy pocas cosas al ar-
q u e , retrayéndose siquiera así de ejecu- bitrio de los jueces.
tarlo , dejasen á los demás tranquilos , y A l 3.° que ciertos casos singulares, que
ellos mismos adquiriesen por fin el hábito no pueden comprenderse en la l e y , nece-
de hacer voluntariamente lo que antes sariamente han de confiarse á los jueces,
hacían por el temor, llegando así á ser como dice Aristóteles (Rhet. 1. 1, c. 1);
virtuosos. P u e s b i e n : esta disciplina, que por ejemplo, averiguar si un hecho ha t e -
obliga por el temor del castigo, es la dis- nido lugar ó no, y cosas análogas..
ciplina de las leyes ; por lo tanto fue ne-
cesario establecer leyes para la-paz de los
A R T Í C U L O I I . — Toda l e y h u m a n a s e
hombres y para la virtud: porque, según
deriva de l a ley natural ?
Aristóteles (Polit. 1. 1, c. 2), « a s í como
» el hombre, cuando es perfecto en la vir- l.° Parece que no toda l e y constituida
» t u d , es el mejor de los animales ; así por hombres se deriva de la ley natural:
» también, si se aparta de la ley y de la porque dice Aristóteles ( E t h . 1. 5) (1)
» justicia, es el peor de todos »; por cuanto que « l o justo legal es lo indiferente en
el hombre tiene las armas de la razón, » principio respecto al modo de hacerse».
para repeler sus concupiscencias y cruel^ P e r o en lo procedente de la ley natural
dades, que no tienen los otros animales. h a y diferencia, según que se efectúe de
A l argumento 1.° diremos, que los esta ó de la otra manera. L u e g o no todas
hombres bien dispuestos son inducidos las prescripciones de las leyes humanas
mejor á la virtud por medio de amonesta- se derivan de la ley natural.
ciones persuasivas que por la coacción ; 2.° E l derecho positivo se distingue
pero los mal dispuestos no lo son, si no se por oposición al derecho natural, como
les fuerza á ello. se ve por San Isidoro ( E t y m . 1. 5,
A l 2.° q u e , como dice el Filósofo c. 4) (2) y Aristóteles (Eth. 1. 5 , c. 4 ) ;
(Rhet. 1. 1, c. 1 ) , « mejor es que todas mas lo que se deriva de los principios
» las cosas sean ordenadas por la l e y que comunes de la ley natural, como las con-
» dejarlas al arbitrio de los jueces » , y clusiones, pertenece á esta l e y según lo
esto por tres razones : 1. porque es más
a
dicho (C. 94, a. 3 y 4). L u e g o los esta-
(1) Capitulo 10 greco-lal. ó 12 en los ejemplares antiguos ; lée en las Decretales (rffct. 1, c. 6 y 8), y el Filósofo lo llama
y no c. 7, como general y rutinariamente se ve citado. a legítimo ó legal ».
(1) « Derecho civil p , dice literalmente, como asimismo se
630 CUESTIÓN xcv. — A R T Í C U L O I I .
(1J Ulpiano (lib. 55 Digest.), de donde se tomó lo consignado donos dellcnguaje técnico hoy usual; al paso que las de las
en el Digesto antiguo (l. 1, tit. 3, c. Non omnlu.n...), ley que segundas ó últimas son solo malas, por estar prohibidas se-
algunos califican de ininteligible. gún dichas leyes, aun cuando de suyo los objetos de las
(2) Las primeras disposiciones de la ley positiva humana mismas fuesen indiferentes.
de las dos clases, de que se habla en el testo, recaen sobre lo (3f Y no c. 2 ni U , cual se cita harto común é inconscien-
que es bueno ó malo en si mismo, siendo por lo tanto sus i n - temente.
fracciones ó contravenciones prohibidas como malas, valién .
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 631
que ce en tales (casos) es conveniente mas condiciones de toda ley positiva son
» acatar el dictamen de los espertos y las designadas por San Isidoro, debiendo
» ancianos prudentes, no menos en los ser razonable y conveniente á la religión,
»enunciados y opiniones demostrables á la disciplina y á la salud; justa, ho-
» que en las demostraciones ». nesta, posible ; conforme á la naturaleza,
á la costumbre patria y al lugar y tiem-
A R T Í C U L O I I I . — ¿San Isidoro describe po ; necesaria, útil, esplícita y estableci-
convenientemente l a s cualidades de l a ley da en pro de los ciudadanos miembros de
positiva? (1), la respectiva colectividad.
Responderemos, que la forma de cada
1.° Parece que San Isidoro no des- una de las cosas, que son por un fin, debe
cribe convenientemente la cualidad de la ser determinada proporcionalmente á este
ley positiva (2) diciendo ( E t y m . 1. 5 , fin; al modo que la forma de una sierra
c. 2 1 ) : « l a ley debe ser honesta, justa, es t a l , cual conviene para serrar ( P h y s .
» posible, según la naturaleza, conforme 1. 2 , t. 8 8 ) ; y por otra parte todo objeto
» á la costumbre del país, conveniente al recto y medido conviene que tenga forma
»lugar y tiempo, necesaria, útil, clara y proporcionada á su regla y medida. A h o -
» que no se preste á capciosidades por su ra bien : la ley humana tiene este doble
» oscuridad, y escrita no por considera- carácter ; puesto que es algo ordenado al
» cion de algún interés privado sino para fin, y es cierta regla ó medida regulada
»utilidad común de los ciudadanos»; ó mensurada por cierta superior medida,
pues antes (c. 3 ) había esplicado la cua- que por cierto es asimismo doble, á sa-
lidad de la l e y en tres condiciones, di- ber , la l e y divina y la ley de naturaleza,
ciendo : « será ley todo y solo cuanto se como consta por lo espuesto (a. 2; C. 9 1 ,
» funde en razón, conforme á la religión, a. 2, 3 y 4; y C. 93, a. 3 ) : y , siendo el
» conveniente á la disciplina, y prove- fin de la ley humana la- utilidad de los
» chosa á la s a l u d » . L u e g o supérflua- hombres, según dice también el Juris-
mente multiplica después las condiciones consulto (1. 25, tit. 3 , D e leg. et senat.
de la ley. cons.) por esta razón San Isidoro ( E t y m .
2.° L a justicia es parte de la honesti- 1. 5, c. 3 ) establece primeramente tres
dad, como dice Tulio ( D e offic. 1. 1, tit. condiciones de la l e y , á saber, que sea
de quatuor virtutibus). L u e g o , habiendo congruente á la religión, en cuanto es
ya dicho « honesta », estaba de más aña- proporcionada á la l e y divina, que con-
dir «justa ». venga á la disciplina, siendo proporcio-
3.° L a ley escrita según San Isidoro nada á la l e y natural, y que aproveche á
( E t y m . 1. 2 , c. 1 0 ; y 1. 5, c. 3) se clasi- la salud, adaptándose á la utilidad de los
fica contrapuesta á la costumbre. L u e g o hombres ; y las demás condiciones, que
no debió incluir en la definición de la l e y más adelante asigna, se reducen á estas
que fuese según la costumbre de la tres : porque, al decir honesta, se refiere
patria. á que sea congruente á la religión; lo de
4.° L o necesario admite dos sentidos: justa, posible, según la naturaleza, con-
1.° necesario en absoluto, lo que no pue- forme á la costumbre del país, y conve-
de ser de otra manera, y así entendido niente al lugar y tiempo redúcese á que
no está á merced del juicio del hombre, convenga á la disciplina, pues la disci-
por lo cual esta necesidad no pertenece á plina humana se considera: 1.° en cuanto
la ley humana; 2.° necesario por causa al orden de la razón, que se incluye en
del fin, y tal necesidad es lo mismo que la palabra justa; 2.° en cuanto á la fa-
la utilidad, y por lo tanto supérfluo decir cultad de los que obran, porque la disci-
« necesaria y ú t i l » . plina debe ser conveniente á cada uno
según su posibilidad,, y observada tam-
Por el contrario tenemos la autoridad
bién la posibilidad de la naturaleza, toda
del mismo San Isidoro (ibid. arg. l.°).
vez que no se imponen las mismas (obli-
Conclusión. Las verdaderas y legíti-
(1) Como se enumeran y detallan en la Conclusión y en el sí en equivalencia al decir «leyes hechas para cohibir la au-
arg. i.° y comunmento admitidas en el Derecho canónico. i dacia humana », que no pueden ser otras que las llamadas
(2) No precisamente con el dictado mismo de positiva, pero positivos.
632 CUESTIÓN X C V . — A R T Í C U L O S III Y IV.
¡/aciones) á los niños que á los hombres recho público que se apoya en los sacer-
y a formados ; y según la humana condi- dotes y magistrados, también deben
ción, pues el hombre no puede vivir solo fijarse otros derechos pertenecientes á
en sociedad, sin acomodarse á las cos- otros oficios de la ciudad.
tumbres de los demás ; 3.° en cuanto á 4.° N o deben tomarse en cuenta las
las debidas circunstancias dice acomo- cosas que son per accidens; y es acciden-
dada al luga?- y tiempo; y lo que se tal á la l e y el que sea impuesta por tal ó
añade necesaria, útil, etc. se refiere á que cual hombre : luego inconvenientemente
sea provechosa á la salud, la necesidad á se hace la división de las leyes humanas
la remoción de los males y la utilidad á por los nombres de los legisladores, lla-
la consecución de bienes, así como la mándose (por ejemplo) l e y Cornelia, ley
claridad á prevenir los inconvenientes F a l c i d i a , etc.
que pudieran provenir de la misma l e y : Por el contrario basta la autoridad
y , pues según lo dicho ( C . 90, a. 2) la de San Isidoro (ibid. arg. l . ° ) .
ley se ordena al bien común, consígnase Conclusión. La ley humana puede di-
esto mismo en último lugar de la enu- vidirse propia y convenientemente según
meración. los cuatro requisitos esenciales á toda
Con lo dicho es evidente la contesta- ley (2) : 1.° en derecho de gentes y de-
ción á los argumentos. recho civil; 2.° según la diversidad de
los hombres interesados en ella en ecle-
A R T Í C U L O I V . — ¿ S a n Isidoro pone siástica, militar, económica, etc.; 3.°
convenientemente l a división d e l a s l e y e s con arreglo á las diversas formas del
humanas ? gobierno en real, constitucional, oligár-
quica , democrática, etc.; 4.° por los
l.° Parece que San Isidoro establece nombres de los legisladores, como Corne-
convenientemente la división de las leyes lia, Julia, etc., y por los actos de los in-
ó del derecho humano : porque bajo este teresados en ella.
derecho comprende el derecho de gentes, Responderemos, que cada cosa puede
que es llamado así según el mismo dividirse per se, según lo que en su razón
( E t y m . 1. 5, y c. 6 ) , porque «casi todos los se contiene: como en la idea de animal se
» pueblos se sirven de é l » , pero, como él contiene el alma que es racional ó irra-
mismo dice (c. 4 ) , « e l derecho natural es cional, y por lo tanto el animal se divide
» el que es común á todas las naciones » ; propiamente y per se en racional é irra-
luego el derecho de gentes no se com- cional ; y no por lo blanco ó n e g r o , que
prende en el derecho positivo humano, no se comprende de modo alguno en su
sino más bien en el derecho natural. noción. H a y empero muchas cosas perte-
2.° L a s cosas que tienen la misma necientes á la naturaleza de la ley hu-
fuerza no parecen diferir formalmente, mana, y según cada una de ellas puede
sino solo materialmente; mas las leyes, dividirse propiamente y per se : porque
plebiscitos, senado-consultos y otras se- 1.° es de esencia de la ley humana el
mejantes que indica (c. 10 y sig.) tienen que sea derivada de la ley de natura-
todas la misma fuerza: luego parece que leza, como se infiere de lo dicho ( a . 2), y
no difieren sino materialmente ; y , como en este concepto el derecho positivo se
el arte no debe cuidarse de tal distinción, divide en derecho de gentes y derecho
puesto que puede hacerse hasta lo infi- civil, conforme á los dos modos de deri-
nito, sigúese que esta división de las l e y e s varse algo de la l e y natural, según se ha
humanas es inconveniente. dicho (ibid.); pues al derecho dé gentes
3.° A s í como en la ciudad h a y prín- pertenecen cosas, que se derivan de la ley
cipes ó magistrados, sacerdotes y mili- natural, como las conclusiones de los
tares ( 1 ) ; h a y también otras clases de principios, cuales son las compras y ven-
funcionarios : luego parece que, así como tas justas y otras semejantes, sin las que
se establece cierto derecho militar y de- los hombres no pueden contratar entre sí,
(1) No precisamente simples soldados , sino todos los que cluirse por lo mismo aun los de las más altas jerarquías o
en cualesquiera clases ó categorías, profesan el arte de la graduaciones.
guerra ó militan en el ejército bajo el fuero militar, sin es- (2) Véase la nota 1, pág. 599.
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULO IV. 633
(1) Es decir, monarquía ó forma monárquica, debiendo en- do han sido discutidas y aprobadas por los representantes del
tenderse (como es bien obvio) aplicada al gobierno de una pueblo en las asambleas deliberantes y sancionadas después
nación, y no precisamente de una ciudad según el testo lite- por la regia confirmación del monarca, cual se verifica en las
ral ; pues nadie ignora que en cualesquiera formas guberna- naciones regidas por el sistema parlamentario, llamado tam-
mentales cada ciudad y aun cada municipio tiene de ordinario bién representativo ó constitucional.
á su frente un solo prefecto, alcalde, gobernador, corregidor (3) Véase más adelante la C. 105, a. 1, al i.°¡ y en la
ó autoridad única, cualquiera que sea su denominación y la 2."-2.» C. 50, a. 1, al 2.°
intervención más ó menos legal y eficaz de los ministros ú (4) La más común entre todas las divisiones de la ley posi-
oficiales inmediatamente subordinados á él y encargadosde tiva humana es la que distingue las leyes eclesiásticas com-
ayudarle en la dirección ó gobierno de sus administrados. piladas en el Derecho Canónico de las emanadas de autorida-
(2) Bajo los diversos nombres de pragmáticas, decretos, des seculares y constitutivas del Derecho Civil, fundándose
reales órdenes y otros equivalentes ó de mayor ó menor im- en la de los dos poderes eclesiástico y civil, encargados res-
portancia y amplitud, y que hoy solo se llaman propiamente pectivamente de los intereses espirituales y temporales de
constituciones (según dice el testo literal de la SUMA), cuan- los hombres.
CUESTIÓN XCYI.
Comprenderá esta cuestión seis artículos: l.°La ley h u m a n a debe establecerse en común? — 2.° Debe
cohibir todos los vicios? — 3.° Compétela ordenar todos los actos de las virtudes? — d.° Impone al
hombre necesidad en c u a n t o al foro de la conciencia? — 5.° Todos los h o m b r e s están sometidos á la
ley h u m a n a ? —6.° A los que están bajo la ley es lícito obrar fuera del testo de ella?
(i) El sentido del punto, que aquí se debate, es que la ley dúos ó asuntos y hechos en particular ó aisladamente.
humana debe comprender á todos los miembros de la respec- (2) No uno solo, sino varios legisperitos á propósito del lu-
tiva sociedad ó colectividad y todos los casos y tiempos y de- gar citado del antiguo Digesto, cuales son Pomponio (l. 25 «tí
mas circunstancias ¡ y no restringirse á determinados indiví- Sabinum) y Celso (l. 5 Digeslorum, y 1. 17)...
CUESTIÓN XCVI. — ARTÍCULOS I Y II. 635
» legal lo que por su principio puede ser mana cohibir todos los vicios : porque
»indiferentemente de una manera ú otra, San Isidoro dice ( E t y m . 1. 5 , c. 2 0 ) que
» pero no cuando se constituye », por « l a s leyes han sido hechas para reprimir
ejemplo, que los cautivos sean redimidos » con su temor la audacia»; y esta no se-
por un precio prefijado; pero hay otras ría suficientemente reprimida, si por la
que son comunes en cuanto á algo y sin- l e y no se cohibieran cualesquiera malda-
gulares en parte, y estas se denominan des. L u e g o la l e y humana debe cohibir
privilegios, como leyes privadas, porque todo mal.
conciernen á determinadas personas; y 2.° L a intención del legislador es ha-
no obstante su poder se estiende á multi- cer virtuosos á los ciudadanos ; pero na-
tud de negocios, respecto de lo cual die puede ser virtuoso, si no se le aparta
añade: « aun ciertas cosas constituyen ley de todos los vicios : luego á la ley hu-
» en las singulares ». Llámanse también mana compete reprimirlos todos.
ciertas cosas legales, no porque sean leyes, 3.° L a ley humana se deriva de la ley
sino por la aplicación de las leyes comu- natural, como se ha dicho ( C . 95, a. 2) (2).
nes á algunos hechos • particulares, como E s así que todos los vicios repugnan á la
lo son las sentencias que se dan según ley natural. L u e g o la ley humana debe
derecho, y á esto se refiere la adición « y reprimirlos todos.
» sentencíales ». Por el contrario, dice San Agustín
A l 2.° que lo que es directivo debe ( D e lib. arb. 1. 1, c. 5 ) : « p a r é c e m e que
serlo de muchas cosas, por lo cual dice » l a l e y que se escribe para regir al pue-
Aristóteles ( M e t . 1. 1 0 , t. 4 ) que to- » blo , permite con razón c o s a s , que la
ce das las c o s a s , que son de un mismo » providencia divina castiga». M a s la di-
» género son medidas por algo único, que vina providencia no venga sino los vicios:
»es lo primero en aquel género» : por- luego justamente la l e y humana permite
que , ¿i hubiese tantas reglas ó medidas algunos vicios," no cohibiéndolos.
como objetos medidos ó regulados, cesa- Conclusion. La ley humana razona-
ría la utilidad de la medida y la regla, blemente y atendida la condición de los
que está en poderse conocer por una sola hombres en general no cohibe todos los
muchas cosas ; y así la utilidad de la ley vicios, sino solo los más graves y de que
sería nula, si no se estendiese más que á es posible se abstenga la mayoría de la
un solo acto singular; porque, para diri- multitud, ó sin cuya represión no podría
gir los actos singulares, se dan preceptos subsistir la sociedad, y preferentemente
singulares por los prudentes, pero la ley los perjudiciales á otros.
es un precepto común según lo dicho R e s p o n d e r e m o s , que según lo y a
(C. 90, a. 2 y 3). dicho ( C. 9 0 , a. 1 ; y a. 1 y 2 ) la ley se
A l 3.° que « no se debe pretender la establece como cierta regla ó medida de
» misma certidumbre en todas las cosas» los actos humanos; y la medida debe ser
como se advierte ( E t h i c . 1. 1 , c. 3 ) . A s í homogénea con lo medido ( M e t . 1. 10,
en las cosas contingentes , como son las t. 3 y 4 ) ( 3 ) , puesto que las cosas di-
naturales y las h u m a n a s , basta la cer- versas tienen diversas medidas. E s pre-
tidumbre de que algo sea verdadero en ciso pues que también las leyes se impon-
el mayor número de casos, aunque no lo gan á los hombres según la condición de
sea en el menor. ^ ellos ; porque, como dice San Isidoro
( E t y m . 1. 5 , c. 2 1 ) , « l a ley debe ser
» posible , y conforme á la naturaleza,
A R T Í C U L O I I . — P e r t e n e c e á la ley hu-
mana cohibir (1) todos los vicios ?
» y según la costumbre del país» ( 4 ) .
M a s la potestad ó facultad de obrar pro-
l.° Parece que compete á la ley hu- cede del hábito ó disposición interior;
(1) Véase la nota 2, pág. COG, (3) Principio inconcuso aun matemáticamente hablando!
(2) No C. 93, a. 3, donde se dice emana de la ley eterna, porque ¿cómo podría medirse, por ejemplo, el peso por medio
y mucho menos C. 91, a. 3 ¡ á pesar de que una y otra cita del reloj ó el tiempo por kilogramos?
visiblemente equivocadas se ven casi unánimente reproduci- (4) Condiciones que deben interpretarse con'la debida se-
das ó copiadas unas de otras en la mayoría de las ediciones paración, según indican las conjunciones y repetidas, no en
aun con posterioridad á esta rectificación debida al infatiga- conglomeración y como ampliaciones de una sola; es decir,
ble celo del P. Nicolai. que la posibilidad es correlativa á las circunstancias natural-
636 CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
mente diversas de los diferentes países, cuyas costumbre asi- con el discreto cuanto antiquísimo y vulgarizado proloquio,
mismo y dentro de las exigencias de lo honesto y conveniente ditm fueris Romas, romano viviío more, que en nuestro idioma
varían según la diversidad de climas y producciones, locali- suele traducirse no sin gráfica propiedad , « do quiera estu-
dades y recursos, etc. : así lo que en regiones templadas es » vieres, haz como vieres ».
perfectamente practicable y útil y recomendable podría ser (1J Nímis cmunglt, dice el testo de la SUMA. : el de la Vulgata
en otras más cálidas ó frías inconveniente y censurable, por dice vehemenler (fuertemente) y el de los Setenta (c. 28, v. 33)
ejemplo, ciertas prescripciones relativas al vestido y calefac- si compressevis nares, « si comprimes las narices », más sencilla
ción ó al uso de baños y otras de carácter higiénico, que no y suavemente.
pueden unlversalizarse sin lastimar la salud y bienestar de (2) Capítulo 2 en los ejemplares antiguos, correspondiente
los indígenas y aun quizá también la moral y el culto y los al c. 3 del testo greco-latino ; y no c. 1, cual se cita muy co-
más sagrados é inviolables intereses, inclusas la razón y la munmente sin la debida compulsación : y debe traducirse
conciencia. De aquí el consiguiente deber de todo estranjero malicias, cuya significación es más lata que la de fíelos aun en
de acatar las leyes y aun amoldarse á los usos del país estra- la acepción usual.
ño, en que domiciliado ó transeúnte reside, en conformidad
CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
» fico ; é igualmente respecto á otras vir- prescribe ciertos actos de cada una de las
» tudes y malicias, mandando ciertos ac- virtudes.
» t o s y prohibiendo otros » . A l 2.° que se dice ser algún acto de
Conclusion. Aunque no hay virtud al- virtud en dos conceptos : 1.° por cuanto
guna [ 1 ] , cuyos actos no puedan ser ob- el hombre ejecuta acciones virtuosas,
jeto de leyes humanas; limítanse [2] es- como es un acto de la virtud de la justi-
tes á los que mediata ó inmediatamente cia obrar rectamente, y acto de fortaleza
pueden ordenarse al bien común. el conducirse con valor; y en este sentido
R e s p o n d e r e m o s , que las especies de la l e y manda algunos actos de las vir-
las virtudes se distinguen según sus ob- tudes; 2.° como cuando alguno hace obras
jetos, como se ba dicho ( C . 54, a. 1, al 1.°; virtuosas del modo mismo que el vir-
y a. 2 ) ; y todos los objetos de las virtu- tuoso ( 2 ) ; y tal acto procede siempre de
des pueden referirse ó al bien privado de la virtud, y no cae bajo el precepto de la
alguna persona, ó al bien común de la l e y ; pero es el fin, á que intenta condu-
multitud: como puede alguno ejecutar cirle el legislador.
actos de fortaleza, y a para la conserva-
ción de la ciudad , y a para salvar el de- ARTÍCULO I V . — t a i e y h u m a n a o»u-
recho de sus a m i g o s , y así en las demás. ga e n e l fuero de l a conciencia ? (3)
La ley empero, según se ha dicho (C. 90,
a. 2 ) , se ordena al bien común : y por lo 1.° Parece que la l e y humana no im-
tanto no hay virtud alguna , sobre cuyos pone al hombre necesidad (4) en el fuero
actos no se pueda legislar ( 1 ) : sin e m - de la conciencia: porque una potestad in-
bargo la ley humana no preceptúa todos ferior no puede imponer l e y en el juicio
los actos de todas las virtudes, sino sola- de superior potestad ; y la potestad hu-
mente los que son ordenables al bien co- mana, que estatuye la ley, es inferior á la
mún , ya inmediatamente , como cuando potestad divina. L u e g o la l e y humana
se hacen directamente en interés del bien no puede imponer l e y en cuanto al juicio
común , ya mediatamente, como si se or- d i v i n o , que es el juicio de la conciencia.
denan por el legislador algunas cosas per- 2.° E l juicio de la conciencia depende
tenecientes á la buena educación, por las sobre todo de los mandatos divinos; pero
que los ciudadanos son informados, para los preceptos divinos son algunas veces
que conserven el bien común de la justi- anulados por las leyes humanas, según
cia y de la paz. aquello (Matth. 1 5 , 6): habéis hecho vano
A l argumento 1.° diremos, que la l e y el mandamiento de Dios por vuestras tra-
humana no prohibe todos los actos vicio- diciones. L u e g o la l e y humana no obliga
sos por obligación de precepto, como al hombre necesariamente en cuanto á la
tampoco manda todos los actos virtuo- conciencia.
sos ; prohibe sin embargo algunos actos 3.° L a s leyes humanas frecuentemente
de cada uno de los vicios, como asimismo infieren á los hombres calumnia é injuria,
(1J Por cuanto ninguna hay, alguno do cuyos actos no re- cipalmente a l a vigorosa dirección de las creencias religiosas
dunde ó pueda hacerse redundar en beneficio de alguna co- en la vida futura y de la consiguiente responsabilidad de to-
lectividad; como nihay vicio, que con uno ú otro de sus actos dos nuestros actos ante el tribunal recto y sapientísimo del
no perturbe ó impida el bien común. supremo Juez? Y, si á eso se agrega la lenidad harto laxa é
(2) Puede consultarse para la más clara y fácil inteligencia imprevisora de las sanciones legales en nuestros tiempos, so-
de esto la C. 1011, a. !). bre todo en ciertas materias íntimamente conexionadas con
(3) Es un error, no solo a temerario » (como parcamente lo los sagrados deberes de la religión y con el verdadero y legí-
califica en su apéndice á esto artículo el V. P. Capponi), sino timo origen de la autoridad, que tanto se predica oriunda de
declaradamente herético y condenado como tal por los Conci- nuestra propia autonomía ó de la soberanía colectivamente
lios de Constanza (sess. 8 y 15) contra Juan Hus y de Trento atribuida á los hombres mismos ; hé aquí la causa radical y
(seas. 7, can. 8), romo también por Leon X contra Lulero y la esplicacion bien palmaria de la creciente desmoralización
sus secuaces, el do afirmar, cual tantos hoy lo hacen con el y rebeldía á toda ley, que tan ingobernables hacen á los pue-
más cínico desprecio de las censuras y definiciones de la Igle- blos y tantas y tan deplorables catástrofes y perturbaciones
sia, que « las leyes humanas no imponen obligación alguna producen diariamente en todas partes. Todo esto demuestra
»en el foro interno de la conciencia », y que por consiguiente la transcendentalísima importancia de la doctrina, que aquí se
pueden violarse impunemente, dada la facilidad ó posibilidad establece, no menos que la penetración y rectitud de su emi-
de eludir la pena sancionada ó impuesta en tales leyes, como nente propugnador.
en las concernientes al contrabando y á las contribuciones (\) Dicho se está que no se trata aquí de la coacción física,
pecuniarias y de sangre, ó para el servicio militar ú otras cua- de que no es susceptible la conciencia, como ni la voluntad,
lesquiera, no radicando en el derecho natural ó divino. ¿A según lo espuesto y demostrado (C 6, a. 4 ; y C 9, a. 4 y 0);
dónde iríamos á parar, una vez roto ese dique de nuestras pa- sino de la moral ú obligación imperiosa con su aneja respon-
siones desbordadas y sin ese freno de represión confiado prin- sabilidad penal.
638 CUESTIÓN X C V I . — A R T I C U L O IV.
sístiéndoso escudados en esa misma máxima á cumplir las le- vos campeones del protestantismo independiente que « ni los
yes y edictos impíos de sus injustos opresores, á quienes sin «hombres ni los ángeles pueden imponer ley alguna obligato-
embargo prestaban obediencia ejemplarísima en el servicio » ria á los cristianos, sino en cuanto estos quieran », y que
militar y en todo cuanto no les estaba vedado por la divi- a no debe obedecerse á los prelados de la Iglesia sino en lo
na ley. » que á todas luces consta terminantemente en la Sagrada
(1) Lutero y su secta reprodujeron los ya antiguos errores » Escritura ». Condenadas como heréticas todas esas asercio-
de los begardos y begiiinas (llamados también fratricelos), que nes por é"l Concilio de Viena en 1311 bajo el Pontificado de
en el siglo xii dogmatizaban « no estar sujetos á obedien- Clemente V, fuéronlo de nuevo por el de Trento (sess. 6, c a n .
c i a ni ley alguna humánalos que son ya perfectos, ni obliga- 20 y 2 1 ; y sess. 7, can. 8) y posteriormente por cien otros do-
» dos á los preceptos de la Iglesia » ; como asimismo los wal- cumentos procedentes de la curia Pontificia. Véase la nota 1,
denses y los llamados también pobres de Lyón decían «no página 028.
» debia obedecerse al Romano Pontífice ni á otros prelados (2) TJlpiano (1. 13 de sus comentarios á las leyes Julia y
» eclesiásticos », y los anabaptistas que « los hombres no es- Papia).
»tan sujetoB á ninguna legítima potestad»; añadiéndolos nue- (3) Véase la nota 4, pág. 035.
640 CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S V Y VI.
lo violenta; y en este sentido los hombres l e y , como con ocasión de estas palabras
virtuosos y justos no están sometidos á contra tí solo pequé ( P s . 5 0 , 6 ) , dice la
la ley, sino solo los malos : porque lo que Glosa (ord. Cassiod.) que «no h a y h o m -
se hace por la coacción y la violencia es »bre que juzgue los actos del rey» (1).
contrario á la voluntad, y la de los. bue- P e r o en cuanto á la fuerza directiva de
nos está de acuerdo con la l e y , mas la de la l e y el príncipe está sometido á la l e y
los malos en discordancia con ella; por por su propia voluntad, según lo que se
cuya razón los buenos no están bajo la dice (extra D e constitutionibus, cap. Cum
ley de esta manera y sí solo los-malos. omnes) (2) que «quien estatuye en de-
A l argumento 1.° diremos, que aquel »recho respecto de otro, debe él mismo
razonamiento es aplicable á la sumisión » atenerse á ese derecho » ; y la autoridad
por modo de coacción ; en cuyo sentido del Sabio Catón en los Rudimentos dice:
la ley no ha sido establecida para los «aguanta la ley que t ú mismo has he-
justos, porque ellos mismos son su ley, » c h o » ; y en el Código ( D e leg. et const.
mostrando la obra de la ley escrita en sus I. 4 , cap. D e legib. et constituí.) (3) los
corazones , como dice el A p ó s t o l (Rom. emperadores Teodosio y Valentiniano es-
2 , 15) : así que la l e y no tiene sobre ellos criben al prefecto Volusiano : « palabra
fuerza coactiva, como la tiene contra los »digna es de la majestad del que reina,
injustos. » e l declararse el príncipe aligado á las
A l 2.° que la l e y del Espíritu Santo » l e y e s ; hasta tal punto nuestra autori-
es superior á toda l e y humanamente es- » dad depende de la autoridad del derecho:
tatuida ; por lo cual los varones espiritua- » y someter el principado á las leyes cier-
les , según que son guiados por la ley del »tame nte es más grande que el imperio».
Espíritu S a n t o , no están sometidos á la A s í el Señor impropera á los que dicen y
l e y en cuanto á lo que repugna á la di- no hacen, y á los que imponen cargas gra-
rección del Espíritu S a n t o , la que sin ves, mas ni aun con su dedo las quieren
embargo implica en sí el que los hombres ellos mover ( M a t t h . 2 3 , 4 ) . D e consi-
espirituales se sometan á las leyes huma- guiente en cuanto al juicio de D i o s el
n a s , según lo que leemos ( i Petr. 2 , 13): príncipe no está exento de la ley respec-
someteos á toda humana criatura por to de su fuerza (4) directiva; pero debe
causa de Dios. cumplirla voluntariamente y sin coacción.
E l príncipe está ademas sobre la l e y en
A l 3.° que se dice que el príncipe está
el sentido de q u e , á ser conveniente,
exento de la ley en cuanto á la fuerza
puede cambiarla y dispensar de ella se-
coactiva de e l l a ; porque nadie propia-
gún el tiempo y el lugar.
mente se infiere coacción á sí mismo, y
la ley no tiene su fuerza coactiva sino de
A R T Í C U L O VI. — ¿ E S permitido ni que
la potestad del príncipe. A s í pues se dice
que este se halla libre de la l e y , por e s t á sometido á la ley obrar fuera del testo
cuanto nadie puede lanzar contra sí mis- literal de la m i s m a ? (5).
mo fallo condenatorio, si obra contra la l.° P a r e c e que no es permitido al que
(1J Lo cual por cierto solo es estrictamente exacto respecto sentencia, Regís ad exemplum totas componitur orbis ; porque
de los reyes absolutos ó en el régimen monárquico puro; claro es que en todas las disposiciones concernientes á la de-
pues, por más que según los principios del sistema represen- pendencia y subordinación de los vasallos á su Jefe, como en
tativo los reyes son pomposamente denominados poderes ir- las relativas á impuestos de contribución, al sostenimiento de
responsables, quedando toda su responsabilidad sobre sus gastos del Estado y al decoro de la Majestad imperante y así
ministros responsables, de hecho se ve con deplorable fre- otras, no es compatible con esta la sumisión del Monarca á
cuencia recaer sobre los tales monarcas las responsabilida- sus propias leyes : así como en lo eclesiástico los estatutos
des más terribles y á veces aun sangrientas, según ya deja- diocesanos obligan á los Obispos en general como á los capi-
mos harto detalladamente consignado en la nota 3, pag. 597. tulares y á los simples feligreses, mas no las personalmente
(2) Tomado de una de las bulas (llamadas Extravagantes, episcopales emitidas para la buena dirección de su respectiva
porque por algún tiempo anduvieron sueltas, sin ser compi- grey bajo el cayado pastoral, símbolo de su autoridad y ju-
ladas en el cuerpo del Derecho canónico) del Papa Inocen- risdicción.
cio 111, é inserto después entre las Decretales (Digest. vet. 1. 2, (5) Trátase de los particulares individuos comprendidos en
tit. 2), como lo cita y comenta la Glosa bajo su nombre mismo la ley, que en determinados casos pueden interpretarla y aun
espresamente consignado. omitir sus prescripciones testuales, si de su estricta obser-
(3) Digesto antiguo (1. 1, tit. 14, ley 4."). vancia puntual hubiera de provenir daño á la comunidad ó
(4) Debe entenderse en orden á las prescripciones legales mayores inconvenientes que de su omisión, según se indica
comunes á los subditos y al legislador, y que lo mismo este en la Conclusión y se esplica en el cuerpo del artículo. Por lo
que aquellos puede y debe observar, para estimular á todos que hace al legislador ó príncipe , téngase en cuenta lo que
con su ejemplo según aquella tan conocida cuanto verídica poco más adelante espone (C. 97, a. 4).
CUESTIÓN XCVI. — ARTÍCULO V I . 641
(1) Nose olvide lo que ya más de una vez dejamos insi- pero ni siquiera por el pueblo y en su representación, cual
nuado respecto á la intervención de los cuerpos consultivos y parece desprenderse de ellas ; pues no hay quien ignórese
deliberantes en la constitución de las leyes políticas y civiles mira en nuestros dias como indiscutible axioma que « el rey
según las modernas teorías y prácticas gubernamentales, y » reina y no gobierna» , y reinar sin gobernar es ser rey de
con especialidad en las notas 1, pág. 5%; 3, 597; y 2, (533. In- papel ó de escarnio, pudiendo decirse que los reyes de hoy
síslcse hoy con decidido empeño en la distinción y separación están moldeados por la irrisoria farsa de Pilatos y demás
de los poderes legislativo y ejecutivo, denominación por cierto Cristicidas, cuando decían con insolente sarcasmo : «Jesús
(y dicho seadepaso) bien poco exacta y nada justificable,como » Nazareno, Rey de los Judíos ». La inscripción de la Cruz es
consecuencia lógica de la soberanía nacional, que á su vez ra- á no dudarlo el más espresivo emblema de la autoridad regia
dica en la célebre cuan to in fausta Declaración de los derechos del en la actualidad ; y, como prueba de ello sin duda, no ha
hombre, base y raíz originaria de los poderes todos terrenales, muchos años se oyó en nuestra Asamblea popular constitu-
desde que la revolución y la demagogia en fraternal consor- yente á algún Diputado de la nación tan célebre como carac-
cio conjuradas contra el Derecho divino en su más racional terizado pedir para el trono de España, declarado vacante por
acepción han declarado á Dios escluido por completo del go- entonces, « la menor cantidad posible de rey ».
bierno próvido y paternal de las naciones, desmintiendo de (2) Modestino (1. 8 Rcsponsorum), de quien lo han tomado
hecho el consabido axioma bíblico : per me renes regnanl, el le- en la compilación del Digesto antiguo ; aunque en este se lee
oum aminores justa decernunt. Los reyes no reinan ya según perducamus, como en el testo, siendo así que originariamente
las nuevas doctrinas, ni por Dios ó en su nombre desde luego, dice producamus.
SUMA TEOLÓGICA. —TOMO II. 41
642 CUESTIÓN X C V I . — ARTÍCULO VI.
tención del legislador. Sin embargo es de A l 2.° que el que sigue la intención del
advertir que, si la observancia literal de legislador no interpreta la l e y en abso-
la ley no ofrece un peligro inmediato, al luto , sino en el caso en que se bace no-
que sea preciso atender instantáneamen- torio por la evidencia del perjuicio que
t e , no compete á cualquiera el interpre- la intención del legislador fue otra ; pues
tar qué es lo útil ó inútil á la ciudad, en caso de duda deben obrar según el
sino solamente á los principales (1) que testo de la l e y ó consultar al superior.
para tales casos tienen la autoridad de A l 3.° que no b a y hombre alguno tan
dispensar en las leyes : mas, si el peligro sabio que pueda prever todas las cosas
es repentino y no da tiempo de recurrir singulares ; y por lo tanto no puede es-
al superior, la misma necesidad lleva presar suficientemente por sus palabras
aneja la dispensa, porque, la necesidad (todo) lo que conviene al fin propuesto :
» no está sujeta á l e y ( 2 ) , y, aunque el legislador pudiese conside-
A l argumento 1.° diremos, que el que rar todos los casos, no convendría que
en caso de necesidad obra fuera de las pa- los espresase todos, para evitar confusión;
labras de l a l e y , no juzga de la ley misma, sino que debería formular la ley según lo
sino del caso singular, en el cual ve que que sucede por lo común.
no debe observarse la ley literalmente.
CUESTIÓN XCYII.
Mutación de las leyes.
Sobre esto resolveremos cuatro p u n t o s : 1.° La ley h u m a n a es mutable ? — 2.° Debe ser cambiada
siempre que o c u r r a algo mejor ? — 3.° Es abolida por la c o s t u m b r e , y adquiere esta fuerza de ley ?
—4.° El uso de la ley h u m a n a debe ser m u d a d o por dispensa de los superiores ?
ARTÍCULO I . — 1.a ley h u m a n a «lene mana medida de los actos humanos, como
ser mudada de a l g ú n modo ? (3) se ha dicho ( C . 9 0 , a. 1 y 2 ) ; sigúese
que debe permanecer inmutable.
1.° Parece que la l e y humana de nin- 3.° Pertenece á la razón de la ley que
gún modo debe mudarse: porque la l e y sea justa y recta según lo dicho ( C . 95,
humana se deriva de la l e y natural, se- a. 2). E s así que lo que es recto una vez
gún se ha dicho ( C . 9 5 , a. 2 ) ; y la l e y l o es siempre. L u e g o lo que es l e y una
natural permanece inmutable. L u e g o la vez debe serlo siempre.
l e y humana también debe continuar in- Por el contrario, dice San Agustín
variable. ( D e lib. arb. 1. 1, c. 6 ) : « l a l e y tempo-
2.° S e g ú n dice Aristóteles ( E t h . 5, » ral, aunque sea j u s t a , puede no obs-
c. 8) ( 4 ) , « l a medida debe ser principal- » t a n t e cambiarse justamente con las
« mente estable »: siendo pues la l e y hu- » épocas » .
(1) Principes, que aquí evidentemente designa las autori- nosotros y sin menoscabo de su inalterable inmutabilidad, como
dades subalternas ó jefes inmediatos, como el gobernador ó hacen constar espresamente y á este mismo propósito de la
alcalde ó el capitán de la guardia, etc. variabilidad de las leyes humanas según las circunstancias los
(2) Palabras tomadas de la Glosa al Digesto antiguo (1. 1, concilios Lateranense en tiempo de Inocencio III y uno de los
tit. 10, ley 1. ), donde se lee neeessitas non habet legem, id est,
a
de Toledo, recordando las alteraciones introducidas en la Ley
cessat Ux ubi venit neeessitas, y más espresamente del c. Con- antigua en su reemplazo por la legislación evangélica más
silium de la Extrav. de Inocencio III De obsercatione jejuniorum : perfecta y benigna, aunque en muchos puntos más gravosa
y de aquí nació el proloquio jurídico neeessitas carel lege, vul- al parecer en razón de su mayor pureza, pero facilitando su
garizado en nuestro idioma en su versión literal, « la necesi- cumplimiento por el seguro auxilio de la gracia, por lo que
» dad carece de ley ». se llama también Ley de gracia la del Nuevo Testamento.
(3) Dios mismo en muchas ocasiones, según consta por multi- (4) Cap. 8 greco-lat. ó 9 antig.; y no 5 ni de la Metafísica
tud de pasajes bíblicos, y ya se ha consignado así en la 1.' P. ni de la Física, como con variedad igualmente inexacta se vo
(pág. 178,n.2, t.l.°) cambia sus determinaciones con respecto i citado en muchas ediciones y aun en algún manuscrito.
CUESTIÓN XCVII, — A R T Í C U L O S I Y I I . 643
(1) Como el célebre rey Artajérjes (llamado Asuero en la dominios la razón de su contraorden en estos términos (Eslh.
Santa Escritura) derogó sus propios decretos de esterminio de 16, 9) : y no entendáis que el ordenar lo contrario proviene de tije-
los judíos, revocándolos en virtud de otros y alegando en reta de nuestro ánimo; sino que fallamos asi por la cualidad y ne-
sus rescriptos á los gobernadores de las 127 provincias de sus cesidad de los tiempos, y por reclamarlo la utilidad de la república.
644 CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .
bres : mas no podemos adquirir, un cono- ocurre alguna mejora, debe reemplazarse
cimiento perfecto de las cosas singulares, lo anteriormente adoptado: pero las le-
sino por la esperiencia, que requiere tiem- yes deben á la costumbre la fuerza prin-
p o , según se dice ( E t h . 1. 2 ) . L u e g o pa- cipal y m a y o r , como dice Aristóteles
rece que con el transcurso del tiempo (Polit. 1. 2 , c. 8 ó 1 2 ) ( 3 ) ; y por lo
puede ocurrir algo mejor, que deba esta- tanto no deben mudarse fácilmente.
blecerse. A l 2.° que aquel razonamiento prueba
Por el contrario, dícese ( D e c r e t . dist. que se deben mudar las l e y e s , no em-
1 2 , c. 5.) : « e s ridículo y basta abomi- pero por cualquiera mejora, sino por
» nable deshonra que dejemos sean in- grande utilidad ó necesidad, según lo
» Mugidas las tradiciones antiguas, que dicho.
» hemos recibido de nuestros padres»'. A l 3.° téngase por contestado lo
Conclusión. Las leyes humanas no mismo.
deben mudarse, siempre que se ocurro,
cosa mejor que las sustituya, á no justi- A R T Í C U L O I I I . —- t a costumbre puede
ficar su cambio una evidente necesidad ó obtener fuerza de ley ? (4)
grande utilidad común.
Responderemos, que según lo dicho 1.° Parece que la costumbre no puede
( a . 1 ) la l e y humana en tanto puede obtener fuerza de l e y ni derogar la ley ;
mudarse rectamente, en cuanto por esta porque la l e y humana se deriva de la ley
mudanza se provee á la utilidad común. natural y de la divina, como se ve pol-
P e r o el cambio considerado en sí mismo lo dicho ( C . 9 3 , a. 3 ; y C. 9 4 , a. 2). Es
implica cierto detrimento del bien co- así que la costumbre de los hombres no
mún ; porque la costumbre es m u y pode- puede mudar la l e y natural ni la divina.
rosa para la observancia de las leyes, L u e g o tampoco puede mudar la ley hu-
hasta el punto de que las cosas que se mana.
hacen contra la costumbre general, aun- 2.° D e muchos males no se puede ha-
que en sí sean más l e v e s , parecen más cer un bien; pero el que comienza á obrar
graves : y a s í , cuando se muda la l e y , el primero contra la l e y hace m a l : luego
disminuye su fuerza coercitiva ( 1 ) , en de la multiplicidad de semejantes actos
cuanto se quita la costumbre; y por esta no resultará bien alguno; y la ley es
razón no se debe mudar la ley humana, cierto bien, por ser regla de los actos hu-
si por otra parte no se compensa al bien manos. L u e g o la l e y no puede ser abro-
común, cuanto por esa se le deroga. E s t a gada por la costumbre, hasta el punto de
compensación existe ó por ser la l e y que esta obtenga fuerza de l e y .
nueva de m u y grande y evidentísima uti- 3.° Erigir leyes compete á las perso-
lidad, ó por mediar muy notoria nece- nas públicas, á quienes pertenece regir
sidad, ó porque la vigente l e y contiene la comunidad; y por consiguiente las
manifiesta iniquidad ó su observancia es personas privadas no pueden hacer la
muy nociva: por lo cual dice el Juris- ley. E s así que la costumbre prevalece
consulto ( 2 ) que « e n constituir nuevas por los actos de personas privadas. Luego
» cosas debe haber evidente utilidad, la costumbre no puede obtener fuerza de
» para abandonar aquel derecho, que pa- l e y , por la que se deroga la l e y .
» recio equitativo durante largo tiempo».
Por el contrario, dice San Agustín
A l argumento 1.° diremos que las co- ( E p i s t . 8 6 , ad Casulanum) : « l a cos-
sas de arte tienen eficacia únicamente » tumbre del pueblo de Dios y los esta-
por sola la razón; y a s í , siempre que » t u t o s de los antepasados deben ser te-
f 1) « La antigüedad de las leyes es lo que más que todo las brá podido notarse ; sirva de regla para lo sucesivo que en
» hace santas y respetables; pues el pueblo fácilmente des- la cita misma del testo pondremos á continuación de la ini-
» precia las que ve mudarse de dia en dia », decía Rousseau cial c. dos números separados porla disyuntiva o, designando
en su introducción al discurso sobre el origen de la ilegalidad el primero el correspondiente al testo greco-latino y el se-
entre los hombres. gundo á los ejemplares latinos antiguos, que generalmente
(2) Ulpiano en el Digesto antiguo (1 1, t. 4, Ley 2. De a
coinciden con el de la respectiva lección de Santo Tomás.
conslitutionibus principum). (4) La costumbre, de que aquí se trata, es la llamada de he-
(3) Capítulo 8 greco-lat. ó 12 en los ejemplares antiguos ; cho y que el Santo Doctor define : « frecuencia de obrar li-
y no c. 6, según comunmente se cita. Siendo tan frecuentes «bremente de un mismo modo ».
é indispensables las rectificaciones de esta índole, como ha-
CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 645
3) nidos por l e y ; y , así como los trans- A l 2.° que según lo dicho ( C . 9 6 , a. 6 )
» gresores de la l e y divina, igualmente las leyes humanas son defectuosas en
B deben ser refrenados los que desprecian algunos casos; por lo cual es posible
» las costumbres eclesiásticas». obrar alguna v e z fuera de la l e y , es d e -
Conclusión. La costumbre establecida cir, cuando es defectuosa, sin que este
no de palabra solamente sino por hechos acto sea m a l o : y, cuando tales casos se
muy repetidos puede llegar á tener fuerza multiplican por alguna mudanza de los
de ley, aboliendo la anterior vigente y hombres, entonces se manifiesta por la
sirviendo de interpretación á otras leyes. costumbre que la l e y no es y a útil; como
R e s p o n d e r e m o s , que toda l e y emana asimismo se manifestaría, si se promul-
de la razón y voluntad del legislador : la gase verbalmente una ley contraria. P e r o ,
ley divina y natural de la voluntad ra- si la razón, por la cual la l e y primera
cional de D i o s , y la ley humana de la era útil, subsiste todavía ; no vence la
voluntad del hombre regulada por la ra- costumbre á la l e y , sino la ley á la cos-
zón ; y , así como la razón y la voluntad tumbre ( 2 ) , á menos que acaso la ley
del hombre se manifiestan por la palabra parezca inútil tan solo por no ser y a p o -
en las operaciones prácticas; igualmente sible según la costumbre del p a í s , que
se manifiestan de hecho, puesto que cada era una de las condiciones de la l e y ;
cual parece elegir como bueno lo que puesto que es m u y difícil desarraigar la
consuma con la obra. Siendo pues no- costumbre de la multitud.
torio que por la palabra del hombre A l 3.° que la multitud, en que se in-
puede mudarse la l e y y también espli- troduce una costumbre, puede ser de dos
carse, en cuanto manifiesta el movi- condiciones : porque, si es un pueblo
miento interior y el concepto de la ra- libre, que pueda legislar para sí propio,
zón humana; sigúese que también por la unanimidad de la multitud es más efi-
actos muy repetidos constitutivos de la caz para observar lo que la costumbre
costumbre la l e y puede ser mudada y manifiesta que la autoridad del Príncipe,
espuesta, y aun producirse algo que ob- que no tiene potestad de establecer la
tenga virtud de l e y , es decir, en cuanto l e y , sino en cuanto representa la perso-
por repetidos actos esteriores se declara nalidad de la multitud; y por consi-
eficacísimamente el movimiento interior guiente , aunque cada individuo no pueda
de la voluntad y el concepto de la razón: hacer la l e y , sin embargo todo el pue-
porque, cuando algo se hace multitud de blo sí puede establecerla; pero, si el
veces, parece provenir del juicio delibe- pueblo no tiene libre potestad de darse
rado de la razón ; y según esto la costum- la l e y ó de remover la impuesta por un
bre tiene fuerza de ley y es intérprete poder superior, prevaleciendo empero la
de las leyes. misma costumbre en el tal p u e b l o , ob-
A l argumento 1,° diremos que la l e y tiene fuerza de l e y , en cuanto es tolerada
natural y divina procede de la voluntad por aquellos á quienes incumbe el impo-
divina, como se h a dicho; por lo cual no ner la l e y á la multitud; porque parece
puede ser mudada por la costumbre pro- que por esto mismo aprueban lo que la
cedente de la voluntad del hombre, sino costumbre ha introducido ( 3 ) .
únicamente por autoridad divina: y de
aquí es que ninguna costumbre puede ARTÍCULO I V . — ¿ i o s que r i g e n a u n a
obtener fuerza de l e y contra l e y divina multitud p u e d e n dispensar e n l a s leyes h u -
ó la ley natural, pues dice San Isidoro m a n a s ? (4)
(Synonym. 1. 2 , c. 1 6 ) : « ceda el uso á
» la autoridad, venzan la l e y y la razón 1.° Parece que los gobernantes de un
» al uso depravado ( 1 ) ». pueblo no pueden dispensar en las leyes
(1) Según esta doctrina, para que la costumbre llegue á ob- (2) Para que una costumbre pueda abolir la ley, debe sai-
tener fuerza de ley, es requisito indispensable que no sea más útil y conforme al bien común que la ley misma, atendi-
contraria á la ley divina ni á la ley natural; pues todo acto das las diversas circunstancias de lugares, tiempos y perso-
malo en sí mismo, cuales son los opuestos á la ley natural ó nas. Drioux.
espresamente prohibidos por ley positiva divina, será siempre (3) Según el conocido proloquio jurídico, qui tacetconsentiré
moralmente malo, y jamás su reiteración aun erigida ya en videtur, que en castellano suele espresarse no con entera exac-
costumbre podrá prescribir sobre dichas leyes, ni derogarlas titud, diciendo : « quien calla otorga».
o atenuar en lo más mínimo su indeficiente vigor. (4) Entiéndese por dispensar eximir particularmente á al-
646 CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O IV.
guno ó algunos del cumplimiento de la ley, permaneciendo (ÍJ La dispensa no motivada por suficiente razón es ett el
esta íntegra y en su pleno vigor respecto de los demás com- que así la otorga pecado venial según algunos teólogos; como
prendidos en ella; ó bien, como en el testo se esplica, deter- Soto y Wiggers ; pero otros la califican de culpa grave, en-
minar el'modo de observarlos particulares la ley común tre ellos Suarez, Cayetano y Silvio : y no obstante se consi-
según sus respectivas circunstancias personales : en lo cual dera válida, con tal empero (limitan comunmente) que pro-
se da á entender que los dispensados no quedan totalmente ceda ó se obtenga del autor mismo de la ley ó de su sucesor
exentos de la ley, debiendo observarla en todo lo compatible ó superior, y no de algún delegado ó subalterno.
con los impedimentos ó causas justificativas de la dispensa*
CUESTIÓN X C V H . — A R T Í C U L O IV. 64V7
siones de los comunes, se dispensa algu- así como en la ley humana pública no
nas veces por el hombre, como el que no puede dispensar sino aquel, por quien la
se reintegre el préstamo al traidor á la ley tiene autoridad ó á quien él delegare;
patria ó cosa semejante. E n cuanto á la igualmente respecto de l o s preceptos di-
ley divina todo hombre es lo que una vinos, que provienen de Dios, nadie sino
persona privada con respecto á la l e y p ú - él puede dispensar, 6 aquel á quien espe-
blica, á la que está sometido. L u e g o , cialmente' él mismo lo encomendase ( 1 ) .
CUESTIÓN XCYIII.
De la ley antigua.
(1) Aun el mismo Soberano Pontífice, si bien puede dis- » gua era mala », y Apeles trató de anularla fundado en esa
pensar como Vicario de Cristo y Jefe supremo de su Iglesia misma idea, de donde vino á sus sectarios la denominación de
•visible en lo concerniente á las leyes meramente eclesiásti- apelitas, no muy conocida en la Historia, por haberse apro-
cas, como los decretos pontificios y de los concilios aun gene- piado y apadrinado su doctrina los antedichos herejes. Por
rales ó ecuménicos, y también en lo de institución propia y ley antigua se entiende aquí ¡ no solo el Decálogo con sus
esclusivamente apostólica ; no así empero en lo de proceden- preceptos, que sustancial y radicalmente son los mismos lla-
cia conocidamente divina ó estatuido por Cristo mismo aun mados hoy entre nosotros los mandamientos de ta ley de
por mediación de sus Apóstoles, como respecto al número, Dios, sí también todas las disposiciones dictadas por Moisés
formas y materias de los Sacramentos y á la santificación del al pueblo hebreo y consignadas en el Deuteronomio y demás
domingo, aunque en el modo accidental y de solo derecho libros santos del Pentateuco.
eclesiástico esté en sus atribuciones el interpretar y dispen- (3) El testo de la SUMA omite la palabra Deum, que sin em-
sar do algún modo las leyes divinas y evangélicas. bargo nos permitimos tomar del literal de la Vulgata.
(2) Los marcionitas y maniquéos decian que « la ley anti- (4) San Juan Crisóstomo sostiene que esto debe entenderse
648 CUESTIÓN XCVIII. — ARTÍCULO I .
dicho con referencia á la ley de Moisés (Honi. 12 in Eplst. ad (1) Tanto es así y en el concepto aquí sobreentendido de
Rom.), é impugna á los que pretendieran aludirse al precepto conforme á la recta razón y coercitiva de las concupiscencias
impuesto por Dios á Adán ó aun á la ley natural; porque ni y pecados de todo género, aun cuando no condujese por su
aquel mandamiento primitivo puede llamarse propiamente puntual observancia á la perfección de la virtud, como lo hace
ley, ni la ley natural se diría razonablemente espiritual, como la evangélica, que hoy no puede menos de admitirse como
la califica allí mismo (v. 14) San Pablo ; añadiendo que poco dogma de fe, declarado por la condenación de cuantos herejes
antes (v. 9) habia dicho de sí mismo que vivía sin ley, y no con Simón el Mago, Marcion y los maniquéos han sostenido lo
es admisible intentase significar por esta ley la natural. Lo contrario, según lo espuesto también en la nota 2, pág. 017.
propio enseñan asimismo San Jerónimo y otros varios SS. PP. (2) Véase la nota 2, pág, 006.
y espositores más ó menos esplícitamente.
CUESTIÓN XCVIII. — ARTÍCULOS I Y I I . 649
cado fue más grave después de la prohi- y poco antes ( v . 4) habia dicho : honra
bición de la l e y , y a también porque la á tu padre y á tu madre, lo cual está
concupiscencia fue en aumento, siendo evidentemente contenido en la ley antir-
cierto que deseamos más vivamente lo gua. L u e g o esta ley proviene de D i o s .
que se nos prohibe. Conclusión. La ley antigua, que apro-
A l 3.° que nadie podia soportar el yugo ximaba al hombre á Cristo vencedor del
de la l e y sin el auxilio de la gracia, que la diablo, no procedía de este y sí del mismo
ley no daba; porque se dice ( R o m . 9,16): Dios autor de la humana salud por la
no es del que quiere ni del que corre, gracia de Cristo.
sino que es de Dios, que tiene misericor- Responderemos, que la ley antigua
dia ; por lo cual se lee ( P s . 118 , 32): fue dada por el Dios bueno, que es el
corrí el camino de tus mandamientos, Padre de Nuestro Señor Jesucristo ; por-
cuando me ensanchaste el corazón, es que dicha ley ordenaba á los hombres á
decir, por el don de la gracia y de la Cristo de dos modos: 1.° dando testimo-
caridad. nio de Cristo , por lo que él mismo dice
( L u c . 2 4 , 4 4 ) : era necesario que se cum-
ARTÍCULO I I . — t a ley a n t i g u a provino pliese todo lo gue está escrito de mí en la
de Dios? (1) ley y en los Profetas y en los Salmos, y
(Joann. 5, 4 6 ) : si creyerais á Moisés,
1.° Parece que la l e y antigua no pro- también quizá me creeríais á mí; pues él
vino de D i o s : porque se dice ( D e u t . escribió de mí; 2.° á modo de cierta dis-
32, 4 ) que las obras de Dios son per- posición; pues, retrayendo á los hombres
fectas ; y la l e y antigua era imperfecta, del culto de la idolatría, los encerraba
como se ha dicho (a. 1 ; y C. 91 , a. 5). bajo el culto de un solo Dios , por quien
Luego la l e y antigua no provino de Dios. debia salvarse el género humano por
2.° L é e s e ( E c c l . 3, 14) : aprendí que Cristo. P o r esto dice el Apóstol (Gal. 3,
todas las obras , que hizo Dios , perseve- 23) : antes que la fe viniese , estábamos
rarán perpetuamente. E s así que la l e y bajo la guarda ( 2 ) de la ley encerrada
antigua me ha durado siempre, pues dice para aquella fe, que había de ser reve-
San Pablo ( Hebr. 7, 1 8 ) , el manda- lada : y es evidente que al mismo com-
miento primero es á la verdad abrogado pete disponer algo á su fin y conducirlo
por su flaqueza é inutilidad. L u e g o la al fin ; y digo al mismo por sí ó por sus
ley antigua no fue (obra) de Dios. subditos, pues el diablo no hubiera hecho
3.° A l sabio legislador pertenece no una l e y , por la que los hombres fueran
solamente quitar el mal sino también las atraídos á Cristo, por quien había de ser
ocasiones de él. M a s la ley antigua fue lanzado fuera según aquello (Matth. 12,
ocasión de p e c a d o , como se ha dicho 2 6 ) : si Satanás echa fuera á Satanás,
(a. 1). L u e g o á Dios, que no tiene seme- su reino está dividido; y a s i d o r el mismo
jante entre los legisladores ( J o b . 36,22), Dios, por quien fue obrada la salud de
no pertenecía dar tal l e y . los hombres mediante la gracia de Cristo,
fue dada la antigua ley.
4.° D í c e s e ( i . T i m . 2 , 4 ) que Dios
quiere que todos los hombres se salven; A l argumento 1.° diremos, que nada
pero la ley antigua no bastaba para la impide que algo no sea perfecto en abso-
salvación de los hombres según lo dicho luto , siéndolo sin embargo con relación
(a. l ) : n o era pues propio de Dios el dar al tiempo, como se dice un niño perfecto
tal l e y , y por lo tanto la l e y antigua no no absolutamente sino en proporción á su
es de Dios. e d a d ; y asimismo los preceptos, que se
Por el contrario, dice el Señor (Matth. dan á los n i ñ o s , son perfectos según la
1 5 , 6 ) : habéis hecho vano el manda- condición de aquellos á quienes se dan,
miento de Dios por vuestra tradición, aunque no lo sean en absoluto : y tales
(1) Marcion decía impíamente que «la antigua ley procé- tan detestables herejías.
» día del principio malo ó del dios malo, que es el diablo », y (2) La Vulgata dice cuslodiebanlur, que el Santo pone en l .
á
Cerdon con los maniquéos que « el Dios de la ley antigua no persona custodiebamur, cual lo traducimos fieles siempre en lo
» era el Padre de Nuestro Señor Jesucristo ». Lo contrario es posible á su testo literal y sin olvidar lo consignado en la
punto de fe católica, y se demuestra en esto artículo contra nota 1, página 205 delT. i."
650 CUESTIÓN X C V H I . * - ARTÍCULOS II Y III.
(1) Véase en la 1." P. la C. 19, a. 6. pan al parecer algún tanto de ella: tales son San Cipriano (cont.
(2) Aunque la doctrina de este artículo es comunmente Jai. 1. 2, c. 15), Tertuliano (»6. contra jai. c. 9) y Eusebio de
aceptada por los SS. PP. y Doctores; hay entre ellos algunos Cesarea (Dcmonsl. 1. 1, c. 5; 1. 5, c, 10).
que, entendiendo por ángel el Verbo mismo de Dios eii su ca- (3) La Vulgata dice homo.
lidadde enviado (véase e n l a L ' P . la C.43,a. 4 y sig.), discre-
CUESTIÓN XCVIÍI, — A R T Í C U L O S IÜ Y T V . 651
fue conveniente que la ley del nuevo Tes- que la l e y antigua disponía para la sal-
tamento fuese dada inmediatamente por vación, que se debia obrar por Cristo,
el mismo Dios hecho hombre, y que la según lo dicho (a. 3). E s así que aquella
ley antigua se diese á los hombres por salvación debia ser obrada no solo en Ios-
medio de sus ministros, es decir, por los judíos sino en todas las naciones, según
ángeles. D e este modo prueba San Pablo consta ( I s . 4 9 , 6 ) : poco es que seas mi
(Hebr. 1 , 2 ) la preeminencia de la l e y siervo para levantar las tribus de Jacob,
nueva sobre la antigua ; puesto que en el y convertir las heces de Israel; te he es-
nuevo Testamento Dios nos ha hablado tablecido, para que seas luz de las nacio-
en su Hijo; mientras que en el antiguo nes , y seas mi salud hasta los estremos
nos habló por medio de ángeles. de la tierra. L u e g o la ley antigua debió
A l argumento 1.° diremos q u e , según darse á todas las naciones, y no única-
se espresa San Gregorio (in princ. Mor. mente á un solo pueblo.
c. 1 ) , « e l ángel que se describe apareci- 2.° Según se dice ( A c t . 1 0 , 3 4 ) ( 1 ) ,
»do á Moisés, y a es mencionado con Dios no es aceptador de personas; (v. 35)
» el nombre de ángel, y a con el de Señor: mas en cualquiera gente, que teme á Dios
» ángel, por el ministerio que cumplia ha- y obra justicia, se agrada. L u e g o no de-
b l a n d o esteriormente, y Señor porque bió abrir más á un pueblo que á otro el
» presidiendo interiormente daba la efica- camino de la salvación.
»cia de la palabra» ; y de ahí es tam- 3.° L a l e y fue dada por medio de los
bién que hablaba el ángel como el Señor ángeles según lo dicho (a. 3 ) ; pero Dios
en persona. manifestó el ministerio de los ángeles, no
A l 2.° q u e , según dice San Agustín solo á los judíos, sino á todas las.nacio-
(sup. Gen. ad litt. 1. 1 2 , c. 2 7 ) , se lee en n e s , puesto que se dice ( E c c l i . 17, 1 4 ) ,
el É x o d o : « e l Señor habló á Moisés sobre cada nación puse Gobernador ;
Dcara á cara, y poco después se a ñ a d e : y ademas distribuye á todos los bie-
^muéstrame tu gloria» ; «sentía pues lo nes temporales, de los cuales menos
» que veía y deseaba lo que no veia » . se cuida que de los espirituales. L u e g o
Luego no veia la misma esencia de Dios, también debió darse la ley á todos los
y por consiguiente no era instruido inme- pueblos.
diatamente por D i o s . A s í pues en lo que Por el contrario, dícese (Rom. 3 , 1
se d i c e , que el Señor le hablaba cara á y 2) : qué pues tiene de más el judio ?
cara, la Escritura se espresa según la Mucho en todas maneras : primero, por-
opinión del pueblo, que juzgaba que Moi- que les fueron confiados los oráculos de
sés hablaba con Dios boca á boca, cuan- Dios; y ( P s . 1 4 7 , 2 0 ) con ninguna
do se le aparecía y le hablaba por alguna nación hizo tal cosa, y no les manifestó
de sus criaturas destinada al efecto, es sus juicios.
decir, por un ángel y por la n u b e ; ó bien, Conclusión. Dios distinguió al pueblo
por vista de la cara se entiende cierta con- hebreo con beneficios peculiares, y dando
templación superior y familiar, inferior á á él solo su ley en cumplimiento de sus
la visión de la esencia divina. promesas, relacionadas con el privilegio
A l 3.° que solamente el príncipe puede de haber de nacer de la nación judía el
establecer l e y por su propia autoridad ; Cristo ó Mesías.
pero algunas veces promulga la l e y ins- R e s p o n d e r e m o s , que pudiera asignarse
tituida por otros : é igualmente Dios ins- como una razón, por la cual fue dada la
tituyó la ley por su propia autoridad, ley al pueblo judío más bien que á otros
pero la promulgó por medio de los án- pueblos, la de que, inclinados estos á la
geles. idolatría, solo el pueblo judío permane-
ció en el culto de un solo D i o s , por lo
que los demás pueblos eran indignos de
ARTÍCULO IV. — i » icy antigua do- recibir la l e y , no se diese lo santo á los
tilo darse solo a l pueblo de los judíos ?
perros ( 1 ) . Pero esta razón no parece » tes de investigar, porqué atrae á este
conveniente ; porque aquel pueblo aun » y no á aquel, si no quieres errar».
después de dada la ley cayó en la idola- A l argumento 1.° diremos q u e , aun-
t r í a , lo que fue más grave, como se ve que la salvación, que había de obrarse
(Exod. 32 ; y A m o s , 5 , 2 5 ) : ¿por ven- por Cristo, fuese preparada para todas
tura me ofrecisteis hostias y sacrificios las naciones; sin embargo convenía que
en el desierto por cuarenta años , casa Cristo naciera de un solo pueblo, el cual
de Israel, y ( 2 ) llevasteis la tienda por esta causa tuvo prerogativas sobre
para vuestro dios Moloch , y la imagen los otros, según se consigna (Rom. 9 , 4 ) :
de vuestros ídolos la estrella de vuestro de ellos ( l o s j u d í o s ) es la adopción de
Dios , cosas que os hicisteis ? y espresa- hijos y el testamento y la legislación, de
mente se dice también ( D e u t . 9, 6 ) : quienes y de cuyos padres Cristo es se-
sabe que no por tus justicias te ha dado gún la carne.
el Señor Dios tuyo esta escelente tierra A l 2.° que la acepción de personas
en posesión , pues eres un pueblo de cer- tiene lugar en las cosas que se dan por
viz muy dura. Moisés indica antes (v. 5 ) débito; mas no así en las que se otorgan
el verdadero motivo, para que el Señor por gratuita voluntad ( 3 ) : porque no
cumpliera su palabra, que dio con jura- es aceptador de personas el que da libe-
mento á tus padres Abraham, Isaac y Ja- ralmente de lo suyo á uno y no á otro;
cob; y el Apóstol muestra cuál fuera esa pero sí lo sería, si, siendo dispensador
promesa, diciendo ( G a l . 3 , 1 6 ) : las de los bienes comunes, no los distribuyese
promesas fueron dichas á Abraham y á su con igualdad según los méritos de las
simiente : no dice á las simientes como personas. Dios pues confiere saludables
en muchos, sino como en uno solo, y á tu beneficios al género humano por su gra-
simiente, que es Cristo. Dios pues otor- cia; por lo que no es aceptador de per-
gó á aquel pueblo la ley y otros beneficios sonas, aun cuando los confiera á unos con
especiales por lapromesa hecha á sus pa- preferencia á otros, y así dice San A g u s -
dres de que de ellos nacería Cristo; pues tín ( D e prajdest. Sanct. c. 8 ) : « á todos
era conveniente que el pueblo, del cual » l o s que Dios enseña, enséñalos por su
babía de nacer Cristo, fuese honrado con » misericordia; y á quienes no enseña, no
cierta santificación especial, según lo que » los enseña por su justicia» ; porque
se dice ( L e v . , 1 9 , 2) : seréis santos, por- esto proviene de la condenación del géne-
que yo soy santo : y no por el mérito de ro humano por el pecado del primer padre.
Abraham se hiciera tal promesa de que
A l 3.° que se priva al hombre de los
Cristo nacería de su linaje, sino por gra-
beneficios de la gracia por causa de la
tuita elección y vocación de Dios ; por
culpa; mas no se le sustraen los benefi-
lo cual se dice ( I s . 1 , 2 ) : quién levan-
cios naturales, entre los cuales se cuen-
tó del Oriente al justo, y le llamó para
tan los ministerios de los ángeles, que el
que le siguiera ? Resulta pues claramente
orden mismo de las naturalezas requiere,
que por sola elección gratuita los pa-
como es el de que los seres inferiores
triarcas recibieron las promesas de Dios
sean gobernados por los intermedios ; y
y el pueblo nacido de ellos recibió la ley
asimismo los auxilios corporales, que Dios
según aquello ( D e ú t . 4 , 36) : oiste sus
otorga no solo á los hombres sino tam-
palabras de en medio del fuego, por
bién á las bestias, según aquello (Ps.
cuanto amó á tus padres, y escogió su
3 5 , 7 ) : á los hombres y á las bestias sal-
descendencia después de ellos. Si empero
varás, Señor.
se insiste en volver á preguntar, porqué
eligió á este pueblo y no á otro, para
que Cristo naciera de él; será oportuna A R T Í C U L O V . — Todos los hombres
la respuesta de San Agustín cifrada e s t a b a n obligados á observar l a ley antigua?
(sup. Joann. tract. 26) en esto : «no tra-
l.° Parece que todos los hombres es-
(1) Palabras del Salvador (Jfsítt. 7, 6), alusivas directa y especialmente de lo espuesto en el a. I . 6
espresamente á la doctrina y misterios evangélicos, pero muy (2) La Vulgata dice es/oíe, » sed... »
naturalmente aplicables también á la antigua ley, en la que (3) Véanse en la 1.' P. la C. 23, a. 5 al 3.° ; y en la 2."-2.»
por tan Variados emblemas se simbolizaran, como se colige C. 63, a. 1.
CUESTIÓN X C V I I I . — A R T Í C U L O V. 653
taban obligados á observar la l e y antigua: que la antigua, ley contenía, estaban obli-
porque todo el que está sometido á un gados todos al cumplimiento de esta, no
rey debe estarlo á su l e y ; y, babiendo porque eran de la ley antigua, sino por
sido la l e y antigua dada por D i o s , que ser de la l e y natural; mas respecto á los
es el rey de toda la tierra ( P s . 4 6 , 2 ) , que la ley antigua anadia no estaban
todos los habitantes de la tierra estaban obligados algunos á su observancia, sino
por consiguiente obhgados á la observan- solo el pueblo judío. L a razón de esto es
cia de la ley. que la ley antigua según lo dicho (a. 4)
2.° L o s judíos no podian salvarse, si no fue dada al pueblo de los judíos, para
observaban la l e y antigua ; pues se dice que obtuviese cierta prerogativa de
(Deut. 2 7 , 2 6 ) : maldito el que no per- santidad por reverencia de Cristo, que
manece en las palabras de esta ley, y no habia de nacer de aquel pueblo ; y todo
las cumple con la obra ( 1 ) . Si pues los lo que se estatuye para especial santifica-
otros hombres hubieran podido salvarse ción de algunos no obliga sino á estos,
sin la observancia de la l e y , peor hubiera como los clérigos consagrados al minis-
sido la condición de los judíos que la de terio divino tienen obligaciones, que no
los demás hombres. pesan sobre los legos; é igualmente los
3.° L o s gentiles eran admitidos al rito religiosos se obligan por su profesión á
judaico y á las observancias de la ley, ciertas obras de perfección, que no obli-
puesto que se dice ( E x . 1 2 , 4 8 ) : si al- gan á los seglares : asimismo pues aquel
guno de los estranjeros quisiere pasar pueblo estaba obligado. á ciertas (prác-
á vuestra población y celebrar la Pas- ticas ) especiales, á las que no lo estaban
cua (2) del Señor; serán circuncidados los otros pueblos. P o r esto se dice ( D e u t .
cuites todos sus varones, y entonces la' 1 8 , 1 3 ) : serás perfecto y sin mancilla
celebrará legítimamente; y será como el ante (3) el Señor tu Dios; y por lo
natural de la tierra. E n vano pues h a - mismo hacían una especie de profesión,
brían sido admitidos á las observancias como se v e ( D e u t . 2 6 , 3 ) : protesto hoy
legales los estranjeros por divina dispo- delante del Señor Dios tuyo.
sición, si hubieran podido salvarse sin A l argumento 1.° diremos, que todos
ellas. L u e g o nadie podia salvarse, si no los que están sometidos á un rey tienen
observaba la l e y . obligación de observar su l e y , que esta-
Por el contrario, dice San Dionisio blece en común para todos; pero, si or-
( D e ccelesti hierarch. c. 9 ) que «muchos dena algunos estatutos, que deben ser
» gentiles fueron conducidos á Dios por observados por sus ministros familiares,
» los ángeles » ; y consta que los gentiles estos no obligan á los demás.
no observaban la l e y : luego sin la ob- A l 2.° q u e , cuanto más se une el hom-
servancia de la l e y pudieron salvarse bre á D i o s , tanto se hace de mejor con-
algunos. dición ; y por esto cuanto el pueblo de
Conclusión. Todos los hombres y pue- los judíos estaba más aligado al culto
blos [ 1 ] estaban obligados á observar la divino, tanto más digno era que los otros
antigua ley en lo contenido en ella de la pueblos, y de aquí el decirse (Deut. 4 , 8):
ley natural; pero solo el pueblo judaico ¿qué otra gente hay tan ilustre, que tenga
[ 2 ] á todos sus preceptos, inclusos los ceremonias y justos juicios y toda la ley?
añadidos á esta. Igualmente acerca de esto los clérigos
Responderemos, que la ley antigua son de mejor condición que los l e g o s , y
manifestaba los preceptos de la ley natu- los religiosos que los seglares.
ral, añadiendo algunos otros propios. En A l 3.° que los gentiles conseguían la
cuanto á los preceptos de la ley natural, salvación de una manera más perfecta y
(i) De donde se colige que podían salvarse observándola ; (2) Pitase ó Pascha: la inmolación y comida del cordero pas-
no empero porque la ley tuviera en sí misma la virtud de cual, en que consistía la principal y más importante y signi-
salvarlos, sino en cuanto se ordenaba á la nueva ley del Me- ficativa solemnidad de la Pascua según el rito detallada y
diador, verdadera causa y autor de la salvación de los hom- minuciosamente prescrito por Dios mediante Moisés al pueblo
bres, que la obtendrían creyendo en él y observando aquella hebreo en conmemoración de su salida y libertad del ominoso
ley en virtud de su i'e acompañada de sus buenas obras y de cautiverio de Egipto, símbolo de la futura redención de
la obediencia fiel y legal á sus preceptos, como en efecto se Cristo.
salvaron los patriarcas y profetas y demás Santos de aquel (3) Coram: la Vulgata dice cum, « con el Señor » : lo que
tiempo. sustancialmente viene á ser idéntico.
654 CUESTIÓN X C V I I I . — A R T Í C U L O S V Y V I .
(f) Esto no quiere decir ni menos prueba en m'anera alguna po de la ley natural, cuya ineficacia quedaba sobradamente
que fuesen ó hayan sido Santos personalmente todos los pro- reconocida por la defección casi universal, que motivara es-
genitores del Mesías Salvador; pues consta evidentísima- carmientos tan decisivos y terribles como el diluvio y la des-
mente que varios de los mismos, que figuran como sus ascen- trucción hasta el esterminio de la Pentápolis, y el do la gra-
dientes en la línea ó escala genealógica directa de Jesús, dis- cia, ante la que serían convictos de su pertinacia y obstina-
taron muy mucho de la perfección de la santidad, habiendo ción, llevada á pesar de la ley escrita y de las predicaciones y
llegado algunos de ellos á un grado de perversidad repug- ejemplos de sus patriarcas y profetas hasta el horrendo é in-
nante é impía (en lo cual quiso el mismo Señor darnos á en- concebible crimen del Deicidio, según insinúa á continuación
tender según San Jerónimo que, descendiendo de padres hu- la misma Glosa citada.
manos pecadores, venia á redimir los pecados de todos los (3) Clases ó condiciones, mas no géneros en su acepción pro-
hombres); sino que tal era el designio de Dios en la institu- piamente filosófica ó científica ; pues la unidad del género
ción de aquella ley, de la que sin embargo prevaricaron abu- humano es una verdad de todo punto indiscutible, lo mismo
sando de su libre albedrío hasta la más escandalosa impiedad. bajo su aspecto teológico que en el de la ciencia y de la his-
(2) Es decir, en debido orden y oportunidad, entre el tiem- toria.
CUESTIÓN XCVII1 . — ARTÍCULO VI. 655
estos preceptos contiene (otros) ceremoniales? —4.° Los contiene también judiciales?— 5.° Com-
prende ademas de estos tres algunos otros? — 6.° De qué modo la ley inducía á la observancia de los
dichos ?
fl) Tomada de Haymon, y no de San Ambrosio ni de cierto (2) Como luego puede verse, redúcelos el Santo y con él
supuesto comentario suyo, como inconscientemente se anota generalmente los teólogos todos á estas tres clases •. morales,
en algunas ediciones. judiciales y ceremoniales.
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O II. 657
ó del hombre con D i o s ; y en este con- 3.° L a ley antigua se dice letra que
cepto toda la l e y se encierra en este único mata, como se ve ( I I Cor. 3 , 6 ) ( 3 ) ;
precepto, amarás á tu prójimo como a tí pero los preceptos morales no matan, sino
mismo , como en cierto fin ( 1 ) de todos que vivifican, según aquello ( P s . 118, 93):
los mandamientos : porque en el amor al jamás olvidaré tus justificaciones, porque
prójimo se incluye también el amor de en ellas me has dado la vida. L u e g o los
Dios, cuando se ama al prójimo por D i o s . preceptos morales no pertenecen á la l e y
Por esta razón el Apóstol reduce á este antigua.
solo los dos preceptos, que tienen por ob- Por el contrario, se dice (Eccli. 17, 9):
jeto el amor de Dios y del prójimo, de los añadióles ( 4 ) la disciplina, y diales la
cuales dice el Señor ( M a t t h . 22, 4 0 ) : en herencia de la ley de vida ; y la discipli-
estos dos mandamientos consiste toda la na pertenece á las costumbres, pues la
ley y los profetas, Glosa (ordin.) sobre las palabras ( H e b r .
A l 3.° que , según se lee ( Ethic. 1. 9, 1 2 , 1 1 ) omnis... disciplina... dice que «la
c. 8) ( 2 ) , « l o amistoso respecto de otro B disciplina es la enseñanza de las costum-
» provino de lo amigable del hombre para »bres por (medios) difíciles» ( 5 ) . L u e -
» consigo mismo, en cuanto el hombre se g o la ley dada por Dios contenia precep-
B há con otro como para sí mismo B ; y tos morales.
por lo tanto, cuando se dice , todo cuanto Conclusión. La ley antigua contenía
queréis que os hagan los hombres, hacedlo ciertos preceptos morales sobre el ejerci-
asimismo vosotros á ellos, se esplica cierta cio práctico de las virtudes para la san-
regla del amor al prójimo, que implícita- tificación del pueblo.
mente se contiene en esto que se lee R e s p o n d e r e m o s , que la ley antigua
( M a t t h . 1 9 , 1 9 ) , amarás á tu prójimo contenía ciertos preceptos morales, como
como á tí mismo; siendo por consiguiente se ve (Exod. 2 0 ) , no matarás, no hurta-
cierta esplicacion de este mandamiento. rás : y esto con justa razón; porque, así
como la intención principal de la ley hu-
ARTÍCULO I I . — t a ley antigua contie- mana es el establecer la amistad de los
no preceptos morales ? hombres entre s í , del mismo modo la in-
tención de la l e y divina es la de consti-
l.° Parece que la l e y antigua no con- tuir principalmente la amistad del hom-
tiene preceptos morales : porque la l e y bre con Dios. Siendo pues la semejanza
antigua se distingue de la ley natural, razón de amor según aquello ( E c c h . 13,
como se ha dicho ( C. 9 1 , a. 4 ; y C. 98, 19), todo animal ama á su semejante; es
a. 5); y los preceptos morales pertenecen imposible que haya amistad entre el hom-
á la ley natural. L u e g o no pertenecen á bre y D i o s , que es el mejor, si los hom-
la ley antigua. bres no se hacen buenos : por lo cual se
2.° L a ley-divina debe venir en auxi- dice ( L e v . 1 9 , 2 ) , seréis santos, porque
lio del hombre allí, donde es deficiente la yo soy Santo. L a bondad del hombre es
razón humana ; como se ve en las cosas la virtud, que hace bueno al que la tiene;
de la f e , que son superiores á la razón. y por esto convino que fueran dados tam-
Siendo pues la razón del hombre sufi- bién en la ley antigua preceptos sobre los
ciente al parecer para los preceptos mo- actos de virtudes, y estos son los precep-
rales ; sigúese que los preceptos morales tos morales de la ley.
no son de la l e y a n t i g u a , que es ley di- A l argumento l.°'dirémos, que la ley
vina. antigua se distingue de la ley de la natu-
(1) Secundario ó como intermedio y relativo; puesto que (4) En casi todas las ediciones y salva solo alguna escep-
el primario y radical ó absoluto, al que debe referirse el mis- cion entre las más modernas, como la de Drioux, se omite el
mo amor del prójimo, es el amor de Dios, según harto clara- dativo illis, que sin embargo consta espresamente en el testo
mente se colige del contesto en conformidad con el dicho del de la Vulgata.
Salvador (Malth. 22,38): este es el primero y máximo precepto. (5) Esto debe entenderse, según se colige de la letra mis-
(2) Implícitamente y como en equivalencia, pero más clara ma de la citada Glosa (que dice también consistir la erudición
y espresamente en el c. 14 tanto de los ejemplares antiguos principalmente en las. molestias y sufrimientos esperimenta-
como de los greco-latinos. dos como medios de corrección ó enmienda de los pecados) y
(3) Pío i Cor., según equivocadamente lo hallamos citado esplica San Juan• Crisòstomo añadiendo que «la erudición
con unanimidad en todas las ediciones, que hemos visto ó te- u contituye al atleta fuerte c invencible en los combates».
nido ocasión de confrontar.
SUMA TEOLÓGICA.-—TOMO II. il
658 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Juzgando, por ejemplo, que debe obrarse mal ó no prac- por desgracia y baldón de las presentes generaciones á pres-
ticarse el bien, y así de otros que se reducen á obrar siempre cindir de todo culto esterno ; puos los espíritus fuertes ó des-
en conformidad con el dictamen de la razón, según lo es- creídos é impíos pretenden ser suficiente la honra tributada á
puesto en la C, 04, a. 2 y 6. Dios en el fondo del corazón, y aun censuran los enormes y
(2) V. en la 1." P. P. la C 1, a. 1 ; y en la 2."-2.<e C 2, a. 4. dispendiosos gastos consagrados por la liturgia católica á las
(3) Prescripciones litúrgicas concernientes á la forma y demostraciones públicas y privadas de acatamiento á la divi-
ritos, con que debía ejercerse el culto esterno del Señor, como na Majestad, que estarían (dicencon su afectada filantropía)
eran los relativos á los sacrificios y á las fiestas y otros aná- mucho mejor invertidas en socorrer a los menesterosos y
logos, de los que se citan y describen algunos en los versícu- atender al remedio de la miseria pública. Héaquí una protes-
los 24, 25 y 26-del c. 20 del Éxodo y en sus capítulos 25 al 31 ta terminante de proselilismo del traidor Judas : cuánto mejor
ambos inclusive. no fuera (decía este) vender esos perfumes y repartir su precio en.
(4) Es bien sabida la tendencia hoy demasiado pronunciada tre los pobres? Pocos habrá que ignoren la calificación que hizo
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O I I I . 659
el Salvador de aquella caridad hipócrita de su mal apóstol, r ¡ Oh venturoso siglo diez y nueve,
diciendo por la pluma de los Evangelistas que no hablaba ins- O, para hablar mejor, decimonono!
pirado por el interés de los pobres, sino porque era ladrón y depo- Por lo demás para quien haya leído una vez siquiera el Pen-
sitario del dinero común (Joann.12, G). Pregúntese á los aco- tateuco de Moisés negar la existencia en él de preceptos ce-
gidos en los asilos de la beneficencia oficial, si están allí me- remoniales vale tanto como cerrar los ojos á la luz del sol en
jor atendidos por mercenarios empleados que en el Relugio y la mitad de un despejado dia de otoño.
hospitales ú otros establecimientos de carácter religioso, ser- (1) Primó en la mayoría de las ediciones : en algunas se
vidos con cariñosa fraternal esplendidez por Hermanas de la lee prima y en otras primee, que precediendo á ex frttgibus es-
Caridad y sacerdotes ó individuos de cofradías y asociaciones presa enteramente la misma idea, qne nosotros traducimos
cristianas, consagrados sin retribución al gratuito servicio de primicias en conformidad con el lenguaje sagrado y eclesiás-
los enfermos y desgraciados ; ó compárense los hospitales de tico.
los Presbíteros naturales de Madrid y de la V. Orden Tercera (2) El propio origen etimológico la atribuye asimismo Aulo
con los intervenidos ó dirigidos por dependientes y de nom- Gelio (1. 4, c. 0), siendo muy probable se refiriesen uno y
bramiento de cualesquiera autoridades ó asociaciones mera- otro á la ciudad de Toscana llamada hoy Cervetere, según
mente civiles : que la respuesta y el resultado de esas compa- vemos en el nuevo Diccionario latino-español del Sr. Raimun-
raciones hablarán muy alto y con decisiva elocuencia sobre do de Miguel; y fundábanse uno y otro de aquellos célebres
la sinceridad de las pretensiones de la nueva raza del apóstol escritores latinos, para preferir tal derivación á la que á pri-
venal y Deicida. Pues compárese por otra parte el gasto oca- mera vista parecía más natural y verosímil, dándola por raíz
sionado por la más solemne y ostentóse pompa de una fiesta el nombre de la diosa Céres, en que este se escribía siempre
sagrada, siquiera se sostenga por diez días consecutivos, como sin diptongo en su primera sílaba, y con él el de la referida
la llamada del Alumbrado en Madrid, con el despilfarrador población, como más comunmente lo lleva también catremonia,
derroche de un té ó de una recepción aristocrática, donde se sin que por otra parte pueda razonablemente reprobarse la or-
gastan en golosinas y placeres sensuales miles de duros en tografía de ceremonia ó cerimonia, usada igualmente no raras
unas pocas horas. Diráse que así se da pan á los obreros y veces en toda clase de obras litúrgicas y que parece justificar
artistas ? que se fomentan los progresos en las artes? que se su filiación de Céres, más natural y directa que la otra ; así
protege á la industriay al comercio? que...? Y cuál de esas como apenas se concibe la mucho más violenta, que la da por
ventajas deja de concurrir igualmente por lo menos en los progenitor el verbo carero (carecer) con San Agustín (Rclract.
pretendidos inútiles despilfarros del culto católico? ¡ Ah ¡ todo 1. 2, c. 37), por cuanto el vulgo se abstiene de intervenir en
para el hombre sensual; nada para Dios ni para sus predilec- los ritos sagrados. De todos modos la cuestión filológica no
tos los pobres! Tal es el carácter predominante del ponderado tiene aquí gran importancia, por más que el Doctor Angélico
siglo del progreso, en que vivimos. No será profanar el carác- mismo tampoco la considere de todo punto insignificante,
ter serio de la presente publicación el poner término á nues- como lo prueba su testo literal, que al menos hace disculpa-
tras observaciones sobro el asunto en cuestión con la sentida bles estos al parecer intempestivos apuntes encaminados á su
epifoncma del insigne Bretón de los Herreros : esclarecimiento y justificación.
660 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS III Y IV.
tos se distinguen de los preceptos mo- antonomasia los morales : luego ademas
rales. de los preceptos morales y ceremoniales
A l 3 . que, como dice San Dionisio
a
hay también los judiciales.
( D e ccel. hier. c. 1 ) , « las cosas divi- Conclusión. Ademas de los preceptos
» n a s no pueden ser manifestadas á los morales y ceremoniales deben reconocerse
» hombres, sino por algunas imágenes en la ley antiqua otros judiciales para
» sensibles» ; y estas mismas imágenes la determinación de los actos de la jus-
mueven más el ánimo, cuando, no solo ticia.
son espresadas por las palabras, sino que R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
se ofrecen á los sentidos. Por esta razón (a. 2 y 3) pertenece á la ley divina orde-
en las Escrituras se dan á conocer las nar á los hombres entre sí y para con
cosas divinas, no solo por medio de l o - D i o s ; y ambas cosas pertenecen cierta-
cuciones simbólicas, como se ve en las mente al dictamen de la l e y natural, á
metafóricas, sí también por emblemas de la cual se refieren los preceptos morales:
cosas propuestas á la vista, lo cual per- pero es preciso que sean determinadas
tenece á los preceptos ceremoniales. por la l e y divina ó humana, puesto que
los principios naturalmente conocidos son
A R T Í C U L O I V . — i A d e m a s de los pre- comunes tanto en lo especulativo como
ceptos m o r a l e s y c e r e m o n a l e s hay también en lo práctico. A s í pues como la deter-
preceptos j u d i c i a l e s ? (1) minación del precepto común del culto
divino se hace por los preceptos ceremo-
1.° Parece que aparte de los preceptos niales, de igual modo la determinación
morales y ceremoniales no hay en la l e y del precepto común para observar la jus-
antigua algunos preceptos judiciales : ticia entre los hombres, se efectúa por
porque dice San A g u s t í n ( C o n t . F a u s - los preceptos judiciales ; y según esto es
t u m , 1. 6 , c. 2 ; 1. 1 0 , c. 2 ; y 1. 19, necesario reconocer en la ley antigua tres
c. 18) que «en la l e y antigua hay precep- (clases d e ) preceptos; los morales que
» t o s para la vida práctica y para la vida se apoyan en el dictamen de la l e y na-
» representativa (significandce) ». E s así tural, los ceremoniales que son determi-
que los preceptos de la vida práctica son naciones del culto divino, y los judicia-
los morales y los de la figurada los cere- les, determinaciones de la justicia, cual
moniales. L u e g o fuera de estos dos g é - debe observarse entre los hombres; por lo
neros de preceptos no deben consiguarse que el Apóstol después de haber dicho
en la ley otros preceptos judiciales. (E,om. 7 ) que la ley es santa, añade que
2.° Sobre estas palabras ( P s . 1 1 8 , 1 0 2 ) su mandamiento es justo y bueno y san-
no me aparté de tus juicios, dice la to : justo en cuanto á los preceptos judi-
Glosa (ord. Cassiod.) : esto e s , « d e los ciales ; santo por relación á los ceremo-
» que constituíste como regla de conduc- niales (porque santo es todo lo que está
» t a » . E s t o pertenece á los preceptos m o - dedicado á D i o s ) ; bueno, esto-es,hones-
rales. L u e g o no se deben distinguir los to respecto de los morales.
preceptos judiciales de los morales. A l argumento 1.° diremos, que tanto los
4.° Juicio parece ser el acto de justi- preceptos morales como también los ju-
c i a , según aquello ( P s . 9 3 , 1 5 ) : hasta diciales pertenecen á la dirección de la
que la justicia venga á hacer juicio. M a s vida humana ; y por eso unos y otros
el acto de.justicia, así como los actos de están comprendidos en el primer miem-
las demás virtudes, pertenece á los pre- bro de la frase de San A g u s t í n bajo el
ceptos morales. L u e g o estos encierran en concepto de la norma de la vida.
sí los judiciales, y así no deben distin- A l 2.° que juicio (judicium) significa
guirse de ellos. la ejecución de la justicia, la cual se ve-
Por el contrario, se dice ( D e u t . 6, 11): rifica por la aplicación de la razón á al-
estos son los preceptos y ceremonias y gunos casos determinados ; y así los pre-
juicios, donde se llaman preceptos por ceptos judiciales tienen algo de común
con los morales, es decir, en cuanto se
derivan de la razón, y algo con los cere-
(]) Determinativos déla observancia y administración de
la,justicia. moniales , en cuanto son ciertas determi-
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O S IV Y V . 661
(1) En sentido absoluto y no precisamente estricto, por ley según su interpretación griega) y á continuación del De-
cuanto la justicia propiamente la ejerce cada hombre respecto cálogo repetido en su capítulo v, y ya anteriormente formu-
de otro hombre, y no consigo mismo ni en orden á Dios, á no lado en ele. 20, del Éxodo, libro considerado como el primer
ser en acepción más vaga ó lata. código legal entre los hebreos y en el que no se menciona la
(2) Dice « al principio de la ley », porque en efecto van distinción de preceptos, ceremonias y juicios.
consignados al frente del libro llamado Deúteronomio (segunda
662 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS V Y V I .
(1) Tales son los llamados consejos, tanto en la ley antigua versículos del Ps. 11S, á escepcion únicamente del v. 122, y
como principalmente en la evangélica, conducentes á un son : lex, mándala, testimonia, justificationes, vial, sententice,
grado de perfección no común á la generalidad de los fieles y ludida, sermones, eloquia, verba; y aún queda por enumerar
que suponen vocación especial á observarlos constantemente, proecepta.
constituyendo su profesión por voto y con ciertas formalida- (5) El Santo Concilio de Trento (sess. G, can. 8) anatematiza
des ó reglas anejas á él diversos estados de la vida propia- á quien dijere que el temor del infierno, por el que arrepen-
mente dichos y á perpetuidad, como el monacal ó claustral en- tidos del pecado y absteniéndonos de él recurrimos á la mise-
tre los católicos y el de los nazarenos ó nazaréos en el pueblo ricordia de Dios, es pecado ó hace peores á los pecadores ; ó
'israelítico. que (sess. 14) la atrición ó contrición imperfecta concebida por
(2) La Glosa .ordinaria cita en efecto estas palabras atri- la fealdad del pecado ó el miedo de las penas eternas hace al
buyéndolas nominalmente á San Jerónimo, de quien por mu- hombre hipócrita y más pecador, aun cuando incluya la reso-
cho tiempo se creyó ser el aludido Comentario al Evangelio lución de no pecar y la esperanza del perdón ; ó (can. 5) quo
de San Marcos ; hoy empero está casi completamente fuera no es dolor verdadero y útil, ni libro y voluntario , ni dispo-
de toda duda que no es suyo ni se halla entre sus obras, si sitivo á la graeia el que proviene de la detestación de los pe-
bien no sería tan fácil determinar su verdadero autor. cados por su multitud y enormidad ó de la consideración de
(3) Pues el verbo latino mandare propia y originariamente la perdida bienaventuranza y de la eterna condenación ¡ de-
significa enviar ó remitir, ó bien encargar ó dar encargo ó claraciones motivadas por diversos herejes, según los cuales
comisión do ejecutar algo, transmitiéndolo por emisario ó con- el retraerse do pecar y el servir á Dios y amarle por sus be-
ducto intermedio á quien deba ó haya de desempeñarla. neficios temporales ó por temor del castigo temporal eterno
(4) Es muy de notar según la curiosa observación de Sil- es ilícita hipocresía y verdadero ó mayor pecado que los pre-
vio, reproducida por Drioux, la variedad de voces con que cedentes. Bien se ve en la doctrina de este artículo la conclu-
se halla designada la ley ó sus preceptos, las que llegan a sel' yeme refutación anticipada de semejantes errores.
hasta diea y sin que falte una ú otra en alguno de os 170
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O V I . 663
(1) No c. 7, cual copian unos de oíros casi todos los edito- errata con sacar al margen 2 y no 7 tampoco : lo cual ha ori-
res, cuyo error provino de no estar bastante clara en el ma- ginado la duplicidad de erróneas citas, que se observa en los
nuscrito la cifra ó guarismo 9, que algún copista poco esperto diversos ejemplares. Téngase presente ademas lo acordado
ó escesivamente lijero tomó por 7, reduplicando ademas la on la nota 3 de la página 014.
664 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULO V I .
CUESTIÓN C.
AuTÍCTJLO I . — Todos los preceptos mo- 3.° Como la razón natural induce á
rales pertenecen á l a ley de l a n a t u r a l e z a ? algunas buenas costumbres, asimismo la
fe, pues también se dice (Gralat. 5, 6) que
l.° Parece que no todos los preceptos la fe obra por la caridad. P e r o la fe no
morales pertenecen á la l e y natural : está contenida en la l e y natural, porque
porque se dice (Eccli. 17, 9 ) : añadióles lo que es de fe es superior á la razón na-
la disciplina, y diales en herencia la ley tural : luego no todos los preceptos m o -
de vida; pero la disciplina se distingue rales, de la l e y divina pertenecen á la
por oposición á la l e y de naturaleza, por l e y de naturaleza.
cuanto esta no se aprende, sino que se Por el contrario, dice S a n P a b l o
tiene por instinto natural. L u e g o no t o - (Rom. 2, 14) que los gentiles, que no tie-
dos los preceptos morales pertenecen á la nen ley, naturalmente hacen lo que es
l e y natural. de la ley ; y esto debe entenderse de lo
2.° L a l e y divina es más perfecta que perteneciente á las buenas costumbres.
la l e y h u m a n a : pero l a l e y humana aña- L u e g o todos los preceptos morales de la
de algunas cosas respecto de las buenas l e y pertenecen á la l e y natural.
costumbres á las que son de la l e y natural; Conclusión. Todos los preceptos mo-
de lo cual es prueba el que la l e y natu- rales necesariamente pertenecen de algún
ral es la misma para todos (2), mientras modo (aunque diverso) ala ley natural.
que esos estatutos sobre las costumbres Responderemos, que los preceptos
son diversos según los diversos (países). morales son distintos de los ceremoniales
L u e g o con mayor razón la l e y divina y judiciales : porque los morales tienen
debió añadir sobre la ley natural algunas por objeto aquellas c o s a s , que por sí
(disposiciones) pertenecientes á algunas conciernen á las buenas costumbres; y,
buenas costumbres. puesto que las costumbres humanas se
consideran en orden á la razón, que es el
fl) Véase la C 107, a. 1. principio propio de los actos humanos,
(2) Según queda demostrado en la C. 94, a. 4, donde ade-
mas se ha esplicado cómo debe eso entenderse. se llaman buenas las costumbres que son
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS I Y ti. 665
» y e s deben instituirse para una ciudad A l argumento 1.° diremos, que el cum-
» regida por un rey , y otras para la que plimiento de los mandatos de la l e y , que
» l o es por el pueblo ó por algunos m a g - se refieren á los actos de las otras virtu-
u nates de la m i s m a » . E s también diver- des , tiene concepto de justificación, en
sa la manera de ser de la sociedad, á la el sentido de que es justo que el hombre
cual se ordena la ley h u m a n a , de la de obedezca á D i o s , ó también en cuanto es
aquella, á que se ordena la l e y divina ; justo que todo lo que pertenece al hom-
porque la ley humana se ordena á la bre esté sometido á la razón.
sociedad civil, que es de los hombres en- A l 2.° que la justicia propiamente
tre s í , cuya reciprocidad se realiza por dicha se refiere á lo que un hombre
actos esteriores, según los que mutua- debe á otro ; pero en todas las otras vir-
mente se comunican; y esta comunicación tudes se considera lo que las potencias
pertenece á la razón de la justicia, que inferiores deben'á la razón, y según la
es propiamente directiva de la sociedad razón de este débito Aristóteles (Ethic.
humana, y por lo tanto la ley humana 1. 5, c. últ.) asigna cierta justicia me-
no propone preceptos sino respecto de los tafórica.
actos de justicia (1) ; y, si prescribe A l 3.° es evidente la respuesta por lo
algunos actos de otras virtudes, lo hace que se ha dicho de la diversidad de so-
tan solo en cuanto dichos actos deben es- ciedad.
tar comprendidos en la noción de justi-
cia , como se ve por lo que dice Aristó-
teles ( E t h i c . 1. 5 , c. 1). Pero la socie- A R T Í C U L O I I I . — ¿ Todos los precep-
dad, á la que se ordena la ley divina, es tos morales de la a n t i g u a ley s e r e d u c e n a los
de los hombres con relación á D i o s , y a diez m a n d a m i e n t o s del Decálogo '?
en la vida presente, y a en la futura : por
lo cual la l e y diviua propone preceptos 1.° Parece que no todos los preceptos
sobre todas aquellas cosas, por las cua- morales de la antigua ley se reducen á
les los hombres se ordenen bien á comu- los diez mandamientos del Decálogo :
nicarse con D i o s ; y , como el hombre se porque los primeros y principales pre-
une á D i o s por la razón ó la inteligencia, ceptos de la ley son estos : amarás al
en la que está ( 2 ) la imagen de Dios, Señor tu Dios, y amarás á tu prójimo,
la ley divina establece preceptos sobre como se lee (Matth. 2 2 , 37 y 3 9 ) ; y
todas aquellas cosas, por las que se or- estos dos no se hallan contenidos en-
dena debidamente la razón del hombre : tre los preceptos del D e c á l o g o . L u e g o
lo cual se verifica por los actos de todas no todos los preceptos morales se hallan
las virtudes, porque las virtudes intelec- contenidos en los mandamientos del D e -
tuales arreglan bien los actos de la razón cálogo.
en sí misma; y las morales las ordenan
2.° L o s preceptos morales no se redu-
rectamente en cuanto á las pasiones inte-
cen á los ceremoniales, sino más bieu
riores y operaciones esternas. E s pues
viceversa; pero entre los preceptos del
evidente que la ley divina propone con-
D e c á l o g o hay uno ceremonial, á saber,
venientemente preceptos acerca de los
acuérdate de santificar el dia del sába-
actos de todas las virtudes; de modo em-
do : luego los preceptos morales no se
pero que unos, sin los que no puede ob-
reducen á todos los preceptos del Decá-
servarse el orden de la virtud, que es el
logo.
de la razón , caen bajo la obligación del
precepto ; y otros conducentes á la con- 3.° L o s preceptos morales tienen por
sumación de la virtud perfecta son úni- objeto todos los actos de las virtudes;
camente de consejo. pero entre los preceptos del Decálogo se
consignan solos los pertenecientes á los
(1) A lo menos de la llamada justicia legal, cuyas mani- de algún modo todos ellos. Tal es el sentido de ese miembro
festaciones tienen siempre por blanco ú objeto el régimen parcial pero interesantísimo de la tesis general y compleja,
justo y pacífico, fin al que asimismo se enderezan cuantos que anotamos con el esclusivo objeto de aclarar el pensamiento
actos de cualesquiera virtudes impone toda humana ley, pre- así espresado en el testo.
cisamente en ese concepto de cooperativos á la paz y al cum- {%) Véase la C. 93, a. G y 7 de la 1.° P. y sus notas 3 y 5 de
plimiento de dicha justicia, a la que por lo m¡6mo pertenecen la pág. 762, y 1 y 5 de la 704 en el T. 1.".
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS III Y I V . 667
(1) Pues aun los tres primeros, que (como saben hasta los (4) Lo que principalmente motiva el asunto de este a. 4, es
niños) pertenecen al honor de Dios, se refieren también á la el no constar positiva y dislintamente^el orden de enumera-
justicia, de la que es parle la virtud de la religión; toda vez ción de los diez preceptos constitutivos del Decálogo, no sa-
que en justicia y hablando con toda propiedad le es debido biéndose con entera seguridad y certeza cuál de ellos fué el
por nuestra parte el culto y los demás actos de religión. primero esculpido en las tablas de piedra, por más que común
(2) Esto es, por el Ángel de Dios que personalmente le re- y aun vulgarmen te se adopta como inequívoca la creencia (cor-
presentaba; al paso quo los otros fueron promulgados al pue- roborada ademas por la práctica artística de los pintores y es-
blo por medio de Moisés : observación que concilla perfecta- cultores) de que en la primera de dichas dos tablas estaban
mente lo que aquí so dice en el testo con lo consignado en grabados los tres primeros concernientes á nuestros deberes
la C. (1S, a. 3. directos para con Dios, y en la segunda los siete restantes re-
(3) Así es que el Decálogo puede muy bien considerarse lativos á nuestras relaciones de justicia y caridad para con los
como epítome ó compendio de todas cuantas leyes puedan prójimos, y»áun respecto también de nosotros mismos. No es
instituirse, así eclesiásticas como civiles y de cualquier índole pues do estrañar que sobre un asunto al parecer tan claro é
ó género; puesto que todo cuanto en ellas de cualquier modo indiscutible hayan surgido ta n diversas opiniones, como las
legítimamente se prescriba dedúcese de él como contenido que el Santo Doctor menciona y discute en el cuerpo del ar-
en él. tículo, cuyo epígrafe nos ha parecido inescusable anotar así
668 CUESTIÓN G.—ARTÍCULO IV.
para ilustración de los lectores sencillos, y que podrían acaso más bien que á las exigencias y condiciones de un criterio
escandalizarse de oir asegurar á otros más instruidos lo que recto é imparcial.
tal vez tenían por -verdad de todo punto inconcusa, siendo así (1) Y comunmente admitido entre los teólogos y consignado
que no radica en otro fundamento ú origen que cierta piadosa hasta en los catecismos más elementales, como saben perfec-
tradición acomodada á las capacidades de mediano alcance tamente aun los más rudos entre los fióles católicos.
CUESTIÓN C — A R T Í C U L O S IV Y V. 669
(l) Por ejemplo, las de la Pascua y la llamada Neomenia ó ceremoniales en diversos Libros del Antiguo Testamento y
del Novilunio, la de los Tabernáculos y la de Pentecostés, y con especialidad en los de Moisés.
varias otras mencionadas y doscritas con sus respectivos ritos
670 CUESTIÓN C — A R T Í C U L O V .
(t) Algunos teólogos y espositores relacionan no sin fun- redacción testual de Nicolai en conformidad con la edición de
damento y con bastante propiedad dichos tres preceptos alas Pádua de 1712, aunque la de 1098 con las romanas y alguna
divinas personas, refiriéndose al Padre la unidad recomen- otra de acuerdo con el códice de Alcañiz escriben : propter
dada en el 1.°, al Hijo la verdad insinuada en el 2.° que pro- hoc prohibilio inordinationis circa juramentum specialiter prmeepío
hibe la falsedad del juramento, y al Espíritu Santo la santi- decalogi prohibelur (palabra esta última que Madalena propone
ficación espresamente preceptuada en el 3.° se sustituya por perhibetur), « por esto la prohibición del des-
(2) El descanso ó reposo, quies. » orden respecto del juramento se prohibe (ó bien, se espresa)
(3) Nos atenemos en la versión del precedente pasaje á la » especialmente por precepto del decálogo».
672 CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O S V Y V I .
(1) Ya hemos anotado antes de ahora que las palabras adu- ferentcs á Dios á los que respectan al prójimo, y según sue-
cidas en el testo se hallan en la Vulgata latina formuladas en len recitarse por los simples fieles bien instruidos en los ru-
esta otra algo diversa construcción : quce autem sunt, á Veo or- dimentos de la Doctrina cristiana, atendida su respectiva con-
dinala sunt, * las cosas que son han sido ordenadas por Dios. formidad con la razón y la consiguiente gravedad gradual de
V. la nota 1, pág. 205, del T. i." los pecados correlativamente opuestos.
(2) £1 indicado en la Conclusión del a. 4, antepuestos los re-
CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 673
logo tienen por objeto lo que la mente de nacer; y este más grave que el hurto,
del hombre concibe inmediatamente y que pertenece á los bienes esteriores.
con facilidad; y es evidente que tanto A l argumento 1.° diremos que, aunque
mejor se acepta por la razón algo, cuanto respecto á la percepción de los sentidos
su contrario es más grave y repugna más el prójimo es más conocido que D i o s ; sin
á la razón ; y no lo es menos que, como embargo el amor de Dios es la razón del
el orden de la razón comienza por el fin, amor al prójimo, como luego se eviden-
lo más repugnante á la razón es que el ciará ( 2 ) ; por cuya razón los preceptos
hombre se halle desordenado con respecto que ordenan á Dios debieron consignarse
al fin. E l fin de la vida humana y de la los primeros.
sociedad es Dios : por consiguiente los A l 2.° q u e , así como Dios es la causa
preceptos del Decálogo debieron ante todo universal y el principio del ser de todos,
ordenar al hombre á Dios, cuyo contrario del mismo modo el padre es cierto prin-
es lo más g r a v e ; al modo mismo que en un cipio del ser para el hijo ; y por lo tanto
ejército, que se ordena al jefe como á su después de los preceptos pertenecientes á
fin, lo primero es que los soldados le es- D i o s con razón se asigna el relativo á los
tén subordinados, y lo contrario de esto padres. L a objeción procede, cuando lo
es lo gravísimo, siendo secundario el que afirmativo y lo negativo pertenecen al
correlativamente se ordenen entre sí. mismo género de obra : y ni aun en este
Ahora bien: entre los mismos (preceptos) caso es de una completa eficacia; porque,
que nos ordenan á D i o s lo 1.° es desde si bien en la ejecución de la obra antes
luego que el hombre esté fielmente some- debe procurarse la estirpacion de los vi-
tido á D i o s , no teniendo comunicación cios que la implantación de las virtudes,
alguna con los enemigos; lo 2.° que le según se dice ( P s . 3 3 , 1 5 ) , apártate de
preste reverencia, y lo 3.° que le consa- lo malo, y haz lo bueno, y en (Is. 1, 16 y
gre su servicio: y mayor crimen es en 17), cesad de obrar perversamente, apren-
un ejército el que el soldado haga traido- ded á hacer el bien; sin embargo en el
ramenté pacto con el enemigo, que si co- conocimiento es anterior la virtud que el
mete algún desacato al general; y esto á pecado, porque «por lo recto se conoce
su vez más grave que el no tributarle » l o oblicuo» ( D e anima, 1. 1 , t. 8 5 ) : y,
algún obsequio, faltando á la debida defe- pues por la ley se tiene conocimiento del
rencia. — E n cuanto á los preceptos en pecado ( R o m . ó ) , según esto el precepto
orden al prójimo es evidente que lo que afirmativo debió ó habría debido antepo-
más repugna á la razón y es más grave nerse ; mas esta razón no es la del orden
pecado es que el hombre no cumpla sus debido, sino la ya espuesta, porque en los
obligaciones con las personas de quienes preceptos que se refieren á D i o s , que son
es más deudor : por cuya razón entre los los de la primera tabla ( 3 ) , se coloca el
preceptos, que se refieren al prójimo, pú- precepto afirmativo en último lugar, por-
nese el primero el que concierne á los pa- que su transgresión induce menor reato.
dres ; y entre los demás preceptos tam-
A l 3." que, aunque el pecado de cora-
bién se manifiesta el orden según la gra-
zón sea anterior en la ejecución, su pro-
vedad de los pecados, porque más grave
hibición sin embargo es objeto de la razón
y repugnante á la razón es pecar de obra
con posterioridad.
que de palabra, y más de palabra que de
corazón; como también entre los pecados
de obra el más grave es el homicidio, por ARTÍCULO VIL— i-os p r e c e p t o s iiei D e -
el cual se quítala vida al hombre ya exis- cálogo están dictados convenientemente ?
tente, que el adulterio, por el cual se im-
l.° Parece que los preceptos del decá-
pide la legitimidad (1) de la prole que ha
logo se esponen inconvenientemente : por-
(I) Cerliluño propiamente designa la determinación del ver- segun su significación usual la nota de infamia y privación
dadero padre, que, por serlo aunque üegalmente, contrae de- de derechos filiales y sociales anejas al ilegítimo, y más aún
beres á favor del hijo ; y no es fácil reclamarsu cumplimiento, al hijo adulterino.
no constando con certeza quién es el obligado á ellos. Creemos (2; En la 2."-2.1° C. 25, a. 1, directa y esplicitamente; y
no obstante interpretar fielmente el pensamiento por la pa- también en su C. 20, a. 2, y C. 27," a. S.
labra legitimidad, que envuelve la compleja IDEA de certi- (3) Véase la nota 4 de la página 007. ..<•.,
dumbre y de responsabilidad, insinuando al propio tiempo
SUMA TEOLÓGICA — T O M O 11.
674 CUESTIÓN C — ARTÍCULO V I I .
que los afirmativos ordenan á los actos ser evidente que los preceptos de la ley
de virtudes, y los negativos retraen de han sido formulados convenientemente.
los de los vicios ; y en cualquier materia A l argumento 1.° diremos, que de la
las virtudes y los vicios son opuestos en- afirmación se sigue siempre la negación
tre sí. L u e g o en cualquiera materia, so- de lo opuesto ; mas no siempre de la ne-
bre la que ordena un precepto del D e c á - gación de un opuesto se deduce la afir-
logo , debió establecerse precepto afirma- mación del otro: porque hay consecuencia
tivo y negativo ; y por lo tanto inconve- en decir, «si algo es blanco, no es negro»,
nientemente se asignan unos afirmativos mas no en que « si no es negro, luego es
y otros negativos. blanco »; dado que la negación se estiende
2.° D i c e San Isidoro ( E t y m . 1. 2, c. 10) á muchas más cosas que la afirmación.
que «toda ley se apoya en la razón» ; y, D e aquí asimismo resulta que este pre-
pues todos los preceptos del D e c á l o g o cepto negativo « no se debe injuriar » se
pertenecen á la ley divina, en todos ellos . estiende á mayor número de personas
debió asignarse su razón, y no solamente según el primer dictamen de la razón
en el primero y tercero. que « el que sea debido prestar á otro
3.° P o r la observancia de los precep- » (algún) obsequio ó beneficio » Sin em-
tos se merece la recompensa de Dios. E s bargo la razón desde luego nos dicta
así que las divinas promesas son de pre- que el hombre es deudor del beneficio ú
mios de los preceptos. L u e g o la promesa obsequio para con aquellos, de quie-
debió asociarse á todos ellos, y no solo nes ha recibido beneficios, si y a no los
al primero y al cuarto. ha recompensado : pero hay dos seres,
4.° L a ley antigua es llamada ley del á quienes jamas puede nadie recompen-
temor, en cuanto por la conminación de sar suficientemente los beneficios de ellos
los castigos inducía á la observancia de recibidos, y son Dios y el padre, como se
sus preceptos ; mas todos los preceptos d i c e ( E t h i c . 1.8, c. u l t . ) ; por lo cual solo
del D e c á l o g o pertenecen á la ley anti- se consignan dos preceptos afirmativos,
gua : luego en todos debió establecerse uno respecto del honor (debido) á los pa-
la amenaza de la p e n a , y no solo en el dres y otro de la celebración del Sába-
primero y segundo. do en conmemoración de los beneficios
divinos.
5.° Todos los preceptos de D i o s deben
ser conservados en la memoria; pues A l 2.° que aquellos preceptos, que son
leemos ( P r o v . 3, 3 ) : copíalos en las ta- puramente morales, tienen su razón ma-
blas de tu corazón. L u e g o el bacer men- nifiesta ; por lo que no fue preciso que se
ción de la memoria solo en el tercer pre- les añadiese razón alguna. Pero se añade
cepto es inconveniente; y por lo tanto á algunos de estos preceptos uno ce-
parece que los preceptos del D e c á l o g o remonial determinativo del precepto mo-
han sido propuestos de un modo incon- ral común, como en el primer precepto
veniente. no harás escultura, y en el tercero se de-
Por el contrario, se dice ( S a p . 11, 2 1 ) termina el dia del Sábado; por lo cual en
que Dios lo hizo todo con número, peso uno y otro fue menester asignar la razón.
y medida. L u e g o con mayor razón- ob- A l 3.° que comunmente los hombres
servó el conveniente modo de dictar los ordenan sus actos á alguna utilidad; por
preceptos de su ley. lo que á aquellos preceptos, de los que
Conclusión. Procediendo los diez pre- no parecía seguirse ó se impedía alguna
ceptos de la ley de la divina Sabiduría, utilidad, fue necesario agregar la promesa
han sido prescritos convenientí sima- de premio : mas, como los padres decli-
mente. nan y a á desaparecer y ya no se espera
R e s p o n d e r e m o s , que en los preceptos de ellos utilidad, por lo tanto se añade
de la ley divina se contiene la más eminen- al precepto de honrar á los padres una
te sabiduría; por lo cual se dice ( D e u t . promesa;. como también al precepto que
4, 6) , esta es vuestra sabiduría é inteli- prohibe la idolatría, porque por él pare-
gencia delante de los pueblos ; y al sabio ce se impedía una aparente utilidad, que
incumbe disponer todas las cosas con el los hombres creen poder conseguir por
debido modo y orden: por lo tanto debe medio de pacto con los demonios.
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS VII Y V I H . 675
A l 4.° que los castigos son necesarios Cristo; infiérese que los prelados pueden
principalmente contra que son propensos dispensar eialos preceptos del D e c á l o g o .
al mal, como se dice (Ethic. 1. 10 c. ult.) ; 3.° Entre los preceptos del D e c á l o g o
por cuya razón solamente se añade la con- se contiene la prohibición del homicidio,
minación de penas en aquellos preceptos precepto que parece ser dispensado por
de la l e y , en que interviene la inclinación los hombres, puesto que según las leyes
á lo malo : y los hombres se inclinaban humanas se quita la vida lícitamente á
á l a idolatría por l a costumbre general algunos hombres, como los malhechores
de los gentiles, como los hay también pro- y los enemigos. L u e g o los preceptos del
pensos al perjurio por la frecuencia del D e c á l o g o son dispensables.
juramento ; y por esta razón v a unida á 4.° L a observancia del Sábado se en-
los dos primeros preceptos una amenaza. cuentra entre los preceptos del D e c á l o g o ;
A l 5.° que el precepto del Sábado se y en este precepto ha habido dispensa,
consigna como conmemorativo de benefi- pues se dice ( i Mach. 2 , 4 1 ) : y resolvie-
cios anteriores ; y por este motivo se h a - ron aquel dia, diciendo: todo hombre
ce en él espresa mención de la memoria. cualquiera que nos venga á hacer la
O bien, porque el precepto del Sábado guerra en dia de Sábado, combatamos
lleva adjunta una determinación, que no contra él. L u e g o los preceptos del D e c á -
es de la l e y natural ; por lo cual le fue logo son dispensables.
necesaria una amonestación especial. Por el contrario, ( I s . 2 4 , 5 ) son re-
convenidos algunos, porque mudaron el
ARTÍCULO VIII. — i.os preceptos iiei derecho, rompieron la alianza sempiter-
Decálogo s o n dispensantes ? (1) na ; lo que parece deber entenderse prin-
cipalmente de los preceptos del D e c á l o g o .
1.° Parece que los preceptos del D e - L u e g o los preceptos del D e c á l o g o no
cálogo son dispensables: porque estos pueden ser cambiados por dispensa.
preceptos son de derecho natural, que e n Conclusión. Los diez preceptos del
algunos (casos) es deficiente y mutable, Decálogo, que disponen al hombre al bien
como lo es la naturaleza humana, según en absoluto, y en orden á este mismo bien
dice Aristóteles (Ethic. 1. 5, c. 7 ) ; y el con respecto al prójimo, son formalmente
defecto de la l e y es causa de su dispen- de todo punto indispensables.
sación en ciertos casos particulares, como Responderemos, que según lo dicho
se ha dicho ( C . 9 6 , a, 6; y C. 97, a. 4 ) . (C. 96, a. 6 ; y C. 97, á. 4 ) debe darse
Luego en los preceptos del D e c á l o g o dispensa en los preceptos, cuando se pre-
puede darse dispensa. senta algún caso particular, en el cual
2.° Como el hombre con respecto á la siguiendo -estrictamente la letra de la l e y
ley humana, se h a D i o s en cuanto á l a se obraría contra la intención del legis-
ley promulgada por él. P e r o el hombre lador i porque la intención de todo l e -
puede dispensar en los preceptos de la gislador se ordena primaria y principal-
l e y , que el mismo h a establecido. H a - mente al bien común, y secundariamente
biendo sido pues instituidos los preceptos al orden de la justicia y de la virtud, se-
del Decálogo por D i o s , parece que puede gún la cual se conserva y obtiene el bien
dispensar en ellos : y , como los prelados común. P o r lo t a n t o , si se imponen al-
hacen las veces de D i o s en la tierra, pues gunos preceptos, que contengan la con-
dice el Apóstol ( n Cor. 2 , 1 0 ) , porque servación misma del bien común ó el or-
yo también, si algo he condonado, lo he den mismo de la justicia y la virtud; e s -
condonado por vosotros en persona de tos preceptos comprenden la intención
(l) Véase lo espuesto acerca de la dispensa en la nota 4, amplitud al significado de las palabras dispensa ó dispensar, que
p.'igina (i 15. Algunos teólogos con Jcrson han opinado que Dios no falta quien la considere sinónima de interpretación; y sin
puede dispensar en los preceptos de la ley natural y del De- embargo deben distinguirse muy bien una de otra : así que
cálogo ; Escoto con los de su escuela dicen que solo son dis- nadie entre los católicos admite en absoluto la dispensabilidad
pensables los referentes al prójimo ó consignados en la se- de la ley natural reproducida en el Decálogo, en cuanto á lo
gunda tabla, esceptuada no obstante la mentira; Santo Tomás esencial de sus preceptos y de un modo general, pudiendo
y con él la más común y probable opinión sostiene quede nin- (por ejemplo) eximir aun Dios mismo á uno ó muchos de ha-
gún modo admite dispensa sin escepcion de ninguno de los cer daño á otros en todo caso y ocasión sin limitación ni espe-
contenidos en el Decálogo. Todos esos diversos y al parecer cificación alguna, como ni autorizar así en general el homici-
encontrados pareceres pueden concillarse, dando más ó menos dio ó el robo.
676 CUESTIÓN C — A R T Í C U L O VIII.
del legislador, siendo por lo tanto indis- de conceder que lícitamente se mate inde-
pensables : por ejemplo, si en alguna na- bidamente á un hombre; pero el quitar
ción se estableciese por precepto que la vida á los malhechores ó á los enemi-
nadie destruyese la república ni entrega- gos del Estado no es indebido ó injusto;
se la ciudad á los enemigos, ó que nadie y por consiguiente no se contraría en esto
ejecutase algo mal é injustamente, los al precepto del D e c á l o g o , ni tal muerte
tales preceptos no serían susceptibles de es un homicidio que se prohiba en el
dispensa; pero, si dictasen otros enca- mismo, como dice San Agustín ( D e lib.
minados en relación con estos preceptos arb. 1. 1, c. 4) ; é igualmente, si á alguno
á determinar algunos modos particula- se le quita lo que era suyo, siendo debido
res, se podría dispensar en ellos, en que lo pierda, esto no es hurto ni rapiña,
cuanto por la omisión de estos preceptos que se prohiba en el precepto del D e c á -
en algunos casos no se vulnerarían los logo. A s í es que, cuando los hijos de I s -
primeros preceptos, que contienen la in- rael por mandato del Señor quitaron á
tención del legislador; c o m o , si para la los egipcios sus despojos, no hubo hurto;
conservación de la república se decretase porque esto les era debido por sentencia
en alguna ciudad sitiada que vigilasen por de Dios. D e l propio modo Abraham,
la guarda de la misma algunos de cada cuando consintió en quitar la vida á su
barrio, podría dispensarse con algunos hijo , no consintió en homicidio; porque
por razón de alguna mayor utilidad. M a s era debido el que muriese por el mandato
los preceptos del D e c á l o g o contienen la de Dios, que es Señor de vida y muerte,
intención misma del legislador, es decir, puesto que él es quien da la muerte á
de D i o s : porque los preceptos de la pri- todos los hombres justos é injustos por el
mera tabla, que ordenan á D i o s , contie- pecado de nuestro primer padre , cuya
nen el orden mismo al bien común y final, sentencia si el hombre la ejecuta por au-
que es D i o s ; y los preceptos de la se- toridad divina, no será homicida , como
gunda contienen el orden de la justicia, tampoco lo es D i o s . Asimismo Oseas
que debe observarse entre los bombres, en su trato carnal con una mujer prosti-
es decir, que nadie haga lo indebido y tuta ó adúltera no cometió adulterio,
que se de á cada uno lo que se le debe : porque usó de la que era suya según el
pues de este modo deben entenderse los mandato divino, que es el autor de la ins-
preceptos del Decálogo, que por lo tanto titución del matrimonio. A s í pues los
son absolutamente indispensables. preceptos del D e c á l o g o son inmutables
A l argumento 1.° diremos que Aristó- en cuanto á la razón de justicia que con-
teles no habla de lo j u s t o natural, que tienen ; pero en cuanto á alguna deter-
contiene el orden mismo de la justicia, minación por aplicación á hechos singu-
porque este nunca falta, puesto que la lares (por ejemplo, si este ó aquel hecho
justicia debe ser observada; sino que es homicidio , hurto ó adulterio, ó no ) ,
habla de ciertos determinados modos de esto es m u d a b l e , ya por autoridad divina
observarse la justicia, que en algunos en las cosas que son instituidas por solo
(casos) fallan. D i o s , como en el matrimonio y otras aná-
logas ; y a también por autoridad humana,
A l 2.° que, como dice el A p ó s t o l ( n
como en las que están sometidas á la ju-
Tim. 2, 13), Dios permanece fiel, no
risdicción de los hombres ; porque en
puede negarse á sí mismo ; y se negaría,
cuanto á esto los hombres hacen las ve-
si quitase el orden de su justicia, siendo
ces de Dios, pero no en cuanto á todo.
él mismo su justicia : por lo cual D i o s no
puede dispensar en cuanto á que sea lí- A l 4.° que aquella resolución más fue
cito al hombre no conducirse bien en or- interpretación del precepto que dispen-
den á Dios ó no someterse al orden de su sa (1); porque no se entiende violar el
justicia, aun en lo que regula las rela- sábado el que hace una obra, que es ne-
ciones de los hombres entre sí. cesaria á la salud humana, como lo prue-
A 1 3 .° que se prohibe en el Decálogo ba el Señor ( M a t t h . 12).
el homicidio, en cuanto es cosa indebida;
porque así este precepto contiene la ra-
zón de justicia: y la l e y humana no p u e - (1) Véase lo dicho en las notas 4, pág. 045, y 1 de la 075.
CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O I X . 617
(1J En cuantas ediciones hemos "visto hallamos citado equi- ejemplares góticos y manuscritos de la Glosa antigua y en los
vocadamente c. 15, en vez del 10, que en la áurea únicamente impresos de la moderna : solo en las de Paris (antigua) y de
aparece reemplazado por el c. 10, que es el genuino; y por Ambéres y Madrid (1782) y en alguna otra menos conocida se
cierto que lo consigna con todas sus letras decimosexto, sin lee sic directo, redacción visiblemente errónea, cuyo origen
duda para llamar la atención sobre la errata visiblemente ma- esplica Píicolai suponiendo que algún copista ó escribiente
terial en su origen, cuanto rutinaria en las posteriores. creyó ver s por f y c por í, y leyendo sic en lugar de fit; y, no
(2) Así traduce el P. Scio la frase del testo juste quodjustum siéndole fácil conciliar con este adverbio el sentido de la lo-
est exequeris (la Vulgata dice persequeris) refiriéndolo precisa- cución, húbole de parecer lógico y acertado sustituir d é t e por
mente á los jueces, de quienes efectivamente venia hablando directo : variación por cierto de ningún modo justificable, pero
en los versículos precedentes : pero el contesto mismo auto- ni aun satisfactoriamente descifrada en nuestra opinión apues-
riza y aun sugiere esta otra versión más general y que prefe- to que la simple sustitución de sic por fit no destruía el sen-
riríamos, salvo el respeto á la competencia y justificado crite- tido, hasta el punto de hacer necesaria la subsiguiente trans-
rio del eminente traductor, á la vez que más ajustado á la le- formación de los monosílabos de te en el adverbio trisílabo £ít-
tra : ejecutarás (6 procurarás) justamente lo que es justo. reetc, que por su parte tampoco arroja-sentido aceptable en
(3) Fit de t e , cual consta espresa y clarísiinamente en el conformidad con el pensamiento del Autor, indudablemente
testo mismo de San Agustín y en las ediciones de Colonia, espresado en nuestra versión de acuerdo con los más autori-
Douai, París (moderna de Drioux) y en general en todas las zados editores y comentaristas.
más correctas y autorizadas, como asimismo en los diversos
678 CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS IX Y X.
cuanto á algunas cosas el modo de la tos, que es la virtud; y otra, sobre la que
virtud es regulado por la ley humana y trata de imponer precepto, que es la que
la divina; respecto de otras solo por la encamina ó predispone á la virtud, es de-
ley divina, y en otras ni por la ley hu- cir, el acto de virtud: pues no es lo mismo
mana ni por la divina. E l modo de la el fin del precepto que el objeto sobre que
virtud consiste en tres cosas, según Aris- se da, como ni en lo demás es lo mismo el
tóteles ( Etbic. 1. 2, c. 4 ): 1. « si obra a
fin que lo que á él conduce.
» uno á sabiendas ( s c i e n s ) » (1), de lo A l 3.° que el ejecutar sin tristeza la
cual juzgan la ley divina y la humana, obra de virtud cae bajo el precepto de la
pues lo que uno nace por ignorancia lo ley divina, porque todo el que obra con
hace per accidens; y así según la igno- tristeza obra no queriendo: pero el obrar
rancia algunas cosas se juzgan condena- con placer ó con alegría y regocijo en
bles ó perdonables, ya por la ley humana, cierto modo cae bajo el precepto, es de-
y a según la divina ; 2. que obre volun-
a
cir, en cuanto proviene la delectación del
tariamente y con ele.ccion y eligiendo por amor de D i o s y del prójimo, lo que es
e s t o , lo cual importa un doble movi- de precepto, por ser el amor causa de de-
miento interior de la voluntad y de la lectación; mas no en otro concepto, esto
intención, de los que y a se ha hablado es, según que la delectación es efecto del
(C. 8-y C. 12) , y de estas dos cosas no h á b i t o , porque « l a delectación en la
juzga la ley humana (2), sí solo la di- » obra es signo del hábito engendrado » ,
vina; p o r q u e - l a humana no castiga al como se dice (Ethic. 1 . 2 , 0 . 2 6 3 ) , toda
que quiere matar y no m a t a ; mas sí la vez que un acto puede ser deleitable por
l e y divina, según consta (Matth. 5, 22): el causa del fin ó por la conveniencia del
que se enoja con su hermano, obligado hábito.
será ajuicio; 3. que « tenga y obre firme
a
(1) Sabiendo lo que hace ó con conocimiento del acto mis_ (4) El Concilio de Trento {sess. 6, can. 7) lanzó anatema con-
mo, aun cuando ignore la ley ó el precepto concerniente á su tra todo el que con Lutero dijese que «cuantas obras se hacen
operación ; por cuanto la ignorancia respecto del acto es in- » por cualquier concepto antes de la justificación son verda-
compatible con la libertad y la moralidad, y no así la de la » deros pecados y merecen el odio de Dios » , ó que . « cuanto
key (al menos respecto de la positiva), sin el que todavía » más ardientemente se esfuerza uno por disponerse á la gra-
puede apercibirse dé la bondad ó malicia de la acción por la » cia, tanto más gravemente peca ». Bien se ve la estrecha
luz ó razón natural. conexión de esta doctrina con la espuesta en el presente ar-
(2) Porque el hombre no puede penetrar al fondo del co- tículo , y que puede interpretarse en dos sentidos , según
razón , para conocer la intención y voluntad del agente, lo observa Drioux : 1.° « ¿ hay algún precepto de la ley divina,
cual es esclusivomente propio de solo Dios, á cuya ley por » que prescriba determinado modo de caridad?» y la solución
lo mismo se somete el juicio en cuanto á esto. en tal concepto debe ser indudablemente afirmativa¡ 2.°
(3) Precisamente el hábito es el fin inmediato de la ley, «¿los preceptos de la divina ley sobre cualesquiera otros ac-
cuyos preceptos tienden á crear hábitos virtuosos, los que atos de virtudes nos obligan á ejecutarlos precisamente por
por lo mismo mal pudieran ser objeto de sanción penal, cas- »caridad? » en cuya acepción es negativa la respuesta , como
tigando al que ya no los tuviese adquiridos , en cuyo caso se ve terminantemente y con entera distinción en la Con-
estaría de mas la ley, cualquiera y de cualquier clase que sea. clusión,
CUESTIÓN C. -— ARTÍCULO X. 679
31) : hacedlo todo á gloria de Dios. L u e - per s e , y en este sentido cae bajo el pre-
g o el modo de la caridad es de precepto. cepto especial de la ley, amarás al Señor
3.° Si el modo de la caridad no es de tu Dios, y amarás á tu prójimo; respecto
precepto, podrá alguno cumplir los pre- de lo cual es verdad lo que dijeron los
ceptos de la l e y , sin tener caridad. Pero primeros, puesto que no es imposible ob-
lo que puede ser hecho sin caridad, pue- servar este mandamiento, que se refiere
de serlo también sin gracia, la cual siem- al acto de caridad, toda vez que el hom-
pre va unida á la caridad. L u e g o alguno bre puede disponerse á tener caridad, y
puede cumplir los preceptos de la l e y sin una vez obtenida puede usar de ella ; 2 . a
haga algo de lo en ellos prohibido: que tal es la significación Pentateuco, aunque más ó menos espresos en otros del anti-
que se da en el lenguaje técnico y de escuela á las espresio- guo Testamento, según se colige de la solución á este niísmo
n¿s « siempre y por siempre » , cual se dice obligan los pre. argumento 3.°
ceptos negativos; y « siempre, mas no por siempre», referida (3) En cuanto á lo meramente judicial ó ceremonial.
á los positivos ó afirmativos. (4) Casi siempre por conducto de solo Moisés ; y solo habló
(1) Así concillamos el testo de SUMA in üiwbm prceceptis á los dos hermanos muy contadas veces (Ex. (i, 13, y 12,1),
charitalis con el de la Vulgata in hü ámbm mandalix , omitida pero aun en estas pocas nombra siempre el primero á Moisés
la palabra etartfalw, aludida poco antes en esta otra diliges. por razón de su mayor dignidad de caudillo y jefe supremo,
(2) AL menos tan esplícitamente como los anteriormente á pesar de ser Aaron el sumo Sacerdote y mayor en eiatl,
mencionados, y refiriéndose precisamente á los libros del escediendo á su hermano en tres años.
CUESTIÓN C- — ARTÍCULO X I . 681
nifiestas son los principios para conocer ó á dispensar beneficios (aun) á los igua-
las que no lo son, los otros preceptos mo- les ó inferiores ; al 5.° que prohibe el h o -
róles sobreañadidos al Decálogo se redu- micidio, añádese la prohibición del odio y
cen á los de este por modo de cierta adi- de cualquiera maquinación ( 1 ) contra el
ción. E n e f e c t o : en el precepto 1.° del prójimo, como ( L e v . 19, 1 6 ) , no te pre-
Decálogo se prohibe el culto de los dioses sentarás contra la sangre de tu prójimo;
ajenos, adicionándole otros preceptos pro- y también la del odio de (nuestro) her-
hibitivos de lo que se refiere al culto de mano ( L e v . 19, 17), no aborrecerás á tu
los ídolos,como s e l e e ( D e u t . 18, l O y 1 1 ) : hermano en el corazón; al 6.° prohibiendo
no se halle entre vosotros quien purifique el adulterio se añade el que prohibe la
á su hijo ó á su hija , pasándolos por el prostitución según aquello ( D e u t . 2 3 , 17),
friego; ni haya hechicero ni encanta- no habrá ramera entre las hijas de Is-
dor, ni quien consulte á agoreros ni adi- rael , ni fornicador de los hijos de Is-
vinos, 6 busque de los muertos la verdad; rael (2) , y ademas se prohibe el vicio
el 2.° precepto prohibe el perjurio, y se contra la naturaleza ( L e v . 18, 2 2 ) , no te
le añade la prohibición de la blasfemia mezcles con varón ( e n coito f e m e n i l ) ,
( L e v . 14) y la de falsa doctrina (Deut. 13); no ( v . 2 3 ) te ayuntarás con bestia algu-
al 3.° se agregan todos los ceremoniales; na ; al 7.° de la prohibición de hurto se
al 4.° de honrar padre y madre el de re- asocia la de la usura ( D e u t . 2 3 , 1 9 ) , no
verenciar á los ancianos, según lo que se prestarás á usura á tu hermano, y la del
dice ( L e v . 19, 3 2 ) : levántate delante de fraude ( 3 ) ( D e u t . 2 5 , 1 3 ) , no tendrás
la cabeza cana, y honra á la persona del en tu saco diversos pesos (4) y en gene-
anciano , y en general todos los condu- ral la de todo cuanto se refiere á la im-
centes á prestar reverencia á los mayores postura ( 5 ) y á la rapiña; al 8.° prohi-
fl) ¡Wolilionis en conformidad con el testo ( Prov. 3 , 29 J: ne digo criminal mejor que los magistrados mismos y los juris-
mollar tu amico tuo malum, « no trames mal á tu amigo» ; y no consultos más competentes, ni son solos los que arrastran ca-
violationis , á pesar de hallarse así en no pocas ediciones no dena ó tienen pagado por la nación su domicilio habitual y
concordes con los manuscritos, según observa restableciendo hasta sus alimentos en las cárceles y demás establecimientos
la gonuina palabra y más verosímil el P. ISicolai. penales del Estado ó de los municipios y provinciales. ¡Cuánto
(21 Véase lo dicho en la nota 4, pag. G70. no pudiera decirse sobre este punto de tan palpitante interés,
(3J Tocio género de estafa , como hoy suele decirse , ó de fiscalizando ó interviniendo las cabalas de contabilidad y ad-
engaño en cualesquiera tratos ó contratos, incluso el llamado ministración de tantas asociaciones llamadas í sin duda las
timo y cualquier otro procedimiento del robo, que propia- más de ellas por antífrasis ó por mofa ) de Crédito , que con el
mente no son otra cosa esas estratagemas hoy tan conocidas ; señuelo de un interés visiblemente inverosímil atraen á los
como asimismo toda defraudación ó perjuicio de los intereses incautos á sus cajas, verdaderas simas insondables por lo co-
ajenos bajo cualquier concepto y forma. mún de los fondos allí depositados por laindiscreta codicia de
(-1) Unos mayores para comprar, y otros menores para es- los que candidamente alucinados se prometen duplicar sus
pender : y lo propio debe entenderse ampliado á toda clase de capitales ó sus ahorros y economías en uno ó en pocos años, y
medidas y aun monedas, como igualmente las mezclas y misti- que frecuentemente despiertan de su ilusorio letargo despo-
ficaciones, muchas de las cuales son á veces nocivas á la salud seídos de sus cuotas, antes quizá de haber percibido el primer
y proscritas por la higiene, causando así un doble perjuicio en dividendo ó aun los intereses del primer vencimiento ! Piada
la hacienda y en la vida, á la que son atentatorios á todas digamos del juego en sus azares y rangos tan diversos desde
luces y punibles aun por los códigos criminales de todo pue- los dados y la ruleta y el monte, tan vulgarizados como ine-
blo culto ; en lo que no reparan lo bastante los avaros trafi- ficazmente perseguidos no siempre con ingenuidad ni discre-
cantes , que especulan á la vez con la sangre y el dinero de ción por la policía correccional, hasta los oficialmente autori-
los incautos y gentes de buena fe : abusos tan generalizados zados bajo las fementidas denominaciones ele rifas y loterías,
en nuestros días , que apenas puede nadie fiarse de otros ni que tan alto y tan poco honrosamente hablan en pro de la
hallar honradez y conciencia en las transacciones mercantiles moralidad pública de pueblos como el nuestro civilizados.
más comunes 6 indispensables , como son las de los artículos Y qué de los préstamos y empeños, autorizados ó tolerados
de primera necesidad , en las que se elude la más vigilante bajo el módico Ínteres anual de algunos cientos y aun miles
acción de las autoridades con daño incalculable y muchas ve- por ciento ? de los anticipos y retenciones ? de cien otros in-
ces gravísimo é irreparable del público ; y que jamás llega- ventos siempre nuevos y siempre viejos de esplotacion y en.
rán a oslirparse ni aun á reducirse á escepciones odiosas y riquecimiento de unos con caudales improvisados á e&pensas
en gran parte eludiblcs, mientras no vuelva á predominar la de la necesidad ó apremio y de la miseria y candidez de los
moral cristiana y restaurarse con ella las costumbres públicas más?... Sería cosa de no acabar la enumeración siquiera de
á la buena fe común , basada únicamente en la intervención los innumerables medios de prosperar con la desgracia y las
ele la conciencia y en las creencias sólida ó ingenuamente ca- indigencias populares, que sobradamente justiGcan la proli-
tólicas , á que hoy se da tan escasa importancia- Desde que jidad de esta nota, en la que creemos justo y aun necesario
las gentes se han apercibido de que pueden violar impune- cuanto oportuno poner al descubierto tanta llaga social, y
mente por parte de las autoridades seculares, y sin que las desenmascarar tanta perfidia, contribuyendo á rasgar la
eclesiásticas por la suya puedan actuar en pro de su obser- venda de muchos infelices incautos é insinuando al propio
vancia, todos los preceptos de la Iglesia, una lógica fatal ó tiempo el único supremo y eficaz urgentísimo recurso á la
inexorable las lleva á conceptuar asimismo violables y como moral ingenuamente cristiana ", para lograr la vuelta regene-
1
sin vigor ni importancia los divinos y de derecho natural, radora á la honradez y confianza mutua entre los hijos de la
concretándose á las leyes meramente civiles , á cuya sanción patria común y de comunes progenitores.
penal saben sustraerse ó no temen mucho verse sometidos los (5) Parécenos ser esta la verdadera idea ó significación de
malhechores en grande y pequeña escala, que conocen el có- la voz calumnia aquí, donde se viene hablando de intereses
682 CUESTIÓN C. —-ARTÍCULOS XI Y XII.
evidente que de estos dos modos los pre- porque aquellos sacramentos de la anti-
ceptos de la ley justificaban, es decir, en gua l e y no conferían la g r a c i a , como la
cuanto predisponían los hombres á la confieren los sacramentos de la l e y nue-
gracia justificante de Cristo, la que va , que por esta razón se dice justifican
también significaban: porque, como dice causalmente. P e r o , si se toma la justifi-
San Agustín ( contra F a u s t u m , 1. 22, cación por ejecución de la justicia, todos
c. 2 4 ) , « también la vida de aquel pueblo los preceptos de la l e y justificaban, en
» era profética y figurativa de Cristo » . cuanto contenían algo que es por sí justo,
Pero, si hablamos de la justificación pro- aunque de diversa manera los unos y los
piamente dicha, es de notar que la justi- otros ( 2 ) ;-. porque los preceptos ceremo-
cia puede ser considerada según que está niales encerraban la justicia en general
en hábito ó en acto; y así Injustificación considerada en sí m i s m a , en cuanto se
admite dos distintas acepciones: 1. según a
proponían para el culto de Dios ; mas no
que el hombre se hace justo, adquiriendo la contenían así en particular sino por la
el hábito de la justicia ; 2 . en cuanto a
sola determinación de la ley divina, y por
obra actos de justicia , no siendo en este lo mismo ( 3 ) de estos preceptos se dice
concepto la justificación otra cosa que la que « no justificaban sino en virtud de la
ejecución de la justicia. Mas la justicia, » devoción y obediencia de los que los
así como las otras virtudes, puede enten- » ejecutaban » . Mas los preceptos mora-
derse adquirida ó infusa, como aparece les y judiciales contenían lo que era en sí
de lo dicho ( C . 6 3 , a. 4 ) : la adquirida se j u s t o , así en general ( 4 ) como en parti-
produce por las obras ; pero la infusa so- cular ; pero los morales lo que es en sí
lamente por el mismo Dios mediante su justo según la justicia g e n e r a l , que es
gracia, y esta es la verdadera justicia de « toda virtud » , como se dice ( Ethic.
que hablamos a q u í , y por la que alguno 1. 5, c. 1); y los preceptos judiciales per-
se llama justo ante D i o s según aquello tenecían á la justicia especial, que se re-
(Rom. 4, 2) : si Abraham fué justificado fiere á los contratos de la vida humana
por las obras de la ley, tiene de qué glo- que celebran los hombres entre sí.
riarse , mas no delante de Dios. Por lo A l argumento 1.° diremos , que el
tanto esta justicia no podía ser producida Apóstol toma allí la justificación por la
por los preceptos morales, que se refieren ejecución de la justicia.
á los actos humanos; y según esto los A l 2.° que se dice que el hombre que
preceptos morales no podían justificar, cumple los preceptos de la l e y vive en
produciendo la justicia ; como ni por la e l l o s , porque no incurre en la pena de
misma razón tampoco podían causarla m u e r t e , que la ley imponía á los trans-
así los judiciales, que en cierto modo gresores, en cuyo sentido debe entenderse
convienen con los morales, puesto que lo que aduce el Apóstol (Gal. 3 ) .
también se refieren á los actos que los
A l 3.° que los preceptos de la ley hu-
hombres deben ejercer entre sí ; como ni
mana justifican por la justicia adquirida,
asimismo los preceptos ceremoniales, que
de la que no se trata al presente, sino solo
pertenecían al rito de los sacramentos ( 1 ) ,
de la justicia ante Dios.
(1) Téngase aquí muy presente la doctrina y distinciones de alguna utilidad.
de los teólogos, tan vulgarizadas aun entre los simples mora- (2) Todo este pasaje desde las palabras « Por lo tanto » se
listas y en las obras más elementales de Teología moral, halla tan desfigurado y con tan varia redacción en las diver-
sobre la existencia ó no de verdaderos sacramentos en la an- sas ediciones antiguas , especialmente en las de Roma y Pá-
tigua ley y su número y designación ; pero muy especial- dua, y aun en algunos códices manuscritos, siendo al parecer
mente la radicalísima diferencia entre ellos y los de la ley de el más discrepante el de Venecia llamado de San Juan y San
gracia en cuanto al respectivo modo de producirla , aquellos Pablo , que llegó á decir el C. Cayetano que « todos cuantos
ex opere operanlís ( según las disposiciones del sujeto ) y estos » códices é impresos había visto él estaban adulterados », y el
ex opere opera'o (por la virtud propia de los Sacramentos mis- P. Nicolai se creyó en la precisión de refundirlo de nuevo con
mos, comunicada á ellos por Cristo su institutor J, que es lo arreglo principalmente al códice de Alcañiz (aunque tampoco
que principalmente constituye la mayor y más accesible efi- del todo literalmente) en la forma en que lo presentamos
cacia de los nuestros en la obra de la justificación , que por cuidadosa y puntualmente traducido , cual vemos lo han
lo mismo exigía en aquellos más difíciles disposiciones y no adoptado comunmente las más modernas ediciones de Roma,
ofrecía la seguridad que los actuales de haber obtenido por Pádua, París y Ñapólos.
ellos la gracia santificante. Para los clérigos y demás perso- (3) En el códice de Alcañiz se añade á el Ideo el adverbio
nas iniciadas en los rudimentos de la ciencia teológico-moral solúni « únicamente » .
bastan y sobran estas someras indicaciones ; á los que no los (4) En algunas ediciones se omite la espresion vel in gene-
conozcan siquiera superficialmente aconsejamos consulten rali, en cuyo caso debería traducirse el subsiguiente vel
algún tratado sobre estas materias, si ha de serles su lectura «aun ».
CUESTIÓN CI.
estas tres virtudes, no son simbólicos. bras ( I s . 51, 3) : gozo y alegría se ha-
L u e g o no deben serlo los preceptos ce- llarán en ella, acción de gracias y voz
remoniales. de alabanza. M a s en el estado de la vida
4.° E l Señor dice (Joann. 4, 24): Dios presente no podemos contemplar la ver-
es espíritu, y es menester que los que le dad divina en sí m i s m a ; sino que es pre-
adoran le adoren en espíritu y en ver- ciso que « el rayo de la divina verdad nos
dad. P e r o la figura no es la verdad mis- »ilumine por algunas figuras sensibles»,
ma ; antes al contrario se distingue de como dice San Dionisio ( D e ccel. hier.
ella por oposición. L u e g o los preceptos c. 1); pero de diversas maneras según el
ceremoniales, que pertenecen al culto de diverso estado del conocimiento humano:
D i o s , no deben ser figurativos. porque en la antigua ley'ni la misma ver-
Por el contrario, dice el Apóstol ( C o - dad divina era manifiesta en sí misma, ni
loss. 2, 16 y 17): ninguno os juzgue pol- se había tampoco abierto aún el camino
la comida ó por la bebida, 6 por respecto para llegar á e l l a , como dice el A p ó s t o l
del dia de fiesta, ó de neomenia ( l ) ó de (Hebr. 9) ; por cuya razón convenía que
sábados, que son sombra de las cosas ve- el culto esterior de la antigua ley fuese, no
nideras. solo figurativo de la verdad futura, que
Conclusión. Los preceptos ceremonia- se ha de manifestar en el cielo, sino tam-
les de la antigua ley simbolizaban, cual bién de Cristo, que es el camino condu-
convenia, los misterios y verdades de la cente á aquella verdad celestial; mien-
futura bienaventuranza y los relativos á tras que en el estado de la nueva l e y este
Cristo, que es el camino á ella y. la ver- camino está y a revelado ; y por consi-
dad misma. guiente no es preciso que sea prefigura-
Responderemos q u e , según y a se b a do como futuro, sino que se conmemore
dicbo (a. 1), se llaman preceptos ceremo- á manera de pasado ó presente ; pues
niales los que se ordenan al culto de únicamente debe ser prefigurada la futu-
Dios. E s t e culto es interior y esterior: ra verdad de la gloria no revelada toda-
pues estando el hombre compuesto de vía, y esto es lo que el A p ó s t o l dice
alma y cuerpo, debe aplicar la una y el (Hebr. 1 ) : la ley tiene la sombra de
otro á honrar á D i o s , de manera que el los bienes venideros, no la misma imagen
alma le reverencie por el culto interior y de las cosas ; porque sombra es menos
el cuerpo por el esterior, por lo cual se que imagen, lo que significa que la ima-
dice ( P s . 83, 3 ) , mi corazón y mi carne gen pertenece á la l e y nueva y la sombra
se regocijaron en el Dios vivo; y , así á la antigua.
como el cuerpo es ordenado á D i o s por A l argumento 1.° diremos, que no de-
el a l m a , del mismo modo el culto este- ben ser reveladas las cosas divinas á los
rior se ordena al interior. Consistiendo hombres, sino según su capacidad ; de
pues el culto interior en que el alma se otra manera se les daría ocasión de pre-
una á Dios por el entendimiento y el cipicio, despreciando lo que no pudiesen
afecto, según que de diversas maneras la comprender. P o r esta razón fue más útil
inteligencia y el afecto del que honra á se diese á conocer al rudo pueblo los mis-
D i o s le están rectamente unidos, asimis- terios divinos bajo cierto velo de figuras,
mo los actos esteríores del hombre se á fin de que así tuvieran de ellos un cono-
aplican también diversamente al culto cimiento implícito, y dieran por estas figu-
de D i o s . E n efecto : en el estado de la ras el honor debido á D i o s .
futura beatitud el entendimiento humano A l 2.° q u e , así como las cosas prácti-
verá en sí mismo la verdad divina; y por cas no son comprendidas por la razón
esto el culto esterior no consistirá en fi- humana á causa de la falta de verdad,
gura alguna, sino únicamente en la ala- que h a y en ellas; así también la razón
banza de D i o s , que procede del interior humana no puede alcanzar con perfección
conocimiento y afecto, según estas pala- las cosas divinas por su esceso de verdad:
(1) Principio de mes , como novilunio ; pues los hebreos co- cía , aunque no como dias festivos de precepto y que les obli-
menzaban á contar cada mes desde la luna n u e v a y celebra- gasen á abstenerse del trabajo, lo cual estaba reservado á la
ban dichas fiestas en los primeros dias de todos los meses en sola gran Neomenia (Levit. 23, 24), primer dia del mes llamado
conmemoración del divino régimen del mundo y la Providcn- Tirso y del año civil.
CUESTIÓN CI. — ARTÍCULOS II Y III. 687
y por lo tanto para lo uno y lo otro hay la idolatría, á que eran muy propensos,
necesidad de recurrir á las imágenes sen- fue conveniente se dictasen en la ley an-
sibles. tigua muchos preceptos ceremoniales.
A l 3.° que San Agustín habla allí del Responderemos que , según se ha di-
culto interno, al cual debe ordenarse sin cho ( C . 90, a. 2 y 3; y C. 96, a. 1), toda
embargo el culto esterior, según lo dicho. l e y es dada á algún p u e b l o , y en este
A l 4.° téngase por dicho lo propio, hay dos clases de hombres: unos pro-
pues los hombres llegan más plenamente pensos al mal, y que deben ser reprimi-
al culto espiritual de D i o s por medio de dos por los preceptos de la ley, como se
Cristo. ha dicho ( C. 9 5 , a. 1 ) ; y otros que tie-
nen inclinación al bien, ya por naturale-
ARTÍCULO I I I . — n e n i c r o n ser muchos za, ya por costumbre, ó ya tambien-por
los preceptos c e r e m o n i a l e s ? la gracia ; y para los tales los preceptos
de la l e y les sirven de instrucción y me-
l.° Parece que no debieron ser mu- joramiento. En cuanto á estas dos cla-
chos los preceptos ceremoniales : porque ses de hombres era conveniente que en la
los medios deben ser proporcionados al ley antigua hubiese muchos preceptos
fin ; pero los preceptos ceremoniales, co- ceremoniales ; porque había en aquel
mo se ha dicho (a. 1 y 2 ) , se ordenan al pueblo algunos inclinados á la idolatría,
culto de D i o s y á figurar á Cristo. E s y por lo tanto era necesario que por me-
así que no hay más que un Dios, de quien dio de preceptos ceremoniales se les apar-
son todas las cosas, y un solo Señor Je- tase del culto de la idolatría, para atraer-
sucristo, por quien son todas las cosas, los al de D i o s : y, puesto que los hombres
como se dice (i Cor. 8, 6). L u e g o los servían á la idolatría de muchas mane-
preceptos ceremoniales no debieron mul- ras, era preciso por el contrario estable-
tiplicarse. cer muchos (preceptos), para reprimirlos
2.° L a multitud de los preceptos cere- en cada uno, é imponérselos múltiples,
moniales era ocasión de transgresión se- para que, como agobiadosjpor los que al
gún estas palabras de San Pedro ( A c t . culto de Dios se referían, no tuvieran
15, 10): ¿porqué tentáis á Dios impo- lugar para entregarse á la idolatría. P o r
niendo un yugo sobre la cerviz de los dis- parte de los que eran inclinados al bien,
cípulos, que ni nosotros ni nuestros pa- también fue necesaria la multiplicidad
dres pudimos llevar ? P e r o la trangre- de preceptos ceremoniales, ya porque por
sion de los divinos preceptos contraría á estos diversos modos su espíritu se diri-
la salvación humana ; y, puesto que toda gía á Dios con mayor asiduidad, ya tam-
ley debe contribuir á la salvación de los bién porque el misterio de Cristo, que
hombres, como dice San Isidoro ( E t y m . por semejantes preceptos era figurado,
1. 5, c. 3 ) , parece que no debieron darse atrajo al mundo una multitud de bienes;
muchos preceptos ceremoniales. y acerca de él había muchas cosas que
considerar, las que fue preciso se simboli-
3.° L o s preceptos ceremoniales perte-
zasen por diversas ceremonias.
necían al culto esterior y corporal de Dios,
como se ha dicho (a. 2 ) . P e r o la ley de- A l argumento 1.° diremos que, cuando
bia disminuir este culto corporal, puesto lo que se ordena al fin es suficiente para
que ordenaba á Cristo, que enseñó á todos conducir al mismo, basta un solo (medio)
los hombres á adorar á D i o s en espíritu para un solo fin; como una medicina
y verdad, como se ve (Joann. 4 ) . L u e g o basta, si es eficaz, á veces para producir
no debieron ser dados muchos preceptos la salud, y entonces no es conveniente
ceremoniales. emplear muchas. P e r o por causa de la
Por el c o n t r a r i o , dícese ( O s . 8, 1 2 ) : debilidad é imperfección de lo condu-
le prescribiré muchas leyes mias ; y cente al fin es conveniente multiplicarlo;
(Job, 11, 6), para mostrártelos secretos al modo, que se propinan muchos reme-
de la Sabiduría y que su ley es múltiple. dios al enfermo, cuando uno solo no es
Conclusión. Tanto por razón de los suficiente para sanarlo. L a s ceremonias
buenos para estimularlos al amor de de la l e y antigua eran imperfectas é im-
Dios , como para retraer á los malos de potentes para representar el misterio de
688 CUESTIÓN C I . — A R T Í C U L O S III Y IV.
(1) Este Moisés parece ser el mismo Maymónides cilado en v e z á insinuaciones de él mismo en sus escritos; á la manera
la nota 2 de la pág. 684, por más que otra cosa opine el P. Wi- que entre nosotros no es raro apellidar gitanos á los que se
colai, fundado sin duda en el dictado de egipcio, con que dedican á ciertas artes ó industrias reprobables , siendo acaso
aparece calificado en el testo, cuyo adverbio eliam indica su- españoles como el cordobés árabe , objeto de esta nota.
ficientemente aludir al mismo , á quien tan repetidas veces (2) Las cuatro enumeradas en el epígrafe y en el argu-
tiene ya mencionado y casi siempre impugnándole : pudiendo mento 1,°
acaso referirse dicho epíteto á sus escursiones ó viajes ó tal
CUESTIÓN C I . — A R T Í C U L O I V . 689
(1) Incluyéndose en estos las ofrendas y dones, como asi- las más autorizadas de aquellas y en pleno acuerdo con los
mismo las libaciones, consideradas como sacriñcios de objetos códices de Alcañiz y Tarragona, á los que adaptamos nuestra
ó seres no "vivos , cuales eran ciertos líquidos. versión con las de Ñapóles f 17113 ) , la áurea romana (1773J y
(2) Y no solamente objetos portátiles ó muebles, como los la más reciente aún de Drioux en París (1S77J. .
utensilios é instrumentos destinados á las prácticas del culto; (4) Al modo que decimos" de ordinario simplemente animal
sino también los lugares en que se tributaba , como el templo al bruto destituido de razón, dando á entender que nada tiene
mismo y sus varios deparlamentos. de mayor perfección que la signiGcada por la misma palabra
(3) Nótase cierta divergencia de redacción de este pasaje animal; de modo que hasta se mira como ofensivo agravio lla-
en las diversas ediciones , y sobre todo en las más antiguas, mar así á un hombre cualquiera, que ademas de animal es
que no afecta en realidad al fondo del pensamiento y que en también y principalmente racional.
las más modernas aparece ya concillada en consonancia con
1.° Tienen causa los preceptos ceremoniales ? — 2.° La tienen literal, ó solo figurativa ? — S.° Causas
de los sacrificios. — 4." De las cosas sagradas, — 5.° De los sacramentos. — 6." De las observancias.
Al argumento 1.° diremos que las ob- 3.° Lo que de suyo es indiferente en
servancias de la ley antigua pueden de- cuanto á realizarse así ó no así, no pare-
cirse sin razón, en el sentido de que no- ce tener causa alguna literal; y tales pa-
la tenían en su propia naturaleza los he- recen ser algunos entre los preceptos ce-
chos mismos, como el que el vestido no remoniales , como los concernientes al
se hiciese de lana y lino; pero podían número de animales que debían ofrecer-
tenerla por su (destino ú) orden á otra se, y á otras análogas circunstancias par-
cosa, esto es, ó por simbolizarse algo en ticulares : luego los preceptos de la ley
esto, ó porque algo se escluyese; mas antigua no tienen razón literal.
los decretos de la nueva ley, que princi- Por el contrario: así como los precep-
palmente consisten en la fe y amor de tos ceremoniales simbolizaban á Cristo,
Dios, por la propia naturaleza del acto igualmente también las historias del an-
son razonables. tiguo testamento, pues se dice ( i Cor.
Al 2.° que la prohibición del árbol de 1 0 , 11) que todo les acontecía en figura.
la ciencia ( 1 ) del bien y del mal no se Es así que en las historias del viejo Tes-
hizo porque aquel árbol fuese natural- tamento ademas del sentido místico ó
mente malo; y no obstante la tal prohi- figurativo lo hay también literal ( 3 ) .
bición tuvo alguna razón, por ordenarse á Luego también los preceptos ceremonia-
otra cosa, cual era lo que por ella se sim- les tenían sus causas literales ademas de
bolizaba ; y así también los preceptos ce- las representativas.
remoniales de la antigua ley tienen su Conclusión. Según el doble fin de los
razón en ordenarse á otra cosa. preceptos ceremoniales de la antigua ley
Al 3.° que los preceptos morales tie- tienen asimismo doble razón ó causa, li-
nen razonables causas según su misma teral por su respecto al culto divino y
naturaleza, como no matarás , no hurta- mística ó simbólica como figurativos de
rás ; pero los ceremoniales reconocen sus Cristo.
causas razonables en su respecto á otra Responderemos, que según lo dicho
cosa , conforme á lo dicho. (a. 1) la razón de los medios debe to-
marse delfin; y los preceptos ceremonia-
ARTÍCULO I I . — iosprcccptosccremo- les tienen un fin doble : porque se orde-
nlnlcs t i e n e n c a u s a l i t e r a l , ó solo Oguratlva ? naban al culto de .Dios en aquel tiempo,
y ademas figuraban á Cristo; como tam-
1. Parece que los preceptos ceremo-
a
bién las palabras de los profetas de tal
niales no tienen causa literal, sino única- modo se referían al tiempo presente, que
mente emblemática : porque entre ellos se decían también en figura del futuro,
eran los principales la circuncisión y la según advierte San Jerónimo (super.
inmolación del cordero pascual; y ningu- Os. c. 1 , ábiit et accepit ) . Así pues
na de estas tenía sino causa simbólica, las razones de los preceptos ceremonia-
como instituidas ambas en concepto de les de la antigua ley pueden ser conside-
signos , pues se dice' (Gen. 1 7 , 1 1 ) , cir- rados de dos modos : 1.° por relación al
cuncidaréis la carne de vuestro prepucio, culto divino, que debía observarse en
para c¡ue sea en señal de alianza entre mí aquel tiempo; y aquellas razones son li-
y vosotros; y de la celebración de la Pas- terales, ya tengan por objeto evitar laido-
cua (2) (Ex. 13, 9 ) , será como señal en latría, ya conmemorar algunos beneficios
tu mano y como recuerdo ante tus ojos. de Dios , ya manifiesten la escelencia di-
Luego mucho menos tienen causa no vina, ó ya designen la disposición del es-
simbólica los otros ceremoniales. píritu, que entonces se requería para tri-
2.° El efecto es proporcionado á su butar culto á Dios ; 2.° en cuanto se or-
causa : por consiguiente, siendo figurati- denan á figurar á Cristo, y bajo este con-
vos todos los (preceptos) ceremoniales cepto sus razones son figurativas y mís-
según lo dicho (C. 1 0 1 , a. 2 ) , no tienen ticas, ya se tomen como del mismo Cristo
por lo mismo sino causa figurativa. y de la Iglesia, lo cual pertenece á la
(1) Así común y casi unánimemente se halla en casi todas (2) Pitase • véase la nota 2, pág. 653.
las ediciones y manuscritos , aunque el códice de Alcañiz (3) Véase el a. 10 de la C. 1." en la 1." Parte.
pone vüm como en la objeción misma.
692 CUESTIÓN CII. — A R T Í C U L O S II Y I I I .
alegoría; ya de las costumbres del pue- humana, como ciertos animales y algu-
blo cristiano, lo cual corresponde al sen- nos panes. E s así que Dios no necesita
tido moral; ó y a con relación al estado ..de tal sustento,según a q u e l l o ( P s . 4 9 , 1 3 ) :
de la vida futura, según que á ella somos ¿por ventura comeré carnes de toros?
introducidos por Cristo, lo cual constituye ó beberé sangre de machos de cabrío ?
el sentido anagógico (1). L u e g o inconvenientemente se ofrecían á
A l argumento 1.° diremos q u e , así Dios semejantes sacrificios.
como el sentido de la locución metafó- 2.° N o se ofrecían en el sacrificio di-
rica en las Escrituras es literal, porque vino sino tres géneros de animales cua-
las palabras son empleadas precisamente drúpedos, que eran de b u e y e s , ovejas y
para que así lo signifiquen; del mismo cabras ; mas de aves en general tórtolas
modo las significaciones de las ceremo- y palomas, y en particular para la puri-
nias de la l e y , que son conmemorativas ficación de los leprosos se hacía el sacri-
de los beneficios de Dios, por cuya causa ficio de pájaros. P e r o muchos otros ani-
fueron instituidas , ó de otras semejantes males son más nobles que estos ; y, puesto
que pertenecían á aquel estado , no salen que todo lo que es óptimo debe ser ofre-
del orden de las causas literales. L u e g o cido á Dios, parece que no solo de dichas
es conveniente que se asigne la causa de cosas debieran haber sido ofrecidos á
la celebración de la P a s c u a , que es el Dios sacrificios.
signo de la libertad del E g i p t o ; y la de 3.° A s í como el hombre tiene de D i o s
la circuncisión, que es el signo de la el dominio de las aves y de los animales,
alianza que Dios tuvo con Abraham : lo así también el de los peces. L u e g o inde-
cual pertenece á causa literal. bidamente se escluían estos del sacrificio
A l 2.° que aquella razón sería proce- divino.
dente, si los preceptos ceremoniales hu- 4.° Mandábase ofrecer indiferentemen-
biesen sido dados solamente para figurar te tórtolas y palomas. L u e g o , así como
lo futuro, pero no para honrar á D i o s en se mandaba ofrecer los polluelos de Jas
el presente. palomas, igualmente (3) los de las tór-
A l 3.° que, así como en las leyes hu- tolas.
manas se ha dicho ( C . 96, a. 3) que tie- 5.° Dios es el autor de la vida no solo
nen razón en g e n e r a l , mas no relativa- de los hombres sino también de los ani-
mente á determinadas condiciones, pues males, como se ve por lo que se dice
que estas dependen del arbitrio de los ( G e n . 1 ) ; y la muerte es opuesta á la
que las establecen ; así también muchas vida: luego no debieron ser ofrecidos á
particulares determinaciones en las cere- Dios los animales muertos, sino más bien
monias de la antigua ley no tienen causa vivos ; y mas por lo que el Apóstol amo-
alguna literal, sino solamente figurada : nesta (Rom. 12, 1), que ofrezcamos nues-
pero en común tienen también causa li- tros cuerpos en hostia viva, santa agra-
teral. ' dable á Dios.
6.° Si no se ofrecían á D i o s en sacrifi-
cio los animales sino muertos, parece no
A R T Í C U L O I I I . — ¿Puede asignarse
haber diferencia alguna en la manera de
razón conveniente acerca de l a s c e r e m o n i a s
matarlos. L u e g o inconvenientemente, se
p e r t e n e c i e n t e s ii los sacrificios ?
determina el modo de su inmolación,
principalmente en las a v e s , como se ve
1.° Parece que no puede asignarse una ( L e v . 1, 15) ( 4 ) .
razón conveniente acerca de las ceremo- 7.° Todo defecto del animal es vía á
nias , que pertenecen á los sacrificios : la corrupción y á la muerte. Y a pues
porque las cosas que se ofrecían en sa- que se ofrecían á Dios los animales muer-
crificio (2) eran de aquellas, que son ne- tos, fue inconveniente el prohibir la obla-
cesarias para el sostenimiento de la vida ción de animal imperfecto, como cojo ó
(1) Véase en l a l . " Parte la C. 1." a. 10. el cuello,no usando de cuchillo ú otro instrumento cortante ó
(2) Véase la nota 1 de la página 080. punzante, y después con las uñas abrían una incisión para
(3) « Debieran ofrecerse también ó mandarse ofrecer». estraer la sangre , que hacian gotear sobre el bordo del altar.
(I) Donde se prescribe matarlas retorciendo la cabeza hacia P. Scio.
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO I I I . 693
tuyas son todas las cosas ; y lo que hemos el mismo Cristo se ha ofrecido á Dios
recibido de tu mano, eso te hemos dado. en olor de suavidad ( 5 ) , como se dice
Por, esto mismo en la oblación de los sa- ( E p h e s . 5,2); y por causa de este se
crificios el hombre protestaba que D i o s ofrecían todos los otros sacrificios en la
era el primer principio de la creación de l e y antigua, para significar este único, sin-
las cosas, y el útimo fin al cual todas gular y principal sacrificio como (se re-
debían ser referidas : y , como pertenece presenta) lo que es perfecto por cosas
á la recta ordenación de la mente á D i o s imperfectas. D e aquí lo que dice el
el que no reconozca el hombre otro pri- Apóstol (Hebr. 10, 11 y 12) que el sa-
mer autor de las cosas que Dios s o l o , y cerdote (de la antigua ley) ofrecía mu-
que en ningún otro constituya su último chas veces mías mismas víctimas, que
fin ; por este motivo se prohibía en la l e y nunca pueden quitar los pecados ; mas
ofrecer sacrificio á otro alguno que á Cristo ha ofrecido una sola por los pe-
Dios, según estas palabras (Exod. 22,20): cados para siempre (6) : y , como de lo
el que sacrifica á dioses, escepto al solo figurado se toma la razón de la figura,
Señor, será muerto ( 1 ) . A s í que la hé aquí porqué las razones de los sacri-
causa de las ceremonias respecto de los ficios místicos de la antigua ley se deben
sacrificios puede asignarse de otro modo tomar del verdadero sacrificio de Cristo.
la razón, tomándola de que por ellas se A l argumento 1.° diremos que Dios
retraía á los hombres de los sacrificios no quería que estos sacrificios se le ofre-
idolátricos : por manera que los precep- cieran por razón de las mismas cosas
tos sobre los sacrificios no fueron dados ofrecidas, como si de ellas necesitase,
al pueblo de los j u d í o s , sino después que por lo cual dice ( I s . 1 , 1 1 ) : no quiero
se inclinaron á la idolatría, adorando el holocaustos de carneros y sebo de ani-
becerro de oro ( 2 ) , como que estos sa- males gruesos y sangre de becerros y de
crificios fueran instituidos para que el cabríos y corderos; mas quería que estas
pueblo propenso á ellos los ofreciese cosas le fueran ofrecidas , como se ha di-
más ( 3 ) bien á D i o s que á los ídolos. cho (a. 2), y a para estirpar la idolatría, ya
A s í se dice (Jerem. 7, 22): no hablé con para significar el debido orden de la
vuestros padres, ni les mandé el dia que mente humana para con D i o s , y a también
los saqué de la tierra de Egipto, de para simbolizar el misterio de la redención
asunto de holocaustos (4) y de víctimas. humana por Cristo.
M a s entre todos los dones, que D i o s otor-
A l 2° que relativamente á todo lo
gara al género humano después de haber
dicho h a y una razón de conveniencia,
caido en el p e c a d o , el más principal es
por la cual eran ofrecidos á Dios en sa-
el haberle dado á su H i j o , según lo que
crificio esos animales y no otros : 1.° para
se dice (Joann. 3, 16): de tal manera
escluir la idolatría, puesto que los idóla-
amó Dios al mundo, 'que dio á su Hijo
tras ofrecían á sus dioses todos aquellos
Unigénito, para que todo el que cree en
otros animales ó se servían de ellos para
él no perezca, sino que tenga la vida
sus maleficios; pues los e g i p c i o s , con
eterna; y por lo tanto el máximo de
quienes habían vivido, tenían por abomi-
todos los sacrificios es aquel, por el cual
nación la muerte de los tales animales, y
(1) En los Setenta ( v. 20) se espresa más enérgicamente tima), sino propiamente los que se ofrecían en desagravio á
marte eradicaoilur ó exterminaUlur , « será desarraigado ó es- Dios por pecados cometidos determinadamente , y no solo en
» terminado por muerte ». general por los pecados del pueblo ; aunque también á veces
(2) Con/lalilcm, «fundido», es decir, fabricado de las joyas se designa por esta palabra lo mismo que por holocausto ú lio-
recogidas por Aaron entre todo el pueblo, que aprontó cuanto locausta ó sacrificio pro peccalis, como en este lugar mismo
oro poseían en dijes y alhajas de oro, para erigirlo y adorarlo, puede muy bien interpretarse , á juzgar por el contesto y su
como es bien sabido. objeto.
(3) ilagis, adversativamente ; y no en sentido comparativo, (5) Véasela notal en la página 093.
lo cual supondría una simple preferencia á favor del culto lá- (6) In sempilernum, principalmente por sus efectos constan-
trico del verdadero Dios, y no la absolutaesclusion déla ado- temente relacionados con la eternidad y la inamisible ó per-
ración á todo otro ser ú objeto, que él no fuese ; como no pudo petua salvación; y también en el sentido de que lo sigue ofre-
menos de intentarse espresar por ese adverbio, cuyo ver- ciendo incesantemente al Padre eterno en el cielo y por sus
dadero y propio significado aquí es este : « á Dios , y no á los ministros en la tierra , donde por todos sus ámbitos y á todas
»ídolos » . horas se está continuamente renovando y perpetuando en el
(4) Holacaustomata : no cualesquiera holocaustos (sacrificios incruento sacrificio de la misa y en el augusto Sacramento
completos, en que se consumía al fuego toda íntegra la vie- del altar.
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O III. 695
por esta razón no los sacrificaban á sus » persion de los creyentes por el agua
dioses, según lo cual se dice ( E x . 8,26 ) : » del bautismo » .
¿ sacrificaremos al Señor nuestro Dios A l 3.° que los p e c e s , que viven en el
las abominaciones de los egipcios ? por- a g u a , son más estraños al hombre que
que adoraban las ovejas ; veneraban los los demás animales, que viven en el aire
machos cabríos , en cuya figura (se les) lo mismo que é l ; y ademas los peces sa-
aparecían los demonios ; y también se cados del agua mueren al instante, por lo
servían de los bueyes para la agricul- cual no podían ser ofrecidos en el templo,
tura , que consideraban como una cosa como los otros animales.
sagrada; 2.° era esto conveniente para la A l 4.° que entre las tórtolas son m e -
ya dicha ordenación de la mente á Dios; jores las mayores que los polluelos, y en
y esto de dos modos : 1.° porque estos las palomas al contrario : y por lo tanto,
animales son el principal sustento de la como dice el Rabino Moisés ( 1. 3. D u x
vida h u m a n a , á lo que se agrega el ser - errant. c. 47 ) , « s e mandan ofrecer tór-
los más limpios y más puramente nutriti- » t o l a s y pichones » , porque todo lo me-
vos ; al paso que los otros animales ó son jor debe ser atribuido á Dios.
silvestres, y no comunmente destinados A l 5.° que se mataban los animales
al uso de los hombres, ó aun siendo do- ofrecidos en sacrificio, porque los hom-
mésticos tienen alimentación inmunda, bres los usan y a muertos, en el concepto
como el puerco y la g a l l i n a , y única- de dárselos Dios para s u alimento; y por
mente debe dedicarse á Dios lo que es la misma razón se quemaban al fuego,
puro ; así como ofrecían especialmente á porque así cocidos se condimentan para
Dios las aves mencionadas, porque abun- sustento del hombre. D e l mismo modo
dan en la tierra de promisión ; 2.° porque también por la muerte de los animales se
la inmolación de estos animales designa significaba la destrucción de los pecados
la pureza de la mente; pues, como se dice y que los hombres eran dignos de muerte
en la Glosa del Levit. 1 (in procem. ad por sus pecados ; como si se matase á
Levit. ) , « ofrecemos becerro, cuando aquellos animales en su sustitución, para
» vencemos la soberbia de la carne ; cor- significar la espiacion de los pecados,
» d e r o , cuando corregimos los movimien- simbolizándose asimismo en la muerte
» tos irracionales ; cabrito, cuando nos de dichos animales la de Cristo.
» sobreponemos á la lascivia; paloma, A l 6.° que en la l e y se determinaba la
» cuando somos sencillos ; t ó r t o l a , cuan- manera especial de matar los animales
» do guardamos la castidad; panes áci- inmolados, para escluir otros modos que
» mos , cuando nos refocilamos en ban- los idólatras empleaban al inmolarlos á
» quetes de sinceridad » ; y en la paloma sus í d o l o s ; ó también, como dice Rabí
es evidente que se significa la castidad y Moisés ( i b i d . c. 49 ) , la l e y escogió el
la simplicidad de espíritu; 3.°fue conve- género de muerte, que menos les hiciese
niente que estos animales se ofrecieran sufrir á los animales, previniendo así
en figura de Cristo ; porque , como en la tanto la crueldad de los que los ofrecían
misma Glosa se dice, « Cristo es ofrecido como el destrozo de los animales muertos.
» en el becerro á causa de la virtud de la
A l 7.° q u e , como los animales defec-
» cruz; en el cordero por su inocencia;
tuosos suelen tenerse en desprecio aun
» en el carnero por su principado ; en el
entre los hombres , por eso se prohibía
» macho cabrío por causa de la seme-
ofrecerlos á Dios en sacrificio ; como por
j a n z a de la carne de p e c a d o , y en la
la misma causa estaba prohibido el ofre-
» tórtola y paloma se representaba la
cer en la casa de Dios « l a paga de la
» unión de las dos naturalezas, ó en la
» prostitución ó el precio del perro» (1)
» tórtola la castidad y en la paloma la
( D e u t . 2 3 , 18); y por la misma razón no
» caridad, y en la flor de harina la as-
se ofrecían los animales antes del sétimo
(1) Canis se lee lanío aquí como en la Vulgata; y no caniis cia del perro , que es quizá el menos mirado ó retraído de la
cual se halla en algunas ediciones y aun manuscritos , cuyos publicidad en los actos destinados á la reproducción ; ademas
editores ó copiantes no tuvieron presente el sacro testo, ni de que la sustitución de canüs daría repetida sustancialmente
por otra parte penetraron el sentido de la frase, cuyo intento la misma idea, designando el misino acto fornicario que pro-
visible es el de asociar á la torpeza de la lascivia la impuden- slivuti.
696 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O III.
día (1), pues los tales eran como abor- ministros y con la cooperación de los
tivos y sin plena consistencia todavía mismos hombres que se salvan ; y lo que
siendo (demasiado) tiernos. generalmente se observaba era que la san-
A l 8.° que babía tres clases de sacri- gre y la grasa no sirviese ni al uso de los
ficios: 1.° uno en que todo s e quemaba sacerdotes ni al de los que ofrecían el sa-
y que se llamaba holocausto, porque crificio; sino que la sangre se derramaba
todo se q u e m a b a , y este sacrificio se sobre el borde del altar en honor de Dios,
ofrecía especialmente á Dios por reve- y la grasa se consumía por el fuego. L a
rencia á su majestad y amor á su bon- razón de esto era por una parte para des-
dad , y correspondía al estado de perfec- truir la idolatría, porque los idólatras
ción en el cumplimiento de los consejos ; bebían de la sangre de las v í c t i m a s , y
por lo cual quemábase todo, para demos- comían la g r a s a , según se dice ( D e u t .
trar q u e , así como todo el animal con- 32, 3 8 ) , de cuyas víctimas comían las
vertido en vapor (2) se elevaba hacia grosuras y bebían el vino de sus libacio-
el cielo , así también el hombre y todas nes ; por otra para norma de la vida hu-
sus cosas están sometidas al dominio de mana , pues se les prohibía el uso de la
D i o s y deben serle ofrecidas ; 2.° otro era sangre para infundirles horror al derra-
el sacrificio por el pecado, que se ofrecía mamiento de la sangre h u m a n a , por lo
á Dios por la necesidad del perdón del que se dice (Gen. 9, 4) , carne con san-
pecado (3), y convenía al estado de los gre no comeréis, porque reivindicaré la
penitentes en satisfacción de las culpas; sangre de vuestras almas (v. 5) ; y se les
el cual se dividía en dos p a r t e s , siendo prohibía comer las grasas (4), para evi-
una de ellas quemada y la otra destinada tar la lujuria, por lo cual se dice (Ezech.
al uso de los sacerdotes, para significar 34, 3 ) , matabais lo que era graso ; y en
que la espiacion-de los pecados se hace tercer lugar por la reverencia á Dios, pues-
por D i o s mediante el ministerio sacerdo- to que la sangre es lo más principalmente
tal ; á no ser ofrecido el sacrificio por el necesario para la vida, por lo que se dice
pecado de todo el p u e b l o , ó en especial que el alma está en la s a n g r e , y la gro-
por el del sacerdote, en cuyo caso se sura demuestra la abundancia de nutri-
quemaba í n t e g r o , porque no debía que- ción ; y así, para dar á entender que de
dar para el uso de los sacerdotes lo que D i o s nos viene tanto la vida como toda
se "ofrecía por el pecado de los mismos, á suficiencia de bienes , derramábase la
fin de que nada de pecado quedase en sangre y se quemaba la enjundia en ho-
ellos , y porque esto no sería satisfacción nor de Dios. L a 4. razón es porque en
a
(1) A contar desde el de su nacimiento , « antes que cum» (3) Véase la nota 4 de la página 694.
i» pliesen ó tuviesen al menos siete días de edad ». (4) Hebraísmo: « vuestra sangre», vuestra vida.
(2/ Y en ceniza, ó sea, enrarecido hasta poder ser levantado (5) Véase acerca de eslo la C 95, a. 3, de la 2.°-2. ffl
(1) Véase.en el T. i.° la nota 2, pág. 750. estos en los sacrificios de los judíos, á pesar de que por regla
(2) Aduce como en duda esta razón , ya porque ningún general se destinaban entre estos á los sacrificios y ofrendas
otro intérprete anterior al Santo consta la hubiese aducido, precisa y esclusivamente los animales y producciones ú ob-
ya porque también los gentiles ofrecían sal é incienso , como jetos , que no acostuml raban ofrecer á sus dioses los gentiles
también estaba prescrito ya su uso en los sacrificios de los ó á los que muchos de ellos y en diversos pueblos tributaban
judíos, á pesar do que por regla general se destinaban entre el culto solo debido á la divinidad.
698 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULOS III Y IV.
ofrecerla en los sacrificios idólatras. L a 5.° L a virtud del primer movente, que
sal se ofrecía, porque impide la putrefac- es D i o s , primeramente aparece por la
ción , y los sacrificios ofrecidos á Dios parte de Oriente, de la cual comienza el
deben ser incorruptos; y también porque primer movimiento. E l tabernáculo fue
en la sal se significa la discreción de la instituido para la adoración de Dios.
sabiduría ó la mortificación de la carne. L u e g o debía estar dispuesto más bien
E l incienso se ofrecía á Dios, para desig- hacia el Oriente que al Occidente.
nar la devoción de la mente que es nece- 6.° Dios mandó ( E x . 20, 4) que no
saria á los oferentes, y también para in- hicieran esculturas ni alguna semejanza.
dicar el olor de la buena fama ; puesto L u e g o inconvenientemente en el taber-
que el incienso es craso y oloroso, y por- náculo ó en el templo fueron esculpidas
que el sacrificio de la zelotypia. no pro- las imágenes de los Querubines. A s i m i s -
cedía de la devoción sino más bien de la mo también el arca y propiciatorio y el
suspicacia, no se ofrecía en él incienso. candelabro y la mesa y doble altar pa-
rece figuraban allí sin causa racional.
AKTÍCTJLO I V . — ¿ P u e d e asignarse 7.° E l Señor ordenó ( E x . 22, 24), al-
u n a razón cierta de l a s c e r e m o n i a s que per- tar de tierra me erigiréis, y ademas (v. 26),
tenecen á las cosas sagradas ¥ no subirás por gradas á mi altar. L u e g o
inconvenientemente se manda después
l.° Parece que no puede asignarse hacer un altar de madera, incrustado de
razón suficiente de las ceremonias de la oro ó cobre, y de tal altura que no pueda
antigua l e y pertenecientes á las cosas subirse á él sino por gradas ; pues se di-
sagradas : porque dice San P a b l o ( A c t . ce ( E x . 27, 1), harás también un altar
17, 24) : el Dios que hizo el mundo y de madera de setin (1), que tendrá cin-
todas las cosas que hay en él, este siendo co codos de longitud y otros tantos de
Señor de cielo y tierra, no mora en tem- ancho y tres codos de altura, y lo cubri-
plos hechos de manos de los hombres. rás de cobre; y más adelante ( E x . 30, 1),
L u e g o inconvenientemente fue estable- harás, asimismo un altar de madera de
cido un tabernáculo ó templo de la l e y setin, para quemar los perfumes, y lo
antigua para el culto de D i o s . cubrirás del oro más puro.
2.° E l estado de la antigua l e y no fue 8.° E n las obras de D i o s nada debe
variado sino por Cristo ; es así que el ta- haber supérfluo, porque ni en las obras
bernáculo designaba el estado de la an- de la naturaleza se encuentra cosa algu-
tigua l e y : luego no debió ser cambiado na supérflua ; y para un solo tabernáculo
por la edificación de algún templo. ó casa basta una sola cubierta. Luego
3.° L a l e y divina debe principalmente inconvenientemente se pusieron muchas
inclinar á los hombres al culto divino. sobre el tabernáculo, como cortinas, col-
E s así que pertenece al aumento del gaduras de pelo de cabra, pieles de cor-
culto divino el que se erijan muchos al- dero teñidas de rojo, y pieles de color de
tares y muchos templos, como sucede en jacinto.
la l e y nueva. L u e g o parece que también 9.° L a consagración esterior represen-
en la antigua l e y no debió existir solo un ta la santidad interior, cuyo sujeto es el
templo ó un solo tabernáculo, sino mu- alma. L u e g o inconvenientemente se con-
chos. sagraban el tabernáculo y sus vasos, pues
4.° E l tabernáculo ó el templo se or- eran cosas inanimadas.
denaba al culto de D i o s , en quien debe 10.° Se dice ( P s . 33, 1): bendeciré al
venerarse principalmente su unidad y Señor en todo tiempo, su alabanza siem-
simplicidad. L u e g o no parece que fuera pre en mi boca. M a s las solemnidades se
conveniente que el tabernáculo ó el tem- instituyen para alabar á D i o s . L u e g o no
plo se distinguiesen por ciertos velos. fue conveniente que se establecieran
(i) Madera incorruptible (según espresamente consigna la » y el pulimento á que se prestaba , escedía en duración y
versión de los Setenta) y olorosa, que algunos creen fuese e » belleza á todos los demás conocidos » . Desígnase en los Li-
cedro y otros la equiparan con la del espino blanco, al que en bros Santos por su nombre hebreo , porque ( dicen varios in«
efecto dice San Jerónimo se asemeja más que á cualquier otro lérprctesj solo se producía y era conocido únicamente en
árbol, añadiendo que « se criaba en el desierto y que por su aquella tierra , y por lo mismo no tenía correspondencia cu
»incorruptibilidad y poco peso', como también por su solidez los idiomas griego ni latino.
tíUESÍION C U . — A R T Í C U L O IV. 699
(1) Continua y completa durante el reinado entero deSalo- paz desde que , recobrada el arca Santa, pensó seriamente y
mon, á quien por esta razón se designa con el dictado de Rey con toda decisión en la erección del suntuoso cuanto celebér-
pacifico y aun se cita por modelo de rey de paz; mas en cuanto rimo templo, reservada no obstante por Dios á su hijo Salo-
á David , de quien se sabe haber sostenido tantas guerras al món , que la realizó.
principio do su reinado, es asimismo cierto que reinó en plena
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O IV.
había designado Abraham por divina templo ó tabernáculo puede ser literal y
revelación para inmolar; pues se dice figurada: la Hteral es para escluir la ido-
(Gen. 2 2 , 2 ) que el Señor mandó á latría, porque los gentiles dedicaban di-
Abraham que ofreciese á su hijo en h o - versos templos á sus diversos dioses; y
locausto sobre uno délos montes, que te por lo tanto, para que. se afirmase en los
mostraré ; y más adelante añade (v. 14) ánimos de los hombres la fe de la unidad
y llamó el nombre de aquel lugar c( el Se- divina, Dios quiso que solamente en un
dñor ve», como si según la previsión de lugar se le ofreciese sacrificio ; y ademas
D i o s fuese aquel lugar escogido para el para mostrar por esto que el culto corpo-
culto divino; por lo cual se dice (Deut. ral no le era por sí aceptable, y en su
12, 5 ) , iréis al lugar, que el Señor Dios consecuencia les impedía que le ofre-
vuestro escogiere (v. 6) y ofreceréis vues- ciesen sacrificio en cualquier lugar y
tros holocaustos y víctimas : mas este lu- tiempo. Pero el culto de la l e y nueva, en
gar no debió ser designado para la edifi- cuyo sacrificio se contiene la gracia es-
cación del templo antes del tiempo pre- piritual, es en sí mismo acepto á D i o s ; y
dicho por tres razones, que asigna el por tanto se admite en la nueva l e y la
Rabino Moisés : 1 . para que los gentiles
a
multiplicación de templos y altares. E n
no se apropiasen aquel lugar ; 2 . para a
cuanto á lo concerniente al culto espiri-
que no lo destruyesen; y 3 . porque a
tual de D i o s , que consiste en la doctrina
cada tribu lo hubiera querido en lote, de de la ley y los pi'ofetas, había también
lo cual se hubieran originado contiendas en la ley antigua diversos lugares desti-
y discordias : y por eso no fue edificado nados al efecto, en los cuales se reuníau
el t e m p l o , hasta que tuvieron rey capaz para alabar á D i o s , y se llamaban sina-
de contener estas contiendas. A n t e s ha- gogas ( 1 ) : así como ahora se llaman
bía un tabernáculo portátil por diversos iglesias, en las que se reúne el pueblo
lugares destinado al culto de D i o s , como cristiano para alabar á Dios. A s í nuestra
que el lugar donde D i o s debía ser ado- iglesia ha reemplazado al templo y la
rado no estaba aún determinado ; y esta s i n a g o g a , porque el mismo sacrificio de
es la razón literal de la diversidad del la iglesia es espiritual ; por lo cual no se
tabernáculo y del templo : y la razón distinguen entre nosotros el lugar del
figurada puede ser porque por estas dos sacrificio del de la doctrina. L a razón
Cosas se significa su. doble estado ; pues figurada puede ser, que por estas cosas
el tabernáculo, que es movible, signi- se significaba la unidad de la I g l e s i a , ya
fica el estado de la presente vida muda- militante ó triunfante.
ble, y por el templo, que estaba fijo é A l 4.° que, así como en la unidad del
inmoble, el estado de la vida futura, que templo ó del tabernáculo se representaba
es completamente inmutable : y por esto la unidad de D i o s ó la unidad de la Igle-
se dice en la edificación del templo ( n i sia ; igualmente en la distinción de uno
E>eg. 6, 7) que no se oyó ruido de marti- y otro se representaba la distinción de
llo ó hacha, para significar que no habrá las cosas á D i o s sometidas, y que nos
tumulto alguno de perturbación en el es- conducen á venerarle. E n el tabernáculo
tado futuro. O bien por el tabernáculo se se distinguían dos partes : una que se
significa el estado de la antigua l e y , y llamaba Sancta Sanctorum, colocada ha-
por el templo construido por Salomón el cia el Occidente ; y otra que se denomi-
de la nueva ; por lo que en la construc- naba Sancta, al Oriente. A d e m a s antes
ción del tabernáculo solo fueron operarios del tabernáculo estaba el atrio. E s t a dis-
los j u d í o s , y á la del templo cooperaron tinción tenía una doble razón : la primera
aun los gentiles, como los de Tiro y en cuanto el tabernáculo se ordenaba al
Sidon. culto de Dios ; pues se representan en su
A l 3.° que la razón de la unidad del distinción las diversas partes del mundo:
(1) Esto es , según su origen griego , congregaciones ó lu- nueva espiritual, según da á entender el V. Beda comentan-
gares de reunión; así como iglesia (ecclesía) significa convoca- do á San Jerónimo sobre el c. 5 de los Proverbios, si bien ad-
ción, diferencia de denominaciones no insignificante ni desti- vierte que en latin ambas palabras vienen á espresar una
tuida de misterio, por cuanto en ella se insinúa que la ley an- misma idea, la de reunión ó concurrencia.
tigua podía decirse hasta cierto punto animal, así como la
CUESTIÓN CM. ARTÍCULO I V . 101
porque aquella parte que se denomina Dios; de grana dos veces teñida, para
Sanctasanctórum figuraba el mundo más mostrar la doble caridad de Dios y del
alto, que es el de las sustancias espiri- prójimo ; y por el jacinto se significaba
tuales, y la que se llamaba Sancta es- la meditación celestial. En la antigua ley
presaba el mundo corporal; y por esto el el estado del pueblo era otro que el de
Sancta se distinguía del Sancta Santo- los sacerdotes ; porque el pueblo consi-
rum por cierto velo, que era de cuatro deraba los mismos corporales sacrificios
colores distintos, para designar los cuatro que se ofrecían en el atrio, y los sacer-
elementos, es decir, de biso, por el que se dotes meditaban la razón de los sacrifi-
designa la tierra, porque esta produce el cios, teniendo una fe más esplícita de los
biso ó lino ; de púrpura, por la que se misterios de Cristo : por cuya razón en-
significa el agua, puesto que el color traban en el tabernáculo esterior, que
purpúreo se bacía de algunas concbas también estaba separado del atrio por
que se encuentran en el mar; de jacinto, un velo; porque ciertas cosas estaban
por el cual se significa el aire, pues tiene ocultas al pueblo acerca de los misterios
color aéreo; y de grana dos veces te- de Cristo, que eran conocidos de los sa-
ñida, por la que se designa el fuego; y cerdotes ; aunque no les fueran reveladas
esto porque la materia de los cuatro ele- plenamente, como después en el nuevo
mentos es un obstáculo, que nos oculta Testamento, según consta (Ephes. 3).
las sustancias incorpóreas. Por esto mis- Al ó.° que la adoración hacia el Occi-
mo en el tabernáculo interior, esto es, en dente fue introducida en la ley, para es-
el Sancta Sanctorum entraba el sumo cluir la idolatría ; porque todos los gen-
Sacerdote solamente y este una vez al tiles adoraban hacia Oriente en reveren-
año, para mostrar que la perfección final cia del sol. Así se dice (Ezech. 8, 16)
del hombre consiste en entrar en aquel que algunos tenían las espaldas vueltas
mundo superior : pero en el tabernáculo al templo del Señor y las caras hacia el
esterior, esto es, en el Sancta entraban Oriente, y adoraban al salir el sol. Por
diariamente los sacerdotes, mas no el lo tanto, para evitar esto, el tabernáculo
pueblo, que únicamente tenía acceso al tenía el Sancta Sanctorum hacia Occi-
atrio ; porque el pueblo puede percibir las dente, para que adorasen vueltos al oca-
mismas cosas corporales, mas sus razones so. También la razón figurada puede ser
interiores solamente los sabios pueden que toda la disposición del primer taber-
alcanzarlas por el estudio. Según la ra- náculo tenía por objeto significar la
zón figurada por el tabernáculo estérior muerte de Cristo, que esfiguradapor el
llamado Sancta se significa el estado de Ocaso según aquello (Ps. 67, 5 ) , el que
la antigua ley, como dice el Apóstol sube sobre el Occidente, su nombre es
(Hebr. 9); porque los sacerdotes, que Señor.
consumaban los oficios de los sacrificios, Al 6.° que se puede asignar razón lite-
entraban siempre en él :-mas por el ta- ral yfiguradadélas cosas contenidas en el
bernáculo interior llamado Sancta San- tabernáculo: literal en cuanto al culto di
ctorum se significa, ya la gloria celestial, vino; y, como por lo dicho (al 4.°) que por 7
( 1 ) Parece concretarse aquí á los habitantes de las zonas gada ilustración , "siempre en desventajoso contraste con la
septentrionales, que en efecto vemos girar los astros más lu- nuestra. Mucho ofrece esto á la consideración de los sabios,
minosos describiendo sus respectivas órbitas por .la parte del ya por lo que en ello hay de providencial á todas luces , ya
Sur respecto de nuestra situación en el globo terráqueo: lo también y no menos por lo que resalta en tales hechos y cir-
cual concuerda ademas con el hecho muy digno de atención y cunstancias la inspirada prevision de los Escritores sagrados
estudio de ser los pueblos del hemisferio boreal los más cultos y de los detalles mismos de las leyes ó preceptos ceremoniales
y conocedores de la divina revelación, como asimismo los más que vamos esponiendo ; y por último se deja ver en todo esto
adelantados y progresivos por regla general en los conoci- cuánto interesa el estudio profundo é imparcial de la Santa
mientos científicos y sus aplicaciones prácticas á las artes y á Biblia aun á los hombres de ciencia más prevenidos y hostiles
la industria y en todos los ramos del saber humano , como en á las verdades reveladas, si de buena fe se propusieran esplo-
la fe religiosa : bajo cuyo doble punto do vista no pueden sos- tar ese inexhausto cuanto riquísimo venero de verdadero
tener competencia ni aun comparación con la civilización de saber y útilísimos conocimientos aun en lo esclusivamente re-
las regiones de aquende el ecuador las tribus bárbaras y nó- lativo á los progresos de la ciencia y la cultura mundanales
madas de las zonas australes , ni aun los pueblos de aquella de todo género ; y mucho más apreciando en lo que valen las
parle del globo más civilizados, poro que apenas conservarían minuciosas é interesantísimas observaciones de tan compe-
su incompleta ó rudimentaria cultura sin su dependencia de tente intérprete de su significación , cuyo ingenioso criterio
los europeos, á quienes son deudores de su escasa y subyu- facilita y esclarece su inteligencia.
704 CUESTIÓN CU ARTÍCULO IV.
caridad significada por el oro. Dentro del Señor Dios tuyo, por cuanto los idólatras
arca había una urna de oro, esto e s , el acostumbraban á ofrecer sus sacrificios
alma santa, conteniendo el maná, es de- bajo los árboles por causa de la amenidad
cir, toda la plenitud de la santidad y de y umbrosidad.—La razón figurada de es-
la divinidad. H a b í a también en el arca tos preceptos fue porque en Cristo, que es
la vara, esto e s , la potestad sacerdotal; nuestro altar, debemos reconocer la ver-
porque el mismo fue hecho Sacerdote dadera naturaleza de la carne en cuanto
para siempre ; é igualmente las tablas á la humanidad, lo cual significa el cons-
del Testamento, para designar qufe el" 1
truir altar de tierra; y en cuanto á la di-
mismo Cristo es el autor de la ley. T a m - vinidad confesar que es igual al Padre,
bién es figurado Cristo por el candela- lo cual se indica en no subir al altar por
bro, porque el mismo dice (Joann. 8, 12): gradas : como ni respecto de Cristo de-
Yo soy la luz del mundo, y por los siete bemos admitir la doctrina de los gentiles
brazos los siete dones del Espíritu Santo ; que provoca á la lascivia. Pero, hecho el
como igualmente por la mesa, en cuanto tabernáculo para honor de D i o s , no eran
él mismo es comida espiritual, según es- de temer estas ocasiones de idolatría : y
tas palabras (Joann. 6, 51): Y o soy el por esto mandó el Señor que se hiciese
pan de vida. L o s doce panes significaban el altar de los holocaustos de m e t a l , que
también á los doce Apóstoles ó su doctri- estuviese á la vista de todo el pueblo; y
na ; ó bien, el candelabro y la mesa pue- de oro el altar de los perfumes, que solo
den significar' la doctrina y la fe de la veian los sacerdotes, no siendo tanta la
I g l e s i a , que asimismo ilumina y fortifica preciosidad del bronce, que por su abun-
espiritualmente. E l mismo Cristo es tam- dancia fuera ocasión para "el pueblo de
bién figurado por los dos altares de los alguna idolatría : mas el darse por razón
holocaustos y de los perfumes, puesto de este precepto ( E x . 20, 26), no subirás
que por él debemos ofrecer á D i o s las
obras de todas las virtudes ; y a sean las
(1) Véase la nota 1 , pág. 661.
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO IV. 705
por gradas á mi altar, la de que no se de estas cosas es que por las tablas, de que
descubra tu deshonra (turpitudo), debe estaba construido el tabernáculo, se sig-
considerarse que esto también fue pres- nifican los fieles de Cristo, de los que se
crito para evitar la idolatría; porque en compone la I g l e s i a ; y se cubrían las ta-
las fiestas de Príapo los gentiles presen- blas por la parte interior por cortinas de
taban desnudas al pueblo sus vergüen- cuatro colores, porque los fieles estánador-
zas (1). Mas después intimó á los sacer- nados interiormente de cuatro virtudes ;
dotes que usaran calzoncillos (2), y así puesto que «por el lino retorcido según
se podia sin peligro construir el altar de » l a Glosa ord. ( E x . 26) se significa la
tanta altura que por algunas gradas de » carne resplandeciente en castidad ; por
madera, no fijas sino portátiles, subiesen » el jacinto el alma aspirando á lo supre-
al altar á la ñora del sacrificio los sacer- » m o ; por la púrpura la carne sujeta á
dotes que los ofrecían. » sufrimientos; y por la grana dos ve-
A l 8.° que el cuerpo del tabernáculo » ees teñida el alma, que en medio de los
estaba formado por algunas tablas unidas » padecimientos brilla por su amor á Dios
á lo l a r g o ; cubiertas en su interior dé » y al prójimo». P o r las cubiertas del te-
cortinas de cuatro colores diferentes, á cho se designan los prelados y doctores,,
saber, de lino retorcido, de jacinto, de en quienes se debe encontrar la palabra
púrpura y de grana dos veces teñida; celestial, lo que se significa por las pieles
pero estas cortinas cubrían solamente los dé color de jacinto ; la prontitud al mar-
lados del tabernáculo, pues en sú tecbo tirio por las pieles-rojas ; la austeridad de
babía una cubierta de pieles de jacintos, la vida y la paciencia en las adversida-
y sobre esta otra de pieles de carneros des por las telas de pelo de cabra, que
teñidas de rojo, y encima una tercera de estaban espuestas á los vientos y lluvias,
pelos de cabra que no cubrían solamente como dice la Glosa (ibid.).
el tecbo del tabernáculo, sino que colga- A l 9.'° que la santificación del taber-
ban basta el suelo cubriendo las' tablas náculo y de sus vasos tenía causa literal,
del tabernáculo por fuera.—La razón lite- para que se tuviera en mayor reverencia,
ral de todas estas cubiertas en común era como destinado al culto divino por esta
el ornato y protección del tabernáculo, consagración; y la razón figurada es por-
para que se le tuviera reverencia; y en que por este modo de santificación se sig-
particular según algunos por las cortinas nifica la 'espiritual santificación del taber-
se designaba el cielo sidéreo, tachonado náculo viviente, es decir, de los fieles, de
de diversas estrellas; por la estameña que está compuesta la Iglesia de Cristo.
(saga) las aguas que están sobre el fir- A l 10.° que en la antigua ley habia siete
mamento ; por las pieles rojas el cielo solemnidades temporales y una constante,
empíreo, en el cual están los ángeles ; como se puede colegir ( N u m . 28 y 29).
por las pieles de color de jacinto el cielo E n efecto : había una como ( 3 ) fiesta
de la Santa Trinidad.—La razón figurada continua, porque todos los días por m'a-
(l) Pudenda, las parles vergonzosas, que aun las gentes furidamen tales de esa radical Variedad'dé formasen los ves-
más salvajes suelen cubrir siquiera con algunas hojas ó pieles tidos inferiores y respectivos de uno ú otro sexo, formas res-
ó plumas á impulso ó sugestión del natural instinto del pudor. petadas siempre y do quiera aun por la caprichosa y voluble
C2) Feminalium , de femen ó fémur ( muslo ) ; y no de femina, moda, si bien no siempre hasta donde exigen los fueros del
como pudiera creerse lijeramente juzgando con poca reflexión: decoro y sugiere el buen sentido de acuerdo en esto y en todo
el propio origen etimóligo tiene también femoralia (los calzo- con el recto gusto y las reglas legítimas de la verdadera es-
nes ) , prenda de vestir destinada á cubrir los muslos , pero tética , no menos que con la's enseñanzas de la religión y las
con separación cada unocomo en su respectiva funda, aunque prescripciones déla sana moral. Así se ve al desenfrenado
unidas las dos piezas en una, por cuya razón se usa siempre renacimiento preferir en la estatuaria como en todas las de-
en plural; á diferencia de la falda, camisa ó saya ú otra mas arles plásticas y descriptivas él más voluptuoso realismo
cualquiera vestidura que envuelva ambas piernas y que pol- á la clásica honestidad del arte'cristiano , no sin incurrir en
lo mismo se denomina con vocablo construido en singular. flagrante contradicción con.sus propias teorías de restaura-
Esto viene á constituir el distintivo más característico entre ción universal del clasicismo pagano en la literatura, la cien-
los trajes de hombres y mujeres en todos los países, mirán- cia, la política y en general en'todo géríerode ramos del saber
dose como torpeza y escandalosa deformidad el cambio de y de la industria humana.
unos trajes por otros como en disfraz del sexo , cual suelen 13) Dice «como fiesta » , porque realmente no era tal fiesta;
hacer algunos mal aconsejados ó no bien intencionados en las toda vez que el sacrificio del cordero era diario , según se es-
gentílicas profanidades del carnaval, y en los bailes de más- presa á continuación , y representaba el incruento de la misa
caras ó en otras orgías de análoga índole , no sin granjearse por la mañana y los oficios litúrgicos de las llamadas vísperas
la reprobación y hasta el desprecio de las personas sensatas; el de la tarde.
y siendo harto accesibles y fáciles de comprender las razones
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 45
706 CUESTIÓN CII. — ARTÍCULOS IV Y V.
la ley antigua ; porque las cosas, que se niza de la vaca roja que se quemaba era
hacen para el culto divino, no deben ase- impura, pues se hacia inmunda, según se
mejarse á las que observaban los idóla- dice ( N ú m . 19, 7) que el sacerdote que la
tras, conforme á esto ( D e u t . 12, 3 1 ) : inmolaba quedaba inmundo hasta la tar-
no harás así con el Señor Dios tuyo, de, y asimismo el que la quemaba y tam-
porque todas las abominaciones que el bién el que recogía las cenizas. L u e g o
Señor aborrece hicieron con sus dioses. fue establecido inconvenientemente que
Pero los adoradores de los ídolos en su por la aspersión con esta ceniza se purifi-
culto se hacían incisiones con cuchillos, casen los inmundos.
hasta hacer brotar la sangre, pues se dice 6.° L o s pecados no son cosa corporal,
(III R e g . 18, 2 8 ) que se sajaban con que pueda llevarse de un lugar á otro;
cuchillos y lancetas según su rito, hasta ni tampoco por algo inmundo puede el
quedar bañados en sangre; por cuya ra- hombre ser limpio del pecado. L u e g o in-
zón el Señor mandó ( Deut. 14, 1 ) : no convenientemente para la espiacion de
os sajaréis ni haréis calva sobre un los pecados del pueblo el sacerdote con-
muerto ( v . 2) ; por cuanto eres un pueblo fesaba sobre un macho cabrío los de los
consagrado al Señor Dios tuyo, y te es- hijos de Israel, para que los llevase al
cogió para que le seas un pueblo pecu- desierto ; mientras que por el otro, de
liar entre todas las gentes que hay sobre que se servían para las purificaciones,
la tierra. L u e g o inconvenientemente fue quemándolo juntamente con un ternero
instituida la circuncisión en la ley. fuera del campo, se hacían inmundos, de
2.° L o que se hace para el culto divino modo que era preciso que lavasen su car-
debe tener honestidad y gravedad según ne y sus vestidos con agua.
estas palabras ( P s . 34, 1 8 ) , en medio 7.° L o que ha sido y a purificado, no
de un pueblo grave te alabaré; y parece es preciso que lo sea de nuevo ; y por lo
argüir cierta lijereza el comer los hom- tanto inoportunamente, después de limpia
bres de prisa : luego inconvenientemente la lepra de un hombre ó también su casa,
se mandó ( E x . 12 ) que comieran apre- se añadía otra purificación, como consta
suradamente el cordero pascual; y se or- ( Levit. 14 ).
denan otras cosas también acerca de la 8.° L a impureza espiritual no puede
manera de comerlo, que parecen del todo ser limpia por el agua material ni por la
irracionales. rasuración del vello. L u e g o parece con-
3.° L o s sacramentos de la antigua ley trario á la razón lo que el Señor mandó
fueron figuras de los de la nueva. E s así ( E x . 30, 18 ) que se hiciese un baño de
que por el cordero pascual se significa el bronce con su basa, para lavar las manos
sacramento de la Eucaristía, según lo que y los pies de los sacerdotes, que habían
se dice ( i Cor. 5 , 7 ) : en nuestra pas- de entrar en el tabernáculo; y lo que se
cua es inmolado Cristo. L u e g o también ordena ( N ú m . 8 , 7 ) , que los levitas fue-
debieron existir en la antigua ley algunos sen rociados con agua de espiacion, y
sacramentos, que prefigurasen los otros de rayesen todos los pelos de su carne.
la ley n u e v a , como la confirmación, la 9.° L o que es mayor no puede ser san-
estrema-uncion, el matrimonio y demás. tificado por lo que es menor. L u e g o era
4.° L a purificación no puede hacerse inconveniente consagrar según la ley por
convenientemente sino de algunas inmun- cierta unción corporal y por sacrificios y
dicias. Pero en cuanto á Dios nada corpo- oblaciones corporales á los sacerdotes
ral se reputa inmundo, porque todo cuerpo mayores y menores, como consta ( L e v í -
es criatura de D i o s , y toda criatura de tico, 8), y á los levitas ( N ú m . 8 ).
Dios es buena, y no es de desechar nada 10.° Según se dice ( i R e g . 16, 7 ) , el
de lo que se percibe con hacimiento de gra- hombre ve lo que aparece, más Dios ve
cias , como se dice ( i Tim. 4, 4 ) . L u e g o el corazón; y lo que se manifiesta este-
inconvenientemente se purificaban del riormente en el hombre es la disposición
contacto con un hombre muerto ó de al- del cuerpo y también sus vestidos. L u e g o
guna semejante infección corporal. era inconveniente determinar para los sa-
5.° D í c e s e ( E c c l i . 34, 4 ) : qué cosa cerdotes mayores y menores ciertos ves-
será purificada por lo inmundo? L a ce- tidos especiales, como consta ( E x . 28 );
708 CUESTIÓN CU.—ARTÍCULO V,
y también parece que no babía razón á los sacerdotes por medio de su consa-
para escluir del sacerdocio á alguno por gración; 2.° el uso de las cosas pertene-
defectos corporales, según se dice ( L e - cientes al culto divino, cual era en cuanto
vítico, 2 1 , 17 y 18 ): hombre ole tu linaje al pueblo la comida del cordero pascual,
por familias, que tuviere mancha, no á la que TIINGUN incircunciso (1) era ad-
ofrecerá panes á su Dios, si fuere ciego mitido, como se ve ( E x . 1 2 ) ; y respecto
ó cojo, etc. A s í pues parece que los sa- de los sacerdotes la oblación de las v í c -
cramentos de la antigua l e y fueron irra- timas y la comida de los" panes de propo-
cionales. sición y de otras cosas destinadas al uso
Por el contrario, se dice ( L e v . 2 0 , 8 ) : de los sacerdotes; 3.° la separación de
Yo soy el Señor, que os santifico. E s así todo lo que á alguno impedía el culto de
que Dios nada bace sin razón, pues se D i o s , es decir, de las impurezas; y así
dice ( P s . 1 0 3 , 24 ) : todo lo hiciste con en cuanto al pueblo se instituyeron cier-
sabiduría. L u e g o en los sacramentos de tas purificaciones de algunas impurezas
la antigua ley, que se ordenaban á la san- esterioreSj y también espiaciones por los
tificación de los hombres, nada había sin p e c a d o s ; y tocante á los sacerdotes y le-
causa razonable. vitas la ablución de las manos y los pies
. Conclusión. Todos los sacramentos de y la rasura del pelo ( 2 ) . Todas estas (ce-
la antigua ley y sus ceremonias tenían remonias) tenían causas racionales y li-
causas razonables, tanto literales como terales, en cuanto se ordenaban al culto
simbólicas, según que respectivamente se de Dios en aquel tiempo ; y figurativas,
referían al culto de Dios^en aquel tiem- según que tenían por objeto simbolizar á
po , ó se ordenaban á representar á Cristo, como se verá examinándolas par-
Cristo. ticularmente ( 3 ) .
Responderemos, que según l o dicho A l argumento 1.° diremos, que la prin-
( C . 1 0 1 , a. 4 ) se llaman propiamente cipal razón literal de la circuncisión
sacramentos aquellas cosas, que se apli- fue la protestación de la fe de un solo
caban á cierta consagración de los encar- Dios : y , como Abraham fue el primero
gados del culto de D i o s , por la que de que se separó de los infieles, saliendo de
algún modo eran deputados á dicho cul- su casa y dejando su familia, por eso
to : el cual por cierto de una manera g e - recibió el primero la circuncisión , causa
neral pertenecía á todo el pueblo, pero que la asigna el Apóstol ( R o m . 4 , 1 1 ) :
con especialidad á los sacerdotes y levi- recibió la señal de circuncisión, como
tas , que eran los ministros del divino sello de la justicia de la fe, marcado en
c u l t o ; y por lo tanto entre estos sacra- el prepucio, porque sobre esto se lee :
mentos de la antigua l e y algunos- perte- la fe de Abraham le fue imputada á jus-
necían en común á todo el pueblo, y otras ticia, porque creyó en esperanza contra
especialmente á los ministros. M a s res- la esperanza, es decir, contra la espe-
pecto de unos y otros eran necesarios tres ranza de la naturaleza en la esperanza
requisitos : 1.° la institución en estado de de la gracia, que sería hecho el padre de
adorar á D i o s ; y esta institución se hacía muchas naciones, á pesar de que era ya
en general respecto á todos por la cir- viejo y s u mujer anciana y estéril. Y ,
cuncisión, sin la que nadie era admitido para que esta protesta é imitación de
á la participación de lo l e g a l , y en cuanto la fe de Abraham se afirmase en los co-
(1) Así designaban á los que no profesaban la ley|de Moisés, » cepcion de los órdenes sagrados ».
cuyo acto de sumisión y reconocimiento debía ir acompañado (3) Resulta de lo aquí espucsto que según el angélico Doctor
de la circuncisión, como testimonio auténtico de babcrla abra- eran seis los sacramentos de la ley antigua : tres de ellos co-
zado y de ser inscrito en el gremio de los creyentes ó fieles : munes en su aplicación al pueblo todo , que eran la circunci-
al modo que hoy se reconoce como cristianos únicamente á los sión, la comida del cordero pascual y varias purificaciones, en
que han recibido el bautismo, simbolizado en la circuncisión. los cuales salta á la vista del menos perspicaz la emblemática
(2) Equivalente por entonces y análoga á la tonsura clerical, representación del bautismo, la sagrada Comunión y la confe-
signo del ingreso en las órdenes constitutivas del ministerio sión ó penitencia sacramental de la ley de gracia respectiva-
sagrado, por el que el antes seglar queda iniciado ó connume- mente; y los otros tres peculiares á los ministros del santuario,
rado en la clerecía é investido de cierta autorización para el la consagración ó investidura personal para las funciones
ejercicio de ciertas-funciones de carácter inferior en la vida sacras , la oblación de las víctimas, y la comida de los panes
eclesiástica; de cuyas inmunidades comienza ya el nuevo clé- de proposición y demás ofrendas es.clusivamente reservadas
rigo á gozar, vistiendo el trajo talar adoptado como distintivo al uso y atenciones de los ministros del culto y con especia-
de los así iniciados, y considerándose esa primera consagra- lidad de los sacerdotes y levitas-
ción (según suele definirse la tonsura) « disposición á la re-
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O V. 709
(1) Véase la nota 1, pág. 090. y gratos sucesos domésticos; reciprocidad no.poco eficaz para
(2) Cenceños ó sin levadura ', como se hacen también según la conservación de la buena armonía y unión entre vecinos
el uso de la Iglesia occidental ó latina las hostias para la bien avenidos y que á veces llega á ser una necesidad ó ra-
misa, representadas á su vez en aquel pan sin fermentar. dica en la escasez de numerario y de tiendas de espendicion
(3) Xenia, regalos ó dádivas á los huéspedes ó á los vecinos de ciertos artículos de más ó menos necesario consumo : como
en muestra de benevolencia ó aprecio, y aun en retribución de también es práctica muy común y propia de gentes sencillas
otros recibidos oportunamente con ocasión de cualquier festín y de ingenua sinceiidad mutua buscar y prestarse el fuego
doméstico : costumbre todavía bastante socorrida en pueblos conservado desde la noche anterior ó en el horno después de
de corto vecindario, donde todos se conocen y tratan familiar, la cochura, como vulgarmente dicen , y otros objetos ó uten-
mente y suelen recíprocamente mandarse panes tiernos de la silios y aperos, socorriéndose unos á otros con fraternal con-
hornada y despojos de la matanza del puerco, frutas de la fianza y solicitud.
respectiva cosecha y recuerdos de ferias y viajes i de fiestas
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V.
fieles, por la cual somos libres del pecado de la naturaleza, mas no como sacramento
y de la muerte, según se dice (i Petr. 1, de unión de Cristo y de la I g l e s i a , que
18) : habéis sido redimidos... por la san- no estaba aún realizada (2) ; por cuyo
gre preciosa del Cordero inmaculado. motivo se daba en la antigua l e y libelo
Se comían aquellas carnes, para significar de repudio, lo cual es contrario á la na-
la comida del Cuerpo de Cristo en el S a - turaleza del Sacramento.
cramento; y eran asadas al fuego, para A l 4.° que, como queda dicho, las pu-
representar su pasión ó su caridad; y con rificaciones de la antigua l e y tenían por
panes cenceños, para significar la vida objeto remover obstáculos del culto divi-
pura de los fieles que reciben el cuerpo no, que es de dos clases : espiritual, que
de Cristo, como dice el Apóstol (i Cor. consiste en la devoción de la mente á
5, 8 ) : solemnicemos el convite con ácimos D i o s , y corporal cifrado en los sacrificios,
de sinceridad y de verdad. L a s lecbugas oblaciones y otras cosas semejantes. L o
agrestes se añadían en señal de la peni- que impide á los hombres el culto espiri-
tencia de los pecados, que es necesaria á tual son los pecados, que se decía los
los que reciben el cuerpo de Cristo; y los manchaban, como la idolatría y el homi-
ríñones deben ceñirse con el cíngulo de la cidio, el adulterio y el incesto ; y de es-
castidad ; siendo el calzado de los pies re- tas manchas se purificaban los hombres,
cuerdo de los ejemplos de los padres y a por algunos sacrificios, y a ofrecidos en
difuntos; y los báculos, que debían tener común por toda la multitud, ya también
en las manos, significan la guarda pasto- por los pecados de cada individuo ; no
ral ; como el mandarse comer el cordero porque aquellos sacrificios carnales tuvie-
pascual en una sola casa quiere decir en la sen por sí mismos la virtud de espiar los
Iglesia de los católicos, no en los conci- p e c a d o s , sino porque significaban su es-
liábulos de los herejes. piacion futura por Cristo, de la cual eran
A l 3.° que ciertos sacramentos de la participantes también los antiguos públi-
nueva l e y estuvieron en la antigua sim- camente creyentes en la fe del Redentor
bolizados por otros á ellos correlativos : por las figuras de estos sacrificios. D e l
puesto que la circuncisión corresponde al culto esterior se retraía á los hombres
bautismo, que es sacramento de f e , por por ciertas impurezas corporales, que pri-
lo cual se dice (Coloss. 2, 11), estáis cir- mariamente se consideraban en los hom-
cuncidados en la circuncisión de nuestro bres y consecuentemente también en los
Señor Jesucristo, y (v. 12) sepultados con animales y en los vestidos y casas y va-
él en el bautismo ( l ) ; al convite del cor- sos. E n los hombres la impureza se repu-
dero pascual corresponde en la ley nueva taba en parte por razón de ellos mismos,
el Sacramento de la Eucaristía ; á todas y en parte por el contacto con las cosas
las purificaciones de la antigua l e y el inmundas : por parte de los hombres mis-
Sacramento de la penitencia en la nueva, mos se reputaba inmundo todo cuanto ya
y á la consagración del pontífice y sacer- tenía alguna corrupción ó se hallaba es-
dote el del orden. P e r o al sacramento de puesto á e l l a ; y así, por ser la muerte
la confirmación, que es sacramento de la cierta corrupción, el cadáver del hombre
plenitud de la gracia, no puede corres- se reputaba inmundo; é igualmente, sien-
ponder otro alguno en la antigua ley, do la lepra originada de la corrupción de
porque aún no había llegado el tiempo los humores, que aun sale al esterior 6
de la plenitud, por la razón de que la ley inficiona á otros, los leprosos se reputa-
á nadie llevó á perfección (Hebr. 7, 1 9 ) ; ban asimismo inmundos ; bien así como
como tampoco al sacramento de la estre- las mujeres que padecían flujo de sangre,
ma-uncion, que es cierta inmediata pre- fuese por enfermedad ó por naturaleza
paración á la entrada de la gloria, cuya en los períodos menstruos ó al concebir;
puerta no estaba aún abierta en la anti- y por igual razón los varones que pa-
gua l e y , por no haber sido pagado el decían fluxión seminal por enfermedad ó
precio; y el matrimonio existió en ver- por polución nocturna ó por el coito, pues-
dad en la antigua l e y , como al servicio to que todo humor procedente de los mo-
lo que luego dice y puede consultarse en la 2. -2. , C, 2, a, 7,
a 10
(1) Véase lo dicho en la nota 3, pág, 708. y en la3.° Parte, C. 41, a. 2, al3,°
(2) Sí empero como ligara ó emblema de esta unión, según
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V. 711
dos dichos tiene cierta inmunda infec- guiñarías inmolaciones; la seminíflua del
ción : como también los hacía inmundos hombre la de las palabras vanas, por-
en cierto modo el contacto de cualesquie- que semilla es la palabra de D i o s ; la del
ra cosas inmundas. — L a razón de estas coito y parto la del pecado original; la
impurezas era literal y figurada. Literal de las reglas menstruas la de la mente
por la reverencia debida á las cosas per- desordenada por la voluptuosidad ; y en
tenecientes al culto divino, y a porque los general la impureza del contacto de cosa
hombres no suelen tocar las cosas precio- inmunda la del consentimiento en peca-
sas , cuando están manchados; y a para do de otro, según aquello ( I I Cor. 6, 1 7 ) :
que, acercándose raras veces á las cosas salicTde medio de ellas, y apartaos y no
sagradas, las tuviesen mayor veneración: toquéis lo inmundo. E s t a mancha del
pues, siendo raro el que alguno pudiese contacto derívase también á las cosas
evitar estas impurezas, rara vez también inanimadas, porque todo cuanto tocaba
los hombres podían tocar las cosas que el impuro se hacía inmundo ; en lo cual
pertenecían al culto divino; y de este la l e y atenuaba la superstición de los
m o d o , cuando á ellas se. acercaban, lo g e n t i l e s , que no solo decían contraerse
hacían con mayor reverencia y humildad impureza por el contacto sino también
de espíritu. Algunas de estas (prescrip- por la palabra ó vista de lo inmundo,
ciones) tenían ademas por razón literal como dice el Rabino Moisés ( i n lib. 3
el que los hombres no se arredrasen de Dux errantium, c. 4 8 ) de la mujer en
acercarse al culto divino bajo el pretesto menstruación ; en lo que místicamente se
de evitar el trato con los leprosos y en- designaba lo que se dice ( Sap. 1 4 , 9),
fermos de semejantes dolencias, cuya en- Dios aborrece igualmente al impío y su
fermedad era abominable y contagiosa: impiedad. H a b í a ademas cierta impureza
y en otras la razón era para evitar el de las cosas inanimadas en sí, cual era la
culto de la idolatría, pues los gentiles en de la lepra en la casa y en los vestidos:
el rito de sus sacrificios usaban algunas porque, así como la enfermedad de la
veces aun de la sangre y semen humanos. lepra proviene á los hombres del hu-
Todas estas clases de inmundicias corpo- mor corrompido, que pudre y corrompe
rales se purificaban, ya por la sola asper- la carne; también la fetidez y esceso.de
sión del a g u a , ó y a las más graves por humedad ó de sequedad produce á veces
algún sacrificio para espiacion del peca- alguna corrupción en las piedras de la
d o , del cual provenían tales enfermeda- casa ó aun en los vestidos: y por eso á
d e s . — L a razón figurada de estas impure- esta corrupción llamaba la ley lepra, por
zas fue que por estas esteriores inmundi- la que se juzgaba inmunda la casa ó la
cias se figuraban diversos pecados : por- ropa, ya porque toda corrupción se re-
que la inmundicia de cualquier cadáver putaba impureza, como va dicho; ya tam-
significa la inmundicia del pecado, que bién porque á causa de esta corrupción
es la muerte del alma ; la de la lepra la los gentiles honraban á sus dioses pena-
de la doctrina herética, ya porque es tes ( 2 ) ; por cuyo motivo la ley mandó
contagiosa como aquella, ya porque « n o destruir la casa y quemar los vestidos, en
» hay doctrina falsa que no mezcle á lo que hubiera tal corrupción persistente,
» falso lo verdadero » , como dice San con el fin de quitar la ocasión de idola-
Agustín ( Q. evang. 1. 3 , c. 4 0 ) ; al modo tría. H a b í a asimismo cierta impureza de
que en la superficie del cuerpo del leproso los vasos, de la cual se dice ( N u m . 19,
aparecen con distinción ciertas manchas, 1 5 ) : la vasija, que no tuviere cobertera
dejando intacto el resto de la carne. L a y atadura por encima, será inmunda; y
impureza sanguiníflua ( 1 ) de la mujer la causa de esta impureza estaba en que
designa la de la idolatría por sus san- podía caer fácilmente en tales vasijas
algo inmundo, que las hiciese inmundas. vio Israel, y esto quizá porque adoraron
También este precepto fue establecido á las vacas, seguu la costumbre de los
para apartar al pueblo de la idolatría; egipcios, como se espresa (Os. 1 0 , 5)",
pues los idólatras creían que, si los rato- adoraron las vacas de ( 4 ) Bethaven ;
nes ó lagartijas ó algunos (bichos) seme- y en detestación del pecado de idola-
jantes, que inmolaban á l o s ídolos, caían tría si se inmolaba fuera del campamen-
en las vasijas ó en las aguas, eran más t o , quemándose todo fuera del recinto,
gratas á los dioses; y todavía algunas do quiera se hiciese un sacrificio por la
mujerzuelas dejan descubiertas las vasijas espiacion de la multitud de los pecados ;
en obsequio de las deidades nocturnas, así como para significar que por este sa-
que llaman Janas ( 1 ) . — L a razón figu- crificio el pueblo se purificaba de todos
rada de estas inmundicias es que por la sus pecados, el sacerdote metía el dedo
lepra de la casa se significa la de las en la sangre de la víctima, y rociaba con
asambleas heréticas ; por la lepra en la ella las puertas del santuario siete veces;
ropa de lino la perversidad de las cos- porque el número siete denota universa-
tumbres, que proviene de la acritud del lidad. A u n la misma aspersión de la san-
espíritu ; por la de los vestidos de lana gre denotaba también la detestación de
la perversidad de los aduladores; por la la idolatría, en la cual no se derramaba
del vestido de. estambre los vicios del la sangre de las víctimas inmoladas, sino
alma; por la lepra de la trama (del te- que se reunía toda y se comía en honor
jido) los pecados carnales, puesto que el de los ídolos; era quemada en el fuego,
alma está en el cuerpo como el hilo en la ya porque Dios se apareció á Moisés en
urdimbre; y por la vasija sin cubierta ni el fuego y entre fuego fue dada la ley;
ligadura se significa el hombre que no y a porque con esto se significaba que la
tiene alguna reserva del silencio y el que idolatría debia ser totalmente estirpada
no se somete á censura disciplinaria (2). y todo cuanto á ella pertenecía, como la
A l 5.° que según lo dicho (al 4.°) la l e y vaca se quemaba con su piel y carne, y
distinguía dos clases de impurezas: una la sangre y hasta los escrementos eran
por alguna corrupción de la mente ó del entregados á las llamas: añadían tam-
cuerpo, y esta era la mayor; otra pro- bién al fuego madera de cedro, hisopo y
cedente del simple contacto de cosa in- grana dos veces teñida, para significar
munda, y que como menor se espiaba q u e , así como la madera de cedro no se
con un rito más sencillo. Porque la pri- pudre fácilmente y la grana reteñida no
mera se espiaba con los sacrificios por pierde su color y el hisopo conserva su
el pecado, puesto que toda corrupción olor aun después de s e c o , así también
procede del pecado y pecado significa; este sacrificio se hacía para la conserva-
mas la segunda se espiaba por sola la ción del mismo pueblo y de su honesti-
aspersión de cierta agua ( 3 ) , de cuya dad y devoción; por cuya razón se dice
agua de espiacion se habla ( N ú m . 19), de las cenizas de la vaca que debían ser-
donde se ordena por el Señor que se vir de salvaguardia á los hijos de Israel:
tome una vaca roja en memoria del pe- ó bien seguu Josefo (Antiquit. 1. 3 , c. 8,
cado, que cometieron con la adoración 9 y 1 0 ) se significaban por esto los cua-
del becerro; y se designa vaca más bien tro elementos; pues el cedro colocado
que becerro, porque así solía denominar sobre fuego significa la tierra por su na-
el Señor á la sinagoga, según consta turaleza terrestre, el hisopo el aire á
( O s . 4 , 1 6 ) , como vaca lasciva se des- causa de su olor, la grana dos veces te-
(!) Denominación, por la que según Varron solía desig- yos múltiples usos y eficacia contra los demonios y todo gé-
narse á veces la luna ó la diosa Diana, como astro que preside nero de malignas influencias nadie entre los creyentes cris-
á la noche iluminándola. tianos desconoce.
(2) Interpretaciones tomadas de la Glosa interlineal y de la (4) «Casa de vanidad » según su etimología hebraica, de-
colateral ó marginal respectivamente, y que Raban espone con nominación equivalente á la de «casa inútil» según Aquila
mayor amplitud y minuciosidad. y Símaco, ó « del ídolo » , según cspresamente la interpreta
(3) La llamada aun hoy agua lustral y más comunmente San Jerónimo ( i n Os. c. 5 ) ; sustituida por desprecio á la an.
entre nosotros agua bendita, á la que se mezcla sal, como tigua de Betel ( B e l h e l ) , « casa de Dios » , donde Jeroboan
preservatlva contra la corrupción ó señal de incorruptibilidad (m Reg. 12) erigió un becerro, para que lo adorasen las tribus
y pureza, acompañando su consagración con varias oraciones que le reconocieran por su rey.
y bendiciones prescritas por la liturgia católico-romana, cu.
CUESTIÓN C Í I . — A R T Í C U L O V. 713
ñida el agua por la misma razón, por la bien denotando por los siete dias todo
que también la púrpura toma sus tintu- tiempo. Todas estas cosas alusivas á. la
ras de las aguas ( ] ) , para denotar por encarnación de Cristo deben ser quema-
esto que se ofrecia al Creador aquel sa- das por el fuego, esto es, entendidas espi-
crificio de los cuatro elementos: sacrifi- ritualmente : porque por \&piel y la carne
cio que, como se ofrecía por el pecado de se significa la operación esterior de Cris-
la idolatría en su detestación, tanto el que to; por la sangre su virtud interna y
quemaba como el que recogía las cenizas sutil vÍYÍficadora de los actos esterio-
y el que hacía la aspersión con el agua, en res; por el estiércol (fimum) la fatiga, la
que se habían echado las cenizas, eran sed y todas las demás debilidades: y
considerados como impuros; á fia de mos- añádense también tres cosas, el cedro
trar así que todo aquello que de cual- significando la sublimidad de la espe-
quier modo pertenece á la idolatría debe ranza ó de la contemplación; el hisopo
ser desechado como iumundo. Pero de símbolo d é l a humildad ó de la fe ;• y la
esta impureza se purificaban con solo grana reteñida en representación de la.
lavar los vestidos, sin que fuese menester doble caridad; pues por estas (virtudes)
rociarlos con a g u a , puesto que así h u - hemos de unirnos á Cristo paciente. L a
biera sido preciso proceder hasta lo infi- ceniza de la combustión es recogida por
nito : porque el que rociaba con el agua un varón puro, porque las reliquias de la
quedaba impuro, y, si se rociaba á sí pasión alcanzaron hasta los gentiles, que
mismo, quedaría inmundo, y rodándole no fueron culpables en la muerte de Cristo;
otro este quedaba inmundo, como igual- se echaban las cenizas en el agua para
mente aquel á quien rociaba, y así hasta la espiacion, porque de la pasión de
el infinito. Cristo recibe el bautismo la virtud de
L a razón figurada de este sacrificio es quitar ó purificar los pecados ; el sacer-
que por la vaca roja se significa á Cristo, dote que inmolaba y quemaba la vaca y.
en cuanto tomó la debilidad (de nuestra que la quemaba y recogía las cenizas , y
naturaleza) designada por el sexo feme- también el que rociaba el agua quedaban
nino, como el color de la vaca designa impuros, ya porque los judíos se hicieron
la sangre de su pasión. E s t a vaca roja inmundos por la muerte de C r i s t o , por
era de edad íntegra, porque toda opera- la cual nuestros pecados son espiados, y
ción de Cristo es perfecta, y no tenía esto hasta la tarde, es decir, hasta el fia
mancha alguna ni había sufrido el yugo, del m u n d o , cuando los restos de Israel
porque Cristo fue inocente y no llevó se convertirán; ó ya porque los que ma-
jamás el yugo del pecado. Se manda lle- nejan las cosas santas , atendiendo á la
varla á Moisés, porque le imputaban la purificación de otros, contraen también
infracción de la ley mosaica por la vio- ellos mismos algunas impurezas, como
lación del sábado ; que sea entregada al dice San Gregorio en su Pastoral (part. 2 ,
sacerdote Eleazar, porque Cristo fue en- c. 5 ) , y hasta la tarde, es decir, hasta el
tregado para morir en manos de los sacer- fin de la presente vida.
dotes ; se inmola fuera de los reales, por- A l 6.° que según lo dicho ( al 4.° ) la
que fuera de la puerta de Jerusalen impureza , que provenía de la corrupción
sufrió Cristo su pasión; el sacerdote de la mente ó del cuerpo, se espiaba con
mete el dedo en su sangre, porque por la los sacrificios por el pecado; y ofrecíanse
discreción, que el dedo significa, debe sacrificios especiales por los pecados de
considerarse é imitarse el misterio de la cada uno: m a s , como algunos eran negli-
pasión de Cristo; se rocía sobre el taber- gentes respecto á la espiacion de estos
náculo, por lo cual se designaba la sina- pecados é impurezas, ó ya porque por
g o g a , y a para la condenación de los j u - ignorancia desistían de esta espiacion,
díos incrédulos, y a para la purificación se estableció que una vez cada año en el
de los creyentes; y esto siete veces, bien dia décimo del sétimo mes se hiciese el
por los siete dones del Espíritu Santo, sacrificio de espiacion por todo el pueblo.
(1) De ciertos moluscos pertenecientes á la clasedelos gas- mitricc (murcx) ó púrpura y vulgarmente llamados también
terópodos-y orden de los pectinibranquios según la clasifica- cañadillas, cuya carne ó sangro toma el color rojizo intenso,
ción de M. Cuvier, conocidos comunmente bajo el nombre de que les ha merecido el nombre que llevan.
T14 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V.
(1) Como abandonando á sí misma la humanidad de Cristo esclamacion del mismo Redentor ya espirante en. la cruz :
durante su pasión y concentrándose (por decirlo así) en ía in- Dios mió, ¿ por qué me habéis abandonado'!
divisa unidad de la trinidad beatísima , según la espresiva (2) Vermiculum, especie de gusanillo, que se cría en una
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V. 715
de las variedades del roble, y del que se estráe una tinta roja nes, como la de París antigua y las romanas, inclusa la áurea.
parecida á la purpura y grana, conocida también por el nom- (i) ín barbam, bárbam Aaron: hebraismo equivalente al su-
bre de escarlata. perlativo, como si dijéramos en nuestro idioma , « á la barba
( 1 ) Vlrtulls; no verllaUs, como injustificablemente y sin fun. » de Aaron, que era toda una barba, ó una gran barba », muy
(lamento ni viso alguno do razón se halla en algunas edicio- crecida ó poblada y respetable.
116 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V.
sacerdotes inferiores se les consagraban A l 10.° que, según ya se ha dicho (al 8.°
solamente las m a n o s , que debían em- y 9.° y a. 4 ) , la intención de la l e y era
plearse en los sacrificios, y con la sangre inducir á la reverencia del culto divino,
de los animales inmolados se les teñía el y esto de dos m o d o s : 1.° escluyendo del
estremo de la oreja derecha y los dedos culto divino todo lo que podía ser despre-
pólices del pie ó de la mano derecha, para ciable ; 2.° aplicando á él cuanto parecía
que fuesen obedientes á la ley de Dios en revelar magnificencia; y, si esto se obser-
la oblación de los sacrificios, lo que se vaba en el tabernáculo y en sus vasos y
significa por la unción de la oreja dere- en los animales, que debían ser inmola-
cha; y solícitos y prontos en la ejecución dos, con mucha más razón debía ser ob-
de los sacrificios , lo cual se simbolizaba servado en los mismos ministros: y por lo
en la unción del pie y mano derecha. R o - tanto, para quitar todo (pretesto de) des-
ciábanse también ellos mismos,y sus ves- precio hacia los ministros, se ordenó que
tiduras con la sangre del animal inmolado no tuvieran tacha ni defecto corporal,
en memoria de la sangre del cordero, por porque los hombres así deformes suelen
la que fueron libertados de E g i p t o ; y se ser objeto del desprecio de los otros. Por
ofrecían en su consagración estos sacri- este motivo se estableció también que no
ficios : un becerro por el pecado en me- se escogieran indiferentemente de cual-
moria del perdón del de Aaron en la erec- quier linaje, para dedicarlos al ministerio
ción del becerro; otro carnero en holo- de D i o s , sino de cierta prosapia según
causto en memoria de la ofrenda de la sucesión genealógica, para que de ebte
A b r a h a m , cuya obediencia debia ser modo fueran mirados como más nobles é
imitada por el Pontífice ; un carnero ilustres : y, para que fuesen respetados,
también de consagración, que era como se les adornaba con traje y consagración
una hostia pacífica, en conmemoración especiales; y esta es en general la causa
de l a libertad de E g i p t o por la sangre del ornato de sus vestiduras. E n particu-
del cordero ; y un canasto de pan en me- lar es de saberse que el Pontífice tenía
moria del maná que D i o s envió á su pue- ocho ornamentos : 1.° un traje de lino;
blo. 3.° Pertenecía á la aplicación de su 2. túnica de jacinto, en cuya estremiáad
a
ministerio el imponerse sobre sus manos hacia los pies pendían alrededor ciertas
la grasa del carnero, una torta de pan y campanillas y granadas hechas de jacinto
el espaldar derecho, para manifestar que y púrpura y grana reteñida; 3.° la mu-
recibían la potestad de ofrecer al Señor ceta ( 1 ) , que le cubría las espaldas y la
estas cosas. L a dedicación de los levitas parte anterior hasta el cíngulo, que era de
á su ministerio se hacía introduciéndolos oro y jacinto y púrpura y grana dos ve-
en el tabernáculo de la alianza, como ces teñida y de batista (bysso) retorcida:
para servir en el manejo de los vasos del y sóbrelos hombros tenía dos ónices ( 2 ) ,
santuario. •— L a razón figurada de todo en las cuales estaban esculpidos los nom-
esto era que los que han de ser consagra- bres de los hijos dé Israel; 4.° el racio-
dos al ministerio espiritual de Cristo deben nal hecho de la misma materia, que era
ser en primer lugar purificados por el cuadrado, y se ponía en el pecho y unido
agua del bautismo y de las lágrimas en á la muceta; y en este racional había doce
la fe de la pasión de Cristo , que es un piedras preciosas distribuidas por cuatro
sacrificio espiatorio y purgativo; y deben órdenes, en las que también estaban gra-
raer todos los pelos de la carne, es decir, bados los nombres de los hijos de Israel,
todos los malos pensamientos, hallarse como para designar que llevaba la carga
adornados de las virtudes y ser consa- de todo el pueblo, por cuanto tenía sus
grados por el óleo del Espíritu Santo y nombres en los hombros, y que debía con-
por la aspersión de la sangre de Cristo, tinuamente pensar en su salvación, por lo
dedicándose así á desempeñar con solici- cual los llevaba en el pecho como tenién-
tud sus funciones espirituales. dolos en el corazón. E n este racional
(i) Superhutnerale , sobre-todo ó albornoz semejante á los cubriendo sus hombros y pecho hasta la cintura ó poco menos.
capisayos usados hoy por nuestros obispos ó á las mucetas (2) Ónices ú óniques , piedra fina, variedad de la ágata y
sobrepuestas al manto ó toga en el traje oficial y solemne de de color alabastrino oscuro parecido al de las uñas y domas
los canónigos y prelados y de los magistrados y doctores, sustancias córneas.
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O V.
mandó el Señor escribir doctrina y ver- los sacerdotes, significaban los diversos
dad, porque ciertas cosas pertenecientes vicios y pecados de que deben carecer;
á la verdad de la justicia y de la doctrina prohibiéndose fuese ciego, esto e s , igno-
se escribían en aquel racional; los judíos rante ; cojo, es decir, voluble é inclinado
empero han urdido la fábula de que en el á diversas cosas; de nariz pequeña ó
racional habia una piedra, que cambiaba grande ó torcida, no se estralimite por
de colores según los diversos sucesos que falta de discreccion en más ó en menos ó
debían acontecer á los hijos de Israel, y también ejecutando algunas maldades,
esto es lo que ellos llamaban verdad y puesto que por la nariz se designa la dis-
doctrina; 5.° el talabarte ( 1 ) , esto es, creción, por cuanto discierne los olores;
cierto cíngulo hecho de los antedichos ni que tuviese la mano ó el pie rotos,
cuatro colores; 6.° la tiara, especie de no pierda la fuerza de obrar bien y pro-
mitra de fino lino; 7.° la lámina áurea, gresar en la virtud. También es desecha-
pendiente de la frente, y en la que estaba do el que tenga jiba por delante ó por
escrito el nombre del S e ñ o r ; 8.° y por detras, signo de supérfluo amor de lo
último los pantalones (femoralia linea) terreno; ó lagañoso ( 3 ) , es decir, si su
de hilo, para cubrir la carne de su torpe- ingenio está oscurecido por carnal afec-
za, cuando se acercaba al santuario ó al to, pues la fluxión de humor ocular es la
altar. L o s sacerdotes menores usaban que produce la cortedad de vista : como
cuatro de estos ornamentos : la túnica de asimismo si tiene alguna nube en el ojo,
lino, los pantalones, el cíngulo y la tiara. es decir, presunción del candor de la jus-
Algunos asignan la razón literal de estos ticia en su propio concepto; ó sarna (4)
ornamentos diciendo que en ellos se de- crónica, esto e s , impudencia de la carne;
signaba la disposición del orbe de la tier- ó salpullido, que mancha el cuerpo sin
ra, como si el pontífice protestase que él dolor y afea la belleza de los miembros,
era el ministro del Creador del mundo; por la que se designa la avaricia ; hernia
por lo cual se dice también (Sap. 18, 24) ú obesidad, como quien lleva en el cora-
que-en la vestidura de Aaron estaba des- zón el peso de la torpeza, aunque no la
crito el mundo : porque los pantalones de opere de hecho. Por los ornamentos se
lino figuraban la tierra, de la cual nace designan las virtudes de los ministros de
esta planta; el cinturon ceñido el océano, D i o s , y estas son cuatro necesarias á t o -
que ciñe la tierra; l a túnica de ja- dos los ministros, á saber : la castidad
cinto por su color significaba el aire, por significada por los calzoncillos ( 5 ) , la
sus campanillas los truenos y por las pureza de vida por la túnica de lino, la
granadas los relámpagos ; la muceta moderación de la discreción por el GÍn-
con su variedad el cielo sideral; las dos g u l o , y la rectitud de intención por la
ónices dos dos hemisferios, ó el sol y la tiara protectora de la cabeza. P e r o ade-
luna; las doce piedras preciosas del pe- mas de estas cuatro virtudes y preferen-
cho los doce signos del zodíaco, que se temente (pro3 his) deben los Pontífices
decían colocados en el racional, porque tener (otras) cuatro : 1 . recuerdo conti- a
del cielo y darás razón de él en la tierra?; de las debilidades del pueblo, denotado
por el cidar (2) ó tiara el cielo empíreo; en la muceta ( 6 ) ; 3 . afecto al pueblo a
corporales, de que debían estar exentos de las obras de perfección, designada por
(1) Especie de tahalí ó cinturon por el estilo del que usan hoy (3) Lippus, corto de vista , bizco ó medio ciego, ó que pa-
t
nuestros oficiales de ejército en troje de uniforme de gala, de dece de cataratas ó miopía ó cualquier otro defecto visual.
cuyo lado izquierdo pende el verdadero y propio tahalí, en (4) Scabiemjugcm, cualquiera erupción cutánea persistente,
que se apoya el pomo ó puño de la espada. como herpe ó sarampión ó salpullido semejante, sea la que
(2) Cidaris, especie de sombrero , gorro ó birrete, ensan- fuere su procedencia ó causa y su forma ó circunstancias.
chado por su parte superior y que usaban á modo de corona (5) Femoralia: véase la nota 2 de la página 705.
los reyes de Persia. (6) Véase la nota 1 en la página 710,
718 C U E S T I O N . C I I . — A R T Í C U L O S V Y VI.
(1) Omnem cameni dice el testo de la S U M A , aunque el de la (2) V.T. 1.° pág. 817, nota 2.
Vulgata pone omnia. V. T. 1." pàg. 205, nota 1.
(3) V. T. 1.° pág. 570, nota 3.
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O ' V I . 719
son fabricados los ídolos, y de otras co- gruencia para el culto divino, y 2 . se- a
sas que se encuentran en sus templos, por gún que figuran algo acerca de la vida
precepto consignado en la ley ( D e u t . 7 ) ; de los cristianos.
y parece ridículo el precepto que ordena A l argumento 1.° contestaremos, que
( D e u t . 2 3 ) que cubriesen con tierra, ca- según lo dicho ( a. 5 , al 4.° y 5.°) la l e y
vando al efecto en e l l a , sus evacuaciones reconocía dos clases de mancha ó impu-
fecales. reza : una de culpa, que manchaba el al-
11. L a piedad principalmente se re- ma ; y otra de una corrupción cualquiera,
quiere en los sacerdotes ; y obra de pie- que mancha el cuerpo de cierta 'manera.
dad parece el asistir á los funerales de los Hablando pues de la primera impureza,
amigos, de cuyo hecho se alaba á Tobías, ninguna especie de alimentos es inmunda,
como consta ( Tob. 1 ) . Igualmente es ni puede manchar al hombre según su na-
también á veces un acto de piedad el que turaleza ; por lo que se dice ( Matth. 15,
alguno reciba como mujer á la meretriz, 11 ) , no ensucia al hombre lo que entra
porque de este modo la liberta del pe- en la boca; mas lo que sale de la boca, eso
cado y de la infamia. L u e g o la prohibi- ensucia al hombre, y esto se interpreta
ción de estas cosas á los sacerdotes pa- de los pecados. P u e d e n no obstante per
rece ser inconveniente ( Levit. 21). accidens algunos alimentos manchar el
Por el contrario, dícese ( D e u t . 1 8 , 1 4 ) , alma, cuando se toman contra la obe-
mas tú has sido instituido diversamente diencia ó voto, ó por esceso de glotonería,
por el Señor Dios tuyo; de cuyas pala- ó en cuanto fomentan la lujuria ; por lo
bras puede deducirse que estas observan- que algunos se abstienen del vino y de
cias fueron establecidas por Dios, para carnes. Respecto de la mancha corporal,
distinguir á aquel pueblo con cierta pre- que es de cierta corrupción, algunas car-
rogativa especial. L u e g o no son irracio- nes de animales tienen impureza, y a por-
nales ó sin causa. que se alimentan de cosas inmundas, co-
Conclusión. En todas las observancias mo el puerco, ó viven entre inmundicias,
de la antigua ley, especialmente en las como ciertos animales que habitan bajo
relativas á los ministros del santuario, tierra, como los topos y ratones y otros
hay asignable una doble razón; literal semejantes, por cuya razón adquieren
en lo concerniente al divino culto estenio cierto olor fétido ; ya porque sus carnes
ó interno, y simbólica por su prefigu- á causa de su demasiada humedad ó s e -
rada referencia á la vida cristiana. quedad engendran humores corruptos en
los cuerpos humanos : por c u y o motivo
R e s p o n d e r e m o s , que el pueblo de los
les fueron prohibidas las carnes de los
judíos según lo dicho (a. 5 , al 8.°) estaba
animales solípedos, que tienen casco 6
peculiarmente deputado al culto divino,
uña continua é indivisa, porque son de-
y entre ellos con especialidad los sacer-
masiado terrestres; é igualmente las car-
dotes : y, así como las otras cosas que se
nes de los animales, que tienen cisuras en
aplican al culto divino deben tener alguna
los pies (1), porque son demasiado colé-
especialidad, cual lo reclama la magnifi-
ricos y adustos., como las carnes del león
cencia del divino c u l t o ; del mismo modo
y a n á l o g o s ; y por la misma razón les
también en la vida de aquel pueblo y
fueron prohibidas ciertas aves de rapiña,
principalmente de los sacerdotes debió
que tienen demasiada sequedad, y ciertas
haber particularidades congruentes al
acuáticas por el esceso de h u m e d a d ; y
culto divino, ya espiritual ya corporal.
también ciertos peces, que no tienen ale-
Mas el culto de la l e y figuraba el miste-
tas y escamas, como las anguilas y seme-
rio de Cristo: por consiguiente todos sus
j a n t e s , por el esceso de humedad. F u é -
actos simbolizaban los concernientes á
(1) Los que los naturalistas llaman digitados ó con más de gnlados ó con pezuña (como el asno y el caballo ) : de cuyas
dos dedos, como el (gato y el perro); á diferencia de los ungui- tres clases les estaban vedadas en general las dos estremas y
culados ó ¿le dos dedos (como la cabra y la oveja) y do los un- solo permitida la intermedia.
720 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O VI.
ronles empero concedidos para su alimento la piedad aun respecto de las bestias.
los animales rumiantes y de pezuña par- Asimismo les fue prohibido comer la gra-
tida , que están bien humorados y son de sa, ya porque los idólatras la comían en
una complexión intermedia; puesto que honor de sus dioses, y a también porque
ni son demasiado húmedos, lo que deno- se quemaba en honra de D i o s , ó bien por
tan las uñas, ni en estremo terrestres, por motivo de que la sangre y la grasa no
no tener uña continua, sino dividida. E n - constituyen buena nutrición, causa adu-
tre los peces podían comer los más secos, cida por Rabi Moisés ( D u x errantium,
de lo que es señal el tener escamas y 1. 3 , c. 49 ) . L a causa de haberse prohi-
aletas, por las que se hace moderada la bido comer los nervios consígnase ( Gen.
complexión húmeda de los peces. R e s - 32, 32 ) , donde se dice que no comen los
pecto de las aves se les permitían las más hijos de Israel nervio, porque ( 1 ) tocó
templadas, como las gallinas, perdices y el nervio del muslo de Jacob, y quedó
otras semejantes. L a otra razón era en paralizado.—La razón figurada de estas
detestación de la idolatría: porque los gen- cosas es que por todos estos animales pro-
tiles y principalmente los egipcios, entre hibidos se designan algunos pecados, en
quienes habían vivido, inmolaban á los cuya representación se prohibían aque-
ídolos estos animales prohibidos, ó usa- llos animales, por lo que dice San A g u s -
ban de ellos para sus maleficios; pero no tín ( Cont. F a u s t u m , 1. 6 , c. 7 ) : « si se
comían los animales concedidos á los j u - » pregunta acerca del puerco y del cor-
díos para su alimento, sino qué los vene- » dero, ambos son limpios por naturaleza,
raban como á dioses ó se abstenían de » porque toda criatura de Dios es buena;
ellos por otra causa, según lo dicho (a. 3, » pero en cierta significación el cordero
al 2.°). L a tercera razón es para evitar » es puro y el puerco inmundo : como
la demasiada diligencia en orden á los y> si dijeras estulto y sabio; pues estas
manjares, y por eso se les conceden aque- » dos palabras son puras por la natura-
llos animales, que fácilmente y con pron- » leza de la voz y de las letras y sílabas
titud pueden procurarse ; pero les está » de que constan, pero en su significación
prohibido en general el hacer uso en la « la una es limpia y la otra inmunda ».
comida de toda sangre y grasa de cual- E n efecto : el animal rumiante'y de pe-
quier animal: la sangre, ya para preve- zuña hendida es puro por su significación,
nir la crueldad, á fin de que detestasen el porque la hendidura de la uña signifícala
derramamiento de la sangre humana, se- distinción de los dos Testamentos, ó del
gún se ha dicho ( a. 3 , al 8.°) ; ya tam- Padre y del H i j o , ó de las dos naturale-
bién para evitar el rito de la idolatría zas en Cristo, ó la distinción del bien y
r
porque era costumbre entre ellos reunirse del m a l ; y el acto de rumiar significa la
alrededor de la sangre acopiada, para co- meditación de las Escrituras y la sana in-
merla en honor de los ídolos, á los que teligencia de las mismas ; y aquel, á quien
creían era muy acepta la sangre : por lo falte cualquiera de estas dos cosas, es es-
cual el Señor mandó que se vertiese la piritualmente impuro. Igualmente tam-
sangre, y que se cubriera con polvo, pro- bién los peces que tienen escamas y ale-
hibiéndoles también por este motivo mis- tas son puros en su significación, puesto
mo comer los animales sofocados ó es- que por las aletas se simboliza la vida su-
trangulados; porque la sangre de estos blime ó la contemplación y por, las esca-
no se separa de la carne, ó porque con mas la vida austera, cosas ambas necesa-
tal género de muerte sufren mucho los rias para la pureza espiritual. E n cuanto
animales, y el Señor quiso retraerlos de á las aves se prohiben ciertos géneros es-
la crueldad áuu con los animales brutos, peciales ; porque en el águila, que es de
para que así se abstuviesen más de ejer- alto v u e l o , se prohibe la soberbia; en el
cerla contra el hombre, ejercitándose en grifo ( 2 ) , que es hostil al caballo y al
cimos por acá) viene á corroborar el concepto mitológico, que rezosa y de mal agüero aun hoy entre las gentes sencillas,
atribuye al vocablo el insigne comentarista , á quien parece como lo era entre los romanos según Ovidio (Metamorph.l. 3,
se propone apoyar. Parécenos de todo punto inadmisible la v. 519) y San Isidoro (1.12, c. 7).
opinión de uno y otro anotador ; porque ¿ cómo babia Dios de (0) O cuervo marino según algunos naturalistas, que lo cla-
prohibir á los honróos lo imposible, como lo sería á todas lu- sifican entre los buzos, porque se sumergen dentro del agua.
ces el comer las carnes de un animal, que jamás existiera? (7) Ave zancuda longirostra, parecida á la cigüeña, y que
Precepto ocioso y hasta ridículo, tanto menos verosímil cuanto como esta persigue á las víboras y otros reptiles dañinos, por
lo hace probabilísimo y perfectamente razonable la interpre- lo que fue venerada entre los egipcios.
tación que dejamos espucsta al principio de esta nota , fun- (8) Llamado así por el estrépito que produce dentro del
dándonos en la ciencia y en la historia, á la vez que en la agua con su resoplido bastante análogo al rebuzno del asno,
crítica concorde con ellas. de cuyo nombre griego onos toma el suyo en combinación con
(1) Haliailiii, mejor halltzctut ó halimetos según Plinio •• espe- el de estruendo (creíalos): se parece al cisne y habita en las.la-
cie de águila de mar, ave marítima que, como las gaviotas y gunas entre cañaverales ó juncos ó espadañas. Santo Tomás
otras de las que anidan en las costas délos mares, se alimenta parece identificarlo con el pelícano fque es de la misma fami-
de peces cogidos al vuelo entre las olas , á cuyo efecto está lia de las totipalmas ) en lo del buche ó depósito provisional
dotada de vista tan perspicaz como es rápido su vuelo; del alimento , que por una como regurgitación vuelve á la
aunque también caza y devora aves más pequeñas , según en boca para darlo á sus polluelos.
el testo se insinúa. (9) Porphyrio , ave fluviátil muy voraz, que con increíble
(2) Slriilhlo (Linn.), de la familia de las brevipennes entre celeridad y destreza sorprende á los peces de aguas dulces, y
las aves de ribera, que alcanza hasta seis ó siete pies de talla, cuyo nombre griego denota el color purpúreo de su pico y
y cuya hembra pone huevos de á dos y aun tres libras, que no piernas, según lo describe Plinio (1. 10, c. 2 0 ) , circunstancia
se cuida de incubar, dejándolos abandonados á la suplemen- que hace sospechar si es alguna de las glareolas ó flamencos,
taria acción'de los ardientes rayos solares en los desiertos aunque más verosímil parece ser la llamada martin-pescador
arenales del África , donde casi únicamente se cria: tiene las ó tal vez la pico-tijeras. V-
alas tan cortas y provistas de plumas á manera de cerdas, (10) Heroiio ó heroilus y según otros eroiius por su etimolo-
que no le permiten volar, corriendo en cambio con suma agi- gía griega , ave de las llamadas por los romanos diomédéas
lidad. (por criarse únicamente en la isla de Diómedes) y en cuya
(3) Nyclicorax, ave nocturna tan conocida como el mochuelo designación discrepan los intérpretes no poco. San Agustin
y la lechuza, la corneja y el autillo. opina que es la gaviota, Teodoro la garzota, Suidas la cigüeña,
(•1) Parécenos ser la gaviota ó la golondrina de mar. Santo Tomás el halcón ( entendemos quiere decir el azor ó el
(5) 0 la lechuza, de pluma muy espesa y voluptuosamente cernícalo) y así otros.
suave, que habita en los cementerios é iglesias y es muy pe-
46
SUMA TEOLÓGICA TOMO II.
722 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V I .
cía en la carne, sino también por cierta observancia de la l e y por medio de estas
diferencia de traje; por cuya razón se les cosas sensibles.
prohibió usar de ropas tejidas de lana y A l 8.° que en el hombre h a y dos clases
lino mezclados, y á las mujeres vestir traje de afectos, uno según la razón y otro
de hombre, y viceversa, por dos causas : según la pasión. Según el primero nada
1 . para evitar el culto de la idolatría;
a
importa que el hombre obre respecto de
porque los gentiles usaban esta clase de los animales brutos de una manera ú otra,
vestidos de mezcla varia en el culto de porque Dios los sometió todos á su poder,
sus dioses, y también en el culto de Mar- según aquello ( P s . 8, 8 ) , todas las cosas
te manejaban las mujeres las armas de sujetaste debajo de sus pies; y conforme
los hombres, y por el contrario en el de á esto dice el Apóstol que Dios no tiene
Venus se vestían los hombres de mujeres; cuidado de los bueyes, por cuanto D i o s
2. para separarlos de la lujuria, porque
a
no pregunta al hombre qué hace respecto
impidiendo estos cambios de vestidos se de los bueyes ú otros animales. Mas en
precave toda desordenada confusión de cuanto al afecto de la pasión se- mueve
s e x o s ; y el vestirse la mujer de hombre ó también el afecto del hombre respecto de
viceversa es un incentivo de la concupis- otros animales: porque la pasión de la
cencia, y presta ocasión á la sensualidad. misericordia nace de las aflicciones de
L a razón simbólica es que en el vestido otros; y, puesto que los brutos sienten
con mezcla de lana y lino se prohibe la también sus p e n a s , puede brotar en el
unión de la sencillez é inocencia, repre- hombre un afecto de misericordia res-
sentada por la lana, con la sutilidad y pecto de las aflicciones de los animales : y
malicia, que es figurada por el lino. P r o - todo aquel, que esperimenta esta compa-
hibíase ademas á la mujer el mezclarse sión para con los animales, se halla mejor
en la enseñanza ú otros oficios propios dispuesto á compadecerse de las afliccio-
de los varones ; y al hombre el inclinarse nes humanas ; por lo cual se dice ( P r o v .
á las blanduras ( mollities) de las mu- 12 , 1 0 ) : el justo cuida de la vida de sus
jeres. bestias, mas las entrañas de los impíos
A l 7.° q u e , como dice San Jerónimo son crueles. P o r lo tanto, para inclinar el
(super cap. 23- Matth. dilatant enim...), Señor al pueblo judío á la misericordia,
« e l Señor mandó colocar cuatro fajas pues era propenso á la crueldad, quiso
» de jacinto en los cuatro ángulos de las que ejercieran la misericordia aun con los
» capas, para distinguir al pueblo de I s - animales, prohibiendo acerca de ellos
» rael de los demás pueblos » , mostrando ciertos actos que parecen argüir cruel-
por esto que eran j u d í o s , y la vista de dad ( 1 ) , y por esto les prohibió cocer el
esta señal les inducía al recuerdo de su cabrito en la leche de su madre, y atar la
l e y : mas lo que se dice, la atarás en tu boca al buey trillando, y matar á la ma-
mano, de manera que la tengas siempre dre con sus hijos. También puede decirse
ante tus ojos, era interpretado malamente que se les prohibían estas cosas en detes-
por los fariseos, que escribían el Decálogo tación de la idolatría ; porque los egipcios
de Moisés en pergaminos y los ataban á la reputaban como cosa nefanda el que los
frente como una corona, que se moviese bueyes que trillaban comieran de los fru-
delante de los o j o s ; habiendo sido sin tos : y algunos hechiceros también se ser-
embargo la intención del precepto del vían de la madre, cuando estaba en la
Señor, que se la atasen á la m a n o , esto incubación de los huevos, y de los pollue-
es, para obrar, y la tuviesen ante los ojos, los que sacaba para la fecundidad y la
es decir, en su meditación; por las bandas fortuna acerca del alimento de sus hijos;
de jacinto, que se ponían en los mantos, y porque reputaban afortunados sus au-
se significa la intención celeste, que se gurios, cuando encontraban una madre
debe unir á todas nuestras obras. P u e d e incubando á sus hijos. Respecto de la
no obstante decirse q u e , puesto que conmistión de animales de diversa espe-
aquel pueblo era carnal y de dura cerviz, cie pudo haber una triple razón literal:
convino también que se le escitara á la 1 . en detestación de la idolatría de los
a
(1) Véase aquí porque nunca puedo sonar bien esa crítica blecimiento (que falsamente se dice moderno) de la Sociedad
mordaz, que algunos esevitores se permiten contra el esta-
?
protectora délos animales, —M. C. G.
•724 CUESTIÓN CII. — ARTÍCULO V I .
egipcios, que usaban de diversas conmis- no debe sembrarse doctrina ajena; é igual-
tiones en servicio de los planetas, los cua- mente el campo, esto e s , la Iglesia no
les según las diversas conjunciones tienen debe sembrarse de diversa semilla, es de-
diversos efectos y sobre diversas especies cir, de doctrina católica y herética. N o
de cosas ; 2. para impedir las uniones
a
debe ararse á la vez con el buey y el asno,
contra naturaleza; 3 . para quitar toda
a
porque en la predicación no debe aso-
ocasión de concupiscencia; porque los ciarse el sabio con el insensato, pues el
animales de diversas especies no se cru- uno impide al otro.
zan fácilmente entre sí, si no lo procuran A l 10.° (1) que con razón] se prohibe
los bombres, y á la vista del acto repro- la plata y el oro (Deut. 7), no porque es-
ductivo de los animales se escita en el tas cosas no están sometidas al poder de
hombre el movimiento de la concupiscen- los hombres, sino porque el anatema re-
cia. P o r lo cual se encuentra en las tra- c a í a , así como sobre los ídolos mismos,
diciones de los judíos un precepto, como sobre las materias todas de que eran fa-
dice el Rabino Moisés ( D u x errant. 1. 3, bricadas, como abominables en alto grado
c. 50), que los hombres aparten sus ojos á D i o s ; lo cual aparece del citado capí-
de los animales en el acto del cruzamiento. tulo, donde se añade, ni llevarás cosa del
— L a razón figurada de estos (precep- ídolo á tu casa, porque no te hagas ana-
tos ) es que no se debe quitar al b u e y tema, como él también lo es ; y también
que trilla, esto es, al predicador que pro- porque, recibidos por codicia el oro y la
pone la mies de la doctrina, lo necesario p l a t a , no cayesen fácilmente en la idola-
á su sustento ( i Cor. 9, 9 y 10), como ob- tría, á la que eran propensos los judíos.
serva el Apóstol. Tampoco debemos to- E l segundo precepto de cubrir con tierra
mar á la madre juntamente con los hijos; los escrementos (Deut. 23) fue justo y
porque h a y cosas, en que deben retenerse honesto, ya por la limpieza corporal, ya
los sentidos espirituales como los hijos, para conservar la salubridad del aire, ya
desentendiéndose de la observancia lite- por la reverencia debida al tabernáculo
ral cual de la madre, como en todas las de la alianza situado en el campamento,
ceremonias de la ley. V é d a s e asimismo y en el que se decía que habitaba el Se-
hacer que las bestias (es decir, los hom- ñor, como claramente se manifiesta allí,
bres del pueblo) se crucen con animales donde á continuación de aquel precepto
de otra especie, es decir, que no tenga- se consigna la razón del mismo diciendo:
mos trato ó alianza con los gentiles ó con el Señor Dios anda en medio del campa-
los judíos. mento para librarte, e t c . . para que tu
campamento sea santo (esto e s , limpio)
Al 9.° que aquellas conmistiones fueron
y no se vea en él cosa de fealdad.—La ra-
prohibidas en la agricultura en detesta-
zón figurada de este precepto según San
ción de la idolatría; porque los egipcios
Gregorio (Moral. 1. 13, c. 13) es para que
en veneración de las estrellas hacían di T
se significase que los pecados, que «son
versas mezclas de semillas y de animales
»arrojados del vientre de nuestra mente
y vestidos, que representaban las diver-
» c o m o hediondos escrementos», deben
sas constelaciones : ó también todas estas
ser cubiertos por la penitencia, á fin de
mezclas variadas se prohiben en detesta-
que seamos aceptos á D i o s , según estas
ción del coito contra naturaleza. Tienen
palabras ( P s . 3 1 , 1 ) , bienaventurados
empero su razón figurada; porque lo que
aquellos, cuyas iniquidades han sido per-
se dice, no siembres tu viña con otra se-
donadas , y cuyos pecados han sido en-
milla, debe entenderse espiritualmente,
cubiertos; ó según la Glosa (ord. implic.)
que en la Iglesia, que es viña espiritual,
(1) Esta solución al 10.° échase de menos en los códices la adoptan refundida las dos de Pádua. Merecen consultarse
manuscritos y en muchas de las ediciones antiguas impresas, las curiosas é interesantes observaciones del citado P. Nicolai
como las de Roma (1570) y Ambares (1012), limitándose á ad- acerca de las causas, que probablemente motivaron la omisión
vertir al margen la omisión: y , si bien pudiera suplirse con y la reposición ó suplencia respectivas, en las anotaciones
lo espuesto en las soluciones precedenies, como observa maf- marginales adjuntas á la edición de Ñapóles de 1763, como
ginalmente la áurea ; tanto esta como todas ó casi todas' las también las de Porrecta ( P . Serafín Capponi) y las de Gar-
posteriores á Nicolai han adoptado é insertan la que este á su cía. Nuestra versión va ajustada (repetimos) al testo de
vez acepta de García (cual nosotros la traducimos) aunque Nicolai, adoptado asimismo por M. Drioux y de acuerdo con
rectificada y ampliada en más estricta conformidad con la la edición áurea romana de 1773.
adición de Colonia, ala que Sa la preferencia, como asimismo
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V i . 735
1.° Los preceptos ceremoniales fueron anteriores á la ley ?—2.° Tuvieron en la ley alguna virtud de
- justificar?-3.° Cesaron con la venida de Cristo?—4.° Es pecado mortal observarlos después de Cristo?
ridad de la ley divina, sino por la razón lee ( G e n . 9, 3 ) , todo lo que se mueve y
de los hombres; del mismo modo habia vive os servirá de alimento; sino única-
también ciertas ceremonias, no determi- mente en cuanto á la oblación de los sa-
nadas por l e y alguna particular, sino so- crificios, puesto que los sacrificios se ofre-
lamente por la voluntad y devoción de cían de ciertos animales determinados: y
los hombres, que daban culto á Dios. M a s , si no obstante respecto á la comida de los
como antes de la l e y existieron algunos animales había alguna distinción, esto no
varones singulares dotados especialmente era porque se reputase ilícito el comer de
de espíritu profético, debe creerse que aquellos, puesto que no les estaba prohi-
guiados por inspiración divina como por bido por l e y alguna, sino por la abomi-
una l e y privada establecieron algún de- nación ó la costumbre; como también
terminado modo de honrar á D i o s , que vemos al presente que h a y manjares, que
por una parte fuese conveniente al culto ' son abominables en algunos países y que
interior, y por otra congruente para sig- se comen en otros.
nificar los misterios de Cristo, que esta-
ban representados también por otros ac- A R T Í C U L O I I . — ¿ l a s ceremonias de l a
tos de ellos, según estas palabras ( i Cor. a n t i g u a l e y tuvieron virtud de justiOcar du-
10, 11) : todas estas cosas les acontecían r a n t e l a ley ?
á ellos en figura. Hubo pues antes de la l.° Parece que las ceremonias de la
ley ciertas ceremonias; pero no ceremo- antigua l e y tenían la virtud de justificar
nias legales, porque no habían sido insti- en tiempo de la l e y (1) ; porque la e s -
tuidas por publicación alguna de ley. piacion del pecado y la consagración del
A l argumento 1.° diremos, que los an- hombre pertenece á la justificación ; pero
tiguos antes de la l e y ofrecían estas obla- se dice ( E x . 29) que por la aspersión de
ciones, sacrificios y holocaustos por cierta la sangre y la unción del óleo se consa-
devoción de la propia voluntad, según graban los sacerdotes y sus vestiduras, y
les parecía conveniente; á fin de mostrar (Levit. 16) que el sacerdote por la as-
por las cosas que habían recibido de Dios, persión de la sangre de becerro purifica-
y que le ofrecían en señal de reverencia, ba el santuario de las inmundicias de los
que adoraban á Dios, que es el principio hijos de Israel y de las prevaricaciones
y fin de todas las cosas. y pecados. L u e g o las ceremonias de l a
A l 2.° que también establecieron cier- antigua l e y tenían la virtud de justificar.
tas cosas sagradas; porque les parecía 2.° Aquello, por lo cual el hombre agra-
conveniente que en honor de D i o s hubiese da á D i o s , pertenece á la justicia, según
algunos lugares distintos de los otros, d e - estas palabras ( P s . 10, 8) : justo el Se-
dicados especialmente al culto divino. ñor y ha amado las justicias. P e r o por
A l 3.° que el sacramento de la circun- las ceremonias algunos agradaban á D i o s ,
cisión fue establecido por mandato divino según aquello ( L e v i t . 10, 19) : ¿cómo
antes que la l e y ; luego no puede decirse he podido yo... agradar al Señor en las
sacramento de la l e y , como si hubiese sido ceremonias con ánimo afligido? Luego
establecido por e s t a , sino solo como o b - las ceremonias de la antigua l e y tenían
servado en e l l a ; y esto es lo que el S e - la virtud de justificar.
ñor dice (Joann. 7, 22) : la circuncisión 3.° L a s cosas del culto divino más per-
no es de Moisés, sino de los padres. E n tenecen al alma que al cuerpo, según es-
cuanto al sacerdocio existía antes de la tas palabras ( P s . 18, 8 ) : la ley del Se-
ley entre los que adoraban á Dios según ñor sin mancilla, que convierte las almas.
las prescripciones humanas, que atribuían E s así que por'las ceremonias de la anti-
esta dignidad á los primogénitos. g u a l e y se limpiaba el leproso ( L e v i t . 14).
A l 4.° que la distinción de animales L u e g o con mayor razón las ceremonias
limpios é inmundos no tuvo lugar antes de la antigua l e y podían purificar el alma
de la l e y en cuanto á la comida, pues se justificándola.
(1) Téngase mucho cuidado en no confundir los efectos de modo esplicado en la nota 1, pág. 683, y según dice el Santo
las ceremonias de la antigua ley en general con los de la circun- (3.° P . , C. 70, a. 4) con muchos PP. y teólogos, como después
Bicion ; pues, mientras que dichas ceremonias no tenian virtud veremos ademasen el tratado de los Sacramentos. — M. C. G.
de justificar, la circuncisión confería la gracia santificante del.
728 CUESTIÓN CHI. — A R T Í C U L O I I .
(i J La Vulgata dice : si la justicia fuese por la ley , luego y algunas otras á la de las conformes con elcódice de Alcañiz,
(2) fícec ergo : preferimos como más clara y verosímil esta donde se lee eliam, adverbio que ademas conserva el citado
edaccion de Nicolai en consonancia con las ediciones de Roma comentarista.
CUESTIÓN tílll. — ARTÍCULOS íí Y № . T29
(I) El Papa Eugenio IV en el concilio de Florencia declaró alos niños debían ser circuncidados aun vigente ya la nueva
espresamente que con la venida de Nuestro Señor Jesucristo o ley », y por consiguiente que no habían cesado los ritos ce
habian cesado de estar en vigor todas las ceremonias legales remoniales de la antigua aun después de la muerte de Cristo.
de la ley de Moisés , siendo en su reemplazo inaugurados los Contra estos principalmente se sienta aquí la doctrina del
Sacramentos del nuevo Testamento: con lo que implícitamente presente artículo, condensada en la Conclusión.
queda condenada la herejía de Cerinto y Ebion y demás ju (2) Según lo espuesto en la C. 101, a. 1, y C, 102, a, 2.
daizantes del tiempo de los apóstoles, que pretendían que
730 CUESTIÓN CIII. — ARTÍCULOS III Y IV.
dos á las celestiales, considerando unas Al 3.° que las razones literales de las
y otras como futuras; y tal fue el-estado ceremonias antes asignadas se refieren al
de la fe y de la esperanza en la antigua culto divino, que se fundaba en la fe del
ley ; 2.° estado del culto interior es aquel, futuro; por cuya razón, llegado ya el
en que se tiene fe y esperanza de los bie- que había de venir, cesó aquel culto y
nes celestes como de cosas futuras, pero con él todas las razones al mismo con-
de las cosas que nos conducen á estos cernientes.
bienes como de presentes ó de pasadas; Al 4.° que la fe de Abraham fue reco-
y este es el estado de la nueva ley; 3.° mendada, por cuanto creyó en la divina
aquel en el cual unas y otras se tienen promesa sobre su futuro descendiente, en
como presentes, y nada se cree como quien serían benditas todas las naciones :
ausente, ni se espera como futuro; y este- y pot tanto, cuando esto aún era futuro,
es el estado de los bienaventurados, en convenía profesar la ley de Abraham en
el cual por lo mismo nada habrá simbó- la circuncisión ; mas después de su cum-
lico perteneciente al culto divino, sino plimiento debía esperarse lo mismo por
solamente acciones de gracias y voz de otro signo, es decir, por el bautismo, que
alabanza; por lo cual se dice (Ápoc. 21, en esto ha reemplazado á la circuncisión,
22) de la ciudad de los bienaventurados: según estas palabras del Apóstol (Coloss.
no vi templo en ella; porque el Señor 2 , 11) : estáis circuncidados de circun-
Dios Todopoderoso es el templo de ella y cisión, no hecha por mano en despojo del
el cordero. Por identidad de razón pues cuerpo de la carne, sino en la circunci-
las ceremonias del primer estado y que sión de nuestro Señor Jesucristo, (v. 12)
figuraban el segundo y el tercero debieron estando sepultados con él en el bautismo.
cesar al llegar el segundo estado, y esta-El sábado, que significaba la primera
blecerse otras en conformidad creación , cambiase en el dia del domin-
con el es-
tado del culto divino en aquel tiempo, en go , en el que se conmemora la nueva
que los bienes celestiales son criatura, que comenzó en la resurrección
futuros;
mientras que los beneficios de Dios, por de Cristo; é igualmente á otras solemni-
los cuales somos introducidos dades de la ley antigua suceden las nue-
á los celes-
tiales, son presentes. vas , porque los beneficios concedidos á
Al argumento 1.° diremos, que la ley aquel pueblo significan los nuevos, que
antigua se dice ser eterna absolutamente nos han sido otorgados por Cristo : así á
y en general en cuanto á los preceptos la fiesta de la Pascua sucedió lafiestade
morales, y en cuanto á los ceremoniales la pasión y resurrección de Cristo; á la
respecto de la verdad en ellos figurada. fiesta de Pentecostés, en la que fue dada
Al 2.° que el misterio de la redención la ley antigua, la fiesta de Pentecostés,
del género humano tuvo su cumplimiento en que fue dada la ley del espíritu de
en la pasión de Cristo, por lo cual dijo vida; á la fiesta de Neomenia la de la
el Señor entonces, todo está consuma- bienaventurada Virgen, en la que prime-
do (Joann. 19, 3 0 ) ; y de consiguiente ramente apareció la luz del Sol, esto es,
debieron cesar entonces totalmente^ las de Cristo, por la abundancia de la gra-
ceremonias legales, como consumada ya cia : á la de las Trompetas la de los
su verdad : en prueba de lo cual se lee Apóstoles ; á la de la Espiacion las de
que en la pasión de Cristo (Matth. 27) los mártires y confesores; á la de los Ta-
el velo del templo se rasgó. Así que antes bernáculos la de la Consagración de la
de la pasión de Cristo, mientras este pre- Iglesia ; y á la de la Congregación y Co-
dicaba y hacía milagros, existían á la vez lecta la de los ángeles ó también la de
la ley y el Evangelio ; porque ya había todos los Santos.
comenzado el misterio de Cristo, si bien
no se habia consumado : y por este mo- A R T Í C U L O IV. — ¿ D e s p u é s de l a pa-
tivo mandó Cristo nuestro Señor antes de sión de Cristo s e p u e d e n observar l a s ceremo-
su pasión al leproso que observase las n i a s l e g a l e s s i n pecado mortal ? (1)
ceremonias legales. 1.° Parece que después de la pasión
(1) Contra las heréticas aserciones de los názaréos, de que » preceptos »; de Símaco, que o la ley debe ajustarse al rito
a la ley antigua debe observarse con la nueva en todos sus JJ judaico» ; y de Alejandro, que «debía restablecerse la ob-
CUESTIÓN C l I I . — ARTÍCULO ÍV. 731
» servancia de la circuncisión y de la antigua ley». El Conci- » cual si la fe de Cristo no pudiera salvar sin ellos » ; y que
lio de Florencia esprosa la fe y enseñanza de la Iglesia sobre «no pueden observarse ya después de la promulgación del
esto, declarando que « peca mortalmente todo el que después » Evangelio , sin renunciar á la salud eterna » ; por más que
» de la pasión de Cristo cifra la esperanza de su salvación en « desde la Pasión hasta dicha promulgación pudieron obser-
» los ritos legales, considerándolos necesarios para obtenerla, » varse, con tal que no se creyeran necesarios para salvarse ».
732 CUESTIÓN C l I I . — A R T Í C U L O ÍV.
rónimo ySan Agustín: porque el primero mas no fueron mortíferos, por cuanto los
( E p i s t . 7 5 , y s o b r e l o s Gálatas, c . 11,c o n v e r t i d o s d e l j u d a i s m o áCristo podían
Sed cum vidissem...) d i s t i n g u i o ób ds e r o v a sr lt o s i l eí c i mt a m - e n t e , c o n t a l q u e no
p o s : u n o antes d e l a p a s i ó n d e C p ru s i e r s a n t e o n , e e l l no s l a e s p e r a n z a , h a s t a e l
e l q u e l a s (ceremonias) l e g a l e s n o e s p t u an t - o d e r e p u t a r l o s n e c e s a r i o s p a r a s u
ban muertas, cual si no tuviesen la fuerza salvación, como si la fe de Cristo no pu-
obligatoria ó espiativa á su manera, ni d i e s e s i n e l l o s j u s t i f i c a r ( 1 ) : m a s r
t a m p o c o e r a n m o r t í f e r a s ,p u e s t o q u e n o pecto de los que se convertían á Cristo
p e c a b a n l o s q u e d a s o b s e r v a d e r l ga e nn t ;i p l i e s m r o n o o i h na b - í a c a u s a a l g u n a , p a r a
m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e l a p a s i ó n c o - q u e l o s o b s e r v a s e n ;y p o rl o t a n t o S a n
menzaron á ser no solo muertas, care- Pablo circuncidó á Timoteo, que había
ciendo de virtud yobligación, sino tam- n a c i d o d e m a d r e j u d í a , m a s n o q u i s o h a -
bién mortíferas, es decir, que p e c a b a n c e r l o c o n T i t o , h i j o d e (padres) g e n t i l e s
mortalmente cuantos las observaban. Por El Espíritu Santo no quiso que se prohi-
lo cual decía que los apóstoles después bieran desde luego álos judíos converti-
de la pasión de Cristo nunca observaron dos las observancias legales, como se
las ceremonias legales según la verdad; prohibía álos gentiles convertidos el rito
sino únicamente con cierta piadosa trans- de la gentilidad, para mostrar cierta di-
a c c i ó n ( simulatione ) , á fin d e n o e s c f ae nr e - n c i a e n t r e u n o s y o t r o s r i t o s : p u e s e l
d a l i z a r ál o s j u d í o s y d i f i c u l t a r s u conver- d e l g e n t i l i s m o s e r e p u d i a b a c o m o a b s o l u -
s i ó n : s i m u l a c i ó n e m p e r o q u et a n m e o n d t e e b i l e í e c i tn o -y p r o h i b i d o s i e m p r e por
tenderse en el sentido de que no hiciesen Dios; mientras que el de la ley cesaba
aquellos actos según la verdadera reali- en el concepto de consumado ya por la
dad, sino que no los hacían como obser- pasión de Cristo, en cuya representación
vando las ceremonias de la ley; ála ma- h a b í a s i d o i n s t i t u i d o p o r D i o s .
nera que, si alguno se cortase la película A l 2.° q u e s e g ú n S a n J e r ó n i m o ( i b i d .
del miembro viril por causa de salud, y San Pedro simuladamente se sustraía á
no por observar la circuncisiónlegal. Pero, los gentiles para evitar el escándalo de
como parece indecoroso que los Apóstoles los judíos, de quienes era apóstol; porlo
ocultaran por razón del escándalo aque- q u e e n e s t o n o p e c ó d e m o d o a l g u n o :
l l a s c o s a s , q u e p e r t e n e c e n ál a v e r d a d de pero San Pablo le reconvino asimismo
la vida y de la doctrina, yque usaran de simuladamente, para que evitase el es-
simulación en las pertenecientes ála sal- cándalo de los gentiles, cuyo apóstol era:
v a c i ó n d e l o s f i e l e s ; p o r e s o S a n A g u s t í n e s p l i c a c i o n (.2) q u e S a n A g u s t í n ( i b
d i s t i n g u i ós o b r e e s t e p u n t o m u y o p o r t u - c e n s u r a , f u n d a d o e n q u e S a n P a b l o e n
n a m e n t e t r e s t i e m p o s ( E p i s t .4 0 , ó 9 l a E s c r i t u r a c a n ó n i c a , e s t o e s ( G a
a n t i g . ) : u n o antes d e l a p a s i ó n d e n e C l a r c i u a s l - e s n e f a n d o s u p o n e r f a l s e d a d
t o , e n e l c u a l l a s (ceremonias) l e g a l ae s nl i g u n a , d i c e q u e Pedro era rep
e r a n m o r t í f e r a s , n i m u e r t a ss ;i eo n dt o r v oe dr d ea d s pp o ur é l o s t a n t o q u e Pedro
d e l a p r o m u l g a c i ó n d e l E v a n g e l i o , e n e l p e c ó (3) y q u e S a n P a b l o l e r e p r e n d i ó
que estaban muertas yeran mortíferas; con seriedad y no simuladamente. Sin
y el tercer tiempo intermedio desde la e m b a r g o S a n P e d r o n o p e c ó p o r q u e o b -
pasión de Cristo hasta la p r o m u l g a c i ó n s e r v a r a p o r e n t o n c e s l o s ( ritos
d e l E v a n g e l i o , d u r a n t e e l c u a l o l l q uo e s (ritos) era permitido como converso de
l e g a l e s e s t u v i e r o n m u e r t o s c o m o s i n v i g o r e n t r e l o s j u d í o s ;p e r o p e c a b a e n q u e p o -
ni obligación de ser observados por nadie; nía demasiada diligencia en la observan-
(lj Contestes entre sí todos los teólogos en fijar como tér- y Suarez (De leg. 1. 6, c. 13J la amplía hasta la venida del Es-
mino ó abolición definitiva de las prescripciones legales de la píritu Santo en el dia de Pentecostés, pretendiendo que la
ley de Moisés la muerte misma de Cristo , disienten no obs- antigua ley continuó siendo obligatoria por algún tiempo aun
tante en cuanto á la determinación del tiempo ó momento, en después de ya resucitado Cristo.
que debe considerarse perfectamente consumada su muerte (2) Debe interpretarse que San Agustín desaprueba ó no
para dicha derogación. La opinión más probable. la considera admite la interpretación de San Jerónimo acabada de aducir,
en el artículo mismo de la'muerte del Salvador, es decir, en y no acaso que tildase la conducta de San Pedro , como pu-
el instante en que espiró en la cruz-, como se colige bastante diera alguno interpretar : por esta razón traducimos ftoc por
claramente del a. 3 (al 2.°) de esta misma Cuestión 103, y así esplicacion ú opinión.
la sigue la escuela tomista con plena unanimidad. Soto em- (3) Aunque solo venialmente, según se indica en la 2."-2."e
pero (Dejust. 1. 2, C. 6, a. 4 ) la proroga por todo el tiempo C 43, a. 6_ al 2.° y más clara y esplícitamente en el comen»
transcurrido desde dicho instante hasta el de la resurrección, tario al c. 2 de la Epístola á los Gálatas.
CUESTIÓN GUI.—ARTÍCULO IV. 733
cia de los (preceptos) legales por no es- cados y provocativos á la gula; no parece
candalizar á los j u d í o s , resultando de ahí sea esta la razón, por que fueron prohi-
el escándalo de los gentiles. bidos esos más bien que otros: y por lo
A l 3.° que algunos dijeron que aquella tanto debe decirse según la tercera opi-
prohibición de los apóstoles no debe en- nión que fueron estos .prohibidos literal-
tenderse al pie de la letra, sino en un mente, no para observar las ceremonias
sentido espiritual, significándose en la de la l e y , sino para que se pudiese pro-
prohibición de la sangre la prohibición mover la unión de los gentiles y judíos,
del homicidio ; en la de lo sofocado la de que habitaban j u n t o s ; porque según su
la violencia y la rapiña ; en la de lo in- antigua costumbre á los judíos eran abo-
molado la de la idolatría; y la fornicación minables la sangre y lo- sofocado ; y el
se prohibe como cosa mala en sí misma : comer las (carnes) inmoladas á los ídolos
esta opinión se funda en ciertas glosas, podía infundir en los judíos la sospecha
que esponen en sentido místico estos pre- de reversión de los gentiles á la idolatría:
ceptos. M a s , como el homicidio y la ra- así que dichas prohibiciones se impusie-
piña se tenían también por ilícitos entre ron por aquel tiempo,- en que convenía
los gentiles, no habría sido necesario es- de nuevo unir á los gentiles y á los j u -
tablecer un mandato especial sobre esto díos ; pero andando el tiempo y cesando la
á los que de estos se convertían á Cristo: causa cesó asimismo el efecto, manifes-
por lo tanto dicen otros que se prohibió tada la verdad de la doctrina evangélica,
literalmente el uso de aquellos alimentos, en la que el Señor enseña qué no ensucia
no por la observancia de lo l e g a l , sino al hombre lo que entra por la boca, como
para reprimir la g u l a : y así San J e r ó - se dice (Math. 15, 11) y que no es de
nimo sobre aquello omne ( 1 ) mortici- desechar nada de lo que se recibe con
num... ( E z e c h , 4 4 ) « condena á los sa- hacimiento de gracias ( i Tim. 4, 4).
» cerdotes, que en las comidas y demás Prohibíase empero especialmente la for-
» cosas análogas no guardan estas (leyes) nicacion,_porque los gentiles no la repu-
» por el apetito dé la gula » . Sin embar- taban como pecado ( 2 ) .
g o , como hay ciertos alimentos más deli-
(1) Morliclnum significa cualquier animal muerto de enfer- tiles , originada de la corrupción de la razón en ellos por el
medad natural ó sin violencia estraña. abuso tan generalizado como añejo , puede verse la C. 154,
(2) Acerca de esta aberración de la ley natural en los gen- a. 2, al 1.°, de la 2."-2.»
CUESTIÓN CIY.
Preceptos judiciales.
Trataremos 1.° de los preceptos j udiciales en general, y 2.° de s u s razones. Acerca de lo 1.° estudia-
remos : 1.° Cuáles son los preceptos legales? — 2,° Son figurativos ? — 3.° Su duración. — 4." Su d i s -
tinción.
les ( 1 ) . En dos cosas pues consiste la rales; porque la razón, que es el princi-
razón de los preceptos judiciales : esto pio de ellos, es en el hombre con res-
es, que pertenezcan al orden de los hom- pecto á las cosas, que al mismo perte-
bres entre sí, y que no tengan fuerza de necen, lo que el príncipe ó el juez en
obligar por sola la razón, sino por ins- la ciudad. Debe saberse sin embargo
titución. que, como el orden del hombre para con
Al argumento 1.° diremos, que los el prójimo depende más de la razón que
juicios se ejercen por oficio de algunos el orden del hombre para con Dios; há-
príncipes investidos de la potestad de Uanse muchos más preceptos morales, por
juzgar: mas, por cuanto al príncipe com- los que se ordena al hombre con el pró-
pete, no solo ordenar las (cuestiones) jimo que por los que se ordena á Dios:
traídas á litigio, sino también los contra- por cuya razón fue conveniente también
tos voluntarios que se realizan entre los que hubiese en la ley más preceptos ce-
hombres, y todas las demás pertenecientes remoniales que judiciales.
á la comunidad del pueblo y á su régi-
men ; de aquí es que preceptos judiciales A R T Í C U L O I I . — l o s preceptos judicia-
no son esclusivamente los concernientes les simbolizan algo ?
á las querellas litigiosas de los juicios,
sino también cualesquiera otras relativas 1.° Parece que los preceptos judicia-
á las relaciones de los hombres entre sí, les no figuran cosa alguna ^ pues parece
y que están sometidas á la ordenación ser propio de los preceptos ceremoniales
del príncipe, como supremo juez. el que hayan sido instituidos, en represen-
Al 2.° que esa razón se refiere á los tación de alguna cosa; y, si también los
preceptos concernientes al prójimo, que preceptos judiciales figuran algo, no ha-
tienen fuerza de obligar por solo el dic- brá diferencia entre estos y los ceremo-
tamen de la razón. niales.
Al 3.° que también entre los que se 2.° Así como fueron dados al pueblo
refieren á Dios hay ciertos (preceptos) de los judíos ciertos preceptos judiciales,
morales, que la misma razón dicta infor- también á otros pueblos de los gentiles.
mada por la fe, como el de que Dios debe Es así que los preceptos judiciales de
ser amado y reverenciado; y otros cere- otros pueblos no simbolizan cosa alguna,
moniales, qué no tienen fuerza de obligar sino que ordenan lo que debe hacerse.
sino por institución divina. A Dios em- Luego parece que tampoco los preceptos
pero pertenecen no solo los sacrificios á judiciales de la antigua ley figuraban
él ofrecidos, sino también todos los con- cosa alguna.
cernientes á la idoneidad de los que los 3.° Convino que fueran espresadas por
ofrecen y honran á Dios, puesto que los ciertas figuras las cosas que pertenecen
hombres se ordenan á Dios como á su al culto de Dios : porque las cosas que
fin: por cuya razón al culto de Dios per- son de Dios son superiores á nuestra ra-
tenece y por consiguiente á los preceptos zón, según lo dicho (C. 101, a. 2 , al 2.°);
ceremoniales que el hombre tenga cierta pero las de los prójimos no la esceden.
idoneidad respecto delculto divino. Mas Luego no fue menester que por los pre-
el hombre no se ordena al prójimo como ceptos judiciales, que nos ordenan al pró-
á fin, de manera que le sea preciso dispo- jimo, se figurase alguna cosa.
nerse en sí mismo en orden al prójimo Por el contrario : los preceptos judi-
como á su fin; porque esta relación es la ciales se esponen alegórica y moralmente
de los siervos con los señores, que, en (Exod. 21).
cuanto son, pertenecen á sus señores se- Conclusión. 'Los preceptos judiciales
gún Aristóteles ( Polit. 1. 1 , c. 3 ) . Por de la antigua ley, aunque no fueron ins-
esta causa no hay preceptos judiciales, tituidos directamente como emblemas de
que ordenen al hombre en sí mismo, sino algo, tenían no obstante cierto carácter
que todos los de esta naturaleza son mo- simbólico accidental é indirectamente,
como la misma ley y la organización del
lí) En lo que coinciden con las leyes llamadas civiles, si pueblo israelítico.
bien entre las eclesiásticas hay asimismo preceptos judiciales
y de derecho canónico. Responderemos, que algún precepto
736 CUESTIÓN CIV. — ARTÍCULOS II Y III.
p u e d e s e rf i g u r a t i v od e d o s m o d o s : 1.°c i p a , r p i u e - s t o q u e s e l l a m a j u i c i o l a e j e c u -
m e r a m e n t e jper.se, c o m o i n cs i ó t n d i e t l a uj u si t i dc i ao .p E s r a i s í n q u -e l a j u s t i c i a
cipalmente para figurar algo; en c u y o e s perpetua é inmortal,- c o m o c o n s t
c o n c e p t o l o s p r e c e p t o s c e r e m o n i a l e s s o n ( S a p . 1). L u e g o l a o b l i g a c i ó n d e l o s p r e -
figurativos, por cuanto se instituyeron ceptos judiciales es perpetua.
para que figurasen algo perteneciente al 2.° L a i n s t i t u c i ó n d i v i n a e s m á s e s t a
culto de Dios y al misterio de Cristo; ble que la institución humana; y los pre-
2.° m a s o t r o s p r e c e p t o s s o n c f e p i t o g s uj u dr i c a i a t l e i s v d e o l s a s , l e y e s humanas
n o p r i m a r i a m e n t e y per se s i n o o b c l i o g am n o p e or p r e t u a m e n t e : l u e g o m u c h o
c o n s e c u e n c i a ; y d e e s t e m o d om áson s l figu-
os preceptos judiciales de la ley
rativos los preceptos judiciales de la ley divina.
antigua, porque no fueron instituidos 3.° E l A p ó s t o l d i c e ( H e b
para figurar algo, s i n o p a r a o r mandamiento d e n a r primero e l es á la verdad
e s t a d o d e a q u e l p u e b l o s e g ú n l a j u s t i c i a abrogado por su flaqueza é inutilidad; l o
y l a e q u i d a d ; pero como consecuencia cual es verdadero acerca del mandato
figuraban algo en cuanto todo el estado c e r e m o n i a l , q u e ( H e b
de aquel pueblo, q u e p o r e s t o hacer s p rperfecto
e c een p la t conciencia
o s al que
s e r e g í a , era emblemático s e g servía ú n aporq mediou e lsolamente
l o de viandas y
( i C o r . 10, 1 1 ) : todo les acontecía á ellos de bebidas y ( v . 1 0 ) de diversos lava-
en figura. mientos y justicias de la carne. P e r ol o s
A l a r g u m e n t o 1 . ° d i r e m o s , q u e l o s p p rr e ec e - p t o s j u d i c i a l e s e r a n ú t i l e s y eficaces
c e p t o s c e r e m o n i a l e s s o nf i g u r ap a t r i a v o a qs(u e1l l )o á q u e s e o r d e n a b a n , es de-
de otro modo que los judiciales,como se cir, para constituir la justicia y equidad
ha dicho. entre los hombres. Luego los pr eceptos
A l 2.° q u e e l p u e b l o d e l o s j u d í o s hj u ad i - c i a l e s d e l a l e y n o s o n obados, repr
bía sido escogido por Dios, para que de s i n o q u e t i e n e n t o d a v í a e f i c a c i a.
él naciera Cristo; ypor lo tanto fue con- Por el c o n t r a r i o , d i c e e l ¡ A p ó s t
veniente que el estado total de a q u e l ( H e b r . 7, 12) q u e , mudado el sacerdocio,
p u e b l o f u e s e p r o f é t i c o y f i g u r a d o , c o m o es necesario que se haga también muta-
d i c e S a n A g u s t í n ( C o n t . ción F a de u la s tley.u Em s , a1. s22,í q u e e l s a c e r d o
c . 24): y p o r e s t a m i s m a r a z ó n l o s p r e - h a s i d o t r a n s f e r i d o d e A a r o n á Cristo.
c e p t o s j u d i c i a l e s d a d o s áa q u e l p u e b l o s o n L u e g o l o s p r e c e p t o s j u d i c i a l e s n o s o n y a
más figurativos que los dados á otros obligatorios.
pueblos; como se esplican místicamente Conclusión. Los preceptos judiciales
aun las guerras y los hechos de a q u e l de la ley antigua no eran obligatorios á
p u e b l o , y n o a s í l a s d e l o s a s i r i o s ó r o - perpetuidad y fueron derogados por Cris-
m a n o s , a u n q u e s e a n m á s c é l e b r e s h u m a - to, quien transformó la organización de
n a m e n t e h a b l a n d o . su Iglesia, cuyos prelados podrían resta-
A l 3.° q u e e n a q u e l p u e b l o l a s r e blecer l a c i su o - vigor ; á diferencia de los cere-
nes con el prójimo consideradas en sí moniales, cuya observancia sería hoy ya
m i s m a s e r a n p a t e n t e s a l a r a z ó n ; p e r o e n pecaminosa.
cuanto se referían al culto de Dios la su- Responderemos, q u e los preceptos ju-
peraban, yen esta parte eran f i g u r a d a s . diciales no tuvieron obligación perpetua,
sino que fueron abrogados por la venida
ARTÍCULO I I I . — ¿ i o s preceptos judi- de Cristo, aunque de diversa manera
ciales de l a a n t i g u a l e y s o n obligatorios per- que los ceremoniales : p o r q u e e s t o s f u e
petuamente ? abolidos de tal suerte, que no solamente
están muertos, sino que son mortíferos
l.° Parece que los prece ptos judicia- para los que los observen después de
les de la antigua ley son perpetuamente Cristo, yprincipalmente después de pro-
obliga torios: porque los pr eceptos judi- m u l g a d o e l E v a n g e l i o; m i e n t
ciales pertenecen ála virtud de la justi- preceptos judiciales están muertos c i e r t a -
(1) Directa y esencialmente, como destinados por su misma sus relaciones con los de esta tenían cierto carácter simbó-
institución á simbolizar á Cristo y los ritos de su nueva ley; lico.
al paso que los judiciales solo indirectamente y por efecto de
CUESTIÓN CIV. — ARTÍCULOS III Y IV. •737
(1) La misma forma de gobierno ó constitución orgánica del les trátase con separación y detalladamente en la siguiente
pueblo ó nación. C. 105, destinando á cada cual uno de sus cuatro artículos.
(2) De cada una de estas cuatro clases de preceptos j udicia
SUMA TE OLÓGICA.—TOMO II. 41
738 CUESTIÓN C 1 V . — A R T Í C U L O IV.
2.° de estos entre sí, 3.° entre indígenas estos forman la segunda parte de los pre-
y estranjeros, y 4.° las domésticas entre ceptos judiciales ; hay otros correspon-
individuos de cada familia. dientes á los estranjeros, como sobre las
Responderemos que, siendo la l e y como guerras con los enemigos y la manera
un arte de regular y ordenar la vida h u - de recibir á los peregrinos y forasteros,
mana, así como en cada arte h a y cierta y estos constituyen la tercera parte de los
clasificación de sus reglas, también en preceptos judiciales ; y los hay también
cada ley debe haber cierta distinción de pertenecientes á la vida doméstica, como
sus preceptos ; porque de otro modo la de los siervos y mujeres é hijos, y esta es
confusión misma quitaría á la l e y su uti- la cuarta parte de los preceptos judiciales.
lidad. P o r lo tanto debe decirse que los A l argumento 1.° diremos, que las co-
preceptos judiciales de la antigua ley, sas, que pertenecen á la ordenación de
por los cuales se ordenaban los hombres los hombres entre s í , son efectivamente
entre s í , se distinguen según la diversi- infinitas en número ; y no obstante pue-
dad de las ordenaciones humanas. Ahora den reducirse á algunas con cierta deter-
bien : en cualquier pueblo puede distin- minación según la diferencia de las corre-
guirse el orden 1.° de los príncipes del laciones humanas, como se ha dicho.
pueblo con los subditos, 2.° de los subditos A l 2.° que los preceptos del D e c á l o g o
entre sí, 3.° de los nacionales con los es- son los primeros en el género de los m o -
traños, y 4.° de las relaciones domésti- rales, como se ha dicho ( C . 100, a. 3 ) ; y
cas , como del padre con el hijo, de la por lo tanto se distinguen conveniente-
mujer con el marido y del señor con el mente los otros preceptos morales según
siervo; y según estos cuatro órdenes pue- estos. P e r o los preceptos judiciales y ce-
den distinguirse los preceptos judiciales remoniales tienen diversa razón de obli-
de la antigua ley. S e establecen también gación, no en verdad por la razón natu-
ciertos preceptos sobre la institución de ral ( 1 ) , sino por su sola institución; y así
los príncipes y sus oficios y sobre la re- la razón de su distinción es diferente.
verencia que le es debida, y esta es una
A l 3.° que la l e y indica la distinción
parte de los preceptos judiciales; pres-
de los preceptos judiciales según las pres-
críbense otros pertenecientes á los conciu-
cripciones mismas consignadas en estos
dadanos entre s í , v. gr. sobre las compras
preceptos judiciales de la ley.
y ventas y los juicios y los castigos, y
(1J Con especialidad los ceremoniales, mucho menos cone- dos por Moisés en su código; porque, si se restableciesen pre-
xionados con las naturales sugestiones de la razón : pues , si cisamente en el concepto de leyes judaicas, argüiría esto de-
bien el dictamen de esta no alcanza a l a específica determina- clarada intención de considerarlos vigentes á pesar de su
ción de los judiciales, tales precisamente cuales se hallan abolición por la nueva ley evangélica, y mal podrían sus-
consignados en la ley antigua ; tienen no obstante cierto ca- traerse sus restauradores de la nota de judaismo en abierta
rácter genérico de naturales por su conformidad con la razón hostilidad y pugna con la legislación cristiana ; del propio
en cuanto á la dirección de los actos humanos en sus relacio- modo que si trataran de reponer los ceremoniales de la litur-
nes sociales: por lo cual no se dicen mortíferos hoy en abso- gia hebrea, más decidida y ostensiblemente relegados por el
luto , dado que en determinadas circunstancias pudieran ser Evangelio al rango de proféticamente simbólicos'en su opor-
puestos en vigor é impuestos de nuevo por los legisladores tuno tiempo, y hoy de todo punto inconvenientes y reproba-
según las exigencias ó conveniencias temporales ó locales y dos ante la realización de los misterios por ellos presagiados
aun personales , hecha abstracción de haber sido ó no inclui- en emblema.
CUESTIÓN CY.
Razón de los preceptos judiciales.
A r t i c u l o 1." De l o s p r e c e p t o s j u d i c i a l e s c o n c e r n i e n t e s á l o s p r í n c i p e s . —2." De l o s q u e p e r t e n e c e n á
l a s r e l a c i o n e s de l o s h o m b r e s e n t r e sí. — 3,° De l o s r e l a t i v o s á l o s e s t r a n j e r o s . — 4.° De l o s r e f e r e n t e s á
la sociedad doméstica.
ARTÍCULO I . — ¿La ley antigua ordenó lado ; lo que en efecto se verificó esperi-
convenientemente lo que respecta á los prín- mentalmente en el pueblo j u d í o , en el
cipes? cual la división del reino fue la causa de
su destrucción. P e r o la l e y debe princi-
l.° Parece que la ley antigua no or- palmente atender á lo que pertenece al
denó convenientemente las cosas que ata- bienestar común del pueblo. L u e g o debió
ñen á los príncipes : porque, como dice prohibirse en la l e y la división del reino
el Filósofo ( P o l i t . 1. 3 , c. 4 ) , « la orde- entre dos reyes; bien lejos de introdu-
» nación del pueblo depende principal- cirse esto por autoridad divina, como se
» mente de su jefe soberano » ; y en la lee haberlo sido con autoridad del Señor
ley antigua no se encuentra de qué modo por el profeta A h í a s Silonita ( 2 ) ( n i
debía ser instituido el príncipe supremo, R e g . 11, 30 y 31).
y sí solo los magistrados inferiores : pri- 4.° Como los sacerdotes se instituyen
meramente ( E x o d . 1 8 , 21 ) , provee de para utilidad del pueblo en las cosas que
todo el pueblo hombres ( 1 ) sabios...; y pertenecen á D i o s , según se ve (Hebr. 5);
( N ú m . 11, 1 6 ) , congrégame setenta va- así también los príncipes para la utilidad
rones de los más ancianos de Israel; y del pueblo en las cosas humanas. A s i g -
( D e u t . 1, 13), presentad de entre vosotros nándose pues á los sacerdotes y levitas
varones sabios y esperimentados. Luego en la ley algunas (obvenciones) para su
la ley antigua constituyó insuficiente- subsistencia; cuales eran los diezmos y
mente los príncipes del pueblo. primicias y muchas otras semejantes;
2.° «Propio es del mejor aducir las co- también debieron asimismo determinarse
» sas mejores » , como dice Platón en el algunos medios, con que se sustentasen
T i m é o ; y la mejor ordenación de una los príncipes del pueblo, y especialmente
ciudad ó de un pueblo cualquiera es que siéndoles prohibido recibir presentes, co-
sea gobernado por un r e y : porque tal mo se ve ( E x . 2 3 , 8 ) : no recibirás pre-
forma de reino representa más propia- sentes, que ciegan aun á los avisados y
mente el régimen divino, por el que un trastornan las palabras de los justos.
solo Dios gobierna al mundo desde el 5.° A s í como el reino (3) es el mejor
principio. L a ley pues debió dar un rey régimen, la tiranía es la peor corrupción
al pueblo, y no dejarlo á su arbitrio, co- del gobierno. Pero el Señor, instituyendo
mo se deja ( Deut. 17, 14 ) : cuando di- r e y , instituyó el derecho tiránico ; pues
jeres , constituiré un rey sobre mí..., lo se dice ( I R e g . 8 , 11 ), este será el dere-
constituirás... cho del rey, que ha de mandar sobre vos-
3.° Escrito está (Matth. 12, 2 5 ) : todo otros : tomará vuestros hijos... L u e g o in-
reino dividido entre sí mismo será deso- convenientemente se proveyó por la ley
(1) La Vulgata dice « poderosos (potentes) ó potentados » . (3) La monarquía ó el régimen monárquico. Véase la nota 4,
pág. 815 del Tomo 1.°
(2) Natural de Silo, ciudad de la tribu de Efrain.
740 CUESTIÓN CV. — ARTÍCULO I .
Por el contrario, el pueblo de Israel dera según la especie del régimen ú or-
se recomienda por la escelencia de su or- denación de los principados ; entre cuyas
ganización ( N u m . 2 4 , 5 ) ¡cuan hermo- diversas c l a s e s , como dice Aristóteles
sos son tus pabellones, Jacob, y tus tien- ( Polit. 1. 3 , c. 5 ) , son las principales el
das, Israel! E s así que la belleza de reino, en el cual solo manda uno según la
la ordenación del pueblo depende de la virtud; y la aristocracia, es decir, el po-
buena institución de los príncipes. L u e g o der de los magnates, en el que algunos
la l e y constituyó perfectamente al pueblo pocos ejercen el principado según la vir-
en lo concerniente á los príncipes. tud. A s í que la mejor institución de prín-
Conclusión. Indudablemente fue la me- cipes en una ciudad ó reino es aquella,
jor la institución de los príncipes for- en que uno solo manda y preside á todos
mulada por la ley antigua, invistiendo según la virtud, perteneciendo no obs-
del poder supremo al más ilustre y vir- tante á todos el tal principado,-ya por-
tuoso, y dando participación en su elec- que todos pueden ser elegidos, y a porque
ción y consejos á los hombres esclarecidos lo son por todos. Tal es ( 1 ) sin duda
de las clases aristocrática y popular. todo régimen político convenientemente
R e s p o n d e r e m o s , que acerca de la bue- misto de reino ( en cuanto hay un solo
na ordenación de los príncipes en alguna jefe ) y de aristocracia (en cuanto mu-
ciudad ó nación deben tenerse presentes chos participan del poder en razón de su
dos cosas : 1. que todos tengan alguna
a virtud) y de democracia ó poder del pue-
parte en el principado, porque con esto blo ( en cuanto pueden ser elegidos los
se conserva la paz del pueblo, y todos príncipes de entre los ciudadanos y al
aman y defienden tal institución, como se pueblo pertenece su elección) ( 2 ) ; y este
(1) Talis vero est omnis politia , se lee en las ediciones de por su lealtad y proezas, constituyendo un cuerpo consultivo
Pádua de 1712 y de Ñapóles (1763.); las romanas ponen talis y deliberante, que (como el llamado Consejo de Castilla) solía
cnim est óptima politia, y en el códice de Alcañiz se ve política. suplir con ventaja y sin tan frecuentes perturbaciones la ac-
Nosotros creemos fundir en legítima versión concilladas las ción legislativa y gubernamental de las actuales cámaras
varias redacciones en idéntico pensamiento común , según se constitutivas del nuevo régimen representativo ó constitu-
ve en el testo castellano. cional , el más generalizado entre los diversos pueblos del
(2) Este pasaje revela bastante á las claras la opinión del nuevo mundo; mas no por eso y á juzgar por el éxito el más
Doctor Angélico acerca de la preferible entre todas las diver- beneficioso á los gobernados, ni el menos exento de los incon-
sas formas de gobierno conocidas y ensayadas ó probadas por venientes inseparablemente anejos á las formas diametral-
la esperieneia en diferentes países y naciones *. la monarquía mente opuestas de los sistemas estreñios. En cuanto á la in-
atemperada por la participación de las clases elevadas y po- sinuación concerniente á la elección de príncipes ó soberanos
pulares en los consejos de la corona y aun en la institución debe entenderse alusiva únicamente á la instalación de nue-
de las leyes y la subordinada administración de Jas naciones - va dinastía, cuando las circunstancias la han hecho indis-
y de sus provincias y municipios parece ser en su concepto la pensable ; sin que de ahí pueda inferirse que el Santo Doctor
más justa y razonable gobernación , tan distante de los abu- se muestre partidario del sistema monárquico electivo, cuyos
sos de un poder escesivamente absoluto hasta el estremo del gravísimos inconvenientes no podía menos de conocer y de-
despotismo tiránico anejo á la irresponsabilidad absoluta de plorar. Por último no nos parece inoportuno llamar aquí la
un monarca indigno de regir á su pueblo por la arbitrariedad atención de nuestros lectores de buena fe sobre la violenta
de su personal capricho, como de la anarquía consiguiente á cuanto infundada inteipretacion del llamado derecho divino,
la distribución del poder supremo entre varios individuos de que siempre entre los católicos ha significado y denota la
procedencia popular, siquiera sea oligárquica ó aristocrática, dependencia de los poderes humanos del supremo de Dios,
'burocrática ó militar, dictadura ó triunvirato, república uni- cualquiera que sea su origen histórico y político , no solo en
taria ó federativa, y sean cuales fueren el número y calidad cuanto á la responsabilidad de su conducta ante el soberano
ó circunstancias personales de los depositarios del poder su- tribunal del Rey de los reyes y de los pueblos, sí también por
premo ó de la soberanía. Tal fue también el parecer de mu- lo que atañe á su investidura ó institución y proclamación
chos grandes legisladores y filósofos antiguos, como Confucio, según los inescrutables designios y procedimientos de su di-
Platón y Aristóteles; y tal la antigua monarquía española en vina Providencia; no empero en el sentido de que tal ó cual
sus diversos períodos y épocas más brillantes, desde la domi- familia ó individuo determinado tenga inalienablemente vin-
nación goda /cuyo sistema electivo no deja de ofrecer el de- culado á su sangre ó estirpe el derecho nato de reinar con
plorable aspecto consiguiente de la instabilidad y corta du- preferencia á otros de su misma ú otra prosapia, sin que las
ración de sus reinados y dinastías, ilustrada empero y sólida- necesidades y exigencias de los tiempos y países y la insta-
mente sostenida merced al voto consultivo al menos y á la bilidad misma de las humanas instituciones puedan ser com-
respetabilidad umversalmente reconocida de sus famosos patibles con la transferencia del poder real de uno á otro
concilios de Toledo , cuyas decisiones no sin intervención del miembro de una misma familia en virtud de disposiciones ú
elemento aristocrático y aun del pueblo eran por lo común ordenanzas legislables respecto de dicha transmisión heredi-
religiosamente acatadas por los reyes tanto y más que por taria , ó también de una dinastía á otra ; á la manera que los
sus vasallos, hasta las últimas dinastías de las diversas casas bienes materiales ó riquezas muebles é inmuebles pasan en
sucesivamente reinantes sin esclusion de las de Austria y de ocasiones de unas familias á otras fuera de toda previsión de
Borbon, antes de redactarse la tan aplaudida y decantada las leyes y códigos vigentes , sin que se pueda siempre en
Constitución de Cádiz en el año de 1812 ; durante cuyo largo tales casos suponer violado el derecho natural ó aun el patrio
Iranscursolos reyes por punto general se asesoraban siempre ó nacional vigente , como ni en la herencia de la regia sobe-
de los hombres más eminentes por su saber y talento como ranía el derecho divino. Lo que en resumen y esencialmente se
CUESTIÓN CV. — A R T Í C U L O I; 741
fue el gobierno establecido según la ley cuentra en pocos; y sobre todo los judíos
divina ; porque Moisés y sus sucesores eran crueles é inclinados á la avaricia;
gobernaban al pueblo como un jefe único por cuyos vicios los hombres propenden
manda á todos los demás, lo cual es cierta más á la tiranía. Por esta razón el Señor
especie de reino. Elegíanse setenta y dos no les dio al principio rey con pleno po-
de los más ancianos según su virtud ( 1 ) ; der, sino juez y gobernador para su guar-
pues se dice ( D e u t . 1, 15), tomé de vues- da : pero después como indignado y á pe-
tras tribus varones sabios y nobles, y los tición del pueblo les concedió el rey, como
constituí príncipes, y esto era aristocrá- se ve por esto que dijo á Samuel (i B,eg.
tico ; y democrático el que estos fueran 8, 7) : no te han desechado á tí sino á mí,
elegidos de todo el pueblo, pues según se para que no reine sobre ellos. Sin em-
lee ( E x . 18, 2 1 ) , provee de todo el pue- bargo estableció reglas desde el principio
blo hombres sabios,... y también que el para la institución del rey; y primera-
pueblo los e l e g í a , por lo cual se dice mente el modo de elegirle, en el cual de-
( D e u t . 1, 13 ) , presentad de entre vos- terminó dos cosas: 1. que aguardasen en
a
pueblo era regido por Dios con especial se cuidan de é l ; 2. respecto de los reyes
a
cuidado, por lo cual se dice (Deut. 7, 6), ya elegidos el modo de conducirse en or-
el Señor Dios tuyo te escogió, para que le den á sí mismos, es decir, que no tuvie-
seas un pueblo peculiar; y por lo tanto ran muchos carros y caballos, ni mujeres,
se reservó el' Señor la institución del ni tampoco inmensas riquezas; puesto
sumo Príncipe, que fue lo que Moisés que por la codicia de todo esto los prín-
pidió ( N u m . 27, 16), provea el Señor cipes propenden á la tiranía y abandonan
Dios de los espíritus de toda carne un la justicia. Estableció también de qué
hombre, que sea sobre esta multitud; y así modo debían conducirse con respecto á
por ordenación de Dios Josué fue investi- D i o s , que leyesen y meditasen siempre
do del principado después de Moisés: mas la l e y de Dios y permaneciesen cons-
respecto de los jueces particulares que tantemente en su temor y obediencia; é
sucedieron á J o s u é se lee que D i o s dio igualmente en cuanto á su comporta-
al pueblo un Salvador, y que el espíritu miento con sus subditos, que no los des-
del Señor fue en ellos, como se ve (Judie. preciasen con su soberbia, ni los oprimie-
2 y 3). A s í es que también no cometió el sen, ni se separasen de la justicia.
Señor la elección del rey al pueblo, sino A l 3.° que la división del reino y la
que se la reservó, como aparece (Deut. 17, multitud de reyes se dio á aquel pueblo
15) : elegirás rey á aquel, á quien esco- más bien en castigo por las muchas disen-
giere el Señor Dios tuyo. siones que habían promovido, principal-
A l 2.° que la monarquía es el mejor mente contra el justo rey D a v i d , que
régimen del pueblo^, si no se corrompe; para provecho de ellos; por lo cual se dice
pero á causa del gran poder que se con- ( O s . 13, 11), te daré rey en mi furor, y
cede al rey la monarquía degenera fácil- ( 8 , 4 ) , ellos reinaron, más no por mí;
mente en tiranía, á no ser que tenga fueron principes, y yo no los reconocí.
grande virtud aquel, á quien tal potes- A l 4.° que los sacerdotes se destinaban
tad se le concede; porque «no es sino del á las cosas sagradas por sucesión de orí-
»virtuoso llevar bien los favores de la g e n , y esto para que se les tuviera mayor
» fortuna », como dice Aristóteles (Etbic. reverencia, puesto que no podía ser hecho
1. 10, c. 8). M a s la virtud perfecta se en- sacerdote cualquiera del pueblo, y cuyo
quiere significar por estas dos palabras , es simplemente y bernantes ó superiores de toda índole y celo ó solicitud por el
sin ambajes el deber indiscutible de los subditos de acatar y bien común de sus compatriotas y correligionarios : lié aquí
obedecer á ios poderes legítimamente constituidos. Véase las cualidades insinuadas en la palabra virtud, tan insistente-
en el Tomo 1.° la nota 4 de su página 815. mente repetida en este artículo*, y que constituían en dignos
(1) Honradez ó integridad de costumbres, lealtad patrió, candidatos para su participación y asesorado de los caudillos
tica en la observancia de las leyes y subordinación á los go- ó j efes del pueblo israelítico,
742 CUESTIÓN CV. — ARTÍCULOS I Y íí.
honor cedía en reverencia del culto divi- toma las cosas que son del o t r o ; pero
no : por lo cual fue conveniente que se les esto parece que está autorizado por la
asignaran ciertos (emolumentos) tanto en l e y , pues se dice ( D e u t . 2 3 , 24) : si en-
los diezmos como en las primicias y tam- trares en la viña de tu prójimo, come
bién de las oblaciones y sacrificios, con uvas cuantas quisieres. L u e g o la antigua
los que se sustentasen (1). M a s los prín- l e y no proveía convenientemente á la paz
cipes, según se ha dicho, eran elegidos de los hombres.
de todo el pueblo; y por eso tenían cier- 2.° Muchas ciudades y reinos se han
tas posesiones propias, de las que podían destruido principalmente, por haber pasa-
vivir: tanto más cuanto el Señor les pro- do las propiedades á manos de las muje-
hibía también en la ley acumular rique- res, como dice Aristóteles (Polit. 1. 2,
zas y tener ostentoso aparato; ya porque c. 7). P e r o esto fue introducido en la l e y
de este modo no era fácil que cayesen en antigua, pues se dice ( N u m . 2 7 , 8 ) :
la soberbia y la tiranía ; y a también por- cuando un hombre muriere sin hijo, pasa-
q u e , no siendo m u y ricos los príncipes y rá la herencia á su hija. L u e g o la l e y no
su principado como un cargo lleno de proveyó convenientemente al bienestar
cuidados, no era muy envidiado de los del pueblo.
ciudadanos, y así se evitaba todo pretesto 3.° L a sociedad humana se conserva
de sedición. principalmente por medio de las compras
A l 5.° que aquel derecho no se debía y v e n t a s , por las cuales los hombres co-
al rey por institución divina, sino que más munican (2) entre sí las cosas de que tie-
bien se presagiaba la usurpación de los nen necesidad, como se dice (Polit. 1. 1,
r e y e s , que se arrogan este derecho ini- c. 5 y 7). P e r o la l e y antigua quitó su
c u o , cayendo en la tiranía y esplotando fuerza á la v e n t a ; porque mandó que
á sus subditos; lo cual se ve por lo que una posesión vendida volviese á poder
añade al fin, y seréis sus siervos, lo que del vendedor en el año cincuenta del J u -
propiamente pertenece á la tiranía, pues bileo, como se ve (Levit. 25). L u e g o
los tiranos mandan á sus subditos como á respecto de este punto la l e y constituyó
siervos ; por cuya razón Samuel se espre- á aquel pueblo inconvenientemente.
saba así, para retraerlos de que pidiesen 4.° E s muy conveniente para las nece-
rey, diciendo á continuación: mas el pue- sidades de los hombres s u pronta dispo-
blo no quiso oir la voz de Samuel. P u e d e sición á conceder préstamo ; la cual por
empero suceder que un buen rey tome los cierto se anula no devolviendo los acree-
hijos sin tiranía, y establezca tribunos y dores sus garantías, por lo que se dice
centuriones, y cobre muchos (impues- (Eccli. 29, 1 0 ) , muchos dejaron de dar
tos ) de sus subditos para atender al bien prestado, no por dureza, sino temiendo
común. ser defraudados de balde; y esto lo intro-
dujo la l e y , pues mandó (Deut. 15, 2)
ARTÍCULO I I . — ¿ i o s p r e c e p t o s j u d í e l a -
que aquel, á quien su amigo ó prójimo y
hermano debe algo, no podrá reclamarlo,
l e s fueron c o n v e n i e n t e m e n t e establecidos e n
porque año es de la. remisión del Señor;
cuanto á l a m a n e r a d e vivir del pueblo?
y ( E x . 2 2 , 20) se dice que si presente su
l.° Parece que fueron inconveniente- dueño el animal dado en mutuo muriere,
mente formulados los preceptos judicia- no estará obligado el deudor á restituir;
les en cuanto á las relaciones recíprocas 2.° porque se le quita la seguridad que se
tiene por la prenda, según lo que se dice
del pueblo : porque los hombres no pue-
( D e u t . , 2 4 , 1 0 ) , cuando reclamares de tu
den vivir pacíficamente entre s í , si uno
(1) Puesto que, por el hecho mismo de ser deputados al censo y definitiva consagración al sacerdocio.
ejercicio de las funciones sagradas por sucesión hereditaria, (2) En algunas ediciones (la aúrea entre ellas) se lee com-
no tenían posesiones propias ni otros recursos que los dere- mutant en lugar de eommunícant según la casi generalidad de
chos á la participación en las ofrendas presentadas en el san- todas ellas : lo cual no parece enteramente destituido de fun-
tuario y dedicadas al culto divino y á las atenciones y nece- damento, atendida la poca claridad de algunos códices manus-
sidades de sus ministros; habiendo sido por lo mismo escluida critos , que la ponen abreviada; y por otra parte no parece
de la distribución ó repartición territorial toda la tribu de menos conforme con el pensamiento espresadd en el testo,
Leví, á la que precisamente debían pertenecer los candidatos dado que la tal comunicación no es otra que la conmutación
:
al ministerio sacerdotal; y de aquí la denominación de levitas, ó cambio de unas cosas por otras o por dinero en las transac-
con que se distinguían los ministros inferiores hasta su as- ciones mercantiles.
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O II. 743
prójimo alguna cosa que te debe, no en- leña en sábado; é igualmente á un hijo
trarás en su casa para tomarle prenda, y protervo por pequeñas faltas, á saber, por
ademas (ibid. 12) no pernoctará en tu darse á glotonerías y banquetes, se le
casa la prenda, (13) sino que luego se la manda apedrear ( D e u t . 21). L u e g o incon-
volverás (1). L u e g o la ley preceptuó in- venientemente se establecieron penas en
suficientemente acerca de los préstamos. la ley.
5.° L a defraudación de un depósito 10. Como indica San Agustín ( D e civ.
onece un gran peligro, por lo cual debe D e i , 1. 21, c. 11), « ocho clases de penas
procederse con estraordinaria cautela , y » hay en la ley según Tulio, multa (dam-
por esto mismo se dice ( n Machab. 3, » num), cárceles, azotes, talion (2), i g -
15) que los sacerdotes invocaban del cielo » nominia, destierro, muerte y servidum-
á aquel que puso la ley acerca de los de- » bre » ; algunas de las cuales se hallan
pósitos , con el fin de que los conservase establecidas en la ley : multa, como cuan-
salvos. Pero en los preceptos de la ley do el ladrón era condenado en el quíntu-
antigua pónese muy poca cautela respec- plo ó cuadruplo ; la cárcel, como (Num.
to de los depósitos, pues se dice ( E x . 22) 15) se manda que uno sea encerrado en
que en la pérdida de un depósito se ad- ella ; los a z o t e s , como ( D e u t . 25, 2), si
mite como prueba el juramento del depo- al que ha pecado lo hallan digno de ser
sitario. L u e g o acerca de esto la disposi- azotado, lo echarán en tierra y lo harán
ción de la ley no fue conveniente. azotar delante de sí; la ignominia se in-
6.° A s í como un jornalero alquila su fería también á aquel que no quería reci-
trabajo, también algunos alquilan la casa bir la mujer de su hermano difunto, la
ó cualesquiera otras cosas semejantes. cual le quitaba su calzado y le escupía
Pero no es necesario que el arrendatario en su cara; la muerte también se aplica-
pague inmediatamente el precio de la b a , como se ve ( L e v i t . 20, 9), el que
casa alquilada. L u e g o también era dema- maldijere á su padre ó madre, muera de
siado duro lo que se preceptúa ( L e v i t . 19, muerte; la pena del tabón la impuso
13), no estará detenido en tu poder el también la ley diciendo ( E x . 21, 24), ojo
trabajo de tu jornalero hasta el dia de por ojo, diente por diente. L u e g o parece
mañana. inconveniente que la l e y antigua no im-
7.° Siendo frecuentemente necesario ce- pusiese las otras dos p e n a s , es decir el
lebrar juicios, debe ser fácil el acceso al destierro y la servidumbre.
juez. L u e g o inconvenientemente estable- 11. L a pena no se debe sino á la cul-
ció la ley ( D e u t . 17) que fuesen a u n solo pa ; y los animales brutos no pueden co-
lugar los que hubiesen de entablar juicio meter culpa : luego inconvenientemente
sobre sus dudas. se les imponía pena ( E x . 21,29), el buey
8.° E s posible que no solo dos sino tam- que haya muerto á varón ó mujer, será
bién tres ó más se concierten para mentir. apedreado , y (Lev. 20, 16), la mujer
L u e g o es inconveniente el decir ( D e u t . que se echare con cualquiera bestia será
19, 15) que todo se decidirá por el dicho muerta juntamente con ella. A s í parece
de dos ó tres testigos. pues que las cosas pertenecientes á las
9.° L a pena debe tasarse en propor- relaciones de los hombres entre sí fue-
ción á la c u l p a , por lo que se dice tam- ron ordenadas de un modo inconveniente
bién (Deut. 25, 2), según la medida del en la ley antigua.
pecado .será la tasa de los azotes. Pero 12. E l Señor mandó ( E x . 21) que el
para ciertas culpas iguales la ley esta- homicidio se castigase con la muerte del
bleció penas desiguales ; pues se dice hombre. Pero la muerte de un bruto ani-
( E x . 22 , 1) que el ladrón restituirá cinco mal se reputa de menor importancia que
bueyes por uno y cuatro ovejas por una; la muerte de un hombre. L u e g o no puede
y otros ciertos pecados no muy graves se ser compensada suficientemente la pena
castigan con grave pena, como ( N u m . 15) del homicidio por la muerte de un ani-
fue uno muerto á pedradas, por coger mal irracional. L u e g o se manda inconve-
(1J. Esto se refiere , no en general á todo el que haya de- (2) Llamada así de lalis ó tale, por cuanto consistía en so-
jado prenda en garantía de lo recibido á préstamo, sino solo meter al culpable á pagar tanto por tanto, ó tal pena cual él
y precisamente respecto del pobre (sin aiitem pauper est...) I había causado.
744 CUESTIÓN CV.—rARTÍCULO I I .
(1) Palabras que San Basilio aplica á la ley dada al pueblo no pueden llamarse propiamente conmutaciones ó cambios, no
judío, según hace constar la Glosa. mediando reciprocidad de compensación entre el donante y el
(2) Aquí todos los manuscritos y ediciones ponen contestes donatario ó agraciado.
y sin la menor discrepancia communicare , y no commutare : lo (3) Primé; pero en el códice de Alcañiz en lugar de et primó
cual justifica la preferencia á favor de la palabra communicant se encuentra communis pritít, sin duda por desliz de pluma ó
según lo espuesto en la nota 2, pág. 742; puesto que, com j se mano, aunque Madalena pretende salvar la palabra prlas in-
v e a continuación, agréganse á las compras y ventas las do- terpretándola como abreviatura de paírias ó proprle.
naciones gratuitas y otras semejantes relaciones comunes, que
CUESTIÓN C V . — A R T I C U L O I I . 74§
cuya razón la ley estableció el mismo tegrar lo harían antes del año sétimo y
derecho respecto de unas y otras (1). no defraudarían á quien gratuitamente
A l 4.° que según lo dicho (al 1.°) la les prestara; y , á serles de todo punto
intención de la ley era acostumbrar con imposible, por la misma razón se les de-
sus preceptos á los hombres, á que se so- bía remitir la deuda con igual cariño que
corriesen mutuamente y sin dificultad en se les daría de nuevo por causa de su
sus necesidades, porque esto fomenta en indigencia. Acerca de los animales dados
gran manera la amistad: facilidad de so- en mutuo la ley dispuso q u e , si por ne-
correrse, que no solamente estableció so- gligencia del mutuatario se morían ó de-
bre las cosas que se donan gratuita y bilitaban en su ausencia, se le obligase á
absolutamente, sino también acerca de la restitución ; pero, si estando presente
las que se conceden en préstamo; porque y á su solícito cuidado muriesen ó que-
este socorro es más frecuente y necesario dasen estenuados, no se le obligaba á
á mayor número. Para facilitar esta sub- restituir; y menos si los tenía en alquiler
vención, estableció multitud de prescrip- por precio, porque también podrían morir
ciones : 1.° para que con facilidad se ó debilitarse en poder del mutuante, y así
prestaran recíprocamente y no se retra- en el caso de lograrse la conservación del
jeran de esto por la aproximación del animal y a reportaba algún lucro del mu-
año ¿el perdón, como c o n s t a ( D e u t . 15); tuo, y este no sería gratuito : lo cual
2.° para que no gravasen con usuras al debía observarse principalmente, cuando
que recibía el préstamo, ó también reci- los animales se alquilaban á estipendio,
biendo en prenda algunas cosas absolu- porque entonces había un precio cierto
tamente necesarias á la vida ; y en caso por el uso de los animales, y por lo mis-
de tomarlas se las devolviesen al momen- mo no debía aumentarse por la restitu-
to, pues se dice ( D e u t . 23, 19) no pres- ción de estos á no ser por negligencia de
tarás á usura á tu hermano, y (24, 6) no parte del que los guardaba ; m a s , si no
tomarás en lugar de prenda muela supe- mediaba precio en su conducción, podría
rior ó inferior de molino, porque te puso haber alguna equidad en restituir tanto
delante su propia vida, y ( E x . 22, 26), si al menos, cuanto el uso del animal muer-
recibieses de tu prójimo un vestido en to ó debilitado pudo haber producido.
prenda, se lo devolverás antes de ponerse
A l 5.° que hay esta diferencia entre el
el sol; 3.° para que no lo exigiesen im-
mutuo y el depósito, que el primero se
portunamente, por lo que se dice ( E x .
entrega en utilidad del mutuatario y el
22, 25), si dieres prestado dinero á un
depósito en utilidad del deponente ; y
pueblo pobre, que mora contigo, no le
por lo tanto se apremiaba más á alguno
apremiarás como un recaudador ; y tam-
en ciertos casos á la restitución del mu-
bién por igual razón se manda ( D e u t .
tuo que á la del depósito ; porque este
24, 10), cuando reclamares de tu prójimo
podía perderse de dos maneras: 1 . por a
(1J Entiéndase de las casas ó granjas rústicas y de las tier- sidad por venta provisional hasta un plazo prefijado por la
ras adjuntas, para cuyo cultivo y esplotacion se construían misma ley ; no en cuanto á las casas rústicas y Urbanas , res-
aquellas , y que.no podían desmembrarse de ellas por venta pecto de las cuales no era. una misma la prescripción legal,
definitiva, sino únicamente y en casos de apremiante nece- pues podían éstas venderse para siempre y aquellas no.
CUESTIÓN C V . — ARTÍCULO II.
(1) Judiciales, tanto criminales como civiles ó contenciosas, de legislaciones y códigos vigentes en cada país y época y en
que, como es harto sabido, siguen su tramitación del tribunal las diferentes clases de fueros y circunstancias ; como en los
de primera instancia al de la segunda y por último al su- consejos de guerra los oficiales ó jefes militares y los jurados
premo ó inapelable , que confirma ó casa (anula) la sentencia por elección ó por turno , donde y en los casos en que rige
de los inferiores magistrados , cuyo fallo no es por lo común esta institución , á la que parece se trata de dar hoy cierta
ejecutorio sin la decisión al menos consultiva de los tribuna- preferencia respecto de la intervención de los magistrados ó
les llamados de alzada. jurisperitos, reconocidos competentes al efecto por títulos ofi-
(i) Del orador jurídico, sea abogado ó fiscal, jurado con ó cialmente académicos, como parece más seguro y conforme ó
sin estudios y profesión de jurisconsulto, según la diversidad razón y á la justicia legal.
748 tíÜESTIOÑ CV.—ARTÍCULO Ií.
grados aun respecto de un solo y mismo por la que se asignó aún mayor pena al
hecho : 1.° cuando se comete el pecado ladrón, pues se mandaba devolver cinco
involuntariamente; porque entonces si bueyes por solo u n o ; y digo esto, á me-
es del todo involuntario, se escusa to- nos que acaso el animal fuese hallado
talmente de pena ( 1 ) , porque se dice vivo en su poder, porque entonces solo
(Deut. 22, 26), la moza que es violenta- devolvía el duplo como en los demás
da en el campo, no es reo de muerte, por- hurtos, por cuanto podía presumirse que
que dio voces y ninguno acudió á li- tenía intención de restituirlo por el hecho
brarla ; y, si de algún modo fuere volun- mismo de haberlo conservado vivo : ó
tario , pero peca por debilidad, como el también puede decirse según la Glosa
que peca por pasión, el pecado es menor; (ordin. al c. 22 del É x o d o ) (2) que el
y en tal caso la pena debe disminuirse buey es útil de cinco maneras ; porque se
según la verdad del juicio, á no ser quizá inmolara, sirven de alimento sus carnes,
que por causa de utilidad común se agra- producen leche, y hasta su piel se presta
ve el castigo, para desviar á los hombres á diversos usos ; y por lo tanto se devol-
de semejantes pecados según lo dicho vían cinco por cada uno. L a oveja tam-
(poco h a ) ; 2.° cuando alguno pecó por bién proporciona cuatro ventajas; pues
ignorancia, y no obstante se le reputaba se inmola, sirve de alimento, da leche y
reo de algún modo por su negligencia en suministra su lana. A l hijo contumaz no
aprender; mas no se le castigaba por los se le quitaba la vida porque comía y be-
jueces, sino que espiaba el pecado por el bía, sino por su contumacia y rebelión, la
sacrificio, según lo que se dice (Levit. 4, que siempre era castigada de muerte, se-
27), el alma que pecare por ignorancia... gún queda dicho : y el que cogía leña en
ofrecerá una cabra sin mancha; pero sábado fue apedreado como violador de
esto debe entenderse de la ignorancia la ley, que mandaba observar el sábado
del hecho y no de la del precepto divino, en conmemoración de la fe de la crea-
que todos estaban obligados á saber ; 3.° ción ( 3 ) del mundo, según se ha dicho
cuando alguno pecaba por soberbia, esto ( C . 100, a. 5, y espec. al 2.°); de manera
e s , con segura elección y malicia cierta ; que fue muerto como infiel.
y entonces era castigado según la canti-
A l 10.° que la ley antigua impuso la
dad del d e l i t o ; 4.° cuando pecaba por
pena de muerte por los crímenes más
protervia y pertinacia, y en este caso
graves, es decir, en los que se peca con-
como rebelde y destructor del orden de
tra Dios, como por el homicidio, el secues-
la l e y debía ser muerto sin remedio. Se-
tro de personas , la irreverencia á los pa-
gún esto pues debe decirse que en la pe-
dres, el'adulterio y los incestos : mas en
na del hurto se consideraba según la l e y
el hurto de otras cosas aplicó la pena de
lo que podía suceder frecuentemente ; y
indemnización (damni); en las heridas y
así por el hurto de cosas, que fácilmente
mutilaciones la pena del t a l i o n , como
podían ser preservadas de ladrones, no
también al pecado de falso testimonio y
devolvía el ladrón sino el duplo : mas,
otras culpas menores asignó la pena de
como las ovejas no son fáciles de guardar
azotes ó de ignominia. Estableció la pena
de los ladrones, porque se apacientan en
de servidumbre en dos casos : 1.° cuando
los campos, y por lo mismo frecuente-
en el año sétimo del perdón el que era
mente acontecía el robo de ellas ; por
siervo no quería usar del beneficio de la
esta razón la l e y impuso mayor pena, la
ley recobrando su libertad, pues se le
de restituir cuatro ovejas por cada una
imponía como castigo que permaneciese
(de las robadas). A s í también se guar-
siervo para siempre; 2.°, se imponía tam-
dan más difícilmente los b u e y e s , porque
bién esta pena al ladrón, cuando no tenía
se hallan también en los c a m p o s , y no
con qué restituir, como consta ( E x . 22).
pastan reunidos como las ovejas; razón
L a ley no estableció en absoluto la pena
(1J El pecado en tal caso es meramente material, y no Estrabon, que la antigua no consignaba.
formal; es decir, pecado en el concepto de malo solo física- (3) Novilalís , es decir, en memoria de aquel primer sábado
mente sin imputabilidad moral ni reato alguno de culpa ni ó sétimo dia de la creación , en que Dios descansó de su obra
de pena, según lo ya repetidas veces manifestado y con es- según lo dicho en la 1." Parte (C. 73, a. 2), y cuando comen-
pecialidad en la nota 1 de la página 528. zaba como nuevo el mundo á existir regido por la divina Pro-
(2) La moderna impresa cita esplícltamente el nombre de videncia.
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O S II Y III. 749
d e d e s t i e r r o , p o r q u e s o l o e n a q u e l p u e b l o l a b a l at e r n e r a q u e d a b a i n c u l t o :yp o rl o
se reverenciaba al verdadero Dios, mien- tanto, para evitar ambos perjuicios, los
tras que todos los demás pueblos estaban hombres de la ciudad fácilmente denun-
corrompidos por la idolatría; por lo que, ciarían al homicida, si lo conocían; y era
si alguno bubiera sido escluido totalmente raro que no hubiese habido acerca de esto
de aquel pueblo, se le daría ocasión de algunas palabras ó reveládose algunos
i d o l a t r í a , y a s í ( i R e g . 26, 1 9 ) s i e n d d i c i i q c s . e O t a m b i é n esto se hacía para
q u e D a v i d d i j o á S a ú l : malditos i n f u n d i r son... el terror y en detestación del
los que me han arrojado hoy , para que h o m i c i d i o : p u e s p o r l a m u e r t e d e l a b e -
no habite en la heredad del Señor , di- c e r r a , q u e e s a n i m a l ú t i l y l l e n o d e f u e r z a ,
ciendo , anda, sirve á dioses ajenos : h a - p r i n c i p a l m e n t e antes q u e t r a b a j e b
bía no obstante algún destierro particu- yugo, se significaba que cualquiera que
l a r ; p o r q u e s e d i c e ( D e u t . 19) q u f e u e el s e e l a u t o r d e l h o m i c i d i o , aun c u a n
que había herido ásu prójimo sin inten- f u e s e ú t i lyf u e r t e,d e b í as e r m u e r t o, y
c i ó n y s e p r o b a b a q u e n i n g ú n odio h a b c í o na m u e r t e c r u e l , s i g n i f i c a d a p o r e l h e -
tenido contra él, acogíase áuna de las c h od e h e r i r l e e n l a c e r v i z;y q u ec o m o
ciudades de refugio, y allí permanecía vil yabyecto debía ser escluido del con-
hasta la muerte del sumo sacerdote, des- sorcio de los hombres, lo cual se daba á
pués de la cual le era permitido volver á entender dejando la becerra ya muerta
s u c a s a ; p o r q u e c o n m o t i v o d e u ne n a u p n é l u r g a - r á s p e r o é i n c u l t o , h a s t a q u e s e
d i d a u n i v e r s a l d e l p u e b l o l o s odios p u d r i ed s e l. o M í s s t i c a m e n t e e s r e p r e s e n t a d a
particulares solían aplacarse, y así los l a c a r n e d e C r i s t o p o r e s t a b e c e r r a d e l a
p a r i e n t e s d e l d i f u n t o n o _ s v ea c i a dn a c, lq u i e n n o a l b l e a v ó n e l y u g o , p o r q u e n o
tanto á matarle. cometió pecado, ni roturó la tierra con
A l 11.° q u e s e o r d e n a b a l a m u e r t e e l d a er a d o , e s d e c i r , q u e n o c o n t r a j o man-
los animales, no por alguna culpa de los c h a d e s e d i c i ó n : y e l h a c e r l a m o r i r e n
mismos, sino en castigo de los dueños, u n v a l l e i n c u l t o s i g n i f i c a b a l a m u e r t e ig-
que no habían estorbado ádichos anima- n o m i n i o s ad e C r i s t o,p o rl ac u a l s e l i m -
l e s t a l e s d a ñ o s ; p o r l o q u e s e c a s tp i i a n g a t o b d o a s l o s p e c a d o s ) y s e demuestra
más al dueño, si el buey había dado en q u e e l d i a b l o e s e l a u t o r d e l h o micidio.
embestir desde el dia anterior y prece-
dentes, en cuyo caso podía proveerse al ARTÍCULO I I I . — ¿ i o s preceptosjudi.
p e l i g r o , q u e c u a n d o d e i m p r o v i s o a c o m e - cíales fueron convenientemente establecidos
tía con las astas. O ya también e r a n con respecto á los estranjeros ?
muertos en detestación del pecado, y
para que su vista no infundiese algún l.° Parece que los preceptos judiciales
horror álos hombres. relativos álos estraños no fueron conve-
A l 12.° q u e l a r a z ó n l i t e r a l d e e s t e np r i e e - n t e m e n t e e s t a b l e c i d o s : p
c e p t o , c o m o d i c e e l R a b i n o M o Si sa é n sP ( eD du rx o ( A c t . 1 0 , 3 4 ) , verdadera-
e r r a n t . 1. 3 , c . 4 1 ) , f u e p o r q umente e f r reconozco e c u e que n t Dios e - no es acepta-
mente el matador pertenece ála c i u d a d dor de personas; mas ( v . 3 5 ) en cual-
m á s p r ó x i m a : y a s í e s q u e l a m u e r t e d e l a quiera gente, que teme á Dios y obra
t e r n e r a s e h a c í a p a r a e s p l o r a r e l h o m i c i - justicia, se agrada ( 1 ) . E s a s í q u e l o s
d i o o c u l t o ; á l o c u a l c o n c u r r í a n t r e s q uc e i rs o - n a c e p t o s á D i o s n o d e b e n s e r e s -
c u n s t a n c i a s : 1 . q u e l o c l su i md o s á d e s s au I ng l e c s i ia . La u e ng o o si n c o n v e n i e n -
a
c i t a d o s j u r a b a n n o h a b e r o m i t i d o d i l i g e n - t e m e n t e s e m a n d a ( D e u t . 23,3) q
c i a a l g u n a e n l a c u s t o d i a d e l o s c a m i n o s ; amonitas y moabitas no entrarán jamás
2. q u e , p o r c u a n t o a q u e l , á q u i e n p e r t ene - la Iglesia del Señor aun después de
a
n e c í a l a b e c e r r a , e r a p e r j u d i c a d o c o n l a la décima generación ; y p o r e l c o n t r a r i o
muerte de este animal; si el h o m i c i d a r e s p e c t o d e c i e r t a s naciones ( i b
fuese descubierto, no se diese muerte a l p r e c e p t ú a , no tengas en abominación al
a n i m a l ; 3 . q u e e l l u g a r d o n d e s e i n iduméo,porque
a
m o - es hermano tuyo; ni al
(1) Palabras proferidas por el Príncipe de los apóstoles con vina con la orden de instruirle aunque gentil, cuando aún
ocasión de instruir en la fe al centurión, que lo había llamado no habían comenzado los apóstoles á predicar el Evangelio á
con tal objeto, á la vez que él mismo recibiera inspiración di- los gentiles.
750 CUESTIÓN CV. -—ARTÍCULO III.
siervo á su señor y el hijo al padre. Pero, la sierva, con quien el dueño se casase.
para averiguar la injuria del siervo á su Dispuso también especialmente acerca de
señor ó del hijo á su padre no se institu- los siervos que eran del pueblo que salie-
y ó en la ley sacrificio alguno. L u e g o pa- sen libres al sétimo año con cuanto ha-
rece supérfluo instituir el sacrificio de ze- bían aportado, como consta ( E x . 21), y
lotipia, para averiguar el adulterio de la ademas ( D e u t . 15) que se les dé lo ne-
mujer ( Ñ u m . 5). P o r consiguiente los cesario para el viaje. Acerca de las mu-
preceptos judiciales acerca de las perso- j e r e s , prescríbese en la ley en cuanto al
nas de la familia parecen haber sido dic- casamiento que se casen con las mujeres
tados de un modo inconveniente. de su tribu, como se espresa ( N u m . 3 6 ) ,
Por el contrario, dícese ( P s . 18, 10): y esto para que no se confundan las suer-
los juicios del Señor verdaderos ¡justifi- tes de las tribus, y que el hermano del
cados en sí mismos. que muere sin hijos se case con la viuda
Conclusión. La antigua ley dictó pre- ( D e u t . 25), con el fin de que el que no
ceptos judiciales muy convenientes para ha podido tener sucesores según el origen
la buena organización de la familia bajo de la carne, los tenga siquiera por cierta
el triple aspecto de las relaciones domés- adopción ; y así no se borre por comple-
ticas entre señor y siervo, marido y es- to la memoria del difunto : y prohibió
posa y padres é hijos. también unirse en matrimonio á ciertas
Responderemos, que la relación de las' personas, como á las estranjeras por el
personas de la familia entre sí, como se peligro de seducción, y á las consanguí-
dice (Polit. 1. 1, c. 1 ) , se funda en los neas por la reverencia natural que les es
hechos cuotidianos, que tienen por ob- debida. Determinó asimismo cómo debían
jeto las necesidades de la vida ; y la ser tratadas las mujeres ya casadas, qué
vida del hombre se conserva de dos ma- no se las infamase lijeramente, por lo que
neras : 1. por relación al individuo , es
a se manda castigar á quien falsamente i m -
decir, según que el hombre vive en el puta á su mujer algún crimen, como se ve
mismo numéricamente ; y para la con- ( D e u t . 22 ) ; y también que por causa del
servación de la tal vida (1) halla el hom- odio de la mujer el hijo no esperimentase
bre el recurso en los bienes esteriores, perjuicio ( Deut. 21); ni afligiese á la mu-
por medio de los cuales se proporciona el jer por odio, sino que antes bien la repu-
alimento, el vestido y demás necesario á diara dándola un libelo escrito, según se
la vida, para cuya administración nece- lee (Deut. 24) : y aun, para que desde el
sita de siervos ; 2. la vida se conserva
a principio sea más íntimo el amor entre
según la especie por medio de la gene- los c ó n y u g e s , se manda que al recien
ración, para la cual necesita de la mujer, casado no se le imponga carga alguna
de quien engendre al hijo. A s í pues en de pública necesidad, para que libremen-
la vida común doméstica hay tres combi- te pueda congratularse con su esposa.
naciones: del señor con el siervo, del Respecto de los hijos dispone que los pa-
marido con la mujer y del padre con el dres los eduquen é instruyan en la fe,
hijo ; y en cuanto á todas tres la ley an- por lo cual se dice ( E x . 12, 2 6 ) , cuan-
tigua dictó preceptos convenientes. E n do os pregunten vuestros hijos: ¿qué re-
efecto : en cuanto á los siervos ordenó ligión es esta? les responderéis : es la
que se les tratara con consideración, y a en víctima del pan del Señor; y que ademas
lo concerniente á los servicios, que no se formen en ellos las buenas costumbres, y
les molestase con inmoderados trabajos, así ( D e u t . 2 1 , 2 0 ) los padres deben
según se lee ( D e u t . 5, 14) que el Señor decir : desprecia oir nuestras amonesta-
mandó que en el dia del sábado descan- ciones, pasa la vida en glotonerías, y
sasen el siervo y la sierva, como también en disoluciones y convites.
tú; y a en orden á la imposición de casti-
g o s , pues impuso á los mutiladores de A l argumento 1.° diremos q u e , como
sus siervos que les diesen la libertad, los hijos de Israel habían sido librados de
como consta ( E x . 2 1 ) ; é igualmente á la esclavitud y constituidos por esto en la
divina servidumbre, no quiso el Señor
que fuesen perpetuamente siervos, por lo
(1) Individual, ó conservación del individuo. que se dice ( L e v . 2 5 , 39) : si tu herma-
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO I I . 48
754 CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O IV.
de la mujer, no porque fuese justo en ab- que el ojo del adúltero está acechando la
soluto ( 1 ) , sino por causa de la dureza oscuridad, como se dice ( J o b . 2 4 , 15 ).
de los judíos, como dice el Señor ( M a t t b . N o hay empero semejanza de razón del
1 9 ) ; mas de esto se tratará oportuna- hijo al padre, ó del hijo al Señor; porque
mente y con más amplitud, cuando hable- tal infidelidad no procede de semejante
mos sobre el matrimonio ( 2 ) . ' deseo de la delectación, sino más bien de
A l 9.° que las mujeres quebrantan la la malicia, que no puede ocultarse como
fe del matrimonio por el adulterio y con la infidelidad de la mujer adúltera.
facilidad por su deleite y con reserva, por-
CUESTIÓN CYL.
Pasando á examinar á continuación la ley del Evangelio, que se denomina ley nueva, trataremos 1."
de d i c h a ley en sí m i s m a ; 2." de su comparación con la ley a n t i g u a ; 3.° de las cosas que se contienen
en la ley nueva. Acerca de lo 1.° investigaremos cuatro p u n t o s : l.° Cómo e s ? es decir, h a sido escrita
ó inspirada? — 2." Su virtud justifica? — 3." En cuanto á su principio, debió d a r s e d e s d e el principio
del mundo ? — 4.° Respecto de su t é r m i n o , d u r a r á hasta el fin, ó deberá sucedería otra ley?
(O Como pretendían los. escribas y fariseos, á quienes re- {2J Véase la C. 67 del Suplemento á la 3. Parte, donde
a
convenía Jesucristo de interpretar como prescripcionesjustas efectivamente se suple lo que el Santo no pudo concluir pre-
de la ley ciertas simples permisiones ó connivencias con la venido por la muerte, tomándolo de sus Comentarios á las
debilidad de los judíos en general, cuales eran las de tolerar- Sentencias. t
les dar libelo de repudio á sus mujeres y percibir usuras de (3} Dícese empero en otra parte que no tienen ley, por cuanto
los estranjeros, según más claramente se espone en la C. IOS, no les fuera dictada por escrito, como á los judíos se dio la de
a. 3, al 2.» Moisés.
756 CUESTIÓN C V I . — A R T Í C U L O S I Y II.
ce ser aquello que en ella es lo más predo- positiva, ya como ordenativa al uso de
minante», como dice Aristóteles (Ethic. esta gracia; como dispositiva en cuanto
1. 9, c. 4 ) ; y lo más importante en la ley al entendimiento por la fe, por la cual se
del nuevo Testamento, y en lo que con- da la gracia del Espíritu Santo, se con-
siste toda su virtud es la gracia del Es- tienen en el Evangelio las cosas que per-
píritu Santo, que se da por la fe de Cristo; tenecen á la manifestación de la divinidad
por cuya razón principalmente la ley ó la humanidad de Cristo; pero relativa-
nueva es la misma gracia del Espíritu mente al afecto las que pertenecen al
Santo, que se da á los fieles de Cristo: desprecio del mundo, por el cual se hace
lo cual manifiestamente consta por el el hombre capaz de la gracia del Espí-
Apóstol, quien (Rom. 3 , 2 7 ) dice: ritu Santo: porque el mundo, esto es,
¿Dónde está pues el motivo de tu gloria? los amadores del mundo no pueden re-
escluida está. ¿Por qué ley? de las obras? cibir al Espíritu Santo, como consta
no; sino por la ley de la fe; porque llama (Joann. 14). El uso de la gracia espiri-
ley á la misma gracia de la fe; y más es- tual consiste en las obras de las virtudes,
presamente (Rom. 8 , 2) se dice : la ley á las que exhorta á los hombres en mul-
del espíritu de vida en Jesucristo me li- titud de pasajes la Escritura del nuevo
bró de la ley del pecado y de la muerte. Testamento.
Conforme á esto dice San Agustín (lib. Al 2.° que usa cosa es infundida al
De spiritu et littera, c. 17 y 2 6 ) que, hombre de dos modos : 1.° como pertene-
& así como la ley de las obras fue escrita ciente á la naturaleza humana, y así la
» en tablas de piedra, igualmente la ley ley natural es ley infusa en el hombre (2);
» de la fe se escribió en los corazones de 2." como sobreañadida á la naturaleza por
» los fieles », y en otro lugar (ibid. c. 21): don de gracia , y de esta manera la ley
» cuáles son las leyes de Dios escritas nueva está infusa en el hombre ( 3 ) , no
» por el mismo Dios en los corazones, solo indicando lo que debe hacer, sino
» sino la presencia misma del Espíritu ayudando también á cumplirlo (4).
» Santo?» La ley nueva contiene no obs-
tante ciertas cosas como dispositivas á Al 3.° que nadie tuvo jamás la gracia
la gracia del Espíritu Santo y pertene-
del Espíritu Santo, sino por la fe de
cientes al uso de esta gracia, que son
Cristo esplícita ó implícita; y por la fe
como secundarias en la nueva ley, acerca
de Cristo pertenece el hombre al nuevo
de las cuales convino fuesen instruidos Testamento: por consiguiente todos aque-
los fieles de Cristo por la palabra y por llos, á quienes fue infundida la ley de gra-
la escritura, tanto sobre lo que deben cia, pertenecían por esto al nuevo Tes-
creer como acerca de lo que debe ha- tamento.
cerse. Por cuya razón debe decirse que
la ley nueva es principalmente ley in- ARTÍCULO II. — i a ley n u e v a j u s t i -
fusa ( 1 ) y secundariamente es ley es- H c a ? (o)
crita.
1.° Parece que la ley nueva no justi-
Al argumento 1.° diremos , que en la fica : porque nadie es justificado, si no
Escritura del Evangelio no se contienen obedece á la ley de Dios, según aquello
sino aquellas cosas que pertenecen á la (Hebr. 5 , 9 ) , f u e hecho (Cristo) autor
gracia del Espíritu Santo, ya como dis- de la salud eterna para todos los que le
(1) Aunque de diverso modo que la ley natural, según se por inspiración estraordinaria están ya en vías de ser de
esplicafal 2.°). hecho inscritos en el gremio de los fieles y pertenecen á la
(2) En todo hombre sin escepcion de los gentiles, como d o - Iglesia, á lo menos en el afecto y espíritu por su disposición
tados de la luz de la razón natural, por la que todos conoce- á ingresar en su seno.
mos los principios eternos de la ley natural, como el deber de (4) Es dogma de fe declarado espresamente por el concilio
obrar siempre bien y evitarlo moralmente malo. de Milevi ( can. 5 ) , que anatematiza á quien dijere que « la
(3) Ilustrado por la fe ó convertido á ella , por la cual no a gracia de Dios , con la que somos justificados por nuestro
solo conoce perfectamente sus deberes aun como cristiano ó » señor Jesucristo, solo sirve para la remisión de los pecados
discípulo y seguidor de Cristo, sino que recibe auxilios sobre- n ya cometidos, y no ademas de preservativo para no incurrir
naturales de gracia para comenzar á cumplirlos y obtener por » en ellos » .
su constante fidelidad á la ley evangélica su eterna salvación (5) La respuesta no puede menos de ser afirmativa en el 1.°
cooperando á esa misma gracia , como esplica también San y principal concepto de la nueva ley consignado en la Conclu-
Agustín (De splr. el lia. c. 26); por lo que en este 2.° concepto sión del precedente a. 1.°; pero negativa en el 2. , como se
u
se concreta á los cristianos y á los que por la predicación ó hace constar en el 2.° miembro de la del presente.
CUESTIÓN CVI. ARTÍCULO ií. 751
(i) Débese tener en cuenta,acerca de esto que según la gracia habitual justifica formalmente , mas la actual lo hace
doctrina católica unánimemente enseñada por los Doctores la efectivamente.
758 CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULO I I I .
P o r e l c o n t r a r i o , dice el A p ó s t o l
nueva l e y de gracia; por lo cual convino
( i Cor. 2 5 , 4 6 ) : no antes lo que es es-
que se abandonase al hombre á sí mismo
piritual, sino lo que es animal ( 2 ) . E s
en el estado de la l e y antigua, para que,
así que la l e y nueva es eminentemente
cayendo en el pecado, reconociese s u d e -
espiritual. L u e g o la l e y nueva no debió
bilidad y consiguiente necesidad de la
ser dada al principio del mundo.
g r a c i a ; y también esta razón señala el
Conclusión. La nueva ley, como ley Apóstol (Rom. 5 , 2 0 ) diciendo: sobrevino
de gracia que es y aun más bien la gra- la ley, para que abundase el pecado; mas,
cia misma del Espíritu Santo, no debió cuando abundó, el pecado sobrepujó la
darse al principio del mundo, ni hasta gracia (3).
tanto que la- redención consumada por
(1) Así se lee tanto en la SUMA misma manuscrita como en puede no obstante aducirse muy bien aquí al actual, intento
todos los códices antiguos y modernos de la Sagrada Biblia, en sentido analógico, tomando como regla ó principio general
inclusos los griegos, y el mismo Santo Tomás comenta esa pa- que en todos los seres lo que hay en ellos de espiritual tiene
labra gloria-, interpretándola por a justificación que cede en y se concibe concierta posterioridad aun cronológica (según
» gloria de Dios » . Esto prueba la sinrazón, con que en algu- hace notar el P. Kicolai), cual sucede ( nos permitimos aña-
nas ediciones impresas (entre ellas la aúrea) ha sido suplan- dir por vía de ejemplo el más accesible y exacto) respecto del
tada por g r a l i a , queriendo ó pensando sin duda dar así á la hombre , cuyo cuerpo en sentir común de todos los embrió-
frase bíblica*mayor claridad ó verosimilitud ; sustitución ca- logos y fisiólogos como de teólogos y filósofos preexiste por
lificada por Kicolai de ociosa, y bien pudiera tildarse de t e - más ó menos tiempo al alma según la diversidad de opinio-
meraria ó al menos irreflexiva. nes concretas en esta materia.
(2) Aunque dice esto á otro propósito bien distinto en cor. (3) Acerca del tiempo , en que empezó á ser obligatoria la
roboración de la resurrección universal, por la que los cuer- ley de gracia ó evangélica, hay la misma diversidad de opi-
los animales se harán como espirituales, ya en virtud de las niones mencionadas en la nota 1 de la página 732 con res-
dotes gloriosas de los predestinados á la gloria, ya en general pecto á la cesación ó definitiva derogación de la antigua ó de
por la exención de las miserias y vicisitudes propias de su es- Moisés; si bien parece lo más verosímil haber comenzado con
pado en la vida presente con todas sus funciones animales; su solemne promulgación en el dia de Pentecostés, i loméno»
CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULOS III Y IV. 759
(distinguen algunos con justa razón ) en cuanto á los que en- C. 112, a. 3 , al 2.°, para la más acertada y fácil interpreta-
tonces se hallasen en Jerusalen, prorogándose para los ausen- ción del sentido, en que debe entenderse este pasaje.
tes (fuesen judíos ó gentiles) por el plazo suficiente y nece- (2) Véase en la C. PS y su a. 4 la solución al 2.
D
sario para su respectiva promulgación; al modo que en Espa- (3) Los herejes llamados flagelantes decían que « el Evan-
ña, por ejemplo, se fija para los habitantes de las colonias ul- » gelio había cesado desde la aparición de su secta»; Juan
tramarinas y distantes de la metrópoli un intervalo bastante de Parma (condenado como hereje por Alejandro IV) que « el
•para que las leyes lleguen á conocimiento de los respectivos Evangelio de Cristo no es el Evangelio del reino,» « que des-
moradores, atendidos los medios de comunicación y de trans- » pues de él sucederá otro nuevo» y que « al advenimiento
porte utilizables según las épocas y circunstancias ; asi que » del Evangelio del Espíritu Santo dejará de ser ley ó que-
hoy con los recursos de celeridad en las comunicaciones su- » dará abolido el de Cristo »; y Almario (condenado asimismo
ministrados por la electricidad y el vapor es mucho más redu- por el Concilio general de Letran bajo el pontificado de Ino-
cido el tiempo necesario para constituirlas en justo vigor en cencio III) que « la nueva ley solo estuvo vigente hasta la
todos los ámbitos de nuestros dominios y posesiones, que lo » época del mismo Almario, en la que terminaron el bautismo,
era hace uno ó dos siglos. » la penitencia y todos los demás sacramentos é instituciones
(1) Implícitamente; pero en términos espresos se halla en » de dicha ley evangélica». Contra todos estos errores y se-
su epístola 127 ó 107 antigua, como también en su libro De mejantes siéntase aquí la inconcusa doctrina consignada en
dono (ó bono) perscveranlla:, c. 8 , Puede consultarse ademas la la Conclusión.
760 CUESTIÓN CVI. ARTÍCULO IV.
(1) No se halla tal en el libro citado en el testo, pero sí en Como imperfecta, proclamándose él mismo como el verdadero
el titulado Be haresUm (her. 26 y 46). Paracleto, encargado de promulgar en sustitución de aquella
(2) Manes y sus sectarios los Maniquéos apenas hicieron otra más perfecta: error posteriormente reproducido poí*
otra cosa en este punto que reproducir la ridicula cuanto im- muchos otros herejes, y entre ellos los mencionados en 1»
pía pretensión de Montano, que en el siglo n de la era cris- nota 905.
tiana dogmatizaba que la ley de Cristo habia caducado ya
CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULO ÍV.
toca á vosotros saber los tiempos ó los to no es el E vangelio del reino. Mas la
momentos, que puso el Padre en su propio predicación del E vangelio de Cristo pue
poder. d e e n t e n d e r s e d e d o s m o d o s : 1.° e n
A l 3.° q u e l a l e y a n t i g u a n o s o l a mc u ae n t n o t áe l a p r o p a g a c i ó n del conocimietito
fue del Padre, sino también del Hijo; de Cristo, yasí fue predicado el Evan
porq ue Cristo era figurado en la ley an gelio en todo el orbe aun en tiempo de
t i g u a , p o r l o q u e d i c e e l S e ñ o r ( J o a n nl o . s 5,A p ó s t o l e s , c o m o d i c e e l Crisóstomo
46) : si creyeseis á Moisés, también qui ( Н о т . 76, i n M a t t h . ) , y s e g ú n l o q u e s e
zá me creerías á mí; pues él escribió de a ñ a d e , y entonces será la consumación,
mí. I g u a l m e n t e t a m b i é n l a l e s y e n e un t ei e vn d ae n e os t o d e l a d e s t r u c c i ó n d e J e
solo es de Cristo, sino también del E spí rusalen, de la cual entonces hablaba á la
r i t u S a n t o , s e g ú n a q u e l l l e o t ( r R a o; 2.° m . p8, u2),e d e e n t e n d e r s e l a
ley del espíritu de vida en Jesucristo. c i ó n d e l E v a n g e l i o en todo el orbe con
Luego no debe ser esperada otra ley, que pleno efecto,esto es, que en cada nación
sea del E spíritu Santo. se funde la Iglesia; y en este sentido,
A l 4.° q u e , h a b i e n d o d i c h o C r ci o s m o t o d d i c e e s S a n A g u s t í n ( E p i s t . a d H e
d e l u e g o a l p r i n c i p i o d e l a p r e d i c a c i ó n s y c h . 197 ó 78 á n t i g . ) , « t o d a v í a n o h a
e v a n g é l i c a ( M a t t h » .s i 3, d o 2p r) e, d sei c a had o eaproxi
l Evangelio en todo el
mado el reino de los cielos, e s a l t a m e n t e » m u n d o » , s i n o q u e verificado esto ven
i n s e n s a t o d e c i r q u e e l e v a n g e l i o d e C r i s d r á e l fin d e l m u n d o .
CUESTIÓN CYII.
Comparación de la ley nueva con la antigua d).
Articulo 1." La ley nueva es distinta de la ley antigua ? — 2.° La ley nueva completa la antigua ? —
3.° Se contiene la nueva en la antigua ? — 4.° Cuál es mas onerosa, la ley nueva ó la antigua ?
(1) Entiéndese aquí por ley antigua precisa y estricta- hijos ( v v . 28 al 3 2 ) , de los que el uno dijo rotundamente no
mente la escrita por Moisés con esclusion de la de los tiempos quiero ir á trabajar en la viña, pero arrepentido de su insolen-
patriarcales remontándose hasta Adán, que no era otra en lo cia fue ('el cual puede muy bien representar á los gentiles
esencial sino la misma ley natural grabada en los corazones convertidos de sus abominaciones al cristianismo ) , y el otro
de todos los hombres, y cuyos principios fundamentales son dijo voy, mas no fue ( símbolo quizá del fementido pueblo he-
permanentes é irrevocables; por cuya razón no se comparan breo) : si no es que, como sospecha el mismo Nicolai, se hayan
con ellos los preceptos de la llamada propiamente ley antigua trocado los guarismos del capítulo, poniendo 21 en vez de 12,
ó del viejo Testamento, muchos de los cuales fueron con gran en cuyo caso la alusión sería al versículo 40 de este, en el que
ventaja reemplazados por otros de la ley nueva; los que por dice Cristo que estaría en el sepulcro ( conto-Jonds en el vientre
lo mismo tampoco se incluyen en la comparación con los pri- del cetáceo) tres dias con tres noches, simbolizándose aquí las tres
mitivos , concretada únicamente á los de ambas leyes escritas épocas anterior, simultánea y posterior á la ley ; lo cual no
mosaica y evangélica. parece tan verosímil ni oportuno, ni por otra parte tiene otro
(2) Refiriéndose acaso á la interpretación de algunos Pa- fundamento que el poco sólido de no aparecer citado el c. 21
dres y espositores , que entienden designadas por las turbas en los ejemplares impresos de la moderna Glosa, como se ha-
que precedían al Salvador á su solemne entrada en Jerusalen llaba en la antigua manuscrita, lo que ocasionó el cambio de
(ilatth. 21, 9) los judíos bajo la ley de Moisés, y por ios que le cifras (12 por 21) en algunas ediciones modernas, cual se ve
seguían los cristianos sometidos á la evangélica, según observa en efecto en la áurea romana entre otras.
el P. Piicolai; ó tal vez (añadimos por nuestra parle) á los dos {3 )l.a Vulgata dice amarás d tu amigo,..
CUESTIÓN C V I I . — A R T Í C U L O í. 163
(1) Cualesquiera en general. por Moisés y la nueva por Cristo; 2. aquella prometía bienes
a
(2) Es bien claro que con estas dos palabras contrapuestas corporales y temporales y esta los promete principalmente es-
se designan respectivamente los judíos y los gentiles. pirituales y eternos; 3. la primera no tenía en sí la virtud
a
(3) M. Drioux anota aquí tres diferencias las mas caracte- de justificar, que esta tiene de suyo en el sentido espuesto en
rísticas entre una y otra ley : 1." la antigua fue promulgada el a, 2 déla C, 106.
164 CUESTIÓN CVIÍ. — ARTÍCULOS I Y II.
la ley, sino á darla cumplimiento; y l u e - ley antigua Cristo los cumplió con sus
g o a ñ a d e ( v . 18) q u e no pasará obras
de la yley
doctrina : c o nl a s o b r a s , p o
ni un punto ni una tilde, sin que todo sea quiso ser circuncidado, y observar otea s
cumplido. q u e d e b í a n o b s e r v a r s e e n a q u e l t i e m p o ,
Conclusión. La nueva ley completa y s e g ú n a q u e l l o ( G a l a t . 4,4
cumple la antigua [ 1 ] supliendo lo que bajo la ley; y c o n s u d o c t r i n a c o m p l
á esta faltaba ; ya en cuanto á su fin [2] l o sp r e c e p t o sd e l al e yd e t r e sm o d o s : 1.°
justificando por virtud de la pasión de esplicando el verdadero sentido de la ley,
Cristo; ya en sus preceptos [3] cumplién- como es notorio respecto del homicidio y
dolos el mismo Cristo con la obra, y con el adulterio, en cuya prohibición enten-
la doctrina \.° interpretándolos recta- dían los escribas y fariseos prohibido
mente, 2.° enseñando el mejor medio de únicamente al acto esterior, en lo que el
observarlos y 3.° añadiendo ciertos con- Señor restableció la ley manifestando
sejos de perfección. que los actos interioresde los pecados se
Responderemos, q u e s e g ú n l o d i cc oh mo p r e n d í a n t a m b i é n e n l a p r o h i b
( a . 1) l a l e y n u e v a e s c o m p a r a d a á l a a n - 2.° ordenando el modo más seguro de ob-
t i g u a c o m o l o p e r f e c t o á l o i m p e r f servar e c t o ;lo que la antigua ley había es-
y , p u e s t o d o l o p e r f e c t o c o m p l e t a l o q u e tablecido, c o m o p r e s c r i b í a q u e e l h o m
f a l t a á l o i m p e r f e c t o , s e g ú n e b sr e t no o la p ley erjurase, yesto se observa con
nueva completa la ley antigua, en cuanto m á s s e g u r i d a d a b s t e n i é n d o s e p o r c o m -
suple lo que faltaba á la ley antigua. E n p l e t o d e l j u r a m e n t o , s a l v o e l c a s o d e n e -
e s t a p u e d e n c o n s i d e r a r s e d c o es c s o i s d a as , d el ; 3.° c o m p l e t ó e l S e ñ o r l o
fin y l o s p r e c e p t o s c o n t e n i d o s e n l c ae pl t eo s y :d e l a l e y , a ñ a d i e n d o c i e r t o s c o n -
e l fin d e t o d a l e y e s q u e l o s h o m b r e s se sejos de perfección, como se ve (Matth.
h a g a n j u s t o s y v i r t u o s o s , c o m o s e h a d i - 19, 2 1 ) , d o n d e r e s p o n d i e n d o a l q u
c h o ( C . 9 2 , a . 2 ) , y a s í e l fin d e l a a n d - e c l a r a h a b e r o b s e r v a d o l o s p r e c e p t o s d e
t i g u a l e y e r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e l o s h o m - l a l e y a n t i g u a , d i c e : una cosa
b r e s , l a c u a l c i e r t a m e n t e n o p o d í a p r o - si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto
d u c i r l a l e y , s i n o q u e l a f i g u r a b a p o r tienes.
ciertas prácticas ceremoniales y la pro- A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e l a l e y
m e t í a p o r p a l a b r a s ; y e n c u a n t o á e s t n ou e v a n o a n u l a l a o b s e r v a n c i a d e l a a n -
la ley nueva cumple la ley antigua jus- t i g u a l e y s i n o e n c u a n t o á l o s preceptos
tificando por virtud de la pasión de Cris- c e r e m o n i a l e s , s e g ú n s e h a d i c h o ( C . 103,
to, c o m o d i c e e l A p ó s t o l ( R o m .a 8. ,33y) 4: ) : m a s e s t o s e r a n e nf i g u r ad e
lo que era imposible á la ley, enviando l o f u t u r o ; y por lo tanto, habiéndose
Dios á su Hijo en semejanza de carne de r e a l i z a d o p e r f e c t a m e n t e l a s c o s a s p o r e s -
pecado,... condenó al pecado en la carne, t o s p r e c e p t o s f i g u r a d a s , n o d e b e n s e r o b -
( v . 4 ) para que la justificación de la s e r v a d o s e n l o s u c e s i v o ; . p u e s , s i s e o b -
ley se cumpliese en nosotros: r e s p e c s t e o r v a s e n , s e s i g n i f i c a r í a a l g o c o m o
d e l o c u a l l a l e y n u e v a r e a l i z a l a s p r o - y n o r e a l i z a d o :c o m ot a m p o c o l a p r o -
mesas de la ley antigua según aquello m e s a d e u n f u t u r o d o n t i e n e y a l u g a r ,
(II C o r . 1 , 20 ) , cuanto son todas las u n a v e z c u m p l i d a p o r l a e n t r e g a d e l o
promesas de Dios, está en él, e s t o e sp r o, m ee t i nd o ; y en este concepto las ceremo-
C r i s t o ; y a d e m a s c o m p l e t a t a m n i b a si dé e n l la lo e y c e s a n , a l s e r y a c u m p l i d a s .
que la antigua ley figuraba, por lo cual
( C o l o s s . 2 , 17 ) s e d i c e d e l a s c e Ar l e 2.° m oq- u e , c o m o d i c e S a n A g u s t í n
n i a l e s q u e e r a n sombra de las cosas ( C o n t .ve-F a u s t u m , 1. 1 9 , c . 2 6 ) , « e
nideras ; mas el cuerpo de Cristo, e s d e - » p r e c e p t os del Señor no son contrarios
c i r , l a v e r d a d (1) p e r t e n e c e á C r i s t o , p o r » ál o s p r e c e p t o s de la ley antigua; por-
c u y a r a z ó n l a l e y n u e v a s e d i » c q eu e ley l o de que el Señor mandó de no repu-
verdad, y l a l e y a n t i g u a d e sombra» d i óa r á l a m u j e r no es contrario á lo
figura. E n c u a n t o á los preceptos » q
de la u e l a l e y p r e c e p t u ó , p u e s t o q u e n o dice
» l a l e y el que quisiere repudie la mujer,
(1) La realidad , ó más bien , la realización de lo simboli- Glosa de Haimon , tanto antigua como impresa , insinuando
zado por la sombra ó figura ; no verdad como contrapuesta á que K Cristo era el cuerpo dé aquella sombra ».
falsedad : interpretación clarisimamente formulada por la
766 CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULOS II Y III.
(1) No « el mismo San Mateo», como por una lamentable guno de los manuscritos góticos.
traslocácion dé las palabras in Evangelio Malla, y poniendo (2) Ilota eral in rola: la Vulgata empero pone qnasi sit rota in
Malla, in Evangelio hacen decir al Autor contra su ostensible medio rolm, n como si una rueda está en medio de otra «•
intención tanto la edición áurea como algunas otras y aun al-
CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 767
(l) Completum in incompleto, según acertadamente restaura más bien parece tomado de Víctor de Antioquia, según puede
la genuina redacción las ediciones de Douai, Ñapóles , la áu- verse en el tomo 1.° de la Nueva Biblioteca de los SS. PP.
rea y casi todas las posteriores á las de García y Nicolai; y no (3) Entiéndase en cuanto á su signilicacion , esto es , en el
completum in completo, cual se ve en la de Colonia : ni comple- sentido de que implícita y simbólicamente se hallaban conte-
mentum in complemento como en las antiguas romanas ; ni aun nidas en la ley antigua las prescripciones ó estatutos, que la
complcmentum in incompleto según el códice de Alcañiz : los nueva vino después á consignar y formular en términos es-
ejemplos subsiguientes bastan á justificar nuestra preferencia presos; no virtualmente y de modo que como por natural des-
á favor de la locución completum in incompleto , aun cuando no arrollo viniesen á transformarse los preceptos de la antigua
tuviese en su apoyo los autorizados testimonios de los dos ci- en los más perfectos.de la nueva ó evangélica.
tados comentaristas , cuya competencia y rectitud de criterio (í) Se le supone autor del libro incompleto sobre el Evan-
nadie desconoce. gelio de San Mateo, en cuya Homilía 10 se lee lo aducido en-
, (1) Nada de esto ni cosa parecida se encuentra en las obras el testo, añadiéndose que por lo mismo « en la retribución
del Crisóstomo , ni aun en las Homilías sobre el Evangelio de » son más parcos los primeros y más graves en la culpa », i»
San Marcos, que se le atribuyen sin fundamento suficiente: y remuneratione módica sunt priora, ei in peccato magna.
168 CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULO IV.
ceptos de la ley antigua tienen por obje- c. 17 y 19); y así de aquí no se deduce
to hacer más fácil el cumplimiento de lo que la ley nueva sea más pesada, sino
que la misma ley mandaba, como dice San antes que es más fácil.
Agustín (De Serm. Dom. in monte, 1. 1,
CUESTIÓN CYIII.
De lo contenido en la nueva ley.
(1) Lutero y Calvino y en general los novadores de las ya (2) « Mensaje fausto, anuncio feliz ó buena nueva», según
innumerables sectas protestantes casi en su completa genera- la significación adjudicada á esta voz por los escritores an-
lidad pretenden que bajo la nueva ley evangélica la fe sola tiguos griegos y latinos , tales como Homero (OAyss. 1. 2 ) ,
basta á justificar y aun para conseguir la eterna salvación, Aríslides,'Aristófanes é Isócrates entre los primeros, y Cice-
no siendo por consiguiente necesarias las buenas obras , que rón (1. 2 « Ático , y epist 5 ) ; é igualmente por los sagrados
algunos deellos lian llegado hasta á calificar de otros tantos (Válgala, n íleg. 4,10, de acuerdo con la versión de los Setenta)-
pecados , según ya antes de ahora dejamos anotado más de y eclesiásticos, como San Agustin f contra Fau.to, 1. 2, c. 2) y
una vez ; como asimismo que todos estos errores han sido re- el autor delaobra incompleta y poco há mencionada (nota 4,
petidas veces condenados por la Iglesia como heréticas impie- pág. 707) sobre San Mateo, atribuida á San Juan Crisóstoino.
dades y blasfemias, pero especial y terminantísimamente por Bien puede no obstante, entenderse por el premio mismo de
el Santo Concilio de Tiento (sess. 6, can 21). La doctrina de la bienaventuranza eterna, prometido en el Evangelio á los
este a. 1.° es una contundente refutación do tan monstruosos que fielmente lo observen, según también ha solido ser in-
absurdos, no menos en abierta pugna con la razón y el buen terpretado por los SS. PP. y Doctores; y también en el con-
sentido moral que con el dogma católico. cepto de código de la nueva ley instituida por Cristo.
SUMA TEOLÓGICA. — TOMO I I . 49
770 CUESTIÓN CVIII . — ' A R T Í C U L O I .
bir ciertas obras esteriores y mandar al- que me negare delante de los hombres, le
gunas otras. negaré yo también delante de mi Padre:
Conclusión. En la nueva ley se pres- otras empero no tienen esa necesaria
criben muy razonablemente [ 1 ] ciertas contrariedad ó conformidad con la fe
prácticas sacramentales, par a la comu- que obra por amor; y tales obras no son
nicación de la gracia ; y otros actos es- mandadas ó prohibidas en la l e y nueva
temos [ 2 ] , como la confesión de la fe, por institución primera de la ley, sino que
prohibiéndose negarla y el entregarse á el legislador (Cristo) las ha dejado á ca-
determinados vicios: dejándose á cada da uno, según que él debe tener cui-
cual el ejercicio ó abstención respectiva- dado de alguien; y así cada cual es li-
mente de otras obras [3],ew?/« imposición bre para determinar acerca de tales co-
6 prohibicio?i espresa no era necesario sas, qué es lo. que le conviene hacer ó
consignar. evitar, y cada jefe ordenar á sus subor-
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho dinados acerca de los mismos, qué es lo
( C . 106, a. 1 y 2 ) lo principal en la ley que debe hacerse ó evitarse en tales
nueva es la gracia del Espíritu Santo, (circunstancias) (1). H é aquí porqué
que se manifiesta en la fe obrando por el también en cuanto á esto la l e y del
amor ; gracia que los hombres consiguen Evangelio se dice ley de libertad; puesto
por el Hijo de D i o s hecho hombre, cuya que la l e y antigua determinaba muchas
humanidad llenó Dios de gracia, y de él cosas, y dejaba pocas á la libre determi-
se deriva á nosotros: por lo cual se dice nación de los hombres.
(Joann. 1, 14) el Verbo fue hecho carne; A l argumento 1.° diremos, que el reino
y después se añade lleno de gracia y de de Dios consiste principalmente en los
verdad; y más adelante (v. 16) de tu actos interiores ; pero por vía de conse-
plenitud hemos recibido nosotros todos y cuencia pertenecen también al reino de
gracia por gracia; concluyéndose de Dios todas aquellas cosas, sin las cuales
aquí que (v. 17) la gracia y la verdad no pueden existir los actos interiores ;
fue hecha por Jesucristo. P o r lo tanto v. gr. siendo el reino de D i o s la justicia
conviene que por algunas cosas esteriores interior y la paz y el gozo espiritual, ne-
sensibles se infunda en nosotros la gracia cesariamente todos los actos esteriores
que dimana del Verbo encarnado, y que que repugnan á la justicia ó á la paz ó al
según la gracia interior, por la que la gozo espiritual repugnan también al rei-
carne está sometida al espíritu, se pro- no de D i o s , por lo cual deben ser prohi-
duzcan ciertas obras sensibles. A s í pues bidos en el Evangelio del reino ; pero en
las obras" esteriores pueden pertenecer á los que son indiferentes respecto á estos
la gracia de dos modos : 1.° como estí- (bienes), como el comer estos á aquellos
mulos de algún modo á la gracia, y tales manjares, no se halla el reino de D i o s ,
son las obras de los sacramentos insti- por lo que el Apóstol dice : el reino de
tuidos en la nueva ley, como el bautismo, Dios no es comida y bebida.
la Eucaristía y otros semejantes; 2.°
A l 2.° que según el Filósofo (Met. 1. 1,
otras obras esteriores son producidas por
c. 2 ) «libre es el que es causa de sí mis-
el impulso de la gracia, en las que debe
m o » . Obra pues libremente el que obra
tenerse en cuenta cierta diferencia: por-
de sí m i s m o ; y « lo que el hombre obra
que unas tienen necesaria conveniencia ó
» según el hábito conveniente á su na-
contrariedad á la gracia interior, que
í t u r a l e z a , de sí mismo lo obra, puesto
consiste en la fe obrando por amor; y
» que el hábito inclina á obrar según la
estas obras esteriores son objeto de pre-
» naturaleza» : m a s , si el hábito fuese re-
ceptos ó prohibiciones en la ley nueva,
pugnante á la naturaleza, el hombre no
como la confesión de la fe está mandada,
obraría conforme á lo que él mismo es,
y prohibida su negación, pues se dice
sino según alguna corrupción que le so-
(Matth. 10, 32), á quien me confesaré
breviene. A s í pues, siendo la gracia del
delante de los hombres, le confesaré yo
Espíritu Santo como un hábito interior
también delante de mi Padre, ( v . 3 3 ) y al
infuso en nosotros ; nos inclina á obrar li-
bremente lo que conviene á la gracia, y
(1) Véase lo dicho en las notas 4 de la pág. H35, 5 en la pá-
gina 640 y 1 de la 047 , y sobre todo la nota l de la 772.
evitar las que la repugnan. Resulta de lo
CUESTIÓN CVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .
(1) No instituir el Sacramento de la Confirmación , que ya por él mismo mediante el ministerio de aquellos del poder de
de hecho dejaba personalmente instituido , sino la elicacia y conferirlo y con él la gracia adjunta á su digna administra-
efectos del mismo administrado según sus instrucciones mis- ción y recepción. No de otro modo puede interpretarse el sen-
mas por los Apóstoles y sus sucesores los obispos, investidos tido é intención del testo , como es bien fácil comprobarlo,
772 CUESTIÓN CVIII. ARTÍCULO I I .
fitu Santo, como igualmente por su ins- se conocen por el dictamen de la razón.
titución se lee que los Apóstoles sanaban A l 2.° q u e e n l o s S a c r a m e n t o s d e l a
á los enfermos ungiéndoles con aceite, nueva ley se da la gracia, que no pro-
c o m o c o n s t a ( M a r c . 6 ) , l o c u a l r v ei e sn e u s m i n e o d e C r i s t o , y p o r t a n t o convino
los Sacramentos de la nueva ley. El rec- que él mismo los instituyera; pero en las
to uso de la gracia se verifica por las cosas sagradas no se da gracia alguna,
o b r a s d e c a r i d a d ; l a s q u e c i v e . r g r t . a e n m l ea nc o tn s ae g r , a c i ó n del templo ó
s e g ú n q u e s o n d e n e c e s i d a d d e l a v i r t u d , del altar úotras semejantes, óaun en la
pertenecen álos preceptos morales, q u e m i s m a c e l e b r a c i ó n d el a s s o l e m n
se consignaban también en la ley anti- y así, en cuanto estas cosas en sí mis-
gua. Por consiguiente en cuanto á esto mas no pertenecen necesariamente á la
la ley nueva no debió añadir á la anti- gracia interior, el Señor dejó su institu-
g u a c o s a a l g u n a a c e r c a d e l o s a c t o s e s t e - c i ó n a l a r b i t r i o d e l o s f i e l e s( 1 ) .
riores.Mas la determinación de las pre- A l 3.° q u e e l S e ñ o r dio a q u e l l o s p r
d i c b a s o b r a s e n orden a l c u l t o d e c De p ti o os s á l o s a p ó s t o l e s , n o c o m o obser-
•pertenece á los preceptos ceremoniales v a n c i a s c e r e m o n i a l e s, s i n o c o
d e l a l e y , y s u o r d e n a l p r ó j i m o ál o s j u - c r i p c i o n e s m o r a l e s , y que pueden ser
d i c i a l e s , c o m o s e h a d i e c n h t o (e Cn .d 9 9i , ad . a 4 )s :d e d o s m o d o s : 1.° s
y a s í , p u e s t o q u e estas A g u s t í n ( D e c o n s e n s u E v a n g e l i s t a r u m ,
determinaciones
no son en sí necesarias ála gracia i n t e - 1 . 2, c . 3 0 ) n o s i e n d o p r e c e p t o s s i n
r i o r , e n l a c u a l c o n s i s t e l a l e y ; sc e i s ig o ún e e s ; s d e a d o q u e l e s c o n c e d i ó q u e p u -
que no caen bajo el precepto de la nueva diesen dedicarse al ministerio de la pre-
l e y , s i n o q u e se dejan al arbitrio d i c a c i ó n s del in bolsa ni báculo yotras cosas
hombre : unas en cuanto á los subditos, a n á l o g a s , c o m o a u t o r i z a d o s p a r a t o m a r
c o m o c o n c e r n i e n t e s á c a d a c d ue a a q l u indivi- ellos áquienes predicaban las co-
dualmente ; p e r o o t r a s , q u e p e sr a s t n ee c e ns a r e i a sc e án l áa v i d a , s e g ú n lo cual
l a u t i l i d a d c o m ú n , aá ñlosa superiores d e , porque tem- digno es el operario de su
porales ó espirituales. A s í p u e s la alimento; ley y n o p e c a , s i n o q u eo b r a d e
nuevano debió determinar ningunas obras supererogación, quien lleva consigo lo ne-
esternas, mandando ó prohibiendo, sino c e s a r i o p a r a v i v i r d e l o s u y o e n e l e j e r -
los Sacramentos y los preceptos morales, c i c i o d e l a p r e d i c a c i ó n , s i n r e c i b i r e s p e n -
que de suyo pertenecen á la esencia de sas de aquellos á quienes predica el
la virtud, tales como el de que no se debe E v a n g e l i o , c o m o l o h i z o S a n P a b l o ;
matar, no se debe hurtar y otros s e m e - 2.° s e g ú n l a e s p o s i c i o n d e o t r o s S a n t o s
jantes. como ciertos estatutos transitorios dados
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q á u l eo ls aa p ó s s c t o ol e -s p a r a a q u e l t i e m p o , e n q u e
sas de fe son superiores ála razón h u m a - e r a n e n v i a d o s á p r e d i c a r e n l a J u d é a an-
na, ypor lo mismo no-podemos llegar á tes de la pasión de Cristo; porque los
e l l a s s i n o p o r l a g r a c i a ; a s í q u e , d i s s o c í b p ur l e o s - , c o m o p á r v u l o s q u e e r a n p o r
v i n i e n d o m a y o r a b u n d a n c i a d e g r a c i a , entonces bajo el cuidado de Cristo, ne-
fue preciso se esplicáran muchos dogmas cesitaban recibir de él algunas especiales
d e f e : p e r o á l a s o b r a s d e l a s v i r t u d p e sr e s c r i p c i o n e s , c o m o c u a
somos dirigidospor la razón natural, que tos de sus prelados, y más debiendo de
es cierta regla de la operación humana, e j e r c i t a r s e p o c o á p o c o p a r a d e s p o j a r se
c o m o s e h a d i c h o ( C . 1 9 , a . 3 , y C . 13, d e l a t e m p o r a l s o l i c i t u d , h a s t a h a c e r s e
a . 2 ) ; p o r c u y o m o t i v o n o f u e m e n e s t e ra p t o s p a r a p r e d i c a r e l E v a n g e l i o por
que sobre este punto se establecieran otros todo el mundo. Yno es de admirar que
preceptos que los morales de la ley, que a u n d u r a n t e e l e s t a d o d e l a l e y a n t i g u a,
consultando la doctrina espuesta por el mismo Santo en la sia docente, como se deja entender y puede comprobarse más
3. P., C. 64, a. 2 , y lo está aquí mismo en las palabras sub-
a
categóricamente por lo que más adelante esplica en la 3. a
siguientes « por la misión del Espíritu Santo » , es decir, que Parte, ycspecialmente en su C. 72, a. 1, al 1.° con referencia
lo que prometió fue infundir su gracia á cuantos con las de- al sacramento de la Confirmación, y en la C. 29, a. 3, del Su-
bidas disposiciones recibiesen el Sacramento de la Confir- plemento respecto de la Estrema-uncion , ademas de la C. 64,
mación. a. 2, citada también en la nota precedente, como asimismo por
(1) No de los fieles en general ni de cualesquiera de ellos, la doctrina del Concilio do Trento (sess. 14, c. 1 ) sobre este
sino de los encargados del ministerio eclesiástico, ó de la Igle- punto.
CUESTIÓN CVI1I.—ARTÍCULOS II Y I I I .
(1) Con la detallada y gradual esposicion de las ochó bien- pítulo 5.° de San Mateo.
aventuranzas (llaltli. 5, 3, a. 11). (4) Téngase de nuevo presente lo espuesto en la nota 2 de
(2) a Vosotros sois la sal de la tierra,... ( i b i d . v. 13 ) y la pág. 773 : aquí el testo por nosotros adoptado y traducido
» sois la luz del mundo,...» (v. 14),.. dice adimpleiionem apposuit, verbo este último, que por cierto
(3) Recomendamos para la fácil inteligencia y plena com- no deja ya lugar á duda sobre la recta interpretación del ver-
probación de ledo esto la atenta lectura de lodo el citado ca- dadero sentido de la frase.
CUESTIÓN CVIII. — ARTÍCULO l í í . 715
ello nada; 2° c r e y e n d o q u ec u c a n t io e á l r a o t b s e ar v a sn c o i a b d e r l oa s s c e, r e m o -
que la ley antigua habia establecido de- niales han sido totalmente abolidos por el
bían hacerse por justicia,debían ser eje- cumplimiento de la realidad; y por lo
cutadas por el deseo de venganza ó por tanto acerca de estos preceptos nada se
c o d i c i a d e l a s c o s a s t e m p o r a l e s óp o r o d i o o r d e n a e n a q u e l l a d o c t r i n a c o m ú n : m a n i -
de los enemigos, lo cual se refiere á tres fiestasin embargo en otros lugares que
preceptos. Parecíales en efecto que el todo el culto corporal, que estaba deter-
deseo d e l a v e n g a n z a e s l í c i t o p o r mr i an a z d oó n e n l a l e y , d e b í a s e r conmutado
d e l p r e c e p t o e s t a b l e c i d o s o b r e l a p e n a d e l e n e l e s p i r i t u a l , c o m o s e v e ( J o a n n . 4,
t a l i o n ; q u e f u e d a d o e n v e r d a d p a r a q u e 21 y 23), d o n d e d i j o : vendrá la hora (1),
s e o b s e r v a s e l a j u s t i c i a , y n o p a r a q u e e l en que ni en este monte ni en Jerusalen
h o m b r e b u s c a s e v e n g a n z a : p o adoraréis r l o c u a l ale Padre l ; mas los verdaderos
S e ñ o r , p a r a e v i t a r e s t o , e n s e ñ a q u e e l á n i - adoradores adorarán al Padre en espí-
m o d e l h o m b r e d e b e e s t a r p r e p a r a d o á ritu y en verdad.
s u f r i r , s i e s n e c e s a r i o , (agravios) A a l ú4.° n q u e t o d a sl a sc o s a sm u n d a n a ss e
m a y o r e s . J u z g a b a n a d e m a s q u e e l m o v i - r e d u c e n á t r e s , ás a b e r,h o n o r e s , r i q u e -
m i e n t o d e l a c o d i c i a e r a l í c i t o p o r l o s z a s y d e l e i t e s s e g ú n a q u e l l o ( i J o a n n . 2,
p r e c e p t o s j u d i c i a l e s ,e n l o s q u e s e m a n d a 16), todo lo que hay en el mundo es con-
q u e s e h a g a l a r e s t i t u c i ó n d e l a c o s a q u i - cupiscencia de carne, l o c u a l p e r t e n
t a d a c o n a l g u n a a d i c i ó n , c o m o s e h a d i - á l o s d e l e i t e s d e l a c a r n e , y concupiscen-
c h o ( C . 105, a . 2, a l 9.°); y e s t o e n vciae de r - los ojos, l a q u e s e r e f i e r e á l a s r i
d a d l o m a n d ó l a l e y , p a r a q u e s e o b s e r - q u e z a s , y soberbia de la vida, c o m p r
v a s e l a j u s t i c i a ,m a s n o p a r a d a r o c a s i ó n siva de la ambición de gloria y honores.
á la codicia;' ypor eso el Señor enseña P e r o l a l e y n o p r o m e t i ó d e l e i t e s s u p é r -
que no reclamemos lo nuestro por codi- fluos de la carne, que más bien los pro-
c i a , s i n o q u e e s t e m o s d i s p u e s t o s , s i f u e r e h i b i ó ;y s íp r o m e t i ó l a e s c e l s i t u d d e l o s
necesario, ádar mucho más. Tenían en honores yla abundancia de las riquezas,
fin p o r l í c i t o e l m o v i m i e n t o d e l o d i o p o r p u e s s e d i c e ( D e u t . 28, 1), si oy
l o s p r e c e p t o s d a d o s e n l a l e y a c e r c a d e voz del Señor tu Dios, te ensalzará sobre
l a m u e r t e d e l o s e n e m i g o s , l o c u a l e f e c - todas las gentes, e n c u a n t o á l o p r i m e r
t i v a m e n t e e s t a b l e c i ó l a l e y p a r a e l c u m - y p o c o d e s p u é s a ñ a d e ( v . 11), hará
p l i m i e n t o d e l a j u s t i c i a , c o m o s e h a d i - abundes en todos los bienes, e n c u a n t o á
c h o ( C . 105, a . 3 , a l 4.°), n o p a r a l s o s a e t g i u sn -d o : p r o m e s a s q u e p o r c i e r t o l o
facción de los odios; ypor lo mismo el judíos entendían tan depravadamente, que
Señor enseña que tengamos amor á los creían que por ellas debía servirse al Se-
enemigos, y estemos dispuestos aun, d e ñ o r c o m o p o r fin; y p o r e s o e l S e ñ o r r e c -
s e r n e c e s a r i o , á h a c e r l e s b i e n t i:f ip c oó re s qt o u , e m a n i f e s t a n d o primeramente
estos preceptos deben ser considerados que las obras de las virtudes no deben
según la preparación del ánimo, como es- hacerse por humana gloria, designando
p o n e S a n A g u s t í n ( D e S e r m . D o m . i n al efecto tres obras, álas que todas las
m o n t e , 1. 1, c . 19). o t r a s s e r e d u c e n : p o r q u e t o d o c u a n
A l 3.° q u e l o s p r e c e p t o s m o r a a l l g e u n s o d eh a -c e , p a r a r e f r e n a r e n s í p r o p i o
bían quedar por completo en la nueva sus concupiscencias, se reduce al ayuno;
ley, porque pertenecen por sí mismos á la lo que se hace por amor al prójimo á la
e s e n c i a d e l a v i r t u d ; a l p a s o q u e l o l i s mp o sr n ae ; - y l o q u e s e p r a c t i c a p o r e l c u l t o
ceptos judiciales no debían continuar ne- de Dios ála oración; enumerando estas
cesariamente según el modo que la ley t r e s e n e s p e c i a l c o m o l a s m á s i m p o r tan-
determinó, sino que se dejaba al arbitrio t e s , y p o r l a s q u e l o s h o m b r e s s u elen
de los hombres el determinarlos de una p r i n c i p a l m e n t e a n d a r á c a z a d e g l o r i a: y
m a n e r a ó d e o t r a :p o rc u y o m o t i v o e l e n s e g u n d o l u g a r e n s e ñ ó q u e n o " d e b e m os
Señor nos ordenó convenientemente acer- c i f r a r n u e s t r o fin e n l a s r i q u e z a s , c u a n do
ca de estos dos géneros de preceptos. En d i j o ( M a t t h . 6 , 19), no queráis atesorar
para vosotros tesoros en la tierra.
(11 Vcnlei hora, aunque en la Vulgata se lee: venit
guando...; A l 5.° q u e e l S e ñ o r n o p r o h i b i ó l a s o -
hora, et mine «llégala hora, y eslaes, ...»
e»t, qnando...,
Véanse las notas 1 de la página 205 y 3 en la 212 del T. 1." licitud necesaria, sino la desordenada;
776 CUESTIÓN C V I I I . — A R T Í C U L O S III Y I V .
(l) Calvino pretendía que «en el Evangelio no hay con- de los llamados consejos evangélicos, á lo menos sin estar
» sejo alguno, sino que todo en él es de precepto» : Jovinia- antes perfectamente probados en la exacta observancia de los
río y Vigilancio negaron asimismo la existencia de consejos preceptos. Semejante doctrina herética, ya condenada porlos
evangélicos relativos á la virginidad ó castidad y á la pobreza Papas Kicolao^III y Clemente V , dló ocasión al mismo Santo
voluntaria; error reproducido posteriormente por varios otros Tomás de escribir en su refutación su opúsculo titulado
herejes de la Edad media y de más recientes fechas en diver- Contra relralwntes ú rellgione, ademas do la condensada en esto
sos términos más ó menos concretos ó genéricos, diciendo que artículo.
á nadie debe permitirse consagrarse á la práctica constante
CUESTIÓN ÓVIII. — A R T Í C U L O IV.
fl) Es bien notorio que aquí la palabra religión designa si no fuera inicuo y absurdo, oir clamar en un mismo tono y
cualquiera y cada una de las órdenes religiosas ó monásticas sin interrupción : a ¡ viva la libertad! ¡ abajo los frailes! » y
aprobadas por la Iglesia, uno de cuyos más bellos ornamentos «¡fuera conventos! ¡ viva la fraternidad!...» Frailes, con-
constituyen , á la vez que son sus más poderosos auxiliares ventos,... oh ! á los oidos sensatos é imparciales ese clamoreo
para el desempeño de su múltiple misión sobre la tierra, ba- suena lo mismo y con el propio timbre y significación que el
sándose todas ellas en común sobre la profesión á perpetuidad de los malhechoros, al gritar ¡abajo la guardia civil! ¡fuera
f aunque también temporalmente algunas de más reciente policía! ¡ nada de tribunales , ni códigos, ni cárceles, ni leyes
creación) y en la observancia puntual y convenientemente penales, ni medios coercitivos del crimen! ¡ viva la (sola nues~
reglamentada según sus respectivos estatutos de los tres f-ra) libertad ! — Preguntaba el juez á cierto reo acusado de
votos fundamentales de obediencia, pobreza y castidad , y robo: — qué profesión es la de usted? — Ladrón , respondió
distinguiéndose unas de otras por algún otro cuarto voto sin vacilar el interpelado. — Hombre, sin duda no me ha en-
característico en razón del fin ú objeto principal de su insti- tendido usted la pregunta : digo ¿cuál es su oficio? — Ladrón
tución, que siempre es alguna obra conocidamente benéfica y pues, señor juez. — Mal oficio ha emprendido usted , según
piadosa con destino á proveer á los pueblos y á la humanidad eso. — ¡ Oh! el oficio en sí no es malo, si ustedes nos dejasen
de los recursos y remedios más apremiantemente reclamados ejercerlo con libertad y sin quiebras! Hé aquí en resumen el
por las exigencias y necesidades de los tiempos y las circuns- tema y la lema (como el vulgo dice J de los enemigos de los
tancias de cada época. Viene siendo ya intolerable y hasta ri- frailes: «estos son los que contrarían nuestros proyectos;
dicula esa prevención de constante y general hostilidad contra » guerra á muerte á los frailes » . Nada importa que socorran
tan beneméritas instituciones por parte de esa falange de al menesteroso con su sopa conventual, que instruyan gratis
pensadores de nuevo cuño, que, repitiendo argumentos ca- á las generaciones nacientes, que prediquen de palabra y con
ducos ya por lo vulgares cuanto injustos en su orígen.y faltos el ejemplo la paz y el bienestar común , que á nosotros mis-
de fundamento serio, vomitan groseros improperios con Ira los mos en más de una ocasión y con caridad divina nos hayan
espíritus verdaderamente fuertes, que en su abnegación he- sustraído al furor político ó á la epidemia y la muerte : son
roica y á despecho de tanto vilipendio arrostran ademas de los valladares contra el desbordamiento de nuestras ideas de
los sarcasmos de los enemigos de la libertad y del bien común ambición y.de esterminio , de enriquecimiento y de domina-
todo género de privaciones y sacrificios en pro de la sociedad, ción, de impiedad y libertinaje ; ¡abajólos frailes ! Escolta va-
más aún que por su propia santificación y felicidad. Holganza* liente y compacta del Jefe Supremo de la religion" y Padre co-
1
ambición, intriga, comodidad personal, egoísmo, miras de in- mún de los fieles, muralla formidable contra toda bárbara
terés y dominación, presión de las conciencias, oscurantismo, irrupción en el santuario de la moralidad y fe cristianas, van-
preocupaciones contra la civilización y la ciencia y el progreso guardia intrépida del Catolicismo y del Pontificado, serán
ilustrado, indigno tráfico de lo sagrado, pretcnsiones bastar- siempre las órdenes religiosas víctimas de los primeros y úl-
das de todo linaje,... esto y mucho más, todo cuanto censura- timos embates del filosofismo y de la irreligión ; mas de su
ble puede espresarse apurando el vocabulario del nuevo idio- sangre misma brotarán indeficientes nuevas legiones defen-
ma revolucionario, que nunca entenderán las gentes sencillas soras de los buenos principios , como decía Tertuliano de los
é ingenuas, se achaca á los individuos y á las corporaciones primeros mártires cristianos , sin que tan bello florón fecun-
mismas en su colectividad , denigrando á unos y otras , cual dante siempre se marchito jamás sobre la frente augusta de
si estuvieran fuera de la ley común, Donoso sería en verdad, la Iglesia católica para bien de toda la humanidad.
118 CUESTIÓN CVIII.—ARTÍCULO IV.
(1) Lutero y sus secuaces han renovado no sin pretensiones » religiosa se hacen por solo ello más ineptos para la obser-
de originalidad él ya vetusto error de Juan 'Wiclef, condenado » vancia de los divinos mandamientos».
por el Concilio de Constanza, de que «los que profesan lavida
CUESTIÓN CIX.
d é l a g r a c i a ; 2. de la m i s m a g r a c i a en c u a n t o á su e s e n c i a ; y 3. de s u división. Acerca de l a 1. r e -
a a a
con profundidad y método en perfecta conformidad con las y la gracia. Por eso algunos proponen se adicione con Me-
enseñanzas de la Iglesia católica ; teniendo muy presentes diéis el título en la forma De altero exteriori principio..., inser-
ante todo los dos errores capitales diametrahnente opuestos ción que en verdad no estimamos necesaria, atendido el común
entre sí y uno y otro al verdadero dogma, cuales son el pela- estilo del Santo Doctor, según el cual sciiicet equivale á quod
gianismo, que todo lo niega á la gracia en pro del libre albe- dicitur ; siendo en su consecuencia el sentido patentísimo del
drío, y el luteranisino , que destruye la libertad humana atri- testo: De la gracia, principio (también) estrínseco de los acias ha~
buyendo á la gracia de Cristo todo lo concerniente á la justi- manos, como la ley de que acabamos do tratar.
ficación y salvación , escluyendo toda' cooperación por parte (2) Refutación directa de cuantos suponen destruido el en-
del hombre; sin olvidar los respectivamente afines á cada es- tendimiento humano aun en su natural aptitud por la ofusca-
tremo, es decir, el seini-pelagianismo por un lado y de la otra ción consiguiente al desorden inducido en la naturaleza hu-
parte el calvinismo y el jansenismo con las exageradas pro- mana por el pecado original, y que han servido de base al
posiciones de Bayo •- sobre los cuales recomendamos la lectura luteranismo y demás sectas heréticas de él nacidas, para
de nuestra nota 2 en la página 218 del Tomo 1.°, donde se es- negar el libre albedrío y toda imputabilidad.ó responsabili-
pecifican y distinguen con bastante claridad esos y otros er- dad moral en sus operaciones; y no contra el pelagianismo ni
rores, íntimamente relacionados con esta materia ; como tam- contra los semi-pelagíanos , como sin duda por distracción ó
bién las notas i de la página 668 , 2 de la S30, 1 de la 832 y por trastrueque de caja ó de redacción anota M. Drioux, cuya
la i de la 182 en el mismo T. l.° En algunos manuscritos sa- observación debe corresponder más bien a otro lugar , como
lee únicamente De exteríori principio humanorum actmtm sin la á su tiempo se verá (nota 4 de la pág. 7S1J,
adición sciiicet de gratia Dei, lo que parece argüir olvido del
78Ó CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO í .
j e t o alguno visible sin la iluminación del fecto que sea el calor del fuego, no al-
sol. L u e g o la inteligencia humana, por teraría (2) sino por el movimiento del
perfecta que s e a , no puede por el racio- cuerpo celeste. E s notorio por otra parte
cinio conocer la verdad sin la luz divina, que, así como todos los movimientos cor-
que pertenece al auxilio de la gracia. porales se reducen al movimiento del
3.° L a inteligencia humana no puede cuerpo celeste como al primer motor cor-
entender la verdad sino pensando, como poral ; igualmente.todos los movimientos,
indica San A g u s t i n ( D e Trin. 1.14, c. 7). y a corporales, y a espirituales, se reducen
P e r o el Apóstol dice ( n Cor. 3 , 5 ) : no en absoluto al primer motor, que es D i o s .
somos suficientes por nosotros mismos A s í que, por perfecta que se suponga al-
para pensar algo como de nosotros. L u e - guna naturaleza corporal ó espiritual, no
g o el hombre no puede conocer la verdad puede proceder á su acto, si no es movi-
por sí mismo sin el auxilio de la gracia. da por D i o s , cuya moción en verdad se
P o r e l c o n t r a r i o , dice San Agustin verifica según la razón de su providencia;
( Retract. 1. 1, c. 4 ) : « no apruebo lo no por necesidad de su naturaleza, como
» que dije en mi discurso : « o h D i o s , que la moción del cuerpo celeste. M a s no solo
» has querido que no sepan la verdad sino proviene de D i o s toda moción como del
» l o s puros ; porque se puede responder primer motor, sino que también proviene
» que muchos aun no puros saben mul- de él toda perfección formal, como del
» titud de verdades » . E s así que por la acto primero; y así es que la acción del
gracia el hombre se hace limpio según entendimiento y de cualquier ente creado
aquello ( P s . 5 0 , 1 2 ) , cria en mí, oh depende de D i o s bajo dos conceptos: 1.°
Dios, un corazón puro, y renueva en en cuanto recibe de él mismo la perfec-
mis entrañas el espíritu recto. L u e g o sin ción ó la forma, por la cual obra; 2.° en
la gracia puede el hombre conocer por sí cuanto es movido por él mismo á obrar (3).
mismo la verdad. P e r o cada forma dada por D i o s á las co-
Conclusión. El hombre como racional sas creadas tiene eficacia respecto de al-
y de naturaleza intelectiva [1] puede co- gún acto determinado, del que es capaz
nocer verdades naturales, movido por según su propiedad; mas no puede ir más
Dios á su acto ; pero [ 2 ] sin el sobrena- allá sino mediante alguna forma sobre-
tural auxilio de su gracia, necesario [ 3 ] añadida, como el agua no puede calentar
para las que esceden su natural alcance. sin ser calentada por el fuego. A s í pues
Responderemos, que conocer la ver- el entendimiento humano tiene alguna
dad es cierto uso ó acto de la luz inte- forma, cual es su misma luz inteligible,
lectual; porque según el Apóstol ( E p h e s . que es de suyo suficiente para entender
5 , 13) todo lo que se manifiesta es luz. ciertas cosas inteligibles, cuyo conoci-
Cualquier uso implica _un movimiento, miento podemos de hecho adquirir por
tomando esta palabra en sentido lato (1), medio de los objetos sensibles : pero el
como se dice que el entender y el querer entendimiento humano no puede conocer
son ciertos movimientos, según hace cons- las cosas inteligibles más elevadas ( 4 ) ,
tar Aristóteles ( D e an. 1. 3 , t. 28 ) ; y si no es perfeccionado por una luz más
vemos en las cosas corporales que para eficaz, como la de la fe ó de la profecía,
el movimiento se requiere no solo la mis- que se llama luz de gracia (lumen gra-
m a forma, que es el principio del movi- tio3), en cuanto es sobreañadida á la na-
miente ó de la acción, sino también la turaleza ; debiendo^ por lo tanto decirse
impulsión del primer motor, que en el que para el conocimiento de cualquiera
orden de cosas corporales es el cuerpo verdad necesita el hombre del divino au-
celeste. P o r consiguiente, por más per- xilio, de manera que el entendimiento sea
(1) Véase la nota 2 en la página 37 del Tomo 1.° del hombre al obrar. ¿ Puede darse testimonio más decisivo
(2) No transmitiría su calor, modificando así con él á otros de la doctrina del Santo en orden á la premoción física de
cuerpos. parte de Dios ? Pues aún hay sistemáticos detractores de su
(3) No solo tiene de Dios toda criatura su virtud de moverse, verdadera opinión, que intentan tergiversar esplotando al-
y á él debe la conservación de su fuerza ó potencia motriz; guna frasecilla suelta y desecnexionada con ese punto tan
sino que Dios mismo la mueve á obrar en todos sus aetos, transcendental, atribuyéndole teorías visiblemente ajenas á
como tales actos y prescindiendo del concepto moral comuni- su intento, como ya alguna otra vez dejamos hecho notar.
cado á ellos por la libre acción 6 intervención de la voluntad (4) Del orden sobrenatural.
CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O S I Y I I . 781
(1) Aun de las naturates, si ha de conocerlas bien y á fondo, (4) Este era sin duda el lugar oportuno de la nota de Mon-
como son las esencias y propiedades de la mayor parte de los sieur Drioux mencionada en la nuestra2 déla pág. 779,y re-
seres de la naturaleza, latentes é inaccesibles á la observación ducida á observar que la doctrina aquí sentada combate (par-
de los sentidos y aun á los medios científico-esperimentales cial é indirectamente) á los pelagianos y más de frente y á
más aventajados; cuyo conocimiento sin embargo no es de fondo el error de los semi-pelagianos, que atribuían á nosotros
absoluta necesidad al hombre, y sisólo relativamente útil ó mismos la introducción á ia fe ó su iniciación radical, cuando
conveniente para determinados fines , como lo sería á los mi- menos, ya que no con Pelagio la conservación en ella y sin
sioneros el de las costumbres , idioma y recursos de los pue- pecado y la práctica del bien ; doctrina ya censurada y re-
blos incultos , á quienes llevan la cultura cristiana y las sal- probada por el concilio de Orange (c. 19).
vadoras verdades del Evangelio. (5) No así como quiera y de un modo vago y genérico
(2) Ni la aducida Glosa es de San Ambrosio, aunque se la gracia de Dios , sino precisamente por Nuestro Señor Jesucristo,
conoce ya comunmente por su nombre , sino de un diácono como el mismo San Agustín lEplst. 105) previene en términos
apóstata déla Iglesia de Roma llamado Hilario y comentador esplícitos inspirándose en el lenguaje del Apóstol (Rom. 7, 25);
de las Epístolas de San Pablo , según se cree no sin funda- á iin do no dejar cabida á la sistemática é intencionada tergi-
monto ; ni dice a Spiritu Sánelo est, y sí clicilur, lo cual no es versación de Pelagio, que no reconocía otra gracia que la na-
lo mismo : y esto podría constituir suficiente solución al ar- tural infusa en el hombre por Dios creador, sin consideración
gumento 1.°, como insinúa el P. Nicolai. alguna á los méritos del Redentor y con manifiesta esclusion
(3) Do las que precisa y peculiarmente habla San Agustín de la gracia de la redención.
en el pasaje aducido.
782 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O II.
pida por el pecado en cuanto al apetito habría pecado : amó pues á D i o s más
del .bien que en cuanto al conocimiento que á sí propio. L u e g o el hombre puede
de lo verdadero. amar á Dios más que á sí mismo y sobre
todas las cosas por sus solas fuerzas n a -
ARTÍCULO I I I . — ¿ P u e d o el hombre turales.
a m a r á Dios sobre todas l a s cosas s i n l a gra- Conclusión. El hombre en su estado
cia y solo por s u s fuerzas n a t u r a l e s ? (1) de íntegra naturaleza no necesitó del don
de la gracia sobreañadido á sus natura-
1¿° Parece que el hombre no puede les dotes, para amar á Dios naturalmente
amar á Dios sobre todas las cosas sin la sobre todas las cosas, aunque sí ser mo-
gracia, solo por sus fuerzas naturales : vido por él á este acto como á otros cua-
porque amar á Dios sobre todas las cosas lesquiera ; mas en el estado de naturaleza
es el acto propio y principal de la cari- corrompida le es necesario aun para ese
dad ; y el hombre no puede tener por sí natural amor el auxilio de la gracia so-
mismo la caridad, puesto que la caridad brenatural y gratuita, que interiormente
de Dios está difundida en nuestros cora- restaure su naturaleza.
zones por el Espíritu Santo, que se nos Responderemos, que según lo dicho
ha dado, como se dice ( P o m . 5, 5 ) . L u e - ( P . 1 . C. 6 0 , a. 5 ) al esponer las diver-
a
g o el hombre por solas sus fuerzas natu- sas opiniones sobre el amor natural aun
rales no puede amar á D i o s sobre todas de los ángeles, el hombre en el estado de
las cosas. naturaleza íntegra podia por virtud de su
2.° Ninguna naturaleza puede sobre sí naturaleza operar el bien que le es con-
misma ( 2 ) ; y amar algo más que á sí natural, sin necesidad de un don gratuito
mismo es tender á algo superior á sí mis- sobreañadido, aunque no sin el auxilio de
mo : l u e g o ninguna naturaleza creada Dios como motor. P e r o amar á Dios so-
puede amar á Dios sobre sí misma sin el bre todas lascosas es cierta cosa connatu-
auxilio de la gracia. ral al hombre, y aun á cual quiera criatu-
3.° Siendo D i o s el Sumo bien, se le ra, no solo racional sino irracional y aun
debe un sumo a m o r , que consiste en inanimada, seguu el modo de amor que á
amarle sobre todas las cosas. P e r o no es cada una de ellas puede competer; y la
capaz el hombre de aar á Dios este amor razón de esto es que á cada ser es natu-
sumo, que le es debido por nosotros, sin ral el-que apetezca y ame algo según que
el auxilio de la gracia; pues de otra ma- naturalmente es a p t o , porque todo ser
nera vanamente se añadiría la gracia. obra según su natural aptitud ( 3 ) , como
L u e g o el hombre no puede sin la gracia se dice ( P h y s . 1. 2 , t. 78 ) . Pero es evi-
por solas sus fuerzas naturales amar á dente que el bien de la parte existe por
Dios sobre todas las cosas. causa del bien del todo, y por consecuen-
Por el contrario : el primer hombre, cia cada cosa particular ama su bien pro-
según algunos afirman, fue constituido en pio con apetito ó amor natural por razón
el estado de sola naturaleza ; en el que del bien común de todo el universo, el
es evidente amó á Dios de alguna m a - cualf¿«e?í) es Dios .Por lo mismo dice
nera. P e r o no amó á D i o s igualmente que San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , lect. 11)
á sí mismo ni m e n o s , porque en este caso que « Dios convierte todas las cosas al
( 1 ) Evidentemente se trata aquí del amor natural de Dios, est esse, cuya versión quizá la más legítima seria (coordinando
pues con respecto al sobrenatural es á todas luces notorio que las últimas palabras en la forma nalum est esse aptum): o ape-
no es posible sin la gracia, don asimismo sobrenatural. » tezca y ame algo, según que por naturaleza es apto », ó bien
(2) Más de lo que alcanzan sus propios medios ó recursos, « según su natural aptitud », como en efecto traducimos, pero
según claramente se esplica en la solución. suprimida la repetición al parecer impertinente de todas las
(3) Sic enim agll unumquodque, prout ciplum natum est esse, se- palabras puestas á la cabeza dé esta nota, sin las que el pen-
gún la más común redacción con la sola variante del cubn por samiento queda harto esplícito, y que por lo mismo sospe-
igilur en las ediciones de Roma y Pádua (1608 J; que en la chamos han sido efectivamente insertas sin razón como ver-
de 1712 so lee enim agitar con Nicolai, y el códice de Tarra- daderamente intrusas con pretensiones de aclaratorias; por
gona ademas de enim agilur pone al íin agi en lugar de esse, más que en la antigua versión del testo del Filósofo se en-
palabra suprimida por Conrado. El códice de Alcañiz presenta cuentran todas á escepcion del segundo aptum , cuya omisión
tachadas algunas palabras anteriormente consignadas , las visiblemente intencional y como á fuer de parca adición con-
que omite por completo sin duda porque no se hallan en el firma más y más nuestra sospecha de intempestiva redundan-
lesto primitivo de Aristóteles, según insinúa el P. Rubeis, cia en todas ellas.
dejando solo appetal vel aniel aliquid, secundum quod aptum natum
784 CUESTIÓN CIX. — A R T Í C U L O S III Y IV.
(1) No todos los teólogos están enteramente conformes con gloria de Dios mismo como dador de él ; mientras que el pri-
esta opinión del Santo, la más segura y común como intacha- mero se limita á amarle simplemente como al autor do la na-
blemente ortodoxa en lodos conceptos; siendo algún tanto turaleza : y en la misma temeraria aberración incurrió también
aventurada á fuer de espuesta á interpretaciones propicias al Jansenio, refundiendo en un solo amor el de procedencia
pelagianismo la de Molina y otros muy contados y no asaz meramente humana y el debido al don de la divina gracia,
esplícitos , quienes como prendados de la ingeniosa sutileza (3) Hé aciui en la tesis afirmativa en absoluto el error fun-
de Escoto en apurar esta y otras materias hasta los últimos damental del pelagianismo , desarrollado hasta su plena des-
linderos de la ortodoxia católica le siguen con sistemático nudez por el más famoso y tenaz prosélito de Pelagio. Cclcstio
proselitismo, ni aceptable ni envidiable , hasta sostener que en efecto dogmatizaba que para ninguna obra buen a necesita el
el hombre caído puede así y todo amar á Dios sobre todas las hombre del soberano auxilio de la divina gracia , sin la que
cosas naturalmente por sus propias fuerzas sin la gracia repa- según él puede no solo cumplir todos los preceptos del Señor
radora, entendiéndose esto en el sentido estrictamente filosó- y practicar toda clase de actos de virtud , como igualmente
fico y como todos' los seres aman el sumo bien como á su último preservarse de todo pecado , sino también merecer por ello y
íin : aserción aun en tal concepto arriesgada , por cuanto los en virtud de sus propios esfuerzos naturales la vida eterna.
demás seres no han degenerado de su primitivo estado natu- No hay para qué repetir que esta herejía, tan compleja como
ral, como el hombre sufrió en su naturaleza evidente estrago despreciativa de la gracia y méritos del Redentor, combatida
y deterioro de su integridad natural; y por lo mismo no per- hasta en sus-últimos reductos por el más insigne campeón de
mite aun la buena lógica equipararle á ellos , que son tales la gracia, San Agustín , ha sido ya cien veces condenada por
hoy como eran al salir de las manos de Dios en su primera diversos Pontífices y Concilios desde el de Efcso y el de
creación, lo cual no podría un católico afirmar con respecto al Orange hasta los de Tren to y del Vaticano (aún no terminado)
hombre, sin apostatar de su fe, y señalándose entre otros el Papa Celestino I en su celebro
(2) Una de las proposiciones de Bayo (la 58) condenada por caita á los obispos de la Galia, cuyo principal objeto era la
Pió V, Urbano VIH y Gregorio XIII, calificaba de ficticia la condeuacion espresa de los errores de Pelagio.
distinción entre el amor natural y el gratuito, que cede en
CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULOS IV V V. 785
(1) Véase la ñola 3 de la página 780. la herejía de Pelagio y Celestio. Véase la nota 3 , pág. 784.
(2) Pelagio, á quien San Joróniíno introduce allí hablando No será ocioso advertir que aquí se trata del mérito en su
en sentido católico. concepto genérico, sin concretarlo precisamente al llamado de
(3) La respuesta afirmativa constituye lo más esencial de condigno, del que se hablará en la C. 114, a. 3.
S V M A TPPJ,ÓGIPÍ. — T O M O i i . 50
786 CUESTIÓN C I X . — ARTÍCULOS V Y VI.
de la voluntad del hombre. E s así que lo nadas á la vida eterna ; pues para esto se
que depende de nuestra voluntad lo p o - exige una virtud más elevada, que es la
demos por nosotros mismos. L u e g o pa- virtud de la gracia. A s í que sin la gra-
rece que el hombre puede merecer por sí cia el hombre no puede merecer la vida
mismo la vida eterna. eterna ( 2 ) : puede sin embargo haber
2.° L a vida eterna es la recompensa ó obras conducentes á algún bien connatu-
premio, que se da por Dios á los hom- ral: al hombre, como trabajar en el cam-
bres, según aquello (Matth. 5, 12): vues- po, beber, comer, y tener amigos y otras
tro galardón muy grande es en los cielos. semejantes, como dice San Agustín en su
P e r o el galardón ó premio es dado por tercera respuesta contra los pelagianos
D i o s al hombre según sus obras, pues se ( H y p o g n o s t . 1. 3 , c. 4 ) ( 3 ) .
dice ( P s . 6 1 , 13) : tú darás á cada uno A l argumento 1.° diremos, que el hom-
el retorno según sus obras. Siendo pues bre hace por su voluntad obras merito-
el hombre dueño de sus actos, parece que rias de la vida eterna; pero, como dice
se halla en su potestad el llegar á la vida San Agustín en el mismo libro (ibid.),
eterna. para esto se requiere que la voluntad del
3.° L a vida eterna ( 1 ) es el último hombre sea preparada por D i o s mediante
fin de la vida humana ; y todo ser natu- la gracia.
ral puede por sus naturales medios con- A l 2.° que según la Glosa (ord. de
seguir su fin: luego mucho más el hom- San A g u s t í n , lib. D e grat. et lib. arb.
bre, cuya naturaleza es más elevada, c. 8 ) sobre aquellas palabras ( R o m . 6 ) ,
puede por sus medios naturales llegar á la gracia de Dios es vida eterna, « e s
la vida eterna sin gracia alguna. » cierto que la vida eterna es otorgada
Por el contrario , dice el Apóstol » á las buenas obras : pero las mismas
( R o m . 6, 2 3 ) : la gracia.de Dios es vida s o b r a s , á las que se otorga, pertenecen
perdurable; y se espresa así según la » á la gracia de Dios » ; pues también se
Glosa (de San A g u s t í n , lib. D e gratia et ha dicho (a. 5 ) q u e , para cumplir los
lib. arb. c. 9), « para hacernos entender mandamientos de la ley según el debido
» que D i o s nos conduce por s u misericor- modo, por el cual su cumplimiento es
» dia á la vida eterna » . meritorio, se requiere la gracia.
Conclusión. El hombre sin la gracia A l 3.° que aquella objeción procede
no puede merecer ni conseguir la vida acerca del fin connatural al hombre: pero
eterna, que es su último fin, superior á la naturaleza humana, por lo mismo que
su natural virtud. es más noble, puede ser llevada á más
B e s p o n d e r é m o s , que los actos condu- alto fin, á lo menos con el auxilio de la
centes al fin deben necesariamente ser gracia, al cual de ningún modo pueden
proporcionados á é s t e , y ningún acto es- llegar las naturalezas inferiores; como
cede á la proporción del principio activo: está mejor dispuesto á la salud el hombre
por lo tanto vemos en las cosas naturales que la consigue con algunos auxilios de
que ninguna de ellas puede perfeccionar la medicina, que el que de ningún modo,
el efecto, que esceda á su virtud activa, como dice el Filósofo ( D e ccelo, 1. 2 ,
por su propia operación ; sino que solo t. 64 y 6 5 ) .
puede producir por su operación el efecto
proporcionado á su virtud. M a s la vida
ARTÍCULO VI. — ¿ l'ucdc el hombre
eterna es un fin, que escede la proporción
prepararse » la gracia por sí mismo s i n el
de la naturaleza humana, como se infiere
auxilio esterior de la gracia? (1)
de lo dicho ( C . 5, a. 5 ) : y por esto el
hombre por sus medios naturales no pue- 1.° Parece que el hombre puede pre-
de producir obras meritorias proporcio- pararse á la gracia por sí propio sin el
(1) Feliz ó bienaventurada con la gloriosa é inamisible po- » sus propias obras hechas con las solas fuerzas de la nalura-
sesión de Dios; pues la vida de los reprobos , aunque intermi- » leza humana ó en virtud de la doctrina de la ley puede jus-
nable, no puede decirse último fin del hombre, sin incurrir en » tificarse ante Dios sin la divina gracia por Jesucristo».
la herética impiedad de Calvino mencionada en el Tomo 1.° (3) No es de San Agustin el tal libro , nunca citado por
pág. 225, nota 2, y también en la nota 4 de su pág. 213. Beda ni en el catálogo de Posidio, siendo así que uno y otro
(2) Dogma de fe declarado por el Concilio de Trento,al mencionan todos sus .escritos, según observa el P. Nicolai.
condenar («css. 6 , c a n . 1 ) á quien diga que « el hombre por (4) Melancton y sus secuaces, poniéndose en pugna con sus
CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O VI.
propios principios y con la doctrina de los primeros patriarcas ext. iiiiqtiilas sibi. Limitarémonos á recordar aquí de nuevo que
de la Reforma, que en gcnetal proclamaran á voz de pregón y semejante doctrina, ya mucho antes anatematizada por el
en todos tonos la absoluta impotencia humana para la prác- Papa Celestino I y por los Concilios de Eteso y Orange, lo ha
tica del bien á consecuencia del pecado original, que destru- sido de nuevo por el de Trcnlo (sess. G, cap. 5 y can. 1 y 3)
yera por completo el libre albedrío, atribuyendo toda la obra lerniinantisimamente y por muchas otras posteriores declara-
de nuestra justificación y salvación á la gracia de Cristo (más ciones de la Santa Iglesia católica. Véanse las notas 5, pá-
bien , á la fe en Cristo) esclusivamenlo y sin la menor coope- gina 7í>l, y 3 de la 781; y también la 2, pág. 782, para mejor
ración de nuestra parte , pretendian que « el hombre puede observar el contraste de las contradictorias aseveraciones de
» por sus propias fuerzas puramente naturales disponerse á los reformadores protestantes.
» conseguir la gracia de Dios » , declarándose en esto tan se- (I) Y no, como generalmente se ve citado, Malta. 7, en cuyo
mi-pelagiano como calvinista so muestra en muchas otras pro- versículo 11 se dice bona (bienes) en vez de spiritum bonum
t
posiciones sobre el mismo punto , y comprobando asi otra y cual literalmente leemos en San Lúeas.
cien veces más la verdad do aquel dicho del Salmista: menlita
788 CUESTIÓN CIX". — A R T Í C U L O S VI Y V I I .
(1) Ya el concilio de Milevi en su Epístola al Papa Inocen- teológico-dogmática de tantas como pueden haberse á mano.
cio 1 menciona y condena á ciertos herejes , según ios cuales (2) Algunas ediciones (como la áurea) omiten las palabras
» no hay necesidad de orar'á Dios implorando su auxilio contra per se ipsam , que Wicolai opina debeu suplirse , cual lo hace
» el mal del pecado y para obtener la justificación , toda vez Médicis , en cuyo ejemplo se apoya ; no obstante echarse de
» que (añadían) para esto bástala sola voluntad del hombre »; menos aun en algunos ejemplares manuscritos y particular-
quien en tal herética hipótesi puede por sí mismo y sin auxi- mente góticos.
lio alguno de la gracia levantarse del pecado y volver á la (3) La Vulgata en el lugar citado dice: si la justicia es por la
justicia : error netamente pelagiano , impugnado aquí con la ley... En el cap. 3, v. 21 de la misma Epístola á los Calatas
doctrina de este artículo y repetidamente anatematizado se lee : si pues se hubiera dado ley , que pudiese vivificar ; cierta-
ademas en términos los más esplícitos y decisivos por Celes- mente de la ley seria Es pues muy probable en nues-
la justicia.
lino 1 y los concilios de Orange (can. 7, 9, 13, 14, 15, 1 9 y 20, trojuicio que el Santo Doctor tomase parte de un pasaje y
y cap. 4) y de Trento (sess. 0, cap. l.° y can. 3), cuyos testos parle del otro , conforme á lo que dejamos advertido en la
literales no aducimos, por no hacer interminable esta nota ; nota l , pág. 205, del Tomo 1.°, que aquí recibe mayor com-
no siendo por otra parte necesario ni difícil .al lector que lo probación.
desee consultarlos en sus mismas actas ó en alguna obra
CUESTIÓN tílX. — A R T Í C U L O "VII.
(1) Sacrificamos á la más escrupulosa exactitud en la es- por más que nadie puede ya arrebatarnos la pequeña gloría
presion literal del pensamiento la forma y giros más confor- de haber arrostrado los primeros las no tan pequeñas dificul-
mes con el habla pura y correctamente castellana, como ya tades de la empresa, de suyo y en más de un concepto colosal
habrán podido observar los lectores en locuciones análogas á y capaz de arredrar á espíritus no animados de la misma de-
la del testo, que bien podría vaciarse con mayor corrección cisión y solicitud, que el que nos ha impulsado y nos sostiene
gramatical española , traduciendo : « y por el reato de la confiados en la protección del cielo á la vez que también en
» pena...» Nos permitimos no obstante esta advertencia , por- la benevolencia de nuestros lectores.
que no se nos lache de servilismo pueril ó acaso de falta del (2) De aquí la distinción de primera.y segunda gracia , tan
debido criterio y conocimiento del genio respectivo de uno y generalizada entre los teólogos, que llaman primera á la que
otro idioma, río han fallado ( y esto nos consta por diversos recibe el que está en pecado , saliendo de él por ella, como
conductos fidedignos J quienes al anuncio de la versión que sucede en el Bautismo, que borra el pecado original, y en la
nos ocupa objetaran que no se haría, porque creían imposible absolución sacramental del penitente en estado de pecado
la conciliación de la conveniente fidelidad en la traslación mortal, por cuya razón llaman á estos dos Sacramentos de
con ciertos idiotismos no tanto como latinos propios del tecni- muertos ; á diferencia de los otros cinco llamados de vivos,
cismo escolástico y peculiarísimo del respetable Autor de la que suponen al alma en"gracia y se la aumentan , ademas de
SUMA : objeción que por cierto parécenos sin inmodestia dejar conferir cada uno la que le es peculiar según su divina insti-
ya prácticamente solventada á satisfacción de los más exi- tución y objeto directo , que es la que propiamente se deno-
gentes , sin que esto sea blasonar de intachables intérpretes mina segunda gracia : así que esta no se infunde al alma , que
de la obra en nuestro idioma, ni mucho menos desconocer que no tiene ya de antemanola primeí-aójustificante y reparadora,
no dejarán de habérsenos deslizado descuidos sin transcenden- quedando como en suspenso hasta la adquisición de esta,
cia á lo esencial del fondo y forma , y que otros podrían dis- según á su tiempo se espondrá al tratar de los Sacramentos.
putarnos con mejores títulos mayor competencia i idoneidad;
790 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O S VII Y VIII.
(1) Así lo afirmaban textualmente Celestio y con posterio- opinion de algunos pocos mencionada en el a. l.° de la C. O'i
ridad Maimónides, condenados según lo dicho por el concilio en la 1. P., según los cuales el hombre no fue desde luego
a
milevitano y demás oráculos católicos ya mencionados en di- creado en gracia. Silvio empero prefiere otra esplicacion aun
versas notas á los artículos precedentes. Se ve aquí que el más aceptable de esa como restricción ampliativa (si cabe de-
Doctor angélico va refutando uno á uno y en detall todos los cirse así)del testo,-diciendo ser su verdadero sentido, no quo
puntos del pelagianismo en sus múltiples flancos y variadas el hombre se hallase aun hipotéticamente sin la gracia ha-
fases. bitual por algún brevísimo tiempo en su naturaleza íntegra ó
(2) En el que fue creado el primer hombre, dotado de la j us- en estado de inocencia , sino que aun sin el uso ó influjo ac-
licia original desde el momento mismo desucreación. Véanse tual de aquel hábito de gracia podía así y todo no pecar.
en el Tomo l." las notas 2 de la página 777, y 1 y 4de la 778; (4) En general, no precisamente sin el auxilio gratuito^
y téngase ademas presente lo consignado en el cuerpo del 2.° distinto del de su conservación en la integridad y justicia
artículo de esta misma C, 100. original, según se deja colegir del contesto y observa opor-
(3) Así esta doctrina es perfectamente aplicable aun á la tunamente Conrado.
CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO VIII. •791
nerse de todo pecado mortal, que consiste Blas cosas repentinas el hombre obra se-
en la razón, como se ha demostrado ( C . » gun un fin preconcebido y conforme al
74, a. 5 ) ; mas no de todo pecado venial B hábito preexistente » como dice Aris-
por causa de la corrupción del apetito de tóteles (Ethic. 1. 3, c. 8 ) : si bien es cier-
la sensualidad, cuyos movimientos uno á. to que por la premeditación de su razón
uno la razón puede ciertamente reprimir, el hombre puede obrar fuera del orden
y de esto proviene el que tengan razón del fin preconcebido y de la inclinación
de pecado y de voluntario; pero no t o - del hábito. P e r o , como el hombre no
dos, pues cuando se esfuerza por resistir puede insistir siempre en tal premedita-
á uno, tal vez surge otro, y también por- ción, no puede suceder que permanezca
que la razón no puede estar siempre vi- largo tiempo sin obrar según la conve-
gilante para evitar estos movimientos, niencia (2) de su voluntad desarreglada
como y a se ha dicho (aquí y C. 74, a. con respecto á D i o s , si la gracia no lo
10) (1). D e l mismo modo también, antes devuelve pronto al orden debido.
que la razón del hombre, en la que está A l argumento 1.° diremos, que el hom-
el pecado mortal, sea reparada por la bre puede evitar cada acto de pecado,
gracia santificante, puede evitar cada pero no t o d o s , á no ser por medio de la
uno de los pecados mortales, y por algún gracia, según lo dicho. Y sin embargo,
tiempo, porque no es imprescindible que como hay falta en el hombre por no pre-
peque en acto continuamente; pero no pararse á obtener la gracia, por esta
puede ser que permanezca largo tiempo causa no le escusa del pecado el que sin
sin pecado mortal, por lo cual dice San la gracia no pueda evitarlo.
Gregorio (Super. E z e c h . hom. 2, y M o - A l 2.° que « la corrección es útil, para
ral. 1. 2 5 , c. 9) que « el pecado que no » que del dolor consiguiente á ella nazca
» es borrado prontamente por la peniten- » l a voluntad de su regeneración ; y si el
» cia, atrae otro por su propio peso » : y la » que es corregido es hijo de promisión,
razón es porque, así como el apetito in- B para que al estrépito de la corrección,
ferior debe estar sometido á la razón, B que se deje oir y sentir dolorosamente
igualmente esta debe someterse á Dios, B por de fuera, obre D i o s á su vez inte-
y constituir en él mismo el fin de su vo- B riormente en él por oculta inspiración el
luntad. Y , pues por el fin deben ser regu- B querer B, como dice San A g u s t í n (lib.
lados todos los actos humanos, como por D e correptione et gratia, c. 6 ) . A s í que
el juicio de la razón los movimientos del por. esto es necesaria la corrección, pues-
apetito inferior; infiérese de aquí que, á to que se requiere la voluntad del hom-
la manera que no estando el apetito infe- bre, para que se abstenga del p e c a d o ;
rior sometido totalmente á la razón no pero no es suficiente la corrección sin el
puede menos de haber movimientos des- auxilio de D i o s : por lo cual se dice
ordenados en el apetito sensitivo, del ( E c c l . 7, 1 4 ) , considera las obras de
propio modo, cuando la razón no está t o - Dios, que ninguno puede corregir al que
talmente sometida á Dios, es consecuente él desechó.
que ocurran muchos desórdenes en los
A l 3.° que, como dice San Agustín
mismos actos de la razón ; porque, cuan-
( H y p o g n o s t . 1. 3, c. 1 y 2) ( 3 ) , aquellas
do el hombre no tiene su corazón afirma-
palabras se entienden del hombre según
do en D i o s , de modo que no quisiera se-
el estado de la naturaleza íntegra, cuan-
pararse de él por conseguir ningún bien
do aún no era esclavo del p e c a d o ; y por
ó por evitar mal a l g u n o , se presentan
lo mismo podía pecar ó no pecar. Ahora
muchas cosas, por cuya consecución ó
también se da al hombre lo que él quiere,
repulsión el nombre se aparta de Dios
pero el que quiera el bien tiéneio del
menospreciando sus preceptos ; y así pe-
auxilio de la gracia.
ca mortalmente, sobre todo porque « e n
(l) Y así lo defino el Concilio Tridentino f scss. 6 , can. 23'): (2) « Consecuencia » en algunas ediciones con la áurea.
« si alguno dijere que el hombre una vez justificado puede (3) Ya dejamos prevenido (nota 3, pág. 780) que este libro
n evitar por toda su vida todos los pecados aun veniales, á no no es de San Agustín , aunque comunmente se le atri-
» ser por especial privilegio de Dios, cual lo cree la Iglesia buye.
» otorgado a la Beatísima Virgen ; sea anatema ».
792 CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO IX.
(1) La respuesta afirmativa está ya condenada como heré- (4) Define el Concilio de Trento sobre este punto, anatema-
tica por los concilios de Orange ( c a p . 9, 10 y 25) y de Trento tizando á quien dijere que « el hombre justificado ó puede
(sess, 0, cap. 26). » perseverar en la jnsticia recibida sin especial auxilio de
(2) La llamada gracia Habitual, » Dios ó no puede aun con él » (seta. 6, can. 2),
(3) La tracta actual.
CUESTIÓN CIX.—ARTÍCULOS IX Y X. 193
otro auxilio de la gracia, para obtenerlas veces significa el hábito del alma, por el
virtudes, desde el momento en que y a que el hombre se mantiene firme, para
por la gracia está justificado. L u e g o mu- no separarse de lo que es conforme¡ á la
cho menos necesita del auxilio de la virtud por las tristezas que le asedian,
gracia, para obtener la perseverancia. de suerte que la perseverancia es con
2.° Todas las virtudes son infundidas respecto á estas tristezas lo que la conti-
(1) Negábanlo ciertos herejes afiliados á la secta pela- asímismo y con mayor razón la de Celestio y los pelagianos,
glana, concretándose algunos de ellos á decir que « el hotn- quienes deciah que « el hombre puede salvarse sin la gracia »¡
» bre por su libre albedrío tiene en sí lo bastante para perse- dado que la perseverancia es requisito indispensable para la
» verar en lo que cree por la fe ». Condenada tal doctrina salvación.
como herético por el Tridentino (sess. 0, can. 13 y 22) quédalo
794 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O X.
(1) De hecho, ó sea\ la conservación actual y constante mente perderían la gracia y con ella ese don de la perseve-
hasta el fin en la gracia y el bien , siendo efectiva y eficaz- rancia habitual y en acto.
mente preservados de caer en pecado mortal, porel que única-
CUESTIÓN CX.
ARTÍCULO I. — 1.« gracia pone aigo e n E s así que el alma vivifica el cuerpo in-
el alma? (1) mediatamente. L u e g o nada hay tampoco
intermedio entre Dios y el alma ; y por
1.° P a r e c e que la gracia uo poue cosa lo tanto la gracia no pone en el alma
alguna en el alma : porque, así como se algo creado.
dice tener el hombre la gracia de D i o s , 3.° Con motivo de estas palabras gra-
también la gracia del hombre, según lo cia y paz para vosotros ( R o m . 1) dice la
que se dice ( G e n . 3 9 , 2 1 ) que el Señor Glosa ( 2 ) (interl.) : « gracia, esto es,
dio á José la gracia en los ojos del al- »remisión de los pecados s>. M a s la re-
caide de la cárcel. Pero por decirse que misión de los pecados no pone algo en el
el hombre tiene la gracia del hombre, alma, sino solo en D i o s que no imputa
nada se pone en el que tiene la gracia el p e c a d o , según aquello ( P s . 3 1 , 2 ) :
del otro, sino que en este cuya gracia bienaventurado el varón, á quien el Se-
tiene se pone cierta aceptación. L u e g o , ñor no imputó pecado. L u e g o tampoco
cuando se dice que el hombre tiene la la gracia pone algo en el alma.
gracia de D i o s , nada se pone en el alma, Por el contrario : la luz pone algo en
sino que solo se significa la aceptación lo iluminado; y la gracia es cierta luz
divina. del alma, según lo que dice San A g u s -
2.° Como el alma vivifica al cuerpo, tín (lib. D e nat. et grat. c. 5 2 ) : « l a
así D i o s vivifica el a l m a ; por lo cual se »luz de la verdad abandona merecida-
dice ( D e u t . 3 0 , 2 0 ) , él es vida tuga. »mente ( 3 ) al prevaricador de la ley,
(I) 0 bien: ¿es la gracia una entidad real y verdadera, todo no es de ellos la originalidad del repugnante invento;
creada por Dios y existente en el alma ? Según los novadores pues ya muchos siglos antes habian dicho los herejes llama-
protestantes la gracia en nosotros no es otra cosa que «laim- dos justificatorios que « Dios nos imputa nuestra justicia,
» putacion ó como adjudicación ó apropiación de la santidad » aunque no seamos justos » , y los antosiandrinos, prosélitos
» misma y de los méritos de Cristo w , que encubriendo nues- de llírico, que « el hombre se hace justo porlájusticiamisma
tra maldad y pecados nos presenta justificados ante Dios y » con que es justo Dios, no esencial, sino imputativamente»,
dignos de la eterna bienaventuranza ; sin que por lo mismo es decir, no e n realidad , y sí solo como de palabra y al modo
nos sea necesario arrepentimos de nuestras culpas ni ejerci- que un gramático ó dialéctico aplica á cualquier sustantivo ó
tarnos en obras buenas, que puedan ser meritorias de la jus- término lógico oracional el epíteto o predicado que se le an-
tificación y salvación , toda vez que la satisfacción dada á toja. Escusado parece consignar que tales despropósitos han
Dios por el Redentor de todas nuestras iniquidades , tanto sido espresamente anatematizados por la Iglesia como here_
actuales y personales como la original ó hereditaria de nues- jías , señaladamente en el Concilio de Trento (sess. G, cap. 16,
tro primer padre Adán, es por sí misma suficiente y completa y can. 10,11 y 10).
sin cooperación alguna de nuestra parte : siendo una de las (2) Así la antigua manuscrita ; la impresa moderna entre-
consecuencias inmediatas y prácticamente deducidas de tan renglonada dice: « gracia y paz, esto es, reconciliación y tran.
monstruosa y'absurda hipótesi la abolición de los Sacramentos » quilidad de espíritu»; y la marginal colateral, « porque gra-
y de todo medio ó conducto transmisivo de la gracia , como » tuitamente se nos han perdonado los pecados».
inútiles y sin objeto real, una vez reducida así á una mera (3) Digne, que por cierto aparece dítii?ice (concertado con
cuanto irrisoria capa ó como velo encubridor de toda la he- legis) en muchas de las ediciones antiguas , variante inadmi-
dionda fealdad de la mancilla del pecado, sustraída (digámoslo sible y ya unánimemente rectificada en todas las posteriores;
así, y ló dicen muchos de ellos) á la mirada iracunda de Dios pues se clarea la intención de espresar que con justa razón y
ultrajado por la culpa, quien se aplaca y da por satisfecho á en castigo de su prevaricación es abandonado por la luz de la
la vista de ese envoltorio, en que convierten con blasfema im- verdad el infractor de la ley.
piedad el mérito de la redención de Jesucristo. Pero aun así y
CUESTIÓN ex. — ARTICULO I.
(1) Eslc punió se traló con suma claridad y precisión en ci dóse de la cualidad como de auxiliar) según el tecnicismo de
Concilio Tridcnüno (sess. C, cap. 7 y l(i, y sen-i. 14, cap. 3), la ciencia; de modo que la acción total ó perfecta es el resul-
que convendrá leer con algún detenimiento , sobre lodo para tado complejo de una y otra acción , parcial é incompleta de
desentrañar bien el error de los justiíiealorios apoyado en la suyo cada cual.
mala interpretación de varios lugares del nuevo Testamento. (3) La gracia actual, que no es otra cosa que ese impulso ó
(2) Por cuanto la cualidad solo obra como principio q'to f á moción de Dios á la voluntad humana, constituyendo sus po -
manera de medio interpuesto ó instrumento accidental), mas tencias en acto sobrenatural. ,
el sujeto actúa como principio quod (verdadero agente valicn- (4) La gracia habitual. Se ve pues claramente que la tesis
798 CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O S II V III.
pudiera muy bien condensarse en esta sencillísima fórmula : lieos la cuestión concreta de si la gracia habitual es ó no un
« la gracia actual es movimiento, y la gracia habitual es cua- verdadero hábito propiamente dicho.
» lidad». Es de advertir sin embargo que los PP. del Concilio (1) Tal es la opinión de Escoto , Durand , Belarmino, Váz-
de Trento , á pesar de consignar como dogma de fe que « hay quez y otros , y que.Silvio califica de probable. Santo Tomás
» alguna gracia habitual inherente como forma en el alma de no es del mismo parecer, pues la gracia según él es cosa tan
» los justos d modo de'hábito» , no tuvieron por conveniente distinta de las virtudes infusas como lo es de las adquiridas
adoptar en su declaración de una manera categórica y re- la luz de la razón , siendo por otra parte indiscutible que la
suelta las palabras.cualidad ó hábito, para designar por ellas gracia es infusa. Claró es igualmente que la gracia , de que
dicha gracia habitual; dejando así indecisa en parte y por- aquí se trata, es precisamente la habitual.
consideración á las diversas opiniones de los doctores cató- (2) Véase el a. 4 de la C. 55.
CUESTIÓN CX. — ARTÍCULOS III Y IV. 799
las virtudes teologales. M a s la gracia no razón es algo distinto (prceter) de las vir-
es la fe ó la esperanza, puesto que estas tudes adquiridas, que se dicen en orden
pueden existir sin la gracia santificante; á la misma luz natural; igualmente la
ni tampoco la caridad, porque « l a gracia misma luz de la gracia, que es la parti-
«previene á la caridad», como dice San cipación de la divina naturaleza, es algo
Agustín en el libro D e prajdestinatione diverso de las virtudes infusas, que de
Sanctorum ( ó D e dono persev. c. 1 6 ) . aquella luz se derivan y á ella se orde-
L u e g o la gracia no es virtud. nan ; por lo cual dice el Apóstol (Ephes.
Conclusión. La luz ó don sobrenatu- 5, 8 ) : en otro tiempo erais tinieblas; mas
ral de la gracia es cierta entidad diversa ahora sois luz en el Señor. P o r q u e , así
de las virtudes infusas, como difiere de como las virtudes adquiridas perfeccionan
las adquiridas la luz natural de la ra- al hombre, para que camine conforme á
zón. la luz natural de la razón ; del mismo
Responderemos, que algunos ( 1 ) su- modo las virtudes infusas lo perfeccionan,
pusieron que la gracia y la virtud son lo para marchar cual conviene á la luz de
mismo según la esencia, difiriendo sola- la gracia ( 2 ) .
mente según la razón ; llamándose gracia A l argumento 1.° diremos que San
según que hace al hombre grato á Dios Agustín llama gracia á la, fe que obra por
ó por darse gratuitamente, y virtud s e - amor, porque el acto de la fe que obra
gún que perfecciona para bien obrar : y por amor es el primer a c t o , en el que se
tal parece fue el sentir del Maestro (Sent. manifiesta la gracia santificante.
lib. 2 , dist. 2 6 ) . P e r o quien considere A l 2.° que el bien inserto en la defini-
rectamente la naturaleza de la virtud, re- ción de la virtud se dice según la conve-
conocerá que esto es insostenible; por- niencia á alguna naturaleza preexistente,
que , como dice Aristóteles ( P h y s . 1. 7, sea esencial ó participada; mas el bien
t. 1 7 ) , « l a virtud es cierta disposición de no se atribuye así á la gracia sino como
» l o perfecto, y digo perfecto á lo que se á la raíz de la bondad en el hombre, se-
»halla dispuesto según la naturaleza». gún lo dicho.
D e lo cual aparece claro que se dice vir- A l 3.° que la gracia se reduce á la pri-
tud de cada cosa en orden á alguna natu- mera especie de cualidad; y no es sin
raleza preexistente, cuando cada una se embargo lo mismo que la virtud, sino
halla dispuesta del modo que es con- cierta habitud, que se presupone á las
gruente á su naturaleza. E s también no- virtudes infusas como principio y raíz de
torio que las virtudes adquiridas por los estas.
actos humanos, de que y a se ha hablado
(C. 55 y sig.), son disposiciones, que or-
denan convenientemente al hombre con ARTÍCULO I V . — i. I.a gracia está e n la
relación á la naturaleza, por la que es e s e n c i a del alma como e n s u s n j e t o . ó e n al-
hombre ; al paso que las virtudes infusas g u n a de s u s potencias?
le disponen de un modo más elevado y á
más alto fin; por cuya razón es preciso l.° Parece que la gracia no está en la
que (se refieran) á una naturaleza más esencia del alma como en sujeto, sino en
elevada, esto e s , á la participación de la alguna de sus potencias : porque dice San
naturaleza divina,.que se llama luz de la Agustín (Hypognostic. 1. 3) (3) que « l a
gracia, según aquello ( n Petr. 1 , 4 ) : »gracia se compara á la voluntad ó al
muy grandes y preciosas promesas os »libre albedrío como el ginete al caba-
dio, para que por ellas seáis hechos par- » l i o ». E s así que la voluntad del libre
ticipantes de la naturaleza divina; y se- albedrío es cierta potencia, como se ha
gún que recibimos' esta naturaleza, se dicho ( 1 . P . , C. 8 3 , a. 2 ) . L u e g o la gra-
a
dice que somos regenerados á hijos de cia está en la potencia del alma como en
Dios. A s í pues como la luz natural de la su sujeto.
(1) Entre otros los mencionados en la nota 1, pág. 798. (3." P. C. 28, a. 2, y C. 89, a. L;Sent. 1 1 , rtisí. 20, a. 4, q. 27;
(2) Según Silvio es más probable que la gracia es un hábito De veril, ii,...) y seguida ademas por Cayetano, Medina, Valen-
realmente diverso do la caridad según la opinión del Santo cia, Suarez, Tanner y-otros con todos los tomistas.
Doctor consignada aquí y reproducida en varios otros lugares (3) Véase lo dicho en la nota 3, do la pág. 780.
800 CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O IV.
(t) Colígese sustancialmente de su Epístola 105 y del libro (3j Tal es en efecto la opinión común y más aceptable do
Degralia et libero arbilrio cap. 6, como tambiende su Sermón 15
}
cuantos con el angélico Doctor admiten la distinción real en-
De verbis Aposloli, cap. 2 , y aun de algún otro pasaje más ó tre la gracia y la caridad , según lo dicho en la nota proco-
menos esplícito de sus obras; mas nada siquiera análogo se dente.
encuentra en su libro De correpl. el grat. c. 6, que equivocada- (4) Coligóse de aquí harto clara y lógicamente que esa
mente se ve citado al margen en casi todas las ediciones a n - efluencia ó derivación , por las que las virtudes proceden ó
tiguas, según observa Nicolai. emanan de la gracia , es según la mente del Santo algo más
(2) Como efectivamente deja ya demostrado en el prece- que simplemente moral, es decir, física ó como física : lo cual
dente a. 3, bien así como su preeminencia aun respecto de la está en plena consonancia con su doctrina de la física premo-
caridad y con mayor razón de las otras virtudes infusas : lo ción , á que sirve do base y aun da alguna luz la que aquí
cual es muy digno de tenerse en consideración para la solu- deja establecida.
ción de la actual tési. (5)' Humana, como es bien obvio.
CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O IV. 801
esencia del alma, en cuanto es de tal tiese, aun así y todo se diría el alma in-
especie (1). telectual ó racional según su especie ; no
A l 4.° que, siendo las potencias del porque tuviera en acto estas potencias,
alma propiedades naturales resultantes sino á causa de la especie de tal esencia,
de la especie, el alma no puede existir de l a que estas potencias deben natural-
sin e l l a s : m a s , dado que sin ellas exis- mente dimanar.
CUESTIÓN CXI.
Division de la gracia.
Dedicamos á este asunto los cinco artículos siguientes: 1." Se divide convenientemente la gracia
en gracia gratis-data y gracia santificante? — 2.° Division de la gracia santificante en operativa
y cooperante.— 3.° Division de la m i s m a en preveniente y subsecuente. — 4." Division de la gracia
gratis-data.— 5.° Comparación entre la gracia santificante y la gratis-data.
(1) Lo propio es de lleno y con toda exactitud igualmente el de hacer milagros, lo mismo que los demás Apóstoles.
aplicable á la santificante ; y sin embargo lo dice así, como (2) Aunque el testo dice muy bien de h a c , traducimos no
concretándolo característicamente á la gratis-data, para indi- obstante de ella (de la gratis-data), por evitar toda ambigüe-
car cierta preeminencia de esta respecto de aquella, en razón dad, á que pudiera dar ocasión la circunstancia de nombrarse
á darse para cooperar al bien común , en tanto que la santi- inmediatamente antes la santificante; si bien la esprosion
ficante se limita al privado ó individual de quien la recibe ó ad utilitatem de San Pablo bastaría á disipar toda duda, y más
posee: y por otra parte es bien sabido que los llamados dones con la espresa salvedad siguiente del Autor.
del Espíritu Santo, que son estraordinarias gracias gratis- (3) Primera subdivisión de la gracia santificante , especial-
datas , solo suelen otorgarse por lo común á personas de muy mente en su concepto de actual, si bien el Santo Doctor la
probada santidad , aun cuando alguna vez por escepcion (di- hace estensiva también á la habitual: ya el concilio de Orangc
gámoslo así) ó por circunstancias especiales hayan iccaido á insinuó esta distinción de la gracia (can. < 1 y (i) bajo las fór-
favor de instrumentos verdaderamente indignos de tan sin- mulas volenlibus el ut velimns, in nobls atque nobixcum y per infu-
gulares prerogativas , como Judas se halló exornado de idén- síohem et inspirationcm, aunque sin el tecnicismo do operante y
ticos carismas y gracias ó dones peculiarísimos, tales como cooperante, hoy generalizado y corriente entre los teólogos.
CUESTIÓN CXI. — ARTÍCULO I I . 803
(1) También esta subdivisión se refiere á la gracia santifi- (4) En otro sentido ademas habla (ibid.) el Santo Doctor de
cante , y preferentemente considerada más bien como actual Hipona sobre esta misma distinción de la gracia diciendo :
que como habitual. La diferencia característica entre aquella « aunque es ayudado por la gracia (subsecuente ) cuando ya ha
y esta distinción puede muy bien notarse , observando en la » comenzado , mas no comienza sin la gracia » ( preveniente ) ,
primera la simultaneidad de la acción de la gracia operante ó bajo cuyo aspecto la preveniente viene á identificarse con la
cooperante con la operación humana, y en esta otra la respec- operante (que algunos llaman también escitante) y la subsi-
tiva anterioridad ó posterioridad; de manera que la gracia en guiente con la cooperante (llamada respectivamente adyuvante
su doble concepto de operante y cooperante podría compren- aun por el Concilio de Trento en términos espresos , per ejus
derse en la denominación común de concomitante (como en excí'.anlem a'que adjuvantem graliam..., sess. 6, cap. 5). Demues-
efecto la designan algunos teólogos), llamando á la preve- tra ademas (lib: De grulla Clirisli, c. 7 y 10 ) que « es pelagiano
niente y subsecuente en común no concomitante. » decir que la gracia solo previene al entendimiento , persua-
(2) No se trata por ahora de la gracia suficiente como con- » diéndolo moralmente » : lo cual patentiza que en su sentir la
trapuesta á la eficaz , de modo que se entienda sin el efecto doctrina católica está en que (como harto claramente dice)
ineluctable adjunto siempre á esta; sino como bastante en Dios infunde la gracia « no mostrando solamente la verdad,
general, para que el hombre auxiliado por ella pueda con su » sino. también la caridad», non ostendendo tantam oeritatem.
cooperación realizar ú obtener su propio efecto. verüm eliam impertiendo cliarttatem ; prueba concluyente de que
(3) La Iglesia en efecto autoriza prácticamente esa distin- reconoce y enseña la prevención ó premoción ó predetermina-
ción, diciendo en una de sus oraciones más comunmente reci. ción física, la que sin embargo hay aún quienes pretenden no
tadas en su liturgia *. Actiones nostras . . . aspirando prosveni (hé admite el Doctor angélico, por conceptuarla opuesta al lrbre
albedrío , á pesar de sus terminantes y repetidísimas declara-
t
insistente y como sistemática repetición de las palabras seciín- contradicción ó indecisión en el doble uso por el Santo de la
dum condilioncmvoluntatis, con que intencionalmente conjuray palabra suficiente por eficaz á veces, en cuanto suficiente hasta
rechaza semejante interpretación , do quiera y cuantas veces la consumación misma del acto pone por sí misma sola el efecto,
habla de esa predeterminación física ó como física ; y solo la y en otras ocasiones eficaz por suficiente, dando á entender á
mala fe de los jansenistas ha podido abusar hasta ese inconce- todas luces siempre por la contestura misma de su lenguaje
bible estremo de la subdivisión de -la gracia actual insuficiente en los respectivos casos que la llama así, por cuanto poderosa •
y eficaz, usada comunmente por la escuela tomista y perfecta- per se* y con virtud decisiva para la producción de su efecto
mente esplicada por ellos con el testimonio de su ilustre Cau- propio no lo produce sin embargo por falta de la debida con-
dillo con la esplícita especificación de que la 1. da el posse y
a
currencia ó cooperación siempre libérrima del hombre •- de
la 2." pone el acto mismo , según lo cual asimismo reconocen donde únicamente podría colegirse en buena lógica y juz-
una doble predeterminación suficiente (la que puede ser y es de gando con sereno é imparcial criterio que, no siendo aún cor-
hecho á veces frustrada por la resistencia déla libre voluntad), riente el uso de esas dos voces con la perfecta distinción de
como que no induce per se y necesariamente su efecto, y eficaz (á las acepciones en que hoy se emplean ya comunmente en las
la que puede resistirse, mas nunca queda sin efecto), que ni in- escuelas, valíase indiferentemente de una ú otra según el ca-
muta la voluntad violentándola, ni resulta estéril merced á la rácter predominante en cada caso, pero siempre con adjuntos
aquiescencia y asentimiento completamente libre ( seeundum en nada propicios á una contraria inteligencia por parte de
conditionem voluntatis) del humano albedrío , por lo que surte quien no le leyese mirando por el prisma falaz é ilegítimo de
siempre indefectiblemente su efecto; sin que á ello obste, ha- una ú otra preocupación ó prejuicio intelectual sofísticamente
blando en serio y según la manifiesta intención del pensa- abusivo.
miento en los respectivos casos, cierta ambigüedad y aparente (1) Véase la nota 1 de la página 796,
806 CUESTIÓN C X I . — A R T Í C U L O IV.
lenguas, á otro interpretación de pala- razón tiene lugar por medio de argumen-
bras. tos ; mas en las reveladas y superiores á
Conclusión. Con muy justa razón enu- la razón por los medios que son propios
mera el Apóstol las nueve gracias gratis- del poder divino, y esto de dos modos:
datas : fe y lenguajes de sabiduría y de 1.° haciendo el doctor de la doctrina sa-
ciencia para la perfección del conocimien-
1
grada lo que solo Dios puede hacer en
to ; don de curar, operación de prodigios, obras milagrosas, y a sean para la salud
profecía y discernimiento de espíritus en corporal, y en cuanto á esto se dice gra-
corroboración de la doctrina; y otras con- cia de sanidades; y a se ordenen á sola la
cernientes á la facilidad de la predica- manifestación del divino poder, como de-
ción, como el don de lenguas y la inter- teniendo ó eclipsando el sol, hendiendo el
pretación de discursos. mar, y tal es la operación de virtudes ( 1 ) ;
E e s p o n d e r é m o s , que según lo dicho 2.° pudiendo manifestar lo que solo á D i o s
(a. 1) la gracia gratis-data tiene por ob- compete saber, como son los futuros con-
jeto que el hombre coopere con otro, para tingentes, á lo que se refiere la profecía;
atraerle á D i o s . P e r o el hombre no puede y también los secretos de los corazones,
obrar esto moviendo interiormente ( l o lo que constituye la discreción de espíri-
cual es propio de solo D i o s ) , sino solo tus : y la facultad de proferir puede con-
esteriormente enseñando ó persuadiendo; siderarse y a respecto al idioma, en que
por lo cual la gracia gratis-data encierra alguno puede ser entendido, y esto se
en sí todo cuanto el hombre necesita, dice linajes de lenguas; y a en cuanto al
para instruir á otro en las cosas divinas, sentido de las palabras proferidas, que es
que son superiores á la razón; y para esto el objeto de la interpretación de lenguaje
se requieren tres cosas : 1 . que el hombre
a
(se?'monum).
esté dotado de la plenitud del conoci- A l argumento 1.° diremos q u e , según
miento de las cosas divinas, para poder se ha dicho (a. 1), no todos los beneficios
así enseñarlas á otros; 2 . que pueda con-
a
que se nos conceden por la divinidad se di-
firmar ó probar lo que dice, pues de otra cen gracias gratis-datas ; sino solo aque-
manera su doctrina no sería eficaz; 3 . que a
llas, que esceden la facultad de la natura-
lo que él concibe pueda transmitirlo con- l e z a , como que un pescador abunde en
venientemente á sus oyentes. E n cuanto palabras de sabiduría y ciencia y otros
á lo 1.° pues son necesarios tres requisi- semejantes, y los tales se comprenden
t o s , como sucede aun en el magisterio aquí en la gracia gratis-data.
humano : porque es preciso que el que A l 2.° que la fe no se enumera entre las
debe instruir á otro en alguna ciencia, gracias gratis-datas, en cuanto es cier-
posea 1.° como ciertísimos los principios ta virtud que justifica al hombre en sí
de aquella ciencia, y en cuanto á esto se mismo, sino según que importa cierta cer-
asigna la y e , que es la certidumbre de las teza supereminente de f e , por la que el
cosas invisibles, que se suponen como prin- hombre se hace idóneo para instruir á
cipios en la doctrina católica; 2.° que el otros en lo perteneciente á la f e ; en tanto
doctor conozca bien las principales con- que la esperanza y la caridad pertenecen
clusiones de la ciencia, y al efecto se h a - á la potencia apetitiva, según que por
bla de la sabiduría, que es el conocimiento ella el hombre se ordena á Dios.
de las cosas divinas; 3.° que abunde en
A l 3.° que la gracia de curaciones se
ejemplos y en el conocimiento de los efec-
distingue de la general operación de ma-
t o s , por los cuales conviene á veces ma-
ravillas (virtutum) por su especial carác-
nifestar las causas, y en cuanto á esto se
ter de inducir al fin, á lo cual se hace uno
menciona la ciencia, que es el conoci-
más pronto por el beneficio de la salud
miento de las cosas humanas, porque las
corporal, que se alcanza por virtud de la
cosas invisibles de Dios se ven después de
fe. Asimismo el hablar varias lenguas é
la creación del mundo considerándolas
interpretar discursos tienen ciertas razo-
por las obras creadas ( R o m . 1 , 2 0 ) . L a
nes especiales para mover á la fe ; por
confirmación en las cosas sometidas á la
lo cual se consideran especiales gracias
gratis-datas.
(1) Don de hacer milagros ú obras prodigiosas, en que se
ostenta viríucl ó poder sobrenatural. A l 4.° que la sabiduría y la ciencia no
CUESTIÓN cxí. — ARTÍCULOS iv Y V. 807
se c o m p u t a n entre las gracias gratis-datas, mente aun con los demás. E s así que por
según que s eenumeran entre los dones la gracia santificante e lh o m b r e s e per-
del Espíritu S a n t o , e sdecir, e n cuanto f e c c i o n a e n s ím i s m o ; p e r o p o r l a g r a c i a
el á n i m o del h o m b r e s edeja bien m o v e r gratis-data contribuye á l a perfección d e
por e lEspíritu Santo á cosas propias d e otros. L u e g o la gracia gratis-data es m á s
la sabiduría y de l aciencia, pues así con- escelente que l a gracia santificante.
sideradas son dones del Espíritu Santo, 3.° L o q u e e sp r o p i o d e los m e j o r e s ,
c o m o s e h a d i c h o ( C . 6 8 , a . 1 y 4); s i n o es m á s digno que l oque e sc o m ú n á to-
que s ecomputan entre las gracias gratis- dos ; como razonar, que e spropio del
datas, según que importan cierta abun- h o m b r e , e sm á s n o b l e q u e sentir, q u e e s
dancia de ciencia y sabiduría, para que e l c o m ú n á todos los animales. Siendo pues
hombre pueda no solo pensar bien en s í la gracia santificante c o m ú n á todos los
m i s m o sobre las cosas divinas, sino ins- miembros de l aIglesia, y l a gracia gra-
truir también á otros y redargüir á los tis-data un don peculiar de los miembros
que las contradigan: por cuya razón en- más dignos de l aIglesia; sigúese que l a
tre las gracias gratis-datas s e incluyen gracia gratis-data e smás digna que l a
c o n s i g n i f i c a t i v a m e n c i ó n (1) l a -palabra gracia santificante.
de sabiduría y la palabra de ciencia; Por el contrario: el A p ó s t o l , d e s p u é s
porque, como dice San Agustín ( D e Trin. de haber enumerado las gracias gratui-
1. 14, c . 1), « u n a c o s a e s s a b e r t a n s o l a - t a m e n t e d a d a s , a ñ a d e ( i C o r . 12, 31),
» m e n t e qué e sl o que e l hombre debe yo os muestro un camino aún más esce-
»creer para conseguir l avida b i e n a v e n - lente ; y , c o m o s e v e p o r lo q u e s e s i g u e ,
t u r a d a , y otra e s saber d e qué m o d o habla de l acaridad, que pertenece á l a
» a y u d a esto m i s m o á los piadosos y c ó m o g r a c i a s a n t i f i c a n t e . L u e g o e s t a es m á s
» d e f e n d e r l o c o n t r a los i m p í o s ». escelente q u e l agracia gratis-data.
Conclusión. La gracia santificante es
ARTÍCULO V . — 1.a gracia gratis-data más noble y escelente que la gratis-data,
es mus digna que l a gracia santllicniííe V como inmediatamente unitiva del hombre
con Dios aquella, y solo dispositiva esto-
1.° P a r e c e q u e l a g r a c i a g r a t i s - d a t a tra á dicha unión.
es m á s d i g n a q u e l agracia santificante: Responderemos, q u e c a d a v i r t u d e s
«porque e lbien d e una nación e s mejor tanto más escelente, cuanto ordena á más
» q u e e l b i e n d e u n o s o l o » , c o m o d i c e e l a l t o b i e n ; y p o r o t r a p a r t e s i e m p r e el
F i l ó s o f o ( E t h i c . 1. 1, c . 2) ; y l a g r a c i a fin e s m e j o r q u e l o s m e d i o s q u e á é l c o n -
s a n t i f i c a n t e s e o r d e n a a l b i e n d e u n s o l o d u c e n . E a b i e n : la gracia santificante
h o m b r e , al p a s o q u e la gracia gratis-data ordena al hombre inmediatamente á su
al bien c o m ú n d e toda l a Iglesia, c o m o unión con el fin último; m i e n t r a s que
s e h a d i c h o ( a . 1 y 4). L u e g o l a g r a c i a las gracias gratis-datas le ordenan á
gratis-data e s más digna que l a gracia cierta preparación para ese fin, c o m o
santificante. por l a profecía y los milagros y otros
2.° M a y o r v i r t u d p r u e b a e l q u e a l g u n o s e m e j a n t e s s o n i n d u c i d o s l o s h o m b r e s á
p u e d a o b r a r s o b r e o t r o q u e e l s e r p e r f e c - u n i r s e á s u ú l t i m o fin: p o r c u y a r a z ó n
cionado solo en s ímismo, c o m o es m a y o r la gracia santificante es mucho más es-
la claridad de u n cuerpo, que puede ilu- celente que la gracia gratis-data.
minar también otros cuerpos, que l a del A l a r g u m e n t o 1.° d i r e mos que, según
que de tal m o d o brilla en sí q u e n o p u e d e d i c e A r i s t ó t e l e s ( M e t . 1. 12, t . 5 2 ) , e l
i l u m i n a r á otros ;p o r l o c u a l t a m b i é n dice b i e n d eu n a m u l t i t u d , c o m o u n ejército,
A r i s t ó t e l e s ( E t h i c . 1. 5, c . 1) q u e « l a j u s - es de dos maneras : uno que s ehalla en
»ticia es la m á s preclara de las virtudes », l a m i s m a m u l t i t u d , c o m o e l orden d e l
por l aque e lhombre s econduce recta- ejército, y otro que está separado de ella,
(1) Significanlcr ponitiir según las ediciones de Paris, Madrid dida la poca fuerza de espresion de ese verbo , que por cierto
y Ñapóles con "Nicolai en consonancia con el códice de Tarra- ademas no aparece en ninguno de los miembros de la, larga
gona; el de Alcañiz y el testo de Conradoponen signtmler, que enumeración del desarrollo en el § Respond..., donde se ve hasta
viene á espresar lo mismo : mas las ediciones de Pádua y diez veces repetido ponitur inalterablemente, y dos de ellas en
Roma (contestes todas antiguas y modernas) dicen sigitificattir la esposleion precisamente de las dos gracias, á que se refiere
primó semo..., redacción que no nos parece justificable aten- esta solución al argumento 4 °
808 CUESTIÓN C X I . — A R T Í C U L O V.
CUESTIÓN CXII,
Causa de la gracia.
Tal será el asunto de los cinco artículos siguientes : 1.° Es solo Dios la causa eficiente de la gracia?
— 2.° Se requiere alguna disposición á la gracia por el acto del libre albedrío por parte del que la
recibe ? — 3.° Esta disposición puede ser necesidad p a r a la gracia? — 4." La gracia es igual en todos
— ñ.° Puede alguno saber que posée la g r a c i a ?
(1) Algunos teólogos llaman á los ángeles causa ministerial anatematizando á los que dijeren lo contrario , como Lutero
déla gracia, denominación más propiamente adaptable en decía que « todo cuanto se dice de predisposición del libre al-
nuestro concepto á los sacerdotes y en general á los ministros i) bedrío es fabulosa invención ; puesto que ( añadía J cuando
de los Sacramentos , que son los verdaderos conductos de la M este hace lo que está en él, peca mortalmente, y cuanto más
gracia según la divina institución de Cristo, á cuyos admi- » se esfuerza por prepararse á la gracia, tanto más gravemente
nistradores llama por lo mismo San Pablo dispensadores de los » peca ». Condenado tan abominable error por el Papa León X
misterios de Dios (i Cor, 4, I). en su bula contra Lutero mismo, lo fue de nuevo terminante-
(2) Asi lo define el Santo Concilio de Trento (sess, 6, can,!)), mente por el citado Concilio (sess, 0, can. 5, 0 y 13),
8lÓ CUESTIÓN CXÍI. — ARTÍCULOS ti Y III.
(1J Así se verifica en los adultos ya en uso de sn razón, é irresistible de su misericordia y bondad , como lo hizo con
pues en los niños é idiotas completamente destituidos de ella San Pablo y San Ginés y á favor de tantos otros, especial-
no cabe disposición alguna personal, la que sin embargo suple mente á la vista deja constancia y prodigios de los Santos
la Iglesia en la administración del Santo Bautismo á los pár- mártires ó á ruegos de otras personas , entre las que es bien
vulos por medio de los padrinos en su representación , impo- conocida la eficacia de las plegarias de Santa Mónica, que ob-
niéndoles por lo mismo el deber de informarles á su tiempo tuvo del Señor la conversión de su hijo San Agustín, y pu-
de la gracia recibida y deberes anejos contraidos en aquel so- dieran aducirse centenares de ejemplos análogos y con di-
lemne acto de su inscripción en el gremio de los fieles, en de- versas ocasiones , á partir sobre todo de la de San Dimas, lla-
fecto de sus padres, que como tales tienen los primeros esa mado «el buen ladrón».
tan sagrada obligación. (3) La Vulgata dice (oyó) audivit.
(2) La llamada gracia actual, para la que según doctrina (4) La afirmativa está anatematizada como herejía por el
unánime de todos los teólogos no se requiere como indispen- Concilio de Trento ( sess. 0, can. 3 ) , y lo había sido mucho
sable la predisposición en el hombre, á quien Dios mismircon- antes en términos no tan esplícitoB por el de Orange (can, 6).
vicrte á veces instantáneamente á sí por un golpe repentino
CUESTIÓN C X l t . — A R T Í C U L O S IÍI Y ÍV. 811
lo que está, en su poder : porque sobre de dos modos : 1.° según que precede del
aquello ( R o m . 3 ) , ta justicia de Dios libre albedrío, y en este concepto no in-
se ha manifestado..., dice la Glosa ( R a - duce necesariamente la consecución de la
bani, lib. 2 Comm.) : « D i o s recibe á gracia , porque el don de la gracia escede
» quien á él se refugia; de otra manera á toda preparación de la virtud humana ;
» habría en él iniquidad » . P e r o es im- 2 . ° según que proviene de Dios como mo-
posible que en Dios haya iniquidad : lue- tor , y entonces llega necesariamente á
g o es imposible que no acoja á quien á realizarse lo que es ordenado por Dios,
él se a c o g e , y por lo tanto consigue la no por necesidad de coacción , sino de in-
gracia necesariamente. falibilidad ; porque la intención de D i o s
2 . ° San Anselmo dice (lib. D e casu jamás puede faltar, según lo que dice
diaboli, c. 3 ) que «la causa, por que D i o s San Agustín ( D e prœdest. sanct. 1. 9 , ó
» no concedió al diablo gracia, es porque D e dono, persev. c. 1 4 ) que «todos los
» él no quiso recibirla ni se preparó». » que son librados lo son ciertísimamente
P e r o quitada la causa necesariamente se » por los beneficios de DÍOST>. L u e g o , si la
quita el efecto. L u e g o , si alguien quiere intención de Dios movente es que el hom-
recibir la g r a c i a , es necesario que se bre, cuyo corazón m u e v e , consiga la gra-
le dé. c i a ; infaliblemente la consigue, según
3 . ° « E l bien es comunicativo de sí aquello ( J o a n n . , 6 , 4 5 ) : todo el que
» m i s m o » , como dice San Dionisio ( D e oyó del Padre y aprendió, viene á mí.
div. nom. c. 4 ) ; y el bien de la gracia A l argumento 1.° diremos, que aquella
es mejor que el bien de la naturaleza: Glosa habla del que se refugia á D i o s
por consiguiente, puesto que la forma por el acto meritorio del libre albedrío
natural sobreviene necesariamente á la informado y a por la gracia ; á quien si
materia dispuesta, parece que con mayor no le recibiera, sería contra la justiciaque
razón la gracia se da necesariamente al él mismo estableció. O bien, si se refiere
que se prepara á ella. al movimiento del libre albedrío antes de
Por el contrario : el hombre es com- la gracia, se debe entender que este re-
parado á Dios como el barro al alfarero, fugio del hombre á Dios proviene de la
según aquello ( J e r e m . 1 8 , 6 ) , como el moción divina, la cual es justo que no
barro está en mano del alfarero, así vos- falte.
otros en mi mano. E s así que el barro no A l 2 . ° que la primera causa de la falta
recibe necesariamente del alfarero la for- de la gracia está de nuestra parte ; pero la
ma , de cualquier manera que esté prepa- primera causa de la donación de la gra-
rado. L u e g o tampoco el hombre recibe cia está de la de Dios ( 1 ) según aquello
de D i o s necesariamente la gracia, cual- ( Os. 1 3 , 9 ) : tu perdición, Israel, de tí;
quiera que sea su preparación. solo en mí está tu socorro.
Conclusión. La preparación á la gra- A l 3 . ° que aun en las cosas naturales
cia [ 1 ] , en cuanto se refiere al libre al- la disposición de la materia no obtiene
bedrío, no implica necesidad alguna de por necesidad la forma, sino por la vir-
obtenerla ; mas [ 2 ] por lo que mira á la tud del a g e n t e , que produce la dispo-
moción de Dios, es necesaria su conse- sición.
cución respecto al divino designio con
necesidad, no de coacción, sino de inde- ARTÍCULO I V . — I.ÍI gracia es mayor
fectibilidad. en nno que en otro ? (2)
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
( a . 2 ) la preparación del hombre á la 1.° Parece que la gracia no es mayor
gracia proviene de D i o s como motor y en uno que en otro : porque la gracia es
del libre albedrío como lo movido. E s t a causada en nosotros por dilección divina,
preparación pues puede ser considerada como se ha manifestado ( C . 1 1 0 , a. 1 ) .
(1) Aunque el no haber querido el diablo la gracia fue la sela y en efecto se la confirió.
causa de que no la obtuviese ; no puede inferirse de eso. ni (2) « Recibimos en nosotros la justicia, dice el Concilio Tri-
menos pudo entrar en la intención de San Anselmo, dar á en- ndentino (sess. G, cap. 7 ) , según la medida que el Espíritu
tender que la causa de que el ángel bueno consiguiese dicha n Santo distribuye á cada cual, según quiere y proporcional*
gracia fue porque él lo quiso, sino porque Diosqniso otorgár- i» mente á la respectiva disposición y cooperación ».
-812 CUESTIÓN CXII. — ARTÍCULOS IV Y V.
(1) De esta enumeración aquí citada parece colegirse que ticos del Patriarca (le la Reforma protestante Lulero consistía
también se hace eslensiva la doctrina de este artículo á las en asegurar que «todo hombre sabe que está en gracia y tie-
gracias gratis-datas, respecto délas cuales no cabe la más » ne certidumbre de que es justo » ; Melancton avanzó á decir
leve duda acerca de su notoria desigualdad, por lo mismoque que « cada uno está en la obligación de creer que está en gra
suelen ser y s< n dones ó carismas estraordinarios y absoluta- » cia , y que por sola esta fe se justifica » ; y Bucer concluyó
mente innecesarios para lajustificacion y salvacionindividual. por añadir que « los hombres debencreer firmemente que son
(2) Uno de los más escandalosos y necios desvarios heré- » gratos á Dios por Cristo, por más impura y criminalmente
CUESTIÓN CX1I. — ARTÍCULO V. 813
que posee la gracia: porque la gracia es- Responderemos, que puede conocerse
tá en el alma por su esencia ; y el cono- algo de tres modos : 1.° por revelación, y
cimiento del alma es ciertísimo acerca de de este modo puede alguno saber que
las cosas que están en ella por su esen- tiene la gracia ; porque Dios revela esto
cia, como consta por San' Agustín (Sups á veces á algunos por privilegio especial,
Gen. ad litt. 1. 12, c. 31). L u e g o la gra- para que comience en ellos el gozo de la
cia puede ger conocida ciertísimamente seguridad aun en esta vida, y con más
por aquel que la posee. confianza y fortaleza lleven á cabo obras
2.° A s í como la ciencia es un don de grandes y soporten los males de la vida
D i o s , también la gracia. P e r o el que re- presente, como le fue dicho á San P a -
cibe de D i o s la ciencia, sabe que tiene blo ( i l Cor. 12, 9 ) , bástate mi gracia ; 2. a
» que vivan ». El Concilio de Trento anatematiza tan blasfe- catadura que las mencionadas en las notas 1, pág-, 709, y 1 de
mas enseñanzas (sess. 6, can. 9, 13 y M) de la propia impía la 779.
814 CUESTIÓN CXII. —ARTÍCULO v.
tos ? De los mios ocultos limpiante, y nos es conocido ; mas el objeto ó fin de
(v. 14) de los ajenos perdona á tu siervo. la gracia nos es desconocido, por causa
A l argumento 1.° diremos, que las co- de la inmensidad de su l u z , según aque-
sas, que están por su esencia en el alma, llo ( i Tim. 14, 16): habita una luz inac-
se conocen por conocimiento esperimen- cesible.
tal, en cuanto el hombre esperimenta los A l 4.° que el Apóstol habla allí de l o s
principios intrínsecos por los actos; como dones de la gloria, que nos son dados en
queiiendo percibimos la voluntad y la esperanza y que conocemos ciertísima-
vida en las funciones vitales. mente por la f e , aunque no conozcamos
A l 2.° que á la razón de la ciencia con certeza que tenemos la gracia, por
pertenece el que el hombre tenga certeza la cual podamos merecerlos. O bien pue-
de las cosas, cuya ciencia tiene; y de un de decirse que habla de un conocimiento
modo análogo es de razón de la fe que el privilegiado, que es efecto de la revela-
hombre esté cierto de las cosas de que ción ; por lo que añade : y á nosotros lo
tiene fe, y esto porque la certeza pertene- reveló Dios por el Espíritu Santo.
ce á la perfección del entendimiento, en A l 5.° que aquellas palabras dichas á
el que existen los predichos dones : y por Abraham pueden referirse al conocimien-
lo tanto cualquiera que tiene ciencia ó fe, to esperimental, que tiene lugar por la
está seguro de que la tiene ; pero no mi- manifestación de la obra ; pues en aque-
lita igual razón respecto de la gracia y lla obra, que Abraham hiciera, pudo co-
la caridad y otros (dones) semejantes, nocer esperimentalmente que tenía temor
que perfeccionan la potencia apetitiva. de Dios. O también puede referirse esto
A l 3.° que el pecado tiene por princi- á una revelación.
pio y por objeto el bien conmutable, que
CUESTIÓN CXIII.
Efectos de la gracia.
Trataremos á este propósito : 1.° de la justificación del impío, que es el efecto de la gracia operante;
y 2.° del mérito, efecto de l a gracia cooperante. Acerca de lo primero discutiremos diez p u n t o s . 1."
Qué es la justiflcacion del impío ? — 2.° Se requiere p a r a ella la infusión de la gracia? — 3.° Exígese
algún movimiento del libre albedrío ? — 4." Se requiere el movimiento de la fe ? — 5.° Y el movimien-
to del libre albedrío contra el pecado? — 6.° La remisión de los pecados debe ser c o n n u m e r a d a entre
las antedichas condiciones ?— 1." Hay orden de tiempo en la justificación del impío ? — 9." La j u s t i -
ficación del impío es la obra m á s g r a n d e de Dios ? — Es milagrosa ?
(1) Así lo espresa claramente el Santo Concilio de Trento remisión de toda pena ó declaración de inculpabilidad legal,
(sess. 6 , cap. 3 y 4 J esplicando las palabras de San Pablo por la que un presunto reo es absuelto de culpa y exento de
(Cotas. 1, 13). pena, en cuyo concepto se dice v. g. (Prov. 17, ló)quijustificat
(2j Pero añade et bona operatione, si bien « la buena opera- impium... abominabilis est..., como si dijera : «es una inicua
» cion » es consecuencia del perdón de los pecados y por lo » maldad dar por justo al criminal t>. También la Santa Escri-
mismo pertenece á la justificación consecuentemente. tura llama frecuentemente justificaciones á los preceptos de la
(3) En el sentido ó acepción más común entre los teólogos, ley, cuya observancia conduce á justificar al hombre, confor-
y la que aquí debe atribuirse á'csa palabra, es el conjunto.de me alo espuesto en las notas 1, pág. 683, y 4, pág- 662; y aun
todas las virtudes sobrenaturales , de que se halla exornada á la ejecución ó ejercicio de la justicia (Eccli. is, 22), ó sea la
el alma del justo , y que Dios mismo designa también con el práctica del bien.
nombre de justicia ; no on el forense ó jurídico, como la mera
816 CUESTIÓN CXIÍI. — ARTÍCULOS I Y II.
importa movimiento hacia la justicia, co- cados, toma su nombre del término ad
mo la calefacción implica movimiento al q u e m , y se denomina justificación del
calor. M a s , por cuanto la justicia por su impío ( 1 ) .
propia naturaleza denota cierta rectitud A l argumento 1.° diremos, que todo
de orden, puede considerarse de dos mo- pecado, según que importa cierto desor-
d o s : 1.° según que importa orden recto den de la mente no sometida á Dios,
en el mismo acto del hombre ; y en tal puede llamarse injusticia contraria á la
sentido la justicia es cierta virtud, y a sea predicha justicia, según se dice ( i Joann.
la justicia particular, que ordena con 3, 4 ) , todo el que hace pecado hace tam-
rectitud el acto del hombre por relación bién injusticia , y el pecado es iniquidad;
á otro hombre singular; y a sea la justi- y según esto la remoción de cualquier
cia l e g a l , que ordena rectamente el acto pecado se dice justificación.
del hombre con respecto al bien común A l 2.° que la fe y la caridad designan
de la multitud, como consta (Ethic. 1. 5, un orden especial de la mente humana á
c. 1) ; 2.° de otro modo se dice justicia, D i o s según el entendimiento ó el afecto;
según que importa cierta rectitud de or- pero la justicia importa generalmente to-
den en la misma disposición interior del da la rectitud del orden, y por esto la
hombre, es decir, en cuanto lo supremo tal mudanza más toma su nombre de la
del hombre está sometido á D i o s , y las justicia que de la caridad ó de la fe.
potencias inferiores del alma á la supe- A l 3.° que la vocación se refiere al au-
rior, que es la razón; y á esta disposición xilio de D i o s , que mueve el alma inte-
la llama también el Filósofo ( E t h i c . 1. 5) riormente y la escita á abandonar el pe-
« justicia en sentido metafórico » . E s t a cado ; moción de Dios que no es la remi-
justicia puede producirse en el hombre sión misma del pecado, sino su causa.
de dos maneras : • 1 . por modo de simple
a
(1) Según Lutero y sus secuaces « en la justificación no hay mental de Lulero, que « la fe sola justifica ») que «no so-
» tal remisión de pecados, que solo quedan cubiertos y no se » mos justificados por justicia alguna intrínsecamente inhe-
» imputan al hombre ( conforme á lo dicho en la nota 1, pá- n rente á nosotros mismos, sino por lamerá y simple imputa-
» {riña 795), mas no se borran ni son perdonados » ; doctrina » cion de lasóla justicia de Cristo estrínsecamente encubrí*
impía espresamente condenada también por el Tridentino » dora de nuestra iniquidad » ( nota 1, pág. 795) ; doctrina
(sess. 5, can. 5; y sess. 6, c. 7). impíamente herética objeto testualmente espreso en propios
(2) Ya dejamos dicho-y aun repetido que los luteranos y en términos del anatema fulminado contra ella por el Concilio de
general los protestantes con lodos los novadores de idéntica Trento (sess. 0, can. 11 y 9 ; y cap. 1 ibid.),
procedencia pretenden (glosando y ampliando el error funda-
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 817
(1) Véase la nota 3, pág. 810. » no ser necesario, para obtener la gracia de la justificación,
(2) Así lo hace constar el Trldenlino en los lugares citados »que el hombre coopere y se prepare con el movimiento de
en la nota 3, pág. 817; poro más cspresamente aún en el ca- » su voluntad i'.
non 0 de la sesión 0.", anatematizando á « quien diga ó piense '
CUESTIÓN CXIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 819
qu e en el sueño le
fue declarado que por A R T Í C T J L O I V . — ¿ P a r a l a justificación
su anterior deseo
le sería infund ida por del Impío s e requiere el movimiento d e l a
Di os la sabiduría;por lo que se dic e en r© ? (1)
p e r s o n ad eé l ( S a p . 7 , 7 ) : deseé y me
fue dada inteligencia. Op u e d e d e c i 1.°r Ps a e r e c e q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e
que aquel sueño no fue natural, sin o de impío no se requiere el movimiento de la
profecía, según lo que se dice (Num. fe: porque, así como por la fe se justifica
1 2 , Q):si alguno fuere entre vosotros el hombre, igualmente también por cier-
profeta del Señor, me le apareceré en t a s o t r a s (virtudes), ás a b e r , p o r e l t e -
visión ó le hablaré por ensueño, e n c u ym oo r , d e l c u a l s e d i c e ( E c c l i . 1 , 2 7
caso se goza del libre albedrío. D e b e temor de Dios espele el pecado, porque
s a b e r s e s i n e m b a r g o q u e n o e s . l a m i s m a ( v . 2 8 ) el que está sin temor no podrá
l a r a z ó n a c e r c a d e l d o n d e s a b i d u r í a q u e ser justificado; é i g u a l m e n t e p o r l a c a
la del don de la gracia justificante: por- d a ds e g ú n a q u e l l o ( L u c . 7
q u e e l d o n d e l a g r a c i a j u s t i f i c a n t e o r - nados le son sus muchos pecados, porque
d e n a p r i n c i p a l m e n t e e l h o m b r e a l b i e n , amó mucho; y a s i m i s m o p o r l a h u m i l d a
q u e e s e l o b j e t o d e l a v o l u n t a d , y p o r l o s e g ú n s e d i c e ( J a c . 4 , 6 ) , Dios re
tanto el hombre es movido al mismo p o r los sobei'bios y á los humildes da la gra-
e l i m p u l s o d e l a v o l u n t a d , q u e e s e l m o - cia; y e n fin p o r l a m i s e r i c o r d i a , p u e s s e
v i m i e n t o d e l l i b r e a l b e d r í o ; e n t a n t o q u e l e e ( P r o v . 1 5 , 2 7 ) , por la misericordia
l a s a b i d u r í a p e r f e c c i o n a e l e n t e n d i m i e n t o , y por la fe se limpian los pecados. L u e g o
que precede ála voluntad, por lo cual el movimiento de la fe no es más necesa-
sin el completo movimiento del libre al- rio para la justificación del impío que los
bedrío puede el entendimiento ser ilumi- movimientos de las supradichas virtudes.
nado por el don de sabiduría; así como 2.° N o s e r e q u i e r e a c t o d e f e p a r a l a
también vemos que en el sueño son reve- justificación, sino en cuanto por la fe el
l a d a s a l h o m b r e a l g u n a s c o s a s , s e g ú n s e h o m b r e c o n o c e á D i o s (2) ; p e r o t
d i c e ( J o b , 3 3 , 1 5 y 16) : cuando unpro- bién por otros medios puede el hombre
f lindo sueño acomete á los hombres y están c o n o c e r áD i o s , e s d e c i r , p o r e l c o n o c i -
durmiendo en su lecho, entonces abre las m i e n t o n a t u r a l y p o r e l d o n d e sabiduría.
orejas de los hombres y amaestrándolos L u e g o n o s e r e q u i e r e e l a c t o d e l a f e
los instruye en lo que deben saber. para la justificación del impío.
A l 3.° q u e e n l a i n f u s i ó n d e l a g r a c 3.° i a P u e s t o q u e h a yd i v e r s o s a r t í c u
justificantehay cierta transformación del de la fe, si se requiere acto de fe para la
alma humana; ypor lo tanto se requiere j u s t i f i c a c i ó n d e li m p í o;p a r e c e n
el movimiento propio del alma h u m a n a , q u e e l h o m b r e , c u a n d o s e j u s t i f i c ap o r l a
para que esta se mueva conforme á su primera vez, piense en todos los artículos
m o d o : p e r o l a c o n s e r v a c i ó n d de e l l a a g f re . a P e c r o i ae s t o p a r e c e i n c o n v e n i e n t e ,
t i e n e l u g a r s i n t r a n s f o r m a c i p óo r n q ;u pe o t ra l l o r q e f u l e e x i ó n r e q u i e r e u n l a r g o
no se requiere movimiento alguno por e s p a c i o d e t i e m p o . L u e g o p a r e c e q u e n o
parte del alma, sino únicamente la con- se requiere el acto de la fe para la justi-
tinuación del influjo divino. ficación del impío.
(1) Demostrada en el precedente artículo 3.° la necesidad siarca , impugnador el más acérrimo y pertinaz de la gracia
de la cooperación del hombre adulto y en uso de su razón me- del Redentor en pro del libre albedrío y de la razón indivi-
diante el movimiento del libre albedrío para su justificación, dual é infausto precursor en tal concepto del moderno racio-
determina en el presente lo que principalmente constituye nalismo adorador de esa destronada reina de las ciencias y de
esa libre moción cooperativa, patentizando que el asenti- los ánimos, dogmatizaba que « somos justificados, no por la fe
miento al designio ó inspiración de Dios por medio de la fe.es »ile Cristo, sino en virtud de nuestros personales esfuerzos,
un requisito indispensable para dicha justificación ; enten- » no por la misericordia de Dios en consideración á los mé-
diéndose por esta fe, no «la mera confianza del corazón en la » ritos de Cristo , y sí solo por nuestro propio mérito en las
» misericordia de Dios prometida y realizada por Cristo » se- » buenas obras , que nos preparan á la verdadera y sólida
gún la insensala cuanto herética pretensión de los novadores »justicia ante Dios por efecto de nuestras fuerzas ó recursos
reformistas y otros sectarios condenada en propios términos » naturales ».
por el Concilio de Trento (.sess (i, con. 5 y 12), sino el movi- (2) No precisamente bajo tal concepto de Dios , sino como
miento de adhesión á la verdad divina y cooperador á la gra- justificador ó santiíicador de las almas y perdonando al justi-
cia, principio primordial de la justificación según el dogma ficado sus pecados, en cuya idea se incluye aquel concepto ó
católico. Más directamente aún se opone á estadoctrina la he- implícitamente ademas la fe en la Encarnación y Pasión de
rejía de Pclagio, anatematizada también por el mismo Santo Cristo y de sus méritos de Redentor , según el mismo Santo
Concilio (sess. (i, cap. 5 y S ) y que ya lo había sido asimismo Doctor indica (al 3 ") y nuis csplícitamenlc esponc en la C 2*>
por el de Orange ( u, can. 14 y l ü ) ; el cual famosísimo herc- De veril, a, 4, al
820 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V .
Por el ^ c o n t r a r i o , d i ce l eb o e m l b Ar e np o ós e sv u t e ol v l e á D i o s , e nc u a n t o
( R o m . 5, 1 ) : justificados pues por la fe, e s e l o b j e t o de
la bienaventuranza y
tengamos jjaz con Dios. c a u s ad e l aj u s
t i f i c a c i ó n; y e ld o n d e l a
Conclusión. El movimiento ó acto de s a b i d u r í a p r e s u p o
ne el conocimiento de
la fe es requisito indispensable para la l a f e , s e g ú n r e s u l t a d e l o d i c h o ( C . 68,
justificación del pecador. a . 4 , a l 3.°).
Responderemos,' q u e s e g ú n l o d i cA lh 3.° o q u e , c o m od i c e e l A p ó s t o l
( a . 3) p a r a l a ' j u s t i f i c a c i ó n d e (l p Re oc ma d. 4, o r 5s )e , al que cree en aquel, que
requiere el movimiento del libre a l b e d r í o , justifica al impío, su fe le es imputada á
según que el alma del hombre es m o v i d a justicia según el decreto de la gracia de
p o r D i o s : y , p u e s q u e D i o s m u e v e e l a l m a Dios; d e d o n d e r e s u l t a e v i d e n c i a d
del hombre convirtiéndola hacia él mis- en la justificacióndel impío se requiere el
m o ,c o m os ed i c e ( P s a c . t 8o 4d ,e 7 f) e, ,ohp Dios,
o r e l túc u a l e l h o m b r e crea
nos vivificarás convirtiéndonos; e s i n dq u e u D -i o s e s e l j u s t i f i c a d o r d e l o s h o m -
d a b l e q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e l i m p í o b r e s p o r e l m i s t e r i o d e C r i s t o (2).
se requiere el movimiento del alma, por
el que se convierte áDios. La primera ARTÍCULO V . — ¿ P a r a l a justificación
conversión á D i o s s e r e a l i z a p o r l a fie, del impío s e requiere e l movimiento del Ubre
s e g ú n a q u e l l o ( H e albedrío b r contra . 1 1 , 6el) pecado
, es necesa-
? (3)
rio que el que se llega á Dios crea que
existe; p o r c u y a r a z ó n el movimiento
1.° P a r e cdee q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d
la fe (1) se requiere para la justificación impío no se requiere el movimiento del
del impío. l i b r e a l b e d r í o c o n t r ae lp e c a d o : p o
A l a r g u m e n t o 1.° diremos, q s uo l a e el a lc am r i od a d - b a s t a p a r a b o r r a r e l p e c a -
v i m i e n t o d e l a f e n o e s p e r f e c t o , s i n o e s t á d o s e g ú n a q u e l l o ( P r o v . , 10
i n f o r m a d o p o r l a c a r i d a d ; y a s í e s q u e caridad cubre todos los delitos ; y e l o b -
en la justificacióndel impío juntamente jeto de la caridad no es el pecado. Luego
con el movimiento de la fe hay también no se requiere para la justificación del
el de caridad. Muévese empero el libre pecador el movimiento del libre albedrío
albedrío hacia Dios, para someterse á él, contra el pecado.
concurriendo en él también el acto de 2.° E l q u e s e d i r i g e hacia a d e l a n
temor filial yel acto de humildad; p u e s d e b e m i r a r hacia a t r á s , s e g ú n a q u e l l
s u c e d e q u e u n s o l o y m i s m o a c t o d e l l i - A p ó s t o l ( P h i l i p p . 3, 13), o
b r e a l b e d r í o l o e s d e d i v e r s a s v que i r queda
t u d e atrás,
s , y estendiéndome hacia
s e g ú n q u e u n a i m p e r a y l a s o t r a s s o n lo que está delante, ( v . 1 4 ) prosigo según
i m p e r a d a s , e s d e c i r , s e g ú n q u e e l a c t o el fin propuesto (4) al premio de la so-
s e o r d e n a á d i v e r s o s f i n e s . E n c u a n t o a l berana vocación. P e r o p a r a e l q u e t i e
a c t o d e m i s e r i c o r d i a ór e c a e s o b r e e l p e - á l aj u s t i c i a l o s p e c a d o s p a s a d o s q u e d a
c a d o p o r m o d o d e s a t i s f a c c i ó n , e n c u y o atrás. Luego debe olvidarse de ellos, y
c a s o s i g u e ál a j u s t i f i c a c i ó n ; óp o r modo n o d i r i g i r s e áe l l o sp o re lm o v i m i e n t o d e l
de preparación, en cuanto los misericor- libre albedrío.
diosos alcanzan misericordia, y entonces 3.° E n l a j u s t i f i c a c i ó n d e l i m p í o n o s e
p u e d e t a m b i é n p r e c e d e r ál a j u s t i f i c a c i ó n p e r d o n a u n p e c a d o s i n o t r o ; « p u e s e s
ó concurrir á ella simultáneamente con » u n a i m p i e d a d e s p e r a r d e D i o s u n per-
l a s a n t e d i c h a s v i r t u d e s , p o r c u a n t o l a » d o n á m e d i a s » ( e x c a p . Sunt plures,
m i s e r i c o r d i a s e i n c l u y e e n e l a m o r d e l d i s t . 3,D e p c e n i t . ) . S i p u e s e n l aj u s t i f i -
prójimo. cación del impío es preciso que el libre
A l 2.° q u e p o r e l c o n o c i m i e n t o a nl b a e d t r í u o r s e a m l u e v a c o n t r a e l p e c a d o , lo
(U La fe esplicita ó al menos implícita de todos los dogmas (2) Recuérdese lo dicho en la nota 2 de la pág. 810.
revelados por Bios á su Iglesia , según clarísimamente se de- (3) La detestación del pecado, incluida en la contrición ó
duce del catecismo de San Cirilo de Jerusalen , donde se lee pesar de haberlo cometido y asociada en esta al amor y temor
testualmente que « por la fe dogmática somos trasladados de de Dios.
» la muerte á la-vida»; lo propio que asimismo enseñan harto (4) Addestlnattm, supliendo scopum, ó como en equivalencia
terminantemente San Agustin (contra duas epístolas pelagia- de esta voz y entendiéndose aquel participio sustantivado, o
nornm, 1. 3, c. 5 J y San Leon ( serta. 4 de Epíphania) con otros bien concertado con oravium, según observa Nicolai.
SS. PP. y Doctores.
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS V Y VI. 821
sería también que pensase en todos sus es pues que en la justificación del impío
pecados : lo cual parece inconveniente, haya dos movimientos del libre albedrío :
ya porque entonces se requeriría mayor uno , por el que con el deseo tienda á la
tiempo para esta reflexión, y a también justicia de Dios; y otro, por el que de-
porque no podría obtener el perdón de teste el pecado (1).
loa que b a y a olvidado. L u e g o no se re- A l argumento 1.° diremos, que perte-
quiere el movimiento del libre albedrío nece á la misma virtud buscar uno de los
contra el pecado para la justificación del contrarios y rehuir el otro ; y por lo tan-
pecador. ' t o , así como pertenece á la caridad amar
Por el contrario, léese ( P s . 3 1 , 5 ) , á D i o s , igualmente detestar los pecados,
dije : confesaré contra mí al Señor mi por los que el alma se separa de Dios.
injusticia ; y tú perdonaste la impiedad A l 2.° que á las cosas pasadas el hom-
de mi pecado. bre no debe volver por el amor; sino que
Conclusión. A la justificación del pe- en cuanto á esto debe olvidarlas, para no
cador debe necesariamente concurrir una aficionarse á ellas : debe empero recor-
doble moción del libre albedrío, aspiran- darlas para detestarlas, pues de este modo
do á la justicia por el deseo y detestando se aparta de ellas.
el pecado por la contrición. A l 3.° que en el tiempo precedente á
Responderemos, que según lo dicho la justificación es preciso que el hombre
(a. 1) la justificación del impío es cierto deteste cada uno de los pecados cometi-
movimiento, por el cual el alma es movi- dos, de los que se acuerde ; y de tal con-
da por Dios del estado del pecado al de sideración precedente subsigúese en el
la justicia. E s pues necesario que el alma alma cierto movimiento de detestación
humana se refiera á estos dos estremps universal de todos los pecados cometidos,
según el movimiento del libre albedrío, entre los cuales se incluyen aun los y a
como el cuerpo localmente movido por olvidados : porque el hombre en aquel
algún motor se há con respecto á los dos estado se halla en tal disposición que se
términos del movimiento ; y es notorio arrepentiría también de los que no recuer- f
(1) Esto mismo enseña el Concilio de Trento, diciendo lite- heresiarca apóstata se infiere negada la remisión de todo p e '
ralmente (*m. G, cap. 6 ) '• « comienzan (los pecadores) á amar cado mortal como requisito necesario para la justificación:
» á Dios como á fuente de toda justicia , y por eso mismo se bien así como también queda aquí igualmente refutada la no
» mueven contra sus pecados por el odio y la detestación»; menos pestilente doctrina de los llamados antosiandrinos ó
movimiento que demuestra haber sido.necesario en todo tiem- anti-osandrinos (adversarios de Osiandro) adoptada por la ma-
po (scss. 14, cap. 1). yoría de las innumerables sectas nacidas del disolvente pro-
(2) Habla Lulero de « dos cosas según él incompatibles, de testantismo, y ya antes de ahora mencionada (nota 1, pág. 795)
» modo que admitida la una es forzoso destruir (slc) la otra, y citada también en la notal, pág. 81G, y según la cual «elhom-
«son: 1. que todo hombre está cierto de su justicia y sabe
a
»bre es justificado nada más que imputativamente, y no en rea-
» que se halla en gracia (véase la nota 2, pág. 812); 2. que
a
ulidad ó de hecho, declarándosele justo únicamente de pala-
» nadie está cierto de que no peca siempre mortalmente á cau- bra» (nota 3 , pág. 815), desechando así tanto la infusión
» sa del ocultísimo vicio de la soberbia»; estremos ambos de la gracia como la remisión dé los pecados en la justifica-
falsos y aun absurdos, y de cuya compaginación por el mismo ción. Véase el cap, 7 de la sesión G." del Concilio de Trento.
8á2 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S VI Y VII.
tarse entre las condiciones que se requie- del motor mismo, 2. el movimiento del
a
( 1 ) En cuanto á lo sustancial y propiamente constitutivo cion del Concilio de Trento (ses3. 6, cap. 7) hasc omnía simul...;
ue la justificación misma, que es la simultánea infusión de la pero en el procedimiento complejo de la operación justifica-
gracia y remisión de la culpa, .es indiscutiblemente instantá- triz, incluyendo las dos mociones del libre albedrío hacia Dios
nea según la tesis aquí demostrada y la terminante declara- y contra el pecado, como condiciones ó requisitos indispensa-
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULO VII. 823
bles por vía de disposición de parte del pecador, si bien pue- que condensamos lo esencial de la doctrina angélico-católica
den concurrir también simultáneamente coexistiendo con en plena consonancia con el testo, insinuando únicamente la
aquellas en Un mismo momento indivisible, ordinariamente esplicada restricción ó salvedad por la inclusión de la palabra
ó por lo común suelen precederlas en tiempo (entendiéndose toda en su paréntesis.
siempre acompañadas ó precedidas á su vez de la gracia pre- (1) Según ya queda demostrado de propósito (a. 2) y se
veniente), conforme á la salvedad ó restricción inserta en el espondrá todavía con más amplitud y especiñcacion (a. S).
desarrollo de la tesis y según lo espuesto en la C. 112, a. 2, (2) Tomada de San Ambrosio, quien dice también lo pro-
al 2.°! y asi es como debe interpretarse el sentido absoluto pio, comentando aquella frase de San Lúeas (1, 39), partió en
(mas no esclüsivo hasta ese punto) de nuestra Conclusion, on la dirección i las montañas.,,
824 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O V I I .
a . 2, a l 2.°) : p o r q u e e l q u e up u n ea d g e i e l nu mt i e n a r s e m á s y m e n o s ; s i n o q u e
natural no pueda súbitamente disponer dicha razón debe tomarse de parte de la
la materia proviene de haber alguna pro- disposición de la materia ódel sujeto, se-
p o r c i ó n (1) e n t r e l a r e s i s t e n c g i ú n a q v ua e d o i cf h r o . e -
c e l a m a t e r i a y l a v i r t u d d e l a g e n t e ; y A l 4.° q u e e n e l i n s t a n t e m i s m o , e n
por esto observamos que, cuanto mayor que'la forma es adquirida, comienza el
e s l a v i r t u d d e l a g e n t e , t a n t o m á s p r o n t o s e r áo b r a r s e g ú n l a t a l f o r m a : c o m o e l
queda dispuesta la materia. Siendo pues fuego en el momento' de ser producido se
infinitala virtud divina, puede disponer mueve hacia arriba; y, si su movimiento
á la forma instantáneamente cualquiera fuese instantáneo, se completaría en el
materia creada; ymucho más el libre al- mismo instante.Pero el movimiento del
b e d r í o d e l h o m b r e , c u y o m o v i m i e n t o libre albedrío, que es el querer, no es su-
p u e d e s e r .i n s t a n t á n e o s e g ú n s u n a t u r a l e - c e s i v o s i n o i n s t a n t á n e o ; y por lo tanto
z a : y a s í la justificación del impío se n o e s n e c e s a r i o q u e l a j u s t i f i c a c i ó n d e l
hace por Dios instantáneamente. impío sea sucesiva.
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q A u l 5.° e e ql m u o e l - a s u c e s i ó n d e d o s o p u e s t o s
vimiento del libre albedrío, que concurre en un mismo sujeto debe considerarse de
á la justificación del impío, es el consen- diversa manera en las cosas sometidas al
timiento ádetestar el pecado yá llegarse t i e m p o q u e e n l a s q u e e s t á n s o b r e e l
á Dios, el cual se realiza instantánea- t i e m p o: p u e se nl a s q u e e s t á ns u j e t a s a l
mente. Sucede no obstante algunas ve- tiempo no cabe asignar un último ins-
c e s (2) q u e p r e c e d e a l g u n a d e t a l n t i e , b e e n re l a q u c e i l a ó f no r ,m a p r i m i t i v a e x i s -
que no es de la sustancia de la justifi- ta en el sujeto; pero sí un último tiempo
cación, sino camino para llegar á ella; y primer instante, en el cual la forma
c o m o l o s o n e l m o v i m i e n t o l o c a l p a r a l a subsiguiente se adhiere á la materia ó al
iluminación yla alteración para la gene- sujeto. La razón de esto es que en el
ración. tiempo no se puede admitir anterior á un
A l 2.° q u e s e g ú n l o d i c h o ( n s Pt a n . t 1. i e ,o Ct r o . 85,a instante inmediatamente
a . 5) n a d a i m p i d e e n t e p rn e d c ee d r es n i t me ; pu o l r ct u á a nn t e o al o - s i n s t a n
mente dos cosas en acto, consideradas en son consecutivos en el tiempo, como ni
c i e r t o m o d o c o m o u n a ; á l a m a n e r a l q o us p e u n t o s e n l a l í n e a , s e g ú n s e p r u e b a
c o n c e b i m o s j u n t o s e l s u j e t o ye l p r e d i c a d o , ( P h y s . 1. 6, t . 1 y s i g . ) , s i n o q u e e l i n s -
en cuanto se hallan unidos bajo una mis- tante marca el término del tiempo. Así
ma afirmación: ydel propio modo el libre es que en todo el tiempo precedente, en
albedrío puede ser movido s i m u l t á n e a - e l q u e a l g o e s m o v i d o áu n a f o r m a , está
m e n t e hacia d o s (términos), s e gb a j úo ln a q f uo r m ea e o lp u e s t a ; y e n e l último
uno se ordena al otro, como en efecto el instante de aquel tiempo, que es el pri-
movimiento del libre albedrío contra el mer instante del tiempo siguiente, tiene
pecado se ordena al movimiento del libre la forma que es el término del movi-
albedrío hacia Dios; pues el hombre de- m i e n t o . P e r o e n l a s c o s a s q u e e s t á n s obre
testa el pecado, porque es contra Dios, á e l t i e m p o s u c e d e d e o t r a m a n e r a: p o r -
quien quiere unirse. Por lo tanto el libre que, si hay en ellas alguna sucesión de
albedrío en la justificación del impío si- afectos ó de concepciones intelectuales
multáneamente detesta el pecado y se ( c o m o e n l o s á n g e l e s ) , t a l s u c e sión no se
c o n v i e r t e á D i o s ; c o m o á l a v e z t a m b i m é i dn e p o r e l t i e m p o c o n t i n u o s i n o d i s c r e t o ,
el cuerpo separándose de un lugar se como no son continuas las mismas cosas
acerca á otro. que se miden, según se ha demostrado
( P . 1. , C . 53, a . 2 y 3 ) : p o r l o q u e e n
a
A l 3.° q u e l a r a z ó n d e n o s e r l a f o r ml a a s t a l e s d é b e s e a d m i t i r u n ú l t i m o i n s -
recibida instantáneamente en la materia tante, en el que existió lo primero, y un
no es porque ella pueda unírsela más y primer instante, en el cual existe lo que
m e n o s , p u e s e n t a l c a s o l a l u z n o s e r í a s i g u e; s i n q u e s e an e c e s a r i oq u eh a y au n
recibida repentinamente en el aire, que
fl) Asi con Tiicolai las mejores ediciones modernas, si bien berle acontecido á él mismo, describiendo sus vacilaciones y
en las antiguas comunmente se lee desproporción. congojas con la espontánea cuanto ingenua elegancia, que le
(2) Como San Agustín refiere {Conf, 1. 8, c. 8,10 y 11} ha- es característica.
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS VII Y VIII. 825
(1) Así se le lee en las ediciones de Pádua y Roma, como se lee declina á malo como en el testo de la SUMA. ; al paso que
también en las de París y Ñapóles; aunque Nicolai propone y en el citado Ps. 33, v. 15 se ve diverte, que significa lo mismo,
algunos pocos han adoptado quce ad hoc requirebatur (que para pero no es tan testual: lo que no admite disculpa es referirlo
esto se requería) en sustitución de dicha redacción común y vagamente al Ps. 30, en el que no se encuentra tal frase,
perfectamente castiza, cuanto en nuestro sentir genuina, quce como sin embargo se hace en algunas ediciones. Véase la
hoc requirebat, cual nosotros asimismo traducimos. nota 1 de la página 205 en el Tomo 1.°.
(2) Para la más fácil y clara inteligencia de todo esto reco- (51 Repetidas veces en todos los artículos precedentes de
mendamos la atenta y detenida lectura de los artículos 4 , 5 esta misma Cuestión.
y 0 de la C. 10 en la 1." Parte y de los i y 3 de la 53 (ibid. (0) Considerada de parte del principio de que procede, y no
T. 1.°) con sus notas 2 de la página 442 y 2 también de la 413. por la de su término ó destino : pues la infusión de la gracia
(3) La doctrina de este artículo es una consecuencia lógica se dice y es moción de Dios, por cuanto Dios es quien la in-
y natural de la establecida en los precedentes, cuyo objeto funde moviendo los pecadores á su conversión; al paso que
final ó importantísimo constituye con cierta .preferencia os- también designa la gracia misma terminativamente infor-
tensiblemente intencional. mando al alma, en cuyo concepto es más bien que la moción
(4) Más exacta seríala cita Ps. 30, i>. 27, donde literalmente divina el efecto de esta misma,
826 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S VIII Y IX.
(lj Hacia Dios y contra el pecado, según tantas veces va recomendar, como también el cap 14 de la misma y el I.° de
ya repelido y acaba de consignar pocas líneas más arriba- la 14."J esplicandolo en armonía con la doctrina, que aquí se
(2) Lo qne equivale á decir que la prioridad de la gracia ó espone y condensamos literalmente vaciada del testo de la
de su infusión respecto de la espulsion ó remisión de la culpa SUMA en nuestra Conclusión.
es precisamente la misma que la de la causa con relación á su (i) La gracia que puede obtener durante su estado de via-
efecto. dor, que puede perderla y no llega á ser plenamente consu-
(3) Así lo declara el Santo Concilio de Trento en el capí- mada ó completa en la presente vida.
tulo 7.° de su sesión 6.' (cuya lectura volvemos de nuevo á
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS IX Y X. 827
ción por parte del hombre, puesto que absoluta, y de este modo el don de la
interviene el movimiento del libre albe^- gloria es mayor que el don de la gracia,
drío, como se ha dicho (a. 3). L u e g o la que justifica al impío, y así la glorifica-
justificación del impío no es ía obra más ción de los justos es obra mayor que la
grande de Dios. justificación del impío ; 2 . por la canti- a
(1) Véanse en la 1." Parte las notas 2 de la página 3S1, 2 (4) Correlativamente, ó sea, en su respectiva comparación
y 3 de la 382 y 1 de la 383. con otros objetos análogos.
(2) La de la Dominica 10." después de Pentecostés según (5) Téngase presente lo espuesto acerca de la naturaleza y
el misal romano, y que en el déla Orden de Predicadores cor- circunstancias constitutivas del milagro propiamente dicho
responde á la 8." después de la de la Santísima Trinidad. en la C. 105, a. 7 y 8 de la 1." Parte, y sn nota 3 en la pá-
(3) Véase en el Tomo i . la C. 4 5 , a. 1 y 2 y sus notas 2 de
0
gina 835 del T. 1.".
la pág. 381, 2 y 3 de la 382 y 1 de la 383.
828 CUESTIÓN CXIÍI. — A R T Í C U L O X .
pío es mayor obra que otras milagrosas, simplemente maravillosas, como que tie-
como consta por la autoridad de San nen una causa oculta, según lo dicho
Agustín (a. 9, arg. Por el contrario). ( P . 1. , C . 1 0 5 , a. 7 ) ; y según esto tanto
a
en las cosas naturales. Pero, cuando Dios milagrosas se observa que la forma indu-
obra algo en las cosas naturales contra la cida á la materia es superior á la poten-
inclinación de la naturaleza, su obra es cia natural de esta, como en la resurrec-
rhilagrosa, como dando vista á un ciego ción de un muerto la vida está fuera del
ó resucitando á un muerto : y , puesto que alcance de la natural potencia de su cuer-
la voluntad del impío tiende al m a l , y p o ; y en cuanto á esto la justificación
D i o s justificándole lo mueve hacia el del impío no es milagrosa, porque el
bien; parece que la justificación del impío alma es naturalmente capaz ( 2 ) de la
es milagrosa. gracia; pues, por lo mismo que ha sido
3.° A s í como la sabiduría es don de hecha á imagen de D i o s , es capaz de la
D i o s , también l a justicia. Siendo.pues gracia de D i o s , como dice San A g u s -
milagroso el que alguno súbitamente y tín (3). 3 . E n las obras milagrosas se
a
sin estudio, consiga de Dios la sabiduría; halla algo fuera del orden común y acos-
milagroso es también que algún impío tumbrado de producirse el efecto; como
sea'justificado por Dios. cuando algún enfermo recobra súbita-
Por el contrario : las obras milagro- mente la salud perfecta fuera del curso
sas son superiores á la potencia natural; ordinario de la curación hecha por la
mas la justificación del impío no escede naturaleza ó el arte; y en este concepto
á la potencia natural ( 1 ) , pues dice S a n la justificación del impío unas veces es
Agustín (lib. D e praedest. sanct. c. 5 ) que milagrosa y otras no: porque el curso
« es propio de la naturaleza de los h o m - común y ordinario de la justificación es
» bres el poder tener fe, como el poder q u e , moviendo Dios interiormente el
» tener caridad ; y el tener f e , así como alma, el hombre se convierta á é l , pri-
» el tener caridad, es en los fieles efecto meramente con una conversión imperfec-
7> de la gracia». L u e g o la justificación del ta, y llegando más adelante á la perfecta;
impío no es milagrosa. puesto que « la caridad ( 4 ) incoada me-
x> rece ser aumentada, para que así acre-
Conclusión. La justificación del im-
» cida merezca ser perfeccionada » , como
pío [~1] es milagrosa por parte del agente,
dice S a n Agustín. P e r o algunas veces
en cuanto solo puede operarse por la vir-
Dios mueve el alma tan vehementemente
tud divina; mas [2] no lo es, atendido
que consigue al instante cierta perfección
lo que hay en ella de parte de la forma
de justicia, como sucedió en la Conver-
impuesta á tal materia; y [3] según el
sión de San P a b l o , siendo derribado con
modo ordinario ó usual de realizarse su
circunstancias aun esteriormente milagro-
efecto á veces es milagrosa y otras no.
sas ; por lo que la conversión de San
R e s p o n d e r e m o s , que en las obras mi- P a b l o se conmemora en la Iglesia como
lagrosas se encuentran ordinariamente milagrosa (5).
tres cosas : 1 . por parte de la potencia
a
del agente, puesto que solo pueden ser A l argumento 1.° diremos, que ciertas
hechas por la virtud divina, y así son obras milagrosas, aunque sean menores
(1) «Pasiva», entiéndase bien, y no activa; es decir, que de las ediciones y con especialidad en casi todas las antiguas;
el hombre por su naturaleza y aun a pesar de su estado de sino en su obra De Trinilale (1. ^4, c. S).
pecador ó de culpa es susceptible ó capaz de recibir la gracia (4) Evidentemente tomada aquí por sinónima de la justicia
de la justificación, por más que naturalmente ó por sus pro- ó de la gracia justificante, en cuyo concepto aduce el Doctor
pios recursos de naturaleza no puede sin la gracia justificarse Angélico las palabras de San Agustín consignadas en su
ni obtener el perdón de sus pecados,' como pretenden Pelagio Epístola 106, y no en el tratado 5 sobre la 1. de San Juan,
a
(1) Así común y unánimemente todaslas ediciones contes- procedimientos varios conducentes á la producción del calor
tes con los códices manuscritos de Alcañiz y Tarragona y de- y al enfriamiento, figurando entre ellos muchas reacciones
más, á escepcion únicamente de las romanas (antiguas y áurea químicas, ademas del movimiento y la frotación, harto conoci-
moderna) y la antigua de Pádua (1698), que ponen quandoque dos de los antiguos según el añejo proloquio motas est causa
en logar de quando; aunque anotando marginalmente estas calorís; así la mezcla de una cantidad arbitraria de ácido sul-
dos últimas la variante, ya rectificada con la reposición de fúrico con otra cuádruple de agua produce un calor intenso
esta palabra conjuncional más que adverbial en la más re- sin chispa alguna ígnea, y nadie habrá quizá que no haya
ciente de Pádua (1712) en consonancia con las de Paris, Ñapó- observado esto mismo en la operación análoga llamada por los
les y ¿Madrid, que tenemos á la vista, como en efecto parece albañiles «matar la cal», en la que el ácido carbónico reem-
más en armonía con el giro del contesto y la mayor verosimi- plaza en diversa proporción al sulfúrico del ejemplo anterior.
litud de autenticidad. Con solo interpretar ó traducir ignis por calor ó foco de calor
(2) En el estado actual de las ciencias físicas es por lo me- (acepción intentada por el autor) queda en su pleno vigor la
nos discutible esta proposición referida al fuego material ó en oportuna comparación del testo.
visible y luminosa ignición; pues, como es bien sabido, hay
CUESTIÓN CXIY.
(1) Meritum, voz derivada áemerces, recompensa de algún final de la 1. -',!. de la SUMA..
a 10
servicio prestado ó debida á obsequios ó beneficios recibidos, (2) Hé aquí la definición dogmática del Concilio de Tronío
implica la idea de retribución justa ó debida como en recipro- á este propósito y contra los novadores, que decían que «los
cidad de compensación : en sentido teológico designa opción » méritos humanos no son estimados ante Dios» (sess. fi, can.
á premio eterno fundada en las divinas promesas y adjudi- 24) : o si dijere alguno que la justicia recibida no se conserva
cado el galardón á las buenas obras hechas en estado de gra- » y aumenta ante Dios por medio de las buenas obras, sino
cia y proporcionalmenie á su importancia en relación con la » que estas son meros frutos é indicios de la justificación ob-
mayor ó menor complacencia de Dios, á quien son gratas. » tenida, mas no causa de su aumento; sea anatema»; y
Suele dividirse en mérito de condigno, que supone igualdad vuelve á insistir en el mismo tema con mayor especificación,
del premio con el valor de la obra, á la que se atribuye por anatematizando asimismo (can. 32) á quien diga que «elhom-
justicia; y de congruo, según el cual escede en valor el galar- »bre ya justificado no merece aumento de gracia por sus
dón á la obra y radica en la liberalidad del donante, por lo » buenas obras ejecutadas mediante la gracia de Dios y por ci
que solo impropiamente y por cierta analogía se compara con » mérito de Jesucristo, cuyo miembro vivo es ». Convendrá
el verdadero y legitimo-mérito, que es el llamado de condigno, leer la esplicacion amplia y detalladamente comprobada de
del cual se entiende dicho en absoluto y sin calificativo al- estas declaraciones en el cap. 10 de la citada sesión 0. , que
n
guno. Bastan por ahora estas nociones elementales, para ha- no insertamos por su mucha estension.
cerse cargo de la doctrina objeto de esta interesante Cuestión
CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULOS I Y I I . 831
bre ante Dios sino según la presupuesta pectivo) modo : y , como el modo y la m e -
ordenación divina, en cuya virtud con- dida de la virtud humana le viene de
sigue de él por medio de sus actos como Dios al hombre, de aquí que el mérito
merced ó retribución tan solo aquello, del hombre ante Dios no puede ser sino
para cuya adquisición le ha asignado según el orden divino previamente estable-
Dios mismo la virtud de obrar, y no por cido, de tal modo que el hombre obtiene
derecho de rigorosa justicia. de Dios por su operación como recom-
Responderemos, que el mérito y la pensa aquello, para que Dios le ha dado
recompensa (merces) se refieren á lo mis- virtud de obrar; así como también las
mo ; porque se llama merced lo que se cosas naturales consiguen por sus propios
recompensa á alguno por la retribución movimientos y operaciones el objeto, para
de su obra ó trabajo, como cierto precio el cual han sido ordenadas por Dios : con
del mismo : de consiguiente, así como la diferencia empero de que la criatura
entregar el justo precio por la cosa reci- racional se mueve á sí misma para obrar
bida de alguno es acto de justicia, tam- por medio del libre albedrío, y por con-
bién lo es el recompensar la merced de la siguiente su acción ( 1 ) tiene razón de
obra ó trabajo. Mas la justicia es cierta mérito, lo eual no sucede en las otras
igualdad, como dice el Filósofo ( E t h i c . criaturas.
1. 5 , c. 4 ) ; y por tanto bay justicia en A l argumento 1.° diremos, que el hom-
absoluto entre aquellos, cuya igualdad es bre, en cuanto por propia voluntad hace
absoluta : pero entre los que no son ab- lo que d e b e , merece; de otro modo el
solutamente iguales no existe la justicia acto de justicia, por el que uno paga su
en absoluto (simpliciter), y sí puede deuda, no sería meritorio.
haber cierto modo de justicia, como se A l 2.° que Dios no busca en nuestros
dice cierto «derecho paterno y señorial», bienes utilidad sino gloria, esto e s , la
según indica Aristóteles (ibid. c. 6 ) . P o r manifestación de su bondad, que también
esta razón en las cosas , en que hay jus- se propone en sus obras : y , como nues-
ticia absoluta, hay igualmente absoluta tros homenajes nada le acrecen á él, sino
razón de mérito y g a l a r d ó n , y en las que á nosotros; por esta razón merecemos
no hay más que justicia relativa (secun- algo de D i o s , no porque por nuestras
dum quid) y no absoluta, tampoco hay obras se aumente en algo su grandeza,
razón absoluta de mérito, sino secundum sino en cuanto obramos por causa de su
quid, en cuanto queda á salvo en ellas la gloria.
razón de justicia; pues así es como el
A l 3.° q u e , puesto que nuestra acción
hijo merece algo del padre y el siervo de
no tiene razón de mérito sino presupues-
su señor. Siendo pues evidente que entre
ta la divina ordenación, no se sigue que
Dios y el hombre hay suma desigualdad
Dios se haga deudor nuestro en absoluto,
(por cuanto media entre ellos distancia
sino de sí mismo, en cuanto es debido
infinita) y que todo lo que hay de bueno
que se cumpla su ordenación.
en el hombre viene de D i o s ; sigúese que
del hombre á D i o s no puede existir la
justicia según una igualdad absoluta, ARTÍCULO I I . — ¿ P u e d e alguno sin la
sino según cierta proporción, en tanto gracia merecer la vida e t e r n a ? (2)
que el uno y el otro obran según su (res-
1.° Parece que alguno puede siu la
íl) Exenta no solo de toda coacción sino de necesariedad, tio, su entusiasta discípulo admirador : ya hemos consignado
que la obligase á obrar sin el pleno y perfecto uso del libre (nota 3, pág. 784) la condenación espresa de tan impío y es-
albedrío, siendo absolutamente dueña de sus actos ú operacio- candaloso error por diversos Pontífices y concilios y señala-
nes así en cuanto á obrar ó no como respecto á la libre elec- damente por el de Trento, que, desentrañando el virus pestí-
ción antecedente á s u acto respectivo, conforme á lo espucsto fero cuanto aleve de semejante absurda doctrina, declara
en la 1," Parte (C. 82, a. 2, al 3.°); y puede consultarse tam- esplícitamenle anatematizada (sess. (i, can. 2) la de q u e « la
bién no sin fruto en la 2. -2 «! la C. ü", a. 1 , al 2.°, y C. 88,
l,
» gracia de Jesucristo se nos da únicamente, para que poda-
a. 1, principalmente para desenmascarar el fementido error » mos con más facilidad vivir rectamente y conseguirla eterna
del jansenismo, que pretende cohonestar atribuyendo á Santo » vida, lo cual sin embargo podríamos lograr por solo nuestro
Tomás la eselusion únicamente de la coacción sin la de nece- » libre albedrío y sin la gracia, aunque no tan fácilmente»:
sidad en la libertad de acción indispensable para el verdadero en esto precisamente está cifrada la insigne malignidad del
mérito. herético sistema del pelagianismo, cuya directa y concluyenle
(2) Tal es en el fondo la base fundamental do la herejía de refutación es la tesis de este artículo 2.°.
Pelagio, cuyas innumerables secuelas lomó á su cargo Celes -
- 833 CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULO I I .
g r a c i a m e r e c e r l a v i d a e t e r l a n d ai v :i n pi d ao d r áq a ul g o e , q u e e s c e d a l a p r o -
el hombre merece de Dios aquello, á lo porción dé la virtud que es el principio
que ha sido ordenado por la divinidad, del acto; puesto que por institución de
s e g ú n l o d i c h o ( a . 1); y e l h o m b r e s e l a d i v i n a P r o v i d e n c i a n a d a o b r a m á s a l l á
o r d e n a s e g ú n s u n a t u r a l e z a ál a b i e n a v e n - d e s u v i r t u d : y , s i e n d o l a v i d a e t e r n a
t u r a n z a c o m o á s u fin, p o r l o q u e tam- cierto bien, que escede la proporción de
" b i e n n a t u r a l m e n t e a p e t e l ac ne as t ue r a r l b e z i a e c r n e a a d a v , e p o n r q - u e también
t u r a d o . L u e g o e l h o m b r e p o r s u s m e d i o s e s c e d e s u c o n o c i m i e n t o y deseo , s e
naturales puede sin la gracia merecer l a a q u e l l o ( i C o r . 2 , 9 ) , ojo no vio, ni
b i e n a v e n t u r a n z a , q u e e s l a v i d a e t e r n a . oreja' oyó, ni en corazón de hombre su-
2.° U n a m i s m a o b r a c u a n t o e s bió... m e n d o e sa q u í e s q u e n i n g u n a n a t u r a l e z
obligatoria, tanto es más meritoria; y me- c reada es principio suficiente de acto
nos debido es el bien que se hace por el meritorio de la vida eterna, áno sobre-
que ha recibidomenores beneficios. Lue- añadírsele algún don sobrenatural, que se
go , p u e s e l q u e t i e n e s o l a m el n l t a e lm o a gs b r i a e c- i a . M a s , s i h a b l a
nes naturales,ha obtenido de Dios m e - bre en estado de pecado , añádese á lo
nores beneficios que el que ademas d e dicho una segunda razón por causa del
l o s n a t u r a l e s t i e n e o t r o s g r a t u i t o s ; p a r e - obstáculo del pecado : p u e s , s i e n d o e
ce que sus obras son ante Dios más me- cierta ofensa contra Dios, que priva de
r i t o r i a s : y p o r l o t a n t o , s i e l q u e t i el a n e v i d a e t e r n a , c o m o r e s u l t a d e l o e s -
l a g r a c i a p u e d e m e r e c e r d e a l g ú n m o d o p u e s t o ( C . 7 1 , a . 6; y C . 113, a . 2 ) ;
la vida eterna, mucho más el que no la nadie que se halle en estado de pecado
tiene. puede merecer la vida eterna, si antes
3.° L a m i s e r i c o r d i a y l a l i b e r a l n oi d s e a r d e d c eo n c i l i a c o n D i o s o b t e n i e n d o e l
Dios esceden infinitamente á la miseri- perdón, lo cual se hace mediante la gra-
cordia y liberalidad humanas. Pero u n c i a; p o r c u a n t o a lp e c a d o r n o s e l e d e b e
hombre puede merecer ante otro, aun- la vida, sino la muerte, según aquello
q u e j a m á s h a y a t e n i d o antes s (u Rg or ma . c 6, i 23a ). : los gajes del pecado son
L u e g o p a r e c e q u e m u c h o m á s e l h o m - la muerte.
bre sin la gracia puede merecer de Dios A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e D i
la vida eterna. o r d e n ó l a h u m a n a n a t u r a l e z a p a r a q u e
P o r e l c o n t r a r i o , d i c e e l A cp o n s ó i g a s e tl fin o dl e l a v i d a e t e r n a , n o p o r
( R o m . 6 , 23) : la gracia de Dios es vida s u p r o p i a v i r t u d , s i n o c o n e l a u x i l i o de
perdurable. la gracia; yde este modo su acto puede
Conclusión. El hombre no pudo por s e r m e r i t o r i o d e l a v i d a e t e r n a .
sus medios naturales merecer sin la gra- A l 2.° q u e e l h o m b r e s i n l a g r a c i a n o
cia la vida eterna [ 1 ] en el estado de ín- p u e d e p r o d u c i r u n a o b r a i g u a l á l a obra
tegra naturaleza, por ser tal la divina que procede de la gracia: porque, cuanto
preordinacion; ni lo puede [2] en su es- m á s p e r f e c t o e s e l p r i n c i p i o d e l a a c c i ó n ,
tado de naturaleza degradada sin su t a n t o e s t a e s m á s p e r f e c t a ; y l a r a z ó n de
previa reconciliación con Dios. la objeción tendría valor, supuesta la
Responderemos, q u e s e p u e d e c o i n g u s a l id a -d d e l a o p e r a c i ó n e n u n o y o t r o
derar al hombre sin la gracia en dos es- caso.
t a d o s , c o m o y a s e h a d i c h o ( C . 109,A a l . 3.° 2): q u e e n c u a n t o á l a p r i m e r a r a -
u n o de. naturaleza íntegra, c u a l l z ó en t a d uu c i dv a , , o s e r e f i e r e d e d i v e r s o m o d o
A d á n antes d e l p e c a d o ; y o á t D r i o s o . ye l a de l h la
ombre: porque el hom-
naturaleza corrompida, c o m o s e h b r ea r le c i lb e ad e D i o s t o d a l a v i r t u d p a r a
e n n o s o t r o s antes d e l a r e p a r a c i h óa nc d e er l e a l b i e n , m a s n o d e l h o m b r e ; y
g r a c i a . S i p u e s h a b l a m o s d e l h op o m r b l or et a en nto este no puede merecer de
.cuanto al primer estado, no puede el D i o s c o s a a l g u n a sino por el don del
hombre merecer sin la gracia por sus m i s m o : l o c u a l e s p r e s a s e ñ a l a d a
fuerzas naturales la vida eterna p o r u n e a l A p ó s t o l d i c i e n d o ( R o m . 1 1
razón, y es que el mérito del h o m b r e ¿quién le dio ,á él primero, para que
depende de la preordenacion divina: M a s le sea recompensado ? P e r o d e l h o m b
e l acto d e c u a l q u i e r ser no s e op u re d ed ea l g n u i a e pn m o e r r e c e r , a n t e s q u e h a y a
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S II Y III.
833
recibido de él, por lo que recibió de Dios. Por el contrario : l o q u e s e d a s e g ú n
En cuanto ála segunda razón, tomada el justo juic io parece s er la recom pe ns a
del obstáculo del pecado, es semejante condigna. Es así que la vida eterna s e d a
r e s p e c t o d e lb o m b r e y d e D i o s; p p oo r r D qi o u s e c o n forme al j uicio de just ic ia ,
aun el hombre no puede merecer de otro s e g ú ne s t a sp a l a b r a s (n T i m . 4,8): por
á quien ofendió primero, si no se reconci- lo demás me está reservada la corona de
lia con él dándole satisfacción. justicia, que el Señor justo Juez me
dará en aquel dia. L u e g o e l h o m b r
rece la vida eterna por condigno.
ARTÍCULO I I I . — ¿ E I hombre consti-
Conclusión. En la obra meritoria del
tuido en estado de gracia puede merecer la
hombre [ 1 ] considerada en su sustancia,
vida eterna de condigno ? (1)
como procedente del libre albedrío, no
hay condignidad con su retribución de
1.° P a r e c e q u e e l h o m b lar vida e c eterna,
o n s yt sii solo t u congruidad
i d o ó
e n g r a c i a n o p u e d e m e r e c e r l a v i d a e t e r - cierta proporcionalidad; mas [2] por su
n a p o r c o n d i g n o : p o r q u e d i c e e procedencia l A p ó s t o dpl la gracia del Espíritu
( R o m . 8, 18), no son de comparar losSanto merece de condigno la vida eterna.
trabajos de este tiempo con la gloria ve- Responderemos, q u e l a o b r a m e r i t o -
nidera , que se manifestará en nosotros. r i a d e l h o m b r e p u e d e c o n s i d e r a r s e d e d o s
P e ro entre otr a s obras meritorias parecen m o d o s :s e g ú nq u er e s p e c t i
s e rlo principal m ente los sufrimien tos de cede del libre albedrío ó de la gracia del
l o s santos. Lue g o ningunas obras de los Espíritu Santo. S i s e c o n s i d e r a según
h o mbres son m e ritorias de la vida eterna sustancia de la obra y como procedente
d e condigno. del libre albedrío, en este concepto no
2.° S o b r e a e l q u l o (haber
puede . 6, 23), álacausa
R eno ellam condignidad
gracia de Dios es vida perdurable, d i c e de la inmensa desigualdad (2), pero sí
la Glosa (ord. August. lib. De grat. et hay congruidad por cierta igualdad pro-
l i b . a r b . . c . 9): « p u d i e r a d e c i r s e r e c porcional;
t a - p u e sp a r e c ec o n g r u e n t e
J m e n t e , < r e s t i p e n d i o d e j u s t io b c r a i n da eo s e l l ah vo m i b r d e a s e g ú n s u v i r t u d , s e a
» e t e r n a » ; p e r o q u i s o m e j o r d e c i r , r gra- ecompensado por Dios según la escelen-
» cia de Dios es la vida perdurable», c i a d e s u v i r t u d . M a s , s i h a b l a m o s d e la
p a r a « q u e e n t e n d i é s e m o s q u e D i o s n o s obra meritoria, en cuanto procede de la
» conduce ála vida eterna, no por n u e s - gracia del Espíritu Santo, entonces es
» t r o s m é r i t o s , s i n o p o r s u m i s e r i c o r d i a » . merecedora de la vida eterna de con-
M a s l o q u e a l g u i e n m e r e c e p o r c o n d i g n o , digno (3), p u e s t o q u e a s í e l v a l o r d
no lo recibe por misericordia sino por mérito se estima según, la virtud del Es-
mérito. Luego parece que el hombre no píritu Santo, que nos conduce ála vida
puede por la gracia merecer de condigno e t e r n a , s e g ú n a q u e l
la vida eterna. se hará en él una fuente de agua, que sal-
3.° A q u e l m é r i t o p a r e tará c e hasta s e la r c vida o n eterna d i ;g g n r ao d, u á n d o s e
que se iguala ála recompensa; y nin- t a m b i é n e l p r e c i o d e l a obra según la dig-
gún acto de la presente vida puede igua- n i d a d d e l a g r a c i a , p o r la que el hombre
larse ála vida eterna, que escede á nues- h e c h o c o n s o r t e d e l a d i v ina naturaleza es
t r oc o n o c i m i e n t o y d e s e o;y é s c e d e a s i - a d o p t a d o c o m o h i j o d e D ios, áquien se
mismo ála caridad ódilección de viador, d e b e l a h e r e n c i a p o r e l derecho mismo
como también escede á la naturaleza. d e l a a d o p c i ó n , s e g ú n a q u e l l o
L u e g o e l h o m b r e n o p u e d e p o r l a g r a c i a 17): si hijos, también herederos.
merecer la vida eterna de condigno. A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e e l A p ó s
(II Véase la nota 1, pág. 830. Según Lutero « no hay mé- que posteriormente lo hiciera el Tridentino (nota l ) los con-
n rilo alguno del hombre para conseguir la gloria, ni debe cilios de Florencia bajo el pontificado y autoridad de Euge-
» cifrarse en nuestras buenas obras confianza do lograrla por nio IV, de Letran en tiempo de Inocencio III y-de Orange
» ningún concepto» : doctrina condenada espresamente por el (can. 18) bajo el Papa León, apoyándose todos y la interpre-
Concilio Tridentino (sess. 6, cap. Hi, y can. 32) y anticipada- tación hoy cifrada bajo la fórmula de condigno en los testimo-
mente rebatida aquí. nios contestes de San Juan Crisóslomo (Hom. 10, ad Hebr. 10,
(2) Entre la obra misma y la recompensa ó retribución á 35), Teodoreto (com. ad ilebr. O, 10) y el V. Beda fundado á su
ella asignada. vez en San Agustín.
(3) Asi lo habían ya declarado casi con la misma esplicitud
SUMA TEOIÓGICA.—TOMO 11. 53
834 CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV.
tol habla de los sufrimientos de los santos son más principalmente que la caridad
según la sustancia de aquellos. principio de merecer.
A l 2.° q u e l a s p a l a b r a s d e a q u Por e l l ela contrario, d i c e e l S e ñ o r ( J o
G l o s a d e b e n e n t e n d e r s e e n c u a n t o á l a 1 4 , 2 1 ) : el que me ama, será amado de
p r i m e r a c a u s a d e l l e g a r á l a v i d a e t e r n a , mi Padre ; y yo le amaré y le manifes-
q u e e s l a m i s e r i c o r d i a d e D i o taré s : m á a mís mismo. E s a s í q u e l a v i d
nuestro mérito es la causa subsiguiente. eterna consiste en el conocimiento mani-
A l 3.° q u e l a g r a c i a d e l E s p í r i t f u Si ae n s - t o d e D i o s , s e g ú n a q u e l l o ( J o a n n
t o , q u e p o s e e m o s e n e s t a v i d a , a u n q u e 3 ) : esta es la vida eterna, que te conoz-
n o s e a i g u a l á l a g l o r i a e n a c t o , e s s i n can á tí solo Dios verdadero y vivo.
embargo igual virtualmente; como la se- Luego el mérito de la vida eterna reside
milla del árbol, en la cual se contiene sobre todo éíntimamente en la caridad.
virtualmente todo el árbol. Asimismo Conclusión. La principalidad del mé-
p u e s e l E s p í r i t u S a n t o , q u e h a b i t a e n e l rito consiste ante todo en la caridad, ya
h o m b r e p o r l a g r a c i a , e s c a u s a s u f i c i e n t e se considere el acto meritorio como de-
d e l a v i d a e t e r n a ; p o r l o c u a l s e d i c e pendiente de la divina ordenación ó del
q u e e s l a p r e n d a d e n u e s t r a h e r e n c i a ( n libre albedrío.
C o r . 1, 22). Responderemos q u e , s e g ú n s e d e d u c e
d e l o y a e s p u e s t o ( a . 1), e l a c t o h u m a n o
ARTÍCULO I V . — ¿ i - a gracia e s ei prin- tiene razón de merecer de dos orígenes:
cipio del mérito m á s principalmente por la 1.° y p r i n c i p a l m e n t e de la divina orde-
caridad que por l a s otras virtudes ? (1) nación, b a j o c u y o a s p e c t o s e d i c e
a c t o m e r i t o r i o d e a q u e l b i e n , al q
1.° P a r e c e q u e l a g r a c i a n o e s e l p r oi nr - d e n a d o e l h o m b r e p o r l a d i v i n i d a
c i p i o d e l m é r i t o m á s p r i n c i p a l m e n t e p o r 2.° de -parte del libre albedrío, s e g ú n e l
la caridad que por las otras virtudes: cual el hombre tiene sobre las demás cria-
porque la recompensa se debe á la obra turas la preferencia de obrar por sí mis-
s e g ú n a q u e l l o ( M ma ot y tv oh l . u 2 0n, t8 ) a : i llama ' i a m e n t e . En am
á los trabajadores, y págales su jornal ceptos la principalidad del mérito consis-
(mercedem). P e r oc a d a v i r s tep en r i lan caridad;
t u de c i - p o r q u ep r i m e r a m e
pio de alguna obra, puesto que la d e b e
virtud c o n s i d e r a r s e q u e la vida eterna con-
es un hábito operativo, como se h s i s
a de- t e e n l a f r u i c i ó n ( 2 ) d e D i o s; y e l
m o s t r a d o ( C . 5 5 , a . 2). L o m t o v oi m id e n a t vo i rd e l- a l m a h u m a n a
u e g ála frui-
tud es igualm ente principio de me c i ó n
recer. d e l d i v i n o b i e n e s e l a c t o p ropio de
2.° D i c e e lA p ó s t o l l a
o r . 3, 8), c ( iC a r i d a d , p o r e l q u e t o d o s l o s actos de
cada uno recibirá su propio galardón
l a s o t r a s v i r t u d e s s e o r d e n a n á e s t e fin,
según que los actos de estas son impera-
según su trabajo; y l a c a r i d a d m á s d i s -
dos por la caridad. De aquí es que el
minuye el trabajo que lo aumenta, por- mérito pertenece primeramente á la ca-
q u e s e g ú n S a n A g u s t í n ( l i b . D e v e r b i s ridad, y secundariamente álas otras vir-
D o m . S e r m . 9 , c . 3 ; y S e r m t . u 49 d e s , D s ee g ú n q u e l o s a c t o s d e e s t a s s o n
temp.) « el amor hace fáciles ycasi nulas i m p e r a d o s p o r a q u e l l a . A s i m i s m o e s e v i -
» l a s c o s a s p e n o s a s y c r u e l e s » : l du e e n t g e o t l a am b i é n q u e l o q u e h a c e m o s - p o r
caridad no es más principalmente que amor lo hacemos con la mayor volunta-
otra virtud principio de merecer. r i e d a d ; y p o r l o t a n t o t a m b i é n según q
3.° A q u e l l a v i r t u d , c u y o s a c t p oa sr s a o lan er na z ó n d e m é r i t o s e r e q u i e r e q u e
más alto grado meritorios, parece ser el sea voluntario, se atribuye principal-
más principal principio de merecer; y en mente el mérito ála caridad.
más alto grado parecen ser meritorios los
actos de la fe yla paciencia óla fortale- A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e
za, como es patente en los mártires, que ridad, en cuanto tiene por objeto el úl-
p e l e a r o n p o r l a f e c o n p a c i e n c i a y v i g o r t i m o fin, m u e v e las otras virtudes á
h a s t a , l a m u e r t e . L u e g o o t r a s v i r t u d e s o b r a r ; p u e s s i e m p r e e l h á b i t o , á que p e r -
(1) Debe recordarse aquí lo establecido en el a. 3 de la (2) Entiéndase en general y como comprensiva de la visión
C. 110, haciendo distinción entre la gracia y la caridad y de- beatífica de la divina esencia.
más virtudes. /
CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULOS IV Y V. 835
t e n e c e e l fin, i m p e r a á l o s h á b i t o s , á q u e p u e d e m e r e c e r d e D i o s p o r l a s o b r a s s u b -
p e r t e n e c e n l o s m e d i o s c o n d u c e n t e s a l fin, s i g u i e n t e s l a p r i m e r a g r a c i a y a r e c i b i d a .
como queda patentizado por lo ya es- Por e l contrario: r e p u g n a l a r a z ó n
p u e s t o ( C . 9 , a . 1). de gracia á la de recompensa de las
A l ,2." q u e u n a o b r a p u e d e s e r l a bo o b - r a s , s e g ú n e s t a s p a l a b r a s ( E
r i o s a y d i f í c i l d e d o s m o d o s : 1.° p o r al l a que obra no se le computa el jornal
grandeza de la obra, y así la g r a n d e z a por gracia sino por deuda. P e r o e l h o m -
del trabajo pertenece al aumento del mé- bre merece aquello, que lé es imputado
r i t o ; y l a c a r i d a d b a j o e s t e a s p e c á t t o í n t uo l o d e d e u d a c o m o r e c o m p e n s a de
disminuye el trabajo, antes bien hace sus obras. Luego el hombre no puede
a c o m e t e r o b r a s m a y o r e s : «p o r q u e , cuan- merecer la primera gracia.
» do existe, obra grandes cosas », como Conclusion. Nadie puede merecer pa-
d i c e S a n G r e g o r i o ( H o m . 30 i n E vra a sín la g . primera
) ; gracia ni por obras an-
2° p o r d e f e c t o d e l a g e n t e m i s m o tecedentes , p o r q u nie por las subsecuentes.
á cada cual es penoso ydifícil lo que no Responderemos, q u e e l d o n d e l a g r a -
hace con pronta voluntad; y tal trabajo c i a p u e d e s e rc o n s i d e r a d o d e d o s m o d o
disminuye el mérito, ylo hace d e s a p a r e - 1.° s e g ú n l a r a z ó n d e d o n g r a t u i t o , y e n
cer la caridad. este sentido es evidente que todo mérito
A l 3.° q u e e l a c t o d e l a f e n o e s m e r i - r e p u g n a á l a g r a c i a ; p o r q u e , c o m o d i c e
t o r i o , s i l a f e n o o b r a p o r a m o r , c o m o s e e l A p ó s t o l ( R o m . 11, 6 ) , mas si por
d i c e ( G a l a t . 5) ; y a n á l o g a m gracia, e n t e e yal a no c t eso por las obras ; 2." s e -
de la paciencia yfortaleza no es merito- gún la naturaleza de la misma cosa que
rio, sino para el que obra en ello por ca- se da, ytampoco así puede corresponder
r i d a d , s e g ú n a q u e l l o a ( l mi é Cr i t oo d r e l . q 13, u e n3o ) :t i sie n e l a g r a c i a , y a
entregare mi cuerpo para que arda, y no p o r q u e e s c e d e l a p r o p o r c i ó n d e l a n a t u -
tuviere caridad ; nada me aprovecha. r a l e z a , y a t a m b i é n p o r q u e antes d e l a
gracia en estado de pecado el hombre
A R T Í C U L O V . — ¿ P u e d o el hombre
t i e n e u n o b s t á c u l o p a r a m e r e c e r l a gra-
m e r e c e r para sí la primera gracia ? (1)
c i a , q u e e s e l p e c a d o m i s m o : m a s , des-
pués que uno tiene ya la gracia, esta
1.° P a r e c e q u e e l h o m b r e p u e g r d a ce i m a ye a - p o s e i d a n o p u e d e c o r r e s p o n d e r
r e c e r p a r a s í l a p r i m e r a g r a c i a a : pl mo ré q r u i e t , o ; p o r q u e l a r e c o m p e n s
c o m o d i c e S a n A g u s t í n ( i n p r a s f . P t s é .r 31), m i n o d e l a o b r a , y l a g r a c i a e s en
« la fe merece la justificación ». El hom- n o s o t ros el principio de toda obra bue-
bre es justificado por la primera gracia. n a , c o m o s e h a d i c h o ( C . 109) : y p o r
Luego el hombre puede merecer para sí o t r a p arte, si alguno merece otro don
la primera gracia. g r a t u i to por virtud de la gracia- prece-
2.° D i o s n o d a l a g r a c i a s i n o á l o s d e n t e , ya no será la primera gracia.
d i g n o s ; m a s n o s e d i c e a l g u n o d i g n o d e g o e s e v i d e n t e q u e ningun
L u e
merecer para sí la primera gracia.
algún bien, sino quien lo ha merecido de
c o n d i g n o . L u e g o a l g u n o p u e d e m e r e c e r A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s q u e , s e g
de condigno la primera gracia. d i c e S a n A g u s t í n ( R e t r a c t . 1. 1
3.° E n t r e l o s h o m b r e s p u e d é e l am i ls m go u f un e o a l g u n a v e z e n g a ñ a d o , c r e -
m e r e c e r u n d o n y a r e c i b i d o ,c o m o e l - q u e y e n d o q u e e l p r i n c i p i o d e l a f e v i e n e d e
ha recibido del dueño un caballo lo me- nosotros, pero la consumación nos es da-
r e c e h a c i e n d o b u e n u s o d e é l e n s e r v i c i o d a p o rD i o s ; d e l o q u ea l l í m i s m o s e r e -
d e s u d u e ñ o . S i e n d o p u e s D i o s m á s l i b e - t r a c t a : y á e s t a i n t e l i g e n c i a (2) p a r e c e
ral que el hombre, mucho más el hombre referirse eso de que la fe merece la jus-
(l) Hé aquí otro de los errores fundamentales de la com- » sumacion sea de Dios ». Bien se ve aquí radicalmente pul-
pleja herejía de Pelagio, anatematizado directa y esplicita- verizada tan soberbia é insensata pretensión. En cuanto á la
mente por ¿1 concilio de Grange (can. 22) y más terminante- significación de las palabras primera gracia véase lo dicho en
mente aún por el deTrento, que espone con. toda:claridad la' la nota 2, pág. 789.
doctrina-verdaderamente católica, valiéndose alefecto de p a - (2) Errónea, según él mismo declara y reconoce; aparte de
labras testuales de San :Páblo (sess: 6, cap. 8), y reducido á que' que, según observa Nicolai, en ninguno de sus numerosos
(según aquel famoso haresiarca) « el principio^ ó: incoación de ' escritos y menos eu elque se cita en la objeción 1. se halla a
» toda obra buena está de nuestra parte, aun cuando su' con- literalmente" lo que se le atribuye como dicho" testualmente.
836 CUESTIÓN CXIV. — A R T Í C U L O S V Y VI.
gracia, para que llegue á la vida eterna, congruo por otras buenas obras ; ó tam-
y por lo tanto el mérito de condigno no bién materialmente hablando, porque por
se estieude mas allá de esta moción. P e - las mismas obras de misericordia, que
ro el alma de Cristo fue movida por Dios alguno ejerce en favor de los pobres,
con la gracia, no solamente para que él merece ser recibido en los tabernáculos
mismo llegase á la gloria de la vida eter- eternos.
n a , sino también para que condujese á
otros á ella, en cuanto es la cabeza de ARTÍCULO V I I . — ¿ P u e d e e i nombre
la Iglesia y autor de la salvación h u - m e r e c e r f i a r a sí l a reparación d e s p u é s de la
mana, según aquello (Hebr. 2 , 10), ha- c a l d a ? (3)
biendo llevado muchos hijos á la gloria,
que el autor de la salud [Y]... Ahora, por 1.° Parece que alguien puede merecer
mérito de congruo puede alguno merecer para sí la reparación después de la caida;
para otro la primera gracia; porque, porque lo que justamente se pide á D i o s ,
como el hombre constituido en gracia parece que el hombre puede merecerlo;
cumple la voluntad de D i o s , congruo es y nada más justo se pide á D i o s , como
que en proporción de su amistad cumpla dice San Agustín (implic. enarrat. 1 super
Dios la voluntad del hombre acerca de hasc verba P s a l m . ) , que el ser reparado
la salvación de otro, aunque algunas ve- después de la caida, según aquello ( P s .
ces pueda haber obstáculo por parte de 7 0 , 9 ) , cuando me faltare mi fuerza, no
aquel, cuya justificación desea algún me desampares, Señor. L u e g o el hombre
santo : y en este caso es aplicable lo di- puede merecer la reparación después de
cho en el pasaje de Jeremías. su caida.
A l argumento 1.° diremos que la fe de 2.° Mucho más aprovechan al hombre
otros vale á uno para su salvación con sus obras que á otro. Siendo así pues que
mérito de congruo, no con el de con- el hombre puede merecer de algún modo
digno. para otro la reparación después de la
A l 2.° que la impetración ( 2 ) de la caida, como también la primera gracia;
oración se apoya en la misericordia, y el mucho más puede merecer para sí la re-
mérito de condigno en la justicia; por lo paración después de la caida.
que orando consigue el hombre muchas 3.° E l hombre, que alguna v e z estuvo
(mercedes) de la divina misericordia, que en gracia, por las buenas obras que hizo
no merece sin embargo según la justicia, mereció para sí la vida eterna, como se
como se dice ( D a n i e l , 9 , 1 8 ) : pues no deduce de lo espuesto (a. 2 , y C . 1 0 9 ,
presentamos postrados nuestros ruegos a. 5 ) . P e r o no puede uno conseguir la
delante de tí por justificaciones nues- vida eterna, si no es restaurado por la
tras, sino por tus muchas misericordias. gracia. L u e g o parece que el hombre pue-
A l 3.° que los pobres que reciben la de merecer para sí la reparación por la
limosna se dicen recibir á otros en los t a - gracia.
bernáculos eternos, y a impetrándoles su Por el contrario, se dice ( E z e c h . 18,
perdón orando, y a mereciéndosele de 2 4 ) : si el justo se desviare de su justicia
(1) Las primeras palabras se refieren, á Dios Padre y las úl- á contar como asegurada la perseverancia final y consiguien-
timas al Hijo humanado y constituido en Autor de salud,... temente el don de la predestinación. Tal ha sido la pretensión
según los adjuntos del testo. de algunos sectarios del predestinacianismo, que más ó menos
(2) Eficacia ó efecto realmente obtenido, como el de Santa embozadamente enseñaban que les predestinados y solo ellos
Ménica á favor de su hijo San Agustín, cuya conversión con- conservaban siempre la gracia una vez recibida ó al menos el
siguió de hecho con sus fervientes é incesantes lágrimas, en derecho y la seguridad de su indefectible reposición en ella,
virtud ademas de la correspondencia ó cooperación por parte y que así estaba obligado á creerlo todo hombre justificado,
del agraciado, según la Iglesia indica en la cracion del Oficio con otra multitud de errores tan perniciosos como contrarios
ó rezo de la Octava del Santo Doctor. al dogma católico, cuya auténtica esposicion puede verse por
(3) Lo que aquí se discute no es, como á primera vista pu- estenso y detalladamente en las actas ó historia del Concilio
diera alguno imaginarse, si puede ó no el hombre sumido en de Tren lo (sess. 6 , cap. 12), y en lo que más hace al actual
pecado original ó mortal después del Bautismo merecer por propósito estractada con el solemne carácter de definición
sí mismo la reconciliación con Dios por, medio de la gracia dogmática en los dos anatematismos siguientes: l." {can. 15)
justificante y el adjunto perdón de sus culpas, lo cual ha sido « si alguien dijere que el hombre regenerado y justificado
el asunto del a. 5.° de esta misma Cuestión; sino que el sen. » está en el deber de creer como de fe que seguramente es del
tido del epígrafe es proponer, si en cstadode justicia ó gracia » número de los predestinados, sea anatema»; y (can. 17) «si
puede el hombre merecer ser devuelto á ella en el caso de » dijere alguno que la gracia de la justificación tan solo á los
perderla por ol pecado posterior, ó sea, el don de la penitencia » predestinados aprovecha para la vida eterna, sea anatema».
y perdón de BUS futuras culpas mortales, lo que equivaldría
838 CUESTIÓN C X I V . — ARTÍCULOS VII Y V I H .
é hiciere maldad no se hará memoria seo, por el que uno aspira á la repara-
de ninguna de las obras justas, que habia ción después de la caida, se dice j u s t o ,
hecho. L u e g o nada le valdrán los méri- como justa también la oración, por la cual
tos precedentes para levantarse ; ni por pide esta misma reparación, por cuanto
cousiguiente puede alguno merecer para tiende á la justicia ; mas no porque se
sí la reparación después de una caida fu- apoya en la justicia á modo de mérito,
tura. sino solo de la misericordia ( 3 ) .
Conclusión. Nadie puede merecer para A l 2.° que alguno puede merecer para
sí anticipadamente la reparación poste- otro por congruo la primera gracia ; su-
rior de su futura caida, ni aun con mé- puesto que no hay allí al menos por parte
rito de congruo. del que merece el obstáculo que se en-
Responderemos, que nadie puede me- cuentra , cuando uno después del mérito
recer para sí la reparación después de de la gracia se aparta de la justicia.
una caida futura, ni por mérito de con- A l 3.° que algunos dijeron que nadie
digno ni de congruo. N o con mérito de merece en absoluto la vida eterna sino
condigno, por cuanto la razón de este por el acto de la gracia final, y sí sola-
depende esencialmente de la moción de mente bajo la condición de perseverar.
la divina gracia, moción que se inter- P e r o esto no es conforme á r a z ó n , por-
rumpe por el pecado siguiente; de modo que algunas veces el acto de la última
que todos los beneficios que después re- gracia no es más meritorio, sino menos
cibe uno de D i o s , por los cuales se reha- que los actos precedentes á causa de la
b i l i t a , no son objeto del mérito, pues la opresión de la enfermedad ( 4 ) . D e b e
moción de la gracia anterior no se es- pues decirse que todo acto de caridad
tiende hasta e s t o : y , como el mérito de merece en absoluto la vida eterna; mas
congruo, por el que alguno merece para por el pecado siguiente se interpone obs-
otro la primera gracia, no puede produ- táculo al mérito p r e c e d e n t e p a r a que
cir su efecto mediando obstáculo del pe- no produzca su efecto; así como también
cado de a q u e l , para quien otro merece; las causas naturales faltan en sus efectos
mucho más impide la eficacia de tal m é - por algún impedimento que sobrevenga.
rito el obstáculo, que h a y en el que me-
rece y en aquel para quien merece ( 1 ) ,
ARTÍCULO V I I I . — E I hombre pue-
porque en este caso el doble obstáculo
de merecer aumento de gracia y de cari-
concurre en una sola persona : y por
dad? (5)
tanto de ningún modo puede alguno me-
recer para sí la reparación para después
1.° Parece que el hombre no puede
de su caida (2).
merecer aumento de gracia ó caridad :
A l argumento 1.° diremos, que el de- porque, cuando alguno ha recibido el pre-
(1) Que en el presente caso es un mismo sujeto. Esta misma « defección» : lo cual, como se ve, ni siquiera alude en reali-
opinión siguen y sostienen comunísimamente los teólogos con dad al mérito ni aun de congruo, como asimismo se desprende
Valencia, Medina, Conrado, Yv'iggers y casi todos con la com- también de los comentarios de Casiodoro sobre el propio lu-
pacta escuela de los tomistas. gar, que interpreta de las tribulaciones del pecador, bajo cuyo
(2) Nos permitimos ingerir intercalada la conjunción para peso agobiado suele á veces volver en sí para su corrección y
con el esclusivo objeto de aclarar algo más el verdadero sen- arrepentimiento.
tido de la tesis en conformidad con lo espuesto en-la nota 3, (4) La« congojas y debilidad ó postración ordinariamente
página S37, y según el que da al asunto la interpretación de anejos á los postreros momentos de los moribundos, que por
San Jerónimo, quien á propósitodel pasaje de Ezequiel aducido una parte no les permiten ejercer con la enérgica decisión que
en el argumento Por el contrario presenta la siguiente compa- en sana salud actos dispositivos á su reconciliación con Dios,
ración ó contraste : «asi como (dice) al justo antes pecador no y por otra el terror de la muerte ante la perspectiva de sus
» le gravan sus culpas precedentes, tampoco al pecador antes culpas unido á las sugestiones diabólicas y demás circunstan-
«justóle aprovechan sus anteriores justicias (obrasjustas he- cias concurrentes en tan tremendo trance contribuyen á des-
» chas en gracia] » ; de donde fácilmente se deduce que «ni el alentarlos y" disuadirles de convertirse y prepararse á bien
» que actualmente se halla en pecado puede merecer ser justi- morir, ó sea, á esforzarse para obtener la gracia final.
» licado de él por la primera gracia » que es lo demostrado en (5) Dogma de fe terminantemente definido por el Concilio
el a. 5), « ni en estado actual de gracia puede el hombre me- de Trento en el hecho de anatematizar (séss. 6, can. 14J á quie-
» recer para lo sucesivo la reposición en él para después de su nes con Meláncton y otros herejes digan ó «que la justicia
n futura caida por la culpa mortal » (objeto manifiesto del pre- » recibida no se conserva y también acrece ante Dios, por las
sente a. 7) según lo consignado. » buenas obras»,... ó o que el hombre justificado no merece
(3) Ni San Agustín dice allí espresamente nada más justo...; «verdaderamente aumento de gracia... y de gloria con s u 9
sino (expedit illis) «conviéneles conocer sus pecados, para que » buenas obras mediante la gracia de Dios y en virtud del mé-
» se confundan y desist n, y ya humillados busquen en su »rito de Jesucristo ».
n desaliento al iluminador de su ofuscación y reparador de su
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S VIII V IX. 839
(I) Entiéndese aquí por perseverancia la continuación ó según la infalible promesa del Salvador 10, 22) : gui
{Malth.
permanencia constante y sin' interrupción en el estado- de persci'eravevit Joviniano enseñaba
usque in fincm, liic salvas cril.
gracia, en cuyo concepto es el principio y no el término del heréticamente que « el hombre una vez justificado por la gra-
curso ó desarrollo progresivo de la gracia misma, ó sea, su » cia no puede ya perderla» :.y contra este error se asienta
incesante producción y consiguiente conservación en el alma aquí directa y principalmente la doctrina contraria de la Igle-
del justo, viniendo á ser por lo mismo siempre ó tener en sí sia católica, cuya esplicacion más autorizada y minuciosa
el carácter de primera gracia; por cuya razón se halla en el puede verse en el cap. 13 de la sesión 0." del Concilio Triden-
caso ó relación que esta con respecto al mérito y en confor- tino y cánones 10 y 23, conexionada no poco con la espuesla
midad con lo demostrado acerca de ella (a. 5): á diferencia de en los artículos 8 y 9.de la C. 109, y más aún con la del 7.° de
la llamada perseverancia de gloria, que es la verdaderamente la presente bajo el punto de vista de los errores contrarios al
final propiamente dicha ó definitiva é inamisible, como con- dogma católico, y allí como aquí de nuevo confutados en lo
sumación de la gracia de viadores ó incoación ó garantía ya concerniente á la predestinación con especialidad; por lo que
segura de la-glorificación, á que da principio á la vez que recomendamos la lectura de la nota 3, pág. 837, á su epígrafe,
derecho indiscutible y por mérito de condigno ó de justicia que no hay necesidad de reproducir aquí.
840 CUESTIÓN CXIV. ARTÍCULOS IX V X.
(1) En cuanto al mérito de condigno no cabe la menor duda frase del Santo Doctor por hacerle decir precisamente lo con-
después de la terminante declaración del Concilio de Trento trario de lo que naturalmente se desprende de sus palabras y
antes citada; mas respecto del de congruo no faltan teólogos observaciones, para llegar hasta el estremo de hacer caso
ortodoxos, que, no sóio no se muestran plenamente conformes omiso de la comparación, en cuyo primer miembro funda la
con la doctrina del Santo Doctor, ostensiblemente esclusiva conclusión espresada en el segundo, y que en nuestro con-
de él sobre todo en su última aserción del § Responderemos, que cepto es de todo punto decisivo. ¿Acaso en la oración de un
ó es intencional ó parecería supèrflua; sino que se aventuran pecador como el publicano del Evangelio hay ni puede si-
á achacarle la opinion á todas luces contraria á su intento, quiera suponerse en buena ortodoxia algo del mérito de con-
sin otro apoyo que el frivolo de su omisión de tal calificativo: gruo, cual sostienen los teólogos mencionados en la nota pre-
objeción por cierto previamente anulada ya ademas por lo que cedente y los aludidos por ellos? Pues « asimismo ó de un modo
deja espuesto (a. 7) con su terminante distinción entre el mé- » semejante (el simillter, dice el testo) da Dios gratis la perse-
rito de congruo y la eficacia impetratoria de la oración, como » verancia á quien la da, sin que caiga ó aunque no cae bajo
allí puede verse y estudiarse imparcialmente en desvaneci- » el mérito : asimismo, como concedió el perdón al publicano
miento de tan pueriles pretensiones ; por más que Drioux ci- » pecador », en quien suponemos no reconocerán dichos teólo-
tando á Granados asegure que tal parecer es probable y aun gos mérito de congruo. Si un cosmógrafo, v. gr., al hablar de
común entre los teólogos y en nada opuesto al del Doctor la atracción lunar sobre la tierra y previa distinción espresa
Angélico. de atracción directa é indirecta, concluyese diciendo que la
' (2) Menester es "grande y decidido empeño de violentar la luna la ejerce directa sobre las aguas del mar, pero qué en
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S IX V X. 841
en la-gloria es respecto del movimiento nes temporales son objeto del mérito.
meritorio del libre albedrío como su tér- 3.° L a misma relación h a y entre lo
mino ; mas no la perseverancia de la'vida bueno y, el mérito que entre lo malo y el
por la razón ya dieba (aquí mismo, Res- demérito : y pues por el demérito del pe-
ponderemos). cado son algunos castigados por D i o s con
L o propio debe decirse en contestación penas temporales, como consta de los
al 3.° sobre el aumento de la gracia, se- sodomitas ( G e n . , 1 9 ) ; dedúcese que los
gún queda evidenciado por lo dicho (ibid. bienes tempoi*ales son objeto del mérito.
y a- 8 ) . 4.° Por el contrario : las cosas que son
objeto del mérito' no se otorgan igual-
mente á t o d o s ; pero los bienes y ma-
ARTÍCULO X . — I . O S b i e n e s tempora-
les temporales afectan igualmente á bue-
les son objeto del mérito ? (1!
nos y malos, según aquello ( E c c l . 9, 2 ) ,
todas las cosas acontecen igualmente al
l.° Parece que los bienes temporales justo que al impío, al bueno y al malo, al
son objeto del mérito : porque aquello, limpio y al inmundo, al que sacrifica
que se promete á algunos como premio víctimas y al que desprecia los sacrifi-
de justicia, cae bajo el mérito ; y los bie- cios ( 2 ) : luego los bienes temporales no
nes temporales fueron prometidos en la son objeto del mérito..
ley antigua como recompensa de justicia, Conclusión. Los bienes temporales [ 1 ]
según se ve ( D e u t . 2 8 ) . L u e g o parece caen directa y absolutamente bajo el mé-
que los bienes temporales son objeto del rito , considerados como útiles para la
mérito. práctica de buenas obras conducentes á
2.° Parece ser objeto del mérito aque- la vida eterna, en cuyo concepto son ver-
l l o , con que D i o s retribuye á alguno por daderos bienes ; mas [ 2 ] en sí mismos y
algún servicio que hizo. P e r o Dios re- como simplemente bienes del hombre no
compensa algunas veces á los hombres son objeto del mérito en absoluto, y sí solo
con bienes temporales por el servicio he- relativamente (3).
cho á é l , pues se dice ( E x . 1 , 2 1 ) , y R e s p o n d e r e m o s , que lo que es objeto
por haber temido á Dios las parteras, del mérito es el premio ó la recompensa,
edificóles casas, e t c . ; á cuyo propósito y tiene razón de algún b i e n ; y el bien del
la Glosa (Gregorii, 1. 1 8 , Moral, c. 4 ) hombre es dé dos clases, uno simpliciter
dice que « l a benignidad de estas pudo y otro-secundum quid. E l bien absoluto
» ser retribuida en la vida eterna ; pero del hombre es su último fin según aque-
» l a culpa de su mentira recibió recom- llo ( P s . 7 2 , 2 7 ) , mas á mí bueno me es
» pensa terrena»; y se lee (Ezech. 19, apegarme á Dios, y por consiguiente
18 ) : el rey de Babilonia hizo servir en todas aquellas cosas que se ordenan como
trabajosa campaña á su ejército contra conducentes á este fin, y tales bienes son
Tiro , y no se le dio recompensa, y des- en absoluto objeto del mérito; al paso
pués añade : y tendrá galardón aquel que bien del hombre secundum quid y no
ejército, y yo le di la tierra de Egipto, simpliciter es lo que le es bueno por el
porque trabajó para mi. L u e g o los bie- momento ó que le es bueno secundum
cuanto a la costra sólida del globo terráqueo no hay que ha- denles de su dictamen sobre un punto que no es dogma den*
blar de atracción (que eso significa non cadet sub, en nada in- nido, pero sobre el cual muestra bien á las claras no abrigar
terviene, no hay nada de eso); ¿con qué visos de lógica ni él mismo ni dejar lugar á duda.
razón se le atribuiría la opinión de que había en esto último (1J Con la doctrina y pruebas de este articulo rebátense de
atracción indirecta? ¿Tendría siquiera algún átomo de valor nuevo y á forliori los errores todos con tendencia contraria al
en su defensa tal argumentación, tratándose de abogar por él libre albedrío y á todo mérito humano, como los mencionados
en la hipótesi de que esa indirecta atracción resultase demos- en las notas 2, pág. 830, y 1 de la 833.
trada concluyentemente por otros procedimientos científicos, (2) San Jerónimo, como igualmente los Setenta, traducen
y concretándose á probar simplemente que no la niega? Hé' directamente del hebreo , ni que sacrifica y al que no sacrifica;
aquí pues la verdadera y despejada situación de Santo Tomás y claro es que el que no sacrifica, cuando debe hacerlo, des-
en nuestro caso : no solo es opuesto á su opinión (tal es la precia los sacrificios según el testo de la Vulgata, cuyo sentido
nuestra, valga poco ó nada) el admitir el mérito de congruo viene así á ser del todo idéntico.
en orden al don de la perseverancia, sino que ni áuri es sos- (3) La significación y alcance de este adverbio, versión de
tenible en recta crítica el decir que no lo niega : niégala , y la locución adverbial secundum quid del testo, se comprende-
tan rotundamente como si en términos literales espresase que rán perfectamente con la lectura de la demostración en sus
lo niega, ó directamente y de propósito lo combatiese ó impug- últimas cláusulas, que no estractamos en la Conclusión por no
nase, lo cual sin duda no hace por deferencia á algunos disi- hacerla demasiado prolijn.
842 CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULO X.
(1) Accidentalmente ó en determinadas circunstancias, ó » los justos sino aun los pecadores también pueden por sus
bien bajo algún concepto únicamente. » obras inoralmente buenas merecer de congruo bienes tem-
(2) De condigno, según se colige sobre todo del ejemplo nporales»; por cuanto esa falta de rectitud de intención
iitmediatameute adjunto y conforme a,lo espuesto fa. 8), y así puede no ser tan grave, que los constituya en pecadores des-
lo hace notar el P. Nicolai para desvanecer vacilaciones ó du-
( t lituidosde la gracia, cuales se deja colegir los supone el ci-
das inmotivadas. tado anotador.
(3) La Vulgata d i o buscan, inqulrentes. (6) Véanse en la 2." 2. la C. 110, a. 3 , al 2.°, y C. 122,
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CENSURA ECLESIÁSTICA v
INTRODUCCIÓN vn
CUADRO ANALÍTICO DE LA SECCIÓN 1.* de la 2,* PARTE ix
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ASUNTOS Y TÉSIS. f<m». ASUNTOS Y TESIS. rag..
8
Algunos actos humanos son de XX. Bondad y malicia de los actos Iranianos estemos.
suyo indiferentes según su espe-
cie por falta de intervención en 1 La bondad ó malicia del acto es-
ellos del orden de la razón 135 terno en el orden y aprensión de
9 Todo acto humano ejecutado con la razón precede á la del interno
deliberación y considerado en el de la voluntad ; pero la es pos-
individuo es necesariamente bue- terior en cuanto á la ejecución, y
no ó malo, y no puede ser indi- como procedente de su orden al
ferente 136 fin existe con prioridad en el in-
10 Las circunstancias influyentes en terno, del que se deriva al es-
el orden especial de la razón es- terno 153
pecifican el acto moral, bueno ó 2 Depende, no solo de la de la vo-
malo según ellas 137 luntad procedente de la inten-
11 No toda circunstancia agravante ción del fin, sí también de la del
de la bondad ó malicia diversifica acto querido seguii sus circuns-
la especie moral del a c t o . . . . . . . 138 tancias...- 154
3 La de los actos interno y esterno
XIX. Bondad y malicia del acto interior de es una misma por relación al fin;
la vi pero diversas según las circuns-
tancias , aunque. la una redunda
1 ¡Se estima propiamente según los en la otra 155
objetos 140 4 La bondad aneja al acto esterno
2 La bondad de la voluntad depende por la del fin nada acrece á la del
solo del objeto, imico que per se interno, á no haber cambio en la
constituye bueno ó malo el acto; voluntad ; pero sí la aumenta la
y no de las circunstancias, meros procedente de la materia y cir-
accidentes del acto moral 141 cunstancias : y la falta de per-
o Depende asimismo de la razón , fección del acto complejo por
que la propone el objeto 142 parte del esterno en nada dismi-
4 También de la ley eterna, y mucho nuye el galardón debido al in-
más que de la razón, causa se- terno , siendo involuntaria 156
gunda subordinada á aquella pri- 5 El evento siguiente, siendo preme-
mera causa 143 ditado ó resultante per se y las
5 Toda voluntad en desacuerdo con más veces del acto, acrécele bon-
la razón recta ó errónea es mala. 144 dad ó malicia ; mas no en el caso
6 Es mala la voluntad conforme' con •> contrario 158
la conciencia errónea, si el error 6 Un solo acto, linico en su género
es voluntario directa ó indirecta- moral, no puede ser á la vez
mente por negligencia en lo que bueno y malo ; pero sí, siendo
debe saberse ; no lo es empero doble en el concepto moral, aun-
siendo el error involuntario y sin que con unidad cíe naturaleza... 159
negligencia culpable 145
7 La bondad de la voluntad depende XXI. Consecuencias de los actos humanos por
de la precedente intención, del razón de su bondad ó malicia.
fin; y no déla subsiguiente, ano
reiterarse el acto de aquella en
unión con esta 147 1 Todo humano, según que es moral-
8 El grado ó cantidad moral del acto mente bueno ó malo , así en-
no tiene por medida el de la in- traña razón de rectitud ó de pe-
tención por parte del objeto : cado 160
mas el de la intención, unida su 2 Igualmente la implica de laudable
intensidad á la del acto, redunda ó culpable 161
en este ; y así el operante, no me- 3 Asimismo también de mérito ó
rece tanto como intenta merecer. 148 demérito 168
9 Para la bondad de la voluntad hu- 4 Es respectivamente meritorio ó de-
mana requiérese su conformidad meritorio ante Dios 164
con la divina 149
10 La voluntad humana está siempre XXII. Sujeto de las pasiones del alma.
obligada á conformarse con la di-
vina formalmente en orden al 1 Hay en el alma alguna pasión en
bien común ; mas no material- su concepto común de modifica-
mente en cuanto á todos los ob- ción del complejo ser humano :
jetos ó bienes particulares 150 mas las pasiones propiamente
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO I I . 54
850 ÍNDICE DEL TOMO I I .
dichas solo per accidens pueden entre las pasiones de lo irascible. 183
residir en ella 166 Las cuatro pasiones principales
2 Las verdaderas pasiones residen en son : gozo y tristeza, esperanza
la parte apetitiva más bien que y temor 184
en la aprensiva... < 167
3 Están en el apetito sensitivo más XXVI. Pasiones del alma en particular, y
propiamente que en el intelec- primeramente el amor.
tivo, que no requiere ó supone 1 El amor sensitivo reside en el ape-
inmutación corpórea 169 tito sensitivo y pertenece á lo
XXIII. Diferencia de las pasiones enlrc si. concupiscible . . 186
2 Es pasión propiamente dicha, en
1Las pasiones de la parte irascible cuanto reside en la potencia con-
difieren específicamente de las de cupiscible ; y solo en sentido lato
la concupiscible 170 como perteneciente á la volun-
2 Hay contrariedad en las pasiones tad 187
de lo irascible según lo bueno ó Idéntico á la dilección en el apetito
malo del objeto y por su aproxi- intelectivo, difiere de ella como
mación ó desvio de él; mas en las más comprensivo y sin la idea de "
de lo concupiscible solo en el pri- previa elección entrañada en la
mer concepto 172 dilección 188
3 La ira es la única pasión, que no El amor de amistad, que ama más
tiene contraria — 173 al amado que al bien para él -an-
á Caben en una misma potencia pa- siado , es diverso del de concupis-
siones diversas en especie y no cencia, accidentalmente inverso
contrarias entre sí, tomándose en ese orden 189
su diferencia específica de sus ob-
jetos ó acciones 173 XXVII. Causa del amor.
XXIV. Bien y mal en las pasiones del alma. 1 Solo el bien es la propia causa del
amor, y no puede serlo el mal de
• 1 Son buenas ó malas moralmente modo alguno _ 191
por lo voluntario que haya en 2 El conocimiento ó la aprensión del
ellas; mas no como simples mo- bien es necesariamente causa de
vimientos del apetito irracional. 175 amor 192
2 Son buenas las reguladas por la ra- 3 La semejanza es causa del amor de
zón , y malas las que se sustraen amistad en lo idéntico en acto de
á su dirección 176 ambos seres semejantes, y del de
3 La bondad ó malicia de las. pasio- concupiscencia respecto de lo que
nes está en razón de su mayor ó el uno tiene en acto y el otro en
menor sometimiento á la razón.. 177 potencia 198
4 No las afecta por su especie, sino Ninguna otra pasión del alma
por lo voluntario ó racional 179 puede ser causa universal de todo
amor; aunque alguna lo es de
XXV. Orden correlativo de las pasiones enlrc si. algún amor particular 194
1 Las pasiones de lo irascible son XXVIII. ' Efectos del amor.
posteriores á las de lo concupis-
cible que implican movimiento 1 Produce efectivamente la unión
hacia su objeto, precediendo á real del amante con el amado., y
las que entrañan quietud, de formalmente la afectiva 195
modo que tienen su principio en 2 Es efecto del amor la recíproca in-
aquellas y terminan en estas 180 hesion del amante y el amado... 196
2 Las pasiones del bien son anterio- 3 Lo es también el éstasi en la poten •
res á las del mal, precediendo cia, aprensiva dispositivamente;
entre aquellas en cuanto á la y e n la apetitiva lo produce di-
ejecución el amor al deseo y este recta y absolutamente el de amis-
á la delectación, y en orden in- tad, pero solo accidentalmente
verso respecto de la intención.. •• 182 el de concupiscencia..- 198
3 La esperanza precede á la desespe- El celo, movimiento vehemente
ración , é igualmente el temor á del amante al amado, es siempre
la audacia; pero aquellas dos efecto de la intensidad del amor,
(cuyo objeto es el bien),son an- aunque diversamente en el de
teriores á estotras (de las que lo amistad y de concupiscencia.... 198
es el mal); y la ira es Ja última El amor del bien conveniente, que
ÍNDICE DEL TOMO I I . 851
la satisfacción de su deseo de
1
y simplemente segregados son
saber 229 independientes entre sí sin opo-
sición específica ; y sobre objetos
XXXIII. Efectos de la delectación. contrarios, ademas de no tener
1 La dilatación, movimiento meta- la más mínima contrariedad, hay
fóricamente espansivo, compete entre ellas conformidad y afini-
á la delectación según sus dos re- dad ; aunque genéricamente con-
(
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ASUNTOS Y TESIS. nm. K
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El hábito puede ser natural como Pueden residir varios en una sola
disposición del sujeto á la forma; potencia, como disposiciones á la
parcial y no totalmente natural naturaleza y á las operaciones .. 346
como disposición á obrar; y los Distínguense específicamente se
hábitos naturales en el hombre gún sus principios activos, la na
residen diversamente en las po turaleza y los diversos objetos
tencias aprensivas y en las apeti respectivos 347
tivas 831 Y asimismo en buenos ó malos se
Los actos propios del agente con gún su conformidad ó discordan
856 ÍNDICE DEL TOMO II.
cia ya con la recta razón ó ya con sus actos son susceptibles de mé-
la naturaleza superior ó inferior. 348 rito, hechos por caridad/ 863
4 U n hábito no es constituido por 2 Son estos tres : inteligencia, sabi-
muchos hábitos, aunque se es- duría y ciencia. .N 364
tienda á muchas cosas en orden 3 El arte, aunque hábito propiamente
á una sola 350 operativo, solo es virtud en el
concepto mismo que los especu-
IV. Virtudes, en cuanto á sus esencias. lativos 366
4 La prudencia es virtud distinta del
1
Las virtudes humanas necesaria- arte 367
mente son hábitos 351 5 Es la virtud más necesaria al hom-
2 Son esencialmente hábitos opera- bre para bien vivir: 368
tivos 352 6 Lleva anejas como secundarias la
3 Buenos por necesidad como opera- eubulia, sínesis y gnómes 370
tivos del bien 353
4 Definición conveniente de la vir- 1VIII. Distinción enlrc las morales é intelectuales.
tud: «cualidad ó hábito del alma,
» por el que se vive con rectitud, 1 No toda virtud se llama moral, sino
» del que nadie usa mal y que solas las que residen en la poten-
» Dios obra en nosotros sin nos- cia apetitiva 371
i> otros » 354 2 La virtud moral se distingue de la
intelectual, como de la razón el
LVI. Sujeto de Ja virtud. apetito 372
3 Toda-virtud humana ó es intelec-
1 Reside en la potencia del alma tual ó moral -. 374
como en sujeto 356 4 Puede darse virtud moral sin algu-
2 Una sola ó misma virtud no puede nas intelectuales; no empero sin
estar por igual en dos ó más po- la prudencia y la inteligencia.. . 375
tencias ; sí empero de diverso 5 Todas las virtudes intelectuales
modo con cierta subordinación.. 357 pueden existir sin virtud moral,
3 El sujeto propio del hábito llamado á escepciou de la prudencia 376
en absoluto virtud es únicamente
la voluntad ó alguna otra poten- LIX. Distinción de las virtudes en relación
cia movida por ella, y también el ron las pasiones.
entendimiento práctico en cuanto
á su orden á la voluntad; nías en 1 La virtud moral no puede ser pa-
general puede serlo este, y.aun sión 877
el especulativo, de los hábitos 2 Las pasiones no pueden coexistir
accidentalmente virtudes 357 con la virtud en su concepto de
4 Las potencias irascible y concupis- afecciones desordenadas, y sí solo
cible pueden ser sujeto de virtud en el de simples movimientos del
mediante su participativa confor- apetito sensitivo 378
midadThabitual con la razón.... 359 3 La virtud es incompatible con la-
5 Los hábitos residentes en las fuer- tristeza sobre lo conveniente á
zas sensitivas aprensivas inter- . ella misma; pero puede y aun
nas nunca pueden llamarse vir- debe á veces coexistir con la mo-
tudes • 361 derada y razonable acerca de lo
6 La voluntad perfeccionada por el que la contraría 379
bien de la razón como su objeto 4 No toda virtud moral se refiere á
no puede ser sujeto de virtud al- las pasiones, sino uuas á estas y
guna; pero en ella como en su- otras á operaciones 381
jeto residen las virtudes, que or- 5 Las que versan sobre pasiones co-
denan á Dios ó al prójimo el mo su propia materia no pueden
afecto del hombre 361 existir sin ellas; mas las otras sin
ellas ó con ellas como por redun-
LVII. Distinción de las virtudes intelectuales. dancia consiguiente 381
1 Los hábitos intelectuales especula- LX Distinción de las virtudes morales entre si.
tivos pueden llamarse virtudes, '
en cuanto habilitan para la buena 1 Hay virtudes morales diversas en
operación; mas no en absoluto, especie 383
como que hagan usar bien de 2 No se distinguen entre sí según las
ellos mismos ó de la potencia : y respectivas operación ó pasión
ÍNDICE DEL TOMO II. 857
S °
ASUNTOS Y TESIS. P*». ASUNTOS Y TESIS.
Í3S".:
ASUNTOS Y TESIS. w».. ASUNTOS Y TESIS.
En la razón cabe pecado, ya por ig- la que no es causa del acto de pe-
norancia de lo que debe y puede cado 510
saberse, ya por imperar ó no re- La voluntaria per s$¿y directamente
primir los actos de las potencias agrava el pecado ; y lo atenúa la
inferiores con deliberación 495 que lo es solo indirectamente y
En ella está el de delectación mo- per accidens, que ni es su causa
rosa, por no dirigir conveniente- ni totalmente lo escusa 512
mente las pasiones 495
A la razón superior pertenece pro- M . Cansa pecado p o r p a r l e del apelilo
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¡25
EH >".§
ASUNTOS Y TESIS. ASUNTOS Y TESIS. ff-
S5
1 Propia j esencialmente no es un
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Toda ley humana debe dirigirse al
hábito, sino en el solo concepto bien común, afectando á la gene-
de contener algo que habitual- ralidad de las personas, asuntos
mente se tiene en la razón ó en y tiempos 684
el alma. 620 No cohibe todos los vicios, sino los
2 Su primer precepto comprensivo de . más graves y de que es posible se
todos los demás fundados en él abstenga la mayoría de la multi-
cífrase en que « debe hacerse lo tud, ó sin cuya represión no.po-
» bueno y evitarse lo malo». dría subsistir la sociedad, y con
siendo el orden de todos correla- preferencia los perjudiciales á
tivo al de las inclinaciones natu- otros 635
rales 621 Prescribe únicamente los actos de
8 Todos los actos de virtudes en su virtud mediata ó inmediatamen-
concepto genérico de virtuosos te ordenables al bien -común; si
pertenecen á la ley natural, mas bien no hay virtud, cuyos actos
no así considerados en sí mismos no puedan ser objeto de ella.... 636.
según sus respectivas especies Obliga en el foro de la conciencia,
propias 622 siendo -justa ; mas no en lo que
4 Es una misma en todos en aianto se oponga al bien del hombre por
á los principios comunes respecto su fin ó- autor ó forma, á no ser
de la rectitud y del conocimiento, por evitar escándalo ó perturba-
aunque no siempre en este doble ción ; y las injustas como contra-
concepto en determinadas deduc- rias al bien divino ni deben ni
ciones propias de cada cual 623 pueden lícitamente observarse.. 687
5 Es inmutable en cuanto á los pri- Están sometidos á la ley todos los
. meros principios fundamentales. que lo están al poder legislativo;
mudable empero según los tiem- pero los buenos no como cohibi-
pos por ciertas supresiones ó adi- dos por el temor de la pena, cual
ciones en sus conclusiones remo- sucede á los malos 639
tas 625 No debe observarse literal y estric-
6 No puede borrarse del corazón de tamente en lo perjudicial al bien
los hombres respecto de sus prin- común. y su interpretación en
cipios más comunes sino en algún casos de urgencia impeditiva del
caso práctico especial, aunque sí oportuno recurso al superior va
raras veces en cuanto á sus con- aneja á la perentoriedad de las
clusiones secundarias 626 circunstancias 640
XCVII. M u t a c i ó n de l a s l e y e s .
XC'V. lev uuinana.
sí mismos.
1 Todos- ellos pertenecen de algún
modo (aunque diverso) á la ley
natural 664 1 Lo son propiamente los concernien-
2 La ley humana solo propone pre- tes al divino culto determinando
ceptos morales sobre actos de los morales en orden á Dios . . . . 684.
justicia ó de otras virtudes en sus 2 Simbolizaban convenientemente
relaciones con ella; mas la di- los misterios y verdades de la
vina los intima con respecto á bienaventuranza futura y los re-
todas las virtudes, como obliga- lativos á Cristo, camino para ella
torios los indispensables al orden y que es la verdad misma 685
de la razón y de consejo los con- 3 Fue conveniente se dictasen mu-
ducentes á la virtud perfecta ó chos , para estimular á los buenos
consumada 665 al amor de Dios y retraer á los
3 Todos los preceptos morales de la malos de la idolatría, á qire eran
ley se reducen bajo algún aspecto muy propensos 687
á los diez del Decálogo . . . 666 4 Divídense acertadamente las cere-
4 De estos tres dicen orden áDios y monias en sacrificios, sacramen-
siete al prójimo en distribución tos , cosas sagradas y observan-
convenientísima 667 cias legales 688
SUMA T£0LÓG1CA.— TOMO II. 55
866 ÍNDICE DEL TOMO II.
a °
3 á
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