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j-'ERMISO DEL p M M O . J3R.

j3 A R D E N AL y^RZOBISPO DE J'OLEDO,

Secretaría de Cámara y gobierno del Arzobispado de Toledo. — Su


Emma. Rma. el Cardenal Arzobispo, mi señor, ha tenido á bien decretar
con esta fecha lo siguiente : °

« P o r cuanto la traducción del tomo segundo de la Suma Teológica hecha por


el Sr. D . Hilario A b a d de Aparicio, en idioma castellano, ha sido examinada en
debida forma por los Teólogos y Presbíteros Sres. D.- Manuel Chacón y D . F r a n -
cisco Javier González, quienes en sus oficios respectivos nos aseguran, no solamente
hallarla conforme con el original, sino que reúne ademas fidelidad, verdad y exacti-
tud ; damos nuestra licencia, para que la susodicha traducción pueda imprimirse y
publicarse conforme á los deseos laudables del autor. »

Lo que de orden de Su Emma. Rma. comunico á V. para su conoci-


miento y satisfacción.
Dios guarde á V. muchos años. Madrid 5 de Julio de 1881.
jíOSÉ j^ERNANDEZ ^VILONTAÑA.

CANÓNIGO SECRETAftlO.

Sr. D. Hilario Abad de Aparicio.


CUADRO ANALÍTICO
PE LA SECCIÓN PRIMERA DE LA SEGUNDA PARTE DE LA

S U M A TEOLÓGICA.

Asuntos- MORAL CiEMERAI.. Cuestiones.

^ i Fin último en general • • *


N DEL H O M B R E j Bienaventuranza = objeto — esencia — requisitos — adepcion 1-5
l Condiciones = voluntario é involuntario—circunstancias 0-7
1 ,,. I Voluntad=objeto—motivo-modo. S-10
Humanos I / Elícilos ) Fruición —intención U-12
i n

J \ ( A los medios = elección—consejo — consen-


tí ! Distinción... / timiento — uso 13-16
Voluntario». J ' Imperados 11
I , T. J i i- • (En común 18
I ,» J V»'
B o n d a
¡ E n esnecial=internos-esternos. -19-20
d a l l c l a

\ Moralidad... ( ' 1

( Consecuencias 21
/ E n general = sujeto — diferencia — bondad y malicia — orden correlativo. 22-25
De hombre \ / Amor = esencia— causa —electos 2(1-28
1 VOdio 29
ó / . . . . /Concupiscencia..;
p 30
\ I ^°> i»l> \ Delectación = esencia—causa—efectos—bon-
lc lsl;in,e

! Pasiones. I \ I dad y malicia 31-34


l - • i ) \ Tristeza ó dolor = esencia — causa — efectos

!
\fcn especial.. / — remedios — bondad y malicia 35-39
I / Esperanza y desesperación 40
\. ... \ Temor = esencia—objeto—causas—efectos. 41-44
\ Irascible.... _ _ A u ( ] a d a
J
4 5

\ Ira =: esencia — causa y remedios — efectos. 46-48


.. . | Sustancia—sujeto 49-50'
/£.11 general., j r , j producción—aumento—diminución y corrupción.
a u s a = ( e 51-53
| Distinción 54
I - /Esencia — sujeto 55-56
I l / Intelectuales 57
I 1 l Diferencias entre intelectuales y íno-
1 ] División. / rales "58
j /Virtudes/ 1 I Comparación = con las pa-
„..., J \ I l Morales. < siones — entre sí 59-60
/ MrUisecos.-Hábitos' \ I ( Subdivisión = cardinales—
/ j / Buenos.. í I teologales 61-62
[ I 1 r \ Causa— medio—conexión—igualdad—duración. 63-67
\ f S l \ Dotes = dones — bienaventuranzas—frutos 68-70
I I = I /Esencia — distinción — comparación — sujeto... 71-74
I I s\ I / En general 75
I i 4 I L I / Intrínsecas = ignorancia—apetito
I , w - 1 sensitivo — malicia 76-78
- 1 I / Vicios 1 I °» I
I I j l 1 Causas.. ¿ g 1 ¿ I Dios — el diablo 79-80

VáfS/l)
I g I \ • • •< V ( i 8 1 g ) • Í Pecado original = trans-
1 £ / / „ , 1 misión — esencia — su-
\s( \ Pecados. I jeto 81-83
\ g\ f ' M ' SI ' Pecado causa de pecados. 84
^ i ' í Corrupción del bien — mancha en el
> Efectos../ alma S5-86
1 ( Reato de pena = en sí — mortal — ve-
I nial 87-89

I / En general = esencia —diferencia—efectos 90-92


• i L e » ) I Eterna — natural 93-94
' I I\f\ Estríase-1 i bracut
«IW . . . AII[lI11 _ .. ()jIENecesidad
n especial.
_ . Justificación
—, \/esencia
1
I Positiva.
1 —— ldivisión
\(/)J.Humana
Mérito
J, m.n a .—J
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/1causa
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Distinción
g,j
potestad—mutación
Evangélica
)misma
\—
/Morales
uJudiciales
contenido
causas
razón
general
—duración
=—en
Ceremoniales en
= común
síen—sícom-
a
—i 113-114
106-108
109-112
101-103
104-105
95-97
100
9S
99
SUMA TEOLÓGICA.

SECCIÓN PRIMEA „ DE ü SEGUNDA PARTE,

j 3
PRÓLOGO.

Puesto que según el Darnasceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 12.) el hombre


se dice hecho á imagen de Dios, en cuanto por la imagen se sig-
nifica lo intelectual y libre en su arbitrio y potestativo por si mis-
mo (2); después que hemos tratado hasta aquí del ejemplar, esto es,
ele Dios y de cuanto procediera del divino poder según su voluntad,
réstanos tratar ahora de su imagen, es decir, del hombre, en cuanto
este es asimismo principio de sus obras, puesto que posee libre albe-
drío y dominio de ellas ( 3 ) .

, (l) Nómbrase vulgarmente Prima Secunden , aun hablando en castellano, por cuya razón traducimos literalmente Primera
de la Segunda, sirviendo únicamente de interpretación aclaratoria las palabras S E C C I Ó N y P A U T E , que por lo mismo llevan
diverso carácter tipográfico , acatando así el uso común hasta el último limite.
(2) Dueño de sus acciones, pediendo obrar ó no, bien ó mal.
(3) En el Cuadro sinóptico general de la S U M A T E O L Ó G I C A , adjunto al tomo i.° antes del Prólogo del Doctor Angélico, se pueden
verlos lugares, en que respectivamente se trata de los diversos punios aquí insinuados, como asimismo en el encabeza-
miento 'Je la C. 1." y en otros análogos : convendrá pues por lo tanto consultarlo con frecuencia, así como también el com-
prensivo de las materias contenidas en esle 2.° tomo, ácuyo fronte va inserto, y aun hacer de uno y otro un estudio concreto,
tan útil como sencillo; lo cual ahorraráj al lectorjno poco tiempo y á nosotros referencias innecesarias, si se tienen cu cuenta
estas lijeras cuanto oportunas indicaciones.
C U E S T I Ó N P R I M E R A .

Del últimofind ) del hombre en general.

T r a t a r e m o s primeramente acerca del último fin de la vida h u m a n a , y en segundo lugar de los me-
d i o s , p o r los cuales el h o m b r e puede llegar á ese ñ n ó desviarse de él. Delfín es n a t u r a l t o m e m o s l a s
razones de c u a n t o al mismo fin se o r d e n a : y , puesto q u e el último fin de la h u m a n a vida se cifra en
la b i e n a v e n t u r a n z a , razón será c o n s i d e r a r e n primer l u g a r el ú l t i m o fin en general y después l a
b i e n a v e n t u r a n z a (2).
La primera cuestión comprende ocho puntos : 1.° Es propio del h o m b r e o b r a r por u n fin ?—2.° Lo
es de la n a t u r a l e z a r a c i o n a l ? —3.° Las acciones del h o m b r e se especifican p o r el fin? —4.° Existe a l -
g ú n último fin de la vida h u m a n a ? — 5.° Pueden ser varios los fines últimos de u n mismo h o m b r e ? —
6.° Dirige el h o m b r e todo á su último fin?— 7.° Es u n o mismo el ú l t i m o fin d e todos los h o m b r e s ? —
8.° Este mismo ú l t i m o fin lo es t a m b i é n de t o d a s l a s d e m á s c r i a t u r a s ?

ARTÍCULO I . — Conviene a l h o m b r e es causa de s u operación ; pues l a prepo-


obrar (3) por a l g ú n fin? (4) sion por implica en sí y denota la i d e a de
causa : l u e g o no puede decirse que el
1.° N o parece propio del hombre obrar hombre obra por un fin.
con referencia á un fin: porque natural- 2.° L o que es fin último no es por el
mente la causa precede á s u efecto ; y el fin : y h a b i e n d o a c c i o n e s , que son ellas
5

fin importa en sí el concepto de último > mismas último fin, como consta por A r i s -
según su propio nombre: por consiguiente t ó l e s ( E t h . 1. 1, c. 1 . ) ; s i g ú e s e que n o
el fin n o tiene razón de causa. Ahora siempre obra el hombre por un fin.
bien : el hombre obra por aquello > que 3.° E l hombre parece obrar por algún

(1) Billuart define con Aristóteles (Met. 1. 5, t. 2) el fin : les son respectivamente en el rezo del Breviario el culto di-
« aquello, por cuya razón ó motivo se ejecuta algo ú ola ra un vino y el estipendio asignado ; 5 . efectuado y obtenido, como
A

» agente » deduciendo de esta definición i.° que « elfines la curación y el premio respectivamente ; G." último y no úl-
» el principio y la primera de las causas de operación del timo, procurado aquel por razón de sí mismo y este por con-
» hombre » ; 2.° que « elfiny el bien son materialmente una sideración ó como conducente á él.
» misma cosa ; si bien difieren formalmente, en cuanto el bien (2) El objeto pues de la i. -n. es el hombre, como creado
a ffi

» se mira como conveniente al apetito y el fin como movente con destino á la bienaventuranza ó fruición de Dios, y los me-
» á los medios á él ordenados » ; 3.° que « es lo primero en la dios así intrínsecos como estrínsecos de conseguir este su úl-
»intención, mas lo último en la ejecución » ; y 4.° que « solo timo fin.
» mueve á la voluntad siendo aprendido ó conocido ». Distin- (3) Obrar en general, y no de este ó aquel modo, ó en tales
gue varias clases de fines: 1 f i n por el cual (cujas gratia), que ó cuales circunstancias, en su concepto de hombre ó como tal,
es el objeto mismo apetecido ó intentado, yfinpara quien {cui) t
según advierte el Card. Cayetano con otros comentaristas en
persona ó sujeto, en cuyo favor se apetece; 2. objetivo ó gui
a

perfecto acuerdo, y cual se colige del contesto.


(el objeto), y formal ó quo (su posesión); 3." operü, al que la (4) Como causa final y motiva de la operación. Este fin esa
acción misma se dirige por su naturaleza, y operanlis según la
los medios lo que el reposo al movimiento y lo que al viaje su
libre intención del agente ; 4, primario ó principal y secunda-
H

termino, espone el V. V. Capponi, citando las palabras de Job


rio ó menos principal, según que se intenta y mueve per se ó
como consecutivo de otro, presupuesto aquel, y al que se or- (7,1); Militia est vita homitiis super terram, et sicut dies mercenarii
dies ejus. La paz y el galardón constituyen el fin de la mili-
dena como efecto ó anejo, y no precisamente como medio, eua-
cia l el lucro lo es del negociante.
4 CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULO I.

fin, cuando delibera ; pero muchas veces la voluntad es el fin y el bien : por con-
obra sin deliberación y en ocasiones ni siguiente todas las acciones humanas ne-
aun piensa en lo que h a c e , como cuando cesariamente se ordenan á su fin.
mueve un pie ó mano ó se frota la barba, A l argumento 1.° diremos que el fin,
embebido en otra ocupación : no todo si bien es el último en la ejecución, es no
pues lo hace por un fin (1). obstante el primero en la intención del
Por el contrario: todo cuanto hay en agente, y en tal concepto tiene el carác-
determinado género, derívase del princi- ter de causa.
pio de ese mismo género ; y , siendo el A l 2.° que, si alguna acción humana
fin el principio de todo lo practicable por es último fin, será precisamente volunta-
el hombre según Aristóteles ( P h y s . 1. ria, sopeña de dejar de ser humana, como
2, t. 85 y 8 9 ) , claro es que conviene al queda dicho. P e r o una acción se dice v o -
hombre obrar en todo por un fin. luntaria en dos diversos sentidos : ó por-
Conclusión. Todas las acciones hu- que es imperada por la voluntad, como
manas necesariamente tienden á un fin ; el pasear ó hablar; ó en cuanto simple-
ó lo que es lo mismo, el hombre en todo mente procede de e l l a , como el querer
cuanto hace obra por un fin. mismo. M a s es imposible que el acto
R e s p o n d e r e m o s que de cuantas accio- mismo únicamente elícito de la voluntad
nes ejecuta el hombre solo aquellas pue- sea fin último; porque el objeto de la vo-
den decirse propiamente humanas, que luntad es el fin, al modo que de la vista
son propias del hombre como tal hombre. lo es el color. A s í que, como es imposible
Diferenciase el hombre de las otras ( 2 ) que lo primero visible sea la visión mis-
criaturas irracionales, en que él es due- m a , puesto que siempre que se ve se ve
ño de sus actos. D e aquí es que solo algo visible ; así igualmente tampoco es
aquellas acciones, de que es dueño el posible que lo primero apetecible, es de-
h o m b r e , pueden llamarse con propiedad cir, el fin sea el mismo querer. D e donde
humanas ; y es dueño el hombre de sus resulta q u e , si alguna acción humana es
actos en virtud de la razón y de la vo- último fin, no puede menos de ser impe-
luntad, por lo cual se dice que el libre al- rada por la voluntad : y por lo tanto ( 3 )
bedrío es facultad de voluntad y de ra- aun en ese caso algún acto del hombre,
zón. Son pues en realidad humanas las al menos el querer mismo, se refiere al
acciones que proceden de voluntad deli- fin. Cualquiera pues que sea la operación
berada : y , si otras algunas ejecuta, po- del hombre, puede con verdad decirse
drán decirse acciones de hombre ; mas no que obra por el fin, aún cuando ejecute
acciones humanas , toda vez que no obra un acto, que sea el mismo último fin.
en ellas como hombre. E s evidente que A l 3.° que las tales acciones no son
toda acción procedente de alguna poten- propiamente humanas ; porque, no pro-
cia es causada por esta en conformidad cediendo de la deliberación de la razón,
con su objeto propio. E l objeto propio de principio esclusivamente propio de todo

(1) De aquí toma su origen la célebre cuestión filosófico- son de opinión distinta. Véase la Teología Mor. de Reiffens-
moral, de si deban admitirse acciones humanas indiferentes ; á la tuel, Trat. 1; dist. 2, C. 5." — M. C. G.
cual se da solución fácil diciendo : que el acto humano pue- (2) Las ediciones dePádua (1712) y Nicolai omiten la pala-
de considerarse, ó en especie, es decir, en cuanto hace bra aliis, que en efecto parece innecesaria y aun impertinen-
solo relación al objeto; ó en individuo, esto es, si se dirige, no te, por más que la abonen las de Padua (1098) y las romanas
solamente al objeto, sino también al fin del operante 7 a l a s con el códice de Alcañiz. El artículo las de la versión alenúa
demás circunstancias de la moralidad. — N0 hay duda que, algún tanlo la malsonancia literal de otras, que de ningún
si los actos humanos se miran por la parte que se relaciona modo puede sin embargo equiparar al hombre á los irracio-
con el objeto propio é intrínseco de la operación, como quiera nales ; si bien pudo entrar en el propósito del Santo distin-
que el tal objeto puede estar en indiferencia completa con la guir así las acciones de hombre, ejecutadas de un modo análogo
bondad ó malicia moral, hace que los mismos actos sean tam- al de los brutos destituidos de razón, de las humanas propia-
bién indiferentes. En este sentido el pasearse, frotarse la
mente dichas, en las que obra con deliberación y libertad, se-
barba, etc. puede llamarse acto indiferente en especie. Mas, si
gún con el P. Goudin (Philosophia Thomisiica, t. 4, pág. 8) las
la acción humana se considera ere individuo, como lodo ope-
rante individual debe obrar por un fin dado, y este fin ne- designan contestes hoy todos los teólogos moralistas, inspi-
cesariamente ha de ser bueno ó malo ; de aquí que ni filosó- rándose en las palabras del mismo Santo Tomás. La edición
fica ni teológicamente hablando pueden admitirse los actos, que de Venecia (1778) parece ser la que mejor espresa el sentido
se dicen indiferentes en el individuo. Y decimos ni filosófica ni de dicha frase; pues allí se lee : — Mas el Iwmbre se diferencia
teológicamente, aunque debe tenerse presente que algunos de las criaturas irracionales...
con el Doctor sutil, San Buenaventura y Alej. de Ales parece (3) l i a , así ; algunas ediciones ponen ito, ahí, en esa, en
tal caso. Nosotros, como se ve, conciliamos ambas lecturas.
CUESTIÓN PRIMERA. — ARTÍCULOS I Y II. 5

acto humano, tienen sí un fin como ima- movimiento sino por la intención del fin.
ginario ( 1 ) , pero que no ha sido propuesto P o r q u e , si el agente no estuviese deter-
por la razón. minado á algún e f e c t o , no ejecutaría un
acto con preferencia á otro. A s í pues,
para que produzca un efecto determinado,
A R T Í C U L O II. —Elobrarporalgnulln
es indispensable que se decida á algo cier-
os propio cscliisivamentc de l a n a t u r a l e z a ra-
t o , en lo cual consiste el concepto de fin.
cional? i'2)
Y esta determinación, así como en la na-
turaleza racional se verifica por el apeti-
1.° Parece que el obrar por un fin es to racional, que es la voluntad, del pro-
peculiar de la naturaleza racional ; por pio modo en otras tiene lugar en virtud
cuanto el hombre, á quien compete obrar de la inclinación natural, llamada apeti-
por algún fin, nunca obra por un fin des- to natural. D e b e empero advertirse que
conocido : y , puesto que h a y muchos se- algo tiende á un fin en su acción ó movi-
res que no conocen el fin, y a porque ca- miento de dos modos : ó en cuanto se
recen de todo conocimiento, como las mueve á sí mismo hacia el fin, como el
criaturas insensibles, y a porque no aper- hombre ; ó bien movido por otro , á la
ciben la razón del fin, como los animales manera que la saeta se dirige á determi-
brutos ; sigúese al parecer ser propio úni- nado blanco lanzada por el flechero, el
camente de la criatura racional el obrar cual endereza su acción al fin. D e modo
por un fin. que los seres dotados de razón se mueven
2.° Obrar por un fin es ordenar su ac- á sí mismos en dirección á su fin, porque
ciou á ese fin : esto es obra de la razón, tienen el dominio de sus actos mediante
y por lo tanto no es admisible en los se- el libre albedrío, facultad de voluntad y
res privados de razón. de razón ; mientras que los que no tienen
3.° E l bien y el fin son el objeto de la razón tienden al fin por su natural pro-
voluntad : la voluntad está en la ra- pensión, como movidos por otros y no
zón ( 3 ) ( D e anima, 1. 3 , t. 42 ) ; luego por sí m i s m o s , pues que no conocen la
el obrar por un fin solo es propio de la razón del fin : por lo que nada pueden
naturaleza racional. ordenar al fin, y sí solo son ordenados á
Por el contrario, Aristóteles prueba él por otro. A s í toda la naturaleza irra-
( P h y s . 1. 2 , t. 49) que no solo el enten- cional se refiere á D i o s como el instru-
dimiento sino también la naturaleza obra mento á s u agente principal, según que-
por un fin. da y a sentado ( P . I, C. 2 2 , 2 , al 4.° ;
Conclusión. Es propio de la naturale- y C. 1 0 5 , a. 5 ) (4). Tenemos pues que es
za racional -proponerse un fin, como lle- propio de la naturaleza racional dirigir-
vándose ó dirigiéndose á él; y lo es tam- se al fin, como moviéndose y guiándose á
bién de la irracional, pero como llevada sí propia; al paso que la irracional es
ó dirigida por otro hacia su fin. como movida y dirigida por otro; ora á
un fin aprendido, como sucede en los ani-
Responderemos, que todo agente obra
males brutos; ora á un fin no apercibido,
necesariamente por un fin. Si se suprime
lo cual se verifica en los que en absoluto
la primera de todas las causas ordenadas
carecen de todo conocimiento.
recíprocamente entre s í , por necesidad
quedan suprimidas las demás. Ahora A l argumento 1.° diremos que, cuando
bien : l a primera entre todas las causas el hombre por sí mismo obra por un fin,
es la causa final, cuya razón es porque la conoce ese fin; al paso q u e , cuando es
materia no subsigue á la forma, sino en movido ó impulsado por otro, como si
cuanto es movida por el agente ; y nada obra bajo el imperio de o t r o , ó si se
h a y que por sí mismo se reduzca de la po- mueve á impulso de otro, no es indispen-
tencia al a c t o , ni el agente produce el sable que conozca el fin : y de este modo

(1) Imaginatitm, sugerido por la imaginación, como natural por la ya célebre fórmula « fuerza y materia ».
é instintivamente deseado ó intentado. (3) En la mente, en la parte superior del alma.
(2) Refutación indirecta de los ateos y deístas, que nega- (4) Y lo propio dice de la criatura racional, referida asi-
ban toda providencia de Dios ; como también de Averróes, mismo á Dios (Contra gent. 1.1, c. 45; y 1. 3, c. 147 y 149; y
según el cual no se estendia á estos seres inferiores j y de los en esta parte i.*-n.» C. 21, a. 4, al 2.°).
modernos idealistas y filósofos, que pretenden esplicarlo todo
6 CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS II IT I I I .

se mueven y obran las criaturas irracio- Manichíeorum (1. 2 , c. 1 3 ) : Según que


nales. el fin es culpable ó. laudable, así nues-
A l 2.° que ordenar algo á un fin com- tras obras son culpables ó laudables.
pete al que se mueve á sí mismo en di- Conclusión. Los actos humanos toman
rección al fin; y es propio del que por su especie del fin, hablando con exac-
otro es movido ser ordenado al fin, lo titud.
cual puede tener cabida en la naturaleza Responderemos que cada cosa obtiene
irracional, pero por alguno dotado de su especie en virtud del a c t o , y no de la
razón. potencia : así las cosas compuestas de
A l 3.° que el objeto de la voluntad es materia y forma son constituidas en sus ( 5 )
el fin y el bien en general: por cuya ra- especies por sus respectivas formas. E s t o
zón no cabe voluntad en los seres priva- mismo es de notar en los movimientos
dos de razón é inteligencia, que no pue- propios; porque, distinguiéndose en cier-
den aprender lo universal; pero tienen to modo el movimiento en acción y p a -
cierto apetito natural ó sensitivo, deter- sión, cada una de estas dos cosas toma
minado á algún bien particular. Y , siendo su especie del acto mismo : la acción del
evidente que las causas particulares son acto como iniciación ó principio del m o -
movidas por la causa universal, al modo vimiento ; y la pasión del acto en cuanto
que el jefe de una ciudad, al proponerse es término de nuestro movimiento. L a
el bien común, pone en acción por medio calefacción, por ejemplo, como acción
de sus mandatos á todos los que le están activa (el calentar), no es otra cosa que
subordinados; sigúese inevitablemente cierta moción procedente del calor; mas
que cuantos seres carecen de razón son la calefacción pasiva (el recibir calor ó
movidos hacia fines particulares por al- calentarse) es en realidad movimiento
guna voluntad racional, que se estiende hacia el calor: y la definición manifiesta
al bien universal, esto e s , por la volun- la razón de especie.
tad de D i o s ( 1 ) . Ahora pues : en ambos conceptos los
actos humanos, lo mismo en su concepto
ARTÍCULO I I I . — i o s a c t o s h u m a n o s ^ ) de activos que en el de pasivos, toman
t o m a n s n e s p e c i e del On ? especie del fin ; y a que de ambos modos
pueden considerarse los actos humanos,
1.° Parece que los actos humanos no en razón á que el hombre se mueve á sí
se especifican por el fin. E l fin es una mismo y es movido por sí mismo. Q u e d a
causa estrínseca, y cada cosa tiene su ya dicho (a. 1) que los actos se llaman
especie de algún principio intrínseco : por humanos, en cuanto proceden de volun-
consiguiente i o s actos humanos no toman tad deliberada. E l objeto de la voluntad
su especie del fin. es el bien y el fin ; y por lo tanto se ve
2.° L o que determina la especie debe claro que el principio de los actos huma-
ser anterior, y el fin es posterior de h e - nos , como tales humanos a c t o s , es el fin,
cho : luego el acto humano no deriva su y este es igualmente el término de los
especie del fin. mismos: porque aquello, á que en defi-
3.° U n a cosa no puede estar sino en nitiva se ordena el acto humano, es lo
una sola especie (3) : á veces un solo que la voluntad intenta como fin; al modo
acto se ordena á fines numéricamente di- que en los agentes naturales la forma del
versos ; no es pues el fin lo que asigna á engendrado es conforme á la forma del
cada acto humano su respectiva especie. generador. Y , pues, como dice San A m -
Por el contrario, asienta San Agustín brosio sobre S a n L u c a s (in prsefatione
en su libro D e moribus E c c l e s . et (4) in Lucam) « l a s costumbres se dicen pro-

flj He aquí confutado el deismo según la insinuación de la ner esencias también diversas.
nota 2, pág. 5. (4) De moribus... Hoy son dos libros distintos, que antigua-
(2) Las ediciones romanas (inclusa la áurea de 1773) dicen mente se confundían bajo el único título del testo j y preci-
hominis en lugar de humani, que hallamos unánimemente en samente en el 2 ° es donde más esplicitamente se espresa San
todas las demás, limitándose no obstante á anotar marginal- Agustín, debiendo por lo tanto entenderse la cita üe moribus
mente al. humani, como ellas mismas ponen y repiten á con- manlchceorum, 1. 2, c. 13, según advierte el P. Nicolai.
tinuación en el arg. 1.° y en los demás. (5) La edición áurea suprime la palabra m i s , anotando em-
(3) No puede pertenecer á diversas especies^ sopeña de te- pero que se halla en oirás (en casi todas).
CUESTIÓN PRIMERA.—ARTÍCULOS III Y IV. 7

» piamente humanas», los actos morales último fin alguno, sino que la serie de
toman con propiedad su especie del fin ; fines procede interminable al infinito. E l
y actos morales son lo mismo que actos bien según su propia razón de ser es di-
humanos. fusivo de sí mismo, como consta de San
A l argumento 1.° diremos, que el fin Dionisio ( D e divin. nomin. c. 4). Si pues
no es en absoluto cosa estrínseca al acto, lo que procede del bien es asimismo otro
pues se refiere al acto ó como principio ó bien, es natural que este bien conduzca
como término: y esto mismo sucede con á otro b i e n , y así se propague en pro-
la razón del acto, es decir, que procede gresión infinita : y como el bien tiene ra-
de algo en cuanto á lo activo y se dirige zón de fin, sigúese que en los fines se da
á algo como pasivo. una serie continuada hasta lo infinito.
A l 2.° que el fin según su prioridad en 2.° L o s entes de razón pueden multi-
la intención, como queda dicho ( a . 1), plicarse al infinito: hé aquí porqué las
pertenece á la voluntad : y en este con- cantidades matemáticas se aumentan hasta
cepto determina la especie del acto hu- lo infinito : y por lo mismo las especies
mano ó moral. de números pueden ser infinitas, puesto
A l 3.° que un solo acto numéricamente, que, dado un número cualquiera, siem-
en cuanto una vez parte del agente, solo pre podrás idear otro mayor. Ahora bien:
se ordena a u n fin próximo único, del que el deseo del fin va anejo á la aprehen-
toma su especie ; pero puede ordenarse sión de la razón, y por consiguiente la
á varios fines remotos, de los que uno serie de fines debe ser infinita.
solo es el fin de los otros. Y es posible 3.° E l bien y el fin es el objeto de la
que un acto único según la especie de su voluntad, y la voluntad puede reflectar
naturaleza se ordene á diversos fines de sobre sí misma infinitas veces ; porque
la voluntad; como el quitar la vida á un yo puedo querer a l g o , y querer que y o
hombre, acto único en su especie natural, lo quiera, y así indefinidamente : por lo
puede ordenarse como á su fin á la con- tanto en los fines de la voluntad humana
servación de la justicia y á la satisfacción existe una serie interminable, sin que
de la vindicta ( 1 ) : y en este doble con- pueda concebirse un último fin de la hu-
cepto resultarán en ese solo acto natural mana voluntad.
dos diversos actos en especie moral, acto Por el contrario, dice Aristóteles ( M e t .
el uno de virtud y de vicio el otro. P o r - 1. 2 , t. 8 ) : « l o s que admiten el iufini-
que el movimiento no recibe la especie » t o , destruyen la naturaleza del bien».
de aquello, que es su término accidental- E l bien es lo que tiene razón de fin, y
mente , y sí solo de aquello que es su tér- por consiguiente el suponer una serie in-
mino per se. A s í los fines morales sobre- finita está en pugna con la razón de fin:
vienen á la cosa ó hecho natural; y por por lo que necesariamente hay que ad-
el contrario la razón del fin natural so- mitir un fin último.
breviene al m o r a l : y por lo tanto nada Conclusion. No es posible, hablando
obsta que actos, que son unos mismos en rigor filosófico, admitir una serie in-
según la especie de su naturaleza, sean finita de fines (3) ni por parte de la in-
diversos según s u especie moral, y vice- tención, ni por la de la ejecución.
versa. Responderemos q u e , hablando en ri-
gor, es imposible proceder en una serie
ARTÍCULO I V . — H a y a i g u n úuimoOn de fines hasta el infinito bajo cualquier
do l a vida h u m a n a f (2) concepto. E n todas las cosas correlacio-
nadas entre sí por su propia naturaleza,
1.° Parece que la vida humana no tiene es preciso que la supresión de la primera
(1) I r a . Puede ordenarse á diversos fines ó por uno mismo (3) Se entiende que sean últimos, totales y adecuados; por-
en diversos tiempos ó respecto de diferentes personas, ó al que de razón del fin último, total y adecuado es que todas las
propio tiempo por varios sujetos aun relativamente á una cosas se refieran á él, y él á nada se refiera. De aquí se de-
misma persona. duce evidentemente la repugnancia, que hay en que existan
(2) No es posible una serie de fines prolongada al infinito, dos 6 más fines semejantes. Por eso los gentiles, cuando se
ni por parte de la intención, la que en tal supuesto quedaría proponían el culto de muchos dioses, dividían entre estos la
sin principio, y nada se apetecería ; ni por la do la ejecución, razón de fin ú timo, adorando á unos como autores de un bien,
pues entonces nadie comenzaría a obrar, faltando lo primero y á otros como origen de los demás. — Mr C. G.
conducente al fin.
8 CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS IV Y V.

importe la de las demás con ella relacio- infinito hacia los fines referidos á é l : y
nadas. P o r eso Aristóteles ( P h y s i c . 1. 8, esto tendría lugar, considerando única-
t. 34) prueba que en las causas moto- mente la virtud del primer bien, que es
ras no es posible proceder al infinito; infinita. M a s , como la difusión del primer
pues no habría un primer motor, el cual bien se concreta á la intervención de la
suprimido las otras no pueden mover, inteligencia ( 2 ) , á la cual compete pro-
toda v e z que no transmiten movimiento, pagarse á los causados según alguna cau-
sino en virtud del que á su vez reciben sa cierta ó determinada, recibe una cierta
del primero. E n los fines h a y que reco- limitación la derivación de bienes del
nocer un doble orden, de intención y de primer bien, de cuya virtud difusiva par-
ejecución ; y en uno y otro tiene que h a - ticipan la suya todos los demás bienes:
ber algo, que sea lo primero : porque lo por cuya razón la difusión de los bienes
que es primero en el orden de la inten- no procede al infinito ; sino q u e , como
ción, es como el principio que mueve el dice el sabio ( S a p . 1 1 , 2 1 ) , Dios todo lo
apetito; de modo que, suprimido ese prin- dispuso en cuenta y peso y medida.
cipio , el apetito por nada sería movido. Al 2.° que en las cosas, que tienen
Y lo que es principio en la ejecución es existencia propia, la razón comienza por
por donde empiézala operación; de suer- principios naturalmente conocidos y pro-
te q u e , suprimido el tal principio, nadie cede hasta algún límite; por lo que Aris-
comenzaría á obrar algo. Pero el princi- tóteles (Poster. 1. l , t . 6 ) prueba que en
pio de intención es el último fin; y el las demostraciones no h a y progresión al
principio de ejecución es lo primero de infinito, puesto que en ellas se considera
cuanto al fin se relaciona. A s í que por el orden de algunos conceptos conexio-
ninguno de esos dos conceptos es posible nados mutuamente por sí mismos, y no
proceder al infinito ; toda vez q u e , si no accidentalmente ; mientras que en las co-
hubiese un fin último, ni se intentaría sas conexionadas solo accidentalmente
cosa alguna, ni acción alguna se termi- nada se opone á que la razón proceda in-
naría, ni aun subsistiría la intención del definidamente. A s í á una cantidad ó á
agente : y , si no hubiese algo primero en- un número preexistente, y en concepto de
tre las ideas referidas al fin, no habría t a l , se añade accidentalmente otra can-
quien comenzase á obrar a l g o , ni la re- tidad ó una unidad; y en este caso ningún
solución se llevaría á c a b o , sino que se inconveniente h a y en admitir razón de
prorogaría al infinito. M a s en cuanto á semejante procedimiento hasta el infinito.
las cosas, que solo accidental y no esen-
A l 3.° que esa multiplicidad de actos
cialmente se correlacionan recíprocamen-
de l a voluntad, reflejándose accidental-
t e , nada obsta á su progresión al infinito;
mente sobre sí misma, se há de un modo
puesto que las causas accidentales son
asimismo accidental en orden á la suce-
indeterminadas: y de este modo aun en
sión de los fines ; como l o patentiza e l
los fines y en lo que al fin dice relación
hecho mismo de que la voluntad reflecta
puede darse progresión accidentalmente
sobre sí misma y respecto de u n mismo
infinita.
y solo acto, y a una ó muchas veces indi-
A l argumento 1.° diremos, que está ferentemente.
en la razón de bien el que algo proceda
de é l , mas no el que él proceda de otro; ARTÍCULO V . — t o s « u c s ú l t i m o s a c mi
y a s í , teniendo el bien razón de fin, y solo hombre p u e d e n ser varios ? (3)
siendo el primer bien último fin, la razón
aducida no prueba que no exista un ú l - 1.° Parece posible que la voluntad de
timo fin, sino que del ( 1 ) supuesto pri- un hombre único sea dirigida á la vez á
mer fin parta una serie descendente al diversos puntos, como á otros tantos fines

(1) Algunos (al parecer sin razón, pues consta en todos los (3) ¿Puede la voluntad de un hombre proponerse ó diri-
códices y en la casi universalidad de las ediciones impresas) girse a l a vez, ya actual ya virtualmentc (en acto ó en h á .
suprimen aquí la preposición á(del), debiendo sin ella tradu- bito) á dos ó más fines, considerándolos todos y cada unocomo
cirse « supuesto un primer fin ». su último fin?Tal es el sentido de la pregunta, cuya solución
(2) Esto es, con algún conocimiento y cierto juicio, como no puede menos de ser negativa, cual se espresa en la Con-
sabiendo y con previa elección de lo que mis ó menos difunde la clusión .
bondad.
CUESTIÓN P R l M E B A . — AATÍCULO V. 9

últimos : pues dice San Agustín ( D e civ. P o r esto dice San Agustín ( D e civit.
D e i , 1. 1 9 , c. 1 ) que « algunos cifraron D e i , 1. 1 9 , c. 1 ) : « D e c i m o s ahora fin
» el último fin del hombre en cuatro c o - » del bien, no á lo que se consume, h a -
» s a s , á saber : el deleite, el reposo, los » ciendo que no sea, sino á lo que se per-
» bienes de naturaleza y la virtud.» : estas » fecciona, haciendo que sea plenamen-
son evidentemente más de una ; luego un s> t e » ( 1 ) . D e tal modo pues debe el fin
mismo hombre puede fijar el último fin último saciar el apetito del hombre, que
de su voluntad en muchas cosas. nada le quede fuera de él, que desear: lo
2.° Cosas no opuestas entre sí no se ' cual no puede verificarse, si algo estraño
escluyen una á otra : en los seres se en- falta para la perfección del mismo : por
cuentran muchas cosas, que no se oponen cuya razón no es posible que el apetito
entre s í ; l u e g o , aunque una cosa s e es- tienda á dos cosas, como si ambas fuesen
tablezca como último fin de la voluntad, el bien perfecto (2) del mismo. 2 . Porque, a

no por eso quedan escluidas otras. así como e n el discurso de la razón e l


3.° L a voluntad no pierde su libre p o - principio es lo que naturalmente se cono-
tencia, tan solo porque constituya en algo ce ; así en el curso del apetito racional,
su último fin : p e r o , antes que fijase su que es la voluntad, el principio debe sel-
último fin en aquello, por ejemplo, en el lo que naturalmente se desea : y esto
deleite, podia fijarlo en otra cosa, tal tiene que ser ú n i c o , pues la naturaleza
como las riquezas; por consiguiente tam- no tiende sino á un solo objeto. Y , puesto
bién, después de haber alguno cifrado su que el principio en el proceso del apetito
último fin en el placer, puede igualmente racional es el último fin ; precisamente
cifrarlo al propio tiempo en las riquezas. aquello, á que tiende la voluntad en con-
E s por lo tanto posible que la voluntad cepto de último fin, ha de ser solo y
de un solo hombre se dirija á la vez á di- único. 3 . Porque, demostrado (a. 4 ) que
a

versos intentos como á últimos fines. las acciones voluntarias toman su especie
Por el contrario : aquello, en que uno del fin, forzoso es reciban su razón de
se fija como en último fin, domina al género del fin último, que es común : al
afecto del hombre, por cuanto de ello modo que los seres naturales se clasifican
toma la norma de toda su vida : por eso en el género respectivo de su razón for-
se dice ( Philip. 3 , 19 ) de los glotones, mal común. Ahora bien : todo cuanto l a
cuyo Dios es el vientre, porque constitu- voluntad puede apetecer, y en este mis-
yen su último fin en los goces del vien- mo sentido, pertenece á un solo género:
tre : mas, como está escrito (Matth. 6 , 2 4 ) luego el último fin es necesariamente
que ninguno puede servir á dos señores, único ; y tanto m á s , cuanto que en cada
no habiendo correlación entre ellos ; es género solo se da un primer principio, y
imposible admitir varios fines últimos de el último fin tiene razón de primer prin-
un solo y mismo hombre, no ordenados cipio según lo dicho ( a . 4 ) .
el uno al otro. L o que hemos dicho del último fin de
Conclusión. Es imposible que un solo un determinado hombre en relación con
y mismo hombre se proponga simultánea- este mismo hombre ú n i c o , eso mismo es
mente diversos objetos, como otros tan- aplicable en paridad al último fin del
tos fines últimos. hombre e n general respecto de todo el
R e s p o n d e r e m o s , que es imposible que género humano. P o r consiguiente, así
la voluntad de un solo hombre se enca- como el último fin de todo hombre es na-
mine á la vez á más de un objeto, como á turalmente único, así la voluntad de este
diversos últimos fines; de lo que pueden hombre ( 3 ) necesariamente h a de fijarse
aducirse tres razones. en un solo último fin.
1. Porque cada ser aspira á su per-
a
A l argumento 1.° diremos, que toda
fección, y por lo mismo aquello apetece aquella pluralidad de objetos se entendía
uno como su último fin, que apetece como tomada en el concepto de un solo bien
bien perfecto y completivo de sí mismo. perfecto, cifrado en esos mismos por aque-

(1) Algunos leen plemtiti (completo) en vez (le plenc, que es (2) Laá ediciones romanas perfectionem por pel'fectUM.
lo más común,
(3) De un individuo determinado del género humano.
10 CUESTIÓN P P I M E R A . — A R T Í C U L O S V, VI Y V I I .

líos, que contituían su último fin en los 1. Todo cuanto el hombre desea, de-
a

repetidos diversos objetos (1). séalo teniéndolo por un bien ; el cual


A l 2.° q u e , si bien pueden admitirse b i e n , si no se apetece como perfecto,
varias cosas, que no impliquen oposición cual es el fin último, precisamente se pro-
entre sí; empero al bien perfecto repugna cura como conducente al bien perfecto:
la suposición de algo de perfección de una porque siempre el comienzo de algo se
cosa existente fuera de él mismo (2). ordena á la consumación de lo mismo ;
A l 3.° que el poder de la voluntad no como se ve en las obras de naturaleza, lo
alcanza á hacer que cosas contradictorias propio que en las de arte : y así toda ini-
coexistan ; como sucedería, si se dirigiese ciación de perfección se endereza á la
á la v e z á objetos perfectamente diver- perfección consumada, que se realiza
s o s , como á otros tantos fines últimos, por ( 4 ) el último fin. 2 . E l último fin en
a

según queda evidenciado por todolo dicho. la moción del apetito se há del mismo
modo que en otras mociones se há el pri-
ARTÍCULO V I . — f t n l e r e el hombre todo mer motor. E s por otra parte evidente
cnanto quiere por el último fin? (3) que las segundas causas motoras no mue-
ven, sino en virtud de ser ellas movidas
1.° Parece que no todo cuanto el hom- por la primera : así pues las cosas apete-
bre quiere lo quiere por el último fin. cibles segundas no escitan el deseo, sino
Todo cuanto se ordena al fin último, se por su conexión con lo primero apeteci-
tiene por cosa seria cuanto ú t i l : lo jocoso b l e , que es el último fin.
distingüese de lo serio ; luego el hombre A l argumento 1.° diremos, que las ac-
no ordena al fin último lo que hace en ciones jocosas no se ordenan á determi-
chanza. nado fin estrínseco ; y sí solo al bien del
2° Aristóteles dice ( i n princ. Metaph. agente mismo, en cuanto le deleitan ó le
c. 2 ) que «las ciencias especulativas se producen descauso: mas el bien consu-
» procuran adquirir por razón de ellas mado del hombre es su último fin.
» mismas » , y no cabe decirse que alguna Y esto mismo sirve de contestación
de ellas sea último fin : no todo pues lo al 2.°, concerniente á la ciencia especu-
lo que- apetece el hombre lo apetece por lativa, la cual se desea como un bien del
el último fin. que aspira á poseerla; bien q u e , com-
3.° Quien quiera que en algo se dirige prendido en el completo y perfecto, ó sea,
al último fin, piensa en ese fin; y no el último fin, se endereza á este.
siempre el hombre piensa en el último fin A l 3.° que no es preciso que siempre
en cuanto apetece ó practica : por consi- el que algo desea ó ejecuta tenga pre-
guiente no todo lo apetece ó hace el hom- sente el último fin ; toda vez que la efi-
bre por consideración al fin último. cacia de la primera intención, referida al
Por el contrario, dice San A g u s t í n último fin, subsiste en cualquiera aspira-
( D e civit. D e i , 1. 19, c. 1 ) : « el fin de ción á a l g o , aun cuando actualmente no
» nuestro bien es aquello, por lo cual se se piense en el fin ú l t i m o ; bien así como
jf> aman las demás cosas y ello por sí el que marcha por un camino no es m e -
» mismo y>. nester piense en su término (5) á cada
Conclusión. Todo cuanto el hombre paso que da.
apetece, lo desea con relación al últi-
mo fin. ARTÍCULO V I I . — E s « n o m i s m o e l ul-
R e s p o n d e r e m o s , que necesariamente timo Un d e todos l o s hombres ? (6)
todo lo que el hombre apetece, lo apetece
por el último fin ; y lo apoyaremos en 1.° Parece no ser comuu á todos los
dos razones. hombres un solo y mismo último fin. E l

(1) Aunque según la mente de San Agustín cada uno de lidad. Lo que el hombre apetece con deliberación, quiérelo
los aludidos cifraba su último fin en uno solo de ellos. (actual ó vírtualmentej por consideración á su fin último ú or-
(2) De ella misma [extra Ipsam), según otros con las edicio- denándolo á él de unoú otro modo, en sentir de Santo Tomas.
nes romanas. (4) Per ó propter (mediante ó por causa de) según las diver-
(3) Formalmente considerado, es decir, como el bien pleno sas ediciones y códices con variedad.
y perfecto de cada cual; y no materialmente tal, cual es en si (5) En el fin ú objeto de su viaje.
mismo el objeto apetecido como último fin, séalo ó no en rea- (6) Sí en su concepto genérico y abstracto (fin formal) de
CUESTIÓN P R I M E R A . — ARTÍCULOS V i l Y V I I Í . 11

último fin del hombre debe ser ante todo la mejor y más efectivamente deleitable,
al parecer un bien del mismo de todo en la que más se deleite el que posea un
punto inconmutable : pero algunos se gusto más razonable : así también será el
apartan del bien inconmutable ( 1 ) , pe- más perfecto aquel bien, por cuya pose-
cando ; lo cual prueba que no es el mis- sión como su último fin se afane el que
mo el último fin de todos los hombres. mejor dispuesta tenga su afición.
2.° L a vida total del hombre se regula A l argumento 1.° diremos, que los que
por el fin último. Si pues fuese uno mis- pecan, se desvían de aquello, en que real-
mo el de todos los hombres, seguiríase mente está la razón de último fin; mas
que en los hombres no habría diversos no de la intención misma del fin último,
modos de vivir: lo cual es notoriamente la cual falsamente pretenden hallar en
falso. otras cosas.
3.° E l fin es el término de la acción, A l 2° que la diversidad de conducta
y las acciones son individuales. M a s los en la vida de los hombres se esplica por
hombres, si bien son todos de la misma la diversidad de objetos, en los que se
naturaleza en especie, difieren no obs- busca por unos ú otros la razón del sumo
tante en lo individual: no es por lo tanto bien ( 2 ) .
único el fin último de todos ellos. A l 3.° q u e , por más que las acciones
Por el contrario, dice San Agustín son propias de cada individuo, el primer
( D e Trin. 1. 1 3 , c. 3 y 4 ) : « Todos los principio de acción es sin embargo en t o -
» hombres convienen en aspirar al último dos la naturaleza, la cual aspira á un solo
» fin, que es la bienaventuranza » . j mismo fin, como va dicho (a. 5 ) .
Conclusión. [ 1 ] Todos los hombres
aspiran á un mismo último fin, en cuan- ARTÍCULO VIII. — c o n v i e n e n tocins
to á lo esencial de este. [2] En cuanto al l a s criaturas e n e s c mismo ultimo fin ? (3)
objeto, en que consiste la razón de fin
último, no todos están acordes en apete- 1.° Parece que el último fin del hom-
cer uno mismo. bre es también el de los demás seres. E l
Responderemos, que del último fin se fin se correlaciona con el principio; y
puede hablar en dos sentidos : en el con- D i o s , principio de los hombres, es igual-
cepto propio de último fin, ó en orden á mente el principio de todas las demás
aquello que constituye la razón de fin úl- criaturas : luego á todas es común el ú l -
timo. E n cuanto á la razón de último fin timo fin del hombre.
todos están acordes en desearlo ; porque 2.° S. Dion. ( D e divinis nom. c. 10 y 4)
todos quisieran consumar su perfección, dice que « Dios convierte todas las cosas
que es la noción verdadera del fin últi- » á sí mismo, como á último fin » : y,
mo , como va espuesto ( a . 5 ) . M a s res- siendo él mismo el último fin del hombre,
pecto de aquello, en que dicha razón se pues solo él es digno de que le g o c e ; claro
cifra, no hay en todos los hombres la es que el mismo último fin del hombre lo
misma unanimidad en orden al último es asimismo de las demás criaturas.
fin ; pues unos buscan las riquezas como 3.° E l fin último del hombre es el ob-
un bien consumado, mientras que otros jeto de la voluntad; y el objeto de la v o -
lo hacen consistir en el placer y otros en luntad es el bien universal, fin de todas
otra cosa cualquiera ¡ á la manera que á las cosas : necesariamente pues tienen
todos los paladares agrada l o dulce; pero todas el mismo último fin del hombre.
unos dan la preferencia al grato sabor Por él contrario t el último fin del hom-
del vino, otros prefieren el dulzor de la bre es la beatitud, á la cual todo hombre
miel, y así á este tenor. Pero aquella en- aspira, como dice San Agustin ( D e civit.
tre las dulcedumbres será sencillamente D e i , 1. 19, c. 1 ; y D e Trin. 1. 1 3 , c. 3

suprema felicidad, a la que aspiran todos, aun al pecar, según » conversión al bien mudable ».
San Agustin ; no empero en cuanto al objeto concreto y real (2) Y no solo en cada hombre, sino áttn en uno mismo se-
(fin material) consistente en la posesión beatífica de Dios. Así gün sus diversas situaciones ó circunstancias, como observa
debe interpretarse nuestra Conclusión y la del Santo Doctor Aristóteles (Eth. I. t, c. 1) y la esperiencia lo comprueba.
Angélico. (3) Dios es el último fin do sus criaturas todas \ solo em-
(i) De aquí la¡definicion del pecado vulgarizada ya hoy en- pero las racionales ó intelectivas son capaces de poseerle*
tre los teólogos : « aversión ó desvío del bien inmutable y
12 CUESTIÓN PRIMERA. — ARTICULO VIII.

y 4 ) ; mas los animales destituidos de uso. Si pues se trata del último fin del
razón no son capaces de ser bienaventu- hombre en cuanto al objeto mismo, en este
rados según el mismo San Agustín (1. 83 sentido el último fin del hombre lo es
Qusestion. ) : luego no tienen un último igualmente de todos los demás seres; por-
fin común el hombre y los otros seres. que Dios es el último fin del hombre y
Conclusión. [ 1 ] El último fin en el de todo lo demás. P e r o , si hablamos del
concepto de objeto es común á todos los último fin del hombre, refiriéndonos á la
seres. [ 2 ] El último fin del hombre, en consecución del fin, en el último fin del
cuanto consiste en la consecución de ese hombre así considerado no tienen parti-
objeto, no lo es de las criaturas irracio- cipación las criaturas irracionales: por-
nales, ni mucho menos de las inferiores. que el hombre y las otras criaturas racio-
Responderemos q u e , como espone nales (1) consiguen su último fin, cono-
Aristóteles ( M e t . 1. 5, t. 22), el fin tiene ciendo y amando á Dios ; lo cual no com-
dos acepciones, á saber, del cual (cujus) pete á las demás criaturas, que alcanzan
y por el cual (quo); ó más claro, aquello su fin último en la participación de al-
en que reside la razón de bien, y el uso guna semejanza de D i o s , según que res-
ó logro de eso mismo: como si dijéramos, pectivamente son ó viven ó aun conocen.
que el fin del movimiento de un cuerpo Y con esto se hace y a por patente in-
pesado es 6 bien el lugar inferior, como necesaria la solución á los argumentos
objeto; ó bien el hecho de estar en tal objetados : puesto que la bienaventuranza
sitio inferior, como uso : asimismo el fin importa en su propio nombre la consecu-
del avaro es el dinero, como objeto, y ción del último fin.
también lo es la posesión del dinero, como

(1J Más bien debe entenderse intelectuales, para compren- cursivo como el del hombre : y no otro puede ser el sentido
der á los ángeles, dotados de entendimiento, aunque no dis- del testo, entendiéndose la palabra racionales en sentido lato.
CUESTIÓN II.

De lo que constituye la beatitud ó bienaventuranza del hombre.

Trataremos a h o r a de la beatitud. l.° En qué consiste? 2.° Qué és?3.° Cómo podemos conseguirla? -
Lo primero se desarrolla en ocho artículos : 1." Consiste la beatitud en las riquezas ? — 2.° En los h o -
n o r e s ? ^ . En la fama ó gloria? —4." En el p o d e r í o ? - 5 . " En algún bien corporal ? - 6 . ° En el pla-
0

cer ? - T ° En algún bien del a l m a ? - 8 . ° En algún bien creado?

A R T Í C U L O I . — 1-a beatitud del nombre hartará de dinero : por consiguiente en


consiste e n lus riquezas ? ellas consiste la beatitud.
Por el contrario: el bien del hombre
l.° Parece que la beatitud del hombre consiste más bien en retener la beatitud
consiste en las riquezas. Siendo la beati- que en gastarla; y dice Boecio ( D e consol.
tud el último fin del hombre, consiste en 1. 2 , prosa 5) que « l a s riquezas lucen más
aquello que más predominio ejerce sobre » y mejor gastándolas que amontonándo-
el afecto del hombre : tales son propia- l a s , por cuanto la avaricia se acarrea el
mente ( 1 ) las riquezas ; pues se dice » odio y la liberalidad ilustra á los esplén-
( E c c l . 10, 19) : todo obedece al dinero: » didos » : no está pues la beatitud en las
luego en las riquezas consiste la beatitud riquezas ( 4 ) .
del hombre. Conclusión. Es imposible que la bea-
2.° Según Boecio (in 3 de consol, pro- titud del hombre consista en las riquezas.
sa 2) « l a beatitud es un estado per- Responderemos, que es imposible que
» fecto por la acumulación (2) de todos la beatitud del hombre consista en las ri-
» los bienes » : en los tesoros parece se quezas. H a y dos clases de riquezas en
poseen todos los bienes; puesto que, sentir de Aristóteles (Polit. 1. 1 , c. 6 ) :
como dice Aristóteles ( E t h . 1. 5 , c. 5 ; y naturales y artificiales. Naturales son
Polit. 1. 1 , c. 6 y 7 ) , « l a moneda se in- aquellas, que proveen á la supresión de
» v e n t ó , para que sirva de fiador ( 3 ) y los defectos naturales : tales son la co-
» garantía de obtener mediante ella cuan- mida y la bebida, los vestidos, vehículos
» to el hombre quiera» : consiste pues en y viviendas y otras análogas. Artificiales
las riquezas la beatitud del hombre. aquellas, por cuyo medio no es socorrida
3.° E l deseo del sumo bien jamas se la naturaleza, como los denarios ; sino que
estingue, por lo que parece infinito; esto el arte humano los ha escogitado, para
se verifica sobre todo respecto de las ri- facilitar el cambio, empleándolas como
quezas, pues el avaro (Eccl. 5 , 9) no se medida (5) de las cosas venales. E s evi-

(1) Proprié, y según otrosj»-íEc¡im¿ (principalmente). »serle arrebatado ni perderse. Pero, según dice el mismo
(2) Aggregationc, aunque en el testo original se halla congrc- « Boecio {De "consol. 1, 3, prosa 3), en medio de abundantísimas
gatione. » riquezas perturba el ánimo alguna ansiedad, y se desea lo
(3) Representación ó signo del valor de cualquier objeto en » que no se tiene ; mas el que desea, carece ; y quien carece,
las transacciones ó contratos, como en la compra y venta. » no se basta á sí mismo completamente (nsquequaque) ó en to-
(4) Así las ediciones antiguas todas contestes entre sí y con » dos conceptos : por consiguiente las riquezas no pueden
los más conocidos y autorizados códices (inclusa la de Pádua «constituir á uno en nada indigente y satisfecho de sí mis-
de 1698) ; mas la de 1712 y con ella Kicolai anotan que falta » mo, y sí pueden serle quitadas á'su despecho ó perderse,
este argumento en varios [pluribiis) códices, los que en su lu- » siendo preciso por lo mismo resguardarlas para su conser-
gar ponen este otro : Prwterea (y no Sed contra, como parecía » vacion. Luego no puede decirse que la beatitud consiste en
más verosímil), « la bienaventuranza debe ser un bien per- » las riquezas ».
» l'ecto y suficiente, para saciar el deseo del hombre ó remo- (o) Algunos añaden qiuedam (cierta medida).
» ver su indigencia ; y tan firme y permanente que ni puede
14 CUESTIÓN I I . — ARTÍCULOS I Y II.

dente que la beatitud del Hombre no puede el Sabio (Eccli. 2 4 , 29) : los que me
cifrarse en las riquezas naturales : porque comen, aún tendrán hambre. L o contra-
estas son buscadas, para sustentar la na- rio sucede con el apetito de riquezas y
turaleza del h o m b r e , por lo cual no pue- de cualesquiera bienes temporales; los
den ser último fin del hombre ( 1 ) , sino cuales, por lo mismo que y a se tienen, se
que más bien se ordenan al hombre como desprecian (7) ellos y entran á ser codi-
á su fin : así que en el orden de la natu- ciados otros, conforme á lo insinuado por
raleza todas estas cosas están por bajo San J u a n ( E v . 4 , 1 3 ) , cuando dice el
del hombre, y han sido hechas por causa S e ñ o r : todo el que bebe de esta agua, ten-
del hombre, según aquello ( P s . 8, 8 ) : drá otra vez sed, significándose en el
todas las cosas sujetastes debajo de sus agua los bienes temporales: y esto porque
pies (2). P u e s las artificiales no se pro- la insuficiencia de estos se conoce más,
curan sino por las naturales; y no se cuando se tienen, lo cual revela clara-
buscarían, si con ellas n o se adquiriese mente su imperfección y que no consiste
lo necesario para los usos de la v i d a : por en ellos el sumo bien.
lo que mucho menos tienen razón de úl-
timo fin. Es por lo tanto imposible que ARTÍCULO I I . — consiste in beatitud
la beatitud, que es el último fin del hom- del hombre e n los honores ?
bre, esté en las riquezas.
A l argumento 1.° diremos que todas l.° Parece consistir en los honores el
las cosas corporales obedecen al dinero en supremo bien del hombre: porque la bea-
cuanto á la multitud de necios, que no titud ó felicidad es premio de la virtud,
reconocen otros bienes que los corporales, según dice Aristóteles (Ethic. 1. 1, c. 8);
asequibles por dinero: m a s el concepto y el honor parece ser el mayor premio de
acerca de los bienes humanos no se ha de la virtud en sentir del mismo ( Ethic. 1. 4,
tomar de los necios, sino de los sabios (3); c. 3) : luego la beatitud consiste princi-
así como el juicio sobre los sabores de los palmente en el honor.
que tienen el gusto bien (4) formado. 2.° L o que conviene á Dios y á los
A l 2.° que con dinero ( 5 ) puede l o - seres más escelentes, eso debe ser la bea-
grarse todo lo v e n a l ; nada empero de lo t i t u d , que es el bien perfecto : tal es el
espiritual, que no admite ser vendido : por honor según Aristóteles ( E t h i c . 1. 8, c. 14,
eso sé dice ( P r o v . 17, 16) : qué le apro- y 1. 4 , c. 3) ; y el Apóstol ( i Tim. 1, 17)
vecha al necio tener riquezas, no pudien- dice : á Dios solo sea honra y gloria : la
do comprar sabiduría ? beatitud pues consiste en la honra.
A l 3.° que el apetito de riquezas na- 3.° A q u e l l o , que es más deseado por
turales no es infinito, porque bastan á la los hombres, es la beatitud : y nada apa- '
naturaleza en determinada medida ; y sí rece más deseable para los hombres, que
lo es el de las artificiales, por cuanto ha- la honra; siendo cierto que aceptan cual-
laga á una concupiscencia inmoderada, quier menoscabo en todo lo demás, á
que no se modifica, como se v e por Aris- trueque de no sufrir alguno en su honra:
tóteles (Polit. 1. 1, c. 6). M a s el deseo de esto prueba que la felicidad suprema con-
riquezas es infinito de diverso modo que siste en el honor.
el deseo del bien sumo ( 6 ) : porque el Por el contrario: la beatitud está en el
supremo b i e n , cuanto mas perfectamente bienaventurado ; al paso que el honor no
se p o s e e , tanto se ama m á s , y se despre- está en el que lo recibe, y sí más bien
cian los otros, en razón á que cuanto más en el que lo tributa al que es por él hon-
se tiene, más se conoce ; por lo cual dice rado, como dice Aristóteles (Ethic. 1. 1,

(1) En muchas ediciones y aun códices se ornile la palabra que « nadie es digno de Dios, si no las menosprecia», y (ep. GS)
hominis,tomada en otras (quizá las más) del códice veneciano que « las mayores consisten en no desearlas o : y Tulio [De
de San Juan y San Pablo. offic. 1. 1, num. f)8) enseña que « nada hay tan mezquino y pu-
(2) Aunque San Agustín y Casiodoro interpretan estas pa- ~» silánimc (parvi animi) como el amarlas, ni más honesto y
labras respecto de Cristo, en conformidad con San Pablo » magnífico que eldesprecio del dinero ».
(Hebr. 2, 6) ; Teodoreto y San Juan Crisòstomo las aplican li- (-1) Modcralvm ó diwosihim según unas ú otras ediciones.
teralmente (y sin perjuicio de su sentido alegórico) al hom- (5) Pecunia unos, otros pro pecunia.
bre en general. (6) Primero según otros.
(3) Aun entre los filósofos gentiles los más cuerdos elogia- (7) Ipsa; mas algunas ediciones ponen en vez de esa pala-
ron el desprecio de las riquezas. Así Séneca (epittt. 18) dice bra esta otra tempore(con el tiempo).
CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 15

c. 5 ) : así pues la beatitud no se cifra en de este tiempo (1) con la gloria venidera,
la honra. que se manifestará en nosotros: por con-
Conclusión. Es imposible que la bea- siguiente la beatitud consiste en la gloria.
titud consista en la honra. 2.° « E l bien es difusivo de sí mismo»,
Responderemos, que es imposible que como consta por San Dionisio ( D e Divin.
la beatitud consista en la honra. Dispén- nomin. 1. 4 , c. 4) : y , pues mediante la
sase á alguien el honor á causa de alguna gloria principalmente se propaga el bien
escelencia del mismo, y como señal y tes- del hombre, viniendo á noticia de otros;
timonio de esa noble cualidad, reconocida por cuanto la gloria según San Ambro-
de algún modo en el que es honrado ; y la sio ( A u g . in lib. 83 qq. q. 31, y más claro
escelencia del hombre se aprecia sobre 1. 3 contra M a x . c. 13) « n o es otra cosa
todo en relación con su felicidad suprema, » que la clara noticia acompañada de ala-
que es su perfecto bien y según lo parcial is banza » ; sigúese que la beatitud del
de e s t e , es decir, por consideración á hombre consiste en la gloria.
aquellos bienes, que son en cierto modo 3.° L a beatitud es el más permanente
participación de la beatitud. Según esto de los bienes : lo es al parecer la fama ó
el honor puede ciertamente ser consecuen- la gloria, puesto que por ella obtienen en
cia de la beatitud; no empero consistir cierto modo los hombres la inmortalidad,
esta en aquel principalmente. por lo cual dice -Boecio ( D e Consol, lib.
A l argumento 1.° diremos que la honra 2, prosa 7 ) : « Parece que os perpetuáis
no es un premio de la virtud, por el cual » en la inmortalidad, cuando contempláis
obran los virtuosos; sino que la reciben » l a fama del tiempo venidero » : así
de los hombres á calidad de recompensa, pues la beatitud consiste en la fama ó
como de quienes nada mayor tienen que gloria.
darles. P e r o el verdadero premio de la Por el contrario: la beatitud es el ver-
virtud es la beatitud misma, por cuyo l o - dadero bien del hombre ; y la fama ó g l o -
gro obran los virtuosos : tanto es así que, ria suele á veces ser falsa, conforme á lo
si obrasen por el honor, y a no habría en que dice Boecio ( D e consol, lib. 13,
ellos virtud, y sí ambición. prosa 6 ) : « m u c h o s con frecuencia se
A l 2.° que la honra es debida á D i o s » arrogaron un nombre grande en la falsa
y á las criaturas más escelentes en testi- »opinión del vulgo ; y qué cosa más
monio y reconocimiento de la escelencia » afrentosa puede idearse ? porque los
preexistente, y no porque el honor mismo » que sin mérito para ello son aclamados,
los constituya en tal escelencia. » no pueden menos de ruborizarse de sus
A l 3.° que del natural deseo de supre- »mismos elogios » : no está pues en la
ma felicidad, de la cual es resultado el fama ó gloria la bienaventuranza del
honor (como queda espuesto) proviene el hombre.
que los hombres deseen más y más'el h o - Conclusión. Es imposible que la su-
nor : y por eso prefieren ser honrados por prema felicidad del hombre consista en
los sabios, cuyo dictamen les hace con- la fama ó gloria humana.
ceptuarse escelentes ó felices. Responderemos, que es imposible que
la beatitud del hombre consista en la
ARTÍCULO I I I . -— La suprema felicidad fama ó gloria humana ; porque la gloria
del hombre consiste e n l a fama ó gloria? no es otra cosa que una celebridad noto-
ria con anejo aplauso (2) en sentir de
l.° Parece que la beatitud del hombre San Ambrosio, antes citado. L a notorie-
consiste en la gloria : porque la beatitud dad empero es m u y diversa, según que se
parece consistir en aquello, q u e se otorga refiera al conocimiento divino ó al h u -
á los Santos en retribución por las tribula- mano ; pues el humano es. causado por
ciones, que esperimentanen el mundo; y tal cosas conocidas, mientras que el divino
es la gloria, pues dice el Apóstol ( R o m . es causa de ellas: por consiguiente la
8, 18) : no son de comparar los trabajos perfección del bien del hombre, que es lo

(1) Considerados en sí mismos, según esplica el mismo siempre acompañan los elogios populares ni aun los de los
Santo. buenos y personas caracterizadas, como insinúa Cicerón (rtt-
scul. 1. 3, c. 2).
(2) En lo cual se diferencia la gloria del honor, al que no
16 CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

que llamamos beatitud, no puede prove- ARTÍCULO I V . — consiste en ci pode-


nir del conocimiento de los nombres; an- río la completa felicidad del hombro?
tes por el contrario esta noticia procede
de la beatitud de alguno, siendo en cierto l.° Parece que la beatitud consiste en
modo producida por la beatitud humana el poder: porque todos los seres aspiran á
misma, sea incoada ó perfecta (1). H ó asimilarse á D i o s , como á último fin y pri-
aquí porqué no puede consistir la beati- mer principio ; y los hombres, que ejer-
tud del hombre en la gloria ó fama. E l cen dominación, son los que por la seme-
bien del hombre depende, como de su janza de potestad parecen conformarse
c a u s a , del conocimiento de D i o s ; y por más con D i o s ; tanto que en la Escri-
lo mismo de la gloria sita en Dios de- tura se los llama D i o s e s , como es claro
pende la beatitud del hombre, conforme por el É x o d o ( 2 2 , 2 8 ) , no hablarás mal
á aquello del Psalmista ( P s . 9 0 , vv. 15 de los Dioses : se ve pues que la bea-
y 16) : lo libraré y lo glorificaré; lo lle- titud consiste en el poderío.
naré de longura de días, y le mostraré 2.° L a beatitud es el bien perfecto; y el
mi salud. E s también muy de notar que más perfecto de todos está en que el
la opinión humana es frecuentemente er- hombre pueda regir aun á otros conve-
rónea ; y más en casos de contingencia nientemente , lo cual se verifica en los
singular, cuales son los actos humanos: que están constituidos en potestad ; por
por lo que la humana gloria muchas v e - consiguiente en esta consiste el soberano
ces es falaz ; al paso q u e , no pudiendo bien.
D i o s sufrir e n g a ñ o , su gloria es veraz 3.° Siendo la beatitud lo más apeteci-
siempre, por lo cual se dice ( n Cor. 10, b l e , se contrapone á lo que más debe
1 8 ) : es aprobado aquel, á quien Dios evitarse : los hombres huyen más que de
alaba. otra cosa alguna de la servidumbre, que
A l argumento 1.° diremos, que allí el es lo contrario de la dominación ; luego
Apóstol no habla de la gloria, que pro- en esta consiste la beatitud.
viene de los hombres; y sí de la que viene Por el contrario: la beatitud es el bien
de D i o s en presencia de sus ángeles : así completo, y la potestad es. sumamente
dice San Marcos ( 8 , 38 y L u c . 1 2 , 8 ) : imperfecta ; p u e s , como dice Boecio ( D e
el Hijo del Hombre le confesará en la consol. 4 3 , prosa 5 ) , « el poder humano
gloria de su Padre delante de los ángeles » no puede sustraerse á la acerbidad de
de Dios. » l o s cuidados, ni á las punzaduras del
A l 2.° que el bien de. algún hombre, » recelo » ; y más adelante : « ¿ tienes
que por la fama y gloria es conocido de y> por poderoso al que vive por todos la-
m u c h o s , si esta noticia es verdadera, pre- » dos rodeado de guardias , que más los
cisamente se derivará de lo bueno exis- » teme que los aterra ? » Ñ o consiste
tente en dicho h o m b r e , presuponiendo pues en el poder la beatitud.
por lo mismo la beatitud completa ó in- Conclusion. Es imposible que la bien-
c o a d a ; m a s , si la tal noticia es falsa, no aventuranza consista en el poder.
está de acuerdo con la realidad, y así él R e s p o n d e r e m o s , que es imposible que
bien no se halla en el que es objeto de esa la beatitud se cifre en el poderío, por dos
famosa celebridad : lo que patentiza que razones : 1 . porque la potestad tiene
a

la fama no puede en manera alguna hacer razón de principio, como consta ( M e t .


al hombre perfectamente dichoso (2). 1. 5 , 1 7 ) , al paso que la beatitud tiene
A 1 3 . ° que la fama no tiene estabilidad, razón de último fin; 2 . porque el poder
a

antes un (simple) falso rumor basta á per- se relaciona con el bien y con el mal,
derla (3): y , aun cuando alguna vez per- mientras que la beatitud es el bien propio
manezca estable, esto es accidentalmente; y perfecto del hombre : y así más bien
y la beatitud es de suyo estable á perpe- podría consistir cierta beatitud en el buen
tuidad. uso del poder, mediante la intervención
de la virtud, que no en el poder mismo.

(1) Según que el poseedor de ella sea viador ó comprensor, moderna, llamada áurea ; y solo en la antiguase lee bonum.
es decir, mortal aún ó ya glorioso en elaielo. (3J Por cuya razón dice Boecio que a ni aun la juzga digna
(1) Beaíum en todas las ediciones sin esclusion de la romana » de mención »,
CUESTIÓN I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. Yl

Pueden ademas aducirse cuatro razo- A l 3." que la dependencia servil es un


nes generales, para demostrar que la obstáculo al buen uso del poder ; y por
beatitud no consiste en ninguno de los an- eso los hombres la esquivan natural-
tedichos bienes esteriores. 1. Que, siendo a
m e n t e , y no en verdad porque en el p o -
la beatitud el sumo bien del hombre no der humano consista la suprema ventura.
es compatible con mal alguno, y todos los
objetos espuestos lo mismo pueden ba- ARTÍCULO V . — c o n s i s t o e n a i g n n b i e n
ilarse en los buenos que en los malos. del cuerpo l a beatitud d e l hombre ?
2.° Que, debiendo ser la beatitud suficiente
por sí misma y según su noción propia, l.° Parece que la bienaventuranza del
como es evidente (Ethic. 1. 1, c. 7 ) , es hombre consiste en los bienes del cuerpo;
indispensable q u e , obtenida ella, ningún pues dice el Eclesiástico (30, 1 6 ) : no hay
bien necesario falte al hombre; y con la renta que valga más que la salud del
posesión de cada uno de los sobredichos cuerpo : lo cual prueba q u e , pues en lo
bienes cabe muy bien en su posesor la mejor de todo consiste la beatitud, está
carencia de muchos otros, tales como la en la salud corporal.
sabiduría, la salud corporal y semejan- 2.° San Dionisio dice ( D e divin. no-
tes. 3 . Q u e , pues la beatitud es un bien
a

min. c. 5) que « el ser es mejor que vi-


completo, de ella no puede provenir mal » vir, y vivir mejor que otros bienes ane-
alguno á quien la posea; lo cual no es jos á la vida ». Ahora bien : para ser y
aplicable á dichos b i e n e s , toda v e z que vivir el hombre, requiérese la salud (1)
es cierto lo que dice el sabio ( E c c l . 5,12): del cuerpo; siendo pues la beatitud e l
las riquezas son guardadas á veces para mayor bien del hombre , sigúese que la
mal de su dueño; y lo propio es notorio salud del cuerpo es lo que principal-
respecto de los otros tres. 4 . Que el a

mente constituye la beatitud.


hombre está conformado para la suprema 3.° Cuanto más común es una cosa,
felicidad por principios interiores, puesto tanto más elevado es el principio de que
que naturalmente se ordena á ella : y las depende, puesto que en proporción de la
cuatro cosas repetidas más bien proceden mayor alteza de la causa se estiende á
de causas esteriores y las más veces de más su eficacia : y , así como la causali-
la fortuna, que aun por eso se dicen bie- dad de la causa eficiente se estima en
nes de fortuna : es pues de toda evi- razón de su influencia, así la causali-
dencia que en ninguno de esos cuatro dad del fin se aprecia por el apetito :
bienes puede consistir la beatitud. esto demuestra que el último fin es aque-
A l argumento 1.° diremos, que el po- llo que todos desean, del propio modo
der divino es su bondad; por lo cual no que la primera, causa eficiente es la que
puede usar de él sino b i e n , y no su- más influye en todas. E l ser mismo es lo
cede lo propio en los hombres : así pues que desean todos : luego en lo relativo
no basta para la beatitud que el hombre al ser del hombre , cual es la salud del
se asemeje á Dios en cuanto al pode- cuerpo, es en lo que principalmente con-
río, si no le es también semejante en la siste la beatitud.
bondad. Por el contrario : por razón de la bea-
A l 2.° que, así como es muy bueno titud supera el hombre en escelencia á
que alguno haga buen uso del poder en todos los demás animales ; en cuanto á
la gobernación- de muchos ; así por el los bienes corpóreos le aventajan muchos
contrario es pésimo el abuso: de manera de ellos, como el elefante (2) en la lon-
que el poder lo mismo se presta al mal gevidad, el león en la fortaleza, y el ciervo
que al bien. en la rapidez de su carrera : la beatitud
(1) Entendiéndose por salud la conservación del cuerpo ; eran de unos tres meses ó quizá menos: deduciendo de ahí
pues, si solo se trata de su integridad, el estar sano constituye que la ponderada longevidad de los antiguos patriarcas no
un requisito únicamente accidental á la vida. cscedia á la vida algún tanto dilatada de los que hoy mueren
(2) Que según los naturalistas llega á vivir 120 ó 200 años á los 90 ó 100, que no son tan raros como se cree general-
por término medio y algunos según Plinio hasta los 300, así mente ; como si, por ejemplo, dijésemos de un hombre de 50
como las cornejas pueden vivir 500 en opinión de muchos. No años que cuenta ya de vida 600 meses : ó al modo que nos pa-
lailán (sobre todo entro los modernos y sistemáticos impug- rece al pronto un gran caudal el de 50 contos de reis ó un ca-
nadores del relato mosaico] quienes pretenden haber demos- pital inmenso el de un millón de maravedís. No es de nuestra
trado que los años, de que se trata Cn el cómputo del Génesis, incumbencia ni lo conceptuamos necesario ni aun oportuno
S U M A T E O L Ó G I C A . — TOMO U. •2
18 CUESTIÓN II.—'ARTÍCULOS V Y VI.

del hombre por tanto no consiste en los del cuerpo consista la beatitud que es el
bienes del cuerpo. último fin.
Conclusión. Es imposible que la bea- A l argumento 1.° diremos q u e , así
titud del hombre consista en los bienes como el cuerpo se ordena al alma como á
corporales. fin, así los bienes esteriores al cuerpo
Responderemos, que es imposible que mismo; por lo que con razón el bien del
la beatitud del hombre consista en los cuerpo es preferido á esos bienes estra-
bienes del cuerpo, apoyándonos en dos ños á él y que apercibe por los sentidos,
razones. 1 . Porque es imposible que el
a
y asimismo el bien del alma es preferido
último fin de una c o s a , que se ordena á á todos los bienes del cuerpo.
otra como á su fin, sea la conservación A l 2.° que el ser en su acepción abso-
de ella misma en su ser : así el piloto no luta, y en cuanto implica toda la perfec-
se propone como fin último la conserva- ción de s e r , es superior á la vida y á
ción de la n a v e , que le está encomendada; cuantas perfecciones la son inherentes.
porque la nave se ordena á otro fin, que A s í pues el ser mismo importa en sí t o -
es el de navegar. A l modo pues que la dos los bienes subsiguientes, y en este
nave se confía al piloto, para que la rija; sentido habla San Dionisio. Mas, si se con-
igualmente el hombre es entregado á la sidera el mismo ser en cuanto participán-
dirección de su voluntad y de su razón, dose en este ó aquel objeto, que no abar-
conforme á aquello que se dice (Eccli. can toda la perfección del ser y que solo
1 5 , 14) : Dios desde el principio crió tienen un ser imperfecto, cual es el ser
al hombre, y le dejó en la mano de su de cualquera criatura; en este concepto
consejo. Según esto es bien claro que el ese ser con s u perfección adjunta es más
hombre se ordena á a l g o , como á su fin; escelente (que sin ella): y esto esplica lo
puesto que no es el hombre mismo el que dice San Dionisio en el lugar citado,
sumo bien : y por consiguiente es impo- que « los seres vivientes son mejores que
sible que el último fin de la razón y v o - í los que (simplemente) existen (mas no
luntad humanas sea la conservación del » viven), y los inteligentes mejores que
hombre en su actual modo de ser. » l o s vivientes» (sin inteligencia).
2 . Porque, aun suponiendo que el fin de
a

A l 3.° q u e , dada la correlación del fin


la razón y voluntad del hombre fuese la
al principio, aquel argumento prueba
conservación del ser humano, no por eso
que el último fin es el primer principio
podría decirse que el fin del hombre
del ser, en el que está toda la perfección
fuese algún bien del cuerpo : toda v e z
de s e r , cuya semejanza desean según su
que el ser del hombre consiste en alma
respectiva perfección (todos los seres);
y cuerpo ; y , aunque el ser del cuerpo
si bien unos concretándose al solo ser,
depende del alma, no así el ser del alma
otros en razón de ser viviente, y otros
depende del cuerpo, según queda demos-
como que son ó tienen ser viviente é in-
trado ( P . I , C. 7 5 , a. 1; y C. 9 0 , a. 4 ) ;
teligente, y bienaventurado, y esto es de
pues el cuerpo mismo es por razón del
pocos.
alma, como la materia es por la forma y el
instrumento por razón del motor, á fin de
que mediante él ejerza sus operaciones : A R T Í C U L O V I . — La beatitud del hom-
así que todos los bienes del cuerpo se or- bre consiste en el deleite? (1)
denan como fin al bien del alma. H é aquí
porqué es inadmisible que en los bienes 1.° Parece que la beatitud del hom-
bre consiste en el placer. Siendo la bea-
rebatir esa ridicula manía de desmentir todo lo que parece de la actual civilización en su estudiado refinamiento por los
sospechoso é inexacto á los sabios antibíblicos de nuevo cuño goces materiales de todo género, abrevian la vida y la aciba-
por sola su procedencia de orígenes sagrados ó de carácter ran, hasta el punto de hacerla insoportable á tantos desgra-
religioso ó revelado, abandonando al buen juicio de los lec- ciados suicidas, que progresivamente aumentan de año en
tores la decisión sobre asuntos tan depurados ya cien veces año las ya aterradoras proporciones de la estadística de ese
por multitud de escritores católicos y aun heterodoxos ó tam- crimen, antes apenas conocido y hasta inverosímil.
bién incrédulos, pero imparciales ó despreocupados. Lo indu- (1) Tal era el parecer de Epicuro y sus secuaces y suceso-
dable y á todas lucos patente es que hoy como en tiempo de res, como los cerintianos, los judíos carnales, los chiliaslas ó
Matusalén la sobriedad metódica de una vida frugal y ajus- milenarios [que esperaban reinar aqui con Cristo mil años en
tada á las prescripciones de la moral y de la higiene es la más la crápula y la brutal lascivia), los sarracenos y tantos otros
segura garantía de longevidad ; como por el contrario los es- filósofos y herejes, que hacían consistir el sumo bien en el
cesos gastronómicos y las liviandades eróticas, tan del gusto goce de los deleites corporales ; cuyas máximas.y ejemplos
CUESTIÓN I I . — ARTÍCULO VI. 19

titud el último fin, no es anhelada por accidente propiamente dicho, y anejo á


otra cosa, y sí otras cosas como conducen- la beatitud ó á alguna parte de esta.
tes á ella : esto se verifica con respecto á Cuando uno se deleita en,algo, es porque
la delectación ; puesto que es ridículo pre- en eso hay algún bien, que le conviene,
guntar á uno, por qué desea gozar, como sea de h e c h o , ó en esperanza, ó por re-
consta (Ethic. 1. 1 0 , c. 2) : así que la cuerdo. E l bien conveniente, si es per-
beatitud consiste más que en nada en el fecto, es la misma beatitud del hombre;
placer 6 delectación. y si imperfecto, es cierta beatitud par-
2.° L a primera causa impresiona más cial, ó próxima, ó r e m o t a , ó cuando
intensamente que la segunda ( L i b . de menos aparente. E s pues harto evidente
causis, proposit. 1). L a influencia del fin que ni aun la delectación misma inhe-
se gradúa por el apetito del mismo : y rente al bien perfecto es la esencia mis-
según esto en aquello está sobre todo la ma de la beatitud; y sí solo una conse-
razón de último fin, que más estimula el cuencia de la misma, como de suyo acci-
apetito ; lo cual tiene lugar en el deleite, dental. E l deleite carnal no p u e d e , aun
como lo prueba el hecho de que hasta en el concepto enunciado, ser consecuen-
tal punto absorbe la voluntad del hom- cia del bien perfecto; porque es resul-
bre y su razón, que le hace menospre- tado del bien lo que percibe el sentido,
ciar otros bienes: parece en vista de esto que es una facultad del alma en uso
que lo que principalmente constituye la del cuerpo. Y el bien perteneciente al
beatitud, último fin del hombre, es el cuerpo, que es aprehendido por medio
deleite. del sentido, no puede ser el bien com-
3.° E l objeto del apetito es el bien, y pleto del hombre : porque, como el alma
por lo mismo el mayor bien debe ser el racional escede la proporción de la mate-
que por todos es ansiado; los seres todos, ria corpórea, la parte del alma indepen-
sabios y necios, y hasta los que carecen diente del órgano corporal tiene algo de
de razón, apetecen el placer, que debe infinita respecto del cuerpo mismo y de
por tanto ser el mejor de los bienes. E n las partes del alma creadas para unirse
él pues debe cifrarse la beatitud, ó sea, al cuerpo ; al modo que lo invisible es en
el sumo bien. cierto modo infinito respecto de lo mate-
rial, en razón á que la forma toma de la
Por el contrario, dice Boecio ( D e
materia cierta contracción ó limitación :
consol. 1. 3 , prosa 7 ) : « comprenderá
así que la forma sin su determinación á
» los tristes resultados de los placeres
una materia es de algún modo infinita.
» cualquiera que recapacite sobre sus pro-
P o r esto mismo el sentido, fuerza corpo-
» pias liviandades : las cuales si pudie-
ral, aprecia lo singular, determinado por
» ran hacer felices, nada obstaría á que
la materia ; al paso que la inteligencia,
» hasta las bestias se diga ser bienaven-
como potencia independiente de la mate-
turadas».
r i a , conoce lo universal, que, como abs-
Conclusión. El deleite corpóreo ni es traído de la materia, contiene en sí infi-
la beatitud misma, ni aun de suyo acci- nitos singulares. Todo esto patentiza
dente de ella. que el bien conveniente al cuerpo , que
Responderemos que los goces corpo- produce delectación sensual mediante la
rales se han apropiado su denominación percepción del sentido, no es perfecto
de voluptates, por ser conocidos de mu- bien del hombre ; antes viene á ser lo
chos (Ethic. 1. 7, c. 1 3 ) , en los que sin mínimo en comparación con el bien del
embargo no consiste principalmente la alma : por lo cual dice el Sabio (Sap. 79):
beatitud; por cuanto en un objeto cual- todo el oro en comparación á la sabidu-
quiera una cosa es lo que pertenece á su ría es una arena menuda. P o r consi-
esencia, y otra un verdadero accidente guiente ni el deleite corporal es la bea-
del mismo : así en el hombre el ser ani- titud misma, ni siquiera es de suyo un
mal racional mortal no es lo mismo que accidente de ella.
el ser capaz de reírse. Y es muy digno
de notarse que toda delectación es cierto A l argumento 1.° diremos, que lo mis-
zar acá en la tierra, cual si de hecho se hubiera cambiado
tienen en nuestros dias tan numerosos prosélitos é imitadores,
que no parece sino que nacemos y vivimos para comer y go- nuestro eterno destino ó sunrimidose la vida futura
20 CUESTIÓN II.—ARTÍCULOS VI Y V I I .

mo hace al propósito que se apetezca el 2.° Aquel ó aquello, para quien desea-
bien, ó que se apetezca la delectación, mos algún bien, lo amamos más que al
que no es otra cosa que la aquietacion del bien mismo que le deseamos; como ama-
apetito en el bien; como es de igual na- mos más al amigo, á quien deseamos di-
turaleza en realidad el que lo grave sea nero, que al mismo dinero. Cada cual
atraído hacia abajo y el que repose en el desea para sí todo género de bienes:
suelo. D e donde se sigue q u e , así como ama (3) pues más á sí mismo que á l o s
el bien es deseado por sí mismo, igual- bienes todos : y , siendo la beatitud lo que
mente lo es también por s í , y no por otra más que todo se ama, de lo que es prueba
c o s a , la delectación, si la preposición por el que por ella se ama y desea todo (4),
indica causa final: si empero denota Causa sigúese que la beatitud consiste en algún
formal, ó más bien, motiva; en esta acep- bien del hombre mismo : y a pues que no
ción la delectación es apetecible por otra en los bienes del cuerpo, (consiste preci-
c o s a , esto e s , por el bien, que es el ob- samente) en los del alma.
jeto del deleite, y como tal es su princi- 3.° L a perfección es algo del que se
pio y le da forma. Porque lo que hace perfecciona : la beatitud es cierta perfec-
que la delectación se desee, está en ser ción del hombre ; por consiguiente ella es
ella el reposo en el bien anhelado. alguna cosa del hombre : y , puesto que
A l 2.° que la vehemencia del apetito no es cosa del cuerpo, como queda de-
de la delectación sensible proviene de que mostrado (a. 5 ) , tiene que ser cosa del
las operaciones de los sentidos, por cuanto alma y consistir por Jo mismo en los bie-
son principios de nuestro conocimiento, nes de esta.
son más perceptibles; y por esto mismo Por el contrario, dice San A g u s t í n
son más los que apetecen los goces sen- ( D e doctr. christ. 1. 1 , c. 3 y 2 2 ) :
sibles. « Aquello, en que está constituida la vida
A l 3.° que de ese modo todos desean » bienaventurada, debe ser amado por ra-
deleites, como todos desean el b i e n ; pero » zon de ello mismo » : el hombre empero
desean el deleite por razón del bien, y no no es digno de ser amado por sí mismo,
así á la inversa, como queda dicho : de sino que todo cuanto h a y en el hombre
donde se deduce, no que la delectación se ha de amar por D i o s ; luego la beati-
sea un bien por sí misma y el mayor bien, tud no consiste en ningún bien del alma.
sí solo que la delectación subsigue á al- Conclusión. La beatitud, es decir, su
g ú n bien, y que alguna delectación es consecución es algo del alma; pero la
igualmente aneja á aquello que es per se beatitud en el sentido del objeto mismo,
y ( 1 ) el máximo bien. en que ella consiste, es algo estrínseco
al alma.
ARTÍCULO V I I . — La b e a t i t u d del hom- Responderemos q u e , según lo dicho
bre c o n s i s t e e n a l g ú n b i e n del a l m a ? (2) ( C . 1 , a. 8 ) , en el fin deben distinguirse
el objeto mismo, que deseamos alcanzar,
1.° Parece que la bienaventuranza con- y su uso, ó s e a , la consecución ó posesión
siste en algún bien del alma. Ella es un de ese objeto. Ahora bien : si se trata del
cierto bien del hombre. L o s bienes del fin ultimo del hombre en cuanto á la cosa
hombre se dividen en bienes esteriores, misma, que como tal último fin deseamos,
bienes corporales y bienes del alma : y , es imposible que el último fin del hombre
no consistiendo la beatitud, según queda sea su misma alma ó algo de ella: porque
demostrado (a. 5 y 6 ) , en los esteriores el alma en sí misma considerada es como
ni en los del cuerpo, debe consistir en los cosa existente en potencia; pues de la po-
del alma. tencia de saber pasa al acto de saber, y

(1J Esta y (eíj falta en algunas ediciones (las (menos), ha- « cada uno ama cuanto bien para sí apetece, y más por lo
llándose no obstante en casi todas y desde luego en las más » tanto á sí mismo... » No parece pues del todo exacta la ano-
autorizadas y conocidas. tación del P. Nicolai y de otros comentadores, que con él se
(2) Los begardos y begüinas sostenían que « toda natura- limitan á advertir que se echa de menos en aquellas ; siendo
l e z a intelectual es bienaventurada en sí misma» : error así que solo hay un cambio de colocación, por cierto nada
condenado por Clemente V en el Concilio de Viena. aceptable. De cualquier modo quedan á salvo en sustancia el
(3) Esta palabra (amal) se encuentra en algunas ediciones fondo del pensamiento y la ilación del lenguaje.
(muy contadas) á continuación de appelit ó de unusquisque (se- (4) Cuanto á ella conduce real ó aparentemente.
gún anota la áurea), cuya traducción debería ser en tal caso :
CUESTIÓN II.—ARTÍCULOS VII Y V I H . 21

de la potencia virtual al acto de virtud. amado como el sujeto, en cuyo provecho


L a potencia existe por el acto, siendo se desea ese bien, y de este modo tam­
este su complemento (1), y por lo mis­ bién el hombre se ama á sí mismo : donde
mo es imposible que lo que por sí mismo se ve que no media idéntica razón en el
existe en potencia tenga razón de últi­ amor de lo uno y del otro. Ahora la cues­
mo fin : según esto es imposible que el tión de si el hombre ama ó no algo sobre
alma misma sea el último fin de sí pro­ sí mismo con amor de amistad, tendrá su
pia, como ni (•puede serlo) algo de lugar y solución, cuando tratemos de la
ella, y a sea potencia, ó bien sea acto ó a
caridad ( 2 . 2 * С. 2 6 , а. 3 ) .
hábito. Porque el bien, que es último fin, A l 3.° que la beatitud misma, como
es un bien perfecto, que satisface plena­ perfección que es del alma, es sí cierto
mente el apetito (2). El apetito humano, bien inherente al a l m a ; mas aquello, en
que es la voluntad, tiene por objeto el que la beatitud consiste y que produce la
bien universal; y cualquiera bien inhe­ felicidad suprema, es algo estraño al alma,
rente al alma misma es un bien partici­ según queda espuesto.
pado y en su consecuencia particulariza­
do : por consiguiente es imposible que al­ ARTÍCULO V I I I . — л» b e a t i t u d d e i
guno de esos bienes sea el último fin del hombre consiste e n a l g ú n b i e n creado ? (5)
hombre. M a s , si se considera el último
Jin del hombre en cuanto á su misma con­ 1.° Parece que la beatitud del hombre
secución ó posesión, ó cualquier uso de consiste en algún bien creado; pues dice
eso mismo que se apetece como Jin ; en San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , р. 1,
este concepto algo del hombre por parte lect. З у б ) que « l a divina sabiduría une
del alma pertenece en efecto al Jin últi­ »los fines de las primeras cosas á los prin­
mo, toda vez que el hombre consigue la » cipios de las segundas » : según lo cual
beatitud por medio del alma. A s í pues, puede inferirse que lo sumo de la natura­
la cosa misma, que se desea como fin, es leza inferior está en tocar á lo ínfimo de
en lo que consiste la beatitud, y lo.que la superior: siendo pues el sumo bien del
hace feliz al hombre; y la consecución (ó hombre la beatitud, y el ángel superior
posesión) de ese mismo objeto se llama al hombre en el orden de la naturaleza,
beatitud : por cuya razón deberemos de­ como se ha demostrado en la primera
cir, que la beatitud es algo del alma (3), parte ( C . 7 5 , a. 7 ; C. 108., a. 8 ; у C.
pero el objeto, en el cual consiste la bea­ 111, a. 1 ) ; parece que la beatitud del
titud, es otro algo estraño á la misma hombre consiste en que de algún modo
alma. alcance á tocar al ángel.
A l argumento 1.° diremos, que en 2.° E l último fin de una cosa cual­
cuanto aquella clasificación comprende quiera está en su obra ( 6 ) perfecta, por
todos los bienes, que pueden ser objeto lo cual la parte es por razón del todo
del deseo h u m a n o , así bien del alma se como por su fin : toda la universalidad
dice no solo la potencia ó el hábito ó el de criaturas, que es lo que llamamos el
acto de ella, sino también el objeto, que mundo mayor, se compara al hombre,
la es estrínseco; y en este concepto nin­ llamado mundo menor ( 7 ) ( P h y s . 1. 8,
gún inconveniente hay en decir que aque­ t. 1 7 ) , como lo perfecto á lo imperfecto:
llo, en que consiste la beatitud, es cierto luego la beatitud del hombre está en la
bien del alma. universalidad total de las criaturas.
A l 2.° que, por lo que hace al caso, la 3.° P o r lo que el hombre llega á ser
beatitud se ama principalmente'como un completamente feliz, es por lo que su na­
bien anhelado ( 4 ) ; pero el amigo es tural deseo queda (plenamente) satisfe­
(1) En ó para la existencia de lo actuado. cio Ш en un concilio general, decia que «la beatitud consiste
(2) iioiñ (del bien) añaden aquí la edición áurea y las de » en ver á Dios, no en sí mismo, sino solo en sus criaturas,
Pádua, anotando que falta en otras. Suprímese en casi todas, » que es como únicamente (decia) le ven los bienaventura­
aun las romanas antiguas, eomo asimismo en los más autori­ » dos )t : lo cual equivale á decir que la suprema felicidad está
zados manuscritos. cifrada en lo creado, contra lo que en este artículo se esta­
(3) Acto ú operación inherente á ella y que la perfecciona. blece y demuestra.
(4) Concupitum : es el amor llamado de concupiscencia; á di­ (6) En el códice de Alcañiz y en algunos otros falta la pa­
ferencia del de amistad, de que habla á continuación. labra opere.
(5) Almaric, condenado como hereje por el Papa Inocen­ (7) Microcosmos, pequeño mundo, según ya queda anotado >
CUESTIÓN I í . — ARTÍCULO VIÍI.

c h o ; y el deseo del hombre no se estiende luntad del hombre, conforme á aquello


á mayor bien que á aquel, de que es ca- del Psalmo 102 (v. 5 ) : él llena de bienes
paz : no siendo pues capaz el hombre de tu deseo, etc. P o r consiguiente en solo
un bien, que esceda los límites de toda Dios consiste la beatitud del hombre.
criatura, parece inferirse que el hombre A l argumento 1.° diremos que lo supe-
puede hacerse dichoso por algún bien rior del hombre toca sí á lo ínfimo de la
creado, lo que equivale á decir que la naturaleza angélica en cierta semejanza
beatitud del hombre consiste en algún (con ella) ; mas no se fija en eso como
bien creado. en su último fin, sino que prosigue (as-
Por el contrario, dice San Agustín pirando ) á la fuente misma universal del
( D e civit. D e i , 1. 19, c. 26) : «como el bien, que es el objeto (1) universal de
» alma es la vida del cuerpo, así Dios es la beatitud de todos los (2) bienaventu-
))la vida bienaventurada del hombre», rados, como infinito que es y bien per-
con lo que concuerda lo del Psalmo 143 fecto existente.
(v. 15) : bienaventurado el pueblo, que A l 2.° q u e , si algún todo no es último
tiene al Señor por su Dios. fin, sino que se ordena á un fin ulterior; el
Conclusion. [1] Es imposible que la último fin de la parte no es ese mismo todo,
beatitud del hombre consista en algún y sí alguna otra cosa. Y , no siendo último
bien creado. [2] Consiste en solo Dios. fin la universalidad de las criaturas, con
Responderemos que es imposible que la que es comparado el hombre, como
la beatitud del hombre esté en algún bien parte á todo, sino que se ordena á Dios
creado. L a beatitud es un bien perfecto, como á fin último ; sigúese que no es ú l -
que completamente aquieta el apetito; y timo fin del hombre el bien del universo,
no sería último fin, si aún dejase algo que y sí lo es D i o s mismo.
desear. E l objeto de la voluntad, que es A l 3.° que el bien creado no es menor
el apetito h u m a n o , es el bien universal, que el bien, de que es capaz el hombre,
como el de la inteligencia lo es la verdad como de cosa intrínseca é inherente (al
(asimismo) universal: esto hace evidente hombre mismo); pero sí es menor que el
que nada puede aquietar la voluntad del bien, de que el hombre es capaz, como
hombre, si no es el bien universal, que de un objeto, que es infinito; y el bien
no se halla en cosa alguna creada, y sí que es participado del ángel, y aun del
solo en D i o s ; porque toda criatura tiene universo (entero) todo, es un bien finito
solo una bondad participada (6 parcial). y limitado (ó parcial).
Según esto solo Dios puede llenar la vo-

(1) La edición romana antigua pone subjectum, te sujeto». (2) En el códice de Alcañiz lonorum (buenos) por beatomm.
CUESTIÓN III.

Qué es la beatitud?

Procede e x a m i n a r a h o r a , qué sea la b e a t i t u d , y q u é requisitos supone.


Acerca de lo 1.° resolveremos 8 puntos (1): 1.° La beatitud es algo increado ?— 2.° Si es cosa creada,
es operación ? — 3.° Es en tal caso operación de la parte sensitiva, ó solo de la intelectiva?—4.° Si lo
es de la intelectiva, ¿es operación del entendimiento, ó de la voluntad ?—5.° Es operación del enten-
dimiento especulativo, ó del práctico?—6.° Si lo es del especulativo, consiste en la especulación de
las ciencias especulativas? — 1." Consiste en la especulación de las sustancias s e p a r a d a s , ó s e a , de
los ángeles ? — 8.° Consiste en la especulación ó contemplación de Dios, mediante la cual es visto en
su esencia?

ARTÍCULO I. — es in beatitud una cosa » cen bienaventurados » : así pues la bea-


increada? (2) titud no es cosa increada.
Conclusión. La beatitud del hombre,
1.° Parece que la beatitud es algo in- considerada como causa ú objeto, es algo
creado ; porque dice Boecio ( D e consol. increado ; mas en el concepto de su pro-
1. 3 , pros. 1 0 ) : «Forzoso es confesar pia naturaleza esencial es cosa creada.
» q u e Dios es la misma beatitud». Responderemos que, según antes ( C .
2.° L a beatitud es el bien sumo ; y ser 1. a. 8 ; y C. 2 , a. 7 ) se ha dicho, el fin
el sumo bien conviene (únicamente) á puede entenderse de dos maneras : 1 . a

Dios ( 3 ) : no habiendo pues más de un como el objeto mismo, que deseamos al-
sumo bien, parece que la beatitud es la canzar, al modo que para el avaro el di-
misma cosa que Dios. nero es el fin; 2 . como la consecución ó
a

3.° L a beatitud es el último fin, al posesión ó uso 6 goce del mismo objeto
cual la voluntad humana aspira, natural- deseado, cual si decimos que la posesión
mente como á su fin; y á ninguna otra del dinero es el fin del avaro, y que gozar
cosa debe aspirar como á su fin la volun- del objeto sensual es el fin del voluptuoso.
tad , sino á D i o s , de quien solo debe g o - E n el primer sentido el último fin del
zarse, como dice S. Agustín ( D e doctr. hombre es el bien increado, D i o s , único
christ. 1. 1, c. 4 , 5 y 2 2 ) : por consi- que con su bondad infinita puede saciar
guiente la beatitud y D i o s son una misma completamente la voluntad del hombre.
cosa. E n el 2.° el último fin del hombre es
Por el contrario: ninguna cosa hecha algo creado y que existe en él mismo,
es increada; y la beatitud del hombre es que no es otra cosa que la consecución y
algo h e c h o , pues según S. A g u s t í n ( D e fruición del último fin. E s t e fin último se,
doctr. christ. 1. 1 , c. 3 ) « e n aquellas llama beatitud. P o r consiguiente, si la
» cosas nos hemos de g o z a r , que nos h a - beatitud del hombre se considera en cuan-

(1) Obsérvese con qué orden tan claro y metódico va fijando dentemente un acto ú operación del mismo, y como tal una
primeramente el género más remoto y después los más próxi- cosa creada, aunque el objeto de esa visión (Dios mismo) es
mos sucesivamente, hasta llegar al constitutivo de la especie increado. Tal es la doctrina aceptada unánimemente por to-
y por último á la diferencia ; estableciendo así la noción pre- dos los teólogos en conformidad con lo que aquí claramente se
cisa y exacta de la beatitud, consistente en la visión de la di- demuestra.
vina esencia. (3) Considerada la beatitud en general y en sí misma sin la
(2) La visión de Dios por parte del bienaventurado es evi- distinción, que luego establece el Santo Doctor.
24 CUESTIÓN I I I . — A R T Í C U L O S I Y II.

to á la causa ú objeto, es en efecto algo decir operación : no es pues operación la


increado; mas, si se entiende por beatitud beatitud.
la esencia misma de esta, en tal concepto 3.° Beatitud ' significa algo existente
es cosa creada (1). en el bienaventurado ( 4 ) , siendo como
A l argumento 1.° diremos, que Dios es es la última perfección del hombre (5).
la beatitud por su propia esencia; pues P o r operación no se entiende algo
por ella misma, y no por la adquisición como ( 6 ) existente en el operante, sino
ó participación de otra alguna cosa, es más bien algo que de él procede: así pues
perfectamente dichoso. Y los hombres son la beatitud no es operación.
bienaventurados, como en el propio lu- 4.° L a beatitud permanece en el bien-
gar ( D e consol. 1. 3 , pros. 10) dice aventurado ; y la operación no subsiste,
B o e c i o , por participación; y aun asimis- sino que pasa ( 7 ) : luego etc.
mo se dicen dioses por su participación : 5.° L a beatitud de un solo hombre es
pero esta misma participación de la bea- también única ; y las operaciones son
t i t u d , que constituye feliz al hombre, muchas : luego etc.
cosa es creada. 6.° L a beatitud persiste en el bien-
A l 2° que la beatitud se dice ser el aventurado sin interrupción ; al par que
sumo bien del hombre, en cuanto es ob- la operación humana sufre frecuentes in-
tención ó goce del sumo bien. termitencias, como durante el sueño ó
A l 3.° que la beatitud se dice último alguna otra ocupación, ó en el reposo :
fin ( 2 ) en el sentido, en que se llama fin luego etc..
la consecución del fin. Por el contrario, dice Aristóteles
(Ethic. 1. 1 , c. 7 ) : « l a felicidad es una
)> operación en conformidad con la virtud
AuTÍCTJLO I I . — l a beatitud es una ope- y> perfecta».
ración? (B)
Conclusión. Necesariamente la beati-
tud del hombre es tina operación (8).
1.° Parece que la beatitud no es ope- Responderemos q u e , en cuanto la
ración ; porque dice el A p ó s t o l ( R o m . beatitud del hombre se entiende ser algo
6 , 2 2 ) : tenéis vuestro fruto en santifi- creado existente en él mismo, fuerza es
cación, y por fin la vida eterna. L a Vida decir que la beatitud del hombre es una
no es operación, sino el ser mismo de vi- operación. L a beatitud es la última
vientes : luego el último fin, que es la perfección del hombre; y una cosa en
beatitud, no es operación. tanto es perfecta, en cuanto es (de he-
2.° Boecio dice ( D e consol. 1. 3, cho 6) en acto, puesto que la potencia
pros. 2) que « l a beatitud es un estado sin el acto es imperfecta : por consiguien-
»perfecto por la agregación ó conjunto te la beatitud debe consistir en el último
»de todos los bienes ». Estado no quiere acto del hombre. Claro es por otra parte

(1) Es decir, no es (como algunos pretenden) una como in- » primitivo ser meramente ideal, que antes tuvo en la mente
fusión increada de la sustancia ó esencia divina en el alma, » divina » , refundiendo así panteísticamente el alma en la
que simplemente la recibe de un modo meramente pasivo ; sustancia misma de Dios, puesto que la idea en Dios es su
sino la actuación misma del bienaventurado, obrando como esencia misma (i P.. C, 15, a 1, al 3.°). Ya queda dicho fue
verdadero agente en su operación visiva : no como el hierro condenado por Inocencio III.
ó el carbón reciben en sí el calor del fuego (según el ejemplo (4) Solo en la antigua edición romana (no ya en la áurea,
aducido por el P. Nicolai), sino (añadimos, para completarla que también pone beato) se lee bono.
esplicacion con el estremo opuesto) al modo que aquí el hom- (5) Y la perfección no puede menos de hallarse precisa-
bre mira y contempla un objeto, que intenta conocer y que mente en el sujeto capazde ella, afectándole intrínsecamente,
se lo apropia por la operación activa, mediante la cual lo co- (6) Vt, que en las ediciones romanas precede y en las más
noce de hecho; acción á todas luces creada y propia del ob- (al parecer con mejor acierto) va pospuesto á aliquid, cual lo
servador, aunque recibida de Dios la virtud ó potencia, por traducimos.
la cual entiende en acto. (7) No solo como transeúnte á otro objeto, sino principal-
(2) No fin, cujus gralía ; sino cui. Véase la nota 1, pág. 3. mente en cuanto es un acto transitorio ó de corta duración.
(3) Con la doctrina de este artículo se hace más y más pal- (8) Considerando los teólogos la bienaventuranza, ó como
mario lo espuesto en la nota 1 de esta página. Pueden verse bien sumo, con cuya posesión se sacia el apetito del hombre, ó
en Billuart (De nlt. fine, diss. 2 , a. 2) las diversas opiniones como acto, por cuyo medio goza del objeto de la bienaventu-
sobre el modo de realizarse esta operación según San Buen- ranza misma ; suelen distinguir aquí, llamando á la primera
aventura, Escoto y los escolásticos tomistas ó los de la Com- bienaventuranza objetiva, y á la segunda formal. Por tanto
pañía de Jesús respectivamente. También aquí cayó en error creemos deber advertir que el Santo Doctor parece hablar en
Almaric ( v . n. 5, pág. 21) diciendo que «el alma del bien- toda esta C. 3." en el sentido de los teólogos, cuando tratan
» aventurado pierde su ser en el propio género, volviendo al déla bienaventuranza formal. M. C, G,
CUESTIÓN Í I I . — A R T Í C U L O l l . 25

que la operación es el último acto del ope- 1. 9 , t. 1 6 ) , hay dos maneras de acción :
rante , por cuya razón Aristóteles la lla- una, que procede del operante á la materia
ma. (1) acto segundo ( D e anima, 1. 2 , estrínseca, tal como el quemar y el cor-
c. 2 , 3 y 6). Porque el que tiene forma, tar ( 3 ) , y semejante operación no puede
puede ser operante en potencia; así como ser la beatitud; porque esa operación no
el que sabe, es considerador en potencia. es acto y perfección del a g e n t e , y sí
D e ahí es que entre otras cosas cada una más bien del paciente, como allí mismo
se dice ser por su operación, según se es- se dice. Otra acción hay, que no sale fue-
pone ( D e cosió, 1. 2 , t. 17). Es pues for- ra del agente ( 4 ) , como la de sentir,
zoso admitir que la beatitud del hombre entender y querer ; y esta sí es perfec-
es una operación. ción y acto del (mismo) agente, y una
A l argumento 1.° diremos, que la vida operación de esta índole puede ser la
puede entenderse en dos acepciones : 1. a
beatitud.
como el ser mismo del viviente, y en este A l 4.° que, pues la beatitud denota
sentido la beatitud no es vida ; pues ya se cierta última perfección, en cuanto los
ha demostrado ( C . 2 , a. 5 y 7) que el ser diversos seres capaces de aquella pueden
de cada hombre, cualquiera que sea ese llegar á grados diversos de perfección, es
ser, no es la beatitud del hombre ; y que imprescindible por lo mismo considerar la
solo la beatitud de Dios es su propio ser. beatitud diversamente ( 5 ) . Porque en
2. Si por vida se significa la operación
a
Dios es la beatitud por la esencia, como
misma del que vive, según la cual el prin- que su mismo ser es su operación, toda
cipio de vida se reduce á a c t o , en cuyo vez que no goza de otra cosa que de sí
concepto decimos vida activa, ó con- mismo. E n los ángeles la beatitud es s u
templativa, ó voluptuosa; así la vida última perfección, mediante cierta opera-
teerna se dice ser el último fin, como ción, por la que se unen al bien increa-
es patente en estas palabras de S. J u a n do, y esta operación es en ellos única ( 6 )
( E v . 17, 3) : Esta es la vida eterna, y sempiterna; y en los hombres según el
que te conozcaná tí solo ( 2 ) Dios verda- estado de la vida presente es la última
dero y único. perfección por medio de una operación,
A l 2.° que Boecio (en el lugar aduci- que los une á Dios : operación, que ni
do ) , al definir la beatitud, consideró la puede ser continua, ni por consiguiente
misma razón común de ella : esta razón única, puesto que (como toda operación)
común está en que la beatitud es un bien se pluraliza por las interrupciones; y de
común perfecto; y no otra cosa significó, aquí el que el hombre no pueda obtener
al decir que es « u n estado perfecto con- la beatitud perfecta en el estado de su
»sistente en la agregación de todos los vida actual. Por eso Aristóteles ( E t h i c .
» bienes » , que es lo mismo que decir que 1.1, c. 10), limitando la beatitud del hom-
el bienaventurado se halla en estado de bre á esta vida, dice que es imperfecta,
bien completo (ó de absoluto bienestar). concluyendo de prolijos discursos : « d i g o
Aristóteles por su parte espresó la esen- »felices, en cuanto (pueden serlo los)
cia misma de la b e a t i t u d , esponiendo (la » h o m b r e s » . D i o s empero nos promete la
causa 6 medio) porque el hombre se en- perfecta beatitud, para cuando estemos
cuentra en este estado, eso e s , en virtud como los ángeles en el cielo, según aque-
(ó por efecto) de cierta operación; y hé llo de S. M a t e o ( 2 2 , 3 0 ) . Ahora por lo
aquí porqué él mismo (Ethic. 1. 1, c. 7) que mira á aquella perfecta beatitud, no
demuestra también que la beatitud es un hay y a cuestión, porque con una sola
bien perfecto. única y continua y perpetua operación en
aquel estado de beatitud el alma del hom-
A l 3.° que, según se esplica (Metaph.

(1) La escuela peripatética llamaba acto primero a l a po- •vamente.


tencia ó facultad de obrar, y acto segundo al uso práctico de (6) No porque no ejerían otra, sino por cuanto ella misma
ella, ó sea, la operación misma en su ejecución ó actuación. (prescindiendo de las demás) es permanente y continua ó sin
(2) Así la Vulgata : en el testo del Angélico falta la pala- interrupción; asi como no les priva de la contemplación y
bra S O Í Í Í Í W , que nos permitimos suplir. fruición de Dios la custodia de los hombres ú otro cualquier
(3) La llamada transeúnte ó ad extra por los teólogos. ministerio divino, según se dijo (i P. C. 112, a. 3). V. nota 5,
(4) La que llaman inmanente ó ad i n t r a . pág. 880 del T, 1.°
(5) En relación con esos diversos seres y grados respecti-
26 CUESTIÓN I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I l .

bre está unida á Dios ; mientras que en ñas partes del alma reciben perfección
la presenta vida tanto distamos de la por medio de operaciones sensitivas ; se
consumación de la beatitud, cuanto nos ve pues que para la beatitud debe con-
falta para persistir en la unidad de esa currir la operación sensitiva.
no interrumpida operación. Cabe no obs- Por el contrario: el sernos común con
tante alguna participación de la beatitud; los brutos, incapaces de beatitud, la ope-
y tanto más habrá razón de beatitud en ración sensitiva, prueba que no consiste
la operación, cuanto sea esta mas conti- en esta la beatitud.
nua y única dentro de la actual posibili- Conclusión. [1] La operación de los
dad (ó capacidad). V é a s e aquí porqué sentidos no puede pertenecer esencial-
en la vida activa, ocupada en muchas mente á la beatitud. [2] Puede sí perte-
c o s a s , se da menos razón de beatitud necer antecedentemente á la beatitud
que en la contemplativa, que se concreta imperfecta, y consecuentemente á la
á solo una, la contemplación de la ver- perfecta.
dad ; p u e s , aún cuando alguna vez el Responderemos que, á la beatitud pue-
hombre no ejercite actualmente esta ope- de pertenecer algo de tres maneras : 1. a

ración, siempre puede no obstante ope- esencialmente ; 2 . antecedentemente; 3 .


a a

rarla, teniéndola constantemente á la consecuentemente. Esencialmente no pue-


vista ( 1 ) . Y , como aun la misma cesa- de pertenecer á la beatitud la opera-
ción (por causa ó razón del sueño ó de ción sensitiva; porque la beatitud del
alguna ocupación natural), la ordena á hombre consiste esencialmente en su ín-
la antedicha operación; parece como que tima unión con el bien increado, que es
esta es continua. su último fin , según queda (a. 1) demos-
Y con todo esto es y a obvia la solución trado, al cual no puede el hombre unirse
de los argumentos 5.° y 6.° por la operación de los sentidos (2) : y
demostrado asimismo (C. 2. a. 5) deja-
mos que la beatitud del hombre no con-
A R T Í C U L O I I I . — E s l a beatitud ope- siste en bienes corporales, los cuales por
ración de la parte s e n s i t i v a , ó solo de la inte- otra parte alcanzamos mediante la inter-
lectiva? vención de la parte sensitiva. Antece-
dente y consecuentemente pueden sí per-
l.° Parece que la beatitud debe con- tenecer á la beatitud las operaciones
sistir también en la operación sensitiva. de los sentidos : antecedentemente respec-
Ninguna operación se halla en el hombre, to de la beatitud imperfecta, tal cual es
aparte de la intelectiva, más noble que posible obtenerla en la presente v i d a ;
la sensitiva: de esta depende en nosotros por cuanto la operación intelectual pre-
aquella, puesto que no podemos entender supone la sensitiva. Consecuentemente en
cuanto á aquella perfecta beatitud, que
sin imágenes ( D e anim. 1. 3 , 1 , 3 0 ) : lue-
esperamos en el cielo; porque después de
g o la beatitud consiste también en opera-
la resurrección y por efecto de la beatitud
ción sensitiva.
misma del alma se verificará cierta re-
2.° Boecio ( D e consol. 1. 3 , pros. 2 )
fluencia en el cuerpo y en sus sentidos,
' dice que « l a beatitud es un estado per-
para que se perfeccionen en sus operacio-
» f e c t o en la concurrencia de todos los
nes , como dice S. Agustín en su carta á
7> bienes » : siendo pues sensibles algunos
Dióscoro (epíst. 5 6 ) , y se hará más evi-
bienes, como adquiridos mediante la ope-
dente después ( 3 ) , cuando tratemos de
ración de los sentidos ; sigúese al parecer la resurrección : pero entonces la ope-
que esta operación sensitiva se requiere ración, por la cual el alma humana se une
para la beatitud. íntimamente con D i o s , será independien-
3 . ° L a beatitud es un bien perfecto, te de los sentidos.
v

según se demuestra ( E t h . 1. 1 , c. 7 ) ; y
no lo sería, si el hombre no se perfeccio- A l argumento 1.° diremos que este lo t

nase por ella en todas sus partes : algu- que prueba es que la operación sensitiva

(1) En sil intencíoh y deseo, conforme á lo que sigue» (3) ni P. C. 66, a. 8, al 1.";. y Supl. & 82, a. 3 y i.
(2) V. i P. C. 12, a. 3 ; y Supl. m.» C. 92, a. 2.
CUESTIÓN H i . — ARTÍCULOS III Y IV.

se requiere antecedentemente para la bea- ración, debe ser la más noble de las del
titud imperfecta, cual puede obtenerse hombre; y más noble es la de amar á
en esta vida. D i o s , acto de la voluntad, que la de c o -
A l 2.° que la beatitud perfecta, cual nocerle, la cual pertenece al entendi-
la tienen los ángeles, réune en sí el con- miento, como se manifiesta por el A p ó s -
junto de todos los bienes por su estrecha tol ( i Cor. 13, 13): por donde se ve que
unión á la fuente universal de todo bien, la beatitud consiste en un acto de la v o -
y no porque necesite de bien alguno par- luntad.
ticular; al paso que en esta beatitud im- 5.° San Agustín ( D e Trin. 1. 13, c. 5)
perfecta se requiere la concurrencia de los dice que « es bienaventurado el que tiene
bienes suficientes para la más perfecta » cuanto quiere, y nada quiere malamen-
operación de la vida actual. » t e » , y añade poco después ( C . 6) : « y
A l 3.° que en la perfecta beatitud se » se aproxima al bienaventurado el que
hace perfecto el hombre todo : mas en su » quiere bien todo cuanto quiere ; pues
parte inferior por la redundancia de la » que los bienes hacen feliz á aquel, que
superior; mientras que en la imperfecta » tiene y a algo de esos bienes, á saber,
de acá sigúese un procedimiento inverso » la misma buena voluntad» : es pues la
de la perfección de la parte inferior á la beatitud acto de la voluntad.
de l a superior. Por el contrario, dice.el Señor (Joann.
17, 3 ) : Esta es la vida eterna, que te
ARTÍCULO I V . — P u e s t o que l a beati- conozcan á tí solo Dios verdadero : la
tud pertenece como operación á l a parte inte- vida eterna es el último fin, según lo di-
l e c t i v a ; ¿ l o e s de l a inteligencia, ó lo e s de l a cho ( C . 3 , a. 2, ad 1): así pues la bea-
voluntad? (1) titud del hombre consiste en el conoci-
miento de D i o s , que es acto de la inte-
1.° Parece que la beatitud consiste en ligencia.
acto de la voluntad: porque dice San Conclusión, ha esencia de la beatitud
A g u s t í n ( D e civit. D e i , 1. 19, c. 10 y 11) consiste en un acto del entendimiento,
que « l a beatitud del hombre consiste en hasta el punto de ser imposible consista
» l a p a z » , conforme á lo del Psalmo (147, en acto de la voluntad, si bien á esta per-
v. 3) : él ha establecido la paz en todos tenece la delectación ó goce consiguiente
sus términos ; y , pues la paz pertenece ó anejo á la beatitud misma (2).
á la voluntad, en esta debe consistir la Responderemos que para la beatitud
beatitud del hombre. se requieren dos cosas, como queda es-
2.° L a beatitud es el bien soberano; y puesto (C. 2 , a. 6) : una que es el ser de
el bien es objeto de la voluntad: luego la la beatitud; otra que es por sí como un
beatitud consiste en la operación de la accidente de ella, la aneja delectación (ó
voluntad. fruición). D i g o pues que en cuanto á la
3.° A l primer motor corresponde el esencia misma de la beatitud no puede
último fin, á la manera que el último fin esta consistir en acto de la voluntad.
de todo un ejército es la victoria, fin del Consta evidentemente por lo espuesto
caudillo, que pone á todos en movimien- (a. 1 , y C. 2 , a. 6) que la beatitud es la
to ; y , siendo la voluntad el primer mo- consecución del fin último, y la consecu-
tor al obrar, como que ella mueve á las ción del fin no consiste en el acto mismo
demás fuerzas, según más adelante ( C . 9, de la voluntad : la cual es atraída hacia
a. 1 y 3) diremos, claro es que l a beati- su fin, ora ausente, en tanto que lo sea;
tud pertenece á la voluntad. ora ya presente, cuando se goza reposando
4.° D a d o que la beatitud sea una ope- en su posesión. Ahora b i e n : evidente-

(1) Ho todos los teólogos están de acuerdo con Santo To- estíibar esclusivamente en el amor fruitivo: y 3 . ' la de otíos
más y su escuela en la asignación do la potencia, á que per- muchos, que la colocan en lo que llaman gozo beatifico, apo-
tenece la beatitud formal, siendo los que más disienten los yándose al efecto en las palabras de la Sagrada Escritura
Sscotistas y los de la de Süarez. (Nalth. c. 28) : entra én el goto de tu Señor; y én la definición
(2) Tres son las principales opiniones, que median sobre este dada por San Agustín ( Gonf. 1. 10, c. 23 ) : La vida beatifica es
particular, como se indica en la anterior nota: 1." la de los el gozo de la verdad, como se dice en el art. l.° de la C. 4. *•—
a

tomistas, que dicen consistir la bienaventuranza formal en ' M . CI G .

la intuitiva visión de Dios : 2." la de los escotistos, que la hacen


28 CUESTIÓN I I I . — ARTÍCULOS IV Y V.

mente el deseo mismo del fin no es su su primer objeto, prueba que no perte-
consecución, sino un movimiento en di- nece á la misma como acto suyo.
rección al fin ; mas la delectación sobre- A l 3.° que el entendimiento se hace
viene á la voluntad de la presencia del fin, cargo del fin antes que la voluntad, si
y no al contrario que algo se hace pre- bien el primer movimiento hacia él se
s e n t e , porque la voluntad se deleite en inicia en esta; por cuya razón á ella es
ello : necesariamente pues debe mediar debido lo que en último resultado subsi-
alguna otra cosa, distinta del acto de la gue á la consecución del fin, cual es la
voluntad, y por cuya intervención el fin delectación ó. fruición.
mismo se hace presente á la voluntad; y A l 4.° que la dilección ó amor se aven-
esto es bien notorio en orden á los fines taja en escelencia al conocimiento en
sensibles. Si (por ejemplo) el logro del cuanto á la moción, mas el conocimiento
dinero dependiese esclusivamente de un precede á ese afecto en la consecución.
acto de la voluntad, desde el primer mo- « N o se ama, sino lo que se conoce », dice
mento, en que el codicioso desea el dine- San Agustín ( D e Trin. 1. 1 0 , c. 1 y 2 ) .
r o , lo obtendría y a ; pero al principio A s í que el fin inteligible lo tocamos ante
está alejado de él, y solo lo consigue t o - todo por la acción del entendimiento,
mándolo con la mano ó de otro modo como el fin sensible por la del sentido.
análogo, y entonces es cuando se goza A l 5.° que el que tiene todo cuanto
en su posesión y a efectiva. L o propio quiere, es dichoso por eso mismo de t e -
tiene lugar respecto de un fin inteligible: ner lo que quiere, y esto ciertamente no
comenzamos por intentar conseguirlo; más es debido á un acto de su voluntad. E m -
no lo logramos, hasta tanto que llega á pero el no querer nada mal es un requi-
sernos presente mediante un acto del en- sito para la beatitud, como una disposi-
tendimiento, y solo una vez alcanzado ción indispensable para ella ( 2 ) : y la
la voluntad se goza tranquila en su po- buena voluntad se enumera entre los bie-
sesión. Se ve por todo esto que la beati- nes , como que es cierta tendencia á ellos,
tud consiste en un acto intelectual. Aho- al modo que el movimiento se refiere al
ra, pertenece sí á la voluntad la delec- género de su término, como la alteración
tación aneja subsiguientemente á la bea- á la cualidad.
titud y a poseída, conforme á lo que dice
San Agustín (Confess. 1. 1 0 , c. 2 3 ) que
« l a beatitud es un goce de la verdad », A R T Í C U L O V . — La beatitud e s opera-
por cuanto ese mismo gozo es la consu- ción del entendimiento e s p e c u l a t i v o , ó del
mación de la beatitud. práctico ? (3)

A l argumento 1.° diremos que la paz 1.° Parece que la beatitud consiste en
pertenece al último fin del hombre, no operación del entendimiento práctico. E l
porque esencialmente ella misma sea la fin último de cualquiera criatura consiste
beatitud, sino en cuanto antecedente y en su asimilación á Dios : el hombre más
consiguientemente está en intima cone- se asemeja á D i o s por el entendimiento
xión con ella : antecedentemente, porque práctico, causa de las nociones adquiri-
y a se han removido cuantos obstáculos das, que por el especulativo, cuyo cono-
la perturbaran, dificultando la consecu- cimiento lo recibe de las cosas (conoci-
ción del último fin; y consiguientemente, bles) : por consiguiente la beatitud del
porque el hombre, una vez obtenido aquel, hombre más bien se debe á operación del
queda y prosigue pacífico en la (efecti- entendimiento práctico que del especu-
va) satisfacción de su deseo. lativo.
A l 2.° que el primer objeto de la vo- 2.° L a beatitud es el bien perfecto del
luntad no es su propio acto ( 1 ) , como hombre; y el entendimiento práctico se
ni el primer objeto de la vista es la visión ordena al bien más (directamente) que
sino lo visible: y así precisamente el que el especulativo, cuyo objeto (inmediato)
la beatitud pertenezca á la voluntad como es lo verdadero. A u n por eso nos deci-

(1) Sino que lo es lo apetecible. Wicolai.


(2) En tanto que no se poséee; pues una vez ya poseida es (3) La opinión del Santo, consignada esplícitamento en la
Una perfección de la misma, necesariamente aneja á ella. Conclusión, es la más verosímil y común.
CUESTIÓN I I I . — ARTÍCULO V. 29

mos buenos á causa de la perfección del último fin no puede consistir en la vida
entendimiento práctico, y no por la del activa, que pertenece al entendimiento
especulativo, según la cual se nos califica práctico. 3 . E n la vida contemplativa el
a

de sabios ó ilustrados: lo cual demuestra hombre se pone en comunicación con los


asimismo que la beatitud no tanto se ci- seres superiores, Dios y los ángeles, á
fra en la operación del entendimiento es- los cuales se hace semejante por la bea-
peculativo como en la del práctico. titud ; al paso que en la vida activa, y
3.° L a beatitud es un bien del hombre en cuanto á ella se refiere, los otros ani-
m i s m o : y el entendimiento especulativo males comunican en algún modo con el
se ocupa preferentemente acerca de lo hombre, aunque imperfectamente: lo cual
que está fuera del hombre; mientras que prueba asimismo nuestro aserto. A s i pues
el práctico aprende lo que es del mismo la última y perfecta beatitud, que espe-
hombre, cuales son sus actos y pasiones: ramos disfrutar en la vida futura, con-
esto prueba también la preferencia á fa- siste toda principalmente en la contem-
vor del entendimiento práctico respecto plación : y la beatitud imperfecta, tal
del especulativo en orden á la beatitud. como es aquí asequible, primero y prin-
Por el contrario, San Agustín ( D e cipalmente (2) consiste en la contempla-
Trin. 1. 1 , c. 10 y c. 8 ) dice que « l a con- ción; pero secundariamente en la opera-
» templacion se nos promete por fin de ción del entendimiento práctico, que or-
» nuestras acciones y como enterna per- dena las acciones y pasiones humanas
» feecion de nuestros goces ». ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 7 y 8).
Conclusión. La beatitud consiste más A l argumento 1.° diremos que la su-
bien en operación del entendimiento es- sodicha semejanza del entendimiento prác-
peculativo que del práctico. tico con Dios tiene lugar en virtud de
Responderemos que la beatitud con- cierta proporcionalidad, por cuanto se
siste más bien en operación del entendi- há en relación á su objeto conocido de un
miento especulativo, que del práctico: modo análogo al de Dios con respecto al '
lo cual se evidencia por medio de tres suyo : mas la asimilación á D i o s del e s -
consideraciones. 1 . P o r q u e , siendo la
a
peculativo se verifica por la unión ó in-
beatitud del hombre una operación (1), formación, que es una asimilación mucho
debe ser la más escelente entre todas las más íntima. Y no obstante puede decirse
suyas ; y la mejor es indudablemente la que en cuanto al principal objeto del co-
de la más noble potencia respecto del nocimiento (por parte de Dios), que es
más escelente objeto. L a potencia más su propia esencia, no tiene Dios conoci-
noble es el entendimiento, cuyo más miento práctico y sí solo especulativo.
eminente objeto es el bien divino, que por A l 2.° que el entendimiento práctico
cierto no lo es del entendimiento prác- tiene un bien, que está fuera de él mismo;
tico y sí del especulativo : así que en esa y el especulativo tiene el bien en sí mis-
operación, es decir, en la contemplación de mo , cual es la contemplación de la ver-
lo divino consiste principalmente la bea- dad: y , si ese bien es perfecto, por él se
titud. Y , siendo innegable que cada cual perfecciona el hombre todo íntegro y se
parece ser aquello, que en él descuella hace bueno ; lo cual no puede aplicarse al
como lo mejor, según se dice (Ethic. 1. 9, entendimiento práctico, por más que con-
c. 4 y 8; y 1. 1 0 , c. 7 ) ; esa operación con- duce al mismo fin.
templativa es por consecuencia la más pro- A l 3.° que ese argumento sería del ca-
pia del hombre y la más (grata y) deleita- so, si el hombre mismo fuese su último
ble. 2 . L a contemplación se anhela prin-
a

fin ; porque solo en tal supuesto la consi-


cipalmente por razón de ella misma; mien- deración y ordenación de sus actos y pa-
tras que el acto del entendimiento prác- siones constituiría su beatitud : siendo
tico no se procura por él mismo, sino por empero el último fin del hombre otro
la acción; y las acciones mismas se or- bien estrínseco al hombre mismo, como
denan á algún fin : es pues notorio que el lo es D i o s , al cual nos allegamos por la
operación del entendimiento especulati-
vo ; sigúese evidentemente que la beati-
(1) Según deja ya demostrado (a. 2). tud del hombre consiste en operación del
[2) En algunos códices faltan las palabras ct pnncipuUter,
30 CUESTIÓN III.—ARTÍCULOS V Y VI.

entendimiento especulativo, más bien que beatitud perfecta y otra imperfecta ; y


en la del práctico. no se olvide que la primera implica la
verdadera noción de la b e a t i t u d , mien-
ARTÍCULO V I . — i * beatitud consiste tras que la segunda solo es una partici-
en la contemplación de las ciencias especu- pación de analogía con ella ; al modo
lativas ? (1) que es perfecta la prudencia del hombre,
que conoce la razón de las cosas facti-
1.° Parece que la beatitud del hom- bles , é imperfecta la de ciertos brutos
bre consiste en la consideración de las irracionales dotados de particulares ins-
ciencias especulativas ; pues Aristóteles tintos para determinadas operaciones pa-
dice ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 7) que « l a felici- recidas á actos de prudencia. Ahora
» dad es una operación conforme á la pues : la beatitud perfecta no puede
» virtud perfecta» : y, distinguiendo las consistir esencialmente en la considera-
virtudes especulativas, las reduce á estas ción de las ciencias especulativas. De
solas tres : c i e n c i a , sabiduría é inteli- esta verdad nos convenceremos, refle-
gencia ; las cuales todas pertenecen á la xionando que la consideración de una
consideración de las ciencias especulati- ciencia especulativa no se estiende á
vas : por consiguiente la última beati- más que al valor de los principios de
tud del hombre consiste en la considera- la misma, en los que virtualmente va
ción de las ciencias especulativas. concentrada toda ella. Estos primeros
2.° Aquello parece constituir la últi- principios de las ciencias especulativas
ma beatitud del hombre, que natural- son percibidos por medio de los sen-
mente es por todos deseado por sí mismo: tidos, como hace entender Aristóteles
tal es la consideración de las ciencias (Metaph. 1. 1; y 1. 2. Poster, t. últ.).
especulativas, pues se dice (Metaph. A s í que todo el estudio de las ciencias
1. 1, c. 2) : « todos los hombres por na- especulativas nunca escederá en resul-
»turaleza desean saber »; y añade luego tados al conocimiento de cosas sensi-
que « l a s ciencias especulativas se desean bles : y claro es que en este no puede
» adquirir por razón de ellas mismas » : consistir la perfecta beatitud del hombre,
en su consideración pues se cifra la que es su perfección s u m a ; pues nada
beatitud. recibe perfección de otra cosa inferior,
como no sea porque en eso inferior h a y a
3.° L a beatitud es la última perfec-
alguna participación de objeto superior.
ción del hombre. U n a cosa cualquiera
Notorio e s , por otra parte, que la forma
recibe su perfección de su tránsito de la
de una piedra ó de cualquiera objeto
potencia al acto ; y el entendimiento
sensible es inferior al hombre ; y como
humano pasa de la potencia al acto por
tal no perfecciona la inteligencia por su
la consideración de las ciencias especu-
propio carácter de forma, sino en cuanto
lativas : parece por lo tanto que en esta
en ella existe alguna participación de
consideración está la suprema beatitud
cosa semejante á a l g o , que es superior
del hombre.
al humano entendimiento, cual es la luz
Por el contrario, léese (Hier. 9, 23) : inteligible ó cosa de igual índole. Y ,
No se gloríe el sabio en su sabiduría, puesto que todo lo que es por otra cosa,
hablando precisamente del saber en las se reduce á lo que es por sí mismo ; pre-
ciencias especulativas : según lo cual no ciso (2) es que la última perfección del
consiste la beatitud en la contemplación hombre se funde en el conocimiento de
de las sobredichas ciencias. algo superior al entendimiento humano.
Conclusión. La beatitud perfecta no Demostrado y a ( I . P . C, 88 , a. 2) que
puede consistir esencialmente en la con- por lo sensible no puede llegarse al cono-
sideración de las ciencias especulativas. cimiento (3) de las sustancias separadas,
Responderemos q u e , como queda es- que están por encima del humano entendi-
puesto ( C . 3 , a. 2 , al 4 . ° ) , hay una
(I) V. la nota 2, pág. 916 del T. l.°, en que se hacen sagradas ó profanas y de cualquier género ó carácter.
constar los errores del emperador Licinio, Quintín y Wiclcff, (2) Oportct comunmente; algunos yalct, « evidente ».
á los que añadiremos aquí los de Juliano el apóstata, Lulero (3) Perfecto ó quiditativo, según su propia esencia (C. 88,
y los biblistas, que en unos ú otros términos reprueban necia a. 2 de la 1." Parte).
é impíamente toda enseñanza y estudio de las ciencias, sean
CUESTIÓN III.—ARTÍCULOS VI Y VII. 31

miento; lo queda asimismo que la beati- 1. 4) ; sigúese que la perfección de la in-


tud perfecta del hombre no es posible se teligencia humana está en la contempla-
cifre en la contemplación de las ciencias ción de los ángeles.
especulativas. E s t o no obsta para que al 3.° Cada naturaleza llega á ser per-
modo que en las formas sensibles se reco- fecta, cuando se junta con otra superior,
noce cierta participación por analogía como la última perfección del cuerpo
con los seres superiores, así la conside- está en su unión con la naturaleza supe-
ración de las ciencias especulativas lleve rior : los ángeles son en el orden natural
consigo cierta participación de la verda- superiores al humano entendimiento ;
dera y perfecta bienaventuranza. luego la última perfección de este con-
A l argumento 1.° diremos, que Aris- siste en que se una por la contemplación
tóteles (Ethic. 1. 10, c. 1) habla de la á los mismos ángeles.
felicidad imperfecta en cuanto asequible Por el contrario, dice Jeremías (9,24):
en esta vida, según lo repetidamente e s - En esto se gloríe el que se gloría, en s a -
puesto (a. 2 , al 4.°). berme y conocerme ; así pues la última
Al 2.° que naturalmente se desea, no gloria y felicidad del hombre no consiste
tan solo la beatitud completa, sino aun en otra cosa que en el conocimiento de
cualquiera participación ó semejanza de Dios.
ella. Conclusión. [ 1 ] Solo Dios es la ver-
A l 3.° que por la consideración de las dad por esencia, y su contemplación es
ciencias especulativas nuestro entendi- lo único que constituye la perfecta bien-
miento se reduce á acto solo en algún aventuranza; [ 2 ] nada se opone sin em-
m o d o ; mas no á acto último y completo. bargo á admitir cierta imperfecta bea-
titud en la contemplación de los ángeles,
ARTÍCULO V I I . — La b e a t i t u d c o n s i s t e
y desde luego mayor que en la de las
acaso e n e l conocimiento de l u s s u s t a n c i a s ciencias especulativas (3).
s e p a r a d a s , ó s e a , de l o s á n g e l e s ? (1) Responderemos que, como se ha di-
cho (a. 6 ) , la beatitud perfecta del hom-
1.° Parece que la beatitud del hombre bre no consiste en lo que solo es perfec-
consiste en el conocimiento de las sus- ción del entendimiento por mera partici-
tancias separadas (2), esto e s , de los án- pación de a l g o , y sí en lo que lo es por
geles : porque dice San Gregorio ( H o m i - su propia esencia. E s evidente que un
lía 26) : « N a d a aprovecha concurrir á ser en tanto es perfección de alguna por-
» las fiestas de los hombres, si no es dado tencia, en cuanto al mismo pertenece la
» asistir á las fiestas de los ángeles » : en . razón del objeto propio de la tal poten-
lo cual designa la beatitud final; y á las cia : y el objeto propio de la inteligencia
fiestas de los ángeles podemos asistir m e - es lo verdadero. Todo cuanto tiene en sí
diante la contemplación de ellos : por verdad participada no encierra en su
consiguiente en esta parece consistir la contemplación la virtud de hacer per-
última beatitud del hombre. fecto por completo al entendimiento.
2.° L a última perfección de cada ser Siendo pues una misma la disposición
está en su unión con su principio : así se de las cosas en su ser, como en la verdad,
dice que el círculo ,es figura perfecta, según se dice (Met. 1. 2, tít. 4 ) , todos
porque su fin se identifica con su princi- los entes por participación son verdaderos
pio. Siendo pues el principio del cono- por participación. L o s ángeles tienen un
cimiento humano los mismos ángeles, ser participado, puesto que es propio de
por quienes los hombres son iluminados, solo Dios el que su ser sea su misma
según dice S. Dionis. ( D e ccclestihierarch. esencia, como se ha demostrado en la

(1) Algazol cifraba nuestra suprema felicidad en el conoci- de Dios procedente de las cosas sensibles, que sirven de ob-
miento del úllimo do los ángeles, de quien decia provenir jeto á las ciencias especulativas. Nótese ademas que en to-
toda nuestra perfección. das estas cuestiones, como ya en otra parle hemos indicado,
(2) O inmateriales, no abstractas como los conceptos mate- se trata de la bienaventuraza sobrenalural, ó sea , del conoci-
máticos ó las formas insubsistentes y meramente ideales. miento intuitivo de Dios, que funda á esta; mas no del cono-
fíí) Adviértase en este lugar que en la cspresion de sustan- miento abstractivo, que sirve de base a l o que suelen llamar
cias seiiaradas so comprende también el conocimiento, que se bienaventuranza natural, y que puede adquirirse por media-
tiene de Dios por medio de las sustancias mismas; de igual ción de las criaturas, según aquello del Apóstol: Invisibilia
modo que en el precedente artículo se incluía el conocimiento Dci, etc. —¡VI. C. G.
32 CUESTIÓN I I I . — ARTÍCULOS VII Y V I I I .

primera parte ( C . 3 , a. 4 ; y C. 6 1 , a. 1) : no está en la visión de la misma divina


de donde resulta evidenciado que solo esencia : porque dice San Dion. ( C . I ,
Dios es la verdad por esencia, y su con- niysticEe Theologiaí) que « por aquello,
templación constituye al hombre perfecta- » que es lo supremo de la inteligencia, el
mente bienaventurado. No hay sin em- » hombre se une á D i o s , como á cosa
bargo inconveniente en admitir alguna » absolutamente desconocida» : lo que
beatitud imperfecta en la contemplación se ve en su esencia no es del todo desco-
de los ángeles, y desde luego más ele- nocido ; y por lo mismo la última perfec-
vada que en la consideración de las cien- ción del entendimiento, la beatitud no
cias especulativas. consiste en ver á D i o s por su esencia.
A l argumento 1.° diremos, que á las 2° L a perfección de l a naturaleza es
fiestas de los ángeles asistiremos, con- elevada en proporción á l a elevación de
templando no solo á los ángeles sino á la la naturaleza misma : y , siendo perfec-
vez con ellos á D i o s . ción esclusivamente propia de l a divina
A l 2.° que para los que opinan que las inteligencia la de ver su misma esencia;
almas humanas son ó han sido creadas la última perfección del entendimiento
por los ángeles ( 1 ) basta que la beati- humano no puede ascender á t a n t o , y
tud del hombre consista en la contempla- debe permanecer en más baja escala.
ción de los á n g e l e s , como en la unión Por el contrario, dice San J u a n ( i E p .
con su principio ; mas y a hemos demos- c. 3 , v. 2) ; Cuando él apareciere, sere-
trado ( P . I , C. 9 0 , a. 3 ) lo erróneo de mos semejantes á él, por cuanto le vere-
esa opinión. Insistimos por lo tanto en mos así como él es.
que la última perfección del entendi- Conclusión. La última y perfecta
miento humano se verifica mediante su beatitud no puede consistir en otra cosa
unión con Dios , que es el principio tan- que en la visión de la divina esencia.
to de la creación del alma como de su R e s p o n d e r e m o s , que la última y per-
iluminación. E l ángel ilumina como mi- fecta beatitud no puede estar sino en la
nistro, según se dijo ( I . P . , C. 1 1 1 ) : y visión de la esencia divina. Para demos-
así por ese su ministerio ayuda al hom- trarlo, consideraremos dos cosas : 1. que a

bre á llegar á la beatitud, mas no por el hombre no es perfectamente f e l i z , en


eso es él el objeto de la humana beatitud. tanto que le queda algo q u e desear y
A l 3.°, que el ascenso de la naturaleza anhelar; 2 . que la perfección de cada
a

inferior hasta la superior tiene lugar de potencia se aprecia por la razón de su


dos modos : 1.° según el grado de la po- objeto.
tencia participante, y en este sentido la E l objeto del entendimiento es lo q u e
última perfección del hombre estará en cada cosa es (quod quid est), á saber, su
que llegará á contemplar como contem- esencia,como se espone ( D e a n . 1.3,t. 26);
plan los á n g e l e s ; 2.° como el objeto es por lo que la medida del alcance de la per-
alcanzado por la potencia, en cuyo con- fección intelectual es el grado de su cono-
cepto la última perfección de cualquier cimiento de l a esencia de algo. Si pues al-
potencia consiste en que se allegue á gún entendimiento conoce la esencia de
aquello, en que se halla plenamente la algún efecto, por la cual pueda conocerse
razón de su objeto. la esencia de la causa, de tal modo que se
sepa de la causa, qué es esta (quid est);
ARTÍCULO V I I I . — t u beatitud d c i
no se dice que el entendimiento percibe la
hombre e s t á e n l a visión de l a divina e s e n -
causa simplemente, aun cuando por el
cia? (2)
efecto puede conocer acerca de la causa,
que la hay (an sit). D e aquí es que el
1.° Parece que la beatitud del hombre hombre persiste naturalmente en su deseo

(1) Tales fueron Avicena y Algazel con oíros antiguos » aventurados en el cielo no ven la esencia de Dios, sino solo
filósofos, mencionados en las notas 4, pág. 737, y 1, pág. 739 » cierta claridad ó esplendor de la misma, constitutivo de la
del tomo 1.°, con Platón, quien suponia creadas las sustancias » felicidad suprema ; así como Almaric que « no ven á Dios en
corruptibles por los ángeles, llamados por él dioses menores ; » sí misino, y sí únicamente en sus criaturas». Las Escritu-
doctrina harto aíin por cierto á la más errónea aún de aque- ras Santas abundan en pasajes terminantemente opuestos á
llos, que la ampliaban á las almas humanas. tales aserciones, y que confirman la católica verdad aquí sen-
(2) Los armenios con Pedro Abaylaid decian que « los bicn- tada (i Cor. 13,12; Apoc. 22, 4 ; Matth. 18, 10 ; ..).
CUESTIÓN III. — ARTÍCULO VIII. 33

de saber, cuál ó qué es la causa, cuando ció» mediante su reunión con D i o s , como
por el efecto sabe únicamente que este tie- con el único objeto, en que consiste la
ne una causa : deseo acompañado de admi- beatitud del hombre, según dejamos de-
ración, que escita á la investigación, como mostrado (a. 1 y 7) (1).
se dice (Met. c. 2 ) , cual sucede al obser- A l argumento 1.° diremos que San
var uno el eclipse de sol, que piensa en Dionisio habla del conocimiento de los
que alguna causa lo produce, y no sa- viadores en dirección á la beatitud.
biendo cuál sea, la admira , y admirando A l 2.° que, como queda dicho (a. 1),
inquiere, sin aquietarse en esta indaga- el fin se toma en dos distintas acepcio-
ción , basta que llega á conocer la esen- nes : 1. como la cosa misma deseada, y
a

cia de la causa. A s í , si conociendo el en este sentido es uno mismo el fin de la


humano entendimiento la esencia de algún naturaleza superior y de la inferior; y
efecto creado, no conoce otra cosa acerca aun el de todas las cosas, según lo dicho
de D i o s sino que existe; todavía su per- ( C . 1, a. 8 ) ; 2. como la consecución
a

fección no alcanza simplemente la causa de lo que se desea, y en tal concepto es


primera, quedándole el natural deseo de diverso el fin de la naturaleza superior
averiguar quién es esa c a u s a , no siendo respecto del de la inferior, según su res-
por lo mismo perfectamente feliz. Sigúese pectiva disposición en orden al objeto.
de aquí que para la perfecta beatitud se A s í la beatitud de D i o s , comprendiendo
requiere que el entendimiento conozca su propia esencia con su entendimiento,
la esencia misma de la primera causa. es más eminente que la del hombre ó el
Por eso decimos que obtendrá su perfec- ángel, que la ven y no la comprenden.
íl) ¿ Cómo puede ser que el entendimiento humano, no co- de alcanzar la visión intuitiva de Dios. Sin embargo puede
nociendo de la primera causa sino la existencia (an sit), tenga añadirse que el Doctor Angélico considera á las criaturas ra-
natural deseo de conocer su esencia (quid sil)'! Porque la ver- cionales , no precisamente en sí mismas, sino también en
dad es-que tal deseo escede los límites de la naturaleza de cuanto son ordenadas á Dios : y en tal caso, aunque no sea
todo entendimiento creado. Esta dificultad tiene fácil solu- natural, ut sic, en el hombre semejante deseo; lo será induda-
ción, si se atiende á que en este lugar por natural se significa blemente, si se atiende á su ordenación providencial á la ce-
el sujeto de la naturaleza ; en cuyo sentido puede decirse lestial patria. Últimamente no deja de ser cierto en sentido
que todos los hombres naturalmente apetecen ver á Dios. absoluto que los hombres naturalmente, después de saber
Mas, si por natural se quisiese dar á entender la misma natu- que una josa existe (an sit), desean conocer su esencia (quid
raleza, considerada no solo en cuanto al sujeto, sino tam- sil): asi sucede que, después de haber visto un efecto, natural-
bién al modo; entonces no hay cuestión, y las objeciones mente se quiere conocer cuál sea su causa. —M. C. G.
proceden ; pues supera á la virtud déla naturaleza el modo

SUMA T E O L Ó G I C A . . — T O M O 11.
CUESTIÓN IV,

De los requisitos para la beatitud O ) .

Tratemos a h o r a de las cosas que se exigen p a r a la b e a t i t u d , esponiéndolas en ocho a r t í c u l o s : 1.° Se


requiere para la beatitud la delectación ? — 2.° Cuál de estas dos cosas es d e m á s importancia en la
b e a t i t u d , la delectación ó la visión? —3.° Es necesaria la comprensión? — 4.° Se requiere la rectitud de
la voluntad ? — 5.° Para la beatitud del hombre se requiere el cuerpo?—6.° Se exige la perfección del
cuerpo? — "7.° Son necesarios algunos bienes esteriores?—8.° Lo es la compañía de los amigos?

A R T Í C U L O I . — S e r e q u i e r e l a delecta- Conclusión. No puede haber beatitud


ción para l a b e a t i t u d ? (2) sin su adjunto goce.
R e s p o n d e r e m o s , que una cosa se re-
1.° Parece que para la beatitud no se quiere para algo de cuatro modos : 1.°
requiere la delectación : porque dice San como preámbulo ó preparación para ello,
A g u s t í n ( D e Trin. 1. 1 , c. 8) que « l a vi- al modo que para la ciencia se requiere
» sion es toda la recompensa de la fe 3>; la enseñanza; 2.° como perfeccionamien-
y lo que es premio ó merced de la virtud t o , cual se exige el alma para la vida;
es la beatitud, como consta ( E t h i c . 1. 1, 3.° como auxiliar estrínseco, como los
c. 8 ) : por consiguiente para la beatitud amigos para hacer algo ( 3 ) ; 4.° como
nada más se requiere que la visión. concomitante, cual si decimos que el ca-
2.° L a beatitud es por sí misma un lor es indispensable para el fuego. D e
bien suficientísimo, como dice Aristóte- este último modo se requiere para la bea-
les (Ethic. 1. 1 , c. 9). L o que necesita de titud la delectación : porque esta es cau-
alguna otra cosa no es del todo suficien- sada por el aquietamiento del apetito en
te : y, consistiendo la esencia de la beati- el bien obtenido ; y, como la beatitud no
tud en la visión de D i o s según lo demos- es otra cosa que la posesión del bien sumo,
trado ( C . 3 , a. 8 ) ; parece no ser necesa- no puede menos de llevar adjunta la de-
ria la delectación para la beatitud. lectación.
3.° L a operación de la felicidad ó bea- A l argumento 1.° diremos, que en el
titud no debe ser turbada según A r i s t ó - hecho mismo de recibir alguno retribu-
teles ( E t h i c . l . 1 , c. 6 ) ; y la delectación ción, la voluntad del agraciado se tran-
impide la acción del entendimiento, pues quiliza, lo cual es deleitarse : así es que
altera la apreciación de la prudencia en el concepto mismo de merced recibida
( E t h i c . 1. 6 , c. 5 ) : luego la delectación va inclusa la fruición.
no es requisito para la beatitud. A l 2.° que la visión misma de Dios es
P o r e l contrario, dice S a n A g u s t í n causa de deleite : por lo que quien ve á
(Confess. 1. 1 0 , c. 2 3 ) que « l a beatitud D i o s , no há menester otro goce.
» es el gozo en la verdad ». A l 3.° que la delectación concomitante

(1) Trátase aquí de la beatitud formal, considerada como el (2) Necesariamente debe reconocerse la delectación conco-
completo y perfecto bien del hombre, examinando los requi- mitante á la beatitud en la fruición adjunta á la visión de la
sitos antecedente ó consecuentemente indispensables para su divina esencia.
absoluta plenitud, aun cuando no la sean esenciales, y que so Í3) No sin razón rectifica aquí la edición áurea á la antigua
reducen á bienes del alma, del cuerpo y estrínsecos á una y romana (aunque sin nombrarla), que ponia equivocadamente
otro, según se observa en la enumeración de los artícnlos 1." anima reqitiribcr por amici requiruntur.
al 4.°, 5.» y 0.», y 7." y 8." respectivamente.
CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS I Y II. 35

á la operación del entendimiento no la lectacion: la visión es pues más principal


impide, sino que más bien la conforta que la delectación.
( E t h . 1. 10, c. 4 , t. 5 ) ; puesto que prac- Conclusión. Es preciso que la opera-
ticamos con más atención y perseverancia ción intelectual, que es la visión, sea en
lo que hacemos con gusto : mas la delec- la beatitud de mejor condición que el goce.
tación estraña impide la operación á v e - Responderemos, que esta cuestión, pro-
ces sin duda por la distracción de la in- puesta por Aristóteles (Ethic. 1. 10, c. 6,
tención ( 1 ) , por cuanto según lo dicho, 7 y 8 ) , la deja él sin solución. P e r o , á
atendemos con preferencia á lo que nos poco que sobre ella se reflexione con aten-
deleita; y , mientras lo uno nos ocupa in- ción, forzosamente habrá de tenerse por
tensamente ( 2 ) , necesariamente la inten- cierto que la operación del entendimiento,
ción se retrae de lo o t r o : pero á veces que es la visión, es de más peso que la
aun mediando contrariedad, así como la delectación; porque la delectación con-
delectación de un sentido opuesta á la siste en cierta tranquilidad de la volun-
razón impide la estimación de la pruden- tad, y el aquietarse en algo la voluntad
cia ( 3 ) más bien que la del entendimiento proviene no de otra causa que de la bon-
especulativo. dad de aquello, en que reposa: por consi-
guiente, si la voluntad halla reposo en
ARTÍCULO I I . — La visión e s m á s prin-
alguna operación, ese reposo procede de
cipal que l a delectación e n l a beatitud? (4) la bondad de la tal operación. L a volun-
tad no busca el bien por la quietud á él
1.° Parece que la delectación tiene más aneja: si así fuese, el acto mismo de la
intervención en la beatitud que la visión: voluntad sería su fin, contra lo espuesto
porque la delectación, según se dice anteriormente ( C . I , a. 1 , al 2 . ° ) ; sino
(Ethic. 1. 1 0 , c. 4 ) , es la perfección de que aspira á tranquilizarse en la opera-
la obra ; y la perfección es de mejor con- ción, porque la operación es su bien. R e -
dición que lo perfectible : así pues la d e - sulta así evidente que el bien preferente
lectación lleva la preferencia sobre la ope- es la operación misma ( 5 ) , en que la v o -
ración intelectual, que es la visión. luntad reposa, antes que la calma (consi-
2.° A q u e l l o , por lo cual algo es ape- guiente) de la voluntad en eso mismo.
tecible, es mejor : las operaciones se ape- A l argumento 1.° diremos q u e , según
tecen por el deleite á ellas adjunto; por dice Aristóteles en el propio lugar de la
eso la naturaleza lo asoció á las operacio- cita (Ethic. 1. 1 0 , c. 4 ) , « l a delectación
nes necesarias para la conservación del » perfecciona la operación, como la b e -
individuo y de la especie, á fin de que no » l l e z a á la juventud » , á la que va aso-
sean desatendidas por los animales : esto ciada : así la deleetacion es cierta perfec-
prueba la preferencia de la delectación ción, que acompaña á la visión, no como
respecto de la visión, operación esta in- la que constituye á la visión perfecta en
telectual, en la beatitud. su especie.
3.° L a visión es correlativa á la f e , y A l 2.° que la percepción sensitiva no
el deleite ó fruición lo es á la caridad. toca á la razón común de bien, sí solo á
L a caridad es mayor que la f e , al decir algún bien particular, que es deleitable;
del Apóstol (i Cor. 1 3 , 1 3 ) : es pues más y por lo tanto según el apetito sensitivo,
importante la delectación ó fruición que que tienen los animales, las operaciones
la visión. se apetecen por la delectación : mas el
Por el contrario: la causa es mejor que entendimiento concibe la razón universal
el efecto ; y la visión es la causa de la de- del bien, á cuya consecución sigue la de-

(1J Aquí se toma como sinónima (le atención, como es harto pero en cambio le distraen notablemente de la conversación ó
obvio. . de otra cualquiera ocupación, á que actualmente se aplica.
(2) Se entenderá fácilmente esa diversa influencia de la de- (3) Las palabras subrayadas se echan de monos en algunas
lectación, según que nace de la operación misma ó la es es- ediciones; pero constan en las más numerosas y caracteriza-
traña, por el ejemplo en que refundiremos los dos aducidos das, como asimismo cn-los códices de Alcañiz y Tarragona y
por Aristóteles (Elk. 1. 10, c. 5 grcco-lat., ó tnds bien 7 antiguo) en lodos los que mayor confianza inspiran y con más seguri-
del aficionado á construcciones ó ala música respectivamente. dad suelen consultarse.
Un hombre lilarmónico (según el lenguaje corriente) siente (1) Mírese á la noto 2 , pág. 27.
estimularse su atención á los trabajos musicales, oyendo los (5) La visión intelectiva.
gratos sonidos de un instrumento armónico ó de un concierto ;
36 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS II Y I I I .

lectacion, por lo cual se propone un bien he guardado la fe ; por lo demás me está


más principal que la delectación. D e aquí reservada la corona de la justicia : donde
que el divino entendimiento, autor de la se ve que la comprensión se requiere para
naturaleza, adjudicó os goces por las la beatitud.
operaciones ( 1 ) ; pero nada debe apre- Conclusión. En la beatitud concurren
ciarse solamente en el orden del apetito necesariamente estas tres cosas : la visión
sensitivo, sino más bien según el del ape- ó conocimiento perfecto del fin cognosci-
tito intelectivo. ble ; la comprensión, que implica la pre-
A l 3.° que la caridad no busca el bien sencia de un fin ; y el deleite ó fruición,
amado por el deleite ; sino que el deleite á la que es inherente el reposo del ser que
subsigue á la posesión del bien amado: y ama en su amado.
así la delectación no la es correlativa Responderemos q u e , consistiendo la
como fin, y sí antes la visión, mediante la beatitud en la consecución del último fin,
cual el fin se la hace ante todo presente. los requisitos para la beatitud se han de
colegir del orden mismo del hombre á su
ARTÍCULO I I I . — P a r a l a beatitud s e fin. E l hombre se ordena á su fin inteligi-
requiere l a c o m p r e n s i ó n ? (2) b l e , en parte por el entendimiento y en
parte por la voluntad. P o r el entendi-
1.° Parece que la comprensión no es miento, en cuanto en este preexiste al-
requisito para la beatitud : porque San guna noción imperfecta del fin : y por
A g u s t í n dice á Paulino acerca de ver á la voluntad ante todo por el amor, pri-
D i o s (Epist. 1 1 2 , c. 9 ) ( 3 ) : « A l c a n z a r mer movimiento de ella hacia a l g o ; y
» con la mente á D i o s es gran felicidad: después por la efectiva habitud del aman-
» p e r o comprenderlo es imposible» : no te respecto de lo amado, la cual pue-
hay pues comprensión en la beatitud. de ser de tres maneras. U n a s veces lo
2 . ° . L a beatitud es la perfección del amado está presente al que ama, y en-
hombre en su parte intelectiva, la cual tonces y a no lo busca ; otras, sobre no
consta como de únicas potencias de en- estarle presente, le es imposible alcan-
tendimiento y voluntad, según queda di- zarlo, y tampoco lo busca en este caso;
cho en la primera parte ( C . 79). Ahora otras en fin es posible su adquisición, pero
bien : el entendimiento se perfecciona por superior á la facultad del que lo haya de
la visión de D i o s , y la voluntad por la obtener, de modo que no puede lograrlo
fruición del mismo : luego no es necesaria desde l u e g o ; y esta es la predisposición
la comprensión como un tercer comple- del que espera en orden á lo que espera,
mento. y la única que decide á procurar el fin.
3.° L a beatitud consiste en una opera- A cada una de estas tres actitudes cor-
ción. L a s operaciones se determinan se- responde algo en la beatitud m i s m a : el
gún sus objetos ; y los objetos generales conocimiento perfecto del fin á la noción
son dos, la verdad y el bien : la verdad imperfecta ; la presencia del mismo fin á
corresponde á la visión, y el bien á la de- la actitud especiante ; y la fruición del
lectación ; no se requiere por consiguiente bien presente al amor, como va (a. 1) di-
como un tercer objeto la comprensión. cho. A s í para la beatitud es de necesidad
Por el contrario, dice el Apóstol ( i que concurran estas tres cosas : la visión,
Cor. 9, 2 4 ) : corred de tal manera que la conocimiento perfecto del fin inteligible;
comprendáis : y el término de la carrera la comprensión, que importa la presencia
espiritual es la beatitud; por lo cual el del fin ; y la delectación ó fruición, que
mismo dice (II Tim. 4 , 7 ) : yo he peleado implica el reposo del ser amante en el ob-
buena batalla, he acabado mi carrera, jeto amado ( 4 ) .

(1) Como on contrapeso á la dificultad ó repugnancia aneja y genérico de aprensión ó percepción do un objeto presente:
á no pocas de ellas, y en compensación del esfuerzo de abne- y así entendida concurre en la beatitud con.la visión y ta
gación ó violencia, que por lo mismo requieren ó suponen. fruición.
(2) Pío en su significación estrictamente etimológica de i n - (3) Implícitamente, que en términos espresos y literales
clusion material de lo comprendido en lo compréndeme, ó consta en su Sermón 38 Deverbis Domini, c. 3, sobre el c. 1 de
como plena y perfecta ecuación del inteligente con lo enten- San Juan : In principio eral Verbum...
dido, en cuyo doble concepto Dios es de todo punto incom- (4) Véase la C. 9o del Suplemento á la ni." Parte.
prensible á todo entendimiento creado ; sino en el sentido lato
cuestión iv. — artículos iii y iv. 37

A l argumento 1.° diremos, que la com- pues dice San Agustín ( 1. 1 retractatio-
prensión admite dos acepciones : 1. in- a
num, c. 4 ; y Soliloq. 1. 1, c. 1 ) : « N o
clusión de lo comprendido en el compren- )) apruebo lo que dije en la oración, D i o s ,
dente, según la cual todo lo que un ser » que no has querido sepan la verdad sino
finito comprende es finito, por cuya ra- » l o s puros; porque puede responderse
zón Dios no puede ser comprendido por » que muchos no puros saben muchas co-
entendimiento alguno creado ; 2. simple a
» sas verdaderas » . Según esto no se re-
posesión ó retención de alguna cosa, que quiere para la beatitud la pureza de vo-
ya de hecho y presencialmente se tiene; luntad.
al modo que quien sigue á otro se dice lo 2.° N o depende lo anterior de lo pos-
comprende, cuando ya lo tiene en su po- terior ; y la operación intelectual precede
der : en este sentido la comprensión se á la de la voluntad : así la beatitud, per-
requiere para la beatitud. (1) fecta operación del entendimiento, no de-
A l 2.° q u e , así como á la voluntad per- pende de la rectitud de la voluntad.
tenecen la esperanza y el amor, porque 3.° L o que á algo se ordena como á
el que algo ama, por eso mismo tiende á fin, no es ya necesario, una vez logrado
ello en tanto que no lo posee ; de un modo el fin ; como es innecesaria la n a v e , des-
análogo también pertenecen á la voluntad pués de haber arribado al puerto: la rec-
la comprensión y la fruición, puesto que titud de la voluntad, cifrada en una vir-
quien algo posee, no puede menos de g o - t u d , se ordena á la beatitud, como á fin;
zarse tranquilo en ello. y por lo tanto no es necesaria, dada la
A l 3.° que la comprensión no es opera- consecución de la beatitud.
ción estraña á la visión ; y sí cierto modo Por el contrario, se dice en San M a -
de haberse respecto del fin y a poseido. teo ( 5 , 8 ) : Bienaventurados los de lim- '
Así es que la visión misma, ó el objeto pió corazón, porque ellos verán á Dios;
visto, en cuanto actualmente presente, es y ( Hebr. 1 2 , 14 ) : Seguid la paz con
el objeto de la comprensión. todos y la santidad, sin la cual ninguno
verá á Dios.
ARTÍCULO I V . — Se requiere pora l a Conclusión. Para la beatitud requié-
beatitud la rectitud de l a voluntad? (2) rese la rectitud de intención tanto ante-
cedente como simultáneamente.
1.° Parece no exigir la beatitud recti- Kesponderémos, que la rectitud de la
tud de voluntad : porque la beatitud con- voluntad se requiere para la beatitud,
siste en una operación del entendimiento tanto antecedentemente como á la vez que
según lo dicho ( C. 3, a. 4 ) ; y para la se posee. Antecedentemente á ella, por-
perfecta operación intelectual no se re- que la rectitud de la voluntad se ordena
quiere la rectitud de la voluntad, me- debidamente al fin último; y el fin se
diante la cual los hombres se dicen puros, compara con lo que se ordena á é l , como

(1J Partiendo del principio dogmático de que Dios es in- licia recayese sobre lo que en estas se contenía formaliter,
comprensible á todo entendimiento creado, tanto en estaora sobre lo que en las mismas se halla incluido eminenter;
•vida como en la olra ; los antiguos Padres y los modernos teó- mientras que los escolásticos requerían al efecto en la potencia
logos fueron no obstante de parecer distinto, al tratar de es, intelectual un conocimiento tan grande, quellegue á abrazar
plicar la comprensibilidad y conciliaria con la simplicidadyyagotar Vi- todo el objeto.—M. C. G.
sion intuitiva del mismo Dios Los PP. antiguos requerían ge- (2j río solo antecedentemente, en cuanto las obras buenas
neralmente para la comprensión una igualdad objetiva é in-ejecutadas en la presente vida con recta voluntad pueden ob-
tencional entre la cosa conocida y el sujeto que la conoce; de tener en recompensa la bienaventuranza mediante la gracia,
forma que, más bien que esencial ó consistente en la plena y de lo que no se trata ahora ; sino actual ó habitual y conco-
perfecta percepción del objeto, ponían á dicha comprensiónmitante á la misma beatitud. Cerinto hacía consistiría su-
como representativa del mismo objeto, en cuanto el entendi-prema felicidad en los deleites carnales, como los epicúreos,
miento adquiría noticia completa de este, bien considerado en pretendiendo que « el reinado de Cristo después de la resúr_
su sustancia,bien en su potencia. Los teólogos modernos no » reccion será terreno, y que los hombres bienaventurados
se contentaron con la esplicacion de los PP, y dijeron que » tendrán en él y con él una vida de concupiscencias carna-
para la comprensión se requería un conocimiento tanto más» les y voluptuosas delicias ». Dositéo por su parte enseñaba
perfecto por parte del sujeto, cuanto mayor era la perfección que « se debe vivir únicamente según la carne en la ley del
del objeto : así os que sostuvieron , como cosa necesaria para » Señor », negando asi la rectitud de voluntad como requisito
la comprensión, la que llamaron igualdad esencial y cntitatira antecedentemente indispensable para la consecución de la
entro sujeto y objeto ; y esto lo prob.ban por el axioma filo- beatitud, que según él venia á ser como el paraíso de Mahoma
sófico de que, ademas del conocimiento se requiere la igualdad en y goces materiales. Los testos aducidos en el
con sus huríes
el modo de conocer. En una palabra: tal diferencia de opiniones argumento Por el contrario bastarían por sí solos á convencer
estriva en que los PP, no suponían necesaria para la eom- de heréticos tan groseros c inmundo?.errores.
prension sino una adecuada noticia de las cosas, ora dicha no-
38 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS IV Y V.

la forma á la materia. P o r eso, al modo quiere el cuerpo : porque la perfección de


que la materia no puede obtener forma, la virtud y de la gracia presupone la de
si no está convenientemente dispuesta la naturaleza; y la beatitud es la perfec-
para recibirla; así nada consigue su fin, ción de la virtud y de la gracia. E l alma
si no está preparado á él debidamente: sin el cuerpo no tiene la perfección de la
por esta razón ninguno puede llegar á la naturaleza humana, de la que natural-
beatitud, sin tener la previa rectitud de mente es (solo una) parte ; y es imperfecta
la voluntad. Concomitantemente, porque toda parte segregada de su todo: por con-
según lo dicho ( C. 3 , a. 8 ) la última siguiente no puede ser bienaventurada el
beatitud consiste en la visión de la divina alma sin el cuerpo.
esencia, que es la esencia misma de la 2.° L a beatitud es cierta operación
bondad (1): y a s i l a voluntad del que v e perfecta, según lo dicho ( C . 3 , a. 2 ) ; y
la esencia de Dios necesariamente ama, la operación perfecta es inseparable del
cuanto ama, en orden á Dios ; como la ser perfecto, puesto que nada obra, sino
voluntad del que no ve la esencia de D i o s en cuanto es ente a c t u a l : no teniendo
por necesidad ama lo que ama bajo la ra- pues el alma perfecto s e r , mientras está
zón común del bien, que conoce : y esto separada de su cuerpo, como cualquiera
es precisamente lo que constituye recta á parte separada de su todo; parece no pue-
la voluntad. Sigúese pues de aquí con de ser bienaventurada sin el cuerpo.
evidencia que la beatitud no puede estar 3.° L a beatitud es la perfección del
sin la recta voluntad (2). hombre; pero el alma sin s u cuerpo no
A l argumento 1.° diremos, que San es el hombre : luego no es admisible la
A g u s t í n habla del conocimiento de lo beatitud en el alma sin cuerpo.
verdadero, lo cual no es la esencia misma 4.° E n sentir de Aristóteles ( Ethic.
de la bondad. 1. 10, c. 6 ) la operación de la felicidad,
A l 2.° que todo acto de la voluntad en que consiste la beatitud, es no impe-
procede de algún acto de la inteligencia: dida : pero la operación del alma sepa-
mas algún acto de la voluntad precede á rada sí es impedida ; p u e s , como dice San
algún acto intelectual ; pues la voluntad Agustín (sup. Genes, ad litt. 1.12, c. 35),
tiende al acto final del entendimiento, « l a es inherente cierto apetito de regir
que es la beatitud : y así la recta incli- » al cuerpo, el cual apetito la retarda en
nación de la voluntad es un requisito pre- y> cierto m o d o , impidiéndola encaminarse
vio para la beatitud, como lo es la recta y> á aquel sumo cielo con toda s u inten-
dirección de la flecha, para que dé en el » cion » , esto e s , á la visión de la divina
blanco. esencia. Según esto el alma sin cuerpo no
A l 3.° que no todo lo que se ordena á puede ser bienaventurada.
un fin cesa con la presencia de e s t e ; sí 5.° L a beatitud es un bien suficiente,
solo aquello que se ha en-la razón de im- y (como tal) aquieta el deseo; lo cual no
perfección, cual es el movimiento : hé puede aplicarse al alma separada, que
aquí porqué no son y a necesarios los aún desea la unión del cuerpo, como
instrumentos motores, una vez logrado dice San Agustín (ibid.) : luego el alma
el fin; siempre empero es necesario el de- separada del cuerpo no es bienaven-
bido orden al fin. turada.
6.° E l hombre en la beatitud es igual
ARTÍCULO V . — n e o u i c r e s c c i cuerpo á los á n g e l e s ; y no lo es el alma sin
para l a beatitud del hombre ? (3) cuerpo, según San Agustín ( ibid.) : no
es pues así bienaventurada.
1.° Parece que para la beatitud se re- Por el contrario, se dice ( A p o c . 14,
(1) El C. Cayetano dice que aquí deben tenerse presentes den los escotistas y algunos otros pocos teólogos.
tres cosas.: 1. la razón misma ; 2. su eficacia; y 3. el defecto
a a a
(3) El concilio de Florencia [sess. ult.) declaró dogma do
de otros. V. los Coment. sobre esto. —M. C. G. fe la verdad de que las almas puras ó ya purificadas gozan
(2) Dedonde se infiere con Billuart (Deult. fine, §. 2)y los to- desde luego de la visión de Dios uno y trino, sin esperar á su
mistas todos que los bienaventurados son necesariamente im- nueva unión al cuerpo en la resurrección general: sentencia
pecables ab intrínseco en virtud déla esencia misma de su bea- común siempre entre los latinos Doctores, á escepcion do al-
titud, incompatible con todo desvío aun el mínimo de su vo- gunos muy contados, que siguieran la contraria, no tan es-
luntad del amor á Dios ; y no solo ab extrínseco por especial cepcional entre los griegos antes de la citada definición y la
Virtud divina, que los preserve de toda culpa, como preten- decisión de Inocencio XI en el sentido espuesto,
CUESTIÓN IV. — ARTÍCULO V. 39

1 3 ) : Bienaventurados los muertos, que tendimiento, para funcionar, no necesita


mueren en el Señor. del cuerpo, como no sea para recibir imá-
Conclusión. [1] El cuerpo es indispen- genes , en las cuales ve como estampada
sable por necesidad para la beatitud po- la verdad inteligible, según lo dicho ( P .
sible en esta vida. [ 2 ] El alma puede sin I , C. 8 4 , a. 7 ) . Pero es evidente que la
él ser perfecta y esencialmente bienaven- divina esencia no puede ser vista por imá-
turada. [ 3 ] El cuerpo es necesario para g e n e s , como queda demostrado ( P . I . C .
la perfección de la beatitud en cuanto al 12, a. 2 ) : l u e g o , consistiendo en la vi-
completo bienestar del hombre. sión de la divina esencia la perfecta bea-
Responderemos, que la beatitud es de titud del hombre, no depende esta del
dos maneras : una imperfecta, asequible cuerpo ; y sin él por lo tanto puede el
en esta vida ; y otra perfecta, consistente alma ser bienaventurada.
en la visión de Dios. Es evidente que N ó t e s e sin embargo que una cosa per-
para la beatitud de esta vida se requiere tenece á la perfección de algo de dos m o -
el cuerpo : porque la beatitud de acá es dos : ó para constituir la esencia de ello,
operación del entendimiento, y a especu- como el alma se requiere para la perfec-
lativo, ó y a práctico. L a operación inte- ción del hombre ; ó para contribuir á su
lectual en esta vida no puede realizarse bienestar, como la belleza del cuerpo ó
sin la imagen, que solo existe en un ór- la viveza del ingenio cooperan á la per-
gano corpóreo, como queda espuesto ( I . fección del hombre. El cuerpo no perte-
P . C. 8 4 , a. 7 ) ; y así la beatitud posible nece del primer modo, y sí del segundo, á
en esta vida depende del cuerpo en cierto la perfección de la beatitud del hombre:
modo. E n cuanto á la beatitud perfecta, porque, como la operación depende de la
que consiste en la visión de D i o s , algu- naturaleza del ser operante; cuanto el
nos (1) opinaron que no es accesible al alma sea más perfecta en su naturaleza,
alma separada de su cuerpo, asegurando tanto más perfectamente ejecutará su
que las almas de los Santos separadas de propia operación, en la que consiste la
sus cuerpos no llegan á obtenerla por com- felicidad : así San Agustín ( Super Gen.
pleto hasta el dia del juicio, en el que los 1. 12, c. 35), habiéndose preguntado,
recobrarán : lo cual es ciertamente falso, si á los espíritus de los difuntos sin sus
como se prueba por autoridad y por la cuerpos puede mostrarse aquella suma
razón. P o r la autoridad con la del A p ó s - beatitud, responde que « no pueden en
tol, que dice ( I I Cor 5 , 6 ) : mientras » tal estado ver la sustancia inconmuta-
estamos en el cuerpo, vivimos ausentes » ble, como los santos ángeles la v e n , sea
del Señor; y espone la razón de esta au- » por otra causa más oculta, ó bien por-
sencia ó peregrinación, añadiendo en se- » que h a y en ellos cierto apetito natural
guida ( v . 7 ) : porque andamos por fe y » de administrar el cuerpo » .
no por visión. Donde se ve claro que, A l argumento 1.° diremos, que la bea-
mientras camina uno por fe y no por vi- titud es la perfección del alma por parte
sión, no viendo la divina esencia, no está del entendimiento, en cuanto el alma
aún presente á Dios ; mas las almas de transciende por él á los órganos del cuer-
los Santos separadas de sus cuerpos sí po ; mas no en cuanto es forma natural
están presentes á D i o s , según lo que á del mismo. Y así subsiste aquella perfec-
continuación ( v . 8 ) añade : mas tenemos ción natural, según la cual le es debida
confianza y queremos más ausentamos la beatitud, aun cuando no se conserve
del cuerpo y estar presentes al Señor. aquella otra natural perfección, en virtud
Se ve aquí patente que las almas de los de la cual es forma del cuerpo (2).
Santos separadas de sus cuerpos andan A l 2.° que el alma no se halla respecto
por visión, viendo la esencia de Dios, en del ser humano íntegro en igualdad de
lo cual consiste la verdadera beatitud. L o relaciones que las otras partes. Porque el
propio se demuestra por razón; pues el en- ser del todo no lo es de alguna de sus

(1) Dícese haber seguido esta opinión Juan XXII antes de gar de secundiim quam est corporis forma, como se ve en todos
su promoción al Pontificado, pero que la retractó y aun con- los códices é impresos y desde luego más esplicita y clara
donó siendo ya Papa. Téngase presente la nota anterior. mente.
(2) INicolai leo simplemente secitndum corporls formam en lu-
40 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS V Y V I .

partes : por lo cual ó la parte deja de ser posée aquel bien del modo íntegro que lo
en absoluto, destruido del todo, como los quisiera poseer: y así, al reasumir el
miembros de un animal con la destruc- cuerpo, la beatitud crece, no en intensi-
ción de este ; ó , si sobreexisten, tienen dad , y sí solo por estension.
otro ser en a c t o , cual tiene un trozo de A l 6.° que lo que allí se dice, que los
línea ser distinto del de la línea entera: espíritus de los difuntos no ven á D i o s
pero el alma humana conserva después del mismo modo que los ángeles, no debe
de la destrucción del cuerpo el ser de entenderse en cuanto á la desigualdad
(e?ife) compuesto, y precisamente porque cuantitativa, puesto que aun ahora algu-
es uno mismo el ser de materia y forma: nas almas de bienaventurados se hallan
que esto es ser de ( ente) compuesto. E l elevadas á órdenes superiores de ángeles,
alma pues subsiste en su propio ser, como y ven á D i o s más claramente que los án-
queda demostrado ( P . I . C. 75, a. 2 ) : y geles inferiores ; sino de la desigualdad
así, teniendo perfecto su ser después de proporcional, por cuanto los ángeles aun
su separación del cuerpo, puede tener del ínfimo orden tienen y a toda la perfec-
operación perfecta, aunque t í o tenga per- ción de beatitud, que han de tener: y no
fecta la naturaleza. así las almas separadas de los Santos.
A l 3.° que la beatitud lo es del hom-
bre por razón de su entendimiento ; y ARTÍCULO V I . — P a r a l a beatitud s e
puede por lo tanto serle adjudicada, con requiere a l g u n a perfección del cuerpo? (1)
tal que el entendimiento subsista: á la
manera que pueden continuar siendo blan- 1.° Parece que la perfección del cuer-
cos los dientes de un etíope, aun después po no se requiere para la beatitud per-
de arrancados, y decirse que el etíope es fecta del hombre : porque la perfección
blanco en sus dientes. del cuerpo es un bien corporal; y queda
A l 4.° que una cosa es impedida por demostrado ( C . 2) que la beatitud no con-
otra en dos conceptos : 1.° por contrarie- siste en bienes corporales: así pues no se
d a d , como el frió inutiliza la acción del requiere para la beatitud del hombre dis-
calor, y semejante impedimento de ope- posición alguna perfecta del cuerpo.
ración repugna á la felicidad ; 2.° á modo 2.° L a beatitud del hombre consiste
de defecto, es decir, en cuanto la cosa en la visión de la divina esencia, según
impedida no tiene todo cuanto se requiere lo demostrado ( C. 3 , a. 8 ) ; y para esta
para su omnímoda perfección ; y tal im- operación nada presta el cuerpo, como
pedimento no escluye la felicidad., sí solo queda dicho ( a . 5 ) : por consiguiente
la consumada perfección de felicidad: por ninguna disposición del cuerpo se requiere
eso se dice que la separación del cuerpo para la beatitud.
retarda al alma de tender con todo el lleno 3.° Cuanto más abstraído del cuerpo
de su intención á la visión de la divina se halla el entendimiento, con tanta más
esencia. D e tal manera aspira el alma á perfección entiende : la beatitud consiste
gozar de D i o s , que esa fruición trans- en la operación más perfecta del entendi-
cienda por redundancia al cuerpo en lo miento ; según lo cual conviene que el
posible : y así, mientras goza de Dios sin alma esté abstraída del cuerpo por todos
su cuerpo, su apetito descansa en Dios, conceptos: y por lo mismo de ningún
no sin desear que su cuerpo venga tam- modo se requiere para la beatitud dispo-
bién á la participación de s u reposo en sición alguna corporal.
Dios. Por el contrario: el premio de la vir-
A l 5.° que el deseo del alma separada tud es la bienaventuranza, conforme á lo
se halla totalmente satisfecho por parte que se dice por San J u a n ( 1 3 , 1 7 ) : bien-
del objeto d e s e a d o , toda vez que tiene aventurados seréis, si lo hiciereis ; y á
cuanto basta á saciárselo ; mas no del los Santos se les promete en recompensa,
todo por parte del que a p e t e c e , pues no no solo la visión de D i o s y su fruición,

. (1J Ademas de Porfirio, citado y refutado en el testo, pug- cíe por la diaria procreación de hijos, y los B E G U N D O S soste-
nan con la doctrina de este artículo las herejías de los seleu- nían que los cuerpos resucitados llegarían después del trans-
cianos y origenistas, de los que los primeros no admitían otra curso de algunos sigloB á hacerse de nuevo mortales y al cabo
inmortalidad ni futura gloria que la perpetuación de la espe- de largo tiempo aniquilados.
CUESTIÓN IV. — A R T Í C U L O S VI Y V i l . 41

sino también la buena disposición del » ees se igualará á los ángeles ; y lo que
cuerpo, según aquello de Isaías (66,14): » le fue carga pesada, le servirá para g l o -
lo veréis, y se gozará vuestro corazón, y » ría ». Consecuente, por cuanto la bea-
vuestros huesos como hierba brotarán: titud del alma redundará en el cuer-
luego la buena disposición del cuerpo se p o , para que también este adquiera su
requiere para la beatitud. perfección : por lo cual el mismo S a n
Conclusión. [1] Para la beatitud del Agustín dice á Dióscoro ( E p . 66) : « H i z o
hombre, que es posible en esta vida, re- » D i o s al alma de tan vigorosa natura-
quiérese necesariamente la buena dispo- » l e z a , que de su plenísima beatitud re-
sición del cuerpo. [2] Para la beatitud » dundára á la naturaleza inferior el vi-
del hombre perfecta en todo género de » gor de la incorrupción » .
bienes requiérese la buena disposición del A l argumento 1.° diremos, que no con-
cuerpo, tanto antecedente como subsi- siste la beatitud en bien corporal, como
guiente. en objeto de la beatitud ; pero el bien
.Responderemos que, si hablamos de corporal puede contribuir en algo al de-
la beatitud del hombre, cual puede te- coro y perfección de la beatitud.
nerse en esta vida, notorio es que para A l 2.° q u e , aunque el cuerpo nada
ella se requiere indispensablemente la aporte á aquella operación intelectual,
buena disposición del cuerpo. Consiste por la que se ve la esencia de Dios ; pu-
esta beatitud según Aristóteles ( E t h . 1.1, diera no obstante ser impedimento de
c. 7 ) en la operación de la virtud per- ella, y por lo mismo es necesaria la per-
fecta : y claro es que la mala complexión fección del cuerpo, á fin de que no impida
del cuerpo puede impedir al bombre en la elevación de la mente.
toda obra de virtud. M a s , si se trata de A l 3.° que para la perfecta operación
la perfecta beatitud, algunos han supuesto del entendimiento se requiere en efecto
que no se requiere para ella disposición su abstracción de este cuerpo corruptible,
corporal alguna, y que por el contrario que agrava al a l m a : no empero la del
se requiere que el alma esté completa- cuerpo espiritual, que estará plenamente
mente separada del cuerpo : así San subordinado al espíritu, de lo cual se tra-
Agustín ( D e civ. D e i , 1. 12, c. 2 6 ) (1) tará en la tercera parte de esta obra (2).
cita estas palabras de Porfirio : « para
y> que el alma sea feliz, h a y que despo- A R T Í C U L O ' V I I . — S e requieren algunos
j a r l a de todo cuerpo». P e r o esto es in- b i e n e s estertores p a r a l a b e a t i t u d ? (8,
1

conveniente ; toda vez que, siendo natu-


ral al alma el estar unida al cuerpo, no 1.° Parece que para la beatitud se re-
puede admitirse que la perfección del quieren también esteriores bienes. L o que
alma escluya la perfección natural de la á los Santos se promete en galardón, per-
misma. A s í pues debemos afirmar que tenece á la beatitud (4) : tal sucede con
para la beatitud perfecta en todos con- ciertos bienes esteriores, como manjar y
ceptos se requiere la perfecta aptitud del bebida, riquezas y reinado; según consta
cuerpo, ya antecedente, ya también con- por San L ú e a s (22, 30) : Para que co-
secuente. Antecedente, porque, como dice máis y bebáis á mi mesa en mi reino; San
San Agustín ( Super Gen. ad litteram Mateo ( 6 , 20) : Atesorad para vosotros
1. 12, c. 35 ) , « si el cuerpo es t a l , que tesoros en el cielo ; y (Matth. 25 , 34):
» dificulte y agrave su dirección, como la Venid, benditos de mi Padre, poseed el
» carne, que se corrompe y embaraza al reino...; así pues se requieren para la bea-
» alma; la mente es apartada de aquella titud bienes esteriores.
» visión del sumo cielo » : de donde con- 2.° Según Boecio ( D e consol, lib. 3,
cluye q u e , « puesto que este cuerpo y a prosa 2 ) « l a beatitud es un estado per-
» no será animal sino espiritual, entón- » fecto en el colmo de todos los bienes »;

(1) Nicolai rectifica esta cita, sustituyéndola por 1. 15, del suplemento.
c. 16 : en uno y otro lugar se halla más órnenos espresamonte (3) Véanse en las notas 1, pág. 18, y 2, pág. 37, los errores
lo atribuido aquí á Porfirio. de los cerintianos y quiliastas, nuevamente refutados aquí.
(2) pensaba tratar y hubiera tratado de este punto, á no (4) Pues ella misma es también premio ó galardón,
habérselo impodido la muerte. Véanse las CC, 82, 88, 84 y 85
42 CUESTIÓN IV. — ARTÍCULOS VII Y VIII.

y no dejan de ser bienes del hombre los- un cuerpo, no y a animal, sino espiritual;
esteriores, aunque mínimos, como dice y por eso mismo de ningún modo se re-
San Agustín ( D e lib, arb. 1. 2 , c. 1 9 ; y quieren para aquella perfecta beatitud
1. 1 , c. 9) : estos por consiguiente se re- esos bienes esteriores, ordenados a l a vida
quieren también para la beatitud. animal. Y , puesto que en esta vida se
3.° D i c e e l S e ñ o r ( M a t t h . 5 , 1 2 ) : Vues- aproxima más á la semejanza de la bea-
tro galardón muy grande es en los cielos; y titud perfecta la felicidad contemplativa
estar en los cielos significa una localidad: que la activa, como más semejante tam-
l u e g o á lo menos un lugar esterior se re- bién á D i o s , según consta por lo y a di-
quiere para la beatitud. cho ( C . 3 , a. 5 ) ; sigúese quemónos tam-
Por el contrario, se dice ( P s . 7 2 , v. 2 5 ) : bién necesita de tales bienes corporales,
Porque qué hay para mí en el cielo ? y conforme á lo que se dice ( E t h i c . 1. 10,
fuera de tí, qué he querido sobre la tierra? c. 8 ) .
como quien dice : nada quiero, sino esto A l argumento 1.° diremos, que todas
que sigue (v. 2 8 ) : Mas á mí bueno me aquellas promesas corporales, contenidas
es el apegarme á Dios ; por lo que ninguna en la Sagrada Escritura, deben enten-
otra cosa faera de D i o s se requiere para derse metafóricamente, en atención á que
la beatitud. lo espiritual suele designarse en las E s -
Conclusión. [1] Para la beatitud im- crituras por medio de lo corporal, para
perfecta, cual puede obtenerse en esta que de lo conocido nos elevemos á desear
vida, requiérense bienes esteriores; no lo que nos es desconocido, como dice
como indispensables á la esencia de la San Gregorio ( H o m . 1. 1 (1) in E v a n g . ) .
beatitud, sino como instrumentalmente A s í por la comida y bebida se significan
conducentes á ella. [2] Para la beatitud los goces de la beatitud; en las riquezas
perfecta, que consiste en la visión de la plena satisfacción, de que el hombre
Dios, de ningún modo se requieren bienes se saciará en D i o s ; y el reino denota la
estrínsecos. exaltación del hombre hasta su unión con
R e s p o n d e r e m o s , que para la beatitud Dios.
imperfecta posible en esta vida requié- A l 2.° que esos bienes, destinados á la
rense bienes esteriores, no como existentes vida animal, nada tienen que ver con la
por la esencia misma de la beatitud, sino vida espiritual, en que consiste la per-
como conducentes á ella á manera de ins- fecta beatitud. Y no obstante habrá en
trumentos; pues la tal beatitud consiste ella el acumulamiento de todos los bienes;
en la práctica de la virtud, según se dice puesto que, cuanto hay de bueno en ellos,
( E t h i c . 1. 1 , c. 7) : porque el hombre en se hallará todo en la fuente soberana de
esta vida ha menester atender á necesi- todo bien.
dades corpóreas, tanto para el ejercicio A l 3.° que según San A g u s t í n (lib. de
de la virtud contemplativa, como para el serm. D o m . in monte, 1. 1 , c. 9) no se dice
de la activa, para la cual ademas se re- que la recompensa de los Santos se en-
quieren muchas otras cosas, con las que cuentre en cielos corpóreos ; sino que por
ejerza las obras de virtud activa. M a s cielos se significa la sublimidad de los
para la beatitud perfecta, que consiste bienes espirituales. Tendrán sin embargo
en la visión de Dios, de ningún modo se de esto los bienaventurados su residencia
requieren tales bienes. Y es la razón de local corpórea, el cielo empíreo; no por
e s t o , que todos esos bienes esteriores ó necesario á la beatitud, sino por cierta
son necesarios para el sostenimiento del conveniencia y decoro.
cuerpo animal, ó lo son para algunas
operaciones, que por medio de este eje-
cutamos, y que convienen á la vida hu- ARTÍCULO V I I I . — i » c o m p a ñ í a de ios
mana. P e r o aquella perfecta beatitud, que a m i g o s e s requisito de l a beatitud ?
consiste en la visión de D i o s , ó estará en
el alma sin cuerpo, ó en el alma unida á
l.° Parece que los amigos son necesa-
rios para la beatitud, porque la futura
(I) Y no 10, como se ve en casi todas las ediciones, á es- beatitud se designa frecuentemente en las
cepcion de la de Ñapóles (1763) y otras posteriores á la recti-
ficación hecha en ella por el P. Nicolai. Escrituras bajo el nombre de gloria; y la
CUESTIÓN IV.—ARTÍCULO Vil!. 43

gloria consiste en que lo bueno del hom- y>es, para hacerles bien, y para gozarse
bre se divulgue entre muchos. E s o prueba » en verlos disfrutar de sus beneficios, y
que la compañía de los amigos es necesa- 3> para que cooperen con él en la práctica
ria para la beatitud. » del bien » : porque el hombre para obrar
2.° Boecio dice ( S é n e c a , epist. 6) que bien ha menester dé la cooperación de los
« no es grata la posesión de bien alguno amigos, lo mismo en el ejercicio de la vida
» sin la comparticipacion (1) » ; y la bea- activa, que en el de la contemplativa.
titud es inseparable del placer : lo cual M a s , concretándonos á la perfecta beati-
demuestra la necesidad de la comunica- tud en nuestra (verdadera) patria, no se
ción con los amigos para la beatitud. requiere como indispensable para ella la
3.° L a caridad se hace perfecta con la compañía de los amigos; puesto que el
beatitud; y la caridad abraza el amor de hombre tiene ( allí) en Dios toda la pleni-
D i o s y del prójimo: parece pues nece- tud de su perfección: esto sin perjuicio de
saria á la beatitud la sociedad de los que la tal compañía contribuya al bien-
amigos. estar en la beatitud; por lo cual dice San
Por el contrario, dice el Sabio ( Sap. Agustín (Super Gen. ad litt. 1. 8 , c. 2 6 )
7, 11) : Me vinieron todos los bienes jun- que « l a criatura espiritual, para ser bien-
tamente con ella, con la divina sabiduría, » aventurada, solo intrínsecamente es ayu-
que consiste en la contemplación de Dios: »dada por la eternidad, verdad y caridad
y según esto nada más se requiere para s> del creador; pero estrínsecamente, si se
la beatitud. » quiere decir que es auxiliada, quizá lo
Conclusión. [ 1 ] Para la felicidad de » e s únicamente en cuanto se ven unas
la presente vida son necesarios los ami- » á otras, gozándose en su compartici-
gos : no por su utilidad, pues el que es » pación » .
feliz se basta á sí mismo ; ni por deleite, A l argumento 1.° diremos, que la gloria
el cual lo tiene completo en el ejercicio de esencial á la beatitud es sola la que el
la virtud; sino por razón de la buena hombre tiene en Dios y no en el hombre.
obra, es decir, para hacerles bien y go- A l 2.° que esas palabras (2) se entien-
zarse en ello por ellos mismos y utilizar d e n , cuando no hay plena satisfacción
su cooperación en los beneficios, que á en el bien que se posee; lo que no tiene
ellos y á otros dispense. [2] La compañía aplicación á nuestro c a s o , por cuanto el
de los amigos no es requisito indispensa- hombre tiene en D i o s todo cuanto le basta.
ble para la perfecta beatitud de la vida A l 3.° que la perfección de la caridad
futura ; aunque sí contribuye al completo es esencial á la beatitud en cuanto al
bienestar del bienaventurado. amor de D i o s (3), y no en orden al del
R e s p o n d e r e m o s , que si se trata de la prójimo. A s í , si una sola alma estuviese
felicidad en la vida presente, según dice gozando de D i o s , sería bienaventurada
Aristóteles ( E t h i c . 1. 9 , c. 9 , 11 y 13): sin prójimo alguno á quien amase : si bien,
«. el hombre feliz necesita de los amigos, supuesto algún prójimo, el amor á este se
» no para su utilidad, pues se basta á sí entraña en el perfecto amor á D i o s ; lo
ti mismo; ni por el deleite, toda vez que cual quiere decir que la amistad se ha
f> lo tiene perfecto en la operación de la con la perfecta beatitud de una manera
» virtud; pero sí por la buena obra, esto como concomitante.

(1) El testo literal de Séneca dice sifíc socio, en vez de sine beatitud consiste en el amor de Dios; pues deja sentado y re-
que hallamos contestemente en el de la S U M A .
consoriio, pite cien veces que pertenece esencialmente al entendimien-
(2) De Séneca, y no do Boecio ; por más que se vean cita- to, como operación propia de este, y no de la voluntad ; sino
das como aducidas por este. solo que incluye esencialmente el amor á Dios, no así empero
(3) Lo cual no quiero decir que la osencia formal de la el del prójimo.
CUESTIÓN Y.

Consecución de la beatitud fi>.

La consecución de la b e a t i t u d , considerada en sí m i s m a , se espondrá en los siguientes ocho a r t í -


culos : 1.° Puede el h o m b r e conseguir la b e a t i t u d ? — 2.° Puede ser m á s bienaventurado un h o m b r e
que o t r o ? —3.° Puede ser alguno bienaventurado en esta vida?-<J.° Puede perderse la beatitud y a
obtenida?—5 Puede el h o m b r e lograr la beatitud por sus naturales recursos ? —C.° Consigue el
o

h o m b r e la beatitud por la intervención de alguna c r i a t u r a superior (á él, ? - 7 . " Se requieren algu-


nas obras del h o m b r e , para que este obtenga de Dios la beatitud ? —8.° Desean todos los h o m b r e s la
beatitud ?

ARTÍCULO I . — P u e d e e i hombro con- 3.° Consiste la beatitud en la posesión


seguir l a beatitud? (2) del sumo bien ; y nadie puede llegar á lo
sumo, sin traspasar los medios : mediando
1.° Parece que el hombre no puede pues entre D i o s y la naturaleza humana
alcanzar la beatitud : porque, así como la angélica, á la que no le es dado al
la naturaleza racional es superior á l a hombre sobreponerse, parece incapaz de
sensible, así la intelectual lo es respecto alcanzar la beatitud.
de la racional, según consta de San D i o - Por el contrario, dícese ( P s . 9 3 , 1 2 ) :
nisio ( D e divin. nomin. c. 4 , 5 , 6 , 7 y 8 ) . Bienaventurado el hombre, á quien tú
L o s brutos animales, que solo tienen instruyeres, Señor.
sensibilidad por su naturaleza, no pueden Conclusión. El hombre puede con-
llegar al fin de la naturaleza racional : seguir la bienaventuranza del cielo. (3)
así tampoco el h o m b r e , de naturaleza Responderemos, que la beatitud de-
racional, puede alcanzar el fin de la na- nota la consecución del sumo bien : cual-
turaleza intelectual, que es la beatitud. quiera pues capaz del bien perfecto lo es
2.° L a verdadera beatitud consiste en de obtener la beatitud. Que el hombre
la visión de D i o s , que es la verdad pura : es capaz del bien perfecto se demuestra,
es así que es connatural al hombre ver con solo observar que su inteligencia pue-
la verdad en las cosas materiales, de de comprender lo universal y el bien
modo que percibe las especies inteligi- p e r f e c t o , así como su voluntad aspirar á
bles en las imágenes, según se dice ( D e él : luego el hombre es capaz de obtener
anima, 1. 3 , t. 3 9 ) : luego no le es posible la beatitud. E s t o mismo evidencia la ca-
alcanzar la beatitud. pacidad en el hombre de la visión de la
(1) En la C. 12 de la 1." Parte ha tratado de la-visión de la líos de Letran (c. Firmitcr), de Trento (ses. 25) y de Floren-
divina esencia; y, como esta y la posesión beatífica de Dios cia y por la bula Benedictas Deus de Benedicto XII.
son en la realidad una misma cosa, pudiera creerse redun- (3) Confrontada la doctrina de este artículo con la conte-
dante el disertar aquí de nuevo sobre lo mismo; mas no es nida en el 5.", resulta que en el presente art. 1." solamente
difícil notar que, distinguiéndose dichos dos conceptos ra- trata el A.. Doctor de probar la capacidad del hombre para
cionalmente, es muy oportuno examinar aquí el asunto en conseguir el bien perfecto, en razón á que por una parte la
cuestión bajo su aspecto más común y genérico. Lo que sí criatura racional tiene natural potencia de conocer aquí en la
merece tenerse en cuenta es que las proposiciones allí esta- tierra á Dios, sumo y universal bien, por medio del estudio
blecidas como tesis dan claridad y sirven de base en gran de las criaturas, y con ol cual consigue saber que existe ese
parte á la doctrina desarrollada en los artículos de esta Cues- gran Dios, que llegaría á hacerla bienaventurada si lo viese ;
tión 5 . , de interés tan propio como transcendental en su ca-
a
y por otra, en cuatito á que el entendimiento humano, consi-
rácter más eminentemente teológico; predominandosobre este derado como tal, es naturalmente capaz, aunque remotamente,
en el otro lugarcitado el punto de vista filosófico, y siendo esto de la visión divina, en el mero hecho de gozar de una esencia
confirmación y ampliación de lo allí consignado ó espucsto. espiritual. —M. C, G,
(2) Es dogma de fe declarado espresamente por los Conci-
CUESTIÓN V . — ARTÍCULOS I Y II. 45

divina esencia, según lo espuesto ( i P . , bre, entonces será perfectamente bien-


C. 1 2 , a. 1 4 ) ( 1 ) : y en esa visión con- aventurado.
siste precisamente la perfecta beatitud
del hombre, como dejamos demostrado. ARTÍCULO II.— Puede ser más bien-
A l argumento 1.° diremos, que la na- aventurado u n hombre que otro ? (2)
turaleza racional supera á la sensitiva de
muy diverso modo que la intelectual á la 1.° Parece que no puede ser un h o m -
racional. L a naturaleza racional escede á bre más bienaventurado que otro : por-
la sensitiva en cuanto al objeto del cono- que la beatitud es premio de la virtud,
cimiento, por cuanto el sentido de nin- como dice Aristóteles ( E t h i c , 1. 1, c. 9);
gún modo puede conocer lo universal, y á todos se otorga igual premio por las
cuya razón es cognoscitiva ; al paso que obras de virtud, según se dice ( M a t t h .
la superioridad de la intelectual respecto 20, 9 y 10) que todos los que trabajaron
á la racional está en el modo de conocer en la viña recibieron cada uno su de-
(una y otra) la verdad inteligible. L a nario; porque, como dice San Gregorio
naturaleza intelectual percibe instantá- ( H o m . 19 in E v a n g . ) , «obtuvieron igual
neamente la v e r d a d , para c u y a adquisi- retribución de vida eterna» : por consi-
ción la racional tiene que valerse de in- guiente no será uno más bienaventurado
vestigaciones de su razón, como es claro que otro.
por lo dicho (i P . , C. 7 9 , a. 8 ) : así que 2.° L a beatitud es el sumo bien; y
la razón llega á lo que el entendimiento nada puede haber mayor que lo sumo :
aprende mediante cierto movimiento; por luego no puede darse otra beatitud ma-
lo tanto la naturaleza racional puede al- yor que la de un solo hombre.
canzar la beatitud , q u e es la perfección 3.° Siendo la beatitud el bien perfecto
de la naturaleza intelectual, aunque de y suficiente ( 3 ) , satisface el deseo del
distinto modo que los ángeles. Estos la hombre ; y no se aquieta el deseo, si falta
obtuvieron inmediatamente después del algún b i e n , que pueda echarse de menos:
principio de su creación ; mientras que si pues, nada f a l t a , que pueda comple-
los hombres llegan á ella mediante el tarse, no podrá haber otro bien alguno
transcurso del tiempo : y ni con tiempo mayor; y así, ó no es el hombre bienaven-
ni sin él puede jamás alcanzarla la natu- turado, ó , si lo e s , no puede haber otra
raleza sensitiva. beatitud mayor.
A l 2.° que en el estado de la vida ac- Por e l contrario, dice San Juan ( E v .
tual del hombre le es connatural el modo 14, 2 ) : En la casa de mi Padre hay
de conocer la verdad inteligible por m e - muchas moradas, por las cuales según
dio de imágenes ; mas después del pre- San A g . ( D e Virg. c. 26 ; y tract. 67 in
sente estado de vida tiene otro diverso é Joann.) se denotan las diversas catego-
igualmente connatural, como va dicho rías de méritos en la vida eterna. L a dig-
( i P . , C. 8 4 , a. 7 ; y C. 8 9 , a. 1). nidad de la vida eterna, que se concede
A l 3.° que el hombre no puede sobre- por el mérito, es la beatitud misma : h a y
ponerse á los ángeles en el grado de su pues diversos grados dé beatitud, no sien-
naturaleza, de manera que llegue á ser- do por lo tanto igual la de todos.
les naturalmente superior ; pero sí puede Conclusión. [1] En cuanto al bien,
superarlos por la operación de su enten- que es el objeto y causa de la beatitud,
dimiento, entendiendo que existe algo no puede ser mayor una que otra. [2] En
superior á ellos, y que beatifica á los cuanto á la posesión y fruición de ese
hombres : y , cuando este conocimiento bien puede alguno ser más bienaventu-
haya llegado á ser perfecto en el h o m - rado que otro (4).
(1) Véanse las notas 2, pág. 79, y 2, pág. 80 del t. 1° que en la presente materia solo se trata de probar la desigual-
(2) Joviniano, condenado por el Concilio de Florencia, de- dad de lo que llaman los teólogos gloria accidental; mas no de
cía heréticamente que « todos los bienaventurados son igua- la que nombran esencial y especifica. En cuyo sentido la refe-
» les en la gloria, y que no hay en la bienaventuranza celés- rida conclusión forma un principio de fe, definido por dicho
» tial diferencia alguna de premios ». Concilio de Florencia, y ademas por el Tridenlino contra Lu-
(3) Eth. 1. 1, c. 5, greco-luí. ó c. 9 en los antiguos manus- tero y sus adeptos; los cuales, aunque de un modo diverso que
critos, Joviniano, cayeron en el mismo error. Ya hacia mucho tiempo
(4) Recuérdese la doctrina del Santo Doctor, establecida que San Siricio en un Concilio romano y San Ambrosio en
en la 1." part. Cuest. 12, art. 6. De todo lo cual se inferirá otro de Milán habían condenado esta herejía. —M. C. G.
46 CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS II Y I I I .

Besponderémos que según lo dicho bien sumo no destruye la razón de beati-


( C . 1, a. 8 ; y C. 2 , a. 7) en la idea de tud : de otro modo no sería uno más bien-
beatitud se incluyen dos cosas : el mis- aventurado que o t r o ; y en la presente
mo fin ú l t i m o , que es el sumo bien ; y vida pueden los hombres participar del
la consecución ó fruición del mismo. sumo bien, conociendo y amando á Dios,
E n cuanto al bien mismo, objeto y causa aunque imperfectamente : puede pues el
de la beatitud, no puede haber una bea- hombre ser bienaventurado en esta vida.
titud mayor que otra, siendo uno mismo 3.° L o que todos afirman, no puede
y solo el bien s u m o , D i o s , cuya fruición ser enteramente falso: porque parece na-
constituye felices á los hombres.- M a s en tural lo que se halla en los más ; y la n a -
cuanto á la posesión ó fruición de ese turaleza no falla en todo. Siendo pues
mismo bien puede uno ser más feliz que cierto que los más cifran la bienaventu-
otro; porque, cuanto más se goza de ese ranza en esta v i d a , como consta ( P s . 143,
bien, tanto es mayor la felicidad. Sucede v. 15) : Tienen por feliz á aquel pueblo,
en efecto que alguno disfruta de Dios que abunda en estos bienes, los de la
más perfectamente que o t r o , por hallarse vida actual ; sigúese que alguno puede
mejor dispuesto ó preparado á esa frui- ser bienaventurado en esta vida.
ción : y en este concepto puede uno ser Por el contrario, dice J o b (14, 1) : El
más bienaventurado que otro. hombre nacido de mujer, viviendo breve
A l argumento 1.° diremos, que la uni- tiempo, está relleno de muchas miserias ;
dad del denario significa la identidad de la beatitud escluye (toda) miseria; luego
la beatitud por parte del objeto; como la el hombre en esta vida no puede ser bien-
diversidad de moradas denota la de gra- aventurado.
dos de beatitud en su fruición. Conclusión. Alguna participación de
A l 2.° que la beatitud se dice ser el la beatitud puede tenerse en esta vida ;
sumo bien, en cuanto es la perfecta p o - más no la perfecta y verdadera beatitud.
sesión ó fruición del bien soberano. Besponderémos que en esta vida se
A l 3.° que á ningún bienaventurado le puede tener alguna participación de la
falta bien alguno que desear, poseyendo beatitud; pero no es asequible aquí la
el mismo bien infinito, que es « el bien beatitud perfecta y verdadera : y esto lo
» de todo bien » , como dice S a n A g u s - demostraremos por dos consideraciones :
tín (Epist. 36; y D e Trin., 1. 13, c. 7 ) ; 1. por la razón misma común de la bea-
a

aunque se dice alguno más feliz que otro titud. E s t a , como el bien perfecto y sufi-
por razón de la diversa participación de ciente que e s , escluye todo m a l , y sacia
ese mismo (único) bien. Y la adición de todo deseo ; y en esta vida no es posible
otros bienes no acrece la beatitud : por sustraerse á todo m a l , como que está s u -
lo que San A g . dice (Confess. 1. 3 , c. 4): jeta á muchos males inevitables, y a de
« Quien conoce á tí y aquellas (1) c o - ignorancia por parte del entendimiento,
» sas, no es más bienaventurado por ellas; y a de desordenado afecto en el apetito :
» sino que es bienaventurado por tí solo». así como á muchísimas penalidades en el
cuerpo, como acertada y minuciosamente
espone S. Agustín ( D e civit. D e i , 1. 19,
ARTÍCULO I I I . — Puede alguno ser
c. 5 , 6, 7 y 8). Asimismo tampoco es po-
bienaventurado e n e s t a vida ? (1)
sible saciar en esta vida el deseo de bien,
1.° Parece que la beatitud puede p o - por cuanto el hombre desea naturalmen-
seerse en esta vida : porque se dice ( P s . te la permanencia del bien, que posee ;• y
118, v. 1) : Dichosos aquellos, que ca- los bienes de esta vida son transitorios,
minan sin tropiezo por la senda de los como lo es la vida misma, que nosotros
divinos mandamientos: esto se verifica naturalmente poseemos y la quisiéramos
en esta vida ; y según ello alguno puede prolongar á perpetuidad; puesto que todo
ser en ella bienaventurado. hombre rehusa naturalmente la muerte :
por lo que es imposible obtener en esta
2.° L a participación imperfecta del

(IJ Solo en la edición romana se lee alia (otras) por illa. u sus grados de perfección, que habrán de obtener en el
(2) Los begardos y begüinas pretendían que « los hombres H cielo » : error condenado por Clemente V en el Concilio do
» pueden conseguir en esta vida la beatitud final en todos Viena.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS III Y IV. 4TÍ

vida la beatitud propiamente tal. 2. Si ARTÍCULO I V . — 1.a beatitud adqui.


a

consideramos en qué consiste especial- rida puede perderse ? (2)


mente la beatitud, es decir, la visión de
la divina esencia, inaccesible al hombre 1.° Parece que la beatitud se p u e d e
en esta v i d a , según se ha demostrado perder : porque la beatitud es una per-
( 1 . P . C. 12, a. 11). Todo esto prueba
a
fección, y toda perfección reside en el
evidentemente que nadie en esta vida ser susceptible de ella según el modo del
puede alcanzar la verdadera y perfecta mismo ser. Siendo pues el hombre muda-
beatitud (1). ble por su naturaleza, parece que parti-
A l argumento 1.° diremos, que se di- cipa de la beatitud instablemente, y por
cen algunos felices en esta vida, ó por la lo mismo puede perderla ( 3 ) .
esperanza de lograr en la futura la bien- 2.° L a beatitud consiste en la acción
aventuranza, conforme á aquello ( R o m . del entendimiento, el cual está subordi-
8, 24) : en la esperanza hemos sido hechos nado á la voluntad; y esta puede deci-
salvos; ó por alguna participación de la dirse por cosas opuestas entre sí ( 4 ) :
beatitud en cierta parcial fruición del parece por lo tanto que puede desistir de
sumo bien. la operación, por la cual el hombre se
A l 2.° q u e la participación de la bea- hace bienaventurado, y dejar así de serlo.
titud puede ser imperfecta en dos concep- 3.° A l principio corresponde el fin; y
tos : 1.° por parte del objeto mismo d é l a la beatitud del hombre tiene principio,
beatitud, el cual ciertamente no es visto puesto que no siempre h a sido bienaven-
según su propia esencia; y esta imper- turado : debe por* consiguiente tener
fección no es conciliable con la razón de un fin.
verdadera b e a t i t u d ; 2° por parte del Por el contrario, dícese ( M a t t h . 25,
mismo partícipe, quien realmente alcanza 4 6 ) hablando de los justos : irán á la
al objeto mismo de la beatitud en sí mis- vida eterna, que es por lo dicho ( a . 2)
m o , esto e s , á D i o s ; pero imperfecta- la beatitud de los Santos. L o que es eter-
mente en relación con el modo de gozar no , nunca termina : luego la beatitud no
D i o s de sí mismo : y tal imperfección no puede perderse.
está en pugna con la verdadera razón de Conclusion. [1] La beatitud imperfec-
la beatitud; por cuanto, siendo la beati- ta, cual puede obtenerse en esta vida
tud cierta operación, según lo dicho (C. puede perderse. [2] Labeatitud perfecta,
3 , a. 2.), la verdadera razón de beatitud que esperamos después de esta vida, no
se considera por el objeto, el cual da es- se puede perder (5).
pecie al acto; y no por el sujeto. Responderemos que la beatitud imper-
A l 3.° que los hombres piensan que en fecta , posible en esta vida, se puede per-
esta vida existe alguna beatitud por al- der (6). E s t o se v e claramente en la f e -
guna semejanza de labeatitud verdadera; licidad contemplativa, la cual puede per-
y en este sentido no se engañan del todo derse, y a por el olvido, como cuando por
en su opinión. una enfermedad se olvida la ciencia; y a

(1) Aquí inculca el Santo lo manifestado en dicha 1. parte.


a
diclus Dcus, como lo estaban ya por las palabras vitam ailernam
Desvanecidas por la luz del Evangelio las doscientas y tantas del Símbolo Apostólico.
opiniones de los filósofos paganos sobre la verdadera bien- (3) Algunos distinguen en este art. 4.° entre perpetuidad é
aventuranza del hombre, es ya evidente á todos que esta inamisibilidad de la bienaventuranza, diciendo que aquella
consiste en el solo conocimiento y posesión de Dios, bien so significa cierta duración, mientras que esta supone inmutabili-
consideren en el orden natural, ó bien en el sobrenatural. El dad. Así pues, cuando se pregunta, si Xo. bienaventuranza puede
lin pues de la naturaleza inteligente es Dios, el cual puede perderse, la cuestión no se coloca en el terreno de la perpetui-
solamente llenar todas las facultades del hombre. La bien- dad formal, sino en el de la inamisibilidad, como causa que es
aventuranza natural, aunque perfecta en sí misma, luego que de la perpetuidad—M. C. G.
se pone en parangón con la sobrenatural, desaparece comple- (4) Ya contradictoriamente , como el obrar ó no ; ya sean
tamente : nace aquella del conocimiento y fruición abstractivos contrarias, como practicar el bien ó el mal; y á unas ú otras
de la divinidad ; mas esta loma formal origen de la inmediata se estiende su libertad, consistiendo en esto su mutabilidad ó
é intuitiva visión, conocimiento y fruición de Dios. — M. C. G. volubilidad : lo que conviene aquí tener presente.
(2) Según Orígenes « no será perpetua la bienaventuranza (5) En este artículo viene á razonar el Doctor A. lo que
» (como ni eternas las penas de los reprobos), sino que las a l - los teólogos llaman dotes del alma bienaventurada, á saber ;
» mas de los bienaventurados volverán á animar sus cuerpos la inamisibilidad, la impecabilidad y la necesidad de amará Dios.
B mortales y padecer en ellos, estableciéndose así un círculo de M. C. G.
B felicidad y de miseria ». Tanto esta herejía como la análoga H¡¡ Por eso mismo no es perfecta ó verdadera felicidad, se-
. de otros insinuados por el Dircctorium inqnisit. (P. 2, C. 8) fue- gún observa con insistencia San Agustín (De civit. Dci, 1.10,
ron condenadas por Benedicto XI en su estravagante licne- c. 5 y sig.)
48 CUESTIÓN V. — ARTÍCULO IV.

por ocupaciones, que totalmente abstraen falsa ; porque'el error es un mal intelec-
á uno de la contemplación. L o propio se tual, como la verdad un bien del enten-
observa en la felicidad activa; porque la dimiento , según se dice (Ethic. 1. 6 , c.
voluntad humana puede mudarse, desis- 2 y 3). A s í pues no sería verdaderamen-
tiendo del ejercicio de la virtud, en el te f e l i z , suponiendo algún mal en él. 2. a

que principalmente consiste la felicidad. P o r la razón de la beatitud en especial.


Aun permaneciendo íntegra la virtud, Se ha demostrado anteriormente ( C . 3,
pueden también los cambios esteriores a. 8) que la perfecta beatitud del hom-
perturbar esa beatitud, impidiendo mu- bre consiste en la visión de la divina esen-
chos actos de virtudes ; si bien no pue- cia : y es imposible que alguno, que ve
den disiparla por completo, toda vez que la divina esencia, quiera no verla ; por-
aún subsiste la operación de la virtud, que todo bien poseído, del q u e alguno
con tal que el hombre sufra loablemente quiere carecer, ó es insuficiente y se de-
las tales vicisitudes. Y por lo mismo que sea reemplazar por otro más suficiente
la beatitud, de esta vida puede cesar, lo que é l ; ó lleva anejo algún inconvenien-
cual parece pugnar con la noción de la te , que viene á producir hastío. M a s la
beatitud; por eso dice Aristóteles ( E t h . visión de la divina esencia llena el alma
1. 1, c. 10) que « e n esta vida h a y algu- de todos los bienes, uniéndola á la fuente
s n o s felices, no en absoluto (simplici- de toda bondad, conforme á lo que se
»ter), sino en cuanto consiente su natu- dice ( P s . 16, v. 15): Seré saciado, cuan-
r a l e z a de hombres » , sujeta á mudanza. do apareciere tu gloria ; y (Sap. 7, 11) :
P o r lo que hace á la beatitud perfecta, Me vinieron todos los bienes juntamente
que esperamos después de esta vida, es con ella, con la contemplación de la sa-
denotar que Orígenes (Periar. 1. 1 , c. 5 ; biduría. P o r otra parte no lleva adjunto
y 1. 2 , c. 3)supuso,suscribiendo al error inconveniente alguno ; pues de la contem-
de algunos platónicos ( 1 ) , que después plación de la sabiduría se dice ( S a p .
de la última beatitud puede el hombre 8, 16) : Ni su conversación tiene amar-
hacerse desventurado (2) : esto empero gura, ni tedio su trato. A s í es evidente
es evidentemente falso por dos razones. que el bienaventurado no puede querer
1. P o r la noción misma común de la bea-
a
por su parte abandonar la beatitud, como
titud ; pues, siendo esta el bien perfecto y ni tampoco perderla, retirándosela Dios;
suficiente, no puede menos de satisfacer porque el quitársela D i o s sería una pena,
el deseo del hombre, y eximirle de todo que no puede aplicarle tan justo juez sin
mal (3). E l hombre desea naturalmente culpa alguna, en la cual no puede incur-
retener el bien que posee, y obtener la s e - rir quien ve la esencia de D i o s , no p u -
guridad de conservarle; de lo contrario diendo menos de estar (siempre) inhe-
le afligirá el temor de perderlo ó la pena rente á esta visión la rectitud de la v o -
de la certeza de su privación. M a s para luntad, según lo y a demostrado ( C . 4,
la verdadera beatitud se requiere que e l a. 8.). Mucho menos puede arrebatársela
hombre abrigue la opinión cierta de que algún otro agente ; porque el alma unida
nunca h a de perder el bien que posee : y , á D i o s se eleva sobre todo otro ser, y
si esta idea es cierta, claro es que jamas así nada ni nadie puede separarla de esa
perderá la beatitud ; y si falsa, esto es unión. A s í pues parece (4) inadmisible
y a cierto m a l , el de tener una opinión que el hombre pase de la beatitud á la

(1) En algunas ediciones se lee philosophorum por platonico- de que la beatitud formal es el formal cumplimiento de todos
rum. Porfirio, platónico también, es uno de los indudable- los deseos del hombre ; y así la proposición es falsa, ni es la
mente aludidos ; y Virgilio insinúa lo propio, al decir que las intentada por el Santo Doctor : ó en cuanto dicha beatitud es
almas destinadas á los Campos Elíseos (la felicidad futura) la que produce el cumplimiento de todo deseo y espele toda
•volverán al rio Letéo, símbolo mitológico del olvido de todo clase de males, de forma que la razón de la beatitud se la
lo pasado; en lo cual parece- referirse ó al aniquilamiento ó haga consistir en la saciedad de todo deseo natural, prescin-
quizá más bien á cierta metempsícosis, cual la que hoy afec- diendo del modo tal ó cual de así verificarse ; y este es el con-
tan admitir algunos de la secta espiritista y de otras ideas cepto verdadero, en que aqui se toma. Por consiguiente Scoto
modernas, según ya dejamos anotado en el T. 1.°, pág. 589, se equivocó, entendiendo esto al contrario.'—M. C. G.
nota 2 ; y pág. 928, n. 4. (4) Es decir, aparece conforme á la razón y demostrado por
(2) Por el pecado, pues no creia impecables las almas bien- raciocinio ; no entienda alguno acaso que esa palabra parece
aventuradas. Drioux. supone falta de plena convicción, y mucho menos tratándose
(3) "Que la bienaventuranza aquieta todo deseo del hom- de un punto de fe.
bre, etc., puede entenderse de dos maneras : ó en el sentido
CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O S IV Y V. 49

miseria y viceversa á influjo de cuales- fecta » , según Aristóteles ( E t h . 1. 2,


quiera alternativas de tiempos, vicisitu- c. 7 ) ; y al que comienza una cosa com-
des temporales, que no pueden tener ca- pete terminarla. Ahora bien : la opera-
bida sino en lo que es mudable á merced ción imperfecta, que es como el comienzo
del tiempo y del movimiento (1). en las operaciones humanas, está" en la
A l argumento 1.° diremos que la bea- potestad natural del hombre, en virtud
titud es la perfección consumada, y como de la cual es dueño de sus acciones : p a -
tal escluye todo defecto de su poseedor: rece por lo tanto que por esa misma p o -
y así se le otorga exenta de mutabilidad, testad natural puede llevar á' cabo su
por obra del poder divino, que eleva al operación perfecta, obteniendo así la bea-
hombre á la participación de la eternidad, titud.
incompatible con todo género de varia- Por e l contrario: el hombre es natu-
ción. ralmente el principio de sus actos, m e -
A l 2.° que en las cosas, que se orde- diante el entendimiento y la voluntad;
nan al fin, la voluntad en efecto fluctúa y la última beatitud asignada á los San-
entre cosas opuestas; pero al último fin tos escede al entendimiento y á la v o -
se ordena ella misma por necesidad natu- luntad del hombre, pues dice el Apóstol
ral , de lo que es concluyente prueba que ( i Cor. 2 , 9 ) : ojo no vio, ni oreja oyó,
el hombre no puede no querer ser biena- ni en corazón de hombre subió lo que
venturado. preparó Dios para aquellos que le aman:
A l 3.° que la beatitud tiene principio Conclusión. [1] La beatitud imper-
á causa de la condición del que la ob- fecta, posible en esta vida, es asequible
tiene ; pero escluye toda terminación por al hombre por sus naturales facultades;
la condición del bien, cuya partipacion le del propio modo que la virtud, en cuya
constituye bienaventurado: es decir, que operación consiste [2]. Ni el hombre ni
el comienzo de la beatitud reconoce causa criatura alguna puede por sus medios
diversa de la que motiva su interminabi- naturales conseguir la beatitud perfecta.
lidad. Responderemos q u e la beatitud im-
perfecta, de que es susceptible esta vida,
ARTÍCULO V . — P u e d e el hombre por está al alcance del hombre por sus na-
s u s medios n a t u r a l e s adquirir l a beatitud? (2) turales recursos;~al modojjue lo está la
virtud, en cuya práctica consiste, de lo
1.° Parece que el hombre puede conse- cual trataremos luego ( C . 63). M a s la
guir la beatitud por sus naturales esfuer- beatitud perfecta del hombre, como queda
zos : porque la naturaleza no falta en lo dicho ( C . 3 , a. 8 ) , consiste en la visión
necesario; y nada tan necesario al hom- de la divina esencia. V e r á Dios en su
bre, como aquello por lo cual ( 3 ) ob- esencia escede, no solo á naturaleza del
tiene su último fin: por consiguiente no hombre, sino á la de toda criatura, como
carece de eso la humana naturaleza. P u e - se ha demostrado ( 1 . P . C. 1 2 , a. 4 ) :
a

de por tanto el hombre con sus fuerzas porque el conocimiento natural de cada
naturales conseguir la beatitud. criatura está en proporción de su sustan-
2.° E l hombre, más noble que las cria- cia, como de la inteligencia se dice (lib.
turas irracionales, parece ser más sufi- D e causis, proposit. 8 ) que c o n ó c e l a s
ciente que e l l a s : estas pueden por sus cosas que están sobre e l l a , y las que es-
recursos naturales conseguir sus fines; tán debajo de ella, según el modo de su
luego con más razón puede el hombre sustancia; y todo conocimiento habido en
lograr el suyo, la beatitud. razón de sustancia creada nada tiene que
3.° « L a beatitud es una operación per- ver con la visión de la divina esencia,

(1) Resulta pues inamisible la bienaventuranza, tanto ab naturales facultades llegar á ejercer la operación constitutiva
intrínseco como ab extrínseco ; ó sea, lo mismo por la voluntad de la beatitud formal.
de Dios que por la naturaleza misma esencial de aquella. (3) Así la generalidad de las ediciones : en alguna sin em-
(2) Tal era el error de Algazel, los begardos y begüinas y bargo en lugar de per quod se lee quod per, cuya versión debe-
Pelagio con Celcstio; si bien estos últimos se referian direc- ría ser « aquello que por el último En se obtiene». Parece
tamente á la posibilidad de merecerla sin la gracia de Cristo, preferible per quod ; y más, si se atiende á lo que inmediata-
do lo cual se trata espresamente en la C. 109, a. 5 ; y C. 114, mente dice.
a. 2 ; al paso que aquí se discute, si puede .el hombre por sus
SUMA TEOLÓGICA—TOMO H . 4
50 CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O S V Y VI.

que se eleva infinitamente sobre toda sus- la beatitud del hombre; siendo innegable
tancia creada : por consiguiente ni el que la especie de cada operación depende
hombre ni criatura alguna puede conse- de su objeto: no es pues del caso el ar-
guir la última beatitud por sus natura- gumento.
les medios (1).
A l argumento 1.° diremos que, así ARTÍCULO V I . — consigue ci hombre
como la naturaleza no defrauda al hom- l a beatitud por l a acción d e a l g u n a criatura
bre en lo necesario, á pesar de no haberle superior ? f2)
provisto de armas y vestidos como á los
demás animales, pues l e dio razón y ma- 1.° Parece que el hombre puede lle-
n o s , con que pueda procurárselos; tam- gar á ser bienaventurado por la acción
poco le falta en lo necesario, para con- de alguna criatura superior, cual es el
seguir la beatitud, aun cuando no le haya á n g e l ; porque en las cosas se halla un
dado algún principio de ella, porque esto doble orden : uno de las partes del uni-
era imposible : pero le ha dotado del li- verso entre s í ; otro del universo todo con
bre albedrío, con el cual puede dirigirse respecto al bien, que está fuera del uni-
á D i o s , que es quien l e hará bienaventu- verso : el primero de estos órdenes se di-
rado. L o que podemos por medio de los rige al segundo, como á su fin, según se
amigos, lo podemos en cierto modo por dice (Metaph. 1. 12, t. 52 y 53), al modo
nosotros, como se dice (Ethic. 1. 3, c. 3). que la organización de las partes de un
A l 2.° que de más noble condición es ejército entre sí reconoce por causa la
la naturaleza, que puede conseguir el subordinación de todo el ejército al jefe.
bien perfecto, aunque para lograrlo nece- E l orden recíproco de las partes del uni-
site de estraño auxilio, que la que no verso se considera en la acción de las
puede conseguir el bien perfecto, y sí criaturas superiores respecto de las infe-
solo cierto bien imperfecto, por más que riores, como dijimos ( 1 . P . C. 2 1 , a. 1,
a

para esto no haya menester auxilio ajeno, al 3.°). L a beatitud consiste en ordenarse
como dice Aristóteles ( D e ccelo, 1.2, t. 6 0 el hombre á un b i e n , que está fuera del
al 6 6 ) : á la manera que está mejor dis- universo, el cual es D i o s : según esto el
puesto á la salud quien puede conseguirla hombre se hace bienaventurado por la
c o m p l e t a , siquiera sea recurriendo á la acción de una criatura superior, el ángel,
medicina, que el que aun sin esta puede en favor del hombre.
lograr únicamente cierta imperfecta sa- 2.° L o que es tal en potencia, puede
n i d a d ; así también la criatura racional, reducirse á acto por aquello que es tal en
que puede obtener el bien perfecto de l a acto; como lo que es cálido en potencia,
beatitud, si bien auxiliado necesariamente pasa á ser de hecho cálido por lo que es
por D i o s al efecto, es más perfecta que cálido en acto : siendo pues el hombre
la irracional, incapaz de tal bien, y que bienaventurado en potencia, puede serlo
solo alcanza cierto imperfecto bien con en acto mediante el ángel, que lo es en
solas las fuerzas de su naturaleza. acto.
A l 3.° que, cuando lo imperfecto y lo 3.° L a beatitud consiste en una opera-
perfecto son de una misma especie, pue- ción del entendimiento, según queda di-
den sí reconocer por causa una misma cho ( C. 3 , a. 5 ) ; y el ángel puede ilu-
potencia; no así empero, si son de dis- minar el entendimiento del hombre, como
tinta especie : porque no todo lo que se demostró ( i P . C. 1 1 1 , a. 1 ) : por
puede causar la disposición de la materia, consiguiente el ángel puede hacer al hom-
puede asimismo darla s u última perfec- bre bienaventurado.
ción; y la operación imperfecta, natu- Por el contrario, se dice ( P . 83, v. 12):
ralmente puesta al alcance de la humana El Señor dará la gracia y la gloria.
potencia, no es de la misma especie que Conclusión. [1] Es imposible que la
aquella operación perfecta, que constituye beatitud perfecta se confiera por la ac-

(1) Dogma de fe definido por el Concilio de Viena, en el (2) Algazo! (y según otros Averróes) decia que « la beati-
hecho de condenar á los begardos, según los cuales « el alma » tud del alma dependo de la última inteligencia» ó sea, de
» no necesita de la luz de gloria, que la eleve á la visión y la sustancia separada intelectual media entro Dios y el hom-
» fruición beatíficas de Dios ». bre, esto es, del ángel. Refútase aquí este error.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS VI Y V I I . 51

don de alguna criatura; y así el hombre consigue ese fin último por el mismo pri­
llega á ser bienaventurado, siendo Dios mer a g e n t e , que es D i o s .
el mismo agente, [2] En cuanto á la bea­ Al2,.° q u e , cuando alguna forma existe
titud imperfecta, esta se halla en el, mis­ en acto en algún ente según s u ser p e r r

mo caso que la virtud, en cuyo acto con­ fecto y natural, puede ser principio de
siste. acción, que afecte á otro, como lo cálido
Responderemos, que toda criatura está calienta por su calor ; pero, si la forma
sometida á las leyes de la naturaleza, existe imperfectamente en a l g o , mas no
como dotada de fuerzas y acción limita­ según su ser natural, en tal caso no pue­
das ; y así lo que escede á la naturaleza de ser principio de comunicación de sí
creada, no puede ser hecho por virtud de mismo á otro : así la intención ( 2 ) del
criatura alguna : por lo cual, si algo h a color en la pupila no puede comunicar
de hacerse superior á la naturaleza; esto blancura, ni todo lo iluminado ó caliente
es hecho inmediatamente por Dios : tal puede iluminar ó calentar á otros obje­
es la resurrección de un muerto, el dar tos ; p u e s , si así fuese, la iluminación y
vista á un c i e g o , y otros actos análogos. la calefacción procederían hasta el infi­
Dejamos demostrado ( a. 5 ) que la bea­ nito. M a s la luz de la gloria, por la cual
titud es cierto bien, que escede á la na­ se ve á D i o s , en Dios es perfecta según
turaleza creada : es por lo tanto impo­ su ser natural; al paso que en cualquiera
sible que sea otorgada por la acción de criatura se halla imperfectamente y se­
alguna criatura: el hombre pues llega á gún cierto ser imitativo ó participado.
ser bienaventurado sin otro agente que Sigúese de aquí que ninguna criatura
Dios ( 1 ) , hablando de la perfecta bien­ puede transmitir á otra su beatitud.
aventuranza. Por lo que liace á la imper­ A l 3.° que el ángel bienaventurado ilu­
fecta, la razón de esta es la misma que la mina el entendimiento del hombre, ó t a m ­
de la virtud, en cuyo acto consiste. bién el de otro ángel inferior, en cuanto
A l argumento 1.° diremos, que muchas á algunas razones de las obras divinas;
veces sucede en las potencias activas or­ mas no en cuanto á la visión de la divina
a
denadas, que el conducir al último fin esencia, como queda dicho ( 1 . P . C . 106,
pertenece á la potencia suprema; y las a. 1, al 1.° y 3 . ° ) . Para verla, todos son
inferiores cooperan á la consecución de iluminados inmediatamente por Dios.
ese último fin, disponiendo : á la manera
que el uso de la nave, para el que la nave ARTÍCULO V I I . — P u r a q u e ol hombro
se fabrica, pertenece al arte de navegar, obtenga do Dios l a beatitud , s e requieren al­
al cual se subordina el de construir bu­ g u n a s obras b u e n a s ? (3)
ques. A s í en el orden del universo el
hombre es en efecto auxiliado por los án­ 1.° Parece que no se requieren obras
g e l e s , para conseguir su último fin por del hombre, para que este consiga de
medio de algunos precedentes, con los D i o s la beatitud : porque D i o s , como
cuales se predispone á obtenerla; pero agente de infinito poder, no preexige m a ­

(1) Aunque de esta materia se trata en otro lugar, con­ mismos. Los escotistas lo hacen consistir en la caridad misma,
viene insinuar aquí que solo Dios es el agente de la beatitud con que los justos están adornados al separarse del mundo
del hombre, porque solo el mismo Dios con su santa gracia visible. De forma que, fuera de la existencia del citado me­
puede elevarlo a ella. Mas ¿cómo obra Dios después al efecto dio, en que todos los teólogos convienen, nada de cierto
de que el así elevado llegue á gozar eternamente de la visión puede saberse acerca de la naturaleza del lumen glorias. Y
beatífica 1 Por medio del Ittmcn gloruv, como dicen los teólo­ baste este recuerdo, tanto para justificar que el hombre llega á
gos. Establecida, como no puede menos, entre Dios y la cria­ ser bienaventurado sin otro agente que Dios, cuanto para com­
tura racional с inteligente cierta proporción y habitud, viene prender bien la contestación al 2.° argumento. — M. C. G.
á suceder que el hombre naturalmente tiene una especie de (2) Algunos leen (creemos que equivocadamente) intensio
potencialidad, como llamaban los escolásticos, en virtud de la «intensidad ».
cual puede ser elevado á ver á Dios cara á мага ó intuitiva­ Í3) Contra Calvino, quien enseñó que « las obras buenas no .
mente. Mas ¿cómo llega á ser de tal modo elevada la criatura » son al hombre necesarias para conseguir la vida eterna » :
racional, para gozar de esta suprema felicidad? Con el auxilio los herejes llamados amsdorfianos avanzaban á decir que «son
del lumen gloriai. Y ¿en qué consiste precisamente dicho au­ » perniciosas para la salvación». Idénticos errores propalaron
xilio? La contestación en esta parte es algo difícil. Los tomis­ Simón el Mago, Lulero y otros, ya negando esplícitamente la
tas suponen que no es otra cosa que una cualidad creada é necesidad de las buenas obras, ya asegurando basta la fe sola
inherente al alma bienaventurada en forma de hábito. Según para salvarse, contra el dogma de fe doclarado espresamente
Tomasino es la misma persona del Espíritu Santo, que ilus­ por el Concilio Tridentino {sos. G , can. 9, 19 y 20) en conformi­
tra la mente de los bienaventurados de la manera más íntima. dad coala doctrina católica de este artículo.
Pelavio sostiene que es ol mismo Dios, unido al alma de los
52 CUESTIÓN V . — A R T Í C U L O VII.

teria ni predisposición de ella en el obrar, que esto no se verifique así; pues, según
puesto que puede producirlo todo ( 1 ) ins- se dice ( D e ccelo, 1. 2 , t. 64, 65 y 66 ) ,
tantáneamente ; y , no exigiéndose- para » alguno de aquellos seres, que han na-
la beatitud del nombre sus obras como » cido para tener el bien perfecto, lo ob-
causa eficiente según lo dicho (a. 6 ) , no » tiene sin movimiento, alguno con uu
pueden ser estas requisitos indispensables » solo movimiento, y alguno con muchos;
para obtenerla, sino en el concepto de » mas el lograr el bien perfecto sin m o -
disposiciones : según esto pues D i o s , que » vimiento conviene á aquel, que natu-
no exige previas disposiciones al obrar, » raímente lo tiene y>; y el poseer natu-
otorga la beatitud sin obras precedentes. ralmente la beatitud es propio de solo
2.° A s í como D i o s es inmediatamente Dios : por consiguiente propio es de solo
el autor de la beatitud, así también creó Dios el no moverse á la beatitud por ope-
la naturaleza por sí mismo sin agente in- ración alguna precedente. Ahora bien:
termedio. A l establecer primitivamente como la beatitud escede á toda natura-
la naturaleza, produjo las criaturas sin leza creada, ninguna pura criatura con-
previa disposición ni acción de ninguna sigue convenientemente la beatitud sin
de ellas, y en un primer instante hizo t o - movimiento de operación, por la cual
das las cosas perfectas en su respectiva tiende á ella: si bien el ángel, superior
especie : parece por consiguiente que asi- al hombre en el orden de la naturaleza,
mismo confiere la beatitud al hombre sin la consiguió con un solo movimiento de
operación alguna precedente. operación meritoria, como hemos espuesto
• 3.° E l Apóstol dice ( E o m . 4 , 6 ) que en la primera parte ( C. 62, a. 5 ) ; pero
la bienaventuranza del hombre está en los hombres la obtienen previos muchos
que D i o s le atribuye justicia sin obras: movimientos de operaciones, que llama-
por consiguiente no se requieren obras mos méritos. P o r lo cual según Aristóte-
del hombre, para conseguir la beatitud. les ( E t h . 1. l , c . 9; y 1. 10, c. 7 y 8) « l a
Por el contrario, se dice ( Joann. 13, » beatitud es premio de operaciones vir-
17) : Si esto sabéis; bienaventurados se- »tuosas ».
réis, si lo hiciereis : conforme á esto lle- A l argumento 1.°diremos, que se exige
gamos á la beatitud por las obras. previa operación del hombre para la con-
Conclusión. Ninguna pura criatura secución de la beatitud, no por la insufi-
consigue convenientemente la beatitud sin ciencia del poder de D i o s , que la confiere;
el movimiento de la operación, por la sino para que se observe el orden en todo.
cual tiende á ella (2). A l 2.° que Dios produjo las primeras
Responderemos, que la rectitud de la criaturas perfectas desde el primer mo-
voluntad es según lo y a dicho ( C . 4 , a. 4) mento y sin otra (4) disposición ú ope-
requisito para la beatitud; puesto que no ración precedente de la criatura; porque
es otra cosa que el debido orden de la así instituyó los primeros individuos de
voluntad al último fin, la que se exige las especies, para que por ellos se propa-
para la consecución del fin último; del gase la naturaleza á sus sucesores. P u e s
mismo modo que la debida preparación de bien : de un .modo análogo, como la bea-
la materia, para que pueda recibir forma. titud habia de derivarse á otros por Cris-
M a s de aquí no se deduce que deba prece- t o , que es D i o s y hombre, conforme á lo
der á la beatitud del hombre alguna opera- del Apóstol ( Hebr. 2 , 10) : que habia
ción del m i s m o : porque pudiera D i o s h a - llevado muchos hijos á la gloria ( 5 ) :
cer á un tiempo á la voluntad encaminarse luego desde el momento mismo primero
rectamente al fin y conseguirlo (3) ; así de su concepción y sin preceder opera-
como á veces dispone l a materia y le in- ción alguna meritoria, fue su alma bien-
duce la forma sin intervalo de tiempo. aventurada ; lo cual es singularmente p e -
Pero el orden de la divina sabiduría exige culiar en él. Y á los niños bautizados es

(1) La materia (no presupuesta) con su forma sin sujeto al- conseguir la bienaventuranza, solo afecta á los adultos.
guno preexistente, ni menos predispuesto ; esto es, ex nihilo M. C. G.
propiamente hablando y según queda esplicado (T. 1,° pá- (3) Pueden consultarse para la mejor inteligencia de esto la
gina 381, n. 2 ; y pág. 383, n. 3). C. 107, a. 2 ; y C. 113, a. 7 de esta 2." Parte.
(2) Entiéndase que la doctrina, que aquí establece el An- (4) « Alguna » según otros.
gélico Doctor sobre la necesidad de las buenas obras para (5) Aunque literalmente se dice eso del Padre.
CUESTIÓN V. — ARTÍCULOS VII Y V I I I . 53

aplicado el mérito de Cristo, para que cesidad quiere la beatitud, considerada


consigan la beatitud, aun cuando ellos no en su razón común de felicidad. [2] No
tengan méritos personales, en razón á todos quieren Ja beatitud tomada según
haber sido por medio del bautismo erigi- su razón especial.
dos en miembros de Cristo. R e s p o n d e r e m o s , que la beatitud se
A l 3.° que el Apóstol habla de la bea- puede entender en dos acepciones : 1. en a

titud de esperanza, que se obtiene por la la noción común de felicidad, y según esta
gracia santificante, la cual ciertamente todo hombre necesariamente la desea: y
no se da por obras precedentes : porque esa noción común está en considerarla
no tiene razón de término del movimiento, como un bien completo, según queda di-
como la beatitud; siendo más bien prin- cho ( C . 5, a. 3 ; y C. 1, a. 7). Siendo pues
cipio de movimiento, por el cual se tiende el bien el objeto de la voluntad, el bien
á la beatitud. perfecto de alguno es lo que satisface ple-
namente á su voluntad: así que desear la
ARTÍCULO V I I I . — D e s e a n la beatitud beatitud no es otra cosa que aspirar á que
todos los hombres ? (]) la voluntad quede saciada, lo cual todos
quieren ; 2. según su razón especial en
a

1.° Parece que no todos desean la bea- cuanto á a q u e l l o , en que consiste real-
titud : porque nadie puede apetecer lo mente; y en esta no todos conocen la bea-
que ignora, pues el bien aprendido es el titud, porque no conocen en qué objeto
objeto del apetito, según se dice ( D e ani- reside la razón común de beatitud: y por
m a , 1. 3 , t. 2 9 , 34 y 4 9 ) ; y muchos no consecuencia en tal sentido no todos la
saben qué sea l a beatitud, l o cual es no- desean.
torio por lo que dice San Agustín ( D e Con esto queda contestado el argu-
Trin. 1. 13, c. 4 ) que «unos han fijado mento 1.°
» l a beatitud en los goces del cuerpo, A l 2.° diremos q u e , como la voluntad
» otros en la virtud del alma, y otros en sigue á la percepción del entendimiento ó
» otras cosas » : según esto no todos jde- de la razón, así como acontece que algo
séan l a beatitud. es lo que es en sí mismo, pero otra cosa
2.° L a esencia de la beatitud es la vi- diferente de la realidad según la aprecia-
sion de la esencia divina, según lo dicho ción de la mente; del mismo modo sucede
( C . 4, a. 8) ; y algunos opinan ser impo- que una cosa es ella misma en s í , y sin
sible que D i o s sea visto en su esencia por embargo se apetece en un concepto y no
el hombre, por cuya razón no aspiran á en otro. L a beatitud pues se puede esti-
esto : y por lo mismo no todos desean la mar en el sentido del bien final y perfecto,
beatitud. que es la razón común de beatitud, y así
3.° Dice San Agustín ( D e Trin. 1. 13, considerada la voluntad natural é inevi-
c. 5 ) , que « es bienaventurado el que tiene tablemente tiende á ella, según lo dicho
» todo cuanto quiere, y nada quiere mal»: (C. 1, a. 5 y a q u í ) . M a s puede también
no todos quieren esto; pues h a y quienes interpretarse bajo otras consideraciones
quieren algo malamente, y no obstante especiales, y a por parte de la operación
quieren quererlo : luego no desean todos misma, y a por la de la facultad operativa,
la beatitud. ó bien por la del objeto : y en cualquiera
Por el contrario, San Agustín ( D e de estas la voluntad no se siente necesa-
Trin. 1.13, c. 3) d i c e : « Si hubiese dicho riamente impelida hacia ella.
» un bufón (2) : todos queréis ser dicho- A l 3.° que esa definición de la beatitud
» sos y no queréis ser desdichados; habría propuesta por (3) algunos: «Bienaventu-
» dicho una cosa, que á nadie era desco- » rado es el que tiene todo lo que desea,
» nocida en su propia v o l u n t a d » . Cada » ó á quien todo sucede ámedida de su d e -
cual pues quiere ser feliz. » seo», entendida de cierto modo es acepta-
Conclusion. [ 1 ] Todo hombre por ne- ble como buena y suficiente ; pero en otro

(1) Conciliación bien natural y sencilla de diversos pasajes de 1581, se lee : Si alguno dijese, si unus dlxisset : y esta lee*
de las Santas Escrituras, al parecer contradictorios, no te- cion parece más propia. — M. C. G.
niendo en cuenta la distinción consignada en la Conclusión. (3) San Agustín parece haberla tomado del Hortensio de
(2) En. algunas ediciones, entre ellaB la de Turin, año Cicerón.
54 CUESTIÓN V. — ARTÍCULO VIII.

sentido es imperfecta. Si se entiende a b - lo que naturalmente apetece; al modo que


solutamente (simpliciter) de todo cuanto la razón por su parte conceptúa no pocas
el hombre quiere por natural apetito, así veces verdadero, lo que en realidad le
cierto es que quien tiene todo cuanto de- impide conocer la verdad. P o r esto S a n
sea es feliz; por cuanto nada h a y que Agustín ( 1 ) añadió á la citada definición
sacie el natural apetito del hombre, fuera aplicable así á la beatitud perfecta, « que
del bien perfecto, que es la beatitud. M a s , » nada malo desee »; por más que la pri-
si se habla de lo que el hombre quiere en mera parte bastaría, dándole recto sen-
conformidad con la idea sugerida por su t i d o , es decir, que es bienaventurado el
razón, en tal hipótesi la posesión de cier- que posee todo cuanto desea.
tas cosas, que el hombre desea, no perte-
nece á la beatitud, y más bien es miseria
en atención á que le impiden tener todo (I) En el lugar aducido alarg. Por el contrarié
CUESTIÓN VI.

De lo voluntario y lo involuntario (i).

Demostrado q u e , para obtener la b e a t i t u d , se requieren algunos actos anteriores ; conviene a h o r a


t r a t a r de los actos h u m a n o s , para que nos conste qué actos nos conducen á la b e a t i t u d , y cuáles
nos desvian de ella. M a s , como las operaciones y actos versan sobre cosas s i n g u l a r e s , h é aquí
porqué toda ciencia práctica se perfecciona en la consideración de lo p a r t i c u l a r . Asi la ciencia m o -
r a l , cuyo objeto son los actos h u m a n o s , debe esponerse primero en g e n e r a l , y en segundo lugar en
particular.
En cuanto al estudio de los actos h u m a n o s en general, trataremos.primero de los mismos actos
h u m a n o s , y después de los principios de los mismos. Hay unos actos propios del h o m b r e , y otros
que le son comunes con otros animales. Y, puesto que la beatitud es un bien propio del h o m b r e ; m á s
inmediata relación con ella tienen los actos propiamente h u m a n o s , que los que son comunes al
hombre y á otros animales. Así pues nos ocuparemos en primer lugar acerca de los actos q u e son
propios del h o m b r e , y en segundo de los que son comunes al h o m b r e y á otros a n i m a l e s , y q u e se
llaman pasiones del alma.
Sobre lo primero espondrémos dos cosas : 1. la condición (2) de los actos h u m a n o s ; 2. la d i s t i n -
a a

ción de los mismos. Mas, como se dicen propiamente actos h u m a n o s los voluntarios, por ser la vo-
luntad el apetito r a c i o n a l , que es propio del h o m b r e ; conviene hablemos de los actos en c u a n t o
son voluntarios. Trataremos pues 1.° de lo voluntario é involuntario en común ; 2.° de los actos q u e
son voluntarios, como elícitos (eliciti) por la voluntad m i s m a , en cuanto existen por la i n m e d i a t a
intimación de la v o l u n t a d ; 8.° de los actos voluntarios , como imperados (imperati) por la voluntad,
y en cuya ejecución intervienen otras potencias. Concurriendo ademas en los actos ciertas c i r c u n s -
tancias , según las cuales se d i s t i n g u e n ; consideraremos primeramente lo voluntario y lo i n v o l u n -
t a r i o , y después las c i r c u n s t a n c i a s de los mismos a c t o s , en l a s q u e h a y voluntariedad ó i n v o l u n -
tariedad.
La primera de estas dos últimas cuestiones se desarrolla en los ocho artículos siguientes: 1,°- Hay
voluntario en los actos h u m a n o s ? - 2 . ° Existe en los animales b r u t o s ? —3.° Puede darse sin acto
alguno? —4.° Puede sufrir violencia la v o l u n t a d ? —5.° Causa involuntario la violencia? —6." Y el
miedo ¥ — *7.° Y la concupiscencia ? — 8.° Y la ignorancia ?

A R T Í C U L O I . — Existe lo voluntarlo e n 1. 3 , c. 4 ) ; pero el principio de los actos


los actos h u m a n o s ? (3) humanos no está en el mismo hombre, sino
fuera de él ; puesto que el apetito del
1.° P a r e c e que en los actos humanos hombre es movido á obrar por lo apete-
no se halla lo voluntario : porque volun- cible que le es estrínseco y como que
s

tario es a q u e l l o , cuyo principio está en mueve sin ser m o v i d o , según se dice ( D e


ello m i s m o , como hacen constar San G r e - anima, 1. 3 , t. 54) : por consiguiente no
gorio N i s e n o ( 4 ) , el D a m a s c e n o ( D e h a y voluntario en los actos humanos.
orth. fidei, 1. 2 , c. 2 4 ) y Aristóteles ( E t h . 2.° Aristóteles ( P h y s . 1.8,t. 2 8 ) prueba

(1) Aquí comienza propia y oportunamente el Tratado sobre tiples obras por otros teólogos de no tan reciente fecha, como
los actos humanos. Goudin, Cóncina, Gouet, Tournely, Silvio y otros varios, que
( 2 ) «Consideración» según algunos. también ofrecen útilísima concurrencia al esclarecimiento de
( 3 ) Tanto sobre este ponto como en general acerca de las las enseñanzas escolásticas, profusamente espuestas en esta
tan variadas materias teológico-morales, de que se trata en producción admirable del genio católico más autorizado y
toda la SUMA TEOLÓGICA , pero con especialidad en esta 2 . A
competente. Esta indicación nos exime de la penosa é innece-
Parte, pueden consultarse con frutó y merecen preferente re- saria tarea de" frecuentes aclaraciones sobre el tecnicismo es-
comendación en nuestro concepto entre las diversas obras de colar corriente en la .actualidad y de conceptos no siempre
Teología Moral las tan vulgarizadas ya de Escabini, Guri y bastante obvios quizás á los que no conocen á fondo la Teo-
San Alfonso de Ligorio, que han compilado con método claro y logía Moral, tal como en el dia se encuentra dilucidada hasta
preciso y con la estension ó amplitud, que pudiera desear el en sus mínimos detalles en los AA. ciladosi
más exigente, cuanto interesante se ha escrito después del ( 4 ) Nemesio {De na'ura hominis
y c. 3 2 y 3 9 ) , según ya repe-
Angélico Doctor y calcado con más ó menos conformidad con tidas veces se ha rectificado en el TI 1.°
sus enseñanzas y opiniones sobre sus inimitables cuanto múl"
56 CUESTIÓN V I . — A R T Í C U L O I.

que no se halla en los animales acto al- vimiento, no por eso está en él mismo el
guno nuevo ( 1 ) que no sea prevenido principio de la tendencia de su obrar ó
por otro ( 2 ) movimiento esterior : todos moverse por el fin, sino que está en otro
los actos del hombre son nuevos, toda v e z (agente), el cual le imprime su primera
que ninguno de ellos es eterno ; y por lo moción hacia el fin: por cuya razón se
tanto el principio de todos los actos h u - dice, no que los tales se mueven á sí pro-
manos está fuera del hombre, y no h a y pios, sino que son movidos por otros. A l
voluntario en ellos. contrario, los que tienen conocimiento del
3.° E l que obra voluntariamente,puede fin, dícese que se mueven á sí mismos ;
obrar por él mismo ; y esto no es aplica- porque está en ellos el principio no solo
ble al hombre, según se dice por San de su acción sino también de su tendencia
J u a n ( 1 5 , 5 ) : Sin mí no podéis hacer al fin. A s í q u e , como ambas cosas, la ac-
nada: luego en los actos humanos no se ción y su razón de obrar por el fin, pro-
halla lo voluntario. ceden del principio intrínseco; los movi-
Por el contrario, dice el Damasceno mientos y actos de estos se llaman volun-
( D e orth. fid. 1. 2 , e. 2 4 ) : « voluntario tarios. D e manera que el nombre de v o -
y> es un a c t o , que es operación racional»: luntario lleva en sí la idea de que el
tales son los actos humanos ; por consi- movimiento y el acto provenga de la pro-
guiente h a y en ellos voluntario. pia inclinación : y de aquí que el volun-
Conclusión. Es necesario que lo volun- tario, según la definición de Aristóteles,
tario exista en los actos humanos. S a n Gregorio Niseno y el Damasceno
Responderemos que no puede menos de (citada en el primer argumento), es no
haber voluntario en los actos humanos. solo aquello, cuyo principio es intrínseco,
P a r a demostrarlo, observemos que el sino que debe añadirse dotado de cono-
principio de ciertos actos ó movimientos cimiento. Infiérese de todo lo dicho que
está en el a g e n t e , ó en aquel ó aquello en los actos del hombre, que conoce e s -
que se m u e v e ; el de algunos otros em- pecialmente el fin de su operación y se
pero está fuera. Cuando la piedra se mueve á sí mismo, se encuentra princi-
mueve subiendo, el principio de este m o - palmente lo voluntario.
vimiento está fuera de ella; mas cuando A l argumento 1.° diremos que no todo
desciende, ese principio está en la piedra principio es primer principio. Según esto,
misma. D e las cosas movidas por un prin- aunque la noción de voluntario entraña
cipio intrínseco unas se mueven á sí mis- el que su principio sea intrínseco, no se
mas , y otras no. Ahora bien : como todo opone á ella el que ese principio intrín-
agente, y a obre movido (3) ó y a se mue- seco sea causado ó movido por (otro)
va (4) por razón del fin, según queda principio estrínseco; por cuanto no se in-
espuesto ( C . 1 , a. 1 ) , aquellas cosas se cluye en esa noción el que el tal principio
mueven con perfección, en las que existe intrínseco sea primer principio. E s de ad-
algún principio intrínseco, no solo para vertir empero que muy bien puede suce-
que se muevan, sino para que se muevan der que algún principio de movimiento
hacia el fin ; m a s , para que algo se haga sea el primero en general, sin ser el pri-
por un fin, requiérese algún conocimiento mero en absoluto (simpliciter) : así en el
de ese fin : cualquier agente p u e s , que género de cosas alterables lo primero que
así obra ó es movido por un principio in- causa la alteración es un cuerpo celeste,
trínseco, que tiene alguna noción del fin, que no es sin embargo el primer motor
tiene en sí mismo el principio de su acción, absolutamente hablando, siendo él (á su
no solo para que obre, sino para obrar vez) movido en su giro localmente cir-
por el fin; mientras que el que no tiene cunscrito por otro motor superior. D e un
idea alguna del fin, aun cuando en él modo análogo el principio intrínseco del
exista el principio de su acción ó m o - acto voluntario, que es la potencia c o g -

(1) En algunas ediciones léese motus (movido ó de movi- (2) Nicolai duda, si tal vez alia sería originariamente
miento, según se tome por adjetivo-participio ó por sustantivo ttliquo.
en genitivo) en lugar de novm, más común y conforme al có- (3) Por otro.
dice de Alcañiz, justificado ademas por el subsiguiente novi (4) A sí ó por sí mismo,
de la premisa menor.
CUESTIÓN V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 57

noscitiva y apetitiva, es en general el su procedencia de la voluntad; y la vo-


primer principio del movimiento apetitivo, luntad, que está en la razón, según se dice
aun cuando sea movido por otro (princi- ( D e anima, 1. 3 , t. 4 2 ) , no puede hallarse
pio ) esterior según otras especies de mo- en los irracionales : ni por lo mismo puede
vimiento. darse en ellos voluntario.
A l 2.° que efectivamente el movimiento 2.° E l hombre se dice ser dueño de sus
animal nuevo es prevenido por otro mo- actos, en cuanto los actos humanos son
vimiento esterior en dos sentidos : 1.° en voluntarios : no teniendo pues los bru-
cuanto por el movimiento esterior es pro- tos el dominio de sus acciones, como que
puesto al sentido del animal algo sensi- no obran, sino que más bien son movidos,
b l e , que apercibido escita el apetito; al según dice el Damasceno ( D e Orth. fid.,
modo que el l e ó n , al ver al ciervo acer- 1. 2 , c. 24 y 2 7 ) ; sigúese que no h a y
carse por su movimiento, comienza á lan- voluntario en ellos.
zarse sobre é l ; 2.° en cuanto por el m o - 3.° E l Damasceno dice (ibid.*) que
vimiento esterior empieza el cuerpo del « á los actos voluntarios sigue la alabanza
animal á inmutarse en algún modo por » ó el vituperio » , y ni uno ni otra son
cierta natural conmoción, como de frió ó debidos á los actos de los brutos : lo cual
de calor. A s í inmutado el cuerpo por el prueba que en ellos no hay voluntario.
movimiento de otro cuerpo esterno, in- Por el contrario, dice Aristót. ( E t h . ,
mútase también accidentalmente (per 1. 3 , c. 1) que <r los niños y los brutos
accidens) el apetito sensitivo, que es la »tienen un común voluntario» : y lo mis-
potencia del órgano corpóreo ; como mo afirman San Greg. Nis. ( ó Nemesio,
cuando en virtud de alguna alteración D e nat. hom. c. 3 2 ) y el Damasceno
del cuerpo se conmueve el apetito á de- (1. 2 , c. 4.).
sear con vehemencia alguna cosa : pero Conclusión. El voluntario perfecto es
esto no está en pugna con la razón de lo peculiar de sola la naturaleza racional;
voluntario, según lo dicho (al 1.°); pues mas el imperfecto compete igualmente á
estas mociones (procedentes) de un prin- los brutos.
cipio esterior son de otro género. R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
A l 3.° que Dios mueve al hombre á (a. 1) la naturaleza de lo voluntario re-
obrar, no solo como quien propone al quiere que el principio del acto sea in-
sentido lo apetecible ó como inmutando trínseco y con algún conocimiento del fin.
el cuerpo, sino también como moviendo E s t e conocimiento del fin puede ser per-
la voluntad m i s m a ; pues que todo movi- fecto ó imperfecto. E s perfecto, cuando
miento así de la voluntad como de la na- no solo se tiene idea del objeto fin, sino
turaleza procede de é l , como del primer que se conoce ademas la razón de ese fin
motor. Y , así como no repugna á la ra- y la proporción de aquello que se ordena
zón de naturaleza que el movimiento de á él ; y este conocimiento del fin compete
esta venga de D i o s , como de motor pri- es elusivamente á la naturaleza, racional.
m e r o , en atención á que la naturaleza E s imperfecto, s i , concretándose á la
es un instrumento de D i o s , que inicia el aprensión del fin , no se conoce la razón
movimiento; así tampoco es contra la del fin ni la proporción del acto con él; y
razón de acto voluntario el que proven- este se encuentra en los irracionales me-
ga de D i o s , en cuanto D i o s mueve la vo- diante el sentido y la natural estimación.
luntad : sin embargo entra comunmente A l conocimiento perfecto del fin va ad-
en la razón del movimiento, tanto natu- junto el voluntario en toda su perfección,
ral como voluntario, el que uno y otro es decir, en cuanto, conocido el fin, puede
sean producidos por un principio intrín • uno deliberando sobre él y sobre los me-
seco. dios á él conducentes , moverse ó no ha-
cia el fin. A l imperfecto empero sigue
el voluntario asimismo imperfecto, en
A S T Í C U L O I I . — E n los a n i m a l e s bru-
virtud del cual a g e n t e , conociendo el fin,
tos existe voluntarlo ? (1)
se dirige súbitamente á él sin delibera-
1 . Parece no haber voluntario en los
a

(1) Nótese bien la distincic-u de voluntario perfecto ó im-


animales brutos. Llámase voluntario por perfecto, clave de la solución de esta tesis.
58 CUESTIÓN V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

cion. Resulta d e esto que únicamente á mos dueños, se dice que es voluntario;
la naturaleza racional compete el volun- y nosotros somos dueños de aquello, en
tario perfecto en su esencia, y que el im- que consiste obrar 6 no, querer y no
perfecto se estiende ademas á los irracio- querer : por consiguiente, así como obrar
nales. y querer es voluntario, igualmente lo es
A l argumento 1.° diremos que la volun- no obrar y rehusar.
tad denota apetito racional, por lo cual Conclusión. El voluntario puede exis-
no puede hallarse en los seres privados tir sin acto: unas veces sin acto esterior
de razón ; y lo voluntario toma su nom- pero con interior, como cuando el hom-
bre de l a voluntad, pudiendo por lo mis- bre quiere obrar; y otras aun sin acto
mo ampliarse á aquellos s e r e s , en los que interno, como cuando no quiere.
existe alguna participación de voluntad R e s p o n d e r e m o s , que el voluntario se
por razón de alguna conveniencia con llama a s í , porque procede de la voluntad;
ella : en cuyo concepto se atribuye v o - y una cosa se dice provenir de otra de dos
luntario ( 1 ) á los animales brutos, por modos : 1.° directamente, si procede de
cuanto son movidos al fin por algún c o - algo como a g e n t e , así como del calor
nocimiento de él. viene la calefacción ; 2.° indirectamente,
A l 2.° que el ser dueño el hombre de por lo mismo que no obra; como se atri-
sus acciones proviene de la deliberación, buye al piloto el irse á fondo un buque,
que tiene acerca de e l l a s ; pues por l o porque no cumple su deber. E s de saber
mismo que la razón deliberando se halla empero que las consecuencias de la inac-
en aptitud de obrar ó n o , la voluntad ción no siempre se imputan al agente
puede decidirse por cualquiera de las dos como á causa, por no obrar; sí solo
cosas opuestas : mas de este modo no hay cuando puede y debe obrar. S i el piloto
voluntario, según queda dicho. no pudiese dirigir el bajel, ó no l e estu-
A l 3.° que la alabanza y el vituperio viese cometido el gobernalle; no sería él
son debidos al acto perfectamente volun- responsable de la inmersión del buque,
tario, cual no cabe en los brutos. debida á la ausencia del piloto. A h o r a
bien : la voluntad queriendo y obrando
puede y á veces debe evitar el no querer
ARTÍCULO I I I . — P u e d e haber volun-
y no obrar , como que por ella tiene l u -
tarlo s i n acto a l g u n o ?
gar (tal abstención) : y así puede haber
1. Parece no puede darse voluntario voluntario sin acto; ya sin el esterno
sin acto : porque voluntario se dice l o con acto interno, queriendo no obrar ; ya
que nace de la voluntad; y nada puede sin acto alguno aun interno, no que-
proceder de esta sino por algún acto, á riendo.
lo menos de l a voluntad misma : no pue- A l argumento 1.° diremos, que volun-
de existir pues voluntario sin acto. tario se dice lo que procede, no solo direc-
2.° A s í como por el acto de la volun- tamente de la voluntad en concepto de
tad se dice que uno quiere ; por el con- a g e n t e , sí también indirectamente, como
trario, suprimido tal a c t o , dícese que no de no agente.
quiere : no querer causa involuntario, A l 2.° que h a y dos modos de no que-
opuesto á l o voluntario ; luego no puede rer. U n o con el valor de una sola dicción
haber voluntario, no habiendo acto de la (nolle) (2) infinitivo del verbo nolo ( 3 ) :
voluntad. si digo en este sentido « no quiero leer »,
3.° E l conocimiento es de esencia de se interpreta «quiero no leer»: así pues no
lo voluntario, según lo dicho (a. 2 ) ; y el querer leer equivale á querer no l e e r , y
conocimiento supone algún acto : sin acto este no querer ( 4 ) causa involuntario.
alguno por consiguiente no se concibe l o Otro en la acepción u s u a l , según la cual
voluntario. no se afirma acto de voluntad; y en esta
Por e l contrario: aquello, de que s o - el no querer no produce involuntario ( 5 ) .
(í) Mejor que "voluntario debería decirse espontáneo, aten- (2) Véase en el T. 1." la nota3, pág. 183.
dida su etimología griega Ey.oUdtOV y radicando en un cono- (3) Rehusar ó negarse á querer ú obrar.
cimiento meramente instintivo; pues l a espontaneidad i m - (4) Querer rehusar.
porta la idea de indeliberación, cual sucede en los llamados (5) No exime do responsabilidad ó imputabilidad.
movimientos 6 actos primo-primos del hombre.
CUESTIÓN VI. — A R T Í C U L O S III Y IV. 59

A l 3.° que del mismo modo se requiere de la voluntad, como imperado por ella,
para l o voluntario el acto del conoci- pero ejecutado mediante otra potencia;
miento , que el de la voluntad ; es decir, cuales son el andar y el hablar, que son
de manera que esté en el arbitrio- del impuestos por ella ( 1 ) mediante (otra)
agente el considerar, querer y obrar : y fuerza motriz. En cuanto á los actos im-
así e l no considerar es tan voluntario perados pov la voluntad puede esta es-
como lo es el no querer y el no obrar á perimentar violencia, toda v e z que los
su tiempo. miembros estemos pueden ser violenta-
mente imposibilitados d e efectuar el man-
A R T Í C U L O I V . — S e puede hacer vio- dato de la voluntad. No así en cuanto
l e n c i a ft l a voluntad? al'mismo acto propio (é inmediato) de
la voluntad, que no puede sufrir coac-
l.° Parece que á la voluntad se puede ción al realizarlo. E s la razón de esto,
inferir violencia; porque cualquiera pue- que el acto de la voluntad no es otra
de ser obligado por otro más fuerte : h a y cosa que cierta tendencia procedente del
algún ser más poderoso que la voluntad principio intrínseco cognoscitivo; como
humana, cual es D i o s ; y en consecuen-, el apetito natural es cierta inchnacion
cia puede ser obligada por él al menos. originada del principio interior y sin c o -
2.° Todo lo pasivo es violentado por nocimiento. P e r o todo lo violento ó im-
su a c t i v o , cuando de él recibe alteración; puesto por coacción viene de principio e s -
y la voluntad es fuerza pasiva, pues es trínseco : y así repugna á la naturaleza
motor movido, según se dice ( D e anima, misma del acto de la voluntad el ser vio-
1. 3 , t. 54 ) : así pues, siendo alguna vez lento é inevitable ; como se opone á la
movida por su activo, parece que alguna esencia de la natural inchnacion ó movi-
vez es obligada. miento de la piedra el ser llevada hacia
3.° E s violento el movimiento contra- arriba ( y puede serlo por la v i o l e n c i a ) :
rio á la naturaleza ; y la voluntad es á mas no puede admitirse que este movi-
veces movida en contra de la naturaleza, miento violento provenga de su natural
como es notorio en su movimiento á pe- tendencia. Asimismo puede el hombre
car , que es contrario á la naturaleza, ser también arrastrado violentamente;
según el Damasceno dice ( D e orth. fid., pero el que esto se verifique por su v o -
1. 4 , c. 21) : por consiguiente la volun- luntad, repugna á la noción de violen-
tad puede sufrir coacción en su movi- cia ( 2 ) .
miento. A l argumento 1." diremos, que D i o s ,
Por el contrario, dice San A g . ( D e que es más poderoso que la voluntad h u -
civit. D e i , 1. 5 , c. 10) que « s i algo se mana , puede moverla, según aquello de
» hace voluntariamente , no se hace por los Proverbios ( 2 1 , 1 ) : El corazón del
»necesidad s> : todo cuanto se hace por rey está en la mano de Dios : y á cual-
coacción, se hace por necesidad; y por quiera parte que quisiere, lo inclinará.
lo tanto lo que se hace por v o l u n t a d , no M a s , si esto se verificase con violencia,
se hace por coacción, ni la voluntad pue- y a no sería con acto de la voluntad ; ni
de ser obligada á obrar. se movería la voluntad misma, sino algo
Conclusion. [1] La voluntad puede contra ella.
sufrir coacción en cuanto á los actos A l 2.° que no siempre que 1 Q pasivo es
imperados por ella. [2] JVo puede ser alterado por su activo es violenta la'mo-
violentada en los actos propios de ella, cion, sino solamente cuando esto es con-
esto es, inmediatamente elícitos (dima- trario á la natural propensión de lo pasi-
nados) de ella. v o : de otro modo todos los cambios y
Responderemos que h a y dos clases de generaciones de los cuerpos simples s e -
actos de l a voluntad : uno que es inme- rían antinaturales y violentos ; y son na-
diatamente propio s u y o , como de ella turales en virtud de la natural aptitud
(nacido) elícito, el querer; y otro, que es de la materia ó del sujeto para tal dispo-

(1) Algunos añaden excrccnlur autem, «mas son ejecu- » querer á la fuerza "i porque no puede querer , no queriendo
tados ».
» querer».
(2) Asi dice San Anselmo (De lib, arbilr.) : a nadie puede
60 CUESTIÓN VI. — ARTÍCULOS IV Y V.

sicion. D e idéntica manera, cuando la violencia hace algo contrario á la n a t u -


voluntad es movida por lo apetecible en raleza , del propio modo en los que tienen
conformidad con su propia inclinación, no conocimiento hace que algo sea contra-
es violento, y sí voluntario, ese movi- rio á la voluntad : mas lo que repugna á
miento. la naturaleza, se dice antinatural ; y asi-
A l 3.° que aquello, á que la voluntad mismo lo q u e contraría la voluntad, se
tiende, al pecar, aunque malo y contrario llama involuntario : la violencia ( 2 ) pues
á la naturaleza racional en realidad, es causa involuntario.
sin embargo aprendido por bueno y con- A l argumento 1.° diremos, que lo in-
veniente á (1) la naturaleza, en cuanto voluntario, es opuesto á lo voluntario.
conviene al hombre por razón del deleite Queda antes dicho (a. 4) que se llama
de algún sentido ó en connivencia con voluntario no solo el acto (elícito) inme-
algún hábito desarreglado. diatamente emanado de la voluntad mis-
ma, sí también el imperado ( 3 ) por ella.
ARTÍCULO Y . — l a violencia c a u s a In- E n cuanto al primero no puede la volun-
voluntario? tad ser violentada, según lo dicho (a. 4 ) ;
sí empero respecto del imperado : y en
l.° Parece que l a violencia no hace in- este último caso la violencia produce in-
voluntario (el acto): porque lo voluntario voluntario.
y lo involuntario toman su denominación A l 2.° que, así como decimos natural
de la voluntad; y á esta no puede hacerse lo que es conforme á la propensión de la
violencia, según se acaba de demostrar naturaleza, no de otro modo se llama
(a. 4 ) : por consiguiente la violencia no voluntario lo que es conforme á la ten-
puede causar involuntario. dencia de la voluntad. Pero lo natural
2.° L o involuntario v a acompañado de puede serlo en dos conceptos: 1.° si pro-
tristeza, según dicen el Damasc. ( D e fide cede de la naturaleza, como de principio
orth. í. 2 , c. 21) y Aristóteles ( E t h . 1. 3 , activo, y así es natural al fuego el ca-
c. 1 ) : pero á veces sufre uno violencia, lentar ; 2.° como principio pasivo, en
sin por ello entristecerse; lo cual prueba cuanto h a y innata predisposición á reci-
que no causa involuntario la violencia. bir la acción de un principio estrínseco;
3.° L o que nace de la voluntad, no cual se dice natural el movimiento de un
puede ser involuntario ; y h a y actos vio- cuerpo celeste por su natural aptitud
lentos procedentes de la voluntad, como para é l , aunque el motor sea voluntario.
cuando uno marcha cuesta arriba cargado A s í también lo voluntario puede enten-
de un gran p e s o , ó dobla algún miembro derse en dos sentidos : uno según la ac-
contra su natural flexibilidad : la violen- ción, como si uno quiere hacer a l g o ;
cia pues no induce voluntario. otro según la actitud pasiva, cual es la
Por el contrario, dicen contestes el del que quiere sufrir de parte de otro:
Damasc. y Aristóteles (ibid.) que h a y así cuando la acción parte de un agente
algo involuntario á causa de violencia. esterior, coincidiendo con ella la volun-
Conclusión. La violencia causa invo- tad de sufrirla por parte del que la re-
luntario. cibe ( 4 ) , no hay aquí violencia propia-
Responderemos que la violencia se opo- mente (simpliciter) dicha ; porque, si
ne directamente ,á lo voluntario, como bien el paciente no coopera obrando, con-
también á lo natural: por cuanto es co- curre no obstante queriendo sufrir : y
mún á l o voluntario y á lo natural, el por lo mismo no puede decirse involun-
que lo uno y lo otro vengan de un prin- tario.
cipio intrínseco; y lo violento emana de A l 3.° q u e , según dice Aristóteles
principio estrínseco. H é aquí porqué, así ( P h y s i c . 1. 8 , t. 2 7 ) , el movimiento de
como en los seres no dotados de razón la un animal, por el que á veces se mueve

(1) Las palabras siguientes de letra cursiva faltan ¿n las (4) Como dice San Leon del Salvador, que consintió en su-
ediciones de Colonia y Douai y en la romana antigua. frir coacción por parte de los judíos : trahunt volcnlcm trahi
(2) Absoluta y simpliciler, no la incompleta ó circunstan- (Sermo 8 de Passione) ; y San Jerónimo lo aplica asimismo á los
cial (secundumquld). Santos mártires, quienes asi (Episl. ad HcdWum, q, 11) lœti-
(3) No impuesto á ella. tìam tormenta osteiidcrunt.
CUESTIÓN VI.—ARTÍCULOS V Y VI. 61

este contra la natural inclinación de su « l o que se hace por miedo, más es vo-
cuerpo, por más que no sea natural al «luntario que involuntario».
cuerpo,.lo es sin embargo en algún modo Conclusión. Lo que se hace por miedo
al animal, al que es natural ser movido es de suyo (simpliciter) voluntario, é in-
en conformidad con su apetito: y de aquí voluntario (secundum quid) accidental-
que eso no es violento en absoluto (sim- mente.
pliciter), y sí solo circunstancialmente Responderemos q u e , según dice Aris-
(secundum quid). L a propio debe de- tóteles (Eth.- 1. 3 , c. 1) y San Gregorio
cirse de la inflexión de los miembros con- Niseno en su libro De homine ( i b i d . ) ,
tra su natural organización : esto es vio- esas acciones ejecutadas por -miedo son
lento secundum quid, si solo se atiende mistas de voluntario é involuntario. Lo
al miembro determinado; mas no simpli- que se hace á impulsos del miedo, con-
citer respecto del hombre mismo ( 1 ) . siderado en sí mismo, no es voluntario; y
solo viene á serlo en un caso dado, por
A R T Í C U L O V I . — El m i e d o c a u s a invo- evitar el mal que se teme. Pero, si bien
luntario (simpliciter) por sí mismo ? se reflexiona, esta clase de actos tienen
más de voluntarios que de involuntarios;
l.° Parece que el miedo causa (sim- pues son voluntarios en absoluto (sim-
pliciter ) involuntario. A s í como la vio- pliciter ) , é involuntarios eventualmente
lencia -consiste en contrariar de presente C secundum quid) : porque una cosa se
á la voluntad, así el miedo la contraría dice ser (simpliciter) en aboluto, en
con la previsión de un mal futuro: y , cuanto es en acto ; y en cuanto solo es
pues la violencia causa involuntario gene- en la aprensión, no es en absoluto, sino
ralmente (simpliciter) hablando; igual- (secundum quid) accidentalmente. L o
mente el miedo. que se hace por miedo, es en a c t o , por
2.° L o que es tal por sí mismo (secun- cuanto se ejecuta : pues, como los actos
dum se), tal permanece, aunque algo se se verifican en cosas singulares ó deter-
le añada; al modo que lo que de suyo minadas , y lo singular como tal tiene
es cálido, cálido continúa en sí mismo, realidad (Me et liunc) en lugar y tiempo
mientras subsista, aunque sea incorpo- presentes; el hecho realizado lo es en
rado á otra cosa. L o que se hace por mie- a c t o , por serlo en lugar y tiempo presen-
do, es de suyo (secundum se) involunta- t e s , y bajo otras condiciones individua-
rio; é involuntario sigue siendo mediando les. A s í lo que se hace por miedo es v o -
el miedo. luntario, en cuanto se hace aquí y ahora,
3.° L o que es tal bajo condición, tal es decir, en cuanto en el caso presente es
es también (secundum quid) circunstan- preservativo de mayor m a l , que se temia;
cialmente; y más lo que es tal sin condi- al modo que el hecho de arrojar al mar las
ción, es tal en sí mismo (simpliciter): mercancías se hace voluntario durante la
como lo que es necesario en una hipótesi, tempestad á causa del temor al peli-
lo es secundum quid; y lo que es nece- gro ( 2 ) . E s según esto evidentemente
sario en absoluto, lo es simpliciter. Lo voluntario en s í ; pues le compete la ra-
que se hace á influjo del miedo, es invo- zón de voluntario, porque su principio es
luntario en absoluto; y no es voluntario, intrínseco. A h o r a , el que se admita lo
sino bajo condición, la de eludir el mal que por miedo se h a c e , como existente
que se teme. A s í pues l o que se hace fuera de este c a s o , en cuanto repugna á
por miedo es absolutamente involuntario. la voluntad, esto no es sino según la ra-
zón únicamente; y por lo mismo es invo-
Por el contrario, San Greg. N i s . ( ó
luntario eventualmente, esto e s , conside-
Nemesio, lib. D e nat. hom. c. 30) dice
rado fuera del caso actual (3).
y con él Aristót. ( E t h . 1. 3 , c. 1) que

(1) Resulta pues de todo lo dicho que el acto de la volun- (3) El miedo, por grave que sea, nunca escusa totalmente
tad será más ó menos voluntario é imputable en razón in- de culpa en lo intrínsecamente malo; y solo atenúa ó dismi-
versa de la mayor ó menor resistencia opuesta por ella á la nuye la culpabilidad, debiendo por lo mismo mirarse única-
coacción. mente como circunstancia atenuante, en razón á que, coar-
(2) O como Zenon se mordió la lengua y se la escupió al tando algo la libertad, se hace bajo su presión lo que sin ella
tirano, por no hacer traición á sus amigos ; y Mucio Escévola no se haría.
se dejó quemar la mano por igual motivo.
62 CUESTIÓN V I . — ARTÍCULOS VI Y VII.

A l argumento 1.° diremos que lo que ARTÍCULO V I I . — lia c o n c u p i s c e n c i a


se hace por miedo y por la fuerza, no solo c a u s a involuntario ? (3)
se diferencian en orden al tiempo pre-
sente ó futuro, sino también en que la 1.° Parece que la concupiscencia pro-
voluntad no consiente en lo que se hace duce involuntario. Como el miedo es una
por la coacción, puesto que es contrario pasión ( 4 ) , así lo es también la concu-
al movimiento de la voluntad ; al paso piscencia. E l miedo causa en algún caso
que lo que se hace por miedo, viene á involuntario : por consiguiente asimismo
ser voluntario, toda vez que el movi- lo causa la concupiscencia.
miento de la voluntad se dirige hacia 2.° A s í como el tímido obra por temor
ello, y a que no por ello mismo, sí em- en contra de lo que se proponía, igual-
pero por repeler el mal que se teme. Y mente el incontinente por la concupiscen-
basta á la razón de voluntario el que sea cia : y , como el temor alguna vez causa
por otro voluntario; porque voluntario involuntario, del propio modo también la
es, no solo lo que por ello mismo quere- concupiscencia.
mos como fin, sino asimismo lo que que- 3.° Para lo voluntario requiérese co-
remos por otra cosa como por fin. E s nocimiento; y la concupiscencia lo per-
pues evidente que en lo que se hace por turba, pues dice Aristót. ( E t h . 1. 6, c. 5)
violencia, no toma parte alguna la vo- que & la delectación, o s e a , la concupis-
luntad interior; al paso que sí la toma » cencía del deleite corrompe la aprecia-
en lo que se hace por miedo (1). P o r eso, » cion de la prudencia». L u e g o la con-
como dice San Grreg. N i s . (ibid.), para cupiscencia causa involuntario.
escluir lo que se hace por miedo, en la Por el contrario, dice el Damasceno
definición de lo violento,' no solo se dice ( T . D e fide orth. 1. 2, c. 24) : ce L o in-
a serlo aquello, cuyo principio es estrín- » voluntario merece compasión ó indul-
» s e c o » , sino que se añade, «sin coopera- » gencia, y se hace con tristeza». N a d a
» cion alguna de lo violentado (2 ) » ; de esto es aplicable á la concupiscencia;
porque á lo que se hace por miedo la v o - y por lo tanto esta no causa involun-
luntad del que teme coopera en algo. tario.
A l 2.° que lo que se dice en absoluto Conclusión. La concupiscencia más
subsiste tal cual es_, á pesar de la adición conduce á hacer algo voluntario, que á
de otra c o s a , como lo cálido y lo blanco; hacerlo involuntario.
no así lo que se dice relativamente, pues Responderemos q u e , la concupiscen-
varía según su comparación con diversos cia , lejos de causar involuntario, más
términos: lo grande, por ejemplo, res- bien hace que algo sea voluntario. Díce-
pecto de una cosa, es pequeño en paran- se voluntario un a c t o , en cuanto la volun-
gón con otra. Voluntario se dice algo, no tad se inclina á é l ; y la concupiscencia
solo por sí como en absoluto, sino tam- inclina la voluntad á querer lo que an-
bién por razón de otra cosa en concepto hela : por consiguiente más conduce á
relativo : y así el que un acto no sea de que sea voluntario, que no involuntario.
suyo voluntario en nada se opone á que, A l argumento 1.° diremos que el t e -
comparado con otro, venga á resultar v o - mor se tiene de algo m a l o , y la concu-
luntario en virtud de esa comparación. piscencia mira á lo bueno : el mal por sí
A l 3.° que lo que se hace por miedo es mismo contraría la voluntad, y el bien se
incondicionalmente voluntario, es decir, conforma con ella. P o r lo tanto más pro-
según que realmente se h a c e ; y es invo- pende á causar involuntario el miedo, que
luntario bajo condición, ó más bien, lo la concupiscencia.
sería si tal miedo no se interpusiese. A l 2.° que en el que obra por miedo
Atendido e s t o , la conclusión contraria es subsiste la repugnancia de la voluntad
la legítima. hacia lo que se h a c e , considerado en sí

(1) Las ediciones romanas (inclusa la áurea, que anota al cohoncstable de tal variante, que destruye el sentido déla
margen la inserción en otras, al.) y la de Pádua suprimen las frase, y no admite disculpa, siendo tan fácil compulsar la cita.
palabras, que por sola esta razón llevan carácter cursivo. (3) Más bien aumenta la voluntariedad.
(2) Sihll conferenle rim patso. En la edición de Douai y en (4) Como contrapuesta á acción.
alguna otra se halla reemplazado nlhil por nullam sin razón
CUESTIÓN VI. — ARTÍCULO VII Y VIII. 63

mismo; mas en el que obra á impulsos de Agustín (Retraet. 1. 1, c. 15.) que «todo
la concupiscencia (cual es el incontinente) »pecado es voluntario».
no permanece la voluntad anterior, que 3.° L o involuntario lleva consigo tris-
rechazaba lo que se apetece; sino que se t e z a , en sentir del Damasceno (ibid).
cambia, queriendo y a lo que antes repu- Muchas acciones se ejecutan con igno-
diaba. Y así lo que se hace por miedo, rancia y sin tristeza; como si uno mata
tiene algo de involuntario ; y nada abso- al enemigo, á quien desea asesinar, juz-
lutamente lo que se hace por concupis- gando que mata un ciervo. A s í pues la
cencia : porque el incontinente por la ignorancia no causa involuntario.
concupiscencia obra sí contra lo que an- Por el contrario, dicen el Damasceno
tes intentara, más no contra lo que ac- (ibid.)y Aristóteles (Eth. 1. 3 , c. 1.) que
tualmente quiere ; mientras que el tími- » algún acto es involuntario á causa de la
do obra contra lo que aun en la actuali- »ignorancia».
dad quisiera por sí mismo. Conclusión. [1] La ignorancia (con-
A l 3.° que, si la concupiscencia privase comitanter) concomitante al acto de la
completamente del conocimiento, cual su- voluntad no causa involuntario, sino que
cede á los que por la concupiscencia dan hace lo no voluntario. [2] La ignorancia
en locura, sería cierto que la concupiscen- (consequenter) consiguiente al acto de
cia quita lo voluntario ; y ni aun en ese la voluntad no puede causar involunta-
caso habría propiamente involuntario, rio (simpliciter) en absoluto; pero al-
puesto que en los que están destituidos guna vez causa involuntario circunstan-
del uso de la razón ni hay voluntario, ni cialmente (secundum quid). [ 3 ] La ig-
involuntario. P e r o alguna veces los que norancia (antecedenter) precedente al
son víctimas de la concupiscencia ( 1 ) , acto de la voluntad causa involuntario
no por eso pierden del todo el conocimien- (simpliciter) en absoluto.
to ; pues les queda la facultad de conocer, Responderemos, que la ignorancia cau-
si bien sin actual aptitud para aquella sará involuntario, siempre que prive del
acción particular : y no obstante aun esto conocimiento previo, que se exige para
mismo es voluntario, puesto que volun- lo voluntario, según lo dicho (a. 2.) ; mas
tario se dice lo que está en la potestad de no toda ignorancia suprime ese conoci-
la voluntad, como el no obrar y el no miento. E s pues de saberse que la igno-
querer, y asimismo el no pensar: porque rancia puede hallarse respecto al acto de
la voluntad puede resistir á la pasión, la voluntad en tres distintas situaciones :
como se dirá después ( C . 7 7 , a. 6 y 7 ) . concomitanter, simultánea; consequenter,
subsiguiente; y antecedenter,precedién-
ARTÍCULO V I I I . — c a u s a involunta- dole. E n el primer caso la ignorancia ver-
rio l a i g n o r a n c i a ? sa sobre lo que se h a c e ; pero de modo
q u e , aun cuando se supiese (lo que se
l.° Parece que la ignorancia no causa ignora), se obraría (igualmente). En-
involuntario: porque lo involuntario m e - tonces no induce á querer que el acto
rece disculpa, según dice el Damasceno se ejecute ; sino que á la vez se obra
( D e orth. fid. 1. 2 , c. 2 4 . ) . A veces lo que y se ignora, como en el ejemplo citado
se hace por ignorancia no es digno de del que mata á su e n e m i g o , querien-
indulgencia, conforme á aquello ( i Cor. do matarle, aunque ignorando es á é l á
14, 3 8 ) : Si alguno ignora, será igno- quien mata en la creencia de que es un
rado. L u e g o la ignorancia no causa invo- ciervo. Esta ignorancia no produce in-
luntario. voluntario, como dice Aristóteles (ibid.),
2.° Todo pecado se comete con igno- pues no hace cosa repugnante á la v o -
rancia, según lo del sabio ( P r o v . 1 4 , 22): luntad ; causa sí no voluntario, por cuan-
Yerran los que operan el mal. Si pues ia to no puede ser querido en acto lo que se
ignorancia produjese involuntario, segui- ignora. L a ignorancia es subsiguiente á
ríase que todo pecado es involuntario ; lo la voluntad, cuando la ignorancia misma
cual está en pugna con lo que dice San es voluntaria; lo cual puede suceder de
dos modos, conforme á las dos maneras
de voluntario arriba esplicadas (a. 3 ,
(1J La llamada antecedente.
— ARTÍCULO VIII.
64 CUESTIÓN VI.

al 1.°): uno en cuanto el acto de la volun- tb precede al movimiento de la voluntad


tad se apoya en la ignorancia; como si para hacer a l g o , el cual no se verificaría,
uno quiere ignorar, y a para escusarse del dado el conocimiento actual. Por. último
pecado, y a para no ser retraido de pecar, la ignorancia es antecedente con respecto
según aquello de J o b ( 2 1 , . 1 4 ) : No que- al acto de la voluntad, cuando no es vo-
remos conocer tus caminos ; y esta es la luntaria, y sin embargo es ella la causa
llamada ignorancia afectada : otro modo de querer lo que sin ella no se querría ;
de ignorancia voluntaria tiene lugar, como cuando el hombre ignora alguna
cuando uno ignora lo que puede y debe circunstancia del a c t o , que no estaba
s a b e r , porque en tal caso el no obrar y obligado á saber, y por eso hace algo,
el no querer se dicen voluntarios, según que no haría, si la conociese : tal suce-
lo espuesto (a. 3 ) . D e este modo se halla de , si u n o , después de practicadas las de-
la ignorancia, ora cuando uno no consi- bidas esploraciones, no sabiendo que al-
dera lo que puede y debe considerar, y guien pasa por el camino, dispara una
es la que llaman ignorancia de mala elec- flecha, con la que da muerte á un tran-
ción , provenga de la pasión ó del hábito; seúnte : esta ignorancia (1) causa in-¡
ora cuando no procura adquirir el cono- voluntario (simpliciter) en absoluto.
cimiento que está obligado á tener, en L o dicho hace obvia la solución de las
cuyo caso la ignorancia de todo lo con- objeciones : porque la primera se refiere
tenido en las leyes, y que uno está en obli- á la ignorancia de lo que uno está obli-
gación de saber, se dice voluntaria, en gado á saber; la segunda á la ignorancia
cuanto imputable á negligencia. Cuando de elección, que es voluntaria en cierto
pues la ignorancia es voluntaria por al- m o d o , según lo dicho; y la tercera á la
guno de estos conceptos, no puede causar ignorancia concomitante á la voluntad.
lo involuntario en absoluto; si bien
puede causarlo accidentalmente, en cuan- (1) Que es la llamada invencible.
CUESTIÓN VIL

Circunstancias de los actos humanos.

Espondrómos a h o r a las circunstancias de los actos h u m a n o s en los siguientes c u a t r o a r t í c u l o s :


1." Qué es c i r c u n s t a n c i a ? — 2.° Debe el teólogo tener en c u é n t a l a s circunstancias de los.actos h u m a -
nos ? — 3.° Cuántas son esas circunstancias ? — <1.° Cuáles de ellas son las más notables ?

ARTÍCULO I . — t,n circunstancia os u n verdaderos accidentes de los mismos.


accidento del acto humano? Responderemos que según Aristóte-
les (Periher. 1. 1, c. 1) los nombres son
l.° Parece que la circunstancia no es signos de las inteligencias, y por consi-
accidente del acto humano : porque dice guiente es necesario que marchen acor-
Tulio ( R e t h o r . y 1. 1 de Invent.) que des los conocimientos intelectuales y las
«circunstancia es, por la que el discurso denominaciones (convencionales). Ahora
»añade autoridad y apoyo á la argu- bien : nuestro conocimiento intelectual
» mentación». E l discurso añade fuerza procede de lo más conocido á lo menos
á la argumentación principalmente con notorio ; y por eso mismo entre nosotros
aquellos recursos, que están en la sustan- los nombres se transfieren de las cosas
cia misma del asunto; cuales son la defi- más sabidas á la significación de las que
nición, g é n e r o , especie, y semejantes, por nos lo son menos. A s í , según se dice
medio de los cuales el mismo Tulio ( L i b . (Met. 1. 1 0 , t. 13 y 14), de las ideas re-
Topicor.) enseña al orador á argüir. L a ferentes á localidad se h a tomado el
circunstancia no es según eso accidente nombre de distancia entre objetos contra-
del acto humano. puestos ; y del propio modo nos valemos
2.° E s propio del accidente estar ad- de nombres concernientes al movimiento
junto (al objeto). N o lo e s t á , y sí fuera local, para designar otros movimientos,
de é l , lo que está al rededor : por consi- en atención á que nos son más conocidos
guiente las circunstancias no son acciden- los cuerpos circunscritos en sitio determi-
tes de los actos humanos. nado. D e aquí que la denominación de
3.° E l accidente no tiene accidentes ; circunstancia se aplica á los actos huma-
y los mismos actos humanos son ciertos n o s , tomada de los objetos localizados.
accidentes : por lo que las circunstancias Respecto de estos se dice que algo los
no son accidentes de los actos humanos. rodea (circumstare), cuando lo circuns-
Por el contrario: las condiciones par- t a n t e , siendo estrínseco al objeto, está
ticulares de un objeto singular cualquiera sin embargo en contacto con él ó se le
se dicen accidentes, que lo individualizan. aproxima, mediando corta distancia. Y
Aristóteles ( E t h . 1. 3 , c. 1) llama cir- así cuantas condiciones, aunque esterio-
cunstancias á las particularidades, ó bien, res á la sustancia del a c t o , tocan de al-
á las particulares condiciones de cada uno gún modo (ó afectan) al acto humano,
de los actos. Son pues las circunstancias llaman sus circunstancias. M a s lo q u e , es-
accidentes individuales de los actos hu- tando fuera de la sustancia de una cosa,
manos. pertenece no obstante á esta misma cosa,
llámase accidente de ella; y conforme á
Conclusión. Las circunstancias de los
esto las circunstancias de los actos hu-
actos humanos deben considerarse como
SUMA. TEOLÓGICA — TOMO U . 5
66 CUESTIÓN V I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

manos deben decirse accidentes de los ARTÍCULO II. — ¿ios circunstancias«ic


mismos.
los actos humanos deben ser atendidas wor el
A l argumento 1.° diremos, que efecti-
teólogo? (2)
vamente el discurso apresta refuerzo al
raciocinio primeramente por la sustancia 1.° Parece que no incumbe al teólogo
del acto, pero en segundo término con lo la consideración de las circunstancias;
que circuye al acto : al modo que uno porque el teólogo no se hace cargo de los
aparece acusable ante todo como autor actos humanos, sino en cuanto son califi-
del Homicidio; mas también luego por ha- cables de buenos ó malos. L a s circuns-
berlo cometido con d o l o , ó por l u c r o , ó tancias no parece puedan influir en su
en tiempo ó lugar sagrado, con circuns- calificación; por cuanto nada se califica,
tancias análogas. A s í pues manifiesta- formalmente hablando, por lo que está
mente viene á decir que el discurso acrece fuera, y sí solo por lo que se halla en el
vigor á la demostración, como de una objeto mismo. N o hay pues para qué se
manera secundaria, por medio de (algu- ocupe el teólogo de las circunstancias de
na ) circunstancia. los actos.
A l 2.° que una cosa se dice accidente 2.° L a s circunstancias son accidentes
de otra en dos conceptos, según consta de los actos. Pero una cosa está espuesta
( M e t . 1. 5 , t. 1 6 ) : 1.° en cuanto está en á infinitas contingencias, por lo cual se
ella, como lo blanco ( 1 ) se dice acci- dice ( M e t . 1. 6 , t. 4 ) : c< ninguna ciencia
dente de Sócrates ; 2.° por cuanto está » ni arte versa acerca del ente por razón
junto con ella en un mismo sujeto, cual » de lo accidental, como no sea única-
se dice lo blanco accidente del músico, » mente la sofística ». Según esto el t e ó -
en cuanto convienen y en cierto modo logo no tiene por qué atender á las cir-
ambas cosas (color y música) son acci- cunstancias de los actos humanos.
dentes de un mismo sujeto. E n este últi- 3.° L a consideración de las circuns-
mo concepto son las circunstancias acci- tancias pertenece al retórico, y la R e t ó -
dentes de los actos. rica no forma parte de la Teología : por
A l 3.° q u e , según se acaba de esponer consiguiente el estudio de las circunstan-,
(al 2.°), se dice que el accidente lo es de cias no es de la incumbencia del teólogo.
otro accidente, por convenir ambos en Por el contrario : la ignorancia de las
ser los dos accidentes de un mismo su- circunstancias causa involuntario en opi-
jeto. E s t o acontece de dos modos: 1.° se- nión del Damasceno ( D e orth; fiel. 1. 2,
g ú n que los dos accidentes se refieren c. 4 ) y San Greg. Nis. ( ó N e m e s i o , lib.
á un solo sujeto sin orden alguno, cual lo D e nat. hom. c. 31). L o involuntario es-
son blanco y músico respecto de Sócra- cusa, de culpa, á cuya consideración in-
tes ; 2.° con cierto orden, por ejemplo, en cumbe por lo tanto la de las circuns-
cuanto el sujeto recibe un accidente me- tancias.
diante el otro, al modo que un cuerpo re- Conclusión. Las circunstancias deben
cibe el color en su superficie; y en tal ser objeto de estudio para el teólogo.
caso aun se dice que uno de los accidentes Responderemos, que las circunstan-
está siéndolo del o t r o : así decimos que el cias pertenecen á la consideración del
color está en la superficie. D e los dos mo- teólogo por tres razones : 1 . porque el a

dos pueden las circunstancias considerarse teólogo considera los actos humanos, en
con relación á los a c t o s ; puesto que al- cuanto por ellos se dirige el hombre á la
gunas circunstancias ordenadas al acto beatitud : todo cuanto se ordena al fin,
pertenecen al agente sin la interposición debe ser proporcionado á é l ; y los actos
efectiva del acto, como el lugar y la con- se relacionan al fin con cierta medida, que
dición de la persona; y otras mediando se aprecia por las debidas circunstancias:
el a c t o , como el modo de ejecutarlo. por cuya razón necesita el teólogo exa-
minar las circunstancias ; 2 . porque el
a

teólogo estudia en los actos humanos lo

(1) La blancura (albedo) propiamente : toma aquí lo con- como que aumentan ó disminuyen la bondad ó malicia del
creto por abstracto. acto, llegando á veces á cambiar su especio.
(2) Sí, por cuanto son uno de los principios de moralidad,
CUESTIÓN V I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 67

que tienen de bueno ó de malo, de mejor demás artes, lo considera bajo todos los
ó peor; y esto se diversifica por las cir- antedichos aspectos. E s t u d i a , como el
cunstancias , como se evidenciará más Moralista, los actos en cuanto son vir-
adelante ( C . 18, a. 10 y 11; y C. 7 3 , a. 7 ) ; tuosos ó viciosos; é indaga con el R e t ó -
3 . porque el teólogo investiga, si los ac-
a
rico y el Político la pena ó premio que
tos humanos son meritorios ó lo contra- merecen.
rio, cual deben serlo como humanos ; y
para esto se requiere que sean volunta- A R T Í C U L O I I I . — ¿Es aceptable l a enu-
rios. M a s el acto humano se j u z g a volun- meración de l a s circunstancias e n e l libro ter-
tario ó involuntario por el conocimiento cero d e l a s cuestiones morales ?
ó ignorancia de las circunstancias, según
lo dicho ( Por el contrario...) : y por lo l.° Parece que las circunstancias se
tanto la consideración de las circunstan- enumeran inconvenientemente ( Ethic. 1.
cias es de la incumbencia del teólogo. 3 , c. 1 ) . Llámase circunstancia de un
A l argumento 1.° diremos, que el.bien acto lo que es estrínseco al acto. Tales
ordenado al fin se dice útil, lo cual en- son el tiempo y el lugar : h é aquí pues
traña cierta relación. A s í dice Aristóte- las dos únicas circunstancias, cuándo y
les ( E t h . 1. 1, c. 6 ) que en esa correla- dónde (quando, ubi).
ción ( in aal, aliquid ) el bien es ú t i l : en 2.° P o r las circunstancias se estima lo
las cosas consideradas en su relación (ad bien ó mal hecho. E s t o pertenece al m o -
aliquid) á a l g o , este algo se entiende, no do del acto, es decir, que todas las cir-
solo de lo que está en ellas, sí también cunstancias se incluyen en sola u n a , el
de lo que las es estrínsecamente adya- modo de obrar.
cente , como se ve claramente en las (cor- 3.° L a s circunstancias no son sustan-
relaciones ) de derecho é izquierdo, igual ciales al acto; y parece que las causas de
y desigual, y semejantes. A s í pues, con- un acto deben pertenecer á la sustancia
sistiendo la bondad de los actos en ser del mismo. P o r consiguiente ninguna cir-
útiles para el fin, nada se opone á que se cunstancia debe tomarse de la causa (1)
digan buenos ó malos según su relación del mismo acto. A s í ni el (quis ) quién,
con a l g o , que por fuera les sea adjunto. ni ( propter quid ) por q u é , ni ( circa
A l 2.° que de los accidentes completa- quid ) sobre q u é , son circunstancias ; en
mente accidentales se desentiende toda atención á que quién denota la causa efi-
arte á causa de su incertidumbre é incal- ciente, por qué la final, y sobre qué la
culable multiplicidad. P e r o esos acciden- material.
tes nada tienen de circunstancia; pues se- Por el contrario, tenemos la autoridad
gún lo espuesto ( a. 1) las circunstancias de Aristóteles ( E t h i c . 1. 3 , c. 1).
de tal modo están fuera del acto, que sin Conclusión. Acertadamente enumera
embargo le atañen de algún m o d o , en Aristóteles las ocho circunstancias :
cuanto se ordenan á él : y los accidentes
Quid, quid, circa quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando;
por sí mismos competen al arte. Sujeto, hecho, objeto, lugar, medios, motivo, modo , tiempo.
A l 3.° que el examen de las circuns-
tancias incumbe al Moralista y al Políti- Responderemos, que Tulio asigna en
c o , no menos que al Retórico., A l Mora- su Retórica siete circunstancias, espresa-
lista, porque según ellas' se halla ó no el das en este verso : Quis, quid, ubi, qui-
medio de la virtud en los actos humanos bus auxiliis, cur, quomodo, quando;
y pasiones ; al Político y al Retórico, en (exámetro, que puede fielmente tradu-
cuanto por ellas vienen los actos á ser cirse en estos dos octosílabos) :
loables ó censurables, escusables ó acu-
Quién, qué, dónde, con qué medios,
sables. H a y no obstante diferencia : el Motivo, manera y tiempo.
Retórico persuade, y el Político discierne
juzgando sobre un mismo objeto ; mien- • H a y pues que examinar en los actos,
tras que el t e ó l o g o , utilizando todas las quién los ejecuta, de qué instrumentos ó

(1) Según (con mucha razón á todas luces) rectifica García Alcañiz, donde se léc subslantia en vez de causa, sin duda por
siguiendo á Conrado, y á uno y otro casi todas las ediciones, á error material.
escepciOn únicamente de la romana antigua con el códice de
68 CUESTIÓN VII. — ARTÍCULOS III Y IV.

medios se v a l e , qué es lo que h a c e , dón- lo cual entra en la sustancia del robo; sino
de, porqué, cómo y cuándo. Aristóteles el que sea grande 6 pequeño : y lo propio
añade otra octava (circa quid) sobre debe entenderse de otras circunstancias,
qué, comprendida por Tulio en la segun- tomadas de parte de otras causas. Porque
da ( quid ) qué ( 1 ) . L a razón de esta el fin, que da especie al a c t o , no es cir-
enumeración puede interpretarse así: cir- cunstancia ; y sí lo es algún otro fin ad-
cunstancia se dice como existiendo fuera junto : así el que el fuerte obre con fuer-
de la sustancia del a c t o , mas en cierto za por el bien de la fuerza misma, no es
contacto con é l ; lo cual puede tener ca- circunstancia ; pero lo sería, si obrase
bida de tres modos : 1.° en cuanto toca al fuertemente por librar á la ciudad, ó por
acto mismo; 2.° á la causa del a c t o ; 3.° Cristo ( 3 ) , ú otro fin cualquiera. L o
á su efecto. A l acto mismo afecta, ó á mismo ( 4 ) decimos en orden al ( quid )
manera de medida, como el tiempo y el qué. E l que u n o , inundando de agua á
lugar; ó en concepto de cualidad, como otro, lo bañe ó l a v e , no es circunstancia
el modo de obrar. E n orden al efecto, de la ablución ; y sí es circunstancia el
como cuando se observa qué es lo que enfriarlo ó calentarlo, sanarlo ó enfer-
uno ha hecho. Respecto de la causa re- marlo, lavándolo.
fiérense á la final el por qué, á la mate-
rial ú objetivo el sobre qué, y á la agente
ARTÍCULO I V . — ¿Son l a s circunstan-
principal el quién, así como á la agente
c i a s principales la de porqué, y a q u e l l a s e n
instrumental el con qué medios ( 2 ) .
que l a operación consiste ? (5)
A l argumento 1.° diremos que el tiem-
po y el lugar circuyen al acto como su 1.° Parece que no son las principales
medida; al paso que otras circunstancias circunstancias porqué y aquellas en que
le rodean como tocándolo de algún otro consiste la operación, por lo que se dice
modo cualquiera, existiendo fuera de su ( E t h . 1. 3, c. 4 ) : « L a s circunstancias, en
sustancia. » que se cífrala operación, parecen ser el
A l 2.° que ese modo de estar bien ó » lugar y el tiempo » ; las cuales no de-
mal hecho no constituye circunstancia, ben ser entre todas las de mayor trans-
sino que es resultado de todas las cir- cendencia, pues son las más estrañas al
cunstancias. Pónese como circunstancia acto. Según esto no son las más princi-
especial el modo perteneciente á la cua- pales entre las circunstancias aquellas, en
lidad del acto, como el andar con rapidez que consiste la operación.
ó con lentitud, y el herir fuerte ó débil- 2.° E l fin es estrínseco á la cosa : no
m e n t e , y así á este tenor. puede por lo tanto ser la principalísima
A l 3.° que aquella condición de causa, de las circunstancias.
de la que depende la sustancia del acto, 3.° L o más principal en cada cosa es
no es la que se mira como circunstancia, su causa y su forma. L a causa del acto
sino alguna condición adjunta : á la ma- mismo es la persona a g e n t e , y la forma
nera que no se considera circunstancia del del acto es su modo. Parecen ser pues estas
hurto el que el objeto robado sea ajeno, dos circunstancias las más interesantes.

(IJ Parécenos podría incluirse la circunstancia circa quid (2) Algunos añaden una nona circunstancia relativa al nú-
conservando la forma de exámetro, con solo reemplazarla pol- mero y bajo el concepto'de quoties; pero comunmente no se
ín quidnam (que signifícalo misma) y suprimiendo auxiliis considera como tal la repetición ó multiplicación do un acto
(harto fácil de suplir), quedando así perfecto y claro el verso mismo.
latino : (3) Así la edición de Pádua y con ella todas las de fecha
posterior (inclusa la romana áurea ó grande) y aun las ante-
Quis, quid, ubi, quibus, in quidnam cur, quomodo, quando ;
}
riores comunmente : sola la romana antigua con Nicolai po-
cuya versión castellana fiel y en el propio orden creemos va- nen vel populi chrisliani (ó del pueblo cristiano) en lugar de
ciada en los dos siguientes endecasílabos pareados -. propler Christum, que traducimos de acuerdo con el mayor nú-
mero.
Quién, qué, dónde, qué medios empleando,
( 4 ) En vez de sindliter, cual se halla en los códices de Alca-
Respecto á qué, porqué, cómo obra y cuando ;
ñiz y Tarragona con casi todas las ediciones, en la antigua
ó también en términos sustantivos todos, acaso preferibles romana y alguna otra se lee intelligilur (entiéndese), que no
para muchos á los adverbios, en el adjunto tQrcelo octosílabo : parece preferible ni aun verosímil según el estilo usual del
Santo Autor.
Sujeto, efecto, lugar, (5) El fin que el agente se propone (ó la causa motiva de
Medios, objeto, motivo, su intención) y la sustancia misma (ó lo esencial) del acto se-
Modo 7j tiempo de operar. gún su gravedad ó importancia intrínseca en sí mismo.
CUESTIÓN V I I . — A R T Í C U L O IV. 69

Por el contrario, dice San Greg. N i s . A l argumento 1.° diremos que Aristó-
( ó Nemesio, D e nat. hora. c. 3 1 ) que teles no entiende por circunstancias, en
« l a s circunstancias principalísimas son : que está la operación, el tiempo y el lu-
» con qué designio (cujus gratia) se obra, gar, sino las que van adjuntas al acto
» y qué es lo que se h a c e » . mismo. A s í San Greg. N i s . (ibid.), como
Conclusión. La principalísima entre esplicando lo dicho por el Filósofo, en
todas las circunstancias es la que atañe lugar de las palabras de e s t e , « en las
al acto por razón delfin, esto es, con qué » que está la operación», dice é l , « qué
designio; la segunda en importancia la » es lo que se hace ».
que afecta á la sustancia misma del A l 2° que el fin, si bien no es de la
acto, qué hizo? ; y todas las restantes son sustancia del acto, es empero la causa
más ó menos principales en proporción á principalísima del acto, por cuanto mue-
su aproximación á aquellas dos. ve al agente á obrar. H é aquí al paso,
R e s p o n d e r e m o s , que los actos en tanto porqué el acto moral toma especie prin-
se dicen propiamente humanos, como cipalmente del fin.
queda espuesto ( C . 1, a. 1 ) , en cuanto A l 3.° que la persona agente es causa
son voluntarios. E l fin es el motivo y el del a c t o , en cuanto es movida por el fin,
objeto de la voluntad : por consiguiente y por esto se ordena principalmente al
la principalísima de todas las circuns- acto ; mas otras condiciones de la per-
tancias es la que se toma del acto por sona no se ordenan al acto tan principal-
razón del fin, cual es con qué designio? mente. Ademas el modo no es la forma
(cujus gratia); y la segunda la que ra- sustancial del acto (pues esta se consi-
dica en la sustancia misma del acto, á dera en el acto según el objeto, ó por
saber, qué h a hecho? Todas las demás razón del fin y t é r m i n o ) ; sino que es.
son más ó menos principales, según que cierta como cualidad accidental.
más ó menos se las aproximen.
CUESTIÓN YIII.

De los objetos que quiere la voluntad.

P r o c e d e r e m o s á t r a t a r a h o r a de los actos mismos de l a voluntad (1) en especial. Y primeramente de


los q u e lo son i n m e d i a t a m e n t e de l a voluntad, como elícitos por ella. En segundo l u g a r de los actos
i m p e r a d o s por la v o l u n t a d : la cual se mueve y a al fin, y a á lo que al fin se o r d e n a (2). Ante todo e x a -
m i n a r e m o s los actos de la v o l u n t a d , p o r los cuales se mueve al fin ; y luego los a c t o s , p o r los q u e se
mueve á l o s medios c o n d u c e n t e s al fin. Los actos de la voluntad dirigidos al fin parecen ser estos
tres: querer, gozar é intentar. T r a t a r e m o s pues : 1.° de la v o l u n t a d ; 2.° de la fruición ; 3.° de la i n -
tención. Acerca del p r i m e r o de estos p u n t o s espondrémos tres consideraciones : 1. de q u é cosas sea a

l a v o l u n t a d ; 2. q u é es lo que l a m u e v e ; 3. cómo es movida. Sobre la p r i m e r a p r o p ó n e n s e tres artícu-


a a

los : 1.° La voluntad se propone ú n i c a m e n t e el bien ? 2.° Se concreta alfln, ó desea t a m b i é n los medios
á é l conducentes?3.° Dado q u e d e algún modo se proponga esos fines i n t e r m e d i o s , se dirige con u n
solo y mismo movimiento al fin y á lo q u e al fin se o r d e n a ?

ARTÍCULO I . — i a voluntad (3) aspira que 'está en l a r a z ó n , s e g ú n se dice (De


ú n i c a m e n t e a l b i e n ? (4,1 anima, 1. 3 , t. 4 2 ) . P o r consiguiente la
voluntad puede dirigirse á cosas opues-
1.° P a r e c e que la voluntad no tiene por tas, es decir, no solo querer el bien, sino
único objeto el bien ; porque una misma igualmente querer el mal.
potencia funciona sobre cosas opuestas 3.° E l bien y el ente se convierten ( 5 ) .
( E t h . 1. 5, c. 1 •) : así la vista a c t ú a sobre La voluntad no solo se propone entes,
lo blanco y l o negro. E l bien y el m a l se sí también no e n t e s , pues á v e c e s quere-
contraponen. L a voluntad pues lo mismo mos no andar y no hablar ; así como en
que para el bien es para el mal. ocasiones queremos cosas futuras, que no
2.° L a s facultades racionales están dis- son entes en acto. La voluntad según
puestas para intentar cosas contrapues- esto no se concreta al bien ( 6 ) .
t a s , según A r i s t ó t e l e s ( M e t . 1. 9, t. 3 ) . Por el contrario, dice S a n Dionisio
L a voluntad es potencia racional, como ( D e div. nom. c. 4 , l e c t . 9 y 22) que « el

(1) Solo en la edición áurea encontramos vpluntariis (volun- terminado por si ó por otro. — ¡VI. C. G.
tarios) por vúluntatis, que vemos en todas las demás contestes ; (3) Entiéndase en su acto de querer, ó sea, en la volición
y no obstante se limita á poner la consabida anotación mar- misma, por la que se inclina al objeto y emprende su conse-
ginal al. (podía decir reliqui ó caiteri) voluntatls, pues las otras cución. Así entendida, la solución es positiva; ya el bien
nada anotan. aprendido como tal lo sea en realidad, ó solo en apariencia :
(2J Para comprender esta división, conviene saber que el lo cual equivale á decir que nunca la voluntad so decide por
Santo quiere aquí dar á entender que la voluntad no puede el mal como malo, sino bajo el concepto verdadero ó falso de
querer ente alguno, que no se dirija alfiny á las cosas que son bueno ó de bien.
al fin ; mientras que otros con Scoto lo afirman, diciendo que (4) Se tendrá presente que en este artículo se trata del
la voluntad puede dirigirse á una cosa en absoluto, sin propo- acto de la voluntad, que es querer (velle), es decir, de la incli-
nérsela comofin,ni como conducente á él. Porque á la misma nación á un objeto; del actual apetito, por cuyo medio la po-
voluntad se la puede proponer un bien en absoluto, y ella en- tencia apetitiva se inclina á una cosa, que la conviene según
tonces puede adoptarlo de igual modo, es decir, ni por si, ni la ha aprendido : lo cual solo tiene lugar acerca do un bien.
por oíros, mediante la propuesta del entendimiento. Pero esto M. C. G.
no puede admitirse por varias razones, entre las cuales solo (5) Converluntur en el tecnicismo lógico. V. T. i.° pág. 47,
daremos la siguiente : aun suponiendo que á la voluntad n. 2. Todo ente es bueno ; todo lo bueno es ento : hé aquí la
pueda proponérsele un bien absoluto y neutral, y ella á su vez conversión lógica aplicada al caso presente. '
pueda ejercer actos acerca de él; sin embargo tales actos (6) Con esclusion del mal, aunque este no sea ente sino
nunca podrán 6er neutrales y absolutos, sino que tendrán que privación de entidad (P. 1.", C. 48, a. 1). V. n, 2, pág. 407,
determinarse á unfinpropter se ó propler aliud. Y la razón es, tomo 1."
porque implicaría un acto determinado, sin ser talmente de-
CUESTIÓN VIII. — A R T Í C U L O S I Y I I . 71

» mal es estraño á la voluntad, y que nombre á su a c t o , y en este sentido ha-


» todos los seres desean el bien ». blamos aquí de voluntad. Y la fuga del
Conclusión. [1] Todo apetito no lo es mal más bien se llama noluntad ( 2 ) : así
sino del bien. [2] La voluntad, apetito entendida, como hay voluntad del bien,
intelectivo, lo es del bien aprendido, es hay nolición del mal.
decir, de algo que se concibe como bueno, A l 2° que la facultad racional no se
aun cuando á veces no sea bueno en la há indiferentemente con respecto á cosas
realidad. . opuestas cualesquiera; sí solo en orden
Responderemos que la voluntad es un á aquellas, que se contienen bajo su ob-
apetito racional, y todo apetito racional jeto conveniente : porque ninguna poten-
tiene por único objeto el bien ; siendo cia funciona sino sobre su adecuado ob-
la razón de e s t o , que el apetito no jeto ; y el objeto de la voluntad es el
es otra cosa que cierta inclinación del bien. Por cuya razón la voluntad se halla
que apetece á algo. INada empero se in- en aptitud de inclinarse á cosas contra-
clina sino á algo semejante y conveniente. puestas, comprendidas bajo la noción del
Por otra parte todo ser, en cuanto es bien, cuales son moverse ó estar en quie-
ente y sustancia, es cierto bien : así ne- tud, hablar y callar, y así otras; pues
cesariamente toda inclinación es hacia el que á cualquiera de esos estremos es lle-
bien; y de aquí lo que dice Aristóteles vada la voluntad dentro del concepto de
(Ethic. 1. 1, in princ.) que ce es bueno lo bien.
» que todos los seres apetecen ». Téngase A l 3.° que lo que no es ente en la na-
muy en cuenta que, como toda inclina- turaleza de las cosas, se concibe como
ción tiende á alguna forma, el apetito ente en la razón ; por lo cual las nega-
natural se dirige á la forma existente en ciones y privaciones se dicen entes de ra-
la naturaleza; mientras que el apetito zón : y en este sentido aun los futuros son
sensitivo, ó también el intelectivo, ó sea, entes como de aprensión (3). Según esto
el racional, que es la voluntad, se inclina y bajo el concepto de tales entes en apren-
á l a forma aprendida. A s í pues como sión se aprenden como buenos, y como á
aquello, á que tiende el apetito natural, buenos tiende á ellos la voluntad. Confor-
es un bien existente en una cosa real; así me esto dice Aristót. ( E t h . 1. 5, c. 1) que
aquello, á qué tiende el apetito animal ó « l a exención del mal tiene razón de
voluntario, es un bien aprendido. Por » bien».
consiguiente, para que la voluntad tien-
da á algo, no se requiere que sea bueno
ARTÍCULO I I . — éla voluntad se propo-
en la efectiva realidad, sino que se apren-
ne únicamente el fin, 6 también los medios
da en concepto de bueno, y por eso mismo
que al fin se ordenan ? (4)
dice Aristót. ( P h y s i c . 1. 2, t. 3 1 ) que « el
» fin es bueno ó aparece como bueno ».
1.° Parece que la voluntad no tiene
A l argumento 1.° diremos que la mis- por objeto los medios conducentes al fin,
ma potencia se aplica á estreñios opues- sino solo el fin ; pues dice Aristót. (Ethic.
tos , mas no de igual modo á uno que al 1. 3, c. 2) que « l a voluntad es del fin, y
otro. A s í la voluntad versa sobre lo bueno » l a elección de las cosas que miran
y sobre lo malo ; mas al bien se refiere » al fin ».
deseándolo, y al mal rechazándolo. E l 2.° A las cosas que son diversas en su
apetito mismo actual del bien se llama (respectivo) género se aplican diversas po-
voluntad ( 1 ) , por cuanto la voluntad da tencias del alma, según se dice ( E t h . 1. 6,

( 1 ) En áu sentido de volición, según esplica en seguida. de estar en el entendimiento ; 2.° por estar en la razón un ob-
(2) Nolición, término corriente en las escuelas y que signi- jeto, que solo tiene de ente la consideración de tal; como
fica simple y sencillamente el no querer. La edición romana- v. gr. el carecer de males tiene la razón de un bien : y en este
áurea repite voluntas en lugar de nolvntas, que se lee en las sentido debe tomarse la respuesta al arg. 3.° del Santo Doc-
demás unánimemente, é insiste en la última frase del argu- tor. — M. C G.
mento ; lo que prueba que la Tañante es intencional, y no (4) Los escotistas admiten actos neutros, en los quo la vo-
acaso errata material. luntad ni se dirige al fin ni álos medios: bien examinado el
(3) Esto se comprenderá bien, si se repara que el estar un fondo, es una cuestión de palabras y de sutileza de concep-
ente en la razón se puede entender de dos modos : 1.° á ma- tos ; por lo que la opinión de los tomistas, fundados en la doc-
nera de condición, como sucede con todo lo que se entiende, trina de este artículo, es la que prevalece como ya común y
puesto que ninguna cosa puede ser entendida sin la condición casi esclusiva.
CUESTIÓN VIII. — ARTICULO II.

c. 1) ; y el fin y los medios á él ordena- gor : porque todo acto denominado por
dos son de diverso género de b i e n : pues su potencia denota el simple acto de la
que el fin, que es. un bien honesto ó de- misma, como entender significa sencilla-
leitable, se halla en el género de cuali- mente un acto del entendimiento. E l acto
lidad, ó de acción, ó de pasión; mas el simple de la potencia recae sobre aque-
b i e n , que se dice útil, el cual se ordena l l o , que es de suyo el verdadero objeto
al fin, pertenece al género de cosas, que de e l l a ; y lo que es por sí mismo bueno
se refieren á algo [in ad aliquid), como y querido, eso es el fin : por consiguiente
se dice ( E t h . 1. 1, c. 7 ) : luego, si la vo- la volición [voluntad acto) tiene propia-
luntad se propone el fin, no tendrá por mente por objeto el fin mismo. Mas los
objeto los medios al fin encaminados. medios conducentes al fin no son buenos
3.° L o s hábitos son adecuados á las y queridos por sí mismos, sino por su re-
facultades, de las que son perfecciones ; y lación al fin ; por lo cual la voluntad no
en los hábitos llamados artes operativas es llevada hacia ellos, sino en cuanto se
á una cosa pertenece el fin, y á otra lo dirige al fin : tanto es así, que aun lo
que al fin se ordena : así al piloto com- mismo que en ellos quiere, es el fin; al
pete la dirección del b u q u e , que es el fin modo que el entender propiamente versa
de este ; y al armador la construcción del sobre las cosas, que se conocen en sí
mismo buque, la cual se hace por el fin : mismas, cuales son los principios : y las
siendo pues el fin el objeto de la volun- cosas, que se conocen por los principios,
tad , no pueden serlo los medios concer- no se dicen objeto de la inteligencia, sino
nientes al fin. en cuanto en ellas se consideran los prin-
Por el contrario: en las cosas natura- cipios mismos. E n resumen, en el mismo
les h a y a l g o , que mediante una misma caso se halla el fin respecto de lo apete-
potencia pasa por los medios, y así llega cible, que el principio en orden á lo in-
á tocar su término ; y las cosas, que se teligible, según se dice ( E t h . 1. 7, c. 8 ) .
ordenan al fin, son ciertos medios, por los A l argumento 1.° diremos, que Aris-
cuales se llega al fin, como á su término : tóteles habla de la voluntad, entendiendo
por consiguiente, siendo el fin el objeto por esta palabra propiamente un simple
de la voluntad, por eso mismo lo son acto de la voluntad, y no la facultad ó
también los medios, que al fin conducen. potencia.
Conclusión. [1] La voluntad, como po- A l 2.° que á cosas diversas en su g é -
tencia, se dirige alfin y á lo que á él se nero, y que se hallan en condiciones
ordena como bien. [2] La voluntad, como iguales, se ordenan potencias diversas:
acto, se limita á proponerse únicamente así el sonido y el color son diversos g é -
el fin, hablando con estricta propiedad. neros de cosas sensibles, á las cuales se
Responderemos que por voluntad se aplican {respectivamente) el oido y la
entiende unas veces la facultad misma, vista. P e r o lo honesto y lo útil no se ha-
con que queremos ; y otras el acto mismo llan en igualdad de categoría ( 3 ) , puesto
de querer ( 1 ) . En el concepto de poten- que lo uno es por razón de sí mismo, y
cia se estiende, tanto como al fin, á los lo otro por su respecto á lo 1.°: y dos
medios á él ordenados. U n a potencia cual- cosas de esta índole se refieren siempre á
quiera abarca todo aquello, en que de al- una misma potencia, como por la misma
gún modo puede hallarse la razón de su facultad visiva se perciben el color y la
objeto : así la vista se estiende á todo l u z , mediante la cual se ve el color.
cuanto en alguna manera participa del A l 3.° que no todo lo que diversifica el
color ( 2 ) . Y la razón de bien, que es el hábito, diversifica la potencia. L o s hábi-
objeto de la voluntad como potencia, se tos son ciertas determinaciones de las po-
encuentra no tan solamente en el fin, sino tencias á algunos actos especiales; y no
también en todo cuanto al fin concierne. obstante cualquier arte operativa consi-
La voluntad, como acto propiamente di- dera, no solo el fin, sino también lo que
cho, se limita á solo elfin, hablando en ri- se ordena al fin : así el arte de regir se

(1) La volición. claridad y eficacia al ejemplo aquí aducido.


(2) La moderna teoría óptica, según la cual los colores resi- (3) Lo honesto pertenece a l a tic cualidad, y lo útil ó la dtí
den en la luí y no en lo» objetos coloreados, parece dt»r nueva relación.
CUESTIÓN VIII. — ARTÍCULOS H Y I I I . 73

dirige al fin, como á lo que h a c e ; y á l o concepto de tal medio, sino dirigiéndose


concerniente al fin, como á lo que orde- al fin mismo.
na. P o r el contrario el arte de construir Responderemos que, puesto que el fin
buques {navifactiva) se propone lo con- se quiere por razón de sí mismo, al paso
ducente al fin, como lo que hace; y lo que lo que á él conduce no se quiere sino
que constituye el mismo fin, como aque- por razón del mismo fin; es evidente que
llo á que se ordena lo que hace. E n suma, la voluntad puede encaminarse al fin, en
cada arte práctica tiene algún fin propio cuanto tal fin, sin ser movida á los m e -
por una parte, y tiene por otra algo con- dios conducentes al fin; mas no puede
cerniente al fin y que propiamente per- serlo á estos en concepto de tales, sin
tenece á esa misma arte. que lo sea al mismo fin. A s í es que la v o -
luntad se dirige al fin de dos modos :
ARTÍCULO I I I . — ¿ t a voluntad se dirige 1.° absolutamente por razón del mismo
con u n solo y misino acto al lln y á lo que a l
fin; 2.° como en cuanto quiere los medios,
fin concierne ? que al fin la encaminan. Con esto es y a
bien notorio que un mismo y solo acto es
1.° Parece que la voluntad por un mis- el que mueve la voluntad hacia el fin,
mo acto se mueve al fin y á lo que mira como razón de querer los medios á él
al fin; pues s e g ú n Aristót. (Topic. 1. 5, conducentes, y hacia estos mismos. Pero
c. 2) « donde existe una cosa por razón otro distinto acto es aquel, por el que es
cede o t r a , allí hay una sola cosa». L a llevada al mismo fin absolutamente con-
voluntad no quiere lo que se refiere al siderado, y algunas veces precede en
fin, sino por razón del mismo fin. L u e g o tiempo. A la manera que uno desea ante
á lo uno y lo otro se mueve con un solo todo la salud, y después, deliberando
acto. cómo podría recobrarla, quiere llamar al
2.° E l fin es la razón de querer lo que médico, para que le sane; así un proce-
atañe al fin, como la luz es la razón de dimiento análogo sigue el entendimiento:
verse los colores : pero con un mismo primeramente entiende uno los principios
acto se ve la luz y el color; y por lo en sí mismos ; y luego los observa en las
tanto con el mismo movimiento quiere la conclusiones mismas, en cuanto asiente á
voluntad el fin y cuanto á él se refiere. ellas por razón de los principios.
3.° E l movimiento natural, que por los A l argumento 1.° diremos que esa ob-
medios se dirige á lo último, es numéri- jeción se interpreta en el sentido de que
camente uno. L o que se ordena al fin, la voluntad se dirige al fin, en cuanto
está con este en la misma relación que este es la razón de querer l o que se re-
los medios respecto á lo último. P o r con- fiere al fin.
siguiente el movimiento de l a voluntad al A l 2.° q u e , siempre que se v e el color,
fin y á los medios á él conducentes es se ve también la l u z en el mismo acto;
único. puede no obstante verse la l u z , sin que
Por el contrario: los actos se diversi- se v e a el color. D e un modo análogo,
fican según sus objetos. E l fin y lo que cuando quiera que uno quiere lo concer-
al fin se endereza y que se llama útil, son niente al fin, quiere con el mismo acto el
diversas especies de bien. N o es pues fin; mas no así al contrario.
idéntico el acto de la voluntad, al propo- A l 3.° que en la ejecución de una obra
nerse l o uno ó lo otro. los medios conducentes al fin se han como
Conclusión. [1] El acto, por el cual tales medios, y el fin como su terminó.
la voluntad se dirige al fin, en cuanto Por lo c u a l , así como el movimiento na-
es la razón de que quiera lo que á él se tural á veces cesa en el medio, sin llegar
ordena, y el que la lleva á los medios al término ; de la propia manera algunas
mismos, es único é idéntico. [2] El acto, veces practica uno lo que es conducente
por el cual la voluntad se dirige al fin al fin, sin que consiga el fin: mas en el
absolutamente considerado en sí mismo, querer se verifica lo contrario', pues la
y el que la lleva á dichos medios, son dos voluntad se dirige por el fin á querer lo
distintos actos. [3] La voluntad no pue- que á él conduce, al modo que el enten-
de dirigirse á lo conducente al fin en el dimiento se dirige á las conclusiones p o í
CUÉSTÍON V I H . — A R T Í C U L O I I I .

medio de los principios, que por eso se obvia por lo que se dijo arriba (a. 2, al
dicen medios. A s í es que alguna vez el 2 . ° ) ; por cuanto lo honesto y lo útil no
entendimiento entiende el medio, y no son especies de bien diversificadas por
pasa de él á la conclusión ; y asimismo la igualdad de relación, sino que lo uno es
voluntad á veces quiere el fin, sin que de por sí y lo otro por razón de lo primero:
ahí pase á querer lo que al fin se re- según lo cual la voluntad puede dirigirse
fiere. á lo uno, sin que por eso se dirija á lo
Y por lo que hace á la objeción que otro; y no así viceversa.
en contra se aduce, la solución es bien

CUESTIÓN IX.

Motivo de la voluntad.

Pasemos á h a b l a r del motivo de la v o l u n t a d , acerca del cual se presentan seis puntos, que resolve-
remos en los seis siguientes a r t í c u l o s : 1.° La voluntad es movida por el entendimiento ? 2. Lo es por
u

el apetito sensitivo 1 S.° Se mueve á sí m i s m a ? 4.° Lo es por algún principio esterior ? 5.° Y por algún
cuerpo celeste? 6.° Es movida por solo Dios, como único principio á ella estrínseco ?

ARTÍCULO I . — E s movida la voluntad cuadro se nos representa á la vista, que


por el entendimiento ? no nos m u e v e , según se dice ( D e anima,
1. 2 , c. 154). A s í pues tampoco el enten-
l.° P a r e c e que la voluntad no es mo- dimiento escita á la voluntad.
vida por el entendimiento : porque dice 3.° U n a cosa respecto de ella misma
San A g u s t í n (Serm. 8) sobre aquello del no es motor y m o v i d o ; y la voluntad
Psalmo ( 1 1 8 , 2 0 ) , mi alma codició el mueve al entendimiento, puesto que en-
desear en todo tiempo tus justificaciones: tendemos, cuando queremos: por consi-
« V u e l a delante el entendimiento, sigue guiente no mueve el entendimiento á la
« el afecto tardo ó nulo; conocemos el voluntad.
« b i e n , y no nos place ejecutarlo B. E s t o P o r el contrario, dice Aristót. ( D e
no sería así, si la voluntad fuese movida anima, 1. 3 , c. 54) que « l o apetecible
por el entendimiento, pues el movimiento « entendido es movente no movido; mas
de lo móvil sigue la moción del motor. « la voluntad es movente movido ».
L u e g o el entendimiento no mueve á la Conclusion. [1] La voluntad á manera
voluntad. de agente mueve á las otras facultades
2.° E l entendimiento respecto de la vo- á sus actos, como moviendo al sujeto á
luntad es como quien presenta lo apete- que obre. [ 2 ] El entendimiento mueve á
cible, al modo que la imaginación lo la voluntad á modo de principio formal,
muestra al apetito sensitivo: esta propo- como poniéndole delante su objeto.
niéndolo no mueve el apetito sensitivo, R e s p o n d e r e m o s , que en tanto una cosa
antes muchas veces nos encontramos ante, necesita ser movida por a l g o , en cuanto
lo que imaginamos en la misma disposi- se halla en estado de potencia para va-
ción, que en presencia de lo que en un rias, acciones ; porque lo que está en po-
CUESTIÓN Í X . — A R T Í C U L O S I Y I I . %

tencia es necesario se reduzca al acto por den de su sección ó cuerpo. Mas el objeto
a l g o , que es y a en acto : y esto se en- mueve determinando el acto á modo de
tiende por mover. U n a facultad del alma principio formal, por el que en las cosas
se halla en potencia para diversos actos naturales se especifica la acción, como la
de dos m o d o s : 1.° en cuanto á obrar ó calefacción por el calor: y , como el pri-
no obrar; 2.° en cuanto á hacer esto ó mer principio formal es el ente y verdad
aquello: así la vista unas veces ve de universal, que es el objeto del entendi-
h e c h o , y otras no ve; y ora ve lo blanco, miento ; por eso y con este género de mo-
ora lo negro. H á menester motor, según ción (3) mueve el entendimiento á la vo-
e s t o , para dos cosas : para el ejercicio ó luntad, como proponiéndola su objeto.
uso del a c t o , y para la determinación del A l argumento 1.° diremos, que de
mismo (1); de las cuales la primera es de aquella autoridad no se deduce que el
parte del sujeto, el que á veces está ope- entendimiento no m u e v a , sino que n o
rando , y á veces sin obrar; y la segunda mueve por necesidad.
de parte del objeto, según el cual se es- A l 2.° que, así como la imaginación
pecifica el acto. P e r o la moción del su- de la forma sin la apreciación de conve-
jeto mismo viene de algún agente : y, niente ó nociva no escita el apetito sen-
como todo agente obra por el fin, según sitivo,' así tampoco la aprensión de lo
queda demostrado ( C . 1, a. 2 ) , el prin- verdadero sin la determinación de lo
cipio de esta moción procede del fin. D e bueno y apetecible. Por lo tanto no es el
aquí que el arte, á que pertenece el fin, entendimiento especulativo, sino el prác-
mueve con su predominio al arte, á que t i c o , el que mueve á la voluntad, con-
pertenece lo concerniente al fin; como el forme á lo que se dice ( D e anima, 1. 3 ,
arte de gobernar buques impera al arte de t. 46 y sig.).
construirlos, según se dice (Physic. 1. 2 , . A l 3.° que la voluntad mueve al en-
t. 25). E l bien en común, que tiene ra- tendimiento en cuanto á la ejecución del
zón de fin, es el objeto de la voluntad; y acto ; porque aun lo verdadero mismo,
por lo tanto en este concepto ( 2 ) la vo- que es la perfección de la inteligencia,
luntad mueve á las otras potencias del se contiene en el bien universal, como
alma á sus actos, pues usamos de ellas, cierto bien particular. P e r o en cuanto á
cuando queremos. D e modo que los fines la determinación del a c t o , la cual pro-
y perfecciones de las demás facultades se viene del objeto, la inteligencia mueve á
comprenden bajo el objeto de la voluntad, la voluntad ; porque aun el mismo bien
como ciertos bienes particulares. Siempre es aprendido bajo cierto especial con-
empero el arte ó potencia, á que perte- cepto, comprendido en el concepto uni-
nece el fin universal, mueve al arte ó po- versal. Con lo que aparece evidente que
tencia, á que pertenece el fin particular no es uno mismo el motor y lo movido
comprendido en el universal : al modo bajo un mismo aspecto.
que el jefe de un ejército, que se propone
el bien común, ó s e a , el orden de todo el ARTÍCULO I I . — i.a voluntad es movido
ejército, mueve con su mandato á alguno por el apetito sensitivo? (4J
de los oficiales, el cual se concreta al ór-
1.° Parece que la voluntad no puede

(í) ¿Luego serán necesarios dos violares? Aquí hay una específico. Por eso el A. Doctor no quiere decir que el estar
duda : .porque, si bien es verdad que lo que está en potencia en potencia para obrar sea estarlo para obrar un acto propio
para dichas dos cosas necesita de motor, no lo es el que tenga ó no obrarlo, tomada la potencia secundum se ipsam ; sino en
necesidad de dos motores ; así v. gr. vemos que, hallándose el cuanto la tal potencia está supeditada al uso, y recibe de otra
agua en potencia para ser ó no alterada, ó para ser alterada el acto específico. — M.'C. &.
de este ó del otro modo, por la rarefacción ó densidad, por (2) A manera de causa eficiente ó imperante.
ejemplo, sin embargo esto se verifica por el solo agente tare- (3) Como causa formal y final, no inclinándola, sino mos-
[activo. Sobre lo cual se advertirá que hay cosas , que se eje- trándola como bueno el objeto, á que ella luego y por lo mis-
cutan por solo ei acto propio de un agente ; y las hay , en las mo se dirige.
que el ejercicio del acto propio se distingue del acto mismo. (4) Así presentada la cuestión', todos los teólogos convienen
Lo primero se verifica por todas las potencias naturales y ani- en su solución afirmativa ; disintiendo empero algunos de la
males, que no están supeditadas á otra potencia superior; tesis, que aquí se establece, en cuanto al modo de ser movida
mas lo segundo sucede al contrario, y pertenece al género de la voluntad por el apetito sensitivo : limitándolo los tomistas
las cosas, que usamos cuando queremos. Las potencias que no con su eminente caudillo y la mayoría casi unánime de los
están supeditadas tienen el carácter de poder obrar, y de doctores á la moción solo indirecta y por parte del objeto,
obrar esto ó lo otro mediante el mismo motor -^mas las otras como invitándola ó instigándola con el aliciente de su atrac-
por un motor forman el uso, y por otro distinto ejercen el acto tiva bondad, sea real ó aparente.
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

ser movida por el apetito sensitivo : por- esto dice Aristót. (Eth. 1. 3 , c. 5 ) : «cual
que el motor agente es más noble que el » es cada u n o , tal le parece el fin ». E s
p a c i e n t e , como dice San A g . (Sup.Gren. harto palmario que el hombre cambia de
ad litt. 1. 1 2 , c. 16). E l apetito sensitivo actitud ó disposición en conformidad con
es inferior á la voluntad, que es apetito la pasión del apetito sensitivo: así, cuan-
intelectivo, cuando el sentido es inferior" do el hombre está dominado por una pa-
al entendimiento. L u e g o el apetito sensi- sión, j u z g a conveniente lo que no tendría
tivo no mueve al entendimiento. por tal estando libre de aquella; como al
2° Ninguna potencia particular puede airado le parece bueno lo que no al que
producir efecto universal. E l apetito sen- está sereno : y de este modo por parte
sitivo es potencia particular, como que del objeto el apetito sensitivo mueve á la
funciona en virtud de los datos suminis- voluntad.
trados á él por las sensaciones. N o puede A l argumento 1.° diremos, que no bay
por lo tanto causar el movimiento de la contradicción en que lo que absoluta-
voluntad, que es universal; puesto que mente y de suyo es más noble, sea bajo
obra según la percepción universal del algún aspecto más débil. Y así la volun-
entendimiento. tad es de más valer que el apetito sensi-
3.° L o que mueve no es movido por tivo ; sin perjuicio de que en el que está
aquello que lo mueve, según se prueba subyugado á una pasión, y porque lo está,
( P h i s i c . , 1 . 8 , t. 4 0 ) , verificándose una predomine el apetito sensitivo.
moción recíproca. L a voluntad mueve el A l 2.° que los actos y elecciones de los
apetito sensitivo, en cuanto este obedece hombres versan sobre cosas singulares :
á la razón. P o r consiguiente el apetito así que, por lo mismo que el apetito sen-
sensitivo no mueve (á su vez) á la v o - sitivo es una fuerza particular, ejerce un
luntad. grande influjo en la disposición, que por
Por él contrario, se dice ( J a c . 1 , 1 4 ) : él adopte el hombre, y según la cual
Cada uno es tentado, arrastrado y al- una cosa determinada le parece tal ó
hagado de su concupiscencia ; y no sería cual.
uno arrastrado por su concupiscencia, si A l 3.° q u e , como dice Aristót. (Polit.,
su voluntad no fuese movida por el ape- 1. 1 , c. 3), « l a razón, en la que está la
tito sensitivo, en el que reside la concu- » voluntad, mueve á su arbitrio la (poten-
piscencia. L u e g o el apetito sensitivo mue- » cía) irascible y la concupiscible, no con
ve á la voluntad. »imperio despótico, cual señora esclavo;
Conclusión. Por parte del objeto el »sino con un predominio regio ó político,
apetito sensitivo mueve á la voluntad (1). » como un gobernante rige á hombres li-
Responderemos, que según lo dicho » b r e s , los cuales pueden insubordinar-
(a. 1) lo que se percibe en concepto de lo sele». A s í lo irascible y lo concupisci-
bueno y conveniente, mueve á la volun- ble pueden mover la voluntad en una ú
tad á modo de objeto. E l que algo pa- otra de dos direcciones contrapuestas; en
rezca bueno y conveniente puede tener cuyo concepto nada se opone á que la
lugar por dos títulos : ó por la condi- voluntad sea á veces movida por dichos
ción de lo que se propone, ó por la de resortes.
aquel á quien se propone; pues se dice
conveniente de un modo relativo, por lo ARTÍCULO I I I . — La voluiitad s e miie*
cual depende de uno y otro estremo. A s í ve a sí m i s m a V (2)
el g u s t o , según su diversa disposición no
recibe de igual modo un sabor como con- 1.° Parece que la voluntad no se mue-
veniente que como no conveniente. P o r ve á sí propia : porque todo motor, como
(1) Aunque la disposición del sujeto que apetece influye en (2) Adviértase que una cosa es moverse á sí misma en cual-
su voluntad, no mueve empero á esta sino mediante el objeto, quiera de sus actos, y otra el moverse simplemente á sí mis-
en razón á que no la incita sino redundando en la aprensión del ma. Esto es verdad, y no aquello ; puesto que la voluntad se
mismo objeto de la voluntad ; pues es constante que la vo- mueve á sí misma en cuanto á algún acto propio , pero no se
luntad solo se mueve por el objeto aprendido ut sic. De aquí mueve de igual modo en cuanto á todos sus actos. El Doctor
es que el Santo Doctor pone en el testo una doble raíz del Angélico pues trata aquí solo de probar que la voluntad por sí
objeto aprendido : una que depende del mismo objeto, á sa- misma puede reducirse de potencia al acto, bien so concrete á
ber, bueno ó malo secundum se , y otra del sujeto que apetece ; algún acto, ó á muchos, ó á toilos. — M. C, G*
haciendo así de entrambas la conveniencia 6 no conveniencia. •
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O S III Y IV.
77
tal, lo es en a c t o ; al paso que lo movido vez en potencia y en acto en cuanto á lo
está en potencia, pues el movimiento es mismo; sino q u e , al querer de hecho el
el acto del ser, que existe en potencia, fin, redúcese de la potencia al acto res-
como así existente. P e r o un mismo ser pecto de los medios á él conducentes, es
no puede hallarse á la vez en potencia y decir, á quererlos en acto.
en acto respecto de lo mismo : por consi- A l 2.° que la potencia de la voluntad
guiente nada h a y que mueva á sí mismo, siempre está presente en a c t o ; mas el
ni puede la voluntad moverse á sí misma. acto de la voluntad, por el que alguna
2.° L o móvil se mueve en presencia vez quiere el fin, no siempre está en la
de su motor ; y la voluntad siempre está voluntad misma : así es como se mueve
presente á sí misma. Si pues se m o - á sí propia, y no moviéndose siempre á sí
viese á sí misma, estaría sin interrupción misma, como sin razón se pretende de-
en movimiento : lo cual es notoriamente ducir.
falso. A l 3.° que no es movida la voluntad
3.° L a voluntad es movida por el en- por el entendimiento del propio modo
tendimiento, según lo demostrado (a. 1). que lo es por sí en cuanto á la ejecución
Si la voluntad se mueve á sí misma, si- del acto por razón del fin.
gúese que una misma cosa es simultá-
neamente movida por dos motores inme- ARTÍCULO I V . — i * voluntad e s mo<
diatamente. L u e g o no se mueve á sí vida por a l g ú n principio estrínscco ? (1).
misma.
Por el contrario : la voluntad es due- l.° Parece que la voluntad no es m o -
ña de sus actos , y en ella está el querer vida por algo esterior á ella. E l movi-
ó no querer ; pero esto no sería a s í , si miento de la voluntad es voluntario ; y
no estuviera en su poder el moverse á sí es esencial á lo voluntario el provenir de
misma á querer. Ella por tanto se mue- un principio intrínseco, como lo es aun
ve á sí misma. de lo natural. L u e g o el movimiento de la
Conclusión. La voluntad, queriendo voluntad no procede de algo estrínseco.
el fin, muévese á sí misma á querer lo 2. L a voluntad no puede sufrir coac-
a

conducente á ese fin. ción, según lo demostrado ( C. 6 , a. 4 ) .


Responderemos, que según lo antes P e r o es violento lo que tiene fuera su-
dicho (a. 1) á la voluntad compete el principio ; y por lo tanto no puede la v o -
mover á las demás potencias por razón luntad ser movida por agente esterior.
del fin, que es el objeto de ella : y, como 3.° L o que es suficientemente movido
también queda espuesto ( C . 8, a. 2 ) , el por un motor, no necesita serlo por otro:
fin es en lo apetecible lo que el principio y, pues la voluntad se mueve á sí misma,
en lo inteligible. Siendo pues evidente no hay para qué otro la mueva.
que el entendimiento pasa del estado de Por el contrario : la voluntad es m o -
potencia al de a c t o , en el hecho mismo vida por su objeto, según se ha dicho
de conocer el principio, por lo que res- (a. 1). Pudiendo pues ser objeto de la vo-
pecta al conocimiento de las conclusiones, luntad alguna cosa esterior (2) propuesta
y de este modo se mueve á sí mismo; de al sentido; sigúese que puede ser movida
un modo análogo la voluntad, queriendo por a l g o , que la sea estrínseco.
el fin, muévese á sí misma á querer lo Conclusión.'[1] Como la voluntad es
conducente al fin. movida por su objeto, evidentemente pue-
A l argumento 1.° diremos, que la v o - de serlo jjor algo esterior. [2] Del modo
luntad no mueve y es movida bajo el como es movida á la ejecución del acto
mismo concepto ó respecto de una misma lo es necesariamente por algún principio
c o s a , ni por consiguiente se halla á la esterior (3).
(1) Como causa motriz y eficiente, no como objeto aliciente. de aquel que lo produce. A semejantes actos, la voluntad no
(2) Ya sea honesta, licita y laudable, que puede rectamente concurre como obrando por el fin, sino como dirigiéndose h a -
apetecer; ya ilicita, torpe ó reprensible, y que solo puedo cia él por impulso de otro agente, que así lo ordena. Por cuya
aceptar una voluntad viciosa, sometiéndose así para el mal á razón, aunque tal acto sea el querer (vcllc), y se la apropie á
la sugestión de los sentidos, mientras que en el caso contrario la voluntad como eficiente del acto ; sin embargo no es volun-
los somete á su imperio para el bien. P. Nicolai. tario, porque no procede de la voluntad aplicándose á quere
(3) Se dice que la voluntad se mueve por el principio este- por sí misma. — M. C. G.
rior, á la manera que el movimiento se llama grave á causa
78 CUESTIÓN IX. — ARTÍCULOS IV Y V.

Responderemos, que, en cuanto la vo- cíente no aporte cooperación alguna ( 4 ) ;


luntad es movida por su objeto, es evi- lo cual no sucede, aunque la voluntad sea
dente que puede sei'lo por algo estrínseco movida por agente estraño, toda v e z que
á ella. Pero aun del modo que es movida es ella quien quiere, si bien movida por
en la ejecución del a c t o , también es ne- otro. E l tal movimiento sería violento, si
cesario admitir lo propio ; porque todo lo fuese contrario al de la voluntad : lo que
que algunas veces es agente en acto y no podría verificarse en nuestro caso, pues
otras en potencia, necesita ser movido querría y no querría una misma cosa.
por otro motor. E s notorio que la volun- A l 3.° que la voluntad se mueve á algo
tad empieza á querer a l g o , que antes no suficientemente y dentro de su propia es-
quería, para lo cual es preciso que algo fera de acción, en cuanto obra como
la mueva á querer : y con efecto, según agente próximo; no puede empero m o -
se h a dicho ( a . 3 ) , ella misma se mueve verse á sí misma en orden á t o d o , como
en cuanto, por lo mismo que quiere el ñu, queda demostrado en este mismo artículo:
se reduce á sí misma á querer los medios y por consiguiente tiene que ser movida
oportunos para llegar á él: lo cual no puede por otro, como por primer (5) motor.
hacer sino mediante una deliberación (1).
Cuando uno desea recobrar la salud, c o -
ARTÍCULO V . — La voluntad e s movida
mienza á pensar cómo podrá lograrlo ,• y
por a l g ú n cuerpo celeste ? (6)
por este pensamiento pasa al de que el
médico puede curarle, concluyendo por 1.° Parece que la voluntad humana es
querer le asista : m a s , como no siempre movida por algún cuerpo celeste. Todos
estuvo en acto queriendo sanar, fue pre- los movimientos diversos y múltiples re-
ciso que empezase á estarlo movida por dúcense, como á su causa, á un movi-
algún motor. Y,-aun cuando ella se mo- miento uniforme, que es del cielo, según
viese á sí misma á quererlo, habría sido se prueba ( P h y s . 1. 8, t. 76; y 1. 4, t. 133).
menester lo hiciese previa deliberación L o s movimientos humanos son múltiples
en virtud de alguna voluntad presupuesta; y varios, y comienzan después que no
sin que esto sea proceder al infinito. D e existieran antes. L u e g o se reducen todos
donde resulta necesario admitir que la al movimiento celeste, como á su causa,
voluntad inicia su primer movimiento el cual es naturalmente uniforme.
propio movida por algún estímulo de es-
2.° S e g ú n San Agustín ( D e Trin. 1. 3 ,
terior motor ( 2 ) , como concluye Aristóte-
c. 4 ) « los cuerpos inferiores son movidos
les ( E t h . EudemicEe, 1. 7, c. 14 y 18) (3).
» por los superiores » . E l movimiento del
A l argumento 1.° diremos, que es de cuerpo humano, que es causado por la
esencia de lo voluntario que su principio voluntad, no podría reducirse al del cielo,
sea intrínseco ; mas no indispensable que como á su causa, si la voluntad á su vez
el tal principio intrínseco sea precisa- no fuese movida por el cielo. E s t e por
mente el primero no movido por otro. P o r consiguiente mueve la voluntad humana.
lo tanto, aunque el movimiento volunta- 3.° L o s astrónomos presagian con acier-
rio tenga un principio próximo intrínseco, to algunos actos humanos futuros, depen-
sin embargo su primer principio le es es- dientes de la voluntad, por la observa-
trínseco; como lo es también el del m o - ción de los cuerpos celestes: lo cual sería
vimiento natural, esto e s , el que mueve irrealizable, si estos no pudiesen mover
la naturaleza. la voluntad del hombre. E s t a por lo tanto
A l 2.° que no basta, para que haya es movida por algún cuerpo celeste.
violencia, que el principio (de acción) sea Por el contrario, dice San J u a n D a -
estrínseco: es forzoso añadir que el pa- masceno ( D e orth. fid. 1. 2 , c. 7 ) que
(1) Consilii, la indagación y decisión, que Aristóteles (Eth. dicen (injustificablemente á nuestro modo de ver) miUam por
1. 3) llama consejo. nilúl. Véase la nota 177.
(2) Que no es otro que Dios, según se espresa y demuestra (5) No es fácil comprender, en qué se pudo fundar el P . Ni-
de propósito en el a. 6. colai para sustituir aquí próximo á primo ; á no interpretar se
(3) No Eudimice, como ponen algunos sin duda inconscien- propusiese insinuar anticipadamente la moción (inmediata) de
temente ; pues toma esa denominación de Eudemio, á quien la voluntad por Dios, conforme á la tesis del art. 6.°
la escribia ó dedicara. (6) Véase en el T. 1." la nota 5 de la pág. 005, donde se
(4) Ñihil conferal vim paliens generalmente en casi todos los mencionan los errores de Algazel, Bass y otros astrólogos y
códices y ediciones : las romanas y alguna otra sin embargo filósofos, que aquí como allí se refutan.
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O V. 79

« los cuerpos celestes no son causas de que aseguraban que « en los hombres la
y> nuestros actos » ; y lo serían, si la vo- » voluntad es t a l , cual cada dia ( 2 ) se
luntad, principio de los actos humanos, » l a infunde el padre de los dioses y de
fuese movida por los cuerpos celestes. » los hombres » , Júpiter, en el que se re-
L u e g o no lo es. presenta el cielo todo ; la atribuye á los
Conclusión. [ 1 ] La voluntad, como que no admitían diferencia entre el en-
•potencia absolutamente inmaterial é in- tendimiento y el sentido: porque, como
corpórea que es, no puede ser de modo toda fuerza sensitiva es acto de algún
alguno movida por los cuerpos celestes órgano corporal, puede por eso mismo
directamente; aunque si indirectamen- ser accidentalmente movida por los cuer-
te, [ 2 ] ya como por otro objeto estraño pos celestes, mediante la previa escita-
en general, [3] ya mediante la oscitación cion de los cuerpos, de que son actos.
del apetito sensitivo. P e r o , habiendo nosotros sentado ( a. 2 )
R e s p o n d e r e m o s , que evidentemente la que el apetito intelectivo es en cierto
voluntad puede ser movida por los astros modo movido por el sensitivo; claro es
del modo mismo que por otro cualquier que indirectamente redunda en la volun-
objeto estrínseco (1); es decir, como por tad el movimiento de los astros, en cuanto
cuerpos estraños á ella, que, propuestos por las pasiones del apetito sensitivo es
á los sentidos, la escitan ; y en este con- á veces movida la voluntad.
cepto aun los órganos mismos de las po- A l argumento 1.° diremos, que los mo-
tencias sensitivas.están sometidos á la in- vimientos multiformes de la voluntad hu-
fluencia del movimiento de los cuerpos mana se reducen á alguna causa unifor-
celestes. Mas de la manera que la volun- me, pero que es superior en entendimiento
tad es movida por algún agente estrínseco y voluntad ( 3 ) : lo cual no puede decirse
en cuanto á la ejecución de un acto, por de cuerpo alguno, sino de alguna sustan-
más que no han faltado quienes supusie- cia superior inmaterial. D e consiguiente
ron lo contrario, es de todo punto imposi- no debe reducirse el movimiento de la vo-
ble que los cuerpos celestes influyan di- luntad al del cielo, como á su causa.
rectamente en la voluntad humana: por- A l 2° que los movimientos corporales
que la voluntad, según consta ( D e anima, del hombre se reducen al de un cuerpo
1. 3 , t. 42 ) está en la razón, que es una celeste, como causa, en cuanto su misma
potencia del alma no aligada á órgano complexión orgánica le predispone en
corporal; y por lo tanto la voluntad no cierto modo á la escitacion operable en su
puede menos de ser potencia del todo in- cuerpo por la influencia de los cuerpos
material é incorpórea. Y , siendo evidente celestes, y aun también en cuanto el ape-
que ningún cuerpo puede obrar sobre un tito sensitivo es conmovido por la impre-
ser incorpóreo, y sí más bien al contrario, sión de los astros ; más a ú n , en cuanto el
por cuanto los seres incorpóreos é inma- movimiento de los cuerpos físicos obedece
teriales tienen más formal y universal al de los celestes, á cuyo complejo influjo
virtud potencial que cualesquiera cuer- la voluntad empieza á querer ( 4 ) algo :
pos ; sigúese con plena evidencia ser im- á la manera q u e , al dejarse sentir el frío,
posible que un cuerpo celeste se imponga comienza uno á querer encender lumbre.
directamente al entendimiento ó á la vo- Pero esta moción de la voluntad viene
luntad. Por eso Aristóteles ( D e an. 1. 2, del objeto presentado esteriormente, y no
t. 1 5 0 ) , hablando de la opinión de los de parte del interior instinto.

fi) Dice el Santo D. «que la voluntad puede ser movida alguna otra ponen in e i s ; y en el códice de Alcañiz se lee i n
1

» pur los astros, del mismo modo que por otro cualquier objeto dio dncitpater dictorum virorttm, si no ha leído malDrioux, que
» estcrior « : porque una cosa es moverse por el principio este- en su reciente edición latina de Paris (1S77) lo anota así. Ki-
rior, como objeto ;• y otra moverse como por un motor al ejer- colaí propone in dies, como equivalente á quotidic; cual nos-
cicio. Y la razón está en que, pava mover objetivamente, puede otros traducimos in diem, que es lo que parece más verosímil
concurrir una cosa estrínseca, si no suficiente, al menos in- y propio.
coativamente, y como materia del objeto ; mas para mover al (3) Y no,i/i intellectu et volúntate superiorum, como se ve en
ejercicio, esto no es posible sino hablándose del motor, Dios, las ediciones romanas y en algunas otras. Nicolai ha resta-
¡tí i » / r a . _ M . C. G. blecido de los manuscritos más acreditados ta lectura al pare-
(2) V. T. pág. 907, nota 1. In dieminducit, como en con- cer genuina intelleclu el volúntate superior, que adoptamos en la
formidad con el testo griego dicen las ediciones, de Pádua versión.
(1712), Mápoles (1703) y^asi todas las posteriores. Ko así las (4) Algunos añaden et non velle (y á no querer).
romanas antiguas y moderna, que con la de Pádua de 1098 y
80 CUESTIÓN IX. — ARTÍCULOS V Y VI.

A l 3.° que, según queda dicho ( a. 2; L u e g o también y por la misma razón la


y P . 1. , Ce. 80 y 8 1 ) , el apetito sensitivo
a
voluntad.
es acto de un órgano corporal: por lo 3.° D i o s no es causa sino de cosas bue-
que nada obsta que por la impresión cau- n a s , según aquello ( G e n . 1, 31: Vio Dios
sada por los cuerpos celestes se sientan cuantas cosas habia hecho, y eran todas
algunos escitados á la iracundia ó á la muy buenas. Si pues la voluntad del hom-
concupiscencia ó á otra pasión cualquiera; bre fuese movida únicamente por Dios,
así como por complexión natural sucum- jamas se movería á lo m a l o ; sin embargo
ben muchos á sus pasiones, á las que solo de que « con la voluntad se peca ó se vive
resisten los hombres cuerdos. D e aquí la » b i e n » , según San Agustín ( Retract.
realización tan común de pronósticos 1 . 2 , 0 . 9) (5).
acerca de acciones humanas, fundados en Por el contrario, dice el A p ó s t o l
la observación de los astros. N o obstan- ( Philip. 2 , 13 ) : Dios es quien obra en
t e , como dice Ptoloméo en su Centilo- nosotros así el querer como el ejecutar.
quio ( 1 ) , « e l sabio se sobrepone á los Conclusión. [1] Es imposible que el
» astros i>, es decir, haciendo frente á las movimiento de la voluntad humana ven-
pasiones, frustra los efectos de esos cuer- ga de un principio estrínseco, que no es
pos celestes por el predominio de su libre causa de ella. [ 2 ] La causa de la volun-
voluntad, en nada subyugada al movi- tad no puede ser otra que Dios mismo,
miento planetario : ó bien, según San bien universal, al que se ordena aque-
Agustín ( G e n . ad litt. 1. 2 , c. 1 7 ) , « h a y lla (6).
» que confesar q u e , cuando los astrólogos R e s p o n d e r e m o s , que el movimiento de
B formulan presagios ciertos, lo hacen á la voluntad, así como igualmente el na-
» merced de cierto secretísimo instinto, tural, viene de dentro de ella. A u n q u e un
» q u e , desconocido por las almas huma- objeto natural pueda ser movido por algo,
» ñ a s , las hace obrar; y, cuando esto se que no es causa de la naturaleza de lo
» hace para engañar á los hombres, la tal movido, no empero por lo que no es de
» operación es imputable á espíritus se- algún modo causa de la naturaleza. A s í
» ductores ». la piedra es movida hacia arriba por el
hombre, que no causa la naturaleza de la
ARTÍCULO V I . — A 1.a voluntad e s mo- piedra; mas este movimiento no es natu-
vida por solo Dios . como por único principio ral á la piedra, porque un movimiento
extrínseco? (2) natural no es causado sino por el que es
causa de la naturaleza. H é aquí porqué
1.° Parece no ser Dios el único princi- se dice ( P h y s . 1. 8 , t. 2 9 , 3 0 , 31 y 3 2 )
pio esterior, que mueve la voluntad: por- que « el que produce, mueve localmente
que es natural que lo inferior sea movido » las cosas pesadas y las lijeras». A s í el
por lo superior, como los cuerpos inferio- hombre dotado de voluntad es á veces
res por los celestes. Y , pues la voluntad movido por alguno, que no es causa de él;
del hombre tiene algo superior á ella, pero es imposible que su movimiento vo-
ademas de Dios, cual es el á n g e l ; sigúese luntario proceda de algún jirincipio es-
que puede ser también movida por el án- trínseco, que no sea la causa de la vo-
g e l ( 3 ) , como por principio estrínseco. luntad, y esta causa no puede ser otra
que Dios; lo cual se evidencia por dos
2.° E l acto de la voluntad subsigue al
razones : 1. porque, siendo la voluntad
a

del entendimiento. E l entendimiento hu-


una potencia del alma racional, solo por
mano es reducido á su a c t o , no solo por
Dios puede ser causada por creación, se-
Dios, sino también por el ángel, mediante
g u n l o d i c h o ( P . 1. , C. 90, a. 2 y 3 ) ; 2 .
a a

iluminaciones, como dice San Dionisio


porque la voluntad está ordenada al bien
( D e div. nom. c. 4 , lect. 1 y 6 ) ( 4 ) .

(1) Obra compilada de varios escritos de Ptoloméo bajo el las que abusaban los pelaglanos.
título Centam aenlenliaz aut theorcmala astrologica. (ti) Se escribe en el título del artículo «como por único
(2) Véase la C. 105, a. 1 de la 1." Parte, y sus notas en las «principio estrínseco », no porque Dios no pueda mover intrín-
páginas 831 y 832 del T. l.°. secamente la voluntad, sino porque con respecto al alma hu-
(3) V. C. 111, a. 2 do lai.» P.,T. 1.°, pág. 873. mana Dios es una cosa esterior y diferente de ella, como se
(4) Y también Zie cesi hier. c. 4. supone.>— M. C. G.
(5) Esplicando en sentido calólico ciertas frases suyas, de
CUESTIÓN I X . — A R T Í C U L O V I . 81

universal ; y por lo tanto ninguna otra bre es movido por el ángel por parte del
cosa puede ser causa de ella, sino el mis- objeto, que se le propone para su conoci-
mo D i o s , que es el bien universal. Todo miento en virtud de la ilustración angé-
otro bien se dice tal por participación, l i c a ; y de esta manera cualquiera cria-
siendo un bien particular ; y una causa tura esterior puede mover la voluntad,
particular no da inclinación universal: como va dicho ( a l ) .
por consiguiente ni la primera materia, A l 3.° que D i o s mueve la voluntad del
que se halla en potencia para todas las hombre como motor al universal objeto
formas, puede ser causada por algún de ella, que es el bien; y sin esta moción
agente particular. universal el hombre no puede querer cosa
A l argumento 1.° diremos, que el án- alguna : mas el hombre mediante su ra-
gel no es superior al hombre, hasta el zón ( 1 ) se determina á querer esto ó
punto de ser causa de su voluntad, al aquello, que ó es realmente bueno ó lo
modo que los cuerpos celestes son causa parece. Sin embargo á veces mueve D i o s
de las formas naturales, de las que son á algunos de un modo especial á querer
consecuencia los naturales movimientos determinadamente alguna c o s a , que es
de los cuerpos naturales. buena, como lo hace por medio de su
A l 2.° que el entendimiento del hom- gracia, según se dirá (Ce. 109 y 112) (2).

CUESTIÓN X.

De qué modo se mueve la voluntad.

Examinemos a h o r a , cómo se mueve la v o l u n t a d , en los siguientes cuatro a r t í c u l o s : 1.° La v o l u n -


tad se mueve n a t u r a l m e n t e á algo ? —2.° Es movida necesariamente por su objeto? —3.° Lo es inevi-
tablemente por el apetito inferior? — i." Lo es de u n modo ineluctable por un motivo estrínseco, que
es Dios ?

ARTÍCULO I . — 1.a voluntad e s movida 3.° L a naturaleza está determinada á


naturalmente á a l g o ? (3) solo una cosa ; y la voluntad fluctúa e n -
tre cosas opuestas: de consiguiente nin-
1.° Parece que la voluntad á nada se guna quiere naturalmente.
mueve naturalmente. E l agente natural Conclusión. La voluntad del hombre
se contrapone al agente voluntario, como naturalmente tiende ó es llevada por sí
se demuestra ( P h y s . 1. 2, t. 4 9 ) . L u e g o la misma hacia el bien en general y al mismo
voluntad no se mueve á algo naturalmente. fin y á todo lo conveniente á su naturaleza.
2.° L o que es natural, subsiste siem- Por e l contrario: el movimiento de la
pre adjunto á a l g o , como es inherente al voluntad es consecuencia de un acto del
fuego el ser cálido. N i n g ú n movimiento entendimiento; y este entiende algo na-
es constantemente adjunto á la voluntad, turalmente : así pues también l a voluntad
ni por lo mismo la es natural. quiere algo naturalmente.

'' (i) Y quedando así completamente á salvo su libre ai- apetecer el mal sino bajo la razón de bien); y de aquí el mo-
bodrio.... vimiento voluntario- hacia lo malo. Por eso dice el Santo en
(2) Algunos dicen que todo acto de la voluntad sin dis- su respuesta : Sed homo perrationem etc—-M. C. G.
tinción procede de Dios, y en este movimiento so incluye la (8) Esto es, determinadamente y de manera que no pueda
volición de lo bueno, como el principio va incluido en la con- querer lo opuesto ó contrario á lo que naturalmente la escita ó
clusión ; mas después la voluntad mediante la razón se deter- atrae : que es lo mismo que decir « por necesidad » ó ineluc-
mina á querer un bien real ó aparente (porque ella no'puede tablemente.
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO I I . 6
82 CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O I.

R e s p o n d e r e m o s , que en común sentir traria; toda vez que unas acciones se eje-
de Boecio ( D e duabus naturis, al princi- cutan natural y otras voluntariamente.
pio y t. 5 ) y Aristóteles ( P h y s . 1. 2, A d e m a s del modo de causar propio en
t. 49) la naturaleza se toma en varias general de la naturaleza, que está deter-
acepciones : unas veces como el principio minada á una sola cosa, hay otro pecu-
intrínseco en las cosas mudables, y en liar de la voluntad, como dueña que es
este sentido es ó la materia ó la forma de sus operaciones : y , como la voluntad
material, como se ve ( P h y s . 1. 2 , t. 4 ); se funda en alguna naturaleza, necesaria-
otras por cierta sustancia ó un ente cual- mente participa de aquel modo general
quiera, y en tal concepto se dice natural en cuanto á algo, como toda causa poste-
á una cosa lo que á esta conviene por ra- rior participa de lo que es propio de su
zón de su propia sustancia, que es lo que causa anterior. E n cada cosa el ser mis-
por sí mismo es inseparable de la cosa. m o , que se funda en su naturaleza, es
Siempre empero y en todo caso lo que antes que el querer, que es propio de la
no es de suyo inherente, se reduce á algo voluntad ; y así es como l a voluntad
que lo e s , como á lo primero. Forzosa- quiere algo naturalmente.
mente pues entendiendo así la naturaleza, A l 2.° que lo que es natural en las c o -
siempre el principio, en todo cuanto con- sas naturales, únicamente como subsi-
viene a. la cosa, es natural (1). E s t o es guiente á la forma, siempre las es anejo
bien notorio respecto del entendimiento; en a c t o , como el calor al fuego ; mas lo
pues los principios del conocimiento inte- que es natural á ellas, como inherente
lectual son naturalmente conocidos. A s i - á la materia, no siempre está en acto
mismo también el principio de los movi- en e l l a s ; sino que lo está á veces como
mientos volúntanos necesariamente debe en potencia, puesto que la forma es
ser algo, que naturalmente se quiere. Tal es acto , y la materia es potencia : y el
precisamente el bien en general, al cual movimiento es « acto de lo que existe
naturalmente propende la voluntad, como » en potencia » ( P h y s . 1. 3 ) ; y así lo que
cada potencia tiende á su respectivo ob- pertenece ó subsigue al movimiento en
jeto ; y aun el mismo último fin, que es los seres naturales, no siempre está en
en cuanto á las cosas apetecibles lo que e l l o s ; como el fuego no siempre sube,
los primeros principios de demostración sino solo cuando está fuera de su lugar.
respecto á las inteligibles; y en general D e un modo análogo no es necesario que
todo aquello que es propio del que quiere la voluntad, la cual pasa de la potencia
en virtud de su misma naturaleza. Por- al acto en el momento de querer algo,
que por la voluntad deseamos, no solo lo quiera siempre actualmente, sino solo
perteneciente á la facultad misma voliti- cuando se encuentra en alguna determi-
va, sino también lo que es propio de cada nada disposición. A h o r a , la voluntad de
una de las potencias y de todo el hom- D i o s , que es acto puro, sí está siempre
bre. Es-decir que el hombre no solo quie- queriendo en acto.
re naturalmente el objeto de la voluntad,
A l 3.° que á la naturaleza siempre cor-
sí también otras cosas que convienen á
responde una cosa determinada y propor-
sus distintas potencias : cuales son el co-
cionada á la naturaleza misma; esto e s , á
nocimiento de la verdad, propio del en-
la naturaleza en género corresponde algo
tendimiento ; el ser y el vivir y semejan-
asimismo genérico, y en la especie algo
t e s , que se refieren á su compleja exis-
también específico, como igualmente á la
tencia natural; cosas todas comprendidas
naturaleza individualizada corresponde
bajo el objeto de la voluntad, como par-
una sola cosa individual. Siendo pues la
ticulares bienes que son.
voluntad cierta fuerza inmaterial, como
A l argumento 1.° diremos, que la vo- lo es también el entendimiento; corres-
luntad se contrapone á la naturaleza (2), ponde á aquella naturalmente algo único
como una causa se distingue de otra con- común, el bien: así como el entendimiento

(1J Parece que aquí se contradice el Santo, poniéndolo por natural se entiende en el testo lo que no es hijo del libre
natural como en contraposición de lo accidental. Pero se verá albedrío. — M. C. G.
que no hay tal contradicción, si se repara en que todo lo sus- (2) Dividiéndose los actos en libres ó voluntarios y natu-
tancial es natural; y por tanto siempre viene á resultar que rales ó necesarios.
CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O S 1 Y I I . 83

algo único ( 1 ) común, la verdad, ó el t. 3 ) , se han entre objetos opuestos. L a


ente, ó cosa así. Bien es cierto que en el voluntad, como tal potencia racional,
bien común se incluyen muchos bienes está, en la razón ( D e anima, 1, 3 , t. 42):
particulares, á ninguno de los cuales se y por consiguiente puede tender á uno ú
determina la voluntad (2). otro estremo opuestos, sin que á ninguno
de ellos sea llevada por necesidad.
ARTÍCULO I I . — l » voluntad e s movida Conclusión. [1] La voluntad en cuanto
por s u objeto de u n modo Ineluctable ? (8) á la ejecución de su acto no puede ser
movida con necesidad por objeto ó bien
1.° Parece que la voluntad es movida particular alguno. [ 2 ] En cuanto á la
por su objeto con necesidad: porque en- especificación del acto puede serlo inevi-
tre la voluntad y su objeto h a y la misma tablemente por el bien universal y per-
relación que entre el móvil y el motivo, afecto, objeto de su beatitud; y no por otro
como es notorio ( D e anima, 1. 3 , t. 54); alguno.
y el motivo, con tal que sea suficiente, Responderemos, que la voluntad es
mueve al móvil por necesidad : así pues movida de dos modos : 1.° en cuanto á
la voluntad es necesariamente movida por la ejecución del acto; 2.° en cuanto á su
su objeto. especificación, la cual radica en el ob-
2.° Como la voluntad es potencia in- jeto. Del primero ningún objeto mueve á
material , lo es también el entendimiento; la voluntad forzosamente (5) ; puesto
y una y otro se ordenan á un objeto uni- que puede uno muy bien no pensar en de-
versal, según se acaba de esponer (a. l.° terminado objeto, ni por consiguiente que-
al 3.°) : siendo pues movido por nece- rerlo en actualidad. P o r lo que hace al
sidad el entendimiento por su objeto, lo segundo, hay algún objeto que la mueve
es igualmente por el suyo la voluntad. por necesidad,y los hay que no: porque
3.° Todo cuanto uno quiere, ó es fin, en la moción de cualquier potencia por
ó es algo conducente al fin. E l fin lo su objeto es preciso considerar la razón,
quiere algún ser (4) por necesidad, como por que la mueve; pues lo visible mueve
es obvio; toda vez que es como el prin- la vista en virtud del color actualmente
cipio en las cosas especulativas, al cual visible ; cuya razón , una v e z propuesto
asentimos inevitablemente ; y el fin es á la vista el color , forzosamente la mue-
la razón de querer lo ordenado al fin : v e , á no que el objeto desvíe la mirada;
por lo que parece que queremos de un y esto pertenece al ejercicio del acto.
modo inevitable lo que al fin se ordena. Mas, si se pusiese ante la vista algo, que
Esto equivale á decir que la voluntad es no tuviese color bajo todo aspecto y a c -
arrastrada por su objeto ineluctable- tualmente, siendo de algún color solo
mente. accidentalmente en a l g o , y no lo siendo
Por el contrario : las potencias racio- en otro concepto ; la vista no percibiría
n a l e s , según Aristóteles ( M e t a p h . , 1. 9, necesariamente el tal objeto, puesto que

(1) En la edición romana antigua bonum por unuvi. literal común sed finem aliquis...
(2) Permaneciendo libre con respecto á ellos, cuales son los (5) Esta doctrina no parece exacta ; pues que la voluntad
que no tienen conexión más ó menos directa con su último fin, necesariamente se mueve al ejercicio del acto, cuando ve á Dios
que puede lograrse sin ellos, según más claramente se es- cara á cara. Mas fíjese el lector en que una cosa es decir que
presa en el a, 2, al 3.°. la voluntad necesariamente se mueve por el objeto al ejerci-
(3) Lo que aquí se dice de un modo ineluctable, es lo nece- cio del acto; y otra el que la voluntad, así dispuesta, por
sario, tomado en su sentido propio y verdadero ; es decir, en necesidad se mueva á dicho ejercicio. Lo 1.° denota la eficacia
cuanto que es imposible que otra cosa suceda; pues se trata del objeto sobre la voluntad ; y así es de naturaleza más efi-
de la necesidad nalurdl, por la que los agentes y pacientes se caz lo que puede inclinar necesariamente á esta voluntad al
conexionan en el mundo, como la vista con lo visible. tal ejercicio : lo cual aquí se niega, al asegurar que ningún
M. C. G. objeto, ut sic, puede compeler a l a voluntad con necesidad
(4) El sentido de esta frase parece ser (como se colige de la natural al referido ejercicio. Lo 2.° denota la naturaleza de la
solución á este arg. 3.°) que la voluntad no puede menos de voluntad, de la cual se ha dicho que consiste en cierto movi-
querer ó quiere inevitablemente y por necesidad el último miento natural, que no está siempre en acto, sino cuando se
fin y aun todo aquello, sin lo cual no es posible obtenerlo, halla en determinada disposición ; lo cual es verdad. De donde
como son el ser y el vivir : lo cual se comprendería perfecta- proviene que la misma voluntad ama á Dios necesariamente,
mente y sin dificultad, sustituyendo aliquis por aliquem, se- cuando lo ve cara á cara ; pues que entonces se encuentra en
gún propone Drioux ; sustitución más natural y aceptable que unas circunstancias tales , que el amor hacia él naturalmente
la indicada por Nicolai en la forma sed cst (y no ut, como por prorrumpe en actos. Téngase ademas muy presente la dife-
error material sin duda escribo el citado Drioux) aliquis finis rencia, que existe entre el movimiento de la voluntad cuanto
quem ex necessitate vult, que varía más notablemente el testo tú ejercicio y en cuanto a la especificación. — M. C. G.
84 CUESTIÓN X. — ARTÍCULOS II Y III.

podría dirigirse á él por el lado en que ARTÍCULO I I I . — E s i o v o l u n t a d m o v u


no tuviese entonces mismo color alguno, ila n e c e s a r i a m e n t e por el apetito interior? (1)
y no lo vería. A s í pues como lo colo-
reado en acto es el objeto de la vista, 1.° Parece que la voluntad es necesa-
así el bien lo es de la voluntad : y por riamente movida por la pasión del ape-
lo t a n t o , si á esta le es propuesto un ob- tito inferior : porque dice el A p ó s t o l
j e t o umversalmente bueno en todos con- ( R o m . 7 , 1 9 ) : Lo bueno, que quiero,
ceptos , no puede menos de tender á él, esto no lo hago; mas lo malo, que no
si es que algo quiere ; pues no puede quiero, esto hago; y esto se dice por la
querer lo contrario. M a s , si el objeto concupiscencia, que es una pasión. L a
propuesto á la voluntad no es bueno en voluntad es pues movida necesariamente
algún c o n c e p t o , y a no es forzosamente por la pasión.
arrastrada hacia él : y , como la falta de 2° S e g ú n Aristóteles ( E t h i c , 1. 3 ,
cualquiera bien lleva en sí la razón de no c. 5 ) , «cual es cada u n o , tal le parece
b u e n o , hé aquí porqué únicamente el » e l fin»; y no está en el arbitrio de la
bien perfecto y al que nada falta es tal, voluntad rechazar instantáneamente la
que la voluntad no puede no quererlo: pasión: por lo tanto no es dueña la v o -
ese bien es la beatitud. Todos los otros luntad de no querer aquello, á que la pa-
bienes particulares cualesquiera pueden sión se inclina.
considerarse como no bienes, en razón á 3.° U n a causa universal no se aplica á
que les falta algo bueno j y bajo este efecto particular, sino mediando causa
concepto pueden ser rechazados ó acep- particular; por lo que la razón universal
tados por la voluntad, por lo mismo que no mueve sino mediante una apreciación
puede tender á un mismo objeto bajo particular ( 2 ) , como consta ( D e ani-
diversos aspectos considerado. m a , 1. 3 , t. 58). P e r o la razón universal
A l argumento 1.° diremos, que el úni- es respecto á la estimación particular lo
co suficiente motivo de una potencia es que la voluntad en relación al apetito
el objeto, que importa totalmente razón sensitivo. L u e g o , para querer algo par-
de motivo ; y , si en algo no es t a l , no ticular, no se mueve la voluntad sin la
moverá por necesidad,. según va dicho. mediación del apetito sensitivo : y en
A l 2. que el entendimiento es movido
a
consecuencia, si el apetito sensitivo se
de un modo incontrastable por un objeto encuentra dispuesto á algo bajo el im-
t a l , que siempre y necesariamente es jralso de alguna pasión, la voluntad no
verdadero ; mas no por el que puede ser podrá moverse en sentido opuesto.
verdadero ó falso, ó s e a , contingente : Por el contrario, está escrito ( G e n . , 4 ,
lo propio que hemos dicho del bien en 7 ) : Tu apetito estará en tu mano, y tú
este mismo artículo. te enseñorearás de él. Según esto la v o -
A l 3.° que el fin último mueve forzo- luntad del hombre es movida necesaria-
samente la voluntad , porque es el bien mente por el apetito inferior.
p e r f e c t o ; y del mismo modo los medios Conclusión, i a voluntad, potencia
conducentes á este fin, sin los cuales no espiritual en el hombre, no es necesaria
puede obtenerse, cuales son el ser, el y umversalmente movida por el apetito
vivir, y semejantes. M a s todo aquello, inferior.
sin lo cual puede lograrse el fin, no lo Responderemos que según lo dicho
quiere por necesidad el que quiere el fin; ( C . 9, a. 2) la pasión del apetito sensitivo
al modo que las conclusiones, sin las cua- mueve la voluntad en aquello, en que es
les pueden ser ciertos los principios, no movida por su objeto, es decir, en cuanto
son imprescindiblemente admitidas por el el hombre predispuesto en algún modo
que acepta los principios. por la pasión, estima conveniente y b u e -

(1J Para la inteligencia de este artículo se advertirá que conforme al apetito inferior ; sin embargo, como la misma vo-
el apetito inferior no puede imponer tal necesidad á la volun- luntad goza aún de libertad, puede abstenerse del acto.
tad : porque ó las pasiones absorben ó perturban completa- ' M. C. G.
mente á la razón, y entonces nada queda de voluntad racio- (2) Que fije de un modo singular y determinado lo que lite
nal ; ó dejan algo de uso de razón, y entonces todavía queda et mine debe hacerse ; y no vaga é indefinidamente ó en gene-
libertad. Y, aunque en todo caso acontece que por la disposi- ral, cual lo hace la razón universal ó común sin osa determi-
ción del sujeto la voluntad se inclina más á ejecutar el acto, nación.
CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O S III Y IV. 85

no a l g o , que exento él de la tal pasión cede en los virtuosos; ya al contrario por-


no lo tendría por tal. FJsta inmutación que la pasión absorbe plenamente á la
del hombre por la pasión puede verifi- razón, cual acontece en los dementes.
carse de dos modos : 1.° E n cuanto su P e r o á veces, por más que la razón esté
razón se halla totalmente subyugada, oscurecida por la pasión, queda no obs-
hasta el punto de no poder usar de ella; tante libre algo de aquella; y con eso
como sucede á los que á causa de la ira p u e d e , si no repeler por completo la pa-
ó concupiscencia vehemente quedan fu- sión, contenerse al menos sin sucumbir á
riosos ó locos, así como por alguna per- e l l a : puesto que en semejante disposición
turbación orgánica ; pues tales acciden- al hombre, diversamente dispuesto según
tes no sobrevienen sin trastorno corpó- las diversas partes del alma, le parece
reo. Respecto de estos milita la misma una cosa atendiendo á la razón, y otra
razón que en los brutos, que por necesi- diferente mirada por el lado de la pasión.
dad siguen el ímpetu de la pasión; pues, A l 3.° que la voluntad no solamente es
no habiendo en ellos moción alguna de movida por el bien universal aprendido por
la razón, no puede haberla en la volun- la razón, sino también por el bien aper-
tad. 2.° Mas á veces la razón no es del cibido por los sentidos ( 1 ) ; y puede por
todo absorbida por la pasión, quedando lo tanto moverse á algún bien particular
libre su juicio en orden á a l g o , y por sin la pasión del apetito sensitivo; puesto
consiguiente conservando algo de la mo- que queremos muchas cosas, y obramos
ción de la voluntad. E n aquello pues, sin pasión por la sola elección del apeti-
en que la razón continúa libre y fuera to : como es notorio en los casos, en que
del dominio de la pasión, el movimiento la razón resiste á la pasión.
de la voluntad así preservado no tiende
por necesidad á lo mismo, á que la pa-
ARTÍCULO I V . — « L H voluntad e s mo-
sión propende : y por lo mismo, ó no
vida irresistiblemente por D i o s , como motivo
queda en el hombre movimiento (algu-
c s t r i n s c c o ? (2)
no) de la voluntad, totalmente subyu-
gada á la p a s i ó n ; ó , si alguno queda, 1.° Parece que la voluntad es movida
no sucumbe á la pasión de un modo ine- necesariamente por Dios : porque todo
vitable. a g e n t e , al cual no es posible resistir,
A l argumento 1.° diremos que, si bien mueve por necesidad; y D i o s , cuya efi-
la voluntad no puede evitar el movi- cacia es infinita, no admite resistencia,
miento insurreccional de la concupiscen- por lo que dice el Apóstol (Rom. 9, 19):
c i a , del cual dice San P a b l o ( R o m . 7, Quién resiste á su voluntad ? Según esto
19) : lo malo, que aborrezco, eso es lo que Dios mueve la voluntad con ineluctable
hago, esto e s , deseo apasionadamente; eficacia.
puede no obstante la voluntad no querer 2.° L a voluntad es necesariamente m o -
desear con ese ardor, ó no asentir á la vida á aquello, que naturalmente quiere,
concupiscencia: y de consiguiente no si- según lo dicho (a. 1); y es natural á cada
gue incontrastablemente el movimiento uno todo cuanto Dios obra en é l , como
de la concupiscencia. dice San Agustín (Contra F a u s t o , 1. 26,
A l 2.° que, habiendo en el hombre dos c. 3 ) . L u e g o la voluntad quiere por ne-
naturalezas, intelectual la una y la otra cesidad todo aquello, á que es movida,
sensitiva, algunas veces se halla su alma por Dios.
en cierta completa uniformidad de am- 3.° E s posible aquello, de cuya reali-
bas ; ya porque la parte sensitiva está zación no resulta imposible; y arguye im-
del todo sometida á la razón, como su- posibilidad la hipótesi de que la voluntad
(1J Nótese que, si esto se quiere entender, como si el bien luntad. - M. C. G.
aprendido por los sentidos, y el que lo es por la razón, son (2) V. P. 1." C. 105, a. -1; y sus notas, T. 1." 831. El Santo
dos motivos de la voluntad, de manera que esta se .mueve Concilio Tridentino (ses. G. , can. 4. ) declaró : Si qnis dixeríl
n u

igualmente por uno y por otro, entonces resultará falsedad y liberuní hominis arbitrium, a Dco nwtllin el excitatum, neo exet-
repugnancia: falsedad, porque, si los sentidos solo pueden mo- tanti atque vocanli non posse dissenlire, «Sea
si velií; anathema sil:
ver á la voluntad, el hombre podría también querer sin el uso » anatema quien diga que el libre albedrío, movido y escitado
de la razón, y por consiguiente podría de igual modo pecar ó » por Dios, no puede disentir de su divina escitacion, si así
merecer, lo cual implica : repugnancia, porque ya se ha pro- »lo quiere».
bado quo ningún cuerpo puede mover directamente á lavo-
86 CUESTIÓN X . — A R T Í C U L O IV.

no quiera aquello, á que Dios la mueve, á determinado acto, conservando ella su


de donde resultaría ineficaz la operación movimiento contingente y no necesario,
de D i o s . N o es pues posible que la v o - mientras no recaiga sobre cosas, á que
luntad no quiera aquello, á que D i o s la naturalmente es llevada.
escita : y por consiguiente es necesario A l argumento 1.° diremos, que la v o -
que lo quiera. luntad divina no se concreta á qué algo
Por el contrario, dice el Sabio (Eccli. se haga por el ser que ella mueve, sino
15, 1 4 ) : Dios desde el principio crió al que se estiende á que se h a g a del modo
hombre, y le dejó en la mano de su con- congruente á la naturaleza del tal ser.
sejo. D e donde se sigue que no mueve su P e r o más repugnaría á la moción divina
voluntad forzosamente. que la voluntad sufriese coacción en su m o -
Conclusión. Dios mueve la voluntad, vimiento, contrariándose así su natura-
no determinándola á una cosa precisa- leza, que el que sea movida libremente e n
mente, sino dejando su moción contin- conformidad á su modo de ser.
gente y no necesaria: escepto en aquello, A l 2.° que á cada uno es natural lo
á que es impelida por su misma natura- que D i o s opera en é l , de modo que le sea
leza. natural : de este modo conviene á cada
Responderemos, que según San D i o - cual una cosa, según quiere D i o s que le
nisio ( D e div. nom. c. 4 , lect. 23) « n o convenga. M a s no quiere que todo cuanto
» es propio de la divina Providencia tras- se realiza en los seres, les sea natural,
t o r n a r la naturaleza de las cosas, y sí como el que los muertos resuciten, por
» conservarla». A s í pues mueve todas las ejemplo : lo que quiere sea natural á cada
cosas según su (respectiva) condición; ser es que esté sometido á su divino
de manera que de causas necesarias pro- poder.
vengan mediante la moción de D i o s efec- A l 3.° q u e , si D i o s mueve á algo la
tos necesarios, como efectos contingentes voluntad, es inconciliable con esta hipó-
de contingentes causas. A h o r a b i e n : la tesi (2) la de que no sea movida á ello;
voluntad es un principio activo, no de- mas no es imposible en absoluto. N o se
terminado á una cosa, sino en aptitud in- sigue pues de ahí que la voluntad sea
diferente para m u c h a s ; y por lo mismo movida por D i o s ineluctablemente (3).
Dios la mueve, sin obligarla empero (1)

(1) Nótese aquí, cuan sin razón pretenden algunos que (2) Asi concillamos las variantes accidentales y que solo
Santo Tomás no establece ni admite la premoción ó predeter- afectan á la letra, mas no al pensamiento, en las diversas edi-
minación; y más injustamente aún hay quienes le achacan ciones y códices.
cierta inesplicable y absurda conciliación de la libertad con (3) V. P. 1.* C. 19, a. 8 (T. 1." pág. 180) y sus notas; y
la necesidad. C. 22, a. 4 [Mi. pág. 208).
CUESTIÓN XI.

De la fruición, que es acto de la voluntad.

Trataremos a h o r a de la fruición, acerca de la cual resolveremos cuatro p u n t o s : 1." Gozar es un


acto de la potencia apetitiva? — 3.° Compete esclusivamente á la c r i a t u r a racional? ó es también pro_
pio de los animales brutos?—3.° La fruición se limita á solo el fin último?—4.° Concrétase al fin
poseído?

ARTÍCULO I . — E S l a fruición (1J acto c. 10) : « Disfrutar es estar adherido por


ilc l a potencia apetitiva? (2) » el amor á alguna cosa por razón de ella
» misma ». Y , pues el amor pertenece á la
1.° Parece que la fruición no es única- potencia apetitiva, acto de esta es la
mente peculiar de la potencia apetitiva: fruición.
porque disfrutar no es al parecer otra Conclusión. La fruición es acto de la
cosa , que recoger el fruto ( 3 ) ; y el potencia apetitiva.
fruto de la vida humana, que es la bea- Responderemos q u e , la fruición y el
titud, lo recibe el entendimiento, en cuyo fruto parecen pertenecer á una misma
acto consiste la beatitud, según se ha de- entidad y derivarse una de otra ó vi-
mostrado ( C . 3 , a. 8 ) . P o r consiguiente ceversa: cuál de cuál tome origen, no
pertenece al entendimiento, y no á la po- es del caso indagarlo, si bien parece pro-
tencia apetitiva. bable que la más notoria de esas dos co-
2.° Cada potencia tiene su propio fin, sas haya recibido antes su nombre : y ,
que es su perfección ; como el fin de la siéndonos antes conocidas las cosas más
vista es conocer lo visible , el del oido sensibles, es natural suponer que del
percibir los sonidos, y así de las demás. nombre de fruto, como más accesible este
Siendo por otra parte el fin de una cosa á los sentidos, haya tomado el suyo la
su fruto, la fruición es propia de cual- fruición. E l fruto, sensible es lo último
quiera otra potencia, no menos que de la que se espera del árbol, y lo que se pa-
apetitiva. ladea con cierto placer. A s í la fruición
3.° L a fruición lleva aneja cierta de- parece referirse al amor y deleite, que
lectación ; y la delectación sensible per- uno esperimenta en la posesión de l o úl-
tenece al sentido, que se deleita en su timo á que aspiraba, que es el fin. E l fin
objeto, y por la misma razón la intelec- y el bien ( 4 ) son el objeto de la poten-
tual al entendimiento : de consiguiente cia apetitiva ; cuyo acto por lo mismo e's
la fruición pertenece á la potencia apren- evidentemente la fruición.
siva, y no á la apetitiva. A l argumento 1.° diremos, que ningún
Por el contrario, dice S. A g u s t í n ( D e inconveniente hay en referir á diversas
doctr. christ. 1. 1 , c. 4 ; y de Trin. 1. 10, potencias una sola y misma c o s a , consi-
(1J Ténganse presentes los tres actos de la voluntad en re- nen los tomistas. Y la prueba está en que, si se tiaduce con
lación con el fin, cuya distinción establece en la C. 12, a. 1, ablativo ó genitivo, estos son regidos de verbo posesivo y de-
al 4. , á saber : volición, fruición é intención.
u
ponente, que gramaticalmente hablando, más bien significa
(2) Atiéndase ademas á que la palabra frtior (gozar) no sig- posesión, esto es, que gozamos lo que poseemos.-—M. C. G.
nifica, como quería Escoto, amor de amistad formalmente, fun- (3) Disfrutar ó gozar es propiamente en lenguaje teológico
dándose en que se construye con ablativo, que designa ob- deleitarse en una cosa por razón de ella misma y reposando
jeto, como fruor Dco (amo á Dios), y no dativo delector de Deo, en ella como en el sumo bien y último fin.
que indica pasión ; Bino que da á conocer formalmente una de- (i) Que para Aristóteles son como una misma cosa (SIet. 1. 5,
lectación, y solo casual ó connolativamente el amor, como sostie- t. 3, c, 2).
88 CUESTIÓN X I . — ARTÍCULOS I Y I I .

derada bajo diversos conceptos. A u n la » l a comida y de otros deleites corpora-


visión misma de D i o s e s , como tal visión, »les».
acto intelectivo; mientras q u e , como Conclusión. Conviene propiamente á
bien y fin, es objeto de la v o l u n t a d , y la criatura racional la fruición en toda
en este sentido es su fruición. L a inteli- la amplitud de su noción perfecta ; solo
gencia consigue este fin como potencia imperfectamente á los brutos ; y de nin-
a g e n t e , y la voluntad como potencia mo- gún modo á las ademas criaturas.
tiva al fin y disfrutando de él ya ob- Responderemos que, según lo espues-
tenido. to (a. 1 , al 2.°), el gozar no es acto de
A l 2.° que la perfección y el fin de la potencia que obtiene el fin, como ni de
cualquiera otra potencia van incluidos la ejecutora, y sí de la que impera la
en el objeto de la apetitiva, como lo está ejecución. H a s e dicho allí que compete á
lo peculiar en lo común, según lo dicho la potencia apetitiva. E n los seres priva-
( C . 9 , a. 1). P o r lo tanto la perfección y dos de conocimiento existe sí la potencia,
fin de una potnecia cualquiera, en cuanto que logra el fin á modo de ejecutora,
es cierto bien, pertenece á la apetitiva; como lo grave tiende á bajar y lo lijero
y por la misma razón esta mueve á las á subir ; mas la potencia, á qué como im-
otras á sus fines, y ella logra el suyo, perante pertenece el fin, no existe en
cuando cada una de aquellas alcanza el aquellos, siendo propia de alguna natu-
suyo respectivo. raleza superior ( 1 ) , la cual mueve por
A l 3.° que en la delectación concurren su imperio toda la naturaleza, al modo
dos cosas : la percepción de la convenien- que en los seres dotados de conocimiento
cia , que pertenece á la potencia aprensi- el apetito mueve las otras potencias á sus
va ; y la complacencia de lo que se ofre- actos. E s pues evidente que en los seres
ce como conveniente, la cual es propia desprovistos de conocimiento, aunque lle-
de la apetitiva, en lo que llega á ser guen á su fin , no hay fruición de él; y
complementada la razón de delectación. sí la hay solo en los que conocen. M a s el
conocimiento del fin puede ser perfecto ó
imperfecto: es perfecto, si no solo se co-
ARTÍCULO I I . — ¿ D i s f r u t a r es peculiar
noce lo que constituye el fin y el bien,
de l a criatura racional con ó s i n esclusion de
sino también la razón común de fin y de
l o s a n i m a l e s brutos ?
bien ; y este conocimiento es peculiar á
l.° Parece que esclusivamente solos sola la criatura racional; é imperfecto,
los hombres disfrutan : pues dice San cuando (única y ^particularmente se co-
A g u s t í n ( D e doctr. christ. 1. 1 , c. 3 noce un fin ó un bien; y este se halla ade-
y 2 2 ) que «nosotros los hombres somos mas en los brutos animales, cuyas facul-
»los que gozamos y usamos». L u e g o no tades apetitivas no son libremente impe-
disfrutan otros animales. rantes, sino que se mueven á lo que
aperciben mediante su natural instinto.
2.° L a fruición se refiere al último fin ;
P o r consiguiente á la criatura racional
al cual no pudiendo llegar los brutos, no
compete la fruición en toda su perfecta
pueden tenerla.
plenitud ; pero á los animales brutos úni-
3.° A s í como el apetito sensitivo está
camente la imperfecta; y ninguna al
contenido en el intelectivo, así el natu-
resto de las otras criaturas.
ral bajo el sensitivo. Si pues gozar per-
tenece al sensitivo, por igual razón pa- A l argumento 1.° diremos, que San
rece poder pertenecer al natural: lo cual Agustín habla de la fruición perfecta.
es notoriamente falso, puesto que no es A l 2.° que no hay razón, para limitar
propio de este el deleitarse. ISTo es pues la fruición á solo el último fin en abso-
del apetito sensitivo el disfrutar, ni por l u t o , debiendo ampliarse á lo que cada
consiguiente conviene á los irracionales. uno mira como su fin último.
Por el contrario, San A g u s t í n dice A l 3.° que al apetito sensitivo precede
(Qucest. 1. 8 3 , a. 3 0 ) : «créese sin ab- algún conocimiento ; no así al apetito
.» surdo que también las bestias gozan de natural, y menos en los seres que care-
cen de conocimiento.
(1) Que no puede ser otra que la divina, á quien única y
esclusivamente compete el mover toda la naturaleza. A l 4.° que S. A g u s t í n en el lugar ci-
CUESTIÓN X I . — ARTÍCULOS II Y I I I . 89

tado habla de la fruición imperfecta, otros precedentes, y que lleva adjunta


como se deduce claramente de su misma cierta delectación.
locución ; pues dice que « n o es absurdo Responderemos q u e , según lo dicho
» admitir que aun las bestias disfrutan », (a. 1 ) , la idea de fruto abraza dos nocio­
como queriendo insinuar que sería m u y nes : la de ser lo último, y la de aquietar
absurdo decir que usan (1). el apetito con cierto gusto ó delectación.
L o último ademas puede entenderse ab­
ARTÍCULO I I I . — i­a fruición s o con­ soluta ó relativamente, según que se re­
creta á solo e l último Un ? (2) fiera á otra cosa, ó es únicamente lo úl­
timo respecto á lo que le precede. Ahora
1.° Parece que la fruición no se limita b i e n : lo que es lo último en absoluto, y
al fin último esclusivamente : porque en lo que se deleita uno como en su últi­
dice el apóstol á Filemon (v. 20) : Me mo fin, eso se llama propiamente fruto,
gozaré yo de tí en el Señor : y es bien y de eso se dice que goza con toda exacti­
obvio que S. P a b l o no habia cifrado su tud ; mas lo que no es en sí mismo delei­
último fin en un hombre. L u e g o no es el table, y solo se apetece por su relación
último fin objeto único de fruición. con otra cosa, como una pócima amarga
2.° Fruto es aquello, de que uno disfru­ respecto del recobro de la salud, de ningún
ta ; y el Apóstol dice (Galat. 5 , 2 2 ) : modo puede llamarse fruto ; así como lo
Fruto del espíritu es caridad, gozo ,paz, que lleva en sí cierta delectación, á la
y otras cosas, que no tienen razón de úl­ que se refieren otros precedentes, puede
timo fin. N o es pues solo este de lo que sí denominarse fruto en algún modo, aun­
se puede disfrutar. que no se dice disfrutamos de ello en el
3." L o s actos de la voluntad reflectan concepto propio y completo de verdadero
sobre sí mismos; pues y o quiero que y o fruto. P o r esto S. Agustín dice ( D e
quiera, y amo el amar yo mismo. Siendo Trin. 1. 1 0 , c. 10) que «disfrutamos de
pues el gozar acto de la voluntad, toda »las cosas conocidas, en las que la volun­
vez que por ella gozamos, según San » t a d se deleita satisfecha y tranquila ».
Agustín ( D e Trin. 1. 1 0 , c. 10) ; alguien Mas no se deleita plenamente sino en lo
goza de su propia fruición. M a s la frui­ último; porque, mientras todavía espera
ción no es el último fin del hombre, sién­ a l g o , la moción de la voluntad continúa
dolo solo el bien increado, D i o s : y por en suspenso, por más que haya logrado
lo tanto el último fin no es objeto esclu­ algo : á la manera que en el movimiento
sivo de la fruición. local, aunque aquello, que es medio en
Por el contrario, dice S. Agustín ( D e magnitud, sea principio y. fin; no se con­
Trin. 1. 1 0 , c. 1 1 ) , que «no hay fruición, sidera sin embargo como el fin en acto,
» si uno apetece por razón d e otra cosa sino cuando en ello se encuentra el per­
» aquello, que se toma como objeto de la fecto reposo.
»voluntad ». E s así que el último fin es A l argumento 1.° diremos q u e , como
lo único, que no se desea por miramiento esplica S. Agustín ( D e doctr. christ. 1. 1,
á otro fin. L u e g o solo del fin último pue­ c. 3 3 ) , «si hubiera dicho ­.gozaré de tí,
de haber fruición ( 3 ) . » sin añadir en el Señor, parecería haber
Conclusion. [ 1 ] Solo hay verdadera » puesto en él el fin de su goce » ; mas,
fruición del último fin , al cual se aspira 7> habiendo añadido en el Señor, bien dio á
por razón de sí mismo, y no de otra cosa, » entender que en el Señor fijara su fin y
gozando de él solamente y con entera » s e gozaba, viniendo así á espresar que
propiedad. [ 2 ] Puede admitirse fruición » gozaba de su hermano, no como término,
imperfecta de lo que solo accidentalmen­ »sino como medio».
te se considera como último respecto de A l 2.° que el fruto se refiere á su árbol

(1) Por cuanto usar propiamente de algo solo puede hacerlo (2) Verdadera y propiamente tal, ó aun simplemente y solo
el animal dotado do razón ; y no el irracional ni aun los fatuos ó según la aprensión ; como el avaro goza del dinero, en que
tontos, que tampoco saben á qué uso puede servir ó se destina cifra su último fin y con verdadera fruición, según advierte
cada cosa, según añade y prueba San Agusthi (¡№¡.) : así que Silvio.
aun el disfrutar solo les compete en cierto sentido lato y como (3) Propiamente dicha; pues la imperfecta ó estimativa
presuntivo, & nuestro modo do juzgar por analogía con lo quo bien puede recaer sobre otros finos ó cosas, aprendidas como
en nosotros mismos observamos. bienes aun particulares y ficticios.
90 CUESTIÓN X I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

productor de un m o d o , y de otro al hom- cho (a. 3 ) , se concreta á solo el fin últi-


bre que lo disfruta : al árbol, como efec- mo ( 1 ) , único que aquieta el apetito.
to á su causa; al hombre, como lo últi- E s t e no se satisface tranquilo sino con la
mo esperado y deleitante. E n cuanto á posesión del fin. L u e g o , hablando pro-
los enumerados como frutos por el A p ó s - piamente, el fin poseído es él objeto es-
tol en el pasaje aducido, los llama así en clusivo de la fruición.
cuanto son ciertos efectos del Espíritu 3.° Disfrutar es coger el fruto; lo
Santo en nosotros (por eso dice frutos del cual no se realiza, hasta tanto que se
Espíritu) ; y no porque disfrutemos de alcanza el fin : y por lo mismo la frui-
ellos como de último fin. También puede ción no tiene c a b i d a , sino respecto del
interpretarse con S. Ambrosio ( Gloss. fin y a conseguido.
interlin. ad Gal. y Sent. 1 , dist. 1) que Por el contrario: « disfrutar es estar
los llama frutos, porque « s e deben pedir' »unido por amor á alguna cosa por ella
» por razón de ellos mismos, » no como »misma » , según San A g u s t í n ( D e
sin referirlos á la beatitud, sino en cuan- doctr. christ. 1. 1 , c. 4). E s t o puede
to tienen en sí mismos motivos de placer verificarse aun en orden á cosa no po-
para nosotros. seída. P u é d e s e por lo tanto tener frui-
A l 3.° que según lo dicho (C. 1 , a. 8 ; ción del fin no obtenido todavía.
y C. 2 , a. 7 ) el fin se toma en dos acep- Conclusión. Es objeto de la fruición
ciones : como el objeto mismo, ó como perfecta el último fin realmente poseído;
su posesión. Estas no constituyen dos mas de la imperfecta lo es el fin no
fines, y sí solo uno considerado, y a en obtenido aún sino en la intención.
sí mismo, y a en su aplicación al otro. R e s p o n d e r e m o s , que la idea de gozar
D i o s pues es el último fin en el con- implica cierta conexión de la voluntad
cepto de objeto terminal de la aspira- con el último fin, en cuanto estima serlo
ción; y la fruición lo es también como alguna cosa. E l fin último ademas puede
consecución de ese mismo último fin : y, poseerse de dos m o d o s , perfecta é im-
así como no es un fin Dios y otro la frui- perfectamente : su posesión es perfecta,
ción de D i o s ; del propio modo es idén- si se tiene, no solo en la intención, sino
tica la razón de fruición en el sentido también en la realidad del objeto mismo;
de gozar de D i o s y en el de disfrutar de é imperfecta, cuando no pasa de la in-
la divina fruición. L o mismo ha de en- tención. Según esto es bien claro que la
tenderse de la beatitud creada, que con- fruición perfecta es el goce del fin ya
siste en la fruición. poseído de hecho; mientras que por la
imperfecta, se disfruta del bien obtenido,
no efectivamente, y sí solo en laintencion.
ARTÍCULO I V . — t » fruición recae
A l argumento 1.° diremos, que San
ú n i c a m e n t e sobre el fin y a poseído?
A g u s t í n habla de la fruición perfecta (2).
A l 2.° que el reposo de la voluntad
l.° Parece que no hay fruición sino puede ser frustrado de dos modos : por
del fin poseído : porque San Agustín parte del o b j e t o , no siendo este el últi-
( D e Trin. 1. 1 0 , c. 11) dice que «dis- mo fin, y dirigiéndose á lo que no lo e s ;
»frutar es usar con g o z o , no de esperan- ó por parte del que aspira al fin, y el
i z a t o d a v í a , sino del objeto mismo y a » , cual no alcanza todavía. E l objeto es lo
ínterin no se posee el o b j e t o , no se g o z a que da especie al acto ; mas el modo de
de é l , sino con la esperanza de obtenerlo. obrar depende del a g e n t e , y según la
P o r consiguiente solo hay fruición del condición de este será aquel perfecto ó
fin y a obtenido. imperfecto. Por esta razón la fruición de
2.° L a fruición perfecta, según lo di- lo que no es el último fin es impropia,

(1) Y verdadero, que no puede ser otro que el mismo Dios testo, más bien que al último fin, parece referirse á un fin
•y su completa é inamisible posesión , según aquella tan sa- cualquiera y á su fruición ,en general, y con el solo objeto
bida y sentenciosa esclamacion de San Agustín (Cotifes. 1. 1, de distinguirla (gaudium rci) de la que no lo es con propiedad
c. 1) : « hicístenos, Señor, para t í ; y nuestro corazón siéntese gaudium spei); la aplicación al goce del fin último es bien ob-
» intranquilo, hasta tanto que en tí repose». via é intencionada.
(2) Si bien San Agustín, á juzgar por los adjuntos del con-
CUESTIÓN X I . — A R T Í C U L O IV. 91

como estraña á la especie de la '(verda- A l 3.° q u e se dice que uno tiene ó p o -


dera ) fruición ; mas la fruición del últi- see el fin, no solamente en el hecho real,
mo fin no poseido aún es propia, pero sino también en la intención, según queda
imperfecta á causa del imperfecto modo espuesto arriba.
de poseer el último fin.

CUESTIÓN XII.

De la intención.

Pasemos á ocuparnos de la intención, acerca de la cual resolveremos los cinco p u n t o s siguientes :


l.°La intención es acto del entendimiento, ó d é l a voluntad? - 2.° Se c o n c r e t a á s o l o el último fin? —
3.° Puede u n o proponerse dos diversos fines á la vez? — 4.° La intención del fin es el mismo acto de
la v o l u n t a d , con el que esta tiende á lo conducente al fin ? — 5.° Hay intención en los b r u t o s a n i -
males ?

ARTÍCULO I . — 1 « intención e s acto dci intención ; la cual por consiguiente no


e n t e n d i m i e n t o , ó d é l a voluntad? es acto de la voluntad.
Por e l contrario, dice S a n Agustin
l.° Parece que la intención es acto ( D e Trin. 1. 1 0 , c. 7 , y 1. 1 1 , c. 9 ) que
del entendimiento, y no de la voluntad: « l a intención de la voluntad une el cuer-
porque se dice ( M a t t h . 6 , 2 2 ) : Si tu » p o visto con l a v i s t a , é igualmente l a
ojo fuere sencillo, todo tu cuerpo será lu- »imagen depositada en la memoria hacia
minoso ; donde por ojo se significa la in- » el punto del ánimo, que piensa interior-
tención, en sentir de San Agustín ( D e t> mente ». S e g ú n esto la intención es acto
serm. D o m . in m o n t e , 1. 2 , c. 13). E l de la voluntad.
órgano de la visión denota la potencia Conclusión. La intención es propia y
aprensiva : y por consecuencia la inten- principalmente acto de la voluntad.
ción es acto de esa potencia, y no de la Responderemos que intención, según
apetitiva. su mismo nombre espresa, significa ten-
2.° San Agustín (ibid.) observa que der á otro objeto. P e r o tienden á algo
«la intención es llamada luz por el S e - tanto la acción del motor, como el movi-
s ñ o r , cuando dice (Matth., 6 , 2 3 ) : Si la miento del m ó v i l ; si bien este movimiento
lumbre, que hay en tí, son tinieblas, etc.. procede de la acción del movente. A s í
L a luz pertenece al conocimiento, y por es que la intención pertenece originaria
lo mismo también la intención. y principalmente á aquello, que mueve
3.° L a intención denota cierta orde- hacia el fin : por eso decimos que el ar-
nación al fin; y ordenar es propio de la quitecto, como todo el que manda, mue-
razón : la intención pues no pertenece ve con su precepto á otros á aquello, que
á la v o l u n t a d , y sí á la razón. él se propone. Y , puesto que la voluntad
4.° Todo acto de la voluntad no tiene es la que pone e n movimiento hacia el
otro objeto que el fin ó lo que á él se fin todas las demás fuerzas del alma, s e -
refiere. E l acto de la voluntad respecto gún lo antes demostrado (C. 9 , a. 1 ) ; es
del fin llámase deseo ó fruición ; y , en evidente que la intención es propiamente
cuanto mira á l o conducente al fin, es la acto de la voluntad.
elección : de una y otra se diferencia la A l argumento 1.° diremos > que se da.
92 CUESTIÓN XII. — A R T Í C U L O S í Y I I .

á la intención el nombre de ojo metafó- 2.° L a intención mira al fin como tér-
ricamente , no porque pertenezca al co- mino final, según lo diebo (a. 1 , al 4.°);
nocimiento, sino porque lo presupone, en y el término implica el último fin : al
cuanto por él se propone á la voluntad el cual por l o tanto únicamente tiende la
fin, al cual esta tiende; al modo que con intención.
los ojos miramos de antemano el punto, 3.° L a fruición, lo mismo q u e . l a in-
á donde corporalmente debemos encami- tención, tiene por objeto el" último fin:
narnos. por consiguiente e s t a , como aquella, se
A l 2.° que la intención es llamada ordena siempre á solo él.
lumbre, por estar patente al que intenta. Por el contrario : el último fin de las
A s í también las obras se llaman tinie- voluntades bumanas es ú n i c o , la bien-
b l a s , porque el bombre sabe lo que in- aventuranza , conforme á lo dicho ( C . 1,
tenta , pero ignora las consecuencias de a. 7 ) . Si pues la intención se concretase
su acción, como lo espone (ibid.) el mis- esclusivamente al fin ú l t i m o , no habría
mo S a n Agustín. entre los hombres diversidad de inten-
A l 3.° que la voluntad ciertamente no ciones (como la-hay) ; y tal hipótesis es
ordena, pero sí tiende á algo según la (por lo mismo) notoriamente falsa.
ordenación de la razón. A s í la palabra Conclusión. Aunque siempre es algún
intención denota un acto de la voluntad, fin objeto de la intención, no siempre lo
presupuesta la intimación de la razón es precisamente el último fin.
disponiendo algo al fin. Responderemos q u e , s e g ú n queda di-
A l 4.° que la intención es acto de la cho ("a. . 1 ) , la intención se refiere al fin,
voluntad respecto del fin. M a s la volun- como á término del movimiento de la v o -
tad mira al fin de tres modos : 1.° en luntad. Sin embargo este término puede
absoluto, y así se dice voluntad ( 1 ) , en tomarse en dos sentidos : y a como el mis-
cuanto absolutamente queremos la salud mo término último, en el que se encuen-
ó cosa parecida; 2.° en el sentido de repo- tra el reposo definitivo y finaliza del todo
sar en el fin, lo cual es propio de la frui- el movimiento ; y a como algún medio,
ción; 3.° como término de algo ordenado que al propio tiempo es el principio de
al mismo fin, en cuyo último concepto es un movimiento parcial y fin ó termina-
la intención. Porque, cuando intentamos ción de otra parte del mismo movimiento
recobrar la salud, no se entiende úni- total : á la manera que en el trayecto
camente que la deseamos, sino que nos de A á C , pasando por B , C es el tér-
proponemos obtenerla por la interposi- mino final, y B es también un término,
ción de algún medio. por más que no sea el último : y la inten-
ción lo mismo puede dirigirse al uno que
al otro. P o r lo c u a l , aunque siempre hay
ARTÍCULO I I . — 1.a intención s e refiere un fin de la intención, no siempre ese fin
esclusivniucnto a l último fin? (2) es precisamente el último fin.
A l argumento 1.° diremos que «lainten-
1.° Parece que el último fin es el ob- » cion del corazón se dice clamor á D i o s » ,
j e t o esclusivo de la intención. L é e s e en no porque siempre es D i o s el objeto de
el libro de las Sentencias de Próspero ella, sino porque D i o s la conoce ; ó bien,
( S e n t . 1 0 0 ) : « L a intención del corazón porque cuando oramos, elevamos á D i o s
» e s una plegaria á D i o s » . D i o s es el ú l - nuestra intención, y entonces tiene esta
timo fin del corazón Humano. L u e g o la la eficacia de una invocación.
intención se dirige siempre al último fin. A l 2.° que el término importa razón de

(1) Atiéndase mucho á la distinción del Santo. La volun- cion. —M. C. G.


tad se dice dirigirse al fin por medio del querer (voliüone), (2) Reconociéndose solamente un fin último adecuado y to-
por la fruición y por la intención. Y la razón es ; porque per- tal, quo termina el acto de la voluntad y hace cesar su movi-
tenece á la integridad del fin la bondad por sí amable, la ne- miento ; y otros ademas no últimos ó intermedios, que pue-
gación de otro orden superior, y la terminación en él de to- den intentarse poniéndolos en relación con el adecuado y total,
dos los demás. Así pues el fin, en cuanto es por sí amable, como la medicina v. gr. se ordena á la salud. El Santo Doctor
corresponde á la volición ó acto de querer ; en cuanto no se plantea la proposición en el segundo caso, afirmando que la
ordena á otro, a la fruición, que significa quietud en el tér- intención puede ser acerca de muchos fines, que no son el úl-
mino ; y en cuanto todas las cosas se ordenan á él, á la inten- timo.—M.C.G.
CUESTIÓN X I I . — ARTÍCULOS II Y I I I . 93

último fin, mas no siempre del último de lo y a esplicado (a. 2 ) que el hombre
la totalidad, siéndolo á veces solo de una puede proponérselas simultáneamente;
parte de ella. toda v e z que es objeto de la intención, no
A l 3.° que en la idea de fruición se en- solo el fin último según lo dicho (ibid.),
traña efectivamente la de quietud, la cual sino también un fin intermedio: y m u y
se halla en el fin, entendiéndose esclusi- bien puede uno intentar á un tiempo un
vamente del fin último; no así empero la fin próximo y otro terminal, como la con-
de intención, que únicamente implica ten- fección del medicamento y el recobro de
dencia al fin, y no precisamente al repo- la salud. E n el segundo todavía puede
so. N o milita pues la misma razón. aspirar á dos fines á la v e z , como es o b -
v i o , suponiendo que prefiera el uno al
ARTÍCULO I I I . — P u e d e u n o Intentar otro, porque aquel es mejor. P e r o entre
dos cosas á l a v e z ? otras condiciones, que hacen mejor una
cosa que otra, una sola es la que sirve
l.° P a r e c e que no puede uno propo- para más usos: por cuya razón puede ele-
nerse al propio tiempo más de una cosa; girse la una con preferencia á la otra ; y
porque dice San A g u s t i n ( D e serm. D o - bajo este concepto el hombre manifiesta-
miui in m o n t e , 1. 2 , c. 1 4 , 1 6 , 17 y 2 2 ) lamente dirige su intención á vaj'ias co-
que «. no puede el hombre aspirar á un sas ó fines á un mismo tiempo.
»tiempo á D i o s y á la comodidad del A l argumento 1.° diremos, que San
» cuerpo». P o r la misma razón tampoco A g u s t i n quiere dar á entender que el
á otras dos cosas cualesquiera. hombre no puede proponerse á la v e z á
2.° L a intención implica movimiento Dios y el provecho temporal, como dos
de la voluntad hacia su término ; y no últimos fines; porque según lo demos-
pueden ser muchos los términos de un trado ( C . 1 , a. 5) no pueden admitirse
solo movimiento desde un mismo punto varios fines últimos de un solo y mismo
de partida: por consiguiente no puede la hombre.
voluntad intentar varias cosas simultá- A l 2.° que bien pueden existir varios
neamente. términos de un solo movimiento y de pro-
3.° L a intención presupone algún acto cedencia única, con tal que el uno se
de la razón ó entendimiento. M a s no su- ordene al otro; no así en el supuesto con-
cede entender más de una cosa en cada trario de no haber entre ellos alguna c o -
acto, según Aristóteles ( T o p i c . 1. 2, c. 4 , nexión. E s preciso no obstante reflexio-
in declaratione loci 3 3 ) . A s í pues del nar, que lo que no es único en sí mismo,
mismo modo tampoco intentar á u n tiem- puede considerarlo como tal la razón; y
po varias cosas. la intención es la moción de la voluntad
Por el contrario: el arte imita á la na- á algo preconcebido por la razón, según
turaleza.; y esta con un solo instrumento lo espuesto (a. 1 al 3.°) P o r lo mismo co-
se propone dos utilidades, como la lengua sas diversas en la realidad pueden con-
se destina al gusto y al lenguaje, según ceptuarse como término único de l a in-
se dice ( D e anima, 1. 3 y 1. 2 , t. 88). tención , en cuanto la mente las unifica;
L u e g o por idéntica razón el arte ó la ra- ó bien porque dos distintas cosas concur-
zón puede a l a v e z ordenar una sola cosa ren á la integridad de un solo t o d o , como
á dos fines ; y por lo tanto puede uno in- contribuyen á la salud el calor y el frió
tentar más de una cosa con un solo y convenientemente compensados en pro-
mismo acto. porcional medida; ó también por cuanto
Conclusión. La intención de la volun- las dos cosas se incluyen en un común
tad puede dirigirse á más de un objeto al concepto, susceptible de ser intentado,
mismo tiempo, como á un fin último y á cual es la adquisición del vino y de la
otro próximo, dando la preferencia á ropa, que van incluidas en el común in-
uno de ellos respecto del otro. tento del lucro: y por consiguiente nada
Responderemos, que dos cosas cuales- impide que el negociante en su mira única
quiera se pueden considerar ó como cor- de la especulación ó ganancia abarque
relacionadas entre s í , ó sin mutua corre- en su intención una y otra mercadería.
lación. E n el primer caso es evidente por A l 3.° que según lo dicho ( P . 1 . C . 8 5 ,
a
94 CUESTIÓN X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

a. 4) no es raro entender varias cosas á concerniente al fin por razón del mismo
la v e z , consideradas como una bajo algún fin.
aspecto (1). R e s p o n d e r e m o s , que la moción de la
voluntad hacia el fin y á lo que á este se
ARTÍCULO I V . — ¿ t a i n t e n c i ó n ciei o n e s refiere puede entenderse en dos senti-
el mismo idéntico acto de l a voluntad de lo d o s : 1.° en cuanto la voluntad se dirige
conducente al íin ? á uno y otro absolutamente y con inde-
pendencia mutua; y así considerados am-
l.° Parece que no son un mismo y solo bos movimientos de la voluntad, son dos
movimiento l a intención del fin y l a v o - distintos ; 2.° según que la voluntad tien-
luntad de lo que lleva al fin : porque de al medio conducente al fin por el mis-
dice San Agustín ( D e Trin. 1. 1 1 , c. 9) mo fin; y en tal concepto el movimiento
que « l a voluntad de ver la ventana tiene de la voluntad al medio conducente y al
» por fin la visión de ella, y otra es la vo- fin, á que conduce, es uno solo é idéntico.
» luntad de ver por la ventana á los tran- Cuando y o digo : « quiero el medicamen-
» seuntes». E s t o de querer ver por la » t o , para recobrar la salud » , no designo
ventana á los que pasan pertenece á la más que un solo acto de la voluntad;
intención; y el querer ver la ventana per- puesto que el fin es la razón de que quiera
tenece á la voluntad de lo que se refiere lo que al fin me lleva : y el mismo acto
al fin. L u e g o uno es el movimiento de la único recae sobre el objeto y sobre la ra-
voluntad constitutivo de la intención diri- zón del objeto, como es una sola la vi-
gida al fin, y otro distinto el del deseo sión del color y de la l u z , según y a que-
de lo que al fin se ordena. da dicho (C. 8 , a. 3, al 2.°). E s t o mismo
2.° L o s actos se distinguen según sus es igualmente aplicable al entendimiento:
objetos. E l fin y lo á él conducente son p o r q u e , considerando aisladamente el
objetos diversos : por consiguiente hay principio y la conclusión, se tienen dos
distinción entre los dos movimientos, de distintas consideraciones ; pero, si acepta
que se trata. la conclusión por su conexión con el prin-
cipio, ejerce en ello un solo acto.
3.° L a voluntad de lo conducente al
fin llámase elección, la cual no es la in- A l argumento 1.° diremos, que San
tención misma; y por lo tanto son dos Agustín habla de la visión de la ventana
actos distintos el de la intención del fin y de la de los transeúntes vistos mediante
y el de querer lo concerniente á él. - ella con absoluta independencia de uno
P o r el contrario: lo que concierne al y otro objeto en la intención de la v o -
fin es respecto de este, lo que el medio al luntad.
término. E n las cosas naturales un mismo A l 2.° que el fin, como un objeto de-
y solo movimiento pasa por el medio, para terminado, lo es de la voluntad distinto
llegar al término. A s í también pues en del otro objeto solo conducente al fin;
los actos de la voluntad es uno mismo el mas, en cuanto es aquel la razón de que-
movimiento intencional hacia el fin que el rer e s t e , se idenfitifican ambos en uno
de tránsito de la voluntad por el medio solo.
conducente al fin. A l 3.° que un movimiento único en el
Conclusión. [1] El movimiento de la sujeto.puede racionalmente diversificarse
voluntad, es doble según que se dirija al atendiendo á su principio y á su fin, como
fin ó al medio, considerados uno y otro el ascenso y el descenso, según se nota
en absoluto; pero [ 2 ] es único é idéntico ( P h y s . 1. 3 , t . 2 1 ) (2). A s í pues el movi-
en el sujeto, si la voluntad tiende á lo miento de la voluntad llevada á lo que

(1) V. gr. Existen tanto para el entendimiento como para la que suele acontecer sean muchos. — M. C. G.
voluntad tres objetos, la lengua, el gusto y la locución ó ha- (2) La intención se puede decir que desciende, en cuanto que,
bla : el entendimiento entiende sobre estos dos últimos, en considerado el fin, baja á apreciar las cosas que á él se refie-
cuanto forman una cosa sola con ta lengua ; mas la voluntad ren ; mas la elección puede decirse que sube, porque considera
no procede así, puesto que puede querer un solo órgano de esas mismas cosas dirigiéndose hacia el fin. O lo que es lo
la lengua por los otros dos, gusto y locución. Lo que es el fin mismo; la intención desciende, porque del principio baja á las
con respecto á las cosas operables, viene á ser como el prin- cosas que á él se ordenan ; mas la elección de la consideración
cipio de las especulativas. De aquí es que uno solo es el me- de ellas sube al fin, que es el principio del agente.
dio para entender sobre muchos objetos, mientras que en la M. C. G.
intención no es necesario que el tal medio sea único, sino es
CUESTIÓN X I I . — A R T Í C U L O S IV Y V . 95

concierne al fin, en cuanto se ordena al vido á este por otro agente, no solo los
fin, es la elección; y él que la lleva al brutos, sino Лип la naturaleza insensible
fin, en cuanto este se adquiere por los tiende á algún fin.
oportunos medios, es la ­ intención : la Responderemos que según lo antes di­
prueba está en que puede tenerse inten­ cho (a. 1) intentar es tender á otra cosa;
ción del fin, antes de haber determinado lo cual puede decirse del que mueve y de
por la elección los medios de obtenerlo. lo que es movido. Ahora bien : si se dice
tender á un fin aquello, que es movido por
ARTÍCULO V . — Hay intención e n ios otro hacia el tal fin; en este sentido la
brutos a n i m a l e s ? naturaleza tiende á su fin, como movida
por Dios hacia é l , al modo que la saeta
l.° Parece que los brutos animales in­ es lanzada por el arquero : y de esta ma­
tentan un fin : porque la naturaleza en nera aun los brutos animales tienden á
los seres destituidos de conocimiento dista un fin, en cuanto son llevados á él por su
más de la racional, que la sensitiva de natural instinto. E l otro modo de diri­
los animales brutos. E s así que la natu­ girse á un fin, peculiar del motor, es de­
raleza aun en los seres no dotados de co­ cir, en cuanto ordena el movimiento de
nocimiento tiende á un fin, como se prue­ algo, sea de sí mismo ó de otro,­ al fin,
ba (Phys. 1. 2 , t. 87 y sig.). L u e g o mu­ compete única y privativamente á la ra­
cho más se proponen un fin los brutos zón ;y en este concepto, que es el que lleva
animales. en sí la idea de intención propiamente di­
l.° A s í como la intención tiene por ob­ cha (a. 1), no la tienen los animales irra­
jeto el fin, igualmente la fruición: esta cionales.
conviene á los brutos ( C . 11, a. 2); luego A l argumento 1.° diremos, que en él
asimismo la intención. se toma la idea de intentar ó tender, en
3.° Proponerse un fin es propio del que el sentido de ser llevado á un fin.
obra por un fin, toda vez que intentar no A l 2.° que la fruición no implica orde­
es otra cosa que tender á algo. L o s bru­ nación de algo á determinado objeto ó
tos animales obran por un fin ; pues el fin, que es lo que constituye la intención;
animal se mueve en busca del alimento ó y sí única y absolutamente el reposo en
cosa parecida : por consiguiente tienen el fin.
intención de algún fin. A l 3.° que los brutos animales son mo­
Por el contrario : la intención de un vidos á un fin, no como quien considera
fin implica la ordenación del sujeto al fin; que pueden lograrlo mediante su movi­
lo cual es peculiar de la razón. N o t e ­ miento hacia é l , lo cual es propio del que
niendo razón los animales brutos, claro intenta; sino que en su avidez del fin son
es que no intentan fin alguno. como arrastrados hacia él por su instinto
Conclusión. [1] L os animales irracio­ natural, cual si fuese este un motor es­
nales no se proponen un fin en el sentido traño, obrando de un modo análogo al
propio y principal de dirigir su acción ó del movimiento natural de los demás
movimiento ó el de otro al fin; si bien [2] seres.
entendiendo por intentar un fin ser mo­
CUESTIÓN XIII.

De la elección de los medios concernientes al fin.

Siguiendo nuestro plan, tócanos a h o r a e x a m i n a r los actos de la voluntad relacionados con los m e -
dios conducentes al fin. Dichos actos son t r e s : elegir, consentir y usar. A la elección precede la deli-
beración : t r a t a r e m o s pues 1." de la elección ; 2.° de la deliberación; 3.° del c o n s e n t i m i e n t o ; y 4.° del
uso (1). Acerca de la elección se p r e s e n t a n seis tesis, que resolveremos en otros tantos artículos, á

saber: 1.° De qué potencia es acto ¿ de la voluntad ó de la razón? 2.° Conviene á los animales brutos?
3.° Se l i m i t a á l o s medios conducentes al fin, ó h a y también alguna vez elección del fin? 4.° Concrétase
a l a s acciones ejecutadas por nosotros mismos? 5.° Recae únicamente sobre cosas posibles? 6.° Elige
el h o m b r e por necesidad, ó libremente ?

ARTÍCULO I . — 1 « elección e s acto de l a la razón, sino de la voluntad, entendién-


v o l u n t a d , ó do l a razón ? dose de la elección en lo sustancial.
R e s p o n d e r e m o s , que bajo el nombre
l.° Parece que la elección es acto de de elección se entraña algo perteneciente
la razón, y no de la voluntad. L a elec- á la razón ó al entendimiento, y algo que
ción implica cierta confrontación, por la compete á la voluntad; pues dice Aristó-
cual una cosa es preferida á otra. E s t a teles (Ethic. 1. 6 , c. 2) que « l a elección
comparación es función intelectual; y por » es el entendimiento apetitivo ó el ape-
lo tanto la elección pertenece á la razón. s> tito intelectivo i>. Siempre que concur-
2.° Raciocinar y concluir pertenecen á ren dos cosas á constituir una sola, una
un mismo sujeto. E l formar silogismos en de ellas es como l a forma respecto de la
las operaciones es propio de la razón : y , otra. P o r eso San Gregorio Niseno (ó Ne-
siendo la elección una como conclusión mesio, D e nat. hom. c. 3 3 ) dice que « l a
práctica ( E t h i c . 1. 7 , c. 3 ) , parece ser x> elección ni es apetito según su natura-
por lo mismo acto de la razón. x> raleza propia, ni es una simple deliberá-
3.° L a ignorancia no pertenece á la is) cion; sino algo compuesto de ambos ele-
voluntad, sino á la potencia intelectiva: » mentos » . A s í como decimos que el ani-
y , puesto que se da cierta ignorancia de mal consta de alma y cuerpo, no siendo
elección ( E t h i c . 1. 3 , c. 1 ) , se ve en esto en sí por lo mismo ni cuerpo solo ni solo
que la elección no pertenece á la volun- alma, sino un complejo de esas dos sus-
t a d , y sí á la razón. tancias ; lo propio se puede decir de la
P o r el c o n t r a r i o , dice Aristóteles elección. M a s en las operaciones del alma
( E t h i c . 1. 3 , c. 3 ) que la elección « es el es muy digno de notarse que el acto pro-
» deseo de las cosas, que están en nos- pio esencialmente de una facultad ó h á -
y> otros » (2). E l deseo es acto de la v o - bito toma su forma y especie de otra p o -
luntad; y por consiguiente lo es también tencia ó hábito superior, en cuanto lo in-
la elección. ferior es regido por lo superior : a s í , si
Conclusión. La elección no es acto de uno ejerce cierto acto de fortaleza por

(1) Sobre el orden establecido en esta Cuest. 13 por el rada, y después de su causa : porque lo que ante todo debe
Doctor A. se suele preguntar : ¿ porqué trata primero de la saberse es si las cosas son ; y luego, cuáles son sus causas cs-
elección, y después del consejo; siendo así que este precede á la trínsecas. — M. C. G.
elección y es causa de ella? Sin embargo exige el orden de (2) A nuestro alcance ó arbitrio.
la doctrina que antes se hable de la elección en sí conside-
CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

amor de D i o s , ese acto pertenece mate- pecto de otras cosas ( 1 ) ; y los animales
rialmente á la fortaleza, pero formalmente brutos prefieren unas cosas á otras, como
á la caridad. Y es evidente que la razón se ve en la oveja, que come una hierba,
precede en cierto modo á la voluntad y desechando la otra. Tienen pues elección
ordena su acción, puesto que esta tiende los irracionales.
á su objeto en virtud de la intimación de 2.° L é e s e ( E t h i c . 1. 6 , c. 12) : « propio
la razón, proponiendo la potencia apren- » es de la prudencia elegir con acierto lo
siva á la apetitiva su objeto. A s í pues el » concerniente al fin». L a prudencia existe
a c t o , por el que la voluntad se dirige á en los animales, como se asegura al princi-
algo, que se le propone como b u e n o , en pio de la Metafísica (c. 1) diciendo que son
virtud de que la razón se lo presenta or- «prudentes sin educación (2) los (ani-
denado al fin, es sí acto de la voluntad » males) que no pueden escuchar soni-
materialmente, pero formalmente lo es de » d o s , cuales son las abejas » : lo cual p a -
la razón. E n estos casos la sustancia del rece obvio aun al sentido común, con solo
acto se relaciona en lo material con el or- observar la prodigiosa sagacidad, que se
den impuesto por la potencia superior: y descubre en las obras de ciertos animales,
así es que la elección sustancialmente no tales como las abejas, arañas y perros.
es acto de la razón, y sí de la voluntad; E l perro, persiguiendo al ciervo, llega á
toda vez que se (consuma 6) perfecciona una encrucijada de tres caminos: esplora
en cierto movimiento del alma hacia el olfateando, si el ciervo tomó el primero 6
bien elegido. E s pues evidentemente acto el segundo ; y , convencido de que n o , y a
de la facultad apetitiva. no indaga si marchó por el tercero, en la
A l argumento 1.° diremos q u e , si bien seguridad de que tal dirección l l e v a , c o -
la elección importa en efecto cierta com- mo quien se vale de un silogismo dilemá-
paración previa, no por eso es esencial- t i c o , del que deduce que el ciervo no h a
mente la misma confrontación. podido menos de seguir la tercera ruta,
A l 2.° que la conclusión del silogismo, del hecho mismo de no haber tomado la
que se forma en los raciocinios prácticos, primera ni la segunda y no haber más de
pertenece á la razón, y se llama dictamen las tres. Parece por lo tanto que los ani-
ó juicio, al cual sigue la elección; por lo males brutos tienen elección.
que se v e que la conclusión misma perte- Por el contrario, dice San Gregorio
nece á la elección, como á una consecuen- Niseno ( ó N e m e s i o , D e nat. hom. c. 3 3 )
cia de ella. que « l o s niños y los irracionales obran
A l 3.° que se habla de ignorancia de » voluntariamente, mas no e l i g e n » . S e -
elección, no porque la elección misma sea gún esto no h a y elección por parte de los
una noción, sino porque se ignora qué es brutos animales.
lo que deba elegirse. Conclusión. No es admisible la elección
en los brutos animales.
ARTÍCULO I I . — T i e n e n elección los ani- Responderemos que, siendo la elección
m a l e s brutos ? una previa aceptación de alguna cosa res-
pecto de otra, necesariamente h a de re-
1.° Parece que conviene la elección á caer sobre varias elegibles, y por, consi-
los animales brutos: porque elección es el guiente no puede tener cabida en las que
«apetito de algunas cosas por razón de fin» y a están completamente (3) determina-
(Ethic. 1. 3 , c. 3 ) ; y los brutos animales das á una (prefijada). H a y por otra
apetecen algo con referencia al fin, pues parte diferencia entre el apetito sensitivo
obran por el fin y á impulsos del apetito. y la voluntad': porque, como consta (C. 1,
L u e g o h a y en ellos elección. a. 2 , al 3.°), el apetito sensitivo está de-
2.° E l nombre mismo de elección p a - terminado al objeto particular según el
rece significar la preferencia de algo res- orden de la naturaleza ; al paso que l a
. (1) Y así en efecto la defino San Juan Damasceno (De orth. citiarso con la previa determinación de la voluntad á cosa ú
fid.1. 2,c. 12). objeto fijo, y aun con la necesidad de obrar de un modo de-
(2) V. T. 1." pág-. 806, nota 1. terminado. Este pasaje con cien otros no menos espresos des-
(3) Jansenio (De graLia Salvaloris, 1. G, c. 24) pretendió con mienten bien terminantemente tan infundada y aun calum-
insensata jactancia, truncando y alterando sus palabras, atri- niosa imputación.
buirá Santo Tomás la opinión de que la elección puede con-
SUNA TEOLÓGICA..— TOMO II. •3
98 CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

voluntad, si bien lo está del mismo modo respectivo, como dice Aristóteles ( P h y s .
á un objeto común y bueno, no lo está 1. 2 , t. 4 9 ) . D e aquí los rasgos de saga-
con respecto á diversos bienes particula- cidad , que admiramos en las operaciones
res. P o r consiguiente á la voluntad com- de ciertos animales brutos, debidos á su
pete elegir, y no al apetito sensitivo, natural propensión á determinados proce-
único de que están dotados los irracio- dimientos perfectamente ordenados, como
nales, los que por lo mismo no tienen regidos por arte soberano. Y por esto
elección. mismo se dicen prudentes y sagaces cier-
A l argumento 1.° diremos, que no todo tos animales, y no porque h a y a en ellos
apetito de una cosa con relación al fin se razón ni elección alguna : de lo que es
llama elección, sino el que va acompa- una prueba concluyente la uniformidad,
ñado de cierto discernimiento entre uno con que obran todos los de una misma
y otro objeto; lo cual no puede tener lu- especie ( 2 ) .
gar sino cuando el apetito puede ser lle-
vado á más de una cosa. ARTÍCULO I I I . — ¿i-a ©lección versa
A l 2.° que el animal bruto admite una únicamente sobre los medios c o n c e r n i e n t e s
cosa con preferencia á o t r a , porque su al U n , ó sobre e l mismo fin también a l g u n a
apetito está y a naturalmente determinado veas» (3)
á la que prefiere : así se observa que, tan
luego como por los sentidos ó por la ima- 1.° Parece que la elección no se limita
ginación se le representa alguna cosa, á á los medios conducentes al fin : porque
la que naturalmente propende su apetito; Aristóteles dice ( Ethic. 1. 6 , c. 12 ) que
muévese hacia ella sin elección, como » la elección acertada la hace la virtud;
sin elección se eleva y no desciende la » mas todo cuanto haya de hacerse por
llama ( 1 ) . » causa de ella, no pertenece á la virtud,
A l 3.° que « e l movimiento ( P h y s . 1. 3 , » sino á otra potencia. Aquello, por cuya
» t. 16 y s i g . ) es el acto del móvil impe- causa se hace algo, es el fin. L a elección
lí) lido por el motor » , por lo que en el m o - pues recae sobre el fin.
vimiento del móvil se v e la eficacia del 2.° L a elección envuelve en sí la pre-
movente : así que en todo lo que es m o - ferente aceptación de una cosa respecto
vido por la razón se deja ver el orden de de otra ; y esa preaceptacion lo mismo
la razón motriz, aun cuando las cosas puede aplicarse á un fin entre varios fines,
movidas por la razón carezcan de ella. que á los diversos medios oportunos : por
L a flecha, por ejemplo, lanzada por el consecuencia del mismo modo que de es-
flechero va derecha al blanco, cual si ella tos cabe elección del fin.
misma tuviera en sí la razón que la dirige; Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
y lo propio es de observar en los relojes 1. 3 , c. 2 ) que « l a voluntad tiene por
y demás productos artísticos del humano » objeto el fin, mas la elección los medios
ingenio. A s í pues como los objetos artifi- » conducentes á él » .
ciales se atribuyen al arte humano, de un Conclusión. El fin, como tal fin, no
modo análogo los naturales se miran t o - es objeto de elección.
dos como efectos del arte divino ; por lo R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
que lo mismo en los movimientos natura- (a. 1, al 2.° ) la elección es resultado de un
les que en los artísticos brilla el orden dictamen ó juicio, á manera de conclusión

(l) No se concibe bien, cómo el apetito sensitivo sea do siempre indeterminado, á no ser hacia el ente en común ; em-
terminado soloinente á una cosa ; puesto que, ó esta es una en pero el apetito sensitivo, aunque según el mismo soa determi-
número, ó una en especie : es falso que sea una en número ; por- nado, no á un particular sensible, sino á un género de cosas
que entonces no resultarla más que una cosa sola, á la que sensibles (lo visible v. gr.J ; sin embargo el sentir nunca
se pudiera-dirigir el apetito dicho; lo cual es contrario a l a puede ser, según el ejercicio del acto, un objeto en común ;
espcriencia : mas, si la tal cosa es una en especie, entonces ten- ¿Quién siente, ni ve (v. gr.J lo colorado en común'í De aquí
dremos individuos particulares, contenidos bajo la especie, en el no haber elección en el apetito sensitivo. — M. C. G.
los cuales podrá el apetito sensitivo ejercer la elección. ¿Cómo (2) Del mismo modo y por los mismos procedimientos cons-
se salva pues la razón del A. Doctor? Fácilmente : y deci- truyen hoy sus nidos las golondrinas y los castores sus admi
mos fácilmente, porque la determinación de una potencia puede rabies viviendas, que lo hacían los primeros castores y go-
considerarse de dos modos ; 1.° según ella misma es, y entón- londrinas creados inmediatamente por Dios en el -principio de
- ees dice relación al objeto; 2.° según el ejercicio del acto, y en- sus obras.
tonces es el acto el que hace relación al objeto. Si al enten-
(3) Entiéndase que lacuestion, que aquí se niega, es acerca
dimiento lo miramos bajo ambos puntos de vista, lo veremos
del lin último. — M. C. O.
CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 99

de un silogismo práctico : y por lo tanto lamente sobre los actos humanos: porque
es objeto de elección lo que se halla en el la elección tiene por objeto los medios
caso análogo al de la conclusión en el si- concernientes al fin, y « estos no solo son
logismo aplicado á lo operable. P e r o el ce actos, sino también los órganos » ( P h y s .
fin en l a práctica ocupa el lugar del prin- 1. 2 , t. 84 y sig.) : luego no son los actos
cipio y no el de la conclusión, como afir- humanos el objeto esclusivo de la elec-
ma Aristóteles ( P h y s . 1. 2 , t. 89) : y de ción.
consiguiente el fin en concepto de fin no 2.° L a acción se distingue de la con-
cae bajo elección. Otra cosa es q u e , así templación ; y la elección tiene también
como en lo especulativo nada impide que lugar respecto de la contemplación, en el
el principio de una demostración ó de hecho de preferirse una opinión á otra : de
una teoría, sea conclusión de otra ; por donde se deduce que puede haber elección
más que el primer principio (1) indemos- de a l g o , que no sea un acto humano.
trable nunca puede s e r conclusión de al- 3.° Elígense para cargos seculares y
guna ciencia ó demostración ; del mismo eclesiásticos hombres, sobre los cuales
modo lo que es como fin de una opera- ninguna acción ejercen los que los eligen.
ción, á veces se ordena á su v e z á otro H a y pues elecciones, que no recaen s o -
objeto como á fin, y en este caso bien bre actos humanos.
puede ser objeto de elección : á l a ma- Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
nera que en la operación del médico la 1. 3 , c. 2 ) que « nadie e l i g e , sino lo que
curación tiene el carácter de fin, y bajo » piensa es ejecutado por él mismo » .
este concepto no cabe elección por parte Conclusión. La elección siempre se re-
del facultativo, toda vez que se toma y a fiere de algún modo á actos humanos.
como principio (2). M a s , como la salud Responderemos q u e , así como la in-
del cuerpo se ordena al bien del alma ; el tención se dirige al fin, así la elección re-
médico espiritual, encargado de la salud cae sobre los medios oportunos. E l fin ó
del alma, puede elegir entre la corporal es un a c t o , ó es una cosa. E n el caso de
y la enfermedad, conforme á aquello del ser alguna cosa, necesariamente habrá de
Apóstol ( I I Cor. 12,10): Porque, cuando intervenir alguna acción humana (4), y a
estoy enfermo (3), entonces soy fuerte. formando ó confeccionando el hombre la
Pero el último fin de ningún modo puede tal cosa constitutiva del fin, como el mé-
ser objeto de elección. dico da la salud, que es el fin, por lo cual
A l argumento 1.° diremos, que los fines se dice que el fin del médico es restaurar
propios de las virtudes se ordenan á la la salud ; y a en cuanto el hombre usa
bienaventuranza como á último fin ; y en ó (o) disfruta de la cosa, en que consiste
este sentido cabe elección entre ellas. el fin, como para el avaro el fin es el di-
A l 2° que según lo dicho ( C . 1, a. 5) nero ó su posesión. L o propio debe d e -
no hay más que un solo último fin : y por cirse de lo concerniente al fin, lo cual asi-
consiguiente, do quiera concurran varios mismo es necesariamente acto ó cosa, me-
fines, puede haber elección entre ellos, en diando siempre algún a c t o , por el que lo
cuanto todos digan relación á ese (único) hace el hombre ó usa de ello. A s í que en
fin último. todo caso (ó hipótesi) la elección tiene
siempre por objeto los actos humanos.
ARTÍCULO I V . — ¿ l a elección recae úni- A l argumento 1.° diremos, que los ór-
camente sobre lo q u e linccmosl'por nosotros ganos sé ordenan al fin, en cuanto el hom-
mismos ? bre se vale de ellos por razón del fin.
A l 2.° que en la contemplación misma
l.° Parece que la elección no versa so- hay algún acto intelectual de asentimiento

(1) El 1.° en absoluto, evidcnlo en sí mismo como axiomá- Crisóstomo lo interpretan de las tribulaciones y padecimien-
tico y fundamental; no el 1 . que sirve de base á una teoría ó
u
tos, que le ocasionaban su celo y fatigas por la propagación
ramo especial de alguna ciencia, y que puede ser demostrado del Evangelio.
por otro más radical y evidente, baso do la ciencia misma ó do (4) Mediante-la cual se realice ú obtenga.
otra superior y más universal. (5) Más bien que usa; pues el uso propiamente so hace de
(2) La curación misma, ñn intentado por el médico y al lo que se refiere á otra cosa como á su fin, en cuya tranquila
que dirige ó subordina su plan y procedimientos facultativos. posesión se cifra realmente la verdadera fruición del mismo.
(3) Así traduce el P. Scio, aunque Teodoroto y San Juan
100 CUESTIÓN XIII. — ARTÍCULOS IV Y V.

á esta ó aquella opinión ; y la distinción R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho


entre contemplación y acción se" refiere ( a. 4 ) nuestras elecciones se refieren
solo á la acción esterna (1). siempre á nuestros a c t o s , y estos nos son
A l 3.° q u e , cuando un hombre elige posibles : por lo que forzosamente habrá
obispo ó príncipe civil ^ lo que elige es el de concluirse que la elección no es sino
nombramiento del agraciado para el res- de cosas posibles. Asimismo la razón dé
pectivo cargo ó dignidad ; de no ser así, elegir algo es para que por ello podamos
no ejerciendo acto alguno para la institu- conseguir el fin ( 3 ) ó lo que á este con-
ción de obispo ó príncipe, no le compete- duce ; y por medio de lo imposible nadie
ría la tal elección (2). D e l propio modo puede conseguir el fin : buena prueba es
debe entenderse que, siempre que una cosa de esto el hecho de que, si, al deliberar,
se elige con preferencia á otra, media en tropiezan los hombres con algo que les es
la elección alguna operación del elector. imposible, desisten como no pudiendo con-
tinuar. También lo confirma clara y evi-
ARTÍCULO V . — u n i í t a s c ia elección ú dentemente el procedimiento preliminar
l a s c o s a s posibles ? de la razón ; toda vez que lo conducente
al fin, objeto de la elección, es al fin, lo
l.° Parece que la elección no recae que la conclusión al principio : y es evi-
únicamente sobre cosas posibles : porque dente que una conclusión imposible no
ella es acto de la voluntad según lo dicho puede deducirse de principio posible : así
(a. 1 ) ; y esta puede ejercerse sobre lo tampoco un fin puede ser posible, si no
posible 6 lo imposible ( E t h . 1. 3 , c. 2 ) : es posible lo que á él conduce. A lo que
por consiguiente también la elección. es imposible nadie se mueve ( 4 ) ; y na-
2° L a elección según lo establecido die por lo tanto tendería al fin, si no l e
( a . 4 ) versa sobre lo que nosotros ejecu- constase la posibilidad de los medios. P o r
tamos : y nada importa que recaiga so- consiguiente lo que es imposible no es ob-
bre lo imposible en sí mismo, ó sobre lo jeto de elección.
que lo es para el que elige; pues con fre- A l argumento 1.° diremos, que la v o -
cuencia no podemos llevar á efecto lo que luntad se interpone entre el entendimiento
hemos elegido, y que por lo mismo es y la operación esterna; puesto que aquel
para nosotros imposible. Cabe pues elec- propone á la voluntad su objeto, y esta
ción de lo imposible. produce el acto esterno. A s í es como el
3.° N a d a intenta hacer el hombre sin principio de la moción de la voluntad se
elección. P e r o San Benito en sus R e g l a s atribuye al entendimiento, que concibe
(ad Mon. c. 6 8 ) dice q u e , « s i el prelado una cosa como bien en general; mas la
» manda algo imposible, debe intentarse». terminación ó consumación del acto de la
S e g ú n esto puede haber elección de lo voluntad se considera en su relación á la
imposible. operación, mediante la cual el agente as-
Por el contrario, Aristóteles dice (Eth. pira á la consecución del objeto. Porque
1. 3 , ibid. ) que « no hay elección de co- el movimiento de la voluntad parte desde
» sás imposibles » . el alma hasta el objeto ; y por eso la per-
Conclusión. Lo que es imposible, no fección de su acto estriba en que el ob-
puede se?' objeto de elección ; y lo es úni- jeto propuesto sea alguna cosa buena.
camente lo posible. P e r o este objeto es posible: por lo que no

(1) De aquí la distinción entre la vida activa y la contem- romana antigua (no ya la áurea), que con el códice de Alca-
plativa. ñiz dice solo : « la razón de elegir algo es porque conduce al
(2) Algunos han querido deducir de esta doctrina que en fin », ex hoc (palabra que Drioux omite en su nota sin duda
dichas elecciones cada uno de los electores no elige, sino que por descuido involuntario) qubd duclt ad finem, suprimiendo
nombra al que ha de ser elegido. Pero esto no es cierto; pues las palabras intermedias. Claro es que se habla de algún me-
que la elección, acto interior de la voluntad, es en tales casos dio próximo ó remoto, conducente al fin, pero distinto de
la que versa sobre el nombramiento de estas ó las otras per- este, cuya consecución en sí misma no puedo ser objeto do
sonas para una dignidad. La elección pertenece á todas las elección.
cosas, que caen bajo la potestad del elector, sea este un in- (4) Con movimiento físico y real, dirigiendo su acción á
dividuo ó un colegio. El decir elijo á tal persona es lo mismo conseguirlo ó practicarlo; sí empero con cierta moción inter-
que si se dijese elijo dar tal derecho, etc., que es de mi potes- na, aunque imperfecta, como de aspiración ó d c B é o de ello,
tad. Y en este sentido debe entenderse la respuesta del Santo si posible fuera, según indica el mismo Aristóteles (Eth.
Doctor. — M. C. G. 1. 3, c. 4).
(3) Así la generalidad de las ediciones, á escepcion de la
CUESTIÓN XIII. — A R T Í C U L O S V Y V I . 101

hay voluntad completa sino de lo posible, sas : parece por lo tanto que la elección
que es bueno para el que-lo quiere; al subsiguiente se hace por necesidad.
paso que es incompleta la que versa so- 3.° Suponiendo dos cosas enteramente
bre lo imposible, y que algunos llaman iguales ( 5 ) , el hombre no se inclina más
veleidad (velleitas), por cuanto alguien á la una que á la otra; al modo que un
lo querría ( 1 ) , si posible fuera. Mas la hambriento, á la vista de dos manjares
elección denota un acto de la voluntad, y a igualmente apetitosos y á igual distancia,
determinado á aquello, que ha de ejecu- no propende al uno más que al otro, como
tar : y por lo tanto de ninguñ*modo puede observa P l a t ó n , asignando una razón de
recaer sino sobre cosas posibles (2). la permanencia de la tierra en el cen-
A l 2.° q u e , siendo el objeto de la vo- tro ( 6 ) , y según se dice ( D e cosió, 1. 2,.
luntad el bien aprendido ( 3 ) , se ha de test. 75 y 90) (7). M u c h o menos puede
juzgar de él tal como se halla en la apren- elegirse lo que se considera como menos,
sión : y, así como la voluntad se propone postergando lo que se tiene en más. L u e g o
á veces lo que estima bueno, no lo siendo entre dos, tres ó más objetos, de los que
en realidad; del mismo modo la elección uno aparece mayor (8) que los otros, es
recae alguna vez sobre cosa posible ajui- imposible elegir otro que ese. L u e g o ese
cio del que elige, y que sin embargo no es elegido por necesidad. P o r lo tanto
lo es para él. toda elección se hace por necesidad, pues-
A l 3.° que eso se dice en el sentido de to que siempre recae sobre lo que de al-
que no incumbe al subdito (indagar ni) gún modo se presenta como lo mejor.
decidir por sí sobre la posibilidad de lo Por el contrario : la elección es* acto de
que se le intima, sometiéndose en todo al potencia racional, que puede funcionar
dictamen del superior. (indiferentemente) sobre (cualquiera de
dos) cosas opuestas, según Aristóteles
ARTÍCULO V I . — Elige ei hombro por ( M e t . 1. 9 , t. 3 ) .
n e c e s i d a d , ó libremente? (4) Conclusión. El hombre elige libremen-
te, y no por necesidad.
1.° Parece que el hombre elige por ne- Responderemos, que el hombre no elige
cesidad : porque el fin respecto á lo elegi- por necesidad (9) ; y esto, porque lo que
ble se halla en la misma relación que los es posible que no sea, no es necesario que
principios con las consecuencias de ellos sea. Ahora bien : la posibilidad de ele-
deducidas, como es notorio (Eth. 1.7, c. 8). gir ó no elegir se .evidencia por la doble
Las conclusiones necesariamente se deri- potestad del hombre, el cual puede que-
van de los principios : por consiguiente rer ó no querer, obrar ó n o ; y puede ade-
uno es movido á elegir por necesidad en mas querer esto ó aquello, como se des-
razón del fin. prende de la naturaleza misma de su ra-
2.° S e g ú n lo espuesto (a. 1) la elección zón. Porque la voluntad puede dirigirse
es resultado de un juicio de la razón so- á todo aquello, que la razón puede conce-
bre lo que ha de hacerse; y la razón juzga bir como bueno, esto e s , no solo lo que
inevitablemente acerca de algunas cosas constituye el querer ó el obrar, sino tam-
por la fuerza incontrastable de las premi- bién el no querer y no obrar. P o r otra

(1) Tal es la voluntad antecedente, con la que Dios quiere la (4) Reléase la Cuestión 83 de la P. i . ' y en especial su»
salvación de todos los hombres, prescindiendo del insuperable argumentos 1.° y 4.° (T. 1." pág. 668 y 672).
obstáculo, que á esa voluntad no absoluta ni decisiva opone el (5) En su condición y modo de ser, ó situa'das á igual dis-
libre albedrío de algunos, que abusan de él contrariándola é tancia é igualmente accesibles, según se colige del contesto
imposibilitando ó frustrando su ejecución. V. T. 1.°, pág. 177, subsiguiente.
n. 4 ; y pág. 185, n. 3, á su fin. (6) Del mundo ó del sistema planetario, ó más bien, del
(2) Se tendrá en cuenta que por voluntad completa se en- solar.
tiende la que se dirige á una cosa factible ; y por incompleta la (7) No se menciona allí nominalmente á Platón, indicán-
que tiende hacia un objeto irrealizable. Lo cual se hace notar, dose únicamente que consta en su Timéo (t. 75); y más es-
para que no pueda creer alguno que la voluntad , que aquí presamente esta tomado de Anaximandro (t. 00 y 93).
se dice incompleta, lo sea tal por faltarle algo de delibera- (8) Ó mejor.
ción, y por tanto no ser capaz de mérito ó de culpa; pues (9) Hé aquí otro pasaje terminante contra la pérfida impu-
darse puede una voluntad incompleta, y sin embargo ser tación do Jansenio á Santo Tomás, quien llega á calificar da
acreedor á culpa; como si v. gi\ uno desease destruir el reino errónea y aun de herética la doctrina contraria á la que aquí
de Dios, etc. — M. C. G. sienta. Véase nota 3, pág, 97.
(3) Sea real y formal ó solo aparente y presupositivo.
102 CUESTIÓN X I I I . — A R T Í C U L O V I .

parte en todos los bienes particulares se dolo aquella (2). D e un modo análogo
puede notar la razón de algo bueno y la tampoco puede concluirse la necesidad de
falta de algo bueno, en la que se entraña elección en el hombre respecto de los me-
cierta razón de (algo) m a l o ; y bajo este dios, porque el fin le atraiga irresistible-
doble aspecto puede la razón estimar cada mente; puesto que no todo lo concer-
uno de estos bienes como elegible ó como niente al fin es tal, que no pueda obte-
desechable. Solo el bien perfecto, la bea- nerse este sin aquello; ó, en caso de serlo,
titud, no puede ser aprendido por la ra- no siempre se considera así.
zón bajo concepto alguno de mal ni de A l 2.° que* la decisión ó dictamen de la
carencia de b i e n ; y por eso mismo el razón acerca de "lo que ha de hacerse
hombre quiere necesariamente la beati- versa sobre cosas contingentes, que nos
t u d , sin que esté en su arbitrio querer no son practicables; en las que las conclu-
ser bienaventurado ó ser desventurado. siones no se siguen de principios necesa-
M a s , demostrado y a (a. 3) que la elec- rios con absoluta necesidad, sino solo ne-
ción no recae sobre el fin, y sí sobre lo cesarios en determinadas condiciones, t a -
concerniente al fin (1); lo está ya asimis- les como la de que el que corre no puede
mo que no versa sobre el bien perfecto, menos de moverse.
que es la beatitud, sino sobre otros bienes A l 3.° que nada obsta q u e , al propo-
particulares : y por consiguiente que el nerse dos cosas iguales bajo un solo y
hombre no elige necesaria sino libremente. mismo aspecto, se pueda considerar en
A l argumento 1.° diremos, que no siem- una de ellas alguna condición, según la
pre la conclusión se deduce necesaria- cual prevalezca, y haga así que la volun-
m e n t e de los principios; sí solo, cuando tad se decida por ella con preferencia á
no pueden ser estos verdaderos, no sién- la otra (3).

(1) En esto se manifiesta la diferencia, que existe entre la que fuese necesario, todavía falta, para que se produzca tal
voluntad y la elección; la voluntad siempre es libre en cuanto al necesidad en la volición, el que aparezca así de hecho, y en
ejercicio ; mas no siempre lo es en cuanto á la especificación, fin el que, así apareciendo, sea juzgado de igual manera.
como cuando se la propone un bien, que lo es tal bajo todos M. C. G.
conceptos (sub omni ratione boni). No sucede lo mismo con la (3) No se olvide en este logar la doctrina general de los
elección ; pues ella nunca deja de ser libre, en cuanto al ejer- teólogos, que sostienen poderla voluntad elegir de estos dos
cicio y en cuanto á la especificación: y esto, por no versarse, medios, más ó menos idóneos, el que lo es menos, abando-
como dice el Santo, acerca del fin, sino solamente de los me- nando el más idóneo. Y la razón es ; porque la voluntad goza
dios. — M. C. G. de libre albedrío, y el medio más idóneo no es necesario, ni
(2) Supongamos que una proposición tiene las premisas induce tal necesidad. Ahora, si se trata de que la oleccion sea
ó antecedentes claros y evidentes en sí mismos : ¿qué necesidad recta y honesta, debe elegirse el medio más idóneo, para que
habrá de querer la conclusión ó consiguiente? Ninguna : lo no resulte imprudente. — M. C. G.
uno, por la misma razón ; y lo otro, porque, aun suponiendo
CUESTIÓN XIY.

Del consejo u), que precede á la elección.

Pasemos á t r a t a r del consejo, y resolveremos estos seis p u n t o s : 1." Es u n a investigación ? - 2 . " Versa
acerca del fin? ó se limita íilos medios á él c o n d u c e n t e s ? - 3." Recae únicamente sobre lo rjue nos-
otros hacemos? —d.° Afecta ;'i todo lo que e j e c u t a m o s ? - o . ° Procede en orden resolutorio? — 6.° Su
procedimiento se proroga al infinito ?

AltTÍCULO I . — El consejo e s tnvcstign- » t i o n , mas no toda cuestión es un con-


clon» (2) »sejo».
Conclusión. El consejo es una investi-
1.° Parece que el consejo no es una gación de la razón, que necesariamente
investigación : porque dice San J u a n D a - precede al juicio ó dictamen acerca de lo
masceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 22) que « e l que se ha de elegir.
»consejo es un apetito» : á este no per- Responderemos, que según lo dicho
tenece inquirir; y de consiguiente el con- (C. 13, a. 1) la elección es consecuencia
sejo no es indagación. de un juicio de la razón sobre las cosas,
2.° Inquirir es propio del entendimien- que Han de hacerse. E n estas se halla
to discurriendo, y así no conviene á Dios, gran incertidumbre, toda vez que las a c -
cuyo, conocimiento no es discursivo según ciones recaen sobre cosas singulares con-
lo espuesto ( P . 1. C. 14, a. 7); y no obs-
a
tingentes, que por su misma variabilidad
tante á Dios se atribuye consejo según son inciertas; y en las cosas dudosas é in-
esta frase ( E p h . 1, 11) : Obra todas las ciertas la razón no formula su juicio sin
cosas según el consejo de su voluntad. previa indagación: por lo tanto es ne-
Conforme á esto el consejo no es investi- cesaria la investigación de la razón, an-
gación. tes que falle sobre lo que ha de elegir ; y
3.° L a indagación se aplica á cosas du- esta investigación es lo que se llama con-
dosas (3); y el consejo se da sobre bie- sejo (consilium) ; por lo cual dice Aris-
nes ciertos, según aquello del Apóstol tóteles ( E t h . 1. 3 , c. 3) que « l a elección
( i Cor. 7, 2 5 ) : Cuanto á las vírgenes no » e s el apetito de lo antes consultado».
tengo mandamiento del Señor; mas doy A l argumento 1.° diremos que, cuando
consejo. L u e g o el consejo no es investi- los actos de dos potencias se correlacio-
gación. nan ordenadamente, en cada uno hay algo
Por el contrario, dice San Gregorio de la otra potencia, y así cada uno puede
Niseno (ó Nemesio, D e nat. hom. c. 34): tomar nombre de una ú otra. Siendo pues
« Todo consejo es ciertamente una cues- evidente el orden de correlación entre el

( ) Indagación ó examen do la razón, para deliberar acerca (2) Se llama cornejo según doctrina común de los teólogos,
de la bondad ó malicia de un objeto ó de un acto, antes de de- el acto interno, por el cual se inquieren los medios más aptos
cidiese á obrar por medio de la elección, que lo señala ya á la para conseguir el fin. Dicho acto pues, aunque es clicüo por
voluntad como bueno ó malo, practicable ó evitable, intimán- parte del entendimiento, se le considera generalmente como
dola ó ilustrándola en su operación. Así la palabra consejo en efecto delfín, en razón á que es imperado por la eficaz intoncion
toda esta cuestión se presta, aunque con variedad accidentad de la voluntad. —• M. C. G.
á traducirse ya investigación ó consulta, ya deliberación ó (3) En sí mismas ó para el que consulta ó investiga, ó que
como discusión, ya dictamen ó fallo racional y como especu- al menos se proponen como dudosas, para cerciorarse ó ase-
lativo , ya en fin intimación ó decisión definitiva, que muevo gurarse, bien de la verdad, asesorándose por el consejo.
á la voluntad á querer ú obrar.
104 CUESTIÓN X I V . — ARTÍCULOS I Y I I .

acto directivo de la razón en cuanto á lo ARTÍCULO I I . — ¿ E I consejo versa sobro


concerniente al fin y el apetitivo de la v o - el fin, ó solamente acerca de lo concerniente
luntad hacia lo mismo en conformidad con alfin?
el dictamen de la razón; no cabe duda
que en la elección, acto de la voluntad, l.° Parece que el consejo no tiene por
hay algo de razón, esto e s , su ordena- objeto únicamente los medios conducen-
ción; y en el consejo, que es acto de esta, tes al fin, sino que también se refiere al
h a y algo de l a voluntad, como materia, fin : porque la investigación puede ha-
puesto que el dictamen versa sobre lo que cerse de todo cuanto ofrece duda ; y en
el hombre quiere hacer; y también (1) las acciones humanas suele ocurrir duda
como motivo, en cuanto queriendo el fin respecto del fin, y no solo acerca de los
es movida al consejo (2) sobre los m e - medios oportunos. Siendo pues el consejo
dios oportunos. P o r eso dice Aristóteles la indagación sobre lo que puede hacerse,
( E t h . 1. 6, c. 2) que « l a elección es el en- parece puede recaer sobre el fin.
c e n d i m i e n t o apetitivo» (3), para hacer 2.° Son materia del consejo las opera-
notar así que ambas facultades concurren ciones humanas ( 5 ) , y algunas de estas
á la elección : y así también San J u a n son fines ( E t h . 1. 1, c. 1 ) : por consi-
Damasceno (ibid.) observa que « el con- guiente puede serlo el fin.
» sejo es apetito inquisitivo », demostran- Por el contrario, dice S. Gregorio N i -
do (4) que el consejo pertenece y a en seno ( ó Nemesio, D e nat. hom. c. 34) que
algún modo á la voluntad, acerca de la «no h a y consejo sobre el fin, sino de lo
cual y en su obsequio se hace la investi- » que á él se refiere».
gación ; y y a también á la razón, que es Conclusión. El consejo versa, no acer-
la que investiga. ca del fin, y sí únicamente sobre los me-
A l 2.° que lo que se dice de Dios se h a dios á él ordenados.
de entender exento de todo defecto exis- Responderemos q u e , el fin en lo ope-
tente en nosotros, como (es defectuosa) rable tiene carácter de principio, por
en nosotros la ciencia obtenida por las cuanto las razones de los medios se t o -
conclusiones debidas al razonamiento de- man del fin, á que conducen : y el princi-
ductivo de las causas á los efectos ; -mas pio no puede ser asunto de discusión, d e -
la ciencia en D i o s denota certidumbre biendo admitirse en toda cuestión. Sién-
acerca de todos los efectos en la primera dolo pues el consejo, no puede recaer so-
causa sin discurso (ni razonamiento) al- bre el fin, sino solo sobre los medios á él
guno. Asimismo se atribuye á D i o s con- conducentes. Sucede no obstante que lo
sejo (ó deliberación)en orden á la certe- que es fin respecto de ciertos actos, se or-
za del fallo ó juicio , que en nosotros es dena á otro fin (ulterior) ; al modo que
consecuencia de la indagación del conse- el principio de una demostración es (6
j o ; indagación q u e , no mediando por veces tesis ó) conclusión de otra : y en
parte de D i o s , no puede atribuírsele bajo tal evento lo que en una investigación se
el nombre de consejo. E n este sentido toma como fin, puede en otra elegirse
dice S. Juan Damasceno (Orth. fid. 1. 2, como medio conducente á (otro) fin, y
c. 22) que « D i o s no se aconseja, siendo habrá entonces consejo (ó discusión)
» esto propio del que ignora » . acerca de él.
A l 3 . que bien puede suceder que co-
p
A l argumento 1.° diremos, que l o que
sas m u y ciertamente buenas en sentir de se toma como fin está y a terminado ; y
hombres sabios y espirituales, no sean por lo mismo no se considera como fin,
con todo eso bienes ciertos al juicio de desde el momento mismo en que ofrece
muchos otros carnales : y de aquí el dar- duda : por lo q u e , si se delibera sobre
se consejos acerca de ellas. ello, el consejo (ó deliberación) no es

(1) En algunas ediciones en lugar de eliam se ve est (y es (3) a Ó apetito intelectivo», añade, según ya antes, de
como el motivo), ahora queda anotado.
(2) .Nícolai propone consiliandum (consultar) por comllium, (4) Con este cambio ó como juego de las palabras del Fi-
que vemos en todas las edicionesi Parece aclarar así algo el lósofo.
pensamiento ; mas no juzgamos esto bastante, para apartarnos (5) Propiamente tales, ó que se hacen con deliberación.
de la redacción común y constante del testoi
CUESTIÓN XIV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 105

acerca del fin, sino de lo que á él con- para conocer algo cierto en cosas parti-
cierne. culares contingentes, deben tenerse en
A l 2.° que se toma consejo acerca de cuenta muchas condiciones ó circunstan-
las operaciones, en cuanto se ordenan á cias, que no es fácil abarque todas uno
algún fin : y por consecuencia, si alguna solo; mientras que entre muchos se com-
operación humana es (ella misma) el fin, prenden con más acierto, observando uno
no hay consejo sobre ella en tal concepto. lo que á otro no se le ocurre. E n las co-
sas necesarias y universales el examen es
A R T Í C U L O I I I . — ¿ E I consejo versa más absoluto y sencillo, y por lo mismo
ú n i c a m e n t e sobre lo que nosotros ejecuta- más accesible á la suficiencia de uno solo.
m o s ? (1) H é aquí porqué la investigación del con-
sejo se refiere propiamente á lo singular
1.° Parece que el consejo no recae so- contingente : y , si bien en cosas de tal
lamente sobre nuestras operaciones : por- índole el conocimiento de la verdad no
que el consejo implica cierta conferencia; ofrece en sí tan grande aliciente al ape-
y esta, puede hacerse entre muchos aun t i t o , como el de las universales y nece-
sobre cosas invariables, que no ejecuta- sarias ; se apetece sí como útil á la ope-
mos nosotros, cuales son las naturalezas ración, puesto que las acciones se ejercen
de las cosas. N o versa pues únicamente sobre cosas contingentes singulares. D e -
sobre nuestras operaciones. bemos por lo tanto concluir que el conse-
2.° L o s hombres suelen pedir consejos jo versa propiamente sobre nuestras pro-
sobre disposiciones establecidas por la pias operaciones.
l e y , de donde viene el nombre de juris- A l argumento 1.° diremos, que consejo
consultos ; y sin embargo no corresponde implica conferencia, no cualquiera, sino
á ellos el hacer leyes. H é aquí otra prue- de lo que ha de hacerse, por las razones
ba de que el consejo no se limita á lo que y a espuestas.
nosotros hacemos. A l 2.° que lo establecido y a por la l e y ,
3.° D í c e s e que hay quienes consultan aunque no dependa ó proceda de opera-
sobre sucesos futuros ( 2 ) , que no de- ción alguna del que busca consejo, sírvele
penden de nuestra potestad : según lo de norma directiva para obrar ; como que
cual puede darse consejo sobre cosas, que uno de los móviles de operación suele ser
no son nuestros actos. un mandato de la l e y .
4.° Si nuestros actos fuesen el único A l 3.° que no recae el consejo sola-
asunto del consejo, nadie lo pediría sobre mente sobre lo que se h a c e , sino también
lo que ha de hacer otro: y esto no es así; sobre lo que se ordena á las operaciones;
por consiguiente no son solo nuestras por cuya razón suelen hacerse consultas
operaciones objeto de consejo. acerca de acontecimientos venideros, con
Por el contrario, dice S. Gregorio N i - la mira de utilizar su noticia para obrar
seno ( ó N e m e s i o , D e nat. hom. c. 3 4 ) : ó evitar algo.
« Consultamos acerca de lo que está ( 3 ) A l 4.° que pedimos consejo sobre ac-
» en nosotros y puede ser hecho por nos- ciones de otros, considerándolos como
otros ». identificados con nosotros, y a por la inti-
Conclusión. El consejo propiamente midad del recíproco afecto, como el
dicho versa únicamente sobre lo que nos- amigo mira con igual soheitud las cosas
otros mismos hemos de hacer con refe- de su amigo que las propias s u y a s ; y a
rencia al fin. como quien se vale de ellos á manera de
Responderemos, que la palabra con- instrumento : porque el agente principal
sejo importa propiamente la idea de y el instrumental vienen á ser como una
(consulta ó) conferencia entre varios ; sola y misma causa, obrando el uno por
pues denota como junta ó sesión (consi- medio del otro ; y así el amo consulta
dium), en la que muchos toman asiento, sobre lo que haya de hacer su criado.
para conferenciar. E s muy de notar que,

(1) 0 que podemos ejecutar, ó al menos se relaciona con termométricas y marítimas, etc. V. n. 5, pág. 905, T. l.°
nuestra operación. (3) Qua sunt in nobis ¡ algunos leen fiunt (que pasan ó suce-
(2) Como sobre las variaciones atmosféricas, higrométricas, den) por sunt.
106 CUESTIÓN XIV. — A R T Í C U L O S IV V V.

ARTÍCULO I V . — P r e c e d e consejo A to- do, lo cual acontece con las insignifican-


dos nuestros netos ? (1) t e s , que influyen poco en facilitar ó difi-
cultar la consecución del fin, porque lo
1." Parece que el consejo se estiende poco la razón lo aprecia en nada. A s í que
á todo cuanto hemos de hacer ( 2 ) : por- hay dos cosas, sobre las cuales no pedimos
que la elección es un « apetito de lo án- consejo, aun cuando se relacionen con el
» tes consultado» (a. 1.), y esta tiene l u - fin, según Aristóteles ( E t h . 1. 3 , c. 3),
gar con respecto á todo cuanto practica- y son las de poca monta, y las que están
mos : luego también el consejo. ya determinadas respecto al modo de eje-
2.° E l consejo supone investigación de cutarlas, como sucede con las operacio-
la razón. E n todo cuanto hacemos, no nes artísticas; á escepcion de algunas
impelidos pos la pasión, obramos con ar- conjeturales, según esplica San Gregorio
reglo al dictamen de la razón. P o r con- Niseno (ibid.), tales como las medicina-
siguiente á todos nuestros actos precede les, comerciales y otras.
el consejo. A l argumento 1.° diremos, que la elec-
3.° Aristóteles dice ( E t h . 1. 3 , c. 3) ción presupone el consejo bajo el con-
q u e , « s i algo puede hacerse por muchos cepto de juicio ó fallo : y por lo mismo,
» medios, se indaga mediante el consejo, cuando este es notorio sin la investiga-
» por cuál de ellos se hará más fácilmente ción, no se requiere esta.
» y mejor ; y , si solo hay un medio de eje- A l 2.° q u e la razón no inquiere en lo
» cutarlo, se indaga cómo por ese único que le es manifiesto, sino que desde luego
» medio habrá de hacerse». Todo se hace decide : y de consiguiente no es necesa-
de uno ó de muchos modos : todo por ria la deliberación en todas las operacio-
consiguiente es objeto de consejo. nes racionales.
Por el contrario, San Gregorio Niseno A l 3.° que, cuando algo puede hacerse
(ó N e m e s . D e nat. hom. c. 34) dice que por un solo a c t o , pero de diversos modos,
« no h a y consejo acerca de lo que se hace puede haber duda, lo mismo que cuando
» según la ciencia ó el arte ». se puede ejecutar por varios actos ; y de
Conclusión. No precede consejo á las aquí la necesidad de consejo : la cual no
operaciones de poca importancia, ni á tiene l u g a r , si está determinado, no solo
las que están ya determinadas en cuanto el objeto, sino también el modo.
al modo de ejecutarse por leyes científi-
cas ó reglas de arte ; y sí solo á las in- ARTÍCULO V . — P r o c e d e el consejo e n
ciertas y de transcendencia en o r d e n forma resolutoria ? (4)
al fin.
Responderemos, que el consejo es una 1.° P a r e c e que el consejo no se verifica
especie de investigación, según se ha es- de un modo resolutorio (5) ; por cuanto
puesto (a. 1); y solemos investigar acerca su objeto son nuestras operaciones, y en
de lo dudoso : por lo que la razón inqui- estas el procedimiento no es resolutorio 6
sitiva, llamada argumento, se define (3): analítico, sí más bien compositivo 6 sin-
« lo que da testimonio de cosa dudosa». tético, esto e s , de lo simple á lo compues-
L o que en las operaciones humanas hace to. L u e g o el consejo no siempre es de ca-
que no haya duda consiste en una de es- rácter resolutorio.
tas c o s a s : 1. el dirigirse por determina-
a 2.° E l consejo es investigación de la
das vias á determinados fines, cual su- razón. L a razón procede conmenzando
cede en las artes, que suministran reglas por lo primero, para venir á lo posterior
fijas para las operaciones, y según las en el orden más conveniente. Siendo an-
cuales el escritor (por ejemplo) no con- terior l o pasado á lo presente y esto á l o
sulta cómo trazará las letras, porque el futuro, es natural que en la deliberación
arte se lo enseña ; 2 . la escasa transcen-
a se observe ese orden, procediendo de lo
dencia de hacerlas de este ó de aquel m o - pasado y lo presente á lo futuro ; orden
lí) Léase con cuidado-la Conclusión. (•1) Procedimiento analítico, por el que un lodo se descom-
(i) Quaipernos aguntur (que practicamos) según el códice pone en las parles componentes del mismo, para examinarlas
de Alcañiz; mas en todas las ediciones impresas se lee quie separadamente una á una y conocer después bien el lodo por
8U.HÍ per nos agenda. 6u síntesis ó recomposición.
0) Así Cicerón y con él Boecio (topic. c. 1). (5) O descompositivoi
CUESTIÓN XIV, — ARTÍCULOS V Y V I . 107

que no es por cierto resolutorio : no es el orden del raciocinio acerca de aquellas


pues este el que se observa en los conse- inverso al que seguimos al obrar.
jos (ó deliberaciones). A l 2.° que la razón comienza por lo
3? E l consejo no puede tener lugar, que es primero á su entender, mas no
sino respecto de cosas posibles para nos- siempre por lo que es lo primero en el
otros ( E t h . 1. 3 , c. 5 ) . E s t a posibilidad tiempo.
nos consta por lo que (al presente) po- A l 3.° que no indagaríamos si es posi-
demos ó no hacer, para llegar á ese fin ble lo que ha de hacerse por razón del fin,
posible. S e ve por lo tanto que en la in- si no fuese congruente á é l ; y por lo mis-
dagación del consejo hay que empezar mo h a y que inquirir antes, si conviene
por lo presente. para conducirnos al fin, que si es ó no
Por el contrario, Aristóteles dice ( E t h . posible.
1. 3. c. 3 ) : « e l que consulta, parece que
»indaga y resuelve». ARTÍCULO V I . — E I consejo procede
Conclusión. La investigación en . el hasta e l infinito?
consejo es necesariamente resolutiva; co-
menzando por examinar el fin, que es lo 1.° Parece que la investigación del con-
último en la ejecución, pero lo primero sejo se prolonga al infinito : por cuanto
en la intención, hasta llegar á lo que in- se hace de cosas particulares, en las que
mediatamente se ha de ejecutar. recae la operación : y los singulares son
Responderemos, que en toda investi- infinitos. L u e g o la investigación del con-
gación es preciso partir de algún princi- sejo procede al infinito.
pio : si e s t e , siendo lo primero que se co- 2.° E n la investigación-entra, no solo
noce, lo es asimismo en su ser (real), el examen de qué se ha de hacer, sino
no hay procedimiento resolutorio, y será también cómo se removerán los obstácu-
más bien sintético ó compuesto (compo- los : estos pueden ser infinitos ( 2 ) en
sitivus) ; toda vez que proceder de cau- cada acción humana, y disiparse cada
sas ó efectos es sintetizar, pues las uno de ellos por alguna humana razón.
causas son más simples que los efectos. P o r consiguiente la remoción de los im-
P e r o , si lo primero en el conocimiento es pedimentos da lugar á una investigación
posterior en el ser; el procedimiento será interminable hasta lo infinito.
(analítico ó) resolutorio, como cuando 3.° L a investigación de una ciencia de-
juzgamos de efectos conocidos, resolvien- mostrativa no se proroga al infinito, por-
do así sobre causas simples. Ahora bien: que se llega á algunos principios eviden-
el principio en el consejo indagatorio es tes en sí mismos y de omnímoda certi-
el fin, primero en la intención, pero úl- dumbre. M a s esta no puede hallarse en
timo en la realidad; y según esto el hechos ó cosas singulares contingentes,
procedimiento inquisitivo del consejo no que son variables é inciertos : lo cual di-
puede menos de ser resolutorio, toda vez lata el consejo investigatorio hasta el in-
que su punto de partida es lo que se in- finito.
tenta como futuro final, viniendo de ahí Por el contrario: nadie se mueve á lo
á lo que ante todo se ha de hacer desde que le es imposible alcanzar ( D e ccelo,
luego (1). 1. 1, t. 5 8 ) ; y es imposible rebasar lo in-
A l argumento 1.° diremos, que el con- finito. Si pues lo fuese la investigación
sejo versa sobre operaciones, cuya razón en el consejo, nadie la iniciaría: lo cual
se toma del fin; siendo por consiguiente es evidentemente falso.
(1) Si bien se mira la doctrina sentada on el cuerpo de este lo produce, sino más bien mirando á que tanto el fin como
artículo, parece resultar una implicación en los términos: los medios á él conducentes se hallan en lo que se intenta
pues, mientras se dice que el procedimiento de las causas á hacer: de aquí el que no se proceda del fin precisamente , ni
los efectos es compuesto ó sintético, y que el procedimiento del do lo puramente hacedero por los medios, y sí solo se tratado
consejo os del fin d los medios; sin embargo se pone por con- la consecución dol fin, retrocediendo después á practicar todo
clusión, que el procedimiento del consejo no es compuesto ó sin- lo demás. Tal es el procedimiento dol consejo, que siempre
tético, sino relativo ó analítico : como si el fin no fuese aquí versa acerca de lo operable con relación al fin y á lo condu-
causa, y los medios sus efectos. Poro esta dificultad desaparece cente á él de un modo resolutivo ó analítico. Y este método
al momonto en que se advierte, que aunque al fin se le su- de proceder, aunque en sí aparece misto, se llama más bien
ponga como causa, y á los medios so les considere como sus resolutivo ; porque arranca, digámoslo así, del raciocinio so-
efectos ; como quiera que en los procedimientos del consejo no bro la materia que se ha de operar analíticamente. — M. C. G.
Be opera atendiendo á la relación del efecto con la causa que (2; V. la nota 2, pág. 51 del T. 1."
108 CUESTIÓN XIV. — ARTÍCULO V I .

Conclusión. La investigación del con- ponerlo en inmediata ejecución; pues, así


sejo no procede de hecho al infinito (por como el fin tiene el carácter de principio,
más que lo sea en potencia); sino que es así lo que se hace por razón del fin, viene
limitada, tanto por parte del principio á ser una conclusión. Colígese de aquí
como por la de su terminación. que lo primero que ocurre ejecutar es á
Responderemos, que la indagación del su vez la última conclusión, objeto final
consejo es limitada en acto por ambos ex- de la investigación, y en la que esta ter-
tremos , el de su comienzo y el de su tér- mina. E n nada se opone á esto que el
mino. E n ella deben considerarse dos cla- consejo sea infinito en potencia, en el sen-
ses de principio: uno propio, tomado del tido de que pueden ofrecerse á la delibe-
mismo género de las operaciones, y que ración diversos asuntos en ilimitado n ú -
es el fin, sobre el cual no se investiga, mero.
sino que se acepta como axiomático, se- A l argumento 1.° diremos, que las
gún lo dicho (a. 2 ) ; y otro como adoptado cosas singulares no son infinitas de hecho,
de distinto género, á la manera que en y sí solo en potencia ( 1 ) .
las ciencias demostrativas una acepta A l 2.° q u e , si bien la acción humana
(como bases) ciertas verdades sentadas puede tropezar con algún obstáculo (in-
por otra y sin nueva demostración. Estos superable) ; no siempre le sale al encuen-
principios, que en el consejo investigato- t r o , para estorbarla : y por lo mismo no
rio se suponen (indiscutibles), son cua- siempre es preciso deliberar acerca de su
lesquiera (verdades ó hechos) conocidos remoción.
mediante los sentidos, como el de que A l 3.° que aun en los singulares con-
esto es pan ó hierro; y también las no- tingentes puede tomarse algo como cierto,
ciones adquiridas en general por alguna y a que no en absoluto , al menos en de-
ciencia especulativa ó práctica, como que terminadas circunstancias de actualidad,
el adulterio está prohibido por D i o s , ó que es lo que sucede al obrar. Porque no
que el hombre no puede vivir sin alimen- es necesario que Sócrates esté sentado ;
tarse de convenientes manjares, y tam- mas sí lo es que esté sentado, mientras
poco sobre estas inquiere el consejero. lo está : y esto puede muy bien tomarse
A h o r a bien: el término de la investiga- como verdad incuestionable.
ción es lo que está en nuestra potestad

(i) No porque de hecho puedan jamás reducirse á acto to- pues de la cual no puedan existir aún otra y otras en número
das ellas ¡ sino en cuanto siempre podrían realizarse ó existir indefinido é interminable siempre.
otras nuevas, sin poderse llegar al caso de una última, des-
CUESTIÓN XY.

Del consentimiento (i), que es acto de la voluntad, en relación con los medios
concernientes al fin.

Pasaremos á t r a t a r del consentimiento, dilucidando al efecto los cuatro p u n t o s siguientes : 1." El


consentimiento es acto de la potencia perceptiva, ó de la apetitiva? —2.° Existe en los brutos a n i m a -
l e s ? — R e c a e sobre el fin, ó sobre lo que á el se r e f i e r e ? - E l consentimiento en un acto pertenece
ú n i c a m e n t e á la parte superior del alma?

ARTÍCULO I . — ¿El consentimiento es Conclusión. Consentir es acto de la


acto de la facultad apetitiva, ó de la apren- potencia apetitiva, más bien que de la
siva? perceptiva.
Responderemos que consentir implica
l.° Parece que el acto de consentir aplicación del sentido á algo. Propio es
pertenece esclusivamente á la parte apren- del sentido ser el medio cognoscitivo de
siva del a l m a ; pues San Agustín ( D e las cosas presentes, puesto que la poten-
Trin. 1. 1 2 , c. 12) atribuye el consenti- cia imaginativa es aprensiva de las imá-
miento á la razón superior, bajo cuya de- genes corpóreas, aun en ausencia de los
nominación se designa la potencia cog- objetos ( 2 ) representados; al paso que
noscitiva : á la cual según esto pertenece el entendimiento es aprensivo de las ra-
el consentimiento. zones universales, que puede percibir in-
2.° Consentir es sentir juntamente; y, diferentemente en presencia ó ausencia
como sentir es propio de la facultad per- de los objetos singulares. Y , siendo el
ceptiva, también lo es el consentir. acto de la potencia apetitiva cierta pro-
3.° A s í como asentir denota aplicación pensión al objeto m i s m o ; según alguna
del entendimiento á algún objeto, del representación ( 3 ) la aplicación misma
propio modo consentir. Asentir pertenece de esa potencia al objeto, en cuanto le
al entendimiento, por ser este la facultad está u n i d a , recibe el nombre de sentido
aprensiva. L u e g o también consentir es (ó sensación), como tomando del objeto,
propio del entendimiento. á que está adherida, cierta esperiencia,
Por el contrario, San Juan D a m a s c e - en cuanto se complace en él. A s í se lee
no dice ( D e orth. fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que ( S a p . 1 , 1 ) : Sentid bien del Señor. Con-
«si alguno j u z g a y no a m a , no h a y en él forme pues á e s t o , consentir es acto de
» decisión » , esto e s , consentimiento. la potencia apetitiva ( 4 ) .

(1) Seg-un la doctrina sentada en el art. 3.° siguiente, y co- criterio poco premeditado y nada aceptable inducen las edi-
mún de los teólogos, se entiende por consentimiento el acto ciones romanas antiguas y áurea, ingiriendo después de simí-
de la voluntad, por el que se aprueban y aceptan los medios, litudinem é interpuesta la coma estas palabras deductivas hinc
propuestos por el entendimiento, para conseguir el fin. est qubd, que en su caso estarían menos mal interpoladas antes
M. C. G. de la preposición secundum : y de ello es una prueba harto
(2) Pero que se suponen formadas ya antes en presencia de concluyente á nuestro parecer la fuerza intenctonalmente en-
sus objetos ó de otros semejantes á ellos. fática de la palabra ipsam unida á rem y esclusiva de su re-
(3) Similiíudinem : la edición de Colonia pone conjunctionem presentación, como si dijera rem in seipsa secundum se.
(en virtud de alguna conexión ó analogía). La locución ad- (4) De donde Silvio deduce esta definición del consenti-
verbial secundum quamdam similiíudinem debe interpretarse miento : « la aplicación del movimiento apetitivo á la deter-
adjunta al verbo aectpit (recibe), según advierten y demues- » minacion del consejo », literalmente idéntica á la del mismo
tran Conrado y Silvio con el P. Nicolai; y de ningún modo Santo Tomás en el a. 3,
afectando á la prótasis ó primera parte del período, como con
110 CUESTIÓN XV. — ARTÍCULOS 1 Y II.

A l argumento 1.° diremos que, según Por el c o n t r a r i o , dice S a n Juan D a -


consta ( D e anima, 1. 3 , t. 4 2 ) , la volun- masceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que
tad consiste en la razón; y por lo tanto, « después del ( 2 ) juicio e l hombre dis-
cuando San A g u s t í n atribuye el consen- »pone y ama lo juzgado en consejo, que
timiento á la r a z ó n , lo bace considerando » es lo que se llama sentencia » , es decir,
incluida en esta la voluntad. consentimiento. N o teniendo consejo (ó
A l 2.° que sentir pertenece propia- juicio) los brutos animales, tampoco hay
mente á la facultad perceptiva ; mas por en ellos consentimiento.
la semejanza de cierta esperiencia com- Conclusión. El consentimiento propia-
pete á la apetitiva, según dejamos espli- mente dicho no existe en los brutos anima-
cado. les, y sí solo en la naturaleza racional.
A l 3.° que asentir es como sentir con R e s p o n d e r e m o s , que en los brutos
referencia á otra cosa, denotando en esto animales no hay consentimiento , h a -
cierta distancia de aquello, á que se asien- blando con propiedad. L a razón es que
.te; y consentir es sentir á un mismo tiem- el consentimiento implica aplicación del
p o , lo cual supone unión entre el objeto movimiento apetitivo á ejecutar alguna
y el sujeto consenciente. D e aquí que la acción ; y esta aplicación es propia de
voluntad, á la que incumbe tender al a q u e l , en cuya potestad está el movi-
objeto mismo ( 1 ) , se dice con más pro- miento apetitivo : así tocar la piedra
piedad que consiente; al paso que la in- conviene ciertamente al bastón, mas apli-
teHgencia, cuya operación no se ejerce carlo al contacto de la piedra compete al
con movimiento bácia el objeto, sí más que tiene en sí poder de moverlo. P e r o
bien en sentido inverso, según lo dicho los brutos animales no tienen en su po-
( P . 1. C. 16, a. 1 ; C. 2 7 , a. 4 ; y C. 5 9 ,
a
testad el movimiento apetitivo, que en
a . 2 ) , es más exacto decir que asiente, ellos depende del natural instinto : por
por más que en el lenguaje común se usen lo que el animal bruto apetece s í , mas
indistintamente-esos dos verbos. P u e d e no aplica el movimiento apetitivo á cosa
también decirse que asiente el entendi- alguna. H é aquí porqué no se dice pro-
miento, en cuanto es movido por la vo- piamente consentir sino la naturaleza ra-
luntad. cional, cuya moción apetitiva está en su
arbitrio, pudiendo por lo mismo aplicarlo
ó no á esto ó á aquello.
ARTÍCULO I I . — H a y consentimiento e n
los brutos a n i m a l e s ? A l argumento 1.° diremos que en los
brutos animales se halla determinación
l.° P a r e c e que (también) los anima- del apetito á a l g o , solo pasivamente;
les irracionales tienen consentimiento : siendo así que el consentimiento la su-
porque consentimiento denota determi- p o n e , no solo p a s i v a , sino principal-
nación del apetito á una cosa; y los ape- mente activa.
titos de los brutos propenden á determi- A l 2.° q u e , removido lo anterior, no
nados objetos ; hay pues en estos con- sobreviene (rcmovetur) lo posterior, que
sentimiento. propia y esclusivamente es consecuen-
2.° Quitado lo anterior, no existe lo cia de aquello : p u e s , si algo puede se-
posterior. E l consentimiento precede á guirse de varias causas, no deja de efec-
la operación. Si pues se niega á los tuarse , porque falte una de ellas; al
animales brutos el consentimiento, habrá modo que el endurecimiento, que puede
de negárseles la ejecución de todo acto : provenir de calor (como en los ladrillos)
lo cual es evidentemente falso. ó de frió ( c o m o en el a g u a , al transfor-
3.° D í c e s e á veces que los hombres marse en hielo), no deja por lo mismo
consienten en hacer algo á impulsos de de tener lugar, aunque se suprima el ca-
una pasión, tal como la concupiscencia ó lor. Y la ejecución de una obra no siem-
la ira : y , puesto que los brutos anima- pre es resultado del consentimiento, sino
les obran por pasión, hay en ellos con- que á veces lo es del apetito vehemente,
sentimiento. como en los brutos animales. •

(1) Y no á su semejanza ó representación , según lo razo- (2) Deliberación ó consejo previo y conduconle al fallo ó
nadamente espucsto en la nota 3 , pág. 100. dictamen resultante y como decisivo.
CUESTIÓN XV.—ARTÍCULOS II Y I I I . 111

AI 3.° que los hombres, que obran se- tito del mismo, luego el consejo acerca
gún la pasión, pueden obrar en contra de de los medios, y por último el deseo ó
ella; no así los brutos animales : por lo apetito de estos. Pero el apetito tiende
que no hay paridad. naturalmente al fin último; por cuya ra-
zón la aplicación del movimiento apeti-
ARTÍCULO I I I . — ¿ e i consentimiento tivo al fin aprendido no tiene carácter de
tlonc por objeto e l Un, ó los medios u é l condu- consentimiento, sino de simple voluntad;
centes ? al paso que los medios conducentes al fin
en concepto de tales son objeto del con-
l.° Parece que el consentimiento recae sejo, y puede consiguientemente recaer
sobre el fin; pues «aquello, por lo que sobre ellos el consentimiento, puesto que
» cada cosa es, es más principalmente (1)». la moción del apetito se aplica á lo que
Es así que por el fin consentimos en lo en el consejo ha resultado decidido. Mas
concerniente á él. Luego con mayor razón la moción apetitiva al fin no se aplica al
se diría que consentimos en el fin. consejo, y sí más bien el consejo recae
2.° L a acción del hombre desordenado sobre ella : toda vez que el consejo pre-
es su fin, como lo es asimismo la del vir- supone el apetito del fin; mientras que el
tuoso. E l primero consiente en su propio apetito de los medios presupone la decisión
acto; y por lo mismo el consentimiento ó fallo del consejo. Así la aplicación del
puede referirse inmediatamente al fin. movimiento apetitivo á esta determina-
3.° E l apetito de lo que alfinse ordena ción del consejo ( 4 ) es precisamente el
es la elección, según se ha dicho (C. 13, consentimiento propiamente dicho : y, no
a. 3 ) . Si pues el consentimiento se con- habiendo consejo sino acerca de los me-
cretase esclusivamente á lo que alfinse dios conducentes al fin, estos mismos y
refiere, en nada parecería diferir de la solo ellos son el objeto propio del consen-
elección: esto es falso en doctrina de San timiento.
Juan Damasceno, quien dice (De orth. A l argumento 1.° diremos que, así como
fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que «después de la afec- sabemos las conclusiones por medio de los
»cion (2) (á la que habia llamado sen- principios, sin que de estos tengamos cien-
» tencia) se hace la elección ». No es por cia, y sí inteligencia, que es más (íntimo
consiguiente único objeto del consenti- conocimiento); así también consentimos
miento lo concerniente al fin. en los medios por razón del fin, sobre el
Por el contrario, el mismo Damasceno cual sin embargo no recae el consenti-
dice (ibid.) que « el sentido ó sentencia miento , .pero sí la voluntad , que es
B tiene lugar, cuando el hombre dispone más (5).
B y ama lo que por el consejo ha sido A l 2.° que el desarreglado mira como
B juzgado B. E l consejo se contrae á solo fin la delectación del acto (6), por la
lo conducente al fin : é igualmente por lo que consiente en su ejecución, más bien
tanto el consentimiento. que en la operación (7) misma.
Conclusión. El consentimiento, pro- A l 3.° que la elección añade al consen-
piamente hablando, versa únicamente so- timiento cierta relación respecto de aque-
bre los medios conducentes al fin. llo , á que otra cosa es preferida; y así
Responderemos, que el consentimiento después del consentimiento aún queda la
importa aplicación del movimiento apeti- elección : porque puede suceder que me-
tivo á algo, que preexiste en poder del diante el consejo se hallen varios medios
que la hace. E n el orden de las operacio- conducentes alfin,de los que en uno cual-
nes lo primero que debe considerarse es quiera se consiente, porque agrada mas;
la aprensión del fin (3), después el ape- y, en caso de ser todos agradables, se da á

(II V. la nota 1, pág. 140, del T. 1." cion de la voluntad á enderezarse á él.
(2) A[j'eclloncm (impresión) on la mayor parto do las edicio- (4) V. la nota 4, pág. 109.
nes, siguiendo á la antigua de Padua (109S) y en conformidad (5) Más enérgica potencia, ó más comprensiva y general,
con la letra del Damasceno. La de Padua de 1712 pone aff'ec- (ö) Operis comunmente ; pero el códice de Alcañiz dice ope-
tationem (más espresiva, pero menos verosímilmente genuina) Talionis.
y con ella García y Nicolai. La antigua de Roma con el códice (7) Las ediciones romanas, de Nicolai y la de Pádua anotan
de Alcañiz disputaliontim (discusión ó deliberación). aquí al. deleclutionem.
(3) No por el simple conocimiento, sino por la determina-
112 CUESTIÓN XV. — A R T Í C U L O S IV Y V.

uno de ellos la preferencia por la elección. razón superior la única que presta el con-
M a s , si se halla uno solo que nos agrade, sentimiento al acto.
entonces el consentimiento y la elección Por el contrario, el mismo San A g u s -
vienen á identificarse en realidad, distin- tín (Ibid. 1. 12, c. 12) dice : « N o puede
guiéndose tan solo mentalmente (ratio- » decidirse en la mente la eficaz ejecución
ne); llamándose consentimiento bajo el » del pecado, sin que se subyugue y ponga
aspecto de su aliciente á obrar, y elec- » al servicio de la mala acción aquella in-
ción en cuanto se prefiere lo que agra- »tención del alma, de cuyo supremo ar-
da (1) á lo que no. »bitrio pende el mover los miembros á
» obrar ó retraerlos de la obra » .
ARTÍCULO I V . — ¿ E I consentimiento e n Conclusión. El consentimiento en la
e l (in actum) acto pertenece ú n i c a m e n t e a l a acción pertenece siempre á la razón su-
parte superior (2) del a l m a ? (8) perior, es decir, á la voluntad contenida
en la razón.
1.° Parece que el consentimiento para Responderemos,que el fallo definitivo
obrar no siempre pertenece á la razón es siempre de la competencia del superior,
superior : porque la delectación sigue á á quien toca juzgar sóbrelos demás; pues,
la operación y « l a complementa como el en tanto que no se ha juzgado aún sobre
» ornato á la juventud » ( E t h . 1.10, c. 4); lo propuesto, no se formula sentencia
y el consentimiento en la delectación per- final (4). E s asimismo palmario que la
tenece á la razón inferior, según San razón superior es á quien compete juzgar
Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 12) : no es sobretodo; porque juzgamos de lo sensible
por lo tanto esclusivamente propio de la por la razón (5) y de lo concerniente á
razón superior. las razones humanas por las divinas, que
2° L a acción, en que consentimos, se pertenecen á la razón superior. A s í es
dice ser voluntaria; y el producir actos que, mientras subsiste la incertidumbre
voluntarios compete á muchas potencias: acerca de si se resiste ó no según las razo-
por consiguiente no es sola la razón su- nes divinas, ningún dictamen de la ra-
perior la que consiente en el acto. zón tiene el carácter de sentencia defini-
3.° L a razón superior « atiende á con- tiva : y , puesto que en esta aplicada á lo
» siderar y consultar las cosas eternas» operable consiste el consentimiento en la
( S a n Agustín, D e Trin. 1. 12, c. 7). Con acción ; sigúese que el tal consentimiento
frecuencia consiente el hombre en un acto, pertenece á la razón superior, entendién-
no por consideraciones eternas, sino por dose incluida en la razón la voluntad,
miramientos temporales, cuando no por según lo y a espuesto (a. 1, al 1.°) (6).
connivencia con ciertas pasiones de su A l argumento 1.° diremos, que el con-
ánimo. E s t o prueba que no siempre es la sentimiento en la delectación dé la obra

(1) Aquello único grato. verificado por el consentimiento de la razan inferior, no cau-
(2) No solo en su comparación con el apetito iníerior ó sen- sará última sentencia; y, si la causa esta puede resultar de la
sitivo, sino también respecto de la llamada parte inferior de razón inferior en oposición á las razones divinas , entonces
la razón. ¿cómo puede suceder que, como se dice en el artículo, nin-
(3) Consúltese el a. 9 de la C. 79 de la 1." P., pág. 647 gún juicio de la razón tenga el carácter de final sentoncia,
del T. 1." no estando cierto de si se ha resistido según las razones divinas ?
(4) Firme y rata ó ejecutoria, esto es, sin recurso de ape- A esto se contesta que el pensamiento, en sí considerado,
lación á tribunal ó autoridad superior. tiene á veces el carácter de cosa, que se refiere á otra operación,
(5) Per ratíones humanas. y á veces lo tiene de operación ultima de si mismo. Tiene carác-
(6) Comparada esta doctrina con la que se establece en la ter de lo 1.°, cuando se toma como razón de obra pensada ; y
respuesta al argumento 1." resulta ; que en el artículo se de lo 2.°, cuando el pensamiento se mira como tal, inquiriondo
dice : « mientras subsista la incertidumbre acerca de si se re- v. gr. la verdad. Visto del primer modo, entra á componer
» siste ó no según las razones divinas, ningún dictamen de una obra, como cualquiera otra de las más ínfimas que caen
» la razón tiene el carácter de sentencia final » ; y en la dicha bajóla razón superior ; mas, observado del 2.°, forma entre las
respuesta se decide « que el consentimiento en la delecta- cosas que dicen orden á otro objeto, y entonces pertenece á
» cion mental es propio de la razón inferior ». Sobre lo cual la razón inferior, como se afirma en el testo. Téngase en
aparece la siguiente duda : ¿cómo puede ser que, no estando cnenta ademas que la razón inferior tiene dos aspectos : uno,
6eguro de si se resiste ó no según las razones divinas, en cuyo según es en sí misma ; otro, según que es participante de la
caso el juicio de la razón no tiene el carácter de sentencia de- razón superior, á quien la inferior se supone unida y como
finitiva, se consienta en una delectación del pensamiento, que identificada con ella. De donde se sigue que, aunque dicha
es á veces pecado mortal en última instancia, digámoslo así, razón inferior, en sí considerada, no puede dar sentencia de-
y cuyo consentimiento se presta,-según la respuesta al argu- finitiva; como no obstante participa de la suporior, de aquí
mento 1.°, por la razón inferior ? Porque, si este pecado mor- el resultado de sentenciar sobro el pecado mortal definitiva-
tal, constituido por la delectación en el pensamiento, se ha mente.—M. C. G.
CUESTIÓN X V . — A R T Í C U L O IV. 113

pertenece a l a razón superior, igualmente el fin, se le conceptúa y llama principal.


que el consentimiento en la misma obra ; A l 2.° que n o , porque las acciones se
pero el consentimiento en la delectación digan voluntarias en razón de nuestro
mental es propio de la razón inferior, & la consentimiento á ellas, se ha de inferir
que asimismo compete el pensar : y sin que el consentimiento sea propio de cual-
embargo juzgar del acto mismo de pensar quier potencia; y sí de la voluntad, que
ó no, considerado como cierto a c t o , com- da su nombre á lo voluntario, y la cual
pete á la razón superior, como también está en la razón ( 1 ) , según queda dicho
de la consiguiente delectación; si bien bajo ( C . 6 , a. 1).
el concepto de acción ordeñada á otra es A l 3.° que se dice que la razón supe-
de la incumbencia de la razón inferior : rior es la que consiente, no solo porque
porque lo que á otra cosa se subordina, mueve (2) siempre á obrar en conformi-
pertenece á arte 6 potencia inferior á dad con las razones eternas ; sino t a m -
aquella, á que pertenece el fin. P o r eso al bién, en cuanto por consideración á ellas
arte arquitectónico, que tiene por objeto no disiente.

CUESTIÓN XVI.

Del uso, que es un acto de la voluntad, en relación con los medios


conducentes al fin.

Tócanos h a b l a r a h o r a del uso (3), y acerca de él t r a t a r e m o s de los siguientes cuatro puntos:


1." Usar es acto de la voluntad ?—2.° Conviene á los brutos animales ? — 3.° Refiérese ú n i c a m e n t e á
los medios ordenados al fin, ó también al mismo fin? — 4.° Del orden d e l u s o con respecto a l a
elección.

A R T Í C U L O I . — Usar e s acto de la vo- fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que « e l hombre acomete


luntad? » l a operación, y esto se llama ímpetu;
»después u s a , y á esto llamamos u s o » .
l.° Parece que usar no es acto de la L a operación pertenece á la potencia eje-
voluntad, porque San Agustín dice ( D e cutiva ; pero el acto de l a vohmtad no es
doctr. christ. 1. 1,. c. 4 , y D e Trinit. 1.10, posterior al acto de la potencia ejecuti-
c. 10) (4) que «usar es referir á la con- va , pues lo último es la ejecución. L u e g o
¿ secucion de otra cosa lo que se pone al el uso no es acto de la voluntad.
» u s o » . E s t o es propio de la razón, á la 3.° San Agustín (Qq. 1. 8 3 , q. 3 0 )
que compete comparar y ordenar: y por dice : « Todo cuanto ha sido hecho, lo fue
lo tanto usar pertenece á la razón, y no » p a r a uso del hombre; porque de todo
á la voluntad. » usa la razón, juzgando las cosas que han
2.° D i c e San J u a n Damasceno (Orth. » sido dadas á los hombres ». Juzgar de

(1) En la parte racional ó discursiva, la que raciocina. abusas polius vel ahusio nominandus est; donde es muy de no-
(2) Otros movelur ó mmeatur (es movida). tar habla del uso licito, que es, según él «la aplicación de
(3) Entiéndese aquí por uso el acto de valerse ó servirso a alguna cosa á la consecución do lo que se ama, debiendo
de algo, para obrar sobre otro objeto ; de manera que usar » empero ser amado ; pues el uso ilícito (para obtener lo que
viene á ser tomar al uso ó hacer uso, como mover es causar ó » no es digno de procurarse) llamarse debe más bien abuso».
producir movimiento. Drioux. Las palabras citadas en el testo son del capítulo 11, según
(4) En este capítulo 10 dice San Agustín : ad id, quod amas, observa y comprueba el P. Nicolai.
ubtinendum, y añade si lamen amandum est; nam usus illicilm

SUMA TEOLÓGICA. — TOMO 1 1 . 8


114 CUESTIÓN X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

las cosas creadas por Dios pertenece á la zon presenta en efecto la relación al ob-
razón especulativa, la cual parece com- j e t o ; mas la voluntad es la que se dirige
pletamente distinta de la voluntad, que á aquello, que la razón le muestra rela-
es el principio de los actos humanos. N o cionado con otra cosa : y en este sentido
es pues acto de la voluntad el de usar. es como se dice que usar es referir una
Por el contrario, dice San Agustín cosa á otra.
( D e Trin. 1. 10, c. 11) : « U s a r es apro- A l 2.° que el Damasceno habla del uso,
» piarse algo á disposición de la voluntad». en cuanto se refiere á las potencias eje-
Conclusion. Usares ante todo y prin- cutoras.
cipalmente acto de la voluntad, como de A l 3.° que aun la misma razón especu-
primer motor; lo es de la razón, como lativa es aplicada por la voluntad á la
directora ; y de las demás potencias como operación de entender ó juzgar ; y bajo
ejecutoras ó en el concepto de instru- este concepto se dice que el entendimiento
mentos. especulativo hace u s o , como movido por
Responderemos, que el uso de alguna la voluntad, del propio modo que las otras
cosa entraña la aplicación de la misma á potencias ejecutivas.
una operación cualquiera; de donde viene
el llamarse uso la operación misma, á que ARTÍCULO I I . — E I u s a r conviene A ios
se aplica : así cabalgar es usar del caba- a n i m a l e s brutos ?
llo y apalear es hacer uso del palo. M a s ,
para ejecutar una operación, empleamos 1.° Parece que hacer uso conviene á
tanto los principios internos de obra, ó los brutos animales : porque disfrutar es
sean, las potencias mismas del alma, como más noble que usar; p u e s , según San
los miembros corporales, el entendimiento Agustín ( D e Trin. 1. 10, c. 10) «usamos
para entender y el ojo para ver ; y ade- » de las cosas, que referimos á aquello (2)
mas los objetos esteriores, como el bas- de que hemos de gozar ». Gozar convie-
tón para golpear (con él) : y es evidente ne á los animales brutos, como queda
que no nos servimos de las cosas esternas dicho ( C . 11, a. 2). L u e g o mucho mejor
en una operación, sino mediante los prin- les conviene usar.
cipios intrínsecos, que son las potencias 2.° Emplear los miembros en obrar es
del alma, ó sus hábitos, ó los órganos, usar de ellos. E s t o hacen los brutos ani-
que son miembros del cuerpo. Dejamos males, valiéndose de los pies para andar
demostrado ( C . 9, a. 1) que la voluntad y de las astas para herir. U s a n pues.
es la que mueve las potencias del alma á Por el contrario, dice San Agustín
sus (respectivos) actos; y esto es aplicar- ( Q q . 1. 83, q. 30) : « N o puede usar de
las á la operación. S e v e pues con evi- » cosa alguna sino el animal dotado de
dencia que usar es primaria y principal- razón ».
mente acto de la voluntad, como la pri-
Conclusión. Únicamente hace uso el
"mera que mueve; es acto también secun-
animal racional, y de ningún modo usan
dariamente de la razón, como de quien
los irracionales.
dirige; y por último lo es de las demás
Responderemos, que según lo dicho
potencias en concepto de ejecutoras, por
(a. 1) usar es aplicar á la acción algún
cuanto son á la voluntad, que se sirve de
principio de acción, así como consentir es
ellas en la' operación, lo que el instru-
aplicar el movimiento apetitivo á apete-
mento es al agente principal : y claro es
cer alguna cosa ( C . 15, a. 1, 2 y 3). A p l i -
que la acción no se imputa con propiedad
car una cosa á otra no es propio de otro
al instrumento, y sí al principal agente;
que el que tiene arbitrio sobre ella, lo
como la edificación se atribuye al cons-
cual no compete sino á quien sabe referir
tructor, y no á los instrumentos (de que
lo uno á lo otro, y es por lo mismo pro-
se vale). El uso es pues evidentemente
pio de la razón. H é aquí porqué decimos
y con propiedad acto de la voluntad (1).
que únicamente el animal racional con-
A l argumento 1.° diremos, que la ra- siente y usa.

li) Acto elícito ; y no simplemente imperado, como han (2) Ad illud, pero en el testo de San Agustín ad aliud (á
pretendido algunos. otra cosa), de la que...
CUESTIÓN XVI.—ARTÍCULOS II Y I I I . 115

A l argumento 1.° diremos, que gozar R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho


importa el movimiento ( 1 ) absoluto del (a. 1) usar lleva en sí la aplicación de
apetito á lo apetecible; al paso que usar una cosa á algo; y lo que se aplica á otro
implica movimiento del apetito á algún objeto va incluido en la noción de medio,
objeto con referencia á otro. Si pues se que mira al fin : por lo tanto usar siem-
comparan usar y gozar por razón de los pre tiene que ser de algún medio orde-
objetos, gozar es más noble que usar; nado al fin. H é aquí porqué las cosas
toda vez que es mejor lo absolutamente convenientes para el fin se dicen útiles, y
apetecible, que lo que lo es solo por su la utilidad misma suele á veces llamarse
relación á otra cosa : mas, si la compara- uso. N ó t e s e empero que el último fin se
ción se establece en cuanto á la fuerza puede considerar en absoluto, ó con rela-
aprensiva precedente, mayor nobleza se ción á algún sujeto : y , como por fin se
requiere por parte del uso ; puesto que entiende unas veces el objeto ( C . 1, a. 8;
ordenar algo á otra cosa es propio de la C. 2 , a. 7 ; y C. 5, a. 2 ) y otras su con-
razón, mientras que percibir algo simple- secución ó posesión (como respecto del
mente sin esa relación puede hacerlo aun avaro e l dinero ó su posesión), resulta
el sentido. evidentemente que, hablando en absolu-
A l 2.° que los animales obran mediante to, el fin último es la cosa ú objeto; pues
sus miembros por instinto de su naturale- la posesión del dinero no es buena, sino
za, sin conocer el destino de los miembros por l o que h a y de bien en é l : mas por
á tales operaciones : así pues no puede parte del avaro el logro del dinero es su
decirse con propiedad que los aplican á la último fin, toda vez que no se lo procu-
acción, ni que usan de ellos. raría, si no se propusiese poseerlo. Claro
es pues y a q u e , hablando en absoluto
(simpliciter) y propiamente, algún hom-
ARTÍCULO I I I . — P u e d e h a c e r s e u s o bre goza del dinero, porque constituye en
a u n del último flu ? él su último fin; mas usa de é l , en cuanto
lo refiere á la posesión del mismo.
l.° Parece que se puede usar también A l argumento 1.° diremos, que S a n
del último fin; pues dice San Agustín Agustín habla del uso en c o m ú n , en
( D e Trin. 1.10, c. 11) : « T o d o el que dis- cuanto entraña orden ó relación del fin á
» fruta, usa» : y , puesto que alguno dis- la fruición misma, que alguno busca ó se
fruta del fin último, alguno usa de él. propone del fin.
2.° Usar es apropiarse algo á disposi- A l 2.° que el fin se toma al arbitrio de
ción de la voluntad (ibid.) : y nada h a y la voluntad, para que esta repose en él;
que más acepte la voluntad, que el últi- por cuya razón el reposo mismo en el fin,
mo fin; del cual por consiguiente puede que es la fruición, se dice uso del fin e n
haber uso. este sentido. Pero lo que conduce al fin
3.° San Hilario dice ( D e Trin. 1. 2 ) que tómase á disposición de la voluntad, no
« l a eternidad está en el P a d r e ; la espe- solo en orden al uso de ello, sino en or-
»cie en su imagen», esto es, en el H i j o ; den á otra cosa, en la q u e descansa la
«el uso en el don», 6 s e a , en el Espíritu voluntad satisfecha.
Santo. E l Espíritu S a n t o , siendo Dios, A l 3.° que en el pasaje de San Hilario
es el último fin. L u e g o cabe uso del úl- la voz uso es como sinónima de reposo en
timo fin. el último fin, al modo que en el lenguaje
Por el contrario, dice San Agustín ordinario se dice que uno usa de un fin
( Q q . 1. 8 3 , q. 3 0 ) : « D e D i o s nadie usa para obtenerle, y según arriba queda es-
«propiamente, sino que disfruta». Dios plicado-(al 1.°). T a l es la esplicacion, que
es el único fin último. L u e g o no puede de él da San Agustín ( D e Trin. 1. 6 , c.
usarse del último fin. 1 0 ) diciendo que « a q u e l g o c e , felicidad
Conclusión. El uso es siempre de lo » ó bienaventuranza, es lo que él llama
concerniente al fin, y no del mismo fin. »uso».

(1) La fruición implica esencialmente reposo en la tran- de adhesión ó unión al mismo ya presente y poseído. En este
quila posesión del objeto ; pero supone y como que retiene el concepto debe entenderse aquí el movimiento de la fruición.
movimiento de tendencia á él, antes de poseerlo y gozarse, y
116 CUESTIÓN XVI. — ARTÍCULO IV.

ARTÍCULO I V . — Precede el uso a la se dice lo apetecen (ó tienden á él) natu-


elección ? (1). ralmente. P e r o esta posesión del fin es
imperfecta, y todo lo imperfecto tiende á
l.° Parece que el uso es anterior á la su perfección ; por lo que tanto el apetito
elección, después de la cual nada sigue, natural como el voluntario aspira á p o -
sino la ejecución. E s así que el uso, por seer realmente el mismo fin, que es t e -
pertenecer á la voluntad, precede á la nerlo perfectamente : y hé aquí el segun-
ejecución. L u e g o también debe preceder do modo de relación entre la voluntad y
á la elección. el objeto que esta quiere. M a s ese objeto
2° L o absoluto es antes que lo rela- no es precisamente el fin, sí también el
tivo ; y lo menos relativo debe por igual medio á él conducente. Ahora bien : lo
razón preceder á lo más relacionado. E s último, que pertenece á la primera actitud
así que la elección implica una doble re- de la voluntad respecto del medio con-
lación , con lo que se elige para el fin y cerniente al fin, es la elección ; en la cual
con aquello á que se prefiere lo elegido; se completa la proporción esplicada, que-
al paso que el uso se refiere únicamente riendo la voluntad completa y decidida-
al fin. L u e g o el uso es anterior á la elec- mente lo que al fin se ordena ; mientras
ción. que el uso pertenece á la segunda acti-
3.° L a voluntad usa de las demás po- tud, por la que la voluntad tiende á con-
tencias, pues que las mueve. También se seguir el objeto querido. V é s e pues con
mueve á sí misma ( C. 9, a. 3 ) , y por lo toda evidencia que el uso es posterior á
tanto usa de sí m i s m a , apocándose á la elección, entendiéndose que la voluntad
obrar. E s t o h a c e , cuando consiente; y usa ó se vale de la potencia ejecutiva,
por lo mismo el uso está en el mismo con- poniéndola en acción. P e r o , como la v o -
sentimiento. M a s , como el consentimiento luntad mueve también á la razón y usa
precede á la elección ( C . 1 5 , a. 3 , al 3.°), de ella en cierto modo ; bien puede enten-
sigúese que también el uso la precede. derse el uso de lo concerniente al fin, en
cuanto está en l a consideración de l a ra-
Por el contrario, dice San Juan D a -
zón, que lo refiere al fin : y en este con-
masceno ( Ortb. fid. 1. 2 , c. 22 ) que « la
cepto el uso precede á la elección.
» voluntad, después de la elección em-
» prende (2) la operación, y después usa». A l argumento 1.° diremos, que á la
Según esto el uso sigue á la elección. ejecución misma de la obra precede la
Conclusión. [ 1 ] El uso sigue á la elec- moción, por la que la voluntad mueve á
ción, considerada la voluntad usando de ejecutar, pero sigue á l a elección: es de-
las demás potencias ejecutivas, al mover- cir, q u e , como el uso pertenece á la an-
las. Pero [2] en el sentido de usar la vo- tedicha moción de la voluntad, ocupa el
luntad de la razón, moviéndola, el uso medio entre la elección y la ejecución.
precede á la elección. A l 2.° que lo que por su propia natu-
Responderemos, que la voluntad se raleza es relativo, eso sí es posterior á lo
relaciona con el objeto querido de dos absoluto; mas no lo es de necesidad aque-
modos. U n o en cuanto este está en cierta llo, á que se atribuyen relaciones : antes
manera en el sujeto que quiere, en virtud por el contrario, cuanto una causa es an-
de cierta proporción ú orden entre uno y terior (3), tanto está relacionada con ma-
otro : en este sentido aun las cosas, que yor número de efectos.
naturalmente son proporcionadas á un fin, A l 3.° que la elección precede al uso,

(1) Para la inteligencia de este artículo -4.° Cuest. (10) tén- mina la posesión («I hubere) ; puesto que entonces es perfocta
gase presente que el orden de la voluntad, como volición, la voluntad, cuando tiene los medios conducentes al fin. De
supone un orden, cuando se dirige al fin, diferente del que donde se sigue que una es la perfección de la voluntad, cuan-
observa, cuando tiende á los medios : y esta diferencia con- do intenta, elige y consiente, etc.; y otra la que resulla de la
siste en que, ó la voluntad mira al volito (objeto querido ó fin) posesión de lo intentado, querido, etc. Por tanto, mediando ra-
según se halla en la misma, ó según ella tiende hacia el vo- zones diversas en tales operaciones; por mucho que suba la
lito. Considerados así'estos dos órdenes, se ve que el l.°es perfección de la primera voluntad, siempre será imperfecta
más imperfecto que el 2.°; siendo este el complemento de esta en parangón con la de la segunda. — M. C. G.
aquel, en razón á que la voluntad marcha del 1." al 2." Ahora (2) Impelum fácil ad operationem, que algunos interpretan
bien : en el primer orden la perfección se aprecia recayendo simplemente por movetur, «se mueve'fó se dirige) á obrar u ;
sobre la volición (el velic); pues que entonces habrá perfecta pues no siempre lo hace con la vehemencia y decisión, que,
volición, cuando adecuada y completamente se quiere el fin. parece significar la palabra ímpetu-
En el 2.° orden la perfección se estiende, seg'un que se deter- (3) A mayor número de otras.
CUESTIÓN XVI. — ARTÍCULO IV. 117

si ambas cosas recaen sobre un mismo ob- elección y el uso : como si decimos que
jeto ; mas nada obsta que el uso de una la voluntad consiente que ella misma eli-
cosa preceda á la elección de otra. Y , por j a , y consiente que ella consienta, y usa
cuanto los actos de la voluntad se reflec- de sí misma para consentir y elegir ; y
tan sobre sí mismos, en cada uno de ellos siempre estos actos, ordenados á lo que
pueden distinguirse el consentimiento, la es anterior, son anteriores (1).

CUESTIÓN XVII.

De los actos imperados por la voluntad.

Vamos á t r a t a r de los actos imperados por la v o l u n t a d , lo cual nos suministra asunto para estos
nuevo artículos: 1." Imperar es acto de l a voluntad, ó de la razón ? —2.° Pertenece á los brutos a n i -
males? — 3.° Relación de orden entre el imperio y el uso. —4.° El imperio y el acto imperado son un
mismo acto , ó son dos diversos ? — 5.° El acto de la voluntad es imperado ? — 6.° Lo es el acto de la r a -
zón?— 1." Y el del apetito sensitivo?—8.° Y el de el á n i m a vegetativa? —9.° Y los actos de,los miem-
bros estemos?

ARTÍCULO I . — E I acto a© imperar (2) en la voluntad principalísimamente: á


es propio <le la razón, ó de la voluntad ?(3) ella pues toca imperar.
3.° A l imperio sigue inmediatamente
1.° Parece que imperar no es acto de el acto ; y el acto ( 5 ) de la razón no es
la razón, sino de la voluntad. Imperar es al punto seguido del del acto (6), pues el
mover algo ; pues dice Avicena que h a y que juzga que algo debe hacerse, no lo
cuatro aspectos en el que mueve, á saber: ejecuta al momento : por consiguiente im-
perfeccionando, disponiendo, imperando perar no es acto de la razón, sino de la
y aconsejando. A la voluntad compete voluntad.
mover todas las demás fuerzas del alma, Por el contrario, dice San Gregorio
según queda dicho ( C. 9 , a. 1 ) . L u e g o Niseno (ó N e m e s . D e nat. hom. c. 16) y
imperar es acto de la voluntad. con él Aristóteles ( E t h . 1. 1, c. 13) que
2.° A s í como ser mandado ( 4 ) perte- ce el apetito obedece á la razón s : por
nece al que está sometido, así (mandar ó) consiguiente á la razan compete imperar.
imperar es propio del que es completa- Conclusión. Imperar es esencialmente
mente libre. L a raíz de la libertad está acto de la razón, si bien presupuesto el
(1) Hé aquí-pues el orden, en que se verifican los múltiples y la intimación son propias de la razón; mas la moción lo es de
actos conducentes á la consecución del fin, según el Angélico la voluntad. De donde se sigue que el acto del imperio se for-
Doctor -. l.° simple volición delfín; 2.° intención de aspirará ma de lo que es propio, tanto del entendimiento, como de la
él, ó tendencia hacia el mismo ; 3.° consejo ó deliberación voluntad. Mas, como los actos mistos,que á diversas potencias
acerca do los medios, que hayan de conducir á su adquisi- pertenecen, seatribuyen esencialmente á aquella potencia, de
ción ; 4." consentimiento ó aceptación de los medios propues- la que son elícitos, por ser ella materialmente, ó en cuanto á la
tos ; 5.° elección de uno entre ellos, como el primero para ini- sustancia del acto, la raíz de él (como queda dicho en el ar-
ciar por él su obra; 6.° uso consiguiente de ese medio ele- tículo i.° de la Cuest. 13); es lógico que, al tratarse del impe-
gido, sirviéndose de él la voluntad en su operación ; 7.° rio, la ordenación é intimación se consideren como la materia, y
ejecución práctica consiguicnto al uso ; y 8.° por último la la moción como forma del acto : y de aquí que el imperio sea
fruición, una voz obtenido el fin, reposando en su tranquila material y esencialmente propio de la razón, mientras que
posesión definitiva. primordial y formalmente lo es de la voluntad. Por eso los
(2) A sí mismo ; no á otros, lo cual es objeto do la ley y teólogos suelen definir el imperio, diciendo que es un acto, por
del precepto. el que la voluntad manda el uso de los medios elegidos, después de
(3) A la formación del imperio concurren tres actos, á sa- una conveniente deliberación, para conseguir el fin. — M. C. G.
ber : do ordenación, de intimación y do moción. Así es que, (4) Imperarl, recibir mandato ó imperio, ó estar some-
cuando se manda una cosa, v. gr. ejecutar una acción , lo l . u
tido á él,
es ordenar su sujeto á la operación ; lo 2.° intimarle que la (5) Imperante ó imperativo.
practique; y lo 3," moverlo el imperante al efecto. La ordenación (0) Ejecutivo de lo imperado ó mandado.
118 CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS I Y I I .

acto de la voluntad, en cuya virtud la voluntad como sujeto ; mas en el con-


razón misma mueve con su imperio á la cepto de causa lo es la razón; por cuanto
ejecución del acto. el que la voluntad pueda ser libremente
Responderemos, que imperar es acto llevada á diversos objetos proviene de
de la razón, aunque presupuesto otro acto que la razón puede concebir el bien bajo
de la voluntad. Para demostrar esta.tésis, diversos aspectos. H é aquí porqué los
conviene observar que los actos de la vo- filósofos definen el libre albedrío diciendo
luntad y de la razón pueden recíproca- que « es el juicio libre de la razón», como
mente preponderar uno sobre el otro, ya dando á entender que esta es la causa de
raciocinando la razón acerca del querer;- la libertad.
y a queriendo la voluntad raciocinar : y, A l 3.° que lo que se deduce de él es
según que uno ú otro se verifique, será que imperar no es acto de la razón sim-
prevenido el acto de la voluntad por el plemente ó en absoluto, sino acompaña-
de la razón, ó viceversa. Y , como la efi- do de cierta moción, conforme á lo es-
cacia del acto anterior subsiste en el sub- puesto.
siguiente , sucede á veces que un acto lo
es de la voluntad, pero conservando vir- ARTÍCULO I I . — c o n v i e n e A ios a n i m a .
tualmente en sí algo de acto de la razón, niales brutos el Imperar ?
como se ha dicho del uso ( C . 1 6 , a. 1) y
de la elección (C. 13, a. 1); y por el con- l.° Parece que imperar compete á los
trario algún acto de la razón participa brutos animales; pues en opinión de A v i -
del carácter de acto de la voluntad, en cena la fuerza que impera el movimiento
virtud de que algo de este permanece en es apetitiva, y la que lo ejecuta reside
aquel. A s í el acto de imperar es propio en los músculos y nervios : una y otra
de la razón en lo esencial, toda vez que existen en los animales brutos: y de con-
el que impera dispone á aquel á quien siguiente estos imperan.
impera á que ejecute alguna acción, inti- 2.° Propio es de siervos el que se les
mando ó denunciando ; y disponer ú or- mande ; y el cuerpo es como un siervo
denar así á manera de intimación es pro- con respecto al a l m a , que es su señora
pio de la razón. P e r o la razón puede in- (Aristót. Polit., 1. 1 , c. 1) : por lo tanto
timar ó denunciar algo de dos modos: el alma impera al cuerpo aun en los bru-
uno absoluto, que suele formularse en in- t o s , que (también) constan de alma y
dicativo, como cuando uno dice á otro, cuerpo.
« esto debes hacer » ; otro moviéndole á
3.° Mediante el imperio acomete el
obrar en forma imperativa, como dicien-
hombre la obra; y este ímpetu (2) á
d o , « h a z e s t o » . M a s , como el primer
obrar se halla en los brutos animales, se-
motor de las potencias del alma á la eje-
gún San Juan Damasceno (Orth. fid.,
cución de un acto es la voluntad ( C. 9,
1. 2 , c 2 2 ) : hay pues imperio en ellos.
a. 1), y el segundo no mueve sino en vir-
Por el contrario : el imperio es acto
tud del movimiento recibido del primero;
de razón (a. 1 ) ; y los brutos animales
sigúese que eso mismo, que la razón mue-
no la tienen, ni por consiguiente im-
ve imperando, tiene su origen en la inti-
perio.
mación de la voluntad : resultando de
aquí probado que imperar es acto de Conclusión. Es imposible que los ani-
la razón, si bien presupone otro acto an- males de modo alguno tengan imperio
terior (1) de la voluntad, en cuya virtud propiamente tal.
la razón mueve por su mandato al ejerci- R e s p o n d e r e m o s , que imperar no es
cio del acto. otra cosa que ordenar (ó disponer) á
alguno á ejecutar algo con cierta moción
A l argumento 1.° diremos, que impe- intimativa. E s así que esto es acto (es-
rar no es mover de un modo cualquiera, clusivamente) propio de la razón. L u e g o
sino con cierta intimación denunciativa á es imposible que los animales brutos, que
otro, lo cual es propio de la razón. carecen de ella, tengan imperio de nin-
A l 2.° que la raíz de la libertad es la gún modo.
(1) Este acto precedente de la voluntad es la elección, se- guíente a. 3.
gún espresamente se dice en la solución al afg, 1." del si- (2) Véase la nota 2, pág, 116.
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 119

A l argumento 1.° diremos, que se dice «el ímpetu á la operación precede al uso».
que la potencia apetitiva impera el mo- E s t e ímpetu se debe al imperio ; y de
vimiento , en cuanto mueve á la razón, consiguiente el imperio precede al uso.
que es la imperante. Mas esto solo tiene Conclusión. El imperio es natural-
lugar en los hombres; pues en los bru- mente anterior al uso del imperio.
tos la fuerza apetitiva no es propiamente R e s p o n d e r e m o s , que el uso de lo or-
imperativa, á no tomar la palabra impe- denado al fin, en cuanto está en la ra-
rativo en el sentido lato de motivo. z ó n , que lo refiere al fin, precede á la
A l 2.° que en los brutos animales, si elección ( C . 1 6 , a. 4 ) , y mucho más al
bien encuerpo tiene medios para obedecer, imperio. P e r o , en cuanto dicho uso se
no los tiene empero el alma para man- somete á la potencia ejecutiva, es poste-
dar , pues le falta la aptitud para orde- rior al imperio; toda vez que el uso del
nar : por lo cual no hay en ellos correla- que usa está ligado al acto de aquello
ción de imperante é imperado, y sí solo de que u s a : pues no usa uno del bastón,
entre motor y movido. antes que de algún modo obre por medio
A l 3.° que el ímpetu á la obra es de del bastón. M a s el imperio no es simul-
diversa índole en los brutos animales y táneo con el acto de aquel, á quien se
en los hombres ; verificándose en estos impera; sino que naturalmente tiene lu-
en virtud de la ordenación de la razón, gar antes que sea obedecido, y esto á
de donde toma en ellos el carácter de im- veces aun con prioridad de tiempo. E s
perio ; al paso que en aquellos procede de por lo tanto evidente que el imperio pre-
su instinto natural, esto e s , en cuanto cede al uso (1).
su apetito se mueve naturalmente á per- A l argumento 1.° diremos, que no todo
seguir ó evitar al momento lo que apren- acto de la voluntad precede al de • la ra-
den como conveniente ó inconveniente. zón constitutiva del imperio : alguno
A s í pues son dispuestos por otro á obrar, precede, como la elección ( 2 ) ; y algún
y no se ( disponen ú ) ordenan ellos á sí otro, el u s o , sigue luego ; puesto que
mismos á la acción. P o r consiguiente h a y después de la determinación del consejo,
en ellos ímpetu, mas no imperio. la cual es el juicio de la razón, la volun-
tad elige; y después de la elección la
ARTÍCULO I I I . — Precedo e l uso al Im- razón impera á aquella potencia, por la
perio ? que ha de ejecutarse lo elegido; y en-
tonces por último es cuando la volun-
l.° Parece que el uso es anterior al tad de alguno empieza á usar, ejecutan-
imperio, porque este es acto de la razón do el mandato imperado por la razón :
y presupone otro de la voluntad (a. 1) : siendo unas veces esa voluntad la de otro,
siendo pues el uso acto de la voluntad si uno impera á otro ; y otras la volun-
(C. 1 6 , a. 1 ) , sigúese que precede al tad del imperante mismo, cuando uno se
imperio. manda á sí propio.
2.° E l imperio es alguna de las cosas, A l 2.° q u e , así como los actos son pre-
que se ordenan al fin , y sobre estas se vios respecto de las potencias, del mismo
ejerce el uso : parece por l o tanto que modo lo son los objetos respecto de los
este es antes que el imperio. actos. P e r o el objeto del uso es lo que
3.° Todo acto de una potencia movida se ordena al fin. L u e g o , por lo mismo
por la voluntad se llama u s o , puesto que que el imperio se refiere al fin, mejor
la voluntad usa de las demás potencias puede concluirse que el imperio es ante-
(a. 1). Según esto el imperio es cierto rior al u s o , que no que le es posterior.
u s o , y por otra parte lo común es antes A l 3.° que, así como el acto de la v o -
que lo peculiar : por consecuencia el luntad, usando esta de la razón para
uso es anterior al imperio. imperar, precede al imperio mismo; igual-
Por el contrario, dice San Juan D a - mente puede decirse que á ese uso de la
masceno ( O r t h . fid. 1. 2 , c. 2 2 ) que voluntad precede algún imperio de la ra-

(I) Do aquello, á que se refiere ó respecto (le lo cual se al principio del desarrollo del tema.
ejerce el imperio, que os como debe entenderse nuestra Con- (2) V. la n. 1, pág. US; y también la 1, pág. 117.
cijwlo», y que no debe confundirse con el uso, de quo se trata
120 CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS III Y IV.

zon ( 1 ) , por cuanto los actos de estas circunstancialmente ( secundum quid)


potencias se reciprocan, reflectándose, una sola; mientras que en otras al con-
sobre sí mismos. trario. U n o se dice lo mismo que ente.
E n t e en absoluto es la sustancia; y ente
ARTÍCULO I V . — E I imperio y oí acto circunstancialmente considerado, es un
imperado son u n solo acto, ó son dos diversos? accidente , ó también ente de razón. A s í
las cosas, que son una en su sustancia, son
l.° Parece que el acto imperado no es una en absoluto y muchas accidental-
el mismo acto de imperar : porque los mente; como un todo en el género de sus-
actos de diversas potencias son actos di- tancia, compuesto de sus partes esencia-
versos ; y á una potencia pertenece el les ó integrales, es simplemente UDO; pues
acto imperado y á otra distinta el man- el todo es ente y sustancia absolutamen-
dato mismo, pues una es la que impera t e hablando, y las partes son entes ó
y otra aquella, á la cual impera ( 2 ) . N o sustancias en el todo. M a s las que son
son pues un mismo acto el imperado y diversas por su sustancia y una por acci-
el imperio. dente , son absolutamente diversas, y
2.° Cualesquiera c o s a s , que pueden solo eventualmente una: así muchos hom-
separarse una de o t r a , son diversas; bres son un solo pueblo y muchas pie-
pues ninguna se separa de sí misma. A dras un solo montón con unidad (colec-
veces el acto imperado se separa del im- tiva) de composición ú orden. A s í tam-
perio, intimándose este, sin ser seguido bién muchos individuos, que constituyen
de aquel. D e consiguiente uno es el acto un género ó una e s p e c i e , son en abso-
de imperar, y otro el acto imperado. luto muchos, y uno bajo cierto concepto;
puesto que ser uno en género ó en espe-
3.° D o s c o s a s , entre las que media
cie es ser uno por racional concepción.
relación de anterior 6 posterior, son di-
P e r o , al modo que en la universalidad de
versas : y , pues que naturalmente el im-
los seres naturales un todo cualquiera se
perio precede á lo imperado, sigúese que
compone de materia y forma, como el
son actos diversos.
hombre de alma y cuerpo, el cual es un
Por el contrario, dice Aristóteles
solo ente natural, aunque con multitud
( T o p . 1. 3 , c . 2 , loe. 2 2 ) que ce donde
de p a r t e s ; así también entre los actos
» u n a cosa es por razón de la otra , allí
humanos el de una potencia inferior se
» h a y sola una». E l acto imperado no es
halla respecto del superior en la relación
sino por el imperio. L u e g o ambos actos
de materia (á forma), en cuanto que la
son u n o mismo.
potencia inferior funciona en virtud del
Conclusión. El imperio y el acto im- movimiento comunicado á ella por otra
perado so7i un solo y mismo acto huma- superior : y así igualmente el acto del
no en el concepto de un todo formado primer ( 3 ) movente viene á ser como
por ellos ; pero son más de uno como par- la forma del acto de la instrumental ( ó
tes de ese todo. ejecutora). P o r donde se ve palmaria-
Responderemos, que no h a y contra- mente que el acto imperativo y el impe-
dicción en que varias cosas sean muchas rado son un solo acto humano; á la mane-
y una bajo diversos aspectos. Bien al ra que cualquier todo es único, aunque
contrario todas las cosas múltiples son múltiple en las partes, que lo consti-
en algún concepto una sola, como dice tuyen.
San Dionisio ( D e div. nom. c. ú l t .
lect. 2 ) . M a s es m u y de notarse la dife- A l argumento 1.° diremos q u e , si las
rencia procedente de que h a y cosas, que diversas potencias no estuviesen relacio-
en absoluto (simpliciter) son muchas y nadas en orden recíproco, los actos de

(1) De manera que siempre hay un acto imperante anterior empero unos y otros, superiores y subditos, un solo linaje
á cualquier uso : lo cual comprueba la generalidad y exacti- humano, como las diversas potencias imperadas ó imperantes
tud de la tesis. pertenecen todas á la misma naturaleza humana, individuali-
(2) La potencia imperante es la voluntad, ó la razón pre- zada en un solo y mismo hombre.
suponiendo la previa intimación de aquella; al paso que las (3) No el primer motor en absoluto ; sino el principal res-
otras potencias inferiores son las que reciben y ejecutan ese pecto de otro, quo mueve á modo de instrumento ó de motor
imperio : á la manera que entre diversos hombres uno es el secundario.
que manda y otro distinto el que obedece, constituyendo
CUESTIÓN X V I I . — ARTÍCULOS IV Y V. 121

las mismas serían diversos en absoluto consiguiente no es imperado el acto de la


(siniplieiter) ; mas, cuando una de ellas voluntad.
está moviendo á la otra, los actos de Por el contrario: todo cuanto está en
ambas son en cierto modo un acto úni- nuestra potestad, sométese á nuestro im-
co ( 1 ) , por cuanto es uno mismo é idén- perio. L o s actos de la voluntad están
tico el acto de la que mueve y de la que más aún que otros en nuestro arbitrio, en
es movida, según Aristóteles ( P h y s . 1. 3 , el hecho mismo de ser voluntarios, que
t. 20 y 2 1 ) . es lo que se entiende por depender de
A l 2.° que lo que se infiere de poderse nuestra potestad. L u e g o los actos de la
separar uno de otro los actos imperante voluntad son imperados por nosotros.
é imperado, es que son más de uno en Conclusión. Todo acto de la voluntad
cuanto á las partes; como pueden dis- puede y debe ser imperado.
gregarse las partes de un hombre, que R e s p o n d e r e m o s , que el imperio no es
sin embargo constituyen un todo único. otra cosa que el acto de' la razón, orde-
A l 3.° que en las cosas, que son mu- nando con cierta moción para hacer algo
chas en cuanto á las partes y una en el (a. 1) : y es evidente que la razón puede
todo, ningún inconveniente ofrece la prio- disponer del acto de la voluntad; toda
ridad de una respecto de otra; como el vez q u e , así como puede decidir que es
alma es bajo algún concepto anterior (ó bueno querer a l g o , puede igualmente or-
más noble) que el cuerpo, y el corazón nar mandando que el hombre lo quiera :
(más interesante) que otros miembros. esto evidencia que el acto de la voluntad
puede ser imperado.
A l argumento 1. diremos, que según
ARTÍCULO V . — E i a c t o de i » voluntad
el mismo S. Agustín (ibid), «cuando el
es Imperado ?
» alma se impera á sí misma perfectamen-
t e que quiera, entonces y a quiere». E l
l.° Parece no ser imperado el acto de que alguna v e z impere y no quiera, pro-
la voluntad ; pues dice S. Agustín (Conf. viene de que no impera perfectamente :
1. 8 , c. 9) : « I m p e r a el ánimo que quie- y este imperio imperfecto consiste en que
»ra el ánimo, y á pesar de eso no lo la razón se halla movida en diversos sen-
» h a c e » . Querer es acto de la voluntad. tidos á imperar ó no imperar, fluctuando
Por consiguiente este no es imperado. entre ambos estremos, y no impera deci-
2.° A aquel compete ser imperado, que didamente.
puede entender el mandato ; mas la v o - A l 2.° q u e , á la manera que cada uno
luntad no puede entenderlo, siendo dife- de los miembros corporales obra, no para
rente del entendimiento, á quien perte- sí s o l o , sino para el cuerpo todo, como el
nece entender. N o es pues imperado el ojo ve para todo el cuerpo ; lo propio s u -
acto de la voluntad. cede á las potencias del alma : el enten-
3.° Si algún acto de la voluntad es im- dimiento entiende para todas ellas, no
perado , por idéntica razón lo serán t o - para sí solo; y la voluntad quiere, no
dos : y, siéndolo, habría de procederse al para ella misma únicamente, y sí para
infinito; puesto que un acto de la voluntad todas. A s í es que el hombre se impera
precede al de la razón imperante (a. 1); á sí mismo el acto de la voluntad, como
y , si este acto de la voluntad es á su que él es quien entiende y quiere.
vez imperado, á ese imperio precederá A l 3.° que, siendo el imperio acto de
asimismo algún acto de la razón, y así la razón, es imperado todo acto, que á
hasta el infinito : l o cual repugna. D e la razón se somete ( 2 ) . Mas el primer

(1) En virtud de la subordinación del uno al otro y como P. 1. C. 82, a. 3 y 4) ¡ sino porque ese acto intelectual orde-
a

constitutivo de uno solo total y completo, que no se concibo nador y directivo de la voluntad á su operación no se requiere
sin ambos, pues mutuamente se completan el uno al otro ; si como indispensable en absoluto para dicho acto primero de la
bien considerados separadamente son dos diversos actos. voluntad, aunque sí como simple aprensión ó percepción del
(2) Y no por consiguiente todos los actos en absoluto y sin objeto sin la deliberación y fallo determinantes de la elección
cscepcion ; pues el primer acto do la voluntad , la simple vo- y del imperio propiamente dicho ; como se comprende sin di-
lición, es de suyo y en sí mismo independiente de la razón, ficultad por la consideración de los actos instintivos ó espon-
como á continuación se dice bien terminantemente : y no táneos, llamados también primo-primos por los teólogos, y más
porquo preceda á eso primer acto de la voluntad intervención aún por la de las primeras mociones ó impulsos de la volun-
alguna de la razón (pues deja consignado lo contrario en la tad pov la acción soberana y benéfica do Dios*
122 CUESTIÓN Vil. — ARTÍCULOS V, Vi Y Vil.

acto de la voluntad no depende del man- dos modos : uno en cuanto al ejercicio
dato de la razón, sino del instinto natu- del a c t o , y así siempre puede ser impe-
ral , ó de otra causa superior, según lo rado, como lo es cuando á uno se le in-
dicho (C. 9 , a. 4 ) ) : no hay pues tal pro- tima que atienda ó que use de su razón ;
cedimiento interminable al infinito. otro en orden al o b j e t o , y en este con-
cepto surgen dos actos de la razón : el 1,°,
ARTÍCULO V I . — E S imperado c i acto por el cual aprende la verdad acerca de
de l a razón? (1) algún objeto, y esto no está en nuestro
arbitrio, pues depende d é l a intervención
1.° Parece no puede ser imperado un de alguna luz natural ó sobrenatural ; y
acto de la razón ; porque hay algo de por lo mismo no puede ser imperado ; e l
contradictorio en que uno se mande á sí segundo, por el que asiente la razón á
propio, y la razón es quien impera (a. 1): aquello que aprende ó concibe; p u e s , si
por lo tanto sus actos no son imperados. esto es t a l , que el entendimiento natu-
2.° L o que es por esencia, es diverso ralmente le da su asentimiento cual su-
de lo que es por participación. L a poten- cede con los primeros principios, en este
cia , cuyo acto es imperado por la razón, caso el asenso ó disenso ( 3 ) no está en
es «razón por participación» ( E t h . 1. 1, nuestro arbitrio, y sí en el orden de la
c. 1 3 ) . L u e g o no es imperado el acto de naturaleza; por cuya razón, hablando
aquella potencia, que es « l a razón por su con propiedad, depende del imperio de la
» esencia». naturaleza misma (4). M a s otros objetos
3.° E s imperado aquel a c t o , que está se aprenden de tal manera, que no con-
en nuestro arbitrio. Pero el conocer y vencen al entendimiento hasta el punto
juzgar lo verdadero, que es acto de la ra- de no poder menos de asentir ó disentir,
zón , no siempre está en nuestra potestad; ó al menos suspender el asenso ó disenso
y por consiguiente no puede ser imperado por alguna causa ; y entonces el asenso ó
un acto de la razón. el disenso está en nuestro arbitrio, y puede
Por e l contrario : lo que hacemos con ser objeto de imperio ( 5 ) .
libre albedrío, puede hacerse á nuestro A l argumento 1.° diremos, que la ra-
imperio; y los actos de la razoa se eje- zón se impera á sí misma, del propio modo
cutan mediante el libre albedrío, pues que la voluntad se mueve á sí misma
dice S. J u a n Damasceno (Orth. fid. 1. 2 , (C. 9 , a. 3 ) , actuando una ú otra poten-
c. 2 2 ) que «por el libre albedrío el hom- cia-sobre su acto (respectivo) y dirigién-
»bre indaga, y esplora, y j u z g a , y dis- dose de uno al otro.
» p o n e ». Según esto los actos de la ra- A l 2.° q u e , dada la diversidad de o b -
zón pueden ser imperados. j e t o s , que se someten al acto de la ra-
Conclusión. Los actos de la razón zón ( 6 ) , nada se opone á que esta se
pueden ser imperados, y lo son en cuanto participe á sí misma; así como en el cono-
á la ejecución ; aunque no siempre en su cimiento de las conclusiones va entra-
especificación, cuando versan sobre al- ñado el de los principios.
guna verdad contingente. A l 3.° que su solución es y a obvia por
Besponderómos q u e , por cuanto la ra- lo dicho.
zón se reflecta sobre sí misma, así como
ordena respecto de los actos de otras p o - ARTÍCULO VII.—EI acto del apetito
tencias, puede igualmente disponer de su sensitivo e s Imperado (7) ?
propio acto ( 2 ) ; el cual por lo mismo
puede ser imperado. E s de advertir que Parece que no es imperado el acto
un acto de razón puede considerarse de del apetito sensitivo : porque dice San
{lj Pueden serlo ó no según la distinción espuesta en la (5) Tal es el acto de fe ó de creer alguna verdad revelada,
Conclusión. cuyo mérito radica precisamente en esa libre potestad de im-
(2)Su ejecución ú omisión y el modo de efectuarlo. perarlo ó no, y en su consecuencia asentir y aceptarla ó di-
(3) Es una consecuencia forzosa é ineluctable de la plena sentir de ella negándola ó no reconociéndola como tal verdad
convicción debida á la evidencia axiomática de los principios inspirada por Dios.
6 á la eficacia inductiva de la demostración. V. 2."-2.<< C. 2,
!
(6) Acluiralionis. Wicolai propone aclu rattoni (á la razón eh
a. 7, al 2.°. acto ó de hecho) : no vemos justificada tal sustitución.
(4) Y no de la voluntad ni aun de la raion misma, no po- (7) ¿Qué se entiende por «cío iel apetito sensitivo? Apetito
diendo por lo tanto ser imperados. sensitivo 6 potencia apetitiva, no se llama aquí ese apetito
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS VII. №
P a b l o ( R o m . 7 , 1 9 ) : L o bueno, que la razón ; y aun alguna vez se ejecutan s

quiero, esto no lo hago; y la Glosa ( S a n contr arlándolo.


Agustín. 1. 3 contr. Jul. c. 26) lo espli­ Responderemos, que un acto cualquiera
ca, diciendo que « el hombre quiere no se somete á nuestro imperio, en cuanto
» apasionarse (concupiscere) y sin em­ está bajo nuestro dominio, según lo dicho
» bargo se apasiona». E l apasionarse (1) (a. 6). Y así, para entender cómo un acto
es acto del apetito sensitivo : luego este del apetito sensitivo depende de nuestro
apetito no está subyugado á nuestro im­ imperio; es preciso examinar, hasta qué
perio. punto está en nuestro arbitrio. D e b e sa­
2.° L a materia corpórea solo á Dios berse empero que el apetito sensitivo se
obedece en cuanto á su transmutación for­ diferencia del intelectivo, que es lo que
mal, según se ha probado ( P . 1. , C. 105, a llamamos voluntad, en que el sensitivo es
a. 1 ; y C. 110, a. 2); y en el acto del cierta virtud de órgano corporal, y no es
apetito sensitivo hay cierto cambio for­ voluntad; y todo acto de una potencia en
mal del cuerpo, como (2) de calor ó de su uso de un órgano corpóreo depende, no
frió : por consiguiente no depende del hu­ solo de esa potencia del alma, sí también
mano imperio el acto del apetito sensitivo. de la disposición del tal órgano: como la
3.° E l verdadero móvil del apetito sen­ visión de la potencia visiva y de la ap­
sitivo es lo aprendido por los sentidos ó titud del ojo, por la que aquella es auxi­
por la imaginación ; y no siempre pende liada ó entorpecida. E s decir que el acto
de nuestro arbitrio el que percibamos algo del apetito sensitivo depende de la poten­
por los sentidos ó nos lo imaginemos, ni cia apetitiva y de la disposición del cuer­
por consiguiente cae bajo nuestro domi­ po. L o que hay en esto de parte de la p o ­
nio el acto del apetito sensitivo. tencia del alma, sigue á la aprensión; y la
Por el contrario, dice San Gregorio aprensión de la imaginación, por ser par­
Niseuo (ó N e m e s . D e nat. hom. c. 16) ticular, como lo e s , se regula por la apren­
que « l o que obedece á la razón, puede sión de la razón, que es universal; como
» ser desiderativo ó irascitivo »; cosas am­ la fuerza activa particular por la univer­
bas pertenecientes al apetito sensitivo: sal : por consiguiente por esta parte el
este por lo tanto está subordinado al im­ acto del apetito sensitivo se subordina al
perio de la razón. imperio de la razón. Mas no así la cuali­
Conclusión. [1] L os actos del apetito dad y disposición (3) del cuerpo; y en
sensitivo, considerados bajo el punto de su consecuencia por este lado puede resul­
vista de la potestad de la razón, dependen tar obstáculo á la completa sumisión del
de su imperio. [2] No así por parte de la apetito sensitivo en su moción al imperio
disposición del cuerpo, en cuyo concepto de la razón. A veces también sobreviene
no están del todo sometidos al imperio de á la moción del apetito sensitivo una

innato, que no es potencia, y sí solo una inclinación, propen­ lugar los actos del apetito sensitivo : y, como este tiene dos par­
sión ó exigencia, que se encuentra en todos los seres perfec­ tes ó propiedades, que se dicen concupiscible é irascible, según
tibles, los cuales, al carecer de su perfección natural, se ha­ que prosigue el bien ó rehuye el mal sensible, siendo diver­
llan en estado violento, hasta que la consiguen; como el rio y sos sus actos consiguientes; de aquí el atribuir á aquel seis
la piedra se encuentran, cuando aquel es impedido en su actos, que son amor, odio, deseo, fuga, gozo y tristeza; y á este
curso al mar, y esta el que vaya á su centro. De este apetito, la esperanza, la desesperación, la audacia, el temor y la ira.
que se identifica con las mismas cosas, aquí no se trata ; sino M. C. G.
del apetito existente en nosotros necesariamente como poten­ (1) Dejarse llevar ó dominar de la concupiscencia, ó bien,
cia interna material; puesto que, pudiendo conocer lo que nos desear con ardor vehemente é inmoderado. No hallamos ver­
es provechoso ó nocivo, por necesidad debemos tener una po­ sión más exacta y precisa del concupiscere latino en nuestro
tencia, que se dirija á lo conveniente, y evite lo que daña. idioma que la de apasionarse, que usamos en el testo.
Habiendo en el hombre dos maneras de conocer, una como (2) Scüicet con el códice de Alcañiz y la edición de Pádua
en los brutos, y otra como en los ángeles ; por precisión de­ de 1(198 con casi todas f mas la de 1712 pone secundum y la si­
bían en él resultar dos apetitos, correspondientes á este do­ guen G arcía y Kicolat. El cuerpo se enardece ó acalora en
ble conocimiento. Y de aquí el apetito intelectivo ó voluntad, proporción de la intensidad del apetito sensitivo, y esta in­
propio d la razón, y el apetito sensitivo, de especio material. mutación de calor ó frió es la que en el testo se designa harto
De este es pues del que aquí se trata, y se defino : « la po­ claramente, cualquiera que se prefiera ó adopte de las dos
» tencia interna material, que ama el bien sensible, conocido palabras.
» como tal por el sentido común, y rehuye de igual modo el (á) Entiéndase natural é interna, como la de salud ó enfer­
» mal, que repugna á la ­naturaleza sensible, percibido de la medad, vigor ó debilidad, complexión, temperamento, idio­
» manera misma ». Los místicos suelen llamarla también parte sincrasia, etc.; pues la accidental y esterna, por ejemplo, la'
inferior de la voluntad, apetito brutal, apetito irracional, etc. Ahora posición recta ó curva, depende indudablemente del arbitrio
bien: cuando esta potencia obra con el objeto de dirigirse á lo ó imperio de la voluntad y la razón. Nicolai.
que le conviene, y de huir do lo que le daña; entonces tienen
124 CUESTIÓN XVÍI. — ARTÍCULOS VII Y VIII.

instantánea escitacion, producida por la no se somete al imperio de la razón apor-


aprensión de la imaginación ó de algún que ó procede de la naturaleza, ó de al-
sentido; y entonces aquel movimiento se guna otra emoción anterior, que no puede
sustraerá al imperio de la razón, por más disiparse instantáneamente. Mas la con-
que habría esta podido evitar semejante secuente sigue el imperio de la razón, si-
emancipación, á haberla previsto ( 1 ) . guiendo el movimiento local del corazón,
H é aquí porqué dice Aristóteles ( P o l i t . el cual se conmueve diversamente según
1. 1, c. 3) que « l a razón preside á lo iras- los diversos actos del apetito sensitivo (6).
» cible y lo concupiscible, no con una A l 3.° que, como para la percepción del
» dominación despótica, propia del señor sentido se requiere objeto esterior sensi-
» respecto de su esclavo, sino con cierto ble, no está en nuestro dominio aprender
» principado político y como r e g i o , cual cosa alguna por el sentido, sino en presen-
» se ejerce sobre los hijos, que no están cia de lo sensible; lo cual no siempre está
» totalmente subyugados al imperio ( 2 ) » . á nuestra disposición, toda vez que el hom-
A l argumento 1.° diremos, que eso de bre puede hacer uso de sus sentidos, cuan-
que el hombre quiere no apasionarse, y do así lo quiere, siempre que no tenga im-
no obstante se deja arrebatar de la pa- pedimento por parte del órgano (respec-
sión ( 3 ) , proviene de la disposición del tivo). P e r o la aprensión de la imagina-
cuerpo, que impide que el apetito sensi- ción sométese á las órdenes de la razón
tivo siga en totalidad el imperio de la ra- según la actitud de vigor ó debilidad de
zón. Conforme á esto añade allí mismo la potencia imaginativa; puesto que el no
el Apóstol (v. 2 3 ) : veo otra ley (4) en poder el hombre imaginar lo que la razón
mis miembros, que contradice á la ley de observa ó examina, proviene ó de que el
mi voluntad. Y esto acontece también á objeto no es imaginable, cual es lo incor-
causa del (supuesto) imprevisto (5) mo- póreo, ó de la debilidad de la potencia
vimiento de la concupicencia, mencionado imaginativa, debida á alguna indisposi-
en el cuerpo de este mismo artículo. ción del órgano (7).
A l 2.° que la cualidad corporal se halla
en dos distintas relaciones con el acto del ARTÍCULO V I I I . — s o n imperados ios
apetito sensitivo : y a como precedente, actos del espíritu vital (animee eegetabilisJ?
según cierta predisposición del cuerpo á
esta ó aquella pasión ; ya como conse- l.° Parece que los actos del espíritu
cuente, cual sucede al que á impulso de vital están sometidos al imperio de la ra-
la ira se enardece. L a actitud precedente zón ; pues lo están las fuerzas del alma
(1) Que no siempre está al alcance de la humana previsión, palabra por el mismo Doctor Angélico y según espone y ad-
y por lo mismo la imprevisión natural lleva á veces consigo vierte el P. Nicolai.
la absoluta irresponsabilidad de tales actos. (5) Subltum;y nosubdilum, como equivocadamente pone la
(2) En la Teología mística se distinguen también dos cla- edición áurea, de donde sin duda lo ha tomado (acaso incons-
ses de sujeción: una despótica y servil; otra civil y política. cientemente) la de Drioux, únicas en que apareco intrusa lad,
Para conocer la oportunidad, con que el A. Doctor trae á esto que no parece tener razón de ser.
lugar la autoridad de Aristóteles, basta recordar que según (0) Según Aristóteles (Lib. 3, de parlíb. anim.) el apetito
la doctrina católica, cuando por el primer pecado la razón se sensitivo tiene su domicilio en el corazón, lo cual consta
rebeló contra Dios, sucedió también que las pasiones se rebe- también por esperiencia ; pues sucede que, cuando se ama una
laron contra la misma razón. Habiendo pues sacudido así cosa con desordenada pasión, se siente en esa viscera un mo-
el apetito inferior ó sensitivo el yugo de la esclavitud, que te- vimiento y un ardor material inesplicablc. De igual manera,
nia impuesto por el superior; ya no era fácil dominar aquel cuando nos sentimos afectados de temor ó de tristeza, parece
sino por medio del arte y de la industria. De aquí que la su- que esa misma nobilísima parte del cuerpo palpita, so angus-
jeción servil del apetito irracional debiera tomarse en política, tia y padece. Por tanto, siendo ciertísimo que allí, en donde
y que el imperio á la vez de la razón sobre él debe ser polí- existen las operaciones y se hallan los actos, necesariamente
t i c o — M. C. G. se ha de encontrar la potencia que los produce ; se sigue quo
(3) Véase la n o t a l , pág. 123. el apetito sensitivo mora en el corazón como en su propia
(4) Lo que Santo Tomás y con él todos los teólogos llaman casa "M. C. G.
¡ornes (estímulo, concupiscencia, tendencia al mal) y que el (7) Dos cosas hay aquí que notar : 1. quo la imaginación
a

Apóstol denomina ley por sus analogías con esta en cuanto se sujeta á la razón, no en todas las cosas, sino en las quo
á la influencia de su acción dominadora y que so impone para proceden de la misma razón absolula, porque es propio do di-
el mal, como la ley impele al bien, y por sus consiguientes cha imaginación formar fantasmas ad nutum rulionis; 2. que
a

efectos Contrarios también á los de la ley ; y ademas , porque el imaginar ó no, esto ó aquello, so dice estar sujeto al en-
á consecuencia del pecado se impuso al hombre, á la manera tendimiento, en cuanto depende de parte del alma; pues su-
que el vencedor manda y subyuga al vencido, disponiendo cede muchas veces que sin imperio de nadie se tienen ima-
también Dios mismo por su parte como una ley ya natural la ginaciones violentas, causadas por un movimiento primo y re-
Insubordinación do las potencias inferiores á la razón en cas- pentino, ó por ciertas y particulares disposiciones del cuerpo.
tigo de la inobediencia del hombro á la primitiva intima- M. C, G.
ción ó ley de su divina voluntad. Tal es la esplicacion de esa
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULOS VIII Y IX. 125

sensitiva, más nobles que las de la vital » actos de la vida vegetativa no caen bajo
y con más razón estas deberán estarlo. » el imperio de la razón » (1).
2.° E l hombre suele llamarse mundo A l argumento 1.° diremos, que cuanto
menor, porque su alma está en el cuerpo, un acto es más inmaterial, tanto es más
á la manera que Dios en el mundo. D i o s noble y más subordinado al imperio de la
está en el mundo de tal m o d o , que cuanto razón (2). A s í que del hecho mismo, de
hay en el hombre obedece á su imperio. que las fuerzas del espíritu vital no obe-
A s í también pues todo, cuanto en el hom- decen á la razón, se infiere que son ínfimas.
bre existe, obedece al imperio de la ra- A l 2.° que la analogía es admisible
z ó n , inclusas las fuerzas de su espíritu hasta cierto punto, en cuanto el alma
vital. mueve el cuerpo, así como Dios mueve el
3.° N o han lugar el elogio y la censura mundo; más no en todo, pues no ha creado
sino en los actos sometidos al imperio de el alma al cuerpo de la n a d a , como Dios
la razón; y á los de las potencias nutri- creó el m u n d o , por cuya razón está todo
tiva y generativa suelen adjudicarse ala- y del todo sumiso á su imperio.
banza y vituperio, virtud y vicio, como A l 3.° que la virtud y el vicio, el aplauso
es fácil observar en la gula y lujuria y y reprobación no se deben á los actos mis-
sus virtudes opuestas. L u e g o los actos de mos de la potencia nutritiva ó generativa,
estas potencias dependen del imperio de cuales son la digestión y la formación del
la razón. cuerpo humano; sino á los de la parte sen-
Por el contrario, dice San Gregorio sitiva ordenados á aquellos, como e l afán
Niseno ( ó N e m e s . D e nat. hom. c. 22) del deleite en el uso de los manjares y de
que « l o que no es persuadido por la ra- la sensualidad venérea, y en razón del
» zon, es lo nutritivo y generativo ». recto ó siniestro uso, que se haga.
Conclusión. Los actos del ánima vital
de ningún modo están subordinados á la ARTÍCULO I X . — S o n imperados los ac-
razón. tos de los miembros esteraos ? (3)
Responderemos, que hay actos, que
proceden del apetito natural, y otros del 1.° Parece que los miembros del cuerpo
animal ó del intelectual; pues todo agente no obedecen en sus actos á la razón; por-
desea el fin de algún modo. M a s el ape- que es indudable que los miembros cor-
tito natural no va precedido de aprensión porales distan más de la razón que las
alguna, pero sí el animal é intelectivo; y fuerzas vitales del alma : y , puesto que
la razón impera con el carácter de poten- estas no obedecen á la razón, según que-
cia aprensiva : por lo cual los actos pro- da demostrado (a. 8 ) , mucho menos los
cedentes del apetito intelectivo ó animal miembros del cuerpo.
pueden ser imperados por la razón; no 2.° E l corazón es el principio del mo-
así los que radican en el apetito natural, y vimiento animal; y el movimiento del co-
que son propios del alma vegetativa. Con- razón no depende del imperio de la razón,
forme á esto dice San Gregorio Niseno pues dice San Gregorio Niseno ( ó N e m e -
(ibid.) que « se llama natural lo genera- sio, D e nat. hom. c. 22) que « l o pulsa-
» t i v o y nutritivo ; y por eso mismo los » t i v o no es persuasible por la razón».

(1) Doctrina incuestionable aún bajo el simple aspecto fisio- noble, cuanto es más propio de la razón, y más apto Ipara se-
lógico, toda vez que es bien notoria la continuación (aunque guir á esta en sus preceptos; y, sise trata de la de proporción, el
no con la misma intensidad) de las funciones nutritivas ó vi- bien propio, al cual las cosas se ordenan en la esfera de la obe-
tales, digestión, circulación y respiración, durante el sueño ; diencia, cuanto más es conforme á la razón, tanto más se so-
en.cuyo estado la razón y en general todas las potencias su- mete á su imperto. Es constante que el apetito sensitivo y el
periores á las vegetativas ó vítalos cesan completamente de cuerpo fueron creados para obedecer á la'razon ; pero, mien-
funcionar. tras aquel tiene sus bienes propios á que inclinarse, y que
(2) Esto no se comprendo bien : pues, si fuese cierto que muchas veces después del pecado original son contrarios á
cuanto un acto es más inmaterial, tanto es más noble y más la razón ; este, teniendo también sus bienes propios, no tiene
subordinado á la razón, entonces no se vería por esperiencia inclinación á ellos en oposición á la.razon, ántesal contrario ;
que los miembros del cuerpo obedecen mejor á la razón que pues es tal su constitución, que lo tornan completamente há-
las pasiones del apetito sensitivo ; habiéndose dicho también bil y dispuesto, para ejercer sus movimientos según el dicta-
que la razón preside á este apetito, no totalmente, y sí al men de la razón misma. Hay por tanto en este más proximi-
cuerpo. Mas este punto queda inteligible y claro desde el mo- dad de proporción. — M. C. G.
mento, en que se fija la atención en que la obediencia tiene su (3j Punto asimismo perfectamente obvio y claro según la
orígon en la aproximación. Mas esta puede ser de semejanza y observación consignada en la nota 1, y que esclarece no poco
(le imperara. Respecto á la de semejanza, tanto un acto es más la doctrina sentada en esta Conclusión.¿
126 CUESTIÓN XVII. — ARTICULO IX.

L u e g o el movimiento de los miembros tos corporales es conforme á la natura-


corporales no está sometido al imperio de l e z a , y arranca del movimiento del cora-
la razón. zón ; el cual por lo mismo es según la na-
3.° San Agustín dice ( D e civ. D e i , 1. turaleza, y no según la voluntad. E s por
1 4 , c. 16) que « e l movimiento de los ór- consiguiente, y como accidente de suyo,
» ganos genitales se muestra á veces im- resultado de la vida, que consiste en la
» portuno aun sin objeto presente» ( 1 ) unión del cuerpo y del alma; así como
(que los escite), « y otras defrauda al áni- el movimiento de los cuerpos graves ó li-
» mo sobreescitado y fogoso por la con- jeros es consecuencia de su respectiva
» cupiscencia con la languidez en el cuer- forma sustancial. D e aquí viene el de-
» po ». E s pues notorio que los movimien- cirse que son movidos por su autor ó g e -
tos de los miembros no obedecen á la nerador, según Aristóteles ( P h y s . 1. 8,
razón. t. 29 y s i g . ) ; y por la misma razón se
Por el contrario, dice San Agustín llama vital ese movimiento. Concuerda
(Conf. 1. 8 , c. 9) : « Impera el ánimo que con esto lo que dice San Gregorio N i -
» l a mano se m u e v a , y es tanta su docili- seno (ibid.) que, «así como lo generativo
» d a d , que apenas se distingue del ser- » y nutritivo no obedece á la razón, así
» vicio el imperio». » tampoco lo pulsativo, que es lo vital»:
Conclusión. Los movimientos de los y llama pulsativo al movimiento del co-
miembros, producidos por las potencias razón, que se manifiesta por las pulsa-
sensitivas se someten al imperio de la ra- ciones de las venas.
zón; mas no los ejercidos por las fuerzas A l 3.° q u e , según dice San Agustín
naturales. (ibid.), el que los movimientos de los
R e s p o n d e r e m o s , que los miembros del miembros genitales no obedezcan á la ra-
cuerpo son órganos ó como instrumentos zón es una pena del pecado, por la que
de las potencias del alma : de donde se el alma esperimenta el castigo de su in-
sigue q u e , en cuanto á obedecer á la ra- obediencia á Dios principalmente en aque-
zón, las potencias del alma y los órganos llos miembros, mediante los cuales se
corpóreos se hallan en idéntica actitud: transmite á la posteridad el pecado ori-
mas, como las potencias sensitivas están ginal. Mas, como por el pecado de nuestro
sometidas al imperio de la razón, y no lo primer padre la naturaleza quedó aban-
están las fuerzas naturales; de aquí que donada á sí misma, según diremos ( C . 8 5 ,
los movimientos de los miembros á im- a. 1 y 3 ) , retirado el don sobrenatural,
pulso de las potencias sensitivas obede- que Dios habia otorgado al hombre; ahí
cen al imperio ; al paso que no caen bajo debe estudiarse la razón natural, por qué
este los que proceden de las fuerzas na- no obedece á la razón especialmente el
turales. movimiento de esos miembros. Aristóte-
A l argumento 1.° diremos, que los les en su libro sobre las causas del movi-
miembros no se mueven así mismos, sino miento de los animales ( D e communi ani-
que son movidos por las potencias del al- malium motione, c. 11) asigna por causa
m a , de las que algunas están más próxi- que los movimientos del corazón y del
mas á la razón que las fuerzas de la vida miembro pudendo son involuntarios, por-
vegetal. que su conmoción proviene de alguna
aprensión, en cuanto el entendimiento y
A l 2.° que entre las cosas, que perte-
la fantasía representan algunas imágenes,
necen á la inteligencia y voluntad, lo pri-
que concitan las pasiones del alma, de las
mero es lo que radica en su naturaleza
cuales proviene la escitacion de esos miem-
misma, y de ello se derivan todas las de-
bros ; no en conformidad con la intima-
mas ; á la manera que del conocimiento
ción de la razón ó entendimiento, pues
de los principios naturalmente evidentes
para ese movimiento de los tales miem-
dimana el de las conclusiones, y de la
bros se requiere cierta natural alteración
voluntad del fin naturalmente deseado la
de ardor ó languidez, y esta alteración
elección de los medios á él concernientes.
no depende del imperio de la razón. E s t o
Asimismo el principio en los movimien-
sucede con especialidad en los dos men-
(1) Algunos leen paséente (estimulante) por prcesenle: por cionados miembros, porque cada uno de
eso añadimos que los escite.
CUESTIÓN XVII. — ARTÍCULO IX. 12*7

ellos es como un animal aparte, en cuanto g r o ; y así tienen ambos naturalmente sus
es principio de vida ( 1 ) , y el principio respectivos movimientos propios, por
es en su virtualidad un t o d o : el corazón cuanto los principios deben necesaria-
es el principio de los sentidos, y del mente ser naturales, según queda dicho
miembro generador sale la virtud semi- (al 2.°)
nal, que virtualmente es el animal ínte-

CUESTIÓN XYIII.

De la bondad y malicia (2) de los actos humanos en general o;.

Trataremos á continuación de la bondad y malicia de los actos h u m a n o s ; examinando en primer


lugar cómo es b u e n a ó mala u n a acción h u m a n a , y en segundo las consecuencias de esa,bondad
ó malicia, cuales son el mérito (ó demérito), el pecado y la culpa. Acerca del primer punto se ofre-
cen tres consideraciones: 1. de la bondad y malicia de los actos h u m a n o s en g e n e r a l ; 2. de la bon-
a a

dad y malicia de ios actos i n t e r n o s ; 3. de la bondad y malicia de las acciones esternas. A la 1. con-
a a

sagramos los once artículos siguientes: 1.° Es b u e n a toda acción , ó h a y alguna mala?—2." La b o n -
dad ó malicia de u n a acción radica en el objeto?—3.° Proviene de las circunstancias? —4.° Acaso del
fin ? —6.° La especie de acto bueno ó malo se toma del fin?—1." Esa especie basada en el fin se incluye
en la especie procedente del objeto , como en su género, ó viceversa? — 8.° Hay algún acto indife-
rente según su especie?— 9.° Es indiferente algún acto según el individuo? — 10. Alguna circunstan-
cia constituye al acto moral en especie de bueno ó malo?—11- Toda circunstancia agravante de la
bondad ó malicia constituye al acto moral en especie de bueno ó malo ?

ARTÍCULO I . — E s b u e n a toda acción hu- guiente toda acción es buena, y ninguna


m a n a , ó hay a l g u n a m a l a ? (4) mala.
3.° L o malo no puede ser c a u s a , sino
1.° Parece que todas las acciones del eventualmente (per accidens), según de-
hombre son b u e n a s , y ninguna mala ; muestra San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 ,
pues dice San Dionisio ( D e div. nom. p. 4 , lect. 2 3 ) ; y toda acción necesaria-
c. 4 , p . 4 , lect. 2 2 ) que « l o malo no mente produce algún efecto: por lo tanto
» obra sino en virtud, de lo bueno s>, y ninguna es mala; y todas son buenas.
por virtud de lo bueno nada se hace Por el contrario, dice el Señor (Joann.
malo. L u e g o ninguna acción es mala. 3 , 2 0 ) : Todo el que obra mal, aborrece
2.° N a d a obra, sino en cuanto es en la luz.
acto ( 5 ) ; y ninguna cosa es mala bajo Conclusión. En tanto es buena una
el solo concepto de ser en a c t o , sino en acción, en cuanto tiene algo de ser; y le
c u a n t o , estando en potencia, no pasa á falta-de bondad lo que le falta de la ple-
ser en a c t o ; pues la potencia, perfeccio- nitud del ser, que la compete, siendo
nada por el a c t o , es como llega á ser cosa mala en razón de esa deficiencia.
buena (Metaph. 1. 9 , t. 19 y 2 0 ) : y así R e s p o n d e r e m o s , que es preciso hablar
nada h a y que obre como malo, y sí solo de bondad y malicia en las acciones en
por lo que tiene de bueno : y por consi- el mismo sentido y forma, que de lo bue-

(1) Individual ó de la especie respectivamente. luntario y libre, dice orden y relación con las leyes morales.
(2) O en general de la moralidad, ó sea, de la responsabili- M. C. G.
dad y consiguiente mérito ó demérito de las acciones volun- (4) Los luteranos y calvinistas con algunos otros secuaces
tarias del hombre. de los patriarcas de la reforma protestante han enseñado que
(3) Recuérdese la diferencia, que media entre lo que se R todas las obras aun de los justos son malas y aun pecados
llama acto humano y lo que se dice acto moral. El 1.° solo suena » mortales » á causa de la raíz infecta del pecado original:
procedencia de la voluntad libre ó racional; mas el 2." signi- error pestilentísimo, condenado como herético por el Concilio
fica conformidad ó no conformidad con las reglas de las cos- Tridentino (scs. 6, c. 7).
tumbres. En donde so ve quo la moralidad, ademas de lo vo- (5) Según el axioma filosófico : operalio scquUur csse.
128 CUESTIÓN XVIII. -— ARTÍCULOS I Y II.

no y lo malo en los seres; por cuanto cada sería ente, ni podría obrar; y , si nada
cosa produce tal acción, cual ella es. (bueno) faltase, no sería malo. A s í aun
Ahora bien : una cosa cualquiera tiene la acción producida es cierto bien defi-
de buena t a n t o , cuanto tiene de s e r ; ciente, toda vez que es bueno en algo,
toda vez que el bien y el ente se recipro- .aunque malo en absoluto.
can (convertuntur) ( 1 ) , según queda A l 2.° que nada se opone á que algo
esplicado ( P . l . C . 5, a. 3 ) . Solo Dios tie-
a
sea en acto bajo un concepto, careciendo
ne toda la plenitud de su ser, como algo de acto bajo otro aspecto, y dando así
único y simple ; al paso que cada una de origen á una acción deficiente (ó defec-
las cosas tiene su (peculiar) plenitud del tuosa) : á la manera que un hombre ac-
ser, que respectivamente les conviene se- tualmente ciego tiene la facultad de an-
gún su diversidad. A s í es que algunas dar, por la que puede ir y venir; al mismo
tienen ser en a l g o , faltando por otra par- tiempo que, por carecer de vista, que di-
te en ellas algo de la plenitud del ser, rija sus pasos, anda defectuosamente, va-
que les es propia : como para la plenitud cilando y con cierta inseguridad (cespi-
del ser humano se requiere que esté com- tando).
puesto de alma y cuerpo, dotado de t o - A l 3.° que la acción mala puede tener
das las potencias é instrumentos de cono- algún efecto por sí misma, en razón de lo
cimiento y de acción ( 2 ) ; y cualquiera que haya en ella de bondad y entidad ;
de esos elementos que le falte, basta para como el adulterio es causa de una gene-
que no tenga toda la plenitud de su pro- ración humana, por el efectivo cruza-
pio ser. S e g ú n esto tiene de bueno, cuanto miento de los dos s e x o s , aunque no por
tiene de s e r ; y tanto le falta para ser la falta de conformidad con el orden de
bueno, ó en tanto es y se dice malo, en la razón.
cuanto carece de lo necesario á la pleni-
tud de su ser : el c i e g o , por ejemplo,
ARTÍCULO I I . —1<«» «ccion dci hombro
tiene de bueno el vivir; y de malo el no
t i e n e s u bondad ó malicia de parte del objeto?
ver. E m p e r o , si nada tuviese de entidad
ó bondad, no podría decirse bueno ni
l.° Parece que la bondad ó malicia de
malo : y , siendo de esencia de lo bueno
la acción no proviene del objeto : porque
la plenitud misma del ser, dado que una
cosa carezca de algo de lo que es debido el objeto de toda acción es un cosa; y «en
á la plenitud de su ser, no se dirá sim- »las cosas no está lo m a l o , sino en el
ple ó absolutamente b u e n a , y sí solo »uso (4) de los que pecan » , como dice
parcialmente, por lo que tiene de ente ; si San Agustín ( D e doctr. christ. 1. 3 , c. 12).
bien podrá decirse ente en absoluto (sim- L u e g o la bondad ó malicia de la acción
pliciter) y no ente (secundum quid) en no procede del objeto.
algún concepto, según lo dicho ( P . 1." C. 2.° E l objeto respecto de la acción
5 , a. 1 , al 1.°). D e este modo pues se ha viene á ser como su materia, y la bon-
de entender y decir que toda acción tiene dad de una cosa no es debida a la mate-
tanto de buena, cuanto tiene de ser ; y de ria ; sí más bien á la forma, que es acto :
mala ó de no buena, cuanto le falta de por consiguiente lo bueno y lo malo en
la plenitud del ser, que le es debido los actos no proviene del objeto.
como acción humana, y por consiguiente 3.° E l objeto de una potencia activa
de su bondad propia : tal sería el defecto está con la acción en relación análoga á
de determinada cantidad, ó localidad, ú la del efecto con su causa. L a bondad de
otra propiedad cualquiera, esencial á su la causa no depende del efecto. L a acción
razón de ser (3). humana no deriva pues del objeto su bon-
dad ó malicia.
A l argumento 1.° diremos, que lo malo Por el contrario, léese ( O s . 9 , 10) :
obra en virtud de lo bueno, que le falta: Se hicieron abominables, como aquellas
porque, si nada hubiese allí de bueno, ni cosas que amaron. E l hombre se hace

(1) V. la nota 2, pág. 47, T. 1.° (3) Consúltese la C. 48, a. 1 de la 1. P. y su nota 2, pá-
a

(2) Conocimiento respecto de las intelectivas y sensitivas ó gina 107 del T.


perceptivas ; movimiento por lo que atañe á las apetitivas y (4) Uso vicioso ó pecaminoso, mal uso ó abuso, Ubidincm
motrices, que ó imperan ó ejecutan. utenlis(liviandad del que así usa), que llama Santo Tomás.
CUESTIÓN X V I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 129

abominable á Dios por la malicia de su acción humana lo es de potencia activa;


operación. E s t a por consiguiente radica pues la potencia apetitiva tiene algo de
en los objetos malos, que el hombre ama; pasiva, en cuanto es movida por l o ape-
y lo propio debebe decirse de la bondad tecible ; sin que por eso deje de ser prin-
de la acción. cipio de actos humanos : ni tampoco siem-
Conclusión. Lo bueno 6 malo de las pre los objetos de potencias activas son
acciones humanas proviene ante todo del verdaderos efectos, sí solo cuando han
objeto, y se llama bondad o malicia en sido y a transformados (3) : como el ali-
general ó en su género. mento modificado por la fuerza nutritiva
Responderemos q u e , según queda e s - es efecto de e s t a ; al paso que el no trans-
puesto (a. 1 ) , lo bueno ó lo malo de una formado aún es con respecto á ella como
acción, así como de las demás c o s a s , se la materia , sobre que dicha potencia ac-
toma de la plenitud ó defecto de.su s e r ; túa. M a s del hecho mismo, de ser el ob-
,y lo primero esencial á la plenitud del jeto en algún modo efecto de una poten-
ser es lo que da á la cosa su especie. P e r o , cia activa, se infiere que es el término de
así como una cosa natural toma especie su acción, y en consecuencia que da á
de su forma, del mismo modo la toma una esta forma y especie ; toda vez que la es-
acción de su objeto, como el movimiento pecie del movimiento procede de s u tér-
de su término. P o r lo c u a l , como la bon- mino ( 4 ) : y, aún cuando la bondad de la
dad de una cosa natural se computa por acción no sea causada por la bondad de
su forma, que es la que la específica ; su efecto ; sin embargo se dice buena la
igualmente también la de un acto moral acción, porque puede producir efecto bue-
por su objeto conveniente (1) : de donde no : y así la misma proporción ó aptitud
viene el llamarla algunos bueno por su de la acción al efecto es el fundamento
género, como si dijeran por la cosa mis- de su bondad.
ma en sí. Y , á la manera que en las co-
sas naturales lo primero malo está en que
ARTÍCULO I I I . — «Laacción delhom-
el ser producido no obtenga su propia
bre es buena ó mala por razón de una cir-
forma específica, como si de la genera-
cunstancia ?, (5)
ción humana resultase un s e r , que no
fuese hombre ; asimismo la primera mal- 1.° Parece que una circuntancia no
dad de una acción moral consiste en que puede influir en que la acción sea buena
el objeto sea malo, como lo es tomar lo ó mala. L a s circunstancias están en
ajeno : y esta malicia se dice malo por su derredor del a c t o , como existiendo fuera
género, tomando el género en lugar de de é l , según lo dicho ( C. 7 , a. 1 ) ; y lo
la especie ( 2 ) , según el lenguaje usual, bueno y lo malo están en las cosas mis-
que también designa á la especie humana mas (Metaph. 1. 6 , t. 8 ) . L u e g o la a c -
con la denominación de género humano. ción no tiene bondad ó malicia por la cir-
A l argumento 1.° diremos que, aunque cunstancia.
los objetos esteriores sean.buenos en sí 2.° E n la ciencia moral se da mucíia
mismos, no siempre son debidamente pro- importancia á la bondad ó malicia dé los
porcionados á esta ó aquella acción ; y actos. L a s circunstancias, como que son
en tal concepto, considerados como obje- accidentes de los a c t o s , no parecen caer
tos de determinadas acciones, no son bajo la jurisdicción de la ciencia ni del
efectivamente buenos. a r t e ; pues «ningún arte se ocupa de lo
A l 2.° que el objeto no es la materia de que es accidental» (Metaph. 1. 6 , t. 4 ) :
la que (ex quá), sino sobre la cual (circa y por lo mismo la bondad ó malicia de la
quam) ¡ y tiene en cierto modo el carác- acción no proviene de la circunstancia.
ter de forma, en cuanto determina la es- 3.° L o que conviene á una cosa por
pecie. razón de su sustancia, no se l e atribuye
A l 3.° que no siempre el objeto de la como un accidente cualquiera. L o bueno
(1) Conforme con el orden de la razón, y no considerado (3) Recibiendo un nuevo ser por efecto y como en el tér-
absolutamente en sí mismo sin eso respecto. mino de esa transmutación.
(2) De aquí su denominación do bondad específica, como (-1J De ambos términos, á quo y ad quem, principio y fin;
esencial á la acción misma, y que también llaman algunos pero de este principalmente.
bondad primera ó primaria. Drioux. (5) Véase la C. 7, a. 3, y su ñola t, pág\ OS.
SUMA TEOLÓGICA.-T"TOMO II. 9
130 CUESTIÓN XVIII. — ARTÍCULOS III Y IV.

y l o malo de una acción la conviene por A l 2.° que no todos los accidentes lo
su sustancia m i s m a , puesto que. la acción son accidentalmente (per accidens) res-
por su género puede ser buena ó mala pecto de sus sujetos: pues los hay, que
(a. 1) : y de consiguiente no conviene á son accidentes de suyo (per se) inheren-
la acción por la circunstancia el ser bue- tes, de los que ningún arte prescinde; y
na ó mala. como tales se consideran las circunstan-
Por e l c o n t r a r i o , Aristóteles dice cias délos actos en la ciencia moral (1).
(Etbic. 1. 2 , c. 6) que « el virtuoso obra Al 3.° que, convirtiéndose el bien con
» conforme á lo que conviene , y cuando el ente, así como este se considera según
» es conveniente, y según las demás cir- su sustancia ó según sus accidentes; del
»cunstancias B. D e aquí se desprende mismo modo el bien se atribuye á algo, ya
que el vicioso por el contrario, y cual- según su ser esencial, ya según su ser ac-
quiera que sea s u v i c i o , obra viciosamen- cidental, tanto en las cosas naturales
te , cuando y como y donde no d e b e , y como en los actos morales.
así de las demás circunstancias. L u e g o
las acciones humanas son buenas ó malas ARTÍCULO I V . — 1.a acción h u m a n a es
según sus circunstancias. b u e n a ó m a l a por razón del Un ? (3)
Conclusión. Los actos humanos son
buenos ó malos, no solo por razón de su 1.° Parece que lo bueno y lo malo en
objeto, sino también por sus circunstan- los actos humanos no provienen del fin;
cias; de tal modo que, si algo falta de lo pues dice San Dionisio (De div. nom. c.
que se requiere para que concurran las 4, p. 4 , lect. 14) que «nada obra mirando
que debieran, será mala la acción. B á lo malo». Si pues del fin resultase
R e s p o n d e r e m o s , que en las cosas na- buena ó mala la operación, ninguna sería
turales no existe toda la plenitud de su mala: lo cual es notoriamente falso.
respectiva perfección propia en virtud 2.° L a bondad de un acto es algo, que
únicamente de su forma sustancial, que en él existe; y el fin es una causa estrín-
las especifica; sino que en gran parte de- seca : por consiguiente la acción no se
pende de los accidentes circunstanciales, dice buena ó mala por consideración al fin.
tales como la figura, el color y otros aná- 3.° No es raro que alguna obra buena
logos con respecto al hombre : y , si algu- se enderece á un mal fin, como cuando
no de estos deja de intervenir en la dis- uno da limosna por vana jactancia ; y al
posición ó conformación debida, resulta contrario, algunas acciones malas se or-
malo (el ser). L o propio se verifica en denan á buen fin, como si uno roba para
las acciones; porque la plenitud de la socorrer á un pobre. L a acción por lo
bondad de una acción no consiste toda en tanto no es buena ó mala por el fin.
su especie, sino que depende en parte de Por el contrario, dice Boecio (Topic.
lo que á manera de ciertos accidentes v a implic. 1. 3, c. 1) que « aquello, cuyo fin
adjunto á ella, cuales son precisamente »es bueno, lo es también; y malo, si el
las debidas circunstancias. P o r cuya ra- »fin lo esB.
zón, si faltare algo, que se requiera para Conclusión. Las acciones humanas,
las debidas circunstancias, la acción será como todo aquello, cuya bondad depende
mala. de otra cosa, toman su carácter de bon-
A l argumento 1.° diremos, que las cir- dad del fin, de que dependen ; ademas de
cunstancias están fuera de la acción, en la que les compete por sí mismas y por
cuanto no son de su esencia; pero están su objeto y circunstancias.
en la acción misma, como ciertos acciden- Responderemos, que la disposición de
tes de e l l a : á la manera que los acciden- las cosas es idéntica en lo concerniente á
tes, que están en las sustancias naturales, la bondad y en cuanto al ser. Hay cosas,
se hallan fuera de sus respectivas esencias. cuyo ser no depende de otro, y en estas

(1) Accidentes verse ó inherentes ó sustanciales de un acto que afecta á su sustancia y viene á refundirse en su objeto
son los que afectan esencialmente al mismo por su naturaleza, (a. 2); sino del estrínseco y que tomado formalmente es uno
ó por la condición del acto, ó según la intención del operante ; de los principios de moralidad, constituyendo una circunstan-
y accidentes per accidem los que sobrevienen independiente- cia muy importante, y no siéndolo si solo se considera mate-
mente del acto mismo en lo esencial. rialmente.
(2) No se trata aquí del fin intrínseco á la acción misma,
CUESTIÓN XVIII. — ARTÍCULOS IV Y V. 131

basta considerar en absoluto su mismo pues cualquier defecto singular da origen


s e r ; mas respecto de otras, cuyo ser de- á lo malo, al paso que el bien es producido'
pende de otro, no se puede menos de con- por causa íntegramente buena ( 3 ) , s e - ,
siderar esa relación de dependencia de su gun S a n Dionisio ( D e div. nom. c. 4,
causa : porque, así como el ser de una lecc. 22).
cosa depende del agente y de la forma;
así su bondad depende del fin. H é aquí ARTÍCULO V . — ¿ E s b u e n a Ó m a l a a l -
porqué en las divinas personas, cuya g u n a acción h u m a n a e n s u respectiva espe-
bondad no depende de otro, no cabe idear cie? (4)
bondad procedente del fin; al paso que
las acciones humanas y otras cosas, cuya 1.° Parece que los actos morales no
bondad depende de otra cosa distinta de difieren en especie por razón de su bondad
ellas mismas, derivan su carácter de bon- ó malicia : porque lo bueno y lo malo se
dad del fin, de que dependen, aparte de hallan en los actos del mismo modo que en
la absoluta inherente á ellas. A s í es que las cosas (a. 1) ( 5 ) ; y en estas no di-
en una acción humana pueden conside- versifican la especie, pues tan hombre es
rarse cuatro clases de bondad : una gené- el bueno como el malo en su misma espe-
rica, en cuanto es acción, pues tanto tiene cie. L u e g o tampoco producen diversidad
de bondad cuanto de acción y de entidad de especie en los actos su bondad y ma-
(a. 1); otra específica por razón de su licia.
objeto conveniente ; la tercera originada 2.° E l mal, como privación que es, vie-
de las circunstancias, como de accidentes ne á ser como no ente ( 6 ) ; y el no ente
de la acción en cierto m o d o ; y la cuarta no puede admitir diferencia, según Aris-
procedente del fin, como en virtud de su tóteles (Metaph. 1. 3, t. 10). M a s , como
relación con la causa de la bondad (1). la diferencia constituye la especie, parece
A l argumento 1.° diremos, que el bien, que en el hecho mismo de ser malo un
á que uno mira al obrar, no siempre es acto no puede pertenecer á especie algu-
verdadero bien, siéndolo á veces en rea- na : según lo cual lo bueno y lo malo de
lidad y otras aparente; y en este último los actos humanos no los diversifican en
caso la acción resultante es mala. especie.
A l 2.° que, aunque el fin sea una causa 3.° L o s efectos de actos diversos en
estrínseca, la debida proporción al fin y especie son también diversos. P e r o un
la relación al mismo son inherentes á la efecto mismo en especie puede seguirse
acción. de un acto bueno ó m a l o , como un hom-
A l 3.° que nada impide que una acción bre es engendrado de adulterio ó de l e -
tenga alguna de las bondades antedichas, gítimo acceso conyugal. E s t o prueba que
y carezca de alguna otra ; pudiendo m u y el acto bueno y el malo no difieren en
bien por lo tanto suceder que sea buena especie.
en su especie ó por las circunstancias, y 4.° E n los actos lo bueno ó malo pro-
no obstante encaminarse á un fin malo, ó viene á veces de alguna (7) circunstan-
al contrario (2). P e r o la acción no es sim- cia (a. 3 ) ; y esta, siendo un accidente,
ple ó absolutamente buena sin la concur- no da especie al acto : por consiguiente
rencia de todas las (cuatro} bondades; los actos humanos no se diversifican en

(1) Elfinadjunto á la acción moral puede ser ó no ser cir- impura y mala. — M. C. G.
cunstancia. Atendiendo 4 lo que -va dicho en la Cuestión 7." (3) Conforme al tan sabido proloquio : bonum ex integra
y á lo que en la presente se manifiesta por el Doctor An- causa ; malumex quocumque defeclu.
gélico , el fin adjunto puede referirse al acto interior ó es- (4J Más claro : ¿son de diversa especie una acción buena y
terior de la voluntad. Si se refiere al acto interno, no es otra mala? Así se colige tanto del desarrollo del tema en el
circunstancia, sino cosa que concurre á especificar la sustan- cuerpo del artículo como más esplícitamente aún de las solu-
cia de la acción ; mas, si pertenece al acto eslerior, entonces ciones á los arg. 1,° y 2.°
tiene el carácter de circunstancia. — M. C. G. (5) Según la plenitud ó la deficiencia de su ser, principio
(2) Pudiendo concurrir muchos fines en la acción moral ; aquella de su bondad y causa estotra de lo malo, que hay en
cuando esta, considerada bajo iodos sus fines, resulta buena, ellas, consistente en y proporcionado á la privación ó caren-
no puede tornarse mala por razón del fin : mas acontece á ve- cia ó falta de perfección del ser, que respectivamente las
ces que al acto bueno por razón de un fin se le agrega un fin compete según su naturaleza.
malo ; y entonces no se incurre en la contradicción de que (6) V. la C. -IS, a. 1 de la 1." Parte en el T. 1."
el acto es bueno y malo por causa delfin-,sino es que se dice (7) Decimos alguna, para indicar que no siempre es una
que, faltando la pureza á la acción moral por la unión del fin sola, ó más bien, que generalmente son varias y múltiples.
malo, por necesidad dicha acción tiene que concluir por ser
132 CUESTIÓN X V I I I . — ARTÍCULOS V Y V I .

especie por razón de su bondad ó malicia. que las diferencias esenciales son las que
Por el contrario, según Aristóteles originan la diversidad de especie.
( E t h . 1. 2, c. 1 y 2) «hábitos semejantes A l argumento 1.° diremos, que aun en
»originan actos semejantes» (1). E s así las cosas naturales lo bueno y lo malo,
que el hábito bueno y el malo difieren en según sea conforme ó contrario á la na-
especie, como la liberalidad y la prodiga- turaleza, diversifican su especie; pues no
lidad. L u e g o también el acto bueno y el son de una misma especie (por ejemplo)
malo son de diversa especie. un cuerpo vivo y un cadáver. D e l mismo
Conclusion. Lo bueno y lo malo en los modo lo bueno, como conforme á la ra-
actos morales diversifican su especie. zón, y lo malo por estraño á ella consti-
Responderemos, que todo acto tiene tuyen diversa especie de moralidad.
su especie por su objeto, según se h a di- A l 2.° que lo malo importa privación,
cho (C. 1, a. 3 ; y C. 18, a. 3 ) : de donde no absoluta, sino en su relación con d e -
se infiere que necesariamente alguna di- terminada potencia, que se supone ac-
ferencia del objeto constituye la diversi- tuando. A s í se dice malo en su especie un
dad de especie en los actos. E s muy de a c t o , no porque no tenga objeto, sino
notar empero que esto consiste en que porque le tiene no conforme á la razón;
los actos se refieren á un solo principio cual lo es el apropiárselo ajeno. P o r con-
a c t i v o , que no establece tal diferencia en- siguiente, en cuanto el objeto es algo p o -
tre los actos, en cuanto se refieren á dis- sitivamente, puede constituir especie de
tinto principio activo; pues ninguna cosa, acto malo.
que es tal por accidente, constituye espe- A l 3.° que el acto conyugal y el adul-
cie, sino solo lo que es por sí. M a s puede terio, referidos ala razón, difieren e n es-
darse diferencia del objeto, que exista pecie y tienen por lo mismo efectos dife-
por sí misma, refiriéndolo á un principio rentes en especie; toda vez que el uno es
activo, y solo accidentalmente en su com- digno de premio y alabanza, al paso que
paración con otro distinto principio : al el otro merece reprobación y pena : por
modo que las nociones de color y sonido más q u e , atendida solo la potencia g e n e -
difieren por su naturaleza respecto del rativa, no sean de distinta especie y ten-
sentido, y no en cuanto á la inteligencia. g a n específicamente un solo y mismo
Ahora b i e n : en los actos lo bueno y lo efecto.
malo se califican a s í , refiriéndonos á la A l 4.° que la circunstancia se toma á
razón; pues, según dice San Dionisio ( D e veces como diferencia esencial del objeto
div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 21), « l o bueno en su comparación con la razón ; y en t a -
del hombre consiste en ser conforme á la les casos puede dar especie al acto m o -
» razón; y lo malo en lo que es fuera de ral : lo cual precisamente sucede, siem-
»razón». E s bueno en cada cosa lo que pre que una circunstancia transforma el
la es conveniente según su forma; y malo acto de bueno en m a l o ; pues la circuns-
lo que desdice en ella del orden (propio) tancia no haría malo el acto, si no fuera
de su forma. Resulta patentizado así que porque repugna á la razón.
la diferencia de bien y mal, por lo que
atañe al objeto, se funda en la referencia
de ella misma á la razón, es decir, según ARTÍCULO V I . — E I <¡n diversifica ai

que el objeto sea ó no conveniente á esta: acto e n e s p e c i e s de m a l o ó bueno ? (3)


y, como algunos actos se llaman huma-
nos ó morales por su referencia á la ra- 1.° Parece que la bondad y la malicia
razon, de aquí evidentemente se deduce procedentes del fin no dan á los actos di-
que lo bueno y lo malo ( 2 ) de los actos versidad de especie : porque los actos t o -
morales los diversifica en especie; puesto man su especie del objeto ; y el fin es e s -
trínseco á la noción del objeto : por con-

(1) Los hábitos se forman de actos análogos y repetidos; pecie ni diversidad de especies, hablando con propiedad,
pero una vez formados dan á su vez origen á otros actos do constituidas por privaciones ó no entes, cual es lo malo ó el
la propia índole. - mal, simple carencia ó falta de bien. V. P. 1." C. -18, a. 1,
(2) Lo bueno empero constituye formalmente especie, como al 2.°.
ente que es positivo y real; mientras que lo malo solo mate- (3) Véase la nota 2, pág. 130.
rialmente y según el lenguaje usual, pues no puede darse es-
CUESTIÓN X V I I I . — A R T Í C U L O S VI Y VII. 133

siguiente lo bueno y lo malo emanados voluntarios. P o r consecuencia la especie


del fin no diversifican la especie del acto. de un acto humano se considera según el
2.° L o que es por accidente no consti- fin en lo formal; y en lo material según
tuye especie (a. 5). Algunos actos se re- el objeto del acto esterno. Concuerda con
fieren al fin accidentalmente, como el dar esto y lo comprueba lo que dice Aristó-
limosna por vanagloria: y por lo tanto teles ( E t h . 1. 5, c. 2) que ce el que roba
esos actos no son de diversa especie á » para cometer adulterio e s , hablando con
causa de la bondad ó malicia del fin. » estricta propiedad (per se loquendo),
3.° A c t o s diversos en especie pueden » más adúltero que ladrón (2)».
referirse á un mismo fin; tal como el de A l argumento 1.° diremos, que el fin
la vanagloria, si por e s t a s e ejercen actos tiene el carácter de objeto, según lo di-
de diversas virtudes y vicios. Según esto cho (aquí mismo y C. 1 , a. 3).
lo bueno y lo malo por razón del fin no A l 2.° que eso de referirse á tal fin
diversifican l a especie de los actos. puede ser accidental al acto esterno; mas
Por el contrario: hemos demostrado no al interno de la voluntad, el cual y el
( C . 1 , a. 3) que los actos humanos -to- esterno comparados vienen á ser como la
man su especie del fin. L u e g o serán de forma y la materia.
diversa especie, según sean por razón del A l 3.° que, cuando muchos actos dife-
fin buenos ó malos. rentes en especie se dirigen á un mismo
Conclusión. La diversidad de especie fin único; hay sí diversidad de especie en
en los actos humanos en cuanto á su bon- los actos e s t e m o s , pero identidad especí-
dad ó malicia radica formalmente en el fica en cuanto al único acto interno.
fin, que es el objeto propio del acto in-
terno de la voluntad; pero materialmente ARTÍCULO V I L — ¿ l a especio de bon-
en el objeto del acto esterno. dad procedente del fin s e contiene bajo l a
Responderemos, que se dicen huma- dimanada del o b j e t o , como si esta fuese ge-
nos ciertos actos, en cuanto son volun- nero , ó al contrario? (3)
tarios, según l o dicho ( C . 1, a. 1). M a s
en el acto voluntario hay comprendidos 1.° Parece que la especie de bondad
dos actos : uno interior de la voluntad, y originada del fin se contiene bajo ,1a que
otro esterior; y cada uno de estos tiene su radica en el objeto, como especie en su
objeto respectivamente propio (1), sién- género; como cuando uno quiere hurtar,
dolo del acto interno el fin, y del esterno para dar limosna. Porque el acto toma su
aquello sobre que se ejerce. A s í pues especie del objeto, según lo dicho (a. 6 y
como el acto esterno recibe su especie del 2). Pero es imposible que algo esté con-
objetó, sobre que recae; igualmente el tenido en alguna otra especie, la cual (4)
acto interno de la voluntad toma la suya no lo esté en la suya propia; pues es im-
del fin, como de su objeto propio. L o que posible que una misma cosa se incluya en
(en esa duplicidad) está por parte de la diversas especies no subalternas. L u e g o
voluntad, tiene el carácter de formal res- la especie tomada del fin se contiene en
pecto de lo que h a y de parte del acto es- la derivada del objeto.
terior ; porque la voluntad usa de los 2.° L a última diferencia constituye
miembros como de instrumentos para siempre especie especialísima (5). L a di-
obrar, y los actos esteriores no tienen ca- ferencia fundada en el fin parece ser pos-
rácter de moralidad, sino en cuanto son terior á la basada en el objeto, puesto

(1) Fíjese la atención'en la palabra propio, de que usa el (3) Léase la Conclusión con meditado estudio.
Santo Doctor. Siendo el objeto formal de la voluntad y de to- (4) Las ediciones romanas (áurea) y de Pádua con Tíicolai
dos sus actos el fin, por ser también la razón de las cosas que suprimen la negación non. La romana antigua con el códice
al mismo fin se refieren ¡ dicen los comentadores que Santo de Alcañiz inserta non (que no está), y también se ve la ne-
Tomás, para indicar esta formalidad del objeto, se valió de la gación en las de Ñapóles, Madrid y París (la reciente de
frase finia utilero propric: con cuya esplicacion se obvia la difi- Drioux) con otras. El sentido parece ser que una cosa no
cultad, que pueda tener lugar, considerando que el objeto do puede estar en dos especies diversas y no incluidas la una
elección es todo lo quo se refiere al fin, distinguiéndose por (más limitada ó' especialísima) en la otra (más genérica y co-
esto de la volición ó intención, etc., como se dice (Elh. 1. 3). mún) : léaso con cuidado la solución, que parece supone y
M. C. G. justifica la inserción del adverbio negativo non.
(2) Porque formal y directamente se propone solo el adul- (5) Bajo la cual ya no cabo ni puede admilirso otra ningv.ua
terio, y solo material é indirecta ó accidentalmente cometo especie contenida en aquella, determinada por la última di-
el hurlo, en cuanto hurto, como medio para lograr aquel. ferencia específica.
134 CUESTIÓN XVIII, — ARTÍCULO VII.

que el fin tiene carácter de último. P o r los que los tienen unos tienen d o s , otros
consiguiente l a especie procedente del fin cuatro y otros en mayor número; porque
está incluida en la objetiva, como especie estas diferencias determinan por sí la pri-
especialísima. mera establecida. A s í pues, cuando el
3.° Cuanto más formal es una diferen- objeto no es por sí mismo ordenado al
cia,, tanto es más especial; pues la dife- fin, la diferencia específica tomada de
rencia es al género lo que la forma á la aquel no es de suyo determinativa de la
materia. E s así que la especie originada procedente de este, ni al contrario; y
del fin tiene más de formal que la ema- por lo mismo ninguna de las dos especies
nada del objeto (a. 6 ) . L u e g o la primera dimanadas de esas diferencias está con-
de estas está incluida en la segunda, tenida en la otra, sino que el acto moral
como lo está la especie especialísima bajo en este caso queda incluido en una y otra
un género subalterno. especie, como segregadas ambas entre sí:
Por el contrario: cada género tiene sus por eso decimos que el que roba para
diferencias determinadas. Mas un acto de fornicar obra con dos malicias en un solo
determinada especie por razón del objeto acto. M a s , si el objeto se ordena por sí:
puede referirse á infinitos fines, como el mismo al fin, una de las dos diferencias
hurto á innumerables designios buenos ó antedichas es de suyo determinativa de
malos. P o r consecuencia la especie pro- la, otra ; y por consecuencia una de las
cedente del fin no se contiene bajo la es- dos especies basadas en ellas resultará
pecie tomada del objeto, como en su g é - incluida en la otra. Réstanos empero
nero. examinar, cuál de ellas incluye á cuál:
Conclusión. La especie de un acto mo- y al efecto observemos ante todo que
ral tomada del fin no se incluye bajo la una diferencia es tanto más específica,
que proviene del objeto, como en su gé- cuanto sea más particular la forma de
nero; sino que pertenece á dos distintas que se origina ; en segundo lugar que
especies, fundadas una y otra en dife- cuanto más universal es el a g e n t e , tanto
rencias específicas, aunque más general lo será asimismo la forma procedente de
la relacionada con el fin que la origi- su acción; y por último que un fin cor-
nada del objeto. responde á un agente tanto más univer-
Responderemos, que el objeto del acto sal, cuanto él sea posterior. A s í la vic-
esterior en relación con el fin de la v o - toria, último fin del ejército, es el fin in-
luntad debe considerarse de dos modos: tentado por el general en j e f e ; al paso
uno como ordenado de suyo (per se) al que la dirección de esta ala ó de aquella
mismo, á la manera que el pelear bien se brigada es el fin'de algún jefe subalterno.
dirige á la victoria; otro como accidental Sigúese de todo esto que la diferencia
(per accidens), cual sucede si uno toma específica procedente del fin es más ge-
l o ajeno con el eventual designio de dar nérica, que la tomada del objeto por sí
limosna. P e r o es preciso según Aristó- mismo dirigido á ese fin, la cual es espe-
teles ( Metaph. 1. 7, t. 43 ) que las dife- cífica respecto de él ( 1 ) : pues l a volun-
rencias constitutivas de las especies, en t a d , cuyo objeto propio es el fin, es el
que un género se divide, l o dividan por motivo universal respecto de todas las p o -
sí mismas: porque, si lo hacen solo ac- tencias del alma, cuyos objetos propios
cidentalmente, la división no es legítima; son l o s respectivos de los actos particu-
como no lo s e r í a , clasificando los anima- lares.
les en racional é irracional, y subdivi- A l argumento 1.° diremos, que una
diendo este en alado y sin a l a s ; en aten- cosa no puede por razón de su sustancia
ción á que el ser ó no alado no determina incluirse en dos especies, de las que una
por sí lo que constituye irracional al ani- no esté subordinada á la otra; pero sí en
mal. Sería competente esta división: h a y cuanto á los demás (elementos 6 acci*
animales con pies y otros sin pies, y de dentes) adjuntos (á la sustancia): así

(1) Es decir, que la bondad ó malicia procedente del objeto por sü segundo estremo, que dice al contrario, esto es, « la 6 8 -
se contiene ó incluye' (como más específica} en la emanada » pecie moral procedente del fin contiene á la tomada del
del fin (que es más genérica), como la especie en el género : » objeto ».
ó bien, que la contestación á la pregunta del epígrafe opta
CUESTIÓN XVIII. — A R T Í C U L O S VII Y VIII. 135

una manzana misma puede pertenecer á el acto, que tiene la debida perfección de
cierta especie bajo el concepto de su co- bondad; y malo aquel, al que le falta
lor, por ejemplo, blanco ( 1 ) ; y en aten- algo de esto. Pero necesariamente t o d o
ción á su olor estar contenida eu otra es- ó tiene la plenitud total de su bondad ó
pecie , tal como la de odorífera. D e l pro- le falta algo. L u e g o es necesario que todo
pio modo el acto, que por su sustancia está acto según su especie sea bueno ó malo,
en una especie de naturaleza, puede refe- y ninguno indiferente.
rirse á dos especies según las condiciones Por. el contrario, dice San Agustín ( D e
morales que l e sobrevengan, conforme á serm. Domini in monte, lib. 2 , c. 18) que
lo dicho ( C . 1 , a. 3 al 3.°) « h a y ciertas acciones medias, que p u e -
A l 2.° que el fin es lo último en la eje- x> den hacerse^ con bueno ó mal espíritu,
cución, pero lo primero intentado por la » sobre las que es temerario juzgar ».
razón, según la cual se especifican los L u e g o h a y algunos actos indiferentes se-
actos morales. gún su especie.
A l 3.° que l a diferencia es respecto del Conclusión. Algunos actos humanos
género lo que la forma comparada con son de suyo indiferentes según su espe-
la materia, en cuanto constituye al g é - cie , no interviniendo en ellos la razón.
nero en acto .; pero aun el género se con- Responderemos que, como se ha dicho
sidera como lo mas formal en la especie, (a. 2 ) , todo acto recibe su especie del
en cuanto es más absoluto y menos res- objeto ; y el acto humano, que se llama
tringido : así que aun las partes de la moral, toma su especie del objeto, refe-
definición se reducen al género de causa rido al principio de los actos humanos,
formal ( P h y s . 1. 2 , t. 3 1 ) , en cuyo con- que es la razón. P o r consiguiente, si el
cepto el género es causa formal de la es- objeto del acto encierra algo que convie-
pecie, y tanto más formal cuanto más ne al orden de la razón, será un acto
común. bueno según su especie, como el dar li-
mosna al necesitado; pero, si encierra
ARTÍCULO V I I I . — n « y a i g u n acto algo que repugna al orden de la razón,
Indiferente s e g ú n s u e s p e c i e ? (2) será un acto malo según su especie, como
robar, lo cual es quitar lo ajeno. Sucede
1.° P a r e c e que no hay acto alguno in-~ sin embargo que el objeto del acto no en-
diferente según su especie : porque lo cierra cosa alguna perteneciente al or-
malo es la privación de lo bueno, según den de la razón, como el levantar una
San Agustín ( E u c h . c. 1 1 ) , y la priva- paja de la tierra, ir al campo y así á este
ción y el hábito son opuestos inmediatos, tenor, y tales actos según su especie son
según Aristóteles (in Pra3dic. cap. D e indiferentes.
oppos.). L u e g o no existe acto alguno, A l argumento 1.° diremos que h a y dos
que según su especie sea indiferente, c o - clases de privación : una que consiste en
mo medio existente entre el bien y el mal. la privación del s e r , y esta nada deja
2.° L o s actos humanos toman su espe- sino que todo lo destruye ; como la c e -
cie de s u fin ó de su objeto ( 3 ) , según guera destruye totalmente la v i s t a , las
queda dicho (a. 6, y C. 1, a. 3 ) . Pero tinieblas la luz y la muerte la v i d a ; y
todo objeto y todo fin son buenos ó ma- entre esta privación y el hábito opuesto
los. L u e g o todo acto humano es según su no puede existir medio alguno acerca de
especie bueno ó malo. L u e g o ninguno es su objeto propio. L a otra consiste en ser
indiferente según su especie. privado ( 4 ) , como la enfermedad es una
3.° Según lo dicho (a. 1) se dice bueno privación de la salud, no porque toda

(1) Más propiamente blancura en abstracto. consignado en lá Conclusión, considerando indiferentes aque-
(2) Hubo quienes con Juan Hus (condenado como hereje en llos actos, cuyo objeto en nada se relaciona de suyo con la
este y otros puntos por el Concilio de Constanza, ses. 16) sos- razón, cual es el de levantar del suelo una paja.
tuvieran que «no hay acto alguno indiferente»; en tanto (3) Ya se consideren separadamente, en cuanto elfinlos
que tampoco han faltado sostenedores del estremo opuesto y especifica formalmente (a. 6) y el objeto materialmente (a. 4)}
no menos contrario á la fe, diciendo que « lo son todos en sí ya en conjunto en el concepto de identificarse el fin con el
» mismos ó según su especie ». Escoto enseñaba que todos son objeto, conforme á lo espuesto (C. 1, a. 3).
ó buenos ó malos por razón de su objeto, doctrina asaz aven- (4) In privari, en comenzar á perder algo de la propia for-
turada por su afinidad con la del citado heresiarca. La común ma, ó como incoación parcial de la completa privación, que no
y cierta es la que con la escuela tomista adopta el justo medio llega empero á 6ufrir.
Í36 CUESTIÓN XVIII. — A R T Í C U L O S VIH Y IX.

esta sea totalmente destruida, sino por- t u d , y el mal moral al vicio. P e r o sucede
que se constituye como en v í a para per- á veces que el hombre no ordena á algún
der la salud totalmente, lo cual tiene l u - fin de vicio ó de virtud el acto, que por
gar por la muerte. P o r consiguiente tal su especie es indiferente. L u e g o acontece
privación, por lo mismo que deja algo, no que algún acto individual es indiferente.
siempre es inmediata relativamente al Por el contrario, dice San Gregorio en
hábito opuesto. D e esta manera pues el cierta homilía (6 in E v . ) : « palabra ociosa
mal es la privación del bien, como dice » es aquella, que no es útilmente recta,
Simplicio (Comment. super. lib. Prajdica- »justamente necesaria ó piadosamente
mentorum, in cap. D e o p p o s ) ; porque no » útil ». P e r o la palabra ociosa es mala,
destruye todo el bien, sino que deja algo. pues de ella han de dar cuenta los hom-
P o r lo tanto puede existir algún medio bres en el dia del juicio, como se dice
entre lo bueno y lo malo. ( M a t t h . 12, 36). M a s , si no falta en ella
A l 2.° que todo objeto ó fin tiene al- razón de justa necesidad ó de pia utili-
guna bondad ó malicia, al menos natu- dad , es buena. L u e g o toda palabra ó es
ral ; y sin embargo no siempre encierra buena ó mala; y por identidad de razón
bondad ó malicia moral, la cual se con- cualquier otro acto es también bueno 6
sidera por comparación á la razón, como malo. L u e g o ningún acto individual es
queda dicho ; y de esta se trata ahora. indiferente.
A l 3.° que no todo lo que h a y en el acto Conclusión. Todo acto humano, como
pertenece á su especie. P o r consiguiente, ejecutado con deliberación y considerado
aunque en la razón de su especie no se en el individuo , es necesariamente bueno
contenga todo lo que pertenece á la ple- ó malo, y no indiferente.
nitud de la misma bondad, no por eso es R e s p o n d e r e m o s , que sucede á veces
por su especie malo, ni tampoco bueno ; á que un acto es indiferente en su especie,
la manera que el hombre según su espe- y sin embargo es bueno ó malo, conside-
cie ni es virtuoso ni es vicioso. rado en el individuo : y esto es a s í , por-
que el acto moral según lo dicho ( a . 3 )
ARTÍCULO I X . — H a y algún acto indi- no solo toma su bondad del objeto, que
ferente considerado e n el individuo ? (1) lo especifica, sino también de las cir-
cunstancias , que son como ciertos acci-
1.° Parece que h a y algún acto indife- dentes; al modo que h a y c o s a s , que
rente en el individuo: porque no hay e s - convienen al individuo hombre según los
pecie, que no contenga ó pueda conte- accidentes individuales, mas no convie-
ner en sí algún individuo ; y algún acto nen al hombre bajo la razón de especie.
es indiferente según su especie, como se P o r otra parte es indispensable que todo
ha dicho (a. 8 ) . L u e g o parece que algún acto individual tenga alguna circunstan-
acto individual puede ser indiferente. cia , por la cual se haga bueno ó malo,
2.° « D e actos individuales se produ- al menos por parte de la intención del
» cen hábitos conformes á los mismos », fin: porque, siendo propio de la razón el
como se dice (Ethic. 1. 2, c. 1 y 2). P e r o ordenar, el acto procedente de la razón
algún hábito es indiferente, según dice deliberativa, si no se ordena al debido
el Filósofo (Ethic. 1. 4, c. 1) de algunos, fin, por esto mismo repugna á la razón é
como de los alegres y pródigos, que no implica concepto de malo ; mas, si se or-
son malos ; y sin embargo consta que no dena al debido fin, conviene entonces con
son buenos, pues se apartan d é l a virtud: el orden de la razón, éimporta noción de
por cuya razón son indiferentes según el bueno. Necesariamente empero ó se or-
hábito. L u e g o algunos actos individua- dena ó no al debido fin. L u e g o es pre-
les son indiferentes. ciso que todo acto del hombre, procedente
de la razón deliberativa ( 2 ) , conside-
3.° E l bien moral pertenece á la vir-
(1J En el articulo anterior se tratabade los actos considera- diferente, sino ó bueno ó malo. Según esta distinción los actos
dos en sí mismos, aupque especificados por el objeto ó el fin indiferentes son, más bien que humanos, actos de hombre
ó por uno y otro, pero prescindiendo del individuo agente ', y meramente ; y todo acto verdaderamente humano ó moral es
así se dan actos indiferentes : en este se consideran como pro- bueno ó es malo, sin que ninguno de ellos pueda ser neutro 6
piamente humanos ó ejecutados con deliberación por parte indiferente, es decir, ni bueno ni malo.
del operante, bajo cuyo aspecto ningún acto deliberado esin- (2) Y por lo misino propiamente humano y moral.
CUESTIÓN XVtti.—ARTÍCULOS IX Y X.

rado en el individuo , sea bueno 6 malo. ARTÍCULO X . — ¿Alguna circunstancia


P e r o , si no procede de la razón delibe- constituye el acto moral en s u e s p e c i e de
r a t i v a , sino de cierta imaginación (como b u e n o ó malo ? (8)
cuando uno se frota la barba ó mueve la
mano ó el pie ) ; tal acto no e s , propia- 1.° Parece que la circunstancia no
mente hablando, moral ó humano ( 1 ) , puede constituir alguna especie de acto
pues el serlo débese á la razón : y por bueno ó malo : porque la especie del
lo tanto será indiferente, como exis- acto proviene del objeto, y las circuns-
tente fuera del género de los actos mora- tancias difieren del objeto. L u e g o estas
les(2). no especifican el acto.
. A l argumento 1.° diremos, que el ser 2.° L a s circunstancias se comparan al
indiferente algún acto según su especie acto moral como sus accidentes, según
puede tener lugar de muchos modos : lo dicho ( C . 7, a. 1). E s así que el acci-
1.° por serle propio en virtud de su espe- dente no constituye especie. L u e g o la
cie el que sea indiferente, y así procede circunstancia no constituye alguna e s p e -
la razón : pero de este modo ningún acto cie de bien ó de mal.
es indiferente por su especie; porque no 3.° D e una sola cosa no hay muchas
h a y objeto alguno del acto humano, que especies. P e r o en un solo acto hay mu-
no pueda ordenarse al mal ó al bien, por chas circunstancias. L u e g o la circuns-
el fin ó por (alguna) circunstancia. tancia no constituye el acto moral en
2.° P u e d e decirse un acto indiferente por especie alguna de bueno ó de malo.
su especie, por cuanto no es por ella Por el contrario: el lugar es una cir-
bueno ó malo : como no compete al cunstancia ( 4 ) ; y sin embargo constitu-
hombre por su especie el ser blanco ó ye al acto moral en cierta especie de
ser negro, como tampoco por su especie mal, pues robar algo de un lugar sagrado
el que no sea blanco ó negro puede pro- es sacrilegio. L u e g o la circunstancia
venirle al hombre de otro origen ó causa, constituye el acto moral en alguna espe-
que no sean principios de su especie. cie de bondad ó malicia.
A l 2.° que el Filósofo dice que aque- Conclusión. Hay á veces circunstan-
llo, que es nocivo á otros hombres, se cias, que afectan especialmente al orden
dice ser propiamente malo; y según esto de la razón , conformándose ó desvián-
afirma no ser malo el pródigo, porque dose de él; y las tales necesariamente
no daña á otros sino á sí mismo, é igual- inducen especie moral del acto , bueno ó
mente de todos los demás (actos), que malo según ellas.
no son nocivos á los prójimos. Mas nos- Responderemos que, así como las es-
otros decimos aquí malo comunmente pecies de las cosas naturales se constitu-
todo lo que es repugnante á la recta ra- yen por las formas naturales; así las es-
zón ; y en este concepto todo acto indi- pecies de los actos morales son constitui-
vidual es bueno ó malo, según lo dicho. dos por las formas , según que son con-
A l 3.° que todo fin intentado por la cebidas por la razón, como se infiere de
razón deliberativa pertenece al bien de lo dicho (a. 5 ) . P e r o , puesto que la natu-
alguna virtud, ó al mal de algún vicio : raleza es determinada á una cosa única,
porque aun lo mismo, que uno hace orde- y no puede darse una serie infinita en la
nadamente para el sustento ó el reposo naturaleza; necesariamente debe llegarse
del cuerpo, ordénase al bien de la virtud á alguna última forma, de la cual se
en aquel, que dicho bien ordena su cuer- tome la diferencia específica, después de
p o : y lo propio es notorio en otros (casos). la cual no pueda existir otra alguna. D e

(1) Sino solo de los llamados por los teólogos aelos de hombre, integridad de la confesión sacramental el manifestarlas, como
indeliberados ó instintivos y espontáneos, como los de los ir- constitutivas de pecado numéricamente distinto del sustan-
racionales; no voluntarios, ni libres, ni por consiguiente im- cial anejo al acto mismo, cuales son el del incesto ó el de sacri-
putables á mérito ó culpa. legio por el parentesto ó carácter sagrado de la persona ó del
(2) Tal es la opinión común do Bclarmino, Suarcz, Valen- lugar, etc.'. lo cual demuestra pertenecer al dogma católico la
cia y muchos oíros con los tomistas todos en general; de la doctrina aquí sentada.
que disienten algunos con Escoto, Vázquez, San Buenaven- (4) La designada por el adverbio local nbi en el consabido
tura y los escolistas en escaso número. exámetro : Quis, quid ubi,.,. Véase la C. 7, a. 3, y su nota 1 ;

(3) El Santo Concilio do Trcnlo («es. 15, c. 5) distingue cir- página GS.
cunstancias que mudan de especio, declarando nocesario á la
138 CUESTIÓN X V I I t . — A R T Í C U L O S X Y XI.

aquí es que en las cosas naturales lo que A l 3.°, que no toda circunstancia cons-
es accidental á alguna cosa, no puede tituye al acto moral en alguna especie de
ser tomado como diferencia constitutiva bien ó de m a l , pues no toda circunstancia
de especie. M a s el movimiento progresi- importa acuerdo ó desacuerdo con la ra-
vo (processus) de la razón no está de- zón. P o r lo cual no es preciso, aunque
terminado á una cosa fija; sino que, sean muchas las circunstancias de un solo
dada u n a , puede proceder á otra : y por a c t o , que este sea de muchas especies; si
esto lo que en un acto se considera como bien por otra parte no repugna que un
circunstancia añadida al objeto , que d e - solo acto moral pertenezca á varias espe-
termina la especie del a c t o , puede ade- cies de moralidad distintas unas de otras,
mas ser tomado por la razón como con- como se ha dicho (a. 7 , al 1.°; y C. 1 , a. 3
dición principal del objeto determinante de al 3.°).
la especie del acto : como el tomar lo aje-
no recibe especie de ese concepto de aje- ARTÍCULO X I . —• ¿Toda circunstancia
no , y por esto se constituye en especie de que a u m e n t a l a bondad ó m a l i c i a , consti-
burto; y , si se considera sobre este acto tuye a l acto moral e n e s p e c i e d e b u e n o ó «le
la razón de lugar ó tiempo, tendremos la malo ? (1)
de circunstancia. Pero, como que la razón
puede ordenar también acerca del lugar 1.° Parece que toda circunstancia per-
y del tiempo y otras análogas (circuns- teneciente á la bondad ó malicia especifica
tancias ) , de aquí el poderse tomar la el a c t o ; porque lo bueno y lo malo son
condición del lugar respecto del objeto diferencias específicas de los actos mora-
como contraria al orden de la razón, por les. L o que establece pues diferencia e n
ejemplo, en cuanto la razón ordena que la bondad ó malicia del acto moral, pro-
no debe hacerse injuria al lugar sagrado; duce en él una diferencia específica; y
por lo cual el sustraer de un lugar sa- esto es ser diferente según la especie (2).
grado alguna cosa ajena, añade una Pero lo que se añade á la bondad ó m a -
especial repugnancia al orden de la razón. licia del a c t o , hace que difiera según la
Y por esto el l u g a r , que antes se consi- bondad y malicia. L u e g o lo hace dife-
deraba como circunstancia, ahora se mira rente según la especie ; y en su conse-
como condición principal del objeto y que cuencia toda circunstancia, que añade
repugna á la razón. A s í p u e s , siempre bondad ó malicia al a c t o , constituye e s -
que una circunstancia se refiere al or- pecie.
den especial de la razón, ya en pro, ya
2.° O la circunstancia sobreviniente
en contra, necesariamente la circunstan-
tiene en sí alguna razón de bondad ó ma-
cia especifica el acto moral como bueno
licia, ó no la tiene. Si no la t i e n e , nada
ó como malo.
puede añadir á la bondad ó malicia del
• A l argumento 1.° diremos, que la cir- acto; porque lo que no es bueno no puede
cunstancia , en cuanto da especie al acto, producir lo más bueno, y l o que no es
se considera, como cierta condición del malo no puede hacer más malo : y , si
objeto, según lo d i c h o , y como cierta tiene en sí razón de bondad ó malicia,
diferencia específica del mismo. por esto mismo tiene cierta especie de
A l 2.° que la circunstancia, que perma- bueno ó de malo. L u e g o toda circunstan-
nece como tal en su propia naturaleza, c i a , que aumenta la bondad ó malicia,
siendo como un accidente, no especifica constituye una nueva especie de bien, ó
el a c t o ; pero, en cuanto se cambia en de mal.
condición principal del objeto, sí lo espe- 3.° Según San Dionisio ( D e div. nom.
cifica. c. 4 , p. 4 , lect. 2 2 ) « el mal resulta de

(1) Trátase aquí de las llamadas circunstancias agravantes, gislar aparte sobre las que la cambian y que deben declararse
que no todas mudan ó cambian la especie moral del acto, ó con la consiguiente especificación ; como que hasta originan
mis claramente, no todas dan origen á especial bondad ó ma- denominación específica del pecado constituido por ellas, lla-
licia de la acción, aparte de la que la es sustancial en sí mis- mándose este sacrilegio, incesto, adulterio, simonía, etc. Hay
ma ó inherente por razón del objeto y del fin ; según se coli- pues circunstancias, que agravan la bondad ó la malicia del
ge de la doctrina délos Concilios Lateranenses bajo Inocen- acto moral, sin comunicarle nueva especie ; y estas Bon el ob-
cio III (c. 21) y Trldenlíno (ses. 14, c. 5), donde se suponen jeto del artículo, cuyo epígrafe anotamos.
circunstancias que no cambian la especie, en el hecho de le- (2) Véase la nota 2, pág. 132, C. 18, a, 5.°
CUESTIÓN XVIII. — ARTÍCULO X I . 139

» defectos singulares » ; y toda circuns- siguiente el quitar lo ajeno en grande ó


tancia agravante de la malicia tiene un pequeña cantidad no diversifica la espe-
defecto especial. L u e g o toda circunstan- cie del pecado; sin embargo puede agra-
cia importa nueva especie de p e c a d o ; y varlo ó disminuirlo: y lo mismo sucede
por la misma razón cualquiera circuns- en otros males ó bienes. E n su conse-
tancia, que aumenta la bondad, parece cuencia no toda circunstancia, que au-
añadir una nueva especie de bien ; así menta en bondad ó malicia, varía la espe-
como cada unidad añadida á un núme- cie del acto moral ( 4 ) .
ro ( 1 ) forma una nueva especie de este : A l argumento 1.° diremos, que en las
porque el bien consiste en el número, peso cosas susceptibles de aumento ó diminu-
y medida ( 2 ) . ción la diferencia de intensidad 6 de ate-
Por el contrario: « el más y el menos nuación no diversifica la especie; como lo
« no diversifican la especie » ( 3 ) . E s así que difiere en blancura más 6 m e n o s , no
que el más y el menos es circunstancia, difiere según la especie del color : y de
que añade bondad ó malicia. L u e g o no la misma manera lo que prodúcela diver-
toda circunstancia, que añade bondad ó sidad en el bien ó el mal según la inten-
malicia, constituye al acto moral en una sidad ó diminución, no produce diferen-
especie de bien ó de mal. cia del acto moral según su especie.
C o n c l u s i o n . No toda circunstancia A l 2.° que la circunstancia, que agrava
agravante de la bondad ó malicia vaina el pecado, ó que aumenta la bondad del
la especie del acto moral. acto, no tiene á veces bondad ó malicia
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicbo considerada en s í , sino por relación á otra
(a. 10) la circunstancia da al acto moral condición del acto, según se ba d i c b o : por
una nueva especie de bien ó de mal, en consiguiente no produce una especie nue-
cuanto se refiere á un orden especial de v a , sino que aumenta la bondad ó mali-
la razón. Mas sucede á veces que la cir- cia, que proviene de otra condición del
cunstancia no se refiere al orden de la ra- acto.
zón en lo bueno ó m a l o , á no presupo- A l 3.° que no toda circunstancia en-
nerse otra circunstancia, de la que el acto traña un defecto particular en sí misma,
moral trae especie de bien ó de mal : así sino solamente por relación á alguna otra;
el quitar algo en grande ó pequeña can- y de la misma manera no toda circunstan-
tidad no se refiere al orden de la razón cia agrega por sí una nueva perfección,
en el bien ó en el m a l , sino en cuanto se sino únicamente por relación á otra : y
presupone alguna otra condición, por la por lo tanto, aunque aumente la bondad
que el acto tiene malicia ó bondad, por ó malicia, no siempre sin embargo varía
ejemplo, la de que la cosa pertenece á la especie del bien ó del mal.
otro, lo cual repugna á la razón. P o r con-

fl) Véase en el T. l.° la nota 1 de la pág. 41. quíe.rda (por ejemplo) ó la de matar á un hombre vestido de
(2) P. 1.°, C. 5, a. 5; T. l.°pág. 40. traje blanco ó azul, ó antes ó después del medio dia ; y estas
(3) Porque la cantidad, como accidente que es, no afecta á en nada modifican la moralidad del acto- por sí mismas, con
la esencia : axioma ó proloquio filosófico muy común é indis- tal que no se presuponga alguna otra, que la agrave ó cambie
cutible. su especie: como sucedería, si uno matase á un juez investido
(4) Ademas de las circunstancias que diversifican la espe- de su toga ó á un sacerdote revestido de sus sacros ornamen-
cie y de las agravantes hay un tercer género de ellas, que ni tos ; por cuanto en tales casos el traje tlenota la representa-
agravan la bondad ó malicia, ni inducen diversa especie do ción de ministro de Dios ó de la justicia respectivamente.
moralidad, cuales son la de robar con la mano derecha ó la iz-
CUESTIÓN XIX.

De la bondad y malicia del acto interior de la voluntad a).

Vamos á t r a t a r de la bondad del acto interior de la voluntad, acerca de lo cual espondrémos estos
diez artículos : 1.° La bondad de la voluntad depende del objeto? — 2 . ° Depende solamente del ob-
jeto?—3.° Depende de la razón?—4.° Depende d é l a ley e t e r n a ? — 5.° La razón que y e r r a , obliga?—
6." La voluntad, siguiendo c o n t r a í a ley de Dios á la razón que y e r r a , es m a l a ? — 7.° La bondad de
la voluntad en las cosas concernientes al fin depende de la intención del fin? —8.° La cantidad
de la bondad ó malicia en la voluntad sigue a l a cantidad del bien ó del mal en la intención? —9.° La
b o n d a d de la voluntad depende de la conformidad con la voluntad divina?—10.° Es necesario q u e la
voluntad h u m a n a se conforme á la divina voluntad relativamente al objeto q u e r i d o , p a r a que sea
buena?

A R T Í C U L O I . — l » bondad do la volun- luntad la bondad moral. L u e g o la bondad


tad dependo del objeto í moral de la voluntad no depende del o b -
jeto.
l.° Parece que la bondad de la volun- Por el contrario, dice Aristóteles
tad no depende del objeto ; porque la v o - ( E t h i c . 1. 5 , c. 1 ) que « l a justicia es l a
luntad no puede tener por objeto sino el » que nos hace querer lo justo » ; y por
b i e n , puesto que « e l mal está fuera de la misma razón la virtud es la que nos
e l l a » , como dice S. Dionisio ( D e div. hace querer el bien. P e r o la buena v o -
nom. c. 4 , p . 4 , lect. 2 2 ) . L u e g o , si la luntad es la que está conforme con la vir-
bondad de la voluntad se juzgara por el tud. L u e g o la bondad de la voluntad con-
objeto, seguiríase que toda voluntad se- siste en que uno quiere el bien.
ría buena y ninguna mala. Conclusión. La bondad ó malicia en
2.° E l bien se encuentra ante todo e n los actos de la voluntad se estima ó con-
el fin ; por consiguiente la bondad del fin sidera según sus respectivos objetos, que
como tal no depende de otra cosa. P e r o son los que diversifican la especie de su
según Aristóteles ( E t h i c . 1. 6 , c. 5 ) « l a moralidad ( 4 ) .
» acción buena es el fin, aunque la eje- Responderemos, que el bien y mal son
» cucion nunca lo sea » ( 2 ) ; porque se por sí diferencias de los actos de la volun-
ordena siempre como á su fin á algo y a tad : porque el bien y el mal pertenecen
hecEo. L u e g o ' l a bondad del acto de la por sí á la voluntad, como lo verdadero
voluntad no depende de algún objeto. y l o falso á la razón, c u y o acto se distin-
3.° Cual es cada ser, tal hace sea su gue per se por la diferencia de lo verda-
hechura (3). P e r o el objeto de la v o - dero y lo falso, según que decimos que
luntad e s lo bueno con bondad natural ; una opinión es verdadera ó falsa. P o r lo
y por consiguiente no puede dar á la v o - cual la voluntad buena ó mala son actos

(1) Después de haber tratado de la bondad y malicia de los diverso de la ejecución misma ; poro no siempre lo es ol fin de
actos humanos en general, concrétase en esta Cuestión á los la acción ó del acto (acllonis), según prueba el mismo Santo
actos internos de la -voluntad, entendiéndose do los elicitos Tomás interpretando á Aristóteles.
ó producidos sustanciahnentc por la voluntad misma, sin po- (3) Lo mismo que en lo natural en lo moral : asi el calor
ner en juego ó hacer uso de las potencias á ella subordina- produce calor, y los hábitos buenos provienen de actos bue-
das ; pues al examen de los estemos ó imperados dedica la nos y á su vez dan origen á acciones también buenas,
siguiente C. 20. (4) Según lo espuesto en la C. 18, a. 2 y 7,
(2) El fin do la ejecución (faclionls) ó de la obra ó hecho es
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S I Y II. 141

diferentes según la especie. M a s la dife- según la diversidad de las circunstancias;


rencia de la especie en los actos proviene v. gr. si alguno quiere cuando- d e b e , y
de sus objetos-, como se ha dicho ( C . 18, donde debe, y cuanto debe, y del modo
a. 5) : y por esto el bien y el mal en los que 6 según (5) debe. L u e g o la bondad
actos de la voluntad se considera propia- de la voluntad no solamente depende del
mente (1) según los objetos. objeto, sino también de las circunstan-
A l argumento 1.° diremos, que la v o - cias.
luntad no siempre tiene por objeto el bien 3.° L a ignorancia de las circunstan-
real, siéndolo á veces el bien aparente, cias es causa de la malicia de la voluntad,
que con efecto encierra algo de bien, como se ha demostrado ( C . 6 , a. 8 ) . M a s
aunque no es en absoluto digno de ser esto no sería así, si la bondad y malicia
apetecido ; y por esta causa el acto de la de la voluntad no dependiese de las cir-
voluntad no es bueno siempre, y sí algu- cunstancias. L u e g o la bondad y malicia
nas veces malo. de la voluntad depende de las circunstan-
A l 2.° q u e , aunque algún acto pueda cias, y no solo el objeto.
ser el fin último del hombre bajo algún Por el contrario: por las circunstancias
concepto, sin embargo tal acto no es acto en cuanto tales no se especifican los ac-
de la voluntad ( 2 ) , como se ha dicho t o s , según se ha dicho ( C . 1 8 , a. 10,
( C . 3 , a . 4 ) (3). al 2). Pero el bien y el mal son diferen-
A l 3.° que la razón representa el bien cias específicas de los actos de la volun-
á la voluntad como objeto ; y, en cuanto tad según lo dicho ( C . 1 8 , a. 5 ) . L u e g o
se comprende bajo el orden de la razón, la bondad y malicia de la voluntad no de-
pertenece al género de moralidad y da al pende de las circunstancias, sino de solo
acto de la voluntad una bondad moral : el objeto.
porque la razón es el principio de los ac- Conclusión. La moralidad (bondad 6
tos humanos y morales, según lo dicho malicia) de la voluntad depende solo del
(C. 1 8 , a. 5 ) . objeto, único que per se constituye al
acto bueno ó malo; y no de las circuns-
ARTÍCULO I I . — l a bondad do la vo- tancias, que son meros accidentes suyos.
luntad dependo ú n i c a m e n t e del objeto í (4) R e s p o n d e r e m o s , que en todo género
cuanto algo es más principal, tanto es
1.° Parece que la bondad de la volun- más simple y reducido á menos elementos,
tad no depende solo del o b j e t o ; puesto como los primeros cuerpos son los más
que el fin tiene mayor afinidad con la v o - simples ; y por esto vemos que las cosas,
luntad que con otra potencia. P e r o los que son las primeras en todo género, son
actos de otras potencias reciben su bon- simples de algún modo y se reducen á
dad, no solamente del objeto, sino tam- la unidad. M a s el principio de la bondad
bién del fin, como se infiere de lo dicho y malicia de los actos humanos radica en
( C . 18, a. 4). L u e g o asimismo el acto de el acto de la voluntad : por cuya razón
la voluntad recibe su bondad, no solo del la bondad y malicia de la voluntad se con-
objeto, sino también del fin. sideran bajo cierto concepto único ; en
2.° L a bondad del acto no solo pro- tanto que la bondad y malicia de los
viene del objeto, sí también de las cir- otros actos pueden estimarse bajo con-
cunstancias, según se ha dicho ( C . 18, ceptos diversos. P e r o aquella unidad, que
a. 3). Mas sucede que es diversa la bon- es el principio en cada g é n e r o , no lo es
dad y malicia en el acto de la voluntad per accidens sino per se ; porque todo lo
fl) Es decir, radical y principalmente ; pues queda sentado la especificación moral del acto. Con esta salvedad no solo
que la moralidad de las acciones humanas recibo también di- desaparece todo viso de contradicción, sino que se amplía y
versificarán específica del fin (C. 18, a. 4) y aun de algunas corrobora la doctrina ya sentada.
circunstancias {C. 18, a. 3 y 10). (5) La aparente redundancia de los dos adverbios qaomodo y
(i) Y sí más bien del entendimiento, alguna de cuyas ope- prout se esplica perfectamente, ya por el intento de insinuar
raciones puede ser y es en efecto el último fin formalmente enfáticamente y con cierto espresivo pleonasmo la importan-
considerado, ó como lin llamado qno. cia de la consideración del modo ; ya también quizá porque el
(3) Pero más espresamente en la C. 1, a. 1, al 2." Véase. 1.° se refiere al modo de ser ó cualidad del objeto misino en
(1) Sí, considerando el objeto en toda su amplitud y como si (como si es sagrado ó intrínsecamente malo, por ejemplo), y
comprensivo del fin y de las circunstancias; pues de otro el 2.° al modo ó disposición actual del agente ó al motivo de su
modo se contrariaría lo establecido en la C. 18, a. 4 y 10, res- voluntad, como constitutivo de la intención : equivaliendo en
pecto á ese doblo elemento integrante del objeto en cuanto á tal caso el prout al cur dol formulario espuesto en la C. 7, a. 3.
142 CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

que es per accidens se reduce á lo que es tad no depende de la razón : porque lo


per se, como á su principio. A s í pues la anterior no depende de lo posterior ; y el
bondad de la voluntad depende única- bien pertenece antes á la voluntad que á
mente de lo que per se produce la. bondad la razón, según resulta de lo dicho ( C . 8,
del acto, es decir, del objeto ; y no de las a. 1; y C. 9, a. 1). L u e g o el bien de la
circunstancias, qué son ciertos acciden- voluntad no depende de la razón.
tes del acto (1). 2.° E l Filósofo dice (Ethic. 1. 6, c. 2)
A l argumento 1.° diremos, que el fin que « l a bondad del entendimiento prác-
es el objeto de la voluntad, mas no de » t i c o es lo verdadero conforme al recto
las otras fuerzas (ó potencias). A s í pues » apetito » ; y este es la buena voluntad.'
en cuanto al acto de la voluntad la bon- L u e g o la bondad de la razón práctica
dad, que proviene del objeto, no difiere de depende de la bondad de la voluntad,
la que resulta del fin, como en los actos más bien que al contrario.
de las otras potencias; sino en caso per 3.° E l motor no depende de aquello
accidens, según que el fin depende del que es movido, sino al contrario. L a v o -
fin, y la voluntad de la voluntad. luntad empero mueve á la razón y á las
A l 2.° que, suponiendo que la voluntad otras potencias, como se ha dicho ( C . 9,
sea del bien,.ninguna circunstancia puede a. 1). L u e g o la bondad de la voluntad no
hacerla mala. L o que se dice pues que uno depende de la razón.
quiere algún bien, cuando no debe, puede Por el contrario, dice San Hilario ( D e
entenderse de dos modos : 1.° en el sen- Trin. 1. 10) : <( es inmoderada toda per-
tido de que la circunstancia se refiera á lo » tinacia en las voluntades ( 3 ) adopta-
querido, y así la voluntad no es del bien; » das, cuando la voluntad no está some-
pues querer hacer algo cuando no se debe »tida á la razón x>. P e r o la bondad de la
hacer, no es querer lo bueno ; 2.° de modo voluntad consiste en no ser inmoderada.
que la circunstancia se refiera al acto de L u e g o la bondad de la voluntad de-
querer, y así es imposible que uno quiera pende de que esté sujeta á la razón.
lo bueno, cuando no debe; porque siem- Conclusión. La bondad de la volun-
pre debe el hombre querer el b i e n : á no tad depende de la razón, del propio modo
ser per accidens, en cuanto queriendo y por lo mismo que depende del objeto
este bien es impedido de querer entonces propuesto á aquella por esta.
algún bien debido ; y en tal caso el mal Responderemos, que según lo dicho
no proviene de que se quiera aquel bien, ( a. 1 y 2 ) la bondad de la voluntad de-
sino de que no se quiere el otro : y lo pende propiamente del objeto. M a s el ob-
mismo debe decirse respecto de las de- jeto de la voluntad la es propuesto por la
mas circunstancias. razón; puesto que el bien del entendi-
A l 3.° que la ignorancia de las cir- miento y el objeto de la voluntad propor-
cunstancias escusa la malicia de la v o - cionado á ella, y el bien sensible ó imagi-
l u n t a d , según que las circunstancias se nario no es proporcionado á la voluntad,
refieren al objeto querido, es decir, en sino al apetito sensitivo; porque la volun-
cuanto ignora las circunstancias del acto tad puede dirigirse al bien universal, que
que quiere. la razón aprende; mientras que el apetito
sensitivo no tiende sino al bien particular,
que aprende la potencia sensitiva. P o r
ARTÍCULO I I I . — La bondad de l a vo-
consiguiente la bondad de la voluntad
l u n t a d d e p e n d e de l a r a z ó n ? (2)
depende de la razón, del modo mismo que
1.° Parece que la bondad de la volun- depende del objeto.

(1J Medítese bien lo espuesto en la nota 4 , pág. 141; y se según su diferente apreciación y las escuelas en que militan.
comprenderá fácilmente la conciliación de esta tesis tan es- (2) Depende de solo el objeto según lo demostrado y en el
clusiva con las allí citadas, por cuanto el objeto aquí se en- sentido espueslo en el a. precedente, como de principio es-
tiende abarcar todo lo bueno ó malo incluido en él, véngale trinseco; pero, como principio intrínsecamente diroctivo de la
de sí propio ó de alguna circunstancia ó de otro cualquier voluntad en su operación, claróos que interviene indispensa-
concepto, y lo que constituye la bondad ó malicia de un acto blemente en sus actos la razón : y esto es lo que en armonía y
voluntario (como es bien obvio y natural) es el bien ó el mal como aplicación de lo sentado en el a. 1 do la C. 0 se propone
querido ó intentado por la voluntad en su operación moral ó establecer aquí.
deliberada. Esto nos dispensa de descender á las diversas in- (3) Resoluciones ó decisiones de la voluntad.
terpretaciones, que dan unos ú otros teólogos al testo literal,
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S III Y IV. 143

A l argumento 1.° diremos, que el bien, Por el contrario, San A g u s t í n dice


en cuanto tal ó considerado como cosa (Contra F a u s t u m , 1. 2 2 , c. 2 7 ) que « p e -
deseable, pertenece antes á la voluntad » cado es el dicho, hecho ó deseo contra-
que á la razón : pero no obstante antes »rio á la l e y eterna » . E s así que la m a -
pertenece á la razón en el concepto de licia de la voluntad es la raíz del pecado.
verdadero, que á la voluntad bajo el de L u e g o , oponiéndose la malicia á la bon-
apetecible ; por cuanto el apetito de la d a d , la bondad de la voluntad depende
voluntad no puede ser de lo b u e n o , si no de la l e y eterna.
es antes aprendido por la razón. Conclusión. La bondad de la volun-
A l 2.° que Aristóteles en el pasaje adu- tad humana depende de la ley eterna, y
cido habla del entendimiento práctico, se- mucho más que de la humana razón,
gún que aconseja y raciocina sobre los causa segunda y subordinada á aquella
medios, conducentes al fin, pues así se primera causa.
perfecciona por la prudencia. P e r o en los Responderemos, que en todas las cau-
medios, que conducen al fin, la rectitud de sas ordenadas el efecto depende más de
la razón consiste en su conformidad con la causa primera que de la segunda : por-
el deseo del fin legítimo ; y sin embargo que esta no obra sino en virtud de la
aun este mismo apetito del fin legítimo primera ; y el que la razón humana sea
presupone una justa idea del fin, la cual regla de la voluntad humana, por la cual
se obtiene por la razón. se mide su bondad, proviénela de la l e y
A l 3.° que la voluntad en cierto modo eterna, que es la razón divina : por lo cual
mueve á la razón y la razón por otro dis- se lee ( P s . 4 , 6 ) : Muchos dicen ¿ quién
tinto mueve á la voluntad, esto e s , por nos manifiesta los bienes? ( v . 7 ) sellada
parte del objeto, como se ha dicho ( C . 9, está, Señor, sobre nosotros la lumbre de
a. 1). tu rostro; como si dijese : <r la luz de la
» razón, que está en nosotros, en tanto
» puede mostrarnos los bienes y regular
ARTÍCULO I V . — La bondad d e l a vo- » nuestra v o l u n t a d , en cuanto es luz de
luntad depende d e l a ley eterna? (11 » su rostro, esto e s , derivada de é l » . P o r
consiguiente es bien notorio que mucho
1.° Parece que la bondad de la volun- más depende la bondad de la voluntad
tad humana no depende de la l e y eterna; humana de la ley eterna que de la razón
porque no hay más que una sola regla y humana; y allí, donde esta es deficiente,
medida de una sola cosa. E s así que la es necesario recurrir á la razón eterna.
regla de la voluntad humana, de la que A l argumento 1.° diremos, que no h a y
depende su bondad, es la recta razón : muchas medidas próximas de una sola
luego la bondad de la voluntad no d e - cosa ; pueden no obstante existir muchas
pende de la l e y eterna. medidas, de las cuales una esté subordi-
2.° « L a medida es de la misma natu- nada á otra.
» raleza que el objeto medido » , como se A l 2.° que la medida próxima es h o -
dice (Metaph. 1. 1 0 , t. 4 ) . E s así que la mogénea de lo mensurado ; mas no la re-
ley eterna no es de la misma naturaleza mota.
que la l e y humana. L u e g o la ley eterna A l 3.° q u e , aunque nos es desconocida
no puede ser la medida de la voluntad la l e y eterna, según que se halla en la
humana, de modo que de aquella depen- mente divina; se nos da no obstante á
da la bondad de esta. conocer de algún m o d o , y a por la razón
3.° L a medida debe ser de todo punto natural derivada de ella como su propia
cierta ; y la l e y eterna nos es desconoci- imagen, y a por alguna revelación sobre-
da ; luego no puede ser la medida de nues- añadida.
tra v o l u n t a d , de modo que la bondad de
esta dependa de aquella.

(1) Por ley-eterna ó divina se entiende aquí en general la preceptiva de su soberana voluntad, imponiendo mandatos
razón de la divina Sabiduría, según la cual Dios lo rige todo terminantes y concretos, como lo6 del Decálogo por ejemplo.
encaminándolo á su fin ; y no precisamente como la espresion
144 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULO V.

ARTÍCULO V . — voluntad en des- Conclusión. Toda voluntad en des-


acuerdo con l a razón que yerra (1) e s mala? acuerdo con la razón, sea esta recta ó
errónea, es mala.
l.° Parece que la voluntad, que está en Responderemos que, como la concien-
desacuerdo con la razón errónea, no es cia es en cierto modo el dictamen de la
mala; porque la razón es la regla de la razón, toda vez que es cierta aplicación
voluntad humana, en cuanto se deriva de de la eiencia al a c t o , como se ha dicho
la l e y eterna, según lo dicho (a. 4). P e r o ( P . 1. , c. 7 3 , a. 1 3 ) ; preguntar si la vo-
a

la razón que yerra no se deriva de la l e y luntad que se separa de la razón errónea,


eterna. L u e g o la conciencia (ratio er- es mala, es lo mismo que inquirir si la
rans) errónea no es regla de la volutad conciencia errónea obliga. Acerca de esto
humana; y por tanto la voluntad no es algunos distinguieron tres géneros de ac-
mala disintiendo de la razón equivo- tos : porque unos son buenos por su gé*-
cada. ' ñero, otros son indiferentes, y otros ma-
2.° Según San Agustín « e l mandato los por el género. Dicen pues q u e , si la
» de una potestad inferior no obliga, si es razón ó la conciencia dicta que se debe
» contrario al mandato de la potestad su- hacer a l g o , que es bueno por su género,
» perior; como si el procónsul manda al- no hay en eso error: como ni lo hay, si
» g o , que el emperador prohibe». P e r o dice que no debe hacerse alguna cosa, que
la razón errónea propone á veces algo, es mala por su género; pues por la misma
que es contrario al precepto del superior, razón se mandan los bienes que se prohi-
es decir, de D i o s , cuya autoridad es so- ben los males. M a s , si la razón ó la con-
berana. L u e g o el dictamen de la razón ciencia sugiere á alguno que cosas, que
errónea no obliga ; y por lo tanto la v o - son malas en s í , está obligado á hacerlas
luntad no es mala, si está en desacuerdo por precepto, ó que están prohibidas las
con la conciencia errónea. que son en sí buenas, habrá entonces ra-
3.° Toda mala voluntad se reduce á zón ó conciencia errónea: así como tam-
alguna especie de malicia. P e r o la volun- bién, si dicta á uno que lo que es por sí
tad en desacuerdo con la razón errónea indiferente, como levantar una paja del
no puede reducirse á especie alguna de suelo, está prohibido ó mandado (2). D e
malicia; como si la razón yerra indicando aquí deducen que la razón ó conciencia er-
que se debe fornicar, la voluntad del que rónea acerca de las cosas indiferentes, y a
no quiere fornicar no puede reducirse á mandando, ya prohibiendo, obliga de tal
malicia alguna. L u e g o la voluntad en m o d o , que la voluntad discordante de tal
desacuerdo con la razón errónea no es razón errónea será mala y pecado : mas
mala. la razón ó conciencia errónea, precep-
tuando cosas, que son por sí malas, ó pro-
Por el contrario, como se ha dicho
hibiendo las que son por sí buenas y ne-
( P . 1. , C. 7 9 , a. 1 3 ) , la conciencia no
a

cesarias para la salvación, no o b l i g a ; y


es otra cosa que la aplicación de la cien-
por lo mismo en las tales cosas la volun-
cia á algún acto : y la ciencia está en la
tad, que se aparta de la razón ó concien-
razón. L a voluntad pues, que está en
cia errónea, no es mala. E s t o empero no
desacuerdo con la razón errónea, es con-
es razonable ( 3 ) : porque en las cosas
traria á la conciencia. E s así que tal v o -
indiferentes la voluntad discordante de la
luntad es siempre m a l a , pues se dice
razón ó conciencia errónea es mala de
( R o m . 1 4 , 2 3 ) : todo lo que no es según
algún modo por el objeto, del que de-
fe, es pecado, esto e s , todo ló que es
pende la bondad ó malicia de la volun-
contra la conciencia. L u e g o la voluntad
tad ; mas no por el objeto según su natu-
en discordancia con la razón errónea es
raleza, sino según que es aprendido (per
mala.

(1) La conciencia errónea, como hoy se dice en el lenguaje ranle pudiera y debiera desvanecerlo con diligencia al inénos
técnico usual. Lo que aquí se discute es pues, si la conciencia ordinaria, cual suele aplicarla á los asuntos ó negocios de
errónea obliga, ó lo que es lo mismo, si debe ó no obrarse se- interés para él común ó regular, habiendo advertido tal error
gún su dictamen. ó siquiera recelando y dudando acerca de la exactitud del jui-
(2) De aquí la definición de la conciencia errónea : « la que cio ó fallo de su conciencia errónea. Habla pues aquí de la
» propone lo falso como verdadero ». conciencia invenciblemente errónea.
(3) A no suponerse vencible el error, por cuanto el ope
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S V Y V I .
145
accidens) por la razón como bueno ó propone su juicio como verdadero, y por
como m a l o , para hacerlo ó evitarlo. Y , consiguiente como derivado de D i o s , de
puesto que el objeto de la voluntad es lo quien procede toda verdad.
que le propone la razón, según lo dicho A l 2.° que la espresion de San A g u s -
C. 8 , a. 1); sigúese que la voluntad, al tín tiene lugar, cuando se conoce que la
dirigirse á lo que la razón le presenta potestad inferior -manda algo contra el
como m a l o , acepta el concepto de malo: precepto de la potestad superior : mas,
y esto tiene lugar, no solo en las cosas si alguno creyese que el mandato del
indiferentes, sino también en las buenas procónsul era precepto del emperador;
ó malas per se; pues no solamente lo que al despreciar el precepto del procónsul,
es indiferente puede recibir el carácter despreciaría el del emperador: y asimis-
de bien ó de mal per accidens, sino que m o , si algún hombre conociese.que la ra-
aun lo que es bueno puede tomar carác- zón humana dictaba algo contra el pre-
ter de m a l o , ó lo que es malo de bueno, cepto de D i o s , no estaría obligado á se-
según el concepto que la razón se forme: guirla ; pero entonces la razón no sería
así el abstenerse de la fornicación es cier- totalmente errónea. Ahora, cuando la ra-
to bien; y sin embargo no es llevada la zón errónea propone algo como precepto,
voluntad á 'este bien, sino según que se de D i o s , en tal caso lo mismo es des-
lo propone la razón. Si pues se le propo- preciar el dictamen de la razón que el
ne como un mal por la razón errónea, es precepto de Dios.
llevada á este acto como hacia una cosa A l 3.° que la razón, cuando aprende
mala: y por consiguiente la voluntad será algo como malo, siempre lo aprende bajo
mala; pues que quiere lo m a l o , no en algún concepto de malo, sea porque con-
verdad lo que es malo per se, sino aque- traría al divino precepto, ó y a porque es
llo que lo es per accidens á causa de la escándalo, ó bien por algo semejante; y
aprensión de la razón. Asimismo creer en entonces á tal especie de malicia se redu-
Cristo es per se bueno y necesario para ce tal voluntad mala.
la salvación; mas la voluntad no es diri-
gida á esto, sino en cuanto se lo propone
la razón : por lo tanto, si la razón se lo ARTÍCULO V I . — l o v o l u n t o d , que con-
propone como m a l o , la voluntad será lle- cuerda con la razón errónea, es buena? (1)
vada á ello como malo; no porque lo sea
1.° Parece que la voluntad acorde con
en s í , sino que lo es per accidens según
la razón errónea es buena : porque, así
la aprensión de la razón. H é aquí por-
como la voluntad discordante de la razón
qué dice el Filósofo ( E t h i c . 1. 7, c. 1 y 2 )
tiende á lo que la razón juzga m a l o , así
que « e l incontinente, absolutamente ha-
la voluntad concorde con la razón á lo
» blando, es el que no sigue la recta razón,
que esta juzga bueno. E s así que la v o -
» y l o es per accidens el que no sigue la
luntad en desacuerdo con l a razón erró-
»razón falsa ». E n vista de todo lo es-
nea es mala. L u e g o la voluntad de acuer-
puesto debe decirse en absoluto que toda
do con la razón errónea es buena.
voluntad discordante de la razón, ya rec-
ta, ya errónea, es siempre mala. 2.° L a voluntad conforme con el pre-
cepto de Dios y de la l e y eterna siempre
A l argumento 1.° diremos que, aunque es buena. E s así que la l e y eterna y el
el juicio de la razón errónea no se derive precepto de Dios nos son propuestos por
de D i o s , sin embargo la razón errónea la aprensión de la razón aun errónea.

fl) Pudiera creerse al pronto completamente antitética de el deber no cumplido de rectificar el error de la conciencia;
la anterior esta pregunta, y resuelta por lo mismo sin vacila- que solo será escusable, cuando la ignorancia de la verdad sea
ción ni examen en sentido afirmativo, como un simple corola- para ella invencible. Hé aquí porqué en el cuerpo del artículo
rio perfectamente lógico de aquella. Pero no es difícil compren- se hace la esplicita referencia al a. 8 de la C. (i, como prece-
der que oso podría en algún caso equivaler á cohonestar ó dis- dente indispensable para resolver el punto aquí debatido, se-
culpar un nial por otro, como si(pnr ejemplo) el hecho criminal gún que la ignorancia cause ó no involuntario, y habida con-
del adulterio se cscusase de culpa, por ser robado el precio de sideración ala negligencia en informarse de lo cierto, causa
ese crimen, con solo suponer errónea apreciación ó conciencia indirecta pero determinante de la responsabilidad censurable
respecto del hecho de hurtar, con el designio de atacar á la del agente, cuando no ha puesto la solicitud que debiera en
fidelidad conyugal. Notoria por demás la monstruosidad de tal disipar la ignorancia ó el error. Con estas indicaciones se en-
teoría deja entrever desde luego que la conformidad de la vo- tenderá bien la Conclusión y el fundamento en que se apoya.
luntad con el juicio falso de la razón no siempre basta á jus- Téngase presente la nota anterior á esta.
tificarla ó escusarla de culpabilidad, pudiendo radicar esta en
SUMA TEOLÓGICA. — TOMO I I . 10
146 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULO VI.

L u e g o la voluntad de acuerdo aun con la de la negligencia, porque uno no quiere


razón errónea es buena. aprender lo que está obligado á saber,
3.° L a voluntad discordante de la ra- como se ha dicho (ibid.) Si pues el error
zón errónea es mala. Si pues la voluntad de la razón ó conciencia es voluntario
concorde con la razón errónea, es tam- directa ó indirectamente á causa de la
bién mala, parece que toda voluntad del negligencia, por versar acerca de lo que
que tiene conciencia errónea es mala ; y uno está obligado á saber ; en este caso
así el tal hombre estaría perplejo, y pe- el tal error de razón ó conciencia no es-
caría necesariamente : lo cual es inadmi- cusa de que sea mala la voluntad con-
sible. L u e g o la voluntad acorde con la corde con la razón ó conciencia, que de
razón errónea es buena. esta manera yerra. Pero, si el error cau-
Por el contrario: la voluntad de los sa lo involuntario , por cuanto proviene
asesinos de los apóstoles era mala; y sin de la ignorancia de alguna circunstancia
embargo estaba de acuerdo con la razón sin negligencia alguna, entonces tal
errónea de ellos, según aquello (Joann. error de razón ó conciencia escusa de ser
16, 2) : Viene la hora, en que cualquiera mala la voluntad conforme con la razón
que os mate pensará que hace servicio á errónea: por ejemplo, si la razón errónea
Dios. L u e g o la voluntad en consonancia dicta que el hombre está obligado á usar
con la razón errónea puede ser mala. de la mujer de o t r o , la voluntad de
Conclusión. La voluntad conforme con acuerdo con esta razón errónea es,mala;
la conciencia errónea es mala [1], si ese porque este error proviene de la ignoran-
error de la razón es ó directamente vo- cia de la l e y de D i o s , que está obligado
luntario ó debido á negligencia respecto á saber : pero, si la razón yerra en que,
á lo que hay obligación de saber ; y no lo creyendo uno que cierta mujer acostada
es [ 2 ] , si el tal error es involuntario,por á su lado es su esposa, accede á su re-
recaer sobre alguna circunstancia, cuyo querimiento del débito, la voluntad del
conocimiento no es obligatorio, ni supone tal se escusa de no ser mala; por cuanto
por lo mismo negligencia culpable. este error proviene de la ignorancia de
una circunstancia, que escusa y causa lo
Responderemos que, así como la cues-
involuntario ( 1 ) .
tión anterior viene á refundirse en la pre-
g u n t a , « s i l a conciencia errónea obliga»; A l argumento 1.° diremos q u e , como
la presente se reduce á investigar, «si dice S. Dionisio ( D i v . nom. c. 4 , p. 4,
la conciencia errónea escusa». P e r o la lect. 22), « e l bien es producido por cau-
solución de esta depende de lo que se ha » s a íntegra, pero el mal por defectos
dicho s ó b r e l a ignorancia ( C . 6, a. 8 ) , á » particulares». P o r lo t a n t o , para que
saber, que la ignorancia á veces causa lo se diga que el objeto, á que se refiere la
involuntario, pero otras no : y , puesto voluntad, es m a l o ; basta que ó lo .sea
que el bien y el mal moral consisten en según su naturaleza, ó se conceptúe malo:
el a c t o , en cuanto es voluntario, como m a s , para que sea b u e n o , es necesario
consta de lo espuesto (a. 2 ) ; es evidente que lo sea de las dos maneras (2).
que aquella ignorancia, que causa lo in- A l 2.° que, la l e y eterna no puede er-
voluntario, escluye todo concepto de bien rar , pero sí la razón : y por lo tanto la
y de mal moral; mas no así la que no lo voluntad, que concuerda con la razón h u -
causa. También queda sentado ( C . 6, mana, no siempre es recta, ni siempre
a. 8) que la ignorancia en algún modo concuerda con la ley eterna.
voluntaria, séalo directa ó indirectamente, A l 3.° q u e , así como en las cosas si-
no causa lo involuntario. Y digo ignoran- logísticas ( 3 ) , presupuesto un inconve-
cia directamente voluntaria aquella, á la niente, por necesidad surgen de él otros;
cual se dirige el acto de la v o l u n t a d , é lo propio sucede en materias morales, que
indirectamente voluntaria la que resulta de un inconveniente, que se suponga, na-

(1) En casos de esta índole (añade San Alfonso de Ligorio) damente rigoristas, ó no fijando bien las circunstancias con-
no solo no hay pecado, sino que aún puede ser meritorio el currentes en tales actos.
acto de la voluntad conforme con la conciencia así invenci- (2) En sí mismo y en la aprensión ó concepto mental.
blemente errónea ; y bien puede afirmarse que tal es la opi- (3) En lo discursivo ó especulativo, como contrapuesto á
nión común de los moralistas más respetables, ó de todos con las ciencias prácticas, cual es la Moral, y que se estudian co.
la sola escepcion de algunos muy contados entre los exagera- mo determinadas por la ley, y no por la razón.
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 14T

cen otros por necesidad: así en la hipó- tad no depende de la del fin que se inten-
tesi de que uno se proponga la vanaglo- ta ; porque el que quiere hurtar, para dar
ria, bien que haga por causa de ella lo limosna, tiene voluntad mala, aunque se
que está obligado á hacer, ó bien lo omi- proponga un fin bueno. L u e g o tampoco
ta , pecará siempre ; mas no por eso se la bondad de la voluntad depende de la
encuentra perplejo ( 1 ) , toda vez que bondad del fin intentado.
puede desistir de su mala intención. D e Por el contrario, dice San Agustín
la misma manera, supuesto el error de la (Confess. 1. 9, c. 3 ) que « l a intención es
razón ó de la conciencia procedente de la »remunerada por Dios », y lo que Dios
ignorancia que no escusa, sigúese suce- remunera, premíalo como bueno. L u e g o
sivamente lo malo en la voluntad ; y sin la bondad de la voluntad depende de la
embargo no por eso está el hombre inde- intención del fin.
ciso , puesto que puede salir del error, por Conclusión. [ 1 ] La bondad de la vo-
ser la ignorancia vencible y voluntaria. luntad en lo conducente al fin depende
de la precedente intención del fin ; mas
ARTÍCULO V I I . •—• ¿ MAX bondad de l a vo- no [ 2 ] la de la voluntad primera de la
luntad e n l a s cosas concernientes a l fln d e - subsiguiente intención del fin, á no ser
pende de l a Intención del fin ? (2) reiterado su acto en unión con esta (5).
Responderemos, que la intención pue-
1.° Parece que la bondad de la volun- de referirse á la voluntad de dos modos:
tad no depende de la intención del fin : 1.° como precedente; y 2.° como consi-
porque se ha dicho (a. 2) que la bondad guiente ( 6 ) . l.° Precede la intención á
de la voluntad depende solo del objeto. la voluntad á título de causa, cuándo
Pero en lo conducente al fin uno es el ob- queremos algo por la intención de algún
jeto de la voluntad, y otro el fin inten- fin; y entonces el orden al fin se con-
tado ( 3 ) . L u e g o en esto la bondad de sidera como cierta bondad del mismo ob-
la voluntad no depende de la intención jeto querido : por ejemplo, cuando uno
del fin. quiere ayunar por D i o s , tal ayuno es
2.° Querer guardar los mandamientos bueno, precisamente porque se hace por
de Dios pertenece á la voluntad buena; Dios. A s í p u e s , dependiendo la bondad
pero ello puede referirse á un fin malo, de la voluntad de la bondad de lo que-
cual es el de la vanagloria ó la codicia, rido según lo dicho (a. 1 y 2 ) ; forzoso
cuando alguno quiere obedecer á Dios es que dependa de la intención del fin.
por conseguir los bienes temporales : lue- 2.° L a intención subsiguiente á la volun-
go la bondad de la voluntad no depende tad, cuando sobreviene á la voluntad (ya)
de la intención del fin. preexistente; como si uno quiere hacer
3.° E l bien y el m a l , así como diver- algo, y después lo refiere á D i o s : en este
sifican la voluntad, diversifican también caso la bondad de la primera voluntad
el fin ( 4 ) . P e r o la malicia de la volun- no depende de la intención siguiente, á

(1) La perplejidad de conciencia existe propiamente, cuando fin. Recuérdese el ya repetido ejemplo del avaro, cuyo objeto
uno juzga que pecaría cumpliendo cualquiera de dos precep- material es el dinero, pero el formal y final intentado por él
tos, ó decidiéndose por uno ú otro de dos deberes ó estremos es su posesión.
contrapuestos ; como si Y . gr. recela incurrir en prodigalidad (4) Aunque con la diferencia ya antes de ahora espuesta
socorriendo á un menesteroso, y quebrantar la caridad ó la de que el bien diversifica per se directamente, al paso que el
justicia no dando limosna en determinadas circunstancias. No mal (que es privación de bien, y no entidad) solo material-
hay pues en realidad conciencia perpleja en los casos, á que mente y per accidens por razón del bien adjunto á él, ó en que
el testo se refiere; por cuanto el hombre tiene en su poderla él se halla, como deficiencia ó privación parcial del mismo
decisión de toda duda ó vacilación, con solo renunciar á su bien.
torcido intento y obrar con rectitud conforme al dictamen de (5) Adviértase que por voluntad se entiende aquí el acto
su conciencia, bien ó mal formada sin negligencia ó culpable interior de ella, como distinto de la intención. El Santo plan-
descuido en cerciorarse de su deber, como se supone. tea la cuestión presente, porque en los tratados do Moral
(2) Distingüese aquí (según advierte el C. Cayetano) el juega mucho la intención ; y la voluntad suele acusarse ó es-
acto interno de la voluntad y la intención, según la cual con cusarsc por ella. Lo mismo se entenderá el art. 8.° siguiente.
frecuencia resulta aquel acusable ó cscusablc, aparte de la M. C. G.
bondad ó malicia intrínseca del acto en sí mismo y por razón (6) La edición romana antigua ponía cencomitans en lugar
del objeto. Conviene recordar lo establecido en la C. 12, a. 1 de consequens, palabra que, restaurada por Conrado y García,
y 2 respecto de la intención, y en el a. 4 de la C. 18 acerca de vemos unánimemente adoptado en todas las ediciones poste-
la inllucncia del tin en la moralidad de las acciones humanas. riores, inclusa la áurea (1773) que anota la variante, sin de-
(3) Esto es, lo que la voluntad mira como su objeto difiere signar más que al. concomitans según su costumbre.
de (ó no es lo mismo que) aquello, á que se dirige como á su
148 CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULOS VII Y VIII.

menos que el acto de la voluntad no sea buena la voluntad, cuanto intenta (te-
reiterado con la siguiente intención (1). nerla).
A l argumento 1.° diremos que, cuando 2.° Aumentada la causa, se aumenta
la intención es causa del querer, el orden el efecto. Pero la bondad de la intención
al fin se considera como cierta razón de es la causa de la buena voluntad (4).
bondad en el objeto, según lo y a dicho. L u e g o tanto es buena voluntad, cuanto
A l 2° que la voluntad no puede de- de bueno se propone el que la tiene.
cirse buena, si la intención causa de la 3.° E n las malas acciones tanto peca
volición es mala : porque el que quiere uno cuanto (malo) intenta : así el que.
dar limosna, por conseguir una gloria lanzando una piedra intentase cometer un
v a n a , quiere bajo un concepto malo lo homicidio, sería reo de homicidio. L u e g o
que de suyo es bueno; y por lo tanto, por identidad de razón en lo bueno tanto
tal como él lo quiere, es malo, siendo de es buena la voluntad, cuanto lo es la in-
consiguiente mala su voluntad. P e r o , si tención del operante.
la intención es subsiguiente, entonces la Por el contrario : puede ser la inten-
voluntad pudo ser buena : y por la inten- ción buena, y mala la voluntad. L u e g o
ción siguiente no se vicia aquel acto de por la misma razón puede darse intención
la voluntad, que precedió; sino el acto más buena, y menos buena voluntad.
de la voluntad, que es reiterado. Conclusión. [1] El grado moral del
A l 3.° que, como y a se ha dicho (a. 6, acto así interior como esterior, conside-
al 1.°), el mal proviene de defectos singu- rado aquel por parte del objeto, no tiene
lares, y el bien de una total é íntegra •por medida el grado de la intención. El
causa. A s í p u e s , sea que la voluntad se grado de bondad de la intención [ 2 ] ,
proponga como bueno lo que es malo en atendida su intensidad en unión con la del
sí, sea que abrace como malo lo que es acto, redunda formalmente en el acto in-
bueno, es siempre (2) m a l a : m a s , para terno y esterno de la voluntad. El ope-
ser buena, requiérese que lo sea del bien rante [3] no merece tanto, cuanto intenta
como tal b i e n , esto es, que quiera el bien merecer.
y por el bien (mismo). Responderemos, que respecto al acto
y la intención del fin pueden considerarse
ARTÍCULO V I I I . — ¿ E I g r « « i o ( q u a n t i - dos clases de grados : 1. por parte dela

tas) de bondad ó malicia e n la.voluntad re- objeto, por cuanto uno quiere ú obra un
s u l t a del de l a bondad ó malicia e n l a Inten- bien mayor ; 2. por la intensidad del
a

ción ? (3) acto, queriendo ú obrando intensamente,


y siendo así mayor por parte del agente.
1.° Parece que el grado de bondad en Si pues hablamos de la cantidad de uno
la voluntad depende del de la bondad y otra (5) en cuanto al objeto, es evidente
en la intención; porque sobre aquello que la del acto no es consecuencia del
(Matth. 12, 35), el hombre bueno del grado de la intención. E s t o puede tener
buen tesoro de su corazón saca buenas lugar por parte del acto esterior de dos
cosas, dice la Glosa (interl.) : a tanto bien modos : 1.° porque el objeto, que se or-
» h a c e uno, cuanto intenta». P e r o la in- dena al fin intentado, no es proporcionado
tención no solo da bondad al acto este- á dicho fin; como si uno diese diez libras,
rior, sí también á la voluntad, conforme no podría lograr su intención de comprar
á lo dicho (a. 7). L u e g o tanto tiene uno lo que vale ciento; 2° por causa de los

(1) Pues con esla reiteración ó ratificación viene ya á ser lucion condensada en la Conclusion propuesta por Drioux, vie-
la intención anterior á la voluntad, hallándose por lo mismo ne á ser esta : « el grado de bondad de la voluntad no siem-
en el caso del primer estremo y dependiendo así también de B pre está en proporción al de la bondad do la intención ; sí
la intención (antecedente) la bondad de la voluntad. » empero lo está el de su malicia con el de esta ». Nosotros sin
(2) En uno y otro supuesto de los dos indicados. embargo preferimos detallar más en consonancia coh el testo,
(3) Véase la nota 2 , pág. 147. El sentido de esto epígrafe aunque algún tanto estraelada, \o.Conc'usion lomadasustancial-
es según Silvio el siguiente : o ¿el acto de la voluntad, por mente de la edición áurea romana.
» el que elige los medios conducentes al fin, ó en cuya virtud (4) Volición aquí, como muchas otras veces se llama voluntad
» hace uso de ellos mediante algún acto esterno, es tan bueno al acto de querer ; no la potencia ó facultad volitiva.
» ó malo, cuanto lo sea la intención misma del fin? u Como si (5) Ütriusquc, del acto y de la intención, ó del obrar y el
» dijera : « la bondad ó malicia de la intención es la medida querer.
» proporcional ó adecuada de la del acto voluntario? » La so-
CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULOS VIII Y IX. 149

obstáculos, que pueden sobrevenir acerca merecer, p o r q u e l a c a n t i d a d d e l m é r i t o


del acto esterior, y q u e n o está e n n u e s - consiste en la intensidad del a c t o , c o m o
tra m a n o r e m o v e r ; c o m o si a l g u n o p r e - d e s p u é s s e dirá ( C . 1 1 4 , a. 4 ) .
t e n d e ir h a s t a R o m a , y s e e n c u e n t r a c o n A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e a q u e l l a
obstáculos, que no le permiten hacer este Glosa habla en cuanto á la apreciación
v i a j e . M a s p o r p a r t e d e l a c t o interior d e de D i o s , que considera principalmente l a
la v o l u n t a d n o h a y sino u n o d e e s t o s d o s i n t e n c i ó n del- fin. A s í q u e otra Grlosa
modos (1) : porque somos dueños de los (Ord. e x R á b a n o ) dice (ibid.) « q u e el
actos internos de la v o l u n t a d , pero no de » tesoro del corazón es la intención, por
los e s t e m o s . P u e d e e m p e r o l a v o l u n t a d » l a c u a l D i o s j u z g a l a s obras » ; p u e s t o
querer a l g ú n o b j e t o n o p r o p o r c i o n a d o a l que la bondad de la intención, como se
fin, q u e s e p r o p o n e ; y e n t a l c a s o l a v o - h a d i c h o , refluye d e cierto modo en l a
luntad q u e es llevada á aquel objeto con- bondad de la voluntad, que hace también
siderado en a b s o l u t o , n o es tan buena, meritorio ante D i o s el acto esterior.
cuanto es el grado de la intención. M a s , A l 2.° q u e l a s o l a b o n d a d d e l a i n t e n -
puesto que también la misma intención ción n o es l a causa total de la bondad de
p e r t e n e c e e n c i e r t o m o d o al a c t o d e l a v o - la voluntad : por lo cual aquel razona-
l u n t a d , e s t o e s , e n c u a n t o (2) e s r a z ó n d e miento no es concluyente.
é l ; por esto mismo el grado de l a b u e n a A l 3.° q u e s o l a l a m a l i c i a d e l a i n t e n -
intención redunda en la voluntad, es d e - ción basta para la de l a voluntad ; y por
cir, e n c u a n t o l a v o l u n t a d q u i e r e a l g ú n esto m i s m o , cuanto la intención es mala,
g r a n b i e n c o m o fin ; a u n q u e a q u e l l o , p o r tanto lo es también la voluntad. M a s no
lo que quiere conseguir t a n g r a n d e bien, milita la misma razón respecto de la bon-
n o s e a d i g n o ( 3 ) d e a q u e l b i e n . M a s , si d a d , c o m o s e h a d i c h o ( a l 2.°).
s e c o n s i d e r a el grado de la intención y
del acto según la intención de ambos, así
ARTÍCULO I X . — 4 l a bondad de la vo-
la intensidad de la intención redunda en
luntad depende de la conformidad con la vo-
el acto interior y esterior de la voluntad:
luntud divina? (4)
p o r q u e l a m i s m a i n t e n c i ó n s e refiere e n
cierto m o d o formalmente á uno y otra,
1.° P a r e c e q u e l a b o n d a d d e l a v o l u n -
c o m o c o n s t a d e l o , d i c h o ( C . 1 2 , a. 4 ) ;
tad humana no depende de su conformi-
aunque, siendo materialmente la recta
dad con la voluntad divina: porque es
i n t e n c i ó n i n t e n s a , p u e d e s e r l o no. t a n t o e l
imposible que la voluntad del hombre se
a c t o interior ó e s t e r i o r , m a t e r i a l m e n t e
conforme á l a voluntad divina, c o m o cons-
h a b l a n d o : c o m o c u a n d o u n o n o quiere
t a p o r l o q u e s e d i c e ( I s . 55, 9 ) : Así
con tanta energía tomarla medicina, como
como los cielos se levantan sobre la tierra,
quiere r e c o b r a r l a s a l u d ; y n o o b s t a n t e
así se levantan mis caminos sobre vues-
la intensidad m i s m a , c o n q u e se quiere
tros caminos y mis pensamientos sobre
recobrar l a s a l u d , i n f l u y e f o r m a l m e n t e
vuestros pensamientos. L u e g o , si p a r a l a
s o b r e l a i n t e n s i d a d , c o n q u e quiere s e r
b o n d a d de l a v o l u n t a d s e r e q u i r i e s e l a
medicinado. D e b e empero observarse que
conformidad á la voluntad divina, segui-
l a i n t e n s i d a d d e l a c t o interior ó e s t e r i o r
ríase q u e sería imposible que l a voluntad
p u e d e referirse á l a i n t e n c i ó n c o m o á s u
del hombre fuese buena : lo cual es in-
objeto; cual sucede, cuando uno se pro-
conveniente.
p o n e querer ú obrar a l g o c o n i n t e n s i d a d ,
que no por eso quiere ú obra i n t e n s a m e n - 2.° A s í c o m o n u e s t r a v o l u n t a d s e d e -
t e : p o r q u e l a b o n d a d d e l a c t o interior ó riva de l a voluntad divina, así nuestra
esterior no es consecuencia de l a intensi- ciencia se deriva de l a ciencia divina. P e r o
dad del bien, según l o dicho. D e aquí es n o s e r e q u i e r e ¡Dará n u e s t r a c i e n c i a e l q u e
que no merece u n o , tanto como intenta sea conforme á la ciencia divina ; porque
D i o s sabe muchas cosas, que nosotros i g -

( 1 ) El primero, el de la desproporción entre el objeto y virlud y proporcionada eficacia para obtenerlo.


el fin. (4) Entiéndase, aun para obtener la bondad moral, de que
(2) «La intención » (debo suplirse aquí), que es la razón es capaz por medio de los humanos recursos ó fuerzas natu-
del acto... rales.
(3) Es decir, de igual dignidad y condición, ó de suficiente
150. CUESTIÓN XIX. — ARTÍCULOS IX Y X.

noramos. L u e g o no se requiere que nues- ciencia divina, en cuanto conoce lo ver-


tra voluntad sea conforme á la voluntad dadero ; y la acción del hombre á la ac-
divina. ción divina, en cuanto conviene al agen-
3.° L a voluntad es el principio de ac- te ; y esto por imitación, pero no por
ción , y nuestra acción no puede confor- ecuación.
marse á la acción divina : luego no se re- D e donde resulta evidente la solución
quiere que nuestra voluntad sea conforme al 2.° y 3.° argumentos.
á la voluntad divina.
Por el contrario, dícese (Matth. 26,39): ARTÍCULO X . — p a r o que i a voluntad
iVo como yo quiero, sino como tú ; lo cual h u m a n a s e a b u e n a , ¿es necesario que s e ucon-
dice, porque « quiere que el hombre sea forme á lu voluntud divina e n cuanto a l objeto
» recto y se dirija á Dios » , como esplica querido ? (2)
S a n Agustín (EncHr. implic. e x cap. 106,
y más espresamente in P s . 32, conc. 1, 1.° Parece que la voluntad del hombre
sobre las palabras: rectos decet collauda- no debe conformarse siempre con la di-
tio). P e r o la rectitud de la voluntad es vina en el objeto querido : porque no p o -
la bondad de esta. L u e g o la bondad de la demos querer lo que ignoramos, pues el
voluntad depende de la conformidad á la bien aprendido es el objeto de la volun-
voluntad divina. tad. E s así que ignoramos en muchas
Conclusión. Para que la voluntad del ocasiones, qué es lo que Dios quiere. Lue-
hombre sea buena, requiérese indispensa- g o la voluntad humana no puede confor-
blemente su conformidad con la voluntad marse con la divina en el objeto de su
divina. volición.
Responderemos q u e , según queda di- 2.° Dios quiere que se condene alguno,
cho (a. 7 ) , la bondad de la voluntad de- que por su presciencia ( 3 ) sabe ha de
pende de la intención del fin (1); y, como morir en pecado mortal. Si pues el h o m -
el fin último de la voluntad humana es el bre estuviera obligado á conformar su v o -
sumo bien, que es Dios, conforme á lo de- luntad con la divina en el objeto de su
mostrado ( C . 1, a. 8 ) ; requiérese por lo volición, seguiríase que el hombre esta-
tanto para la bondad de la voluntad hu- ría obligado á querer su condenación : lo
mana el que se ordene al sumo bien. P e r o cual es inconveniente.
este bien se compara primeramente y por 3.° Nadie está obligado á querer algo,
sí á la voluntad divina, como á su objeto que es contrario á la piedad. P e r o , si el
propio ; y lo que es primero en cualquier hombre quisiera lo que D i o s quiere, á v e -
género, es la medida y razón de todo lo ces este querer sería contra la piedad:
existente del tal género. A s í q u e , como v. gr. cuando Dios quiere que muera el
una cosa es recta y buena, en cuanto lle- padre de alguno ; si el hijo quisiera esto,
g a á su propia medida; sigúese que, para sería opuesto á la piedad. L u e g o el hom-
que la voluntad del hombre sea buena, se bre no está obligado á conformar su v o -
requiere el que se conforme á la voluntad luntad con la divina en cuanto al objeto
divina. querido.
A l argumento 1.° diremos, que la v o - Por el contrario: 1.° Sobre estas pala-
luntad del hombre no puede conformarse bras ( P s . 3 2 , 1 ) , á los rectos conviene la
á la voluntad divina por equiparación, alabanza, dice la Glosa (Ord. e x A u g . ) :
sino por imitación: y de la misma manera « E l que quiere lo que Dios quiere, tiene
la ciencia del hombre se conforma á la » recto corazón 3>. E s así que todos están

(1) Sobre esta doctrina se tendrá presente que para la conformidad, deque aquí se trata, relativa al objeto do la vo-
bondad de la voluntad humana se requiere su ordenación al luntad.
sumo bien, no en apariencia, sino á lo que es en verdad sumo (3) Como que á su voluntad de condenar precede la pres-
bien, conocido por el entendimiento ó confusa, ó distinta, ó ciencia de los pecados y de la obstinación ó impenilencia
natural, ó sobrenaturalmente, según la disposición del su- final; y por lo mismo la reprobación positiva', de la que es
jeto. Cuando el hombre por medio de la luz, que Dios le ha consecuencia la condenación de hecho, presupone la prescien-
concedido, ordena sus acciones al verdadero bien sumo , en- cia de los deméritos del reprobo, aun cuando no se pueda de-
tonces estas serán buenas; pero vendrán á resultar malas, si cir lo propio en orden á los méritos del predestinado. Véase
'o contrario 'M. C. G. en el tomo 1.° la C. 23, a. 3, y sus notas 4 y 5 do la pág. 213;
(2) Conciliación de varios, pasajes de las Santas Escrituras y más cuidadosamente la nota 2, pág. 214, como también las
(al parecer contradictorios), que exigen unos y no otros la notas interesantísimas al a. 5 de la misma C , pág; 210 á 220.
CUESTIÓN X I X . — A R T Í C U L O X. 151

obligados á tener corazón recto. L u e g o mujer ó del hijo ( 5 ) , que quiere que no sea
también están obligados á querer lo que muerto el t a l , en cuanto es malo por su
Dios quiere. naturaleza el quitar la vida. M a s , como
2.° L a forma de la voluntad (1), como la voluntad sigue la aprensión de la ra-
la de cualquier acto, se toma del objeto. zón ó del entendimiento ; según que la
Si pues está obligado el hombre á confor- razón del bien aprendido fuere más co-
mar su voluntad con la divina, sigúese (2) m ú n , así también la voluntad es llevada
que está obligado á conformarse en lo á un bien más común, como se ve en el
querido. ejemplo propuesto : porque el juez debe
3.° L a repugnancia de las voluntades mirar por el bien común, que es la justi-
consiste en que los hombres quieren di- cia, y por esto quiere la muerte del la-
versas cosas. P e r o todo el que tiene vo- drón, la cual importa razón de bien con
luntad en pugna con la divina, tiene mala relación al estado común ; mas la mujer
voluntad. L u e g o todo el que no conforma del ladrón debe considerar el bien priva-
su voluntad con la divina en cuanto al do de la familia, y en tal concepto no
objeto de su volición, tiene mala vo- quiere la muerte del ladrón su marido. E l
luntad. bien pues de todo el universo es aquello,
Conclusión. La voluntad humana está que es aprendido por D i o s , que es el ha-
siempre obligada á conformarse formal- cedor y gobernador de todo ; por consi-
mente en orden al bien común, y no siem- guiente todo cuanto quiere, lo quiere bajo
pre materialmente (sí solo en ciertos bie- la razón de bien común, que es su bon-
nes particulares) en cuanto al objeto, con dad, la cual es el bien de todo el univer-
la divina ; á lo menos bajo su concepto de so : pero la aprensión de la criatura es
causa eficiente y que quiere el bien común según su naturaleza de algún bien par-
ó universal (que es su misma infinita ticular proporcionado á esta. Sucede em-
bondad) ( 3 ) . pero que algo es bueno según una razón
Responderemos que, según se infiere particular, y no lo es según la universal;
de lo dicho (a. 5 ) , la voluntad es condu- ó por el contrario, según lo dicho poco
cida á su objeto, según que le es pro- h á : y de aquí proviene que alguna v o -
puesto por la razón. Sucede empero á v e - luntad es buena, queriendo algo conside-
ces que la razón considera alguna cosa rado según una razón particular, y que
(ú objeto) de diversos modos, siendo así sin embargo D i o s no lo quiere según la
bueno bajo un concepto lo mismo que no razón universal, y viceversa ; como tam^
lo es en otros. A s í es q u e , si la voluntad bien que las diversas voluntades de diver-
de alguno quiere que aquello sea ( 4 ) , en sos hombres pueden ser buenas respecto
cuanto tiene razón de bien, es buena ; y , de cosas opuestas, según que bajo diver-
si la voluntad de otro quiere que no sos conceptos particulares quieren que tal
sea ( 4 ) eso mismo, por lo que tiene de cosa sea ó no. Sin embargo la voluntad
malo, la voluntad de este será también de un hombre no es recta, queriendo un
buena : como el juez tiene buena volun- bien particular, á menos que la refiera
tad, queriendo la muerte del ladrón, por- al bien común como á su fin ; puesto que
que es justa ; en tanto que también es aun el apetito natural de cada una de las
buena la voluntad de otro, v. gr. de la partes debe referirse al bien común del

(1) « Volición » ó acto de la voluntad, como es bien claro y (lo que hay de privación, y malo como tal): pero ¿ cómo se po-
obvio por el contesto, y según ya tenemos advertido (nota 4, dría salvar entonces la afirmación de la bondad de la volun-
página 148). tad en el segundo? El ejemplo presentado á continuación
(2) Sequilar : algunas ediciones (la áurea entre ellas) po- viene ademas á justificar completamente y sin género de duda
nen en su lugar requirilur (requiérese), que por cierto no pa- la traducción, que consignamos en el testo : « quiere uno rec-
rece pertinente ni aceptable. » tamente que el hecho se realice ó sea», y... « con voluntad
(3) Nos permitimos refundir en esta forma los cuatro ó cinco » igualmente recta y buena quiere el otro que no sea ó no se
puntos, que comprende la demostración del cuerpo de este ar- »verifique el mismo hecho». Tal es indisputablemente el
ticulo, que van de letra cursiva en e\ testo ; con el fin de con- sentido literal de esas dos frases.
cretar bien y con suficiente claridad lo sustancial de la tesis (5) «Del mismo ladrón» se sobreentiende. Recuérdese lo
en consonancia con la propuesta formulada en el epigralc. dicho acerca de la voluntad antecedente y consecuente en las
(4) Quizá podría creerse más exacta y legítima la versión notas 4 do la pág. 177 y al final de la 3 en la 185, pero que
de las locuciones vclil illud esse y velil illud idem non esse, tra- termina ya en la 18G del tomo 1.°, En el testo y cuerpo del
duciendo respectivamente « quiere aquel ser » (esto es, lo que a. fi, C. 19, de la 1. Parte (T. 1.", pág. 178, columna 1.") sé
a

hay de ser en ello, lo bueno) y « quiere aquel mismo no ser » aduce precisamente el mismo ejemplo que aquí.
CUESTIÓN XÍX. — ARTICULO X.

todo : y , pues la razón, como forma de tiene voluntad conforme á la voluntad di-
querer lo que se ordena al fin, se toma del vina en cuanto á la razón de lo querido.
fin ; sigúese que, para que uno quiera Mas en particular no sabemos, qué es lo
con recta voluntad algún bien particu- que Dios quiere; y respecto de esto no
lar, es menester que aquel bien particu- estamos obligados á conformar nuestra
lar sea querido materialmente, y que el voluntad con la divina. P e r o en el estado
bien común divino lo sea formalmente. de la gloria todos verán en las cosas sin-
L u e g o la voluntad humana está obligada gulares, que quieran, el orden de ellas
á conformarse formalmente con la divina respecto á lo que sobre esto quiere Dios;
en lo que quiere, puesto que lo está á por cuya razón no solo formal sino mate-
querer el bien divino y común ; pero no rialmente conformarán su voluntad con
materialmente ( 1 ) , por la razón antes la de D i o s en todas las cosas.
dicha. Sin embargo bajo este doble con- A l 2.° que D i o s no quiere la condena-
cepto ( 2 ) la voluntad humana se con- ción de alguno bajo el concepto de con-
forma en algún modo con la divina; por- denación ( 3 ) ni la muerte en cuanto tal,
que, en cuanto se conforma con ella en la pues quiere que todos los hombres sean
razón común de lo querido, se la confor- salvos; sí las quiere por razón de la jus-
ma en el fin ú l t i m o ; y en cuanto no se ticia. P o r lo cual basta acerca de estas
conforma con ella en lo querido material- cosas que el hombre quiera que se obser-
mente, confórmasela según la razón de ven la justicia de Dios y el orden de la
causa eficiente ; pues que de D i o s , como naturaleza.
de causa eficiente, recibe esa propia incli- Con esto la solución al 3.° es evi-
nación consecuente á su naturaleza ó dente.
aprensión particular del mismo objeto. A l 1.° objetado en contra, que más bien
D e aquí nació el uso de decir que la vo- quiere lo que Dios quiere el que conforma
luntad del hombre se conforma en esto su voluntad con la divina, en.cuanto á
con la divina, en el sentido de que quiere la razón de lo querido, que el que la con-
lo que Dios quiere que él quiera. H a y forma en cuanto á la misma cosa querida;
ademas otro modo de conformidad según porque la voluntad es llevada más princi-
la razón de causa formal, y consiste en palmente al fin, que á lo concerniente
que el hombre quiera algo por caridad, al fin.
como lo quiere Dios ; conformidad que
A l 2.° que la especie y forma del acto
asimismo se reduce á la formal, la cual
se considera más bien según la razón del
se considera por su orden ( ó referencia*)
objeto, que según lo que hay de material
al último fin, que es el objeto propio de
en él.
la caridad.
A l 3.° que no hay repugnancia de vo-
A l argumento 1.° diremos, que pode- luntades, cuando algunos quieren cosas
mos saber de una manera general, cuál diversas no bajo la misma razón; pero, si
es el objeto que Dios quiere; pues sabe- bajo una misma razón fuese querida por
mos que quiere cuanto quiere bajo la ra- uno alguna c o s a , que otro no quisiere,
zón del bien : y por lo mismo todo el que esto induciría repugnancia de voluntades:
quiere algo bajo cualquiera razón de bien, lo cual no es por cierto del propósito.

(1) Queriendo aquello mismo particular, que quiere Dios j (2) Formal y material.
así como se entiende querer lo mismo formalmente, querién- (3) Véase en la 1." Parte el a. 3 de la C, 23 y sus notas,
dolo bajo el mismo concepto ó razón que Dios lo quiere, esto páginas 213 y 214 del tomo 1."
es, en común ó en particular.
CUESTIÓN XX.

De la bondad y malicia de los actos humanos esteraos ir,.

Hemos de considerar a h o r a la bondad y malicia en cuanto á los actos esteriores, a l o cual dedica-
mos los siguientes seis artículos : 1.° L a bondad y malicia existen antes en el acto de la voluntad,
ó en el acto estenio? —2." Toda la bondad ó malicia del acto esterior depende de la bondad de la
voluntad? —3.° Es u n a misma la bondad y malicia del acto interior y esterior?—4.° El acto esterior
afiade algo de bondad ó malicia al acto interno ?—5." El evento subsiguiente a ñ a d e bondad ó m a l i -
cia al acto esterior? —6.° Puede un mismo actoesterno ser bueno y malo?

ARTÍCULO r
forma sobreviene á la materia. L u e g o
I . — i*** i»onda«i 0 m a l i c i a
antes existe el bien y el mal en el acto
e s t á Antes e n e l acto «le l a v o l u n t a d , ó e n e l
acto e s t e n i o ? (2) esterior que en el acto de la voluntad.
Por el contrario, dice S a n A g u s t í n
1.° Parece que el bien y el mal consis- (Retraet. c. 9) que « l a voluntad es por
ten antes en el acto esterior que en el » l a que se peca y se vive rectamente».
acto de la voluntad: porque esta tiene L u e g o el bien y el mal moral consiste an-
su bondad del objeto, como se ha dicho tes en la voluntad.
( C . 1 9 , a. 1 y 2 ) ; y el acto esterior es Conclusión. La bondad del acto es-,
el objeto del acto interior de la voluntad, temo [1] considerada en el orden y apren-
pues se dice queremos el hurto ó quere- sión de la razón, esto es, con la materia
mos dar limosna. L u e g o el bien y el mal y circunstancias debidas, es anterior á
existe antes en el acto esterior que en el la del acto de la voluntad: pero [2], aten-
de la voluntad. dida la ejecución de la obra, la bondad
2.° E l bien conviene con prioridad al del acto esterno subsigue á la de la vo-
fin; porque los medios conducentes al luntad: y por último [3] la bondad del
fin tienen razón de bien del orden al fin; acto esterior procedente de su orden al
y el acto ( 3 ) de la voluntad no puede fin existe con prioridad en el acto de la
ser el fin, según lo dicho ( C . 1, a. 1, al voluntad, del cual se deriva al acto es-
2.°), y así puede serlo el de otra potencia. terno.
L u e g o el bien consiste con prioridad en Responderemos, que algunos actos e s -
el acto de otra potencia que en el acto de riores pueden decirse buenos ó malos de
la voluntad. dos modos : 1.° según su género y según
3.° E l acto de la voluntad se há for- las circunstancias consideradas en ellos,
/

malmente con respecto al acto esterior, como dar limosna guardadas las debidas
como queda dicho ( C . 1 8 , a. 6). P e r o lo circunstancias se dice ser bueno; 2.° dí-
que es formal, es posterior, porque la cese que algo es bueno ó malo por orden

(1) Véase la nota 1, pág. 140.' de la volición, distinguiéndose así en contraposición al acto'
(2) Obsérvese con el C. Cayetano que el acto (le la volun- do la voluntad en cuanto imperado por ella, y comprendién-
tad puede considerarse, ya en sí mismo, ya como condición de dose bajo este aspecto entre los actos estrínsccos á la volun-
los actos humanos estemos, que sin él no serían voluntarios tad aun los intelectivos. En este último concepto se trata aquí
ni por lo mismo propiamente humanos. También el acto es- de los actos estemos, discutiéndose si la prioridad de la res-
tenio puede entenderse : 1." como simple y estrictamente pectiva moralidad (bondad ó malicia) está por parte de la vo-
emanado de la potencia ejecutiva sin la aquiescencia de la vo- lición misma ó del acto imperado por la voluntad y ejecutado
luntad ; 2¿° como constituyendo un solo y mismo acto con.el por alguna potencia imperada por aquella.
de la voluntad numéricamente; 3.° como complejamente for- (3) Elícito, en contraposición al imperado, según allí se.
mado por loque tienO propio de suyo y por lo que participa esplica.
154 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS I Y I Í .

al fin, como dar limosna por vanagloria ARTÍCULO II. — ¿Tocia la bondad y ma-
se dice ser malo. M a s , como el fin es el licia del acto estertor depende de la bondad
objeto propio de la voluntad ( 1 ) , es evi- y malicia de l a voluntad'? (5).
dente que esta razón de bien ó de mal,
que tiene el acto esterior por su orden al l.° Parece que toda la bondad y ma-
fin, se encuentra con prioridad en el acto licia del acto esterior depende de la v o -
de la voluntad, y de él se deriva al acto luntad : porque se dice ( M a t t h . 7 , 18):
esterior; pero la bondad ó malicia que El árbol bueno no puede dar malos fru-
tiene el acto esterior en sí (2) por las de- tos, ni el árbol malo dar frutos buenos;
bidas materias y circunstancias, no se de- y por el árbol se entiende la voluntad,
riva de la voluntad, sino más bien de la como por los frutos las obras, según la
razón. D e consiguiente, si se considera Glosa (ord. August. 1. 1, cont. Julián,
la bondad del acto esterior, según que c. 8 ) . L u e g o no puede suceder que la v o -
existe en la ordenación y aprensión de la luntad interior sea buena y el acto este-
razón, es anterior á la bondad del acto rior sea m a l o , ó al contrario.
de la voluntad; m a s , considerada en la 2.° D i c e San Agustín ( R e t r a c t . 1. 1,
ejecución de la obra, resulta de la bon- c. 9) que « n o se peca sino por la volun-
dad de la voluntad, que es principio de » tad ». L u e g o , si no hay pecado en la vo-
ella (3). l u n t a d , tampoco lo habrá en el acto es-
A l argumento 1.° diremos, que el acto terior ; y por lo tanto toda la bondad ó
esterior es el objeto de la voluntad, en malicia del acto esterior depende de la
cuanto que la razón lo propone á la vo- voluntad.
luntad como cierto bien aprendido y or- 3.° E l bien y el mal, de que ahora ha-
denado por la razón ; y en tal sentido es blamos, son diferencias del acto moral.
antes bueno que el acto de la voluntad: Mas las diferencias dividen por sí el g é -
mas, en cuanto consiste en la ejecución nero según el Filósofo ( M e t . 1. 7, t. 4 3 ) .
de la obra, es efecto de la voluntad y pos- Siendo pues moral el a c t o , por ser volun-
rior á ella. tario ; parece que el bien y el mal se con-
A l 2.° que el fin es primero en la in- sidera en el acto solamente por parte de
tención, pero posterior en la ejecución (4). la voluntad.
A l 3.° que la forma, según que es re- Por el contrario, dice San Agustin
cibida en la materia, es posterior á esta (Lib. cont. mendac. c. 7) que « h a y actos,
por vía de generación, aunque sea ante- » que ni por algún como fin bueno ni por
rior por naturaleza; m a s , según que está » la buena voluntad pueden ser buenos».
en la causa agente, es anterior de todos Conclusión. Para la bondad del acto
modos. P e r o la voluntad respecto del acto esterno [1] no basta la sola voluntad pro-
esterno es como su causa eficiente; y por cedente de la intención ; pues [2] será
lo tanto la bondad del acto de la volun- malo, si lo es la voluntad por las circuns-
tad es forma del acto esterior, como tancias del acto querido ó -de la intención
existente en la causa agente. del fin.

(i) Como que el bien mismo no es otra cosa que el fin ; causa de que robar lo ajeno es malo moralmente, por eso la vo-
aunque también puede eso entenderse según la distinción en- luntad de hacerlo es mala. — M. C. G.
tre el fm y los medios conducentes á él, y que no son el ob- (3l Pues la bondad de la voluntades la causa eficiente de
jeto propio y directo de la voluntad, según ya queda es-' la de su acto.
puesto. (4) Como también se ha esplicado y demostrado (C. l.°a.
(1) Acto esterior en si puede considerarse : 1.° en absoluto ; I,al3.°)
2.° como es en la naturaleza ; 3.° según el objeto; 4.° con res- (5) ¿Cómo aquí se inquiere, si toda la bondad y malicia
pecto á la ejecución. Lo que conviene á un acto en absoluto, del acto esterior, etc., cuando en el precedente artículo queda
le conviene también según la naturaleza : lo que le conviene decidido, que una parte de la bondad y malicia de la acción
en cuanto al objeto y ejecución, hace relación á las cosas y á pertenece antes al acto esterior que á la voluntad ? Y, pues,
la persona que lo ejecuta. Supuesto este orden, la bondad ó sí pertenecen antes, es primero; y lo primero no depende de
malicia puede convenir al acto esterno en absoluto ; después, lo último: luego ni la bondad y malicia del acto esterior
según la naturaleza; luego, objetivamente ; y por fin, aten- pende de la voluntad. — Resp. í}ue el acto esterior es volun-
dida su ejecución. Así v. gr. la sanidad conviene antes al ani- tario é imperado por la voluntad, y por tanto dice dependen-
mal en absoluto; después, según es en la naturaleza ; luego cia de ella. Y, aunque inabsoluto lo primero no dependa de lo
en la medicina, que tiende á sanar. Considerado de este modo último; sin embargo en particular, cuando una cosa es inhe-
el acto esterno, se dice en el testo que su bondad 6 malicia no rente á otra per priüs, puede depender de la posterior, á que
se deriva ie la voluntad, en cuanto es voluntad ódparterei. Por está unida. Así v. gr. la sanidad per priüs pertenece al ani-
ejemplo : el robar lo ajeno no es malo moralmente.por aquello mal, y no obstante pende de la medicina, que es sana per pos*
de que querer tal cosa sea malo; sino que al contrario, á terim. — M. C. G,
CUESTIÓN XX. — A R T Í C U L O S II Y III. 155

del alma, que percibe ó que a p e t e c e ; al


R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho en
el acto esterior pueden considerarse dos paso que el principio del acto esterior es
clases de bondad ó malicia : una según la la potencia, que ejecuta el movimiento.
debida materia y circunstancias, y otra Mas, donde hay diversos principios de ac-
según su relación con el fin. La que se ción , hay diversos actos : y , como el acto
refiere al fin, depende toda entera de la es el sujeto de la bondad ó malicia, y por
voluntad; mientras que la que resulta de otra parte un mismo accidente no puede
la materia ó de las circunstancias, existir en diferentes sujetos ; sigúese que
de-
pende de la razón : y de esta depende la no puede ser una misma la bondad del
bondad de la voluntad, según que á ella acto interior y la del esterior.
se dirige. Pero debe tenerse en cuenta 2.° L a virtud es « l a que hace bueno
que, como se ha dicho ( C . 19, a. 6, al 1.°), » al que la posee y buena su operación y>
para que algo sea m a l o , basta un solo de- ( E t h i c . 1. 2, c. 6.). P e r o una es la virtud
fecto particular; y , para que sea absolu- intelectual en la potencia imperante y
tamente b u e n o , no basta un solo bien sin- otra la virtud moral imperada, como
gular, sino que se requiere integridad de consta (Ethic. 1. 2 , c. 1 ) . L u e g o una es
bondad. Si pues la voluntad es buena por la bondad del acto interior, propio de la
su propio objeto y fin, es consiguiente que potencia imperante ; y otra es la bondad
el acto esterior sea bueno. Mas no basta, del acto esterior, que pertenece á la po-
para que el acto esterior sea bueno, la tencia imperada.
bondad de la voluntad, que proviene de 3.° L a causa y el efecto no pueden ser
la intención del fin; pues, si la voluntad una misma c o s a ; porque nada es causa
es mala, y a por la intención del fin, y a de sí mismo. Pero la bondad del acto in-
por el acto querido, consiguientemente el
terior es causa de la bondad del acto e s -
acto esterior es malo. terior, ó por el contrario, conforme á lo
A l argumento 1.° diremos q u e , según dicho (a. 1). L u e g o la bondad de ambas
que el buen árbol significa la buena vo- no puede ser la misma.
luntad, se la debe tomar en cuanto es Por el contrario: y a hemos manifes-
buena, tanto por el acto querido como tado ( C . 18, a. 6) que el acto de la volun-
por el fin que se propone. tad es como lo formal respecto del acto
A l 2.° que no solamente peca uno por esterior: y , pues lo formal y lo material
la voluntad, cuando quiere un fin malo; constituyen una sola cosa ( 3 ) ; la bondad
sino también cuando quiere un acto malo. del acto interior y esterior es por lo tanto
A l 3.° que se llama voluntario, no sola- una misma.
mente el acto interior de la voluntad, sino Conclusión. La bondad ó malicia de
también los actos esteriores, según que los actos interior y esterior de la volun-
proceden de la voluntad y de la razón (1); tad es una misma por relación alfin ; pero
y por lo tanto acerca de unos y otros a c - . son diversas según las circunstancias,
tos puede existir diferencia de bien y de aunque la una redunda en la otra.
mal. Responderemos que, como se ha dicho
( C . 17, a. 4 ; y C. 18, a. 6, al 3.°), el acto
ARTÍCULO I I I . — ¿Es u n a m i s m a (2) la interior de la voluntad y el acto esterior,
bondad y malicia del acto esterior y l a del in- considerados moralmente en general, son
terior ? un solo acto. Pero sucede algunas veces
que el a c t o , que es uno sujetivamente,
l.° Parece que no es la misma la bon- tiene varios conceptos de bondad ó mali-
dad ó la malicia del acto interior y del cia ; y otras solamente uno. Según esto
esterior de la voluntad: porque el princi- pues diremos que unas veces es la misma
pio del acto interno es la potencia interior la bondad ó malicia del acto interior y

(1) De la voluntad como potencia imperante, y do la razón (%) Numéricamente ó con identidad real y propia.
como directiva : pues ya queda antes dicho que no todos los (3) Propia y estrictamente en los seres materiales ó físicos i
actos internos do lavoluntad dependen de la razón, y sí solo y por analogía en los morales, en cuanto se refieren ú orde-
algunos (como el de tendero dirigirse al fin) de la voluntad nan uno á otro, presumiéndose idénticos en virtud de esa re-*
misma, al paso que los estemos ó imperados dependen tanto ciprocidad, que hace constituyan un todo único en cierto
de la tazón como do la voluntad en Cuanto á sü bondad ó ma- modo.
licia.
156 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS III Y IV.

del estertor, y otras es diferente ; porque, A l 3.° q u e , cuando algo se deriva de


como dejamos espuesto ( C . 18, a. 6 ) , las una cosa á otra como de causa agente
predichas dos bondades ó malicias, á sa- unívoca, en este caso es diferente lo que
ber, la del acto interior y la del esterior, hay en ambas; como, cuando lo cálido c a -
se correlacionan recíprocamente ( 1 ) : y en lienta, es diverso numéricamente el calor
las cosas que se ordenan á otra sucede ser de lo que calienta del de lo calentado,
algo bueno por sola su ordenación á otra aunque sea específicamente el mismo:
cosa, como lo es la bebida amarga sola- pero, cuando algo se deriva de una á otra
mente por ser curativa; y por consiguiente cosa por analogía ó proporción, en tal
no es distinta la bondad de la salud y de caso las dos cosas son una numéricamente;
la poción, sino una y la misma. Pero al- como de lo sano, que h a y en el cuerpo
gunas veces lo que se refiere á otra cosa del animal, se deriva lo sano al medica-
lleva en sí algún concepto de bien, aun mento y á la orina; de modo que no es
prescindiendo de su referencia á otro bien; distinta la sanidad de l a medicina y de la
al modo que la medicina sabrosa es buena orina de la del animal, que la medicina
como grata, ademas de ser curativa. A s í produce y que la orina denota. D e este
pues diremos que, cuando el acto esterior modo de la bondad de la voluntad se de-
es bueno ó malo únicamente por su rela- riva la bondad del acto esterior y por el
ción al fin, entonces es absolutamente la contrario, según la relación entre una
misma la bondad y malicia del acto de la y otra. .
voluntad, que se refiere per se al fin , y
la del acto esterior, que mira al fin me- ARTÍCULO I V . — ¿ E I acto estertor (3)
diante el acto de la voluntad. P e r o , cuan- a g r e g a algo fie bondad ó m a l i c i a al acto In-
do el acto esterior es bueno ó malo en sí terior ?
mismo, es decir, por su materia ó cir-
cunstancias ( 2 ) ; entonces la bondad del l.° Parece que el acto esterior nada
acto esterior es una, y la bondad de la añade en bondad ó malicia al acto inte-
voluntad, que proviene del fin, es otra; rior; porque dice San Crisóstomo (Super
de tal manera sin embargo, que la bondad Matth. hom. 18) : « l a voluntad es la que
del fin emanada de la voluntad redunda » ó se recompensa por el bien ó se con-
en el acto esterior, y la bondad de la ma-
» dena por el m a l » . P e r o las obras son
teria y circunstancias redunda en el acto
los testimonios de la voluntad (4). Dios
de la voluntad, como ya se ha dicho (a. 1).
pues no estima las obras por razón de sí
A l argumento 1.° diremos que ese ra- mismas, para saber cómo juzgarlas ; sino
zonamiento prueba que el acto interior y en atención á otros, para que todos en-
el esterior son diversos naturalmente en tiendan q u e D i o s es justo. P e r o e l m a l ó
g é n e r o ; y sin embargo esta diversidad el bien más deben apreciarse según el
no impide que sean uno moralmente, se- juicio de Dios que según el juicio de los
gún lo dicho ( C . 1 7 , a. 4 ) . hombres. L u e g o el acto esterior nada
A l 2.° que, como se dice ( E t h i c . 1. 6, añade á la bondad ó malicia del acto in-
c. 1 2 ) , las virtudes morales se refieren á terior.
los actos mismos de las virtudes, que son 2.° U n a sola y misma es la bondad del
como los fines : pero la prudencia, que acto interior y del esterior, como s e h a
reside en la razón, se refiere á los medios; dicho (a. 3 ) . P e r o el aumento se hace por
y por este motivo se requieren diferentes adición de una cosa á otra. L u e g o el acto
virtudes. P e r o la razón recta acerca del esterior en nada aumenta la bondad ó ma-
fin de las virtudes no tiene otra bondad licia del acto interior.
que la de la virtud, según q u e toda vir- 3.° Toda la bondad de la criatura
tud participa de la bondad de la razón. nada añade á la bondad divina; porque

(1) Principalmente la del interior á la del estet'no ; mas puede ocultarse interiormente alguna mala disposición do la
también -viceversa, en cuanto esta procede ó se toma de voluntad, como la de un siniestro motivo ó torcida intención ,
aquella. que pervierta ó cambie la moralidad del acto complejo : tal
(2) V. C. 7, a. 3 y 4 . sucede, por ejemplo, en la simulación é hipocresía, máscara ó
(3) Considerado en general según su naturaleza y como tal disfraz de aparente bondad, bajo la que hay algo no bueno,
acto esterno, advierte el C. Cayetano. que no aparece al esterior.
(i) No siempre empero verídicos ó exactos, por cuanto bien
CUESTIÓN XX. — ARTÍCULO IV. 151

de esta. se deriva toda entera. Pero la ó el mal se duplican ( 3 ) ; 2.° en cuanto


bondad del acto esterior unas veces se á la estension, por ejemplo, cuando uno
deriva toda de la bondad del acto inte- quiere hacer algo con bueno ó mal fin,
rior, y otras por el contrario, según se y desiste á causa de algún impedimen-
ha dicho (a. 3 ) . L u e g o ni uno ni otro to , pero otro continúa el movimiento
acrecen recíprocamente su bondad ó ma- de la voluntad hasta completar la obra;
licia. es evidente que tal voluntad es más du-
Por el contrario: todo agente se pro- radera en el bien ó en el mal, y según
pone conseguir el bien y evitar el mal. esto peor ó mejor; 3.°según la intensidad,
L u e g o , si por el acto esterior en nada se porque existen ciertos actos esteriores,
aumenta la bondad ó malicia, inútilmente que, en cuanto son deleitables ó penosos,
hace una obra buena ó desiste de la mala son naturalmente á propósito para inci-
el que tiene buena ó mala voluntad, lo tar ó atenuar ( 4 ) la voluntad ; y es sa-
cual es inconveniente. bido que cuanto más intensamente tiende
Conclusión. La bondad del acto ester- la voluntad al bien ó al m a l , tanto es
110 [ 1 ] en nada aumenta la del interno, mejor ó peor. P e r o , si hablamos de la
como no sea per accidens por cambio de bondad del acto esterior, que posee se-
voluntad, si dicha bondad es la que pro- gún la materia y debidas circunstancias,
cede de la del fin; pero sí la acrece [ 2 ] en tal caso se compara á la voluntad
la que aquel tiene en sí mismo por razón como término y fin, y de este modo acre-
de la materia ó de las circunstancias ce la bondad ó malicia de la voluntad;
debidas, como complemento el estenio del porque toda inclinación ó movimiento se
interno : y [ 3 ] la falta de perfección perfecciona consiguiendo el fin ó tocando
procedente del acto esterno en nada dis- á su término : por consiguente no es per-
minuye el premio ó el castigo debidos al fecta la voluntad, á no ser tal que obre
acto interno, si es absolutamente invo- según la oportunidad. Si empero falta
luntario. le posibilidad, existiendo la voluntad
perfecta para obrar, si pudiera ; el de-
R e s p o n d e r e m o s que, si hablamos de la
fecto de perfección, que proviene del
bondad del acto esterior aneja á él por
acto esterior, es absolutamente involun-
la bondad del fin , en este caso el acto
tario ; y lo involuntario, así como no
esterior nada agrega á la bondad; á no
merece castigo ó premio, al hacer bien ó
suceder que la misma voluntad se haga
m a l , así tampoco disminuye el premio
por sí mejor ó peor en lo malo (1). E s t o
ó pena ( 5 ) , si el hombre involuntaria-
parece puede ocurrir de tres modos : 1 °
mente falta (simpliciter) en la ejecución
numéricamente, por ejemplo, cuando uno
del bien ó del mal.
quiere hacer algo con bueno ó mal fin,
y por entonces no lo h a c e , pero después A l argumento 1.° diremos, que San
quiere y lo hace ; en cuyo caso ( 2 ) el Crisóstomo habla de la voluntad del
acto de la voluntad, y por tanto el bien hombre, cuando es consumada (6) y no
(1) Si se pone el primer período de esta respuesta en pa- tarse á J. Lorenzo Berti (Synop. de Theol. discipl. Lib. 21,
rangón con el segundo, parece resultar una falsedad y una disert. 1. cap. 30. —M. C. G.
a

oposición entre ellos. Pongamos un ejemplo : si uno quiere (2) Es decir, entendiéndolo con separación, cuando no hace
malar con el fin de robar, y después por el homicidio llega á por entonces y sí después lo bueno, que .intenta ; ó cuando
ejecutar el robo; es lo cierto que, así como el robo ha conlraido no hace lo malo, que se propone.
mayor malicia matando, de igual manera el homicidio se ha (3) Si lo malo, que se propone y que al pronto aplaza, lo
hecho de malicia mayor robando. Es el robo un acto esterior ; hace luego ; resulta una doble malicia moral, basada en la
y el acto interior de la voluntad es malo con la malicia que mala intención por'una parle y por otra en. la ejecución del
procede del fin : luego en cuanto á esta el acto esterior añade mal, y que constituye dos pecados numérica y específica-
una nueva malicia á la que procede del fin. — liesp. Lo bueno mente distintos, cuya manifestación es requisito indispensa-
y malo, procedente del fin, que se halla en el acto esterior, ble para la integridad de la confesión sacramental, conforme
nada añade á la bondad ó malicia del acto interno (le la vo- á lo dicho (n. 3 , pág, 137).
luntad, sino cslrínsecamentc ; así como v. gr. la sanidad, que (-1) Respectivamente, esto es, los gratos la fomentan ó es-
se nota en la orina, no pone cosa alguna en la sanidad, propia timulan, y los penosos la atenúan ó inclinan á des stir.
:

del cuerpo animal. En el caso que se propone, es verdad que (5) Es bien obvio que aquí se trata del premio ó pena esen-
uno robando obra peor, no porque el acto estenio aumente la cial ; pues la retribución accidentar si se acrece ó disminuye,
maliciado la voluntad, derivada del fia: sino porque á esta según doctrina del mismo Santo (1. 2, dist. 40, a. 5).
mala voluntad se le lia unido el acto esterior por sí malo. — (ti) En sí misma ó interiormente, es decir, que aun obrando
Sobre este punto suele hacerse hoy en las Escuelas la pre- en público no lo hace con la intención de ser visto por otros;
gunta general del Maestro (In 2 ' Sent. disl. tí): ¿la voluntad y
a
de manera que la voluntad ó la intención, y no el acto, es la
la acción mala en un mismo hombre y sobre idéntica matci'ia cons- que se hace loable ó culpable. Así se colige del contesto del
tituye uno ó muclws pecados? Sobre el particular puede consul- pasaje citado.
158 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULOS IV Y V.

desiste del acto sino ó causa de la impo- ántes de ayer, y hubiesen requerido de
tencia de obrar. ello á su dueño, y no le hubiese encerra-
A l 2.° que aquel razonamiento radica do, y matare hombre ó mujer; no solo el
en la bondad del acto esterior procedente buey será apedreado , sino que matarán
de la del fin. M a s la bondad del acto á su dueño; y no se mataría al dueño, si
esterior emanada de la materia y de las el buey no matase al hombre, aunque
circunstancias es distinta de la bondad no estuviera encerrado. L u e g o el suceso
de la voluntad, que resulta del fin; pero (eventus) siguiente aumenta la bondad ó
no lo es de la bondad de la voluntad malicia del acto.
originada del acto mismo querido, sino 4.° Si uno infiere causa de muerte hi-
que se compara á la misma como su razón riendo ó sentenciando, pero no se sigue la
y causa, conforme á lo dicbo (a. 1). E s t o muerte ; no incurre en irregularidad ( 4 ) ,
hace evidente la solución del 3.°. como la contraería siguiéndose la muerte.
L u e g o el suceso resultante añade al acto
ARTÍCULO V , ' — * E I evento siguiente bondad ó malicia.
a ñ a d o algo d e bondad ó m a l i c i a a l acto e s - Por el contrario : el hecho siguiente
terior? (1). no hace malo al acto que era bueno , ni
bueno al que era malo ; por ejemplo, si
l.° P a r e c e que el éxito ( 2 ) subsi- uno da limosna á un pobre, de la que este
guiente aumenta la bondad ó malicia abusa para el pecado, nada pierde (en
del acto : porque el efecto preexiste vir- mérito) el que hace la limosna ; y asi-
tualmente en la causa, y los sucesos si- mismo, aunque el injuriado lleve con p a -
g u e n á los actos como los efectos á las ciencia la injuria recibida, no por eso se
causas. L u e g o preexisten virtualmente escusa el que la hizo. L u e g o el hecho si-
en los actos. E s así que cada cosa se juz- guiente no añade al acto bondad ó m a -
g a buena ó mala según su virtud (3); licia.
porque « la virtud es la que hace bueno Conclusión. El eve?ito siguie?ite acre-
» al que la posee », como se dice ( E t h i c , ce la bo?idad ó malicia del acto [ 1 ] si es
1. 2 , c. 6) : luego las resultancias (even- premeditado, ó, aimque no lo sea, resul-
tus) añaden algo á la bondad ó malicia ta per se y las más veces de tal acto ;
del acto. pero no [ 2 ] , si ó no es premeditado , ó
2.° L a s buenas obras, que hacen los sobreviene solo per accidens y en el me-
oyentes, son ciertos efectos de la predi- ?ior número de casos.
cación del orador. P e r o tales obras b u e - Responderemos que el evento siguien-
nas redundan en mérito del predicador, te ó es ó no premeditado. Si lo es, evi-
como se ve por lo que se dice ( P h i l i p p . dentemente acrece la bondad ó ?nalicia
4 , 1) : Muy amados y deseados herma- del acto ; porque, cuando uno piensa que
nos mios, gozo mió y corona mia. L u e g o de su acción pueden seguirse muchos
el resultado subsiguiente añade algo á males y no por eso desiste de ella, hácese
la bondad ó malicia del acto. manifiesta su voluntad más desordenada.
3.° E l castigo no se agrava, sino cre- P e r o , si el evento siguie?ite no es preme-
ciendo la culpa; por lo que se dice ditado, en este caso debemos distinguir:
(Deuter., 2 5 , 2) : Según la medida del porque, si resulta per se del acto y como
pecado será la tasa de los azotes. P e r o en la mayoría de las veces (ut in plu?'i-
por el suceso siguiente se aumenta la bus), entonces añade al acto bo?idad ó
pena ; pues leemos ( E x . 2 1 , 29) que, si ?nalicia ; pues es notoriamente mejor
el buey fuese acorneado?' desde ayer y en su género el acto, del que pueden se-

(1) Aquí no se traía de indagar, si un acto humano se denlalmentc ó como fuera de lo ordinario y sin premeditación
constituye bueno ó malo por su éxito ; sino que se pregunta por parte del agente ; distinción importantísima, que (como
si la acción mala por el evento malo se hace peor, y la buena se ve luego) sirve de base á la solución ó Conclusión.
mejor por el éxito bueno. De lo primero ya se trató, al hablar (3) Potencialidad ó eficacia, física ó moralmcnlo consi-
de la moralidad, bondad y malicia del acto de la voluntad. derada.
M. C. G. (4) Téngase presente la distinción tan conocida entre los
(2) Eventus: el éxito ó resultado subsiguiente al acto, ó sea teólogos moralistas entre las irregularidades do delito y las
las consecuencias de él emanadas ; ya se hayan previsto ó in- de defecto, ó consúltense sobre esto los Tratados de.Teología
tentado, como que era natural que se siguiesen, por cuanto moral de Gurí ó San Ligorio ó de cualquier otro autor católico.
ordinariamente resultan en casos análogos ; ya surjan acci-
CUESTIÓN X X . — A R T Í C U L O S V Y VI. 159

guirse más bienes, y peor aquel, del que después concibe la intención de servir á
naturalmente resultan más males; al paso Dios. L u e g o un solo acto puede ser bue-
que, si es accidental y sucede las menos no y malo.
veces (utin paucioribus), en este caso 2..° Según el Filósofo ( P h y s . 1. 3 , t. 2 0
el evento siguiente no aumenta la bon- y 2 1 ) « l a acción y la pasión ( 4 ) son un
dad ó malicia del acto; porque no se » solo acto». E s así que la pasión puede
juzga de cosa alguna por lo que la es ac- » ser buena, como la de Cristo; siendo
cidental, y sí solo por lo que es por sí (1). la acción mala, como la de los judíos.
A l argumento 1.° diremos que se juzga L u e g o un solo acto puede ser bueno y
de la virtud de una causa según sus efec- malo.
tos per se, y no según los que produce 3.° Siendo el siervo como instrumento
per accidens. del d u e ñ o , la acción del siervo es acción
A l 2.° que las buenas obras, que hacen del señor, como la acción del instru-
los oyentes, provienen de la predicación mento es la del artífice. M a s puede su-
del que las enseña, como efectos direc- ceder que la acción del siervo proceda de
tos; de donde redunda en recompensa del la buena voluntad del señor, siendo así
que las enseña, y sobre todo cuando son buena; y de la mala voluntad del siervo,
previamente intentadas. siendo por esto mala. L u e g o un mismo
A l 3.° que aquel e v e n t o , por el que se acto puede ser bueno y malo.
manda imponer la pena, por una parte P o r e l contrario: los contrarios n o pue-
resulta per se de la tal causa, y por otra den existir en el mismo (sujeto). E s así
se supone premeditado; por cuyo doble que el bien y el mal son contrarios. L u e -
motivo se le imputa á pena. g o un solo acto no puede ser bueno y
A l 4.° que procedería aquel razona- malo.
miento, si la irregularidad siguiese á la Conclusión. Un solo acto, como único
culpa; pero no sigue á la culpa, sino al en su género moral, no puede ser bueno
hecho ( 2 ) á causa de algún defecto del y malo; pero sí, siendo uno solamente
sacramento. con unidad de naturaleza, y no en su
concepto moral.
ARTÍCULO V I . — **»» m i s m o a c t o e s t e . Responderemos, que nada impide que
rlor puede sor (3) b u e n o y malo ? algo sea uno en su g é n e r o , y múltiple
según que se refiere á otro género : así
1.° Parece que un solo acto puede ser la superficie continua es u n a , conside-
bueno y malo; porque el movimiento, que rada en el género de cantidad; y sin e m -
es continuo, es uno solo ( P h y s . 1. 5, t. bargo es múltiple, referida al género del
39 y 4 0 ) . P e r o un solo movimiento con- color, suponiéndola en parte blanca y en
tinuo puede ser bueno y malo ; como si parte negra. Según esto nada se opone á
alguno, yendo á la iglesia de continuo, que algún acto sea único, según que se
primeramente se propone la vanagloria y refiere al género de su naturaleza ; y sin

(1) fíurus esl hic sermo. Aquí parece quererse defender una En el caso referido la mujer pecaría mortalmeñte, cuando de
doctrina rigidísima. Distinguiéndose en ella entre el éxito alguna manera quisiese el pecado previsto, resultando de su
previsto ó no previsto, se afirma que, si es lo 1.°, aumenta acción. Es conforme la esplicacion dada con lo que después
bondad ó malicia al acto ; mas si lo 2.", se dice que entonces, dice el Santo Doctor (Cuest. 73, art. 8, resp. al arg. 1.°).
ó el hecho se verifica uí in pluribus generalmente", y así tam- M. C. G.
bién añade; ó tal sucede accidentalmente Mí in puncioribus, y (2) Como si dijese : la tal irregularidad es de las llamadas
de este modo nada acrece. De lo 1.° se sigue que, siempre que de defecto, y no de delito ; y se ha impuesto por los sagrados
el éxito ha sido previsto de cualquier manera, MÍ in pluribus vel Cánones en consideración al decoro y reverencia debidos al
inimucioribus, ó por sí ó accidentalmente, nunca deja de añadir sacramento del Orden, no muy conciliables con la tacha de ha-
bondad ó malicia : lo cual es terrible. Pues en tal caso el ber contribuido á derramar sangre humana ó á la muerte del
hombre que comete un pecado venial, previendo que por esto prójimo^ siquiera fuese (como se supone) inculpablemente y
pecado puede otro pecar morlalmente, aquel se haría reo de aun en cumplimiento de un deber ó en desempeño acaso obli-
pecado mortal: y así v. gr. una mujer, p?"cuiCHíio que su her- gatorio de algún cargo.
mosura ha de hacer caer en pecado grave á otra persona, no (3) Simultáneamente ó á la vez, es decir, un acto mismo
podrá venialmente faltar, saliendo, por ejemplo, á distraerse numéricamente único.
por delectación á su jardin. 7¡esj>. Que aquí lo previsto no se (4) Claro es que aquí la palabra pasión se toma en el sen-
loma en el sentido de que un acto sea bueno ó malo , solo por tido gramatical, como opuesta á la acción ó recibida del sujeto
ser previsto ; la previsión, así tomada, nada influye : sino bajo agente por el objeto paciente ; y no como afección ó habitud
el concepto de que esa misma previsión caiga en la voluntad moral del ánimo ; y sin embargo no creemos intempestiva ni
del que prevée, haciendo así voluntaria la bondad ó malicia del supérflua esta advertencia.
previsto acto. Por consiguiente lo previsto supera lo intentado.
160 CUESTIÓN XX. — ARTÍCULO VI.

embargo no sea uno solo, según que se diversa intención, aunque sea uuo con
refiere al de lo moral; así como al con- unidad de la naturaleza, no lo es sin em-
trario, según lo dicho (a. 3 ) : pues un an- bargo con unidad moral.
dar continuo es un solo acto según el g é - A l 2.° que la acción y la pasión perte-
nero de su naturaleza ; puede empero su- necen al género moral en su concepto de
ceder que sean muchos en lo moral, s i s e voluntarias ; y por e s t o , según que son
cambia (1) la voluntad del que anda, la voluntarias por la diversa voluntad, son
cual es el principio de los actos morales. moralmente dos (actos), y puede existir
Si pues se considera un solo acto, según en ellos por una parte el bien y por otra
que pertenece al género moral; es impo- el mal.
sible que sea bueno y malo con bondad y A l 3.° que el acto del siervo, en cuanto
malicia moral: mas, si es único con uni- procede de su voluntad, no es acto del
dad de naturaleza, y no con unidad mo- señor; sino solo, en cuanto procede del
ral; puede ser bueno y malo. mandato del dueño: por consiguiente la
A l argumento 1.° diremos, que aquel mala voluntad del siervo no lo hace
movimiento continuo, que procede de la malo.

CUESTIÓN XXI.

Consecuencias de los actos humanos por razón de su bondad ó malicia (2).

Son de considerarse en la presente cuestión las consecuencias de los actos h u m a n o s por razón de
su bondad ó m a l i c i a , acerca de lo cual examinaremos cuatro p u n t o s : 1.° El acto h u m a n o , en c u a n t o
es bueno ó m a l o , tiene razón de rectitud ó de pecado?—2.° Es laudable ó culpable? —3.° Implica"
razón de mérito ó demérito ? — 4.° Es meritorio ó demeritorio ante Dios ?

ARTÍCULO I . — ¿ E I acto h u m a n o , s e g ú n das fuera del orden de la naturaleza


que es b u e n o ó m a l o . Implica el concepto do P e r o las cosas, que son según el arte y
rectitud ó de pecado? (3) la razón, imitan á las que son según la
naturaleza, como se dice (ibid.). L u e g o ,
1 . Parece que el acto humano, en
a
porque el acto sea desordenado y malo,
cuanto es bueno ó m a l o , no entraña ra- no implica razón de pecado.
zón de rectitud ó de pecado : porque los 2.° E l pecado ( P h y s . 1. 2 , ibid.) tiene
pecados (4) son monstruos en la natu- lugar en la naturaleza y en el arte, cuan-
raleza ( P h y s . 1. 2 , t. 8 2 ) ; y los monstruos do no se. logra el fin intentado por aque-
no son actos, sino ciertas cosas engendra- lla ó e s t e ; y la bondad ó malicia del acto

(1) Durante ese movimiento, de manera que en cierto pe- pable, y de su referencia á otros y principalmente en orden
ríodo ó trayecto intente algo diverso de lo que en otro se pro. á Diosla de niéritorio ó demeritorio : debiendo entenderse es-
pusiera ó quería. tos diversos conceptos, no aisladamente, sino como en grada-
(2J Parece escusado advertir que aquí se trata de la.bondad ción ó serie creciente, por decirlo así, ó ascendente y progre-
ó malicia moral de los actos humanos como tales ; y no en ab- siva ; por cuanto lo meritorio de un acto humano supone y
soluto, bajo cuyo aspecto genérico más bien que á la Teología preexige lo laudable, que á su vez se funda en lo recto, y esto
Moral incumbe á la Metafísica el considerarlos. E! C. Cayeta- presupone lo moralmente bueno.
no sin embargo no juzga impertinente esta observación^ que (3) Esto es: ¿hacejustoó pecador al hombre queloejecuta?
él mismo consigna en sus comentarios ; añadiendo que, según (4) Entiéndese aquí por pecados en general y con aplica-
se desprende délas tesis afirmativas de los artículos de esta ción á cualesquiera seres naturales aun materiales ó físicos
Cuestión, el acto humano es constituido en su ser ó carácter los defectos ó desvíos de la naturaleza respectivamente pro-
de bueno ó malo moralmente y como por causa formal de su pia de cada uno, ó sean, las imperfecciones del ser, como la
moralidad, como tomando de su relación con el fin su razón ceguera natural ó el nacer uno con dos cabezas ó con seis ó
de recto ó pecado, de su origen enciente la de laudable ó cui- cuatro dedos en cada mano.
CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O S I Y'II. 161

humano consiste principalmente en la de la razón y de la ley eterna, el acto es


intención del fin y en su prosecución. recto; y , cuando se oblicúa respecto de
Luego parece que la naturaleza del acto esta rectitud, entonces se dice pecado. E s
no constituye pecado. evidente según lo espuesto ( C . 19, a. 3
3.° Si la malicia del acto implicase y 4) que todo acto voluntario es malo, en
razón de pecado, se seguiría que doquie- cuanto se separa del orden de la razón y
ra existiese el m a l , allí habría pecado : de la l e y eterna; y todo acto bueno con-
mas esto es falso; porque la pena, aun- cuerda con ellas. D e donde se sigue que
que tenga razón de m a l , no la tiene sin el acto humano, por lo que tiene de bueno
embargo de pecado. L u e g o no, porque un 6 de malo, entraña razón de rectitud ó de
acto sea malo, entraña razón de pecado. pecado.
Por el contrario: la bondad del acto A l argumento 1.° diremos que se mi-
humano, según se ha demostrado ( C . 19, ran como pecados los monstruos, en cuan-
a. 4 ) , depende principalmente de la ley to son producidos por el pecado ( 3 ) exis-
eterna; y por consiguiente su malicia con- tente en el acto de la naturaleza.
siste en su desacuerdo con esta ley. E s t o A l 2.° que h a y dos clases de fin ; uno
es lo que constituye la razón de pecado; último y otro próximo. E n el pecado de
pues dice San Agustín (Contra Faust. 1. la naturaleza el acto se desvía (déficit)
22, c. 27) que « pecado es un dicho ó de su fin último, que es la perfección de
» hecho ó deseo contra la ley eterna ». lo engendrado ; mas no se aparta de todo
Luego el acto humano, por lo que tiene fin p r ó x i m o , toda vez que l a naturaleza
de m a l o , arguye pecado. obra formando algo. Asimismo en el peca-
Conclusión. El acto humano, según do de voluntad h a y siempre defección del
que es bueno ó malo, así implica razón fin último intentado, puesto que ningún
de rectitud ó de pecado. acto malo de la voluntad es susceptible de
Responderemos, que lo malo (1) es ordenarse á la bienaveaturanza, que es el
más genérico que el pecado, como lo bue- último fin; aun cuando no se desvíe de
no es más común que lo r e c t o : porque algún fin próximo, que la voluntad in-
cualquiera privación de bien en algún ser tenta y consigue. P o r consiguiente, aun
constituye la razón de mal; pero el pe- en el caso de ordenarse l a intención mis-
cado propiamente consiste en el acto eje- ma de este fin al fin último, en la misma
cutado por algún fin, con el cual no intención de tal fin puede encontrarse ra-
guarde el debido orden. M a s el debido zón de rectitud y de pecado.
orden al fin tiene por medida alguna A l 3.° que cada ser se ordena á su fin
regla, la cual en los seres que obran na- mediante su a c t o ; y por l o tanto el con-
turalmente es la virtud misma de la na- cepto del pecado, que consiste en la des-
turaleza, que los inclina á tal fin. P o r viación del orden hacia el fin, cífrase
consiguiente, cuando el acto procede de propiamente en el acto. Pero la pena
la virtud natural según la natural incli- concierne á la persona que p e c a , como se
nación al fin, entonces se observa la rec- ha dicho ( 1 . P a r t e , C. 4 8 , a. 5, al4.°, y
a

titud en "el acto ; por cuanto el medio no a. 6, al 3.°).


sale de los estremos, e s t o e s , el acto (2)
del orden del principio activo al fin; mas,
ARTÍCULO I I . — ¿ E I acto humano, cu
cuando algún acto se separa de la tal
cnanto es bueno ó malo, importa razón de
rectitud, entonces surge la razón de pe-
laudable ó culpable?
cado. P e r o en lo que se hace por la v o -
luntad la regla próxima es la razón hu- l.° Parece que el acto humano, por ser
mana, y la suprema es la l e y eterna: por bueno ó m a l o , no entraña razón de lau-
consiguiente, siempre que un acto del dable ó culpable: porque el pecado tiene
hombre procede á su fin según el orden lugar en lo que obra la naturaleza ( P h y s .

(1J La idea ó.noción do malo es más lata ó común que la ó determinada por una regla material, cuyo borde pasapordos
de pecado ; es decir que todo pecado es malo, mas no todo lo puntos considerados como estremos y acusa falta de rectitud
malo es pecado, ó bien: hay algo malo, que no es pecado. en los que se hallen fuera de esa línea recta.
(2) Súplase « no sale», ó no se apartaó desvía. Es fácil no- (3) En su sentido físico ó metafisico de imperfección ó de-
tar aquí cierta implícita alusión á la dirección recta señalada fecto natural, según lo espuesto en la nota 4, pág. 1GÓ.
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO II. U
162 CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O II.

1. 2, t. 8 2 ) ; y sin embargo las cosas que ó culpado no es otra cosa que imputarse
son naturales no son laudables ni culpa- auno la malicia ó bondad de su acto ; dado
bles ( E t b i c . 1. 3 , c. 5 ) . L u e g o el acto b u - que ( 3 ) el acto se imputa al agente, cuan-
m a n o , por ser malo ó pecado, no tiene do está en la potestad del mismo, de modo
razón de culpa; y por consiguiente ni, por que sea dueño de su operación. E s t o se
ser b u e n o , la tiene de laudable. encuentra en todos los actos voluntarios,
2.° A s í como el pecado se produce en puesto que por la voluntad el hombre po-
los actos morales, así también en las see el dominio de su acto, como consta
obras del arte ; porque, como se dice de lo dicho ( C . 1, a. 1 y 2 ) . D e donde se
( P h y s . 1. 2 , t. 8 2 ) , « peca el gramático infiere que el bien ó el mal en solos los
» no escribiendo rectamente y el médico actos voluntarios constituye razón de ala-
» no propinando la debida poción ». M a s banza ó de culpa, por cuanto en ellos lo
no se inculpa al artífice, porque baga mismo es mal que pecado ó culpa ( 4 ) .
algo m a l ; puesto que á la industria del A l argumento 1.° diremos que los ac-
artífice pertenece el que pueda hacer una tos naturales no están en la potestad del
obra buena ó m a l a , cuando quisiere. L u e - agente natural, puesto que la naturaleza
g o parece que igualmente el acto moral es determinada á una sola cosa ; y por lo
no por ser malo es culpable. t a n t o , aunque en los actos naturales h a y
3.° D i c e San Dionisio ( D e div. nom. pecado (5), no hay empero culpa.
c. 4, p. 4 , lect. 22) que « el mal es débil' A l 2.° que en las cosas de arte la ra-
» é impotente». E s así que la debilidad 6 zón se considera de diverso modo que en
la impotencia ó destruye ó disminuye la las morales : porque en las artificiales la
culpabilidad. L u e g o tampoco el acto hu- razón se ordena á un fin particular, que
mano es culpable, por ser malo. es el concebido por e l l a ; mientras que
P o r el contrario, dice Aristóteles en las morales se ordena al fin común de
( E t h i c . 1. 1, c. 1 2 ; y Magn. Moral. 1. 7, toda la vida humana. P e r o el fin parti-
c. 19) que « las obras de virtudes son lau- cular se ordena al fin común : y, como
» dables, y vituperables ó culpables las el pecado consiste en la desviación del
» contrarias ». P e r o los actos buenos son orden al fin, según lo dicho (a. 1), su-
actos de virtud, porque « la virtud es la cede que en una obra de arte puede ha-
» que hace bueno al que la posee y buena ber pecado por dos conceptos: 1.° por
» también su obra » ( E t h i c . 1. 2, c. 6) : desviación del fin particular intentado por
por consiguiente los actos opuestos son el artífice, y este pecado será propio del
actos malos. L u e g o el acto humano, en arte ; por ejemplo, si un artífice, propo-
cuanto es bueno ó m a l o , lleva en sí ra- niéndose hacer una obra buena, la hace
zón de laudable ó culpable. mala, ó, intentando hacerla mala, la hace
Conclusión. Los actos humanos pro- b u e n a ; 2.° por desviación del fin común
piamente voluntarios importan razón de de la vida h u m a n a ; y de este modo se
laudables ó culpables, en cuanto son bue- dirá que peca, si pretende hacer una obra
nos ó malos. m a l a , y la hace para ( 6 ) engañar á
Responderemos que, así como la no- otro. P e r o este pecado no es propio del
ción de malo es más estensa que la de artífice considerado como t a l , sino en el
pecado (1), igualmente la de este es más concepto de hombre. Por consiguiente
lata que la de culpa ( 2 ) ; pues se dice un del primer pecado se culpa al artífice ( 7 )
acto culpable ó laudable, según que se como t a l ; mientras que del segundo se
imputa al agente : porque ser alabado culpa al hombre como hombre. P e r o en

(1) Véase la nota 1, pág. 101. manas antiguas ponen faciat per lioc ut alius... fy es causa asi
(2) Los teólogos sin embargo usan como sinónimas las vo- del engaño de otro), anteponiendo ademas á las palabras « si
ces pecado y culpa, por cuanto el defecto moral ó pecado en su pretende » (si inlcndal) el adverbio eliam (aun cuando se pro-
acepción teológica es de suyo inculpable al hombre según la ponga...) La rectificación de la cd. áurea, concorde ya con las
doctrina aquí establecida. demás y que anota como variante el eliamsi, sin admitirlo, es
(3) En unas ediciones se ve enim, y en otras autem : la ila- aquí decisiva en pro del contesto común, que adoptamos aco-
ción del razonamiento es harto clara en cualquiera de las dos modando á él nuestra versión.
lecturas. C7) En las ediciones de Ñapóles (1703) y Madrid (1782) no se
(4) V. nota 2 de esta página. lee repetido aquí in quantum arlifex, que, aunque redundante
(5) Imperfección ó defecto. al parecer, vemos unánimemente en otras ; y en efecto pareco
(0) Faciat per quod alius decipiatur se lee comunmente y de genuino, pues aun aquellas mismas repiten también luego
conformidad con los códices de Alcañiz y Tarragona : las. ro- i como todas in quantum homo (como hombre).
CUESTIÓN X X I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 163

lo moral, donde se atiende al orden de la mo. L u e g o n o , porque el hombre haga un


razón al fin común de la vida humana, el acto malo ó b u e n o , merece ó desmerece.
mal y el pecado se estiman siempre por Por el contrario, dícese ( I s . 3, 1 0 ) :
la desviación del orden de la razón al Decid al justo, que bien : porque comerá
dicho fin común ; y por lo tanto el hom- el fruto de sus designios. ¡Ay (v. 11) del
bre es culpado de tal p e c a d o , y a como impío, que va al mal; porque se le dará
hombre, y ya como ser moral. Por esta la paga desús manos!
razón dice Aristóteles (Ethic. 1. 6, c. 5) Conclusión. Los actos humanos en
que « en el arte quien peca queriendo es cuanto buenos ó malos implican razón
» preferible (eligibilior), pero posponible de mérito ó demérito según la retribución
» (minús) con relación á la prudencia » ; de la justicia á otro.
al modo mismo (sicnt et) que en las vir- Responderemos, que el mérito y el de-
tudes morales, de las que la prudencia mérito se refieren á la retribución, que
es la directiva. se hace conforme á la justicia ; y según
A l 3.° que aquella debilidad, que existe la justicia se retribuye á alguien, por
en los males voluntarios, está sometida á cuanto obra en provecho ó perjuicio de
la potestad del hombre; y por lo tanto otro. D e b e empero considerarse que todo
ni destruye ni disminuye la razón de el que vive en alguna sociedad, es de al-
culpa. gún modo parte y miembro de toda la
sociedad. Cualquiera pues, que hace algo
ARTÍCULO I I I . — ¿m neto humano, en en bien ó en daño de algún individuo de
cuanto es bueno ó malo, implica razón de mé- la sociedad, esto redunda en toda la so-
rito ó demérito? (1) ciedad ; como el que hiere la mano, hiere
en su consecuencia al hombre. L u e g o ,
1.° Parece que el acto humano no im- cuando uno obra en bien ó en mal de
porta razón de mérito ó demérito por su otra persona singular, hay en ello un
bondad ó malicia : porque se dice mérito doble concepto de mérito ó desmérito :
ó demérito por relación á la recompensa, 1.° en cuanto le es debida retribución por
la cual solo tiene lugar en las obras que la persona, á quien favorece ú ofende; 2.°
se refieren á otro ; y no todos los actos según que se le debe esa misma retribu-
humanos buenos ó malos se refieren á ción por toda la colectividad. Mas, cuan-
otro, sino que algunos se refieren ( 2 ) á do uno ordena su acto directamente al
sí mismo. L u e g o no todo acto humano bien ó al mal de toda la sociedad; débe-
bueno ó malo es por eso meritorio ó de- sele retribución primero y principalmente
meritorio. por la sociedad entera, y secundariamente
2.° Nadie merece castigo ó premio, /
por todos sus miembros. Empero, cuando
por disponer á su voluntad (3) de aque- uno hace a l g o , que recae en bien ó mal
llo, de que es dueño, como si el hombre propio; también se le debe retribución,
destruye una cosa suya, no es castigado, en cuanto aun esto cede en el bien ó mal
cual si destruyera cosa ajena. E s así que común, por ser él mismo parte de la co-
el hombre es dueño de sus actos. L u e g o , munidad ; aunque no se le debe retribu-
por disponer bien ó mal de su acto, no ción bajo el concepto de bien ó mal del
merece castigo ó premio. individuo singular, cuya personalidad es
l a misma del agente ( 5 ) ; á no ser en
3.° Porque uno adquiera para sí mis-
caso por sí mismo según cierta analogía,
mo el bien, no merece que otro le haga
en cuanto es justicia del hombre respecto
bien; y la misma razón hay sobre lo
de sí mismo. A s í pues es evidente que el
malo ( 4 ) . P e r o el mismo acto bueno es
acto bueno ó malo entraña razón de lau-
cierto bien y perfección del agente, y un
dable ó culpable, según que reside en la
acto desarreglado es cierto mal del mis-

(1) Véase la nota 2, pág. 100. (3) Y en su esclusivo daño ó provecho sin transcendencia
(2) Sunt adscipsum, afectan solo al operante, ó se concentran alguna á los demás.
en solo él, ó se reflectan ó recaen de lleno y en su total efica- (4) No merece vejación ó molestia de parte de otro, solo
cia sobre el agente mismo ; sin que se refieran ú ordenen á porque él á sí propio se la inflija.
otros, en cuya apreciación puedan ser calificados de merito- (5) Causa eficiente por lo tanto del bien ó mal, que él mis-
rios ó demeritorios : como si se dijeran actos inmanentes en el mo recibe.
sujeto.
164 CUESTIÓN X X I . — ARTÍCULOS III Y IV.

potestad de la voluntad ( 1 ) ; razón de que l e usa. P e r o el hombre al obrar es un


rectitud y pecado según el orden al fin; instrumento de la virtud divina, que es
y razón de mérito ó demérito según la s u principal motor, por l o cual se dice
retribución de la justicia á otro (2). ( I s . 10,15) : ¿Acaso se gloriará la segur
A l argumento 1.° diremos, que á veces contra aquel, que corta con ella ? ó se
los actos del hombre buenos ó malos, aun- volverá la sierra contra el que la mueve?
que no se ordenen al bien ó al mal de otra E l Profeta compara evidentemente en este
persona singular, sin embargo se ordenan pasaje al hombre con u n instrumento.
al bien ó mal de otro, que es la misma L u e g o el hombre ( 5 ) , por obrar bien ó
comunidad. m a l , no merece ó desmerece ante D i o s .
A l 2° que el hombre, que tiene domi- 3.° E l acto humano es meritorio ó d e -
nio de su a c t o , merece él mismo también meritorio, en cuanto se ordena á otro (6).
ó desmerece a l g o , según que pertenece á P e r o no todo acto humano se ordena á
otro, cual es la comunidad, de que forma D i o s . L u e g o no todos los actos buenos ó
parte, en cuanto dispone bien ó mal sus malos merecen ó desmerecen ante D i o s .
propios actos ; como asimismo si dispensa Por e l contrario, dícese (Eccl. 12,14):
bien ó mal otras cosas s u y a s , con las que Todo cuanto se hace lo traerá Dios á jui-
debe servir á la comunidad. cio..., sea bueno ó malo. P e r o el juicio lle-
A l 3.° que ese mismo bien ó m a l , que va en sí la retribución respecto de aquel,
uno se hace por su acto, redunda en la á quien se atribuye mérito ó demérito.
comunidad (3) según lo dicho. L u e g o todo acto bueno ó malo del hom-
bre implica razón de mérito ó demérito
ARTÍCULO I V . — ¿ E I acto h u m a n o , e n ante Dios.
cuanto e s bueno ó m a l o , Importa razón de m é - Conclusión. Todo acto humano bueno
rito ó demérito a n t e D i o s ? (4) ó malo se dice y es meritorio ó demerito-
rio ante Dios,y no solo para con los hom-
1.° Parece que el acto humano bueno bres.
ó malo no merece ó desmerece por rela- R e s p o n d e r e m o s q u e , como queda di-
ción á D i o s ; porque, como se ha dicho cho ( a . 3 ) , el acto de un hombre merece
( a . 3 ) , el mérito y el demérito supone ó desmerece, según que se ordena á otro,
orden á la remuneración del provecho ó ya por razón del mismo, y a por la de la
daño inferido á otro ; y el acto bueno ó comunidad ; y de uno y otro modo nues-
malo del hombre no redunda en provecho tros actos buenos ó malos merecen ó des-
ó daño alguno del mismo D i o s , pues se merecen ante Dios: 1.° por razón del mis-
lee ( J ó b . 35, 6 ) : Si pecares, ¿ en qué le m o , en cuanto que él es el fin último del
dañarás?... Demás de esto, si obrares con hombre, y es debido que todos los actos
justicia, ¿qué le darás? L u e g o el acto se refieran al fin último, como y a se h a
bueno ó malo del hombre no merece ó indicado ( C . 19, a. 10); por cuyo motivo
desmerece para con D i o s . el que hace un acto malo no referible á
2.° E l instrumento nada merece ó des- D i o s , no le tributa el honor que es debido
merece ante aquel, que se sirve de él; por- al último fin ; 2.° por parte de toda la c o -
que toda la acción del instrumento es del munidad del universo; porque en toda so-

fij Supuesto empero respecto de los actos buenos el nece- » solutamente se debe á los méritos y justicia de los hom-
sario auxilio de Dios, sin el que nada bueno podemos hacer. » bres » ; 5. de algunos, según los cuales « Dios en nada re-
a

(2) Véase la nota 2, pág. 100. » tribuye á los hombres la equidad y justicia del corazón » ;
(3) Como el bien ó daño de cualquier miembro afecta al 6. de varios, que espresamente defendían que « los méritos
a

cuerpo, perfeccionándolo ó desfigurándolo. » humanos no son estimados por Dios» ; y 7.° en fin de los mo-
(4) Dogma de fe, consignado bien esplícitamente en mul- dernos ñlósofos incrédulos de diferentes escuelas, cuyo siste-
titud de lugar es sagrados de uno y otro Testamento, y decla- mático escepticismo é indiferentismo religioso enseña prácti-
rado repetidas veces en diversas sesiones y cánones por el camente á desentenderse, como de cosa inútil y molesta, de
Concilio de Trento, condenando bajo anatema las también toda creencia católica y de toda obra piadosa, y negando las
múltiples y variadas herejías más ó menos directamente con- recompensas y penas de una futura vida eterna ; que tampoco
trarias á la doctrina constante de la Iglesia sobre este punto admiten muchos de los flamantes pensadores y pretendidos
transcendentalísimo á la vida presente y futura, cuales son : sabios, ó al menos prescinden por completo do tales enseñan-
1. la de los antinomios, que decían « debe rechazarse la ley
a
zas clericales é impertinentes, según frecuentemente las ca-
adelas obras»; 2.* de los amsdorfianos, que «las buenas lifican con dicterios despreciativos y en mil variadas formas.
» obras son perniciosas para la salvación » ; 3.* de los se- (5) En algunas ediciones falta la palabra homo.
cuaces de Meláncton, qué « nuestras obras no merecen la (6J Se ejecuta en beneficio ó perjuicio de otro.
» vida eterna » ; 4. de otros, que han sostenido que «nada ab-
a
CUESTIÓN XXI. — ARTÍCULO IV. 165

piedad el que la rige cuida principalmente A l 2.° que el hombre es movido por
del bien g e n e r a l , y por lo mismo á él Dios como un instrumento ; mas esto no
pertenece retribuir por lo que se bace escluye ( l ) q u e se mueva el mismo por el
bien ó mal en la colectividad. Abora bien: libre albedrío ( 2 ) , como consta de lo di-
Dios es el que gobierna y dirige todo el cho ( C. 1 0 , a. 4 ) , y por lo tanto por sü
universo, como se ha dicho ( P . 1 . , C. a
acto merece 6 desmerece ante D i o s .
1 0 3 , a. 6 ) , y especialmente á las criatu- A l 3.° que el hombre no se ordena á la
ras racionales. D e donde resulta evidente sociedad política en todo su ser ni en todo
que los actos humanos merecenó desme- lo suyo ; y por lo tanto no es necesario
recen por relación al mismo; pues de otro que cada uno de sus actos sea meritorio ó
modo se seguiría que Dios no se cuidaba demeritorio por su relación con la socie-
de los actos humanos. dad política ( ó civil). Pero todo lo que
A l argumento 1.° diremos, que por el el hombre es y cuanto puede y tiene, dé-
acto del hombre nada puede acrecerse ó belo ordenar á D i o s ; y por consecuencia
disminuirse á D i o s en sí mismo ; pero el todo acto humano bueno ó malo merece
hombre, en cuanto es de su parte, sus- ó desmerece ante D i o s , cuanto es de la
trae ó procura algo á D i o s , cuando ob- razón misma del acto (3).
serva ó no el orden por él establecido.

(1) o No se cscluyc (cxcluditur) porque... », según otros. pues no puede serlo para con Dios sin su. gracia, principio y
(2) El Concilio Tridentino anatematizó (ses. 6, can. i) á los raíz del mérito (según se espondrá en la C. 114), que lo eleva
que opinaban que « el hombre es un instrumento meramente á la condición de acto sobrenatural : lo que quiere decir es
» pasivo de Dios, obrando como tal bajo la acción única de su que, siendo moralmente bueno, tiene en sí la predisposición
n principal motor ». como material, para poder ser ante Dios meritorio de un
(3) No se entienda que per se y según su bondad moral es eterno galardón.
formalmente meritorio, lo cual conduciría al pelagianismo;
CUESTIÓN XXII.

Sujeto de las pasiones a> del alma.

Después de esto (2) consideraremos l a s pasiones del a l m a , 1.° en general y 2.° en especial. En g e -
neral ocurren c u a t r o c o s a s , que deben e x a m i n a r s e en ellas: 1. su sujeto; 2. su diferencia ; 3. su
a a a

comparación entre s í ; y 4. su malicia y bondad.— Acerca de l a 1. e x a m i n a r e m o s : 1.° Hay a l g u n a


a a

pasión en el a l m a ? —2.° Se halla más bien en l a parte apetitiva que en la a p r e n s i v a ? — 3.°JEn el a p e -


tito sensitivo que en el intelectivo, q u e se dice voluntad ?

ARTÍCULO I . — - H a y a i g n n o p a s i ó n (3j y sig. ) . L u e g o la pasión no está en el


e n el a l m a ? (4) alma.
3.° L a pasión es v í a para la corrup-
1.° Parece que no h a y pasión alguna ción, porque « t o d a pasión acrecida (ma~
en el alma: porque padecer es propio de y>f/is facía) altera ( 5 ) la sustancia»
la materia, y el alma no es compuesta de (Topic. 1. 6 , in explic. loci 1 9 ) . P e r o el
materia y forma , según y a se ha demos- alma es incorruptible. L u e g o no h a y p a -
trado ( P . 1 . C. 7 5 , a. 5 ) . L u e g o no h a y
a
sión en el alma.
pasión alguna en el alma. P o r el contrario, dice el Apóstol (Rom.
2.° Pasión es un movimiento ( P h y s . 7 , 5 ) : Mientras estábamos en la carne;,
1. 3 , t. 1 9 ) . P e r o el alma no es movida, las pasiones de los pecados, que eran por
como se prueba ( D e anima, 1. 1 , t. 36 la Ley, obraban en nuestros miembros (6).

(1) Actos de suyo comunes al hombre y á los irracionales. nes? y de desechar ía contestación de los fisiólogos, que quie-
(2) Del tratado anterior acerca de los actos humanos ó ren la tenga eselusivamente en el alma ; de los materialistas,
propios del hombre obrando con deliberación ó como racional que pretenden resida únicamente en los órganos; y de los
y libre. médicos, que colocan su sitio orgánico, ora en el nervio gran
(3) Como toda pasión (propiamente dicha) del alma va acom- simpático, ora en el cerebro; añade : « No pienso pues con Bi-
pañada de alguna transmutación ó modificación del cuerpo, chat y otros célebres fisiólogos, que todas las pasiones sean
parece consiguiente deducir que hay más carácter de pasión únicamente del dominio de la vida interior, regida por el sis-
en las que lo alteran, empeorando su naturaleza 6 condición, tema nervioso ganglionar. Tampoco creo, como Descartes,
que en las que lo afectan mejorándolo ó en su ventaja ; y así en Gail, Spurzhein y Broussais, que tenga su eselusivo asiento
efecto suelen entenderse en el lenguaje usual, tanto fisioló- en el cerebro. La observación de acuerdo con el raciocinio me
gica como aun literaria y también moralmente hablando. Pu- han conducido más bien á admitir que las pasiones, que re-
dieran bajo este aspecto clasificarse, distinguiendo unas depre- siden en todo el organismo, son transmitidas del cuerpo al
sivas ó perturbadoras y otras expansivas ó como benéficas. Aquí alma y del alma al cuerpo por medio de los dos sistemas ner-
no obstante y por ahora se estudian bajo su concepto más co. viosos, que simultáneamente conmueven ; con la diferencia
mun y genérico de modificativas, ó simplemente afectivas, séanlo deque su contragolpe, si asi puedo espresarme, se hace sentir
en bueno ó mal sentido, es decir, prescindiendo de su carác- con preferencia, ora en el cerebro espinal, ora.en el centro ner-
ter distintivo de inmutadoras en perjuicio ó á favor del orga- vioso ganglionar. Después pasa á desenvolver esta teoría, que
nismo humano ; pudiendo así definirse la pasión por « movi- los curiosos pueden ver en el lugar citado. — M. C. G,
» miento de la potencia apetitiva sensible, procedente d é l a (5J Abjicit á substantia. Nicolai propone dejicit, á fin de que
» aprensión imaginativa del bien ó del mal», como efectiva- no se pueda interpretar erróneamente que toda pasión quita
mente lo hacen comunmente los teólogos moralistas. algo de la sustancia del ser, á quien afecta ; y esplica el sen-
(4) Los naturalistas, fisiólogos y médicos modernos de ma- tido déla frase como equivalente de dimovet passum (separa ó
yor celebridad convienen con el Santo en conceder al alma desvía al paciento de su propia sustancia), esto es , lo consti-
racional la participación, que la corresponde, en la existen- tuye fuera de su estado natural. Hé aquí justificada nuestra
cia y nacimiento de las •pasiones; pero, si bien se observa, version, no bastante genuina y literal al parecer.
ninguno como el Doctor Angélico llega con su fino análisis (6) Con estas palabras da á entender el Apóstol que,
á deslindar, tanto en el terreno délas ciencias físicas, como cuando se vivía según los carnales deseos en el estado del
en el de las psicológicas, la manera formal como aquellas hombre viejo y terreno, es decir, en tiempo de la antigua Ley,
la engendran y desarrollan en el alma y en el organismo, á no se producían por los hombres más frutos que las pasiones de
que ella da vida. En efecto: el renombrado Descuret, „que en los pecados, esto es, los movimientos, afectos y obras pecami-
otro lugar ya se ha citado, después de hacerse la pregunta nosas, que eran por la Ley, ó que con motivo do ella se escita-
[Medie, de las pasión, c. 3) ¿dónde tienen su asiento las pasio- ban y desarrollaban en la naturaleza humana. — ¡VI. C. G,
CUESTIÓN XXII. — ARTÍCULOS I ¥ II. 167

E s así que los pecados se hallan propia- do se verifica mejorando ( 4 ) ; así que la
mente en el alma. L u e g o también las pa- tristeza es más propiamente pasión que la
siones, que se dicen de pecadores (1). alegría.
Conclusión. Necesariamente [ 1 ] hay A l argumento 1.° diremos, que pade-
en el alma alguna pasión en su común cer, en cuanto se realiza con desprendi-
concepto de modificación del complejo ser miento y transmutación, es propio de la
humano ; pero [ 2 ] las pasiones-propias y materia; por lo cual no se encuentra sino
estrictamente tales solo accidentalmente en los compuestos de materia y forma:
la afectan ó residen en ella. pero, según que implica solamente recep-
Responderemos, que la palabra pade- ción, no es necesariamente propio de la
cer (pati) admite tres sentidos: 1.° en materia, sino que puede pertenecer á cual-
común, según que todo recibir es pade- quier ser existente en potencia. Mas el
cer, aunque nada se sustraiga (abjiciatur) alma, aunque no sea compuesta de mate-
de la cosa ; como si se dice que padece el ria y forma ( 5 ) , tiene no obstante algo
aire, cuando es iluminado, lo cual empero de potencialidad, según la cual la con-
más es ser perfeccionado que padecer; 2.° viene recibir y padecer, en el sentido de
dícese propiamente padecer, cuando se que entender' es padecer, como se dice
recibe una cosa perdiendo otra; y esto ( D e an. 1. 3 , t. 2 ) .
tiene lugar en tres ocasiones : 1 . cuando a
A l 2.° que padecer y ser movido, aun-
un ser es aliviado de lo que no le convie- que no convenga al alma per se, convié-
ne ; como si el cuerpo del animal es sa- nele sin embargo per accidens ( D e an. 1.
nado, se dice padecer, porque recibe la 1, ibid.).
salud, librándose d é l a enfermedad; 2 . a
A l 3.° que aquel razonamiento se re-
cuando sucede lo contrario, como enfer- fiere á la pasión, que tiene lugar con
mar se dice padecer, porque se recibe la en- transformación á lo p e o r : y semejante
fermedad, perdiendo la s a l u d : este es el pasión no puede convenir al alma sino per
más propio modo de la pasión ; puesto accidens; pues per se conviene al com-
que se dice padecer un ser, cuando es p u e s t o , que es corruptible.
atraído (2) al agente; y lo que se separa
de aquello, que le es conveniente, parece
ARTÍCULO I I . —- ¿la pasión reside más
ser más principalmente atraido hacia otro;
liien en la parte apetitiva que en la apren-
3.° igualmente ( D e generat. 1. 1, t. 18) se siva?
dice que, cuando de lo más innoble se en-
gendra lo más noble, hay generación en l.° Parece que la pasión reside más
sentido absoluto y corrupción {secundum bien en la parte aprensiva del alma que
quid) relativamente ; y viceversa, cuando en la apetitiva; porque « l o que es lo pri-
de lo más noble se engendra lo menos no- » mero en cada género, parece ser lo má-
ble (3). Según estos tres sentidos suele ha- »ximo de cuanto en él se comprende, y
ber pasión en el alma: porque como mera » causa de todo lo demás», como se dice
recepción dícese que sentir y entender es ( M e t . 1. 2 , t. 4 ) . , P e r o la pasión hállase
cierto padecer; mas la pasión con des- antes en la parte aprensiva que en la ape-
prendimiento no existe sino según la trans- titiva ; pues no padece e s t a , á no prece-
mutación corporal: por lo cual la pasión der pasión en aquella. L u e g o la pasión
propiamente dicha no puede convenir al está más bien en la parte aprensiva que.
alma sino per accidens, esto es, en cuanto en la apetitiva.
el compuesto padece. Mas en esto hay di-
2.° L o que es más activo, parece ser
versidad: porque, cuando esta transmu-
menos pasivo; pues la acción se opone á
tación produce un estado peor, tiene más
la pasión, y la parte apetitiva es más
propiamente carácter de pasión que cuan-
activa que la aprensiva. L u e g o parece

(1J Ó de pecados
(peccalorum), á los que clan origen ; así como fácilmente se echa de ver que es más innoble en comparación
tle pecadoras,por cuanto tienden á hacer pecador al hombre, con lo más noble lo simplemente menos noble que ello ; y tal
dejándose arrastrar por ellas al pecado. Ambas interpretacio- es indudablemente el sentido en la intención harto transpa-
nes son igualmente aceptables, como idénticas en el fondo. rente del esclarecido Autor,
(2) Influido ó alterado por. (4) Véase la nota 3, pág. 106,
(3) Aunque el testo literal dice ignoblllus (lo más innoble), (5) V, C. 75, a. 5 de la 1. P,, T. 1,°, pág. 587.
a
168 - CUESTIÓN XXII. — ARTÍCULO I I .

que la pasión existe preferentemente en conocimiento, no existen en las cosas,


la parte aprensiva. sino en la mente. E s evidente pues que
3.° A s í como el apetito sensitivo es la razón de pasión más se encuentra en
potencia en órgano corpóreo, lo es tam- la parte apetitiva que en la parte apren-
bién la fuerza aprensiva sensitiva. Pero la siva.
pasión del alma tiene lugar, propiamente A l argumento 1.° diremos, que la in-
hablando, según la transmutación corpo- tensidad ( 5 ) en lo concerniente á la per-
ral. L u e g o la pasión no existe más en la fección se ha en sentido inverso que en
parte apetitiva sensitiva que en la apren- lo perteneciente al defecto. Porque en l o
siva sensitiva. que concierne á la perfección, se gradúa
Por el contrario, dice San A g u s t í n por la aproximación á un solo primer prin-
( D e civit. D e i , 1. 9, c. 4) que «los movi- cipio ; al cual cuanto más próximo se halla
» mientos del ánimo, que los griegos di- un objeto, tanto es más i n t e n s o : así la
» cen itaOri y los nuestros (1) como Cice- intensidad de lo lúcido se estima por su
» vonperturbaciones, llámanlos unos afec- aproximación á algo sumamente lumino-
y> ciones 6 afectos, y otros más espresi- s o , á lo que cuanto más se acerca, tanto
y> vamente como en el griego pasiones ». más luminoso es. P e r o en las cosas que
D e lo cual se infiere que pasiones del pertenecen al defecto, la intensidad se
alma son lo mismo que afecciones. Estas aprecia, no por aproximación á algo su-
pertenecen manifiestamente á la parte mo, sino por su separación de lo perfecto,
apetitiva, y no á la aprensiva. L u e g o tam- pues en esto consiste la razón de priva-
bién las pasiones residen más bien en la ción y defecto; y por lo tanto cuanto más
parte apetitiva que en la aprensiva. se separa de lo primero, tanto es menos
Conclusión. Las pasiones en su propio intenso el defecto : por esta razón al prin-
concepto más bien residen en la parte cipio siempre se halla un pequeño defec-
apetitiva que en la aprensiva. t o , que después progresivamente se au-
Responderemos q u e , como y a se ha menta más. P e r o la pasión pertenece al
dicho (a. 1), el nombre de pasión lleva en defecto, puesto que afecta á algún ser se-
sí el que el paciente sea atraído á lo que gún que está en potencia. H é aquí por-
es ( 2 ) del a g e n t e ; y el alma es más qué en los seres que se aproximan al pri-
atraída hacia un objeto por la potencia mero perfecto, que es Dios, se encuentra
apetitiva que por la aprensiva ( 3 ) , pues poco de potencial y de pasión ; mientras
por la potencia apetitiva el alma se refiere que en los otros h a y consiguientemente
á los objetos, cuales son en sí mismos: por más : y de la misma manera también se
esto dice el Filósofo (Metaph. 1. 6 , t. 8 ) encuentra menos pasión en la primera fa-
que « el bien y el m a l , que son objetos de cultad del alma, es decir, en la aprensiva.
» l a potencia apetitiva, existen en las co- A l 2.° que la potencia apetitiva se dice
3) sas mismas ». P e r o la potencia aprensi- que es más activa, porque es más bien el
va no es atraída hacia el objeto, según lo principio del acto esterior: y esto la com-
que es en sí mismo; sino que lo conoce pete, por lo mismo que el ser más pasiva,
según la intención de é l , que en sí tiene es decir, porque se refiere al objeto tal
ó recibe según su propio modo ( 4 ) : por como es en sí mismo; pues por la acción
lo cual en el mismo pasaje se dice que lo esterior llegamos á conseguir los objetos.
verdadero y lo falso, que pertenecen al A l 3.° que, como se ha dicho ( P . 1. , C . a

(1) Los romanos ó latinos. ta : en el 1.° piden : en el 2.° exigen : en el 3.° obligan. De aquí
(2) Como tendiendo este á asimilárselo ó hacerlo suyo. inferimos que el apelllo sensitivo es la fuente do la pasión en
(31 Al describir la marcha de las pasiones, el Dr. Descnret, todos sus grados; toda vez que dicho apetito no es más que la
las considera en tres períodos : en el primero se halla el hom- potencia interna y afectiva, que ama y solicita los bienes sen-
bre, cuando el deseo solicita- blandamente al alma, de la cual sibles, y rehuye los males de igual género, según son conoci-
trata de enseñorearse, en el segundo, cuando, halagada así el dos por el sentido común.—-M. C. G.
alma, y abandonada al deseo, á pesar de reconocerlo vicioso, (4) Otros « movimiento» (motamj.
hace acrecer súbitamente la energía de la pasión ; en el ter- (5) Inlcnsio comunmente en todas las ediciones posteriores
cero, cuando la pasión se va haciendo más tiránica é insacia- a l a de García, aunque en alguna se lee intentio (de ningún
ble, cuanto más se ejercita, y el hábito la torna imperiosa, modo justificable) y en la romana antigua con el códice do
hasta hacer al hombre esclavo. En estos tres períodos, que á Alcañiz suprímese esa palabra por descuido quizá do copian-
menudo se confunden, puédese notar (añade el mismo autor) tes y cajistas, ó acaso de los editores,
que la voz de las pasiones nos solicita de una manera distin-
CUESTIÓN XXII. — A R T Í C U L O S II V I t i . 169

78, a. 3 ) , el órgano del alma ( 1 ) puede tito intelectivo, como también en el sen-
transmutarse de dos maneras : una espi- sitivo.
ritualmente, según que recibe la inten- 2.° Cuanto lo activo es más potente,
ción del objeto; y solo se halla per se en tanto la pasión es más fuerte. P e r o el
el acto de la potencia aprensiva sensitiva: objeto del apetito intelectivo, que es el
cual se observa en el ojo, que es inmuta- bien universal, tiene una acción más p o -
do por lo visible, sin recibir su color, y sí derosa que el objeto del apetito sensitivo,
solo la intención del color. L a otra es que es el bien particular. L u e g o la razón
la transmutación natural del órgano en de pasión hállase más bien en el apetito
cuanto á su natural disposición, por ejem- intelectivo que en el sensitivo.
plo, calentándose ó enfriándose ó sufrien- 3.° E l gozo y el amor se dicen ser cier-
do otra alteración análoga : modificación tas pasiones (4). Mas estas se. encuen-
accidental al acto de la potencia apren- tran en el apetito intelectivo, y no sola-
siva de lo sensible, cual la del ojo, que se mente en el sensitivo; de no ser así, no
fatiga por la intensidad de su mirada ó se atribuirían en las Sagradas Escrituras
que se desorganiza por la vehemencia (2) á Dios y á los ángeles. L u e g o las pasio-
de lo visible. Pero la transmutación afecta nes residen más bien en el apetito sensi-
per se al acto del apetito sensitivo : por tivo que en el intelectivo.
cuya razón en la definición de los movi- Por el contrario, .dice el Damasceno
mientos de la parte apetitiva supónese (Orth. fid. 1. 2 , Cs--2'2) describiendo las
materialmente alguna alteración natural pasiones animales : « l a pasión es un mo-
del órgano; como se dice que la ira es vimiento sensible (5) de la virtud apeti-
<tel ardor de la sangre cerca del cora- » t i v a en ( 6 ) la imaginación del bien ó
» z o n » ( 3 ) . E s pues evidente que la ra- » d e l mal» ; y de otro modo : «la pasión
zón de pasión más bien se encuentra en » e s un movimiento irracioual del alma
el acto de la potencia apetitiva sensitiva »por medio de la sospecha (o conjetu-
que en el de la aprensiva de lo sensible, y>ra) (7) del bien ó del mal».
aunque ambas son actos de un órgano Conclusión. La pasión en su propio
corporal. concepto más bien se halla en el apetito
sensitivo; que no en el intelectivo, que no
requiere ó supone inmutación corporal.
ARTÍCULO I I I . — ¿ t a pasión resido m á s
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
hlen en el apetito sensitivo que en el intelec-
(a. 1 ; y a. 2 , al 3.°) la pasión se halla
tivo, que se dice voluntad? propiamente donde hay transmutación
corporal, la cual se encuentra en los ac-
l.° Parece que la pasión no se halla tos del apetito sensitivo; y no solo del
más en el apetito sensitivo que en el ape- espiritual, como está en la aprensión sen-
tito intelectivo ; porque dice San Dioni- sitiva, sino aun del natural. M a s en el
sio ( D e div. nom. c. 2, p. 1. lect. 4) que
a
acto del apetito intelectivo no se requiere
« H i e r o t é o ha . sido instruido por cierta transmutación corporal, porque este ape-
»inspiración más divina, no solo apren- tito no es virtud de algún órgano; lo cual
» diendo, sino también sufriendo (patiens) hace patente que la razón de la pasión
» l a s cosas divinas». Pero la pasión de se halla más propiamente en el acto del
las cosas divinas no puede pertenecer al apetito sensitivo que del intelectivo, como
apetito sensitivo, cuyo objeto es el bien también se colige las definiciones del D a -
sensible. L u e g o la pasión está en el ape- masceno ya espuestas (Por el contrario).

(t) La potencia sensitiva, llamada órgano ó instrumento la bilis ó de a la escitacion » ó exacerbación.


del alma, porque mediante ella ejerce sus funciones del cuer- (4) Como puede verse y se espondrá respectivamente en las
po: cuya inmutación díceso espiritual en virtud de cierta Cuestiones 27 y 31.
analogía con las operaciones del entendimiento, por cuanto so (5) Así debo construirse, dice .cl P. Nicolai.
verifica de un modo insensible, sin afectarla corporalmenle (G) Ó á causa de (Nicolai).
ni producir en ella alteración alguna. Nicolai. (7) Per (mejor propter según el testo griego) sutplcíonem i no
(2) Por la cscesiva claridad ó irradiación lumínica del ob- suscepíionem, como se ve en algunos impresos sin razón coho-
jeto visto, que hiere la pupila, y puede llegar á inutilizar el nestable. San Juan Damasceno dice literalmente ob boni veí
órgano visual hasta causar en él la ceguera. malíopinloneiti (juicio, prosuncion, conjetura, existimacion),
(3,1 Definición lomada de San Juan Damasceno (Do orth. fid eS decir, porque el sujeto ó paciento se imagina un bien ó un
1. 2, c. 16), quien añade n que proviene de la evaporación de mal, que realmente existe ó no.
170 CUESTIÓN X X l I . — A R T I C U L O I l t .

A l argumento 1.° diremos que por pa- A l 3.° que el amor y el g o z o y otras
sión de las cosas divinas se entiende allí (pasiones) semejantes, cuando se atribu-
la afección á ellas, y la unión á las mis- yen á Dios ó á los ángeles ó á los hom-
mas por el amor; lo cual tiene lugar sin bres según el apetito intelectivo, signifi-
modificación corporal. can el simple acto de la voluntad con se-
A l 2.° que la magnitud ( 1 ) de la pasión mejanza de efecto sin pasión. P o r lo cual
no solo depende de la virtud del agente, dice San Agustin ( D e , civ. D e i , 1. 9, c.
sino también de la pasibilidad del pacien- 5 ) : « l o s santos ángeles castigan sin ira,
t e ; porque los seres, que son fácilmente » y socorren sin compasión de miseria (3):
pasibles, padecen mucho aun de parte de » y sin embargo, en el lenguaje usual hu-
los poco ( 2 ) activos. L u e g o , aunque el B mano se les aplican los nombres de esas
objeto del apetito intelectivo sea más ac- B pasiones por cierta semejanza de ope-
tivo que el del apetito sensitivo, este sin B ración, y no más por la debilidad de
embargo es más pasivo. B sus afectos».

CUESTIÓN XXIII.

Diferencia de las pasiones entre sí.

1." Las pasiones, que están en lo concupiscible, son diversas d é l a s de lo irascible? — 2.° Las c o n t r a -
riedades de las pasiones de lo irascible provienen de l a oposición entre el bien y el m a l ? —3.° Hay
a l g u n a pasión, q u e no tiene contrario ? — 4.° Hay algunas pasiones diferentes en especie en u n a mis-
m a p o t e n c i a , y no c o n t r a r i a s e n t r e si?

ARTÍCULO I. — ¿tas pasiones, que resi- » d e s é o d e las virtudes ». P e r o el odio re-


den en lo concupiscible, son diversas fie las side en lo concupiscible, como también el
que hay en lo irascible ? amor, al que es contrario (Topic. 1. 2,
c. 3 , loe. 2 5 ) . L u e g o una misma pasión
l.° Parecen ser unas mismas las p a - reside en lo concuspicible é irascible.
siones de lo irascible y de lo concupisci- 3.° L a s pasiones y los actos difieren
ble ; porque dice el Filósofo (Ethic. 1. 2 , en especie según sus objetos; y las pasio-
c. 5 ) que las pasiones del alma son las nes de lo irascible y concupiscible tienen
que originan el gozo y la tristeza; y estas los mismos objetos, que son el bien y el
s e hallan en l o concupiscible. L u e g o t o - mal. L u e g o las mismas pasiones son las
das residen .en e s t a - p a r t e , y por consi- de lo irascible y concupiscible.
guiente no h a y unas en lo irascible y Por el contrario: los actos de poten-
otras en lo" concupiscible. cias diferentes son de diversa especie,
2.° A propósito de estas palabras como él ver y el oir. M a s lo irascible y lo
( M a t t h . 1 3 , 3 3 ) : simile est regnum cce- concupiscible son dos potencias, que di-
lorum fermento etc. dice l a Grlosa (ord. viden el apetito sensitivo, como se ha di-
de San Jerónimo) :. « Poseamos en la ra- cho ( P . 1 . C. 8 1 , a. 2 ) . L u e g o , siendo
a

ce zon la prudencia, en lo irascible, el odio las pasiones movimientos del apetito sen-
» á los vicios, y en l o concupiscible el sitivo según lo espuesto ( C . 3 2 , a. 2 ) , las

(1) Intensidad ó grado cuantitativo. (3) Sin padecerla ellos, ó sin compartirla con los que la pa-
(2) Parvls, pequeños en el concepto de activos, 6 bien, que decen,
tienen ó ejercen poca actividad ó acción poco sensible.
CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULOS I Y I I . n i

pasiones de lo irascible serán otras en cualesquiera pasiones, que se refieren a b -


cuanto á la especie que las que residen solutamente al bien ó al m a l , pertenecen
en lo concupiscible. al apetito concupiscible, como el g o z o ,
Conclusión. Las pasiones, que residen la tristeza, el amor, el odio y semejantes;
en la. parte irascible, difieren específica- y las que tienen por objeto el bien ó el
mente de las de la concupiscible. mal bajo el concepto de difíciles de ad-
Responderemos que las pasiones, que quirir ó evitar (respectivamente) perte-
residen en lo irascible y en lo concupis- necen á la irascible, como la audacia y
cible, difieren en especie; pues, teniendo el temor, la esperanza y semejantes.
diversos objetos las diversas potencias, A l argumento 1.° diremos, que según
según lo dicho ( P . 1 . C. 77, a. 3 ) , necesa-
a
lo manifestado ( P . 1 . C. 8 1 , a. 2 ) la
a

riamente las pasiones de diversas poten- fuerza irascible ha sido dada á los ani-
cias deben referirse á objetos diversos: males ( 1 ) , para vencer los obstáculos,
por consiguiente con más razón las pa- que impiden á la (potencia) concupisci-
siones de potencias diversas difieren en ble dirigirse á su objeto, y a por la difi-
especie; por cuanto mayor diferencia de cultad de obtener el b i e n , y a por la de
objetos se requiere para diversificar la superar el mal. P o r esta causa las pasio-
especie de las potencias, que la de las nes de la irascible tienen todas por tér-
pasiones ó de los actos. E n efecto: como mino las de la concupiscible; y asimismo
en la naturaleza la diversidad de género también á las pasiones de la irascible si-
es una consecuencia de la diversidad de guen el gozo y la tristeza ( 2 ) , que resi-
potencia de la materia, y la diversidad den en la concupiscible.
de especie de la diversidad de forma en A l 2.° que San Jerónimo atribuye el
la materia misma; así entre los actos del odio de los vicios á lo irascible, no por
alma los que pertenecen á diversas po- razón del odio (mismo), que propiamente
tencias son no solamente diversos en e s - compete á lo concupiscible; sino por cau-
pecie, sino también en g é n e r o : mas los sa de la impugnación, que pertenece a l o
actos ó pasiones, que atañen á- diversos irascible.
objetos especiales, comprendidos bajo un A l 3.° que el bien, en cuanto es delei-
solo objeto común de una potencia úni- t a b l e , m u é v e l a (potencia) concupiscible;
ca, difieren como especies de aquel g é - pero, si el bien presenta alguna dificul-
nero. Para conocer p u e s , qué pasiones tad para su consecución, por este mismo
residen en lo irascible, y cuáles en lo hecho tiene a l g o , que repugna á esta p o -
concupiscible; conviene examinar el ob- tencia : por lo cual fué necesario que h u -
jeto de ambas potencias. Ahora bien: se biese otra potencia, que se dirigiera h a -
ha dicho ( P . 1 . C. 8 1 , a. 2 ) que el ob-
a
cia e s o ; y lo mismo sucede respecto del
jeto de la potencia concupiscible es el m a l : esta potencia pues es la irascible.
bien ó el mal sensible, tomado en abso- D e donde se sigue que las pasiones ( 3 )
luto (simpliciter), que es lo deleitable ó de la concupiscible y las de la irascible
doloroso. P e r o , como es inevitable que el difieren en especie.
alma esperimente á veces dificultad ó
contrariedad en la adquisición de algún
ARTÍCULO I I . — 41.a contrariedad entre
bien de esta índole, ó para eludir algún
l a s pasiones de lo irascible radica e n l a con-.
mal de esos, en cuanto esto escede en al-
traríedad del bien y del m a l ?
gún modo al fácil ejercicio de la poten-
cia del animal; h é aquí porqué el mismo
l.° Parece que la contrariedad de las
bien ó m a l , por lo que tiene de arduo ó
pasiones de lo irascible no existe sino en
difícil, es objeto de la irascible. L u e g o
razón de la contrariedad del bien y del
(1} Incluso el hombre, que on esto se equipara á los demás la misma deja escrito tristiíia (y no tristitiam) en el arg. 1.°, al
animales, con la sola escepcion de su aptitud de dominarlas y que contesta. •
regirlas por la razón. (3) La antigua edición romana pone species por passiones,
(2) Según que se logre ó no superar y vencer los impedi- fundada sin duda en la primitiva redacción {visiblemente
mentos para la consecución del bien y rechazar lo nocivo, si- equivocada) del códice de Alcañiz, en el que se ve sustituida
guen á la ira ó la esperanza el gozo ó la tristeza. La edición de segunda mano passiones, cual se halla unánimemente en to-
áurea (y alguna otra) pono IrlsUtiam en acusativo, sin siquiera das las demás y en los códices todos, y así lo dictan el con-
anotar la variante, ni reparar en que así el sentido es entera- testo y la simple sindéresis..
mente contrario, y no teniendo presente por lo visto que en
172 CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULO I I .

m a l ; porque las pasiones de lo irascible 6 mutaciones ( 3 ) . P e r o en estas y aque-


se ordenan á las de lo concupiscible, como llos h a y dos clases de contrariedades
se ba dicho (a. 1, al 1.°) E s así que estas ( P h y s i c . 4 . 5, t. 4 7 , 4 8 y 4 9 ) : 1 . por ra-
a

no son contrarias sino según la oposición zón de su aproximación ó separación de


de bien y ( 1 ) m a l , como el amor y el un mismo término, la cual es propia de
odio, el gozo y la tristeza. L u e g o tam- las mutaciones, esto e s , de la generación,
poco las de lo irascible. que es cambio hacia el ser, y de la corrup-
2.° L a s pasiones difieren según sus ob- ción, que es alteración del ser; 2 . por la a

j e t o s , como los movimientos según sus contrariedad de los términos, que es la


términos. P e r o no h a y contrariedad en propia de los movimientos; así la acción
los movimientos, sino en razón de la con- de blanquear, que es un movimiento de
trariedad dé sus términos, como se ve negro á blanco, se opone á la acción de
( P h y s i c . 1. 5 , t. 4 9 ) . L u e g o tampoco en- ennegrecer, que lo es de blanco á negro.
tre las pasiones h a y contrariedad de ellas, Asimismo pues entre las pasiones del alma
sino en razón de la contrariedad de sus se encuentran dos clases de contrariedad :
objetos. Siendo pues objeto del apetito el una según la contrariedad de los objetos,
bien ó el m a l , sigúese que en ninguna que son el bien y el mal ( 4 ) ; y la otra
potencia apetitiva puede haber contrarie- según la aproximación ó separación de un
dad de pasiones, sino en razón de la con- término mismo. Efectivamente : en las
trariedad entre el bien y el mal. pasiones de lo concupiscible se encuentra
3.° Toda pasión del alma se aprecia por únicamente la primera contrariedad, esto
aproximación 6 alejamiento, como dice es, la que proviene de los objetos; pero
A v i c e n a ( D e naturalibus, 1. 6). P e r o la ambas se encuentran en las pasiones de
aproximación es producida por la razón lo irascible. L a razón de esto e s , porque
de b i e n , y el alejamiento por la razón de el objeto de lo irascible según lo dicho
m a l ; dado q u e , así como « el bien es lo (a. 1) es el bien ó el mal sensible en ab-
t> que apetecen todos los seres j> ( E t h i c . soluto. P e r o el b i e n , considerado como
1. 1 ) , así « e l mal es lo que todos rehu- t a l , no puede ser el término a quo ; y sí
3>yeni>. L u e g o en las pasiones del alma solamente el término ad quem ; porque
no puede haber contrariedad, sino en ra- ningún ser rehuye el bien como bien, sino
zón del bien y del mal. que todos lo apetecen. D e la misma m a -
nera ningún ser apetece el m a l , conside-
P o r e l contrario: el temor y la auda-
rado como t a l , sino que todos lo rehuyen;
cia son contrarios, como se v e (Ethic.
razón por la que el mal no puede ser tér-
1. 3 , c. 1 5 ) (2). P e r o el temor y la au-
mino ad quem, y sí solo término á quo.
dacia no difieren en razón del bien y del
A s í pues también toda pasión de lo con-
m a l , puesto que ambas se refieren á al-
cupiscible respecto del bien tiende hacia
gunos males. L u e g o no toda contrariedad
el m i s m o , como el amor, el deseo y la
de las pasiones de lo irascible se funda
alegría ; mientras que toda pasión res-
en la del bien y del mal.
pecto del mal se aleja de él, como el odio,
Conclusión. [1] En las pasiones de la
la aversión ó abominación y la tristeza:
potencia irascible existe contrariedad,
por consiguiente en las pasiones de l o
tanto según la de bueno y malo en el ob-
concupiscible no puede haber contrarie-
jeto respectivo, como por razón de su
dad por acceso ó desvío del mismo objeto.
aproximación ó desvio respecto del misino
P e r o el objeto de lo irascible es el bien ó
como término; pero [2] en las de la con-
el mal sensible, no en absoluto, sino bajo
cupiscible solo en el primer concepto.
el concepto de arduo ó difícil, según lo
R e s p o n d e r e m o s , que la pasión es cierto dicho (a. 1 ) ; y el bien arduo ó difícil tiene
movimiento ( P h y s i c . 1. 3 , t. 1 9 ) : por con- naturaleza de atraer hacia s í , conside-
siguiente debe juzgarse de la contrariedad rado pomo bien, lo cual perteneqe á la
de'las pasiones por la de los movimientos

(t) Entiéndase, en cuanto tienden á objetos tan diversos al bien ó mal ya habidos, como aquellas al bion apetecido ó al
entre sí, como lo son el bien y el mal; ó á lo menos á un ob- mal temido, no prosentes aún ni recibidos.
jeto misino bajo aspectos contrarios ó de opuestos modos, cual (2) Y no 7, como malamente se ve citado con frecuencia y
se contraponen al amor del bien el odio al mismo bien y al aun casi con generalidad, según observa Nicolai.
odio al mal el amor del mismo mal: y lo propio es aplicable al (3) Véase en la 1." P. la nota 2, pág. 37, del t. 1."
gozo y a la tristeza respectivamente, pasiones concernientes (4) V. n. t de esta misma página.
CUESTIÓN X X I I I . — A R T Í C U L O S I I , III Y IV.

pasión de la esperanza; y de repulsivo bajo ninguno de los dos conceptos de bien


de él bajo el concepto de arduo y difícil, ó mal y de acceso ó desvío ; pudiendo úni-
lo que es propio de la pasión de la deses- camente exacerbarse ó atenuarse.
peración : y de la misma manera el mal R e s p o n d e r e m o s , que es peculiar á la
arduo tiene eu sí carácter repulsivo como pasión de la ira no poder tener contrario,
mal, y solo pertenece á la pasión del te- ni según la aproximación y desvío, ni se-
mor; pero tiénelo también de atractivo gún la contrariedad de bien y mal: por-
como hacia cierta dificultad, por la que que la ira es producida por un mal difícil
se elude la sujeción al mal, y bajo este y a sentido, á cuya presencia es necesario
aspecto tiende á él la audacia. Hay pues que ó sucumba el apetito, y entonces no
eñ las pasiones de lo irascible contrarie- traspasa los límites de la tristeza, que es
dad por razón de bien y mal, como entre pasión de la (potencia) concupiscible ; ó
la esperanza y el temor; y ademas por se mueva para contrarestar el mal, que la
razón de la aproximación ó separación hiere, lo cual pertenece á la ira; y no
del mismo término, como entre la audacia cabe en ella movimiento de huida, porque
y el temor (1). se supone el mal ya presente ó pasado:
Con esto es evidente la contestación á por consiguiente no hay pasión, que sea ,
los argumentos. contraria al movimiento de la ira según
la oposición por aproximación y desvío.
Tampoco según la contrariedad de bien
A R T Í C U L O I I I . — Hay a l g u n a pasión üol y mal: porque al mal ya recibido se opone
alma, que no t e n g a contraria? el bien y a obtenido, que ya no puede te-
ner razón de arduo ó difícil ; ni después
l.° P a r e c e que toda pasión del alma de la consecución del bien queda otro m o -
tiene algún contrario; porque toda pasión vimiento , sino la quietud del apetito en el
del alma ó está en lo irascible ó en lo con- bien alcanzado, la cual pertenece al gozo,
cupiscible, como se ha dicho (a. 2 ) ; y unas que es pasión de lo concupiscible. A s í
y otras tienen á su modo contrariedad. pues el movimiento de la ira no puede te-
L u e g o toda pasión del alma tiene con- ner por contrario otro movimiento del
traria. alma que únicamente la cesación en su
2.° T o d a pasión del alma tiene por ob- impulso (motu), como dice el Filósofo*
jeto lo bueno ó lo m a l o , que son umver- en su Retórica (1. 2, c. 3) que» al apla-
salmente los objetos de la parte apetitiva. » carse se opone el irritarse »; lo cual no
Pero á la pasión, cuyo objeto es el bien, es opuesto contrariamente, sino negativa
se opone aquella, cuyo objeto es el mal. ó privativamente.
L u e g o toda pasión tiene su contraria. - L o dicho evidencia la solución á las
3.° Toda pasión del alma tiene su as- objeciones.
pecto de aproximación ó alejamiento se-
gún lo dicho (a. 2 ) ; y á cada aproximación
es contraria un alejamiento, y viceversa. ARTÍCULO I V . — ¿ n a y e n u n a m i s m a
L u e g o toda pasión del alma tiene su con- potencia a l g u n a s pasiones diferentes e n e s -
traria. pecie, y no contrarias entre s í ? (3)
Por el c o nt ra ri o : la ira es cierta pa-
sión del alma; y no hay pasión alguna 1.° Parece que no puede haber en una
contraria á ella, como se ve ( E t h i c . 1. 4, potencia pasiones de diferente especie, y
c. 13) (2). L u e g o no toda pasión tiene no contrarias entre sí: porque las pasio-
contraria. nes del alma difieren según sus objetos, y
Conclusión. La ira es entre todas las los de las pasiones del alma son lo bueno
pasiones la única, que no tiene contraria y lo malo, según cuya diferencia (4) hay

(1J La audacia empero lo arrostra, mientras que el temor lo sas ocasiones ó bajo distintos aspectos, por ejemplo, al hom-
elude. bre criminal en este doble concepto, según el símil del juez
(2) Y noc. 5, queso cita harto común é inconscientemente, ya antes aducido.
según advierte y demuestra Nicolai. (4) Constitutiva de su diversidad específica; siendo el bien
(3) Indudablemente respecto de actos ú objetos diferentes, de suyo atractivo y digno de ser procurado y conservado, y el
que las diversifiquen ; como el odio al pecado y el amor á la mal repulsivo y cscitativo á su vindicación.
virtud, ó como ol amor y el odio á una misma cosa en diver-
174 CUESTIÓN X X I I I . — A R T Í C U L O IV.

contrariedad de pasiones. L u e g o no hay- pues todo movente atrae de cierto modo


pasiones de una misma potencia, que hacia sí al paciente, ó lo rechaza. Si lo
sin contrariedad recíproca difieran en es- atrae, produce en él tres efectos : 1.° le
pecie. da la inclinación ó aptitud necesaria, para
2.° L a diferencia de especie es diferen- que se dirija hacia él, al modo que un
cia según la forma. Pero toda diferencia, cuerpo lijero, que tiende á elevarse, co-
que resulta de la forma, estriba en alguna munica al cuerpo engendrado su lijereza,
contrariedad ( M e t . 1. 1 0 , t. 24). L u e g o por la que tienda ó sea apto á elevarse;
las pasiones de una misma potencia, que 2.° si el cuerpo engendrado se halla fuera
no son contrarias, no difieren en especie. de su propio lugar, hácele dirigirse á este;
3.° Puesto que toda pasión del alma 3.° le da el reposo, cuando ha llegado á
consiste en la aproximación ó receso del su lugar; puesto que por la misma causa
bien ó del m a l , parece necesario que toda reposa algo en su lugar, por la que era
diferencia entre las pasiones del alma pro- movido hacia é l : y lo propio debe enten-
v e n g a , y a de la diferencia entre bien y derse de la causa de repulsión. M a s en
mal, ó de su aproximación y desvío, y a los movimientos de la parte apetitiva el
de la mayor ó menor aproximación ó des- bien tiene una especie de virtud atractiva,
vío. P e r o las dos primeras diferencias y el mal la tiene repulsiva. E l bien pro-
producen contrariedad entre las pasiones duce pues en la potencia apetitiva: 1.° cier-
del alma, según lo dicho (a. 2); en tanto ta inclinación ó aptitud, que la connatu-
que la tercera no diversifica la especie, raliza con el bien, perteneciente á la pa-
porque así habría infinitas especies de pa- sión del amor, á la cual corresponde como
siones del alma (1). L u e g o no es posible contrario el odio por parte del m a l ; 2.° si
que las pasiones de una misma potencia el bien no es aún poseído, da al apetito la
del alma difieran en especie y no sean impulsión para alcanzar el bien amado, y
contrarias. esto pertenece á la pasión del deseo ó de
Por el contrario: el amor y el gozo di- la concupiscencia, y como opuesto por
fieren en especie, y residen en lo concu- parte del mal está la aversión ó la abomi-
piscible ; y sin embargo no son contrarios nación; 3.° cuando se ha obtenido la po-
entre s í , sino que más bien el uno es causa sesión del bien, da cierta quietud del ape-
del otro. L u e g o h a y algunas pasiones de tito en el mismo bien alcanzado; y esto
la misma potencia, que difieren en espe- pertenece á la delectación ó gozo, al que
cie , sin ser por eso contrarias. se opone por parte del mal el dolor ó la
tristeza. Pero en las pasiones de lo irasci-
Conclusión. Puede haber en una sola
ble se presupone desde luego en el con-
y misma potencia del alma pasiones dife-
cupiscible, que se refiere en absoluto al
rentes en especie, y no contrarias entre
bien ó al m a l , la aptitud ó inclinación
sí, como el amor y el gozo ; por cuanto su
para procurarse el bien ó eludir el mal:
diferencia específica se toma de las accio-
y de aquí la esperanza y desesperación
nes ú objetos de las pasiones mismas.
respecto del bien no conseguido a ú n , y el
Responderemos, que las pasiones del
temor y osadía acerca del mal aún no su-
alma difieren según los (seres) activos
frido; pues en orden al bien obtenido no
que son sus objetos; y estas diferencias
hay pasión alguna en lo irascible, porque
pueden considerarse de dos modos: 1.° se-
ya no tiene carácter de arduo, según lo
g ú n la especie ó naturaleza de estos mis-
dicho (a. 3); pero del mal sentido (2) surge
mos a c t i v o s , como el fuego difiere del
la pasión de la ira. E s pues así evidente
agua ; 2.° según la diversa virtud activa.
que en el apetito concupiscible h a y tres
M a s la diversidad de lo activo ó motivo
grupos de pasiones (contrapuestas), á sa-
en cuanto á la virtud de mover puede
ber : amor y odio, deseo y aversión, gozo
atenderse en las pasiones del alma según
y tristeza : y tres también en lo irascible
la semejanza de los agentes naturales;

(1) Basadas en los diversos grados de intensidad, lo cual análogo al rencor, como el que atribuye á Juno Virgilio, de
por otra parte desmiente el tan sabido axioma filosófico : mu- cuyo sentimiento de agravio dice : manet allá mente reroslum,
gís aul minus non muíant speciem. grabado profundamente y como con persistencia indeleble en
sea presente aún ó ya pasado ; pues en este
(2) Injacenti, su alma.
último caso permanece en el ánimo un como resentimiento
CUESTIÓN XXIII. — ARTÍCULO IV. 115

que son : esperanza y desesperación, te- el irascible, bajo las cuales se compren-
mor y audacia, y la ira, á la cual no se den todas las del alma (1).
opone pasión alguna. Resultan pues entre Con lo espuesto quedan contestados los
todas once pasiones de diferente especie; argumentos.
seis en el apetito concupiscible y cinco en

CUESTIÓN XXIY.

Del bien y del mal en las pasiones del alma 12.

1." Puede haber bien y mal en las pasiones del alma? —2.° Toda pasión del a l m a es m o r a l m e n t e
mala? — 3.° Toda pasión a u m e n t a ó d i s m i n u y e la bondad ó malicia del acto ? — 4.° Hay a l g u n a p a -
sión, que sea b u e n a ó mala por su especie ?

ARTÍCULO I . — P u e d o haber b i e n y m a l á ella, como dice San Dionisio ( D e div.


moral e n l a s p a s i o n e s del a l m a ? nom. c. 4 ) . P e r o las pasiones del alma no
existen en la razón, sino en el apetito sen-
l.° Parece que no hay pasión alguna sitivo, según se ha dicho ( C . 2 2 , a. 3 ) .
del alma moralmente buena ó mala; por- L u e g o no pertenecen al bien ó mal del
que el bien y mal moral es propio del hombre, que es el bien moral.
hombre; pues « l a s costumbres se dicen 3.° D i c e el Filósofo ( E t h i c . 1. 2 , c. 5)
» propiamente humanas 2>, como indica que- <r no se alaban ni vituperan las pa-
San Ambrosio (inprsef. super L u c ) . P e r o » siones y>. Pero según el bien ó el mal
las pasiones no son propias de los h o m - somos alabados ó censurados. L u e g o las
bres , sino que también son comunes á los pasiones no son moralmente buenas ó
otros animales. L u e g o no hay pasión al- malas.
guna del alma moralmente buena ó mala. Por el contrario, dice San Agustín ( D e
2.° E l bien ó el mal del hombre es se- civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 , y c. 9) hablando de
gún la naturaleza de su ser (3) ó estraño las pasiones del alma : CE malas son es-
da origen al temor ; y por último, cuando el apetito en presen-
(1J Reconociendo los teólogos místicos con Santo Tomás cia del mal que la circunda se prepara á tomar venganza, en-
seis clases de pasiones en el apetito concupiscible, y añadiendo
que por tres de ellas sigue los bienes y por las otras tres re- tonces ocasiona la ira. Hé aquí cómo compendian la esplica-
huye los males, pasan á dar la esplicacion de todo esto, di- cion de las once pasiones del apetito concupiscible ó irascible los
ciendo que tanto los bienes como los males deben conside- referidos teólogos. —M. C. G.
rarse de tres maneras : ó como presentes, ó como ausentes, ó (2) En las cuestiones anteriores (21...) ya se trató del bien
prescindiendo de ambas circunstancias. Aprendidos así por el y mal moral según su constitutivo esencial, ó sea en confor-
sentido común, y conocidos diferentemente son diversos tam- midad ó no conformidad de la voluntad y sus actos con la ley
bién los efectos, que en el apetito producen. Así pues , si se moral; mas aquí se, va á hablar sobre si las pasiones ó apeti-
percibe el bien en común, prescindiendo de la idea de ausente tos son capaces por sí de ser buenos ó malos, ó sea, de con-
y presente, produce el a m o r ; si se considera como presente, traer bondad ó malicia moral, en cuanto dichos apetitos son
causa el gozo ; y si lo mira como futuro, hace brotar el deseo. quid commune en los hombres y en los brutos; debiéndose tene
r

Por el contrario, si el mal se aprende en común, engendra el en cuenta, que lo mismo que allí se decidió respecto de los
odio ; si como presente, funda la tristeza ; mas si como futuro, actos esteriores humanos, es decir, que estos serán buenos ó
hace surgir la fuga. Por tanto el odio se opone alamor, la malos según la intervención de la razón natural, debe enten-
Tuga al deseo, y la tristeza al gozo. Esto en cuanto á las pa- derse aquí haciendo aplicación proporcional á las pasiones.
'siones del apetito concupiscible. Mas respecto á las que son pro- M. C. G.
pias del irascible, cuando el apetito se escita á vencer la di- • (3) Racional : el bien consiste en la conformidad de la ac-
ficultad, que se opone á alcanzar el bien,, que se ama y desea, ción moral con la razón ; y el mal en su desvío de ella, como
es producida la esperanza ; cuando no puede vencer la dificul- ejecutado ó intentado en discordancia ú oposición á la condi-
tad, resulta la desesperación; cuando en presencia de esta difi- ción de la naturaleza racional, propia y distintiva del hom-
cultad el apetito, en lugar de acobardarse, se inflama más y bre, que debe por lo mismo obrar como tal.
la acomete, ocasiona la audacia ; si sucede al revés y se aterra,
176 CUESTIÓN XXIV. — ARTÍCULOS I Y I I .

» t a s , si e l a m o r es m a l o ; y b u e n a s , si es razón : por l o cual añade : « n o se alaba


» bueno ( 1 ) » . » ó vitupera al que t e m e ó s e i r r i t a , sino
Conclusión. Las pasiones del ánimo » al q u e l o h a c e d e cierta manera Jl, esto
son y se dicen moralmente buenas ó ma- e s , conforme ó no á la razón » .
las [ 1 ] por lo que haya en ellas de vo-
luntario ; no empero [2] consideradas en A R T Í C U L O I I . — Toda pasión del a l m a
sí mismas como simples movimientos del e s m a l a moral mente ?
apetito irracional.
Responderemos, que las pasiones del l.° P a r e c e que todas las pasiones del
alma pueden considerarse de dos modos: alma son malas moralmente : porque dice
1.° e n s í m i s m a s ( 2 ) ; 2. s e g ú n q u e e s t á n
a
S a n A g u s t í n ( D e c i v . D e i , 1. 9 , c. 4 ; y
sometidas al imperio dé l a razón y de la 1. 1 4 , c. 8 ) q u e « a l g u n o s l l a m a n á l a s
v o l u n t a d . Si p u e s se consideran en sí, e s t o » pasiones del alma enfermedades ó per-
e s , según que son movimientos del apetito » turbaciones del alma » . P e r o toda en-
irracional; d e e s t e m o d o no hay en ellas fermedad ó perturbación del alma es algo
bien ó mal moral, q u e d e p e n d e d e l a r a - moralmente malo. L u e g o toda pasión del
z ó n , c o m o s e h a d i c h o ( C . 1 9 , a. 3 ) : m a s , alma es moralmente mala.
consideradas en cuanto están sometidas 2.° D i c e e l D a m a s c e n o ( D e O r t h . fid.
al imperio de la razón y de la voluntad, 1. 2 , c. 2 2 ) q u e « l a o p e r a c i ó n ( 4 ) e s u n
e n e s t e c o n c e p t o hay en ellas bien ó mal » movimiento conforme á la naturaleza ;
moral. P o r q u e el a p e t i t o s e n s i t i v o e s t á » m a s l a pasión l o es fuera d e l a m i s m a » .
más próximo á la misma razón y volun- P e r o l o q u e es contrario á l a naturaleza e n
tad que los miembros esteriores; cuyos los movimientos del alma tiene razón d e p e -
movimientos s o n sin embargo buenos ó cado y de m a l m o r a l ; por l o cual dice el
malos m o r a l m e n t e , s e g ú n q u e s o n v o l u n - m i s m o e n o t r o l u g a r ( 1 . 2 , c. 4 ) q u e « e l
tarios : p o r c o n s i g u i e n t e m u c h o m á s a ú n » diablo c a y ó , porque salió de l o q u e es
l a s m i s m a s p a s i o n e s , en c u a n t o s o n v o - » conforme á su naturaleza á lo que era
luntarias , pueden llamarse buenas ó m a - » estraño á l a misma » . L u e g o estas p a -
las moralmente : y dícense voluntarias, siones son malas moralmente.
por cuanto ó'son imperadas por la volun- 3.° T o d o l o q u e i n d u c e a l p e c a d o , t i e n e
tad ó no son prohibidas por ella. razón de mal. E s así q u e estas pasiones
A l a r g u m e n t o 1,° d i r e m o s , q u e e s a s p a - inducen á p e c a r , por lo cual se llaman
siones consideradas en sí mismas s o n c o - ( R o m . 7 ) pasiones de los pecados. Luego
m u n e s á los hombres y á los otros anima- parece que son malas moralmente.
les ; mas como imperadas por la razón P o r el c o n t r a r i o , d i c e S a n A g u s t í n
son (3) propias d e l o s hombres. ( D e c i v . D e i , 1. 1 4 , c. 9 ) q u e « e l a m o r
A l 2.° q u e t a m b i é n l a s p o t e n c i a s i n f e - » recto tiene rectas todas estas afeccio-
riores a p e t i t i v a s s e l l a m a n r a c i o n a l e s , s e - » n e s ; porque temen pecar, desean per-
g ú n q u e participan de algún modo de l a » s e v e r a r , se d u e l e n d e l o s p e c a d o s , y s e
r a z ó n , c o m o s e d i c e ( E t h i c . 1. 1 , c. 13 ) . » g o z a n en las buenas obras » .
A l 3.° q u e e l F i l ó s o f o d i c e q u e n o s o - Conclusión. Son moralmente buenas
mos alabados ó vituperados según las pa- las pasiones reguladas por la razón (5), y
siones consideradas en absoluto; m a s esto malas únicamente las que se apartan de
no impide que puedan hacerse loables ó su dirección ó moderación (6).
censurables, según que s e ordenan por la Responderemos, que sobre esta cues-

fl) «Todas las pasiones son buenas, cuando uno es dueño » la virtud es el triunfo de la voluntad contra nuestras malas
de ellas ; y todas son malas, cuando nos esclavizan». Rousseau. » pasiones, y es también la salud del alma, conservada por la
M. C. G. » inocencia, ó recobrada por el arrepentimiento». •—M. C. G.
(2) Prescindiendo de su dependencia de la razón en el hom- (6) Cuando las pasiones se oponen al imperio de la razón,
bre, y como comunes á los animales todos. resulta la lucha que generalmente acompaña al acto virtuoso.
(3) Esclusivamentc peculiares y distintivas. Por eso decia Montaigne (Éssais, lib. 2, c. 2.°): « parece que el
(4) « La acción (dice, según la edición de Lequien) es un » nombre de virtud presupone dificultad y contraste, y que
» movimiento conforme á la naturaleza; la pasión lo es es- » no puede ejercitarse sin que haya oposición. Asi que llama-
» traño á ella ». » mos á Dios, bueno, fuerte, liberal y justo; pero no vir-
(5) Las pasiones son reguladas por la razón, cuando esta » tuoso : sus operaciones son todas simples y sin esfuerzo». Y
les impone sus leyes, resultando entonces una acción virtuo- el autor del Emilio escribió •. « No hay virtud sin combato ».
s
a . En este sentido decia Descuret: « Ales ojos de la Religión M. C. G.
CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O S II Y III.

tion opinaron distintamente los estoi- no es sano, así esa medianía de enferme-
cos ( 1 ) y los peripatéticos ( 2 ) ; pues los dades ó pasiones del alma no es sana.
primeros dijeron que todas las pasiones L a s pasiones pues no se llaman enferme-
eran malas, mientras que los segundos dades ó perturbaciones, á no ser que ca-
enseñaban que las pasiones moderadas rezcan de la moderación de la razón.
eran buenas : cuya divergencia en ver- D e lo cual resulta evidente la contes-
dad , aunque parece grande en sus térmi- tación al argumento 1.°
nos, sin embargo en la realidad es nula ó A l 2.° diremos, que en toda pasión del
insignificante (parva), si uno considera alma se agrega ó disminuye algo por el
de unos y otros. E n efecto : los estoicos natural movimiento del corazón, en el
no discernían entre el sentido y la inteli- sentido de que el corazón funciona ( mo-
gencia, ni por consiguiente entre el ape- vetur) más intensa ó remisamente según
tito intelectivo y el sensitivo; y por lo la sístole ó diástole ( 5 ) ; y en razón á
mismo tampoco distinguían las pasiones esto tiene naturaleza de pasión : sin em-
del alma de los movimientos de la volun- bargo no es preciso "que la pasión se se-
t a d , según que las pasiones del alma re- pare siempre del orden de la razón na-
siden en el apetito sensitivo, mientras tural.
que los simples movimientos de la volun- A l 3.° que las pasiones del alma, en
tad residen en el intelectivo ; sino que cuanto están fuera del orden dé la razón,
llamaban voluntad á todo movimiento ra- inclinan á p e c a r ; pero, en cuanto están
cional de la parte apetitiva, y pasión á ordenadas por ella, pertenecen á la virtud.
todo movimiento producido fuera de los
límites de la razón. P o r eso Cicerón si-
ARTÍCULO I I I . — La pasión aumenta
guiendo el-parecer de estos ( 1 . 3 D e
ó disminuye l a bondad ó malicia del acto ?
Tusculanis qucestionibus ) llama á todas
las pasiones enfermedades del a l m a ; ar- l.° Parece que la pasión siempre dis-
guyendo de alií que los enfermizos no minuye la bondad del acto moral : por-
son sanos, y que los que no son sanos que todo lo que impide el juicio de la ra-
son insipientes (3), por c u y a razón lla- zón, del que depende la bondad del acto
mamos insipientes á los insanos (4). L o s moral, disminuye por consiguiente la bon-
peripatéticos por su parte llaman pasio- dad del acto moral; y toda pasión impide
nes á todos los movimientos del apetito el juicio de la razón, pues dice Salustio
sensitivo: por consiguiente las juzgan en la guerra Catilinaria (Orat. Coesar.):
buenas, cuando están moderadas por la « E s conveniente que todos aquellos hom-
razón; y malas, cuando se sustraen á la » bres, que consultan sobre cosas dudosas,
moderación de la razón. D e lo que se » estén exentos del odio, de la ira, de la
evidencia que Cicerón censura inconve- » amistad y de la compasión » . L u e g o
nientemente el parecer de los peripatéti- toda pasión disminuye la bondad del acto
cos, que aprueban la medianía de las pa- moral.
siones, diciendo que « se debe evitar todo
2.° E l acto del bombre, cuanto más se
» mal aun mediano » ; porque, así como
asemeja á D i o s , tanto mejor e s ; por eso
el cuerpo siquier medianamente enfermo
dice e i Apóstol ( E p h . 5 , 1 ) : - Sed imita-

(1J filósofos scclarios de Zcnon, que blasonaban deÜñscn- venosa ó deletérea la del izquiertlo ; que desde él pasa á bonifi-
siljilidad y desprecio di; los goces y posares; de donde vino el carse, antes de continuar su circulación por el resto del orga-
llamarse estoicismo a esa impcrluibal^ÍTl^tl', de la que ,lanlos nismo : doble círculo máximo y mínimo, por el que la moderna
rasgos se atribuyen á Diógcncs y á otros de la propia escuela. Anatomía esplica la gran funo-ion de la circulación, según las
(2) Discípulos de Aristóteles, que lomaron usa denomina- investigaciones y bien comprobado descubrimiento del céle-
ción de su costumbre de tener sus confemicias ó lecciones- bre Sci'vet, médico español sacrificado en Glfcebra á la in-
pascando y generalmente al aire libre- transigente y fanática saña de Calvino. Así la espansion del
(3) Ignorantes, ó más bien, de cortos alcances_mcntales. ánimo aneja á la alegría dilata el corazón, favoreciendo s u s

(-1) O viceversa ; pues iiimiiiu se toma por locura o falla do dos movimientos de sístole y diástole, pero desahogándolo en
razón ó juicio, aunque en su nativa etimología denota pro- cierto modo y preferentemente por esta dilatación; al paso
piamente falla de sanidad ó de salud. " \ que la tristeza lo acongoja consintiéndolo por la aglomeración
(o) Contracción ó dilatación, movimientos constantemente y estacionamiento de la sangre, que no puede fácilmente ó
alternos en cada auríeulíi respecto del ventrículo de su mismo según su curso natural y como en normal estado de la viscera
lado, que esplican sencilla y satisfactoriamente los latidosdel penetrar oportunamente y sin violencia en la cavidad dema-
corazón y la entrada y salida de lasangre en el, siendo vital ó siado contraída á influjo de esa pasión vehemente y aílicliva,
1

arterial y vivífica la del lado izquiordo, que ya ha recibido en y se paraliza ó retarda su circulación.
el pulmón el cambio benéfico hcmalósico ilor la respiración, y
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO II- 12
178 CUESTIÓN XXIV. — ARTÍCULO I I I .

dores de Dios, como hijos muy amados. del hombre en la razón como en su raíz,
P e r o Dios y los santos ángeles castigan tanto más perfecto será este bien, cuan-
sin cólera y « socorren á la miseria sin to á más cosas convenientes al hombre
» compasión » , como dice San Agustín puede derivarse. P o r consiguiente nadie
( D e civ. D e i , 1. 9 , c . 5 ) . L u e g o es mejor duda que pertenece á la perfección del
hacer tales obras sin pasión de ánimo que bien moral el que los actos de los miem-
con pasión. bros esteriores se regulen por la razón: y ,
3.° A s í como el mal moral se j u z g a por pudiendo obedecer á esta el apetito sen-
el orden de la razón ( 1 ) , así también el sitivo, como se ha dicho ( C. 1 7 , a. 7 ) ,
bien moral. P e r o el mal moral se dismi- pertenece á la perfección del bien moral
nuye por medio de la pasión, pues peca ó humano el que también las mismas pa-
menos el que peca por pasión que el que siones del alma se regulen por la razón.
peca por industria (2). L u e g o menos obra L u e g o , así como es mejor que el hombre
el bien el que obra con pasión que el que quiera el bien y lo practique por acto e s -
obra sin ella ( 3 ) . terior ; así también pertenece á la perfec-
Por el contrario, dice San Agustín ción del bien moral el que el hombre se
( D e civ. D e i , 1. 9 , 1 . 5 ) que « la pasión mueva al bien, no solo según su volun-
» de la misericordia sirve á la razón, cuan- t a d , sino también según el apetito sensi-
» do de tal manera se muestra la miseri- t i v o , conforme á aquello ( P s . 8 3 , 3 ) :
» cordia que la justicia se conserva, y a Mi corazón y mi carne se regocijaron en
» cuando se tributa al necesitado, y a per- el Dios vivo, entendiéndose aquí por co-
» donando al arrepentido » . E s así que razón el apetito intelectivo, y por carne
nada, que sirve á la razón, disminuye el el apetito sensitivo.
bien moral. L u e g o la pasión del alma no A l argumento 1.° diremos, que las pa-
disminuye el bien moral ( 4 ) . siones del alma pueden referirse de dos
Conclusión. La perfección del bien maneras al juicio de la razón : una ante-
moral ó humano en las pasiones aumenta cedentemente ; y en este c a s o , como os-
ó disminuye en proporción de su confor- curecen el juicio de la razón, del que de-
midad ó sometimiento al imperio de la pende la bondad del acto moral, dismi-
razón y voluntad. nuyen la bondad del a c t o ; porque es más
Responderemos, que los estoicos, así laudable el hacer por el juicio de la ra-
como creían que toda pasión del alma era zón una obra de caridad, que el hacerla
m a l a , así suponían consiguientemente por solo la pasión de la misericordia. L a ,
que toda pasión del alma disminuía la otra consiguientemente, y esto de dos
bondad del acto ; porque todo bien ó es modos : 1.° á manera de redundancia, á
destruido del todo, ó se hace menos bue- saber, porque, cuando la parte superior
no por la mezcla del mal. Y en verdad del alma se mueve hacia alguna cosa in-
esto es exacto, si admitimos como pasio- tensamente, sigue su movimiento también
nes del alma solamente los movimientos la parte inferior; y así la pasión existente
desordenados del apetito sensitivo, según es consiguientemente en el apetito sensi-
que son perturbaciones ó enfermedades: tivo el signo de la voluntad más inten-
pero, si absolutamente llamamos pasio- sa ( 5 ) , y por lo tanto indica mayor bon-
nes á todos los movimientos del apetito dad moral; 2.° á manera de elección, esto
sensitivo, en este caso pertenece á la per- e s , cuando el hombre por el juicio de
fección del bien humano el que también la razón elige el ser afectado por alguna
las mismas pasiones sean moderadas por pasión, para obrar más prontamente, co-
la razón ; porque, consistiendo el bien operando el apetito sensitivo; y en este

(1) Del que se aparta, como el bien se ajusta á él. los hombres.
(2) He aquí bellísimaincnte espresado este pensamiento por (3) Las diversas ediciones varían en la redacción material
una poetisa del siglo x v n , tan discreta y virtuosa como sen- ó literal de la frase, cuyo sentido en el fondo idéntico va es-
cilla y poco conocida, Sor Juana Inés de la Cruz, religiosa presado en nuestra versión.
jerónima de Méjico, elogiada justísimamente porel P. Fcijóo : (4) Morís, del acto moral.
«O cuál es más de culpar, (5) íntcnsioris : otros leen inlcnsionis y algunos ititenllonis: lo
» Aunque cualquiera mal haga? primero parece más propio y verosímil, por cuya razón unida
» La que peca por la paga, a l a preferencia, que merece á Nicolai, lo adoptamos también
» O el que paga por pecar ?» nosotros; y lo último no parece admisible on sentir del citado
dice, defendiendo á su sexo contra la cobarde injusticia de crítico y erudito comentador.
CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV. 179

caso la pasión del alma aumenta la bon- ( D e civ. D e i , 1. 1 0 , c. 5) que c< la mise-
dad de la acción. »ricordia pertenece á la virtud» ; y por
A l 2.° que en Dios y los ángeles no hay su parte Aristóteles ( E t h i c , 1. 2 , c. 7)
apetito sensitivo, ni tampoco miembros que « l a vergüenza es una pasión lauda-
corpóreos; y por lo tanto el bien en ellos » ble ». L u e g o algunas pasiones son bue-
no se estima según el orden de las pasio- nas ó malas según su especie.
nes ó de los actos'corpóreos, como en Conclusión. La bondad ó malicia mo-
nosotros. ral no afecta á las pasiones [1] por su es-
A l 3.° que la pasión propensa al mal pecie ó naturaleza ; sino que [2] se hacen
disminuye el pecado, precediendo al jui- buenas moralmente por lo que haya en
cio de la razón ; pero siguiéndole de al- ellas de voluntario ó racional.
guna manera de las indicadas, lo aumenta Responderemos que lo dicho acerca de
ó significa su aumento. los actos ( C . 18 , a. 6 y 7 ; y C. 2 0 , a. 3 )
es igualmente aplicable á las pasiones, á
saber, que se puede considerar de dos
ARTÍCULO I V . — Una pasión e s b u e n a
maneras la especie del acto y de la pa-
ó m a l a por s u especio ? (1)
sión : 1 . según lo que es en su género
a

de naturaleza, en cuyo concepto el bien


1.° Parece que ninguna pasión del al- ó el mal moral no pertenece á la especie
ma es buena ó mala moralmente según del acto ó pasión ; 2 . como perteneciente
a

su especie : porque el bien y el nial mo- al género de la moralidad (moris), esto


ral se aprecia según la razón ; y las pa- e s , según que participan más ó menos de
siones existen en el apetito sensitivo, sién- lo voluntario y del juicio de la razón ; y
dolas accidental lo que hay de racional con este carácter el bien y el mal moral
en ellas. L u e g o , puesto que nada de lo pueden pertenecer á la especie de la pa-
que es accidental pertenece á la especie sión , en cuanto se considera como objeto
de la cosa, parece que ninguna pasión es de la pasión a l g o , que por sí conviene á
buena ó mala según su especie. la razón ó disuena de ella : como se ve
2.° L o s actos y las pasiones se espe- en el pudor (verecundia), el cual es un
cifican según su objeto ( 2 ) . L u e g o , si temor de lo inhonesto, y en la envidia,
alguna pasión fuera buena ó mala según que es la tristeza por el bien de otro; por-
alguna especie s u y a , precisamente las que de esta manera pertenecen á la espe-
pasiones, cuyo objeto es bueno, serían cie del acto esterior.
buenas según su especie, como el amor, A l argumento 1.° diremos, que aquel
el deseo y el regocijo; y malas asimismo razonamiento versa sobre las pasiones,
según su especie aquellas, cuyo objeto es según que pertenecen á la especie de la
malo, como el temor y la tristeza. P e r o naturaleza, esto e s , en cuanto el apetito
esto es notoriamente falso. L u e g o ningu- sensitivo se considera en s í ; pero según
na pasión es buena ó mala por su especie. que el apetito sensitivo obedece á la ra-
3.° Ninguna especie de pasiones existe, zón, así y a el bien y el mal de la razón
que no se encuentre en algunos anima- no resultan de sus pasiones per accidens,
les. E s así que el bien moral no se en- sino per se.
cuentra sino en el hombre. L u e g o ningu- A l 2.° que las pasiones, que tienden
na pasión del alma es buena ó mala por al bien, si es verdadero bien, son buenas;
su especie. y asimismo las que se separan del verda-
Por el contrario, dice San Agustín dero m a l : pero al contrario las pasiones

(1) El C. Cayetano oportunamente advierte en este ar- en especie, como el hablar y el pasear, etc.; y se dan tam-
tículo lo que antes se insinuó sobre los actos esleriores hu- bién pasiones neutrales, como la tristeza etc. Se dijo ademas
manos con relación á la bondad ó malicia ; puesto que la doc- en el lugar respectivo que los actos esteriores pueden ser
trina, que entonces se estableció con respecto á dichos actos, buenos ó malos según él objeto; y que la bondad ó malicia ob-
proporcionalmentc puede aplicarse á las pasiones. Hay actos jetiva era distinta de la malicia y bondad que nace del fin;
humanos esteriores, que terminan en algo contrario á la ra- pues de un modo idéntico entenderse debe la doctrina de las
zón, como el adulterio ; y los hay, que lo hacen en conformi- pasiones. — M. C. G.
dad con ella, como la limosna. Del mismo modo existen pa- (2) Los actos empero inmediatamente, que es como se diri-
siones, que son conformes á la razón, como la misericordia; gen á su respectivo objeto propio por sí mismos ; y las pasio-
mientras otras la contrarían, como la envidia. Se dan de igual nes remota ó mediatamente solo, por cuanto tienden á ellos
manera acciones humanas esteriores y naturales, indiferentes por medio de los actos.
180 CUESTIÓN X X I V . — A R T Í C U L O IV.

cifradas e n l a separación d e l bien y p o r d o ( 1 ) p o r c i e r t a (potencia) estimativa


aproximación al m a l s o n malas. natural ( 2 ) , que se somete á la razón
A l 3.° q u e e n l o s a n i m a l e s b r u t o s e l superior, esto e s , á l a divina, h a y en
apetito sensitivo no obedece á la razón; ellos cierta semejanza del bien moral
y sin e m b a r g o , en cuanto e s conduci- en cuanto á las pasiones del alma.

CUESTIÓN XXV.

Orden correlativo de las pasiones entre sí.

Vamos á t r a t a r del orden (3) de las pasiones entre s í , sobre cuya materia dilucidaremos estos
cuatro p u n t o s : l.° Relación de las pasiones del (apetito) irascible con las del concupiscible. — 2 Or- o

den recíproco d é l a s pasiones del concupiscible.—3.° Correlación entre las del irascible. - 4." De las
c u a t r o pasiones principales.

ARTÍCULO I . — ¿ l a s pasiones dci (ape- l a f u n c i ó n d e m o t o r ( P h y s . , 1. 8 , t. 3 2 ) .


tito ) irascible son antes que las del concupis- L u e g o l a s p a s i o n e s d e l (apetito) irasci-
cible , ó por el contrario? (4) ble s o n anteriores á las d e l concupiscible.
3.° E l g o z o y l a t r i s t e z a s o n p a s i o n e s
1.° P a r e c e q u e l a s p a s i o n e s d e l (apeti- del concupiscible : pero u n o y otra s o n
to) i r a s c i b l e s o n a n t e r i o r e s á l a s d e l c o n - consecuencia d e las pasiones d e l irasci-
cupiscible : porque el orden de las pasiones b l e ; p u e s d i c e e l F i l ó s o f o ( E t h i c , 1. 4 ,
se determina por el orden de los objetos; c. 5 ) q u e « e l c a s t i g o a q u i e t a e l í m p e t u
y e l o b j e t o d e l i r a s c i b l e e s e l b i e n difícil, » d e la i r a , y reemplaza la tristeza por
que parece ser el supremo entre los demás » delectación». L u e g o las pasiones del
bienes. L u e g o las pasiones del apetito concupiscible son posteriores á las del
irascible parecen presidir á l a s d e l c o n - irascible.
cupiscible. Por el contrario : l a s p a s i o n e s d e l c o n -
2.° E l m o t o r e s a n t e r i o r á l o m o v i - c u p i s c i b l e s e refieren a l b i e n a b s o l u t o ,
d o ( 5 ) . P e r o e l (apetito) irascible se m a s las d e l irascible al bien restringido,
compara al concupiscible como el motor e s t o e s difícil. S i e n d o p u e s e l b i e n a b s o -
á l o m o v i d o ; porque h a sido dado á los luto anterior a l bien restringido, p a r e c e
animales, para remover los obstáculos, que las pasiones del concupiscible son
que impiden al concupiscible gozar de su anteriores á l a s del irascible.
o b j e t o , c o m o s e h a d i c h o ( C . 2 3 , a. 1 ) . Conclusión. Las pasiones de la parte
M a s el que r e m u e v e un obstáculo, llena concupiscible [ 1 ] son más comprensivas
(1) El animal, ó también el hombre obrando solo instinti- simplemente pasiones.
vamente con natural espontaneidad sin la intervención de la (1) Concilianse varios pasajesde la Sagrada Biblia, que dan
razón en su acto. la prioridad respectivamente á unas ú otras de las pasiones
(2; Uno de los sentidos internos, que viene á ser en los en cuestión, distinguiendo en lo concupiscible dos diversos
irracionales lo que la potencia cogitativa ó razón particular géneros de ellas.
en el hombre según Aristóteles y los de su escuela. Véase la (5) No precisa y eselusivamente en el concepto material de
C. 78, a. 4, de la 1. P., T. 1." pág. 032 y 633.
a
ente, sino principalmente como motor; en el que ó por clquc se
(3) Orden- natural, absolutamente hablando (advierte Ca- inicia el movimiento, que va á terminar en lo movido : y así
yetano) ; y no de este ó del otro modo en particular : pero sí entendido no aparece contradicción alguna entre esto y lo que
considerando la prioridad ó posterioridad respectiva do las pa- dice (i'/ii/s. 1. 7, l. 10) de la « coexistencia de lo quo muevo y
siones bajo el doble aspecto do la intención y de la ejecución, M lo que es movido » (simul CJ>KC). '
lo cual pertenece á su naturaleza misma en absoluto y como
CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULO I .
181
que las de la irascible, implicando más pasión del irascible tiene por término
movimiento hacia su objeto,y otras quie- otra del concupiscible, perteneciente al
tud en su posesión : y así las de la iras- reposo, esto es , ó al g o z o ó á la triste-
cible son evidentemente [2] posteriores á za (1). M a s , si se comparan las pasio-
las primeras de aquellas , pero [3] pre- nes del irascible con las del concupisci-
ceden á las segundas; de modo que [ 4 ] ble, que importan movimiento, entonces
tienen su principio en las de lo concu- es notorio que las pasiones de lo concu-
piscible y terminan en ellas respectiva- piscible son anteriores, por la razón de
mente según ese doble aspecto. que las pasiones del irascible añaden
R e s p o n d e r e m o s , que las pasiones del (algo) á las del concupiscible, como asi-
(apetito) concupiscible se refieren á ma- mismo el objeto del irascible añade al del
yor número de cosas que las del irascible; concupiscible lo arduo y difícil : porque
porque en las pasiones del concupiscible la esperanza añade al deseo cierto conato
hállase algo perteneciente al movimiento, y elevación del ánimo, para conseguir el
como el deseo, y algo perteneciente al bien difícil; é igualmente el temor añade
reposo, como el gozo y la alegría : mas á la fuga ó abominación cierta depresión
en las del irascible no se halla cosa al- del ánimo por la dificultad del mal. A s í
guna tocante al r e p o s o , sino solo al mo- pues las pasiones del irascible son inter-
vimiento. L a razón de esto es que aquello, medias entre las del concupiscible, que
en que ya se reposa, no tiene razón de importan movimiento hacia el bien ó el
difícil ó arduo ,<pie es el objeto del iras- mal, y las que implican reposo en el bien
cible : y , siendo el reposo el fin del mo- ó en el mal : y así es notorio que las pa-
vimiento, es anterior en la intención, siones del irascible tienen por una parte
pero posterior en la ejecución. Si pues principio en las del concupiscible, y por
se comparan las pasiones del irascible á otra su término en ellas.
las del concupiscible, que significan quie- A l argumento 1." diremos, que aquel
tud en el bien, se verá palmariamente razonamiento sería procedente, si la razón
que las pasiones del irascible preceden á del objeto concupiscible fuese algo opues-
las del concupiscible en orden á la eje- to á lo arduo, como lo es la del objeto
cución ; como la esperanza precede al de lo irascible; pero, puesto que el ob-
g o z o , y lo produce según aquello (Rom. jeto del concupiscible es el bien absolu-
12, 12,) : en la esperanza gozosos. P e r o tamente (2) es naturalmente anterior al
la pasión del concupiscible, que implica del irascible, como lo común respecto de
reposo en el m a l , esto e s , la tristeza, lo propio (3).
conserva el medio entre dos pasiones dei Al 2.° que el que remueve el obstáculo
irascible : pues es consecuencia del t e - no es motor per sé, sino per accidens.
mor, por cuanto llegado el mal temido se M a s ahora hablamos del orden de las
produce la tristeza; y precede al movi- pasiones per se; y ademas el irascible
miento de la ira, porque, cuando uno á remueve el obstáculo, que impide al ape-
causa de la tristeza anterior siente el tito concupiscible reposar en su objeto :
impulso de la v e n g a n z a , esto pertenece de donde no se deduce sino que las pa-
al movimiento de la ira; y , como se siones del irascible preceden á las del
piensa que es bueno tomar venganza de concupiscible pertenecientes al reposo,
lo malo, una vez esto conseguido, se re- acerca de las cuales versa también el ar-
gocija. A s í pues es evidente que toda menio 3.°

( 1 ) Aunque de muy diverso modo : pues el gozo reposa generalización le proviene su anterioridad natural respecto
tranquila 6 imperturbablemente en su objeto productor del de aquello, de que se prescinde.
mismo; al paso que la tristeza lleva consigo cierta perturba- (3) Una es la distinción que media éntrelo propio y propio,
ción del ánimo en el mal causante de ella, anhelando eximirse y otra la qui» se interpone entre lo propio y lo común. Lopropio
de lo que le molesta, diciéndose reposo únicamente en el sen- no se distingue délo común, por cuanto en aquel no haya cosa
tido de que, no ya es inminente, sino que le afectay contrista alguna de este ; mas lo propio en contraposición de otro propio
ya de hecho; á diferencia del temor, cuya causa es el nial supone separación positiva entre ambas propiedades. Así di-
futuro inminente y no inmanente ó presente aún. ISicolai. remos que el bien en absoluto ó en general no se diferencia del
(2) Es decir, prescindiendo del concepto de arduo ó no ar- bien áidito, como lo propio se distingue de otro proiio ; sino co-
duo y con indiferente actitud respecto de uno ú otro, así como mo lo propio de lo que es común. El bien del apetito, tanto con-
lo común hace abstracción de lo propio con indiferencia en cupiscible como irrascible, lodo es un bien ; poro lo arduo de
orden á esto ó aquello en particular; de cuya abstracción ó este bien es propio escluslvamente del irascible.—M. C. G,
182 CUESTIÓN X X V . — A R T Í C U L O I I .

ARTÍCULO I I . — E s e l amor la primera Mas el bien tiene razón de fin, el cual


de l a s p a s i o n e s del apetito concupiscible ? es en verdad anterior en la intención,
pero posterior en la ejecución : puede
l.° Parece que el amor no es la pri- pues por lo tanto considerarse el orden
mera de las pasiones del concupiscible: de las pasiones del concupiscible, ó según
porque la potencia concupiscible recibe la intención ó según su consecución. S e -
su nombre de la concupiscencia, que es gún esta última es lo primero aquello,
la misma pasión que el deseo; y la de- que se hace desde luego en lo que tiende
nominación se toma de lo predominante, al fin; y es evidente que todo lo que
según se l e e ( D e an. 1. 2 , t. 4 9 ). L u e g o tiende á un fin cualquiera, 1.° tiene a p -
la concupiscencia es más principal que titud ó proporción al fin, pues nada tiende
el amor. á un fin no proporcionado; 2.° es movido
2.° E l amor importa cierta unión, por- al fin; 3.° descansa en él después de su
que es «potencia unitiva y concretiva» (1), consecución. Ahora bien : la misma a p -
como dice San Dionisio ( D e div. nom. titud ó proporción del apetito al fin es el
c. 4 . , p. 2. lect. 9 ) . P e r o la concupiscen- amor, que no es otra cosa que la com-
cia ó deseo es un movimiento á la unión placencia del bien; mas el movimiento al
de la cosa apetecida ó deseada. L u e g o bien es el deseo ó la concupiscencia, y la
la concupiscencia es antes que el amor. quietud en el bien es el gozo ó la delec-
3.° L a causa es anterior al efecto; y tación. A s í pues según este orden ('2)
la delectación es á veces causa del amor, el amor precede al deseo, y este á la de-
pues algunos aman por deleite, como se lectación : mas según el orden de, la in-
dice ( E t h i c - 1. 8 , c. 2 y 3 ) . L u e g o la tención es al contrario; porque la delec-
delectación es antes que el amor; y en tación intentada produce el deseo y el
consecuencia el amor no es la primera amor, puesto q u e la delectación es la
entre las pasiones del concupiscible. fruición ( 3 ) del bien, que es el fin en
Por el contrario, dice San A g u s t í n cierto m o d o , como es también el mismo
( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 y 9 ) « q u e t o - fin, según lo dicho (C. 1 1 , a. 3 , al 3.°).
adas las pasiones son causadas por el A l argumento 1.° diremos, que nom-
»amor; porque el amor ansiando poseer bramos las cosas según que nos son c o -
» e l objeto amado es el d e s e o , y pose- nocidas, « p u e s las voces son signos de
o y é n d o l o y gozando de él es la alegría». lo entendido» (Perih. 1. 1). Nosotros e m -
L u e g o el amor es la primera de las pa- pero conocemos ordinariamente la causa
siones del concupiscible. por el efecto; y el efecto del amor, cuan-
Conclusión. Todas las pasiones, cuyo do y a se posee el objeto a m a d o , es la
objeto es el bien [ 1 ] , son anteriores á delectación; como, mientras aún no se
aquellas, que tienen por objeto el mal: y p o s e e , es el deseo ó la concupiscencia.
entre aquellas el amor precede [ 2 ] en P e r o , como dice San A g u s t í n ( D e fruit.
cuanto á la ejecución al deseo, como este 1. 1 0 , c. 1 2 ) , « e l amor es más sensi-
á la delectación; siendo inverso [ 3 ] el b l e , cuando es solicitado por la indigen-
orden de estas últimas en la intención. cia» ( 4 ) . L u e g o entre todas las pasiones
Responderemos, que los objetos de la del (apetito) concupiscible, la más sensi-
(potencia) concupiscible son el bien y el ble es la concupiscencia, y por este m o -
m a l ; y el bien es naturalmente anterior tivo da su nombre á la potencia.
al m a l , por ser el mal la privación del A l 2.° que h a y dos clases de unión de
bien: luego también todas las pasiones, lo amado con el amante : una r e a l , que
cuyo objeto es el bien, son naturalmente consiste en estar junto con la cosa mis-
anteriores á las pasiones, cuyo objeto es m a , y tal unión pertenece al gozo ó d e -
el mal, y que les son respectivamente lectación, que es consecuencia del deseo;
opuestas; pues el ser anhelado el bien otra es la unión afectiva, esto e s , según
es la causa de rechazarse el mal opuesto. que alguna cosa tiene aptitud ó propor-

(1) Copulanset commiscens (copulativa y conmisliva), traduce (3) En algunas ediciones falta la palabra boni (del bien),
un moderno intérprete con menos enfática propiedad, como es cuya supresión en nada dificulta el sentido, sobreentendién-
fácil conocer por la respectiva significación genuina. dose naturalmente desde luego.
(2) De ejecución, (4) Carencia ó ausencia del objeto amado.
CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 183

c l o n , ó b i e n , en cuanto por el hecho res aquellas, cuyo objeto es bueno: [ 3 ]


mismo de tener algo aptitud é inclinación la esperanza precede á la desesperación,
á otra c o s a , y a participa de algo suyo, y el temor á la audacia; siendo por con-
y en este sentido el amor implica la siguiente la esperanza [ 4 ] la primera de
unión, que precede al movimiento del todas las pasiones de lo irascible.
deseo. Responderemos que, como ya se ha
A l 3.° que la delectación causa el dicho (a. 1), todas las pasiones del iras-
amor, según que es anterior en la in- cible importan movimiento hacia algo;
tención. el cual movimiento en el irascible puede
ser producido por dos causas: 1. por so- a

ARTÍCULO I I I . — l a e s p e r a n z a e s la lo _la aptitud ó proporción al fin, la que


primera entre l a s pasiones del irascible ? pertenece al amor ó al odio; 2 . por la. a

presencia del mismo bien ó m a l , la cual


l.° Parece que la esperanza no es la pertenece á la tristeza ó al gozo. Por la
primera entre las pasiones del irascible; presencia del bien no se produce en ver-
porque este recibe su nombre de la ira. dad pasión alguna en el irascible, como
L u e g o , como la denominación se hace se ha dicho ( C . 2 3 , a. 3); mas por la
de lo más principal ( 1 ) , parece que la presencia del mal surge la pasión de la
ira es más principal que la esperanza. ira. A s í p u e s , como en la via de genera-
2.° L o arduo es el objeto del irascible; ción ó consecución la proporción ó apti-
y más arduo parece ser el que alguno t u d al fin precede á la consecución del
intente vencer el mal contrario, que ame- fin; sigúese que la ira es entre todas las
naza como futuro ( lo cual pertenece á la pasiones del irascible la última en el or-
audacia), ó que se esperimenta ya como den de la generación ; mas entre las otras
presente (lo cual pertenece á la ira), que pasiones del irascible, que importan mo-
el que intente adquirir simplemente al- vimiento consecuente al amor ú odio del
gún bien; y asimismo parece más arduo bien ó del mal, precisamente las pasio-
el intentar vencer el mal presente que el. nes, cuyo objeto es el bien, que son la
futuro. L u e g o la ira parece ser una pa- esperanza y la desesperación, son natu-
sión más principal que la audacia, y esta ralmente anteriores á las pasiones, cuyo
que la esperanza; la cual por tanto no es objeto es el mal, es decir, á la audacia y
la más importante. al temor: de modo sin embargo que la
3.° A n t e s ocurre en el movimiento al esperanza es anterior á la desesperación,
fin la separación de un término que la porque la esperanza es un movimiento
aproximación al otro. Pero el temor y la hacia el bien según la razón de t a l , que
desesperación importan apartamiento de es por su naturaleza atractivo, y por esto
a l g o , mas la audacia y la esperanza im- es movimiento per se hacia el bien; mas
plican aproximación á algo. L u e g o el la desesperación es el apartamiento del
temor y la desesperación preceden á la bien, que no le compete como tal bien,
esperanza y á la audacia. sino bajo algún otro concepto; por lo
Por el contrario: cuanto algo es más cual es como per aceidens. Igual razón
próximo á lo primero, tanto es anterior. milita respecto del temor; p u e s , siendo
E s así que la esperanza e"sta más próxi- un apartamiento del mal, es antes que la
ma al amor, que es la primera de l a s ^^tudacia: mas la esperanza y la desespe-
pasiones. L u e g o la esperanza- es la pri- ración" son naturalmente anteriores al
mera entre todas las pasiones de "la (po- temor y la audacia; porque la audacia
tencia ) irascible. es una consecuencia de la esperanza de
Conclusión. [ 1 ] La ira es la última la victoria ( 2 ) , y el temor de la deses-
entre las pasiones de lo irascible jin el peración de vencer; como la ira de la
orden de generación: [ 2 ] de las que entre audacia, «pues nadie se aira ansiando la
estas importan moción consiguiente al » v e n g a n z a , a n o atreverse á vengarse»,
amor ó al odio son naturalmente anterio- como dice Avicena ( D e natur. 1. 6). A s í

(1) Según se ha dicho en el a. precedente. una salus victis nullam sperare salulem : « solo una salvación
, (2) Si bien alguna vez per acciáens nace la audacia de la » queda al vencido, — la de haberse perdido — toda esperanza
desesperación, conforme al pensamiento de Virgilio En. 1. 2): »de salud posible ».
184 CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULOS III Y IV.

pues es notorio que la esperanza es la y de consecución ó generación. L u e g o ó


primera entre todas las pasiones del las pasiones principales se consideran se-
irascible. Y , si queremos conocer el orden gún el orden de intención, en cuyo caso
de las pasiones según la vía de la gene- solamente serán pasiones principales la
ración (1), se encuentran : 1.° el amor alegría y la tristeza, que son finales; ó
y el odio; 2.° el deseo y la aversión; 3.° según el orden de consecución ó genera-
la esperanza y la desesperación; 4.° el ción, y así será el amor la pasión princi-
temor y la audacia; 5° la ira; 6.° y últi- pal. D e ningún modo pues debe decirse
mo el gozo y la tristeza, que son conse- que son las cuatro principales pasiones
cuencias de todas las pasiones ( E t h i c . la alegría y la tristeza, la esperanza y el
1. 2, c. 5 ) : de modo sin embargo que el temor.
amor es anterior al odio, el deseo á la 3.° A s í como la audacia es producida
fuga, la esperanza á la desesperación, el por la esperanza, así también el temor
temor á la audacia y el gozo á la triste- lo es por la desesperación. L u e g o ó la
za , como puede colegirse de lo espuesto esperanza y la desesperación deben su-
(aquí y a. 1 y 2 ) . ponerse las principales pasiones, como
A l argumento 1.° diremos que la ira causas; ó la esperanza y la audacia en
se produce de las otras pasiones, como razón de su afinidad.
los efectos de las causas precedentes; y Por el contrario, Boecio ( D é consolat.
por esto de ella, como la más notoria, L 1, metro 7 ) , al enumerar las cuatro
recibe el nombre la potencia. pasiones principales, dice: « Desechad la
A l 2.° que no es lo arduo la razón de » alegría,—repeled el temor,-;—disipad la
acercarse ó de desear, sino principalmente esperanza,—no cedáis al dolor».
el bien: y por lo tanto la esperanza, que
tiende al bien más directamente, es la pri- Gandía pelle,
mera; aunque la audacia ( ó aun la ira) Pelle timorem,
Spemqne fu gato,
tenga por objeto alguna vez lo más difícil. Nec dolor adsit.
A l 3.° que el apetito se mueve prime-
ramente y per se al bien como á su pro- C o n c l u s i ó n . — L a s cuatro pasiones co-
pio objeto, y esto es lo que le bace ale- munmente reconocidas como las princi-
jarse del mal; porque el movimiento de pales son : gozo y tristeza, esperanza y
la parte apetitiva está en proporción, no temor.
del movimiento natural, sino de la inten- R e s p o n d e r e m o s , que se dice general-
ción de la naturaleza, la cual antes se mente que hay cuatro pasiones principa-
refiere al fin que á la remoción de lo les: de las cuales dos, la alegría y la
contrario; como esta no se procura, sino tristeza, se dicen principales, porque son
para la consecución del fin. simplemente completivas y terminales de
todas las demás, siendo en tal concepto,
ARTÍCULO I V . — ¿ s o n esta» l a s cnatro como dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 2 , c. 5 )
pasiones p r i n c i p a l e s , a l e g r í a , t r i s t e z a , es- resultantes de todas las pasiones. E l t e -
p e r a n z a y temor ? mor y la esperanza son por su parte pa-
siones principales, no porque sean abso-
l.° Parece que no son estas las cuatro lutamente completivas, sino porque lo
pasiones principales ( 2 ) , alegría y tris- son con relación al movimiento apetitivo
t e z a , esperanza y temor; porque San hacia algo: pues por relación al bien co-
A g u s t í n ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 y 9) mienza el movimiento por el amor, sigue
no admite la esperanza, sino la codicia por el deseo y termina por la esperan-
[cupiditatem) en lugar de esta. za ( 3 ) ; pero con respecto al mal iniciase
2.° E n las pasiones del alma se distin- en el odio, pasa á la aversión y termina
guen dos órdenes, á saber, de intención por el temor. P o r lo tanto se acostumbra

(1) De la ejecución, como contrapuesta á la intención. la esperanza (que lo reemplaza y subsigue) de poseer el bien
(2) Completivas de las demás y como definitivas ó termina- apetecido, ni puede ir más allá en su aspiración : la espo*
les, que no dan ya origen á otras ulteriores. ranZa es pues el término intrínseco del apetito, como su últi-
(3) No como en su término de reposo, no habiendo logrado mo movimiento ; al paso que la fruición del bien ya poseido,
aún la posesión de su objeto, sino como término final del da- como quietud ó reposo en él, es su termino estrínseco al mo-
sóo, por cuanto el último complemento posible del apetito es vimiento, que habrá ya cesado.
CUESTIÓN XXV. — ARTÍCULO IV. 185

á considerar estas cuatro pasiones según A l 2.° que esas pasiones se llaman
la diferencia entre el presente y el futu- principales según el orden de la inten-
ro; pues el movimiento se refiere al fu- ción y del complemento: y , aunque el
turo, y la quietud se verifica en algo temor y la esperanza no sean absoluta-
(ya) presente. A s í es que la alegría mente las últimas pasiones, sin embargo
tiene por objeto el bien presente, y la lo son en el género de aquellas, que tien-
tristeza el presente m a l ; la esperanza el den á otra cosa ( 2 ) como á futuro. Y
bien futuro y el temor el futuro m a l : y no puede insistirse sino sobre la ira; la
todas las otras pasiones, que tienen por cual sin embargo no puede considerarse
objeto el bien ó el mal presente ó futuro, como pasión principal, puesto " que es
Tedúcense á estas completivamente ( 1 ) . cierto efecto de la audacia, que no pue-
Por esta misma razón también algunos de ser una pasión principal, como se dirá
llaman principales estas cuatro predichas más adelante ( C . 4 5 , a. 2 , al. 3.°)
pasiones, puesto que son generales; lo A l 3.° que la desesperación lleva en sí
cual efectivamente es verdad, si la espe- la separación del bien, que lo es como
ranza y el temor designan el movimiento per accidens; y la audacia la aproxima-
del apetito, que comunmente tiende á ción al m a l , que también es per accidens.
apetecer ó evitar algo. P o r eso estas pasiones no pueden ser
A l argumento 1.° diremos que San principales, puesto que lo que es per
Agustín pone el deseo ó codicia en lugar accidens no puede llamarse principal; y
de la esperanza, en cuanto parecen per- de la misma manera tampoco la ira pue-
tenecer á una misma cosa, esto e s , al de llamarse pasión principal, por cuanto
bien futuro. resulta de la audacia.
( 1 ) Como su consumación ó termino final. peranza; ó ya deba eludirse ó evit&rse, como es el objeto del
(2) Bien sea esta digna do perseguirse, como lo hace la es- temor.
CUESTIÓN XXYI.

De las pasiones del alma en particular, y primeramente del amor.

Procederemos á e x a m i n a r aquí las pasiones del alma en p a r t i c u l a r ; primeramente de las de la


(parte) concupiscible, y luego las de la irascible. Dividiremos la p r i m e r a consideración en t r e s
p a r t e s : 1. del amor y del odio; 3. de la concupiscenciay de la fuga; 3. d é l a delectación y la tristeza.
a a a

Sobre el amor debemos considerar estos tres p u n t o s : l.° el amor mismo ; 2.° su c a u s a ; 3.° s u s efec-
tos. Acerca del 1.° hablaremos en estos cuatro artículos: l.° ¿El amor reside en la concupiscible ?2.°
¿Es u n a pasión? 3.°¿Es lo mismo que la delectación? 4.° Se divide convenientemente en amor de
amistad y amor de concupiscencia?

A R T Í C U L O I . — El amor (1) reside e n ral; y este más parece pertenecer á |lal


la concupiscible ? fuerzas naturales, que son (propias) des
alma vegetativa: luego el amor no está
l.° Parece que el amor no está en la absolutamente en el apetito concupis-
concupiscible; porque se dice ( S a p . 8, 2 ) : cible.
A esta, ( á la sabiduría) amé y busqué Por el contrario, dice el Filósofo ( T o -
desde mi juventud. E s así que la ( 2 ) pic. 1. 2, c. 3, in loe. 2 5 ) que « el amor
concupiscible, siendo una parte del ape- » reside en lo concupiscible».
titivo sensitivo, no puede encaminarse á Conclusión. El amor sensitivo está en
la sabiduría, la cual no se comprende el apetito sensitivo, y pertenece á lo con-
por el sentido. L u e g o el amor no reside cupiscible.
en la concupiscible. R e s p o n d e r e m o s , que el amor es algo
2.° E l amor parece ser lo mismo que perteneciente al apetito, puesto que el
cualquiera pasión: pues dice S. Agustín objeto de uno y otro es el b i e n ; y por
( D e civ. D e i , 1. 14, c. 7 ) : « E l amor an- consiguiente la diferencia del amor es se-
g e l a n t e de poseer lo que se ama es c o - gún la diferencia del apetito. Efectiva-
»dicia (cupiditas); poseyéndolo y g o - mente: hay un apetito, que no resulta de
» zando de él es alegría; eludiendo lo que la aprensión del que apetece, sino de
» l e es contrario es temor, y sintiendo otro, y este se llama apetito natural,
» e s t o , si acaeciese, es tristeza». E s así porque las cosas naturales apetecen l o
que no toda pasión está en lo concupis- que las conviene según su naturaleza, no
cible, pues el temor aquí también enu- por su propia aprensión, sino por la del
merado reside en lo irascible. L u e g o no autor de la naturaleza, como se ha dicho
deberemos decir absolutamente que el ( P . 1. , C . 103, a. 1, 2 y 3). H a y otro
a

amor pertenece á lo concupiscible. apetito consiguiente á la aprensión del


3.° S a n Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , mismo que a p e t e c e , pero por necesidad y
p. 2, lect. 9) habla de cierto amor natu- no con libre juicio ( 3 ) ; y tal es el apetito

(1J Concrétase aquí á solo el amor sensitivo, único que pro- « lógica » (La medie, de las pasiones c. 11, § 2.J. Pero ¿en qué
piamente es pasión, según se hace constar en el a. 2. consiste semejante idealización? ¿ Acaso en el conocimiento de
(2) Parte ó potencia, y con menos propiedad el apetito : así lo bueno? No : Rousseau decía : « los animales tienen un co-
deberá entenderse en lo sucesivo, aunque omitiremos el sus- » razón y pasiones ; pero la santa imagen de lo honesto y do
tantivo, fácil de suplirse teniendo en cuenta esta adverten- » lo bello no tuvo jamás cabida sino en el corazón del hombre»
cia ; ó bien alguna vez usaremos del artículo gramatical neu- (Cari, á D'Alemb.) ¿ Consistirá por ventura tal idealización en
tro lo, como ya lo hemos hecho antes de ahora. que los animales puedan gozar de alguna especie de liber-
(3) « Aunque el amor en los animales no parezca ser más tad? Tampoco : convienen todos los naturalistas y fisiólogos
» que una necesidad física, á la cual se abandonan sin cono- en colocar al amor entre las necesidades animales, que llaman
» ccr su origen ni su objeto ; es innegable, dice Deseurct, que instintivas, porque son eminentemente imperiosas, y ar-rastran
» empieza á idealizarse én algunos de ellos, y de una manera ciegamente en este caso á la ejecución de los actos. — M. C. G,
»tanto más sensible, cuanto más ge avanzan en la escala zoo-
CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 187

sensitivo en los brutos, el cual sin em- hacia lo que le es conveniente según su
bargo en los nombres participa en algo naturaleza.
de la libertad, en cuanto obedece á la
razón. P o r último, hay un (tercer) ape- A R T Í C U L O I I . — El amor e s u n a pa-
tito, procedente de la aprensión del que sión ? (4).
apetece según su libre juicio; cual es el
apetito racional ó intelectual, que se lla- l.° Parece que el amor no es una pa-
ma voluntad. E n cada uno de estos ape- sión; porque ninguna virtud es pasión, y
titos se da el nombre de amor á lo que todo amor es «cierta ( 5 ) v i r t u d » , se-
es principio del movimiento, que tiende gún dice San Dionisio ( D e div. nom. c.
al fin amado. Pero en el apetito natural 4, p. 2. lect. 9): luego no es una pasión.
el principio de este movimiento es la con- 2.° E l amor según San Agustín ( D e
naturalidad del que apetece con aquello Trin. 1. 8, c. 10), es «cierta unión ó
á que tiende, y la que puede llamarse » l a z o » (nexus). E s así que l a unión ó
amor natural; á la manera que l a misma vínculo no es una pasión, sino más bien
connaturalidad de un cuerpo pesado con una relación. L u e g o el amor no es pasión.
el centro (1) en virtud de su gravedad 3.° Dice el Damasceno (Orth. fid. 1.2,
puede llamarse amor natural; como asi- c. 22) que pasión es «cierto movimiento»;
mismo la proporcionada (coaptatio) adap- y el amor no implica movimiento del ape-
tación del apetito sensitivo ó de la v o - tito, que es el deseo, sino el principio de
luntad con algún b i e n , esto e s , la mis- este movimiento. L u e g o el amor no es
ma complacencia del bien se llama amor pasión.
sensitivo, ó intelectivo, ó racional. El Por el contrario, dice el Filósofo
amor sensitivo pues reside en el apetito (Ethic. 1. 8, c. 5) que «el amor es pasión».
sensitivo, como el amor intelectivo en el Conclusión. El amor es una pasión, y
apetito intelectivo, y pertenece á lo con- propiamente dicha, en cuanto reside en
cupiscible, puesto que se refiere al bien lo concupiscible ; aunque solo en sentido
en su concepto absoluto; y no como ar- lato, como perteneciente á la voluntad.
duo , bajo cuyo aspecto es el objeto de Responderemos que la pasión es el
lo irascible. efecto del agente sobre el paciente. M a s
A l argumento 1.° diremos, que aquel el agente natural produce sobre el pa-
testimonio se entiende del amor intelec- ciente dos clases de efectos: porque 1.°
tivo ó racional (2). le da forma, y 2.° el movimiento consi-
A l 2.° que se dice que el amor es t e - guiente á ella; como el generante da al
mor, g o z o , deseo y tristeza, no esencial cuerpo la gravedad, y el movimiento con-
sino causalme.nte. siguiente á la misma, que es el principio
A l 3.° que el amor natural no solo está del movimiento hacia el lugar connatural,
en las fuerzas del alma v e g e t a t i v a , sino puede decirse á causa de la connaturali-
en todas las potencias del alma, y aun dad ( 6 ) en cierto modo amor natural.
en todas las partes del cuerpo, y en g e - A s í también lo mismo apetecible da al
neral en todas las cosas; porque, como apetito primeramente cierta predisposi-
dice San Dionisio ( D e div. nom. c. 4) ción,, para unirse á ello, que es la compla-
« l o bueno y lo bello es amable (3) para cencia apetecible, de la cual se sigue el
» t o d o s » , puesto que cada ser tiene una movimiento hacia el objeto apetecible:
tendencia connatural (connaturalitatem) porque el movimiento apetitivo se agita

Í1J « Centro » (de atracción ó de gravedad) nos permitimos como cosa sentada y aduciendo al efecto (arg. Por el contrario)
traducir por locum mcdium, acomodándonos al lenguaje cien- palabras terminantes de San Agustin, que así lo hacen cons-
tífico ó técnico usual en la actualidad, entendiéndose serlo el tar. Aquí lo demuestra directamente y de propósito ; sin que
de la tierra. en esto haya redundancia impertinente, dada la importancia
(2) Como se colige del objeto amado, dé que en el tal pasaje del asunto, que bien merecia dilucidarse aparte y con espresa
se habla ; toda vez que el sentido ó el apetito corpóreo es determinación.
completamente incapaz de alcanzarla razón misma de la sa- [5) Virtud en el sentido físico de potencia, y no moral-
biduría, ni por consiguiente de aprenderla y apetecerla. mente hablando, según demuestra el erudito y concienzudo
(3) Apetecible á todos los seres, que en efecto aspiran cada P. Tv'icolai.
cual á su manera al respectivo bien conveniente ó proporcio- (l>) Según la edición romana antigua (no ya la áurea) con
nado á su naturaleza, como terminantemente añade á conti- el códice de Alcañiz propter gravltatem (por razón de la gra-
nuación. vedad).
(4) Ya en el a. 2 de la Cuestión anterior lo deja insinuado,
188 CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

en círculo, como se dice ( D e an. 1. 3. t. que la dilección; porque dice San D i o -


55); pues el (objeto) apetecible mueve nisio ( D e div. nom. c. 4, lect. 9) que «el
el apetito creando en él en cierto modo » amor es á la dilección, como cuatro es
su intención ( 1 ) , y el apetito tiende á » á dos veces d o s ; como lo rectilíneo á
conseguir realmente lo apetecible, de » lo que tiene líneas rectas ». E s así que
modo que el movimiento se termine allí estas cosas significan una misma. L u e g o
donde comenzó. P o r lo tanto la primera el amor y la dilección significan lo mismo.
inmutación del apetito por lo apetecible 2.° L o s movimientos apetitivos difieren
se llama amor, el qué no es otra cosa que según sus objetos^ E s así que el objeto
la complacencia de lo apetecible ; y de de la dilección y del amor es el mismo.
esta complacencia se sigue el movimiento L u e g o son la misma cosa.
á lo apetecible, que es el deseo; y por úl- 3.° Si la dilección y el amor difieren en
timo el reposo, que es el gozo. A s í pues, algo, parece que difieren sobre todo en que
consistiendo el amor en cierta inmutación la dilección debe ser tomada en bien (3),
del apetito por lo apetecible, es evidente mientras que el amor en m a l , (4) como
que el amor es pasión, y propiamente algunos dijeron según narración de San
según que reside en lo concupiscible; mas Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c. 7). P e r o
en general y en sentido lato, según que de esta manera no difieren; porque, como
está en la voluntad. dice en el mismo lugar San Agustín, am-
A l argumento 1.° diremos q u e , puesto bos se toman en bien y en mal en las
que la virtud significa el principio del Sagradas Escrituras. L u e g o el amor y la
movimiento ó de la acción; el amor, en dilección no difieren, y estos dos térmi-
cuanto es principio del movimiento ape- n o s , según la conclusión del mismo San
t i t i v o , llámase" virtud por San Dionisio. Agustín en el paraje citado, son sinó-
A l 2.° que la unión pertenece al amor, nimos.
en cuanto por la complacencia el apetito Por el contrario, dice San Dionisio
que ama se refiere al objeto amado como (Div. nom. c. 4, lect. 9 ) que « á algunos
á sí mismo ó como á algo suyo: y así es » Santos les ha parecido el nombre de
evidente que el amor no es la relación » amor más divino que el nombre de di-
misma de la unión, sino que la unión es »lección ».
consecuencia del amor. A u n por esto Conclusión. El amor, aunque idéntico
mismo dice San Dionisio ( D e div. nom. en el apetito intelectivo á la dilección,
c. 4, p. 2, lect. 9) que «el amor es virtud difiere de ella en ser más común ó com-
x> unitiva » , y Aristóteles ( Politic. 1. 2, prensivo y sin la idea de previa elección
c. 2 ) que « l a unión es obra del amor». entrañada en ella.
A l 3.° que el amor, aunque no designa R e s p o n d e r e m o s , que h a y cuatro nom-
el movimiento del apetito tendiendo á lo bres en algún modo significativos de una
apetecible, denota sí no obstante el m o - misma idea, á saber: amor, dilección, ca-
vimiento del apetito, por el que es inmu- ridad y amistad. Sin embargo difieren en
tado por lo apetecible, á fin de que esto que la amistad según Aristóteles ( E t h i c .
le complazca. 1. 8, c. 5) es como un h á b i t o ; el amor y
la dilección se significan á manera de
A R T Í C U L O I I I . — Amor e s l o m i s m o acto ó de pasión (5), y la caridad pue-
que dilección? (1). de entenderse de las dos maneras. N o
l.° Parece que el amor es lo mismo obstante el acto se significa por estas

(1) Faciens qtwdaríi modo in eo ejus intcnlionem, como sugi- cicrtalanguidczcomo saciante y tranquilizadora, y suponiendo
riéndole la tendencia á su objeto ó escitándolo hacia él y á cierta intimidad ó familiaridad parecida á la afinidad ó asimi-
conseguirlo. Así comunmente : mas el códice de Alcañizpone lación y como identificación con el amado : mas el amor y la
iníeniione (obra en su intención ó tendencia); otros in ejus in- dilección en el apetito mismo intelectivo ó en la voluntad son
clinationem (contribuye á inclinarlo); y en la edición de Pa- en realidad un mismo afecto (así el P. Capponi), aunque la di-
dua se lee faciens se quodammodo in ejus inlenlione (constituyén- lección importa la idea de previa elección, que no se incluyo
dose como en su intención). Por intención (según Silvio) debe en la de amor.
entenderse el afecto y propensión ó complacencia, por la que (3) En buen sentido , ó refiriéndola á lo bueno.
el apetito se inclina-ó aficiona á lo apetecible ; cuya inter- (1) En mal sentido, ó suponiéndose malo por sü objeto ó
pretación (que es también la nuestra) concilía del lodo sus- modo ó alguna otra circunstancia.
tancialmonte todas esas variantes de mera forma rcdaccional. (5) Indiferentemente, esto es, unas veces como acto y otras
(2) El amor es más común ó genérico que la dilección, y como pasión tanto el uno como la otra.
tiene algo más de divino que la dilección, llevando consigo
CUESTIÓN X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 189

tres palabras diversamente: porque el cual pudiera conducirle á lo mismo su


amor es el más común entre ellos; pues propia razón, lo cual pertenece á la ra-
toda dilección ó caridad es amor, y no al zón de la dilección, como queda y a dicho;
contrario, por cuanto la dilección agrega y por esto es más divino el amor (1) que
al amor la elección •precedente, como su la dilección.
mismo nombre indica: así es que la di-,
lección no está en lo concupiscible, sino ARTÍCULO I V . — ¿ El amor so divido
solamente en la voluntad y en los seres convenientemente en amor de amistad y amor
racionales únicamente; al paso que la de concupiscencia ? (2)
caridad agrega al amor cierta perfección
de e s t e , en cuanto el objeto amado se 1.° Parece inconveniente la división
estima en mucho, como da á entender el del amor en amor de amistad y de con-
nombre mismo. cupiscencia : porque el amor es pasión, y
A l argumento 1.° diremos que San la amistad hábito, como dice el Filósofo
Dionisio habla del amor y de la dilec- (Ethic. 1. 8. c. 5 ) ; y el hábito no puede
ción, según que existe en el apetito inte- ser parte divisiva de la pasión. L u e g o
lectivo, pues en este concepto el amor es el amor se divide inconvenientemente
lo mismo que la dilección. én amor de concupiscencia y amor de
A l 2.° que el objeto del amor es más amistad.
general que el de la dilección, puesto 2.° N a d a se divide por lo que con ello
que se estiende á más el amor que la di- se enumera, y así el hombre no se enu-
lección, como ya va dicho. mera con el animal ( 3 ) . E s así que la
A l 3.° que e l a m o r y la dilección no concupiscencia se connumera con el amor,
difieren según la diferencia del bien y del como pasión distinta de él. L u e g o no
mal, sino conforme á lo dicho. Sin em- puede dividirse el amor por {oposición a)
bargo en la parte intelectiva es lo mismo la de concupiscencia.
el amor que la dilección, y así habla del 3.° S e g ú n el Filósofo (Ethic. 1. 8, c. 3 )
amor San A g u s t í n en aquel pasaje, por hay tres clases de amistad: ú t i l , delei-
lo que poco después añade (ibid.) que table y honesta. P e r o la amistad útil y
«la voluntad recta es el amor bueno», y deleitable tiene ( 4 ) concupiscencia. L u e -
«la voluntad perversa es el amor malo». g o no se debe oponer la concupiscencia á
M a s , como el amor, que es una pasión la amistad.
concupiscible, inclina á muchos más al Por el contrario : dícese que amamos
mal, de aquí tomaron ocasión los que se- ciertas cosas, porque las deseamos; como
ñalaron la predicha diferencia. se dice que uno ama el vino por lo dulce
A l 4.° que algunos han creido que aun que en él apetece (Topic. 1.2, c. 2, loe. 8).
en la voluntad misma la palabra amor Pero no tenemos amistad al vino y cosas
espresa alguna cosa más divina que la semejantes (Ethic. 1. 8, c. 2 ) . L u e g o uno
palabra dilección, porque el amor lleva es el amor de concupiscencia, y otro el
en sí cierta pasión, principalmente según amor de amistad.
que reside en el apetito sensitivo; mien- Conclusión. El amor de amistad, por
tras que la dilección presupone el juicio el que en absoluto se ama más al amado
de la razón : y el hombre puede dirigirse que lo que se ama como á bien del mis-
á Dios más bien por el amor como pasi- mo, es diverso del amor de concupiscen-
vamente atraido por Dios mismo , que cia, por el que accidentalmente se ama

fl) Efectivamente : aun en el lenguaje ordinario so da á la pcctivamenle. Vése no obstante perfectamente justificada en
palabra amor cierta espresion de vehemencia en el afecto y el testo esta.división ó clasificación, unánimemente admitida
de más íntima adhesión al objeto amado, que no se atribuye por todos los teólogos sin distinción de escuelas.
al cariño ni al afecto ó dilección ú otras voces análogas, por (3) En una misma clasilicacion y bajo aspectos de igual os-
más que se quieran usar como sinónimas de amor. tensión genérica ó específica, como el hombre constituye-una
(2) Distinción, que (según oportunamente advierte el Car- de las especies del género animal ; y sin embargo, enten-
denal Cayetano) más bien que al mismo amor afecta al modo diendo por animal el bruto, bien pueden enumerarse contra-
ó motivo ; pues ambos amores, el de amistad y el de concupis- puestos hombre y animal, • como suele hacerlo el vulgo en su
cencia, coexistcnsicmpreinscparablcmentey refundido el uno buen sentido y so halla también en la Sagrada Biblia (Levil.
en el otro, hasta el punto de constituir en realidad un solo 27, "2S) ; todo cuanto d Dios se consagra, sea hombre b anhnai, no
y mismo afecto, aun cuando predomine uno de aquellos dos será vendido.
caracteres diferenciales sobre el otro, según que el amor (4) Incluye ó supone; pues lo deleitable y lo útil son apete-
(único) se muestra más ó menos egoísta ó desinteresado res- cibles, y como tales objeto de la concupiscencia.
190 CUESTIÓN XXVI . — A R T Í C U L O IV.

con preferencia en el amado el bien pro- secundum quid: y por consiguiente el


pio del mismo amante. amor, por el que es amado algo, para que
Responderemos q u e , como dice e l F i - sea bien del mismo (amado), es amor
lósofo (Rhetor. 1. 2 , c. 4 ) , «amar es que- simpliciter; mas el amor, por el cual se
»rer el bien para a l g u n o » . A s í pues el ama algo, para que sea bien de otro, es
movimiento del amor tiende á dos cosas: amor secundum quid.
al bien, que uno quiere á alguno, ó para A l argumento 1.° diremos que el amor
sí propio ó para o t r o ; y á (aquel ó) no se divide por amistad y concupiscen-
aquello, para quien quiere el bien. El cia, sino en amor de amistad y de concu-
amor pues al bien, que uno quiere para piscencia ; pues se llama propiamente
otro, es el amor de concupiscencia; y el amigo aquel, para quien queremos algún
que se tiene al sujeto, para el cual se bien; y se dice que deseamos (concupis-
quiere el bien, es amor de amistad. E s t a cere) lo que queremos para nosotros.
división empero es según el orden de an- Con lo dicho queda evidente la solu-
terioridad y posterioridad: porque lo que ción al 2.°
se ama con amor de amistad, se ama, per A l 3.° que en la amistad útil y delei-
se y simpliciter; mas lo que se ama con table quiere sí uno algún bien para el
amor de concupiscencia, no se ama sim- amigo, y en cuanto á esto se salva aquí la
pliciter y por ello mismo, sino que se razón de amistad: m a s , como en defini-
ama para otro. P o r q u e , así como es ente tiva refiere el tal bien á la delectación y
per se simpliciter lo que tiene ser, y ente utilidad propia; de aquí es que la amistad
secundum quid lo que existe en otro; así útil y deleitable, según que es atraída al
el bien que se convierte con el ente es amor de concupiscencia, no es una ver-
el que simpliciter tiene la bondad mis- dadera amistad.,
ma, pero lo que es bien de otro, es bueno
CUESTIÓN XXYII.

Causa del amor ;D.

Trataremos de la causa del amor en los cuatro artículos siguientes: 1." El bien es la única c a u s a
del a m o r ? —2.° El conocimiento es causa del amor? — 3.° Lo es la semejanza? — 4.° Y a l g u n a otra de
las pasiones del alma?

ARTÍCULO I. — E s el Iilcu la sola can- por cuya razón su objeto se compara á la


sa (2) dol amor ? misma como la causa del movimiento ó
acto del mismo. E s preciso pues que
l.° Parece que el bien no es la sola aquello, que es objeto del amor, sea pro-
causa del amor: porque el bien no es piamente su causa: y, como el objeto
causa del amor, sino porque es amado; propio del amor es el bien, pues según lo
pero sucede que también se ama lo malo, dicho ( C . 26, a. 1 y 2 ) el amor importa
según aquello ( P s . 10, 6) : el que ama la cierta connaturalidad ó complacencia del
iniquidad, aborrece su alma; de otra amante al amado, y para cada cual es
manera todo amor sería bueno. L u e g o no bueno lo que le es connatural y propor-
solamente el bien es la causa del amor. cionado ; sigúese por lo tanto que el bien
2.° Dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2, c. 4 ) es la propia causa del amor.
«que amamos á los que nos descubren A l argumento 1.° diremos, que el mal
»sus males». L u e g o parece que el mal ;
nuncafes amado, sino bajo el concepto ó
es causa de amor. razón de bien, esto e s , en cuanto es bue-
3.° D i c e San Dionisio ( D e div. nom. no secundum quid y se aprende como
c. 4, lect. 9) que « n o solo el bien sino bueno simpliciter: y en este sentido al-
»también lo bello es amable para todos». gún amor es malo, en cuanto tiende á lo
Por el contrario, dice San Agustín ( D e que no es simpliciter verdadero bien. D e
Trin. 1. 8, c. 3): «no es ciertamente ama- este modo ama el hombre la iniquidad,
»do sino el bien solo». L u e g o el bien es en cuanto por ella alcanza algún bien,
la causa del amor. como la delectación ó el dinero ó algo á
Conclusión. El bien es la sola y pro- este tenor.
pia causa del amor, y de ningún modo A l 2.° que aquellos, que esponen sus
puede serlo el mal. males, no son amados por razón de estos
Responderemos q u e , según se ha di- m a l e s , sino porque los r e v e l a n ; pues el
cho (C. 36, a. 1 ) , el amor pertenece á la contar uno sus males es hacer algo bueno,
potencia apetitiva, que es fuerza'pasiva: en cuanto escluye la ficción ó simulación.

(1) En los cuatro artículos que comprende esta cuestión, la jerarquía; y colocando entre estas los placeres materia-
si bien se consideran, se señalan de tina manera tan breve les de lamúsica, de las modas en vestir, etc. Otros hablan de
como sublime todas las causas del amor, que los filósoíbs, na- causas predisponentes, como son la constitución, el sexo, la edad,
turalistas y fisiólogos, guiados solamente por.el estrecho cri- los climas, las profesiones y los hábitos. En íin, por mas que se re-
terio de los fenómenos físicos de la naturaleza sensible, han pare en todo lo que sobre el particular han enseñado los mo -
llegado hasta ahora á enumerar. En efecto : si prestamos dernos; no se encontrará cosa alguna, que no esté en principio
nuestra atención á lo que estos nos dicen en sus teorías, ha- descrita y esplicada de elevado modo por la presente doctrina
llaremos que la causa del amor, lo mismo que de la amistad, del A. Doctor. —M.C. G.
es la simpatía con gran frecuencia, y primordialmente el ins- (2) Entiéndase con esclusion del mal, que no puede serlo,
tinto de la reproducción : veremos que admiten causas escitan- según se demuestra en este articulo; y en cuanto al bien, ya
tes y auxiliares, designando entre aquellas la belleza, las gracias lo sea realmente ó solo en apariencia, esto es, aprendido como
y prendas morales, aumentadas y provocadas á menudo en el tal ó en concepto de verdadero bien.
estado social por las ventajas de la fortuna, de la gloria ó de
192 CUESTIÓN XXVII. — ARTÍCULOS I Y I I .

A l 3.° que lo bello es lo mismo que lo Conclusión. El conocimiento ó la


bueno, difiriendo solo en la razón : por- aprensión es necesariamente causa del
que, siendo el bien lo que todos apetecen, amor, por lo mismo que lo es el bien.
es propio de la naturaleza del bien que Responderemos, que según lo dicho
el apetito descanse en él. E s también (a. 1) el bien es la causa del amor á
propio de lo bello que á su vista ó cono- modo de objeto: mas el bien no es el ob-
cimiento se aquiete el apetito, por lo cual jeto del apetito, sino en tanto que es
aquellos sentidos perciben principalmente percibido; y por esto el amor requiere
lo bello, que son más cognoscitivos, como alguna aprensión del bien, que es amado.
la vista y el oido, que sirven á la razón: Por esto dice el Filósofo ( E t h i c . 1. 9, c.
pues decimos bellas cosas visibles y bellos 5 y 12) que « l a visión corporal es el prinr
sonidos; y en los (objetos) sensibles de » cipio del amor sensitivo » ( 2 ) ; é igual-
los otros sentidos no empleamos el nom- mente la contemplación de la belleza ó
bre de belleza, pues no decimos bellos bondad espiritual es el principio del amor
sabores ú olores. E s pues así evidente espiritual. A s í pues el conocimiento es
que lo bello añade á lo bueno cierto or- causa del amor por la misma razón, por
den á la potencia cognoscitiva, de tal la que lo es el bien, que no puede ser ama-
modo que se llama bien en absoluto todo do, si no es conocido.
lo que agrada al apetito, y bello el obje- A l argumento 1.° diremos, que el que
to, cuya mera aprensión nos complace. busca la ciencia, no la ignora por com-
pleto ; sino que la conoce en algún modo
ARTÍCULO I I . — E I conocimiento es de antemano, y a en general, y a en algún
causa del amor? efecto de ella, ó y a por que oye alabar-
la, como dice San Agustín ( D e Trin. 1.
l.° Parece que el conocimiento no es 10, c. 1, 2 y 3). M a s el conocerla de este
causa del amor; porque el buscar alguna modo no es poseerla, hasta tanto que se
cosa viene del amor. P e r o h a y cosas, la conozca perfectamente.
que, sin conocerlas, se buscan, como las A l 2.° que se requiere para la perfec-
ciencias; puesto q u e , como en ellas « l o ción del conocimiento a l g o , que no se
» mismo es poseerlas que conocerlas», requiere para la perfección del amor :
según dice S a n Agustín (q. 1. 8 3 , q. 3 5 ) ; porque el conocimiento pertenece á la
si se conociesen, se poseerían y no se razón, de la cual es propio distinguir las
buscarían. L u e g o el conocimiento no es cosas que están unidas en realidad, y
causa del amor. reunir en cierto modo las que so hallan
2.° L a misma razón parece haber, para separadas, comparando unas con otras.
que se ame algo desconocido, que para Y por esto para la perfección del cono-
que algo sea más amado que conocido. cimiento se requiere que el hombre co-
E s así que algunas cosas son más amadas nozca singularmente todo lo que hay en
que conocidas; como D i o s , que en esta la cosa, como sus elementos y sus virtu-
vida puede ser amado por sí mismo, y no des y propiedades. Pero el amor está en
conocido j3or sí mismo. L u e g o el conoci- la fuerza apetitiva, que mira la cosa tal
miento no es causa del amor. como es en sí misma; por lo cual basta
3.° Si el conocimiento fuese causa del para la perfección del amor que se ame
amor; no podría hallarse amor, donde no la cosa, según que se aprende en sí mis-
h a y conocimiento. E s así que en todas ma. D e aquí viene el que se ame algo más
las cosas se encuentra amor, como dice que se conozca, porque puede ser amado
San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , lect. 9); perfectamente, aunque no se conozca
y no en todas h a y conocimiento. L u e g o bien: como principalmente se observa en
este no es -causa del amor. las ciencias, que algunos aman por algún
Por el contrario, dice San Agustín sumario conocimiento, que de ellas tie-
( D e Trin. 1. 1 0 ) que «nadie puede amar nen; v. g. que saben que la Retórica es
» l o que le es desconocido» ( 1 ) . una ciencia, por la cual el hombre puede

(1J Completamente ó del todo ; pues indispensablemente de ser ainado.


habrá de ser conocido de algún modo, siquiera sea aprendién- (2) Y añade en el propio lugar citado que por esa misma
dolo vaga y confusamente como bien bajo algún aspecto, si ha razón la vista es el sentido, que más amamos.
CUESTIÓN X X V I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 193

persuadir, y esto es lo que aman en ella. Conclusión. La semejanza es, propia-


L o mismo debe decirse respecto del amol- mente hablando [ 1 ] , causa de amor: de
de D i o s (1). amistad ó benevolencia [ 2 ] , en cuanto á
A l 3.° que aun el amor natural, que se lo que ambos seres semejantes tienen
halla en todas las cosas, tiene /por causa idéntico en acto; y de [3] concupiscencia
algún conocimiento, no existente en ver- con respecto á lo que el uno tiene en po-
dad en las mismas cosas naturales, sino tencia y el otro en acto.
en aquel que instituyó la naturaleza, co- R e s p o n d e r e m o s , que la semejanza,
mo queda dicho ( C . 2 6 , a. 1). propiamente hablando, es causa de amor.
E s de notar empero que la semejan-
ARTÍCULO I I I . — t a semejanza es can- za puede entenderse de dos maneras :
sa del amor ? 1. cuando los dos seres poseen en acto
a

una misma cosa (2) ; como se dicen se-


l.° Parece que la semejanza no es mejantes dos, que tienen blancura; 2 . t e - a

causa del amor: porque una misma cosa niendo el uno en potencia y con cier-
no es causa de (efectos) contrarios; y la ta inclinación á ello lo que otro posee
semejanza es causa del odio, pues se lee en a c t o ; como si decimos que el cuerpo
(Prov. 13, 10), entre los soberbios siempre grave existiendo fuera de su lugar tiene
hay contiendas; y el Filósofo ( E t h i c . 1. semejanza con el cuerpo grave existente
8, c. 4) dice que « l o s alfareros riñen en- en su (propio) l u g a r ; ó también según
»tre sí.» L u e g o la semejanza no es cau- que la potencia tiene semejanza con el
sa del amor. acto mismo, porque en la misma poten-
2.° Dice San Agustín (Confess. 1. 4, cia está en cierto modo el a c t o . — E l pri-
c. 4 ) que «alguno ama en otro lo que él mer modo de semejanza produce el amor
»no quisiera ser», como un hombre ama de amistad ó benevolencia; puesto que,
al cómico y no quisiera serlo. M a s esto por lo mismo que dos seres son semejan-
no sucedería, si la semejanza fuese pro- t e s , como teniendo una sola forma, son
pia causa de amor; porque entonces el uno en cierto modo en aquella forma; á
hombre amaría en otro lo que él mismo la manera que dos hombres son uno en
tendfía ó quisiera tener. L u e g o l a seme- la especie de humanidad, y dos cosas
janza no es causa de amor. blancas en la blancura: y por esto el
afecto del uno tiende al otro, como uno
3.° Cada hombre ama aquello, de que
consigo mismo, y quiere para él el bien
necesita, aunque no lo t e n g a : como el
como para sí mismo. P e r o el segundo
enfermo ama la salud y el pobre las ri-
modo de semejanza produce el amor de
quezas.. Pero, en cuanto necesita y carece
concupiscencia 6 la amistad de lo útil ó
de ellas, h a y en él desemejanza respecto
deleitable; porque cada ser existente en
de las mismas. L u e g o no solo la seme-
potencia, en cuanto t a l , tiene natural-
janza, sino la desemejanza es causa del
mente el apetito de su acto y se deleita
amor.
en su consecución, si tiene sensibilidad y
4.° Dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 4) conocimiento.—Se ha dicho ( C . 2 6 , a. 4)
que «amamos á los que son benéficos
que en el amor de concupiscencia el que
»para nosotros tanto en la fortuna como
ama, propiamente se ama á sí mismo, en
»en la salud; y asimismo todos aman á
el hecho de querer aquel bien que desea:
»los que conservan amistad á los muer-
y , como cada ser se ama á sí mismo más
»tos». M a s no todos los hombres hacen
que á otro, porque es uno solo para sí en
esto. L u e g o la semejanza no es causa del
sustancia, y con otro no es uno sino en
amor.
la semejanza de alguna forma; de aquí
Por el contrario, dícese (Eccli. 13, el que, si, por lo que le es semejante en
19) : todo animal ama á su semejante.

(I) Requiérese para el amor el conocimiento, como predis- » amable,, aunque no sea más conocido ».
posición ; mas no basta este solo, por no ser él mismo el mo- (2) Idéntica en especie ó en genero ó en igualdad de pro-
tivo formal de amar, que lo es el bien mismo : porque, como porción ó grado cuantitativa ó cualitativamente, según es fá-
enseña el mismo Doctor Angélico (Qucest. de chavitale, a. -1, cil inferir por la confrontación de la doctrina del testo en el
al 4. }-, « no se ama algo, porque se conoce ; sino porque es
u
cuerpo de este artículo 3.° con lo que espone en la respuesta
» bueno », al menos á juicio de quien lo conoce ó aprende co- al 2." argumento.
mo bueno : «así que (añade) lo que es más bueno, es más
SUMA TEOLÓGICA. —TOMO 1 1 . 13
194 CUESTIÓN XXVII. — ARTÍCULOS III Y IV.

la participación de forma, es impedido él alma puede ser causa del amor : porque
mismo en la consecución del bien que se dice ( E t h i c . 1. 8. c. 3 ) que « algunos
a m a , se le hace odioso, no como seme- »son amados por delectación»; y esta es
j a n t e , sino en concepto de impeditivo de una pasión. L u e g o alguua otra pasión
su propio bien. H é aquí porqué los alfa- del alma es causa del amor.
reros riñen entre sí, por ser cada cual re- 2.° E l deseo es una pasión; y amamos
cíprocamente un obstáculo al lucro del á algunos por el deseo de algo ( 6 ) que
otro ; y h a y pendencias entre los sober- de ellos esperamos, como se advierte e n
bios, porque mutuamente se usurpan la toda amistad, qtie tiene por motivo la
propia (respectiva) superioridad, que am- utilidad. L u e g o alguna otra pasión del
bicionan. alma es causa del amor.
Con lo dicho es evidente la respuesta 3.° D i c e San Agustín ( D e T r i n . 1. 10,
al argumento 1.° c. 1 ) : «cuando no h a y esperanza de ob-
A l 2.° que en eso mismo, de amar uno »tener una cosa; ó se ama tibiamente, ó
en otro lo que en sí no (1) ama, hállase » n o se la ama de modo alguno (om?ii?io),
la razón (2) de semejanza según cierta »aunque se vea cuáu bella e s » . L u e g o
proporcionalidad; porque en la misma ha- la esperanza es también causa del amor.
bitud del otro con respecto á lo que en él Por el contrario (7) : todas las demás
es amado, viene á estar él mismo (3) en afecciones del alma son causadas por el
cuanto á lo que en sí a m a : como si un amor, como dice San A g u s t í n ( D e civ.
buen cantante ama al buen escritor ( 4 ) , Dei, 1. 14, c. 7 y 9 ) .
considérase ahí una semejanza de pro- Conclusión. No es posible que otra
porción, según que uno y otro tienen lo alguna pasión del alma sea causa de todo
que á cada cual conviene según su arte. amor en general, aunque pueda serlo al-
A l 3.° que el que ama aquello, de que guna de algún particular amor.
necesita, tiene semejanza con el objeto R e s p o n d e r e m o s , que no h a y otra pa-
que a m a , como lo que está en poten- sión alguna, que no presuponga algún
cia (5) al acto según lo dicho. amor; y la razón e s , porque toda otra
A l 4.° que según Ja misma semejanza pasión del alma importa movimiento ha-
de la potencia al acto el que no es liberal cia algo ó descanso en algo, y todo m o -
ama ai que lo e s , en cuanto espera de él vimiento hacia algo ó reposo en algo pro-
algo que d e s e a : y lo propio puede de- cede de alguna connaturalidad ó coap-
cirse, respecto del que persevera en la tación, que pertenece á l a esencia del
amistad con el que no persevera, pues amor. L u e g o es imposible que alguna
en uno y otro caso parece haber amistad
/
otra pasión del alma sea universalmente
por utilidad. — O puede decirse que, causa de todo amor. Sucede sin embargo
aunque no todos los hombres tengan se- que alguna pasión es causa de algún
mejantes virtudes en estado de hábito amor, como asimismo un bien es causa
completo, poséenlas empero según ciertos de otro.
gérmenes (seminalia) de razón, por cuya A l argumento 1.° diremos que, cuando
influencia el que no posee la virtud ama uno ama alguna cosa por delectación, el
al virtuoso, como conforme con su razón tal amor es en verdad efecto de esta d e -
natural. lectación ; pero esta es á su v e z produci-
da por otro amor anterior, pues nadie
ARTÍCULO I V . — Alguna otra de l a s se deleita sino en lo amado de algún
pasiones del a l m a e s c a u s a del amor ?
modo.
l.° Parece q u e alguna otra pasión del A l 2.° que el deseo de alguna cosa

(1) En el códice de Alcañiz y en la antigua cdic. rom. falta aparece más adecuada la proporcionalidad, según observa Ni-
non, á todas luces genuino y reclamado por el contesto tanto colai, que aplicada al escritor publicista ó literato, Téngase
del argumento mismo como de su solución. ademas presente la nota 2, de la pág. 193.
(2) En la edición áurea y en alguna otra se lee bonum en vez (5) « Es algún tanto semejante » (al acto ó á lo. que está ya
de rallo, que parece más aceptable y verosímil. en acto), debe suplirse.
(3) El que ama, como es obvio y claro ; pero pudiera dudar (6) En algunas ediciones se omite alicatas, que parece exi-
alguno. gir el sentido sintáctico ó gramatical.
(4) Calígrafo, más bien quizá, ó buen pendolista en el len- (7) Contra ¡tose (otros hoc) : en contra de lo objetado en los
guaje hoy corriente ; pues así interpretada la voz scrlploi'em argumentos precedentes preséntase este.
CUESTIÓN XXVII. —ARTÍCULO IV. 195

presupone siempre el amor ( 1 ) de e l l a : delectación, porque la produce; y tam-


y así el deseo de alguna cosa puede ser bién por razón del d e s e o , puesto que l a
causa de que se ame otra; como el que esperanza se fortifica: pues no deseamos
desea dinero, ama por lo mismo á aquel, tan vivamente lo que no esperamos; y
de quien lo recibe. sin embargo aun la misma esperanza es
A l 3.° que la esperanza produce ó a u - de algún bien amado.
menta el amor, y esto por razón de la

CUESTIÓN / XXYIII.

De los efectos del amor (a>

1.° La union es efecto del a m o r ? — 2.° Hay en el amor recíproca adhesión (3)? —3." El éxtasis es
efecto del amor?—4." Lo es el celo (4)? —5.° El amor es u n a pasión, que hiere al a m a n t e ? —6." Es
causa de todo lo q u e obra el a m a n t e ?

ARTÍCULO I . — i a unión e s efecto iici producido por ella, como se ha dicho


amor ? (C. 2 7 , a. 3). L u e g o la unión no es efecto
del amor.
l.° Parece que la unión no es efecto 3.° Elisentido en acto se hace sensible
del amor : porque la ausencia repugna á en a c t o , y el entendimiento en acto h á -
la unión, y el amor es compatible con la ce_§e_lo entendido en acto. E s así que. el
ausencia, pues dice San P a b l o (Galat. 4 , que ama en acto no se hace amado en
18): sed pues celosos del bien en bien acto. L u e g o la unión e s , m á s efecto del
siempre (hablando de sí mismo, según conocimiento que del amor.
nota la Glosa interlin.) y no tan sola- Por el contrario, dice S a n Dionisio
mente cuando yo estoy presente entre ( D e div. nom. c. 4 , lect. 9) que « t o d o
vosotros. L u e g o la unión no es efecto » amor es una virtud unitiva ».
del amor. Conclusión. El amor produce efecti-
2.° Toda unión ó es por esencia, como vamente la unión real del amante con el
la "forma se une á la materia, el accidente amado, y formalmente la de su afecto
al sujeto y l a parte al todo ó á otra á este.
parte constitutiva del t o d o ; ó es por se- Eesponderémos, que la unión del aman-
mejanza, y a de género, ó de especie, ó te con el amado es de dos maneras: 1 . a

de accidente. Pero el amor no causa la real, como cuando lo amado se adhiere


unión de esencia; de otra suerte jamas se presencialmente al que ama; 2 . afectiva, a

daría amor á lo que está dividido esen- la cual unión debe considerarse por la
cialmente : tampoco produce el amor aprensión que la precede, pues el movi-
unión de semejanza, que m á s bien es miento apetitivo subsigue á la aprensión.

(1) Algún amor ó algo de amor ; no perfecto, como no puede de la locura, etc. Ya veremos al A. Doctor tratar la doctrina
serlo sin la posesión del objeto amado, la cual escluye su de- del suicidio con la maestría y elevación de principios, que
seo ya satisfecho. siempre (como ahora, y como en todas tías cuestiones) le es
(2) Al tratar de los efectos del amor, los físicos y médi- propia.—M. C. G.
cos, etc. suelen enumerar como tales todos los escesos, que (3) Union íntima y como de cohesión, más compacta (por
son hijos delmismo amor, considerado como pasión vehemente decirlo así) que la simple unión antes enunciada. Nicolai.
ó desbordada. Así dicen que el amor es muchas veces causa (4) El celo consiguiente á cualquier amor en general, sin
de envenenamientos, incendios, asesinatos, homicidios volun- restringirlo precisa y estrictamente al producido por el amor
tarios é involuntarios, de la tisis pulmonar, de la melancolía, espiritual. Nicolai.
196 CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .

P e r o , existiendo dos clases de amor, á afecto se asemeja á la unión sustancial,


saber, el amor de concupiscencia y el en que el amante profesa sí al amado
amor de amistad ; ambos proceden de amor de amistad como á sí mismo, pero
cierta aprensión de unidad del objeto también amor de concupiscencia como á
amado con el que ama : porque, cuando algo propio s u y o ; y hay otra 3 . unión, a

uno ama alguna cosa, como deseándola, que es efecto del amor; unión real, que
se la representa como perteneciente á su el amante anhela en la cosa amada, y
bienestar. D e la misma manera, cuando que es por conveniencia del amor; por-
uno ama á alguien con amor de amistad, q u e , como dice el Filósofo ( P o l i t . 1. 2,
quiere el bien para él, cual lo quiere para c. 2 ) , « Aristófanes dijo que los amantes
sí mismo; y de aquí el llamarse al amigo » desearían hacerse los dos u n o ; pero, co-
otro él mismo (alter ipse), por lo .que » m o en este caso ó los dos ó uno se per-
dice San Agustín (Confess. 1. 4 , c. 6 ; » derían, aspiran á una unión conveniente
y Retract. 1. 2 , c. 6 ) : «bien dijo el » y decorosa, es decir, tal que ellos vivan
» q u e ( 1 ) dijo que su amigo era la mitad »juntos y hablen juntos y estén unidos
de su alma». L u e g o el amor produce efec- » en otras cosas á este tenor».
tivamente la primera unión, puesto que A l 3.° que el conocimiento se perfec-
mueve á desear y buscar la presencia del ciona uniéndose lo conocido al que lo
objeto amado, como conveniente y per- conoce según su semejanza; pero el amor
teneciente á sí mismo; y produce la se- hace que la misma cosa que se ama se
gunda unión formalmente, por cuanto el una en algún modo al amante, conforme
mismo amor es tal unión ó vínculo. P o r á lo dicho (a. anterior). Por consiguiente
esto dice San Agustín ( D e Trinit. 1. 8, el amor es más unitivo que el conoci-
c. 1 0 ) que « e l amor es cierta ligadu- miento.
»ra ( 2 ) , que copula dos cosas ó que pre-
» t e n d e unirlas», á saber, al amante y
ARTÍCULO I I . — i a i n h e s i o n (4) mu>
lo a m a d o ; pues eso de que « copula» se
tun e s efecto del amor?
refiere a l a unión de afecto, sin la que no
hay amor; y lo de que «intenta copular»
l.° Parece que el amor no causa la in-
pertenece á la unión real.
hesion m u t u a , esto e s , que el amante
A l argumento 1.° diremos, que aque- esté en el amado y viceversa : porque lo
lla objeción procede de la unión real, que está en otro, está contenido en é l ; y
cual efectivamente la requiere la delecta- una misma cosa no puede ser continente
ción ( 3 ) como causa; mas el deseo existe y contenido (5). L u e g o no puede cau-
en la ausencia real de lo amado; y el sarse por el amor la mutua inhesion, que
amor lo mismo en ausencia que en pre- haga estar el objeto amado en el sujeto
sencia. amante y recíprocamente.
A l 2.° que h a y tres clases de unión 2.° N a d a puede penetrar en lo interior
con respecto al amor: 1 . la que es causa
a
de una cosa íntegra, á no ser por alguna
de él, y esta unión es sustancial en cuan- división. P e r o el dividir lo que realmente
to al amor, con que uno se ama á sí mis- está unido no pertenece al apetito, en el
mo; pero en cuanto al amor, con que uno que reside el amor, sino á la razón ( 6 ) .
ama otras-cosas, es unión de semejanza, L u e g o la mutua inhesion no es efecto del
según lo dicho ( C . 27 a. 3); 2 . otra, que a
amor.
es esencialmente el amor mismo; y esta 3.° Si por medio del amor el amante
unión por simpatía (coaptationem) de está en el amado y recíprocamente; se se-
(1J Horacio, que llamó á Virgilio su amigo (L. 1, ode 3) di- latinizarla, dejándola en su íorma intraducibie de inhesion.
midium animas (mitad de mi alma). La alusión es bien pal- (5) Bajo un mismo concepto y respecto do lo mismo, como
maria. aquí se supone, de modo que lo contenido contenga á la vez
(2) Junctura, lazo, trabazón, eslabón, juntura. á lo que lo contiene ; sí empero bajo diversos aspectos, como
. (3) Así comunmente, aunque en algunos se lee dilectio por seesplica en la solución á este arg. l.°
dcleclalio. (6) Puesto que el apetito es llevado como fuera de sí al ob-
(4) Inhassio: no hallamos correspondencia bastante exacta jeto, tal cual él es en si mismo ; en tanto que la razón so lo
con esta voz latina en ninguna palabra castellana, que es- asimila, atrayéndolo á sí por la abstracción de su especie ó
prese granea y adecuadamente la idea de hallarse coexis- semejanza, según lo espuesto en la l. Parte (C. SI, a. 7), no
M

tiendo el uno en el otro y este en- aquel á su vez. Reíusion, pudiendo por lo tanto apropiárselo todo íntegro, sino solo sus
infusión, fusión, coexistencia, conmistión, compenetración qui- especies abstraídas de él.
zá sería algo más propia. Adoptaremos pues con preferencia
CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULO I I . 197

gúirá que de este modo lo amado se une ñera por el amor de concupiscencia, y de
al amante, como este al amado. P e r o la otra por el de amistad; porque el amor
unión misma es amor según lo dicho (a. 1). de concupiscencia no reposa en cualquiera
Luego se infiere que siempre el amante ' estrínseca ó superficial posesión ó goce
es amado por el amado, lo cual es evi- del amado, sino que trata de poseerlo
dentemente f a l s o ; y en consecuencia la perfectamente penetrando ( p o r decirlo
mutua inhesion no es efecto del amor. así) hasta sus interioridades; al paso que
Por el contrario, dícese ( i Joann. 4, en el amor de amistad el amante está en
16): quien permanece en caridad, en Dios el amado, en cuanto reputa como suyos
permanece y Dios en él. E s así que la ca- los bienes ó males del amigo y la v o l u n -
ridad es amor de Dios. L u e g o por iden- tad de este como s u y a ; de modo que le
tidad de razón todo amor hace que l o parece que sufre los mismos males que él,
amado esté en el amante. y que posee los mismos bienes: por cuya
Conclusión. El amor [1] produce la re- razón es propio de los amigos « querer
cíproca inhesion del amante y el amado, » las mismas cosas y alegrarse ó entris-
tanto en la potencia aprensiva como en » tecerse en él, según el Filósofo (Ethic.
la apetitiva; y [2] si el amor es de amis- 1. 9, c. 3 ; y E h e t . 1. 2 , c. 4 ) ; de suerte
tad, la. causa también por via de recipro- que el que a m a , juzgando como suyo
cidad. todo lo que pertenece al a m i g o , parece
Responderemos, que este efecto de la hallarse en el objeto que a m a , y no for-
mutua inhesion puede entenderse ya en mar más que una misma y sola cosa con
cuanto á la potencia aprensiva, ya en él; y al contrario, en cuanto quiere y
cuanto ti la apetitiva: porque respecto obra por el amigo como por sí mismo,
de la primera se dice estar el amado en como conceptuándole uno consigo mismo,
el amante, en cuanto el amado mora en así el objeto amado está en el amante.
la aprensión del amante, según aquello P u é d e s e todavía reconocer en el amor de
(Philip. 1, 7), porque os tengo en el co- amistad un tercer modo de mutua inhe-
razón; y el amante en el amado según la sion por via de reciprocidad de amor,
aprensión, en cuanto el amante no se con- en cuanto dos amigos se aman mutua-
tenta con una aprensión superficial del mente y se quieren y se hacen mutua-
amado, sino que se esfuerza por averiguar mente bien.
y profundizar cada una de las cosas que A l argumento 1.° diremos, que el ob-
á este pertenecen, y penetrar hasta su jeto amado se contiene en el amante, en el
interior; como se dice del Espíritu Santo, sentido de que está grabado en su afecto
que es amor de D i o s ( i Cor. 2 , 10), que por cierta complacencia; y viceversa el
lo escudriña todo, aun las profundidades amante en el amado, en cuanto el amante
de Dios. M a s en cuanto á la potencia persigue en algún modo lo que h a y de
apetitiva, se dice estar el amado en el íntimo en el amado : pues no impide que
amante, en cuanto está en su afecto por una misma cosa sea en diversos concep-
cierta complacencia, y a deleitándose en tos continente y contenida, como el g é -
él ó en sus bienes teniéndole presente, y a nero se contiene en la especie y al con-
en ausencia tendiendo al mismo por amor trario.
de concupiscencia, ó á los bienes que
A l 2.° que la aprensión de la razón
quiere para el amado por el de (1) amistad;
precede al afecto del amor; y por l o
no en verdad por causa alguna estrínseca,
t a n t o , así como la razón inquiere, de la
como cuando uno desea algo en pro de
misma manera el afecto de amor penetra
otro, ó quiere el bien para otro por algún
en el objeto a m a d o , como consta de lo
otro ( motivo ) , sino por la complacencia
dicho.
íntima y radical del objeto amado ; y de
A l 3.° que aquel razonamiento se re-
aquí es que este amor se llama íntimo y
fiere al tercer modo de mutua inhesion,
entrañas de caridad: pero recíprocamente
el cual no se encuentra en cualquier amor.
el amante está en el amado de una ma-

(1) En la edición de Pa&tta (169S) en lugar de per amorem natural correspondencia literal del amor de amistad con el da
amicítia:se lee per ejus amorem (por amor al mismo) ; lo que concupiscencia, cual aparece en la casi generalidad de las
sustancialmente espresa el mismo concepto ; pero destruye la ediciones.
198 CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS III Y IV.

ARTÍCULO I I I . — ¿EI é x t a s i s ( j j e s padece é x t a s i s , en cuanto se encuentra


efecto del amor ? fuera de la connatural aprensión de la
razón y del sentido ; ó porque es depri-
l.° Parece que el éxtasis no es efecto mido á lo inferior, por ejemplo, cuando
del amor: porque el éxtasis parece im- uno cae en frenesí ó demencia. Pero según
plicar cierta enajenación; y el amor no la parte apetitiva se dice que uno padece
siempre la p r o d u c e , pues los que aman éxtasis, cuando su apetito se dirige á otro,
son á veces dueños de sí. L u e g o el amor saliéndose en cierto modo fuera de sí
no produce el éxtasis. mismo. Ahora bien: el amor produce dis-
2 . E l amante desea que el amado se
p
positivamente el primer éxtasis, en el sen-
le una. L u e g o más bien atrae á sí el ob- tido de que hace meditar sobre el objeto
jeto amado, que se dirige á él saliendo de amado, como se ha dicho (a. 2 ) ; y la me-
sí mismo (2). ditación intensa de una cosa abstrae de
3.° E l amor une lo amado al amante, otras. Pero el amor produce directamente
según se ba dicbo (a. 1 y 2 ) . Si pues el el segundo éxtasis, en absoluto el de amis-
amante se lanza fuera de s í , para diri- tad, y no absoluta sino accidentalmente
girse al objeto amado; sigúese que siem- el de concupiscencia; porque en el amor
pre ama más al objeto amado que á sí de concupiscencia el amante se transporta
mismo : lo cual es evidentemente falso. en cierto modo fuera de s í , en el sentido
L u e g o el éxtasis no es efecto del amor. de q u e , no contento con gozar del bien
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e que posee, procura disfrutar de algo que
div. nom. cap. 4 , lect. 10) que « e l amor está fuera de él. Mas, como pretende ha-
» divino produce el éxtasis, y que el cer suyo ese bien estrínseco, no sale en
» mismo Dios á causa del amor padeció absoluto fuera de sí, sino que tal afección
» éxtasis». L u e g o , siendo todo amor una en definitiva se encierra dentro del mismo.
semejanza participada del amor divino, P e r o en el amor de amistad el afecto de
como se dice en el mismo lugar (lect. 12); uno sale absolutamente fuera de s í ; por
parece que cualquier amor produce é x - cuanto quiere y hace á su amigo el bien,
tasis. al dedicarle (por decirlo así) todo su cui-
dado y solicitud por causa del mismo
Conclusión. El amor produce éxta-
amigo.
sis [1] en la potencia aprensiva dispositi-
vamente, escitando al amante á pensar A l argumento 1.° diremos que aquel ra-
en lo amado: y [2] en la apetitiva directa zonamiento alude al primer éxtasis (3).
y absolutamente lo causa el amor de A l 2.° que se refiere al amor de con-
amistad; pero [ 3 ] el de concupiscencia cupiscencia, el cual no produce absoluta-
solo secundum quid. mente el éxtasis, como queda dicho.
R e s p o n d e r e m o s , que se dice que uno A l 3.° que el que ama, sale de sí, en
padece éxtasis, cuando se constituye fuera tanto que quiere y obra el bien del ami-
de sí; lo cual sucede y a con relación á la g o ; sin embargo no quiere el bien de su
potencia aprensiva, y a respecto de la amigo más que el suyo: por consiguiente
apetitiva. Efectivamente: según la po- no se infiere que ame al otro más que á
tencia aprensiva se dice que uno se cons- sí mismo.
tituye fuera de sí, cuando se encuentra
fuera del conocimiento, que le es propio, ARTÍCULO I V . — EI celo (4) o» efecto
ó se eleva al superior ; como el hombre, del amor ?
cuando se eleva á comprender lo que es-
cede al sentido y á la razón, se dice que l.° Parece que el celo no es efecto del

( 1 ) No precisamente en el sentido estricto y místico, que carse con el objeto amado, y desentendiéndose de su propio
suelen dar á esta voz los escritores ascéticos, ó como completa ser y condición habitual.
enajenación ó embargo de los sentidos y arrobamiento sobre- (3J Que afecta'á la parte aprensiva, cual fue el del Após-
natural ; sino en el concepto común de salir ó estar fuera de tol San Pablo, según se esplica en la 2."-2.ro(C. 175, a. 2, 3 y 4).
sí en algún modo, cual suele.decirse de los frenéticos y locos (4) Este celo, de que aquí se trata, puede definirse : « mo-
ó aun de cualquier arrebato mental ó afectivo, que impida „ vimiento ó impulso del apetito, por el que uno se lanza con-
hacerse cargo ó considerar lo que sucede en derredor del así » tra lo que impide el bien del objeto amado ó contraría al
enajenado. » amor mismo, para remover tales obstáculos ». Así el común
(2) De su estado normal, como transportándose á identifl- de los teólogos con Billuart.
CUESTIÓN X X V I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 199

amor, porque el celo es origen de con- lignos, ni celos á los que hacen iniquidad.
tienda;por esta razón se dice (i Cor. 3 , 3): Mas el amor de amistad anhela el bien
habiendo entre vosotros envidia y con- del amigo; por lo que, cuando es intenso,
tienda, etc. E s así que la contienda es re- mueve al hombre contra todo aquello,
pugnante al amor. L u e g o el celo no es que repugna al bien del amigo : y en este
efecto del amor. sentido se dice que alguno tiene celo por
2.° E l objeto del amor es el bien, que el amigo, cuando se esfuerza en rechazar
es comunicativo de sí mismo; pero el celo todo lo que se hace ó dice contra el bien
repugna á la comunicación, pues á él pa- del mismo; y asimismo se dice que uno
rece deberse el no consentir consorcio en tiene celo por D i o s , cuando procura en lo
el amado; como se dice que los maridos posible rechazar todo lo contrario al honor
tienen celos de sus mujeres, que no las ó voluntad de D i o s , según aquello ( n i
quieren comunes con los demás. L u e g o R e g . 19, 14) : me abraso en celo por el
el celo no es efecto del amor. Señor Dios de los ejércitos; y sobre estas'
3.° E l celo no está exento de odio, palabras ( J o a n n . 11), el celo de vuestra
ni de amor; porque se dice ( P . 7 2 , 3): casa me devora, dice la Glosa (ord. ex
me llené de celo sobre los inicuos. L u e g o A u g . tract. 10 in Joann.) que « es devo-
no debe decirse que más es efecto del » rado por el buen celo, quien se esfuerza
amor que del odio. » por corregir cuanto malo v e ; y , si no
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e » puede, lo tolera y gime».
div. nom. c. 4,1 10) que « D i o s es llama- A l argumento 1.° diremos que el A p ó s -
» do celoso á causa del mucho amor, que tol habla allí del celo de la envidia, que
» tiene á lo existente». en efecto es causa de contienda; no contra
Conclusión. El celo, movimiento vehe- el objeto amado, sino en pro de él, y con-
mente del amante al amado, es siempre tra lo que le es opuesto.
efecto de la intensidad del amor, como A l 2.° que se ama el bien, en cuanto es
quiera que se le considere; aunque de di- comunicable al amante : por lo cual todo
verso modo en el amor de concupiscencia aquello, que impide la perfección de esta
que en el de amistad. comunicación, se hace odioso; y así el
R e s p o n d e r e m o s , que el celo, bajo cual- celo procede del amor del bien. Mas por
quier aspecto que se le considere, provie- defecto de bondad sucede que ciertos bie-
ne de la intensidad del amor: porque es nes pequeños no pueden ser poseídos á la
evidente que, cuanto más intensamente vez é íntegramente por m u c h o s , y del
una potencia se dirige á a l g o , más fuer- amor de los tales resulta el celo de la en-
temente repele todo lo contrario ó repug- vidia ; mas no propiamente de las cosas,
nante; y , como el amor es cierto movi- que pueden ser poseídas íntegramente por
miento hacia el amado, según dice San muchos, porque nadie envidia á otro so-
Agustín ( Qq. 1. 83 , q. 35 y 36 ) , .« el bre el conocimiento de la verdad, que
» amor intenso aspira á escluir todo lo puede ser conocida íntegramente por mu-
» que le repugna». Mas esto acontece de chos, sino en caso por cierto superior co-
un modo en el amor de concupiscencia, y nocimiento de la misma.
de otro en el de amistad: pues en el pri- A l 3.° que esto mismo de que alguno
mero el que desea intensamente alguna tiene odio á las cosas, que repugnan al
cosa, muévese contra todo aquello, que amado, procede del amor: por lo cual el
repugna á la consecución ó fruición pací- celo es, propiamente hablando, efecto del
fica del objeto que se ama; y en este con- amor, más bien que del odio.
cepto se dice que los varones celan á sus
mujeres, á fin de que por el trato con ARTÍCULO V . — E I amor e s u n a pasión,
otros no se altere su deseada y esclusiva
que hiere al a m a n t e ? (1)
posesión de la propia mujer. Asimismo
los que buscan la superioridad se mueven 1.° Parece que el amor es pasión da-
contra aquellos, que parecen aventajár- ñina: porque la languidez significa cierta
seles, como impidiendo su preeminencia ;
y este es el celo de envidia, del que se dice (1) Conciliación de diversos testos bíblicos, que respectiva-
(Ps. 36, 1 ) : no tengas envidia á los ma- mente abogan por la afirmativa ó la negativa, por la sencilla
cuanto natural distinción consignada en la Conclusión,
200' CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULOS V Y V I .

lesión del que languidece; y el amor pro- hicieron abominables,como aquellas cosas
duce languidez, pues se dice (Cant. 2, 5): que amaron. Todo lo que acabamos de
sostenedme con flores, cercadme de man- decir se refiere á lo que hay de formal en
zanas; porque desfallezco de amor. L u e g o el amor, esto e s , por parte del apetito;
el amor es una pasión que hiere. mas en cuanto á lo que hay de material
2.° L a liquefacción es cierta resolu- en la pasión del amor, que es la altera-
c i ó n ; y el amor tiene esta propiedad, ción corporal, el amor accidentalmente
pues se dice ( C a n t . 5 , 6) : mi alma se hiere por el esceso de inmutación, como
derritió , luego que habló mi amado. acontece en el sentido, y en todo acto
L u e g o el amor es resolutivo, y por con- de alguna potencia del alma ejercido por
siguiente altera y hiere. alguna alteración de órgano corporal.
.3.° E l fervor indica cierto esceso de A los argumentos propuestos diremos,
calor, el cual sin duda es corruptivo. A s í que pueden atribuirse al amor cuatro
es que el fervor es producido por el amor; efectos próximos, á saber: la (fusión ó)
pues S. Dionisio ( D e ccelest. hier. c. 7) liquefacción, la fruición, la languidez (ó
entre las demás propiedades pertenecien- desfallecimiento) y el fervor; entre los
tes al amor de los serafines enumera el cuales el primero es la liquefacción, que
calor, la intensidad y el gran fervor; y se opone á la congelación, pues las cosas
(Cant. 8 , 6 ) se dice del amor que sus congeladas son compactas en sí mismas,
lámparas son lámparas de fuego y de de modo que no pueden fácilmente ser
llamas. L u e g o el amor es una pasión, que penetradas por otro (cuerpo). A l amor
hiere y disuelve. empero pertenece que el apetito se haga
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e adecuado para recibir el bien amado,
div. nom. c. 4 , p. 1 , lect. 9) que « cada según que lo amado está en el amante,
» s e r se ama á sí mismo contentiva- conforme alo dicho (a. 2 ) . D e aquí es
m e n t e » , esto e s , por conservarse. L u e g o que la congelación ó dureza de corazón
el amor no es una pasión que hiere, sino es una disposición, que repugna al amor;
más bien conservativa y perfectiva. pero la liquefacción (ó derretimiento)
Conclusión. El amor [1] del bien con- importa cierta modificación del corazón,
veniente, cual es Dios ; formalmente ha- que le hace hábil para que penetre en el
blando, perfecciona y mejora al amante; objeto amado. A s í pues, cuando el objeto
pero [ 2 ] el de lo inconveniente, como del amado está presente y se le posee, pro-
pecado, le daña : y [ 3 ] en general cual- dúcese la delectación ó fruición; mas es-
quier amor escesivo hiere en cierto modo tando ausente resultan otras dos pasio-
materialmente al amante por la inmuta- nes, la tristeza de la ausencia, que se ma-
ción corporal. nifiesta por la languidez, que Cicerón
considera como una gravísima enferme-
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
dad (3 de Tuscul.), y el deseo ardiente
(C. 1 6 , a. 1 y 2 ; y C. 2 7 , a. 1) el amor
de conseguir el objeto amado significado
significa cierta adecuación de la potencia
por el fervor. Tales son los efectos del
apetitiva con algún bien. Mas nada de lo
amor, considerados formalmente según
que se adapta á a l g o , que le es conve-
la aptitud de la potencia apetitiva res-
niente, se perjudica por esta unión, sino
pecto de su objeto; mas en la pasión del
que más bien á ser posible se mejora y
amor surgen algunos efectos proporcio-
perfecciona ( 1 ) ; al paso que lo que se
nados á estos según la inmutación del
une á algo, que no le es conveniente, se
órgano.
perjudica y deteriora. L u e g o el amor del
bien conveniente es perfectivo y mejora-
tivo del amante ; y el amor del bien no
ARTÍCULO V I . —- El amor e s c a n s a de
conveniente al amante le daña y deterio-
cnanto hace el qne a m a ?
ra. P o r consiguiente el hombre se mejora
y perfecciona sobre todo por el amor de l.° Parece que el amante no lo hace
Dios; y se daña y deteriora por el amor todo por amor; porque el amor es una
al pecado, según aquello ( O s . 9 , 10) : se
pasión según lo dicho ( C. 2 6 , a. 2 ) ; y
no todo lo que hace el hombre lo hace
(1) Según otros pfofiiit (progresa ó mejora). por pasión, pues hace algo por elección
'CUESTIÓN XXVIII. — ARTÍCULO V i . 201

y algo por ignorancia (Ethic. 1. 3 , c. 5). A l argumento 1.° diremos que la ob-
Luego no todas las c o s a s , que hace el jeción procede del amor, que es una pa-
hombre, las hace por amor. sión existente en el apetito sensitivo; mas
2.° E l apetito es principio de movi- nosotros hablamos ahora del amor consi-
miento y de acción en todos los animales, derado en general, según que comprende
como se ve ( D e an. 1. 3 , t. 48 y sig.) Si en sí el amor intelectual, racional, animal
pues todas las cosas, que uno h a c e , las y natural; que es como habla de él San
hace por amor; todas las demás pasiones Dionisio ( D e div. nom. c. 4, lect. 12) ( 1 ) .
de la parte apetitiva serán supérfluas. A l 2.° que según lo dicho (C. 25, a. 2)
3.° N a d a tiene á la vez causas contra- del amor provienen el deseo, la tristeza
rias; y, puesto que algunas cosas se hacen y la delectación, y por consiguiente todas
por odio, no todas provienen del amor. las otras pasiones ; por lo cual toda ac-
Por el contrario, dice S. Dionisio ( D e ción , que procede de cualquiera pasiva,
div. nom. c. 4 , lect. 9), que « por el amor procede también del amor, como de su
» del bien todos los seres hacen las cosas causa primera: luego no son supérfluas
» que hacen ». las demás pasiones, que son causas pró-
Conclusión. Todo agente , sea el que ximas.
quiera, hace cuanto obra por algún amor. A l 3.° que el odio se origina también
R e s p o n d e r e m o s , que todo agente obra del amor, como después se dirá (C. 2 9 ,
por algún fin, como se ha dicho ( C. 1, a. 2 ) .
a. 1 y 2 ) . E l fin es el bien deseado y
amado por cada ser. L u e g o es notorio
que todo agente, cualquiera que sea, eje- (1J Llamándolo ya divino, ya angélico ó intelectual (al que
Santo Tomás añade el racional, para designar más caracterís-
cuta todas sus acciones por algún amor. tica y detalladamente el humano), ó animal, ó aun natural. .
CUESTIÓN XXIX.

Del odio.

1.° La causa y objeto del odio es el m a l ? — 2.° El odio es producido por el a m o r ? — 3." Es m á s fuerte
que el amor ? — 4.° Puede alguno tener odio á sí mismo ? — 5.° Y á la verdad ? — 6.° Puede odiarse algo
en general ?

ARTÍCULO I . — t,a cansa y objeto uei Responderemos q u e , derivándose el


odio es el mal? apetito natural de alguna aprensión, aun-
que no unida ( 3 ) ; en el mismo caso
l.° Parece que el objeto y causa del parecen hallarse la inclinación del ape-
odio no es el mal; porque todo lo que es, tito natural y la del apetito animal, que
en cuanto ser, es bueno ( 1 ) . Si pues el sigue á la aprensión adjunta, como se ha
objeto del odio es el m a l , sigúese que no dicho ( C . 2 6 , a. 1 ) . P e r o en el ape-
se tiene odio á cosa alguna, sino al de- tito natural se observa claramente que,
fecto de algo : lo cual es patentemente así como cada ser tiene natural confor-
falso. midad ó aptitud para lo que le conviene,
2.° Odiar el mal es laudable; por lo que es el amor natural; así para lo que
cual se ha dicho en alabanza de algu- es repugnante y corruptivo tiene natural
nos ( 2 ) ( i l Mach. 3 , 1 ) : se observa- repugnancia, que es el odio natural. A s í
ban muy exactamente las leyes por la también pues en el apetito animal ó in-
piedad del Pontífice Onías y por los co- telectivo el amor es cierta conformidad
razones que aborrecían la maldad. Si del apetito con lo que se aprende como
pues nada se odia sino el m a l , sigúese conveniente; y el odio es cierta repug-
que todo odio es laudable: lo cual es no- nancia del apetito respecto de lo que se
toriamente falso. aprende como repugnante y nocivo. P e r o ,
3.° U n a misma cosa no es á la v e z así como todo lo conveniente, en cuanto
buena y mala. Pero una misma cosa es t a l , importa razón de bien; así todo lo
á unos odiosa y amable á otros. L u e g o el repugnante, como tal, lo implica de malo:
odio no tiene solamente por objeto lo y por lo t a n t o , así como el bien es el ob-
malo, sino también lo bueno. jeto del amor, así el mal es el objeto del
odio ( 4 ) .
Por el contrario: el odio es contrario
al amor. E s así que el objeto de este es A l argumento 1.° diremos, que el ente
el b i e n , como se ha dicho ( C. 2 6 , a. 1 ) . considerado como tal nada implica de re-
L u e g o el del odio es el mal. pugnancia , sino más bien de convenien-
Conclusión. El mal es el objeto y cia, porque todas las cosas convienen en
causa del odio, como el bien lo es del el e n t e ; pero el ente como tal ente de-
amor. terminado lleva en sí algo repugnante á

(1) Por cuanto el bien se convierte con el ente, según se mismo como propia de él, y efectuada por otro.
dijo en la i.* P. (C. 5; a. i , 2 y 3). Véase la nota 2, pág. 47 (4) Pío porque es malo en sí mismo, sino en cuanto se
del T. 1.» aprende como malo, aun sin serlo atíaso ; pues de otro modo
(2) De los habitantes de la ciudad santa de Jerusalen. no podría darse ni concebirse ese odio perverso é inicuo al
(3) Al apetito mismo ó intrínseca perteneciente ó inherente bien y á la verdad y en general á todo lo verdaderamente
á él, como capaz de apercibirse por sí mismo del objeto ape- bueno en sí, de que tan deplorables ejemplos nos ofrece la
tecible ó aprenderlo por sí mismo, sea sensible ó ya intelec- impiedad en todos tiempos y con frecuencia y cinismo horri-
tívamente, Dícese por contraposición á la no aneja al apetito pilantes á toda conciencia honrada y recta.
CUESTIÓN XXIX. — ARTÍCULOS I Y I I .

algún (otro) ente singular; y según esto contraría al amor anteriormente con-
un ente es odioso á o t r o , y es malo, cebido.
aunque no en s í , sino por comparación Responderemos q u e , como se ba diebo
con otro. (a. 1 ) , el amor consiste en cierta conve-
A l 2.° q u é , así como se conceptúa niencia del que ama con lo amado; mien-
como bien lo que verdaderamente no lo tras que el odio consiste en cierta repug-
es; así se aprende como mal lo que no lo nancia ó disonancia. D é b e s e empero con-
es en realidad': de donde resulta que á siderar antes en cualquier ser lo que le
veces ni el odio del mal ni el amor del conviene que lo que le repugna; pues
bien son buenos. el motivo de ser una cosa repugnante á
A l 3.° que puede accidentalmente una otra e s , porque corrompe ó impide lo
misma cosa ser en efecto amable y odiosa que es conveniente. P o r lo tanto, nece-
á varios según el apetito natural, por ser sariamente el amor es antes que el odio;
una sola y misma cosa conveniente al y ninguna cosa se aborrece, sino por ser
uno según su naturaleza y-repugnante contraria á lo que conviene á lo amado :
al otro, como el calor conviene al fuego y según esto todo odio es producido por
y repugna al a g u a ; y según el apetito el amor (2).
animal, por cuanto un mismo objeto único A l argumento 1.° diremos, que en las
es aprendido por el uno como bueno y cosas, que se dividen por oposición, se
por el otro como malo. encuentran unas , que son naturalmente
simultáneas tanto reai como racional-
ARTÍCULO I I . 101 odio e s producido mente , como dos especies de animal ó dos
por el amor ? clases de color; otras son simultáneas
racionalmente, pero una es en la reali-
1.° Parece que el amor no es causa del dad anterior á la otra y causa de esta,
odio: porque las cosas, que se dividen por como se ve en las especies de los n ú m e -
oposición, son naturalmente simultáneas, r o s , figuras y movimientos; y (final-
como se dice en los Postpredicamentos mente ) otras no son simultáneas ni real
( i n cap. de simul). E s así que el amor y ni racionalmente, como la sustancia y el
el odio, como contrarios que s o n , se divi- accidente; puesto que la sustancia es
den por oposición. L u e g o naturalmente realmente causa del accidente, y el ente
coexisten, y por lo tanto el amor no es racional se atribuye antes á la sustancia
causa del odio. I que al accidente; porque al accidente
2.° U n o de dos contrarios no es causa no se atribuye sino en cuanto está en la
del otro (1). Pero el amor y el odio son sustancia. Pero el amor y el odio son
contrarios. L u e g o etc. naturalmente simultáneos racional y no
3.° Lo* posterior no es causa de lo an- realmente : por lo cual nada impide que
terior : y el odio es al parecer anterior el amor sea causa del odio.
al amor; puesto que el odio implica la A l 2.° que el amor y el odio son con-
aversión al m a l , y el amor aproximación trarios, cuando se toman con relación á
al bien. L u e g o el amor no es causa del una misma cosa; pero, cuando tienen lu-
odio. gar sobre cosas contrarias, no son con-
Por el contrario, dice San Agustín trarios, sino que son consecuencia el uno
( D e civ. D e i , 1. 14, c. 7 y 9) que «todas del otro; pues por lo mismo que se ama
s l a s afecciones son producidas por el una cosa se aborrece su contraria : y así
amor ». L u e g o también el odio, que es el amor de una cosa es causa de que se
una afección del a l m a , es producida por aborrezca su contraria. •
el amor. A l 3.° que en la ejecución antes es
Conclusión. Todo odio tiene por causa separarse de un término (3) que acercarse
el amor, por cuanto solo se odia lo que al otro (4); pero en la intención sucede

(1) Antes bien los contrarios tienen causas también contra- movimientos, proviene en efecto como de causas próximas, al.
rias según Aristóteles (Degeneral, et cmrupt. 1. 2, t. 5C). paso que el amor es causa remota como radical á originaria y
(2) No está en contradicción con esta tesis lo que se dice la primera.
(2. -2. , C. 34, a. 6, arg. Por el contrario), que el odio nace de
n ro
(3) Del punto de partida ó término n quo.
la envidia y también (ttli. al 3,°) de la ira; pues de estos dos (4) Aa quem.
204 CUESTIÓN XXIX. — ARTÍCULOS II Y I I I .

lo contrario, pues el separarse de un tér- sario que el amor, absolutamente ha-


mino es para acercarse al otro : y el m o - blando, sea más fuerte que el odio; por-
vimiento apetitivo más pertenece á la que una cosa es movida más fuertemente
intención que á la ejecución; y por esto al fin que á los medios conducentes á él.
el amor es antes que el odio, puesto que P o r consiguiente, hablando en absoluto,
uno y otro son movimiento apetitivo. es más fuerte el movimiento del alma
hacia el bien que hacia el mal. Sin em-
ARTÍCULO I I I . — EI odio es más fuer- bargo algunas veces parece el odio más
te que el amor? fuerte que el amor (1) por dos razones:
1 . porque el odio es más sensible qiie el
a

l.° Parece que el odio es más fuerte amor ; pues, basándose la percepción del
que el amor; porque dice San Agustín sentido en cierta inmutación, no se siente
(Qq. 1. 8 3 , q. 3 6 ) : «nadie h a y , que no tan vivamente esta alteración cuando
y> huya más del dolor que apetezca el de- está ya consumada, como en el momento
»leite ». P e r o el huir del dolor pertenece mismo de esperimentarse ; y hé aquí
al o d i o ; mientras que el apetito del de- porqué el calor de una fiebre ética ( 2 ) ,
leite pertenece al amor. L u e g o el odio es aunque es m a y o r , sin embargo no se
más fuerte que el amor. siente tanto como el calor de la tercia-
2.° L o más débil es vencido por lo más na ( 3 ) , porque el de la primera ha crea-
fuerte ; y el amor es vencido por el odio, do y a (por decirlo así) hábito y se ha
cuando aquel se conviei'te en este : luego connaturalizado (con el paciente). Por
el odio es más fuerte que el amor. este mismo motivo también el amor se
3.° L a afección del alma se manifiesta siente más en la ausencia del amado,
por su efecto. P e r o más fuertemente in- como lo dice San Agustín ( D e Trinit.
siste el hombre en rechazar lo odioso que 1. 1 0 , c. 12) que « el amor no se siente
en proseguir lo amado ; á la manera que » tanto, cuando no va acompañado de la
también las bestias se abstienen de las » necesidad» ; y por la propia razón la
cosas deleitables á causa del castigo, como repugnancia de lo que se odia se percibe
observa San Agustín ( Q q . 1. 8 3 , ibid.). más sensiblemente que la conveniencia de
L u e g o el odio es más fuerte que el amor. lo que se ama. 2 . Porque no se compara
a

el odio al amor, que le corresponde; pues


Por el contrario : el bien es más fuerte
según la diversidad de bienes es la diver-
que el m a l , por cuanto « el mal no obra
sidad de los amores en magnitud y par-
» sino en virtud del bien » , como dice
vidad , á las que se proporcionan los
San Dionisio ( D e div. nom. c. 4, lect. 16
odios opuestos : así es que el odio, que
y s i g . ) . E s así que el odio y el amor
corresponde á mayor amor, escita más
difieren según la diferencia del bien y del
que el menor.
mal. L u e g o el amor es más fuerte que el
odio. E s t o hace evidente la contestación al
Conclusión. El amor es más fuerte y argumento 1.° : porque el amor del pla-
poderoso que el odio [ 1 ] hablando en cer es menor que el amor de la propia
absoluto; aunque alguna vez [ 2 ] acci- conservación ( 4 ) , al que corresponde la
dentalmente parezca ser más fuerte este fuga del dolor; y por lo tanto más se
que aquel, ó sentirse más intensamente. huye del sufrimiento que se ama el de-
R e s p o n d e r e m o s , que es imposible que leite.
el efecto sea más fuerte que su causa; y, A l 2.° que el odio nunca vencería al
como el odio procede de algún amor como amor, si no fuera á causa de (otro) m a -
de su c a u s a , según se ha dicho (a. 2 ] , es yor a m o r , al que corresponde el o d i o :
imposible que el odio sea más fuerte que de esta manera el hombre ama más á sí
el amor absolutamente. Ademas es nece- mismo que al amigo ; y, porque se ama,

(1) Al menos en cuanto á la impresión ó escitacion produ- (3) Intermitente, ó periódica, mas no continua, á diferencia
cida por el odio en la sensibilidad, ó según que redunda en de la crónica.
ella afectándola con mayor vehemencia. (4J Por más que los suicidas en su desnaturalizada perver-
(2) Habitual ó (como hoy decimos) crónica, esto es, persis- sión de las ideas y sentimientos prefieran dejar do existir á
tente y tenaz, de modo que paulatinamente pero de una ma- vivir sin placeres ó con padecimientos y disgustos, aun pres-
nera sensible y progresiva consume y desorganiza el cuerpo, cindiendo de la creencia en la otra vida futurai
cual se observa en los estragos de la tisis pulmonar.
CUESTIÓN X X I X . — A R T Í C U L O S I I I , IV Y V. 205

odia aun al a m i g o , si este le contraría. uno per accidens para sí el m a l , lo cual


A l 3.° que el hombre obra más enér- es odiar; 2 . por parte de sí mismo, á
a

gicamente , para rechazar lo odioso, por- quien quiere el bien; porque cada cosa es
que el odio es más sensible ( 1 ) . ante todo lo más principal de e l l a , y de
aquí el decirse que una ciudad hace lo
A R T Í C U L O I V . — P u e d e alguno odiarse que hace el r e y , como si el rey fuera la
á sí mismo ? ciudad toda entera. L u e g o es evidente
que el hombre es sobre todo espíritu
l.° Parece que puede uno odiarse á de hombre. Algunos sin embargo creen
sí mismo ; porque se dice ( P s . 1 0 , 6 ) : ser principalmente lo que son según la
el que ama la iniquidad, odia á su alma, naturaleza corporal y sensitiva: y por
y muchos aman la iniquidad : luego mu- eso se aman según lo que creen que son;
chos se odian á sí mismos. pero aborrecen lo que verdaderamente
2.° Odiamos á a q u e l , á quien quere- son, queriendo cosas contrarias á la razón.
mos y le hacemos mal. E s así que algu- D e una y otra manera pues el que ama
nas veces uno quiere y obra para sí mis- la iniquidad, odia no solamente su alma,
mo el m a l ; por ejemplo, los que se sui- sino también á sí mismo.
cidan. L u e g o algunos se odian á sí E s y a obvia con lo dicho la contesta-
mismos. ción al argumento 1.°
3.° Boecio dice ( D e consol. 1. 2 , pro- A l 2.° diremos, que nadie quiere y hace
sa 5) que « la avaricia hace á los hom- para sí el m a l , sino reputándolo como
» bres odiosos» ; por lo cual puede com- un bien; pues los que se suicidan, consi-
prenderse que todo hombre aborrece al deran bueno el morir, como término de
avaro. E s así que algunos son avaros. alguna miseria ó dolor (2).
L u e g o se aborrecen á sí mismos. A l 3.° que el avaro, aunque odia algún
Por el contrario, dice el Apóstol accidente s u y o , no por eso se odia á sí
( E p h e s . 5 , 20) que nadie aborreció ja- mismo; á la manera que el enfermo odia
mas su carne. su enfermedad, por lo mismo eme se ama:
Conclusión. Es imposible [ 1 ] que na- ó bien, que la avaricia lo hace odioso á
die se aborrezca á sí mismo, absoluta- los d e m á s , y no á sí mismo ; antes bien
mente hablando ; aunque [ 2 ] sí eventual (este vicio) proviene del amor desorde-
ó circunstancialmente. nado de sí m i s m o , según el cual Uno co-
Responderemos, que es imposible que dicia para sí más de lo que debe los bie-
alguno, absolutamente hablando, se odie nes temporales.
á sí mismo : porque todo ser apetece na-
turalmente el bien, y nada puede apete- ARTÍCULO V . — P u e d e alguuno odiar
cerse sino como bueno; pues « e l mal la verdad?
» es estraño á la voluntad » , como dice
San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , l e c t . 2 2 ) . l.° Parece que nadie puede odiar la
Pero amar á uno es quererle el bien, verdad: porque lo bueno y el ente y lo
como se ha dicho ( C. 26., a. 4 ) : por verdadero se convierten ( 3 ) : y , no sien-
consiguiente es necesario que uno se do posible que alguien odie la bondad;
ame á sí mismo ; y es imposible que uno' tampoco (puede odiarse) la verdad.
se odie á sí mismo, absolutamente ha- 2.° « T o d o s los hombres desean natu-
blando. Sin embargo sucede per acci- r a l m e n t e saber», como dice Aristóteles
dens que alguno se odia á sí mismo, y ( M e t . 1. 1, c. 1). Pero la ciencia no tiene
esto de dos maneras : 1. por relación a
otro objeto que las cosas verdaderas.
al bien, que uno quiere para s í ; pues á L u e g o la verdad es deseada y amada
veces lo que se apetece como bueno, es naturalmente; y en su consecuencia na-
absolutamente malo; y según esto quiere die puede odiar la verdad.

(1) Véase la ñola 1, pág. 204. menos cohonestablc desprecio de Dios y de sí mismo, usurpa-
(2) Como Lucrecia se dio la muerle, por no sobrevivir á su ción monstruosa de los derechos de la humanidad social y tes-
deshonra ; Catón de Utica, por sustraerse al furor de César ; timonio auténtico de incredulidad y de ánimo abyecto y vil.
y Cleombrot en la ilusoria espectativa de mejor y más có- (3) Lógicamente hablando, según lo espuesto y ya repeti-
moda ó agradable vida. El suicidio es pues el más insigne das veces citado en la nota 2, pág. 47, del T. 1."
acto de cobardía y pusilanimidad, al propio tiempo que el
206 CUESTIÓN X X I X . — A R T Í C U L O S V Y VI.

3.° D i c e el Filósofo ( E h e t . 1. 2, c. 4) conozca la verdad de su pecado, y según


que « l o s hombres aman á los que no si- esto dice San Agustín (Confess. 1. 10,
» muían »; y los aman solo á causa de la c. 23) que «los hombres aman la verdad
verdad. L u e g o el hombre ama natural- » que les ilumina, y aborrecen la que les
mente la verdad; y de consiguiente no » acrimina».
la odia. Con lo espuesto es evidente la solución
Por el contrario, dice San Pablo ( G a - al argumento 1.°
lat. 4, 16): ¿Me he hecho pues enemigo A l 2° diremos, que el conocer la ver-
vuestro, por deciros la verdad? dad en sí misma es amable; por lo cual
Conclusión. La verdad en general [1], dice San Agustín (ibid.) que «los hom-
como asimismo el ente, no puede ser odia- »bres aman la verdad esplendente». Mas
da en absoluto; sí empero [2] en parti- puede ser per accidens odioso su conoci-
cular tal-ó cual verdad bajo el aspecto miento, en cuanto impide gozar de algo
de contraria ó repugnante al bien amado. que se desea.
R e s p o n d e r e m o s , que el bien y lo ver- A l 3.° que el amor á los que no fingen
dadero y el ente son en realidad una proviene de que el hombre ama conocer
misma cosa, aunque difieren racional- la verdad por sí misma, tal como la ma-
mente ; porque el bien es por sí apeteci- nifiestan los que no son disimulados.
ble, y no lo son de suyo el ente ó lo ver-
dadero, puesto que el bien es «lo que ARTÍCULO V I . — r u e d e tenerse odio »
» t o d o s los seres apetecen». P o r eso el a l g u n a cosa e n general ? (2)
bien, considerado como tal, no puede ser
odiado ni en general ni en particular ; al 1.° Parece que no puede tenerse odio
paso que el ente y lo verdadero no pue- á alguna cosa en general; porque el odio
den ciertamente ser odiados en general, es pasión del apetito sensitivo, que es
puesto que la disonancia es causa del movido por la aprensión del sensible.
odio y la conveniencia causa del amor, y P e r o el sentido no puede aprender lo
el ente y lo verdadero son comunes á universal. L u e g o no puede haber odio de
todos ( 1 ) : en particular empero nada alguna cosa en general.
impide que se odie al ente y determinada 2.° E l odio es producido por alguna
verdad en su concepto de contrario y re- disonancia, que repugna á la comunidad;
pugnante; pues la contrariedad y la re- y esta pertenece á la razón de lo univer-
pugnancia no se opone á la razón de ente sal . L u e g o el odio no puede existir res-
y de verdadero, como sí se opone á la pecto de alguna cosa en común.
del bien. Sucede no obstante que una 3.° El- objeto del odio es el mal; y este
cosa particular verdadera repugna ó con- se encuentra en las cosas, y no en la men-
traría de tres maneras al bien amado: te, como se dice ( M e t . 1. 6, t. 8 ) . L u e g o ,
1 . según que la verdad existe, causal y
a

como lo universal está solo en la mente,


originariamente en las mismas cosas; y en que lo abstrae de lo particular; parece
este sentido el hombre á veces odia al- que no puede haber odio á una cosa en
guna verdad, queriendo que no sea ver- general.
dadero lo que lo e s ; 2 . tal como la ver-
a

Por el contrario, dice el Filósofo


dad existe en el conocimiento del mismo
(Rhet. 1. 2, c. 4) que « l a ira tiene siempre
hombre, lo cual le impide la prosecución
»lugar entre cosas singulares, pero el
del objeto amado; como si algunos qui-
» odio alcanza aun á los géneros ; pues
sieran no conocer la verdad de la fe, para
»cada cual odia al ladrón y al calum-
pecar libremente, en cuya representación
niador».
se dice ( J o b ; 2 1 , 1 4 ) : no queremos la
Conclusión. El odio de la parte sen-
ciencia de tus caminos; 3 . se odia la a

sitiva [ 1 ] puede recaer sobre algún objeto


verdad particular como repugnante, se-
en general, mas no sobre lo universal;
gún que existe en el entendimiento de
pero, en cuanto está en la intelectiva [ 2 ] ,
otro: por ejemplo, cuando uno quiere
puede estenderse aun á lo universal.
permanecer en el pecado, odia que otro
R e s p o n d e r e m o s , que puede hablarse
(1) Los seres, que todos en efecto (en cuanto seres) son en- (2) La distinción establecida en la Conclusión aolara perfec-
tes y verdaderos, como asimismo buenos. tamente el sentido de la tesis.
CUESTIÓN X X I X . — A R T Í C U L O V I . 207

de lo universal de dos modos : 1.° como guna cosa particular, por cuanto hiere
incluido en la intención de la universali- con algún a c t o , y los actos son propios
dad; 2.° respecto de la naturaleza, á que de. {[seres) particulares; por cuya razón
se atribuye la tal intención; porque la dice el Filósofo (Rhet. 1. 2 , c. 4 ) : « l a
idea común de hombre es diversa de la »ira siempre se refiere á algo particular,
de (tal) hombre individual. Si pues lo » y el odio puede tener por objeto alguna
universal se considera del primer m o d o ; »cosa general». En cuanto al odio, que
ninguna potencia de la parte sensitiva, reside en la parte intelectiva, como con-
ni aprensiva ni apetitiva, puede alcanzar secuencia que es de la aprensión univer-
á lo universal, que se obtiene por la abs- sal del entendimiento, puede referirse de
tracción de la materia individual, en la ambos modos á lo universal.
que radica toda virtud sensitiva. Puede A l argumento 1.° diremos, que el sen-
empero alguna potencia sensitiva, sea tido no aprende lo universal como tal en
aprensiva ó apetitiva, actuar sobre algo sí mismo; pero sí aprende a l g o , que por
umversalmente; á la manera que decimos la abstracción y accidentalmente se unl-
que el objeto de la vista es el color en versaliza.
general, no porque la vista conoce el co- A l 2.f que lo que es común á todos no
lor universal, sino porque el ser el color puede ser razón de odio; mas nada impi-
cognoscible por la vista no le conviene de que sea común á muchos algo, que sin
en cuanto es este color, y sí en cuanto es embargo disuena respecto de otros, á los
color en absoluto. A s í pues también el que por lo mismo es odioso.
odio de la parte sensitiva puede tener A l 3.° que aquella objeción procede de
por objeto alguna cosa en general, por lo universal, según que es incluido en la
cuanto al animal según su naturaleza intención de la universalidad; pues en
común repugna algo, que no le es adver- este concepto no cae bajo la aprensión ó el
so en su concepto estricto de particular; apetito sensitivo.
como (repugna) el lobo á la oveja, por
lo cual esta odia al lobo en general (1).
Pero la ira es producida siempre por al- (1) A todos los lobos, y no solo á este ó aquel lobo sin-
gular.
CUESTIÓN XXX.

De la concupiscencia.

Acerca de la concupiscencia se nos ofrecen cuatro p u n t o s : 1.° La concupiscencia reside solamente


en el apetito sensitivo ?—2." Es u n a pasión especial ?— 3.° Hay algunas concupiscencias naturales,
y otras no naturales? — i," La concupiscencia es infinita?

ARTÍCULO I . — i » concupiscencia (i) alma irracional. L u e g o la concupiscencia


r e s i d e s o l a m e n t e e n el apetito sensitivo? está en el apetito sensitivo.
Conclusión. La concupiscencia, pro-
l.° Parece que la concupiscencia no piamente hablando, está en el apetito
reside solamente en el apetito sensitivo : sensitivo y en la potencia concupiscible,
porque h a y cierta concupiscencia de sa- que de ella toma su nombre.
biduría ( S a p . 6 , 2 1 ) : la concupiscencia Responderemos q u e , según dice Aris-
de la sabiduría conduce al reino eterno. tóteles ( R h e t . 1. 1, c. 11), « l a concupis-
E s así que el apetito sensitivo no puede » cencía es el apetito de lo deleitable ».
ser dirigido á la sabiduría. L u e g o la con- L a delectación puede considerarse bajo
cupiscencia n o reside solamente en el dos aspectos, según diremos más adelan-
apetito sensitivo. te ( C . 3 1 , a. 3 y 4 ) : 1.° la que está en
2.° E l deseo de (cumplir) los manda- el bien inteligible, que es el bien de la
mientos de Dios no reside en el apetito razón; y 2.° la que se halla en el bien
sensitivo, antes bien dice el Apóstol según el sentido. L a primera parece que
( R o m . 7, 1 8 ) : no mora en mí, esto es, compete únicamente al alma; pero la se-
en mi carne, lo bueno. Pero el deseo de gunda al alma y al cuerpo, porque el sen-
(cumplir) los mandamientos de D i o s cae tido es una virtud del órgano corpóreo;
bajo el dominio de la concupiscencia, co- y de aquí es que el bien según el sentido
mo se dice ( P s . 118, 2 0 ) : mi alma an- Ío es de todo el conjunto, y el apetito de
siosa ninguna otra cosa ha codiciado ni tal delectación parece ser la concupiscen-
apetecido, sino solo vuestra justicia. L u e - cia común al alma y al cuerpo, como el
g o la concupiscencia no reside solamente mismo nombre de concupiscencia indica.
en el apetito sensitivo. L u e g o la concupiscencia, propiamente
3.° A cada potencia es apetecible su hablando, reside en el apetito sensitivo,
propio bien. L u e g o la concupiscencia re- y en la potencia concupiscible, denomi-
side en cada una de las potencias del nada así por ella.
alma, y no esclusivamente en el apetito A l argumento 1.° diremos, que el ape-
sensitivo.. tito de la sabiduría ó de otros bienes es-
Por el contrario, San Juan Damasce- pirituales , se denomina algunas veces
no dice (Orth. fid. 1. 2 , c. 12) que « l o concupiscencia, y a por cierta analogía,
»irracional obediente y persuasible á la ya por la intensidad, del apetito de la
» razón se divide en concupiscencia é ira». parte superior, del que redunda en el
M a s esta es parte pasiva y apetitiva del apetito inferior (2) ; para que juntamen-

(i) Tómase aquí por el acto del apetito concupiscible acerca nal, según esplica el mismo Santo Tomás (P. 3.", C. i, a. 2,
del bien grato á los sentidos. Drioux. alF).
(2)En cuanto el apetito sensitivo signe la moción del racio-
CUESTIÓN XXX. — ARTÍCULOS I Y II. 209

te aun el mismo apetito inferior tienda á «concupiscencia, y el bien presente la


su manera al bien espiritual consiguiente « alegría; é igualmente el mal esperado
al apetito superior, y aun el cuerpo mis- « constituye el temor, y el mal presente
mo sirva á lo espiritual, según estas pa- « l a tristeza»: de donde parece q u e , así
labras ( P s . 8 3 , 3 ) : mi corazón y mi car- como la tristeza es contraria á la alegría,
ne se regocijaron en el Dios vivo. así el temor lo es á la concupiscencia.
A l 2.°, que el deseo más b i e n , propia- Pero el temor no está en lo concupiscible,
mente hablando, puede pertenecer, no sino en lo irascible. L u e g o la concupis-
solo al apetito inferior, sino también al cencia no es una pasión especial en lo
superior : porque no implica asociación concupiscible.
alguna en el desear como la concupis- Por el contrario : la concupiscencia
cencia ; sino un simple movimiento hacia tiene por causa el amor, y se dirige á la
la cosa deseada. delectación ( 2 ) , que son pasiones de la
A l 3.°, que á cada potencia del alma (parte) concupiscible; y de este modo se
compete apetecer su propio bien con distingue de las otras pasiones de la con-
apetito natural, que no es resultado de cupiscible , como pasión especial.
la aprehensión : mas el apetecer el bien Conclusión. La concupiscencia es pa-
con apetito animal procedente del de la sión del apetito sensitivo específicamente
aprensión pertenece solamente á la po- diversa del amor, que la origina, y de la
tencia apetitiva; en tanto que el apetecer delectación á que tiende; y aun numéri-
algo como bien deleitable según el sen- camente según sus diversos objetos deter-
tido, lo cual es propiamente desear con minados.
ansia (concupiscere), pertenece á la po- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
tencia concupiscible. ( C . 2 3 , a. 1) el bien deleitable al sen-
tido es comunmente el objeto de lo con-
ARTÍCULO I I . — t a concupiscencia e s cupiscible : por consiguiente según la di-
una pasio» especial ? versidad de objetos se distinguen diversas
pasiones en lo concupiscible; mas la di-
1.° Parece que la concupiscencia no es versidad del objeto puede considerarse y a
una pasión especial de la potencia concu- según la naturaleza del objeto mismo, y a
piscible; porque las pasiones se distinguen según la diversidad en la virtud de obrar.
por sus objetos ( 1 ) , y el objeto de lo con- L a diversidad del objeto activo, que se
cupiscible es lo deleitable según el sen- funda en la naturaleza de la cosa, esta-
tido, que es también el objeto de la con- blece una diferencia material ( 3 ) entre
cupiscencia, según dice Aristóteles (Rhet. las pasiones ; pero la diversidad, que re-
1. 1 , c. 1 1 ) . L u e g o la concupiscencia no sulta de su virtud activa, produce una
es una pasión especial en lo concupiscible. diferencia formal, según la cual se diver-
2.° San A g u s t í n dice ( Q q . 1. 83, a. 3 3 ) , sifican en especie las pasiones. M a s hay
que «la codicia es el amor de las cosas otra razón de la virtud motiva del mismo
«transitorias», y bajo este concepto no fin ó b i e n , según que está ó real-
se diferencia del amor. M a s todas las pa- mente presente ó ausente ; porque como
siones especiales se distinguen entre sí. presente hace reposar en é l , y estando
L u e g o la concupiscencia no es una pasión ausente hace dirigirse á él. P o r lo tanto
especial en lo concupiscible. lo mismo deleitable según el sentido, en
3.° A toda pasión de lo concupiscible cuanto se adapta y conforma en cierto
se opone alguna pasión especial en lo con- modo el apetito, produce el amor : en
cupiscible, según lo dicho ( C. 2 3 , a. 2 ) . cuanto ausente lo atrae asimismo, da orí-
Pero á la concupiscencia no se opone pa- gen á la concupiscencia; y en cuanto pre-
sión alguna especial en lo concupiscible; sente lo aquieta en sí mismo, causa la
pues dice el Damasceno (Orth. fid. 1. 2, delectación. A s í pues la concupiscencia
c 12) que « el bien esperado constituye la es una pasión diferente en especie tanto

(l) Mediatamente, aunque inmediatamente por los actos se- versas en especie, de las que aquí se trata, distinguiendo la
gún lo dicho (C. 23, a. 4, arg. 1.") y comprobado en el cuerpo concupiscencia del deseo y de la delectación.
del citado artículo 4.°. (3) En el género de naturaleza, y no en el género moral: por
¡2) Hé aquí las tres pasiones de la parte concupiscible, di- esto la tal diferencia es simplemente material, y no formal.
SUMA TEOLÓGICA.—-TOMO II. 14
.210 CUESTIÓN XXX.—ARTÍCULOS II Y I I I .

del amor como de la delectación; pero Pero si h a y concupiscencias naturales y


desear este ó aquel objeto deleitable cons- no naturales, no difieren sino según los
tituye diversas concupiscencias en nú- diversos objetos concupiscibles, lo cual
mero. constituye una diferencia material y solo
A l argumento 1.° diremos, que el bien numérica. L u e g o no se deben dividir las
deleitable no es en absoluto el objeto de concupiscencias en naturales y no natu-
la concupiscencia, sino bajo el concepto rales.
de ausente, así como lo sensible bajo el 3.° L a razón se divide por oposición á
concepto de pasado es el objeto de la m e - la naturaleza, según se ve ( P h y s . 1. 2 ,
moria ; toda v e z que estas condiciones t. 5 9 ) . S i pues h a y en el hombre alguna
particulares diversifican la especie de las concupiscencia no natural, deberá ser ra-
pasiones, ó aun de las potencias de la cional. Pero esto no puede ser; porque,
parte sensitiva, que se refiere á lo parti- siendo la concupiscencia una pasión, per-
cular. tenece al apetito, y no á la voluntad, que
A l 2.° que aquella definición se funda es el apetito de la razón. L u e g o no h a y
en la causa, y no en la esencia; porque el concupiscencias no naturales.
deseo no es per se amor, sino efecto del Por el contrario, Aristóteles (Eth. 1.1,
amor. O bien podemos decir que San c. 1 1 ; y R h e t . 1. 3 , c. 11) admite ciertas
A g u s t í n toma en un sentido lato el deseo concupiscencias naturales, y otras no na-
por cualquier movimiento del apetito, que turales.
puede referirse á un bien futuro; y por Conclusión. Hay concupiscencias na-
consiguiente comprende en sí tanto el turales, comunes á los hombres y demás
amor como la esperanza. animales; y otras no naturales ó supra-
A l 3 . ° que la pasión, que directamente naturales , esclusivamenté propias del
se opone á la concupiscencia, no tiene hombre como racional.
nombre, y (1) se refiere al m a l , como la Responderemos, que según lo dicho
concupiscencia al bien. P e r o , refiriéndose (a. 1) la concupiscencia es el apetito del
al mal ausente, como el temor, se la de- bien deleitable, y lo deleitable lo es en
signa á veces por el nombre de temor, dos conceptos : 1.° en cuanto es conve-
como también se toma el deseo por espe- niente á la naturaleza del animal, como
ranza : porque lo pequeño, sea bueno ó la comida y la bebida, y otras cosas aná-
m a l o , apenas se tiene en cuenta. P o r lo logas; y esta concupiscencia de lo delei-
t a n t o , para espresar todo movimiento del table se llama natural; 2.°, como es con-
apetito bácia el bien ó bácia el mal futu- veniente al animal según la aprensión,
ros, se suele decir esperanza y temor, que como cuando alguno aprende algo como
se refieren al bien ó al mal arduo. bueno y conveniente, y por eso se deleita
en ello : y tal concupiscencia de lo delei-
ARTÍCULO I I I . — Hay u n a s concupis- table se dice no natural y suele llamarse
cencias n a t u r a l e s y otras no n a t u r a l e s ? (2) más bien codicia. Las primeras concupis-
cencias naturales son pues comunes á los
1.° Parece que no hay-unas concupis- hombres y á los otros animales; porque á
cencias naturales y otras nb^naturales; unos y otros h a y algo conveniente y de-
porque la concupiscencia pertenece al leitable según la naturaleza, y en este
apetito animal, como se h a dicho (a. 1 ) ; punto todos los hombres están de acuer-
y el apetito natural se distingue por opo- do : por lo cual Aristóteles ( E t h . 1. 3 ,
sición contra el animal. L u e g o ninguna ibid.) las llama comunes y necesarias.
concupiscencia es natural. Las otras concupiscencias son propias de
2.° L a diversidad material no produce los hombres, á quienes compete esclusiva-
diversidad según la especie, sino solo en mente concebir algo como bueno y con-
número ; y esta no compete al arte ( 3 ) . veniente, fuera de lo que la naturaleza

(1) Quce {la cual) comunmente ; mas la edición de Pádua de tural para subvenir á ella, que el apetito se dirige á ellas co-
1712 pone quía (porque). mo determinado por el natural insíinto. Drioux.
(2) No se entienda' acaso por concupiscencias naturales las (3) No es objeto de estudio para el arte, por ser infinito ó
que no -van acompañadas ó precedidas de conocimiento ó indefinido el número de individuos. Véase la C. 80, a. 2, de
aprensión ; sino las que de tal modo sirven á la necesidad na- la 1. P.; y la nota 4, pág. 704 en e l T . 1."
a
CUESTIÓN XXX. — ARTÍCULOS III Y IV. 211

requiere; por lo que Aristóteles ( R h e t . 1. 2 , t. 9 ) . L u e g o la concupiscencia no


1. 1, ibid.) dice que las primeras concu- puede ser infinita.
piscencias son irracionales, y las segundas 2.° L a concupiscencia tiene por objeto
son con la razón: y, como entre los hom- el bien conveniente, pues procede de
bres los unos raciocinan de diverso modo amor. Pero el infinito, como es despro-
que los otros, el mismo filósofo ( E t h . 1. 3, porcionado ( 5 ) , no puede ser conve-
ibid.) llama á las segundas «propias y niente. L u e g o la concupiscencia no pue-
« sobrepuestas » , es decir , supranatu- de ser infinita.
rales (1). 3.° N o es posible rebasar lo infinito, y
A l argumento 1.° diremos que aquello por lo tanto en esto no se puede llegar
mismo, que se apetece por apetito natu- á lo último. Pero de la concupiscencia
ral, puede ser apetecido por el apetito nace el deleite, por cuanto llega á lo úl-
animal, cuando fuere aprendido; y en timo. Si pues la concupiscencia fuese in-
este concepto la comida y bebida y cosas finita, se seguiría que jamás produciría
análogas, que se apetecen naturalmente, deleite.
pueden ser objeto de la concupiscencia P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
animal. (Polit. 1. 1, c. 6) «existiendo la con-
A l 2.° que la diferencia entre las con- » cupiscencia hasta lo infinito ( 6 ) , los
cupiscencias naturales y las no natura- » hombres desean una infinidad de co-
les no es solamente material, sino tam- sas».
bién en cierto modo formal, en cuanto Conclusión. La concupiscencia [1] na-
procede de la diversidad del objeto ac- tural no puede ser infinita en acto, sino
tivo : y , siendo objeto del apetito el bien solo en potencia por sucesión; mas [2] la
aprendido, sigúese que á la diversidad rio natural, que siguiendo á la razón
del activo, pertenece la de la aprensión; puede proceder á lo infinito, es absoluta-
según que se aprende algo como conve- mente infinita aun en acto.
niente en absoluto : de aquí las concupis- Responderemos que, según se ha dicho
cencias no naturales, que por lo mismo se (a. 3 ) , hay dos clases de concupiscencia:
dicen (Rhet. ibid.) « con razón » ( 2 ) . una natural y otra no natural. La concu-
A l 3.° que en el hombre h a y , no sola- piscencia natural no puede ser infinita
mente la razón universal,, que pertenece en acto; porque tiene por objeto lo que la
á la parte intelectiva, sino también la ra- naturaleza requiere, y esta se dirige
zón particular, propia de la parte sensi- siempre á alguna cosa justa y cierta: por
tiva, como se ha dicho ( P . l. , C. 78, ft
eso el hombre no desea jamás comida ni
a. 4) ( 3 ) ; y en este concepto aun la con- bebida infinitas. P e r o , así como acontece
cupiscencia acompañada de razón puede en la naturaleza que el infinito existe en
pertenecer al apetito sensitivo : por lo potencia por sucesión, así esta concupis-
cual puede este ser movido por la razón cencia puede ser infinita por sucesión,
universal, mediante la imaginación par- esto e s , deseando otra vez de nuevo y
ticular. después de tomado el alimento volver á
tomarlo ó cualquiera otra cosa, que la
ARTÍCULO I V . — La concupiscencia e s naturaleza requiere : porque estos bienes
infinita ? (4) corporales, una vez obtenidos no duran
siempre , sino que se acaban. Por esto el
1.° Parece que la concupiscencia no es Señor dijo á la Samaritana (Joann. 4 , 1 3 ) :
infinita : porque su objeto es el bien, que quien bebiere de esta agua, volverá á
tiene razón de fin; y el que lo supone in- tener sed. M a s la concupiscencia no na-
finito, escluye el fin, como se dice ( M e t . tural es del todo infinita: porque sigue á

(1) Otros leen « sobrenaturales » (mpernuturales). pág. 51, y la n. 3 , pág. 53 , del t. t.°.
(2) Acompañadas de ó reguladas por la razón , ó más bien, (5) improporlionalum comunmente en casi todas las edicio-
sometidas á la razón y dependientes de ella, racionales en fin. nes. El códice de Alcañiz nonproportionatum, que es lo mismo.
(3) Y más espresamenle y de propósito en la C. 81, a. 3 ; Lo inadmisible es proporlionatum, cual se ve en la romana an-
donde se consigna que algunos llaman razón particular á la tigua.
cogitaliva, que en el hombre ocupa el lugar y desempeña los (G) In infinitum. Kicolai lo sustituye por infinita (siendo in-
oficios propios de la estimativa en los domas animales. finita). La edición anlig. rom. infinito, y algunos infinitum.
(4) Indefinida ó ilimitada en su aspiración. Véase la nota 2,
212 CUESTIÓN X X X , — A R T Í C U L O IV.

la razón, como se ha dicho (a. 3), y á razonamiento puede hacerse respecto de


esta compete proceder al infinito ( 1 ) . D e la concupiscencia de otra cualquiera cosa.
aquí es que el que codicia las riquezas, A l argumento 1.° diremos que todo lo
puede desearlas, no hasta algún término que se desea se considera como cierta
d a d o , sino absolutamente para ser tan cosa finita, ya porque es finita realmen-
rico como pueda. Según Aristóteles ( P o - t e , según que se la desea una vez (3) en
lit. 1 , c. 6 ) puede asignarse ademas otra acto, y a porque es finita en la aprensión;
razón, por la cual alguna concupiscen- pues no puede aprenderse como infinito,
cia es finita y otra infinita: porque siem- puesto que ce lo infinito es aquello , cuya
pre la concupiscencia del fin es infini- » cantidad respecto á los que la reciben
t a , puesto que el fin es deseado per se, » deja siempre algo fuera de e l l o s » , como
como la salud ; y de aquí es que la ma- se dice ( P h y s . 1. 3, t. 6 3 ) .
yor salud más se desea, y así hasta el A l 2.° que la razón es en cierto modo
infinito; á la manera q u e , si lo blan- de alcance infinito, en cuanto puede con-
co (2) distingue por sí m i s m o , lo más siderar algo indefinidamente ( 4 ) , como
blanco es más distintivo. M a s la con- se ve en la adición de los números y lí-
cupiscencia de lo conducente al fin no es neas. L u e g o lo infinito es bajo algún as-
infinita, si se apetece con arreglo á la me- pecto proporcionado á la razón; porque lo
d i d a , que conviene al fin. P o r consi- universal, que la razón aprende, es infi-
guiente los que cifran su fin en las ri- nito de algún m o d o , en cuanto contiene
q u e z a s , tienen concupiscencia de estas en potencia infinidad de cosas singulares.
hasta el infinito ; pero los que las apete- A l 3.° que, para que uno se deleite, no
cen para las necesidades de la vida , las se requiere que consiga todas las cosas
desean finitas, suficientes á esta necesi- que desea, sino que se deleite en cada
d a d , como dice Aristóteles (ibid.) Igual una de las que desea y consigue ( 5 ) .

(1) En cuanto puede considerar un número de objetos in- gunas se halla síinul fá la vez); en otras y aun en algún ma-
definido en cualquier especie ; y no porque, conservándose nuscrito se suprime esa palabra, según observa García. El
dentro de los límites de la rectitud, promueva una ilimitada códice de Alcañiz pone prout semel concupiscimus in actu (según
concupiscencia, que por lo mismo sería ya desordenada é ir- que una vez deseamos en acto), como si dijera; solo deseamos
racional. Kicolai. en acto una vez, ó cada vez independientemente de las otras.
(2) Destacándose sobre alg-un color oscuro ; como se llama (4) Véase la nota 1 de esta página.
«el blanco» al objeto, á que se asesta en los disparos de (5) La edición romana antigua dice con el códice de Alca-
cualquier arma arrojadiza, porque en efecto suele ser alg-un ñiz : a sino que se deleita en cualquier objeto deseado, que
punto blanco sobre fondo negro. » consigue » (sed in quolibet concupilo, quod comequilur, dele-
.(3) Semcl, comunmente en casi todas las ediciones. En al- ctalnr).
CUESTIÓN XXXI.

De la delectación considerada en sí misma.

Trataremos a h o r a de la delectación y la tristeza. Acerca de la p r i m e r a debemos considerar cuatro


cosas : 1." la delectación en sí m i s m a ; 3. sus c a u s a s ; 3." sus efectos; 4. su bondad y malicia. — En
a a

cuanto á lo primero se nos ofrecen ocho puntos. l.° La delectaciones u n a pasión ? — 2.° Existe en
el tiempo ? — 3.° Difiere del gozo ? — 4.° Reside en el apetito intelectivo ? — o.° Comparación de las de-
lectaciones del apetito superior con la del inferior. —6.° Comparación de las delectaciones sensitivas
entre sí. — 7.° Hay alguna delectación no n a t u r a l ? — 8.° Puede u n a delectación ser c o n t r a r i a á otra?

ARTÍCULO I . — l a delectación es pa- guíente á la aprensión del sentido en el


sión? apetito animal.
Responderemos, que el movimiento
l.° Parece que la delectación no es del apetito sensitivo se denomina propia-
pasión ; porque San Juan Damasceno mente pasión, según lo dicho (C. 22, a. 3):
(Ortli. fid. 1. 2 , c. 22) distingue la opera- mas toda afección procedente de la apren-
ción de la pasión,- diciendo que « l a ope- sión sensitiva es un movimiento del ape-
» ración es un movimiento según la na- tito sensitivo, y esto compete necesaria-
»turaleza, y la pasión un movimiento mente á la delectación; porque, como se
» contrario á esta » . E s así que la delec- espresa Aristóteles ( R h e t . 1. 5 , c. 11),
tación es una operación, como dice Aris- « l a delectación es cierto movimiento del
tóteles ( E t h . 1. 7, c. 12 y 13 ; y 1. 10, » alma, y disposición á la vez total y sen-
c. 4) (1). L u e g o la delectación no es pa- » sible á la naturaleza existente » . P a r a
sión. comprender esto, debemos considerar que,
2.° Padecer es ser movido, como se así como acontece en las cosas naturales
dice (Phys. 1. 2,t. 19; y D e an. 1. 2,t. 54). que algunas consiguen sus naturales per-
Pero la delectación no consiste en ser fecciones, lo propio sucede en los anima-
movido, sino en haberlo sido ; pues pro- les; y , aun cuando el ser movido á la per-
viene del goce del bien y a conseguido. fección no se verifique todo á l a ' v e z , sin
Luego la delectación no es pasión. embargo el alcanzar la perfección natural
3.° L a delectación consiste en cierta se realiza todo simultáneamente. L a di-
perfección del sujeto, porque perfecciona ferencia, que existe sobre esto entre los
su operación, como se dice ( E t h . 1. 10, animales y las otras cosas naturales, con-
c. 4 ) ; y ser perfeccionado no es padecer, siste en que las otras cosas naturales,
según también se dice ( P h y s . 1. 7 , t . 6; cuando son constituidas sobre lo que les
y D e an. 2 , t. 58). L u e g o la delectación conviene según su naturaleza, no lo sien-
no es pasión. t e n , y los animales sí; y de este sentir se
Por el contrario, S. Agustín ( D e civ. produce en el apetito sensitivo cierto m o -
D e i , 1. 9 y 14, c. 6; y 1. 14 c. 8) coloca vimiento del alma, que es la delectación.
la delectación ó el goce ó alegría entre A s í pues, al decirse que la delectaciones
las demás pasiones del alma. movimiento del alma, se espresa por esto
el g é n e r o ; por las palabras disposición á
Conclusión. La delectaciones una pa-
naturaleza e x i s t e n t e , es decir, á lo que
sión del alma, como movimiento consi-
existe en la naturaleza de la c o s a , se fija
(1) Añade poco después que «la delectación consuma ó la causa de la delectación, que es la pre^-
» perfecciona la operación »,
214 CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS I Y II.

sencia del bien connatural; y cuando se m a l o , como son las enfermedades corpo-
dice total simultáneamente, se manifiesta rales y la tristeza y el temor en el alma;
que la disposición no debe entenderse algunas no obstante se ordenan al bien,
según que está en el (acto de) consti- como se ha manifestado (C. 22 y 23, a. 1),
tuirse, sino según que y a está constitui- y bajo este concepto se dice que la delec-
do , como en el término del .movimiento ; tación es una pasión.
porque la delectación no es generación,
como supuso P l a t ó n , sino que más bien A R T Í C U L O I I . — La delectación existe
consiste en el hecho consumado, como e n e l tiempo ? (1).
se dice ( E t h . 1. 7, c. 1 2 ) ; y en fin por la
palabra sensible se escíuyen las perfec- l.° Parece que la delectación existe
ciones de los seres insensibles, en los cua- en el tiempo : porque la delectación es
les no hay delectación. E s pues con esto cierto movimiento, como dice Aristóteles.
evidente que la delectación, corno movi- (Puhet. 1. 1, c. 11); y todo movimiento se
miento que es en el apetito animal y con- verifica en el tiempo (2). L u e g o la de-
secuencia de la aprensión del sentido, es lectación también.
una pasión del alma. 2.° S e dice una' cosa duradera ó m o -
A l argumento 1.° diremos, que la ope- rosa según el tiempo. E s así que algunas
ración connatural no impedida es una se- delectaciones se dicen morosas (3). L u e -
gunda perfeecion ( D e an. 2, t. 2 , 5 y 6): g o la delectación tiene lugar en el tiempo.
y por lo tanto, cuando las cosas son cons- 3.° L a s pasiones del alma son todas
tituidas en su propia operación connatu- de un mismo género. Pero algunas pa-
ral y no impedida; se sigue la delecta- siones del alma existen en el tiempo.
ción , que consiste en estar y a perfecto, L u e g o también la delectación.
según lo dicho. A s í pues, cuando se dice Por el contrario, dice Aristóteles ( E t h .
que la delectación es una operación, no se 1. 1 0 , c. 3 y 4 ) : «nadie recibirá delecta-
dice tal por su esencia, sino por su causa. » cion según tiempo alguno » ( 4 ) .
A l 2.° que en el animal se pueden Conclusión. La delectación conside-
considerar dos clases de movimientos : rada en sí misma [1] menea se realiza
uno según la intención del fin, que per- en tiempo ; mas [2] sí per accidens, si el
tenece al apetito; otro según la ejecu- bien conseguido es susceptible de trans-
ción , que pertenece á la operación este- mutación ; pues [ 3 ] si ninguna admite,
rior. L u e g o , aunque en aquel, que y a ha no puede verificarse la delectación en
conseguido el bien en que se deleita, cese tiempo ni per se ni per accidens.
el movimiento de ejecución, por el cual Responderemos, que una cosa puede
tiende á su fin; sin embargo no cesa el existir en el tiempo de dos modos : 1.° por
movimiento de la parte apetitiva, la cual, sí misma, 2.° por otra y como per acci-
como antes deseaba lo que no t e n í a , así dens ; porque, como el tiempo es él n ú -
después se deleita en lo poseído: pues, si mero de las cosas sucesivas, aquellas se
bien la delectación es cierta quietud del dicen existir en el tiempo secundum se,
apetito en consideración á la presencia del cuya naturaleza importa sucesión, ó algo
bien que le satisface, no obstante perma- perteneciente á esta, como el movimiento,
nece todavía en el apetito la inmutación la quietud, el lenguaje y otras semejan-
producida por l o apetecible, por cuya tes. Según otra y no per se dícense exis-
razón la delectación es cierto movimiento. tir en tiempo aquellas cosas, que no im-
A l 3.° q u e , aun cuando el nombre de plican sucesión a l g u n a , j)ero dependen
pasión conviene más propiamente á las de algo sucesivo: como el ser hombre no
pasiones corruptivas y que tienden á lo tiene por su naturaleza sucesión, puesto

(1) Es decir, ¿se mide por el tiempo de tal modo que su na- (3) Con demora ó detención .como intencional, en cuyo sen-
turaleza sea sucesiva, ó algo que á la sucesión corresponda? tido usan frecuentemente los moralistas el calificativo de mo-
(2) Pero en el movimiento (y especialmente en el continuo) rosa aplicado á la delectación, aunque su verdadera interpre-
más se atiende al lugar, cuyo cambio supone, que á la suce- tación es la de advertida ó conocida y deliberada, siquiera lo
sión de momentos ó instantes. Así la delectación se refiere al sea instantáneamente.
lugar ú objeto, más bien que a l a duración, conforme á lo del (4) Es decir (según luego esplica Santo Tomás) que la idea
Ps. 15, v . l l : delectaciones indezteratuansguelnfinem, frase que de sucesión en tiempo es puramente accidental á. la delecta-
esplica bastante categóricamente el pensamiento de la tesis ción, y nada tiene que ver con su esencia.
de este artículo.
C U E S T I Ó N x x x i . — A R T Í C U L O S II Y ni. 215

que no es movimiento, sino término de 2° U n solo movimiento no concluye


movimiento ó mutación, es decir, de su en dos términos. Siendo pues la concu­
generación; m a s , como el ser humano piscencia (4) el mismo movimiento, que
está sujeto á causas variables, en este con­ tiene por término el g o z o y la delecta­
cepto ser hombre se realiza en tiempo. ción; sigúese que la delectación y el g o z o
Así pues debemos decir que la delectación son absolutamente una misma cosa.
por sí misma (1) no existe en tiempo, por­ 3.° Si el gozo es otra cosa que la de­
que se cifra en la posesión del bien ya ob­ lectación, parece que por identidad de
tenido, que es como el término del movi­ razón la alegría, el regocijo ( 5 ) y el
miento. Pero, si ese bien poseído está su­ júbilo significan algo distinto de la de­
jeto á algún cambio, la delectación ten­ lectación ; y por lo tanto serán pasiones
drá lugar per accidens en tiempo; y si es diversas, lo cual parece ser falso. L u e g o
absolutamente inmutable la delectación el gozo no se diferencia de la delectación.
no se verificará en tiempo ni per se ni Por el contrario : no atribuimos g o z o
per accidens. (gaudium) á los brutos animales, y sí
A l argumento 1,° diremos , que ( D e delectación. L u e g o el gozo no es lo m i s ­
an. 1. 3 , t. 2 8 ) hay dos clases de movi­ mo que la delectación.
miento : una como acto de lo imperfecto, Conclusión. L a delectación se estiende
es decir, existente en potencia y en tal á más que el gozo, siendo aplicable aun
concepto, y tal movimiento es sucesivo á los brutos, y el gozo propio del ser ra­
y en tiempo; otra como acto de un ser cional.
perfecto, esto es, existente en acto, como R e s p o n d e r e m o s , que el g o z o , según
entender, sentir, querer y semejantes, y dice Avicena en su libro del alma, « es
también deleitarse, y este movimiento no »cierta especie de la delectación». E n
es sucesivo ni per se en tiempo. efecto: es de observar que, como h a y
A l 2.° que la delectación se dice mo­ ciertas concupiscencias naturales y otras
rosa ó duradera, según que existe acci­ no naturales ó acompañadas de razón,
dentalmente (2) en el tiempo. según lo dicho ( C . 30, a. 3); así también
A l 3." que las otras pasiones no tienen hay delectaciones naturales y otras no
por objeto el bien obtenido, como la de­ naturales ó (llámense) racionales: ó bien,
lectación : por consiguiente participan como San J u a n Damasceno (Orth. fid.
más de la naturaleza del movimiento 1. 2, c. 13 y 2 2 ) y San Gregorio № ­
imperfecto que la delectación, y por lo seno ( N e m . lib. D e nat. hom. c. 18)
mismo conviene más á la delectación no d i c e n , «entre los deleites estos son del
existir e n el tiempo. »alma, aquellos del cuerpo»', lo que vie­
ne á ser lo mismo: porque nos deleitamos
y a en las cosas, que naturalmente desea­
ARTÍCULO I I I . — l a delectación difiero
del gozo ? mos , al lograrlas; ya en las que deseamos
racionalmente. P e r o el nombre de gozo
l.° Parece que el gozo es absoluta­ (gaudii) no puede aplicarse sino á la
mente lo mismo que la delectación : por­ delectación que proviene de la razón:
que las pasiones del alma difieren según por consiguiente no atribuimos gozo á
sus objetos ( 3 ) ; y uno mismo es el los animales, y sí solo el nombre de delec­
objeto del gozo y de la delectación, que tación. Ademas todo lo que deseamos
es el bien obtenido. L u e g o el gozo y la según la naturaleza, podemos también
delectación son completamente una mis­ desearlo con delectación ( 6 ) , mas no
ma cosa. viceversa. A s í puede haber gozo en los

(1) Como mera afección del que la esperimenta ó tiene, la la alegría interior por medio de saltos ú otros ademanes : de
cual no es otra cosa que quietud, de la que no es medida el donde vienen las locuciones asaz comunes entre nosotros
tiempo; pues loes propiamente y secundum se del movimiento, « saltar de alegría » y « frotarse las manos de gusto » ; gusto
cuyo término (invariable de suyo y por lo tanto inmensura­ que acaso sería la más gráfica versión de jucunditas, de no
ble ó inmedible) es la quietud en general ó la delectación serlo contenió ó júbilo, que hemos preferido como espresivo de
respecto del movimiento del apetito. la satisfacción aneja á la alegría y manifestada por la exul­
(2) Por razón de la mutabilidad de su objeto únicamente. tación.
(3) Véase la nota 1, pág. 2:19. (6) La edición de Pádua (1712) y G arcía dicen direclione
(4) Como acto; no como hábito ó pasión. (bajo la dirección) por delectalione.
(5) Exultatio denota propiamente demostración esterna de
216 CUESTIÓN XXXI. — A R T Í C U L O S III Y IV.

seres racionales con respecto á todo aque- toda pasión reside en el apetito sensitivo:
llo de que h a y delectación, aunque no luego la delectación no existe sino en el
siempre lo haya; pues á veces siente uno apetito sensitivo.
alguna delectación corporal, de la que 3.° L a delectación es común al hombre
sin embargo no goza según la razón. E s t o y á los brutos (3). L u e g o no existe sino
hace evidente que la delectación es más en la parte que nos es común con ellos.
comprensiva que el gozo. Por el contrario, leemos ( P s . 3 6 , 4 ) :
A l argumento 1.° diremos que, siendo Ten tu deleite en el Señor. Pero á D i o s
el objeto del apetito animal el bien apren- no puede estenderse el apetito sensitivo,
dido, la diversidad de aprensión pertene- sino solamente el intelectivo. L u e g o la
ce de algún modo á la diversidad del delectación puede existir en el apetito
objeto; y así las delectaciones animales, intelectivo.
que se llaman también g o z o s , se distin- Conclusión. Puede y aun debe haber
guen de las corporales, que solamente se delectación, no solo en el apetito sensitivo,
denominan delectaciones, conforme á lo sino también en el intelectivo, que es la
dicho acerca de las concupiscencias ( C . voluntad.
30, a. 3 , al 2.°). Responderemos, que según lo dicho
A l 2.° que análoga diferencia se en- (a. 3 ) á la aprensión de la razón se sigue
cuentra también entre las concupiscen- cierta delectación. P e r o á la aprensión
cias ; de tal suerte que la delectación de la razón no solo se conmueve el ape-
corresponde á la concupiscencia y el gozo tito sensitivo por la aplicación á algo
al deseo, que parece corresponder más particular, sino también el apetito inte-
bien á la concupiscencia animal: y así lectivo , que se dice voluntad: y según
es que la diferencia del reposo se funda esto en el apetito intelectivo, ó en la vo-
en la del movimiento. luntad, hay la delectación que se deno-
A l 3.° que los otros nombres pertene- mina gozo, mas no delectación corporal;
cientes á la delectación se han tomado de y la diferencia en la delectación de estos
sus efectos; porque la alegría (Icetitia) dos apetitos está en que la delectación
proviene de la dilatación del corazón, del apetito sensible se verifica con alguna
cual si se dijese (latitia, espansion) lati- alteración corporal; mas la del apetito
tud ( 1 ) ; el regocijo ( exultatio ) ( 2 ) intelectivo no es otra cosa que un simple
toma su nombre de los signos esteriores movimiento de la voluntad. Según esto
de la delectación interior, que se mani- dice San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c.
fiesta esteriormente, en cuanto el gozo 6) que « el deseo (cupiditas) y la alegría
interior salta al esterior ; y el júbilo » no son otra cosa que la voluntad en la
Cjucunditas) recibe esta denominación » consecución de las cosas que queremos».
de ciertos especiales indicios ó efectos de A l argumento 1.° diremos que en aque-
la alegría: y sin embargo todos estos lla definición de Aristóteles la palabra
nombres parecen propios del g o z o , pues sensible se toma comunmente por cual-
no los aplicamos sino á las naturalezas quiera aprensión; pues el mismo dice
racionales. ( E t h i c . 1. 10 c. 4 ) que « h a y delectación
» en todos los sentidos, como igualmente
ARTÍCULO I V . — Hay delectación e n e l » s e g ú n el entendimiento y la especula-
apetito intelectivo ? » cion » : ó puede decirse que lo que define
es la delectación del apetito sensitivo.
l.° Parece que la delectación no existe A l 2.° que la delectación, propiamente
en el apetito intelectivo: porque dice hablando, tiene carácter de pasión, en
Aristóteles (Pvhet. 1. 1, c. 11) que « l a cuanto es acompañada de alguna corpo-
»delectación es cierto movimiento sensi- ral transmutación: y de este modo no
» b l e » , que no existe en la parte intelec- existe en el apetito intelectivo, sino como
tiva. L u e g o la delectación tampoco. un simple movimiento; porque así está
2.° L a delectación es cierta pasión ; y también en D i o s y en los ángeles. P o r lo
cual dice Aristóteles ( E t h . 1. 7, c. ult.)
(1) De latas, estendido, ensanchado, dilatado. que « D i o s se g o z a por una sola simple
(2) Véase la nota 5, pag. 215. » operación »; y S a n Dionisio ( D e ccelest.
(3) Según lo dicho en el arg. Por el contrario del a. 3.
CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS IV Y V. 211

hier. in fin.) que «los ángeles no son sus- les, comparadas unas á otras en sí mis-
» ceptibles de nuestra pasible delectación, mas; y mucho mayores [ 2 ] en cuanto
» sino que se congratulan con D i o s por á las mismas acciones respectivas: si
» una alegría de incorrupción» (1). bien [ 3 ] las corporales nos impresionan
A l 3.° que en nosotros hay no solo una á veces con mayor vehemencia.
delectación, que nos es común con los Responderemos que, según ya se ha
brutos, sino también la que nos es común dicho (a. 1), la delectación proviene de
con los ángeles; por lo cual dice el citado la unión de lo conveniente, cuando se
San Dionisio (ibid.) que «los hombres siente y conoce. Mas en las operaciones
» santos muchas veces toman parte en las del alma, y en especial de la sensitiva é
»delectaciones angelicales». Y a s i l a de- intelectiva, debe observarse que, cuando
lectación existe en nosotros no solamente no pasan á la materia esterior, son actos ó
en el apetito sensitivo, que nos es común perfecciones del operante, como entender,
con los brutos, sino también en el apetito sentir, querer y semejantes : porque las
intelectivo, común á nosotros y á los acciones, que pasan á la materia esterior,
ángeles. son más bien las acciones y perfecciones
de la materia transformada, por cuanto
ARTÍCULO V . — ¿ t u s delectaciones cor- el movimiento es « acto de lo movido por
porales y s e n s i b l e s son mayores que las cspi- » e l movente». A s í pues las predi chas
ritu»les c inteligibles? acciones del alma sensitiva é intelectiva
son ellas mismas cierto bien del agente, y
l.° Parece que las delectaciones cor- son también conocidas por el sentido y
porales y sensibles son mayores que las el entendimiento; por cuya razón aun dé
espirituales é inteligibles: porque todos ellas surge la delectación, y no solo de
siguen alguna delectación según Aristó- sus objetos ( 2 ) . Si pues se comparan las
teles (Eth. 1. 10, c. 2 ) ; pero muchos más delectaciones inteligibles con las sensi-
las delectaciones sensibles que las espiri- bles, según que nos deleitamos en las ac-
tuales inteligibles. L u e g o las delectacio- ciones mismas, como en el conocimiento
nes corporales, son más fuertes. del sentido y en el del entendimiento, no
2.° L a magnitud de una causa se co- hay duda que son mucho mayores las de-
noce por su efecto. Pero las delectaciones lectaciones inteligibles que las sensibles :
corporales producen efectos más fuertes; porque mucho más se deleita el hombre
puesto que modifican el cuerpo y en mu- en conocer algo entendiendo, que por
chos hasta dan origen á locuras, como se lo que conoce sintiendo; puesto que el
dice ( E t h . 1. 7, c. 3). L u e g o las delecta- conocimiento intelectual es más perfecto,
ciones corporales son mayores. y conoce también más á causa de que
3.° Débense atemperar y refrenar las reflexiona más sobre su acto que los sen-
delectaciones corporales por causa de su tidos. E l conocimiento intelectual es asi-
elocuencia; mientras que no conviene mismo más amado; porque ninguno hay,
moderar las espirituales. L u e g o las de- que no quiera carecer mejor de la vista
lectaciones corporales son mayores. corporal que de la intelectual, de la que
están privadas las bestias ó los estultos,
Por el contrario, dícese ( P s . 1 1 8 , 1 0 3 ) :
como se espresa San Agustín ( D e Trin.
¡Cuan dulces son tus palabras á mi pa-
1. 14, c. 14). P e r o , comparadas las de-
ladar , más que la miel á mi boca; y
lectaciones espirituales con las delecta-
Aristóteles ( E t h . 1 0 , c. 7 ) : « l a más
ciones sensibles corporales, así en sí
»grande delectación es la que proviene
mismas y absolutamente hablando, las
de la operación de la sabiduría».
delectaciones espirituales son mayores.
Conclusión. Las delectaciones inteli-
L o cual se advierte, cuando se consideran
gibles ó espirituales son ciertamente más
los tres [[elementos), que se requieren para
grandes [ 1 ] que las sensibles ó corpora-

(1) Propia do seres incorruptibles, como ellos son. delectación espiritual ó intelectual hay un doble objeto, cual
(21 Lo cual da á entender bien esplícilamcnte que el objeto es lo inteligible conocido por el entendimiento y el conoci-
de la delectación sensible no es única y precisamente lo que miento intelectivo : esto facilita la más clara y precisa inteli-
el sentido estenio percibe, sino también (y aun con preferen- gencia de los dos primeros miembros de la Conclusión.
cia) el mismo conocimiento sensitivo ) como asimismo en la
218 CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS V Y V I .

la delectación, es decir, el bien adjunto, A l argumento 1.° diremos, que los más
aquello á que á él se u n e , y la unión siguen las delectaciones corporales, por-
misma : porque el mismo bien espiritual que los bienes sensibles son más y por
es mayor que el corporal y más amado; mayor número conocidos ; y también
de lo que es prueba que los hombres se porque los hombres necesitan delecta-
abstienen aun de los mas intensos deleites ciones , como medicina contra muchos
corporales, por no perder su honor, que dolores y tristezas : y , como muchos de
es un bien inteligible. Igualmente la mis- ellos no pueden alcanzar las delectacio-
ma parte intelectiva es mucho más noble nes espirituales, que son propias de los
y cognoscitiva que la sensitiva; y la unión virtuosos, es consiguiente que se inclinen
de entrambas es también más íntima, y á las corporales.
más perfecta, y más firme. E s en verdad A l 2.° que la modificación del cuerpo
más íntima, porque el sentido se concreta proviene más de las delectaciones corpo-
á los accidentes esteriores del objeto, al rales, en cuanto son pasiones del apetito
paso que el entendimiento penetra hasta sensitivo.
su esencia (misma), por ser el objeto del A l 3.° que las delectaciones corporales
entendimiento la quididad [quod quid est) afectan á la parte sensitiva, que es regu-
de cada cosa. E s más perfecta, porque á lada por la razón; y de aquí la necesidad
la unión de lo sensible con el sentido va de moderarlas y refrenarlas por esta:
adjunto el movimiento, que es acto de pero las delectaciones espirituales son
imperfecto : por cuya razón las delecta- propias de la m e n t e , que es su misma
ciones sensibles no son todas simultáneas, r e g l a ; y por esto son por sí mismas so-
sino que hay en ellas algo transitorio y brias y moderadas.
algo que se espera ha de consumarse,
como se nota en la delectación de los
ARTÍCULO V I . — ¿ i-ns delectaciones
manjares y de lo venéreo; en tanto que del tacto son mayores que l a s delectaciones
las inteligibles existen sin movimiento, y
que provienen de otros sentidos ?
por lo mismo todas á la vez. E s también
más estable, porque las cosas deleitables l.° Parece que las delectaciones pro-
corporales son corruptibles y cesan pres- cedentes del tacto no son mayores que
to, pero los bienes espirituales son incor- las que se verifican por otros sentidos :
ruptibles. M a s en cuanto á nosotros las porque parece ser la mayor aquella de-
delectaciones corporales son más vehe- lectación, con cuya esclusion cesa todo
mentes por tres razones: 1 . porque las a

g o z o ; y tal delectación es la originada


cosas sensibles son más conocidas para de la v i s t a , pues se dice ( Tob. 5 , 12 ) :
nosotros (quoad nos) que las inteligi- qué gozo puedo tener yo, que estoy en
b l e s ; 2 . porque, siendo las delectaciones
a

tinieblas, y no veo la luz del cielo?


sensibles pasiones del apetito sensitivo, L u e g o la delectación procedente de la
producen alguna modificación corporal, vista es la mayor entre las delectaciones
lo que no sucede en las delectaciones sensibles.
espirituales, sino por cierta redundancia
2.° A cada cual se hace deleitable
del apetito superior al inferior ; 3 . por- a

aquello que a m a , como dice Aristóteles


que las delectaciones corporales se ape-
( P h e t . 1. 1, c. 11); y entre todos los senti-
tecen como ciertas medicinas contra los
dos se ama más el de la vista ( 2 ) . L u e g o
defectos ó molestias corporales, de las.
la delectación que de ella proviene es la.
cuales provienen algunas tristezas; por
mayor.
lo que las delectaciones corporales, que
sobrevienen á estas tristezas, se sienten 3.° E l principio de la amistad deleita-
más, y en consecuencia se toman más ( 1 ) ble es principalmente la visión. P e r o la
que las delectaciones espirituales, que no causa de tal amistad es la delectación.
tienen tristezas contrarias, como después L u e g o la mayor delectación parece ser
se dirá ( C . 3 5 , a. 5 ) . la que proviene de la vista.
Por el contrario , dice Aristóteles-

(1J «Se toman más á pechos » según nuestra frase tan vul- (2) Por ser el que mayor número de objetos nos da & cono-
gar como espresiva : nos afectan ó impresionan más viva- cer (í/ed hl) y más clara y distintamente.
mente.
CUESTIÓN XXXI.—ARTÍCULOS VI Y V i l . 219

( E t h . 1. 3 , c, 10) que « l a s mayores de- el león con el mugido sino con el sabor
» lectaciones provienen del tacto». del buey, según se dice (Ethic. 1. 3 , c. 10).
Conclusión. La delectación \\~\por la Siendo pues la mayor la delectación del
vista es la mayor entre todas las delecta- t a c t o , por razón de utilidad, como lo es
ciones sensibles por razón del conoci- la de la vista en razón del conocimiento;
miento; y [ 2 ] , en cuanto sirve al enten- quien quiera, que las compare, hallará
dimiento, mayor también que la del tac- seguramente que la delectación del tacto
to: pero la delectación del tacto [ 3 ] den- es mayor absolutamente que la de la vista,
tro de los límites de la delectación sensi- en cuanto se halla comprendida dentro
ble predomina ( simpliciter ) en absoluto de los límites de la delectación sensible:
sobre la de la vista y demás sentidos, ya porque es bien notorio que lo que es na-
por razón de utilidad, ya porque á ella tural es lo más poderoso en cada ser ; y
se ordenan las concupiscencias naturales. tales son las delectaciones del t a c t o , á
Responderemos que, según ya se lia las que se ordenan las concupiscencias
dicho ( a. 1 ) , cada c o s a , en cuanto es naturales, como son las de la comida y
amada, se hace deleitable. P e r o los sen- de los placeres eróticos y semejantes.
tidos, como se dice ( M e t . 1. 1 ) , son ama- P e r o , si consideramos las delectaciones
dos por dos motivos: por causa del cono- de la vista, en cuanto esta sirve al enten-
cimiento y por razón de la utilidad; y por dimiento ; en tal concepto son más inten-
esto mismo bajo uno y otro aspecto la sas que las del tacto, por la razón misma
delectación procede de los sentidos. Mas, que las delectaciones intelectuales pre-
como aprender el mismo conocimiento ponderan sobre las sensibles.
como cierto bien es propio del hombre, A l argumento 1.° contestaremos que
sigúese que las primeras delectaciones de el gozo, según se ha dicho (a. 1), significa
los sentidos, cuales son las que se refieren lá delectación animal, y esta pertenece
al conocimiento, son propias de los hom- principalmente á la vista; pero la delec-
bres ; al paso que las delectaciones de los tación natural corresponde más bien al
sentidos , en cuanto se aman por su utili- tacto.
d a d , son comunes á todos los animales. A l 2.° que se estima más la vista por
Si pues hablamos de la delectación de causa del conocimiento, porque nos mues-
los sentidos por razón del conocimiento, tra muchas diferencias en las cosas, según
es evidente que de la vista surge mayor lo dicho (ibid.)
delectación que de otro algún sentido.—Si A l 3.° que la delectación es causa del
empero hablamos de la delectación de los amor carnal de diverso modo que lo es la
sentidos en razón de la utilidad, así la vista: porque la delectación, y principal-
mayor delectación está en el tacto; por- mente la táctil, es causa de la amistad, de
que la utilidad de las cosas sensibles se lo deleitable á modo de fin; mientras que
considera según el orden de conserva- la vista es causa como de donde procede
ción de la naturaleza animal, y á esta uti- el principio del movimiento, en cuanto
lidad conducen más de cerca las del tacto, por la vista de lo amable se imprime la
como conocedor que es de lo que concur- imagen del objeto, que induce á amarlo,
re á la subsistencia del animal, como lo y á desear su delectación.
cálido y lo frió, lo húmedo y lo seco , y
cosas semejantes. Bajo este aspecto pues
las delectaciones táctiles ( 1 ) son mayo- ARTÍCULO V I I . — Hay a l g u n a d e l e c -
res, como más próximas al fin: y por esto tación no natural ?
aun los animales, que no tienen delecta-
ción según el sentido sino por razón de
l.° Parece no haber delectación al-
la utilidad, no se deleitan por los otros
guna innatural: porque la delectación en
sentidos sino en orden á lo sensible al
los afectos del alma, es proporcionada al
t a c t o ; pues ni los perros gozan con el
reposo en los corporales; y el apetito na-
olor de las liebres , y sí comiéndolas , ni
tural del cuerpo no reposa sino en lugar
á él connatural. L u e g o tampoco la quie-
(1) Incluyendo entre ellas las del gusto, que es también t u d del apetito animal, que es la delecta-
una especie de tacto y (como todas cstasdelectaciones) contri-
buye al sostenimiento de la vida animal. ción, puede existir sino en algo connatu-
220 CUESTIÓN XXXI. — ARTÍCULOS VII Y V I I I .

ral. P o r consiguiente ninguna delectación comida, bebida, lecho y semejantes), ya


es no natural. según la especie ( c o m o el uso de los pla-
2.° L o que es contrario á la naturaleza, ceres sensuales), se dicen deleitables al
es violento ; y « t o d o lo violento con- hombre naturalmente. Mas entre estas
trista» (Met. 1. 5, t. 6). L u e g o nada de dos clases de delectaciones sucede que
lo que es contra la naturaleza es delei- algunas son innaturales, absolutamente
table. hablando, pero connaturales bajo algún
3.° Ser constituido en la propia natu- aspecto ( secundum q u i d ) : porque acon-
raleza causa delectación, al apercibirse tece corromperse en algún individuo al-
de ello, según consta de la definición de guno de los principios naturales de la es-
Aristóteles y a aducida ( a . 1 ) . Pero es pecie, y hacerse así per accidens natural
natural á cada cosa ser constituida en su á él lo que es contra la naturaleza de la
naturaleza, porque el movimiento natural especie, como es natural al agua caliente
es el que se dirige al término natural. el calentar ; y así también sucede que lo
L u e g o toda delectación es natural. que es contrario á la naturaleza del
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles hombre, y a en cuanto á la razón, y a en
(Ethic. 1. 7, c. 12 y u l t . ) que « ciertas cuanto á la conservación del cuerpo, es
» delectaciones son enfermizas y contra connatural á este hombre por causa de
» l a naturaleza » (1). alguna corrupción de la naturaleza exis-
Conclusión. Hay algunas delectacio- tente en él ; corrupción que puede ha-
nes [ 1 ] innaturales en absoluto, aunque llarse de parte del cuerpo, como por en-
connaturales [ 2 ] en algún concepto, fermedad, á la manera que á los que pa-
como convenientes al hombre, ya según decen fiebre lo dulce les parece amargo
la razón, ya por contribuir á la conser- y al contrario, ó por causa de una mala
vación individual ó específica del cuerpo. complexión ( 4 ) , al modo que algunos se
R e s p o n d e r e m o s , que se dice natural deleitan comiendo tierra ó carbón ó cosas
« lo que es conforme á la naturaleza » . semejantes ; ya también de parte del alma,
( P h y s . 1. 2 , t. 4 y 5). Mas la naturaleza como hay quienes por costumbre se de-
del nombre puede tomarse en dos senti- leitan en comer hombres, ó en el comer-
dos : 1.° según que el entendimiento y la cio carnal con bestias ó con varones, ó en
razón constituyen lo principal de la natu- otras torpezas, que no son conformes á la
raleza del bombre, pues por ella es cons- naturaleza humana.
tituido en su especie; y bajo este concepto Con lo dicho quedan contestados los
pueden llamarse naturales las delectacio- argumentos propuestos.
nes de los Hombres cifradas en aquello,
que conviene al hombre según la razón, ARTÍCULO V I I I . — P n e a e u n a d e i e c
como es natural al hombre deleitarse en tacion ser contraria á otra ?
la contemplación de la verdad y en los
actos de virtudes. 2.° P u e d e considerarse l.° Parece que no hay delectación con-
la naturaleza en el hombre según lo que traria á otra: porque las pasiones del alma
está condividido ( 2 ) con la r a z ó n , es reciben su especie y oposición según su
decir, en lo que es común al hombre y á objeto (5) ; y el objeto de la delectación
otros (3) y especialmente lo que no obe- es el bien. N o siendo pues el bien contra-
dece á la r a z ó n ; y en este sentido las rio al b i e n , sino que el bien contraría al
cosas , que pertenecen á la conservación mal y lo malo á lo bueno, como se dice
del cuerpo, y a individualmente ( c o m o la (in Prcedicamentis, c. de oppos. inprinc);

(1) Califícalas laminen, y como en comprobación de su en parte como irracional.


epíteto ozgritudinalcs (que unos interpretan morbosas, como Ar- (3} Animales ó seres en general.
girópilo, y otros con Santo Tomás pravas, malus, añadiendo (i) Es precisamente lo que hoy se llama idiosincrasia en
serlo naturaliler, por su naturaleza, aunque según otros por el tecnicismo fisiológico, esto es, perturbación congenita de
costumbre ó abuso), de torpes, reprobables é infames (sic) li- alguna función orgánica, ó tendencia exótica y rara ó escén -

teralmente : es decir, que dan origen á enfermedades del cuer- trica, fuera de lo común y ordinario. Hemos conocido perso-
po ó del alma, ó de uno y otro género ; lo cual las presenta na, á quien escitaba náuseas y aun vértigos la sola presencia
como antinaturales ó contranaturales. ó el olor de cualesquiera frutas frescas ó (como dicen) del
(2) Que participa en algo de la razón (de la que no es posi- tiempo,
ble prescindir jamás en la noción de hombre), siendo empero (5) Véase la nota 1, pág. 209.
común á él y á los otros animales ; ó sea, racional en parte y
CUESTIÓN X X X I . — A R T Í C U L O VIII. 221

parece que una delectación no es contra- bien y del mal en las virtudes y vicios;
ria á otra. por cuanto se dan dos vicios contrarios,
2.° U n a cosa es contraria de una ( 1 ) , pero no una virtud contraria á otra: pero
como se prueba ( M e t . 1. 10, t. 17). P e r o en otros órdenes de cosas nada impide
á la delectación es contraria la tristeza. que dos buenas sean contrarias entre sí,
L u e g o no lo es otra delectación. como lo cálido y lo frió, de las cuales una
3.° Si una delectación es contraria á es buena para el fuego y otra para el agua;
otra delectación, esto no* proviene sino de y en este concepto una delectación puede
la oposición de los objetos, en los cuales ser contraria á otra. Mas esto no puede
alguno se deleita. Pero esta diferencia es hallarse en el bien de la virtud, porque
material; y la contrariedad es diferencia este no se estima sino por la convenien-
formal ( M e t . 1. 1 0 , t. 13 y 1 4 ) . L u e g o cia con algo ú n i c o , que es la razón.
no hay oposición entre una delectación y A l 2.° que la delectación viene á ser
otra. en las afecciones del alma lo que el re-
Por el contrario: « l a s cosas que en poso natural en los cuerpos; que está en
» un mismo género se estorban, son con- alguna cosa conveniente y como conna-
»traídas » , como dice Aristóteles (ibid). tural. L a tristeza empero es como un re-
Luego algunas delectaciones son contra- poso violento ; porque lo triste (2) re-
rias (recíprocamente ). pugna al apetito animal, como el lugar
Conclusión. Hay algunas delectacio- del reposo violento al apetito natural. A l
nes , que como incompatibles son mutua- reposo natural opónese y a el reposo vio-
mente contrarias. lento del mismo, ya el reposo natural de
Responderemos que, según queda di- otro ( P h y s . 1. 5 , t. 54 ) : y según esto á
cho ( a . 2 ) , la delectación en las afeccio- una misma delectación se opone otra de-
nes del alma es lo que el reposo en los lectación y también la tristeza.
cuerpos naturales ; y se dice que dos re- A l 3.° que las cosas, en que nos delei-
posos son contrarios, cuando se hallan en tamos, como objetos que son de la delec-
términos opuestos, como el reposo que tación, no solamente constituyen diferen-
está en alto al que está en bajo ( P h y s . cia material, sí también formal, si ofrecen
1. 5 , t. 54). L u e g o asimismo en los afec- diversos motivos de delectabilidad: por-
tos del alma puede haber dos delectacio- que la diversa naturaleza de los objetos
nes contrarias. diversifica la especie del acto ó de la pa-
A l argumento 1.° diremos, que aquella sión , como queda demostrado ( C. 2 3 ,
frase de Aristóteles debe entenderse del a. 1) ( 3 ) .

(1) En sentido material, que Formalmente uno solo se con- lo que puedo producir tristeza; y en esta acepción se ha de
trapone á muchos : quiere significar aquí que cada cosa tiene entender la palabra tristeáo nuestra versión, cual se usa tam-
su contraria única, como al amor se opone el odio y á lo bién en el lenguaje corriente ó común; « lo enlristecedor »,
grande lo pequeño. si se admite la palabra.
(2) Trislabile ; propiamente es el poder entristecerse, ó Ijicn (3) Y en el sentido espuesto en la nota 1, pág. 2)9.
CUESTIÓN XXXII,

Causa de la delectación.

Pasaremos á examinar las causas de la delectación en ocho artículos: 1.° La operación es la càusa
propia de la delectación ? — 2.° El movimiento es causa de la delectación ? — 3.° Lo son la esperanza y
la memoria? — 4.° Lo es la tristeza?—o.° Las acciones de otros son causa de delectación p a r a nosotros?
*- 6.° Haper bien á otro es causa de delectación ? — 1." Lo es la semejanza ? — Y la admiración ?

ARTÍCULO I . — t a operación es la can- bien conveniente, y el conocimiento de


sa propia de la delectación ? (1J ella.
Eesponderémos q u e , según dejamos
1.° Parece que la operación no es la dicho ( C. 3 1 , a. 1 ) , para la delectación
causa propia y primera de la delectación: se requieren dos cosas: la consecución
porque , según dice Aristóteles ( R h e t . del bien conveniente, y el conocimiento
1. 1, c. 11), «deleitarse consiste en que el de esta misma; y ambas consisten en
» sentido padezca algo », toda vez que cierta operación, porque el conocimiento
para la delectación se requiere el cono- actual es cierta operación. Igualmente
cimiento, según se ha. dicho (C. 3 1 , a. 1). obtenemos el bien conveniente, mediante
P e r o se conocen antes los objetos de las alguna operación; pues también la misma
operaciones que estas mismas. L u e g o la operación propia es cierto bien conve-
operación no es la causa propia de la de- niente. L u e g o necesariamente toda de-
lectación. lectación proviene de alguna operación.
2.° L a delectación consiste principal- A l argumento 1.° d i r e m o s , que los
mente en la consecución del fin, que es lo mismos objetos de las operaciones no son
que ante todo se desea : y, pues no siem- deleitables, sino en cuanto se nos unen ó
pre la operación es el fin, sino que algu- por el solo conocimiento, como cuando
nas veces lo es lo mismo que se ejecuta; nos deleitamos en la contemplación ó á
sigúese que la operación no es la causa la vista de algunas cosas; ó de cualquier
propia y per se de la delectación. otro modo simultáneamente con el cono-
3.° E l ocio y el descanso toman su cimiento, como cuando alguno se deleita
nombre de la cesación en la operación. en conocer que posee cualquier b i e n , por
P e r o estas (dos) cosas son deleitables ejemplo, riquezas ú honores ó algo s e -
( K h e t . 1. 1, ibid). L u e g o la operación no mejante ; las cuales cosas ciertamente no
es la causa propia de la delectación. serían deleitables, si no se aprendiesen
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles como poseídas : porque, como dice Aris-
(Ethic. 1. 7, c. 12 y 13; y 1. 10, c. 4 y 5 ) tóteles ( P o l i t . 1. 2 , c. 3 ) « gran delecta-
que « l a delectación es una operación » cion lleva consigo el juzgar algo pro-
» connatural, no impedida». » p i ó » , lo cual proviene del amor natural
Conclusión. Toda delectación es ne- de uno á sí mismo. M a s poseer de este
cesariamente consecuencia de alguna modo no es otra cosa que usar de las
operación, cuál es la consecución del cosas ó poder usar de ellas, y esto se v e -

(1) Según la doctrina aquí espuesta toda delectación tiene operante, como el mismo Santo Doctor enseña (Sent. 4, d. 4fi;
• por causa alguna operación-: mas no toda operación la pro- C. 3, a. 2 y 3 ; y en la solución al arg. 3.° de este mismo ar-
duce, sino solo las que son proporcionadas y convenientes al tículo).
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 223

rifica por alguna operación. L u e g o es c. 11). L u e g o el movimiento no es causa


evidente que toda delectación se reduce de delectación.
á una operación , como á su causa. Por el contrario, dice San A g u s t i n
A l 2.° que aun en los casos, en que las (Confess. 1. 8, c. 3): « q u é es esto, Señor
operaciones no son los fines sino las » Dios mió, que, siendo t ú mismo eterna-
mismas cosas operadas, estas son delei- » mente gozo para t í , y los que están
tables , en cuanto poseidas ó hechas ; lo » cerca de tí también en tí se regocijan,
cual se refiere á algún uso ú operación. » esta parte de cosas goce alternativa-
A l 3.° que las operaciones son deleita- » mente con el defecto y el medro, con
bles, en cuanto son proporcionadas y con- » l o s agravios y las reconciliaciones ?»
naturales al operante. M a s , siendo finita D e donde se deduce que los hombres g o -
la potencia humana, su operación es pro- zan y se deleitan en ciertas alternativas;
porcionada á ella según alguna medida. y por lo tanto parece ser el movimiento
Por consiguiente, si la e s c e d e , y a no causa de delectación.
será proporcionada ni deleitable, sino Conclusión, El movimiento 6 cambio
más bien laboriosa y contristadora ( 1 ) . de estado es causa de delectación para
Así el ocio y el j u e g o , y cuanto se refiere nosotros, como inclusivo de todos los re-
al reposo, son deleitables, en cuanto disi- quisitos de ella.
pan la tristeza, que resulta del trabajo. R e s p o n d e r e m o s , que para la delecta-
ción se requieren tres cosas , á saber: el
bien que d e l e i t a , la unión de lo deleita-
ARTÍCULO I I . — E I movimiento (2) es
ble y el conocimiento de esta unión; y
cansa de delectación ?
bajo este triple aspecto el movimiento se
hace deleitable, como dice Aristóteles
l.° Parece que el movimiento no es ( E t h i c . 1. 7, c. 13; y Rhet. 1. 1, c. 11).
causa de delectación: p o r q u e , según se E n efecto: por parte de nosotros, que nos
ha dicho ( C . 31, a. 1), el bien presencial- deleitamos, la transmutación se nos hace
mente obtenido es causa de delectación; deleitable ; porque nuestra naturaleza es
por lo que dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, mudable , y así lo que al presente nos
c. 12) que « l a delectación no se compara conviene, no nos será conveniente des-
B á la generación, sino á la operación de la pués; como el calentarse al fuego es con-
» cosa y a existente». M a s lo que se mue- veniente al hombre en el invierno, y no en
ve hacia otro, no lo posee todavía ; sino el estío. P o r relación al bien que nos de-
que se halla como en via de generación leita y que se nos u n e , hácese deleitable
respecto de aquello, en el sentido de que también la mutación, porque la acción
á todo movimiento acompañan genera- continua de algo aumenta el efecto : así
ción y corrupción ( P h y s . 1. 8 , t. 24 ). cuanto por más tiempo está alguno cerca
Luego el movimiento no es causa de de- del fuego, más se calienta y se deseca (3).
lectación. M a s la habitud natural ( 4 ) consiste en
2.° E l movimiento induce principal- determinada medida ; y por lo- tanto,
mente en las obras cansancio y fatiga; cuando la presencia continua de lo delei-
y las operaciones, por el hecho mismo de table rebasa l a medida de la natural ca-
ser penosas y laxantes, no son deleitables, p a c i d a d , aquello deleitable deja y a de
sino más bien aflictivas. L u e g o el movi- sérnoslo. E n cuanto al mismo conoci-
miento no es causa de delectación. miento , porque el hombre desea el cono-
3.° E l movimiento implica cierta inno- cimiento total y perfecto de algo ; y , no
vación, que se opone á la costumbre. siéndole posible aprender algunas cosas
Pero las cosas habituales no son delei- simultáneamente y en totalidad, deleítale
tables, como dice Aristóteles ( E h e t . 1. 1, en estas el cambio, por el que cese la una

(1) Mlasdiam. La edición áurea, queriendo sin duda blaso- en la nota 2, pág. 37, del tomo 1.°
nar de mayor clasicismo y sin otro fundamento al parecer (3) Pues aun la humedad misma del sudor llega á desapa-
pone accidians (agria ó aceda), limitándose á su consabida recer bajo la acción prolongada del calor, como hace notar el
anotación marginal al. altaidiaw, que es lo que hallamos en to- P. Nicolai, para inferir que la desecación aquí se considera
das las demás sin discrepancia. únicamente como un efecto definitivo y último ó perfecto.
(2) En su acepción de mutación ó cambio, según se esplicó (i) El estado normal, decimos hoy.
224 CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

y sobrevenga la otra, llegando así (1) á ARTÍCULO I I I . — I.a esperanza y la


conocer el total. P o r lo cual dice San memoria son causas de delectación?
Agustín (Confess. 1. 4 , c. 11): « n o quie-
» r e s por lo visto que permanezcan las l.° Parece que la memoria y la espe-
» sílabas , sino que pasen v o l a n d o , para ranza no son causas de delectación: por-
» dar lugar á otras y oir el todo ; y así que esta tiene por objeto el bien presente,
» siempre todas las cosas , de que consta como dice el Damasceno ( Orth. fid. 1. 2,
» alguna sola y que no existen todas á la c. 13), al paso que la memoria y la espe-
» vez , más deleitan todas que cada una ranza tiénenlo ausente; pues la memoria
j> de e l l a s , si pueden sentirse todas » . Si se refiere á lo pasado, y la esperanza á lo
h a y pues alguna c o s a , cuya naturaleza futuro. L u e g o la memoria y la esperanza
sea intransmutable , sin que pueda darse no son causa de la delectación.
en ello esceso de la natural normalidad 2.° U n a cosa misma no es causa de
por continuación de lo deleitable , y que (dos) contrarias. E s así que la esperanza
puedacohtemplarse simultáneamente todo es causa de aflicción; pues se dice ( P r o v .
lo deleitable de la misma; no cabe en ella 1 3 , 1 2 ) : la esperanza, que se retarda,
deleitable transmutación: y cuanto algu- aflige al alma. L u e g o la esperanza no es
nas delectaciones más se acercan á esto, causa de delectación.
tanto más pueden prolongarse. 3.° Como la esperanza conviene con
A l argumento 1.° diremos, que lo que la delectación en referirse (ambas) al
es m o v i d o , aunque no posea perfecta- bien , así también la concupiscencia y el
mente todavía aquello, hacia lo cual se amor. L u e g o no debe asignarse como
m u e v e , comienza sin embargo á poseer causa de delectación la esperanza, más
algo de e l l o : y en tal sentido el mismo bien que la concupiscencia ó el amor.
movimiento tiene algo de delectación ; Por Si c o n t r a r i o , dícese ( R o m . 12,
pero no perfecta, por cuanto las más per- 1 2 ) : en la esperanza ( 4 ) gozosos; y
fectas delectaciones se hallan en las cosas ( P s . 76, 4 ) : me acordé de Dios, y me de-
inmóviles ( 2 ) . E l movimiento se hace leité.
también deleitable , en cuanto por él se Conclusión. La delectación aneja á la
hace conveniente a l g o , que antes no lo esperanza es de un grado medio entre el
e r a , ó deja ( 3 ) de serlo, conforme á lo supremo de la recibida por los sentidos
dicho arriba. y el ínfimo adjunto á la memoria.
A l 2.° que el movimiento produce can- R e s p o n d e r e m o s , que la delectación
sancio y fatiga, en cuanto escede la natu- proviene de la presencia del bien conve-
ral habitud: así empero el movimiento no niente, según que se siente ó de cualquier
es deleitable, sino en cuanto se remueve modo es percibido. Pero una cosa nos
(por él) lo que la contraría. está presente de dos maneras : 1. por el a

A l 3.° que lo que se tiene la costumbre conocimiento , es d e c i r , como eL objeto


de hacer, llega á ser deleitable, en cuanto conocido está por su imagen en el sujeto
pasa á ser natural; porque la costumbre que l o conoce ; 2 . por l a realidad, esto
a

es como una segunda naturaleza. M a s el es, una cosa está realmente unida á otra,
movimiento es deleitable, no ciertamente y a en acto ó y a en potencia, según cual-
por el que se separa de la costumbre, quier modo de unión. A h o r a b i e n : como
sino más bien porque impide la corrup- la unión es mayor en la realidad que en
ción natural de la actitud natural, que la semejanza, cual es la del conocimiento,
podría provenir de la continuidad de al- y ademas es mayor la unión en acto que
guna operación. A s í es que de la causa en potencia; h é aquí porqué es mayor
misma de la connaturalidad se originan la delectación que se -verifica por el sen-
la costumbre deleitable y el movimiento. tido, la cual requiere la presencia del ob-
jeto sensible; la delectación de la espe-
ranza tiene el segundo grado, pues en

(1) Sucesivamente, ya que no lo alcanza con simultaneidad. (ha dejado de) por ieslnit, que vemos constantemente en las
(2) Inmutables, según lo prevenido en la nota 2, pág. 223. demás, inclusa la más antigua de Pádua (1698).
(3) En la edición de Pádua de 1712 y en alguna otra desivit (4) De los soberanos galardones y delicias del cielo.
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 225

ella no solo es deleitable la unión en vir- c i o n , eso es el odio respecto del amor.
tud de la aprensión , sino también por la P e r o el odio no es causa del amor, sino
facultad ó posibilidad de conseguir el al contrario, según dejamos dicho ( C . 2 9 ,
bien que deleita; y la delectación de la a. 2 ) . L u e g o la tristeza no es causa de
memoria es del tercer grado , por cuanto delectación.
resulta únicamente de la unión de apren- Por el contrario, léese ( P s . 4 1 , 4 ) :
sión. mis lágrimas fueron para mí panes de
A l argumento 1.° diremos, que la es- dia y noche. P o r la palabra pan se en-
peranza y la memoria se refieren en tiende el placer de la delectación. L u e g o
efecto á las cosas, que están de hecho las lágrimas, que se originan de la tris-
ausentes, pero en cierto sentido presen- teza, parecen ser causa de delectación.
tes , ya por la aprensión únicamente , y a C o n c l u s i ó n . La tristeza puede ser
por la misma en unión con la facultad causa de delectación, ya considerada
presente al menos imaginaria (de adqui- aquella en acto, ya según que exista en
rirlas ) . la memoria.
A l 2.° que nada impide que una misma Responderemos que la tristeza puede
sea bajo diversos conceptos la causa de considerarse de dos maneras : 1. según a

(efectos) contrarios. A s í pues la espe- que se halla en acto ; 2 . según que está
a

ranza , en cuanto tiene presente la esti- en la memoria. De una y otra manera la


mación del bien futuro, causa delecta- tristeza puede ser causa de delectación.
ción ; p e r o , en cuanto carece de la pre- A s í la tristeza existente en acto es causa
sencia de este, produce aflicción. de delectación, en cuanto trae á la memo-
A l 3.° que el amor y la concupiscencia ria la cosa amada ( 1 ) , de cuya ausen-
producen delectación; porque todo lo cia alguno se contrista ; y sin embargo
amado se hace deleitable al amante , por con la sola aprensión ( 2 ) de ella se de-
ser el amor una especie de unión ó con- leita. L a memoria de la tristeza se erige
naturalidad del amante con lo amado. en causa de la delectación por la evasión
Igualmente todo lo que se desea es de- subsiguiente, pues se considera como un
leitable á quien lo desea , puesto que la bien el carecer de un m a l : por lo tanto,
concupiscencia es principalmente apetito cuando el hombre conoce haberse liber-
de delectación. P e r o la esperanza, en tado de algunas cosas tristes y dolorosas,
cuanto implica una como certidumbre de acrécese en él la materia del g o z o , de lo
la presencia real del bien que deleita, y cual dice S. Agustín ( D e Civ. D e i , 1. 22,
que no llevan consigo ni el amor ni la c. ú l t . , y más espresamente San Greg.
concupiscencia, considérase más como Moral. 1. 4 , c. 3 1 ) que « muchas veces
causa de delectación que estas (pasio- » recordamos alegres las cosas tristes , y
nes) ; é igualmente más que la memoria, » en salud los dolores; y entonces nos
que es de lo pasado. » alegramos y estamos más contentos »,
y añade ( Conf. 1. 8 , c. 3 ) que c< cuanto
» mayor ha sido el peligro en el combate,
ARTÍCULO I V . — tristeza e s c a u s a
» tanto más intenso es el regocijo en el
de delectación ?
» triunfo ».
l.° Parece que la tristeza no es causa A l argumento 1.° diremos, que lo con-
de delectación: porque lo contrario no es trario es algunas veces per accidens causa
causa de lo contrario, y la tristeza es de su contrario, como lo frió calienta á
contraria á la delectación. L u e g o no es veces ( P h y s . 1. 8 , t. 8 ) ; y del mismo
causa de esta. modo la tristeza es per accidens causa
2.° Los contrarios producen efectos- de delectación, en cuanto por ella se
contrarios. E s así que los recuerdos de aprende algo deleitable.
cosas deleitables son causa de delecta- A l 2.° que el recuerdo de cosas tristes,
ción. L u e g o los recuerdos tristes son en cuánto son tristes y contrarias á las
causa de dolor, y no de delectación. deleitables, no producen delectación, sino
3.° L o que la tristeza es á la delecta- en cuanto el hombre se ve libre de ellas;
(1) Cuyo recuerdo no puede menos de venir acompañado cida por su ausencia ó privación actual.
de alguna delectación, cualquiera que sea la tristeza produ- (2) Contemplación ó perspectiva, cual si presente estuviera,
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO II. ' 15
226 CUESTIÓN XXXII. — ARTÍCULOS IV Y V.

y asimismo el recuerdo de las cosas de- conseguimos algún bien; y a s i l a s opera-


leitables, por el hecho de haberse perdido, ciones de aquellos, que nos hacen algún
puede producir la tristeza. bien, nos son deleitables, porque lo es el
A l 3.° que también el odio puede ser recibir bien de otro; 2.° en cuanto de las
per accidens causa del amor; a l a manera operaciones de otros nos resulta algún
que algunos se a m a n , por cuanto odian conocimiento, ó alguna estimación del
una misma cosa. propio b i e n ; por lo cual los hombres se
deleitan en ser alabados ú honrados por
otros, pues por esto adquieren la prueba
ARTÍCULO V . — t a s acciones de otros
de que en sí mismos tienen algo bueno:
son para nosotros c a u s a de delectación ?
y , como esta opinión se corrobora más
por el testimonio de los buenos y de los
l.° Parece que las acciones de otros sabios, los hombres se deleitan más en
no son para nosotros causa de delecta- estos honores y alabanzas; como, por ser
ción: porque la causa de la delectación el adulador un encomiador ficticio ( 2 ) ,
es el bien propio unido; y las operaciones hé aquí porqué son deleitables á algunos
de otros no nos están unidas: luego no las adulaciones. Siendo pues objeto del
son para nosotros causa de delectación. amor algún bien y la admiración de algo
2.° L a operación es un bien propio del grande; por esto mismo es deleitable ser
que obra. Si pues las operaciones de otros amado y admirado de otros, en cuanto
son para nosotros causa de delectación, por ello adquiere el hombre la estimación
por igual razón todos los otros bienes de de su propia bondad ó grandeza, en las
ellos lo serán: lo cual es á todas luces que alguno se deleita. 3.° E n cuanto las
falso. acciones mismas de otros, si son buenas,
3.° L a operación es deleitable , en se estiman como un bien propio á impul-
cuanto procede del hábito que nos es in- so del amor, que hace estimar al amigo
nato , por lo cual dice Aristóteles ( E t h . como idéntico á sí mismo; y á causa del
1. 2 , c. 3 ) : « e s preciso considerar como odio, que hace estimar el bien de otro
» delectación surgiendo de la obra la como contrario á sí, viene á ser deleitable
» señal del hábito c o n t r a í d o » . P e r o las la mala acción del enemigo : en cuya
operaciones de otros no proceden de los comprobación se lee ( i Cor. 13, 6) que
hábitos que están en nosotros, sino más la caridad no se goza (3) de la iniqui-
bien de los que están en ellos. L u e g o las dad , mas se congratula con la verdad.
operaciones de otros no son deleitables á A l argumento 1.° diremos, que la ope-
nosotros, sino á los que las ejecutan. ración de otro puede estarme unida y a
Por el contrario , dícese ( I I Canon. por el efecto según el primer modo (4);
Joann. 4 ) : mucho me he gozado (1), ya por la aprensión, conforme al segun-
porque he hallado de tus hijos que andan d o ; y a (en fin) por el afecto con arreglo
en verdad. al tercero.
Conclusión. Las operaciones de otros A l 2.° que aquel razonamiento se re-
pueden sernos causa de delectación bajo fiere al tercer concepto, y no á los dos
un triple aspecto. primeros.
Responderemos, que según lo dicho A l 3.° que las operaciones de otros,
(a. 1) para la delectación se requieren aunque no procedan de los hábitos en mí
dos cosas : la consecución del bien propio existentes, producen sin embargo en mí
y el conocimiento de este bien consegui- algo deleitable; ó b i e n , me sugieren la
d o ; y la operación de otro puede ser estimación ó aprensión del propio hábito
causa de delectación en tres conceptos : (mió); 6 proceden del hábito de quien
1.° en cuanto por la operación de otro me es uno conmigo por el amor.

(1) Habla á una señora llamada Electa, á quien dirige esta ractéres distintivos del amor legítimo y cristiano bajo el
2. carta canónica.
a
nombre de caridad, cual si dijera : « no se deleita la caridad,
(2) Por cuanto sus elogios son lisonjas, aunque simuladas » como el odio, en la maldad ».
y sin la sinceridad propia de quien encomia cualidades ó mé- (4) El l.°de los tres conceptos esplicados en el cuerpo del
ritos legítimos y ciertos. desarrollo demostrativo de la tesis.
(3) Pero sí el odio; pues trata el Apóstol de señalar los ca-
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O V I . 227

ARTÍCULO V I . — Hacer b i e n á otros principio; y de este modo el mismo ha-


es c a u s a de delectación ? cer bien á otro puede ser deleitable por
comparación á tres principios, de los cua-
l.° Parece que el hacer bien á otro no les uno es la facultad de hacer el bien,
es causa de delectación: porque esta pro- según la cual el hacer bien á otro es de-
viene de la consecución del bien propio, leitable, en cuanto por ello se inspira el
según se ha dicho (a. 5 ) ; y el hacer bien hombre una idea de la abundancia del
á otro no pertenece á la consecución del bien en él existente, del que puede co-
propio bien, sino por el contrario á su municar á otros : así es como los hombres
transmisión. L u e g o más parece ser causa se deleitan en sus hijos y en sus propias
de tristeza que (no) de delectación. obras, como que les hacen participar de
2.° Aristóteles dice ( E t h . 1. 4, c. 1) su propio bien. E l segundo principio es
que « l a mezquindad (illiberalitas) es la inclinación habitual (habitus incli-
»más connatural á los hombres que la nans), por la que se hace connatural á
» prodigalidad»; y de esta es propio el uno el hacer beneficios y que los hombres
hacer bien á otros, al paso que lo es de generosos se complazcan en dar otros. E l
aquella el desistir de hacerlo. Siendo tercer principio es el m o t i v o ; como cuan-
pues la operación connatural deleitable do uno es inducido por otro, á quien-ama,
á cada uno ( E t h . 1. 7, c. 1 1 ; y 1. 10, c. á ser benéfico én favor de alguno : pues
4 y 5 ) , parece que el hacer bien á otros todo cuanto hacemos ó sufrimos por el
no es causa de delectación. amigo, es deleitable, por ser el amor la
3.° Efectos contrarios proceden de causa principal de la delectación (2).
causas contrarias. P e r o algunos de ellos, A l argumento 1.° diremos, que la dá-
que pertenecen á hacer m a l , son natu- diva, en cuanto es indicio de propio bien,
ralmente deleitables al hombre, como el es deleitable; pero, en cuanto priva de
vencer, acriminar, ó increpar á otros, y él, puede contristar, como cuando es in-
aun el castigar respecto de los enojados, moderada.
como dice Aristóteles ( R h e t . 1. l , c . 11). A l 2.° que la prodigalidad supone una
Luego el hacer bien más es causa de dádiva inmoderada, que repugna á la
tristeza que de delectación. naturaleza; y por eso se dice que es con-
Por el c o n t r a r i o , dice Aristóteles traria á ella.
(Polit. 1. 2, c. 3) que «dar con largueza A l 3.° que vencer, reprender y casti-
i>(largiri) y auxiliar á los amigos ó á gar no son cosas deleitables, en cuanto
»Íos estraños es deleitabilísimo». son en mal de otro, sino en cuanto redun-
Conclusión. El hacer bien á otro pue- dan en el propio bien, el cual ama el
de ser causa de delectación por su triple hombre más que odia el mal de otro.
respecto á los efectos, al fin y al prin- Vencer es deleitable naturalmente, por
cipio. cuanto produce la estimación de la pro-
Responderemos, que el hecho mismo pia escelencia: por cuyo motivo los j u e -
de hacer bien á otro puede ser causa de g o s , en que h a y certamen y puede re-
delectación por tres consideraciones: 1. a
sultar victoria, son mayormente delei-
por relación al efecto, que es el bien tables ; y en general todos los combates,
obrado en otro ; en cuya conformidad, en que cabe la esperanza del triunfo. E l
según que reputamos como nuestro el reconvenir é increpar pueden ser causa
bien de otro por causa de la unión del de delectación por dos motivos: 1.° en
amor, nos deleitamos en el bien por nos- cuanto el hombre halla en eso una prue-
otros hecho á otros, y principalmente á ba de su propio saber y superioridad,
los amigos como en (nuestro) propio puesto que el increpar y corregir es pro-
bien; 2.° por relación al fin, como cuando pio de los sabios y de los superiores; 2.° en
alguno, haciendo bien á otro, espera con- cuanto alguno increpando y reprendiendo
seguir algún bien para sí mismo de D i o s hace bien á otro, lo cual es deleitable,
ó del hombre, pues la esperanza es causa como queda dicho. P a r a el airado es de-
de delectación ( 1 ) ; 3.° por relación al leitable el castigar, en cuanto parece
apartar de sí la aparente minoración, re-
(1) Según queda demostrado (a. 3). sultante al parecer de la ofensa (lasione)
(2) V. C. 2S, a. 5 y 6.
228 CUESTIÓN XXXII. — ARTÍCULOS VI Y V I I .

precedente; pues, cuando alguno es h e - jante y u n o , sino en cuanto desune lo


rido por otro, aparece como rebajado por que es más uno. Y el que algo semejante
él en esto, y desea sustraerse á esta hu- corrompa el propio bien puede ocurrir
millación, devolviendo el daño recibido. por dos causas: 1. traspasando por cier-
a

A s í pues resulta notorio que el hacer to esceso la medida del propio b i e n , por-
bien á otro puede ser deleitable per se; que el bien (especialmente el corporal,
pero el hacerle mal no lo e s , sino en como la salud) consiste en cierta ade-
cuanto pertenece al bien propio. cuada medida (commensuratione) (1),
pues los escesos en la comida y cuales-
quiera delectaciones corporales causan
ARTÍCULO V I I . — i>» s e m e j a n z a e s h a s t í o ; 2. contrariando directamente el
a

c a u s a de delectación ? bien propio ; como los alfareros detestan


á otros alfareros, no por serlo, sino en
l.° Parece que la semejanza no es cuanto por ellos pierden su propia espe-
causa de delectación: porque gobernar y cialidad ó su lucro, que apetecen como su
presidir implica cierta desemejanza; y no propio bien.
obstante eso es deleitable naturalmente Al argumento 1.° diremos, que en vir-
( E h e t . 1. 1, c. 11): luego la desemejanza tud de cierta comunicación entre el prín-
es más causa de delectación que la se- cipe y su subdito hay entre ellos cierta
mejanza. semejanza; mediando empero cierta su-
2.° N a d a más desemejante á la delec- perioridad, por cuanto el regir y mandar
tación que l a tristeza; pero l o s que l a pertenece á la escelencia del propio bien,
padecen, son los que más buscan delec- toda vez que es propio de los sabios y los
taciones (Ethic. 1. 7, c. 14). L u e g o la mejores el presidir y regir: por eso el
desemejanza es mas bien causa de la de- hombre se apercibe así de su propia bon-
lectación que la semejanza. dad ; ó bien, porque mandando y presi-
3.° L o s que están hartos de algunas diendo hace bien á otros, lo cual es de-
delectaciones, no se deleitan en ellas; sino leitable.
que más bien se fastidian de ellas, como A l 2.° que aquello, en que se deleita el
es de ver en la hartura de viandas. L u e - triste, aunque no sea semejante á la tris-
g o la semejanza no es causa de delec- teza , lo es sin embargo al hombre con-
tación. tristado ; porque las tristezas contrarían
Por el contrario: la semejanza es cau- al propio bien del que está triste : y por
sa d e l amor, como se ha dicho (C. 27, a. lo mismo apetecen la delectación los que
3 ) ; y el amor es causa de delectación. se hallan tristes, como conducente al
L u e g o la semejanza es causa de delec- propio bien, á modo de antídoto de lo
tación. contrario; y esta es la causa, por la que
Conclusión. La semejanza, causa del las delectaciones corporales, á las que son
amor por la unión, lo es también de la contrarias ciertas tristezas, se anhelan
delectación. más que las delectaciones intelectuales,
Responderemos, que la semejanza es que no tienen la contrariedad de la tris-
una especié de unidad: por lo tanto lo t e z a , según se dirá luego (C. 3 5 , a. 5 ) .
nueves semejante, en cuanto es uno, es D e aquí es que todos los animales desean
deleitable, como también amable, según naturalmente la delectación, porque el
lo dicho (ibid.). Y , si ciertamente lo que animal obra (2) siempre por los sentidos
es semejante no corrompe el propio bien, y el movimiento. P o r el mismo motivo
sino que lo a u m e n t a ; es absolutamente también los jóvenes principalmente de-
(simpliciter) deleitable, como el hombre sean las delectaciones á causa de las mu-
al hombre, y el joven al joven: mas, chas variaciones, que esperimentan en la
cuando es corruptivo del propio bien, época de su desarrollo: y asimismo los
hácese entonces per accidens fastidioso y melancólicos las apetecen con vehemen-
contrista; no empero en cuanto es seme- cia para disipar su tristeza, porque su

(1) Proporcionada á la complexión y demás condiciones or- «tan» ó «se fatigan », y como compensación de esa fatiga
gánicas y circunstancias del sujeto. buscan deleites á su manera c instintivamente.
(2) Labaranl; acaso más propiamente se traduciría « se agi-
CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O S VII Y VIII. 229

cuerpo se siente como corroído por el mal ce el deseo del objeto amado, auméntase
humor ( E t h i c . 1. 7, c. 14). más también la delectación por su logro;
A l 3.° que los bienes corporales con- y aun en el aumento mismo del deseo
sisten en cierta medida; y por lo tanto h a y aumento de delectación, por cuanto
toda redundancia de los semejantes cor- se concibe la esperanza de la cosa ama-
rompe el propio bien; razón por la que d a , según lo dicho (ibid.), que el mismo
se convierte en causa de hastío y de tris- deseo es deleitable por la esperanza. Y ,
teza, en cuanto contraría el bien propio como la admiración es cierto deseo de
del hombre. saber, inducido en el hombre por la vista
de un efecto, cuya causa ignora, ó y a
porque la causa de tal efecto escede á su
ARTÍCULO V I I I . — t a admiración e s conocimiento ó alcances; h é aquí porqué
cansa de delectación ? la admiración es causa de delectación, en
cuanto lleva adjunta la esperanza de
l.° Parece que la admiración no es obtener el conocimiento de lo que se desea
causa de delectación: porque « admirarse saber. P o r esta misma razón todo lo ma-
» es propio de ser ignorante » , como dice ravilloso es deleitable, como todo lo que
el Damasceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 22). E s es raro y todas las representaciones de
así que la ignorancia no es deleitable, y las c o s a s , aun las que no lo son en sí
sí la ciencia. L u e g o la admiración no es mismas; puesto que el alma gózase en
causa de la delectación. confrontar unas cosas con otras, por ser
2.° L a admiración es principio de sa- esta comparación un acto m u y propio
biduría, como camino á la investigación y connatural de la razón, como dice Aris-
de la verdad (Met. c. 2). P e r o más de- tóteles (Poet. c. 4 ) : y así también el
leitable es contemplar lo ya conocido que verse libre de grandes peligros es más
buscar lo ignorado, como dice Aristóteles deleitable, porque es admirable ( R h e t .
(Ethic. 1. 10, c. 7) : porque en esto h a y 1. 1, c. 11).
dificultad y obstáculo, y no en aquello; y A l argumento 1.° diremos, que la ad-
«la delectación proviene de operación no miración no es deleitable, en cuanto la
»impedida» ( E t h . 1. 7, c. 12 y 13; y 1. acompaña la ignorancia; sino porque en-
10, c. 4 y 5 ) . L u e g o la admiración no es cierra el deseo de conocer la c a u s a , y
causa de delectación, sí mas bien obstá- porque aprende admirando algo nuevo, es
culo á ella. decir, que él mismo es t a l , cual no (se)
3.° Cada cual se deleita en lo acos- juzgaba (1).
tumbrado, por lo cual las operaciones de A l 2.° que en la delectación h a y dos
los hábitos adquiridos por la costumbre cosas : l a quietud en el b i e n , y la apren-
son deleitables. P e r o « l o habitual no es sión de la misma. Bajo el primer concepto
» admirable, como dice San Agustín (su- pues , siendo más perfecto contemplar l a
per Joann. tract. 24 ). L u e g o la admira- verdad conocida que inquirir la descono-
ción es contraria á la causa de la delec- c i d a , las contemplaciones de las cosas
tación. sabidas s o n , propiamente hablando, más
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles deleitables que las investigaciones de las
(Rhet. 1. 1, c. 11) que « l a admiración es ignoradas ; sin embargo per accidens su-
» causa de delectación». cede respecto de esto último que las in-
Conclusión. Lo admirable, aun cuan- vestigaciones son á veces más deleitables,
do en sí no sea grato, es deleitable al según que es mayor el deseo de que pro-
hombre por la satisfacción de sic deseo ceden. P e r o el deseo se escita más por la
de saber. percepción de la ignorancia, por cuya ra-
Responderemos, que alcanzar lo de- zón el hombre encuentra mayor deleite
seado es deleitable según lo antes dicho en lo que de nuevo halla ó aprende.
(a. 3): por lo cual, á medida que se acre- A l 3.° que las cosas acostumbradas

(i¡ Talcm soesse, qualem non cestlmabat. En algunas edicionos reflexivo se quedase qualem según la redacción casi unánime,
(pocas y no muy comunes) se lee lalem esse,, quem..., relativo podría dudarse si se refería a causam, y no al sujeto mismo
masculino que motiva y cohiprueba la misma versión sustan- maravillado, como indudablemente debe entenderse,
cialmenle (ser tal, como...); porque, si con la supresión del
230 CUESTIÓN X X X I I . — A R T Í C U L O V I H .

son deleitables para obrar, en cuanto son causa de la operación, en cuanto por el
como connaturales: mas las que son raras deseo nuestra mente se inclina más á ac-
pueden ser deleitables, y a en razón del co- tuar intensamente en la novedad ( E t h i c .
nocimiento, puesto que se desea conocerlas 1. 10, c. 4): porque l a operación más per-
por lo que tienen de admirables; y a por fecta produce más perfecta delectación.

CUESTIÓN XXXIII.

Efectos de la delectación.

Dilucidaremos este punto en los cuatro artículos siguientes. l.° Es propio de la delectación dilatar?
— 2." La delectación produce sed ó deseo de sí misma ? — 3.° Impide el u s o de la razón ? — i.° Perfec-
ciona l a operación ?

A R T Í C U L O I . — Competo á l a delecta- y te enriquecerás, y tu corazón se mara-


clon e l dilatar? (1) villará y ensanchará. Ademas la misma
delectación recibe su nombre de la dila-
1.° Parece que la espansion (dilata- tación , denominándose (Imtitia ) ale-
tio) no es efecto de l a delectación; por- gría (2), como se ha dicho ( C . 31, a. 3,
que toda delectación parece pertenecer al 3.°)
más bien al amor, según lo que dice el Conclusión. La dilatación, cuyo nom-
A p ó s t o l ( i l Cor. 6, 1 1 ) : nuestro cora- bre denota metafóricamente movimiento
zón se ha dilatado; y así también del espansivo, compete á la delectación según
precepto de la caridad se dice ( P s . 118, sus dos requisitos.
96): tu mandamiento es ancho sin me- Responderemos, que la latitud es cierta
dida. Pero la delectación es otra pasión dimensión de la magnitud de los cuerpos,
distinta del amor. L u e g o l a dilatación no y únicamente se dice así por metáfora
es efecto de la delectación. respecto de las afecciones del alma. Di-
2.° P o r cuanto una cosa se d i l a t a , se latación empero indica como un movi-
bace más capaz de recibir. L a acción de miento hacia la latitud, y compete á la
recibir pertenece al deseo, cuyo objeto es delectación relativamente á los dos re-
la cosa aún no habida. L u e g o la dilata- quisitos necesarios para esta: d é l o s cua-
ción parece pertenecer más al deseo que les uno es de parte de la potencia apren-
á la delectación. siva, que se apercibe de la unión de algún
3.° L a contracción se opone á la dila- bien conveniente, y en cuya virtud conoce
tación ; y la contracción parece corres- el hombre haber adquirido cierta perfec-
ponder á l a delectación, pues estrecha- ción, que es grandeza espiritual, por cuyo
mos lo que firmemente queremos retener, motivo se dice que el ánimo del hombre
y tal es la afección del apetito respecto á se agranda ó dilata por la delectación; y
la cosa que deleita. L u e g o l a dilatación el otro por parte de l a potencia apetitiva,
no pertenece á la delectación. que asiente á la cosa deleitable y reposa
Por el contrario , dícese con respecto en ella, brindándosela en cierto modo para
a l a espresion del gozo ( I s . 60, 5): verás acogerla en sí íntimamente; y de este

(1) Bar espansion ó desahogo al ánimo, para ohrar con des- luntad.
embarazo y atenuar la fatiga y pena, que entorpecen la li- (2) Deseo de lo que no se disfruta, y delectación por lo que
bertad de acción é inutilizan á veces los esfuerzos de la vo- se tiene ó posee, como es bien palmario y claro.
CUESTIÓN XXXIII. — ARTÍCULOS I Y I I . 231

modo se dilata el afecto del hombre por (Tract. 15 in Joan.) la delectación cor-
la delectación, como prestándose á con- poral.
tenerla en su interior. Conclusión. La delectación-en acto [1]
A l argumento 1.° diremos que, cuando •produce solo accidentalmente sed ó deseo
se trata de espresiones metafóricamente de la misma, como apetito de lo aún no
usadas, nada se opone á que una misma obtenido; pero en concepto de intensidad
cosa se atribuya á diversos objetos según del afecto y remoción del hastío [ 2 ] pro-
diversas semejanzas: y así la dilatación dúcela per se y grande, siendo espiritual;
pertenece al amor por razón de cierta es- mas de ningún modo [ 3 ] , si es corporal:
tension, en cuanto el afecto del amante y por ú l t i m o , según que está en la me-
se estiende á otros, hasta el punto de moria [ 4 ] y no en acto, la escita por su
cuidar no solo de lo suyo sino también naturaleza misma.
de lo de otros ; pero á la delectación, en Responderemos, que la delectación
cuanto algo se amplía en sí mismo, como puede considerarse de dos modos: 1.° se-
haciéndose más capaz. gún que existe en acto; 2.° estando en la
A l 2.° que el deseo adquiere en efecto memoria. Ademas la sed ó el deseo pue-
cierta amplitud de la idea del objeto den tomarse en dos acepciones : 1. pro- a

deseado, pero mucho más de la presen- piamente , en cuanto implica apetito de


cia del que y a le deleita: porque el ánimo cosa no habida ; 2. en g e n e r a l , según
a

se entrega al objeto, que y a le deleita, con que importa esclusion del fastidio. A h o r a
preferencia á la cosa deseada y no poseí- bien : existiendo en acto , la delectación
da ; puesto que la delectación es el fin no causa sed ó deseo de sí misma, pro-
del deseo. piamente hablando, sino únicamente per
A l 3.° que el que se d e l e i t a , estrecha accidens ; mas, si se entiende por tal sed
en efecto la cosa deleitante, adhiriéndose á ó deseo el apetito de cosa no habida, en-
ella fuertemente; pero ensancha su cora- tonces la delectación no produce en abso-
zón, para gozar de ella perfectamente. luto esa sed ó deseo, porque la delecta-
ción es la afección del apetito respecto de
A R T Í C U L O I I . — U delectación produ- la cosa presente. Sucede empero que el
ce sed y deseo de e l l a m i s m a ? objeto presente no es perfectamente po-
seído ; y esto puede provenir ó de parte
l.° Parece que la delectación no escita del objeto obtenido, ó de parte del sujeto
el deseo de sí misma : porque todo movi- que lo posee. P o r parte de dicho objeto
miento cesa, cuando llega al reposo. Pero poseído, en cuanto no se posee todo en-
la delectación es como una quietud del tero simultáneamente, sino que se recibe
movimiento del deseo, según antes se ha sucesivamente; y , mientras uno se deleita
dicho ( C . 2 3 , a. 4 ; y C. 3 0 , a. 2 ) . Cesa en lo que t i e n e , desea apropiarse ló que
pues el movimiento del deseo, una v e z le falta ; al modo que el que oye la pri-
ya llegado á la delectación. L u e g o esta mera parte de un verso, en la cual se de-
no causa el deseo. l e i t a , desea oir la otra, como dice San
2.° L o opuesto no es causa de su Agustín ( Confess. 1. 4 , c. 11 ) : de este
opuesto. M a s la delectación se opone de modo casi todas las delectaciones corpo-
algún modo al deseo por parte del ob- rales inducen sed ó deseo de sí mismas,
jeto ; porque el deseo aspira a), bien no hasta tanto que se consuman; como que
obtenido, y la delectación versa sobre el las tales delectaciones van anejas á algún
bien ya poseído. L u e g o no causa el deseo movimiento, cual es notorio en los place-
de sí misma. res de la comida. Por parte del sujeto
poseedor, como cuando uno no posee in-
3.° E l hastío repugna al deseo. E s así
mediata y perfectamente alguna cosa
que la delectación produce hastío la ma-
perfecta en sí misma, sino que la ad-
yor parte de las veces. L u e g o no induce
quiere paulatinamente ; á la manera que
el deseo de sí misma.
en este mundo nos deleitamos en la per-
P o r e l c o n t r a r i o , el Señor dice
cepción parcial é imperfecta del conoci-
(Joann. 4 , 1 3 ) : todo aquel que bebiere
miento divino, y esta misma delectación
de esta agua , volverá á tener sed ; por
escita en nosotros la sed ó el deseo del
cuya agua se significa según S. Agustín
232 CUESTIÓN X X X I I I . — ARTÍCULOS II Y I I I .

conocimiento perfecto; que es como puede A R T Í C U L O I I I . — La delectación Im-


entenderse lo que leemos (Eccli. 24, 29): pide e l u s o de l a razón ?
los que me beben, aún tendrán sed. Mas,
si por sed ó deseo se entiende únicamente l.° Parece que la delectación no im-
la intensidad del afecto, que disipa el pide el uso de la razón: porque el reposo
hastío ; así las delectaciones espirituales es lo que más contribuye al debido uso
producen más principalmente esta sed ó de la m i s m a , por lo cual se dice ( P h y s .
deseo de ellas mismas; porque las de- 1. 7, t. 2 0 ) que « en el asiento y la quie-
lectaciones corporales, desbordándose por » tud el alma se hace sabia y prudente »,
su escesivo acrecentamiento (superexcre- y (Sap. 8, 16): entrando en mi casa, des-
scentiam ) ó continuidad sobre la normal cansaré con ella, con la sabiduría. Siendo
capacidad, llegan á hacerse fastidiosas, pues la delectación cierta q u i e t u d , si-
como se ve en la delectación de la co- gúese que no impide y más bien secunda
mida : por cuya causa , cuando uno llega el uso de la razón.
y a á lo perfecto en las delectaciones cor- 2.° L a s cosas que no están en el mismo
porales ; le hastían, y á veces apetece al- sujeto, aunque sean contrarias, no se impi-
gunas otras. P e r o las delectaciones espi- den (recíprocamente).VQVO la delectación
rituales no sobrepujan las fuerzas natu- existe en la parte apetitiva , y el uso de
rales, sino que perfeccionan la naturaleza: la razón en la parte aprensiva. L u e g o la
por consiguiente, cuando se llega á la con- delectación no impide el uso de la razón.
sumación en ellas, entonces se hacen más 3.° L o que halla impedimento en otra
deleitables; á no ser que accidentalmente, cosa, parece transformarse en cierto modo
en cuanto se asocian á la operación con- por ella. E l uso empero de la potencia
templativa algunas acciones de las fuer- aprensiva más bien mueve á la delecta-
zas corporales, que por la asiduidad en ción , que es movido por e s t a ; porque es
el obrar se fatigan : en este sentido pue- causa de ella. L u e g o la delectación no
de entenderse aquello ( E c c l i . 2 4 , 29) de impide el uso de la razón.
que los que me beben, aún tendrán sed: P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
porque aun de los á n g e l e s , que conocen ( E t h . 1. 6 , c. 5) que cela delectación cor-
perfectamente á Dios y en él mismo se » rompe la apreciación de la prudencia».
deleitan, se dice (i. P e t r , 1, 12): en quien Conclusión. Las delectaciones propias
desean mirar los ángeles. Si se considera ó anejas al acto de la razón [ 1 ] no im-
empero la delectación, según que está en piden su uso , al que más bien coadyu-
la memoria y no en acto, naturalmente y van ; pero las delectaciones corporales,
per se escita la sed ó deseo de sí propia, como estrañas al uso de la razón [ 2 ] , sí
cuando el hombre torna á aquella dispo- la impiden de varios modos.
sición, en la cual le era deleitable lo que
Responderemos, que ( E t h . 1. 10, c. 5 )
es y a pasado: m a s , si esta disposición h a
« l a s delectaciones propias aumentan las
cambiado en él el recuerdo de la delec-
» operaciones, pero las estrañas las impi-
tación no se la produce, sino que l e fas-
» den». H a y pues cierta delectación, pro-
tidia , lo mismo que al harto el recuerdo
cedente del mismo acto de la razón, como
de la comida.
cuando uno se deleita contemplando ó ra-
A l argumento 1.° diremos que, cuando ciocinando: y tal delectación no impide el
la delectación es perfecta, entonces se uso de la razón, antes bien la auxilia;
halla en un absoluto reposo y cesa el m o - pues ejecutamos con más atención aque-
vimiento del deseo en su tendencia á lo llo, en que nos deleitamos, y la atención
poseído; pero, siendo imperfecta, no cesa ayuda á la operación. M a s las delecta-
por completo. ciones corporales impiden el uso de la
A l 2.° que lo que se tiene imperfecta- razón por tres motivos: 1.° á causa d é l a
mente, se tiene en parte (secundum quid) distracción; porque según lo dicho ( C . 4,
y en parte no : por lo cual puede existir á a. 1, al 3.°) ponemos grande atención en
la vez respecto de ello deseo y delectación. las cosas que nos deleitan; y , cuando la
A l 3 .° que las delectaciones producen intención (1) se aplica tenazmente (yo?*-
de un modo el hastío y de otro (diverso)
el deseo, según lo dicho. (1) « Atención » según algunos,
CUESTIÓN XXXIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 233

titer ) á una cosa , debilítase respecto de potencia imaginativa y de las demás fuer-
otras , ó se aparta totalmente de ellas : zas sensitivas.
así q u e , si la delectación corporal es
grande, ó privará por completo del uso de A R T Í C U L O I V . — La delectación per-
la razón , atrayendo hacia sí ( toda ) la fecciona l a operación ?
intención del á n i m o , ó lo entorpecerá
considerablemente. 2.° P o r razón de la l.° Parece que la delectación no per-
contrariedad ; por cuanto ciertas delec- fecciona la operación : porque toda ope-
taciones escesivamente exorbitantes son ración humana depende del uso de la
contrarias al orden racional ; y en este razón ; y la delectación lo i m p i d e , como
sentido dice Aristóteles (Ethic. 1. 6, c. 5 ) se acaba de demostrar ( a. 3 ) : luego la
que «las delectaciones corporales falsean delectación no perfecciona, antes debilita
» (corrumpunt) el juicio de la pruden- la operación humana.
» cía»; no empero el especulativo, que no 2.° N a d a es perfectivo de sí mismo ó
es contrariado por la delectación , como de su causa : y, siendo la delectación una
por ejemplo (en cuanto á) que los tres operación, como se dice ( E t h . 1. 7, c. 12
ángulos de un triángulo son iguales ( 1 ) y 1 3 ; y 1. 1 0 , c. 4 ) , lo cual debe enten-
á dos rectos : pero lo perjudican doble- derse ó esencial ó causalmente; sigúese
mente (2) del primer modo ( 3 ) . 3.° S e - que la delectación no perfecciona la ope-
gún cierta ilación, es decir, en cuanto la ración.
delectación corporal es seguida de alguna 3.° Si la delectación perfecciona la ope-
modificación del cuerpo, mayor aún que ración ; ó la perfecciona como fin, ó como
en otras pasiones, cuanto con más vehe- forma, ó como agente. M a s no la perfec-
mencia es afectado el apetito por el ob- ciona como fin, porque no se procuran
jeto presente que por el ausente. Pero las operaciones por causa de la delecta-
estas perturbaciones corporales impiden ción, sino más bien al contrario, según se
el uso de la razón, como se advierte en ha dicho ( a. 3 ) ; ni tampoco á modo de
los ebrios , que tiejien el uso de la razón (causa) eficiente, pues más bien la ope-
trabado ó impedido. ración es causa eficiente de la delecta-
A l argumento 1.° diremos , que la de- ción ; ni por último como forma, puesto
lectación corporal lleva en sí ciertamente que la delectación no perfecciona la ope-
la quietud del apetito en lo deleitable, ración como cierto hábito según Aristó-
la cual á veces contraría á la razón ; pero teles (Ethic. 1. 10, c. 4 ) . L u e g o la delec-
por parte del cuerpo siempre supone m o - tación no perfecciona la operación.
dificación ; y por ambos motivos impide Por e l contrario, dícese (ibid.) que «la
el uso de la razón. delectación perfecciona la operación».
A l 2.° que la potencia apetitiva y la Conclusión. La delectación perfeccio-
aprensiva sori en efecto diversas, pero de na la operación bajo el doble aspecto de
una misma alma ; y por lo tanto, cuando fin y de causa agente.
la intención de esta se aplica con vehe- R e s p o n d e r e m o s , que la delectación
mencia al acto de la u n a , no puede ejer- perfecciona la operación de dos modos:
cer el contrario de la otra. 1.° á manera de fin, no precisamente como
A l 3.° que el uso de la razón requiere se da el nombre de fin á aquello, por que
el debido uso de la imaginación y demás algo e s , sino según que se denomina fin
potencias sensitivas, que se sirven de ór- todo bien que sobreviene completivamen-
ganos corporales; y por consiguiente el t e ; en cuyo concepto dice Aristóteles
uso de la razón es impedido por la modi- (Eth. 1. 10, ibid.) que « l a delectación
ficación corporal, impedido el acto de la » perfecciona la operación, como cierto fin

(1) «Suman lo mismo que (ó su suma es igual á la de) dos (2) Én lo especulativo y en lo práctico.
»rectos B , que es como debe enunciarse en el tecnicismo (3) Por la distracción originada en la atención á causa del
exacto de la ciencia geométrica este tan conocido é importan- deleito corpóreo ó físico, que en efecto enerva la energía de
tísimo teorema, cuyas consecuencias y aplicaciones á la teoría la razón en sus operaciones, como cada cual habrá podido ob-
fundamental de los triángulos constituyen ademas una de servar en sí mismo con demasiada frecueheia y sin género de
las bases más sólidas y científicas de la Trigonometría. Nótase duda. lié aquí porqué se avienen tan mal y aun llegan á ser
aquí cierta incorrección nada común en el estilo del Santo incompatibles con el asiduo trabajo mental los inmoderados
Doctor, prueba palmaria de su candorosa ingenuidad sin me- goces materiales.
noscabo alguno de su tan profunda como vasta erudición,
234 CUESTIÓN X X X I I I . — A R T Í C U L O IV.

»que sobreviene», es decir, en cuanto á A l argumento 1.° diremos, que no toda


este bien, que es la operación, sobreviene delectación impide el acto de la razón;
otro bien, que es la delectación, la cual im- sino la corporal, que no proviene del acto
porta sosiego del apetito en el bien pre- de la razón, y sí del acto del (apetito)
supuesto; 2.° por parte de la causa agen- concupiscible, que se acrece por la delec-
t e , no en verdad directamente, pues dice tación : mas la delectación consiguiente al
Aristóteles ( E t h i c . 1. 10, ibid.) que « l a acto de la razón robustece el uso de esta.
» delectación perfecciona la operación, no A l 2.° que ( P h y s . 1. 2, t. 30) acontece
» c o m o el médico al sano, sino como l a ser dos cosas causa recíprocamente una
» s a l u d » ; sí empero indirectamente, en de otra, siéndolo la una eficiente y la
cuanto el agente, porque se deleita en su otra final: y bajo este concepto la ope-
acción, atiende á ella con más vehemen- ración produce delectación como causa
cia y con mayor solicitud la ejecuta : y eficiente, en tanto que la delectación
en este sentido dice Aristóteles ( E t h i c . perfecciona la operación á modo de fin,
1. 10, c. 5) que « l a s delectaciones au- como queda dicho (1).
» mentan sus propias operaciones é impi- A l 3.° es y a palmaria la solución con
» d e n las estrañas». lo espuesto.

CUESTIÓN XXXIY.

De la bondad y malicia de las delectaciones (2).

Proponémonos á este intento cuatro tesis- 1. Toda delectación es m a l a ? — 2 Dado que no, son t o -
a a

das b u e n a s ? — 3 . Alguna delectación es la mejor? — 4 . La delectación es la medida ó la regla, s e g ú n


a a

la cual se juzgue de lo bueno ó malo moralmente?

ARTÍCULO I. — como dice San Dionisio ( D e ^ d i v . nom.


Toda delectación e s
mala? c. 4, p. 4, lect. 21). P e r o la delectación
corrompe la prudencia é impide el uso de
l.° Parece que toda delectación es la razón, y en tanto mayor grado cuanto
mala: porque lo que corrompe la pruden- las delectaciones son mayores. P o r esto en
cia é impide el uso de la razón, parece las delectaciones carnales, que son las más
ser malo en s í ; puesto que « e l bien del intensas, es imposible entender nada (3)
y> hombre está en ser conforme á la razón», (Ethic. 1. 7, c. 1 1 ) , y San Jerónimo

- (1J A la manera que la hermosura es un complemento per- cuya recíproca influencia presenta entre otros M. Descuret
fectivo de la juventud. (Medicina de las pasiones) observaciones y ejemplos sumamente
(2) Es muy digno de notarse (como advierte el C- Cayetano) curiosos y decisivos, y pudiéramos citar no pocos individual-
que, proponiéndose el Santo disertar acerca de la moralidad mente con particularidad y cierta competencia escepcional
(bondad 6 malicia moral) de las pasiones en particular, con- los que por profesión consagramos constantemente nuestra
creta su examen al desolas dos de ellas, la delectación y la vida á la educación de la juventud. Hemos visto hasta dibu-
tristeza : lo cual se esplica bien sencillamente, con solo ob- jarse la que llaman coronado Venus sobre un joven de los
servar que en esas vienen en cierto modo á refundirse defi- más despejados poco antes, á quien empero habíamos ya sor-
nitivamente todas, siendo como reguladas por esas dos, según prendido en fragante vicio solitario más de una vez, y cuyos
se colige clara "y aun espresamente de lo que espone en esta síntomas progresivamente visibles y alarmantes de estupidez,
C. 34 y después en la C. 39 respectivamente. llevados hasta la íncorregibilidad, concluyeron por presen-
(3) Harto sabido es que el abuso de los placeres sensuales tárnoslo sepultado en la camisa de fuerza en la celda de tin
de carácter erótico, y con especialidad el onanismo ó mans- manicomio, donde espiró en muy prematura edad, víctima de
turbacion, llegan á perturbar las funciones mentales hasta el su obstinación en lan corrosivo y destructor abuso ; y casos
estremo del idiotismo y con harto lamentable frecuencia hasta análogos pudiéramos recordar á centenares ; conu habrán
la enajenación y la demencia : fenómeno íisiológico'-psicoló- leido acaso muchos de los que esto lean el de cierto reo, en
gico-moral, cuya esplicacion suministra bastante satisfacto- cuyo cadáver se hallaron vestigios evidentes do cyaculacion
riamente la nueva teoría de las llamadas no sin gráfica pro- seminal á efecto de la violenta compresión del cerebelo por
piedad simpatías orgánicas ó funcionales, á que suele servir de el terrible tornillo empleado en su ejecución sobre un patí"
ejemplo como la más notoria é interesante bajo el insinuado bulo; lo que demuestra á su vez la influencia recíproca de
triple aspecto la indisputable correlación (mediata, pero íntima este órgano en los antes aludidos.
por de mas) entre los órganos sexuales y los cerebelares, de
CUESTIÓN X X X I V . — A R T Í C U L O I. 235

también ( s u p . M a t t h . ) (1) que «en el propensos á las delectaciones inmodera-


»tiempo, en que se ejercen los actos con- das, retrayéndose de ellas, llegaban al
» y u g a l e s , no se dejará sentir la presen- (justo) medio de la virtud. Pero esta
»cia del Espíritu S a n t o , aun cuando apreciación no era razonable: porque,
«parezca ser un profeta el que se entre- como nadie puede vivir sin alguna delec-
» g a á la función generadora». L u e g o la tación sensible y corporal, si los que en-
delectación es mala en sí m i s m a , y de señan que todas las delectaciones son
consiguiente toda delectación es mala. malas, consta que disfrutaban de algunas;
2.° A q u e l l o , de que h u y e el virtuoso, los hombres propenderán más á ellas por
y que procura alguno falto de virtud, sus ejemplos prácticos, desentendiéndose
parece que es de suyo malo y merece de sus doctrinas (teóricas) de palabra,
evitarse; porque (Ethic. 1. 10, c. 5 ) « e l siendo cierto que en las acciones y pasio-
» virtuoso es como una norma y regla de nes humanas, en las cuales la esperiencia
»los actos humanos», y San Pablo ( i es lo que más vale, los ejemplos persua-
Cor. 2 , 1 5 ) dice: el hombre espiritual den más que las palabras (4). D e b e de-
juzga todas las cosas. Pero los niños y cirse pues que hay algunas delectaciones
las bestias, que no tienen virtud, buscan buenas, y otras malas; porque la delec-
las delectaciones; mientras que el hom- tación es el reposo de la potencia apeti-
bre moderado las rehuye. L u e g o las de- tiva en algún bien amado á consecuencia
lectaciones son malas por sí y deben de 'alguna operación. A s í se la puede
huirse. considerar bajo dos aspectos: 1.° de parte
3.° L a virtud y el arte versan sobre lo del bien, en que alguno se deleita tran-
difícil y el bien (Ethic. 1. 2 , c.~3); y nin- quilo; pues lo bueno ó malo moralmente
gún arte se ordena á la delectación. L u e - se califica según su conformidad ó des-
go esta no es cosa buena. acuerdo con la razón, como y a se ha e s -
Por el contrario, se dice ( P s . 3 6 , 4 ) : tablecido ( C . 19, a. 3 ) : á la manera que
ten tic deleite en el Señor; y, pues á nada en las cosas naturales llámase natural lo
malo induce la autoridad divina, parece que conviene á la naturaleza, é innatural
que no toda delectación es mala. lo que desdice de ella. A s í pues conío en
Conclusión. No todas las delectaciones lo natural hay cierta natural quietud, que
son malas: sino que lo son algunas (2) se halla en lo que conviene á la natura-
como contrarias á la recta razón ; y leza, como cuando un cuerpo pesado posa
otras (3) buenas, en cuanto son confor- en la tierra (deorsum), y cierto reposo in-
mes á ella. natural en lo que repugna á la naturaleza,
Eesponderémos, que ( E t h i c . 1. 10 c. como si un cuerpo pesado se sostuviese
2 y 3 ) algunos afirmaron que todas las en el aire (sursum); así en el orden
delectaciones eran malas, cuya opinión moral h a y cierta delectación buena, en
parece haberse fundado en que no consi- cuanto el apetito superior ó inferior des-
deraban sino las delectaciones sensibles cansa en lo que es conforme á la razón,
y corporales, que son más notorias ; por- y cierta delectación m a l a , por descansar
que aun en todo lo demás los antiguos en lo discordante con la razón y la l e y de
filósofos no distinguían las cosas inteli- Dios. 2.° Otro argumento puede tomarse
gibles de las sensibles, ni el entendimien- de parte de las operaciones, de las que
to del sentido ( D e anima, 1. 2, t. 150): y unas son malas y otras buenas: pues á las
juzgaban malas todas las delectaciones operaciones son más afines las delecta-
corporales; de tal modo que los hombres ciones adjuntas á ellas mismas, que las

(1) Nada de esto se encuentra en el lugar aquí citado ; pero vara su espíritu de secta y su sistemático desprecio de la hu-
sí algo semejante en su epístola (ad Agcruchiam) titulada De manidad y del buen sentido.
monogamia, y más esplícitamente en Orígenes(//om. 6 in flum.). (1) De Eudoxo rcGerc Aristóteles (Eth. 1. 10, c. 2J que de-
(2) Contra los estoicos, que pretendían ser moralmente con-' cia ser buena toda delectación y arrastraba á muchos á acep-
surables y malos lodos los goces, por más legítimos que fue- tar su teoría, mucho más por el crédito y fama de su virtud
sen ante la naturaleza y la razón bien ordenada. que por la fuerza de su palabra ; mostrándose sumamente co-
(3) Los epicúreos por el contrario santificaban á su manera medido y parco en el uso de los deleites, y haciendo así creer
y daban por lícitos y honestos todos los placeres, sin escepcion á sus prosélitos que no tanto recomendaba la bondad de los
aun de los más repugnantes á la naturaleza y disonantes de goces por justificarlos suyos, cuanto porque realmente sentía
la honestidad y'de la racionalidad humana. Unos y otros son lo que dogmatizaba y tal como lo esponía en sus discursos y
aquí refutados, demostrándose la exageración, á que los 11c- escritos.
236 CUESTIÓN X X X I V . — A R T Í C U L O S I Y I I .

concupiscencias que las preceden tempo- otros más intervienen la prudencia y la


ralmente : por lo tanto, siendo buenas las virtud que el arte; y sin embargo hay
concupiscencias de las buenas acciones y algún arte productivo de la delectación,
malas las de las malas, con mayor razón como el de la cocina y el de la perfume-
las delectaciones de las buenas operacio- ría, según se dice ( E t h i c . 1. 7, c. 12).
nes son buenas, y las de las malas malas.
A l argumento 1.° diremos, que según ARTÍCULO II. — Toda delectación e s
lo espuesto (C. 3 3 , a. 3) las delectaciones b u e n a ? (2)
sobre el acto de la razón no la impiden,
ni corrompen la prudencia; pero las de- 1.° Parece que toda delectación es
lectaciones estrañas, como son las corpo- buena : porque, como queda dicho ( P .
rales , que ciertamente entorpecen el uso 1 . , C. 5, a. 6 ) , el bien se divide en h o -
a

de la razón, según se ba dicho (ibid.), nesto, útil y deleitable. E s así que todo
ya por la contrariedad del apetito, que lo honesto, como igualmente todo lo útil,
reposa en lo que repugna á la razón, de es bueno. L u e g o toda delectación es
donde proviene el que la delectación sea buena.
moralmente m a l a , y a en virtud de cierto 2.° E s bueno en sí lo que no se busca
ligámen de la razón, como en el coito por causa de otra cosa (Ethic. 1. 1. c. 6 y
conyugal; aun cuando la delectación se 7 ) ; y tal es la delectación, pues parece
tenga en lo conforme á la razón, sin em- ridículo preguntar á u n o , porqué quiere
bargo impide el uso de l a misma á causa deleitarse. L u e g o la delectación es de
de la adjunta inmutación corporal. P e r o suyo (per se) buena: y , como lo que se
no se sigue de esto la malicia moral; co- predica de algo per se, se le atribuye
mo ni el s u e ñ o , que liga el uso de la ra- universalmente; sigúese que toda delec-
zón, es moralmente malo, si se ha incoado tación es buena.
conforme á e l l a : porque aun es propio de 3.° L o que es deseado por todos, pa-
la misma razón el que su uso tenga á rece ser bueno por sí mismo ; puesto que
veces sus interrupciones. Decimos sin c< bueno es lo que todos los seres apete-
embargo que esta especie de ligadura de » cen» (Ethic. 1. 1), y todos aun los niños
la razón por causa de la delectación aneja y las bestias apetecen alguna delecta-
al acto conyugal, aunque no implique ción. E s pues la delectación cosa buena
malicia mortal, porque no es pecado mor- en sí misma, y por consiguiente toda de-
tal ni venial, proviene no obstante de lectación es buena.
cierta malicia moral, es decir, del pecado Por el contrario, se dice ( P r o v . 2 , 1 4 ) :
de nuestro primer padre; pues en el es- los que se alegran cuando hacen mal, y
tado de inocencia no tenía lugar, como saltan de contento en cosas pésimas.
consta evidentemente de lo espuesto ( P .
Conclusión. No todas las delectaciones
1. , C. 98, a. 2) (1).
a

son buenas: y entre las que lo son unas


A l 2.° que el hombre moderado no son buenas (simpliciter) en absoluto, por
evita todas las delectaciones, sino las que serlo así el objeto en que reposa el apetito;
son escesivas y no convenientes á la ra- y otras solo relativamente (secundum
zón. D e que los niños y las bestias bus- quid) respecto de alguno, ó aun en apa-
quen las delectaciones, no se deduce que riencia únicamente.
sean universalmente malas; porque Dios Responderemos que, así como algunos
les ha dotado del apetito natural, que de los estoicos afirmaron que todas las
tiende hacia lo que le es conveniente. delectaciones eran malas ; los epicúreos
A l 3.° que no hay arte de todo lo bue- á su vez supusieron que la delectación
no, sino de lo esterior factible, como luego era buena en sí misma, y por consiguien-
se dirá ( C . 57, a. 3 ) . E n cuanto á las te que todas lo eran ( 3 ) . L o que parece
operaciones y pasiones existentes en nos- haberles inducido á este error es que no

(ij Véanse también las notas allí infrapuestas. otras de las buenas (y también por su oposición entre las di-
(2) Demostrado ya en el artículo anterior que hay delecta- versas malas), insinuando al paso y como preliminar para el
ciones buenas y malas, podría parecer supérfluo este 2.°, si no asunto del 3.° los diversos grados de bondad ó malicia, de
saltase á la vista el propósito de consignar con merecida es- que respectivamente son susceptibles unas y-otras.
pecificación eí concepto de bondad distintivo entre unas y (3) Véanse las notas 2 y 3 , pág. 235,
CUESTIÓN XXXIV. ARTÍCULOS II Y I I I .

distingan entre lo que es bueno en abso- lo mejor : porque ninguna generación es


luto y lo que lo es en cuanto á este (1). lo mejor, puesto que la generación no
E s bueno en absoluto lo que es bueno en puede ser el último fin. Pero la delecta-
sí mismo: pero sucede que lo que no es ción es consiguiente á la generación; pues
bueno eu sí mismo lo es relativamente á en el hecho de ser algo constituido en su
este de dos maneras : 1. porque le es a
naturaleza, se deleita, como se h a dicho
conveniente según la disposición actual ( C . 31, a. 1). L u e g o ninguna delectación
en que se halla, aunque la misma no sea puede ser lo mejor.
natural; como es bueno al leproso en al- 2.° L o que es lo mejor, no puede h a -
guna ocasión tomar un veneno, que no es cerse mejor por adición alguna (3) ; y la
en absoluto conveniente á la complexión delectación se hace mejor con la adición
humana ; 2. porque lo que no es conve-
a
de algo, dado que es mejor la delectación
niente se estima como tal: y, como la de- con virtud que sin ella. L u e g o la delecta-
lectación es el reposo del apetito en el ción no es lo mejor.
bien, si el objeto en que el apetito reposa 3.° L o que es lo mejor es universal-
es absolutamente bueno, la delectación mente bueno, como bien existente por sí':
será también absolutamente tal y buena porque lo que existe per se es anterior y
en absoluto ; pero, si no es buena absolu- mejor que lo que existe per accidens.
tamente sino en cuanto á e s t e , entonces M a s la delectación no es umversalmente
ni la delectación es absoluta sino para un bien, como queda dicho (a. 2). L u e g o
solo el t a l , ni absolutamente buena sino la delectación no es lo mejor.
secundum quid, ó buena en apariencia. P o r e l c o n t r a r i o : la beatitud es lo
A l argumento 1.° diremos, que lo h o - m e j o r , porque es el fin de la vida hu-
nesto y lo útil se dicen según la razón; y mana ; y la beatitud no existe sin delec-
por lo tanto nada hay honesto ó útil, que t a c i ó n , pues se l e e ( P s . 15, 1 1 ) : me lle-
no sea bueno; mas l o deleitable se refie- narás de alegría con tu rostro : deleites
re al apetito, que tiende algunas veces á en tu derecha para siempre.
lo que no es conveniente á la razón: pol- Conclusión. Alguna delectación del
lo cual no todo lo deleitable es bueno hombre puede decirse lo mejor entre los
con bondad moral, que se aprecia según bienes humanos , como aneja á su bien-
la razón. aventuranza.
A l 2.° que la delectación no es bus- Responderemos, que P l a t ó n no supuso
cada por razón de otra cosa, porque es el (como los estoicos) que todas las delecta-
reposo en el fin; pero este puede ser ciones eran m a l a s , ni que todas eran
bueno ó malo , aunque nunca es fin sino buenas (como los epicúreos); sino que
en concepto de bueno respecto de tal unas son buenas y otras m a l a s , de modo
(hunc) individuo : y lo propio se verifica empero que ninguna era el sumo bien ó
en la delectación. lo mejor. Pero, en cuanto se deja colegir
A l 3.° que de este modo todos los de sus argumentos, se aparta de lo exacto
seres apetecen la delectación , como asi- en dos conceptos: 1.° porque, observando
mismo el bien, puesto que la delectación (él) que las delectaciones sensibles y
es el reposo del apetito en el bien. Pero, corporales consisten en cierto movimiento
así como sucede que no todo bien apete- y generación, como se nota en la hartura
cido es por sí y verdaderamente bueno; de manjares y semejantes, pensó que
así también no toda delectación es por sí todas las delectaciones se obtenían por
misma y verdaderamente buena. generación y movimiento; y de aquí in-
fería que , siendo la generación y el m o -
A R T Í C U L O I I I . — Alguna delectación
vimiento actos de (ser) imperfecto, se
es lo mejor (opttmum) ? (2)
seguirá que la delectación no tenia ca-
rácter de última perfección. P e r o esto es
1.° Parece que ninguna delectación es evidentemente falso en las delectaciones

(1) Quoad hunc, en cuanto á determinada persona ó en un bien supremo ó el mayor entre todos los bienes del hombre.
caso particular. (3) Porque, siendo óptimo, es inmejorable ; pues se halla en
(2) Para la recta y más fácil inteligencia de esto recuér- el sumo é inacrecentable grado de bondad : es « bueno por su
dense la C. 3, a. 1, y la C. 4, a. I y 2. Lo mejor se entiende el » propia esencia ó por sí mismo », como así lo designa después.
238 CUESTIÓN XXXIV. — ARTÍCULOS III Y IV.

intelectuales: porque alguno se deleita, alguna ciencia es la más perfecta, mas no


no solo en la producción de la ciencia, lo son todas.
como cuando aprende ó se admira, según
se ha dicho ( C . 3 2 , a. 2 y 8 ) , sino tam- ARTÍCULO I V . — *t» delectación es ia
bién en la contemplación por l a ciencia medida ó regla, según la cual se juzga del
y a adquirida. 2.° Porque tenia por lo m e - bien ó del mal moral ? (1)
jor lo que en absoluto es el bien sumo,
esto e s , el bien mismo como abstracto, y 1.° Parece que la delectación no es la
no participado, que es como el mismo medida ó regla del bien y del mal moral:
Dios es el sumo bien. Nosotros empero porque « todas las cosas se miden por lo
hablamos de lo mejor en las cosas huma- » primero de su género », como se espresa
nas, y lo mejor en cada una es su fin úl- ( M e t . 1. 10, t. 3 y 4 ) ; y la delectación
timo. M a s el fin, como se ha dicho ( C . 1, no es lo primero en el género de lo moral,
a. 8 ) , se toma en dos sentidos : la misma sino que la preceden el amor y el deseo:
cosa y el uso de e l l a , como el fin del luego no es (ella) la regla de la bondad
avaro es ó el dinero ó su posesión. Según y malicia en lo moral.
esto pues el último fin del hombre puede 2.° L a medida y regla debe ser uni-
decirse, y a el mismo D i o s , que es el su- forme ; y por eso « el movimiento más
premo bien en absoluto; y a la fruición del » uniforme es la medida y regla de todos
mismo, que implica .cierta delectación en » l o s movimientos» ( M e t . 1. 1 0 , t. 3 ) .
el último fin : y en tal concepto alguna P e r o la delectación es varia y multi-
delectación del hombre puede decirse es forme ;' pues unas son buenas y otras
lo mejor entre los bienes humanos. malas. L u e g o la delectación no es la
A l argumento 1.° diremos, que no toda medida y regla de los (actos) morales.
delectación es efecto de la generación; 3.° M á s cierto juicio ge forma del
sino que algunas lo son de operaciones efecto por la c a u s a , que al contrario.
perfectas, según lo dicho : por lo cual Pero la bondad ó malicia de la operación
nada impide que alguna delectación sea es causa de la bondad ó malicia de la de-
la mejor, aunque no todas sean tales. lectación; porque «las delectaciones bue-
A l 2.° que dicho razonamiento se re- » ñas son las procedentes de buena ope-
fiere á lo mejor en absoluto, por cuya » ración, y malas las que provienen de
participación todas las cosas son buenas, » (acciones) malas » ( E t h i c . 1. 10, c. 5 ) .
no haciéndose por lo tanto mejor por L u e g o las delectaciones no son regla y
adición alguna ; pero es umversalmente medida de bondad y malicia en lo moral.
cierto en los demás bienes, que cualquiera Por el contrario, dice S. A g u s t í n sobre
de ellos se hace mejor por la adición de estas palabras ( P s . 7,10), Dios, que escu-
otro. P u e d e también decirse que « la de- driñas los corazones y los ríñones, que «el
»lectacion no es cosa estraña á la opera- » fin de la solicitud y del pensamiento (2)
» cion de la virtud, sino que la es concomi- » es la delectación, á la que uno aspira»;
» tante», según se dice ( E t h i c . 1. 1, c. 8 ) . y Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 11).que « l a
A l 3.° que la delectación no es por sí » delectación es el fin del arquitecto ( 3 ) ,
misma lo mejor, en cuanto es tal delec- » es decir, el principal ( 4 ) , al que ( 5 )
tación ; sino por ser el perfecto reposo en » refiriéndonos decimos de cada una de
lo mejor. L u e g o no se sigue forzosamente » las cosas esto malo y aquello bueno (6)
que toda delectación sea la mejor, ó aun » en absoluto».
(simplemente) buena ; á la manera que Conclusión. Según la delectación [1]
(l) La verdadera y legítima medida ó regla de la moralidad con el códice de Alcañiz y otros manuscritos.
de las acciones humanas es el bien honesto y propiamente di- (3) Architecíñs, como genitivo, el cual sin embargo termina
cho, según advierte el C. Cayetano ; mas la inmediata y en i, y no en ús, según la clásica latinidad. Nicolaipone archi-
cierta, como más conocida y notoria, lo es también la delecta- tecton, y las ediciones romanas, contestes todas tres con lá de
ción de la voluntad, no la del apetitivo sensitivo. Con esta Pádua (1698) archilcctorum en plural; mas la de 1712 repone
sencilla observación se comprenderá perfecta y clarísimamente el singular, más verosímil en nuestro sentir según el uso
el sentido y alcance de la tesis, bastante categóricamente va- constante del Autor en cien casos análogos.
ciados en la Conclusión, tal como la formulamos en su propio (4) « Fin n, no agente; pues en varias ediciones se espresa
lugar acostumbrado. Anís.
(2; En algunas ediciones (y entre ellas la áurea) cognilionis (5) Según algunos pocos ad quam, á la que.
(del conocimiento) en lugar de cogitationis, más común y auto- (6) Otros « malo absolutamente o ; entendiéndose en tal
rizado, cual lo traducimos, ateniéndonos á Kicolai, conforme caso el primer malítm por « malo en general » ó simplemente
CUESTIÓN XXXIV. — ARTÍCULO IV. 239

de la voluntad humana se juzga princi- razon, de la que no se cuida la de los malos.


palmente , si el hombre es bueno ó malo; A l argumento 1.° diremos, que el
mas las delectaciones del apetito sensiti- amor y el deseo son anteriores á la de-
vo [2] no son regla de la bondad ó mali- lectación en el orden de la generación;
cia moral. pero la delectación les precede según el
Responderemos, que la bondad ó ma- concepto del fin, que en las operaciones
licia moral, consiste principalmente en la prácticas tiene carácter de principio , del
voluntad, según lo dicho ( C . 20, a. 1 ) : y , cual principalmente se forma el juicio,
si la voluntad es buena ó mala, conócese como de sü regla y medida.
ante todo por el f i n , considerado como A l 2.° que toda delectación es unifor-
tal aquello, en que la voluntad reposa: me, en cuanto es el reposo en algún bien;
mas el reposo de la voluntad y de cual- y bajo este concepto puede servir de re-
quier apetito en el bien es la delectación; gla ó medida: puesto que es bueno aquel,
por lo cual según la delectación de la vo- cuya voluntad descansa en el verdadero
luntad humana se juzga principalmente bien; y malo aquel, cuya voluntad reposa
el hombre bueno ó malo. A s í que es bueno en lo malo.
y virtuoso el que g o z a en el ejercicio de A l 3.° que , puesto que la delectación
las virtudes, y malo el que en las obras perfecciona la operación á modo de fin
malas. P e r o las delectaciones del apetito según lo dicho ( C. 33 , a. 4 ) , esta no
sensitivo no son la regla de la bondad ó puede ser perfectamente b u e n a , si no va
malicia moral; porque el alimento es acompañada de la delectación en el bien:
deleitable en común lo mismo al apetito porque la bondad de la cosa depende del
sensitivo del bueno que del malo , con la fin ; y así en cierto modo la bondad de la
diferencia empero de que la voluntad de delectación es causa de la bondad en la
los buenos se deleita en él conforme á la operación.

malo, y el segundo malo en sí mismo y efectiva ó realmente. cia de que las aficiones y gustos de cada cual nos le dan á
Añade aquí Aristóteles (y es una comprobación de lo espuesto conocer tal como es en su moralidad, conforme al proloquio de
en la nota 1, pág. 238J que «el bueno es reconocido como Fr. Luis de Granada : « tal es cada uno, cuales son las cosas
»bueno, por deleitarse en el bien ; y el malo se muestra tal, » que ama : si buenas , bueno; si malas, malo » ; fundado
»deleitándose en lo malo » : lo cual en la práctica vemos efec- como se ve, en la doctrina de Aristóteles y de Santo Tomás,
tivamente justificado por la observación y la diaria esperien- en quienes se inspiraba frecuentemente en sus escritos.
CUESTIÓN XXXV.

Del dolor y tristeza considerados en sí mismos d).

Procederemos á t r a t a r a h o r a del dolor y la tristeza, considerándolos 1.° en sí m i s m o s ; 3 en s u s o

c a u s a s ; 8.° en sus efectos; 4.° en sus remedios; 5.° respecto de su bondad ó malicia. Acerca de lo pri-
mero se nos ofrecen ocho p u n t o s : 1.° El dolor es pasión del alma? — 2." La tristeza es lo mismo que el
dolor ? — 3.° La tristeza, ó el dolor, es contraria á la delectación ? — 4.° Toda tristeza se opone á toda
delectación ? —5.° Hay alguna tristeza contraria á la delectación de l a contemplación? —6.° Debe
evitarse con más ahinco l a tristeza q u e apetecerse la delectación? — 7.° El dolor esterno es m a y o r
que el interno ? — 8.° De las especies de l a tristeza.

ARTÍCULO I . — B I aoior es una pasión » en pena » . L u e g o el dolor no es una


del alma ? pasión del alma.
Por el contrario, S. Agustín ( D e civ.
l.° Parece que el dolor no es una p a - D e i , 1. 1 4 , c. 8 ) enumera el dolor entre
sión del alma: porque ninguna pasión del las pasiones del a l m a , aduciendo aquello
alma reside en el cuerpo; y el dolor puede de Virgilio ( A n . 1. 6, v. 733): « D e aquí
existir en el cuerpo, pues dice S. Agustín » en ellos ( 2 ) el t e m o r , — deseo g o z o y
( D e vera relig. c. 1 2 ) que « l o que se » dolor».
» llama dolor del cuerpo es la corrupción Conclusión. El dolor, que [ 1 ] como
» repentina de la salud de aquello, que la delectación puede afectar á los ape-
» por el mal uso el alma lo ha hecho ac- titos intelectivo y sensitivo, dícese en
» cesible á la corrupción». L u e g o el do- cuanto á este [ 2 ] y es con toda propie-
lor no es una pasión del alma. dad una pasión del alma.
2.° T o d a pasión del alma pertenece á Responderemos q u e , así como para
la potencia apetitiva. P e r o el dolor no la delectación se requieren dos cosas,
pertenece á esta potencia, sino más bien cuales son la unión del bien y la percep-
á la aprensiva; puesto que dice S. A g u s - ción de esta unión; así también para el
tín ( D e nat. boni, c. 20) que « el sentido dolor requiérense la unión de algún mal,
» produce dolor corporal, resistiendo á que lo sea por naturaleza por privar de
» otro cuerpo más poderoso ». L u e g o el algún b i e n , y la aprensión de la misma.
dolor no es pasión del alma. M a s lo que va adjunto , si no está como
3." Toda pasión del alma pertenece al bueno ó malo respecto del mismo á quien
apetito animal; mas el dolor no pertenece se une, no puede ser causa de delectación
á este apetito, y sí más bien al natural, ó dolor : lo cual hace evidente que cual-
por lo que dice S. Agustín ( Sup. G e n . quier objeto de delectación y de dolor lo
ad. litt. 1. 8 , c. 14 ) que « si no hubiera es en su concepto (respectivo) de bueno
» quedado algún bien en la naturaleza, ó malo ; y, siendo objetos del apetito lo
» ningún bien perdido nos causaría dolor bueno y lo malo (precisamente) en
(1) Véase la nota 2, pág. 234, al epígrafe de la anterior luunl, cupiunt, gaudentque, dolentqne, condensando en las cuatro
C. 34. pasiones así enumeradas las impresiones de las almas en los
(2) Reducimos á estos dos octosílabos pareados el hemisti- lugares subterráneos, según las revelara la Sibila á Eneas en
quio del poeta mantuano, cual lo cita con el mismo $an Agus- su descenso á los campos elíseos.
tín también Macrobio (Be somno Scipim. 1.1, c. 8 ) : Uinc me-
CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULOS I Y I I . 241

cuanto t a l e s , resulta evidente que la ARTÍCULO I I . — TLa tristeza es lo mis-


delectación y el dolor pertenecen al ape- m o uue e l dolor ?
tito. Pero todo movimiento apetitivo ó
inclinación consiguiente á la aprensión l.° Parece que la tristeza no es dolor:
compete al apetito intelectivo ó al sensi- porque dice S. Agustín ( D e civ. D e i ,
tivo ; porque la inclinación del apetito 1. 14 , c. 7 ) que « el dolor se entiende de
natural no proviene de la aprensión del » l o corporal, y la tristeza se refiere más
mismo que apetece, sino de otro, como se » bien al alma » . L u e g o la tristeza no es
ha dicho ( P . 1. , C. 1 0 3 , a. 1 y 8). Siendo
a
dolor.
cierto pues que la delectación y el dolor 2.° E l dolor no se tiene sino del mal
presuponen en el mismo sujeto senti- presente ; mas la tristeza puede referirse
miento ó alguna aprensión, es evidente al pasado y al futuro, como el arrepen-
que el dolor, corno asimismo la delecta- timiento es tristeza de lo p a s a d o , y la
ción, existe en el apetito intelectivo ó en ansiedad de lo futuro ( 5 ) . L u e g o la tris-
el sensitivo: y , pues todo movimiento del teza difiere por completo del dolor.
apetito sensitivo se llama pasión según 3.° E l dolor parece no proceder sino
lo dicho ( C . 22, a. 2 ) , y preferentemente del sentido del tacto; al paso que la tris-
los que espresan defecto ; sigúese que el teza puede provenir de todos los sentidos.
dolor, en cuanto reside en el apetito sen- L u e g o la tristeza no es un dolor, sino que
sitivo, llámase con la mayor propiedad se refiere á muchos.
pasión del alma, como las molestias cor- Por el contrario , dice San P a b l o
porales se denominan propiamente pa- ( R o m . 9, 2 ) : tengo muy grande tris-
siones ( 1 ) del cuerpo. P o r lo cual San teza y continuo dolor en mi corazón,
Agustín ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 ) á su tomando en idéntico sentido las palabras
vez da especialmente ( 2 ) el nombre de tristeza y dolor.
enfermedad al dolor ( 3 ) . Conclusión. La tristeza es una de las
A l argumento 1.° diremos, que el dolor especies del dolor, considerado este como
se dice del cuerpo, porque la causa del género.
dolor está en el cuerpo, por ejemplo, Responderemos, que la delectación y
cuando sufrimos algo nocivo al mismo ; el dolor pueden ser producidos por dos
pero el movimiento de dolor está siempre clases de aprensión : la del sentido ester-
en el alma, puesto que <r el cuerpo no no y la del interno, ya del entendimiento
» puede dolerse, si no se duele el alma », ó ya de la imaginación. M a s la aprensión
como dice S. Agustín (implic. super. interior se estiende á muchas más cosas
Gen. ad. litt. 1. 1 2 , c. 24 ) y con mayor que la esterior, por la razón de que todas
claridad ( s u p e r . P s . 8 : Repleta est las que caen bajo la esterior caen tam-
malis...) (4). bién bajo la interior, y no viceversa. A s í
A l 2.° que el dolor se dice ser sentido, pues sola aquella delectación, que es pro-
no porque sea el acto de una potencia cedente de aprensión interior, se deno-
sensitiva, sino porque se requiere para mina g o z o , como se ha dicho ( C. 3 1 ,
el dolor corporal, como para la delecta- a. 3) ; é igualmente aquel solo dolor, que
ción. es producido por la interior, llámase tris-
A l 3.° que el dolor por la pérdida del teza: y, así como delectación proviniente
bien demuestra la bondad de la naturale- de la aprensión esterior se denomina en
za, no porque el dolor sea acto del apetito verdad delectación, mas no gozo ; así el
natural., sino porque la naturaleza ape- dolor derivado de la esterior se llama sí
tece algo como bueno; lo cual, cuando se dolor, pero no tristeza. Por lo tanto la
siente apartado, suscita en el apetito sen- tristeza es cierta especie de dolor, como
sitivo la pasión del dolor. el g o z o es una especie de delectación.
(1) Padecimientos, sufrimientos ó afecciones. (4) Por cuanto /'añade) « no siente el cuerpo, sino el alma
('¿J Más exactamente hablando, lo relata impuesto por Ci- » por medio del cuerpo u.
cerón, como puede verse en el lugar citado (c. 7), donde in- (5) Ya como solicitud de no incurrir de nuevo en males aná-
cluye también la enfermedad del ánimo, que prefiere (dice) logos álos ya pasados y llorados ; ya en el concepto de incer-
llamar tristeza. tidu mbre acerca de la suficiencia del pesar y penitencias,
(8) De aquí la vulgarizada definición del dolor : « movi- para obtener el perdón de las culpas cometidas. Drioux con
» miento del apetito sensitivo, rechazando ó eludiendo el mal Kicolai.
» presente ó aprendido como estándolo ». Drioux.
SUMA. TEOLÓGICA. — TOMO II. 16
242 CUESTIÓN X X X V . — ARTÍCULOS II Y I I I .

A l argumento 1.° diremos, que San contrario á la delectación natural; sino


A g u s t í n habla allí en cuanto al uso del más bien tristeza, que contraría al g o z o
vocablo ; porque el de dolor se aplica con animal. A s í pues, si el dolor se entiende
preferencia á los dolores corporales, que corporal (como más generalmente se acos-
son más conocidos, que á los dolores es- tumbra), se divide por oposición á la tris-
pirituales. t e z a , según la distinción de la aprensión
A l 2.° que el sentido esterior no per- interior y esterior; aunque con respecto
cibe sino lo presente; mas la potencia á los objetos de la delectación se estienda
coguitiva interior puede percibir lo pre- á mayor número que el dolor corporal:
sente , lo pasado y lo futuro: y por lo pero en su acepción común es el género
tanto la tristeza puede recaer sobre lo de la tristeza, según queda ya dicho.
presente, pasado y futuro; pero el dolor
corporal, que es consecuencia de la apren- ARTÍCULO I I I . — m tristeza os contra-
sión del sentido esterior, no puede refe- ria á l a delectación ?
rirse sino á lo presente.
A l 3.° que las cosas sensibles al tacto l.° Parece que el dolor no contraría á
son dolorosas, no solo en cuanto son des- la delectación : porque uno de los contra-
proporcionadas á la potencia aprensiva, rios no es causa del otro; y la tristeza
sino también porque son contrarias á la puede ser causa de la delectación, pues
naturaleza; mientras que las de los otros se lee ( M a t t h . 5 , 5 ) : Bienaventurados
sentidos pueden ser desproporcionadas á los que lloran, porque ellos serán conso-
la virtud aprensiva, no empero contra- lados. L u e g o no son contrarias.
rían á la naturaleza sino con respecto á 2.° U n o de dos contrarios no da nom-
las sensibles al tacto. H é aquí porqué bre al otro. P e r o en algunos el dolor
solo el hombre, que es animal perfecto mismo ó la tristeza es deleitable, según
en el conocimiento, se deleita en las cosas dice San Agustín (Confess. 1. 3 , c. 2 )
sensibles de otros sentidos según ellas que « el dolor deleita en los espectáculos »
mismas; pero los demás animales no se y (1) (Confess. 1. 4 , c. 5 ) que « el llanto
deleitan en ellas, sino en cuanto se refie- » e s cosa amarga, pero que á veces de-
ren á las sensibles del t a c t o , como se dice s i e r t a » ( 2 ) . L u e g o el dolor no es con-
( E t h i c . 1. 3 , c. 10) : y por lo mismo res- trario á la delectación.
pecto á las cosas sensibles de los otros 3.° U n contrario no es materia del
sentidos no se dice existir dolor, como otro; porque los contrarios no pueden

(1) río solo en las representaciones trágico-dramáticas, que don de nuestras costumbres patrias y estigma de barbarie,
al fin son simples remedos más ó menos propios ó exagera- que no dudamos será por las generaciones futuras feomo lo es
dos de hechos en sí lamentables y que inspiran dolor y lás- ya por los estranjeros) calificada de inverosímil anacronismo
tima ; sí también en otros, donde la horrible realidad arranca ibérico en plena civilización, é incompatible con la cultura
gemidos y conmueve dolorosamente á los corazones sensibles progresivamente humanizadora del siglo, en que vivimos?
y no depravados, cual se ve con demasiada frecuencia en las Diatriba eslemporánea, dirán algunos, y tal vez no falte quien
ejecuciones capitales, en que á la vista del reo estremecién- la tilde de antipatriótica espansion intempestiva. Creemos no
dose entre las convulsiones de una agonía espantosa, prece- obstan le, y á despecho de los entusiasmos populares de un gran
dida de circunstancias horripilantes y seguida de una muerte número de nuestros compatricios, que todo publicista honrado
violenta é instantánea, prematuramente consumada en plena y de sano criterio, de ideas rectas y de creencias y senti-
salud por manos oficialmente autorizadas de un semejante de mientos cristianos, debe utilizar cuantas ocasiones se le pre-
la víctima, que en nada ofendiera á su ejecutor, vénse en los senten de clamar contra espectáculos de la índole de los alu-
semblantes de la multitud retratadas la satisfacción y hasta didos, por respeto siquiera á la dignidad y moralización hu-
la fruición á través de algún indefinido matiz de fría conmi- manas.
seración ; pudiendo aseverarse sin hipérbole que las nueve (2) A este propósito dice nuestro insigne poeta Bretón de
décimas partes de los espectadores concurren á presenciar tan los Herreros (Epístola moral sobre las costumbres del siglo), cen-
lastimera perspectiva llevados de su avidez de emociones (y surando el abuso con que hoy, cual siempre y mas que nunca,
claro es que nadie se las procura naturalmente aflictivas) por se esplotan los asuntos trágicos en gracia de la hilaridad y los
un resto de 10 por 100 animados quizá de algún sentimiento hu- livianos goces de las masas :
manitario ó plausible en cualquier otro concepto, y relatando
todos luego al regresar á sus hogares los dolorosos detalles del Y hoy que tanto se rie en la tragedia,
suceso con el glacial estoicismo de quien acaba de asistir á unos No es maravilla si se queja alguno
De que le hagan reir en la comedia.
juegos de Malabar ó de prestidigitacion, á un concierto filar-
mónico ó espléndido banquete. No es pues de estrañar se ca- ¿Qué pues decir podría de ciertos dramas de actualidad, en
lifique hoy de inconveniente ó aun de inmoral esa publicidad los que se brinda al pueblo á celebrar con jubilosa emoción y
á todas luces fomentadora de la insensibilidad y arraigadura entre delirantes aplausos pasiones y vicios tan edificantes
quizá de aviesos instintos, más bien que instigadora del es- como la seducción y el soborno, el adulterio y el suicidio, la
carmiento y del horror al'crimen así penado con el inexorable intriga y la infidelidad; y de los que pudieran citarse medio
rigor de las l e y e s — ¿ Y qué decir de nuestras corridas tau- centenar de títulos en boga, que atraen y apiñan las gentes
rinas, diversión feroz, asquerosa, inmoral y sangrienta, bal- en nuestros primeros coliseos:'
CUESTIÓN XXXV.—ARTÍCULOS III Y IV. 213

existir simultáneamente. E l dolor puede la vida futura ; porque, por lo mismo que
empero ser materia de la delectación, el hombre llora sus pecados ó por la dila-
pues dice San Agustín (lib. D e pcenit. ción de la gloria, merece un consuelo
c. 13) : «duélase el penitente siempre, eterno. Igualmente lo merece también
» y gócese en su d o l o r » ; y Aristóteles alguno por el hecho de no eludir, para
(Ethic. 1. 9 , c. 4 ) que por el contrario conseguirlo, los trabajos y sufrir angustias
« el malo se duele, por haberse deleitado». por él.
Luego la delectación y el dolor no son A l 2.° que el dolor mismo puede ser
contrarios. deleitable per accidens, es decir, en cuanto
Por el contrario, dice San Agustín le es adjunta la admiración, como sucede
( D e civ. ü e i , 1. 1 4 , c. 6) que « l a alegría en los espectáculos; ó en cuanto evoca el
» es la voluntad consintiendo en aquello recuerdo de la cosa amada, y hace sentir
» que queremos; y la tristeza la voluntad el amor de e s t a , cuya ausencia deplora.
» disintiendo de eso mismo que queremos». P o r lo t a n t o , como el amor f-s deleitable,
Es así que el consentir y disentir son co- lo son también el dolor y todo cuanto del
sas contrarias. L u e g o la alegría y la tris- amor proviene, y en que se siente amor:
teza también lo son. y en su consecuencia aun los dolores pue-
Conclusión. La delectación y la tris- den ser deleitables en los espectáculos,
teza ó dolor son contrarios entre sí según por cuanto en ellos se deja sentir algún
sus objetos. amor concebido á aquellos, que en los
Responderemos que, según dice Aris- mismos se conmemoran.
tóteles ( M e t . 1. 1 0 , 13 y 1 4 ) , « l a con- A l 3.°, que la voluntad y la razón se
»trariedad es la diferencia en cuanto á reflejan sobre sus actos, en el sentido de
)) la forma »; mas la forma ó especie de la que los mismos actos de estas dos facul-
pasión y del movimiento se toma del ob- tades son considerados como buenos ó
jeto ó del término. L u e g o , siendo contra- m a l o s : y bajo este concepto la tristeza
rios los objetos de la delectación y de la puede ser materia de la delectación ó
tristeza ó del dolor, que son el bien ó el viceversa, no por sí misma, sino por ac-
mal presente; sigúese que el dolor y la cidente ; es decir, en cuanto una y otra se
delectación son contrarios. perciben bajo su razón de bondad ó ma-
A l argumento 1.° diremos, que nada licia.
impide que un contrario sea la causa del
otro per accidens; y de este modo la tris- ARTÍCULO I V". — T o d a t r i s t e z a s o opo-
teza puede ser causa de la delectación, n e á toda delectación ? (1)
1.° en cuanto que la tristeza por la ausen-
cia de alguna cosa ó por la presencia de 1.° Parece que toda tristeza es contra-
su contraria busca con más vehemencia ria á toda delectación : porque, así como
un objeto, en que deleitarse, á la manera la blancura y lo negro son especies con-
que el sediento busca con mayor afán la trarias del color; así la delectación y la
delectación de la bebida, como remedio tristeza son especies contrarias de las pa-
contra la tristeza que esperimeuta ; 2.° en siones del alma; y , pues lo blanco y lo
cuanto por el intenso deseo de alguna de- negro se oponen entre sí universalmente,
lectación no rehusa uno soportar tris- también asimismo la delectación y la tris-
tezas , con tal de conseguir aquella delec- teza.
tación : y de uno y otro modo el llanto 2.° L o s medicamentos obran como con-
presente nos conduce á la consolación de trarios ( 2 ) . P e r o cualquiera delectación

(1) Nótese con cuidado la doble distinción (consignada en el casos la eficacia del sistema, en ruda competencia aún con la
desarrollo) de contrariedad genérica y especifica, y de espe- teoría alopática, que por su parte y á pesar de su inmemorial
cificación absoluta y respectiva ; pues en ella se cifra la clave esrlusivista aplicación tampoco ha logrado un éxito bastante
de inteligencia fácil y recta do los diversos miembros de la á dejar justificada ni con mucho su indiscutibilidad, y menos
i'Mfícluúon. por consiguiente su indefectibilidad. Compréndese perfecta-
(2) Según el antiquísimo aforismo hipocrático tan vulgari- mente que ciertas morbosas alteraciones orgánicas pueden
-

zado en la ciencia médica, contraria contrariis curantur. Hoy ser eficazmente atacadas por la revulsiva ó neutralizadora
sin embargo se ensaya, no sin aceptación por su novedad y acción de elementos químicos, cuyas propiedades sean contra-
como menos molesta á los pacientes, el llamante principio puestas á las de aquellas ; mas la simple sindéresis deja en-
opuesto de la escuela hannemaniana ú homeopática, simiüii trever que esa especie de combate entre encontradas fuerzas
simUibus..., cuyos secuelas no dejan de comprobar en muchos puede muy naturalmente reñirse á espensas del organismo,
244 CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O IV.

es un antídoto contra cualquiera triste- otras se especifican por su comparación


za (1), como demuestra Aristóteles ( E t h . con algo estrínseco (á ellas), como las
1. 7, c. últ.). L u e g o cualquiera delecta- pasiones y los movimientos toman su e s -
ción es contraria á cualquiera tristeza. pecie de sus términos ó de sus objetos.
3.° S o n contrarias las cosas, que mu- En aquellas pues, cuyas especies son
tuamente se impiden. E s así que cual- consideradas según sus formas absolutas,
quiera tristeza impide cualquiera delec- sucede en verdad que las especies conte-
tación, como se hace constar (Ethic. 1.10, nidas bajo géneros contrarios no son
c. 5 ). L u e g o cualquiera tristeza es con- contrarias específicamente : pero no que
traria á toda delectación. tengan recíprocamente alguna afinidad ó
Por el contrario: no tienen la misma conveniencia ; porque la intemperancia y
causa los (efectos) opuestos. M a s del la justicia, que pertenecen á géneros con-
mismo hábito procede el que uno se ale- trarios, cuales son el vicio y la virtud, no
gre de lo u n o , y se entristezca de lo se oponen entre sí relativamente á su pro-
opuesto; porque con caridad cabe ale- pia especie, ni tienen mutua afinidad ó
grarse con los que se alegran y llorar con conveniencia. P e r o en aquellas, que se es-
los que lloran, como se dice ( R o m . 12, pecifican según su relación con algo que
15). L u e g o no toda tristeza es contraria las es estrínseco, suelen darse especies de
á toda delectación. géneros contrarios, que no solo no son
Conclusión. La tristeza y la delecta- contrarios entre s í , sino que aun tienen
ción [1] respecto de un mismo objeto son re- cierta conveniencia y afinidad: porque la
cíproca y específicamente opuestas; sobre habitud idéntica de cada una con su con-
cosas diversas y solo segregadas [2] son traria induce contrariedad (entre ellas),
independientes entre sí y sin oposición en cual existe entre aproximarse á lo blanco
su especie respectiva; pero [ 3 ] siendo y á lo n e g r o ; así como la identidad de
contrarios sus objetos, sobre no tener relación con cosas opuestas produce se-
mutua contrariedad, hay entre ellas con- mejanza, como la de alejarse de lo blanco
formidad y afinidad; y por último [4] y acercarse á lo negro : lo cual se advierte
genéricamente consideradas son contra- sobre todo en la contradicción, que es el
rias. principio de oposición (2); puesto que en
la afirmación y negación de una misma
Responderemos q u e , como dice Aris-
cosa consiste la oposición, como lo blanco
tóteles (Met. 1. 10, t. 13 y 14), « l a con-
y no blanco : mas la afirmación de uno
» trariedad es diferencia según la for-
de los contrarios y la negación del otro
» ma »; y la forma es ó general ó especial:
originan la conveniencia y la semejanza,
por lo cual puede haber cosas contrarias
como si digo «negro» y «no blanco». L a
según su forma genérica, como la virtud
tristeza pues y la delectación, como pa-
y el vicio; y otras según su forma espe-
siones que s o n , se especifican por los ob-
cífica, v. g . , la justicia y la injusticia.
jetos : y ciertamente según su género son
D e b e considerarse ademas que algunas
contrarias , porque la una tiende á procu-
cosas se especifican por formas absolutas,
rar lo mismo que la otra elude, conceptos
como las sustancias y las cualidades; y

campo (por decirlo así) en que la refriega se efectúa, cual sistema, y otros curables quizá 'con más garantías de éxito
queda sembrado de ruinas y estragos el suelo teatro de una por el opuesto? Y ¿qué inconveniente veda á la ciencia uti-
sangrienta batalla : al paso que la reacción entre elementos lizar sus observaciones y progresos en bien de la humanidad
simpáticos ó afines podrá muy bien realizarse sin menoscabo doliente, sin aferrarse en proclamar universalmente axiomá-
ni deterioro alguno de las visceras ú órganos pasivamente tico el antiguo proloquio, ni fallar a priori y sin datos sufi-
interesados en ella, siendo lanzados al eslericr simultánea- cientes (como no puede haberlos aún) contra las tentativas
mente y como en pacífica avenencia los agentes patológico- laudables de mejoramiento por parte de la moderna doctrina?
terapéuticos así combinados para la curación de la dolencia La rutina y la inesperiencia comparecen aquí en rudo choque,
combatida. No es de nuestra competencia la decisión en pro ni cuando por la razón y el interés del bien común debieran á
en contra de uno ú otro de esos dos procedimientos diamelral- nuestro juicio concillarse la esperiencia con la imparcial ob-
mente antagonistas, ni somos partidarios ciegos ó sistemáti- servación y con las legítimas inducciones de la serena ciencia.
cos de la preferencia del uno sobre el otro : mas ¿ por qué no
(1) De aquí la conveniencia de neutralizar con gratos ali-
cooperar en la medida de nuestra insignificancia sobre esta
cientes la melancolía habitual de los hipocondriacos ó de ca-
materia á desvanecer añejas preocupaciones de una parte, y
por otra de novísimas ilusiones, á fuer de interesados en gra- rácter tétrico, debido al predominio de su temperamento he-
cia del bien común de la humanidad? ¿Quién ha dicho hasta pático ó bilioso, y confortar con escenas alegres c impresiones
ahora con autoridad infalible que no puedan muy bien darse placenteras el ánimo abatido por padecimientos crónicos ó su-
padecimientos físicos más accesibles en su tratamiento á un frimientos morales ó de cualquier género y procedencia.
(2) Véase la nota 3, pág. 160, del T. 1.°
CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O S IV Y V. 245

que con respecto al apetito son como la contraria á la delectación de la contem-


afirmación y la negación racionalmente, plación : porque dice San Pablo ( n Cor.
según se dice ( E t h i c . 1. 6 , c. 2 ) . P o r lo 7, 10) la tristeza, que es según Dios, en-
tanto la tristeza y la delectación acerca gendra penitencia estable para la salud;
de un mismo (objeto) son opuestas recí- y referirse á Dios pertenece á la razón
procamente en su especie; pero la tristeza superior, de la que es propio el dedicarse
y la delectación sobre cosas .diversas (no á la contemplación según San Agustín
siendo estas opuestas, sino independien- ( D e Trin. 1. 1 2 , c. 3 y 4 ) . L u e g o la tris-
tes) no son recíprocamente opuestas se- teza se opone á la delectación de la con-
gún su especie, y sí solo aisladas, como templación.
entristecerse por la muerte de un amigo, 2.° L o s contrarios producen efectos
y deleitarse en la contemplación. Pero, contrarios : si pues uno de dos contrarios
si los objetos diversos son contrarios ; en- contemplado es causa de delectación, el
tonces la delectación y la tristeza, no solo otro será causa de tristeza; y por lo tanto
no son específicamente contrarias, sino esta será contraria á la delectación de la
que hay entre ellas conveniencia y afini- contemplación.
dad, como alegrarse del bien y entriste- 3.° Como el objeto de la delectación
cerse del mal. es lo bueno, así el de la tristeza es lo malo.
A l argumento 1.° diremos, que lo blan- Pero la contemplación puede entrañar
co y lo negro no derivan su especie de la razón de mal;.pues dice Aristóteles ( M e t .
relación con algo estrínseco, como la de- 1 . 1 2 , t. 5 1 ) que «hay cierto inconveniente
lectación y la tristeza : por lo tanto no » en meditar». L u e g o puede haber tris-
hay paridad. teza contraria á la delectación de la con-
A l 2.° que el género se toma de la ma- templación.
teria, como consta ( M e t . 1. 8, t. 6 ) ; y en 4.° Toda operación, no siendo impe-
los accidentes el sujeto hace de materia. dida, es causa de delectación (Ethic. 1. 7,
Quedando pues sentado que la delecta- c. 12 y 1 3 ; y 1. 1 0 , c. 4 y 5 ) . M a s la ope-
ción y la tristeza son contrarias según el ración de la contemplación puede ser im-
género, dedúcese que en cualquiera tris- pedida de muchas maneras, y a totalmente,
teza la disposición del sujeto es contraria y a dificultándola. L u e g o en la contem-
á la que tiene en cualquiera delectación: plación puede haber una tristeza contra-
porque en toda delectación el apetito se ria á la delectación.
ha como quien acepta lo que p o s e e ; al 5.° L a aflicción de la carne es causa
paso que en cualquiera tristeza su actitud de tristeza* y , según leemos ( E c c l . 12,
es la del que huye : y así por parte del 12), la frecuente meditación es aflicción
sujeto toda delectación es un antídoto de la carne. L u e g o la contemplación tiene
contra toda tristeza, y toda tristeza un una tristeza contraria á la delectación.
obstáculo á cualquiera delectación, prin- Por el contrario, se d i c e ( S a p . 8 , 1 6 ) :
cipalmente cuando la delectación es con- no tiene amargura su conversación (de la
traria á la tristeza aun específicamente. sabiduría ) , ni tedio su trato, sino alegría
D e lo dicho se deduce la contestación y gozo. L a conversación y trato con la
al argumento 3.°; ó bien diremos que, sabiduría se verifica por la contemplación.
aunque no toda tristeza contraría á toda L u e g o no h a y tristeza alguna, que sea
delectación según la especie, sin embargo contraria á la delectación de la contem-
se la opone en cuanto al efecto ; dado que plación.
la una conforta la naturaleza animal, y la Conclusión. La delectación en algún
otra la molesta en cierto modo. objeto aneja á su contemplación [ 1 ] puede
ser contrariada por alguna tristeza: mas
ARTÍCULO V . — ¿ H a y a l g u n a tristeza la habida sobre la contemplación mis-
contraria á l a delectación tío l a contempla-
ma [ 2 ] ni admite per se tristeza contra-
ción? (1)
ria, ni [ 3 ] adjunta per se ; aunque [ 4 ]
1.° Parece que h a y alguna tristeza puede per accidens é indirectamente mez-

fl) Entiéndese por contemplación, propia y estrictamente arg. 3.° ; y el Santo establece como preliminar para el desar-
hablando, la consideración ó meditación de la -verdad, que es rollo de su tesis la distinción entre la contemplación como
el bien del entendimiento, según se define en la solución al causa ó como objeto de la delectación ; nótese bien esto.
246 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO V.

ciársela, en cuyo único caso [ 5 ] es así se mezcla la tristeza ó el dolor con la


contrariada por ella. aprensión, á veces directamente en las
R e s p o n d e r e m o s , que la delectación de fuerzas aprensivas de la parte sensitiva,
la contemplación puede entenderse de dos que tienen un órgano corporal, y a por ser
modos. l.° Entendiéndose que la contem- el (objeto) sensible contrario á la debida
plación és causa de la delectación, y no complexión del órgano (como el gusto de
su objeto ; y entonces la delectación no cosa amarga y el olor de la f é t i d a ) , ya
proviene de la misma contemplación, sino por la continuidad de lo sensible conve-
del objeto contemplado. Puede empero niente, que por su insistencia transborda
contemplarse algo nocivo y triste, así con esceso las fuerzas habitualmente nor-
como algo conveniente y deleitable : por males , conforme á lo dicho (C. 3 3 , a. 2);
consiguiente nada obsta á que la delec- y así la aprensión de lo sensible, antes
tación de la contemplación así conside- deleitable, viene á hacerse enojosa. Pero
rada pueda tener una tristeza contraria. estos dos fenómenos no tienen lugar
2." P u e d e significar que la contemplación directamente en la contemplación de la
es el objeto y la causa de la delectación, m e n t e , por no tener ésta órgano corporal;
como cuando alguno se deleita en lo mis- por lo cual se ha dicho en el pasaje adu-
mo que contempla; y en tal acepción, cido (arg. Por el contrario) que « l a con-
como dice San Gregorio JSTiseno (Nemesio, »templacion de la mente no tiene ni
lib. de nat. hom. c. 18), « á esta delecta- » amargura ni tedio». Mas, como la mente
»cion en la contemplación no se opone humana en la contemplación se sirve de
»tristeza alguna» ; y lo mismo indica las fuerzas aprensivas sensitivas, en cuyos
Aristóteles (Topic. 1. 1, c. 13, loe. 2 ; y actos sobreviene el cansancio; por esta
E t h i c . 1. 10, c. 3) : lo cual debe enten- razón indirectamente se mezcla alguna
derse hablando (per se) en absoluto. L a aflicción ó dolor á la contemplación, pero
razón e s , porque la tristeza per se es con- de ninguno de los dos modos la tristeza
traria á la delectación sobre un objeto adjunta per accidens á la contemplación
contrario,como la delectación procedente contraría la delectación de esta : porque
del calor es contraria á la tristeza efecto la tristeza, que sirve de obstáculo á la
del frió. Mas nada hay contrario al objeto contemplación, no contraría su delecta-
de la contemplación : porque las razones ción , antes bien tiene afinidad y conve-
•de los contrarios, según que son aprendi- niencia con la misma, según resulta de lo
das, no son contrarias; sino que un con- dicho ( a . 4 ) ; en tanto que la tristeza ó
trario es la razón de conocer el otro. L u e g o aflicción, que proviene del cansancio cor-
no puede haber (propiamente hablando) poral, no se refiere al mismo género, sino
tristeza alguna contraria á la delectación que está separada enteramente: y así es
cifrada en la contemplación. P e r o ni aun evidente que ninguna tristeza es contra-
la admite aneja, ai modo que las delecta- ria á la delectación producida por la
ciones corporales, que son como remedios misma contemplación, ni se la une tristeza
contra algunas molestias; como uno se alguna sino per accidens.
deleita en la bebida acosado por la sed,
A l argumento 1.° diremos, que aquella
la cual una vez y a satisfecha, cesa tam-
tristeza, que es según D i o s , no proviene
bién la delectación de la bebida: porque
de la contemplación misma de la mente,
la delectación de la contemplación no
sino de algo que la mente contempla; es
proviene de la remoción de alguna moles-
decir, del pecado, que la mente consi-
t i a , sino de que es deleitable por sí mis-
dera como contrario á la delectación (1)
m a ; puesto que no es generación, como
divina.
se h a dicho (C. 34, a. 3), sino cierta ope-
A l 2.° que las cosas, que son contra-
ración perfecta. P e r o la tristeza se mez-
rias en el orden de la naturaleza, según
cla per accidens á la delectación de la
se hallan en la mente, no tienen contra-
aprensión, y esto de dos maneras: 1. por a

riedad : porque las razones de los contra-


parte del ó r g a n o ; 2 . por impedimento
a

rios no son contrarias, sino que más bien


de la aprensión. P o r parte de los órganos
uno de ellos es la razón de conocer el
(1) A«í comunmente con el códice de Alcañiz y las edicio- de Pádua con Gaicía ponen dlleclloni (al amor de Dios) por de-
nes romanas antiguas, como también Kicolai. La áurea y las leelalionl (complacencia ó voluntad y beneplácito).
CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O S V Y VI. 247

otro ( 1 ) ; por cuya causa l a cieucia de » virtud tiene por objeto lo difícil y b u e -
los contrarios es única. » n o » ( E t h i c . 1. 2, c. 3). P e r o el fuerte,
A l 3.° que la contemplación en sí mis- que resiste al movimiento repulsivo del
ma nunca implica razón de m a l , puesto dolor, es más virtuoso que el morigera-
que no es otra cosa que la consideración do, que resiste al movimiento apetitivo
de lo verdadero, que es el bien del en- de la delectación; pues dice Aristóteles
tendimiento; y sí solo per accidens, es (Rhet. 1. 1, c. 4) que «los fuertes y los
decir, en cuanto la contemplación de una »justos son los más honrados». L u e g o es
cosa más vil impide la contemplación de más vehemente el movimiento repulsivo
lo mejor; ó lo es por parte del objeto de la tristeza, que el apetitivo de la de-
contemplado, al cual se aficiona desor- lectación.
denadamente el apetito. Por el contrario: a. el bien es más
A l 4.° que l a tristeza, que sirve de »fuerte que el m a l » , como hace constar
obstáculo á la contemplación, no contra-, San Dionisio ( D e D i v . nom. c. 4, p. 4,
ría la delectación de e s t a , sino que la es lect. 21 y 22). E s así que la delectación
afín, como queda dicho. es apetecible por razón de lo bueno, que
A l 5.° que la aflicción de la carne ac- es su objeto; y el huir de la tristeza lo es
cidental é indirectamente se refiere á la por causa del mal. L u e g o es más fuerte
contemplación de la, m e n t e , según se h a el apetito de l a delectación que l a fuga
indicado. de la tristeza.
Conclusión. Naturalmente y per se [ 1 ]
A R T Í C U L O V I . — ttebc evitarse m á s es mayor el apetito de la delectación que
la tristeza que a p e t e c e r s e la delectación ? (2) la fuga de la tristeza; ó bien: la pro-
pensión de la potencia apetitiva á la de-
1.° Parece que más bien debe huirse lectación es (propiamente hablando) ma-
la tristeza que apetecerse la delectación: yor naturalmente que á huir de la tris-
porque dice San Agustín ( Q q . 1. 8 3 , q. teza ; aunque [ 2 ] per accidens suele
36) que «nadie h a y , que no rehuya más alguno eludir con más ahinco la tristeza
»el dolor que apetezca el deleite». A q u e - que apetecer la delectación.
llo empero, que todo el mundo admite Responderemos q u e , hablando en ab-
comunmente, parece ser natural. L u e g o soluto, el apetito de la delectación es más
es natural y conveniente huir más de la fuerte que la fuga de la tristeza. Y la
tristeza que apetecer la delectación. razón es, porque la causa de la delectación
2.° L a acción del contrario contribuye es el bien conveniente, y la del dolor ó
á la rapidez é intensidad del movimiento; tristeza es algún mal que repugna. P u e -
pues el agua caliente se congela mejor y de empero existir algún bien conveniente
más pronto como dice Aristóteles ( M e - sin disonancia alguna, mientras que nin-
teor. 1. 1, c. 12). Pero la fuga de la tris- g ú n mal puede ser del todo repugnante
teza tiene por causa la contrariedad de sin alguna conveniencia; y por lo tanto
lo que contrista; mientras que el apetito la delectación puede ser íntegra y per-
de la delectación no proviene de alguna fecta, mas la tristeza es siempre parcial:
contrariedad de objeto que contriste, sino de donde se infiere ser mayor natural-
más bien de la conveniencia de lo que mente el apetito de la delectación que la
deleita. L u e g o la fuga de la tristeza es fuga de la tristeza. H&y también otra
mayor que el apetito de la delectación. razón, y es la de que el bien, que es el
3.° Cuando uno combate por medio de objeto de la delectación, es apetecido por
la razón una pasión más fuerte, tanto sí mismo; al paso que el m a l , objeto de
más laudable es y virtuoso ; porque « l a la tristeza, es repulsivo (tan solo) como
fl) Como el mal se conoce por la ausencia ó privación del de uno ú otro bajo este mismo punto de vista del mayor ó
bien, según lo espueslo en la 1.* P., T. 1.°, pág. 407, ñola 2. menor grado de respectiva intensidad, tal como queda diluci-
(2) El sentido de la propuesta es según Silvio : « la tristeza dado (C. 29, a. 3) y resuelto en términos análogos á los de la
» y el objeto que la prod.icc incita á la fuga de este con más solución de la tesis aquí discutida ; con la diferencia empero
«enérgico impulso que la delectación y lo deleitable atraen de añadirse aquí á los dos aspectos allí considerados (de la im-
» con su aliciente á procurárselo?» ; ó bien : et ¿el apetito es presión sensible y de la desproporción ó]parangon) un tercero
» estimulado con mayor vehemencia y eficacia á evitar el mal fundado en el efecto, según oportunamente hace notar el
» que lo os á desear y perseguir el bien ? » Recuérdese la an- C. Cayetano.
títesis entre el amor y el odio en cuanto á la preponderancia
248 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO VI.

privación de bien: y lo que existe per se verdadero per accidens y no per se;
es mejor que lo que es per accidens; lo como se colige evidentemente de lo que
cual se advierte bien en los movimientos después añade: «como quiera que (3) aun
naturales, porque todo movimiento natu- » á las bestias más feroces las vemos
ral es más intenso á su conclusión, según » abstenerse de los mayores placeres, por
que se aproxima al término convenien- » miedo á los dolores » , que contrarían la
te ( 1 ) á su naturaleza, que al principio, vida, que es lo que más se ama.
cuando se aleja del que la conviene; co- A l 2.° que no sucede lo mismo en el
mo que la naturaleza tiende más á lo que movimiento procedente del interior, que
la conviene que á buir de lo que la re- en el que proviene del esterior: por-
pugna. A s í también pues la inclinación que el primero más tiende á lo que es
de la potencia apetitiva, hablando en conveniente que se aleja de lo contrario,
propiedad, tiende con más vehemencia á como se ha dicho acerca del movimiento
la- delectación que á eludir la tristeza. natural; pero el procedente de fuera se
No obstante per accidens suele alguno acentúa con la misma contrariedad, por-
huir más bien de la tristeza que desear que cada ser procura á su manera resistir
la delectación; y esto acontece de tres á su contrario como su propia conserva-
maneras: 1 . P o r parte de la aprensión :
a
ción ; por lo cual el movimiento violento
porque, como dice San Agustín ( D e Trin. hácese al principio más intenso, y decae
1. 10), « s e siente más el amor, cuando lo cuando llega al fin. Mas el movimiento
» promueve la necesidad » ( 2 ) ; pero de de la parte apetitiva proviene del inte-
la necesidad del objeto amado procede la rior, partiendo del alma hacia las cosas ;
tristeza, ocasionada por la pérdida de y por lo t a n t o , hablando con propiedad,
algún bien amado ó por la acción (incur- más se apetece la delectación que se elu-
su) de algún mal contrario: necesidad de la tristeza : al paso que el movimiento
que no afecta á la delectación, la cual de la parte sensitiva arranca del esterior,
reposa en el bien ya poseído. Siendo pues como de las cosas al alma, por c u y a ra-
el amor la causa de la delectación y de zón se siente más lo que le es contrario:
la tristeza, tanto más se Luye de esta, y así también per accidens, en cuanto
cuanto más se siente aquel, por cuanto le el sentido se requiere para la delectación
contraría. 2 . D e parte de la causa, que
a
y la tristeza, más se h u y e de esta que se
contrista 6 infiere dolor, la cual repugna apetece la delectación.
al bien más amado que aquel, en que nos A l 3.° que el fuerte no es alabado,
deleitamos; porque amamos más la con- porque no se deja vencer racionalmente
servación natural del cuerpo que el pla- por un dolor ó tristeza cualquiera; sino
cer de la comida, y así es que por temor porque se sobrepone á aquella, que cons-
al dolor procedente de castigos (corpó- tituye peligro de muerte: y de esta tris-
reos) ó semejantes, que contrarían al teza se huye más que se apetecen los
bienestar del cuerpo, renunciamos á Jos placeres de la mesa ó de la carne, á que
placeres de la mesa ú otros de igual ín- se refiere la templanza; como se ama más
dole . 3 . D e parte del efecto, es decir, en
a

la vida que la comida ó el coito. P e r o el


cuanto la tristeza impide, no una sola, morigerado es más alabado, porque no
sino todas las delectaciones. busca los placeres del tacto, que porque
A l argumento 1.° diremos, que eso, no rehuye las tristezas contrarias, según
que dice San Agustín, que «más se elude se dice (Ethic. 1. 3 , c. 11).
el dolor que se apetece el deleite», es

(1) Entendiéndose dicho así por metonimia, esto es, apro- unido. Tal es el sentido de la frase , que interpretamos con el
piando al movimiento lo que más bien compete al móvil; pues P. Píicolai, refiriéndola, más bien que al amor mismo, á sus
no hay oxactitud filosófica en decir conveniente á la natura- manifestaciones ó á la impresión sentida y revelada en pre-
leza del movimiento el objeto, en que termina : á menos que sencia ó ausencia del objeto respectivamente por el sujeto
se entienda por este término final el reposo ó fin del movi- que ama.
miento en el tal objeto ó punto terminal. (3) Quanioquidem ; no quandoque quidem , cual se vo en al-
(2) La ausencia del objeto amado escita más sensiblemente gunos impresos de San Agustín, cuyo manuscrito autógrafo
el amor con la avidez de tenerlo presente siempre ; mostrán- pone (lo mismo que los de la SUMA) quanioquidem, según ob-
dose por el contrario más tranquilo, sin ser por eso menos in- serva el P. Kicolai.
tenso, cuando de hecho y en actualidad lo posee y le está
CUESTIÓN X X X V . — A R T Í C U L O V l í . 249

ARTÍCULO V I I . — E I dolor e s t e n i o e s t o , que repugna al apetito. E l dolor es-


mayor que el Interno ? terior resulta también de la aprensión de
los sentidos, y especialmente del t a c t o ;
l.° Parece que el dolor esterior del como el dolor interior de la aprensión
cuerpo es mayor que el dolor interior del interna, es decir, de la imaginación ó
corazón : porque el dolor esterior ( 1 ) también de la razón. Si pues se compara
del cuerpo proviene de una causa, que la causa del dolor interno con la del es-
repugna al bienestar del cuerpo, en el terior ; la una pertenece per se al apetito,
cual reside ( 2 ) la vida : pero el dolor al cual competen uno y otro dolor, y la
interior es producido por alguna imagi- otra por razón de o t r o : porque el dolor
nación ( 3 ) de mal. L u e g o , como se ama interno proviene de que algo repugna al
más la vida que un bien imaginado, pa- mismo apetito; y el esterior de que algo
rece según lo antes dicho que el dolor le repugna, por repugnar al cuerpo; y
esterno es mayor que el interno. siempre lo que es per se es anterior á lo
2.° Más mueve una cosa que su ima- que es por otro: y por lo tanto bajo este
gen. E s así que el dolor esterno proviene concepto el dolor interno prepondera so-
de la unión real de algo contrario; y el bre el esterior. L o propio sucede por par-
dolor interno de la imagen de tal contra- te de la aprensión: porque la de la razón
rio aprendida. L u e g o es mayor el dolor y de la imaginación es más honda que la
esterno que el interno. del sentido del tacto. L u e g o , absoluta y
3.° Por el efecto se conoce la causa; propiamente hablando, el dolor interior
y el dolor esterno produce mayores efec- es más fuerte que el esterior: y la prue-
tos , pues más fácilmente muere el hom- ba es que hay quien sufre voluntaria-
bre por causa de los dolores esteriores mente dolores e s t e m o s , por evitar el in-
que por un dolor interno. L u e g o el este- terno ; y, en cuanto no repugna el dolor
rior es mayor y se elude más que el esterno al apetito interior, se hace en al-
interior. gún modo deleitable y gustoso al gozo
Por el c o n t r a r i o , dícese ( E c c l i . 2 5 , interior. Sin embargo á veces el dolor
17): la tristeza del corazón es plaga esterior va acompañado del interior, y
universal, y la maldad de la mujeres la entonces el dolor se aumenta, porque no
suma malicia. L u e g o , así como la mal- solamente el dolor interno es mayor que
dad de la mujer escede á otras maldades, el esterno, sino también más universal;
como allí se da á entender, así la tristeza puesto que todo lo que repugna al cuer-
del corazón escede á todo esterno pade- po puede repugnar al apetito interior, y
cimiento. todo cuanto es aprendido por los senti-
Conclusión. El dolor interno, hablan- dos puede serlo por la imaginación y la
do propiamente y en absoluto, es más razón; y no recíprocamente. Por lo cual
vehemente y universal que el esterno. se dice terminantemente en el testo adu-
cido (arg. Por el contrario) que « l a tris-
R e s p o n d e r e m o s , que el dolor esterno
»teza del corazón es una llaga total»,
y el interno convienen en un punto y di-
por cuanto aun los dolores de todos los
fieren en dos: convienen en que uno y
sufrimientos esteriores se- hallan com-
otro son movimiento de la potencia ape-
prendidos bajo la tristeza interior del
titiva, como se ha dicho (a. 1); y difieren
corazón.
en cuanto á los dos requisitos para la
tristeza y la delectación, cuales son la A l argumento 1.° diremos, que el do-
causa, que es el bien ó el mal adjunto, y lor interno puede también ser de lo que
la aprensión: porque la causa del dolor contraría á la v i d a ; y así la comparación
esterno es el mal unido, que repugna al del dolor interno con el esterno no se de-
cuerpo; y la del interno es el mal adjun- be juzgar según los diversos m a l e s , que

(1) Así la generalidad de las ediciones con el códice de Al- tud de ser vivificado por el alma depende el que esta lo anl*
cañiz y la de Padua de 1712 ; mas la de 1698 con Nicolai su- me, constituyendo así la vida del conjunto ó la naturaleza
prime la palabra corporis, que en alguna otra (como la romana completa del individuo humano.
antigua) aparece reemplazada por coráis, quizá por errata ma- (3) En equivalencia de aprensión : ó bien, considerada la
terial. imaginación como uno de los cuatro sentidos internos, según
(2) Radicalmente) por cuanto de su conservación an apti- queda esplicado en la 1." P. C. 78, a. 4 (pág. 632 del T. 1,")
250 CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULOS V i l Y V I H .

son causa del dolor, sino según la diver- les no están comprendidas en estas es-
sa relación de esta causa de dolor con el pecies : luego la división preestablecida
apetito ( 1 ) . es insuficiente.
A l 2.° que la tristeza interior no pro- 3.° Toda división debe hacerse por los
cede de la semejanza de la cosa aprendi- opuestos; y las partes de la división an-
d a , como de su causa: porque no se en- terior no son opuestas recíprocamente,
tristece el hombre interiormente por la pues según S. Gregorio Niseno ( i b i d . )
semejanza misma de la cosa aprendida; » la postración ( 5 ) es una tristeza, que
sino de la cosa por ella representada, y » priva de la palabra; la ansiedad es una
que en verdad tanto más perfectamente » tristeza agravante; la envidia tristeza
se aprende por alguna semejanza, cuanto » de los bienes ajenos; y la compasión
la semejanza es más inmaterial y abs- » tristeza de los males ajenos » . Sucede
tracta. P o r lo tanto el dolor interno, pro- sin embargo que alguno se entristece de
piamente hablando, es mayor; como que los males y bienes ajenos, y se afecta en
recae sobre un mal mayor (2), por cuan- gran manera interiormente, y pierde es-
to por la aprensión interior se conoce más teriormente la voz : luego la antedicha
el mal. división no es conveniente.
A l 3.° que las alteraciones corporales Por el contrario, está la autoridad de
proceden más bien del dolor esterno, y a San Gregorio Niseno y el Damasceno
porque la causa de este ataca á lo adjun- (ibid.) (arg. l.°)
to al cuerpo, lo cual exige la aprensión Conclusión. Es razonable la distin-
del tacto ; ya también porque el sentido ción de estas cuatro especies de tristeza:
esterior es más corporal que el interno, postración, ansiedad, compasión y envi-
como el apetito sensitivo lo es más que dia, según su aplicación á algo estraño.
el intelectivo. P o r cuya razón, como se R e s p o n d e r e m o s , que el concepto de
ha dicho ( C . 3 1 , a. 4 ) , por el movimiento especie implica en sí el de constituirse
del apetito sensitivo se inmuta (3) más por adición al género; al cual puede aña-
el cuerpo, é igualmente por el dolor es- dirse algo de dos maneras : 1. en cuanto a

terno más que por el interior. le pertenece per se y está contenido en él


virtualmente, como racional se adiciona
ARTÍCULO V I I I . — Hay solas cuatro al animal, y tal adición constituye verda-
e s p e c i e s de tristeza? deras especies de un g é n e r o , como lo
prueba Aristóteles ( M e t . 1. 7 , t. 1 3 ; y
l.° Parece que S. J u a n Damasceno 1. 8 , t. 1 0 ) ; 2 . se añade también al g é -
a

( O r t h . fid. 1. 2, c. 1 3 ) distingue inconve- nero algo ( 6 ) estraño á su naturaleza,


nientemente cuatro especies de tristeza, como si á ( la idea de) animal se agrega
que son, postración (accidia), (achos) ó la de blanco ú otra semejante; y esta
ansiedad según S. Gregorio Ñiseno ( N e - adición no origina verdaderas especies
mes, lib. de nat. hom. c. 1 9 ) , compasión de un género según el sentido, en que co-
(misericordia) y envidia: porque la tris- munmente hablamos de géneros y espe-
teza se opone á la delectación ; y no se cies. A veces sin embargo se dice que
asignan especies algunas de delectación. algo es una .especie de tal g é n e r o , por
L u e g o tampoco deben asignarse de la cuanto tiene algo estraño, á que se atri-
tristeza. buye carácter de género; como el carbón
2.° L a penitencia es cierta especie de y la llama se dicen ser especies del fuego
tristeza, como también la indignación por la aplicación de la naturaleza de este
(nemesis) y el celo ( 4 ) , como dice A r i s - al combustible estraño (á él.) Según el
tóteles ( í t h e t . t. 2 , c. 9 y 1 1 ) ; las cua- mismo modo de hablar se dice que la as-

ti) Según que directa é inmediatamente afecte al apetito inmediata y formalmente. Nicolai.
mismo, ó solo indirectamente y mediante el cuerpo, impre- (1) Emulación ó deseo de venganza.
sionado antes desde luego : como queda esplicado en el cuerpo (5) Accidia, quizá mejor acedía, como escribe M. Drioux (de
del artículo. acedus, agrio ó desabrido y como avinagrado, ó de acelum, vi-
(2) Formalmente } y no materialmente, dado que la materia nagre), desabrimiento ó sinsabor.
de uno y otro puede ser un mismo mal, aprendido interior- (f>) Aliud veri addilur en unas ediciones : en otras Alio modo
mente , pero sufrido en el esterior. aliquid addilur. Es suslancialmente lo mismo.
(3) Material y mediatamente 6 como per acciácns ¡ no per se ó
CUESTIÓN XXXV. — ARTÍCULO VIIÍ. 251

tronomía y la perspectiva son especies de paralizar los miembros esteriores,


de las matemáticas, en cuanto los princi- lo cual produce la postración (acci-
pios de esta ciencia se aplican á las cosas diam) (1) ; en este caso lo estraño viene
naturales. E n este sentido pues se asig- á serlo en el doble concepto dicho, puesto
nan aquí especies de tristeza por la apli- que no deja lugar á f u g a , ni está en el
cación del concepto de tristeza á algo es- apetito. D í c e s e empero que la postra-
traño, que puede ser considerado ya por ción priva de la v o z , porque de todos los
parte de la causa ú objeto, y a por la del movimientos esteriores es la que mejor
efecto : porque el objeto propio de la tris- espresa los conceptos y afectos internos,
teza es el propio mal, y por consiguiente no solamente en los hombres, sino tam-
su objeto estraño puede considerarse ó bién entre los otros animales, como se
bien por relación al otro solamente, es dice (Polit. 1. 1, c. 2.)
decir, como malo, aunque no propio, cual A l argumento 1.° diremos, que la de-
se considera la compasión, que es tristeza lectación es producida por el b i e n , que
del mal ajeno , pero en cuanto se estima se entiende en una sola acepción; y por
como propio ; ó bien bajo esta doble re- eso no se asignan tantas especies de de-
lación, como que no versa ni sobre lo lectación, como de tristeza causada por
propio ni por malo , sino acerca de un el m a l , que sobreviene de muchas ma-
bien ajeno, si bien bajo su aspecto de mal neras , como dice S. Dionisio ( D e div.
propio, lo cual constituye la envidia. nom. c. 4, p. 4, lect. 22.)
Mas el efecto propio de la tristeza con- A l 2.° que la penitencia proviene del
siste en cierta aversión del apetito ; y en propio m a l , que es per se objeto de la
tal concepto lo estraño por relación al tristeza, por lo cual no pertenece á estas
efecto de la tristeza puede considerarse especies ; y el celo (2) y la indignación
en cuanto al otro úuicamente y como im- (nemesis) se incluyen en la envidia, como
peditivo de la fuga, de donde nace la an- lo demostraremos ( 2 . 2 . , C. 3 6 , a. 2 . )
a a6

siedad , que agrava el ánimo basta el A l 3.° que esta división no se funda en
punto de no vislumbrar refugio alguno, la oposición de las especies, sino en la
lo que da origen á designarla ademas diversidad de los objetos estraños, á los
con el nombre de angustia. P e r o , si el cuales se aplica la noción de tristeza,
abatimiento se agrava hasta el estremo según lo dicho.

(1) Embargo ó paralización, acaso mejor síncope ó mu- bien, de que juzgamos indigno á su poseedor : pasiones am-
tismo. bas nunca exentas de envidia, por más que esta propiamente
("2) Emulación codiciosa, por la que llevamos á mal la ca- consiste en el pesar ó tristeza del bien ajeno, considerado
rencia de los bienes de otro, como dolicndonos de ellos; así como mengua ó cercen del propio, ó en cuanto el otro se nos
como por la indignación ó némesis nos irritamos en vista del aventaja.
CUESTIÓN XXXVI.

Causas de la tristeza ó del dolor.

Sobre este asunto esplanarémos cuatro tesis : 1. ¿La c a u s a del dolor es el bien p e r d i d o , ó m á s bien
a

el m a l adjunto? — 2. La concupiscencia es causa del dolor? — 3 . Lo es el deseo de la u n i d a d ? —


a a

4. Y el poderío, al que no se puede resistir ?


a

ARTÍCULO I . — La c a n s a d e l dolor e s porque « e l mal según lo demostrado


» ( P . 1. , C. 48, a. 1) es la privación del
e l bien p e r d i d o , ó m á s bien el m a l anejo ? a

»bien», y la privación en la naturaleza de


l.° Parece que el bien perdido es más las cosas no es sino la carencia del hábito
(directa) causa de dolor que el mal ad- opuesto. Según esto pues entristecerse
junto: porque dice S. Agustín ( Q q . 1. 8, por el bien perdido y por el mal presente
q. 1 ) que « proviene dolor de la pérdida sería lo mismo. P e r o la tristeza es el
» de los bienes temporales » . L u e g o por movimiento del apetito consiguiente á l a
identidad de razón todo dolor proviene de aprensión; y en esta la misma privación
la pérdida de algún bien. tiene concepto de cierto ente, por lo cual
2.° Queda sentado (C. 35, a. 4) que el se la llama ente de razón: así que el mal,
dolor, que es contrario á l a delectación, siendo una privación, se halla en el caso
se refiere al mismo objeto de esta. P e r o de un contrario; y de aquí que en cuanto
la delectación tiene por objeto el bien, al movimiento apetitivo ofrece diversidad
como se ha dicho (ibid.). L u e g o el dolor de aspecto su referencia preferente al mal
proviene principalmente de la pérdida de adjunto ó al bien perdido. Siendo pues
un bien. análogo el movimiento del apetito animal
3.° Según S. Agustín ( D e civ. D e i , en las operaciones del alma al movi-
1. 1 4 , c. 7 y 9 ) « e l amor es causa de la miento natural en las cosas naturales; de
» tristeza, como también de las otras la consideración de estos movimientos
» afecciones del a l m a » . E s así que el naturales podrá colegirse la verdad: por-
objeto del amores el bien; luego el dolor que, examinando en los movimientos na-
ó la tristeza se refieren más al bien per- turales el acceso y el retroceso, aquel
dido que. al mal adjunto. mira per se á lo que es conveniente á la
Por el contrario, dice S. J u a n D a - naturaleza, y estotro á lo que (la) es
masceno ( D e fid. orth. 1. 2. c. 12 ) que contrario; como un cuerpo grave se aleja
« el mal en perspectiva produce el temor, per se de un lugar elevado, y se acerca
» y el mal presente la tristeza » . naturalmente al inferior. Pero, si conside-
ramos la causa de este doble movimiento,
Conclusión. El mal anejo es más pro-
es d e c i r , la gravitación, la gravedad
piamente [ 1 ] causa de dolor 6 tristeza
misma antes (per prius) inclina hacia el
que el bien perdido, según que el objeto
lugar inferior, que retrae ó aparta del
es causa de la pasión ; aunque el amor,
superior, de donde se separa á fin de pro-
causa radical de la tristeza, [ 2 ] se refie-
pender á la parte baja. A s í pues, siendo la
re más directamente al bien perdido.
habitud de la tristeza en los movimientos
Responderemos que, si las privaciones
apetitivos á modo de fuga ó d e s v í o , en
estuvieran en l a aprensión del alma, como
tanto que la delectación se h a como as-
se hallan en las mismas c o s a s ; esta cues-
piración ó acceso; así como la delectación
tión parecería de ninguna importancia:
CUESTIÓN X X X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I , 253

antes mira al bien p o s e í d o , como á su senté, y la concupiscencia de futuro (2):


objeto propio, así la tristeza se refiere luego esta no es causa de aquel.
principalmente al mal anejo: pero la 3.° L o que es por sí deleitable , no es
causa de la delectación y de la tristeza, causa de dolor. Tal es la concupiscencia,
es decir, el amor se refiere antes al bien como dice Aristóteles ( R h e t . 1. 1, c. 11.)
que al mal. P o r lo tanto del modo que el L u e g o la concupiscencia no es causa de
objeto es causa de la pasión, más propia- dolor ó tristeza.
mente es causa de tristeza ó dolor el mal Por el contrario, dice San Agustín
presente que el bien perdido. ( Enchirid. c. 24 ) que « l a ignorancia de
A l argumento 1.° diremos que la misma » lo que se debe hacer y la concupiscen-
pérdida del bien se aprende bajo el con- » cia de cosas nocivas tienen por compa-
cepto de m a l , como también la exención » ñeros al error y al dolor ». E s así que
del mal bajo el concepto de bien ; por lo la ignorancia es causa del error. L u e g o la
cual S. Agustín dice que el dolor pro- concupiscencia es causa del dolor.
viene de la pérdida de los bienes tempo- Conclusión. La concupiscencia es al-
rales. gunas veces [ 1 ] según su propia natura-
A l 2.° que la delectación y el dolor á leza causa de dolor; mas [2] no puede
ella contrario se refieren al mismo objeto, ser la causa universal y única de todo
pero bajo aspecto contrario: porque, si la dolor.
delectación se funda en la presencia de Responderemos, que la tristeza es
algún o b j e t o , la tristeza proviene de la cierto movimiento del apetito animal; y
ausencia del mismo; y , como en uno de el movimiento apetitivo e s , como hemos
los contrarios se incluye la privación del dicho ( a . 1), semejante al apetito natural;
otro, según consta ( M e t . 1. 1 0 , t. 1 5 ) ; semejanza, á que pueden asignarse dos
sigúese que l a tristeza respecto de u n c a u s a s , una por modo de fin y otra en
contrario se refiere al mismo en cierto cuanto al origen ó principio del movi-
modo , pero bajo contrario aspecto. miento : así la causa del descenso de un
A l 3.° q u e , cuando de una sola causa cuerpo pesado , como fin , es el lugar in-
provienen muchos movimientos, no es ferior; y el principio del movimiento es
forzoso que todos se refieran á lo mismo, la inclinación natural procedente de la
á que principalmente se refiere l a causa, gravedad. L a causa empero del movi-
sino al primero solamente ; pues cada uno miento apetitivo como fin es su objeto, y
de los otros se refiere preferentemente á en este sentido hemos dicho ( a. 1 ) que
aquello, que le es conveniente según su la causa del dolor ó de la tristeza es el
propia naturaleza. mal adjunto; mas la causa como origi-
naria del principio de tal movimiento es
la inclinación interior del apetito, que en
ARTÍCULO I I , — i.» concupiscencia e s
causa de dolor ?
verdad se inclina primeramente al bien, y
de consiguiente á repeler el mal contra-
l.° Parece que la concupiscencia no es rio. P o r lo tanto el primer principio de
causa de dolor ó tristeza : porque la tris- este movimiento apetitivo es el amor,
teza por sí se refiere ( 1 ) al m a l , según primera inclinación del apetito para con-
se ha dicho ( a . 1 ) , mientras que la con- seguir el b i e n ; y el segundo principio es
cupiscencia es cierto movimiento del ape- el o d i o , tendencia primera del apetito á
tito hacia el bien ; y el movimiento á un eludir el mal. P e r o , puesto que la concu-
contrario no es causa del movimiento piscencia ó el deseo es el primer efecto
hacia el otro. L u e g o la concupiscencia del amor, én el que ante todo nos delei-
no es causa del dolor. tamos , como se ha dicho ( C. 3 2 , a. 6 ) ;
por esto S. Agustín toma muchas veces
2.° E l dolor según S. J u a n D a m a s -
el deseo ó la concupiscencia por el amor
ceno ( D e orth. fid. 1. 2, c. 12) es de pre-
(1) Pero bajo un concepto contrario al de la concupiscencia ser efectivamente futuro y aun simplemente posible ; al paso
respecto del bien : esta lo apetece ; aquella elude el mal. Hé que el mal productor de. la tristeza es presente en realidad,
aqui el fondo del sofisma. salva ilusión, cual la que aflige á los locos ó fatuos y á los
(2) Realmente ó según la aprensión : porque no siempre es dormidos con la aparente actualidad de males de todo punto
futuro lo que se apetece, si bien el que lo anhela lo considera imaginarios ó fantásticos. INicolai.
tal respecto de sí mismo, aun cuando existente ya, y puede
2o4 CUESTIÓN XXXVI. — ARTÍCULOS II Y I I I .

según lo indicado ( C . 30, a. 2, al 2.°), y causa universal del dolor, puesto que la
bajo este concepto dice ser la concupis- hartura pertenece á la unidad, pero la
cencia causa universal del dolor. M a s la interrupción á la multitud.
misma concupiscencia considerada según 2.° Toda separación es contraria á la
su propia naturaleza es á veces causa del unidad. Si pues el dolor fuese producido
dolor : porque todo lo que impide al mo- por el apetito de la unidad, ninguna se-
vimiento llegar á su término , es contra- paración sería deleitable: lo cual es noto-
rio á dicho movimiento; y, como lo que es riamente falso en la separación de todo
contrario al movimiento del apetito con- lo supérfluo.
trista , de aquí es que la concupiscencia 3.° P o r la misma razón apetecemos la
viene á ser causa de la tristeza, en cuanto unión del bien y la remoción del m a l :
nos apenamos por el retardo ( en la con- pero, así como la unión pertenece á la
secución) del bien deseado ó por su total unidad, que es cierta unión; así la sepa-
desaparición : mas no puede ser causa ración es contraria á la unidad : luego el
universal del dolor; porque más sentimos apetito de la unidad no debe ser conside-
la pérdida de los bienes presentes, en rado como causa del dolor más bien que
los que y a nos deleitamos, que de los fu- el de la separación.
turos, que apetecemos. Por el contrario, dice San Agustín
A l argumento 1.° diremos, que la in- ( D e lib. arbitr. 1. 3, c. 23) que « e l dolor,
clinación del apetito á la consecución del » que las bestias sienten, manifiesta en el
bien es causa de la inclinación del mismo »régimen y animación de sus cuerpos,
á evitar el m a l , como queda dicho ; y de » cuánto apetecen las almas la unidad;
aquí proviene que los movimientos del » porque ¿ qué otra cosa es el dolor, sino
apetito, que se refieren al bien, se consi- » cierto sentimiento, que no sufre la divi-
deran causa de los movimientos del ape- »sion ó corrupción?»
tito con respecto al mal. Conclusión. El amor ó el apetito de la
A l 2.° que lo que se desea, aun cuando unidad es causa del dolor.
realmente sea futuro, está sin embargo R e s p o n d e r e m o s , que del mismo modo
presente de algún modo, en cuanto se es- que la concupiscencia ó deseo del bien es
pera : ó puede decirse q u e , aunque el bien causa del dolor, lo es también el apetito
deseado sea futuro; existe empero de pre- de la unidad ó el amor: porque el bien
sente el obstáculo, que produce el dolor. de cada ser consiste en cierta unidad, se-
A l 3.° que la concupiscencia es delei- gún que cada cual tiene en sí unidos los
table, mientras subsiste la esperanza de elementos constitutivos de su perfección;
obtener lo que se desea; pero, desvane- por lo cual aun los platónicos supusieron
cida por el obstáculo interpuesto, la con- que lo uno ( 2 ) era principio, como asi-
cupiscencia produce el dolor. mismo (lo es) el b i e n : así pues cada cual
naturalmente apetece la unidad, como
ARTÍCULO I I I . — E I apetito de i a uní-
también la bondad ; por cuya razón, así
dad e s c a u s a de dolor? como el amor ó apetito del bien es causa
de dolor, igualmente lo es el amor 6 ape-
l.° Parece que el apetito d é l a unidad tito de la unidad.
no es causa del dolor : porque dice Aris- A l argumento 1.° diremos, que no toda
tóteles (Ethic. 1. 10, c. 3 )que «esta opi- unión perfecciona la razón del bien; sino
» n i o n , que supuso que l a hartura (reple- únicamente aquella, de la cual depende
»tionem) era causa de delectación y la que una cosa sea perfecta: y por esto
»interrupción (1) causa de tristeza, pa- mismo no es causa de dolor ó tristeza el
»rece referirse únicamente á las delecta- apetito de cualquiera unidad, como algu-
» ciones y tristezas relativas al alimento». nos opinaron, cuyo parecer rechaza allí
Pero no toda delectación ó tristeza es Aristóteles, por cuanto ciertas satisfac-
tal. L u e g o el apetito de la unidad no es ciones (repletiones) no son deleitables,
fl) fncisionem, interrupción ó falta del alimento apetecido, un solo principio, pues á continuación se habla de otro, cual
privación ó supresión: como si dijera « mordedura n, pues en es el bien. Sería pues hasta contradictoria la traducción, si so
efecto el hambre muerde en cierto modo como un diente in- dijese «que había un solo principio»); á no suponer idénticos
cisivo las paredes del estómago. la unidad y el bien, lo que no estaba en la intención de los
(21 Sustantivado, es decir, la unidad; no que estableciesen citados filósofos según sus teorías.
CUESTIÓN X X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 265

como los que hartos de alimento no se cho (a. 1 ) , el mal adjunto es causa de
deleitan comiendo; porque esta repleción dolor ó tristeza, á modo de objeto ( 1 ) .
ó unión más bien repugnaría á la perfec- L u e g o lo que es causa de esta unión del
ción del ser que la constituiría : por con- mal, debe ser considerado como causa de
siguiente el dolor no es producido por el dolor ó tristeza. E s empero evidente-
apetito de cualquiera unidad ; sino de mente contrario á la inclinación del ape-
aquella, en que consiste la perfección de tito el que se adhiera al mal presente ;
la naturaleza. y lo que es contrario á la inclinación de
A l 2.° que la separación puede ser de- alguno, nunca sobreviene sino por la ac-
leitable, y a en cuanto remueve lo que es ción de otro más fuerte : por lo cual San
contrario á la perfección del ser, ya por Agustín afirma que la potestad mayor es
lo que la separación tiene de unión, por causa de dolor. Pero es de saberse que,
ejemplo, del (objeto) sensible con el sen- si el poder más fuerte se sobrepone, hasta
tido. el punto de transformar la inclinación
A l 3.° que se desea la separación de lo contraria en la suya propia ; ya no habrá
nocivo y corruptor, por cuanto destruyen repugnancia ó violencia alguna : como
la debida unidad : por consiguiente el ape- cuando un agente más enérgico, disol-
tito de esta separación no es la primera viendo al cuerpo g r a v e , le quita la incli-
causa del dolor, y sí más bien (lo es) el nación que tiene á descender, y entonces
apetito de la unidad. el ser elevado no le es violento sino natu-
ral. A s í pues, si alguna potestad mayor
ARTÍCULO I V . — K I poderío, ai que no es tan eficaz, que anula la inclinación de
se puede resistir, e s c a u s a de dolor? la voluntad ó del apetito sensitivo; de
l.° Parece que la potestad superior no ella no se sigue dolor ó tristeza, siuo úni-
debe mirarse como causa del dolor: por- camente mientras queda la inclinación
que lo que está en el poder del agente, del apetito á lo contrario. H é aquí por-
no es todavía presente, sino futuro ; y el qué dice San Agustín (ibid. arg. Por el
dolor tiene por causa el mal presente: contrario) que « l a voluntad resistiendo
luego la potestad mayor no es causa del » á un poder más fuerte produce el do-
dolor. » l o r » : pues, si no resistiese, sino que
2.° E l daño inferido es causa del dolor; cediese consintiendo; no se seguiría el
pero un daño puede ser inferido también dolor, sino la delectación.
por poderío menor : luego la potestad A l argumento 1.° diremos, que la po-
mayor nó debe suponerse causa del dolor. testad mayor produce el dolor, no en
3.° Las causas de los movimientos ape- cuanto es agente en potencia, sino como
titivos son las inclinaciones interiores del en acto ; es decir, en tanto que obra la
alma. Mas la potestad mayor es algo es- unión del mal disolvente.
terior. L u e g o no debe admitirse como A l 2.° que nada impide que un poder,
causa del dolor. que no es mayor en absoluto (simplici-
Por el contrario, dice San Agustín ter), lo sea en a l g o ; y por este motivo
(Lib. D e nat. boni, c. 20) : « l a voluntad puede causar algún daño. Pero, si no fuese
T> resistiendo á potestad mayor causa do- mayor en manera alguna; tampoco podría
»lor en el ánimo, y en el cuerpo el sen- dañar de ningún modo, ni por consiguien-
»tido resistiendo á otro cuerpo más po- te inferir causa de dolor.
»tente ». A l 3.° que los agentes esteriores pue-
Conclusión. La potestad superior, á den ser causa de los movimientos apetiti-
la cual no se puede resistir, es causa de v o s , en cuanto-lo son de la presencia del
dolor, durante la inclinación contraria objeto; y bajo este concepto es como se
del apetito, y no en otro caso. dice que la potestad mayor es causa de
Responderemos q u e , según se ha di- dolor.

(1) En cuanto el alma lo aprende como tal causa de triste- bles delicias y como espontáneos sacrificios en obsequio á su
za : porque, por más adherente al cuerpo que so le suponga, Dios, que no como dolores dignos de evitarse. San Andrés,
si no afecta también al alma por su aprensión bajo el con- por ejemplo, saludó con júbilo desde lejos á la cruz, en que
cepto de aflictivo, no por eso produciría tristeza : asi los már- iba á ser atormentado ; y Santa Dorotea esclamó en medio de
tires sufrían con verdadera y visible alegría los tormentos sus terribles suplicios : «jamás en toda mi vida he sentido
corporales ; porque los consideraban más bien como apelcci- » regocijo tal, como el que hoy esperimento».
CUESTIÓN XXXYII.

Efectos del dolor y de la tristeza.

Acerca de los efectos del dolor ó de la tristeza resolveremos los puntos siguientes: l.° El dolor priva
de la facultad de a p r e n d e r ? — 2 La agravación del ánimo es efecto d e l a t r i s t e z a ó dolor? —3.° La
o

tristeza ó dolor debilita toda operación ?—4.° La tristeza d a ñ a m á s a l cuerpo que las otras pasiones
del a l m a ?

A R T Í C U L O I . — E l dolor quita l a facul- » que y a acaso había aprendido; pero me


tad d e aprender ? » era de todo punto imposible aprender,
» siéndome necesario á este efecto toda
l.° P a r e c e que el dolor no priva de la » m i decisión de ánimo».
facultad de aprender; porque se dice Conclusión. El dolor intenso y que
( I s . 2 6 , 9) : cuando hicieres tus juicios atrae hacia sí toda la atención del alma,
en la tierra, aprenderán justicia todos no solamente debilita, sino que á veces
los moradores del mundo, j mis adelante por su escesiva vehemencia quita toda
( v . 16) : en la tribulación de su murmu- voluntad y facultad de aprender.
llo instrucción tuya para ellos. P e r o de Responderemos q u e , pues todas las
los juicios de D i o s y de la tribulación pro- potencias del alma radican en la esencia
viene dolor ó tristeza en los corazones de única de esta ; necesariamente, cuando
los hombres. L u e g o el dolor ó tristeza no la intención del alma es atraída fuerte-
quita, sino más bien aumenta la facultad mente á la operación de una potencia, re-
de aprender. tráese de la operación de otra : porque no
2.° Escrito está ( I s . 2 8 , 9) : ¿á quién puede ser más que única la intención
enseñará la ciencia? y ¿á quién hará en- de una sola alma ; y por lo tanto, si al-
tender lo oido? á los destetados de la le- guna cosa absorbe toda la intención del
che, á los arrancados de los pechos, esto alma ó su mayor parte, no consiente á
e s , de las delectaciones. P e r o el dolor y la vez otra que requiera grande atención.
la tristeza privan principalmente de las E s evidente por otra parte que el dolor
delectaciones; porque la tristeza impide sensible atrae á sí en gran manera la
toda delectación, como se dice ( E t h i c . atención del alma; porque cada cosa
1. 7, c. 5 ) , y (Eccíi. 1 1 , 2 9 ) leemos que la tiende naturalmente con toda su intención
malicia de una hora hace olvidar los ma- á rechazar la contraria, como es de ver
yores placeres. L u e g o el dolor no quita, aun en las cosas naturales. N o es menos
antes bien ofrece la facultad de aprender. notorio q u e , para aprender algo de nuevo,
se requiere el estudio y esfuerzo acom-
3.° L a tristeza interior prepondera al
pañados de una intención decidida, como
dolor esterior, según lo dicho ( C . 3 5 ,
consta por estas palabras ( P r o v . 2 , 4 ) :
a. 7 ) . Pero aun poseido de tristeza p u e -
si buscares la sabiduría como al dinero,
de el hombre aprender. L u e g o mucho
y la desenterraras como los tesoros; en-
mejor con el dolor corporal.
tonces entenderás la doctrina ( 1 ) . Por
Por el contrario, dice San A g u s t í n
cuya r a z ó n , si el dolor es intenso, en-
(Soliloq. 1. 1, c. 1 2 ) : « A u n cuando me
» s e n t í a atormentado estos dias por el
»más fuerte dolor de dientes, no m e (1) La Vulgata dice timorem Domini (el temor del Señor) en
lugar de disciplinam, que leemos en el testo de la S U M A . Véase
»dejaba repasar en mi mente sino lo en el T. i.° la nota 1 de su pág. 205.
CUESTIÓN XXXVII. — ARTÍCULOS I Y I I . 257

tónces impide al hombre poder aprender la tristeza San Gregorio interrumpió su


algo; y tan intenso puede ser, que ni Esposicion de Ezequiel, como él mismo
aun le sea posible á causa de su vehe- dice ( H o m . 22 in E z e c h . ) .
mencia considerar lo que antes sabía. Sin
embargo es preciso notar que estos efec- ARTÍCULO I I . — t a pesadumbre (i)
tos varían según la diversidad del amor del ánimo e s efecto de l a tristeza ó del dolor?
Có afición), que el hombre tiene á apren-
der ó considerar; porque, cuanto mayor l.° Parece que la opresión del ánimo
fuere, más fuertemente cautiva la inten- no es efecto de la tristeza ; pues dice San
ción del ánimo, para entregarse por com- P a b l o ( n Cor. 7, 11) : ved aquí este
pleto al dolor. mismo contristaros según Dios cuánta
A l argumento 1.° diremos, que la tris- solicitud engendra en vosotros; mas aun
teza moderada, que escluye la divaga- defensa, mas indignación, etc. Pero la
ción del ánimo, puede contribuir á ad- solicitud y la indignación acusan cierta
quirir la ciencia, y principalmente la de escitacion del ánimo, que se opone á la
aquellas cosas, por las cuales el hombre pesadumbre. L u e g o esta no es efecto de
espera poder librarse de la tristeza; y de la tristeza.
este modo en la tribulación del murmullo 2.° L a tristeza es opuesta á la delec-
los hombres reciben mejor la doctrina de tación ; y efecto de la delectación es la
Dios. espansion, á la cual no se opone la pesa-
A l 2.° que tanto la delectación como dumbre sino la contracción. L u e g o no se
el dolor, en cuanto se arrogan la inten- debe considerar la pesadumbre como un
ción del alma, impiden el ejercicio de la efecto de la tristeza.
razón ; por lo cual se dice ( Ethic. 1. 7, 3.° Propio es de la tristeza el absor-
c. 11) que « es imposible entender algo ber, como se ve ( n Cor. 2 , 7) -.porque no
T> en el deleite mismo carnal ». P e r o mu- acontezca que el tal sea consumido de
cho más atrae hacia sí la intención del demasiada tristeza. Pero lo que se agra-
alma el dolor que la delectación ; como va no es absorbido, sino comprimido bajo
vemos aun en los seres naturales que la algún peso ; y lo que se absorbe, es in-
acción del cuerpo tiende más á su con- cluido dentro de lo que lo absorbe. L u e g o
trario : así el agua caliente esperimenta la pesadumbre no debe estimarse efecto
más fuertemente la acción de lo frío, y se de la tristeza.
congela más intensamente. Si pues el Por el contrario : San Gregorio N i s e -
dolor ó la tristeza fuere moderada, po- no ( N e m e s . 1. de nat. hom. c. 1 9 ) y el
drá accidentalmente contribuir á apren- Damasceno ( D e . O r t h . fid. 1. 2 , c. 13)
der, en cuanto destruye lo escesivo de atribuyen á la tristeza la pesadumbre.
los placeres : pero por sí misma es un Conclusión. La tristeza agrava más
obstáculo; y, cuando es intensa, destruye ó menos el ánimo, impidiéndole disfru-
totalmente (la facultad de aprender). tar del bien por él amado , llegando á
A l 3.° que el dolor esterior proviene veces á paralizar todo movimiento de
de la lesión corporal, y y a por lo mismo alma y cuerpo.
lleva más adjunta la modificación corpo- R e s p o n d e r e m o s , que se designan al-
ral que el dolor interior; el cual sin em- gunas veces metafóricamente los efectos
bargo es mayor en cuanto á lo que hay de de las pasiones del alma por su semejan-
formal en el dolor, y que está de parte za con los cuerpos sensibles, á causa de
del alma. Por lo tanto el dolor corporal que los movimientos del apetito animal
impide en mayor grado la contemplación, son semejantes á las inclinaciones del
que requiere una quietud absoluta, que apetito natural. A s í es como el fervor se
el dolor interior; pero, si se hace m u y in- atribuye al amor, la espansion á la de-
tenso, atrae hacia sí la intención de tal ma- lectación y la pesadumbre á la tristeza :
nera, que el hombre no puede aprender en pues se dice que el hombre se agrava,
tónces algo nuevo. A s í que por causa de cuando es impedido en su propio movi-

(l) Aggravano, pesar ó como preocupación, que á manera traducimos indistintamente por opresión ó pesar ó pesa-
e carga produco en el ánimo abatimiento ú opresión. Así lo dumbre.
SUMA TEOIÓSICA.— TOMO 11, w
258 CUESTIÓN X X X V I I . — ARTÍCULOS II Y I I I .

miento por algún peso ; y es evidente por obrar, pues dice San P a b l o ( n Tim. 2,
lo dicho ( C . 36, a. 1 ) que la tristeza 15) : cuida mucho de mostrarte ope-
resulta de algún mal presente , que , por rario, que no tiene de qué avergonzarse.
lo mismo que repugna el movimiento de L u e g o la tristeza no impide la operación,
la voluntad, agrava el ánimo, en cuanto y más bien ayuda á obrar bien.
le impide gozar de lo que quiere. Y , si 2.° « L a tristeza produce en muchos
la fuerza del m a l , que contrista, no es » la concupiscencia » ( E t h i c , 1. 7, c. ú l -
tan grande que quite la esperanza de timo) ( 2 ) . E s así que la concupiscencia
eludirlo ; aunque el ánimo se agrave, por contribuye á dar intensidad á la opera-*
no poder apropiarse de presente lo que cion. L u e g o también la tristeza.
quiere, conserva sin embargo el movi- 3.° Como ciertas operaciones son pro-
miento, para rechazar lo nocivo, que le pias de los que se regocijan, así también
contrista : pero, si la intensidad del mal otras convienen á los que están contris-
se exacerba, hasta hacerle perder la espe- t a d o s , cual la de llorar. P e r o cada ser
ranza de eludirlo; entonces se paraliza se acrece por lo conveniente al mismo.
por completo aun el movimiento interior L u e g o algunas operaciones no son impe-
del ánimo angustiado, de suerte que no didas, sino mejoradas, por la tristeza.
puede desahogarse por acá ni por allá ; Por el contrario, dice Aristóteles
y á veces hasta se hace irrealizable el ( E t h i c , 1. 10, c. 4 ) que « l a delectación
movimiento esterior del cuerpo , quedan- 2> perfecciona la operación, y por el con-
do el hombre absorbido (1) en sí mismo. E trario la tristeza la impide ».
A l argumento 1.° diremos, que aquella Conclusión. Cualquiera operación [ 1 ]
escitacion del ánimo proviene de la tris- referida á la tristeza, como al objeto de
t e z a , que es según D i o s , merced á la esta, es impedida por ella;pero [ 2 ] , con-
adjunta esperanza del perdón del pecado. siderada la tristeza como su causa, ne-
A l 2.° que en lo concerniente al movi- cesariamente la fomenta y perfecciona.
miento apetitivo la contracción y la p e - Responderemos q u e , según y a se ha
sadumbre se refieren á lo mismo; pues dicho (a. 2), la tristeza á veces no agrava
en el hecho de agravarse el ánimo, de ó absorbe el ánimo, de manera que escluya
modo que no pueda dirigirse libremente todo movimiento interior y esterior; antes
á lo esterior, concéntrase en sí mismo suele suceder que algunos movimientos
como en sí propio contraído. provienen de la tristeza misma. A s í pues
A l 3.° que se dice que la tristeza ab- la operación puede ser comparada con
sorbe al hombre, cuando la fuerza del la tristeza de dos modos: 1.° como á
mal contristante, afecta tan enteramente aquello, de que proviene la tristeza, en
su ánimo, que no le queda esperanza de cuyo sentido esta impide cualquiera ope-
evasión ; y asimismo también le agrava y ración ; porque nunca lo que hacemos
lo absorbe, porque entre cosas entendi- con tristeza lo hacemos tan bien, como
das metafóricamente h a y cierta correla- lo que hacemos con delectación ó sin
ción , por más que propiamente conside- t r i s t e z a , siendo la razón de esto que la
radas parezcan contradictorias entre sí. voluntad es causa de la operación hu-
mana; y por consiguiente, cuando la ope-
ración es la que á uno contrista, ne-
ARTÍCULO I I I . — i , a tristeza o c i «íoior
cesariamente la acción se debilita; 2.° la
debilita toda operación ?
operación puede compararse á la tris-
1.° P a r e c e que la tristeza no impide teza como á su principio y á su cau-
toda operación : porque la solicitud pro- sa ; y de este modo preciso es que la tal
viene de la tristeza, como se ve por la operación se aumente por la tristeza; á la
autoridad del A p ó s t o l aducida ( a . 2, manera que, cuanto alguno se entristece
arg. ; y la solicitud ayuda á bien más de alguna cosa, tanto más se es-
cita, que no acertamos á justificar se hayan ingerido en el
(1) Stupidm, como alelado ó insensato, y sin acción cons- testo de la SUMA en algunas de sus más modernas ediciones,
ciente al menos, cual si sus miembros hubieran perdido la como si el Santo Doctor se citase á sí mismo y con el dictado
flexibilidad ó actividad propia, y sus potencias se hallan co-
mo embargadas ó destituidas de toda su natural actuación ó de Divus (Santo); dado que todo el testo literal se supone suyo
posibilidad de funcionar. propio : intrusión, que por otra parte podría sugerir la duda
(2) « Según el mismo Santo Tomás (lect. 4) » : palabras y de si es otro Santo Tomás distinto del Angélico de Aquino.
CUESTIÓN XXXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 259

fuerza por desechar la tristeza, con tal daña más al cuerpo. Y la razón de esto
que conserve la esperanza de repelerla, e s , porque la tristeza repugna á la vida
pues de otro modo la tristeza no produ- del hombre en cuanto á la especie de su
ciría movimiento ni operación alguna. movimiento; y no solo respecto á la m e -
Con lo dicho quedan contestados los dida ó cantidad, como las otras pasiones
argumentos propuestos. del alma : pues la vida humana consiste
en cierta moción, que del corazón se di-
ARTÍCULO I V . — ¿ t a tristeza perjudica funde á los demás miembros ; moción que
más al cuerpo que l a s otras pasiones del conviene ciertamente á la naturaleza h u -
alma ? mana según alguna determinada medida.
Si pues esa moción se estralimita de la
l.° Parece que la tristeza no infiere medida debida ; repugnará á la vida hu-
al cuerpo el mayor daño : porque la tris- mana en cuanto medida de la cantidad,
teza tiene un ser espiritual en el alma; y mas no en cuanto á la semejanza de la
las cosas, que tienen ser solo espiri- especie: pero, si se impide el curso de la
tual, no producen transmutación corporal, tal moción, repugnará á la vida según su
como se ve en las intenciones (1) de los especie. E s de notar empero en todas las
colores, que están en el aire, y que no c o - pasiones del alma que el cambio corpo-
loran cuerpo alguno. L u e g o la tristeza ral, que es en ellas material, está en ar-
no produce daño alguno corporal. monía y proporción con el movimiento
2.° Si la tristeza produce algún daño del apetito, que es formal; como en t o -
corporal; esto no tiene lugar, sino en tanto das las cosas la materia es proporcionada
que está acompañada de una modificación á la forma. L u e g o aquellas pasiones del
corporal. E s así que la modificación cor- alma, que implican un movimiento del
poral se halla en todas las pasiones del apetito en seguimiento de algo, no repug-
alma, como se ha dicho (C. 2 2 , a. 2, al 2.°). nan á la moción vital en la especie; pero
Luego la tristeza no daña más al cuerpo pueden repugnarla en cuanto á la canti-
que las otras pasiones del alma. dad , como el amor, el g o z o , el deseo y
otras semejantes. P o r lo tanto estas pa-
3.° Dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 3 )
siones según su especie favorecen á la
que «. la ira y la concupiscencia producen
naturaleza del c u e r p o ; pero escesivas
» algunas locuras » ; lo que parece ser el
pueden perjudicarle: mas las pasiones,
mayor daño, por ser la razón lo más esce-
que importan movimiento del apetito con
lentede cuanto hay en el hombre. L a des-
cierta fuga ó retraimiento, sé oponen á la
esperación parece también ser más dañosa
moción v i t a l , no solo según la cantidad,
que la tristeza, puesto que es causa de
sí también según la especie del movi-
ella. Luego la tristeza no daña más al
miento ; y por lo mismo son absoluta-
cuerpo que las otras pasiones del alma.
mente dañosas, como el temor, y la des-
Por el contrario, se dice ( P r o v . 1 7 , 2 2 ) : esperación, y más que todas la tristeza,
el corazón alegre hace la edad florida, el que agrava el ánimo con el mal presente,
espíritu triste seca los huesos ; y ( Prov. cuya impresión es más fuerte que la del
2 5 , 20 ) : como la polilla al vestido y la futuro.
carcoma á la madera; así la tristeza
daña al corazón del hombre; y ( Eccli. A l argumento 1.° diremos q u e , puesto
3 8 , 1 9 ) : por la tristeza se apresura la que el alma mueve naturalmente al cuer-
muerte. po, el movimiento espiritual del alma es
Conclusión. La tristeza daña más al naturalmente la causa de la modificación
cuerpo que las otras pasiones del alma, corporal: y no sucede lo mismo en cuanto
impidiendo el movimiento vital del co- á las intenciones espirituales, que no tie-
razón. nen naturalmente la misión de mover
Responderemos, que la tristeza es en- otros cuerpos, no destinados á ser movi-
tre todas las pasiones del alma la que dos por el alma.

(1) Intentionibus , no inlensionibus, como se lee en algunas bientc, por las que los colores afectan ó impresionan la vista,
ediciones, no teniendo presente sin duda el significado de y así esta los percibe; á diferencia de otras, que llama guies-
esta locución en diversos pasajes de la SUMA, que es el de ceníes ín anima. Nicolai.
ciertas emanaciones transeúntes y como difundidas en el am-
260 CUESTIÓN X X X V I I . — A R T Í C U L O I V .

A l 2.° que las otras pasiones van acom- sin que priven de la vida. Y no obstante
pañadas de transmutación corporal, con- el temor y la ira principalmente causan
forme según su especie á la moción vital; gravísimo daño corporal á causa de la in-
pero la tristeza prodúcela contraria, s e - fluencia de la tristeza adjunta por la au-
gún lo antes dicho. sencia del objeto que se d e s e a ; y aun la
A l 3.° que el uso de la razón es impe- tristeza misma priva de la razón, como
dido por causa más l e v e , que l a que di- se v e en aquellos, que por causa del do-
solvería la vida; pues vemos que muchas lor se vuelven maniáticos ó melancólicos,
enfermedades quitan el uso de la razón,

CUESTIÓN XXXVIII.

Remedios de la tristeza 6 del dolor.

Sobre estos consideraremos : 1 . El dolor ó l a tristeza se mitiga por cualquiera delectación?


a

Y por el llanto ? — 3.° Por la compasión de los amigos ? — 4.° Por l a contemplación de la verdad ?
Por el sueño y los baños ?

ARTÍCULO I . — nittígus© e i dolor Ó í a s a s , en las que nuestros amigos muertos


tristeza por cualquiera delectación ? ó ausentes comunicaron con nosotros se
nos hacen gravosas con la pena de su
1.° Parece que no cualquiera delecta- muerte ó de su ausencia: y , por cuanto
ción mitiga cualquier dolor ó tristeza : lo más común á ellos y nosotros fueron de-
porque la delectación no mitiga la tris- lectaciones, estas mismas vienen á sernos
t e z a , sino en cuanto la contraría; puesto onerosas en nuestro dolor. L u e g o no toda
que las medicinas actúan sobre los con- delectación mitiga toda tristeza.
trarios (1) ( E t h i c . 1. 2 , c. 3 ) , y no toda Por el contrario , dice Aristóteles
delectación contraría á cualquiera triste- ( E t h i c . 1. 7, c. últ.) que « l a delectación
z a , según se h a dicho ( C . 35, a. 4 ). L u e - » ahuyenta la tristeza, bien sea la con-
g o no cualquiera delectación mitiga cual- » traria, ó y a contingente ( 2 ) , si es in-
quier tristeza. » tensa » .
2.° L o que produce l a tristeza, no la Conclusión. Toda delectación de cual-
mitiga. E s así que algunas delectaciones quiera procedencia contraría y por con-
producen la tristeza; pues, según se lee siguiente mitiga cualquiera tristeza.
( E t h i c . 1. 9, c. 4), «el malo se entristece, Responderemos que, según consta de
» por haberse deleitado ». L u e g o no toda lo espuesto ( C . 3 3 , a. 1 ) , la delectación
delectación mitiga l a tristeza. es cierto reposo del apetito en el bien
3.° Refiere San Agustín (Confess. 1. 4, conveniente ; y la tristeza proviene de
c. 7) que él mismo huyó de su patria, en aquello, que repugna al apetito. L a de-
la cual acostumbraba á conversar con un lectación se halla respecto de la tristeza
amigo suyo y a difunto ; «porque sus ojos en los movimientos apetitivos en la mis-
» le buscaban menos allí, donde no t e - ma relación, que en los cuerpos el des-
» nían costumbre de verle » . D e aquí se canso con la fatiga procedente de alguna
puede colegir que todas aquellas co- alteración innatural; porque aun l a mis-

(1) Véase la nota 2, pág. 243. zada por manuscrito alguno ni en las demás ediciones, y q»e
(2J Píicolai añade aquí entre paréntesis y por vía de acla- en todo caso estaría en su lugar al margen, pero no en el
ración (que por cierto no parece necesaria) ( i d esl, qumlibel) testo por razones análogas á lo apuntado en la nota 2 de la
« es decir, cualquiera» : inserción injustificable, y no autori- página 258.
CUESTIÓN X X X V I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 261

ma tristeza implica cierta fatiga ó pade- tristeza : porque ningún efecto disminuye
cimiento de la potencia apetitiva. A s í su causa, y el llanto ó gemido es efecto
pues como todo reposo del cuerpo sumi- de la tristeza ( 3 ) . L u e g o no la dismi-
nistra un remedio contra cualquiera fati- nuyen.
ga , que le proviene de alguna causa in- 2.° A s í como el llanto ó gemido es
natural ; igualmente toda delectación es efecto de la tristeza, así la risa lo es de
un antídoto para mitigar cualquier ti'is- la alegría. E s así que la risa no disminu-
teza, proceda de donde quiera. y e la alegría. L u e g o el llanto no alivia
A l argumento 1.° diremos que, aunque la tristeza.
no toda delectación contraría á toda tris- 3.° E l llanto nos representa un mal,
teza según la especie, sí la contraría en que contrista ; y la imaginación de lo que
cuanto al género ( 1 ) , como se lia dicho entristece aumenta la tristeza, como la
( C. 35, a. 2, al 2.°) : y así por parte de de lo que deleita la delectación. L u e g o
la disposición del sujeto cualquiera tris- parece que el llanto no mitiga la tristeza.
teza puede atenuarse por cualquiera de- Por el contrario, dice San Agustín
lectación. ( Confess. 1. 4, c. 4 ) que, cuando se dolía,
A l 2.° que las delectaciones de los ma- de la muerte de su amigo, « solamente en
los no causan la tristeza en el presen- » l o s sollozos y lágrimas encontraba al-
te (2) sino en el futuro; es decir, en lí) gun lijero desahogo » .
cuanto los malos se arrepienten de los Conclusión. Las lágrimas y gemidos
males, de que se alegraron : y esta triste- disminuyen naturalmente la tristeza.
za se disipa por delectaciones contrarias. Responderemos, que las lágrimas y
A l 3.° q u e , cuando dos causas inclinan los sollozos mitigan naturalmente la tris-
á contrarios movimientos, cada una im- teza; y esto por dos razones. 1. Porque a

pide á la otra; y sin embargo triunfa de- ciertamente todo lo nocivo interiormente
finitivamente la que es más fuerte y t e - reconcentrado aflige m á s , sobreescitando
naz. Mas en aquel, que se entristece por la intención del alma acerca de e l l o ; al
las cosas, de que solía deleitarse con paso q u e , cuando se difunde al esterior,
el amigo muerto ó ausente, hállanse entonces la intención del alma se distri-
dos causas obrando en sentido opuesto: b u y e en cierto modo al esterior, atenuán-
porque la reflexión sobre la muerte ó au- dose así el dolor interno: por cuya causa
sencia del amigo inclina al dolor, en tanto los hombres sumidos en tristezas, mani-
que el bien presente induce á la delecta- festando su tristeza esteriormente por el
ción ; y así lo uno se amengua por lo llanto ó los sollozos y aun por la palabra,
otro. Ñ o obstante, como el sentimiento logran mitigarla. 2 . Porque siempre la
a

de lo presente obra pon más intensidad operación conveniente al hombre según


que la memoria de lo pasado, y el amor su actual disposición le es deleitable ; y
de sí mismo es más duradero que el amor el llanto y los gemidos son ciertas opera-
de otro ; de aquí que la delectación con- ciones convenientes al triste ó dolorido,
cluye por desechar la tristeza. A s í San y por lo mismo se le hacen deleitables. P o r
Agustín poco después añade (ibid. c. 8 ) tanto, como toda delectación mitiga de al-
que « volviendo á sus antiguos deleites, gún modo la tristeza ó el dolor, según se
» su dolor cedía » . ha dicho ( a. 1 ) ; sigúese que por el llan-
to ( 4 ) y los sollozos se mitiga la tris-
ARTÍCULO I I . — E I dolor ó ia tristeza teza.
se mitiga por el llanto?
A l argumento 1.° diremos que la mis-
l.° Parece que el llanto no mitiga la ma habitud de la causa al efecto es con-

(1) Como que la tristeza en general induce á la fuga, al ó desconocer que á veces también el regocijo da origen á las
paso que la delectación impulsa hacía su objeto. lágrimas y sollozos, como acreditan la observación y la espe-
(2) En cuanto no se alegran al propio tiempo que están riencia.
tristes, sino que la delectación ha precedido á la tristeza, que (4) Plancltim, demostración esterna de dolor ó aflicción por
es natural la subsiga ; aunque también pudiera entenderse medio de golpes ú otros ademanes ; á diferencia de ftetus, que
el futuro del porvenir en la otra vida, cuya incertidumbre y más comunmente significa derramamiento de lágrimas ó la
temor infúndeles tristeza por causa de sus anteriores'deleites acción dellorar, dando así á entender que cualquier desahogo
criminales, conforme á aquello de San Lúeas (6,25): ¡ay de en ademanes ó voces ó gestos contribuye á aliviar la tristeza
metros, los que reís ahora! porque Honréis. interiormente sentida.
(3) Ordinaria y más comunmente ; sin que esto sea negar
262 CUESTIÓN X X X V I I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

traria á la del (objeto) que contrista res- doliente de su propio mal causa de otro
pecto del contristado: porque todo efecto dolor; y así duplicado el dolor, parece
está en armonía con su causa, y le es por crecer la tristeza.
consiguiente deleitable ; y , como lo que 3.° Todo mal del amigo contrista como
contrista contraría al contristado, por eso el mal propio, porque un amigo es otro
la habitud del efecto de la tristeza es mismo. Siendo pues el dolor cierto mal;
más (1) contraria al contristado que la sigúese q u e . el dolor del amigo, que se
del objeto aflictivo respecto del mismo (2), conduele, aumenta la tristeza al amigo, á
y por esto se mitiga la tristeza por su pro- quien compadece.
pio efecto en razón de la antedicha con- Por el contrario, dice Aristóles (Ethic.
trariedad. 1. 9, c. 11) que ce en las tristezas el ami-
A l - 2 ° que la relación del efecto á la » g o , que se compadece, consuela.
causa es semejante á la de lo deleitante Conclusión. El amigo compasivo es
con el deleitado; puesto que entre uno y naturalmente consolador en la tristeza
otro h a y conveniencia, y todo lo seme- por el placer anejo á su compasión.
jante aumenta su semejante: así por la Responderemos, que el amigo, que se
risa y otros efectos de la alegría se au- conduele en las tristezas, es naturalmente
menta esta, á no mediar acaso acciden- consolativo. Aristóteles insinúa dos razo-
talmente esceso. nes sobre esto (Ethic. 1. 9, i b i d ) ; 1. por- a

A l 3.° que la imaginación (3) del ob- que , siendo propio de l a tristeza el agra-
jeto, que contrista, naturalmente y de suyo var, viene á ser como una carga, de la
aumenta la tristeza; pero, por lo mismo que procura ser aliviado el que la sufre;
que el hombre se imagina hace lo que le y por lo mismo, cuando uno ve que otros
conviene según tal estado, de ahí nace se contristan de su tristeza, fórmase cierta
cierta delectación: y por la misma razón, idea de que aquella carga la llevan con
si á uno le acomete la risa en una situa- é l , como si se esforzaran por alijerársela,
ción, en que parece que debería llorar; y en consecuencia soporta como más lle-
duélese de esto mismo, como quien hace vadera la carga de la tristeza, como su-
lo que no conviene, según dice Tulio ( D e cede también en las cargas materiales;
quasstionibus Tuscul. 1. 3). 2. y más convincente, porque en el he-
a

cho mismo, de que los amigos se contris-


tan con é l , conoce que es amado por
ARTÍCULO I I I . — E I dolor i« tristeza
ellos, lo cual es deleitable según lo dicho
y

s e mitigan por l a compasión de los a m i g o s ?


(C. 3 2 , a. 5). L u e g o , como toda delecta-
l.° Parece que el dolor del amigo, que ción mitiga la tristeza según lo dicho
se compadece, no mitiga la tristeza : por- (a. 1), infiérese que el amigo, que se con-
que los efectos de los contrarios lo son duele de nuestra, tristeza, la mitiga.
igualmente; pero, como dice San A g u s - A l argumento 1.° diremos, que en lo
tín (Confess. 1. 8, c. 4 ) , « cuando se goza uno y lo otro pe manifiesta la amistad,
» con muchos, el gozo de cada uno es es decir, regocijándose con el que se
» mayor, porque se enardecen é inflaman regocija y condoliéndose con el que se
» mutuamente ». L u e g o por identidad de duele; y por lo tanto ambas (demostra-
razón, cuando muchos se entristecen á ciones ) se hacen deleitables por razón
la v e z , parece que la tristeza debe ser de causa.
mayor. A l 2.° que el mismo dolor del amigo
2.° L a amistad requiere reciprocidad contristaría por sí mismo; pero la consi-
de amor, como dice San Agustín (Conf. deración de su causa, que es el amor, de-
1. 4 , c. 8 y 9). P e r o el amigo, que se con- leita más.
duele, duélese del dolor del amigo do- P o r lo dicho la respuesta al 3.° es evi-
liente. L u e g o el mismo dolor del amigo, dente.
que se conduele, es para el amigo antes

(1) En algunosmanuseritos é impresos se echa aquí déme- demás ediciones. La áurea es de las pocas que lo insertan.
nos ei adverbio magls (más), que en verdad parece pertinente (2) Súplase « contristado ».
y aun reclamado por la construcción gramatical, aunque no (3) Representación ideal, ó imagen en su sentido literario
consta en el códice de Alcañiz ni en muchas de las más mo- de concepción ó creación mental.
CUESTIÓN XXXVIII. — ARTÍCULOS IV Y V . 263

ARTÍCULO I V . — A E I dolor y ia tristeza » nombre de Jesucristo sobre rosadas


se mitigan por la contemplación de la ver- » flores».
dad? A l argumento 1.° diremos, que «quien
»ciencia añade, dolor a ñ a d e » , y a por
1." Parece que la contemplación de la causa de la dificultad y defecto de en-
verdad no mitiga el dolor : porque se contrar la verdad; y a porque por la cien-
dice (Eccl. 1 , 18) : quien ciencia añade, cia el hombre conoce muchas cosas, que
añade también dolor. E s así que la cien- contrarían ( 1 ) la voluntad : y así por
cia pertenece á la contemplación de la parte de las cosas conocidas la ciencia
verdad. L u e g o la contemplación de la produce dolor, más por parte de la con-
verdad no mitiga el dolor. templación de la verdad delectación.
2.° L a contemplación de la verdad per- A l 2.° que el entendimiento especula-
tenece al entendimiento especulativo ; y tivo no mueve el ánimo por parte del ob-
este no mueve ( D e anima, 1. 3 , t. 5 8 ) . jeto de la especulación : pero sí lo mueve
Siendo pues el gozo y el dolor ciertos por parte de la misma contemplación,
movimientos del ánimo, parece que la que es cierto bien del hombre y natural-
contemplación de la verdad en nada con- ' mente deleitable. .
tribuye á mitigar el dolor. A l 3.° que en las potencias del alma
3.° Donde está la enfermedad se debe hay redundancia de la superior á la in-
aplicar su remedio. E s así que la contem- ferior; y según esto la delectación de la
plación de la verdad se halla en el en- contemplación, que está en l a parte su-
tendimiento; luego no mitiga el dolor perior, rebosa hasta mitigar aun el dolor
corporal, que está en el sentido. que está en los sentidos.
Por el contrario, dice San Agustín
(Soliloq. 1. 1, c. 12) : «parecíame que, ARTÍCULO V . — E I tioior y ia tristeza se
» si aquel resplandor de la verdad se des- mitigan por el sueño y los baños ?
» cubriese á nuestros espíritus; ó no e s -
» perimentaría y o aquel dolor, ó al menos l.° Parece que el sueño y el baño no
» l o tendría por nada ». mitigan la tristeza : porque l a tristeza
Conclusión. La contemplación de la reside en el alma; mas el sueño y el baño
verdad [1] no solo constituye la mayor pertenecen al cuerpo. L u e g o nada hacen
delectación y [2] mitiga la tristeza ó el para mitigar la tristeza.
dolor; sino que [ 3 ] , refiriéndose á lo di- 2° U n mismo efecto no parece ser pro-
vino ya la fritura bienaventuranza, re- ducido por causas contrarias: y tales co-
gocija á los hombres en sus tribulaciones s a s , como corporales que son, repugnan
y dolores aun corporales. á la contemplación de la verdad, que es
Responderemos que, según se ha di- causa de atenuación de la tristeza, como
cho ( C . 3 1 , a. 5 ) , la mayor delectación se ha dicho (a. 4). L u e g o no se mitigan
consiste en la contemplación de la ver- por dichos medios.
dad : y , como toda delectación mitiga el 3.° L a tristeza y el dolor, en cuanto
dolor, según lo dicho (a. 3 ) , la contem- pertenecen al cuerpo, consisten en cierta
plación de la verdad mitiga Ja tristeza ó transformación del corazón; y semejantes
el dolor; y tanto m á s , cuanto uno es más remedios parecen más bien pertenecer á
perfecto amador de la sabiduría. P o r lo los sentidos esteraos y á los miembros, que
tanto los hombres gozan en las tribula- á la disposición interior del corazón. L u e -
ciones por la contemplación de las cosas go no por ellos se mitiga la tristeza.
divinas y de la futura bienaventuranza, Por el contrario, dice San A g u s t í n
según aquello ( J a c . 1 , 2 ) : Hermanos (Conf. 1. 9 , c. 1 2 ) : « habia oído que el
mios , tened por sumo gozo, cuando fue- » baño es llamado así (balneum), porque
reis envueltos en diversas tribulaciones: » repele la ansiedad del ánimo», y más
J, lo que es m á s , aun en medio de los adelante: «dormí; y , al despertar, observé
suplicios corporales se halla también este » que en gran parte seliabia mitigado mi
gozo; como el mártir Tiburció,"andando
desnudos sus pies sobre carbones encen-
(i) Tales como las prohibiciones de cosas deleitables, pre*
didos, dijo: «paréceme que camino en ceptos difíciles de cumplir, deberes arduos y penosos, etc.
264 CUESTIÓN XXXVIII.—ARTÍCULO V.

» dolor» ; y cita después á este propó- m a s , como también por estos remedios se
sito una estrofa del himno de San A m - restaura la naturaleza al debido estado,
brosio. proviene de ellos la delectación; porque
esto es lo que origina delectación, como
Quies artus solutos queda dicho ( C . 3 1 , a. 1). L u e g o , pues
Kedclit laboris usui, toda delectación mitiga la tristeza, si-
Mentesque fessas allevat
Lnctusque solvit anxios. gúese que por estos remedios corporales
se mitiga.
Al trabajo toma hábiles , A l argumento 1.° diremos, que la mis-
Los miembros la quietud;
Quita al cansado espíritu ma debida disposición del cuerpo, en
Pena y solicitud. cuanto es sentida, causa delectación, y
por tanto mitiga la tristeza.
Conclusión. El sueño y el baño y otros A l 2.° que una de las delectaciones im-
remedios corporales como estos restau- pide la otra, como se ha dicho ( C . 3 1 ,
rando las fuerzas del cuerpo y norma- a. 8 ) ; y sin embargo toda delectación
lizando el movimiento vital, mitigan tam- mitiga la tristeza. L u e g o no hay incon-
bién la tristeza. veniente en que por causas, que se impi-
Responderemos que, según se ha di- den mutuamente, se mitigue la tristeza.
cho ( C . 37, a. 4 ) , la tristeza según su es- A l 3.° que toda buena disposición del
pecie repugna á la moción vital del cuer- cuerpo refluye en cierto modo al corazón,
po ; y por lo tanto aquellas cosas, que como al principio y fin de los movimien-
restablecen la naturaleza corporal á su tos corporales, según se dice en el libro
debido estado de movimiento vital, son De causa rnotüs animalium ( D e Comm.
contrarias á la tristeza y la mitigan. A d e - animal, mot. c. 11).
CUESTIÓN XXXIX.

Bondad y malicia (i) de la tristeza 6 del dolor.

Sobre esto formulamos cuatro preguntas : 1. Toda tristeza es un m a l ? - 2 . Puede ser un bien ho-
a a

nesto? - 3 . Puede ser un bien ú t i l ? - 4 . El dolor corpóreo es el sumo mal ?


a a

A R T Í C U L O I . — Toda tristeza e s m a l a ? mal; y sin embargo [2] es buena, su-


puesta la presencia del mal, que la pro-
l.° Parece que toda tristeza es mala ; duce.
porque dice San Gregorio Niseno (Nemes, Responderemos, que algo se dice bueno
lib. de nat. hom. c. 19) : que « t o d a tris- ó malo de dos maneras : 1. absolutamente
a

3> teza es un mal por su misma natura- (simpliciter) y en sí mismo (secundum se);
leza» ; y lo que es naturalmente malo, lo y en este sentido toda tristeza es cierto
es siempre y en cualquier parte. L u e g o mal; porque la inquietud del apetito del
toda tristeza es mala. hombre por el mal presente tiene carác-
2.° A q u e l l o , que todos huyen, aun los ter de mal, puesto que impide el reposo
virtuosos, es malo; y todos huyen la tris- del apetito en el bien (2); 2. hipotéti- a

teza, aun los virtuosos, porque (Ethic. camente, suponiéndose otra cosa, cual se
1. 7, c. 11), «aunque el sabio no procure dice ser un bien la vergüenza bajo el sur
» deleitarse, desea no entristecerse ». L u e - puesto de alguna acción torpe cometida
go la tristeza es un mal. • (Ethic. 1. 4, c. últ.). A s í pues, supuesto
3.° A s í como el mal corporal es el ob- algo contristable ó doloroso, pertenece
jeto y causa del dolor corporal, así el á la bondad el que alguno se entristezca
mal espiritual es el objeto y causa de la ó duela del mal presente : porque el no
tristeza espiritual. E s así que todo dolor entristecerse ó dolerse no sucedería, sino
corporal es un mal del cuerpo. L u e g o porque ó no lo sintiese ó no lo estimase
toda tristeza espirituales un mal del alma. repugnante á s í , y tanto lo uno como lo
otro es notoriamente malo. Por lo tanto
Por el contrario, la tristeza del mal
pertenece á la bondad el que, supuesta
contraría á la delectación del mal. P e r o
la presencia del mal, se siga la tristeza
la delectación del mal es m a l a , pues
ó el dolor: y esto es lo que espresa San
en detestación de algunos se ha dicho
Agustín (Super. Gen. ad. litt. 1. 8, c. 14),
(Prov. 2, 14) que se alegran, cuando
cuando dice: « es también bueno el que
hacen mal. L u e g o la tristeza acerca del
» duela el bien perdido; porque, si no
mal es buena.
» hubiese quedado algún bien en la natu-
Conclusión. Toda tristeza es absolu- » raleza, de ningún (3) bien perdido ha-
tamente [1] mala en sí misma ó cierto
(1) Claro es que se habla aquí déla bondad ó malicia moral, puede ser buena, aunque en sí misma es en absoluto mala.
como en los tratados anteriores; y asilo hoce constar el C. Ca- (2) Ya porque no pueda poseerse, ya porque no cause de*
yetano. Advierte ademas que deben distinguirse cuatro espe- leite en el poseedor por la perturbadora interposición de la
cies de actos humanos relativamente á su moralidad : buenos ansiedad ; por más que no es esencial al mal el contrariar di-
per se, como el honrar á Dios ; malos per se , como el mentir ; rectamente ásu mismo bien, en cuya privación consiste. Véase
indiferentes de suyo, como alzar del suelo una paja ; y otros el a. 1 de la C. 48 de la 1. P. y su nota 2, pág. 407 del T. 1.°;
a

en fin malos en sí aisladamente considerados, pero que pue- como también la Conclusión de su a. 4, pág. 411 ibid.
den cohonestarse ó ser buenos por razón de alguna circuns- (3) Nullius boni amtssi dolor; pero mejor nullus... dolor en'
tancia, como el de quitar la vida á un hombre, según que se conformidad con la letra genuina ó autógrafa de San Agus-
haga sin ó con autoridad competente, cual la del ejecutor do tín, debiendo así traducirse : « ningún dolor de bien perdido
la justicia pública y la del soldado en acción de guerra justa. »habría...» Wlcolai,
A esta última clase pertenece la moralidad de la tristeza, que
266 CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULOS I Y ifi

» bría dolor en la pena». P e r o , como las tad, según se ha dicho ( C . 19, a. 1);
locuciones morales se refieren á los indi- parece que la tristeza contraría á la rec-
viduos, cuyas son las operaciones, lo que titud de la voluntad, y por lo tanto no
es hipotéticamente bueno debe juzgarse tiene visos de bien honesto.
t a l ; así como lo que es hipotéticamente Por el contrario, todo lo que merece
voluntario se considera que lo es (Ethic. el premio de la vida eterna, implica ra-
lib. 3 , c. 1), según se ha dicho (C. 6, zón de bien honesto ; y tal es la tristeza,
a. 6). como se ve por estas palabras ( M a t t h . 5,
A l argumento 1.° diremos, que San 5) : Bienaventurados los que lloran, por-
Gregorio Niseno habla de la tristeza re- que ellos serán consolados. L u e g o la tris-
lativamente al mal que contrista, mas no teza es bien honesto.
por parte del que esperimenta el mal y Conclusión. La tristeza puede ser un
le rechaza; y aun bajo este concepto elu- bien honesto bajo el mismo concepto de
den todos la tristeza, en cuanto huyen buena en sí.
del m a l , aunque no se sustraen al senti- Responderemos q u e , por la misma
miento ni á la repulsión del mal. L o propio razón, por la que la tristeza es un bien,
debe decirse también del dolor corporal, puede ser un bien honesto : porque se ha
porque el sentimiento y la recusación del dicho (a. 1) que la tristeza es un bien,
mal corporal son una prueba de la bon- según que se conoce y rechaza el m a l ; y
dad de la naturaleza. que estas dos cosas en el dolor corporal
D e lo espuesto se deducen claramente prueban la bondad de la naturaleza, de
las contestaciones al 2.° y 3. argu-
er
la cual proviene que el sentido sienta y
mentos. la naturaleza repela lo lesivo, que pro-
duce el dolor. Respecto empero de la
A R T Í C U L O I I . — l » tristeza puede ser tristeza interior el conocimiento del mal
u n b i e n honesto? resulta algunas veces del recto juicio de
la razón, y la repulsión del mal procede
l.° Parece que la tristeza no tiene ca- de la voluntad bien dispuesta y que de-
rácter de bien h o n e s t o : porque lo que testa el mal. Pero todo bien honesto pro-
conduce á los infiernos es contrario á lo viene de estas dos (causas), es decir, de
honesto; y , como dice San Agustín (Sup. la rectitud de la razón y de la voluntad.
Gen. ad lit. 1. 12, c. 33), « Jacob parece L u e g o es evidente que la tristeza puede
» t u v o temor de que la demasiada tris- ser un bien honesto.
» teza le perturbase de tal m o d o , que no A l argumento 1.° diremos que todas
» fuese al descanso de los bienaventura- las pasiones deben tener por regla á la
» d o s , sino al infierno de los pecadores». razón, raíz del bien honesto, que tras-
L u e g o la tristeza nada tiene de bien h o - pasa la tristeza inmoderada, de la que
nesto. habla San A g u s t í n ; y por lo tanto deja
2.° E l bien honesto es laudable y me- de ser honesta.
ritorio. P e r o la tristeza disminuye el con- A l 2.° q u e , así como la tristeza por el
cepto de alabanza y mérito; porque dice mal procede de la voluntad y de la recta
San P a b l o ( i i Cor. 9, 7): cada uno como razón, que detesta lo malo; así la tristeza
propuso en su corazón, no con tristeza sobre el bien nace de la razón y voluntad
ni como por fuerza. L u e g o la tristeza no pervertidas, que detestan el bien: y por lo
es un bien honesto. tanto esta tristeza impide la alabanza ó
3.° Como dice San Agustín ( D e civ. mérito del bien honesto, como cuando al-
D e i , 1. 14, c. 15), « la tristeza proviene guno da limosna con tristeza.
» de las cosas, que acontecen contra nues- A l 3.° que algunas cosas suceden al
» tra voluntad». M a s no querer aquellas, presente, que no se verifican porque Dios
que suceden presencialmente, es tener vo- las quiere, sino porque las permite, como
luntad contraria á la ordenación divina, los pecados: por consiguiente la voluntad,
á cuya providencia está sometido todo rechazando el pecado existente en sí ó en
cuanto se hace. L u e g o , como la confor- otro, no está en desacuerdo con lá volun-
midad de la voluntad humana con la di- tad de D i o s . P e r o los males penales
vina pertenece á la rectitud de la volun- ocurren de presente como castigos, aun
CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULOS i l l Y IV.

queriéndolo Dios; si bien para la rectitud esceso por amor, ó bien porque se preci-
de la voluntad no es requisito necesario pita en algo m a l o , como se ve en los bie-
que el hombre los quiera en sí mismos, nes temporales; y en este sentido la tris-
sino únicamente que no contraríen el teza de los bienes temporales puede ser
orden de la justicia d i v i n a , como se ha útil, como se dice ( E c c l . 7, 3) : Mejor es
dicho ( C . 1 9 , a. 10.) ir á la casa del luto que á la casa del
convite ; porque en aquella se recuerda
ARTÍCULO I I I . — t a tristeza puedo ser elfin de todos los hombres. Por esta razón
un bien útil ¥ la tristeza respecto de todo mal digno de
evitarse es ú t i l , porque tiene una doble
1.° Parece que la tristeza no puede ser causa de huida; pues lo malo debe huirse
un bien ú t i l ; porque se dice ( Eccli. 30, por sí, y de la tristeza misma todos h u -
25): á muchos mató la tristeza, y no hay y e n , como todos apetecen el bien y la
utilidad en ella. delectación de lo bueno. L u e g o , así como
2° L a elección se hace de aquello, que la delectación en el bien es causa de que
es útil para algún fin. P e r o la tristeza no se busque con más avidez lo bueno , así
es elegible; porque lo mismo se debe ele- la tristeza del mal lo es de que se huya
gir preferentemente sin tristeza que con de él con más vehemencia.
ella, como se dice (Top. 1. 3 , c. 2, loe. 23 A l argumento 1.° diremos, que aquella
y 24). L u e g o la tristeza no es un bien útil. autoridad habla de la tristeza inmodera-
3.° Todo ser existe para su operación d a , que absorbe el ánimo; porque esta
(De ccelo, 1. 2, t. 17). Mas la tristeza im- paraliza el ánimo é impide que huya del
pide la operación ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 5 ). mal, como se ha dicho ( C . 37, a. 2).
Luego la tristeza nada tiene de bien útil. A l 2.° que, como todo lo elegible se
Por el contrario : el sabio no busca hace menos elegible por causa de la tris-
sino lo útil; y , según se lee (Eccl. 7, 5): t e z a , igualmente todo lo que merece
el corazón de los sabios está en donde hay huirse tórnase más repulsivo por causa
tristeza, y el corazón de los necios en de ella; y respecta de esto la tristeza es
donde hay alegría. L u e g o J a tristeza es útil.
útil. A l 3.° que la tristeza sobre alguna
Conclusión. La tristeza no es útil [ 1 ] , operación la impide; pero la tristeza por
en cuanto por ella el apetito rehusa el la cesación de la operación mueve á obrar
mal presente; pero [ 2 ] sí lo es, según que con más avidez.
lo repele como aflictivo, si realmente es
digno de evitarse de suyo ó como ocasión ARTÍCULO I V . — E I dolor del cuerpo
de mal. e s el sumo m a l ?
R e s p o n d e r e m o s , que del mal pre-
sente surgen dos movimientos apetiti- l.° Parece que la tristeza es el sumo
vos : 1.° u n o , por el que el apetito m a l ; porque á lo « óptimo se opone lo
contraría al mal presente , y bajo este » pésimo » ( E t h . 1. 8 , c. 10 ) ; y cierta
concepto la tristeza no es útil, puesto delectación, cual es la que pertenece á la
que lo que está presente no puede no felicidad, es lo óptimo. L u e g o alguna tris-
estarlo; 2.° otro, que impele el apetito teza es el sumo mal.
á huir y repeler el m a l , que contrista; y 2.° L a beatitud es el sumo bien del
según el cual es útil la tristeza, si el tal hombre; porque es su último fin. Pero la
mal debe evitarse; porque se debe huir beatitud consiste en que el hombre tenga
algo por dos motivos : 1.° por sí mismo, cuanto quiera y nada malo quiera, como
como contrario al bien, cual el pecado ; y se ha dicho ( C . 3 , a. 4 , arg. 5.°; y C. 5
así la tristeza del pecado es ú t i l , para a. 8 , arg. 3.°). L u e g o el sumo bien del
que el hombre lo e v i t e , como dice el hombre es el cumplimiento de su misma
Apóstol ( n Cor. 7, 9 ) : Gozo, no porque voluntad. Consistiendo pues la tristeza
os contristasteis, sino porque os contris- en que acontece algo contra la voluntad,
tasteis para penitencia; 2.° no como como consta ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 1 5 ) ;
malo en sí, sino por ser ocasión de mal, sigúese que la tristeza es el sumo mal del
ya porque el hombre se adhiere á él con hombre, ,
268 CUESTIÓN XXXIX. — ARTÍCULO IV.

3.° San Agustín argumenta de esta e s t o , como es el no juzgar malo aquello,


manera ( Soliloq. 1 , o. 12 ) : « estamos que verdaderamente lo e s , ó también el
» compuestos de dos p a r t e s , de alma y no rechazarlo : al paso que la tristeza ó
» cuerpo; de las cuales la peor es el cuer- el dolor sobre un mal aparente, que es
» p o : el sumo bien es lo óptimo de la un bien verdadero, no puede ser el sumo
» parte mejor y el mal sumo lo pésimo mal, porque sería peor todavía separarse
» de la peor. L o mejor pues en el ánimo por completo del verdadero bien. L u e g o
» es la sabiduría, y lo pésimo en el cuer- es imposible que alguna tristeza ó dolor
» po el dolor. L u e g o el sumo bien del sea el sumo mal del hombre.
» nombre es el saber, y el sumo mal el A l argumento 1.° diremos, que hay dos
» sufrir » . bienes comunes á la delectación y á la
Por el contrario: la culpa es mayor tristeza, que son el juicio verdadero del
mal que la pena, como se ha visto ( P . 1. , a
bien y del m a l , y el debido orden de la
C. 6 8 , a. 6 . ) . P e r o la tristeza ó el voluntad, que aprueba el bien y rehusa
dolor pertenece á la pena del pecado, el mal (2). A s í es notorio que en el do-
como el gozar de las cosas mudables es lor ó tristeza hay algún b i e n , por cuya
el mal de culpa ; porque dice S. Agustín privación puede hacerse peor ; pero no
( D e vera E e l i g . c. 1 2 ) : « qué cosa es lo en toda delectación hay algún m a l , por
» que se llama dolor del ánimo, sino el cuya remoción pueda hacerse mejor. L u e -
» carecer de las cosas mudables, de que g o alguna delectación puede ser el sumo
» se gozaba, ó que se esperaba poder g o - bien del h o m b r e , del modo que se ha
lf) zar? y esto es precisamente todo lo que dicho ( C. 3 4 , a. 3 ) ; mas la tristeza no
» se dice m a l o , esto e s , el p e c a d o , y la puede ser el sumo mal del hombre.
» pena del pecado » ( 1 ) . L u e g o la tris- A l 2.° que la repugnancia misma de la
teza ó el dolor no es el sumo mal del voluntad al mal es cierto b i e n ; por cuya
hombre. razón la tristeza ó el dolor no puede ser
Conclusión. Es imposible que ninguna el sumo m a l , por cuanto tiene alguna
tristeza ó dolor sea el sumo mal del mezcla de bien.
hombre. A l 3.° que es peor lo que daña á lo
R e s p o n d e r e m o s , que es imposible que mejor que lo que daña á lo peor ; y lo
alguna tristeza ó dolor sea el sumo mal malo se llama así, porque daña, como
del hombre; porque toda tristeza ó dolor dice S. Agustín ( Enchir. c. 12 ) : por lo
ó recae sobre lo que es verdadero m a l , ó tanto es mayor mal lo que es mal del
sobre algún mal aparente, que es verda- alma que lo que es mal del cuerpo; y así
dero bien. Mas el dolor ó la tristeza no es eficaz el razonamiento aducido por
acerca de un verdadero mal no puede ser San Agustín, no como parecer suyo, sino
el sumo m a l ; porque hay algo peor que de otro.

( 1 ) Pecado, en cuanto á gozar ó querer gozar de lo delezna- ó por considerarlos dignos de fruición legítima y racional.
ble, cual si fuese el bien inmutable y único, de que es lícito y (2) Entendiéndose que la delectación se refiere al bien re-
plausible gozar, propiamente hablando ; y pena del pecado, conocido como tal por la razón y aceptado por la voluntad, y
en cuanto á carecer y dolerse ó contristarse de no poseer esos la tristeza á su vez juzga con acierto y rehuye respectiva-
mismos bienes aparentes y transitorios, aunque en esto mismo mente asimismo el mal.
hay también pecado, siendo inmoderado el tal pesar ó tristeza
CUESTIÓN XL.

Pasiones de lo irascible, y en primer lugar de la esperanza y la


desesperación.

Examinaremos á continuación las pasiones de la. (parte) irascible: 1.° la esperanza y la desespera-
ción; 2.° el temor; 3." la ¡ra.
El primero de estos puntos comprende ocho artículos. l.° La esperanza es lo mismo que el deseo ó
el apetito? —2.° Reside la esperanza en la potencia aprensiva, ó en la apetitiva ? —3." La esperanza
existe en los animales brutos? — 4.° La desesperación es c o n t r a r i a á la esperanza? —5.° La esperien-
cia es causa de la esperanza?—6.° A b u n d a la esperanza en los jóvenes y los ebrios? —7,° Del orden
de la esperanza al amor. — 8.° La esperanza contribuye á la operación ?

ARTÍCULO I. — 1.a e s p e r a n z a e s lo inls. concupiscible. L u e g o la esperanza es de


uto que el deseo ó el afán (cupiditas) ? diferente especie que el deseo ó el afán.
Conclusión. La esperanza difiere del
l.° Parece que la esperanza es lo deseo, como las pasiones de la parte iras-
mismo que el deseo ó ansia (1) ; porque cible de las de la concupiscible.
la esperanza se considera como una de R e s p o n d e r e m o s , que la especie de la
las cuatro principales pasiones ; y San pasión es considerada por su objeto; y en
A g u s t í n , al enumerarlas, coloca el afán el de la esperanza deben tenerse en
en el lugar de la esperanza, como se ve cuenta cuatro condiciones : .1. que seaa

( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 y 9 ) . L u e g o la bueno ; p u e s , propiamente hablando , no


esperanza es lo mismo que el anhelo ó el hay esperanza sino del bien ; y por esto
deseo. se diferencia del temor, cuyo objeto es el
2.° Las pasiones se diferencian por sus m a l ; 2 . que sea futuro, porque la espe-
a

objetos; pero el objeto de la esperanza y ranza no se refiere al bien presente y a


de la codicia ó deseo es uno mismo, el bien tenido; y en esto se diferencia del g o z o , ,
futuro. L u e g o la esperanza es lo mismo que se refiere al bien presente; 3 . que sea
a

que el ansia ó el deseo. algo arduo y de difícil adquisición, toda


3.° Si se dice que la esperanza añade vez que no se dice que alguno espera una
al deseo la posibilidad de conseguir el cosa de menor importancia, y que está
bien futuro, redarguyese: lo que per acci- en su poder conseguir inmediatamente ;
dens se refiere al o b j e t o , no varía la es- en lo cual la esperanza se diferencia del
pecie de la pasión; y lo posible se refiere deseo ó anhelo, que se refiere en absoluto
per accidens al bien futuro, que es el ob- al bien futuro; y por lo mismo pertenece
jeto del anhelo ó deseo y de la esperanza. á lo concupiscible, y la esperanza á lo
Luego la esperanza no es una pasión de irascible; 4 . que eso arduo sea posible
a

especie diferente que el deseo ó afán. de obtener, porque nadie espera lo que
Por el contrario, las pasiones de di- en manera alguna puede conseguir; y
versa especie corresponden á diversas según esto la esperanza difiere de la
potencias; mas la esperanza corresponde desesperación. A s í pues es evidente que
á lo irascible, y el deseo y el anhelo á lo la esperanza difiere del deseo, como se di-
ferencian las pasiones de lo irascible de
(1) Traducimos cui)ídUas afán, anhelo, ansia, codicia,... to-
f
las de lo concupiscible; y por esta causa
mando cada una de estas voces como sinónima de « deseo ve- la esperanza presupone el d e s e o , como
«hemenle ó intenso».
270 CUESTIÓN X L . — ARTÍCULOS I Y I í .

también todas las pasiones de lo irascible de la cual es propio el esperar ( 3 ) . L u e -


presuponen las de lo concupiscible (1) g o la esperanza pertenece á la potencia
según lo dicho ( C . 2 5 , a. 1.) cognitiva.
A l argumento 1.° diremos que San 2.° L o mismo es al parecer la espe-
Agustín coloca el apetito en lugar de la ranza que la confianza; pues llamamos
esperanza, en atención á que ambas miran á los que esperan confiados, como usando
al bien futuro ( 2 ) ; y porque el bien que indistintamente las palabras confiar y es-
no es arduo se reputa como n a d a : de perar : pero la confianza, así como la fe,
modo que el deseo parece tender princi- parece pertenecen á la potencia cogni-
palmente al bien arduo, al cual tiende tiva. L u e g o la esperanza también.
también la esperanza. 3.° L a certeza es una propiedad de la
A l 2. que el objeto de la esperanza
a
potencia cognitiva; y se atribuye á la
no es el bien futuro en a b s o l u t o , sino esperanza : luego esta pertenece á la po-
acompañado con lo arduo y difícil de tencia cognitiva.
obtenerlo, según lo dicho. Por el contrario: la esperanza tiene
A l S.° que el objeto de la esperanza no por objeto el b i e n , como se ha dicho
solamente añade la posibilidad sobre el (a. 1.) E l bien empero, considerado como
objeto del deseo, sino también la dificul- t a l , no es objeto de la virtud cognitiva,
tad, que hace que la esperanza pertenezca sino de la apetitiva : luego la esperanza
á otra potencia , es decir, á la irascible, no pertenece á la potencia cognitiva, sino
que mira á lo arduo, como se ha dicho á la apetitiva.
( P . 1. , C. 8 1 , a. 2 ) . Ademas lo posible y
a
Conclusión. La esperanza es un mo-
lo imposible no se refieren absolutamente vimiento de la potencia apetitiva, consi-
per accidens al objeto de la potencia guiente á la aprensión de un bien futuro
apetitiva; puesto que el apetito es el y arduo pero asequible.
principio del movimiento , y nada se Responderemos que, como la esperan-
mueve á algo sino bajo el concepto de za implica cierta estension (4:) del ape-
posible, pues ninguno se mueve á lo que tito hacia el bien, pertenece evidente-
j u z g a imposible conseguir: por cuya cau- mente á la virtud apetitiva: porque el
sa la esperanza difiere de la desespera- movimiento hacia las cosas compete pro-
ción según la diferencia entre lo posible piamente al apetito; mas la acción de la
y lo imposible. virtud cognitiva se perfecciona, no por el
movimiento del sujeto que conoce hacia
ARTÍCULO I I . —' La e s p e r a n z a reside
las cosas, sino más bien según que las cosas
e n l a potencia aprensiva, ó e n l a apetitiva? conocidas se hallan en el que las conoce.
P e r o , p u e s t c que la potencia cognitiva
l.° Parece que la esperanza pertenece mueve á la apetitiva, representándola su
á la potencia cognoscitiva: porque la es- objeto ; según los diversos conceptos del
peranza parece ser cierta espectacion, objeto aprendido surgen diversos movi-
pues dice el Apóstol ( R o m . 8, 2 5 ) : y, si mientos en la potencia apetitiva : porque
lo que no vemos, esperamos; por paciencia la aprensión del bien produce en el ape-
lo esperamos. E s así que la espectacion tito un movimiento distinto que la del
parece pertenecer á la potencia cognitiva, m a l ; é igualmente diverso movimiento

(1) Esto es exacto respecto de las que acusan ó implican nos sin embargo ponen spectare (mirar ó considerar); y en
movimiento ó consisten en él, y á las que coadyuvan las de efecto el que algo espera, suele mirar, á ver si ya llega ó lo
lo irascible para lograr su objeto, como al deseo la esperanza, ve aparecer : mas la significación de uno y otro verbo varía
estimulándolo y acreciéndole energía y como decisión á obte- notablemente, y la sustitución del segundo presentaría dema-
ner lo arduo y bueno ; no así en cuanto á las que entrañan siado burdo y descubierto el sofisma aquí latente, y más disi-
quietud ó reposo en la pacífica posesión del bien ya obtenido, mulado conservando expectarc ; tanto que la espectacion (bas-
como la alegría y el gozo, y en orden á las cuales preceden tante comunmente usada como sinónima de esperanza aún en
las de la potencia irascible. Así lo hace notar también ISicolai. las Santas Escrituras) pertenece á lo apetitivo según la tesis
(2) La edición antigua de Pádua (1698) pone aquí punto aquí establecida, en tanto que la consideración ó mirada in-
final, y el punto y coma siguiente á la palabra nada (nihil re- telectual es á todas luces propia función de la potencia per-
pulatur) (;) lo transpone después de ul sic ; con cuya cons- ceptiva.
trucción ortográfica habría de traducirse así : «Y, como... (4) Tendencia redoblada (por decirlo así) ó más decidida en
» nada en tal concepto ; parece (videlur por videatur en la citada vista de la dificultad unida á la posibilidad de conseguir la
» edición, como era consiguiente) que el deseo tiende... » posesión del bien arduo.
(3) Expectore generalmente con el códice de Alcañiz; algu-
CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O S II Y III. 271

nace de lo presente y de lo futuro, de lo A R T Í C U L O I I I . — l a esperanza existe


absoluto y lo arduo, y de lo posible y lo en los animales ?
imposible. Según esto pues la esperanza
es el movimiento de la potencia apetitiva, l.° Parece que la esperanza no existe
que resulta de la aprensión del bien fu- en los animales: porque la esperanza se
turo, arduo y posible de obtener, ó sea, la refiere al bien futuro, como dice San
estension del apetito á tal objeto. Juan Damasceno (orth. fid. 1.2, c. 12) (3);
A l argumento 1.° diremos que, como y el conocimiento de las cosas futuras
la esperanza mira al bien posible, surge no pertenece á los animales, que no tie-
en el hombre un doble movimiento de es- nen sino el conocimiento sensitivo, del
peranza según los dos modos de serle cual no son objeto las cosas futuras. L u e -
algo posible , ya por su propia virtud , ó g o la esperanza no existe en los animales
ya por la de otro. A s í de lo que alguno brutos.
espera conseguir por su propia virtud, no 2.° E l objeto de la esperanza es el bien
se dice tiene espectacion ( 1 ) sino espe- posible de obtener. Pero lo posible y lo
ranza tan solo; que aguardar (expectare) imposible son ciertas diferencias de lo
propiamente se dice sobre lo que espera verdadero y de lo f a l s o , que solo están
por el auxilio de la virtud de otro, porque en la mente, como dice Aristóteles ( M e t ,
se dice expectare como esperar de otro 1. 6, t. 8 ) . L u e g o la esperanza no existe
(ex alio spectare), en cuanto la potencia en los brutos animales, que carecen de
aprensiva anterior no mira únicamente al inteligencia.
bien, que se pretende obtener, sino tam- 3.° San Agustín dice (Sup. Gen. ad
bién á a q u e l l o , por cuya virtud espera litt. 1. 9, c. 14) que «los animales se
conseguirlo, como se dice (Eccli. 5 1 , 1 0 ) : » mueven por lo que ven »; y la esperan-
estaba mirando por el socorro de los za no versa sobre lo que se ve : porque,
hombres. D e aquí que el movimiento de como leemos (Rom. 8, 24), lo que uno ve,
la esperanza se llama algunas veces es- cómo lo espera? L u e g o la esperanza no
pectacion , á causa de la previa inspec- existe en los animales irracionales.
ción ( 2 ) de la potencia cognitiva. Por el contrario, la esperanza es pa-
A l 2.° que lo que el hombre desea y sión del apetito irascible; y este existe
juzga poder obtener por s í , cree que lo en los brutos animales : luego también la
obtendrá, y de esta fe (fide) en la facul- esperanza.
tad cognitiva precedente toma el movi- Conclusión. Hay esperanza y desespe-
miento así escitado en el apetito su de- ración en los brutos animales.
nominación de (fiducia) confianza; pues Responderemos, que las pasiones in-
al movimiento apetitivo da su nombre el teriores de los animales pueden ser cono-
conocimiento precedente, como al efecto cidas por sus movimientos esteriores, por
la causa más conocida: siendo cierto que los cuales se ve que la esperanza existe
mejor conoce su propio acto la potencia en ellos. E n efecto: si un perro descubre
aprensiva que el acto de la apetitiva. una liebre ó un gavilán un ave demasia-
A l 3.° que la certidumbre se atribuye, do distante, no se precipita sobre ella,
no solo al movimiento del apetito sensi- como quien no espera atraparla; pero, si
tivo, sino también al del apetito natural: se halla próximo, lánzase como con la es-
á la manera que se dice que la piedra peranza de apresarla. P o r q u e , como ya
tiende con certeza hacia abajo; y esto por hemos dicho ( C . 1, a. 2 ; y C. 2 6 , a. 1),
consecuencia de la infalibilidad, que tiene el apetito sensitivo de los animales y aun
por la certidumbre del conocimiento, que el apetito natural de los seres insensibles
precede al movimiento del apetito sensi- siguen la aprensión de algún entendi-
tivo, ó aun del natural. miento, como también el apetito de la
naturaleza intelectiva, que se denomina

(1) Como seguridad (expectore) de lograrlo ; á diferencia de así la visible analogía etimológica de las dos palabras especta-
mrare, esperar con inccrtidumbre y como sin garantías ó mo- cion é inspección.
tivos suficientes de certeza. En castellano parécenos más grá- (3) No empero con el nombre mismo de esperanza, sino bajo
fica la distinción antitéticamente espresada por los sustanti- el de anhelo (cupidilalis), como asimismo San Agustín (De
vos que por los verbos. civ, Dei. I. 14, c. 7, 8 y 9). Véase la nota 1, pág. 269.
(2) Contemplación ó detenida y fija mirada, conservando
272 CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS III Y IV.

voluntad. Sin embargo existe la diferen­ 3.° A un movimiento (1) es contrario


cia de que la voluntad es movida por la otro movimiento, en tanto que el reposo
aprensión del entendimiento unido, mien­ se opone al movimiento, como privación.
tras que el movimiento del apetito natu­ P e r o la desesperación parece más bien
ral sigue la del entendimiento separado, implicar inmovilidad que movimiento.
que instituyó la naturaleza; y asimismo L u e g o no es contraria á la esperanza, que
el apetito sensitivo de los animales bru­ implica un movimiento de estension (2)
tos, que obran por cierto instinto natural. hacia el bien esperado.
H é aquí porqué en las acciones de los Por el contrario: la desesperación se
brutos y de otras cosas naturales se echa Ц а т а así por contraposición á la espe­
de ver un procedimiento análogo, como ranza.
también en las obras de arte; y bajo este Conclusión. L a desesperación es con­
concepto existen la esperanza y desespe­ traria á la esperanza, como el receso al
ración en los animales. acceso.
A l argumento 1.° diremos que, aunque Responderemos que, como ya hemos
los animales brutos no conocen lo futuro, dicho (C. 23, a. 2), hay dos clases de
sin embargo por su instinto natural se contrariedad en las mutaciones: 1. por a

mueve el animal á algo futuro, como si acceso á términos opuestos; y tal contra­
lo previese; como que este instinto les riedad solo se encuentra en las pasiones
ha sido dado por el entendimiento divino, de la (parte) concupiscible, como sucede
que prevée las cosas futuras. a
con el amor y el odio; 2 . por aproxi­
A l 2.° que el objeto de la esperanza mación y desvío respecto de un mismo
no es lo posible, según que es una dife­ término; y esta se halla en las pasiones
rencia de lo verdadero, porque en tal con­ de la irascible, como queda dicho (ibid.).
cepto va anejo á la relación del predicado Mas el objeto de la esperanza, que es el
con el sujeto; sino que es lo posible con­ bien arduo, tiene algo de atractivo, se­
siderado según alguna potencia, pues así gún que se considera posible de conse­
se distingue l o posible en los dos posibles guir; y de este modo se dirige hacia el
antedichos según Aristóteles ( M e t . 1. 5, mismo la esperanza, la cual implica cier­
t. 17). ta aproximación : pero, considerada con
A l 3.° que, si bien lo que es futuro no imposibilidad de adquirir, entraña repul­
cae bajo la vista; no obstante, por lo que sión ; porque (E th. 1. 3, c. 3), « al encon­
actualmente ve el animal, se mueve su »trarse con algo imposible, los hombres
apetito á perseguir ó eludir algo futuro. »retroceden» ( 3 ) ; y así es como la des­
esperación considera este objeto : por lo
cual importa cierto movimiento de des­
ARTÍCULO I V . — ^ d e s e s p e r a c i o n e s
contraria á l a e s p e r a n z a ?
vío, y en este concepto es contraria á la
esperanza, como el receso al acceso.
A l argumento 1.° diremos, que el te­
l.° Parece que la desesperación no es mor es contrario á la esperanza según la
contraria á la esperanza: porque á una contrariedad de objetos, es decir, del bien
sola cosa solo es contraria otra ( M e t 1. y del mal; pues se halla esta contrariedad
10, t. 1 7 ) ; y, siendo el temor contrario á en las pasiones de lo irascible, según que
la esperanza, la desesperación no lo es. se desvían de las de lo concupiscible (4):
2.° L o s contrarios parece que se re­ pero la desesperación es contraria á la
fieren al mismo objeto. P e r o la esperan­ esperanza solamente según la contrarie­
za y la desesperación no se refieren al dad de avance y retroceso.
mismo objeto; porque la esperanza se re­ A l 2.° que la desesperación no mira
fiere al bien, y la desesperación á algún al mal considerado como t a l , aunque al­
mal impeditivo de la consecución del gunas veces per accidens se refiere al mal
bien. L u e g o la esperanza no es contraria como imposibilitando la consecución (de
á la desesperación. algún bien): puede empero la desespera­
os) «Desisten» más propiamente, como algunos modernos
(1) Otros, como la edición áurea, dicen non (no) ; pero Ni­
colai prueba no es admisible aquí la negación. comentadores insinúan.
(2) Véase la nota 4, pág. 270. (i) Véase la nota 1, pág. 270.
CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS IV Y V. 243

cion provenir esclusivamente del esceso á la esperiencia. L u e g o esta es causa de


del bien (1). la esperanza.
A l 3.° que la desesperación no implica Conclusión. La esperiencia es causa
la sola privación de la esperanza, sino de esperanza [l],ya aumentando la po-
ademas cierto alejamiento de la cosa de- sibilidad del sujeto, ya también mos-
seada, por estimarse imposible su conse- trándole la de conseguir su objeto; y lo es
cución. A s í que la desesperación, como de falta de esperanza [ 2 ] , solo haciéndole
asimismo la esperanza, presupone el de- ver la imposibilidad de alcanzarlo.
seo; pues de aquello, que no está al al- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
cance de nuestro deseo, ni tenemos espe- (a. 1) el bien futuro, arduo y posible de
ranza ni desesperación: y por lo mismo adquirirse,es el objeto de la esperanza; y
ambas se refieren al bien accesible al algo puede ser causa de la esperanza, y a
deseo. haciendo posible al hombre una cosa, y a
inspirándole la idea de que lo es. D e l pri-
ARTÍCULO V . — I . » csperlencla es cau- mer modo es causa de esperanza todo lo
sa de la e s p e r a n z a ? que aumenta el poder del hombre, como
son las riquezas y la fortaleza, y entre
l.° Parece que la esperiencia no es todas las demás la esperiencia; puesto
causa de la esperanza: porque la espe- que por ella adquiere el hombre la facul-
riencia pertenece á la potencia cognitiva, tad de ejecutar algo con facilidad, sur-
según lo que dice Aristóteles (Etli. 1. 2, giendo de aquí la esperanza: por lo cual
c. 1) que « l a virtud intelectual há m e - dice Vegecio ( D e re milit. 1. 1, c. 1 ) :
» nester esperiencia y tiempo » ( 2 ) . Mas «nadie teme hacer lo que confía haber
la esperanza no reside en la potencia » aprendido bien». D e l segundo es causa
cognitiva, sino en la apetitiva, como he- de esperanza todo lo que inspira á uno
mos dicho (a. 2). L u e g o la esperiencia no la idea de que algo le es posible; y así
es causa de la esperanza. tanto la instrucción [doctrina) como cual-
2.° Aristóteles dice (Ehet. 1. 2, c. 13), quiera persuasión puede ser causa de es-
que «los viejos tienen difícil esperan- peranza, como también la esperiencia es
»za (3) á causa de su esperiencia»; de causa de la esperanza, esto e s , en cuanto
donde parece (inferirse) que la esperien- por ella juzga posible el hombre algo,
cia es causa de la falta de esperanza. que antes de tenerla reputaba imposible.
Pero los opuestos no tienen la misma M a s por este modo la esperiencia puede
causa. L u e g o la esperiencia no es causa ser causa de la falta de esperanza: por-
de la esperanza. q u e , así como por la esperiencia j u z g a
posible el hombre a l g o , que antes creía
3.° Aristóteles espresa ( D e ccelo, 1. 2,
imposible ( 4 ) ; así por el contrario la
t. 34) que «hablar algo de todo, sin omi-
misma le hace conocer que no le es posi-
»tir nada, es en ocasiones señal de nece-
ble lo que antes juzgaba serlo. A s í pues
sdad». Mas el que el hombre lo intente
la esperiencia es causa dé la esperanza
todo parece demostrar grande esperanza:
de dos modos, y de solo uno de la falta
y, pues la necedad proviene de la ines-
de ella: podemos pues decir más (pro-
periencia; sigúese que esta es más bien
piamente) que es causa de la esperanza.
causa de esperanza que la esperiencia.
P o r e l c o n t r a r i o , Aristóteles dice A l argumento 1.° diremos, que en la
(Eth. 1. 3, c. 7) que « algunos son de bue- práctica la esperiencia no solo comunica
»na esperanza, por haber vencido á mu- ciencia, sino también cierto hábito debido
»chos muchas v e c e s » , lo cual pertenece á la costumbre, que facilita más la acción.

fl) Desproporción con los medios, de que se dispone para los caracteres propios de cada edad ; pues dice del viejo : miser
ahanzarlo, constitutiva do la imposibilidad del sujeto ó de la abstinct ac timet uli,... res omnes tímida gelidéque nñnislrat,—
inascquibilidad del objeto para él. como esplica en la solución difíicüis, queridas : « mísero y receloso, — tímidamente en todo
al 3." » se conduce,— con frialdad, difícil, quejumbroso, «...
{2J Por cuanto se inicia y acrece á consecuencia del conoci- (4) Wo solo pareciéndole accesible á sus propios alcances in-
miento ó percepción de su objeto. dividuales ; sí tambien.áun contando con la coperacion auxi-
(3) La conciben difícilmente, ó propenden más á desconfiar liar de algún otro, que en casos análogos sabe por esperiencia
que no á abrigar esperanza no muy fundada. Lo propio es- no ha solido faltarle.
presa Horacio en su célebre Epístolatí-los Pisones, describiendo
SUMA TEOLÓGICA —TOMO II. 18
274 CUESTIÓN XL. — ARTÍCULOS V Y VI.

Ademas la misma virtud intelectual con- Conclusión. La juventud y la ebrie-


tribuye á facilitar la operación, pues de- dad [ 1 ] son causas de esperanza; y en
muestra ser posible a l g o , y así causa la general [ 2 ] los fatuos 6 que no usan de
esperanza. deliberación lo arrostran todo con fácil
A l 2.° que en los ancianos h a y defecto esperanza.
de esperanza por causa de la esperiencia, R e s p o n d e r e m o s , que la juventud es
en cuanto esta les muestra la imposibili- causa de esperanza por tres razones, co-
dad : por eso se añade ( i b i d . ) que « m u - mo dice el Filósofo ( E h e t . 1. 2, ibid.), que
cachas cosas les sucedieron en su d a ñ o » . pueden tomarse de las tres condiciones
A l 3.° que la necedad y la inesperien- del bien, que es el objeto de la esperan-
cia pueden ser causa de esperanza como za, en cuanto (2) es futuro, arduo y po-
accidentalmente, descartando la ciencia, sible, como se ha dicho (a. 1). E n efecto:
por la cual se juzga con verdad que algo los jóvenes tienen mucho de futuro y
no es posible. L u e g o la inesperiencia es poco de pretérito ( 3 ) ; y por lo tanto,
causa de la esperanza por la misma razón, puesto que la memoria se refiere á l o pa-
por la que la esperiencia es causa de la sado, mientras que la esperanza á lo fu-
falta de ella. turo, tienen poco de memoria y viven
mucho en la esperanza. También los j ó -
venes á causa del ardor de su naturale-
A R T Í C U L O V I . — Abunda l a esperan-
za (4) tienen muchos espíritus, y así en
z a e n los j ó v e n e s y los ebrios ?
ellos se dilata el corazón: y , como de
1.° Parece que la juventud y la em- esta espansion del corazón nace la ten-
briaguez no son causa de la esperanza : dencia á lo arduo, los jóvenes son animo-
porque esta lleva en sí una como certi- sos y de buena esperanza. P o r otra parte,
dumbre y firmeza; por lo que ( Hebr. 6) también los que no han sufrido repulsa,
se compara la esperanza á una áncora. ni esperimentado obstáculos en sus inten-
E s así que los jóvenes y los ebrios care- tos, creen con facilidad en la posibilidad
cen de firmeza, porque su ánimo es fácil- de algo; y de aquí que los jóvenes á
mente voluble. L u e g o la juventud y la causa de la inesperiencia de los impedi-
embriaguez no son causa de la espe- mentos y defectos fácilmente lo estiman
ranza. posible, y por lo tanto tienen buena es-
peranza. También en los ebrios existen
2.° L o que aumenta la potestad és
dos de estas condiciones, á saber, el ar-
muy influyente causa de esperanza, co-
dor y la redundancia de los espíritus á
mo se ha dicho (a. 5 ) ; mas la juventud
causa del vino, á los que se agrega la in-
y la embriaguez llevan adjunta cierta
consideración de los peligros ó defectos ;
debilidad: luego no son causa de espe-
y por la misma razón también todos los
ranza.
necios y los que no deliberan lo intentan
3.° (1) L a esperiencia es una causa todo y tiene buena esperanza.
de esperanza, como se ha dicho (a. 5 ) ; y á
los jóvenes les falta la esperiencia: luego A l argumento 1.° diremos, que en los
la juventud no es causa de la esperanza. jóvenes y en los ebrios, aunque no haya
Por el contrario , dice el Filósofo firmeza en la realidad de verdad, la hay
( E t h i c . 1. 3 , c. 8 ) que « l o s que están sin embargo según el aprecio de e l l o s ;
» ebrios tienen buena esperanza » ; y pues creen firmemente conseguir lo que
(B,het. 1. 2 , c. 12) se dice « q u e los j ó v e - esperan.
» nes tienen buena esperanza ». D e la misma manera también diremos

(1) En la edición de Ñapóles (generalmen le de las más es- cuya razón predomina en ellos la esperanza del porvenir en
meradas y correctas) falta este argumento 3.°, cuya solución lontananza á la memoria de lo poco transcurrido de su inci-
sin embargo aparece al fin en su propio lugar : prueba incon- piente carrera : asi es que viven llenos de ilusiones, pare-
cusa-de que su omisión reconoce por causa un descuido tipo- ciéndoles todo fácil y hacedero, sin el contrapeso del escar-
gráfico y sobre todo distracción ó lijereza de los correctores miento y los desengaños, que luego en edad más madura re-
de pruebas. traen al hombre provecto de lo que teme y sabe ya no le es
(2) Respectivamente mirado bajo esos tres diversos aspec- tan accesible, como á primera vista y ante aquella despreocu-
tos, cada uno de los cuales suministra una razón ó prueba. pación juvenil se representa al inesperto.
(3) Hállanse como en el principio de la vida, que más tiene (4) Complexion, ó calor de la sangre ; como vulgarmente
para ellos y á su mismo parecer de futura que de pasada; por decimos.
CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O S V I , VII Y VIII. 275

al 2.° que los jóvenes y los ebrios cierta- esperanza, y no al contrario; porque, por
mente adolecen de debilidad ; mas en su lo mismo que esperamos poder sobreve-
opinión tienen poder, porque no conocen nirnos bienes por medio de alguien, nos
sus defectos. dirigimos hacia él como á nuestro bien,
A l 3.° que no solo la esperiencia sino y así comenzamos á amarle. M a s en el
también la inesperiencia es en cierto mo- hecho mismo de amar á uno no espera-
do una causa de la esperanza, como se mos de él sino per accidens, esto e s , en
ha dicho (a. 5). cuanto creemos que nosotros somos tam-
bién amados recíprocamente por é l : por
ARTÍCULO "VII. — t a esperanza es consiguiente el que alguien nos ame
causa del amor? hace que nosotros esperemos de él ; pero
el amor á él es causado por la esperanza,
l.° Parece que la esperanza no es cau- que de él tenemos.
sa del amor: porque según San Agustín D e esto se deduce la contestación á
(De civ. D e i , 1. 14, c. 7 y 9 ) « la prime- los argumentos.
s ra de las afecciones del alma es el amor».
Es así que la esperanza es cierta afección A R T Í C U L O V I I I . — ¿ t a esperanza
del alma. Luego el amor precede á la coadyuva á l a o p e r a c i ó n , ó m á s bien l a im-
esperanza; la cual por consiguiente no pide ?
causa el amor.
2.° E l deseo precede á la esperanza; l.° Parece que la esperanza no ayuda
y el deseo es causado por el amor, como y antes impide la operación : porque la
se ha dicho ( C . 28, a. 6 al 2.°). L u e g o seguridad pertenece á la esperanza; y la
también la esperanza sigue al amor : y seguridad produce la negligencia, que
en su consecuencia no lo produce. impide la operación. L u e g o la esperanza
3.° L a esperanza causa delectación, se- impide la operación.
gún lo dicho ( C . 32, a. 3). P e r o la delec- 2.° L a tristeza impide la operación,
tación no tiene lugar sino sobre lo amado. como se ha dicho ( C . 38, a. 3 ) ; y la
Luego el amor precede á la esperanza. esperanza causa algunas veces tristeza,
Por el contrario : á propósito de estas pues se dice (Prov. 13, 12) : la espe-
palabras ( M a t t h . 1 , 2 ) : Abrahan en- ranza, que se retarda, aflige al alma.
gendró á Isaac, Isaac engendró á Ja- L u e g o la esperanza impide la operación.
cob , dice la Glosa (interl.) : « la fe á la 3.° L a desesperación es contraria á la
» esperanza y la esperanza á la caridad». esperanza, como se ha dicho (a. 4). Pero
Mas la caridad es amor. L u e g o el amor la desesperación ayuda á la operación
es causado por la esperanza. principalmente en los combates ; pues se
Conclusión. La esperanza , [ 1 ] en dice ( n R e g . , 2 , 26) que «la desespera-
cuanto mira al bien esperado, es efecto del ción es peligrosa» (1). Luego la espe-
amor; más [ 2 ] respecto de aquel, por ranza produce el efecto contrario, esto
quien algo se nos hace posible, es causa es, impidiendo la operación.
de amor. Por el contrario, dícese (i Cor; 9,
Responderemos, que la esperanza pue- 10) que el que ara, debe arar con la es-
de referirse á dos cosas : pues se refiere peranza de percibir los frutos ; y la mis-
al bien esperado como á su objeto ; mas, ma razón hay en todo lo demás.
como el bien esperado es lo arduo posi- Conclusión. La esperanza por su pro-
ble , y lo arduo se nos hace algunas veces pia condición coadyuva á la operación,
posible, no por nosotros, sino por otros; fomentándola.
por lo tanto, también la esperanza se Responderemos, que la esperanza en-
refiere á aquello, por lo que una cosa se traña en sí misma concurrencia á la
nos hace posible. A s í pues, en cuanto la operación, activándola; y esto en dos
esperanza mira al bien, es causada por conceptos : 1.° por razón de su objeto,
el amor ; pues no hay esperanza sino de que es el bien arduo posible; pues la
un objeto deseado y amado : pero, en apreciación de lo arduo escita la atención,
cuanto á aquel, por quien se nos hace
posible algo, el amor es producido por la (i) Al enemigo ó á quien la provoca, como se ve en la so-
lución.
276 CUESTIÓN X L . — A R T Í C U L O VIII.

y la idea de lo posible no retarda el co- disminuye también la razón de la espe-


nato , siguiéndose de aquí que el hombre ranza; porque aquellas cosas, en que el
opera intensamente á causa de la espe- hombre no tiene impedimento alguno, no
ranza ; 2.° por razón de su efecto ; pues se consideran y a como arduas.
la esperanza, como se ha dicho ( C. 32, A l 2.° que la esperanza per se causa
a. 3 ) , causa la delectación, que ayuda delectación, y solo per accidens tristeza,
á la operación ( C . 3 3 , a. 4 ) : así que la como se ha -dicho ( C . 3 1 , a. 3 , al_2.°).
esperanza ayuda á la operación. A l 3.° que la desesperación en la guerra
A l argumento 1.° diremos, que la espe- se hace peligrosa á causa de alguna es-
ranza tiende á conseguir el bien ; pero peranza adjunta; pues los que desesperan
la seguridad más parece oponerse al de la h u i d a , se acobardan en cuanto á
temor que pertenecer á la esperanza ; y huir, pero esperan vengar su m u e r t e , y
sin embargo la seguridad no causa la por lo tanto pelean más encarnizada-
negligencia, sino en cuanto disminuye la mente por esta esperanza, por lo que se
apreciación de lo arduo, en lo cual se hacen más peligrosos á sus enemigos.

CUESTIÓN XLI.
Del temor considerado en sí mismo.

Vamos á t r a t a r p r i m e r a m e n t e del t e m o r , y segundo de la audacia. Sobre el temor c u a t r o cosas


debemos considerar : 1. el temor m i s m o ; 2. su objeto; 3. su c a u s a ; 4. su efecto. A la 1. dedicamos
a a a a a

cuatro artículos: El temor es u n a pasión del alma?—2.°¿Es u n a pasión especial?—3.°¿f[ay


a l g ú n temor natural?—4.° Especies de temor.

ARTÍCULO I. — * E I temor e s « n a p a . presente. L u e g o teniendo por objeto el


sion del a l m a ? temor el mal futuro, parece que no es
una pasión del alma.
l.° Parece que el temor no es una pa- Por el contrario, San A g u s t í n ( D e
sión del alma; pues dice el Damasceno civ. D e i , 1. 1 4 , c. 7 y 9) enumera el te-
( O r t h . fid. 1. 3 , c. 2 3 ) que «el temor es mor entre las otras pasiones del alma.
» una virtud según sístole » , e s t o e s , por Conclusión. Al temor compete con toda
contracción, «apetitiva de la esencia» ( 1 ) . propiedad el concepto de pasión, pos-
P e r o ninguna virtud es una pasión, como puesto á la tristeza.
se prueba ( E t h i c . 1. 2 , c. 5 ) . L u e g o el R e s p o n d e r e m o s , que entre los demás
temor no es una pasión. movimientos del alma el temor des-
2.° Toda pasión es un efecto, que pro- pués de la tristeza obtiene más carácter
viene de la presencia del agente; y el y razón de pasión ; pues, como se ha di-
temor no tiene por objeto lo presente, cho ( C . 22 , a. 1 ) , á la naturaleza de la
sino lo futuro, como dice el Damasceno pasión pertenece 1.° el ser movimiento
( Orth. fid. 1. 2 , c. 12 ). L u e g o el temor de una virtud p a s i v a , á la cual se com-
no es pasión. para un objeto á manera de motor acti-
3.° Toda pasión del alma es un movi- vo ; porque la pasión es el efecto del
miento del apetito sensitivo, consiguiente a g e n t e , y por este modo también el sen-
á la, aprensión del sentido. E s t e empero tir y entender se llaman pasiones; 2." (2)
no es aprensivo de lo futuro, sino de lo más propiamente se llama pasión el mo-
(1) Más propiamente « del ser ó de la existencia », que es frase siguiente, y que toda viene á cifrarse en la varia colo-
lo que desean todos los seres, existir; y por eso se resisten cación del adverbio magia (más), quedando en todas á salvo el
todos á su destrucción ó.disolución. mismo pensamiento sustancial, tal como, lo espresamos en
(2) Nótase en las diversas ediciones cierta discrepancia ac- nuestra versión.
cidental de mera hipérbaton en la redacción de la locución ó
'CUESTIÓN XLI. — ARTÍCULO I Y II. 277

vimiento cíe una potencia apetitiva; y A R T Í C U L O I I . — El temor e s n n a pa-


aún más propiamente el movimiento de sión especial ?
una potencia apetitiva, que tiene un ór-
gano corporal, y funciona con alguna l.° Parece que el temor no es una pa-
transmutación corporal; y con muchísi- sión especial; pues dice S. A g u s t í n (Qq.
ma más propiedad se llaman pasiones 1. 8 3 , q. 33 ) que « al que no desanima el
aquellos movimientos, que implican algún » miedo, ni le abrasa la codicia, ni le de-
daño. Pero es evidente que el temor, por » macra la enfermedad (esto es, la triste-
referirse al m a l , pertenece á la potencia » z a ) , ni se inquieta por la alegría gozosa
apetitiva, que por sí mira al bien y al » y vana». P o r lo que se ve que, quitando
mal ; pero pertenece al apetito sensitivo, el temor, todas las demás pasiones des-
por cuanto ( 1 ) se produce con cierta aparecen. L u e g o no es una pasión espe-
transmutación, esto e s , contracción ( 2 ) , cial, sino general.
como dice el Damasceno (Orth. fid., 1. 3 , 2.° Dice Aristóteles (Ethic. 1. 6 , c. 2)
c. 2 3 ) , é implica también referencia al que «la prosecución y la huida son en el
mal, según que este tiene en cierto modo y> apetito lo que la afirmación y la nega-
la victoria sobre alguien ( 3 ) . P o r consi- » cion en la inteligencia ». Pero la nega-
guiente compétele muy verdaderamente ción no es una cosa especial en la inte-
el concepto de pasión; aunque después ligencia, como tampoco la afirmación, que
de la tristeza, que se refiere al mal pre- son más bien algo común á muchas cosas.
sente ; pues el temor mira al mal futuro, L u e g o tampoco la huida en el apetito.
que no mueve tanto como el presente. Mas ninguna otra cosa es el temor que
A l argumento 1.° diremos, que la vir- cierta fuga del mal. L u e g o el temor no
tud ( 4 ) denota cierto principio de acción; es una pasión especial.
y por lo t a n t o , en cuanto los movimien- 3.° Si el temor fuese una pasión espe-
tos esteriores de la potencia apetitiva son cial, existiría principalmente en lo irasci-
principios de los actos esteriores, se lla- ble. Pero el temor existe también en
man virtudes. Sin embargo Aristóteles el concupiscible; pues dice Aristóteles
niega que la pasión sea una virtud, que f R h e t . 1. 2, c. 5 ) que « e l temor es cierta
es hábito. » tristeza » ; y el Damasceno (Orth. fid.
A l 2.° q u e , así como la pasión de un 1. 3 , c. 23 ) que « el temor es una virtud
cuerpo natural proviene de la presencia » desiderativa ». E s así que la tristeza y
corporal del agente , así también la pa- el deseo existen en lo concupiscible, como
sión del alma proviene de la presencia se ha dicho (C. 30; y C. 3 5 , a. 1). L u e g o
animal del agente sin la corporal ó real; no es una pasión especial, puesto que per-
es decir, en cuanto el m a l , que es futuro tenece á diversas potencias.
en realidad, es presente según la apren- Por el contrario : el temor se distin-
sión del alma. gue de las otras pasiones del alma según
A l 3.° que el sentido no percibe lo fu- el Damasceno (Orth. fid. 1. 2, c. 15) ( 6 ) .
turo ; pero, por lo mismo que percibe lo Conclusión. El temor es una pasión
presente, el animal se mueve por natural especial del alma.
instinto á esperar el bien futuro ó á t e - Responderemos, que las pasiones del
mer el futuro mal ( 5 ) . alma reciben su especie de los objetos; y
según esto es pasión especial la que tiene
especial objeto. Tiénelo el temor, como

(1) FU enim : algunos léon etium (laminen), y ambas voces veces lo futuro en lo universal, aunque muy remoto; sino
caben muy bien juntas aquí con cierto éní'asis ó insistencia, concretándose al estrecho ámbito, del alcance de su vista, aun
no del todo impertinente según el contesto ; aunque solo una respecto de lo no presente todavía en sí : al modo que el
ú otra se halla, y no las dos. perro, viendo y saboreando un hueso ó tajada, espera le den
(2) Véase la nota 5, pág. 177. otro, ó porque ve se lo han echado al gato ó á otro perro ; ó
(3) Aliqticm; otros aliquod bomim (algún bien). Véase, para huye ante el castigo por otro recibido, temiendo no le llegue
comprender bien esto, la C. 48, a. 2 y 3, d e l a l . " P.,T. 1.° pá- su turno de sufrirlo como él.
ginas 400 y 410 s y la nota 2 de la pág. 20, ibid. (0) « El bien esperado, dice (c. 12) produce el afán (cnpidi-
(4) En su acepción física de facultad ó potencia activa de » talan), y el mal inminente da origen-al lemor ; como el bien
obras; y no en sentido moral, como hábito de obrar moral- » ya presente causa alegría, y el mal actual tristeza» : y, des-
mente bien : así el temor es pasión de la parte ó potencia pués de tratar de la alegría ó complacencia (c. 13) y (c. 14)
irrascible. de la tristeza ó dolor, pasa á esponer (c. 15) el temor, enume-
(5) río empero como el hombre por el raciocinio prevée á rando sus especies, que se esplicarán en el a. 4, arg. l.°
278 CUESTIÓN X L I . — A R T Í C U L O S II Y III.

también la esperanza: p u e s , así como el » pues el alma no quiere ser separada del
objeto de la esperanza es el bien futuro, » cuerpo » ( 2 ) .
arduo, posible de conseguir; así el objeto 2.° E l temor nace del amor según lo
del temor es el mal futuro difícil, al cual dicho ( a . 2 , al 1.°). E s así que hay al-
no puede resistirse. Por consiguiente el gún amor natural, como dice S. Dionisio
temor es una pasión especial del alma. ( D e div. nom. c. 4, p. 2 , lect. 9). L u e g o
A l argumento 1.° diremos, que todas también hay algún temor natural.
las pasiones del alma se derivan de mi- 3.° E l temor es opuesto á la esperanza,
sólo principio, á s a b e r , del amor, en el según queda dicho ( C. 4 0 , a. 4 , al 1.°).
que tienen recíproca conexión; y por ra- P e r o hay alguna esperanza natural, como
zón de esta c o n e x i ó n , disipado el temor, se ve por lo que se dice (Rom. 4 , 18) de
desaparecen las demás pasiones del alma; A b r a h a m , que creyó en la esperanza ( de
no empero porque sea una pasión general. la gracia) contra la esperanza (de la na-
A l 2.° que no toda fuga del apetito es turaleza). L u e g o hay también algún te-
temor, sino la fuga de algún objeto espe- mor natural.
c i a l , como se ba dicho. P o r lo tanto, Por el contrario : las c o s a s , que son
aunque la huida sea una cosa general, naturales, se hallan comunmente en los
sin embargo el temor es una pasión es- seres animados é inanimados. E s así
pecial. que (3) el temor no se halla en las cosas
A l 3.° que el temor de ninguna manera inanimadas. L u e g o el temor no es na-
existe en lo concupiscible; pues no se re- tural.
fiere al mal en absoluto, sino con cierta Conclusion. Ningún temor [ 1 ] es na-
dificultad ó arduidad ( 1 ) , de modo que tural , como anejo á la naturaleza en
apenas se le puede resistir. Pero , como común aun de los seres privados de
las pasiones de lo irascible se derivan de razón; pero [ 2 ] sí lo es alguno en la
las de lo concupiscible y en estas termi- naturaleza intelectiva, que naturalmente
nan, según se ha dicho (C. 2 5 , a. 1 ) ; por elude lo que la repugna ó no la es conve-
eso se atribuyen al temor las que perte- niente.
necen á la (potencia) concupiscible: pues R e s p o n d e r e m o s , que un movimiento
se dice que el temor es tristeza, en cuanto se dice natural, porque la naturaleza in-
el objeto del temor contrista, si está pre- clina á él. M a s esto sucede de dos modos:
sente; por lo cual dice Aristóteles (ibid.) 1.° completándose un todo sin operación
que « e l temor procede de la fantasía del alguna de virtud aprensiva; como ser
» m a l futuro corruptivo ó contristativo». movido hacia arriba es movimiento natu-
D e la misma manera también el D a m a s - ral del f u e g o , y crecer lo es de los ani-
ceno atribuye el deseo al t e m o r ; por males y las plantas ; 2.° di cese natural
cuanto, así como la esperanza es causada un movimiento, al que la naturaleza in-
ú originada del deseo del b i e n , así tam- clina , aunque no se perfeccione sino por
bién el temor de la huida del mal, la cual la aprensión; puesto q u e , como se ha
proviene del deseo del bien, como consta dicho (C. 1 0 , a. 1; y C. 17, a. 9, al 2.°),
de lo dicho (C. 2 5 , a. 2 ; C. 29 , a. 2 ; y los movimientos de la virtud cognitiva y
C. 36, a. 2 ) . apetitiva redúcense á la naturaleza, como
i á su primer principio: y según este modo
pueden decirse naturales aun los actos
ARTÍCULO I I I . — H a y algún temor na- mismos de la potencia aprensiva, cuales
tural? son el entender, sentir y recordar, y á
veces también los del apetito animal. Asi
es pues como puede decirse natural el
1.° Parece que algún temor es natural;
temor, y se distingue del no natural
porque dice el Damasceno (Orth. fid. 1. 3,
según la diversidad del objeto : porque,
c. 23 ) que <r h a y cierto temor natural,

flj Que se le supone adjunta, siendo por lo mismo difícil de (3) Esta premisa menor no se halla en la citada edición de
vencer ó repeler ; como asimismo deja dicho respecto al bien Ñapóles (1763) por descuido involuntario sin duda ; ni era ab-
arduo ó de difícil consecución (C. 40, a. 1). solutamente necesaria, como es obvio y palmario : pero vé-
(2) Esplicando las palabras de San Marcos (14, 33) referen- rnosla en todas las demás con entera unanimidad.
tes al Salvador, cospu poneré (comenzó á sentir pavor).
CUESTIÓN X L I . — ARTÍCULOS IIÍ Y I V . 279

como dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 5), de un modo inconveniente seis especies


hay un temor del mal corruptor, que la de temor, á saber: «flojedad (segnitiem),
naturaleza esquiva por su natural deseo » rubor, vergüenza, admiración, estupor,
de existir; y tal temor dícese ser natural: » y congoja (agoniam) » : porque, como
y ademas del mal que contrista, el cual dice el Filósofo ( R h e t . 1. 3 , c. 5 ) « e l
no repugna á la naturaleza, sino al deseo y>temor procede de un m a l , que con-
del apetito ; y este temor no es natural: » trista » ; y por lo tanto las especies de
distinción análoga á la espuesta ( C . 30, temor deben corresponder á las especies
a. 3; y C. 31, a. 7) sobre el amor, la con- de tristeza, que son las cuatro y a asig-
cupiscencia y la delectación, natural y nadas ( C. 35 , a. 8 ) . L u e g o solo debe
no natural. M a s según la primera acep- haber cuatro especies de temor, corres-
ción de lo natural debe saberse que al- pondientes á esas.
gunas de las pasiones del alma dícense á 2.° L o que consiste en nuestro acto,
veces naturales, como el amor, el deseo se halla sometido á nuestro poder. P e r o
y la esperanza; pero otras no pueden de- el temor es de un m a l , que escede nues-
cirse naturales, por cuanto el amor y el tro poder, según lo dicho ( a. 2 ) . L u e g o
odio, el deseo y la fuga implican cierta la flojedad y el rubor y la vergüenza,
inclinación á aspirar (1) al bien ó esqui- que atañen á nuestra operación, no deben
var el mal, cuya inclinación pertenece sin considerarse especies del temor.
duda también al apetito natural: por cuya 3.° E l temor es de lo futuro según lo
razón hay cierto amor natural; y el deseo dicho (a. 1 y 2), y la vergüenza proviene
ó la esperanza pueden decirse" asimismo de un acto torpe y a cometido, como dice
en cierto modo existir en los seres natu- S. Gregorio Niseno (2). L u e g o la ver-
rales , que carecen de conocimiento. Pero güenza no es una especie de temor.
las otras pasiones del alma importan cier- 4.° E l temor no versa sino sobre el
tos movimientos, para los cuales de modo mal; mas la admiración y el estupor pro-
alguno es bastante la inclinación natural, vienen de lo grande é insólito, sea bueno
ya por serlas propio el sentido ó el cono- ó malo. L u e g o no son especies del temor.
cimiento según lo dicho ( C. 3 1 , a. 4 ; y 5.° L o s filósofos son movidos á inqui-
C. 35, a. 1) que la aprensión se requiere, rir la verdad por la admiración, según se
para que pueda haber delectación y dolor, dice ( M e t . c. 2 ) ; y el temor no mueve á
no pudiendo por consiguiente decirse que inquirir, sino más bien á huir : luego la
los seres destituidos de conocimiento se admiración no es una especie de temor.
deleitan ó se duelen ; ó y a porque los
Por el contrario , basta la autoridad
tales movimientos son contrarios á la ra-
del Damasceno y de S. Gregorio N i -
zón , de inclinación natural: así la deses-
seno (3).
peración renuncia al bien por alguna di-
Conclusión. Con razón y conveniente-
ficultad , y el temor desiste de combatir
mente se enumeran estas seis distintas
al mal contrario, á pesar de la inclinación
especies de temor: flojedad, rubor, ver-
natural á eso. E n vista de lo cual tales
güenza , admiración, estupor y congoja.
pasiones no se atribuyen de modo alguno
Responderemos, que según lo dicho
á las cosas inanimadas.
(a. 2) el temor proviene de un mal fu-
Con lo dicho es evidente la respuesta turo , que escede el poder del' que teme,
á los argumentos propuestos. de modo que no puede resistirle. M a s
tanto el bien como el mal del hombre
ARTÍCULO I V . — Se asignan conve- puede ser considerado, y a en la opera-
nientemente l a s e s p e c i e s ric temor? ción del m i s m o , y a en las cosas esterio-
1. Parece que el Damasceno asigna
a
res. E n la operación del hombre mismo

(IJ También aquí falla la palabra bonum en la edición ci- cado más de una vez con Píicolai.
tada en la nota precedente : lo cual nos hace sospechar algu- (3) De orth. fld. 1. 2, c. 15 ; aunque algunos con Fabro Esta-
na interinidad ó suplencia del corrector con desventaja res- pulense ponen estupor en lugar de admiración) y terror en vez
pecto del habitual y constante, cuyo esmero á conciencia de estupor ; ademas de interpretar scgniliem por tardanza (cun-
hemos tenido frecuentes ocasiones de observar y aplaudir ctationcm), fundándose en que\o.floiedad (segnities) supone cierta
hasta ahora, siendo en verdad la que mayor confianza y ga- lentitud habitual, que en la tardanza es actual ó de presente :
rantías de acierto nos viene brindando. Aliquando bonus dormi- y esta última sustitución afecta al libro de Nemesio, al paso
lat Ilojiterm. que las dos primeras al de San Juan Damasceno,
(2) Nemesio (De nal. Hom. c. 20), según dejamos ya rectifí-
280 CUESTIÓN XLI. — ARTÍCULO IV.

pueden temerse dos clases de m a l : 1. el a


A l 2.° que la operación, considerada
trabajo que pesa sobre la naturaleza; y en el acto mismo de ejecutarse, está so-
de aquí se origina la flojedad, por la que metida al poder del operante ( 1 ) : mas
alguno teme obrar por temor de escesivo en la operación puede considerarse algo,
trabajo ; 2.° la deshonra (turpitudo), que escede la facultad del o p e r a n t e , y
que mancilla (ladens) la opinión; y que, por lo cual uno la rehusa ; y según esto
si se teme en la ejecución de un acto, to- la flojedad, el rubor y la vergüenza se
ma el nombre de rubor; y , si de un acto consideran como especies del temor.
torpe y a cometido, recibe el de vergüen- A l 3.° que del acto pasado puede t e -
za. E l mal consistente en las cosas este- merse afrenta ú oprobio f u t u r o s , y en
riores puede esceder la facultad del hom- este concepto la vergüenza es una espe-
bre para resistir de tres maneras : 1 . por a
cie de temor.
razón de su magnitud, como cuando uno A l 4.° que no toda admiración y estu-
considera algún gran m a l , cuyo éxito no por son especies de temor; sino la admi-
alcanza á conocer; y de aquí nace la ad- ración acerca de un gran m a l , y el estu-
miración ; 2 . por la falta de costumbre,
a
por sobre un mal insólito. O puede decirse
cuando se ofrece á nuestra consideración que, así como la flojedad elude el trabajo
un mal insólito y que por lo mismo nos de la operación esterior, así la admiración
parece grande ; y de esto resulta el es- y el estupor esquivan la dificultad de la
tupor, que es causado por la imaginación consideración del objeto grande é insólito,
desacostumbrada ; 3 . en razón á lo que
a
sea bueno ó malo; pues así se han la ad-
tiene de imprevisto, es decir, porque no miración y el estupor con respecto al acto
puede prevenirse, como son temidos los del entendimiento, como se ha la flojedad
infortunios futuros; y tal temor se deno- en relación con el acto esterior.
mina congoja (agonía). A l 5.° que el que se admira, rehusa por
A l argumento 1.° diremos , que aque- el momento juzgar sobre el objeto de su
llas especies de tristeza consignadas admiración temiendo caer en falta; pero
( C . 3 5 , a. 8 ) no se consideran según.la inquiere para el futuro: mas el que se
diversidad del objeto , sino según el halla poseído de estupor, teme así de
efecto y según ciertas razones especia- presente como inquirir para lo futuro.
les ; y por tanto no es menester que P o r consiguiente la admiración ( 2 ) es
aquellas especies de tristeza correspon- un principio para filosofar ; y el estupor
dan á estas especies de temor, que se es un impedimento á la consideración fi-
consideran según la división propia del losófica.
objeto del temor mismo.

(1) Cuya indiferencia activa, que es ese mismo dominio de (2) Tranquila y como deleitable, que escita el ánimo á co-
su actuación, queda libre y á salvo á pesar de cualquiera pre- nocer loque así le admira ; no la de que aquí se trata, y que
determinación, que solo afecta y derógala indiferencia pasiva lo perturba con vehemencia tal, que apenas le deja capaz de
del objeto puesto así en acción. procurar ese conocimiento.
CUESTIÓN XLII.

Objeto del temor.

1." El objeto del temor es el bien, ó el mal? —2.° Lo es el mal de la naturaleza? — 3.° 0 el temor del
mal de culpa? —4.° Puede s e r t e m i d o e l mismo t e m o r ? —5.° Las cosas repentinas, son más t e m i d a s ?
— G.° Son más temidas las c o s a s , contra las que no h a y remedio ?

ARTÍCULO I. — E S objeto uci temor ei R e s p o n d e r e m o s , que el temor es cier-


bien, ó el mal ? to movimiento de la virtud apetitiva, á
la cual pertenecen la prosecución y la
l.° Parece que el bien es el objeto del fuga ( E t h i c . 1. 6 , c. 2 ) . L a prosecución
temor: porque dice San Agustín ( Q q . 1. es del bien y la fuga del mal ( 2 ) : por
83, q. 3 3 ) que « n a d a tememos, sino ó consiguiente cualquiera movimiento de la
»perder lo que amamos y a adquirido, ó virtud apetitiva, que importa prosecución,
»no alcanzar lo esperado ». Pero lo que tiene por objeto algún b i e n ; y el que
amamos es el bien. L u e g o el temor se implica huida, tiene por objeto el mal.
refiere al bien como á su objeto propio. L u e g o , pues el temor implica cierta fuga,
2.° Dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2, c. 5), mira primó et per se al mal como á su
que «la potestad y la superioridad res- objeto propio; puede sin embargo mirar
specto de otro ( 1 ) es terrible». E s t o es aun al bien, según que este se refiere al
cierto bien: luego el bien es el objeto del mal, lo que puede tener lugar de dos
temor. modos : 1.° en cuanto por el mal se priva
3.° E n Dios nada malo puede haber; del bien, pues por esto mismo de ser algo
pero se nos manda que le temamos, según supresivo del bien es malo. L u e g o , como
aquello ( P s . 3 3 , 1 0 ) : temed al Señor to- se huye del mal por serlo, es consiguien-
dos sus santos. L u e g o el temor tiene te que se huya porque priva del bien, que
también por objeto el bien. uno busca amándolo; y en este sentido
Por el contrario, dice el Damasceno dice San A g u s t í n (ibid. arg. l.°) que «no
(Orth. fid. 1. 2, c. 12) que « e l temor es » h a y causa de temer, sino la de perder
»de mal futuro». » e l bien amado»; 2.° compárase el bien
Conclusión. El temor [ 1 ] propiamente al mal como causa del mismo, esto es,
y per se mira al mal como su objeto; y en cuanto algún bien puede por su virtud
solo [2] per accidens al bien bajo su doble inferir algún daño en el bien amado ( 3 ) :
relación con el mal. y por esto, así como la esperanza según

(1) Supcr alium essa leemos comunmente en casi todas las cosas, tales como son en sí (per se), y no bajo un carácter acci-
ediciones y códices. Nicolai empero escribe : esse ipsim est ter- dental (ó per accidens). Y así pues sucede que la prosecución,
ribile (la existencia misma es terrible). Aristóteles dice según tiene como propio per se al bien, y la fuga al mal en el mismo
la versión de Trapezuncio : « el estar en poder de otro natu-
-
sentido. De donde se sigue que no hay prosecución del mal
» raímente y por lo común infunde temor », in potcstatc alte- sino es per accidens, es decir, en cuanto va unida la idea del
rim me, ut plurlmum ¡mtum est limorem inferre. La siguiente bien : de este modo la audacia es un movimiento prosecutivo
premisa menor del silogismo parece fundarse en la construc- del mal, como se verá en la Cucst. 45. De igual manera no
ción, á que responde nuestra versión, que es la generalmente se concibe fuga acerca del bien, sino per accidens, es decir, por
admitida : ó, en caso de adoptarse la interpretación in potes- el mal que lleva unido ; y por eso la desesperación se dice fuga
tale... habría de traducirse « ejercer potestad sobre otro... » ; del bien. Estamos conformes con el C. Cayetano.—M. C. G.
lo cual parece violento. (3) INo como en el sujeto mismo, que reciba ó sufra tal da-
(2) Esto no parece cierto; porque la audacia, que implica ño ; sino en el objeto, sobre que recaiga ó al que afectar pue-
prosecución, tiene sin embargo por objeto el mal; y la desespe- da , como arrebatando el bien á quien mucho lo ama y que es
ración, que envuelve en su concepto la fuga, tiene al bien-por el perjudicado.
objeto. — A lo cual se dice que aquí se trata de todas estas
CUESTIÓN X L I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

lo dicho (C. 4 0 , a. 7 ) se refiere á dos » l e s el más terrible es la muerte » , que


cosas, esto es, al bien á que se dirige, y á es mal de la naturaleza.
aquello por lo que espera conseguir el Conclusión. El mal de naturaleza,
bien d e s e a d o ; así también el temor se como corruptivo é inminente, es objeto
refiere al mal que rehuye, y á aquel bien, del temor, mediando alguna esperanza
que por su propia virtud puede causar el de evadirlo.
mal. Asimismo teme á Dios el hombre, Responderemos que, como dice el F i -
en cuanto puede imponerle castigo, y a lósofo ( E h e t . 1. 2, c. 5 ) , « e l temor pro-
espiritual, y a corporal; é igualmente se ra viene de la representación fantástica de
teme el poder de algún hombre, princi- » u n mal futuro, corruptivo ó que entris-
palmente cuando es ofensivo (1) ó injus- » tece». M a s , así como es mal que con-
to , puesto que entonces puede fácilmente trista el que contraría á la voluntad; así
perjudicar; y se teme también el estar es mal corruptivo el contrario á la natu-
sobre otro (super alium ésse), es decir, raleza; y este es el mal natural. L u e g o
apoyarse, en otro (inniti alii), estando el temor puede tener por objeto el mal de
en su poder el dañarnos: como el cóm- la naturaleza. P e r o debemos considerar
plice (ó sabedor) en el crimen se te- que el mal de la naturaleza proviene unas
me (2) no lo revele. veces de causa natural, y entonces se
Con lo dicho quedan contestados los llama mal de naturaleza, no solo porque
argumentos propuestos. priva del bien de la naturaleza, sino tam-
bién porque es efecto de esta, como la
A R T Í C U L O I I . — E l m a l d e l a natura- muerte natural y otros defectos á este
l e z a e s objeto del temor? tenor; mas otras veces proviene el mal
de la naturaleza de causa no natural, co-
l.° Parece que el temor no tiene por mo la muerte violentamente inferida por
objeto el mal de la naturaleza; porqué el perseguidor: y de ambos modos el mal
dice el Filósofo ( E h e t . 1. 2, c. 5 ) que de naturaleza es de cierta manera temido,
« el temor hace consultivos ( 3 ) » . M a s y de otra manera no temido; pues, como
no nos aconsejamos sobre las cosas, que proviene el temor de la fantasía de un
suceden naturalmente (qua á natura mal futuro, como dice Aristóteles (ibid.),
eveniunt), como se dice (Ethic. 1. 3 , c. lo que aleja á la fantasía del mal futuro,
3). L u e g o el temor no es del mal de la escluye también el temor. P u e d e empero
naturaleza. suceder de dos maneras el que un mal no
2.° L o s defectos naturales, como la aparezca como futuro : 1 . por estar re-
a

muerte y semejantes, amenazan siempre moto y distante, pues á causa de la dis-


al hombre. Si pues hubiera temor de es- tancia nos figuramos que no ha de llegar,
tos males, sería preciso que el hombre y por lo tanto ó no lo tememos ó lo te-
viviera siempre en temor. memos poco ; porque, como dice Aristó-
teles (Ehet. 1. 2, c. 5 ) , «las cosas que
3.° L a naturaleza no mueve á cosas
j> están muy lejanas no son temidas; pues,
contrarias. P e r o el mal de la naturaleza
»sabiendo todos que morirán, como no
proviene de ella. L u e g o el que uno por
» está próxima la muerte, nada se inquie-
temor rehuya semejante m a l , no provie-
3) tan (por ella) »,- 2 . se estima como no
a

ne de la naturaleza: y por tanto el temor


futuro el mal, que lo es, á causa de la
natural no es del mal de la naturaleza,
necesidad, que hace se le considere como
al q u e sin embargo parece pertenecer
presente. P o r esta razón dice el F i l ó -
este mal.
sofo ( E h e t . I. 2 . c. 5 ) que «los que
Por el c o n t r a r i o , dice el Filósofo » van á ser y a decapitados ( 4 ) no temen
( E t h i c . 1. 3 , c. 6) que « de todos los ma-

lí) Propenso á perjudicar ó molestar, sin cuidarse de si lo su tormento á su cruel atormentador: « hiere el pellejo do
hace justa ó injustamente ; de manera que, no solo está en su » Anacársis, que á Anacársis no lo hieres». Más sublime es
mano "y arbitrio el poder cansar daño, sino que de hecho pro- el ejemplo de San Lorenzo, brindando desde su candente par-
pende á ocasionarlo y lo irroga. rilla al verdugo : versa el manduca, « dame vuelta, y ya puo-
(1) Timelur ; según otros tlmet. » des comer ; que de este lado estoy bien asado ya » : y los
(3) Induce á los tímidos á pedir consejo, para precaverse ó mártires en general se mostraban serenos é impávidos en sus
preservarse del mal que temen. suplicios ¡ si bien los sostenía y confortaba el auxilio sobre*
(4) Así el filósofo Arlacársis apostrofaba desde el potro de natural, del que aquí no se trata.
CUESTIÓN X L l l . — A R T Í C U L O S " II Y III.

» en vista de la inminente necesidad de de dolerse ó entristecerse del mal del


»morir»; y , para que uno t e m a , es pre- pecado. L u e g o también puede temer al-
ciso que haya en él alguna esperanza de guno el mal del pecado.
salvación. A s í pues el mal de la natura- 3.° L a esperanza se opone al temor; y
leza no es temido, porque no se le consi- la esperanza puede tener por objeto el
dera como futuro : pero, si el mal de la- bien de la virtud, como consta por el F i -
naturaleza, que es corruptivo, se apren- lósofo (Ethic. 1. 9, c. 4), y San P a b l o
de como cercano, y sin embargo con al- dice (Gralat. 5,10): Yo confío de vosotros
guna esperanza de evasión; entonces será en el Señor que no sentiréis otra cosa.
temido. L u e g o también el temor puede tener por
A l argumento 1.° diremos que el mal objeto el mal de culpa.
de la naturaleza no proviene á veces de 4.° L a vergüenza es una especie de
la naturaleza, como se ha dicho (in co?-p.); temor, como se ha dicho ( C . 41, a. 4).
y sin embargo, según que proviene de la Pero la vergüenza versa sobre una a c -
naturaleza, aunque no pueda evitarse del ción torpe, la cual es mal de culpa. L u e -
todo, puede no obstante diferirse ; y bajo g o también el temor.
esta esperanza puede darse consejo sobre Por el contrario , dice el Filósofo
el modo de evitarlo. (Rhet. 1. 2, c. 5) que « n o todos los ma-
A l 2'.° que el mal de la naturaleza, les son temidos; por ejemplo, si uno fuere
aunque siempre amenace, no siempre em- »injusto ó perezoso».
pero amenaza de c e r c a ; y por eso no Conclusión. El mal de culpa [1] per
siempre es temido. se, ó como voluntario que es, no puede ser
A l 3.° que la muerte y otros defectos objeto del temor; mas [2] puede serlo,
de la naturaleza provienen de la natura- aunque impropiamente hablando, como
leza universal; á los cuales sin embargo originado de causa e'strínseca incitativa
repugna la naturaleza particular, cuanto á pecar.
puede : y de esta manera por inclinación Responderemos que, según se ha dicho
de la naturaleza particular hay dolor y (C. 40, a. 1; y C. 41, a. 2), así como el
tristeza por tales males, cuando son pre- objeto de la esperanza es el bien futuro
sentes; y temor, si amenazan para lo fu- arduo, que uno puede conseguir; así el
turo (1). temor tiene por objeto el mal futuro ar-
duo, que no puede evitarse con facilidad.
ARTÍCULO I I I . — Hay temor del m a l D e aquí puede colegirse que lo que de-
de culpa ? pende absolutamente de nuestra potestad.
y voluntad, no tiene naturaleza de terri-
l.° Parece puede haber temor del mal ble ; sino que solo es terrible lo que tiene
de culpa: porque dice San Agustín ( S u p . una causa estrínseca. Pero el mal del
canon. J o a n , tract. 9) que « e l hombre pecado tiene por causa propia la voluntad
»teme con un temor casto la separación humana; y por lo tanto no tiene propia-
»de Dios». E s así que nada nos separa mente razón de terrible (2). M a s , como
de Dios sino el pecado, según aquello la voluntad puede ser inclinada á pecar
(Is. 59,. 2): vuestras maldades pusieron por alguna (causa) esterior ; si lo que l a
división entre vosotros y vuestro Dios. inclina tiene una gran eficacia para indu-
Luego el temor puede tener por objeto cirla, según esto podrá darse temor del
el mal de la culpa. mal de culpa, en cuanto proviene de cau-
2.° Dice Cicerón ( D e Tusculanis qure- sa esterior, por ejemplo, cuando uno teme
stioníbus, 1. 4), «que tememos de aquellas vivir en sociedad con los malos, para no
»cosas, cuando son futuras, de cuya pre- ser inducido por ellos á pecar : aunque,
sencia nos entristecemos». Pero uno pue- propiamente hablando, en tal disposición

fl) 0 se prevéen como inminentes, al menos juzgándolos ya que puede evitarla ; y es herético suponerla incurrida por ne-
próximos ; es decir, representándolos como tales la fantasía, cesidad inevitable, como han pretendido los sectarios del pro-
sin que esta representación haya sido neutralizada de las dos testantismo en sus diversas fases, dando por abolido ó anula-
maneras indicadas en el cuerpo del artículo. do el libre albedrío á consecuencia del pecado original, como
(2) Se ve pues por esta afirmación terminante que la culpa ya repetidas veces dejamos anotado en la 1. P., y señalada-
a

depende siempre do la libre voluntad y arbitrio del hombro, mente en la pág, 062, nota 3, del Ti 1.° .
284 CUESTIÓN XLII. — ARTÍCULOS III Y IV.

más teme el hombre la seducción (1) que temiera, temiéndolo se guardaría el hom-
la culpa según su propia naturaleza, esto bre de t e m e r : lo cual parece inconve-
es, en cuanto es voluntaria; pues en este niente (2).
concepto no es de temer. / 2.° E l temor es una h u i d a , y nadie
A l argumento 1.° diremos, que la se- huye de sí mismo. L u e g o el temor no
paración de Dios es cierta pena consi- teme al temor.
guiente al pecado , y toda pena procede 3.° E l temor es de lo futuro; mas el
en algún modo de una causa esterior. que teme, ya tiene temor. L u e g o no pue-
A l 2.° que la tristeza y el temor tie- de temer al temor.
nen de común el serlo su objeto, que es Por el contrario: el hombre puede
el m a l ; mas difieren en dos cosas : 1. en a
amar el amor y dolerse del dolor. L u e g o
que la tristeza es del mal presente, y el por identidad de razón puede temer al
temor del mal futuro; y 2. en que la a
temor.
tristeza, residiendo en lo concupiscible, Conclusión. El temor [1] puede te-
se refiere al mal en absoluto, por lo cual merse, como procedente de causa estrín-
puede tener lugar sobre cualquier mal, seca; no [2] empero , en cuanto depende
pequeño ó grande; al paso que el temor, de la voluntad.
perteneciente á lo irascible , se refiere al R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
mal arduo y difícil, y que deja de serlo (a. 3 ) solo es terrible aquello, que pro-
en cuanto depende de la voluntad. E n viene de causa estrínseca ; mas no lo que
su consecuencia no tememos todas las proviene de nuestra voluntad. E l temor
cosas futuras, que presentes nos entris- empero proviene en parte de causa es-
tecen ; sino solo algunas, que son ar- trínseca , y en parte depende de la vo-
duas. luntad. Proviene de causa estrínseca, en
A l 3.° que la esperanza tiene por ob- cuanto es cierta pasión resultante de la
jeto el bien asequible, y puede uno al- idea ( 3 ) del mal inminente ; y en este
canzar el bien, ya per se, ya per aliud: concepto puede alguno temer al temor,
por cuya razón la esperanza puede ser de es decir, la inminente necesidad de temer
un acto de virtud, que está en nuestra á causa del cercano ataque de algún mal
potestad cumplir ; mas el temor es del notable: mas depende de la voluntad, en
m a l , que no está sometido á nuestro cuanto el apetito inferior obedece á la
poder : y en este concepto siempre el razón ; por lo cual el hombre puede re-
m a l , que se t e m e , proviene de causa es- chazar el temor, y en tal sentido este
trínseca; en tanto que el b i e n , que se temor no puede ser temido, como dice
espera, puede provenir lo mismo de causa San Agustín ( Qq. 1. 83, q. 33). Mas,
intrínseca, que de estrínseca. como por las razones que aduce podría
A l 4.° que según lo dicho ( C . 41, a. 4, alguno tratar de demostrar que el temor
al 2.° y 3.°) la vergüenza no es el temor no es temido de modo a l g u n o , es preciso
del acto mismo del p e c a d o , sino de la responder á ellas.
torpeza ó ignominia, que se s i g u e , y que A l argumento 1.° diremos, que no todo
proviene de una causa estrínseca. temor es un solo temor; sino que según las
diversas cosas, que se t e m e n , hay diver-
A R T Í C U L O I V . — El temor mismo pue- sos temores : nada impide pues que por
de s e r temido? un temor se preserve alguien de otro
t e m o r , guardándose de este modo de
l.° Parece que no puede temerse el te- temer á dicho temor.
mor mismo : porque todo lo que se teme, A l 2.° que, siendo uno el temor, por el
temiendo es custodiado, para no perderlo; que se teme el mal inminente, y otro
como el que teme perder la s a l u d , te- aquel, por el que se teme el mismo temor
miendo la guarda. Si pues el temor se del mal que amenaza; no se sigue que lo

(1) TJ otra tentación cualquiera grave, á la que le sea muy por desarraigarlo.
difícil resistir, y que le pone en gravísimo riesgo de sucum- (2) Contradictorio ó enigmáticamente paradógico.
bir : y aun puede temer no lo abandone Dios á su propia fra- (3) Pliantasíam, aprensión conforme á la realidad, ho ficticia
gilidad en castigo de algún secreto vicio, que ó no conoce su- y sin fundamento positivo y real, según ya queda anotado
ficientemente en sí, ó no se esfuerza (cuanto debe y puede) antes de ahora.
CUESTIÓN X L I I . — A R T Í C U L O S I V , V Y VI. 285

mismo huya de sí mismo, ó que lo mismo cerón ( D e Tuscul. qusestionibus 1. 3 ) ;


sea la huida de sí mismo. así también se disminuye el temor del mal
A l 3.° que, á causa de la diversidad de futuro por la premeditación. 2° E l ser
temores ya d i c h a , puede el hombre t e - algo insólito y repentino influye en la de-
mer con temor presente un temor futuro. bilidad del que t e m e , en cuanto le priva
de los preservativos, que el hombre puede
ARTÍCULO V . — I,as cosas repentinas preparar para rechazar el mal futuro , y
son m á s t e m i d a s ? de los que no puede valerse, cuando el
mal ocurre de improviso.
l.° Parece que las cosas insólitas y A l argumento 1.° diremos, que el ob-
repentinas no son más terribles: porque, jeto de la esperanza es el bien accesible
como la esperanza se refiere al b i e n , así á uno: y así es que las cosas, que aumen-
el temor al m a l ; y la esperiencia sirve tan el poder del h o m b r e , naturalmente
para aumentar la esperanza en los bie- aumentan la esperanza ; y por la misma
nes : luego también aumenta el temor en razón disminuyen el t e m o r , dado que el
los males. objeto de este es el mal, al que no se puede
2.° Dice el Filósofo ( P h e t . 1. 2 , c. 5) resistir fácilmente. E n su consecuencia,
que « m á s son temidos, no los que son como la esperiencia hace al hombre más
» prontos en la ira, sino los suaves y as- poderoso para obrar; por esto , así como
» t u t o s » . E s empero constante que los aumenta la esperanza, así amengua el
iracundos tienen: más movimientos s ú - temor.
bitos. L u e g o lo que es repentino es A l 2.° que los iracundos no ocultan su
menos temible. ira ; y por esto los daños inferidos por
3.° L a s cosas, que suceden súbita- ellos no son tan repentinos , que no pue-
mente , menos pueden considerarse ; y dan ser previstos : al paso que los suaves
tanto más se temen las cosas, cuanto más y astutos la ocultan, y así el daño inmi-
se consideran : por cuya razón dice el F i - nente de parte de estos no puede pre-
lósofo ( E t h i c . 1. 3 , c. 8 ) que «algunos verse ; sino que se presenta de improviso,
» parecen fuertes á causa de la ignoran- y en este concepto dice el Filósofo que
» cia; pues, si conocen que las cosas no los tales son más de temer.
» son cuales s o s p e c h a n , huyen » . L u e g o A l 3.° que , hablando en g e n e r a l , los
se teme menos lo improvisado. bienes ó males corporales parecen mayo-
Por el contrario, dice San Agustín res al principio; y la razón es, porque
(Confess. 1. 2 , c. 6 ) : « e l t e m o r , prove- cada cosa aparece mayor en inmediato
» yendo con cautela á la seguridad, mues- contraste con su opuesta: así, cuando uno
» tra horror á lo insólito y repentino, que pasa repentinamente de la pobreza á las
y> contraría á lo que se ama». riquezas, las aprecia más á causa de la
Conclusión. Los males imprevistos y pobreza prexistente; y por el contrario
estraor diñar ios son de suyo más temibles, los ricos, instantáneamente caídos en la
como al parecer mayores y más inevi- pobreza, horrorízanse más de ella. P o r
tables. esta causa el mal repentino se teme más,
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho porque aparece más malo. P u e d e suceder
(a. 3) el objeto del temor es el mal inmi- empero accidentalmente, que la magnitud
nente y que no puede repelerse con faci- de algún mal no se conozca, como cuando
lidad ; y esto tiene lugar ya por la mag- los enemigos se emboscan insidiosamente;
nitud del mal, y a (también) por la debi- y entonces es verdad que el mal se hace
lidad del temeroso. Ahora bien : á lo uno más terrible por la solícita contempla-
y á lo otro puede contribuir el que el mal ción.
inminente sea insólito y repentino: 1.° esto
hace aparecer mayor el mal inminente, ARTÍCULO V I . — T é m e s e m á s lo que
porque tanto los bienes como los males no tiene remedio?
corporales , cuanto más se consideran,
aparecen tanto menores : y por esto , así l.° Parece que las cosas, que no tienen
como el dolor del mal presente se mitiga remedio, no son más temibles: porque
por su duración, según hace constar Ci- para el temor se requiere que quede al-
286 CUESTIÓN X L I I . — A R T Í C U L O V I .

g u n a esperanza de salvación ( 1 ) , según cunstancias, como consta por lo y a dicho


se Ka dicho ( a . 2 ) ; y ninguna queda en (C. 18, a. 3 ) : y entre las demás circuns-
los males irremediables: luego tales males tancias parece que contribuye más á au-
no son temidos de modo alguno. mentar el mal la duración ó también la
2.° N i n g ú n remedio puede aplicarse al perpetuidad; porque las cosas, que exis-
mal de la m u e r t e , porque naturalmente ten en el tiempo, se miden en cierto modo
no es posible volver de la muerte á la por la duración del tiempo. D e aquí se
vida; y sin embargo la muerte no es m u y infiere que , si el padecer algo en tanto
temida, como dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2, tiempo es m a l o , el sufrir lo mismo en do-
c. 5). L u e g o no se temen más las cosas, ble tiempo se aprende como duplicado
que no tienen remedio. m a l ; y según esta razón el sufrir lo mis-
3.° Dice el Filósofo (Ethic. 1. 1, c. 6) mo en un tiempo infinito, lo cual es sufrir
que « no es más bueno lo más duradero perpetuamente, recibe en cierto modo un
» que lo que es de un solo dia ; ni lo per- aumento infinito. Mas los males, que, des-
» pétuo que lo que no lo es » (2). L u e - pués que y a han llegado, no pueden tener
g o por igual razón tampoco más malo. remedio, ó á lo menos no fácil, se toman
P e r o las cosas, que no tienen remedio, no como perpetuos ó de larga duración; y
parecen diferenciarse de las otras sino en por lo tanto se hacen muy temibles.
su duración ó perpetuidad. L u e g o no son A l argumento 1.° diremos que el reme-
por esto peores ó más temibles. dio del mal es de dos maneras : uno, por
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles el cual se impide el mal futuro, para que
( R h e t . 1. 2, c. 5): «todo lo temible es más no llegue; y, quitado tal remedio, se quita
» terrible , si se trata de cualesquiera pe- la esperanza y por consiguiente el temor;
» cados, que, una vez cometidos, no sue- por lo que de tal remedio no hablamos
» len corregirse ; ó (de males) que ó no ahora: otro, por el que se aleja el mal y a
» tienen socorro, ó no le tienen fácil». presente, que es del que aquí hablamos.
Conclusión. Los males, que realizados A l 2.° q u e , aunque la muerte es un
no admiten remedio alguno ó no lo tienen mal irremediable; sin embargo no se teme,
fácil, se hacen por eso mismo mucho más porque no amenaza de cerca, como se ha
temibles. dicho (a. 2 ) .
R e s p o n d e r e m o s , que el objeto del te- A l 3.° que Aristóteles habla allí del
mor es el m a l ; y por consiguiente lo que bien per se, que es bueno según su espe-
contribuye al aumento del m a l , contri- cie : y de este modo no se hace algo más
buye al aumento del temor. P e r o el mal bueno por su duración ó perpetuidad, sino
se aumenta, no solo según la especie del por la naturaleza del mismo bien.
mal m i s m o , sino también según las cir-

(1) De poder sustraerse al mal ó preservarse de él. bueno á todas luces, que el instantáneamente transitorio; por
(2) a No es más blanco lo que siempre ó por larg-o tiempo es más que no pueda decirse lo mismo de lo blanco. Bien es
n blanco, que lo que es blanco un solo dia », dice testualmente; cierto que el Doctor Angélico le justifica en la solución á
aunque con el visible propósito de aplicar el pensamiento así este arg. 3.°, interpretando se refiere al bien per se ó esen-
espresado al bien ó á lo bueno : argumento de analogía, que cialmente bueno, á cuyo concepto efectivamente es acciden-
por cierto no es de los que más honor hacen á la buena lógica tal la duración, aunque de hecho y en la realidad es tan eterno
de Aristóteles, y que más bien conduciría á tildarle de solista; como bueno.
porque, como es obvio, el bien duradero es por lo mismo más
CUESTIÓN XLIII.

Causa del temor.

Sobre este particular h a y que investigar dos cosas; ].° E¡1 amor es causa del t e m o r ? — 2,° Lo es el
defecto ?

pasiones del alma se han con respecto á


A R T Í C U L O I. — E s cl"amor l a c a u s a del
temor ? ellas, como las formas á las cosas natu-
rales ó artificiales ; puesto que las pasio-
1.° Parece que el amor no es causa del nes del alma reciben la especie de los ob-
temor: porque lo que introduce a l g o , es j e t o s , como las cosas predichas de sus
causa de e l l o ; y « el temor introduce el formas. L u e g o , así como todo lo que es
» amor de la caridad y>, como dice San causa de la forma, es causa de la cosa
Agustin sobre la 1. Epístola canónica constituida por la misma ; así también
a

de S. J u a n ( 1 ) (tract. 9 ). L u e g o el todo lo que es y de cualquier modo que


temor es causa del a m o r , y no al con- sea objeto, es también causa la pasión.
•jjfciriO Sucede empero que una cosa es causa del
2.° Dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 5) objeto, ó á manera de causa eficiente, ó
que «tememos más á aquellos, de quienes por modo de disposición material; á la
»esperamos que nos amenazan algunos manera que el objeto de la delectación es
» males ». Pero el esperar de alguien un el bien aprendido, conveniente, unido,
mal, más nos provoca al odio que al amor cuya causa eficiente es lo que hace' la
del mismo. L u e g o el temor es producido conjunción, ó lo que hace la convenien-
más bien por el odio que por el amor. cia ó bondad, ó la apariencia de tal bien:
3.° Y a se ha dicho ( C . 4 2 , ' a . 3 ) que pero la causa á modo de disposición ma-
las cosas, que dependen de nosotros mis- terial es el hábito ó cualquiera disposición,
mos, nada tienen de terribles ; y lo que según la que se hace conveniente ó lo
proviene del amor, proviene sobre todo parece á alguno aquel bien, que le está
de lo íntimo del corazón. L u e g o el temor unido. A s í pues en nuestro caso el objeto
no es causado por el amor. del temor es lo que se cree un mal futuro,
Por el contrario, dice San Agustin cercano, al que no puede resistirse con
(Qq. 1. 8 3 , c. 33) : ce Nadie duda que no facilidad: y por lo tanto aquello, que pue-
» es otra la causa dé temer, sino el no per- de inferir tal mal, es la causa eficiente del
»der después de conseguido , ó el no objeto del temor, y por consiguiente del
» alcanzar después de esperado aquello, temor m i s m o ; y lo que contribuye á dis-
» que amamos». L u e g o todo temor es poner al individuo, de manera que el ob-
producido, porque amamos algo. E n su jeto sea tal á su parecer, es la causa del
consecuencia el amor es causa del temor. temor y de su objeto, como disposición
material, y así el amor es causa del te-
Conclusión. El amor es causa del te-
mor ; porque de que uno ama algún bien,
mor, como predisposición material.
se sigue que mire como malo lo que es
Responderemos, que los objetos de las

(1) Donde compara el temor á la cerda (ó aguja), á que se rúrgico, que se introduce en las carnes, para sacar de ellas la
adhiere la hebra de hilo para penetrar en la costura; y, mien- podredumbre ó la gangrena, dejándolas sanas ó limpias de
tras no sale la aguja, no queda hecha la puntada (de la cari- todo virus.
dad) •. y luego pone otro ejemplo, tomado del escalpelo qui-
288 CUESTIÓN X L I I I . — ARTÍCULOS I Y I I .

causa de la privación de este bien, y que potestad escluyen el t e m o r , como se dice


por consiguiente lo tema como un mal. ( R h e t . 1. 2 , ibid.). L u e g o el temor es
A l argumento 1.° diremos que, como producido por el defecto de tales cosas.
y a hemos dicho ( C . 4 2 , a. 1 ) , el temor Conclusión. El defecto es de suyo causa
se refiere directamente y por sí al mal de temor [1] á modo de material disposi-
que r e h u y e , el cual se opone á algún bien ción ; y [2] no puede serlo per se como
amado; y así el temor nace directamente causa eficiente, aunque sí per accidens
(per se) del amor : pero secundariamente algún defecto.
mira á aquello, por lo cual proviene tal Responderemos que, como se ha dicho
m a l , y bajo este punto de vista produce (a. 1.), la causa del temor puede conside-
accidentalmente el amor; esto e s , en el rarse de dos maneras : 1. como disposi-
a

sentido de que el hombre, que teme ser ción material por parte del que t e m e ;
castigado por D i o s , guarda sus precep- 2 . á modo de causa eficiente por parte
a

t o s ; y de esta manera comienza á espe- del que es temido. Según lo primero el


rar, y la esperanza infunde en él el amor, defecto, absolutamente hablando, es cau-
como se ha dicho ( C . 4 0 , a. 7 ) . sa del temor; por que acontece por algún
A l 2.° que aquel, de quien esperamos defecto de virtud que no pueda uno repe-
m a l e s , primeramente en verdad es odiado; ler con facilidad el mal inminente : mas,
p e r o , después que se comienzan á espe- para causar el temor, se requiere el de-
rar del mismo bienes, empiézase á amarle: fecto con alguna medida; porque menor
sin embargo el bien, al que es contrario es el defecto, que causa temor de un mal
el mal que se t e m e , era amado desde un futuro, que el defecto anejo al mal pre-
principio. sente, del que proviene la tristeza; y aún
A l 3.° que aquel razonamiento procede sería mayor el defecto ( 2 ) , si se destru-
de lo que es causa como eficiente del mal yese completamente el sentimiento del
terrible; pero el amor es su causa como mal ó el amor del bien, cuyo contrario
disposición material, según queda dicho. se teme. Del segundo modo la virtud y la
fuerza son causa del temor, absoluta-
mente hablando; porque, por lo mismo
A R T Í C U L O I I . — E s el defecto c a n s a del que algo, que se aprende como nocivo, es
temor ? (1) virtuoso (3), sucede que su efecto no pue-
de repelerse. Acontece empero per acci-
dens que un defecto causa por esta parte
1.° Parece no ser causa de temor el
t e m o r , en cuanto de él proviene el que
defecto : porque los que tienen poder,
uno quiera hacer daño; por ejemplo, á
son los más temidos; y el defecto es con-
causa de una injusticia, ó porque ha sido
trario á la potencia : luego el defecto no
antes ofendido ó teme serlo.
es causa del temor.
2.° L o s que en el momento son deca- A l argumento 1.° diremos, que aquél
pitados, son los que más defecto tienen. razonamiento procede de la causa del te-
P e r o los tales no t e m e n , como se dice mor por parte de la causa eficiente (4).
( E h e t . 1. 2 , c. 5 ) . L u e g o el defecto no es A l 2.° que los que son y a decapitados,
causa del temor. están sufriendo el mal presente; y por lo
3.° Combatir proviene de la fortaleza, tanto aquel defecto escede la medida del
no del defecto ; y los que pelean temen temor.
á sus contrincantes, como se dice ( R h e t . A l 3.° que, los combatientes t e m e n , no
1. 2 , ibid.). L u e g o el defecto no es causa por su propia potencia de combatir, sino
del temor. por causa del defecto de ella, por lo que
Por el contrario : las causas de los con- no confían en que han de vencer.
trarios lo son entre sí. Pero las riquezas,
la fuerza y la multitud de amigos y la

(1J Falta de firmeza para resistir al mal inminente,' ó de (3) Enérgico y eficaz, hasta._el punto de mirarse como ir-
preservativos que oponerle, para rechazarlo y eximirse de él. resistible.
(2) Como el estupor ó cierta insensibilidad, que escede á (4) Es decir, que algunos son muy temibles y temidos, por
todo otro defecto, privando de la acción y de todo ejercicio de cuanto pueden causar daño más ó menos considerable y con
los sentidos. cierta impunidad.
CUESTIÓN XLIY.

Efectos del temor.

Desarrollaremos este asunto en cuatro a r t í c u l o s : 1." El temor produce contracción ? —2,° Induce á
tomar consejo? —3.° Produce el temblor ? —4,° Impide la operación?

ARTÍCULO I . — E I temor produce con-' Responderemos q u e , como se h a dicho


tracción ? ( C . 28 , a. 5 ) , en las pasiones del alma
el movimiento mismo de la potencia ape-
l.° Parece que el temor no produce titiva es como lo formal, y como lo ma-
contracción : porque, efectuada esta, el terial la transmutación corporal, median-
calor y los espíritus se reconcentran en lo do entre aquel y esta cierta proporción;
interior; y mucho calor de los espíritus de donde se sigue la transmutación cor-
en las entrañas agranda el corazón (1), poral por la semejanza y naturaleza del
para acometer con audacia alguna cosa, movimiento apetitivo. Ahora b i e n : en
como se ve en los iracundos; sucediendo cuanto al movimiento animal del apetito
lo contrario en el temor. L u e g o el temor el temor implica cierta contracción; y la
no produce contracción. razón de esto es que el temor proviene
2.° Multiplicados los espíritus y el ca- de la fantasía de algún mal inminente,
lor en las entrañas por medio de la con- que con dificultad puede repelerse, según
tracción, sigúese que el hombre prorumpa se ha dicho (C. 4 1 , a. 2 ) . P e r o el que
en gritos, como se ve en los dolientes; algo pueda difícilmente repelerse p r o - .
mas los que temen, no gritan, antes bien viene de la debilidad de la potencia,
se hacen silenciosos. L u e g o el temor no como queda dicho ( C . 4 3 , a. 2 ) ; y la
causa contracción. .potencia, cuanto más débil e s , á tanto
menor número de cosas puede estenderse.
3.° L a vergüenza es una especie de
Por consiguiente de la misma imagina-
temor, como se ha dicho ( C . 4 1 , a. 4) ; y
ción , que causa el temor, se sigue cierta
«los avergonzados se ponen rojos » , como
contracción en el apetito (2) : así vemos
dice Cicerón ( D e Tuscul. quajst. 1. 4 ) , y
en los moribundos que la naturaleza se
Aristóteles ( E t h i c . 1. 4) : « el rubor del
retrae á las interioridades á causa de la
» rostro no atestigua contracción, sino lo
debilidad de sus fuerzas; y también v e -
» contrario J> . L u e g o la contracción no es
mos en las ciudades q u e , cuando los ciu-
efecto del temor.
dadanos t e m e n , se retraen del esteriory
Por el contrario, dice el Damasceno
recurren, cuanto pueden, á las interiori-
(Orth. fid. 1. 3 , c. 23) que « el temor
dades. A s í pues por analogía de esta
« es una virtud por sístole », esto e s , por
contracción, que pertenece al apetito ani-
contracción.
m a l , se sigue también en el temor por
Conclusión. El temor importa cierta parte del cuerpo la contracción del calor
contracción en cuanto al apetito animal y de los espíritus al interior.
y á la consiguiente transmutación cor-
pórea. A l argumento 1.° diremos q u e , como

(1) No solo dilatándolo materialmente, sino también comu- (2) Esto es, en la potencia apetitiva, que por lo mismo lan-
nicando al sujeto cierta magnanimidad é intrepidez : lo en- guidece ó se debilita en su aspiración á aquello, á que natu-
grandece en el doble concepto fisiológico y psicológico. ralmente 66 inclina.
SUMA TEOLÓGICA.. — TOMO II. 19
290 CUESTIÓN X L I V . — ARTÍCULOS I Y I I .

dice el Filósofo ( D e problematibus, sect. Aristóteles ( D e problematibus , ibid.


2 7 , probl. 3 ) , «aunque en los que t e - probl. 1).
men los espíritus se retraen de fuera A l 3.° que los peligros de muerte n o
adentro , sin embargo no es lo mismo el solamente son contrarios al apetito ani-
movimiento de los espíritus en los ira- m a l , sino también á la naturaleza; y por
cundos y en los que temen : porque en esto en tal temor no solo se produce la
los iracundos á causa del calor y la suti- contracción por parte del a p e t i t o , sí
lidad de los espíritus, que provienen del también por parte de la naturaleza cor-
deseo de la venganza, se produce interior- poral : porque la idea de la muerte, con-
mente el movimiento de los espíritus de centrando el calor á las interioridades,
lo inferior á lo superior, y por lo tanto produce en el animal esa disposición,
se congregan los espíritus y el calor alre- como cuando su muerte es naturalmente
dedor del corazón; de lo cual se sigue inminente; y de ahí resulta que «los
que los iracundos se hacen prontos y que temen la muerte, palidecen », como
audaces para invadir : pero en los que se dice ( E t h i c . 1. 6 , c. 9 ) . P e r o el
t e m e n , á consecuencia del enfriamiento m a l , que teme la v e r g ü e n z a , no se opo-
que enerva los espíritus, van al contra- ne á la naturaleza, sino solamente al
rio de lo superior á lo inferior; cuya apetito animal; y por lo tanto se produ-
frialdad proviene de la imaginación del ce cierta contracción en cuanto al apetito
defecto de potencia, y por lo tanto no se animal, pero no en la naturaleza corpo-
multiplican el calor y el espíritu en rede- ral : mientras que el alma, reconcentrada
dor del corazón, sino que más bien se (por decirlo así) en sí misma, se entrega
alejan de él. P o r esto los que t e m e n , en más al movimiento de los espíritus y del
lugar de estar dispuestos á atacar, lo calor ; de donde resulta la difusión de
están más bien á huir. estos al esterior, y por esto los avergon-
A l 2.° que es natural á cualquier do- zados se enrojecen.
liente, sea hombre ó animal, emplear
todos los medios posibles, para repeler lo ARTÍCULO I I . — ¿ E I temor n a c e (á ios
nocivo presente, que es la causa de su hombres) coiisiiltailores?. (1).
dolor : por lo cual vemos que los ani-
males dolientes hieren ó con la boca ó l.° Parece que el temor no hace con-
con los cuernos. P e r o para todo en los sultadores : porque esto no es propio de
animales el mayor recurso es el calor y lo mismo que impide el consejo ; como lo
el espíritu; y por eso en el dolor la na- impide el temor, puesto que toda pasión
turaleza conserva el calor y el espíritu perturba la quietud, que se requiere para
interiormente, para servirse de ellos con- el buen uso de la razón. L u e g o el temor
tra lo nocivo, por lo que dice Aristóte- no induce á consultar.
les ( D e problematibus, sect. 2 7 , probl. 9) 2.° Consejo es el acto de la razón, que
q u e , multiplicados interiormente los e s - medita y delibera sobre las cosas futu-
píritus y el calor, hácese necesario emi- ras. P e r o algún temor « disipa las refle-
tirlos por medio de la v o z ; y por lo mis- » xiones y lanza al espíritu fuera de su
mo los dolientes apenas pueden contener » esfera», como lo dice Cicerón ( D e T u -
sus gritos. P e r o en los que temen se pro- sculanis quajstionibus, 1. 4 ) . L u e g o el
paga el movimiento del calor interior y temor no escita á tomar consejo, sino
de los espíritus del corazón á las (partes) que más bien lo impide.
inferiores, como se ha dicho (al 1.°) : y 3.° A s i como se recurre al consejo,
por lo tanto el temor se opone á la for- para evitar m a l e s ; también se aplica,
mación de la v o z , la cual se produce por para conseguir bienes. P e r o , como el te-
la emisión de los espíritus hacia las (par- mor tiene por objeto el evitar los males,
tes ) superiores por la b o c a , por lo que el así la esperanza el conseguir los bienes.
temor hace silenciosos ; y de ahí es tam- L u e g o el temor no es más causa de pe-
bién «que los hace t e m b l a r » , como dice dir consejo que la esperanza.

(1) Consiliativos, ávidos ó solícitos de pedir consejo, indu- servarse del mal temido. No hallamos palabra más propia y
ciéndolos á aconsejarse de otros acerca de los medios de pre- espresiva en nuestro idioma que la de consumadores.
CUESTIÓN XLIV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 291

Por el contrario , dice el Filósofo ce á consultar ; porque, como dice el F i -


(Rhet. 1. 2 , c. 5 ) que « el temor hace lósoso ( R h e t . 1. 2 , c. 5 ) , «nadie toma
» consultadores ». »consejo sobre aquellas cosas, de que
Conclusión. El temor [ 1 ] hace á los »desespera», como ni de las imposibles
hombres solícitos de pedir ó tomar con- (Ethic. 1. 3 , c. 3). Sin embargo el t e -
sejo; pero [ 2 ] ni el temor ni otra pasión mor induce más á buscar consejo que la
alguna los constituye idóneos para darlo esperanza : puesto que la esperanza tie-
ó aconsejar á sí mismos ó á otros ( 1 ) . ne por objeto el b i e n , según que pode-
Responderemos, que puede decirse mos conseguirlo; mientras que el del t e -
consiliativo en dos acepciones : 1 . por a
mor es el m a l , según que á duras penas
parte de la voluntad ó solicitud de acon- puede repelerse : así que el temor mira
sejarse ; y así el temor hace consultado- más al concepto de dificultad que la es-
res, porque, como dice Aristóteles (Ethic. peranza ; pero en las cosas difíciles, má-
1. 3 , c. 3 ) , «consultamos sobre lo gran- xime en las que no confiamos en nosotros
» d e , en lo que parece desconfiamos de mismos, buscamos ser aconsejados, como
» nosotros mismos». P e r o las cosas, que se ha dicho.
infunden temor, no son absolutamente
malas ; sino que tienen cierta importan- ARTÍCULO I I I . — E I temor produce
cia, y a porque las consideramos difíciles temblor? (2)
de repeler, y a porque las miramos como
estando m u y cerca, según lo ya dicho 1.° Parece que el temblor no es efecto
(C. 4 2 , a. 2). P o r esta razón los hombres del temor: porque el temblor proviene
pretenden principalmente ser aconseja- del frió, pues vemos que los que tienen
dos , cuando sienten temor. 2 . P o r parte a
frió tiemblan. Pero el temor no parece
de la facultad de aconsejar bien ; y en causar frió, sino más bien un calor dese-
este sentido ni el temor ni pasión algu- cante; y prueba de ello es que los que
na hace consejeros (ó consultores) ¡por- temen tienen sed, y principalmente en los
que al hombre afectado de una pasión más hondos temores, como se ve en los
le parece una cosa mayor ó menor que lo que son conducidos á la muerte. L u e g o
que es en realidad; á la manera que pa- el temor no causa temblor.
recen mejores al amante las cosas que 2.° L a emisión de las superfluidades
ama, y al temeroso más terribles las co- proviene del calor ; por lo cual general-
sas que teme. D e este modo por defecto mente las medicinas laxativas son calien-
de la rectitud del juicio cualquiera pa- tes. P e r o tales emisiones de las superflui-
sión, cuanto es de s u y o , impide la facul- dades frecuentemente provienen del t e -
tad de aconsejar bien. mor. L u e g o eí temor parece producir
Con esto se evidencia la contestación calor, y por lo tanto no causa temblor.
al argumento í.° 3.° E n el temor el calor se reconcen-
A l 2.° diremos q u e , cuanto más fuerte tra del esterior á las interioridades. L u e -
es una pasión, tanto más es impedido el g o , s i , por retirarse así el calor de las es-
hombre afectado por ella ; y por esta ra- tremidades, el hombre tiembla ; parece
zón, cuando el temor es fuerte, el hom- asimismo que en todos los miembros es-
bre en verdad quiere ser aconsejado, teriores debería causarse el temblor por
pero de tal modo es perturbado en sus el temor. Pero esto no se ve. L u e g o el
pensamientos, que no acierta á hallar temblor del cuerpo no es efecto del t e -
consejo : pero, si es lijero el temor, que mor.
induce á solicitar el consejo y no turba Por el contrario, dice Cicerón ( D e
mucho la razón; puede aún contribuir á Tuse, quasst. 1. 4 ) que « el temblor, l a
la facultad de aconsejar bien por razón » palidez y el estridor de los dientes son
de la solicitud consiguiente. » efecto del temor » .
Al 3.° que también la esperanza indu- Conclusión. El temblor acomete á los

(1) Pudiera en nuestro concepto condensarse esta tesis en (2) Estremecimiento ó convulsión análoga á la que nos hace
los siguientes términos, tan espresivos y gráficos como conci- esperimentar el frió intenso, cuando vulgarmente se dice que
sos : « el temor induce al consejo pasivo ; mas al activo nin- tiritamos.
»gunapasión habilita».
292 CUESTIÓN XLIV. — ARTÍCULOS III Y IV.

que temen, como un efecto del temor asimismo el estridor de los dientes; y por
mismo. la misma razón tiemblan los brazos y las
Responderemos que, como se ha dicho manos : ó también, porque estos miem-
(a. 1), en el temor se produce cierta con- bros son más movibles, por lo cual hasta
tracción de las estremidades al interior, las piernas tiemblan en los que temen,
quedando por lo tanto frios los (miem- según aquello ( I s . 35, 3 ) : Confortad las
bros) esteriores, y sobreviniéndoles por manos flojas, y robusteced las rodillas
esta causa el temblor, que es ocasionado temblorosas (3).
por la debilidad de la potencia que con-
tiene los miembros : y á tal debilidad ARTÍCULO I V . — E I temor impide i»
contribuye más que nada el defecto del operación ?
calor, que es un instrumento con que mue-
ve el alma, como se dice ( D e anima, 1. 2, l.° Parece que el temor impide la ope-
t. 50). ración : porque la operación se impide
A l argumento 1.° diremos que, retraído sobre todo por la perturbación de la ra-
el calor de fuera á dentro, se multiplica z ó n , que dirige en la obra. E s así que el
en l o interior, y sobre todo hacia las par- temor perturba la razón, como se ha di-
tes inferiores, esto e s , hacia la nutritiva; cho (a. 2 , al 2.°). L u e g o el temor impide
y por lo t a n t o , consumida la humedad, la operación.
es consiguiente la s e d , y también á veces 2.° L o s que hacen algo con temor, fal-
la soltura del vientre y la emisión de la tan con más facilidad en la operación :
orina y á veces hasta del s e m e n ; ó bien como si uno marcha por una viga co-
la tal emisión de superfluidades acontece locada en a l t o , el temor le hace caer
por la contracción del vientre y de los fácilmente; y no caería, s'i anduviera por
testículos, como dice el Filósofo ( D e la misma viga m u y abajo, por falta del
problem. sect. 27, probl. 2). temor. L u e g o el temor impide la opera-
D e esto se desprende la contestación ción.
al 2.° 3.° L a pereza (4) ó abandono (5) es
A l 3.° q u e , puesto que en el temor el una especie de temor. E s así que la p e -
calor abandona al corazón dirigiéndose reza impide la operación. L u e g o también
de las partes superiores á las inferiores, el temor.
por eso á los que temen tiémblales prin- P o r el c o n t r a r i o , dice S a n Pablo
cipalmente el corazón y los miembros, que ( P h i l i p . 2 , 12 ) : -obrad vuestra salud
tienen alguna conexión con el pecho, don- con temor y con temblor; lo cual no di-
de está, el corazón. H é aquí porqué los ría, si el temor impidiese la buena opera-
que temen tienen temblorosa principal- ción. L u e g o el temor no impide la buena
mente la voz á causa de la proximidad operación.
de la arteria ( 1 ) vocal al corazón; y Conclusión. El temor [1] impide la
también tiembla el labio inferior y toda operación por sí y naturalmente en cuan-
la mandíbula inferior por su continui- to al libre ejercicio de los órganos corpo-
dad (2) con el corazón: de donde resulta rales ; no empero [ 2 ] por parte del alma

(1) Llama así á la denominada hoy por los fisiólogos tra- propia movilidad.
quearteria, tubo cartilaginoso, continuación de la laringe, en (3) Trementia, dice el testo de la SUMA ; pero en la Vulgata
la que se producen y modulan los sonidos, merced á las vi- se lee debilia (débiles), y en los Setenta dissoluta (desligadas).
braciones de sus membranosos repliegues internos, llamados (4) Dice el citado Descuret que se llamaba en otro tiempo
cuerdas vocales ; y que, prolongándose inferiormente en más paresia una parálisis poco intensa, en la que hahia privación
delgado calibre , bifurcase en ambos bronquios subdivididos de movimiento y no de sentido. Se ha formado nuestro sus-
luego infinitesimalmente ya dentro de la masa pulmonar, dan- tantivo pereza de la palabra griega, que significa debilidad, lla-
do acceso á él al aire esterno y salida al carbonizado por la he- mándola los latinos pigricia. Puede definirse la pereza, « una
matósis (v. nota 2, pág. 930, T. 1.°); aproximándose en efecto «habitual inclinación á permanecer en inacción con compla-
muy de cerca al corazón las fibrillas capilares del izquierdo, « cencía en permanecer en ella». Según Girard l&pereza es un
diseminadas en el pulmón del propio lado, casi en contacto vicio menos intenso que la haragancia ó desidia: la l. parece
B

inmediato con aquel central depósito de la sangre. efecto del temperamento, y la 2." del carácter del alma... El
(2) Directa, aunque remota, mediante el tubo conductor del perezoso teme la pena y la fatiga del trabajo ; es lento en sus
aire y constitutivo de todo el aparato vocal, á cuyo borde es- operaciones y muy tardo en acabar su tarea. El haragán de-
terno se hallan; y al que conducen la boca misma, la faringe sea estar desocupado, odíala ocupación y huye del trabajo.
y la epiglótis (válvula preservativa y de comunicación) con la La dejadez, la indolencia y la haraganería son tres especies
glotis, que da entrada ó acceso á la laringe ; contribuyendo del género pereza. —M. C. G.
ademas á la vibración del labio y mandíbula inferiores su (5) Segnities. Véase la nota 3, pág. 279.
CUESTIÓN X L I V . — A R T Í C U L O IV. 293

y siendo moderado, antes contribuye á obre más atentamente. N o obstante, si el


obrar mejor y más atenta y acertada- temor crece tanto que perturbe la razón,
mente; á no ser [ 3 ] tan desmedido, que impide la operación aun por parte del
•perturbe la razón. alma. Mas no es tal el temor, de que ha-
Responderemos, que la operación es- bla el Apóstol.
terior del hombre es causada en verdad D e esto se deduce la contestación al
por el alma como por primer motor, pero argumento 1.°
por los miembros corpóreos á modo de A l 2.° diremos que los que caen de una
instrumentos. Sucede sin embargo que la viga puesta en a l t o , sufren perturbacio-
operación es impedida, y a por defecto del nes de la imaginación, á causa del temor
instrumento, y a por el del motor princi- de la caida imaginada ( 2 ) .
pal (1). A s í p u e s , por parte de los ins- A l 3.° que todo el que t e m e , rehuye lo
trumentos corporales'el temor, cuanto es que teme ; y por t a n t o , siendo la pereza
de suyo, naturalmente tiende á impedir un temor sobre la misma operación, en
la operación esterior, á causa del defecto cuanto es laboriosa, impide la operación,
de calor, que infunde el temor en los por retraer de ella la voluntad. P e r o el
miembros esteriores: pero por parte del temor acerca de otras cosas ayuda á la
alma, si es un temor moderado, que no operación, en cuanto inclina la voluntad
perturba mucho la razón, contribuye á á obrar aquello, por lo que el hombre
obrar bien, por cuanto causa cierto cui- huye de lo que teme (3).
dado y hace que el hombre se aconseje y

(1) a Intrínseco » (se entiende) é inmediato; pues el primer y ejercitarse antes, hasta adquirir la costumbre de trabajar
motor estrínseco y en absoluto es siempre Dios, conforme á lo con igual impavidez á cualquier elevación , como á distancia
espuesto en la 1." P., C. 105, a. 2, 3, 4 y 5 ; y las notas 2, insignificante del pavimento. • •
pág. 830 ; 4 y 5 de la 831 ; 3, pág. 832 ; y 1 de la 833, T. (3) El temor, dice un célebre médico, que infundadamente
(2) La sola idea del riesgo de caer basta á veces á distraer se ha confundido con el miedo, es una sensación de inquietud,
la imaginación y Ja atención necesarias, para conservarla se- escitada en el alma por la idea de un mal, que se teme, y cuyas
renidad y el equilibrio, perturbándolas hasta el desvaneci- consecuencias nos exageramos. El remor, continúa, pusilánime,
miento y aun la paralización de los órganos locomotores, cuya prevéc el riesgo, despierta el organismo y le estimula : el
dirección compete á la razón y secundariamente á la imagina- miedo, soldado inútil, huye á la vista del enemigo, ó bien cae
ción : por eso los funámbulos procuran prescindir de la altura y se deja matar, sin llegar casi á hacer resistencia.—M. C. G-.
CUESTIÓN XLY.

De la audacia (i).

Trataremos de ella en cuatro a r t í c u l o s : 1.° La a u d a c i a es c o n t r a r i a al hon or ? — 2.° Cómo se refiere


á la esperanza? — 3.° Causa de la a u d a c i a . — 4.° Su efecto.

A R T Í C U L O I . — t a a u n a d a es contraria siones pueden tomarse en dos sentidos :


al temor ? 1.° según que implican absolutamente
movimiento del apetito sensitivo hacia
l.° Parece que la audacia no contraría algún objeto bueno ó m a l o , y así son
al temor; porque dice San Agustín (Qq. nombres de pasiones ; 2.° como incluyen-
1. 8 3 , a. 31 y 3 4 ) que « l a audacia es do en ellos junta con este movimiento la
» un vicio » , y el vicio es contrario á la separación del orden de la razón, y en
virtud. L u e g o , como el temor no es vir- este caso son nombres de vicios, en cuyo
tud sino pasión, parece que la audacia no último sentido habla San A g u s t í n de la
sea contraria al temor. audacia. Pero nosotros tratamos ahora de
2 U n a sola cosa es contraria á sola
o
la audacia considerada en el primero ( 2 ) .
otra. E s así que la esperanza es contra- A l 2.° que no hay muchas cosas, que
ria al temor. L u e g o la audacia no lo es. sean contrarias á una misma bajo un mis-
3.° Cada pasión escluye la opuesta; mo punto de v i s t a ; pero bajo distintos
pero lo que se escluye por el temor es la aspectos nada impide que las haya. A s í
seguridad, pues dice San Agustín (Confess. se ha dicho ( C. 2 3 , a. 2 ; y C. 4 0 , a. 4 )
1. 2 , c. 6 ) que « el temor es una precau- que las pasiones de lo irascible tienen dos
» cion contra la seguridad » . L u e g o la clases de contrariedades : una según la
seguridad, y no la audacia, es contraria oposición del bien y del m a l , y en este
al temor. concepto el temor es contrario á la espe-
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Filósofo ranza ; y la otra según la oposición de la
( R h e t . 1. 2 , c. 5) que «la audacia es con- aproximación ó separación, y en este la
» traria al temor ». audacia es contraria al temor, y la deses-
Conclusión. La audacia, que arrostra peración á la esperanza.
los peligros, es manifiestamente contra- A l 3.° que la seguridad no significa
ria al temor, que los elude. cosa alguna contraria al temor, sino la
R e s p o n d e r e m o s , que es propio de los sola esclusion del temor; pues se dice se-
contrarios el distar entre sí lo más posi- guro el que no teme. P o r consiguiente la
b l e , como se dice ( M e t . 1. 1 0 , t. 1 3 ) ; y seguridad se opone al temor como su pri-
lo que más dista del temor es la audacia, vación , mientras que la audacia como
pues el temor rehuye el daño futuro por contrario suyo : y, así como lo contrario
su victoria sobre el mismo que t e m e , y encierra en sí la privación, así la audacia
la audacia afronta el peligro inminente incluye la seguridad.
por la victoria de sí sobre el peligro mis-
mo. L u e g o manifiestamente la audacia A R T Í C U L O I I . — t a audacia e s conse-
es contraria al temor. cuencia de l a e s p e r a n z a ?
A l argumento 1.° diremos que la ira,
la audacia y los nombres de todas las pa- l.° Parece que la audacia no es conse-

(1) Considerada como movimiento del apetito sensitivo, por cuyo concepto hablase de ella en la 2."-2. (C. 127).
10

el que el ánimo se escita contra algún mal terrible é inmi- (2) Según lo advertido en la nota precedente.
nente ( y no como vicio opuesto á la virtud de la fortaleza, en
CUESTIÓN X L V . — A R T Í C U L O II. 295

cuencia de la esperanza : porque la au- la esperanza; la fuga del mal al temor;


dacia tiene por objeto los males terribles, la prosecución del mal terrible á la auda-
como se dice ( E t h . 1. 3, c. 7 ) ; al paso cia; y la huida del bien á la desespera-
que la esperanza se refiere al bien, según ción. D e aquí pues resulta que la auda-
lo dicho ( C . 4 0 , a. 1). L u e g o tienen diver- cia es consiguiente á la esperanza ; pues,
sos objetos, y no son de un solo orden. por lo mismo que uno espera superar lo
Luego la audacia no es consiguiente á la terrible inminente, lánzase audaz contra
esperanza. ello. L a desesperación por el contrario
2.° A s í como la audacia es contraria sigue al temor (2) ; pues desespera uno,
al temor, así la desesperación lo es á la porque teme la dificultad de lograr el
esperanza. P e r o el temor no es una con- b i e n , que esperaría.
secuencia de la desesperación; antes bien A l argumento 1.° diremos, qué el ra-
la desesperación ( 1 ) lo escluye, como zonamiento sería concluyente, si el bien
dice Aristóteles ( R h e t . 1. 2 , c. 5). L u e g o y el mal fueran objetos no relacionados
la audacia no es consecuencia de la es- entre sí. P e r o , como el mal tiene alguna
peranza. relación con el bien (puesto que es pos-
3.° L a audacia se dirige á cierto bien, terior al b i e n , como la privación al há-
cual es la victoria; y el dirigirse al bien b i t o ) ; por eso la audacia, que afronta el
arduo pertenece á la esperanza. L u e g o la m a l , es después de la esperanza, la cual
audacia es lo mismo que la esperanza, y sigue al bien (3).
no es por lo tanto una consecuencia de A l 2.° que, aunque el bien es en abso-
ella. luto antes que el m a l , sin embargo la
Por el contrario, dice el Filósofo ( E t h . huida se debe al mal con prioridad al
1. 3 , c. 8) que « l o s que tienen buena es- b i e n ; como la prosecución atañe antes al
» peranza son audaces». L u e g o parece bien que al mal. Por lo tanto, así como
que la audacia es una consecuencia de la esperanza es anterior á la audacia, así
la esperanza. el temor precede á la desesperación : y ,
Conclusión. La audacia, de la que es así como no siempre del temor se sigue
propio acometer á lo temióle inminente, la desesperación, sino cuando fuere in-
procede de la esperanza interna. tenso ; tampoco de la esperanza proviene
Responderemos que, como y a se ha siempre la audacia, sino cuando fuere
dicho repetidas veces (principalmente en vehemente.
la C. 2 2 , a. 2 ) , todas, estas pasiones del A l 3.° que la audacia, aunque tenga
alma pertenecen á la potencia apetitiva; por objeto el mal, al cual está unido el
y todo movimiento de la potencia apeti- bien de la victoria según la apreciación
tiva se reduce á la prosecución ó á la del audaz ; sin embargo se refiere al mal,
huida, las cuales pueden tener lugar ya mientras que la esperanza mira al bien
per se, ya per accidens : per se la prose- adjunto : y del propio modo la desespe-:
cución es del bien, y la huida del mal; ración se refiere directamente al bien que
mas per accidens la prosecución puede r e h u y e , en tanto que el temor mira al
ser del mal por algún bien adjunto, y la mal unido. P o r consiguiente, hablando
fuga del bien por el mal anejo. P e r o lo con propiedad, la audacia no es una parte
que es per accidens sigue á lo que es per de la esperanza, sino su efecto; como
se; y por lo tanto la prosecución del mal tampoco la desesperación es parte del
sigue á la prosecución del bien, como la temor, y sí efecto de él: y por esta mis-
huida del bien sigue á la huida del mal. ma razón la audacia no puede ser una
Estos cuatro (efectos) pertenecen á cua- pasión principal.
tro pasiones: la prosecución del bien á

(1) Quitándole todo recurso de evasión ; no en el sentido al ánimo del tímido, que no le deja entrever medio ni recurso
anteriormente indicado de infundir audacia y mover á acon- alguno, que oponer pudiera acaso á la calamidad, que se ima-
sejarse. gina de todo punto inevitable, como las de Cain y de Antioco
(2) No empero á cualquier temor indistintamente, ni menos y las de tantos insensatos suicidas.
al moderado y racional ó legítimo, que coadyuva á la opera- (3) Es bien palmaria la relación de oposición ó contrariedad
ción según lo espuesto (C. 44, a. 4), bien al contrario do la entre el mal arrostrado por la audacia y el bien objeto de la
desesperación, que de suyo lo dificulta ó aun la inutiliza; sino esperanza.
al que de tal modo y con vehemencia tal afecta ó impresiona
296 CUESTIÓN XLV. — ARTÍCULO I I I .

ARTÍCULO I I I . — Es cansa de la auda- en dos sentidos la causa de la audacia,


cia a l g ú n defecto ? bien relativamente á la provocación de la
esperanza, ó bien en cuanto á la esclu-
l.° Parece que algún defecto es causa sion del temor : 1,° por parte del movi-
de la audacia; porque dice el Filósofo miento apetitivo ; 2.° por parte de la
( D e problem. sect. 27, probl. 4 ) que «los transmutación corporal. l.° P o r parte del
amadores del vino son fuertes y auda- movimiento apetitivo consiguiente á la
» ees ». P e r o del vino se origina el de- aprensión se escita la esperanza causante
fecto de la embriaguez ( 1 ) . L u e g o la de la audacia por medio de aquello, que
audacia es causada por un defecto ( 2 ) . nos hace creer posible conseguir la victo-
2.° D i c e el Filósofo (Rhet. 1. 2 , c. 5). ria, como es la fortaleza del cuerpo, la
que «los. inespertos en los peligros son esperiencia en los peligros, la multitud
» audaces». Siendo pues la inesperiencia de riquezas y otras á este tenor; ó bien
un defecto, sigúese que la audacia es pro- por la potencia de otras, como la multi-
ducida por él. tud de amigos ó de cualesquiera otros
3.° « L o s que sufren injusticias, suelen auxiliares, y principalmente si el hombre
» ser más audaces ; como también las confía en el auxilio divino. P o r esta ra-
bestias, cuando son golpeadas», según zón los bien dispuestos con la divinidad
se dice ( E t b i c . 1. 3 , c. 8 ) . P e r o sufrir lo son más audaces, como dice también el
injusto pertenece al defecto. L u e g o la Filósofo ( 3 ) ( R h e t . 1. 2 , c. 5 ) . P e r o el
audacia es producida por algún defecto. temor es desechado en este sentido por
P o r e l contrario, dice el Filósofo (Rhet. el alejamiento de lo terrible cercano, por
1. 2 , c. 5 ) que « l a causa de la audacia há ejemplo, porque el hombre no tiene ene-
» lugar, cuando se tiene en la imaginación migos, ó porque á nadie ha perjudicado,
» esperanza de las cosas saludables como ó no ve que le amenaza peligro alguno ;
» próximamente existentes ; empero de pues á quienes más principalmente parece
» l a s temibles, ó como de no entes, ó amenazan peligros, son aquellos que cau-
« como de entes lejanos». Ahora b i e n : lo saron daño á otros. 2.° P o r parte de la
que constituye defecto, ó pertenece á la transmutación corporal es causada la au-
remoción de lo saludable, ó á la aproxi- dacia por medio de la escitacion de la es-
mación de lo temible. L u e g o nada de lo peranza y la esclusion del temor de todos
perteneciente á defecto es causa de la los (elementos) productores del calor en
audacia. derredor del corazón ; por esto dice Aris-
Conclusión. Es causa de audacia [ 1 ] tóteles ( D e partibus animalium, 1. 3, c. 4 )
todo cuanto naturalmente puede infundir que «los que tienen corazón pequeño cua-
esperanza ó disipar el temor; mas [ 2 ] T>litativamenté, son más audaces; y los
ningún defecto es capaz de producir ta- » animales que tienen voluminoso cora-
les efectos per s e , aunque si acaso per » zon son tímidos» : en razón á que el
accidens. calor natural no puede calentar á un co-
razón grande tanto, como á uno peque-
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
ño ; á la manera que el fuego no puede
(a. 2 ) la audacia resulta de la esperanza
calentar tanto una casa grande, como
y es contraria al temor : por consiguiente
una pequeña. D i c e también (Problem. 4,
todo lo que por su naturaleza es capaz
sect. 27) que « los que tienen gran pul-
de producir la esperanza ó escluir el te-
» mon ( 4 ) sanguíneo, son más audaces
mor, es causa de la audacia. M a s , como
» á causa de la calidez del corazón con-
el temor y la esperanza y aun la auda-
» siguiente á esto »: y en el mismo lugar
cia, por ser ciertas pasiones, consisten en
dice que «los aficionados al vino son más
el movimiento del apetito y en cierta
» audaces por el calor de e s t e » . P o r esta
transformación corporal; puede tomarse

(1J Algunos suprimen ebrtetalU, sin duda por innecesario ó (3) Qulbm divina bene habetu dice testualmente ; «los quo
fácil de sobreentender; lo cual en verdad no justifica la omi- » tienen propicia á la divinidad », y lo saben por propia espe-
sión de ese genitivo, consignado unánimemente en todos los riencia corroborada por su fidelidad ó lealtad constante á su
manuscritos y casi todos los impresos. voluntad y designios.
(2) Ex defecto, generalmente ; pero entre esas dos palabras (4) Parece designar así el izquierdo, más próximo al co-
insertan aliquo (algún) el códice de Alcañiz, y ebrietalts (de la razón.
embriaguez) la antigua edición romana,
CUESTIÓN XL"V. — ARTÍCULOS ÍII Y IV.

misma razón y a se ha dicho ( C . 4 0 , a. 6) A R T Í C U L O I V . — ¿ l o s a u d a c e s son m á s


que la embriaguez contribuye á la bondad valerosos al principio que al fin e n l o s mis-
de la esperanza; porque el calor del co- mos peligros ?
razón rechaza el temor, y causa la espe-
ranza á consecuencia de la estension y l.° Parece que los audaces no son más
amplitud del corazón ( 1 ) . vehementes al principio que en el mo-
A l argumento 1.° diremos, que la em- mento mismo de los peligros: porque el
briaguez inspira audacia, no en cuanto es temblor es producido por el t e m o r , el
defecto, sino per accidens en cuanto pro- cual es contrario á la audacia, como cons-
duce la dilatación del corazón; y porque ta de lo dicho (a. 1 ) ; y algunas veces los
ademas sugiere un concepto de cierta audaces tiemblan al principio, como dice
grandeza ( 2 ) . Aristóteles (in lib. D e problematibus,
A l 2.° que aquellos, que son inespertos sect. 2 7 , probl. 3 ) . L u e g o no son más
de los peligros, son más audaces, no por vehementes al principio, que cuando es-
defecto, sino por accidente ; esto e s , en tán en medio del peligro.
cuanto á causa de su inesperiencia ni co- 2.° Por el aumento del objeto se au-
nocen su debilidad, ni la presencia de los menta la pasión ; á la manera q u e , si lo
peligros: y así por la sustracción de la bueno es amable, lo mejor lo es también
causa del temor resulta la audacia. más. P e r o lo arduo es el objeto de la au-
A13.° que, como dice el Filósofo ( R h e t . dacia. - L u e g o , aumentado lo arduo, se
1. 2 , c. 5 ) , « l o s que sufren una injusticia aumenta la audacia. E s así que se hace
» se hacen más audaces, porque creen más arduo y difícil el peligro, cuando
» que D i o s auxilia á los que la padecen está presente. L u e g o debe entonces cre-
»injusta ». P o r tanto es evidente que cer más la audacia.
ningún defecto causa la audacia sino per 3.° L a s heridas recibidas provocan la
accidens, ésto e s , en cuanto lleva ad- ira. P e r o la ira causa la audacia; pues
junta alguna escelencia verdadera ó ilu- dice el Filósofo (Rhet. 1. 2, c. 5) que « l a
»ira es una cosa audaz». L u e g o , cuando
soria, y a por parte de otro ó de él y a están en los peligros mismos y son h e -
mismo. osadía para aventurar palabras, y la mujer púdica para escu-
charlas ; la amistad parece pronta á arraigarse entre personas
(1J Téngase aquí mucho cuidado en no confundir la em- desconocidas, juntadas en un salón por la mano del placer;
briaguez con la borrachez ó borrachera, si no se quiere incurrir
los comensales se vuelven confiados, comunicativos ; en todas
en grandes equivocaciones. La embriaguez (ebrietas), como dicen
los médicos con Descurct, es el estado de una persona embria- partes resuena la verdad pura y neta, y hasta el hombre cir-
gada , es decir, cuyo cerebro está afectado, y cuya razón está cunspecto deja escapar su secreto. Pronto crece la sensibili-
más ó menos turbada por los vapores de una bebida espirituo- dad ; se ofrecen fácilmente sacrificios, y se alarga el bolsillo
sa, por una sustancia narcótica, etc.; mas la borrachez (ebrio- al necesitado. En aquellos momentos el camino de la vida no
sitas) es la inclinación habitual de tomar inmoderadamente aparece ya con zarzas ; es un prado esmaltado de bellísimas
bebidas espirituosas. La embriaguez por consiguiente no es flores ; nadie ve, nadie sueña más que felicidades, y entonces
más que un estado morboso, al paso que la borrachez es un
vicio, un vicio feo y vergonzoso que degrada al hombre, al es cuando el hombre se dice Yo soy el Soberano, el Rey de la
rey de la creación, hasta el estremo de rebajarle mucho más tierra!
allá de la esfera de los brutos. Según esto es ebrio en gene- » Pero, á medida que se apuran más copas, éntrales á los con-
ral el que ha bebido demasiado, y borracho el que bebe á vidados más ardiente sed ; los vasos chocan entre sí con más
menudo y con csceso. Así Noé estaba ebrio , cuando se le vio ruido ; el vino no es gustado, sino deglutido, sin que los ca-
desnudo en su tienda, pero la historia no dice que fuese bor- tadores hayan siquiera distinguido su sabor. Poco á poco se
racho ; Alejandro el Grande estaba ebrio y borracho, cuando embotan los sentidos, la cabeza se vuelve pesada, el rostro en-
mató á Clito su mejor amigo, y cuando encontró la muerto cendido, los ojos marchitos'y sin espresionse mantienen cer-
apurando la copa de Hércules. -— La embriaguez, dice Plu- rados ; la lengua se vuelve torpe ; los movimientos de los la-
tarco , habita en compañía de la locura y del furor... bios son difíciles; se quiere hablar y se balbucea; todo el
Por eso escribió el Doctor A. quod ebrietas facit ad bonitatem mundo toma la palabra á la vez; las voces se confunden, se gri-
spei, mas no puso ebriosítas: la l. , dando calor al corazón,
B
ta, se aulla para conseguir ser escuchado; se traban querellas,
puede espeler el temor y producir la esperanza ; mas la 2. D
y no pocas veces coronan la orgía sangrientas pendencias. Al
hace que todo en el hombre sucumba. Es curiosa y no pode- propio tiempo ha desaparecido la circunspección : tal era de-
mos resistirnos á copiar la enumeración de grados, por donde cente, que se muestra ya descarado y libertino ; el pusilánime
el ebrio pasa á ser borracho, tal y conforme la pinta Descu- se vuelve insolente, y el hombre pacífico entra en accesos de
rct. « En un festín , dice, se nota que los primeros vasos ha- furor : las pasiones eróticas se hallan sobreescitadas, pero no
cen nacer un suave calor; la cara se desarruga, las facciones hay aptitud para satisfacerlas. Los objetos aparecen dobles ;
se animan, la alegría y los chistes provocan la conversación ; se quiere coger con la mano lo que está á veinte pasos de dis-
los convidados se hallan en una escitacion lijera y deliciosí- tancia; el vaso, que se lleva á la boca, se cae de las m anos y se
ma. Más adelante, cuando nuevas libaciones han sucedido á rompe ; el hombre quiere levantarse, y las piernas le Maquean,
las primeras, á medida que se apuran las copas, la imagina- vacila y cae redondo debajo de la mesa. Entonces un sueño
ción se vuelve más viva, más petulante ; entonces los madri- aplomado, una torpeza general se apodera en el último grado
gales, las bombas, las canciones en loor de Baco y de Venus, del hombre borracho ..» — M. C. G.
las ideas ingeniosas, las ocurrencias saladas se suceden con (2) Se creen invencibles é invulnerables.
la rapidez del rayo. El amanta medroso halla en sí bastante
298 CUESTIÓN XLV.—ARTÍCULO IV.

ridos, parece que se hacen más audaces. y á veces hasta los encuentran menores
Por el contrario, dícese (Ethic. 1. 3 , que lo que ellos creyeron, por cuya razón
c. 7 ) que «los audaces vuelan y se preci- persisten más : ó también, porque los ar-
» pitan ante los peligros; pero y a en ellos rostran por el bien de la virtud, y esta
» s e retiran». (su) voluntad del bien persevera en ellos,
Conclusión. Los audaces [ 1 ] se lan- por grandes que sean los peligros ; mien-
zan súbitamente al peligro, pero ya en él tras que los audaces por sola su apre-
y viendo su dificultad desmayan y desis- ciación, que produce en ellos la espe-
ten de arrostrarle; mas los fuertes [ 2 ] , ranza y escluye el temor, como se ha
aunque remisos al principio, se enarde- dicho (a. 3).
cen y persisten con más robusto vigor en A l argumento 1.° diremos, que también
medio de los peligros. en los audaces surge el temblor á causa
R e s p o n d e r e m o s , que la audacia, sien- de la concentración del calor de fuera
do un movimiento del apetito sensitivo, adentro, lo mismo que en los que temen;
sigue á la aprensión de la potencia sensi- pero en los audaces se reconcentra el ca-
tiva ( 1 ) . P e r o esta, no pudiendo compa- lor en el corazón, mientras que en los que
rar ni examinar cada una de las circuns- temen (afluye) á las inferioridades.
tancias del objeto, j u z g a súbitamente. A l 2.° que el objeto del amor es el bien
Sucede sin embargo algunas veces que en absoluto; y así absolutamente acre-
por la aprensión instantánea no pueden cido aumenta el amor. P e r o el objeto de
conocerse todas las dificultades concur- la audacia es compuesto del bien y del
rentes en algún negocio; y de esto surge m a l , y el movimiento de la audacia hacia
el movimiento de la audacia, para acome- el mal presupone el movimiento de la es-
ter el peligro. A s í es q u e , cuando están peranza hacia el bien : y por lo t a n t o , si
esperimentando ya el mismo peligro, sien- se agrega tanta dificultad al peligro que
ten mayor dificultad que la que se imagi- esceda á la esperanza, no se seguirá el
naran, y por tanto desmayan. A l contra- movimiento de la audacia, sino que se
rio la razón discurre sobre todas las cosas disminuirá; mientras que, si el movimien-
que dificultan el negocio ; y por lo tanto to es de audacia, cuanto mayor es el peli-
los fuertes, que por dictamen de la razón gro, tanto mayor se reputa esta.
acometen los peligros, al principio pare- Al 3.° que de la lesión no surge la ira,
cen remisos, porque los afrontan, no por á no suponerse alguna esperanza, como se
pasión, sino con la deliberación debida; dirá más adelante ( C . 4 6 , a. 1 ) ; y por lo
y, cuando están en los mismos peligros, tanto, si el peligro fuere tan grande que
no esperimentan cosa alguna improvista, esceda á la esperanza de la victoria, no
se seguirá l a ira : pero es verdad q u e , si
(I) Oíros « apetitiva». se suscita la ira, se aumentará la audacia.
CUESTIÓN XLYI.

De la ira considerada en sí.

Trataremos de la i r a : 1.° considerada en sí; 3.° de su causa activa y su r e m e d i o ; y 3.° de su efecto.


Acerca de lo 1.° examinaremos ocho p u n t o s : 1.° La i r a es u n a pasión especial? — 2.° El objeto de la ira
es el b i e n , ó el mal ? — 3." La i r a reside en lo concupiscible ? — 4.° La ira es compatible con la razbn?—
5." Es más n a t u r a l que la concupiscencia? —6.° Es más grave que el odio? — !. Se refiere solamente
0

á aquellos, á quienes se refiere la justicia? —8." De las especies de la i r a .

ARTÍCULO I. — 1 < » ira es una pasión modo de causa, como el sol es la causa
especial? general de todo lo que es engendrado en
el mundo inferior, según San Dionisio
l.° Parece que la ira no es una pasión ( D e div. nom. c. 4 , p. 1 , lect. 3 ) : por-
especial: porque la ira toma su nombre q u e , así como el género encierra virtual-
de la potencia irascible; y esta potencia mente (potestate) muchas diferencias se-
no tiene solamente una pasión, sino mu- gún la semejanza de la materia, así la
chas. L u e g o la ira no es pasión especial. causa agente contiene muchos efectos se-
2.° Toda pasión especial tiene su con- gún la virtud activa. Mas algún efecto
trario, como se v e recorriéndolas una por puede ser producido por el concurso de
una ( 1). Pero no hay pasión alguna con- diversas causas : y, puesto que toda cau-
traria á la ira, según lo dicho (C. 2 3 , sa permanece de algún modo en el efec-
a. 3). L u e g o la ira no es una pasión es- t o , puede también decirse de un tercer
pecial. modo que el efecto procedente de una
3.° U n a pasión especial no incluye á multitud de causas tiene también su g e -
otra; pero la ira incluye muchas pasio- neralidad, en cuanto contiene de cierto
nes , pues existe con la tristeza y con la modo en acto muchas causas. Del primer
esperanza y con la delectación, según se modo pues la ira no es una pasión gene-
ve (íthet. 1. 2 , c. 2 ) . L u e g o la ira no es ral, sino condividida á la par de otras,
pasión especial. según lo dicho (C. 2 3 , a. 1 y 4 ) ; como
Por el contrario, San Juan D a m a s - ni tampoco del segundo modo, pues no es
ceno (Orth. fid. 1. 2 , c. 16) considera la causa de otras pasiones según lo espuesto
ira «como pasión especial», é igualmente (C. 2 5 , a. 1 ) ; pues de este modo el amor
Tulio ( D e Tuscul. Qq. 1. 4 ) . puede decirse una pasión general, como
Conclusión. La ira [ 1 ] no es pasión consta por San Agustín ( D e civ. D e i ,
general, ni como comprensiva de especies 1. 1 4 , c. 7 y 9 ) , toda vez que el amor es
varias, ni como causa de otras; pero [ 2 ] la primera raíz de todas las pasiones, se-
sí como procedente á modo de efecto del gún lo dicho (C. 2 5 , a. 2 ) . P e r o del ter-
concurso de diversas causas ó pasiones. cer modo la ira puede decirse pasión ge-
Responderemos, que se dice que una neral, en cuanto es producida por el con-
cosa es general de dos modos : 1.° por vía curso de muchas pasiones; pues no se
de predicado, como animal es genérico produce el movimiento de la ira sino por
(ó común) á todos los animales; 2.° á causa de alguna tristeza inferida, y su-
puestos el deseo y la esperanza de v e n -
(1) (C. 29, a. 2) amor y odio; delectación y tristeza (C. 35, garse ; puesto q u e , como dice el Filósofo
a- 2) ¡ esperanza y desesperación (C. 40, a. 4 ) ; audacia y te- ( E h e t . 1. 2 , c. 2 ) , « e l irritado tiene espe*
mor (C. 46, a. 1).
300 CUESTIÓN X L V I . — ARTÍCULOS 1 Y II.

»ranza de castigar», dado que apetece por lo cual dice el Filósofo ( E t h i c . 1. 7,


la venganza, como siéndole posible. A s í c. 6) que «la ira obra con tristeza»: y,
es que, si la persona, que infirió el daño, pues el objeto de la tristeza es el mal,
fuese muy eminente; no surgirá la ira, también el de la ira.
sino solo la tristeza, como dice Avicena Por el contrario, dice San A g u s t í n
(lib. D e an.). (Confess. 1. 2, c. 6 ) que « l a ira busca ó
A l argumento 1.° diremos, que la po- » apetece la venganza». Pero el apetito
tencia irascible recibe su nombre de la de la venganza es el apetito del bien,
ira, no porque todo movimiento de esta puesto que la venganza pertenece á la
potencia sea la ira, sino porque en ella justicia. L u e g o el objeto de la ira es el
terminan todos los movimientos de esta bien. A d e m a s , la ira está siempre acom-
potencia (1); y entre todos los otros este pañada de la esperanza; por cuya razón
es el más manifiesto (2). causa delectación, como dice el Filósofo
A l 2.° q u e , por lo mismo que la ira es (Rhet. 1. 2, c. 2 ) ; y el objeto de la espe-
causada por pasiones contrarias, esto ranza y de la delectación es el bien.
es, por la esperanza, que se refiere al L u e g o también el de -la ira.
b i e n , y por la tristeza, que es del mal; Conclusión. La ira tiene por objeto el
encierra en sí misma la contrariedad, y bien de la vindicta; y también el mal
por lo tanto no tiene contrario fuera de contrario y nocivo en aquel, de quien
ella : así como también en los colores tiende á vengarse.
medios no se encuentra otra contrariedad, R e s p o n d e r e m o s , que el movimiento
que la que es propia de los colores sim- de la potencia apetitiva sigue al acto de
ples, que los producen. la potencia aprensiva; y esta percibe
A l 3.° que la ira encierra mucbas pa- una cosa de dos maneras: 1. incom- a

siones, no como el género las especies, pleja, como cuando entendemos lo que
sino más bien según la continencia de la es el hombre; 2 . compleja, como cuan-
a

causa y del efecto (3). do percibimos que lo blanco se halla


en el hombre. Por consiguiente de una
A R T Í C U L O I I . — El^objeto de la Ira e s y otra manera la potencia apetitiva
e l bien i ó el m a l ? puede dirigirse al bien y al mal: como á
cosa simple é incompleja, cuando el ape-
l.° Parece que el objeto de la ira es tito sigue simplemente el bien ó se adhie-
el m a l : porque dice San Gregorio Nise- re á é l , ó rehuye el mal, y tales movi-
no (Nemesio, 1. D e nat. bom. c. 2 1 ) que mientos son el deseo y la esperanza, la
a l a ira es como la escudera ( 4 ) de la delectación y la tristeza, y otras á este
J> concupiscencia», esto e s , en cuanto tenor; y de un modo complejo, como
combate lo que impide la concupiscencia. cuando el apetito aspira á que algo bue-
P e r o todo impedimento tiene carácter de no ó malo esté ó se realice en otro, ya
mal. L u e g o la ira se refiere al mal como tendiendo á esto, y a evitando aquello,
á su objeto. como se ve evidentemente en el amor y
2.° L a ira y el odio convienen en el el odio: porque amamos á alguien, en
efecto; pues una y otro tienden á hacer cuanto queremos algún bien en é l , y le
daño á otro. M a s el odio mira al mal co- aborrecemos deseándole el mal. L o pro-
mo á su objeto, según se ha dicho (c. 2 9 , pio sucede en la ira ; pues todo el que
a. 1). L u e g o también la ira. se irrita, pretende vengarse de alguien:
y así el movimiento de la ira tiende á
3.° L a ira es producida por la tristeza;

(1) En cuanto á que en la ira terminan todos los movi- punto de vista la dicha proposición es una verdad, como ya se
mientos de la potencia irascible, puede tener dos sentidos, probó. — M. C. G.
como dice el C. Cayetano -. uno en significación de que todos (2) El de la ira, que se esterioriza y aparece en signos y
los movimientos del irascible, á saber, el de la esperanza, ademanes estemos con cierta visible impetuosidad ; por lo que
desesperación, etc., terminan en la ira, así como el amor ter- Séneca (De Ira, 1. 1, c. 1) dice ser este «el más tétrico y ra-
mina á la delectación; y este sentido es falso, puesto que la » bioso (ralidnm) de todos los afectos ».
esperanza no termina á la ira : otro en el concepto de que (3) Al modo que el efecto se contiene virtualmente en stt
todas las pasiones del irascible terminan á la ira, esto es, tie- causa, la cual á su Vez parcialmente está como contenida ú
nen su fin en la ira, considerada como última pasión ; lo que ostensible en su efecto, que nos la acusa ó revela masó menos
equivale á decir qne la ira es la pasión última ó el último mo- característicamente.
vimiento do esta potencia y el más conocidos y bajo este (1) Poje do armas, que las lleva y apronta ít su jefe.
CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULOS I I , III Y IV. 301

dos objetos, á saber, á la venganza mis- no traería de ella su nombre de potencia


ma, que apetece y espera como cierto irascible.
bien, cosa que la deleita ; y tiende tam- Conclusión. La ira no reside en la
bién hacia aquel, de quien •pretende ven- potencia concupiscible, y sí en la iras-
garse, como contrario y nocivo, lo cual cible.
•pertenece á la razón de mal. D e b e em- Responderemos que, como se ha dicho
pero notarse una doble diferencia en esta ( C . 23, a. 1), las pasiones d é l a irascible
(relación) de la ira con el odio y el amor: difieren de las de la concupiscible en que
1. que la ira siempre se refiere á dos ob-
a
los objetos de las de la concupiscible son
jetos, mientras que el amor y el odio á el bien y el mal en absoluto, y las de la
veces miran á uno solo, como cuando se irascible el bien y el mal más ó menos
dice que uno ama el vino ó cosa t a l , ó difíciles y arduos. P e r o queda dicho (a. 2)
también que lo odia; 2. que los dos ob- a
que la ira se refiere á dos objetos, que
jetos, á que el amor se refiere, son bue- son la venganza apetecida, y aquel de
nos , porque el que ama quiere el bien á quien pretende vengarse : y en ambos
uno como conveniente á sí mismo; mien- requiere la ira cierta arduidad; porque
tras que los dos objetos, á que se refiere no surge el movimiento de la k a sino por
el odio, tienen concepto de m a l , pues el alguna magnitud existente cerca de am-
que odia quiere á alguno el mal como á bos ;pues « t o d o lo que es nada ó m u y
quien le es inconveniente. Pero la ira se » módico lo consideramos indigno de todas
refiere á un solo objeto bajo la razón de maneras », como dice Aristóteles (Rhet.
bien, cual es la venganza que apetece; 1. 2, c. 2). P o r lo tanto es evidente que la
y á otro bajo la razón de m a l , que es el ira no existe en lo concupiscible, sino en
hombre nocivo, de quien quiere vengar- lo irascible.
se : y por tanto es en cierto modo una A l argumento 1.° diremos, que Cicerón
pasión compuesta de pasiones contrarias. llama libidinosidad (libidinem) al apeti-
L o espuesto patentiza l a contestación a to de cualquiera bien futuro sin distinción
los argumentos. de arduo ó no arduo; y según esto coloca
la ira bajo la liviandad, en cuanto es
ARTÍCULO I I I . — i » ira existo en io apetito .de la venganza: así empero la li-
concupiscible ? . viandad es común al irascible y al con-
cupiscible.
1.° Parece que la ira reside en la (po- A l 2.° que el decir que « l a ira crecehas-
tencia) concupiscible, pues dice Tulio » t a llegar al odio » no significa que la mis-
(De Tuscul. quasst. 1. 4) que « l a ira es ma pasión numéricamente, que antes fué
»una especie de antojo» (1). E s así que ira, se haga después odio por cierta inve-
el antojo existe en la concupiscible. L u e - teración; sino á modo de causalidad, por-
go también la ira. que la ira produce con el tiempo el odio.
2.° Dice S a n Agustín ( i n Regula) A l 3.° que se dice que la ira se compo-
que «la ira crece hasta el odio »; y Cice- ne de la tristeza y del deseo, no como de
rón dice (ibid.) que « el odio es la ira in- p a r t e s , sino como de causas; y y a queda
» veterada». E s así que el odio existe en dicho ( C . 25, a. 1) que las pasiones de lo
lo concupiscible, como el amor. L u e g o la concupiscible son causa de las pasiones
ira existe en l o concupiscible. de lo irascible.
3.° San J u a n Damasceno (Orth. fid.
1. 2, c. 16) y S a n Gregorio Niseno ( N e - ARTÍCULO I V . — ¿« ira existe con i«
mesio, 1. D e nat. hom. c. 21) dicen que razón ?
«la ira se compone de la tristeza y del
»deseo»: y , puesto que una y otro están l.° Parece que la ira no existe con la
en lo concupiscible; la ira igualmente. razón: pues la ira, siendo cierta pasión,
Por el contrario: la potencia concu- existe en el apetito sensitivo; y este no
piscible es distinta de la irascible. L u e - sigue á la aprensión de la razón, sino á
go, si la ira existiese en la concupiscible, la de la parte sensitiva : luego la ira no
existe con la razón.
(1) Libido, deseo injusto ó caprichoso. 2.° L o s animales brutos carecen de ra-
302 CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULOS IV Y V.

z o n , y sin embargo hay en ellos ira. L u e - » z o n , como que anuncia haber sido in-
g o la ira no existe con la razón. » juriada; pero no oye perfectamente » ,
3.° L a embriaguez encadena á la ra- porque no observa la regla de la razón
zón ; pero contribuye á la ira. L u e g o la en la compensación (in rependendo) de
ira no existe con la razón. la venganza ( 4 ) . L u e g o para la ira se
Por el contrario , dice Aristóteles requiere algún acto de la r a z ó n , y se
(Ethic. 1. 7, c. 6) que « l a ira es hasta agrega el impedimento de ella. P o r esto
» cierto punto una consecuencia de la ra- dice el Filósofo ( lib. D e problematibus,
» z o n » (1). sect. 3 , probl. 2 y 26) que « l o s que están
Conclusión. La ira no es del todo in- » m u y ebrios, como quienes nada tienen
compatible con la razón, que en algún » del juicio de la razón, no se enojan;
modo la acompaña. » p e r o , cuando están poco ebrios , irrí-
Responderemos que, como se ha dicho » tanse como conservando el juicio de la
(a. 2), la ira es el apetito de la venganza; » razón, pero impedido ».
y esta implica comparación de la pena,
que ha de aplicarse, con el daño recibi- A R T Í C U L O V . — l a Ira e s m á s natural
do : por cuya razón ( E t h i c . 1. 7 ) dice que l a concupiscencia?
Aristóteles que « e l que silogiza delibe-
» rando (2), en el mero hecho de tener que l.° Parece que la ira no es más natu-
» hacer una oposición absoluta, se irrita in- ral que la concupiscencia, pues se dice
» mediatamente » (3); y , como el delibe- que es propio del hombre ser un animal
rar y silogizar es propio de la razón, hé manso por naturaleza. P e r o la manse-
aquí porqué la ira existe con la razón en dumbre se opone á la i r a , como dice
cierto modo. Aristóteles ( Rhet. 1. 2 , c. 3 ) . L u e g o la
A l argumento 1.° diremos, que el m o - ira no es más natural que la concupiscen-
vimiento de la potencia apetitiva puede cia, sino que parece ser absolutamente
existir con la razón de dos maneras : contraria á la naturaleza del hombre.
1 . con la razón imperando, y en este
a
2.° L a razón se divide por oposición á
concepto la voluntad está con la razón, la naturaleza; pues los s e r e s , que obran
por lo que se dice apetito racional; 2. con a
conforme á la r a z ó n , no decimos que
la razón denunciando , y así la ira existe obran según la naturaleza. M a s « la ira
con la razón ; porque dice Aristóteles » existe con la razón , y la concupiscen-
(1. D e problematibus, sect. 2 8 , probl. 3 ) » cia sin ella», como se dice ( E t h i c . 1. 7,
que « la ira existe con la razón, no como c. 6). L u e g o la concupiscencia es más
» mandando la razón, sino como manifes- natural que la ira.
tando la injuria » : puesto que el apetito 3.° L a ira es el apetito de la ven-
sensitivo no obedece inmediatamente á la ganza ( 5 ) , mientras que la concupiscen-
razón, sino mediante la voluntad. cia es sobre todo el apetito de todo lo
A l 2.° que los animales brutos tienen que deleita al t a c t o , á saber, los alimen-
un instinto natural, recibido de la razón tos y los actos carnales ; y estas cosas
d i v i n a , por el cual tienen movimientos son más naturales al hombre que la ven-
interiores y esteriores semejantes á los ganza. L u e g o la concupiscencia es más
movimientos de la r a z ó n , como se ha natural que la ira.
dicho ( C . 4 0 , a. 3). P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
A l 3.° q u e , como se dice ( Ethic. 1. 7, ( E t h i c . 1. 7, ibid.) que « l a ira es más na-
c. 6), «la ira o y e en algún modo á la ra- » tural que la concupiscencia » (6).
(1J Sigue ú obedece en algún modo el fallo ó dictamen de el ardor de su ira : ejemplo aducido por el mismo filósofo
la razón, sometiéndose algo á su intimacióné imperio. (5) Según la definían los antiguos, como hacen notar Cice-
(2) El que delibera en forma silogística, conforme á lo es- rón y San Agustín y queda ya insinuado (a. 3).
tablecido en la C. 14, a. 1 y 5. (0) No empero que cualquiera concupiscencia, sino de las
(3) Taliter, se lee comunmente; aunque algunos (con la escesivas ó intemperantes, como menos urgentes y necesarias
edición áurea entre otras muy contadas) ponen íolaüter (del que las comunes y que á todos afectan en virtud de la natural
todo ó á todo trance): el códice de Alcañiz suprime el gerun- propensión á los deleites : mas la venganza solo parece natu-
dio conferendo. ral per accidens y dado el supuesto de alguna injuria ú ofensa
(4) En adaptarla debida ó justamente á la gravedad de la previamente recibidas. Tal es el sentido del contesto en el pa-
injuria; á la manera que el siervo, anticipándose á la intima- saje aducido, que comentamos con el P. Nicolai, fundado á su
ción y orden de su señor ofendido por otro, fácilmente se es- vez en la interpretación del mismo Santo Tomás.
tralimita de la intención de aquel y aun de la propia suya en
CUESTIÓN XLVI. — A R T Í C U L O V. 303

Conclusión. La concupiscencia [1] es segun su propia complexión, bajo este


más natural que la ira, considerada la aspecto la ira es más natural que la con-
causa de una y otra por parte del objeto, cupiscencia; puesto que á la habitud na-
y en especial respecto de los placeres sen- tural á enojarse, que procede de la com-
suales ; pero [2] por parte del sujeto en plexión (1), sigue con mayor facilidad
cierto sentido es más natural la concu- la ira que la concupiscencia ú otra al-
piscencia, y en otro lo es la ira. guna pasión ; porque el hombre se halla
R e s p o n d e r e m o s , que se dice natural dispuesto á irritarse, según que tiene una
lo que es causado por la naturaleza, como complexión colérica (2), y la cólera (ó
se ve ( P h y s . 1. 2, t. 4): por consiguiente, bilis) es entre los demás humores la que
para saber si alguna pasión es más ó se mueve más de improviso, pues se ase-
menos n a t u r a l , no hay otro recurso que meja al fuego : así es que más pronto se
el de estudiar su causa; y la causa de la irrita aquel que se halla dispuesto á la
pasión , como se ha dicho ( C. 3 6 , a. 2 ), ira según su temperamento, que se en-
puede tomarse en dos sentidos: 1.° por trega á la concupiscencia el que está pre-
parte del o b j e t o , y 2.° por parte del su- dispuesto á la misma. Por esta causa
jeto. Si pues se considera la causa de la dice el Filósofo (Ethic. 1. 7, c. 6) que « l a
ira y de la concupiscencia por parte del » i r a se transmite más de padres á hijos
objeto; así la concupiscencia, y princi- » que la concupiscencia » .
palmente de manjares y sensualidad car- A l argumento 1.° diremos, que en el
nal, es más natural que la ira, en cuanto hombre puede considerarse, y a la natural
son esos (objetos) más naturales que la complexión por parte del cuerpo, que es
venganza : pero, considerada la causa de atemperada, y a la misma razón. P o r
la ira por parte del sujeto , la ira es en parte pues de la complexión corporal na-
cierto modo más notar al y en otro lo es la turalmente el hombre no tiene según s u
concupiscencia; porque la naturaleza de especie pasión alguna predominante, ni
un hombre puede ser considerada, ó se- de ira ni de otra alguna, por el equilibrio
gún la naturaleza del g é n e r o , ó según de su complexión; pero los otros animales,
la naturaleza de la e s p e c i e , ó según á medida que se separan de esta regula-
la complexión propia del individuo. Si ridad de complexión hacia una disposi-
pues se considera la naturaleza del gé- ción de otra estrema, así también se dis-
nero, que es la naturaleza de este hombre, ponen naturalmente al esceso de alguna
en cuanto es animal, entonces la concu- p a s i ó n , como el león á la audacia, el
piscencia es más natural que la ira; perro á la i r a , la liebre al temor, y así
puesto que por su misma naturaleza co- otros. M a s por parte de la razón es na-
mún el hombre tiene cierta inclinación á tural al hombre irritarse y amansarse, se-
apetecer las cosas conservativas de la gún que la razón en cierto modo causa la
vida , ya según la especie , y a según el ira, en cuanto anuncia su causa; y en cier-
individuo: mas, si consideramos la natu- to modo la calma ,en cuanto el airado no
raleza del hombre por parte de la espe- oye totalmente el imperio de la razón,
cie, esto es, en cuanto es racional; así la como se ha dicho (a. 4, al 3.°).
ira es más natural al hombre que la con-
A l 2.° que la misma razón pertenece á
cupiscencia , en cuanto la ira existe con
la naturaleza del hombre : y a s í , por lo
la razón más que la concupiscencia ; pol-
mismo que la ira existe con la razón , es
lo cual dice Aristóteles (Ethic. 1. 4, c. 5)
consiguiente que por algún modo sea na-
que « es más humano castigar » , lo cual
tural al hombre.
pertenece á la ira, « que ser suave »; pues
A l 3.° que aquel razonamiento procede
cada cual se alza naturalmente contra las
de la ira y de la concupiscencia por parte
cosas contrarias y nocivas. : y, si se con-
del objeto.
sidera la naturaleza de este individuo

(1J Individual ó peculiar de cada uno, según se colige del nantes, cuya influencia constante en el carácter y predisposi-
contesto. cionesdel individuo son indisputables ; y precisamente el b i -
(2) Lo que hoy llaman los fisiólogos temperamento bilioso á lioso propende habitualmcnte á la iracundia y melancolía,
causa de la redundancia ó esceso de bilis, en contraposición á creando un carácter tétrico, susceptible y de muy fácil ac-
los llamados sanguíneo, liníático y nervioso según los humo- ceso á la ira.
res ó jugos ó elementos orgánicos respectivamente predomi-
304 CUESTIÓN X L V I . — ARTÍCULO V I .

ARTÍCULO V I . — i » ir» es más grave por aplicación del mal al m a l , mientras


que el odio ? (1) que la ira por la aplicación del bien al
mal. Pero es evidente que el apetecer el
1.° Parece que la ira es más grave que mal en concepto de justo tiene menos ca-
el o d i o ; pues se dice ( P r o v . 27, 4 ) que rácter de mal, que el querer el mal de al-
la ira no tiene misericordia, ni el furor guno en absoluto: pues querer el mal de
que estalla. E s así que el odio á veces alguien como justo puede aun ser con-
tiene misericordia. L u e g o la ira es más forme á la virtud de la justicia, si se obe-
grave que el odio. dece al precepto de la razón ; y la ira solo
2.° E s más padecer el mal y dolerse es culpable, por no obedecer al precepto
de é l , que sufrirlo simplemente. Pero al de la razón al vengarse. P o r lo tanto es
que tiene odio á alguien, le basta que evidente que el odio es mucho peor y más
aquel, á quien odia, sufra un m a l ; mien- grave que la ira.
tras que al airado no le b a s t a , sino que A l argumento 1.° diremos , que en la
pretende que lo conozca y se duela de ira y el odio pueden considerarse dos
é l , como dice el Filósofo ( Pvhet. 1. 2, c o s a s ; á saber, lo mismo que se desea
c. 4 ) . L u e g o la ira es más grave que el y la intensidad de este deseo. E n cuanto
odio. á lo que se desea, la ira lleva consigo
3.° Cuantas más cosas concurren á más misericordia que el odio ; porque,
constituir u n a , tanto más estable parece pues el odio apetece el mal de otro en sí,
s e r ; & la manera que es más permanente con ninguna medida del mal se sacia, por
el hábito causado por muchos actos (2). cuanto las cosas, que se apetecen por sí,
M a s la ira es causada por el concurso de apetécense sin m e d i d a , como dice Aris-
muchas pasiones, como se ha dicho (a. 1); tóteles ( P o l i t . ,1. 1, c. 6 ) , como el avaro
y no así el odió. L u e g o la ira es más es- las riquezas : por eso se dice ( Eccli. 12,
table y más grave que el odio. 16 ) : si el enemigo halla ocasión, no se
Por el contrario, San Agustín ( i n hartará de sangre. L a ira empero no
R e g u l a ) compara el odio á una viga y la apetece el mal sino por razón de justa
ira á una paja (3). v e n g a n z a ; por consiguiente , cuando el
Conclusión. El odio es mucho peor y mal inferido escede la medida de la jus-
más grave que la ira. ticia según la opinión del que se irrita,
Responderemos que la especie de una entonces se compadece : y por esta razou
pasión y su naturaleza se aprecian según dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 4 ) que
su objeto ; y el de la ira y del odio es el « el irritado, si hace mucho (4), llegará
mismo subjetivamente : porque, así como » á compadecerse; mientras que el que
el que aborrece, desea el mal á aquel, á » odia, por n a d a » (5). P e r o en cuanto
quien aborrece; así el airado á aquel, á la intensidad del deseo la ira escluye
contra quien se e n o j a , aunque no por la la misericordia más que el odio , puesto
misma razón. E n efecto: el que odia, que el movimiento de la ira es más impe-
apetece el mal del enemigo como m a l ; tuoso á causa de la inflamación de la có-
mientras que el iracundo quiere el mal lera ; por lo cual se añade inmediatamente
de aquel, contra quien se irrita, no como ( P r o v . 27, 4 ) : quién podrá sufrir el ím-
tal m a l , sino en cuanto este mal tiene petu de un espíritu alborotado?
algo de b i e n , esto e s , según que en su A l 2.° q u e , como y a queda dicho , el
opinión es justo bajo su aspecto de vin- iracundo apetece el mal de alguien; por-
dicativo. P o r esta razón se h a dicho que le considera como una justa vengan-
también ( a. 2 ) que el odio tiene lugar z a , y la venganza se efectúa por medio

(1J Los comentadores distinguen entre el odio de enemistad pectivamente graves ó leves, simbolizados así por el Salva-
y el de abominación, y dicen que, versándose aquel acerca de dor (Malta. 7, 3 ; y Lite. 6, 41 y 42), como lo hacen también
la volición del mal para el malo, y no este ; la comparación, San Jerónimo y San Cirilo; pero tomando al propio tiempo
que aquí se establece, es entre la ira y el odio de enemistad. ocasión de la definición del odio según Tulio (Tuscul. quaist.
El enfermo pues, que aborrece su propia enfermedad, no 1. 4) y que él acepta : « el odio es la ira inveterada ».
desea el mal para nadie. — M. C. G. (4) Mucho daño, ó mayor de lo que se cree suficiente á sa-
(2) Pero sucesivos y de un mismo género, reiterados con tisfacer ó compensar el agravio : siendo así que por el con-
frecuencia; y no como elementos diversos y simultáneamente trario nada basta á mitigar ó aplacar el odio, por grande que
constitutivos del hábito. sea el daño irrogado á la persona odiada.
(3) Aludiendo ostensiblemente á los pecados ó defectos res- (5) Nunca desiste de querer mal al aborrecido.
CUESTIÓN X L V I . — A R T Í C U L O S VI Y VII. 305

de la aplicación de la pena : y , como es enoja consigo mismo, como el penitente


natural á la pena, el ser contraria á la v o - á causa de su pecado, por lo que se dice
luntad, y aflictiva, y aplicada por alguna ( P s . 4 , 5 ) : enojaos, pero no pequéis.
culpa; por eso el iracundo desea que L u e g o la ira no es solamente contra aque-
aquel, á quien causa el d a ñ o , lo sienta llos, á quienes atañe la justicia.
y se duela, y conozca que este mal le ha 3.° L a justicia y la injusticia puede
venido en castigo de su ultraje. P e r o el ser de uno solo con respecto á todo un
que odia, de nada de esto se c u i d a , por- género ó á toda una comunidad, por
que apetece el mal de otro considerado ejemplo, cuando una ciudad ofende a u n
como mal. Sin embargo no es cierto que ciudadano. M a s la ira no se refiere á g é -
aquello, de que uno se entristece, sea nero alguno, sino solamente á alguna cosa
peor; pues la injusticia y la imprudencia, singular, como.dice Aristóteles ( E h e t .
siendo m a l a s , por cuanto sin embargo 1. 2 , c. 4 ) . L u e g o la ira no se refiere
son voluntarias , no contristan á aquellos propiamente á aquellos, á quienes se re-
á quienes afectan, como dice Aristóteles fiere la justicia y la injusticia.
(Rhet. 1. 2 , c. 4 ) . Por el contrario, Aristóteles lo afirma
A l 3.° que lo que es producido por ( E h e t . 1. 2 , c. 2 , 3 y 4 ) .
muchas causas es más estable, cuando Conclusión. La ira concierne y se di-
las causas son de igual naturaleza ( 1 ) ; rige á aquellos mismos, á quienes miran
pero una causa puede preponderar sobre y se aplican la justicia y la injusticia.
otras muchas. E l odio empero provie- Responderemos que, como se ha dicho
ne de causa más permanente que la ira : (a. 6 ) , la ira desea el mal como un medio
pues la ira proviene de alguna conmoción de justa venganza, y por eso á los mis-
del ánimo á causa de algún ultraje ; mien- mos se refiere la ira que la justicia y la
tras que el odio procede de alguna dis- injusticia; pues el vengarse pertenece á
posición del hombre, según la cual cree la justicia, y el hacer daño á alguien
serle contrario y nocivo lo que odia: por pertenece á la injusticia. P o r consiguien-
cuya razón, así como la pasión es más t e , tanto por parte de la causa, que es
transitoria que la disposición ó el hábito; la lesión inferida por otro, como por par-
así la ira pasa más pronto que el odio, te de la venganza de e s t a , que apetece
aunque también el odio es una pasión el irritado, es evidente que la ira perte-
que proviene de tal disposición : y por nece á los mismos, á quienes pertenecen
esto dice Aristóteles ( K h e t . 1. 2, c. 4 ) la justicia y la injusticia.
que « el odio es más incurable que la ira». A l argumento 1.° diremos q u e , como
se ha dicho (a. 4 , al 2 . ° ) , la ira, aunque
A R T Í C U L O V I I . — l Se refiere l a Ira existe con la razón, puede sin embargo
solamente á aquellos , á quienes s e refiere l a también existir en los animales brutos,
justicia? que carecen de razón, en cuanto por ins-
tinto natural son movidos por la imagi-
l.° Parece que la ira no tiene por úni- nación á algo semejante á las operacio-
co objeto á aquellos, á quienes se refiere nes de la razón. A s í pues, existiendo en
la justicia : porque la justicia del hom- el hombre la razón y la imaginación, de
bre no se aplica á las cosas irracionales; dos maneras puede surgir en él el movi-
y sin embargo algunas veces el hombre miento de la ira : 1. por sola la imagi-
a

se enoja con los seres irracionales, por nación, que acusa la lesión; y en tal con-
ejemplo, cuando un escritor tira la plu- cepto, escítase algún movimiento de ira
ma irritado, ó un jinete hiere al caballo. aun contra seres irracionales é inanimados,
Luego la- ira no solamente se dirige á por analogía con el de los animales con-
aquellos, á quienes se refiere la justicia. tra cualquier objeto nocivo ; 2 . por la a

2.° L a justicia del hombre no recae razón denunciando la lesión; y de este


sobre él mismo, ni sobre las cosas pro- modo, como dice el Filósofo ( R h e t . , 1. 2 ,
pias suyas, como se dice ( E t h i c , 1. 5, c. 3 ) en manera alguna puede versar la
c 6). Pero el hombre algunas veces se ira sobre cosas insensibles, ni contra los

(1J U obran del mismo modo, como los actos productores de circunstancias, que es como únicamente concurren á for-
del hábito, repitiéndose con idéntico carácter y en igualdad marlo.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 20
306 CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULOS VII Y VIII.

muertos : ya porque no sienten dolor, » po para la venganza» : luego no son


que es lo que ante todo buscan los aira- diversas especies de ira.
dos en aquellos, con quienes se irritan; y a 2.° Cicerón ( D e Tusculanis qusestio-
también porque no cabe venganza contra nibus, 1. 4 ) dice que el encendimiento en
e l l o s , puesto que no pueden injuriar. ira se denomina en griego 8ULIB<; y es la
A l 2.° q u e , como dice el Filósofo ira, y a naciente ó incipiente, y a cesando.
(Ethic. 1. 5 ) , hay cierta metafórica jus- Pero 0 U [ J L O ¡ ; , según el D a m a s c e n o , es lo
ticia é injusticia del hombre respecto de mismo que furor. L u e g o el furor no bus-
sí mismo, en el sentido de que la razón ca tiempo para la venganza, sino que
rige lo irascible y lo concupiscible ; y en cede con el tiempo.
este concepto se dice que el hombre se 3 . San Gregorio (Moral. 1. 2 1 , c. 4)
a

venga aun de sí mismo, y se irrita por distingue tres grados de ira, á saber: «ira
consiguiente consigo mismo : pero pro- » sin voz, ira con voz, é ira con palabra es-
pia y absolutamente no sucede que al- » presa » , según aquellas tres cosas, que
guien se irrite consigo mismo. dice el Señor ( Matth. 5, 22 ) : todo aquel
A l 3.° que Aristóteles ( R h e t . 1. 2, que se enoja con su hermano..., donde se
c. 4 ) señala una diferencia entre el odio toca la ira silenciosa ; y después añade : el
y la ira: y consiste en que el odio puede que dijereá su hermano, JRaca... ( 3 ) , don-
referirse á un género cualquiera, como de se alude á la ira acompañada de la voz,
odiamos á todo género de ladrones ( 1 ) ; pero no formada aún con la plenitud de la
mientras que la ira no se dirige sino á palabra ; y después dice •.•pero el que dijere
algo singular. L a razón de esto está en á su hermano : Fatuo..., donde se signi-
que el odio proviene de que la cualidad fica la completa espresion de la palabra.
de una cosa se aprende como disonante á L u e g o insuficientemente dividió San J u a n
nuestra disposición, y esto puede tener Damasceno la i r a , al no hacer distinción
cabida lo mismo en lo universal que en lo alguna por parte de la voz.
particular ; pero la ira se origina de que Por el c o n t r a r i o , tenemos la autori-
alguno nos ha ofendido con su acto, y los dad de San Juan Damasceno y San Gre-
actos todos son propios de seres singula- gorio Niseno ( N e m e s . 1. D e nat. hom.
res, por cuya razón la ira siempre tiene por cap. 2 1 ) .
objeto alguna cosa singular : y , cuando Conclusión. Es conveniente y acepta-
una ciudad entera nos ha herido, toda la ble la designación de estas tres especies
ciudad se juzga como un ser individual. de ira : cólera, manía y furor.
R e s p o n d e r e m o s , que las tres especies
de ira asignadas por San J u a n Damas-
A R T Í C U L O V I I I . — ¿ S e a s i g n a n con-
ceno y también por San Gregorio Nise-
v e n i e n t e m e n t e l a s e s p e c i e s de l a Ira ?
no se toman de lo que añade algo á la
ira, lo cual efectivamente se verifica de
l.° Parece que San J u a n Damasceno tres maneras : 1. por facilidad (4) del
a

( O r t h . fid. 1. 2 , c. 1 6 ) ( 2 ) señala in- mismo movimiento; y á tal ira llama


convenientemente tres especies de ira, á cólera (fel), porque se inflama rápida-
saber, cólera (fel), manía y furor : mente ; 2 . por parte de la tristeza pro-
a

porque no se diversifican las especies de ductora de la ira , la cual permanece


género alguno por algún accidente; y mucho tiempo en la memoria ; y esta per-
estas se diversifican por algún acciden- tenece á la manía, que toma s u nombre
te ; pues el principio del movimiento de de mailere (permanecer); y la 3 . por a

la ira se llama cólera, la ira permanente parte de lo que apetece el irritado, que
manía, y furor la ira « que acecha tiem- es la venganza; y esta pertenece al furor,

(1) Género, no en el sentido estrictamente filosófico; sino en nenie en lugar de manía; y en vez de furor dice indignación
su acepción común gramatical, como de clases varias, y cual turbulenta, escandescencia.
se dice también de diversas especies ó condiciones, y vulgar- (3) Hacha, palabra de origen siro-hebráico, derivada de ítifc
mente raleas ó cataduras con aplicación á lo malo ó despre- {vano, sin juicio), y que según San Jerónimo es voz de des-
ciable bajo cualquier aspecto : y asi aduce, ademas del ejem- precio y significa alguna injuria pesada. P. Scío.
plo de los ladrones de lodo género, el délos calumniadores (syco- (i) En la edición romana antigua se lee (como en el códice
phan'as) ó embusteros. de Alcañiz) facúltale en vez de facilítate, que es lo común en
(2) Sino que pone bilem (bilis) por fcl (hiél); iracundia perma- todas las demás.
CUESTIÓN XLVI. — ARTÍCULO VIII. 307

que nunca descansa, hasta que castiga. á ellas se señalen las especies de la ira.
De ahí Aristóteles (Ethic. 1. 4 , c. 5 ) A l 2.° que el encendimiento e n i r a , que .
llama agudos ( 1 ) á algunos de los que distingue Cicerón, más parece pertenecer
se irritan, porque de pronto se enojan; á á la primera especie de ira que al furor;
otros amargos, porque retienen mucho mas nada impide que la palabra griega
tiempo la ira; y á otros difíciles, porque 8U¡JIÓ<; que los latinos interpretan furor,
jamas descansan, si no castigan. esprese á la vez la prontitud á la ira y
A l argumento 1.° diremos que todas su obstinación en el propósito de castigar.
aquellas cosas, por las que la ira recibe A l 3.° que aquellos grados de ira se
alguna perfección, no se refieren á ella distinguen según el efecto de la ira, y no
de una manera puramente accidental ; y según la diversa perfección del movi-
por lo tanto nada impide que con arreglo miento mismo de la ira.

CUESTIÓN XLVII.
Causa efectiva de la ira y sus remedios.

Sobre esto dilucidaremos cuatro p u n t o s : 1.° El motivo de la ira es siempre alguna acción efectuada
contra el que se .irrita?—2.° Es motivo de ira la sola poca estima ó desprecio? —3.° Causa de la i r a
por parte del que se irrita. — 4 . ° Causa de la i r a por parte de aquel, contra quien uno se irrita.

ARTÍCULO I . — ¿ E I motivo «ic i a ira e s » cosas » . Pero despreciar la filosofía no


siempre a l g u n a acción contra quien s e Irrita? es perjudicar al mismo, que la estudia.
L u e g o no siempre nos enojamos á causa
1,° Parece que no siempre uno se irrita de lo que contra nosotros se hace.
por algo ejecutado contra é l : porque el 4.° « E l que calla ante el que ultraja,
hombre pecando nada puede hacer con- » l e provoca más á la i r a » , como dice
tra Dios, pues se dice ( J o b . 3 5 , 6 ) : « si San (2) Crisóstomo. Pero con callar nada
tus maldades se multiplicasen ¿qué harás hace contra él. L u e g o no siempre la ira
contra él? y sin embargo se dice que D i o s de uno es provocada por a l g o , que se hace
se enoja contra los hombres á causa de contra el mismo.
los pecados, según estas palabras ( P . 105, P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
40) : se encendió de saña el Señor contra ( R h e t . 1. 2 , c. 4 ) que « l a ira se produce
su pueblo. L u e g o no siempre se irrita uno »siempre por aquellas cosas, que se refie-
por alguna acción contra él. »ren á uno mismo : mas la enemistad
2.° L a ira es el apetito de l a venganza. »también sin ellas ; porque, si lo juzga-
Pero alguno apetece vengarse hasta de »mos t a l , le aborrecemos».
las cosas, que contra otros se hacen. Conclusión. El motivo de la ira de uno
Luego no siempre el motivo de la ira es es siempre algo hecho contra él.
alguna acción contra nosotros. Responderemos que, como se ha dicho
3.° Como dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2, ( C . 4 6 , a. 6 ) , la ira es el deseo de per-
c 2 ) , « los hombres se irritan principal- judicar á otro por razón de justa venganza.
amenté contra aquellos, que desprecian Pero la venganza no tiene lugar, sino
»las cosas, que son el objeto principal de cuando ha precedido injuria; y no toda
»su afición; á la manera que los que es- injuria provoca á la venganza, sino sola-
»tudian filosofía, se enojan con los que l a mente la que afecta á aquel, que apetece
» desprecian; y lo mismo sucede en otras la venganza : pues, así como cada ser

(1 ) Acuti, como punzantes, es decir, muy biliosos y propen- fácilmente.


sos á dejarse dominar de la ira con cualquier pretesto ú oca- (2) Sustancial aunque no literalmente (Kom. 42, in Mailh., 83
sión la más lijera, ó (según el lenguaje vulgar) que se pican in Joann. ; 50 in Acta y 16 in i Cor.)
308 CUESTIÓN XLVII.—ARTÍCULOS I Y II.

apetece naturalmente el bien propio, así el Damasceno (Orth. fid. 1. 2, c. 16) que
también naturalmente repele el propio « e l sufrir una injuria ó el creer que la
mal. Y , como la injuria hecha por uno » sufrimos nos irrita » . Pero el hombre
no atañe á otro ( 1 ) , á no ser que hiciere puede también sufrir una injuria, aun sin
a l g o , que en alguna manera sea contra desprecio ó desden. L u e g o el mero (des-
él mismo ( 2 ) ; sigúese de esto que el mo- den ) poco aprecio no es motivo de ira.
tivo de la ira de uno es algo hecho contra 2.° A l mismo compete apetecer el ho-
el mismo. nor, que contristarse del menosprecio. Pero
A l argumento 1.° diremos, que no se los animales brutos no apetecen honor:
considera en Dios la ira como una pasión luego no se contristan del poco aprecio ;
del ánimo, sino como juicio de su justicia, y sin embargo se provoca en ellos la ira,
según que quiere tomar venganza del pe- porque se los lastima (vulnerantur),
cado : pues el pecador en nada puede como dice el Filósofo (Ethic. 1. 3 , c. 8).
efectivamente perjudicar á Dios pecando; L u e g o no solo el poco aprecio parece ser
y sin embargo por su parte obra contra motivo de ira.
Dios en dos conceptos : 1.° en cuanto le 3.° Aristóteles (Rhet. 1. 2 , c. 2 ) dis-
desprecia en sus mandatos, y 2. por a
tingue otras muchas causas de ira, como
cuanto infiere algún daño á alguien, sea el olvido, la alegría en los infortunios, la
á sí propio ó á otro : cosa que pertenece denuncia de males ( 4 ) , el impedimento
á D i o s ; porque aquel, á quien se daña, de conseguir la voluntad propia. L u e g o
está bajo la providencia y protección de no solo el poco aprecio es el que provoca
Dios. la ira.
A l 2.° que nos irritamos contra aque- P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
l l o s , que perjudican á otros y deseamos (Rhet. 1. 2 , ibid.) que « l a ira es el ape-
la venganza, en cuanto aquellos, á quie- »tito de castigo con tristeza (5) á causa
nes se perjudica, nos pertenecen de algún » d e algún aparente menosprecio hecho
m o d o , sea por alguna afinidad, ó por »inconvenientemente y>.
amistad, ó al menos por la comunidad de Conclusión. Todas las causas ó moti-
. naturaleza. vos de la ira se reducen á alguna especie
A l 3.° que conceptuamos nuestro bien de menosprecio, el cual por lo mismo y
lo que nos inspira gran interés ( 3 ) ; y en tal concepto es per se la causa única
por lo tanto, cuando eso se desprecia, nos de la ira ( 6 ) .
juzgamos despreciados nosotros mismos R e s p o n d e r e m o s , que todas las causas
y nos damos por ofendidos. de la ira se reducen al menosprecio. En
A l 4.° que el que guarda silencio irrita efecto : hay tres clases de menosprecio,
al que le injuria, cuando parece que calla como se dice ( R h e t . 1. 2 , ibid.), á saber,
por desprecio, como desdeñando la ira desden, contrariedad (epireasmus), esto
del otro ; y ese mismo desden es un acto. e s , impedimento de cumplir la volun-
tad ( 7 ) , y contumelia; y á estos se redu-
ARTÍCULO I I . — E i s o i o desden (pañi. cen todos los motivos de la ira. L a razón
pensio) ó desprecio, e s motivo de Ira? de esto puede tomarse de dos consideracio-
nes : 1. porque la ira apetece el daño de
a

l.° Parece que el menosprecio ó des- otro, en cuanto la considera como justa
precio solo no es motivo de i r a ; pues dice venganza; y por consiguiente la busca,

(1) Como paciente. ú oficio; porque la acusación oficial ejercida por un fiscal le-
(2) En su persona misma ó en sus propios bienes ó en los gítimo no se conceptúa hecha por odio, sino en cumplimiento
amigos ó parientes ó personas cualesquiera, que le son caras de un deber.
y él estima como á sí mismo en cualquier concepto y grado. (5) Appetílus cum trístilia punilionís : debe interpretarse (ob-
(3) Lo que preferentemente escita nuestra atención y afec- serva INicolai) como construido appetílus punitionis cum tristltia,
to, ó que deseamos ardientemente conseguir, ó nos gloriamos refiriendo esta al menosprecio, y no al castigo, como su cau-
de poseer , no así de un modo vulgar y ordinario, sino con sa ; pues del castigo ó venganza más bien se alegra el que lo
grande empeño y solicitud, cual supone Aristóteles (ibid.) en im pone agraviado.
el entusiasta por la Filosofía , y poco antes en el que está (6) Véase en la solución al 1." plenamente justificada en
prendado de la belleza propia suya ó de otra persona ó cosa. los términos más esplícilos esta Conclusión.
(4) Malorum, de malas acciones ó designios ó maquinacio- (7) Vejación según algunosintcrpretes,yáun caluinnia según
nes ; y también pudiera traducirse de los malos ó criminales : otros ; pero, atendida la significación genuina de la voz epi-
en uno y otro caso debe entenderse principalmente de la de- reasmus ó epereasmbs de origen griego, parécenos más propio
nuncia ó delación privada y sin representación de autoridad traducir por contrariedad a l a voluntad de alguio.
CUESTIÓN XLVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 309

en tanto que le parece ser justa. Pero la ducen á cierto menosprecio : pues el ol-
justa venganza no se hace sino sobre lo vido es un signo evidente de menospre-
que se ha hecho injustamente ; y por eso cio ; porque las cosas, que estimamos en
lo que provoca á la ira, es siempre algo, mucho, las fijamos más en la memoria. D e
que parece injusto. H e aquí porqué dice la misma manera por cierto desden es por
Aristóteles (Khet. 1. 2 , c. 3) que, « s i los lo que no se teme contristar á alguien,
»hombres creen haber merecido lo que anunciándole cosas tristes. Asimismo el
» sufren de parte de los que hieren ; no se que en medio de los infortunios de alguien
»irritan, porque la ira no se dirige á lo da muestras de hilaridad, parece que se
»justo». P e r o se perjudica á uno de tres cuida poco de su bien ó de su mal : é
maneras : por ignorancia, por pasión y igualmente el que impide á alguien con-
por elección. E n efecto : « comete tino la seguir su propósito, no por alguna utili-
» más grande injusticia, cuando perjudica dad, que de esta le provenga, no parece
»á otro por elección, ó por industria ó cuidarse mucho de su amistad. P o r lo
» con determinada malicia » , como se dice tanto todas estas cosas, en el mero h e -
(Ethic. 1. 5, c. 8 ) . A s í es que nos irrita- cho de ser signos de desprecio, provocan
mos principalmente contra aquellos, que á la ira.
creemos nos han perjudicado de propó-
sito: porque, si pensamos que nos han A R T Í C U L O I I I . — L a e s c e l e n c i a del que
injuriado ó por ignorancia ó por pasión; s e Irrita e s c a u s a de l a ira?
ó no nos enojamos contra ellos, ó (en caso)
mucho menos : pues el hacer algo por i g - l.° Parece que la dignidad de uno no
norancia ó por pasión disminuye la razón es causa de que se enoje con más facili-
de la injuria, y en cierto modo provoca á dad : pues dice Aristóteles ( Rhet. 1. 2,
la misericordia y al perdón. Pero los que c. 2 ) que « algunos se irritan sobre todo
por industria perjudican, parece que pe- » cuando están tristes, como los enfer-
can por desprecio ; y por eso nos irrita- » m o s , los indigentes y los que no tienen
mos más y más contra ellos. P o r esta ra- » lo que desean » ; y todas estas cosas
zón dice el Filósofo ( R h e t . 1. 2 , c. 3) que parecen pertenecer al defecto. L u e g o
« de aquellos, que á causa de la ira han más propende á la ira el defecto que la
»hecho a l g o , ó no nos irritamos contra escelencia.
sellos ó nos irritamos menos; pues no
2.° Dice el Filósofo (ibid.) que «algu-
»parece que lo hicieron por menosprecio».
» nos se irritan sobre todo, cuando se des-
La 2. razón e s porque el menospre-
a
¿
» precia en ellos aquello, sobre lo que
cio es contrario á la dignidad del hombre;
» puede sospecharse que ó no se halla
puesto que los hombres estiman en poco
» en ellos ó que lo tienen débilmente;
lo que no les parece digno en concepto
» pero, cuando creen que ellos sobresalen
alguno, como se dice (E.het. 1. 2 , c. 2); y
» mucho en aquello en que son despre-
nosotros aspiramos á alguna dignidad por
» ciados, no se cuidan de eso » . M a s la
todos nuestros bienes : y por lo mismo
predicha suposición proviene de defecto.
cualquiera perjuicio que se nos ocasione,
L u e g o el defecto es más bien causa de
en el mero hecho de derogar nuestra dig-
ira que la superioridad.
nidad, parece denotar falta de aprecio.
3.° L a s cosas que atañen á la escelen-
A l argumento 1.° diremos, que por cia son las que más contentan á los hom-
cualquiera otra causa que uno sufra una bres y les infunden buena esperanza (1).
injuria, no siendo por desprecio, la tal Pero Aristóteles dice ( R h e t . 1. 2 , c. 3)
causa disminuye la gravedad de la inju- que « en el j u e g o , en la risa, en el festín,
ria ; y solo el desprecio ó desden agrava » en la prosperidad, en la terminación de
la ñ a , siendo por esto considerado per se » las obras, en los placeres honestos y en
como causa de enojarse. » l a s más bellas esperanzas no se irritan
A l 2.° q u e , aunque una bestia no ape- » los hombres » . L u e g o la escelencia no
tece el honor en concepto de t a l ; apetece es causa de la ira.
sin embargo naturalmente cierta escelen- Por el contrario, el Filósofo dice en
cia, y se irrita contra los que la derogan.
(1) Confiados en que lograrán lo que desean y de que nada
A l 3.° que todas aquellas causas se re- les será inasequible ó imposible de obtener.
310 CUESTIÓN XLVII. — ARTÍCULOS III Y IV.

el libro mismo ( c. 9 ) que ce los hombres mas por otro lado son naturalmente pro-
j> se indignan á causa de la escelencia». vocativas á ella, según que hacen que el
Conclusión. Considerada la causa de hombre sea inconvenientemente despre-
la ira en su habitud al motivo de esta, la ciado.
escelencia es causa de que fácilmente
surja en uno la ira. A R T Í C U L O I V . — ¿ E I defecto tic alguien
Responderemos, que la causa de la ira e s c a u s a de que n o s enojemos contra él con
en el que se irrita puede entenderse en m á s facilidad ?
dos sentidos : 1.° por relación al motivo
de la ira, y en tal concepto la escelencia 1.° Parece que el defecto de alguien
es causa de que uno se irrite con facili- no es causa de que nos irritemos contra
dad; pues es motivo (1) de ira el injusto él más fácilmente ; pues dice Aristóteles
menosprecio, como se ha dicho ( a . 2 ) . ( R h e t . 1. 2 , c. 3 ) que « con los que con-
Consta empero que, cuanto más escelente » fiesan y se arrepienten y se humillan
es u n o , más injustamente es desdeñado » no nos irritamos, sino que más bien nos
en lo que se aventaja; y por lo tanto los x> apaciguamos con ellos ; por lo cual los
que tienen alguna superioridad se irritan » perros no muerden á los que se es-
m á s , si son menospreciados: por ejemplo, tán (3) quietos » . P e r o esto pertenece á
si un rico lo es en su dinero, un retórico la pequenez y defecto. L u e g o la peque-
(ú orador) en su elocuencia, y así otros. nez de uno es causa de que nos irritemos
E l 2.° modo de entenderse la causa de menos.
ira en el que se irrita es por parte de la 2.° Ningún defecto hay mayor que el
disposición producida en él por tal m o - de la muerte ; y á los muertos y a no se
tivo. E s harto sabido que nada mueve á dirige la ira. L u e g o el defecto de uno no
la ira, sino el • daño que contrista ; y lo es causa provocativa de ira contra él
que arguye defecto, es lo que más con- mismo.
trista, porque los hombres sujetos á im- 3.° Nadie considera á otro como de
perfecciones más fácilmente se agravian. poca importancia, por ser amigo suyo.
H é aquí pues la causa, por que los hom- P e r o , cuando nuestros amigos nos ofen-
bres débiles, ó que adolecen de otros de- den ó no nos ayudan, nos indisponemos
fectos, se irritan más fácilmente; porque más con ellos, por lo que se dice ( P s . 54,
con más leve ocasión se entristecen. 13) : Si mi enemigo hubiera hablado mal
D e aquí se deduce la contestación al de mí, hubiéralo yo aguantado por cierto.
argumento 1.° L u e g o el defecto de alguien no es causa
A l 2.° diremos que el que es desdeñado de que nos enojemos con más facilidad
en lo que manifiestamente sobresale mu- contra él.
c h o , no piensa que esperimenta detri- P o r el c o n t r a r i o , dice Aristóteles
mento alguno; y por eso no se contrista, ( Pvhet. 1. 2 , c. 2 ) que « el rico se irrita
y por esta parte se irrita menos : pero por » contra el pobre, si le desprecia; y el
otra parte, cuanto más indignamente es » que manda contra su subdito ».
despreciado, tiene mayor razón de irri- Conclusión. El defecto ó pequenez de
tarse, á menos que no se crea envidiado aquel, contra quien nos enojamos [1],
ó escarnecido (2) por desprecio, sino por contribuye á exacerbar la ira, en cuanto
ignorancia ó cosa parecida. acrece el desprecio injusto; pero [2], si lo
A l 3.° que todas aquellas cosas impi- atenúa, más bien tiende á calmarla.
den la ira, en cuanto impiden la tristeza; Responderemos q u e , como ya se ha

(1) Legítimo ante las personas de recto é imparcial crite- aquí un ejemplo del riesgo, áque se aventuran los ambiciosos,
rio ; que para los necios y orgullosos aun el desden inspirado arrebatados de una desmedida iracundia basada en el despre-
por su petulancia y jactanciosas pretensiones de injusta pre- cio, que su misma injusta jactancia les atrae.
eminencia suele ser ocasión ó pretesto de encolerizarse; y (2) lnvttlcrt(y según algunos rtderi, ridiculizado); vel sub-
tanto más, cuanto menor es su verdadero mérito y menos do- sannari : otros vida-i vcl subliman, « ser mirado ó enaltecido »
tes concurren en ellos acreedoras al aprecio y consideración de con escarnio.
los demás : recuérdese el tipo de estosen el soberbio Aman, (3) Resident: la antigua edición de París ponía rldcnt, y dice
que ante el desdén/justísimo de Mardoquéo llevó su indigna- con gracejo rectificando el P. Kicolai : «¡ se feia quizá, para
ción al estremo de maquinar el esterminio de todos sus com- w no ser mordido por los perros, quien tan ridicula variante
patriotas y parientes , inclusa la reina Ester; si bien fraguó » introdujera? » Bien pudo ser (decimos nosotros por nuestra
así en su insensata obcecación su propia ignominia y ruina, Hé parte) una errata material, menos ocasionada á risa,
CUESTIÓN X L V I I . — A R T Í C U L O IV. 311

dicho ( a. 2 y 3 ) , el indigno desprecio es les no desprecian, sino que más bien es-
grandemente provocativo á la ira ; y por timan en mucho á aquellos, á quienes se
lo mismo el defecto ó pequenez de aquel, humillan.
contra quien nos irritamos, contribuye al D e aquí se deduce la contestación al
aumento de la ira, en cuanto aumenta el argumento 1.°
desprecio indigno: p u e s , así como, cuan- A l 2.° diremos que hay dos causas, por
to mayor es uno, tanto más indignamente las cuales cesa la ira contra los muertos:
es despreciado; así, cuanto es menor, 1 . porque no pueden dolerse y sentir,
a

tanto más indignamente desprecia. P o r que es lo que ante todo intentan los ira-
eso los nobles se encolerizan, si sotí des- cundos con los que son objeto de su ira;
preciados por los rústicos, ó los sabios 2.° porque parece que han llegado al es-
por los ignorantes, y los amos por sus tremo de sus males ; y así es que la ira
criados. P e r o , si la pequenez ó defecto ceja también respecto de todos los grave-
disminuye el desprecio indigno, tal pe- mente lastimados, en cuanto su calamidad
quenez no aumenta, antes disminuye, la escede á la medida de justa retribución.
ira. D e este modo los que se arrepienten A l 3.° que también el desprecio proce-
de las injurias hechas y confiesan haber dente de los amigos parece ser más in-
obrado mal y se humillan y piden perdón, digno ; y así nos irritamos más contra
mitigan la ira, según aquello (Prov. 15,1): ellos, si nos desprecian, sea perjudicán-
la respuesta suave quebranta la ira ; donos, ó no ayudándonos, por análoga
esto e s , en cuanto parece que los ta- causa que contra los menores ( 1 ) .

CUESTIÓN XLYIII.
Efectos de la ira.

Destinamos á los efectos de la ira cuatro artículos : 1.° La ira causa delectación ?—2.° Causa princi-
palmente efervescencia en el corazón ?— 3.° Impide especialmente el uso de la razón ? —4.° Causa el
silencio ?

ARTÍCULO I.— l a Ira c a n s a delecta, cion proviene al airado del castigo. P e r o


clon ? el castigo escluye la ira. L u e g o con el
advenimiento de la delectación se des-
l.° Parece que la ira no causa de- truye la ira; y por consiguiente no es un
lectación : porque la tristeza la escluye, efecto adjunto á la delectación (2).
y la ira siempre va acompañada de tris- 3.° Ningún efecto impide su causa,
teza ; puesto q u e , según se dice ( E t h i c . por ser conforme con ella; y las delec-
1. 7, c. 6 ) , « t o d o el que hace algo por ira, taciones impiden la ira, como se dice
lo hace con tristeza ». L u e g o la ira no ( R h e t . 1. 2 , c. 3). L u e g o la delectación
causa delectación. no es efecto de la ira.
2.° Dice Aristóteles (Ethic. 1. 4, c. 5) Por el contrario, el Filósofo (Rhet.,
que « el castigo amansa el ímpetu de la 1. 2 , c. 2 ) alega el proverbio de que « la
»ira, deleitando en lugar de entristecer»; »ira crece en los pechos de los hombres
de lo que puede colegirse que la delecta- » mucho más dulce que la miel fluida» ( 3 ) .

(1) Esto es, porque tanto los que' nos son inferiores como ediciones.
los amigos tienen en su misma inferioridad y amistad respec- (3) Pensamiento tomado de un verso de la Ilíada de Ho-
tivamente un motivo especial de estimarnos y respetarnos, y mero, según insinúa el mismo Aristóteles, calificándolo de
nosotros un derecho á su peculiar y deferente consideración ó « bello »[pulchré dlctum de ira), y que creemos categóricamente
estima. vaciado en el terceto adjunto :
(2} Dclectalioni conjunctas comunmente con el códice do Al-
caiiiz ; otros ponen delectatio conjunctus iros, y algunos delecta- Mas que miel destilando gota á gota,
lionis conjunctus. El pensamiento es idéntico, pero la redacción Dulce en el pecho varonil la'ira ...
más natural parece la primera, cual se halla en casi todas las Hierve y se acrece, al par que hirviente brota,
312 CUESTIÓN XLVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .

Conclusión. La ira es causa de la de- cia real de la venganza, la cual destruye


lectación aneja á la presencial vindicta totalmente la ira.
deseada, y en proporción á esta y á la A l 3.° que las delectaciones preceden-
tristeza precedente. tes impiden se siga la tristeza, y por con-
Responderemos q u e , como dice el siguiente previenen la ira, pues la delec-
Filósofo ( E t h i c . 1. 7, c. 1 4 ) , «las delec- tación de la venganza es consiguiente á
t a c i o n e s , sobre todo las sensibles y cor- la ira misma (1). •
»porales, son como medicinas contra la
»tristeza» ; y por eso cuanto á mayor A R T Í C U L O I I . — ¿ C a u s a l a Ira u n gran
tristeza ó ansiedad se propina el antídoto fervor e n e l corazón ?
por medio de la delectación, tanto más
se percibe esta : á la manera que vemos l.° Parece que el fervor no es mayor-
que, cuando uno tiene s e d , se le liace mente un efecto de la ira ; pues el fer-
más deleitable la bebida. Pero es eviden- vor ( 2 ) , como se ha dicho ( C . 3 7 , a. 2 ) ,
te por lo dicho ( C. 4 7 , a. 1 ) que el mo- pertenece al amor. E s así que el amor
vimiento de la ira surge de algún ultraje según lo espuesto ( C . 3 7 , a. 4 ) (3) es
que contrista, á cuya tristeza en verdad el principio y causa de todas las pasio-
se aplica el remedio por la venganza. P o r nes. L u e g o , siendo l a causa mejor que
eso á la presencia de la venganza sigue el efecto , parece que la ira no produce
la delectación, y tanto mayor, cuanto principalmente el fervor.
mayor fue la tristeza. Si pues la ven- 2.° Aquellas cosas, que por sí escitan
ganza fuere en realidad presente, la delec- el fervor, se aumentan más por la asidui-
tación se hace perfecta, la cual escluye dad del tiempo ; como el amor se fortifi-
totalmente la tristeza ; y por esto apaci- ca por la duración. P e r o la ira se debili-
g u a el movimiento de la ira. M á s , antes ta con el transcurso del tiempo, pues
que la venganza sea realmente presente, dice Aristóteles ( PJiet., 1. 2 , c. 3 ) que
nácese tal al airado de dos maneras : « e l tiempo mitiga la ira». L u e g o la ira
1 . por la esperanza, puesto que nadie se
a
no causa propiamente fervor.
irrita, sino esperando la venganza, como 3.° E l fervor añadido al fervor lo
se ha dicho ( C . 4 6 , a. 1 ) ; y 2 . según a

aumenta. M á s « l a ira m a y o r , que sobre-


la continua meditación, pues á todo con- y> viene, hace mitigarse la i r a » , como
cupiscente le agrada insistir en la con- dice Aristóteles (Rhet. 1. 2 , ibid.). L u e g o
templación de lo que desea; por lo cual la ira no causa fervor.
hasta los ensueños son deleitables. P o r
Por el contrario, dice el Damasceno
eso mismo, meditando mucho el irritado
(Orth. fid. 1. 2 ; c. 16) que « l a ira es la
en su ánimo sobre la venganza, su delec-
» efervescencia de la sangre, que existe
tación en esto no es perfecta, hasta el
»junto al corazón , y que proviene de la
punto de disipar su tristeza, y por consi-
»evaporación de la h i é l » ( 4 ) .
guiente la ira.
Conclusión. El movimiento de la ira
A l argumento 1.° diremos que el irri- produce naturalmente cierta efervescen-
tado no se entristece y se regocija de lo cia de la sangre en el corazón.
mismo : sino que se entristece del ultraje Responderemos q u e , como se h a di-
recibido, y se deleita con la venganza cho ( C . 4 4 , a. 1 ) , la transmutación cor-
meditada y esperada. P o r consiguiente poral, que se verifica en las pasiones del
la tristeza se refiere á la ira como su a l m a , es proporcionada al movimiento
principio; pero la delectación como su del apetito; y es evidente que todo ape-
efecto ó término. tito , incluso el natural, tiende más fre-
A l 2.° que aquella objeción procede cuentemente á lo que le es contrario, si
de la delectación causada por la presen- está presente ; así vemos que el agua

il) En las ediciones romanas falta la palabra iram, fácil do inmediaciones del hígado, en que está la vejiga de lo hiél, y
suplir, más no redundante en verdad. que en efecto produce alguna efervescencia en virtud (le la
(2) Aunque en el lugar citado se habló del celo, en cuya reacción químico-orgánica consiguiente á la mezcla de ele-
noción se incluye implícitamente la de fervor. mentos ó fluidos de cualidades contrapuestas, como son las de
(3) Más espresamenté en la C. 25, a. 2, donde se demostró los ácidos fagrios) y álcalis (amargos) : fundándose en la pro-
que el amor es la principal y primera de todas las pasiones. ximidad del hígado al corazón, toda vez que una y otra vis-
(4) Paréccnos alude á la sangre impregnada de bilis en las cera ocupan la cavidad torácica ó pectoral.
CUESTIÓN X L V Í I I . — ARTÍCULO Í I . 313

caliente se congela m á s , como por cierta neos son más propensos á amar, y se dice
más enérgica reacción de lo frió sobre lo que el (2) hígado impone el amor; pues
caliente. Mas el movimiento apetitivo de en él se produce cierta generación de la
la ira es causado por alguna injuria infe- sangre ; pero la efervescencia (fervor)
rida, como por un contrario inherente; y dé la ira va acompañada de una amar-
por lo mismo el apetito tiende principal- gura (propia) para consumir, puesto
mente á repeler la injuria por el deseo de que tiende al castigo de lo que la es c o n -
la v e n g a n z a , originándose de aquí una trario ; por cuya razón se asemeja al ca-
gran vehemencia é impetuosidad en el lor del fuego y á la cólera ( 3 ) . Por esto
movimiento de la ira. Y , por cuanto el mo- también dice el Damasceno (Ort. fid.
vimiento de la ira no es contractivo como 1. 2 , c. 16) que «procede de la evapora-
el d e l i r i o , sino más bien espansivo como »cion de la hiél, y se llama biliosa».
el del calor ; consiguientemente el movi- A l 2.° que todo aquello, cuya causa
miento de la ira viene á ser causa de se disminuye por el tiempo, necesaria-
cierta efervescencia de la sangre y de los mente debe debilitarse con el tiempo : y
espíritus cerca del corazón , que es el es evidente que la memoria se disminuye
instrumento de las pasiones del alma. D e con el tiempo, pues las cosas y a anti-
ahí es que, á causa de la gran perturba- guas se olvidan con más facilidad; y ,
ción del corazón aneja á la ira, déjanse como la ira es causada por el recuerdo
ver principalmente en los irritados ciertos de uua injuria recibida, por eso la causa
indicios en los miembros esteriores. Por de la ira se disminuye poco á poco con el
esta razón dice San Gregorio ( M o r a l . tiempo, hasta que se desvanece. También
1. 5, c. 3 0 ) : « e l corazón, inflamado por parece mayor la injuria, cuando se siente
»los estímulos de su ira, palpita; el cuer- por primera v e z , y poco á poco dismi-
» po tiembla, trábase la lengua, el rostro nuye su estimación, según que se separa
» se enciende, los ojos centellean, y ni más de la presente sensación de la inju-
» aun se reconoce á los conocidos; la boca ria ; y lo mismo sucede con el amor, si
»prorrumpe en gritos, mas el sentido ig- su causa subsiste solo en el recuerdo.
«ñora lo que h a b l a » . . Por esta razón dice Aristóteles ( Ethic.
A l argumento 1.° diremos, que «el 1. 8, c. 5 ) que « si se prolonga la ausen-
»amor mismo no se siente t a n t o , sino »cia del amigo, parece que hace olvidar
»cuando lo revela la indigencia» ( 1 ) , » l a amistad»; pero, cuando está presente,
como dice San Agustín (De Trinit. 1. 10, con el tiempo se multiplica incesante-
c. últ.). Por lo tanto, cuando el hombre mente la amistad, y por lo tanto crece (4).
sufre detrimento en su amada dignidad á L o mismo también sucedería con la ira,
causa de una injuria recibida, siéntese si se multiplicara continuamente su cau-
más el amor; y así más fervientemente se sa. Sin embargo eso mismo, de que la ira
transforma el corazón por alejar el impe- pasa rápidamente, es una prueba de la
dimento de la cosa amada, siendo causa vehemencia de su furor; pues, así como
de que así crezca el fervor mismo del un fuego grande se apaga pronto faltán-
amor por medio de la ira y se sienta más. dole la materia, así también la ira por
Sin embargo el fervor, que resulta del su vehemencia se aminora luego.
calor, pertenece de distinto modo al amor A l 3.° que toda potencia dividida en
y á la ira : pues el fervor del amor va muchas partes se debilita; y por lo tanto,
acompañado de cierta dulzura y suavi- cuando uno irritado con un individuo se
dad, porque se dirige al bien amado, y irrita después con o t r o , por esto mismo
por lo mismo se asemeja al calor del aire disminuye su ira para con el primero , y
y de la sangre, por lo cual los sanguí- especialmente si esta fuere mayor respec-
(1) Cuando se advierte la necesidad do poseer el objeto incorporan al torrente circulatorio en la vena subclavia iz-
amado, del que se carece ó cuya falta ó ausencia se siente y quierda ; es lo cierto que en el corazón se deposita ya bonifi-
hace afanarse por obtenerla, exacerbando el deseo y origi- cada por la hematósis en el pulmón, al paso que el hígado no
nando demostraciones de su intensidad. es más que una glándula (aunque la más voluminosa de to-
(2) CogiC amare jécur : Bibáculo y otros antiguos latinos de- das) secretora de la bilis, y que en nada coopera directamente
signan á veces el corazón por la voz jécur, y acaso en este á la formación de la sangre.
proloquio debiera más propiamente que en otras locuciones (3) Bilis ó jugo bilioso, amargo y ardoroso.
traducirse así: pues, si bien la sangre no se forma ni en el (4) Por efecto de su continua reciprocidad.
hígado ni.en el corazón, sino que sus elementos quilíficos se
CUESTIÓN XLVUl. — ARTÍCULOS II Y I I I .

to del segundo; porque la injuria, que y el sueño. S e ha dicho empero ( a . 2)


escitó la ira contra el primero, le parecerá que la ira produce, perturbación corpo-
pequeña ó nula relativamente á la se- ral principalmente alrededor del corazón,
gunda, que se cree mayor. de modo que se deriva hasta los miem-
bros esteriores. P o r esta razón pues la
A R T Í C U L O I I I . — L a ira impide cu gran ira entre las demás pasiones impide más
m a n e r a e l u s o de l a razón ? manifiestamente el juicio de la razón, se-
gún aquello ( P s . 30, 10) : conturbado
l.° Parece que la ira no impide la está con el pesar mi ojo.
razón: pues lo que existe con la razón, A l argumento 1.° diremos, que de la
no parece sea impedimento de e l l a ; y la razón proviene el principio de la ira en
ira existe con la razón, como se dice cuanto al movimiento apetitivo, que es
(Ethic. .1. 7, c. 6). L u e g o la ira no impide formal en la ira; pero la pasión de la ira
la razón. preocupa al juicio perfecto de la razón,
2.° Cuanto más se impide la razón, como no oyéndola perfectamente, á causa
tanto disminuye su manifestación. P e r o de la conmoción del calor, que impele con
Aristóteles dice (Ethic. 1. 7, ibid.) que « e l velocidad, y la cual es material en la ira;
» iracundo no es insidioso, sino manifies- y en cuanto á esto impide el juicio de la
» t o » . L u e g o la ira no parece que impide razón.
el uso de la razón, como la concupiscen- A l 2.° que se dice que el iracundo es
cia, que es insidiosa, según se dice en el claro, no porque sepa él manifiestamente
mismo lugar. lo que debe hacer; sino porque obra á la
3.° E l juicio de la razón se nace más vista de todo el mundo, sin pretender
evidente por la unión de un contrario, ocultarse: cosa que en parte sucede á
puesto que «los contrarios puestos e n i n - causa del impedimento de la razón, la
» mediato contraste resaltan con más cla- cual no puede distinguir lo que conviene
»ridad». M a s por esto también crece la ocultar y lo que se puede manifestar, ni
ira; pues dice Aristóteles ( P h e t . 1. 2, tampoco meditar las vías de ocultar; y
c. 2) que « m á s se irritan los hombres, si en parte proviene de la ampliación del
» los contrarios preexisten ; como los no- corazón, que pertenece á la magnanimi-
» b l e s , si son deshonrados», y así otros. dad, que produce la ira. P o r esta razón
L u e g o hace crecer la ira aquello mismo, dice Aristóteles del magnánimo (Ethic.
que favorece al juicio de la razón ; y por 1. 4 , c. 3) que es «claro aborrecedor y
consiguiente la ira no impide el juicio de » amante, y que habla y obra á las cla-
la razón. » r a s » . P o r el contrario se dice que la
Por el contrario, dice San Gregorio concupiscencia es solapada é insidiosa;
(Moral. 1. 5, c. 30) que « l a ira ciega a la porque las cosas agradables, que se de-
»inteligencia, cuando turba l a m e n t e agi- sean , tienen por lo común cierta fealdad
»tándola ». y molicie, que el hombre quiere ocul-
tar. P e r o respecto de lo que indica viri-
Conclusión. Toda perturbación cor-
lidad y escelencia, como la venganza, el
poral [ 1 ] entorpece el uso de la razón; y
hombre pretende hacerse ver.
la ira [ 2 ] es entre todas las pasiones la
que más ostensiblemente impide su juicio. A l 3.° que, como se ha dicho ( C . 46,
Responderemos, que la inteligencia ó a. 4 ) , el movimiento de la ira comienza
l a razón, aunque no se sirve de órgano por la razón; y por lo tanto según esto
corporal en su propio acto; sin embargo, mismo la aposición ( 1 ) de un contrario
puesto que necesita para actuar de cier- frente al otro ayuda al juicio de la razón
tas potencias sensitivas, cuyos actos son y aumenta la ira : pues, cuando uno tiene
impedidos por la perturbación del cuer- honra ó riquezas, y después viene á deca-
po , necesariamente las perturbaciones dencia de algo (de esto); este detrimento
corporales impiden también el juicio de aparece mayor, y a por la proximidad de
la razón, como se ve en la embriaguez lo contrario, y a porque era inopinado, y

(1) Apposltio, el ponerse un contrario sobre el otro ó junto y que no es tan espresivo, ni por otra parte está en consonan-
íi él, para que a6Í.resalte ó se destaque más notoriamente; no cia tan gráfica con la objeción.
opposiUo, como (creemos que equivocadamente) ponen algunos, I
CUESTIÓN X L V Í I Í . — ARTÍCULOS ÍII Y IV. 315

por lo mismo causa mayor tristeza; á la junta á ella, ya también en cuanto la im-
manera misma que los graneles bienes ad- pide.
quiridos de improviso causan mayor de- R e s p o n d e r e m o s , que la ira, como se
lectación, y según el aumento de la tris- ha dicho (a. 3 al 1.°), por una parte existe
teza precedente se auihenta consiguien- con la razón, y por otra la impide; y por
temente también la ira. ambas partes puede causar el silencio;
por parte de la razón, cuando el juicio de
la razón impera tanto que, aunque no
A R T Í C U L O I V . — La Ira os c a u s a nota-
retraiga el afecto del desordenado apetito
ble del silencio ?
de la venganza, refrena sin embargo la
lengua de la desordenada locución; y por
l.° Parece que la ira no causa silencio: esto dice San Gregorio ( M o r a l . 1. 5,
porque este se opone á la locución ; y por ibid.): « algunas veces la ira, perturbado
el incremento de la ira se llega hasta la » el ánimo, impone silencio como por jui-
locución, como consta por los grados de » ció » ; mas por parte del impedimento
la ira asignados por el Señor ( Matth. de la razón, porque, como se ha dicho
5, 2 2 ) , al decir : el que se irrita contra (a. 2 ) , la perturbación de la ira llega
su hermano , y el que dijere á su her- hasta los miembros esteriores y princi-
mano : Raca ( 1 ) . . . . , y el que dijere á palmente hasta aquellos miembros, en
su hermano : Fatuo L u e g o la ira no que resplandece más claramente la acción
causa el silencio. del corazón, como en los ojos, en el ros-
2.° Cuando falta la guarda de la ra- tro y en la lengua; y así es q u e , como se
zón, prorrumpe el hombre en palabras ha dicho (a. 2 ) , «la lengua se traba, el
desordenadas : por esto se dice (Prov. »rostro se enciende y los ojos cente-
25, 28): Como ciudad abierta y sin cerca » Uéan ». L u e g o puede ser tanta la per-
de muros ; así el hombre, que no puede turbación de la ira, que prive absoluta-
refrenar su espíritu en hablar. P e r o la mente á la lengua del uso de la palabra;
ira sobre todo impide el juicio de la y entonces resulta el silencio,
razón, como se ha dicho (a. 3 ) . L u e - A l argumento 1.° diremos, que la exa-
go es lo que más hace prorumpir en pa- cerbación de la ira llega á veces hasta
labras desordenadas. L u e g o no causa el impedir á la razón en la represión de la
silencio. lengua ; pero otras va más lejos aun,
3.° D í c e s e ( M a t t h . 1 2 , 34) : de la hasta impedir el movimiento de esta y el
abundancia del corazón habla la boca; de los otros miembros esteriores.
y por la ira se perturba muy mucho el P o r esto se hace obvia la contestación
corazón, como se ha dicho (a. 2 ) . L u e g o al argumento 2.°
causa principalmente la locución, y en su A l 3.° que la perturbación del corazón
consecuencia no causa el silencio. puede algunas veces ser tan estremada,
Por el contrario, dice San Gregorio que este movimiento desordenado impida
(Moral. 1. 5 , c. 30) que « l a ira, recon- los movimientos de los miembros esterio-
» centrada por el silencio, hierve más v e - res; y entonces sobreviene el silencio y
hemente dentro del espíritu». la inmovilidad de los miembros estemos,
Conclusión. La ira puede ser causa y á veces aun la muerte. P e r o , sino fuese
del silencio, ya en la parte de razón ad' tanta la perturbación, en tal caso al es-
ceso de perturbación del corazón subsi-
(lj V'úaso la nota3, pá¡r. 300.
g u e la locución oral.
CUESTIÓN XLIX.

Hábitos en general en cuanto á su sustancia.

Examinados h a s t a aquí los actos y las pasiones, lógico parece estudiar a h o r a los principios de los
actos h u m a n o s , primeramente los intrínsecos y en segundo lugar los estrínsecos. Principio intrín-
seco es tanto la potencia como el h á b i t o : m a s , habiéndose hablado y a de las potencias en l a Parte 1. a

(C. 77), réstanos a h o r a t r a t a r de los hábitos (1):1.° en g e n e r a l ; y 2° de las virtudes y vicios, y de


otros tales hábitos , que son principios de los actos h u m a n o s . Acerca de los hábitos mismos en g e -
neral cuatro cosas debemos c o n s i d e r a r : 1. la sustancia misma de los hábitos; 2. su sujeto; 3. causa
a a a

de su generación , a u m e n t o y corrupción ; 4. distinción de los mismos. Sobre la 1. se ofrecen estos


a a

cuatro a r t í c u l o s : l.° El hábito es u n a cualidad?—2.° Es d e t e r m i n a d a especie de cualidad? — 3.° I m -


plica en sí relación con el acto?—4." Necesidad del hábito.

ARTÍCULO I . — E l hábito e s u n o cua- Conclusion. DI hábito (en la acep-


lidad ? ción, que aquí tiene) es una cualidad.
Responderemos , que la palabra (ha-
l.° Parece que el bábito no es una bitus) hábito se ha tomado de (habere)
cualidad : porque dice San Agustín ( Q q . t e n e r , y esta derivación se entiende en
1. 8 3 , q. 7 3 ) que la palabra hábito viene dos conceptos: 1.° como se dice que el
del verbo (habere) tener; y tener no solo hombre ó cualquiera otra cosa tiene algo;
pertenece á la cualidad, sino también á 2.° según que una cosa se há de algún
otros géneros, pues se dice que, tenemos modo en sí misma ó por relación á
cantidad y dinero, y así otras cosas. L u e - otra ( 2 ) . Acerca de lo primero débese
g o el bábito no es una cualidad. considerar que (habere) tener, según que
2.° E l bábito es uno de los predicados, se dice por relación á cualquiera cosa
como consta ( 1 . Prasdic. c. habere ) ; y que se t i e n e , es común á diversos géne-
un predicamento no está contenido en ros ; y así es como Aristóteles coloca el
otro. L u e g o el bábito no es una cua- habere entre los postpredicamentos ó (3)
lidad. consecuencias de los diversos géneros de
3.° Todo bábito e s una disposición, cosas, como son los opuestos, lo anterior
como se dice ( Prasdicam. cap. De qua- y posterior, y así otros. P e r o entre las
lit). P e r o la « disposición es el orden de cosas, que se tienen, parece haber la dis-
» l o que tiene partes » ( Metapb. 1. 5, tinción de unas, en las que nada hay
t. 2 4 ) , y esto pertenece al predicamento medio entre ellas y el que las tiene,
de l a situación. L u e g o el bábito n o es como no lo h a y entre el sujeto ( 4 ) y
una cualidad. su cualidad ó su cantidad; otras, en que
no h a y medio alguno entre una y otra,
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
sino solamente una relación, al modo que
(Prtedicam. ibid.) que « el hábito es una
se dice tener alguno un compañero ó un
B cualidad difícilmente mudable » .
(1) Entendiendo aquí por hábito o la buena ó mala disposi- gina 20), y que según el P. Goudin (Philosophia íhomisllca, 1.
»cion de uno en sí mismo ó respecto de otros », hablando con pág. 215) son estas cinco: oposición, prioridad y posterioridad,
la más lata generalidad. La palabra hábito, derivada de habí' simultaneidad, movimiento y hábito (el habere) ó habitud.
tus, que á su vez viene del verbo habere (tener), tiene tan múl- (2) Estas dos acepciones .pudieran distinguirse bien en
tiples y variadas acepciones, cuantos ser pueden los objetos nuestra opinión con las dos palabras haber (sustantivado, cual
ó cosas tenidas y los modos aún más diversos de tenerlas: se usa en el comercio, contrapuesto á deber) y habitud (hábito,
pueden verse en los Postpredlcamenlot de Aristóteles (c. ull.), disposición ó actitud!.
llamados también por algunos consecuencias de las calegorias (3) Véase la nota 1 de esta página.
(V. 1.' P., C. 5, a. 6, nota 3, pág. 42 del T, 1,"¡ y nota 3, pá- (4) Según otros oljectum (el objeto): aquí es lo mismo.
CUESTIÓN X L I X . — A R T Í C U L O S I Y I I .

amigo; y otras, entre las que existe algo perfecta, como la ciencia y la virtud in-
intermedio, no empero acción ni pasión, coada ; y en la espresion « según la espe-
sino á manera de acción ó p a s i ó n , en » cié » comprende las disposiciones per-
cuanto la una exorna ó rige y la otra es fectas, llamadas hábitos, como la ciencia
decorada y regida : conforme á lo cual y la virtud completas.
dice Aristóteles (Metaph. 1. 5, t. 25) que
« se llama hábito una como acción del A R T Í C U L O I I . — E I habito e s u n a aeter-
» que tiene y lo tenido » , cual existe en m i n a d a e s p e c i e de cualidad ( 2 ) ?
lo que tenemos junto á nosotros. A s í es
que en estas cosas se constituye un g é - l.° Parece que el hábito no es una de-
nerp especial, que se dice «predicamento terminada especie de cualidad: porque,
» del hábito » , del cual dice Aristóteles como se ha dicho ( a. 1 ) , el h á b i t o , en
(Metaph. 1. 5 , ibid.) que « entre el que cuanto es una cualidad, se define como
» tiene un vestido y él vestido, que tiene, « una disposición, según la que se dispo-
» media un hábito ». M a s , si se toma la » ne bien ó mal lo dispuesto». Pero esto
palabra habere, según que se dice que se verifica en cualquiera cualidad; pues
una cosa está de cierta manera (1) en sí una cosa está bien ó mal dispuesta en s u .
misma ó respecto de alguna o t r a , siendo figura, y de la misma manera por el calor
este modo de haberse según alguna cua- y el frió, y en todo lo análogo á esto.
lidad ; el hábito en tal sentido es una L u e g o el hábito no es una determinada
cualidad, de la que dice el Filósofo especie de cualidad.
(Metaph. 1. 5 , ibid.) que «se llama há- 2.° Aristóteles (in Pradicamentis, cap.
» bito una disposición, por la que se dis- De qual.) dice que el calor y la frialdad
» pone bien ó mal lo dispuesto en cuanto son disposiciones ó hábitos, como la en-
» á ello mismo ó respecto de otra cosa », fermedad y la salud. P e r o el calor y el
como la salud es cierto hábito. E s t o es frió pertenecen á la tercera especie de
lo que aquí entendemos por hábito, di- cualidad. L u e g o el hábito ó disposición
ciendo en consecuencia que el hábito es no se distingue de las otras especies de
una cualidad. la cualidad.
A l argumento 1.° diremos, que aquella 3.° L o difícil de un móvil no es una
objeción se refiere á la palabra habere diferencia perteneciente al género de la
tomada en su acepción común; pues así cualidad, sino que más bien pertenece al
lo es á muchos géneros , como va dicho. movimiento ó á la pasión. M a s ningún
A l 2° que aquel razonamiento versa género es determinado á una especie por
sobre el h á b i t o , según que se entiende la diferencia de otro g é n e r o ; sino que
algo medio entre el que tiene y lo que es « es preciso que las diferencias sobreven-
tenido ; pues en tal concepto es un pre- » ga,n per se al género», como dice Aris-
dicamento, como queda dicho. tóteles (Metaph. 1. 7, t. 4 2 ) . L u e g o , di-
A l 3.° que la disposición implica siem- ciéndose que el hábito es « una cualidad
pre orden de algo compuesto de partes; » difícilmente movible», parece que no es
pero esto acontece de tres maneras, como una determinada especie de cualidad.
añade al punto Aristóteles (ibid.), á sa- Por el contrario, dice Aristóteles (in
ber, ya por relación al lugar, ó a l a po- Prasdicamentis, cap. De qual.) que « una
tencia , ó á la especie ; en lo c u a l , como » especie de cualidad es el hábito y la
dice Simplicio ( i n comment. Prsedica- » disposición ».
mentorum, cap.' De qual.) comprende Conclusión. El hábito se considera
todas las disposiciones : las corporales, con razón como la primera de las cuali-
cuando dice « según el lugar » , y e s t a dades.
pertenece al predicamento de la situa- Responderemos , que Aristóteles ( i n
ción , que es el orden d e partes en su Prasdicamentis, cap. De qual.) asigna
sitio ; y , al decir « según la potencia», entre las cuatro especies de cualidad la
incluye todas las disposiciones cifradas primera la disposición y el hábito; y
en la preparación é idoneidad aún no Simplicio ( Commentar. Praídicament.
(1) O «es», y mejor «se h a » . notar el Doctor Angélico, reíiriéndose al testo aducido en el
arg. Por el contrario.
(2) La primera y más importante ó atendible, según hace
318 CUESTIÓN XLIX. — ARTÍCULO 11.

ibid.) esplica las diferencias de estas es- el modo ó la determinación del sujeto (2)
pecies , diciendo que hay cualidades na- según la cantidad, en este caso es la cuarta
turales, inherentes por su naturaleza y especie de cualidad: y, puesto que la can-
siempre; y otras adventicias, que provie- tidad según su propio concepto existe sin
nen de fuera y pueden perderse. Estas movimiento y sin carácter de bueno ó
pues, que son adventicias, son los hábitos malo ; por eso no pertenece á la cuarta
y las disposiciones, que difieren (entre sí) especie de cualidad el que algo esté bien
según su fácil ó difícil amisibilidad. M a s ó mal dispuesto ni el que pase pronto ó
entre las cualidades naturales hay unas, tarde. Pero el modo ó la determinación
que se refieren á lo que algo es en poten- del sujeto según la acción y pasión se
cia , y tal es la segunda especie de cua- considera en la segunda ó tercera especie
lidad ; pero otras se refieren á algo exis- de cualidad , y por lo tanto en ambas se
tente en a c t o , y esto y a en cuanto al toma en consideración el que algo se
f o n d o , y a afectando á la superficie: si haga con facilidad ó- dificultad ó el que
afectan al fondo (1) , esta es la tercera sea pasajera ó larga su duración; mas
especie de cualidad; y si á la superficie, nada se considera en ellas perteneciente
es la cuarta especie de cualidad, como al concepto de bueno ó malo, por cuanto
la figura y la forma, que es la figura del el movimiento y las pasiones no tienen
ser animado. Pero esta distinción de las razón de fin, y se dice bueno ó malo por
especies de cualidad parece inconve- relación al fin. Mas el modo y la deter-
niente : porque hay muchas figuras y minación del sujeto en orden a l a natura-
cualidades p a s i b l e s , no naturales sino leza de la cosa pertenece á la primera
adventicias ; y muchas disposiciones no especie de cualidad, que es el hábito
adventicias, sino naturales, como la sa- y la disposición: porque dice Aristóteles
lud , la hermosura y otras á este tenor: ( P h y s . 1. 7, t. 1 7 ) , hablando de los há-
y por esto no establece conveniente orden bitos del alma y del c u e r p o , que son
de las especies ; pues siempre lo que es « ciertas disposiciones de lo perfecto á lo
más natural es lo primero. H é aquí por- » mejor; y digo perfecto, lo que está dis-
qué juzgamos preferible otra distinción » puesto conforme á la naturaleza ». Y ,
de las disposiciones y hábitos, basada en puesto que « l a misma forma y l a n a t u r a -
otras cualidades; dado que la cualidad » l e z a de la cosa es el fin, y 'por cuya
propiamente implica cierto modo de la » causa se hace algo» ( P h y s . 1. 2, t. 2 3 ) ;
sustancia, y el modo es según S. Agustín por eso se considera en la primera especie
( S u p . Gen. ad litt. 1. 4 , c. 3) « el que la tanto lo bueno y lo m a l o , como también
» medida prefija », entrañando por consi- lo fácil ó difícil de mover, según que al-
guiente cierta determinación según al- guna naturaleza es el fin de la genera-
guna medida. P o r lo t a n t o , así como ción y del movimiento. P o r esta razón
aquello , por lo que se determina la p o - ( M e t a p h . 1. 5 , t. 2 5 ) define Aristóteles
tencia de la materia según el ser sustan- el hábito, diciendo que es « u n a disposi-
cial , se llama cualidad, que es una dife- » cion, según la que se dispone uno bien ó
rencia de la sustancia ; así lo que deter- » mal » ; y ( E t h i c . 1. 2, c. 5 ) dice que
mina la potencia del sujeto según el ser « los hábitos son, según los que nos habe-
accidental, se llama cualidad accidental, » mos bien ó mal con respecto á las pa-
que es también una diferencia, como » siones » : pues, cuando el modo es con-
consta por el Filósofo ( Metaph. 1. 5, veniente á la naturaleza de la cosa,
t. 19). P e r o el modo ó determinación del entonces tiene razón de bueno ; pero
sujeto según el ser accidental puede cuando no conviene, la tiene de m a l o : y,
considerarse ó en orden á la naturaleza siendo la naturaleza lo que primeramente
del sujeto; ó por la acción y pasión con- se considera en la c o s a , por eso el hábito
siguientes á los principios de la natura- se considera como la primera especie de
leza , que son la materia y la forma ; ó cualidad.
según la cantidad. Si pues se considera
A l argumento 1.° diremos, que la dis-

fl) Al interior de la masa ó sustancia, como la cualidad (2) Subjecti, pero según algunos objecli, que también aquí es
1 lamada estructuraó forma interna, que viene á ser la que á indiferente; aunque más propio parece subjecti¡ el sujeto de
continuación dice tercera. las cualidades, de que se trata.
CUESTIÓN XLIX. — ARTÍCULOS II Y I I I , 319

posición- implica cierto orden, como se ha salud ; y hábitos aquellas cualidades, á


dicho ( a . 1, al 3.°) : por cuya razón no las que por su naturaleza compete el no
se dice que uno se dispone por la cuali- transformarse fácilmente por razón de la
dad, sino en orden á algo; y, si se agrega inamovilidad de sus causas, como las
« bien ó mal », lo cual pertenece á la no- ciencias y las virtudes; y según esto la
ción del hábito, es preciso tener en cuenta disposición no se hace hábito. E s t o parece
el orden á la naturaleza, que es el fin. más concorde con la intención de Aristóte-
Así no se dice que por la figura ó el ca- les : por lo que en apoyo de esta distinción
lor ó el frió se dispone alguno bien ó mal, alega el uso común del lenguaje, según
sino según el orden con la naturaleza de el cual las cualidades, que por su naturale-
la c o s a , en cuya virtud es conveniente ó za son de fácil mutación, si se hacen esta-
no conveniente. P o r lo tanto aun las bles por consecuencia de un accidente
mismas figuras y las cualidades pasibles, cualquiera, toman el nombre de hábitos;
según que se consideran como convenien- y lo contrario sucede con aquellas, q u e
tes ó no á la naturaleza de la cosa , per- naturalmente cambian con dificultad: por-
tenecen á los hábitos ó disposiciones : que, si uno tiene la ciencia imperfecta-
pues la figura, según que conviene á la mente, de modo que pueda perderla con
naturaleza de la cosa, y el color pertene- facilidad; se dice que más bien se dispone
cen á la hermosura; mientras que el calor á ella que no que la posee. D e lo que re-
y el frió, según que convienen á la natu- sulta evidente que la palabra hábito lleva
raleza de la cosa, pertenecen á la salud. en sí cierta duración; mas no (así) la
Y de este modo el calor y el frió se con- palabra disposición. Tampoco hay incon-
sideran por el Filósofo en la primera es- veniente en que la facilidad ó dificultad
pecie de la cualidad. de cambio sean diferencias específicas :
D e aquí se deduce la contestación al porque estas cosas pertenecen á la pasión
2.°, aunque algunos le dan otra solución, y al movimiento, y no al género de la
como dice Simplicio ( Comment. Prasdi- cualidad ; pues tales diferencias, aunque
camentorum, c. De qual.). parezca per accidens que se refieren á la
cualidad, designan sin embargo propias y
Al 3.° que esta diferencia (difficili mo-
absolutas diferencias de las cualidades:
bile) difícilmente movible no diversifica
á la manera misma que en el género de
el hábito de las otras especies de cuali-
la sustancia se toman frecuentemente las
dad, sino de la disposición ; y la disposi-
diferencias accidentales como sustancia-
ción se toma en dos sentidos: 1.° según
les, en cuanto por ellas se designan los
que es el género del h á b i t o , porque
principios esenciales.
(Metaph. 1. 5, t. 25 ) se ingiere la dispo-
sición en la definición del hábito ; 2.° se-
gún que es algo clasificado por oposición ARTÍCULO III. — EI hábito implica
al hábito ; y puede entenderse que la dis- orden al acto ?
posición propiamente dicha se divide en
contraposición al hábito de dos maneras: l.° Parece que el hábito no implica
1. como lo perfecto y lo imperfecto de
a
orden al acto : porque « cada ser obra,
la misma especie, de modo que conserve » según que está en acto » ; pero dice
su nombre genérico de disposición, cuan- Aristóteles ( D e anima, 1. 3 , t. 8 ) que
do es adjunta imperfectamente, pudiendo « cuando uno se hace sabio por el há-
dejar de estarlo con facilidad; y hábito, » bito, está también entonces en poten-
cuando se halla perfectamente inherente, » cia ( 1 ) , aunque de distinta manera que
y no pueda fácilmente perderse, pasando » antes de aprender » . L u e g o el hábito
así la disposición á hacerse hábito, como no implica relación del principio al acto.
el niño se hace hombre ; 2. como diver-
a

2.° L o que entra en la definición de


sas especies de un género subalterno, de una cosa, la conviene per se; y « el ser
modo que se llamen disposiciones aque- » principio de acción » entra en la defini-
llas cualidades de la primera especie, á ción de la potencia, como consta ( M e t .
las que conviene según su propia razón el
perderse con faoilidad, por tener causas (1) Para serlo ó para saber más ú otras cosas, y aun las
transmutables, como la enfermedad y la mismas ya sabklas puede saberlas con mayor profundidad y
precisión.
320 CUESTIÓN XLIX. — ARTÍCULOS III Y IV.

1. 5, t. 1 7 ) : luego el ser principio del naturaleza ) , « y a por relación á otro » ,


acto conviene per se á la potencia. Mas ó s e a , en orden al fin. H a y empero
lo que existe per se, es el principio (1) ciertos hábitos, que aun por parte del
en cada género. L u e g o , si también el há- sujeto, en que existen, primera y princi-
bito es principio del acto, sigúese que es palmente importan orden al acto; puesto
posterior á la potencia; y en este caso no que, como se ha dicho ( a. 2 ) , el hábito
será la primera especie de cualidad el há- implica primeramente y per se una rela-
bito ó la disposición (2). ción con la naturaleza de la cosa. Si pues
3.° L a salud algunas veces es un há- la naturaleza del ser, en que reside el
bito, y de la misma manera la flaqueza hábito, consiste en el orden mismo con el
y la hermosura; cosas (ó cualidades) a c t o ; sigúese que el hábito implica prin-
que no se dicen por relación al acto. L u e - cipalmente orden al acto: y , siendo evi-
g o no es de la esencia del hábito el ser dente que la naturaleza y noción de la
principio del acto. potencia es que sea principio del a c t o ; de
Por el contrario, dice San Agustín aquí se infiere que todo hábito, que es
(1. D e bono conjugali, c. 21) que «el há- propio de alguna potencia como de su
» bito es por el que se hace algo, cuando sujeto, implica principalmente orden al
» hay necesidad» (3), y el comentador acto.
dice ( D e anima, 1. 3 , comment. 18) que A l argumento 1.° diremos, que el há-
» el hábito es por el que uno obra, cuando bito es cierto acto, en cuanto es una cua-
» quiere ». lidad, y según esto puede ser principio
Conclusión. El hábito importa en su de operación ; pero está en potencia con
propia noción [1] orden directa y prima- respecto á la operación: y de aquí el lla-
riamente á la naturaleza del objeto, y marse el hábito « acto primero » y la ope-
consiguientemente á la operación como ración « acto segundo » , como consta
fin de la misma ó conducente á él; y todo ( D e anima, 1. 2, t. 5 ).
hábito [2] en concepto de sujeto de alguna A l 2.° que no es de la esencia del há-
potencia entraña principalmente orden bito el referirse á la potencia, sino á la
al acto. naturaleza: y , como la naturaleza pre-
R e s p o n d e r e m o s , que el tener orden al cede á la acción, á la que se refiere la
acto puede ser propio del hábito, ya en potencia; por eso el hábito se considera
concepto de hábito, ya por razón del su- como una especie de cualidad con priori-
j e t o , en quien reside el hábito. Por razón dad sobre la potencia.
del hábito (mismo) todo hábito se ordena A l 3.° que la salud se dice hábito ó
en algún modo al acto; pues es de esen- disposición habitual por relación á la na-
cia del hábito el llevar en sí cierta habi- turaleza, como dejamos dicho ; pero, en
tud en orden á la naturaleza de la cosa, cuanto la naturaleza es el principio del
según que conviene ó no conviene. Pero acto, implica por consiguiente orden al
la naturaleza de la cosa, que es el fin de acto. Por esta razón dice el Filósofo ( D e
la generación, se ordena también ademas historia animalium, 1. 10, c. 1 ) que « se
á otro fin, que ó es una operación ó al- » dice que el hombre ó un miembro está
guna cosa operada, á la que uno llega » sano, cuando puede llenar las funciones
por medio de la operación. P o r consi- » del que está en salud » ; y así de los
guiente el hábito no solo implica orden á demás.
la naturaleza misma de la cosa, sino tam-
bién consiguientemente á la operación, en
ARTÍCULO IV.— E S necesario que haya
cuanto es el fin de la naturaleza ó con-
hábito ?
ducente á este fin. P o r esta misma razón
( M e t a p h . 1. 5, t. 25) se dice en la defini- l.° Parece que no es necesario que
ción del hábito que « es una disposición, haya hábito : porque los hábitos son, por
» según la cual se dispone bien ó mal lo
los que algo se dispone bien ó mal á una
» dispuesto, y a en s í » (esto e s , según su
cosa, como lo hemos dicho (a. 2). Pero se

(1) Lo primero con prioridad metafísica, lógica y aun cro- (3) Y puede hacerse, cuando se quiera : añade San Aguslm
nológica. mismo de acuerdo con Averróes, citado á continuación.
(2) Contra lo establecido en el precedente artículo 2.°.
CUESTIÓN X L 1 X . — A R T Í C U L O IV. 321

dispone algo bien ó mal por su forma, se- te) para (sola) esa, tampoco tiene lugar
gún la cual una cosa es un bien, como es en esto la disposición y el hábito, porque
un ente. L u e g o ninguna necesidad hay de el tal sujeto tiene por su naturaleza la
hábitos. habitud debida á tal a c t o ; por lo cual, si
2.° E l hábito implica orden al acto. un cuerpo celeste está compuesto de ma-
Mas la potencia implica el principio del teria y forma, no existiendo aquella ma-
acto suficientemente, pues aun las poten- teria en potencia por relación á otra for-
cias naturales sin los hábitos son princi- ma según lo dicho ( P . 1. C. 66, a. 2 ) , no
a

pios de los actos. L u e g o no fue necesario es susceptible de disposición ó hábito á


que hubiese hábitos. la forma ni aun á la operación, puesto
3.° A s í como la potencia se refiere al que la naturaleza del cuerpo celeste no
bien y al mal, así también el hábito; y está en potencia sino para un movimiento
así como la potencia no siempre obra, así determinado ; 3 . que concurran muchas
a

tampoco el hábito. L u e g o , existiendo las (circunstancias) á disponer el sujeto á


potencias, ha sido supérfiuo que haya una de aquellas cosas, respecto de las que
hábito. está en potencia, las cuales pueden me-
Por el contrario, los hábitos «soncier- dirse de diversos modos; de suerte que
» tas perfecciones », como se dice ( P h y s i c . así se disponga bien ó mal á la forma y
1. 7, t. 17 y 18) (1). Pero la perfección á la operación: por consiguiente á las
es muy necesaria á una cosa, puesto que cualidades simples de los elementos, que
tiene razón de fin. L u e g o fue necesario convienen á sus naturalezas de una ma-
que hubiese hábitos. nera única y determinada, no las denomi-
Conclusión. Es necesario que haya namos disposiciones ó hábitos, sino sim-
hábitos; mas no en Dios, ni en los seres ples cualidades; al paso que sí llamamos
determinados á operación ú objeto Jijo, disposiciones ó hábitos á la salud, her-
como es el cielo. mosura y otras á este tenor, que implican
Responderemos que, como se ha dicho cierta común medida de muchas cosas,
(a. 2 y 3 ) , el habito implica cierta dispo- que pueden medirse de distintos modos.
sición en orden á la naturaleza de la co- Por lo cual dice el Filósofo ( M e t a p h . 1.
sa, y á la operación ó fin de ella, según 5, t. 24 y 2 5 ) que ce el hábito es una dis-
la cual (2) algo se dispone bien ó mal »posición»; y disposición es « e l orden de
á esto ( 3 ). M a s , para que algo ne- » l o que tiene partes, y a según el lugar ó
cesite disponerse para otro, requiérense » según la potencia ó la especie » , como
tres condiciones: 1. que lo que se dispo-
a se ha dicho (a. 1, al 3.?): y , como hay
ne sea distinto de aquello, á que se dispo- muchos de los entes, á cuyas naturalezas
ne, hallándose con respecto á ello como y operaciones necesariamente deben con-
la potencia al a c t o ; y por consiguiente, currir muchas cosas, que pueden medirse
si hay un ser, cuya naturaleza no sea de diversos modos; hé aquí porqué es
compuesta de potencia y acto y cuya necesario que haya hábitos.
sustancia es su propia operación y que A l argumento 1.° diremos que por la
existe por sí mismo, no cabe en él hábito forma se perfecciona la naturaleza de la
ó disposición, como es evidente en cuanto cosa, pero es preciso que en orden á la
á Dios ; 2 . que lo que está en potencia
a
misma forma se prepare el sujeto con
por relación á otra c o s a , pueda determi- alguna disposición; mas luego la misma
narse de muchas maneras y en orden á forma se ordena ulteriormente á la ope-
diversos (fines ú objetos); y así, si algo ración, que es ó el fin ó la via al fin. Y ,
está en potencia por relación á otra cosa, si la forma tiene determinadamente tan
no estándolo empero sino (esclusivamen- solo una operación determinada, ninguna

(lj Habla solo aquí del hábito referido ó encaminado al el códice de Tarragona y la mayoría de las ediciones. Las de
bien ; aunque bien puede ampliarse aun á los predispuestos Pádua y Roma sin embargo escriben ad altcrim (respecto de
al mal, como en el lenguaje ordinario suele decirse de uno otro); mas no vemos la razón de tal limitación, á pesar de la
que es (por ejemplo) « un perfecto ladrón». locución siguiente disponi ad allcram en la ilación : por lo cual
(2) Secundum quam, refiriéndose á la «disposición», según preferimos traducir con la amplitud insinuada en la forma ad
el códice de Alcañiz y el mayor número de las ediciones más Iwc. Píicolai pone ad hunc (á este) ó en orden á persona indivi-
conocidas y correctas. Algunos ponen quem, referido á finem. dualizada, lo que tampoco nos parece bastante justificado ni
(3) Aliquid ad Iwc, á determinada operación ú objeto, según aceptable.
SUMA TEOLÓGICA TOMO U 31
322 CUESTIÓN X L I X . — A R T Í C U L O IV.

otra disposición se requiere para la ope- queda dicho; y por esto las fuerzas na-
ración ademas de la misma forma : pero, turales no ejercen sus operaciones me-
si la forma es t a l , que puede operar de diando algunos hábitos, porque están de-
distintos m o d o s , como lo es el alma; es terminadas en sí mismas á un objeto
preciso que se disponga á sus operaciones único.
por medio de algunos hábitos. A l 3.° que no se refiere un mismo há-
A l 2.° que la potencia se refiere algu- bito al bien y al mal, según se demostra-
nas veces á muchos (objetos), y por lo rá más adelante (C. 54, a. 3 ) ; mientras
tanto es preciso que se determine por al- que la misma potencia se refiere al bien
guna otra cosa. P e r o , si hay una poten- y al m a l : y por consiguiente los hábitos
cia, que no lo sea respecto de muchos, no son necesarios, para determinar las po-
necesita de hábito determinante, como. tencias al bien.

C U E S T I Ó N L.

Sujeto de los hábitos i ) . (

Vamos á t r a t a r del sujeto de los hábitos en estos seis artículos. l.° Existe algún.hábito en'el cuerpo?
— 2.° El alma es el sujeto del hábito según su esencia, ó según su potencia? — 3.° Puede existir algún
hábito en las potencias de la parte sensitiva ? — 4.° Hay algún hábito en el entendimiento mismo? —
5.° Y en la voluntad ? — 6.° Y en las sustancias separadas ?

ARTÍCULO I. — Hay a i g u n hábito c u ei puesto que son naturales. L u e g o no pue-


cuerpo ? de existir hábito alguno en el cuerpo.
2.° Todas las disposiciones naturales
l.° Parece que en el cuerpo no existe son fácilmente m o v i b l e s ; y el hábito es
hábito a l g u n o : porque, como dice el C o - una cualidad difícilmente movible. L u e g o
mentador ( D e anima, 1. 3 , t. 18), ce el há- ninguna disposición corporal puede ser
abito es por el que alguno obra, cuan- hábito.
3>do ( 2 ) quiere» ; y las acciones corpo- 3.° Todas las disposiciones corporales
rales nó están sometidas á la voluntad, están sujetas á alteración, la cual no está

(i) Siendo el hábito el fin ó término del acto ó serie de ac- racionales, honestos y rectos ó plausibles; y por consiguien-
tos conducentes á habituarse y de la habitud ó disposición te : 1.° que los hábitos residen propia y principalmente en el
por ellos adquirida, ó (como dice técnicamente el C, Cayeta- alma, y solo secundariamente en los órganos corpóreos de sus
no) de la habituación y do lo habituado; claro es que á la potencias ; 2.° que sin embargo la asuafaccion ó costumbre ha-
verdadera noción de hábito se asocia inseparablemente la de bitual habilita los miembros para su fácil actuación , como es
costumbre, sin la que por lo mismo no se concibe ni puede de observar en los músicos y otros artistas en la ejecución
darse hábito propiamente dicho. Así es que no basta para su espedita y aun casi sin atención de sus ejercicios respecti-
formación una reiterada serie de actos meramente naturales, vos ; 3.° que es muy interesante la distinción de los hábitos
sino que supone imprescindiblemente voluntariedad : pues, ad naturam y ad operafionem , imperfectos aquellos y que á lo
por muchas y frecuentes veces que una piedra (por ejemplo) sumo debieran llamarse disposiciones habituales (parecidas á
se lance hacia arriba, jamás contraerá la costumbre ni por hábitos ó participantes de su noción únicamente, por lo que
consiguiente el hábito (disposición ó facilidad) de elevarse tienen ó tengan de sumisión á la razón propia ó estrañaj ; y
por sí misma : lo cual comprueba hasta la evidencia la exac- estotros perfectos y propia y eselusivamente tales en virtud
titud de Averróes, en adicionar la definición del hábito, quo y por efecto de su racionalidad ó voluntariedad. Compréndese
quis operatur, con la condición imprescindible cum vult, « por desde luego la importancia suma de estas observaciones, que,
» el que uno obra, cuando quiere». De aquí se infiere que los cstractadas de los comentarios del C Cayetano, concretan no
seres tanto más se aproximan á su capacidad de contraer há- poco la significación atribuida á la palabra hábito en la no-
bitos, cuanto más participan de la racionalidad ; llegando al- ta 1, pág. 31ü, y por lo mismo facilitan la recta y precisa
gunos á ser susceptibles de educación, cuyo fin principales adjudicación de hábitos al sujeto más ó menos propiamente
la transformación de los instintos espontáneamente naturales capaz do ellos.
y do las tendencias inconvenientes en hábitos más ó menos (2) Ténganse presentes las notas 3, pág. 320, y 1, pág. 322.
CUESTIÓN L . — A R T Í C U L O I. 323

sino en la tercera especie de cualidad (1), tud á las operaciones del alma. P e r o , si
que se divide contra el hábito. L u e g o hablamos de la disposición del sujeto á
ningún hábito existe en el cuerpo. la forma, en este caso la disposición ha-
Por el contrario, Aristóteles (in Prse- bitual puede existir en el cuerpo, el cual
dicamentis, c. De qual.) dice que ce la sa- es al alma lo que el sujeto á la forma ; y
» lud del cuerpo ó la enfermedad incura- de este modo la salud, la belleza y se-
» ble se llama hábito». mejantes (cualidades) se llaman disposi-
Conclusión. Ningún hábito [ 1 ] en su ciones habituales : sin embargo no tienen
concepto de disposición del sujeto á la perfectamente el verdadero carácter de
operación puede residir principalmente hábitos, por cuanto sus causas son por su
en el cuerpo como en tal sujeto: los hábi- propia naturaleza de fácil transmutación.
tos [ 2 ] ó disposiciones habituales á la Alejandro empero opinó que en manera
operación del alma mediante el cuerpo ninguna existía en el cuerpo el hábito ó
residen primariamente en el alma, y pue- la disposición de la primera especie, co-
den secundariamente hallarse en el cuer- mo refiere Simplicio (Comm. prasd. in c.
po ; y [ 3 ] como habitual predisposición De qual.); sino que (decia) la primera
del sujeto á la forma puede el hábito re- especie de la cualidad pertenecía esclu-
sidir principalmente en el cuerpo, como sivamente al alma ; y lo que dice Aristó-
en su propio sujeto. teles (in Prted.) sobre la salud y la en-
Responderemos que, como se ha dicho fermedad, no lo aduce en concepto de
C 49, a. 2, 3 y 4 ) , el hábito es cierta dis- que pertenezcan á la primera especie de
posición de algún sujeto existente en po- cualidad, sino por via de ejemplo; que-
tencia para la forma ó á la operación : y riendo significar que, así como la enfer-
por lo tanto, según que el hábito implica medad y la salud pueden ser fácil ó difí-
disposición á la operación, ningún hábito cilmente alterables, igualmente las cua-
existe principalmente en el cuerpo, como lidades de la primera e s p e c i e , que se
en su sujeto; pues toda operación del llaman hábito y disposición. P e r o esto
cuerpo ó proviene de una cualidad natu- consta ser contra la intención de Aristó-
ral del mismo, ó del alma, que lo mueve. teles , y a porque se sirve del mismo len-
Así que en cuanto á aquellas operacio- guaje, cuando cita como ejemplos la salud
nes, que provienen de la naturaleza, no y la enfermedad, la virtud y la ciencia;
se dispone el cuerpo por algún hábito, y a porque ( P h y s . 1. 7, t. 17) cuenta es-
puesto que las fuerzas naturales son de- presamente entre los hábitos la hermosu-
terminadas á un solo (objeto); y y a que- ra y la salud.
da sentado (C. 4 9 , a. 4) que se requiere Al argumento 1.° diremos que aquella
disposición habitual, cuando el sujeto objeción procede del hábito, según que
está en potencia con relación á muchas es disposición para la operación, y de los
cosas. Mas las operaciones, que provienen actos del cuerpo, que provienen de la na-
del alma por medio del cuerpo, son en turaleza; mas no de los que provienen
verdad principalmente propias del alma, del alma, y cuyo principio es la volun-
pero secundariamente del mismo cuerpo: tad (2).
y, como los hábitos son proporcionados á A l 2.° que las disposiciones corporales
las operaciones, por cuya razón ce de ac- no son difícilmente movibles de una ma-
»tos semejantes se originan hábitos se- nera absoluta en virtud de la mutabilidad
Bmejantes» ( E t h i c . 1. 2 , c. 1 y 2 ) ; por de las causas corporales : sin embargo
eso las disposiciones á tales operaciones pueden serlo por comparación á tal sujeto;
existen principalmente en el alma; pero esto e s , porque durante este no pueden
en el cuerpo pueden existir secundaria- removerse, ó porque son difícilmente mo-
mente, esto e s , en cuanto el cuerpo se vibles por comparación á otras disposicio-
dispone y se habilita á servir con pronti- nes ; mientras que las cualidades del alma

(1) Es una (lo las cualidades de la 3." especie, y el hábito tervencion de la voluntad ; y concretándose en la menor á los
la décima de las categorías ó predicamentos, entre los que la actos corpóreos independientes de esta y meramente elícitos
cualidad ocupa el 4.° lugar (T, 1.", pág. 42, nota 3). por la naturaleza : para aplicar la solución respectiva á unos
(-) lleíinéndose en la mayor de sus dos premisas al'hábilo y otros con espresa distinción. Tal es la autorizada interpre-
propiamente dicho, romo dispositivo de la operación con in- tación del 1'. Kicolai.
324 CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS Y II.

son en absoluto difícilmente movibles á por parte de la forma misma, sino por la
causa de la inmovilidad del sujeto. P o r diversa participación del mismo sujeto ; y
consiguiente no dice que la salud difícil- así no se diversificarían por esto las espe-
mente movible de una manera absoluta cies de la cualidad.—En vista pues de
sea un hábito, sino que es como un hábito todo esto opinamos de otra manera, que,
según el testo griego ( 1 ) . Sin embargo como hemos dicho ( C . 4 9 , a. 2 al 1.°),
las cualidades del alma se llaman hábitos la medida de las mismas cualidades pasi-
de una manera absoluta. bles según su conveniencia á la natura-
A l 3.° que las disposiciones corporales leza tiene carácter de disposición; y por
comprendidas en la primera especie de lo tanto, hecha la alteración relativamente
c u a l i d a d , como algunos las han incluido, á estas cualidades pasibles, que son lo cá-
difieren de las cualidades de la tercera lido, lo frió, lo húmedo y lo seco ( 4 ) , se
especie, en que estas están como en vias produce por consiguiente la alteración de
de producirse (in Jieri) y como en movi- la enfermedad y de la salud. Pero la al-
miento, de donde les viene el nombre de teración no se refiere primitivamente y
pasiones ó cualidades pasibles; mas, cuan- por sí misma á estos hábitos y disposi-
do y a hayan llegado á la perfección como ciones.
á la especie, entonces y a están en la pri-
mera especie de cualidad. Pero esto lo A R T Í C U L O I I . — ¿ E I aima es ci sujeto
desaprueba Simplicio (Comm. Prasd. c. del hábito según su esencia, ó según su po-
De qual.), porque según esto la calefac- tencia 1
ción estaría en la tercera especie de cua-
l i d a d , mientras que el calor en la primera; 1.° Parece que el hábito existe en el
pero Aristóteles coloca el calor en la ter- alma según la esencia más bien que según
cera. P o r esto dice Porfirio (2) como la potencia : porque las disposiciones y
refiere Simplicio (ibid.) que « l a p a s i ó n ó los hábitos se dicen tales en orden á la
«cualidad pasible y la disposición y el naturaleza (5), como se h a dicho ( C . 49,
«hábito» difieren en los cuerpos según la a. 3) ; y se considera la naturaleza más
intensidad ó remisión: puesto que, cuando bien según la esencia del alma que según
algo recibe el calor siendo solamente ca- sus potencias, toda vez que el alma es
lentado, sin que á su vez pueda calentar; según su esencia la naturaleza de tal cuer-
entonces h a y p a s i ó n , si este estado es po (6) y su forma. L u e g o los hábitos
transitorio, y cualidad pasible, si es per- están en el alma según su esencia, y no
manente : pero, si es constituido en apti- según la potencia.
tud de poder también calentar á otro, en 2.° N o hay accidente de otro accidente,
este caso h a y disposición : y , si llega más y el hábito es cierto accidente. P e r o las
adelante hasta ser difícilmente mudable, potencias del alma son del género de los
habrá ya h á b i t o , siendo así la disposición accidentes, como queda dicho ( P . 1. , C. a

cierta intensidad ó perfección de la pasión 77, a. 1). L u e g o el hábito no existe en el


ó de la cualidad pasible, mientras que el alma por razón de su potencia.
hábito (3) de la disposición. Pero esto lo
3.° E l sujeto es antes que lo que existe
rechaza Simplicio, por cuanto tal inten-
en él. P e r o el hábito, perteneciendo á la
sidad y remisión no implican diversidad
primera especie de la cualidad, es antes

(1J Cuya genuina versión latina es velut habitum appellare de ser alterado ó cercenado en ella.
aliquispossil,«que pueda alguno llamarla como hábitow, á la (4) No como únicas, sino que son las más notables y comu-
afección (morbosa) que, convertida en cierto modo en natura- nes, y en tal concepto las primeras y como radicales princi-
leza, ha llegado á hacerse incurable, según allí mismo se dice pios de todas las demás, que varían ó se modifican según la
poco antes. diversa combinación é influencia de esas.
(2) El autor de cierta introducción (Isagoges) á las catego- (5) Según que la son convenientes ó no.
rías de Aristóteles ; en cuyo libro empero no se encuentra lo (G) Físico y orgánico, como constituido de varias potencias
que Simplicio le a.ribuye, aunque sí en algún otro hoy per- operativas á manera de instrumentos materiales; á diferencia
dido ó desconocido. Lo que sí se repite varias veces en la ci- del cuerpo matemático ó geométrico, constituido por las solas
tada Isagoge (c. 3, 10 y 13) es que «algunos accidentes su- dimensiones abstractas, del que no es el alma forma ni natu-
» fren ó son susceptibles de intensidad y atenuación alterna- raleza : y también debe entenderse al propio tiempo del cuer-
»tivas ». Nicolai. po de cada individuo determinado ó singular, del que el alma
(3) Entiéndase que « el hábito á su vez y propiamente tal es la forma sustancial, según tiene demostrado en la 1. Parte
a

» es la perfección de la disposición », ó la disposición en su (C. 75, a. 5). Véase allí la nota 2, pág. 587.
mayor grado de intensidad y eficacia con la adjunta dificultad
CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS II Y I I I . 855

que la potencia, que pertenece á la se- ma y naturaleza, á la que alguno se dis-


gunda especie. L u e g o el hábito no existe pone.
en la potencia del alma como en su sujeto. A l 2.° que el accidente per se no puede
Por el contrario, Aristóteles (Ethic. ser sujeto de accidente : m a s , como tam-
1. 1, c. ult.) coloca los diversos hábitos bién en los mismos accidentes hay cierto
en las diversas partes del alma. orden; el sujeto, según que está bajo un
Conclusión. El hábito [ 1 ] , considerado accidente, se entiende que es el sujeto de
en orden á la naturaleza humana, no otro : y así se dice que un accidente es
puede hallarse en el alma : referido [2] á sujeto de otro, como la superficie (lo es)
la naturaleza divina, de la que puede el del color; y de este modo la potencia pue-
hombre participar, cabe admitirse en el de ser sujeto del hábito.
alma según su esencia algún hábito, cual A l 3.° que el hábito se antepone á la
es la gracia; y en orden á la operación [3] potencia, según que implica disposición
el hábito reside en el alma según sus po- á la naturaleza : mas la potencia siempre
tencias. implica orden á la operación, la cual es
Responderemos que, como se ha di- posterior, puesto que la naturaleza es el
cho ( C . 4 9 , a. 2 y 3 ) , el hábito implica principio de la operación. Pero el hábito,
cierta disposición en orden á la naturaleza del que la potencia es el sujeto, no im-
ó á la operación. Si pues se considera el plica orden á la naturaleza, sino á la ope-
hábito, según que tiene un orden á la na- ración ; y por consiguiente es posterior á
turaleza ; en este concepto no puede exis- la potencia. O puede decirse que el há-
tir en el alma, tratándose de la natura- bito se antepone á la potencia, como l o
leza humana, puesto que el alma misma completo á lo incompleto y el acto á la
es la forma completiva de la naturaleza potencia; pues el acto naturalmente es
humana. P o r consiguiente según esto me- anterior, aunque la potencia lo sea en el
jor puede existir algún hábito ó disposi- orden de la generación y del tiempo, se-
ción en el cuerpo por relación al alma, gún se dice (Metaph. 1.7 y 9 , 1 . 1 3 ; y 1. 7,
que en el alma por relación al cuerpo. t. 17).
Pero, si se trata de alguna naturaleza
superior, de la que el hombre puede ser A R T Í C U L O I I I . — ¿Pnc«ie existir aignn
partícipe, según aquello ( i l P e t . 1 , 4 ) , Iiáliito e n l a s potencias de l a parte s e n s i -
para que seamos conformes á la natura- tiva ?
leza divina ( 1 ) ; en este caso nada im-
pide que en el alma según su esencia haya l.° Parece que en las potencias de la
algún hábito, á saber, la gracia, como parte sensitiva no puede existir hábito
se dirá más adelante ( C . 110, a. 4). Si en alguno : pues, así como la potencia nu-
fin se considera el hábito en orden á la tritiva es una parte irracional, así tam-
operación, así principalmente los hábi- bién la sensitiva; y en las potencias de
tos se encuentran en el alma, en cuanto la parte nutritiva no se admite hábito
esta no es determinada á una sola opera- alguno (2). L u e g o tampoco en las po-
ción, sino que puede ejecutar muchas : lo tencias de la parte sensitiva debe fijarse
cual se requiere para el hábito, como se hábito alguno.
ha dicho ( C . 4 9 , a. 4) : y , puesto que el 2.° L a s partes sensitivas son comunes
alma es el principio de las operaciones á nosotros y á las bestias. P e r o en estas
por sus potencias, por eso según esto los no existen hábitos a l g u n o s ; porque no
hábitos existen en el alma según sus po- hay en ellas voluntad, la cual entra en la
tencias. definición del hábito, según queda dicho
A l argumento 1.° diremos que la esen- ( C . 4 9 , a. 3) (3). L u e g o no existen h á -
cia del alma pertenece á la naturaleza bitos en las potencias sensitivas.
humana, no como sujeto, que se debe dis- 3.° Son hábitos del alma las ciencias y
poner á alguna otra c o s a ; sino como for- las virtudes; y , así como la ciencia se

(1J La Vulgata dice : M Í . . . efficìamini divinai consortes naturai, (2) Por cuanto funcionan solo naturalmente sin interven-
« para que... seáis hechos participantes de la naturaleza di- ción de la voluntad, según lo espuesto en la nota 1, pág. 322,
»vina», Véase en el T. 1.° la nota 1 de su pág. 205, (3) Véase la nota 1, pág. 322,
326 CUESTIÓN L. — ARTÍCULO IIÍ.

refiere á la facultad aprensiva, así la vir- hábitos ordenados á las operaciones : pero
tud á la potencia apetitiva. P e r o en las sí algunas disposiciones en orden á la
potencias sensitivas no hay ciencia algu- naturaleza (2), como la salud y la her-
n a , puesto que esta tiene por objeto las mosura. M a s , como los animales brutos
cosas universales, que las potencias sen- á influjo de la razón del hombre se habi-
sitivas no pueden percibir. L u e g o tam- túan en cierto modo á la aptitud de obrar
poco los hábitos de las virtudes pueden de tal ó cual m a n e r a , puédense en este
existir en las partes sensitivas. sentido admitir en ellos ciertos como há-
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles bitos. P o r esta razón dice S. A g u s t í n
(Ethic. 1. 3, c. 10) que «algunas virtudes (Qq. 1. 83, q. 36) que « vemos á las bes-
» (como la templanza y la fortaleza) son » tias más feroces abstenerse de los ma-
apropias de las partes irracionales». lí yores placeres por miedo á los dolores:
Conclusión. No hay hábitos en las po- » y, cuando y a han adquirido tal cos-
tencias sensitivas [1], como ni en las na- »tumbre, llámanlas domesticadas y man-
turales , en cuanto obran por natural » sas » . Sin embargo les falta la esencia
instinto; pero funcionando bajo el im- del hábito en cuanto al uso de la volun-
perio de la razón, sí son susceptibles de tad ; puesto que no tienen dominio de
hábitos, que las dispongan á actuar bien usar ó no usar, lo cual parece pertenecer
ó mal. á la esencia del h á b i t o : y por lo tanto,
R e s p o n d e r e m o s , que las potencias sen- hablando con propiedad, no pueden exis-
sitivas pueden considerarse de dos mane- tir hábitos en ellos.
ras : 1 . según que operan por instinto
a
A l 3.° que « e l apetito sensitivo ha sido
de la naturaleza; y 2. actuando por el
a
» hecho para ser movido por el apetito
imperio de la razón. A s í pues, según que » racional», como se dice ( D e anima. 1. 3,
funcionan por instinto de la naturaleza, t. 57) ; mientras que las potencias racio-
se ordenan á un solo objeto como las na- nales aprensivas tienen natural aptitud
turalezas (mismas); y por lo t a n t o , así para recibir de las potencias sensitivas.
como en las potencias naturales no hay P o r lo tanto es más conveniente que los
hábito alguno, así tampoco en las poten- hábitos residan en las potencias sensitivas
cias sensitivas, según que obran por ins- apetitivas, que en las potencias sensitivas
tinto de la naturaleza : pero en cuanto aprensivas; puesto que en las potencias
actúan por el imperio de la razón , pue- sensitivas apetitivas no hay hábitos, sino
den referirse á diversos objetos, y por lo según que obran por el imperio de la ra-
mismo pueden existir en ellos algunos zón : aunque también pueden admitirse en
hábitos, por los que se disponen bien ó las potencias interiores sensitivas aprensi-
mal á algo. vas algunos hábitos, que contribuyen á
A l argumento 1.° diremos, que las facilitar en el hombre la memoria, ó el
fuerzas de la parte nutritiva no obedecen pensamiento ó la imaginación. P o r esta
naturalmente (1) al imperio de la razón, razón también dice Aristóteles ( D e me-
y por lo tanto no hay en ellas hábitos al- moria et reminisc. c. 2) que « la costum-
gunos : pero las sensitivas por su natura- » bre ayuda mucho á recordar b i e n , por
leza se someten al imperio de la razón, y » cuanto también estas fuerzas se mueven
pueden por lo tanto existir en ellas algu- » á obrar por el imperio de la razón » .
nos hábitos; p u e s , según que obedecen á Mas las potencias aprensivas esteriores,
la r a z ó n , se dicen en cierto modo racio- como la vista y el oido y o t r a s , no son
nales (Ethic. 1. 1, c. últ.) susceptibles de algunos hábitos; sino que
según la disposición de su naturaleza se
A l 2.° que las fuerzas sensitivas en los
ordenan á sus actos determinados : así
animales brutos no obran por el imperio
como los miembros del c u e r p o , en los
de la razón ; sino que , abandonados á sí
que no h a y hábitos; y sí más bien en las
mismos , obran por instinto de la natura-
potencias que imperan su movimiento.
leza : así es que no existen en las bestias

(l) Tanto es así, que aun durante el sueño y en los sínco- nténos actividad.
pes, cuando todas las demás (inclusas las sensitivas inferio- (2) A la perfección y ornato dé la naturaleza. Véase la
res) cesan de funcionar, continúan actuando ellas con más ó nota 1, pág. 322.
CUESTIÓN L. — ARTÍCULO IV. 327

A R T Í C U L O I V . — Existe a i g u n u á i i U o e n Responderemos, que acerca de los há-


el entendimiento mismo ? bitos cognitivos han opinado algunos de
distinto modo. E n efecto : los que supo-
l.° Parece que en el entendimiento no nen que no h a y más que un entendi-
existen hábitos algunos : porque los há- miento posible en todos los hombres ( 3 ) ,
bitos son conformes á las operaciones, vénse obligados á admitir que los hábitos
como se ha dicho (a. 2). P e r o las opera- cognitivos no están en el entendimiento
ciones del hombre son comunes al alma y mismo , sino en las potencias interiores
al cuerpo , como se dice ( D e anima, 1. 1, sensitivas : porque' es evidente que los
t. 64 y sig.) L u e g o también los hábitos: hombres tienen hábitos diferentes, por
y , como « el entendimiento no es un acto cuya razón no se pueden hacer consistir
» d e l cuerpo» ( D e anima, 1. 3 , t. 6 ) ; directamente los hábitos cognitivos en
sigúese que el entendimiento no es sujeto que sea uno numéricamente común á t o -
de algún hábito. dos los hombres. P o r consiguiente , si él
2.° Todo lo que hay en un ser, está en entendimiento posible es numéricamente
él á manera de este, en el que está. P e r o uno en todos los hombres; los hábitos de
lo que es forma sin materia, es solamente las ciencias, en los que se diferencian los
acto; mientras que lo que está compuesto hombres, no podrán existir en el entendi-
de forma y materia, tiene potencia y á la miento posible como en su sujeto ; sino
vez acto. L u e g o en aquello, que solo es que existirán en las potencias interiores
forma, no puede haber cosa alguna, que sensitivas, que varían en los diversos in-
esté á l a v e z en potencia y en acto ; sino dividuos. P e r o esta hipótesi es en primer
únicamente en lo que está compuesto de lugar contraria al pensamiento de Aris-
materia y forma. E s así que el entendi- tóteles : porque es evidente que las p o -
miento es forma sin materia. L u e g o el tencias sensitivas no son racionales por
hábito, que tiene potencia y acto junta- esencia, sino solo por participación, como
mente , como medio existente entre am- se dice ( E t h . 1. 1, c. ú l t . ) ; y sin embargo
bos , no puede estar en el entendimiento; Aristóteles coloca las virtudes intelec-
y sí solo en el conjunto, que es compuesto tuales, que son la sabiduría, la ciencia y
de alma y de cuerpo. el entendimiento, en lo que es racional
3.° E l hábito es « una disposición, se- por esencia: de consiguiente no existen
» gun la que se dispone uno bien ó mal en las potencias sensitivas, sino en el en-
» para algo » ( 1 ) ( Metaph. 1. 5, t. 2 5 ) . tendimiento mismo. También dice espre*
Pero el que uno esté bien ó mal dispuesto sámente ( D e anima, 1. 3 , t. 8 y 1 8 ) que
para el acto del entendimiento , proviene «: el entendimiento posible » , cuando se
de alguna disposición del cuerpo; por hace « cada una de las cosas » , esto es,
cuya razón también se dice ( D e anima, cuando se reduce al acto de cada una por
1. 2 , t. 9 4 ) que « l o s que tienen carnes medio de las especies inteligibles, ce entón-
» tiernas, parecen de más apta inteligen- » ees se constituye en acto », al modo que
» cia» ( 2 ) . L u e g o los hábitos cognitivos el que sabe se dice hallarse en a c t o ; lo
no residen en el entendimiento, que está cual en verdad sucede, cuando uno puede
separado ; sino en alguna potencia, que es obrar por sí m i s m o , es decir, conside-
acto de alguna parte del cuerpo. rando : y en efecto también está enton-
ces en potencia en cierto m o d o , mas no
Por el contrario, Aristóteles ( Ethic.
absolutamente como antes de aprender ó
1. 6, c. 2, 3 y 1 0 ) coloca « la ciencia , la
averiguar. L u e g o el mismo entendimiento
» sabiduría y la inteligencia » , que es- el
posible existe en el que existe el hábito
hábito de los principios, en la parte mis-
de la ciencia, con el que puede contem-
ma intelectiva del alma.
plar aun cuando (de hecho) no medita.
Conclusión. El hábito, en cuya virtud E n segundo lugar dicha hipótesi es con-
se medita ó contempla, reside propia- traria á la verdad : p o r q u e , así como la
mente en el entendimiento.
(1) Más esplícitamentc en el c. 20, que lleva por epígrafe (3) Tales como Averróes, el comentador de Aristóteles, i
De habita, y en el que interpreta el hábito por disposición ya quien por lo mismo refuta de propósito en cuanto á la unidad
en el sujeto mismo, como la salud, ya respecto de otro, cual indivisa del entendimiento (1." P., C. 70, a. 2 : v. allí la nota
es la.virtud. 2, pág. 000, y la 4 de la pág. 598), atribuyéndole lo invención
(2) Véase en el Tomo 1.° la noto 1, pág. 008. del entendimiento único en todos los hombres.
328 CUESTIÓN L. — A R T Í C U L O S IV Y V.

potencia pertenece á aquel, de quien es la bito, que es medio entre la pura potencia
acción, sucede lo propio con el hábito; y, y el acto perfecto (2).
siendo actos propios del entendimiento el A l 3.° que, por cuanto las fuerzas
entender y el considerar, sigúese asimis- aprensivas preparan interiormente al en-
mo que el hábito, por el cual se conside- tendimiento posible el propio objeto ; de
ra, existe propiamente en el entendimien- la buena disposición de estas fuerzas, á
to mismo. la cual coopera la buena disposición del
A l argumento 1.° diremos, que han cuerpo, resulta el hombre hábil para en-
afirmado algunos, como refiere Simplicio tender: y.así el hábito intelectivo podrá
(Comment. Prsedicam. cap. De qualit.), existir secundariamente en esas fuerzas,
que , puesto que « t o d a operación del aunque reside principalmente en el en-
»hombre lo es en cierto modo del con- tendimiento posible.
j u n t o , como dice el Filósofo ( D e anima,
ARTÍCULO V . — n o y a i g u n hábito e n
lib. 1, t. 64 y s i g . ) ; ningún hábito es del
la voluntad ?
alma sola, sino del compuesto (1): de
donde se sigue que no hay hábito alguno l.° Parece que en la voluntad no hay
en el entendimiento, por cuanto este está hábito alguno: porque los que existen en
separado, como se colegía del indicado el entendimiento son especies inteligibles,
razonamiento. M a s esta razón no decide; por las cuales entiende en acto ; y, como
pues el hábito no es disposición del obje- la voluntad no obra por medio de algu-
to á la potencia, sino más bien disposi- nas especies, no es sujeto de ningún há-
ción de la potencia al objeto: por lo cual bito.
el hábito debe necesariamente estar en 2.° E n el entendimiento agente no se
la misma potencia, que es el principio del da hábito alguno, como en el entendi-
a c t o , y no en lo que se compara á la miento posible; porque es potencia acti-
potencia como su objeto. E l mismo acto va: y, como la voluntad es principalmen-
de entender no se dice ser común al alma te potencia activa, pues que mueve todas
y al cuerpo, sino por razón de la imagen las potencias á sus actos propios, según
sensible (phantasmatis), según se dice lo espuesto ( C . 9, a. 1) ( 3 ) ; se infiere
( D e anima, lib. 1, t. 66): y , siendo ma- que no hay en la misma hábito alguno.
nifiesto que esa imagen se compara al 3.° E n las potencias naturales no hay
entendimiento posible como objeto ( D e hábito alguno, porque por su naturaleza
anima, 1. 3, t. 3 y 3 9 ) ; infiérese de aquí están determinadas á a l g o : y, como la
que el hábito intelectivo está principal- voluntad por su naturaleza se ordena á
mente de parte del mismo entendimiento, dirigirse al bien ordenado por la razón;
y no de la imagen, que es común al alma no hay por lo mismo en ella hábito al-,
y al cuerpo. P o r lo tanto debe decirse guno.
que el entendimiento posible es sujeto Por el contrario: la justicia es cierto
del hábito; pues compete ser sujeto del hábito, y está en la voluntad; pues que es
mismo al que está en potencia para mu- «cierto h á b i t o , según el cual algunos
chas cosas, y esto compete sobre todo al » quieren y obran las cosas justas » (Ethic.
entendimiento posible : por cuya razón el 1. 5, c. 1). L u e g o la voluntad es sujeto
entendimiento posible es el sujeto de los de algún hábito.
hábitos intelectuales. Conclusión. Necesariamente debe atri-
A l 2.° que, así como la potencia para buirse á la voluntad algún hábito, como
el ser sensible conviene á la materia cor- el de la justicia, por el cual se disponga
poral, del mismo modo la potencia al ser bien á su propio acto.
inteligible conviene al entendimiento po- R e s p o n d e r e m o s , que toda potencia,
sible; y de consiguiente nada obsta que que de diversos modos (4) puede orde-
en el entendimiento posible exista el há- narse á obrar, necesita del hábito, con que
(1) Del hombre, compuesto de alma y cuerpo. por el entendimiento, al menos en cuanto á la especificación
(2) Participa de la potencia pura, en cuanto se ordena á la del acto y en concepto de principio formal, proponiéndola el
perfección del acto; y del acto perfecto en que informa en objeto; aunque la voluntad por su parte mueve también al
cierto modo á la potencia misma, constituyéndola actualmente entendimiento en su ejercicio, como principio eficiente, apli-
hábil ó apta para obrar. cando de hecho y á su manera el sujeto á la operación.
(3) Sin perjuicio de ser ella antes movida de algún modo (4) Es decir, bien ó mal.
CUESTIÓN L. — ARTÍCULOS V Y V i . 329

se disponga bien su a c t o ; y en tal caso ARTÍCTTLO V I . — Hay en los á n g e l e s


se halla la voluntad, como potencia ra- a l g ú n hánlto?
cional que es : por consiguiente hay que
admitir en la voluntad algún hábito, me- l.° Parece que en los ángeles no exis-
diante el cual se disponga bien para su ten h á b i t o s ; pues dice Máximo ( 3 ) co-
acto propio. A u n de la misma idea del mentador de San Dionisio, (al c. 7 D e
hábito se deduce que tiene cierto princi- coel. hier.) : « n o conviene pensar que
pal orden á la voluntad, según que « e s »existan virtudes intelectuales (esto es,
» aquello, de que alguno u s a , cuando » espirituales) á manera de accidentes,
»quiere» ( C . 4 9 , a. 3) (1). » como los hay en nosotros, en las divinas
A l argumento 1.° diremos que, así co- » ( e s decir, angélicas) inteligencias, de
mo en el entendimiento hay cierta espe- »modo que uno esté en otro como en su
cie, que es la semejanza del o b j e t o ; así » sujeto; puesto que están exentos de
también en la voluntad, y lo mismo en todo accidente». P e r o todo hábito es ac-
cualquier fuerza apetitiva, debe haber cidente : luego en los ángeles no hay
algo, que la incline á su objeto, puesto hábitos.
que el acto de la virtud apetitiva no es 2.° Como dice Dionisio ( D e coel. hier.
otra cosa que cierta inclinación, según lo c. 4 ) , «las santas disposiciones de las ce-
dicho (2). A s í pues para aquello, á que l e s t i a l e s esencias participan sobre todas
por naturaleza de la misma potencia se »las otras cosas de la bondad de D i o s » .
inclina suficientemente, no ha menester Mas lo que existe siempre por sí, es antes
cualidad alguna, que la incline : mas, co- y mejor que lo que existe por otro. L u e -
mo es necesario para el fin de la humana g o las esencias de los ángeles se perfec-
vida que la fuerza apetitiva se incline á cionan por sí mismas en su conformidad
algo determinado, á lo que no se inclina con Dios, y de consiguiente no por medio
por la naturaleza de la potencia, apta de hábitos; y esta parece ser la razón de
por sí para muchas y diversas cosas ; es San M á x i m o , quien añade (ibid.): «por-
preciso que en la voluntad y en las otras que, si fuese esto así, la esencia de estas
fuerzas apetitivas haya ciertas cualidades, »no permanecería ciertamente en sí mis-
que las inclinen, las cuales se llaman » m a , ni habría podido ser deificado por
hábitos. » s í , cuanto posible fuera».
A l 2.° que el entendimiento agente lo 3.° E l hábito es cierta disposición,
es esclusivamente, y de ningún modo pa- (Metaph. 1. 5, t. 2 5 ) ; y disposición, como
ciente ; mas la voluntad ( y cualquiera allí mismo se espresa, «es el orden de lo
fuerza apetitiva) mueve y es movida ( D e »que tiene partes». Siendo pues los án-
anima, 1. 3 , t. 5 4 ) . N o hay pues paridad geles sustancias simples, parece no haber
de razón respecto de uno y otra; porque en ellos disposiciones y hábitos.
el ser susceptible de hábito conviene á lo Por el contrario, dice San Dionisio
que está en cierto modo en potencia. ( D e coel. hier : c. 7) que « l o s ángeles de
A l 3.° que la voluntad por la misma » l a primera jerarquía se llaman abrasa-
naturaleza de la potencia se inclina al » dores ( 4 ) , y tronos, y efusión de la sa-
bien de la razón; m a s , como este bien se biduría ( 5 ) , con nombre manifestativo
diversifica de muchos modos, es preciso de los hábitos deiformes de los mismos».
que la voluntad sea inclinada á cualquier Conclusión. Solo pueden atribuirse
determinado bien de la razón por algún hábitos [1] á los ángeles en lo que hay
hábito, al que se deba la operación más en ellos de potencia, y esos son [2] de di-
pronta. verso carácter que los humanos; pues [3]

(1) Véase la nota 1, pág. 322. pues de haberle hecho arrancar la lengua y cortar las manos,
(2) C. G, a. 4, tratándose de la violencia ó coacción de la por su heroica oposición y lucha contra los herejes monoteli-
voluntad, declarada allí inadmisible por esta misma razón ; y tas, según consta del Martirologio del C. Baronio, al dia 13
en la C. 8, a. 1, discutiendo si el bien era ó no el esclusivo de Agosto, y de sus Anales (t. 8.°, año 600), en que inserta
objeto de la voluntad : no en la C. 22, a. 2, cuyo asunto no el catálogo de sus obras; citado también por Belarmino en su
hace al actual propósito, y que sin embargo se ve citada en Libro do los- Escritores eclesiásticos (an. 650).
la edición áurea y en algunas otras equivocadamente ó sin la (4) Calefacientes: los Serafines, según se esplicó en la 1. P.
a

debida reflexión. (C. 108, a. 5, al 3.°, T. 1." pág. 856).


(3) Monje de Constanlinopla é invicto mártir, desterrado (5) Los Querubines, Véase también el lugar citado en la
al Quersoneso(donde murió) por el emperador Constante, des- nota anterior.
330 CUESTIÓN L . — A R T Í C U L O VI.

el entendimiento angélico no ha necesi- de todas las formas sensibles, y necesita


dad (como el humano) de hábito para por lo mismo de algún hábito para cono-
todo lo inteligible, sino solo para algunas cerlas todas ( 3 ) ; y el angélico por el
cosas. contrarío no se há como pura potencia en
Responderemos, que algunos estable- el género de lo inteligible, sino como
cieron que en los ángeles no h a y hábitos, cierto acto, aunque no como acto puro ( l o
sino que todo lo que de ellos se dice de- cual es propio de solo D i o s ) , sino con
be entenderse esencialmente: por lo que mezcla de algo de potencia, y tiene tanto
M á x i m o después de las palabras citadas menos de potencialidad cuanto es supe-
(arg. 2.°) dice : « Sus hábitos y las vir- rior. P o r e s o , según se h a dicho ( P . 1 . a

t u d e s , que en ellos existen, son esencia- C. 5 5 , a. 3 ) , en cuanto está en potencia,


s í e s por su inmaterialidad» ; y esto mis- necesita perfeccionarse habitualmente por
mo dice Simplicio ( C o m m . P r a d i c a m . algunas especies inteligibles para la ope-
cap. De qual.): « L a sabiduría, que está ración propia; m a s , en cuanto está en
» e n el alma, es hábito ; mas la que está a c t o , por su propia esencia puede enten-
» en el entendimiento, sustancia; pues t o - der algunas cosas, por lo menos á sí mis-
» das las cosas, que son divinas, son sufi- mo, y otras según el modo de su sustan-
»cientes por sí y existentes en sí mis- cia, como se dice ( L i b r o de causis, prop.
» mas ». E s t a aserción tiene parte de ver- 8 y 13), y tanto más perfectamente cuanto
dad y algo de falsedad, pues es manifies- es más perfecto. Mas, como ningún ángel
to por lo que antecede ( C . 4 9 , a. 4) que toca á la perfección de D i o s , de la que
el sujeto del hábito no es sino el ente en dista infinitamente por lo mismo, para
potencia. Considerando pues los antedi- llegar al mismo D i o s por el entendimiento
chos comentadores que los ángeles son y la voluntad, necesita de algunos hábi-
inmateriales y que no hay en ellos poten- tos , hallándose en potencia respecto de
cia de materia ; escluyeron de ellos el aquel acto puro. D e aquí el decir San
hábito y todo accidente. M a s , como, Dionisio (ibid. arg. Por el contrario)
aunque en los ángeles no h a y potencia que « sus hábitos son deiformes » , es de-
de materia, existe sin embargo cierta po- cir, que por ellos se conforman con D i o s .
tencia (porque el acto puro es propio de P e r o los hábitos, que son disposiciones al
D i o s ) ; por esta razón, en cuanto hay en ser natural, no existen en los ángeles,
ellos de potencia, en tanto--puede darse puesto que son inmateriales.
hábito. L a potencia empero de la materia A l argumento 1.° diremos, que las pala-
y la de la sustancia intelectual no son de bras de San Máximo deben entenderse de
la misma naturaleza, ni por consiguiente los hábitos y accidentes materiales.
lo es l a del hábito en una y otra; por lo
A l 2.° que los ángeles, en cuanto á lo
que dice Simplicio (Comm. Praadicam.
que les conviene por stí esencia, no nece-
ibid.) : « los hábitos-de la sustancia inte-
sitan de hábito. Ñ o siendo empero entes
f>lectual no son semejantes á los hábitos
por sí mismos, sin que participen de la
7>de aquí ( 1 ) , sino más semejantes á
sabiduría y bondad divinas; en cuanto
»las especies simples é inmateriales que
necesitan participar de algo estrínseco
» aquella en sí misma» (2). Con respec-
(á su naturaleza), es menester atribuirles
to á este hábito h a y diferencia entre el
hábitos.
entendimiento angélico y el h u m a n o :
A l 3.° que en los ángeles no hay par-
pues este, como el ínfimo que es en el
tes de esencia, sino de potencia, en cuanto
Arden de los entendimientos, está en po-
su entendimiento se perfecciona por mu-
tencia respecto de todas las cosas inteli*-
chas especies y su voluntad se ordena á
gibles, como la materia primera respecto
muchas cosas.

(1) De los hombres. i." P. (C. 50, a ¡ 4 ; T. 1:" pág. 127).


(2) A las especies de ángeles, que la constituyen en su to- (3) Cada una y cualquiera de ellas, debo entenderse
talidad, y que son innumerables según lo demostrado en la
CUESTIÓN LI.

Causa de los hábitos en cuanto á la generación de los mismos.

Trataremos á continuación de la causa de los hábitos, 1.° de la generación de los m i s m o s ; 2.° de su


aumento; 8.° de su diminución y corrupción. Acerca de lo primero e x a m i n a r e m o s cuatro cosas: 1. a

Hay algún hábito que proceda dé la n a t u r a l e z a ? — 2. Es causado alguno por los actos ? — 3 Puede
a a

engendrarse el hábito por un solo acto? — 4. Hay algunos hábitos-infusos por Dios en los h o m b r e s ?
a

ARTÍCULO I . — A i g u n habito procede cion del sujeto á la forma [ 1 ] , puede se?


de la n a t u r a l e z a ? natural en cuanto á la especie y al indi-
viduo , proviniendo de su naturaleza to-
l.° Parece que ningún hábito procede talmente , ó de ella en parte y en parte
de la naturaleza: porque el uso de lo pro- de otro principio estrínseco creado ; mas
cedente de la naturaleza no está sujeto como disposición á obrar [ 2 ] , cuyo sujeto
á la voluntad ; y , siendo el hábito « d e es una potencia del alma, si bien en los
» l o que uno usa ( 1 ) , cuando quiere », hombres puede ser específica é individual-
como dice el Comentador ( D e an. 1. 3 , mente natural, no empero totalmente na-
comment. 1 8 ) , sigúese que el hábito no tural en uno ni otro de ambos conceptos,
proviene de la naturaleza. cual lo es en los ángeles: y [ 3 ] los hábi-
2.° L a naturaleza no h a c e , valiéndose tos existentes como naturales en el hom-
de d o s , lo que puede hacer por uno bre , parte por naturaleza y parte por
solo ( 2 ) . P e r o las potencias del alma causa creada estrínseca, residen diversa-
vienen de su naturaleza; y, si los hábitos mente en las potencias aprensivas y en
de las potencias provienen también de las apetitivas.
e l l a , el hábito y la potencia serían una R e s p o n d e r e m o s , que puede algo ser
misma cosa. natural á. uno de dos modos: 1.° según la
3.° L a naturaleza no falta en las cosas naturaleza de la especie, como es na-
necesarias. Pero los hábitos son necesa- tural al hombre el reírse y al fuego ele-
rios para bien obrar, como arriba se ha varse ; 2° según la naturaleza del indi-
dicho ( C . 4 9 , a. 4.) Si pues algunos há- viduo, como es natural á Sócrates ó
bitos procediesen de la naturaleza, parece á P l a t ó n el poder enfermar ó estar sanos
que esta no podría dejar de causar todos según su propia complexión. A d e m a s , en
los hábitos necesarios : lo cual es eviden- cuanto á una y otra naturaleza puede
temente falso. L u e g o el hábito no es algo llamarse natural en dos acepcio-
causado por la naturaleza. n e s : l ¿ procediendo
a
todo de la natura-
Por el contrario: ( E t h . 1. 6, c. 6) entre leza ; 2 . de esta en algo y en parte de
a

otros hábitos figura la inteligencia de los principio estrínseco : así como , cuando
principios, que es natural; por lo que los uno sana por sí m i s m o , toda la sanidad
primeros principios se dicen naturalmente proviene de la naturaleza; m a s , cuando
conocidos. sana con auxilio de la medicina, proviene
Conclusión. El hábito, como disposi- la sanidad en parte de la naturaleza y en

(1) Sin duda por omisión involuntaria faltan en la edición (2) Pues nada hace en vano ó superfinamente (De partib.
de Ñapóles las palabras atm voluerit, precisamente las más de- animal. 1.4, c, 11), como ni falta en lo necesario (De an. 1. 3,
cisivas y necesarias aqni, como constan en todas las domas t.45).
ediciones*
CUESTIÓN L I . — ARTÍCULO í .

parte del principio esterior. Si hablamos tual conviene al hombre el que, conocido
pues del hábito, según que es disposición desde luego lo que es el todo y lo que es
del sujeto en orden á la forma 6 ala na- la parte, conozca que el todo es mayor
turaleza ; de cualquiera de los modos que su parte; y lo mismo es en los demás:
predichos puede el hábito ser natural: pero qué sea el todo y qué sea la parte
pues h a y cierta disposición natural, que no puede conocerlo sino por las especies
se debe á la especie humana y de la que inteligibles, recibidas por las imágenes ; y
ningún hombre carece; y esta es natural por esto el Filósofo en el fin de los P o s -
según la naturaleza de la especie. M a s , teriores (t. últ.) demuestra que el cono-
por cuanto tal disposición tiene cierta la- cimiento de los principios nos proviene
titud , diversos grados de semejante dis- del sentido ( 3 ) : y según la naturaleza
posición convienen á hombres diversos del individuo hay algún hábito cognosci-
según la naturaleza del individuo ; y tal tivo según la incoación natural, en cuanto
disposición puede ser ó total por natura- un hombre por la disposición de sus ór-
l e z a , ó parcialmente originada de la mis- ganos es más apto para entender bien
m a y en parte del principio esterior, se- que o t r o , por cuanto para la operación
gún lo dicho respecto de los que se curan del entendimiento necesitamos de virtu-
por el arte. P e r o el hábito, que es dispo- des sensitivas. M a s en las potencias ape-
sición para la operación, cuyo sujeto es titivas no h a y hábito alguno natural se-
una potencia del alma, como se ha dicho g ú n la incoación por parte del alma
(C. 5 0 , a. 2), puede muy bien ser natural, misma en cuanto á la misma sustancia
tanto según la naturaleza de la especie, del h á b i t o , sino solo en cuanto á ciertos
como según la del individuo : según la principios ¿el mismo, como los principios
naturaleza de la especie, en cuanto se del derecho común se dice que son gér-
há de parte del alma misma ( 1 ) , la cual, menes de las virtudes : y la causa es,
isendo forma del cuerpo, es principio es- porque la inclinación á los objetos pro-
pecífico ; y según la naturaleza del indi- pios, que parece ser incoación del hábito,
viduo , de parte del cuerpo, que es prin- no pertenece al hábito , sino más bien á
cipio material: mas de ninguno de los dos la misma razón de las potencias. P e r o por
modos acontece haber hábitos naturales parte del cuerpo según la naturaleza del
en los hombres, de suerte que procedan individuo h a y algunos hábitos apetitivos
totalmente de la naturaleza ; y sí en los según las incoaciones naturales; porque
ángeles, porque tienen especies inteligi- h a y algunos dispuestos por la propia
bles naturalmente impresas, lo cual no complexión del cuerpo para la castidad
compete á lá humana naturaleza , como ó la mansedumbre, ó para algo seme-
se h a dicho ( P . 1. , C. 5 5 , a. 2 ) ( 2 ) .
a
jante.
Hay pues en los hombres algunos hábitos A l argumento 1.° diremos, que aquella
naturales, en parte como existentes por objeción procede de la naturaleza, según
naturaleza y en parte ( originados) de que se clasifica con la razón y la volun-
esterior principio; aunque de un modo en tad, no obstante que la misma razón y la
las potencias aprensivas, y de otro en las voluntad pertenecen á la naturaleza del
apetitivas; pues en las potencias aprensi- hombre.
vas puede ser natural el hábito según la
A l 2.° que también puede sobreaña-
incoación, y según la naturaleza de la
dirse naturalmente algo á la potencia,
e s p e c i e , y según l a del individuo : según
así como en los ángeles no puede perte-
la naturaleza de la especie por parte de
necer á la misma potencia intelectiva el
la misma a l m a , como la inteligencia de
ser por sí cognoscitiva de todas las cosas;
los principios se dice hábito natural, pues
porque habría de ser el acto de todas, lo
por la misma naturaleza del alma intelec-
cual es solo propio de Dios: pues aquello,

(1) No porque se la suponga individualizada en sí misma pág. 077.


sin el cuerpo; sino en cuanto por ella lo es este, viniendo así (3) Por la simple percepción ó aprensión, conociendo sim-
informado á quedar constituido en individuo de la especie plemente el significado ó sentido de los términos del enun-
humana, á la que por sí mismo y por razón de sola su mate- ciado, cual sucede en los axiomas fundamentales de las cien-
ria nunca podría pertenecer. cias filosóficas y matemáticas, sin necesidad de diseurso ó ra-
(2) En lo concerniente á los ángeles ¡ que respecto á los ciocinio, como evidentes que nos son en si mismos.
hombres ó al alma humana se trató en la C. 81, a. 3 ; T. 1,"
CUESTIÓN L I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 333

por cuyo medio se conoce alguna cosa, que es imposible, como se dice ( P h y s .
debe ser actual similitud de lo que se co- 1. 3 , t. 8 ) .
noce. D e donde se seguiría que, si la p o - 3.° E l efecto no puede ser más noble
tencia del ángel conociese por sí misma que su causa. Pero el hábito es más noble
todas las cosas, sería similitud y acto de que el acto precedente al h á b i t o , como
todas. P o r lo que conviene que se añadan se evidencia observando que hace más
á la potencia intelectiva del mismo algu- nobles los actos. L u e g o el hábito no
nas especies inteligibles, que son seme- puede ser causado por el hábito que pre-
janzas de las cosas entendidas ; porque cede al hábito.
por la participación de la divina sabi- Por el contrario , el Filósofo ( Ethic.
duría, y no por su propia esencia, pueden 1. 2 , c. 1 y 11 ) enseña que « los hábitos
ser en acto sus entendimientos las cosas » de las virtudes y de los vicios son cau-
que entienden. Y así es patente que no » sados por los actos».
todo lo que pertenece al hábito natural, Conclusión. JVo pueden producir há-
puede pertenecer á la potencia. bito los actos propios del agente [1] , en
A l 3.° que la naturaleza no se há en el que solo hay principio activo de ellos;
actitud igual, para causar todas las diver- sí empero [ 2 ] los del que tiene en sí prin-
sidades de hábitos ; porque unos pueden cipio activo y pasivo de su propio acto,
ser causados por la naturaleza y otros no, en virtud de esta duplicidad.
como se ha dicho arriba ( al 2.° ) : y por Responderemos, que en el agente hay
lo tanto de aquí no se sigue q u e , porque algunas veces solo un principio activo de
algunos hábitos sean naturales, lo sean su acto, como en el fuego el solo princi-
todos. pio activo de calentar; y en tal agente no
puede causarse hábito alguno por su pro-
A R T Í C U L O I I . — Algún habito os cau- pio acto: de aquí es que las cosas natura-
sado por actos V les « no pueden hacer que algo adquiera
» costumbre ó la pierda » , como se dice
1.° Parece que ningún hábito puede ( E t h i c . 1. 2.) H a y empero algún agente,
ser causado por el a c t o : porque el hábito en el cual existe el principio activo y el
es cierta cualidad, como se ha dicho y a pasivo de su acto, como se ve en los actos
(C. 4 9 , a. 1 ) ; y toda cualidad es causada humanos; porque los actos de virtud ape-
en algún s u j e t o , en cuanto es capaz de titiva proceden de la potencia apetitiva,
recibir a l g o : y , como el agente por el según que es movida por la fuerza apren-
hecho de obrar nada r e c i b e , antes bien siva que representa el objeto, y ademas
emite algo de sí ( 1 ) ; parece que ningún la fuerza intelectiva, según que raciocina
hábito puede en el agente ser engendrado acerca de las conclusiones, tiene como
de sus propios actos. principio activo la proposición por sí c o -
2.° Aquello, en lo que se causa alguna nocida: así que de tales actos pueden
cualidad, es movido hacia ella , como se causarse en los agentes algunos hábitos,
ve en el objeto calentado ó enfriado;mas no ciertamente en cuanto al primer prin-
lo que produce el acto causante de la cipio a c t i v o , sino en cuanto al principio
cualidad, m u e v e , como es de ver en lo del acto, que movido mueve ( 2 ) : porque
que calienta ó enfría. Si pues en alguno todo lo que padece y es movido por otro
fuese causado el hábito por su mismo se dispone por el acto del agente. D e
acto, se seguiría que él mismo sería m o - donde resulta que de muchos actos reite-
vente y m o v i d o , agente y paciente : lo rados se engendra en la potencia pasiva

(1) Esto es más exacto y palmario enlos actos transeúntes, las palabras movel motum transponerse (motum movet) para adap-
en los que el agente sale completamente de si mismo en cierto tarlas á nuestra interpretación ; pues la abona la simple ob-
modo, para dirigirse al paciente y actuar sobre él, como de- servación de que precisamente la pasividad (el ser movido) del
positando en este ó transmitiéndole algo, que es el efecto pro- agente es lo que según la intención harto transparente y pre-
ducido ; aunque también se verifica lo propio menos percep cisa del Santo Autor constituye la posibilidad de ser el hábito
tiblcinente en los inmanentes, en que hay algo elícito del efecto de actos propios del agente, más bien que como tai en
agente como principio, si bien queda en él mismo como tér- concepto de paciente ó susceptible y (de hecho) receptivo de
mino ú objeto de su operación. Ñicolai. su propia operación : la frase subsiguiente nos justifica por
(2) Creemos ser esta la legitima versión, á juzgar por el completo á toda luz, y más aún (si cabe) la solución al argu-
sentido del contesto ; y no (como á primera vista pudiera en- mento 1.°
tenderse) « mueve lo movido », por más que parezca deberían
334 CUESTIÓN L I . — ARTÍCULOS II Y III.

y movida cierta c u a l i d a d , que se llama veces el hombre curar ó enfermar: luego


hábito: así como los hábitos de las virtu- un solo acto puede causar hábito.
des morales son causados en las poten- Por el contrario , dice el Filósofo
cias apetitivas, en cuanto son movidas (Eth. 1. 1, c. 6) (2) que, « así como una
por la razón ; y los hábitos de las cien- » sola golondrina no hace primavera , ni
cias son causados en el entendimiento, » tampoco un solo dia; del mismo modo
según que es movido por las primeras » ni un dia solo ni un poco de tiempo
proposiciones. » hacen feliz ni dichoso » . E s así que la
A l argumento 1.° diremos , que el bienaventuranza « e s una operación se-
a g e n t e , en cuanto es t a l , nada recibe; » gun el hábito de perfecta virtud », como
sino q u e , en cuanto obra movido por se dice ( E t h . 1. 1, c. 6 , 10 y 13). L u e g o
otro (1), es como recibe algo del motor: el hábito de la virtud, y por la misma
y así se forma el hábito (en él). razón cualquier otro h á b i t o , no es cau-
A l 2.° que lo mismo y como idéntico sado por un solo acto.
no puede ser al mismo tiempo motor y Conclusión. Tanto [ 1 ] el hábito de la
m o v i d o : mas nada obsta que uno mismo virtud como los hábitos intelectuales y
sea movido por s í , según diversos (as- aun los de las potencias aprensivas infe-
pectos ) , como se prueba ( P h y s . 1. 8, t. 28 riores no pueden ser causados sino por
y 29.) muchos actos ; mas [ 2 ] el- de la ciencia,
A l 3.° que el acto precedente al há- así como también los corpóreos , pueden
bito , en cuanto procede del principio ac- originarse de un solo acto muy eficaz é
tivo , procede de un principio más noble intenso.
que el hábito engendrado ; así como la Responderemos que, como y a se ha
misma razón es principio más noble que dicho (a. 2), el hábito es engendrado por
el hábito de la virtud moral engendrado el a c t o , en cuanto la potencia pasiva es
en la fuerza apetitiva por las costumbres movida por algún principio activo. Mas,
de los actos, y la inteligencia de los prin- para que alguna cualidad, se cause en el
cipios es más noble principio que la cien- pasivo , conviene que lo activo venza to-
cia de las conclusiones. talmente á lo pasivo : por eso vemos que,
no pudiendo el fuego vencer totalmente
ARTÍCULO I I I . — P o r u n solo acto su combustible, no lo inflama instantá-
puede engendrarse el hábito?
neamente ( 3 ) , sino que poco á poco lo
va despojando de las contrarias disposi-
l.° Parece que por un solo acto puede ciones, para así venciéndolo en totalidad
engendrarse el hábito ; porque la demos- imprimirle su semejanza. Ahora bien: es
tración es acto de la r a z ó n , y por una manifiesto que el principio activo, que es
sola demostración se causa la ciencia, la razón , no puede superar totalmente á
que es hábito de una sola conclusión : la potencia apetitiva en un solo acto, por
l u e g o el hábito puede ser causado por un cuanto la potencia apetitiva tiene diversos
solo acto. modos y muchos objetos; y por medio de
2.° A s í como sucede que el acto crece la razón se juzga en un solo acto lo que
por multiplicación, así también se verifica debe apetecerse según determinadas ra-
q u e crece por intensión. P e r o , multiplica- zones y circunstancias : por cuya causa
dos los a c t o s , se engendra el hábito : lue- no es totalmente vencida la potencia ape-
g o , si un solo hábito se efectúa muy titiva, de modo que sea atraída á lo mismo
i n t e n s a m e n t e , este puede ser causa g e - las más veces por modo de naturaleza, lo
nerativa del hábito. cual pertenece al hábito de la virtud; y
hé aquí porqué el hábito de la virtud no
3.° L a salud y la enfermedad son cier-
puede ser causado por un solo acto, sino
tos hábitos ; y por un solo acto suele á

(1) Por el principio activo, distinto del pasivo, aun cuando más comunmente objeto de la acción ígnea, como es la leña ;
resida en el agente mismo : es decir, no en concepto de agen- pues la paja y el papel y otros combustibles sólidos y líqui-
te, y sí en el de paciente, es susceptible del hábito, V. la nota dos ó aun Huidos es bien sabido que arden y se inflaman al
anterior. simple ó inmediato contacto de la llama, es decir, presupuesta
(2) Y no c. 7, como generalmente se cita, según lo rectifica cierta disposición previa en el fuego y en el combustible, lo
el P . INicolai. cual basta á dejar en salvo la proposición dcllesto.
(3) Hablando en tesis general y respecto del combustible
CUESTIÓN L I . — A R T Í C U L O III Y IV. 335

por muchos. P e r o en las potencias apren- leza de los mismos; porque « propio es
sivas es de considerar que h a y un d o - » de la divina Providencia salvar ( 2 ) la
ble p a s i v o , á saber, el mismo entendi- » naturaleza» , como dice S. Dionisio
miento posible, y el entendimiento lla- ( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 23 ) . E s
mado por Aristóteles ( D e an. 1. 3 , t. 2 0 ) así que los hábitos son causados natural-
pasivo, que es la razón particular, esto es, mente en el hombre por sus a c t o s , como
la fuerza cogitativa con la memorativa y se ha dicho ( a. 2 y 3 ) . L u e g o no causa
la imaginativa. Respecto pues del primer D i o s en los hombres hábitos algunos sin
pasivo puede haber algún activo, que con (sus) actos. t
un solo acto venza totalmente la potencia 3.° S i Dios infunde algún h á b i t o , por
de su pasivo, al modo que una proposición su medio puede el hombre producir mu-
por sí conocida convence al entendimiento chos actos. Pero de tales actos se causa
á asentir firmemente á la conclusión, lo un hábito semejante, como se dice ( E t h .
cual no hace ciertamente una proposición 1. 2, c. 1 y 2 ) . Sigúese pues que h a y en
probable. P o r lo cual es necesario que el. el mismo dos hábitos de la misma espe-
hábito opinativo sea causado por muchos cie , uno adquirido y otro infuso : lo cual
actos de la razón, aun de parte de la in- parece ser imposible, porque no puede
teligencia posible : mas el hábito de la haber en un mismo sujeto dos formas de
ciencia puede ser causado por un solo acto la misma especie. L u e g o ningún hábito
de la razón en cuanto á la inteligencia es infundido por Dios en el hombre.
posible; pero en cuanto á las inferiores Por el contrario, léese (Eccli. 15, 5 ) :
fuerzas aprensivas es necesario reiterar lo llenó ( 3 ) (el Señor) de espíritu de
muchas veces los mismos actos, para que sabiduría y de inteligencia. E s así que
algo se imprima firmemente en la memo- la sabiduría y la inteligencia son ciertos
ria : por lo cual dice el Filósofo ( D e hábitos. L u e g o algunos hábitos son in-
mem. et remin. c. 2 ) que « l a meditación fundidos por Dios en el hombre.
» confirma la memoria » . Y por último Conclusion. Dios infunde algunos há-
los hábitos corporales es posible que sean bitos en el hombre.
causados por un solo acto, si el activo Responderemos, que por dos razones
fuere de gran virtud, como cuando una infunde D i o s en el hombre algunos h á -
medicina enérgica devuelve al punto la bitos : 1 . porque h a y algunos hábitos,
a

salud. con los cuales se dispone bien el hombre


Y con esto quedan contestadas las ob- al fin, que escede á la facultad de la na-
jeciones. turaleza humana, cual es la última y pei'r
fecta bienaventuranza del hombre, como
ARTÍCULO I V . Hay e n los hombres arriba se ha dicho ( C . 5 , a. 5 ) ; y , como
ulgunos hábitos infusos por Míos ? (1) los hábitos deben ser proporcionados al
objeto, para el que el hombre se dispone
1.° Parece que ningún hábito esinfun- según los mismos ; por eso es necesario
dido por Dios en los hombres : porque que también los hábitos, que disponen
Dios se muestra igual con todos ; y por para tal fin, escedan la facultad de la na-
consiguiente, si á unos infunde algunos turaleza humana. D e aquí el que tales
hábitos , los infundirá en todos : lo cual hábitos jamás pueden existir en el hom-
es manifiestamente falso. bre sino por la infusion divina, como se
2.° Dios obra en todos los hombres verifica respecto de todas las virtudes
según el modo, que conviene á la natura- gratuitas ( 4 ) ; 2 . porque Dios puede pro-
a

(1) Llámansc gratuitas las virtudes sobrenaturales, que la prueba de que Dios no nos impele á la virtud á despecho de
gracia de Dios obra en nosotros, como la fe, la esperanza y la nuestra voluntad ó ejerciendo coacción sobre ella en menos-
caridad. Los hábitos inTusos son de lodo punto necesarios, cabo de nuestro Ubre albedrio.
para que el hombre sea formalmente justo y santo, por lo que (3) La Vulgata lo pone en futuro (adimpleblt) ; mas la Igle-
dice el Concilio Tridcnlino (sesión v i , cap. 7. ): en la misma
u
sia lo aplica en pretérito á los Santos Doctores, cual lo hace
justificación con la remisión de los pecados íüdas eslas cosas infusasaquí el Angélico.
tus recibe el hombre por Jesucristo, á quien se incorpora por la fe, la (4) Es de Te que Dios nos infunde algunos dones y virtudes,
esperanza y la caridad, que son cualidades, que perseveran inherentes en el alma ó
(2) 0, como se lee en la edición greco-latina (§ 33), « des- en sus potencias, á manera de hábitos; aunque tal vez no
»truir la naturaleza no es propio do la Providencia, conscr- sea cierto como de fe que aquellas cualidades puedan lla-
» vadora de lodos' y cada uno de los seres » : y dice esto en marse verdadera y propiamente hábitos.
336 CUESTIÓN LI, — ARTÍCULO IV.

ducir los efectos de las causas segundas todos ; mas según el orden de su sabidu-
sin el concurso de las mismas, como se ría con justa razón otorga á unos lo que
dijo ( P . 1. , C. 105 a. 6). A s í pues como
a
no da á otros.
algunas veces en ostensión de su virtud A l 2.° que esto, que Dios obra en todos
produce sin causa natural la s a l u d , que según el modo de ellos, no escluye el que
sin embargo pudiera ser causada por la obre ciertas c o s a s , que la naturaleza no
naturaleza; así también á veces para ha- puede hacer; mas de aquí se sigue que
cer ostensión de su virtud infunde en el nada obra en contrario de lo que á la na-
hombre aun aquellos hábitos, que pueden turaleza conviene.
ser causados por natural virtud,, como A l 3.° que los a c t o s , que son produci-
concedió á los Apóstoles la ciencia de las dos por el hábito infuso , no causan
Santas Escrituras y de todas las lenguas, hábito a l g u n o ; sino que confirman el
que los hombres pueden adquirir por me- hábito preexistente : como los medica-
dio del estudio ó.de la costumbre, aunque mentos aplicados al hombre sano por na-
no tan perfectamente (1). turaleza no causan nueva sanidad, sino
A l argumento 1.° diremos, que Dios que corroboran la que antes tenia.
en cuanto á su naturaleza es igual para

CUESTIÓN LII.

Aumento de los hábitos.

1.° Los hábitos se au mentan ? — 2.° Auméntanse por adición ? —3.° Cada acto a u m e n t a el hábito?

ARTÍCULO I. — S e a u m e n t a n los há- más cálido. E s así que en los hábitos no


bitos? hay alteración, como se prueba ( P h y s .
1. 7, t. 15 y 17). L u e g o los hábitos no
l.° Parece que los hábitos no pueden pueden aumentarse.
aumentarse: porque el aumento versa Por el contrario: la fe es cierto hábito,
acerca de la cantidad, como se dice y sin embargo se aumenta ; por. lo cual
( P h y s . 1. 5, t. 18 ) ; y los hábitos no los Discípulos' dicen al S e ñ o r : Señor,
están en el género de cantidad, sino en auméntanos la fe ( L u c . 17, 5 ) : luego los
el de cualidad : luego acerca de ellos no hábitos se aumentan.
puede haber aumento. Conclusión. Los hábitos y disposicio-
2.° E l hábito es cierta perfección, como nes pueden crecer ó decrecer, ya en su
se dice ( P h y s . 1. 7, t. 17 y 18) (2). P e r o misma forma, ya según su participación
la perfección, que importa fin y término, por parte del sujeto.
no parece capaz de recibir más ó menos. R e s p o n d e r e m o s , que el aumento,
L u e g o el hábito no puede aumentarse. como todo lo perteneciente á la cantidad,
3.° E n las c o s a s , que reciben más ó se transfiere de las cantidades corporales
m e n o s , h a y alteración ; pues se dice que á las cosas espirituales é intelectuales, á
se altera lo que de menos cálido se hace causa de la connaturalidad de nuestro

(1) Buen ejemplo y comprobación práctica de esto nos pre- zacion que « impetró de la divinidad su ciencia, no tanto por
senta en el mismo Santo Doctor de Aquino la Iglesia, que en » su ingenio y estudio humanos, cuanto por la eficacia de su
el himno de su fiesta canta : donis plenus ex telhere-morum ct » oración y fervor ».
mpientim ; y en su biografía se consigna respecto al don de la (2) Dícese espresamente de la virtud, y por consiguiente no
castidad, que recibió de Dios : á Dco sibi dari meruit perpetúen de todo hábito sin distinción, pues los hay viciosos ; mas en
continenliai castitatem ; así como del hábito ó don de ciencia se el t. 17 se presupone ser hábito la virtud.
lee y lo confirma el Papa Juan XXII en la Bula de su canoni-
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O I. 331

entendimiento con las cosas corporales, por lo que son en sí, reciben más ó menos,
que caen bajo la imaginación: y , como como las artes; y otros no, como las vir-
en las cantidades corpóreas una cosa se tudes. 4. L a de algunos, que decian que
a

dice grande, según que se va aproximando las cualidades y formas inmateriales no


á la debida perfección de la cantidad, por reciben más ó menos, y las materiales sí.
lo que se considera grande en el hombre Para manifestar pues la verdad de esto,
alguna cantidad, que no se reputa tal en consideraremos que lo que constituye
el elefante; de aquí es que asimismo en algo en especie debe ser fijo y estable
las formas llamamos grande á lo que es y como indivisible, pues todo lo que á
perfecto. Y , por cuanto lo bueno tiene ra- ello atañe se contiene bajo la especie ; y
zón de perfecto; por esto «en las cosas, que lo que se aparta de ello en más ó en
» no por su mole son grandes, es lo mismo menos , pertenece á otra especie , más ó
» ser mayor que mejor » , como dice San menos perfecta. Por eso dice el Filósofo
Agustín ( D e Trin. 1. 6 , c. 8 ) . Mas la (Met. 1. 8, t. 10) que «las especies d é l a s
perfección de la forma puede considerarse » cosas son como los números, en los cua-
de dos modos: 1.° según la misma forma, » l e s la adición ó diminución varía la es-
y 2.° según que el sujeto participa de la » pecie» (2). Si pues alguna forma ó cual-
forma. Atendiendo pues á la perfección quiera cosa, según lo que es en sí misma
de la forma según la forma misma, se dice ó según algo de e l l a , obtiene razón de
de ella que es pequeña ó grande (1), por especie; es necesario que, considerada en
ejemplo, grande ó pequeña salud ó cien- sí misma, tenga razón determinada, que
cia. Pero, atendiendo á la perfección de ni pueda escederse por de m á s , ni faltar
la forma según la participación del su- por de menos : y tales son el calor y la
jeto , dícese más ó m e n o s , por ejemplo, blancura y otras semejantes cualidades,
más ó menos blanco y sano : distinción, que no se enuncian en orden á otro ; y
que se funda, no en que la forma tenga mucho más la sustancia, que es ente por
existencia fuera de la materia ó sin el su- sí. Mas las que reciben la especie de algo,
jeto ; sino en que una es su consideración á que se ordenan, pueden según las mis-
según la razón de su especie, y otra en mas diversificarse en más ó en menos; y
cuanto es participada en el sujeto. Por sin embargo son las mismas en especie
esta razón pues acerca de la intensión y por la unidad de aquéllo, á que se orde-
diminución de los hábitos y de las formas nan, y de lo que reciben la especie : como
hubo cuatro opiniones entre los filósofos, el movimiento por sí es más intenso y re-
como refiere Simplicio (Com. Prasd. cap. miso , y no obstante persevera la misma
De qualit.). 1. P í o tino y otros platónicos
a
especie á causa la unidad del término,
suponían que las mismas cualidades y há- por el cual se especifica. E s t o mismo
bitos admitían más y menos, porque eran puede considerarse en la salud ; porque
materiales ; y de aquí el que tuviesen el cuerpo alcanza la razón de sanidad,
cierta indeterminación á causa de la infi- según que tiene disposición conveniente
nidad de la materia. 2. Otros por el con-
a
á la naturaleza del animal, á la cual
trario sentaban que las mismas cualida- pueden ser convenientes diversas dispo-
des y hábitos no recibían según ellas siciones : por lo cual puede variarse la
mismas más ó m e n o s , sino cuales se di- disposición en más ó m e n o s , perseveran-
cen más ó menos según su diversa parti- do no obstante siempre la razón de la sa-
cipación , por ejemplo, que no se diga nidad. P o r eso dice el Filósofo ( Ethic.
más ó menos de la justicia, sino de lo 1. 10, c. 2 y 3 ) que la sanidad misma re-
justo : y esta opinión insinúa Aristóteles cibe más y menos, porque no es la misma
en sus Predicamentos (ibid.). 3 . Opinión a
la conmensuración en todos , ni en uno
íue la de los estoicos, media entre estas: solo y mismo siempre; sino que perma-
pues establecieron que algunos hábitos, nece remisa la sanidad hasta algo ( 3 ) .

(1) Pa, 'Va vel magna en todas las ediciones y aun manuscri- individuo goza habitualmenle y dentro de su constitución
tos, á csccpcion únicamente del códice de Alcañiz , donde se normal cierto y determinado grado de robustez, proporciona-
lee magna, vcl pauca (« ó pocas » que intercala J, vel parva. do á su complexion orgánica, que aun vulgarmente suele ca-
|2) Véase en el T . l.° la nota 1 de su pág\ .41. lificarse de robusta ó débil en la plenitud misma de salud cor-
(3) Hasta cierto punto ó determinado límite, cual es el de relativa.
la perfecta salud ó el do la muerte; poro por otra parte cada
SUMA TEOLÓGICA > -— TOMO 11. 22
338 CUESTIÓN H I . — A R T I C U L O I.

E s t a s diversas disposiciones ó medidas de la participación de la forma específica ;


la sanidad están en razón del escedente « pero sí con la materia » , es decir, según
y del esceso; por lo que, si el nombre de las materiales disposiciones, « se halla
sanidad hubiese sido impuesto á la sola » más y menos en la sustancia»; 2.° por-
perfectísima conmensuración, entonces la que la misma indivisibilidad es de razón
sanidad misma no se diría mayor ó me- de la forma ; por lo que, si algo participa
nor. A s í se ve pues claramente, cómo al- de la forma, participará de ella según la
guna cualidad ó forma puede , según lo razón de la indivisibilidad. D e aquí re-
que es en sí misma, aumentarse ó dismi- sulta que las especies del número no se
nuirse ; y cómo no. Pero, si consideramos computan según más y m e n o s , porque
la cualidad ó la forma según la partici- cada especie ( 3 ) se constituye en ellos
pación del sujeto; aun así se halla que por la indivisible unidad: é igual es la
ciertas cualidades y formas reciben más razón sobre las especies de la cantidad
y m e n o s , y otras no : y de esta diversi- continua (4), las cuales se toman según
dad fija Simplicio la causa (ibid.), en que los n ú m e r o s , como de dos codos y tres
la sustancia en sí misma no puede recibir c o d o s ; y sobre las relaciones, como el
más y menos, porque es ente per se; por duplo y el triplo; y sobre las figuras,
cuya razón toda forma, que sustancial- como el trígono (triángulo) y el tetrá-
mente se participa en el sujeto, carece de gono ( cuadrilátero ) . Y esta es la razón
intensión y atenuación. A s í es que en el aducida por Aristóteles (Predicam. cap.
género de sustancia nada se gradúa por De qual.), donde, esplicando porqué las
más y menos ; y en virtud de la proximi- figuras no reciben más y menos, dice:
dad de la cantidad afín á la sustancia la <r las que reciben la razón del trígono y
forma y la figura van ( 1 ) también ane- » del círculo son ellas mismas trígonos y
jas á la cantidad: de aquí es que ni aun » círculos» , porque la indivisibilidad es
en estas se dice algo según el más ó el esencial á su noción, y así cualesquie-
menos. P o r eso el Filósofo dice ( P h y s . ra cosas, que participan de la razón de
1. 7, t. 15) que, « cuando algo recibe for- aquellos, preciso es que participen in-
» ma y figura, no se dice que se altera, divisiblemente. A s í pues se ve claro
» sino mejor que se h a c e » . M a s otras q u e , como los hábitos y disposiciones
cualidades , que distan más de la sustan- se dice según el orden á algo ( P h y s . 1. 7,
cia y se unen á las pasiones y acciones, t. 17); se puede considerar la intension y
reciben más y menos según la participa- diminución en los hábitos y disposiciones
ción del sujeto. de dos modos: 1.° según lo que son en sí
mismas, como se dice mayor ó menor sa-
P u e d e esplicarse aún más la razón de lud, mayor ó menor ciencia, las cuales se
semejante diversidad : porque , como se estienden á muchas ó pocas cosas; 2.° se-
ha dicho ( aquí arriba ) , aquello de que gún la participación del sujeto, á saber,
algo toma la especie , debe subsistir fijo según que igual ciencia ó sanidad es re-
y estable en lo indivisible ( 2 ) . P u e d e cibida por uno más que por otro, en pro-
pues suceder de dos modos que no se porción á la diversa aptitud ó por natu-
participe la forma según el más y me- raleza ó por costumbre : porque el há-
nos : 1.° porque el participante tiene la bito y disposición no dan especie al sujeto,
especie según lo que es por sí misma, y ni por otra parte incluye en su propia
de aquí es que ninguna forma sustancial razón la indivisibilidad. Mas de qué modo
es participada según el más y menos, por se há respecto de la virtud, se dirá más
lo que dice el Filósofo ( M e t . 1, 8, t. 10) adelante (C. 66, a. 1 y 2). -
que, « así como el número no tiene más y
» menos ; tampoco la sustancia, que es A l argumento 1.° diremos q u e , así
» según la especie » , esto es, en cuanto á como el nombre de magnitud se deriva

. (1J Consequuntur en la mayoría délas ediciones y códices, es- en su aplicación á la forma y figura humana, conforme á lo
pecialmente en las más modernas y correctas ; aunque algu- espuesto en la 1." P. (C. 7,5, a. 5 ; y C. 76, a. 1 y 4). V. pá-
nas (como las romanas, no la áurea corregida en esto) de las gina 591, n. 3 ; y notas 3 y 4 de la pág. 604, en el T. I.°
antiguas con el códice de Alcañiz escriben consequitur en sin- (2) In indivisibili • otros ci indivisìbile, é indivisible.
gular, lo cual parece prestarse á interpretar la identidad de (3) Véase en el T. 1.° la nota i de la pág. 41.
la figura con la forma (aun sustancial, y no solo material); (4) V. T. l.°, pág. 56, n. 4.
anfibología, que no está exenta de inconvenientes, sobretodo
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 339

de las cantidades corporales á las inteli- se hace m á s , sino por alguna otra blan-
gibles perfecciones de las formas, del cura que sobreviene.
mismo modo también el nombre de au- P o r el contrario, el Filósofo dice
mento , cuyo término es lo grande (1). (Phys. 1. 4, t. 84): « D e lo cálido se hace
A l 2.° que el bábito es ciertamente » mas cálido, sin que nada se haya hecho
una perfección, pero no tal que sea tér- » cálido en la materia, que no fuese cáli-
mino de su sujeto, como dándole el ser » d o , cuando lo era menos» : luego por
específico; ni tampoco incluye en su ra- igual razón ni en otras formas que se au-
zón el término, como (2) las especies de mentan h a y adición alguna.
los números : por lo que- nada obsta que Conclusión. Los hábitos según la par-
reciba más y menos. ticipación del sujeto [1] se aumentan en
A l 3.° que la alteración se verifica pri- cuanto á la mayor ó más perfecta parti-
mariamente en las cualidades de la ter- cipación de la misma forma preexistente,
cera especie : mas en las cualidades de y no por adición de forma á forma ; la
primera especie puede haber alteración ciencia [ 2 ] empero (como otros acciden-
con posterioridad ; pues, hecha la altera- tes capaces de aumento en sí mismos)
ción según lo cálido y lo frió, se sigue puede acrecerse por adición y según la
que el animal se altera en lo sano y en- participación del sujeto: y [ 3 ] en los
fermo. D e l mismo modo, hecha alteración hábitos corporales no parece realizarse
según las pasiones del apetito sensitivo, gran aumento por adición.
ó según las fuerzas sensitivas aprensivas, R e s p o n d e r e m o s , que la solución de
sigúese la alteración según la ciencia y esta cuestión depende de lo anteriormente
las virtudes, como se dice ( P h y s . 1. 7, espuesto; pues queda dicho (a. 1) que el
t. 20). aumento y la diminución en las formas,
que se acrecen ó disminuyen, sucede esto
de un solo m o d o , no por parte de la for-
ARTÍCULO I I . — Se a u m e n t a n los há- ma considerada en sí misma, sino por la
bitos por adición ? diversa participación del sujeto. P o r lo
tanto tal aumento de los hábitos y de
l.° Parece que el aumento de los h á - otras formas no se hace por adición de
bitos se hace por adición; pues el nom- forma á forma, sino en cuanto el sujeto
bre de aumento, como queda dicho (a. 1), participa más ó menos perfectamente de
se ha derivado de las cantidades corpo- una sola y misma forma : y , así como
rales á las formas. E s así que en las can- por medio del agente existente en acto,
tidades corporales no se hace el aumento se hace algo cálido en a c t o , como empe-
sino por adición, por lo que se dice ( D e zando de nuevo á participar de la forma,
generat. 1. 1, t. 31) que « e l aumento es no porque se haga la misma forma, como
»un aditamento á la magnitud preexis- se prueba ( M e t . 1. 7, t. 3 2 ) ; del mismo
»tente ». L u e g o también en los hábitos modo por la acción intensa del mismo
no se hace el aumento sino por adición. agente se hace más cálido, como partici-
pando más perfectamente de la forma,
2.° E l hábito no se aumenta sin algún
no como si se añadiera algo á ella. Por-
agente. Pero todo agente hace algo en
que , si por. adición se entendiese tal au-
sujeto paciente, como lo que calienta
mento en las formas, esto no podría ser
produce calor en el mismo calentado:
sino ó de parte de la misma forma, ó de
luego no puede haber aumento, si no se
parte del sujeto : si de parte de la misma
hace alguna adición.
forma, ya se ha dicho (a. 1) que tal adi-
3.° A s í como lo que no es blanco está
ción ó sustracción variaría la especie, así
en potencia de serlo, así lo que es menos
como se varía la especie del color, cuan-
blanco está en potencia de serlo más. E s
do de pálido se hace blanco; mas, si tal
así que lo que no es blanco no se hace
adición se entiende de parte del sujeto,
tal, sino por el advenimiento de blan-
esto no podría ser sino, ó porque alguna
cura : luego lo que es menos blanco no

(1) Ya en absoluto, ó bien relativamente por Comparación a queño un globo aereostático de ese mismo tamaño.
otra magnitud, que puede ser mayor ó menor. Es grande, por (2) « Lo incluyen » debe suplirse.
ejemplo, una nuez tamaña como un melón ; y sería muy pe-
340 CUESTIÓN LII. — ARTÍCULOS II Y III.

parte del sujeto recibe la forma, que an- ve en los cuerpos que se enrarecen, como
tes no tenía, como si se dijera que el frío se dice ( P h y s . 1. 6, t. 63).
crece en el hombre, que antes lo sentía A l 2.° que la causa, que aumenta el
en una sola parte, cuando ya lo esperi- hábito, ciertamente hace siempre algo en
menta en muchas ; ó porque se añade el sujeto, pero no nueva forma; sino que
algún otro s u j e t o , que participa de la el sujeto participe más perfectamente de
misma forma, como si á lo cálido se añade la forma preexistente, ó que se estienda
otra cosa cálida, ó á lo blanco otra blan- aún mas.
ca. P e r o según uno y otro de estos dos A l 3.° que lo que aún no es blanco,
modos no se dice que una cosa es más está en potencia para la forma misma,
blanca ó cálida; sino mayor. M a s , por como no teniéndola t o d a v í a ; y por lo
cuanto ciertos accidentes se aumentan en tanto el agente causa una nueva for-
sí mismos, como se ha dicho arriba (a. 1); ma (1) en el sujeto. M a s lo que es me-
en algunos de ellos puede hacerse el au- nos cálido ó blanco, no está en potencia
mento por adición : porque el movimiento para la forma, puesto que y a la tiene en
se aumenta en el hecho de añadírsele al- a c t o ; sino que está en potencia para el
g o , ya según el tiempo en que está," y a modo perfecto de participación, y esto
según la vía por donde v a ; y sin embar- lo consigue por la acción del agente.
g o persevera la misma especie á causa
de la unidad del término. Auméntase
ARTÍCULO I I I . — Cualquier acto a u -
también sin embargo el movimiento por
m e n t a el hábito 1
intensión según la participación del su-
j e t o , en cuanto el mismo movimiento 1.° Parece que cualquier acto aumenta
puede hacerse más ó menos espedita y el hábito ; p u e s , multiplicada la causa,
prontamente. D e l mismo modo pues tam- se multiplica el efecto. E s así que los
bién la ciencia puede aumentarse según
actos son causa de algunos hábitos, como
ella misma por adición; como, cuando
se ha dicho arriba (C. 5 1 , a. 2). L u e g o
alguno aprende muchas conclusiones de
el hábito se aumenta .por los actos mul-
geometría, se aumenta en él el hábito de
tiplicados.
la misma ciencia según la especie. A u -
2.° E l juicio sobre cosas semejantes es
méntase empero la ciencia en alguno
el mismo. P e r o todos los actos, proce-
según la participación del sujeto por in-
dentes de un mismo hábito son semejan-
tensión, es á saber, según que un hombre
t e s , como se dice ( E t h i c . 1. 2, c. 1 y 2).
se encuentra más espedito y claro en con-
siderar las mismas conclusiones. Mas en L u e g o , si algunos actos aumentan el há-
los hábitos corporales parece que no se bito, cualquier acto lo aumentará.
hace mucho aumento por adición; porque 3.° L o semejante se aumenta con su
no se dice un animal simplemente sano ó semejante; y cada acto es semejante al
bello, si no es tal en todas sus partes: y el hábito de que procede : luego cualquier
que llegue á una conmensuración más per- acto aumenta el hábito.
fecta sucede según la transmutación de las Por el contrario : no es una misma la
cualidades simples, las cuales no se au- causa de los contrarios. M a s , como se
mentan sino según la intensión de parte dice (Ethic. 1. 2, c. 2), «algunos actos
del sujeto partícipe. E n cuanto á su ha- »procedentes del hábito lo disminuyen»,
bitud acerca de las virtudes se hablará como cuando se ejecutan negligentemen-
luego (C. 66, a. 1). te. L u e g o no todo acto aumenta el hábito.
Conclusión. Cualquier acto [ 1 ] , si
A l argumento 1.° diremos, que aun en iguala ó escede en intensión la del hábito,
la magnitud corporal se verifica el au- puede aumentarlo y darle perfección;
mento de dos maneras : una por adición mas [ 2 ] , siendo menos intenso ó despro-
del sujeto al sujeto, como se ve en el cre- porcionado, no aumenta el hábito, antes
cimiento de los vivientes; y otra por sola lo disminuye y aun puede destruirlo.
la intensión sin adición alguna, como se R e s p o n d e r e m o s , que «actos semejan-

(1) Accidental, que es de la que se trata espresamente, y sería la blancura ó el calor ó cualquiera otra modificación de
viene á ser más bien como un nuevo aspecto algo diverso á la esta índole.
vista ó á los sentidos del que ántss sin ella presentaba, como
CUESTIÓN L I I . — A R T Í C U L O III. 341

»tes causan hábitos semejantes», como del hábito. Si pues la intensión del acto
se dice ( E t h i c . 1. 2, c. 1 y 2): mas la se- se iguala proporcionalmente á la inten-
mejanza y desemejanza no solo se consi- sión del hábito, ó aun la sobrepuja; cada
deran según la misma ó diversa cualidad, acto ó aumenta el hábito, ó lo dispone á
sino también según el mismo ó diverso su aumento, hablando del aumento de los
modo de participación; pues no solo es hábitos á semejanza del aumento del ani-
desemejante lo negro de lo blanco, sino mal. P u e s no cualquier alimento tomado
también lo más blanco de lo menos blan- aumenta en el acto al animal, bien así
co, porque también el movimiento se ha- como no cualquiera (1) gota cava la pie-
ce de lo menos blanco á lo más blanco, dra; sino que", multiplicado el alimen-
como del opuesto á lo opuesto, según se to, resulta por fin el aumento : y del mis-
dice (Phys. 1. 5, t. 5 2 ) . Consistiendo em- mo modo también, multiplicados los ac-
pero el uso de los hábitos en la voluntad t o s , crece el hábito. Empero, si la inten-
del hombre, como se ve por lo antes di- sidad del acto es proporcionalmente me-
cho (C. 4 9 , a. 3; y C. 50, a. 5), así como nor que la del hábito, tal acto no dispone
acontece que uno teniendo un hábito no al aumento del hábito, antes bien á la
usa de é l , ó aun ejecuta un acto contra- diminución del mismo.
rio ; del mismo modo puede suceder que Y con esto quedan contestadas las ob-
use del hábito según el acto, que no res- jeciones propuestas.
ponde proporcionalmente á la intensión

CUESTIÓN Lili.
Corrupción y diminución de los hábitos.

Sobre esto investigaremos: 1.° El habito puede corromperse? — 2.° Puede disminuirse ? — 3.° Modo
de la corrupción y diminución.

ARTÍCULO I . — i?uc«ic corromperse ci M a s la ciencia, que es cierto hábito, no


hábito ? puede corromperse por la corrupción del
sujeto; porque el entendimiento, que es
l.° Parece que el hábito no puede su sujeto, es cierta sustancia (3), que no
corromperse; pues el hábito se halla como se corrompe, como se dice ( D e an. 1. 1,
cierta naturaleza, por lo cual las opera- t. 6 5 ) ; y del mismo modo tampoco puede
ciones según el hábito son deleitables (2). corromperse por su contrario, porque las
Es así que la naturaleza no se corrompe, especies inteligibles no son contrarias en-
mientras permanece el ser, cuya es. L u e - tre s í , como se dice ( M e t . 1. 7, t. 52).
go ni el hábito puede corromperse, per- L u e g o el hábito de la ciencia de ningún
maneciendo el sujeto. modo puede corromperse.
2.° Toda corrupción de forma se efec- 3.° Toda corrupción se verifica por al-
túa ó por corrupción del sujeto, ó por gún movimiento. Pero el hábito de la
(la acción) del contrario; así como l a ciencia, que está en el alma, no puede
enfermedad desaparece, disuelto el ani- corromperse por el movimiento del alma
mal, ó también sobreviniendo la sanidad. per se; porque el alma no se mueve por
(I) Aisladamente considerada ; sí empero la última en vir- (2) « El deleite sentido es la señal de haberse creado há-
tud y como en representación de todas las precedentes, que » bito w, dice espresainente el mismo Santo Tomás [lect. 3 sobre
obran colectivamente adunadas (por decirlo así) en sola ella. el 1. 2 EIMc, c. 2).
Do aquí el antiguo proloquio tan conocido, guita canal lapldem (3) Entiéndase aquí por entendimiento (»ie»s segun'el testo
non vi, sed mpe endeudo, tomado suslancialmcnte de Ovidio griego, más bien que ititellectus del de la S U M A ) , no la facul-
(1.1 Be arle/ : saxa cananlur aqua; y que se aplica á significar tad intelectiva, que es un accidento ó propiedad del alma ra-
la eficacia del tesón é insistencia ó perseverancia en la repe- cional ; sino la sustancia misma de esta, cuya incorruptibili-
tición de actos análogos para el logro de cualquier proyecto dad quedademostradaenlal.°P.(C. 75, a, 6). Véase la nota 2,
artístico. pág. 589, del T. 1."
342 CUESTIÓN L i l i . — A R T Í C U L O I.

sí, sino accidentalmente por el movimiento obstante en sujeto corruptible, como los
del cuerpo : y parece que ninguna trans- hábitos de la ciencia, que principalmente
mutación corporal puede corromper las están en el entendimiento posible, y se-
especies inteligibles, que existen en el cundariamente en las fuerzas aprensi-
entendimiento, puesto que el entendi- vas sensitivas, como arriba se ha dicho
miento es por sí el lugar de las especies (C. 1. a. 3 ) ; y por lo mismo de parte del
sin cuerpo ; por lo cual se establece que entendimiento posible el hábito de la cien-
ni por la vejez ni por la muerte se cor- cia no puede corromperse accidentalmen-
rompen los hábitos. L u e g o la ciencia no te, sino solo por parte de las inferiores
puede corromperse y por consiguiente ni fuerzas sensitivas. D é b e s e pues exami-
el hábito de la virtud, el cual está tam- nar, si pueden per se corromperse tales
bién en el alma racional; y según el F i - hábitos. Si hubiere alguno, que tenga al-
lósofo ( E t h i c . 1. 1, c. 10) « l a s virtudes gún contrario ó por su parte ó por parte
» son más permanentes que las doc- de su causa, podrá corromperse per se;
» trinas ». m a s , si no tiene contrario, no puede por
Por el contrario, dice el Filósofo ( L . sí corromperse. Pero es manifiesto que la
D e longitudine et brevitate vitas, c. 2) especie inteligible, que existe en el en-
que « la corrupción de la ciencia es olvido tendimiento posible, no tiene contrario
» y decepción ». A d e m a s , pecando algu- alguno, ni tampoco para el entendimiento
no pierde el hábito de la virtud, y « por agente, que es su (1) causa, puede ha-
» actos contrarios se engendran y se cor- berle. D e donde se sigue que, si hay al-
» rompen las virtudes » , como se dice gún hábito en el entendimiento posible,
( E t h i c . 1. 2, c. 2 ) . causado inmediatamente por el entendi-
Conclusión. Él hábito [ 1 ] , cuyo sujeto miento agente; tal hábito es incorruptible
es corruptible y cuya causa tiene contra- per sey per accidens. Tales son los hábitos
rio, puede ser destruido, ya per s e , ya de los primeros principios tanto especu-
per accidens ; pero [ 2 ] , si su sujeto es lativos como prácticos, los cuales por
incorruptible, no puede serlo per accidens, ningún olvido ó decepción pueden cor-
á no estar secundariamente en sujeto cor- romperse, como dice el Filósofo (Ethic.
ruptible. Todo hábito existente en el en- 1. 6, c. 5 ) de la prudencia, « q u e no se
tendimiento posible [3] é inmediatamente » pierde por el olvido » ( 2 ) . H a y sin
causado por el entendimiento agente (co- embargo en el entendimiento posible al-
mo lo son los de los principios) es incor- gún hábito, causado porla razón, cual es el
ruptible per se y per accidens: mas [ 4 ] , hábito de las conclusiones, que se llama
siéndolo por la razón (como los de las ciencia, de cuya causa puede ser contra-
conclusiones) es per se corruptible; como rio algo de dos maneras: 1. por parte de a

asimismo [5] los de las virtudes .intelec- las mismas proposiciones, por las cuales
tuales, y [6] también los de las morales procede la razón: pues á la enunciación
y sus vicios opuestos. « l o bueno es bueno » , es contraria esta
otra « lo bueno no es bueno », según el
Responderemos , que según lo que es Filósofo (Periherm. 1. 2, c. u l t . ) ; 2. en a

por sí misma se dice que una forma se cuanto al procedimiento de la razón, co-
corrompedor su contrario; mas per ac- mo el silogismo sofístico se opone al si-
cidens por la corrupción de su sujeto. logismo dialéctico ó demostrativo. V é s e
Si hubiere pues algún hábito, cuyo sujeto pues de este modo que por la falsa razón
es corruptible y cuya causa tiene contra- puede corromperse el hábito de la verda-
rio, de ambos modos podrá corromperse, dera opinión ó de la ciencia : por lo cual
como se ve en los hábitos corporales, es á dice el Filósofo que « l a decepción (43)
saber, en la salud y en la enfermedad. 3> es corrupción de la ciencia», como ar-
Mas los hábitos, cuyo sujeto es incorrup- riba se ha dicho (Por el contrario). Mas
tible,no pueden corromperse per accidens. de las virtudes hay unas intelectuales,
Haj* sin embargo ciertos hábitos, que, que están en la misma razón, como se
aunque principalmente están en sujeto dice (Ethic. 1. 6, c. 1 y 2 ) , sobre las cua-
incorruptible, secundariamente están no

(1) En el códice de Tarragona se omiten estas palabras, (2) « Puede darse (dice) olvido de la opinión, mas no de la
qtii est cansa ejm. » prudencia »,
CUESTIÓN L i l i . — A R T Í C U L O S I Y I I . - 343

les debe entenderse lo propio que sobre ARTÍCTJLO I I . — P u e d e disminuirse el


la ciencia ó la opinión; pero hay otras hábito?
que están en la parte apetitiva del alma,
que son las virtudes morales, y la misma l.° Parece que el hábito no puede dis-
razón milita sobre los vicios opuestos: minuirse : porque el hábito es cierta cua-
pero los hábitos de la parte apetitiva son lidad y forma simple; y lo simple ó se
causados por la natural aptitud de la ra- tiene todo ó todo se pierde. L u e g o el há-
zón para mover la parte apetitiva. D e bito, aunque pueda corromperse, no pue-
donde resulta que por el juicio de la ra- de disminuirse.
zón, que mueve en contrario de cualquier 2.° Todo lo que conviene al accidente,
modo, es á saber, ó por ignorancia ó por le conviene por sí ó por razón de su su-
pasión ó también por elección, se cor- jeto. Mas el hábito en sí mismo no se
rompe el habito de la virtud ó del vi- acrece y disminuye; de lo contrario se
cio (1). seguiría que alguna especie podría pre-
A l argumento 1.° diremos q u e , según dicarse de sus individuos según más y
se dice (Ethic. 1. 7, c. 10), « e l hábito menos. Pero, si según la participación del
»tiene semejanza de naturaleza, pero sujeto puede disminuirse, sigúese que al
» dista de ella » (2) : y por tanto, como hábito le acontece algo propio, que no le
la naturaleza de una cosa de ningún mo- es común con el sujeto: y , puesto que
do se separa de ella, el hábito difícilmente cualquiera forma, á la que le conviene
se remueve. algo propio fuera de su sujeto, es separa-
A l 2.° que, aunque á las especies inte- ble, como se dice ( D e an. 1. 1 , 1 . 1 3 ) ; por
ligibles nada hay contrario, á las enun- lo tanto el hábito es una forma separa-
ciaciones sin embargo y al procedimiento ble : lo que es imposible.
de la razón puede haberlo, como se ha 3.° L a razón y naturaleza del hábito,
dicho. lo mismo que la de cualquier accidente,
A l 3.° que la ciencia no se quita por consisten en la concreción (3) al sujeto;
el movimiento corporal, en cuanto á la y de aquí el que cualquier accidente se
misma raíz del hábito, sino solo en cuanto define por su sujeto. Si pues el hábito
al impedimento del a c t o , por cuanto el por sí mismo no se aumenta ni disminu-
entendimiento necesita en su acto de las y e , tampoco según su concreción con el
fuerzas sensitivas, con las cuales se oca- sujeto podrá disminuirse ; y así de ningún
siona el impedimento por . la corporal modo se disminuirá.
transmutación. P e r o por el inteligible Por el contrario: los contrarios na-
movimiento de la razón puede corrom- turalmente versan sobre una misma cosa;
perse el hábito de la ciencia, aun en lo y el aumento y la diminución son con-
que respecta á la misma raíz del hábito; trarios : parece pues q u e , pudiendo au-
y del mismo modo puede también cor- mentarse el hábito, podrá también dis-
romperse el hábito de la virtud. N o obs- minuirse.
tante lo que se dice, que « l a s virtudes Conclusión. Los hábitos pueden dismi-
J> son más permanentes que las enseñan- nuirse (lo mismo que aumentarse) per
3> zas » , debe entenderse, no por parte se y per accidens.
del sujeto ó de la causa, sino de parte R e s p o n d e r e m o s , que los hábitos se
del acto; porque el uso de las virtudes disminuyen de dos maneras, así como se
es continuo por toda la v i d a , y no así el aumentan, según se manifiesta en lo an-
uso de las doctrinas. teriormente dicho : y, así como se alimen-
tan por la misma causa de que seengen--

(1) Resulta pues en resumen que son corruptibles per se y » feccion final es naturaleza»; y poco antes habia sentado
per deciden*tanto los hábitos corporales como los de las cien- que « es más fácil mudar la costumbre que la naturaleza »,
cias y virtudes ; y ni per se ni per acciücns lo son los délos entendiendo aquí sustancialmenle la costumbre como sinóni-
primeros principios, sean especulativos ó prácticos : lo cual ma de hábito, del que hace mención en propios términos y
condensa y aclara al propio tiempo los diversos miembros do como equivalentes.
la Conclusión. (3) Considerado como una sola y misma cosa con el sujeto,
Por eso dice (ibld.) el mismo Aristóteles, refiriéndose al
(2) á que está inherente ó en quien reside ; á diferencia ó en con-
poeta griego Eveno (no Ennio, como erróneamente escriben traposición al hábito aisladamente considerado, prescindiendo
algunos comentaristas), que « la costumbre llevada á su per- de su sujeto.
344 CUESTIÓN L i l i . — ARTÍCULOS II Y III.

dran, se disminuyen por la misma causa abstracto, sino en concreto : y de esta


que los corrompe; pues la diminución clase son el aumento y diminución en
del hábito es cierta vía hacia la corrup- ciertos accidentes ; por lo que no se dice
ción, así como por el contrario la g e - más y méiios la blancura, sino lo blanco.
neración del hábito es cierta base de su Y la misma razón hay en los hábitos y
aumento. otras cualidades, bien que ciertos há-
A l argumento 1.° diremos, que el há- bitos se aumenten ó disminuyan por al-
bito considerado en sí mismo es una for- guna adición (4), como consta de lo di-
ma simple ( 1 ) ;• y según esto no sufre cho anteriormente (C. 52, a. 2).
diminución, sino según el diverso modo
de participar, que proviene de la inde- A R T Í C U L O I I I . — ¿ s e corrompe Ó «u*.
terminación de la misma potencia que minuye el hábito por sola l a cesación de la
participa, la cual ciertamente puede de obra?
diverso modo participar de una sola for-
m a , ó estenderse á muchas ó pocas co- l.° Parece que el hábito no se cor-
sas (2). rompe ó disminuye por sola la cesación
A l 2.° que aquella razón procedería, de la obra; pues los hábitos son más
si la misma esencia del hábito de ningún permanentes que las cualidades pasi-
modo se disminuyese. Mas no es esto lo bles ( 5 ) , como consta por lo antes di-
que establecemos, sino que cierta dimi- cho (C. 4 9 , a. 1 , al 3.°). E s así que las
nución de la esencia del hábito no toma cualidades pasibles no se corrompen ni
principio del hábito, sino del partici- se disminuyen por la cesación del acto,
pante. pues la blancura no se disminuye porque
A l 3.° q u e , de cualquier modo que se deje de afectar á la vista, ni el calor
signifique el accidente, depende del su- por no calentar. L u e g o tampoco los hábi-
j e t o , según su propia razón, aunque de tos se disminuyen ni se corrompen por la
distinto modo según los casos : porque el cesación del acto.
accidente significado en abstracto im- 2.° L a corrupción y diminución son
porta habitud al sujeto, que partiendo ciertas mudanzas; y nada se muda sin una
del accidente termina en el sujeto, pues causa que lo mueva. P o r tanto , como la
se llama blancura aquello, por lo que cesación del acto no importa causa algu-
algo es blanco : y por eso en la definición na m o v e n t e , n o parece pueda haber por
del accidente abstracto no se menciona el la cesación del acto diminución ó corrup-
s u j e t o , como primera parte de la defini- ción del hábito.
c i ó n , que es el género, sino como la se- 3.° L o s hábitos de la ciencia y de la
gunda , que es la diferencia, pues deci- virtud residen en el alma intelectiva, que
mos que la compresión es la curvatura está por cima del tiempo; y las cosas,
de la nariz: pero en los concretos empie- que están sobre el tiempo, no se corrom-
za la disposición por el sujeto y termina pen ni disminuyen por la larga duración
en el accidente, pues se dice blanco lo del tiempo. L u e g o ni tales hábitos se
que tiene blancura. P o r lo cual en la corrompen ó disminuyen por la diuturni-
definición de semejante accidente (3) se dad del tiempo, aunque uno permanezca
establece el sujeto como género, que es
mucho tiempo sin ejercicio.
la parte de la definición; pues decimos
Por el contrario, dice el Filósofo ( L i -
que es chata la nariz corva. A s í pues lo
bro de la longitud y brevedad de la vida,
que conviene á los accidentes por parte
cap. 2.°) que « e s corrupción de la cien-
del sujeto , y no por la misma razón del
» cia no solo el error, sino también el
accidente, no se atribuye al accidente en
volvido » ; y se dice también ( E t h i c , 18,
(1) Simple cualidad y como forma accidental. cion que también hace aquí el P. Kicolai con mucho acierto y
(2) Según los dos modos antedichos con respecto al au- oportunidad á nuestro juicio.
mento : por adición ó sustracción de grados en la forma pre- (5) La invariabilidad de las causas de los hábitos dificulta
existente, ó por la mayor o menor radicación en el sujeto. su transmutación ; bien al contrario de las de las cualidades
(3) Significado en concreto por el adjetivo gramatical. pasibles, que son mudables é insubsistentes como de proce-
(4) Parece debiera insertarse aquí (ó sobreentenderse al dencia corpórea, siéndoles por lo mismo accidental la fijeza ó
menos) vel subslractiouem correlativamente á la diminución ; estabilidad, que en los hábitos va entrañada en la noción de
,pues no es de creer se trate de insinuar que precisamente por su naturaleza misma.
adición se efectúen el aumento y el decrecimiento : observa-
CUESTIÓN L i l i . — ARTICULO IIÍ. 345

c. 5 ) que « l a inapelación ( 1 ) deshace necesariamente se han de originar mu-


»muchas amistades»; y por la misma chas pasiones y operaciones fuera de
razón otros hábitos de las virtudes se la pauta de la virtud por la inclina-
disminuyen ó desaparecen por la cesación ción del apetito sensitivo y otras (in-
del acto. fluencias), que mueven esteriormente.
Conclusión. Así como el hábito se en- D e donde se sigue que la virtud se cor-
gendra y aumenta por acto, del mismo rompe ó disminuye por la falta de ejer-
modo el dejar de obrar disminuye y qui- cicio ; y lo mismo sucede por parte de los
ta alguna vez el hábito. hábitos intelectuales, que hacen pronto
Responderemos q u e , como se dice al hombre para juzgar bien las cosas
(Phys. 1. 8, t. 27), una cosa puede ser imaginadas. A s í p u e s , cuando el hom-
movente de dos modos : 1.° per se, en bre cesa en el uso del hábito intelectual,
cuanto mueve según la razón de su pro- surgen en él imaginaciones estrañas, y
pia forma, como el fuego calienta; 2.°per á veces conducentes á lo contrario: de
accidens, como lo que remueve el obstá- manera q u e , si con el frecuente uso del
culo. D e este 2.° modo el dejar de obrar hábito intelectual no se cortan ó com-
causa la corrupción ó diminución de los primen en cierto modo ; hácese el hom-
hábitos, en cuanto se aparta el acto, que bre menos apto para juzgar rectamente,
frustraba las causas corruptoras ó ate- y aun alguna vez queda totalmente dis-
nuantes del hábito; pues se ha dicho (a. 2) puesto alo contrario. A s í es como, dejan-
que los hábitos se corrompen ó disminu- do de obrar, se disminuye y aun estirpa
yen por sí, mediante un agente contrario: el hábito intelectual.
y de consiguiente, por cualesquiera con- A l argumento 1.° diremos ¡ que así
trariedades de los hábitos que tomen in- también el calor, dejando de calentar,
cremento del transcurso del tiempo, y se desvanecería ; si por esto aumentase el
que deben ser eliminadas por el acto pro- frió, que es lo corruptivo de lo cálido.
cedente del hábito, los tales hábitos se A l 2.° que el dejar de obrar es lo que
disminuyen 6 aun desarraigan del todo mueve á la corrupción ó diminución,
por la prolongada cesación del acto, como alejando lo impeditivo, según se ha
como se ve aun en la ciencia y en la vir- dicho.
tud ; porque es indudable que el hábito A l 3.° que la parte intelectiva del alma
de la virtud moral hace al hombre pron- por sí misma está sobre el tiempo; pero la
to, para moderar las pasiones ú opera- parte sensitiva está sujeta al tiempo , y
ciones propias ; y, no usando alguno del por lo tanto con el decurso del tiempo se
hábito de la virtud para moderarlas, muda en cuanto á las pasiones de la par-
te apetitiva, y aun en cuanto á las fuer-
zas aprensivas. P o r eso dice el Filósofo
(IJ Imppcllatio, faltado provocación ó de oscitación : aquí ( P h y s . , 1. 4 , t. 117) que « e l tiempo es
viene á ser inacción ó falta de ejercicio ó de ocasiones de cul-
tivar y fomentar la amistad, falta de trato amistoso.
»causa del olvido».
CUESTIÓN LIY.

Distinción de los hábitos.

Discutiremos : 1.° Puede haber muchos hábitos en u n a sola potencia? — 2.° Sedistinguen los hábitos
según los objetos?—3.° Se distinguen según el bien y el mal ?—4.° De muchos hábitos se constituye
un solo hábito?

A R T Í C U L O I . — ¿ P u e d e haber muchos muchos hábitos á la vez en una sola po-


hábitos e n u n a sola potencia ? tencia.
Por el contrario: el entendimiento es
l.° Parece que no puede haber muchos una sola potencia, en la cual sin embar-
hábitos en una sola potencia; pues de g o h a y hábitos de diversas ciencias.
cosas, que se distinguen bajo un aspecto Conclusión. Puede haber en una mis-
mismo, multiplicada u n a , se multiplica ma potencia muchos hábitos, como dispo-
también la otra. E s así que según lo mis- siciones á la naturaleza y á la operación.
mo se distinguen las potencias y los hábi- Responderemos, que según lo dicho
t o s , es á saber, según los actos y objetos: ( C . 4 9 , a. 4 ) los hábitos son ciertas dis-
luego del mismo modo se multiplican; posiciones de algo existente en potencia
y no puede por lo tanto haber muchos y a para la naturaleza, y a para la opera-
hábitos en una sola potencia. ción, ó para el fin de la naturaleza. E n
2.° L a potencia es cierta virtud sim- cuanto á los hábitos, que son disposicio-
ple : y en un solo sujeto simple no puede nes para la naturaleza, es manifiesto que
haber diversidad de accidentes; pues, puede haber muchos en un solo sujeto,
siendo el sujeto causa del accidente (1), por cuanto pueden considerarse bajo di-
no parece que de uno solo y simple pue- versos aspectos las diversas partes de un
da proceder sino solo uno : luego en una mismo sujeto, y según la (respectiva)
sola potencia no puede haber muchos disposición de ellas se dicen los hábitos:
hábitos. como, si se conceptúan partes del cuerpo
3.° A s í como el cuerpo se forma por humano los humores ( 2 ) , en cuanto se
la figura, así la potencia se forma por el disponen conforme á la naturaleza huma-
h á b i t o ; pero un solo cuerpo no puede na , h a y (en ellos) hábito ó disposición á
formarse á un mismo tiempo con diversas la salud; m a s , si se toman partes seme-
figuras : l u e g o ni una sola potencia pue- j a n t e s , como los nervios, los h u e s o s , las
de formarse á un mismo tiempo con di- carnes, la misma disposición en orden á
versos hábitos. L u e g o no puede haber la naturaleza es fortaleza ó flaqueza; y, si

(1J Causa material únicamente, hablando en común de cual- (2) Los jugos elementales, de cuyas diversas combinacio-
quier accidente, como receptible ó susceptible de él, venga nes más ó menos complejas y uniformes respectivamente he^
de donde y como viniere, prestándose á servirle de susten- terogéneas resultan las partes similares ú homogéneas, como
táculo y conservar su inherencia ; pero también eficiente y huesos, sangre, músculos, nervios, etc., de que habla á con-
final respecto del accidente propio, por cuanto su existencia tinuación, y cuya masa es en su totalidad uniformo y com-
en acto lo produce como fluyendo de su propia naturaleza, que puesta de los mismos elementos químico-orgánicos; á dife-
no puede existir de hecho sin sus propios accidentes, y estos rencia de los miembros ú órganos, cuyas formas y propieda-
á su vez son completivos per se del sujeto : no así un acci- des difieren notablemente según su respectiva composición,
dente cualquiera de los que el Santo mismo llama eslrañoa como el brazo y el pulmón, la lengua y el cerebro, por
(1. P., C. 77, a. 6, al 2.°) y son producidos por agente es-
a
ejemplo.
trínseco.
CUESTIÓN L I V . — A R T Í C U L O S I Y II, 341

se toman miembros, como manos, pies y los objetos según la especie constituye la
semejantes, su disposición conveniente á diversidad específica de los actos, y por
la naturaleza es la belleza : y de este consiguiente la de los h á b i t o s : pues las
modo bay muchos hábitos ó disposiciones cosas que son diversas en g é n e r o , lo son
en uno mismo. Empero, si hablamos de también en especie, pero no al contrario;
los hábitos, que son disposiciones para y por lo tanto los actos de diversas po-
las operaciones, los cuales propiamente tencias difieren en especie, como también
pertenecen á las potencias ; aún así pue- los hábitos. N o es preciso empero que
den ser muchos los hábitos de una sola diversos hábitos sean de diversas poten-
potencia : y la razón es, porque el sujeto cias ; sino que pueden ser muchos de una
del hábito es la potencia pasiva, como sola : y , así como hay géneros de g é n e -
antes se ha dicho ( C . 5 1 , a. 2) ; pues la ros y especies de especies, así también
potencia activa solamente no es sujeto puede haber diversas especies de hábitos
del hábito, como se ve por lo dicho (ibid.), y de potencias.
al paso que la potencia pasiva se compara A l 2.° que la potencia, aunque es en
al acto determinado de una sola especie, verdad simple según su esencia, es sin
como la materia á la forma; porque, así embargo múltiple en virtud, según que
como la materia se concreta á una sola se estiende á muchos actos diferentes en
forma por un solo agente, del mismo modo especie; y por tanto nada obsta que en
la potencia pasiva por razón de un solo una sola potencia haya muchos hábitos
objeto activo se determina á un solo acto diferentes en especie.
según la especie. D e donde, así como mu- A l 3.° que el cuerpo es formado por la
chos objetos pueden mover á una sola figura, como por propia terminación: pero
potencia pasiva, así la misma puede ser el hábito no es terminación de la poten-
sujeto de diversos actos ó perfecciones cia, sino disposición para el acto como á
según la especie. A s í es q u e , á la manera su último término; y por eso no puede
que muchos objetos pueden mover á una haber á un mismo tiempo muchos actos
sola potencia pasiva, igualmente una sola de una sola potencia, á no ir el uno com-
potencia pasiva puede ser sujeto de actos prendido tal vez en otro; como no puede
ó perfecciones específicamente diversos. tener muchas figuras un solo cuerpo, sino
Siendo pues los hábitos ciertas cualida- en cuanto una se comprenda en otra, como
des ó formas inherentes á la potencia, por el triángulo en el tetrágono. Porque el
las cuales se inclina á ( 1 ) determinados entendimiento no puede entender á un
actos según la especie ; sigúese que á una mismo tiempo muchas cosas (2) en acto;
sola potencia pueden pertenecer muchos puede empero saber por hábito simultá-
hábitos, así como muchos actos de dife- neamente muchas.
rente especie.
A l argumento 1.° diremos que, así co- ARTÍCULO II. — se distinguen los iiá«
mo en las cosas naturales la diversidad bitos s e g ú n los objetos?
de las especies es según la forma, y la
diversidad de los géneros según la mate- l.° Parece que los hábitos no se dis-
ria, como se dice ( M e t . 1. 5, t. 3 3 ) , pues tinguen según los objetos : porque las co-
aquellas cosas son diversas en género, sas contrarias son diferentes en especie;
cuya materia es diversa; así también la y el mismo hábito de ciencia es de los
diversidad de los objetos según el género contrarios, como la medicina (lo es) del
constituye la distinción de las potencias. sano y del enfermo (3). L u e g o no se dis-
Por lo cual el Filósofo dice ( E t h i c . 1. 6, tinguen los hábitos según los objetos di-
c 1) que «para aquellas cosas, que son ferentes en especie.
» otras en género, hay también en el alma 2.° H a y diversos hábitos para diversas
T>otras partículas». Mas la diversidad de ciencias. E s así que un mismo objeto de

(') La edición romana antigua dice ad delcrminatloncm ac- actas.


s
í y Wicolai propone terminalionem, que no nos parece acep- (2) Véase la C. 85, a. 4, de la .1." P . ; y la nota 2 de la pá-
ille, atendido el contesto y en vista ademas de la unanimi- gina 090 en el T. 1."
idad de todos los códices y ediciones (inclusa la nueva de (3) Es decir, el mismo conocimiento habitual científico es
orna, que rectifica á las antiguas) en escribir ad determinólas el del estado de salud y el de enfermedad.
CUESTIÓN L I V . — A R T Í C U L O S ÍI Y III.

estudio pertenece á diversas ciencias, co-


1
A l argumento 1.° diremos, que en la
mo el naturalista y el astrólogo demues- distinción de las potencias ó aun de los
tran que la tierra es redonda, según se hábitos no se ha de considerar el mismo
dice ( P h y s . 1. 2, t. 17). L u e g o los hábi- objeto materialmente, sino la razón del
tos no se distinguen según los objetos. objeto diferente en especie ó aun en g é -
3.° E l objeto de un solo acto es único; nero : y, aunque los contrarios en especie
y un mismo acto puede pertenecer á di- difieran por su diversidad de los objetos,
versos hábitos de virtudes, si se refiere á milita no obstante la misma razón pai-a
diversos fines : como el dar á uno dinero, conocer á ambos; porque el uno se conoce
si es por D i o s , pertenece á la caridad; por el otro. Y por tanto, en cuanto con-
m a s , si por pagar una deuda, pertenece vienen en una misma razón de cognosci-
á la justicia. L u e g o un mismo objeto b l e , pertenecen á un solo hábito cognos-
puede pertenecer también á diversos há- citivo.
bitos : luego no hay diversidad de hábitos A l 2.° que el ser la tierra redonda lo
según la diversidad de objetos. demuestran por distinto medio el natura-
Por el contrario : los actos difieren en lista y el astrólogo : pues este lo prueba
especie según la diversidad de objetos, por medios matemáticos, como por las
como se ha dicho arriba ( C . 1, a. 3 ; y figuras de los eclipses y otros semejan-
C. 18, a. 2 ) . Pero los hábitos son ciertas tes ; mas el naturalista lo demuestra por
disposiciones para los actos. L u e g o tam- medio natural, como por el movimiento
bién los hábitos se distinguen según sus de los graves hacia el centro, ú otro aná-
diversos objetos. logo. Mas toda la fuerza de la demostra-
Conclusión. Los hábitos se distinguen ción, que es «silogismo que hace saber»,
específicamente : 1.° 'según los principios como se dice (1. 1, t. 5), depende del me-
activos de tales disposiciones ; 2° según dio ; y por tanto los diversos medios son
su naturaleza; y 3.° según sus objetos como diversos principios activos, según
diferentes en especie. los cuales se diversifican los hábitos de
Responderemos, que el hábito es cierta las ciencias.
forma, y es también hábito. Puede por A l 3.° q u e , como dice el Filósofo
consiguiente la distinción de los hábitos ( P h y s . 1. 2, t. 89 ; y Ethic. 1. 7, c. 8), «el
considerarse en cuanto la especie, ó se- »fin en las cosas operables es como el
gún el modo común, con que las formas » principio en las demostrativas » ; y por
se distinguen en especie, ó según el pro- consiguiente la diversidad de fines diver-
pio modo de la distinción de los hábitos. sifica las virtudes lo mismo que la diver-
L a s formas pues se distinguen unas de sidad de los principios activos : y los mis-
otras según los diversos principios acti- mos fines son también objetos de los ac-
v o s , porque «todo agente hace su seme- tos interiores, que pertenecen principal-
j a n t e según la especie» (1). Mas el mente á las virtudes, como es notorio por
hábito importa orden á algo; y todas las lo dicho arriba ( C . 19, a. 1 y 2).
cosas, que se denominan según su orden
á a l g o , se diferencian según la distinción
ARTÍCULO I I I . — s e distinguen ios int-
de aquellas, á que se refieren : y, puesto
uitos s e g ú n el bien y e l nial ?
que el hábito es cierta disposición orde-
nada para dos cosas, cuales son la natu* l.° Parece que los hábitos no se dis-
raleza y la operación consiguiente á la tinguen según el bien y el m a l : pues el
naturaleza; claro es que los hábitos se
bien y el mal son contrarios; y « es uno
distinguen en especie bajo tres conceptos:
»mismo el hábito de cosas contrarias»,
1.° según los principios activos de tales
como se ha esplicado (a. 2, arg. l.°):
disposiciones; 2° según la naturaleza;
luego los hábitos no se distinguen según
3.° según los objetos diferentes en especie,
el bien y el mal.
como por lo siguiente se esplicará (2).
2.° E l bien se convierte con el e n t e ; y

(1) Esto es propiamente exacto respecto de los agentes uní- ó clasifiquen bajo todos tres aspectos ; pues basta que la dis-
vocos, y no en orden á los equívocos, según ya antes de tinción de unos se funde en una, y la de otros en otra de esas
ahora hemos tenido más de una ocasión de advertir. tres consideraciones.
(2) Entiéndese con separación : no que todos se distingan
CUESTIÓN LIV. — ARTÍCULO III. 349

así, siendo común á todos, no puede t o - m a n a , por ser conformes á la razón ; y


marse como diferencia de alguna especie, por el contrario los actos de los vicios,
según consta por el Filósofo (Topic. 1. 4, como contrarios á la razón, son opuestos
c. ult., lug. 66). D e l mismo modo pues, á la naturaleza humana. Y así se ve claro
siendo el mal privación y no e n t e , no que según la diferencia del bien y el
puede ser diferencia de ente alguno : lue- mal los hábitos se distinguen en espe-
go los hábitos no pueden distinguirse en cie. 2.° Distinguiendo los hábitos según
especie según el bien y el mal. la naturaleza; porque un hábito dispone
3.° Acerca de un mismo objeto sucede al acto conveniente á la naturaleza infe-
que hay diversos hábitos m a l o s , como rior, y otro dispone al acto conveniente
sobre las concupiscencias la intemperan- á la naturaleza superior: y de este modo
cia y la insensibilidad ; y asimismo tam- la virtud humana, que dispone al acto
bién muchos hábitos b u e n o s , como la conveniente á la naturaleza humana, se
virtud humana y la virtud heroica ó la distingue de la virtud divina ó la heroi-
divina, según manifiesta el Filósofo (Ethic. ca ( 2 ) , que dispone al acto conveniente
1. 7, c. 1). L u e g o no se distinguen los há- á cierta|naturaleza superior.
bitos según el bien y el mal. A l argumento 1.° diremos que el há-
Por el contrario: el hábito bueno es bito de los contrarios puede ser uno solo,
contrario al hábito malo , como la virtud según que las cosas contrarias convienen
al vicio. E s así que las cosas contrarias en una misma razón : pero nunca sucede
son diversas según la especie. L u e g o los que los hábitos contrarios sean de una
hábitos difieren en especie según la dife- sola especie, pues la contrariedad de los
rencia del bien y el mal. hábitos es según razones contrarias; y
Conclusión. Distínguense específica- así es como se distinguen los hábitos se-
mente los hábitos hítenos de los malos, gún el bien y el m a l , es decir, en cuanto
ya [ 1 ] por su conformidad ó disonancia un hábito es bueno y otro malo , y no
con la recta razón, ya [ 2 ] según su con- porque uno sea del bien y otro del mal.
veniencia 6 no con la naturaleza supe- A l 2.° que el bien común á todo ente
rior ó inferior ( 1 ) . no es diferencia constitutiva de especie
Responderemos que, como se ha dicho de hábito alguno ; sino cierto bien deter-
(a. 2 ) , los hábitos se distinguen en espe- minado , que lo es según la conveniencia
cie , no solo según los objetos y los prin- á determinada naturaleza, cual es la h u -
cipios activos, sino también en orden á mana. Y del mismo modo el m a l , que es
la naturaleza ; lo cual sucede de dos mo- diferencia constitutiva del h á b i t o , no es
dos : 1.° según lo conveniente á la natu- pura privación ; sino cierta cosa determi-
raleza, ó también según la disconvenien- nada , que repugna á determinada natu-
cia de la misma, y de este modo se raleza.
distinguen en especie los hábitos bueno A l 3.° que muchos hábitos buenos
y malo; pues se llama hábito bueno el acerca de una misma especie se distin-
que dispone al acto conveniente á la na- guen según la conveniencia á diversas
turaleza del agente, y hábito malo el naturalezas, como va dicho; pero muchos
que dispone al acto no conveniente á la hábitos malos se distinguen sobre lo mis-
naturaleza: así como los actos de las mo, que ha de hacerse, según las diversas
virtudes convienen á la naturaleza hu- repugnancias respecto de lo que es con-

(1) So ve pues bien claramente por la distinción consig- del hombre por la gracia en virtud y á consecuencia de la hu-
nada en los dos miembros de esta Conclusión que no se trata manización del divino Verbo, mediante la aplicación de sus
aquí precisa y eselusivamente del concepto de moralidad ó de infinitos méritos á la santificación de sus siervos é imitadores,
la bondad y malicia moral de los hábitos (aunque bastante hasta elevarlos á la beatífica glorificación : nada hay empero
esplícitamente insinuada en el 1." de aquellos), sino bajo un de común entre esta transformación sobrenatural y lo que
aspecto común y genérico de buenos ó malos hábitos natural- aun hoy se entiende por heroísmo, y que no hay para qué
mente considerados en su estricta noción de disposiciones ha- detenernos á esplicarlo. Alguien ha dicho que al héroe lo se-
bituales, sin concretarse á su distinción moral de virtuosos ó para del calavera una línea divisoria matemática, llamada
laudables y viciosos ó censurables. éxito : y esto aclara suficientemente el asunto. El éxito y el
(2) Es bien sabido que los paganos llamaban semidioses á fracaso distinguen pues ante el vulgo esos dos caracteres es-
los héroes, y esto esplica la equiparación hasta cierto punto tremos, que podrían fácilmente puntualizarse con ejemplos
de lo divino con lo heroico. Entre nosotros no es admisible mil al alcance de cualquiera. ¿ Hay en esto algo de divino 'i Y
lal lenguaje, pues las creencias cristianas no consienten la ¿quién ha calificado de héroe á San Diego de Alcalá, v. gr.,
apoteosis gentílica, que en nada so parece á la divinización santificado en el oscuro rincón de una cocina de convento?
350 CUESTIÓN LIV. — ARTÍCULOS III У IV.

forme á la naturaleza : así como á una como la potencia, siendo una sola, se es­
sola virtud ,se oponen diversos vicios tiende á muchas c o s a s , según que con­
acerca de la misma materia. vienen en algo ú n i c o , esto e s , en cierta
razón general del objeto; del mismo modo
ARTÍCULO I V . — » e muchos hábitos se también el hábito se estiende á muchas
constituye un solo hábito ? c o s a s , según que se ordena á algún solo
objeto, por ejemplo, á una sola razón es­
l.° Parece que un solo hábito se cons­ pecial del objeto, ó á una sola natura­
tituye de muchos hábitos : pues aquello, leza , ó á un solo principio, como se ha
cuya generación no se perfecciona de una visto ( a . 2 ). Si consideramos pues el há­
vez sino sucesivamente , parece consti­ bito según á lo que se estiende , hallare­
tuirse de muchas partes; y la generación mos en él cierta multiplicidad : m a s , por
de los hábitos no es simultánea, sino su­ cuanto esa multiplicidad va ordenada á
cesiva por medio de muchos actos, como algo ú n i c o , á lo que principalmente se
arriba hemos probado ( C . 5 1 , a. 3 ) : lue­ refiere el hábito ; resulta que el hábito es
g o de muchos hábitos se constituye un una cualidad simple , no constituida por
solo hábito. muchos hábitos, aun cuando se estienda
2.° E l todo se constituye por las par­ á muchas cosas; pues un hábito no se es­
tes. P e r o á un solo hábito se asignan tiende á muchas c o s a s , sino en orden á
muchas p a r t e s , como establece Tulio una sola, que le da unidad.
(De invent. 1. 2 ) muchas partes de for­ A l argumento 1.° diremos , que la su­
taleza y de templanza y de otras vir­ cesión en la generación del hábito no se
tudes: luego un solo hábito se constituye verifica porque una parte de él se en­
de muchos hábitos. gendre después de otra, sino por cuanto
3.° D e una sola conclusión se puede el sujeto no consigue inmediatamente la
obtener ciencia en acto y en hábito. E s disposición firme y difícilmente movible,
así que muchas conclusiones pertenecen y porque primero empieza á existir im­
á una sola ciencia t o t a l , como á la g e o ­ perfectamente en el sujeto , y después se
metría ó á la aritmética : luego muchos va perfeccionando paulatinamente, como
hábitos constituyen uno solo. sucede también respecto de otras cuali­
Por el contrario: siendo el hábito cier­ dades.
ta cualidad , es forma simple. P e r o nin­ A l 2.° que las partes , que se asignan
gún simple se compone de muchos : lue­ á cada una de las virtudes cardinales, no
g o un solo hábito no es constituido por son partes integrales constitutivas de un
muchos. todo ; sino partes subjetivas ó potencia­
Conclusión. El hábito es una cualidad les , como se manifestará más adelante
simple, no constituida de muchos hábitos, (C. 57, a. 6, al 4v°; у C. 4 8 ) .
aunque se estienda á muchas cosas en A l 3.° que el que en alguna ciencia
orden á una sola. adquiere por la demostración la ciencia
Responderemos que el hábito orde­ de una sola conclusión, tiene sí hábito,
nado á la operación ( 1 ) , que es el que pero imperfectamente : m a s , cuando ad­
ahora principalmente consideramos, es quiere por medio de otra demostración
cierta perfección de la potencia ; y toda la ciencia de otra conclusión, no se en­
perfección es­proporcionada á su (objeto) gendra en él otro nuevo hábito diferente,
perfectible. D e donde se infiere q u e , así sino que el hábito antes inherente se hace
más perfecto, como que se estiende á
más ; porque las conclusiones y demos­
(1) A dilérencia del que solo se ordena á la naturaleza ; y traciones de una sola ciencia están orde­
no á la operación directa é inmediatamente, según lo espuesto nadas, y se derivan una de otra.
ya repetidamente y con especialidad en el anteriora. 3.
CUESTIÓN LY.

De las virtudes en cuanto á sus esencias.

Debemos t r a t a r a h o r a , como es consiguiente, de los hábitos en especial: y , por cuanto los hábitos
según lo dicho (C. 54, a. 3 ) se distinguen por el bien y el m a l ; hablaremos en primer lugar de los
hábitos b u e n o s , que son las virtudes, y de las circunstancias que les acompañan, á saber, los dones,
las bienaventuranzas y los frutos; y en segundo de los hábitos m a l o s , que son los vicios y los peca-
dos. Con respecto á las virtudes consideraremos cinco cosas: 1." la esencia de la v i r t u d ; 2 . su objeto;
a

3. división de las v i r t u d e s ; 4. causa de la v i r t u d ; y 5. ciertas propiedades de la misma. En cuanto á


a a a

la 1. investigaremos cuatro a s u n t o s . l.° La virtud h u m a n a es hábito ? — 2.° Es hábito operativo ? —


a

3.° Es hábito bueno ? — 4.° Definición de la virtud,

ARTÍCULO I. — m virtud h u m a n a e s les. Estas empero no son h á b i t o s , sino


hábito •? ciertas potencias. L u e g o tampoco las vir-
tudes humanas.
l.° Parece que la virtud humana no Por el contrario, el Filósofo ( L i b . D e
es hábito: porque la virtud es « l o último Prasd. c. De qualit.) establece que la
» de potencia » , como se dice ( D e ccelo, ciencia y la virtud son hábitos.
1.1, t. 116 ) ; y lo último de cada cosa se Conclusión. Necesariamente las vir-
reduce á aquel género , del que es l o ú l - tudes humanas son hábitos.
timo, como el punto al género de la línea; Responderemos, que virtud denota
luego la virtud se reduce al género de p o - cierta perfección de la potencia ; pues la
tencia, y no al género de hábito. perfección de cada cosa se considera
2.° San A g u s t í n dice ( D e lib. arb. 1. 2, principalmente en orden á su fin, y el
c. 19 implic. pero espresamente Retract. fin de la potencia es el acto : y por eso
1. 1, c. 9 ) que « la virlud es el buen uso se llama perfecta, según que se deter-
s del libre albedrío » ; el cual uso del li- mina á su propio acto. H a y empero
bre albedrío es un a c t o : luego la virtud ciertas potencias, que por sí mismas e s -
no es hábito, sino acto. tán determinadas á sus propios actos,
3,° Por los hábitos no merecemos, sino como las potencias naturales activas; y
por los actos ; porque , de no ser a s í , el por eso tales potencias naturales , según
hombre merecería continuamente, aun lo que son por sí mismas , se llaman vir-
durmiendo. E s así que por las virtudes tudes. P e r o las potencias racionales (1),
merecemos. L u e g o las virtudes no son que son propias del hombre, no están
hábitos, sino actos. determinadas á una sola cosa; sino dis-
4.° San Agustín dice ( D e moribus puestas indeterminadamente para mu-
Ecclesiíe, c. 11) que « la virtud es el ór- chas , y se determinan á los actos pol-
» deu del amor » , y ( Q q . 1. 83 , q. 30 ) los h á b i t o s , como se ve por lo dicho
que « l a ordenación, que se llama virtud, arriba ( C. 4 9 , a. 4 ) : y por consiguiente
)) consiste en gozar de las cosas que se las virtudes humanas son hábitos. N

» deben g o z a r , y usar de las que deben A l argumento 1.° diremos, que á veces
» usarse » ; y orden ú ordenación denota se llama virtud aquéllo, á que se dirige
ó acto ó relación : luego la virtud no es la virtud, á s a b e r , ó el objeto de la vir-
hábito, sino acto ó relación.
5.° A s í como se hallan virtudes huma- (1) En su estricta y propia significación de discursivas ó
raciocinativas, características y esclusivamente propias del
nas , así también se ven virtudes natura- hombre.
352 CUESTIÓN LV. — ARTÍCULOS I Y II.

tud ó su a c t o , como suele llamarse fe B otras no para existir siempre, sino solo
á lo que se cree, otras veces el mismo »por algún tiempo determinado ». E s así
creer, y algunas el hábito mismo con que que tal, como es la virtud natural en las
se cree. P o r lo c u a l , cuando se dice que cosas naturales, viene á ser la virtud
« la virtud es lo último de potencia B , se humana en las racionales. L u e g o la vir-
toma la virtud por su objeto ; pues el tud humana asimismo no es solo para
máximum de alcance de la potencia es á obrar, sino también para existir.
lo que se llama virtud de la cosa : como, 3.° E l Filósofo ( P h y s . 1. 7, t. 17) dice
si uno puede llevar un peso de cien li- que « la virtud es disposición de lo per-
bras , y no m á s ; su virtud se gradúa en B fecto á lo óptimo B ; y lo óptimo, á que
las cien libras , y no en sesenta. Mas la debe el hombre disponerse por medio de
objeción procedía, como si esencialmente la virtud, es el mismo D i o s , como lo
la virtud fuese lo último de potencia. prueba San Agustín ( D e moribus Eccles.
A l 2.° que el buen uso del libre albe- c. 36 y 14), al cual se dispone el alma
drío se dice ser virtud según la misma por la asimilación con el mismo. L u e g o
razón, es decir, por cuanto es aquello á parece que debe decirse la virtud cierta
que se ordena la virtud como á su propio cualidad del alma en orden á D i o s , como
a c t o ; pues el acto de virtud no es otra asimilativa al mismo, y no en orden á la
cosa que el buen uso del libre albedrío. operación. N o es pues hábito operativo.
A l 3.° que se dice merecemos en algo Por el contrario , dice el Filósofo
de dos modos: 1.° como por el mismo (Ethic. 1. 2, c. 6) que « l a virtud de cada
mérito, á la manera que se dice correr la B ser es la que hace buena su obra ».
carrera, y de este modo merecemos por Conclusión. La noción misma de vir-
los actos; 2.° por algo, como principio de tud humana entraña en sí el concepto de
merecer, como cuando se dice que corre- hábito operativo.
mos por la potencia motriz, y en este R e s p o n d e r e m o s , que la virtud por ra-
sentido se dice que merecemos por las zón de su mismo nombre importa cierta
virtudes y los hábitos. perfección de potencia, como se ha dicho
A l 4.° que se dice virtud el orden ú arriba (a. 1 ) : por lo cual, habiendo doble
ordenación del amor, como aquello á que potencia, es á saber, potencia para exis-
se dirige la virtud; pues esta es la que tir, y potencia para obrar ; llámase virtud
ordena en nosotros el amor. la perfección de una y otra. Pero la po-
A l 5.° que las potencias naturales es- tencia para ser está de parte de la mate-
tan de suyo determinadas á una sola cosa, ria, que es ente en potencia ; mas la po-
mas no • así las potencias racionales ; y tencia para obrar es por parte de la for-
por tanto no hay paridad, como y a se ha m a , que es principio del obrar, porque
dicho. « en tanto obra cada ser, en cuanto está
B en acto B : y en la constitución del hom-
bre el cuerpo es como la materia y el
A R T Í C U L O I I . — E s la virtud h u m a n a
alma como la forma, siendo con respecto
hábito operativo? (1)
al cuerpo el hombre como los otros ani-
1.° Parece que no es propio de la vir- m a l e s , y asimismo en cuanto á las fuer-
tud humana el ser hábito operativo; pues zas comunes al alma y al cuerpo. Pero
dice Tulio (Qq. Tuse. 1. 4 ) que, «así co- solas aquellas fuerzas, que son propias
» mo hay sanidad y hermosura del cuerpo, del alma, como son las racionales, com-
B también hay virtud del alma ». P e r o la peten á solo el hombre: y así la virtud
sanidad y hermosura no son hábitos ope- humana, de que hablamos, no puede per-
rativos : luego tampoco lo es la virtud. tenecer al cuerpo, sino solamente á lo
que es propio del alma. D e donde se si-
2.° E n las cosas naturales se halla vir-
g u e que la virtud humana no implica or-
t u d no solo para obrar, sino también para
den á su ser, sino más bien á su obrar; y
ser, como lo manifiesta el Filósofo ( D e
de consiguiente es de esencia á la virtud
epelo, 1. 1), diciendo que «ciertas cosas
humana el que sea un hábito operativo.
» tienen virtud para existir siempre ; mas
A l 1.° diremos, que el modo de la
(1) ¿Se ordena á la operación? ó solo á la perfección de la
naturaleza? Téngase en cuenta la nota 1, pág. 350. acción sigue á la disposición del agente;
CUESTIÓN LV. — ARTÍCULOS II Y III. 353

porque, según lo que es cada c o s a , así mal; la virtud se estiende, no solo al bien,
obra: y por t a n t o , como l a virtud es el sino también al mal.
principio de cualquiera operación, preciso Por el contrario, dice San Agustín
es que preexista según su virtud en el ( D e morib. E cclass. c. 6) : «Nadie dudará
que obra alguna disposición conforme. » d e que la virtud hace al alma muy
Hace empero la virtud una operación or­ » b u e n a » ; y el Filósofo (E thic. 1.2, c. 6)
denada ; y por consecuencia la misma que « l a virtud es la que hace bueno al
virtud es cierta disposición ordenada en » que la tiene y buena su obra ».
el alma, es decir, según que las propias Conclusión. L a virtud humana, que
potencias del alma se ordenan algo entre es hábito operativo, necesariamente es
sí, y á lo que le es estrínseco. P o r esto la hábito bueno, y obrador del bien.
virtud, en cuanto es una disposición con­ Responderemos que, como se ha dicho
veniente del alma, se asemeja á la salud arriba (a. 1), la virtud importa perfección
y á la hermosura, que son debidas dispo­ de la potencia: por consiguiente « l a vir­
siciones del cuerpo : mas esto no escluye » t u d de cada cosa se determina á lo úl­
el que la virtud sea también principio de » t i m o , á que esta puede (alcanzar)»,
la operación. como se dice ( D e ccelo, 1. 1 ) ; y lo último,
A l 2.° que la virtud, que se refiere al á que puede llegar cualquiera potencia,
existir, no es propia del hombre; sino debe ser bueno, pues todo lo malo revela
solo la que se refiere á las obras de la cierto defecto; por lo cual dice San D i o ­
razón, que son propias del hombre. nisio ( D e div. nom. 1. 4, p. 4, lect. 2 2 )
A l 3.° que, como la sustancia de D i o s que « t o d o mal es d é b i l » : y de aquí la
es su acción, la suma asimilación del necesidad de que la virtud de cualquier
hombre á Dios se verifica mediante algu­ cosa se diga en orden al bien : de donde
na operación. D e donde se sigue que, se sigue que la virtud humana, que es há­
como se ha dicho arriba (C. 3, a. 2 ) , la bito operativo, es un hábito bueno, y ope­
felicidad ó la bienaventuranza, por la rativo del bien.
cual el hombre se conforma más con Dios, A l argumento 1.° diremos, que á se­
que es el fin de la humana vida, consiste mejanza de lo perfecto el bien se Д а т а
cu la operación. ' metafóricamente tal en los m a l o s ; pues
decimos perfecto hurtador ó l a d r ó n , y
A R T Í C U L O I I I . — l a virtud h u m a n a e s buen ratero ó ladrón, como lo manifiesta
un hábito bueno? (1J el Filósofo ( M e t . 1. 5, t. 2 1 ) : y conforme
á esto mismo se dice metafóricamente
1.° Parece que no pertenece á la razón virtud en los m a l o s , en cuyo sentido se
de virtud el ser un hábito bueno: porque dice « l a l e y virtud del pecado », á saber,
el pecado siempre se interpreta en mal; en cuanto por la l e y se aumenta ocasio­
pero hay también alguna virtud del pe­ nalmente el pecado, y puede llegar á su
cado, según aquello (i Cor. 15, 16) : la (término) máximo de potencia.
virtud del pecado la ley. L u e g o la virtud A l 2.° que el mal de la ebriedad y de
no siempre es hábito bueno. la demasiada bebida, consiste en el de­
2.° L a virtud corresponde á la poten­ fecto del orden de la razón. M a s sucede
cia ( 2 ) ; pero esta no solo tiene aptitud que con defecto de la razón coexiste al­
para lo bueno, sino también para lo malo, guna potencia inferior perfecta para lo
según aquello ( L . 5, 2 2 ) : ¡ Ay de vos­ que es de su género, aun con repugnancia
otros, los que sois valientes para beber ó defecto de la razón ; pero la perfección
vino, y varones esforzados para escanciar de la tal potencia, por ser con defecto de
embriaguez! L u e g o también la virtud la razón, no puede llamarse virtud hu­
puede aplicarse á lo bueno y á lo malo. mana.
3.° Según el Apóstol ( n Cor. 12, 9) A l 3.° que la razón se muestra tanto
1
la virtud se perfecciona en la enferme­ más perfecta, cuanto puede vencer ó t o ­
dad. Siendo pues la enfermedad cierto lerar mejor las debilidades del cuerpo y

(1) Disposición habitual á obrar bien ó para la práctica colige de lo anteriormente espuesto y más esplícilamente aún
del bien. de lo que se dice en este mismo artículo.
(2) Viene áser la potencia misma perfeccionada, según se
SUMA TE OLÓGICA.. — TOMO II. 28
354 CUESTIÓN L V . — A R T Í C U L O III Y IV.

de las partes inferiores: y por esto se di- San J u a n , c. 14 : hará cosas mayores que
ce que la virtud humana, que se atribuye estas) dice (implic. tract. 27, y más espre-
á la razón, se perfecciona en la enferme- samente Serm. 15 de verbis Apost. c. 11):
d a d , no de la razón, sino en la enferme- « e l que te creó sin t í , no te justificará
dad del cuerpo y de las partes inferiores. »sin t í » . L u e g o inconvenientemente se
dice q u e , « D i o s obra en nosotros sin nos-
ARTÍCULO IV. S e dellnc convenien- »otros la virtud».
temente l a virtud ? Por el contrario está la autoridad de
San A g u s t í n , de cuyas palabras se colige
l.° Parece que no es conveniente la la antedicha definición ( y principalmente
definición, que suele darse de la virtud, D e lib. arb.; y cont. Julián. 1. 4 , c. 3;
diciendo que « es una buena cualidad de y sobre el P s . 118 : hice el juicio, etc.,
» l a mente, por la cual se vive con recti- c. 26).
t u d , de la que ninguno usa m a l , y que Conclusión. La virtud es una buena
» D i o s obra en nosotros sin nosotros» : cualidad ó hábito de la mente, por el cual
porque la virtud es la bondad del hom- se vive con rectitud, del que ninguno usa
bre , la misma que «hace bueno al que mal, y que Dios obra en nosotros sin nos-
» l a tiene » ; mas la bondad no "parece otros : definición conveniente, por cuanto
que sea b u e n a , como ni la blancura es abraza perfectamente toda la esencia de
blanca (1). L u e g o inconvenientemente se la virtud.
dice que « l a virtud es una buena cua- Responderemos, que esta definición
»lidad». abraza perfectamente toda la razón de la
2.° Ninguna diferencia es más común virtud : pues la perfecta razón de cada
que su género, puesto que es di visiva del cosa se colige de todas sus causas, y la
g é n e r o ; pero el bien es más común que definición antedicha comprende todas las
la cualidad,pues se convierte con el ente: causas de la virtud; porque la causa for-
luego el bien no debe incluirse en la defi- mal de la virtud, como la de cualquier
nición de la virtud, como diferencia de otra c o s a , se toma de su género y dife-
cualidad. rencia, cuando se dice buena cualidad;
3.° Como dice San Agustín ( D e Trin. pues el género de virtud es cualidad, y
1.12, c. 3), «cuando ocurre primeramente su diferencia lo bueno. Sería empero más
» a l g o , que no nos es común con las bes- conveniente la definición, si en lugar del
» t i a s , eso pertenece á la mente». E s así hábito de cualidad se p u s i e s e , que es su
que h a y ciertas virtudes aun de las partes género próximo. M a s la virtud no tiene
irracionales, como dice el Filósofo (Ethic. materia (ex qua) de la cual, así como
1. 3, c. 10). L u e g o no toda virtud es «bue- ni otros accidentes; sino materia (circa
» n a cualidad de la mente ». quam) acerca de la cual, y materia (in
4.° L a rectitud parece pertenecer á la qua) en la cual, que es el sujeto. L a
justicia; por lo que los mismos se dicen materia acerca de la cual es el objeto de
rectos que justos. M a s la justicia es una la virtud, que no pudo ponerse en dicha
especie de virtud : luego inconveniente- definición, porque por el objeto se deter-
mente se ingiere lo recto en la definición mina la virtud á la especie; y aquí se
de la virtud, diciendo, por la cual se asigna la definición de la virtud en co-
vive rectamente. m ú n , por lo cual se pone el sujeto en lu-
5.° Cualquiera que se ensoberbece de gar de la causa material, al decirse que
a l g o , usa mal de ello. P e r o hay muchos « es buena cualidad de la mente ». Pero,
que se ensoberbecen con la virtud; pues como el fin (2) de la virtud es el hábito
dice S a n Agustín en la R e g l a que « l a operativo, resulta que es la misma opera-
»soberbia aun á las buenas obras pone ción. D e b e empero notarse que algunos
»asechanzas, para destruirlas». L u e g o de los hábitos operativos son siempre para
es falso que ninguno usa mal de la virtud. lo malo, como los hábitos viciosos; y otros
unas veces para lo bueno y otras para lo
6.° E l hombre se justifica por la vir-
m a l o , como la opinión se refiere á lo ver-
t u d ; y San Agustín (sobre aquello de
(1) Porque más bien parece graduarse por la consideración cualidad.
del más y el menos, lo cual se refiere á la cantidad y no á la (2) El complemento perfectivo.
CUESTIÓN LV. — ARTÍCULO iv. 355

dadero y á lo falso : mas la virtud es un A l 2.° que el bien, de que se habla en


hábito, que se refiere siempre al b i e n ; y la definición de la virtud, no es el bien
por lo t a n t o , para que se distinga la vir- común, que se convierte con el ente, t e -
tud de otras (cualidades), que siempre nido en más que cualidad; sino el bien
se refieren al mal, se dice, «por la cual de la razón, según lo que dice San D i o -
»rectamente se v i v e » ; y, para distin- nisio ( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 2 2 )
guirla de aquellas, que unas veces se re- que « el bien del alma es según la razón
fieren á lo bueno y otras á lo malo, se » d e su ser».
añade, «de la que ninguno usa malamen- A l 3.° que la virtud no puede existir
»te » ; y, por ser Dios la causa eficiente en la parte irracional del alma, sino en
de la virtud infusa, de la cual se da la cuanto participa de la razón ( 1 ) , como
definición, se agrega « l a cual Dios obra se dice ( E t h i c . 1. 1, c. u l t . ) ; y por tanto
»en nosotros sin nosotros», condición, la razón ó la mente es el propio sujeto de
cuya supresión hará que lo demás de la la virtud humana.
definición sea común á todas las virtudes, A l 4.° que la justicia es la propia rec-
tanto adquiridas como infusas. titud que se establece acerca de las cosas
A l argumento 1.° diremos, que lo pri- esteriores, de que usa el hombre, las cua-
mero, de que se hace cargo el entendi- les son materia propia de la justicia, como
miento , es el e n t e ; por lo cual á todo se manifestará más adelante (C. 60, a. 3 ;
cuanto nosotros aprendemos, le atri- y 2. -2." , C. 67, a. 1 y 2) : pero la recti-
a !

buimos la propiedad, de ser e n t e , y por tud , que implica orden al fin debido y á
consecuencia la de ser uno solo y bueno, la ley divina, que es la regla d'e la volun-
conceptos que se convierten con el ente. tad humana, como se ha dicho arriba
Por eso decimos que la esencia es ente y (C. 19, a. 4 ) , es común á toda virtud.
una y buena; y que la unidad es ente y A l 5.° que puede alguno usar mal de
una y buena ; y lo mismo la bondad. M a s la virtud como de objeto, como si siente
esto no tiene lugar en las formas especia- mal de la virtud, ó la odia, ó de ella se
les, como la blancura y la salud; pues no envanece ; mas no como de principio del
todo lo que aprendemos, se comprende uso, es decir, de modo que sea malo el
bajo la razón de blanco y de sano. Sin acto de la virtud.
embargo debemos considerar que, así co- A l 6.° que la virtud infusa es causada
mo los accidentes y las formas no subsis- en nosotros por D i o s sin nuestra coopera-
tentes se llaman entes, no porque los mis- ción, mas no sin nuestro consentimiento;
mos existan por s í , sino porque en ellos y así se debe entender eso de que « D i o s
hay algo; así también se llaman buenos » l a obra en nosotros sin nosotros». M a s
ó únicos, no ciertamente por alguna bon- las cosas, que nosotros hacemos por nos-
dad ó uuidad, sino porque hay en ellos otros mismos, Dios las causa en nosotros,
algo bueno ó único. Asimismo pues se no sin que nosotros obremos; pues él
dice buena la virtud, porque en ella hay mismo obra en toda voluntad y natu-
algo bueno. raleza.

(1) Es decir, en la sensitiva ó apetitiva, tanto concupiscible perio, ni por consiguiente es susceptible de virtud en su sern
como irascible, que se somete algún tanto á la razón ; mas de tido actualmente usado, como el mismo Filósofo observa. Véa-
ningún modo en la vegetativa, que en nada obedece a su im- se la nota 1, página 322.
CUESTIÓN LYI.

Sujeto de la virtud.

Consideraremos a h o r a el sujeto de la v i r t u d , é investigaremos seis cosas: 1. Está la virtud en la


A

potencia del alma como en su sujeto?—2. Puede existir u n a sola virtud en m u c h a s p o t e n c i a s ? -


a

3. Puede ser el entendimiento sujeto de la v i r t u d ? ^ 4 . Y las f potencias J irascible y concupiscible ?—


a a

5. Pueden serlo las fuerzas aprensivas sensitivas? — 6. Y la voluntad ?


a a

A R T Í C U L O I . — E s t á l a virtud e n la po- Responderemos, que es manifiesto que


t e n c i a del a l m a como e n s u sujeto? la virtud pertenece á la potencia del alma
por tres razones : 1. por la misma razón
a

l.° Parece que la virtud no está en la de virtud , que importa perfección de la


potencia del alma como en su sujeto : potencia; y la perfección está en aquello,
pues dice San Agustín ( D e lib. arb. 1. 2, de que lo es; 2. porque es un hábito ope-
a

c. 19) que « l a virtud e s , por la que se rativo , como se ha dicho arriba ( C. 55,
» vive rectamente»; y el vivir no se veri- a. 2); y toda operación procede del alma
fica por la potencia del alma, sino por su por medio de alguna potencia; y 3 . por- a

esencia: luego la virtud no está en la po- que dispone á lo mejor, y lo mejor es el


tencia del alma, sino en su esencia. fin, que ó es la operación del ser, ó algo
2.° Aristóteles dice (Ethic. 1. 2 , c . 6): conseguido por la operación emanada de
« l a virtud es la que hace bueno al que la la potencia. D e donde se sigue que la
»tiene y buena su obra». Pero, así como virtud humana está en la potencia del
la obra se constituye por la potencia (1), alma como en su sujeto.
así el que tiene virtud se constituye tal A l argumento 1.° diremos que el vivir
por la esencia del alma. L u e g o la virtud se toma en dos sentidos : porque unas
no pertenece más á la potencia del alma veces se llama vivir al mismo ser vi-
que á su esencia. viente ( 3 ) , y en este concepto perte-
3.° L a potencia es de la segunda es- nece á la esencia del a l m a , que es el
pecie de cualidad: mas la virtud es cierta principio de ser para el viviente; y otras
cualidad según lo dicho ( C. 55, a. 4 ; y se dice vivir la operación del viviente, y
C. 4 9 , a. 1 ) , y no h a y cualidad de cua- así se vive rectamente con la v i r t u d , en
lidad. L u e g o la virtud, no está en la po- cuanto por ella obra uno con rectitud.
tencia del alma como en sujeto. A l 2.° que el bien ó es el fin, ó se dice
Por el contrario : « l a virtud es lo úl- tal en orden al fin ; y por t a n t o , consis-
» timo de la potencia», como se dice ( D e tiendo el bien del que obra en la opera-
coelo, 1. 1, t. 116) (2) ; y lo último está ción, por lo mismo que la virtud hace
en aquello, de que es lo último ; luego la bueno al que la practica, se refiere á la
virtud está en la potencia deLalma. operación y consecuentemente á la po-
Conclusión. La virtud humana está tencia.
en la potencia del alma como en su su- A l 3.° que un accidente se dice que
jeto. está en otro como en s u j e t o , no porque

f 1J Por ser la potencia el principio próximo de la operación, último de la potencia,' sino solo « su esceso » ó superabundan-
como á su vez la esencia lo es de la potencia misma, que de cia ó « por comparación al estremo de lo escesivo».
ella emana. (3) El hecho mismo do tener vida ó sor viviente ó estar
(2) Si bien él habla allí de la virtud física, y no de la mo- vivo.
ral precisamente; como tampoco dice espresamente que sea lo
CUESTIÓN L V l . — A R T Í C U L O S í , II Y IÍI. 35Í

un accidente por sí mismo pueda ser base existiendo por igual en ambas, y de este
de o t r o , sino porque un solo accidente modo es imposible que exista mía sola
está inherente á la sustancia mediante virtud en dos potencias ; porque la di-
otro accidente ; como el color al cuerpo versidad de las potencias se toma de las
mediante la superficie, por lo cual se generales condiciones de los objetos, y la
dice que' la superficie es el sujeto del de los hábitos de las especiales : de donde
color: y en este sentido se dice que la se sigue que, do quiera hay diversidad de
potencia del alma es el sujeto de la potencias, hay diversidad de hábitos; mas
virtud. no al contrario. 2.° P u e d e estar algo en
dos ó en muchas cosas, no por igual, sino
ARTÍCULO I I . — P u e d e halicr una sola con cierto orden; y de este modo una sola
virtud e n m u c h a s potencias? virtud puede pertenecer á muchas poten-
cias , de modo que en una esté principal-
l.° Parece que una sola virtud puede mente , y de esta se estienda á las otras
residir en muchas ( 1 ) potencias : pues por modo de difusión (3), ó á manera
los hábitos se dan á conocer por los ac- de disposición, según que una potencia
tos (2) ; y un solo acto emana diversa- es movida por otra, y también según que
mente de diferentes potencias, como el una potencia recibe (algo) de otra.
andar procede de la razón como direc- A l argumento 1.° diremos, que un
tora , y de la voluntad como m o t o r a , y mismo acto no puede pertenecer igual-
de la potencia motriz como ejecutora: mente y con el mismo orden á diversas
luego también un solo hábito de virtud potencias, sino en diversos conceptos y
puede existir en muchas potencias. con diverso orden.
2.° Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 4 ) A l 2.° que el saber se preexigepara la
que para la virtud se requieren tres virtud moral, en cuanto esta obra según
cosas : saber, querer y obrar estable- la recta razón; pero esencialmente la
mente. P e r o el saber pertenece al en- virtud moral consiste en apetecer (4).
tendimiento y el querer á la voluntad. A l 3.° que la prudencia realmente está
Luego la virtud puede existir en muchas en la razón como en sujeto ; pero presu-
potencias. pone la rectitud de la voluntad como
3.° L a prudencia está en la razón, principio, según se dirá después ( a . 3; y
puesto que es « l a recta razón de l o C. 57, a. 4.)
» practicable » , como se dice ( Ethic.
1. 6, c. 5) ; y está también en la volun- ARTÍCULO I I I . — puede ser ci enten-
tad, porque no puede existir con la razón dimiento sujeto de la virtud ?
depravada, según en el mismo libro (c. 12)
se dice: luego una sola virtud puede exis- l.° Parece que el entendimiento no es
tir en dos potencias. sujeto de la virtud; pues dice S. A g u s t í n
Por el contrario : la virtud está en ( d e Morib. Eccltes. c. 15) que « t o d a
la potencia del alma como en sujeto: y, » virtud es amor » ; y el sujeto del amor
pues que un mismo accidente no puede no es el entendimiento, sino solo la fuerza
estar en muchos sujetos; tampoco una apetitiva: luego ninguna virtud reside en
sola virtud puede estar en muchas po- el entendimiento.
tencias del alma. 2.° L a virtud se ordena al bien, como
Conclusión. Es imposible que una sola se ve por lo antedicho ( C. 55, a. 3 ) ; y
virtud [1] esté por igual en dos potencias; el bien no es objeto del entendimiento,
pero [2] puede estarlo de diferente modo sino de la virtud apetitiva : luego el su-
en muchas con cierta coordinación. jeto de la virtud no es el entendimiento,
Responderemos, que el estar una cosa sino la virtud apetitiva.
en dos puede suceder de dos m o d o s : 1.° 3.° « L a virtud es la que hace bueno

(1) La edición de Ñapóles (con García y algún otro) pone des ó su influencia, ó como predispositiva á ellas, es decir, á
duabus (dos) en vez deptortóus, que hallamos comunmente. las que residen en otras potencias diversas.
(2) Como la causa por sus efecetos, toda vez que los hábitos (4) En el apetito, á que se refieren la presencia y la ten-
on las causas próximas de sus respectivos actos. dencia al bien, ó respectivamente la fuga y repulsión del mal.
(3) Comunicándolas ó como transmitiéndoles sus propioda-
358 CUESTIÓN L V I . — A R T Í C U L O I I I .

» al que la tiene», como dice Aristóteles simplemente algo según lo que tiene po-
( E t h i c . 1. 2 , c. 6 ) ; mas el h á b i t o , que tencia , sino por lo que es en acto ; de
perfecciona el entendimiento, no hace aquí el decirse en absoluto por tales h á -
bueno al que lo tiene ; pues no se llama bitos que el hombre obra el bien y es
bueno el hombre por la ciencia ó por el bueno, como que es justo y moderado, y
arte : luego el entendimiento no es sujeto así de otras cosas semejantes. A s í es que,
de la virtud. como « l a virtud es la que hace bueno al
Por el contrario : la mente es lo que » que la t i e n e , y buena su obra »; seme-
sobre todo se llama entendimiento ( 1 ) . jantes hábitos se llaman simplemente vir-
E s así que el sujeto de la virtud es la tudes , porque hacen buena la obra en
m e n t e , como consta por la definición a c t o , y simplemente hacen bueno al que
antes aducida ( C. 55 , a. 4 ) . L u e g o el la tiene. Mas los primeros hábitos no se
entendimiento es sujeto de la virtud. llaman absolutamente virtudes, porque
Conclusión. Los hábitos, que consti- no hacen buena la obra sino en cierta fa-
tuyen la facultad de obrar y de obrar cultad , ni simplemente bueno al que la
rectamente (como hace la justicia) [1] tiene : pues no se llama simplemente
son verdaderas virtudes; mas los que bueno á un hombre, solo porque es sabio
solo habilitan para el acto bueno (como ó artista, sino que se le llama bueno solo
el de la gramática) [ 2 ] no son virtudes relativamente, por ejemplo, buen gramá-
en absoluto, sino accidentalmente : el en- tico ó buen fabricante ; y por esto las
tendimiento en sí mismo, no solo prác- más de las veces la ciencia y el arte se
tico , sino aun especulativo y fuera de clasifican por oposición á la virtud, y al-
todo orden á la voluntad [ 3 ] puede ser guna vez se llaman virtudes, como se
sujeto del hábito llamado virtud solo en hace ver ( E t h i c . 1. 6, c. 2 ) (3). El su-
algún concepto: y solo la voluntad [ 4 ] ó jeto pues del hábito, que se llama virtud
alguna potencia , en cuanto movida por secundum quid, puede ser el entendi-
ella, puede ser sujeto del hábito llamado miento , no solo práctico sino también
virtud en absoluto, como asimismo [ 5 ] el especulativo, ¡^rescindiendo de todo
el entendimiento en este último sentido ó orden á la voluntad; pues de este modo
en cuanto á su orden á la voluntad. Aristóteles ( Ethic. 1. 6 , c. 3 ) establece
Responderemos que, como se ha dicho que la ciencia, la sabiduría y el entendi-
arriba ( i b i d ) , « l a virtud es un hábito, del miento , y aun el arte, son virtudes inte-
» que alguno usa bien (2) ». Empero un lectuales. Mas el sujeto del hábito lla-
hábito se ordena al acto bueno de dos mado absolutamente (simpliciter) virtud
m o d o s : 1.° en cuanto por tal hábito ad- no puede ser sino la voluntad, ó alguna
quiere el hombre facultad para el acto otra potencia , según que es movida por
b u e n o , como por el hábito de la gramá- la voluntad. L a razón de esto es, porque
tica tiene el hombre facultad de hablar la voluntad mueve á todas las otras po-
b i e n , sin que por eso haga la gramática tencias , que de alguna manera son ra-
que el hombre hable bien siempre ; por- cionales para sus actos propios, como
que puede el gramático decir barbarida- arriba se ha probado ( C . 9 , a. 1 ) : y así
des ó solecismos , y l a misma razón h a y el que el hombre obre bien de hecho es
en otras ciencias y artes; 2.° algún há- debido á que tiene buena voluntad; y de
bito no solo da facultad para obrar bien, consiguiente la virtud, que hace obrar
sino que también hace que uno use rec- bien en el acto y no solo en la facultad,
tamente de tal facultad, como la justicia debe hallarse 6 en la misma voluntad, ó
no solo hace que el hombre tenga pronta en alguna potencia como movida por la
voluntad para obrar lo j u s t o , sino que le voluntad. Sucede empero que la volun-
hace ademas obrar justamente : y , por. tad mueve al entendimiento, lo mismo
cuanto b i e n , así como e n t e , no se llama que á otras potencias; pues considera

(1) Bajo el nombre de mente suele también designarse el (3) o Según la interpretación de Santo Tomás » : palabras
alma misma; pero con preferencia se significa su facultad in- insertas en el testo, aunque entre paréntesis, en algunas edi-
telectiva, esto es, el entendimiento. ciones, como las de ISápoles y de Drioux; lo cual no nos pa-
(2) Mejor « por el que se vive rectamente y del que nadie rece conveniente por las razones insinuadas en la nota 2,
usa mal», según testualmentedice San Agustín en su defi- pág. 25S.
nición.
CUESTIÓN L V I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 359

uno algo en acto , porque quiere : razón piscible no pueden ser sujeto de la virtud:
por la que el entendimiento, según se or- porque estas fuerzas son comunes á nos-
dena á la voluntad, puede ser sujeto de otros y á los brutos; y ahora hablamos
la virtud propiamente dicha ; y de este de la virtud, según que es propia del
modo el entendimiento especulativo ó la hombre, que es como se dice virtud h u -
razón es sujeto de la fe , pues se mueve mana ( 1 ) . N o pueden por consiguiente
el entendimiento á asentir á las cosas, ser sujeto de la virtud humana lo irasci-
que son de fe, por imperio de la volun- ble y lo concupiscible, que son partes (2)
tad , dado que ninguno cree sino que- del apetito sensitivo, según se h a dicho
riendo (creer). M a s el entendimiento ( P . 1 . , C. 8 1 , a. 2 ) .
a

práctico es sujeto de la prudencia: pues, 2.° E l apetito sensitivo es fuerza, que


siendo la prudencia « la recta razón de usa de órgano corporal. M a s el bien de la
» l o practicable» se requiere para la virtud no puede estar en el cuerpo del
prudencia que el hombre esté bien dis- hombre ; pues dice el Apóstol ( R o m . 7,
puesto para los principios de esta razón 18) : sé que no habita en mi carne el bien.
de lo que h a de h a c e r s e , que son los L u e g o el apetito sensitivo no puede ser
fines, para los cuales el hombre está sujeto de la virtud.
bien dispuesto por la rectitud de la v o - 3.° San Agustín prueba que « l a virtud
luntad , como para los principios de lo » n o está en el cuerpo sino en el alma,
especulativo por la luz natural. del en- »por cuanto el cuerpo es regido por el
tendimiento agente. P o r lo t a n t o , así » alma. D e donde se sigue que el que al-
como el sujeto de la ciencia, que es « la » guno use bien del cuerpo se refiere todo
»recta razón de las cosas especulati- »al alma : como, si un cochero, obede-
» vas » , es el entendimiento especulativo c i é n d o m e á m í , rige bien los caballos
en orden al entendimiento agente ; del »que dirige; todo esto á mí se debe».
mismo modo el sujeto de la prudencia es P e r o , así como el alma rige al cuerpo,
el entendimiento práctico en orden á la así también la razón rige al apetito sen-
voluntad recta. sitivo : luego todo es debido á la parte
A l argumento 1.° diremos, que la frase racional, si lo irascible y lo concupiscible
de S. Agustín debe entenderse de la vir- son rectamente dirigidos : y , pues « l a
tud propiamente dicha ; no porque toda » virtud es por la que se vive bien » , como
virtud tal sea simplemente amor, sino se ha dicho arriba ( C . 5 5 , a. 4 ) , la virtud
porque depende en algo del a m o r , en por consiguiente no está en lo irascible y
cuanto depende de la v o l u n t a d , cuya concupiscible, sino solo en la parte ra-
primera afección es el amor, como y a se cional.
dijo (C. 55, a. 2 ) . 4.° « E l principal acto de la virtud m o -
A l 2.° que el bien de cada uno es su »ral es la elección», como se dice ( E t h i c .
fiu: y por t a n t o , como lo verdadero es 1. 7 , c. 1 3 ) ; la cual por cierto no es acto
el fin del entendimiento, conocer lo ver- de la irascible ó ( 3 ) de la concupiscible,
dadero es buen acto del entendimiento; sino de la razón, como queda dicho
y en su consecuencia el h á b i t o , que per- ( C . 1 3 , a. 1) : luego la virtud moral no
fecciona el entendimiento para conocer está en lo irascible ó concupiscible, sino
lo verdadero, ora sea en las cosas espe- en la razón.
culativas , ora en las prácticas , se llama Por el contrario: la fortaleza se atri-
virtud. buye á lo irascible, y la templanza á lo
A l 3.° que aquel razonamiento se re- concupiscible ; por lo cual dice Aristóte-
fiere á la virtud simplemente dicha. les ( E t h i c . 1. 3 , c. 10) que estas virtudes
« son de las partes irracionales » .
ARTÍCULO I V . — ¿Lo Irascible y lo con-
Conclusión. Lo irascible y concupisci-
cupiscible son sujeto de l a virtud? ble [ 1 ] , según que participan de la razón
l.° Parece que lo irascible y lo concu- ó pueden naturalmente obedecerla, pueden

(1) En el mismo sentido, en que se entienden los actos pro- el nombre de partes á las potencias del alma.
lijamente humanos (6 -voluntarios) en el lenguaje moral y es- (3) El códice de Alcañiz pone et (y) por reí (o) i desde luego
colástico. aparece preferible la disyuntiva vel que en efecto vemos
t

unánimemente adoptada en todos los impresos.


(2) Con mucha frecuencia da metafóricamente Aristóteles
360 CUESTIÓN L V I . — ARTÍCULO IV.

ser sujeto de la virtud humana; no siendo A l 2.° que, así como la carne del hom-
esta en dichas potencias [ 2 ] otra cosa que bre por sí no tiene el bien de la virtud, y
cierta habitual conformidad de las mis- sin embargo se hace instrumento del acto
mas con la razón. virtuoso, en cuanto, moviéndola la razón,
R e s p o n d e r e m o s , que lo irascible y lo exhibimos nuestros miembros al servicio
concupiscible pueden considerarse de dos de la justicia; del mismo modo también
modos : 1.° secundum se, ó según su lo irascible y concupiscible de sí no tienen
esencia, en cuanto son partes del apetito el bien de la virtud, sino más bien l a in-
sensitivo, y de este modo no les compete fección del fómes ( 2 ) ; mas, en cuanto
el ser sujeto de la virtud ; 2.° en cuanto se conforman con la razón, así se engen-
participan de la razón, por ser natural- dra en ellos el bien de la virtud moral.
mente destinadas á obedecerla., y de este A l 3.° que es distinto el modo de regir
modo lo irascible ó concupiscible puede el alma al cuerpo de aquel, con que la
ser sujeto de la virtud humana : porque razón rige á lo irascible y concupiscible.
así es principio del acto humano, en cuanto E l cuerpo en efecto obedece al alma ad
participa de la razón, y en estas poten- nutum ( 3 ) sin contradicción respecto de
cias es necesario establecer virtudes. Y en aquellas cosas, en que naturalmente debe
efecto es evidente que h a y algunas vir- ser movido por el alma : por lo cual dice
tudes en lo irascible y concupiscible: Aristóteles (Politic. 1. 1, c. 3 ) que « e l
porque el a c t o , que emana de una po- » alma rige al cuerpo con principado des-
tencia, según que es movida por otras, »pótico » , esto e s , como señor á siervo,
no puede ser perfecto, á menos que am- y por eso todo movimiento del cuerpo se
bas estén bien dispuestas al acto ; así refiere al alma; por cuya razón en el
como el acto de un artífice no puede ser cuerpo no hay virtud, sino solo en el alma.
conveniente, si el mismo artífice no está Empero lo irascible y lo concupiscible no
bien dispuesto para obrar, y también su obedecen ad nutum á la razón , sino que
mismo instrumento. E n las cosas pues, tienen propios movimientos s u y o s , con
sobre que actúan lo irascible y concupis- los cuales algunas Veces la contrarían:
cible como movidos por la razón, es pre- por lo que en el mismo libro (ibid.) dice
ciso que exista algún hábito, que perfec- Aristóteles que « l a razón rige á lo iras-
cione para bien obrar, no solo en la razón, » cible y concupiscible con principado po-
sí también en lo irascible y concupiscible: »lítico J>, es á saber, con el que se rige á
y , puesto que la buena disposición de la los hombres libres, que tienen en algunas
potencia, que mueve movida, se estima cosas propia voluntad. P o r esto mismo
según la conformidad con la potencia pues debe haber en lo irascible y concu-
m o v e n t e ; por eso la virtud, que reside en piscible algunas virtudes, con las cuales
la irascible y concupiscible, no es otra se dispongan bien para el acto.
cosa que cierta habitual conformidad de A l 4.° que en la elección hay dos co-
estas potencias con la razón. sas : la intención del fin, que pertenece á
A l argumento 1.° diremos, que las la virtud moral; y la preaceptacion de lo
(potencias) irascible y concupiscible, con- concerniente al fin, lo cual pertenece á la
sideradas (secundum se) en sí mismas y prudencia, como se dice (Ethic. 1. 6, c. 2
como partes del apetito sensitivo, son co- y 5) : y el que tenga recta intención del
munes á nosotros y á los brutos; pero, fin respecto de las pasiones del alma se
según que son racionales por participa- verifica por la buena disposición de lo
ción, como obedientes á la razón, así son irascible y concupiscible ; por cuya razou
propias ( 1 ) del hombre ; y en tal con- las virtudes morales acerca de las pasio-
cepto pueden ser sujeto de la virtud hu- nes están en lo irascible y concupiscible,
mana. mas la prudencia está en la razón.

(1) Esclusivamente y como peculiares y características ó cepcion únicamente de las funciones Vegetativas ó nutritivas
distintivas : propiamente humanas. (conforme á lo dicho en la nota 1, pág. 326); y en parte tam-
(2) El estímulo ó incentivo y propensión al mal, consecuen- bién de las sensitivas, como es de observar en la transmisión
cia de la corrupción ó perturbación déla naturaleza por efecto y consiguiente percepción de las sensaciones, independiente
del pecado original. de la voluntad y una vez verificada la impresión do lo sensi-
(3) Ciega é irresistiblemente á su intimación en todo, á es- ble en los órganos.
CUESTIÓN LVI. — ARTÍCULOS V Y VI. 361

A R T Í C U L O V . — t u s fuerzas aprensivas á los hábitos de la parte intelectiva, como


sensitivas son sujeto de la virtud? se ha dicho antes (a. 2 ; y G. 5 0 , a. 4 ,
al 3.°). P e r o , si hay algunos hábitos en
l.° Parece que en las fuerzas sensitivas tales fuerzas, estos no pueden llamarse
aprensivas interiormente puede haber al- virtudes; pues la virtud es hábito per-
guna virtud : porque el apetito sensitivo fecto, por el que nada más se hace que
puede ser sujeto de la virtud, en cuanto practicar el bien : por lo cual es necesa-
obedece á la razón; y las fuerzas sensi- rio haya virtud en aquella potencia, que
tivas aprensivas interiormente obe'decen es consumativa de la buena obra. Mas el
á la razón; pues por imperio de la razón conocimiento de lo verdadero no se con-
obran la imaginativa, la cogitativa y la suma en las fuerzas sensitivas aprensivas;
recordativa ( 1 ) : luego en estas fuerzas sino que tales fuerzas son como prepara-
puede haber virtud. torias al conocimiento intelectivo : y por
2.° A s í como el apetito racional, que tanto en semejantes fuerzas no h a y vir-
es la voluntad, puede ser impedido ó tudes, por las cuales se conoce lo verda-
también ayudado en su acto por el ape- dero ; sino más bien en el entendimiento,
tito sensitivo; así también el entendi- ó en la razón.
miento ó la razón puede serlo por las A l argumento 1.° diremos, que el ape-
predichas fuerzas. A s í pues como en las tito sensitivo respecto de la voluntad,
fuerzas sensitivas apetitivas puede haber que es el apetito de la razón, es como
virtud, del mismo modo en las apren- movido por él; y por tanto la operación
sivas. de la virtud apetitiva se consuma en el
Por el contrario, todas las virtudes ó apetito sensitivo, por lo cual el apetito
son intelectuales ó morales, como se dice sensitivo es sujeto de la virtud. Mas las
(Ethic. 1. 2 , c. 1) : mas todas las virtudes virtudes sensitivas aprensivas más bien
morales están en la parte apetitiva ; y las se han como motoras ( 2 ) respecto del
intelectuales en el entendimiento ó la ra- entendimiento , porque « las fantasmas
zón, como se ve ( E t h i c . 1. 6 , c. 1). N o »se refieren al alma intelectiva, como
hay pues virtud alguna en las fuerzas » l o s colores á la v i s t a » , según se dice
sensitivas aprensivas interiores. ( D e anima, 1. 3 , t. 1 8 ) ; y por consi-
Conclusión. En las fuerzas sensitivas guiente la obra del conocimiento se ter-
aprensivas internas [ 1 ] hay algunos há- mina en el entendimiento, y así las vir-
bitos; los cuales sin embargo [ 2 ] no pue- tudes cognoscitivas están en el mismo
den llamarse virtudes. entendimiento ó en la razón.
Responderemos, que en las fuerzas Y con esto se da solución evidente
sensitivas aprensivas internas se recono- al 2.°
cen algunos hábitos, como se prueba prin- A l 3.° que la memoria no se establece
cipalmente por lo que dice Aristóteles como parte de la prudencia, al modo que
(lib. D e memor. c. 2 ) y es «que en recor- la especie es parte del g é n e r o , como si
»dar una cosa después de otra obra la dijéramos que la misma memoria es cier-
» costumbre, que es como cierta natura- ta virtud por sí ; sino porque uno de los
» leza ». Empero el hábito consuetudinal requisitos para la prudencia es la bondad
no es otra cosa que la disposición adqui- de la memoria, viniendo á ser en cierto
rida por la costumbre, que es á manera modo como una parte integral.
de naturaleza. P o r lo c u a l , hablando
Tulio de la virtud en su Retórica (ibid. ARTÍCULO V I . — P u e d e ser m voiun*
arg. 3.°), dice que « e s un hábito á modo tnd sujeto de la virtud?
»de naturaleza, conforme con la razón».
En el hombre sin embargo lo que se ad- l.° Parece que la voluntad no es su-«
quiere por la costumbre en la memoria y jeto de alguna virtud : porque para lo
en otras fuerzas sensitivas aprensivas, no que conviene á la potencia por su misma
es hábito (per se) de suyo, sino algo anejo razón de potencia no se requiere hábito

(1) Que con el sentido común son los cuatro llamados sen- conocimiento perfecto; y por lo mismo as! lo mueven, al pro-
tidos Internos. V. 1." P., C. 7S, a. 4. pio tiempo que le sirven,
(2) Que de ellas recibe y por ollas perfecciona la obra dol
362 CUESTIÓN L V I . — ARTÍCULO VI.

alguno; y pertenece á la razón misma tencia de hábito perficiente para obrar


de la voluntad, por estar en la razón se- (el cual hábito es precisamente la virtud),
gún Aristóteles ( D e anima, 1. 3 , t. 42), en que al efecto no basta la propia razón
el que tienda ó se dirija á lo que es de potencia; y la razón propia de toda
bueno según la razón, á lo cual se ordena potencia se considera en orden al objeto:
toda virtud ; pues cada cosa apetece na- de donde se sigue que, siendo según lo di-
turalmente su propio bien : porque vir- cho ( C . 1, a. 2, al 3.°; y C. 8, a. 5 al 2.°) el
tud es « un hábito á modo de naturaleza, objeto de la voluntad el bien de la razón,
» conforme con la razón», como dice T u - perfeccionado á la (misma) voluntad; en
lio en su Retórica ( D e invent. 1. 2). L u e - cuanto á esto no necesita la voluntad de
g o la voluntad no es sujeto de la virtud. virtud, que la perfeccione. P e r o , si urge
2.° Toda virtud ó es intelectual ó mo- al hombre desear algún bien, que esceda la
ral, como se dice ( E t b i c , 1. 1 , c. ú l t . ; y proporción del que lo quiere, ora sea en
1. 2. c. 1). M a s la virtud intelectual está cuanto á toda la especie humana ( c o m o
como en sujeto en el entendimiento y en el bien divino, que traspasa los límites de
la razón, pero no en la voluntad; y la la naturaleza humana), ora en cuanto al
virtud moral está también como en sujeto individuo (como el bien del prójimo); en-
en lo irascible y concupiscible, qué son tonces necesita para ello de virtud la vo-
raciónales por participación. L u e g o nin- luntad : y por consiguiente las virtudes,
guna virtud reside en la voluntad como que ordenan el afecto del hombre hacia
en sujeto. Dios ó para con el prójimo, están en la
3.° Todos los actos h u m a n o s , á los voluntad como en sujeto ; y tales son (por
cuales se ordenan las virtudes, son volun- ejemplo) la caridad, la justicia y seme-
tarios. Si pues respecto de algunos actos jantes (1).
humanos hay alguna virtud en la volun- A l argumento 1.° diremos, que aquella
tad , la habrá también por lo mismo res- razón tiene lugar respecto de la virtud,
pecto de todos ellos : por consiguiente ó que ordena al bien propio del mismo que
no habrá en ninguna otra potencia virtud quiere, como la templanza y la fortaleza,
a l g u n a , ó dos virtudes se ordenarán á un que versan acerca de las pasiones huma-
mismo a c t o , lo cual parece inconvenien- n a s , y otras semejantes, como es claro
t e : la voluntad por lo tanto no puede ser por lo dicho.
sujeto de la virtud. A l 2.° que « es racional por participa-
Por el contrario: mayor perfección se » cion » no solamente lo irascible y concu-
requiere en el que mueve que en el mo- piscible, sino « e n absoluto y universal-
vido. E s así que la voluntad mueve lo » mente lo apetitivo », como se dice (Ethic.
irascible y lo concupisbible. L u e g o con 1. 1 , c. ú l t . ) ; y en lo apetitivo se com-
mucha más razón debe haber virtud en la prende la voluntad: por consiguiente, si
voluntad que en lo irascible y concupis- hay alguna virtud en la v o l u n t a d , será
cible. moral, á no ser que sea t e o l ó g i c a , como
Conclusión. La voluntad [ 1 ] , que no se dirá más adelante (C. 62).
há menester virtud que la perfeccione en A l 3.° que ciertas virtudes se ordenan
cuanto al orden á su objeto, no -puede en al bien de la pasión moderada, lo cual es
este concepto ser sujeto de alguna virtud; propio de este ó aquel hombre : y en los
pero [2] las virtudes, que ordenan el afec- tales no es necesario que h a y a alguna
to del hombre á Dios ó al prójimo, están virtud en la voluntad, pues para esto bas-
en la voluntad como en sujeto. ta la naturaleza de la potencia, como ya
E e s p o n d e r é m o s q u e , pues por medio va dicho; sino que esto solo es necesario
del hábito se perfecciona la potencia en aquellas virtudes, que se ordenan á
para obrar ; en aquello necesita la po- algún bien estrínseco.

(t) También necesita de virtud la voluntad en orden al bien mismo, -ya á causa de la corrnpcion y consiguiente debilidad
propio del hombre mismo, cuando se presenta arduo ó de difí- de la naturaleza humana : razón por la que el Santo Doctor
cil consecución, ya por la escelencia ó alteza del bien en sí (2. -2. , C. 155, a. 5) coloca la continencia en la voluntad.
a ,<!
CUESTIÓN LYII.
Distinción de las virtudes intelectuales.

Consideraremos a h o r a la distinción de las virtudes, y 1.°de las virtudes i n t e l e c t u a l e s ; 2.° d e l l a s


morales; y 3.° de las teológicas. Acerca de lo primero investigaremos seis cosas en otros tantos a r t í -
culos. 1." Los hábitos intelectuales especulativos son virtudes? —2.° Son estos t r e s , s a b i d u r í a , cien-
cia y entendimiento?—3.° El hábito intelectual, que es a r t e , es virtud ? — 4.° La p r u d e n c i a es v i r t u d
distinta del arte :—5.° La prudencia es virtud necesaria al h o m b r e ? — L a eubulia(l), la synesis (2)
y el gnómes (3) son virtudes anejas á la p r u d e n c i a ?

ARTÍCULO I . —n>» hábitos intelectua- E s así que Aristóteles establece ( E t h i c ,


les especulativos son virtudes ? 1. 6 , c. 1) ciertas virtudes intelectuales en
la parte del alma, que considera las cosas
l.° Parece que los hábitos intelectua- necesarias, que no pueden subsistir de
les especulativos no son virtudes : porque otra manera. L u e g o los hábitos intelec-
la virtud es hábito operativo, como se ha tuales especulativos son virtudes.
dicho arriba ( C . 5 5 , a. 2 ) ; y los hábitos Conclusión. Los hábitos intelectuales
especulativos no son operativos, pues se especulativos [ 1 ] pueden ciertamente lla-
diferencia lo especulativo de lo práctico marse virtudes, en cuanto habilitan para
ú operativo : luego los hábitos intelec- la buena operación, que es la considera-
tuales especulativos no son virtudes. ción de lo verdadero; mas no simplemente
2.° L a virtud versa acerca de aquellas virtudes, como capaces de hacer aun usar
cosas, por las cuales el hombre se hace bien del hábito, ó de la tal potencia: y
feliz ó bienaventurado : porque « l a fe- en los actos de los hábitos intelectuales
l i c i d a d es el premio de la virtud», como especulativos [ 2 ] puede haber mérito, si
se dice ( E t h i c , 1. 1, c. 9) ; mas los hábi- se hacen por caridad.
tos intelectuales no consideran los actos Responderemos q u e , pues toda virtud
humanos ú otros bienes humanos como sé dice tal en orden al b i e n , como.arriba
medios, por los cuales alcanza el hombre se ha dicho ( C. 5 5 , a. 3 ) , de dos modos
la beatitud, sino más bien las cosas na- puede llamarse virtud un hábito, según
turales y divinas : luego los tales hábitos también va dicho ( C . 5 6 , a. 3) : 1.°por-
no pueden llamarse virtudes. que da facultad para obrar bien ; y 2.°
3.° L a ciencia es hábito especulativo; porque con la facultad suministra tam-
pero la ciencia y la virtud se diferencian, bién su buen uso ; y esto, como se ha di-
como diversos géneros no subordinada- cho antes ( ibid.), pertenece solamente á
mente clasificados, como se ve por lo que aquellos hábitos que miran á la parte
dice Aristóteles (Top. 1. 4 , c. 2, lect. 2): apetitiva, por cuanto la fuerza apetitiva
luego los hábitos especulativos no son del alma es la que hace usar de todas las
virtudes. potencias y hábitos. Por consiguiente,
Por el contrario: solos los hábitos es- como los hábitos intelectuales especulati-
peculativos consideran las cosas necesa- vos no perfeccionan la parte apetitiva, ni
rias, que es imposible sean de otro.modo. de modo alguno dicen relación á ella }

(1) Buen consejo, acertado y oportuno. Véase la C. 51, a. 1 operable ó práctico. V. ibid. C. 51, a. 3.
y 2, de la 2.*-2.ra. (3) Decisión acertada, fallo ó juicio ó dictamen justo. Véass
(2) Criterio recto, perspicaz y exacto, especialmente en lo C. 51, a. 4, de la 2. -2.».
a
364 CUESTIÓN L V I I . — ARTÍCULOS I Y í í .

sino solo á la intelectiva; pueden en ver- que consiste en la contemplación de lo


dad llamarse virtudes, en cuanto dan fa- verdadero, como queda y a dicho ( C . 3 ,
cultad para la buena operación, que es a. 8 ) .
la consideración de lo verdadero, porque A l 3.° que la ciencia se divide contra
esto es una buena obra del entendimiento; la virtud del segundo modo dicha, la cual
mas no se llaman virtudes del segundo pertenece á la fuerza apetitiva.
modo, como que hagan usar bien de la,
potencia ó del hábito: pues n o , porque ARTÍCULO I I . — ¿ s o n tres solamente
uno posea el hábito de la ciencia especu- los hábitos Intelectuales especulativos, e s de-
lativa, se inclina á usar de él ( 1 ) ; sino cir, c i e n c i a , sabiduría y e n t e n d i m i e n t o ?
que se hace capaz de especular (ó inves-
tigar) lo verdadero en las cosas, cuya l.° Parece que inconvenientemente se
ciencia tiene. Pero el usar de la ciencia distinguen tres virtudes intelectuales es-
adquirida depende de la voluntad, que peculativas, á saber, sabiduría, ciencia y
m u e v e ; y por tanto la virtud, que per- entendimiento : porque las especies no
fecciona la voluntad, como la caridad ó deben condividirse con el g é n e r o ; y « la
la justicia, hace también usar bien de los » sabiduría es cierta ciencia » , como se
tales hábitos especulativos. Y conforme á dice ( E t h i c . 1. 6 , c. 7 ) : l u e g o la sabidu-
esto en los actos de tales hábitos puede ría no debe condividirse con la ciencia en
haber también mérito, si se hacen por el número de las virtudes intelectuales.
caridad; como dice San Gregorio (Moral. 2.° E n la distinción de las potencias,
1. 6 , c. 1 8 ) , que « l a (vida) contemplativa hábitos y actos, la cual se considera se-
» es de mayor mérito que la activa » . g ú n los objetos ( 2 ) , se atiende principal-
" A l argumento 1.° diremos, que h a y dos mente á la distinción que versa acerca de
clases de obra, esterior é interior: por la razón formal de los objetos, como se
consiguiente lo práctico ú operativo, que manifiesta por lo dicho antes ( C . 5 4 , a. 1,
se divide en oposición á lo especulativo, al 1.°). N o deben pues distinguirse diver-
se toma de la obra esterior, á la cual no sos hábitos según el material objeto, sino
se ordena el hábito especulativo; y sin según la razón formal del mismo objeto.
embargo se ordena á la operación interna P e r o el principio de la demostración es la
del entendimiento, que consiste en inves- razón de saber las conclusiones : luego la
tigar lo verdadero, y en este sentido es inteligencia de los principios no debe es-
hábito operativo. tablecerse como otro hábito ú otra virtud
A l 2.° que la virtud es respecto de al- distinta de la ciencia de las conclusiones.
gunas cosas de dos maneras : 1 . como de a
3.° Llámase virtud intelectual la que
los objetos, y así tales virtudes especula- está en el mismo racional ( 3 ) por esen-
tivas no versan acerca de aquellas cosas, cia : pero la razón aun especulativa, así
por las que se hace el hombre bienaven- como raciocina silogizando demostrativa-
turado, á no ser acaso en cuanto el por mente, también raciocina silogizando dia-
(per) denota la causa eficiente ó el objeto lécticamente : l u e g o , así como la ciencia
de- la completa bienaventuranza, que es procedente del silogismo demostrativo se
D i o s , que es el sumo especulable ; 2 . se a
establece como virtud intelectual especu-
dice ser virtud de algunas cosas, como de lativa, del mismo modo también la opi-
los actos ; y de este modo las virtudes nión.
intelectuales son de aquellas cosas, por Por el contrario , Aristóteles ( Ethic.
cuyo medio se hace el hombre bienaven- 1. 6 , c. 3 , 6 y 7) enumera solamente estas
turado , y a porque los actos de estas vir- tres virtudes intelectuales especulativas:
tudes pueden ser meritorios, como se h a sabiduría, ciencia y entendimiento.
dicho ; y a también porque son cierta in- Conclusión. El hábito [ 1 ] , que perfec-
coación de la perfecta bienaventuranza, ciona el entendimiento para la considera-

(1) Pues esto proviene de la moción de la voluntad, como por sus mismos actos respectivos, y estos por sus objetos,
a continuación esplica. (3) En la parte superior del entendimiento ó del alma, que
(2) Inmediatamente en cuanto álos de los actos, y media- es la razón ; á diferencia del apetito inferior (sensitivo), que
tamente respecto de los de las potencias y hábitos como tales; solo es racional por participación.
pues las potencias y los hábitos se distinguen inmediatamente
CUESTIÓN L V I I . — ARTÍCULO I I . 365

cion de lo verdadero por sí conocido, se das las c o s a s ; porque el juicio perfecto y


llama inteligencia (1) y también hábito universal no puede ser habido sino por la
de los principios ; y el hábito [2] llamado resolución á las primeras causas. Empero
sabiduría perfecciona el entendimiento para aquello, que es lo último en este ó
para la consideración de las causas altí- aquel género de las cosas cognoscibles, la
simas y consiguientemente menos accesi- ciencia perfecciona el entendimiento ; y
bles á nuestro conocimiento y principal- por lo tanto según los diversos géneros de
mente de las cognoscibles según la natu- cosas, que pueden saberse, hay diversos
raleza ; como el hábito denominado [ 3 ] hábitos de ciencias, no obstante que la
ciencia perfecciona el entendimiento para sabiduría no es más que una sola.
la consideración de las cosas cognoscibles A l argumento 1.° diremos, que la sa-
en último término en este ó aquel género. biduría es cierta ciencia ( 4 ) , en cuanto
Responderemos que, como se ha dicho tiene en sí lo que es común á todas las
ilutes (a. 1), la virtud intelectual especu- ciencias, como que por los principios d e -
lativa es por la que el entendimiento e s - muestra las conclusiones. M a s , por cuanto
peculativo se perfecciona para considerar tiene algo propio sobre las otras ciencias,
lo verdadero;. porque esto es su buena en cuanto juzga acerca de todas las cosas,
operación. M a s lo verdadero se puede y no solo en cuanto á las conclusiones,
considerar de dos modos : 1.° como por sí sino también en cuanto á los primeros
conocido ; y 2.° como conocido por medio principios; por eso tiene razón de más
de otra cosa ( 2 ) . Ahora b i e n : lo que es perfecta virtud que la ciencia.
por sí conocido, es como principio, y lo A l 2.° que, cuando la razón del objeto
percibe instantáneamente el entendimien- se refiere bajo un solo acto á la potencia
to; y por tanto el hábito, que perfecciona ó al hábito, entonces no se distinguen los
el entendimiento para esa consideración hábitos ó las potencias según la razón del
de lo verdadero, se llama inteligencia, objeto y por el objeto material; así como
que es el hábito de los principios. M a s lo á la misma potencia visiva pertenece ver
verdadero, que por medio de otra cosa es el color y la l u z , que es la razón de ver
conocido, no se percibe inmediatamente el color, y se ve juntamente con él. M a s
por el entendimiento, sino mediante la los principios de la demostración pueden
investigación de la razón, y tiene el ca- considerarse aparte sin consideración á
rácter de término; lo cual ciertamente las conclusiones ; y pueden también con-
puede ser de dos modos: 1.° siendo lo úl- siderarse juntamente con las conclusiones,
timo en algún género ; y 2.° siendo lo ú l - según que los principios vienen á dedu-
timo respecto de todo el conocimiento cirse á las conclusiones. Considerar pues
humano. Y , por cuanto « aquellas cosas, de este segundo modo los principios per-
» que posteriormente son conocidas en tenece-á la ciencia, que atiende también
»cuanto á nosotros, son las primeras, á las conclusiones; pero considerar los
» más conocidas según la naturaleza » , principios en sí mismos pertenece al en-
como se dice ( P h y s i c . 1. 1, t. 2 y 3 ) ; por tendimiento : de donde se sigue q u e , si
eso lo que es lo último respecto de todo bien se reflexiona, esas tres virtudes no
el conocimiento humano, viene á ser lo se distinguen por igual entre s í , sino con
primero y más perfectamente cognoscible cierto orden, como sucede en todas las
según la naturaleza: y acerca de esto cosas potenciales, de las que una parte
versa la sabiduría, que « considera las es más perfecta que otra ; al modo que el
» altísimas causas ( 3 ) , como se dice alma racional es más perfecta que la sen-
( M e t . 1., 1, c. 1 y 2 ) : por lo cual conve- sible, y la sensible más que la vegetativa.
nientemente j u z g a y ordena acerca de t o - P u e s de este modo la ciencia depende de

(1) Aunque el testo dice constantemente inlelleclum, paré- en concepto de potencia.


cenos aquí más propio inlcligciicia que entendimiento ; toda (2) Que se supone previamente conocida, como lo sonde or-
vez-que manifiestamente designa por ésa palabra, no precisa- dinario los principios fundamentales de las ciencias y en ge-
mente la potencia misma ó facultad intelectiva, y sí más bien neral de cualesquiera teorías y conclusiones-
su primer acto, el conocimiento ó inteligencia como intuitiva (3) Las primeras causas y los principios fundamentales de
de los principios axiomáticos ó de suyo evidentes sin el re- los conocimientos de todo género.
curso al raciocinio propiamente dicho, ó bien, por el hábito (4) No solo ciencia, sino la más cierta c infalible de todas
mismo cognoscitivo de esos principios, según so doja colegir las ciencias, conforme á lo espuesto con referencia á la teoló-
del contesto ; aunque algunas veces aun aquí se usa también gica en la C. 1. , a. 2, 5 y l>, de la 1. Parle.
a a
366 CUESTIÓN LVII.—ARTÍCULOS II Y I I I .

la inteligencia como de lo más principal, blando, es hábito operativo; pero tiene


y una y otra dependen de la sabiduría de común con los hábitos especulativos el
como de su base principalísima, la cual carácter de virtud únicamente en cuanto
comprende en sí el entendimiento y la á la facultad de obrar bien,y no de usar
ciencia, como discerniendo sobre las con- bien de ella.
clusiones de las ciencias y sobre los prin- R e s p o n d e r e m o s , que el arte no es otra
cipios de las mismas. cosa que a la razón recta de algunas obras
A l 3.° que como y a se ha dicho ( C . 5 5 , » que deben hacerse », pero cuyo bien no
a. 3 y 4 ) , el hábito de la virtud deter- consiste en alguna habitud del apetito
minadamente se refiere al bien, y de nin- humano, sino en que la misma obra que
gún modo al mal. E l bien del entendi- se ejecuta es en sí buena. Porque en nada
miento es lo verdadero, mas lo falso es atañe á la alabanza del artífice, en cuanto
su m a l : de donde se sigue que solo aque- es artífice, con qué voluntad hace la obra,
llos hábitos se llaman virtudes intelec- sino qué tal es la obra que hace. A s í
tuales , con los cuales siempre se dice lo pues el arte, propiamente hablando, es
verdadero y nunca lo falso. Empero la hábito operativo ; y sin embargo conviene
opinión y la sospecha pueden ser de lo en algo con los hábitos especulativos, por
verdadero y de lo falso ( 1 ) ; y por lo tanto cuanto también á los hábitos especulativos
no son virtudes intelectuales, como se pertenece, cuál sea el objeto de su espe-
dice (Ethic. 1. 6, c. 3 ) . culación, y no en qué actitud se há el ape-
tito humano respecto de él. P o r q u e , con
ARTÍCULO III. — E I habito i n t e l e c -
tal que el geómetra demuestre lo verda-
tual , q u e e s e l arte , e s virtud ? dero, nada importa la habitud de su parte
apetitiva, si es alegre ó airado, como ni
l.° Parece que el arte no es virtud in- en el artífice, según lo dicho. P o r lo tanto,
telectual; pues dice San Agustín ( D e el arte tiene razón de virtud del mismo
lib. arb. 1. 2, c. 18 y 19) que « de la vir- modo que los hábitos especulativos, á sa-
» tud ninguno usa m a l » . Pero alguno usa ber, en cuanto ni el arte ni el hábito es-
mal del arte; puesto que puede algún peculativo hacen buena la obra en cuanto
artífice según la ciencia de su arte obrar al uso (lo cual es propio de la virtud, que
mal. L u e g o el arte no es virtud. perfecciona el apetito), sino solamente en
2.° N o h a y virtud de virtud; y del cuanto á la facultad de obrar bien.
arte h a y alguna virtud (2), como se dice A l argumento 1.° diremos que, cuando
( E t h i c . 1. 6, c. 5 ) : luego el arte no es alguno, que tiene un arte, hace una mala
virtud. obra ; esta no es obra del arte, sino
3.° L a s artes liberales son más esce- más bien contra el a r t e : así como tam-
lentes que las artes mecánicas. M a s , así bién, cuando alguno sabiendo lo verdadero
como las artes mecánicas son prácticas, m i e n t e , lo que dice no es conforme á la
del mismo modo las artes liberales son ciencia, sino contra la ciencia. D e donde
especulativas. L u e g o , si el arte fuese se sigue que, así como la ciencia se enca-
virtud intelectual, debería contarse en el mina siempre al b i e n , como se ha dicho
número de las virtudes especulativas. (a. 2 , al 3 . ° ) ; del mismo modo el arte, y
Por el contrario, Aristóteles ( E t h i c . en este sentido se llama virtud : pero le
1. 6 , c. 3 y 4 ) establece que el arte es falta de la razón perfecta de virtud, por-
virtud; y sin embargo no lo enumera en- que no hace el mismo buen u s o ; pues
tre las virtudes especulativas, cuyo sujeto para esto se requiere alguna otra cosa
afirma ser la parte científica del alma. más ( 3 ) , aunque el buen uso no puede
Conclusión. El arte, propiamente ha- existir sin el arte.

(1) Por eso el mismo Santo Doctor dice espresamente en tradiccion en calificar á veces de virtud al arte y otras no, se-
otra parte (De verit, C. 18, a. 16) : « el hábito operativo no es gún que importe el simple concepto de transmisiva ó produc-
» virtud intelectual, porque á veces suele enunciar lo falso ». tora de la sola facultad de obrar bien, ó el doble de facultad y
(2) «La prudencia (dice en el propio lugar) es cierta virtud, buen uso de la misma.
» mas el arte no es virtud » : entiéndase empero.aquí por vir- (3). La rectitud ó bondad de la voluntad y do consiguiente
tud la perfecta virtud moral, que con la,facultad de obrar la virtud misma moral, que la rectifica ó constituye buena,
bien lleva adjunto ó comunica el recto uso de esa misma fa- según se añade luego eh la solución al 3.°
cultad ; y así se concillará facilísimamente la aparente con-
CUESTIÓN LVII.—ARTÍCULOS III Y IV. 367

A l 2.° q u e , por cuanto, para que el (Ethic. 1. 6 , c. 4 y 5.°) : y , puesto que


hombre use bien del arte que tiene, se re- ciertos hábitos especulativos se llaman
quiere buena voluntad, la cual se perfec- artes; mucho más la prudencia debe lla-
ciona por medio de la virtud moral; por marse arte.
eso dice Aristóteles, que del arte h a y 3.° A la prudencia pertenece aconsejar
virtud, esto e s , moral, en cuanto para su bien, como se dice (Ethic. 1. 6 , c. 5 ) .
buen uso se requiere alguna virtud m o - Empero en algunas artes se suele tam-
ral : pues es manifiesto que el artífice es bién aconsejar ( E t h i c . 1. 3 , c. 3), como
inclinado por la justicia, que hace á la en el arte militar, gubernativo y medici-
voluntad recta, á hacer su obra fiel (1). nal. L u e g o la prudencia no se distingue
A l 3.°-que aun en las mismas cosas del arte.
especulables hay algo á manera de cierta Por el contrario, Aristóteles distingue
obra, por ejemplo, l a construcción de un la prudencia del arte (Ethic. 1. 6, c. 5 ) .
silogismo ó de una oración conveniente, Conclusión. La prudencia [ 1 ] necesa-
ó la acción de contar ó de medir : y por riamente presupone apetito recto y con-
consiguiente cualesquiera hábitos espe- siguiente virtud moral; mas el arte nada
culativos , que se ordenan á semejantes de esto presupone como indispensable : y
obras de razón, se llaman por cierta ana- por lo mismo [2] la prudencia es virtud
logía artes, esto es, liberales ; á diferencia distinta del arte.
de aquellas artes, que se ordenan á obras Responderemos, que allí, donde existe
ejercitadas por el cuerpo (2), que s o n e n
diversa razón de virtud, conviene distin-
cierto modo serviles, en cuanto el cuerpo
guir virtudes : y y a se ha dicho ( a . 1; y
depende servilmente del alma, mientras
C. 5 6 , a. 3) que algún hábito tiene razón
que el hombre según el alma es libre.
de virtud, por el solo hecho de dar facul-
Mas aquellas ciencias, que no se ordenan
tad para obrar bien; y algún otro porque
á obra alguna de esta índole, llámanse
no solo da facultad de la buena obra,
simplemente ciencias y no artes: y no,
sino también su uso. P e r o el arte da s o -
porque las artes liberales sean más n o -
lamente facultad para la buena obra,
bles, les cuadra mejor la razón de arte.
porque no atiende al apetito; mas la
prudencia, no solo da facultad para la
ARTÍCULO IV. i a p r u d e n c i a e s vir- buena obra, sino también el u s o , pues se
tud distinta del arte ¥ refiere al apetito como presuponiendo la
rectitud del apetito. L a razón de esta di-
1.° Parece que la prudencia no es otra ferencia está en que el arte es la «recta
virtud distinta del arte: porque el arte
» razón de las cosas factibles » ; mientras
es la razón recta de algunas obras; y los
que la prudencia es « l a recta razón de
diversos géneros de obras no hacen que
» las cosas operables » : y difieren (fa-
una cosa pierda la razón de arte, puesto
que hay diversas artes acerca de obras ceré y agere) hacer y obrar; porque
muy diversas: luego, siendo la prudencia ( M e t h . 1. 9, t. 16) « h a c e r (faceré) (3)
cierta razón recta de las obras, parece » es acto transeúnte á esterior materia »,
que ella misma debe llamarse también como edificar, cortar, y semejantes ; y
arte. « obrar (agere) es acto inmanente en el
» agente m i s m o » , como v e r , querer y
2.° L a prudencia conviene más con el
otros análogos. A s í pues la prudencia es
arte que los hábitos especulativos ; pues
respecto de estos actos humanos, que son
á una y otros compete l a diversa habitud
usos de las potencias y de los hábitos, lo
acerca de lo contingente, como se dice
que el arte á los (factiones) hechos este-
(1) Recia y conforme á la equidad, que todos debemos ob- tico y en principios físico-geométricos.
servar con fidelidad ó en consonancia con la rectitud del pen- (3) O sustantivado factio, que es lo teslual y no tiene otra
samiento ó del conocimiento respectivo, y no fraudulenta- correspondencia literal castellana que acción (poco distintiva
mente y como con dolo ó maliciosa intención, en el presente caso), en constraste aquí con operación ó actua-
(2) Llamadas comunmente mecánicas, por cuanto los órga- ción. Faceré denota pues ejecutar algo estrínseco al agente;
nos corpóreos aplicados á su ejecución son como máquinas ó' y agere simplemente actuar ó funcionar, siquiera sea dentro
instrumentos mecánicos , cuyo estudio constituye la ciencia de sí mismo. Viene á ser la misma distinción, que los gramá-
llamada Mecánica, y q u e más bien que ciencia es arte ; por ticos establecen entre los verbos intransitivos y los transiti-
más que se funde en teorías propiamente científicas, al menos vos, siendo de esta última clase faceré y de la primera agere.
la llamada Mecánica racional apoyada en el cálculo matemá-
368 CUESTIÓN LVII. — ARTÍCULOS IV Y V.

riores ; porque ambas son perfecta razón vida del hombre y al último fin de la vida
respecto de aquellos, á que (respectiva- h u m a n a ; al paso que en algunas artes
mente ) se ordenan. M a s la perfección y hay consejo acerca de lo concerniente á
la rectitud de la acción en las cosas es- los fines propios de aquellas artes: por lo
peculativas depende de los principios, se- cual algunos, en cuanto aconsejan bien
gún los cuales la razón silogiza, como se sobre asuntos de guerra ó náuticos, se lla-
ba dicho (a. 2 , al 2.°) que la ciencia de- man prudentes caudillos ó pilotos, y no
pende del entendimiento, que es hábito simplemente prudentes ; sino aquellos tan
de los principios y lo presupone : y en solo, que aconsejan bien acerca de las
los actos humanos los fines son como cosas, que interesan á toda la vida.
los principios en las cosas especulativas
(Ethic. 1, 7, c. 8 ) ; por cuya razón para ARTÍCULO V . — L » p r u d e n c i a e s virtud
la prudencia, que es « recta razón de lo n e c e s a r i a al konihrc?
» operable » , se requiere que el hombre
esté bien dispuesto acerca de los fines, lo l.° Parece que la prudencia no es vir-
cual ciertamente se verifica por el apetito tud necesaria para vivir bien : porque
recto; y por lo mismo para la prudencia en la misma relación del arte con lo fac-
requiérese virtud moral, por cuyo medio t i b l e , de lo que él es razón r e c t a , se
el apetito se hace recto. Pero el bien de halla la prudencia con lo actuable (2),
las cosas artificiales no es bien del apetito que es lo que en la vida del hombre se
humano, sino bien de las mismas obras considera; pues de esto es recta razón
artísticas, y por lo mismo el arte no pre- la prudencia, como se dice (Ethic. 1. 6,
supone el apetito recto : de aquí es que c. 5). E s así que el arte no es necesario
más es alabado el artífice que peca que- en las cosas factibles, sino para que sean
riendo , que el que falta sin querer ; pero h e c h a s , y no después que y a se han he-
más contrario es á l a prudencia el que cho. L u e g o ni la prudencia es necesaria
alguno falte queriendo, que no queriendo; al hombre para bien vivir, cuando ya es
porque la rectitud de la voluntad es esen- virtuoso, sino solo acaso en cuanto á ha-
cial á la prudencia, y no á la razón del cerse (más) virtuoso.
arte. A s í se ve pues que la prudencia es 2.° L a prudencia es « por la que rec-
virtud distinta del arte ( 1 ) . i a m e n t e a c o n s e j a m o s » , como se dice
A l argumento 1.° diremos que los di- (Ethic. 1. 6, c. 5 ) ; mas el hombre puede
versos géneros de cosas de arte todos obrar según buen consejo, no solo propio,
están fuera del hombre, y por tanto no sino también ajeno : luego no es necesa-
se diversifica la razón de la virtud : pero rio para vivir bien que el mismo hombre
la prudencia es la recta razón de los mis- tenga prudencia, sino que basta que siga
mos actos h u m a n o s , según los que se di- los consejos de los prudentes.
versifica la razón de la virtud, como se 3.° L a virtud intelectual es según la
ha dicho. que acontece decir siempre lo verdadero
A l 2.° que la prudencia conviene más y nunca lo f a l s o : pero esto no parece
con el arte que los hábitos especulativos realizarse según la prudencia ; porque no
en cuanto al sujeto y á la materia; pues es humano el que aconsejando sobre lo
una y otros están en la parte opinativa operable nunca se yerre, dada en las ope-
del alma, y se refieren de distinto modo á raciones humanas s u contingencia de po-
lo contingente: pero el arte conviene mas derse hacer de otra manera: por lo cual
con los hábitos especulativos en la razón se dice (Sap. 9, 14): los pensamientos de
de virtud que c o n la prudencia, como se los mortales son tímidos é inciertas nues-
ve por lo dicho (a. 3 ) . tras providencias. L u e g o parece que la
A l 3.° que la prudencia es buena con- prudencia no debe tenerse por virtud in-
sejera sobre lo perteneciente á toda la telectual.

(1) Reasumiendo los artículos precedentes y con especiali- y justa decisión, de las que se trata en particular el a. 0."
dad el 2.° y 4.°, resultan las cinco principales virtudes inte- (2) Téngase aquí presente lo espuesto en la nota 3, pá-
lectuales : sabiduría, ciencia, inteligencia, arte y prudencia; gina.367 ; entendiéndose lo factible ad extra ó estrinseco y lo
comprendiendo esta última las tres subalternas llamadas eu- actuable ab intra ó inmanente.
bulia, synesis y gnómcs, ó sean, buen consejo, criterio recto
CUESTIÓN LVII. — A R T Í C U L O V. 369

Por el contrario ( Sap. 8 , 1), se con- es recta razón de lo agible (agibilium),


numera entre otras virtudes necesarias como se ha dicho (arg. l . ° ; y a. 4 ) ;
para la vida humana, cuando se dice de y por lo tanto para el arte no se re-
la divina Sabiduría que enseña templan- quiere que el artífice obre bien, sino
za y prudencia, y justicia, y virtud ( 1 ) , que haga buena obra : más se requeriría
que es lo más útil que hay á los hombres que el artefacto mismo funcionase bien,
en esta vida. como que el cuchillo cortase bien, ó que
Conclusión. La prudencia es la virtud la sierra hendiese bien ; si fuese pro-
más necesaria para la vida humana ó pio de estos (productos artísticos) el
para vivir bien, dirigiendo al hombre á obrar, y no más bien el ser manejados,
su fin y exhibiéndole los medios á él con- porque no tienen dominio de su acto.
ducentes. D e aquí que el arte no es necesario al
Responderemos, que la prudencia es mismo artífice para el bien vivir, sino
virtud sumamente necesaria para la vida únicamente para hacer bueno al arte-
humana : porque el vivir bien consiste en facto mismo, y para conservarlo ; en
bien obrar ; y , para que uno obre bien, tanto que la prudencia es necesaria al
no solo se requiere qué es lo que hace, hombre para vivir bien, y no solamente
sino también de qué modo lo hace, es de- para que se haga bueno.
cir, que obre según la elección recta, y no A l 2.° que, cuando el hombre obra el
solo por ímpetu ó pasión. P e r o , como la bien no según su propia razón, sino mo-
elección versa acerca de los medios con- vido por el consejo de otro ; no es toda-
ducentes al fin (2); la rectitud de la elec- vía completamente perfecta su operación
ción requiere dos cosas, que son el debido en cuanto á la razón directiva y en cuanto
fin y que convenientemente se ordene al al apetito motor: por lo que, si obra el
debido fin. A l debido fin se dispone el b i e n , no por eso (obra) simplemente bien,
hombre convenientemente por medio de lo cual es vivir bien.
la virtud, que perfecciona la parte apeti- A l 3.° que lo verdadero del entendi-
tiva del alma, cuyo objeto es el bien y el miento práctico se toma en diferente sen-
fin; y á lo convenientemente ordenado al tido que lo verdadero del entendimiento
debido fin es necesario que el hombre se especulativo ( Ethic. 1. 6 , c. 2 ) : porque
disponga rectamente por medio del há- lo verdadero del entendimiento especula-
bito de la razón, porque el aconsejar y tivo se estima por la conformidad del en-
elegir (que versan sobre lo conducente al tendimiento con el objeto; y, como el en-
fin) son actos de la razón : y por lo tanto tendimiento no puede conformarse infali-
es necesario que haya en la razón alguna blemente en las cosas contingentes, sino
virtud intelectual, por la que se perfec- solo en las necesarias, por eso ningún
cione la razón, á fin de que conveniente- hábito especulativo de cosas contingen-
mente se incline á lo conducente al fin; y tes es virtud intelectual, y sí lo es solo
esta virtud es la prudencia. D e donde se acerca de las necesarias : mas lo verda-
sigue que la prudencia es virtud necesa- dero del entendimiento práctico se atiende
ria para vivir bien. por su conformidad con el apetito recto;
A l argumento 1.° diremos, que el bien la cual conformidad por cierto no tiene
del arte se considera, no en el mismo ar- lugar en las cosas necesarias, que no se
tífice , sino más bien en el mismo artefac- hacen por la voluntad humana ; sino solo
to, por ser el arte la recta razón de l o en las contingentes, que podemos hacer
factible; puesto que la hechura (factio) nosotros, y a sean agibles (agibilia) inter-
transeúnte á la esterior materia no es per- nas ó factibles (factibilia) esteriores : y
fección del que h a c e , sino de lo hecho, por esto solo acerca de las cosas contin-
como el movimiento es acto del m ó v i l : y gentes se establece la virtud del entendi-
el arte versa acerca de las cosas factibles. miento práctico; mas acerca de las facti-
Empero el bien de la prudencia se consi- bles el arte, y acerca de las operables la
dera en el mismo agente, cuya perfección prudencia.
es el mismo obrar; porque la prudencia

(1) Tómase aquí por sinónima de virilidad ó fortaleza. (•i) Según lo espuesto y demostrado en la C. 13, a. 3.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 34
370 CUESTIÓN L V I I . — A R T Í C U L O VI.

ARTÍCULO V I . — ¿ l o eubulia,la syne- R e s p o n d e r e m o s , que entre todas las


sis y la gnómes son virtudes anejas á la pru- potencias ordenadas la más principal es
dencia ? (1) la que se ordena al acto más principal.
Mas acerca de las operaciones humanas
1.° Parece que inconvenientemente se hay tres actos de .la razón; de los cuales
adscriben á la prudencia la eubulia, la el 1.° es aconsejar, el 2.° juzgar y el 3.°
synesis y la gnómes: porque eubulia « es mandar : los dos primeros corresponden
» el hábito, con el que aconsejamos bien» á los actos del entendimiento especulati-
( E t h i c . 1. 6 , c. 9 ) ; y el aconsejar bien v o , que son investigar y juzgar ; porque
pertenece á la prudencia, como se dice el consejo es cierta averiguación: pero el
en el mismo libro (c. 5 ) : luego la eubulia tercero es propiamente del entendimiento
no es virtud adjunta á la prudencia, sino práctico, en cuanto es operativo; porque
más bien la misma prudencia. no tiene la razón, que preceptúa lo que
2.° A l superior pertenece juzgar sobre no puede hacerse por el hombre. P e r o es
los inferiores: aquella pues parece virtud harto claro que entre todo lo que el hom-
suprema, cuyo acto es el juicio ; y tal es bre hace el acto principal es preceptuar,
la synesis, que j u z g a bien: luego la syne- y á este se ordenan los demás : y por lo
sis no es virtud adjunta á la prudencia, tanto á la virtud, que es bien preceptiva,
sino antes ella misma es la principal (2). es á saber, á la prudencia, como á la más
3.° A s í como son diversas las cosas, so- principal, van adjuntas como secundarias
bre las cuales se ha de j u z g a r ; lo son la eubulia, de la que es propio aconsejar
también aquellas, sobre que se ha de bien, la synesis y la gnómes, que son par-
aconsejar. P e r o acerca de todas las acon- tes judicativas, de cuya distinción se ha-
sejables se establece una sola virtud, la blará (al 3.°).
eubulia. L u e g o para juzgar bien de las A l argumento 1.° diremos, que la pru-
operables no hay necesidad de admitir, dencia es bien conciliativa, no como por-
ademas de la synesis, otra virtud, á saber, que el aconsejar bien sea inmediatamente
la gnómes. acto de ella, sino porque perfecciona este
4.° Tulio establece en su Retórica ( D e acto mediante la virtud á ella subordina-
invent. 1. 2 ) otras tres partes de la pru- da, que es la eubulia.
dencia, que son « l a memoria de lo pasa- A l 2.° que el juicio en lo operable se
» d o , la inteligencia de lo presente y la ordena á algo ulterior; pues sucede que
» providencia de lo futuro » . Macrobio alguno j u z g a bien de algo que debe ha-
también ( Sueño de Escipion , 1 . 1 , c. 8 ) cerse, y sin embargo no lo ejecuta recta-
fija ciertas otras partes de la prudencia, mente : mas el último complemento es,
como la precaución, la docilidad y otras cuando la razón preceptúa ya bien sobre
así. N o parecen pues las espresadas vir- lo que debe hacerse.
tudes las únicas adjuntas á la prudencia. Al 3.° que el juicio sobre cada cosa
Por el contrario aboga la autoridad se hace por sus propios principios : mas
de Aristóteles, que ( E t h i c . 1. 6 , c. 9, 10 la investigación no se verifica todavía por
y 11) cuenta estas tres virtudes adjuntas los principios propios; porque, dados es-
á la prudencia. t o s , no habría necesidad de investigación,
Conclusión. A la virtud rectamente sino que y a la cosa estaría hallada. Por
preceptiva, que es la prudencia, van ane- esto mismo una sola virtud se ordena á
jas, como á la más principal, en concepto aconsejar bien, y dos virtudes á juzgar
de secundarias la eubulia ( que aconseja b i e n ; porque la distinción no está en los
b i e n ) , la synesis ( perspicacia) y la g n ó - principios comunes, sino en los propios.
mes (acertado dictamen), que son partes H é aquí porqué hasta en las cosas espe-
judicativas. culativas es una sola la dialéctica inqui-
(1) Ténganse presentes las notas 1, 2 y 3 , pág. 363 , para principal la prudencia : es decir, que la synesis debiera se-
la inteligencia y distinción de esas tres palabras, que cree- gún la objeción considerarse como más principal que la pru-
mos conveniente dejar en su originaria forma griega, aten- dencia, y esta subordinada á aquella. Por lo domas hasta los
dido su uso común y aun vulgarizado entre los cscolácti- niños saben por el Catecismo que la prudencia es la primera
cos y en todos los tratados de Teología moral, en que se hace de las cuatro virtudes llamadas cardinales ó principales, de
mención de ellas. las que aquí no se trata por ahora y menos en su concepto de
(2) No la principal absolutamente entre todas las virtudes, morales»
ino solo en orden á aquellas de las que se considera como
CUESTIÓN L V I I . — A R T Í C U L O S VI. 341

sitiva respecto de todas ; mas las ciencias la precaución y la docilidad y otras seme-
demostrativas, que son judicativas, son j a n t e s , no son virtudes diversas de la pru-
diversas para las diversas cosas. P e r o se dencia ; sino que en cierto modo se com-
distinguen la synesis y la gnómes según paran con ella como partes integrales, en
las diversas reglas, por las que se juzga: cuanto todas esas se requieren para la
porque la synesis es judicativa sobre las perfección de la prudencia. H a y también
cosas operables según la común l e y ; mas ademas ciertas partes subjetivas ó espe-
la gnómes según la misma razón natural cies de prudencia, como la económica^
en aquellas cosas, en las cuales falta la la reinativa y otras semejantes ; mas las
ley común, como se verá más claramente tres predicbas son como partes potencia-
luego (2. -2. , C. 5 1 , a. 4 ) .
a ro
les de la prudencia; porque se ordenan
A l 4.° que la memoria, la inteligencia como lo secundario á lo principal: y de
y la providencia, lo mismo también que estas se dirá luego (2. -2. , C. 51).
a ae

CUESTIÓN LYIII,
Distinción entre las virtudes morales y las intelectuales.

Consideraremos a h o r a las virtudes m o r a l e s , y l.° lo que las distingue de las virtudes intelectuales;
2.° la distinción de aquellas entre sí según su propia m a t e r i a ; 8.° la distinción de las principales ó
cardinales de las otras. Acerca do lo primero investigaremos cinco cosas : 1. Toda virtud es virtud
a

moral ? — 2. Se distingue la virtud moral de la intelectual? - 3. Se divide suficientemente la virtud


a a

en intelectual y moral ? — 4. Puede existir la virtud moral sin la intelectual?—5. Por el contrario,
a a

¿la virtud intelectual puede existir sin la moral?

ARTÍCULO I . — Toda virtud e s moral? » l a r a z ó n » , como dice San Dionisio ( D e


div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 22). L u e g o toda
l.° Parece que toda virtud es moral: virtud es moral.
porque la virtud, moral se llama así por la P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
costumbre (more); y podemos acostum- (Ethic. 1. 1) : «cuando hablamos de las
brarnos á los actos de todas las virtudes: » costumbres, no decimos sabio ó inteli-
luego toda virtud es moral. » g e n t e , sino afable ó sobrio». A s í pues
2.° Aristóteles dice (Ethic. 1. 2 , c. 6) la sabiduría y la inteligencia no son mo-
que «virtud moral es el hábito electivo, rales ; las cuales sin embargo son virtu-
» que consiste en el justo medio de la ra- des, como anteriormente se ha dicho ( C .
»zon». Pero toda virtud parece ser há- 57, a. 2 ) . N o es pues moral toda virtud.
bito electivo; puesto que podemos hacer Conclusión. No toda virtud se llama
por elección actos de cualquiera virtud, moral; sino solamente la que está en la
y toda virtud en cierto modo consiste en potencia apetitiva.
el medio de la razón, como se manifestará R e s p o n d e r e m o s , que para evidenciar
más a d e l a n t e ( C . 6 4 , a. 2 , 3 y 4 ) . L u e g o esto conviene examinar, qué es la costum-
toda virtud es moral. bre (mos); porque de este modo podre-
3.° Tulio dice en su Retórica ( D e mos saber, qué es virtud moral. Costum-
invent. 1. 2) que « l a virtud es un hábito bre pues significa dos cosas; unas veces
»á manera de naturaleza conforme á la el u s o , como se dice ( A c t . 15, 1 ) : si no
»razón». E s así que, ordenándose toda os circuncidáis según el uso (rito) de
virtud humana al bien del hombre, debe Moisés, no podéis ser salvos: y otftis
ser conforme á la razón, puesto que « e l cierta inclinación natural ó como natural
»bien del hombre consiste en ser según á hacer a l g o , y en este sentido hasta
372 CUESTIÓN LVIII.—ARTÍCULOS I Y II.

de los brutos animales se dicen algunas actos de otros hábitos pueden ser objeto
costumbres. P o r eso se dice ( u Macbab. de la elección.
11, 11) q u e , arrojándose con ímpetu A l 3.° que « l a naturaleza es principio
á uso de leones (leonum more) sobre los » d e l movimiento» ( P h y s . 1. 2, t. 3); pero
enemigos, los mataron; y en la misma el mover á obrar es peculiar de la parte
acepción se toma la palabra costumbre apetitiva : y por tanto el asimilarse á la
(moris) ( P s . 67, 7 ) , donde se d i c e : el naturaleza en conformarse con la razón
que hace morar los de una misma costum- es propio de las virtudes residentes en la
bre en casa. Estas dos significaciones pues fuerza apetitiva.
en nada se distinguen entre los latinos
en cuanto á la v o z : mas en griego sí se ARTÍCULO I I . — L « virtud moral s e ais.
distinguen; porque el ethos, que entre t i n g u e de l a intelectual ? -
nosotros significa costumbre (morem)
tiene unas veces la primera (sílaba) lar- 1.° Parece que la virtud moral no se
g a y se escribe con la letra griega i), y distingue de la intelectual : porque dice
otras la tiene breve y se escribe con s. San Agustín ( D e civ. D e i , l . 1, c. 21)
P e r o la virtud moral se llama así de mo- que « l a virtud es el arte de vivir recta-
re, en cuanto significa cierta inclinación » mente » ; y el arte es virtud intelectual:
natural ó como natural (1) á hacer al- luego la virtud moral n o se diferencia de
guna cosa. Y á esta significación de mo- la intelectual.
ris (habitualidad) (2) es afin otra signi- 2.° L a mayor parte (3) ponen la cien-
ficación, que quiere decir costumbre, por cia en la definición ( 4 ) de las virtudes
cuanto la costumbre en cierto modo se morales, como algunos ( 5 ) definen la per-
convierte en naturaleza y produce una severancia diciendo que « e s la ciencia
inclinación semejante á la natural. Siendo » ó el hábito de aquellas cosas, en que se
pues evidente que la inclinación al acto » debe ó no permanecer » ; y santidad « l a
propiamente compete á la virtud apetiti- »ciencia que (nos) hace fieles y obser-
v a , de la que es propio mover todas las » vantes de las cosas, que son justas ante
potencias á obrar, como consta por lo y a » Dios ». P e r o la ciencia es virtud intelec-
dicho ( O . 9, a. 1) ; infiérese que no toda tual : luego la virtud moral no debe dis-
virtud se llama moral; sino solamente tinguirse de la intelectual.
aquella, que está en la fuerza ape- 3.° San Agustín dice (Soliloq. 1. 1, c.
titiva. 6) que « l a virtud es la recta y perfecta
A l argumento 1.° diremos, que aquella » razón» ; lo cual pertenece á la virtud
objeción se funda en la significación de intelectual, como está claro ( E t h i c . 1. 6,
costumbre de la palabra more. c. u l t . ) : luego la virtud moral no es dis-
A l 2.° que todo acto de virtud puede tinta de la intelectual.
ejecutarse por elección : pero elección 4.° N a d a se distingue de aquello, que
recta solo la produce la virtud, que está entra en s u definición; pero la virtud in-
en la parte apetitiva del alma; pues que- telectual figura en la definición de la vir-
da dicho ( C . 13, a. 1) que elegir es acto tud moral, pues dice Aristóteles (Ethic.
de la parte apetitiva. P o r consiguiente 1. 2, c. 6 ) que «virtud moral es el hábito
hábito electivo, como principio de la elec- s e l e c t i v o existente en el (justo) medio
ción, es solamente aquel, que perfecciona »determinado por la razón á juicio del
la fuerza apetitiva, aunque también los » s a b i o » ( 6 ) . M a s esta recta razón, que

(1J Por cuanto puede provenir de la naturaleza ó del hábito dicho); pues así se distingue bien y fácilmente de la acep-
(como natural}, ó también ser infusa fy así también como ción seguidamente indicada de costumbre formada por actos re-
connatural), según el mismo Santo Tomás lo esplica (Sent. 3, petidos.
dlst. 23, C. i , a. i). (3) De los filósofos ó autores de tratados de Moral.
(2) Propensión habitual ó facilidad y tendencia debida á la (4) Más exactamente « asignación, enumeración ó clasiíi-
naturaleza ó al hábito, cuya versión más exacta y espresiva « cacion » .
nos parece la de habitualidad, que adoptamos en el doble sen- (5) Alude ostensiblemente al filósofo griego Andrónico, de
tido de connatural ó innata (que quizá estaría más gráfica- quien probablemente toma asimismo la subsiguiente defini-
mente csprcsada por habiludinal) en el caso de ser debida á la ción de la santidad, aunque esto no se da por suficientemente
naturaleza, y de connaturalizada ó adquirida y apropiada por comprobado. Nicolai.
el hábito (diciéndose así habitual) ó aun de infusa en su caso (0) Pront sapiens determinabil, « como lo haría un hombre
(como habida gratuitamente y sin previa reiteración de actos » discreto », ó quizá mejor, « dejándolo al fallo do los sabios »*
análogos voluntarios y constitutivos del hábito propiamente
CUESTIÓN L V I I I . — A R T Í C U L O I I . 373

determina el medio de la virtud moral, algo. P o r esto mismo S. A g u s t í n sobre


pertenece á la virtud intelectual ( E t h i c . el Salmo 118 ( Serm. 8.° ) dice que « al-
1. 6, c. ult.). L u e g o la virtud moral no se » gunas veces precede el entendimiento
distingue de la intelectual. » y sigue tardo ó nulo el afecto » , hasta
Por el contrario, se dice (Ethic. 1. 1, el punto de que alguna vez las pasiones
c. ult.) que se « determina la virtud según ó los hábitos de la parte apetitiva llegan
» esta diferencia; pues decimos de ellas, á impedir el uso de la razón en particu-
» que estas son ciertamente intelectuales, lar (1) : y según esto es algo exacto lo
»y esotras morales». que dijo S ó c r a t e s , que « mediando pre-
Conclusión. La virtud moral se dis- » sencialmente la ciencia, no se peca » ,
tingue de la intelectual, como del apetito con tal empero que esto se estienda hasta
el entendimiento. el uso de la razón en lo particular elegi-
Responderémos, que el primer princi- ble. A s í pues , para que el hombre obre
pio de todas las operaciones humanas es b i e n , se requiere, no solo que la razón
la razón ; y cualesquiera otros principios esté bien dispuesta por el hábito de la
que haya de acciones humanas, obedecen virtud intelectual, sino también que la
en cierto modo á la razón, aunque de di- fuerza apetitiva esté bien preparada por
verso modo: porque unos la obedecen el hábito de la virtud moral : y de con-
enteramente ad nutum sin contradicción siguiente, así como el apetito se distingue
alguna, como los miembros del cuerpo, de la razón , del mismo modo la virtud
si perseveran consistentes en su natura- moral se diferencia de la intelectual. D e
leza ; pues al punto al imperio de la razón donde se sigue que , así como el apetito
se mueve á la obra la mano ó el pie. P o r es principio del acto h u m a n o , según que
eso dice Aristóteles ( P o l i t . 1. 1, c. 3 ) participa en algo de la razón; igualmente
que ce el alma rige al cuerpo con imperio el hábito moral tiene el carácter de vir-
» despótico » , esto es , como señor á su tud humana, en cuanto se conforma con
siervo, que no tiene derecho de contra- la razón.
decirle. Sentaron pues algunos que todos A l argumento 1.° diremos, que San
los principios activos, que h a y en el hom- Agustín toma comunmente el arte por
bre, se refieren de este modo á la razón: cualquiera recta razón, y así bajo el arte
lo cual en verdad si fuese cierto, basta- se incluye también la prudencia, que es
ría que la razón fuese perfecta para la recta razón de lo operable, como el
obrar b i e n ; y , siendo la virtud un há- arte lo es de lo factible (2) ; y conforme
bito, por el que nos perfeccionamos para á esto lo que dice, que «la virtud es arte
bien obrar, seguiríase de ahí que estaría » d e vivir rectamente » , conviene esen-
en sola la r a z ó n , y así ninguna virtud cialmente á la prudencia, pero participa-
sería sino intelectual. T a l fue la opinión tivamente á otras virtudes, en cuanto
de Sócrates, quien dijo que «todas las vir- según la prudencia son dirigidas.
»tudes eran prudencias » ( Ethic. 1. 6, c. A l 2.° que tales definiciones, por cua-
últ.), deduciendo de esto que el hombre, lesquiera que hayan sido dadas , partie-
existiendo en él la ciencia, no podia pe- ron de la opinión Socrática, y deben es-
car; y que cualquiera que pecaba, peca- ponerse relativamente al arte, del modo
ba por ignorancia. M a s esto procede de que antes se h a dicho ( a l 1.°)
un supuesto falso : porque la parte ape- A l 3.° debemos decir lo mismo.
titiva obedece á la razón no del todo (ad A l 4.° que la recta razón, que es según
nutum) á su arbitrio, sino con alguna la prudencia, se ingiere en la definición
contradicción ; por lo que Aristóteles de la virtud m o r a l , no como parte de su
(Politic. 1. 1, c. 3 ) dice que « l a razón esencia, sino como cierta cosa participada
»impera á la (parte) apetitiva con prin- en todas las virtudes morales, en cuanto
» cipado político » , esto es , con el que la prudencia dirige todas las virtudes
uno preside á (hombres) libres , los cua- morales.
les tienen derecho de contradecirle en

II) En determinados casos,' ó también en algunos indivi- poco posterior á la locución in particulari, que anotamos.
luos ó personas; aunque la primera interpretación viene (2) Véase y téngase muy en consideración la nota 3 , pá-
luego á ser corroborada por la espresion i» parliculari elegióla, gina. 307.
374 CUESTIÓN LVI1I.. — ARTÍCULO III.

A R T Í C U L O I I I . — So divide suficiente- que toda virtud humana debe ser perfec-


mente la virtud eu moral c intelectual ? tiva de alguno de estos principios. Si
pues es perfectiva del entendimiento espe-
l.° Parece que la virtud humana no se culativo ó práctico para el buen acto del
divide suficientemente en virtud moral hombre, será virtud intelectual; empero,
é intelectual: porque la prudencia parece si es perfectiva de la parte apetitiva, será
ser cierto medio entre la virtud moral y virtud moral. Resulta por consecuencia
la intelectual; pues se anumera entre las que toda virtud humana ó es intelectual
virtudes intelectuales ( Ethic. 1. 6 , c. 3 ó moral.
y 5 ) y también por todos se cuenta co- A l argumento 1.° diremos, que la pru-
munmente entre las cuatro virtudes car- dencia según su esencia propia es inte-
dinales , que son morales, como se mani- lectual virtud; pero según la materia
festará más adelante ( C. 6 1 , . a. 1.) N o conviene con las virtudes m o r a l e s , por-
se divide pues suficientemente la virtud que « es la recta razón de lo operable»,
en intelectual y moral como por inme- como y a se ha dicho ( C . 57, a. 4), y con-
diatos (miembros). forme á esto se cuenta entre las virtudes
2° L a continencia y la perseverancia morales.
y aun la paciencia no se computan entre A l 2.° que la continencia y la perse-
las virtudes intelectuales; ni tampoco verancia ( 2 ) no son perfecciones de la
son virtudes m o r a l e s , pues no guardan virtud apetitiva sensitiva , como lo prue-
el medio en las pasiones , sino que abun- ba el que en el hombre continente y per-
dan en ellas las pasiones. N o se divide severante sobreabundan pasiones desor-
pues suficientemente la virtud distin- denadas ; lo cual no sucedería, si el ape-
guiendo intelectuales y morales. tito sensitivo fuese perfecto mediante
3.° L a f e , la esperanza y la caridad algún hábito, que le hiciese conformarse
son ciertas virtudes, y sin embargo no con la razón. E s pues la continencia, ó
son virtudes intelectuales ; porque estas la perseverancia , perfección de la parte
son cinco solamente , á saber : « la cien- racional, que resiste á las pasiones, para
» cia, la sabiduría, la inteligencia, la no ser vencida por ellas; mas no alcanza
» prudencia y el arte » , como se ha di- á la razón de v i r t u d , porque la virtud
cho ( C. 5 7 , a. 2 , 3 y 4 . ) Tampoco son intelectiva, que dispone bien la razón
virtudes morales , pues no versan acerca acerca de las cosas m o r a l e s , presupone
de las pasiones, á las que principalmente el apetito recto del fin para su recta ha-
se refiere la virtud moral. L u e g o la vir- bitud con respecto á los principios , esto
tud no se clasifica suficientemente por es, á los fines, según los cuales raciocina,
virtudes intelectuales y morales. lo cual falta al continente y al perseve-
Por el contrario, Aristóteles (Ethic. rante. Tampoco puede ser perfecta la
1. 2 , c. 1 ) dice que la virtud es de dos operación, que procede de dos potencias,
clases, una intelectual y otra moral. si no se perfecciona por el debido hábito;
Conclusión. Toda virtud humana (1) así como no resulta perfecta la acción de
ó es intelectual ó moral. un agente por el instrumento, si este no
Responderemos, que la virtud humana está bien dispuesto, por más perfecto que
es cierto hábito, que perfecciona al hom- sea el agente principal. D e donde se sigue
bre para bien obrar. M a s como no h a y que, si el apetito sensitivo, que es movido
más que dos principios de los actos hu- por la parte racional, no es perfecto; por
manos en el h o m b r e , cuales son el en- mucho que lo sea la parte racional, no lo
tendimiento ó la razón y el a p e t i t o , los será la acción consiguiente ; ni por lo
solos dos móviles en el h o m b r e , como se mismo el principio de la acción será vir-
dice ( D e an. 1. 3 , t. 4 9 y sig.); dedúcese tud. H é aquí porqué la continencia de las

(IJ Dícese humana como natural en el hombre y asequible ral á los impulsos de cualesquiera concupiscencias deprava-
á sus fuerzas naturales, para diferenciarla de las llamadas das, y por perseverancia la constancia en esa misma resisten-
teologales ó divinas, que en su acepción católica son sobre- cia ; no la perseverancia final en el bien y en la gracia hasta
naturalmenle infusas-por Dios en el alma; aunque también la muerte, de la que se trata luego (2.*-2.m, C. 137, a. 1), ni
hay fe, esperanza y caridad humanas en un sentido lato ó la abstención completa de todo deleite carnal (ibid. C. 155,
genérico. a. 1), virtudes ambas perfectas y consumadas, en cuyo con-
(2) Entiéndese aquí por continencia la resistencia en gene- cepto no son objeto de la cuestión actual.
CUESTIÓN LVIII. — ARTÍCULOS III Y I V . 375

delectaciones . y la perseverancia en las Tío empero sin la prudencia y la inteli-


tristezas no son virtudes, sino algo m e - gencia.
nos que virtud ( 1 ) , como dice Aristó- Responderemos, que la virtud moral
teles (Ethic. 1. 7, c. 1 y 9.) puede ciertamente existir sin algunas de
A l 3.° que la f e , la esperanza y la ca- las virtudes intelectuales , como sin la
ridad están por cima de las virtudes h u - sabiduría, sin la ciencia, y sin el arte;
manas ; porque son virtudes del hombre, pero no puede ser sin el entendimiento y
según que es hecho participante de la di- sin la prudencia. Sin la prudencia en
vina gracia. efecto no puede haber virtud moral; por-
que la virtud moral es un hábito electivo,
esto es, que hace buena elección; y para
ARTÍCULO I V . — L » virtud moral pue- que la elección sea buena se requieren
de existir s i n l a intelectual ?
dos cosas : 1. que haya la debida inten-
a

ción del fin, y esto se verifica por la vir-


l.° Parece que la virtud moral puede t u d moral, que inclina la fuerza apetitiva
existir sin la intelectual: porque virtud al bien conveniente á la r a z ó n , que es el
moral, como dice Tulio ( D e invent. 1. 2), fin debido ;'2. que el hombre reciba rec-
a

« es un hábito á manera de naturaleza tamente las cosas conducentes al fin, y


» conforme con la razón )>; y la natura- esto no puede ser sino por medio de la ra-
leza, aunque de acuerdo con alguna razón zón, que aconseja rectamente, juzgando y
superior que la m u e v a , no h a y para qué mandando, lo cual pertenece á la pru-
mezclarla con ella en un mismo (sujeto) dencia y á las virtudes á ella anejas,
como se ve en los seres naturales desti- como queda dicho ( C. 57, a. 4 , 5 y 6 ) :
tuidos de conocimiento. L u e g o puede ha- de donde se sigue que la virtud moral no
ber en el hombre virtud moral á manera puede existir sin la prudencia, ni por
de naturaleza, inclinándola á conformarse consiguiente sin el entendimiento, dado
con la razón, aunque la razón de aquel que por el entendimiento se conocen los
hombre no sea perfecta mediante la vir- principios naturalmente conocidos tanto
tud intelectual. en lo especulativo como en lo operativo;
2.° P o r la virtud intelectual consigue y por lo tanto , así como la recta razón
el hombre el perfecto uso de la razón. en las cosas especulativas, en cuanto pro-
Pero á veces suelen a l g u n o s , en quienes cede de los principios naturalmente c o -
no está muy en vigor el uso de la razón, nocidos , presupone la inteligencia de los
ser virtuosos y aceptos á Dios. L u e g o principios; así también la prudencia, que
parece que la virtud moral puede existir es « la recta razón de lo operable » .
sin la virtud intelectual. A l argumento 1.° diremos que la in-
3.° L a virtud moral da inclinación á clinación de la naturaleza en los seres,
obrar bien. M a s hay quienes tienen incli- que carecen de razón, es sin elección ; y
nación natural á obrar bien , aun sin jui- por esto tal inclinación no requiere por
cio de razón. L u e g o las virtudes morales necesidad la razón: pero la inclinación
pueden existir sin la intelectual. de la virtud moral es con elección, y de
Por el contrario, dice S. Gregorio consiguiente para su perfección há m e -
(Moral. 1. 2 2 , c. 1 implic.) que « l a s de- nester que la razón sea perfecta por me-
» mas virtudes, si no ejecutan prudente- dio de la virtud intelectual.
»mente lo que a p e t e c e n , de ninguna A l 2.° que en el virtuoso no es preciso
» manera pueden ser virtudes » . E s así que esté en su vigor el uso de la razón en
que la prudencia es virtud intelectual, cuanto á t o d o , sino solo en cuanto á lo
como antes se ha dicho ( C. 57, a. 4 ) . que debe obrarse según la virtud : y de
Luego las virtudes morales no pueden este modo el uso de la razón está en su
existir sin las intelectuales. vigor en todos los virtuosos; por lo que
Conclusión. Lá virtud moral puede aun los que parecen simples, por carecer
existir sin ciertas virtudes intelectuales; de mundana astucia, pueden ser pruden-
tes según aquello ( M a t h . 1 0 , 16) : sed
(1) Para la recta inteligencia de esto conviene consultar las prudentes como serpientes , y sencillos
Cuestiones 155, a. i, y 137, a. 1, de la 2."-2.«>, citadas tam-
bién en la nota anterior. como palomas.
376 CUESTIÓN L V I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V.

A l 3.° que la natural inclinación al bien Conclusión. Todas las virtudes inte-
de la virtud es cierta incoación de virtud, lectuales pueden existir sin virtud moral,
pero no es virtud perfecta ; porque esa á escepcion de la prudencia.
inclinación, cuanto es más perfecta, puede R e s p o n d e r e m o s , que las otras virtu-
ser tanto más peligrosa, si no se la asocia des intelectuales pueden existir sin virtud
la recta razón, por medio de la cual se moral; pero la prudencia sin virtud mo-
baga recta la elección de lo conducente ral no puede existir. L a razón e s , porque
al debido fin : así como un caballo cor- la prudencia es «recta razón de lo ope-
riendo, si está ciego, tanto más fuerte- » rabie » , no empero únicamente en gene-
mente se estrella y se d a ñ a , cuanto más ral, sino también en lo particular, sobre
violentamente corre. Y a s í , aunque la lo cual recaen las acciones. M a s la recta
virtud moral no sea razón recta, como razón preexige principios, de los que parte
decía S ó c r a t e s ; no es sin embargo sola- la razón : y esta en lo particular debe
mente según la razón recta, en cuanto in- proceder, no solo partiendo de los prin-
clina á lo que es conforme la recta razón,,, cipios universales, sino ateniéndose tam-
como decían los platónicos, sino que tam- bién á los principios particulares. Acerca
bién debe llevar adjunta la recta razón, de los principios universales de lo opera-
como dice Aristóteles (Ethic. 1. 6, c. ult.). ble ciertamente se halla bien dispuesto el
hombre por la natural inteligencia de los
ARTÍCUL O V . — P u e d e existir virtud in-
principios, que le hace conocer qué nin-
telectual s i n moral ? gún mal debe hacerse, ó bien por medio
de alguna ciencia práctica: pero no basta
l.° Parece que la virtud intelectual esto, para raciocinar rectamente acerca
puede existir sin la virtud moral: porque de lo particular ; porque sucede alguna
la perfección de lo anterior no depende vez que tal principio universal conocido
de la perfección de lo posterior; y la ra- por el entendimiento ó por la ciencia se
zón es antes que el apetito sensitivo, y lo inutiliza en lo particular por alguna pa-
mueve. L u e g o la virtud intelectual, que sión : como al concupiscente, cuando la
es perfección de la razón, no depende de concupiscencia vence, le parece bueno lo
la virtud moral, que es perfección de la que desea, aunque sea contrario al uni-
parte apetitiva. P u e d e por consiguiente versal juicio de la razón. P o r lo tanto,
existir sin ella. así como el hombre se dispone, para con-
2.° L o moral es materia de la pruden- ducirse rectamente acerca de los princi-
cia, como lo factible lo es del arte. Pero pios universales, por medio del entendi-
el arte puede existir sin propia materia, miento (1) natural, ó por el hábito de la
como un herrero sin hierro. L u e g o tam- ciencia; del mismo modo, para hallarse
bién la prudencia puede existir sin las bien dispuesto acerca de los principios
virtudes m o r a l e s , no obstante ser ella particulares de lo operable, que son los
entre todas las virtudes intelectuales la fines, há menester perfeccionarse por me-
más ligada con las morales. , dio de algunos hábitos, según los cuales
se haga en cierto modo connatural al
3.° L a prudencia es « virtud bien acon-
hombre el juzgar rectamente acerca del
te sejadora» ( E t h i c . 1. 6 , c. 9 ) . Muchos
fin: y esto se efectúa por medio de la
empero aconsejan bien, careciendo de
virtud moral ; porque el virtuoso juzga
virtudes morales. L u e g o la prudencia
bien del fin de la virtud, en razón á que
puede existir sin la virtud moral.
« cual es cada u n o , tal le parece el fin»
Por el contrario: querer obrar mal se
(Ethic. 1. 3 , c. 5 ) . A s í que para la recta
opone directamente á la virtud moral; y
razón de lo operable, que es la pruden-
á ninguna (de ellas) se opone lo que puede
cia, se requiere que el hombre tenga vir-
-existir sin virtud moral : mas se opone á
tud moral.
la prudencia el pecar queriendo ( E t h i c .
1. 6 , c. 5 ) . N o puede pues la prudencia A l argumento 1.° diremos, que la ra-
existir sin virtud moral. zón, según que es aprensiva del fin, pre-
ciara y esplícita según sus alcances se los da á conocer sufi-
(1) No precisamente como potencia ó facultad intelectiva,
sin en concepto de conocimiento intuitivo ó habitual délos cientemente, cual sucede con los axiomas científicos.
principios evidentes en sf mismos, cuya simple enunciación
CUESTIÓN LVIÍI.—ARTÍCULOS V .

cede al apetito del fin; pero el apetito del morales ; sino solamente por la conside-
fin precede á la razón, que raciocina, para ración de la razón : y por lo tanto el arte
elegir los medios conducentes al fin, lo no requiere virtud, que perfeccione el
cual pertenece á la prudencia : así como apetito, como la requiere la prudencia.
también en las cosas especulativas la in- A l 3.° que la prudencia no solo es bien
teligencia de los principios es principio consiliativa, sino también bien judicativa,
de la razón, que silogiza. y bien preceptiva: lo cual no puede veri-
A l 2.° que los principios de las cosas ficarse , si no se remueve el impedimento
artificiales no los discernimos bien ó mal de las pasiones, que corrompen el juicio
según la disposición de nuestro apetito, y el precepto de la prudencia; y esto por
como los fines, que son principios de las medio de la virtud moral.

CUESTIÓN LIX.

Distinción de las virtudes en su relación con las pasiones.

Consideraremos a h o r a la distinción de las virtudes morales entre s i : y , por cuanto las virtudes
morales, que versan acerca de las pasiones, se distinguen según la diversidad de las pasiones, c o n -
viene considerar: l.° en común la comparación de la virtud con la pasión , y 2.° la distinción de las
virtudes morales según las pasiones. En cuanto a l o 1." investigaremos cinco cosas: 1. La virtud m o - a

ral es pasión? —2. Puede existir con la pasión ? — 3. Es compatible con la tristeza?—4. Toda virtud
a a a

moral es acerca de las pasiones. — 5. Alguna virtud moral puede existir sin pasión ?
a

ARTÍCULO I. — 1 < » virtud moral es pa- Conclusión. La virtud moral no puede


siou ? ser pasión.
E e s p o n d e r é m o s , que la virtud moral
l.° Parece que la virtud moral es pa- no puede ser pasión ; y esto se prueba por
sión : porque el medio es del mismo g é - tres razones: 1. porque pasión es cierto
a

nero que los estremos; y , siendo la virtud movimiento del apetito sensitivo, como
moral medio entre las pasiones, sigúese y a se ha dicho ( C . 2 2 , a. 3 ) ; en tanto que
que la virtud moral es pasión. la virtud moral no es movimiento alguno,
2.° L a virtud y el vicio, como contra- sino más bien principio del movimiento
rios que son, están en el mismo género; apetitivo, cierto hábito existente; 2 . por- a

pero ciertas pasiones se llaman vicios, que las pasiones por sí mismas no tienen
como la envidia y la ira : luego también razón de bien ó de mal, pues el bien ó el
ciertas pasiones son virtudes. mal del hombre es según la razón; y por
3.° L a misericordia es cierta pasión; lo tanto las pasiones consideradas en sí
porque es «tristeza de los males ajenos», mismas se refieren al bien como al mal,
como se ha dicho ( C . 3 5 , a. 8 , arg. 3.°). según que pueden convenir ó no con la
Mas á esta «Cicerón, eminente hablista, razón : pero ninguna cosa tal puede ser
»no dudó llamarla v i r t u d » , como dice virtud, puesto que la virtud mira al bien,
San Agustín ( D e civ. D e i , l . 9, c. 5 ) . como ya se ha dicho ( C . 55, a. 3 ) ; 3 . por- a

Luego la pasión puede ser virtud moral. que en el supuesto de que alguna pasión
Por el contrario, se dice ( E t h i c . 1. 2 ) tienda solo al bien ó solo al mal en al-
que «las pasiones ni son virtudes, ni ma- gún (2) modo; no obstante el movimiento
»licias» (1). de la pasión, en cuanto es pasión, tiene

(1) Vicios,.según interpretan algunos modernos comenta- mal, que no siempre lleva consigo el vicio. Nicolai.
dores ; si bien en el lenguaje corriente 6 usual la malicia de- (2) Otros leen motum, «según algún movimiento».
nota cierta deliberación de la voluntad ó como afecto á obrar
378 CUESTIÓN LIX. — ARTÍCULOS I Y I I ,

su principio en el mismo apetito y su tér- cuerpo, según se dice ( P h y s . 1. 7, t. 17);


mino en la razón, á cuya conformidad según lo cual la virtud parece ser «cierta
tiende el apetito : al paso que el movi- » sanidad del a l m a » , como dice Tulio
miento de la virtud por el contrario tiene ( D e Tuse, quíest. 1. 4 ) : mas pasiones del
su principio en la razón y el término en alma se dicen « ciertas enfermedades del
el apetito, según que es movido por la » a l m a » , como dice (ibid.) él mismo T u -
razón. P o r eso en la definición de la vir- lio ; y la sanidad no es compatible con la
tud moral se dice (Ethic. 1. 2, c. 6 ) , que enfermedad : luego ni la virtud con la
« es un hábito electivo, que consiste en el pasión del alma.
»medio determinado por la razón, como 3.° L a virtud moral requiere perfecto
» el sabio determinará » (1). uso de la razón aun en los particulares.
A l argumento 1.° diremos que la vir- Este empero también es impedido por las
tud según su esencia no es medio entre pasiones; pues dice Aristóteles (Ethic.
las pasiones, sino según su efecto ; es á 1. 6 , c. 5) que « l a s delectaciones cor-
saber, porque constituye el medio entre » rompen la apreciación de la prudencia»,
las pasiones. y Salustio en su catilinaria (al principio
A l 2.° q u e , si vicio se llama al hábito, de la oración de César) que « n o penetra
según el cual alguno obra m a l ; es mani- » el ánimo fácilmente la verdad, cuando
fiesto que ninguna pasión es vicio : mas, » l e ofuscan aquellas», las pasiones del
si por vicio se entiende pecado, que es ánimo. L u e g o la virtud moral no puede
acto vicioso; de este modo nada obsta á existir con la pasión.
que la pasión sea vicio, y que por el con- Por el contrario, dice San A g u s t í n
trario concurra al acto de virtud, según ( D e civ. D e i , 1. 1 4 ) : « si la voluntad es
que la pasión ó es contrariada por la ra- »perversa, tendrá perversos estos movi-
z ó n , ó sigue al acto de la razón. » m i e n t o s » , los de las pasiones; « m a s , si
A l 3.° que la misericordia se dice ser »es recta, no solo serán inculpables, sino
virtud, esto e s , acto (2) de virtud, se- »aun laudables». Empero nada laudable
gún que <( aquel movimiento del ánimo se escluye por la virtud moral. L u e g o la
» sirve á la razón, cuando de tal modo se virtud moral no escluye las pasiones, sino
» muestra la misericordia, que se conser- que puede existir con ellas.
» v a la justicia, y a otorgándose al me- Conclusión. Las pasiones [ 1 ] en su
» nesteroso, y a perdonando al penitente», acepción de afecciones desordenadas no
como dice San Agustín (ibid.) Pero, si se pueden existir en el virtuoso, de modo
llama misericordia algún hábito, por el que asienta á ellas previa deliberación;
que el hombre se perfecciona para com- pero [2] como simples movimientos del
padecerse razonablemente, nada obsta apetito sensitivo son compatibles con la
á que la misericordia así dicha sea virtud: virtud, si están regulados por la razón.
y la misma razón h a y respecto de (otras) Responderemos, que acerca de esto
pasiones semejantes. hubo discordia entre los estoicos y los pe-
ripatéticos, como dice S a n Agustín ( D e
ARTÍCULO I I . — t a virtud moral puedo civ. D e i , 1. 9, c. 4 ) : pues los estoicos su-
coexistir con la pasión ? ponían que las pasiones del alma no pue-
den existir en el hombre sabio ó virtuo-
l.° Parece qué no puede haber virtud s o ; mientras que los peripatéticos, cuya
moral con pasión ; pues dice Aristóteles secta instituyó Aristóteles, como dice
( T o p i c . 1. 4 , c. 5 , loe. 5 4 ) que «benigno San Agustín (ibid.), afirmaban que las
» es el que no padece; pero paciente el pasiones pueden existir juntamente con
» que sufre, y no es arrastrado»: y la la virtud moral, pero reducidas á un me-
misma razón milita respecto de todas las dio. M a s esta divergencia en sentir de
virtudes morales. L u e g o toda virtud mo- San Agustín (ibid.) más era de palabras
ral existe sin pasión. que de opiniones en realidad : porque,
2.° L a virtud es cierta disposición bue- como los estoicos no hacían distinción
na del alma, como la sanidad (lo es) del entre el apetito intelectivo, que es la vo-

(1) Véase la nota 0, pág. 372. á los actos las denominaciones de los hábitos, en que radican
(2) En el sentido, en que frecuentemehtemente se aplican ó de que emanan. Véase en la 2,"-2, la C. 30, a. 1,
ID
CUESTIÓN LIX. — ARTÍCULO II Y I l t .

luntad, y el apetito sensitivo, que se di- ha de entender según la pasión desorde-


vide en irascible y concupiscible; no dis- nada.
tinguían las pasiones del alma de otras A l 2.° que aquella razón y todas las
afecciones humanas, en cuanto las pasio- semejantes por Tulio aducidas al intento
nes del alma son movimientos del apetito (Tuse. 1. 4 ) refiérense á las pasiones, se-
sensitivo, y otras afecciones, que no son gún que significan afecciones desorde-
pasiones del alma, son movimientos del nadas.
apetito intelectivo, llamado voluntad, A l 3.° que la pasión preventiva del
como los peripatéticos distinguieron; sino juicio de la razón, si prevalece en el áni-
que se limitaban á llamar pasiones á cua- m o , de modo que consienta en ella, im-
lesquiera afecciones repugnantes á la ra- pide el consejo y el juicio de la razón ;
zón, y que, si nacen de la deliberación, m a s , si proviene como imperada por la ra-
no pueden existir en el sabio ó en el vir- zón, ayuda á cumplir el imperio de la
tuoso, en quien solo pueden suponerse na- razón.
cidas de improviso, por cuanto «las vi-
» siones del ánimo, llamadas fantasías, ARTÍCULO I I I . — L a virtud moral p u c
»pueden sorprender al ánimo indepen- do existir con l a tristeza ?
» dientemente de nuestra potestad, y mo-
jí tivadas por cosas terribles necesaria- l.° Parece que no puede haber virtud
»mente conmueven el ánimo del sabio, con tristeza: porque las virtudes son efec-
» hasta el punto de hacerle por un mo- tos de la sabiduría, según aquello (Sap.
» mentó esperimentar pavor ó sobreco- 8, 7 ) : enseña (la divina sabiduría) tem-
» gerse de tristeza, como preocupando planza y justicia y prudencia y fortale-
» estas pasiones el oficio propio de la ra- za ( 1 ) ; y el trato de la sabiduría no tiene
» zou, que no por eso las aprueba ni amargura, como se añade después: luego
» asiente á ellas», como refiere San A g u s - no puede haber virtudes con tristeza.
tín (De civ. D e i , 1. 9) dicho por Aulo 2.° L a tristeza es impedimento de la
Gélio ( N o c h e s Á t i c a s , ! . 19, c. i ) . Si operación, como manifiesta Aristóteles
pues se dicen pasiones las afecciones des- (Ethic. 1. 7, c. 13; y 1.10, c. 5 ) ; y el im-
ordenadas; no pueden existir en el vir- pedimento de la buena operación repug-
tuoso, de modo que consienta en ellas des- na á la virtud : luego la tristeza repugua
pués de la deliberación, como los estoi- á la virtud.
cos pretendieran : mas, si se llaman pa- 3.° L a tristeza es cierta enfermedad
siones cualesquiera movimientos del ape- de ánimo, como la llama Tulio ( T u s e ,
tito sensitivo, en tal concepto pueden qq. 1. 4 ) ; y la enfermedad del alma es
existir en el virtuoso, según que están or- contraria á la virtud, que es la buena dis-
denadas por la razón. Conforme á esto posición del alma : luego la tristeza con-
Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 3) que traría á la virtud, y no paede estar junta
« algunos no determinan bien como vir- con ella.
»tudes ciertas impasibilidades y quie- P o r el contrario: Cristo fue perfecto
»tudes, llamándolas simplemente tales, en virtud; y sin embargo en él hubo tris-
»sino que deberían decir también que t e z a , pues dijo (Matth. 2 6 , 3 8 ) : Triste
»son quietudes (libres) de p a s i o n e s , l a s está mi alma hasta la muerte. L u e g o
» cuales existen como y cuando no de- puede haber tristeza con virtud.
bieran».
Conclusión. La virtud puede (y áuil
A l argumento 1.° diremos que Aristó- debe á veces) hallarse acompañada de
teles aduce aquel ejemplo como otros mu- tristeza moderada [ 1 ] y según el juicio
chos de sus libros l ó g i c o s , no según su de la razón acerca de lo que la contraría;
propia opinión, sino según la de otros: y mas [2] la tristeza sobre lo conveniente á
la de los estoicos fue que las virtudes la virtud es incompatible con ella.
existían sin las pasiones del alma; opi* Responderemos que, como dice San
üion que rechaza Aristóteles (ibid.), di- Agustín ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 8 ) , los
ciendo que «las virtudes no son impasi-
sbilidades». Puede sin embargo decirse (11 Xirlutem, que también aquí se usa en sentido de robus-
tez ó virilidad ó de fortaleza, como traducimos con el P. Scio
que eso, de que « el pacífico no sufre » se y la generalidad de los intérpretes.
380 CUESTIÓN L 1 X . — A R T Í C U L O III.

estoicos pretendieron que correlativamen- contra el mal futuro : mas el que por el
te á tres perturbaciones habia en el áni- mal presente se consterne el ánimo del
mo del sabio tres (sbmMai ó eupathias) hombre (lo cual se verifica por la tristeza)
buenas pasiones, á saber, por el deseo parece enteramente contrario á la razón;
deleite ( 1 ) , por la alegría g o z o , y por por lo cual no puede hallarse con la vir-
el miedo precaución. Mas en compensa- tud. Pero tampoco esto es razonable :
ción de la tristeza negaron pudiera haber porque hay algún mal, que puede ser pre-
algo en el ánimo del sabio por dos razo- sente para el virtuoso, como se ha dicho
nes : 1 . porque la tristeza es del mal
a
(a. 2 ) , mal que la razón ciertamente de-
que y a ha sucedido, y j u z g a n que ningún testa; y al apetito sensitivo sigue la de-
mal puede acontecer al sabio; pues cre- testación de la razón en el hecho de en-
yeron que así como la virtud es el solo tristecerse de ese mal, aunque moderada-
bien del hombre, y los bienes corporales mente según el juicio de la razón. Mas
no son bienes del hombre ; así solo lo in- pertenece á la virtud que el apetito sen-
honesto es el mal del h o m b r e , lo cual en sitivo se conforme con la razón, como se
el virtuoso no puede existir. E s t o empero ha dicho (a. 1 y 2 ) ; y de consiguiente
se dice sin r a z ó n : 1.° porque, siendo el incumbe á la virtud entristecerse mode-
hombre compuesto de alma y cuerpo, lo radamente en aquello, de que se debe en-
que contribuye á conservar la vida del tristecer, como dice también Aristóteles
cuerpo es algún bien del hombre, pero no ( E t h i c , 1. 2 , c. 6 y 7 ) : y esto es tam-
el mayor, pues el hombre puede usar mal bién útil para huir ó evitar los males ;
de é l ; y por lo t a n t o , aun el mal contra- pues, así como los bienes se buscan más
rio á este bien puede hallarse en el sabio é pronto por la delectación, así los males
infundirle una tristeza moderada. 2° A d e - se esquivan más fuertemente por la tris-
mas : aunque el virtuoso puede hallarse teza. A s í pues debe decirse que la triste-
sin pecado g r a v e , ninguno se halla en za acerca de las cosas, que convienen á
esta vida exento de pecados leves, según la virtud, no puede estar al mismo tiem-
aquello ( i Joann. 1 , 8 ) : si dijéremos po con la virtud, la cual se deleita en
que no tenemos pecado, nos engañamos lo que es propio ; pero acerca de las que
á nosotros mismos. 3.° Porque el virtuoso, de cualquier modo repugnan á la virtud,
aunque (al presente) no tenga pecado, la virtud se entristece moderadamente.
acaso le tuvo alguna v e z , y de él se due- A l argumento 1.° diremos, que de aque-
le laudablemente, según aquello ( u Cor., lla autoridad se deduce que acerca de la
7 , 10) ; la tristeza, que es según Dios, sabiduría no se entristece el sabio ; pero
engendra penitencia para salud esta- sí se entristece de las cosas impeditivas
ble ( 2 ) . ¿.° Porque se puede también de la sabiduría : y por eso en los bien-
doler laudablemente del pecado de otro; aventurados , en quienes no cabe impedi-
y según e s t o , del mismo modo que la mento alguno de la sabiduría, no tiene
virtud moral es compatible con otras pa- lugar la tristeza.
siones moderadas por la razón, lo es tam-
A l 2.° que la tristeza impide la ope-
bién con la tristeza.—La 2 . razón, que a

ración, acerca de la cual nos entristece-


los movia, era que la tristeza versa acerca
mos; pero coadyuva á ejecutar más pronto
del mal presente, mas el temor sobre el
aquellas, por c u y o medio se huye de la
mal futuro; así como la delectación es
tristeza.
por el bien presente, y el deseo del bien
A l 3.° que la tristeza inmoderada es
futuro. P u e d e empero pertenecer á la vir-
una enfermedad del alma ; pero la tris-
tud el que alguno goce del bien habido,
teza moderada pertenece á la buena dis-
ó que desee tener el bien aún no alcan-
posición del alma, según el estado de la
z a d o , 6 también que tome precauciones
presente vida.
(1) Aunque Wicolai, fundándose en el mismo San Agustín más con Haymon, Lombardo y la generalidad de los csposi-
•y citando en su apoyo el uso por Cicerón de la voz griega tores latinos indudablemente intentó adscribir dicho adjetivo
equivalente á la latina voluntas (y no á volup'as), pretende se á salulem, como nosotros lo interpretamos en consonancia (á
reemplace voluptalem con voluntatem ; es lo cierto que las edi- nuestro parecer) más armónica con la construcción sintáctica
ciones posteriores á la suya y á sus comentarios insisten to- testualmente conforme con la Vulgata, que parece referirse
das en seguir poniendo voluptalem. ostensiblemente á la estabilidad perpetua de la eterna sal
(2) Posnltenllam in salulem slabilem. El P. Scio, siguiendo á vacion.
Primario, concierta stabílcm con pcsnltentiam ; pero Santo To-
CUESTIÓN LIX.—ARTÍCULOS IV Y V. 381

ARTÍCULO I V . — Toda virtud moral virtud moral afecta á las delectaciones y


versa acerca tic l a s pasiones ? tristezas, como su materia propia , sino
como refiriéndose á algo consiguiente al
1." Parece que toda virtud moral ac- propio a c t o ; pues todo (hombre) vir-
túa sobre las pasiones ; pues dice Aris- tuoso se deleita en el ejercicio de la vir-
tóteles (Ethic., 1. 1, c. 3) que «acerca tud y se entristece del opuesto. Por lo
»de los deleites y , tristezas es la virtud cual Aristóteles después de las palabras
» moral»; y , siendo pasiones la delecta- antedichas (ibid.) añade que, «si las virtu-
ción y la tristeza según lo ya dicho (C. 22, » des son acerca de los actos y pasiones,
a. 3 ) , sigúese que toda virtud moral es »como á toda pasión y á todo acto siguen
acerca de las pasiones. »la delectación y la tristeza, también ( 2 )
2.° L o racional por participación es »por esto la virtud será acerca de las de-
sujeto de las virtudes morales ( E t h i c . »lectaciones y tristezas», es á saber,
1. 1 , c. últ.) : pero esa parte del alma es como acerca (3) de algo consiguiente.
la residencia de las pasiones, como arriba A l .2.° que racional por participación
se ha dicho ( C . 2 2 , a. 3 ) ; luego toda no solo es el apetito sensitivo, sujeto de
virtud moral es acerca de las pasiones. las pasiones; sino también la voluntad,
3.° E n toda virtud moral cabe alguna en la que no las h a y , como va dicho.
pasión. L u e g o , ó todas son acerca de las A l 3.° que en algunas virtudes hay pa-
pasiones, ó ninguna. E s así que algunas siones como materia propia, y en otras
son acerca de las pasiones, como la for- no. D e donde se sigue, que no milita la
taleza y la templanza, según se dice misma razón respecto de t o d a s , como se
(Ethic. 1. 3 , c. 6 y 10) : luego todas las demostrará luego ( C . 6 0 , a. 2 ) ,
virtudes morales son acerca de las p a -
siones. ARTÍCULO V . — P u e d e haber a l g u n a
Por el contrario : la justicia, que es virtud moral s i n pasión ?
virtud moral, « n o versa acerca de las
pasiones», como se dice ( E t h . 1. 5 , c. 1, l.° Parece que puede haber virtud mo-
2 , 3 y 4). ral sin pasión; porque, cuanto la virtud
Conclusión. No toda virtudmoral afec- moral es más perfecta, tanto más supera
ta á las pasiones ; sino unas á las pasio- á las pasiones : luego en su perfectísimo
nes, y otras á las operaciones. ser existe enteramente sin pasión.
Responderemos, que la virtud moral 2.° Entonces cada cosa es perfecta,
perfecciona la parte apetitiva del alma, cuando está alejada de su contraria, y de
ordenándola al bien de la razón. Pero el cuanto la inclina á lo contrario. E s así
bien de la razón es moderado ú ordena- que las pasiones inclinan al pecado , que
do según la razón ; de donde se sigue es contrario á la virtud, por c u y o motivo
que acerca de todo aquello, que acontece ( P o m . 7) se llaman pasiones de los peca-
ser ordenado y moderado por la razón, dores (4). L u e g o la perfecta virtud exis-
puede darse virtud moral. Mas la razón te enteramente sin pasión.
ordena no solamente las pasiones del ape- 3.° S e g ú n la virtud nos conformamos
tito sensitivo, sino también las operacio- con D i o s , como lo manifiesta San A g u s -
nes del apetito intelectivo , que es la vo- tín ( D e Morib. Eccles. c. 6 y 11). P e r o
luntad, la cual no es sujeto de la pasión, D i o s obra todas las cosas sin p a s i ó n ;
como arriba se ha dicho ( C . 2 2 , a. 3 ) : luego la virtud perfectísima carece de toda
y por lo tanto no toda virtud moral es pasión.
acerca de las pasiones, sino unas acerca Por el contrario: «ningún justo hay,
de las pasiones y otras acerca de las ope- » que no se goce en la operación justa »
raciones (1). (Ethic. 1. 1 , c. 8) : siendo pues el gozo
A l argumento 1.° diremos, que no toda una p a s i ó n , sigúese que la justicia no
(1) De estas últimas es la justicia, cuyo objeto son las ope- rior y aun la mayoría do las anteriores, inclusas las dos de
raciones de la -voluntad, como ya deja insinuado en el are;. Tádua.
Por el contrario, y amplia y demuestra en el siguiente a. 5.° (3) También se echa aquí de menos la palabra circa única-
(2) La palabra eliam (también, ó aun) se omite en el códice mente en el códice de Alcañiz.
de Alcafiiz y en las ediciones do Ñapóles y de Roma anti- (-1) Véase la nota 4, pág. 5(5, del T. 1."
guas ; mas la áurea la repone, como todas las de fecha poste-
382 CUESTIÓN LIX. — ARTÍCULO V.

puede existir sin pasión, y mucho menos sensitivo á sus movimientos propios orde-
otras virtudes. nados. Mas las virtudes morales, que no
Conclusión. Las virtudes morales [ 1 ] , afectan á las pasiones sino á las opera-
que versan acerca de las pasiones como ciones, pueden existir sin pasiones ; y tal
su propia materia , no pueden existir sin virtud es la justicia, porque por ella se
pasiones ; pero [ 2 ] las que no se refieren aplica la voluntad á su propio a c t o , que
á las pasiones, sino á las operaciones no es pasión. Sin embargo al acto de jus-
(como es la justicia), pueden estar sin ticia sigue el g o z o , al menos en la volun-
pasiones como propia materia, aunque tad, lo cual no es pasión; y , si este gozo
también con ellas como con algo consi- se multiplica por la perfección de la j u s -
guiente por redundancia en más ó en ticia , redundará el gozo hasta el apetito
menos. sensitivo, según que las fuerzas inferiores
Responderemos que, si llamamos pa- siguen el movimiento de las superiores,
siones á las afecciones desordenadas, como como antes se ha dicho ( C . 2 4 , a. 3 ) :
los estoicos pretendieran; de este modo resultando de semejante redundancia que,
es manifiesto que la virtud perfecta exis- cuanto fuere más perfecta, tanto más
te sin pasiones : pero, si por pasiones en- causa la pasión.
tendemos todos los movimientos del ape- A l argumento 1.° diremos que la vir-
tito sensitivo; así claro está que las vir- tud reprime las pasiones desordenadas,
tudes morales, que versan acerca de las pero produce las moderadas.
pasiones como de propia materia, no pue- A l 2.° que las pasiones desordenadas
den existir sin pasiones. L a razón es, por- inducen á pecar ; mas n o , si son mode-
que de esto se seguiría que la virtud mo- radas.
ral haría totalmente ocioso el apetito A l 3.° que el bien se considera en cada
sensitivo. M a s no pertenece á la virtud uno según la condición de su naturaleza.
que las (potencias) sometidas á la razón P e r o , por cuanto en D i o s y en los án-
no ejecuten sus propios actos; y sí el que geles no hay apetito sensitivo, como en el
ejecuten el imperio de la razón, obran- hombre; la buena operación de Dios y
do sus actos propios. D e donde se si- del ángel está totalmente exenta de pa-
gue q u e , así como la virtud ordena los sión, como también de cuerpo :'mas la
miembros del cuerpo á los debidos actos buena operación del hombre es con pa-
esteriores , así también dirige al apetito sión, así como con ministerio del cuerpo.
CUESTIÓN LX.

Distinción áe las virtudes morales entre sí.

A esto intento dedicaremos los siguientes cinco artículos : 1.° Hay u n a sola virtud moral? — 2." Se
distinguen las virtudes morales relativas á las operaciones de las que conciernen á las pasiones? —
3.° Acerca de las operaciones h a y u n a sola virtud moral ? — 4.° Hay sobre las pasiones diversas virtu-
des morales? —5,° Las virtudes morales se distinguen según los diversos objetos de las pasiones?

ARTÍCULO I . — Hoy u n a sola virtud mo- diversas potencias, como se ha dicho


ral ? ( P . 1. , C. 8 1 , a. 2 ) : luego no puede ser
a

solamente una la virtud moral.


l.° Parece que solo hay una virtud Conclusión. Hay virtudes morales di-
moral : porque, así como en los actos versas en especie, y no una sola.
morales la dirección pertenece á la razón, Responderemos q u e , como y a se ha
que es el sujeto de las virtudes intelec- dicho (C. 5 8 , a. 2 ) , las virtudes morales
tuales ; así la inclinación pertenece á la son ciertos hábitos de la parte apetitiva;
fuerza apetitiva ( 1 ) , que es el sujeto de y los hábitos difieren en especie según las
las virtudes morales. E s así que la vir- especiales diferencias de los objetos, s e -
tud intelectual, que dirige todos los ac- gún lo dicho (C. 5 4 , a. 2 ) : mas la espe-
tos morales, es una sola, l a prudencia. cie de cualquier objeto apetecible, bien
Luego también es úuica la virtud moral, así como la de cualquiera otra c o s a , se
que inclina en todos los actos morales. considera según la forma específica, que
2.° L o s hábitos no se distinguen según proviene del agente. D é b e s e empero con-
los objetos materiales,- sino según las ra- siderar que l a materia del paciente está
zones formales de los objetos. P e r o la en doble relación con el agente : porque
razón formal de lo bueno, á que se orde- unas veces recibe la forma del agente se-
na la virtud moral, es una sola, el modo gún la misma razón, conforme está en el
de la razón : luego parece ser una sola- agente, como está en todos los agentes
mente la virtud moral. unívocos ; y de este m o d o , si el agente
3.° L a s cosas morales reciben la espe- es uno en especie, la materia necesaria-
cie del fin, como se ha dicho arriba (C. 1, mente toma la forma de una sola especie,
a
- 3 y 5 ) ; y el fin común de todas las como del fuego no se engendra unívoca-
virtudes morales es uno s o l o , á saber, la mente sino algo existente la especie de
felicidad; pues los propios é inmediatos fuego : mas otras veces la materia toma
son infinitos, y las virtudes morales no son la forma del a g e n t e , no según la misma
infinitas : luego parece debe haber tan razón, cual se halla en el a g e n t e , como
solo una. se ve en los que engendran no unívocos,
Por el contrario, un solo hábito no al modo que el animal engendrado por el
puede existir en diversas potencias, como sol; y entonces las formas recibidas del
se ha dicho arriba (C. 5 6 , a. 2 ) . M a s el mismo agente en la materia no son de
sujeto de las virtudes morales es la parte una sola especie , sino que se diversifican
apetitiva del alma, que se distingue por según la diversa proporción de la m a t e -
es uno ú otro de estos dos apetitos, como el primero lo es de
(1) Ya superior, que es la voluntad, único sujeto de algu- la fortaleza y de la templanza el segundo, según ya so ha
nas de estas virtudes ; ya inferior, cual es el apetito tanto demostrado (C. 56).
irascible como el concupiscible respecto de otras, cuyo sujeto
3S4 CUESTIÓN L X . — A R T Í C U L O S I Y II.

ría para recibir el influjo del agente, como se distinguen entre s í , por referirse unas
vemos que por la única acción del sol se á las operaciones y otras á las pasiones;
engendran mediante la putrefacción (1) pues dice Aristóteles (Ethic. 1. 2 , c. 3 )
animales de diversas especies según la que « l a virtud moral es operativa res-
diversa proporción de la materia. Pero » pecto de las delectaciones y tristezas
es manifiesto que en lo moral la razón » de los más buenos (optimorum)% ; mas
obra como mandando y moviendo, y la los deleites y las tristezas son ciertas pa-
fuerza apetitiva como mandada y movi- siones, como arriba se ha dicho ( C . 3 1 ,
da : y el apetito no atiende á la impre- a. 1 : y C. 3 5 , a. 1) : luego la misma
sión de la razón como unívocamente ; virtud, que afecta á las pasiones, funcio-
porque no se hace racional por esencia, na también sobre las operaciones, como
sino por participación, como se dice siendo operativa.
(Ethic. 1. 1 , c. últ.). D e donde se sigue 2.° L a s pasiones son principios de las
que las cosas apetecibles según la moción operaciones esteriores : por consiguiente,
de la razón se constituyen en diversas es- si algunas virtudes rectifican las pasio-
pecies , según que diversamente se refie- nes (4), deben también por lo mismo rec-
ren á la razón, resultando de aquí que tificar las operaciones. L u e g o las mismas
las virtudes morales son diversas según virtudes morales actúan sobre las pasio-
la especie, y no una sola. nes y las operaciones.
A l argumento 1.° diremos que el ob- 3.° P a r a toda operación esterior se
j e t o de la razón es lo verdadero: mas, mueve el apetito sensitivo bien ó mal.
siendo una misma la razón de lo verda- P e r o los movimientos del apetito sensi-
dero en todas las (oirás) morales, que tivo son pasiones : luego las mismas vir-
son operables contingentes, una sola es tudes , que se refieren á las operaciones,
la virtud que dirige en ellas , á saber, la se refieren también á las pasiones.
prudencia (2). P e r o el objeto de la vir- Por el contrario, Aristóteles ( Ethic.
tud apetitiva es el bien apetecible, c u y a 1. 2 , c. 3 y 7 ; y 1. 5 ) aplica la justicia á
razón es diversa según su diversa habitud las operaciones ; mas la t e m p l a n z a , la
respecto de la razón que dirige. fortaleza y la mansedumbre á ciertas pa-
A l 2.° que aquello formal es único en siones.
su género á causa de la unidad del agen- Conclusión. Las virtudes morales [ 1 ]
te ; pero se diversifica en especie por las no se distinguen entre sí en cuanto á la
diversas disposiciones de los que lo reci- operación y la pasión consideradas como
b e n , como queda y a dicho. sus efectos; sí empero [ 2 ] bajo el con-
A l 3.° que las cosas morales no obtie- cepto de materia diversa , sobre que ac-
nen especie del fin último, sino de sus túan unas sobre las operaciones y otras
fines próximos; los cuales en verdad, sobre las pasiones.
aunque son infinitos en número, no son E e s p o n d e r é m o s , que la operación y la
infinitos en especie. pasión pueden compararse de dos modos
con la virtud: 1.° como efecto, y así toda
A R T Í C U L O I I . — 4 l a s -virtudes morales, virtud moral tiene algunas operaciones
q u e s e rcflcren á l a s operaciones , s e distin- buenas, de las que es productiva, y al-
g u e n de a q u e l l a s , que s e refieren á l a s pasio-
guna delectación ó t r i s t e z a , que son pa-
n e s ? (3)
siones , como arriba se ha dicho ( C. 59,
1.° P a r e c e que las virtudes morales no a. 4, al 1.°); 2.° como materia, acerca de

(1) Véase en el T. l.°Ia nota 3, pág. 561. no al hombre determinado ó á cada individuo humano, habla
(2) Numérica é individualmente considerada (debe enten- de varias especies políticas de la prudencia (2."-2. , C. 48).
ro

derse), es decir, cada hombre tiene una sola virtud moral di- (3) Entiéndese aquí por operaciones las acciones esternas,
rectriz de las demás, que es la prudencia personal, única en que ponen al hombre en relación con otros, como en los con-
cada individuo, aunque con el doble carácter de intelectual y tratos, por ejemplo ; y por pasiones todas aquellas afecciones
moral y provista (digámoslo así) de diversos medios ó reglas internas ó movimientos del apetito sensitivo, en que el cuer-
directivas aplicables á los casos y hechos particulares, como po esperitnenla alguna alteración, y de que se ha tratado en
poniendo en actuación ó haciendo funcionar á las demás vir- las Cuestiones 22 á la 48, como el amor y la ira, la delectación
tudes á ella subordinadas para el arreglo y conducta de la y la tristeza y demás.
vida del operante; á la manera que la razón dirige á la vo- (4) No en cuanto á su naturaleza, que ya se supono recta,
luntad y esta á su vez impera y mueve á las potencias apeti- como procedente de Dios ; sino en su ejercicio y dirección, sin
tivas subalternas y dependientes de ella -. porque en otro la que pueden ser inmoderadas ó siniestras.
concepto más lato, y refiriéndose á la humanidad en general, y
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULOS II Y I I I . 385

la cual v e r s a , y en este concepto debe A R T Í C U L O I I I . — Acerca de l a s opera-


haber unas virtudes morales para las clones h a y u n a sola virtud moral?
operaciones y otras acerca de las pasio-
nes. L a razón es, porque el bien y el mal 1.° Parece haber tan solo una virtud
en ciertas operaciones se considera según moral acerca de las operaciones ; porque
ellas mismas , de cualquier modo que el la rectitud de todas las operaciones este-
hombre sea afectado con respecto á ellas, riores parece pertenecer á la justicia, que
es decir, en cuanto el bien y el mal en es una sola virtud: luego h a y una sola
ellas se toma según la razón de su con- virtud acerca de las operaciones.
mensuración ó medida respecto de otra 2.° Parecen operaciones muy diferen-
cosa; y en las tales conviene que haya tes las que se ordenan al bien de uno solo
alguna virtud directiva de las operacio- y las que al bien de la multitud. Pero
nes en sí mismas, cuales son la compra y esta diversidad no diversifica las virtudes
la venta y semejantes operaciones, en morales; pues dice Aristóteles ( Ethic.
las que se atiende á la razón del débito ó 1. 5, c. 1) que « l a justicia l e g a l , que or-
no débito para con o t r o : por cuya razón » dena los actos de los hombres al bien
la justicia y sus partes versan propia- » c o m ú n , no es distinta sino racional-
mente acerca de las operaciones, como » mente de la v i r t u d , que ordena los
su materia propia. M a s en otras opera- » actos del hombre á solo uno » . L u e g o
ciones el bien y el mal se consideran so- la diversidad de las operaciones no indu-
lamente según la medida respecto del ce diversidad de virtudes morales.
operante ; y por tanto conviene consi- 3.° Si hay diversas virtudes morales
derar en estas el bien y el m a l , según acerca de diversas operaciones ; precisa-
que el hombre es afectado bien ó mal mente según la diversidad de operaciones
acerca de ellas: por lo cual conviene habría diversidad de virtudes morales.
que las virtudes en estas sean principal- Mas esto es manifiestamente falso; por-
mente acerca de las interiores afeccio- que á la justicia pertenece establecer la
nes, que se llaman pasiones del alma, equidad en diversos géneros de transac-
como se ve en la templanza, en la forta- ciones y también en las distribuciones,
leza y otras semejantes (1). P e r o acon- como se manifiesta ( E t h i c . 1. 5 , c. 2 ) .
tece que en las operaciones ordenadas á L u e g o no h a y diversas virtudes de di-
otro se prescinde del bien de la virtud á versas operaciones.
causa de la desordenada pasión del áni- .Por el contrario: la religión es dis-
mo : y entonces , en cuanto se falta á la tinta virtud de la p i e d a d , y las dos sin
medida de la esterior operación, h a y cor- embargo se refieren á ciertas operaciones.
rupción de la justicia; mas en cuanto se Conclusión. Todas las virtudes mora-
desatiende la conmesuracion de las inte- les , que se refieren á las operaciones,
riores pasiones, hay corrupción de alguna convienen en cierta general razón de
otra virtud: bien así c o m o , cuando á justicia; pero se distinguen según las
causa de la ira uno hiere á o t r o , en la diversas razones especiales.
misma percusión indebida quebrántase l a
Responderemos, que todas las virtu-
justicia, y en la inmoderancia de la ira se
des morales, que se refieren á las opera-
viola la mansedumbre. Y lo mismo se ob-
ciones, convienen en cierta general razón
serva en otras cosas.
de justicia, que se considera según lo que
Con esto queda evidente la solución á es debido á otro ; pero se distinguen se-
los argumentos opuestos : porque el 1.° gún las diversas razones especiales. L a
procede de la operación, según que es razón e s , porque en las operaciones este-
efecto de la virtud, y los otros dos se re- riores se instituye el orden de la razón,
fieren á que la operación y la pasión con- como se h a dicho (a. 2 ) , no según la pro-
curren á una misma cosa: mas en unas porción á la afección del h o m b r e , sino
la virtud afecta principalmente á la ope- según la misma conveniencia de la cosa
ración y en otras á la pasión, por la razón en sí misma, de la cual conveniencia se
antedicha. toma la razón del d é b i t o , por el que se
constituye la razón de j u s t i c i a , á la que
(1) Aunque minos principales y adjuntas á esotras, como
la humildad y la mansedumbre, la paciencia y la liberalidad.
parece pertenecer el que uno pague lo
SUMA TEOLÓGICA — T O M O II. 25
386 CUESTIÓN L X . — A R T Í C U L O S III Y IV.

que debe. D e donde se sigue que todas ARTÍCULO I V . — Acerca «le diversas
estas virtudes , que se refieren á las ope- p a s i o n e s hay diversas virtudes inórales?
raciones , tienen de algún modo razón de
justicia: pero el débito no es de la misma l.° Parece que acerca de diversas pa-
índole en todos ; porque no es lo mismo siones no hay diversas virtudes morales:
deber algo á un i g u a l , que deberlo á un porque solo hay un hábito de aquellas
superior ó inferior, y diverso debe serlo cosas, que convienen en el principio y el
(según que provenga) de p a c t o , ó pro- fin; y el hábito es uno solo, como es de ver
m e s a , ó por beneficio recibido. Según sobre todo en las ciencias. E s así que el
estas diversas razones de débito resultan principio de todas las pasiones es único,
pues diversas virtudes: por ejemplo, la re- á saber, el amor; y todas tienen por tér-
ligión e s , por la que rendimos á D i o s el mino un mismo fin, que es la delectación
debido culto; por la piedad tributamos el ó la tristeza, como antes se ha probado
honor debido á los padres ó á la patria ; ( C . 2 o , a. 1 y 2 ) . L u e g o respecto de
por la gratitud damos lo que debemos, á todas las pasiones hay una sola virtud
los bienhechores ; y así de otras. moral.
A l argumento 1.° diremos, que la jus- 2.° Si acerca de diversas pasiones hu-
ticia propiamente dicha es una especial biese diversas virtudes morales, se segui-
y única virtud , que estima la razón per- ría que habría tantas virtudes mora-
fecta del débito, el cual puede restituirse les como pasiones. P e r o esto se ve que
en equivalencia ; aunque por ampliación es falso ; porque acerca de las pasiones
se da el nombre de justicia á cualquiera opuestas no hay más que una sola é idén-
devolución de un débito, y así no es sola tica virtud moral, como la fortaleza acerca
una especial virtud. de los temores y audacias , la templanza
A l 2.° que la justicia ordenada al bien respecto de las delectaciones y tristezas.
común es virtud distinta de la justicia, L u e g o no es posible que acerca de diver-
que-se ordena al bien privado de alguno; sas pasiones haya diversas virtudes mo-
por lo que aun el derecho común se dis- rales.
tingue del derecho p r i v a d o , y Tulio es- 3.° E l a m o r , la concupiscencia y la
tablece ( D e invent. 1. 2 ) como una espe- delectación son pasiones diferentes en es-
cial virtud la piedad, que ordena al bien pecie, como arriba se ha probado (C. 23,
de la patria. Pero la justicia, que ordena a. 4). P e r o acerca de todas estas hay una
al hombre al bien común, es general por sola v i r t u d , que es la templanza. Luego
su predominio, porque todos los actos de las virtudes morales no son diversas res-
las virtudes los ordena á su fin, esto es, pecto de diversas pasiones.
al bien común: si bien la virtud, según Por el contrario : la fortaleza es acerca
que por tal justicia es imperada , recibe de los temores y audacias ; la templanza
asimismo el nombre de justicia; y así la acerca de las concupiscencias; y la man-
virtud no difiere de la justicia legal sino sedumbre acerca de las iras, como se dice
en la razón, como solo en el concepto ra- (Ethic. 1. 3, c. 6 y 1 0 ; y 1. 4 , c. 5 ) .
cional se diferencia la virtud que obra Conclusión. No es posible [ 1 ] que
por sí m i s m a , de la que obra á imperio acerca de todas las pasiones haya una
de otra (1). sola virtud moral; si bien [ 2 ] sobre pa-
A l 3.° que en todas las operaciones siones contrarias entre si actúa una sola
pertenecientes á la justicia especial es virtud; y [ 3 ] á las pasiones de lo iras-
una misma la razón del débito , y en tal cible se ordenan diversas virtudes mo-
concepto es única la virtud de la justi- rales.
cia , principalmente en cuanto á las con- R e s p o n d e r e m o s , que no puede admi-
mutaciones ; porque acaso la distributiva tirse que acerca de todas las pasiones
es de otra especie que la conmutativa. verse una sola virtud moral: porque hay
P e r o esto se dilucidará después ( C. 6 1 , ciertas pasiones referentes á diversas po-
a. 1, de la 2. .-2.*)
a
tencias, perteneciendo unas á lo irascible
y otra3 á lo concupiscible, como antes se
ha dicho ( C. 2 3 , a. 1 ) ; mas no por eso
(1) Véase para la más fácil y recta inteligencia de esta so-
lución la C. 58, a. 6, de la 2.'-2.» toda diversidad de pasiones basta para
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULOS IV Y V. 387

diversificar las virtudes morales: l . por- p


cipio ó fin propio: por lo cual no basta
que hay algunas pasiones, que se oponen eso para la unidad de la virtud moral.
entre sí como contrarias, cuales son el A l 2.° que, así como en las cosas natu-
gozo y la tristeza, el temor y la audacia, y rales es uno mismo el principio, por el
otras semejantes, y sobre estas pasiones cual se aparta de un estremo, y se acerca
así contrapuestas debe actuar una sola é á otro distinto, y en las racionales hay la
idéntica virtud; puesto q u e , como la misma razón de los contrarios ; así tam-
virtud moral consiste en cierto término bién la virtud moral, que asiente á la ra-
medio ( 1 ) , el medio entre pasiones con- zón á modo de naturaleza, es una misma
trarias se fija según la misma razón , así la de contrarias pasiones.
como en las cosas naturales el medio es A l 3.° que aquellas tres pasiones se
uno mismo entre las contrarias, como ordenan á un mismo objeto según cierto
entre lo blanco y lo n e g r o ; 2.° porque orden, como queda dicho ; y por tanto
se hallan diversas pasiones, que repug- pertenecen á una misma virtud moral.
nantes á la razón bajo un mismo aspecto,
por ejemplo, según el impulso á lo que A R T Í C U L O V". — ¿ t a s virtudes morales
es contra la r a z ó n , ó según el retrai- s e distinguen s e g ú n los diversos objetos de
miento de lo que la es conforme : y por las pasiones ?
lo tanto las diversas pasiones de lo con-
cupiscible no pertenecen á diversas pa- 1.° Parece que las virtudes morales no
siones morales ( 2 ) , porque sus movi- se distinguen según los objetos de las pa-
mientos son consiguientes unos á otros siones : porque, así como hay objetos de
según cierto orden, como ordenados á lo las pasiones, hay también objetos de las
mismo, á saber, á conseguir él bien ó á operaciones ; pero las virtudes morales
eludir el mal ( 3 ) , como del amor pro- concernientes á las operaciones no se
cede la concupiscencia y por la concu- distinguen según los objetos de las opera-
piscencia se llega á la delectación. Y la ciones, pues á la misma virtud de la j u s -
misma razón milita respecto de las opues- ticia pertenece comprar ó vender la casa
tas, porque del odio nace la fuga ó la abo- y el caballo. L u e g o tampoco las virtudes
minación conducente á la tristeza. P e r o morales relativas á las pasiones se diver-
las pasiones del irascible no son de un sifican por los objetos de las pasiones.
solo orden, sino que se ordenan á diver- 2.° L a s pasiones son ciertos actos ó
sas cosas: puesto que la audacia y el t e - movimientos del apetito sensitivo : y ma-
mor se ordenan á algún gran peligro; la yor diversidad se requiere para la diver-
esperanza y la desesperación á algún sidad de hábitos que para la diversidad
bien arduo; y la ira á superar algún con- de actos : así pues los diversos objetos
trario, que ha causado d a ñ o : y por eso que no diversifican la especie de pasión,
acerca de estas pasiones se ordenan di- no diversificarán la especie de virtud mo-
versas virtudes, como la templanza res- ral ; de modo que acerca de todas las
pecto de las pasiones del concupiscible, delectaciones habrá una sola virtud mo-
la fortaleza sobre los temores y audacias, ral, y lo propio respecto de las otras.
la magnanimidad en orden á la esperanza
3.° E l más y el menos no diversifican
y la desesperación, y la mansedumbre en
la especie ; y las diversas cosas deleita-
cuanto á las iras.
bles no difieren sino en el más y el me-
Al argumento 1.° diremos, que todas nos. L u e g o todas las cosas deleitables
las pasiones convienen en un solo princi- pertenecen á una sola especie de virtud,
pio y fin común ; mas no en un solo prin- y por la misma razón todas las cosas ter-

fl) Cuya designación ó determinación incumbe á los hom- y otros (no los mismos) huyendo del mal. Lo que aquí pre-
bres sabios y discretos, según ya queda anotado repetidas tende hacer bien notar el Santo es principalmente la diferen-
•veces. V. nota 6, pág. 372. cia muy marcada entre las pasiones de la concupiscible, que
{2} Entiéndase bien, no que una sola -virtud concierna á no todas corresponden á diversas virtudes morales á causa de
todas las pasiones de la potencia concupiscible, sino que una la íntima conexión-ó correlación existente entre ellas como
misma se ejerce en dicha potencia sobre pasiones referentes á subordinadas unas á otras y sometidas todas á la influencia
un mismo objeto ó fin, como la templanza única regula ó mo- común de una sola virtud moral, y las de la irrascible, cada
dera el amor y deseo de deleites sensuales y el odio á lo que una de las cuales recibe su moderación de una virtud, especial
los sirve de obstáculo. y distinta de las reguladoras de las demás de esa misma po-
m Hespectivamente, dirigiéndose unos en busca del bien, tencia.
388 CUESTIÓN L X . — A R T Í C U L O V.

ribles, é igualmente otras semejantes: de pasiones, que no causa diversidad de


por consiguiente la virtud moral no se virtudes, como cuando una sola virtud se
distingue según los objetos de las pa- refiere á muchas pasiones, según lo dicho
siones. (a. 4 ) ; y que alguna de objetos cause di-
4.° A s í como la virtud es operativa versidad de virtudes, que no causa di-
del b i e n , es también impeditiva del mal. versidad de pasiones, como cuando acerca
P e r o acerca de las concupiscencias de lo de una sola pasión, por ejemplo la delec-
bueno h a y diversas virtudes, como la tación, se ordenan diversas virtudes. Y ,
templanza respecto de las concupiscen- por cuanto diversas pasiones pertene-
cias del t a c t o , la eutrapelia ( 1 ) acerca cientes á diversas potencias siempre per-
de las delectaciones del recreo. L u e g o tenecen á diversas virtudes, como se ha
también acerca de los temores de males dicho (a. 4 ) ; por eso también la diversi-
debe haber diversas virtudes. dad de objetos concernientes á la diversi-
Por el contrario: la castidad se refiere dad de potencias diversifica siempre las
á lo deleitable sensual, la abstinencia á especies de las virtudes, por ejemplo, que
los manjares deleitables, y la eutrapelia una cosa sea buena absolutamente, y otra
á los placeres del juego. lo sea con alguna dificultad. M a s , como
Conclusión. Los objetos de las pasio- con cierto orden rige la razón las inferio-
nes [ 1 ] , según que de diversos modos se res partes del hombre, y se estiende ade-
ordenan al apetito sensitivo, originan di- mas á las cosas esteriores; por eso tam-
versas especies de pasiones ; y, compara- bién, según que un solo objeto de pasión
das con la razón, diversas especies de es aprendido por el sentido ó por la ima-
virtudes. La diversidad de los objetos [ 2 ] ginación ó aun por la razón, y según
según la de las potencias diversifica siem- también que pertenece al alma ó al cuer-
pre las especies de virtudes. Un solo objeto po ó á las cosas esteriores, tiene diversa
de pasión [ 3 ] , según que es aprendido actitud respecto de la razón, y por con-
por el sentido ó por la imaginación ó siguiente es natural diversifique las vir-
también por la razón, ó ya según perte- tudes. E l bien pues del hombre, que es
nezca al alma ó al cuerpo ó á las cosas objeto del amor, de la concupiscencia y
esteriores, naturalmente diversifica las de la delectación, puede tomarse y a per-
virtudes. Las virtudes morales concer- teneciente al sentido del cuerpo, y a á la
nientes á las pasiones [ 4 ] son estas diez: aprensión interior del alma ; y esto ora
fortaleza, templanza, liberalidad, magni- se ordene al bien del hombre en sí mismo
ficencia, magnanimidad ,filotimia, man- ó en cuanto al cuerpo ó en cuanto al
sedumbre, amistad, verdad y eutrapelia; alma, ora al bien del hombre en orden á
y se distinguen por la diversidad de ma- otros : y toda diversidad tal á causa del
terias ó de pasiones ó de objetos. diverso orden á la razón diversifica la
virtud. A s í pues, si se considera algún
Responderemos, que la perfección de
bien, siquiera sea aprendido por el senti-
la virtud depende de la r a z ó n ; mas la
do del tacto y perteneciente á la subsis-
perfección de la pasión del mismo apetito
tencia de la vida humana en el individuo
sensitivo. P o r consiguiente las virtudes
ó en la especie (como son las cosas de-
deben diversificarse según el orden á la
leitables de las comidas y de lo venéreo);
razón, y las pasiones según el orden al
será perteneciente á la virtud de la tem-
apetito. Los objetos pues de las pasiones,
planza. M a s las delectaciones de los
según que diversamente se ordenan al
otros sentidos, no siendo vehementes, no
apetito sensitivo, causan diversas espe-
motivan dificultad alguna á la razón ; y
cies de pasiones; mas, comparados con la
por tanto acerca de ellas no se establece
razón, causan diversas especies de virtu-
virtud alguna, la cual versa acerca de lo
des. Empero no es uno mismo el movi-
difícil, como asimismo el arte (Ethic. 1.
miento de la razón y del apetito sensitivo,
2, c. 3 ). P e r o el bien aprendido, no por
y por lo tanto nada obsta para que algu-
el sentido, sino por interior potencia, y
na diferencia de objetos cause diversidad

(1) Buen trato social, urbanidad, cultura, cortesía ; ó jovia- ó bufonería, indigna de un cristiano según San Pablo (Ephes.
lidad según otros, gracejo, lo que los andaluces llaman buena 5, 4). Claro es que aquí debe entenderse en su buen sentido
sombra ó buen ángel : aunque á veces se usa por chocarrería pues se cita como virtud. \
CUESTIÓN LX. — ARTÍCULO V. 389

perteneciente al hombre en sí mismo es esto pertenece á otra virtud, que llama


como el dinero y el honor; de los cuales verdad (Ethic. 1. 4, c. 7); porque la ma-
el dinero es ordenable de suyo al bien nifestación se aproxima más de cerca á
del cuerpo, mas el honor consiste en la la razón que la delectación, y lo serio
aprensión del alma. Ciertamente estos más que lo j o c o s o : de donde resulta
bienes pueden considerarse ó absoluta- de las delectaciones recreativas otra vir-
mente, según que pertenecen á lo concu- t u d , que Aristóteles (Ethic. 1. 4, c. 8)
niscible; ó con cierta dificultad grande, nombra eutrapelia. A s í pues se ve cla-
en cuanto pertenecen á lo irascible : dis- ro que según Aristóteles hay diez vir-
tinción , que en verdad no tiene lugar en tudes morales acerca de las pasiones, á
los bienes, que deleitan el tacto; porque saber : fortaleza, templanza, liberali-
los tales son ciertas cosas ínfimas y com- dad, magnificencia, magnanimidad, filo-
peten al hombre por lo que tiene de co- timia, mansedumbre, amistad, verdad
mún con los brutos. P o r consiguiente y eutrapelia; y se distinguen según la
acerca del bien del dinero considerado en diversidad de materias, ó pasiones, ú
absoluto, según que es objeto de concu- objetos : y , si se añade la justicia, con-
piscencia ó de delectación ó de amor, es cerniente á las operaciones, serán todas
liberalidad; mas acerca del mismo bien once (2).
en concepto de arduo, según que es ob- A l argumento 1.° diremos, que todos
jeto de la esperanza, es magnificencia: los objetos de una operación misma en
pero acerca del bien, que es honor, toma- especie tienen igual actitud con respecto
do en absoluto, según que es objeto del á la razón; mas no todos los objetos de
amor, de este modo es cierta virtud, que una misma pasión según la especie, por-
se llama filotimia, esto e s , amor del ho- que las operaciones no repugnan á la ra-
nor ; mas, si se considera con grande di- zón, como las pasiones (3).
ficultad, según que es objeto de la espe- A l 2.° que las pasiones se diversifican
ranza, así es magnanimidad. A s í es que de distinto modo que las virtudes, como
la liberalidad y la filotimia parecen ha- se ha dicho.
llarse en lo concupiscible, y la magnifi- A l 3.° que « el más y el menos no di-
cencia y la magnanimidad en lo irascible. » versifican la especie », sino por la diversa
Pero el bien del hombre en orden á otro habitud á la razón.
no parece tener gran dificultad, sino que A l 4.° que el bien es más fuerte para
se considera como en absoluto, según mover que el mal; porque « el mal no obra
que es objeto de las pasiones de lo con- »sino por virtud del b i e n » , como dice
cupiscible : y este bien puede ser deleita- San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , p. 4,
ble á u n o , según que se muestra á otro, lect. 21 y 22). Por lo cual el mal no ofrece
ya en lo que se hace con seriedad, esto á la razón dificultad que requiera virtud,
es, en las acciones ordenadas por la ra- á no ser predominante, lo cual parece ser
zón al debido fin; ya en lo festivo (1), único en un solo género de pasión. A s í
es decir, en las acciones ordenadas tan pues acerca de las iras no se establece
solo á la delectación, las cuales no se re- más que una sola virtud, que es la man-
fieren á la razón del mismo modo que las sedumbre ; y una sola acerca de las
primeras. Empero en las cosas serias se audacias, cual es la fortaleza. P e r o el
manifiesta uno respecto de otro de dos bien presenta dificultad, que. exige vir-
modos : 1.° como deleitable con decentes tud, aunque no sea escelénte en el g é -
palabras y h e c h o s ; y esto pertenece á nero de tal pasión ; y por lo tanto acer-
cierta virtud, que Aristóteles (1. 2, c. 7) ca de las concupiscencias se establecen
llama amistad, y puede también llamar- diversas virtudes morales, como, se ha
se afabilidad; y 2.° como declarándose dicho.
á él por medio de dichos y h e c h o s , y

fl) Entiéndase en acepción genérica, no solo con respecto á decim).


cualesquiera hechos, sino también de palabra y aun en los (3) Que consideradas en sí mismas tienen algo, que puede
ademanes ó de otro cualquier modo, ron el objeto de recrear el repugnará la razón, aunque no siempre la contraríen , some-
animo; si bien principalmente se refiere á hechos. tiéndose á su dictamen é imperio ; al paso que las operaciones
(2) Los códices de Alcañiz y Tarragona ponen doce(duo~ nada tienen per ¡e repugnante á la razón.
CUESTIÓN LXI.

Virtudes Cardinales.

a
Consideraremos a h o r a las virtudes cardinales, y acerca de ellas investigaremos cinco cosas: 1. Las
a a a
virtudes morales deben llamarse cardinales, ó principales? — 2. Su número. —3. Cuáles son?— 4. Se
a
diferencian entre sí? —5. Se dividen convenientemente en virtudes políticas, y p u r g a t i v a s , y de
ánimos purificados, y ejemplares ?

A R T Í C U L O I . — «Las virtudes morales las virtudes morales se distinguen las


deben l l a m a r s e cardinales ó principales ? llamadas principales ó cardinales.
Responderemos que, cuando hablamos
l.° Parece que las virtudes morales no simplemente de la virtud, se entiende ha­
deben llamarse cardinales ó principales : blamos de la virtud humana : mas esta,
porque las cosas, que se dividen por opo­ según lo dicho ( C . 56, a. 3 ) , se llama así
sición, coexisten naturalmente, como se según la perfecta razón de virtud, que
lee en los Predicamentos (cap. de simul), requiere la rectitud del apetito; porque
y así una no es más principal que otra. tal virtud no solo habilita para obrar bien,
P e r o todas las virtudes dividen por opo­ sino que causa también el uso de la buena
sición el género de virtud. L u e g o ningu­ operación : pero según la razón imper­
nas de ellas deben llamarse principales. fecta de virtud se llama así la que no
2.° E l fin es más principal que lo con­ exige rectitud del apetito; porque solo da
ducente al fin; mas las virtudes teológi­ facultad de obrar bien, y no el uso de la
cas se refieren al fin, y las morales á lo buena operación. Ahora bien : sabido es
concerniente al fin. L u e g o las virtudes que lo perfecto es más principal que lo
morales no deben llamarse cardinales ó imperfecto : y por tanto las virtudes, que
principales, sino más bien teológicas. contienen la rectitud del apetito, se lla­
3.° Más principal es lo que es por esen­ man principales ; y tales son las virtudes
c i a , que lo que es por participación. E s morales, como entre las intelectuales solo
así que las virtudes intelectuales perte­ la prudenaia, que también es moral en
necen á lo racional por esencia, y las mo­ cierto modo según la materia, como se
rales por participación, según lo dicho ve por lo dicho ( C . 57, a. 4 ; y C. 5 8 , a. 3
( C . 5 8 , a. 2.) L u e g o no son principales al 1.°). Por consiguiente entre las virtu­
las virtudes morales, y sí más bien las in­ des morales se asignan con razón las que
telectuales. llamamos principales ó cardinales.
Por el contrario, dice San Ambrosio A l argumento 1.° diremos que, cuando
sobre San L u c a s , esponiendo aquello un género unívoco se divide en sus espe­
(Bienaventurados los pobres de espíritu, cies, entonces las partes de la división se
c. 6 , 8 ) : « Sabemos que las virtudes car­ han por igual según la razón del género,
d i n a l e s son cuatro : templanza, justicia, aunque según la naturaleza de la cosa
» prudencia y fortaleza » . M a s estas son una especie sea más principal y perfecta
virtudes morales. L u e g o las virtudes mo­ que otra, como el hombre respecto de los
rales son cardinales. demás animales : pero, cuando la división
Conclusión. Convenientemente entre es de algo análogo ( 1 ) , lo cual se dice
(1) Se dicen análogas aquellas cosas, que con un mismo el mismo ; como Dios y criatura con referencia al ente (№'•
nombre se designan en concepto diverso en parte y en parte 1. 4, c, 2). Véase en el T. l.°, pág, 43, nota 1.
CUESTIÓN LXI.—ARTÍCULOS I Y II. 391

de muchas cosas según lo anterior y pos- Conclusion. Las virtudes cardinales


terior; en tal caso nada obsta á que una son cuatro , ya según los principios for-
sea más principal que otra aun según la males, ya según sus objetos, y son :
común razón, así como el ente se llama prudencia, justicia, templanza y for-
sustancia más principal que el accidente: taleza.
y tal es la división de las virtudes en di- Responderemos, que el número de al-
versos géneros, porque el bien de la ra- gunas cosas puede tomarse ó según los
zón no se halla en todas según el mismo principios formales, ó según los objetos;
orden. y en ambos conceptos son cuatro las vir-
A l 2.° que las virtudes teológicas son tudes cardinales. Porque el principio for-
superiores al hombre, según lo dicho mal de la virtud, que ahora consideramos,
(C. 58, a. 3 , al 3.°) : por lo cual no se es el bien de la razón, el cual ciertamente
llaman propiamente virtudes humanas, puede considerarse de dos modos : 1.° en
sino sobrehumanas ó divinas ( 1 ) . cuanto consiste en la misma consideración
A l 3.° que las otras virtudes intelec- de la razón, y así habrá una sola virtud
tuales distintas d é l a prudencia ( 2 ) , aun- principal, llamada prudencia ; 2.° según
que sean más principales que las mo- que acerca de alguna cosa se establece el
rales en cuanto al sujeto, no lo son sin órdén de la razón, y esto ó es acerca de
embargo en cuanto á la razón de virtud, las operaciones, y así se dice justicia ; ó
que mira al b i e n , objeto del apetito. acerca de las pasiones, en cuyo concepto
deben ser dos las virtudes, por cuanto es
ARTÍCULO II. • ¿ Son cuatro l a s vlrtu-
preciso establecer el orden de la razón
«les cardinales? acerca de las pasiones, considerada la
repugnancia de las mismas á la razón.
1.° Parece que no son cuatro las vir- E s t a puede ser de dos maneras : 1 . se- a

tudes cardinales : porque la prudencia es gún que la pasión impele á algo contra-
directiva de las otras virtudes morales, río á la razón, y en este sentido es nece-
como se deduce de lo dicho ( C . 5 7 , a. 4 sario que la pasión sea reprimida, por lo
y 5) ; y lo que es directivo de otras cosas, que se llama templanza; 2° en cuanto
es más principal. L u e g o sola la prudencia la pasión retrae de aquello que la razón
es virtud principal. dicta, como el temor de los peligros ó
2.° Las virtudes principales son de al- trabajos, y así es preciso que el hombre
gún modo morales : pero á las operacio- se afirme en aquello que la razón misma
nes morales somos dirigidos por la razón dicta, para no apartarse de ello, y de
práctica y por el apetito recto (Ethic. aquí su denominación de fortaleza. Asi-
1. 6 , c. 2 ) : luego solo hay dos virtudes mismo según los objetos se halla igual
cardinales. número : porque el sujeto de esta virtud,
de que ahora hablamos, es cuádruple, á
3.° Entre varias otras virtudes una es
saber : racional por esencia, cuya perfec-
más principal que otra. Mas, para que una
ción es propia de la prudencia ; y racio-
virtud se diga principal, no se requiere
nal por participación, el cual se subdivide
que sea principal respecto de todas, sino
en tres, que son la voluntad, que es sugeto
solo respecto de algunas. L u e g o parece
de la justicia; lo concupiscible, que lo es
que son muchas más las virtudes princi-
de la templanza; y lo irascible, cuyo su-
pales.
jeto es la fortaleza (3).
Por el contrario, dice San Gregorio
(Moral. 1. 2 , c. 4 9 ) que « en cuatro vir- A l argumento 1.° diremos, que la pru-
»tudes estriba toda la estructura de una dencia es absolutamente la más principal
» buena obra » . •'* r 1
de todas ; pero las otras se dicen princi-
(1) Por esta razón no se las llama cardinales ó principales .por consiguiente en la respectiva clasificación de unas y
respecto de las divinas ó teológicas, siíio solo entre las hu- otras.
manas propiamente dichas. v
(3) Las mismas cuatro virtudes y con sus propios nombres
(2) Así comunmente acordes todos los códices é impresos ; enumeran también San Agustín ( De mor. Eccles. c. 16 ; y De
aunque en alguno faltan las palabras aprudenlla, y la edición civ. Del, 1. 12, c. 21), y antes de él San Ambrosio, quien se
romana antigua (no ya la áurea) escribe el prtidenlia, que- cree haber sido el primero , que las designó con los nombres
riendo sin duda insinuar que la prudencia se asocia á las in- mismos, que hoy llevan (OflSc. 1.1, c-. 24), donde las denomina
telectuales, siendo empero moral; mas ya queda suficientes I principales í contó asimismo San Próspero ( S e vil. contempl
mente esplicado que participa de ambos caracteres, figurando** J. 3, c. 18).
392 CUESTIÓN LXI. — ARTÍCULOS II Y III.

pales, cada cual en su (respectivo) gé- en algunos actos ó pasiones, así como el
nero. bien, cifrado en la consideración de la ra-
A l 2.° que lo racional por participación z ó n , se halla principalmente en el mismo
se divide en tres partes, como se ha dicho. imperio de la razón, y no en el consejo
A l 3.° que todas las otras virtudes, de ni en el juicio, como se ha dicho ( C . 57,
las que una es más principal que otra, se a. 1, 2 y 5 ) ; é igualmente el bien de la
reducen á las cuatro antedichas, ora en razón, atendido en las operaciones según
cuanto al sujeto, ora en cuanto á las ra- el concepto de recto y debido, se halla
zones formales. principalmente en las conmutaciones ó
distribuciones, que se refieren á otro con
ARTÍCULO I I I . — ¿ u a y otras virtudes, igualdad. Mas el bien de refrenar las pa-
que d e b a n l l a m a r s e principales m á s bien que siones se halla principalmente en las pa-
l a s dichas ? siones más difíciles de reprimir, cuales
son las de las delectaciones táctiles ; en
l.° Parece que hay otras virtudes que tanto que él bien de la firmeza, para per-
deben llamarse principales con preferen- severar en el bien de la razón contra el
cia á las dichas : porque lo que es lo ma- ímpetu de las pasiones, se encuentra so-
yor en cada género, parece ser lo más bre todo en los peligros de muerte, con-
principal; y la magnanimidad obra lo tra los que es dificilísimo contenerse. A s í
grande en todas las virtudes ( Ethic. 1. 4, pues podemos considerar de dos modos
c. 7 ) (1) : luego la magnanimidad debe las cuatro predichas virtudes: 1.° según
llamarse virtud principal sobre todas. sus comunes razones formales, y confor-
2.° Aquello, por lo cual otras virtudes me á esto se llaman principales, como
se forman, parece ser con preferencia generales á todas las virtudes; por ejem-
la virtud principal. Tal es la humildad; plo, toda virtud, que hace el bien en con-
puesdice San Gregorio (Hom. 7 in Evang.) sideración de la razón, se llama pruden-
que « el que reúne las demás virtudes sin cia ; y toda virtud, que hace el bien de lo
T> la humildad, es como el que echa pajas debido y lo recto en las operaciones, se
» al viento » . L u e g o la humildad parece llama, justicia; y toda virtud, que cohibe
ser entre todas la principal. las pasiones y las reprime, se llama tem-
3.° Parece ser ante todo principal lo planza ; y toda virtud, que da firmeza al
que es lo más perfecto. P e r o esto perte- ánimo contra cualesquiera pasiones, se
nece á la paciencia, según aquello ( J a c . llama fortaleza : y en este sentido ha-
1, 4 ) : La paciencia tiene obra perfecta. blan muchos acerca de estas virtudes, tanto
Doctores sagrados, como también Filó-
Por el contrario, Tulio en su R e t ó -
sofos, incluyéndose así en ellas las de-
rica ( D e invent. 1. 2 ) reduce todas las
mas : por lo cual cesan todas las objecio-
demás á estas cuatro.
nes ; 2° pueden tomarse, según que estas
Conclusión. Las cuatro virtudes an-
virtudes se denominan asi por lo que es
tedichas [ 1 ] en sus conceptos comunes
lo principal en cada materia ; y en este
formales son principales, como genera-
sentido son especiales virtudes en contra-
les respecto de todas las virtudes; y
posición á otras, pero se dicen principa-
aun [2] en cuanto á su denominación to-
les respecto de las demás por la priori-
mada de la respectiva materia, si bien
dad de la materia : por ejemplo, la pru-
son virtudes especiales distintas de otras,
dencia se dice que es preceptiva ; \a, jus-
se llaman también principales respecto
ticia que se refiere á las acciones debidas
de las obras á causa de la principalidad
entre iguales ; la templanza que reprime
de la materia.
las concupiscencias de los placeres tácti-
Responderemos q u e , según lo dicho les ; y la fortaleza que da vigor contra
(a. 2 ) , las cuatro virtudes cardinales asig- los peligros de muerte.
nadas se toman según cuatro razones for-
males de virtud, acerca de la cual habla- Y de este modo también desaparecen
mos •.-•las cuales se hallan principalmente las objeciones : porque las demás virtudes
pueden tener algunas otras preferencias;
(1) Greco-latino, ú 8 según las ediciones antiguas y el mis- mas estas se dicen principales por razou
mo Santo Tomás (lecl. 8); y no c. 3 , como se ve citado en la
generalidad de las ediciones. de la materia, según lo dicho.
CUESTIÓN LXI. — A R T Í C U L O IV. 393

ARTÍCULO I V . — t a s cuatro virtudes Por el contrario, dice San A g u s t í n


cardinales difleren entre sí ? ( D e morib. Eccl. c. 15) que « s e dice
» cuádruple la virtud por cierto vario
l.° Parece que las cuatro predichas » afecto del amor mismo » , y lo aplica
virtudes no son diversas y distintas entre á las cuatro virtudes enumeradas. L u e -
sí : porque dice San Gregorio ( Moral. g o estas cuatro virtudes son distintas en-
1. 22, c. 1) : « N o es prudencia verdadera tre sí.
» l a q u e no es j u s t a , templada y fuerte; Conclusion. Entre las cuatro virtudes
» ni perfecta templanza la que no es fuer- cardinales [ 1 ] , consideradas como ciertas
» t e , justa y prudente; ni fortaleza ínte- generales condiciones del ánimo humano,
)) gra la que no es prudente, templada y la prudencia es distinta de las otras tres;
»justa; ni verdadera justicia la que no las cuales no importan diversidad de há-
j> es prudente, fuerte y templada » . Mas bitos virtuosos, ni por consiguiente son
esto no sucedería, si las cuatro predichas virtudes distintas entre sí: mas [ 2 ] to-
virtudes fuesen distintas entre s í , puesto das cuatro, segxm que se determinan á
que las diversas especies de un mismo materias especiales, son diversos hábitos
género no se denominan indistintamente según la diversidad de objetos distintos.
unas por otras ( 1 ) . L u e g o las predichas Responderemos que según lo dicho
virtudes no son distintas entre sí. ( a. 3 ) las cuatro predichas virtudes son
2.° Entre cosas distintas unas de otras, consideradas por diversos (autores) de
lo propio de una no se atribuyen á otra. dos m o d o s : unos las t o m a n , según que
Pero lo que es propio de la templanza, se significan ciertas generales condiciones
atribuye á la fortaleza; pues dice San del ánimo humano, las cuales se hallan
Ambrosio ( D e offic. 1. 1 , c. 36 ) : « Con en todas las virtudes, de modo que la
» razón se llama fortaleza aquella, me- prudencia no es otra cosa que cierta rec-
» diante la cual cada uno se vence á sí titud de discreción en cualesquiera actos
» mismo, y no se ablanda ni doblega ante ó materias ; mas la justicia es cierta rec-
» atractivo de nada», y acerca de la tem- titud de ánimo, por medio de la cual el
planza dice también ( c . 4 3 y 4 5 ) que hombre obra lo que debe en cualquier
« guarda el modo ú el orden de todo lo materia; la templanza cierta disposición
» que juzgamos debe hacerse ó decirse». del ánimo, que impone modo á cuales-
Luego parece que tales virtudes no son quiera pasiones ú operaciones, para que
distintas entre sí. no se estralimiten de lo debido; y la for-
3.° Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 4 ) taleza es cierta disposición del alma, por
que la virtud exige las siguientes condi- cuyo medio se afirma en lo que es confor-
ciones : « primera, si s a b e ; segunda, si me á razón contra cualesquiera ímpetus
» elige, y elige á causa de esto; tercera, de las pasiones ó trabajos de las operacio-
» si permanece y obra firme é invaria- nes. Mas estas cuatro así distinguidas no
» blemente » : pero la 1. de estas pa-
a importan diversidad de hábitos virtuosos
rece pertenecer á la prudencia, que es en cuanto á la justicia, la templanza y
« l a recta razón de lo operable » ; la 2 . a la fortaleza : porque á cada virtud m o -
( el elegir ) á la templanza, de modo que ral , por lo mismo que es hábito, conviene
uno obre no por pasión, sino por elección, cierta estabilidad, de suerte que no sea
refrenadas las pasiones; la 3 . « (que uno a movida por el contrario, lo cual se ha
» obre por el fin debido) » contiene cierta dicho que pertenece á la fortaleza; pero,
rectitud, que parece pertenecer á la j u s - en cuanto es virtud moral, tiene que or-
ticia ; y en cuanto á la firmeza é invaria- denarse al b i e n , en lo cual se entraña la
bilidad pertenece á la fortaleza. L u e g o razón de lo recto ó de lo debido, que es
cada una de estas virtudes es general á lo que se decía que pertenecía á la justi-
todas las virtudes, y por lo tanto no se cia : y en el hecho de ser virtud m o -
distinguen unas de otras. ral, participando de la razón, debe guar-
dar en todas las cosas el modo de la ra-
zón, y no estenderse más allá de s í , lo
(!) Es decir, no se aplica á una el nombre de otra indife- cual se decia pertenecer á la templanza:
rentemente, llamando (por ejemplo) justicia á la templanza y empero solo en el concepto de tener dis»
viceversa.
394 CUESTIÓN L X I . — A R T Í C U L O S IV Y V.

crecion , lo cual se atribuía á la pruden- » invicto en el trabajo, pueda ser ven-


c i a , parece distinguirse de las otras tres, » cido alguna vez por el deleite » .
en cuanto esto es de la misma razón por A l 2.° es y a con esto palmaria la res-
esencia; al paso que las otras tres impor- puesta : porque de este modo la tem-
tan cierta participación de la razón, á planza guarda el modo en todas las co-
manera de cierta aplicación á las pasiones sas ; y la fortaleza conserva inflexible el
ó á las operaciones. Así pues según lo ánimo contra los atractivos de los delei-
antedicho la prudencia ciertamente sería t e s , ó en cuanto esas virtudes denotan
virtud distinta de las otras tres; pero las ciertas generales condiciones de virtudes,
otras tres no serían virtudes distintas ó por la redundancia predicha.
entre sí : porque es manifiesto que una A l 3.° que aquellas cuatro generales
sola virtud misma es á la vez hábito y condiciones de virtudes, que establece
virtud moral. P e r o otros con más acierto Aristóteles (ibid.), no son propias de las
toman estas cuatro virtudes, según que predichas virtudes; pero pueden apro-
se determinan á materias especiales, re- piarse á ellas según el modo y a dicho.
firiéndose cada una de aquellas cierta-
mente á una sola materia, en la cual se ARTÍCULO V . — ¿ t a s virtudes cardina-
alaba principalmente aquella general con- l e s s e dividen convenientemente e n virtudes
dición, de la que se toma el nombre de políticas , p u r g a t i v a s , de ánimo purgado y
virtud, como arriba se ha dicho (a. 3) : y ejemplares ?
según esto es claro que las antedichas
virtudes son diversos hábitos según la di- l.° Parece que inconvenientemente ta-
versidad de objetos distintos. les cuatro virtudes se dividen- en virtudes
A l argumento 1.° diremos, que S. Gre- ejemplares , de ánimo purgado , purgati-
gorio habla de las cuatro predichas vir- vas y políticas : porque , como dice Ma-
tudes según la primera acepción. O puede crobio (Somn. Scipion. 1.1, c. 8 ) , «virtu-
decirse que esas cuatro virtudes se deno- » des ejemplares son las que están en la
minan unas por otras en fuerza de cierta » m i s m a mente divina » y Aristóteles
redundancia : porque lo que es propio de (Ethic. 1. 10, c. 8 ) dice que « es ridículo
la prudencia redunda en las otras virtu- » atribuir á Dios justicia, fortaleza, tem-
des , en cuanto son dirigidas por la pru- » planza y prudencia » . L u e g o tales vir-
dencia ; y cada una de las otras redunda tudes no pueden ser ejemplares.
en las demás por aquella razón, de que 2.° Virtudes de ánimo purgado se lla-
el que puede lo que es más difícil, puede man las que existen sin pasiones: porque
también lo que es menos difícil. D e donde dice allí mismo Macrobio (ibid.) que « á
el que puede refrenar las concupiscencias » la templanza del ánimo purgado com-
de las cosas deleitables según el tacto, » pete , no reprimir los terrenos deseos,
para que no escedan el m o d o , lo que es » sino olvidarlos enteramente ; y á la for-
dificilísimo, hácese por lo mismo más » taleza ignorar, no vencer las pasiones».
hábil para refrenar la audacia en los pe- P e r o se ha dicho arriba ( C . 59, a. 2 y 5)
ligros de m u e r t e , para que no proceda que dichas virtudes no pueden existir sin
más allá del m o d o , lo que es mucho más pasiones. L u e g o no puede haber tales
fácil; y según esto la fortaleza se llama virtudes de ánimo purgado.
templada. L a templanza á su v e z se dice 3.° L l a m a virtudes purgativas á las de
fuerte por la redundancia de la fortaleza aquellos, « que con cierta fuga de las co-
en la t e m p l a n z a , es á saber, en cuanto » sas humanas se engolfan con solas las
el que por la fortaleza tiene ánimo firme » d i v i n a s » . Mas esto parece ser vicioso;
contra los peligros de muerte , lo que es pues dice Tulio ( D e ofEciis, 1. 1, ibid):
dificilísimo, es más hábil para conservar « L o s que dicen que desprecian lo que
la firmeza de ánimo contra los ímpetus » los más admiran » , á s a b e r , los impe-
de las delectaciones ; porque, como dice »rios y las magistraturas, « á estos juzgo
Tulio ( D e Oífic. tit. Vera magnanimitas » que, no solo no debe dárseles alabanza,
in duobus s i t a ) , « no es razonable que el » sino culparlos de vicio». L u e g o no hay
» que no se abate por el m i e d o , se abata virtudes algunas purgativas.
» á la liviandad; ni el que se muestra
4.° D i c e que son virtudes políticas
CUESTIÓN L X I . — A R T Í C U L O V. 395

aquellas, « con las que los buenos varo- hombre que se adhiera á las cosas divi-
» nes miran por el bien de la república nas , cuanto puede , como- asimismo dice
» y defienden las ciudades». P e r o al bien Aristóteles ( E t h i c . 1. 1 0 , c. 7 ) , y esto
común sola la justicia legal se ordena, se nos recomienda muchas veces en la
como dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 5 , c. 1). Sagrada E s c r i t u r a , como en aquello
Luego no deben llamarse políticas otras ( M a t t h . 5 , 48 ) : sed perfectos, como
virtudes. vuestro Padre Celestial es perfecto; es
Por el contrario, Macrobio dice (ibid.): necesario reconocer ciertas virtudes me-
« Plotino , príncipe entre los profesores dias .entre las políticas, que son virtu-
» de filosofía con P l a t ó n , dice que son des h u m a n a s , y las ejemplares, que son
» cuatro los géneros de las cuatro virtu- virtudes divinas: las cuales virtudes cier-
» des ; de ellas las primeras se llaman tamente se distinguen según la diversidad
» políticas , las segundas purgativas, las del movimiento y del término, á saber,
»terceras de ánimo ya p u r g a d o , y las en que unas son virtudes de cosas trans-
» cuartas ejemplares » . cendentes ( 2 ) y que tienden á la seme-
Conclusión. Convenientemente las cua- janza divina, y estas se llaman virtudes
tro predichas virtudes cardinales unas purgativas ( 3 ) , es decir, de modo que
veces se llaman ejemplares , otras polí- la prudencia desprecie todas las cosas
ticas, otras purgativas y otras de ánimo mundanas por la contemplación de las
ya purgado. divinas , concentrando todo pensamiento
Responderemos q u e , como dice San del alma solo á las divinas; la templanza
Agustín ( D e morib. ECCIÍES. C. 6), « con- abandone, en ctxanto la naturaleza lo per-
» viene que el alma siga algo , con el fin mite , las cosas que requiere el uso del
» de que pueda nacer en ella la virtud; y cuerpo; la fortaleza haga que el alma no
)) esto es D i o s , á quien si seguimos, vivi- se aterre por su abstracción del cuerpo y
» mos bien». Conviene (1) pues que el acceso á las cosas soberanas; y la justi-
ejemplar de la humana virtud preexista cia (en fin) que toda el alma consienta
eu Dios, así como también en él preexis- en seguir la seúda de tal propósito. Mas
ten las razones de todas las cosas : y así otras virtudes son propias de los que con-
la virtud puede considerarse, ó como siguen ya la semejanza divina, y se lla-
existiendo ejemplarmente en D i o s , en man de ánimo ya purgado , es decir, de
cuyo sentido se llaman virtudes ejempla- modo que la prudencia solo contemple
res , de modo que según esto la misma las cosas divinas ; la templanza desco-
mente divina se llame en Dios pruden- nozca los terrenos deseos ; la fortaleza
cia; templanza la conversión en la divina ignore las pasiones; y la justicia se aso-
intención á sí mismo , como en nosotros cie en perfecta alianza con la mente di-
la templanza se llama a s í , porque la vina, imitándola: las cuales virtudes cier-
concupiscible se conforma con la razón; tamente decimos son propias de los bien-
fortaleza de Dios es su inmutabilidad; y aventurados ó de algunos muy perfectos
justicia de Dios es la observancia de la en esta vida.
ley eterna en sus obras, como dijo P l o - A l argumento 1.° diremos, que Aristó-
tino (citado por M a c r o b i o ) . M a s , por teles habla de estas virtudes , según que
cuanto el hombre según su naturaleza es se refieren á las cosas humanas :.por ejem-
uu animal político; tales virtudes, según plo, la justicia á las compras y ventas, la
que en el hombre existen según la condi- fortaleza á los temores, la templanza á las
ción de su naturaleza, se llaman políticas, concupiscencias ; porque en este sentido
es decir, en cuanto el hombre por estas es ridículo atribuírselas á Dios.
virtudes se conduce rectamente en las A l 2.° que las virtudes humanas afec-
operaciones humanas, bajo cuyo aspecto tan á las pasiones, es decir, que son vir-
hemos hablado hasta aquí de estas vir- tudes de nombres que conversan en este
tudes. P e r o , como pertenece también al m u n d o : pero las virtudes de aquellos, que

(1) OportU, comunmente ; algunos empero leen plttel, « es (3) Propias del que, desentendiéndose de todo acto terreno
«evidente». en consideración ú obsequio á los demás y aun á sí propio en
Trawcendenlüim, y según otros tramcuiUUtm, transeún- lo posible, se entrega de lleno y por completo á lo divino me-
tes 6 ai exlra. diante una vida retraida y ascética ó contemplativa,
CUESTIÓN L X I . — A R T Í C U L O V.

consiguen una cumplida bienaventuranza, » se retiraron de la república, dejando á


están exentas de pasiones ; por lo cual » otros la potestad de administrarla y su
dice Plotino (citado por Macrobio, argu- » alabanza » . L o cual concuerda con lo
mento 1.°) que « las virtudes políticas que dice S. Agustín ( D e civ. D e i , 1 . 19,
» suavizan las pasiones » , esto e s , las re- c. 19 ) : « ocio santo busca la caridad de
ducen al medio; « l a s segundas, es decir, » l a verdad ; negocio justo toma á su
» l a s purgativas, las quitan; las terceras, » cargo la necesidad de la caridad: carga
» que son propias del ánimo purgado, las » que si ninguno la i m p o n e , se ha de
» olvidan ; y en las cuartas , es decir, en » vacar para adquirir y contemplar la
» las ejemplares ni es lícito nombrarlas»: » verdad ; mas si se impone, se ha de re-
aunque puede decirse que habla aquí de » cibir por la necesidad de la caridad ».
las pasiones, según que significan algunos A l 4.° que sola la justicia legal mira
desordenados movimientos. directamente al bien común; mas por im-
A l 3.° que ,gl abandonar las cosas h u - perio arrastra al bien común á todas las
manas, cuando la necesidad se impone.es otras virtudes, como ( E t h i c . 1. 5 , c. 1)
vicioso; en otro caso es virtuoso: por eso dice Aristóteles. Porque h a y que consi-
sienta Tulio ( i b i d . ) poco antes que « tal derar que á las virtudes p o l í t i c a s , según
» vez se debe conceder á los que no do- aquí se las llama, pertenece no solo obrar
» minando en la república se han consa- bien para el c o m ú n , sino también obrar
» grado al estudio con escelente ingenio, bien para las partes del c o m ú n , esto es,
» y á aquellos que ó por falta de salud ó para la casa ó para alguna particular
» impedidos por otra alguna causa grave persona.

CUESTIÓN LXIII.
Virtudes teologales.

Consideraremos a h o r a las virtudes teologales en cuatro artículos. l.° Hay algunas virtudes teo-
logales ?— 2.° Las virtudes teologales se diferencian de las intelectuales y morales ? —3.° Cuántas y
cuales son ?—4.° Su orden.

A R T Í C U L O I . — Hay a l g u n a s virtudes 3.° Virtudes teológicas se llaman aque-


teologales ? llas , con las cuales somos ordenados á
D i o s , que es primer principio y último
l.° Parece que n o h a y virtudes algu- fin. E l hombre empero por la misma na-
nas teológicas: porque ( P h y s . 1. 7, t. 17) turaleza de • la razón y de la voluntad
« l a virtud es disposición de lo perfecto á tiene orden hacia el primer principio y
» l o ó p t i m o ; y llamo perfecto á lo que último fin. L u e g o no se requieren algu-
» e s t á dispuesto según la naturaleza». nos hábitos de virtudes teológicas, por
P e r o lo que es divino está sobre la n a t u - los que la razón y la voluntad se ordenen
raleza del hombre. L u e g o las virtudes á Dios.
teológicas no son virtudes del hombre. Por el contrario : los preceptos de la
2.° L a s virtudes teológicas se dicen ley versan acerca de los actos de las vir-
como vñ-tudes divinas ; y las virtudes di- tudes. M a s acerca de los actos de f e , de
vinas son ejemplares, como se ha dicho esperanza y de caridad se dan preceptos
( C . 6 1 , a. 5 ) ; las cuales ciertamente no en la l e y divina; pues se dice ( Eccli. 2,
están en nosotros, sino en Dios. L u e g o 8 ) : los gue teméis á Dios, creed á él, y'
las virtudes teológicas' no son virtudes también ( v . 9 ) esperad en él, y luego
del hombre. ( v . 10) amadle. L u e g o la f e , la espe-
CUESTIÓN LXII.—ARTÍCULOS I Y II. 397

ranza y la caridad son virtudes , que or- turaleza puede atribuirse á una cosa de
denan hacia D i o s : luego son teológicas. dos maneras : una esencialmente, y en
Conclusión. Los principios sobreaña- este sentido tales virtudes teológicas es-
didos por Dios al hombre, y que le orde- ceden la naturaleza del hombre; y otra
nan á la bienaventuranza sobrenatural, participativamente, como el leño encen-
se llaman virtudes teológicas. dido participa de la naturaleza del fuego,
Responderemos, que por la virtud se y así en cierto modo se hace el hombre
perfecciona el hombre para los actos, por participante de la naturaleza divina, c o -
los cuales se ordena á la bienaventuranza, mo queda dicho : de manera que estas
como se evidencia por lo dicho ( C. 3 , virtudes convienen al hombre según la
a. 5 ; C. 2 , a. 7 ; y C. 55, a. 3 ) . Mas es naturaleza participada.
de dos clases l a bienaventuranza ó felici- A l 2.° que estas virtudes no se dicen
dad del hombre, como se ha dicho ( C . 3 , divinas, como por las que D i o s sea vir-
a. 2 , al 4 . ° ; y C. 5, a. 5 ) : una propor- tuoso ; sino en cuanto nosotros somos h e -
cionada á la humana naturaleza, á la chos virtuosos por Dios y en orden á
cual puede llegar el hombre por medio D i o s : de modo que no son ejemplares,
de los principios de su naturaleza; y otra sino ejempladas ( 3 ) .
es la bienaventuranza, que escede á la A l 3.° que la razón y la voluntad se
naturaleza del hombre, á la cual solo por ordenan naturalmente á D i o s , como que
la virtud divina puede llegar el hombre es principio y fin de la naturaleza; pero
según cierta participación de la divini- según la proporción de la naturaleza:
dad, conforme á lo que se dice ( I I Petr. mas al mismo, como objeto que es de la
1, 4 ) que por Cristo somos hechos parti- bienaventuranza sobrenatural, la razón y
cipantes de la naturaleza divina: y , como la voluntad según su naturaleza no se
esta bienaventuranza escede la propor- ordenan suficientemente.
ción de la humana naturaleza, los prin-
cipios naturales del hombre, de los que
ARTÍCULO I I . — ¿ t a s virtudes teológi-
procede el bien obrar según su proporción,
c a s s e diferencian de l a s Intelectuales y m o -
no bastan para ordenar al hombre á la
rales ?
bienaventuranza predicha ; siendo por
consiguiente necesario ( 1 ) que se sobre- 1.° Parece que las virtudes teológicas
añadan al hombre divinamente algunos no se diferencian de las intelectuales y
principios, por cuyo medio se ordene á morales : porque las virtudes teológicas,
la bienaventuranza sobrenatural ; así si están en el alma humana, deben per-
como por los principios naturales se or- feccionarla ó en su parte intelectiva, ó
dena á su fin connatural, no empero sin en la parte apetitiva ; mas las virtudes
el auxilio divino: y estos principios se que perfeccionan la parte intelectiva se
llaman virtudes teológicas, y a porque llaman intelectuales, y las virtudes que
tienen á Dios por objeto , en cuanto por perfeccionan la parte apetitiva ( 4 ) son
ellas nos ordenamos rectamente á Dios; morales. L u e g o las virtudes teológicas
ya porque por solo D i o s se nos infun- no se diferencian de las virtudes morales
den ( 2 ) ; y a (en fin) porque por sola la é intelectuales.
revelación divina se nos enseñan en la
2.° Llámanse virtudes teológicas las
Sagrada Escritura tales virtudes.
que nos ordenan á Dios ( 5 ) . Pero entre
A l argumento 1.° diremos, que una na- las virtudes intelectuales h a y alguna, que

(1) El Santo Concilio do Trento (ses. G, c. 6) declara necesa- tipo de ellas recibido de Dios, en quien se halla la fuente y
rias para conseguir la salvación eterna estas tres virtudes, y ejemplar de toda virtud y de toda perfección, como de todo
que no basta á ese fin la fe sin la concurrencia do las otras bien y felicidad.
dos. No son pues simplemente útiles, sino indispensables á la (4) Tanto superior, cual es la voluntad misma ó el apetito
consecución do la suprema y eterna felicidad. racional, como la inferior ó los apetitos irascible y concupis-
(2) Es tan esencial á estas virtudes por su concepto mismo cible, según ya antes de ahora y más de una vez se deja he-
de teológicas, que jamás podría el hombre obtenerlas por cho notar y está ademas reiteradamente consignado en el testo
ningún otro medio ; pues, en el hecho mismo de no haber sido mismo.
infundidaspor Dios, dejarían de ser teologales ó divinas, que- (5) Directa é inmediatamente como á nuestro propio objeto
dando reducidas á la categoría de meramente humanas, y pu- y último fin ; qje mediata y consecuentemente lo hace la vir-
diendo así entonces clasificarse la fe entre las intelectuales y tud de la religión, que por eso mismo no alcanza el carácter
entre las morales la esperanza y la caridad. esencial de virtud teológica ; ni se llama tal, aunque es entre
(3) Excmplaloi, modeladas ó como troqueladas por el divino las morales la que más se aproxima á las teologales.
398 CUESTIÓN LXII. — ARTÍCULO II Y I I I .

nos ordena á D i o s , cual es la sabiduría, ellas, según que esceden á la razón hu-
que versa sobre las cosas divinas, como mana.
que considera una causa altísima. L u e g o A l 3.° q u e , aunque la caridad sea
las virtudes teológicas no se diferencian amor, sin embargo no todo amor es cari-
de las virtudes intelectuales. dad ; y , así cuando se dice que « t o d a vir-
3.° San Agustín ( D e morib. E c c l . » tud es orden del amor » , puede enten-
c. 15), manifiesta respecto de las cuatro derse ó del amor comunmente dicho, ó
virtudes cardinales que son orden del del amor de caridad. Si del amor comun-
amor. Siendo pues el amor caridad, la mente dicho, en este sentido se dice que
cual reconoce como virtud teológica ; in- cualquiera virtud es orden del amor, en
fiérese que las virtudes morales no se di- cuanto para cualquiera de las virtudes
ferencian de las teológicas. cardinales se requiere afección ordenada,
Por el contrario: lo que está sobre la y la raíz y principio de toda afección es
naturaleza del hombre, se distingue de lo amor, como se ha dicho ( C . 25, a. 2) ;
que es según la naturaleza del hombre. pero, si se entiende del amor de caridad,
M a s las virtudes teológicas superan la no se da por esto á entender que cual-
naturaleza del hombre, al cual según s u quiera otra virtud sea esencialmente ca-
naturaleza convienen las virtudes intelec- ridad, sino que todas las otras virtudes
tuales y morales, como consta de lo dependen de la caridad de algún modo,
arriba dicho ( C . 58, a. 4 y 5 ) : luego se como se verá adelante ( C . 6 2 , a. 4 ;
diferencian las unas de las otras. y 2. -2. , C. 2 3 , a, 7 y 8). .'
a M

Conclusión. Las virtudes teológicas se


diferencian en especie de las intelectuales ARTÍCULO I I I . — ¿ t a f e , ia esperan-
y morales. z a y l a caridad s e e s t a b l e c e n conveniente-
Responderemos q u e , como arriba se m e n t e como virtudes teológicas ?
ha dicho ( C . 54, a. 2 ) , los hábitos se di-
ferencian en especie según la diferencia l.° Parece que inconvenientemente se
formal de los objetos : y el objeto de las cuentan tres virtudes teológicas, la f e , la
virtudes teológicas es el mismo D i o s , esperanza y la caridad : porque las virtu-
que es último fin de las cosas, según que des teológicas dicen orden á la bienaven-
escede al conocimiento de nuestra razón ; turanza divina, como la inclinación de la
mientras que el objeto de las virtudes in- naturaleza á su fin connatural. M a s entre
telectuales y morales es algo, que puede las virtudes ordenadas á fin connatural
ser comprendido por la razón humana. fíjase una sola virtud natural, la inteli-
D e donde se deduce que las virtudes teo- gencia de los principios. L u e g o debe ad-
lógicas se distinguen en especie de las mitirse una sola virtud teológica.
intelectuales y morales ( 1 ) . 2.° L a s virtudes teológicas son más
A l argumento 1.° diremos, que las vir- perfectas que las virtudes intelectuales
tudes intelectuales y morales perfeccio- y morales. P e r o entre las virtudes inte-
nan el entendimiento y el apetito del lectuales no se enumera la fe, sino que es
hombre según la proporción de la natu- algo menos que virtud, puesto que es un
raleza humana; pero las teológicas sobre- conocimiento imperfecto (3) ; y del mis-
naturalmente (2). mo modo entre las virtudes morales no se
A l 2.° que la sabiduría, que Aristóte- cuenta la esperanza, que es algo menos
les ( E t h i c . 1. 6, C. 3 y 7) dice ser virtud que virtud, puesto que es pasión. Luego
intelectual, considera las cosas divinas mucho menos deben considerarse virtudes
como investigables para la razón huma- teológicas (4).
na ; pero la virtud teológica se refiere á 3.° L a s virtudes teológicas ordenan el

(1) Difieren específicamente bajo el concepto más lato y ge- adoptada por otros varios teólogos : « la que por su acto in-
nérico de virtud, en cuanto unas y otras son virtudes verda- » terno toca inmediatamente á Dios, como sobrenaturalmenlc
dera y propiamente dichas; pues, atendido el carácter pecu- » conocido ».
liar y respectivo de unas y otras, más exactamente se dirían (3) Como que se funda en la opinión, que puede ser imper-
diversas aun en género, comprendiendo cada uno de esos dos fecta y aun falsa según Aristóteles (Ethic. 1. 0, c. 5.).
géneros sus propiís especies distintas entre sí. (4) « La esperanza y la fe », debe sobreentenderse, como es
(2) De aquí la definición descriptiva de la virtud teológica obvio según el contesto de la objeción.
propuesta por Drioux, y que suslancialinente toincide con la
CUESTIÓN LXII.—ARTÍCULOS III Y IV. 399

alma del hombre á Dios. P e r o á Dios no unión espiritual, por la que en cierto
puede el alma del hombre ordenarse, modo se transforma en aquel fin, lo cual
sino por medio de la parte intelectiva, en se verifica por medio de la caridad: por-
la cual residen el entendimiento y la v o - que el apetito de cada cosa naturalmente
luntad. L u e g o no debe haber más que es movido y tiende hacia el fin, que l e es
dos virtudes teológicas, una que perfec- connatural ; y este movimiento proviene
cione el entendimiento, y otra que per- de cierta conformidad de la cosa con
feccione la voluntad. su fin.
Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol A l argumento 1.° diremos, que el en-
(i Cor. 13, 13) : y aliara permanecen la tendimiento necesita de especies inteligi-
fe, la esperanza, y la caridad, estas bles, por medio de las cuales entienda ; y
tres. por lo tanto es preciso reconocer en él
Conclusión. Convenientemente se dice algún hábito natural sobreañadido á la
que hay tres virtudes teológicas, fe, es- potencia. Pero la misma naturaleza de la
peranza y calidad, que ordenan al hom- voluntad basta para el orden natural con
bre á su fin sobrenatural. respecto al fin, ora en cuanto á la inten-
Responderemos q u e , como y a se ha ción del fin, ora en cuanto á su confor-
dicho (a. 1), las virtudes teológicas or- midad con el mismo ; al paso que en orden
denan al hombre á la bienaventuranza á aquellas cosas, que están sobre la natu-
sobrenatural, así como por la inclinación raleza, para nada de estas basta la natu-
natural es ordenado el hombre al fin con- raleza de la potencia, y por consiguiente
natural á él. M a s esto se verifica de dos há menester la sobreadicion del hábito
modos : 1.° según la razón ó el entendi- sobrenatural en cuanto á una y otra.
miento, en cuanto contiene los primeros A l 2.° que la fe y la esperanza llevan
principios universales, que nos son cono- consigo cierta imperfección; porque la fe
cidos por la luz natural del entendimiento, es acerca de las cosas que no se v e n , y
conforme á los cuales procede la razón, la esperanza respecto de las que no se
tanto en lo especulativo como en lo ope- tienen: y por lo mismo el tener fe y es-
rable ; 2.° por la rectitud de la volun- peranza de lo que está al alcance de la
tad, que naturalmente tiende al bien de potestad humana no tiene perfecta razón
la razón. Pero estas dos cosas son in- de virtud ( 1 ) ; pero el tener fe y espe-
suficientes en el orden de la bienaventu- ranza de lo que es superior á la facultad
ranza sobrenatural, según aquello de San de la naturaleza humana, escede á t o d a
Pablo ( i Cor. 2, 9) : ojo no vio, ni virtud proporcionada al hombre, según
la oreja oyó, ni en el corazón del hom- aquello de San P a b l o ( i Cor. 1, 25) : lo
bre subió lo que preparó Dios para los que parece flaco en Dios, es más fuerte
que le aman; de aquí la necesidad de que los hombres.
que en cuanto á las dos cosas se añadiese A l 3.° que al apetito pertenecen dos
sobrenaturalmente al hombre algo, para cosas, á saber, el movimiento hacia el
ordenarle á su fin sobrenatural : 1.° en fin y la conformación al fin por medio
cuanto al entendimiento se añaden al del amor ; y así es preciso adjudicar al
hombre ciertos principios sobrenaturales, apetito humano dos virtudes teológicas,
que son aprendidos mediante la luz divi- la esperanza y la caridad.
na, y estos son los de credibilidad, acerca
de las cuales versa la, fe; 2.° asimismo la
ARTÍCULO IV. — ¿ E S i a fe a n t e s q u e
voluntad es ordenada á aquel fiu, y a e n
l a e s p e r a n z o , y l a esperanza á u t c s q u e l a
cuanto al movimiento de la intención cfon
caridad? (2)
tendencia al mismo, como á lo que es
posible alcanzar, lo cual pertenece á la
1.° Parece que no es este el orden de
esperanza; y a también e n cuanto á cierta
las virtudes teologales, siendo la fe pri-

(1J Como falibles é inciertas que son ; bien al contrario de unánimemente en este mismo orden las tros virtudes llama-
las que se apoyan en la verdad divina, que son infalibles : das comunmente teologales; dando asía entender que la fe es
y tal es el objeto de la fo y de la esperanza teológicas. la base ó fundamento y la caridad el complemento y consu-
(2| Tanto el Apóstol San Pablo como los SS. PP. y la Igle- mación de todas ellas en la obra de la justificación del hom-
sia en su liturgia, pero sobre todo en el Concilio de Tiento bre : y, si bien por parte de Dios todas tres son infundidas
(««. ü, c. C), y hasta los fieles todos enumeran constante y simultáneamente en el alma, no asi siempre por parte del
400 CUESTIÓN L X I I . — A R T Í C U L O IV.

mero que la esperanza, y la esperanza una cosa ó amando ó esperando, sino en


antes que la caridad : porque la raíz es cuanto es aprendida por el sentido ó por
anterior á lo que de ella procede; y la el entendimiento; y por medio de la fe
caridad es la raíz de todas las virtudes, aprende el entendimiento lo que espera y
según aquello de San Pablo ( E p b e s . 3 , ama. Según esto necesariamente en el
1 7 ) , arraigados y cimentados en cari- orden de generación la fe precede á la
dad: luego la caridad es antes que las esperanza y á la caridad. D e l mismo
otras. modo en tanto el hombre ama a l g o , en
2.° San A g u s t í n dice ( D e dóctr. Cbrist. cuanto lo aprehende como su bien; y en
t. 1, c. 3 7 ) : « n o puede uno amar lo que el hecho mismo de esperar el hombre que
» no cree que e x i s t e ; y, si cree y ama, puede alcanzar de alguno algún bien, re-
» obrando bien resulta que también es- puta al mismo, en quien tiene esperanza,
» p e r a í . L u e g o parece que la fe pre- como cierto bien suyo. A s í que, por lo
cede á la caridad, y la caridad á la es- mismo que el hombre espera de alguno,
peranza. procede á amarle: y así en el orden de
3.° E l amor es el principio de toda generación según el acto la esperanza
afección, como se b a dicbo (C. 2 5 , a. 2 ) . precede ( 1 ) á la caridad; pero en el
E s así que la esperanza denota cierta orden de perfección la caridad precede á
afección, por ser una pasión, como y á la fe y á la esperanza (2), por la razón
queda dicbo ( C . 2 5 , a. 2 ) . L u e g o la ca- de que tanto la fe como la esperanza se
ridad, que es amor, es anterior á la es- forman por l a caridad y adquieren de ella
peranza. la perfección de la virtud: porque la ca-
Por el contrario, el Apóstol ( i Cor. ridad es madre y raíz de todas las virtu-
13, 13) enumera estas virtudes diciendo: d e s , en cuanto es forma de todas las
y ahora permanecen estas tres, la fe, la virtudes, como se dirá más abajo ( C . 62,
esperanza y la caridad. a. 4; y 2. -2.°> c. 2 3 , a. 7 y 8).
ft

Conclusión. Ni la fe precede á la es- Y con esto queda contestado el argu-


peranza ni la esperanza á la. caridad [ 1 ] mento 1.°
en su concepto común de hábitos: mas [ 2 ] A l 2.° diremos, que San Agustín habla
en el orden de generación en un mismo de la esperanza, con la que espera uno
sujeto la fe precede á la esperanza, y la por los méritos y a contraidos que podrá
esperanza á la caridad según los actos; llegar á l a bienaventuranza, lo cual es
y en orden de perfección [ 3 ] la caridad propio de la esperanza formada, conse-
precede á la fe y á la esperanza. cuencia de la caridad. M a s puede uno es-
Responderemos, que el orden es de perar antes de tener caridad, no según
dos maneras, de generación y de perfec- los méritos que y a tiene, sino por los que
ción. En el orden de generación, según el espera tener.
cual la materia es antes que la forma y A l 3.° q u e , como y a se h a dicho ( C .
lo imperfecto antes que lo perfecto, en un 4 0 , a. 7 ) al tratar de las pasiones, la es-
solo sujeto mismo la fe precede á la es- peranza mira á dos cosas: la una como
peranza, y la esperanza á la caridad se- su principal objeto, el bien que se espera,
gún los actos; porque los bábitos se in- y respecto de este siempre el amor pre-
funden simultáneamente: puesto que no cede á l a esperanza, pues nunca se espera
puede elmovimiento apetitivo tender bácia bien alguno, si no es deseado y amado;

sujeto, cuya disposición no conveniente puede frustrar á ve- bitos de todas tres son infundidos simultáneamente, conforme
ces el designio del Señor, cual sucede en los adultos que re- á lo esplicado en la nota anterior y según se espone también
ciben el santo bautismo sin arrepentimiento de sus anteriores en el cuerpo mismo del artículo en perfecta consonancia con
culpas personales : advertencia importantísima, que con el la distinción establecida en su Conclusión.
Cardenal Cayetano juzgamos necesario consignar para es- (2) En lo que únicamente hay alguna divergencia entre los
clarecimiento de esta doctrina, y áfinde evitar torcidas inter- doctores de las diversas escuelas y según sus diferentes pun-
pretaciones, y con la mira ademas de combatir espresa y tos de vista es con respecto á la dignidad correlativa de la foy
terminantemente el capitalísimo error herético y como tal la esperanza; siendo al parecer más probable que su contraria
anatematizado por el citado Concilio Tridentino contra los la opinión de Silvio, Medina y otros, que dan la preeminencia
protestantes y cualesquiera otros, que afirmen bastar la fe á la fe, como asimismo se colige opinaba el Doctor Angélico
sola para justificarnos y salvarnos. de lo que espone en la 2."-2. , C 4, a. 7, que puede consul-
ic

(1) Es decir, el acto de esperanza precede al de caridad, tarse.


como á su vez es precedido del acto de la fe ; aunque los há-
CUESTIÓN LXII. — ARTÍCULO IV. 401

y mira también la esperanza á aquel, de esperanza: porque, por lo mismo que uno
quien espera poder conseguir el bien, y juzga que por medio de alguno puede
en cuanto á este ciertamente precede conseguir algún bien, empieza á amarle;
desde luego la esperanza al amor, aunque y, por lo mismo que le a m a , espera des-
después por el mismo amor se aumente la pués de él con más confianza.-

CUESTIÓN LXIII.

Causa de las virtudes.

Acerca de esto investigaremos c u a t r o c o s a s : 1. La virtud existe en nosotros por naturaleza ? —


a

3. Alguna virtud es causada en nosotros por la costumbre de las obras? — 3 . Algunas virtudes mo-
A A

rales están en nosotros por infusión ? — 4 . La virtud, que adquirimos por la c o s t u m b r e de las obras,
A

es de la misma especie que la virtud infusa?

A R T Í C U L O I. — Existe e n nosotros por » cen los bienes naturales » , como dice


naturaleza l a virtud ? San Dionisio ( D e D i v . n o m . c. 4, lect. 19).
Pero la virtud no existe en todos l o s
1.° Parece que la virtud está en nos- hombres, y se quita por el pecado. L u e g o
otros por naturaleza : pues dice San J u a n no existe en el hombre por naturaleza.
Damasceno ( D e Orth. fid. 1. 3, c. 14) : Conclusión. Las virtudes intelectua-
«naturales son las virtudes, y por igual les y morales según cierta incoación [1]
» existen en todos »; y San Antonino dice son connaturales al hombre, ya bajo la
(Sermón á los monjes): « si la voluntad razón de especie, ya según la naturaleza
» á mudarse l a naturaleza, perversidad del individuo; pero [2] no en cuanto á
» es ; guárdese la condición, y es virtud»; su consumación ó perfección: y [3] las
y (Mattb. 4, sobre aquello de recorría virtudes teológicas proceden totalmente
Jesús enseñando, etc.) dice la Glosa ordi- de causa estrínseca al hombre.
naria : «enseña naturales v i r t u d e s , á sa- Responderemos, que acerca de las for-
)) ber, la justicia, la castidad, la humil- mas corporales algunos dijeron que pro-
» dad, que naturalmente tiene el hombre». cedían totalmente (ab intrínseco) de
2.° E l bien de la virtud consiste en ser adentro, como suponiendo formas l a t e n -
según la razón, como se colige de lo di- tes ; otros (por el contrario) que eran t o -
cho ( C . 55, a. 4, al 2.°). E s así que lo que talmente (ab extrínseco) de afuera, como
es según la razón es natural al hombre, indicando que las formas corporales pro-
puesto que l a razón es naturaleza del cedían de alguna causa separada (1);
hombre. L u e g o la virtud es inherente al mas otros (en fin) que en parte eran ab
hombre por naturaleza. intrínseco, en cuanto preexisten en la
3.° Aquello se dice sernos natural, que materia en potencia, y parte ab extrínse-
desde el nacimiento nos es congénito; y co, en cuanto se reducen al acto por m e -
tales son ciertas virtudes, pues se dice dio del agente. A s í también acerca de
(Job ; 31, 18): desde la infancia creció las ciencias y las virtudes algunos senta-
conmigo lc^ misericordia, y del vientre de ron que aquellas totalmente procedian de
mi madre salió conmigo: luego l a virtud adentro, de modo que todas las virtudes
existe en el hombre por naturaleza. y todas las ciencias naturalmente pree-
Por el contrario: lo que existe en el xisten en el alma, pero por l a educación
hombre por naturaleza es común á todos y el ejercicio se quitan los impedimentos
los hombres, y no se quita por el pecado,
porque aun « en los demonios permane- (1) Véase en la 1 . P. la C. 19, a. 5.
a

SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 26


402 CUESTIÓN LXIII. — ARTÍCULOS I Y II.

de la ciencia y de la virtud, opuestos al tivas : y según esto un hombre tiene ap-


alma por la gravedad del cuerpo, así titud natural para la ciencia, otro para la
como cuando el hierro se abrillanta por fortaleza y otro para la templanza. De
el pulimento; y esta fue la opinión de los estos mismos modos tanto las virtudes
platónicos: mas otros dijeron que venían intelectuales como las morales según cier-
totalmente (ab extrínseco) de afuera, ta incoación de aptitud existen en nos-
esto e s , del influjo de la inteligencia otros por naturaleza, mas no la consu-
agente, como supone Avicena ; y otros mación de ellas: porque la naturaleza se
que según la aptitud de la ciencia las determina á una sola cosa, pero la consu-
virtudes existen en nosotros por natura- mación de semejantes virtudes no es se-
l e z a , pero no en cuanto á la perfección, gún un solo modo de acción, sino diver-
como Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2, c. 2): samente según las diversas materias, so-
y esto es lo más verdadero. Para cuya bre que operan las virtudes, y según las
comprobación conviene considerar que diversas circunstancias. A s í pues se ve
algo se dice natural á un hombre de dos que las virtudes existen en nosotros por
modos : 1.° por la naturaleza de la espe- , naturaleza según la aptitud é incoación,
cié, y2° por la naturaleza del individuo. pero no según la perfección; escepto las
Y , como cada cosa tiene la especie según virtudes teológicas, que son totalmente ab
su forma, pero se individualiza según la estrínseco ( 1 ) .
materia, siendo la forma del hombre el Y con esto es evidente la solución á las
alma racional y su materia el cuerpo; por objeciones propuestas : porque las dos
tanto lo que conviene al hombre según el primeras razones proceden, según que los
alma racional le es natural según la ra- gérmenes de las virtudes existen en nos-
zón de la especie, mas lo que le es natu- otros por naturaleza, en cuanto somos
ral según la determinada complexión del racionales; y la tercera, en cuanto por la
cuerpo le es natural según la naturaleza natural disposición del cuerpo uno tiene
del individuo: porque lo que es natural desde su nacimiento aptitud para compa-
al hombre por parte del cuerpo según la decerse, otro para vivir templadamente,
especie, en cierto modo se refiere al alma; y otro para otra virtud.
es á saber, en cuanto tal cuerpo es pro-
porcionado á tal alma. De los dos modos
A R T Í C U L O I I . — ¿Alguna virtud e s cau-
pues la virtud es natural al hombre según
s a d a e n nosotros por l a costumbre (2) de las
cierta incoación: desde luego según la
obras ?
naturaleza de la especie, en cuanto la
razón del hombre lleva inherentes natu-
l.° Parece que las virtudes nO pueden
ralmente ciertos principios naturalmente
ser causadas en nosotros por la costum-
conocidos, tanto de lo escible como de lo
bre de las obras : porque sobre aquello de
operable, los cuales son ciertos gérmenes
San Pablo ( R o m . 1 4 , 2 3 ) , todo lo que no
de las virtudes intelectuales y morales,
es según fe, es pecado, dice la Glosa de
en cuanto en la voluntad radica sin
San A g u s t í n (ord. del libro de las Sen-
duda el natural apetito del b i e n , que es
tencias, cap. 104) ; « t o d a la vida de los
conforme á la razón; mas según la natu-
»infieles es p e c a d o , y nada es bueno sin
raleza del individuo, en cuanto según la
s e l sumo bien : donde falta el conoci-
disposición del cuerpo algunos están dis-
» miento de la verdad, falsa es la virtud
puestos ó mejor ó peor para ciertas vir-
» aun en las mejores costumbres ». E s así
tudes, en cuanto ciertas fuerzas sensitivas
que la fe no puede adquirirse por las obras,
son actos de algunas partes del cuerpo,
sino que es causada en nosotros por Dios,
de cuya disposición reciben ayuda ó im-
según aquello del Apóstol ( E p h e s . 2 , 8 ) :
pedimento las tales fuerzas en sus actos,
de gracia sois salvos por la fh. Luego
y consiguientemente las fuerzas raciona-
ninguna virtud puede adquirirse en nos-
les, á las que sirven dichas fuerzas sensi-
otros por la costumbre de las obras.

(1J Infusas por Dios, de modo que jamás las podríamos ob- progresivamente creciente, hasta crear cierta espontaneidad
tener de otra procedencia ú origen, conforme á lo espuesto en parecida á las tendencias naturales; y que no sin razón por lo
la nota 2, pág. 397. mismo se la llama connaturalizada y se dice ser como una se-
(2) Repetición de actos análogos y consiguiente facilidad gunda naturaleza.
CUESTIÓN L X I I I . — A R T Í C U L O Í I . 403

2.° Contrariando el pecado á la virtud, cuanto se regula por la razón humana, es


no puede concillarse con ella : mas el regulado también por la l e y divina, pero
hombre no puede evitar el pecado sino no al contrario. La virtud pues del hom-
por la gracia de D i o s , según aquello bre ordenada al bien, el cual se modifica
(Sap. 8 , 2 1 ) : llegué á entender que de según la regla de la razón humana, puede
otra manera no podría ser continente, si ser causada por los actos humanos, en
Dios no me lo daba. L u e g o ni virtudes cuanto tales actos proceden de la razón,
algunas pueden ser causadas en nosotros bajo cuya potestad y regla está tal bien:
por la costumbre de las obras, sino solo pero la virtud, que ordena al hombre al
por el don de Dios. bien, según que es modificado por la ley
3.° L o s actos, que son sin virtud ( 1 ) , divina y no por la razón humana, no
carecen de la perfección de virtud; y , no puede ser causada por actos humanos,
pudiendo ser más perfecto el efecto que cuyo principio es la razón; sino que es
su causa, no puede ser causada por actos causada solamente en nosotros por la ope-
precedentes á la virtud. ración divina : y por e s t o , definiendo San
Por el contrario, dice San Dionisio Agustín semejante virtud (sobre aquello
(De div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 16 y 22 del Salmo 118 « Hice juicio, etc. Serm.
implic.) que « lo bueno es más vir- » 2 6 ) donde dice que D i o s obra en nos-
stuoso que lo m a l o » . Pero de los malos otros la justicia, puso en la definición de
actos se causan los hábitos de los vicios. la virtud: »la cual Dios obra en nosotros
Luego con mucha más razón por actos » sin nosotros » .
buenos pueden causarse hábitos de vir- A esta virtud se refiere también la pri-
tudes. mera objeción.
Conclusión. La virtud del hombre [ 1 ] A l 2.° argumento diremos, que la virtud
ordenada al bien, regulado por la razón divinamente infusa, máxime si se consi-
humana, puede causarse por actos hu- dera en su perfección, no es compatible
manos: mas [ 2 ] no así la que ordena al con ningún pecado mortal; pero la virtud
hombre al bien, según que este es modifi- humanamente adquirida puede serlo con
cado por la ley divina y no por la razón algún acto de pecado, aun mortal: por-
humana. que el uso del hábito en nosotros está so-
Responderemos, que acerca de la ge- metido á nuestra voluntad, como arriba
neración de los hábitos por los actos en se ha dicho ( C . 4 9 , a. 3 ) . M a s no por un
general ya se ha tratado (C. 5 1 , a. 2 y 3 ) : solo acto de pecado se corrompe el hábito
mas ahora en cuanto á la virtud debemos de la virtud adquirida; por cuanto el h á -
considerar q u e , como antes se ha dicho bito no se opone directamente (3) al acto,
(C. 55, a. 3 y 4 ) , la virtud del hombre lo sino el hábito : y por t a n t o , aunque sin
perfecciona para el bien ; p e r o , consis- la gracia el hombre no puede evitar el
tiendo la razón del bien « e n el modo, es- pecado mortal, de modo que nunca peque
» pecie y orden » ( 2 ) , como • dice San mortalmente; esto no impide sin embargo
Agustín (Libro de la naturaleza del bien, el que pueda adquirir hábito de virtud,
cap. 3.°), ó en el número,peso y medida, por medio de la cual se abstenga de ma-
como se dice ( S a p . 1 1 ) , conviene que el las obras en él mayor número de casos,
bien del hombre se considere según al- y principalmente de las que son en estre-
guna regla. E s t a por cierto es doble s e - mo contrarias á la razón (4). H a y tam-
gún lo dicho ( C . 1 9 , a. 3 y 4 ) , á saber, la bién ciertos pecados mortales, que el hom-
razón humana y la l e y divina : y , como la bre sin la gracia de ningún modo puede
ley divina es regla superior, por eso se evitar, cuales son los que directamente
estiende á m á s ; de tal modo que todo se oponen á las virtudes teológicas, que

(1) Que no proceden de la virtud, como deben presuponerse (3) Si solo indirectamente y de un modo (digámoslo así) re-
los anteriores a ella, por lo que dice « fallan ó no se relacio- flejo ó como procedente de su fallo respectivo. Así que á la
» nan con la perfección de la virtud (deficiunt á pcrfcclionc vir- virtud es directa é inmediatamente contrario el vicio, y al acto
lii/isl, es decir son más imperfectos que la virtud misma ema- virtuoso lo es el pecado procedente del hábito vicioso contra-
nada de ellos, según se supone, como si ellos fueran la causa rio á la virtud como hábito. Recuérdese lo dicho acerca de la
y la virtud su efecto ; por lo que la inducción del axioma no distinción entre la embriaguez y la borrachera en la nota 1,
es pertinente, como basada en un falso supuesto. página 297.
(2) Véase en la 1." P. la C. 5, a, 5 ; y las notas 1 y 2 del (4) Véase acerca de esto la C. 109 y especialmente sus ar-
T-l.°pig.40. tículos 8." y 9.°
404 CUESTIÓN LXIII.—ARTÍCULOS II Y I I I .

por don de la gracia se hallan en nosotros. uno solo, y mucho menos D i o s : y , pues
E s t o empero se manifestará más clara- « Dios ha sembrado en nuestra alma los
mente en adelante ( a . 3 ) . » gérmenes de las virtudes » , como dice
A l 3.° q u e , como se h a dicho ( a . 1 ; y la Glosa ( H e b r . 1 ) , no h a y para qué
C. 5 1 , a. 1 ) , de las virtudes adquiridas cause en nosotros por infusión otras vir-
preexisten en nosotros ciertos gérmenes tudes.
ó principios según la naturaleza, princi- Por el contrario, se dice (Sap. 8 , 7 ) :
pios ciertamente más nobles que las vir- enseña sobriedad y justicia, prudencia y
tudes mediante ellos adquiridas: así como virtud.
la inteligencia de los principios especula- Conclusión. Conviene que á las virtu-
tivos es más noble que la ciencia de las des teológicas correspondan proporcio-
conclusiones ; y la natural rectitud de la nalmente otros hábitos divinamente cau-
razón es más noble que la rectificación sados en nosotros.
del apetito, que se hace por la participa- R e s p o n d e r e m o s , que los efectos deben
ción de la r a z ó n , la cual rectificación en ser proporcionados á sus causas y princi-
verdad pertenece á la virtud moral. A s í pios; y todas las virtudes, tanto intelec-
pues los actos humanos, en cuanto pro- tuales como morales, que por nuestros
ceden de principios más a l t o s , pueden actos se adquieren, proceden de ciertos
causar las virtudes humanas adquiridas. naturales principios en nosotros preexis-
t e n t e s , como antes se h a dicho (a. 1 ; y
ARTÍCULO I I I . — ¿ Hay e n nosotros a l - C. 5 1 , a. 1 ) , en c u y o lugar ( d e esos na-
g u n a s virtudes morales por Infusión? (1) turales principios) se nos confieren por
D i o s las virtudes teológicas, con las cua-
1.° Parece que ademas de las virtudes les somos" ordenados al fin sobrenatural,
teológicas no h a y en nosotros otras vir- según lo dicho ( C . 6 2 , a. 3 ) . Según esto
tudes infusas por D i o s : porque las cosas, pues conviene que también á estas virtu-
que pueden hacerse por causas segundas, des teológicas correspondan otros hábitos
no son hechas inmediatamente por D i o s divinamente causados en nosotros ( 2 ) ,
sino acaso alguna vez milagrosamente; que son respecto de las virtudes teológi-
p u e s , como dice San Dionisio (implic. D e cas lo que las virtudes morales é intelec-
ccel. hier. c. 8, 10 y 15), « l a ley de la D i - tuales á los principios naturales de las
» vinidad es conducir á las últimas cosas virtudes (3).
»por los medios». P e r o las virtudes inte- A l argumento 1.° diremos, que cierta-
lectuales y morales pueden causarse en mente algunas virtudes morales é intelec-
nosotros por nuestros actos, como se h a tuales pueden causarse en nosotros por
dicho ( a . 2 ) : luego no convenientemente nuestros actos ; sin embargo aquellas no
se causan en nosotros por infusión. son proporcionadas á las virtudes teoló-
2.° E n las obras de Dios mucho menos gicas, y por tanto conviene que otras á
hay algo supérfluo que en las obras de ellas proporcionadas sean causadas inme-
naturaleza. M a s para ordenarnos al bien diatamente por Dios.
sobrenatural bastan las virtudes teológi- A l 2.° que las virtudes teológicas sufi-
cas. L u e g o no h a y otras virtudes sobre- cientemente nos ordenan al fin sobrena-
naturales, que convenga sean causadas tural según cierta incoación, es á saber,
por D i o s en nosotros. en cuanto al mismo Dios inmediatamente;
3.° L a naturaleza no hace valiéndose pero conviene que por medio de otras vir-
de dos lo que puede hacer por medio de tudes infusas se perfeccione el alma acerca

(1) La doctrina aquí establecida por el Santo está reconocida citando en comprobación pasajes lestuales de San Ambrosio
como la más probable por el Concilio de Viena, que la declaró (in Hcxamcron, 1. 6, c. 7) y San Gregorio (fíom. 5 in Ezech.),
preferible á la contraria (de Escoto y otros), como la más con- quien insinúa nominalmente entre otras virtudes la castidad
forme con las enseñanzas de los Santos y doctores aún mo- y la humildad, infusas también por Dios (dice), aunque no
dernos (sic) de Teología, quienes comunmente opinan que «en siempre lo sean absolutamente.
» el Bautismo se confieren á niños y adultos la gracia sanlifi- (3) Tal es la doctrina esplícita y terminante del Catecismo
» cante y las virtudes ». del Concilio Tridentino, que habla en términos espresos (P. 2,
(2) rio de cualquier modo, sino precisamente por infusión ; c. 2, § 69) del « cortejo ó acompañamiento de todas las virtu-
pues de alguna manera es sabido y aun de fe que también es «'des infusas por Dios en el alma juntamente con la gracia
Dios la causa de las demás -virtudes y de cuanto bueno haya » santificante ».
en nosotros, eomo oportunísimamente advierte el P. Nicolai
CUESTIÓN LXIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 405

de otras cosas, en orden empero á Dios. Conclusión. Las virtudes infusas y


A l 3.° que la virtud de aquellos princi- las adquiridas difieren entre sí en espe-
pios naturalmente impresos no se estiende cie, ya según las razones formales de los
más allá de la proporción de la naturaleza; objetos, ya también según aquello á que
y por eso en orden al fin sobrenatural se ordenan.
necesita el hombre ser perfeccionado por R e s p o n d e r e m o s , que de dos modos se
otros principios sobreañadidos. distinguen los hábitos en especie : 1.° co-
mo se ha dicho (C. 5 4 , a. 2 ) , según las
ARTÍCULO I V . — ¿ t a v i r t u d , que nd- especiales y formales razones de los ob-
quirimos por l a costumbre de l a s obras, e s de jetos. M a s el.objeto de cada virtud es el
la misma e s p e c i e q u e l a virtud infusa ? bien considerado en su materia propia,
como el objeto de la templanza es el bien
l.° Parece que las virtudes infusas (1) de las, cosas deleitables en las concupis-
no son de otra especie que las virtudes cencias del tacto, de cuyo objeto la ra-
adquiridas : porque la virtud adquirida y zón formal procede ciertamente de la
la virtud infusa, según lo anteriormente razón, que establece el modo en estas
dicho, parece no difieren sino s e g ú n el concupiscencias ; pero lo material es lo
orden al último fin; mas los hábitos y que procede de parte de las concupiscen-
actos humanos no reciben la especie del cias : y es manifiesto que h a y distinta
último fin, sino del próximo : l u e g o las razón en el movimiento de la razón, que
virtudes morales ó intelectuales infusas se impone en tales concupiscencias según
no se diferencian en especie de las adqui- la regla de la razón humana y según la
ridas. regla divina; por ejemplo, en la acción de
2.° L o s hábitos se conocen por los tomar alimentos se establece el modo por
actos, y uno mismo es el acto de la tem- la razón humana, para que no dañe á la
planza infusa y de lá adquirida, á saber, salud del cuerpo ni impida el acto de la
razón; mas según la regla de la l e y di-
moderar las concupiscencias del tacto.
vina se requiere que el hombre castigue
Luego no se diferencian en especie.
»su cuerpo y le reduzca á la servidum-
3.° L a virtud adquirida y la infusa di-
b r e » ( 3 ) por la abstinencia de la c o -
fieren según lo que es hecho inmediata-
mida y bebida y otras cosas semejan-
mente por Dios y lo hecho por la cria-
tes. D e donde resulta evidente que la
tura. Pero uno mismo en especie es el templanza infusa y la adquirida difieren
hombre á quien D i o s formó y el engen- en especie, y la misma razón hay respec-
drado por la naturaleza, y el ojo que dio to de las otras virtudes. 2.° L o s hábitos
al ciego de nacimiento que el producido también se distinguen en especie según
por la virtud formativa. L u e g o parece aquellas cosas, á que se ordenan : porque
que son de la misma especie la virtud no es de la misma especie la sanidad del
adquirida y la infusa. hombre y la del caballo á causa de las
Por el contrario: cualquiera diferen- diversas naturalezas, á que se ordenan;
cia inclusa en la definición, cambiada, di- y del mismo modo dice Aristóteles (Polit.
versifica la especie. E s así que en la de- 1. 3 , c. 3 ) que « son diversas las virtudes
finición de la virtud infusa se espresa, » de los ciudadanos según su buena dis-
i la cual Dios obra en nosotros sin nos- »posición á diversas policías» ( 4 ) . Y en
o t r o s » , como se ha dicho ( C . 5 5 , a. 4 ) . este sentido también se diferencian en
Luego la virtud adquirida, á l a c u a l esto especie las virtudes morales infusas, por
no conviene ( 2 ) , no es de la misma es- las que los hombres se hallan bien dis-
pecie que la infusa. ta) Porque, aunque Dios la causa en nosotros mediante su
auxilio, no lo hace sin cooperación de nuestra parte, sopeña
(1) Entiéndase habla de las que no podemos tener ni ad-
quirir por otro algún medio que siendo infusas, conforme á de dejar de ser adquirida por el mismo hecho de no procu-
'o espuesto en la nota 2 , pág. 307 ; y esto aun por lo que rárnosla nosotros mismos.
respecta á las que con otro carácter y en diverso grado po-
demos adquirir naturalmente, como son en general las .in- (3) i Cor. 9, 27.
telectuales y morales, es decir, todas á escepcion de las teo- (4) Para prestar unos ú otros servicios en obsequio del bien
lógicas. La distinción específica, de que aquí se trata, no se común, desempeñando cargos políticos ó administrativos ó de
limita á la que media entre las teologales y las que no lo son otra índole y sobre todo cumpliendo los deberes de ciudadano
(sobre la cual véase la nota 1, pág. 308), sino que y prefe- y los que imponen el patriotismo y el carácter mismo d»
rentemente concierne á las no teológicas bajo sus dos diver- miembro ó individuo de una sociedad civil.
sos conceptos de adquiridas ó infusas.
406 CUESTIÓN L X I I I . — A R T Í C U L O IV.

puestos en orden á ser ciudadanos de los al tacto la templanza adquirida y la tem-


santos y domésticos de Dios, y otras vir- planza infusa, como se ha dicho; y por
tudes adquiridas, por las que el hombre lo mismo no tienen el mismo acto (1).
se ordena bien en orden á las cosas h u - A l 3.° que el ojo del ciego de naci-
manas. miento le hizo Dios para el mismo acto,
A l argumento 1.° diremos, que la vir- para el cual se forman los otros ojos se-
tud infusa y la adquirida no solo se dife- gún la naturaleza; y así fue de la misma
rencian según el orden al último fin, sino especie: y la misma razón habría, si
también en orden á los propios objetos, Dios quisiera causar milagrosamente en
como queda dicho. el hombre virtudes, como las que se ad-
A l 2.° que de distinta manera modifi- quieren por los actos. P e r o no es así en
ca las concupiscencias de lo deleitable nuestro caso, como va dicho.

CUESTIÓN LXIV.

Medio de las virtudes.

Examinemos á continuación las propiedades de las v i r t u d e s , y 1.» el medio de las v i r t u d e s ; 3." su


conexión; 3.° su igualdad; 4.° su duración. Respecto de lo primero indagaremos cuatro cosas: 1. Con- a

sisten en el medio las virtudes m o r a l e s ? — 2 . El medio de la virtud es el medio del objeto, ó de la


a

r a z ó n ? - 3 . Las virtudes intelectuales consisten en un medio? — 4 . Y las virtudes teológicas ?


a a

ARTÍCULO I. — 1-ns ¡virtudes morales se dice (Ethic. 1. 4 , c. 2 y 3 ) . L u e g o no


están en el medio ? (2). toda virtud moral está en el medio.
3.° Si es de esencia de la virtud mo-
l.° Parece que la virtud moral no con- ral estar en el medio, se seguirá que la
siste en el medio : porque lo último re- virtud moral no se perfecciona, antes
pugna á la razón de medio; y es esencial bien se corrompe por el hecho mismo de
á la virtud ser lo ú l t i m o , pues se dice tender al estremo. M a s ciertas'virtudes
( D e c c e l o , ! . 1 , t. 1 1 6 ) que « l a virtud morales se perfeccionan, por propender al
» e s lo último de potencia» : luego la vir- estremo: como la virginidad, que se abs-
tud moral no consiste en el medio. tiene de todo lo deleitable deshonesto, y
2.° L o que es lo máximo no es medio. así obtiene el estremo y es perfectísima
P e r o ciertas virtudes morales tienden h a - castidad; y dar todas las cosas á los po-
cia alguna cosa m á x i m a , cómo la m a g - bres es perfectísima misericordia ó libe-
nanimidad, que versa acerca de los máxi- ralidad. L u e g o parece no ser de la razón
mos honores, y la magnificencia acerca de la virtud moral estar en el medio.
de los máximos gastos ó dispendios, según Por el contrario , Aristóteles (Ethic.

(1) El tal acto es materialmente idéntico, pero distinto siste en el medio ; pues se suponen otras estremas, sin que
formalmente, según gráficamente lo esplica con su acostum- dejen da ser virtudes como aquella. Mas por razón del efecto,
brada precisiónfilosóficael mismo Santo Autor (Lib. 2, Dlst. 33, ó considerada como causa la virtud, el modio se entiende en
C. 1, a. 2; y C. 4, al 2." la materia ú objeto, sobre que actúa, entre lomas y lo me-
(2) Esto de consistir la virtud en un justo medio entre dos nos; desviándose del esceso y del defecto, cuales serían con
estremos puede entenderse (observa el C, Cayetano) en dos respecto á la largueza la prodigalidad y la avaricia, estremos
conceptos : esencial y causalmente. En cuanto á la esencia de ambos viciosos : y en esta acepción (que es la que aquí se da
la virtud guarda el medio la que se halla entre otras dos vir- á la voz medio) todas las virtudes consisten en un medio, á es-
tudes estremas, como la largueza ó liberalidad entre la bene- cepcion de las teologales, en las que no cabe esceso, aunque
ficencia y la munificencia: en este sentido no toda virtud con- sí defecto.
CUESTIÓN LXIV. — A R T Í C U L O S I Y I I . 407

1. 2 , c. 7 ) dice que « l a virtud moral es gún las diversas circunstancias; y así nada
»hábito e l e c t i v o , que existe en el térmi- obsta el que en alguna virtud haya estre-
» no medio » . mo según una circunstancia, el cual sin em-
Conclusión. El bien de la virtud mo- bargo es medio según otras circunstancias
ral [1] consiste en la adecuación á la por su conformidad con la razón, y así se
medida de la razón; y por lo mismo [ 2 ] verifica en la magnificencia y en la magna-
consiste en el medio. nimidad. P o r q u e , si se considera la can-
Responderemos q u e , como de lo dicho tidad absoluta de aquello, á que tiende el
antes se infiere ( C . 55, a. 3 ) , la virtud magnífico y el magnánimo, se dirá estre-
por su propia razón ordena al hombre al mo y máximo; pero, considerando esto mis-
bien. Mas la virtud moral propiamente es mo por comparación á otras circunstan-
perfectiva de la parte apetitiva del alma cias, en este sentido tiene razón de medio,
acerca de alguna materia determinada; por que hacia esto máximo tienden tales
y la medida y regla del movimiento ape- virtudes según la regla de la razón, esto
titivo acerca de l a s cosas apetecibles es es, donde conviene y cuando conviene y
la misma razón. P o r otra parte el bien porque conviene ; pero de esceso, si tien-
de cualquier cosa medida y regulada con- de á esto m á x i m o , cuando no conviene,
siste en que se conforme con su regla, ó donde no conviene, ó como n o , ó por
como el bien de las obras de arte está en lo que no conviene; y hay defecto, si no
seguir la regla del arte, y el mal por se dirige á esto máximo donde conviene
consiguiente en tales obras proviene de y cuando conviene. Y esto es lo que dice
que algo discrepa de su regla ó medida : Aristóteles ( E t h i c , 1. 2 , c. 3) que « e l
lo cual por cierto sucede ó porque traspa- »magnánimo es ciertamente estremo en
sa los límites de la medida, ó porque no » l a magnitud, mas en el sentido de como
llega á ella, como manifiestamente se ob- »conviene es medio».
serva en todas las cosas reguladas y me- A l 3.° que la misma razón hay acerca
didas. Por lo tanto es evidente que el de la virginidad y de la p o b r e z a , que
bien de la virtud moral consiste en la acerca de la magnanimidad : porque la
igualación á la medida de la razón. P e r o virginidad se abstiene de todas las cosas
es manifiesto que entre el esceso y el de- deshonestas y la pobreza de todas las ri-
fecto el medio es la igualdad ó confor- quezas , por lo que conviene y según lo
midad. D e donde claramente se deduce que conviene, esto e s , según el manda-
que la virtud moral consiste en el medio. miento de Dios y por la vida eterna.
A l argumento 1.° diremos, que la vir- M a s , si esto se hace según lo que no
tud moral deriva su bondad de la regla conviene, esto es, según alguna supersti-
de la razón; mas por materia tiene las ción ilícita ó también por vanagloria, será
pasiones ú operaciones. Si pues se com- supérfluo : y , si no se hace cuando con-
para la virtud moral con la r a z ó n ; de viene , ó según lo que c o n v i e n e , es vicio
este modo, según lo que es propio de la por defecto, como se ve en los que que-
razón, tiene la razón de un solo estremo, brantan el voto de virginidad ó de po-
que es la conformidad; en tanto que el breza.
esceso y el defecto tienen la razón del
otro estremo, que es la deformidad. P e r o , ARTÍCULO I I . — E I medio de i « virtud
si se considera la virtud moral según su moral e s medio de l a cosa, ó de l a razón ?
materia; en este sentido tiene razón de
medio, en cuanto reduce la pasión á la l.° Parece que el medio de la virtud
regla de la razón. P o r esto Aristóteles moral no es medio de la razón , sino me-
dice (Ethic. 1. 2 , c. 6) que « l a virtud dio de la cosa : porque el bien de la vir-
» según la sustancia es el término medio», tud moral consiste en lo que está en el
en cuanto la regla de la virtud se asigna medio; y el bien, como se dice (Met. 1. 6 ,
acerca de la propia materia; mas según c. 8), está en las cosas mismas. L u e g o el
lo óptimo y b i e n , es estremidad, según medio de la virtud moral es el medio de
la conformidad de la razón. la cosa.
A l 2.° que el medio y los estreñios se 2.° L a razón es fuerza aprensiva. E s
consideran en las acciones y pasiones se- así que la virtud moral no consiste en el
408 CUESTINO L X I V . — ARTÍCULOS 11 Y I I I .

medio de las aprensiones, sino más bien que , como se b a dicho ( a . 1 ) , la virtud
en el medio de las operaciones y pasiones. moral se dice consistir en el medio por
L u e g o el medio de la virtud moral no es su conformidad con la razón recta. Pero
medio de la r a z ó n , sino de la cosa. « veces el medio de la razón es medio de
3.° E l m e d i o , que se toma según la la cosa , y entonces precisamente el me-
proporción aritmética ó geométrica ( 1 ) , dio de la virtud moral es el medio de la
es medio de la cosa; y tal es el medio de cosa , como lo es en la justicia ; y otras
la justicia, como se dice ( E t h i c . 1. 5, c. 3 ) . veces el medio de la razón no es medio
L u e g o el medio de la virtud moral no es de la c o s a , sino que se toma por compa-
medio de la razón, sino de la cosa. ración á nosotros ; y asi es el medio en
Por el contrario , Aristóteles ( E t b i c . todas las otras virtudes morales. L a ra-
1. 2 , c. 6 ) dice que « la virtud moral con- zón de esto e s , porque la justicia versa
» siste en el medio determinado ( 2 ) con acerca de las operaciones, que consisten
» respecto á nosotros por la razón. en cosas esteriores , en las que lo recto
Conclusión. El medio de la virtud debe instituirse absolutamente y (secun-
moral [ 1 ] wo es medio de la razón, según dum se) por lo que son en sí, como se ha
que el medio consiste en el acto de la ra- dicho ( C . 5 9 , a. 2 ) ; y por tanto el medio
zón : todo medio de virtud moral [ 2 ] es de la razón en la justicia es el mismo que
medio de la razón, como determinado por el medio de la cosa, en cuanto la justicia
esta en alguna materia ; pero [ 3 ] en la da á cada uno lo que d e b e , ni más ni
justicia es uno mismo el medio de la ra- menos. M a s las otras virtudes morales
zón y de la cosa; al paso que en todas versan acerca de las pasiones interiores,
las demás virtudes morales [ 4 ] el medio en las cuales no puede lo recto consti-
de la razón no es el medio de la cosa, sino tuirse del mismo m o d o , porque los hom-
que se entiende por comparación á nos- bres se han diversamente con respecto a
otros. las pasiones; y por lo tanto la rectitud
Responderemos, que el medio de la de la razón en las pasiones debe insti-
razón puede entenderse de dos modos: tuirse por respecto á nosotros, que so mos
1.° según que el medio existe en el mismo los afectados por ellas.
acto de la r a z ó n , como reduciéndose el Con esto queda en evidencia la solu-
mismo acto de la razón á un medio; y en ción á las objeciones propuestas ; porque
este concepto, como la virtud moral no las dos primeras razones se refieren al
perfecciona el acto de la r a z ó n , sino el medio de la r a z ó n , el cual se halla en el
acto de la virtud apetitiva, el medio de mismo acto de la razón; y la 3 . al medio a

la virtud moral no es el medio de la ra- de la justicia.


zón ; 2.° llamando medio de la razón á
ARTÍCULO I I I . — t « s v i r t u d e s i n t e i c o
lo que se fija por la razón en alguna ma-
teria: y , así entendido, todo medio de una t u a l c s consisten e n e l m e d i o 1
virtud moral es medio de la razón; por- 1.° Parece que las virtudes intelec-

(1) Aritmética según la igualdad de esceso ó defecto res- trica empleadas por el Santo con pertinente oportunidad de-
pectivos, ó sea, de las diferencias entre el medio y cada uno muestran (si otras mil pruebas de ello no nos ofrecieran sus
de los estremos, como de 5 á 8 media la misma diferencia 3, escritos) que no solo no le eran estraños los estudios materna,
que hay también del medio 8 al estremo mayor 1 1 ; y geomé- ticos, sino que conocía las leyes del cálculo mucho más quizá
trica (llamada así por su más frecuente y útil aplicación á las que hoy no pocos de los que motejan de oscurantismo á los
dimensiones de estensiones semejantes, siendo la estension el siglos del escolasticismo y aun al mismo sapientísimo corifeo
objeto de la Geometría) en cuanto á la igualdad de múltiplos, de esa inmortal escuela cristiana; á pesar de estar en boga y
como duplo de 4 es 8, cuyo duplo es 10, estremo superior de ser de vulgarizada actualidad en nuestros dias, en que ape-
esta proporción geométrica. El tecnicismo de la ciencia hoy nas se conocen ni admiten como concluyentes otras demostra-
ya comunmente admitido esclarece notablemente el asunto, ciones que las formuladas en hechos y números.
llamando equidiferencia á la proporción aritmética y equico- (2) En algunas ediciones (la áurea entre ellas) se lee feme-
ciente ó de equimúltiplos á la geométrica : y es de notar que nino üeUrminata, como concertado con ralione ; pero Nicolai
una y otra se han de entender aquí de las llamadas continuas demuestra hasta la evidencia que debe ser masculino y modi-
ó de un solo término medio repetido; pues en las generales ó ficativo d,e medio, ó en caso contrario suplirse medietale (en
discretas hay dos términos medios desiguales en idéntica re- conformidad con el originario testo griego), suplencia á quo
lación ó razón (que es su nombre técnico) cada cual con su en verdad nada se presta la construcción sintáctica de la lo-
respectivo ó más próximo estremo, tomada siempre en un mis- cución, tal cual aparece en todos los ejemplares de la S U M A ,
mo orden ascendente ó descendente. Así la misma razón dife_ inclusos los que inconscientemente sin duda ó con lijeroy
rencial liga á los números 8 y 5 que á 7 con 4, cual es 3; y la descuidado criterio la dejan en su propia forma con el epí-
razón por cociente de 6 á 3 es equimúltipla de la de 10 con 5. teto femenino delerminala.
Las solas denominaciones de «proporciónaritmética ygeomó
CUESTIÓN L X I V . — A R T Í C U L O III. 409

tuales no consisten en el m e d i o : porque medio. Pero el bien de la virtud intelec-


las virtudes morales consisten en un me- tual es lo verdadero, en absoluto de la
dio, en cuanto se conforman con la regla virtud especulativa (Ethic. 1. 6, c. 2 ) , y
de la razón ; y las virtudes intelectuales de la virtud práctica lo verdadero según
están en la misma razón , por lo que pa- la conformidad con el apetito recto : y lo
rece no tienen regla superior ( 1 ) . L u e g o verdadero de nuestro entendimiento ab-
las virtudes intelectuales no consisten en solutamente considerado es como medido
el medio. por la c o s a , puesto que la cosa es la me-
2.° E l medio de la virtud moral se de- dida de nuestro entendimiento ( M e t . 1. 10,
termina por la virtud intelectual; porque t. 5); porque, «según que la cosa es ó no
se dice (Ethic. 1. 2 , c. 6) que « l a virtud » es, la verdad está en la opinión ó en la
» consiste en el medio ( 2 ) determinado » espresion ». A s í pues el bien de la vir-
)> por la razón, según el sabio determina- tud intelectual especulativa consiste en
» ra ». Si pues la virtud intelectual á su cierto medio por su conformidad con la
vez consiste en el medio, habrá de deter- misma cosa, según que dice ser lo que es,
minársele el suyo por alguna otra virtud; ó no ser lo que no e s , en lo cual consiste
y así se procede hasta el infinito en las la razón de lo verdadero : mas el esceso
virtudes. es según la afirmación falsa, por la que
3.° E l medio propiamente existe entre se dice ser lo que no es ; y el defecto se
cosas contrarias, como lo manifiesta Aris- toma según la negación falsa, por la cual
tóteles ( M e t . 1. 1 0 , t. 22 y 2 3 ) : y en el se dice no ser lo que es. Empero el bien
entendimiento no parece haber contrarie- de la virtud intelectual práctica, compa-
dad alguna, puesto que aun las mismas rado con la cosa, tiene razón de medido;
cosas contrarias, según que están en el y así del mismo modo se toma el medio
entendimiento, no son contrarias ; sino por la conformidad con la cosa en las
que simultáneamente se conciben, como virtudes intelectuales prácticas, como en
lo blanco y lo n e g r o , lo sano y lo enfer- las especulativas ; pero respecto del ape-
mo. Luego en las virtudes intelectuales tito tiene razón de regla y medida : por
no hay medio. consiguiente el mismo medio, que es pro-
Por el contrario: « el arte es una vir- pio de la virtud m o r a l , lo es también de
»tud intelectual» ( Ethic. 1. 6 , c. 3 ) , y la misma prudencia, es á saber, la recti-
sin embargo «propio es del arte algún tud de la razón : pero ciertamente de la
» medio » ( Ethic. 1. 2 , c. 6 . ) L u e g o la prudencia es este medio como del que
virtud intelectual consiste en el medio. regula y m i d e , y de la virtud moral
Conclusión. El bien de la virtud inte- como de medida y regulada; é igual-
lectual [ 1 ] especulativa (y aun práctica) mente el esceso y el defecto se toman de
consiste en cierto medio , que es su con- diverso modo en uno y otro caso.
formidad con la cosa; pero [ 2 ] en las A l argumento 1.° diremos, que también
virtudes intelectuales prácticas con res- la virtud intelectual tiene su medida, co-
pecto al apetito ese medio importa razón mo queda d i c h o ; y por la conformidad
de regla ó medida. con la misma se toma en ella el medio.
Responderemos, que el bien de una A l 2.° que no es necesario proceder al
cosa consiste en el medio, según que se infinito en las virtudes; porque la medida
conforma con la regla ó m e d i d a , que y regla de la virtud intelectual no es al-
puede traspasar ó no alcanzar, como se gún otro género de virtud, sino la mis-
ha dicho (a. 1); y la virtud intelectual se ma cosa.
ordena al b i e n , como asimismo la moral, A l 3.° que los mismos contrarios no
según lo dicho ( C . 55, a. 3 ) : y así es que tienen contrariedad en el alma, porque el
el bien de la virtud intelectual se refiere uno es causa de conocer el otro ( 3 ) ; y sin
igualmente que á la medida á la razón de embargo en el entendimiento existe la con-

(1) Intrínseca al hombre mismo, sin perjuicio do reconocer á ratione) tampoco puede afectar al nominativo virtus, cuya
i Dios otra estrínseca y superior á la razón. concordancia pudiera ilusionar á alguno ; por más que el na-
(2) Medietatc : hé aquí corrobado cuanto con Kicolai deja, tural hipérbaton latino sería violento con tal interpretación,
os espuesto en la nota 2, pág. 408 ; pero débese añadir en (3) Véase C. 35, a. 5, al 2.° ; y su nota 1, pág. 247.
•te lugar que determimtá (ablativo adjunto a medietale, y no
410 CUESTIÓN' L X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV.

trariedad entre la afirmación y la nega- Por el contrario: en todas aquellas


ción, que son contrarias, como se dice (al cosas, en que la virtud consiste en el me-
fin de lasPerihermenias). Porque, aunque dio , acontece pecar por e s c e s o , como
el ser y el no ser no son contrarios , sino también por defecto; pero acerca de
contradictoriamente opuestos, si se con- Dios, que es el objeto de la virtud teoló-
sideran las mismas cosas significadas, se- gica , no cabe pecar por e s c e s o , pues se
gún están en las cosas , porque lo uno es dice ( Eccli. 43 , 33 ) : Recibid al Señor,
ente y lo otro es puramente no ente; sin ensalzadle cuanto podéis ; porque mayor
e m b a r g o , si se refieren al acto del alma, es que toda alabanza. L u e g o la virtud
los dos suponen algo de ser: y por lo teológica no consiste en el medio.
mismo ser y no ser son contradictorios; Conclusión. El bien de la virtud teo-
pero la opinión, con la que opinamos que lógica [ 1 ] , según que su regla ó medida
el bien es b i e n , es contraria á la opinión es Dios, no consiste en el medio; sino que
con que opinamos que el bien no lo es; y tanto es mejor, cuanto más se aproxima
entre tales contrarios el medio es la vir- á lo sumo : mas [ 2 ] per accidens y de
tud intelectual. nuestra parte en la virtud teológica pue-
den considerarse medio y estremos.
ARTÍCULO I V . — t a s virtudes teoló- Responderemos q u e , como se ha dicho
gicas consisten en el medio ? (a. 1 ) , el medio de la virtud se toma por
la conformidad con su regla ó medida,
l.° Parece que la virtud teológica con- según que puede escederla ó no alcan-
siste en el medio: porque el bien de otras zarla. P e r o la medida de la virtud teo-
virtudes consiste en el medio; y la virtud lógica puede tomarse de dos maneras:
teológica escede en bondad á las demás 1. según la misma razón de la virtud, y
a

virtudes: luego la virtud teológica mu- en este sentido la medida y la regla de la


cho mas está en el medio. virtud teológica es el mismo Dios; porque
2.° E l medio de la virtud moral cier- nuestra fe se regula según la verdad di-
tamente se toma, según que el apetito es vina , mas la caridad según su bondad y
regulado por la razón; mas el de la inte- la esperanza según la magnitud de su
lectual, según que nuestro entendimiento omnipotencia y de su piedad ; y esta es
es medido por la cosa. E s así que la vir- medida que escede á toda humana fa-
tud teológica perfecciona no solo el en- cultad : por lo cual nunca puede el hom-
tendimiento sino también el apetito, como bre amar tanto á D i o s , cuanto debe ser
arriba se ha dicho ( C. 6 2 , a. 3 ) . L u e g o a m a d o , ni creer ni esperar en él cuanto
también la virtud teológica consiste en el debe. D e donde se sigue que mucho me-
medio. nos puede haber allí esceso; y así el bien
3.° L a esperanza, que es virtud teoló- de tal virtud no consiste en el medio, sino
gica, es medio entre la desesperación y la que tanto es mpjor, cuanto más se acerca
presunción, y asimismo también la fe á lo sumo. 2 . ha otra regla ó medida de
a

procede como media entre contrarias he- la virtud teológica es de parte nuestra;
rejías, según dice Boecio ( Libro de las porque , aunque no podemos elevarnos á
dos naturalezas, implic. al principio y al Dios cuanto debemos, sin embargo debe-
fin ) ; puesto que el confesar nosotros en mos adherirnos á él creyendo, esperando
Cristo una sola persona y dos naturale- y amando según la medida de nuestra
zas es medio entre la herejía de N e s t o - condición, y en este concepto accidental-
r i o , que dice dos personas y dos natura- mente pueden en la virtud teológica con-
lezas, y la herejía de E u t í q u e s , que dice siderarse medio y estremos de nuestra
una sola persona y una sola naturaleza. parte (1).
L u e g o la virtud teológica consiste en el A l argumento 1.° diremos, que el bien
medio. de las virtudes intelectuales y morales

(1) Creyendo y esperando ni más ni menos que lo que de- desviándonos de ese medio : lo cual en la caridad solo puede
bemos creer y esperar, y como es debido, nos conservamos en tener lugar en cuanto al modo, y no á la cantidad ó grados
el justo medio constitutivo de esas dos virtudes; en cuyos del amor á Dios ; pues, como dice Santa Teresa, ti la tasa del
respectivos estreñios de incredulidad y desesperación por de- » amor divino es amarle sin tasa ». Así es como debo enten-
fecto ó de superstición y presunción por esceso incurriríamos derse lo que dejamos dicho en la nota 2, pág. 400.
CUESTIÓN LXIV. — ARTÍCULOS IV. 411

consiste en el medio por la conformidad tra parte, es decir, en cuanto alguno se


á la regla ó medida, que se puede tras- dice que espera de D i o s el bien, que e s -
pasar ; lo cual no se verifica en las virtu- cede á su condición ( 1 ) ; ó desespera,
des teológicas, propiamente hablando, porque no espera lo que según su condi-
como se ha dicho. ción podría esperar : mas no puede haber
A l 2.° que las virtudes morales é inte- superabundancia de esperanza de parte
lectuales perfeccionan nuestro entendi- de D i o s , cuya bondad es infinita. D e l
miento y apetito en orden á la medida y mismo modo también la fe es media entre
regla creada ; mas las virtudes teológicas contrarias herejías, no por comparación
en orden á medida y regla increada. D e al objeto, que es D i o s , á quien nadie
donde se sigue que no hay razón de ana- puede creer demasiado; sino en cuanto
logía. la misma opinión humana media entre
A l 3.° que la esperanza es media entre contrarias opiniones, como se ve por l o
la presunción y la desesperación por nues- arriba dicho (a. 3 , al 3.°).

CUESTIÓN LXV.

Conexión de las virtudes.

Consideraremos a h o r a la conexión entre las v i r t u d e s , investigando cinco c o s a s : 1. Las virtudes


a

morales están enlazadas entre si? —2. Pueden existir virtudes morales sin c a r i d a d ? — 3 . Puede h a -
a a

ber caridad sin ellas?—4. Puede haber f e y e s p e r a n z a sin c a r i d a d ? —5. Puede haber caridad sin
a a

ellas?

ARTÍCULO I . — L « S virtmics morales cs> » l a s cosas pequeñas y con estas se digni-


(án conexionadas entre sí ¥ » f i c a , es templado, pero no magnífico»:
luego las virtudes morales no están co-
l.° Parece que las virtudes morales no nexas.
están por necesidad en recíproca cone- 3.° A s í como las virtudes morales per-
xión : porque las virtudes morales son á feccionan la parte apetitiva del alma, así
veces origiuadas del ejercicio de los actos, las virtudes intelectuales perfeccionan la
como se prueba ( E t h i c . 1. 2 , c. 1 y 2 ) ; y parte intelectiva. E s así que las virtudes
el hombre puede ejercitarse en actos de intelectuales no están conexas; porqué
alguna virtud, sin ejercitarse en actos de puede uno tener una sola ciencia, sin que
otra: luego una virtud moral puede po- por esto tenga otra. L u e g o tampoco las
seerse sin otra. virtudes morales están conexas.
2.° L a magnificencia y la magnanimi- 4.° Si las virtudes morales están co-
dad son ciertas virtudes morales. E s así nexas , esto no es sino porque se enlazan
que alguno puede tener otras virtudes en la prudencia. P e r o esto no basta para
morales, sin que por esto tenga la mag- la conexión de las virtudes morales; por-
nificencia y la magnanimidad ; pues dice que parece que uno puede ser prudente
Aristóteles (Ethic. 1. 4 , c. 2 y 3) que « e l acerca de lo operable, que pertenece á
«pobre no puede ser magnífico», el cual una sola virtud, sin necesidad de que sea
sin embargo puede tener algunas otras prudente en las cosas pertenecientes á
virtudes; y que « aquel, que es digno en o t r a ; así como también uno puede tener

f 1J Y con alguna circunstancia indebida, como la de alean, promesas la bionventuranza natural, que seguramente escede
zarlo sin méritos ni cooperación alguna personal; pues en á la natural condición del hombre.
absoluto no es presunción esperar en virtud de las. divinas \ I
412 CUESTIÓN L X V . — A R T I C U L O I .

arte acerca de algunas cosas factibles, ria que estas virtudes se consideren : y
sin que por eso tenga arte acerca de otras; según esto evidentemente se deja ver la
y la prudencia es «recta razón de lo ope- razón de la conexión; porque la firmeza
r a b l e ». L u e g o no es preciso que las vir- no tiene alabanza de virtud, si carece de
tudes morales estén conexionadas. moderación ó rectitud ó discreción ; y lo
Por e l contrario, dice San Ambrosio propio respecto de las demás. E s t a misma
(sobre aquello de San L ú e a s , c. 6 : Bien- razón de conexión asigna S a n Gregorio
aventurados los pobres) : «Conexas y es- (Mor. 1. 2 2 , c. 1 ) , diciendo que «lasvir-
»labonadas están entre sí las virtudes, » t u d e s , si están separadas, no pueden
» de tal modo que el que tiene u n a , pa- » ser perfectas según la razón de virtud,
» r e c e tener muchas » ; y San Agustín » porque no es prudencia verdadera la que
también ( D e Trin. 1. 6 , c. 4 ) dice que » n o es justa, templada y fuerte»; y lo
« l a s virtudes, que están en el ánimo h u - mismo añade, al hablar de las otras virtu-
» m a n o , de ningún modo se separan unas des: razón que asimismo aduce San Agus-
» d e o t r a s » ; y S a n Gregorio (Moral. 1. tín ( D e Trin. 1. 6 , c. 4 ) . M a s otros dis-
2 2 , c. 1) dice que «una sola virtud sin tinguen las antedichas virtudes según las
»las demás ó es enteramente nula, ó im- materias, y conforme á esto alega por ra-
» perfecta» ; y Tulio (Tusculan. qusest. 1. zón de dicha conexión Aristóteles (Ethic.
2)*: « s i has confesado que no tienes una 1. 6) q u e , como y a se ha dicho ( C . 58,
»sola virtud, necesario es que ninguna a. 4), ninguna virtud moral puede tenerse
» t e n g a s ». sin la prudencia, por ser propio de la vir-
Conclusión. Las virtudes morales [1] tud moral hacer elección recta, puesto
imperfectas no están entre sí conexiona- que es hábito e l e c t i v o : y para la recta
das ; pero [2] sí lo están las perfectas. elección no basta la inclinación al debido
R e s p o n d e r e m o s , que la virtud moral fin, que se adquiere directamente por el
puede entenderse ó perfecta ó imperfecta: hábito de la virtud moral, sino que algu-
y ciertamente l a virtud moral imperfecta, no elija directamente los medios condu-
como la templanza ó la fortaleza, no es centes al fin; lo cual se hace por medio
otra cosa que alguna inclinación existen- de la prudencia, que es consiliativa y juz-
te en nosotros á hacer alguna obra de las gadora y preceptiva de lo concerniente al
que pertenecen al género de las buenas, fin. Igualmente también la prudencia no
ya exista en nosotros tal inclinación por puede tenerse, sin poseer las virtudes mo-
naturaleza ó por costumbre; y tomadas rales, puesto que la prudencia es «recta
en esta acepción las virtudes morales no »razón de lo operable, y procede como
están conexionadas, pues vemos que al- » de principios de los fines de las opera-
guno por natural complexión ó por algu- » ciones, á las que uno se halla rectamente
na costumbre está pronto para las obras » dispuesto por las virtudes morales». D e
de liberalidad, y sin embargo no lo está donde se sigue q u e , así como no puede
para las obras de castidad: mas la virtud haber ciencia especulativa sin la inteli-
moral perfecta es un hábito, que inclina á gencia de los principios, tampoco pruden-
ejecutar bien la obra b u e n a ; y así enten- cia sin las virtudes morales; y por tanto
didas las virtudes morales debe decirse es evidente que las virtudes morales es-
que están conexionadas, como casi todos tán conexionadas.
establecen ( 1 ) , asignándose de esto dos A l argumento 1.° diremos, que de las
razones según la diversidad, con que dis- virtudes morales unas perfeccionan al
tinguen algunos las virtudes cardinales. hombre según el común estado, á saber,
P o r q u e , como se h a dicho ( C . 6 1 , a. 3 en cuanto á aquellas cosas, q u e comun-
y 4 ) , unos las distinguen según ciertas mente en toda la vida de los hombres
generales condiciones de virtudes, de m o - ocurren deber hacerse; y al efecto es
do que la discreción pertenezca á la pru- preciso que el hombre al mismo tiempo
dencia, la rectitud á la justicia, la mode- se ejercite en las materias propias de to-
ración á la templanza, y la firmeza de das las virtudes morales : y , si de hecho
ánimo á la fortaleza, en cualquiera mate- .se ejercita en todas obrando bien, adqui-
(1) San Ambrosio (Depuraos, c. 5); y De offle. 1. 2, c. 9 ) ; Bernardo ( Sernt. de Annunlial.) j San Gregorio (¡loral. 1.1,
San Jerónimo (Ep. 127); San Agustín (De Trin. 1.0, c. 4); San c. 3 9 ) ; etc.
CUESTIÓN L X V . — A R T Í C U L O S I Y I I . 413

rirá los hábitos de todas las virtudes mo- la virtud moral, tienen orden entre sí y
rales ; empero, si se ejercita obrando bien aun respecto de las pasiones : por lo cual
solo acerca de una materia y no de otra, toda la materia de las virtudes morales
por ejemplo, comportándose bien acerca está comprendida en la sola razón de la
de las iras, pero no en cuanto á las con- prudencia. Sin embargo todas las cosas
cupiscencias, adquirirá sí algún hábito inteligibles dicen orden á los primeros
para refrenar las iras, pero que no tendrá principios ; y conforme á esto todas las
razou de virtud por defecto de prudencia, virtudes intelectuales dependen de la in-
la cual acerca de las concupiscencias se teligencia de los principios, como la pru-
corrompe: bien así como las naturales in- dencia de las virtudes morales, según se
clinaciones no tienen perfecta razón de ha dicho. Mas los principios universales,
virtud, si les falta prudencia. Mas hay de los que es la inteligencia de los prin-
ciertas virtudes morales, que perfeccio- cipios, no dependen de las conclusiones,
nan al hombre según cierto estado emi- sobre que versan las demás virtudes inte-
nente, como la magnificencia y la mag- lectuales, como las morales dependen de
nanimidad : y , por cuanto el ejercicio la prudencia; por cuanto el apetito mueve
acerca de las materias de estas virtudes en cierto modo á la razón, y la razón al
no ocurre á todos y cada uno comunmen- apetito, conforme á lo dicho ( C . 9 , a, 1;
te; puede uno tener otras (1) virtudes y C. 5 8 , a. 5 , al 1.°).
morales, sin que por esto tenga en acto A l 4.° que lo que inclina las virtudes
los hábitos de estas virtudes, hablando morales es respecto de la prudencia co-
de las virtudes adquiridas. P e r o , adqui- mo los principios ; mas las cosas factibles
ridas las otras virtudes, tienen esas en no se hacen con relación al arte como
potencia propincua: p u e s , cuando uno principios, sino solo como materia. Pero
por el ejercicio ha adquirido la liberali- es manifiesto que, aunque la razón puede
dad acerca de las donaciones y gastos ser recta en una parte de la materia, y
medianos ( 2 ) ; si le sobreviene abundan- no en otra ; no obstante de ningún modo
cia de dinero, con un módico ejercicio puede llamarse razón recta, si hay defecto
adquirirá el hábito de la magnificencia, de cualquier principio : como, si alguno
así como el geómetra con módico estudio errase acerca de este principio «cualquier
adquiere la ciencia de alguna conclusión, « todo es mayor que una parte s u y a » , n o
que nunca consideró. D í c e s e empero te- podría tener ciencia geométrica ; porque
nemos lo que está en nuestra facultad necesariamente habría de desviarse mu-
poseerlo, según aquello de Aristóteles cho de la verdad en las secuelas. Y
(Phys. 1. 2 , t. 5 6 ) : « l o que poco falta, ademas las cosas operables están ordena-
scasi nada parece faltar». Y con esto das entre sí, pero no las factibles, como
queda evidente la solución al 2.°. se ha dicho (al 3.°) : por tanto el defecto
A l 3.° que las virtudes intelectuales de prudencia acerca de una sola parte de
versan acerca de diversas materias no or- las operables induciría también defecto
denadas entre s í , como se ve en las di- en cuanto á las demás, lo cual no acon-
versas ciencias y artes : y por tanto no tece en las factibles.
se halla en ellas la conexión, que se ad-
vierte en las virtudes morales existentes A R T Í C U L O I I . — P u e d e haber virtudes
acerca de las pasiones y operaciones, que inórales sin caridad ?
manifiestamente tienen orden entre sí ;
porque todas las pasiones procedentes de l.° Parece que puede haber virtudes
ciertos primeros (principios), á saber, morales sin caridad: pues se dice ( L .
del amor y del odio, se terminan en cier- Sent. Prosp. c. 7) que «toda virtud fuera
tas otras (afecciones ) , como son la de- » de la caridad puede ser común á bue-
lectación y la tristeza. Y del mismo modo » nos y malos » ; y la caridad no puede
todas las operaciones, que son materia de existir sino en los buenos, como se dice

(1) Así con el códice de Alcañiz unánimes los manuscritos sin el artículo las, que abrazaría todas, y sin el cual habría de
todos y la mayoría de las ediciones más modernas ; la áurea entenderse de solo algunas.
empero con casi todas las antiguas omito la palabra alias, de- (2) Ordinarios ó adecuados á su situación y recursos según
biendo sin ella traducirse : «tener virtudes morales» con ó su condición ó estado y posibilidad.
414 CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULO I I .

(ibid.): luego puede haber otras virtudes C. 5 8 , a . 4 ) que las otras virtudes mora-
sin caridad. les no pueden existir sin la prudencia ; y
2.° L a s virtudes morales pueden ad- la prudencia no puede existir sin las vir-
quirirse por actos humanos, como se dice tudes, morales, en cuanto estas disponen
( E i h i c . 1. 2 , c. 1 y 2 ) . E s así que la ca- bien á ciertos fines, de los cuales procede
ridad no se obtiene sino por infusión, se- la razón de la prudencia. Mas para la
gún aquello del Apóstol ( R o m . 5 , 5 ) : la recta razón de la prudencia se requiere
caridad de Dios ( 1 ) ha sido difundida mucho más la buena habitud del hombre
en nuestros corazones por el Espíritu en orden á su último fin, lo cual se veri-
Santo, que se nos ha dado. L u e g o pue- fica por medio de la caridad, que respecto
den tenerse otras virtudes sin caridad. de otros fines, lo que es efecto de las vir-
3.° L a s virtudes morales se conexio- tudes morales; así como la razón recta
nan entre s í , en cuanto dependen de la en las cosas especulativas necesita sobre
prudencia. Pero la caridad no depende todo del primer principio indemostrable,
de la prudencia, antes bien la escede, se- de que « cosas contradictorias no son al
gún aquello del A p ó s t o l ( Ephes. 3 , 1 9 ) : » mismo tiempo verdaderas » . D e donde
y conocer también la caridad de Cristo, es manifiesto que ni la prudencia infusa
que sobrepuja todo entendimiento. L u e g o puede existir sin la caridad, ni las otras
las virtudes morales no se asocian á la virtudes morales consiguientemente, las
caridad, sino que pueden existir sin ella. cuales sin la prudencia existir no pueden.
Por el contrario, se dice ( i Joann. V e s e pues claro por lo dicho que solas
3 , 14 ) : el que no ama, está en muerte. las virtudes infusas son perfectas, y dig-
E s así que por medio de las virtudes se nas de llamarse virtudes en absoluto;
perfecciona la vida espiritual; pues ellas porque ordenan bien al hombre absoluta-
mismas son, « con las que se vive rec-. mente al último fin : mas las otras virtu-
» tamente » , como dice San Agustín d e s , es á saber, las adquiridas son virtu-
( D e lib. alb. 1. 2 , c. 18 y 19 ) . L u e g o des secundum quid, y no en absoluto;
no pueden existir sin el amor de la ca- porque ordenan bien al hombre respecto
ridad. del fin último en algún género, pero no
Conclusión. Las virtudes morales ad- respecto del fin último simplemente. Así
quiridas [1] operativas del bien en orden que sobre aquello ( R o m . 1 4 , 23 ) , todo
al fin, que no escede la facultad natural lo que no es según fe, es pecado, dice la
del hombre, pueden existir sin la cari- Glosa de San A g u s t í n ( ord. cap. 106,
dad; mas [ 2 ] no así las virtudes mora- S e n t . ) : « donde falta el conocimiento
les infusas, operativas del bien en orden » de la verdad, es falsa la virtud aun en
al último fin sobrenatural. » las costumbres óptimas ».
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho A l argumento 1.° diremos, que las vir-
(C. 6 3 , a. 3) las virtudes morales, según tudes se toman allí según la imperfecta
que son operativas del bien en orden al razón de virtud ; de lo contrario, si la vir-
fin, que no escede la facultad natural del tud moral se toma según la perfecta ra-
hombre, pueden adquirirse por medio de zón de virtud, hace bueno al que la tiene,
las obras humanas; y así adquiridas pue- y por consiguiente no puede existir en los
den existir sin la caridad, como existie- malos.
ron en muchos gentiles : pero, en cuanto A l 2.° que aquella razón alude á las
son operativas del bien en orden al últi- virtudes morales adquiridas.
mo fin sobrenatural, tienen perfecta y A l 3.° que, aunque la caridad escede á
verdaderamente razón de virtud, y no la ciencia y á la prudencia ; sin embargo
pueden adquirirse por actos humanos, la prudencia depende de la caridad, como
sino que son infundidas por D i o s ; y tales se ha dicho, y por consiguiente todas las
virtudes morales sin la caridad no pue- virtudes morales infusas.
den existir. Porque hemos dicho (a. 1; y

(1) Puede entenderse esto de la caridad ó amor de Dios á Agustín y aun el Concilio do Trento (scs. (i, c. 7) lo interpre-
nosotros con San Juan Crisòstomo (Hom. 9) ; y también con tan, de nuestro amor á Dios, ó sea, de la caridad como virtud
Haymon y Teodoreto, como asimismo Beda esponiendo á San teológica en el hombre.
CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULO III. 415

ARTÍCULO I I I . — P u e d e h a b e r caridad infunden al mismo tiempo todas las virtu-


sin otras virtudes m o r a l e s ? des morales. L a razón e s , porque D i o s no
obra menos perfectamente en las obras de
l.° Parece que puede haber caridad la gracia, que en las de la naturaleza.
sin otras virtudes morales: porque para A s í vemos en las obras de la naturaleza
lo que basta una sola cosa, es improcedente que no se halla principio de algunas obras
que se ordenen muchas. E s así que sola en una c o s a , sin que se encuentren en
la caridad basta para cumplir todas las ella las que son necesarias para consumar
obras de virtud, como se manifiesta por tales obras; como en los animales se ha-
lo que leemos ( i Cor. 1 3 , 4 ) : la caridad llan órganos, con los cuales pueden per-
es paciente, es benigna, etc. L u e g o pa- feccionarse las obras, para cuya consu-
rece que, poseída la caridad, sobrarían mación el alma tiene potestad.. Siendo
las otras virtudes. pues manifiesto que la caridad, en cuanto
2.° E l que tiene hábito de virtud, con ordena al hombre al fin ú l t i m o , es prin-
facilidad hace las obras propias de la vir- cipio de todas las buenas obras, que pue-
tud y que por sí mismas le placen : así den ordenarse al último fin; sigúese la
es que hasta « es signo del hábito la de- necesidad de que con la caridad se infun-
Í lectacion sentida en la obra » , como se dan al mismo tiempo todas las virtudes
dice (Ethic. 1. 2 , c. 3). Pero muchos tie- morales, con las que el hombre perfec-
nen caridad, existiendo sin pecado mor- ciona cada uno de los géneros de buenas
tal ; los cuales sin embargo esperimentan obras. Y así se patentiza que las virtudes
dificultad en las obras de las virtudes y morales infusas no solo tienen conexión
no se complacen por ellas mismas, sino mediante la prudencia, sino también por
solo en orden á la caridad. L u e g o mu- la caridad; y que el que pierde la caridad
chos tienen caridad, careciendo de otras por el pecado mortal, pierde todas las
virtudes. virtudes morales infusas.
3.° La caridad se halla en todos los A l argumento 1.° diremos q u e , para
Santos : mas algunos son santos, que sin que el acto de una potencia inferior sea
embargo carecen de algunas virtudes ; perfecto, se requiere que no solo haya
pues dice (el Venerable) B e d a que «más perfección en la potencia superior, sino
» se humillan los Santos de las virtudes también (1) en la inferior : porque, aun-
» que no tienen, que se glorían de las que el principal agente se hubiese del debi-
» que poseen ». L u e g o no es necesario do modo, no se seguiría acción perfecta, si
que el que tiene caridad, tenga todas las el instrumento no estuviera bien dispuesto.
virtudes morales. P o r consiguiente, para que el hombre
Por el contrario : por la caridad se obre bien en las cosas conducentes al fin,
cumple toda la l e y ; pues se dice ( R o m . es preciso q u e , no solamentes tenga vir-
13, 8 ) que el que ama á sie prójimo, ha tud, por la cual se ordene bien al fin, sino
cumplido la ley. P e r o toda la l e y no pue- también las virtudes, con que se disponga
de cumplirse sino por medio de todas las bien á lo concerniente al fin : porque la
virtudes morales ; puesto que la ley con- virtud, que versa acerca del fin, es como
tiene preceptos sobre todos los actos de la principal y motiva respecto de los me-
las virtudes, como se dice ( E t h i c . 1. 5, dios para el fin; y por lo tanto con la ca-
c 1 y 2 ). L u e g o el que tiene caridad, ridad es preciso tener también las otras
tiene todas las virtudes morales. San virtudes morales.
Agustín dice también en cierta carta ( y A l 2.° que á veces suele alguno, te-
Serm. 39 y 4 6 , D e t e m p . ) que « la cari- niendo hábito, sufrir dificultad en obrar;
»ridad incluye en sí todas las virtudes y por consecuencia no siente delectación
» cardinales ». y complacencia en el acto á causa de al-
Conclusión. Necesariamente con la ca- gún impedimento de procedencia estrín-
ridad se infunden al mismo tiempo todas seca: como el que tiene hábito de ciencia,
las virtudes morales, con las que el hom- halla dificultad en entender por la somno-
bre perfeccione todas y cada una de las
obras de virtud. (I) Véase la conformidad de esto con lo espuesto anterior-
mente en la C. 56, a. 5 ; C. 5S, a. 3 ,• y con lo que más ade-
Responderemos, que con la caridad, se lante esplica en la C. I, a. 2, de la
416 CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULOS III Y IV.

lencia ó alguna enfermedad. D e un modo den existir de algún modo sin la caridad,
análogo los hábitos de las virtudes mora- aunque sin ella no pueden tener razón
les infusas encuentran alguna vez dificul- de perfecta virtud; ó lo que es lo mis-
tad en obrar por algunas disposiciones mo : puede haber fe y esperanza, como
contrarias, que han quedado según los virtudes imperfectas, sin caridad; pero
actos precedentes; dificultad que cierta- no como virtudes propiamente dichas ó
mente no ocurre así en las virtudes m o - perfectas.
rales adquiridas, porque mediante el ejer- Responderemos , que la fe y la espe-
cicio de los actos, con que se adquieren, ranza, lo mismo que las virtudes morales,
se estirpan también las disposiciones con- pueden considerarse de dos modos : 1.°
trarias. según cierta incoación, y 2.° en cuanto al
A l 3.° que de algunos Santos se dice perfecto ser de la virtud. P o r q u e , orde-
no tienen algunas virtudes, en cuanto es- nándose la virtud á hacer buena obra, se
perimentan dificultad en los actos de ellas, dice perfecta una virtud (2), por lo que
por la razón y a dicha (al 2.°), aunque puede en el hecho perfectamente bueno ;
t e n g a n los hábitos de todas las virtudes, lo cual ciertamente se verifica, cuando,
no solamente es bueno lo que se hace,
A R T Í C U L O I V . — ¿Puede haber fe y c s - sino que se hace bien : de lo contrario, si
p c r a n z a s i n caridad? (1) es bueno lo que se h a c e , pero no se hace
b i e n , no será perfectamente bueno ; ni
1.° Parece que nunca pueden existir por lo mismo el hábito, que es principio
fe y esperanza sin caridad: porque, siendo de tal obra, tendrá perfectamente razón
virtudes teológicas, parecen ser más dig- de virtud : como, si alguno obra cosas
nas que las virtudes morales aun infusas; justas, hace lo bueno ciertamente; pero
y las virtudes morales infusas no pueden no será obra de perfecta virtud, si no
existir sin la caridad. L u e g o tampoco la hace bien esto, es decir, según la elección
fe ni la esperanza. recta, lo que es por la prudencia : y así
2.° « N i n g u n o c r e e , sino queriendo», la justicia sin la prudencia no puede ser
como San A g u s t í n dice, comentando á virtud perfecta. A s í pues la fe y la espe-
San Juan (tract. 26). M a s la caridad está ranza pueden ciertamente existir alguna
en la voluntad como perfección s u y a , se- vez sin la caridad, pero sin ella no tienen
gún se ha dicho ( C . 62, a. 3). L u e g o no razón de perfecta virtud : porque, con-
puede haber fe sin caridad. sistiendo la obra de la fe en creer á Dios,
3.° San Agustín (Enchiridion, c. 8) y siendo el creer asentir á alguno por
dice «que la esperanza no puede existir propia voluntad ; si no quiere del debido
»sin amor». Pero el amor es caridad; modo, no será obra perfecta de f e , la
pues de este amor habla allí. L u e g o no cual quiere del modo debido, esto es, por
puede haber esperanza sin caridad. medio de la caridad, que perfecciona la
Por el contrario, (sobre San Mateo, voluntad : pues « todo recto movimiento
c. 1) se dice en la Glosa (interl.) que «la » de la voluntad procede de recto amor»,
»fe engendra la esperanza, y esta la ca- como dice S a n A g u s t í n ( D e civ. Dei.
» r i d a d » . Siendo pues el engendrador 1. 14, c. 9 ) . Según esto pues la fe existe
antes que el engendrado, sin el que puede ciertamente sin la caridad, pero no la
existir; dedúcese que puede haber fe sin perfecta virtud ; como la templanza ó la
esperanza, y esperanza sin caridad. fortaleza sin la prudencia. Y lo mismo
debe decirse de la esperanza ; porque acto
Conclusión. La fe y la esperanza pue-
(1J La afirmativa es dogma de fe terminantemente declara- bargo confiesa haber hallado en casi todos los ejemplares
do por el Concilio de Trente contra los novadores protestan- quidem, que por cierto no vemos bastante razonable haya sido
tes y con especialidad en el siguiente anatematismo («es. 5, suplantada ó sustituida por quaidam, por más que el referido
can. 28) : « Si alguien dijere que, perdida la gracia por el escelente crítico trata de justificar la sustitución : pues la voz
» pecado, se pierde con ella siempre también la fe, ó que la fe quozdam arroja en realidad la misma interpretación de que asi
» remanente no es verdadera fe ; sea anatema » : y lo propio se distingue la virtud perfecta de las que no hacen perfecto
debe entenderse estensivo á la esperanza, según esplica con algo, que en sí no lo fuera; por cuanto, aunque parezcan hacer
insistencia el mismo Santo Concilio y más esplicitamente aún algo bueno, no empero bien ó con perfección : lo cual asimis-
el Catecismo romano, redactado por orden de San Pió V en mo se desprende del contesto conservando quidem, y tradu-
cumplimiento de lo estatuido por dicho Sínodo ecuménico. ciendo, « dícese perfecta en verdad (ó cierta y propiamente) la
(2) Qumdam en muchas ediciones, con especialidad en las » virtud ó una virtud...
posteriores á la de Nicolai y sus comentarios; quien sin em-
CUESTIÓN LXV. — ARTÍCULOS IV Y V. 417

de esperanza es esperar de D i o s la futura peranza, porque fue perfecto comprensor,


bienaventuranza: acto que es ciertamente como se dirá ( P . 3 . , C. "7, a. 3 y 4 ; y
a

perfecto, si se bace según los méritos C. 9, a. 2). L u e g o puede haber caridad


que aún no tiene; aunque proponiéndose sin fe y sin esperanza.
adquirirlos en lo futuro, será acto imper- Por el contrario, dice el Apóstol
fecto, y esto puede ser sin caridad. Por lo ( H e b r . 11, 6 ) : sin la fe es imposible agra-
tanto la fe y la esperanza pueden existir dar á Dios, lo cual pertenece sobre todo
sin la caridad; pero sin la caridad, pro- á la caridad, como se ve ( P r o v . 8, 1 7 ) :
piamente bablando, no son virtudes: «por- Y o amo á los que me aman. L a esperan-
que á la razón de la virtud pertenece que za también es la que introduce á la cari-
no solo según la misma practiquemos al- dad, como arriba se ha dicho (C. 6 2 ,
guna buena obra, sino que la ejecutemos a. 4 ) . L u e g o no puede tenerse caridad
bien », como se dice (Etbic. 1. 2, c. 6 ) . sin fe y esperanza.
Al argumento 1.° diremos que las vir- Conclusión. De ningún modo puede
tudes morales dependen de la prudencia; existir la caridad sin fe y esperanza.
y la prudencia infusa no puede tener ra- Responderemos, que la caridad no solo
zón de prudencia sin la caridad, como que significa amor de D i o s , sino también
le falta la debida disposición para su pri- cierta amistad con el mismo, la cual cier-
mer principio, que es el último fin : mas la tamente sobre el amor añade « m u t u o
fe y la esperanza según sus propias razo- » amor recíproco con cierta comunica-
nes no dependen ni de la prudencia ni de » cion mutua » , como se dice (Ethic. 1. 8,
la caridad; y por tanto pueden existir sin c. 2) : y que esto pertenezca á la caridad
la caridad (1), aunque no sean virtudes ( 2 ) lo evidencia lo que se dice ( i Joan. 4, 16):
sin la caridad, como se ba dicho. quien permanece en caridad, en Dios
Al 2.° que aquella razón procede de la permanece, y Dios en él; y ( I Cor. 1, 9 ) :
fe, que tiene perfecta razón de virtud. fiel es Dios, por el que habéis sido lla-
Al 3.° que Sau Agustín habla allí de mados á la compañía de su Hijo. E s t a
la esperanza, según que uno espera la sociedad del hombre con D i o s , que es
futura bienaventuranza por los méritos cierta familiar conversación con el mis-
que ya tiene, lo cual no es sin caridad. m o , se inicia sin duda aquí al presente
por medio de la gracia; pero se consu-
mará en lo futuro por la gloria, cuyas
ARTÍCULO V . — P u e d e haber caridad dos cosas se obtienen por la fe y la espe-
siu fe y esperanza? ranza. D e donde se sigue que, así como
no podría uno tener amistad con otro, si
l.° Parece que puede haber caridad no creyese ó desesperase de poder tener
sin fe y esperanza : porque la caridad es alguna compañía ó familiar trato con él;
el amor de Dios ; y Dios puede ser ama- tampoco es posible tener amistad con
do por nosotros naturalmente, aun no D i o s , que es caridad, no teniendo fe, me-
presupuesta la fe ó la esperanza de la fu- diante la cual crea uno en dicha sociedad
tura bienaventuranza. L u e g o puede ha- y conversación del hombre con D i o s , y
ber caridad sin fe y sin esperanza. espere pertenecer á esta sociedad : y así
2.° L a caridad es raíz de todas las de ningún modo puede existir la caridad
virtudes, según aquello ( E p h e s . 3 , 17) : sin la fe y la esperanza.
arraigados y cimentados en la caridad. A l argumento 1.° diremos que la cari-
Es así que la raíz está alguna vez sin ra- dad no es cualquier amor de D i o s ; sino
mas. Luego la caridad puede existir al- amor de Dios, con el que se le ama como
guna vez sin fe y esperanza y otras vir- objeto de la bienaventuranza, al cual so-
tudes. mos ordenados por la fe y por la espe-
3.° E n Cristo hubo perfecta caridad; ranza.
y sin embargo el mismo no t u v o fe y es- A l 2.° que la caridad es raíz de la fe

(1) V. 2.«-2.» C 4, a. 3 ; y C 23, a. S. al arg .


1
á donde precisamente hace referencia á conti-
(2) « Perfectas », sobreentiéndase; como asimismo debe su- nuación.
lirse en la misma locución pocas líneas antes de la solución
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO II. 27
418 CUESTIÓN L X V . — A R T Í C U L O V.

y de la esperanza, en cuanto les da per- A l 3.° que á Cristo faltó la fe y la es-


fección de virtud; mas la fe y la espe- peranza, por lo que hay de imperfección
ranza según la razón propia se presupo- en e l l a s : mas en lugar de fe tuvo visión
nen anteriores ( 1 ) á la caridad, como clara, y en lugar de esperanza plena com-
arriba se ba dicho (C. 62, a. 4 ) : y así no prensión, y así fue en él perfecta la cari-
puede haber sin ellas caridad. dad (2).

CUESTIÓN LXYI.
Igualdad de las virtudes.

Consideraremos a h o r a la igualdad de las virtudes, y acerca de esto investigaremos seis cosas : 1. a

La virtud puede ser mayor ó m e n o r ? — 2. Todas las virtudes, que existen j u n t a m e n t e en un mismo
a

sujeto, son iguales ? — 3. Comparación de las virtudes morales con las intelectuales. — 4. Compara-
a a

ción de las virtudes morales entre sí. —5. Comparación de las virtudes intelectuales entre si. — 6.
a a

Comparación de l a s > i r t u d e s teológicas e n t r e sí.

ARTÍCULO I . — La virtud puede ser ma- me é infinita. L u e g o parece que la virtud


yor ó menor ? no puede ser mayor que la virtud.
Por el contrario: do quiera puede ha-
l.° Parece que la virtud no puede ser ber aumento y superabundancia, puede
mayor ó menor; pues se dice (Apoc. 21) haber desigualdad. E n las virtudes se
que los costados de la ciudad de Jerusa- halla superabundancia y aumento ; pues
len son iguales, y por estos se significan se dice (Math. 5, 2 0 ) : si vuestra justicia
las virtudes según la Glosa (ord. ex N i c . no fuere mayor que la de los escribas y
de Lyr.). L u e g o todas las virtudes son de los fariseos, no entraréis en el reino
iguales; y no puede una virtud ser mayor de los cielos; y ( P r o v . 15, 5): en la abun-
que otra virtud. dancia de justicia hay grandísima vir-
2.° Todo aquello, cuya razón consiste tud. L u e g o parece que la virtud puede
en lo máximo, no puede ser mayor ó me- ser mayor ó menor.
nor. E s así que la razón de la virtud Conclusión. En las virtudes [ 1 ] dife-
consiste en lo máximo, puesto que la vir- rentes en especie una virtud es mayor
tud es « lo último de potencia » , como que otra; como también entre las de una
Aristóteles dice ( D e ccel. 1. 1, t. 1 1 6 ) , y misma especie [2] consideradas por parte
San A g u s t í n ( D e lib. arb. i. 2, c. 19) del sujeto en diversos tiempos, ó en suje-
dice, que & las virtudes son bienes máxi- tos diversos; mas no así [ 3 ] considerán-
» mos de los cuales ninguno puede usar dolas en sí mismas.
» mal » . L u e g o parece que la virtud no Responderemos que, cuando se indaga
puede ser mayor ni menor. si una sola virtud puede ser mayor que
3.° L a cantidad del efecto se valúa otra, la cuestión puede entenderse de dos
según la virtud del a g e n t e ; y las virtu- m o d o s : 1.° de las virtudes diferentes en
des perfectas, que son virtudes infusas, especie, y de estas notoriamente una vir-
provienen de Dios, cuya virtud es unifor- tud es mayor que otra; porque siempre

(1) En el orden de generación, como muchas veces suele á la comprensión en sus respectivas acepciones lata y estric-
decir., ó con prioridad lógica y de origen. ta ; y por lo que respecta á los estados ó caracteres de viador
(2) Consúltese en la 1." Parte, C. 12, a. 7, lo concerniente y comprensor en Cristo, la C. 31 de la 3." Parte.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 419

es más poderosa la causa que su efecto, en diversos hombres; porque, para alcan­
y en los efectos tanto es más poderoso zar el medio de la virtud, que es según
algo, cuanto más se aproxima á la causa. la razón recta, uno está mejor dispuesto
Siendo pues ya evidente por lo dicho que otro, ó por la mayor costumbre, ó
(C. 61, a. 2 ) que la causa y raíz del hu­ por la mejor disposición de la naturaleza,
mano bien es la razón ; sigúese que la ó por el juicio más perspicaz de su razón,
prudencia, que perfecciona la razón, su­ ó también por mayor don de la gracia,
pera en bondad á las otras virtudes mo­ que á cada uno se otorga según la medi­
rales perfeccionadoras de la fuerza apeti­ da de la donación de Cristo, como se lee
tiva, en cuanto participa de la razón: y (Ephes. 4, 7). E n esto sí que erraban (1)
en estas también tanto es una mejor que los estoicos, juzgando que nadie debia
otra, cuanto más se acerca á la razón: llamarse virtuoso, sino el que estuviera
así que la justicia, que está en la volun­ sumamente dispuesto para la virtud. P o r ­
tad, es mejor que las otras virtudes mo­ que no se exige para la razón de virtud
rales; y la fortaleza, que está en la (par­ que toque el medio de la razón recta en
te) irascible, se prefiere á la templanza, lo­indivisible ( 2 ) , como pensaban los es­
que está en la concupiscible , y que par­ toicos ; sino que basta que esté cerca del
ticipa menos de la razón, como se evi­ medio, como se dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 6):
dencia (E thic. 1. 7, c. 6). 2.° P u e d e punto medio indivisible, que por otra
entenderse la cuestión con respecto á la parte alcanza más de cerca y más pronto
virtud de la misma especie ; y en este uno que otro, como es de ver también en
sentido, según lo que arriba se ha dicho los flecheros con respecto al blanco.
(C. 5 2 , a. 1), cuando se trataba de las A l argumento 1.° diremos, que aquella
intensidades de los h á b i t o s ; la virtud igualdad no ( 3 ) es según la cantidad ab­
puede computarse mayor ó menor de dos soluta, sino que debe entenderse propor­
modos : 1.° según ella m i s m a , y 2.° por cionalmente; porque todas las virtudes
parte del sujeto participante. Si pues se crecen proporcionalmente en el hombre,
considera según lo que es por sí misma, como se dirá luego (a. 2).
su magnitud ó pequenez se estima por A l 2.° que aquello último (4), que ata­
las cosas, á que se estiende : mas cual­ ñe á la virtud, puede tener razón de más
quiera que tiene alguna virtud, por ejem­ ó menos bueno según los modos antes
plo, la templanza, tiénela con relación á dichos; pues que no es lo último indivisi­
todo aquello á que la templanza se es­ ble, como queda dicho.
tiende ; lo cual no acontece tratándose de A l 3.° que Dios no obra según la ne­
la ciencia y del arte, porque no todo el cesidad de la naturaleza, sino según el
que es gramático sabe todo lo pertene­ orden de su sabiduría, conforme á la cual
ciente á la gramática. У según esto dije­ otorga á los hombres diversa medida de
ron bien los estoicos, como refiere Sim­ virtud, según aquello ( E p h e s . 5, 7 ) : á
plicio (Coment. Ргаза. cap. de qual.), que cada uno se le concede la gracia según
«la virtud no admite más ni menos », la medida de la donación de Cristo.
como la ciencia ó el arte, dado que la
razón de virtud consiste en lo máximo.
A R T Í C U L O I I . — T o d o s l o s virtudes coc­
Pero, si se considera la virtud de parte
xistentes e n u n m i s m o sujeto son Iguales?
del sujeto participante, puede la virtud
ser mayor ó menor, ora según la diversi­
1.° Parece que no todas las virtudes
dad de tiempos en el mismo, ora también
en un solo y mismo sujeto son igualmente
(1) Er i­or nuevamente reproducido por los luteranos, que rando del concepto de verdadera virtud por su aproximación
aCrmanser todos los hombres iguales en santidad, y conde­ á uno ú otro estremo, comienza á ser viciosa y progresiva­
nado por el Concilio Tridentino sos. О, c. 10 у (сои. 14). mente lo es cada vez más en proporción á su mayor proxi­
(2) Quiere decir que ese jnsto medio no consiste precisa­ midad al vicio representado por el cstremo respectivo.
mente en un punto indivisible y como matemático (en el que (3) En las ediciones romanas y de Pádua se añade aquí so­
realmente viene á cifrarse el summum de la perfección de la lüm (no solo), y después en el otro miembro etiam (sino tam­
virtud), del cual no pueda desviarse absolutamente la vir­ bién) en lugar de csí, que se une con intelligenda. El sentido
tud, sin dejar de serlo ; sino que, cuanto más se aproxime á es, concillando ambas redacciones en conformidad con la nota
eso límite supremo de la virtud perfectísima é inmejorable, precedente, que no solo es verdadera virtud la que absoluta­
tanto será más perfecta ; asi como por el contrario va sién­ mente guarda el medio con plena exactitud, bastando que se
dolo menos, á medida que de él se desvía, pasando por diver­ aproxime á él más que á cualquiera de los estreñios.
sos grados de menos perfecta é imperfecta, hasta que degene­ (1) Véase la C 55, a. 1, al 3.°
420 CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O I I .

intensas : porque dice el Apóstol (i Cor. so al acto de una virtzid que al de otra.
7, 7) : cada uno tiene de Dios su propio R e s p o n d e r e m o s , que la cantidad de
don, el uno de una manera y el otro de las virtudes, como consta de lo dicho
otra ; y no sería un solo don más propio (a. 1 ) , puede considerarse de dos modos:
para uno que para otro, si cada uno tu- 1.° según la razón de la especie, y así
viera de algún modo todas las virtudes no hay duda que una sola virtud de un
infusas por don de D i o s : luego parece solo hombre es mayor que otra, como la
que no todas las virtudes son iguales en caridad mayor que la fe y la esperanza;
un solo y mismo sujeto. 2.° según la participación del sujeto, es
2.° Si todas las virtudes fuesen igual- á saber, según se acrece ó se debilita en
mente intensas en uno mismo, se seguiría é l , y conforme á esto todas las virtudes
que cualquiera que escediese á otro en de un solo hombre son iguales con cierta
una sola virtud, le escedería en todas las igualdad de proporción, en cuanto igual-
otras virtudes. Pero esto es evidente- mente crecen en el hombre; así como los
mente falso, pues los diversos Santos son dedos de la mano son desiguales en can-
alabados por diversas virtudes con espe- tidad pero iguales proporcionalmente,
cificación , como Abraham por su fe, puesto que crecen en la misma propor-
Moisés por la mansedumbre, J o b por la ción. L a razón de esta igualdad debe to-
paciencia: y así de cada (Santo) Confe- marse del mismo modo que la de conexión;
sor canta la iglesia, ce no fue hallado se- porque la igualdad es cierta conexión de
» mejante á él, que guardase la ley del unidades ( 2 ) según la cantidad. Pero se
» Escelso» ( 1 ) ; porque cada uno tuvo la ha dicho (C. 6 5 , a. 1) que la razón de la
prerogativa de alguna virtud. L u e g o no conexión de las virtudes puede asignarse
todas las virtudes son iguales en un mis- en dos conceptos : 1.° según la interpre-
mo sujeto. tación de los que entienden por estas cua-
3.° Cuanto el hábito es más intenso, tro virtudes cuatro condiciones generales
tanto más el hombre obra según el mis- de virtudes, de las cuales una se halla jun-
mo más deleitable y prontamente. P e r o tamente con las otras en cualquiera ma-
por esperiencia se ve que un hombre eje- teria , y en este sentido la virtud en cual
cuta el acto de una virtud con más g u s - quiera materia no puede decirse igual,
to y presteza que otro. L u e g o no todas si no tiene todas estas condiciones igua-
las virtudes son iguales en un mismo les : esta razón de igualdad de las virtu-
sujeto. des asigna San Agustín ( D e Trin., 1. 6,
Por el contrario, dice San A g u s t í n c. 4 ) diciendo : « Si dijeres que esos son
( D e Trin., 1. 6 , c. 4 ) que celos que son »iguales en fortaleza, pero que aquel les
»iguales en fortaleza, lo son también » aventaja en prudencia ; se sigue que la
» en la prudencia y en la templanza » , y »fortaleza de este es menos prudente, y
así de las demás : lo cual no sería así, »por esto ni son iguales en fortaleza,
si todas las virtudes de un solo hombre » siendo más prudente la fortaleza de
no fuesen iguales. L u e g o todas las virtu- » aquel ; y lo mismo hallarás respecto de
des de un mismo hombre son iguales. » l a s demás virtudes, si las recorres todas
» con la misma consideración». 2.° Como
Conclusión. En cuanto ala especie [ 1 ]
los que entienden que las tales virtudes
una virtud de un solo hombre es mayor
tienen materias determinadas; y seguu
que otra; pero [ 2 ] según la participa-
esto la razón de la conexión de las vir-
ción del sujeto todas las virtudes de un
tudes morales se toma de parte de la pru-
solo hombre son iguales con cierta igual-
dencia , y de parte de la caridad en cuan-
dad de proporción, en cuanto crecen
to á las virtudes infusas ; mas no de parte
igualmente en el hombre : y [3] con res-
de la inclinación, que es de parte del su-
pecto á lo material en las virtudes, que
j e t o , según se ha dicho ( C . 6 5 , a. 1 y 2).
es la inclinación á sus actos, puede un
A s í pues también la razón de igualdad
hombre hallarse más dispuesto y propen-

(V) Palabras lomadas de la Sania Biblia (Eccli. 44, 20), aun- asunto, no es sostenible, en atención á que la frase está lite-
que la Vulgata dice custodivit (guardó). ralmente tomada de la definición general do la igualdad se-
(2) La edición áurea y algunas otras ponen virlutum (de las gún Aristóteles (¡¡el. 1. 5, c. 15 ó t. 20), como observa y com-
virtudes) por unilatum; lo cual, si bien parece más concreto al prueba el erudito P. Nicolai.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 421

de las virtudes puede tomarse de parte á él conducentes. Pero, como se dice


de la prudencia, en cuanto á lo que es lo (Ethic. 1. 6: c. 1 2 ) , «lajvirtud moral
formal (1) en todas las virtudes mora- » hace recta la intención del fin; mas la
les; porque, existiendo la razón igual- »prudencia hace recta la elección de l o
mente perfecta en un solo sujeto mismo, »concerniente al fin». Luego la virtud
débese constituir proporcionalmente se- moral es más noble que la prudencia,
gún la recta razón el medio en cada ma- que es virtud intelectual acerca de las
teria de virtudes : mas en cuanto á lo que cosas morales.
es lo material en las virtudes morales, á Por el contrario : la virtud moral está
saber, la inclinación misma alacio de la en lo racional por participación ; mas la
virtud, puede un hombre estar más pron- virtud intelectual en lo racional por esen-
to al acto de una virtud que para el de cia, como se dice (Ethic. 1. 1 , c. últ.).
otra, ó por naturaleza ó por costumbre Siendo pues lo racional por esencia más
ó también por don de la gracia. noble que lo racional por participación;
Al argumento" 1.° diremos, que las pa- sigúese que la virtud intelectual es más
labras del Apóstol pueden entenderse de noble que la virtud moral.
los dones de la gracia gratis dada, que Conclusión. El concepto de virtud [ 1 ]
no son comunes á todos, ni todas iguales más compete á las virtudes morales que
en un solo sujeto mismo. O puede decirse á las intelectuales; aunque [ 2 ] las vir-
que se refiere á la medida de la gracia tudes intelectuales son hábitos más no-
santificante, según la cual uno abunda en bles , absolutamente hablando.
todas las virtudes más que otro por la Responderemos, que una cosa puede
mayor abundancia de prudencia ó aun decirse mayor ó menor de dos modos:
de caridad, en la que se conexionan todas uno absolutamente, y otro (secundum
las virtudes infusas. quid) accidentalmente: porque nada obs-
Al 2.° que un Santo es alabado princi- ta que algo sea simplemente mejor, como
palmente de una virtud y otro de otra filosofar que enriquecerse, y que sin
por la más escelente prontitud para el embargo no es mejor circunstancialmente,
acto de una virtud que para el de otra. esto es, respecto del que padece necesi-
Y según esto es también obvia la res- dad. Una cosa se considera en absoluto,
puesta al argumento 3.° cuando se considera según la propia ra-
zón de su especie; y la virtud tiene espe-
ARTÍCULO I I I . — i « s virtudes mora- cie según el objeto, como se ve por l o
les se aventajan á las intelectuales? dicho ( C . 54, a. 2 ; y C. 60, a. 1 ) . De
donde se sigue que, simplemente hablan-
l.° Parece que las virtudes morales do , la virtud más noble es la que tiene
son más eminentes que las intelectuales: más noble objeto. E s empero manifiesto
porque lo que es más necesario y más que el objeto de la razón es más noble
permanente, es mejor; y las virtudes mo- que el objeto del apetito; porque la razón
rales son más permanentes aún que las aprende algo en lo universal, en tanto
ciencias, que son virtudes intelectua- que el apetito tiende á las cosas, que
les , y son también más necesarias para tienen ser particular : y por consiguien-
la vida humana. Luego deben ser prefe- te, hablando en absoluto, las virtu-
ridas á las virtudes intelectuales. des intelectuales, que perfecciouan la
2. Es esencial á la virtud hacer bue-
a razón, son más nobles que las mora-
no al que la tiene. Es así que según las les , que perfeccionan el apetito ; pero, si
virtudes morales se dice bueno el hom- se considera la virtud en orden al acto,
bre, y no según las virtudes intelectuales, en este concepto la virtud moral, que
a no ser en caso según la prudencia sola. perfecciona el apetito, del cual es propio
Luego la virtud moral es mejor que la mover las otras potencias al acto se-
virtud intelectual. gún lo dicho (C. 9, a. 1 ) , es más noble.
3.° E l fiu es más noble que los medios Y , como la virtud se llama tal por cuanto

(1) Esto es, el orden de la razón ó su norma, constituida mal de la virtud, sea cual fuere con respecto á la materia, qud
por la prudencia, y de cuyo orden proviene la condición Ibr- es diversa en cada una de ellas.
422 CUESTIÓN LXVI. — ARTÍCULOS III Y IV.

es principio de algún a c t o , siendo per- ARTÍCTJLO I V . — 1 . a j u s t i c i a os l a prin-


fección de la potencia ; sigúese también cipal entre l a s virtudes morales ?
que la razón de virtud compete más á
las virtudes morales que á las intelec- l.° Parece que la justicia no es la prin-
tuales, aunque las virtudes intelectuales cipal entre las virtudes morales : porque
son en absoluto hábitos más nobles. más es dar á uno de lo propio que devol-
A l argumento 1.° diremos que las vir- verle lo que se le d e b e ; pero l o primero
tudes morales son más permanentes que pertenece á la liberalidad, y lo segundo
las intelectuales, por su ejercicio en las á la justicia. L u e g o parece que la libera-
cosas pertenecientes á la vida común. lidad es virtud mayor que la justicia.
P e r o es manifiesto que los objetos de las 2.° Parece ser lo máximo en cada uno
enseñanzas (1) que son necesarios siem- lo que es en él lo más perfecto ; y , según
pre en idéntica actitud, son más perma- se dice ( J a c . 1 , 4 ) , la paciencia obra per-
nentes que los objetos de las virtudes fecta tiene: luego parece que la paciencia
morales, que son ciertas operaciones (agi- es mayor que la justicia.
bilia) particulares : y el que las virtudes 3.° L a magnanimidad obra lo grande
morales sean más necesarias á la vida en todas las virtudes, como se dice (Ethic.
humana no prueba que sean más nobles en 1. 4 , c. 7 ) ( 4 ) . L u e g o engrandece tam-
absoluto , sino en cuanto á esto ( 2 ) ; bién á la misma justicia, y es por consi-
antes por el contrario las virtudes espe- guiente mayor que ella. -
culativas, por el hecho mismo de no orde- P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
narse á otra c o s a , como lo útil se ordena (Ethic. 1. 5, c. 3) que « l a justicia es la
al fin, son más dignas : porque esto es s m á s preclara de las virtudes».
debido á que según ellas se incoa en cierto Conclusión. La justicia es [1] en ge-
modo en nosotros la bienaventuranza, que neral la más escelente de todas las virtu-
consiste en el conocimiento de la verdad, des inórales ; después de ella la fortale-
según lo dicho ( C . 3, a. 6). za [2] ocupa el primer lugar entre las
A l 2.° que según las virtudes morales que versan acerca de las pasiones ; y á
se dice el hombre bueno simplemente, y esta [3] sigue la templanza; siendo todas
no según las virtudes intelectuales, por tres en unión con la prudencia [ 4 ] las
la razón de que el apetito mueve á las principales aun en dignidad entre todas
otras potencias á su acto propio, como las morales, de las que [ 5 ] una se dice
se h a dicho (C. 9, a. 1: y C. 56, a. 3 ) : mayor que otra en proporción á su res-
y así tampoco se prueba sino que la vir- pectivo apoyo ú ornato prestado á las
tud moral es mejor (secundum quid) bajo principales.
algún concepto. R e s p o n d e r e m o s , que una virtud según
A l 3.° que la prudencia no solamente su especie puede decirse mayor ó menor,
dirige las virtudes morales en la elección y a en absoluto (simpliciter), y a (secun-
de los medios conducentes al fin, sino tam- dum quid) circunstancialmente. Dícese
bién en la previa determinación del mis- absolutamente mayor, según que resplan-
mo (3). M a s el .fin de cada virtud moral dece en ella mayor bien de la razón, como
es situarse en el medio en su propia ma- antes se ha dicho (a. 1 ) , y conforme á
teria, medio que por cierto se determina esto la justicia sobresale entre todas las
según la recta razón de la prudencia, virtudes morales, como más próxima á la
como se dice ( E t h i c . 1. 2 , c. 6 ; y 1. 6, razón; lo cual se ve claro tanto de parte
c. últ.). del sujeto como del objeto : de parte del

(1) De las ciencias. seguirlo. Así la diferencia entre la castidad virginal y la con-
(2) En el concepto determinado de su mayor necesidad para yugal, por ejemplo, y la frugalidad respectiva del opulento y
el buen arreglo de la vida, ó como norma moral de nuestra del mendigo incumbe á la prudencia señalarlas ó regularlas;
conducta, por más que no sea de su competencia ú oficio (por decirlo así)
(3) Advierte aquí Silvio que no dice el Santo que la pru- prescribir en general la templanza y la honestidad como ne-
dencia designa el f\n á las virtudes morales en general y en cesarias ú obligatorias.
cuanto á la esencia del mismo fin, pues enseña lo contrario (4) Capítulo 7, y no 3 ; rectificado por Kicolai, y así citado
(2.°-2. , C. 47, a. 6), diciendo que esto es de la competencia
re
ya en la edición áurea y otras posteriores ó de las menos an-
de la sindéresis ; sino que las dirige en su designación (en- tiguas.
tiéndase bien) en cuanto al modo y circunstancias, ó sea, en lo (15)Y no c. 1, conforme á la rectificación insinuada en I»
concerniente á los medios convenientes y oportunos de con- nota precedente.
CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 423

sujeto, porque está en la voluntad como A l argumento 1.° diremos, que el acto
en sujeto; y la voluntad es apetito racio- de liberalidad debe fundarse sobre un acto
nal, como se ve por lo dicho (C. 55, a. 5 ; de justicia; pues no sería liberal el acto
y P . 1. , C. 8 0 ) ; y según el objeto ó ma-
a
de dar, si no diese de lo s u y o , como se
teria, porque versa acerca de las opera- dice (Polit. 1. 2 , c. 3 ) : por consiguiente
ciones, con las cuales se ordena el h o m - s
la liberalidad no podría existir sin la j u s -
bre, no solo en sí mismo, sino también con ticia, que distingue lo propio de lo ajeno;
relación á otro. A s í pues «.la justicia es mas la justicia puede existir sin la libe-
»la más preclara de las virtudes» (Ethic. ralidad. A s í que la justicia en absoluto es
1. 5). Mas entre las otras virtudes mora- mayor que la liberalidad, como más co-
les, que versan acerca de las pasiones (1), mún y fundamento de esta; pero la libe-
tanto en cada una resplandece más el bien ralidad es mayor en algún concepto, como
de la razón, cuanto el movimiento apeti- cierto ornamento de la justicia y suple-
tivo se subordina á la razón acerca de mento suyo ( 4 ) .
mayores cosas. Empero lo máximo en las A l 2.° que la paciencia se dice tener
cosas pertenecientes al hombre es la vida, obra perfecta en la tolerancia de los ma-
de la cual dependen todas las demás; y l e s , en los que, no solo escluye la injusta
por tanto la fortaleza, que subordina á venganza (incompatible también con la
la razón el movimiento apetitivo en lo justicia), ni solamente el odio (cual lo hace
concerniente á la muerte y á la vida, la caridad), y no únicamente la ira (lo cual
ocupa el primer lugar entre las virtudes hace la mansedumbre); sino que también
morales, que versan acerca de las pasio- escluye la tristeza.desordenada, que es la
nes, aunque con inferioridad en orden á raíz de todas las predichas (pasiones) :
la justicia: por lo que Aristóteles dice y por tanto en esto es más perfecta y ma-
(Rhet. 1. 1, c. 9) que « e s necesario que yor, porque en esta materia estirpa la
»sean las mayores virtudes las que res- r a í z ; pero no es simplemente más per-
» pecto de otras son las más honradas, su- fecta que todas las otras virtudes, porque
»puesto que es virtud la potencia bien- la fortaleza no solamente sufre las mo-
» hechora; y por esto se honra más á los lestias sin perturbación (lo que es propio
»fuertes y á los j u s t o s , por ser esta (la de la paciencia) sino que también se in-
»fortaleza) útil en la guerra, y esotra giere en e l l a s , cuando es preciso : por lo
»(la justicia) tanto en la guerra como en que todo el que es fuerte es paciente, mas
»la paz». A la fortaleza sigue en orden no al contrario. E s sin embargo la pacien-
la templanza, que somete á la razón el cia cierta parte de la fortaleza ( 5 ) .
apetito acerca de aquellas cosas, que in- A l 3.° que la magnanimidad no puede
mediatamente se ordenan á la vida, ora existir sin otras virtudes preexistentes,
en el mismo numéricamente, ora en el como se dice (Ethic. 1. 4 , c. 3 ) : por cuya
mismo según la especie, es decir, en la razón se compara á las otras como orna-
aumentación o en la procreación ( 2 ) ; y mento s u y o ; siendo en este concepto ma-
de este modo esas tres virtudes junta- yor que todas las otras, mas no absolu-
mente con la prudencia se dice que son tamente.
las principales aun en dignidad. Pero
circunstancialmente una virtud es ma-
AKTÍC TJL O V . — t a sabiduría e s l a ma-
yor, según que presta apoyo ú orna-
yor entre todas l a s virtudes Intelectuales ?
mento á la virtud principal; así como la
sustancia es simplemente más digna que 1.° Parece que la sabiduría no es la
el accidente, y algún accidente sin em- mayor entre las virtudes intelectuales :
bargo es bajo algún aspecto más digno porque el que manda es mayor que aquel,
que la sustancia, en cuanto perfecciona á quien se manda. E s así que la pruden-
la sustancia en algún ser accidental (3). cia parece que impera ó manda á la sabi-

(1) Y cuyo sujeto es el apetito sensitivo... mo más aún, si es sobrenatural, como lo son las virtudes in-
(2) In «eneréis: confiamos no se nos reprochará por libre esta fusas.
Jrsion, que creemos espresa con exactitud el pensamiento, (•1) Véase en la 2."-2.rede la C. 117, a. C.
ilvando al propio tiempo las conveniencias. (5) V. C. 136, a. 2, al 1.°, en la 2."-2.«
(3) Con más razón, siendo moral el accidente ; y muchísi-
424 CUESTIÓN L X V I . — A R T Í C U L O V.

duría; pues se dice (Ethic. 1.1, c. 2) que de las causas inferiores; de aquí es que la
« e s t a preordena cuáles deben ser las en- sabiduría forma juicio de todas las otras
» señanzas en las ciudades, y cuáles son virtudes intelectuales, y á ella compete
» l a s que cada uno debe aprender, y hasta ordenarlas todas, siendo como (directo-
» q u é p u n t o » , como la política, la cual ra ) arquitectónica de todas.
pertenece á la prudencia, según se dice A l argumento 1.° diremos q u e , ver-
( E t h i c . 1. 6, c. 8 ) . L u e g o , conteniéndose sando la prudencia acerca de las cosas
la prudencia también entre las enseñan- humanas y la sabiduría acerca de la cau-
zas ; parece que la prudencia es mayor sa mas alta, « es imposible que la pruden-
que la sabiduría. » cia sea mayor virtud que la sabiduría»,
2.° E s de la razón de virtud ordenar á no ser que ( Ethic. 1. 6, c. 7) « lo má-
el hombre á la felicidad; pues la virtud » ximo de las cosas, que hay en el mun-
es « disposición de lo perfecto para lo óp- » do, fuese el hombre ». D e b e pues de-
» t i m o » ( P h y s . 1. 7, t. 17). Pero la pru- cirse, como en el mismo libro se indica
dencia es «recta razón de lo operable», (ibid.), que la prudencia no impera á la
por lo que el hombre es conducido á la misma sabiduría, sino más bien al con-
felicidad; y la sabiduría no considera los trario; porque el espiritual juzga todas
actos humanos, con los que se llega á la las cosas, y él mismo por ninguno es juz-
bienaventuranza. L u e g o la prudencia es gado , como se lee ( i Cor. 2, 1 5 ) : pues
mayor virtud que la sabiduría. no es propio de la prudencia entrometerse
3.° Cuanto más perfecto es el conoci- (á juzgar) de las cosas más elevadas,
miento, tanto parece ser mayor. Podemos que considera la sabiduría; sino que
empero tener más perfecto conocimiento manda sobre lo que se ordena á la sabi-
de las cosas humanas, acerca de las cua- duría, es á saber, de qué modo los hom-
les versa la ciencia, que de las divinas, bres deben llegar á la sabiduría: y así
objeto la sabiduría, como distingue San en esto está la prudencia, ó la política,
Agustín ( D e Trin. 1. 1 4 , c. 1 4 ) ; porque ministra de la sabiduría; porque intro-
las cosas divinas son incomprensibles, se-, duce á ella, preparándola el camino, co-
gun aquello ( J o b , 3 6 , 2 6 ) : hé aquí el mo un portero al rey.
Dios grande, que vence nuestra ciencia. A l 2° que la prudencia considera aque-
L u e g o la ciencia es mayor virtud que la llas cosas, con las cuales se llega á la
sabiduría. felicidad; mas la sabiduría considera el
4.° E l conocimiento de los principios mismo objeto de la felicidad, que es lo
es más digno que el conocimiento de las altísimo inteligible : y, si fuese perfecta
conclusiones; y la sabiduría saca las con- la consideración de la sabiduría respecto
secuencias de los principios indemostra- de su objeto, sería perfecta la felicidad
bles , que son propios del entendimiento, en el acto de la sabiduría. M a s , como el
así como también otras ciencias. L u e g o acto de la sabiduría en esta vida es im-
el entendimiento es mayor virtud que la perfecto respecto del principal objeto,
sabiduría. que es Dios ; por eso el acto de la sabi-
P o r e l c o n t r a r i o , Aristóteles dice duría es cierta incoación, ó participación
(Ethic. 1. 6 , c. 7) que « l a sabiduría es de la futura felicidad, y en este sentido
» como cabeza entre las virtudes intelec- se halla más próxima á la felicidad que
»tuales». la prudencia.
Conclusión. La sabiduría es la mayor A l 3.° que, como dice Aristóteles (De
de todas las virtudes intelectuales. anima, 1. 1, t. 1 ) , «una noción se prefiere
Responderemos que, como se ha dicho » á otra, ó por referirse á cosas más no-
(a. 1), la magnitud de ia virtud según su » bles, ó por la certidumbre » . Si pues
especie se computa por su objeto. Mas el los sujetos son iguales en bondad y en
objeto de la sabiduría se aventaja á todos nobleza, la que es más cierta será mayor
los objetos de todas las virtudes intelec- virtud; pero la menos cierta respecto de
tuales ; porque considera una causa altí- cosas más elevadas y mayores se prefiere
sima, que es D i o s , como se dice ( M e t . á la que es más cierta sobre las inferiores:
c. 1 y 2 ) : y, por cuanto por la causa se por lo cual dice Aristóteles ( D e ccelo,
j u z g a del efecto y por la causa superior 1. 2, t. 6 0 ) que « es gran cosa poder co-
CUESTIÓN L X V Í . — A R T Í C U L O S V Y V i . 425

» nocer algo de las cosas celestiales aun que la virtud intelectual es mayor que la
» con débil y tópica (1) razón » , y ( D e moral, como se ve por lo arriba dicho
part. animal. 1. 1, c. 5 ) que « es más ape- (a. 3). L u e g o la fe es mayor que la es-
» tecible conocer algún poco de las cosas peranza y la caridad.
» más nobles, que conocer mucho sobre 2.° L o que proviene por adición á otra
»las más innobles». L a sabiduría pues, cosa, parece ser mayor que ella; la espe-
á la cual pertenece el conocimiento de ranza se há por adición á la caridad,
Dios, no puede obtenerla perfectamente puesto que la esperanza presupone el
el hombre, sobre todo en el estado de la amor (2), según dice San Agustín ( E n -
presente vida, de manera que sea como chir. c. 8), como que añade cierto movi-
su posesión; sino que esto es propio de miento de mayor propensión á la cosa
solo Dios, como se dice ( M e t h . 1. 1, c. 2). amada. L u e g o la esperanza es mayor que
Sin embargo aquel lijero conocimiento, la caridad.
que por medio de la sabiduría puede te- 3.° « L a causa es más poderosa que el
nerse de Dios, se prefiere á todo otro co- » efecto » ; y la fe y la esperanza son
nocimiento. causa de la caridad, pues se dice sobre el
A l 4.° que la verdad y conocimiento de capítulo 1.° de San Mateo en la Glosa
los principios indemostrables depende de (interl.) sobre aquello de Abraham en-
la razón de los términos ; porque, cono- gendró á Isaac,... (3), que « l a fe engen-
cido lo que es el todo y lo que es la parte, » dra la esperanza, y la esperanza la cari-
inmediatamente se conoce que cualquier » dad ». L u e g o la fe y la esperanza son
todo es mayor que su parte : mas el co- mayores que la caridad.
nocer la razón del ente y del no ente, y Por el contrario , dice el A p ó s t o l
del todo y de la parte, y de otras cosas ( i Cor. 13, 10): y ahora permanecen es-
anejas al ente, y de las que como de tér- tas tres, la fe, la esperanza y la caridad;
minos se constituyen los principios inde- mas de estas tres la mayor es la caridad.
mostrables, pertenece á la sabiduría; por Conclusión. La caridad es la mayor
cuanto el ente común es el propio efecto y más escelente de las virtudes teológi-
de la causa altísima, es decir, de Dios. cas [1] ; no porque se refiera á más
Por lo tanto la sabiduría no solo usa de noble objeto , sino [2] porque se aproxi-
los principios indemostrables, cuya inte- ma más á Dios que las otras.
ligencia ya se tiene, sacando conclusiones Responderemos q u e , como arriba se
de ellos, como también otras ciencias; ha dicho (a. 1 y 3), la magnitud de la
sino juzgando al mismo tiempo de ellos, virtud en cuanto á su especie se estima
y disputando contra los que los niegan. según su objeto: mas, como el de las tres
De donde se sigue que la sabiduría es virtudes teológicas es propiamente Dios,
mayor virtud que el entendimiento. no puede una de ellas decirse mayor que
otra, porque se refiera á mayor objeto,
A R T Í C U L O V I . — t a caridad e s l a m a -
sino porque una de ellas se aproxime más
yor entre todas l a s virtudes teológicas? que otra á su objeto : y así la caridad es
mayor que las otras, pues que las otras
l.° Parece que la caridad no es la ma- importan en su propia noción cierta dis-
yor entre las virtudes teológicas : porque, tancia del objeto: por ser la fe de cosas
estando la fe en el entendimiento, mas la que no se han visto, y la esperanza de lo
esperanza y la caridad en la fuerza ape- que aún no se tiene ; en tanto que el amor
titiva, como se deja dicho ( C . 62, a. 3); de la caridad es de lo que y a se posee,
parece que la fe se compara con la espe- dado que el amado está en cierto modo
ranza y la caridad, del mismo modo que en el amante, y que ademas el que ama
la virtud intelectual con la moral. E s así es por su efecto atraído á su unión con el

(1) Por medio de argumentos sugeridos por los llamados lu- (3) Representando la fe por Abraham, padre de los creyert'
gares tópicos, que constituyen lo más esencial y útil de la In"- tes ; la esperanza en Isaac, símbolo de las promesas divinas í
vencion retórica, y á los que no sin razón dan grande impor- y el gozo por la risa de Sara ; así como la caridad está simbo*
tancia los preceptistas del arte de la Oratoria. lizada en Jacob por su amor á Dios y al prójimo, significán-
(2) Implícitamente y por deducción, pues lo que dice es que dose ademas la vida activa y contemplativa en sus dos mujo»
no puedo haber esperanza sin amor, res Raquel y Lia.
426 CUESTIÓN LXVI. — ARTÍCULO VI.

amado; por lo cual se dice (Joann. 4 , 16): dera el movimiento apetitivo, que tiende
quien permanece en caridad, en Dios á D i o s , el cual pertenece á las virtudes
permanece, y Dios en el ( 1 ) . teológicas, sino solamente manifiesta el
A l argumento 1.° diremos, que no objeto : y el movimiento apetitivo hacia
del mismo (2) modo se refiere la fe á la el objeto escede al conocimiento humano,
esperanza y á la caridad, como la pru- según aquello ( E p h e s . 3 , 19) : la cari-
dencia á la virtud moral; y esto por dos dad de Cristo, que sobrepuja todo enten-
motivos : 1.° porque las virtudes teoló- dimiento (3).
gicas tienen un objeto , que está por cima A l 2.° que la esperanza presupone el
del alma bumana; mas la prudencia y las amor de aquello, que uno espera alcanzar,
virtudes morales versan acerca de cosas, que es amor de concupiscencia; con el
que están sometidas al hombre. E n las cual amor ciertamente se ama más el
cosas superiores al hombre la dilección que desea lo bueno que alguna otra cosa:
es más noble que el conocimiento : por- mas la caridad importa amor de amistad,
que este se perfecciona, según que las á la cual se llega con la esperanza, como
cosas conocidas están en el que las cono- se ha dicho (C. 6 2 , a. 4 ) .
ce ; empero la dilección, según que el que A l 3.° que la causa perfectiva es más
ama es atraído á la cosa amada. Mas lo potente que su efecto, mas no (lo es) la
que supera al hombre es más noble en sí causa dispositiva; pues en tal supuesto
misino, que cual está en el hombre; por- (sic) el calor del fuego sería más pode-
que cada cosa está en otra por modo de roso que el alma, para la cual dispone la
aquella, en que está : pero lo contrario materia : lo cual es evidentemente falso.
se verifica en lo que es inferior al h o m - Mas la fe engendra la esperanza, y la es-
bre. 2.° Porque la prudencia modera los peranza la caridad, disponiendo la una
movimientos apetitivos pertenecientes á para la otra.
las virtudes morales; pero la fe no mo-

(1J Conviene hacerse cargo de lo que espone sobre este establecida en la objeción entre la fe en relación con las otras
asunto en la 2. -2.<», C 23, a. 6 y 8.
a
virtudes teológicas y la virtud intelectual respecto de la mo-
(2) Nótase en esta locución alguna insignificante discre- ral ; solución que por cierto salta á la vista, como suele de-
pancia de redacción entre los diversos manuscritos y edicio- cirse.
nes impresas, que no afecta empero al fondo sustancial del (3) V. 2. -2.K, C. 10, a. 4, al 2."
a

pensamiento, reducido á que no es admisible la comparación


CUESTIÓN LXYII.

Duración de las virtudes después de esta vida.

Consideraremos a h o r a la duración de las virtudes después de esta v i d a , é investigaremos seis


cosas acerca de esto : 1. Las virtudes morales permanecen después de esta vida? —2. Y las virtudes
a a

intelectuales? - 3. Persevera la fe ?—4. Y la e s p e r a n z a ? - 5. Queda algo de la fe ó de la e s p e r a n z a ? -


a a a

0. Persevera la caridad?
a

ARTÍCULO I . — t a s virtudes morales tura; pero en lo formal perseverarán


permanecen después de esta vida ? perfectísimas en los bienaventurados.
Responderemos q u e , como dice S a n
l.° Parece que las virtudes morales no Agustín ( D e Trin. 1. 1 4 , c. 9), Tulio
permanecen después de esta vida : por- consignó que después de esta vida las
que los hombres en el estado de la futura cuatro virtudes cardinales ( 2 ) no exis-
gloria serán semejantes á los ángeles, ten, sino que en l a otra vida los hombres
como se dice (Matth. 2 2 ) ; y es ridículo son bienaventurados « con solo el cono-
atribuir á los ángeles virtudes morales »cimiento de la naturaleza, que es lo
(Ethic. 1. 10, c. 8 ) . L u e g o ni en los hom- »mejor ó más amable de t o d o » , según
bres después de esta vida habrá virtudes observa S a n Agustín (ibid.), esto es,
morales. «con aquella naturaleza, que creó todas
2.° L a s virtudes morales perfeccionan al »las naturalezas». M a s él mismo deter-
hombre en la vida activa, la cual no sub- mina, después que estas cuatro virtudes
siste después de la presente, pues dice San existen en la vida futura, aunque de otro
Gregorio (Moral. 1. 6 , c. 1 0 ) : ce las obras modo. Para cuya evidencia debe saberse
»de la vida activa pasan con el cuerpo». que en dichas virtudes h a y algo formal
Luego las virtudes morales no permane- y algo como material. Material es sin
cen después de esta vida. duda en estas virtudes cierta inclinación
3.° L a templanza y l a fortaleza, que de la parte apetitiva á las pasiones ú ope-
son virtudes morales , son propias de las raciones conforme á algún modo : y , pues
partes irracionales, como dice Aristóte- que este modo se determina por la razón,
les (Ethic. 1 , 3 , c. 10). M a s las partes por eso lo formal en todas las virtudes
irracionales del alma se disuelven con el es el orden último de la razón. A s í pues
cuerpo, como actos que son de los órga- debe decirse que las virtudes morales en
nos corporales. L u e g o parece que las vir- la vida futura no permanecen cuanto á
tudes morales no permanecen después de lo que en ellas es material; porque no
esta vida. tendrán lugar en la vida futura las con-
Por el contrario, se dice ( S a p . 1, 1 5 ) cupiscencias y delectaciones de los man-
que la justicia es perpetua é inmortal ( 1 ) jares y placeres sensuales, ni tampoco los
Conclusión. Las virtudes morales car- temores y audacias acerca de los peligros
dinales en cuanto á lo material de las de muerte, como ni las distribuciones y
mismas no permanecerán'en la vida fu- comunicaciones de las cosas al uso en la

il) Pleonasmo enfático, que en la intención ostensible del en su diálogo titulado Hortcnsio las enumera todas cuatro con
sagrador Escritor insinúa la importancia siempre transcen- sus propios é idénticos nombres hoy usados, lo cual justifica
dental de esta virtud. bastantemente la exactitud del aserto de ambos Santos Doc-
{V No con estadenominacion, desconocida en su época; pero tores,
42á CUESTIÓN L X V I I . — ARTÍCULOS I Y I I .

presente v i d a : mas en cuanto á lo for- sino solo radicalmente en la esencia de la


mal perseverarán en los bienaventurados misma, como se ha dicho ( P . 1. , C. 77, a

perfectísimamente después de esta vida, a. 8); y por consiguiente ni tales virtu-


en cuanto la razón de cada uno será rec- des estarán en acto sino en raíz, es á sa-
tísima acerca de lo perteneciente al mis- ber, en la razón y en la voluntad, en las
mo según aquel estado; y la fuerza ape- que existen ciertos gérmenes de estas
titiva se moverá totalmente según el or- virtudes, como se ha dicho (ibid.) ; pero
den de la razón en lo concerniente á la justicia, que está en la voluntad, per-
aquel estado. P o r eso San Agustín di- severará aun en acto; por lo que espe-
ce (ibid.) que « l a prudencia allí estará cialmente de ella se ha dicho qtie es per-
» sin ningún peligro de error, la fortaleza petua é inmortal, y a por razón del suje-
» sin molestia de males que haya de t o - t o , porque la voluntad es incorruptible,
» lerar, la templanza sin combate de los y a también por semejanza del acto, como
» malos deseos; de modo que actuará la se ha dicho.
» prudencia en no anteponer ó igualar á
» Dios bien alguno, la fortaleza en ad- A R T Í C U L O I I . — Las virtudes Intelec-
» herirse á él firmísimamente, y la tem- tuales p e r m a n e c e n después de e s t a vida V
» planza en no deleitarse con ningún de-
y> fecto nocivo ». P e r o sobre la justicia es 1.° Parece que las virtudes intelec-
más notorio (1) qué acto tendrá allí, es tuales no permanecen después de esta
decir, subordinado á D i o s ; porque aun vida : porque dice el A p ó s t o l (i Cor. 13,
en esta vida pertenece á la justicia estar 8) que la ciencia se destruirá, y la razón
sometido al superior. es, porque en parte conocemos : pero, así
A l argumento 1.° diremos, que Aris- como el conocimiento de la ciencia es en
tóteles habla allí de tales virtudes mora- parte, esto e s , imperfecto; igualmente
les , en cuanto á lo que hay de material (lo es) también el conocimiento de las
en e l l a s ; como sobre la justicia en cuanto otras virtudes intelectuales, mientras du-
á las comunicaciones y distribuciones, so- ra esta vida. L u e g o todas las virtudes
bre la fortaleza en cuanto á las cosas ter- intelectuales cesarán después de esta
ribles y á los peligros, y sobre la templan- vida.
za en cuanto á las depravadas concupis- 2.° Aristóteles dice en los Predica-
cencias. mentos (c. de qualit.) que la ciencia,
A l 2° debe decirse lo mismo; porque siendo hábito, es cualidad difícilmente
las c o s a s , que son propias de la vida ac- m o v i b l e ; porque no fácilmente se pierde,
t i v a , son como lo material de las vir- á no ser por alguna fuerte transmutación
tudes. ó enfermedad. E s así que no hay trans-
A l 3.° que después de esta vida h a y mutación tan grande del cuerpo humano,
dos estados: uno antes de la resurrección, como la que se verifica por la muerte.
cuando las almas estarán separadas de sus. L u e g o la ciencia y otras virtudes inte-
cuerpos (respectivos) ; y otro después de lectuales no permanecen después de esta
la resurrección, cuando las almas segunda vida.
vez se unirán á sus propios cuerpos. A s í 3.° L a s virtudes intelectuales perfec-
pues en aquel estado de la resurrección cionan el entendimiento, para que ejecute
estarán las fuerzas irracionales en los ór- bien el acto propio. M a s el acto del en-
ganos del cuerpo, lo mismo que están tendimiento no parece existir después de
ahora; de donde se sigue que en lo iras- esta v i d a : porque « nada entiende el alma
cible podrá haber fortaleza y en lo con- y> sin la imagen » (2) ( D e an. 1. 30); y
cupiscible templanza, en cuanto ambas las imágenes no permanecen después de
fuerzas estarán perfectamente dispuestas esta vida, pues no están sino en los órga-
á obedecer á la razón: mas en el estado nos corpóreos. L u e g o las virtudes inte-
anterior á la resurrección, las partes irra- lectuales no permanecen después de esta
cionales no estarán en acto en el alma, vida.

(1) Manifestáis con las más correctas ediciones, inclusa la de que M. Drioux la cree menos acertada, juzgando al parecer
Ñapóles anotada por Nicolai, que se apoya en la opinión de con alguna lijereza.
San Agustín, para preferir esa palabra á manifcslum,- por más (2) Téngase presente lo cspueslo en la 1." P., C. 85, a. 1.
CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 429

Por el contrario: es más firme el co- corrompido el cuerpo, se desvanecen. D e


nocimiento de las cosas universales y n e - donde se sigue que en cuanto á las mis-
cesarias que el de las particulares y con- mas i m á g e n e s , que son como materiales
tingentes. E s así que en el hombre perse- en las virtudes intelectuales, las virtudes
vera después de esta vida el conocimiento intelectuales se destruyen destruido el
de las cosas particulares y contingentes, cuerpo ; mas en cuanto á las especies in-
por ejemplo, de las que uno hizo ó pade- teligibles, que están en el entendimiento
ció, conforme á aquello ( L u c . 16, 25) : posible, las virtudes intelectuales perma-
acuérdate que recibiste bienes en tu vida, necen. Pero las especies se han en las
y Lázaro por su parte males. L u e g o con virtudes intelectuales como formales; y
mucha más razón persevera el conoci- por consiguiente las virtudes intelectua-
miento de las cosas universales y necesa- les permanecen después de esta vida en
rias, que pertenece á la ciencia y á otras cuanto á lo que hay de formal en ellas,
virtudes intelectuales. mas no en cuanto á lo que es material,
Conclusión, Las virtudes intelectua- lo mismo que de las morales se ha di-
les permanecen después de esta vida en cho (a. 1).
cuanto á lo formal de ellas, que son las A l argumento 1.° diremos que las pa-
especies inteligibles, conservadas en el labras del Apóstol deben entenderse en
entendimiento; mas no en cuanto á lo cuanto á lo que es material en la ciencia'
material, que son las imágenes sensibles. y en cuanto al modo de entender; porque
Responderemos que, como se ha dicho es de saber que ni las imágenes perseve-
( P . 1. , C. 79, a. 6 ) , algunos establecie-
a
rarán destruido el cuerpo, ni habrá uso
ron (1) que las especies inteligibles no de ciencia por la conversión á las imáge-
permanecen en él entendimiento posible, nes (3).
sino mientras entiende en acto; ni h a y A l 2.° que por la enfermedad se cor-
conservación alguna de especies, cesando rompe el hábito de la ciencia en cuanto á
la consideración actual, sino eu las fuer- lo que es material en é l , es á saber, en
zas sensitivas, que son actos de los órga- cuanto á las imágenes ; mas no en cuanto
nos corporales, cuales son la imaginativa á las especies inteligibles, que están en el
y la memorativa. M a s semejantes fuerzas entendimiento posible.
se disuelven con el cuerpo; y por tanto A l 3.° que el alma separada después
en cuanto á esto la ciencia de ningún de la muerte tiene otro modo de entender
modo perseverará después de esta vida, que por la conversión á las imágenes,
ni alguna otra virtud intelectual. Empero como se ha dicho ( P . 1. , C. 89, a. 1); y
a

esta opinión es contraria al dictamen de así la ciencia queda, aunque no confor-


Aristóteles, el cual dice ( D e an. 1. 3, t. 8), me al mismo modo de obrar, según se
que « el entendimiento posible está en ha dicho también de las virtudes mora-
» acto, cuando se hace cada una de las les (a. 1).
» cosas, como sabiéndolas, estando sin
»embargo en potencia para considerar ARTÍCULO III. — L» fe permanece
»en acto». E s también contra la razón, después de"esta vida?
porque las especies inteligibles se reciben
en el entendimiento posible establemente l.° Parece que la fe permanece des-
según el modo del recipiente ; por lo que pués de esta v i d a : porque la fe es más
el entendimiento posible se llama también noble que la ciencia; y la ciencia perma-
lugar de las especies, como que conserva nece después de esta vida, como se ha
las especies inteligibles. Mas las imáge- dicho (a. 2). L u e g o también la fe.
nes sensibles, á las que mirando el hom- 2.° S e dice ( i Cor. 3, 11) : nadie pue-
bre entiende en esta vida, aplicando á de poner otro cimiento que el que ha sido
ellas las especies inteligibles, (2) como puesto, que es Jesuc?'isto, esto es la fe
se ha dicho ( P . 1. , C. 85, a. 1 y 2),
a

de Jesucristo. E s así que, quitado el ci-

(1) Entro ellos Avicena, cuya opinión refuta el Santo versalizadas mediante la abstracción, conforme á lo dicho
( '
p
C. 84, a. 4). (1. P., C 85, a. 1 y 3).
a

(2) Es decir,contemplando las naturalezas délas cosasuni- (3) Véase en la 1.« P. la C. SU, a. 5, al 1."
430 CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O III.

miento, no persevera lo que sobre él se cosa numéricamente , permaneciendo tal,


edifica. L u e g o , si la fe no persevera des- no puede pasar de una especie á otra;
pués de esta v i d a , ninguna otra virtud de aquí que quitada la tal imperfección,
perseveraría. desaparece la especie de la c o s a , como
3.° E l conocimiento de la fe y el co- ya no sería buey ó c a b a l l o , si fuese ra-
nocimiento de la gloria (1) difieren se- cional : pero otras veces la imperfección
gún lo perfecto é imperfecto. Pero el co- no pertenece á la razón de la especie,
nocimiento imperfecto puede coexistir sino que es accidental al individuo bajo
con el perfecto, así como en el ángel p u e - algún otro a s p e c t o ; como algún hombre
den bailarse juntos el conocimiento ves- en ocasiones se halla accidentalmente
pertino y el matutino ( 2 ) , y un bombre privado de r á z o n , interrumpido su uso
puede tener al mismo tiempo por medio del en él por el sueño ó por la embriaguez ó
silogismo demostrativo ciencia sobre una alguna otra causa análoga. P e r o se ve
misma conclusión, y opinión por medio que , quitada tal imperfección, persevera
del silogismo dialéctico. L u e g o también no obstante la sustancia de la c o s a : y
la fe es compatible después de esta vida por otra parte es notorio que la imper-
con el conocimiento de la gloria. fección del conocimiento es esencial á la
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol fe, en cuya definición se dice que la fe es
'(II Cor. 5 , 6 ) : mientras estamos en el sustancia de las cosas que se deben espe-
cuerpo, vivimos ausentes del Señor; por- rar, argumento de las que no se ven,
que andamos por fe y no por visión. M a s como se lee ( Hebr. 1 1 , 1 ) ; y S. Agustín
los que están en la gloria no viven ausen- dice (Tract. 4 0 , in Joann.) : « ¿ Q u é es la
tes del S e ñ o r , sino que le están presen- » fe ? Creer lo que no ves » . M a s el co-
tes. L u e g o la fe no permanece después nocimiento sin aparición ó visión arguye
de esta vida en la gloria. imperfección del m i s m o , siendo por lo
Conclusión. Siendo [ 1 ] imposible que tanto la imperfección del conocimiento
el conocimiento perfecto y el imperfecto de esencia de la fe. D e aquí la evidencia
de parte del sujeto se hallen juntos en de que la fe no puede ser perfecto cono-
uno mismo ; lo es igualmente [ 2 ] que la cimiento, permaneciendo la misma en nú-
fe coexista en él con la beatitud. mero. P e r o ademas debe considerarse si
R e s p o n d e r e m o s , que la oposición es puede existir al mismo tiempo con cono-
per se la propia causa de que un opuesto cimiento perfecto; porque nada obsta
escluya al otro, por cuanto en todas las que un conocimiento imperfecto exista
cosas opuestas se incluye la oposición de alguna vez juntamente con el perfecto.
la afirmación y de la negación. M a s se D e b e pues tenerse en cuenta que el co-
halla en algunas oposición según las con- nocimiento puede ser imperfecto de tres
trarias formas, como en los colores lo modos : 1.° de parte del objeto cognosci-
blanco y lo n e g r o , y en otras según lo ble ; 2.° de parte del m e d i o ; y 3.° de
perfecto é imperfecto; por lo que en las parte del sujeto. l . ° P o r parte del objeto
alteraciones el más y el menos se con- cognoscible difieren ciertamente según lo
ceptúan contrarios, como cuando de lo perfecto é imperfecto el conocimiento
menos cálido se hace más cálido ( P h y s . matutino y el vespertino en los ángeles;
1. 5, t. 1 9 ) : y , como lo perfecto y lo im- porque el conocimiento matutino es sobre
perfecto se contrarían, es imposible que las cosas según que tienen ser en el
al mismo tiempo y en un mismo concepto V e r b o , al paso que el vespertino es so-
haya perfección é imperfección. M a s debe bre las c o s a s , según que tienen ser en
considerarse que la imperfección procede su propia n a t u r a l e z a , lo que es imper-
ciertamente unas veces de la razón de la fecto respecto del primer ser; 2.° de parte
cosa, y pertenece á la especie de la misma, del medio se diferencian según lo per-
como el defecto de la razón pertenece á fecto é imperfecto el conocimiento, que
la razón de la especie del caballo ó del versa sobre alguna conclusión por medio
buey ; y , puesto que una sola y misma, demostrativo, y por medio probable ; y

(1) El que tendrán los bienaventurados en la gloria por la por el primero las ven intuitivamentente en sí mismas ó en
beatífica visión de Dios. su misma entidad y ser, y por el segundo las contemplan en
(2) Véase en la 1." P. la G. 58, a. 6, donde se espone que el Verbo.
CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 431
3.° por lo que hace al sujeto según lo per- j e t o , porque su objeto es la verdad pri-
fecto é imperfecto se distinguen la opi- mera ; mas la ciencia tiene más perfecto
nión , la fe y la ciencia : porque la opi- modo de conocer, porque no repugna á la
nión , supone aceptarse algo con recelo perfección de la bienaventuranza, es á
de su opuesto , no teniendo por lo mismo saber, á la visión, como le repugna el
firme asentimiento ; á la ciencia compete modo de la fe.
esa firme adhesión con visión intelectiva, A l 2° que la fe es el fundamento en
en virtud de la certidumbre procedente cuanto á lo que tiene de conocimiento; y
de la inteligencia de los principios; y por t a n t o , cuando se perfeccione el co-
la fe se halla en situación media, supe- nocimiento , será más perfecto funda-
rando á la opinión en que tiene firme ad- mento.
hesión , y quedando inferior á la ciencia A l 3.° se ve la solución por lo que se
en carecer de intuición. Pero es evidente ha dicho arriba.
que lo perfecto y lo imperfecto no caben
juntos respecto de lo mismo, aunque co- A R T Í C U L O I V . — i Queda ln esperanza
sas diferentes en cuanto á lo perfecto y d e s p u é s de la muerte e n el estado de l a glo-
lo imperfecto pueden muy bien coexistir ria?
bajo algún concepto mismo en algún
otro ( sujeto ) idéntico. A s í pues de nin- l.° Parece que la esperanza queda des-
gún modo puede haber conocimiento per- pués de la muerte en el estado de gloria:
fecto é imperfecto de parte del objeto porque la esperanza perfecciona el ape-
sobre este mismo : pueden sin embargo tito humano de un modo más noble que
convenir en el mismo medio y en el mis- las virtudes m o r a l e s , las cuales sin em-
mo Bujeto ; porque nada impide el que bargo quedan después de esta vida, como
un solo hombre al mismo tiempo y á la se ve por S. Agustín ( D e Trin. 1. 14,
vez por un solo y mismo medio tenga c, 9). L u e g o mucho más la esperanza.
conocimiento de dos cosas, de las cuales 2.° A la esperanza se opone el temor.
una es perfecta y otra imperfecta, como E s así que el temor permanece después
de la salud y de la enfermedad , del bien de esta v i d a , y a en los bienaventurados
y del mal. Asimismo es imposible que el el temor filial (1) que permanece para
conocimiento perfecto é imperfecto de siempre , y a en los condenados el temor
parte del medio concurran en un solo de las penas. L u e g o con igual razón puede
medio; mas nada obsta que convengan quedar la esperanza.
en un solo objeto y en un solo sujeto, 3.° A s í como la esperanza es del bien
porque puede un solo hombre conocer la futuro, del mismo modo el deseo. P e r o
misma conclusión por un medio probable en los bienaventurados hay deseo del
y (otro) demostrativo : é igualmente es bien futuro, aun en cuanto á la gloria
también imposible que el conocimiento del c u e r p o , la cual desean las almas de
perfecto é imperfecto de parte del sujeto los bienaventurados, como dice S. A g u s -
existan juntos en un mismo sujeto. Mas tín (Sup. Gen. ad. litt. 1. 12, c. 35), y
la fe en su propia noción tiene imperfec- también en cuanto á la gloria del alma,
ción, que proviene de parte del sujeto, según aquello (Eccli. 24, 29) : los que me
consistente en que creyendo no ve lo que comen, aún tendrán hambre; y los que
cree ; y la beatitud por su parte tiene me beben , aún tendrán sed ; y ( I Petr.
perfección de parte del sujeto, de modo 1, 12)se dice: en quien desean mirar los
que el bienaventurado ve aquello por lo ángeles. L u e g o parece que puede haber
que es beatificado, como arriba se ha esperanza después de esta vida en los
dicho ( C. 3 , a. 8 ). Es pues evidente- bienaventurados.
mente imposible que la fe permanezca
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
simultáneamente con la bienaventuranza
(Rom. 8. 24) : lo que uno ve, ¿cómo lo
en un mismo sujeto.
espera? E s así que los bienaventurados
Al argumento 1.° diremos, que la fe es ven lo que es el objeto ¡de su esperanza,
más noble que la ciencia de parte del ob- que es D i o s . L u e g o no esperan.
(1) Que generalmente se llama reverencia, y así la inter- nominación de temor filial por su analogía con el que respe-
preta también Casiodoro ; aunque aquí se designa bajo la do- tuosamente es muy propio de los hijos mostrar á sus padres.
433 CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.

Conclusión. Una vez poseído lo que se tanto el temor que persevera en la glo-
espera, ó sea, la fruición divina, ya no ria no se opone á la esperanza : aun en
puede haber esperanza. los condenados más bien puede haber
Responderemos que, como se ha dicho temor de la pena que en los bienaventu-
(a. 3), lo que en su propia noción denota rados esperanza de gloria ; porque en los
imperfección del sujeto, no es compatible condenados habrá sucesión de p e n a s , y
á la vez con el sujeto perfecto por la así persevera allí la razón de lo futuro,
opuesta perfección : como se ve que el que es el objeto del temor; en tanto que
movimiento implica imperfección del su- la gloria de los santos es sin sucesión
g e t o , porque como tal es acto del que según cierta participación de la eterni-
existe en potencia. D e donde se sigue dad , en la cual no hay pasado ni futuro,
que, cuando aquella potencia se reduce al sino solo presente. Sin embargo ni aun
acto , cesa y a el movimiento ; porque no en los condenados h a y propiamente te-
se blanquea t o d a v í a , después que y a mor ; porque según lo dicho ( C . 4 2 , a. 2)
algo se ha hecho blanco. M a s la espe- el temor jamás existe sin alguna espe-
ranza lleva consigo cierto movimiento ranza de evasión, la cual absolutamente
hacia lo que no se t i e n e , como se ve no habrá en los condenados : por lo que
por lo dicho acerca de la pasión ( C. 4 0 , tampoco habrá en ellos t e m o r , sino co-
a. 1 y 2 ) ; y por lo t a n t o , cuando se munmente h a b l a n d o , según que cierta
tiene lo que se espera , á saber , la frui- espectacion del mal futuro se llama temor.
ción divina, ya no podrá haber espe- A l 3.° que cuanto á la gloria del alma
ranza ( 1 ) . no puede haber deseo en los bienaventu-
A l argumento 1.° diremos, que la espe- rados, en cuanto mira á lo futuro, por la
ranza es más noble que las virtudes mo- razón y a dicha ( a q u í , y C. 33 , a. 2 ) .
rales cuanto á su o b j e t o , que es D i o s ; D í c e s e empero haber allí hambre y sed
pero los actos de las virtudes morales no por la exención de fastidio ; y por la
repugnan á la perfección de la bienaven- misma razón se dice que hay deseo en
turanza , como los actos de esperanza, á los ángeles : mas respecto de la gloria
no ser tal vez por razón de la materia, del cuerpo en las almas de los santos
según la cual no permanecen : porque la puede ciertamente haber d e s e o , no sin
virtud moral no perfecciona el apetito embargo esperanza, propiamente hablan-
solamente respecto de lo que aún no se do ; ni según que la esperanza es virtud
t i e n e , sino también acerca de lo que ac- teológica ( porque así su objeto es Dios,
tualmente se posee. y no algún bien creado ) ; ni según su
A l 2.° que el temor es de dos clases, acepción común, porque el objeto de la
servil y filial, como después se dirá ( 2 . - a
esperanza es lo arduo, como se ha dicho
2 . , C. 19, a. 2). E l servil ciertamente es
K
(C. 4 0 , a. 1.) E l bien empero, cuya causa
el temor de la p e n a , que no podrá ha- ya inevitable tenemos, no se refiere á nos-
llarse en la gloria, donde no habrá posi- otros en concepto de arduo; por cuya ra-
bilidad de pena alguna ; pero el temor zón no se dice propiamente que uno que
filial tiene dos actos, que son reverenciar tiene dinero espera tener algo que inme-
á D i o s , y en cuanto á este acto queda; y diatamente puede muy bien comprar; y
temer la separación del m i s m o , y en del mismo modo los que tienen la gloria
cuanto á este acto no queda : porque el del alma, no se dice con propiedad que
ser separado de D i o s tiene razón de mal, esperan la gloria del cuerpo, y sí solo que
y allí ningún mal se temerá, según aque- la desean.
llo ( P r o v . 1 , 33 ) : gozarán de abun-
dancia , quitado el temor de los males; ARTÍCULO V . — Queda c u i* giorin
pero el temor se opone á la esperanza algo de fe ó d e e s p e r a n z a ?
por la oposición del bien y del mal, como l.° Parece que algo de fe ó de espe-
arriba se ha dicho ( C. 4 0 , a. 1 ) , y por ranza queda en la gloria : porque, quitado

(1) Nótese bien que escluye ia esperanza únicamente en el la tienen aún, como asimismo la fe, hasta tanto que hayan
estado ya perfecto de gloria por la fruición de Dios, sin ne- pasado de ese estado transitorio al definitivo de la completa e
gar por esto que después de la muerte subsiste la esperanza inamisible bienaventuranza, al cual esclusivamente se con-
en las almas detenidas en el Purgatorio, que indudablemente creta la conclusión del testo.
CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O V. 433

lo que es propio, queda lo que es común, que la esperanza totalmente se suprime;


como se dice ( D e causis, propos. 1.) que, a
pero la fe cesa en parte, á saber, en
(i quitado lo racional, queda lo vivo ; y , cuanto al enigma, y en parte permanece,
»separado lo v i v o , queda el ente». E s es decir, en cuanto á la sustancia del co-
así que en la fe hay algo, qué le es común nocimiento : lo cual ciertamente si se en-
con la bienaventuranza, cual es el cono- tiende en el sentido de que permanece, no
cimiento mismo; y algo también, que le lo mismo en número, sino idéntico en el
es propio, esto e s , el enigma, pues la fe g é n e r o , se ha dicho con muchísima ver-
es conocimiento enigmático. L u e g o , des- dad ; porque la fe conviene con la visión
cifrado el enigma de la fe, aún subsiste el de la patria en el género, que es el cono-
conocimiento mismo de la fe. cimiento; mas la esperanza no conviene
2.° L a fe es cierta luz espiritual del con la bienaventuranza en el género,
alma, según aquello (Ephes. 1, 18) : ilu- pues comparada la esperanza con la frui-
minados los ojos de vuestro corazón (1) ción de la bienaventuranza es como el
para el conocimiento de Dios. P e r o esta movimiento con respecto á la quietud en
luz es imperfecta respecto de la luz de la el término. Si se entiende empero que el
gloria, de la cual se habla ( P s . 35,10): en mismo conocimiento, que es de la fe, per-
tu luz veremos la luz; y la luz imperfecta manece en número en la patria, esto es
persevera, sobreviniendo la luz perfecta, enteramente imposible: porque, separada
porque no se apaga la bujía por la apa- la diferencia de alguna especie, no perse-
rición de la luz del sol. L u e g o parece vera la sustancia del género la misma en
que la misma luz de la fe permanece con número ; así como, quitada la diferencia
la luz de la gloria. constitutiva de la blancura, no persevera
3.° L a sustancia del hábito no se quita la misma sustancia del color en número,
por la sola supresión de la materia; pues de modo que el mismo color en número
el hombre puede conservar el hábito de sea unas veces blancura y otras negrura.
la liberalidad, aun perdido el dinero, mas Porque no se compara el género con la
no puede tener acto. P e r o el objeto de la diferencia, como la materia con la forma,
fe es la verdad primera no vista. L u e g o , de modo que persevere la sustancia del
retirado este por la visión de la verdad género la misma en número, suprimida la
primera, aún puede perseverar el mismo diferencia; como persevera la misma en
hábito de la fe. número la sustancia de la materia, retira-
Por el contrario: la fe es cierto hábito da la forma: puesto que el género y la
simple; y lo simple ó del todo se quita, ó diferencia no son partes de la especie;
todo persevera. N o permaneciendo pues sino que, así como la especie significa el
totalmente la fe (2), sino evacuándose, todo, esto es, el compuesto de materia y
como se ha dicho (a. 3); parece que se forma en las cosas materiales, así la di-
quita totalmente. ferencia significa el todo, é igualmente el
Conclusión. La esperanza [1] total- género. M a s el género da nombre al todo
mente cesa aun en género en el estado de por lo que es como materia, y la diferen-
gloria ; mas la fe [2] solo en número y cia por lo que es como forma ; y la es-
especie, y no en el género, subsistiendo pecie por las dos cosas : al modo que en
en general el mismo conocimiento. el hombre la naturaleza sensitiva es como
lo material con respecto á la intelectiva.
Responderemos, que algunos dijeron

(1) La Vulgata antepone (v. 17) in agnilione cjus, locución la restricción allí consignada, según puede verse en su Con-
que el Santo Doctor escribe pospuesta y agnitionem en acusa- clusión ; parece muy natural insista de nuevo en ampliar de-
tivo. Véase en la 1." P. la nota 1, pág. 205, dclT. l.° talladamente lo relativo á la parte de fe, ó sea , al concepto de
(2) No (leja de parecer estraño limite aquí á la fe su aser- la misma remanente en el estado de gloria, como aclaración y
ción, como en el desarrollo do la demostración en las conside- más decisiva corroboración de lo establecido acerca de ella en
raciones ó argumentos comprobantes, habiendo incluido tam- el citado a. 3. Esto basta á justificar la conveniencia y hasta
bién la esperanza en la tesis del epígrafe, como también es- cierto punto necesidad del presente a. 5, que hada tiene de
presamente en la primeva de las objeciones. No ha faltado redundante ó superíluo, siendo por el contrario muy oportuno
quien en vista do esto sospechase la intrusión de las palabras y procedente ; toda vez que en el tercero (sin duda por no
velspcicn el aludido encabezamiento de este artículo, á pesar hacerlo demasiado estenso, ó quizá con el fin de caracterizar
de hallarse en todos los manuscritos y ediciones ; fundándose más gráficamente la distinción allí insinuada y á todas luces
en que respecto de la esperanza deja ya demostrada (a. 4) su más notable y digna de atención) no ha apurado el asunto
insubsistencia después de la glorificación ; y aunque también tan completa y distintamente, como fuera de desear y lo ha
'Hieda sentado (a. 3) lo propio en cuanto á la fe, si bien con hecho en el 4." respecto de la esperanza.
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 28
434 CUESTIÓN LXVII. — ARTÍCULOS V Y VI.

Pero se llama animal lo que tiene natura- porque, como se dice ( i Cor. 13, 10),
leza sensitiva, y racional lo que la tiene cuando viniere lo que es perfecto, abolido
intelectiva, y el hombre las tiene ambas: será lo que es en parte, esto es, lo que es
y así el mismo todo se significa por estas imperfecto. E s así que la caridad del ca-
tres cosas, aunque no del mismo modo. mino (3) es imperfecta. L u e g o quedará
Se ve pues que, no siendo la diferencia abolida, cuando llegare la perfección de
sino designativa del g é n e r o , quitada la la gloria.
diferencia, no puede la sustancia del g é - 2.° L o s hábitos y los actos se distin-
nero perseverar la misma; porque no g u e n según sus objetos ( 4 ) . P e r o el ob-
persevera l a misma animalidad, si h a y jeto del amor es el bien aprendido. Sien-
otra alma que constituya al animal. A s í do pues diferentes la aprensión de la
que no puede ser que el conocimiento presente vida y l a consecución de la fu-
idéntico en n ú m e r o , que antes fue enig- tura, parece que no persevera la misma
mático , se haga después visión patente : la caridad en una y otra.
lo cual evidencia que nada de lo que hay 3.° D e las cosas incluidas en un mismo
en la fe persevera en la patria lo mismo concepto (5) lo imperfecto puede llegar
en número ó especie, sino solo lo mismo á la igualdad de la perfección (6) por el
en género. continuo aumento. M a s la caridad de
A l argumento 1.° diremos que, quitado esta vida (vice) nunca puede llegar á la
lo racional, no persevera vivo lo mismo igualdad de la caridad de la patria, por
en número, sino lo mismo en género, c o - más que se aumente. L u e g o parece que
mo se v e por lo dicho. la caridad de esta vida no persevera en
A l 2.° que la imperfección de la luz de la patria celestial.
la candela no se opone á la perfección de P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
la luz solar, porque no dicen relación á (i Cor. 13,8): la caridad nunca fenece.
un mismo sujeto (1) : pero la imperfec- Conclusión. La caridad, virtud per-
ción de l a fe y la perfección de la gloria se fecta y sin mezcla alguna de imperfec-
oponen entre s í , y se refieren á un mismo ción, no queda abolida por la perfección
sujeto; y por lo tanto no pueden coexis- de la gloria; sino que indudablemente
tir j u n t a s , como ni la claridad del aire persevera la misma en número.
con su obscuridad. Responderemos que, como se ha dicho
A l 3.° que el que pierde el dinero, no (a. 3), cuando la imperfección de alguna
pierde la posibilidad de tenerlo; y por cosa no es esencial á su misma especie,
eso convenientemente persevera el hábito nada obsta el que la misma en número,
de l a liberalidad. Mas en el estado de l a que antes fue imperfecta, venga después
gloria, no solamente se quita el objeto á ser perfecta ; como el hombre se per-
de la fe en a c t o , que es lo no visto; sino fecciona por el aumento, y l a blancura
también en cuanto á s u posibilidad (2) por la intensidad. Empero la caridad es
por la estabilidad de la bienaventuranza: amor, cuya noción no entraña imperfec-
y por tanto vanamente perseveraría t a l ción alguna ; porque puede ser de lo ha-
hábito. bido y de lo no habido, de lo visto y lo
no visto : de donde se sigue que la cari-
ARTÍCULO V I . — P e r s e v e r a l a enrulad
dad no queda abolida por la perfección
d e s p u é s de e s t a vida e n l a gloria ?
de la gloria, sino que persevera la misma
en número.
l.° Parece que la caridad no perma- A l argumento 1.° duremos que la im-
nece después de esta vida en l a gloria: perfección de la caridad l a afecta acci-

(1) Otros leen objecíum : aquí es lo mismo. (5) Ó que son de idéntica naturaleza (unius ralionis}.
(2) Esto es, cesa también el hábito, que es el aeto en po- (0) Nicolai propone, como dudando, si en lugar de perfeelif
tencia, como más comunmente suele espresarse el Santo en el nia debería acaso sustituirse perfeclioris (de lo más perfecto),
lenguaje técnico escolástico. como efectivamente parece más conforme con el sentido del
(3) Del hombre en su estado de viador durante la vida mor- contesto; mas la unanimidad de todos los ejemplares tanto
tal en este mundo, como fácilmente se deja interpretar. manuscritos como impresos no parece consentir la variación,
(4) Los actos inmediatamente ; mas los hábitos mediante toda vez que por otra parte queda así perfectamente á salvo
los actos, que los dan á conocer y los distinguen, según ya la intención del Autor, como es palmario.
antes queda anotado (C. 57, a. 2) pág. 381, nota 2.
CUESTIÓN L X V I I . — A R T Í C U L O V I . 435

deiitalmente, porque no es propia de la jeto la misma cosa conocida, que es una


razón del amor la imperfección. Mas, qui- misma, á saber, el mismo D i o s .
tado lo que es per accidens, persevera sin A l 3.° que la caridad de esta vida por
embargo la sustancia de la cosa : luego, el aumento no puede llegar a l a igualdad
abolida la imperfección de la caridad, no de la caridad de la patria, á causa de la
queda abolida la misma caridad. diferencia que hay de parte de la c a u s a :
A l 2.° que la caridad no tiene por ob- porque la visión es cierta causa del amor,
jeto el mismo conocimiento, pues en este como se dice (Ethic. 1. 9, c. 5 ) ; y D i o s ,
sentido no sería la misma en esta •vida cuanto más perfectamente es conocido,
que en la patria; sino que tiene por ob- tanto más perfectamente es amado.

CUESTIÓN LXVIIL
De los dones.

Destinamos á la esposicion de este asunto los siguientes ocho artículos. l.° Se diferencian los d o -
nes d é l a s virtudes?—2.° Necesidad de los dones.—3." Los dones son hábitos?—4." Cuáles y cuántos
son ? —5." Están conexionados entre sí los dones? —6.° Perseveran en la g l o r i a ? — 7i° Comparación
de los dones entre sí. — 8.° Comparación de los dones con las virtudes.

ARTÍCULO I. —so diferencian ios do- 3.° L a s c o s a s , que tienen una misma
nes de las virtudes ? definición, son también las mismas ; y la
definición de la virtud conviene á los
1." Parece que los dones no se distin- d o n e s , pues cada don es « buena cuali-
guen de las virtudes : porque San Gre- » dad de la m e n t e , con la cual se vive
gorio (Moral. 1. 1, c. 1 2 ) , esponiendo » bien » etc. Asimismo la definición del
aquello de J o b (1, 2 ) , le nacieron siete don conviene á las virtudes infusas, puesto
hijos, dice: « siete hijos nos nacen á nos- que el don es una dádiva sin devolución
»otros, cuando por la concepción del (irredibilis) según Aristóteles ( T o p . 1.4,
»buen pensamiento del Espíritu Santo c. 4 , lug. 50.) L u e g o las virtudes y los
» nacen en nosotros las siete virtudes » ; dones no se distinguen.
y añade aquello que se lee (Is. 11, 1) : 4.° Varios de los que se enumeran
reposará sobre él el espíritu... de la in- entre los dones son virtudes : porque,
teligencia, etc., donde se enumeran los como se ha dicho ( C. 57, a. 2 ) , la sabi-
siete dones del Espíritu Santo. L u e g o duría , el entendimiento y la ciencia son
los siete dones del Espíritu Santo son virtudes intelectuales; el consejo perte-
virtudes. nece á la prudencia, la piedad es especie
2.° S. Agustín (Qq. E v a n g . 1. 1, q. 8) de j u s t i c i a , y la fortaleza cierta virtud
esponiendo aquello ( M a t t h . 1 2 ) ( 1 ) : moral. L u e g o parece que los dones y las
entonces va y toma otros siete espíritus, virtudes no se distinguen.
etc., dice : « los siete vicios son contra- Por el contrario, S. Gregorio (Moral.
»rios á las siete virtudes del Espíritu 1. l , c . 12) distingue siete dones, que dice
» Santo » , esto es , á los siete dones. E s son significados por los siete hijos de J o b ,
así.que hay siete vicios contrarios á las de las tres virtudes teológicas represen-
virtudes comunmente dichas. L u e g o los tadas según él en las tres hijas de J o b ;
dones no se distinguen de las virtudes y (Moral. 1. 2, c. 26) distingue los mismos
comunmente dichas. siete dones de las cuatro virtudes cardi-

(I) Aunque en el lugar aquí citado se habla del demonio ó en el testo de la SUMA no se halla en dicho pasaje de San Ma-
del maligno espíritu, como apoderado del cuerpo de algún teo, y sí en el Evangelio de San Lúeas (11, 20). Véase lo di-
energúmeno; la especificación do los siete espíritus mencionados cho en el T. 1." nág. 205, nota 1.
436 CUESTIÓN LXVIII. — A R T Í C U L O I.

nales, que dice se simbolizan por los cua- distinción fuese aceptable , todas las vir-
tro ángulos de la casa. tudes deberían estar en la fuerza apetitiva
Conclusión. El don [ 1 ] no puede dis- y todos los dones en la razón. Otros pues,
tinguirse por el significado de su nombre; atendiendo á que S. Gregorio dice ( Mo-
sino que [ 2 ] se distingue de la virtud por ral. 1. 2 , c. 26) que « e l don del Espíritu
la razón de la respectiva moción de una » Santo, que en la mente á él subordinada
y otro, según proceda de la razón ó del » forma la prudencia , la t e m p l a n z a , la
Esphñtu Santo. » justicia y la fortaleza fortifica la misma
Responderemos q u e , si se habla del » mente contra todas y cada una de las
don y de la virtud según el significado »tentaciones por medio de los siete do-
del nombre, así ninguna oposición tienen » nes» ; dijeron que las virtudes se orde-
entre sí : porque la razón de la virtud se nan á obrar bien, y los dones á resistir á
t o m a , según que perfecciona al hombre las tentaciones. Empero ni esta distinción
para bien obrar, como se ha dicho ( C . 5 5 , b a s t a , porque también las virtudes resis-
a. 3 y 4 ) ; y la del don según su compara- ten á las tentaciones incitativas á los pe-
ción con la causa, de que procede. Empero cados, que contrarían á las virtudes; pues
nada obsta que lo que procede de otro, que cada cosa resiste naturalmente á su
como el d o n , sea más perfectivo de al- contraria, lo cual se ve principalmente en
guno para obrar b i e n , principalmente la caridad, de la que se dice (Cant. 8, 7):
habiendo dicho ya ( C . 6 3 , a. 3 ) que hay las muchas aguas no pudieron estinguir
en nosotros ciertas virtudes infusas por la caridad. Mas otros, considerando que
Dios. D e donde se infiere que según esto estos dones se enseñan en la Sta. Escri-
el don no puede diferenciarse de la vir- t u r a , según que existieron en Cristo,
tud, por cuya razón algunos (1) sentaron como se ve ( I s . 1 1 ) , dijeron que las vir-
que los dones no deben distinguirse de las tudes se ordenan simplemente á obrar
virtudes. Quédales empero no menor difi- b i e n ; pero que los dones se ordenan á
cultad, cual es la de señalar la razón por que por su medio nos hagamos semejan-
que ciertas virtudes se llaman d o n e s , y tes á Cristo, principalmente en cuanto á
no todas ; y porqué algunas se computan lo que padeció , porque en su pasión es
entre los dones , los cuales no se cuentan donde resplandecieron sobre todo tales
entre las virtudes, como se ve en el temor. dones. P e r o esto tampoco parece ser su-
P o r esto dijeron otros que los dones de- ficiente ; porque el mismo Señor princi-
ben distinguirse de las virtudes ; mas no palmente nos escita á conformarnos con
fijaron la conveniente causa de la distin- él según la humildad y la mansedumbre
ción , de tal modo que fuese común á las ( M a t t h . 1 1 , 2 9 ) : aprended de mí, que soy
virtudes y de ningún modo lo fuese á los manso de corazón y humilde, y según la
d o n e s , ó al contrario : p o r q u e , conside- caridad (Joan. 15, 12): que os améis mu-
rando algunos, que entre los siete dones tuamente, como yo os amé; y también estas
cuatro pertenecen á la razón, á saber; la virtudes resplandecieron señaladamente
sabiduría, la ciencia, el entendimiento y en la pasión de Cristo. P o r lo tanto, para
el c o n s e j o , y los otros tres á la fuerza distinguir los dones de las virtudes, debe-
apetitiva, que son la fortaleza, la piedad mos seguir el modo de hablar de la Santa
y el temor ; establecieron que los dones Escritura, en la cual se nos enseñan no
perfeccionaban el libre albedrío, según ciertamente con el nombre de dones, sino
que es facultad de la r a z ó n , mas las vir- más bien de espíritus : pues así se dice
tudes según que es facultad de la volun- ( I s . 2 1 , 2) : reposará sobre él el espíritu
tad ; por cuanto hallaron dos solas virtu- de sabiduría y de inteligencia , etc., con
des en la razón ó entendimiento, á saber, las cuales palabras se da á entender ma-
la fe y la prudencia, y las otras en la nifiestamente que estos siete (dones) se
fuerza apetitiva ó afectiva. P e r o , si esta enumeran a l l í , según que están en nos-

(1) Los escotistas no admiten la distinción entre los dones está unánimemente adoptada por la casi generalidad de los
y las virtudes, y Silvio tiene por probable su opinión ; pero doctores católicos, y aun por los fieles comunmente según la
no lo es menos la contraría del Angélico Doctor aqui consig- esposicion de los catecismos puestos ordinariamente en manos
nada, y que con él defienden Cayetano, San Buenaventura, hasta de los niños en las escuelas cristianas con la aprobación
Medina, Valencia, Tanner, y bien pudiera decirse que hoy délos respectivos Prelados diocesanos.
CUESTIÓN LXVII1. — ARTÍCULOS I Y I I . 437

otros por inspiración divina, y la inspira- zon común de virtud, como que son cier-
ción significa cierta moción que proviene tas divinas virtudes , que perfeccionan al
de lo esterior. Porque es de considerar hombre en cuanto es movido por D i o s .
que hay en el hombre un doble principio Por eso aun Aristóteles (Ethic. 1. 7, c. 1)
movente : uno interior, que es la razón ; sobre la virtud común establece cierta
y otro esterior, que es D i o s , como arriba virtud heroica ó divina, según la cual
se ha dicho ( C . 9 , a. 4 y 6 ) ; y también algunos varones se llaman divinos.
Aristóteles dice lo mismo en el capítulo A l 2.° que los vicios, en cuanto van
De bona Fortuna ( c . 8, 1. 7, Magn. M o - contra el bien de la r a z ó n , contrarían á
ral.) Pero es manifiesto que todo lo que las virtudes ; mas, en cuanto van contra
se mueve , necesariamente debe ser pro- el divino instinto, se oponen á los dones:
porcionado al motor; y esta es la perfec- porque lo mismo contraría á'Dios y á la
ción del móvil, en cuauto es movible, dis- razón, cuya luz se deriva de Dios.
posición por la cual se dispone para ser A l 3.° que aquella definición se da de
bien movido por su motor. A s í pues, la virtud según el común modo de la vir-
cuanto el movente es más a l t o , tanto es tud : por lo c u a l , si queremos restringir
necesario que el móvil se proporcione á él la definición á las virtudes, según que se
con más perfecta disposición; como ve- distinguen de los d o n e s , diremos que
mos conviene que el discípulo esté más aquello que se d i c e , « con la cual recta-
perfectamente dispuesto, para aprender » mente se vive 5>, se ha de entender de
de su maestro la doctrina más alta. Pero la rectitud de la vida tomada según la
es evidente que las virtudes humanas regla de la razón; y del mismo modo el
perfeccionan al h o m b r e , según que este d o n , según se distingue de la virtud in-
ha nacido para ser movido por la razón fusa , puede decirse aquello que es dado
en las cosas, que interior ó esteriormente por Dios en orden á la moción del mismo,
ejecuta. Conviene por consiguiente que porque hace que el hombre siga bien sus
haya en el hombre más altas perfeccio- instintos.
nes, según las cuales esté dispuesto para A l 4.° que la sabiduría se llama virtud
ser movido divinamente: y estas perfec- intelectual, según que procede del juicio
ciones se llaman d o n e s , no solo porque de la razón; pero se llama don, según que
son infundidas por D i o s , sino también obra por divino instinto. Y lo mismo debe
porque según ellas el hombre se dispone á decirse de las otras ( 2 ) .
hacerse prontamente movible por la ins-
piración divina, como se dice ( I s . 5 0 , 5 ) : A R T Í C U L O I I . — S o n n c c e s a r l o s al hom-
el Señor me abrió el oido, y yo no me re- bre los dones para s u salvación ?
sistí , no volví atrás 4 y Aristóteles dice
también (ibid.) que « á los que son movi- l.° Parece que los dones no son nece-
3> dos por instinto d i v i n o , no conviene sarios al hombre para su salud (3) ; pues
»aconsejarlos según la razón humana, los dones se ordenan á cierta perfección
» sino que sigan el interior instinto , por- sobre la perfección común de la virtud.
» que son movidos por un principio me- M a s no es necesario al hombre para su
»jor» que lo es la razón humana : y esto salud el que consiga tal perfección, que
es lo que algunos d i c e n , que los dones escede al común estado de virtud; porque
perfeccionan al hombre para actos más tal perfección no cae bajo precepto , sino
elevados que los actos de las virtudes. que es solo de consejo. L u e g o los dones
Al argumento 1.° diremos, que tales no son necesarios al hombre para su sal-
dones se llaman alguna vez virtudes se- vación.
gún la común razón de virtud; tienen sin 2.° Para la salvación del hombre basta
embargo algo sobreañadido ( 1 ) á la ra- que este se conduzca bien tanto acerca

(IJ Siípemcnicns en casi todos los códices y ediciones; pero (3) Al menos con necesidad absoluta é imprescindible, como
el de Tarragona pone suiiereminens. no pudiéndose obtener sin ella el fin, y que por lo mismo suele
(2) De aquí la definición descriptiva, que algunos dan de llamarse también necessitas ad esse, y vulgarmente por los teó-
los Dones del Espíritu Santo : « ciertas cualidades , por las logos y moralistas se espresa por la fórmula necessitate medii,
» que el hombre se dispone á dejarse mover con prontitud por en contraposición á la denominada de congruencia, necessitas
• 1 a inspiración divina estraordinaria, correspondiendo á ella ad teñe esse, de la que no se trata por ahora.
• y poniéndola en ejecución sin vacilación ni demora ».
438 CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O II.

de las cosas divinas como de las huma- l ó g i c a s , como arriba se ha dicho ( C . 62,
rías. E s así que por medio de las virtudes a. 1): y , aunque esta segunda perfección
teológicas el hombre se porta bien acerca es mayor que la primera, sin embargo la
de las cosas divinas, y por medio de las primera perfección la posee el hombre
virtudes morales acerca de las humanas. de un modo más perfecto que la segun-
L u e g o los dones no son necesarios al da ; pues la primera la tiene el hombre
hombre para la salvación. como posesión p l e n a , mas la segunda
3.° San Gregorio dice ( Moral. 1. 2 , como posesión imperfecta, porque im-
c. 2 6 ) ( 1 ) que « el Espíritu Santo da perfectamente amamos y conocemos á
» sabiduría contra la n e c e d a d , entendi- D i o s . P e r o es manifiesto que todo lo
» miento contra la rudeza, consejo contra que tiene perfectamente naturaleza ó al-
» la precipitación, fortaleza contra el te- guna forma ó virtud, puede per se obrar
» m o r , ciencia contra la ignorancia, pie- según e l l a , sin escluir la operación de
» dad contra la dureza y humildad contra Dios, que obra interiormente en toda na-
» l a soberbia » . E s así que puede apli- turaleza y voluntad ; mas lo que tiene
carse suficiente remedio para quitar todos imperfectamente alguna naturaleza ó for-
estos (defectos) por medio de las virtu- ma , ó v i r t u d , no puede obrar por sí,
des. L u e g o los dones no son necesarios si no es movido por otro: como el sol,
al hombre para su salvación. por ser perfectamente luminoso, puede
Por el contrario : entre los dones pa- alumbrar por sí mismo ; pero la luna, en
rece que el sumo es la sabiduría, y el ín- la cual está imperfectamente la natura-
fimo el temor (2). Pero ambas cosas son leza de la l u z , no ilumina sino siendo
necesarias para la salvación; porque de iluminada. También el médico, que sabe
la sabiduría se dice ( S a p . 7, 28) : Dios perfectamente el arte de la medicina,
no ama á nadie, sino á aquel que mora puede obrar por sí ; pero su discípulo,
con la sabiduría ; y del temor ( E c c l i . que aún no está plenamente instruido,
1, 2 8 ) : el que está sin temor, no podrá no puede obrar por s í , si no es instruido
ser justificado. L u e g o también los otros por aquel. A s í pues respecto de aquellas
dones intermedios son necesarios para la cosas, que están bajo el dominio de la ra-
salvación. zón humana, es decir, en orden alfin con-
Conclusión. Los dones del Espíritu natural al hombre , este puede obrar por
Santo son necesarios al hombre [1] para el juicio de la razón; sin embargo, si
conseguir su fin sobrenatural de la bien- también en esto es ayudado el hombre
aventuranza ; al que no basta á condu- por D i o s por especial instinto, esto será
cirle la razón [ 2 ] aun informada imper- por efecto de su bondad superabundante.
fectamente por las virtudes teológicas, si A s í que según los filósofos no todo el que
bien le basta para la consecución de su tenía las virtudes morales adquiridas, te-
fin connatural [ 3 ] la moción de su razón nía virtudes heroicas ó divinas. Pero en
sin el divino impulso. orden al fin último sobrenatural, al cual
mueve la razón, según que está de alguna
Responderemos que, como se ha dicho
manera é imperfectamente informada por
(a. 1 ) , los dones son ciertas perfecciones
las virtudes teológicas, no basta la misma
del hombre, con las cuales se dispone para
moción de la razón, si de arriba no sobre-
seguir bien el instinto divino. D e donde
viene el instinto y la moción del Espíritu
se sigue que en las cosas, en que no basta
Santo, según aquello ( R o m . 8 , 14 ) : los
el instinto de la r a z ó n , sino que es nece-
que son movidos por el espíritu de Dios,
sario el impulso del Espíritu S a n t o , es
esos son hijos de Dios, y herederos; f
por consiguiente necesario el don. M a s la
( P s . 1 4 2 , 10) : tu buen espíritu me con^
razón del hombre es de dos modos per-
ducirá á la tierra recta; porque á la he-
feccionada por D i o s : 1.° con natural per-
redad de aquella tierra de los bienaven-
fección , es á saber, según la luz natural
turados nadie puede arribar, si no es mo-
de la razón; y 2° con cierta sobrenatural
vido y guiado por el Espíritu Santo: J
perfección por medio de las virtudes teo-

(i) Capítulo 26 en los ejemplares radiemos, correspondiente (2) Según la enumeración consignada por Isaías (c. llj
ál 36 de los antiguos. v. 2 y 3 ) .
CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULOS II Y III. 439

por tanto , para conseguir aquel último vido por el espíritu de D i o s , como se ha
fin, necesario es que el hombre tenga el dicho (a. 1 y 2 ) . Mas en cuanto es mo-
don del Espíritu Santo. vido por el espíritu de Dios el hombre,
A l argumento 1.° diremos que los do- este es como instrumento respecto de él;
nes esceden á la común perfección de las y no conviene que el instrumento sea per-
virtudes, no en cuanto al género de obras, feccionado por el hábito, sino el princi-
al modo que los consejos preceden á los pal agente. L u e g o los dones del Espíritu
preceptos ; sino en cuanto al modo de Santo no son hábitos.
obrar, según que es movido el bombre 3.° A s í como los dones del Espíritu
por un principio más alto. Santo son por inspiración divina, del
A l 2.° que por las virtudes teológicas mismo modo el don de la profecía. E s
y morales no se perfecciona el hombre de así que la profecía no es hábito; porque
tal modo en orden al último fin, que no no siempre inspira á los profetas el espí-
necesite siempre ser movido por cierto ritu de profecía, como dice San Grego-
superior instinto del Espíritu S a n t o , por rio en la primera homilía sobre Ezequiel.
la razón ya dicha. L u e g o tampoco los dones del Espíritu
A l 3.° que á la razón humana no son Santo son hábitos.
couocidas todas las c o s a s , ni todas posi- Por el contrario, dice el Señor á los
bles , ya se considere como perfecta con discípulos, hablando del Espíritu Santo
perfección natural, ó y a por las virtudes (Joann. 1 4 , 17) : morará con vosotros
teológicas. D e donde se sigue que no pue- y estará con vosotros. M a s el Espíritu
de en cuanto á todas las cosas rechazar Santo no está en el hombre sin sus dones.
la estulticia y otras cosas semejantes , de L u e g o sus dones permanecen en los hom-
que allí se hace mención. P e r o aquel, á bres. L u e g o no solo son actos ó pasiones,
cuya ciencia y potestad están sometidas sino también hábitos permanentes.
todas las c o s a s , con su moción nos para Conclusión. Los dones del Espíritu
seguros, de toda necedad é ignorancia y Santo son ciertos hábitos, con los cuales
torpeza y dureza, y demás semejantes: y el hombre se perfecciona para obedecerle
por t a n t o , los dones del Espíritu Santo, prontamente.
que nos hacen seguir bien el instinto del Responderemos que, como se ha di-
mismo, se dice que se nos dan contra cho (a. 1 ) , los dones son ciertas perfec-
tales defectos. ciones del hombre, con que este se dis-
pone para seguir bien el instinto del E s -
ARTÍCULO III. — LOS dones del E s p í . píritu Santo. Pero es manifiesto por lo
íltu Santo son h á b i t o s ? dicho ( C 5 6 , a, 4 ; y C. 5 8 , a. 1 ) , que
las virtudes morales perfeccionan la fuer-
l.° Parece que los dones del Espíritu za apetitiva, según que participa en al-
Santo no son hábitos : porque hábito es gún modo de la razón, en cuanto natu-
una cualidad, que permanece en el hom- ralmente puede ser movida por el impe-
bre ; pues es « cualidad difícilmente m o - rio de la razón. D e este modo pues los
vible», como se dice en los Predicamen- dones del Espíritu Santo se refieren á
tos (c. De qualit.). E s así que es propio los hombres en comparación con el Espí-
de Cristo que los dones del Espíritu San- ritu S a n t o , como las virtudes morales á
to descansen en é l , como se dice ( I s . 11, la fuerza apetitiva, comparada con la
Joann. 1 , 3 3 ) ' : aquel sobre quien vie- razón. Empero las virtudes son ciertos
res descender el Espíritu y reposar so- hábitos, con los cuales se disponen las
bre él, este es el que bautiza; lo cual fuerzas apetitivas para obedecer pronta-
esponiendo San Gregorio (Moral. 1. 2, mente á la razón. D e donde se infiere que
c 27 ) , dice : «sobre todos los fieles vie- asimismo los dones del Espíritu Santo
»ne el Espíritu S a n t o , pero en solo el son ciertos hábitos, con los cuales se
»Mediador singularmente persevera». perfecciona el hombre, para obedecer
Luego los dones del Espíritu Santo no prontamente al Espíritu Santo.
son hábitos. A l argumento 1.° diremos, que S a n
2.° L o s dones del Espíritu Santo per- Gregorio (ibid. c. 2 8 ) resuelve (la difi-
feccionan al hombre, según que es mo- cultad), diciendo que « e n aquellos do-
440 CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULOS III Y IV.

» ríes, sin los cuales no se puede llegar á dones pertenecientes á las virtudes teo-
» l a vida (eterna), el Espíritu Santo per- lógicas.
»severa siempre en todos los escogidos ; 4.° A s í como D i o s es temido; es tam-
» pero en los otros no siempre permanece». bién amado, y del mismo espera uno y
M a s los siete dones son necesarios para se deleita en él. Pero el amor, la espe-
la salud, como se ha dicho (a. 2 ) ; y por ranza y la delectación son pasiones que
lo mismo en cuanto á ellos el Espíritu se condividen con el temor. L u e g o , así
Santo siempre permanece en los Santos. como el temor se llama d o n , también las
A l 2.° que aquella razón procede del otras tres deben serlo.
instrumento, del cual no es propio el 5.° A l entendimiento va adjunta la sa-
obrar, sino solo servir para obrar. M a s biduría que lo rige, á la fortaleza el con-
el tal instrumento no es el hombre; sino sejo, y á la piedad la ciencia. Luego
que es movido por el Espíritu Santo, también al temor debió añadirse algún
obrando también él, en cuanto es de libre don directivo. L u e g o inconvenientemente
albedrío; por lo que necesita de hábi- se enumeran los siete dones del Espíritu
to ( 1 ) . Santo.
A l 3.° que la profecía versa acerca de Por el contrario está la autoridad de
los dones, que se refieren á la manifesta- la Santa Escritura.
ción del Espíritu, mas no á la necesidad Conclusion. Siete'' son los dones del
de la salvación. Ñ o hay pues paridad. Espíritu Santo, con los que el hombre es
perfeccionado para obrar bien según las
virtudes intelectuales y morales : sabidu-
A R T Í C U L O I V . — ¿ S e e n u m e r a n con-
ría, inteligencia, consejo, fortaleza, cien-
v e n i e n t e m e n t e l o s siete dones del Espíritu
cia, piedad y temor.
Santo?
Responderemos que, como se ha dicho
(a. 3 ) , los dones son ciertos hábitos, que
l.° Parece que inconvenientemente se perfeccionan al hombre, para que siga
enumeran siete dones del Espíritu Santo: prontamente el instinto del Espíritu San-
porque en aquella enumeración se esta- to ; como las virtudes morales perfeccio-
blecen cuatro pertenecientes á las virtu- nan las fuerzas apetitivas, para obedecer
des intelectuales, á saber, sabiduría, en- á la razón. P e r o , así como las fuerzas
tendimiento, ciencia y c o n s e j o , lo cual apetitivas han sido dadas naturalmente,
pertenece á la prudencia; pero nada se para ser movidas por el imperio de la
establece allí, que pertenezca al arte, que razón ; así todas las fuerzas humanas,
es la quinta virtud intelectual: y también para ser movidas por el instinto de Dios,
del mismo modo se establece algo que como por cierta superior potencia : y por
pertenece á la justicia, como es la pie- tanto en todas las fuerzas del hombre,
d a d , y algo concerniente á la fortaleza, que pueden ser principios de los actos
cual es el don de fortaleza ; y nada que h u m a n o s , como h a y virtudes, del mismo
se refiera á la templanza. L u e g o insufi- modo también h a y dones ; esto e s , en la
cientemente se enumeran los dones. razón y en la fuerza apetitiva. Mas la
2° L a p i e d a d . e s parte de la justi- razón es especulativa y p r á c t i c a , y en
cia ( 2 ) . E s así que acerca de la forta- una y otra se considera la aprensión de la
leza no se asigna parte alguna de ella, verdad, que pertenece á la invención y al
sino la misma fortaleza. L u e g o no debió juicio acerca de la verdad. P a r a la apren-
ingerirse la piedad, sino la misma jus- sión pues de la verdad se perfecciona la
ticia. razón especulativa por medio del enten-
3.° L a s virtudes teológicas nos orde- dimiento, y la práctica por el consejo; y,
nan principalmente á Dios. Perfeccio- para juzgar rectamente, la especulativa
nando pues los dones al hombre, según se perfecciona mediante l a sabiduría j
que es movido por D i o s , parece que de- la práctica por la ciencia : empero la
bieron haberse establecido algunos otros virtud apetitiva en lo concerniente á otro
se perfecciona por la piedad, y en lo que
(1) Consúltese la C. 21, a. 4 al 2." se refiere al mismo individuo por medio
(2) Parte potencial únicamente, como aneja á la justicia de la fortaleza contra el temor de los
misma, Véase P. 2.*-2,«, C. 99, y C, 103,
CUESTIÓN L X V Í I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 441

peligros ; como contra la concupiscen- pertenecen á estas tres virtudes, como


cia desordenada de las cosas deleita- ciertas derivaciones de las predichas vir-
bles por el temor, según aquello (Prov. tudes.
15, 27) : por el temor del Señor todos A l 4.° que el amor, la esperanza y la
se desvían del mal, y ( P s . , 1 1 8 , 1 2 0 ) : delectación tienen el bien por objeto.
traspasa con tu temor mis carnes, por- Mas el sumo bien es Dios ; y por consi-
que he temido tus juicios. Y así se ve guiente los nombres de estas pasiones se
que estos dones se estienden á todo aque- transfieren á las virtudes teológicas, por
llo, que abrazan tanto las virtudes inte- las que el alma se une á Dios. Pero el
lectuales como las morales. objeto del temor es el m a l , el cual de
A l argumento 1.° diremos, que los do- ningún modo compete á Dios ; y por eso
nes del Espiritu Santo perfeccionan al no importa unión á D i o s , sino más bien
hombre en las cosas pertenecientes al receso de algunas cosas por reverencia á
bien vivir, á las cuales no se ordena el D i o s ; y por lo mismo no es nombre de
arte, sino á las cosas esteriores factibles; virtud t e o l ó g i c a , y sí de d o n , que retrae
porque el arte es razón recta, no de lo de los males de un modo más eminente
operable, sino de lo factible (Ethic. 1, 6, que la virtud moral.
c. 4). Puede sin embargo decirse también A l 5.° que por la sabiduría no solo se
que en cuanto á la infusión de los dones dirige el entendimiento del h o m b r e , sino
el arte pertenece al Espíritu S a n t o , que también sus afectos; y por eso se estable-
es el que principalmente mueve ; pero no cen dos dones correspondientes á la sa-
á los hombres, que son ciertos órganos biduría, como directriz : de parte de la in-
suyos, mientras por él son movidos. Mas teligencia el don del entendimiento, y de
á la templanza corresponde en cierto modo parte del afecto el don de temor; porque
el don de temor : porque, así como á la la razón de temer á Dios se toma princi-
virtud de la templanza pertenece según palmente de la consideración de la esce-
su propia razón el que uno se aparte de las lencia divina, que considera la sabiduría.
delectaciones malas por el bien de la ra-
zón ; así al don de temor pertenece el
que uno se aparte de las delectaciones A K T Í C U L O V . — t o s dones del Espíritu
Santo e s t á n conexionados ?
malas por causa del temor de D i o s .
Al 2.° que el nombre de justicia se
impone por la rectitud de la razón; y l.° Parece que los dones no están
por tanto el nombre de virtud es más conexionados entre s í : porque dice el
conveniente que el de don. P e r o el nom- Apóstol ( i Cor. 1 2 , 8 ) : á uno por el
bre de piedad importa la reverencia, que Espíritu es dada palabra de sabidu-
tenemos al padre y á la patria : y , como ría ; á otro palabra de ciencia según
el padre de todos es Dios , por eso tam- el mismo Espíritu. E s así que la sabi-
bién el culto de D i o s se llama piedad, duría y la ciencia se cuentan entre los
como dice S. Agustín ( D e civ. D e i , 1. 5, dones del Espíritu Santo. L u e g o los do-
c
- 1 ) ; y por eso el don, con el cual uno nes del Espíritu Santo se dan á diversos,
obra el bien para todos por la reveren- y no tienen recíproca conexión en uno
cia de D i o s , se llama convenientemente mismo.
piedad. 2.° S. Agustín dice ( D e Trin. 1. 14,
Al 3.° que el ánimo del hombre no es c. 1 ) que « muchísimos fieles no están
movido por el Espíritu S a n t o , si no se » dotados de ciencia, aunque posean la
une á él de algún m o d o ; como el ins- » misma fe ». Pero á la fe acompaña al-
trumento no es movido por el artífice guno de los dones , por lo menos el don
sino mediante el contacto , ó por alguna de temor. L u e g o parece que los dones no
otra unión. Mas la primera unión del están por necesidad enlazados en un mis-
hombre se verifica por medio de la fe, de mo sujeto.
la esperanza y de la caridad. D e donde 3.° S. Gregorio ( Moral. 1. 1 , c. 15 )
se sigue que estas virtudes se presuponen dice que « es menor la sabiduría, si ca-
para los dones, como ciertas raíces de » rece de entendimiento; y es muy inútil
los dones : por lo cual todos los dones » el entendimiento, si no subsiste de la sa-
442 CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O V.

» biduría; vil ( 1 ) es el consejo, al que duría y la ciencia pueden considerarse de


» falta la obra de la fortaleza ; y mucho un solo m o d o , según que son gracias
» se destruye la fortaleza, si no se apoya gratis­datas , es á saber , según que uno
» en el consejo : nula es la ciencia , si no abunda de tal manera en el conocimiento
» lleva consigo la utilidad de la piedad; y de las cosas divinas y humanas, que pue­
» m u y inútil es la piedad, si carece de la da á la vez instruir á los fieles y confun­
» discreción de la ciencia; y el mismo te­ dir á los adversarios ; y así. habla allí el
» mor también, si no tiene otras virtudes, A p ó s t o l de la sabiduría y de la cien­
» no realizará ninguna obra de buena ac­ cia ( 2 ) : por lo que señaladamente se
» cion » . Todo esto hace ver que un solo hace mención de la palabra de la sabi­
don puede tenerse sin otro. N o están duría y de la ciencia. Pueden tomarse en
pues conexionados los dones del E spíritu otro s e n t i d o , según que son dones del
Santo. Espíritu S a n t o ; y así la sabiduría y la
Por el contrario, dice ( ibid. ) S. Gre­ ciencia no son otra cosa que ciertas per­
gorio : «parece que se debe investigar fecciones de la mente h u m a n a , según las
» aquello del convite de los hijos de J o b , cuales se dispone para seguir el instinto
» que á sí mismos mutuamente se susten­ del E spíritu Santo en el conocimiento de
» tan » ; y por los hijos de J o b , de quie­ las cosas divinas y humanas : y así es
nes se h a b l a , se significan los dones del manifiesto que tales dones están en todos
Espíritu Santo. L u e g o estos están enla­ los que tienen caridad.
z a d o s , puesto que mutuamente se fo­ A l 2.° que S. Agustín habla allí de
mentan. la ciencia, esponiendo la predicha auto­
Conclusión; L os dones del Espíritu ridad del Apóstol ( 3 ) , y hablando de la
Santo se conexionan mutuamente en la ciencia en la acepción d i c h a , según que
caridad, como las virtudes morales en la es gracia gratis­data, como lo evidencia
prudencia. lo que añade: « porque una cosa es saber
Responderemos, que la verdad de esta » tan solamente qué es lo que'el hombre
cuestión puede deducirse fácilmente de » debe creer para conseguir la vida bien­
los precedentes : porque se h a dicho ar­ » aventurada, que no es sino eterna; y
riba (a. 3 ) .que, así como las fuerzas ape­ » otra saber de qué manera esto mismo
titivas se disponen por las virtudes mora­ »favorece á los piadosos y se defiende
les en comparación al régimen de la razón; » contra los impíos, la cual parece de­
así todas las fuerzas del alma se disponen »nominar el Apóstol ciencia con pro­
por los dones en comparación al E spíritu » piedad ».
Santo que mueve. M a s el E spíritu Santo A l 3.° que, así como de u n modo se
habita en nosotros por caridad, según prueba la conexión de las virtudes cardi­
aquello ( R o m . 5 , 5 ) : la caridad de Dios nales , por el hecho de que una sola de
ha sido difundida en nuestros corazones ellas se perfecciona en cierta manera por
por el Espíritu Santo, que se nos ha otra, como arriba se ha dicho ( C . 65, a. 1);
dado ; así como nuestra razón se perfec­ así S. Gregorio del mismo modo quiere
ciona por la prudencia. D e d o n d e , así probar la conexión de los dones, por cuanto
como las virtudes morales se enlazan uno no puede ser perfecto sin el otro; por
mutuamente entre sí en la prudencia, lo cual dice antes : ce sobremanera se de­
del mismo modo los dones del Espíritu » bilita cada u n a , si una sola virtud no
Santo se enlazan mutuamente en la ca­ 2> es apoyada por otra j>. N o se da pues
ridad, es decir, de suerte que el que tiene á entender que un solo don pueda existir
caridad, tiene todos los dones del E s p í ­ sin el otro ; sino que el entendimiento, si
ritu S a n t o , ninguno de los cuales puede careciese de sabiduría, no sería d o n ; bien
tenerse sin caridad. así como la templanza, si careciese de
A l argumento 1.° diremos, que la sabi­ justicia, no sería virtud.

(1) Yile en la generalidad de las ediciones con el códice de Tomás.


Alcañiz y el testo literal de San Gregorio ; pero algunos con (3) En el sentido insinuado én la nota precedente, y en con­
la áurea y alguna otra leen пес utilc (y no es útil) y aun al­ formidad ademas con la interpretación análoga de Pnmasio
guno inutile. respecto dé la gracia, por la que puede el hombre (dice) « cs­
(2) río precisamente de ellas, y sí más bien de su manifesta­ »presar y enseñar razonablo y convenientemente loque sabe».
ción , según hace notar Teodoreto y con él el mismo Santo
CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O VI. 443

A R T Í C U L O V I . — Los dones del Espíritu en la gloria en cuanto á su esencia por


Santo perseveran e n la patria ? la plena correspondencia á su moción;
mas [ 2 ] no en cuanto á su materia, con-
l.° Parece que los clones del Espíritu sistente aquí en las obras de la vida ac-
Santo no permanecen en la patria : por- tiva.
que dice S. Gregorio (Moral. 1. 2, c. 2 6 ) Responderemos, que de los dones po-
que « el Espíritu Santo contra cada una demos hablar de dos maneras : 1. en a

5> de las tentaciones instruye la mente con cuanto á su esencia, y en este sentido
» sus siete dones ». E s así que en la g l o - perfectísimamente los habrá en la gloria,
ria no habrá tentación alguna, conforme como se ve por la autoridad aducida de
á aquello ( Is. 1 1 , 9) : no dañarán, y no S. A m b r o s i o ; siendo la razón de esto
matarán en todo mi santo monte ( 1 ) . que los dones del Espíritu Santo perfec-
Luego no existirán en la gloria los do- cionan la mente humana para seguir la
nes del Espíritu Santo. moción del Espíritu S a n t o , lo cual se
2.° L o s dones del Espíritu Santo son verificará principalmente en la gloria,
ciertos hábitos, como se ha dicho arriba cuando Dios lo será todo en todos, como
(a. 3); y en vano lo serían donde no pue- se dice ( i Cor. 15, 28), y cuando el hom-
de haber actos: y , como no pueden existir bre estará totalmente sometido á D i o s ;
en el cielo los de ciertos dones, pues dice 2 . en cuanto á la materia, acerca de la
a

S. Gregorio (Moral. 1. 1 , c. 15 ) que « el cual operan ; en cuyo concepto al pre-


» entendimiento hace penetrar las cosas sente tienen operación acerca de alguna
» oidas, el consejo prohibe la precipita- m a t e r i a , sobre la cual no tendrán ope-
» cion del h o m b r e , la fortaleza hace no ración en el estado de la gloria ; y en
i> temer lo adverso , y la piedad llena las cuanto á esto no permanecerán en ella,
T> entrañas del corazón de obras de mise- como arriba se ha dicho, hablando de las
s> ricordia » , cosas que no competen al virtudes cardinales ( C . 67, a. 1.)
estado de la gloria ; sigúese que no habrá A l argumento 1.° diremos, que S. Gre-
en él tales dones. gorio habla allí de los dones, según com-
3.° Algunos de los dones perfeccionan peten al estado presente, porque así so-
al hombre en la vida contemplativa, como mos protegidos con los dones contra las
la sabiduría y el entendimiento; y otros tentaciones de los malos; pero en el es-
en la vida a c t i v a , como la piedad y la tado de la gloria, cesando los males, por
fortaleza. E s así que la vida activa se los dones del Espíritu Santo seremos per-
termina con esta vida, como dice S. Gre- feccionados en el bien.
gorio (Moral. 1. 6 , c. últ.°). L u e g o en el A l 2.° que S. Gregorio en cada uno
estado de la gloria no habrá todos los do- de los dones establece algo que pasa con
nes del Espíritu Santo. el estado presente, y algo que permanece
Por el contrario, dice S. Ambrosio ( D e en el futuro ; pues dice ( i b i d . ) que « la
Spir. Sancto, 1. 1, c. 2 0 ) : «la ciudad de » sabiduría nutre la mente con la espe-
» D i o s , aquella Jerusalen celestial no y> ranza y certidumbre de las cosas eter-
»es bañada ( 2 ) con la corriente de al- » ñas )), de las cuales dos cosas la espe-
» gun rio terrestre ; sino que el Espíritu ranza p a s a , pero la certidumbre queda
» Santo procedente de la fuente de vida, permanente : y del entendimiento dice
T> de la cual nosotros nos saciamos con un que « e l hecho de penetrar las cosas
» lijero sorbo , en aquellos celestiales es- » oidas, fortaleciendo el corazón, ilustra
» píritus parece afluir con más redundan- » sus tinieblas »; y de estas la audición
» cia, con la" efervescencia en pleno curso p a s a , porque no enseñará el varón á su
» de las siete virtudes espirituales ». hermano) como se dice ( Jerem. 3 1 , 3 4 ) ;
Conclusión. Los dones del Espíritu pero la ilustración de la mente quedará.
Santo subsistirán [ 1 ] perfectísimamente Acerca del consejo dice que «impide el

(1) Ésto debe entenderse en sentido analógico (T. l.° pági- por los animales venenosos mencionados en el pasaje comen-
na 14), según insinúa San Jerónimo combatiendo á los judíos, tado) á quien resista á sus sugestiones con el auxilio de Dios.
que soñaban con cierta bienaventuranza temporal en la abun- (2) AUiiUur (es regada por todas partes ó en todas direc-
dancia do toda clase do bienes y delicias terrenales sin ningún ciones) ; y no ablitilur (es lavada), como equivocadamente se
genero do sufrimientos ; aplicándolo espresamen te á la Iglesia, halla en algunas ediciones y aun códices manuscritos, y so
en la que ningún daño pueden causar los demonios (simbolizados deja colegir dol sentido mismo del contesto bien interpretado.
CUESTIÓN L X V I I t . — ARTÍCULOS VI Y V l ¡ .

» ser precipitado » , lo cual es necesario porque aquello parece ser lo más princi-
al p r e s e n t e , y ademas que ce llena el pal en los dones, que Dios exige sobre
» ánimo de razón » , lo que es necesario todo en el hombre; y tal es el temor,
aun en el (estado) futuro. Hablando de pues se dice (Deut. 10, 12) : y ahora, Is-
la fortaleza dice que ce no teme lo ad- rael, ¿qué te pide el Señor Dios tuyo,
» verso » , lo que es necesario al presente; sino que temas al Señor tu Dios ? y
por otra parte que « suministra alimento (Malaq. 1, 6) : si yo soy el Señor, ¿dón-
» á la confianza », lo que permanece tam- de está mi temor? L u e g o parece que el
bién en el futuro. Mas sobre la ciencia temor, que se enumera el último, no es
establece tan solo una cosa, y es que cesu- el ínfimo de los dones, sino el máximo.
»pera el ayuno de la ignorancia», lo cual 2.° L a piedad pnrece ser cierto bien
pertenece al estado presente; y lo que universal; pues dice el A p ó s t o l ( i Tim.
añade, ce en el seno de la mente » , puede 4,8) que «.la piedad para todo es útil» (2).
figuradamente entenderse por la pleni- Pero el bien universal se prefiere á los
tud del conocimiento, que pertenece tam- bienes particulares. L u e g o la piedad, que
bién al estado futuro. Respecto de la pie- se enumera la penúltima, parece ser el
dad dice que cellena los senos del corazón más principal de los dones.
» de obras de misericordia » , lo cual lite- 3.° L a ciencia perfecciona el juicio del
ralmente pertenece tan solo al estado pre- hombre; mas el consejo pertenece á la
sente ; pero el mismo íntimo afecto de los investigación. E s así que el juicio aven-
prójimos, designado por las entrañas, per- taja á la investigación. L u e g o la ciencia
tenece también al futuro e s t a d o , en el es mejor don que el consejo, y sin em-
cual la piedad no exhibirá obras de mi- bargo se enumera después.
sericordia, sino afecto de congratulación. 4.° L a fortaleza pertenece á la poten-
P o r lo que hace al temor dice que « re- cia apetitiva, y la ciencia á la razón.
» prime la m e n t e , para que no se enso- Pero la razón es más escelente que la
b e r b e z c a de las cosas p r e s e n t e s » , lo fuerza apetitiva. L u e g o también la cien-
que pertenece al estado presente ; y que cia es más eminente don que la fortaleza,
« conforta con alimento de esperanza la cual no obstante se enumera la prime-
» acerca de las cosas futuras » , lo cual ra. N o se considera pues la dignidad de
pertenece también al estado presente en los dones según el orden de su enume-
cuanto á la esperanza, pero puede perte- ración.
necer también al estado futuro en cuanto Por el contrario, dice San Agustín
al confortamiento de las cosas aquí es- ( D e serm. D o m . in monte, 1. 1 , c. 15):
peradas y allí obtenidas. ce me parece que la septiforme operación
A l 3.° que aquella razón procede de » del Espíritu Santo, de que habla Isaías,
los dones en cuanto á la. materia; porque » conviene por estos grados y dictáme-
las obras de la vida activa no serán ma- » nes » , de los cuales se hace mención
teria de los dones, sino que todas tendrán (Matth. 5 ) , ce pero interesa p\. orden;
sus actos propios acerca de lo pertene- » porque allí ( en I s a í a s ) la enumeración
ciente á la vida contemplativa, que es la » empieza por los más escelsos dones, y
vida bienaventurada. » aquí por los inferiores ».
Conclusión. La dignidad de los do-
A R T Í C U L O V I I . — « s e considera i a nes corresponde en parte absolutamente
dignidad de l o s dones s e g ú n la e n u m e r a c i ó n al orden de enumeración consignado por
de I s a í a s (c. « « ) ? Isaías, y en parte según el orden de ma-
teria; precediendo en el primer concepto
l.° Parece que la dignidad de los do- la sabiduría y el entendimiento al consejo
nes no se considera según la enumera- y fortaleza, que en el segundo se ante-
ción consignada ( I s . 1 1 , 2 y 3 ) ( 1 ) : ponen á la ciencia y la piedad.

(1) Véase la Conclusión del art. 4.° de Dios y obra de misericordia, y Santo Tomás apoyado en
(2) Haymon entiende aquí por piedad obra de misericor- ella parece trasladar su acepción de respetuosa benevolencia
dia, y Primasio socorro al atribulado; pero más en armonía á los padres y á la patria, en cuyo sentido emplea también
con el testo griego, que significa buen culto, interpreta Teo- Cicerón la misma voz pietalem, á significar veneración 6 reve-
doreto vida laudable, y San Juan Crisóstomo vida pura y es- rente culto á Dios, conforme también en esto con lo opinión
celen te trato, La Glosa acole las dos interpretaciones de culto de Son Agustín {De civ. Bel, 1. 20, c. 1).
CUESTIÓN LXVIII. — ARTÍCULO VII Y VIII. 445

Responderemos, que la dignidad de los las palabras del Apóstol con todos los
dones puede considerarse de dos modos : dones de D i o s , sino solo con el ejercicio
1.° en absoluto por comparación á los corporal, del cual había dicho que es
propios a c t o s , según que proceden de módicamente útil.
sus principios; 2.° relativamente, (secun- A l 3.° q u e , aunque la ciencia se pre-
dum quidJ á la materia. Hablando en fiere al consejo por razón del juicio, sin
absoluto de la dignidad de los dones, es embargo el consejo se prefiere por razón
una misma la razón de comparación en de la materia : porque este no tiene lugar
ellos y en las virtudes ; porque los dones sino en las .cosas arduas, como se dice
perfeccionan al hombre para todos los ( E t h i c . 1. 3, c. 3 ) ; pero el juicio de la
actos de las potencias del alma, para los ciencia tiene lugar en todas las cosas.
que perfeccionan las virtudes, como se ha A l 4.° que los dones directivos, que
dicho (a. 3) : por lo cual, así como las pertenecen á la razón, son más dignos
virtudes intelectuales se prefieren á las que los dones ejecutivos, si se consideran
morales, y entre las mismas virtudes in- comparándolos con los actos, según que
telectuales, las contemplativas á las ac- emanan de las potencias ; porque la ra-
tivas, como la sabiduría (1), el entendi- zón se aventaja á la apetitiva, como el
miento y la ciencia á la prudencia y al que regula á lo regulado. Mas por razón
arte, de modo empero que la sabiduría de la materia se añade el consejo á la
se prefiere al entendimiento y el enten- fortaleza, como lo directivo á lo ejecu-
dimiento á la ciencia, como la prudencia t i v o , y del mismo modo la ciencia á la
y la synesis á la eubúlia; así también piedad; porque el consejo y la fortaleza
entre los dones la sabiduría y el entendi- tienen lugar en las cosas arduas, mas la
miento, la ciencia y el consejo se prefie- ciencia y la piedad aun en las comunes:
ren á la piedad, á la fortaleza y al temor, y por tanto el consejo juntamente con la
en los cuales también la piedad se pre- fortaleza por razón de la materia se enu-
fiere á la fortaleza y la fortaleza al te- mera antes que la ciencia y la piedad.
mor, como La justicia á la fortaleza y la
fortaleza á la templanza. Pero en cuanto
ARTÍCULO VIII. — D e b e n preferirse
á la materia la fortaleza y el consejo se
lns virtudes n los dones ?
prefieren á la ciencia y á la piedad ;
porque la fortaleza "y el consejo tienen l.° Parece que las virtudes deben pre-
lugar en las cosas arduas, y la piedad y ferirse á los dones: porque dice San
la ciencia en las cosas comunes. A s í pues Agustín ( D e Trin. 1. 15, c. 18) hablando
la dignidad de los dones corresponde al de la caridad: « nada hay más escelente
orden de la enumeración, en parte abso- » que este don de Dios ; él solo es el que
lutamente, según que la sabiduría y el »pone división entre los hijos del reino
entendimiento se prefieren á todos ; y en » eterno y los hijos de la eterna perdición.
parte según el orden de* materia, siendo » S e otorgan también por el Espíritu San-
así el consejo y la fortaleza antepuestos » t o otras dádivas, pero sin la caridad
á la ciencia y á la piedad. »nada aprovechan». E s así que la cari-
A l argumento 1.° diremos, que el te- dad es virtud : luego la virtud es mejor
mor se requiere principalmente como cier- que los dones del Espíritu Santo.
to principio de la perfección de los dones, 2.° L a s cosas, que son primeras, pa-
porque el principio de la sabiduría es recen ser naturalmente mejores. Pero las
el temor del Señor, y no porque sea más virtudes son anteriores á los dones del
digno que los demás ; porque primero es Espíritu S a n t o , pues dice San Gregorio
según el orden de la generación que uno (Moral. 1. 2, c. 26) que « el don del E s -
se aparte del mal, lo cual se verifica por » píritu Santo en la mente á él sometida
medio del temor, como se dice (Prov. 16), » forma antes que otras cosas la justicia,
que el que obre el bien, lo cual se verifi- » la prudencia, la fortaleza y la templan-
ca por los otros dones. » za; y de este modo gobierna después
A l 2.° que la piedad no se compara en » la misma mente con las siete virtudes,
(1) Las ediciones romanas inclusa la áurea ponen sapientia mas ediciones contestes con los códices de Alcañiz y Tarrago-
(la sabiduría al. entendimiento); pero todas las de-
inlelleclui na concuerdan con nuestra versión.
446 CUESTIÓN LXVIII. — A R T Í C U L O VIII.

» esto es, clones; de modo que la da sa- la mente humana; virtudes intelectuales,
» biduría contra la estulticia, entendi- por las que se perfecciona la misma ra-
» miento contra la rudeza, consejo contra zón ; y morales las que perfeccionan las
» l a precipitación, fortaleza contra el te- fuerzas apetitivas, para que obedezcan á
» m o r , ciencia contra la ignorancia, pie- la razón. M a s los dones del Espíritu
» dad contra la dureza, y temor contra la Santo son por los que todas las fuerzas
» soberbia». L u e g o las virtudes son me- del alma se disponen, para someterse á la
jores que los dones. moción divina. A s í pues parece ser la
3.° « D e las virtudes ninguno puede misma la comparación de los dones con
» usar mal)), como dice S a n Agustín ( D e las virtudes teológicas, por cuyo medio
lib. arb. 1. 2, c. 19); mas de los dones sí el hombre se une al Espíritu Santo que
puede uno usar m a l , pues dice San Gre- le mueve, que la comparación de las vir-
gorio (Moral. 1. 1, c. 18) que «inmola- tudes morales con las intelectuales, pol-
» mos la bostia de nuestro r u e g o , para las que se perfecciona la razón, que es la
» que la sabiduría no envanezca; ni el motora de las virtudes morales. P o r con-
» entendimiento, al discurrir sutilmente, siguiente, así como las virtudes intelec-
» y e r r e ; ni el consejo, al multiplicarse, tuales se prefieren á las morales y las
» confunda; ni la fortaleza, al infundir regulan; así también las virtudes teoló-
» confianza, precipite; ni la ciencia, al gicas se prefieren á los dones del Espí-
» conocer y no amar, bincbe; ni la pie- ritu Santo y los regulan: por lo cual dice
» d a d , mientras se inclina bajo la recti- San Gregorio (Moral. 1. 1, c. 12) que
» t u d , se tuerza; ni el temor, azorándose « ni á la perfección del denario los siete
» más de lo j u s t o , sumerja en la fosa de » h i j o s » , esto e s , los siete dones, « lle-
» la desesperación )). L u e g o las virtudes » g a n , si no se hace cuanto practican en
son más dignas que los dones del E s p í - » la fe, esperanza y caridad » . P e r o , si
ritu Santo. comparamos los dones con las otras vir-
Por el contrario: los dones se dan en tudes intelectuales ó morales, los dones
auxilio de las virtudes contra los defec- se prefieren á las virtudes, porque los
tos, como se ve por la autoridad aducida dones perfeccionan las fuerzas del alma
(arg. 2.°); y así se ve q u e perfeccionan en comparación al Espíritu Santo, que
lo que las virtudes no pueden perfeccio- m u e v e ; mas las virtudes perfeccionan ó
nar. L u e g o los dones son mejores que las la misma razón, ú otras fuerzas en orden
virtudes. á la razón. Empero es manifiesto que
Conclusión. Todas las virtudes teoló- para más alto motor conviene que lo mo-
gicas [ 1 ] , por las que el hombre se une al vible esté dispuesto con mayor perfec-
Espíritu Santo siguiendo su moción, son ción; por cuya razón son más perfectos
preferibles á los dones y los regulan; los dones que las virtudes.
mas [ 2 ] los dones son preferibles á las A l argumento 1.° diremos, que la ca-
virtudes intelectuales y morales, como ridad es virtud t e o l ó g i c a , la cual conce-
perfectivos de todas las potencias del al- demos que vale más que los dones.
ma en cuanto á la moción del Espíritu A l 2.° que una cosa es antes que otra
Santo. de dos maneras ( 1 ) : 1. en orden de a

, Responderemos q u e , como se ve por perfección y dignidad, como el amor de


lo dicho arriba ( C . 57, 58 y 62), las vir- D i o s es antes que el amor del prójimo;y
tudes son de tres géneros : porque unas de este modo los dones son anteriores á
son teológicas, otras intelectuales y otras las virtudes intelectuales, pero posterio-
morales. Virtudes teológicas son cierta- res á las virtudes teológicas; 2 . en orden a

mente aquellas, con las que se une á Dios de generación ó disposición, como el amor

(1) Entre las otras varias, cuya esplicacion se hace en la bien son apoyados por ellas que las corroboran ellos : aunque
enumeración expositiva de las llamadas categorías ; mas aquí segun algunos se otorgan también en auxilio de las mismas
se mencionan los solos dos conceptos de distinción pertinentes de diverso modo que lo prestan á las demás, es decir, á aque-
al actual propósito : y así las virtudes morales son en verdad llas como secunda un soldado más robusto y denodado á otro
posteriores á los dones en dignidad, por cuanto estos se orde- débil ó no tan aguerrido, y á estas á la manera que ayuda al
nan por Dios en auxilio y corroboración de aquellas, según señor su esclavo ; lo cual más bien que auxilio parece debiera
claramente se insinúa en el arg. Por el contrario ; mientras que con mayor propiedad decirse obsequio. Así el P. Nicolai.
las teológicas tienen prioridad respecto de los dones, que más
CUESTIÓN L X V I I I . — A R T Í C U L O VIII.

del prójimo precede al amor de Dios en por la caridad, la que no obra mal ( i Cor.
cuanto al acto; y en este sentido las vir- 1 3 , 4 ) ; y por tanto de la sabiduría, del
tudes morales é intelectuales preceden á entendimiento y de otras cosas semejan-
los dones, porque en el hecho d.e hallarse tes ninguno usa mal, según que son do-
el hombre bien dispuesto acerca de la nes del Espíritu Santo : mas, para que
razón propia se dispone bien para estarlo no se desvíen de la perfección de la cari-
en orden á Dios. dad,, un don es ayudado por otro; y esto
A l 3.° que la sabiduría y el entendi- es lo que San Gregorio quiere dar á en-
miento y semejantes son dones del E s p í - tender.
ritu S a n t o , según que son informados

CUESTIÓN LXIX.
De las bienaventuranzas.

Propoiiémonos examinarlas en cuatro a r t í c u l o s : 1.° ¿Las bienaventuranzas se-distinguen de los


dones y virtudes ? — 2.° ¿ Los premios de las bienaventuranzas pertenecen á esta vida ? — 3." Número
de las bienaventuranzas. — 4.° Conveniencia de los premios, que se las atribuyen.

ARTÍCULO I . — l a s bienaventuranzas la voluntad humana fuera de las virtu-


se distinguen de las virtudes y de los dones? des y dones. N o se diferencian pues de
ellos las bienaventuranzas.
l.° Parece que las bienaventuranzas 3.° E n la enumeración de las bien-
no se distinguen de las, virtudes y dones: aventuranzas se cuentan la benignidad,
porque San Agustín ( D e serm. D o m . la justicia y la misericordia, que se dicen
in monte, 1. 1 , c. 4 ) atribuye las bien- ser ciertas virtudes. L u e g o las bienaven-
aventuranzas enumeradas ( M a t t h . 5 , 3 turanzas no se distinguen de los dones y
á 11) á los dones del Espíritu S a n t o ; y virtudes.
San Ambrosio sobre San L ú e a s ( C . 6, Por el contrario: se enumeran entre
v. 2 0 , 22 y 2 2 , sobre aquello de : Bien- las bienaventuranzas algunas, que ni son
aventurados los pobres.,.) atribuye las virtudes ni dones, como la pobreza, el
bienaventuranzas allí enumeradas á las llanto y la paz. Difieren pues las bien-
cuatro virtudes cardinales ( 1 ) . L u e g o las aventuranzas de las virtudes y dones.
bienaventuranzas no se distinguen de las Conclusión. Las bienaventuranzas se
virtudes y dones. distinguen de las virtudes y dones, no
2.° N o hay más que dos reglas de la como hábitos distintos de ellas, sino como
voluntad humana: la razón y la ley eter- los actos se distinguen de los hábitos.
na, como arriba.se ha dicho ( C . 19, a. 3 Responderemos que, como se ha di-
y 4). E s así que las virtudes perfeccio- cho ( C . 2 y 3 ) , la bienaventuranza es el
nan al hombre en orden á la razón, y los último fin de la vida humana: porque se
dones en orden á la ley eterna del -Es- dice que uno tiene ya el fin por la espe-
píritu Santo, como se ve por lo dicho ranza de alcanzarle; según lo cual aun
(C. 6 8 , a. 1 ) . L u e g o no puede haber Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 1 , c. 9 ) que
otra cosa perteneciente á la rectitud de « los niños se llaman dichosos por la es-
cando á los pobres ó humildes el temor de Dios, á los mansos
(!) Intentando demostrar que en las cuatro enumeradas por la piedad, á los que lloran la ciencia, la fortaleza á los ham-
San Lúeas están refundidas las ocho especificadas por San brientos y sedientos, el consejo á los misericordiosos, el en-
Mateo, interpreta en la de los pobres la templanza, en los
hambrientos la justicia, en los que lloran la prudencia y en tendimiento á los limpios de corazón y á los pacíficos la sabi-
los odiados por los hombres la fortaleza. San Agustín por su duría.
parte se esfuerza por identificarlas con los siete dones, apli-
448 CUESTIÓN LXIX. — ARTÍCULOS I Y II.

» peranza » , y el Apóstol dice ( R o m . 8, atribuyen á las bienaventuranzas, no per-


5 4 ) : por la esperanza hemos sido hechos tenecen á esta vida : porque algunos se
salvos. M a s la esperanza de conseguir el llaman bienaventurados por la esperanza
fin surge de que algo se mueve conve- de los premios, según lo dicho (a. 1). E s
nientemente hacia el fin y se aproxima á así que el objeto de la esperanza es la
él, lo cual ciertamente se verifica por al- bienaventuranza futura. L u e g o estos pre-
guna acción : y al fin de la bienaventu- mios pertenecen á la vida futura.
ranza se mueve uno y se aproxima por 2." E n San L ú e a s (c. 6 , 25) se asig-
la práctica de las virtudes y principal- nan ciertas penas en contraposición á las
mente por las operaciones de los dones, bienaventuranzas, cuando se dice : ay de
si hablamos de la bienaventuranza eter- vosotros los que estáis hartos, porque
n a , para la cual no basta la r a z ó n , sino tendréis hambre ; ay de vosotros los que
que á ella induce el Espíritu Santo, ahora reís , porque gemiréis y lloraréis.
para cuya obediencia y seguimiento so- Pero estas penas no se entienden en esta
mos perfeccionados por los dones. A s í vida, pues frecuentemente los hombres
que las bienaventuranzas se distinguen no son castigados en ella, según aquello
ciertamente de las virtudes y de los do- de J o b ( 2 1 , 1 3 ) : pasan en bienes sus
nes , no como hábitos distintos de ellas, días. L u e g o ni los premios de las bien-
sino como los actos se distinguen de los aventuranzas pertenecen á esta vida.
hábitos (1). 3.° E l reino de los cielos, que se adju-
A l argumento 1.° diremos, que San dica como premio de la pobreza, es la
Agustín y San Ambrosio atribuyen las bienaventuranza celestial, como dice San
bienaventuranzas á los dones y virtudes, Agustín ( D e civ. D e i , 1. 1 9 ; y c. 4 y 20;
como los actos se atribuyen á los hábi- pero más claramente D e serm. D o m . in
tos. P e r o los dones son más eminentes monte, 1. 1 , c. 1 ) . Asimismo la plena
que las virtudes cardinales, como se ha saciedad no se consigue sino en la vida
dicho ( C . 68 , a. 8 ) ; y por eso San A m - futura, según aquello ( P s . 1 6 , 15) : seré
brosio, esponiendo las bienaventuranzas saciado, cuando apareciere tu gloria', é
propuestas á las t u r b a s , las atribuye á igualmente la visión de Dios y la mani-
las virtudes cardinales; y San Agustín, festación de la filiación divina pertenecen
esponiendo las bienaventuranzas propues- á la vida futura, según aquello (Joann.,3,
tas en la montaña á los discípulos, como 2 ) : ahora somos hijos de Dios , y aún
más perfectos, las atribuye á los dones no hemos visto lo que seremos : sabemos
del Espíritu Santo. que, cuando apareciere, seremos semejan-
A l 2° que aquella razón prueba que tes á él, por cuanto le veremos así como
no hay otros hábitos, que rectifiquen la él es. L u e g o aquellos premios pertenecen
humana vida, sino las virtudes y dones. á la vida futura.
A l 3.° que la benignidad se toma como Por el contrario, dice San Agustín
acto de mansedumbre, y lo mismo debe ( D e serm. D o m . in monte, 1. 1 , c. 4 ) :
decirse de la justicia y de la misericor- «estas cosas ciertamente pueden cum-
dia : y , aunque estas parecen ser virtu- »plirse en esta vida, como creemos se
d e s , se atribuyen sin embargo á los do- » cumplieron en los apóstoles; porque to-
nes ; porque también estos perfeccionan » da aquella (2) mudanza en la forma an-
á los hombres acerca de todas aquellas » gálica, que se promete después de esta
cosas, en que perfeccionan las virtudes, » v i d a , no hay palabras con que poder
como se ha dicho ( C . 6 8 , a. 4 ) . » esponerla».
Conclusión. Todo cuanto en las bien-
A R T Í C U L O I I . — • ¿ L O S premios, que se
aventuranzas se promete como premio [ 1 ]
atribuyen á las bienaventuranzas, pertene- puede considerarse ó como la misma per-
cen a esta vida ? fecta bienaventuranza, en cuyo concepto
l.° Parece que los premios que se pertenece á la vida futura; ó [ 2 ] como

(1) Conforme á esto definen algunos las bienaventuranzas, » celestial».


diciendo ser « ciertas obras eminentes de las virtudes y espe- (2) Para la íácil y clara inteligencia de este punto véase en
» cialmente de los dones , en cuanto de cierto modo peculiar el Ti 1," la nota 1 de su pág. 861.
» conducen á la consecución de la verdadera bienaventuranza
CUESTIÓN L X I X . — A R T Í C U L O S II Y I I I . 449

incoación ó mérito predispositivo á ella, j> y así se verifica, que el ánimo desor-
refiriéndose así á la presente vida. » denado sea para sí su pena », y Aristó-
Responderemos, que acerca de estos teles dice (Ethic. 1. 9, c. 4) de los malos
premios los espositores de la Sagrada que «su alma lucha consigo misma, tra-
Escritura han hablado con diversidad: » yendo y llevando esto ó aquello de aquí
porque algunos dicen que todos estos » para a l l á » , y después concluye: « y , si
premios pertenecen á la bienaventuranza » t a n mísero es ser malo, bien merece
futura, como San Ambrosio sobre San » eludirse la malicia con empeño ». Y así
Lúeas ( c. 6, sobre aquello de Bienaven- también por el contrario los buenos, aun-
turados los pobres) ; pero San A g u s - que en esta vida no tengan algunas veces
tín (ibid.) dice que pertenecen á la vida premios corporales, nunca les faltan sin
presente, y San J u a n Crisóstomo en sus embargo los espirituales aun en esta
homilías ( H o m . 15 in Matth. á princ.) vida, según aquello ( M a t t h . 19, 2 9 ; y
que unos de aquellos pertenecen á la Marc. 10, 30): recibiréis cien tantos...
vida futura y otros á la presente. Para aun en este siglo.
cuya evidencia se ha de considerar que A l 3.° que todos aquellos premios se
la esperanza de la bienaventuranza futu- consumarán perfectamente en la vida fu-
ra puede hallarse en nosotros por dos tura ; mas entretanto también se incoarán
motivos : 1.° á causa de alguna prepara- de cierto modo en esta: porque el reino
ción ó disposición para la futura bien- de los cielos, como dice S a n A g u s t í n
aventuranza, lo cual es á manera de mé- (ibid.), puede entenderse como principio
rito; y 2.° por cierta incoación imperfecta de la sabiduría perfecta, según que em-
de la futura bienaventuranza en los va- pieza á reinar en ellos el espíritu. L a p o -
rones Santos aun en esta vida. Porque sesión de la tierra significa también el
de una manera se tiene esperanza de la buen afecto del alma reposando por el
fructificación del árbol, cuando su ramaje deseo en la estabilidad de la heredad
reverdece; y de otra cuando y a empiezan perpetua significada por la tierra. M a s se
á brotar las yemas de los frutos. A s í pues consuelan también en esta vida, partici-
aquellas cosas, que en las bienaventuran- pando del Espíritu S a n t o , que se llama
zas se indican como méritos, son ciertas Paracleto, esto e s , Consolador. Son sa-
preparaciones ó disposiciones para la turados también en esta vida con aquel
bienaventuranza ó perfecta ó incoada; y alimento, de que habla el Señor (Joann.
las que como premios, pueden ser ó la 4, 34): mi comida es que haga la volun-
misma bienaventuranza perfecta, y en tad de mi Padre. E n esta vida asimismo
este concepto pertenecen á la vida futu- consiguen los hombres la misericordia de
ra; ó alguna incoación de la, bienaventu- Dios é igualmente purificado el ojo por
ranza, como se halla en los varones per- el don de entendimiento, D i o s puede ser
fectos, y en este sentido los premios per- visto en cierto modo: así como en esta
tenecen á la presente vida: porque, cuan- vida á su vez los que pacifican sus movi-
do uno empieza á aprovechar en actos de mientos, acercándose á la semejanza de
virtudes y dones; puede esperarse de él D i o s , se llaman hijos de Dios. N o obs-
que llegará á la perfección de la vía, y á tante todo esto será más perfecto en la
la de la patria. gloria.
A l argumento 1.° diremos que la e s -
peranza es de la futura bienaventuran- A R T Í C U L O I I I . — S e enumeran con-
za como del último fin; puede tenerse venientemente l a s bienaventuranzas ?
también del auxilio de la gracia, como
de lo conducente al fin, según aquello l.° Parece que inconvenientemente se
(Ps. 27, 7) : en Dios esperó mi corazón, enumeran las bienaventuranzas: porque
y fui ayudado. estas se atribuyen á los dones, como se ha
A l 2.° que los malos, aunque algunas dicho (a. 1, al 1.°); mas de los dones unos
veces en esta vida no padecen penas pertenecen á la vida contemplativa, como
temporales, padécenlas sin embargo e s - son « l a sabiduría y el entendimiento»;
pirituales ; por lo cual dice San Agustín y ninguna bienaventuranza se constituye
(Conf. 1. 1, c. 12): « l o mandaste, Señor, en el acto de la contemplación, sino to-
SUMA TEOLÓGICA.'—TOMO II. •29
450 CUESTIÓN L X I X . — A R T Í C U L O I I I .

das en las cosas pertenecientes á la vida bienaventuranza futura, mas siendo im-
activa. L u e g o insuficientemente se enu- perfecta es cierta incoación de aquella.
m eran las bienaventuranzas. P o r eso el Señor designó primeramente
2.° A la vida activa no solo pertenecen ciertas bienaventuranzas, como destructo-
los dones ejecutivos, sino también algu- ras del obstáculo á la felicidad voluptuo-
nos directivos, como la ciencia y el con- s a , que consiste en dos cosas : 1 . en la
a

sejo; y nada se menciona entre las bien- afluencia de bienes esteriores, sean ri-
aventuranzas, que parezca pertenecer di- quezas ú honores, de las que el hombre
rectamente al acto de la ciencia 6 del es retraído por la virtud, de modo que
consejo: luego es insuficiente la enume- use de ellas moderadamente; mas por el
ración de las bienaventuranzas. don de un modo más escelente, despre-
3.° Entre los dones ejecutivos en la ciándolas totalmente el hombre. H é aquí
vida activa se supone pertenecer el t e - porqué se pone por primera bienaventu-
mor á la pobreza, y la piedad al parecer á ranza (Matth. 5 ) , bienaventurados los
la bienaventuranza de la misericordia; y pobres de espíritu, lo cual puede referirse
nada se dice, que pertenezca directamen- al desprecio de las riquezas ó al menos-
te á la fortaleza. L u e g o insuficientemente precio de los honores, lo que se verifica
se enumeran las bienaventuranzas. por medio de la humildad. M a s en se-
4.° E n la Sagrada Escritura se tocan gundo lugar la vida voluptuosa consiste
otras muchas bienaventuranzas, como, en seguir las propias pasiones, ora de la
cuando se dice ( J o b . 5, 17) : Dichoso el parte irascible, ora de la concupiscible:
hombre, á quien Dios avisa por medio de seguir las pasiones de la irascible re-
del castigo; y asimismo ( P s . 1, 1 ) : bien- trae la virtud, para que el hombre no
aventurado el hombre, que no anduvo en tenga cosas supérfluas según la regla de
el consejo de los impíos; y ( P r o v . 3 , 13): la razón; y por medio del don de un modo
bienaventurado el hombre, que halló la mas escelente, á saber, de modo que el
sabiduría. L u e g o la enumeración de las hombre conforme á la voluntad divina
bienaventuranzas es incompleta. quede totalmente tranquilo respecto de
5.° Por el contrario: parece redun- ellas; y por eso se fija por segunda bien-
dante dicha enumeración; pues son siete aventuranza bienaventurados los man-
los dones del Espíritu S a n t o , y se cuen- sos : y de seguir las pasiones de la concu-
tan ocho bienaventuranzas. piscible retrae la virtud, usando mode-
radamente de tales pasiones; mas el don,
6.° Solo se mencionan ( L u c . 6) cua-
si es necesario, las desecha totalmente, y
tro bienaventuranzas. L u e g o es supérfluo
a ú n , si es preciso, aceptando voluntaria-
enumerar siete ú ocho (Matth. 5 ) .
mente su quebranto; por lo que la tercera
Conclusión. Estas bienaventuranzas
bienaventuranza es bienaventurados los
del cap. 5.° de San Mateo se enumeran
que lloran. L a vida activa consiste prin-
convenientísimamente, en correlación con
cipalmente en las cosas, que entregamos
las virtudes y dones.
á los prójimos, ó por razón de débito, ó
Responderémos, que esas bienaventu-
por razón de espontáneo beneficio: y á
ranzas se enumeran convenientísima-
lo primero nos dispone ciertamente la
mente. Para cuya evidencia se ha de
virtud, para que no rehusemos pagar á
considerar que algunos establecieron una
los prójimos lo que les debemos, lo cual
triple bienaventuranza : porque unos la
pertenece á la justicia; mas el don nos
cifraron en la vida voluptuosa, otros en
induce á esto mismo con cierto afecto
la activa y otros en la contemplativa.
más abundante, para que cumplamos con
M a s estas tres bienaventuranzas se rela-
deseo ferviente las obras de justicia, co-
cionan diversamente con la vida futura,
mo con ardiente deseo codician el ham-
con cuya esperanza somos llamados aquí
briento y el sediento la comida ó la be-
dichosos : porque la bienaventuranza v o -
bida; y de aquí la cuarta bienaventuran-
luptuosa , como falsa que es y contraria
za, bienaventurados los que tienen hambre
á la razón, es impedimento de la futura;
y sed de justicia : y acerca de las dádi-
la bienaventuranza de la vida activa pre-
vas espontáneas nos perfecciona la virtud,
dispone á la futura ; y la contemplativa,
para que las demos á aquellos á quienes
si es perfecta, es esencialmente la misma
CUESTIÓN L X I X . — A R T Í C U L O III. 451

dicta la razón que debemos donarlas, por se computan entre las bienaventuranzas
ejemplo, á los amigos ó á otros allegados los actos de los dones que dirigen en la
i nosotros, lo que pertenece á la virtud de vida activa , es á saber, los que exhiben,
la liberalidad; mas el don por reverencia como el aconsejar es acto de consejo y el
de Dios solo considera la necesidad en juzgar es acto de ciencia ; sino que más
aquellos, á quienes presta gratuitos bene- bien se atribuyen á ellos los actos opera-
tivos, en que dirigen ( 1 ) , como á la cien-
ficios : por lo cual se dice ( L u c . 1 4 , 1 2 ) :
mando das comida, 6 cena, no llames á cia el llorar, y al consejo el compadecerse.
tus amigos ó á tus hermanos, etc.; sino A l 3.° que en la atribución de las bien-
llama á los pobres y débiles, etc., lo cual aventuranzas á los dones pueden conside-
es propiamente compadecerse; y por eso rarse dos cosas : 1. la conformidad de la a

se designa la quinta bienaventuranza materia, y según esta todas las cinco pri-
bienaventurados los misericordiosos. Las
meras bienaventuranzas pueden atribuirse
cosas pertenecientes á la vida contem- á la ciencia y al consejo, como directivos;
plativa ó son la misma bienaventuranza pero se distribuyen ( 2 ) entre los dones
final ó alguna incoación de ella; y por operativos, de modo que el hambre y sed
tanto no figuran entre las bienaventu- de justicia y también la misericordia per-
ranzas como méritos, sino como premios. tenecen á la piedad, que perfecciona al
Pero se asignan como méritos los efectos hombre en lo concerniente á o t r o , y la
de la vida activa, con los que el hombre mansedumbre á la fortaleza. Porque dice
se dispone para la vida contemplativa; y San Ambrosio sobre aquello de San L ú e a s
el efecto de la vida activa en cuanto á (c. 6 ) bienaventurados los pobres, que
las virtudes y dones, con que el hombre « es propio de la fortaleza vencer la ira,
se perfecciona en sí mismo, es la limpieza » cohibir la indignación » , porque la for-
de corazón, por la que la mente del hom- taleza versa acerca de las pasiones de la
bre no se manche con pasiones; por cuya irascible. Mas la pobreza y el llanto per-
razón la sesta bienaventuranza es bien- tenecen al don de temor, con el que el
aventurados los de limpio corazón. Por hombre se retrae de los deseos y delecta-
último en cuanto á las virtudes y dones, ciones del mundo. 2 . Podemos considerar a

con que el hombre se perfecciona en or- en estas bienaventuranzas los motivos de


den al prójimo, el efecto de la vida activa las mismas, y en este concepto en cuanto
es la p a z , según aquello ( I s . 3 2 , 17): la
á algunas cosas de ellas deben adjudicarse
obra de la justicia es la paz; y de aquí con variedad : porque la reverencia para
la sétima bienaventuranza, bienaventu-
con Dios mueve principalmente á la man-
rados los pací/icos. sedumbre, que pertenece á la piedad; mas
Al argumento 1.° diremos que los ac- á llorar mueve principalmente la ciencia,
tos de los dones pertenecientes á la vida por medio de la cual conoce el hombre
activa se espresan en los mismos méritos; sus propios defectos y de las cosas mun-
y los actos de los dones pertenecientes á danas; según aquello (Eccl. 1, 18): quien
la vida contemplativa se especifican en ciencia añade, añade también dolor; y
los premios , por la razón ya dicha : por- á tener hambre de las obras de justicia
que ver á D i o s corresponde al don de en- mueve principalmente la fortaleza de áni-
tendimiento, y conformarse á Dios con mo, y á .compadecerse el consejo de Dios,
cierta filiación adoptiva pertenece al don según aquello ( D a n . 4, 2 4 ) : plazca al
de sabiduría. rey mi consejo : redime tus pecados con
limosnas, y tus maldades ejercitando la
Al 2.° que en las cosas pertenecientes
misericordia con los pobres; y este modo
á la vida activa no se busca el conoci-
de atribución sigue San Agustín ( D e serm.
miento por sí mismo , sino á causa de la
Domini in monte, 1. 1 , c. 4.)
operación, como también dice Aristóteles
(Ethic. 1. 2 , c. 2 ) ; y por tanto , como la A l 4.° que es necesario reducir á estas
bienaventuranza importa algo último, no todas las bienaventuranzas consignadas
(1) Según los códices de Tarragona y A l c a ñ i z y con ellos cimos ; sustitución que, si bien á primera vista parece en
la generalidad de los impresos, aunque en la edición áurea y perfecta«consonanciacon el contesto en general, no es difícil
alguna otra se lee dirignntur (son dirigidos) por dirigunl. convencerse de que se concilía harto violentamente con la
(2) García, tomándolo del códice de Tarragona,pone attri- construcción inter dona... de la frase, que en tal caso habría de
tomíur (se adjudican) en lugar do distribuuntur, que tradu- reemplazarse por donis exequentibus.
452 CUESTIÓN LXIX. — ARTÍCULOS III Y IV.

en la Sagrada Escritura, ó en cuanto á » j u s t i c i a , porque el que tiene hambre


los m é r i t o s , ó en cuanto á los premios; » se compadece, y compadeciéndose da
porque todas deben pertenecer de algún » con largueza; el llanto á la prudencia,
modo á la vida activa ó á la vida con- )) de la que es propio llorar lo caduco; y
templativa. D e donde se sigue que lo que » el sufrir el odio de los hombres á la for-
se d i c e , bienaventurado el varón, que es »taleza ».
corregido por el Señor, pertenece á la
A R T Í C U L O IV. — ¿se e n u m e r a n couve.
bienaventuranza del llanto ; aquello de
bienaventurado el varón, que no tomó n i c n t e m e n t c los premios de l a s Iticnaveutu.
parte en el consejo de los impíos, perte- ranzas ?
nece á la limpieza de corazón; y lo de l.° Parece que los premios de las bien-
bienaventurado el varón, que halló la sa- aventuranzas se enumeran inconveniente-
biduría , pertenece al premio de la sé- mente : porque en el reino de los cielos,
tima bienaventuranza: y otro tanto se ve que es la vida e t e r n a , se contienen todos
en todas las demás, que pueden aducirse. los bienes ; y por lo mismo , establecido
A l 5.° que la octava bienaventuranza el reino de los c i e l o s , no habia para qué
es cierta confirmación y manifestación de fijar otros premios.
todas las precedentes : porque de estar 2.° E l reino de los cielos se asigna
uno confirmado en la pobreza de espíritu como premio tanto en la primera bien-
y en la mansedumbre y en las otras si- aventuranza como en la octava. L u e g o pol-
guientes , proviene que no se aparte de la misma razón debió repetirse en todas.
estos bienes por ninguna persecución; 3.° E n las bienaventuranzas se pro-
por lo que la octava bienaventuranza cede ascendiendo, como dice San Agustín
pertenece en cierto modo á las siete pre- ( D e serm. D o m . in monte, 1.1, c. 4 ) : mas
cedentes. en los premios parece que se procede des-
A l 6.° que San L ú e a s refiere el sermón cendiendo; porque la posesión de la tierra
del Señor, como dirigido á las turbas ( 1 ) ; es menor que el reino de los cielos. Luego
por cuya razón las bienaventuranzas son inconvenientemente se asignan tales pre-
enumeradas por él según la capacidad de mios.
las turbas, que solo conocían la bienaven- Por el contrario está la autoridad del
turanza voluptuosa, temporal y terrena: mismo Señor, que propone tales premios.
y así el Señor por las cuatro bienaven- Conclusión. Los premios asignados
turanzas escluye las cuatro (pasiones), (Matth. 5) en adjudicación á los mé-
que parecen pertenecer á la predieba fe- ritos según la enumeración de las bien-
licidad : siendo la 1. la abundancia de
a
aventuranzas lo están sin duda del modo
bienes esteriores, escluida por las pala- más conveniente.
bras bienaventurados los pobres; la 2 . es a
R e s p o n d e r e m o s , que esos premios se
el pasarlo bien el hombre en cuanto al asignan convenientísimamente, conside-
cuerpo en manjares y bebidas y otros rada la condición de las bienaventuran-
(goces) semejantes, y esto lo escluye zas, según las tres arriba señaladas (a. 3):
diciendo : bienaventurados los que tenéis porque las tres primeras bienaventuran-
hambre ; la 3 . es que le vaya bien al
a
zas se toman por retraimiento de aquellas
hombre en cuanto á la alegría de cora- cosas, en que consiste la felicidad volup-
zón , lo que contraresta diciendo : bien- tuosa, que desea el hombre, buscando lo
aventurados los que ahora lloráis; y la 4 . a
que naturalmente se d e s e a , no donde
es el favor esterior de los hombres, cen- debe buscarlo, á saber, en D i o s , sino en
surada al decir bienaventurados seréis, las cosas temporales y caducas; y por
cuando os odien los hombres: y , como tanto los premios de las tres primeras
dice S. Ambrosio ( i b i d . ) , « l a pobreza bienaventuranzas se toman según aque-
» pertenece á la templanza, que no busca llas cosas, que algunos buscan en la dicha
» l o s atractivos placeres ; el hambre á la terrenal; pues los hombres buscan en las
(1J Así lo dice espresamente, al comenzar dicha narración refundidas las ocho de un Evangelista en las cuatro del otro,
(v. 17); pero es muy de notar que luego añade : dirigiendo sus consideradas estas como corroboración y premio de las cuatro
miradas á los discípulos dijo, bienaventurados... en cuyas pala- virtudes cardinales, y las cuatro restantes como virtuahnente
bras aparecen acordes San Lúeas y San Mateo, viniendo así contenidas en las primeras.
á quedar comprobado lo que dice San Ambrosio de hallarse
CUESTIÓN LXIX. — ARTÍCULO IV. 453

cosas esteriores , como son las riquezas y dor de Dios, porque es Dios de unidad y
honores , cierta escelencia y abundancia, de p a z ; y así por premio se le otorga la
cosas ambas incluidas en el reino de los gloria de la filiación divina, que consiste
cielos , por el cual el hombre consigue la en la perfecta unión con D i o s por medio
escelencia y abundancia de bienes en de la sabiduría consumada (1).
Dios : y por eso el Señor prometió el A l argumento 1.° diremos que , como
reino de los cielos á los pobres de espí- dice S. Juan Crisóstomo ( H o m . 15 in
ritu. Pero los hombres feroces y crueles M a t t h . ) , todos esos premios son uno solo
pretenden por medio de litigios y guerras en realidad, la bienaventuranza eterna,
adquirir para sí seguridad, destruyendo á que el entendimiento humano no alcanza;
sus enemigos: por eso el señor prometió y por tanto convino que se describiese por
á los mansos posesión segura y tranquila medio de diversos bienes de nosotros co-
de la tierra de los vivientes, por la cual se nocidos , observada la conveniencia para
significa la estabilidad de los bienes eter- los méritos, á los que se adjudiquen los
nos. Buscan también los hombres en las premios.
concupiscencias y delectaciones del mun- A l 2.° q u e , así como la octava bien-
do tener consolación contra los trabajos aventuranza es cierta confirmación de
de la vida presente, y por eso el Señor todas las bienaventuranzas ,.así se deben
prometió la consolación de la vida á los á ella los premios de todas las bienaven-
que lloran. L a s otras dos bienaventuran- turanzas ; y por eso vuelve al principio,
zas pertenecen á las obras de la activa para que se entienda que todos los pre-
bienaventuranza, que son las obras de las mios se les atribuyen consecuentemente,
virtudes, que ordenan al hombre para con ó según San Ambrosio (sobre aquello de
el prójimo, de cuyas obras se retraen al- San L ú e a s , c. 6 , bienaventurados los po-
gunos por el desordenado amor del bien bres ) á los pobres de espíritu se repro-
propio ; y por eso el Señor adjudica mete el reino de los cielos en cuanto á la
aquellos premios á estas bienaventuran- gloria del alma, y á los que han padecido
zas , por las que los hombres se apartan persecución en el cuerpo en cuanto á la
de ellas ; pues algunos se apartan de las gloria del mismo.
obras de justicia no pagando sus deudas, A l 3.° que también los premios según
sino más bien hurtando lo ajeno, para la adición se refieren mutuamente unos á
enriquecerse en bienes temporales; y por otros : porque más es poseer la tierra del
eso el Señor prometió la hartura á los reino de los cielos, que tenerla simple-
que tienen hambre de justicia. Se apar- mente ; pues tenemos muchas cosas, que
tan también algunos de las obras de mi- no las poseemos segura y pacíficamente.
sericordia , para no mezclarse en las mi- Más es también ser consolado en el reino
serias ajenas ; y por eso el Señor prome- que tenerlo y poseerlo, porque poseemos
tió á los misericordiosos la misericordia, muchas cosas con dolor: y más es tam-
por la cual se libren de toda miseria. bién ser harto que simplemente conso-
Mas las otras dos últimas bienaventu- l a d o , pues la hartura lleva consigo la
ranzas pertenecen á la contemplativa fe- abundancia de consolación. L a miseri-
licidad ó bienaventuranza ; y por eso se- cordia empero escede á la hartura, re-
gún la conveniencia de las disposiciones cibiendo el hombre (por ella) más de lo
que se suponen en el mérito , se dan los que merece ó pudiera desear. Pero aún
premios : porque, como la limpieza del es más ver á D i o s , como es mayor el que
ojo dispone á ver claramente, á los lim- en la corte del rey, no solo come á su
pios de corazón se promete la visión di- m e s a , sino que también ve su f a z ; y la
vina. Establecer paz en sí mismo ó entre suprema dignidad en el regio alcázar la
otros manifiesta que el hombre es imita- tiene el hijo del rey ( 2 ) .
(1) La nona bienaventuranza de las enumeradas por San la misma felicidad suprema de la posesión y fruición de Dios,
Maleo debe considerarse idéntica á la cuarta de las de San para estímulo de todos los viadores según su situación y res-
Lúeas, y por otra parto como ampliación y corroborativa de pectivas circunstancias, los padecimientos y tribulaciones, que
la octava, refundidas ambas (por decirlo asi) en una sola; pues esperimentan, y las virtudes y buenas obras, en que se ejer-
de otro modo ó resultarían nueve según San Mateo, ó solas citan ; mereciendo así dicha eterna bienaventuranza de la
tres según San Lúeas. gloria con su cooperación al auxilio de la divina gracia y en
(2) Es bien obvia la observación de Silvio acerca de la va- virtud de las promesas del Señor, reasumidas en las ocho
riedad, con que se designa en las diversas bienaventuranzas bienaventuranzas.
CUESTIÓN LXX.

Frutos del E spíritu Santo.

a a
Acerca de esto examinaremos cuatro cosas :' 1. ¿ Los frutos del Espíritu Santo son actos ? — 2. ¿ Se
diferencian de las bienaventuranzas? —3. Su número.—4. Su oposición respecto de las obras de
a a

la carne.

A R T Í C U L O I . — ¿ t o s frutos del E spíri­ corno procedentes del hombre, no por el


tu S a n t o , que nombra e l Apóstol e n s u carta alcance de su razón, sino por la supe­
á l o s Gálatas ( c a p í t u l o 5.°) son actos? rior virtud del Espíritu Santo.
Responderemos, que el nombre de fru­
l.° Parece que los frutos del E spíritu tos es trasladado de las cosas corporales
S a n t o , que nombra el Apóstol (Galat. 5 ) á las espirituales. Mas se Д а т а fruto en
no son actos : porque lo que tiene otro las cosas corporales lo que es producto
fruto, no debe llamarse fruto, sopeña de de la planta, cuando ha llegado á la per­
procederse al infinito ; y nuestros actos fección y contiene en sí cierta suavidad;
tienen algún fruto, pues se dice (Sap. 3 , fruto que puede compararse á dos cosas:
15) : es glorioso el fruto de los buenos al árbol que lo produce, y al hombre que
trabajos, y ( Joann. 4 , 3 6 ) : el que sie­ alcanza el fruto del árbol. Según esto
ga , recibe jornal, y allega fruto para la pues podemos tomar de dos maneras el
vida eterna. L u e g o nuestros mismos ac­ nombre de frutos en las cosas espiritua­
a
tos no se llaman frutos. les : 1. llamando fruto del hombre, como
a

2.° Como dice San Agustín ( D e Trin. el de un árbol, lo que él produce ; 2 . lo


1. l , o . 10), « g o z a m o s de las cosas cono­ que el hombre obtiene. E mpero no todo
» c i d a s , en las que reposa la misma vo­ lo que el hombre alcanza tiene carác­
»luntad deleitada». E s así que nuestra ter de fruto, sino lo que es lo último
voluntad no debe reposar en nuestros y contiene delectación : porque tiene el
actos por lo que son en sí. L u e g o nues­ hombre campo y árbol, que no se llaman
tros actos no deben llamarse frutos. frutos, sino solo aquello que es lo último,
3.° E ntre los frutos del E spíritu Santo esto e s , lo que el hombre pretende sacar
enumera el Apóstol algunas virtudes, á del campo y del árbol; y conforme á esto
saber, la caridad, la mansedumbre, la fe llámase fruto del hombre su último fin,
y la castidad; mas las virtudes no son del que debe gozar. P e r o , llamando fruto
actos sino hábitos, como arriba se ha di­ del hombre á lo que este produce, en
cho ( C . 5 5 , a. 1). L u e g o los frutos no este sentido los mismos actos humanos
son actos. se llaman frutos; porque la operación es
un acto segundo del operante, y tiene de­
Por el contrario, se lee ( M a t t h . 12,
lectación , si es conveniente al que obra.
3 3 ) : por los frutos se conoce el árbol,
Si pues la operación del hombre pro­
esto e s , por sus obras el hombre , como
cede de él según la facultad de su ra­
allí esponen los Santos ( 1 ) . L u e g o los
zón, así se dice que es fruto de la razón:
mismos actos humanos se llaman frutos.
m a s , si procede del hombre según una
Conclusión. L os frutos del Espíritu
virtud más alta, que es la del Espíritu
Santo pueden decirse actos humanos
Santo; entonces se dice que la operación
(\) San Hilario ( c a n . 12 i n ílaUh.), San Jerónimo en su co­
del hombre es fruto del Espíritu Santo,
mentario sobre el mismo pasaje, San Juan Crisóstomo (ffo­ como de cierta semilla divina : pues se
fflií. 43), San Agustín (L ib. de verbls Domlni, serm. 12), etc.
CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULOS I Y I I . 455

dice (Joann. 3 , 9 ) : todo el que es nacido J o a n n . ; y D e doctr. christ. 1. 3 , c. 10)


de Dios, no hace pecado ; porque su si- que «fe es creer lo que no v e s ; y cari-
miente permanece en- él ( 1 ) . »dad el movimiento del ánimo á amar á
A l argumento 1.° diremos que, puesto » D i o s y al prójimo» ; y en esta acep-
que el fruto tiene en cierto modo razón ción se usan los nombres de las virtudes
de lo último y de fin, nada obsta que de en la enumeración de los frutos.
un fruto resulte otro distinto, como un
fin se ordena á (otro) fin. P o r consi- ARTÍCULO I I . — « n i c r e n i o s frutos de
guiente nuestras obras, en cuanto son l a s bienaventuranzas ?
ciertos efectos del Espíritu Santo, que
obra en nosotros, tienen razón de fruto; 1.° Parece que los frutos no se dife-
pero, en cuanto se ordenan al fin de la rencian de las bienaventuranzas : porque
vida eterna, tienen más bien razón de las bienaventuranzas se atribuyen á los
flores; por lo cual se dice ( E c c l i . 24. dones, como se ha dicho ( C . 6 9 , a. 3 ) ;
29) : mis flores son frutos de honor y de y los dones perfeccionan al hombre, se-
honestidad. gún que es movido por el Espíritu Santo:
A l 2.° q u e , cuando se dice que la v o - luego las mismas bienaventuranzas son
luntad se deleita por sí misma en algo, frutos del Espíritu Santo.
esto puede entenderse de dos m o d o s : 2.° Como se há el fruto de la vida
1.° según que la preposición (propter) eterna á la bienaventuranza futura, que
por denota causa final: en cuyo concepto es real; así los frutos de la presente vida
no se deleita uno por sí sino eñ el último á la bienaventuranza de la misma vida
fin; 2.° en cuanto designa causa formal, presente, que es (3) de esperanza. E s así
y en este sentido puede uno deleitarse que el fruto de la vida eterna es la misma
por sí en todo lo que es deleitable según bienaventuranza futura. L u e g o los frutos
su propia forma: como se ve que el enfer- de la vida presente son las mismas bien-
mo se deleita en la salud por ella, como aventuranzas.
en fin; mas en la medicina suave, no 3.° L a razón de fruto denota cierta
como en fin, sino como en lo que tiene cosa última y deleitable; lo cual perte-
sabor deleitable, al paso que en la m e - nece á la razón de bienaventuranza, como
dicina desagradable de ningún modo por se ha dicho ( C . 3 , a. 1 ; y C. 1 1 , a. 3).
causa suya, sino solo por otra cosa. A s í L u e g o es una misma la razón de fruto y
pues deberemos decir que el hombre de bienaventuranza; y por lo tanto no
debe deleitarse en Dios por Dios mismo, deben distinguirse entre sí.
como por su último fin; pero en los ac- Por el contrario : las cosas, cuyas es-
tos virtuosos, no como por fin, sino por pecies son diversas, lo son también ellas
la honestidad que contiene lo deleita- mismas. E s así que los frutos y las bien-
ble ( 2 ) en las cosas virtuosas. A s í que aventuranzas se dividen en diversas par-
San Ambrosio, dice ( l i b . D e paradiso, t e s , como se ve por la enumeración (4)
c. 1 3 ; y lib. D e I s a a c , c. 5 ) que «las de unos y otras. L u e g o los frutos se di-
» obras de virtudes se llaman frutos; por- ferencian de las bienaventuranzas.
» que refocilan á sus poseedores con santa Conclusión. Todas las bienaventuran-
By sincera delectación». zas pueden llamarse frutos ; pero no al
Al 3.° que los nombres de las virtudes contrario.
se toman alguna v e z por los actos de Responderemos, que más se requiere
ellas, como dice S a n A g u s t í n (Tract. in para la razón de bienaventuranza que

(1) En sentido reduplicativo, es decir, en tanto que nacido parece indicar que virtuosis se toma por dativo, debiendo en
de Dios por la gracia, y mientras conserva en sí su semilla, no tal supuesto traducirse a deleitable á los virtuosos ».
puede pecar mortatmente ; pues en sentido distributivo puede (3) Súplase aquí « bienaventuranza ».
muy bien perder la gracia y caer por consiguiente en el pe- (4) San Mateo enumera las ocho bienaventuranzas ante-
cado, perdiendo así la prerogativa de la adopción divina. Ob- riormente (C. 09, a. 3) consignadas; al paso que según San
sérvese ademas la consiguiente distinción entre los frutos del Pablo son doce los frutos, como se espondrá en el siguiente
Espíritu Santo y los dones y hábitos de las virtudes, de los a. 3 : esto prescindiendo de otra acepción, en la que se asig-
que aquellos son efectos, ó como actos que se distinguen de nan solo tres ; y ciento según otra respecto de las vírgenes,
los hábitos. como sesenta en las viudas y treinta en las casadas. Véase
(2) In virtvosis en las ediciones todas impresas : solo en el a. 3, al 2.°; y Supl. á la 3." P . , C. 97, donde con más espe-
códice de Alcañiz se echa de menos la preposición in, lo que cificación se espono lo concerniente á estas acepciones.
456 CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULOS 11 Y I Í Í .

para la de fruto : porque para esta basta | dos por el Apóstol ; pues la paciencia y
que sea algo, que tenga razón de último la longaminidad parecen referirse á las
y deleitable ; mas para la razón de bien- cosas que contristan-, y la fe no tiene ra-
aventuranza se requiere ademas que sea zón de lo ú l t i m o , sino más bien razón
algo perfecto y escelente. D e donde se de primer fundamento. L u e g o supérflua-
sigue que todas las bienaventuranzas mente se enumeran tales frutos.
pueden llamarse frutos; pero no al con- 4.° Por el contrario: parece insuficiente
trario : porque son frutos cualesquiera é incompleta dicha enumeración : porque
obras virtuosas, en que el bombre se de- se ha dicho (a. 2) que todas las bien-
leita; pero bienaventuranzas se llaman aventuranzas pueden llamarse frutos; y
solamente las obras perfectas, las cuales no todas se enumeran a q u í , donde nada
también por razón de su perfección se se dice perteneciente al acto de la sabi-
atribuyen más á los dones que á las vir- duría y de otras muchas virtudes. L u e g o
t u d e s , como se b a dicbo ( C . 6 9 , a. 1 parece que insuficientemente se enumeran
7 3)(1). los frutos.
A l argumento 1.° diremos, que aquella Conclusión. El número de los doce
razón prueba que las bienaventuranzas frutos del Espíritu Santo consignados
son frutos, pero no que todos los frutos por el Apóstol es conveniente y razo-
son bienaventuranzas. nable.
A l 2.° que el fruto de la vida eterna Responderemos, que el número de los
es absolutamente último y perfecto; y por doce frutos enumerados por el Apóstol
tanto en nada se distingue de la bien- es conveniente, y pueden significarse por
aventuranza eterna futura : mas los frutos los doce frutos, de los que se dice (Appc.
de la vida presente no son simplemente 2 2 , 2 ) : de una y otra parte del rio el
últimos y perfectos, y por consiguiente árbol de la vida , que da doce frutos.
no todos los frutos son bienaventuranzas. Mas, como se llama fruto lo que procede
A l 3.° que algo más comprende la ra- de algún principio de semilla ó raíz,
zón de bienaventuranza que la de fruto, debe considerarse la distinción de estos
como se ba dicbo. frutos según el diverso procedimiento del
Espíritu Santo en nosotros, el cual por
A R T Í C U L O I I I . — S e e n u m e r a n conve- cierto se estima 1.° en cuanto la mente
n i e n t e m e n t e los frutos por e l Apóstol ? del hombre se ordena en sí misma ; 2.°
según se ordena á las cosas próximas á
l.° Parece que el Apóstol ( G a l a t . 5 ) él ; 3.° á las que le son inferiores. Ahora
enumera inconvenientemente los doce fru- bien: la mente del hombre se dispone
tos : porque en otra parte dice ser sola- bien en sí m i s m a , cuando se conduce
mente uno el fruto de la vida presente, rectamente en los bienes y males : y la
conforme á aquello ( R o m . 6 , 22 ) : te- primera disposición de la mente humana
neis vuestro fruto en santificación; y para el bien es por el a m o r , que es la
también se dice ( I s . 2 7 , 9 ) : este es primera afección y la raíz de todas las
todo fruto, que sea quitado su pecado. afecciones, como se ha dicho ( C . 2 5 , a. 1
L u e g o no deben contarse doce frutos. y 2 ) ; y por eso entre los frutos del es-
2.° Fruto es el que nace de la semilla píritu se coloca ante todo la candad, en
espiritual, como se ba dicbo (a. 1) ; pero la que se da especialmente el Espíritu
el Señor (Mattb. 13) menciona un triple S a n t o , como en propia semejanza, por
fruto de la tierra buena, el cual proviene ser él mismo amor; por lo cual se dice
de la semilla espiritual, á saber , cente- ( R o m . 5 , 5 ) : la caridad de Dios se ha
simo , sexagésimo y trigésimo. L u e g o no derramado en nuestros corazones por el
deben enumerarse doce frutos. Espíritu Santo, que se nos ha dado.
3.° E l fruto entraña en su noción la P e r o al amor de la caridad se sigue por
de ser lo último y deleitable : noción que necesidad el gozo: porque todo el que
no se baila en todos los frutos enumera- ama goza por la unión del a m a d o , y la

(1) San Ambrosio adjudica á las virtudes las bienaventu- cípulos, como puede verse en la cuestión citada en el testo
ranzas propuestas en común á las turbas ; y San Agustin á a. 3, al 3." y al 6."
los dones las otras especiales propuestas únicamente á los dis-
CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULO ÍIÍ. 457

caridad tiene siempre presente á Dios á solo no dañemos á los prójimos por la ira,
quien a m a , según aquello ( i J oann. 4, pero ni por fraude ó dolo, y á esto se re-
16): el que está en caridad, en Dios está fiere l a ^ e en sentido de fidelidad : mas,
y Dios en él; siendo así consecuencia de como f e , por la que se cree en Dios, por
la caridad el gozo. Mas la perfección del esta se ordena el hombre á lo que está
gozo es la paz bajo dos conceptos: 1.° en sobre é l , sometiendo á Dios su entendi-
cuanto á la quietud respecto de las con- miento , y por consiguiente todas las co-
turbaciones esteriores; pues no puede g o - sas que son del mismo. Empero respecto
zar perfectamente del bien amado el que á lo que le es inferior dispónese bien el
en su fruición es perturbado por otras hombre 1.° en cuanto á las acciones este-
cosas ; y ademas el que tiene el corazón riores por la modestia ( 1 ) , que guarda
perfectamente pacífico en un objeto, por moderación en todos los dichos y hechos;
ningún otro puede ser molestado, porque 2.° en cuanto á las concupiscencias inte-
reputa lo demás como nada; por lo cual riores por la continencia y castidad, ja,
se dice ( P s . 1 1 8 , 165) : mucha paz para se distingan estas dos en el sentido de
los que aman tu ley, y no hay para ellos que la castidad refrena al hombre de lo
tropiezo , á saber, porque no son pertur- ilícito y la continencia en lo lícito, ya en
bados por cosas esteriores, que les impi- cuanto el continente sufre las concupis-
dan gozar de D i o s ; 2.° en cuanto á la cencias, sin dejarse seducir, y el casto ni
calma del deseo fluctuante: porque no las sufre ni sucumbe.
goza perfectamente de algo aquel á quien A l argumento 1.° diremos, que la san-
no basta lo que goza; y la paz lleva con- tificación se hace por medio de todas la
sigo estas dos cosas; es decir, que no sea- virtudes, por las que también se quitan
mos perturbados por las cosas esteriores, los pecados. D e donde se sigue que el
y que nuestros deseos reposen en un solo fruto se nombra allí singularmente por
objeto: por esto después de la caridad y causa de la unidad (2) del g é n e r o , que
el gozo se designa la paz. E n los males se divide en muchas especies, según las
se halla bien dispuesta el alma en cuanto que se cuentan muchos frutos.
á dos cosas : 1. en no ser perturbada por
a

Al 2.° que los frutos centesimo, sexa-


la inminencia de males, lo cual pertenece gésimo y trigésimo no se diversifican se-
á la paciencia ; y 2 . en que tampoco se
a

gún las diversas especies de actos virtuo-


turbe por la dilación de bienes, lo cual sos , sino según los diversos grados de
pertenece á la longanimidad, porque el perfección aun de una sola virtud; así
carecer del bien tiene razón de mal(Éthic. como la continencia conyugal se dice sig-
1. 5, c. 3). Empero á lo que está cerca del nificada por el fruto trigésimo , la conti-
hombre, á saber, el prójimo, se dispone nencia vidual por el sexagésimo, y la vir-
bien su mente 1.° en cuanto á la voluntad ginal por el centesimo. Y también de
de hacer bien, y á esto pertenece la bon- otros modos distinguen los Santos tres
dad ; 2° cuanto al ejercicio de la benefi- frutos evangélicos según tres grados de
cencia, á lo cual pertenece la benignidad; virtud ( 3 ) , constituidos por razón de
pues se dicen benignos aquellos, á quie- que la perfección de cada cosa se consi-
nes el fuego del amor enfervoriza para dera según su principio, medio y fin.
hacer bien á los prójimos ; 3.° en cuanto A l 3.° que el hecho mismo de no per-
á sentirse dispuestos á tolerar con igual- turbarse en las tristezas tiene razón de
dad de ánimo los males por ellos causa- deleitable; y la f e , aunque se tome en el
dos, lo que es propio de la mansedumbre, sentido de ser fundamento, tiene cierta
que cohibe las iras; y 4.° de modo que, no razón de lo último y deleitable, según

(1) A la que también compete en algún modo el oficio de las romanas la áurea, que con ellas copia mrtutem : variante
refrenar las posiones internas, aunque directamente y con de todo punto inaceptable y caliíicadada de absurda por Kico-
preferencia moderar los actos esteriores, como más adelante se lai, quien hace ver que el sentido llano y ostensible del con-
esplica (2."-2.ra C. 160, a. 4 ; y C. 168, a. 1). testo viene á cifrarse en que, genéricamente hablando, hay
(2) Vnitatem, según la rectificación razonable cuanto opor- un solo fruto, múltiple empero en lo específico.
tuna de García, Nicolai y otros teólogos y comentadores, fun- (3) Véase en el Suplemento la C, 97, que en la primitiva
dados en la unanimidad de los manuscritos con la sola escep- edición del mismo figuraba como C, 06, cambiada después la
cion del códice de Alcañiz, cuya errata (material sin dudaj se ve numeración por las razones que allí se espondrán,
adoptada por varias de las ediciones antiguas, Inclusa entre
458 CUESTIÓN L X X . — ARTÍCULOS III Y IV.

que contiene la certidumbre : por lo cual los frutos del Espíritu no contrarían á
la Glosa (interl. sup. loe. Apost. ) ( 1 ) las obras de la carne.
espone: « l a fe, esto es, certidumbre sobre Por el contrario, dice el Apóstol (ibid.
» l a s cosas invisibles » . 17) que la carne codicia contra el espí-
A l 4.° que, como dice San Agustín so- ritu ( 2 ) y el espíritu contra la carne.
bre la carta á los Gálatas ( cap. 5 , sobre Conclusión. Los frutos del Espíritu
aquello: mas los frutos del Espíritu...) Santo [ 1 ] contrarían á las obras de la
el Apóstol no lo tomó en el sentido de carne en el concepto común de unos y
enseñar cuántos son ó las obras de la otras; pero según las propias razones [ 2 ]
carne ó los frutos del Espíritu; sino para de cada uno de los frutos allí enumera-
manifestar en qué género se ban de evi- dos y de las obi-as de la carne no convie-
tar aquellas y seguir estos: por lo cual ne que cada uno de ellos sea contrapuesto
pudieran haberse enumerado también ó á cada una de las otras , aunque [ 3 ] se-
más ó menos frutos. Sin embargo todos gún cierta adaptación á cada una de las
los actos de los dones y de las virtudes obras de la carne se contrapone uno de
pueden según cierta conveniencia redu- los frutos.
cirse á estos , según que todas las virtu- Responderemos, que las obras de la
des y dones es preciso que ordenen la carne y los frutos del Espíritu pueden
mente de alguno de los modos prediebos. entenderse en dos sentidos : 1.° según su
D e donde se sigue que aun los actos de razón común, y de este modo los frutos
la sabiduría y de cualesquiera dones, que del Espíritu Santo contrarían en común
ordenan al bien, se reducen á la,caridad, á las obras de la carne: porque el Espí-
al gozo y á la paz. Enumeró no obstante ritu Santo mueve la mente humana á
más bien estos que otros, porque los aquí lo que es conforme á la r a z ó n , ó más
enumerados importan más ó fruición de bien á lo aue está por cima de la ra-
bienes ó apaciguamiento de m a l e s , lo z ó n ; mas el apetito de la carne, que es
cual parece pertenecer á la razón de fruto. apetito sensitivo, arrastra á los bienes
sensibles, inferiores al hombre, resultan-
do de aquí q u e , así como el movimiento
A R T Í C U L O I V . — ¿Los fruto* del Espí- ascendente y el descendente son contra-
ritu Santo contrarían á l a s obras de l a carne? rios en lo natural, del mismo modo en las
obras humanas se oponen las obras de la
l.° Parece que los frutos del Espíritu carne á los frutos del Espíritu ; 2.° pue-
Santo no contrarían á las obras de la den considerarse según las propias razo-
carne , que enumera el Apóstol ( Galat. nes de cada uno de los frutos enumera-
5 ) : porque las cosas contrarias están en dos y de las obras de la carne, y en
el mismo género ; y las obras de la carne este sentido no deben contraponerse cada
no se llaman frutos. L u e g o los frutos del uno á cada una; porque según lo dicho
Espíritu Santo no las contrarían. (a. 3 , 1. 4 ) el Apóstol no intenta enume-
2.° U n a sola cosa es contraria de sola rar todas las obras espirituales , ni todas
otra; pero el Apóstol enumera más obras las obras carnales. P e r o según cierta
adaptación San Agustín sobre la carta á
de la carne que frutos del Espíritu. L u e -
los Gálatas (c. 5, sobre aquello de mas
g o los frutos del Espíritu Santo y las
los frutos del Espíritu...) contrapone á
obras de la carne no se contrarían.
cada una de las obras de la carne cada
3.° Entre los frutos del Espíritu se es-
uno de los frutos; como á la fornica-
tablecen los primeros la caridad, el gozo
c i ó n , que es el amor de satisfacer la
y la p a z , á los cuales no corresponden
lujuria sin el legítimo vínculo conyugal,
los que primeramente se enumeran entre
se opone la caridad, por la que el alma
las obras de la carne, que son la fornica-
se une á D i o s , en la cual también hay
ción, la inmundicia y la impudicia. L u e g o

(1) No solo la interlineal nuevít-ó reciente impresa, sí tam- bis Domini); aunque en no pocos pasajes de sus escritos lo in-
bién la antigua manuscrita marginal, como asimismo el co- terpreta también del hombro mismo pugnando contra la carne
mentario de Pedro Lombardo y más es tensa y generalmente en su aspiración á lo divino, presupuesto siempre el auxilio
Haymon. de Dios : doble interpretación adoptada también por San Jeró-
(2) San Agustín quiérese entienda por este espíritu en lu- nimo en sus comentarios al pasaje bíblico que anotamos.
cha contra la carne el mismo Espíritu Santo (Serm. 43, De ver-
CUESTIÓN LXX. — ARTÍCULO IV. 459

verdadera castidad. L a s impurezas em­ no se Д а т а fruto s u y o , sino más bien


pero son todas las perturbaciones con­ cierta corrupción: y , como las obras de
cebidas de aquella fornicación , á las que las virtudes son connaturales á la razón
se opone el gozo de la tranquilidad; y la y las de los vicios á ella contrarios , re­
servidumbre de los í d o l o s , por la cual se sulta que las obras de las virtudes se lla­
ha hecbo guerra contra ei E vangelio de man frutos; mas no así las obras de los
Dios se opone á la p a z ; y contra los en­ vicios.
cantamientos, enemistades, disputas, ani­ A l 2.° que « el bien sobreviene de un
mosidades, emulaciones y disensiones, se » solo modo, y el mal de muchos», como
oponen la longanimidad para sufrir los dice S. Dionisio ( D e div. п о т . c. 4, p. 4 ,
males de los hombres, entre quienes vi­ lect. 2 2 ) ; por lo que también á una sola
vimos , para prevenirlos la benignidad y virtud se oponen muchos vicios, y por
para perdonarlos la bondad : á las here­ esto no es de admirar que se enumeren
jías se opone la fe, á la envidia la manse­ más obras de la carne que frutos del Es ­
dumbre , á las embriagueces y comilonas píritu.
la continencia. A l 3.° es manifiesta la solución por lo
A l argumento 1.° diremos , que lo que dicho.
procede del árbol contra su naturaleza,

CUESTIÓN LXXI.
De los vicios y pecados considerados en sí (i).

a
Con respecto á los vicios y pecados, ocurren seis cosas dignas de e x a m i n a r s e : 1. los*vicios y peca­
a a a a
dos en sí mismos; 2. su distinción ; 3. comparación de unos con o t r o s ; 4. sujeto del pecado; 5. su
a a
causa; y 6. su efecto. A la 1. dedicaremos seis artículos. — 1.° El vicio contraria á la virtud ¥ — 2.° El
vicio es contra la naturaleza ¥ — 3.° Qué es peor, el vicio ó el acto vicioso ? — 4." El acto vicioso puede
coexistir con la virtud ? — 5.° En todo pecado h a y algún acto ? — 6.° Definición del p e c a d o , propuesta
por San Agustín ( c o n t r a Fausto, lito. 22): «pecado es un dicho ó hecho ó deseo contra la ley eterna».

ARTÍCULO I. — E I vicio contraría & ia cion de potencia; y vicio nada indica


virtud? perteneciente á la potencia. L u e g o el vi­
cio no se opone á la virtud.
l.° Parece que el vicio no contraría á 3.° Tulio dice ( T u s e , qq., 1. 4 ) que
la virtud; porque una sola cosa tiene un « l a virtud es cierta sanidad del a l m a » ;
solo contrario, como se prueba ( M e t . pero á la sanidad se opone la indisposi­
1. 1 0 , t. 17 ) . E s así que á la virtud con­ ción ó enfermedad más que el vicio. L u e ­
trarían el pecado y la malicia. L u e g o no g o á la virtud no contraría el vicio.
la contraría el vicio; pues vicio se llama, Por el contrario, dice San Agustín
aunque sea la indebida disposición de los en el libro ( D e perfectione justitía?, c. 2)
miembros corporales, ó de cualesquiera que «el vicio es 'una cualidad, según la
cosas. »cual el ánimo es malo» ; pero la virtud
2.° Virtud ( 2 ) denota cierta perfec­ es una cualidad, que «hace bueno al que

(1) No nos parece inoportuno advertir aquí con el C. Caye­ el hábito, ya el acto Vicioso ¡ débese distinguir cuidadosa­
tano que, si bien con respecto á las virtudes no tenemos pa­ mente en cada caso la acepción propia de dicho vocablo. Asi­
labras propiamente distintivas entre los hábitos y los actos mismo es muy digna de tenerse en cuenta la diversa­ signifi­
de virtud; sí las hay con referencia á los vicios, que son ver­ cación de las predichas voces vicio y pecado en relación con
daderos hábitos, al paso que el nombre de pecado designa el la malicia aun moral.
acto mismo de algún vicio: y, como á pesar de esto el Autor (2) Tanto en su acepción física, como en la moral, de la
usa á veces indistintamente la palabra vicio para designar ya que precisamente se trata.
¿ U É S T Í O N L X X Í . — ARTÍCULOS 1 Y I I .

la t i e n e » , como se manifiesta en lo ya A l 2.° que la virtud no solo importa


dicho ( C . 5 5 , a. 3 y 4 ) . L u e g o el vicio perfección de la potencia, que es princi-
contraría á la virtud. pio del obrar, sino también debida dis-
Conclusión. A la virtud se oponen tres posición del que la tiene; y esto porque
cosas, á saber : el pecado como contrario cada cosa obra según que existe en acto.
al acto de virtud, la malicia á la bondad Se requiere por consiguiente que esté
y el vicio al hábito virtuoso. en sí bien dispuesto, lo que debe ser ope-
R e s p o n d e r e m o s , que acerca de la vir-, rativo del b i e n ; y conforme á esto á la
tud podemos considerar dos cosas, á sa- virtud se opone el vicio.
ber : la misma esencia de la virtud, y A l 3.° que, como Tulio dice ( T u s e . qq.
aquello para que sirve. E n la esencia de 1. 4 ) , «las enfermedades é indisposiciones
la virtud hay algo que puede conside- » son partes de la viciosidad» : porque
rarse directamente, y algo como consi- en los cuerpos se llama enfermedad « l a
guiente : 1.° directamente implica la vir- corrupción de todo el c u e r p o » , p o r ejem-
tud cierta disposición de alguno conve- p l o , la fiebre ó algo semejante; indis-
nientemente ordenado según el modo de posición « la enfermedad con debilidad»;
su naturaleza; por lo que Aristóteles dice y vicio « el desconcierto de las partes del
( P h y s . 1. 7 , t. 1 7 ) que « l a virtud es » cuerpo entre s í » . Y , aunque en el cuer-
» disposición de lo perfecto á lo ópti- po hay alguna vez enfermedad sin indis-
s m o ( 1 ) ; y digo de lo perfecto, que es posición, como cuando uno está interior-
»dispuesto conforme á la naturaleza » ; mente mal dispuesto, sin hallarse por eso
2.° como consiguiente se infiere que la vir- impedido esteriormente para las opera-
tud es cierta bondad, puesto que la bon- ciones acostumbradas; en el ánimo no
dad de cada cosa consiste en que conve- obstante, como el mismo dice, «estas dos
nientemente se haya según el modo de su »cosas no pueden separarse sino con el
naturaleza; y aquello, á que se ordena la pensamiento » : porque necesariamente,
virtud, es el acto bueno, como se ve por siempre que uno se halla interiormente
lo arriba dicho ( C . 5 5 , a. 3 ; y C. 56, mal dispuesto, teniendo algún afecto des-
a. 3 ) . Conforme pues á esto hállanse ordenado , queda por lo mismo débil para
tres cosas opuestas á la virtud : 1. el pe- a
ejercer las debidas operaciones; puesto
cado, que se la opone por parte de aque- que cada árbol se conoce por su propio
llo, á que se ordena la virtud; porque fruto, esto es, el hombre por su obra, como
pecado designa propiamente acto desor- se dice (Matth. 12). P e r o el vicio del áni-
denado, así como el acto de la virtud es mo, como Tulio dice (ibid.), « e s un hábito
acto ordenado y debido ; 2 . según que a
» ó afección del ánimo, inconstante en
á la razón de virtud es consiguiente que »toda la vida, y que disiente de sí mis-
sea cierta bondad, á la virtud se opone » m a » : lo cual ciertamente se halla tam-
la malicia; y 3 . según aquello, que di-
a
bién aun sin enfermedad ó indisposición,
rectamente es propio de la razón de vir- como cuando alguno peca por debilidad
tud, á ésta se opone el vicio, porque el ó por pasión. D e donde se sigue que se
vicio de cada cosa parece ser el no estar estiende á más el vicio que la indisposi-
dispuesta según conviene á su naturale- ción ó la enfermedad, así como también
z a , por lo cual dice San Agustín ( D e la virtud respecto de la sanidad; pues
lib. arb. 1. 3 , c. 4 ) : « l o que observares también esta se considera como cierta
» que falta á la perfección de la natura- virtud ( P h y s . 1. 7 , t. 1 7 ) , y por tanto á
l e z a , llámalo vicio». la virtud se opone más convenientemente
el vicio que la indisposición ó la enfer-
A l argumento 1.° diremos, que aque-
medad.
llas tres cosas no contrarían á la virtud
en un mismo concepto; sino que el peca-
A R T Í C U L O II. — EI vicio e s contra i»
do la contraría como operativa del bien,
n a t u r a l e z a ? (%).
la malicia como cierta bondad, y el vi-
cio propiamente según que es virtud. 1.° Parece que el vicio no es contra la

(1J Wo precisamente refiriéndose lo bueno y lo óptimo al me á lo espuesto (C. 55, a. 2).


objeto, y sí más bien á la perfección del acto mismo, según la (2) La proposición afirmativa, que constituye la tesis do
intención manifiesta de Aristóteles y Santo Tomás y confor- este articulo, en cuyo desarrollo queda plena y convincente-
CUESTIÓN L X X I . — A R T Í C U L O II. 461

naturaleza : porque el vicio contraría á ció se cree derivado el nombre de vitupe-


la virtud, como se ha dicho (a. 1 ) ; y las ración, como dice San Agustín ( D e lib.
virtudes no están en nosotros por natura- arb. 1. 3 , c. 14). Pero se ha de considerar
leza, sino que son causadas en nosotros que la naturaleza de cada cosa es princi-
por infusión ó por la costumbre, como palmente su forma, según la cual tiene
se ha dicho ( C . 6 3 , a. 2 y 3). L u e g o los especie; y el hombre se constituye en su
vicios no son contra la naturaleza. especie por el alma racional: así que lo
2.° L o que es contra la naturaleza no que es contra el orden de la razón, es
puede hacerse costumbre, como la piedra propiamente contra la naturaleza del
nunca se acostumbra á elevarse (Ethic. nombre en cuanto es hombre; y lo que
1. 2 , c. 1). E s así que algunos se acos- es conforme á la razón, es según la natu-
tumbran á los vicios. L u e g o los vicios no raleza del hombre, en cuanto es hombre.
son contra la naturaleza. Mas « e l bien del hombre es ser según la
3.° Nada, que es contra la naturaleza, » razón, y su mal ser fuera de ella », como
se halla por lo común en los que tienen dice San Dionisio ( D e div. nom. c. 4,
tal naturaleza; pero los vicios se hallan p. 4, lect. 22). D e donde se sigue que la
en los hombres , generalmente hablando, virtud humana, que hace bueno al hom-
pues se lee ( Matth. 7, 13) : ancho es el bre y buena su obra, en tanto es confor-
camino, que conduce á la perdición, y me á la naturaleza del hombre, en cuanto
muchos van por él. L u e g o el vicio no es conviene á la razón; pero el vicio en tan-
contra la naturaleza. to es contra la naturaleza del hombre,
4.° E l pecado se compara al vicio en cuanto es contra el orden de la razón.
como el acto al hábito, según consta de A l argumento 1.° diremos, que las
lo espuesto (a. 1). Mas el pecado se define virtudes, aunque no sean causadas por la
diciendo que es «dicho ó hecho ó deseo naturaleza según su ser perfecto, incli-
» contra la ley de Dios » , como dice San nan sin embargo á lo que es conforme á
Agustín (Cont. F a u s t . 1. 2 2 , c. 2 7 ) ; y la naturaleza ( 1 ) , esto e s , según el or-
la ley de Dios está sobre la naturaleza. den de la razón : porque dice Tubo en
Luego con más razón deberá decirse que su Retórica ( D e invent. 1. 2 ) (2) que
el vicio es contra la ley que no contra la « la virtud es un hábito á modo de natu-
naturaleza. »raleza conforme á la razón»; y de este
Por el contrario, dice San Agustín modo se dice que la virtud es según la
(De lib. arb. 1. 3 , c. 13) : «todo vicio, naturaleza, y por el contrario se entien-
»por lo mismo que lo e s , es c o n t r a í a n a - de que el vicio es contra la naturaleza.
»turaleza». A l 2.° que Aristóteles habla allí de
Conclusión. El vicio en tanto es con- aquellas cosas, que son contra la natura-
tra la naturaleza del hombre, en cuanto leza, según que el ser contra ella se opo-
es contra el orden de la razón. ne á lo que es ser por naturaleza; pero
Responderemos que, como se ha dicho no según que el ser contra naturaleza se
(a. 1 ) , el vicio contraría á la virtud; y opone á lo que es ser según la misma: al
la virtud de cada cosa consiste en que modo que las virtudes se dice que son
esté bien dispuesta según la conveniencia según la naturaleza, en cuanto inclinan á
de su naturaleza, como se ha dicho (ibid.): lo que ala naturaleza conviene ( 3 ) .
por lo cual debe decirse vicio en cada Al 3.° que en el hombre hay dos na-
cosa su disposición contraria á lo conve- turalezas, á saber, racional y sensitiva :
niente á su naturaleza; como en efecto y , como por la operación del sentido llega
por eso es vituperada cada cosa, y del vi- el hombre á los actos de la razón, por

mente demostrada , debe entenderse en general de todo vi- (3) No es pues lo mismo ser hecho ó existir por la natura-
cio ó de todos los vicios ; y no precisa y esclusivamente de los leza que ser según la naturaleza ó conforme á ella : porque
contrarios en sí mismos al fin natural, ó que directamente se ser ó existir por naturaleza equivale á proceder de principio
oponen á las virtudes adquiridas , como algunos han preten- intrínseco en virtud de cierta necesidad natural incontrasta-
dido interpretar. ble ; mientras que según la naturaleza se entiende ser lo que
(1) Todas ellas sin esclusion de las infusas ; por cuanto los en sí tiene alguna conformidad ó conveniencia con los princi-
actos sobrenaturales, á que estas nos inclinan, son perfectísi- pios naturales , aun cuando no se siga de ellos por necesidad
mamente conformes con el orden de la razón. natural, cual sucede y es bien fácil de observar en las vir-
(2) Véase lo dicho C. 50, a. 5, y especialmente a. 6, 1.° ; tudes.
como también C. 58, a. 1, 1.°, y a. i.
462 CUESTIÓN LXXI ARTÍCULOS II Y III.

eso muchos más siguen las inclinaciones Conclusión. En general el acto [ 1 ] es


de la naturaleza sensitiva que el orden de más importancia que la potencia en
de la razón; dado que son más los que al- cuanto á lo bueno y malo: así que [2] el
canzan el principio de una cosa que los hábito guarda un medio entre la potencia
que llegan á su consumación. P e r o los y el acto respecto á su bondad y malicia,
vicios y pecados en los hombres provie- siendo [ 3 ] por lo mismo mayor la bondad
nen de que siguen la inclinación de la ó malicia del acto que la del hábito.
naturaleza sensitiva contra el orden de R e s p o n d e r e m o s , que el hábito ocupa
la razón. un medio entre la potencia y el acto : y,
A l 4.° que todo lo que es contra la siendo evidente que el acto en lo bueno y
razón de una obra de arte, es también malo predomina á la potencia (Met. 1. 9,
contra la naturaleza del arte, con el cual 1.19), porque es mejor obrar bien que po-
aquella se produce; y la l e y eterna se der obrar bien, y del mismo modo es más
compara al orden de la razón humana, vituperable obrar mal que poder obrar
como el arte al artefacto: por lo cual lo m a l ; sigúese que el hábito en bondad y
mismo es que el vicio y el pecado sean malicia obtiene el grado medio entre la
contra el orden de la razón humana, que potencia y el acto, es decir, que así como
contra la l e y eterna (1). P o r eso San el hábito bueno ó malo se aventaja en
Agustín dice ( D e lib. arb. 1. 3, c. 6 ) que bondad ó malicia á la potencia, así tam-
« de Dios tienen todas las naturalezas el bién es inferior al acto. L o cual se ma-
» serlo; y en tanto son viciosas, en cuanto nifiesta también en que el hábito no se
» se apartan del arte de aquel, por quien llama bueno ó malo, sino porque inclina
» fueron hechas». al acto bueno ó m a l o ; y de consiguiente
por la bondad ó malicia del acto se dice
el hábito bueno ó malo, siendo así más
ARTÍCULO I I I . — E I vicio es peor que
poderoso el acto en bondad 6 malicia que
el acto vicioso ?
el hábito; pues aquello, por lo que cada'
l.° Parece que el vicio, esto es, el há- cosa es t a l , lo es más (2).
bito m a l o , es peor que el pecado, es de- A l argumento 1.° diremos que nada
cir , el acto m a l o : porque, así como el obsta á que algo sea en absoluto más
bien más duradero es mejor, del mismo poderoso que otra cosa, no igualándosela
modo el mal que dura más es peor. empero en algún concepto: pues se juzga
E s así que el hábito vicioso es de más absolutamente superior lo que sobresale
duración que los actos v i c i o s o s , que en cuanto á lo que per se se considera en
pasan al momento. L u e g o el hábito vi- ambas, y relativamente lo que se aven-
cioso es peor que el acto vicioso. taja según lo que per accidens se refiere
2.° Muchos males deben huirse más á las dos. Mas queda demostrado por la
que uno s o l o , y el hábito malo es vir- misma razón de acto y de hábito que el
tualmente causa de muchos actos malos. acto es más notable en bondad y malicia
L u e g o el hábito vicioso es peor que el que el hábito : y el ser el hábito de más
acto vicioso. duración que el acto proviene de que
3.° L a causa es más poderosa que el ambos se hallan en tal naturaleza, la cual
efecto ; pero el hábito perfecciona el acto no puede siempre obrar, y cuya acción
tanto en la bondad como en la malicia. está en el movimiento transitorio; por lo
L u e g o el hábito es más poderoso que el que en absoluto el acto prevalece tanto
acto tanto en bondad como en malicia. en bondad como en malicia, y el hábito
Por el contrario: por un acto vicioso relativamente.
es castigado uno justamente; pero no por A l 2.° que el hábito no es simplemente
un hábito vicioso, si no procede al acto. muchos a c t o s , sino relativamente, esto
L u e g o el acto vicioso es peor que el há- es, en virtud ( 3 ) : y así de esto no pue-
bito vicioso. de concluirse que el hábito sea simple-

(1) Una de las proposiciones condenadas por Alejandro VIII (2) Véase en el T. i . ° la nota 1, pág. 116.
decia que « no es mortal ni merece pena eterna el pecado filo- (3) En cuanto virtualmente el hábito contiene en sí la po-
» sófico, ó sea, aquella culpa, que se reconoce ser contraria á tencia de producir muchos actos.
n la razón, pero no contra la ley divina ».
CUESTIÓN L X X I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 463

mente más poderoso en bondad ó malicia de coexistir con las virtudes infusas, pero
que el acto. si con las adquiridas ; mas el venial con
A l 3.° que el hábito es causa del acto unas y otras.
en el género de causa eficiente; mas el Responderemos, que el pecado se com­
acto es causa del hábito en el género de para á la virtud como el acto malo al
causa final ( 1 ) , según la cual se consi­ hábito bueno. Pero diversamente se halla
dera la razón del bien y del m a l : y por el hábito en el alma que la forma en el
tanto en bondad y malicia el acto se objeto natural: porque la forma natural
aventaja al hábito. por necesidad produce la operación á ella
conveniente, por lo que no puede coexis­
ARTÍCULO IV. — P u e d o coexistir el tir con la forma natural el acto de forma
pecado con la virtud? contraria; así como no puede estar con el
calor el acto del enfriamiento, ni con la
l.° Parece que el acto vicioso, ó sea, lijereza el movimiento de descenso, á no
el pecado no puede existir junto con la ser en caso por la violencia de un motor
virtud: porque cosas contrarias no pue­ estrínseco: al paso que el hábito en el
den coexistir en un mismo (sujeto); y el alma no produce por necesidad su opera­
pecado en cierto modo contraría á la ción, sino que el hombre usa de él cuando
virtud, como se ha dicho (a. 1) : l u e g o el quiere; y así, existiendo el hábito en el
pecado no puede hallarse junto con la hombre, puede no usar de él ó ejecutar
virtud. un acto contrario, é igualmente teniendo
2.° E l pecado es peor que el vicio, virtud proceder al acto de pecado. E m ­
esto es, el acto malo que el hábito malo. pero el acto del pecado, si se compara
Pero el vicio no puede estar al mismo con la misma virtud, según que es cierto
tiempo en un mismo (sujeto) con la vir­ hábito ( 3 ) , no puede corromperla, si es
tud. L u e g o tampoco el pecado. uno solo : porque, así como no se en­
3.° A s í como el pecado tiene lugar en gendra el hábito por un solo acto , tam­
las cosas voluntarias, así también en las poco se corrompe por un acto único,
cosas naturales (2) ( P h y s . 1. 2, t. 8 2 ) . como se ha dicho (C. 6 3 , a. 2, al 2.°).
Mas nunca en las cosas naturales hay P e r o , comparado el acto de pecado á la
pecado, sino por alguna corrupción de la causa de las virtudes, así es posible que
natural virtud, al modo que los mons­ por un solo acto de pecado se corrom­
truos resultan de la corrupción de algún pan algunas virtudes : porque cada pe­
principio en el germen ( P h y s . 1. 2 ) . L u e ­ cado mortal contraría á la caridad, que
go tampoco en las cosas voluntarias hay es raíz de todas las virtudes infusas, en
pecado, sino, corrompida alguna virtud del cuanto son virtudes ; y así perdida la
alma ; y así el pecado y la virtud no caridad por un solo acto de pecado mor­
pueden coexistir en el mismo (sujeto). tal se escluyen por consiguiente todas
Por el c o n t r a r i o , dice Aristóteles las virtudes infusas, en cuanto son virtu­
(Ethic. 1. 2, c. 2 y 3 ) que « l a virtud por des. Y digo esto por la fe y la esperanza,
» (causas) contrarias se engendra y se cuyos hábitos permanecen informes (4)
» corrompe » . Mas un solo acto virtuoso después del pecado mortal, y así no son
no causa virtud, como se ha probado virtudes (5). Pero el pecado venial, que
(C. 5 1 , a. 3) : luego ni un solo acto de no se opone á la caridad ni la desaloja,
pecado quita la virtud. Pueden por con­ tampoco escluye por consiguiente las
siguiente hallarse al mismo tiempo en un otras virtudes: mas las virtudes adquiri­
mismo (sujeto). das no se destruyen por un solo acto de
cualquier pecado. A s í pues el pecado
Conclusión. El pecado mortal no pue­
(1J Porque el hábito, tal como aquí se considera, es efecto (3) Es decir, como adquirida por los medios naturales con
de la reiteración Ге actos idénticos ó análogos, como ya antes la repetición de actos.
de ahora y más de una vez dejamos anotado. (4; Es dogma de fe declarado espresamente por el Concilo
(2) No entendiéndose la locución comparativa así лото en de Trento (Ses. 6, c. 15 , y can. 28).
cuanto á verificarse del mismo modo, y sí únicamente en el (5) Propia y estrictamente hablando según el verdadero
sentido de que tanto en unas como en otras puede haber pe­ concepto moral de virtud, aunque sí como disposiciones ó ac­
cado o defecto, ya en concepto de simplemente tal en las na­ titudes para el ejercicio de sus propios buenos actos. Véase la
a
turales, ya asimismo y también con malicia moral en las vo­ C. 65, a. 4 ; y en la 2. ­2.® C 4, a. 5.
luntarias.
464 CUESTIÓN LXXI. — .ARTÍCULOS IV Y V.

mortal no puede coexistir con las virtu- implica acto alguno. L u e g o puede haber
des infusas, pero sí con las adquiridas; pecado sin acto.
mas el pecado venial es compatible á la Conclusión. El pecado de omisión [1]
vez con las infusas y con las adquiridas. en lo concerniente á la noción de pecado
A l argumento 1.° diremos, que el pe- á veces lleva consigo cierto acto interior,
cado no contraría á la virtud por sí, sino y otras ni interno ni esterno; pero [2] con
en cuanto á su acto : por tanto el pecado respecto á las ocasiones de omisión nece-
no puede coexistir con el acto de virtud, sariamente hay algún acto en tal pecado ;
sí empero con el hábito. y en general [3] es lo cierto que puede
A l 2.° que el vicio contraría directa- darse algún pecado sin acto.
mente á la virtud, así como el pecado al Responderemos, que esta cuestión ver-
acto virtuoso ; por lo cual el vicio esclu- sa principalmente acerca del pecado de
y e la virtud, como el pecado el acto de omisión, sobre el que algunos opinan con
la virtud. diversidad : porque unos dicen que en
A l 3.° que las virtudes naturales"obran todo pecado de omisión hay algún acto ó
por necesidad ; y por lo mismo, salva ínte- interior ó esterior ; interior, como cuando
gra la virtud, nunca puede hallarse pe- uno quiere no ir á la iglesia, estando
cado en el acto : mas las virtudes del al- obligado á i r ; y esterior, como si uno á
ma no producen actos por necesidad, por la hora, en que está obligado á ir á la
lo que no hay paridad de razones. iglesia ó aun antes, se ocupa en tales co-
sas que le impiden ir á ella, lo que parece
en cierto modo reducirse á lo primero:
ARTÍCULO V . — E n cada pecado hay porque el que quiere algo incompatible
algimacto? á la vez con otra cosa, consiguiente-
mente quiere carecer de e l l o ; á no ser
l.° Parece que en cada pecado hay al- que acaso no reflexione que lo que quie-
gún acto : porque, así como el mérito se re hacer le impide hacer lo que de-
compara á la virtud, del mismo modo el be , en cuyo caso podría ser juzgado cul-
pecado se compara al vicio. E s así que pable por negligencia. Otros dicen que en
no puede haber mérito sin algún acto : el pecado de omisión no se requiere acto
luego tampoco pecado. alguno ; porque el mismo no hacer aque-
2.° San Agustín dice ( D e lib. arb. 1. 3, llo , á que uno está obligado, es pecado.
implic. y D e vera, relig. c. 14 ) que « t o d o Ambas opiniones tienen algo de verdad :
» p e c a d o de tal modo es voluntario, que, porque, si se entiende en el pecado de
no siéndolo, no es p e c a d o » . E s así que omisión solo aquello, que per se pertenece
no puede haber algo voluntario sino por á la razón de pecado, en este sentido á
el acto de la voluntad. L u e g o todo pe- veces el pecado de omisión es con acto
cado tiene algún acto. interior, como cuando unoquiere no i r ( l )
á la iglesia; y otras sin acto alguno ni in-
3.° Si hubiera pecado sin acto alguno,
terior ni esterior, como cuando uno en
seguiríase que, por el hecho mismo de
la hora, en que está obligado á ir á la
cesar uno en el acto debido, pecaría. E s
iglesia, nada piensa sobre ir 6 no ir á
así que continuamente cesa en el acto
ella. Empero, si en el pecado de omisión
debido el que jamás ejecuta lo que debe.
se entienden también las causas (2) u
L u e g o se seguiría que pecaba continua-
ocasiones de la omisión, en tal concep-
mente , lo que es falso. Ñ o hay pues pe-
to necesariamente debe haber algún acto
cado alguno sin acto.
en el pecado de omisión ; porque no
Por el contrario, se lee ( J a c . 4, 17) : hay pecado de omisión, sino cuando uno
al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, deja de hacer lo que puede hacer ó no
se le imputa pecado. P e r o el no hacer no

(1) Véase en el T. 1." la nota 3, pág. 183. guirse se ocupa uno en negocios,quecasualmen te la originan.
(2) Causas directas é influyentes formalmente per se en el No debe olvidarse aquí que el Doctor Angélico no siempre
pecado de omisión, como en el caso de querer absolutamente entiende por acto (y mucho menos como causa ocasional de la
omitir el bien, ó hacer algo, que se prevéey sabe será causa omisión) la acción positiva ú operativa, como la de andar-
de la omisión ; y ocasiones solo indirecta y materialmente y escribir ; sino que á veces llama acto por cierta analogía y no
como per accidens influyentes en la omisión, cual sucedería, si con entera propiedad á cierta inacción ó situación meramente
no pensando en ella ni en la posibilidad de que habrá de se- pasiva, como la de estar ocioso ó la de dormir.
CUESTIÓN L X X I . — ARTÍCULOS III Y I V . 465

hacer. M a s el que uno se incline á no ha- tuales pertenecerían los actos y las oca-
cer lo que puede hacer ó no hacer, no es siones circunstanciales.
sino por alguna causa ú ocasión conco- A l argumento 1.° diremos, que se re-
mitante ó precedente : y , si la tal causa quiere más para el bien que para e l m a l ;
no está en la potestad del hombre, la omi- porque c< el bien resulta de toda la causa
sión no tiene razón de pecado, como cuan- » íntegra, y el mal por singulares defec-
do uno por enfermedad deja de ir á la igle- » tos », como dice San Dionisio ( D e div.
sia ; pero, si la causa ú ocasión de la nom. c. 4, p. 4., lect. 22) : y así el p e -
omisión depende de la voluntad, la omi- cado puede acontecer, ora haciendo uno
sión tiene razón de pecado, y entonces lo que no debe, ora también no haciendo
necesariamente dicha causa, en cuanto es lo que debe ; pero el mérito no puede
voluntaria, tiene algún acto, al menos existir sino haciendo uno voluntariamente
interior, de la voluntad: y este unas veces lo que debe : y por tanto sin acto no pue-
afecta directamente á la omisión misma, de haber mérito, pero sí pecado.
por ejemplo, cuando uno quiere no ir á la A l 2.° que una cosa se dice voluntaria,
iglesia, evitando el trabajo, y entonces no solo por afectarla el acto de la volun-
tal acto pertenece de suyo á la omisión ; tad, sino porque e n nuestra potestad está
porque la voluntad de cada pecado de el que se haga ó deje de hacerse, como
suyo pertenece á aquel pecado, puesto se dice (Ethic. 1. 3, c. 5) : por lo que aun
que lo voluntario es esencial á la razón el mismo no querer puede decirse volun-
de pecado : mas otras veces el acto de la tario, en cuanto está en la potestad del
voluntad se refiere directamente á otra hombre querer y no querer.
cosa, que impide al hombre ejecutar el A l 3.° que el pecado de omisión se
acto debido, ora aquello á que se refiere opone al precepto afirmativo, que obliga
la voluntad esté conexionado con la omi- siempre y no por siempre; y por tanto
sión, como cuando uno quiere jugar pre- solo peca el que no ejerce el acto por el
cisamente mientras debiera ir á la igle- tiempo, en que obliga el precepto afir-
sia ; ora también sea precedente, v. gr. mativo (3).
si uno quiere velar hasta m u y tarde, de
lo que se sigue que no vaya á la igle-
A R T Í C U L O I V . — ¿ s c i i e o n e convenien-
sia por la mañana ; y entonces este acto
te e l pecado, diciendo q u e e s «licuó ó b e c h o
interior ó esterior ( 1 ) accidentalmente
ó deseo contra l a ley eterna?
se refiere a la omisión, que sobreviene
sin intención, y decimos ser per accidens l.° Parece que inconvenientemente se
lo que sucede fuera de la intención, como define el pecado diciendo : « p e c a d o es
se ve ( P h y s . 1. 2, t. 49,50 y sig.). E s pues » un dicho ó hecho ó deseo contra la l e y
evidente que en tal caso el pecado de » eterna » (4) ; porque el dicho ó hecho
omisión tiene sí algún, acto conjunto ó ó deseo implica algún a c t o ; y no todo
precedente, que sin embargo es acciden- pecado supone a c t o , como se h a dicho
tal en cuanto al pecado de omisión (2): (a. 5). L u e g o esta definición no incluye
mas el juicio sobre las cosas se h a de for- todo pecado.
mar según lo que es per se y no por lo
2.° San Agustín dice en su libro D e
que es per accidens; de consiguiente más
las dos almas ( c . 1 2 ) : « pecado es l a v o -
exacto sería decir que puede haber pe-
» luntad de retener ó conseguir lo que la
cado sin acto alguno, pues de lo contra-
»justicia veda ». E s así que la voluntad
rio aun á la esencia de otros pecados ac-
se comprende bajo la concupiscencia, t o -

(1) Eslas últimas palabras vel exterior, que constantemente consiguiente declarar en la confesión la omisión misma , sin
aparecen en la generalidad de tas ediciones más correctas, que sea necosarlo esponer las ocupaciones, á que el penitente
tanto antiguas como modernas, échanse de menos sin em- se entregara en el tiempoy hora, en que debió practicar el acto
bargo en algunas, como la de Madrid (1782) por García y la omitido y para él obligatorio.
reciente de Drioux en Paris (1877) : y en verdad que, no solo (3) Así que el pecado de omisión comienza á ser imputable
no parecen indiferentes ni eslemporáneas á nuestro modo de desde el momento, en que advertidamente se pone impedi-
ver ; sí por el contrario de todo punto pertinentes y ánn ne- mento al acto obligatorio, ó sea, la causa de la omisión.
cesarias, atendido el contesto y el objeto de las mismas. (4) Definición unánimemente admitida por los teólogos y mo-
(2) Es de notar que los actos concomitantes á la omisión no ralistas en general, y consignada aun .en los Catecismos des-
son pecaminosos de suyo por solo este concepto, si por otra tinados á los niños (Cont. Fmist. 1. 22 , c. 27).
parle no constituyen realmente latfausa de ella ; bastando por
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO t t . 30
466 CUESTIÓN L X X I . — A R T Í C U L O IV.

mada esta en sentido lato por todo ape- hablar ú obrar. M a s el ser malo un acto
tito. L u e g o habría bastado decir : « pe- humano consiste en que carece de la debi-
» cado es un deseo contra la l e y eterna » ; da conmensuración; y la conmensuración
y no debió añadirse ce dicho ó hecho ». de cada cosa se considera por compara-
3.° E l pecado consiste propiamente al ción á alguna regla, de la que si se desvía,
parecer en desviarse del fin; porque el resulta inconmensurada. Empero h a y dos
bien y el mal se consideran principalmen- reglas de la voluntad humana : una pró-
t e según el fin, como se manifiesta en lo xima y homogénea, que es la misma ra-
anteriormente dicho ( C . 1, a. 3 ; y C. 18, zón humana; y otra primera regla, la l e y
a. 4 y 6) ; por lo que el mismo S a n A g u s - eterna (1), que es como la razón de Dios.
tín ( D e lib. arb. 1. 1, c. últ.) define el Y por eso San Agustín estableció en la
pecado por comparación al fin, diciendo definición del pecado dos cosas : una per-
que « pecar no es otra cosa que seguir teneciente á la sustancia del acto huma-
» lo temporal, despreciando lo eterno », y n o , que es como lo material en el peca-
(Qq. 1. 83, q. 30) dice q u e , « t o d a la h u - do, cuando dijo, «dicho ó hecho ó deseo»;
» mana perversidad está en usar de las y otra referente á la razón de m a l , que
» cosas que pueden gozarse, y gozar de es como lo formal en el pecado, diciendo
B las que deben usarse B. E S así que en «contra la l e y eterna» .
la antedicha definición ninguna mención A l argumento 1.° diremos, que la afir-
se hace de la aversión del debido fin. mación y la negación se reducen al mis-
L u e g o insuficientemente se define el pe- mo g é n e r o , como en las cosas divinas el
cado. engendrado y el ingénito á la relación,
4.° E n tanto se dice que una cosa es según dice San Agustín ( D e Trin. 1. 5,
prohibida, en cuanto se opone á la l e y : c. 6 y 7) : y por tanto en el mismo g é -
mas no todos los pecados son malos como nero deben incluirse las palabras dicho y
prohibidos, sino que algunos son prohi- no dicho, hecho y no hecho.
dos como malos. Lue,go no debió decirse A l 2.° que la primera causa del peca-
en la definición común del pecado que do está en la voluntad, que impera todos
es contra la l e y de D i o s . los actos voluntarios, los únicos en que
5.° P e c a d o significa un acto malo del se halla pecado : y por eso San Agustin
hombre, según lo anteriormente espues- algunas veces define el pecado por sola
to (a. 1) ; y « e l mal del hombre está la voluutad; m a s , por cuanto aun los
Ben ser contra la r a z ó n » , como dice S a n mismos actos esteriores pertenecen á la
Dionisio ( D e divin. nom. c. 4 , p. 4, sustancia del p e c a d o , cuando son de suyo
lect. 22 ) : luego debió decirse más bien m a l o s , como se ha dicho (aquí y C. 20);
que el pecado es contra la razón, en v e z fue necesario que en la definición del pe-
de decir que es contra la l e y eterna. cado se estableciese también algo perte-
Por el contrario, basta la autoridad neciente á los actos esteriores.
de San Agustín (Contra F a u s t o , 1. 23, A l 3.° que la l e y eterna primaria y
c. 27). principalmente ordena el hombre al fin,
Conclusión. La definición del -pecado y consiguientemente le hace conducirse
según San Agustín, antes consignada, bien en cuanto á lo concerniente al fin :
es conveniente y aceptable. y por eso, diciendo «contra la l e y eterna»
Responderemos que, como se demues- insinúa la aversión del fin y todas las
tra en lo anteriormente dicho (a. 1), el demás aberraciones.
pecado no es otra cosa que un acto h u - A l 4." que, cuando se dice que no todo
mano malo; y el que un acto sea huma- pecado es malo por ser prohibido, se en-
no consiste en ser voluntario, como se tiende de la prohibición hecha por el de-
ve por lo antes dicho ( C . 1, a. 1), ora recho positivo; mas, si se refiere al dere-
lo sea como elícito por la voluntad, como cho natural, que se contiene ante todo
el mismo querer ó elegir, ora como impe- en la ley eterna, y secundariamente en
rado por ella, como los actos estemos de el natural judicatorio de l a razón huma-
na , así. todo pecado es m a l o , porque está
(1) « La ley eterna (dice ibii. San Agustín) es la razón di- prohibido ; pues, por lo mismo que es
» vina ó la voluntad de Dios, que manda conservar el orden
» natural y veda perturbarlo ». desordenado, repugna al derecho natural.
CUESTIÓN LXXI. — ARTÍCULO IV. 467

A l 5.° que los teólogos consideran eterna, que por ser contra la razón ( 1 ) ;
principalmente el p e c a d o , según que es principalmente porque por la l e y eterna
ofensa contra D i o s ; y el filósofo mora- somos regulados en muchas cosas, que
lista, según que se opone á la razón : por esceden á la razón h u m a n a , como en l a s ,
eso San Agustín más convenientemente cosas que son de fé.
define el pecado por ser contra la l e y

CUESTIÓN LXXII.

Distinción de los pecados.

Artículo l.°¿Los pecados se distinguen en especie según los objetos? —2.° Distinción de los peca-
dos espirituales y carnales. — 3.°¿Se distinguen según sus causas —4.° Y según a q u e l l o s , c o n t r a
0

quienes se peca? —5.° ¿Por la diversidad del reato? —6.° Pecados de o m i s i o n y d e comisión.—I. Di- 0

verso procedimiento del pecado. — 8," Distinción de los pecados según la a b u n d a n c i a y el defecto. —
Según las diversas<circunstancias.

A R T Í C U L O I . — ¿ L O S pecados se aire- ble hallar un mismo pecado en especie


rcucinn en especie según los objetos? acerca de diversos objetos. P e r o h a y al-
gunos pecados de esta índole ; porque la
l.° Parece que los pecados no se dife- soberbia se refiere á las cosas espirituales
rencian en especie según los objetos : por- y a l a s corporales ( 3 ) , como dice San
que los actos humanos se dicen princi- Gregorio ( M o r a l . 34, 18), y también
palmente buenos ó malos por comparación hay avaricia sobre diversos géneros de
al fin, como se ha manifestado ( C . 6, a. 3 ; cosas. L u e g o los pecados no se distin-
y C. 18, a. 4 y 6 ) ; y , no siendo el peca- guen en especie según los objetos.
do otra cosa que un acto malo del hom- P o r el contrario : el pecado es ce dicho
bre, como se h a dicho ( C . 7 1 , a. 1 ) , » ó hecho ó deseo contra la l e y de Dios ».
parece que los pecados deben distinguirse E s así que los dichos ó hechos ó deseos
en especie según los fines m a s q u e por se distinguen en especie según sus diver-
sus objetos. sos objetos ; porque los actos por los ob-
2.° Siendo el mal una privación, se jetos se distinguen, como se h a dicho
distingue en especie según las diversas ( C . 18, a. 2). L u e g o también los peca-
especies de sus (2) opuestos. E s así que dos, se distinguen en especie s e g ú n l o s o b -
el pecado es cierto mal en el género de jetos.
los actos humanos.. L u e g o los pecados Conclusión. Los pecados se distinguen
más se distinguen en especie según sus propiamente en especie según los objetos,
opuestos, que según los objetos. en los que asimismo radica con prefe-
'3.° Si los pecados se diferenciasen en rencia la distinción de los actos huma-
especie según los objetos, sería imposi- nos ó voluntarios (4).

|l) Aunque csto'vionc á refundirse en aquello, puesto que » sino que se eslieíide asimismo al encumbramiendo, codi-
todo lo contrario á la razón repugna también á Dios, como » ciando ambiciosa y desmedidamente la elevación». Véase
autor de la razón. 2. -2. w, C. 1IS, a. 2, donde se trata de propósito sobre esto.
a |

(2) Según las virtudes, á que respectivamente se oponen, (4) Escoto y los de su escuela, pretenden que los pecados
como la soberbia á la humildad y la incredulidad á la fe. deben distinguirse entre sí según la diversidad de las virtu-
(3) Secularibiis, dice teslualmcntc San Gregorio (c. 18 en las des, á que se oponen, inmediata y directamente con preferen-
ediciones modernas ó 19 de las antiguas), que viene á ser lo cia á la consideración de sus objetos respectivos ; mas la opi-
mismo ; é igualmente dice también con respecto á la avaricia nión de Santo Tomás es la que comunmente prevalece entre
que « el primer hombre fue tentado y cayó á impulsos de la los teólogos y desde Liego con unanimidad entre los tomistas.
» avaricia, la cual (dice) no se controta á codiciar el dinero,
468 CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS I Y II.

Responderemos q u e , como se ha dicho escelencia acerca de diversas cosas, y la


(C. 7 1 , a. 6 ) , para la razón de pecado avaricia la abundancia de las que se aco-
concurren dos cosas, á saber, los actos modan al uso humano.
voluntarios y su desorden, que se verifi-
ca por el apartamiento de la l e y de Dios. A R T Í C U L O I I . — ¿se d i s t i n g u e n conve-
D e estas dos cosas la una per se se n i e n t e m e n t e l o s pecados espirituales de los
compara al pecador, que intenta ejecu- carnales ?
tar tal acto voluntario en tal materia;
y la otra, es d e c i r , el desorden del acto l.° Parece que inconvenientemente se
accidentalmente se refiere á la intención distinguen los pecados espirituales de los
del que peca: porque « nadie obra propo- carnales : porque dice el Apóstol (Galat.
» niéndose el m a l » , como dice San D i o - 5 , 1 9 ) : las obras de la carne están pa-
nisio ( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 14 tentes , como son fornicación, impureza,
y 2 2 ) . P e r o es manifiesto que cada cosa deshonestidad, lujuria, idolatría, hechi-
consigue su especie según lo que es per cerías, e t c . ; según lo cual parece que
se y no por lo que es per accidens, por- todos los géneros de pecados son obras
que lo que es per accidens está fuera de de carne. E s así que los pecados carna-
la razón de especie; y por tanto los pe- les se llaman obras de carne. L u e g o no
cados se distinguen en especie por parte deben distinguirse los pecados espiritua-
de los actos voluntarios más que de parte les de los carnales.
del desorden, que existe en el pecado: y, 2.° Todo el que p e c a , anda según la
pues los actos voluntarios se distinguen carne, conforme á aquéllo ( R o m . 8, 1 3 ) :
en especie según los objetos, como en los si viviereis según la carne, moriréis:
tratados anteriores se ha manifestado mas, si por el espíritu hiciereis morir
( C . 1 8 , a. 2 ) ; sigúese que los pecados los hechos de la carne, viviréis. Pero
propiamente (1) se distinguen en especie vivir ó andar según l a carne parece per-
según los objetos. tenecer á la razón del pecado carnal.
A l argumento 1.° diremos, que el fin L u e g o todos los pecados son carnales, y
principalmente tiene razón de b i e n ; y por no deben por consiguiente distinguirse
eso se compara al acto de la voluntad, los pecados carnales de los espirituales.
que es primordial en todo pecado, como 3.° L a parte superior del a l m a , que
objeto : de donde se infiere que los p e - es la mente ó la razón, se llama espíritu
cados difieren según los objetos ó según según aquello ( E p h e s . 4 , 2 3 ) : renovaos
los fines. en el espíritu de vuestra mente, en donde
A l 2.° que el pecado no es pura priva- se pone espíritu en vez de r a z ó n , como
ción , sino un acto privado del orden de- allí dice la Glosa (interl. y ordin. ) . E s
bido ; y por eso los pecados se distinguen así que todo pecado, que se comete según
más en especie según sus opuestos: aunque, la c a r n e , se deriva de la razón por el
distinguiéndolos según las virtudes opues- consentimiento ; porque á la parte supe-
tas, resulta lo mismo ( 2 ) ; porque las vir- rior de la razón compete consentir al acto
tudes se distinguen en especie según los del pecado, como se dirá después ( C . 74,
objetos, como arriba se h a dicho ( C . 60, a. 7 ) . L u e g o son unos mismos los peca-
a. ó ) . dos carnales y los espirituales , y por lo
A l 3.° que nada se opone á que haya tanto no deben distinguirse unos de otros.
en diversas cosas diferentes en especie ó 4.° Si algunos pecados son especial-
en género una sola razón formal del o b - mente carnales , esto parece debe enten-
j e t o , de la que recibe el pecado su espe- derse con preferencia de aquellos peca-
cie : y de este modo la soberbia busca la dos, por los que peca U n o COntra SU pi'O-
advierte San Alfonso de Ligorio(Depcccat. 1.5, n. 32} y fácil-
mente conciliable con la de los tomistas merced á esta espon-
(1) No empero según la razón formal del pecado, en cuyo
concepto no tiene especie alguna, por ser verdadera priva- tánea insinuación de su Santo caudillo, como hacen notar
ción, de la que no puede originarse especie, como ya deja an- á su vez y no sin oportunidad los Salmanticenses: así que esla
teriormente sentado (P. 1. , C. 3, a. 5 : véase allí la nota 2,
a

controversia apenas tiene hoy. importancia, en atención á que


pág. 20, T. y de nuevo lo espone más adelante (C. 79,
a. 2, al 3.°, y más esplícitamente aún en la 2."-2.m, C. 10, a. 5, el objeto de cada virtud viene ser en realidad y originaria-
al 1.°); sino por el ser material y denominativo del acto mente el mismo que el del pecado á ella opuesto, como se in-
mismo. dica á continuación en la solución al 3.°
(2) Distinción más obvia y clara hasta cierto punto, según
CUESTIÓN LXXII. — A R T Í C U L O S II Y I I I . 469

pió cuerpo : mas, como dice el Apóstol ne ; sino que la carne se toma allí por el
(i Cor. 6, 1 8 ) , todo pecado , que hiciere hombre , q u e , cuando vive según lo que
el hombre, es fuera de su cuerpo; mas el es de s u y o , se dice que vive según la
que comete fornicación , peca contra su c a r n e , como dice también S. A g u s t í n
mismo cuerpo. L u e g o sola la fornicación ( D e civ. D e i , 1 . 14 y c. 3 ) . Y la razón
sería pecado carnal, siendo así que el de esto es , porque todo defecto de la ra-
Apóstol ( E p h e s . 5 ) enumera también la zón humana tiene origen de algún modo
avaricia entre los pecados carnales. en la sensación carnal.
Por el contrario, S. Gregorio (Moral. Y con esto queda contestada la obje-
1. 3 1 , c. 17 ) dice que « de los siete vi- ción del 2.° argumento.
•» cios ( 1 ) capitales cinco son espiritua- A l 3.° que en los pecados aun carnales
» les, y dos carnales » . hay algún acto espiritual, cual es el acto
Conclusión. Los pecados , que se con- de la razón; pero el fin de estos pecados,
suman en la delectación espiritual llá- del cual reciben su nombre , es de la de-
manse pecados espirituales; y los que en lectación carnal.
¡a delectación carnal se denominan pe- A l 4.° que, como dice la Glosa ordina-
cados carnales. ria ( i b i d . ) , « especialmente en el pecado
Responderemos que, como se ha dicho 3> de la fornicación sirve el alma al cuer-
(a. 1), los pecados reciben la especie se- » p o , hasta el punto de que en el mismo
gún sus objetos. M a s todo pecado con- » momento no le es permitido al hombre
siste en el apetito de algún bien conmu- » pensar en otra cosa » ; mas la delecta-
table, que se apetece desordenadamente; ción de la gula, aunque es carnal, no ab-
y por consecuencia en el mismo y a ha- sorbe en tanto grado á la razón. O pue-
bido se deleita uno desordenadamente. de decirse , que en este pecado hasta se
Empero, como se ve por lo anteriormente infiere al cuerpo cierta injuria, por cuanto
dicho ( C . 3 1 , a. 3 ) , hay dos clases de de- se mancha desordenadamente ; y por eso
lectación : una animal, que se consuma se dice que por este solo pecado peca es-
en la sola aprensión de alguna cosa teni- pecialmente el hombre contra su cuerpo:
da en voto ( 2 ) , y esta también pue- pero la avaricia , que se cuenta entre los
de llamarse delectación espiritual, como pecados carnales, se entiende por el adul-
cuando uno se deleita en la alabanza hu- terio , que es la injusta usurpación de la
mana ó en alguna cosa parecida; y la mujer ajena. O b i e n , que el o b j e t o , en
otra es la delectación corporal ó natural, que se deleita el a v a r o , es cierta cosa
que se completa en el mismo tacto cor- corporal, y en cuanto á esto se enumera
poral, la cual puede también llamarse de- entre los pecados carnales: mas la misma
lectación carnal. A s í pues aquellos peca- delectación no pertenece á la carne, sino
dos , que se consuman en la delectación al espíritu; y por eso dice S. Gregorio
espiritual, se llaman pecados espiritua- (Moral. 1. 3 1 , c. 17) que es pecado espi-
les; y los que se completan en la delecta- ritual.
ción carnal, se denominan pecados car-
nales : como la g u l a , que se consuma en A R T Í C U L O I I I . — t o s pecados s e dis-
la delectación de los manjares; y la luju- tinguen e n e s p e c i e s e g ú n s u s c a u s a s í
ria, que se completa en la delectación de
cosas deshonestas. P o r lo que dice el 1.° Parece que los pecados se distin-
Apóstol ( I I Cor. 7 , 1 ) : limpiémonos de g u e n en especie según las causas: porque
toda contaminación de'carne y de espí- cada cosa recibe la especie del mismo su-
ritu. jeto, de quien tiene el ser; y los pecados
A l argumento 1.° diremos que , como tienen ser por sus propias causas. L u e g o
la Glosa (ord. según S. Agustín, D e civ. de ellas también obtienen la e s p e c i e , y
Dei, 1. 14, c. 2 ) dice allí mismo, aquellos por lo mismo se diferencian en especie se-
vicios se llaman obras de carne, no por- guu la diversidad de sus causas.
que se consumen en el deleite de la car- 2.° Entre las otras causas la material
parece ser la que menos pertenece á la
especie. E s así que el objeto en el p e -
(1) Véase lo dicho en la notnl, pág. 459. cado es como causa material. L u e g o , dis-
(2) En el deseo ó como en la intención.
470 CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULO I I I .

tinguiéndose los pecados en especie se- naturales están determinados siempre


gún los objetos, parece que con mucba para los mismos a c t o s , y por eso las
más razón se distinguen en especie según diversas especies de los actos naturales
otras causas. se consideran, no solo según los objetos,
3.° San Agustín sobre aquello ( P s . que son los fines ó términos, sino también
79, 1 7 ) , lo quemado á fuego, y lo soca- según los principios activos , así como
vado , dice que « t o d o pecado proviene el calentar ó enfriar se distinguen en es-
» del temor malamente humillante, ó del pecie según lo cálido y lo frío; al paso
» amor malamente infamante » ; pues se que los principios activos en los actos
dice ( i Joann. 2 , 1 6 ) que todo lo que voluntarios , como lo son los actos de los
hay en el mundo ó es concupiscencia de pecados no se refieren por necesidad á
carne , ó es concupiscencia de los ojos, ó una sola cosa, y por eso de un solo prin-
soberbia de la vida. P e r o se dice haber cipio activo ó motivo pueden proceder
algo en el mundo á causa del pecado, diversas especies de p e c a d o s , como del
entendiendo, por mundo los amadores del temor que malamente humilla puede pro-
m u n d o , como dice San Agustín sobre ceder que el hombre h u r t e , que m a t e , y
San J u a n ( Tract. 2 ) ; y San Gregorio que abandone el rebaño á él confiado ; y
( M o r a l . 1. 3 , c. 17 ) distingue todos los estos mismos pueden proceder del amor
pecados según los siete vicios capitales. que malamente inflama ( 2 ) . D e donde
E s así que tales divisiones dicen relación se sigue evidentemente que los pecados
á las causas de los pecados. L u e g o pa- no se diferencian en especie según las
rece que los pecados se diferencian en es- diversas causas activas ó motivas (3),
pecie según la diversidad de causas. sino solamente según la diversidad de la
Por el contrario : según esto todos los causa final, porque el fin es el objeto de
pecados serían de una sola especie, puesto la voluntad; pues se ha demostrado ar-
que proceden de una sola causa ; porque riba ( C. 1, a. 3 ; y C. 1 8 , a. 4 y 6 ) que
se dice ( Eccli. 1 0 , 15 ) que el principio los actos humanos toman su especie del
de todo pecado es la soberbia, y (i Tim. fin.
6, 1 0 ) que la raíz de todos los males es A l argumento 1.° diremos, que los
la codicia. P e r o es manifiesto que h a y principios activos en los actos volunta-
diversas especies" de pecados. L u e g o no rios, no estando determinados á una sola
se distinguen en especie los pecados se- c o s a , no bastan para producir los actos
gún la diversidad de las causas. humanos; mientras la voluntad no se de-
Conclusión. Los pecados no se distin- termine á uno solo por la intención del
guen en especie según las diversas causas fin, como lo manifiesta Aristóteles (Met.
activas ó motivas, sino solamente según 1. 9 , t. 15 y 1 6 ) ; y por tanto por el fin
la diversidad de la causa final. es como se completa el ser y la especie
Responderemos que, siendo cuatro los del pecado.
géneros de c a u s a s , se atribuyen de di- A l 2.° que los objetos, según que se
verso modo á diferentes cosas : porque comparan á los actos esteriores, tienen
las causas formal y material dicen rela- razón de materia acerca de la cual (circa
ción propiamente á la sustancia de la quam) ( 4 ) ; pero, comparados al acto in-
cosa ; y por eso las sustancias se distin- terior de la voluntad, tienen razón de fines,
guen en especie y género según la forma y de aquí les viene el dar especie al acto:
y la materia (1) ; mas el agente y el fin aunque t a m b i é n , según que son materia
miran directamente al movimiento y á circa quam, tienen razón de términos,
la operación, y por eso los movimientos por los que se especifican los movimien-
y operaciones se distinguen en especie tos , como se dice ( P h y s . 1. 5 , t. 4 ; y
según tales c a u s a s , aunque de diversa Ethic. 1. 10, c. 4 ) ; y no obstante aun los
manera:- porque los principios activos términos de movimiento dan especie á

(1) Así los pecados no se distinguen en especie según su prescindiendo del concepto de causa final.
causa natural ó formal, las cuales se refieren á la sustancia, y (-1J Por causa material se entiende la materia (ex (¡na), de
no al acto ; y los pecados son actos según lo ya dicho. que se hace alguna cosa como efecto de tal chusa ; y la malc-
- (2) En algunas ediciones y entre ellas la áurea faltan las ría circa quam respecto del acto interior tiene carácter de fin
palabras male infíammanle. y en el esterior de término ú objeto, por lo cual se reduce
(3) Entendiéndose por motivas las que impulsan á obrar, propiamente al género do causa final.
CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS III Y IV. 471

los movimientos , en cuanto tienen razón desordenado ; y en el hombre debe haber


de fin. un triple orden: 1.° según la comparación
A l 3.° que aquellas divisiones de los á la regla de la razón, es decir, según que
pecados no se dan para distinguir las es- todas nuestras acciones y pasiones deben
pecies de pecados , sino para manifestar medirse conforme á la regla de la razón ;
las diversas causas de ellos. 2.° por comparación á la regla de la l e y
divina, por la que el hombre debe regirse
en todas las cosas; y, si el hombre fuese
A R T Í C U L O I V . — #,So distingue conve-
naturalmente un animal solitario, basta-
n i e n t e m e n t e el pecado en pecado contra Dios,
ría este doble orden; p e r o , siendo el
contra ai misino y contra el prójimo ?
hombre naturalmente animal político y
social, según se prueba ( P o l i t . 1. 1, c. 2),
l.° Parece que inconvenientemente se es preciso que haya un orden ; 3.° por el
distingue el pecado en pecado contra que el hombre se ordene á los otros hom-
Dios , contra el prójimo y contra sí mis- bres, con quienes debe vivir en sociedad.
mo : porque lo que es común á todo jpe- E l 1.° de estos órdenes contiene al 2.° y
cado ( 1 ) , no debe establecerse como lo escede: porque todo lo contenido bajo
parte en la división del pecado. E s así el orden de la razón lo está también bajo
que es común á todo pecado el ser con- el del mismo D i o s ; el cual sin embargo
tra Dios, pues en la definición del pecado comprende ciertas cosas, que esceden á
se dice que es contra la ley de Dios, la razón h u m a n a , como las que son
cómo queda espuesto ( C . 7 1 , a. 6 ) . L u e - de fe y las que, son debidas á solo D i o s :
go el pecado contra Dios no debe po- por consiguiente el que peca en las
nerse como parte en la división de los tales, se dice pecar contra D i o s , como
pecados. el hereje, el sacrilego y el blasfemo.
2.° Toda división debe hacerse por los D e l mismo modo también el 2.° orden
opuestos. P e r o estos tres géneros de pe- incluye al 3.° y lo escede ; porque en
cados no son opuestos; porque cualquiera todo aquello, en que somos ordenados
que peca contra el prójimo, peca contra al prójimo, debemos regirnos según la
sí mismo y contra Dios. L u e g o no se di- regla de la razón. P e r o en algunas co-
vide convenientemente el pecado por esos sas nos guiamos por la razón, en cuanto
tres conceptos. á" nosotros únicamente atañe, y no "en
3.° L a s cosas estrínsecas no confieren cuanto al prójimo: y, cuando se peca en
especie , y Dios y el prójimo están fuera estas, se dice que peca el hombre contra
de nosotros : luego por estas cosas no se sí mismo, como se ve en el g l o t ó n , en el
distinguen los pecados según la especie. lujurioso y en el pródigo; m a s , cuando
Luego inconvenientemente se divide el peca el hombre en las cosas, que se orde-
pecado según estas tres cosas. nan al prójimo, se dice peca contra el
Por el c o n t r a r i o , San Isidoro en su prójimo, pomo se ve en el ladrón y el h o -
Libro del Sumo Bien , distinguiendo los micida. Empero hay cosas diversas, en
pecados, dice que « se dice que el hom- las que el hombre se ordena á Dios, al
»bre peca contra s í , contra D i o s y con- prójimo y á sí mismo: por lo que esta
» tra el prójimo » ( 2 ) . distinción de los pecados es según los
objetos, según los cuales se diversifican
Conclusión. Esta distinción de los pe-
las especies de pecados ; de donde se si-
cados, á saber, uno contra Dios, otro
gue que esta distinción de los pecados
contra sí mismo y otro contra el prójimo,
es propiamente según las diversas espe-
es propiamente distinción según las di-
cies de pecados: pues también las vir-
versas especies de pecados.
tudes , á las que los pecados se oponen,
Responderemos que, como se ha dicho
se distinguen en especie conforme á esta
(C. 7 1 , a. 1 y 6 ) , el pecado es un acto

(1) Mortal, tlebe entenderse propiamente, siempre que aquí sámente designa los dos últimos, contra Dios y contra el
se habla en absoluto del pecado. hombre, y en equivalencia el primero diciendo que «se
(2) No se halla tal división de los pecados en los escritos de » peca también contra Dios profanando su templo, que está en
San Isidoro; ni aun entre las varias mencionadas en el tratado » nosotros » ; como también Ricardo de San Víctor los enumera
aludido, sino que está tomada de la esposicion de Beda á la distintamente en su tratado De ¡wleslate llgtmai el solvenii
Epístola 1." de San Pablo á los Corintios (c. 0), donde espre- (c. 23).
472 CUESTIÓN L X X I I . — ARTÍCULOS IV Y V.

diferencia ( 1 ) . Porque es manifiesto se- decirse que son de una sola especie (3).
gún lo anteriormente dicho ( C. 6 2 , a. 1, 2.° Ciertos pecados son mortales según
2 y 3 ) que por las virtudes teológicas es su género, como el homicidio y el adul-
ordenado el hombre á D i o s , con la tem- terio; mas otros por su género son peca-
planza y la fortaleza á sí mismo y por la dos veuiales, como la palabra ociosa y la
justicia al prójimo. risa superfina. L u e g o el pecado venial y
A l argumento 1.° diremos, que el p e - el mortal se diferencian en especie.
car contra D i o s , según que el orden con 3.° A s í como se refiere el acto virtuo-
respecto de D i o s incluye todo orden h u - so al premio, del mismo modo se refiere
m a n o , es común á todo pecado; mas, en el pecado á la pena. E s así que el premio
cuanto á lo que el orden de Dios escede es el fin del acto virtuoso. L u e g o también
á los otros dos órdenes, el pecado contra la pena es el fin del pecado. P e r o los
D i o s es un especial género de pecado. pecados se distinguen en especie según
A l 2.° que, cuando algunas cosas, de los fines, como se ha dicho (a. 1, al 1.°).
las que una incluye á la otra, se distin- L u e g o también se distinguen en especie
guen entre s í ; se entiende hacerse la según el reato de la pena.
distinción, no según que una cosa se con- Por el contrario: las cosas, que cons-
tiene en la otra, sino en cuanto la una tituyen especie, son las primeras, como
escede á la otra: como se ve en la divi- las diferencias específicas. E s así que el
sión de los números y figuras; pues el castigo sigue á la culpa como efecto suyo.
triángulo no se divide contra el cuadra- L u e g o los pecados no se diferencian en
do, como contenido en é l , sino como e s - especie según el reato de la pena.
cedido por él; y lo propio debe decirse Conclusión. La diferencia del pecado
de los números tres y cuatro. venial y mortal, ó cualquiera otra dife-
A l 3.° q u e , aunque D i o s y el prójimo rencia fundada en el reato, no puede ser
son esteriores respecto del mismo que diferencia constitutiva de diversidad de
peca ; sin embargo no son estraños res- especie; pero sí consecuencia de diversa
pecto del acto del p e c a d o , sino que se especie de pecados.
comparan á él como propios objetos del Responderemos, que respecto de las
mismo. cosas, que se diferencian en especie, se
halla una diferencia doble : una que cons-
A R T Í C U L O Y . — ¡ l o división de los pe- tituye diversidad de especies, y tal dife-
cados, que es según el reato (2), diversifica rencia no se halla nunca sino en diversas
la especie ? especies, como « lo racional é irracional,
» l o animado é inanimado » ; y otra con-
l.° Parece que la división de los p e - secuente á la diversidad de especie, y tal
cados fundada en el reato diversifica la diferencia, aunque en algunas cosas es
especie, como cuando se divide en v e - subsiguiente á la diversidad de especie,
nial y mortal: porque las cosas, que se en otras sin embargo puede hallarse en la
diferencian hasta l o infinito, no pueden misma especie, así como lo blanco y lo
ser de una sola especie ni aun de un solo negro se deducen de la diversidad de es-
género; y los pecados venial y mortal pecie del cuervo y del cisne, y sin em-
difieren hasta lo infinito, pues al venial bargo se halla esta diferencia en la misma
se debe pena temporal y al mortal pena especie de hombre. Diremos pues que la
eterna, y la medida de la pena está en diferencia de pecado venial y mortal, ó
proporción de la cantidad de la culpa, cualquiera otra que se toma en el con-
seguñ aquello ( D e u t . 2 5 , 2 ) : según la cepto de reato, no puede ser diferencia
medida del pecado será la tasa de los que constituya diversidad de especie:
azotes. L u e g o los pecados venial y mor- porque nunca lo que. es per accidens
tal no son de un solo género, ni debe constituye especie; y lo que está fuera

(1) Véanse las notas i y 2, pág. 468, nuevamente justificadas ediciones romanas, necdum quod sint unius speciei, advierten
por la observación que aquí anotamos. que debe entenderse « ni aun de una misma especie » : inter-
(2) Sujeción á responsabilidad ó pena eterna ó temporal, pretación; que en efecto se desprende del sentido del contesto
como consecuencia aneja al pecado mismo en razón de su ma- sin necesidad de la tal variante, que no vemos adoptada en,
licia y contravención á la ley de Dios y á la regla de la razón. otra edición alguna fuera de las dichas.
(3) Algunos, ciñéndose sin duda á la letra de las antiguas
CUESTIÓN LXXII. — ARTÍCULOS V Y VI. 473

de la intención del agente, es per acci- habiendo de ser castigado eternamente:


dens, como se ve ( P h y s . 1. 2, t. 5 0 ) . E m - mas el que peca sin apartarse del todo de
pero es manifiesto que la pena está fuera Dios, por la misma razón de pecado se
de la intención del que p e c a ; y así per desordena reparablemente, porque se
accidens se refiere al pecado por parte salva el principio; y por tanto se dice
del mismo que peca : se ordena sin em- que peca venialmente, es decir, porque
bargo al pecado esteriormente, á saber, no peca de modo que merezca un castigo
según la justicia del que j u z g a , que en interminable.
proporción á las diversas condiciones de A l argumento 1.° diremos , que el pe-
los pecados inflige diversas penas. P o r lo cado mortal y el venial se diferencian in-
tauto la diferencia procedente del reato finito por parte de la aversión , mas no
de la pena puede ser consiguiente á la por la de la conversión, por la que mira
diversa especie de pecados ; pero no cons- al objeto, de doude toma el pecado la
tituye diversidad de especie. Mas la di- especie: y así nada obsta para que en la
ferencia de pecado venial y mortal es misma especie pueda hallarse algún peca-
efecto de la diversidad del desorden, que do mortal y venial, así como el primer
completa la razón de pecado; porque movimiento en el género de adulterio es
hay dos clases de desorden: una por la pecado venial, y la palabra ociosa, que
sustracción del principio de orden; y otra, las más de las veces es pecado venial,
por la que, aun salvo el principio de or- puede también ser mortal (1).
den , bay desorden acerca de lo posterior Al 2.° que, por lo mismo que se halla
al principio: como en el cuerpo del ani- algún pecado mortal según su género, y
mal á veces el desconcierto de la com- pecado venial también según su género;
plexión llega basta la destrucción del sigúese que tal diferencia proviene de la
principio vital, que es la muerte ; mas diversidad de pecados en especie, pero
otras, salvo el principio de vida, hay cier- no la es causa de e l l a ; y tal diferencia
to desorden en los humores, constitutivo puede hallarse aun en cosas de la misma
de la enfermedad. Pero el principio de especie, como se ha dicho.
todo el orden en lo moral es el fin último, A l 3.° que el premio está en la inten-
que en las cosas operativas es como el ción del que merece ú obra virtuosa-
principio indemostrable en las especula- mente; mas no así el castigo en la del
tivas (Ethic. 1. 7, c. 8) ; y por consiguien- que peca, sino que más bien es contra su
te, cuando el alma se desordena por el voluntad : por lo que no hay paridad de
pecado hasta apartarse del último fin, razón.
que es D i o s , á quien se une por caridad,
entonces h a y pecado mortal; pero, cuan- ARTÍCULO V I . — ¿ E l pecado de comi-
do el desorden no llega hasta la aversión sión y el de omisión s e diferencian e n especie?
á Dios, entonces hay pecado venial. P o r -
que, así como en los cuerpos el desorden l.° Parece que el pecado de comisión
de la muerte, que se verifica por la remo- y el de omisión se diferencian en espe-
ción del principio de v i d a , es irreparable cie : porque el delito se divide en con-
por naturaleza, pero el desorden de la traposición al pecado ( E p h e s . 2, 1), en
enfermedad puede repararse por aquellos donde se dice : vosotros estando muertos
medios, con que se salva el principio de por vuestros delitos y pecados, y lo es-
vida; lo mismo sucede e n . l a s cosas que pone allí la Glosa interlineal diciendo:
atañen al a l m a , puesto que en las cosas « delitos, esto es, dejando de hacer las
especulativas al que yerra acerca de los » cosas que se mandan; y p e c a d o s , á sa-
principios no se le puede persuadir, pero » b e r , haciendo lo que está prohibido».
al que yerra, salvos los principios, por D o n d e consta que por delito se entiende
los mismos se le puede sacar de su error. el pecado de omisión y por pecado el de
Asimismo pues en las cosas operativas, comisión. Se diferencian por consiguiente
el que pecando se aparta del último fin, en especie, puesto que se dividen por
cuanto es de parte de la naturaleza del contraposición como diversas especies.
pecado, tiene una caida irreparable, y
por eso se dice que peca mortalmente, (1) Por ejemplo, coando es impedimento de un acto necesa-
rio ú obligatorio, ó causa de considerable pérdida de tiempo,
474 CUESTIÓN L X X I I . — A R T Í C U L O V I .

2.° A l pecado conviene per se el ser la negación ó privación puede tener es-
contra la l e y de D i o s ; pues entra en su pecie ; pero, hablando de la especie de pe-
definición, como se manifiesta en lo an- cado de omisión y de comisión formal-
teriormente dicho ( C . 7 1 , a. 6). E s así mente, así no se diferencian en especie,
que en la ley de D i o s unos preceptos son porque se ordenan á una misma cosa y
afirmativos, contra los cuales hay peca- proceden de un mismo motivo (1) : pues-
do de omisión; y otros negativos, contra to que el avaro e n su afán de amontonar
los que va el pecado de comisión. L u e g o dinero roba y no da lo que debe dar, y
el pecado de omisión y el de comisión del mismo modo el glotón, á trueque de
difieren en especie. satisfacer su g u l a , come de más y omite
3.° L a omisión y la comisión se dife- los debidos a y u n o s , y lo mismo puede
rencian como la afirmación y la negación. verse en los demás (viciosos) ; pues siem-
E s así que la afirmación y la negación pre en las cosas la negación se funda so-
no pueden ser de una sola especie ; por- bre alguna afirmación, que es en cierto
que la negación no tiene especie, « pues modo su causa. A s í que también en las
» del no ente no hay especies ni diferen- cosas naturales igual razón hay para que
» cias » , como dice Aristóteles ( P h y s . el fuego caliente que para que no enfríe.
1. 4 , t. 67). L u e g o la omisión y la comi- A l argumento 1.° diremos, que aquella
sión no pueden ser de una sola especie. división, que se hace por comisión y omi-
Por el contrario : en la misma espe- sión , no es según diversas especies for-
cie de pecado se halla omisión y comi- males, sino solo materiales, como se ha
sión ; porque el avaro toma lo ajeno, lo dicho.
que es pecado de comisión, y no da lo A l 2.° que fue • necesario formular en
suyo á quien debe darlo, lo que es peca- la l e y de Dios diversos preceptos afir-
do de omisión. L u e g o la omisión y la co- mativos y n e g a t i v o s , para que gradual-
misión no difieren en especie. mente los hombres fuesen introducidos á
Conclusión. Los pecados de omisión la virtud, primero absteniéndose del mal,
y de comisión no se diferencian en espe- á lo que somos inducidos por los precep-
cie formalmente tomada, sino material- tos negativos; y después obrando el bien,
mente. á lo que somos inducidos por los precep-
R e s p o n d e r e m o s , que en los pecados tos afirmativos : y así los preceptos afir-
se halla una doble diferencia, material y mativos y negativos no pertenecen á di-
formal : la material se considera según versas virtudes, sino á diversos grados
la natural especie de los actos de pecado, de v i r t u d ; y por consiguiente no con-
y la formal según el orden á un solo fin trarían á pecados diversos en especie.
propio , el cual es también objeto propio. Por otra parte el pecado no tiene espe-
D e donde se sigue que se hallan algunos cie por parte de l a aversión, en cuyo
actos materialmente distintos en especie, concepto es negación ó privación; sino
los que sin embargo están formalmente per razón de la conversión ( 2 ) , según
en la misma especie de pecado, porquese que es cierto acto. A s í que según los
ordenan á lo mismo; así como á la misma diversos preceptos de la l e y no se diver-
especie de homicidio pertenecen la dego- sifican los pecados en especie.
llación, el apedreamiento y la estocada, A l 3.° que aquella objeción procede de
aunque los actos sean diferentes en espe- la diversidad material d é l a especie. Debe
cie según la especie de su naturaleza. sin embargo • saberse que la negación,
A s í pues, si se habla de la especie de pe- aunque propiamente no tiene especie, se
cado de omisión y de comisión material- constituye no obstante en especie por la
mente, se diferencian en especie, aunque reducción á alguna afirmación adjunta.
tomada esta en sentido l a t o , y según que

(i) Es de observar con Silvio que Santo Tomás no niega la comisión de un homicidio, por ejemplo, son evidentemente
aquí en absoluto toda diferencia entre el pecado de comisión pecados diversos en especie, por infringirse con una y otra di-
y el de omisión, considerados formalmente y en general; sino versos preceptos ó deberes ; mas no precisamente porque el
que únicamente traía de hacer constar que la omisión y la co- uno sea de omisión y el otro de comisión.
misión no constituyen por sí solas diversidad específica del (2) Debiendo entenderse aquí la palabra conversión cli el
pecado : de manera que la omisión de la misa en dia festivo y sentido espuesto en la nota 2, pág. 405, del T. 1."
CUESTIÓN LXXII. ARTÍCULO VII. 475

A R T Í C U L O V I I . — ¿ S e divide conve- el buey difieren en especie; y otro, en


nientemente el pecado e n pecado de cora- cuanto según diversos grados en una
zón , de boca y de obra ? generación ó movimiento se consideran
diversas especies, como la edificación
l.° Parece que inconvenientemente se es la generación completa de la casa y
divide el pecado en pecado «de cora- la colocación del cimiento y la erec-
3>zon, de boca y de obra » : porque San ción de la pared son especies incomple-
Agustín ( D e Trin. 1. 1 2 , c. 1 2 ) pone tas, como lo manifiesta Aristóteles(Ethic.
tres grados de pecado, de los que el pri- 1. 1 0 , c. 4 ) : y otro tanto puede decirse
mero es, «cuando la sensación carnal in- también en las generaciones de los ani-
» giere cierto atractivo », lo que es pecado males. A s í pues el pecado se divide por
de pensamiento ; el segundo grado es los tres conceptos en pecado de corazón,
« cuando uno se contenta con la sola de- de boca y de obra, no como por diversas
»lectacion del pensamiento » ; y el ter- especies completas ; porque la consuma-
cero « cuando se decide á ponerlo en obra ción del pecado está en la o b r a , por lo
por el consentimiento » ( 1 ) . . P e r o estos que el pecado de obra tiene especie com-
tres grados pertenecen al pecado de co- p l e t a , pero su primera incoación es como
razón. L u e g o inconvenientemente se esta- el cimiento en el corazón; su segundo gra-
blece el pecado de corazón como un g é - do está en la boca, según que el h o m -
nero de pecado. bre prorumpe fácilmente á manifestar lo
2.° San Gregorio ( M o r a l . 1. 4 , c. 2 5 ) concebido en el corazón; y el tercero
menciona cuatro grados de pecado: 1.° «la está ya en la consumación de la obra:
» culpa latente en el corazón » ; 2.° « cuan- y así estas tres cosas sé diferencian se-
do se publica esteriormente » ; 3.° «cuan- gún los diversos grados de pecado. Sin
j> do se robustece por la costumbre)); embargo es evidente que las tres cosas
y 4.° «cuando avanza el hombre hasta la pertenecen á una .sola especie de pecado
» presunción de la divina misericordia ó perfecta, por proceder de un mismo mo-
shasta la desesperacio'n »; en donde no se tivo ; pues el iracundo, en el hecho mis-
distingue el pecado de obra del pecado mo de apetecer la venganza, primera-
de boca, y se añaden otros dos grados mente se perturba en el corazón, después
de pecados. L u e g o fue inconveniente la prorumpe en palabras contumeliosas, y
primera división. por último procede hasta los hechos inju-
3.° N o puede haber pecado en la boca riosos : y lo mismo se ve en la lujuria y
ó en la obra, si no se comete antes en el en cualquier otro pecado.
corazón. L u e g o estos pecados no se dife- A l argumento 1.° diremos, que todo
rencian en especie. N o deben pues divi- pecado de corazón coincide en la razón
dirse en contraposición los unos de los de oculto; y conforme á esto se establece
otros. un solo g r a d o , que sin embargo se dis-
Por el contrario, dice San Jerónimo tingue por otros tres, á saber, el de pen-
sobre aquello de E z e q u i e l ( c . 4 3 ) cuando samiento , delectación y consentimiento.
completares la espiacion,... « t r e s son los A l 2.° que el pecado de boca y el de obra
J delitos generales, á que está sujeto el convienen en la manifestación; y por esto
»linaje humano ; porque pecamos ó por San Gregorio ( i b i d . ) los considera como
» pensamiento, ó por palabra, ó por obra T>. uno solo ; pero San Jerónimo (ibid. Por
Conclusión. El pecado se divide en el contrario) los distingue ; porque en el
pecado de corazón, de boca y de obra, pecado de boca hay solo manifestación,
no como en diversas especies completas, y principalmente intencionada; en el pe-
sino como por diversos grados de pecado cado de obra hay principalmente cumpli-
dentro de una misma especie. miento del interior concepto del corazón,
R e s p o n d e r e m o s , que hay algunas co- y la manifestación es su consecuencia; mas
sas, que se diferencian en especie de dos la costumbre y la desesperación son gra-
modos : uno, según que ambas cosas tie- dos consiguientes después de la especie
nen especie completa, como el caballo y perfecta de pecado, como la adolescencia

(1) El 1." corresponde á la tentación do la mujer por la ser- al acto de tomarlo Adau de Eva, según allí mismo esplica el
piente, el 2." al placer en gustar del fruto prohibido, y el 3.° Santo Doctor de Hipona.
CUESTIÓN L X X I I . " A R T Í C U L O S VII Y VIII.

y la juventud después de la perfecta g e - t. 13 y 14). E s así que los vicios, que di-
neración del hombre. fieren por esceso y defecto, son contrarios,
A l 3.° que el pecado de corazón y el de como la mezquindad á la prodigalidad.
boca no se distinguen del pecado de obra, L u e g o se diferencian según la especie.
cuando se juntan con él simultáneamente; Conclusión. Los pecados por esceso, no
sino según que cada uno de estos se halla solo difieren en especie de los pecados
solo de por s í : así como también la parte por defecto, sino que son contrarios en-
del movimiento no se distingue de todo tre sí como los objetos motivos, que espe-
el movimiento, cuando este es continuo; cifican los actos pecaminosos.
sino solamente, cuando el movimiento Responderemos q u e , como en el pe-
cesa en el medio. cado hay dos c o s a s , á s a b e r , el mismo
acto y su desorden, según que se aparta
A R T Í C U L O V I I I . — a i » superabundan- del orden de la razón y de la ley divina;
cia y e l defecto diversifican l a s especies d é l o s la especie de pecado se considera no por
pecados ? parte del desorden, que está fuera de la
intención del que peca, como se ha dicho
l.° Parece que la superabundancia y (a. 1 ) , sino más bien de parte del mismo
el defecto no diversifican las especies de acto , en cuanto se termina en el objeto,
pecados : porque la superabundancia y el á que se dirige la intención del que peca:
defecto se diferencian según el más y el y por tanto, do quiera ocurre diverso mo-
menos ; y « el más y el menos no diver- tivo, que inclina la intención á pecar, allí
» sifican la e s p e c i e » . L u e g o la super- hay diversa especie de pecado. Empero
abundancia y el defecto no diversifican es manifiesto que no es el mismo el moti-
la especie de pecados. vo de pecar en los pecados por esceso, que
2.° A s í como el pecado en lo operable el que hay en los pecados por defecto;
proviene de desviarse de la rectitud de la antes bien son contrarios los motivos:
r a z ó n , del mismo modo la falsedad en lo así como el motivo en el pecado de in-
especulativo de apartarse de la verdad temperancia es el amor de las delectacio-
r e a l ; mas no se diversifica la especie de nes corporales , y el motivo en el pecado
la falsedad, solo porque uno diga ser más de insensibilidad es el odio de aquellas:
ó menos de lo que realmente es : luego por consiguiente estos pecados, no solo se
tampoco se diversifica la especie de pe- diferencian en especie , sino que también
cado, solo porque se aparta de la rectitud son contrarios entre sí.
de la razón en más ó en menos. A l argumento 1.° diremos, que el más
3.° « D e dos especies no se constituye y el m e n o s , aunque no son causa de la
» una sola», como dice Porfirio (Isagoge, diversidad de e s p e c i e , son sin embargo
c. ú l t . ) , y Aristóteles ( M e t . 1. 10, t. 37). alguna vez consecuencia de especies di-
E s así que la superabundancia y el de- ferentes, según que provienen de diversas
fecto se unen en un solo pecado ; porque formas ; como si se dijera que el fuego
algunos son al mismo tiempo mezquinos y es más lijero que el aire (1). P o r esto
pródigos, no obstante ser la mezquindad Aristóteles dice ( Ethic. 1. 8 , c. 1 ) que
pecado por defecto y la prodigalidad por « los que suponian que no habia diversas
esceso. L u e g o la superabundancia y el » especies de amistades, porque estas se
defecto no diversifican la especie de los » llaman así según el más y el menos, no
pecados. » l o consideraron carácter suficiente» (2).
Por el contrario: <clas cosas contra- Y de este modo el sobreesceder á la ra-
» rias se diferencian según la especie » ; zón y faltar de ella , pertenecen á diver-
pues « l a contrariedad es diferencia según sos pecados según la especie , en cuanto
» l a f o r m a » , como se dice ( M e t . 1. 10, provienen de diversos motivos.

(1) Debe sobreentenderse que el ser más lijero el fuego axiomas adicionó el consabido proloquio « el más y el menos
que el aire no constituye la diversidad de especie de uno y » no mudan la especie » con las palabras « esencial, y sí solo
otro elemento, la cual proviene de su diversidad de formas. » la accidental »; aunque sin tal adición parece debería en-
(2) Es decir, les pareció que la circunstancia del más ó el tenderse lo mismo, pues claro es y bien notorio que en lo ac-
menos no era un carácter diferencial suficientemente distin- cidental difiere lo más blanco do lo menos blanco, por ejem-
tivo de especies diversas, á pesar de que lo reconocían en las plo, valiéndonos del que allí aduce Aristóteles.
que realmente se diversifican. Por esta razón Beda en sus
CUESTIÓN L X X I 1 . — A R T Í C U L O S VIII Y IX. 477

A l 2.° que la intención del que peca diferencian en especie según la alteración
no está en que se aparte de la razón ; y de sus diversas circunstancias.
por tanto no resulta de la misma razón 3.° Se asignan diversas especies de
el pecado de esceso y de defecto á causa g u l a , según los adverbios contenidos en
del receso de la misma rectitud de la ra- el siguiente verso :
zón. P e r o alguna vez el que dice lo falso
intenta ocultar la verdad, y por lo mismo Praepropere, Imite, nimis, ardenter, siudiosé;
en cuanto á esto no importa si dice más Precipitada tí ostentosamente, con esceso ó
ó menos. Sin embargo, si el apartarse de ardor ó afectado estudio (5).
la verdad ( 1 ) no está fuera de la inten-
ción , entonces es manifiesto que según Mas estas pertenecen á di versas circuns-
las diversas causas se mueve uno á decir tancias ; porque precipitadamente quiere
más ó menos, y conforme á esto es diver- decir antes de lo que conviene'; demasia-
sa la razón de la falsedad: como se ve do más de lo que conviene, y lo mismo
en el jactancioso, que se escede diciendo se ve en las otras. L u e g o las especies de
lo falso, ganoso de gloria ; y del defrau- pecado se diversifican según las diversas
dador, que disminuye, evadiendo la paga circunstancias.
de lo que debe : por lo que aun ciertas Por el contrario , Aristóteles dice
opiniones falsas son contrarias entre sí. (Ethic. 1. 3 , c. 7; y 1. 4 , c. 1) que cada
A l 3.° que puede uno ser pródigo y uno de los vicios peca haciendo «más de
mezquino en diversas cosas , como si uno » l o que conviene, y cuando no conviene »,
se muestra tacaño en recibir lo que no y del mismo modo según todas las otras
debe, y pródigo en dar lo que no debe: y circunstancias. L u e g o no se diversifican
nada se opone á que haya cosas contra- según esto las especies de pecados.
rías en un mismo sujeto bajo diversos Conclusión. L a s circunstancias de los
aspectos (2). pecados [ 1 ] procedentes de un mismo mo-
tivo no los diversifican en especie; pero
A R T Í C U L O I X . — ¿i.os uceados s e di- sí [ 2 ] las que provienen de motivos di-
versifican e n e s p e c i e s e g ú n l a s diversas cir- versos.
cunstancias ? (3) Responderemos que, como se ha dicho
(a. 8 ) , donde ocurre distinto motivo de
1.° Parece que los vicios y pecados se pecar, allí hay diversa especie de pecado;
diversifican en especie según las circuns- porque el motivo para pecar es el fin y el
tancias : porque, como dice San Dionisio objeto. P e r o acontece alguna vez que
( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 22 ) , « el en las deformidades de diversas circuns-
»mal acontece por defectos singulares». tancias-hay un mismo m o t i v o ; como el
Es así que los defectos singulares son mezquino tiene el mismo motivo para re-
corrupciones de las circunstancias singu- cibir cuando y donde y más de lo que
lares. L u e g o según las singulares cir- conviene, y así de las demás circunstan-
cunstancias corrompidas resultan singu- cias ( 6 ) , pues hace esto á causa del
lares especies de pecados. desordenado apetito de amontonar dine-
2.° L o s pecados son ciertos actos hu- ro : y en tales casos las corrupciones de
manos. E s así que los actos humanos re- las diversas circunstancias no diversifi-
ciben á veces de las circunstancias la es- can las especies de pecado, sino que per-
pecie , como arriba se ha demostrado tenecen á una sola especie misma de pe-
(C. 18, a. 17 ( 4 ) . L u e g o los pecados se cado. P e r o otras veces sucede que las

(1) En los códices de Alcañiz y Tarragona y de conformi- (5) Defiriendo á los que acaso prefieran la forma métrica,
dad con ellos en casi todas las ediciones consta la negación refundimos el exámetro latino del testo en la siguiente re-
non que sin embargo se echa de menos en la áurea y aun en
t dondilla :
alguna otra.
(2) De aquí se infiere que los pecados pueden ser de diversa Nimia precipitación,
especie, no solo por oponerse á diversas virtudes, sino tam- Ostentación jactanciosa,
bién oponiéndose á una misma en los dos conceptos estreñios, Esceso, ansia impetuosa,
como la prodigalidad y la avaricia á la beneficencia y á la es- Y estudiada afectación.
peranza la presunción y la desesperación.
(3) Véase la C 7, a. 3, y su nota 1, pág. 08. (ti) Como de la persona que recibe y de quien recibe, el
(4) Véase y téngase muy en cuenta la nota 3 do la pág. 137, objeto, modo, medios, etc. Véase C 7, a. 3.
como también la 1 de la 138 y la 4 de la 139.
478 CUESTIÓN LXXII. — A R T Í C U L O IX.

corrupciones de las diversas circunstan- A l argumento 1.° diremos, que el mal


cias provienen de diversos motivos, por como tal es privación ; y por tanto" se
ejemplo, el que uno coma con demasiada diversifica en especie según aquello de
frecuencia, puede provenir de que el que carece, lo mismo que en las demás
hombre no puede tolerar la dilación del privaciones. Pero el pecado no toma la
alimento á causa de la fácil consunción especie de parte de la privación ó aver-
de la humedad (1) ; pero el apetecer in- s i ó n , como antes se ha dicho (a. 1 ) , sino
moderado alimento puede acontecer á de la conversión al objeto del acto.
causa de la virtud de la naturaleza, po- A l 2.° que la circunstancia jamás tras-
derosa para digerir mucha comida, y el pasa el acto á otra especie, sino cuando
que uno apetezca manjares deliciosos hay diverso motivo.
proviene del apetito del deleite anejo á A l 3.° que en las diversas especies de
la comida : y así en los tales las cor- gula h a y diversos motivos, como se ha
rupciones de las diversas circunstancias dicho.
causan diversas especies de pecado ( 2 ) .

CUESTIÓN LXXIII.

Comparación de los pecados entre sí.

Asunto, que espondrémos en estos diez artículos: l.° Todos los pecados y vicios tienen conexión? —
3.° Son todos iguales? — 3.° La gravedad de los pecados se considera según los objetos ? —4." Y según
la dignidad de las v i r t u d e s , á que los pecados se oponen? —5.° Los pecados carnales son m á s graves
que los espirituales?— 6.° Se estima la gravedad de los pecados según sus causas?— 1." Ó según las
c i r c u n s t a n c i a s ? —8." Y según la cantidad del d a ñ o ? —9.° Se atiende á la condición d é l a persona,
contra quien se peca?—10.° Se agrava el pecado por la grandeza de la persona que peca ?

A R T Í C U L O I . — ¿Todos los peculios e s - carece de todas, como se ve por lo ante-


t á n conexos ? riormente dicho ( C . 65, a. 1): luego el
que comete un solo pecado, se priva de
l.° Parece que todos los pecados están todas las virtudes. Pero el que carece de
conexos : porque se dice ( J a c . 2 , 10): una virtud, tiene el vicio opuesto; y de
cualquiera que hubiere guardado toda la consiguiente el que tiene un solo pecado,
Ley, y faltare en un solo punto, se ha tiene todos los pecados.
hecho culpable de todo. E s así que es lo 3.° Están conexionadas todas las vir-
mismo ser reo de todos los mandamientos tudes, que convienen en un solo principio,
de la L e y , que tener todos los pecados; como se ha probado ( C . 65, a. 1 y 2).
p u e s , como dice San Ambrosio (lib. D e Pero, así como las virtudes convienen en
paradiso, c. 8 ) , « el pecado es transgre- un solo principio, del mismo modo tam-
» sion de la l e y divina y desobediencia de bién los pecados: porque, así como el
»los mandamiensos celestiales». L u e g o amor de D i o s , que hace la ciudad de
cualquiera que comete un solo pecado, Dios, es principio y raíz de todas las
queda sujeto á todos. virtudes; así el amor de sí mismo, que
2.° Cada pecado escluye la virtud á él hace la ciudad de Babilonia, es raíz de
opuesta; y el que carece de una virtud, todos los pecados, como se ve por lo que
(1) De los jugos llamados gástricos en general, incluyén- clonadas, puesto que el apetecer manjares delicados en el solo
dose en ellos desde la saliva hasta el pancreático y bilioso y concepto (le tales de suyo es pecaminoso ; al paso que en
los intestinales. cuanto á las dos primeras solo accidentalmente puede haber
(2) Conclusión, que parece referirse escluslvamente á la pecado, por no guardar la debida moderación respecto á una
tercera de las tres circunstancias inmediatamente antes men- y otra.
CUESTIÓN LXXIII. — ARTÍCULO I. 479

dice San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c.


bajo el aspecto de la aversión, á saber,
28) y ( P s . 64). L u e g o también todos los
en cuanto el hombre pecando se aparta
vicios y pecados están c o n e x o s , de tal
del mandamiento de la ley. M a s todos los
modo que el que tiene uno solo los tiene mandamientos de la l e y se derivan de un
todos. solo y mismo (principio), como dice el
Por el contrario: ciertos vicios son mismo en el lugar allí citado, siendo por
contrarios entre sí, como manifiesta Aris- lo tanto despreciado el mismo D i o s en
tóteles (Ethic. 1. 2, c. 8 ) ; y , siendo im-
todo pecado: y por esta parte dice que
posible que existan al mismo tiempo cosas el que falta en un solo punto, se hace
contrarias en un mismo (objeto), es im-
culpable de todo; porque, faltando con un
posible que todos los vicios y pecados solo p e c a d o , incurre en el reato de la
estén conexionados entre sí. pena, por despreciar á D i o s , de cuyo
Conclusión. Según lo que completa la desprecio proviene el reato de todos los
especie de los pecados ninguna pecados.
conexión
tienen entre sí, siendo algunos contrariosA l 2.° que, como se h a dicho (C. 71,
á otros é incompatibles en un mismo su-
a. 4 ) , no por cualquier acto de pecado
jeto y ala vez. desaparece la virtud opuesta : porque el
Responderemos, que la intención del pecado venial no quita la virtud; mas el
agente según la virtud para seguir la pecado mortal destruye la virtud infusa,
razón se halla en diversa actitud que la en cuanto aparta de D i o s : pero un solo
del que peca para apartarse de la razón: acto de pecado aun mortal no quita el
porque la intención de cualquier agente hábito de la virtud adquirida; aunque, si
según la virtud es que siga la regla de se multiplican los actos hasta el punto de
la misma razón'; y por tanto la intención engendrarse el hábito contrario, se esclu-
de todas las virtudes tiende á una misma ye el hábito de la virtud adquirida, e s -
cosa, por lo que todas las virtudes tienen cluida la cual, se espele la prudencia;
conexión mutua en la razón recta de lo porque, cuando el hombre obra contra
operable, que es la prudencia, según lo cualquiera virtud, obra contra la pruden-
dicho ( C . 65, a. 1) ; al paso que la in-c i a , sin la cual no puede haber virtud
tención del que peca no tiende á desviarsealguna, como antes se ha probado ( C . 85,
de lo que es según la razón, sino que más a. 4; y C. 65, a. 1): y consiguientemente
bien se dirije hacia algún bien apeteci- se escluyen todas las virtudes morales en
ble ( 1 ) , del cual toma la especie. M a s
cuanto al ser perfecto y formal de virtud,
estos bienes, á los que se dirige la inten-
que tienen por su participación de la
ción del que peca desviándose de la ra- prudencia; si bien no obstante permane-
zón, son diversos y sin conexión mutua, cen las inclinaciones á los actos de las
y aun á veces contrarios. Teniendo pues virtudes, que no tienen razón de virtud.
los vicios y pecados la especie según P e r o no se sigue que por esto el hombre
aquello á que se encaminan, es manifiesto incurra en todos los vicios ó pecados:
que, en cuanto á lo que completa las es- 1.° porque á una sola virtud se oponen
pecies de pecados, ninguna conexión tie- muchos vicios, de modo que la virtud
nen estos entre sí; porque no se comete puede ser suprimida por uno solo de aque-
el pecado, por dirigirse desde la multitud
llos sin la concurrencia del otro ; 2.° por-
á la unidad, como sucede en las virtudes,que el pecado directamente se opone á la
que están conexas; sino más bien apar- virtud en cuanto á la inclinación de la
tándose de la unidad hacia la multitud. virtud al acto, como se ha dicho ( C . 71,
a. 1): de donde se sigue q u e , quedando
A l argumento 1.° diremos, que Santia-
algunas inclinaciones virtuosas, no puede
go habla del pecado, no por parte de la
decirse eme el hombre tenga vicios ó p e -
conversión, en cuanto á lo que se distin-
cados opuestos.
guen los pecados, como se h a dicho (aquí
y C. 72, a. 1) ; sino que habla de ellos A l 3.° que el amor de D i o s es congre-

(1) Verdadero ó ficticio, pero siempre en el concepto de ape- notar antes de ahora; pues nadie busca ó se procura el mal
tecible como bien, aun cuando lo sea solo ilusoriamente y en como mal, sino teniéndolo por bien acertada ó erróneamente.
la falsa apreciación del que á él aspira, según ya hemos hecho
480 CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

gativo, en cuanto lleva el afecto del hom- cian que todos los pecados son iguales, y
bre de muchas cosas á una s o l a ; y por decían también que todas las penas del
tanto las virtudes, que son causadas por infierno son iguales (3) : y , según de las
el amor de D i o s , tienen conexión : pero palabras de Tulio puede colegirse, los
el amor de sí mismo disgrega el afecto estoicos se fundaban en considerar el
del hombre hacia diversas cosas, es decir, pecado por parte únicamente de la pri-
según que el hombre se ama, apeteciendo vación, es decir, como desvío de la ra-
para sí los bienes temporales, que son zón; por lo que, pensando simplemente
varios y diversos; y por tanto los vicios que ninguna privación admitía más y
y pecados, que son causados por el amor m e n o s , sentaron que todos los pecados
de sí propio, no están conexos. son iguales. P e r o cualquiera que atenta-
mente lo considere, hallará dos géneros
A R T Í C U L O I I . — Todos los pecados son de privaciones : porque h a y cierta abso-
Iguales? (1) luta y pura privación, que consiste en el
ser corrompido, como la muerte es la pri-
1.° Parece que todos los pecados son vación de la vida, y las tinieblas privación
iguales ; porque pecar es hacer lo que no de la l u z ; y tales privaciones ño admiten
es lícito, y el hacer lo que no es permi- más y menos, pues ningún residuo que-
tido se reprende en todos de un solo y da del hábito opuesto : y así no está me-
mismo modo: luego el pecar se reprende nos muerto uno en el primero y tercero
de un mismo modo no más. L u e g o un ó cuarto dia de su muerte, que después
solo pecado no es más grave que otro. de un a ñ o , cuando el cadáver está ya
2.° Todo pecado consiste en que el descompuesto; y del mismo modo no es
hombre traspasa la regla de la razón ( 2 ) , más tenebrosa una casa, cuando está cu-
que se refiere á los actos humanos como bierta su l u z con muchos velos, que cuan-
la regla lineal en las cosas corporales. do lo está con uno solo, que la intercepta
L u e g o el pecar es semejante á estralimi- toda por completo. H a y empero otra
tarse de las líneas : l o cual se verifica privación no absoluta, sino que conserva
igualmente y del mismo modo, alejándose algo del hábito opuesto, la cual consiste
mucho ó poco de ellas; porque las priva- más en corromperse, que en estar cor-
ciones no admiten más ó menos. L u e g o rompido ; como la enfermedad, que priva
todos los pecados son iguales. del debido equilibrio de los humores, de
modo sin embargo que permanezca en
3.° L o s pecados se oponen á las virtu-
parte, pues de lo contrario el animal no
des. E s así que todas las virtudes son
quedaría vivo : y lo mismo puede decirse
iguales, como dice Tubo en las Parado-
de la deshonestidad y otras cosas seme-
jas (paradoja 3 . ) . L u e g o todos los peca-
a

jantes. P e r o estas privaciones admiten


dos son iguales.
más y menos por parte de lo que perma-
Por el contrario, dice el Señor á P i -
nece del hábito contrario; porque influye
latos (Joann. 19, 11) : el que me ha en-
mucho en la enfermedad ó en la desho-
tregado á tí, tiene mayor pecado; y sin
nestidad si es más ó menos lo que uno
embargo consta que Pilatos tuvo algún
se desvía por ellas de la debida propor-
pecado. L u e g o un solo pecado es mayor
ción de los humores ó de los miembros :
que otro.
y lo mismo debe decirse de los vicios y
Conclusión. No todos los pecados son pecados, porque de tal modo se altera en
iguales. ellos la debida conmensuración, que no
Responderemos, que fue opinión de los desaparece totalmente el orden de la ra-
estoicos, mencionada por Tulio en sus zón ; pues de lo contrario el mal, si es ín-
Paradojas (ibid.), que todos los pecados t e g r o , se destruye á sí mismo, como se
son iguales; y de esto se derivó también dice (Ethic. 1. 4 , c. 5 ) : porque no podría
el error de ciertos herejes, que estable-

(1) Joviniano y Novaciano, siguiendo la doctrina de los es- (2) Regla prescrita por la razón, y no su reguladora ; si Inca
toicos, incurrieron en la herejía de afirmar que « todos los pe- la razón misma, para regular ella los actos humanos, debe
» cados son iguales,é iguales por consiguiente también las pe- antes serlo por la ley eterna ó divina, de la que no se trata
» ñas , á que se hacen acreedores los pecadores todos n : error por ahora.
espresamente condenado por multitud de pasajes bíblicos y f3) Véase la nota 1 de esta misma página.
por el Concilio de Florencia.
CUESTIÓN LXXIII. — ARTÍCULOS II Y III. 481

perseverar la sustancia del acto ó la afec- lo antes dicho ( C . 7 2 , a. 1). P e r o uno


ción del agente (1), si no .permaneciese entre algunos pecados es más grave que
algo del orden de la razón. A s í que inte- otro según su especie, como el homicidio
resa mucho para la gravedad del pecado respecto del hurto. L u e g o la gravedad
el apartarse más ó menos de la rectitud de los pecados se diferencia según los
de la r a z ó n ; y conforme á esto debe objetos.
decirse que no todos los pecados son Conclusión. La gravedad de los pe-
iguales. cados se diferencia según la diversidad
A l argumento 1.° diremos, que no es de los objetos, del propio modo que la de
permitido cometer pecados, porque tie- las enfermedades.
nen algún desorden; por lo que los que Responderemos que, como se ve por
mayor lo implican son más ilícitos, y por lo dicho (a. 2, y C. 72, a. 5), la gravedad
consiguiente más graves pecados. de los pecados difiere, al modo que una
A l 2.° que aquella razón procede del enfermedad es más grave que otra : por-
pecado, como si fuese privación pura. que , así como el bien de la salud con-
A l 3.° que las virtudes son iguales pro- siste en cierta conmensuración de los hu-
porción almente en un solo sujeto mismo: mores por conveniencia para la naturaleza
sin embargo una virtud precede á otra del animal, así el bien de la virtud con-
en dignidad según su especie, y un hom- siste en cierta proporción del acto huma-
bre es más virtuoso que otro en la misma no según la conveniencia á la regla de la
especie de virtud, como se ha probado razón. P e r o es manifiesto que la enferme-
(C. 6 6 , a. 1 y 2). N o obstante, aunque dad es tanto más grave, cuanto más se
las virtudes fuesen iguales, no se segui- altera la debida conmensuración de los
ría que los vicios lo son también; porque humores por la inconmensuracion del an-
las virtudes tienen c o n e x i ó n , y los vicios terior principio; como la enfermedad en
ó pecados no. el cuerpo humano procedente del corazón,
que es el principio vital ( 2 ) , ó de algún
A R T Í C U L O I I I . — 1.a gravedad de los
(elemento) próximo al corazón, es más pe-
pecados varía scgim los objetos ? ligrosa. Por esto mismo el pecado es tanto
más grave, cuanto el desorden afecta á al-
l.° Parece que la gravedad de los pe- gún principio, que existe antes en el orden
cados no varía según los objetos : porque de la razón. L a razón lo ordena todo por
la gravedad del pecado pertenece al modo el fin de lo apetecible; y por t a n t o , á
ó cualidad del m i s m o , y el objeto es la medida que el pecado proviene en los ac-
materia del pecado mismo. L u e g o según tos humanos de un fin más alto, el peca-
los diversos objetos la gravedad de los do es tanto más grave. Pero los objetos
diversos pecados no varía. de los actos son sus fines, como se ve por
2.° L a gravedad del pecado es el gra- lo dicho ( C . 72 , a. 3, al 2.°); y así según
do de su malicia; y el pecado no tiene la diversidad de los objetos se considera
razón de malicia por parte de la conver- la diversidad de gravedad en los pecados,
sión al propio o b j e t o , que es cierto bien como se. ve que las cosas esteriores se
apetecible, sino más bien de parte de la ordenan al hombre como á su fin. Según
aversión. L u e g o la gravedad de los peca- esto el p e c a d o , que versa acerca de la
dos no varía según los diversos objetos. misma sustancia del hombre, como el ho-
micidio, es más grave que el pecado, que
3.° L o s pecados que tienen diversos
versa acerca de las cosas esteriores, como
objetos son de diversos géneros. E s así
el hurto ; y aún es más grave el pecado,
que las cosas, que son de diversos géne-
que inmediatamente se comete contra
ros, no son comparables, como se prueba
D i o s , como la infidelidad, la blasfemia
(Phys. 1. 7 , t. 30, 31 y 32). L u e g o un
y semejantes; y en el orden de cuales-
pecado no es más grave que otro según
quiera de estos pecados uno es más grave
la diversidad de objetos.
que otro, según que versa acerca de algo
Por el contrario: los pecados toman más ó menos principal : y , como los pe-
de sus objetos la especie, como se ve en
(1) Algunos loen actio en lugar do affectio, que hallamos (2) Inmediato y sensible, pues el primordial y verdadera-
en la generalidad de las ediciones. mente dicho es el alma.
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO II. 31
482 CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

cados tienen su especie de los objetos, la falta en lo que lo es menos. L u e g o á ma-


diferencia de gravedad, que se considera yor virtud se ppone menor pecado.
respecto de los objetos, es primera y prin- '3.° L a caridad es mayor virtud que la
cipal , como consiguiente á la especie. fe y la esperanza, como se dice ( i Cor.
A l argumento 1.° diremos, que el ob- 13). Pero el odio, que se opone á la ca-
j e t o , aunque es materia, acerca de la ridad , es menor pecado que la infideli-
cual se termina el a c t o , tiene sin embar- dad ó la desesperación, que se oponen á
g o razón de fin, según que la intención la fe y á la esperanza. L u e g o á mayor
del agente es dirigida bácia el mismo, virtud se opone menor pecado.
(C. 7 2 , a. 3 al 2.°). Mas la forma del Por el contrario, dice Aristóteles (Ethic.
acto moral depende del fin , como consta 1. 8 , c. 10) que « l o pésimo es contrario
de lo dicbo en las cuestiones anteriores » á lo ó p t i m o » ; y lo óptimo en las co-
( C . 7 2 , a. 6 ; y C. 1 8 , a. 6). sas morales es la mayor virtud, y lo
A l 2.° que de la misma indebida con- pésimo el más grave pecado. L u e g o á la
versión bácia algún bien conmutable se mayor virtud se opone el más grave pe-
sigue la aversión del bien inconmutable, cado.
en la que se completa la razón del m a l ; Conclusión. Por parte del objeto [ 1 ]
y por tanto es natural que según la diver- la virtud máxima contraría directamente
sidad de las cosas pertenecientes á la al máximo pecado , como el más distante
conversión se siga la diversa gravedad de ella en el mismo género ; mas [ 2 ] por
de la malicia de los pecados. razón del efecto á mayor virtud se opone
A l 3.° que todos los objetos de los ac- menor pecado.
tos humanos tienen orden entre sí; y por Responderemos, que á la virtud se opo-
lo mismo todos los actos humanos con- ne algún pecado de dos modos : 1.° prin-
vienen en cierto modo en un solo género, cipal y directamente, esto e s , acerca del
según que se ordenan al último fin. A s í mismo objeto, por cuanto las cosas con-
que nada obsta para que todos los peca- trarias versan acerca de lo m i s m o , y de
dos sean comparables ( 1 ) . de este modo á mayor virtud debe opo-
nerse más grave pecado; porque, así
como de parte del objeto se considera la
A R T Í C U L O I V . — ¿«<» gravedad de los mayor gravedad del pecado, así también
pecados difiere según la dignidad de las vir- la mayor dignidad de la virtud, pues uno
tudes , á que se oponen ? y otra toman la especie según el objeto,
como se ve por lo dicho ( C . 60, a. 5 ; y
l.° Parece que la gravedad de los pe- C. 6 2 , a. 1) : de donde se sigue que á
cados no es diferente según la dignidad de la mayor virtud se opone directamente el
las virtudes, á que los pecados se oponen, mayor pecado, como el más distante de
es á saber, de modo que á mayor virtud ella en el mismo género. 2° P u e d e consi-
se oponga más grave pecado : porque, derarse la oposición de la virtud al peca-
como se dice ( P r o v . 15 : 5 ) ; en la abun- do según cierta estension de la virtud, que
dancia de justicia hay grandísima vir- cohibe el pecado : porque, cuanto mayor
tud; pero, como dice el Señor ( M a t t h . 5 ) , es la virtud, tanto más aleja al hombre
la justicia abundante cohibe la ira, que es del pecado contrario á e l l a , de tal modo
pecado menor que el homicidio, al cual que, no solo cohibe el mismo pecado, sino
cohibe menor justicia. L u e g o á la mayor también lo que á él induce; y así es ma-
de las virtudes se opone el menor de los nifiesto q u e , cuanto una virtud fuere ma-
pecados. yor , tanto más cohibirá los pecados aun
2.° D í c e s e (Ethic. 1. 2 , c. 3) que « l a menores: al modo que también la salud,
» virtud versa acerca de lo más difícil y cuanto es mayor, tanto más escluye las
» de lo b u e n o » , por lo que se ve que menores desigualdades ; y por este modo
mayor virtud versa acerca de lo más di- á mayor virtud se opone menor pecado
fícil. E s así que hay menos pecado si el por parte del efecto.
hombre falta en lo más difícil, que si A l argumento 1.° diremos, que aquella
(t) Véase el a. 7 de esta misma cuestión , y en la 2."-2. la
a! razón procede de la oposición considerada
C. 73, a. 3. según la cohibición del pecado; porque
CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 483

de este modo la justicia abundante cohi- Conclusión. Los pecados espirituales


be aun los menores pecados. son de mayor culpa que los pecados
A l 2.° que á la mayor virtud, q u e ver- carnales.
sa acerca de un bien más difícil, se opone Responderemos, que los pecados espi-
directamente el pecado, que versa acerca rituales son de mayor culpa que los pe-
de un mal más difícil: porque de una y cados carnales; en lo cual no debe en-
otra parte se halla cierta eminencia, por tenderse que cualquier pecado espiritual
lo mismo que la voluntad se muestra más es de mayor culpa que cualquier pecado
inclinada al bien ó al m a l , por el hecho carnal; sino que, considerada esta sola
mismo de no ser vencida por la difi- diferencia de espiritualidad y carnalidad,
cultad. son más graves que los demás pecados en
A l 3.° que la caridad no es cualquier igualdad de circunstancias. D e esto pue-
amor, sino amor de D i o s ; de donde se den asignarse tres razones: 1. de parte
a

sigue que no se opone á ella directamente del sujeto; porque los pecados espiritua-
cualquier odio, sino el odio de D i o s , que les pertenecen al espíritu, del cual es
es el más grave de los pecados (1). propio dirigirse á D i o s y apartarse de él;
mas los pecados carnales se consuman en
ARTÍCULO V . — A Los pecados c a r n a l e s la delectación del apetito carnal, al cual
son de menor culpa que los pecados espiri- pertenece principalmente dirigirse hacia
tuales ? el bien corporal : y por tanto el pecado
carnal, en cuanto t a l , tiene más de con-
l.° Parece que los pecados carnales versión, por lo que también es de mayor
no son de menor culpa que los pecados adhesión; pero el pecado espiritual tiene
espirituales : porque el adulterio es más más de aversión, de la cual procede la
grave pecado que el hurto ; pues se dice razón de culpa, y por lo mismo el pecado
(Prov. 6, 30 y 32): No es grande culpa, espiritual, en cuanto t a l , es de mayor
cuando alguno hurtare...; mas el que es culpa; 2. de parte de aquel, contra quien
a

adúltero, por la mengua de su corazón se p e c a ; porque el pecado carnal, en


perderá su alma. E s así que el hurto cuanto t a l , va contra el propio cuerpo,
pertenece á la avaricia, que es pecado lo que es menos de amar según el orden
espiritual; y el adulterio á la lujuria, que de l a caridad que D i o s y el prójimo,
es pecado carnal. L u e g o los pecados car- contra quienes se peca por los pecados
nales son de mayor culpa. espirituales; y así estos como tales son
2.° San Agustín dice sobre el L e v í t i c o de mayor culpa; 3 . de parte del m o -
a

(Civ. D e i , 1. 2, c. 4 ; y 1. 4 , c . 31) que « el tivo; porque, cuanto es más grave lo


» diablo se goza sobremanera del pecado impulsivo á pecar, tanto menos peca el
)) de la lujuria y de la idolatría » . E s así hombre, como se dirá (a. 6) ; mas los
que se goza más de la culpa mayor. pecados carnales tienen mas vehemente
Luego, siendo la lujuria pecado carnal, incitativo que la misma concupiscencia
parece que los pecados carnales son de de la carne innata en nosotros, y por
la mayor culpa. consiguiente los pecados espirituales, en
cuanto tales, son de mayor culpa.
3.° Aristóteles prueba (Ethic. 1. 7, c. 6)
que « el incontinente de concupiscencia A l argumento 1.° diremos, que el adul-
» es más torpe que el incontinente de ira». terio no solo pertenece al pecado de lu-
Es así que la ira es pecado espiritual juria, sino que también pertenece al p e -
según San Gregorio (Moral. 1. 31, c. 17); cado de injusticia, y en cuanto á esto
y la concupiscencia pertenece á los pe- puede reducirse á la avaricia, como la
cados carnales. L u e g o el pecado carnal Glosa ( c o n S a n J e r ó n i m o ) dice sobre
es más grave que el pecado espiritual. aquello de (Efes. 5 ) todo fornicador, ó
Por el contrario, dice S a n Gregorio inmundo, ó avaro, etc.; y entonces es más
(Moral. 1. 33, c. 11) que « l o s pecados grave el adulterio que el hurto, cuanto
»carnales son de menor culpa y mayor para el hombre es más amada su mujer
»infamia que los espirituales». que una cosa poseída.
A l 2.° que el diablo se dice que se
(1) V. C. 30, a. 4 ; y 2."-2.» C. 34, a. 2 y 4. goza mucho del pecado de lujuria, por-
484 CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S V Y VI.

que es de máxima adherencia, y difícil- hasta el punto de que el que carece del
mente puede ser libertado de él el hom- uso de la razón se escusa enteramente
bre ; « pues el apetito de la delectación de pecado, y el que peca por ignorancia
» es insaciable » , como dice Aristóteles peca más levemente. L u e g o la gravedad
(Ethic. 1. 3 , c. 12). del pecado no se aumenta por la magni-
A l 3.° q u e , como dice Aristóteles tud de la causa.
(Ethic. 1. 7, c. 6), es más torpe ser incon- Por el contrario: multiplicada la cau-
tinente de concupiscencia que incontinen- sa , se multiplica el efecto. L u e g o , si la
t e de i r a ; porque participa menos de la causa del pecado fuere m a y o r , el pecado
razón, y conforme á esto dice también será más grave.
( E t h i c . 1. 3 , c. 1 0 ) , que « los pecados de Conclusión. En general [ 1 ] y per se
» intemperancia son los más reprobables, cuanto mayor es la causa del pecado^
» porque versan acerca de aquellas de- tanto es este más grave; pero [ 2 ] esta
» lectaciones, que nos son comunes con gravedad es directamente proporcional á
» los brutos »: por lo que en cierto modo la intervención de la voluntad y á la
por esos pecados el hombre se torna bru- causa final; al paso que [ 3 ] las causas
tal ; y de aquí proviene q u e , como dice impeditivas del juicio de la razón y del
S a n Gregorio (ibid. Por el contrario), libre movimiento de la voluntad atenúan
son de mayor infamia ( 1 ) . lo voluntario y por consiguiente la gra-
vedad del pecado, que aun llega á ser
A R T Í C U L O V I . — 4 l a gravedad de los nula por la involuntariedad del acto.
pecados s e considera s e g ú n l a c a u s a del pe- Responderemos, que en el género de
cado ? p e c a d o , como en cualquier otro género,
pueden considerarse dos clases de causas:
l.° Parece que la gravedad de los pe- 1 . según que es per se y propia causa
a

cados no se estima según la causa del del pecado, que es la misma voluntad de
pecado: porque, cuanto es mayor la causa pecar, pues se compara al acto de pecado
del p e c a d o , tanto más vehementemente como el árbol al fruto, según se dice en
mueve á pecar, y así se le puede resistir la Glosa ( D e San Agustín, 1 . cont. Jul. a

más difícilmente. E s así que el pecado se c. 8 ) sobre aquello (Matth. 7 ) : no puede


disminuye á proporción que cuesta mas el el árbol bueno dar malos frutos ; y esta
resistirle ; porque esto arguye fragilidad causa cuanto fuere mayor, hará tanto
del que p e c a , de modo que no resiste fá- más grave el pecado, porque, cuanto ma-
cilmente al pecado, y el pecado proce- yor fuere la voluntad de pecar, tanto más
dente de debilidad se j u z g a más leve. gravemente peca el hombre ; 2 . mas las a

L u e g o el pecado no tiene su gravedad otras causas de pecado se consideran co-


según su causa. mo estrínsecas y remotas, es á saber, se-
2.° L a concupiscencia es cierta gene- gún las cuales la voluntad se inclina á
ral causa de pecado : por lo que dice la pecar, y en estas hay que hacer distin-
Glosa (ord. ex L i b . de spir. et litt. c. 4 ) ción : porque algunas de ellas inducen la
sobre aquello ( R o m . 7) porque yo igno- voluntad á pecar según la misma natura-
raba la concupiscencia, et.: « b u e n a es leza de la voluntad, como el fin, que es
» l a ley, que, al prohibir la concupiscen- el propio objeto de la voluntad, y por tal
» c i a , prohibe todo m a l » . Pero, cuanto causa se aumenta el pecado; porque peca
fuere vencido el hombre por mayor con- más gravemente aquel, cuya voluntad por
cupiscencia, tanto menor es el pecado. la intención de peor fin se inclina á pe-
L u e g o la gravedad del pecado se dismi- car ; en tanto que otras causas hay, que
nuye según la magnitud de la causa. inclinan la voluntad á pecar fuera de la
naturaleza y del orden de la misma vo-
3.° A s í como la rectitud de la razón
luntad, que por su naturaleza se mueve
es causa del acto virtuoso, así también el
libremente por sí misma según el juicio
defecto de la razón parece ser causa del
de la razón: y por lo tanto las causas,
pecado. Mas el defecto de la razón, cuanto
que disminuyen el juicio de la razón, co-
mayor e s , tanto menor hace el pecado,
larse de ellos el que se ha dejado dominar de su voluptuosa
(1) Y más tenaces ó difíciles de desechar , según luego es- propensión y consiguiente mala costumbre.
plica (al 2.°); y en consecuencia más difícilmente puede apar-
CUESTIÓN LXXIII. — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 485

mo la ignorancia, ó las que disminuyen 3.° L a malicia del pecado es por parte
el libre movimiento de la voluntad, como de la aversión, al paso que las circuns-
la debilidad, ó la violencia, ó el miedo, ó tancias son anejas al pecado por parte de
algo semejante, disminuyen el pecado, la conversión. L u e g o no aumentan la
como disminuyen también el voluntario; malicia del pecado.
en tanto grado que, si el acto es del todo Por el contrario: la ignorancia de la
involuntario, no tiene razón de pecado. circunstancia disminuye el pecado; por-
A l argumento 1.° diremos, que aquella que el que peca por ignorancia de la cir-
objeción procede de la causa movente cunstancia merece perdón, como se dice
estrínseca, que disminuye el voluntario, ( E t h i c . 1. 3 , c. 3 ) ; lo cual no sería, si la
cuyo aumento de causa disminuye cier- circunstancia no agravase el pecado.
tamente el pecado, como se ha dicho. L u e g o la circunstancia agrava el pecado.
A l 2° que, si bajo la concupiscencia Conclusión. El pecado puede agra-
se incluye también el mismo movimiento varse por la circunstancia en el triple
de la voluntad, en este sentido, donde concepto [ 1 ] de cambiar su especie, au-
hay mayor concupiscencia, h a y mayor mentar [ 2 ] su magnitud 6 [ 3 ] inducir
pecado ; pero, si se llama concupiscencia mayor deformidad.
cierta pasión, que es el movimiento de la R e s p o n d e r e m o s , que « cada cosa na-
fuerza concupiscible, en tal concepto la » turalmente se aumenta por aquello mis-
mayor concupiscencia precedente al jui- » mo, que es su causa y>, como dice Aris-
cio de la razón y al movimiento de la tóteles del hábito de la virtud ( E t h i c . 1.
voluntad disminuye el p e c a d o ; porque 2 , c. 1 y 2 ) . P e r o es manifiesto que el
el que peca estimulado por mayor con- pecado es causado por defecto de alguna
cupiscencia cae por más grave tentación, circunstancia ; porque se aparta uno del
por lo que se le imputa menos : y , si la orden de la razón, en el hecho mismo de
concupiscencia así entendida sigue al jui- no observarlas en su operación las debidas
cio de la razón y al movimiento de la circunstancias. P o r lo que es manifiesto
voluntad, en este caso, donde h a y mayor que el pecado naturalmente se agrava
concupiscencia, hay mayor pecado; pues- por la circunstancia, lo cual se verifica
to que á veces surge mayor movimiento de tres modos: 1.° en cuanto la circuns-
de concupiscencia del hecho mismo, de tancia cambia el género de pecado, como
que la voluntad desenfrenadamente se el pecado de fornicación consiste en que
dirige á s u objeto. el hombre se acerca á otra mujer no
A l 3.° que aquella razón procede de la s u y a ; mas, si se añade la circunstancia
causa, que produce involuntario; y esta de que aquella, á quien se llega, es mujer
disminuye e l p e c a d o , como se h a dicho. de otro, se pasa y a á otro género de p e -
cado, á saber, á la injusticia, en cuanto
el hombre usurpa cosa de otro; y según
ARTÍCULO VII. — i» circunstancia
esto el adulterio es pecado más grave
a g r a v a d pecado?(1)
que la fornicación; 2° algunas veces la
1.° Parece que la circunstancia no circunstancia no agrava el pecado como
agrava el pecado: porque el pecado tiene pasando á otro género de pecado, sino
la gravedad por su especie; y la circuns- solo porque multiplica la razón de peca-
tancia no da especie al pecado, puesto do ; como si el pródigo d a , cuaudo no
que es cierto accidente suyo. L u e g o la debe y á quien no d e b e , peca más en el
gravedad del pecado no se considera se- mismo género de pecado, que si.solamen-
gún la circunstancia. te da á quien no d e b e , y por esto mis-
mo se hace el pecado más grave ;. ó tam-
2.° O la circunstancia es mala ó n o :
bién como es más grave la enfermedad,
si es mala, ella misma per se causa cierta
que afecta muchas partes del cuerpo, por
especie de m a l ; y , si no lo es, no tiene de
lo que aun Tulio dice en sus Paradojas
donde aumente el mal. L u e g o la circuns-
(Parad. 3) que « en violar la vida del
tancia de n i D g u n modo aumenta el p e -
» padre se cometen muchos pecados; por-
cado.
» que se viola al que procreó, al que ali-
» mentó, al que educó, al que colocó en
(1) Véanse las ñolas 1 de la nág. 07 y 3 de la 137.
486 CUESTIÓN LXXIÍI. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.

» el asiento, en la casa y en la repúbli- a. 5). L u e g o el pecado no se agrava á


» ca » ; 3.° la circunstancia agrava el pe- causa del mayor daño.
cado , aumentando la deformidad, que 2.° E l daño se halla principalmente en
proviene de otra circunstancia: como to- los pecados, que son contra el prójimo ;
mar lo ajeno constituye pecado de hurto; porque nadie quiere dañarse á sí mismo,
mas, si se añade la circunstancia de t o - y á Dios nadie puede dañar conforme á
mar mucho de lo ajeno, será pecado más aquello (Job. 35, 6): si se multiplicaren
grave, aunqUe el tomar mucho ó poco de tus iniquidades, qué harás contra él ?...
por sí no implique razón de bueno ó de A un hombre, que es semejante á tí, da-
malo. ñará tu impiedad. L u e g o , si el pecado se
A l argumento 1.° diremos, que alguna agravase por el mayor daño, se seguiría
circunstancia da especie al acto moral, que el pecado, con que uno peca contra
como se ha manifestado (C. 18, a. 10): el prójimo, sería más grave que el pecado
y sin embargo la circunstancia, que no da contra Dios ó contra sí mismo.
especie, puede agravar el pecado; porque, 3.° Mayor daño se inflige á uno, cuan-
así como la bondad de una cosa no se do se le priva de la vida de la gracia,
computa solo por su especie, sino tam- que cuando se le priva de la vida de la
bién por algún accidente, del mismo mo- naturaleza; porque la vida de la gracia
do la malicia del acto no se valúa solo es mejor que la vida de la naturaleza, en
por la especie del a c t o , sino también por tanto grado que el hombre debe despre-
la circunstancia. ciar la vida de naturaleza, por no perder
A l 2.° que de ambos modos puede la la vida de la gracia. E s así que el hom-
circunstancia agravar el pecado: porque, bre, que induce á una mujer ala fornica-
aun siendo mala, no por eso constituye pre- ción, en cuanto está de su parte, la priva
cisamente especie de pecado, puesto que de la vida de la gracia induciéndola á un
puede añadir razón de malicia dentro de pecado mortal. Si pues el pecado fuese
la misma especie, como se ha dicho; y, si más grave por razón del mayor daño, se
no es mala, puede agravar el pecado en seguiría que el simple fornicador pecaría
orden á la malicia de otra circunstancia. más gravemente que él homicida; lo que
A l 3.° que la razón (1) debe ordenar es manifiestamente falso. L u e g o el pe-
el a c t o , no solo cuanto al objeto, sino cado no es más grave por razón del ma-
también en cuanto á todas las circunstan- yor daño.
cias: y por tanto cierto desvío de la re- Por el contrario: dice San Agustín
g l a de la razón se considera según la ( D e lib. arb. 1. 3 , c. 14) : « porque el vi-
corrupción de cualquiera circunstancia, » ció es contrario á la naturaleza, tanto
por ejemplo, si uno obra cuando no debe » de malicia se añade á los vicios, cuanto
ó en donde no debe ; y semejante aver- » por ellos se disminuye á la integridad
sión basta para la razón de mal. P e r o á » de las naturalezas » . E s así que la di-
este desvío de la regla de la razón se si- minución de la integridad de naturaleza
gue el apartamiento de D i o s , á quien el es un daño. L u e g o el pecado es tanto
hombre debe unirse por la recta razón. más grave cuanto mayor es el daño.
Conclusión. La cantidad del daño [1]
previsto é intentado, ó al menos resul-
ARTÍCULO V I I I . — La gravedad del
tante per se del acto pecaminoso, aumenta
pecado s e a u m e n t a s e g ú n el mayor daño ?
directamente la gravedad del pecado ;
mas la cantidad del daño previsto [2]
l.° Parece que la gravedad del pecado pero no intentado agrava indirectamente
no se aumenta según el mayor perjuicio: el pecado ; como asimismo [ 3 ] aun no
porque el daño es cierto evento consi- previsto ni intentado, si hay negligencia
guiente al acto del p e c a d o ; y el éxito si- en la imprevisión y probabilidad per ac-
guiente nada añade á la bondad ó mali- cidens de pecar.
cia del acto (2), según lo dicho (C. 20, R e s p o n d e r e m o s , que el daño puede

(1) Como regla próxima é inmediata de los actos humanos a. 0) apropóslto de la definición del pecado.
á la vez que principió de los mismos, según lo espuesto (C. 71, (2) Véase la nota 1 de la pág. 158.
CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O VIII. 487

referirse al pecado de tres modos. 1.° unas por el pecado de hurto ; porque, como ni
veces el daño, que proviene del pecado, es intentó ni previo esto, no se agrava por
previsto é intentado, como cuando uno ello su pecado, como acontece respecto
hace algo con ánimo de dañar á otro, del fiel, que por lo mismo parece que pe-
como el homicida ó el ladrón; y entonces ca más gravemente, al despreciar penas
directamente la cantidad de daño aumen- mayores, por satisfacer la voluntad de
ta la gravedad del pecado; porque el da- pecar; mas la gravedad de semejante
ño es per se objeto del pecado ; 2.° otras daño solamente es causada por la grave-
el daño es previsto, pero no intentado, dad del pecado.
como cuando uno pasando por un campo, A l argumento 1.° diremos q u e , como
para ir más pronto á fornicar, causa daño también se ha dicho ( C . 20, a. 5) tratán-
en los sembrados á sabiendas, aunque no dose de la bondad y malicia de los actos
con ánimo de dañar, y de este modo tam- esteriores, el evento siguiente, si es pre-
bién la cantidad de daño agrava el pe- visto é intentado, acrece la bondad ó
cado, pero indirectamente, es decir, en malicia del acto.
cuanto de la voluntad muy inclinada á A l 2.° q u e , aunque el daño agrave el
pecar procede el que uno no se abstiene de pecado, no se sigue sin embargo que por
hacer daño á sí ó á otro, lo cual simple- el solo daño se agrave el p e c a d o ; antes
mente no querría ; 3.° otras el daño ni es bien el pecado de suyo es más grave á
previsto ni intentado, y entonces, si es causa del desorden, como se ha dicho
accidental al pecado, no lo agrava direc- (a. 3). A s í pues aun el mismo daño
tamente; mas por la negligencia en con- agrava el p e c a d o , en cuanto hace que el
siderar los daños, que podian seguirse, se acto sea más desordenado ; mas no se
le imputan al hombre á pena los males, sigue q u e , si el daño tiene principal-
que sobrevienen fuera de su intención, mente lugar en los pecados contra el pró-
si procuraba cosa ilícita. Pero, si el daño j i m o , aquellos pecados sean los más gra-
per se se origina del acto del pecado, ves ; porque mucho mayor desorden se
aunque no sea intentado ni previsto, halla en los pecados, qué son contra D i o s ,
agrava directamente el pecado ; porque y en algunos de aquellos, que son contra
todas las consecuencias per se del peca- sí mismo. Y no obstante puede decirse
do pertenecen en cierto modo á la mis- q u e , aunque á Dios nadie puede dañar
ma especie de pecado, por ejemplo, si en cuanto á su sustancia, puede sin em-
uno públicamente fornica, se sigue el es- bargo proponerse hacer daño en las cosas
cándalo de muchos; lo cual aunque él que son de D i o s , como estirpando la fe,
mismo no lo intente ni acaso lo prevea, violando las cosas sagradas , que son pe-
por esto se agrava directamente el peca- cados gravísimos. También á sí mismo
do. D e diverso modo empero parece de- se daña uno algunas veces á sabiendas y
ber juzgarse acerca del daño penal, en queriendo, como se ve en los que se sui-
que incurre el mismo que peca: daño que, cidan , aunque finalmente refieran esto á
si accidentalmente se relaciona con el algún bien aparente, por ejemplo , para
acto del pecado, y no es previsto ni in- librarse de alguna angustia.
tentado, no agrava el pecado ni es con-
A l 3.° que aquella razón no es conclu-
secuencia de mayor gravedad del pecado,
yente por dos motivos: 1.° porque el ho-
como si uno corriendo á matar, se clava
micida intenta directamente el daño del
y se daña el pie; m a s , si el tal daño per
prójimo, mas el fornicador, que provoca á
se proviene del acto del p e c a d o , aunque
una mujer, no intenta daño, sino delecta-
tal vez no sea previsto ni intentado, en-
ción; 2.° porque el homicida es de por sí
tonces el mayor daño no hace más grave
suficiente causa de la muerte corporal, y
el pecado, sino que por el contrario más
de la muerte espiritual ninguno puede ser
grave pecado causa más grave daño ( 1 ) :
per se causa suficiente respecto de otro,
como un infiel, que nada oyó de las pe-
porque ninguno muere espiritualmente
nas del infierno, sufrirá en él más grave
sino por su propia voluntad pecando.
castigo por el pecado de homicidio que

(I) Tanto con respecto á la pona temporal, que según las como en cuanto á la eterna, que también por la ley divina es
leyes humanas se impone mayor al homicidio que al hurto, proporcionada á la gravedad del pecado,
488 CUESTIÓN LXXIII.—ARTÍCULO IX.

ARTÍCULO IX. cuyo juicio se estima la gravedad del pe-


— i S e a g r a v a el pecado
s e g ú n la condición de l a persona, contra quiencado. L u e g o la condición de la persona,
se peca ? contra quien se p e c a , no agrava el pe-
cado.
l.° Parece que por la condición de la Por el contrario: en la Sagrada E s -
persona, contra quien se peca, no se agra- critura se vitupera especialmente el pe-
v a el pecado : porque , si esto así fuera, cado, que se comete contra los siervos de
se agravaría sobremanera al pecar uno D i o s , como se dice ( III B.eg. 19, 14 ) :
contra algún varón justo y santo. M a s derribaron tus altares, pasaron á cu-
por esto no se agrava el pecado , pues se chillo á tus profetas; y también se vitu-
ofende menos por la injuria inferida el pera especialmente el pecado cometido
v i r t u o s o , que la tolera con igualdad de contra las personas allegadas , según
ánimo , que otros, que aun interiormente aquello ( Mich.. 7 , 6 ) : el hijo ultraja al
escandalizados se agravian. L u e g o la padre, y la hija se levanta contra su
condición de la persona, contra quien se madre ; y asimismo el pecado contra las
peca, no agrava el pecado. personas constituidas en dignidad , como
2.° Si la condición de la persona agra- se ve ( J o b . 3 4 , 18): el que dice al rey (2)
vase el pecado , mucho más se agravaría apóstata, el que llama impíos á los jefes.
por el parentesco : porque, como dice L u e g o la condición de la persona, contra
Tulio en sus Paradojas (paradoja 3 . ) , quieu se peca, agrava el pecado.
a

« matando al siervo (1) se peca una v e z ; Conclusión. Por parte de Dios, de si


» matando al p a d r e , se cometen muchos mismo y del prójimo [ 1 ] puede conside-
» pecados » . E s así que el parentesco de rarse mayor ó menor la gravedad del pe-
la persona , contra quien se p e c a , no pa- cado según la condición de la persona,
rece agravar el pecado ; porque cada contra quien se peca: el pecado respecto
uno es sobre todo consanguíneo de sí de Dios [ 2 ] se hace más grave, pecando
m i s m o , y no obstante peca menos el que contra persona más unida á Dios por
á sí mismo se infiere algún daño, que in- razón de virtud ó del oficio, como el
firiéndoselo á otro , por ejemplo, si ma- Santo ó el sacerdote: tanto más grave-
tase su caballo propio, que si matase el mente peca uno respecto de sí mismo [ 3 ] ,
ajeno, como se ve por Aristóteles (Ethic. cuanto peca contra persona á él más
I. 5 , c. últ.). L u e g o el parentesco de la tenida con vínculo natural ó benéfico ó
persona no agrava el pecado. cualquiera otro; y asimismo [ 4 ] respecto
3.° L a condición de la persona que del prójimo en proporción al mayor nú-
peca agrava principalmente el pecado mero de personas ofendidas.
por razón de la dignidad ó de la ciencia, R e s p o n d e r e m o s , que la persona, con-
según aquello ( S a p . 6, 7): los poderosos tra quien se p e c a , es en cierto modo ob-
poderosamente padecerán tormentos ; y jeto del pecado : porque se ha dicho
( L u c . 12, 47) : el siervo, que supo la vo- (a. 3 ) que la primera gravedad del pe-
luntad de su Señor y no la hizo , será cado se considera por parte del objeto; y
muy bien azotado. L u e g o con igual razón en atención á este se computa tanto ma-
por parte de la persona , contra quien se yor la gravedad en p e c a d o , cuanto su
p e c a , agravaría más el pecado la digni- objeto es fin más principal. P e r o los fines
dad ó la ciencia de la persona, contra principales de los actos humanos son
quien se p e c a ; y sin embargo parece Dios, el mismo hombre y el prójimo;
pecar más gravemente el que hace inju- pues todo cuanto hacemos , l o referimos
ria á una persona más rica ó más pode- á alguno de estos t r e s , aunque tambieu
rosa, que el que peca contra algún pobre; cada uno de estos tres está subordinado
porque no hay aceptación de personas al otro. P o r consiguiente de parte de
delante de Dios ( Coloss. 3 , 25 ) , según estos tres puede considerarse mayor ó

(1) No en absoluto ó simplemente matando al esclavo, sino rey), según se colige de lo que precede y sigue ; pero de allí
quitándole la vida con injuria ó injustamente (dice), como mismo se colige es aplicable al rey ó persona constituida aquí
suponiendo que.pudiera privársele de ella con justicia, en en dignidad ó autoridad y en representación del mismo Dios,
cuyo caso no habría en ello pecado : locualciertamente jamás como en efecto lo hace San Gregorio (Moral. 1. 24, <¡. 14 mo-
puede suponerse con respecto al padre en ninguna hipótesi. derno , ó c. 29 en las ediciones antiguas).
(2) El testo sagrado se refiere á Dios en la palabra regí (al
CUESTIÓN L X X I I I . — A R T Í C U L O S IX Y X . 489

menor la gravedad en el pecado según s a s , que no están bajo el dominio de su


la condición de la persona, contra quien v o l u n t a d , como son los bienes naturales
se peca. l.° por parte de Dios , á quien y espirituales, es más grave pecado infe-
tanto más se une el h o m b r e , cuanto es rirse daño á sí mismo , porque peca más
más virtuoso ó está más consagrado á gravemente el que se mata á sí mismo,
Dios ; y por tanto la injuria inferida á que el que mata á o t r o : y , como las
tal persona redunda más en contra de cosas de nuestros parientes no están bajo
Dios, según aquello (Zach. 2 , 8 ) : el que el dominio de nuestra voluntad, no es per-
os tocare, toca la niña de mi ojo; y así el tinente la objeción en cuanto á los daños
pecado se hace más grave,porque se peca causados á sus cosas ; porque acerca de
contra persona más unida á Dios por su ellas se peca m e n o s , á no ser que lo
virtud ó por razón del oficio. 2° de parte quieran ó lo tengan meditado.
de uno mismo es manifiesto que uno peca A l 3.° que no hay aceptación de per-
tanto más gravemente, cuanto pecare sonas , si Dios castiga más gravemente
más contra persona á él unida, ó por al que peca contra las personas más n o -
vínculo natural, ó por beneficios , ó por bles ó escelentes ; porque esto se hace á
cualquiera unión, porque parece que causa de que redunda en daño de mu-
peca más contra sí mismo : y por tanto chos.
peca más gravemente, conforme á aquello
(Eccli. 14 , 5 ) : quien para sí mismo es
malo ; para quién otro será bueno ? 3.° A R T Í C U L O X . — t a magnitud de la
por parte del prójimo se peca tanto más p e r s o n a , que p e c a , agrava el pecado?
gravemente , cuanto el pecado afecte á
mayor número; y por tanto el pecado, l.° Parece que la magnitud (3) de la
que se hace contra persona pública, como persona, que peca, no agrava el pecado:
el rey ó el príncipe, que representa en su porque el hombre se hace grande á pro-
persona á toda la multitud, es más grave porción que se adhiere á D i o s , según
que el pecado, que se comete contra una aquello (Eccli. 2 5 , 1 3 ) : ¡Qué grande es
sola persona privada ( 1 ) ; por lo que se el que halla la sabiduría y la ciencia!
dice especialmente ( E x . 2 2 , 2 8 ) : no mal- pero no supera al que teme al Señor. E s
decirás al príncipe de tu pueblo ; y del así que, cuanto más uno se adhiere á Dios,
mismo modo la injuria, que se hace á al- tanto menos se le imputa algo á pecado,
guna persona insigue, parece ser más pues ( i i Paralip. 3 0 , 18 y 1 9 ) : el Señor,
grave, porque redunda en escándalo y que es bueno, será propicio á todos los
perturbación (2) de muchos. que de corazón buscan al Señor Dios de
A l argumento 1.° diremos , que el que sus padres; y no se les imputará la falta
infiere injuria al virtuoso , cuanto está de de no estar bien purificados. L u e g o el
su parte, le turba tanto interior como es- pecado no se agrava por la magnitud de
teriormente; mas el que el virtuoso no se la persona que peca.
turbe interiormente es debido á su bon- 2.° No hay aceptación de personas
dad , la cual no disminuye el pecado del ante Dios, como se dice ( í t o m . 2 , 11.).
que injuria. L u e g o no castiga más por un solo pe-
A l 2.° que el d a ñ o , que uno se infiere cado del mismo género á uno que á otro.
á sí mismo , en las cosas que están bajo L u e g o no se agrava el pecado por la
el dominio de su propia v o l u n t a d , como magnitud de la persona que peca.
en las cosas poseidas, tiene menos de pe- 3.° Ninguno debe reportar del bien
cado que si se infiere á otro, porque hace mal; y lo reportaría, si lo que hace se le
esto por propia voluntad; mas en las co- imputase más á culpa. L u e g o por la

(1) Ohscrva aquí Silvio con mucha oportunidad que no to- especie.
das las condiciones de las personas ni todas las circunstancias (2) Turbationem unánimemente en todas las ediciones de
del pecado respecto de ellas influyen en su gravedad ó leve- acuerdo con los códices de Alcañiz y Tarragona ; y solo en
dad. Así, por ejemplo, el hurto en general no es más ni me- alguna de las menos conocidas (erróneamente á todas luces)
nos grave , porque sea en*perjuicio de clérigo ó lego; como aparece tribulationem.
asimismo la prodigalidad en favor de parientes ó estraños no (3) ¡llanniliidOy calidad ó condición de la persona según su
es circunstancia agravante ni atenuante, y sí lo sería el pe- carácter social de dignidad ó representación.
cado de lujuria con persona consanguínea, que aun muda do
490 CUESTIÓN LXXIII. — A R T Í C U L O X.

magnitud de la persona que peca no se bien, con que uno se engrandece, es bene-
agrava el pecado. ficio de Dios , á quien el hombre se hace
Por el contrario, dice San Isidoro ( D é ingrato pecando, y en cuanto á esto cier-
sum. bón. 1. 2, c. 1 8 ) : «se conoce que el ta superioridad aun en los bienes tempo-
» pecado es tanto más grande, cuanto rales agrava el pecado, conforme á aque-
» mayor es el que peca » . llo ( S a p . 6 , 6 ) : los poderosos poderosa-
Conclusión. El pecado [ 1 ] procedente mente padecerán tormentos; 3 . por laa

de acción oculta ó de fragilidad humana especial repugnancia del acto del pecado
se imputa menos al que es mayor en vir- á la magnitud de la persona ; como si un
tud ; pero [ 2 ] el cometido con delibera- príncipe, que está constituido en custodio
ción se imputa tanto más á uno, cuanto de la justicia, la viola, y el sacerdote, que
es más caracterizado. tiene hecho voto de castidad, fornica; 4 . a

Responderemos, que hay dos clases de por el ejemplo ó escándalo; p u e s , como


pecado : 1 . uno, que proviene de la sub-
a
dice San Gregorio en su Pastoral ( P a r t .
repción á causa de la debilidad de la 1, c. 2 ) , «la culpa se estiende vehemente-
naturaleza humana, y tal pecado se im- » mente al ejemplo, cuando el pecador es
puta menos al que es más aventajado en » honrado por la reverencia de su grado».
virtud ( 1 ) ; porque descuida menos el re- L o s pecados de los grandes llegan tam-
primir semejantes p e c a d o s , que sin em- bién á noticia de muchos y los hombres
bargo la debilidad humana no puede es- los llevan más á mal.
quivar del todo ; 2 . otros pecados , que
a
A l argumento 1.° diremos que, aquella
proceden de la deliberación, se imputan autoridad habla de lo que por subrepción
tanto más á uno , cuanto, es mayor. Y de la debilidad humana se ejecuta negli-
esto puede ser por cuatro razones: 1. a
gentemente.
porque pueden resistir con más facilidad A l 2.° que D i o s no acepta personas,
al pecado los que son mayores, por ejem- castigando más á las mayores; porque la
plo , los que se aventajan á los demás en superioridad de los mismos influye en la
ciencia y en v i r t u d , por lo que dice el gravedad del p e c a d o , según se ha dicho.
Señor ( L u c . 1 2 , 47 ) que el siervo, que A l 3.° que el hombre grande ( 2 ) no
sabe la voluntad de su Señor y no la reporta incomodidad por el bien que tie-
cumple, será castigado con muchos azo- ne, sino por el mal uso que de él hace.
tes ; 2 . por la ingratitud; porque todo
a

(1) No se entienda empero que el pecado, siendo de suyo de cándalo el pecado es menos grave en sí mismo, y como tal le
determinada gravedad igual á la que tendría en otro sujeto, es imputado por Dios justojuez.
se le imputa como menos grave al más virtuoso; sino que (2) Hagnua ; pero algunas ediciones muy contadas, y entre
por esta razón unida á las de su deliberación y falta de es- ellas las romanas inclusa la áurea, ponen maliís.
CUESTIÓN LXXIV.

Sujeto de los pecados.

Formularemos á este propósito diez p r o p u e s t a s : 1. La voluntad puede ser sujeto del pecado? —
a

2. Lo es ella sola? — 3 . Puede s e r i ó l a sensualidad? —4. puede ser sujeto del pecado mortal? —
a a a

5. La razón puede ser sujeto del pecado? — 6. La delectación morosa ó no morosa está en la razón
a a

inferior como en sujeto ?— 1. El pecado de consentimiento en el acto está en la razón superior como
a

en sujeto? —8. La razón inferior puede ser sujeto del pecado m o r t a l ? - - 9. Y del venial?—10. Puede
a a a

haber en la razón superior pecado venial acerca del propio objeto ?

ARTÍCULO I . — m voluntad os sujeto acto moral de virtud ó vicio reside como


del pecado ? en sujeto propio en el agente ó potencia
principio de aquel.
l.° Parece que la voluntad no puede Responderemos, que el pecado es cier-
ser sujeto del p e c a d o : porque dice San to acto, como se ha dicho (C. 71, a. 1 y 6):
Dionisio ( D e div. nom. c. 4, p. 4 . lcct. 11)
a
mas de los actos unos son transeúntes á
que « el mal está fuera de la voluntad y materia esterior, como el quemar y cor-
» de la intención ». E s así que el pecado tar, cuya materia y sujeto es el objeto
tiene razón de mal. L u e g o el pecado no mismo, sobre que recae la acción, como
puede estar en la voluntad. dice Aristóteles ( P h y s . 1. 3 , t. 18) que
2.° L a voluntad es del bien real ó apa- « el movimiento es acto del móvil por el
rente. Pero por querer la voluntad el » motor »; pero otros no pasan á materia
bien no p e c a ; y el querer el bien apa- esterior, sino que quedan en el agente,
rente, que verdaderamente no es bien, como el apetecer y el conocer; y tales
parece argüir más bien defecto de la vir- actos son todos los actos morales, ora
tud aprehensiva que de la voluntad. L u e - sean actos de virtudes, ó de pecados.
go el pecado de ningún modo está en la P o r consiguiente el sujeto propio del acto
voluntad. de pecado debe ser la potencia, que es
3.° U n a misma cosa no puede ser su- principio del acto: y, siendo propio de los
jeto y causa eficiente del pecado; porque actos morales el ser volúntanos, como se
« las causas eficiente y material no afectan ha manifestado (C. 1, a. 1; y C. 18, a. 6);
» al mismo objeto» ( P h y s . 1. 2 , t. 70 y se sigue que la voluntad, que es princi-
sig.). E s así que la voluntad es la causa pio de los actos voluntarios, tanto de los
eficiente del pecado; porque la primera buenos como de los malos, que son peca-
causa de pecar es la voluntad, como dice dos, es el principio de los pecados; y
San Agustín ( D e duab. anim. c. 10 y 11). por lo mismo que el pecado está en la
Luego no es sujeto del pecado. voluntad como en sujeto.
Por el contrario, dice San A g u s t í n A l argumento .1.° diremos, que el mal
(Retract. 1. 1, c. 9) que « l a voluntad es se dice que está fuera de la voluntad,
» con la que se peca y se vive bien ». porque esta no se dirige hacia el mismo
Conclusión. El pecado está en la vo- bajo la razón de mal: m a s , por cuanto
luntad como en sujeto, al modo que todo hay mal que es aparentemente b i e n , por
492 CUESTIÓN L X X I V . — ARTÍCULOS I Y I I .

eso la voluntad apetece alguna vez alguu Por el contrario: el pecado se opone
m a l , y conforme á esto el pecado está en á la virtud, y las cosas contrarias versan
la voluntad. acerca de una misma. Siendo empero
A l 2.° que, si el defecto de la virtud otras fuerzas del alma ademas de la vo-
aprensiva de ningún modo dependiese luntad sujetos de las virtudes, como se
de la voluntad, no habría pecado ni en ha diebo ( C . 5 6 ) ; sigúese que la volun-
la voluntad ni en la virtud aprensiva, tad no es sujeto único del pecado.
como se ve en los que tienen ignorancia Conclusión. No solamente la voluntad
invencible : y de aquí resulta que aun puede ser sujeto del pecado [ 1 ] , sino
el defecto de la virtud aprensiva, sub- también todas aquellas potencias, que
ordinado á la voluntad, se repute por pueden 6 ser movidas á sus propios actos,
pecado. ó retraídas de por ellos por la voluntad;
A l 3.° que aquella razón procede en y así [ 2 ] las potencias, que son princi-
las causas eficientes, cuyas acciones pa- pio de los actos voluntarios, elidios ó
san á la materia esterior, y que no se imperados, son sujetos de los hábitos mo-
m u e v e n , sino (que mueven) otras cosas: rales, buenos ó 'malos.
y lo contrario está en la voluntad; por Responderemos q u e , como se ve por
lo que el argumento no es concluyente. lo dicho (a. 1), todo lo que es principio
del acto voluntario, es sujeto del pecado;
A R T Í C U L O I I . — La voluntad sola es su- empero se llaman actos voluntarios, no
jeto del pecado ? (1) solo los que son emitidos por la voluntad,
sino también los imperados por e l l a , se-
1.° Parece que sola la voluntad es su- gún lo espuesto ( C . 6, a. 4 ) , tratándose
jeto del pecado: porque dice San A g u s - de lo voluntario; de donde se sigue que
tín en el Libro D e las dos almas (c. 10) no solo'la voluntad puede ser sujeto del
que « no se peca sino con la voluntad ». pecado, sino todas aquellas potencias, que
E s así que el pecado está como en sujeto pueden ser movidas á sus actos propios
en la potencia con que se peca. L u e g o ó reprimidas de ellos por la voluntad;]/
sola la voluntad es sujeto del pecado. también las mismas potencias son sujetos
2.° E l pecado es cierto mal contra la de los hábitos morales buenos ó malos:
rázon (2). P e r o el bien y el mal perte- porque de lo mismo es propio el acto y
neciente á la razón es objeto de sola la el hábito (3).
voluntad. L u e g o sola la voluntad es su- A l argumento 1.° diremos, que no se
jeto del pecado. peca sino con voluntad, como primer mo-
3.° Todo pecado es un acto volunta- tor ; mas con las otras potencias se peca,
rio: porque, como dice San Agustín ( D e como movidas por ella ( 4 ) .
lib. arb; 1. 3 , c. 1 8 , implic. pero espresa- A l 2.° que el bien y el mal pertenecen
mente de vera relig. c. 14), « el pecado á la voluntad como per se objetos de la
j> de tal suerte es voluntario q u e , si no misma; pero las otras potencias tienen
y> es voluntario, no es pecado ». P e r o los algún bien y mal determinado, por cuya
actos de otras fuerzas no son voluntarios, razón puede haber en ellas virtud y vicio
sino en cuanto aquellas fuerzas son m o - y pecado, según que participan de la vo-
vidas por la v o l u n t a d ; y esto no basta luntad y de la razón.
para que sean sujeto de pecados, porque A l 3.° que los miembros del cuerpo no
según esto aun los miembros esteriores, son principios de los actos, sino solamente
que son movidos por la v o l u n t a d , serían órganos; por lo que también se compa-
sujeto del pecado: lo cual es evidente- ran al alma, que los mueve, como el sier-
mente falso. L u e g o sola la voluntad es vo, que es movido á obrar y no obra. Pero
sujeto del pecado. las potencias apetitivas interiores se com-

(i) Lo es también al apetito sensitivo, incluyéndose en él que el acto, y viceversa ; lo propio debe decirse del hábito,
lo concupiscible y lo irascible. principio inmediato y próximo del acto, toda vez que por él
(2). Bajo el punto de vista únicamente filosófico ; pues en es informada y perfeccionada la potencia para emitir el acto.
el concepto teológico es también contrario á la ley de Dios, (4) Según esto el pecado está en la voluntad, no como en
según ya queda espuesto (C. 71, a. 0). sujeto, sino como en su causa, según el mismo Santo Doctor
(3) Porque, así como la potencia es el principio intrínseco dice ospresa y literalmente (De ditt. 1. 2 , dtst, 24, Ci 3, a. 3,
del acto mismo , y de consiguiente compete al mismo sujeto al 2.» j y De veril. C 15, a. 3, al 3.°).
CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S II Y III. 493

paran á la razón como libres, porque en dicho (a. 2 y 3 ) , puede hallarse pecado
cierto modo obran y son impulsadas á en cualquier potencia, cuyo acto puede
obrar, como se ve por lo que se dice ser voluntario y desordenado, en lo cual
(Polit. 1. 1, c. 3). Ademas los actos de consiste la razón de pecado. Siendo pues
los miembros esteriores son acciones, que manifiesto que el acto de la sensualidad
pasan á la materia esterior, como se ve puede ser voluntario, en cuanto la sen-
por la percusión en el pecado de homici- sualidad ó el apetito sensitivo natural-
dio: y por tanto no hay razón de ana- mente puede ser movida por la voluntad;
logía. dedúcese que en la sensualidad puede
haber pecado.
ARTÍCULO I I I . — P u e d e haber pecado A l argumento 1.° diremos, que algunas
cu la s e n s u a l i d a d ? (1) fuerzas de la parte sensitiva, aunque nos
son comunes con los brutos, tienen sin
1.° Parece que en la sensualidad no embargo en nosotros alguna escelencia,
puede haber pecado: porque el pecado por hallarse asociadas á la razón; así
es propio del hombre, que es alabado ó como nosotros con preferencia á otros
vituperado según sus actos ; mas la sen- animales tenemos en la parte sensitiva la
sualidad nos es común con los brutos. cogitativa (2) y la reminiscencia, según
Luego en la sensualidad no puede haber en la Parte 1. se ha dicho ( C . 78 a. 4 ) : a

pecado. y de este modo'también el apetito sensi-


2.° ce Nadie peca en aquello, que evitar tivo tiene en nosotros con preferencia á
» no puede » , como dice San Agustín otros animales cierta escelencia, cual es
(De lib. arb. 1. 3, c. 18). E s así que el la natural aptitud para obedecer á la ra-
hombre no puede evitar que el acto de zón ; y en cuanto á esto puede ser prin-
la sensualidad sea desordenado; porque cipio del acto voluntario, y por consi-
' « es la sensualidad de perpetua corrup- guiente sujeto del pecado.
»cion, mientras vivimos en esta vida A l 2.° que la perpetua corrupción de
x> mortal, por lo que se simboliza en la la sensualidad debe entenderse en cuanto
» serpiente», como dice San Agustín al f ó m e s , que jamás se quita totalmente
(De Trin. 1. 12, c. 12 y 13). L u e g o el en esta vida ; porque el pecado original
desorden del movimiento de la sensuali- pasa en cuanto al reato , y persevera en
dad no es pecado. acto. Empero tal corrupción del incentivo
3.° A q u e l l o , que el hombre mismo no no impide que el hombre con racional v o -
hace, no se le imputa á pecado. E s así luntad pueda reprimir cada uno de los
« que parece que solo obramos nosotros movimientos desordenados de la sensua-
» mismos, lo que hacemos con delibera- lidad , si los presiente ; por ejemplo, dis-
» cion de la razón », como dice Aristóte- trayendo el pensamiento en otras cosas:
les (Ethic. 1. 9, c. 8). L u e g o el movi- pero , mientras el hombre dirige su pen-
miento de la sensualidad, que es sin de- samiento hacia otro o b j e t o , puede tam-
liberación de la r a z ó n , no se imputa al bién acerca de aquello surgir algún m o -
hombre á pecado. vimiento desordenado ; como cuando di-
Por el contrario, se dice (Rom. 7 , 1 9 ) : rige su pensamiento de las delectaciones
porque lo bueno, que quiero, esto no lo de la carne, deseoso de evitar los movi-
hago¡ mas lo malo, que no quiero, esto mientos de la concupiscencia, á la espe-
hago; lo cual espone San Agustín (Cont. culación de la ciencia, surge á veces al-
Julián. 1. 3, c. 2 6 ; y de vérb. Apost. g ú n movimiento impremeditado de vana-
serm. 12," c. 2 y 3 ) , refiriéndolo al mal gloria ; y así no puede el hombre evitar
de la concupiscencia, que consta ser cierto todos estos movimientos por la corrupción
movimiento de la sensualidad. L u e g o en predicha. Mas basta solamente para la
la sensualidad hay algún pecado. razón de pecado voluntario que pueda
Conclusión. En la sensualidad puede evitar todos y cada uno de ellos.
haber pecado. A l 3.° que lo que hace el hombre sin
Responderemos que, como antes se ha deliberación de la r a z ó n , no lo ejecuta
(1) Entiéndase aquí por sensualidad el apetito sensitivo en Véanse allí las notas 1, 2 y 4 de la pág. 657, T. 1.°
conformidad con lo espuesto en la C. 81, a. I, do la P. 1. (2) Véaso la C 78, a. 4, do la 1." P., T. l.° pág. 632.
494 CUESTIÓN LXXIV.—ARTÍCULOS III Y IV.

perfectamente él mismo: porque ninguna de hallarse en la sensualidad, sino sola-


parte toma en ello lo que es lo principal mente en la razón.
en el hombre, no siendo por lo mismo acto Responderemos q u e , así como el des-
perfectamente humano; y por consiguien- orden corrompiendo el principio de la
te no puede ser perfecto acto de virtud ó vida corporal causa la muerte corporal,
de pecado, sino algo imperfecto en el g é - del mismo modo también el desorden cor-
nero de estos. A s í que tal movimiento de ruptor del principio de la vida espiritual,
la sensualidad, que previene á la razón, que es el último fin, causa la muerte es-
es pecado v e n i a l , porque es cierta cosa piritual del pecado m o r t a l , como se ha
imperfecta en el género de pecado. dicho ( C . 1 2 , a. 5 ) . M a s el ordenar algo
á su fin no es propio de la sensualidad,
sino solo de la razón ; y la desviación del
ARTÍCULO I V . — P u e d e u a b c r pecado fin no compete sino al mismo que ordena
mortal e n l a s e n s u a l i d a d ? al fin : por consiguiente el pecado mortal
no puede hallarse en la sensualidad, sino
1.° Parece que en la sensualidad puede solo en la razón.
haber pecado mortal : porque el acto s e A l argumento 1.° diremos, que el acto
conoce por el objeto; y acerca de los ob- de la sensualidad puede concurrir al pe-
jetos de la sensualidad acontece pecar cado mortal; y no obstante el acto del
mortalmente, así como respecto de los pecado mortal no es precisamente por ra-
deleitables de la carne. L u e g o el acto de dicar en la sensualidad, sino por la inter-
la sensualidad puede ser pecado mortal; vención de la r a z ó n , de la que es propio
y así e n la sensualidad se halla pecado ordenar al fin : y por tanto el pecado
mortal. mortal no se atribuye á la sensualidad,
2.° E l pecado mortal es contrario á la sino á la razón ( 2 ) .
virtud ( 1 ) . E s así que la virtud puede A l 2.° que el acto de la virtud no se
hallarse en la sensualidad; porque la tem- perfecciona solo por ser propio de la sen-
planza y la fortaleza son virtudes de las sualidad , sino más bien por lo que com-
partes irracionales, como dice Aristóteles pete á la razón y voluntad , de la que es
(Ethic. 1. 3 , c. 1 0 ) . L u e g o en la sensua- propio elegir ; porque el acto de virtud
lidad puede haber pecado mortal, puesto moral no se verifica sin elección : por lo
que los contrarios versan naturalmente que siempre al acto de la virtud moral,
sobre un mismo objeto. que perfecciona la fuerza apetitiva, acom-
3.° E l pecado venial es disposición para paña también el acto de la prudencia, que
el mortal ; y l a disposición y el hábito perfecciona la facultad racional: y lo
están en un mismo (sujeto). Estando mismo sucede respecto del pecado mor-
pues el pecado venial en la sensualidad, tal, como se h a dicho (al 1. )
a

como se ha dicho ( a . 3 , al 3.°), también A l 3.° que la disposición se refiere de


el pecado mortal puede hallarse en la tres maneras á aquello, á que dispone:
misma. porque unas veces es la misma y en uno
Por e l c o n t r a r i o , dice San A g u s t í n m i s m o , como la ciencia incoada se dice
(Ketract. 1. 1 , c. 23 ) y la Grlosa ordi- ser disposición para la ciencia perfecta;
naria sobre aquello, mas yo soy camal otras está en uno mismo, pero no es la
( R o m . 7 ) : « e l movimiento desordenado misma , como el calor es disposición á la
» de la concupiscencia, que es pecado de forma de fuego ; y otras ni es la misma ni
» sensualidad, puede hallarse también en está en uno m i s m o , cual sucede en las
» l o s que están en gracia » , en los que cosas que tienen orden entre s í , de modo
sin embargo no se halla pecado mortal. que de una se llega á otra , como la bon-
L u e g o el movimiento desordenado de la dad de la imaginación es disposición para
sensualidad no es pecado mortal. la ciencia , que está en el entendimiento:
Conclusión. El pecado mortal no pue- y de este modo el pecado venial, que está

(1) Filosófica y moralmente hablando; que teológicamente pecados mortales según la doctrina aquí sentada, requiérese
y según la fe católica se opone también á la gracia, según se al efecto que la razón se aperciba ó haya podido apercibirse de
hace constar (3." P., C. 86, a. 3). ellos.
(2) Aunque los movimientos de la sensualidad pueden ser
CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULOS IV, V Y V I . 495

en la sensualidad, puede ser disposición rancia ó error acerca de lo que puede y


para el pecado mortal, que está en la debe saber; y 2.° cuando ó impera ó
razón. también no reprime después de la delibe-
ración los actos desordenados de las fuer-
A R T Í C U L O V. — P u e d e h a l l a r s e el pe- zas inferiores.
cado e n l a razón ? A l argumento 1.° diremos, que aquella
razón procede del defecto de la razón, que
l.° Parece que el pecado no puede ha- pertenece al acto propio respecto del pro-
llarse en la razón : porque el pecado de pio objeto; y esto cuando es defecto del
cada potencia es algún defecto de la mis- conocimiento de lo que no puede uno sa-
ma ; y el defecto de razón no es pecado, ber, pues en tal caso ese defecto de razón
antes bien escusa de pecado, pues ( 1 ) la no es p e c a d o , sino que escusa de pecado,
ignorancia escusa de pecado. L u e g o en como se ve en los actos ejecutados por
la razón no puede haber pecado. dementes. M a s , si h a y falta de razón
2.° E l primer sujeto del pecado es la acerca de lo que el hombre puede y debe
voluntad, como se ha dicho (a. 1 ) . E s así saber, no se escusa el hombre enteramente
que la razón precede á la voluntad, puesto de pecado ( sino que el mismo defecto se
que es directiva de la misma. L u e g o el le imputa á pecado) (3) ; pero el defecto,
pecado no puede hallarse en la razón. que está solo en dirigir las otras fuerzas,
3.° N o puede darse pecado sino acer- siempre se le imputa á p e c a d o , porque
ca de aquellas cosas, que están en nos- puede subsanar este defecto por el acto
otros ( 2 ) . E s así que la perfección y la propio.
falta de razón no son de aquellas cosas, A l 2.° q u e , como antes se ha dicho
que están en nosotros; porque h a y algu- (C. 1 7 , a. 1 ) tratando de los actos de la
uos, que son naturalmente faltos de razón voluntad y de la r a z ó n , la voluntad en
ó bien dotados de ella. L u e g o en la razón cierto modo mueve y precede á la razón,
no hay pecado. y la razón en alguna manera á la volun-
Por el contrario, San Agustín ( D e tad ; por lo que el movimiento de la v o -
Trin. 1. 1 2 , c. 1 2 ) dice que el pecado luntad puede llamarse racional, y el acto
está en la razón inferior y en la razón de la razón puede llamarse voluntario.
superior. Conforme á esto en la razón se halla p e -
Conclusión. Puede haber pecado en la cado, ó según que su defecto es volunta-
razón, ya ignorando lo que puede y debe rio, ó según que la razón es principio del
saberse , ya imperando ó no reprimiendo acto de la voluntad.
deliberadamente los actos desordenados A l 3.° es evidente la solución por lo
de las potencias inferiores. dicho (al 1.°)
Responderemos, que el pecado de cada
potencia consiste en el acto de la misma, A R T Í C U L O V I . — El pecado de l a d e l e c -
como se ve por lo dicho ( a . 1 , 2 y 3 ) ; tación morosa e s t á e n la razón ? (4)
mas la razón tiene dos actos : 1.° en sí
misma por comparación á su propio ob- 1.° Parece que el pecado de la delec-
jeto , que es conocer alguna cosa verda- tación morosa no está en la razón: porque
dera ; y 2.° en cuanto es directiva de las la delectación implica el movimiento de
otras fuerzas. De ambos modos pues la potencia apetitiva, como se ha dicho
puede haber pecado en la razón : 1° en ( C . 3 1 , a. 1 ) ; y esta se distingue de la
cuanto yerra en el conocimiento de lo r a z ó n , que es potencia aprensiva. L u e g o
verdadero, lo cual ciertamente se le impu- la delectación morosa no está en la razón.
ta entonces á pecado, cuando tiene igno- 2.° P o r los objetos puede conocerse á

(1) En la C. 76, a. 3 y 4 , pueden verse los casos, en que la concurren la razón ilustrando é intimando y la voluntad im-
ignorancia escusa parcial ó totalmente de pecar. perando ó ejecutando.
12} En nuestro arbitrio, ó que dependen de él, de manera (4) En la solución al 3.°se esplica suficientemente el ver-
que podemos libremente optar por ellas ó sus contrarias res- dadero concepto de la delectación morosa, consistente en de-
pectivamente. leitarse (aunque solo sea momentáneamente) en el placer
(3) De donde se infiere que el ser la* razón susceptible de anejo á algún acto pecaminoso, aun cuando no se consienta
pecado debe entenderse en combinación con la voluntad ; en el acto mismo.
dado que no puede haber pecado sin acto voluntario, al cual
496 CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S VI Y V I I .

qué potencia pertenece el a c t o , por el esto se dice que el pecado de la delec-


que la potencia se ordena al objeto ( 1 ) . tación morosa está en la razón.
E s así q u e l a delectación algunas veces A l argumento 1.° diremos, que la de-
es morosa acerca de los bienes sensibles, lectación está ciertamente en la fuerza
y no acerca de los bienes de la razón. apetitiva como en su principio próximo ;
L u e g o el pecado de la delectación m o - pero en la razón está como en su primer
rosa no está en la razón. motivo, conforme á lo que arriba se ha
3.° U n a cosa se dice morosa por l a dicho (a. 1 ) , que las acciones, que no
duración del tiempo; la que por cierto no pasan á la materia esterior, están como
es razón, para que un acto pertenezca á en sujeto en sus principios.
alguna potencia. L u e g o la delectación A l 2.° que la razón tiene acto propio
morosa no pertenece á la razón. elícito acerca del propio objeto; pero tiene
Por el c o n t r a r i o , dice San Agustín dirección acerca de todos los objetos de
( D e Trin. 1. 12, c. 12) : ce el consen- las fuerzas inferiores, que pueden ser di-
» timiento en la tentación, si se limita á rigidas por la razón ; y según esto tam-
» solo el pensamiento de la delectación, bién la delectación acerca de los objetos
» creo que debe considerarse como si sola sensibles pertenece á la razón.
» l a mujer hubiera comido el alimento A l 3.° que la delectación se llama mo-
» v e d a d o » ; y por la mujer se entiende la rosa, no por la demora del tiempo, sino
razón inferior, como el mismo espone porque la razón deliberando se detie-
(ibid). L u e g o el pecado de la delectación ne en ella, y sin embargo no la recha-
morosa está en la razón. z a , « reteniendo con insistencia y gusto-
Conclusión. El pecado de la delecta- » sámente lo que ha debido rechazarse, tan
ción morosa está en la razón bajo el do- » luego como afectara al ánimo » , según
ble concepto de no dirigir conveniente- dice San Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 12).
mente las pasiones, ya imperando los
actos de la ilícitas, ya no reprimiendo A R T Í C U L O V I L — ¿El pecado d e con-
sus movimientos desordenados. sentimiento e n e l acto e s t á e n l a razón su-
Responderemos q u e , como y a se h a perior? (2)
dicho (a. 5 ) , el pecado puede estar en la
razón, no solo en cuanto al propio acto de 1.° Parece que el pecado de consenti-
la misma, sino también alguna vez en miento en el acto no está en la razón
cuanto es directiva de los actos humanos. superior : porque consentir es acto de la
E m p e r o es manifiesto que la razou no potencia apetitiva, como se ha manifes-
solamente es directiva de los actos este- tado ( C . 1 5 , a. 1 ) ; y la razón es fuerza
riores, sino también de las pasiones inte- aprensiva. L u e g o el pecado de consen-
riores ; y por lo tanto, cuando falta la timiento en el acto no está en la razón
razón en la dirección de las pasiones in- superior.
teriores, se dice que h a y pecado en l a 2.° La.razón superior se dirige á obser-
razón, como también cuando falta en la var y consultar las razones eternas, como
dirección de los actos esteriores. E n la dice San Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 7).
dirección de las pasiones interiores falta E s así que algunas veces se consiente en
de dos modos : 1.° cuando impera pasio- un acto, sin consultar las razones eternas;
nes ilícitas, como si el hombre por deli- porque no siempre piensa el hombre acer-
beración escita en sí mismo el movimiento ca de las cosas divinas, cuando consiente
de la ira ó de la concupiscencia; 2.° cuan- en algún acto. L u e g o el pecado de con-
do no reprime el movimiento ilícito de la sentimiento en el acto no siempre está en
pasión, como si u n o , después de haber la razón superior.
deliberado que el movimiento de la pasión 3.° A s í como por las razones eternas
es desordenado, se detiene no obstante puede el hombre regular los actos este-
acerca de él y no lo r e c h a z a : y según riores, así también las delectaciones inte-

(IJ El acto es medio entre la potencia y su objeto, al cual gina 647. El sentido de la pregunta viene a ser el siguiente :
no llega sino mediante él, que es lo que significa la frase « or- ¿el pecado consistente en un acto pecaminoso es imputable a
» denarse la potencia al objeto mediante el acto». ta voluntad dirigidaóque debiera serlo por la razón superior,
(2) Véase en el T. 1." el a. 0, de la C. 79, y su nota 1, pi- por el hecho de prestar su consentimiento?
CUESTIÓN LXXIV. — A R T Í C U L O V I I .

riores ú otras pasiones. P e r o ce el con- lativas que el último dictamen acerca de


» sentimiento en la delectación sin la de- alguna proposición se da por resolución á
»cisión de consumarlo con la obra, los primeros principios; porque, mientras
» pertenece á la razón inferior » , como subsiste algún principio más a l t o , aun
dice San Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 12). por el mismo puede examinarse lo que se
Luego también el consentimiento en el cuestiona, quedando entre tanto suspenso
acto del pecado debe atribuirse á veces el juicio, como no dada todavía la sen-
á la razón inferior. tencia final ( 3 ) . Empero es manifiesto
4.° A s í como la razón superior escede que los actos humanos pueden regularse
á la inferior, del mismo modo la razón por la regla de la razón humana (4), que
escede á la fuerza imaginativa. E s así se toma de las cosas creadas, que natu-
que algunas veces procede el bombre al ralmente conoce el hombre ; y ademas
acto por la aprensión de la virtud ima- por la regla de la ley divina, como se h a di-
ginativa sin ninguna deliberación de la cho ( C . 19, a. 4). D e donde se sigue que,
razón, como cuando uno impremeditada- siendo la regla de la l e y divina la supe-
mente mueve la mano ó el pie. L u e g o rior, es consiguiente que la última sen-
también alguna vez puede la razón infe- tencia, por la que definitivamente se ter-
rior consentir en el acto de pecado sin la mina el juicio, pertenece á la razón s u -
razón superior. perior, que mira á las razones eternas.
Por el contrario, dice San Agustín M a s , como ocurre juzgar de muchas c o -
( D e Trin. 1. 12, c. 12): « s i en el con- sas, el juicio definitivo recae sobre la ú l -
» sentimiento de usar mal de las cosas, tima de ellas, que en los actos humanos
» que por el sentido del cuerpo se perci- es el mismo acto ; siendo su preámbulo
»ben, de tal modo se decreta cualquier la misma delectación, que induce al acto.
» pecado que, si se puede, se llevará á A s í que á la razón superior pertenece
» cabo con el cuerpo ( 1 ) , debe entenderse propiamente el consentimiento en el acto ;
» que la mujer dio á su marido el man- y á la razón inferior, porque tiene juicio
ejar vedado » , y por el hombre se signi- inferior, pertenece el juicio preambular,
fica la razón superior. L u e g o á la razón que versa acerca de la delectación: aun-
superior pertenece consentir en el acto que también sobre la delectación puede
dei pecado. juzgar la razón superior ; porque todo
cuanto se subordina al juicio de la infe-
Conclusión. A la razón superior per-
rior, está sometido también al juicio de la
tenece propiamente el consentimiento en
superior, pero no al contrario.
el acto ; mas á la razón inferior el con-
sentimiento en la delectación, que solo es A l argumento 1.° diremos, que el con-
preámbulo incitativo al acto. sentir es acto de la virtud apetitiva, no
Responderemos, que el consentimiento absolutamente, sino como consecuencia
importa cierto juicio acerca de aquello, del acto de la razón que delibera y juzga,
en que se consiente : porque, así como la como antes se ha dicho (C. 15, a. 3) :
razón especulativa j u z g a y falla sobre lo pues lo que consuma el consentimiento es
inteligible, así la razón practica juzga y que la voluntad tiende hacia lo que está
falla sobre lo operable. M a s hay que y a juzgado por la r a z ó n ; por lo que el
considerar que en todo juicio el último consentimiento puede atribuirse tanto á
fallo pertenece al supremo tribunal (2), la voluntad como á la razón (5).
como vemos también en las cosas especu- A l 2.° q u e , por el hecho mismo de no

(1) Nicolai propone la sustitución de corporc por opere, no (3) Que es lo que en el lenguaje jurídico hoy corriente suele
sin advertir que en los diversos ejemplares de la citada obra llamarse recurso de apelación ó alzada; de manera que ínterin
de San Agustín se lee constantemente corpore, con el desig- queda aún algún tribunal superior al que ya ha dictado su
nio sin duda (dice) de hacer notar la antítesis entre la sensa- sentencia, la causa en cuestión, sea civil ó criminal, no es
ción corpórea y el consentimiento del alma en lo concerniente cosa juzgada ; así como en lo literario y concerniente al len-
á las delectaciones sentidas en el cuerpo y consentidas por el guaje dice Horacio (Epist. ad Pissones J que el juez supremo é.
alma. inapelable es el uso, quem penes arbílrium est ct jus el normre
(2) Judicalorium, que según su etimología griega significa loquendi, y en otra parte á un propósito análogo adlmc sub j«-
propiamente el sitio, donde se deciden las causas judiciales ; dice lis est.
pero Platón y Plutarco designan también por la misma voz la (4) Véase la nota 2, pág. 142.
autoridad judicial ó la persona misma del magistrado ó juez, (5) Aunque más propia y formalmente á la voluntad que á
en cuya acepción misma la emplea también frecuentemente la razón, según lo espueslo (C. 15, a. 1).
como aquí el Doctor Angélico.
SUMA TEOLÓGICA.'—TOMO II. 32
498 CUESTIÓN LXXIV. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.

dirigir la razón superior los actos huma- ARTÍCULO V I I I . — E I consentimiento


nos según la ley divina, impidiendo el en la delectación es pecado mortal ? (4)
acto del pecado, se dice que la misma
consiente, piense ó no en la ley eterna : 1.° Parece que el consentimiento en
porque, cuando piensa en la ley de D i o s , la delectación no es pecado mortal : por-
la desprecia con (1) a c t o , y cuando no que el consentir en la delectación perte-
piensa en ella, la menosprecia á manera tenece á la razón inferior, á la que in-
de cierta omisión. A s í que de todos m o - cumbe fijarse en las razones eternas ó en
dos el consentimiento en el acto de pecado la ley divina, y por consiguiente no apar-
procede de la razón superior; pues, como tarse de ellas. E s así que todo pecado
dice San Agustín ( D e Trin. 1. 12, c. 12), mortal se verifica por el alejamiento de
« n o puede el pecado decretarse en la la ley divina, como se ve por la definición
» mente para ser perpetrado eficazmente, del pecado mortal dada por San Agustín,
» sin que aquella intención de la mente, y ya antes consignada (C. 7 1 , a. 6) (5).
» en cuya suma potestad está el mover L u e g o el consentimiento en la delecta-
» los miembros á la obra (2) ó retraerlos ción no es pecado mortal.
» de ella, ceda ó sirva á la mala acción ». 2.° E l consentir en algo no es malo,
A l 3.° que la razón superior por la sino por serlo de suyo aquello, en que se
consideración de la ley eterna así como consiente. Pero « aquello, por lo que cada
puede dirigir ó cohibir el acto esterior, » cosa es, es más », ó siquiera no es menos.
así también la delectación interior : no L u e g o aquello, en que se consiente, no
obstante, antes de llegar al juicio de la puede ser menos malo que el consenti-
razón superior, inmediatamente que la miento : y, pues la delectación sin la obra
sensualidad propone la delectación, la no es pecado mortal, tampoco lo es el
razón inferior deliberando por razones consentimiento en la delectación.
temporales acepta algunas veces seme- 3.° L a s delectaciones difieren en bon-
jante delectación; y entonces el consen- dad y malicia según la diferencia de las
timiento en ella pertenece á la razón in- operaciones, como diceAristóteles (Ethic.
ferior (3). M a s , sí, aun consideradas las 1. 10, c. 4 y 5). Mas una operación
razones eternas, el hombre persevera en es el pensamiento interior y otra dife-
el mismo consentimiento; tal consenti- rente el acto esterior, como el de la
miento pertenecerá ya á la razón superior. fornicación. L u e g o la delectación con-
A l 4.°, que l a aprensión de la virtud siguiente al acto del pensamiento in-
imaginativa es súbita y sin deliberación; terior se diferencia tanto de la delecta-
y por tanto puede causar algún acto, ción de la fornicación en bondad ó mali-
antes que la razón superior ó aun la infe- cia, cuanto se diferencian el pensamiento
rior también tenga tiempo de deliberar. interior y el acto esterior; y por consi-
P e r o el juicio de la razón inferior se guiente también del mismo modo se dife-
verifica con deliberación y necesita de rencia el consentir en lo uno y lo otro. No
siendo pues el pensamiento interior pecado
tiempo, en el cual también la razón su-
mortal, no lo es el consentimiento en el
perior puede deliberar; resultando de
pensamiento ( 6 ) , y consiguientemente ni
aquí q u e , si no se abstiene del acto del
el consentimiento en la delectación.
pecado por su deliberación, con razón
se le imputará. 4.° E l acto esterior de la fornicación ó
fl) Con un acto positivo y como por pecado de comisión en error de los begardos, quienes enseñaban que « el coito car-
cierto modo. anal, habido á impulsos de una ardiente pasión libidinosa,
(2) Contando siempre con el divino auxilio de la gracia su- » no es pecado mortal » ; pues, si lo es la sola delectación con-
ficiente por lo menos, y que se haría eficaz como en recom- sentida ó aceptada, claro es que con mayor razón el acto mis-
pensa de su fiel cooperación ; pues sin él frecuentemente ó mo tendrá el carácter moral de gravemente pecaminoso.
las más veces acaso se hallaría impotente para la obra buena (5) Aunque la definición aludida la da como del pecado en
ó la represión de los movimientos apetitivos inferiores; y por general, debe no obstante sobreentenderse del mortal, único
otra parte nunca le faltará, si no se hace indigna de él por que con toda propiedad puede decirse es contra la ley divina;
su negligencia. V. C. 112, a. 3. siendo más bien el venial fuera de ella que contrario, como se
(3) Degenerando empero y como haciendo traición á su pro- colige quiso significar en aquel y otros lugares de sus obras
pio oficio, y desmereciendo por lo mismo el carácter é influjo (Delib. arb. 1. 1, c. IB ; y Qq. 1. 83, q. 30).
de razón superior ; si bien ese consentimiento nunca llega á (6) Ergo per comequens: Kicolai adiciona ergo nec delectan»,
ser pleno y perfecto, ni por lo tanto á la gravedad de pecado ei per consequem...; inserción, que no vemos adoptada en edi-
mortal. ción alguna ni aun de las posteriores á ella.
(4) Con la dootrina de este artículo refútase ú forliori el
CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O VIII. 499

del adulterio no es pecado mortal por siderar que, como toda delectación su-
razón de la delectación, que también se pone alguna operación (Ethic. 1. 10, c. 4 ) ,
halla en el acto matrimonial, sino por y ademas como toda delectación tiene
razón del desorden del mismo acto : mas algún objeto ; cualquiera delectación pue-
el que consiente en la delectación, no por de relacionarse con dos cosas : la opera-
esto consiente en el desorden del acto; y ción á que sigue, y el objeto en que uno
por lo mismo no parece pecar mortal- se deleita. Pero sucede que alguna ope-
mente. ración es objeto de delectación, como lo
5.° E l pecado de homicidio es más es cualquiera otra cosa ; porque la misma
grave que el de simple fornicación ; y sin operación puede tomarse como bien y fin,
embargo el consentir en la delectación en que uno repose deleitándose; y algu-
aneja al pensamiento del homicidio no es nas veces la misma operación causante
pecado mortal. L u e g o mucho menos lo de la delectación es objeto de estas, en
es el consentir en la delectación consi- cuanto la fuerza apetitiva, de la que es
guiente al pensamiento de la fornicación. propio deleitarse, se refleja en la misma
6." L a oración dominical se dice cada operación como en cierto bien, por ejem-
dia para la remisión de los veniales, como plo , cuando uno piensa y se deleita en lo
dice San Agustín (Enchir. c. 7 8 ) ; quien mismo que está pensando, en cuanto su
por otra parte enseña que el consenti- pensamiento le place; pero otras veces la
miento en la delectación debe abolirse delectación consiguiente á una operación,
por medio de la oración dominical, pues como algún pensamiento, tiene por objeto
dice ( D e Trin. 1. 1 2 , c. 12) que « esto es otra operación como cosa pensada ; y en-
» mucho menos pecado que el decidir po- tonces tal delectación procede de la in-
» nerlo por obra, y por tanto debe pedirse clinación del apetito, no ciertamente al
» perdón también de tales pensamientos pensamiento, sino á la operación pensada.
2> y herir nuestro pecho, diciendo : per- A s í pues u n o , que piensa en la fornica-
» dónanos nuestras deudas ». L u e g o el ción, puede deleitarse en dos cosas : en
consentimiento en la delectación es pe- el pensamiento mismo, y en la misma
cado venial. fornicación meditada. Empero la delecta-
ción acerca del pensamiento mismo sigue
Por el contrario, San Agustín poco
la inclinación del afecto hacia el mismo
después añade : « todo el hombre se con-
pensamiento ; y este no es de suyo pecado
» denará, á no ser que estos que sin vo-
mortal, sino que unas veces es tan solo
»luutad de obrarlos pero con voluntad
venial, como cuando piensa uno inútil-
» de deleitar el ánimo en ellos se advierte
mente en él; y otras no es pecado al-
» que son pecados de solo pensamiento,
guno, como si uno piensa en ello con
j> sean perdonados por la gracia del M e -
utilidad, por ejemplo, proponiéndose pre-
» diador ». Ninguno empero es condenado
dicar ó cuestionar sobre ello : y con-
sino por el pecado mortal. L u e g o el con-
siguientemente la afección y delectación,
sentimiento en la delectación es pecado
que de este modo versan acerca del pen-
mortal.
samiento de la fornicación, no son del
Conclusión. El consentimiento en la género de pecado mortal, sino unas veces
delectación sobre el pensamiento [ 1 ] como pecado venial y otras ninguno ; por lo que
objeto ó fin, en que uno se detiene con ni el consentimiento en tal delectación es
deleite, no es pecado mortal, sino á ve- pecado mortal: y en cuanto á esto la
ces venial ó nulo ; pero [ 2 ] el consenti- primera opinión tiene verdad. Mas el que
miento en la delectación de la cosa pen- uno pensando en la fornicación se deleite
sada, siendo esta en sí de pecado mortal, en el mismo acto pensado, proviene de
lo es asimismo grave. que su afección está inchnada hacia este
Responderemos, que acerca de esto acto : y por lo mismo el que uno con-
opinaron algunos con diversidad : porque sienta en tal delectación, no es otra cosa
unos dijeron que el consentimiento en la que consentir el mismo en que su afecto
delectación no es pecado mortal, sino tan se halle inclinado á la fornicación ( 1 ) ;
solo venial; mas otros dijeron que es pe-
cado mortal, y esta opinión es la más
(1) Esto es exacto, según observa TNicolai, no solo respecto
común y verosímil. Porque se ha de con- del pensamiento en un acto pecaminoso, que uno mismo haya
500 CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULOS VIII Y IX.

porque ninguno se deleita sino en aquello aunque no se determine el cumplirlo á


que es conforme á su apetito, y el que causa de la prohibición de algo superior,
uno por deliberación elija que su afecto de donde resulta desordenado el acto, y
se conforme con lo que de suyo es pecado por consiguiente que la delectación será
mortal, lo es así mismo. Por consiguiente desordenada.
tal consentimiento en la delectación del A l 5.° que aun el consentimiento en la
•pecado mortal, lo es, como establece la delectación, que procede de la compla-
segunda opinión ( 1 ) . cencia del acto del homicidio meditado,
A l argumento 1.° diremos que el con- es pecado mortal; pero no el consenti-
sentimiento en la delectación puede ser miento en la delectación, que procede de
no solo de la razón inferior, sí también la complacencia en el pensamiento sobre
de la superior, como se ba dicho (a. 7). el homicidio.
Y sin embargo la misma razón inferior A l 6.° que la oración dominical debe
puede apartarse de las razones eternas ; decirse, no solo contra los pecados venia-
porque, aunque no las contempla como les, sino también contra los mortales (2).
tomándolas por norma, lo que es propio
de la razón superior, las tiene en cuenta A R T Í C U L O I X . — ¿ P u e d e honor peca-
sin embargo, como regulada según ellas ; do venial en la razón s u p e r i o r , s e g ú n que es
y de este modo apartándose de ellas, directiva de l a s fuerzas Inferiores f
puede pecar mortalmente : porque aun 1.° Parece que en la razón superior no
los actos de las fuerzas inferiores, y tam- puede haber pecado venial, como direc-
bién los de los miembros esteriores, pue- tiva de las potencias inferiores, esto es,
den ser pecados mortales, por faltar el según que consiente en el acto de peca-
orden de la razón superior, que los regula do : porque dice San Agustín ( D e Trin.
conforme á las razones eternas. 1. 1 2 , c. 7) que « l a razón superior se
A l 2.°, que el consentimiento en el pe- » adhiere á las razones eternas » ; y el
c a d o , que es venial por su género, es pe- pecar mortalmente se verifica por el apar-
cado venial; y según esto puede afirmarse tamiento de las razones eternas. L u e g o
que el consentimiento en la delectación, parece que en la razón superior no puede
que versa acerca del mismo vano pensa- haber pecado, que no sea mortal.
miento de la fornicación, es pecado v e - 2.° L a razón superior es en la vida es-
nial. P e r o la. delectación, que hay en el piritual como principio, cual lo es el co-
mismo acto de la fornicación, es de su razón en la vida corporal. E s así que las
género pecado mortal; y el que antes enfermedades del corazón son mortales.
del consentimiento sea pecado venial so- L u e g o los pecados de la razón superior
lamente , se verifica per accidens, á son mortales.
saber, por la imperfección del a c t o ; la 3.° E l pecado venial se hace mortal, si
cual ciertamente queda destruida por el se comete por desprecio. P e r o no parece
consentimiento deliberado que sobreviene, que puede sin desprecio pecar uno aun
viniendo á ser por esto mismo pecado venialmente por deliberación. Siendo pues
mortal por su naturaleza. aneja al consentimiento de la razón su-
A l 3.° que aquella razón procede de la perior la deliberación de la ley divina,
delectación, que tiene por objeto el pen- parece que no puede existir sin pecado
samiento. mortal por el desprecio de la l e y divina.
A l 4.° que la delectación, que tiene por Por el contrario : el consentimiento en
objeto el acto esterior, no puede existir el acto de pecado pertenece á la razón
sin complacencia de este acto en sí mismo, superior ( 3 ) según lo espuesto (a. 7).

de cometer, sino aun del cometido por otro, si el deleite es (1) Que es la que constantemente y de acuerdo con los es-
producido por el pensamiento del acto mismo ; como si uno se colásticos tanto posteriores como más antiguos sostiene el
complace en la narración de un hurto ú homicidio ejecutado mismo Santo Tomás en diversos pasajes de sus ebras (De víalo,
por otro, por el hecho mismo de haberse realizado. Debe no C. 15, a. 2 ; De veril. C. 15, a. 4 ; Dlsl. 1. 2, dlst. 24, C 3, a. 1;
obstante distinguirse bien del acto pecaminoso el modo de y Quodl. 12, a. 34).
efectuarlo; porque bien puede uno sin pecado deleitarse en (2j Por más que, como advierte Silvio y es doctrina harto
la consideración de la industria ó habilidad puesta en juego sabida, no basta para obtener el perdón de ellos, como sí es
por el ladrón ó el homicida, desaprobando al propio tiempo el suficiente para el de los veniales.
homicidio y el hurto así ingeniosamente perpetrados, sin in- (3) Al menos el consentimiento pleno, deliberado y perfec-
currir por ello en culpabilidad alguna. to ; pues el imperfecto compete á la razón inferior.
CUESTIÓN L X X I V . — A R T Í C U L O S IX Y X . 501

E s así que el consentimiento en el acto desprecio de la l e y divina ( 3 ) , sino solo


de pecado venial es pecado venial. L u e g o cuando el pecado la contraría.
en la razón superior puede haber pecado
venial. A R T Í C U L O X . — P u e d e liancr pecado
Conclusión. Cuando la razón superior venial e n l a razón superior s e g ú n e l l a misma?
consiente en el acto de pecado venial, no
peca mortalmente, sino venialmente. l.° Parece que en la razón superior no
Responderemos q u e , como dice San puede haber pecado venial por sí misma,
Agustín ( D e Trin. 1.12 , c. 7 ) , « la razón esto e s , según que atiende á las razones
» superior se adhiere á las razones eter- eternas : porque el acto de la potencia no
B ñas, que se deben atender ó consultar »; se halla ser deficiente, sino por su actitud
atender, contemplando su verdad, y con- desordenada respecto de su objeto. E s
sultar, juzgando de otras cosas y orde- así que el objeto de la razón superior son
nándolas por las razones eternas, á lo cual las razones eternas, respecto de las que
pertenece que, deliberando por las razo- no puede desordenarse sin pecado mortal.
nes eternas, consiente en algún acto ó L u e g o en la razón superior no puede ha-
disiente de él. P e r o acontece que el des- ber pecado venial, según lo que es por sí
orden del a c t o , en que consiente, no es misma.
contrario á las razones eternas; porque 2.° Siendo la razón potencia delibera-
no se verifica con desvío del fin último, t i v a , el acto de la razón siempre es con
como las contraría el acto de pecado deliberación; y todo movimiento desor-
mortal, sino que es fuera de ellas, como denado en las cosas que son de Dios ( 4 ) ,
el acto de pecado venial ( 1 ) . D e donde si es con deliberación, es pecado mortal.
se sigue q u e , cuando la razón superior L u e g o en la razón superior según ella
consiente en acto de pecado venial, no se misma jamás h a y pecado venial.
aparta de las razones eternas ; por lo que 3.° A veces el pecado por subrepción
no peca mortal, sino venialmente. es pecado v e n i a l ; mas el pecado por de-
Y con esto es evidente la solución al liberación es pecado mortal, porque la
argumento 1.° razón que delibera recurre á algún bien
A l 2.° diremos, que la enfermedad del mayor, contra el que obrando el hombre
corazón es de dos clases : una que radica peca más gravemente; como cuando sobre
en la misma sustancia del corazón y al- el acto deleitable desordenado delibera la
tera su natural complexión, y tal enfer- razón, lo que es contra la l e y de Dios,
medad siempre es mortal; y otra que peca más gravemente consintiendo, que
proviene de algún desorden, y a de sus si solo considerase que es contra la vir-
movimientos, y a de alguna viscera inme- tud moral. E s así que la razón superior
diata á é l , y esta no siempre es mortal. no puede recurrir á cosa más alta que lo
Del mismo modo en la razón superior que es su objeto ( 5 ) . L u e g o , si el movi-
siempre el pecado es mortal, cuando se miento por subrepción no es pecado mor-
destruye totalmente la misma ordenación t a l , tampoco la deliberación que sobre-
de la razón superior al propio objeto, que viene hará que el mismo sea pecado mor-
son las razones eternas ( 2 ) ; mas, cuando tal : lo cual es falso. L u e g o en la razón
el desorden versa acerca de esto, no es superior según ella misma no puede ha-
pecado mortal, sino venial. ber pecado venial.
A l 3.° que el consentimiento delibe- Por el contrario: el movimiento su-
rado en el pecado no siempre arguye brepticio de infidelidad es pecado venial;

(1) Según lo espuesto en la nota 5, pág. 408; por cuanto no los cometidos contra sí mismo ó contra el prójimo: los cuales,
afecta á la sustancia misma de la ley divina oponiéndose di- por ser contrarios á la ley de Dios, le ofenden también, di-
rectamente á ella, sino solo al modo de observarla. ciéndose por lo mismo que le pertenecen.
(2) La edición áurea con alguna otra de las menos conoci- (o) Es decir, las razones eternas ó la ley divina, cuya sola
das pone rationis aiternw por rallones, que comunmente se lee consideración implica de suyo cierto desprecio de la misma
en casi todas de conformidad con el códice de Alcañiz. en el supuesto de obrar contra lo que ordena, dando por con-
(3) Por cuanto el pecado venial es susceptible de consenti- siguiente origen al pecado mortal por su directa transgresión
miento tal, que de ningún modo se le prestaría, si fuese ó infracción ; al paso que la simple violación del orden natu-
mortal. ral de la razón no arguye menosprecio directo de Dios ni de
(4) Ya lo sean directa é inmediatamente , como los pecados su eterna ley, ni por consiguiente tiene en sí la misma gra-
contra Dios mismo ; ya solo mediata ó indirectamente, como vedad.
502 CUESTIÓN LXXIV. — ARTÍCULO X .

y sin embargo pertenece á la razón s u - de se resiste, antes de tener tiempo para


perior según ella misma. L u e g o en la ra- deliberar que esto nos ha sido enseñado
zón superior puede haber pecado venial como de fe según la l e y divina. Mas, si
según ella misma. después de esta deliberación el movi-
Conclusión. La razón superior siem- miento de infidelidad persiste, es pecado
pre peca mortalmente, [ 1 ] si los actos mortal : y por tanto acerca del propio
de las fuerzas inferiores en que consien- objeto, aunque es pecado mortal de su
te son pecados mortales ; pero en cuanto género , puede la razón superior pecar
á su propio objeto [ 2 ] y respecto de lo venialmente en los movimientos súbitos,
que por su género es pecado mortal peca ó también mortalmente por el consenti-
mortalmente-por su consentimiento deli- miento deliberado; pero en las cosas, que
berado, y solo venialmente en los movi- pertenecen á las fuerzas inferiores, siem-
mientos súbitos 6 imprevistos. pre peca mortalmente en las que por su
Responderemos, que la razón superior género son pecados mortales ; mas no en
de un modo es llevada hacia su propio las que son según su género pecados ve-
objeto, y de otro distinto hacia los obje- niales (1).
tos de las fuerzas inferiores, que por ella A l argumento 1.° diremos que el pe-
son dirigidas : porque á los objetos de cado, que es contra las razones eternas,
las fuerzas inferiores no es llevada, sino aunque de su género es pecado mortal,
en cuanto acerca de ellos consulta las ra- puede no obstante ser pecado venial por
zones eternas, es decir, únicamente por la imperfección del acto súbito, como se
modo de deliberación. M a s el consenti- ha dicho.
miento deliberado en las cosas, que de su A l 2.° que en las cosas operativas á
género son mortales, es pecado mortal; la razón, á la cual pertenece la delibera-
y por tanto la razón superior siempre ción, atañe aun la simple intuición de
peca mortalmente, si los actos de las aquellas cosas, de las que procede la de-
fuerzas inferiores en los que consiente liberación ; así como también en las es-
son pecados mortales. P e r o acerca de su peculativas pertenece á la razón tanto
propio objeto tiene dos actos, á saber, el hacer silogismos como el formular pro-
la intuición simple y la deliberación, en posiciones : y por tanto también la razón
cuanto aun acerca de su propio objeto puede tener un movimiento súbito.
consulta á las razones eternas. Ahora A l 3.° que una sola cosa misma puede
bien : según la simple intuición puede tener diversas consideraciones, de las que
tener algún movimiento desordenado una sea más elevada que otra; así como
acerca de las cosas divinas, por ejemplo, Dios puede ser considerado, ó en cuanto
cuando uno esperimenta un movimiento es cognoscible por la razón humana, ó
súbito de infidelidad : y , aunque la infi- en cuanto es conocido por la revelación
delidad según su género es pecado mor- divina, que es consideración más eleva-
t a l , sin embargo el movimiento súbito da. Y por tanto, aunque el objeto de la
de infidelidad es pecado venial; porque razón superior es cierta cosa por su natu-
el pecado mortal no es sino contra la ley raleza la más alta, puede no obstante
de D i o s . Mas puede algo de lo pertene- reducirse también á cierta consideración
ciente á la fe ocurrir súbitamente á la más alta ; y por esta razón lo que en el
razón bajo cualquier otro concepto, antes movimiento súbito no era p e c a d o , mortal
que sobre esto se consulte ó pueda con- mediante la deliberación, que la reduce á
sultarse a l a razón eterna, esto e s , la l e y una consideración más e l e v a d a , se hace
de D i o s ; como cuando á uno se le ocurre pecado mortal, como y a se ha espuesto.
de súbito considerar como imposible la
resurrección de los muertos según la na-
turaleza, y al mismo tiempo que lo apren- (1) Como lo serían un pensamiento vano ó una palabra
ociosa.
CUESTIÓN LXXV.

Causas de los pecados en g e n e r a l .

Pasemos á e x a m i n a r las causas de los pecados, 1." en general, y 2.° en particular. Acerca de lo pri-
mero proponemos cuatro a r t í c u l o s : — 1.° Tiene causa el pecado ? — 2." Tiene causa interior ? — 3.° La
tiene esterior ? — 4.° El pecado es causa del pecado ?

A R T Í C U L O I — T i e n e c a u s a d pecado? razon y ley divina, que solo per accidens


y sin intención del agente lo es del de-
l.° Parece que el pecado no tiene sorden del acto.
causa : porque el pecado tiene razón de Responderemos, que el pecado es cierto
mal, como se ha dicho ( C . 71 a. 6 ) ; acto desordenado ( 3 ) : por consiguiente
y el mal no tiene causa, según dice San por parte del acto puede tener per se
Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , p. 4 , lect. 23). causa, lo mismo que cualquier otro acto
Luego el pecado no tiene causa. distinto ; mas por parte del desorden tie-
2.° Causa es aquello, á lo que por ne- ne causa, del mismo modo que la negación
cesidad se sigue otra cosa ( 1 ) ; mas lo ó privación puede tenerla.» P e r o de la
que es por necesidad, no parece ser pe- negación de algo pueden asignarse dos
cado, puesto que todo pecado es volun- causas : 1 . el defecto de causa de la
a

tario : luego el pecado no tiene causa. afirmación, esto e s , la negación de la


3.° Si el pecado tiene causa, ó tiene misma causa es causa de la negación en
por causa el bien ó el mal ( 2 ) : no el sí misma, porque á la remoción de la
bien, porque lo bueno no hace sino lo causa se sigue la remoción del efecto,
bueno, puesto que no puede el árbol como la causa de la oscuridad es la ausen-
bueno dar malos frutos, como se dice cia del sol ; 2 . la causa de la afirmación,
a

(Mat. 7, 1 8 ) ; y tampoco el mal puede á que sigue la negación, es per accidens


ser causa de pecado, puesto que el mal causa de la negación consiguiente, así
de pena sigue al pecado, y el mal de cul- como el fuego causando calor por princi-
pa es lo mismo que el pecado. E l peca- pal intención causa consiguientemente la
do por consiguiente no tiene causa. privación del enfriamiento; y de estas dos
causas la primera puede bastar para la
P o r e l c o n t r a r i o : todo lo que se
simple negación. P e r o , no siendo el de-
hace, tiene causa; porque, como se dice
sorden del pecado y lo mismo cualquier
(Job, 5 , 6 ) , nada se hace en la tierra sin
otro mal simple negación, sino privación
causa. E s así que el pecado se hace ;
de aquello, que algo naturalmente debe
porque es « dicho ó hecho ó deseo contra
ser y tener, es necesario que tal desorden
» la ley de D i o s ». L u e g o el pecado tiene
tenga una causa agente per accidens :
causa.
porque lo que es natural y debe subsistir,
Conclusión. El pecado, como cierto nunca faltaría sino por alguna causa im-
acto desordenado que es, tiene por causa pediente ; y en este sentido se h a solido
per se productiva del acto mismo á la decir que el mal, que consiste en cierta
voluntad emancipada de la regla de la

(1) Asi la definen algunos con Aristóteles (ílet. 1.5, lect. 1). guna causa formal ni final. Aquí se trata precisa y esclusi-
(2) Véase lo espuesto en la 1." P., C. 49, a. 1, donde se de- vamente de la causa eficiente.
mostró que el pecado, como mal que es ó privación de bien, (3) Acto en lo material, y desordenado en cuanto á lo for-
tiene por causa material el bien sujeto del mismo, pero nin- mal constitutivo de la malicia del pecado en el acto mismo.
504 CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS I Y II.

privación, tiene causa deficiente, ó agente conforme á esto del primer pecado no es
per accidens. Mas toda causa per acci- causa el mal, sino algún bien con ausen-
dens se reduce á la causa per se: de con- cia de algún otro bien.
siguiente, como el pecado de parte del
desorden tiene causa agente per accidens, A R T Í C U L O I I . — T i e n e el pecado can-
y de parte del acto tiene causa agente s a interior?
per se ; sigúese que el desorden del pe-
cado es consecuencia de la misma causa l.° Parece que el pecado no tiene
del acto: así pues la voluntad, careciendo causa interior ; porque lo que es interno
de la dirección de la regla de la razón y de alguna cosa, siempre le está inherente.
de la ley divina, y aspirando á algún bien Si pues el pecado tuviera causa interior,
conmutable, causa en verdad el acto del siempre pecaría el hombre ; dado que,
pecado per s e , mas es desorden del acto puesta la causa, se sigue el efecto.
per accidens y fuera de su intención; 2.° U n a misma cosa no es causa de sí
por cuanto el defecto del orden en el misma. E s así que los interiores movi-
acto proviene de la falta de dirección en mientos del hombre son pecado. L u e g o
l a voluntad ( 1 ) . no son causa de pecado.
A l argumento 1.° diremos, que el pe- 3.° Cuanto hay dentro del hombre, ó
cado no solo significa la misma privación es natural ó voluntario. P e r o lo que es
del bien, que es el desorden, sino también natural no puede ser causa de pecado;
el acto bajo tal privación, que tiene ra- porque « el pecado es contra la natura-
zón de mal, lo cual ciertamente de qué » leza » , como dice el Damasceno (Orth.
manera tenga causa y a queda dicbo. fid. 1. 2 , c. 3 y 4 ; y 1. 4 , c. 2 1 ) ; mas lo
A l 2.° que, si aquella definición de que es voluntario, si es desordenado, ya
causa debe verificarse umversalmente, es pecado. L u e g o nada intrínseco puede
habrá de entenderse ( 2 ) de la causa su- ser causa del primer pecado.
ficiente y no impedida: porque sucede Por el contrario, San Agustín ( D e
que una cosa es causa suficiente de otra, duab. an. c. 10 y 11 ; Ketract. c. 9 ; y
y sin embargo no se sigue por necesidad D e lib. arb. 1. 3 , c. 17) dice que « l a
el efecto por algún impedimento que so- » voluntad es causa del pecado».
breviene ; de lo contrario se seguiría que Conclusión. Pueden asignarse dos in-
todas las cosas suceden por necesidad, teriores causas per se del acto de pecado :
como consta ( M e t . 1. 6 , t. 5). A s í pues, una próxima por parte de la razón y de
aunque el pecado tiene causa, no obstan- la voluntad, y otra remota por parte de
te de aquí no se sigue que sea necesaria, la imaginación ó aprensión y del apetito
porque el efecto puede impedirse ( 3 ) . sensitivo.
A l 3.° que, como queda dicho, la vo- Responderemos que, como y a se ha
luntad sin la aplicación de la regla de la dicho (a. 1 ) , conviene tomar la causa
razón ó de la l e y divina es causa del pe- per se del pecado de parte del mismo
cado. Mas esto de no aplicar la regla de acto. P e r o la causa interior del acto hu-
la razón ó de la l e y divina no tiene de mano puede entenderse mediata é inme-
por sí razón de m a l , ni de pena ni de diata : la causa inmediata del acto hu-
culpa, antes que se aplique al acto : y así mano es en verdad la razón y la voluntad,

(1) Ciertos sistemáticos detractores del Ángel de las Es- Bedase aplica dicha definición a l a cansa suficiente y total, en-
cuelas han pretendido demostrar por frases aisladas de sus tendiéndose (asilo hace notar) totalmente suficiente en contra-
escritos que reconocía en el pecado cierta deformidad positiva posición á la que lo es solo parcial, de modo que á la vez sea
como algo existente per se. Medítese bien é imparcialmente suficiente y total, es decir, sin impedimento alguno y tal por
sobre su insistente repetición de las palabras negación , priva- consiguienle que, supuesta la tal causa, so siga siempre el
ción, defecto, con que la designa aquí en oposición al acto posi- efecto; en cuyo sentido bien puede adoptarse la locución por
tivo ; y, confrontando ademas el desarrollo de esta tesis con lo necesidad ó necesariamente, mas no en el de contrapuesta en
que deja espuesto acerca del concepto del mal en la l . P . n
común al concepto de contingencia.
(C. 48, a. I : véase también allí la nota 2, pág. 407, T. l.°), la (3) Si la voluntad fuese causa necesaria del pecado, pecaría
convicción no podrá menos de ser tan plena y absoluta, como el hombre inevitablemente : lo cual equivale á imputar á Dios
falsa é infundada la sobredicha imputación. el pecado, eximiendo al hombre de toda culpabilidad, según
(2) Con la esclusión de las palabras de necessitale, sin las la pestífera doctrina heréticamente impía de Calvino, repeti-
que es perfectamente admisible en toda su amplitud ó gene- damente mencionada en la 1." P., donde puede verso su con-
ralidad ; pues claro es que aquello, de que algo se origina ó denación por la Iglesia y su anticipada refutación (nota 1,
sigue como efecto, es su causa : asi es que en los axiomas da página 182).
CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 505

según la que el hombre es libre á su siderar algunas veces la debida regla ; y


arbitrio ; la causa remota es la aprensión de este modo la voluntad produce el acto
de la parte sensitiva y también el apetito de pecado. Por consiguiente, como los
sensitivo : porquej así como por el juicio movimientos precedentes no siempre es-
de la razón se mueve á algo la voluntad tán en acto, tampoco el pecado lo está
conforme á la razón, así también por la siempre.
aprensión del sentido el apetito sensitivo A l 2.° que no todos los movimientos
se inclina á a l g o , y esta inclinación cier- interiores son de la sustancia del peca-
tamente arrastra á veces á la voluntad y do (3), que consiste principalmente en
á la razón, como se verá más adelante el acto de la voluntad; sino que unos pre-
(C. 77, a. 1). A s í pues pueden señalarse ceden y otros siguen al mismo pecado.
dos causas interiores de pecado : una A l 3.° que lo que es causa de pecado
próxima por parte de la razón y de la como potencia productora del acto es
voluntad, y otra remota por parte de la natural, como lo es también á veces el
imaginación ó del apetito sensitivo ( 1 ) . movimiento de la parte sensitiva, del cual
Mas, por cuanto se ha dicho antes (a. 1, se sigue el pecado, como cuando uno
al 3.°) que la causa del pecado es algún peca á causa del apetito de la comida.
bien aparente como motivo con defecto Pero se hace el pecado innatural, por lo
del motivo debido, cual es la regla de la mismo que falta la regla natural, á que el
razón ó de la ley divina ; el mismo moti- hombre conforme á su naturaleza debe
vo, que es un bien aparente, pertenece á atender.
la aprensión del sentido y al a p e t i t o ; y
la ausencia misma de la debida regla per-
tenece á la razón naturalmente destinada ARTÍCULO I I I . — El pecado tiene cau-
á considerar esa regla : pero la misma sa esterior ?
perfección del acto voluntario de pecado
pertenece á la voluntad de tal modo, que l.° Parece que el pecado no tiene
el mismo acto de la voluntad con las pre- causa esterior : porque el pecado es acto
misas supuestas es ya cierto pecado. voluntario; y lo voluntario, por cuan-
A l argumento 1.° diremos, que lo que to está en nosotros, no tiene causa este-
es intrínseco como potencia natural, siem- rior. L u e g o el pecado no la tiene.
pre es inherente ; mas lo que es intrín- 2.° A s í como la naturaleza es prin-
seco como acto interior de la fuerza ape- cipio interior, así también la voluntad.
titiva ó aprensiva, no siempre subsis- P e r o el pecado en las cosas naturales
te (2). Empero la misma potencia de la nunca sucede sino por alguna causa inte-
voluntad es causa de pecado en potencia, rior, como por ejemplo los partos mons-
y se reduce al acto por los movimientos truosos provienen de la corrupción de al-
precedentes tanto de la parte sensitiva gún principio interior. L u e g o ni en las
primeramente como de la razón después cosas morales puede acontecer pecado
consiguientemente : porque, por el hecho sino por causa interior. L u e g o el pecado
mismo de proponerse algo como apeteci- no tiene causa esterior.
ble según el sentido y de inclinarse á él 3.° Multiplicada la c a u s a , se multi-
el apetito sensitivo, la razón cesa de con- plica el efecto. E s así que, cuanto son

(l) Resultan pues según esto cuatro causas internas del llamados actos elícitos é imperados, transeúntes ó inmanen-
pecado, si bien no todas concurren siempre á todo acto peca- tes, á la vez que entre las potencias superiores é inferiores
minoso, sino á veces todas cuatro y otras solo algunas de del alma.
ellas. El orden pues, en que se verifica esta concurrencia res- (2) Por cuanto solo es intrínseco en concepto de cierto ac-
pectiva, es el siguiente, según observa Drioux con otros cidente interno existente en ó procedente del interior, y no
teólogos y comentadores : 1.° el sentido propone lo deleitable como propiedad inseparable de la naturaleza misma del sujeto
al apetito; 2.° este, inclinándose á ello, brinda en cierto ú objeto á que afecta, no empero como esencial ni aun inte-
modo á la razón á que apruebe su propensión y el objeto de grante de ella,
la misma; 3.° la razón, desdeñando la regla justa y debida de (3) Entiéndase sustancia, no formal y propiamente ha-
su rectitud, lo aprueba en efecto y lo propone como aceptable blando, en cuyo concepto el pecado ni tiene sustancia ó esen-
á la voluntad; 4.° y esta en fin consintiendo en el acto com- cia ni especie, como privación que es y no ente, sino solo en
pleta ó consuma su malicia constitutiva del pecado misino. cierto sentido material y denominativo , esto es, como ausen-
En cuanto á Indistinción entre los actos , á que respectiva- cia ó negación de bondad moral y constitutiva de la malicia
mente concurren ó no las enumeradas cuatro causas, fácil- del acto, en la que consiste el pecado. Véase la nota l , pá-
mente so comprende, con solo recordar la tan sabida entro los gina 504.
506 CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULOS III Y IV.

más y mayores las cosas que esterior- mente inductiva al pecado ; sino que la
mente inducen á pecar, tanto menos lo causa que completa suficientemente el
que uno hace desordenadamente se le im- pecado es sola la voluntad.
puta á pecado. L u e g o ninguna cosa es- A l argumento 1.° diremos que, por lo
terior es causa de pecado. mismo que las cosas esteriores, que mue-
Por el contrario, se dice ( N u m . 3 1 , ven á pecar, no inducen á ello suficiente-
16) : ¿ no son esas ( 1 ) las que engañaron mente y por necesidad, se sigue que per-
á los hijos de Israel, y os hicieron preva- manece en nosotros el pecar y el no
ricar contra el Señor por el pecado de pecar (3).
Fogor ? L u e g o algo estrínseco puede ser A l 2.° que no, porque haya causa inte-
causa que haga pecar. rior de pecado, se escluye la esterior;
Conclusión. Algo estrínseco puede ser porque lo que es esterior no es causa
causa [ 1 ] inductiva á pecar, aunque no de pecado sino mediante la causa inte-
suficientemente decisiva; en cuyo con- rior, según lo dicho.
cepto [ 2 ] lo es única y completa la vo- A l 3.° que, multiplicadas las causas es-
luntad del mismo que peca. teriores que inclinan á pecar, se multi-
Responderemos que, como arriba se plican los actos de pecado; porque ma-
ha dicho (a. 2 ) , la causa interior del pe- yor número de aquellas causas inclina
cado es y a la voluntad como perfeccio- también- más veces á actos de pecado: y
nando el acto de pecado, ya la razón en sin embargo se disminuye la razón de
cuanto á la carencia de la debida regla, culpa, que consiste en que algo sea vo-
y y a también el apetito sensitivo que in- luntario y esté en nosotros.
clina. A s í pues algo estrínseco podría ser
causa de pecado de tres maneras : 1. a

A R T Í C U L O I V . — El pecado e s causa de
porque moviese inmediatamente la misma pecado?
voluntad, 2 . moviendo la razón, y 3 .
a a

escitando el apetito sensitivo. Mas, como l.° Parece que el pecado no es causa
á la voluntad según lo dicho ( C . 9, a. 1; de pecado: porque hay cuatro géneros de
y C. 10, a. 4 ) no puede moverla interior- causas, délos que ninguno puede influir en
mente sino Dios, el cual no puede ser que el pecado sea causa de pecado; pues el
causa de p e c a d o , como se demostrará fin tiene razón de bien, lo cual no com-
más adelante (C. 79. a, 1) ; se infiere que pete al pecado, que de suyo es m a l o ; y
nada estrínseco puede ser causa de peca- por lo mismo ni el pecado puede ser causa
do , sino ó en cuanto mueve á la razón, eficiente, puesto que ce el mal ( 4 ) no es
como el hombre ó el demonio persua- » causa agente, sino débil é impotente»,
diendo el p e c a d o , ó como moviendo el como dice San Dionisio ( D e div. nom. c
apetito sensitivo, al modo que algunas 4 , p. 4, lect. 2 2 ) ; y las causas material y
cosas sensibles esteriores lo mueven : formal parece que solamente tienen lugar
pero ni la persuasión esterior en lo ope- en los cuerpos naturales, que son com-
rable mueve por necesidad la razón ; ni puestos de materia y forma. L u e g o el
aun las cosas esteriormente propuestas pecado no puede tener causa material y
por necesidad mueven el apetito sensiti- formal.
vo, á no estar predispuesto de algún
2.° « E l hacer lo semejante á sí es
modo (2) ; y sin embargo aun el apetito
» propio de una cosa perfecta » , como se
sensitivo no mueve por necesidad á la
dice ( M e t e o r . 1. 4 , c. 2 ; y D e an. 1. 2,
razón y á la voluntad. D e donde se sigue
t. 54 ) ; pero el pecado es esencialmente
que algo esterno puede ser alguna causa
imperfecto : luego el pecado no puede ser
motiva á pecar, no empero suficiente-
causa de pecado.

(l)Las mujeres madianitas, contra las que indignado Moi- drío: pero con la diferencia de que podemos pecar por nos-
sés decreta su muerte á consecuencia de haberlas dejado con otros mismos, al paso que para no pecar nos es necesario el
vida los israelitas , después de haber dado muerte á los va- divino auxilio, no siendo suficiente per se y en absoluto dicho
rones. libre albedrío. Véase en el T. l.° la nota 2 , pág. 830.
(2) Cual sucede cuando dicho apetito está dominado por al- (-1) Dice mal como sinómimo de pecado, según se desprende
guna pasión vehemente, hasta el punto de no poder funcio- de todo el contesto, sin que por lo mismo pueda haber lugar
nar la razón, en cuyo caso sigue irresistiblemente el impulso á distinguir del mal el pecado, como atribuyendo á este cierta
de la tal pasión y no cabe pecado. entidad positiva según la pretensión de algunos mencionada
(3) Lo cual efectivamente depende dé nuestro libre albe- y refutada al paso en la nota 1, pág. 504.
CUESTIÓN LXXV. — ARTÍCULO IV. 507

3.° Si de este pecado'es causa otro prepara la materia ; como la avaricia pre-
pecado, por la misma razón también de para materia al litigio, que comunmente
este será causa algún otro pecado, y así suele ser sobre las riquezas reunidas; 3.°
se procederá basta el infinito, lo que es según el género de causa final un pecado
inconveniente : luego el pecado no es es causa de otro, en cuanto por el fin de
causa de pecado. un pecado comete uno otro distinto, como
Por el contrario, dice San Gregorio cuando uno comete simonía por el fin de
sobre Ezequiel ( H o m . 11): ce el pecado, la ambición, ó fornicación por el hurto ;
» que no se borra prontamente por medio y 4.° como el fin da la forma en lo moral
» de la penitencia, es pecado y causa de según lo espuesto ( C . 1, a. 3 ; y C. 18,
» pecado ». a. 4 y 6) ; se sigue también de aquí, que
Conclusión. Un pecado puede ser un pecado es causa formal de otro ; pues
causa de otro [1] como un acto humano en el acto de la fornicación que se comete
lo es de otro, y [ 2 ] según los cuatro gé- por el hurto, h a y ciertamente fornicación
neros de causas. material y hurto como formal.
Responderemos que, teniendo el pe- A l argumento 1.° diremos, que el p e -
cado causa de parte del a c t o , un pecado cado , en cuanto es desordenado, tiene ra-
podría ser causa de otro, del mismo modo zón de mal ; mas, en cuanto es cierto acto,
que sucede serlo un acto humano de otro; tiene algún bien al menos aparente por
y por consiguiente un pecado puede ser el fin : y así de parte del acto puede ser
causa de otro según los cuatro géneros causa y a final y a efectiva de otro p e -
de causas : 1.° como causa eficiente 6 cado, aunque no de parte del desorden.
movente, ya per se, ya per accidens. Per P e r o el pecado tiene materia, no de la
accidens, así como lo que remueve el obs- que (ex qua), sino acerca de la que (circa
táculo se dice mover per accidens; porque, quam), y tiene la forma del fin : y por
cuando por un solo acto de pecado pierde tanto según los cuatro géneros de causas
el hombre la gracia ó la caridad ó la ver- el pecado puede decirse causa de pecado
güenza ó cualquiera otra cosa, que retrae conforme á lo dicho.
del pecado, cae por esto en otro pecado, A l 2.° que el pecado es imperfecto con
y así el primer pecado es causa del se- imperfección moral por parte del desor-
gundo per accidens: y per se, como cuan- den ; mas por parte del acto puede tener
do por un acto de pecado se dispone el perfección de naturaleza, y según esto
hombre á cometer más fácilmente otro puede ser causa de pecado.
acto, semejante al primero; pues por los A l 3.° que no toda causa de pecado es
actos se causan las disposiciones y hábi- pecado ; por lo que no h a y procedimiento
tos que inclinan á los actos semejantes. 2.° al infinito, sino que puede llegarse á al-
Según el género de la causa material un g ú n pecado, cuya causa no es otro pe-
pecado es causa de otro, en cuanto le cado.
CUESTIÓN LXXVI.

Gansas del pecado en particular.

1.° Causas interiores en especial ; 2.° esteriores ; y 3.° pecados, que son causa de otros pecados. La
primera consideración, conforme á lo antedicho, se dividirá en tres partes : 1. se t r a t a r á de la igno-
a

r a n c i a , que es causa del pecado por parte de la razón ; 2. de la debilidad ó pasión , que es causa del
a

pecado por parte del apetito sensitivo ; y 3. de la malicia, q u e es causa del pecado por parte de la
a

voluntad. Acerca de la p r i m e r a examinaremos cuatro puntos : — 1.° La ignorancia es causa de pe-


cado?— 2.° La ignorancia es pecado? —3.° Escusa totalmente de pecado?—4." Disminuye el pecado?

ARTÍCULO I . — t a ignorancia puedo puede serlo per se ó per accidens; per se


ser causa de pecado ? (1) lo es la que mueve por su propia virtud,
como lo que engendra es causa motriz de
1.° Parece que la ignorancia no puede lo grave y lo lijero; y per accidens, como
ser causa de pecado: porque lo que no es, removiendo obstáculos ó cual la remoción
de nada es causa; y la ignorancia es no misma de estos. D e este último modo
e n t e , como cierta privación de ciencia: puede la ignorancia ser causa del acto
luego no es causa de pecado. de pecado , por cuanto es privación de la
2.° L a s causas del pecado deben t o - ciencia perfeccionadora de la razón, que
marse de parte de la conversión ( 2 ) , se- prohibe el acto del pecado, dirigiendo los
g ú n consta por lo y a dicho ( C . 75, a. 1). actos humanos. D e b e empero conside-
M a s la ignorancia parece referirse á la rarse que la razón es directiva de los ac-
aversión ; y por lo tanto no debe decirse tos humanos según una doble ciencia,
causa de pecado. universal y particular; pues , tratándose
3.° Todo pecado consiste en la volun- de lo operable, usa de cierto silogismo,
t a d según lo dicho ( C . 74, a. 1 y 2 ) ; y la cuya conclusión es el juicio ó la elección
voluntad no es llevada sino á algo cono- ó la operación ; y , como las acciones re-
c i d o , puesto que su objeto es el bien caen sobre seres singulares, lo es asimis-
aprendido : luego la ignorancia no puede mo la conclusión del silogismo práctico:
ser causa de pecado. más la proposición singular no se deduce
Por e l c o n t r a r i o , dice San Agustín como conclusión de lo universal, sino me-
( D e nat. et grat. c. 6 7 ) que « algunos diante alguna proporción singular; á la
» pecan por ignorancia » . manera que al hombre le es prohibido el
acto del parricidio, por el hecho mismo de
Conclusión. La ignorancia [ 1 ] puede
saber que no se debe matar al padre y
ser per accidens causa de pecado; mas no
que este es su padre. A s í pues la igno-
lo es cualquier ignorancia [ 2 ] del que
rancia puede causar el acto del parricidio
peca, sino solo la del conocimiento impe-
versando sobre lo uno y lo otro, es decir,
ditivo de acto pecaminoso.
tanto del principio universal, que es cierta
R e s p o n d e r e m o s , que según Aristó-
regla de la razón, como de la circunstan-
teles ( P h y s . 1. 8, t. 27) la causa movente

(1) Téngase aquí presente lo espnesto en la C 6, a. 8. órden mismo ó desviación del orden, como privación que es
(2) Esto es, por razón del bien caduco ó mudable, al que únicamente, no tiene causa alguna, según ya queda antes
desordenadamente se dirige el que peca ; puesto que el des- demostrado. Véase la nota 2, púg. 503.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O S I Y II. 509

cía singular: lo cual hace evidente que no cado : luego la ignorancia, que es priva-
es causa del pecado cualquiera ignoran- ción de ciencia, no es pecado.
cia del que peca, sino únicamente la que 3.° Si la ignorancia es pecado , no lo
•priva de la ciencia prohibitiva del acto es sino en cuanto voluntaria.; y por esto
de pecado ( 1 ) . A s í q u e , si la voluntad mismo parece que el pecado consiste en
de uno se hallase en tal disposición, que el mismo acto de la voluntad más que eñ
no tuviese por ilícito el acto del parrici- la ignorancia. L u e g o esta no será peca-
dio, aun cuando conociese á su padre; el do , sino más bien algo consiguiente al
desconocimiento del padre no es para el pecado.
tal la causa del p e c a d o , y sí solo conco- 4.° Todo pecado se quita por la peni-
mitante á e s t e : por cuya razón el tal no tencia ; y ningún p e c a d o , que pasa en
peca por ignorancia, sino que « peca ig- cuanto al reato ( 2 ) , permanece en el
» norando» según Aristóteles (Ethic. 1. 3 , a c t o , á escepcion únicamente del origi-
c 1 y 2). nal. E s así que la ignorancia no se quita
A l argumento 1.° diremos, que el no por la penitencia, sino que aún persevera
ente no puede ser causa de algo per se; en el acto , quitado todo reato por la p e -
pero puede serlo per accidens , como la nitencia. L u e g o la ignorancia no es pe-
remoción del obstáculo. cado, á no serlo acaso original.
A l 2.° que, así como la ciencia, que 5.° Si la misma ignorancia es pecado;
disipa la ignorancia , dice relación al pe- mientras quedare ignorancia en el hom-
cado por parte de la conversión; así tam- bre , estaría entretanto pecando en el
bién la ignorancia por parte de la con- acto : y , pues continuamente persevera
versión es causa de pecado , como remo- la ignorancia en el ignorante , este peca-
ción del obstáculo. ría continuamente ; lo que es manifiesta-
A l 3.° que la voluntad no puede ser mente falso, porque entonces la ignoran-
llevada á aquello , que acerca de todo es cia sería un pecado gravísimo. L u e g o la
ignorado ; m a s , si alguna cosa es en algo ignorancia no es pecado.
conocida é ignorada en p a r t e , puede la Por e l eontrario: nada merece pena
voluntad quererla, y de este modo la ig- sino el pecado ; y la ignorancia merece
norancia es causa de pecado: como cuando pena, conforme á aquello ( i Cor. 1 4 , 3 8 ) :
uno sabe que aquel á quien mata es hom- quien no conociere, no será conocido.
bre , pero ignora que es su padre ; ó que L u e g o la ignorancia es pecado.
un acto es deleitable, ignorando que es Conclusión. Ninguna ignorancia in-
pecado. vencible es pecado, como ni la vencible
respecto de lo que no está uno obligado á
saber; y solo es pecado la ignorancia
ARTÍCULO I I . — t a Ignorancia os pe-
vencible, si es de cosas, que uno debe
cado?
saber.
l.° Parece que la ignorancia no es pe- Responderemos , que la ignorancia se
cado : porque pecado es « dicho ó hecho diferencia de la nesciencia en que esta
» ó deseo contra la l e y de D i o s » , como dice simple negación de ciencia; dé modo
antes se ha probado ( C. 7 1 , a. 6 ) ; pero que cualquiera que no tiene ciencia de al-
la ignorancia no implica acto alguno ni gunas c o s a s , puede decirse que no las
interior ni esterior. L u e g o la ignorancia s a b e , en cuyo concepto San Dionisio
no es pecado. atribuye á los ángeles nesciencia ( D e
2.° E l pecado más directamente se ccel. hierarch. 1. 7 , c. 5 ) : pero la igno-
opone á la gracia que á la ciencia; y la rancia implica la privación de ciencia , á
privación de la gracia no es pecado, sino saber, en cuanto á uno le falta la ciencia
más bien cierta pena consiguiente al pe- de aquellas c o s a s , que por natural apti-

(1) La ignorancia concomitante no es causa de pecado ; la parablemente aneja á la culpa, y no como la consecuencia
antecedente lo es materialmente ; y la consecuente es su causa misma, cual es la obligación de pagar dicha pena: y más cla-
formal. Drioux con la generalidad de los teólogos moralistas. ramente se comprende por el ejemplo del deber de la restitu-
(2) Reato aqui debe tomarse ó como equivalente de culpa ción ó en general de cualquiera pena temporal, do que no
ó culpabilidad, la que en efecto so borra ó perdona por la pe- siempre se exime el pecador al perdonársele la culpa, como
nitencia ; ó, en el caso de entenderse por la sujeción á pena, de propósito so espondrá en la 3. P., C. 86, a. 4, que puede
a

habrá esta de considerarse bajo el esclusivo aspecto de inse- consultarse.


510 CUESTIÓN LXXVI. — ARTÍCULOS II Y I I I .

tud puede saber: y de estas algunas está nuestros actos, sino por don de Dios.
uno obligado á saber , como aquellas sin A l 3.° q u e , así como en el pecado de
cuya ciencia no puede ejercer rectamente transgresión no consiste el pecado en solo
el debido acto ; por lo que todos están el acto de la voluntad, sino también en
obligados á saber comunmente las cosas, el acto querido, que es imperado por la
que son de f e , y los preceptos generales voluntad; así en el pecado de omisión no
del derecho; y cada uno en particular las solo el acto de la voluntad es pecado,
que atañen á su respectivo estado ú oficio; sino también la misma omisión, en cuanto
o t r a s , q u e , aunque uno puede natural- es de algún modo voluntaria: y de este
mente saberlas, sin embargo no está obli- modo la misma negligencia de saber ó
gado á saberlas, como los teoremas de aun la misma inconsideración es pecado.
geometría y las contingentes particulares A l 4.° que, aunque pasado el reato por
sino en (determinados) casos. Siendo la penitencia queda la ignorancia, según
pues manifiesto q u e , cualquiera que des- que es privación de ciencia; sin embargo
cuida el tener ó hacer aquello que está no queda la negligencia, según la cual la
obligado á tener ó h a c e r , peca con p e - ignorancia se dice pecado (1).
cado de omisión; sigúese que por la ne- A l 5.° q u e , así como en otros pecados
gligencia la ignorancia de lo que uno está de omisión, solo peca el hombre en acto
obligado á saber es pecado: m a s , como en el tiempo, por el que el precepto afir-
no se imputa al hombre á negligencia el mativo obliga; lo propio sucede en el pe-
que no sepa lo que no puede saber, cuya cado de ignorancia: porque no peca con-
ignorancia se llama invencible, porque tinuamente el que actualmente ignora,
no puede superarse con el estudio ; por sino solo mientras h a y tiempo de adqui-
esto tal ignorancia, no siendo volunta- rir la ciencia, que está uno obligado á
ria, puesto que no está en nuestra potes- tener.
tad el rechazarla, no es pecado. Infiérese
pues claramente que ninguna ignorancia
ARTÍCULO III. — La Ignorancia escu-
invencible es pecado : pero la ignorancia
s a totalmente de pecado ?
vencible sí lo es, si versa acerca de cosas,
que uno está obligado á saber; mas no, si
l.° Parece que la ignorancia escusa
es de lo que uno no está obligado á saber.
totalmente de pecado: porque, como dice
A l argumento 1.° diremos , que según San Agustín (Retract. 1. 1, c. 9 ) , « todo
lo espuesto ( C . 7 1 , a. 6, al 1.°) en eso de » pecado es voluntario »; mas la ignoran-
dicho ó hecho ó deseo deben entenderse cia causa involuntario , como antes se ha
también las negaciones opuestas, según probado ( C . 6 , a. 8 ) . L u e g o la ignoran-
que la omisión tiene razón de pecado ; y cia escusa totalmente de pecado.
así la n e g l i g e n c i a , por la que la igno- 2.° L o que hace uno sin intención, há-
rancia es pecado, se contiene bajo la an- celoper accidens; y la intención no puede
tedicha definición del p e c a d o , en cuanto referirse á lo que es desconocido. Luego
se omite algo de lo que debió decirse ó lo que el hombre obra por ignorancia, es
hacerse ó desearse para adquirir la debi- accidental á los actos humanos. Pero lo
da ciencia. que es accidental no da e s p e c i e : luego
A l 2.° que la privación de la gracia, nada de lo eme se hace por ignorancia (2)
aunque en sí misma no es p e c a d o , sin debe juzgarse pecado ó virtuoso en los
embargo por razón de la negligencia en actos humanos.
prepararse para la gracia puede tener 3.° E l hombre es sujeto de la virtud
razón de p e c a d o , lo mismo que la igno- y del pecado , en cuanto participa de la
rancia : y no obstante en cuanto á esto razón. E s así que la ignorancia escluye
hay diferencia , porque el hombre puede la ciencia, por cuyo medio se perfecciona
adquirir alguna ciencia por sus a c t o s ; en la razón. L u e g o la ignorancia escusa to-
tanto que la gracia no se adquiere por talmente de pecado.

(i) Conforme á esto enseña espresamente en otra parte (De (2) Las obras buenas ó malas, que uno practica sin propo-
malo, C. 3., a. 2) que la ignorancia en sí misma, como mera nerse ejecutarlas , y acaso ni haría ni intentaría, si las cono-
privación de ciencia y prescindiendo de su causa (siquiera ciese.
esta sea la negligencia;, no implica culpa, sino pena.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O III. 511

Por el contrario, San Agustín ( D e pecar, ora la tal circunstancia afecte á la


lib. arb. c. 18 ) dice que « ciertos actos razón de p e c a d o , ora no : y sin embargo
»realizados por ignorancia ( 1 ) se re- aún queda en su ciencia algo , por cuyo
» prueban con justo motivo »; y solo se medio conoce que aquello es acto de pe-
reprueban rectamente los que son peca- cado , por ejemplo, si uno hiriendo á al-
dos. L u e g o algunos hechos ejecutados guien sabe ciertamente que es un hombre,
por ignorancia son pecados, y por consi- lo que basta para la razón de pecado,
guiente la ignorancia no escusa entera- mas no sabe que es su padre, circunstan-
mente de pecado. cia que constituye nueva especie de pe-
Conclusión. La ignorancia [ 1 ] , que cado; ó tal vez no sabe que aquel en de-
no es causa del acto'de pecado, no escusa fensa propia le herirá á é l , lo cual si su-
de pecado: y sí [ 2 ] escusa de suyo la que piese no heriría, lo que no pertenece á la
lo es; aunque [ 3 ] no siempre del todo, á razón de p e c a d o : y a s í , aunque el tal
no ser invencible ó de lo que no hay obli- peca por ignorancia, no por ello se escusa
gación de saber. totalmente de pecado, pues aún le queda
Responderemos, que la ignorancia tie- el conocimiento del pecado (3). 2.° Por
ne de suyo la propiedad de hacer que el parte de la misma ignorancia, á saber,
acto por ella causado sea involuntario. por esta misma voluntaria, ya directa-
Pero ya se ha dicho ( a . 1 y 2 ) que la mente , como cuando uno afectadamen-
ignorancia se dice causar el a c t o , que la te ( 4 ) quiere no saber algunas cosas,
ciencia opuesta prohibía : y así tal acto, para pecar más libremente; y a indirec-
si hubiese ciencia, sería contrario á la vo- tamente , como si uno por el trabajo 6
luntad , lo cual implica el nombre de vo- por otras ocupaciones descuida aprender
luntario; mas, si la ciencia escluida por la aquello que le retraería del pecado: por-
ignorancia no prohibiese el acto á causa que tal negligencia hace que la ignoran-
de la inclinación de la voluntad á é l , la cia misma sea voluntaria y p e c a d o , con
ignorancia de esta ciencia no hace al tal que sea de lo que uno está obligado y
hombre involuntario, sino que no quiera puede saber ; y por tanto la tal ignoran-
(Ethic. 1 3 , c. 1) ; y tal ignorancia , que cia no escusa totalmente de pecado. E m -
no es causa del acto de pecado , como se pero, si es tal la ignorancia que llega á
ha dicho ( a q u í , y a. 1 ) , por cuanto no ser enteramente involuntaria, ó porque
causa involuntario , no escusa de pecado: es invencible , ó por versar sobre lo que
j la misma razón h a y respecto de cual- no está uno obligado á saber, tal ignoran-
quiera otra ignorancia, no causante, sino cia escusa enteramente de pecado.
consiguiente ó concomitante al acto de A l argumento 1.° diremos, que no toda
pecado. Pero la ignorancia, que es causa ignorancia causa involuntario, como se
del acto , puesto que causa involuntario, ha dicho ( C. 6 , a. 8 ) : por consiguiente
de suyo escusa de pecado (2) ; porque no toda ignorancia escusa totalmente de
lo voluntario es de esencia del pecado: y pecado.
el que algunas veces no escuse totalmente
A l 2.° que , cuanto queda en el igno-
de pecado puede suceder de dos modos:
rante de voluntario, otro tanto queda de
1.° de parte de la cosa misma ignorada;
intención de pecado ; y conforme á esto
porque en tanto la ignorancia escusa de
no será per accidens pecado.
pecado, en cuanto se ignora que algo es
A l 3.° q u e , si fuese tal la ignorancia
pecado. Puede empero suceder que uno
que escluyese totalmente el uso de la ra-
ignore ciertamente alguna circunstancia
zón , enteramente escusaría de pecado,
del pecado, la cual sabida le retraería de
como se ve en los furiosos y dementes:

(1) Y aduce las palabras de San Pablo (i 7'im. 1, 3), he con- en su incesto con sus dos hijas, según algunos de los PP., como
seguido misericordia, por cuanto obré ignorando, para probar San Ambrosio [De Abraham, i. ij y Orígenes ( Hom. 5, in Gen.),
su aserto ; pues no necesitara de tal indulgencia, si en su ig- que otros no lo han juzgado inculpable.
norancia no hubiera pecado : donde es muy de notar que no (3) Asi Judas ó Judá (Gen. 38) en su comercio carnal con
alega la ignorancia como causa meritoria de la gracia, y si Tamar, á quien creia meretriz ignorando fuese su nuera, no
solo como circunstancia atenuante do su culpa y objeto pro- cometió pecado de incesto, pero sí de fornicación.
pio de la divina misericordia. (4) De donde se ha tomado el nombre de ignorancia afecta-
P) Tal fue la ignorancia de Noé, cuando por inesperiencia da, esto es, estudiada ó intencional, que, no solo no escusa de
de los efectos del vino se embriagó ; la de Jacob en su acceso pecado ni aun lo disminuye, sino que lo agrava.
a
Lia, juzgando que era Raquel, su propia mujer; y la de Lot
512 CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

mas no siempre la ignorancia causante rancia puede disminuir el p e c a d o , en


del pecado es tal, y por tanto no siempre Cuanto disminuye el voluntario; mas, si
escusa totalmente de pecado. no disminuye el voluntario , de ningún
modo disminuirá el pecado. Empero es
ARTÍCULO I V . — i,a ignorancia ais. manifiesto que la ignorancia, que total-
mlnnye el pecado? mente escusa de p e c a d o , porque quita
totalmente el voluntario, no disminuye
l.° Parece que la ignorancia no dismi- el pecado, sino que enteramente lo quita;
nuye el pecado : porque lo que es común y la ignorancia, que no es causa del
á todo pecado ( 1 ) no disminuye el pe- pecado, sino que le es concomitante, ni
cado ; y la ignorancia es común en todo disminuye el pecado ni lo aumenta. A s í
p e c a d o , pues dice Aristóteles ( Ethic. pues sola aquella ignorancia puede dis-
1. 3 , c. 1) que «todo malo es ignorante». minuir el pecado , que es causa de é l ; y
L u e g o la ignorancia no disminuye el pe- sin embargo no escusa totalmente de pe-
cado. cado. Mas sucede algunas veces que tal
2.° E l pecado añadido á otro pecado ignorancia directamente y per se es vo-
constituye mayor pecado. E s así que la luntaria , como cuando uno ignora que-
misma ignorancia es p e c a d o , como se ha riéndolo alguna cosa, para pecar más li-
dicho (a. 2). L u e g o no disminuye el pe- bremente ; y tal ignorancia parece que
cado. aumenta lo voluntario y el pecado, por-
3.° N o pertenece á lo mismo agravar que de la intención de la voluntad para
y disminuir el pecado : la ignorancia pecar proviene el que uno quiere sufrir el
agrava el pecado ; porque sobre aquello daño de la ignorancia por la libertad de
del Apóstol ( Rom. 2 , 4 ) ¿no sabes que pecar: pero otras veces la ignorancia, que
la benignidad de Dios te convida á peni- es causa de pecado, no es directamente
tencia? , dice San Ambrosio: « gravísi- voluntaria, sino indirecta ó accidental-
» mámente pecas , si ignoras » . L u e g o mente ; como cuando uno no quiere tra-
la ignorancia no disminuye el pecado. bajar en el estudio, de lo cual se sigue
que él sea ignorante; ó cuando uno quie-
4.° Si alguna ignorancia disminuye el
re beber vino inmoderadamente, resul-
p e c a d o , esto principalmente parece que
tando de aquí embriagarse y perder el
debe decirse de la que quita totalmente
discernimiento; y tal ignorancia, dismi-
el uso de la razón. P e r o la tal igno-
nuye lo voluntario y consiguientemente
rancia no disminuye el p e c a d o , sino
el pecado : porque, cuando no se conoce
que le aumenta; porque dice Aristóteles
que una cosa es pecado, no puede decirse
( E t h i c . 1. 3 , c. 5) que « e l ebrio merece
que la voluntad directamente y per se es
» duplicados castigos » . L u e g o la igno-
llevada al p e c a d o , sino per accidens,
rancia no disminuye el pecado.
siendo por lo mismo menor el desprecio
Por el contrario: cuanto es razón de
y de consiguiente menos pecado (2).
la remisión del p e c a d o , lo aminora: es
así que la ignorancia es t a l , como se ve A l argumento 1.° diremos, que la ig-
( i Tim. 1 , 1 3 ) : alcancé misericordia, norancia ^segun la cual «todo malo es
porque lo hice por ignorancia. L u e g o la »ignorante » , no es causa de pecado,
ignorancia disminuye ó aminora el pe- sino algo consiguiente á la causa, á sa-
cado. ber, á la pasión ó al hábito que inclina
Conclusión. La ignorancia [ 1 ] , que al pecado.
directamente y per se es voluntaria, agra- A l 2.° que el pecado añadido al peca-
va el pecado ; mas [ 2 ] la que lo es solo do hace muchos pecados; mas no siempre
indirectamente y per accidens, y que por constituye mayor pecado, porque acaso
lo mismo ni es causa del pecado ni escu- no coinciden en un mismo pecado, sino
sa totalmente de él, lo disminuye. que son más de uno : y puede suceder, si
Responderemos que , puesto que todo el primero disminuye el segundo, que los
pecado es voluntario, en tanto la igno- dos juntamente no tengan tanta grave-

(1) Omnipecato, aunque en casi todas las ediciones precede (2) Esta ignorancia atenuante del pecado es la vencible;
la preposición in (en todo pecado); mas bien se ve que el sen- y tanto más lo atenúa, cuanto monos vencible sea.
tido es sustancialmente el mismo.
CUESTIÓN L X X V I . — A R T Í C U L O IV. 513

dad, cuanta uno solo tendría; así como dos que comete, á s a b e r , la embriaguez
el homicidio es pecado más grave, si es y el otro pecado que de ella se sigue: n o
perpetrado por un hombre sobrio, que si obstante l a embriaguez por razón de la
le comete un hombre ebrio, aunque estos ignorancia adjunta disminuye el pecado
son dos pecados; porque la embriaguez siguiente; y acaso más que lo que es la
disminuye mas l a razón del pecado si- gravedad de la misma embriaguez, como
guiente, que lo que es su gravedad. se ha dicho (al 2.°). O puede decirse que
A l 3.° que las palabras de S a n A m - aquella locución se aduce según l a or-
brosio pueden entenderse de la ignoran- denación de cierto P í t t a c o ( 1 ) legisla-
cia simplemente afectada, ó bien en el dor, que estableció que los ebrios, si h e -
género del pecado de ingratitud, cuyo rían, debían ser más castigados, no aten-
sumo grado consiste en que el hombre no diendo á l a indulgencia que los ebrios
reconoce aun los beneficios; ó también la deben obtener con preferencia, sino á la
ignorancia de infidelidad, que destruye el utilidad; porque á más injurian los ebrios
fundamento del edificio espiritual. que los sobrios, como manifiesta Aristó-
A l 4.° que el ebrio merece ciertamente teles (Polit. t. 2).
« duplicados castigos » por los dos peca-

CUESTIÓN LXXYII.
Cansa del pecado por parte del apetito sensitivo.

Examinaremos á propósito de este asunto, si la pasión del alma es causa de pecado, en ocho a r t í -
culos : 1." La pasión deljapetito sensitivo puede mover ó inclinar la voluntad? —2.° Puede superar á
la razón contra su ciencia? — 3.° El pecado que proviene de la pasión es pecado de debilidad? — !. 0

La pasión, que es amor de sí mismo, es causa de todo pecado? — 5.° De las tres causas consignadas
(i Joann. 2, 6): concupiscencia de los ojos, concupiscencia de la carne y soberbia de la vida. — 6.° La
pasión, q u e es causa de pecado, lo disminuye?—7.° Lo escusa totalmente ? — 8.° El pecado proce-
dente de la pasión puede ser mortal ?

ARTÍCULO I . — E s movida l a voluntad sitivo, sino principalmente el bien de l a


por la pasión del apetito sensitivo? razón; parece que la pasión del apetito
sensitivo no mueve l a voluntad.
l.° Parece que la voluntad no es mo- 2.° E l motor superior no es movido
vida por la pasión del apetito sensitivo: por el inferior, como el alma no es mo-
porque ninguna potencia pasiva es m o - vida por el cuerpo. E s así que la volun-
vida sino por su propio objeto; y la vo- tad, que es apetito racional, se compara
luntad es potencia pasiva y activa al al apetito sensitivo-, como el motor supe-
mismo t i e m p o , en cuanto es motora y rior al inferior, pues dice Aristóteles ( D e
y movida, como dice Aristóteles ( D e an. an. 1. 3 , t. 57) que « el apetito racional
1. 3, t. 54) umversalmente de la fuerza » mueve al apetito sensitivo, como en los
apetitiva ( 2 ) . N o siendo pues el objeto » cuerpos celestes una esfera mueve á
de la voluntad la pasión del apetito sen- ^> otra esfera » ( 3 ) . L u e g o la voluntad
il) Uno de los siete sabios de Grecia, legislador y no polí-
principales ó céntricos no está suficientemente comprobado
tico, según hace notar el misino Aristóteles. •los tengan todos tres, como especialísimamente puede al me-
(2) Donde distinguo dos clases de motor: uno inmóvil, que nos dudarse en orden al gran centro universal de todo el sis-
es lo bueno apetecible ú operable ; y otro, que mueve siendo tema planetario : ni debe olvidarse por otra parte que los an-
movido, cual es la potencia apetitiva y sobre todo la voluntad. tiguos solían entender por esferas los diversos ámbitos del
(3) Recuérdese aquí lo dicho en elT. 1.1 (pág. 543, nota 4) mundo, en que giran ó se mueven describiendo sus órbitas
acerca de los tres movimientos de los astros, rotatorio, gira- los cuerpos celestes, niás bien que estos mismos astros res-
torio y de libración ó balance, que indudablemente son pro- pectivamente subordinados en. proporción de su magnitud y
pios de los menos principales, al paso que respecto de los distancia á sus centros respectivos; lo cual facilita algún
SUMA TE01ÓGI0A.,— TOMO I I , 33
514 CUESTIÓN LXXVII. — A R T Í C U L O S I Y II.

no puede ser movida por la pasión del la pasión del apetito sensitivo sigue la
apetito sensitivo. aprensión de la imaginación y el juicio de
3.° Ninguna cosa inmaterial puede ser la estimativa, como también á la dispo-
movida por algo material. E s así que la sición de la lengua sigue el juicio del
voluntad es cierta potencia inmaterial, gusto: y así vemos que los hombres ac-
porque no usa de órgano corporal, puesto tualmente dominados de alguna pasión
que está en la razón ( D e an. 1.3, t. 4 2 ) ; no apartan fácilmente su pensamiento
y el apetito sensitivo es fuerza material, de aquello que les afecta; y por el con-
como fundado en órgano corporal. L u e g o siguiente juicio de su razón las más de
la pasión del apetito sensitivo no puede las veces sigue la pasión del apetito sen-
mover el apetito intelectivo. sitivo, resultando de aquí el movimiento
Por el contrario, se dice (Dan. 13, 56): de la voluntad, naturalmente á dispuesto
la concupiscencia trastornó tu corazón. seguir siempre el juicio de la razón.
Conclusión. La pasión del apetito sen- A l argumento 1.° diremos, que por la
sitivo no puede arrastrar ó mover di- pasión del apetito sensitivo se obra algún
rectamente á la voluntad; pero indirec- cambio acerca del juicio sobre el objeto
tamente puede hacerlo de dos modos, ya de la voluntad, como se ha dicho; aun-
por cierta abstracción, ya por parte del que la misma pasión del apetito sensitivo
objeto de la voluntad. no sea directamente objeto de la vo-
Responderemos, que la pasión del ape- luntad.
tito sensitivo no puede arrastrar ó mo- A l 2.° que lo superior no es movido
ver directamente la voluntad, pero sí in- por lo inferior directamente; pero puede
directamente, y esto de dos modos: 1.° serlo indirectamente en cierto modo, co-
según cierta abstracción; porque, radi- mo se ha dicho.
cando todas las potencias del alma en A l 3.° debe decirse lo mismo.
una sola esencia s u y a , necesariamente
cuando una se ejerce intensamente en su ARTÍCULO I I . — t a r a z ó n puedo ser
acto propio, relájase la otra en el suyo ó vencida por la pasión contra su ciencia ? (1).
aun queda totalmente anulada, ya por-
que toda virtud distribuida entre mu- l.° Parece que la razón no puede ser
chos objetos se hace menor, y así por vencida por la pasión contra su ciencia :
el contrario esforzándose en unos puede porque lo más fuerte no es vencido por
menos repartirse en otros; y a también lo más débil; y la ciencia por su certi-
porque en las obras del alma se requiere dumbre es lo más fuerte que hay en nos-
cierta intención, que, al ser aplicada v e - otros. L u e g o no puede ser vencida por la
hementemente á un objeto, no puede pasión, que es débil y pasa prontamente.
atender á otro con (la misma) vehemen- 2.° L a voluntad no es sino del bien ó
cia: y conforme á este modo por cierta real ó aparente. M a s , cuando la pasión
distracción, cuando el movimiento del arrastra á la voluntad á lo que es ver-
apetito sensitivo se fortifica á influjo de daderamente bueno, no inclina la razón
cualquiera pasión, es preciso que se de- contra su ciencia; pero, cuando la impele
bilite ó que totalmente sea impedido el á lo que es aparentemente bueno, y no
movimiento propio del apetito racional, en realidad, la lleva á lo que parece á la
que es la voluntad; 2.° por parte del ob- razón, y esto es en la ciencia de la razón
jeto de la voluntad, que es el bien apren- lo que le parece. L u e g o la pasión jamás
dido por la razón: porque se impiden el inclina la razón contra su ciencia.
juicio y la aprensión de la razón á causa
3.° Si se dice que impele la razón
de la vehemente y desordenada apren-
consciente á algo en g e n e r a l , para que
sión de la imaginación y el juicio de la
juzgue lo contrario en particular; se re-
virtud estimativa, como se ve en los
darguye : las proposiciones universal y
amentes. Empero es manifiesto que á
particular si es que se oponen, se oponen

tanto la inteligencia de lo que dice Santo Tomás con respecto (1) Ó lo que es lo mismo : ¿puede suceder que haga uno lo
al planeta Saturno, que toma como ejemplo, acerca de sus que conoce ó sabe ser ilícito y sin dejar de conocerlo, ven-
tres-movimientos en relación el uno con los polos del mundo, cido ó dominado por la pasión?
el otro con los del Zodiaco y el tercero quo dice propio suyo.
CUESTIÓN L X X V I I . — A R T Í C U L O I I . 515

según la contradicción, como « t o d o hom- que de algún modo pensaba con acierto;
» bre y no todo hombre » ; pero dos opi- porque, como la voluntad es del bien, ó
niones, que son contradictorias, son con- real ó aparente, jamás se mueve al mal,
trarias , como se dice (Periherm. 1. 2, c. á no ser que lo que no es bueno aparezca
ult.°) Si pues u n o , sabiendo algo en g e - ante la razón de alguna manera como
neral, juzgara lo opuesto en particular; bueno; y por esto nunca la voluntad se
se seguiría que tendría á la vez opinio- dirigiría al mal, sino con alguna ignoran-
nes contrarias, lo que es imposible. cia ó error de la razón, por lo que se dice
4.° Todo el que sabe lo universal, sabe ( P r o v . 14, 2 2 ) : yerran los que obran el
también lo particular, que conoce está mal. M a s , por cuanto acredita la espe-
contenido bajo lo universal; como el que riencia que muchos obran contra lo que
sabe que toda muía es estéril, sabe que su ciencia les dicta, y se confirma con la
este animal es estéril, con tal que sepa autoridad divina según aquello ( L u c .
que es muía, como se ve por lo que se 12, 4 7 ) : el siervo, que conoció la volun-
dice (Poster. 1. l , t . 2 ) . E s así que el que tad de su Señor y no la hizo, será casti-
sabe algo en general, por ejemplo, que gado con muchos azotes, y ( J a c . 4 , 17)
ninguna fornicación debe hacerse, sabe se dice: el que sabe hacer el bien y no le
que esto en particular se contiene bajo hace comete pecado; no es absolutamente
lo universal, como que este acto es for- cierto lo que dijo, sino que conviene dis-
nicario. L u e g o parece que también lo tinguir, como enseña Aristóteles (Ethic.
sabe en particular. 1. 7, c. 3 ) . Porque, dirigiéndose el hom-
5.° <r L o espresado por palabra es sig- bre para obrar bien por una doble cien-
» no de la inteligencia del alma » según cia, á saber, general y particular; el de-
Aristóteles (Periherm. 1. 1 ) . Pero el fecto de una y otra basta, para que se
hombre dominado de una pasión frecuen- impida la rectitud de la voluntad y de la
temente confiesa que lo que elige es malo obra, como anteriormente se ha dicho ( C .
aun en particular : luego también en 76, a. 1 ) . Sucede pues que uno tiene
particular tiene ciencia. A s í pues parece ciencia en general, por ejemplo, de que
que las pasiones no pueden arrastrar la ninguna fornicación debe hacerse, y sin
razón contra su ciencia universal; porque embargo no conoce en particular que
no puede ser que tenga ciencia universal este acto, que es fornicación, no debe ha-
y piense lo contrario en particular. cerse ; y esto basta, para que la voluntad
no siga la ciencia universal de la razón.
Por el contrario, diceel Apóstol ( R o m .
Ademas se ha de considerar que nada
7, 23) : veo otra ley en mis miembros,
obsta que algo se sepa en hábito, lo cual
que contradice á la ley de mi voluntad y
sin embargo no se considera en el acto :
me lleva esclavo á la ley del pecado. Pero
puede por tanto suceder que uno tenga en
la ley que está en los miembros es la
particular y no solo en general ciencia
concupiscencia, de la cual antes había
aun recta, y sin embargo no lo medite en
hablado. P o r consiguiente, siendo la con-
acto ; y en este caso no parece difícil
cupiscencia cierta pasión, parece que esta
que el hombre obre fuera de aquello, que
impele á la razón aun en contra de lo
en el acto no considera. M a s el que el
que sabe.
hombre no considere en particular lo que
Conclusión. La pasión puede arras- habitualmente sabe, unas veces sucede
trar la razón de tres modos á juzgar en por solo defecto de intención, por ejem-
particular contra su ciencia universal: plo, cuando el hombre sabiendo geome-
1.° por distracción, 2.° impulsando á lo tría no se ocupa en considerar las con-
contrario, y 3.° produciendo alguna alte- clusiones de geometría, que al punto
ración corporal impeditiva total ó par- tiene á la mano el considerar; y otras no
cialmente del uso de la razón. considera el hombre lo que tiene en h á -
Responderemos, que fue opinión de bito á causa de algún impedimento que
Sócrates, como dice Aristóteles ( E t h i c . sobreviene, por ejemplo, por alguna ocu-
1. 7, c. 2), que la ciencia nunca podía ser pación esterior ó por alguna enfermedad
vencida por la pasión; y así suponía que corporal; y de este modo el que está
todas las virtudes eran ciencias, y que constituido en la pasión no considera en
todos los pecados eran ignorancias: en lo
516 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS II Y III.

particular lo que sabe en general, en lo que Aristóteles dice ( E t b i c . 1. 7,


cuanto la pasión impide tal consideración; c. 3 ) que el silogismo del incontinente
y la impide de tres modos: 1.° por cierta tiene cuatro proposiciones, dos particu-
distracción, como antes se ba espuesto lares y dos universales, una de las cuales
(a. 1 ) ; 2.° por contrariedad, porque es propia de la razón, por ejemplo, que
frecuentemente la pasión inclina á lo no debe cometerse ninguna fornicación ;
contrario de lo que tiene ciencia general; y otra de la pasión, por ejemplo, que la
3.° por cierta inmutación corporal, que delectación debe seguirse. L a pasión por
liga en cierto modo la razón, para que no consiguiente bga la razón, para que no
salga libremente al acto, como también tome y concluya bajo la primera; y así,
el sueño, ó la embriaguez, mediante cierto mientras aquella dura, toma y concluye
cambio corporal, bga el uso de la razón. bajo la segunda.
Y que esto sucede en las pasiones lo A l 5.° que, así como el ebrio algunas
prueba el que alguna v e z , cuando las veces puede proferir palabras que signi-
pasiones son m u y intensas, pierde el fican profundas sentencias, las que no
bombre totalmente el uso de la razón (1); puede sin embargo discernir con su men-
porque mucbos por la abundancia de t e , porque lo impide la embriaguez; así
amor ó de ira han caido en la locura. también el que está dominado de la pa-
Y de este modo la pasión arrastra á la sión, aunque de palabra profiera que esto
razón á juzgar en particular contra la no debe hacerse, sin embargo interior-
ciencia que tiene en general. mente siente en su ánimo que debe ha-
A l argumento 1.° diremos, que la cien- cerse, como se dice (Ethic. 1. 7, c. 3 ) .
cia universal, que es certísima, no tiene
la principalidad en la operación, sino más ARTÍCULO I I I . — E I pecado «uc es de
bien la ciencia particular, porque las ope- pasión debe llamarse debilidad í
raciones versan acerca de los singulares;
por lo que no es de admirar que en la 1.° Parece que el pecado procedente
práctica la pasión obra contra la ciencia de pasión no debe decirse de debilidad:
universal, faltando la consideración en porque la pasión es cierto movimiento
particular. vehemente del apetito sensitivo, como
A l 2.° que eso mismo de parecer á la hase dicho (a. 1 ) ; y la vehemencia del
razón en particular bueno algo, que no lo movimiento más arguye fortaleza que
e s , proviene de alguna pasión; y no obs- debilidad. L u e g o el pecado que procede
tante este juicio particular es en contra de la pasión no debe llamarse de de-
de la ciencia universal de la razón. bilidad.
A l 3.° que no podría suceder que uno 2.° L a debilidad del hombre se consi-
tuviese al mismo tiempo en acto ciencia dera principalmente según lo que en él
ú opinión verdadera sobre el universal es más frágil. Pero esto es la carne, por
afirmativo y opinión falsa sobre el par- lo que se dice ( P s . 77, 3 9 ) : se acordó de
ticular negativo, ó viceversa; pero puede que son carne. L u e g o más bien debe lla-
suceder muy bien que uno tenga babi- marse pecado de debilidad el que procede
tualmente verdadera ciencia sobre el uni- de algún defecto del cuerpo , que el que
versal afirmativo y falsa opinión en el proviene de la pasión del ánimo.
acto sobre el particular negativo, pues el 3.° E l hombre no parece ser débil para
acto directamente no contraría al hábito, aquellas cosas, que están sometidas á su
sino al acto. voluntad. E s así que hacer ó no aquello,
A l 4.° que el que tiene ciencia en co- á que la pasión inclina, depende de la vo-
mún, á causa de la pasión es impedido luntad del hombre, según ( G e n . 4, 7 ) : tu
de poderla tomar bajo esa universal, y apetito ( 2 ) estará en tu mano, y tú te
llegar a l a conclusión; pero la toma bajo enseñorearás de él. L u e g o el pecado, que
otra universal, que sugiere la inclinación procede de la pasión, no es de debilidad.
de la pasión, y b a j o ella concluye : por Por el contrario , Tulio ( Qq. Tuscul.

(i) O al menos, y de no perderlo enteramente, queda inepto algún ejemplar antiguo de la Biblia antes de su definitiva re-
para obrar con verdadera libertad. visión, ejus, esto es peccati (del pecado), que es como hoy debe
('¡) La Vulgata- dice en lagar de tuus, tomado sin duda de leerse, aunque el sentido es sustancialmente idéntico.
CUESTIÓN LXXVII.—ARTÍCULOS III Y IV. 517

1. 4 ) llama á las pasiones del alma en- A l argumento 1.° diremos q u e , así
fermedades ( 1 ) ; y las enfermedades por c o m o , cuanto fuere más fuerte el movi-
otro nombre se llaman debilidades. L u e - miento en el cuerpo fuera del orden de la
go el pecado, que procede de la pasión, naturaleza, tanto es mayor la enferme-
debe decirse de debilidad. dad; del mismo modo, cuanto más fuerte
Conclusión. El pecado se dice de debi- es el movimiento de la pasión fuera del
lidad, cuando fuera del orden de la razón orden de la razón, tanto es mayor la de-
la potencia concupiscible ó-la irascible bilidad del alma.
es afectada por alguna pasión impedi- A l 2.° que el pecado consiste princi-
tiva de su actual sumisión al orden re- palmente en el acto de la voluntad, que
gulador de la razón. no es impedido por la debilidad del cuer-
Responderemos, que la causa propia po : porque puede el que es débil de cuer-
del pecado es de parte del a l m a , en la po tener pronta voluntad para hacer algo;
que principalmente está el pecado, y pue- pero se lo impide la p a s i ó n , como arriba
de suponerse en ella debilidad á seme- se h a dicho ( a . 1 ) . A s í que , cuando se
janza de la enfermedad del cuerpo. S e dice que un pecado es por debilidad, se
dice pues que el cuerpo del hombre está ha de referir esto más bien á la debilidad
enfermo, cuando se debilita ó es impedido del alma que á la del cuerpo. N o obstan-
en la ejecución de su operación propia á te se llama también la misma debilidad
causa de alguu desorden de las partes del del alma debilidad de la carne, en cuanto
cuerpo, de modo que los humores y los por la condición de la carne surgen en
miembros del hombre no se subordinan á nosotros las pasiones del alma, porque el
la virtud directiva y motora del cuerpo; apetito sensitivo es virtud que usa de ór-
por lo que se dice que un miembro está gano corporal.
enfermo, cuando no puede consumar la A l 3.° que está en la potestad de la
operación del miembro sano, como el ojo, voluntad asentir ó no á aquello, á que la
cuando no puede ver claramente , según pasión inclina; y por tanto se dice que
dice Aristóteles ( D e histor. animal. 1. 10, nuestro apetito está bajo nuestro poder :
c. 1 ) : y así también se dice enfermedad sin embargo ese asentimiento ó disenti-
del a l m a , cuando esta es impedida en su miento de la voluntad es impedido por
propia operación por el desorden de las la pasión del modo predicho ( a q u í , y
partes de la misma. Pero , así como las a. 1 ) .
partes del cuerpo se dicen estar desorde-
nadas , cuando no siguen el orden de la
ARTÍCULO I V . — E I amor de sí e s prin»
naturaleza ; del mismo modo se dice que
ciplo.dc todo pecado?
las partes del alma están desordenadas,
cuando no se someten al orden de la ra-
l.° Parece que el amor de sí no es
zón, porque la razón es la fuerza directriz
principio de todo pecado : porque lo que
de las partes del alma : así p u e s , cuando
es de por sí bueno y debido, no es propia
fuera del orden de la razón la fuerza
' causa de pecado. E s así que el amor es
concupiscible ó la irascible es afectada
de suyo bueno y d e b i d o , por lo que se
de alguna pasión, siendo esto obstáculo
manda al hombre que ame á su prójimo
á la debida acción del hombre del modo
como á sí mismo ( Levit. 19 ) : luego el
antes d i c h o , se dice que el pecado es de amor de sí no puede ser causa propia de
debilidad; por cuya razón el mismo F i -
pecado.
lósofo ( Ethic. 1. 7 , c. 8 ) compara al in-
continente con el paralítico ( 2 ) , cuyas 2.° Dice el Apóstol ( E o m . 7, 8): el pe-
partes se mueven en sentido contrario á cado, tomando ocasionpor el mandamien-
lo que él mismo dispone. to , obró en mí toda concupiscencia; en
donde la Glosa ordinaria ( D e spir. et
(1) Véase lo dicho en la C. 24, a. 2, contrarían sus naturales movimientos ; los paralíticos por su
(2) Alguna edición de las modernas (como la reciente fran- parte han menester ser movidos ó conducidos por otros, cual
cesa de Drioux) pone epiléptico en lugar de paralylico, sustitu- se supone aquí serlo el incontinente por la violencia de su
ción no bastantemente autorizada á nuestro juicio, por más pasión : y ademas la unanimidad de todos los códices con la
que no con visos de fundamento haya sido propuesta por Ki- mayoría de las ediciones casi en totalidad es para nosotros
colai, quien no obstante conserva la palabra paralylico : por- harto suficiente y decisiva razón, para optar por la palabra
que, si bien parece más apropiada la comparación con el epi- paralítico.
léptico, cuyo cerebro sufre convulsiones tan violentas que
518 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.

litt. c. 4 ) dice que « buena es la l e y , A l 2.° que la concupiscencia, con que


» que, prohibiendo la concupiscencia, pro- uno apetece para sí el b i e n , se reduce al
» hibe todo m a l » , lo cual se dice porque amor de sí, como á causa, según lo dicho.
la concupiscencia es causa de todo peca- A l 3.° que se dice que uno ama, no solo
do. E s así que la concupiscencia es pa- aquel bien que desea para sí, sino también
sión distinta que el amor, como antes se á sí mismo para quien lo desea. E l amor
ha probado ( C . 2 3 , a. 4 ; y C. 3 0 , a. 2 ) . pues, según que se dice ser de lo que se
L u e g o el amor de sí no es causa de todo d e s e a , cual se dice que uno ama el vino
pecado. ó el dinero, mira como causa el temor,
3.° San Agustín sobre aquello ( P s . que pertenece á la fuga del m a l ; porque
79 ) , lo quemado á fuego y lo socavado, todo pecado proviene ó del desordenado
dice que ce todo pecado proviene del apetito de algún b i e n , ó de la desorde-
» amor, qne malamente inflama, ó del nada fuga de algún mal. P e r o ambas
»temor, que malamente humilla». L u e g o cosas se reducen al amor de s í ; pues, si
no solo el amor de sí es causa de pecado. el hombre ó apetece el bien ó huye los
4.° A s í como el hombre peca algunas males, es porque se ama á sí mismo.
veces por el desordenado amor de sí mis- A l 4.° que el amigo es como otro uno
m o , así también peca otras por el des- mismo ( E t h i c . 1. 9, c. 4 ) ; y por tanto el
ordenado amor del prójimo. L u e g o el pecar por amor del amigo parece pecar
amor de sí no es causa de todo pecado. por amor de sí mismo.
Por el contrario, dice San Agustín
( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. 2 8 ; e in P s . 64) ARTÍCULO Í.V. — A Se a s i g n a n conve-
que « el amor de sí hasta el desprecio de n i e n t e m e n t e como c a u s a s fie los pecados la
» Dios hace la ciudad de Babilonia ». E s concupiscencia de l a c a r n e , l a concupiscen-
así que por cualquier pecado pertenece el cia de los ojos y l a soberbia de la vida ?
hombre á la ciudad de Babilonia. L u e g o
el amor de sí es causa de todo pecado. 1.° Parece que inconvenientemente se
Conclusión. Es manifiesto que el des- asignan como causas de los pecados la
ordenado amor de sí mismo es causa y concupiscencia de la carne, la concupis-
.principio de todo pecado. cencia de los ojos y la soberbia de la
Responderemos q u e , como arriba se vida; porque según el Apóstol ( I Tim.
ha dicho ( C . 75, a. 1 ) , la causa propia y 6, 10) la raíz de todos los males es la co-
per se del pecado debe tomarse por parte dicia. E s así que la soberbia de la vida
de la conversión al bien conmutable, se- no se comprende bajo la codicia. Luego
gún la cual ciertamente todo acto de pe- no debe establecerse entre las Causas de
cado procede de algún apetito desorde- los pecados.
nado á algún bien temporal. M a s el que 2.° L a concupiscencia de la carne se
uno apetezca desordenadamente algún escita sobre todo por la visión de los
bien temporal procede de que se ama o j o s , conforme á aquello ( D a n . 1 3 , 56):
desordenadamente á sí mismo, porque el la forma te engañó. L u e g o no debe divi-
amar á alguno es querer para él un bien : dirse la concupiscencia de los ojos corrtra
lo cual demuestra que el desordenado la concupiscencia de la carne.
amor de sí mismo es la causa de todo 3.° L a concupiscencia es apetito de lo
pecado (1). deleitable, como antes se ha probado
A l argumento 1.° diremos, que el amor ( C . 3 0 , a. 1 ) . P e r o las delectaciones
de sí ordenado es debido y natural, es á acaecen no solamente según la vista,
saber, de modo que quiera para sí el bien sino también según los otros sentidos.
que conviene; pero el amor de sí desor- L u e g o debería también ponerse « l a con-
denado, que conduce al desprecio de Dios, » cupiscencia del oido » y de los demás
se establece que es causa de pecado se- sentidos.
gún San Agustín (ibid. Por el con- 4.° A s í como el hombre es inducido á
trario). pecar por la desordenada concupiscencia
del bien , del mismo modo por la desor-
(1) Ese amor propio desordenado debe entenderse compren- denada fuga del m a l , como se ha dicho
sivo no solo de la pasión en el apetito , sí también del simple
movimiento de la voluntad como facultad racional. (a. 4 al 3.°); y nada se enumera aquí per-
CUESTIÓN LXXVII.—ARTÍCULO V. 519

teneciente á la fuga del mal. L u e g o in- los vestidos y semejantes ; y esta concu-
suficientemente se tocan las causas de los piscencia animal se llama concupiscencia
pecados. de los ojos, ya se entienda la de la visión
Por el contrario, se dice ( i Joann. 2, misma realizada por los ojos, refiriéndose
16 ) : todo lo que hay en el mundo 6 es á la curiosidad según la interpretación de
concupiscencia de la carne, ó concu- San Agustín (Conf. 1. 10.y c. 35 ) , y a se
piscencia de los ojos, ó sobei-bia de la refiera á la concupiscencia de las cosas,
vida (1). M a s en el mundo se dice que que anteriormente se ofrecen á los ojos,
hay algo á causa del pecado; por lo que como sinónima de codicia, según otros
allí mismo se dice que el mundo está es- esponen. Empero el apetito desordenado
tablecido en lo maligno. L u e g o las tres del bien arduo pertenece á la soberbia de
cosas antedichas son causas de los pe- la v i d a ; porque la soberbia es apetito
cados. desordenado de escelencia, como se dirá
Conclusión. Todas las pasiones cau- más adelante ( C . 8 4 , a. 2 ; y 2 . - 2 . ° , a

sas de los pecados se reducen á estas C. 1 6 2 , a. 1 ) : y así es evidente que á


tres : concupiscencia de la carne, con- esas tres cosas pueden reducirse todas las
cupiscencia de los ojos y soberbia de la pasiones, que son causa de pecado ; por-
vida. que á las dos primeras se reducen todas
Responderemos q u e , como y a se ha las pasiones de la (potencia) concupisci-
dicho ( a . 4), el desordenado amor de sí ble , y á la tercera todas las pasiones de
mismo es causa de todo pecado : mas en la irascible ( 3 ) ; por lo que no se divide
el amor de sí se incluye el desordenado en dos, pues todas las pasiones de la iras-
apetito del bien, porque cada uno apetece cible se conforman con la concupiscencia
el bien para aquel á quien a m a ; por lo animal (4).
que es evidente que el desordenado ape- A l argumento 1.° diremos que, así como
tito del bien es causa de todo pecado. la codicia importa umversalmente el ape-
Pero el bien es de dos maneras objeto tito de cualquier bien, así también la so-
del apetito sensible , en el cual están las berbia de la vida se contiene en la codi-
pasiones del alma , que son causa de pe- cia. Más adelante (C. 84, a. 1) se espon-
cado : una absolutamente, según que es drá cómo la codicia, según que es un
objeto de la concupiscible ; y otra bajo vicio especial llamado avaricia, es la raíz
el concepto de arduo, según es objeto de de todos los pecados.
la irascible, como antes se ha dicho C. (23, A l 2.° que concupiscencia de los ojos
a. 1). Asimismo hay dos clases de con- no se llama aquella concupiscencia de
cupiscencia, como arriba se ha probado todas las cosas, que con los ojos pueden
(C. 30 , a. 3 ) : 1. natural, de aquellas
a

verse, sino solo la de aquellas, en que no


cosas con que se sustenta la naturaleza se busca la delectación de la carne por
del cuerpo, ora en cuanto á la conser- medio del t a c t o , y sí únicamente la de-
vación del individuo, como la comida y lectación del ojo', esto e s , de cualquiera
a
la bebida y semejantes ; ora también en virtud aprensiva.
cuanto á la conservación de la especie,
A l 3.° que el sentido de la vista es el
como en las cosas deshonestas; y el ape-
más escelente entre todos los demás sen-
tito desordenado de estas se llama con-
tidos, y se estiende á más cosas, como se
cupiscencia de la carne ; 2 . animal, á a

dice ( Met. 1. 1 ) ; y por tanto su nombre


saber, la de aquellas cosas que por el
se traslada á todos los otros sentidos, y
sentido de l a carne no llevan consigo
aun á todas las aprensiones interiores,
sustentación ó delectación; pero que son
como dice San Agustín en el libro D e
deleitables según la aprensión de la ima-
verbis Domini (Serm. 133).
ginación ó de alguna otra percepción (2)
análoga, como son el dinero, el ornato de A l 4.° que la fuga del mal es causada
por el apetito del bien, como anterior-

(1) La Vulgata pone eí(y) onvez deauf (ó). Véaselanota 1, bio nalumliter, que no hallamos en las demás.
página 205, del X. 1." (4) Reduce pues el Santo Doctor las pasiones causas de pe-
(2) Acccptionis, aunque en 'algunas pocas ediciones se lee cado á estas tres : intemperancia, codicia y soberbia, en per-
vctcptallonlB, que puede traducirse lo mismo por el acto do fecto acuerdo con el evangelista San Juan, así interpretado
recibir. en su citada enumeración.
(3) Las ediciones de Roma y Pádua ingieren aquí el adver-
h20 CUESTIÓN LXXVII. — ARTÍCULOS V Y V I .

mente se lia dicho ( C . 2 5 , a. 2 ; y C. 2 9 , de razón. Mas la pasión es movimiento


a. 2 ) ; y por eso se asignan solamente las del apetito sensitivo, el cual respecto del
pasiones, que inclinan al bien, como cau- libre albedrío puede ser ó antecedente ó
sas "de aquellas cosas, que bacen desorde- consecuentemente : antecedente, según
nadamente la fuga del mal. que la pasión del apetito sensitivo arrastra
ó inclina la razón ó la voluntad, como ar-
ARTÍCULO V I . — Se a t e n ú a el pecado riba se ha dicho (a. 1 y 2; y C. 10, a. 3 ) ;
por l a pasión? y consecuente, en cuanto los movimientos
de las fuerzas superiores, si son vehemen-
l.° Parece que el pecado no se atenúa tes, redundan en las inferiores, porque no
por la pasión : porque el aumento de la puede ser movida intensamente la volun-
causa aumenta el efecto; puesto que, si lo tad á algo , sin que se 'escite alguna pa-
cálido d i s u e l v e , más disuelve lo más cá- sión en el apetito sensitivo. Si pues se
lido. E s así que la pasión es causa de pe- toma la pasión, según que precede al acto
c a d o , como se ba visto (a. 5 ) . L u e g o , de pecado, necesariamente disminuye el
cuanto más intensa es la p a s i ó n , tanto pecado; pues un acto en tanto es pecado,
mayor es el pecado : la pasión pues no en cuanto es voluntario y existente en
disminuye el p e c a d o , sino que lo au- nosotros (2), y el estar algo en nosotros
menta. se dice por la razón y la voluntad : así
2.° A s í como la pasión buena se refie- q u e , cuanto ( 3 ) la razón y la voluntad
re al mérito , del mismo modo la pasión obran algo de por s í , no por impulso de
mala se refiere al pecado. P e r o la pasión la p a s i ó n , más es voluntario y está (4)
buena aumenta el mérito; porque tanto en nosotros; y conforme á esto la pasión
más parece merecer uno, cuanto con ma- disminuye el pecado, en cuanto disminu-
yor misericordia socorre al pobre. L u e g o y e lo voluntario. Empero la pasión con-
también la pasión mala agrava el pecado siguiente no disminuye el pecado , antes
más bien que lo disminuye ( 1 ) . lo aumenta, ó más bien es indicio de su
3.° Cuanto con más intensa voluntad gravedad, por cuanto revela la decisión
comete uno un pecado, tanto más grave- de la voluntad al acto del pecado : y así
mente parece que peca. M a s la pasión es verdad que, cuanto uno peca con ma-
impulsiva de la voluntad la hace lan- yor liviandad ó concupiscencia, tanto más
zarse con mayor vehemencia al acto del peca.
pecado. L u e g o la pasión agrava el pe- A l argumento 1.° diremos , que la pa-
cado. sión es causa de pecado por parte de la
Por el contrario : la misma"pasion*ae conversión ; mas la gravedad del pecado
concupiscencia se llama tentación de la se valúa más por parte de la aversión, la
carne. P e r o , cuanto uno es vencido por cual proviene per acccidens de la conver-
mayor tentación, tanto menos peca, como sión, esto e s , sin intención del que peca:
manifiesta San Agustín ( D e civ. D e i , y las causas aumentadas per accidens no
1. 14, c. 12). aumentan los efectos, y sí solo solamente
Conclusión. La pasión, precedente [1] las causas per se.
al acto de pecado, disminuye su gravedad A l 2." q u e , la pasión b u e n a , consi-
en proporción de la vehemencia impul- guiente al juicio de la razón , aumenta el
siva ; mas la subsiguiente [ 2 ] , no solo no mérito; pero, si precede, de modo que el
lo atenúa , sino que lo aumenta , ó más hombre se mueva á obrar bien más por
bien denuncia su mayor gravedad. pasión que por el juicio de la r a z ó n , tal
R e s p o n d e r e m o s , que el pecado con- pasión disminuye la bondad y alabanza
siste esencialmente en el acto del libre del acto.
albedrío, que es facultad de voluntad y A l 3.° q u e , aunque el movimiento de

(1) Entiéndase, no que nnas pasiones son de suyo y por su consta en la generalidad de las ediciones y en todos los ma-
naturaleza precisamente buenas y otras malas, sino que se nuscritos.
las califica así, según que respectivamente obedecen al impe- (4) Mediante la razón solo antecedente y prosupositiva-
rio y orden de tarazón ó siguen el impulso déla sensualidad. mente, y formalmente por medio de la voluntad, en la que
(2) Dependiente de nuestra potestad ó arbitrio de ejecu- tiene su perfección y complemento la libertad, no sin el pre-
tarlo ó no. vio juicio ó dictamen de la razón.
(i) Algunos leen guando en lugar de guanta, que es lo que
CUESTIÓN LXXVII. — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 521

la voluntad sea más intenso incitado por de esto parece deben considerarse dos
la pasión, sin embargo no es tan propio cosas : 1 . que una cosa puede ser v o -
a

de la voluntad, como si por sola la razón luntaria en sí m i s m a , como cuando la


se moviese á pecar. voluntad es llevada directamente á la
misma ; ó en su causa, cuando la volun-
ARTÍCULO V I I . — i.a pasión escusa to- tad es llevada á la causa, y no al efecto,
talmente de pecado? como se ve en el que voluntariamente se
embriaga, porque por esto mismo se le
l.° Parece que la pasión escusa total- imputa como voluntario lo que comete
mente de p e c a d o : porque todo lo que por la embriaguez ( 3 ) ; 2 . que algo a

causa involuntario escusa totalmente de se dice voluntario directa ó indirecta-


pecado; y la concupiscencia de la carne, mente: directamente aquello á que la vo-
que es cierta pasión (1), causa involun- luntad es l l e v a d a , é indirectamente lo
tario, conforme á aquello (Galat. 5, 17): que la voluntad puede prohibir, mas no
la carne codicia contra el espíritu, prohibe; y en cuanto á esto debemos dis-
para que no hagáis todas las cosas, que tinguir : porque la pasión algunas veces
quisiereis. L u e g o la pasión escusa total- es tan fuerte, que priva totalmente del
mente de pecado. uso de la razón, como se ve en los que
2.° L a pasión causa cierta ignorancia deliran á causa del amor ó dé la i r a ; y
en lo particular, como se ba dicho ( a . 2; entonces, si tal pasión desde el principio
y C. 7 6 , a. 3 ) . E s así que la ignorancia fuere voluntaria, se imputa el acto á pe-
particular escusa totalmente de pecado, cado , porque es voluntario en su causa,
como se ha probado ( C . 6 , a. 8 ) . L u e g o como también se ha dicho de la embria-
la pasión escusa totalmente de pecado. guez: pero, si la causa no es voluntaria,
3.° L a enfermedad del alma es más sino natural, por ejemplo, cuando uno
grave que la del cuerpo : y , puesto que por enfermedad ó por otra causa seme-
la enfermedad del cuerpo escusa total- jante cae en tal pasión, que le quita t o -
mente de pecado , como se ve en los fre- talmente el uso de la r a z ó n , el acto re-
néticos ; mucho más la pasión, que es en- sulta enteramente involuntario, y por
fermedad del alma. consiguiente se escusa totalmente de pe-
cado (A). M a s otras veces no es tan
Por el contrario: el Apóstol ( R o m . 7)
grande la pasión, que intercepte total-
las llama pasiones de los pecados (2),
mente el uso de la razón ; y en tal caso
solo porque los causan ; lo que no sería,
la razón puede escluir la p a s i ó n , diri-
si escusasen totalmente de pecado. L u e g o
giendo hacia otra parte los pensamien-
las pasiones no escusan totalmente de
tos , ó impedirla de producir su efecto;
pecado.
porque los miembros no se aplican á la
Conclusión. Las pasiones \l~\*que ha-
obra sino mediante el consentimiento de
cen completamente involuntario el acto
la razón, como se ha dicho ( C . 17, a. 9);
subsiguiente, escusan totalmente de pe-
por lo que tal pasión no escusa totalmente
cado ; mas no [ 2 ] , si ellas mismas son
de pecado.
voluntarias ó no lo hacen del todo invo-
luntario. A l argumento 1.° diremos, que eso de
Responderemos, que un acto malo en « para que no hagáis todas las cosas, que
su género se escusa totalmente de peca- » quisiereis » , no ha de referirse á lo que
do, solo cuando se hace del todo invo- se hace por acto esterior, sino al movi-
luntario : por consiguiente, si la pasión miento interior de la concupiscencia;pues
es tal que hace totalmente involunta- querría el hombre ( 5 ) no desear jamás
rio el acto siguiente, escusa totalmente lo malo , como también se interpreta
de pecado, y de lo contrario no. Acerca aquello ( R o m . 7, 1 9 ) : lo malo, que odio,

(1J La designada por el nombre de deseo en la enumera- (3) Recuérdese lo dicho en la nota 1, pág. 297; y puede con-
ción de las once pasiones (C. 25, a. 3); aunque en el concepto sultarse también laC. 150, a. 4, de la 2, -2.» : debiendo ade-
ll

genérico de concupiscencia, que en el más estricto de deseo mas entenderse el pecado aludido, no como nuevo y absoluta-
de la carne se menciona con este misino nombre en muchos mente distinto del precedente por la voluntariedad de la em-
pasajes del Nuevo Testamento (Galal. 5, 16; Ephes. 8, 3 ; briaguez, sino como idéntico ó incluido en él.
n Peí. 2,18;,..). (4) Véase la nota 2, pág. 511.
(2) Véase la nota 1, pág. 107. (5) Véase la C. 10, a. 3, al 1.°
522 CUESTIÓN LXXVII. — A R T Í C U L O S VII Y VIII.

es lo que hago: ó puede referirse á la Conclusión. Solamente de un modo


voluntad que precede á la pasión, como puede suceder que la inclinación del al-
se ve en los incontinentes, que obran con- ma á algo contrario al último fin no sea
tra su propósito á causa de su concupis- pecado mortal, y es cuando no interviene
cencia. la razón deliberando.
A l 2.° que la ignorancia particular, que Responderemos, que el pecado mortal,
totalmente escusa , ,es la ignorancia de la como se ha dicho ( C . 7 2 , a. 5 ) , consiste
circunstancia ( 1 ) , que ciertamente uno en el apartamiento del último fin, que es
no puede saber aplicada la debida dili- D i o s ; y esta aversión pertenece á la ra-
gencia ; pero la pasión causa la ignoran- zón deliberante, de la que también es
cia del derecho en particular, impidiendo propio ordenar al fin. Solo pues de este
la aplicación de la ciencia común al acto modo puede suceder que la inclinación
particular, la cual pasión puede cierta- del alma á lo que contraría al último fin
mente la razón rechazar, como se h a no sea pecado mortal, porque la razón
dicho. deliberante no puede estorbarlo, cual su-
A l 3.° que la debilidad del cuerpo es cede en los movimientos súbitos. Pero,
involuntaria; pero sería semejante si fuese cuando uno procede por pasión al acto de
voluntaria, como se ha dicho de la em- pecado ó al consentimiento deliberado,
briaguez, que es cierta enfermedad cor- esto no se hace súbitamente; y por lo
poral. mismo la razón deliberante puede aquí
oponerse, pues que puede escluir ó al
menos impedir la pasión, como se ha di-
ARTÍCULO VIII. — E I pecado proce- dho (a. 7) : por lo q u e , si no se opone,
dente de l a pasión puede ser mortal ? hay pecado mortal, como vemos que
muchos homicidios y muchos adulterios
l.° Parece que el pecado procedente se cometen por pasión.
de la pasión no puede ser mortal : por- A l argumento 1.° diremos, que se dice
que el pecado venial se contrapone al venial de tres modos: 1.° por la causa,
mortal; y el pecado que procede de de- por cuanto tiene alguna causa de perdón
bilidad (2) es v e n i a l , puesto que tiene (venia), la cual disminuye el pecado , y
en sí causa de perdón. L u e g o , siendo en este sentido se dice venial el pecado
pecado de debilidad el que procede de la cometido por debilidad ó ignorancia; 2.°
pasión , parece que no puede ser mortal. por el e v e n t o , como todo pecado me-
2.° L a causa es más poderosa que el diante la penitencia se hace v e n i a l , esto
efecto. Pero la pasión no puede ser p e - e s , alcanza perdón; y 3.° venial por el
cado mortal; porque e n l a sensualidad (3) género, como la palabra ociosa, y solo
no h a y pecado m o r t a l , como se ha pro- este venial se opone al mortal : pero la
bado ( C . 7 4 , a. 4 ) . L u e g o el pecado que objeción se refiere al primero.
procede de la pasión no puede ser mortal. A l 2.° que la pasión es causa de peca-
3.° L a pasión priva de la razón, como do por parte de la conversión; mas el ser
se v e por lo dicho ( a . 1 y 2 ) ; á la cual mortal es de parte de la aversión, que ac-
compete el convertirse á Dios ó apartarse cidentalmente sigue á la conversión, como
de é l , en lo que consiste la esencia del se ha dicho ( a . 6 , al 1.°) : por lo que no
pecado mortal. L u e g o el pecado proce- hay consecuencia.
dente de la pasión no puede ser mortal. A l 3.° que no siempre la razón es im-
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol pedida totalmente en su propio acto por
(Rom. 7, 5 ) : las pasiones de los pecados la pasión ; y así le queda libre albedrío,
obran en nuestros miembros, para dar para que pueda apartarse ó convertirse á
fruto á la muerte. Pero es propio del p e - Dios. P e r o , si totalmente se quitase el
cado mortal el fructificar para la muerte. uso de la razón, y a no habría pecado ni
L u e g o el pecado que proviene de la p a - mortal ni venial.
sión puede ser mortal.

(1) Mo empero la ignorancia particular vencible, que ha (3) Uníco sujeto y verdadero principio de la pasión, enten-
podido y debido evitarse, y de la que no es causa la pasión. diéndose comprensiva aquella de los dos apetitos irascible y
(2) Espiritual, debe entenderse según el contesto. concupiscible.
C U E S T I Ó N LXXYIII.

Cansa del pecado, que es la malicia.

Sobre la malicia, causa del pecado por parte de la voluntad, cuestionaremos: 1.° Puede uno pecar
por malicia cierta ó de i n d u s t r i a ? — 2." Todo el que peca por h á b i t o , peca por malicia cierta? — 8,°
Todo el que peca por cierta malicia, peca por hábito? — 4.° El que peca por cierta malicia, peca más
gravemente que el que peca por pasión ?

A R T Í C U L O I . — P e c a uno por cierta ma- malicia cierta los que eligen el pecado á
licia? (1). sabiendas ó con positivo conocimiento de
que prefieren un bien temporal al espi-
l.° Parece que ninguno peca de indus- ritual.
tria ó por cierta malicia: porque la igno- Responderemos, que el hombre, y lo
rancia se opone á la industria ó cierta mismo cualquiera otra cosa, naturalmente
malicia, y « t o d o malo es ignorante » se- tiene apetito del bien: así pues el incli-
gún Aristóteles ( E t h i c . 1. 3, c. 1), y narse al mal su apetito tiene lugar por
(Prov. 14, 2 2 ) : yerran los que obran alguna corrupción ó desorden en alguno
mal. L u e g o ninguno peca por cierta ma- de los principios del hombre, pues así se
licia. halla pecado en las acciones de las cosas
2.° Dice San Dionisio ( D e div. nom. naturales. P e r o los principios de los actos
c. 4, p. 4, lect. 14 y 2 2 ) que « ninguno humanos son el entendimiento y el ape-
» obra con intención al m a l » . P e r o pecar t i t o , tanto racional llamado voluntad,
por malicia parece ser proponerse el mal como el sensitivo. E l pecado pues en los
al pecar, por cuanto lo que es sin inten- actos humanos sucede algunas veces c o -
ción es como per accidens, y no da nom- mo ( 3 ) por defecto del entendimiento,
bre al acto ( 2 ) . L u e g o ninguno peca por como cuando uno peca por ignorancia, y
malicia. por defecto del apetito sensitivo, como
3.° L a malicia misma es pecado. Si cuando uno peca por pasión; y así tam-
pues la malicia es causa de pecado, se bién por defecto de la voluntad, que es
seguirá que el pecado es causa de pecado desorden de la misma. Empero hay vo-
hasta el infinito, lo que es inconveniente. luntad desordenada, cuando ama más el
Luego nadie peca por malicia. bien menor; y es consiguiente el que uno
Por el contrario, se dice ( J o b . 34, 27): elija sufrir detrimento en el bien menos
como de propósito se apartaron de él, y amado, á trueque de alcanzar el bien más
no quisieron entender sus caminos. M a s amado, como cuando el hombre quiere
el apartarse de D i o s es pecar. L u e g o al- sufrir la amputación de un miembro aun
gunos pecan de industria ó por cierta á sabiendas, por conservarla vida que
malicia. ama m á s : así pues de este modo, cuando
una voluntad desordenada ama más al-
Conchísion. Pecan de industria ó por

(1) Como muy oportunamente advierte el C. Cayetano, que tal acto es malo, 2.° que lo es en tal caso detorminado,
aunque todo pecado humano radica en alguno de estos tres 3.° que es peor en relación con algún otro.
principios, ignorancia, pasión y malicia; en todos ellos sin (2) Pues á nada se da nombre por lo que le es accidental
embargo hay algo de mala voluntad y de ignorancia : mas (Met. 1. 0, t. 4).
e6ta última puede ser de tres modos, según se.insinúa(al 1.°), (3) Algunos suprimen s t a l (como), que sin embargo so ve
correlativamente opuestos á las tres clases de ciencia particu- en todos los códices y en la generalidad do los impresos.
lar y actual, según que respectivamente se sabe por ella 1.°
524 CUESTIÓN L X X V I I I . — A R T Í C U L O S I Y I I .

gun bien temporal, por ejemplo, las ri- por malicia, en cuanto peca por elección
quezas ó el deleite carnal, que el orden del mal) ( 2 ) , ó alguna culpa precedente,
de la razón ó de la l e y divina ó la cari- de la cual nace la culpa subsiguiente,
dad de Dios ú otra cosa semejante; se como cuando uno impugna la gracia fra-
sigue que quiere sufrir quebranto en al- ternal por envidia; y entonces lo mismo
guno de los bienes espirituales, por ad- no es causa de sí mismo, sino que el acto
quirir algún bien temporal. Pero no es interior es causa del acto esterior, y un
otra cosa el mal que la privación de pecado es causa de otro, no empero en
algún bien; y según esto hay quien á serie infinita, porque forzosamente habrá
sabiendas quiere algún mal espiritual, de llegarse á algún primer pecado, que
que es un mal en absoluto, por el cual se no es causado por otro alguno anterior,
priva del bien espiritual, para disfrutar como se ve por lo y a espuesto ( C . 75, a.
de un bien temporal: y por esto se dice 4, al 3.°)
que peca por cierta malicia ó de indus-
tria, como eligiendo á sabiendas el mal. A R T Í C U L O I I . — Todo el que peca por
A l argumento 1.° diremos, que la ig- hábito, peca por cierta malicia ?
norancia escluye ciertamente alguna vez
la ciencia, por la que uno sabe simple- l.° Parece que no todo el que peca
mente que lo que obra es malo, y enton- por hábito, peca por cierta malicia: por-
ces se dice que peca por ignorancia; pero que el pecado procedente de cierta mali-
otras escluye la ciencia, por la que el cia parece ser gravísimo; y á veces co-
bombre sabe que esto es abora malo, mete el hombre algún pecado leve por
como cuando peca por pasión; y otras hábito, como cuando profiere una palabra
también escluye la ciencia, por la que ociosa. L u e g o no todo pecado proce-
uno sabe que este mal no se debe sufrir dente del hábito se comete por cierta
por la consecución de aquel bien, sabien- malicia.
do no obstante en absoluto que esto es 2.° L o s actos, que proceden del hábi-
malo; y en este sentido se dice ignorar to, son semejantes á los actos que engen-
el que peca por eierta malicia ( 1 ) . dran los hábitos, como se dice (Ethic. 1.
A l 2.° que el mal no puede ser de por 2, c. 1 y 2). Pero los actos, que preceden
sí intentado por alguno; pero sí puede al hábito vicioso, no proceden de cierta
serlo para evitar otro mal ó para conse- malicia. L u e g o también los pecados que
guir otro bien, como queda dicho; y en proceden del hábito no son por cierta
tal caso uno elegiría conseguir el bien malicia.
per se intentado, sin sufrir por esto detri- 3.° E n lo que uno comete por cierta
mento de otro bien, como si un lascivo malicia se goza después de haberlo co-
quisiera gozar de la delectación sin ofensa metido, según aquello (Prov. 2, 1 4 ) : los
de D i o s : pero en la alternativa de las que se alegran cuando han hecho mal, y
dos cosas propuestas, más quiere pecando se regocijan en cosas pésimas: y esto,
incurrir en ofensa de D i o s , que privarse porque á cada uno es deleitable el con-
de la delectación. seguir lo que intenta y el operar lo que
A l 3.° que la malicia, por la que se le es en cierto modo connatural con-
dice que uno peca, puede entenderse de forme al hábito (3). M a s los que pecan
la malicia habitual, según que el hábito por hábito, después de cometido el peca-
malo es llamado malicia por Aristóteles do se duelen, pues se llenan de arrepen-
( E t h i c . 1. 5, c. 1), así como el hábito timiento los viciosos (pravi), esto es, los
bueno se llama virtud ; y en este sentido que tienen hábito vicioso (Ethic. 1. 9, c.
dícese que uno peca por malicia, porque 4 ) . L u e g o los pecados procedentes del
peca por la inclinación del hábito. P u e d e hábito no se hacen con cierta malicia.
también entenderse de la malicia actual, Por el contrario: pecado de cierta
llámese malicia la misma elección del mal malicia se dice ser el que proviene de la
(en cuya hipótesi se dice que uno peca elección del mal; y para cada uno es ele-

(1) De donde se infiere que aun el que peca por malicia (2) Eligiendo el mal á sabiendas, según deja ya esplicado.
padece siempre alguna ignorancia, cual es la llamada igno. (3) « Se deleita también », debe suplirse, ó « le es deleita-
rancia de elección. »ble obrar lo que...»
CUESTIÓN L X X V I I I . — ARTÍCULOS II Y III. 525

gible aquello, á que es inclinado por el los actos, por los que se engendran los
propio hábito, como se dice (Ethic. 1. 6, hábitos; pero se diferencian de ellos co-
c. 2) del hábito virtuoso. L u e g o el pe- mo lo perfecto de lo imperfecto: y tal es
cado, que se origina del hábito, lleva en la diferencia entre el pecado, que se co-
sí cierta malicia. mete por cierta malicia, y el que se co-
Conclusión. Todo el que peca por há- mete por alguna pasión.
bito, peca por cierta malicia. A l 3.° que el que peca por hábito,
Responderemos, que no es lo mismo siempre se goza de lo que obra por el
pecar teniendo hábito, que pecar por há- hábito, mientras del hábito u s a : m a s ,
bito : porque el usar del hábito no es ne- por cuanto puede no usar del hábi-
cesario, sino que depende de la voluntad t o , sino por la razón, que no está total-
del que lo tiene ; por cuya razón el há- mente corrompida, meditar alguna otra
bito se define diciendo es ce del que uno cosa; puede suceder que, no usando del
» usa cuando quiere » (C. 60 a. 1). P o r lo h á b i t o , se duela de lo que por el hábito
tanto, así como puede suceder que uno, cometió. Y de este modo muchas veces
teniendo hábito vicioso, prorumpa en acto los tales se arrepienten del p e c a d o , no
de virtud, por cuanto la razón no se cor- porque les desagrade el pecado por sí
rompe totalmente por el mal hábito, sino mismo, sino por algún disgusto consi-
que algo de ella queda íntegro, de lo guiente á su pecado.
cual proviene que el pecador obra algu-
nas cosas del género de las buenas ; así
ARTÍCULO I I I . — E I que p e c a por cier-
también puede suceder que uno, teniendo ta malicia, peca por hábito ?
hábito vicioso, obre á veces, no por el há-
bito, sino por (alguna) pasión que surge, l.° Parece que todo el que peca por
ó aun por ignorancia. M a s , siempre que cierta malicia, peca por hábito : porque
usa del hábito vicioso, peca precisamente dice Aristóteles (Ethic. 1. 5, c. 9) que
por cierta malicia; porque para todo el « n o es propio de cada uno hacer cosas
que tiene hábito es per se amable (1) » injustas, como el injusto hace » , á sa-
aquello, que le es conveniente según su ber, por elección; « s i n o solamente del
propio hábito, dado que de este modo se » q u e tiene hábito». E s así que pecar
le hace connatural en cierto modo, según por cierta malicia es pecar por elección
que la costumbre y el hábito se convier- del mal, según lo dicho (a. 1). L u e g o el
ten en naturaleza. Empero, siendo á uno pecar por cierta malicia no es propio sino
conveniente según el hábito vicioso, lo del que tiene hábito.
que escluye el bien espiritual; se sigue
2.° Orígenes dice (Periarchon, 1. 1, ó
que el hombre elige un mal espiritual,
D e principiis, c. 3 ) que no de súbito se
por alcanzar el bien, que le es conveniente
desvanece ó falta uno, sino que es preciso
según el hábito; y esto es pecar por cier-
que paulatinamente y por grados vaya
ta malicia. D e donde resulta manifiesto
decayendo; y la decadencia máxima pa-
que todo el que peca por hábito, peca por
rece ser la del que peca por malicia cier-
cierta malicia.
ta. L u e g o no inmediatamente desde el
A l argumento 1.° diremos, que los pe- principio, sino por mucha costumbre, de
cados veniales no escluyen el bien espi- la que puede engendrarse el hábito, viene
ritual, que es la gracia de Dios ó la ca- á parar uno en pecar por cierta malicia.
ridad; por lo que no se dicen males en 3.° Siempre que uno peca por cierta
absoluto (simpliciter) sino relativamente malicia, la misma voluntad se inclina de
(smcundum quid): y por esto ni los há- suyo precisamente al mal que elige. Pero
bitos de los mismos pueden llamarse sim- por naturaleza de la potencia no se incli-
plemente males, sino solo circunstancial- na el hombre al m a l , sino más al bien.
mente. L u e g o , si elige el mal, esto necesaria-
A l 2.° que los actos procedentes de los mente procede de algo que sobreviene,
hábitos son semejantes en la especie á que es la pasión ó el hábito. E s así q u e ,
cuando uno peca por pasión, no peca por
cierta malicia, sino por debilidad, como
(1) Algunos leen elegibileen vez de amabile, que es lo uná- se ha dicho ( Ó . 77, a. 3). L u e g o , siempre
nime.
526 CUESTIÓN LXXVIII. ARTÍCULOS III Y IV.

que uno peca por cierta malicia, peca desesperación, ó el temor por la presun-
precisamente por hábito. ción, se sigue que por cierta malicia peca
Por e l contrario: así como el hábito como sin freno. D e este modo pues se ve
bueno se há con respecto á la elección que el pecado, que procede de cierta ma-
del bien, así el hábito malo á la elección licia, presupone siempre en el hombre al-
del mal: pero á veces uno, que no tiene gún desorden, que sin embargo no siem-
hábito de virtud, elige lo que es bueno pre es hábito. D e donde se sigue que no
según la virtud. L u e g o también algunas todo el que peca por cierta malicia, peca
veces uno, que no tiene hábito vicioso^, precisamente por hábito.
puede elegir el m a l ; lo que es pecar por A l argumento 1.° diremos, que obrar
cierta malicia. cual el injusto obra, no solo es obrar co-
Conclusión. No siempre ni necesaria- sas injustas por cierta malicia, sino tam-
mente todo el que peca por cierta malicia bién deleitablemente! y sin grave resis-
peca por hábito. tencia de la razón, lo cual no es propio
Responderemos, que la actitud de la sino del que tiene hábito.
voluntad respecto del bien no es la misma A l 2.° que no inmediatamente decae
con referencia al mal: porque por la na- uno á pecar por cierta malicia; sino que
turaleza de su potencia se inclina al bien se presupone algo, que sin embargo no
de la razón como á su propio objeto, y siempre es hábito, como se ha dicho.
por lo tanto se dice que todo pecado es A l 3.° que aquello, por lo que la vo-
contra la naturaleza: por consiguiente el luntad se inclina al m a l , no siempre es
que la voluntad eligiendo se incline á al- hábito ó pasión, sino alguna otra cosa
gún mal, debe provenir de otra causa ; y según lo dicho.
en efecto unas veces proviene de defecto A l 4.° que no media idéntica razón
de la razón, como cuando uno peca por sobre la elección del bien y la elección
ignorancia, y otras por impulso del ape- del mal; porque el mal jamás está sin
tito sensitivo, como cuando peca por pa- el bien de la naturaleza, pero el bien
sión. Pero ninguna de estas cosas es pe- puede estar perfectamente (1) sin el mal
car por cierta malicia; sino que entonces de la culpa.
solamente por malicia cierta peca uno,
cuando la misma voluntad de por sí se
ARTÍCULO I V . — ¿ E I q u e poca por
mueve al mal, lo que puede suceder de
cierta malicia peca m á s gravemente que el
dos m o d o s : 1.° porque el hombre tiene
alguna disposición corrompida, que inclina que peca por pasión ?
al mal, de tal modo que conforme á aque-
l.° Parece que el que peca por cierta
lla disposición sea para el hombre como
malicia no peca más gravemente que el
conveniente y semejante algún m a l ; y
que lo hace por pasión; porque la igno-
á esto por razón de la conveniencia tien-
rancia escusa de pecado, ó en todo ó en
de la voluntad como á un bien, pues
parte. Pero es mayor la ignorancia en el
cada cosa de suyo tiende á lo que le es
que peca por cierta malicia, que en el
conveniente. Pero tal disposición cor-
que peca por pasión ; porque el que peca
rompida ó es algún hábito adquirido por
por cierta ignorancia padece ignorancia
la costumbre, que se convierte en natura-
de principio, que es la principal, como
l e z a , ó es algún estado patológico de
dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 8 ) , pues
parte del cuerpo; como si uno tiene
tiene mala idea-formada del fin, que es
ciertas inclinaciones naturales hacia al-
principio en las cosas operativas. Luego
gunos pecados á causa de la corrupción
más se escusa de pecado el que peca por
de la naturaleza en él mismo. 2.° Por
cierta malicia, que el que peca por pasión
cuanto la voluntad per se tiende á algún
mal por la remoción de algún obstáculo; 2.° Cuanto uno tiene mayor estímulo
por ejemplo, si alguno se abstiene de á pecar, tanto menos p e c a ; como se ve
pecar, no porque el pecado de por sí le en el que con mayor ímpetu de pasión
desagrade, sino por la esperanza de l a
vida eterna, ó por el temor del infierno, (1) Unos escriben perfecté, cual lo traducimos,' yj otros per-
quitada la esperanza por medio de la en cuyo caso la traducción sería: oelbien puede hallar-
fecta:;
»se sin el mal de culpa perfecta».
CUESTIÓN L X X V I I I . — A R T Í C U L O IV. 5^

cae en pecado. Mas el que peca por cier- malicia, es una cualidad permanente; y
ta malicia es impelido por el hábito, por tanto el que peca por malicia peca
cuyo impulso es más fuerte que el de con más persistencia, por lo que Aristó-
la pasión. L u e g o el que peca por hábito, teles (Ethic. 1. 7, c. 9 ú 8 ) compara al
peca menos que el que peca por pasión. hombre dominado de la intemperancia,
3.° Pecar por cierta malicia es pecar. que peca por malicia, al enfermo que
por elección del mal. E s así que el que continuamente padece; y al incontinente,
peca por pasión también elige el mal. que peca por pasión, al que padece por
Luego no peca menos que el que peca intervalos. 3 . Porque el que peca por
a

por malicia. %
cierta malicia está mal dispuesto en cuan-
Por el contrario: el pecado, que de in- to al mismo fin, que es el principio en lo
dustria se comete, por esto mismo merece operable; y así su defecto es más peli-
pena más grave, conforme á aquello (Job, groso que el de aquel, que peca por pa-
34, 26): los hirió como á impíos en el sión, cuyo propósito se dirige hacia el
lugar de los que miran; los que como de buen fin, aunque este propósito se inter-
propósito se apartaron de él. E s así que rumpa por algún tiempo (ad horam) á
el castigo no se aumenta sino por la gra- causa de la pasión. Empero siempre el
vedad de la culpa. L u e g o el pecado se defecto del principio es pésimo; y por lo
agrava, por ser de propósito ó con mali- tanto es evidente que es más grave el
cia cierta. pecado, que procede de malicia, que el de
Conclusión. El pecado cometido por pasión.
cierta malicia es más grave que el que A l argumento 1.° diremos, que la i g -
se comete por pasión. norancia de elección, á que se refiere la
Responderemos, que elpecado,quepro- objeción, ni escusa ni disminuye el pe-
cede de cierta malicia, es más grave que cado ( 1 ) , como antes se ha dicho ( C . 76,
el que se comete por pasión, por tres ra- a. 4 ) . Por lo cual ni mayor ignorancia tal
zones: 1. porque, consistiendo princi-
a
hace que el pecado sea menor.
palmente el pecado en la voluntad, cuan- A l 2.° que el impulso, que procede de
to el movimiento del pecado es más pe- la pasión, es como por esterior defec-
culiar de la voluntad, tanto más grave es to ( 2 ) de la voluntad; mas por el há-
el pecado en igualdad de circunstancias: bito es inclinada la voluntad como de
pero, cuando se peca por cierta malicia, adentro: por lo que no hay paridad de
el movimiento de pecado es más propio razón.
de la voluntad, que por sí misma se mue- A l 3.° que una cosa es pecar eligien-
ve al mal, que cuando se peca por pasión, do, y otra pecar por elección: porque
como por cierto impulso estrínseco á pe- el que peca por pasión peca sí eligiendo,
car; y así el pecado, por lo mismo que mas no por elección, toda vez que la elec-
procede de malicia, se agrava, y tanto ción no es en él el primer principio del
más cuanto más vehemente fuere la ma- pecado; sino que es inducido por la pa-
licia, y, siendo por pasión, se disminuye sión á elegir lo que libre de pasión no
tanto más, cuanto la pasión fuere más elegiría. Mas el que peca por cierta-ma-
vehemente. 2 . Porque la pasión, que in-
a
licia elige de por sí el mal del modo
clina la voluntad á pecar, pasa pronto; y dicho (a. 2 y 3); y por tanto la elección,
así el hombre vuelve pronto al buen pro- que hay en él mismo, es principio de pe-
pósito, arrepintiéndose del pecado; pero cado, y por esto se dice que peca por
el hábito, con que el hombre peca por elección.

(1) Pues ya queda dicho que la ignorancia que escusa de duda por errata material, pues el P. Capponi anota la variante
pecado ó lo atenúa es la que, siendo causa del pecado', no es diciendo que en estas últimas se lee quasi ex exteríori defectu,
directa y completamente voluntaria. respeclu voluntatis, en conformidad con el P. Nicolai, que por su
(2) Asi con el códice de Alcañiz y varias otras ediciones la parte conserva defectu en vez de respeetu, que indudablemente
de Padua (1712) ; la de 1098 con las romanas interpone res- se trató allí de suprimir.
pecto (respecto de); y la de Ñapóles (1703) omite defectu, sin
CUESTIÓN LXXIX.

Gansas esteriores del pecado.

1.° Por parte de Dios; 2.° por parte del diablo; y 3.° por parte del hombre. En cuanto á lo primero re-
solveremos cuatro puntos : 1.° Dios es causa del pecado ? — 2." El acto de pecado procede de Dios? —
3.° Dios es causa de la obcecación y endurecimiento?—4.° Estas cosas se ordenan á la salud de los
qué son obcecados ó e n d u r e c i d o s ?

A R T Í C U L O I. — E s Dios c a u s a «leí pe- 3.° Todo lo que es causa de una causa


c a d o ? (1) es causa de un efecto. Siendo pues Dios
causa del libre albedrío, que es causa de
1.° Parece que D i o s es causa del pe- p e c a d o ; sigúese que D i o s es causa del
cado: porque dice el Apóstol (Rom. 1,28) pecado.
de algunos, los ha entregado Dios al 4.° Todo mal se opone al bien ; y no
reprobo sentido, para que hagan cosas repugna á la bondad divina el que sea
que no convienen; y la Glosa ( S a n A g u s - causa del mal de p e n a , pues de ese mal
tín, D e grat. et lib. arb. c. 21) dice que se dice ( I s . 45, 7) que Dios es quien crió
ce D i o s obra en los corazones de los hom- el mal; y (Amos, 3, 6): ¿ Habrá algún
» bres, inclinando sus voluntades á lo que mal en la ciudad, que el Señor no haya,
» quiere, ora al bien, ora al m a l » . E s así hecho ? L u e g o tampoco repugna á la
que bacer lo que no conviene é inclinar- bondad divina que Dios sea causa de la
se por la voluntad al mal es pecado. L u e - culpa.
g o D i o s es para los hombres causa de Por e l contrario, se dice (Sap. 11, 25):
pecado. ninguna cosa aborreces de las que hi-
2.° S e dice (Sap. 14, 11): las criatu- ciste : y, pues Dios aborrece el pecado,
ras de Dios se han tornado en abomina- conforme á aquello ( Sap. 14 , 9 ) : Dios
ción y en tentación á las almas de los aborrece al impío y su impiedad; Dios
hombres. M a s tentación suele llamarse la no es causa del pecado (2).
provocación á pecar. L u e g o , no habiendo Conclusión. Ni directa ni indirecta-
sido hechas las criaturas sino por Dios, mente ni de modo alguno puede ser Dios
como se ha probado ( P . 1. C. 44, a. 1);a
causa del pecado.
parece que Dios es causa de pecado, pro- Responderemos, que el hombre es de
vocando al hombre á pecar. dos maneras causa del pecado suyo ó de

(í) Wo cabe la menor duda que aquí se trata de lo formal » da » ; y que « Dios, no solo es la causa de todo pecado, sino
del pecado, ó sea, de lo que constituye su razón formal y por » que él mismo induce á los hombres á obrar mal, sugiriéndo-
loque se dice pecado en sentido teológico y moral; y no del » les malos pensamientos, de modo que no pecan los hombres,
acto material en sí mismo, cuya falta adjunta de bondad mo- » y sí Dios autor del pecado y que lo quiere» : esto en cuanto
ral lo hace pecaminoso. Así entendido, fácil es recordar las á Calvino. Melancton por su parte decia que «tan obra de
pestilentes heregías de Calvino y Melancton, mencionadas » Dios como la conversión de San Pablo lo fueron el adulterio
en e l T . 1.° (pág. 182, nota 1), y que aquí nuevamente se » de David, la crueldad de Manlio y la traición de Judas».
refutan más de propósito y directamente ; cuales son la de (2) Se cree (y así lo atestigua Vicente Lirinense) haber
que « Dios ño solo permite se cometan pecados, sino que quiere sido Simon el Mago el primero que dijo ser Dios la causa del
» se realicen é impele á ellos » ; que « son obras de Dios plena pecado; siguiéronle después los marcionitas, según refiere San
» y absolutamente los pecados cometidos por los hombres » ; Ireneo, y los luciferianos (coni. geni. 1. 1, c. 96), y posterior-
que «ningún hurto, fornicación ó adulterio comete el hom- mente Lutero y Calvino con sus sectarios, condenados todos
» bre, que Dios no haga en él » ; que a el diablo miente en los espresamente por el Santo Concilio Tridentino (ses. 6, a». 16)'
» corazones de los hombres, porque Dios así lo quiere y man-
CUESTIÓN L X X I X . — ARTÍCULOS I Y I I . 529

otro: 1.° directamente, inclinando su v o - embargo aun esto acontece por razón
luntad ó la de otro á pecar; 2.° indirec- del pecado precedente.
tamente, no retrayendo á alguien del pe- A l 2.° que , cuando se dice que « las
cado; por lo cual ( E z e c h . 3 , 18) se dice » criaturas de Dios han sido hechas en
al Profeta : si no dijeres al impío, de » odio y para tentación de las almas de
cierto morirás; la sangre de él de tu » los hombres», esta preposición en no se
mano la demandaré ( 1 ) . Pero Dios no pone causalmente, sino consecutivamente;
puede ser directamente causa del pecado pues no hizo Dios las criaturas para m a l
ni suyo ni de o t r o , puesto que todo p e - de los hombres, sino que esto es una con-
cado se verifica por el apartamiento del secuencia de la insensatez de los hombres,
orden que es á Dios como á fin, y D i o s por lo que se añade : y en lazo á los pies
inclina y convierte todas las cosas á sí de los necios , que son los que por su ne-
mismo como á último fin, según dice cedad usan de las criaturas para otros
San Dionisio ( D e div. nom. c. 1, lect. 3 ) : fines distintos de aquellos, para que fue-
y por esto es imposible que sea para sí ron creadas.
ó para otros causa de apartarse del orden, A l 3.° que el efecto de la causa media
que conduce á él mismo, ni en consecuen- procedente de a q u e l l a , según que se
cia puede ser directamente causa de pe- somete al orden de la causa primera, se
cado. Mas tampoco indirectamente ; por- reduce también á la causa primera; m a s ,
que sucede que Dios no presta auxilio á si procede de la causa media , según que
algunos para evitar los pecados, que, si lo sale del orden de la causa primera, no se
prestara , no pecarían. Empero todo esto reduce á la causa primera : como, si el
lo hace conforme al orden de su sabidu- criado hace alguna cosa contra el man-
ría y de su justicia , puesto que él mismo dato de su señor, esto no se reduce al
es sabiduría y justicia: por lo "que no se le señor como á su causa; y del mismo modo
imputa el que otro peque como á causa el pecado, que comete el libre albedrío
del pecado; así como el piloto no se dice contra el precepto de Dios , no se reduce
que es causa de la sumersión de la nave, á D i o s como á causa.
solo porque no la dirige, sino cuando A l 4.° que la pena se opone al bien del
deja su dirección, pudiendo y debiendo que es castigado, siendo privado de cual-
gobernarla : y así se ve claramente quier bien; mas la culpa se opone al bien
que Dios de ningún modo es causa del del orden, que conduce á D i o s , oponién-
pecado. dose así directamente á la bondad divina:
A l argumento 1.° diremos, que en cuan- y por esto no es semejante la razón de la
to á las palabras del Apóstol por el mis- culpa y de la pena.
mo testo se ve claramente la solución:
porque, si Dios entrega á algunos á su ARTÍCULO I I . — E l acto de pecado pro-
reprobo sentido , y a lo tienen por consi- cede de Dios? (2).
guiente para hacer lo que no conviene.
Dícese pues que los entrega á su re- l.° Parece que el acto de pecado no
probo sentido, en cuanto no prohibe que procede de D i o s : porque dice San A g u s -
ellos sigan su reprobo s e n t i d o , como se tín ( L i b . de perf. just. c. 2 ) que « el
dice que esponemos lo que no defen- » acto de pecado no es cosa alguna » . E s
demos : y lo que dice San Agustín en así que todo lo que procede de Dios es
el Libro de la gracia y libre albedrío, alguna cosa. L u e g o el acto de pecado no
de donde se ha tomado la G l o s a , que procede de Dios.
« Dios inclina las voluntades de los hom- 2.° E l hombre no se dice ser causa del
» bres al bien y al m a l » , debe entenderse p e c a d o , sino porque es causa del acto de
en el sentido de que inclina directamente p e c a d o ; « p u e s nadie obra proponién-
la voluntad al bien ; y al m a l , en cuanto » dose el m a l » , como dice San Dionisio
no lo impide , como queda dicho : y sin (de D i v . nom. c. 4 , p. 4 , lect. 14 y 2 2 ) .

(1) La Vulgata dice testualmente : si diciendo yo al impío, su concepto formal ó esencial y constitutivo de su malicia
de cierto morirás, tú no se lo anunciares, ni le hablares... Véase la (como en el pasaje á que se refiere la nota 1, pág, 528); y sí
nota 1, pág. 205 del T. l.° más bien materialmente ó con referencia al acto mismo como
(2) Aquí, según observa Silvio, no se trata del pecado en la sustancia ó entidad de su causa.
SUMA TEOLÓGICA. TOMO II. 34
530 CUESTIÓN LXXIX. — A R T Í C U L O S l l Y III.

M a s Dios no es causa del p e c a d o , como pero no es causa del pecado, porque no es


se ha dicho ( a . 1 ) . L u e g o D i o s no es causa de que el acto sea defectuoso.
causa del acto de pecado. A l argumento 1.° diremos, que San
3.° Algunos actos según su especie son Agustín llama allí cosa á lo que lo
malos y p e c a d o s , como se ve claramente es simplemente , á saber , á la sustancia;
por lo dicho ( C . 18 , a. 2 y 8). P e r o lo pues el acto de pecado no es cosa.
que es causa de algo, es causa de lo A l 2.° que al hombre como á causa se
que le conviene según su especie. Si pues reduce no solamente el acto sino también
fuese Dios causa del acto de p e c a d o , se el mismo defecto; porque no se somete á
seguiría que era causa del pecado. E s quien debe someterse, aunque esto no lo
así que esto no es v e r d a d , como se ha intente él mismo principalmente, y por
demostrado ( a . 1). L u e g o Dios no es tanto el hombre es causa del pecado:
causa del acto de pecado. pero Dios de tal modo es causa del acto,
Por el contrario: el acto de pecado es que de ninguna manera es causa del de-
cierto movimiento del libre albedrío ; y fecto concomitante al acto ; y por tanto
« l a voluntad de. Dios es causa de todos no es causa del pecado.
» los movimientos », como dice San A g u s - A l 3.° q u e , como anteriormente se ha
tín ( D e Trin. 1. 3 , c. 4 y 9 ) : luego la dicho (C. 72, a. 1), el acto y el hábito no
voluntad de Dios es causa del acto de reciben la especie de la misma privación,
pecado. en la que consiste la razón de m a l ; sino
Conclusión. El acto de pecado [ 1 ] , de algún objeto, al cual se aduna tal pri-
como acto y como ente , procede de Dios; vación : y así el mismo d e f e c t o , que se
mas el defecto [ 2 ] constitutivo formal- dice no procede de D i o s , pertenece á la
mente del pecado no se reduce á Dios especie del acto consiguientemente, y no
como á causa, ni directa ni indirecta- como diferencia específica.
mente.
Responderemos, que el acto de pecado A R T Í C U L O I I I . — »ios es causa do la
es ente y es acto ; y en ambos conceptos obcecación y endurecimiento ? (1).
procede de Dios : porque todo e n t e , de
cualquier modo que lo s e a , necesaria- l.° Parece que Dios no es causa de la
mente se deriva del primer ente, como obcecación y endurecimiento: porque dice
manifiesta San Dionisio ( D e div. nom. San Agustín ( Qq. 1. 8 3 , q. 3 ) que Dios
c. 5 , lect. 1 y 2 ) ; y toda acción es cau- no es causa de aquello, con que el hombre
sada por algún ser existente en acto, se hace peor ; y por la obcecación y en-
pues nada obra sino según que está en durecimiento se hace peor el hombre.
a c t o , y todo ente en acto se reduce al L u e g o Dios no es causa de la obceca-
primer a c t o , que es á D i o s como á cau- ción, y obstinación.
sa, que es por su propia esencia a c t o : de 2.° San Fulgencio dice ( D e dupl. praí-
donde se infiere que D i o s es causa de dest. ad Monimum, 1.1, c. 19) que «Dios
toda acción, en cuanto es acción. P e r o el » no es vengador de aquella cosa, de que
pecado denota ente y acción con cierto » es autor». E s así que D i o s es vengador
defecto, y este defecto proviene de causa del corazón endurecido, conforme á aque-
creada, cual es el libre albedrío, en cuanto llo (Eccli. 3 , 2 7 ) : el corazón duro lo pa-
desdice del orden del primer agente, que sará mal en el último dia. L u e g o Dios
es D i o s : por lo que ese defecto no se re- no es causa del endurecimiento.
duce á D i o s como á c a u s a , sino al libre 3.° U n mismo efecto no se atribuye á
albedrío, como el defecto de la cojera se causas contrarias. E s así que la causa de
reduce á la tibia encorbada como á cau- la obcecación se dice ser la malicia del
sa, y no á la virtud m o t o r a , por la cual hombre, según aquello (Sap. 2 , 2 1 ) : los
no obstante es causado cuanto, h a y de cegó su malicia, y también el diablo ( n
movimiento en la cojera. Y conforme á Cor. 4, 4 ) : el Dios de este siglo cegó los
esto Dios es causa del acto de pecado; entendimientos de los infieles; causas que

(1) Entiéndese por obcecación cierto movimiento ó actitud miento, un depravado afecto del ánimo, por el que se despre-
del ánimo, tan adherido al mal que no quiere recibir la luz de cia y rechaza todo cuanto pudiera retraer del mal y con-
la verdad aun evidentemente manifiesta ; y por endureci- ducir al bien. Drioux.
CUESTIÓN LXXIX. — ARTÍCULOS III Y IV. 531

parecen ser contrarias á Dios. L u e g o que por su juicio no aplica la gracia : y


Dios no es causa de la obcecación y en- por este modo es causa de la obcecación,
durecimiento. de la agravación de los oidos y del en-
Por el contrario, se dice ( I s . 6 , l o ) : durecimiento del corazón; las cuales cosas
ciega el corazón de este pueblo, y agrava se distinguen ciertamente según los efec-
sus oidos; y ( R o m . 9, 18) : tiene miseri- tos de la g r a c i a , que no solo perfecciona
cordia del que quiere, y al que quiere en- el entendimiento con el don de sabiduría,
durece. sino que suaviza el afecto con el fuego
Conclusión. Dios [ 1 ] no es causa de de la caridad. Y , por cuanto para el cono-
la obcecación y obstinación, infundiendo cimiento del entendimiento sirven princi-
aversión de la luz divina y conversión palmente los dos sentidos de la vista y
al mal; pero [ 2 ] si lo es , en cuanto re- del oido, el uno para la invención, que es
tira su gracia. la vista, y el otro para la enseñanza, que
Eesponderémos , que la obcecación y es el oido; por eso en cuanto á la vista
el endurecimiento importan dos cosas: 1. a
se pone la obcecación, en cuanto al oido
movimiento del ánimo humano, adhirién- el agravamiento de los oidos, y para el
dose al mal y apartándose de la luz di- afecto la obstinación.
vina, y en cuanto á esto Dios no es causa A l argumento 1.° diremos que , siendo
de la obcecación y endurecimiento , como la obcecación y el endurecimiento por
no es causa del pecado; 2. la sustracción
a
parte de la sustracción de la gracia cier-
de la gracia, de la cual se sigue que la tas penas, por esta parte con ellas el hom-
mente no es iluminada por Dios para bre no se hace peor; mas, hecho peor por
vivir b i e n , y el corazón del bombre no la culpa, incurre en estas, así como en las
se ablanda para vivir rectamente, y en demás penas.
cuanto á esto Dios es causa de la obce- A l 2°- que aquella objeción procede del
cación y del endurecimiento. Empero se endurecimiento, según que es culpa (1).
ha de considerar que Dios es la causa A l 3.° que la malicia es causa merece-
universal de la iluminación de las almas, dora de la obcecación, así como la culpa
conforme á aquello (Joanñ. 1, 9): era la es causa de la pena; y de este modo tam-
luz verdadera, que ilumina ájodo hombre bién se dice que el diablo ciega, en cuanto
que viene á este mundo , así como el sol induce á la culpa.
es la causa universal de la iluminación
de los cuerpos, aunque de diverso modo:
porque el sol obra iluminando por nece- ARTÍCULO IV. — t La obcecación y ei
sidad de naturaleza, y Dios obra volun- endurecimiento s e ordenan siempre á l a sa-
tariamente por el orden de su sabiduría. lud d e l fine s e obceca y endurece ?
Pero el sol., aunque, cuanto está de s u
parte, ilumina todos los cuerpos, pero si l.° Parece que la obcecación y obsti-
encuentra obstáculo en algún cuerpo , le nación se ordenan siempre á la salud del
deja en tinieblas, como se ve claramente obcecado y endurecido; porque dice San
en la c a s a , cuyas ventanas están cerra- Agustín (Enquir. c. 11) que « D i o s , sien-
das ; y sin embargo de aquella oscuridad » do sumamente b u e n o , de ningún modo
de ningún modo es causa el s o l , pues no » permitiría que se hiciese algún m a l , si
hace por su propio juicio que la l u z no » no pudiese sacar bien de cualquier mal».
penetre al interior, sino que la causa de A s í pues mucho más ordena al bien aquel
ello es solamente el que cierra la ventana. mal de que él mismo es causa, como lo es
Mas Dios por su propio juicio no derrama de la obcecación y obstinación , según lo
la luz de la gracia sobre aquellos, en quie- dicho ( a . 3). L u e g o estas se ordenan a l a
nes encuentra obstáculo. D e donde se salud del que es obcecado ó empeder-
sigue que la causa de la sustracción de nido.
la gracia es , no solamente el que pone
2.° Se dice ( S a p . , 1, 13) que Dios
obstáculo a l a gracia, sino también D i o s ,
no se complace en la perdición de los

f 1J Hace notar aquí el P. Nicolai que las palabras testuales nen á espresar lo mismo que las que él cita rectificadas : «Dios
(le San Fulgencio aducidas en la 2." objeción no son las que » es vengador de aquella cosa, de la que no es autor » .
aparecen en el testo de la SUMA, aunque sustancialmente vie-
532 CUESTIÓN L X X I X . — A R T Í C U L O IV.

impíos ( 1 ) . Empero parecería compla- ( L . de nat. et grat. c. 22, 24 y 28). Pol-


cerse en su perdición, si no convirtiese lo cual aun la obcecación por su natu-
en bien de los mismos su obcecación ; raleza se ordena á la condenación del
como el médico parecería alegrarse de obcecado, por lo cual se consigna el efecto
la aflicción del enfermo, si no ordenara de la reprobación. M a s por la divina
al restablecimiento de su salud la medi- •misericordia la obcecación temporal se
cina amarga, que le propina. L u e g o D i o s ordena medicinalmente á la salud de los
convierte en bien la obcecación de los obcecados ; pero esta misericordia no se
obcecados. dispensa á todos los obcecados, sino á los
3.° Dios no es aceptado?- de personas predestinados solamente, para los que
( A c t . , 10, 34). Pero ordena á su salud todas las cosas cooperan en bien, como
la obcecación de algunos, como de algu- se dice (Rom. 8). P o r consiguiente en
nos j u d í o s , que se obcecaron, para no cuanto á algunos la obcecación se orde-
creer á Cristo, y , no creyendo, quitarle na á su salud, y en cuanto á otros á su
la vida, y después arrepentidos se con- condenación, como dice S a n Agustín
virtiesen, como de algunos se lee ( A c t . 2) ( Q q . E v a n g . ibid. arg. 3.°)
y consta por San Agustín ( Q q . E v a n g . A l argumento 1.° diremos que todos
q. 14). L u e g o Dios convierte la obceca- los males, que D i o s bace ó permite que
ción de todos en su salud. se b a g a n , se ordenan á algún b i e n ; mas
4.° Por el contrario: no deben ha- no siempre para bien de aquel, en quien
cerse males, para que resulten bienes está el mal, sino algunas veces para bien
( R o m . , 3). E s así que la obcecación es de otro, ó también de todo el universo :
un mal. L u e g o Dios no obceca á algu- como la culpa de los tiranos la ordena al
nos para su bien. bien de los mártires, y la pena de los
Conclusión. La obcecación y el endu- condenados á la gloria de su justicia.
recimiento se ordenan respecto de unos A l 2.° que D i o s no se deleita en la
á su salvación mediante la divina mise- perdición de los bombres, en cuanto á la
ricordia, y en cuanto á otros á su con- misma perdición; sino por razón de su
denación por su mala predisposición al justicia, ó por el bien que de aquí re-
pecado. sulta.
Responderemos, que la obcecación es A l 3.° que el ordenar D i o s la obceca-
cierto preámbulo para el p e c a d o , y el ción de algunos á su salud es de miseri-
pecado se ordena á dos cosas : á una cordia, y el ordenarse la obcecación de
per se, que es la condenación; y á otra otros á su condenación es de justicia;
por la divina misericordia ó providencia, mas el que dispense su misericordia á
es decir, para la salud, en cuanto D i o s algunos, y no á t o d o s , no hace acepta-
permite que algunos caigan en pecado, ción de personas en D i o s , como se ha
para que reconociéndolo se bumillen y dicho ( P . i , C. 2 3 , a. 5 , al 3.°)
conviertan, como dice San Agustín A l 4.° que los males de culpa no de-
ben hacerse, para que de ellos resulten
(1) La Vulgata dice testualmente : Dios no hizo la nvuerle, ni bienes; pero los males de pena deben
se alegra en la perdición de los vivos. Véase la notal, pág. 205,
del T. 1." inferirse por el bien.
CUESTIÓN LXXX.

Causa del pecado por parte del diablo.

1." Es el diablo directamente causa del pecado? — 2 . ° Induce á pecar el diablo, persuadiendo inte-
riormente ? —3.° Puede inducir necesidad de pecar? —4.° Todos los pecados provienen de sugestión
del diablo?

A R T Í C U L O I . — ¿ E l diablo e s directa- Por el contrario, prueba San A g u s -


mente para el hombre c a u s a de pecar? (1) tín ( D e lib. arb. 1. 1 , c. 1 1 ; y 1. 3 , c . 17
y 18) que « con ninguna otra cosa se hace
1.° Parece que el diablo es directa- » la mente del hombre esclava de la li-
mente para el hombre causa de pecar: »viandad sino con la propia voluntad ».
porque el pecado consiste directamente E s así que el hombre no se hace esclavo
en el afecto; y San Agustín dice ( D e de la liviandad sino por el pecado. L u e -
Trin. 1. 4 , c. 1 2 ) que « e l diablo inspira- go la causa del pecado no puede ser el
» á su sociedad los afectos malignos » , y diablo, sino la propia voluntad sola.
el V . B e d a (super A c t . in illud, c. 5, Conclusión. En cuanto algo interior
Anemias, ¿por qué te tentó ?) dice que inclina la voluntad á querer [ 1 ] , la sola
«el diablo arrastra el alma al afecto de voluntad del hombre que peca es directa-
slamalicia », y San Isidoro dice ( D e sum. mente causa de su pecado; y por parte
bono, 1. 2 , c. 4 1 ; y 1. 3 , c. 5 ) que «el del objeto [ 2 ] el diablo no es directa ó su-
3) diablo llena los corazones de los hom- ficientemente causa del pecado del hom-
» bres de ocultos deseos » . L u e g o el dia- bre, sino solo insuficiente y como quien
es directamente causa del pecado. persuade ó propone el objeto apetecible.
2,° San Jerónimo dice ( Cont. Jovinian. Responderemos q u e , siendo el pecado
1. 2 , c. 2) q u e , « a s í como Dios es per- cierto a c t o , puede algo ser directamente
» feccionador del b i e n , del mismo modo causa de pecado, al modo que uno direc-
»el diablo es perfeccionador del m a l » . tamente es causa de algún acto; lo cual
Es así que D i o s es directamente causa ciertamente no s u c e d e , sino por cuanto
de nuestros bienes. L u e g o el diablo es el propio principio de aquel acto mueve
directamente causa de nuestros pecados. á obrar. P e r o el propio principio del acto
3.° Aristóteles dice en cierto capítulo de pecado es la v o l u n t a d , puesto que
déla Etica Eudémica (1. 7 , c. 1 8 ) : «debe todo pecado es voluntario ; de donde se
»haber cierto principio estrínseco del sigue que nada puede ser directamente
))humano consejo»; y el consejo hu- causa de pecado, sino en cuanto puede
mano no solo versa acerca de los bienes, mover la voluntad á obrar. M a s la v o -
sino también de los males : l u e g o , así luntad, como se ha dicho ( C . 9, a. 3 , 4
como Dios mueve al buen consejo, y por y 6 ) , puede ser movida por dos cosas :
esto es directamente causa del bien; 1. por el objeto, como se dice que lo
a

del mismo modo el diablo mueve al apetecible aprendido mueve el apetito :


hombre al mal consejo, y de aquí se si- y 2 . por aquello, que interiormente in-
a

gue que el diablo es directamente causa clina la voluntad á querer ; lo cual no es


del pecado. sino ó la misma voluntad ó D i o s , como

(1) Combátese aquí de frente la herejía de los maniquéos » putable al libre albedrío del hombre, sino al diablo que le
y de los armenios, quienes sostenían que «el pecado no es im. »impele á cometerlo »,
534 CUESTIÓN LXXX. — A R T Í C U L O S I Y II.

y a se ha demostrado (ibid.) ; pero D i o s diablo, á modo del que persuade ó pro-


no puede ser causa del p e c a d o , como se pone cosas apetecibles.
ha dicho (C. 7 9 , a. 1). Resulta pues que
por esta parte sola la voluntad del hom- ARTÍCULO I I . — P u e d e Inducir a pecar
bre es directamente causa de su pecado. el diablo instigando interiormente?
Mas por parte del objeto puede enten-
derse que algo mueve la voluntad de l.° Parece que el diablo no puede in-
tres modos : 1.° el mismo objeto pro- ducir á pecar, instigando interiormente:
puesto, como decimos que la comida es- porque los interiores movimientos del al-
cita el deseo del hombre á comer ; 2.° el ma son ciertas obras de vida; y ninguna
que propone ú ofrece tal objeto ; y 3.° el obra de vida puede provenir sino de prin-
que persuade que el objeto propuesto cipio intrínseco, ni aun la obra del alma
tiene razón de bien; porque aun este en v e g e t a t i v a , que es la ínfima entre las
cierto modo propone el propio objeto á obras de vida. L u e g o el diablo según los
la voluntad, que es el bien de la razón movimientos interiores no puede instigar
verdadero ó aparente. D e l primer modo al hombre al mal.
pues las cosas sensibles, que aparecen es- 2.° Todos los movimientos interiores
teriormente, mueven la voluntad del según el orden de la naturaleza nacen de
hombre á pecar ; mas del segundo y ter- los sentidos esteriores. P e r o el obrar algo
cer modo ó el diablo ó también el hom- fuera del orden de la naturaleza es pro-
bre puede incitar á pecar, ora ofreciendo pio de solo Dios, como se ha dicho ( P . 1. a

algo apetecible al sentido, ora persua- C. 110, a. 4). L u e g o el diablo no puede


diendo á la razón. P e r o de ninguno de obrar cosa alguna en los movimientos in-
estos tres modos puede ser algo causa teriores del hombre, sino según lo que
directa del pecado; porque la voluntad aparece en los sentidos esteriores.
no es movida necesariamente por objeto 3.° L o s actos interiores del alma son
a l g u n o , sino por el último fin, como se entender é imaginar. E s así que en cuan-
ha dicho (C. 1 0 , a. 1 y 2 ) : de donde to á ninguna de estas dos cosas puede
se sigue que no es suficiente causa de pe- obrar nada el diablo : porque, como se
cado ni la cosa esteriormente ofrecida, ha probado ( P . l . i m p l i c . C. 1 1 0 , a. 2;
a

ni el que la propone , ni el que persuade; y C. 111, a. 2 , al 2.° y a. 3, al 2.°), el


y por consiguiente que el diablo no es diablo no influye en el entendimiento hu-
causa de pecado directa ó suficientemen- mano, y aun en la fantasía parece que
te, sino solo á manera de quien persuade tampoco, por cuanto las formas imagina-
ó propone lo apetecible. rias , como más espirituales, son más dig-
A l argumento 1.° diremos, que todas nas que las formas existentes, en la ma-
aquellas autoridades, y otras semejantes teria sensible, á las que el diablo no obs-
que se hallen, deben referirse á que el tante no puede afectar, como se ve cla-
diablo, sugiriendo ó proponiendo algunas ramente por lo espuesto en la ( P . 1. C. a

cosas apetecibles, induce al efecto del 110, a. 2; y C. 1 1 1 , a. 2 ; y a. 3 , al 2.°)


pecado. L u e g o el diablo no puede según los inte-
A l 2.° que aquella semejanza debe riores movimientos inducir al hombre al
considerarse en el sentido de que el dia- pecado.
blo es en cierto modo causa de nuestros Por el contrario: según esto jamás
p e c a d o s , como D i o s es de algún modo tentaría al hombre, sino apareciéndole
causa de nuestros bienes : mas no se en- visiblemente, lo que es falso á todas
tiende en cuanto al modo de causarlos; luces.
pues D i o s causa los bienes moviendo in- Conclusión. Toda la operación inte-
teriormente la voluntad, lo cual no puede rior del diablo parece ser acerca de la
convenir al diablo. fantasía y del apetito sensitivo, y con-
A l 3.° que D i o s es el principio univer- moviendo una y otro puede inducir al
sal de todo movimiento interior humano; pecado.
mas el que se determine al mal consejo R e s p o n d e r e m o s , que la parte interior
la voluntad humana, esto procede direc- del alma es intelectiva y sensitiva: mas
tamente de la voluntad humana, y del la intelectiva contiene el entendimiento
CUESTIÓN L X X X . — A R T Í C U L O S II Y III. 535

y la voluntad, y acerca de la voluntad tus, á lo que puede también cooperar el


ya se ha dicho (a. 1; y P . 1. , C. 111, a. a
diablo ; y del hecho de concitarse algunas
1) de qué manera se há el diablo respec- pasiones en el apetito sensitivo se sigue
to de ella; pero el entendimiento cierta- también que el hombre percibe más el
mente per se es movido por algo, que lo movimiento ó la intención sensible, redu-
ilumina, al conocimiento de la verdad; lo cida del modo antedicho al principio
cual el diablo no intenta acerca del hom- aprensivo: porque, como dice Aristóteles
bre, sino que más bien oscurece su razón, (ibid. c. 2), « los que aman con módica
para que consienta en el pecado : cuya » semejanza se mueven en la aprensión
oscuridad ciertamente proviene de la fan- » de la cosa amada » . Sucede también
tasía y del apetito sensitivo. A s í pues por esto que la pasión es concitada, para
toda ¡a operación interior del diablo pa- que lo que se propone á la imaginación se
rece ser acerca de la fantasía y del ape- juzgue digno de proseguirse, por cuanto
tito sensitivo, y conmoviendo ambas (po- al que está dominado de la pasión le pa-
tencias) puede inducir al pecado : por- rece ser bueno aquello, á que por la pa-
que puede obrar de modo que se presen- sión se inclina: y de este modo interior-
ten á la imaginación algunas formas mente induce á pecar el diablo.
imaginarias, y puede también hacer que A l argumento 1.° diremos que, aunque
el apetito sensitivo sea concitado á alguna las obras de la vida proceden siempre de
pasión; pues queda dicho ( C . 110, a. 3 , algún principio intrínseco; sin embargo
P. 1. ) que la naturaleza corporal obedece
a
puede cooperar á ellas algún agente es-
naturalmente á la espiritual en cuanto al t e m o , así como en las obras del alma v e -
movimiento local, y así también el diablo getativa obra el calor esterior, para que
puede causar todo aquello, que pudiera el alimento se digiera más fácilmente.
provenir del movimiento local de los A l 2.° que semejante aparición de for-
cuerpos inferiores, á no ser reprimido pol- mas imaginables no es enteramente fuera
la virtud divina. Mas el que algunas for- del orden de la naturaleza, ni se verifica
mas se representen á la imaginación pro- por solo el imperio, sino por el movimien-
viene algunas veces del movimiento lo- to local, como queda dicho.
cal; pues dice Aristóteles (Lib. D e som- D e d ú c e s e de lo espuesto la respuesta
no et vig. ó su adjunto D e insomn. c. 3 al 3.°, porque aquellas formas han sido
y 4) que « cuando el animal duerme, aceptadas y a primor di almente por los
» descendiendo mucha sangre al principio sentidos ( 1 ) .
» sensitivo, descienden al .mismo tiempo
»los movimientos ó las impresiones re-
A R T Í C U L O I I I . — P u e d e imponer el
s manentes de los movimientos de las
diablo n e c e s i d a d de pecar ? (2).
» cosas sensibles, que se conservan en las
» especies sensibles, y mueven el princi- 1.° Parece que el diablo puede inducir
»pió aprensivo, de modo que aparecen necesidad para pecar: porque la potestad
» como si entonces el principio sensitivo mayor puede inferir necesidad á la me-
» se inmutase por las mismas cosas esté- nor; y del diablo se dice ( J o b , 4 1 , 2 4 ) :
is) riores ». A s í que tal movimiento local no hay sobre la tierra poder, que se le
de los espíritus ó de los humores puede pueda comparar (3). L u e g o puede in-
ser procurado por los demonios, y a duer- ducir al hombre terreno necesidad para
man ó velen los hombres; resultando de pecar.
aquí que el hombre imagine algunas co-
2.° L a razón del hombre no puede
sas. D e l mismo modo también el apetito
moverse, sino según lo que se propone
sensitivo se concita (ó mueve) á algunas
esteriormente á los sentidos, y se repre-
pasiones conforme á cierto determinado
senta á la imaginación: porque « t o d o
movimiento del corazón ó de los espíri-
» nuestro conocimiento proviene del sen-

(1) Los demonios no pueden imprimir nueva forma en los sito y detalladamente (De malo, C 16, a. 11, al 1.°).
órganos corpóreos de los sentidos ; pero sí modificar de algún (2) Véase la nota 1, pág. 533.
modo las conservadas en los órganos sensibles, verificándose (3) La Vulgatadice literalmente qiios comparetur ei (que se
as! ciertas apariciones fantásticas, según queda ya espuesto lo compare). Véase la nota 1, pág. 205 del T, 1,°
' a la l," P, (pág. 872, n. 5, y pág. 803, n, 2) y más de propó-
536 CUESTIÓN L X X X . — ARTÍCULOS III Y IV.

» tido, y no h a y modo de entender sin que el hombre no resiste al motivo de


y> imágenes » ( D e an. 1. 3 , t. 30 y 3 9 ) . pecar sino por medio de la razón, cuyo
M a s el diablo puede mover la imagina- uso puede impedir totalmente moviendo
ción del hombre, como se ha dicho (a. 2), la imaginación y el apetito sensitivo, co-
y aun los sentidos esteriores; pues dice mo es de ver en los posesos ; mas en-
San Agustiu ( Q q : 1. 8 3 , q. 1 2 ) que tonces, ligada así la razón, cualquier
« serpea esternal, es á saber, el que pro- cosa que haga el hombre, no se le impu-
» viene del diablo, por todas las entradas ta á pecado. P e r o , si la razón no está
» sensibles, se apresta á figuras, se aco- totalmente impedida, por la parte que
» m o d a á los colores, se adhiere á los tiene de libertad puede resistir al pecado,
» sonidos, y se ingiere en los sabores ». como arriba se ha dicho ( C . 77, a. 6). E s
L u e g o puede inclinar por necesidad á pues evidente que el diablo de ningún
pecar á la razón del hombre. modo puede inducir al hombre necesidad
3.° Según San Agustín ( D e civ. D e i , de pecar.
1. 19, c. 4 ) « hay algún pecado, cuando la A l argumento 1.° diremos, que no cual-
j> carne conspira contra el espíritu »; y el quier potestad mayor que el hombre
diablo puede escitar la concupiscencia de puede mover su voluntad ( 1 ) , sino solo
la carne, como también las demás pasio- D i o s , como se ha probado anteriormente
nes, del modo que arriba se ha dicho (a. ( C . 9, a. 6 ) .
2 ) . L u e g o puede por necesidad inducir á A l 2.° que lo que es aprendido por el
pecar. sentido ó por la imaginación, no mueve
Por el contrario, se dice (i P e t . 5, 8): el por necesidad la voluntad, si el hombre
diablo vuestro adversario anda como león tiene uso de razón, ni siempre tal apren-
rugiente al rededor de vosotros, buscan- sión liga la razón.
do á quién tragar: resistidle fuertes en A l 3.° que la concupiscencia de la car-
la fe. M a s en vano se daría tal aviso, si ne contra el espíritu, cuando la razón
el hombre sucumbiera á él por necesi- actualmente la resiste, no es pecado, sino
dad. L u e g o no puede inducir al hombre materia de ejercitar la virtud; pero el que
necesidad de pecar. la razón no la resista no está en la po-
A d e m a s : se dice ( J a c . 4 ) : someteos testad del diablo, y por tanto no puede
pues á Dios, y resistid al diablo, y huirá inducir necesidad de pecado.
de vosotros ; lo cual no se diría recta ni
verdaderamente, si el diablo pudiera in- ARTÍCULO I V . — i T o d o s I O S pecados
ducir cualquier necesidad para pecar, de los hombres s o n por s u g e s t i ó n d e l dia-
porque en este caso nunca podría resis- blo ? (2).
tírsele, ni él mismo huiría de los que le
resisten. L u e g o no causa tal necesidad l.° Parece que todos los pecados de
para pecar. los hombres son por sugestión del diablo:
Conclusión. El diablo por su propia porque dice S a n Dionisio (De div. nom.
virtud, á no ser refrenado por Dios, pue- c. 4 , p. 4 , lect. 19) que « l a multitud de
de inducir á uno por necesidad á hacer » los demonios es causa de todos los ma-
algún acto, que de su género es pecado, » les, tanto para ellos, como para otros ».
pero no puede inducir necesidad de 2.° Todo el que peca mortalmente se
pecar. hace esclavo del diablo, conforme á aque-
R e s p o n d e r e m o s , que el diablo con su llo (Joan. 8, 3 4 ) : el que hace pecado,
propia virtud, no siendo refrenado por esclavo es del pecado. E s así q u e todo el
Dios, puede inducir á uno por necesidad que es vencido, queda esclavo del que le
á hacer algún acto, que de su género es venció, como se dice ( n P e t r . 2 , 1 9 ) . Lue-
pecado ; mas no puede inducir necesidad g o todo el que hace pecado es vencido
de pecar. L o cual se v e claramente, por- por el diablo.
(1) Pues según la doctrina espresa y terminante del mismo demonio es dueño de tales actos ; por cuya razón puede resis-
Santo Doctor (Sent. 1. 2, dist. 21, C. 1, a. 2, al í.°) en perfecto tir á sus instigaciones.
acuerdo.con la de la Iglesia, el poder diabólico, aunquemayor (2) Los armenios dogmatizaban también heréticamente que
en absoluto que el del hombre, no lo es en todo y mucho me- « ningún pecado habría existido, á no mediar el demonio, que
nos en cuanto á los actos de libre albedrío, que no son sus- »impeliese los hombres á él».
ceptibles de coacción, por cuanto el hombre mismo solo y no el
CUESTIÓN L X X X . — A R T Í C U L O S IV. mi

3.° San Gregorio dice (Moral. 1. 4 , c. secase, de lo cual resultaría que se in-
10) que « el pecado del diablo es irrepa- cendiarían fácilmente : empero directa-
y> rabie, porque cayó sin sugestión de mente no es causa de todos los pecados
» nadie » . Si pues algunos hombres pe- humanos, de modo que persuada cada
casen por su libre albedrío sin sugestión uno de ellos ; lo cual Orígenes (Periar.
estraña, su pecado sería irremediable: lo 1. 3, c. 2) prueba fundándose en que, aun
cual es evidentemente falso. L u e g o todos cuando el diablo no existiera, los hom-
los pecados humanos son sugeridos por bres tendrían el apetito de manjares y
el diablo. sensualidades; el cual podría ser desor-
Por el contrario, se dice ( D e dogm. denado, si la razón no lo ordenase, lo que
Eccles. c. 82) : <r no todos nuestros pen- depende del libre albedrío.
» samientos malos son escitados por el A l argumento 1.° diremos, que la mul-
» diablo, sino que algunas veces surgen titud de los demonios es causa de todos
» del movimiento de nuestro arbitrio ». nuestros males según el primer origen,
Conclusión. El diablo es [ 1 ] ocasional como se ha dicho.
c indirectamente causa de todos nuestros A l 2.° que no solo se hace esclavo de
pecados (1) ; mas [ 2 ] no lo es directa- alguuo el que es vencido por é l , sino
mente de todos los pecados humanos, también el que voluntariamente se le so-
persuadiendo á cometer cada uno de ellos. mete; y de este modo se hace esclavo
Responderemos, que ocasional é indi- del diablo el que peca por movimiento
rectamente el diablo es en efecto causa propio.
de todos nuestros pecados, en cuanto in- A l 3.° que el pecado del diablo fue
dujo al primer hombre á pecar, por cuyo irremediable, porque ni pecó por suges-
pecado está tan viciada la naturaleza hu- tión de otro, ni tuvo inclinación alguna á
mana, que todos nos sentimos inclinados pecar, causada por sugestión precedente,
á pecar; como si se dijese que era causa lo cual no puede decirse de ningún p e -
de la combustión de los leños el que los cado del hombre.

(1) Por cuanto lo fue del pecado original ó primordial, que á Dios, arrostrando así entre otras consecuencias de su inobe-
infecía la naturaleza humana con la propensión á pecar, in- diencia dicha infección y depravada tendencia.
duciendo al primer hombre mediante la mujer á desobedecer
CUESTIÓN LXXXI.

Causa del pecado por parte del hombre.

Como el h o m b r e es causa de pecado á otro h o m b r e , sugiriéndole e s t e r i o r m e n t e , como también el


d i a b l o , tiene cierto especial modo de causar el pecado en otro por el o r i g e n ; t r a t a r e m o s del pecado
o r i g i n a l ; y acerca de él ocurre considerar tres cosas : 1. su t r a n s m i s i ó n ; 2. su esencia; 3. su sujeto
a a a

Acerca de la 1. investigaremos cinco puntos : 1.° El primer pecado del hombre se deriva por origen á
a

la posteridad? — 2.° Todos los otros pecados del primer padre ó aun de otros padres se derivan por
origen á sus descendientes ? — 3.° El pecado original se deriva á todos los que de Adán descienden
por via de generación ? — 4.° Se derivaría á otros, que milagrosamente fuesen formados de alguna
p a r t e del cuerpo h u m a n o ? — 5.° Si la h e m b r a h u b i e r a pecado, no pecando el varón, se transmitiría
el pecado original?

A R T Í C U L O I . — ¿ E l primer pecado dei ningún pecado puede ser derivado por


primer padre se transmite por origen á sns origen.
descendientes ? (1). 4.° L o que es más perfecto en l a na-
turaleza, es más eficaz para obrar. Mas
l.° Parece que el primer pecado del la carne perfecta no puede inficionar, al
primer padre no se transmite á otros por alma á ella u n i d a ; pues de lo contrario
origen: porque se dice ( E z e c h . 1 8 , 2 0 ) , el alma no podría purificarse de la culpa
el hijo no llevará la maldad del padre; original, mientras está unida á l a carne.
y la llevaría, si heredase de él la iniqui- L u e g o mucho menos el germen repro-
dad. L u e g o ninguno deriva de alguno de ductor puede inficionar el alma.
sus padres por origen algún pecado. 5.° Aristóteles dice ( Ethic. 1. 3,
2.° E l accidente no se transmite por c. 7) (2) que « nadie increpa á los tor-
o r i g e n , sino transmitiéndose el sujeto, » pes por la naturaleza, sino por su desi-
puesto que el accidente no pasa de sujeto » dia y negligencia » ; y ~no obstante se
á sujeto. Pero el alma racional, que es dicen torpes por naturaleza los que tie-
sujeto de l a culpa, no se transmite por nen la torpeza por su origen: luego nada
origen, como se ha demostrado ( P . 1 . C. a
de lo que es por origen es reprensible ni
118, a. 2 ) . L u e g o ni culpa alguna puede pecado.
transmitirse por origen. Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol
3.° Todo aquello que se transmite por ( R o m . 5, 12): por un solo hombre entró
origen humano es causado por la gene- el pecado en este mundo ; lo cual no pue-
ración. E s así que l a generación no puede de entenderse á manera de imitación ó
causar el p e c a d o ; porque carece de la de incitación, por lo que se dice (Sap. 2,
parte racional del alma, que es la sola 2 4 ) : por envidia del diablo entró la
que puede ser causa del pecado. L u e g o muerte en el mundo. L u e g o se infiere que

(1) Con traía herejía de Pelagioy los albanenses, quienes de- Zuinglio y muchos otros, ya negándolo en absoluto, ya des-
cían que « el pecado originales nulo, y que los niños recien naturalizando la verdadera doctrina de la Iglesia católica so-
» concebidos no lo contraen ni deben ser bautizados para bor- bre este punto interesantísimo y de transcendencia suma á las
nrárselo»: error -visible y terminantemente condenado por costumbres y á la vida futura.
multitud de pasajes harto espresos de uno y otro Testamento (2) No c. 5, como generalmente se cita y ha sido rectificado
y por el Concilio de Trento (sea. 5, Decretum de peccato origi- por el P. Nicolai, como asimismo las palabras inerltam susti-
nan), adoptado también ademas por los armenios, anabaptistas, tuida & Uesldlam y olium por negligentiam,
CUESTIÓN L X X X Í . — A R T Í C U L O I . 539

por el origen del primer hombre entró el pío el ser voluntaria: por lo que, aun su-
pecado en el mundo. poniendo que el alma racional se trans-
Conclusión. Según la fe católica debe mitiese ( 3 ) , por lo mismo que la infec-
tenerse por dogma que el primer pecado ción del alma de la prole no estaría en
del primer hombre pasa originalmente á su voluntad, no habría razón de culpa,
sus descendientes con la naturaleza mis- que obligue á p e n a ; porque, como dice
ma por él inficionada. Aristóteles (Ethic. 1. 3 , c. 5 ) , a n a d i e
Responderemos, que según la fe ca- » afrentará al ciego de nacimiento, sino
tólica se debe asegurar que el primer pe- » que más bien le compadecerá » . A s í
cado del primer hombre se transmite que se debe proceder por otro camino,
originalmente á su posteridad, por lo diciendo que todos los hombres, que na-
cual aun los niños recien nacidos son lle- cen de A d á n , pueden considerarse como
vados á bautizar, como para ser lavados un solo hombre, en cuanto convienen en
de alguna infección de culpa; y lo con- la naturaleza que reciben del primer pa-
trario es la herejía pelagiana ( 1 ) , como dre, al modo que en los (estados) civiles
consta por San Agustín en muchos de todos los hombres, que forman una sola
sus libros (2). M a s para investigar, de comunidad, se reputan como un solo cuer-
que manera el pecado del primer padre po, y toda la comunidad como un solo
puede pasar originalmente á sus descen- hombre; como también Porfirio ( c . de
dientes, siguieron varios diversos cami- specie) dice que « por la participación
nos: unos, considerando que el sujeto del » de la especie muchos hombres son un
pecado es el alma racional, sentaron que » solo hombre». A s í pues los muchos
el alma racional se transmite por gene- hombres derivados de A d á n son como
ración, pareciendo así que de alma infecta muchos miembros de un solo cuerpo : y ,
se derivan almas infectas; y otros, dese- como el acto de un solo miembro corpo-
chando esto como erróneo, se empeñaron ral, por ejemplo, la mano, no es volunta-
en demostrar de qué modo la culpa del rio con la voluntad de la misma mano,
alma del padre se transmite á la prole, sino con la voluntad del alma, que pri-
aunque el alma no se transmita, porque meramente mueve el miembro; de aquí
los defectos del cuerpo son transmitidos es que el homicidio, que comete la mano,
del padre á la prole, corno el leproso en- no se imputaría á pecado á aquella mano
gendra leproso y el gotoso gotoso, á por sí misma como separada del cuerpo,
causa de alguna corrupción del germen, sino que se le imputa en cuanto es algo
aunque tal corrupción no se llame lepra del hombre, que se mueve por el primer
ó gota. M a s , siendo el cuerpo proporcio- principio motor del hombre. D e este m o -
nado al alma, y redundando en el cuerpo do pues el desorden, que h a y en este
los defectos del alma, y viceversa; del hombre engendrado de A d á n , no es v o -
mismo modo dicen que el defecto culpa- luntario por la voluntad del mismo, sino
ble del alma se deriva por la transmisión en la voluntad del primer padre, que
del germen á la prole, aunque actual- mueve con movimiento de generación á
mente el germen no sea sujeto de la todos los que se derivan de su origen,
culpa. Pero todos estos y otros semejan- así como la voluntad del alma mueve
tes caminos son insuficientes: porque, todos los miembros al acto. P o r cuya ra-,
dado que algunos defectos corporales zon el pecado, que así se deriva del pri-
pasen del progenitor á la prole por orí- mer padre á todos sus descendientes, se
gen, y áuu algunos defectos del alma á llama original, como el pecado que del
causa de la indisposición del cuerpo ( c o - alma se deriva á los miembros del cuerpo
mo á veces de los fatuos se engendran se llama actual: y , así como el pecado
fatuos); sin embargo eso mismo de tener actual, que se comete por algún miem-
algún defecto por origen parece que es- bro, no es pecado de aquel miembro, sino
cluye la razón de culpa, de la que es pro- en cuanto aquel miembro es algo del

(1) Condenada ya por los Concilios de Milevi (can. 2J y (2) Retract. 1. 1, c. 9; Depecat. mer. et. remiss. e. 9, 1. 1;
Grange (can. 2) y posteriormente con mas detallada especifi- cant. Jul. c. 3, y 1. 3, c. 1 ; y 1. De dono persever. c. 11 y 12.
cación á causa de las nuevas herejías, reproducidas 60ure la (3) Véase en ol T. l.° C. 118, a, 2, las notas 1 de la pági.
misma doctrina, por el de Trento (sess. 5, can, 2), na 925; i, pág. 920, y 1, pág. 928 ; y la nota 1, pág, 923,
540 CUESTIÓN L X X X I . — ARTÍCULOS I Y I I .

mismo hombre, por lo cual se llama pe- y a del primer padre, y a de los padres
cado humano ; del mismo modo el pecado próximos, se transmiten á sus descendien-
original no es pecado de esta persona, tes : porque la pena nunca se debe sino á
sino en cuanto esta misma recibe la na- la culpa; y algunos son castigados en el
turaleza del primer padre, por lo que se juicio divino por el pecado de los padres
llama también pecado de naturaleza se- próximos, conforme á aquello ( E x . 2 0 , 5):
gún aquello (Ephes. 2 , 3 ) : éramos por Yo soy el Señor, tu Dios fuerte y celoso,
naturaleza hijos de ira. que visito la iniquidad de los padres sobre
A l argumento 1.° diremos, que se dice los hijos hasta la tercera y cuarta gene-
que el hijo no llevará el pecado del padre, ración ; y aun por el juicio humano en el
porque no es castigado por el pecado de crimen de lesa majestad los hijos son des-
su padre, á no ser participante de su culpa: heredados por el pecado de los padres.
y así es en lo propuesto ; porque se deriva L u e g o también la culpa de los próximos
por origen la culpa del padre al hijo, como padres pasa á los descendientes.
el pecado actual también por imitación. 2.° M á s puede transferir á otro lo que
A l 2.° que, aunque el alma no se trans- uno tiene de sí mismo que lo que tiene de
mite, porque la virtud de la generación otro ; así como el fuego puede calentar
no puede causar alma racional, mueve no más que el agua caliente. P e r o el hombre
obstante á la misma dispositivamente; y transmite á la prole por origen el pecado,
así por la virtud del germen se transmite que tiene de Adán. L u e g o mucho más el
el alma humana del padre á la prole, y pecado, que él mismo cometió.
juntamente con la naturaleza su infección: 3.° E n tanto contraemos del primer
porque el que nace hácese participante padre el pecado original, en cuanto estu-
de la culpa del primer padre, por el hecho vimos en él como en principio de la natu-
mismo de recibir de él la naturaleza por raleza, que él mismo corrompió. P e r o del
cierto movimiento generativo. mismo modo estuvimos en los próximos
A l 3." que, aunque la culpa no está en padres como en ciertos principios de na-
acto en el germen, está sin embargo allí turaleza, que, aunque esté corrompida,
virtualmente (1) la naturaleza humana, aúu puede corromperse más por el pecado,
á la que acompaña tal culpa. conforme á aquello ( A p o c . 2 2 , 1 1 ) : El
A l 4.° que el germen es el principio de que está en suciedades, ensucíese aún.
la generación, que es el acto propio de la L u e g o los hijos contraen los pecados de
naturaleza destinado á su propagación; y los próximos padres por origen, como los
por tanto más se inficiona el alma por el del primer padre.
g e r m e n , que por la carne y a perfecta, Por el contrario: el bien es más difu-
que y a está determinada á la persona. sivo de sí mismo que el mal. E s así que
A l 5.° que lo que es por origen no es los méritos de los próximos padres no se
censurable, si se considera el que nace en transmiten á sus descendientes. Luego
sí mismo ; pero, considerado según que se mucho menos los pecados.
refiere á algún principio, puede serle im- Conclusión. Es imposible que algunos
putable, como uno que nace sufre la i g - pecados de los padres próximos ó aun del
nominia del linaje, causada por culpa de primer padre se transmitan por origen,
alguno de sus progenitores. escepto el primero.
Responderemos, que San Agustín pro-
ARTÍCULO I I . —¿otros pecadosdci pri-
pone esta cuestión (Enchir. c. 46 y 47)
mer padre ó de los próximos se transmiten
y la deja sin resolver (3). P e r o , si alguno
también á sus descendientes ? (2) lo considera atentamente, verá que es im-
1.° Parece que también otros pecados, posible que algunos pecados de los pró-
(1) Virtute humana natura, según los códices de Alcañiz y » al infierno ; mas no en concepto de original ó transmitido
Tarragona y las más correctas ediciones, á que ajustamos » (que así de ningún modo lo reconocían), sino como actual y
nuestra versión ; aunque en algunas, como las romanas (in- » personal, sin que sus hijos tuviesen en sí pecado alguno»-
clusa la áurea), se lee humanas naturas, « por la virtud de la La doctrina de este artículo es una verdadera refutación ríe
» naturaleza humana». tan impío aserto, que implica una palmaria cuanto blasfema
(2) Entre los muchos errores, en que incurrieron los hereje
8
imputación de injusticia en Dios.
llamados armenios, figuraba el de que a el pecado de nuestros (3) Diciendo « no se atreve á afirmar, por no incurrir en te-
» primeros padres perjudico á sus descendientes anteriores á «meridad».
la Pasión de Cristo, hasta el estremo de conducirlos á todos I
CUESTIÓN LXXXI.—ARTÍCULOS II Y I I I . 541

ximos padres, 6 aun del primer padre, A l argumento 1.° diremos, que con
escepto el primero, se transmitan por pena espiritual, como dice San Agustín
origen ( 1 ) . L a razón de esto e s , porque en la carta á A vito ( ó á Aurilio), jamás
el nombre engendra seres idénticos á é l son castigados los hijos en v e z de los
en especie, mas no en cuanto al indivi- padres, si no comunican en la culpa ó
duo : y por tanto lo que directamente por origen ó por imitación; porque todas
pertenece al individuo, como los actos las almas son inmediatamente de Dios,
personales y lo á ellos concerniente, no como se dice ( E z e c h . 1 8 ) . M a s con
se transmite de padres á hijos; porque pena corporal á veces por juicio divino ó
el gramático no transmite al hijo la cien- humano son castigados los hijos á causa
cia de la gramática, que adquirió con su de los padres, en cuanto el hijo es algo
propio estudio: pero lo, perteneciente á la del padre según el cuerpo.
naturaleza de la especie se transmite de A l 2.° que lo que uno tiene de por sí
padres á hijos, á menos que haya defecto más lo puede transmitir, con tal que sea
de la naturaleza; como el que tiene ojos transmisible : pero los pecados actuales
engendra hijos con ellos, si no falta la de los próximos padres no son transferi-
naturaleza ; y , si la naturaleza es fuerte, bles, por ser puramente personales, como
aun se propagan á los hijos algunos acci- va dicho.
dentes individuales pertenecientes á la A l 3.° que el primer pecado inficiona
disposición de la naturaleza, como la la naturaleza humana con corrupción, que
agilidad, la buena índole y semejantes ; afecta á la naturaleza ; al paso que los
pero de ningún modo las cualidades pu- otros pecados la corrompen con infección
ramente personales, como queda dicho. perteneciente solo á la persona.
Mas, así como pertenece á la persona
algo por sí misma, y algo por don de la
ARTÍCULO I I I . — E I p e c a d o d e i primer
gracia; del mismo modo también puede
padre p a s a por origen á todos los hombres ? (2)
pertenecer á la naturaleza algo por ella
misma, como es lo procedente de sus 1.° Parece que el pecado del primer
principios, y algo por don de la gracia : padre no pasa por origen á todos los
y de este modo la justicia original, como hombres: porque la muerte es el castigo
se ha dicho ( P . 1 . C. 100, a. 1), era
a

consiguiente al pecado original; y no t o -


cierto dou de la gracia concedido divina- dos los que proceden originalmente de
mente á toda la naturaleza humana en el A d á n morirán, pues los que se hallarán
primer padre, el cual ciertamente perdió vivos á la venida del Señor jamás mori-
el primer hombre por el primer pecado. rán, como parece por lo que se dice
Por lo que, así como aquella justicia ori- ( i Tesal. 4 , 1 4 ) : nosotros que vivi-
ginal se habría transmitido á los descen- mos.,., no nos adelantaremos en la veni-
dientes juntamente con la naturaleza, así da del Señor á los que durmieron (3).
también el desorden opuesto : mas los L u e g o aquellos no contraen el pecado
otros pecados actuales, tanto del primer original.
padre como de los otros, no inficionan
2.° Nadie da á otro lo que él mismo
la naturaleza en cuanto á lo que de la
no tiene. E s así que el hombre bautizado
naturaleza es propio, sino solo e n cuanto
no tiene pecado original. L u e g o no se
á lo que es propio de la persona, esto es,
transmite el mismo á la prole.
según la inclinación al a c t o ; y por lo
3.° E l don de Cristo es mayor que el
tanto los otros pecados no se transmiten.
pecado de A d á n , como dice el Apóstol

(1) Por esta razón y en consonancia con la doctrina aquí (3) Do estas palabras de San Pablo han pretendido inferir
sentada declara espresamcnle el Concilio de Trento (sos. 5) que los PP. Griegos casi con unanimidad que los escogidos , que
el pecado original es el único heredado. vivan en aquel tiempo, no sufrirán la muerte, sino que instan-
(2) Es dogma de fe la transmisión del pecado original del táneamente serán dotados de la incorrupción é inmortalidad
primer hombre á todos los demás, declarado así por el Conci- en equivalencia de su resurrección ; mas con la misma unani-
lio de Trento (sess, 5, can. 4) contra Calvino, que ensoñaba que midad y aun mayor los PP. y doctores latinos enseñan que,
«todoslos hijos de padres fieles eran santos antes del baulis- debiendo morir todos los hijos de Adán, morirán también los
amo». También Juan de Wesfalia decía que «los niños re- justos y santos vivos en el último dia, si bien resucitarán tan
nden nacidos no habían contraído en suconcepcion el pecado luego como hayan muerto, viniendo á ser su muerte como un
«original, y que no debia darse crédito á San Agustín , que lijero sueño. Así lo hace constar el P. Scío, anotando este
•as! lo aseguraba ». pasaje del Apóstol.
542 CUESTIÓN LXXXI. — ARTÍCULOS III Y IV.

( E o m . 5 ) . E s así que el don de Cristo argumento que aquellos, aunque no mue-


no pasa á todos los hombres. L u e g o tam- ran , tienen no obstante en sí reato de
poco el pecado de A d á n . muerte ; mas del castigo los dispensa
Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol D i o s , el cual puede condonar también
( R o m . 5, 12) : la muerte pasó á todos los castigos de los pecados actuales.
los hombres por aquel, en quien todos A l 2.° que el pecado original por el
pecaron. bautismo se borra en cuanto al reato,
Conclusión. Según la fe católica debe puesto que el alma recupera la gracia en
creerse firmemente que todos los hombres cuanto á la mente; persevera no obstante
(escepto solamente Cristo) descendientes el pecado original en acto en cuanto al
de Adán contraen de él el pecado ori- incentivo, que es el desorden de las par-
ginal. tes inferiores del alma y del mismo cuer-
R e s p o n d e r e m o s , que según la fe ca- po , según que el hombre engendra ó no
tólica se debe creer firmemente que todos según la mente: y por tanto los bautiza-
los hombres, escepto solamente Cristo ( 1 ) , dos transmiten el pecado original; por-
derivados de Adán, contraen de Adán que no engendran los padres en cuanto
el pecado original; de lo contrario no están renovados por el bautismo, sino en
todos necesitarían de la redención, v e - cuanto conservan todavía algo del anti-
rificada por Cristo : lo cual es erróneo. guo primer pecado.
L a razón puede deducirse de lo que antes A l 3.° q u e , así como el pecado de
se ha dicho (a. 1 ) , á saber, que por el A d á n se transmite á todos los que son
pecado del primer padre se transmite la engendrados corporalmente de Adán, del
culpa original á sus descendientes, del mismo modo la gracia de Cristo se trans-
mismo modo que por la voluntad del mite á todos los que espiritualmente son
alma, mediante el movimiento de los engendrados por la fe y el bautismo; y
miembros, se transmite el pecado actual no solo para eliminar la culpa del primer
á los miembros del cuerpo. Empero es p a d r e , sino también para borrar los pe-
manifiesto que el pecado actual puede cados actuales y dar acceso en la gloria.
transmitirse á todos los miembros natu-
ralmente destinados á ser movidos por la
ARTÍCULO I V . — ¿si uno f u e s e f o m « -
voluntad; y así también la culpa original
do milagrosamente de carne h u m a n a , con-
se transmite á todos aquellos, que son
traería el pecado original ?
movidos por A d á n con movimiento de
generación. l.° Parece q u e , si uno fuese formado
A l argumento, 1.° diremos que más milagrosamente de carne humana, con-
probable y convenientemente se afirma traería el pecado original: porque dice
que todos aquellos, que en la venida del cierta Glosa (ord. Augusf. Gen. 3 ) que
Señor se hallaren, morirán, y después de « en los lomos de A d á n fue corrompida
un poco de tiempo resucitarán, como se » toda la posteridad, porque no fue sepa-
dirá más por estenso en el libro ter- D rada primeramente en el lugar de la
cero (2). Sin e m b a r g o , si es cierto lo » v i d a , sino después en el lugar del des-
que otros d i c e n , que aquellos nunca mo- » tierro »; y , si se formase algún hombre
rirán, como S a n Jerónimo c u e n t a , al re- del modo dicho, su carne se separaría eu
ferir las opiniones de diversos escritores el lugar del destierro. L u e g o contraería
en cierta carta á Minerio sobre la resur- el pecado original.
rección de la carne ( 3 ) ; debe decirse al 2.° E l pecado original es causado en
(1J Cristo , no solo no incurrió en el pecado original, sino prerogativa eminentísima de la InmaculadaMadrc do Dios, si
que en virtud de la unión hipóstatica de sus dos naturalezas recordamos que en su tiempo y aun por muchos siglos des-
no hubiera podido contraerlo; al paso que la Santísima Virgen pués hasta el nuestro era discutible este punto, que hoy ya
su Madre, como pura criatura descendiente de Adán , estaba no lo es. Consúltese cuidadosamente y sin prejuicio la C. 27,
por su naturaleza sometida á la ley común de la necesidad y a. 2 , de la 3." P.
en potencia de contraerlo, aunque fue exenta de él por es- (2) Que no llegó á escribir, arrebatado por su temprana
pecial privilegio y en virtud de los méritos del Redentor su muerte, si bien consta lo aludido en el Suplemento á la 3." P.
Hijo sacratísimo, según espresamente y en propios términos (C. 78, a. 2, 3.°).
consigna el inmortal Pontífice Pió IX en su decreto dogmático (3* Carta, que empieza por las palabras Inipsojam perfectio-
de la Concepción Inmaculada de María ( Bula Jneffabilis [leus, nis articulo..., que algunos editores han dado en insertaren
fecha 8 de Diciembre de 185-4). Tío es deestrañar que el Santo el testo : lo que no juzgamos plausible ni aun conveniente
Doctor Angélico ni aun incidentalmente mencione aquí esta por las razones insinuadas en la nota 2 , pág. 258.
CUESTIÓN LXXXI. — ARTÍCULOS IV Y V. 543

nosotros, en cuanto el alma se inficiona no estuvo en el lugar del destierro sino


por la carne. Siendo pues infecta, de después del pecado. D e donde se sigue
cualquiera parte de carne que el (tal) que, no por el lugar del destierro, sino
hombre- se formase, su alma se inficiona- por el pecado se transmite la culpa ori-
ría con la mancha del pecado original. ginal á t o d o s , á quienes llegó su genera-
3.° E l pecado original llegó desde el ción activa.
primer padre á t o d o s , en cuanto todos" A l 2.° que la carne no inficiona el
estuvieron en él al pecar. Pero los que a l m a , sino en cuanto es principio activo
se formasen de carne h u m a n a , habrían en la generación, como se ha dicho.
estado en Adán. L u e g o contraerían el A l 3.° que aquel, que se formase de
pecado original. carne humana, habría estado en A d á n
Por el contrario : no hubieran estado según la corpulenta sustancia, pero no
en Adán según la razón seminal (1), que según la razón seminal, conforme á lo di-
es lo único que causa la transmisión del cho; y por consiguiente no contraería el
pecado original, como dice San Agus- pecado original.
tín ( Sup. Gen. ad litt. 1. 1 0 , c. 1 8 , 19
7 20) ( 2 ) . ARTÍCULO V . — ¿ si Adán n o n ú b l e s e
Conclusión. Si un hombre fuese for- pecado , pecando Eva , s u s hijos contraerían
mado por virtud divina de carne huma- el pecado original?
na, no contraería el pecado original.
Responderemos q u e , como y a se ha l.° Parece q u e , si A d á n no hubiese
dicho ( a. 1 y 3 ) , el pecado original se p e c a d o , pecando E v a , los hijos contrae-
transmite del primer padre á los descen- rían el pecado original: porque el pecado
dientes , en cuanto son movidos por el original le contraemos de los padres, en
mismo mediante la generación, como cuanto estuvimos en ellos, según aquello
los miembros son movidos por el alma del Apóstol ( R o m . 5 , 1 2 ) : en quien to-
al pecado actual. Pero no se verifica el dos pecaron. P e r o , así como el hombre
movimiento para la generación sino por preexiste en su padre, también en la ma-
la virtud activa en la generación ( 3 ) ; dre. L u e g o del pecado de la madre con-
por lo que solo contraen el pecado origi- traería el hombre el pecado original, lo
nal aquellos, que descienden de A d á n mismo que del pecado del padre.
por la virtud activa en la generación 2.° Si E v a hubiese pecado, no pecando
originalmente derivada de A d á n , lo que A d á n , los hijos nacerían pasibles y mor-
es descender de él conforme á la razón tales ; porque la madre da materia en la
seminal, que no es otra cosa que la fuer- generación, como dice Aristóteles ( D e
za activa en la generación. M a s , si uno generat. animal, 1. 2 , c. 1 y 4 ) , y l a
fuese formado por virtud divina de carne muerte y toda pasibilidad proviene de la
humana, es manifiesto que la fuerza ac- necesidad de la materia. Pero la pasibi-
tiva no se derivaría de Adán, y por con- lidad y la necesidad de morir son pena
siguiente no contraería el pecado origi- del pecado original. L u e g o , si E v a h u -
nal ; así como el acto de la mano no per- biese p e c a d o , no pecando A d á n , los
tenecería al pecado h u m a n o , si la mano hijos contraerían el pecado original.
no fuese movida por la voluntad del 3.° D i c e San J u a n Damasceno ( O r t h .
hombre, sino por algún motor estrín- fid. 1. 3 , c. 2 ) que « E l Espíritu Santo
seco (4). » j)revino á la Virgen » ( 5 ) , de la cual
Al argumento 1.° diremos, que A d á n habia de nacer Cristo sin pecado origi-
(1) Véase en el T. 1,° la nota 4, pág. 902. todas luces innecesaria.
(2) Donde advierte fe. 18) que el cuerpo de Cristo no fue (4) Tal parece ser también la doctrina te'stual del Santo
«carne de pecado, sino semejanza de carne de pecado», por Concilio de Trento, que (como es bien sabido) consultaba con-
cuanto no fue concebido como los demás hombres mediante el tinuamente los escritos y en especial la SUMA de Santo To-
germen viril, sino por virtud del Espíritu Santo, según consta más,y dice en términos espresos (sess. 2, can. 3): n ciertamente
de las palabras tesluales del Evangelio (Matth. 1,20): quod »los hombres no nacerían injustos, si no naciesen propaga-
cnim in ea natum cst, de Spirilu Sancto ext. » dos de la semilla de Adán ».
(3) ríicolai sustituye con insistencia hasta tres veces las (5) Prcevenit en la generalidad de las ediciones; mas el có-
palabras in gencralione, que traducimos , por in generante, en dice de Alcañiz pone pervenit, algunos provenit, y en el testo
atención sin duda á la « virtud activa », de que se habla en del Damasceno se lee supervenit en consonancia con el de la
el testo ; mas ni los códices manuscritos ni la generalidad de Vulgata , que dice supervenid. [Luc. 1,35).
las ediciones autorizan tal variante, que por otra parte es á
544 CUESTIÓN LXXXI. — A R T Í C U L O V.

n a l , purificándola. Mas aquella purifica- cado original; y sería lo contrario, si


ción no habría sido necesaria, si la infec- hubiese pecado A d á n , y no E v a .
ción del pecado original no se contrajese A l argumento 1.° diremos, que el hijo
de la madre. L u e g o la infección del pe- preexiste en el padre como en principio
cado original arranca de la madre; y así, activo , y en la madre como en principio
pecando E v a , sus hijos contraerían el material y pasivo: por lo que no hay pa-
pecado original, aun cuando A d á n no ridad.
hubiese pecado. A l 2.° que parece á algunos que, si, pe-
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol cando E v a , A d á n no hubiese pecado, los
(Rom. 5, 1 2 ) : por un solo hombre entró hijos estarían exentos de culpa; sufrirían
el pecado en este mundo; pero con más no obstante la necesidad de morir y otros
razón debería haberse dicho que entró padecimientos provenientes de la necesi-
por d o s , puesto que ambos p e c a r o n , ó dad de la materia, que suministra la ma-
más bien por la mujer, que pecó primero, d r e , no bajo el carácter de c a s t i g o , sino
si la mujer transmitiese á la prole el pe- como ciertos naturales defectos. Mas esto
cado original. L u e g o el pecado original no parece conveniente; porque la inmor-
no se deriva á los hijos de la madre, sino talidad y la impasibilidad del primer es-
del padre. tado no era por condición de la materia,
Conclusión. Si, no pecando Adán, hu- como se ha dicho ( P . 1. , C. 9 7 , a. 1 ) ,
a

biese pecado Eva, los hijos no contraerían sino de la justicia original, por la cual el
el pecado original; pero al contrario in- cuerpo estaba sometido al alma, mientras
currirían en él, si solo Adán hubiera pe- el alma estuviese subordinada á Dios.
cado, no pecando Eva. P e r o el defecto de la original justicia es
R e s p o n d e r e m o s , que la solución de el pecado original: por consiguiente , si,
esta duda es evidente por lo anterior- no pecando A d á n , el pecado original no
mente espuesto: porque se ha dicho (a. 1) se transmitiese á sus descendientes por
que el pecado original se transmite del el pecado de E v a , es manifiesto que en
primer p a d r e , en cuanto él mueve á la los hijos no habría defecto de original
generación de los nacidos; por lo cual justicia; de donde se sigue que no habría
queda sentado (a. 4 ) que, si tan solo ma- en ellos pasibilidad ó necesidad de morir.
terialmente uno fuese engendrado de A l 3.° que aquella purificación preve-
carne humana, no contraería el pecado niente en la Bienaventurada Virgen no
original. Pero es notorio según la doc- se requería para quitar de ella la trans-
trina de los filósofos ( 1 ) que el princi- misión del pecado original, sino porque
pio activo en la generación es del padre, convenia que la madre de D i o s resplan-
y la madre suministra la materia: por lo deciese con la mayor pureza; puesto que
cual el pecado original no se contrae de no hay cosa, que sea digna morada de
la madre , sino del padre ; y conforme á D i o s , si no está limpia, según aquello
e s t o , si, no pecando Adán, hubiese peca- ( P s . 9 2 , 5) : á tu casa, Señor, conviene
do Eva , los hijos no contraerían el pe- santidad.

(1J Que por cierto no están acordes sobre este punto, pues más, y más ampliamente desarrollada después (P. 3. C. 31,
a

entre los médicos priva con bastante generalidad la opinión a. 4). Pero aun en la hipótesi de Galeno y sus secuaces queda
de Galeno, que también atribuye á la madre virtud genera- también á salvo la doctrina establecida en este artículo, puesto
triz activa ; si bien en todos tiempos parece haberse tenido que la virtud activa de la madre siempre sería de suyo im-
como más probable la contraria adoptada aquí por Santo To- perfecta por sí sola é ineficaz parala generación.
CUESTIÓN LXXXII.

Del pecado original en cuanto á su esencia.

Artículo 1.°— El pecado original es hábito?—2,° Hay uno solo en cada hombre?—3." Es la concu-
piscencia?—4,° Está igualmente en todos?

ARTÍCULO I . — El pecado original e s » centes en acto » . E s así que la capaci-


habito? (1) dad se dice por razón de algún hábito.
L u e g o el pecado original es hábito.
1.° Parece que el pecado original no Conclusión. El pecado original [ 1 ]
es hábito; porque el pecado original es la no es hábito de potencia para obrar;
carencia de la original justicia, como dice sino [ 2 ] hábito 6 mala disposición de la
San Anselmo ( D e concepta virginali, naturaleza, languidecida por la privación
c. 2 y 3 y 2 6 ) , y así el pecado original de la justicia original.
es cierta privación. E s así que l a priva- Responderemos que, como se ha dicho
ción es opuesta al hábito. L u e g o el p e - ( C . 5 0 , a. 1), hay dos clases de hábito:
cado original no es hábito. 1.° por el que la potencia se inclina á
2.° E l pecado actual tiene más carác- obrar, como las ciencias y las virtudes se
ter de culpa que el original, en cuanto llaman hábitos, y de este modo el pecado
tiene más de voluntario. M a s el hábito original no es hábito; 2° cierta disposi-
del pecado actual no tiene razón de cul- ción de alguna naturaleza compuesta de
pa; de lo contrario se seguiría que el muchas según su buena ó mala habitud
nombre durmiendo pecaba culpablemen- respecto de algo, y principalmente cuando
te ( 2 ) . L u e g o ningún hábito original tal disposición está como convertida en
tiene razón de culpa. naturaleza, cual es la de la enfermedad
3.° E n los malos el acto siempre pre- y la salud; y de este modo el pecado ori-
cede al hábito ; porque ningún hábito ginal es hábito, porque es cierta disposi-
malo es infuso, sino adquirido. E s así ción desordenada, que proviene de la di-
que al pecado original no precede acto solución de aquella armonía, en que con-
alguno. L u e g o el pecado original no es sistía la razón de la justicia original; como
hábito. también la enfermedad corporal es cierta
Por e l c o n t r a r i o , dice S a n Agustín desordenada disposición del cuerpo, se-
( D e baptismo puer. ó D e peccat. mer. gún la cual se disuelve la igualdad, en
et remis. 1. 1 , c. 3 9 ; y serm. 45 D e que consiste la razón de la salud. Por lo
Temp.) ( 3 ) que « s e g ú n el pecado ori- que el pecado original se llama languidez
» ginal los párvulos son capaces de con- de la naturaleza.
» cupiscencia , aunque no sean concupis- A l argumento 1.° diremos q u e , así

fl) Matías, luterano llamado el llírico, enseñó que el pe- de que el pecado original es el mismo pecado actual de Adán.
cado original era la sustancia del alma, haciendo así por con- La más cierta y común es la de Santo Tomás, tal cual aquí la
siguiente su autor á Dios, que lo es del alma. También se consigna y esplica.
oponen á la verdadera doctrina sobre la sustancia del pecado (2) Es decir, que el acto cometido por él despierto se le
original los errores de Calvino y Jansenio, según los cuales imputaría estando dormido, como si durante el sueño lo come-
de tal manera pervirtió la naturaleza humana que de ningún tiera realmente con voluntariedad.
bien absolutamente es ya capaz después de él. Aun entre los (3) Aunque en ninguno de los tres lugares citados se lee
doctores católicos algunos han emitido la opinión, difícilmente literalmente tal, como en el testo se cita ; si bien sustancial-
conciliable con las palabras testuales del Concilio de Trenlo mente ó en equivalencia se halla en los dos últimos, como
sess. 5, can. 3) citadas en la nota 1, pág. 511, y n. 1, pág. 547, también (cml, Julián. 1. 6, c. 7).
SUMA TEOLÓGICA. — T O M O II. 35
546 CUESTIÓN LXXXII. — ARTÍCULOS I Y II.

como la enfermedad corporal tiene algo cosas contrarias; porque el hábito inclina
de privación, en cuanto se destruye la á modo de naturaleza , que tiende á una
igualdad de la sanidad, y tiene también sola cosa. P e r o el pecado original aun en
algo positivamente , á s a b e r , los mismos un solo hombre inclina á diversos p e c a -
humores desordenadamente dispuestos; dos contrarios. L u e g o el pecado original
así también el pecado original tiene pri- no es un solo hábito, sino muchos.
vación de la justicia original y con esto 3.° E l pecado original inficiona todas
desordenada disposición de las partes del las partes del alma. Mas las diversas
alma. D e donde se sigue que no es partes del alma son diversos sujetos de
privación pura, sino cierto hábito cor- pecado, como se ve claro por lo anterior-
rupto (1). mente dicho (C. 74). L u e g o , no pudien-
A l 2.° que el pecado actual es cierto do existir un solo pecado en diversos su-
desorden del a c t o ; mas el original, como jetos , parece que el pecado original no
que es pecado de naturaleza, es cierta es uno solo, sino muchos.
desordenada disposición de la misma na- Por el contrario , se dice ( Joann. 1,
turaleza, que tiene razón de c u l p a , en 29 ) : Hé aquí el Cordero de Dios , hé
cuanto se deriva del primer p a d r e , como aquí el que quita el pecado del mundo;
se ha dicho ( C . 8 1 , a. 1) ;-y esta desor- lo cual se dice en singular, porque el pe-
denada disposición de naturaleza tiene cado del mundo , que es el pecado origi-
razón de hábito: mas la desordenada dis- nal , es uno s o l o , como espone la Glosa
posición del acto no tiene razón de há- ordinaria (ibid.)
bito; y por esto el pecado original puede Conclusión. El pecado original [1]
ser hábito, pero no pecado actual. en un solo hombre es único en especie y
A l 3.° que aquella objeción procede no puede menos de serlo en número;
del hábito, con que la potencia se inclina mas [ 2 ] en diversos hombres es único en
al acto. P e r o tal hábito no es el pecado especie y proporción, y numéricamente
original, aunque también del pecado ori- diverso.
ginal-se siga alguna inchnacion al acto R e s p o n d e r e m o s , que en un solo hom-
desordenado, no directa sino indirecta- bre hay un solo pecado original. Y la ra-
mente , á s a b e r , por la remoción de su zón puede tomarse de dos modos: 1.° pul-
obstáculo, que es la justicia original, im- parte de la causa del pecado original;
peditiva de los movimientos desordena- porque se ha dicho antes (C. 8 1 , a. 2)
dos; así como también de la enfermedad que solo el primer pecado del primer
corporal indirectamente se sigue la incli- padre se transmite á sus descendientes,
nación á los movimientos corporales des- por lo que el pecado original en un solo
ordenados. N i debe decirse que el pecado hombre es único en número, y en todos
original es hábito infuso ó adquirido por los hombres es solo uno en proporción, á
el acto ( á no ser por el del primer padre, saber, por relación al primer principio;
y no de esta persona), sino innato por el 2.° por la misma esencia del pecado ori-
viciado origen. ginal ; pues en toda disposición desorde-
nada la unidad de la especie se considera
por parte de la causa, y la unidad numé-
ARTÍCULO I I . — Hay e n u n solo hombre
rica por parte del sujeto, como es noto-
muchos p e c a d o s originales ?
rio en la enfermedad corporal: puesto que
1." Parece que en un solo hombre hay hay enfermedades diversas en especie,
muchos pecados originales : porque se procedentes de diversas causas, como de
dice ( P s . . 5 0 , 7 ) : pues mira que yo he la exuberancia de lo cálido ó de lo frió ó
sido concebido en iniquidades , y en pe- de la lesión del pulmón ó del hígado;
cados m,e concibió mi madre. E s así que pero una sola enfermedad específica en
el pecado, en que el hombre es concebido, un solo hombre no es sino una sola en
es original. L u e g o hay muchos pecados número. Empero la causa de esta cor-
originales en un solo hombre. rompida disposición, que se llama pe-
cado original, es una s o l a , á saber, la
2.° U n solo hábito mismo no inclina á
privación de la justicia original, por la
(1) Comiptus, aunque algunos leen amlrariut, variante pro- cual cesó la sumisión de la mente huma-
puesta también por Cayetano.
CUESTIÓN LXXXI1.— ARTÍCULOS II Y I I I . 547

na á D i o s : y por tanto el pecado origi- l e z a , como acto que es propio de la vir-


nal es único en especie, y en un solo tud concupiscible, que es potencia natu-
hombre no puede ser sino uno solo en ral. L u e g o la concupiscencia no es el pe-
número; mas en diversos hombres es uno cado original.
solo en especie y proporción, pero diver- 2.° P o r el pecado original h a y en nos-
so en número ( 1 ) . otros pasiones de pecados, como se ve
A l argumento 1.° diremos, que se habla claro por lo que dice el Apóstol (Rom. 7).
pluralmente de los pecados según aquella E s así que h a y otras muchas pasiones
costumbre de la divina Escritura, por la ademas de la concupiscencia, como ante-
cual se usa frecuentemente el número riormente se ha probado (C. 2 3 , a. 4 ) .
plural por el singular , como ( Matth. 2 , L u e g o el pecado original no es más la
20): han muerto los que buscaban el al- concupiscencia que cualquiera otra pa-
ma del niño, y a porque en el pecado ori- sión.
ginal preexisten virtualmente todos los 3.° P o r el pecado original se desorde-
pecados actuales como en cierto princi- nan todas las partes del alma, como se ha
pio, siendo así múltiple en v i r t u d ; y a dicho (a. 2, al 1.°). Pero el entendimiento
porque en el pecado del primer padre, es el supremo entre todas las partes del
que se transmite por o r i g e n , hubo m u - a l m a , como lo manifiesta Aristóteles
chas deformidades, á saber, de soberbia, (Ethic. 1. 1 0 , c. 7 ) . L u e g o el pecado
de desobediencia, de gula y otras seme- original más es ignorancia que concu-
jantes; y a porque muchas partes del alma piscencia.
se inficionan por el pecado original. Por el contrario, dice San Agustín
Al 2.° que un solo hábito no puede (Retract. 1. 1, c. 15) que « l a concupis-
inclinar per se directamente, esto es, por » cencía es el reato del pecado original».
su propia forma, á cosas contrarias; pero Conclusión. El pecado original es
sí indirectamente y per accidens, es de- formalmente la falta de justicia origi-
cir , por la remoción del obstáculo : así nal , y materialmente es la concupis-
como, disuelta la armonía del cuerpo cencia.
misto, los elementos tienden á lugares R e s p o n d e r e m o s , que cada cosa tiene
contrarios ; y del mismo modo, destruida especie por su forma, y queda dicho
la armonía de la justicia original, las di- (a. 2) qué la especie del pecado original
versas potencias del alma son llevadas á se toma de su causa: por lo que lo que
diversos objetos. es lo formal en el pecado original debe
Al 3.° que el pecado original inficiona tomarse de parte de la causa de este : y ,
las diversas partes del a l m a , según que como las cosas opuestas tienen opuestas
son partes de un solo todo ; como tam- causas, debe considerarse por consiguiente
bién la justicia original contenia todas la causa del pecado original por la de la
las partes del alma en una sola (tenden- justicia original, que la es opuesta. M a s
cia ) : y por tanto es uno tan solo el p e - todo el orden de la justicia original se
cado original; así como también es única funda en que la voluntad del hombre e s -
la fiebre en un solo h o m b r e , aunque se taba sujeta á Dios, sujeción que primaria
agraven las diversas partes del cuerpo. y principalmente se verificaba por la v o -
luntad, de l a que es propio mover todas
las otras partes al fin, como se ha dicho
ARTÍCULO I I I . — E I pecado originales
( C . 9 , a. 1). A s í pues por el aparta-
1« concupiscencia ? (2) miento de la voluntad de Dios se siguió
1.° Parece que el pecado original no el desorden en todas las otras fuerzas del
es la concupiscencia: porque todo pecado alma ; y de este modo la privación de. la
es contra la naturaleza, como dice el D a - justicia original, por la que la voluntad
masceno (Orth. fid. 1. 2, c. 4 y 3 0 ) : y la estaba sometida á D i o s , es lo formal en
el pecado original, y todo otro desorden
concupiscencia es conforme á la natura-

(1) El Concilio do Trento lo dice espresamente así (sess. 5) : (2) Entendiéndose aquí por concupiscencia el llamado por
« el pecado de Adán es único en su origen y transmitido á to- los teólogos /ornes p e c c a t i , procedente como fatal herencia del
•dospor propagación, no por imitación, siendo así propio de pecado original de Adán, que mancillando el alma la hace á
«cadauno». la vez propensa al mal.
548 CUESTIÓN L X X X I I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

de las fuerzas del alma viene á ser en el sición del cuerpo : y, pues la enfermedad
pecado original como lo material: y el recibe más y m e n o s , asimismo el pecado
desorden de las otras fuerzas del alma original.
se cifra principalmente en que desorde- 3.° Dice San Agustín ( D e nupt. et
nadamente se convierten al bien conmu- concupiscent. 1. 1 , c. 2 3 y 2 4 ) que ce la
table , y este desorden puede designarse » sensualidad transmite el original pe-
con el nombre común de concupiscencia: » cado á la prole » . P e r o acontece ser
por consiguiente el pecado original ma- mayor la sensualidad de uno que de otro
terialmente es en verdad la concupis- en el acto de la generación. L u e g o el
cencia; pero formalmente es la falta de pecado original puede ser mayor en uno
la justicia original. que en otro.
A l argumento 1.° diremos q u e , como Por el contrario: el pecado original es
en el hombre la concupiscible se rige na- pecado de naturaleza, como se ha dicho
turalmente por la razón ; en tanto el de- (C. 8 1 , a. 2 ) . E s así que la naturaleza
sear es natural al hombre, en cuanto es se halla igualmente en todos. Luego
conforme al orden de la razón. Pero la también el pecado original.
concupiscencia, que traspasa los límites Conclusión. El pecado original no
de la razón, está inherente al hombre puede ser mayor en uno que en otro.
contra la naturaleza, y tal es la concu- Responderemos , que en el pecado
piscencia del pecado original. original h a y dos c o s a s , de las cuales la
A l 2.° que , como se h a dicho (C. 2 5 , una es la carencia de la justicia original,
a. 1), las pasiones de lo irascible se redu- y la otra la referencia de este defecto al
cen á las pasiones de lo concupiscible pecado del primer padre, de quien se de-
como á más principales, entre las que la riva por el viciado origen. E n cuanto, á
concupiscencia mueve más vehemente- lo primero el pecado original no admite
mente y se siente m á s , según lo demos- más ó m e n o s , porque todo el don de la
trado (C. 2 5 , a. 2 , al 1.°): y por tanto se justicia original se perdió, y las priva-
atribuye á la concupiscencia como á la ciones totalmente supresivas de algo,
más principal, y en la que en cierto modo como la muerte y las tinieblas , no admi-
se incluyen todas las otras pasiones. ten más y m e n o s , según se ha dicho
A l 3.° q u e , así como en los buenos el (C. 7 3 , a. 2 ) . D e l mismo modo también
entendimiento y la razón tienen la prin- ni en cuanto á lo segundo; porque igual-
cipalidad , por el contrario en los malos mente todos se relacionan con el primer
se halla (ser) la más principal la parte principio del viciado origen , del cual re-
inferior del a l m a , que ciega y arrastra á cibe el pecado original la razón de culpa;
la razón, según lo dicho (C. 8 0 , a. 2 ) : y pues las relaciones no admiten más y
por esto se dice que el pecado original se menos. Resulta pues evidente que el pe-
dice más bien ser concupiscencia que i g - cado original no puede ser más en uno
norancia, aunque también esta se contie- que en otro.
ne entre los defectos materiales del pe- A l argumento 1.° diremos que, disuelto
cado original. el vínculo de la justicia original, bajo el
cual con cierto orden todas las fuerzas
ARTÍCULO I V . — E I p e c a d o original s e del alma se contenían, cada fuerza del
h a l l a i g u a l m e n t e e n todos ? alma tiende á su propio movimiento, y
con tanta mayor v e h e m e n c i a , cuanto
1.° Parece que el pecado original no fuese más fuerte. P e r o sucede que algu-
se halla igualmente en todos : porque el nas fuerzas del alma son más poderosas
pecado original es la concupiscencia des- en uno que en otro por las diversas com-
ordenada, como se h a dicho (a. 3 ) ; y no plexiones del cuerpo. P o r consiguiente el
todos están igualmente inclinados á la que un hombre esté más inclinado que
concupiscencia. L u e g o el pecado origi- otro á la concupiscencia, no es por razón
nal no se halla igualmente en todos. del pecado original, puesto que en todos
2.° E l pecado original es cierta des- se rompe igualmente el vínculo de la
ordenada disposición del a l m a , como la justicia original, é igualmente en todos
enfermedad es cierta desordenada dispo- están abandonadas á sí mismas las par-
CUESTIÓN LXXXII. — ARTÍCULO IV. 549

tes inferiores del a l m a ; sino que sucede A l 3.° que la liviandad, que transmite
esto por la diversa disposición de las po- el pecado original á la prole, no es sen-
tencias, como se ha dicho. sualidad actual ; porque, dado el caso de
A l 2.° que la enfermedad corporal no que por virtud divina se concediese á uno
tiene en todos igual c a u s a , aunque sea que no sintiese ninguna sensualidad des-
de la misma especie : por ejemplo, si la ordenada en el acto de la generación,
fiebre proviene de la bilis corrompida, aun así transmitiría á la prole el pecado
puede ser mayor ó menor la putrefacción original: sino que aquella sensualidad ha
y más cercana ó remota del principio de de entenderse habitualmente , según que
la vida. P e r o la causa del pecado origi- el apetito sensitivo no se contiene bajo
nal es igual en todos , por lo que no hay la razón, roto el lazo de la justicia origi-
paridad. nal ; y tal sensualidad es igual en todos.

CUESTIÓN LXXXIII.

Sujeto (D del pecado original.

1.° El sujeto del pecado original es con prioridad la carne ó el a l m a ? —2." Si el alma, ¿es por esen-
cia, ó por medio de sus potencias? — La voluntad es el sujeto del pecado original con prioridad r e s -
pectó de las otras potencias del alma ? — 4." Se hallan especialmente inficionadas algunas potencias
del alma, como la generativa, la concupiscible y el sentido del tacto ?

ARTÍCULO I. — E I peculio original está 3.° E l pecado original le contraemos


más en la cnrne'que en el alma ? del primer padre, según que estuvimos en
él conforme á la razón seminal. Pero de
l.° Parece que el pecado original más este modo no estuvo allí el a l m a , sino
está en la carne que en el alma : porque sola la carne. L u e g o el pecado original
la repugnancia de la carne al espíritu no está en el alma, sino en la carne.
procede de la corrupción del pecado ori- 4.° E l alma racional es creada é in-
ginal; y la raíz de esta repugnancia con- fundida en el cuerpo por Dios ( 2 ) . Si
siste en la carne, pues dice el Apóstol pues el alma se inficionase por el pecado
(Rom. 7, 2 3 ) : veo otra ley en mis miem- original, sería consiguiente que por su
bros , que repugna á la ley de mi mente. creación ó infusión se mancillaba ; y así
Luego el pecado original consiste princi- Dios sería causa del p e c a d o , por ser
palmente en la carne. autor de la creación é infusión.
2.° Cada cosa más está en la causa 5.° Ninguno que gusta un licor pre-
que en el efecto , como el calor más está cioso lo vertería en un vaso emponzoñado,
en el fuego que calienta, que en el agua del cual supiera inficionaba el licor. P e r o
calentada. P e r o el alma se mancilla con el alma racional es más preciosa que t o -
la infección del pecado original por el dos los licores : luego, si el alma pudiese
germen carnal. L u e g o el pecado original inficionarse por la unión del cuerpo con
más está en la carne que en el alma. la infección de la culpa original; Dios,
(1) No se trata aquí del sujeto remoto 6 de la persona afecta del Autor de modificar por el ablativo a Deo tanto el verbo in-
del pecado original; sino del sujeto próximo, es decir, de la fundititr como el participio creata; puesto que según su misma
parte del hombre ó individuo humano , en que reside ó a que doctrina son simultáneas la creación del alma y su infusión
es inherente este pecado. en el cuerpo, sin que medie instante alguno entre la indivi-
(2) Crealattfleocorpori infimúilttr •• es evidente la intención duación del cuerpo por el alma y la creación de esto.
550 CUESTIÓN L X X X I I I . — A R T Í C U L O I .

que es la misma sabiduría, jamás infun- la voluntad de la gula proviene la concu-


diría el alma en tal cuerpo. Pero la in- piscencia, del alimento al concupiscible, y
funde. L u e g o no se mancha por la carne. el acto de comer á las manos y la boca,
A s í pues el pecado original no está en el las q u e , en cuanto son movidas por la vo-
alma, sino en la carne. luntad á pecar , son instrumentos del pe-
Por el contrario: uno mismo es el su- cado : y el derivarse ulteriormente á la
jeto de la virtud y del vicio ó pecado (1), fuerza nutritiva y á los miembros inte-
que contraría á la virtud. E s así que la riores, que no están naturalmente desti-
carne no quede ser sujeto de la virtud, nados á ser movidos por la voluntad (2),
pues dice el Apóstol ( R o m . 7 , 18 ) : sé no tiene razón de culpa. A s í p u e s , pu-
que no mora en mi, esto es, en mi carne, diendo ser el alma sujeto de la culpa, y
lo bueno. L u e g o la carne no puede ser no teniendo las condiciones de poderlo
sujeto del pecado original, sino solo del s e r ; cuanto llega de corrupción del pri-
alma. mer pecado del a l m a , tiene razón de
Conclusión. El pecado original de to- c u l p a ; pero lo que llega á la carne no
dos los hombres [ 1 ] estuvo en Adán como tiene razón de c u l p a , sino de pena : y
en su primera causa principal; está [ 2 ] por consiguiente el alma es sujeto del
en el germen corporal como en causa pecado original, y no la carne.
instrumental; y [ 3 ] como en sujeto pre- A l argumento 1.° diremos q u e , como
cisamente en el alma y no en la carne. dice San Agustín ( R e t r a c t . 1. 1 , c. 26),
Responderemos, que una cosa puede el Apóstol habla allí del hombre ya re-
hallarse en algo de dos modos : 1.° como dimido, que ha sido libertado de la culpa,
en causa ó principal ó instrumental; y 2.° pero que está sujeto á la p e n a , por cuya
como en sujeto. El pecado pues origi- razón se dice que el pecado habita en la
nal de todos los hombres estuvo cierta- carne: por lo tanto no se sigue de esto
mente en el mismo Adán como en primera, que la carne sea sujeto de la c u l p a , sino
causa principal, conforme á aquello del solamente de la pena.
A p ó s t o l ( R o m . 5 , 1 2 ) , en quien todos A l 2.° que el pecado original es cau-
pecaron; mas en el germen corporal está sado del g e r m e n , como por causa instru-
el pecado original como en causa instru- mental ; y no puede ser algo más princi-
mental, porque mediante la virtud activa pal en la causa instrumental que en el
del germen se transmite el pecado origi- e f e c t o , sino solamente en la causa prin-
nal á la prole juntamente con la natura- cipal : y de este modo el pecado original
leza h u m a n a ; pero como en sujeto el pe- de un modo más notable estuvo en Adán
cado original de ningún modo puede ha- en quien estuvo bajo el concepto de pe-
llarse en la carne, sino solo en el alma. cado actual.
L a razón e s , p o r q u e , como arriba se h a A l 3.° que el alma de este hombre no
dicho ( C. 8 1 , a. 1 ) , de la voluntad del estuvo según la razón seminal en Adán
primer padre se transmite el pecado ori- pecando como en principio efectivo, sino
ginal á sus descendientes por cierto m o - como en principio dispositivo; porque el
vimiento generativo, como de la volun- germen corporal, que de A d á n se trans-
tad de un hombre se deriva el pecado mite , no hace con su virtud el alma ra-
actual á las otras partes de él. E n cuya cional, sino que dispone á ella.
derivación ciertamente puede conside-
A l 4.° que la infección del pecado ori-
rarse q u e , cuanto proviene de la mo-
ginal de ningún modo es causada por
ción de la voluntad de pecado á cualquie-
D i o s , sino solo por el pecado del primer
ra parte del hombre, la cual de cualquier
padre mediante la generación carnal :
modo puede ser participante del pecado
y por tanto, como la creación implica
ó por modo de sujeto ó á manera de ins-
relación del alma á solo D i o s , no puede
trumento, tiene razón de culpa; como de
decirse que el alma por su creación se

(1) No quiere decir que el vicio y el pecado sean una misma mediata é indirectamente y por consecuencia por parte del
cosa, pues ya queda esplicado (C. 74, a. 2) que el primero es pecado, que como acto se opone al acto de virtud y no á la
hábito y el segundo acto ; sino que ambos residen en un mis- virtud misma, que es hábito.
mo sujeto: y así debe entenderse su respectiva contrariedad (2) Véase la nota 1, pág. 125.
á la virtud, directa é inmediatamente por parte del vicio, pero
CUESTIÓN L X X X I I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 551

mancha ; mas la infusión importa no solo el alma que en la carne : luego también
respecto á D i o s que infunde, sino tam- está más en las potencias del alma que
bién á la carne en que es infundida el en su esencia.
alma; y de consiguiente respecto á Dios 4.° E l pecado original se dice ser la
que infunde no puede decirse que el alma concupiscencia, como se ha manifestado
se mancilla por la infusión, .sino sola- ( C . 82, a. 3 ) ; y la concupiscencia está en
mente por relación al cuerpo, en el que las potencias del alma: luego también el
se infunde ( 1). pecado original.
A l 5.° que el bien común se prefiere Por el contrario: el pecado original se
al bien particular, por lo que Dios con- dice que es pecado natural, según lo es-
forme á su sabiduría no deroga el or- puesto ( C . 8 1 , a. 1 ) . Pero el alma es
den universal de las cosas, que es que á forma y naturaleza del cuerpo según su
tal cuerpo se infunda tal alma, por evi- esencia y no según las potencias, como se
tar la singular infección de esta alma; ha probado ( P . 1. , C. 7 6 , a. 1 ) . L u e g o
a

sobre todo siendo propio de la naturaleza el alma es sujeto del pecado original prin-
del alma, no empezar á existir sino en el cipalmente según su esencia.
cuerpo, como se ha demostrado ( P . 1. , a
Conclusion. El alma según su esen-
C. 118, a. 3 ) . Pero mejor es para ella cia es el primer sujeto del pecado ori-
ser así según la naturaleza que no ser ginal.
de modo alguno, y mucho más pudiendo Responderemos, que aquello del alma
evadirse de la condenación por medio de es principalmente sujeto de algún p e -
la gracia. c a d o , á lo que ante todo pertenece la
causa motiva de aquel p e c a d o ; como, si
ARTÍCULO I I . — ¿ E I pecado original la causa motiva de pecar es la delec-
se halla con prioridad e n l a e s e n c i a del a l m a tación del sentido, que pertenece á la
(pie en s u s potencias (2) ? fuerza concupiscible como su objeto pro-
p i o , se sigue que la fuerza concupiscible
l.° Parece que el pecado original no es el propio sujeto del tal pecado. Siendo
se halla con prioridad en la esencia del pues manifiesto que el pecado original es
alma que en las potencias; porque el causado por el origen, sigúese que lo que
alma es naturalmente el sujeto del pecado primeramente pertenece al alma por el
en cuanto á aquello, que puede ser mo- origen del hombre es el primer sujeto
vido por la voluntad. P e r o el alma no es del pecado original, y tal es el origen del
movida por la voluntad según su esencia, alma como término de la generación, se-
sino solo según las potencias. L u e g o el gún que es la forma del cuerpo; lo cual
pecado original no se halla en el alma ciertamente le conviene según su propia
según su esencia, sino solamente según esencia, como se ha probado ( P . 1. , a

las potencias. C. 7 6 , a l . ) : por consiguiente el alma


2.° E l pecado original se opone á la según su esencia es el primer sujeto del
original justicia ( 3 ) , la cual por cierto pecado original.
estaba en alguna potencia del alma, que A l argumento 1.° diremos que, así como
es el sujeto de la virtud. L u e g o también la moción de la voluntad de alguno pro-
el pecado original está más en la poten- piamente llega á las potencias del alma,
cia del alma que en su esencia. no empero á su esencia ; igualmente la
3.° A s í como de l a carne se deriva el moción de la voluntad del primer pro-
pecado original al alma, así también de genitor por via de generación llega pri-
la esencia del alma se deriva á las poten- meramente á la esencia del alma, como
cias; pero el pecado original más está en se ha dicho ( 4 ).

(1) Según esplica el mismo Santo (Sent. 1. 2, dist. 32, C. 2, afirmativa de Santo Tomás es la más comunmente recibida
a. 1, al 1.°), el alma es inficionada con la culpa original en como la más probable.
su creación, mas no por su creación ; es decir que la creación (3) Privativamente ó como la negación se opone á la afir-
del alma no os causa de tal mancilla ni por consiguiente el mación y el mal (que es privación) al bien (que es verdadero
creador ó autor del alma, aunque en el momento mismo de ente), según ya queda repetidas veces anotado.
ser esta creada recibe la infección común á toda la naturaleza (4) En Adán la persona corrompió la naturaleza, cuya cor-
humana, que reside como en sujeto en el alma según la Con- rupción por lo mismo en él inficionó antes las potencias de su
clusión de este mismo artículo. alma que su esencia ; mientras que en el hombre nacido de
(2) Los escotistas opinan negativamente ; pero la opinión Adán por el contrario la naturaleza corrompe á la persona, y
552 CUESTIÓN LXXXIII.—ARTÍCULOS II Y I I I .

A l 2.° que también la original justicia cado original inficiona todas las poten-
pertenecía primordialmente á la esencia cias del alma, parece que antes pervierte
del alma ; porque era un don concedido el entendimiento como la primera.
divinamente á la naturaleza humana, á Por el contrario : la justicia original
la que con prioridad dice relación la esen- afecta antes á la voluntad, como que es
cia del alma antes que las potencias, las la rectitud de la voluntad, según dice
cuales más parecen pertenecer á la per- San Anselmo ( l i b . D e conceptu virgi-
sona, e n cuanto son priccipios de los ac- nali, c. 3 ) ( 2 ) . L u e g o el pecado ori-
tos personales : por consiguiente son pro- ginal, que á ella se opone, afecta antes
pios sujetos de los pecados actuales, que á la voluntad.
son pecados personales. Conclusión. La infección del pecado
A l 3.° que el cuerpo se compara al original, considerada según su inheren-
alma como la materia á la forma; la que, cia al sujeto, afecta primeramente á la
aunque es posterior en el orden de la g e - esencia del alma ; pero según la inclina-
neración, es sin embargo anterior en el ción al acto inficiona las potencias y en-
orden de la perfección y de la naturaleza: tre estas ante todo á la voluntad.
mas la esencia del alma se compara á las Responderemos, que en la infección del
potencias, como el sujeto á los accidentes pecado original h a y que considerar dos
propios, que son posteriores al sujeto, cosas : 1 . su inherencia al sujeto, y según
a

tanto en el orden de la generación como esto primeramente atañe á la esencia del


también en el de la perfección ; y por lo alma, como se ha dicho ( a . 2 ) ; 2 . su a

tanto no h a y razón de analogía. inclinación al acto, y de este modo afecta


A l 4.° que la concupiscencia se h a á las potencias del alma. D e b e pues mi-
materialmenle y como consecuencia en rar primeramente á aquella, que tiene la
el pecado original, como se ha dicho primera inclinación á pecar; y esta es la
( C . 8 2 , a. 3 ) . voluntad, como consta por lo anterior-
mente dicho ( C . 74, a. 1 y 2 ) ; y por con-
ARTÍCULO I I I . — ¿ E I pecado original
siguiente el pecado original afecta con
Inficiona a n t e s l a voluntad q u e l a s otras po-
prioridad á la voluntad.
tencias ? A l argumento 1.° diremos, que el pe-
cado original no es causado en el hombre
l.° Parece que el pecado original no por la potencia generativa de la prole,
mancilla antes la voluntad que las otras sino por el acto de la potencia generativa
potencias; porque todo pecado pertenece del padre, cuya potencia generativa debe
principalmente á la potencia, por cuyo ser por consecuencia el primer sujeto del
acto es causado; y el pecado original es pecado original.
causado por el acto de la potencia gene- A l 2.° que el pecado original tiene una
rativa. L u e g o entre las demás potencias doble procedencia: 1 . de la carne al
a

del alma parece pertenecer más á la p o - alma, y 2 . de la esencia del alma á las
a

tencia generativa. potencias ; la . 1 . es según el orden de


a

2.° E l pecado original se transmite la generación, y la 2 . según el orden


a

por el germen carnal (1). P e r o las otras de la perfección : y por tanto, aunque
potencias del alma están más próximas otras potencias, á saber, las sensitivas,
á la carne que la voluntad, como es p a - estén más próximas á la carne; por
tente en todas las sensitivas, que usan cuanto empero la voluntad está más pró-
de órgano corporal. L u e g o más está en xima á la esencia del alma, como supe-
ellas el pecado original que en la voluntad. rior potencia, llega primeramente á ella
3.° E l entendimiento es antes que la la infección del pecado original.
voluntad; pues no h a y voluntad sino A l 3.° que el entendimiento en cierto
acerca del bien entendido. Si pues el p e - modo precede á la voluntad, en cuanto le

de consiguiente la tal corrupción en nosotros sus descen- (2) Demostrando que «la injusticia no puede hallarso sino
dientes antes afecta á la esencia que á las potencias del alma » en la voluntad », para refutar á los que niegan que el pe-
(De malo, C.4, a. 4 , al 5.°). cado original es verdaderamente pecado, añade : o no se dice
(1 ) Como por causa instrumental, según ya queda espuesto »injusticia la ausencia de justicia, sino allí donde debe ha-
y lo esplica ademas San Gregorio (Moral. 1. 2). »liarse lajusticia ». V. pág. 26, n. 2, T, 1,°
CUESTIÓN L X X X I I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 553

propone su objeto; pero la voluntad pre- pecialmente más corrompidas ó infectas.


cede al entendimiento según el orden de Responderemos, que aquella corrup-
la moción al acto, la cual moción perte- ción se suele llamar principalmente in-
nece al pecado ( 1 ) . fección, que es apta por naturaleza para
ser transferida á otra cosa; por lo que
ARTÍCULO I V . — t a s s o b r e d i c h a s po- las enfermedades contagiosas, como la
tencias e s t á n m á s infectas que l a s otras ¥ lepra, la sarna y otras semejantes, se
llaman infecciones : mas la corrupción
l.° Parece que las sobredichas p o - del pecado original se transmite por el
tencias ( 2 ) no están más corrompidas acto de la generación, como se ha dicho
que las otras: porque la corrupción del ( C . 8 1 , a. 1 ) ; y por lo tanto las poten-
pecado original más parece pertenecer á cias, que concurren á este a c t o , se dice
aquella parte del alma, que antes puede que están sobremanera contagiadas. Pero
ser sujeto del pecado; y esta es la parte este acto sirve á la generativa, en cuanto
racional y principalmente la voluntad. se ordena á la generación; y tiene en sí
Luego la misma está más pervertida por la delectación del tacto, que es el máximo
el pecado original. objeto de la concupiscible : y por conse-
2.° Ninguna fuerza del alma se infi- cuencia, diciéndose que todas las partes
ciona por la culpa, sino en cuanto puede del alma están corrompidas por el pecado
obedecer á la razón. Pero la generativa original, especialmente las tres predichas
no puede obedecer, como se dice ( E t h i c . se dice que están corrompidas y conta-
1. 1, c. u l t . ) . L u e g o la generativa no es giadas.
la más infecta por el original pecado. A l argumento 1.° diremos, que el p e -
3.° L a vista entre los otros sentidos cado original, por la parte que inclina á
es el más espiritual y próximo á la ra- los pecados actuales, pertenece principal-
zón, en cuanto muestra más diferencias mente á la voluntad, como se ha dicho
de las cosas, como se dice ( M e t . 1. l ) . ( a . 3 ) ; mas por la en que se transmite á
Es así que la infección de la culpa está la prole, pertenece próximamente á las
primeramente en la razón. L u e g o la potencias predichas y remotamente á la
vista está más corrompida que el tacto. voluntad.
Por el contrario, dice San Agustín A l 2.° que la infección de la culpa ac-
(De civ. D e i , 1. 14, c. 1 6 , 1 7 , 19 y 2 4 ) tual no pertenece sino á las potencias,
que « la infección de la culpa original que son movidas por la voluntad del que
»aparece sobre todo en el movimiento p e c a ; pero la infección de la original
»de los miembros generadores, el cual culpa no se deriva de la voluntad del que
no se somete a l a razón». P e r o aquellos la contrae sino por el origen de la n a -
miembros sirven á la virtud generativa turaleza, al que sirve la potencia gene-
en la mezcla de sexos, en la que hay de- rativa : y por tanto en ella está la infec-
lectación según el t a c t o , y que mueve ción del pecado original.
sobre todo la concupiscencia. L u e g o la A l 3.° que la vista no pertenece al
infección del pecado original pertenece acto de la generación, sino en cuanto á
principalmente á esas tres potencias, es la disposición remota, es decir, según
á saber, la generativa, la concupiscible que por la vista se apercibe la especie
y el sentido del tacto. concupiscible ; pero la delectación se per-
Conclusión. Las tres potencias ante- fecciona en el tacto, y por esto la tal
dichas ,la generativa, la concupiscible y infección más se atribuye al tacto que á
el sentido del tacto, se dice que están es- la vista.
(1) Consúltese la C. 9, a. i ¡ y en la 1." P. la C. 82, a. 4. tacto, á las que principalmente se alude en el a. 3, y que
aquí se detallan, como se ve en la Conclusión de este a. 4.
(2) La generativa, el apetito concupiscible y el sentido del
CUESTIÓN LXXXIV.
Cansa del pecado, según que un pecado es causa de otro.

Formularemos sobre esto cuatro p r e g u n t a s . — 1 . La codicia es raíz de todos los pecados?—2.


a a

La soberbia es el principio de todo pecado? — 3 Ademas de la soberbia y la avaricia ¿deben lla-


a

marse vicios capitales algunos especiales pecados? —4. Cuántos y cuáles son los vicios capitales?
a

ARTÍCULO I. — Ijii codicia e s l a raíz significa desordenado apetito de cual-


de todos los pecados? quier bien temporal, y así es origen
de todo p e c a d o , porque en todo pe-
l.° Parece que la codicia no es la raíz cado hay desordenada conversión hacia
de todos los pecados : porque la codicia, el bien conmutable, como se h a dicho
que es el desmedido apetito de riquezas, ( C . 7 1 , a. 6; y C. 7 2 , a. 1); 3 . como a

se opone á la virtud de la liberalidad; y cierta inclinación de la naturaleza cor-


esta no es la raíz de todas las virtudes. rompida á apetecer desordenadamente
L u e g o la codicia no es raíz de todos los los bienes corruptibles, y en este sentido
pecados. dicen que la codicia es la raíz de todos
2.° E l apetito de lo concerniente al fin los pecados, á semejanza de la raíz de un
procede del apetito del fin. Pero las ri- árbol, que saca de la tierra el alimento;
quezas, cuyo apetito es la codicia, no se porque así procede del amor de las co-
apetecen sino como útiles para algún fin sas temporales todo pecado. E s t a s inter-
( E t b i c . 1. 1 , c. 5 ) . L u e g o la codicia no pretaciones, aunque son verdaderas, no
es raíz de todo pecado, sino que procede parecen sin embargo ser conformes con
de otra anterior raíz. la intención del A p ó s t o l , que dijo que la
3.° Frecuentemente se ve que la ava- codicia es la raíz de todos los pecados;
ricia, que se llama codicia, nace de otros porque manifiestamente habla allí contra
p e c a d o s ; como cuando uno apetece di- los que, « queriendo hacerse ricos, caen
nero por ambición ó para satisfacer la » en tentación y en el lazo del diablo, por
gula. L u e g o no es la raíz de todos los » cuanto la raíz de todos los males es la
pecados. » codicia», siendo por l o mismo evidente
Por el contrario, dice el A p ó s t o l que habla de la codicia como apetito des-
( 1 Tim. 6 , 1 0 ) : la raíz de todos los ordenado de riquezas, y conforme á esto
males es la codicia. debe decirse que la codicia, según que es
un especial pecado, se dice raíz de todos
Conclusión. La codicia, aun en su
los pecados, á semejanza de la raíz de un
concepto especial de avaricia ó desorde-
árbol, que presta alimento á todo el ár-
nado amor de riquezas, es la raíz de to-
bol : porque vemos que por medio de las
dos los pecados.
riquezas adquiere el hombre la facultad
Responderemos, que según algunos (1)
de perpetrar cualquier pecado y de apli-
la codicia tiene tres acepciones: 1 . según a

car ( 2 ) el deseo de cualquier pecado,


que es apetito desordenado de riqueza,
dado que para tener cualesquiera bienes
y así es pecado especial; 2 . en cuanto a

(1) Entre ellos San Agustin (mp. Gen. ad lili. 1. 2, c. 15) y que algunas ponen habendi, otras adipiscendi y la de García
San Próspero (De vita contempi. 1. 2, c. 4), que lo interpretan adimplendí. Se ve pues que, conciliando todas estas varian-
en el primero de los tres sentidos enumerados á continuación. tes, se trata aquí de la satisfacción.del deseo aludido enei
(2) Aáhibendl según el códice de Alcañiz y las ediciones de testo.
Roma y Pádua (1076) con la generalidad de las demás; aun-
CUESTIÓN LXXXIV. — ARTÍCULOS I Y l í . 555

temporales puede ser ayudado el hombre principio de todo pecado : porque la raíz
por el dinero, conforme á lo que se dice es cierto principio del árbol; y así p a -
( E c c l . 1 0 , 1 9 ) : todas las cosas obedecen rece ser uno mismo el principio y la raíz
al dinero ; y de aquí resulta evidente que del pecado. Siendo pues la codicia raíz
la codicia de riquezas es la raíz de todos de todo p e c a d o , como se ha dicho; s i -
los pecados ( 1 ) . . gúese que ella es también principio de
A l argumento 1.° diremos, que no pro- todo p e c a d o , y no la soberbia ( 3 ) .
vienen del mismo (principio) la virtud y 2.° Se dice ( E c c l i . 1 0 , 1 4 ) : el prin-
el pecado : porque el pecado nace del cipio de la soberbia del hombre es apos-
apetito del bien conmutable, y por tanto tatar de Dios. Pero la apostasía de Dios
el apetito de aquel bien, que favorece es cierto pecado. L u e g o algún pecado es
para conseguir todos los bienes tempora- principio de la soberbia, y por tanto esta
les, se llama raíz de los pecados; al paso no es principio de todo pecado.
que la virtud nace del apetito del bien 3.° Parece ser principio de todo pecado
inconmutable, y por eso la caridad, que lo que hace todos los pecados; y esto es
es el amor de Dios, se asigna como la el desordenado amor de sí mismo, que
raíz de las virtudes, conforme á aquello hace la ciudad de Babilonia, como dice
(Ephes. 3 , 1 7 ) : arraigados y cimentados San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 1 4 , c. ult.
en caridad. é in P s . 6 4 ) . L u e g o el amor de sí mismo
A l 2.° que el apetito del dinero se es el principio de todo p e c a d o , pero no
llama raíz de los pecados, no ciertamente la soberbia.
porque las riquezas por sí se busquen Por el contrario, se dice ( E c c l i . 10,
como último fin, sino porque se buscan 1 5 ) : el principio de todo pecado es la
mucho como útiles para todo fin tempo- soberbia.
ral : y, como el bien universal es más ape- Conclusión. La soberbia, como espe-
tecible que algún bien particular, por eso cial pecado, consistente en el desorde-
mueve más el apetito que ciertos bienes nado apetito de la propia escelencia, es
singulares, que pueden tenerse al mismo el principio de todo pecado.
tiempo con otros muchos por medio del Responderemos, que algunos dicen que
dinero ( 2 ) . la soberbia envuelve tres conceptos: 1.° se-
A l 3.° que así como en las cosas natu- gún que significa desordenado apetito de
rales no se busca qué es lo que siempre se la propia escelencia, y así dicen, que es
hace, sino qué es lo que las más veces un especial pecado ; 2.° según importa
sucede, porque la naturaleza de las cosas cierto actual desprecio de Dios, en cuanto
corruptibles puede impedirse, de modo produce el efecto de no someterse á sus
que no siempre obre de la misma manera; preceptos, y así dicen que es un pecado
así tamb/en en las morales se considera general, en cuanto implica cierta incli-
lo que más comunmente hay , y no lo que nación á este desprecio por corrupción de
siempre, puesto que la voluntad no obra la naturaleza, y en este sentido dicen
por necesidad. P o r consiguiente no se que es principio de todo pecado : difiere
llama la avaricia raíz de todos los males, empero de la codicia, porque esta mira
porque á veces algún otro mal sea su al pecado por parte de la conversión al
raíz, sino porque de la misma frecuente- bien conmutable, por el que el pecado
mente surgen otros males por la razón en cierto modo s e nutre y fomenta, y por
predicha. esto la codicia se dice raíz ; mas la s o -
berbia mira al pecado por parte de la
aversión de D i o s , á cuyo precepto el
ARTÍCULO I I . — t a s o b e r b i a e s princi-
hombre rehusa someterse, y por tanto se
pio de todo pecado ?
dice principio, por cuanto de parte de la
aversión principia la razón del mal. E s t o
l.° Parece que la soberbia no es el
(1) Tal es asimismo la doctrina de San Juan Crisóstomo y caudales con el designio de captarse el favor de otros, de quie -
Teodoreto on'sus respectivos comentarios, de San Jerónimo nes se promote obtener después mayores riquezas.
(Epist. 22, c. 1 4 ) , San Ambrosio (S e r m . 59), San Agustín (3) Es muy digna de notarse la conciliación de la doctrina
( H O M . 8 y «era. 1 1 0 De lemp.) y otros comunmente. de este artículo coa la del anterior, harto patente con el des-
(2) Aun la misma prodigalidad, añade Silvio, proviene de arrollo de la tesis.
la avaricia ¡ pues aun el pródigo derrocha á veces grandes
556 CUESTIÓN L X X X I V . — ARTÍCULOS II Y IIÍ.

en verdad, aunque es cierto, no es sin em- querer someterse á Dios ; de lo que pro-
bargo conforme á la intención del Sabio, viene que el hombre indebidamente se
quien dice : el principio de todo pecado eleva sobre sí mismo en cuanto á las otras
es la soberbia ; porque notoriamente ha- especies de soberbia.
bla de la soberbia, según que es un des- A l 3.° que el hombre se ama á sí mis-
ordenado apetito de la propia escelencia, mo queriendo su propia escelencia, pues
como se ve claro por lo que añade : Dios lo mismo es amarse que querer el bien
destruyó los asientos de gobernadores so- para s í ; por cuya razón fijar como prin-
berbios , y de esta materia habla allí en cipio de todo pecado la soberbia ó el
casi todo el capítulo. D e b e pues decirse amor propio viene á ser equivalente.
que la soberbia, aun según que es un es-
pecial pecado, es principio de todo peca- A R T Í C U L O I I I . — A d e m a s de l a so-
do. Porque es de considerar que en los bernia y a v a r i c i a , ¿ hay otros pecados espe-
actos voluntarios, cuales son los pecados, c i a l e s , que d e b a n l l a m a r s e c a p i t a l e s ?
hay dos órdenes, á saber, de intención y
de ejecución: en el primer orden tiene l.° Parece que ademas de la soberbia
ciertamente razón de principio y fin, como y avaricia no hay otros pecados especia-
antes muchas veces y a se ha dicho (C. 1, les , que se llamen capitales : porque pa-
a. 1, al 1.°, y a. 3, al 2 ; C. 2 0 , a. 1, al 2.°, rece que la cabeza es respecto de los
y C. 5 7 , a. 4 ) ; m a s , como el fin en la ad- animales, lo que la raíz en las plantas
quisición de los bienes temporales es que ( D e an. 1. 2 , t. 3 8 ) ; pues las raíces son
el hombre tenga por medio de ellos cierta semejantes á la cara ( 1 ) . Si pues la co-
perfección singular y escelencia, así por dicia se dice « raíz de todos los males »,
esta parte la soberbia, que es apetito de parece que solo ella debe llamarse vicio
la escelencia, se asigna como principio de capital, y ningún otro pecado.
todo pecado : pero de parte de la ejecu- 2.° L a cabeza tiene cierto orden á los
ción es lo primero lo que suministra opor- otros miembros, en cuanto de la cabeza
tunidad de satisfacer todos los deseos de parten á todos los miembros las sensa-
pecado, lo cual tiene razón de raíz, á ciones y movimientos. E s así que el pe-
saber, las riquezas ; y así bajo este as- cado se dice por la privación del orden.
pecto se afirma ser la avaricia raíz de L u e g o el pecado no tiene razón de cabeza;
todos los m a l e s , como se ha dicho (a. 1). y así no deben asignarse otros pecados
Con esto es evidente la respuesta al capitales.
argumento 1.° 3.° Capitales crímenes se llaman los
Al2.°diremos, que el apostatar de D i o s que son castigados con pena capital, con
se llama principio de la soberbia por par- la que lo son ciertos pecados en cada gé-
te de la aversión, porque del hecho mis- nero (2) : luego los vicios capitales no
mo de no querer someterse el hombre á son algunos determinados en especie.
D i o s se sigue que desordenadamente Por el contrario, San Gregorio (Moral.
quiere la propia escelencia en las cosas 1. 3 1 , c. 17) enumera ciertos especiales
temporales ; y así la apostasía de Dios vicios, que dice son capitales (3).
no se toma allí como especial pecado, Conclusión. Ciertos especiales vicios,
sino más bien como cierta condición g e - ademas de la soberbia y la avaricia, son
neral de todo p e c a d o , que es el desvío capitales, como incitativos á otros peca-
del bien inconmutable. O puede decirse dos derivados de ellos.
que el apostatar de Dios se dice ser el R e s p o n d e r e m o s , que capital se llama
principio de la soberbia, porque es la así de cabeza (capite); y cabeza propia-
primera especie de soberbia ; puesto que mente es cierto miembro del animal,
arguye soberbia no querer sujetarse á principio y directivo de todo el animal:
cualquier superior, y principalmente no de donde metafóricamente todo principio

(1) Tómase aquí la cara (orí) en lugar de la cabeza, cuya cesto ; delitos que efectivamente en algunos códigos, ó legis-
parte más visible es el rostro. Véase lo dicho en el T. 1.°, laciones tenían asignada la pena de muerte.'
nota 2, pág. 748. (3) «Principales »según su testo literal, lo que viene á ser
(2) Como en la avaricia la rapiña, en la soberbíala rebe- lo mismo.
lión, el asesinato en la ira y en la lujuria el adulterio ó el in-
CUESTIÓN LXXXIV.—ARTÍCULOS III Y IV.

y directivo toma el nombre de cabeza, y A R T Í C U L O I V . — S e cuentan convenient


aun los hombres que gobiernan y dirigen tomento siete pecados capitales ?
á otros se dicen ser cabezas de los otros.
Se llama pues vicio capital de un lado l.° Parece que no debe decirse que
por la cabeza propiamente dicha, y se- son siete los vicios capitales, á saber,
gún esto se llama pecado capital el que vanagloria, envidia, ira, avaricia, tris-
es castigado con pena de cabeza : mas teza ( 2 ) , gula y lujuria : porque los pe-
no intentamos hablar ahora en este sen- cados se oponen á las virtudes; y las vir-
tido de los pecados capitales, sino según tudes principales son cuatro (3), según
que de otro modo se llama pecado capi- lo dicho ( C . 6 1 , a. 2 y 3). L u e g o tam-
tal, en cuanto metafóricamente significa bién los vicios principales ó capitales no
principio ó directivo de otros; y así se son sino cuatro.
llama vicio capital aquel, del que nacen 2.° L a s pasiones del alma son ciertas
otros vicios, y principalmente según el causas de pecado, como se ha dicho
origen de la causa final, que es el for- (C. 77) ; y las principales pasiones del
mal origen, como se ha dicho ( C . 18, alma son cuatro, de dos de las cuales,
a. 6 ; y C. 72, a. 6). A s í pues el vicio la esperanza y el temor, ninguna men-
capital no solamente es principio de otros, ción se hace entre los dichos pecados,
sino también directivo y en cierto modo siendo así que se enumeran algunos vicios,
vehículo de otros: porque siempre el arte á los que pertenecen la delectación y la
ó el hábito, á que pertenece el fin, tiene tristeza; puesto que la delectación per-
principado é impera sobre lo conducente tenece á la gula y á la lujuria, y la tris-
al fin ; por lo que San Gregorio ( Moral. teza á la pereza y á la envidia. L u e g o in-
1. 3 1 , c. 17) compara tales vicios capita- convenientemente se enumeran los prin-
les á los caudillos de ejércitos. cipales pecados.
A l argumento 1.° diremos, que capital 3.° L a ira no es principal pasión. L u e -
deriva su nombre de capite en virtud g o no debió enumerarse entre los princi-
de cierta etimología ó participación de la pales vicios.
cabeza, como que tiene propiedad de la 4.° A s í como la codicia ó avaricia es
cabeza, y no como simple cabeza : y por raíz de pecado, así la soberbia es princi-
tanto vicios capitales se llaman no sola- pio de pecado, como se h a dicho (a. 2).
mente los que tienen razón de primer Pero la avaricia se cuenta como uno de
origen, como la avaricia, que se lla- los siete vicios capitales. L u e g o la sober-
ma raíz, y la soberbia, que se llama cia debería enumerarse entre los vicios
principio; sino también los que tienen capitales (4).
razón de origen próximo respecto de 5.° Ciertos pecados se cometen, que
muchos pecados. por ninguno de estos (vicios) pueden
A l 2.° que el pecado carece de orden ser causados : como cuando uno yerra
por parte de la aversión ; pues por esta por ignorancia, ó cuando uno con algu-
parte tiene razón de m a l , y el mal según na buena intención comete algún pecado,
San Agustín ( D e nat. boni, c. 4 ) es por ejemplo, cuando uno hurta para dar
«privación de modo, de especie y de or- limosna. L u e g o insuficientemente se enu-
den » ; mas por parte de la conversión meran los vicios capitales.
dice relación á cierto bien, y así por esta Por el contrario, basta la autoridad
parte se dice tener orden (1). de San Gregorio que así los enumera
A l 3.° que aquella razón se refiere al (Moral. 1. 3 1 , c. 17).
pecado capital, según que se llama así Conclusion. Siete son los vicios capi-
por el reato de la p e n a ; pero en este tales , á saber, vanagloria, gula, luju-
sentido no hablamos aquí. ria, avaricia, pereza, envidia é ira.
(1) En cuanto de un bien naco ó se deriva otro, siendo este (3) Las comunmente llamadas cardinales.
ei principio de aquel; y del propio modo se originan de un (4) Y en efecto algunos, como Casiano y otros (V. en la
pecado capital ó principal otros secundarios como derivados 2."-2.ro la C. 132, a. 4) enumeran ocho vicios capitales, agre-
de él. gando la soberbiad los siete consignados en la Conclusion;
(2J Tristeza en el sentido estricto de repugnancia al trabajo pero comunmente conservan los teólogos los siete, incluyendo
anejo al servicio de Dios y ejercicio de las virtudes, y que en la vanagloria la soberbia, ó viceversa más bien, cual lo
vulgarmente aun en los catecismos rudimentarios suele lla- hace el mismo Santo Tomas (n dist. 41, C. 2, al 3.°; y de malo,
marse pereza. C.7, a. 1).
558 CUESTIÓN LXXXIV. — ARTÍCULO IV.

Responderemos que, como se ha di- naturalmente apetecen, y á cuya esen-


cho ( a . 3 ) , vicios capitales (1) se lla- cia pertenece en primer lugar cierta per-
man aquellos, de los que nacen otros, fección, pues la felicidad es perfecto bien,
principalmente según la razón de causa al cual pertenece la escelencia ó lustre,
final; pero este origen puede conside- que ambiciona la soberbia ó la vanaglo-
rarse de dos modos : 1.° según la condi- ria ; en segundo la suficiencia, que ape-
ción del que p e c a , que de tal manera tece la avaricia en las riquezas, que
está dispuesto, que se siente más aficio- brindan con ella; y en tercero la delec-
nado á un fin, del cual pasa á proceder tación, sin la cual no puede haber felici-
con facilidad á otros pecados ; mas este dad (Ethic. 1. 1 , c. 7 ; y 1. 1 0 , c. 6 , 7
modo de origen no puede sujetarse á arte, y 8 ) , y esta es la que apetecen la gula
porque son infinitas las particulares dis- y la lujuria. Mas el que uno huya de un
posiciones de los hombres; 2° según la bien, por evitar el mal que á él va unido,
natural correlación entre los mismos fines, acontece de dos maneras : porque ó esto
y según esto en muchos un solo vicio es respecto del bien propio, y así es pe-
nace de otro, por lo que este modo de reza , que se contrista del bien espiritual
origen puede caer bajo el arte. Por con- á causa del trabajo corporal adjunto ; ó
siguiente conforme á esto se llaman vi- es respecto del bien ajeno, y esto, si es
cios capitales aquellos, cuyos fines tienen sin concitación, pertenece á la envidia,
ciertas razones primarias de mover el que se entristece del bien ajeno, en cuan-
apetito, y según la distinción de estas to es impeditivo de la propia escelencia;
razones se distinguen los vicios capitales. ó es con cierta escitacion á v e n g a n z a , y
Empero algo mueve el apetito de dos así es ira : y á los mismos vicios perte-
modos : 1.° directamente y per se, como nece la prosecución del mal opuesto ( 2 ) .
bien mueve el apetito á procurarlo, y A l argumento 1.° diremos, que no es
el mal según la misma razón á eludir- la misma la razón de origen en las vir-
lo ; 2° indirectamente y como por otra tudes y vicios : porque las virtudes son
cosa, como uno procura algún mal por causadas por el orden del apetito á la
algún bien adjunto, ó huye de algún bien razón (3) ó también al bien inconmu-
por algún mal á él adjunto. Pero el bien table, que es D i o s ; y los vicios nacen
del hombre es de tres clases : 1. cierto a

del apetito del bien conmutable : por lo


bien del alma, que por sola la apren- que deben contraponerse los principales
sión tiene razón de apetibilidad, como la vicios á las virtudes principales.
escelencia de alabanza ó de honor, y la
A l 2.° que el temor y la esperanza son
vanagloria aspira desordenadamente á
pasiones de la irascible ; y todas las pa-
este b i e n ; 2 . el bien del cuerpo, y este
a

siones de la irascible nacen de las pasio-


ó pertenece á la conservación del indivi-
nes de la concupiscible , ordenándose to-
duo , como la comida y la bebida, y la
das en cierto modo á la delectación y á
gula persigue desordenadamente este bien;
la tristeza : y por tanto la delectación y
ó á l a conservación de la e s p e c i e , como
la tristeza se connumeran principalmente
el coito, y á esto se ordena la lujuria;
entre los pecados capitales, como princi-
3 . un bien esterior, á saber, las riquezas,
a

palísimas pasiones, según lo espuesto


y á esto se ordena la avaricia; y estos
(C. 25, a. 4 ) .
mismos cuatro vicios esquivan desorde-
nadamente cuatro males contrarios. O de A l 3.° que la ira , aunque no es princi-
otra manera: el bien principalmente mue- pal pasión, sin embargo, en cuanto tiene
ve el apetito, por cuanto participa algo especial razón de movimiento apetitivo,
de la propiedad de la felicidad, que todos según que uno impugna el bien' de otro
bajo la razón de honesto , esto e s , de ló
(1) No porque los pecados á que dan origen sean de los pu- (2) Véanse en la 2."-2. » las CC. 132 sobre la vanagloria,
1

nibles con pena capital, aunque según Ulpiano también suele 162 de la soberbia, 118 de la avaricia, 153 de la lujuria, 36 de
llamarse en derecho crimen y aun pena capital el delito pu- la envidia, 148 de la gula, 158 de la ira y 35 de la pereza.
nible con destierro ó servidumbre ó pérdida de los derechos (3) A la razón las morales y adquiridas, y á Dios las infu-
civiles ; sino en el sentido de que de estos vicios nacen ó se sas ó sobrenaturales ; si bien aun aquellas no pueden decirse
originan otros y con especialidad actos propios de los mismos, propiamente verdaderas virtudes sino en orden al bien inmu-
á la manera que de la cabeza ó del cerebro parten á distri- table, aunque próxima é inmediatamente se ordenan á la ra-
buirse por todo el organismo los nervios, cuya raíz es la misma zón y como fin último mediata y remotamente á dicho bien
masa encefálica allí contenida. supremo.
CUESTIÓN LXXXIV. — A R T Í C U L O IV. 559

justo vindicativo, por eso se distingue de cen otros; así pues nada obsta, para que
los otros vicios capitales. algunos pecados se originen alguna vez
Al 4.° que la soberbia se dice ser prin- de otras causas : puede sin embargo de-
cipio de todo pecado según la razón de cirse que todos los pecados, que provie-
fin, como se ba dicbo (a. 2) ; y según la nen de la ignorancia, pueden reducirse á
misma razón se toma la principalidad de la pereza, á la cual pertenece la negli-
los vicios capitales. Por esto mismo la gencia , por la que uno rehusa adquirir
soberbia, como vicio universal, no se enu- los bienes espirituales á causa del trabajo;
mera con los otros (1), sino que más bien pues la ignorancia, que puede ser causa
se establece como « cierta reina de todos de pecado, proviene de la negligencia,
»los vicios » en frase de San Gregorio como anteriormente se ha dicho ( C. 76,
(Mor. 1. 31, c. 17); y la avaricia se llama a. 1 y 2). Mas el que uno cometa algún
raíz bajo otro concepto, como antes se ba pecado por buena intención parece refe-
dicbo (a. 1). rirse á la ignorancia, en cuanto ignora
Al 5.° que estos vicios se llaman capi- que « no deben hacerse males, para que
tales , porque de ellos las más veces na- » resulten bienes x>.

CUESTIÓN LXXXV.
Efectos del pecado.

1." Corrupción del bien de n a t u r a l e z a ; 2.° m a n c h a del a l m a ; y 3.° reato de la pena. Al primero de
estos puntos destinamos seis artículos : — 1.° El bien de naturaleza se disminuye por el pecado ? —
2.° Puede q u i t a r s e totalmente? —3.° Cuatro heridas que a s i g n a B e d a , con las que la naturaleza hu-
mana quedó v u l n e r a d a por el pecado. — 4.° La privación de modo, especie y orden es efecto del pe-
cado ? — 5 La m u e r t e y otros defectos corporales son efectos del p e c a d o ? - • 6." Son en algún modo
o

naturales al hombre?

ARTÍCULO I . — E I pecado disminuye voluntaria. Luego, verificado el desorden


el bien de naturaleza ? (2) acerca de la acción voluntaria por el pe-
cado, no se cambia por esto la naturaleza,
1.° Parece que el pecado no disminuye de modo que se disminuya el bien de la
el bien de la naturaleza: porque el peca- naturaleza.
do del hombre no es más grave que el 3.° El pecado es cierto acto, y la di-
pecado del demonio ; y los bienes natu- minución es pasión; mas ningún agente
rales en los demonios perseveran íntegros padece por el hecho mismo de obrar,
después del pecado, como dice San Dio- aunque puede suceder que obre sobre
nisio (De div. nom. c. 4, lect. 19). Luego una cosa y padezca por otro lado. Luego
el pecado tampoco disminuye el bien de el que peca no disminuye por el pecado
la naturaleza humana. el bien de su naturaleza.
2.° Variando lo posterior, no se varía 4.° Ningún accidente obra contra su
lo anterior ; pues la sustancia queda la sujeto; porque lo que padece es ente en
misma, cambiados los accidentes. Pero la potencia, y el sujeto del accidente es ya
naturaleza es preexistente á la acción ente en acto respecto del tal accidente.
(1) En el códico de Alcañiz, conforme en lo domas con el de «la naturaleza humana no quedó debilitada ni corrompida por
Tarragona, se echa de menos la palabra a l i i s ; y por otra parte » el pecado » : el Concilio de Trento lo condenó definiendo
en algunas ediciones se nota esta transposición : «no se enu- (sess. 5, can. 1) que «todo Adán se transformó empeorando en
»mera con los otros como vicio'univcrsal». » alma y cuerpo por la ofensa de su prevaricación ».
(2) Uno de los errores de Pelagio consistia en afirmar que
560 CUESTIÓN LXXXV.—ARTÍCULOS I Y II.

P e r o el pecado está en el bien de natu- A l argumento 1.° diremos que San


raleza, como accidente en el sujeto. L u e - Dionisio habla del primer bien de la na-
go el pecado n o disminuye el bien de la turaleza , que consiste en ser, vivir y en-
naturaleza; porque el disminuir es cierto tender , como lo verá claramente el que
obrar. considere bien sus palabras.
Por el contrario , se dice ( L u c . 10 ) : A l 2.° que la naturaleza, aunque es
• un hombre bajando desde Jerusalen á anterior á la acción voluntaria, no obs-
Jericó ( 1 ) , esto e s , al defecto del peca- tante tiene inclinación á cierta voluntaria
do, « e s despojado de los bienes gratuitos, acción : por lo cual la misma naturaleza
» y vulnerado en los naturales » como en sí misma no varía por el cambio de la
espone el V . B e d a (Glos. ordin.). L u e g o acción voluntaria, sino que la misma in-
el pecado disminuye el bien de la natu- clinación varía por la parte en que se or-
raleza. dena á su término ( 2 ) .
Conclusión. El_ bien de la naturale- A l 3.° que la acción voluntaria procede
za [ 1 ] en cuanto á sus principios y pro- de diversas potencias, de las que la una
piedades naturales ni se quita ni se dis- es activa y la otra pasiva; y por esto su-
minuye por el pecado ; como don [ 2 ] de cede que por medio de las acciones vo-
la justicia original se perdió totalmente luntarias se causa alguna cosa, ó se quita
por el pecado del primer padre; y [ 3 ] •del hombre, que así o b r a , como se ha
bajo el concepto de inclinación natural dicho ( C . 5 1 , a. 2 ) , cuando se trató de la
á la virtud se disminuye por el pecado. generación de los hábitos.
Responderemos, que el bien de la na- A l 4.° que el accidente no afecta de
turaleza, humana puede entenderse en tres una manera efectiva al s u j e t o , pero sí
conceptos: 1.° los mismos principios de la formalmente según el modo de hablar,
naturaleza, por los que es constituida, y con que se dice que la blancura hace lo
las propiedades por estos causadas, como blanco; y eu este sentido nada obsta, para
las potencias del alma y otras semejantes; que el pecado disminuya el bien de la
2.° la inclinación á la virtud, que el naturaleza, de aquel modo sin embargo
bombre tiene por naturaleza, como se ba con que se verifica la misma diminución
probado ( C . 6 3 , a. 1 ) , y que es cierto del bien de la naturaleza, en cuanto per-
bien de la misma ; 3.° el don de la justi- tenece al desorden del acto: mas en cuan-
cia original, que fue conferido en el pri- to al desorden del agente debe decirse
mer hombre á toda la humana naturaleza. que tal desorden es causado, porque en
El primer bien de la naturaleza ni se los actos del alma h a y algo activo y algo
quita, ni se disminuye por el pecado ; el pasivo ; como lo sensible mueve el ape-
tercero totalmente se perdió por el pecado tito sensitivo, y el apetito sensitivo in-
del primer padre; y el segundo , que es clina la razón y la voluntad, según queda
la inclinación natural á la virtud , se dicho ( C . 77, a. 1; y C. 8 0 , a. 2 ) : y por
disminuye por el pecado : porque por los esto es causa el desorden, no ciertamente
actos humanos se crea cierta inclinación de modo que el accidente obre en su pro-
á actos semejantes, como se h a dicho pio sujeto, sino según que el objeto influ-
(C. 5 1 , a. 2); y por lo mismo que algo se y e en la potencia y una potencia en otra
inclina á una de. dos (cosas) contrarias, y la desordena.
es natural se disminuya la inclinación á
la otra. P o r lo c u a l , siendo el pecado
ARTÍCULO I I . — ¿ Todo c i b i e n de io
contrario á la virtud , por lo mismo que
n a t u r a l e z a huniana puede s e r quitado por el
el hombre p e c a , se disminuye el bien de
la naturaleza , que es la inclinación á la pecado? (3)
virtud.
1.° Parece que todo el bien de la na-
(1) Alúdese aquí á la significación de la palabra Jcricho de (*¿) La antigua edición romana en lugar de ad terminan pone
origen hebreo, equivalente aluna, símbolo é indicio de defecto ad Deum.
aun entre el vulgo á causa de la variabilidad de sus fases : y ( 3 ) Contra los sistemáticos errores de Lutero y Calvinn, y
por cierto que la esposicion atribuida en el testo á Beda no se que también se apropiaron los jansenistas, diciendo que «la
halla en sus escritos, si bien la Glosa moral la insinúa (sin «naturaleza humana quedó tan deteriorada por el pecado ori-
citar su nombre) inmediatamente coleccionada con ciertas aginal, que perdió completamente algunas de sus facultades
otras frases del citado Beda, lo que sin duda ha dado ocasión «naturales y con especialidad el libre albedrío».
á citarlas como suyas.
CUESTIÓN L X X X V . — A R T Í C U L O II. 561

turaleza humana puede quitarse por el nuye continuamente por el p e c a d o , al-


pecado: porque el bien de la naturaleza gunos para manifestar esto han usado de
humana es finito, puesto que lo es la cierto ejemplo, en el cual se halla que
misma naturaleza humana; y cualquier algo finito se disminuye hasta el infinito,
cosa finita se consume totalmente por sin acabar jamás de consumirse total-
continua sustracción. Pudiendo pues dis- mente; pues dice Aristóteles ( P h y s . 1. 1,
minuirse continuamente por el pecado el t. 37) q u e , si de una magnitud finita se
bien de la naturaleza, puede llegar á quita continuamente algo según la misma
consumirse totalmente. cantidad, totalmente se consume por fin,
2.° R e s p e c t o de las cosas, que tienen por e j e m p l o , si de cualquier cantidad
una misma naturaleza, la razón es seme- finita sustraigo siempre la medida de un
jante en cuanto al todo y á cada una de palmo: p e r o , si se hace la sustracción
sus partes; como se ve claro en el aire, según la misma proporción , y no según
en el a g u a , en la carne y en todos los la misma cantidad, podrá sustraerse hasta
cuerpos compuestos de partes semejantes. el infinito, por ejemplo, si la cantidad se
Pero el bien de la naturaleza es total- divide en dos partes y de la mitad se
mente uniforme. Por consiguiente, como quita su m i t a d , podrá procederse así
una parte suya puede quitarse por el pe- hasta el infinito, de modo empero que
cado , parece que el todo puede quitarse siempre lo que posteriormente se sustrae
también por el pecado. será menor que lo sustraído anterior-
3.° E l bien de naturaleza, que por el mente. Mas esto no tiene lugar en lo
pecado se disminuye, es la aptitud para la propuesto: porque no disminuye menos
virtud. Pero en algunos por el pecado el bien de la naturaleza el pecado si-
la aptitud predicha se quita totalmente, guiente que el que le p r e c e d e ; sino tal
como se ve claramente en los condenados, vez m á s , si es más grave. A s í pues di-
que no pueden ser reparados para la vir- remos por nuestra parte que la predicha
tud, como ni el ciego para la vista. L u e g o inclinación se entiende como media entre
el pecado puede quitar totalmente el bien dos estreñios; pues se funda como en raíz
de la naturaleza. en la naturaleza racional, y se dirige al
Por él contrario , San Agustín ( E n - bien de la virtud como á su término y
chir. c. 13 y 14) dice que « el mal no está fin : por consiguiente puede entenderse
» sino en el bien » . P e r o el mal de culpa su diminución de dos m o d o s , uno de
no puede estar sino en el bien de la vir- parte de la raíz y otro de parte del tér-
tud ó de la g r a c i a , porque es su contra- mino. D e l primer modo no se disminuye
rio. L u e g o debe estar en el bien de na- por el pecado, porque este no disminuye
turaleza , y por consiguiente no lo des- la misma naturaleza, como arriba- se ha
truye del todo. dicho (a. 1 ) ; pero se disminuye del se-
gundo m o d o , á saber, en cuanto se pone
Conclusión. No es posible que el bien
impedimento para llegar al término. Mas,
de la naturaleza, cifrado en su inclina-
si del primer modo se disminuyese, nece-
ción á la virtud, sea totalmente destrui-
sariamente se consumiría del todo alguna
do por el pecado.
v e z , consumida totalmente la naturaleza
Responderemos q u e , como se ha di- racional : p e r o , como se disminuye por
cho (a. 1), el bien de naturaleza, que por parte del impedimento, que se opone á
el pecado se disminuye, es la natural que llegue al término, es manifiesto que
inclinación á la virtud: la cual cierta- puede ciertamente disminuirse hasta el
mente conviene al hombre por el hecho infinito, porque hasta el infinito pueden
mismo de ser racional; pues de aquí le ponerse impedimentos, según lo cual
viene el obrar conforme á la razón, que puede el hombre añadir pecado á pecado
es obrar según la virtud. M a s por el pe- hasta el infinito ; sin embargo no puede
cado no puede quitarse al hombre la pro- consumirse totalmente , porque siempre
piedad de ser racional, porque ya no sería queda la raíz de tal inclinación, como es
capaz de pecado : de donde, se sigue que de observar en un cuerpo diáfano , que
no es posible que el antedicho bien de na- ciertamente tiene inclinación á la recep-
turaleza desaparezca totalmente. Pero, ción de la luz, por lo mismo que es día-
como se observa que este bien se dismi- se
SUMA TEOLÓGICA TOMO II.
562 CUESTIÓN L X X X V . — ARTÍCULOS II Y III.

fano ; pero se disminuye esta inclinación deben contarse entre los efectos del pe-
ó aptitud por parte de las nieblas que cado.
sobrevienen, aunque siempre queda en la 2.° Malicia se llama cierto pecado :
raíz de su naturaleza. luego no debe llamarse efecto del pecado.
A l argumento 1.° diremos, que aquella 3.° L a concupiscencia es cierta cosa
objeción procede, cuando se bace la di- natural, puesto que es acto de la virtud
minución por sustracción; pero aquí se concupiscible ; y lo que es natural no de-
bace la diminución por la oposición del be mirarse como lesión de la naturaleza:
impedimento, que ni quita ni disminuye luego la concupiscencia no debe decirse
la raíz de la inclinación, como se ha llaga de la naturaleza.
dicho. 4.° Se ha dicho (C. 77, a. 3) que lo
A l 2.° que la inclinación natural es mismo >es pecar por debilidad que por
ciertamente uniforme t o d a , pero no dice p a s i ó n ; y la concupiscencia es cierta
relación tanto al principio como al tér- pasión: luego no debe hacerse distinción
mino ; según la cual diversidad en cierto entre ella y la debilidad.
modo se disminuye, y en otro no. 5.° San Agustín en el Libro de la
A l 3.° que aun en los condenados per- naturaleza y de la gracia (c. 67 ; y P e -
severa la natural inclinación á la virtud; tract. 1. 1, c. 9) fija dos penalidades del
de lo contrario no habría en ellos remor- alma pecadora, á saber, « l a ignorancia y
dimiento de conciencia ; y el que no se » l a dificultad » , de las cuales nacen « el
reduzca al.acto sucede porque les falta i>error y los padecimientos » , y estas
la gracia conforme á la divina justi- cuatro cosas ciertamente no concuerdan
cia ( 1 ) : como también en el ciego per- con esotras cuatro: luego parece que una
manece la aptitud para ver en la misma de las dos enumeraciones es insuficiente.
raíz de la naturaleza, en cuanto es ani- Por el contrario tenemos la autoridad
mal que naturalmente tiene v i s t a ; pero del V . B e d a (3).
no se reduce á acto, porque falta la causa Conclusión. Las cuatro llagas inferi-
que puede reducirla, formando el órgano das en toda la naturaleza humana por
que se requiere para ver. el pecado de Adán y efectos también de
los pecados actuales son : ignorancia en
el entendimiento, malicia en la voluntad,
A R T Í C U L O I I I . — ¿ S e asignan conve-
debilidad en la potencia irascible y con-
nientemente como heridas de la n a t u r a l e z a
cupiscencia en la concupiscible.
por consecuencia del pecado la enfermedad,
R e s p o n d e r e m o s , que por la justicia
l a Ignorancia, l a malicia y l a concupiscencia?
original la razón contenía perfectamente
á las fuerzas inferiores del alma, y la
l.° Parece que inconvenientemente se misma razón era perfeccionada por Dios,
suponen ser llagas de la naturaleza co- estando á é l sujeta. Mas esta justicia ori-
mo consecuencias del pecado la enferme- ginal se perdió por el pecado del primer
dad , la ignorancia, la malicia y la con- padre, como ya se ha dicho ( C . 8 1 , a. 2);
cupiscencia : porque el efecto y su causa y en consecuencia todas las fuerzas del
no son una misma cosa; y estas se asig- alma quedan en cierto modo destituidas
nan como causas de los pecados, según del propio orden, con que naturalmente
consta de lo antes dicho (2). L u e g o no se ordenan á la virtud ( 4 ) ; y la misma

(1) Esa imposibilidad de volver á la gracia por actos de vir- ciones, aun después de la rectificaciones del P. Wicolai, en
tud no proviene de ¡a supresión de su natural aptitud ó in- quien nos inspiramos.
clinación al bien, sino de la obstinación de su voluntad en el (-1) Los teólogos suscitan á este propósito la controversia
mal y de la irrevocabilidad del decreto de Dios sobre su eter- sobre el modo de la destitución , de que se habla en el testo :
na reprobación {De ,nalo, C 2, a. 12, al 6.°). opinando unos que el hombre, tal como nace do la prole de
(2) En cuanto á la ignorancia en la C. 76, a. 1 (y no a. 3, Adán después de su pecado, se distingue únicamente del que
como equivocadamente se ve citado en varias ediciones) /res- fuese creado en su íntegra naturaleza, como el despojado de
pecto de la enfermedad ó debilidad procedente de la pasión en ' sus vestidos del que siempre hubiese estado desnudo ; y otros,
la 0. 77, a. 3, y de la concupiscencia a. 1 y 5 ; y por lo que cuya opinión según Silvio es la más aceptable, sostienen que
hace á la malicia en la C. 78, a. 1. dichas llagas ó heridas añaden algo á las potencias enumera-
(3) Literalmente no se encuentra en sus escritos tal enu- das correlativamente en nuestra Conclusión, ademas de la pri-
meración, aunque puede colegirse compulsando diversos pa- vación de la justicia original, mediando por lo tanto entre la
sajes de ellos, como sin duda se hizo en la compilación de la naturaleza pura y la así llagada la diferencia, que entre el
llamada Glosa ordinaria, que se ve citada aquí en varias edi- herido sobre despojado y el simplemente desnudo.
CUESTIÓN LXXXV. — ARTÍCULOS III Y IV. 563

destitución se llama lesión de la natura- te llamarse toda pasión, en cuanto debi-


leza. Empero h a y cuatro potencias del lita la fortaleza del alma é impide la ra-
alma, que pueden ser sujetos de las vir- zón ; pero el V . B e d a dice estrictamente
tudes, como se ha dicho (C¡. 74), á saber: debilidad, según que se opone á la forta-
la razón, en la cual está la prudencia; la leza, que pertenece á la irascible.
voluntad, en que reside la justicia; la A l 5.° que la dificultad, de que habla
irascible, en la que se halla la fortaleza; San Agustín, incluye esas tres que per-
y la concupiscible, sujeto de la tem- tenecen á las potencias apetitivas, á sa-
planza. P o r consiguiente, en cuanto la ber, «malicia, debilidad y concupiscencia»;
razón es destituida de su orden á lo ver- porque de estas tres proviene el que al-
dadero , hay lesión de ignorancia ; en guno no se dirija fácilmente al bien: mas
cuanto la voluntad es destituida del or- el error y el dolor son lesiones consi- 5

den al bien, h a y llaga de malicia; en guientes ; porque la causa del dolor de


cuanto la irascible es despojada de su uno es su debilidad respecto de lo que
orden á lo arduo, h a y lesión de debili- desea.
dad ; y en cuanto la concupiscencia está
destituida de su orden á lo deleitable
ARTÍCULO IV. — 4 1 * privación d e
moderado por la razón, h a y lesión de
m o d o , de especie y de orden s o n efectos del
concupiscencia. A s í pues esas cuatro
pecado ?
lesiones son las llagas inferidas á toda
la naturaleza humana por el pecado del l.° Parece que la privación del modo,
primer padre: mas, por cuanto la incli- la especie y el orden no son efectos del
nación al bien de la virtud se disminuye pecado: porque dice San Agustín ( D e
en cada uno por el pecado actual, como nat. boni, c. 3 ) que « donde estas tres c o -
se ve claramente por lo dicho (a. 1 y 2 ) ; » sas son grandes, hay gran bien ; donde
también son esas mismas las cuatro he- » son pequeñas, pequeño ; y donde nulas,
ridas procedentes de los otros pecados, » nulo » . E s así que el pecado no anula
es decir, en cuanto por el pecado la ra- el bien de la naturaleza. L u e g o no priva
zón se embota principalmente en lo ope- de modo, especie y orden.
rable, y la voluntad se endurece para el
2.° Ninguna cosa es causa de sí misma;
bien, y se acrece mayor dificultad para
y el pecado es « privación de m o d o , es-
obrar bien, y se inflama más la concu-
» pecie y orden », como dice San Agustín
piscencia.
(ibid. C. 36 y 3 7 ) : luego la privación de
A l argumento 1.° diremos, que nada m o d o , especie y orden no es efecto del
impide que lo que es efecto de un pecado pecado.
sea causa de otro ; porque en el hecho 3.° Diversos pecados producen diver-
mismo de desordenarse el alma por el p e - sos efectos. E s así que el modo, la espe-
cado precedente se inclina con más faci- cie y el orden, siendo cosas diversas, pa-
lidad á pecar. recen tener diversas privaciones : luego
A l 2.° que la malicia no se toma aquí las esperimentan por diversos pecados.
por pecado, sino por cierta propensión L u e g o no es efecto de cada pecado la
de la voluntad al mal, conforme á lo que privación de modo, de especie y de orden.
se dice (Gren. 8, 2 1 ) : los sentidos del Por el contrario: el pecado está en el
hombre están propensos al mal desde su alma, como la enfermedad en el cuerpo,
juventud ( 1 ) . conforme á aquello (Ps. 6,3) -.apiádate de
A l 3.° que, como se ha dicho (C. 8 2 , mí, Señor, porque estoy enfermo. Mas la
a. 3, al 1.°), la concupiscencia en tanto enfermedad priva del m o d o , especie y
es natural al hombre, en cuanto se somete orden del mismo cuerpo. Luego el peca-
á la razón ; mas el que traspase los lími- do priva al alma de modo, de especie y
tes de la razón, eso es contra la natura- de orden.
leza del hombre. C o n c l u s i ó n . El pecado original é
Al 4 .° que debilidad puede comunmen- igualmente el actual son privación
-
del
modo, especie y orden total ó parcial-
mente, ó no lo son á veces de modo al-
(1) LaVulgrala dice literalmente: el sentido y el pensamiento
del corazón humano son propensos... guno.
ARTÍCULOS IV Y V.
564 CUESTIÓN LXXXV.-

R e s p o n d e r e m o s que, como se dijo fectos corporales no son efectos del pe-


( P . 1. C. 5, a. 5), el m o d o , la especie y
a
cado : porque, si la causa es igual, el
el orden son anejos á cada bien creado en efecto lo será también; pero tales defec-
cuanto t a l , y también á cada uno de los tos no son iguales en todos, sino que en
entes: porque todo ser (1) y bien se con- unos abundan m á s , no obstante ser igual
sidera por alguna forma, según la cual se en todos el pecado original, como se ha
toma la especie ; y la forma de cada cosa, dicho ( C . 82, a. 4), y del que principal-
cualquiera que esta s e a , sustancial ó ac- mente parecen ser efectos los tales. Lue-
cidental, es conforme á alguna medida, g o la muerte y esos defectos no son efec-
por lo que (Met. 1. 8, t. 10) se dice que tos del pecado.
« l a s formas de las cosas son como los 2.° Quitada la causa, se quita el efec-
» números »; y de aquí le proviene cierto to. E s así q u e , quitado todo pecado por
modo que se refiere á la medida. M a s el bautismo ó por la penitencia, no se
por su forma cada cosa se ordena á otra. quitan dichos defectos. L u e g o no son
A s í pues según los diversos grados de efectos del pecado.
bienes b a y diversos grados de m o d o , de 3.° E l pecado actual tiene más razón
especie y de orden: hay por consiguiente de culpa que el original. P e r o el pecado
cierto bien perteneciente á la misma sus- actual no cambia la naturaleza del cuer-
tancia de la naturaleza, el cual tiene po en algún defecto : luego mucho me-
su modo, especie y orden; y ese ni se nos el pecado original. L u e g o no son la
quita ni se disminuye por el pecado. H a y muerte y los otros defectos corporales
también cierto bien de natural inclina- efectos del pecado.
ción, y este también tiene su modo, espe- Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol
cie y orden; y se disminuye por el pe- ( R o m . 5, 11) : por un solo hombre entró
cado, como se ha dicho (a. 2), pero no el pecado en este mundo y por el pecado
se quita totalmente. H a y ademas cierto la muerte.
bien de virtud y gracia, que á su v e z tie- Conclusión. El pecado [1] no es per
ne su m o d o , especie y orden; y este to- se causa de la muerte y demás defectos
talmente se quita (2) por el pecado mor- corporales ; mas [2] el pecado del primer
tal. H a y por último cierto bien, que es el padre lo es per accidens en la humana
mismo acto ordenado, y tiene asimismo naturaleza, despojándola de la justicia
su modo, especie y orden; y la privación original impeditiva de lodo desorden y
de este es esencialmente el mismo peca- defecto.
do. S e ve pues claramente, de q u é ma-
Responderemos, que algo es causa de
nera el pecado es privación de modo, es-
otra cosa de dos modos : 1.° per se, y 2.°
pecie y orden; y cómo priva ó disminuye
per accidens. Per se lo es lo que según
el modo, la especie y el orden.
la virtud de su naturaleza ó forma- pro-
Con esto quedan contestados los dos duce efecto, siendo por lo mismo el efec-
primeros argumentos. to intentado per se por la c a u s a : así,
A l 3.° diremos que el modo, la especie como la muerte y esotros defectos están
y el orden son correlativos, como consta fuera de la intención del que peca, es
por lo dicho; y de consiguiente al mismo manifiesto que el pecado no es de suyo
tiempo se pierden y se disminuyen. causa de esos defectos. Per accidens una
cosa es causa de otra, si es causa remo-
ARTÍCULO V . — l a muerte y otros de- viendo el obstáculo, como se dice ( P h y s .
fectos corporales son efectos del pecado ? (3). 1. 8, t. 32) que el que arranca una co-
lumna mueve accidentalmente la piedra
l.° Parece que la muerte y otros de- superpuesta á la columna; y de este mo-

(1) La edición de Pádua (1698) pone ensen lugar de esse, y mismas dejan por él de existir en el pecador como perfectas
asimismo la áurea romana siguiendo por lo visto la insinua- virtudes.
ción de García, que propone dicha variante : bien se deja ver (3) Ya el Concilio de Milevi condenó espresamente (can. 1)
que por lo menos es completamente innecesaria. la herética doctrina de Pelagio de quo «el hombre moriría,
(2) En su concepto de bien perfecto ; pues, aunque la fe y » aun cuando no hubiese pecado, por necesidad aneja á su na-
la esperanza sobreviven á la pérdida de la gracia en el alma, » turaleza, siendo por ella misma mortal en cuanto al cuerpo,
no siendo el pecado mortal directamente contrario á esas dos «pecase ó no». Es pues dogma de fe la tesis aquí demos-
virtudes infusas y corruptivo ó destructor de ellas, aun estas trada.
CUESTIÓN LXXXV. — ARTÍCULOS V Y VI. 565

do el pecado del primer padre es causa Espíritu, que mora en vosotros. P e r o


de la muerte y de todos esos defectos en ambas cosas se verifican conforme al or-
la naturaleza humana, en cuanto por el den de la divina sabiduría en tiempo con-
pecado del primer padre se despojó de la veniente : porque conviene que á la in-
justicia original, por cuyo medio no solo mortalidad é impasibilidad de la gloria,
las inferiores fuerzas del alma se conte- que se ha iniciado en Cristo y que por
nían sometidas á la razón sin ningún des- Cristo hemos adquirido, lleguemos con-
orden, sino que todo el cuerpo estaba formados antes con sus padecimientos; y
sometido al alma sin ningún defecto, co- por lo mismo es necesario que temporal-
mo se demostró ( P . 1." C. 97, a. 1 ) : y mente subsista su pasibilidad en nuestros
así suprimida esta justicia original por el cuerpos, para que merezcamos la impasi-
pecado del primer padre, como quedó le- bilidad de la gloria de una manera con-
sionada la naturaleza humana en cuanto forme á Cristo.
al alma por el desorden de las potencias A l 3.° que en el pecado actual pode-
según lo dicho (a. 4, C. 83, a. 3 ) ; asi- mos considerar dos c o s a s , á saber, la
mismo también resultó hecha corruptible misma sustancia del acto y su carácter
por el desorden del mismo cuerpo. Mas de culpa : por parte de la sustancia del
la sustracción de la original justicia tiene acto puede causar el pecado actual al-
razón de pena, como también la sustrac- gún defecto corporal, como algunos por
ción de la gracia : y por consiguiente * el esceso en la comida enferman y mue-
también la muerte y todos los defectos ren ; mas por parte de la culpa priva de
corporales consiguientes son ciertas pe- la gracia, que se concede al hombre para
nas del pecado original; y, aunque tales rectificar los actos del alma, y no para
defectos no caen bajo la intención del que cohibir los defectos corporales , como la
peca, son sin embargo ordenados según la original justicia los cohibía. Por tanto
justicia de Dios que castiga. el pecado actual no causa tales defectos,
A l argumento 1.° diremos, que la igual- como el original.
dad de causa produce per se igual efecto;
porque, aumentada ó disminuida la causa ARTÍCULO V I . — i a muerte y ios otros
•per se, auméntase ó disminuye el efecto: defectos son naturales al hombre ? (2)
mas la igualdad de la causa removedora
del obstáculo no revela igualdad de efec- 1.° Parece que la muerte y defectos
tos; porque, si uno con igual impulso des- análogos son naturales al hombre : por-
quicia dos columnas , no se sigue que las que lo corruptible y lo incorruptible di-
piedras sobrepuestas se muevan igual- fieren en género ( M e t . 1. 10, t. 26); y el
mente , sino que se moverá más veloz- hombre es del mismo género que otros
mente la más pesada según la propiedad animales, que naturalmente son corrupti-
de su naturaleza, á la que queda aban- bles. L u e g o el hombre es naturalmente
donada retirado el sustentáculo. A s í pues, corruptible.
suprimida la original j u s t i c i a , la natura- 2.° Todo lo que está compuesto de
leza del cuerpo humano quedó abando- cosas contrarias es naturalmente corrup-
nada á sí misma ; y conforme á esto se- tible, como que lleva en sí mismo la causa
gún la diversidad de la natural comple- de su corrupción. E s así gue tal es el
xión los cuerpos de algunos están sujetos cuerpo humano. L u e g o es naturalmente
á más defectos y los de otros á menos, corruptible.
aunque existiendo igual el pecado de 3.° L o caliente consume naturalmente
origen (1). á lo húmedo. Pero la vida del hombre se
A l 2.° que la culpa original y la actual conserva por medio de lo cálido y de
se quitan por aquello mismo, por lo cual lo húmedo. Por consiguiente, cumplién-
se quitan también tales defectos, conforme dose las operaciones de la vida mediante
á aquello del Apóstol ( R o m . 8, 11) : vi- la acción del calor natural ( D e an. 1. 2,
vificará vuestros cuerpos mortales por su t. 50), parece que la muerte y otros de-
fectos parecidos son naturales al hombre.
(1) Puedo consultarse parala más clara inteligencia de esta 4.° Por el contrario: cuanto es natural
doctrina la C. 164, a. 1, de la 2.°-2. , y Va malo, C 6, a. 4.
1D

(2) Téngase presente la nota 3 , pág. 564. al hombre, Dios lo hizo en el hombre;
566 CUESTIÓN LXXXV. — A R T Í C U L O V I .

pero Dios no hizo la muerte ( S a p . 1 , 1 3 ) . I las cosas son naturales, no ciertamente


L u e g o la muerte no es natural al hombre. según la inclinación de la forma, que es
5.° L o que es conforme á la natura- principio del ser y de la perfección , sino
leza no puede llamarse pena ni mal, por- según la inclinación de la materia, que
que á cada cosa le es conveniente lo que proporcionalmente se atribuye á tal for-
le es natural. E s así que la muerte y otros ma según la distribución del universal
defectos semejantes son un castigo del pe- agente. Y , aunque toda forma tiende al
cado original, como se ha dicho (a. 5 ) . ser perpetuo, cuanto puede; sin embargo
L u e g o no son naturales al hombre. ninguna forma de cosa corruptible puede
6.° L a materia es proporcionada á la alcanzar la perpetuidad de su ser, escepto
forma, y cada cosa á su fin. Pero el fin el alma racional, porque la misma no está
del hombre es la bienaventuranza per- del todo sujeta á la materia corporal,
petua , como se ha dicho (en el Proemio como otras formas; antes bien tiente pro-
de esta p a r t e , y C. 3 , a. 8 ). Por otra pia operación inmaterial, como se ha pro-
parte la forma del cuerpo humano es el bado ( P . 1. , C. 7 5 , a. 2 ; y C. 76, a. 1,a

alma racional, que es incorruptible, como al 4.°) : de donde se sigue que por parte
se ha probado ( P . 1. , C. 75, a. 6). L u e - de su forma es más natural al hombre la
a

go el cuerpo humano es naturalmente in- incorrupción que á las otras cosas cor-
corruptible. ruptibles. Mas, por cua.nto aun la misma
Conclusion. Toda corrupción y de- tiene materia compuesta de cosas contra-
fecto [ 1 ] es contra la naturaleza parti- rias , de la inclinación de la materia se
cular ; pero natural [ 2 ] en cuanto á la sigue la corruptibilidad en el todo ; y
naturaleza universal, no según la incli- conforme a esto el hombre es natural-
nación de la forma, sino de la materia; mente corruptible según la naturaleza de
y así [ 3 ] el hombre es naturalmente cor- la materia abandonada á sí misma (2),
ruptible según la naturaleza de la mate- pero no según la naturaleza de la forma.
ria dejada á sí misma, y no por natura- L a s tres primeras razones proceden de
leza de la forma. parte de la materia, y las otras tres de
Responderemos, que sobre cada cosa parte de la forma: y así para su solución
corruptible podemos hablar de dos m o - se debe considerar que la forma del hom-
dos : 1.° según la naturaleza universal; bre , que es el alma racional, según su
2.° ségun la naturaleza particular. Ahora iucorruptibilidad está proporcionada á su
bien: la naturaleza particular es la pro- fin, que es la bienaventuranza perpetua;
pia virtud activa y conservadora de cada pero el cuerpo h u m a n o , que es corrupti-
cosa, y en cuanto á esta toda corrupción ble (3), considerado según su naturaleza,
y defecto es contrario á la naturaleza, en cierto modo está proporcionado á su
como se dice ( D e ccelo, 1. 2, t. 3 7 ) ; por- forma, y en cierto modo no. Porque en
que tal virtud se aplica al ser y conser- una materia pueden considerarse dos con-
vación de aquello de que es (virtud): mas diciones ; una que el agente elige, y otra
la naturaleza universal es virtud activa que no es elegida por él, sino que es con-
en algún principio universal de la natu- forme á la condición natural de la mate-
r a l e z a , por ejemplo, en alguno de los ria: á la manera que el artista para hacer
cuerpos celestes ó de alguna superior un cuchillo elige materia dura y dúctil,
sustancia, según lo cual aun Dios se lla- que pueda adelgazar , á fin de que sirva
ma por algunos naturaleza que natura- para cortar, y en cuanto á esta condición
liza (1), la cual virtud en verdad atien- el hierro es materia proporcionada al cu-
de al bien y conservación del mismo, para chillo ; pero que el hierro sea quebradizo
el cual se exige la alternativa de genera- y que se oxide es consecuencia de la na-
ción y corrupción en las cosas: y bajo este tural disposición del hierro, y no busca
aspecto las corrupciones y defectos de esto en el hierro el fabricante, que más

(1) Natura naturatiSj creadora universal de toda naturaleza ; supuestos no la es natural la corruptibilidad.
ádiferencia de natura nalurala, «naturaleza naturalizada», {3) La edición áurea de acuerdó con todas las demás y con
.esto es, creada, ó sea, el conjunto ó universalidad de todas las los códices de Tarragona y Alcañiz rectifica la palabra incor-
criaturas. ruptibilc, que únicamente en la romana antigua se leia, resta-
(2) Es decir, prescindiendo de los dones y prerogativas,.
:
bleciendo en su lugar corruptibile.
con que Dios la exornara en su primera creación, los cuales
CUESTIÓN L X X X V . — ARTÍCULO VI. 567

bien lo eliminaría, si pudiese: por lo que raleza , que prefiriría materia incorrupti-
esta disposición de la materia no es pro- b l e , si pudiera. Pero D i o s , de quien de-
porcionada á la intención del artífice ni pende toda la naturaleza, en la misma
á la del arte. D e l mismo modo el cuerpo institución del bombre suplió el defecto
bumano es la materia elegida por la na- de naturaleza, y con el don de la justicia
turaleza , en cuanto á ser de templada original dio al cuerpo cierta incorruptibi-
complexión, para que pueda ser conve- lidad ( P . 1. , C. 9 7 , a. 1 ) ; y conforme á
a

nientísimo órgano del tacto y de las otras esto se dice que Dios no hizo la muerte
virtudes sensitivas y motoras; mas el ser y que esta es castigo del pecado.
corruptible proviene de la condición de Con esto quedan contestadas las obje-
la materia, y no es elegido por la natu- ciones propuestas.

CUESTIÓN LXXXYI.

Mancha del pecado.

1." La m a n c h a de! alma es efecto de pecado?—2." Permanece en el a l m a después del acto del
pecado?

A R T Í C U L O I , — C a u s a el uceado a l g u n a privacion. Si es algo positivo, no puede


mancha e n el a l m a ? (1) ser sino disposición ó hábito, pues nin-
guna otra cosa parece ser causada por el
1.° Parece que el pecado no causa a c t o ; y no es disposición ni hábito, toda
mancha alguna en el a l m a : porque la vez que quitada la disposición ó el há-
naturaleza superior no puede mancharse bito aún queda la m a n c h a , como es de
por su contacto con la naturaleza infe- notar en el que ha pecado mortalmente
rior; como « el rayo del sol no se mancha por prodigalidad y después se transforma
» por el contacto de los caerpos fétidos », pecando mortalmente contra el hábito'del
según dice San Agustín en su Libro con- vicio opuesto : luego la mancha nada po-
tra cinco herejías (c. 5). Pero el alma sitivo pone en el alma. Tampoco es mera
humana es de muy superior naturaleza privación; puesto que, proviniendo todos
que las cosas conmutables, á que se dirige los pecados de la pérdida y privación de
pecando. L u e g o de ellas no contrae man- la gracia, se seguiría que la mancha de 1

cha, cuando peca. todos los pecados sería una sola. L u e g o


2.° E l pecado está principalmente en la mancha no es efecto del pecado.
la voluntad, como se ha dicho ( C. 74, Por el contrario, se dice á Salomón
a. 1 y 2 ) , y la voluntad en la razón ( D e (Eccli. 47, 22) : pusiste mancilla en tu
an. 1. 3 , t. 4 2 ) . Mas la razón ó el enten- gloria, y ( E p h e s . 5, 2 7 ) : para presen-
dimiento no se mancha por la considera- társela á sí mismo Iglesia gloriosa, que
ción de cualesquiera cosas, sino que antes no tenga mancha ó arruga; y en ambos
bien se perfecciona. L u e g o ni la voluntad lugares se habla de la mancha del peca-
se mancha por el pecado. do. L u e g o la mancha es efecto del pe-
3.° Si el pecado causa m a n c h a , ó esa cado.
mancha es positivamente algo, ó es pura Conclusión. El pecado produce en el

(1J Entiéndese por esta mancha según Billuart la priva- nubles según la opinion de Nuñez y Martin con algunos otros ;
ción ó falta de la belleza y esplendor, que debieran brillar en ni menos según Vázquez cierta simple denominación pura-
el alma, tal como saliera de las manos del Creador ; no preci- mente estrinseca y como transitoria, originada del pecado ac-
samente el reato de la pena, como pretenden Durando y Es- tual aun ya borrado.
coto ; ni la propensión positiva y habitual á los bienes delez-
568 CUESTIÓN LXXXVI. —- ARTÍCULOS I Y I I .

alma cierta mancha en el sentido meta- re, conforme á aquello ( O s . 9, 1 0 ) : Se


fórico de carencia de belleza ó esplendor. han hecho abominables, como las cosas
R e s p o n d e r e m o s , que se dice propia- que amaron.
mente mancha en los cuerpos, cuando A l 3.° que la mancha no es positiva-
algún cuerpo brillante pierde su brillo mente algo en el a l m a , ni significa sola
por el contacto de otro cuerpo, como el privación, sino que envuelve cierta pri-
vestido y el oro y la plata ú otros _se- vación del brillo del alma en orden á su
mej antes ; y por analogía puede decirse causa ( 1 ) , que es"el pecado, y por eso
mancha en los seres espirituales. Ahora diversos pecados infieren manchas diver-
bien: tiene el alma del hombre un doble sas : y lo propio debe decirse de la som-
brillo, y a por la refulgencia de la luz de bra , que es privación de la luz por la in-
la razón natural, por la que se dirige en terposición de algún cuerpo, y según la
sus propios actos; ya por la de la luz di- diversidad de los cuerpos interpuestos se
vina, es decir, de la sabiduría y de la diversifican las sombras.
gracia, por la que también el hombre se
perfecciona para obrar bien y decente- ARTÍCULO II. ©ucda la mancha cu
mente. Empero hay como cierto tacto del el alma d e s p u é s del acto tic pecado ? (2).
alma, cuando se adhiere á algunas cosas
por medio del amor ; y al contrario, l.° Parece que no queda mancha eu
cuando p e c a , se adhiere á algunas cosas
el alma después del acto de pecado: por-
en contra de la luz de la razón y de la que nada queda en el alma después del
l e y divina, como consta de lo antes dicho
acto sino el hábito ó disposición; y la
( C . 7 1 , a. 6 ) : por lo que el mismo detri-
mancha no es hábito ó disposición, como
mento del brillo, que proviene de tal
se ha probado arriba (a. 1, 3.°). Luego
contacto, se llama metafóricamente man-
no queda mancha en el alma después del
cha del alma. acto de pecado.
A l argumento 1.° diremos, que el alma 2." L a mancha se refiere al pecado del
no se mancha por las cosas inferiores en mismo modo que la sombra al cuerpo,
virtud de ellas, como obrando ellas en el como antes se ha dicho (a. 1, al 4.°). Pero,
del alma; sino más bien por el contrario habiendo pasado el cuerpo, no queda su
el alma con su propia acción se mancha, sombra. L u e g o también, después que ha
adhiriéndose á ellas desordenadamente pasado el acto de pecado, no queda la
contra la luz de la razón y de la l e y mancha.
divina. 3.° Todo efecto depende de su causa,
A l 2° que la acción del entendimiento y la causa de la mancha es el acto del
se perfecciona, según que las cosas inte- pecado : l u e g o , terminado el acto del pe-
ligibles están en el entendimiento según cado, no permanece mancha en el alma.
el modo del entendimiento mismo, y por Por el contrario, se dice ( J o s . 22,17):
tanto el entendimiento no recibe de ellas ¿ Os parece aún poco el haber pecado en
infección, antes se perfecciona: mas e l ' Beelfegor, y que la mancha de este de-
acto de la voluntad consiste en el movi- lito permanezca en vosotros hasta el dia
miento hacia las mismas cosas, de modo de hoy ? ( 3 )
que el amor de la cosa amada se mezcla Conclusión. La mancha de pecado
con el alma; y por esto el alma se man- permanece en el alma aun después del
cha, cuando desordenadamente se adhie- acto de pecado, hasta tanto que el hom-

(1) Véase P. 3.", C. 80, a. 1 ; y puede consultarse también Moab y adoración á su ídolo la sola infamia aneja á su pre-
dtst.32, C. 2, a. 1, dist. 42, C. 1, a. 1, al 3.°, en el 2.° libro de varicación, y otros la pena temporal, de que consiguiente-
las distinciones ; dist. 30, a. 5, al 2.°, en el 3." ; y en el 4.° mente estaban siendo víctimas ; colígese claramente aludirá
dist. 18, C. 1, a. 2. la verdadera mancha, que deja en el alma el pecado cometido
(2) Lutero enseñaba que « no volver á pecar es suma peni- y no perdonado aún del testo literal délos Setenta, que dice:
»tencia », ó lo que es lo mismo, que el abstenerse de pecar de quod nm sumas mnndati abeo. Por otra parte la condenación do
nuevo ó cesar de pecar era suficiente penitencia y satisfac- una de las proposiciones de Miguel Bayo (la 5G, transeúnte...
ción por el pecado ya consumado; herejía condenada termi- acta, nihll manet nisi realus... ad pecnam) por Pío V y Grego-
nantemente por León X en su bula contra los errores del ci- rio XIII hace completamente inadmisible la opinión de Es-
tado novador y por,el Concilio de Trento (sess. 14, c. 4), y coto, quien sostenía que la tal mancha no es otra cosa que el
aqufdirecta y anticipadamente refutada. reato ó sujeción á la pena consiguiente, según lo insinuado
(3) Aunque algunos entienden por esta mancha contraída en la nota 1 de la pág, 667, ,
por los hebreos en su deshonesto comercio con las hijas de
CUESTIÓN LXXXVI./— ARTÍCULO II. 569

Iré recupera por la gracia y mediante la A l argumento 1.° diremos, que después
contrición la luz de la razón y ley divina. del acto de pecado nada positivo queda
R e s p o n d e r e m o s , que la mancha del en el alma sino la disposición ó h á b i t o ;
pecado permanece en el alma, aun pasa- queda empero algo privativamente, y
do el acto de pecado. L a razón e s , por- es la privación de la unión con la luz
que la mancha según lo dicho (a. 1) im- divina.
porta cierto defecto de brillo á causa del A l 2.° que, pasando el obstáculo del
receso de la luz de la razón ó de la ley cuerpo, queda el cuerpo diáfano en igual
divina : y por t a n t o , mientras que el proximidad y habitud respecto del cuer-
hombre permanece fuera de esta luz, po que ilumina ; y por tanto la sombra
queda en él la mancha de p e c a d o ; mas, pasa inmediatamente: pero, cesando el
después que vuelve á la luz de la razón acto del pecado, no persevera el alma en
y ala divina lumbre, lo cual se verifica la misma habitud en orden á Dios. Por
por la gracia, entonces cesa la mancha. lo tanto no hay paridad de razón.
Y , aunque cese el acto de pecado, con A l 3.° que el acto (1) de pecado es-
que el hombre se apartó de la luz de la tablece distancia de D i o s , y así á esta
razón ó ley divina, sin embargo el hom- distancia se sigue ciertamente el defecto
bre no vuelve inmediatamente al estado del esplendor, al modo que el movimiento
en que se hallaba, sino que se requiere local ocasiona local distancia : por lo que,
algún movimiento de la voluntad contra- así como cesando el movimiento local no
rio al primer movimiento ; como, si uno se suprime la distancia l o c a l , tampoco
distante de otro por algún movimiento cesando el acto de pecado se quita la
no se aproxima á él inmediatamente ce- mancha.
sando el movimiento, sino que es preciso
que se le acerque volviendo por el movi-
miento contrario. (I, Así comunmente, aunque el códice de Alcañiz pone
1

affectusen lugar de actus.


/

CUESTIÓN LXXXYII.

Beato de pena.

1.° El reato mismo. 2.° Distinción del pecado mortal y venial según el reato. Sobre lo primero in­
a
vestigaremos ocho c o s a s : 1. El reato de la pena es efecto del pecado? —2." Un pecado puede ser
a a
pena de otro pecado? — 3 . Algún pecado hace reo de pena eterna? — 4. Hace reo de pena infinita en
a a
cantidad ? —5. Todo pecado hace reo de pena eterna é infinita? — 6 . El reato de la pena puede per­
a a
manecer después del pecado? — 7. To4a p e n a s e impone por algún pecado? — 8 . Es uno reo de pena
por el pecado de otro ?

A R T Í C U L O I . — E l reato de l a p e u a e s mento de ello ; pues vemos en las cosas


efecto del pecado ? (i; naturales que un contrario obra más ve­
hementemente, sobreviniendo el otro con­
1.° Parece que el reato de la pena no trario, por lo que « l a s aguas calientes se
es efecto del p e c a d o : porque lo que es )) congelan m a s » (Meteor. 1. 1, c. 12).
accidental respecto de a l g o , no parece A s í también en los hombres se halla por
ser su propio e f e c t o ; y el reato de la natural inclinación que cada uno deprime
pena es accidental respecto del pecado, a l q u e le c o n t r ^ ^ ^ m p e r o e s manifiesto
como estraño á la intención del que peca. q u e ^ a ^ ^ l ^ r ^ № s e ^ o h t í e n e n dentro de
L u e g o el reato de la pena no es efecto algún orden, son en cierto modo una sola
del pecado. en orden al principio de orden: así pues
2.° E l mal no es causa del bien ; mas todo lo que contraresta á algún orden,
la pena es buena, siendo justa y de D i o s : e^.iIQnsiguiente_,. que,,.^^,,,^
luego no es efecto del pecado, que es aquel orden y por el g r í n c i p ^ ^ í ^ d e n ,
> s , ,
malo. STéldó'~p u'e§' eT p^ cl35 un acto desorde­
3.° D i c e San Agustín (Confes. 1. 1, nado, es manifiesto que todo el que peca
c. 12) que « t o d o ánimo desordenado es obra contra algún orden; y por tanto es
» para sí mismo pena » ; mas la pena no consiguiente que sea d^rjrjmjdo por el
causa reato de otra p e n a , porque así se mismo orden, la cúaTdepresion cierta­
iría á parar al infinito. L u e g o el pecado ffi^nte^rje^.^ AsTpues_ según l o s tres
no causa reato de pena. órdenes, a que está sometida la voluntad
Por e l contrario, se dice ( R o m . 2,9): humana, puede ser castigado el hombre
tribulación y angustia para toda alma con tres penas: porque la naturaleza hu­
del que obra.mal; y obrar mal es pecar. mana está sometida 1.° al orden de la
L u e g o el pecado induce la pena, que se propia razón ; 2.° al de un hombre este­
designa con el nombre d^Jr¿bjibj4^n y rior, que gobierna espiritual ó temporal­
mente, en lo político ó en lo económico ;
3.° al orden universal del régimen divino:
Conclusion. El pecador incurre en
tres penas, á saber, por parte de sí mis­
mo, del hombre y de Dios. p.or.el. pecado, núes el que peca obra cóii­
R e s p o n d e r e m o s , que de las cosas na­ tra la razón y contra la l e y humana y
turales se deriva á las cosas humanas el contra la l e y divina, incurriendo­ por ello
que lo que actúa contra algo sufra detri­ en tres penas, liria por si mismo, que es

(1) Este reato es el débito ó sujeción á pena, que debe sa­ rente del pecado y de la pena misma y como cierto medio en­
tisfacerse por el pecado cometido ¡ siendo por lo tanto dife­ tre uno y otra, seg­ün esplica Silvio.
CUESTIÓN L X X X V I I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 571

el remordimiento de la conciencia; otra sobre Ezequiel (Homil. 1 1 ; y Mor. 1. 2 5 ,


por el hombre ; y la tercera de parte de c. 9) que « ciertos pecados son penas de
Dios. » pecado».
A l argumento 1.° diremos, que la pena Conclusión. Un pecado [ 1 ] no puede
es consecuencia del pecado, en cuanto es ser per se pena de otro pecado; pero [ 2 ]
malo por razón de su desorden: por lo sí per accidens por parte de la causa ó
que, así como el mal se halla per accidens de la sustancia del acto ó del efecto.
en el acto del que peca ( 1 ) fuera de su R e s p o n d e r e m o s , que sobre el pecado
intención, de igual modo el reato de la podemos hablar de dos modos , per se y
pena. per accidens. P e r se de ningún modo
A l 2.° que la pena puede ser cierta- puede ser él pecado pena de pecado: por-
mente justa, tanto impuesta por Dios que el pecado se considera per se como
como por el hombre ; y por esto la mis- procedente de la voluntad, en cuyo con-
ma pena no es efecto del pecado directa- cepto tiene carácter de culpa; al paso
mente ( 2 ) , sino solo dispositivamente : que la pena es de suyo contraria á la v o -
pero el pecado hace que el hombre sea l u n t a d , como se ha probado ( P . 1. , a

reqjjenena, lo que esjan mal pues dice a C. 48 , a. 5 ) . E s pues notorio que el pe-
San Di^íSio^(^e*T5ív. nom. c. 4, p. 4 , cado , propiamente hablando , de ningún
lect. 18) que « el ser castigado no es modo puede ser pena de pecado. Mas per
» malo, sino el hacerse digno de pena »; accidens el pecado puede ser pena de
por cuya razón se dice que el reato de la pecado de tres modos: \ ° por parte de la
pena es directamente efecto del pecado. causa, que es la remoción del obstáculo;
A l 3.° que aquella pena del ánimo des- pues son causas incitativas al pecado las
ordenado se debe al pecado, porque per- pasiones , la tentación del diablo y otras
vierte el orden de la razón; pero se hace semejantes; las cuales causas se neutra-
reo de otra pena, porque pervierte el or- lizan por el auxilio de la gracia divina,
den de la ley divina ó humana. que se sustrae por el pecado: y así, sien-
do la misma sustracción de la gracia
ARTÍCULO I I . — El pecado puede ser cierta pena ( 3 ) y de Dios , como se ha
pena del pecado ? dicho ( C . 7 9 , a. 3 ) ; de aquí el llamarse
l.° Parece que el pecado no puede ser también pena per accidens aun el pecado
pena del pecado: porque las penas son que de esto se s i g u e ; y en este sentido
impuestas con el fin de que los hombres habla el Apóstol ( R o m . 1, 2 4 ) diciendo:
se reduzcan por ellas al bien de la vir- por lo cual Dios los entregó á los deseos
tud, como lo manifiesta claramente Aris- de su corazón, que son las pasiones del
tóteles (Ethic. 1. 10, c. últ.). Mas por el alma , es decir, en cuanto desamparados
pecado no se reduce el hombre al bien los hombres del auxilio de la divina gra-
de la virtud, sino á lo contrario. L u e g o cia son vencidos por las pasiones. D e este
el pecado no es pena del pecado. modo siempre el pecado se dice ser pena
del pecado precedente. 2.° Por parte de
2.° L a s penas justas vienen de Dios,
la sustancia del acto, que induce aflic-
como declara San Agustín ( Q q . 8 3 ,
ción , ora sea el acto interior, como se ve
q. 82 ) ; mas el pecado no viene de Dios,
en la misma ira y en la envidia ; ora es-
y es injusto. L u e g o el pecado no puede
tenio, como cuando algunos afrontan gra-
ser pena del pecado.
ve trabajo y d a ñ o , para realizar el acto
3.° L a pena es de suyocontraria^á la
de pecado, conforme á aquello (Sap. 5, 7):
^oJmrtajIfTm^
nos hemos fatigado en el camino de la
néTfela voluntad, como se deduce clara- iniquidad. 3.° Por parte del efecto , lla-
mente de lo antedicho ( C . 7 4 , a. 1 y 2 ) . mándose algún pecado pena respecto del
Luego el pecado no puede ser pena del efecto consiguiente ( 4 ) . Mas de estos
pecado. dos últimos modos un pecado no solo es
Por el contrario, San Gregorio dice
(1) Las ediciones de Pádua y García interponen aquí cf an- según lo dicho en la nota 1, pág. 570.
tes de préster, que en las demás como ert los manuscritos se (3) Nicolai suprime la conjunción et.
ve sin tal conjunción antepuesta y á todas luces innecesaria (i) Como el remordimiento de la conciencia, la infamia, las
cuando menos. enfermedades y pérdida de caudales y otros aflictivos resul-
(2) Pues su efecto directo es el reato ó sujeción á la pena tados del desorden anejo al pecado.
512 CUESTIÓN LXXXVII.—ARTÍCULOS ti Y III.

pena de otro precedente, sino también de L u e g o no castigará á los hombres con


él mismo. pena sempiterna.
A l argumento 1.° diremos, que aun el 4.° N a d a que es per accidens es infi-
ser algunos castigados por D i o s , al per- nito. E s así que la pena es per accidens,
mitir que caigan en algunos p e c a d o s , se porque no es conforme á la naturaleza
ordena al bien de la virtud ; y algunas del que es castigado. L u e g o no puede
veces también al de los mismos que pe- durar infinitamente.
can , como cuando después del pecado se Por el contrario, se dice ( M a t t h . 2 5 ,
levantan más humildes y más cautos. 4 6 ) : irán éstos al suplicio eterno , y
Siempre empero es para enmienda de (Marc. 3 , 2 9 ) : el que blasfemare contra
otros , que , al ver á algunos precipitarse el Espíritu Santo, jamás tendrá perdón,
de pecado en pecado, temen más el pecar. sino que será reo de eterno delito.
Mas en los otros dos modos es manifiesto Conclusión. El reato del pecado [ 1 ]
que la pena se ordena á la enmienda; por- necesariamente dura tanto como la sub-
que el hecho mismo de padecer el hom- versión del orden , en la que consiste y
bre trabajo y detrimento en pecar natu- que puede ser ó no irreparable; y así [2]
ralmente retrae á los hombres del pe- todo pecado aversivo de Dios y destruc-
cado. tor de la caridad induce de suyo reato de
A l 2.° que aquella razón procede del pena eterna.
pecado considerado en sí mismo. Responderemos q u e , como arriba se
L o propio debe decirse del tercero. ha dicho ( a . 1 ) , el pecado induce reato
de pena, en cuanto perturba algún orden.
P e r o , permaneciendo la causa, permane-
ARTÍCULO I I I . '•— Aigun pecado i n d u c e
ce el efecto; por lo que, mientras dura la
el reato de p e n a eterna ? (1)
perversión del orden , es necesario que
dure el reato de la pena: y subvierte uno
1.° Parece que ningún pecado induce el orden á veces de un modo reparable,
reato de pena eterna : porque la pena y otras irreparablemente; porque siempre
justa se equipara á la culpa, pues la jus- el defecto, con que se sustrae el principio,
ticia es igualdad ; por lo que se dice es irreparable; pero, si se salva el princi-
( I s . 2 7 , 8 ) : en medida contra medida, pio , en virtud de él otros defectos pue-
cuando fuere desechada, la juzgarás. den repararse, como si corrompido el
P e r o el pecado es temporal. L u e g o no principio visual no puede verificarse la
induce reato de pena eterna. reparación de la vista sino por sola la
2° L a s penas son ciertas medicinas virtud divina ; mas s i , salvo el principio
(Ethic. 1. 2 , c. 3). Pero ninguna medici- visual, sobrevienen á la vista algunos im-
na debe ser infinita, puesto que se ordena pedimentos , pueden repararse por la na-
al fin; y l o que se ordena al fin no es in- turaleza ó por el arte. Ahora bien: cada
finito, como dice Aristóteles (Polit. 1. 1, orden tiene algún principio, por cuyo
c. 6 ) . L u e g o ninguna pena debe ser in- medio se hace uno participante de aquel
finita. orden : y por t a n t o , si por el pecado se
corrompe el principio del orden, con que
3.° Nadie hace siempre (2) a l g o , si
la voluntad del hombre se somete á Dios;
no se deleita por sí en ello. Pero Dios...
habrá desorden, cuanto es de s u y o , irre-
no se deleita en la perdición de los hom-
parable, aunque pueda repararse por vir-
bres ( 3 ) , como se dice ( S a p . 1 , 1 3 ) .

(1) Orígenes incurrió entre otras en la herejía de afirmar (2) A pesar de hallarse semper en los autorizados códices de
que a los demonios serian salvos al cabo de cierto tiempo » ; y Alcañiz y Tarragona, en no pocas ediciones se lee en su lugar
asimismo los llamados libertinos decían que « el diablo ob- sapiens (ningún hombro cuerdo), y la de Pádua (1098) trans-
»tendrá después del juicio la misericordia de Dios » : algunos pone ademas las palabras subsiguientes con este hipérbaton:
han enseñado también q u e , « no los demonios, pero sí los nullus sapiens faclt aliquid prapter se, nisi in soipse delecleíur,
» hombres reprobos serán alguna vez libertados de su conde- « ningún discreto hace algo por sí mismo, á no deleitarse en
n nación » ; otros limitan esta opinión á solos los cristianos, y » sí mismo » ; redacción adoptada también por la moderna ro-
aun algunos únicamente á los católicos muy dados á obras de mana llamada áurea.
misericordia. Es dogma de fe la eternidad de las penas del (3) El testo de la Vulgata dice : Dios no hizo la muerte, ni se
infierno por ley común contra todos los condenados, sean deleita en la perdición de los vivos. Véase en el T. l . ° la nota 1
hombres ó demonios ; y esto es lo que se demuestra en el pre- de su pág. 205.
sente artículo.
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 573

tud divina: mas, como el principio de este car, conforme á aquello (Prov. 1 9 , 2 5 ) :
orden es el fin ú l t i m o , á que el hombre castigado el pestilente, se hace más cuer-
se adhiere por medio de la caridad; si- do el necio. A s í pues también las penas
gúese que cualesquiera pecados que apar- eternas de los reprobos impuestas por
tan de Dios, quitando la caridad, cuanto Dios son. medicinales para los que por
es de suyo , inducen reato de pena eter- la consideración de las penas se abstie-
na ( 1 ) . nen de los pecados , según aquello ( P s .
A l argumento 1.° diremos, que la pena 5 9 , 6 ) : diste á los que te temen una se-
es proporcionada al pecado en cuanto á ñal, para que huyan de la faz del arco,
la acerbidad tanto en el juicio divino y se libren tus amados.
como en el humano. Pero, como dice San A l 3.° que D i o s no se deleita en las
Agustín ( D e civit. D e i , 1. 2 1 , c. 1 1 ) , en penas por ellas mismas, sino que se com-
ningún juicio se requiere que la pena se place en el orden de su justicia , que lo
iguale á la culpa en duración : pues no, requiere.
porque el adulterio ó el homicidio se co- A l 4.° que la p e n a , aunque per acci-
meten en un m o m e n t o , se castigan con dens se ordena á la naturaleza, sin em-
pena momentánea; sino unas veces con bargo per se se ordena á l a j m v a c i o n del
cárcel ó destierro p e r p e t u o s , y otras ^rden y á la justicia de Dios; y por tanto,
hasta con muerte ; en la que no se consi- mientras dura el desorden , siempre dura
dera la duración del asesinato y sí más 1
la pena.
bien el ser perpetuamente arrancado de
la sociedad de los vivientes : y así repre-
A R T Í C U L O IV. — S e debe a l pecado
senta á su modo la eternidad de la pena
pcnailnOntta s e g ú n l a cantidad ? (3)
ó castigo divinamente impuesto. Sin em-
bargo es justo según San Gregorio ( D i a - 1.° Parece que se debe al pecado'v*'^'
log. 1. 4 , c. 4 4 ) que « el que en su eterno pena infinita en cantidad : porque se | ^
» pecó contra D i o s , sea castigado en lo dice (Jerem. 1 0 , 2 4 ) : castígame, Señor,
» eterno de Dios » ; y dice haber pecado pero enjuicio; y no con tu furor, no sea
alguno « en su eterno » , no solo por la que me reduzcas á la nada; mas la ira
continuación del acto durante toda la de Dios ó su furor significa metafórica-
vida del hombre, sino porque en el hecho mente la venganza de la divina justicia,
mismo de cifrar su fin en el pecado tiene y el ser reducido á la nada es pena infi-
voluntad de pecar eternamente: por lo nita , así como el hacer algo d e la nada
cual dice el mismo San Gregorio (Moral. es de virtud infinita. L u e g o según la
1 . 4 ) que <t los inicuos habrían querido venganza divina el pecado se castiga
» vivir sin fin, para poder perseverar sin con pena infinita en cantidad.
» fin en sus iniquidades » ( 2 ) .
2.° A la cantidad de la culpa corres-
A l 2.° que la pena impuesta según ponde la cantidad de la pena según aque-
las leyes humanas no siempre es medici- llo ( D e u t e r . 2 5 , 2 ) : conforme á la me-
nal para el p e n a d o , sino solo para otros; dida del pecado será también la tasa de
así como se ahorca al ladrón, no para los azotes. Pero el pecado, que contra
que él mismo se enmiende , sino para es- Dios se c o m e t e , es infinito: porque tanto
carmiento de otros, á fin de que al menos más grave es el pecado, cuanto es mayor
por el temor del castigo desistan de pe- la persona contra quien se peca; así como

(1J Así lo tienen definido espresa y terminantemente los persistente obstinación, que se supone en el que muere sin
Concilios dcLetran (c. Firmilcr) y do Trento (scss. 6, can. 14 retractación ó arrepentimiento de su culpa.
y 25 ; y sess. 14, can. 5). (3) Combátese aquí la herejía de Joviniano, según el cual
(2) Es muy de notarse, cual se hace en la edición de Parma, « los pecadores serán iguales en las penas», fundando su
que en el pecado deben considerarse el grado ó gravedad do error en que la pena del pecado sería en todos infinita en can-
su malicia y la duración del acto pecaminoso : al 1.° corres- tidad ó acerbidad y no puede ser mayor un infinito que otro;
ponde la acerbidad de la pena, y á la 2. el tiempo de su du-
a
siendo así que según la doctrina aquí consignada la infinidad
ración ; y no deben cambiarse estas correlaciones. Así pues de las penas se refiere, no á su gravedad, que realmente es
la gravedad del castigo debe ser proporcional á la de la culpa ; mayor ó menor en proporción de la de los pecados, sino á su
pero de ningún modo puede medirse con igualdad la respec- duración, igual en lodos como lo es también su pertinacia se-
tiva duración de la culpa y de la pena, como lo patentiza el gún lo espuesto en la nota precedente. Dicho error fue espre-
ejemplo aducido en el testo ; sino que el castigo debe ser pro- sámente condenado por el Concilio de Florencia, que declaró
porcionado en cuanto al tiempo á la intención del criminal, la (scss. v i l . ) que «las almas condenadas serán castigadas en el
<¡ue desde luego se colige ser perpetua ó sin término de la »infierno con desiguales penas ».
574 CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS IV Y V.

es pecado más grave herir al príncipe A l 2.° que aquella razón se refiere al
que á un hombre privado. Siendo pues pecado por parte de la aversión, que es
infinita la grandeza de D i o s , pena infi- como peca el hombre contra Dios.
nita se debe por el pecado que contra A l 3.° que la duración de la pena cor-
Dios se comete. responde á la duración de la culpa, no
3.° D e dos maneras es infinita una ciertamente por parte del acto , sino por
cosa , en duración y en cantidad. E s así parte de la mancha, durante la cual queda
que la pena es infinita en duración. L u e - el reato de la pena: mas la acerbidad del
g o también en cantidad. castigo corresponde á la gravedad de la
Por el contrario: según esto las penas culpa; y esta, siendo irreparable, tiene de
de todos los pecados mortales serían igua- suyo el durar perpetuamente ; por lo
les ; porque un infinito no es mayor que que se debe á ella pena eterna. Pero de
otro infinito. parte de la conversión no tiene infinitud;
Conclusión. Por parte de la conver- y por tanto no se le debe en este con-
sión corresponde convenientemente al pe- cepto pena infinita según la cantidad.
cado la pena de sentido ; mas de parte
de la aversión la pena de daño. ARTÍCULO V . — Todo pecado induce
Responderemos, que la pena se propor- reato de p e n a eterna ? (3)
ciona al pecado; y en el pecado hay dos
cosas : 1 . la aversión del bien inconmu-
a
1.° Parece que todo pecado causa reato
table, que es infinito; y por esta parte el de pena eterna: porque la pena, como se
pecado es infinito ( 1 ) ; 2 . la desordenada
a
ha dicho (a. 4 ) , se proporciona á la culpa.
conversión al bien conmutable; y por esta P e r o la pena eterna dista infinito de la
parte el pecado es finito, y a porque el temporal ; y ningún pecado parece dife-
mismo bien conmutable es finito, y a tam- renciarse de otro hasta lo infinito, puesto
bién porque la misma conversión es finita, que todo pecado es un acto humano, que
pues no pueden ser infinitos los actos no puede ser infinito. A s í pues , debién-
de una criatura. A s í pues por parte de dose á algún pecado pena eterna según
la aversión corresponde al pecado la pena lo dicho (a. 3 ) , parece que á ningún pe-
de daño , que también es infinita, porque cado se debe tan solo pena temporal.
es la pérdida del bien infinito, que es 2.° E l pecado original es el mínimo de
D i o s ; mas por parte de la desordenada los pecados; por lo cual dice San A g u s -
conversión le corresponde la pena de sen- tín (Enchir. c. 9 3 ) que « h a y suavísima
tido, que es asimismo finita ( 2 ) ; » pena para los que son castigados por
A l argumento 1.° diremos, que el re- » solo el pecado original » ; y sin embar-
ducirse enteramente á la nada el que g o al pecado original se debe pena per-
peca no conviene á la divina justicia; petua, porque nunca verán el reino de
porque repugna á la perpetuidad de la Dios los niños que sin el bautismo mueren
p e n a , que es conforme á la divina justi- con el pecado original, como se ve claro
cia, como se ha dicho (aquí y a. 3 ) : pero por lo que el Señor dice (Joann. 3, 3) :
se dice que se reduce á la n a d a , por no puede ver el reino de Dios, sino el
cuanto se priva de los bienes espiritua- que renaciere de nuevo. L u e g o con mu-
l e s , conforme á aquello ( i Cor. 1 3 , 2 ) : cha más razón será eterna la pena de to-
si no tuviere caridad, nada soy. dos los otros pecados.
(1) Objetiva y estrínseca ó circunstancialmente, y no s u b - (2) Pío debe empero entenderse (advierte Silvio) que la
jetiva ó intrínsecamente y en absoluto, como contra la mente aversión es castigada por Dios con la sola pena de daño, y la
bien maniñesta del Santo Doctor han ideado ciertos teólogos conversión solo con la de sentido ; sino que una y otra son
aun con la pretensión de tomistas ; pues harto claramente lo castigadas con ambas penas, como se identifican realmente en
espresa así la locución amissionem infinili boni ( pérdida del el que comete pecado mortal -. siendo la aludida distinción
bien infinito), que solo objetivamente es infinita, y no por verdaderamente racional ó de mero concepto, para esplicar y
consiguiente en el sujeto mismo pecador, ni en cantidad ó entender más fácilmente la respectiva aplicación á ambas de
gravedad subjetiva, bajo cuyo aspecto únicamente pueden ser una y otra pena.
desiguales los pecados mortales aun de una misma especie en (3) La solución de esta tesis indica á todas luces la existen-
los dive.rsos individuos, como asimismo las penas á ellos res- cia del Purgatorio para la espiacion ó satisfacción del reato de
pectivamente adjudicadas- Esto hace conocer lo impertinente pena temporal anejo á los pecados veniales y á los mortales,
de la triple distinción escogitada por algunos, para esplicar á cuya penitencia no se ha cumplido totalmente antes de la
su manera la infinidad intrínseca del pecado, considerándolo muerte, según la definición del Concilio de Florencia en su
como mal del hombre, como ofensa de Dios y como destruc- sesión última.
ción de Dios mismo en la intención ó ánimo del pecador.
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULOS V Y V I . 575

3.° A l pecado no se debe mayor pena, s i o n , porque ciertos pecados se cometen


porque se adjunte á otro pecado ; puesto por aversión del último fin, y otros por
que cada uno de los dos tiene tasada su el desorden acerca de las cosas concer-
pena según la divina justicia. E s así que nientes al fin; y el fin último se dife-
al pecado venial se debe pena eterna, si rencia infinitamente de lo conducente á él.
se baila con el pecado mortal en algún A l 2." que al pecado original no se
condenado; porque en el infierno no pue- debe pena eterna por razón de su grave-
de haber remisión alguna. L u e g o al p e - dad, sino por la condición del sujeto, es
cado venial simplemente se debe pena decir, del hombre que se halla sin la
eterna ; y por consiguiente á ningún p e - gracia, por la que únicamente se hace la
cado se debe pena temporal. remisión de la pena (2).
Por el contrario, dice San Grego- A l 3.° debe decirse otro tanto del pe-
rio (Dial. 1. 4, c. 39) que « ciertas culpas cado v e n i a l ; porque la eternidad de la
» más leves se perdonan después de esta pena no corresponde á la cantidad de la
» vida ». L u e g o no todos los pecados son culpa, sino á la irremisibilidad de la mis-
castigados con pena eterna. ma, como se ha dicho (a. 3) (3).
Conclusión. A los pecados, en los que
salvo el orden al fin último hay algún ARTÍCULO V I . — Él reato de la pena
desorden acerca de los medios conducen- permanece después del pecado ? (4).
tes al fin, no se debe pena eterna, sino
temporal.- l.° Parece que el reato de la pena no
Responderemos que, como antes se ha permanece después del p e c a d o : porque,
dicho (a. 1 y 3 ) , el pecado causa reato quitada la causa, se quita el efecto ; y el
de pena eterna, en cuanto irreparable- pecado es la causa del reato de la pena.
mente repugna al orden de la divina jus- L u e g o , quitado el pecado, cesa el reato
ticia; porque contraría al mismo principio de la pena.
del orden, que es el fin último. Empero 2.° E l pecado se quita volviendo el
es manifiesto que en ciertos pecados hay hombre á la virtud; y al virtuoso no se
en verdad algún desorden, mas no por debe pena, sino más bien premio : luego,
contrariedad al último fin, sino solo acer- quitado el pecado, no permanece el reato
ca de lo que atañe al fin, en cuanto más de la pena.
ó menos debidamente se atiende á ello, 3.° L a s penas son medicinas (Ethic.
salvo no obstante el orden al fin último; 1. 2, c. 3 ) ; mas, después que uno está y a
por ejemplo, cuando el hombre, aunque curado de la enfermedad, no se le aplica
se aficione demasiado á alguna cosa tem- medicina. L u e g o , quitado el pecado, no
poral , no quisiera sin embargo por ella queda el débito de la pena.
ofender á D i o s , haciendo algo contra su Por el contrario, se dice ( n B e g . 12,
precepto : de donde se sigue que, á tales 13) que David dijo á Natán , pequé con-
pecados no se debe pena eterna, sino tem- tra el Señor ; y Natán respondió á Da-
poral (1). vid, el Señor también ha trasladado tu
A l argumento 1.° responderemos, que pecado: no morirás; mas, por cuanto has
los pecados no difieren hasta el infinito hecho blasfemar á los enemigos del Se-
por parte de la conversión al bien con- ñor (5), morirá de muerte el hijo que
mutable, en la cual consiste la sustancia te ha nacido. L u e g o se castiga por Dios
del a c t o ; pero sí por parte de la aver- á alguno, aun después que.se le perdona

fi) Véase la C. 88, donde se esplica bien la diferencia entre suprimiendo así de una plumada el uso y valor de las indul-
el pecado mortal y el venial, esclareciéndose á la vez la doc- gencias, la necesidad de la satisfacción y la existencia del
trina aquí establecida. Purgatorio.
(2) Puede consultarse en la P. 3." la C. i , a. 4. (5) Parece chancearse impudentemente Calvino, al soste-
(3) Es decir, que la pena de los pecados veníale^ en el in- ner que ese castigo fue impuesto á David únicamente como
fierno es eterna ver accidens, por la circunstancia de estar ad- precaución ó escarmiento para lo futuro, y no en espiacion
juntos á algún mortal, sin cuya remisión allí ya imposible de su pecado, ya perdonado según la terminante declaración
son asimismo irremisibles aun aquí también los leves según del profeta Natán : lo cual dio lugar á la espresa declaración
la doctrina unánime de los SS. PP., por más que los escotis- contraria del Concilio de Trento, diciendo (sess, 14, c. 8 ) : « es
tas disientan do ella. » completamente falso y en pugna con la palabra de Dios que
(4) Según Lutero, « perdonada la culpa, quédalo también » nunca se perdona la culpa, sin que quede á la vez condo-
»la pena»; doctrina condenada por el Concilio Tridentino » nada también toda la pena ».
(«en. 0, c.,14, can. 15 y 30): Calvino enseñaba el mismo error,
516 CUESTIÓN LXXXVII. —ARTÍCULOS VI Y V I I .

el pecado ; y así el reato de la pena per- pena satisfactoria disminuye algo de la


manece, quitado el pecado. r-azon de castigo : porque el concepto de
Conclusión. Cesando el acto de peca- pena entraña el de ser contra voluntad;
do [ 1 ] queda el reato de la pena en to- y la pena satisfactoria, aunque según la
dos los pecados actuales; y la mancha del consideración absoluta sea contra la vo-
pecado [ 2 ] no puede borrarse en el ham- luntad, no sin embargo como ahora ( 1 ) ;
bre, si su voluntad no acepta el orden de y por esto es voluntaria, siéndolo por lo
la divina justicia : pero [ 3 ] , quitada la mismo en absoluto, aunque relativamente
mancha de la culpa, puede quedar el involuntaria, como se ve claramente en
reato de la pena satisfactoria, aunque lo que dejamos dicho sobre lo voluntario
no en su concepto absoluto de pena. é involuntario ( C . 6 , a. 6). D e b e decirse
R e s p o n d e r e m o s , que en el pecado pues que, quitada la mancha de la culpa,
pueden considerarse dos cosas, á saber, puede ciertamente quedar el reato, no de
el acto de la culpa y la mancha consi- la pena simplemente dicha, sino de la
guiente. P e r o es claro q u e , cesando el satisfactoria (2).
acto de pecado, queda el reato en todos A l argumento 1.° diremos q u e , así
los pecados actuales: porque el acto de como cesando el acto de pecado queda la
pecado hace al hombre reo de pena, en mancha, como arriba se ha dicho ( C . 86,
cuanto quebranta el orden de la divina a. 2 ) , así también puede quedar el reato;
justicia, al cual no vuelve sino por cierta pero cesando la mancha no queda el rea-
compensación de la pena, que estaTríece to con idéntico carácter, como queda
jTTgualcrád: de la justicia, es decir', 5e dicho.
modo que el que condescendió con su v o - A l 2.° que al virtuoso no se debe pena
luntad más de lo debido obrando contra simplemente: puede sin embargo debér-
el mandamiento de D i o s , conforme al sele pena como satisfactoria ; porque per-
orden de la divina justicia sufra, de bueno tenece á la virtud esto mismo de que sa-
ó m a l grado algo contrario a lo que él tisfaga por aquello, en que ha ofendido á
qrnlier'áTTTó cual también se observa en Dios ó al hombre.
•ffii^injurias -hechas á los hombres, que A l 3.° que, quitada la m a n c h a , se ha
por la compensación de la pena queda sanado la herida del pecado en cuanto á
la voluntad ; pero se requiere todavía la
E s t o pues hace evidente que", dün'cefcíñ- pena para la curación de las otras fuerzas
do el acto de pecado ó la injuria inferida, del alma, que quedaron desordenadas
aún queda el débito de la pena. P e r o , si por el pecado precedente, á fin de que se
hablamos de la borradura del pecado en curen por contrarios (medicamentos):
cuanto á la mancha, así es manifiesto que también se requiere, para restablecer la
la mancha del pecado no puede quitarse igualdad de la justicia, y para quitar el
del alma, sino uniéndose el alma á Dios; escándalo de otros, de modo que se edifi-
por cuyo alejamiento incurría en el de- quen en el castigo los que se escandali-
trimento del propio brillo, que es la man- zaron por la culpa, como se v e clara-
cha, como antes se ha dicho ( C . 86, a. 1 ) : mente en el ejemplo de D a v i d aducido
y, pues el hombre se une á Dios por la (arg. Por el contrario).
voluntad, sigúese que la mancha del pe-
cado no puede ser quitada del hombre, ARTÍCULO VII. — Toda pona es por
sin que su voluntad acepte el orden de la a l g u n a culpa ?
divina justicia, es decir, ó imponiéndose
él mismo espontáneamente la pena en l.° Parece que no toda pena es por
indemnización de la pasada culpa, ó bien alguna culpa, porque se dice ( J o a n . 9,3),
sufriendo pacientemente la impuesta por del ciego de nacimiento que ni este pecó,
D i o s ; porque de ambos modos tiene la ni sus padres, para haber nacido ciego ;
pena carácter de satisfacción. M a s la y del mismo modo vemos que muchos

(1) En el caso ó hipótesi, de que aquí se habla. pecador, sometiéndose así en el hecho mismo á la voluntad
(2) Esto es, no precisamente como pena en su concepto co- divina y al orden de su justicia, violado antes por su pecado.
mún de sufrirse á despecho de la voluntad, cual de ordinario Puede verse sobre esto la C. 80, a. 4, de la 3." P.
sucede ; sino con la libre y resignada aceptación por parte del
CUESTIÓN LXXXVII. — ARTÍCULO VII. 577

niños aun bautizados sufren graves pe- en el reato de la pena son á veces una
nas, por ejemplo, fiebres, opresiones de sola cosa según la voluntad con unión de
los demonios y muchas á este tenor, no amor, de aquí es que algunas veces uno
obstante no haber en ellos pecado, des- que no pecó, sufre voluntario la pena
pués que fueron bautizados ; y , antes de por otro ; como también en las cosas h u -
serlo, no hay en ellos más de pecado que manas vemos que uno transfiere á sí mis-
en otros niños, que no las padecen. L u e - mo la deuda de otro. Pero, si hablamos
go no toda pena es por el pecado. de la pena simplemente considerada, se-
2.° L a misma razón parece haber para gún que tiene razón de pena, en este
que los pecadores prosperen, que para sentido siempre se relaciona con la pro-
que sean castigados algunos inocentes; y pia culpa, unas veces, actual, por ejem-
ambas cosas las hallamos frecuentemente plo, cuando uno es castigado ó por D i o s
en las cosas humanas, pues se dice de los ó por el hombre por el pecado cometido;
inicuos ( P s . 72, 5 ) : no están en el tra- y otras original, y esto ya principal, ya
bajo de los hombres, ni con los demás consecuentemente : principalmente la pe-
hombres serán azotados ; y ( J o b . 2 1 , 7 ) : na del pecado original consiste en que
viven los impíos, son ensalzados y crecen la naturaleza humana queda destituida
en riquezas; y ( H a b a c . 1, 13) ¿porqué del auxilio de la original justicia; pero
te vuelves á mirar sobre los que hacen como consecuencia de esto todas las pe-
mal, y te estás callando cuando traga el nalidades, que acaecen á los hombres por
impío al más justo que él ( 1 ) ? L u e g o defecto de naturaleza. D e b e sin embargo
no toda pena se inflige por culpa. saberse que alguna vez parece ser penal,
3.° D í c e s e de Cristo ( i Petr. 2, 2 2 ) que lo que no obstante no tiene simplemente
no hizo pecado, ni se encontró en su boca razón de p e n a : porque la pena es especie
el dolo; y sin embargo allí mismo se dice de mal, como se ha dicho ( P . 1. C. 4 8 , a

que padeció por nosotros. L u e g o no siem- a. 5), y el mal es privación del bien. Mas,
pre impone Dios pena por culpa. como son muchos los bienes del hombre,
á saber, de alma, de cuerpo y de cosas
Por el contrario , se dice ( J o b . 4 , 7 ) :
esteriores, sucede algunas veces que el
Quién inocente jamas pereció, ó cuándo
hombre sufre detrimento en un bien me-
los justos fueron destruidos ? Antes bien
nor, para aumento del mayor; como
he visto que los que obran iniquidad...
cuando padece detrimento /le dinero pol-
perecieron al soplo de Dios : y San
la salud del cuerpo, ó en ambas cosas
Agustín (Retract. 1. 1, c. 9 ) dice que
por la salud del alma y por la gloria de
«toda pena es justa, y por algún pecado
D i o s ; y entonces tal detrimento no es
» se impone » .
simpliciter mal del hombre, sino secun-
Conclusion. Toda pena [ 1 ] conside- dum quid, por lo que no tiene simple-
rada en absoluto se impone por alguna mente razón de pena sino de medicina,
culpa propia actual ú original, principal pues también los médicos propinan á los
ó consecuentemente; y [ 2 ] como satis- enfermos pociones amargas, para que pro-
factoria puede sufrirla voluntariamente duzcan la s a l u d : y , como tales (sufri-
el inocente por el culpable : mas [ 3 ] las mientos) no tienen propiamente razón de
penas, que redundan en mayor bien, no pena, no se reducen á culpa como á cau-
se reducen inmediatamente á la culpa sa, sino en razón de que (2) la misma
como á su causa. necesidad de aplicar medicinas penales á
Responderemos q u e , como y a se ha la naturaleza humana proviene de la
dicho (a. 6), la pena puede considerarse corrupción de la naturaleza, que es una
de dos maneras; simplemente y en cuan- pena del pecado original; puesto que en
to es satisfactoria. Verdaderamente la el estado de la inocencia no hubiera sido
pena satisfactoria en cierto modo es v o - necesario ¡estimular á uno al aprOVecha-
luntaria ; y, por cuanto los que difieren

(1) Nos permitimos sustituir esta versión literal de la Vul- birse con Nicolai sin interposición de signo ortográfico algu-
gata segui) el P. Scio al testo de la S U M A , tomado sin duda no, cual se halla en algunas ediciones ; debiendo entenderse
de la antigua biblia latina: «¿porqué miras á los despreciado- de todos modos en el sentido de « remota é indirectamente »,
«res, y callas conculcando el impío al más justo que él? » según también anota Drioux.
(2) Pro tanto quia, como á nuestro modo de ver debe escri-
SUMA. TEOLÓGICA. — TOMO U . 31
578 CUESTIÓN LXXXVII.—ARTÍCULOS VII Y VIII.

miento de la virtud por medio de ejerci- hasta la tercera y cuarta generación de


cios penales. A s í pues lo que hay de aquellos que me aborrecen; y ( M a t t h . 23,
penal en esto se reduce á la culpa original 3 5 ) : para que venga sobre vosotros toda
como á su causa ( 1 ) . la sangre inocente, que se ha vertido so-
A l argumento 1.° diremos, que tales bre la tierra.
defectos de los que nacen, ó aun de los 2° L a justicia humana se deriva de la
niños, son efectos y penas del original justicia divina. Pero según la justicia hu-
pecado, como se ha dicho (aquí y C. 85, mana algunas veces los hijos son castiga-
a. 5), y quedan aun después del bautismo dos por los padres, como se ve clara-
por la causa anteriormente dicha; y el mente en el crimen de lesa majestad.
no ser iguales en todos consiste en la di- L u e g o también según la divina justicia
versidad de naturaleza, que queda aban- uno es castigado por el pecado de otro.
donada á sí misma, como arriba se ha 3.° Si se dice que el hijo no es casti-
dicho ( C . 8 2 , a. 4, al 2.°). Sin embargo gado por el pecado del p a d r e , sino por
se ordenan tales defectos conforme á la pecado propio, en cuanto imita la mali-
divina providencia á la salud de los hom- cia paterna ; no más se dirá esto de los
bres, ya de los que los sufren, ya de otros hijos que de los estraños, que con seme-
que son amonestados con penas, y tam- jante pena son castigados en .aquellos,
bién á la gloria de Dios. cuyos pecados imitan. N o parece pues
A l 2.° que los bienes temporales y cor- que los hijos sean castigados por peca-
porales son en efecto bienes del hombre, dos propios, sino por los pecados de sus
pero pequeños; mas los bienes espirituales padres.
son grandes bienes del hombre: pertenece Por el contrario, se dice ( E z e c h .
por consiguiente á la divina justicia dar 18, 2 0 ) : el hijo no llevará la iniquidad
á los virtuosos bienes espirituales, y de del padre.
los bienes ó males temporales tanto cuan- Conclusión. Lapena satisfactoria [1]
to baste para la virtud; pues, como dice puede aceptarla uno voluntariamente en
San Dionisio ( D e div. nom. c. 8, lect. 4), pro de otro , y aun como medicinal im-
ce es propio de la divina justicia no debi- puesta por Dios ó los hombres : mas la
» litar la fortaleza de los mejores con dá- meramente penal [ 2 ] solo se impone y
» divas de bienes materiales » . Mas res- sufre por los pecados propios ; y espe-
pecto de otros el hecho mismo de conce- cialmente [ 3 ] todo menoscabo en bienes
derles bienes temporales redunda en mal espirituales es pena de pecado personal,
de los espirituales; por lo que dice y con- cometido ó heredado, esto es, ó actual ú
cluye ( P s . 72, 6.°): por eso se apoderó de original.
ellos la soberbia. Responderemos que, si hablamos de
A l 3.° que Cristo sufrió la pena satis- la pena satisfactoria, que se toma volun-
factoria, no por sus pecados, sino por los tariamente, puede uno llevar (2) lapena
nuestros. de otro, en cuanto son en cierto modo uno
mismo, como se ha dicho (a. 7): pero, si
ARTÍCULO V I I I . — E s castigado uno se habla de la pena impuesta por el pe-
por e l pecado de otro ? cado, en cuanto tiene razón de pena, en
este sentido cada uno es castigado úni-
l.° Parece que uno es castigado por el camente por su propio pecado, porque el
pecado de otro: porque se dice ( E x . 2 0 , acto de pecado es alguna cosa personal;
5 ) : Yo soy Dios... zeloso , que visito la y en cuanto á la pena con carácter de
iniquidad de los padres sobre los hijos medicina bien puede uno ser castigado

(1) Universal ó general, sin la que no habría lugar á pena- » cepcion son castigos de sus pecados» ; al paso que decía
lidad alguna, según se colige del contesto; no empero especial Quesnel: «jamás aflige Dios á los inocentes, sirviendo siem-
ó individual respecto de todos y cada uno de los que sufren » pre sus tribulaciones ó para castigo del pecado ó para puri-
penalidades, como asimismo se desprende délas proposiciones » ficar al pecador a.
de Bayo y Quesnel condenadas por Pío V y Gregorio XIII (1) No ser castigado por otro, lo cual propiamente es sufrir
como temerarias, y que hoy después de la bula de Pío IX de- lapena impuesta sin aceptación por parle del que la esperi-
claratoria del dogma de la Concepción Inmaculada serían ab- menta, requisito indispensable para satisfacer por él y sobre;
solutamente heréticas; pues la 73 de Bayo decía que «la llevar así la pena debida al otro; según oportunamente ad-
» Bienaventurada Virgen murió á causa del pecado contraído vierte Silvio.
» de Adán » y que « las aflicciones de todos los justos sin es-
CUESTIÓN LXXXVII, — A R T Í C U L O VIII. 579

por el pecado de otro. E n efecto : queda que se añade ( E x . ibid; ) á los que me
dicho (a. 7) que los detrimentos de cosas aborrecen; y también (Math. 2 3 , 32) se
corporales, ó aun del mismo cuerpo, son dice : y llenad vosotros la medida de
ciertas medicinas penales ordenadas á la vuestros padres. Dice empero que se
salud del alma : por lo que nada obsta, castigan los pecados de los padres en
para que con tales penas uno sea casti- los h i j o s , porque estos nutridos en los
gado por el pecado de otro , ya por Dios pecados de los padres están más inclina-
ya por el hombre, como los hijos por los dos á p e c a r , y a por la costumbre, y a
padres y los subditos por sus señores, en también por el ejemplo de los padres,
cuanto son como cosas de ellos; de modo como siguiendo la autoridad de ellos ; y
empero que, si el hijo ó el subdito es par- son también dignos de mayor pena ó
ticipante de la c u l p a , tal defecto penal c a s t i g o , si viendo los castigos de los pa-
tiene razón de pena respecto de los dos, dres no se han corregido , por lo cual
es decir, tanto del c a s t i g a d o , como de añadió, hasta la tercera y cuarta gene-
aquel en cuyo lugar lo e s ; pero, si no es ración; porque soban vivir entonces tanto
participante de la culpa , tiene razón de los hombres , que veian hasta su tercera
pena en cuanto á aquel, á quien sustituye y cuarta generación ; y así mutuamente
en el castigo, y en cuanto al que lo sufre pueden ver los hijos los pecados de los
solo razón de medicina; á no ser per ac- padres para imitarlos, y los padres los
cidens, en cuanto consiente en el pecado castigos de los hijos para sentirlos.
de otro; porque se ordena á él para el A l 2.° que son corporales y temporales
bien del a l m a , si sufre pacientemente. las penas, que la justicia humana impone
Mas las penas espirituales no son medi- á uno por el pecado de otro; y á manera
cinales ( 1 ) , porque el bien del alma no de remedios ó medicinas contra las cul-
se ordena á otro bien mejor : por lo cual pas siguientes, para que los mismos cas-
en los bienes del alma nadie sufre detri- tigados ú otros se abstengan de seme-
mento sin culpa propia ; y por lo mismo jantes culpas.
con tales penas , como dice San Agustín
A l 3.° que más se dice (2) ser casti-
en su carta ad Avitum (ad Auxilium) uno
gados por los pecados de otros los pa-
no es castigado por otro , pues en cuanto
rientes que los estraños ; y a porque las
al alma el hijo no es cosa del padre : y
penas de los parientes redundan en cierto
en consecuencia aun asignando el Señor
modo en los que pecaron, como va dicho,
la causa de e s t o , dice ( E z e c h . 1 8 , 4 ) :
en cuanto el hijo es cierta cosa del pa-
mías son todas las almas.
dre ; y a también, porque hasta los do-
A l argumento 1.° diremos, que ambos mésticos ejemplos y los domésticos cas-
dichos parecen deber referirse á las pe- tigos mueven más : así q u e , cuando uno
nas temporales ó corporales, en cuanto se ha criado en los pecados de los padres,
los hijos son ciertas cosas de los padres los sigue con más vehemencia; y , si por
y los sucesores de los predecesores : ó, si las penas de ellos no se aterra, parece más
se refiere á las penas espirituales, esto se obstinado, por lo que es digno aún de
dice por la imitación de la culpa ; por lo mayor pena ó castigo.

(1) Algunas ediciones (entre ellas la áurea y la novísima pertinente por lo menos
francesa de DriouxJ" añaden aquí lanlitm, adverbio que según (2) Algunos leen debenl por dicunlur que traducimos de
el P. Kicolai haría un sentido absurdo y do todos modos im- acuerdo con casi todas las ediciones.
CUESTIÓN LXXXYIII.

Pecados venial y mortal.

Por cuanto los pecados venial y mortal se distinguen según el r e a t o , trataremos a h o r a de ellos,
y 1.° consideraremos el pecado v e n i a l , comparándole con el m o r t a l , y 2.° el venial en sí mismo. Lo
primero será objeto de seis artículos. l.° El pecado venial se diferencia convenientemente del mor-
tal ? — 2.° Se distinguen los dos en el género ? — 3-° El pecado venial es disposición p a r a el mortal ? —
4 . ° Puede hacerse mortal ? —5.° .Una circunstancia agravante puede hacer mortal el pecado venial?
— 6.° El pecado mortal puede hacerse venial ?

A R T Í C U L O I . — Hay razón para distin- mente usar, como dice San Agustín (ibid.
guir el pecado venial del mortal ? (1) c. 3 ) . L u e g o todo el que p e c a , goza del
bien conmutable. M a s «gozar de las co-
1.° Parece no conveniente la división » sas que solo deben usarse es perversi-
del pecado en venial y mortal: porque » dad h u m a n a » , como dice San Agustín
dice San A g u s t í n ( contra F a u s t o , 1. 2 2 , ( Q q . l . 8 3 , q. 3 0 ) . P o r consiguiente, siendo
c. 27 ) que « pecado es dicho ó hecho ó la perversidad pecado mortal, parece que
» deseo contra la l e y eterna » . P e r o el todo el que peca peca mortalmente.
ser contra la l e y eterna constituye el pe- 4.° Todo el que se acerca á un término,
cado mortal. L u e g o todo pecado es mor- por el hecho mismo se aparta del otro: y,
tal , y no debe por lo tanto contraponér- pues todo el que peca se acerca al bien
sele el venial. conmutable , por lo mismo se aparta del
2.° Dice el Apóstol ( i Cor. 1 0 , 3 1 ) : bien inconmutable, pecando en conse-
ora comáis, ora bebáis, ó hagáis cual- cuencia mortalmente. L u e g o no es con-
quiera otra ( 2 ) cosa, hacedlo todo para veniente la división del pecado venial
gloria de Dios. M a s obra contra este pre- contra el mortal.
cepto todo el que peca; porque no se hace Por el contrario, dice San Agustiu
el pecado por la gloria de Dios. Siendo (Homil. super Joan, tract. 4 1 ; y Enchir.
pues pecado mortal obrar contra el pre- c. 4 4 ) que « crimen es lo que merece con-
cepto, parece que todo el que peca peca J¡> denacion, y venial lo que no la merece»;
mortalmente. y crimen denota pecado mortal. Luego
3.° Todo el que se adhiere á una cosa con razón el pecado venial se contrapone
por amor, se adhiere á ella ó como g o - al mortal.
zándola , ó como usando de e l l a , según Conclusión. Hay verdadera diferen-
consta por San Agustín ( D e doctr. christ. cia entre el pecado mortal, contrario al
1. 1, c. 3 y 4 ) : y ninguno que peca se ad- orden de la caridad, y el venial, que solo
hiere al bien c o n m u t a b l e , como usando es fuera de dicho orden.
de é l , pues no lo refiere al bien que nos Responderemos, que algunas cosas, si
hace bienaventurados, lo que es propia- se toman en sentido propio, no parecen

(1) Calvino decia heréticamente que « ninguna diferencia naturaleza á despecho de la tergiversación del dogma católi-
» hay entre el pecado mortal y el venial », siendo todos mor- co, insinuada por Bayo mediante las palabras natura sua en
tales y dignos de suplicio eterno : doctrina espresamente con- una de sus proposiciones justamente condenadas por San
denada por el Santo Concilio de Trento (siss. 6, c. 11 y 15 ; y Pio V y Gregorio XIII.
<»• 14, c. 5). Hay pues pecados simplemente veniales por su (2) En la Vulgata no se lee la palabra àlìud.
CUESTIÓN L X X X V I I I . — A R T Í C U L O I. 581

ser opuestas; y tomadas metafóricamente ral como espiritual : y por esto el pecado
se halla que son opuestas, como el reir venial se contrapone convenientemente al
no es opuesto á aridecer, pero, según que mortal.
el mismo reir se aplica metafóricamente A l argumento 1.° diremos, que la divi-
á un prado por su florescencia ó lozanía, sión del pecado en venial y mortal no es
se opone á aridecerse. D e l mismo modo, división del género en especies, que igual-
lo mortal propiamente hablando, según mente participan de la razón de género,
que se refiere á la muerte corporal, no sino de lo análogo en cosas á que se atri-
parece tiene oposición con lo venial, ni buye según la prioridad y posteriori-
que pertenece al mismo género; pero me- dad ( 1 ) ; y por tanto la perfecta razón
tafóricamente considerado lo mortal se de p e c a d o , que establece San Agustín,
opone á lo venial : porque, siendo el pe- conviene al pecado m o r t a l : mas el peca-
cado cierta enfermedad del a l m a , como do venial se llama pecado según razón
antes se ha espuesto ( C. 6 1 , a. 1, al 3.°; imperfecta, y en orden al pecado mortal;
C. 7 2 , a. 5; y C. 74, a. 9, al 2.°) un pe- como el accidente se dice ente con rela-
cado se llama mortal á semejanza de la ción á la sustancia según la razón imper-,
enfermedad; la que se dice mortal, porque fecta de ente : porque no va contra la l e y
causa un defecto irreparable por la des- el q u e , pecando venialmente, no hace lo
titución de algún principio , como se ha que la ley prohibe, ni omite aquello á que
dicho (C. 72 , a. 5 ) ; y el principio de la la l e y obliga mediante el precepto ; pero
vida espiritual, que es según la virtud, es obra fuera de la ley el que no guarda el
el orden al último fin, como arriba se ha modo de razón, que la ley intenta.
dicho (C. 72, a. 5, y C. 87, a. 3): el que A l 2.° que aquel precepto del Apóstol
ciertamente, si fuere destruido, no puede es afirmativo, por lo que no obliga (ad
ser reparado por algún principio intrín- semper) por siempre; y así no obra contra
seco, sino solo por la virtud divina, como este precepto cualquiera que no refiere en
se ha dicho ( C . 87, a. 3); porque los des- el acto á la gloria de Dios todo lo que
órdenes de las cosas concernientes al fin hace: bastando por consiguiente que uno
se reparan por el fin, como el error, que habitualmente se refiera con todas sus
ocurre acerca de las conclusiones, se cosas á D i o s , para que no siempre peque
repara por la verdad de los principios. mortalmente, cuando nó refiere actual-
El defecto pues del orden del último fin mente algún acto á la gloria de D i o s .
no puede ser reparado por algo que sea Mas el pecado venial no escluye la ha-
más principal, como tampoco el error bitual referencia del acto humano á la
acerca de los principios; y por tanto tales gloria de D i o s , sino solamente la actual;
pecados se llaman mortales, como irre- porque no escluye la caridad, que habi-
parables: pero los pecados, que tienen tualmente ordena á Dios ( 2 ) : de donde
desorden acerca de lo concerniente al fin, no se sigue que el que peca venialmente,
conservado el orden al último fin, son re- peque mortalmente.
parables; y estos se llaman veniales, por-
que entonces tiene venia el pecado, cuando A l 3.° que el que peca venialmente, se
se quita el reato de la pena, que cesa ce- adhiere al bien temporal, no como g o -
sando el pecado, como se ha dicho (C. 87, zando , porque no constituye en ello el
a. 6). Por consiguiente conforme á esto fin; sino como quien usa, refiriéndose á
lo venial y mortal se contraponen , como Dios no en acto, sino en hábito.
lo reparable y lo irreparable; y decimos A l 4.° que el bien conmutable no se
esto por el principio interior, y no por toma como término contrapuesto al bien
comparación á la virtud divina, que pue- inconmutable , sino cuando se constituye
de reparar toda enfermedad tanto corpo- en él el fin; pues lo que es para el fin no
tiene razón de término.

(1) Opinión probable según Silvio, Como parece serlo igual- no quiere decir lo espresado en el testo que el justo, al come-
mente en su concepto la de los que dicen que dicha división ter pecado venial, refiera habitualmente á Dios el tal acto
del pecado venial y mortal es como la del género en especies, como medio ordenado al fin ; y sí solo que no pierde por él su
diciéndose por consiguiente pecados el venial y mortal en habitual referencia á Dios en todas sus obras, cual necesaria-
sentido unívoco, y no simplemente en el analógico. mente las supone la caridad.
(2) Advierte aquí Billuart (De peccal. dissert. S, a. 4), que
582 CUESTIÓN L X X X V I I I . — A R T Í C U L O II.

otro mortal en su respectivo género; pu-


A R T Í C U L O I I . — E l pecado mortal y e l
venial s e diferencian e n genero ? (1) diendo empero [ 3 ] el venial llegar á ser
mortal por parte del agente á causa de
1.° Parece que el pecado venial y el su mala intención, y el mortal hacerse
mortal no se diferencian en g é n e r o , es venial por la imperfección del acto sú-
decir, que algún pecado sea mortal por bito ó indeliberado.
su género, y alguno venial por su género: Responderemos, que el pecado venial
porque el bien y el mal por su género se se llama así por la venia : puede pues el
toman en los actos bumanos por compa- pecado llamarse venial de un modo, por-
ración á la materia ó al objeto , como se que ha conseguido v e n i a , y en este sen-
ba dicho ( C . 18, a. 2 y 2). P e r o acontece tido dice San Ambrosio ( l i b . D e parad,
pecar mortal y venialmente por relación c. 14) que « todo pecado por la peniten-
á cualquier objeto ó materia; pues puede » cia se hace venial» ; y este se dice ve-
el hombre amar cualquier bien conmuta- nial por el evento (2) : de otro modo se
ble ó menos que á Dios, lo que es pecar v e - llama venial; porque no tiene en sí motivo
nialmente, ó más que á Dios, lo que es pe- para no conseguir venia, ó totalmente ó en
car mortalmente. L u e g o el pecado venial parte. E n parte, como cuando tiene en sí
y el mortal no se diferencian en género. algo que disminuye la culpa , cual si se
2.° Como antes se ha dicho (a. 1), el comete por debilidad ó ignorancia, y este
pecado mortal se dice que es irreparable, se dice venial por la causa; y totalmente,
y el pecado venial reparable. P e r o el ser porque no quita del todo el orden al fin
irreparable conviene al pecado que se co- último, por lo cual no merece pena eterna
mete por malicia, y que según algunos se sino temporal; y de este venial tratamos
llama irremisible; y el ser reparable con- al presente, pues de los dos primeros
viene al pecado que se comete por debi- consta que no tienen género alguno de-
lidad ó ignorancia , el cual se llama re- terminado. Pero el venial en el tercer
misible. L u e g o el pecado mortal y el v e - concepto puede tener género determinado,
nial difieren, como el pecado cometido de modo que un pecado se llame venial
por malicia, ó por debilidad é ignorancia. por su género , y otro mortal por su gé-
E s así que en cuanto á esto no se diferen- nero también, según que el género ó la
cian los pecados por el género, sino por especie del acto se determina por su ob-
la causa, como anteriormente se ha dicho jeto: porque, cuando la voluntad se dirige
( C . 76, 77 y 78). L u e g o los pecados v e - á algo que en sí mismo repugna á la ca-
nial y mortal no se diferencian en género. ridad , por la que se ordena el hombre al
último fin, aquel pecado por su objeto es
3.° H á s e dicho arriba ( C. 7 4 , a. 3 ,
de suyo mortal, y así mortal por su gé-
al 3.° y a . 1 0 ) que los movimientos s ú -
nero , ora sea contra el amor de Dios,
bitos tanto de la sensualidad como de la
como la blasfemia, el perjurio y semejan-
razón son pecados veniales. E s así que
tes, ora contra el amor del prójimo, como
movimientos súbitos se hallan en cada
el homicidio, el adulterio y otros pareci-
género de pecado. L u e g o no h a y peca-
dos ; por lo que los tales son pecados
dos algunos veniales por su género.
mortales por su género. M a s alguna vez
Por el contrario, San Agustín en su la voluntad del que peca es llevada á lo
Sermón del Purgatorio enumera ciertos que contiene en sí cierto desorden (3),
géneros de pecados veniales y ciertos g é - que sin embargo no contraría al amor de
neros de pecados mortales. D i o s y del prójimo, como la palabra ocio-
Conclusión. El pecado venial por el sa , la risa supérflua y á este tenor ; y
evento y el venial por su causa no tienen tales pecados son veniales por su género,
género determinado, y así [ 1 ] por este como se ha dicho ( C . 87, a. 5 ) . Mas,
solo concepto no difieren en género del por cuanto los actos morales toman la
pecado mortal: mas por razón del obje- razón de bien y mal no solo del objeto,
to [ 2 ] puede un pecado decirse venial y

(1) Contra la herejía de Calvino mencionada en la nota 1, ye la injusta imputación aludida en la nota 1, pág. 501; sino
página 580. solo denominativamente privativo, según allí mismo dejamos
(2) Véase la C. 20, a. 5 y su nota 2, pág. 158. consignado.
(3) No formalmente positivo, lo que es absurdo y cohstitu-
CUESTIÓN LXXXVIII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 583

sino también de alguna disposición del » hábitos semejantes » . Pero los pecados
agente, como antes se ba probado ( C . 77, venial y mortal se diferencian en género
a. 6; y C. 78, a. 4 ) ; sucede alguna v e z ó en especie, como se ha dicho (a. 2).
que lo que es pecado venial por sxi gé- L u e g o el pecado venial no es disposición
nero en razón de su objeto, se hace mor- para el mortal.
tal por parte del agente, y a porque cons- 3.° Si se llama pecado venial, porque
tituye en ello el fin último ( 1 ) , y a por- dispone para el mortal; todo cuanto dis-
que lo ordena á c o s a , que es pecado pone al pecado mortal será precisamente
mortal por su género, por ejemplo, cuan- pecado venial. E s así que todas las bue-
do uno se propone por la palabra ociosa nas obras disponen para el pecado mor-
cometer adulterio. D e l mismo modo tam- tal; pues dice San Agustín en la R e g l a (4)
bién por parte del agente puede un pe- que « l a soberbia pone asechanzas á las
cado , que por su género es mortal, ha- » buenas obras , para que perezcan » .
cerse venial, por ser el acto imperfecto, L u e g o aun las buenas obras serán p e -
es decir, no deliberado con la r a z ó n , que cados veniales : lo cual es inconveniente.
es el principio propio del acto malo, como Por el contrario, se dice (Eccli. 1 9 ) :
se ba dicho ( C . 7 4 , a. 1 0 ) tratando de el que desprecia las cosas pequeñas, poco
los movimientos súbitos de infidelidad. á poco viene á caer en las grandes. M a s
A l argumento 1.° diremos, que en el el que peca venialmente, parece despre-
hecho mismo de elegir uno lo que repug- ciar las cosas pequeñas. L u e g o paulati-
na á la caridad divina se le convence de namente se dispone, para caer totalmente
que prefiere aquello á la caridad divina, en el pecado mortal.
y por consiguiente que se ama más á sí Conclusión. El pecado venial por su
mismo que á D i o s ; por lo cual algunos género [ 1 ] no dispone per se directa y
pecados de tal g é n e r o , que de suyo re- primariamente para el mortal en su gé-
pugnan á la caridad (2), implican en sí nero ; aunque [2] sí puede disponer di-
el que algo se ame más que á D i o s , y rectamente por cierta consecuencia al
así son por su género mortales. mortal por parte del agente, é [3] indi-
A l 2.° que aquella razón procede del rectamente, removiendo el obstáculo, aun
pecado venial por su causa. al mortal en su género.
A l 3.° que eso se refiere al pecado, que Responderemos, que lo que dispone es
es venial á causa de la imperfección del en cierto modo causa; de donde se sigue
acto (3). que según el doble modo de causa es
doble el modo de la disposición: porque
ARTÍCULO I I I . — E I pecado v e n i a l e s hay cierta causa, que mueve directa-
disposición para e l mortal? mente al efecto, como lo cálido da calor;
y h a y también otra c a u s a , que mueve
l.° Parece que el pecado venial no es indirectamente , removiendo lo impedi-
disposición para el mortal: porque una tivo , cual se dice que el que retira una
cosa opuesta no dispone para la otra ; y columna derriba la piedra situada sobre
los pecados venial y mortal se dividen ella. Conforme á esto pues el acto de pe-
por su oposición, como se h a dicho (a. 1). cado dispone á algo de dos modos : 1.°
Luego el pecado venial no es disposición directamente, disponiendo al acto seme-
para el mortal. jante según su especie ; y de este nwdo
2.° E l acto dispone para algo seme- primariamente y per se el pecado venial
jante á él en especie , por lo que ( Ethic. por su género no dispone al mortal en su
1. 2, c. 1 y 2 ) se dice que « de actos se- género, puesto que difieren en especie;
mas puede así disponer por cierta conse-
» mejantes se engendran disposiciones y

(1) Lo cual se verifica, cuando el sujeto según su disposi- que lo son por su naturaleza ó en su propio género ; otros por
ción actual arrostraría el pecado mortal, como el que roba por la parvidad de la materia, como lo sería el hurto de insigni-
no privarse de una insignificante golosina. ficante valor ; y otros en fin por la falta de total conocimiento
(2) Y que por lo mismo no pueden menos de ser mortales ó de omnímoda libertad, que es lo que constituye la imper-
en su género ni hacerse de suyo veniales, aunque per acci- fección del acto en su concepto moral ó como no del lodo vo-
ilens puedan serlo a causa do la imperfección del acto, esto es, luntario.
por falta de plena deliberación. (4) Epístola 109, donde se Contiene la cilada Regla.
(3) Resultan pues tres clases de pecados veniales : unos (
584 CUESTIÓN LXXXVIII. — A R T Í C U L O S III Y IV.

cuencia ( 1 ) para el pecado, que es mor- (tract. 12): «los pecados mínimos (esto es,
tal por parte del agente: porque, aumen- los veniales), si se desprecian, matan ».
tada la disposición ó el hábito por los Pero el pecado mortal se llama a s í , por-
actos de pecados veniales, de tal manera que espiritualmente mata el alma. L u e g o
puede crecer la pasión de p e c a r , que el el pecado venial puede hacerse mortal.
que peca constituya su fin en el peca- 2.° E l movimiento de la sensualidad
do venial ; pues para cualquiera que antes del consentimiento de la razón es
tiene un h á b i t o , en cuanto t a l , el fin pecado venial ; pero después del consen-
es la operación según el h á b i t o , y así timiento es pecado mortal, como y a se ha
pecando muchas veces venialmente se dicho ( C . 7 4 , a. 8, al 2 . ° ) . L u e g o el pe-
dispone para el pecado mortal. 2.° D e cado venial puede hacerse mortal.
otro modo el acto humano dispone á 3.° E l pecado venial y el mortal se di-
algo removiendo lo que prohibe; y de este ferencian entre s í , como la enfermedad
modo el pecado venial según el género curable y la incurable, según lo dicho
puede disponer para el mortal de su gé- (a. 1 ) ; y una enfermedad curable puede
nero : pues el que peca venialmente se- hacerse incurable. L u e g o el pecado ve-
gún el g é n e r o , se desentiende de algún nial puede hacerse mortal.
orden : y en el hecho mismo de acostum- 4.° L a disposición puede convertirse
brar su voluntad á no someterse al de- en hábito. Siendo pues el pecado venial
bido orden en las cosas menores, se dis- disposición para el mortal, como se ha
pone á que su voluntad no se someta al dicho ( a . 3 ) ; sigúese que el pecado ve-
orden del último fin , eligiendo lo que es nial puede hacerse mortal.
pecado mortal según el género. Por el contrario: las cosas, que se di-
A l argumento 1.° diremos, que los p e - ferencian hasta el - infinito, no pueden
cados venial y mortal no se dividen se- convertirse unas en otras. E s así que los
gún la oposición, como dos especies de pecados venial y mortal se diferencian
un solo género, según se ha dicho (a. 1, hasta lo infinito, como se ve claro ( e n los
al 1.°) ; sino como el accidente se divide artíc. preced.). L u e g o el venial no puede
en oposición á la sustancia : por lo que, hacerse mortal.
así como el accidente puede ser disposi- Conclusión. Un mismo acto numéri-
ción para la forma sustancial, del mismo camente [ 1 ] no puede ser primero pecado
modo el pecado venial para el mortal. venial y después mortal. El pecado ve-
A l 2.° que el pecado venial no es^ s e - nial por su género [ 2 ] puede hacerse
mejante al mortal en especie ; y sin em- mortal por parte del agente. De muchos
bargo es semejante á él en g é n e r o , en pecados veniales [ 3 ] no puede constituir-
cuanto uno y otro importan defecto del se integralmente un solo pecado mortal.
debido orden, aunque de distinta manera, Muclíbs pecados veniales [ 4 ] hacen dis-
como se ha dicho (a. 1 y 2 ) . positivamente uno mortal, esto es, dispo-
A l 3.° que la obra buena no es per se nen sobremanera para el mortal.
disposición para el pecado mortal; puede R e s p o n d e r e m o s , que el hacerse mortal
no obstante ser materia ú ocasión de p e - un pecado venial puede entenderse de
cado mortal per accidens: mas el pecado tres modos : 1.° siendo un mismo acto en
venial dispone per se para el mortal, número primeramente pecado venial y
como v a dicho. después mortal; y esto no puede ser (2),
porque el pecado consiste principalmente
ARTÍCULO I V . — • E l pecado v e n i a l
en el acto de la voluntad, como cualquier
puede h a c e r s e mortal ?
acto moral: por lo que no se dice un solo
acto moralmente, si la voluntad se muda,
l.° Parece que el pecado venial puede aun cuando la acción por su naturaleza
hacerse mortal: porque dice San A g u s - sea continua ; pero, si la voluntad no se
tín, esponiendo aquello ( J o a n . 3 ) , el que m u d a , no puede ser que de venial se ha-
no cree en el Hijo, no verá la vida ga mortal. 2.° D e manera que lo que es

(1) No empero por necesidad ; puesto que, por más que la currir en pecado grave, como el mismo Santo Doctor demues-
reiteración de pecados veniales aumente la propensión á pe- tra (Sent. 2, d. 24, a. últ.).
car, siempre queda al alma la suficiente libertad, para no in- (2) Véase De malo, C. 7, a, 3 ; y Sent. 2, d. 24, a. últ.
CUESTIÓN LXXXVIIl.—ARTÍCULOS IV Y V. 585

venial por género, se haga mortal; y esto A l 4.° que la disposición, que se con-
es ciertamente posible, en cuanto se cons- vierte en hábito, es como lo imperfecto
tituye en él el fin ( 1 ) , ó en cuanto se en la misma especie; al modo que la
refiere al pecado mortal como á fin (2), ciencia imperfecta, cuando se perfecciona,
según se na dicho (a. 2). 3.° De modo se hace hábito: pero el pecado venial es
que muchos pecados veniales constituyan disposición de otro género, como el acci-
un solo pecado mortal: si por esto se en- dente respecto de la forma sustancial, en
tiende que muchos pecados veniales ha- la que nunca se convierte.
gan integralmente un solo pecado mortal,
es falso; porque todos los pecados venia- ARTÍCULO V. — una circunstancia
les del mundo no pueden tener tanto de puede h a c e r d e l pecado venial e l mortal?
reato, cuanto tiene un solo pecado mor-
tal : lo que es patente por parte de la l.° Parece que una circunstancia pue-
duración, dado que el pecado mortal tiene de hacer del pecado venial uno mortal:
reato de pena eterna y el pecado venial porque dice San Agustín eü su sermón
reato de pena temporal, como se ha di- del Purgatorio q u e , <( si se conserva por
cho (a. 2) ; y también se ve claro en » mucho tiempo la iracundia, y la ebrie-
cuanto á la pena de daño, pues el pecado » dad siendo asidua, pasan al número de
mortal merece la carencia de la visión » los pecados mortales ». E s así que la
divina, con la que ninguna otra pena ira y la embriaguez no son por su género
puede compararse, como dice el Crisós- pecados mortales, sino veniales; porque
tomo (Hom. 2 4 , in M a t t h . ) ; y asimismo, de lo contrario serían siempre mortales.
es notorio respecto de la pena de sentido L u e g o una circunstancia hace que el pe-
en cuanto al (roedor) gusano de la con- cado venial sea mortal.
ciencia, aunque quizá en cuanto á la pena
2.° D i c e el Maestro de las Sentencias
del fuego no sean desproporcionadas las
(Sent. 1. 2, dist. 24) que « la delectación,
penas. Pero, si se toma en el sentido de
» si es morosa, es pecado m o r t a l ; y , si
que muchos pecados veniales hacen un
» no es morosa, pecado venial ». P e r o la
solo pecado mortal dispositivamente, en
morosidad es cierta circunstancia. L u e g o
este concepto es verdadero, como se ha
la circunstancia hace del pecado venial
manifestado (a. 3 ) , conforme á los dos
el mortal.
modos de disposición, con los que el p e -
cado venial dispone para el mortal. 3.° Más se diferencian el bien y el mal
que el pecado venial y el mortal, los cua-
A l argumento 1.° diremos, que San les ambos están en el género de m a l ; y
Agustín habla allí en el sentido de que una circunstancia hace del acto bueno el
muchos pecados veniales dispositivamen- m a l o , como es palmario en el que da li-
te causan el mortal (3). mosna por vanagloria : luego con mucha
A l 2.° que aquel mismo movimiento de más razón puede hacer aquella de un pe-
sensualidad, que precedió al consenti- cado venial un mortal.
miento de la razón, jamás se hace (4) Por el contrario: siendo la circuns-
pecado mortal, sino el mismo acto de la tancia un accidente, su cantidad no puede
razón consintiendo. esceder la cantidad del mismo acto, la
A l 3.° que la enfermedad corporal no cual tiene por su género, porque siempre
es acto, sino cierta disposición perma- el sujeto predomina sobre el accidente.
nente ; por cuya razón, permaneciendo la Si pues el acto es por su género pecado
misma (5), puede mudarse : al paso que venial, no podrá por la circunstancia ha-
el pecado venial es un acto transitorio, cerse pecado mortal, puesto que el peca-
que no puede reasumirse ; y en cuanto á do mortal escede en cierta manera hasta
esto no hay semejanza. el infinito la cantidad del venial, como
(1) Como entregándose uno á inútiles pasatiempos con aban- amontonados hasta el estremo de sumergir un buque ; y el de
dono de obligaciones graves, á cuyo cumplimiento pretiere el la multitud de gotas de agua, con que las lluvias desbordan,
juego ó la distracción, como cifrando en ella su felicidad. los rios y arruinan los edificios y las más sólidas construc-
(2) Cual el que roba pequeña cantidad, con el fin de conse- ciones.
guir mediante ella el cometer adulterio. (4) FU; no sií, como escribe Drioux y solo él, que sepamos.
(3) Y lo prueba é ilustra con ejemplos tan oportunos y con- (5) La disposición morbosa, que suele llamarse indisposi-
vincentes, como el de las picaduras de muchos mosquitos, que ción corporal ó mala disposición, como perturbadora de la
pueden producir la muerte i el de los granillos de arena, normal condición ó complexión natural.
586 CUESTIÓN LXXXVIII.—ARTÍCULO V.

se ve claramente por lo antes dicho (a. 4, ció, Ó cosa semejante. D e b e decirse pues
arg. Por el contrario.) que, siendo la ira movimiento del ánimo
Conclusión. Ps imposible que la cir- para dañar al prójimo, si es tal el daño á
cunstancia haga mortal el pecado venial que tiende el movimiento de la ira, que
por su género, á no añadirle deformidad por su género sea pecado mortal (como
de otro género, que constituya diversa el homicidio ó el hurto) ; tal ira por su
especie de pecado. género es pecado mortal, y el ser pecado
Responderemos q u e , como se ha di- venial le proviene de la imperfección del
cho ( C . 7, a. 1) cuando se trató de las acto, en cuanto es movimiento súbito de
circunstancias, la circunstancia en cuanto la sensualidad. P e r o , si es duradera, vuel-
tal es accidente del acto moral. Sin em- ve á la naturaleza de su género por el
bargo puede á veces tomarse la circuns- consentimiento de la razón : y, si el daño
tancia como diferencia específica del acto al cual se dirige el movimiento de la
moral; y entonces pierde el carácter de ira fuese venial por su género (como
circunstancia, constituyendo especie del cuando uno se enfada contra otro, que-
acto moral: lo que acontece en los peca- riendo decirle alguna palabra leve y j o -
dos, cuando la circunstancia añade de- cosa, que lo contriste un p o c o ) ; no será
formidad de otro género, c o m o , cuando la ira pecado mortal, aunque sea muy
uno tiene acceso á la mujer que no es duradera, á no ser en caso per accidens,
s u y a , hay acto deforme con deformidad por ejemplo, si de esto se origina grave
opuesta á l a castidad ; pero, si se acerca escándalo ó por alguna razón semejante.
á la mujer no suya esposa de o t r o , se Acerca de la embriaguez empero debe
añade deformidad opuesta á la justicia, decirse que de suyo (2) es pecado mor-
contra la cual es el que uno usurpe la tal : porque el que el hombre sin necesi-
cosa ajena, y según esto la circunstancia dad y por solo el placer del vino se ponga
constituye nueva especie de pecado, que se incapaz de usar de la razón, por la que
llama adulterio. Empero es imposible que él se ordena á Dios y evita muchos pe-
la circunstancia sobre el pecado v e - cados que ocurren, espresamente contra-
nial (1) lo haga mortal, á no ser que lleve ría á la razón ; y el ser pecado venial
consigo deformidad de otro género : por- sucede por cierta ignorancia ó debilidad,
que se ha dicho (a. 1 ) que el pecado por ejemplo, cuando el hombre no cono-
venial tiene deformidad, en cuanto im- ce la fuerza del vino ó su propia debili-
porta desorden acerca de lo concerniente dad, por lo cual no j u z g a que se embria-
al fin; mientras que el pecado mortal gará ; pues entonces no se le imputa á
tiene deformidad por el desorden respecto pecado la embriaguez, sino solo el esceso
del fin último. E s pues evidente que la de bebida. M a s , cuando frecuentemente
circunstancia no puede hacer del pecado se embriaga, no puede escusarse por esta
venial pecado mortal, permaneciendo ignorancia, sin que se vea su voluntad
circunstancia, sino solamente cuando de elegir antes el padecer la embriaguez
pasa á otra especie, y se hace en cierto que abstenerse del vino supérfluo; por lo
modo diferencia específica del acto moral. que vuelve el pecado á su naturaleza.

A l argumento 1.° diremos que la diu- A l 2.° que la delectación morosa no se


turnidad-no es circunstancia conducente dice ser pecado mortal, sino en las cosas
á otra especie, como ni la frecuencia ó que por su género son pecados mortales;
asiduidad, á no ser acaso per accidens en los que, si la delectación no morosa es
por algo que sobreviene : porque una pecado venial, lo es por imperfección del
cosa no adquiere nueva especie solo por acto, como se ha dicho de la ira (al 1.°);
multiplicarse ó dilatarse, á menos que tal porque se dicen ira duradera y delecta-
vez en el acto multiplicado ó dilatado ción morosa á causa de la aprobación de
sobrevenga algo que varíe la especie, por la razón que delibera.
ejemplo, la desobediencia, el menospre- A l 3.° que la circunstancia no hace de

(1) íío debe olvidarse que aquí se trata precisamente del Silvio.
pecado, que en su género ó por razón do su objeto es simple- (2) Puede consultarse sobre esto la C. 150, a. 1 y 2., tío la
mente venial, y.no del que lo es por la levedad de materia ó 2.*-2.' .
e

por la imperfección del acto, como oportunamente advierte


CUESTIÓN LXXXVIII. — ARTÍCULOS V Y V I .

un acto bueno uno m a l o , sino constitu- cíente al género de pecado venial; mas [2]
yendo especie de pecado, como se h a el pecado mortal en su género puede ha-
probado ( C . 18, a. 10 y 11). cerse venial por la imperfección del acto.
R e s p o n d e r e m o s , que lo venial y l o
ARTÍCULO V I . — E I p e c a d o mortal mortal se diferencian como lo perfecto
puedo hacerse venial ? é imperfecto en el género de pecado,
según se ha dicho ( a . 1 ) . M a s lo imper-
l.° Parece que el pecado mortal puede fecto puede llegar á la perfección m e -
hacerse venial: porque dista igualmente diante alguna adición: y así también el
el pecado venial del mortal y viceversa ; v e n i a l , cuando se le añade alguna defor-
y, pues el pecado venial se hace mortal, midad perteneciente al género de pecado
como se ha dicho (a. 4 y 5 ) , luego tam- mortal, hácese mortal; como cuando uno
bién el pecado mortal puede hacerse dice una palabra ociosa, para fornicar.
venial. Pero lo que es perfecto, no puede h a -
2.° L o s pecados venial y mortal se cerse imperfecto por adición: y por tanto
diferencian según lo sentado en que el el pecado mortal no se hace venial, por-
que peca mortalmente ama á la criatura que se le añada alguna deformidad per-
más que á D i o s , y el que peca venial- teneciente al género de pecado venial;
meute ama á la criatura menos que á puesto que no se disminuye el pecado del
Dios. Pero sucede que u n o , cometiendo que fornica, por decir una palabra ociosa,
lo que por su género es pecado mortal, antes se agrava por la adjunta deformi-
ama á la criatura menos que á Dios (1): dad. Puede no obstante lo que de su gé-
por e j e m p l o , si uno ignorando que la nero es mortal ser venial por la imper-
simple fornicación es pecado mortal y fección del acto ; porque no toca perfec-
contraria al amor divino, fornica ; de mo- tamente á la razón de acto moral, por no
do empero que por el amor divino estaría ser deliberado sino s ú b i t o , como consta
preparado á no fornicar, si supiese que por lo antedicho ( a . 2 ) : y esto se hace
fornicando obraba contra el amor divino. por cierta sustracción, es decir, de la ra-
Luego pecará venialmente, y así el pe- zón deliberada; y , como por la razón de-
cado mortal puede hacerse venial. liberada tiene la especie el acto moral,
de aquí es que por tal sustracción se des-
3.° Como se h a dicho ( a . 5 , 3 . ° ) , más
liga la especie (3).
difiere el bien del mal que el pecado v e -
nial del mortal. P e r o el acto, que de suyo A l argumento 1.° diremos , que lo v e -
es malo, puede hacerse b u e n o ; como el nial se diferencia de lo mortal como lo
homicidio puede hacerse acto de justicia, imperfecto de lo perfecto , como el niño
cual lo es patentemente en el j u e z , que del varón. P e r o se hace del niño el v a -
condena á muerte al ladrón. L u e g o m u - ron , mas no al contrario (4),; por lo que
cho más el pecado mortal puede hacerse la razón no hace fuerza.
venial. A l 2.° q u e , si es tal la ignorancia que
Por el contrario : lo eterno nunca pue- escusa enteramente el pecado, como lo es
de hacerse temporal. M a s el pecado mor- la del furioso ó del demente, entonces el
tal merece pena eterna, y el pecado v e - que comete fornicación por tal ignorancia
nial pena temporal. L u e g o el pecado no peca ni venial ni mortalmente : pero,
mortal nunca puede hacerse venial ( 2 ) . si la ignorancia no es invencible , en tal
Conolusion. El pecado mortal no se caso la misma ignorancia es pecado , y
hace venial [ 1 ] , y sí más grave, por la contiene en sí el defecto del amor divino,
adición de alguna deformidad pertene- en cuanto menosprecia el hombre alcan-

{1} No amándolo de modo que cifre en ella su lin ó ante- venial; sino que en su especie misma no llega á su consuma-
ponga su amor al de Dios, según se deja colegir de los ad- ción ó integridad de mortal á causa de la imperfección del
juntos. acto, quedando por razón de esta misma ó como incompleto en
(2) Entiéndase, permaneciendo en su respectivo género y grado ó con carácter de solo venial.
sin perjuicio de lo antes consignado respecto de la indelibe- (4) Entiéndese en cuanto á la estatura y demás condicio-
ración ó imperfección del acto, como luego espresamente es- nes físico-orgánicas; que en lo moral y respecto del habitual
ceptúa en conformidad con el a. 5.° estado de ánimo bien puede el hombre adulto y aun provecto
(3) No quiere decir esto que el acto moral cambie de espe- volver á la condición de niño ó j Ó Y e n en bueno ó mal sentido.
cie por la Taita de perfecta deliberación, de modo que el pe- Nicolai.
cado de suyo mortal deje do serlo en su género, pasando al de
588 CUESTIÓN LXXXVIII. — ARTÍCULO VI.

zar por la ciencia el conocimiento de las P e r o el homicidio es el acto de matar al


c o s a s , con que puede conservarse en el inocente , y esto de ningún modo puede
amor divino. buenamente hacerse; al paso que el juez,
A l 3.° que, como dice San Agustín en que condena á muerte al ladrón, ó el sol-
el Libro contra la mentira (c. 7), «las co- d a d o , que mata al enemigo de la repú-
» sas , que son secundum se malas , con blica, no se llaman homicidas, como dice
» ningún fin pueden buenamente hacerse ». San Agustín ( D e lib. arb. 1. 1, c. 4 y 5).

CUESTIÓN LXXXIX.

Del pecado venial en sí mismo.

Espondrémos lo concerniente á esto en seis artículos : 1.° ¿El pecado venial c a u s a m a n c h a en el


a l m a ? — 2.° Distinción del pecado v e n i a l , según se simboliza por el leño , por el heno y por la paja
(i Cor. 3).—3.°¿El h o m b r e en el estado de la inocencia pudo pecar venialmente?—4.° El ángel bueno ó
malo puede pecar venialmente? — 5.° Los primeros movimientos de los infieles son pecados veniales?
— 6.° ¿Puede coexistir en alguno el pecado venial con solo el pecado original ?

ARTÍCULO I — El pecado venial c a u s a cosa temporal. L u e g o el pecado venial


m a n c h a e n el a l m a ? induce mancha en el alma.
Por el c o n t r a r i o , se dice ( Ephes. 5,
l.° Parece que el pecado venial causa 2 7 ) : para presentársela á sí mismo Igle-
mancha en el a l m a : porque dice San sia gloriosa, que no tenga mancha ni
A g u s t í n lib. D e la penitencia (Hom. últ. arruga; es decir según la Glosa (interl.)
inter 5 0 , c. 2 ) que « los pecados veniales, « algún pecado (1) criminal». L u e g o pa-
» si se multiplican, esterminan de tal modo rece ser propio del pecado mortal cau-
» nuestro decoro, que nos separan de los sar mancha en el alma.
» abrazos del Esposo c e l e s t i a l » . E s así Conclusión. El pecado venial [ 1 ] em-
que la mancha no es otra cosa que detri- paña el brillo actual del alma , pero no
mento del decoro. L u e g o los pecados v e - el habitual; y así [ 2 ] no causa en ella
niales causan mancha en el alma. mancha propiamente dicha.
2.° E l pecado mortal causa mancha Responderemos que , como se deduce
en el alma por el desorden del acto y del de lo anteriormente dicho ( C . 86, a. 1), la
afecto del mismo pecador; y en el pecado mancha implica detrimento del brillo por
Venial hay cierto desorden del acto y del algún contacto , como se ve en las cosas
afecto. L u e g o el pecado venial causa corporales, de las que por analogía el nom-
mancha en el alma. bre de mancha se traslada al alma. Pero,
3.° L a mancha del alma es causada así como en el cuerpo hay dos clases de
por el contacto de una cosa temporal brillo, uno procedente de la estrínseca dis-
mediante el a m o r , como se ha dicho posición de los miembros y del color, y
( C . 8 6 , a. 1 ) . P e r o en el pecado venial otro de la esterior claridad que sobre-
el alma con desordenado amor toca á la viene ; del mismo modo en el alma hay

(1) Así interpreta (maculan) la mancha ; y por arruga en- Vurgatorli): lo cual esplica cómo la arruga no impide que los
tiende la moderna Glosa interlineal impresa el pecado inte- justos puedan decirse inmaculados, aunque tengan pecados
riormente oculto, aunque San-Agustín la aplica al pecado ve- veniales. Véase la 3.° P., C. 87, a. 2, al 3.°
nial (Serm. 4 de anlmabus defunclorum, ó el 41 de SanctU ó de igne
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS I Y II. 589

un doble brillo , uno habitual y como in- M a s alguna vez el que comete pecados
trínseco , y otro actual y como fulgor es- veniales, no será salvo aun por medio
tenio. El pecado venial impide pues el del fuego; por ejemplo, cuando se hallan
brillo actual, mas no el habitual; por- pecados veniales en el que muere con
que no escluye ni disminuye el hábito de pecado mortal. L u e g o inconveniente-
la caridad y de las otras virtudes, como mente se designan por el leño, el heno y
se manifestará más adelante ( 2 . - 2 . , a r a
la paja los pecados veniales.
C. 2 4 , a. 10 ) , sino que solo impide su 3.° Según el Apóstol hay u n o s , que
acto. Y , como la mancha importa algo edifican oro, plata y piedras preciosas,
que queda en la cosa manchada; más esto e s , amor de Dios y del prójimo y
parece pertenecer al detrimento del res- buenas obras ( 2 ) ; y otros, que edifican
plandor habitual que del actual: por lo madera , heno y paja. Pero los pecados
que , propiamente hablando , el pecado veniales los cometen aun los que aman
venial no causa mancha en el alma ; y, á Dios y al prójimo y hacen buenas
si alguna vez se dice que bajo algún con- obras; pues se dice ( i Joann. 1, 8 ) : si
cepto la infiere, esto es secundum quid, dijéremos que no tenemos pecado, nos
en cuanto impide el resplandor, que pro- engañamos á nosotros mismos. L u e g o no
viene de los actos de las virtudes (1). convenientemente se designan los peca-
A l argumento 1.° diremos, que San dos veniales por esas tres cosas.
Agustín habla en el caso de que muchos 4.° H a y muchas más diferencias que
pecados veniales inducen dispositive al tres y más grados de pecados veniales.
mortal; mas de otro modo no separarían L u e g o inconvenientemente se compren-
del abrazo del celeste Esposo. den bajo estos tres.
A l 2.° que el desorden del acto en el Por el c o n t r a r i o , el Apóstol ( i Cor.
pecado mortal corrompe el hábito de la 3 , 1 2 ) dice del que edifica sobre leño,
virtud; pero no en el pecado venial. heno y paja, que será salvo como por
A l 3.° que en el pecado mortal el alma medio del fuego ; y así sufrirá castigo,
mediante el amor toca la cosa temporal pero no eterno. E s así que el reato de la
como fin, y por esto se impide totalmente pena temporal propiamente pertenece al
el influjo del esplendor de la gracia, que pecado venial, como se ha dicho ( C . 87,
proviene á los que se adhieren á D i o s a. 5; y C. 88, a. 6, Por el contrario) (3).
como á último fin por la caridad ; mas L u e g o por aquellas tres cosas se signifi-
en el pecado venial no se adhiere el hom- can los pecados veniales.
bre á la criatura como á su fin último: Conclusión. Los pecados veniales , en
por lo que no hay paridad. que suelen incurrir los que procuran las
cosas terrenas, se significan conveniente-
A R T Í C U L O I I . — ¿Se d e s i g n a n conve- mente por el leño, el heno y la paja.
nientemente los pecados v e n i a l e s por el leño, R e s p o n d e r e m o s , que algunos enten-
el heno y la paja ? dieron que el fundamento era la fe in-
forme , sobre la que algunos edifican las
l.° Parece que inconvenientemente se buenas obras, simbolizadas por el oro, la
designan los pecados veniales por el leño, plata y las piedras preciosas ; mas otros
el heno y la paja : porque estos se dice entendieron los pecados aun mortales, re-
que son sobreedificados al fundamento presentados según ellos por la madera,
espiritual ; y los pecados veniales están el heno y la paja. Pero esta esposicion la
fuera del edificio espiritual, como tam- reprueba San Agustín (lib. D e fide et
bién ciertas opiniones falsas están fuera operibus, c. 15) ; porque, como dice el
de la ciencia. L u e g o los pecados veniales Apóstol (Gralat. 5 ) , el que hace obras de
no se designan convenientemente por el carne, no conseguirá el reino de Dios,
leño, el heno y la paja. lo que es hacerse s a l v o : y el A p ó s t o l
2.° E l que edifica con leño, heno y dice que el que edifica sobre madera,
paja, será salvo como por medio del fuego. heno y paja, será salvo como por medio

(1) Véase en laS." P. la C. 87, a. 2, al 3.° su vez en San Agustin.


(2) Según la interpretación del Maestro de las Sentencias (3) Y no a. 2, según comunmente se ve citado y lo rectifica
Pedro Lombardo en su Comentario, y del V. Beda fundado á el P. Nicolai.
590 CUESTIÓN LXXXIX.—ARTÍCULOS II Y I I I .

del fuego: por lo que no puede enten- mentó, que ciertamente no es la fe infor-
derse que los pecados mortales se desig- m e , como algunos pensaban, sino la fe
nen por la madera , el heno y la paja. formada con la caridad, conforme á aque-
Dicen pues algunos que por la madera, llo (Ephes. 3 , 17) : arraigados y cimen-
el heno y la paja se significan las b u e - tados en caridad. Por consiguiente el que
nas o b r a s , que se edifican ciertamente muere con pecado mortal y con veniales
sobre el edificio espiritual, pero que se tiene en verdad madera, heno y paja;
mezclan con ellas los pecados veniales; pero no están edificados sobre el funda-
como cuando uno tiene cuidado de la mento espiritual : y por tanto no será
hacienda, lo que es b u e n o , y se mezcla salvo así como por medio del fuego.
con eso el supérfluo amor ó de la mujer A l 3.° que los que están segregados del
ó de los hijos ó de las posesiones, pero cuidado de las cosas temporales, aunque
con subordinación á D i o s , es decir, de alguna vez pequen venialmente, sin em-
tal modo que por estas cosas no quisiera bargo cometen leves pecados veniales, y
el hombre hacer cosa contra Dios. M a s frecuentísimamente se purifican mediante
esto tampoco parece decirse conveniente- el fervor de la caridad ; y así los tales no
mente : porque es manifiesto que todas sobre-edifican veniales, porque en ellos
las buenas obras se refieren á la caridad permanecen poco tiempo : mas los peca-
de D i o s y del prójimo, perteneciendo dos veniales de los mismos, que se ocupan
por lo tanto al oro, plata y piedras pre- en las cosas terrenas, permanecen por más
ciosas ; y por consiguiente no á la made- tiempo ; porque no pueden recurrir tan
ra, al heno y la paja. D e b e pues decirse frecuentemente á borrar tales pecados
que los mismos pecados veniales , que se veniales con el fervor de la caridad.
mezclan á los que procuran las cosas
A l 4 . ° q u e , como dice Aristóteles ( D e
terrenas, se significan por la madera,
ccelo, 1. 1, t. 2 ) ( 2 ) , « t o d a s las cosas se
el heno y la paja: porque, así como tales
» i n c l u y e n en t r e s , que son principio,
cosas se acopian en la casa y no perte-
» medio y fin » ; y conforme á esto todos
necen á la sustancia del edificio, pudien-
los grados de los pecados veniales se re-
do quemarse salvo el edificio ; del mismo
ducen á tres, á saber: á la madera, que
modo también los pecados veniales se
por más tiempo permanece en el f u e g o ;
multiplican en el hombre, quedando el
á la paja, que velocísimamente se con-
edificio espiritual: y por ellos sufre el
sume ; y al heno, que guarda un medio ;
fuego ó de la tribulación temporal en
porque, según que los pecados veniales
esta v i d a , ó del purgatorio en la otra,
son de mayor ó menor adherencia ó gra-
logrando no obstante la salud eterna (1).
vedad, así se purifican por medio del
A l argumento 1.° diremos, que los pe- fuego más velozmente ó con más tar-
cados veniales no se dice que se edifican danza.
sobre fundamento espiritual, como direc-
tamente puestos sobre el m i s m o , sino ARTÍCULO I I I . — E l hombro e n el es-
porque se ponen junto á é l , según se tado de inocencia pudo pecar venialmente?
toma ( P s . 1 3 6 , 1) sobre los ríos de Babi-
lonia, esto e s , junto á los ríos ; porque l.° Parece que el hombre en el estado
los pecados veniales no destruyen el edi- de la inocencia pudo pecar venialmente:
ficio espiritual, como queda dicho. porque sobre aquello ( i T i m . 2 ) , Adán
A l 2.° que no se dice de cualquiera, que no fue seducido, dice la Glosa ord. de
edifica sobre madera, heno y paja, que San Agustín ( D e civ. D e i , 1. 14, c. 1 1 ) :
sea salvo como por medio del fuego ; sino «inesperto de la divina severidad pudo
solamente del que edifica sobre el funda- » ser engañado, hasta el punto de creer

(1) Otros con el mismo Santo Tomás (lect. 2, in cap. 3 Ep.,i (2) Propiamente lo aduce como dicho por los pitagóricos, si
ad Cor.) dan distinta interpretación á las palabras leña, heno y bien lo admite con su aprobación, añadiendo : « en los sa-
paja de San Pablo, apropiándolas á las enseñanzas ó elucu- » crificios usamos de ese número (tres) como aleccionados por
braciones -vanas y estériles de los Doctores en sus predicacio- » la naturaleza. » « ¿Qué diría, observa el P . Nicolai, si cono-
nes y escritos, fundándolas en argumentos poco sólidos ó de » ciera nuestra adorable Trinidad?» Y qué, si supiera las
carácter profano y escesivamente humano ó mundanal, más reiteradas alusiones, prácticas y verbales, tan frecuentes y
bien que en la divina palabra y con utilidad piadosa y mori- oportunas en la liturgia sagrada de la Iglesia, á esc sacro-
geradora de los que las leen ó escuchan. santo misterio?
CUESTIÓN L X X X I X . — A R T Í C U L O I I I . 591

» venial el pecado cometido » ; lo cual habría sido para él mortal por la eleva-
habría creído, si no hubiera podido pecar ción de su estado: porque la dignidad de
venialmente. L u e g o pudo pecar venial- la persona es cierta circunstancia, que
mente, no pecando mortalmente. agrava el pecado, pero no lo transfiere á
2.° Dice S a n Agustín (Super Gen. ad otra especie, á menos que sobrevenga
litt. 1. 11, c. 5 ) : « no se ha de juzgar que acaso alguna deformidad de desobedien-
» el tentador habría de. derribar al hom- cia ó del voto ó de alguna otra cosa se-
» bre, á no haber precedido en el alma mejante ; lo cual no tiene cabida en el
» del hombre cierta presunción, que debia asunto propuesto. D e donde se sigue que
» ser reprimida ». M a s la presunción pre- lo que es de suyo venial no pudo pasar á
cedente á la caida, que se verificó por el ser mortal por la dignidad del primer
pecado mortal, no pudo ser sino peca- estado. D e b e entenderse pues que no
do venial. Asimismo también en el pro- pudo pecar venialmente, porque no pudo
pio libro S a n Agustín dice ( c . ult.) que ser que cometiese cosa alguna, que de
« algún deseo de esperimentar solicitó al suyo fuese pecado venial, antes que per-
» varón; al ver que la mujer, habiendo diera la integridad del primer estado, p e -
»tomado la poma prohibida, no habia cando mortalmente. Y la razón e s , por-
» muerto ». Parece también que hubo en que el pecado venial acontece en nosotros
Eva algún movimiento de infidelidad, ó á causa de la imperfección del acto,
por el hecho mismo de que dudó de las como los movimientos súbitos en el g é -
palabras del Señor, como lo manifiesta nero de los pecados mortales, ó á causa
lo que dijo : no sea tal vez que muí-amos, del desorden existente acerca de los m e -
según se lee ( G e n . 3, 3). Estos pues pa- dios conducentes al fin, guardado el de-
recen veniales pecados. L u e g o el hombre bido orden al fin: y lo uno y lo otro su-
pudo pecar venialmente, antes que pecara cede por cierto defecto de orden, porque
mortalmente. lo inferior no se contiene firmemente de-
bajo de lo superior; pues el suscitarse en
3.° E l pecado mortal se opone más á
nosotros el movimiento súbito de la sen-
la integridad del primer estado que el
sualidad proviene de que esta no está en-
pecado venial. P e r o el hombre pudo pe-
teramente sometida á la razón, y el sur-
car mortalmente, no obstante la integri-
gir el movimiento súbito en la misma ra-
dad del primer estado. L u e g o también
zón de que la misma ejecución del acto
pudo pecar venialmente.
de la razón no se somete á la delibera-
Por el contrario: á cada pecado se
ción , que procede de un bien más alto,
debe alguu c a s t i g o ; y nada penal pudo
como se ha dicho ( C. 74, a. 10); mas el
haber en el estado de la inocencia, como
que el ánimo humano se desordene en
dice San A g u s t í n ( D e civ. D e i , 1. 14,
cuanto á lo concerniente al fin, guardado
c. 10) : luego no pudo pecar con algún
el debido orden al mismo fin, proviene de
pecado, por el que no fuese destituido de
que las cosas relativas al fin no se ordenan
aquel estado de integridad. Pero el pe-
infaliblemente bajo el fin, que ocupa el
cado venial no muda el estado del hom-
supremo, como el principio en las apete-
bre. L u e g o no pudo pecar venialmente.
cibles, según arriba se ha dicho ( C . 72,
Conclusión. Ño pudo ser que el hom- a. 5). Pero en el estado de la inocencia,
bre cometiese algo, que fuese de suyo pe- como se ha demostrado ( P . 1. C . 95,
a

cado venial, antes que pecando mortal- a. 1), había infalible firmeza del orden,
mente perdiese la integridad del primer de modo que siempre lo inferior se con-
estado. tenía bajo lo superior, mientras lo sumo
Responderemos, que comunmente (1) del hombre se contenía sometido á D i o s ,
se admite que el hombre en el estado de como también dice San Agustín ( D e
inocencia no pudo pecar venialmente. civit. D e i , 1. 14, c. 13) : y por lo tanto
Mas esto no debe entenderse en el senti- no podía haber desorden en el hombre,
do de que lo que es respecto de nosotros sino empezando por no someterse á D i o s
venial, si el mismo lo hubiese cometido, lo sumo del hombre, l o cual se verifica
por el pecado mortal. D e donde se de-
(l) Tal es la más común opinión de los tomistas con San duce con evidencia que el hombre en el
Buenaventura (Sent. 2, dUl. 21; a. 3, q. 1), Durand (C. 4),
Conrado, Valencia, Medina y muchos otros.
592 CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS III Y IV.

estado de la inocencia no pudo pecar ve­ ángel pudo amar el bien creado más que
nialmente, antes de pecar mortalmen­ á Dios, lo que hizo pecando mortalmen­
te(l). te. L u e g o también pudo amar el bien
A l argumento 1.° diremos, que lo v e ­ creado menos que á D i o s desordenada­
nial no se toma allí en el sentido, en que mente, pecando venialmente.
hablamos ahora del venial ; sino que se 3.° L o s ángeles malos parece que ha­
Ц а т а venial lo que es fácilmente remi­ cen algunas cosas, que son según género
sible. pecados veniales, provocando á los hom­
A l 2.° que aquella elación (ó presun­ bres á la risa y á otras semejantes pe­
ción), que precedió en el ánimo del hom­ queneces ; y la circunstancia de la per­
b r e , fue el primer pecado mortal del sona no hace del venial mortal, como
hombre ; pero se dice que precedió á su se ha dicho ( C . 88, a. 5 ) , á no sobreve­
caida en el acto esterior del pecado : y nir especial prohibición, lo que no es
á ese engreimiento se siguió el deseo de del caso. L u e g o el ángel puede pecar
esperimentar en el varón, y la duda en venialmente.
la mujer (2), que por solo esto prorum­ Por el contrario: mayor es la perfec­
pió en cierta otra presunción, por la que ción del ángel que la perfección del hom­
oyó de la serpiente la mención del pre­ bre en el primer estado. E s así que el
cepto, como no queriendo estar sometida hombre no pudo pecar venialmente en el
al precepto. primer estado. L u e g o mucho menos el
A l 3.° que el pecado mortal en tanto ángel (3).
se opone á la integridad del primer esta­ Conclusión. En los ángeles \_l~\,buenos
do, en cuanto lo corrompe, lo que no ó malos, no cabe desorden acerca de los
puede hacer el pecado v e n i a l : y, no sien­ medios referentes al fin sin desorden res­
do conciliable cualquier desorden con la pecto del mismo fin, lo que entraña peca­
integridad del primer estado, es consi­ do mortal: y así [ 2 ] todos los actos de
guiente que el primer hombre no pudo los ángeles buenos son actos de caridad,
pecar v e n i a l m e n t e , antes que pecase no pudiendo por lo mismo pecar ni aun
mortalmente. venialmente ; al paso que [3] los ángeles
malos en todo, cuanto hacen por su pro­
pia voluntad, pecan mortalmente.
A R T Í C U L O I V . — E I n n g e l bueno ó ma­
Responderemos, que el entendimiento
lo puede pecar venialmente ? a
del ángel, como se ha dicho ( P . 1. C. 58,
a. 3), no es discursivo, es decir, de modo
l.° Parece que el ángel bueno ó el que proceda de los principios á las con­
malo puede pecar venialmente : porque clusiones, entendiendo unos y otras por
el hombre conviene con los ángeles en la separado, como nos sucede á nosotros;
parte superior del alma, que se llama por lo que necesariamente, siempre que
mente, conforme á aquello de San Gre­ considera las conclusiones, las considera
gorio (Homil. 29 in E v a n g . ) : « el hom­ según están en los principios. Pero en las
» bre entiende con los ángeles » . E s así cosas apetecibles, como muchas veces se
que el hombre según la parte superior ha dicho ( C . 8, a. 2 ; y C. 72, a. 5 ) , los
del alma puede pecar venialmente. L u e ­ fines son como principios, y los medios
g o también el ángel. referentes al fin son como conclusiones :
2.° Todo el que puede lo que es más, por lo que la mente del ángel no se diri­
puede también lo que es menos. Pero el ge á las cosas relativas al fin, sino según

(1) El Doctor Angélico atribuye esta impecabilidad á la perspicaz ante la forma de presente estampada en el epígrafe
virtud de la justicia original; pero Suarez á cierta especial mismo, y sostenida en todo el contesto del desarrollo y aun
providencia de Dios, que en aquel estado preservaba al hom­ de los argumentos y sus soluciones ; fuera de que hasta sería
bre de todo pecado venial. impertinente tal comparación así entendida. Así que habla
(2) Consúltese laC. 163, a. 1, de la 2.»­2.a¡ indistintamente del bueno y del mal ángel, siendo así que
(3) Aun en el estado actual, y no precisamente en su pri­ antes de la prevaricación todos eran buenos : y aun puede
mitivo estado anterior á la caida de los ángeles prevaricado­ prescindirse por completo de esa diversidad de estados, refi­
res ; pues no entra en la intención del Autor equiparar los riéndose en general al ángel bueno ó malo y antes ó después
dos estremos de la comparación propuesta en la premisa ma­ de la caida de los rebeldes y confirmación de los leales, según
yor, haciendo estensiva al ángel la consideración del estado hac notar no sin oportunidad y tino el P. Nicolai.
de inocencia en el hombre : lo cual salta á la vista del menos
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULOS IV Y V. 593

que se presentan bajo el orden del fin (1). carne ; y habla allí de la concupiscencia
A s í es que por su naturaleza les es pro- de la sensualidad, como de lo anterior
pio el no poder haber en ellos desorden aparece. E s t a es pues la causa porque el
acerca de lo perteneciente al fin, á no desear no es condenable en los que no
haber al misino tiempo desorden acerca andan según la carne, es á s a b e r , con-
del mismo fin, lo que se verifica por me- sintiendo á la concupiscencia, porque
dio del pecado mortal; pero los ángeles están en Jesucristo. Pero los infieles no
buenos no se mueven hacia los medios están en Jesucristo : luego en los infie-
para el fin sino en orden al fin debido, les es condenable; y por consiguiente los
que es D i o s ; y por esto todos sus actos primeros movimientos de los infieles son
son actos de caridad, y asi en ellos no pecados mortales.
puede haber pecado venial; mientras que 2.° D i c e San Anselmo ( l i b . D e grat.
los ángeles malos á nada se mueven sino et lib. arb., de concord. grat. e t l i b . arb.):
en orden al fin del pecado de soberbia « l o s que no están en J e s u c r i s t o , sin-
de los mismos, y por tanto pecan mor- » tiendo la c a r n e , siguen la condena-
talmente en todo cuanto obran por pro- » cion ( 2 ) , aunque no andan según la car-
pia voluntad. N o sucede empero lo mis- » n e » . Pero la condenación no se debe
mo con respecto al apetito del natural sino al pecado mortal. L u e g o , sintiendo el
bien, que h a y en ellos, como se ha dicho hombre la carne según el primer movi-
( P . l. , C. 63, a. 1, a l 3 . ° , y a. 4 ) .
ft
miento de la concupiscencia, parece que
A l argumento 1.° diremos que el hom- el primer movimiento de la concupiscen-
bre conviene con los ángeles en la mente cia de los infieles es pecado mortal.
ó entendimiento; pero se diferencia de 3.° D i c e San Anselmo en el mismo
ellos en el modo de entender, como se ha libro (ibid.) : « de tal modo fue hecho el
dicho ( a q u í , y P . 1. , C. 55, a. 2 ) .
a
» h o m b r e , que no debería sentir la con-
A l 2.° que el ángel no pudo amar me- » cupiscencia ». Mas este débito parece
nos á la criatura que á D i o s , sino refi- perdonado al hombre por la gracia bau-
riéndola á D i o s como al último fin, ó á tismal, que los infieles no tienen. L u e g o ,
algún fin desordenado , por la. razón ya siempre que el infiel tiene concupiscen-
dicha. cia , aun cuando no consienta, peca mor-
A l 3.° que todas aquellas c o s a s , que talmente haciendo contra lo debido.
parecen ser veniales, las procuran los Por el contrario, se dice ( A c t . 1 0 , 3 4 ) :
demonios, para atraer á los hombres á su Dios no es aceptador de personas ; por
familiaridad, y así hacerles caer en el pe- consiguiente lo que no imputa á conde-
cado m o r t a l ; por lo que en todas estas nación á uno, tampoco á otro. E s así que
cosas pecan mortalmente por la intención no imputa á condenación los primeros
del fin. movimientos de los fieles. L u e g o tam-
poco á los infieles.
A R T Í C U L O V . — é l o s primeros movi- Conclusión. Sin razón se dice que los
mientos de s e n s u a l i d a d e n los Infieles son pe- primeros movimientos de los infieles son
cados mortales? pecados mortales, no consintiendo en
ellos.
l.° Parece que los primeros movi- Responderemos, que no es razonable
mientos de sensualidad en los infieles decir que los primeros movimientos de
son pecados mortales: porque dice el los infieles son pecados mortales, si no
Apóstol (Rom. 8 , 1 ) : nada hay de con- los consienten; y esto se manifiesta clara-
denación para los que están en Jesu- mente de dos modos : 1.° porque la mis-
cristo , los cuales no- andan según la ma sensualidad no puede ser sujeto del

(1) En todo este artículo dche tenerse presente que se ha- puesto en la C, B3, a. i, de la 1." P.
bla del ángel constituido en gracia desdo el momento mismo (2) Scqimntur damnaüonemyor sequilur damnatio eos, qui... (si-
de su creación, según la doctrina establecida en la 1. P.,
a
gúeles la condenación), que es tal como se desprende del
C. 62, a. 3 (véanse allí las notas á la página 490 del T. l.°); testo íntegro de San Anselmo, entre cuyas frases léese : eos,
pues, suponiéndolo en su ser puramente natural y sin el don qui non sunt in Christo, sequi damnationem; de donde se han to-
de la gracia, tiénese comunmente por probable que hubiera mado equivocadamente trastrocados el sujeto y el comple-
podido pecar venialmente, como opinan entre otros Valencia, mento gramaticales del verbo sequi. El sentido es de todos
Tanner y Silvio ; y tal es también el parecer de Santo Tomás modos tan claro, que no ha menester esplicarse.
y de su escuela, según consta sin género de duda por lo es-
SUMA TEOLÓGICA.. •—TOMO 11. 3S
594 CUESTIÓN L X X X I X . — A R T Í C U L O S V Y VI.

pecado mortal, como antes se ha demos- quien no se perdona el original, se halla


trado ( C. 7 4 , a. 4 ) , y es una misma la antes que el m o r t a l ; y así los infieles al-
naturaleza de la sensualidad en los infie- guna v e z tienen pecados veniales con el
les y en los fieles ; por lo cual no puede original sin los mortales.
ser que el solo movimiento de la sensua- 2.° Menos conexión y conveniencia
lidad en los infieles sea pecado mortal; tiene lo venial con lo m o r t a l , que el p e -
2.° por el estado del mismo que peca; cado mortal con lo mortal. P e r o el infiel
porque la dignidad de la persona jamás sujeto al pecado original puede cometer
disminuye el p e c a d o , antes por el con- un solo pecado mortal; y no otro. L u e g o
trario lo aumenta, como se declara en lo también puede cometer pecado venial, y
anteriormente dicho ( C . 7 3 , a. 1 0 ) : por no mortal.
lo que ni el pecado es menor en el fiel 3.° P u e d e determinarse el t i e m p o , en
que en el infiel, sino mucho m a y o r ; pues que el niño puede ser por primera vez
aun los pecados de los infieles merecen ejecutor del pecado a c t u a l ; y llegado á
más venia por la ignorancia, conforme á este tiempo puede estar al menos por al-
aquello ( i Tim. 1 , 1 3 ) : alcancé miseri- gún breve espacio sin pecar mortalmente;
cordia de Dios, porque lo hice por igno- porque esto aun se verifica también en
rancia en mi incredulidad; y los pecados los más grandes criminales. Mas en aquel
de los fieles se agravan por los Sacra- espacio, por breve que s e a , puede pecar
mentos de la g r a c i a , conforme á aquello venialmente. L u e g o el pecado venial pue-
(Helor. 1 0 , 2 9 ) : de cuánto mayores tor- de hallarse en alguno con el pecado ori-
mentos creéis que es digno el que pro- ginal sin el mortal.
fanare la sangre del testamento , en que Por el contrario : por el pecado origi-
fué santificado ? nal son castigados los hombres en el
A l argumento 1.° diremos, que el A p ó s - limbo de los n i ñ o s , donde no h a y pena
tol habla de la condenación debida al p e - de sentido, como se dirá más adelante (1);
cado original, que se quita por la gracia y en el infierno son arrojados los hom-
de Jesucristo, aunque quede el incentivo bres solo por el pecado mortal. L u e g o
de la concupiscencia ; y así el tener los no habrá lugar, en el que pueda ser cas-
fieles concupiscencia no es en ellos señal tigado el que tiene pecado venial solo
de la condenación del pecado original, con el original.
como lo es en los infieles: y de este modo Conclusión. Es imposible que el pe-
también debe entenderse el dicho de San cado venial se halle en alguno con solo el
Anselmo (arg. 2.°). pecado original sin el mortal.
Con lo dicho es obvia la solución al 2.° Responderemos, que es imposible que
A l 3.° que aquel débito de n o desear el pecado venial se halle en alguno con
era por la justicia original; y de consi- el pecado original sin el mortal. Y la ra-
guiente l o que se opone á tal débito no zón es porque, antes de llegar á los años
pertenece al pecado a c t u a l , sino al p e - de la discreción, el defecto de la edad
cado original. impidiendo el uso de la razón le escusa
de pecado mortal; por lo que mucho más
ARTÍCULO V I . — Puede hallarse cu le escusa del pecado v e n i a l , si comete
a l g u n o e l pecado venial con solo e l original ? algo que por su género sea t a l : mas,
cuando empieza á tener uso de razón, no
l.° Parece que el pecado venial puede se escusa enteramente de la culpa de ve-
hallarse en alguno con solo el pecado nial y mortal p e c a d o , sino que lo que
original : porque l a disposición precede primeramente le ocurre entonces pensar
al hábito ; y el venial es disposición para al h o m b r e , es deliberar acerca de sí
el mortal, como antes se ha dicho (C. 8 8 , mismo ; y , si se ordena á sí mismo al de-
a. 3 0 ) . L u e g o el venial en el infiel, á bido fin, consigue por la gracia ( 2 ) la

(l) En la 3." Parte, que no llegó él mismo á completar, pre- hombres en cualquier estado y país ó circunstancias, en que
venido por la muerte. Trátase empero.de este asunto en el Su- se encuentren, y no solo del estado evangélico y en localida-
plemento á dicha 3.* P., C. 09, a. 6, tomado de su libro 2-° de des, donde es conocida la fe de Cristo y la necesidad y con-
las Sentencias, üist. 33. siguiente uso de ese Sacramento para la remisión del pecado
(2J« Por la gracia», dice, y no precisamente por el bautis- original; ya también porque aun en países cristianos y cató-
mo, ya porque habla en general é indeterminadamente de los licos puede darse el caso de que alguno en edad ya adulta
CUESTIÓN LXXXIX. — ARTÍCULO V I . 595

remisión del pecado original; pero, si no c i a , sino por la falta del uso de razón,
se ordena á sí mismo al debido fin ( 1 ) , como se ha dicho.
según que en aquella edad es capaz de A l 3.° que de otros pecados mortales
discreción , pecará mortalmente , no Ha- puede abstenerse por algún tiempo el
ciendo lo que está de su parte; y desde niño, que empieza á tener uso de razón;
entonces no habrá en él pecado venial pero del pecado de la omisión predicha
sin el mortal, sino después que todo se le no se libra, s i , cuanto antes p u e d a , no
hubiere perdonado por la gracia (2). se convierte á Dios : porque lo primero
A l argumento 1.° diremos, que lo v e - que ocurre al h o m b r e , que tiene discre-
nial no es disposición precedente de ne- ción , es pensar sobre él mismo ( 3 ) , á
cesidad á lo mortal, sino contingente- quien debe ordenar las otras cosas como
mente ; al modo que algunas veces el á su fin ; pues el fin es lo primero en la
trabajo dispone para la fiebre, pero no intención : y por tanto este es el tiempo,
como el calor dispone la forma del fuego. en que está obligado por el precepto
Al 2.° que no se impide que el pecado afirmativo de D i o s , en el cual dice el
venial se halle al mismo tiempo con solo S e ñ o r : convertios á mí, y yo me con-
el original por su distancia ó convenien- vertiré á vosotros (Zach. 1, 3 ) .

ignore por completo ó invenciblemente el divino precepto so- lense (C. 749, c. 25), Medina, Cayetano, Curiel, Conrad'o y
bre el deberde recibirlo, como requisito indispensable nccessi- otros con todos los tomistas unánimes.
tate medii para obtener el perdón del pecado original y con- (3)' « Dios mismo », de ipso; y no de seipso, como se lee en al-
seguir la eterna salvación ; y en uno ú otro caso pudieran sin gunas ediciones antiguas y lo conserva la áurea romana sin
la recepción material do las aguas bautismales ser justifica- duda inconscientemente ó con alguna lijereza ó distracción;
dos por la gracia. aunque parece disculpable por lo que poco antes dice (delibe-
(1) Es muy probable, dice Silvio, y aun seguro que no rare de seipso) en el desarrollo de la tesis, debiendo tenerse
hay precepto de convertirse á Dios el hombre tan luego como presente que en esa deliberación sobre sí mismo no puede
ha llegado al uso incipiente de la razón, y que por consi- menos de entrañarse la consideración de su último fin, Dios;
guiente puede hallarse en el hombre durante ese período de aun cuando actual y formalmente no piense en Dios mismo ni
transición pecado venial solo con el original: y tal es la opi- se convierta ó dirija á él de un modo esplícito y directo ó de-
nión y doctrina de San Buenaventura (i, dist. 21, C. 1), Du- terminado, y si solo implícitamente según el conocimiento
rand (Scní. dist. 10, C. 2) y otros muchos especialmente entre más ó menos vago ó definido, que de él pueda tener en tal si-
los teólogos menos antiguos. Drioux. tuación ó estado. Así lo hace observar el concienzudo P. Ni-
(2) Opinión asimismo probable en sentir ademas de San colai, al consignar la rectificación, que de él tomamos.
Antonino (P. 1, til. 10, c. 1, § 1 ; y til. 13, c. 2, § 3), el Abu-
CUESTIÓN X C .
De las leyes (i).

El método nos conduce á esponer á continuación los principios estrínsecos de los actos h u m a n o s .
El principio esterior, que inclina al mal, es el diablo, de cuya tentación hemos hablado (P. 1. , C. 91, a

a. 3 y 3); y el principio esterior, que mueve al hien, es Dios, que nos instruye por l a ley y nos ayuda
por l a gracia : por lo tanto examinaremos 1.° la ley, y 2.° l a gracia. Acerca de l a ley conviene consi-
derar, 1.° la ley en general, 2.° sus p a r t e s : respecto de la ley en general estudiaremos tres cosas: ] . a

su esencia, 2. la diferencia de leyes, 3 . sus efectos. En c u a n t o á la 1. discutiremos c u a t r o puntos


a a a

1.° Laley es algo de l a razón ? — 2.° Fin de la ley.— 3.° Su causa.— 4.° Su promulgación.

A R T Í C U L O I . — t a ley es algo ya se ha hablado ( C . 57); ni tampoco


rielara»
zon (2J ? acto de la misma , puesto que cesando
este cesaría la ley, como en los que duer-
l.° Parece que la ley es algo de la men : luego la ley no es algo de la
razón : porque dice el Apóstol (Rom. 7, razón.
23) : veo otra ley en mis miembros; y 3.° L a ley mueve á obrar rectamente
nada existente en la razón está en los á los á ella sometidos. E s así que mover
miembros, puesto que la razón no se vale á obrar pertenece propiamente á la vo-
de órgano corporal : luego la ley no es luntad , como consta de lo dicho ( C . 9,
algo de la razón. a. 1). Luego la ley no pertenece á la
2.° E n la razón no hay sino potencia, razón, sino más bien á la voluntad, según
hábito y acto. Pero la ley no es la po- lo que dice el Jurisperito (3) (Lib. 1,
tencia misma de la razón, como ni- algún tit. 4 , De constit. princ.) que ce lo que
hábito de ella; pues los hábitos de la ra- » plugo al príncipe tiene fuerza de ley ».
zón son virtudes intelectuales, de las que Por el contrario : á la ley compete
(i) lié aquí uno de los Tratados más sólidamente funda- juzgadas al codicioso capricho insoportable de los improvisa-
mentales de la S U M A T E O L Ó G I C A , cuyo capital y general inte- dos depositarios de su pretendida soberanía, esplotadas inhu-
rés se recomienda por sí mismo al estudio profundo y detenido manamente y á guisa de harapiento rey de burlas en pro de
de todo hombre de ciencia , y preferentemente á cuantos se sus astutos maestros y seductores; pudiendo dirigírseles no
dedican al ejercicio profesional de la jurisprudencia en sus sin sobra de verdad el sarcástico apostrofe de Pilatos en ludi-
múltiples ramos, no menos que á los filósofos y á los teólogos brio del Salvador : ¡Ecce homo! El hombre rey vasallo, el hom-
y moralistas ; tanto que nadie sin mengua debe ignorar los bre á merced de cuatro leguleyos racionalistas y descreídos,
principios y doctrinas en él consignadas con la penetración y que lo abruman con vejaciones de todo género, y después de
lucidez características del reconocido Príncipe de la Escolás- haber suplantado la autoridad paternalmente próvida de Dios
tica cristiana, si aspira al dictado de letrado y de recto cri- por su irrisoria supremacía de sí mismo, laméntase en vano
terio, por más y por lo mismo que hoy la ley, como toda ctra de su abyección y servilismo ; pero parece al propio tiempo
noción importante y de alguna transcendencia á la vida prác- satisfecho y como compensado de tanto abatimiento con su
tica y á las esferas científicas y políticas, se definey comenta, corona de juncos y su cetro de caña, blasonando de indepen-
se aplica y sanciona muy de otro modo. Desde que el enciclo- diente y soberano, mientras la desnudez y el hambre y el vi-
pedismo y la revolución en los últimos siglos trastornaron de lipendio le muestran á la irrisión y escarnio de sus asalaria-
consuno y con tesón digno en verdad de mejor causa y con dos esplotadores. En nada tan manifiestamente como en esto
éxito harto deplorable toda idea recta y hasta los vocabula- se echa de ver la urgente necesidad de una radical é inme-
rios y la significación de las palabras, declarando ley la vo- diata restauración de los buenos principios, objeto é ideal be-
luntad general de los pueblos, que á su vez, y no sabiendo néfico, á que en bien de la humanidad aspira el gran Pontífi-
usar de esa nueva prerogativa demasiado" grande para su pe- ce reinante en su decidido empeño de restablecer á todo tran-
quenez y su degradación, mañosamente fraguada en prove- ce la sana doctrina de la Escuela escolástica cristiana.
cho propio por los agitadores y agiotistas político-sociales, la (2) Sobre esto hay tres opiniones : unos dicen que la ley es
entregaran candorosa é inconscientemente en manos del cesa- esencialmente acto de la voluntad, otros del entendimiento, y
rismo y de la dictadura ; las leyes y toda ley pn la moderna otros de una y otro. Santo Tomás afirma ser acto de la razón,
sociedad han venido, áser por lo común, no siguiera la espre- aunque presuponiendo el de la voluntad, al menos ó especial-
sion de la voluntad de los más, y sí la verdadera espada de mente en cuanto á las leyes positivas, según observa Bi-
Damócles, que, esgrimida con despótica perfidia por despre- lluart.
ciables tiranuelos, hiere con su filo siempre doble é incisivo á (3) Así designa al célebre jurisconsulto XJlpiano, compila-
las mismas masas soberanas, humilde é irremediablemente so- dor del llamado Digesto antiguo.
CUESTIÓN XC. — ARTÍCULO I.

mandar y prohibir; é imperar es propio concupiscencia se llama ley de los miem-


de la razón, como se ha dicho ( C . 17, bros.
a. 1). L u e g o la l e y es algo de la razón. - A l 2.° que, así como en los actos este-
Conclusión. La ley, regla y medida riores debe considerarse la operación y la
de los actos humanos, es algo pertene- obra, por ejemplo,-la edificación y lo edi-
ciente á la razón. ficado ; igualmente en las operaciones de
Responderemos, que la l e y es cierta la razón debe considerarse el acto mis-
regla y medida de los actos, según la mo de ella, que es el entender y razonar,
cual uno es inducido á obrar ó se retrae y algo constituido por este a c t o , que es
de ello : porque l e y (lex) se deriva de en la razón especulativa 1.° la definición,
ligar (ligare) (1), por cuanto obliga á 2.° la enunciación (2), y 3.° el silogismo
obrar ; mas la regla y medida de los ac- ó la argumentación. Y , como también la
tos humanos es la razón, que es el primer razón práctica hace uso de cierto silogis-
principio de ellos, como se patentiza por mo en sus operaciones, según se h a dicho
lo dicho ( C . 66, a. 1), puesto que á la ( C . 13, a. 3 ; y C. 77, a. 2 al 4.°) y con-
razón compete ordenar al fin, que es el forme á lo que Aristóteles enseña ( E t h .
primer pritícipio en lo operable, según 1. 7, c. 3 ) ; sigúese que es preciso recono-
Aristóteles ( E t h i c . 1. 7, c. 8 ) . Siendo cer en la razón práctica algo, que respecto
pues en cada género lo que es primer de las operaciones venga á ser lo que la
principio medida y regla de aquel género, proposición á las conclusiones en la razón
como la unidad en el género de los n ú - especulativa : y estas proposiciones uni-
meros y el primer movimiento en el g é - versales de la razón práctica ordenadas á
nero de los movimientos; sigúese que la los actos tienen carácter de l e y ; conside-
ley es algo que pertenece á la razón. rándose unas veces actualmente, y otras
A l argumento 1.° diremos que, siendo conservándose habitualmente en la razón.
la ley cierta regla y medida, se dice estar A l 3.° que la razón tiene de la volun-
en algo de dos maneras : 1. como en el a
tad la fuerza, como se ha dicho ( C . 17,
que mide y regula ; y , pues esto es pro- a. 1 ) ; pues, por lo mismo que alguno
pio de la razón, en este concepto la quiere un fin, la razón impera sobre los
ley está en la razón; 2.° como en lo re- medios á él conducentes. M a s la volun-
gulado y medido, y de este modo la l e y tad respecto de las cosas que impera,
existe en todos los que se inclinan á algo para que tenga carácter de l e y , es preci-
por alguna l e y , pudiendo así cualquier so que sea regulada por alguna razo n; y
inclinación proveniente de alguna l e y así se entiende que « l a voluntad del
decirse l e y , no esencialmente, sino como » príncipe tiene fuerza de l e y » (3), pues
por participación ; y en tal sentido la de otro modo esta voluntad más sería
inclinación misma de los miembros á la iniquidad que ley.

(1) San Isidoro (Orig. 1. 2, c. 10) la da por raíz etimológica cesarismo pagano, germen del moderno tan hábilmente repro-
legcndo o legere, porque la ley suele escribirse y leerse, como ducido por el célebre Dante y posteriormente restaurado so-
asimismo Cicerón [De leg. 1, 1, c. 19) fundado en la contestura bre esa y otras análogas bases del clasicismo por los entu-
ó sonido del vocablo ; y San Agustín de cligere, en atención siastas admiradores del renacimiento, tan esplotadas en daño
á que ella muestra ó designa lo que debe elegirse. de los pueblos por los reformadores protestantes y por los en-
(2) La proposición ó el juicio enunciado ; así como por defi- ciclopedistas hasta sus aterradoras consecuencias y aplicacio-
nición no debe entenderse aquí precisamente la breve y cate- nes prácticas por los fautores de la sanguinaria revolución
górica descripción de alguna idea ú objeto, sino solo la sim-, francesa ; cuya legislación (increíble parece) continúa siendo
pie espresion de la quididad ó esencia, que comunmente suele aún en la casi universalidad de las naciones la pauta idola-
ser una sola palabra ó el nombre del objeto respectivo ; por- trada de los que por otra parte y en todos los tonos se procla-
que salta á la vista la intención de proceder en gradación as- man salvadores déla libertad y del bienestar de los pueblos,
cendente de lo simple á lo compuesto y de esto á lo recom- al propio tiempo que remachan sus nuevas doradas cadenas y
puesto, pasando sucesivamente de la idea al juicio y del jui- los despojan hasta de sus aperos y del miserable abrigo de
cio al raciocinio; cuyas respectivas enunciaciones lógicas sus cabanas y desús harapos, halagándolos con su soñada
suelen por los dialécticos denominarse término, proposición y participación en su propia soberanía. Jamás tuvo el hombre
argumentación, no siendo siempre esta última un silogismo, en realidad-niénos derechos que desde la proclamación de los
aunque cualquiera de sus formas es susceptible de adaptarse Derechos del hombre, ni se ha visto tan esclavizado, como lo
á la silogística ; por cuya razón se dice comunmente silogís- está desde que los príncipes ó jefes del Estado son en boca
tica toda ó cualquiera forma argumentativa, sea entimema ó y pluma de los novísimos fabricantes de leyes y teorías meros
epiquerema, dilema ó sorites,... como no ignora quien haya depositarios del poder y la autoridad, que dicen residir radi-
libado siquiera los más elementales rudimentos de Lógica ó cal y sustancialmente en las masas y en la colectividad de
aun de Retórica. los individuos. La irresponsabilidad absoluta de los reyes
(3) Es muy digno de observarse que esa frase de Ulpiano ante Dios y ante sus mismos vasallos es un delirio erigido en
es una de las más categóricas cuanto deplorables del antiguo sistema, y que la esperiencia demuestra harto contundente-
598 CUESTIÓN X C — A R T Í C U L O I I .

A R T Í C U L O I I . — t a l e y se ordena siem- minarse al orden consistente en la beati-


pre a l b i e n común ¥ (1). tud. A d e m a s , puesto que toda parte se
ordena al todo, como lo imperfecto á lo
l.° Parece que la l e y no se ordena perfecto, y un hombre es parte de la co-
siempre al bien común como á su fin: munidad perfecta; es necesario que la ley
porque á la l e y pertenece el mandar y atienda propiamente y se ordene á la fe-
probibir; y los preceptos se ordenan á licidad común : por cuyo motivo Aristó-
ciertos bienes particulares. L u e g o no teles después de la definición de las cosas
siempre el fin de la l e y es el bien común. legales hace mención de la felicidad y
2.° L a l e y dirige al bombre en sus a c - comunidad política; porque dice ( E t h .
ciones ; y los actos humanos se realizan 1. 5, c. 1) que « decimos justas las leyes
en los individuos : luego la l e y se ordena » operativas y conservadoras de la felíci-
á algún bien particular. » cidad, y de sus particulares en comuni-
3.° San Isidoro dice (Etym.'l. 5, c. 3): » dad política »; pues la ciudad es una
« si la l e y es establecida por la razón, comunidad perfecta (Polit. 1. 1, c. 1), y
» l e y será todo lo que por esta se consti- en cada género lo que principalmente se
» tuya ». E s así que la razón consiste, no hace notar es el principio de lo demás, y
solo en lo que se ordena al bien común, esto se designa por su relación con é l :
sino también en lo que se refiere al bien así el f u e g o , que es l o más cálido, es la
privado de solo uno. L u e g o etc. causa del calor en los cuerpos mistos,
Por el contrario, el mismo San Isidoro que en tanto se dicen cálidos, en cuanto
dice ( E t y m . 1. 5, c. 21) que « l a l e y no participan del fuego. H é aquí pues por-
« b a sido becha para el bien particular, qué, diciéndose l e y principalmente en
» sino para la utüidad común de los ciu- cuanto se ordena al bien común; cualquier
» dadanos ». otro precepto referente á una operación
Conclusión. La ley •propiamente [1] particular no tiene razón de l e y , sino en
debe mirar al orden consistente en la tanto que se ordena al bien comuu : por
suprema felicidad; y así [2] toda ley lo cual toda ley se ordena al bien co-
necesariamente se ordena al bien común. mún (2).
Responderemos, que según lo diebo A l argumento 1.° diremos, que el pre-
(a. 1) la l e y pertenece á lo que es el cepto importa la aplicación de la l e y á
principio de los actos humanos, por ser las cosas que la l e y regula: y , como el
ella su regla y medida : y , así como la orden al bien, que pertenece á la l e y , es
razón es el principio de los actos huma- aplicable á fines singulares; sigúese que
nos, del propio modo también en la razón pueden también darse preceptos acerca
misma h a y a l g o , que es el principio res- de algunos particulares (3).
pecto de todos los demás ; por lo que á A l 2.° que las operaciones existen en
esto principalmente y sobre todo debe los particulares; pero esos particulares
pertenecer la l e y . Siendo pues el primer pueden referirse al bien común, no por
principio de las operaciones, que son el comunidad de género ó de especie, sino
objeto de la razón práctica, el fin último, por comunidad de causa final, á la ma-
y este la felicidad ó bienaventuranza de nera que el bien común se llama fin co-
la vida humana, según se h a demostrado mún.
(C. 1, a. 6 y 7; y C. 2, a. 5 y 7); nece- A l 3.° q u e , así como nada subsiste de
sariamente la ley debe ante todo enca- una manera estable según la razón espe-

menle conduce por la abyección y la miseria de los pueblos prescribe aspira al bien general de sus vasallos, al paso que
á efectivas cuanto tremendas responsabilidades, como las de este solo se propone el particular suyo propio y de sus favo-
que fueron víctimas Carlos I y Luis XVI, y á represalias del ritos. Por eso el Concilio 8.° de Toledo (can. 10) prohibe á los
jaez horrible de la que el nihilismo ruso acaba de tomar en monarcas, que en aquellos tiempos acataban las decisiones
la persona de Alejandro II. Eí nmc, reges, inlellígile : non est po • del cuerpo episcopal representante de la Iglesia y de la auto-
testas nísi a Deo. ridad espiritual, « imponer tributos ó pechos cscesivamcntc
(1) Ya se entienda si la ley debe dirigirse á alguna comu- » onerosos á sus subditos bajo la presión ó por sugestiones de
.nidad ó colectividad y no á particulares individuos, ó bien si » sus cortesanos, y preferir sus propios derechos personales al
debe proponerse el bien común como fin del 'egislador, la so- » bien de la patria y de sus pueblos ó do la nación».
lución debe ser afirmativa en uno y otro sentido. (3) Como el de la corrección fraterna y el de socorrer á los
(2) En esto precisamente se cifra la mas importante dife- pobres, por ejemplo.
rencia entre un buen rey y un tirano •. aquel en todo cuanto
CUESTIÓN Х С . — A R T Í C U L O S И , III Y IV. 599

culativa, sino por resolución á los prime­ multitud ó de alguno que hace sus v e ­
ros principios indemostrables; igualmen­ ces (3) : por, lo tanto legislar ó pertene­
te nada se asegura con firmeza por la ce á toda la comunidad 6 á la persona
razón práctica, sino en cuanto se ordena pública, que tiene el cuidado de la multi­
al último fin, que es el bien común: y lo tud ; porque aun en las demás cosas, or­
así establecido por la razón tiene carác­ denar á un fin compete á aquel, de quien
ter de l e y (1). es propio el tal fin.
A l argumento 1.° diremos, que según
A R T Í C U L О I I I . — La razón de c u a l q u i e ­
lo dicho ( a . 1 , al 1.°) la l e y está en al­
ra e s constitutiva «le l e y ? (2).
guno, no solo como en quien regula, sí
l.° Parece que la razón de cada uno también partícipativamente como en el re­
puede hacer l e y : porque se dice ( R o m . gulado; y de este modo cada uno es para
2, 14) q u e , cuando los gentiles, que no sí la l e y , en cuanto participa del orden
tienen ley, naturalmente hacen lo que es de alguno que regula ; por lo que allí
de ley ; ellos mismos son su propia ley; y mismo se añade : los que muestran la
esto lo dice en general de todos. L u e g o obra de la ley escrita en sus corazones.
cada uno puede hacer para sí la l e y . A l 2.° que una persona particular no
2.° Aristóteles dice ( E t h i c . 1. 2, с. 1) puede inducir eficazmente á la virtud,
que « la intención del legislador es indu­ sino solo amonestar; pero, si su amones­
» cir el hombre á la virtud »; y cualquier tación no es aceptada, no tiene la fuerza
hombre puede inducir á otro á la virtud: coactiva que debe tener la l e y , para in­
luego la razón de cada hombre puede ducir eficazmente á la v i r t u d , como dice
hacer la l e y . Aristóteles (E thic. 1. 10, c. ú l t . ) : y esta
3.° A s í como el príncipe de una ciudad fuerza coactiva la tiene la multitud ó la
es el gobernador de ella, igualmente cada persona pública, á quien pertenece impo­
a IB
padre de familia es el gobernador de su ner penas , como se dirá ( 2. ­2. , C. 6 4 ,
casa. M a s el príncipe de una ciudad pue­ a. 3); por lo cual únicamente á ella com­
de hacer l e y en esta. L u e g o cada padre pete legislar.
de familia puede hacerla en su casa. A l 3.° q u e , así como el hombre es
Por el contrario, San Isidoro dice parte de la c a s a , esta á su vez l o es de
( E t y m . 1. 5, c. 10) y se lee en los D e c r e ­ la ciudad, la cual es una comunidad per­
tos (с. 1, dist. 2): « l a l e y es la consti­ fecta (Polit. 1. 1, c. 1 y 2). Por lo tanto,
» tucion del pueblo, según la cual los an­ así como el bien de un solo hombre no es
» cianos juntamente con el pueblo san­ el último fin, sino que se ordena al bien
» cionaron algo » . L u e g o no compete á c o m ú n ; asimismo el bien de una sola
cualquiera establecer la l e y . casa se ordena al bien de una ciudad,
Conclusión. L egislar es de la compe­ que es una comunidad perfecta. D e con­
tencia ó de toda la colectividad ó del siguiente el que gobierna alguna familia
príncipe ó persona pública investida de puede dar algunos preceptos ó estatutos,
su representación para su dirección y mas no los que propiamente tengan ca­
custodia. rácter de ley.
R e s p o n d e r e m o s , que la l e y propia­
ARTÍCULO I V . — promulgación e s
mente tiene por objeto primario y prin­
de e s e n c i a de l a ley ? (4)
cipal el orden al bien común , y ordenar­
algo al bien común es propio de toda la 1.° Parece que la promulgación no es

(1) No solamente « lo estatuido sólidamente por la razón» ginal93.


(quodralione cornial), sino (nmbien «lo conforme con la reli­ (3) No como delegado ó comisionado de la comunidad á ma­
» gion, lo conveniente á la disciplina, lo provechoso á la sa­ nera de vicario suyo, á quien ella confíe el ejercicio del po­
» lud... » dice (ibid.) el mismo San Isidoro. der residente en ella ; sino como depositario de la autoridad
(2) Los waldenses, á quienes siguió Juan V\'iclef y poste­ emanada de Dios mediante la investidura conferida por sus
riormente Lutero, decian que « ni el Sumo Pontífice ni la mandatarios en su nombre y representación, cualquiera sea
» Iglesia toda tcninn la potestad de formar leyes de costum­ la forma de transmitírsela, por coronación ó proclamación, por
» bres » : doctrina subversiva y condenada como herética por elección ó derecho hereditario.
el Papa León X en su bula contra los errores de Lutero y por (4) Todos los teólogos están perfectamente acordes en cuan­
el Concilio de Constanza (sess. 8,'сям. 15), como ya lo habia to á la necesidad de la promulgación de la ley, para ser esta
sido por Anacleto, uno de los más inmediatos sucesores de obligatoria; disintiendo únicamente respecto de si es esen­
San Pedro, y radicalmente rebatida con la doctrina de este cial á la ley, de modo que no lo sea sin promulgarse, ó si solo
artículo. Véanse en el T. 1." las notas 2, pág. 180 ¡ y 2, pá­ constituye una condición ó requisito indispensable, que haga
600 CUESTIÓN X C . — A R T Í C U L O IV.

de esencia de la ley; porque la ley natu- tenga fuerza obligatoria, que es su ca-
ral es la que más tiene razón de t a l , y rácter propio, es preciso que se aplique á
sin embargo no há menester promulga- los hombres que deben regirse por ella;
ción : luego no es esencial á la ley el que y esta aplicación se hace en virtud del
se promulgue. conocimiento que de ella se les transmite
2.° Pertenece propiamente á la l e y por la promulgación : luego la promul-
obligar á bacer 6 no hacer algo. E s así gación es necesaria, para que ley tenga
que la l e y obliga no solo á aquellos, ante su fuerza (obligatoria) ( 3 ) . A s í de los
quienes se promulga, sino también á los cuatro puntos espuestos ( 4 ) puede co-
demás: luego la promulgación no es esen- legirse la definición de la l e y , que no es
cial á la ley. otra cosa que « cierta ordenación de la
3.° L a obligación de la ley se estiende » razón al bien común, y promulgada por
también al futuro, porque « l a s leyes im- » e l que tiene el cuidado de la comu-
» ponen necesidad á los asuntos futuros », » nidad » .
como dice el Derecho (1) ( Cod. 1. 1, A l argumento 1.° diremos, que la pro-
tit. 14 D e leg. et constit. principum). mulgación de la l e y natural existe en el
E s así que la promulgación se hace á hecho mismo de haberla D i o s impreso en
los presentes. L u e g o no es necesaria á la las almas de los h o m b r e s , para que la
ley. conozcan naturalmente.
P o r e l c o n t r a r i o , dícese ( D e c r e t . A l 2° que aquellos, ante quienes no
dist. 4 in appeud. Grrat. ad cap. In istis) ha sido promulgada la l e y , quedan obli-
que « l a s leyes quedan instituidas cuando gados á observarla, en cuanto llega á su
» son promulgadas » (2). noticia por otros , ó puede l l e g a r , hecha
Conclusión. Es menester, •pava que la y a la promulgación.
ley sea obligatoria, que haya sido pro- A l 3.° que la promulgación presente
mulgada, y que llegue á conocimiento de se estiende al futuro por la fijeza de la
los que han de estar sometidos á ella. escritura, que es en cierto modo una
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho continua promulgación : por esto dice
(a. 1) la l e y es impuesta á otros por modo San Isidoro ( E t y m . 1. 2, c. 10 ; y 1. 5,
de regla y medida; y esta se impone, en c. 3 ) que «la ley (lex) es llamada así del
cuanto se aplica á los que son regulados » verbo leer (legere), porque ha sido es-
6 medidos : por lo tanto, para que la ley » crita».

obligatorio el acto de su cumplimiento ; bien así como en or- como Cristo la dio á conocerá sus Apóstoles parcial y gradual-
den al modo ó forma de la promulgación, que desde luego se mente, según se iban presentando ocasiones oportunas ; pero
comprende no puede menos de' ser varía según las diversas con toda solemnidad fue promulgada la Nueva Ley Evangé-
clases de leyes, como sucesivamente se irá esponiendo. lica en el dia de Pentecostés con el aparato, que sabemos la
(1) Los emperadores Teodosio y Valentiniano al Prefecto acompañó (Acl. 2,1 y sig.); así como la Antigua de Moysés
del Pretorio: «las leyes y constituciones ciertamente dan en el monte Sinaí *. y por último las leyes humanas so pro-
» forma á los hechos futuros, y no tienen efecto retroactivo mulgan con diversa solemnidad según la varia costumbre de
» respecto de los pasados ». de los pueblos y sus respectivas cancillerías ; ya publicán-
(2) Palabras que por cierto no son parte del decreto mis- dose en documentos oficiales, como en España la Gacilla y Bo-
mo ; y sí más bien anotación ó aclaración de su contesto por letines; ya fijándose en los sitios más concurridos y accesibles,
Graciano, tomada^de San Agustín, y que en los antiguos como se hace con ciertos bandos ó edictos ; ya también á voz
ejemplares de las Decretales se hallaba unificada con su testo, de pregón y de clarines ú otros instrumentos ; ya en fin dán-
como los demás apéndices ó glosas. dolas lectura pública en plazas, templos o lugares de mayor
(3) La promulgación de la ley eterna y natural se verifica concurrencia, ó desde tribunas ó pulpitos, tablados ó balco-
por el dictamen mismo de la razón. La divina positiva se hace nes, destinados al efecto.
á veces por revelación interna, cual la tuvieron los Profetas, (4) En los cuatro artículos de esta C. 90.
y otras mediante cierta esterior manifestación sin solemnidad,
CUESTIÓN XCI.

Diversidad de leyes.

1.° H a y a l g u n a l e y e t e r n a ? — 2.° H a y a l g u n a l e y n a t u r a l ? — 3.° H a y u n a l e y h u m a n a ? — 4.° H a y a l ­


g u n a l e y d i v i n a ? — 5.° Es u n a s o l a , ó s o n m u c h a s ? — 6.° H a y a l g u n a l e y d e l p e c a d o 1

ARTÍCULO I . — H o y alguna ley eterna? providencia d i v i n a , como se ha demos­


a
trado ( P . 1. , C. 2 2 , a. 1 y 2 ) , toda la
l.° Parece que no hay alguna ley comunidad del universo es gobernada por
eterna: porque la l e y se impone á al­ la razón divina ; esa misma razón del
gunos ; y no existió ab (eterno á quien gobierno de las cosas existente en Dios
se pudiera imponer alguna l e y , pues solo como en Príncipe de la universalidad,
Dios es eterno. L u e g o no hay ley alguna tiene naturaleza de ley: y, puesto que la
eterna. razón divina nada concibe desde el tiem­
2.° L a promulgación es esencial á la p o , sino que tiene un concepto eterno,
ley; mas la promulgación no pudo ha­ como se espresa ( P r o v . 8, 22 y s i g . ) ; de
cerse ab aterno, pues no existia ab ater­ aquí que esta ley es necesariamente
no ( 1 ) á quién promulgarla : luego nin­ eterna.
guna ley es eterna. . A l argumento 1,° diremos, que las
. 3.° L a l e y importa orden á un fin; y cosas que no son en sí mismas existen
nada de lo que se ordena á un fin es en D i o s , en cuanto son de él conocidas
eterno, porque solo lo es el último fin: y preordenadas, según ( R o m . 4 , 1 7 ) : el
luego no h a y l e y alguna eterna. que llama las cosas, que no son, como
Por el c o n t r a r i o , dice San A g u s t í n las que son. A s í pues el concepto eterno
( D e lib. arb. 1. 1 , c. 6 ) : « l a ley, que se de la divina l e y tiene naturaleza de ley
» denomina razón suprema , no puede eterna, en cuanto Dios la ordena al g o ­
»menos de parecer á todo inteligente bierno de las cosas preconocidas por él
»inmutable y eterna » (2). mismo.
Conclusión. Hay una ley eterna, que A l 2.° que la promulgación se hace de
es la razón que gobierna todo el universo palabra y por escrito : y de uno y otro
y existe en la mente divina. modo la l e y eterna tiene promulgación
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho de parte de Dios, que la promulga: por­
(C. 9 0 , a. 1 y 4 ) la ley no es otra cosa que el Verbo divino es eterno, y la escri­
que el dictamen práctico de la razón en tura (3) del libro de la vida es eterna.
el príncipe que gobierna alguna comu­ P e r o de parte de la criatura, que la es­
nidad perfecta. Siendo pues notorio que, cucha ó la lee, la promulgación no puede
supuesto que el mundo es regido por la ser eterna.

(1) En acto, como es necesario existan los que hayan de » atribuyen los actos propios de esta ».
ser obligados á la observancia de la ley ; no bastando por con­ (3) No material, en cuyo concepto no es más eterna que las
siguiente que las criaturas existiesen en la mente divina. criaturas ni pertenece al Libro de la vida; sino ert cuanto sig­
(2) De aquí la definición de la ley eterna : «la suprema ra­ nifica la colección de los divinos preceptos, según se hace
» zon del gobierno de los seres, primaria y original» ó radi­ constar espresamente (Eccli. 24, 32), rodo esto es el libro de la
cal, que en realidad y en Dios es su misma Providencia, aun­ vida y el testamento del Altísimo y el conocimiento de la verdad ; y
que nosotros racionalmente y á nuestro modo la distinguimos sí en el sentido metafórico indicado en la Conclusión y espuesto
a

de ella : я es como el principio ó raíz de la Providencia mis­ en todo el a. I d e l a C . 24 de la 1. P., T. l.° pág. 220.
il ma (De ши. С. б, a. 1, al 0;°), por lo que con razón se la
602 CUESTIÓN XCI. — ARTÍCULOS I Y II.

A l 3.° que la ley importa orden al fin están ellos sometidos á una l e y natural,
activamente, en cuanto por ella se orde- el hombre tampoco lo estará.
nan las cosas al fin; mas no pasivamente, P o r e l c o n t r a r i o , sobre aquello
es decir, ordenándose la misma ley al fin, ( R o m . 2 ) , los gentiles que no tienen ley,
sino per accidens respecto del gobernante hacen naturalmente lo que es de la ley,
cuyo fin está fuera del mismo y á quien d i c e l a Glosa (ordin.) ( 2 ) q u e , « s i no
necesariamente ordena su l e y : y, como el » tienen ley escrita, tienen no obstante la
fin de la gobernación divina es el mismo » l e y natural, por la que cada uno conoce
D i o s , y su ley no es otra cosa alguna » y se da cuenta (sibi conscius est) de lo
fuera de él m i s m o ; sigúese que la l e y » que es bueno y lo que es malo » .
eterna no se ordena á otro fin. Conclusión. La ley natural no es otra
cosa que la participación de la ley eter-
ARTÍCULO I I . — H a y e n nosotros algu- na , en cuya virtud todas las criaturas,
n a ley natural ? (1)
pero de un modo más escelente la racio-
nal, tienen inclinación á suspropios actos
y fines, distinguiendo esta el bien y el
1.° Parece que no bay en nosotros una mal.
l e y natural: porque el hombre es suficien- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
temente gobernado por la l e y eterna, ( C . 9 0 , a. 1 al 1.°), siendo la l e y una
puesto que San A g u s t í n dice ( D e lib. regla y medida, puede existir en, alguno
arb. 1. 1 , c. 6 ) que « la ley eterna es de dos maneras : 1 . como en el que re-
a

» a q u e l l a , según la cual es justo que t o - gula y m i d e ; 2 . como en lo regulado y


a

» das las cosas sean perfectísimamente m e d i d o ; porque, en cuanto algo parti-


» ordenadas » . E s así que la naturaleza cipa de la regla ó m e d i d a , así es regula-
no multiplica las cosas supérfluas, como do ó medido. P o r lo t a n t o , como todas
ni falta en las necesarias : luego no hay las c o s a s , que están sometidas á la pro-
para el hombre alguna l e y natural. videncia divina, son reguladas y medidas
2.° L a l e y ordena el hombre en sus por la ley eterna , según consta de lo di-
actos á su fin, como se ha indicado ( C . 90, cho (a. 1) ; es evidente que todas las co-
a. 2 ) . E s así que la ordenación de los sas participan en algún modo de la ley
actos humanos al fin no se verifica por la eterna, en cuanto por la impresión de
naturaleza, como sucede en las criaturas ella tienen inclinación á sus propios ac-
irracionales, que solamente obran por al- tos y fines. Ahora bien : entre las demás,
gún fin según el apetito natural; mientras la criatura racional está sometida á la
que el hombre obra por algún fin según providencia divina de un modo más es-
su razón y voluntad. L u e g o no hay l e y celente , en cuanto participa de esta pro-
alguna natural al hombre. videncia proveyendo á sí misma y á las
3.° Cuanto más libre es alguno, tanto demás : y así hay en ella una participa-
menos está sometido á la l e y . Siendo ción de la razón eterna, por la cual tiene
pues el hombre á causa de su libre albe- inclinación natural á su debido acto y fin;
drío más libre que los demás animales, en y esta participación de la ley eterna en
lo que les aventaja; sigúese que, pues no la criatura racional se llama ley natu-

(1) Lo mismo que los teólogos todos unánimemente aun los modernos boy más comunmente consultados Gury la define,
filósofos sensatos de todos tiempos, como Aristóteles (FJhlc. « la ley eterna intimada á la naturaleza racional por la luz
1. 5, c. 7) y Cicerón (De legib. 1. 1 y 2), reconocen y admiten » natural, ya babitualmente por la recta razón, ya actual-
una ley natural; si bien no todos la definen igualmente. El » mente por su dictamen » ; Scavini « participación de la ley
V. P. Capponi dice ser « aquella, por la que cada cual según B eterna en la criatura racional, dictando y prescribiendo de-
» el dictamen de su razón natural (aludiendo en esta espre- » ber hacerse lo intrínsecamente bueno y evitarse lo intrínse-
» sámente á la sindéresis, pues cilalaC. 79, a.12, de l a l . P . )
B

» camentc malo » ; y San Alfonso de Ligorio « dictamen ó jui-


» entiende y tiene conciencia de sí mismo, discerniendo lo B ció de nuestra razón, por el que mediante la luz impresa en
» que es bueno y lo que es malo». Billuart, después de refu- » nosotros por el autor de la naturaleza decidimos lo que debe
tar por incompletas varias otras definiciones, según las cuales » hacerse ó evitarse n; definiciones todas, como se ve, calca-
ó es «la misma naturaleza racional en sí misma y en cuanto das sobre la del Angélico Doctor, consignada en nuestra Con-
» por su esencia la convienen ciertos actos y no otros », ó
-

clusión, y más ó menos ampliada ó detallada.


« el dictamen actual de la razón natural», ó «la luz natural (2) La antigua manuscrita indica al margen tomarlo de Orí-
«ostensiva del bien ", ó «la misma ley eterna participada genes ; mas la moderna impresa lo atribuye á San Agustín
»> por el sujeto regulado » ; concluye proponiendo esta . « la
J

(De splr. el lili. c. 27) : y en efecto, de uno y otro se colige


» ley natural no es otra cosa que la luz natural impresa por harto clara y esplícitamento en lo sustancial del sentido de
» y participada de la razón ó ley eterna ». Entro los teólogos sus respectivas frases.
CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O S II V I I ! . 603

ral: por l o que el S a l m i s t a , después de mana : porque la l e y natural es una par-


haber dicho ( P s . 4 , 6 ) , sacrificad sacri- ticipación de la l e y e t e r n a , según l o di-
ficio de justicia, como respondiendo á cho ( a . 2 ) ; y todas las cosas están p e r -
quienes preguntasen, qué son obras de fectísimamente ordenadas por la l e y
justicia, añade: muchos dicen, ¿quién nos e t e r n a , según dice San Agustín ( D e
manifiesta los bienes? y dice ( v . 7 ) , se- lib. arb. 1. 1, c. 6 ) : luego la l e y natural
llada está , Señor , sobre nosotros la luz basta , para ordenar todas las cosas h u -
de tu rostro , dando á entender que la manas; y no es necesario que haya alguna
luz de la razón natural, por la que dis- l e y humana.
cernimos lo que es bueno y lo que es 2.° L a l e y tiene razón de medida s e -
m a l o , cosa que pertenece á la l e y natu- gún lo dicho ( C . 90, a. 1 y 2); y la razón
ral, no es otra cosa que la impresión de humana no es la medida de las cosas,
la luz divina en nosotros. E s pues noto- sino más bien al contrario, como se v e
rio que la ley natural no es otra cosa que ( M e t . 1. 10, t. 5 ) . L u e g o de la razón
la participación de la ley eterna en la humana no puede proceder l e y alguna.
criatura racional. 3.° L a medida debe ser ciertísima
A l argumento 1.° diremos, que esa ra- ( M e t . 1. 10, t. 3); pero el dictamen de la
zón sería procedente, si la l e y natural razón humana respecto de las cosas, que
fuese algo diverso de la l e y eterna (1) ; deben h a c e r s e , es incierto según aquello
mas dicha l e y no es otra cosa que una ( S a p . 9 , 14): los pensamientos de los
participación de esta ú l t i m a , como se ha hombres son tímidos, é inciertas nues-
dicho. tras providencias. L u e g o ninguna l e y
A l 2.° que toda operación de la razón puede provenir de la razón humana.
y de la voluntad se deriva en nosotros de Por el contrario, San Agustín ( D e
lo que es conforme á la naturaleza, como lib. arb. 1. 1 , c. 6 ) menciona dos l e y e s ,
se ha demostrado ( C . 10, a. 1 ) : porque una eterna y otra temporal, que dice ser
todo razonamiento dimana de los princi- humana.
pios conocidos naturalmente, y todo ape- Conclusión. Ademas de la ley eterna
tito de los medios conducentes al fin se y de la natural hay leyes constituidas
deriva del natural apetito del último fin; por los hombres, y dispositivas en parti-
y asimismo es preciso que la primera di- cular de lo contenido en la ley natural
rección de nuestros actos al fin se verifi- con subordinación a los requisitos de la
que por la l e y natural. ley en general; y tales son las leyes hu-
Al 3.° que aun los animales irraciona- manas.
les participan de la razón eterna á su Responderemos, que según lo dicho
modo, como también la criatura racional; ( C . 90, a. 1 al 2.°) la l e y es cierto dicta-
m a s , por cuanto esta participa de ella men de la razón práctica : y la razón
intelectual y racionalmente, la participa- práctica procede de la misma manera que
ción de la l e y eterna en la criatura racio- la especulativa; puesto que ambas pasan
nal se llama propiamente l e y , por ser la de algunos principios á ciertas conse-
ley algo de la r a z ó n , como se ha dicho c u e n c i a s , como se h a dicho ( i b i d ) . S e -
(C. 90, a. 1 ) : y , no participándose la l e y gún esto pues habremos de decir que,
racionalmente en las criaturas irraciona- así como en la razón especulativa de
les , no puede decirse (respecto de ellas) principios indemostrables naturalmente
ley sino por semejanza. conocidos se deducen conclusiones , rela-
tivas á diversas ciencias, cuyo conoci-
ARTÍCULO I I I . — Hay a l g u n a ley h u - miento no nos es congénito, sino que lo
mana? (2) adquirimos por la industria de la razón;
1.° Parece que no h a y l e y alguna hu- del mismo modo es necesario que de los
(1) No so lia de colegir de aquí, como advierte Conrado, que participante á participada.
la ley natural y la ley eterna no son entidades diversas; pues (2) ¿Por que se trata antes de la ley humana que de la divi-
lo son tanto como la criatura y el Creador, toda vez que la naposiliva, siendo ésta másescelenteque aquella? Por sernos
ley eterna es la voluntad misma de Dios, y la natural una más conocida la humana y más allegada á nuestra naturaleza,
participación creada y no eterna de esa misma divina volun- y de consiguiente aun anterior también en nosotros según el
tad ó providencia, conforme á lo esplicado en las notas 2 y 3, orden de generación, contesta categóricamente Billuart (De
pagina 001 : lo que únicamente debe entenderse es que una leglbm, dissert, 3. ).
a

y otra ley no son diversas en absoluto ó sin osa relación dé


6Ó4 CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

preceptos de la ley natural como de objeto las cosas operables, que son sin-
ciertos principios comunes é indemostra- gulares y contingentes; pero no las ne-
bles , proceda la razón humana á algu- cesarias , como la razón especulativa :
nas disposiciones particulares, que son por lo cual las leyes humanas no pueden
las que descubiertas por ella se llaman tener la misma infalibilidad, que tienen
leyes humanas, observadas las demás las conclusiones demostrativas de las
condiciones esenciales á la ley, como se ciencias. N i es menester que toda medida
ba dicbo (C. 90). P o r esto dice Cicerón sea por completo infalible y cierta, sino
en su Retórica ( D e invent., 1. 2) que en lo que es posible en su género (3).
« el principio del derecho tiene s u origen
» en la, naturaleza; que después algunas ARTÍCULO I V . — ¿ n a s i d o n e c e s a r i o
» cosas erigiéronse en costumbre por ra- que h u b i e s e a l g u n a ley ilivlna ? (4).
» zon de ( 1 ) u t i l i d a d ; y por último,
» que las originarias de la naturaleza y l.° Parece que no ha sido necesario
» probadas por la costumbre han sido san- que hubiera alguna l e y divina : porque,
» cionadas por el temor á las leyes y á la como se ha dicho (a. 3 ) , la l e y natural
» religión » . es cierta participación de la l e y eterna
A l argumento 1.° diremos, que la ra- en nosotros ; y la l e y eterna es l e y divi-
zón humana no puede participar por com- na, según se ha dicho (a. 1). L u e g o no
pleto del dictamen de la razón divina, es necesario que ademas de la l e y natu-
sino á su modo é imperfectamente : y por ral y las humanas derivadas de esta
lo t a n t o , así como por parte de la razón haya alguna otra l e y divina.
especulativa la participaciou de la sabi- 2.° D í c e s e ( E c c l i . , 1 5 , 1 4 ) : Dios
duría divina nos infunde un conocimiento dejó al hombre en la mano de su con-
de ciertos principios comunes, mas no el sejo ( 5 ) , y el consejo es acto de la razón,
propio (particular) de cada verdad tal, como se ha demostrado ( C . 1 4 , a. 1).
como se contiene en la misma divina sa- L u e g o el hombre h a sido entregado al
biduría ; del mismo modo por parte de la gobierno de su razón : y , puesto que el
razón práctica el hombre participa natu- dictamen de la razón humana es la ley
ralmente de la l e y eterna en cuanto á humana, no es menester que el hombre
ciertos principios comunes, mas no res- sea gobernado por l e y divina alguna.
pecto de la dirección particular de las 3.° L a naturaleza humana es más su-
singularidades, aunque se hallan conte- ficiente que las criaturas irracionales;
nidas en la l e y eterna : y por esto es n e - las cuales sin embargo no tienen algu-
cesario ademas que la ley humana san- na l e y divina aparte de su inclinación
cione ciertas leyes particulares. natural en ellas infundida : luego mucho
A l 2.° que la razón humana no es por menos la criatura racional debe tener
sí regla de las cosas ; pero los principios alguna l e y divina ademas de la l e y na-
inherentes á ella naturalmente son cier- tural,
tras reglas generales y medidas de t o - Por el contrario , D a v i d pide al Se-
das las cosas que el hombre debe hacer, ñor que le dé una l e y , diciendo ( P s . 118,
de las cuales la l e y natural es la regla y 33) : pónme por ley, Señor, el camino
medida, aunque no lo sea de las que de tus justificaciones.
provienen de la naturaleza ( 2 ) . Conclusión. Ademas de la ley natural
A l 3.° que la razón práctica tiene por y la humana ha sido necesaria una ley

(1) V no «por utilidad 'de la razón » (ex ulílííate rationis), rilante ó anulatoria.
como se lee en algunas ediciones y rectifica el P. Tv'icolai, di- (i) La ley divina positiva puede definirse, refundiéndolas
ciendo que a es abusar de la razón » el adoptar semejante re- definiciones de diversos teólogos accidentalmente diversas:
dacción, por más que así se encuentra aun en algún manus- '(ley dada por Dios inmediatamente y por signos estemos á
crito de la S U M A . n los hombres, para dirigirlos á su fin sobrenatural». Com-
(2) Como pretendía Protágoras, según refiere (ibld) el mis- prende los dos Testamentos antiguo y nuevo ó evangélico, cu-
mo Aristóteles, en el concepto sin duda de que es capaz de yos preceptos son ó morales ó ceremoniales ó judiciales (en
sentirlas y conocerlas. el Mosaico) y de consejo en el evangélico ; y se diferencia de
(3) Scabini define la ley humana : « la prescrita por el jefe la eterna principalmente en ser esta increada, y la positiva
» de una sociedad humana á sus subditos en orden al bien creada y temporal.
» común» ; y la subdivide por razón de su origen en eclesiás- (5) A merced de su libre albedrío, según esplica la Glosa
tica y civil, y por su modo ó forma en preceptiva, penal é ¡r- interlineal, sin escluir empero el gobierno divino.
CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 605

divina, para dirigir al hombre infali- ley humana no puede castigar ó. prohi-
blemente á su fin, que es la eterna bien- bir todo lo que se hace m a l a m e n t e ;
aventuranza. p u e s , al intentar suprimir todas las ma-
R e s p o n d e r e m o s , que ademas de la las , seguiríase que se quitarían también
ley natural y de la humana ha sido ne- muchas buenas, y se impediría la utili-
cesario para la dirección de la vida del dad del bien común, que es necesario á
hombre que tuviese una ley divina; y l a ( l ) conservación humana. L u e g o , para
esto por cuatro razones : 1. porque por a
que ningún mal quede sin prohibir é im-
la ley es dirigido el hombre á los actos pune , fue necesario que sobreviniera la
propios en drden al último fin; y , si el ley divina, por la cual se prohiben todos
nombre no se ordenase más que á un fin, los pecados. Estas cuatro causas se insi-
que no escediera la proporción de sus núan ( P s . 18, 8 ) , donde se lee : la
facultades naturales, no sería preciso ley del Señor sin mancilla ( 2 ) , esto es,
que tuviera algo directivo por parte de que no permite impureza alguna de pe-
su razón sobre la ley natural y la hu- cado ; que convierte las almas, porque
mana derivada de esta : mas, por cuanto dirige no solo los actos esteriores, sino
el hombre se ordena al fin de la beati- también los internos ; el testimonio fiel
tud eterna, que escede la proporción de del Señor, por la certeza de su verdad y
la humana facultad natural, como se ha rectitud; que da sabiduría á los peque-
demostrado ( C . 5 , a. 5 ) ; fue necesario ñuelós, en cuanto ordena al hombre á su
que sobre la ley natural y la humana fin sobrenatural y divino.
fuese también dirigido á su último fin Al argumento 1.° diremos, que por la
por ley dada por Dios. 2. Porque á cau-
a

ley natural participa el hombre de la ley


sa de la incertidumbre del juicio huma- eterna según la proporción de la capaci-
no principalmente sobre las cosas con- dad de su humana naturaleza ; mas es
tingentes y particulares sucede haber preciso que el hombre sea dirigido á su
acerca de los actos humanos diversos último fin sobrenatural de un modo mu-
juicios, de los que proceden diversas y cho más elevado : por k> cual ha sido
aun contrarias leyes. A s í p u e s , para sobreañadida la ley dada por D i o s , por
que el hombre sin duda alguna pueda la que participa de la eterna de un modo
saber, qué es lo que debe hacer y qué más eminente.
evitar, fue necesario que en sus actos A l 2.° que el consejo es cierta inves-
propios fuese dirigido por la ley dada tigación, por lo cual es menester que
por D i o s , de la que hay seguridad que proceda de algunos principios : y no
no puede errar. 3.° Porque el hombre basta que proceda de los principios na-
puede establecer leyes sobre las cosas, turalmente infundidos, que son los pre-
de que puede juzgar : mas el juicio del ceptos de la ley natural, por razón de
hombre no puede tener lugar acerca de lo antes d i c h o ; sino que es preciso que
los actos internos, que están ocultos , y se sobreañadan ciertos otros principios,
sí únicamente de los movimientos ester- cuales son los preceptos de la ley divina.
n o s , que se manifiestan; y sin embargo
A l 3.° que las criaturas irracionales
se requiere para la perfección de la vir-
no se ordenan á un fin más elevado, que
tud que el hombre sea recto en unos y
el que es proporcionado á las fuerzas
otros : razón por la que la ley humana
naturales de las mismas ; y por lo tanto
no pudo reprimir y ordenar suficiente-
no existe paridad.
mente los actos interiores, habiendo sido
necesario que para esto sobreviniese la ARTÍCULO V . — l a ley divina es sola-
ley divina. 4.° P o r q u e , como dice San mente u n a ? (3).
Agustín ( D e lib. arb., 1. 1, c. 5 y 6 ) , la
l.° Parece que la l e y divina es una

(1J Comcrvalioncm ; y no convcnalioncm, cual se lee en la edi- más propiamente debe interpretarse dicho profélicamente de
ción áurea y en algunas oirás, desviándose del testo de los la que en su reemplazo había de instituir el Salvador.
manuscritos, según advierte rectificando el P. Nicolai. (3) Todos los teólogos están plenamente contestes en reco-
(2) InmaciUata según la Vulgata y el testo de San Jeróni- nocer, como no pueden menos, la doble Ley positiva divina
mo : en el griego se dice irrcprchcnsiHUs. Advierte aquí Ca- de uno y otro Testamento antiguo y nuevo ; bien así como en
siodoroque, si bien todo lo citado del Salmista podía aplicarso que antes de Moisés no hubo otra que la misma Ley natural.
á la ley de Moisés antes de la promulgación do la evangélica,
606 CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O V.

solamente : porque en un solo reino no de la l e y nueva al del hombre perfecto,


hay mas que una l e y de un solo monar- emancipado y a de tal tutela. L a perfec-
ca ; y todo el género humano se refiere ción é imperfección de una l e y se consi-
á Dios como á su único r e y , según estas dera según los tres conceptos pertene-
palabras ( P s . 4 6 , 8 ) : Dios es el rey de cientes á la ley, como se ha dicho (C. 90,
toda la tierra. L u e g o no hay más que a. 2 , 3 y 4 ) : 1.° que se ordene al bien
una sola l e y divina. como á su fin, según lo allí indicado (a. 2),
2. Toda l e y se ordena al fin, que el
a
lo cual puede referirse á dos estremos: al
legislador se propone respecto de aque- bien sensible y terreno, al cual bien se
llos, para quienes da la ley. E s así que ordenaba directamente la l e y antigua,
es un solo y mismo fin el que Dios se por cuya razón al principio de la l e y
propone con respecto á todos los hom- ( E x . 3) se invita al pueblo á la posesión
bres , según aquello ( i Tim. 2 , 4 ) : del reino terrenal de los cananéos ; y por
quiere que todos los hombres sean sal- otra parte al bien inteligible y celestial,
vos, y que vengan al conocimiento de la al que se ordena la l e y nueva, por lo cual
verdad. L u e g o la l e y divina es una sola- Cristo desde el principio de su predica-
mente. ción invita al reino de los cielos, diciendo
3.° L a l e y divina parece acercarse ( M a t t h . 4, 17): haced penitencia, porque
más á la l e y eterna, que es ú n i c a , que se acerca el reino de los cielos ; y por lo
la l e y natural, cuanto la revelación de mismo San Agustín ( contra Faust. 1. 4,
la gracia es más elevada que el conoci- c. 2) dice que el antiguo Testamento en-
miento de la naturaleza. Siendo pues cierra las promesas de los bienes tempo-
la l e y natural una para todos los hom- rales, por lo que se llama antiguo; mien-
bres ; con mayor razón lo es la l e y di- tras que al nuevo pertenece la promesa
vina. de la vida eterna; 2.° dirigir los actos
Por el c o n t r a r i o , dice S a n P a b l o humanos según el orden de la justicia,
( H e b r . 7 , 12) : mudado el sacerdocio, en lo que también aventaja grandemente
es necesario que se haga también muta- la l e y nueva á la a n t i g u a , regulando los
ción de la ley. E s así que h a y un doble actos interiores del a l m a , según aquello
sacerdocio, como se dice (ibid.), á saber, (Matth. 5 , 20) : si vuestra justicia no
el sacerdocio de L e v í y el sacerdocio de fuere mayor que la de los escribas y fa-
Cristo. L u e g o h a y también dos leyes riseos , no entraréis en el reino de los
divinas, la l e y antigua y la l e y nueva. cielos ; y por esto se dice que la ley an-
Conclusión. La ley divina se distin- tigua cohibe (2) la m a n o , y la ley nue-
gue, al modo que lo imperfecto y lo per- va el ánimo; 3.° inducir á los hombres á
fecto, en ley Antigua y Nueva ley. las observancias de los mandamientos; y
esto lo hacia la l e y antigua por el temor
Responderemos q u e , como se ha di-
de los castigos , mas la l e y nueva por el
cho ( P . 1. , C. 30, a. 2 y 3) (1), la dis-
a

amor, que se infunde en nuestros cora-


tinción es causa del número; mas algunas
zones por la gracia de C r i s t o , que en la
cosas pueden distinguirse de dos modos:
ley nueva se confiere, y era figurada en
1.° como las que son absolutamente, di-
la antigua; por lo que S a n A g u s t í n dice
versas en e s p e c i e , cuales son el caballo
( contra A d a m a n c i o , discípulo de Mani-
y el b u e y ; 2.° á la manera que lo per-
q u é o , c. 17) que « la diferencia entre la
fecto y lo imperfecto en la misma espe-
» L e y y el Evangelio es bien sencilla:
cie , como el niño y el hombre; y de este
» temor y amor » .
modo la ley divina se distingue en ley
antigua y ley nueva. P o r esta razón el A l argumento 1.° diremos q u e , así
Apóstol ( Galat. 3 . ) compara el estado como el padre de familia en su casa pro-
de la l e y antigua al de un niño, que está pone unos preceptos á los niños y otros á
bajo (la dirección de) un p e d a g o g o , y el los adultos ; igualmente D i o s , único rey

(1) No a. 4, como se ve citado equivocadamente en algunas dúos y esta alas especies.


ediciones antiguas : también se dice algo pertinente al actual (2) Cohibir añade á prohibir la imposición ó adjudicación
asunto en la G. 74, a. 2, de la misma 1." P. con ocasión de los de alguna pena al infractor, según advierte Silvio inspirán-
dias de la creación, estableciéndose como opuestas la distin- dose en la doctrina terminantemente espre6a del mismo Santo
ción material y la formal, y reüriéndose aquella á los indivi- Tomás (Sent. 3, dist. ult., a. 2, al 1.°).
CUESTIÓN X C I . — A R T Í C U L O S V Y VI. 607

en su reino único, dio una l e y á los hom- segun é l : luego el fómes no tiene razón
bres , que eran todavía imperfectos, y de l e y .
otra más perfecta á los que habían sido 3.° L a l e y se ordena al bien común,
conducidos como de la mano por la pri- como se ha demostrado ( C . 90, a. 2 ) ;
mera á la mayor comprensión de las c o - pero el fómes no inclina al bien común, y
sas divinas. sí más bien al privado : luego no tiene
A l 2.° que la salvación de los hombres naturaleza de ley.
no podía hacerse sino por Cristo (1) Por el c o n t r a r i o , dice San P a b l o
según aquello ( A c t . 4 , 12) : no hay de- ( R o m . 7, 23) : veo otra ley en mis miem-
bajo del cielo otro nombre dado á los bros , que contradice á la ley de mi vo-
hombres , en que nos sea necesario ser luntad.
salvos; y por lo tanto la ley, que induce Conclusión. La misma desordenada
perfectamente á todos á su salvación , no propensión é ímpetu de la sensualidad,
pudo ser dada sino después de la venida que es el llamado fómes, consecuencia de
de Cristo; pero antes convino fuese dada la pérdida de la justicia original, es
al p u e b l o , del cual Cristo habia de na- para el hombre destituido de su primiti-
cer , una l e y preparatoria para recibir á va dignidad una verdadera ley penal (4).
Cristo, en la cual se contienen ciertos ru- Responderemos que, según se ha dicho
dimentos de la justicia salvadora. ( C. 9 1 , a. 1, al 1.° ) , la l e y se encuentra
A l 3.° que la l e y natural dirige al esencialmente en el que regula y mide, y
hombre según ciertos preceptos comunes, por participación en lo que es medido y
que convienen igualmente á los perfectos regulado; de modo que toda inclinación
y á los imperfectos (2); y por eso es una ú ordenación, que se halla en las cosas
para todos. P e r o la l e y divina dirige al que están sujetas á la ley, se dice l e y por
hombre aun en ciertas particularidades, participación, como consta de lo y a dicho
respecto de las cuales no se hallan en (a. 2). P u e d e empero hallarse en lo s o -
idéntica actitud los perfectos y los im- metido á la l e y alguna inclinación proce-
perfectos ; por cuya razón convino que dente del legislador de dos m o d o s : 1.°
hubiera dos leyes divinas, según y a se ha en cuanto directamente inclina sus sub-
dicho. ditos á algo y á veces á diversos actos; y
en este sentido se puede decir que la l e y
militar es otra que la de los mercaderes;
ARTÍCULO V I . — n » y mguna icy de 2.° indirectamente , en cuanto del hecho
fóiues ? (3). de destituir el legislador á alguno de sus
subditos de alguna dignidad, resulta que
l.° Parece que no h a y alguna l e y del el destituido pasa á otro orden y como á
fómes: porque San Isidoro dice ( E t y m . otra l e y : por ejemplo, el soldado sepa-
1. 2 , c. 3 ) que « l a l e y consiste en la ra- rado por destitución de la milicia pasa á
» zon » ; y el fómes no consiste en la ra- estar bajo la l e y de los labradores ó mer-
zón , antes bien desvía de ella. L u e g o el caderes (5). A s í pues las diversas cria-
fómes no tiene carácter de l e y . turas bajo Dios legislador tienen también
2.° Toda l e y es obligatoria, de tal inclinaciones naturales diversas, de tal
modo que se dicen transgresores los que modo que lo que para una es de algún
no la observan ; mas el fómes no .consti- modo ley, respecto de otra es contraven-
tuye en transgresor al que no lo sigue, y ción de la l e y : como si digo que la rabia
más bien se hace transgresor el que obra es en cierta manera l e y del perro y con-

(1) Supuesta, como es obvio, la predeterminación divina forme á la indicación de San Pablo (Rom. 1, 23) : veo otra ley
de la Encarnación del Verbo para la obra de la redención; en mis miembros, repugnante d ley de mi espirita...
pues en absoluto bien pudo Dios haber escogitado algún otro (4) Muy conveniente será á los lectores hacerse cargo del
medio de realizarla, según se espondrá en la 3." P. C. 1, a. 2, verdadero y legítimo concepto de la ley penal, consultando al
yC. 40, a. 2. efecto alguno de los más autorizados autores de Teología Mo-
(2) Respeeto de los preceptos únicamente, y no en orden á ral, entre los que sobre este punto recomendamos con prefe-
los consejos, de los que por ahora no se trata. V. en la 2."-2.« rencia la obra hoy tan conocida de Scabini, calcada en la de
la C. 184. San Alfonso de Ligorio.
(3) Entiende aquí por la ley del Tomes el fómes mismo, ó (5) Perdiendo por lo mismo todo fuero militar, y quedando
sea, la inclinación de la sensualidad ó del apetito sensitivo á bajo la ley común de los no militares ó paisanos.-
lo deleitable á los sentidos aun en pugna con la razón, con-
608 CUESTIÓN XCI. — A R T Í C U L O VI.

traria á la l e y de la oveja ó de otro ani- ley, como penal, y aneja por ley divina
mal manso. E s pues ley del hombre , re- al hombre destituido de su propia dig-
cibida de la ordenación divina conforme nidad.
á su propia condición, el que obre según A l argumento 1.° diremos, que aquella
la razón ; ley por cierto ya vigente en el razón procede del fómes considerado en
primitivo estado, según la que nada podia sí mismo, según que inclina al mal; y en
sorprender al hombre ni fuera de la ra- este supuesto no tiene razón de ley, como
zón ni contrario á e l l a : pero , cuando el y a queda d i c h o , sino como consecuencia
hombre se alejó de D i o s , incurrió en ser de la justicia dé la l e y divina : como si se
arrastrado por el ímpetu de la sensuali- dijese ser ley el que á algún noble por su
dad ; aconteciendo lo propio también á culpa se le permitiese dedicarse á los tra-
cada cual en particular, cuanto más se bajos serviles.
apartare de la razón , asimilándose en A l 2.° que aquella objeción se refiere
cierto modo á las bestias , que son guia- a l o que es l e y , como regla y medida;
das por el ímpetu de la sensualidad, se- pues así los que de ella se separan há-
g ú n aquello ( P s . 4 8 , 2 1 ) : el hombre, cense (1) transgresores : mas de este
cuando estaba en honor, no lo entendió; modo el fómes no es l e y , sino por cierta
ha sido comparado á las bestias insen- participación, como y a se ha dicho (aquí
satas , y se ha hecho semejante á ellas. y C. 90, a. 1).
A s í pues la misma inclinación de la sen- A l 3.° que aquella razón procede del
sualidad, que se llamafómes, en los otros fómes en cuanto á la propia inclinación,
animales tiene en verdad y absoluta- mas no en cuanto á su origen : y no obs-
mente razón de ley, aunque bajo el solo tante, si se considera la inclinación de la
aspecto en que en los tales puede decirse sensualidad, según que se halla en los
l e y , según la directa inclinación de la l e y ; otros animales, así se ordena al bien co-
mas en los hombres no tiene en este con- mún, esto e s , á la conservación de la na-
cepto el carácter de ley, siendo más bien turaleza en la especie ó en el individuo:
desviación de la l e y de la razón ; pero, y esto sucede también en el h o m b r e , en
en cuanto por la divina justicia el hom- tanto que la sensualidad está sometida á
bre es destituido de la justicia original y la razón; pero el fómes se dice, por cuanto
del vigor de la razón, ese ímpetu de la se estralimita del orden de la razón.
sensualidad, que le guía, tiene razón de

(1) Especialmente y con toda propiedad, si se apartan de legítima ; y respecto de las demás solo se dicen propiamente
la ley divina, que es la verdadera y primaria regla de las ac- transgresores ó infractores de la ley sus violadores en razón
ciones humanas y aun de toda olra ley justa, conveniente y de su participación de la divina ley.
CUESTIÓN XCII.

Efectos de la ley.

Trataremos de los efectos de la ley, e x a m i n a n d o : 1.° El efecto de la ley es hacer buenos á los h o m -
bres ? — 2.° Los efectos de la ley son m a n d a r , vedar, permitir y castigar según dice el Jurisperito? (1)

ARTÍCULO I . — E S efecto de in ley ua. » c a d a legislador es hacer á los hom-


cer á los hombres buenos ? » bres buenos » .
Conclusión. La virtud de cada sub-
l.° Parece que el efecto de la l e y no dito [ 1 ] está en su obediencia y sumisión
es hacer buenos á los hombres : porque á la ley impuesta por su príncipe ó go-
estos lo son por la virtud, que es la que bernante; y así [ 2 ] es propio efecto de la
« h a c e bueno al que la t i e n e » , según ley hacer buenos en absoluto 6 en algo
dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 2 , c. 6 ) . E s á los que la observan.
así que la virtud proviene al hombre de R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
solo Dios, pues él mismo « la produce en ( C . 9 0 , a. 1 y 4 ) la l e y no es otra cosa
» nosotros sin nosotros » , según lo dicho que el dictamen de la razón, en el que
en la definición de la virtud (C. 5 5 , a. 4 ) . preside y por el cual los subditos son g o -
Luego no es (propio) de la l e y hacer á bernados ; y la virtud de cada subdito
los hombres buenos. consiste en obedecer bien al gobernante,
2.° L a l e y no aprovecha al hombre, si como la virtud de l o irascible y lo con-
no la obedece ; y la obediencia del hom- cupiscible consiste en que obedezcan bien
bre á la l e y procede de la bondad (d'e á la razón : y de esta manera la virtud
este) : por lo tanto la l e y preexige en de cada subdito se cifra en su buena su-
el hombre esta bondad ; y de consi- misión al que le manda, como dice Aris-
guiente la l e y no hace buenos á los hom- tóteles (Polit. 1. 1, c. últ.). Cada l e y pues
bres (2). se ordena á ser obedecida por los sub-
3.° L a l e y se ordena al bien común, ditos ; de donde resulta evidente que lo
como se ha dicho ( C . 9 0 , a. 2 ) . Pero al- propio de la l e y es inducir á los subditos
gunos se conducen bien respecto de lo á la propia virtud de los mismos: y , puesto
que atañe al bien común, y no así en las que la virtud es lo que hace bueno al que
cosas suyas propias. L u e g o no pertenece la p o s e e , sigúese que el propio efecto de
á la ley el hacer á los hombres buenos. la ley es hacer buenos á aquellos, á quie-
4.° Algunas leyes son tiránicas , como nes se da, ya en absoluto ya relativa-
dice Aristóteles ( Polit. 1. 1, c. 9 y 13 y mente: porque, si el legislador se propone
1. 4, c. 9); mas el tirano no se propone el el verdadero b i e n , que es el bien común
bien de los subditos, sino únicamente su regulado según la justicia divina, resulta
propia utilidad : luego no es atributo de que por la l e y los hombres se hacen bue-
la ley el hacer á los hombres buenos. nos en absoluto; pero, si la intención del
P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles legislador se dirige á lo que no es bueno
(Ethic. 1. 1 , c. 1 ) que « l a voluntad de en absoluto, sino útil ó deleitable para

(1) Papiniano en su libro 1.° de las definiciones, de dondo (2) Que ya se presuponen buenos, para observarla en vir-
se tomó é insertó en el antiguo Digesto (1.1, tit. 3, De legibus tud de esa su previa bondad.
Senatusquc consultis, § 1 .).
o

suma t e o l ó g i c a . ' — t o m o ii. 39


610 CUESTIÓN X C I I . — ARTÍCULOS I Y I I .

s í , ó q u e repugna á la justicia divina, sean virtuosos en obedecer á los manda-


entonces la l e y no hace á los hombres tos de los jefes : por lo cual dice Aristó-
buenos en absoluto, sino relativamente, teles (Polit. 1. 3, c. 3) que « l a virtud del
esto e s , en orden á tal régimen. D e esta » príncipe es la misma del hombre de
manera el bien se encuentra aun en los » b i e n ; mas no es la misma la virtud del
per se malos; como se dice de alguno que » hombre honrado y la de un ciudadano
es buen ladrón, porque obra acomodada- » cualquiera » .
mente á su fin. A l 4.° que la l e y tiránica, como no es
A l argumento 1.° diremos, que hay dos conforme á la razón, no es l e y absoluta-
clases de virtud según lo dicho ( C. 63, mente h a b l a n d o , sino más bien cierta
a. 3 y 4 ) , adquirida é infusa; y á ambas perversion de la l e y : y sin embargo, en
conduce la costumbre de obrar, aunque cuanto participa de la naturaleza de la
diversamente : porque produce de hecho l e y , tiende á que los ciudadanos sean
la virtud adquirida, y predispone á la in- b u e n o s ; porque nada tiene de l e y , sino
fusa conservándola y promoviéndola y a en cuanto á lo que es dictamen de algún
poseída ; y , puesto que la l e y se da para jefe respecto de sus subditos ( 3 ) , y tien-
que dirija los actos humanos, en cuanto de á que los subditos sean bien obedien-
estos contribuyen á la virtud, en tanto la tes á la l e y , lo cual es hacerlos buenos,
ley hace buenos á los h o m b r e s , como no absolutamente, sino en orden al tal
dice Aristóteles ( P o l i t . 1. 2 , c. 8 greco- régimen.
lat. ó 12 antig. ( 1 ) ; y Ethic. 1. 2 , c. 1)
que « l o s legisladores hacen buenos (á ARTÍCULO I I . — ¿ o s actos do i a i e y (4)
3> los hombres) acostumbrándolos (á ob- s o n convenientemente asignados ?
» servar sus leyes) ».
A l 2.° que no siempre obedece alguno l.° Parece que los actos de la l e y no
á la l e y por perfecta bondad de virtud, se designan convenientemente, cuando se
sino unas veces por temor al castigo y dice que consisten en mandar, prohibir,
otras por solo el dictamen de la razón, permitir y castigar : porque toda ley es
que es cierto principio de virtud, según un precepto común, como dice el Juris-
se ha dicho ( C . 73, a. 1 y 2). consulto ( 5 ) ; pero mandar (imperare)
A l 3.° que la bondad de cada parte se es lo mismo que preceptuar (prmeipere).
considera en proporción á su todo : por L u e g o las otras tres cosas son supérfluas.
lo cual dice también S a n Agustín (Conf. 2.° E l efecto de la l e y es inducir á los
1. 3, c. 8) que « toda parte que no es con- subditos al bien, como sé ha dicho (a. 1).
» gruente á su todo es viciosa ». P o r con- E s así que el consejo tiene por objeto
siguiente, siendo cada hombre una parte un bien mayor que el precepto (6). Lue-
de la ciudad, es imposible que algún g o más pertenece á la l e y aconsejar que
hombre sea bueno, si no está bien pro- mandar.
porcionado al bien común; ni el todo pue- 3.° Como algún hombre es inducido al
de existir en buenas condiciones, s i n o bien por medio del castigo, así también
está formado de partes proporcionadas á lo es por las recompensas. L u e g o , si cas-
él (2). L u e g o es imposible que el bien tigar es un efecto de la l e y , el premiar
de la ciudad se sostenga, á no ser los ciu- debe serlo también.
dadanos virtuosos, al menos aquellos, á 4.° L a intención del legislador es ha-
quienes conviene mandar; pues en cuanto cer á los hombres buenos, según lo dicho
al bien de la ciudad basta que los otros (a. 1 ) : pero el que obedece á la l e y solo

(1) TNo c. 6, como equivocadamente citan muchas de las an- (4) Llámanse así los cuatro enumerados á continuación con
tiguas ediciones, anteriores á esta rectificación del P. Tíicolai; cierta impropiedad y en el solo concepto de integrantes de la
y aun algunas posteriores, en las que por lo visto no se se ha ley, que por ellos viene á ser como constituida ó completa;
hecho aprecio de ella. pues en realidad son actos del legislador.
(2) Ademas de ser también proporcionadas entre sí, sin (5) Véase la nota 1, pág. 609.
cuyo requisito no pueden estarlo convenientemente con el (6) Por cuanto el precepto versa ordinariamente sobre co-
todo, que es de lo que aquí directa y principalmente se trata. sas absolutamente necesarias y propuestas como tales á todos
(3) In subditis comunmente en las ediciones y manuscritos '• y á cada uno ; al paso que suelen ser objeto de consejólas
algunos teólogos sin embargo proponen subditos en acusativo, convenientes á determinados individuos para su mayor per-
modificación de todo punto innecesaria y aun quizá poco en fección ó provecho, mas no de absoluta necesidad ni obliga-
armonía con la intención ó designio del autor, y desde luego torias en común. Véase en ta 2.°-2."e la C. 184, a. 3.
no suficientemente autorizada ni por consiguiente aceptable.
CUESTIÓN XCII. — ARTÍCULO I I . 611

por miedo á los castigos no es bueno ; todos los actos de virtud, como dice Aris-
pues « por el temor servil, que es el t e - tóteles ( E t h . 1. 5, c. 1 ) ; otros actos son
lo mor á los castigos, aunque alguno baga malos en su género, como los actos vicio-
» l o b u e n o , no, hace -sin embargo algo sos, y en cuanto á ellos la ley tiene el de
» bien y>, como dice San Agustín (Encb. prohibir; los hay indiferentes por su g é -
c. 121). L u e g o no parece ser propio de nero, á los cuales corresponde en la ley
la ley el que castigue. el permitirlos, pudiendo también llamar-
Por el contrario, San Isidoro dice se indiferentes todos aquellos actos, que
(Etym. 1. 5, c. 19) : « t o d a l e y ó permite son ó poco buenos ó poco m a l o s ; y por
» algo, como que el varón fuerte aspire último el medio que la ley emplea para
» a l premio; 6 prohibe, por ejemplo pe- que se la obedezca es el temor del cas-
» dir en matrimonio á las vírgenes con- tigo , bajo cuyo concepto la compete el
» sagradas á D i o s ; ó castigar, v. g. con- efecto de castigar.
» denando á muerte al asesino ». A l argumento 1.° diremos q u e , así
Conclusion. Es conveniente la desig- como el cesar de hacer el mal implica
nación de estos cuatro actos de la ley: cierta razón de bien, del mismo modo la
mandar los actos virtuosos, prohibir los prohibición importa cierta razón de pre-
viciosos, permitir los indiferentes y cas- cepto ; y según esto, tomando en sentido
tigar á sus infractores. lato la palabra precepto, se dice general-
Responderemos que, como la enuncia- mente que la ley es un precepto.
ción (1) es el dictamen de la razón bajo A l 2.° que el aconsejar n o es acto
1

la forma de espresion, así la ley lo es por propio de la ley, sino que puede pertene-
modo de precepto: y, siendo propio de la cer aun á persona privada, á quien no
razón inducir de alguna cosa otra; así compete establecer la l e y : así el A p ó s -
como en las ciencias demostrativas la ra- tol, al dar un consejo (i Cor. 7, 2 5 ) , ha
zón induce á asentir á la conclusion por dicho : digo yo, no el Señor ; y por esta
medio de ciertos principios, igualmente razón no se enumera entre los efectos de
escita á dar asenso al precepto de la ley la l e y .
por algún medio. L o s preceptos de la ley A l 3.° que aun el premiar puede per-
tienen por objeto los actos humanos, en tenecer á cualquiera ; mas el castigar no
los que la misma dirige, según se ha dicho incumbe sino al ministro de la l e y , por
(C. 90, a. 1; y C. 91, a. 4 ) ; y los actos cuya autoridad se impone el castigo: por
humanos se dividen en tres categorías: lo que el premiar no se considera como
porque, como se ha dicho ( C . 18, a. 5 y 8), un acto de la ley, y sí solo el castigar.
ciertos actos son buenos en su género y A l 4.° que, por lo mismo que uno em-
actos de las virtudes, respecto de los cua- pieza á adquirir el hábito de evitar el
les se asigna como acto de la ley el pre- mal y hacer el bien por temor del casti-
ceptuar ó mandar; pues la l e y manda g o , es conducido algunas veces á obrar
así con placer y de propia voluntad: y
según esto la l e y aun castigando llega á
(1) Proposición ó manifestación del juicio por palabras ú
otros signos estemos. conseguir hacer á los hombres buenos.
CUESTIÓN XCIII.
De la ley eterna.

Trataremos á continuación de cada u n a de las leyes en particular, y l.° de la ley e t e r n a ; 2.° de la


ley n a t u r a l ; 3.° de la ley h u m a n a , 4.° de la ley a n t i g u a ; 5.° de la ley nueva, que es la ley del Evange-
lio. En c u a n t o á la 6. ley, que es la del í'ómes, baste lo dicho al t r a t a r del pecado original (C. 81, 82 y
a

83). Respecto de la ley eterna examinaremos seis c o s a s : 1. Qué es la ley eterna? — 2.* Es conocida de
a

t o d o s ? — 3 . Toda ley se deriva de esta? — 4. Las cosas necesarias están sometidas á ella?— 5. Lo
a a a

están las cosas naturales contingentes? — 6. Todas las cosas h u m a n a s están sometidas á esta ley?
a

A R T Í C U L O I. — l a ley eterna es l a su. Conclusión. La ley eterna no es otra


nía r a z ó n e x i s t e n t e e n Dios ? cosa que la razón de la divina Sabiduría,
como directiva de todos los actos y mo-
l.° Parece que l a l e y eterna no es la ciones en orden al bien común, y promul-
suma razón existente en D i o s : porque la gada por la manifestación del Verbo
l e y eterna es una solamente, y las razones eterno.
de las cosas en la mente divina son mu- Responderemos que, así como en todo
c h a s ; pues dice S a n A g u s t í n ( Q . 1. 83, artífice preexiste la razón de las obras,
q. 46) que « D i o s h i z o cada cosa según su que son ejecutadas por medio del arte;
»propia razón». L u e g o la l e y eterna no igualmente también en todo gobernante
parece ser lo mismo que la razón exis- preexiste la razón del orden de las que se
tente en la mente divina. han de hacer por los que están sometidos
2.° E s esencial á la l e y ser promul- á su gobierno : y , así como la razón de
gada por la palabra, como se ha dicho las cosas que se han de hacer por el arte
(C. 90, a. 4). P e r o en la divinidad el se llama arte ó ejemplar de las cosas ar-
Verbo (la palabra) se dice personal- tificiales, del mismo modo también la ra-
mente, como, se h a manifestado ( P . 1. a
zón del que gobierna los actos de los
C. 34, a. 1 ) ; mientras que la razón (1) subditos obtiene la razón de l e y , obser-
se dice esencialmente. L u e g o no es lo vadas las demás circunstancias, que de-
mismo la l e y eterna que la razón divina. jamos dicho (C. 90) son esenciales á la
3.° S a n A g u s t í n dice ( D e vera relig. ley. Dios es por su sabiduría el autor de
c. 30) que « es notorio que sobre nuestra todas las cosas, a l a s cuales se le compa-
» mente h a y una l e y , que se denomina la ra como el artífice á sus o b r a s , según lo
» verdad; mas la l e y existente sobre espuesto ( P . 1. , C. 14, a. 8 ) ; y él es
a

nuestra mente es la l e y eterna : luego la quien gobierna todos los actos y movi-
mientos, que se observan en cada una de
verdad es la l e y eterna ; y , como la ver-
las criaturas, como asimismo se ha ma-
dad y la razón no son una misma cosa,
nifestado ( P . 1. C. 103, a. 5 ) : por con-
a

sigúese que la l e y eterna no es lo mismo


siguiente, como la razón de la divina sa-
que la razón soberana.
biduría, en cuanto por ella han sido crea-
Por e l contrario, dice S a n Agustín
das, todas las cosas, tiene el carácter de
( D e lib. arb.l. 1, c. 6 ) que « l a l e y eter-
arte ó ejemplar ó idea, del mismo modo
» na es la suma razón, á la cual se debe
tiene el de l e y , por cuanto mueve todos
» siempre obedecer ».

(1) En la divinidad también, debe sobreentenderse ; pues hombre, y sí como intelectiva, cual existe asimismo on los
no se trata aquí de la razón como facultad discursiva en el ángeles y eminentísima cuanto esencialmente en Dios.
CUESTIÓN X C I I I . — A R T Í C U L O S I Y II. 613

los seres al debido fin : y según esto la versa manera que la razón del entendi-
ley eterna no es otra cosa que la razón miento h u m a n o : porque este es medido
de la divina Sabiduría, en cuanto es di- por las cosas, de tal suerte que el con-
rectiva de todos los actos y mociones (1). cepto del hombre no es verdadero por sí
A l argumento 1.° diremos, que San mismo, sino que se dice verdadero por su
Agustín habla allí de las razones ideales, conformidad con las cosas; pues de ser ó
que atañen á las naturalezas propias de no ser una cosa proviene ser la opinión
las cosas singulares; y por lo tanto se verdadera ó falsa. E l entendimiento divino
encuentra en ellas cierta distinción y (por el contrario) es la medida de las
pluralidad según sus diversas relaciones cosas; puesto que cada cosa en tanto
con las c o s a s , como queda espuesto tiene verdad, en cuanto imita al entendi-
( P . 1." C. 1 5 , a. 2 y 3 ) : pero la ley se miento divino, según lo dicho ( C. 1 6 , á. 1 ):
dice directiva de los actos en orden al y así el entendimiento divino es verda-
bien común, según lo dicho ( C . 9 0 , a. 2); dero en sí mismo, por lo cual su razón
y, como las cosas diversas en sí mismas es la verdad misma.
se consideran como una sola, según que
*
se ordenan á algo común, sigúese que la
ley eterna es única ( 2 ) , que es la razón A R T Í C U L O I I . l a ley eterna es conocida
de este orden. de todos? (3).
A l 2.° que respecto de cualquier
verbo pueden considerarse dos cosas, el l.° Parece que la ley eterna no es co-
mismo verbo ó palabra y las cosas que cida de t o d o s , porque dice el A p ó s t o l
por él se espresan : porque el verbo vo- ( i Cor. 2, 1 1 ) : nadie conoció las cosas
cal es cierta emisión de la boca del hom- de Dios, sino el Espíritu de Dios; y la
bre ; mas por este verbo se espresa lo ley eterna es cierta razón existente en la
que las palabras humanas significan; y mente divina. L u e g o es. desconocida de
lo mismo debe entenderse respecto del todos, escepto de solo Dios.
verbo mental del hombre, que no es otra 2.° D i c e San Agustín ( D e lib. arb. 1.
cosa que cierto concepto ( formado ) en 1, c. 6.) que « la ley eterna es por la que
la mente, por el que el hombre espresa » es justo que todas las cosas sean muy
mentalmente lo que piensa. A s í pues » bien ordenadas.» Pero no todos cono-
en la divinidad el mismo V e r b o , que es cen de qué modo todas las cosas son per-
la concepción del entendimiento del P a - fectamente ordenadas. L u e g o no todos
dre , se dice personalmente; pero todo conocen la ley eterna.
cuanto está en la ciencia» del P a d r e , y a 3.° E l mismo Doctor dice ( D e vera
sea esencial ó y a personal, ó aun las obras relig. c. 3 1 ) que « la ley eterna es de la
de D i o s , se espresan por este Verbo, » que los hombres no pueden juzgar »; y ,
como lo evidencia San A g u s t í n ( D e según se dice ( E t h i c . 1. 1 , c. 3 ) «cada
Trin. 1. 1 5 , c. 14) : y entre las demás » cual juzga bien de lo que conoce».
cosas que en este Verbo se espresan, la L u e g o la ley eterna no nos es conocida.
ley eterna es también espresada por el Por el contrario, dice San Agustín
mismo V e r b o ; mas no se sigue de esto ( D e lib. arb. c. 6 ) que « e s t á impresa en
que la ley eterna sea en la divinidad un » nosotros la noción de la l e y eterna».
nombre personal, aunque se apropia al
Conclusión. La ley eterna [ 1 ] , tal
Hijo por la conveniencia de la razón al
como en sí misma es, solo pueden cono-
Verbo.
cerla Dios mismo y los bienaventurados,
A l 3.°, que la razón del entendimiento que ven la divina esencia ; mas [ 2 ] en su
divino se há respecto de las cosas de di- efecto y como en cierta irradiación ó par-

íi) i)c manera que, como observa Büluart, la ley eterna pecto de la ley lo que la conclusion en relación con su prin-
difiero racionalmente de la idea, que es el tipo ó ejemplar de cipio universal. Véase la nota 2, pág. 601.
las criaturas en Dios, al paso que la ley eterna es el orden del (2) Sin perjuicio de la distinción mental por nuestra parte
gobierno ó régimen divino de las mismas ; y de la providen- délas diversas leyes particulares, contenidas en esa única
cia en que por una parte esta no implica fuerza obligatoria, ley común y universal, como advierte Suarez y es bien obvio.
como si la ley, y por otra la ley mira al bien común de todo (3) Es decir: n¡ conocen ó saben todos cuál y cómo es la
el universo y la providencia al particular é individual de los »ley eterna?»
sores que lo componen ¡ siendo ademas la providencia res-
614 CUESTIÓN Х С Ш . — ARTÍCULOS II Y I I I .

ticipacion de ella conócela toda criatura cierne las palabras, y del sabor el pala­
racional. y en este sentido dice
dar del que come ?
Responderemos, que se puede cono­ Aristóteles (Ethic. 1. 1, c. 3 ) que «cada
cer algo de dos maneras ; en sí mismo y » cual juzga bien de las cosas que co­
en su efecto, en el que se encuentra al­ » noce », juzgando si es verdadero lo que
guna semejanza de ello; como alguno, se le propone ; 2. como el superior juzga a

sin ver el sol en su sustancia, lo conoce en del inferior por cierto juicio práctico, si
su irradiación. Debe decirse pues que debe ser así ó no así; y de esta manera
nadie puede conocer la ley eterna, como nadie puede juzgar de la ley eterna (2).
es en sí misma, sino solo Dios y los
bienaventurados, que ven á Diospor esen­ ARTÍCULO III. — ¿Toda ley so deriva
cia ; pero toda criatura racional la co­ de l a l e y eterna ? (3).
noce según alguna irradiación mayor ó
menor de ella: porque todo conocimiento l.° Parece que no toda ley se de­
de la verdad es cierta irradiación y parti­ riva de la ley eterna : porque hay cierta
cipación de la ley eterna, que es la ver­ ley del fómes, como se ha dicho (C. 91,
dad inmutable, como dice San Agustín a. 9 ) , que no se deriva de la ley divina,
(De vera relig. c. 31) ; y todos conocen que es ley eterna; pues á ella misma per­
de algún modo la verdad, al menos en tenece la prudencia de la carne, que se­
1
cuanto á los principios comunes de la gún el Apóstol (Rom. 8, 7 ) no puede
ley natural, que en los demás unos parti­ estar (4) sujeta á la ley de Dios. Luego
cipan más y otros menos del conoci­ no toda ley procede de la ley eterna.
miento de la verdad y según esto cono­ 2.° Nada injusto puede proceder de la
cen también más ó menos la ley eter­ ley eterna; porque, según se ha dicho
na (1). ( a. 2, arg. 2.°), « la ley es según la que
Al argumento 1.° diremos, que las co­ » es justo que todas las cosas estén per­
sas que son de Dios no pueden cierta­ » fectísimamente ordenadas». Es así que
mente ser conocidas por nosotros en sí hay ciertas leyes injustas, según (Is. 10,1)
mismas; pero sí se nos manifiestan por ¡ ay de los que establecen leyes injus­
sus efectos, según aquello (Rom. 1, 20): tas! (5). Luego no toda ley procede de
las cosas de Dios invisible se ven y en­ la ley eterna.
tienden por las obras criadas. 3.° San Agustín dice (De lib. arb. 1.
Al 2.° que, aunque cada uno conoce á 1, c. 5): «la ley, que se escribe para regir
medida de su capacidad la ley eterna del » al pueblo rectamente, j)ermite muchas
modo antes dicho, ninguno sin embargo » cosas que se castigan por la divina
puede comprenderla, porque no puede » Providencia ». Siendo pues la razón
manifestarse totalmente por sus efectos; de la divina Providencia la ley eterna
así pues no es congruente que todo el según lo dicho (a. 1), sigúese que tam­
que conoce la ley eterna de la manera poco toda ley recta procede de la ley
antedicha, conozca todo el orden de las eterna.
cosas, según el cual están todas perfec­ Por el contrario, la Sabiduría divina
tísimamente ordenadas. dice (Prov. 8, 1 5 ) : por mí reinan los
Al 3.° que el juzgar de algo puede en­ reyes,y los legisladores decretan lo justo;
tenderse de dos maneras : 1. como la mas la razón de la suma sabiduría es la ley
a

potencia cognitiva juzga de su objeto eterna, como se ha dicho (a. 1). Luego
propio, conforme á aquello (Job. 12, 11): todas las leyes proceden de la ley eterna.
¿por ventura la oreja no es la que dis­ Conclusión. Todas las leyes en cuanto

(1) Aunque todo ser racional tiene materialmente algún noción por lo mismo entra esencial é imprescindiblemente en
conocimiento de la ley eterna en cuanto á sus participacio­ la verdadera y legítima definición de toda clase de ley. Véase
nes más ó menos determinadas ó esplícitas ; no todos empero lo dicho en la nota 1, pág. 590­
la conocen formalmente ó con especificación y de modo que (4) La Vulgata dice non esí (no está), lo quo en efecto y sin
puedan definirla con suficiente claridad y distinción. duda alguna es más exacto teológica y aun filosóficamente
(2) Por la sencillísima razón de que nadie es superior á que, como dice el testo déla SUMA, non potest esse. V. nota 1,
Dios, con quien realmente se identifica la eterna ley. página 205, del T. 1.°
(3) Toda ley, divina ó humana, natural ó positiva, es una (5) En la versión de los Setenta se lee : ¡ay de los q ue escri­
derivación de la ley eterna ó suprema razón de Dios, cuya ben iniq uidad!
CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 615

participan de la recta razón, en tanto se cuanto se separa de la razón, dícese ley


derivan de la ley eterna. inicua, y no tiene carácter de ley, sino
Responderemos, que según lo dicho más bien de cierta violencia. Sin embar-
( C . 9 0 , a. 1 , 2 y 3 ) la l e y importa go en esa misma ley inicua, en cuanto
cierta razón directiva de los actos al fin; conserva algo de semejanza de ley por el
y en todos los motores ordenados es pre- orden de la potestad del que la hizo , en
ciso que la virtud del segundo movente este concepto se deriva también de la ley
se derive de la virtud del primer motor, eterna; porque toda potestad proviene
porque el segundo movente no se mueve del Señor Dios (4), como se dice (Rom.
sino en cuanto es movido por el primero. 13, 1).
Así lo mismo vemos en todos los gober- Al 3.° que se dice que la ley humana
nantes, que la razón del gobierno se de- permite algunas cosas, no como aprobán-
riva del primer gobernante al segundo, dolas , sino como no pudiendo dirigirlas:
como la razón de cuanto ha de hacerse pero muchas cosas son dirigidas por la
en la ciudad se deriva del rey mediante ley divina, que no pueden serlo por la
su mandato á los ministros inferiores; é ley humana; porque muchas más están
igualmente en las obras de arte la razón sometidas á la causa superior que á la
de los actos artísticos se deriva del ar- inferior. Así que el hecho mismo de no
quitecto ( 1 ) á los artífices inferiores, intervenir la ley humana en lo que no
cuyo trabajo es manual. Siendo pues la puede dirigir, proviene del orden de la
ley eterna la razón del gobierno en el su- ley eterna; mas no sería lo mismo, si
premo Gobernante, es necesario que todas aprobase lo que la ley eterna reprueba:
las razones del gobierno, que existen en por lo tanto de ahí no se infiere que la
los gobernantes inferiores, se deriven de ley humana no se derive de la ley eterna,
la ley eterna : y , como estas razones de sino que no puede alcanzarla de un modo
los jefes inferiores son cualesquiera otras perfecto.
leyes fuera de la eterna, por consiguiente
todas las leyes, en cuanto participan de ARTÍCULO I V . — JLas c o s a s necesarias
la recta razón, en tanto se derivan de la y e t e r n a s e s t á n s o m e t i d a s á l a l e y e t e r n a ? (5).
ley eterna. P o r lo cual dice también San
Agustín ( D e lib. arb. 1, 1, c. 5 y 6 ) que l.° Parece que las cosas necesarias y
«nada es justo y legítimo en la l e y tem- eternas están sometidas á la ley eterna:
»poral, que no lo hayan derivado los porque todo lo que es razonable está so-
» hombres de la l e y eterna » ( 2 ) . metido á la razón ; y la voluntad divina
A l argumento 1.° d i r e m o s , que el fó- es razonable, puesto que es justa : luego
mes ( 3 ) tiene razón de l e y en el hombre, está sometida á la razón; y, como la ley
en cuanto es una pena consiguiente de eterna es la razón divina, también la vo-
la divina justicia , según lo cual es noto- luntad de Dios está sometida á la ley
rio que se deriva de la l e y eterna : mas, eterna. Siendo pues la voluntad de Dios
en cuanto inclina al p e c a d o , es contraria algo eterno , sigúese que también las co-
á la ley de Dios y no tiene razón de ley, sas eternas y necesarias están sometidas
como se infiere de lo dicho ( C . 9 1 , a. 6 ) . á la ley eterna.
A l 2.° que la l e y humana en tanto 2.° Todo cuanto está sometido al rey,
tiene razón de l e y , en cuanto es conforme' lo está á su ley; mas el Hijo (i Cor. 15)
á la recta razón, y según esto es evidente estará sujeto (v. 2 8 ) á Dios y al Padre,
que se deriva de la l e y eterna ; pero , en cuando (v. 2 4 ) le entregare el reino (6).

(1) Del artífice principal ó director de la obra artística. (3) Véanse las notas 3 y 4 de la página G07.
(2) Derivación, que puede entenderse de tres modos, según (4) La Vulgata dice : non esl potestas nisiáDeo, « no hay po-
esplican los teólogos : 1.° como de su arquetipo ó modelo, por li testad sino de Dios ».
cuanto toda ley debo necesariamente conformarse con la (5) Nótese bien la intencionada distinción éntrelo eterno y
eterna, si ha de ser justa ; 2.° como de causa eficiente, pues lo necesario, aun cuando esto no sea eterno.
no hay potestad legislativa que no proceda de Dios; 3.° en (6) A su Dios y Paire. Más vigoroso parecería el argumento,
cuanto la ley eterna mediante la luz natural de la razón ó la aduciendo literalmente el Y . 28, que dice : cuando todo esté so-
superior é infusa de la revelación ó de la fe prescribe y juzgado (al Hijo, , entonces aun el Hijo mismo estard sometido d
1

aprueba la institución de algunas leyes en consonancia con aquel, que sometió á si todas las cosas-.. Otra prueba más de la
las circunstancias locales, temporales, personales y demás de sinceridad del candoroso cuanto sapientísimo y discreto Au-
los que deben someterse á ellas y observarlas ó darlas cum- tor. V. n. 1, pág. 205, del tomo 1.°
plimiento.
616 CUESTIÓN X C I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V.

L u e g o el H i j o , que es e t e r n o , está so- Dios de dos m o d o s : 1.° en cuanto á la


metido á la l e y eterna. voluntad misma; y en este concepto,
3.° L a ley eterna es la razón de la siendo la voluntad de Dios su misma
providencia divina. E s así que muchas e s e n c i a , no está sometida al gobierno
cosas necesarias están sometidas á la di- divino , ni á la l e y eterna, sino que es lo
vina providencia, como la permanencia mismo que la ley eterna; .2.° en cuanto á
de las sustancias incorpóreas y de los las cosas , que Dios quiere respecto de
cuerpos celestes. L u e g o están sometidas las criaturas , las que ciertamente están
á la ley eterna aun las cosas necesarias. sometidas á la l e y eterna, en cuanto (4)
4.° Por el contrario: las cosas que son la razón de estas existe en la sabiduría
necesarias es imposible que sean de otra divina, y por la razón de ellas se dice
manera, por lo cual no han menester co- razonable la voluntad de Dios ; pues de
hibición (1). E s así que la l e y se impo- otra manera por razón de sí misma debe
ne al hombre, para que sea cohibido de más bien decirse la misma razón.
lo m a l o , como se h a manifestado ante- A l 2.° que el Hijo de Dios no ha sido
riormente (2). L u e g o las cosas necesarias hecho por Dios , sino engendrado natu-
no están sometidas á la l e y . ralmente por él mismo ; y por lo tanto no
Conclusión. Están sometidas á la ley está sometido á la divina providencia ó
eterna todas las cosas creadas por Dios á la l e y e t e r n a , sino que más bien él
y cuanto hay en ellas, sean contingentes mismo es la l e y eterna por cierta apro-
ó necesarias; mas no las pertenecientes piación , como espone San Agustín ( D e
á la naturaleza ó esencia divina. vera relig. c. 3 1 ) . D í c e s e no obstante
Responderemos, que según lo dicho que está sometido al Padre por razón
(a. 1) la l e y eterna es la razón del g o - de su naturaleza humana, según la cual
bierno divino; y de consiguiente todo se dice también que el Padre es mayor
cuanto está sometido al gobierno divino, que él.
lo está asimismo á la l e y eterna ; mas lo A l 3.° nos conformamos, toda v e z que
que no depende del gobierno eterno (3) se refiere á las cosas necesarias creadas.
tampoco cae bajo l a l e y eterna. P u e d e A l 4.° q u e , como dice Aristóteles
apreciarse esta distinción por lo que se ( M e t . 1. 5 , t. 6 ) , « ciertas cosas necesa-
observa entre nosotros: puesto que están » rias tienen causa de su necesidad » ; y
sometidas al gobierno humano las cosas por consiguiente eso mismo de ser im-
que pueden ser hechas por l o s hombres; posible que sean de otra manera pro-
al paso que las pertenecientes á la natu- viéneles de otro ( 5 ) , lo cual por cierto
raleza del hombre no lo e s t á n , por ejem- constituye cierta eficacísima cohibición:
plo , que el hombre tenga alma ó manos porque todas las cosas, que están cohibi-
ó pies. A s í pues todas las cosas, ya con- das en c o m ú n , en tanto se dice lo están,
tingentes ya necesarias, que existen en. en cuanto no pueden evitar que se dis-
los seres creados por Dios, están some- ponga de ellas.
tidas á la ley eterna; pero las que perte-
necen á la naturaleza ó esencia divina
A R T Í C U L O V . — t í a s c o s a s naturales
no están sometidos á esta ley, sino que
contingentes e s t á n sometidas A l a l e y eter-
ellas son realmente la misma l e y eterna.
n a ? (6;.
A l argumento 1.° diremos, que pode-
mos hablar acerca de la voluntad de l.° Parece que las cosas naturales

(1) Véase la nota 2, pág. 606. labra oslemos, defiriendo á la común y casi del todo unánime
(2) Implícitamente y como de paso en la C. 90, a. 3, al 2.°; redacción de todos los ejemplaresconocidos. '
pero de propósito y más ámpliay categóricamente en la C. 92, (4) Lo que equivale á decir que no cae bajo el imperio de
a. 2, contando esa cohibición entre los actos ó efectos propios la ley eterna la misma divina voluntad, y sí los objetos de sus
de toda ley propiamente dicha. voliciones : y el decirse razonable la voluntadle Dios se fun-
(3) Así unánimes los manuscritos y generalmente las edi- da en que unos de estos objetos son por razón de otros ó uno
ciones casi también sin escepciones ; aunque Conrado Koclin razón de la existencia de otro, en conformidad con lo es-
propone divinos, en vez de (eternos, para hacer resaltar más el puesto en la 1. P., C. 19, a. 3.
a

contraste ó antítesis, y parece abogar por esa sustitución Ni- (5) De la misma ley eterna, que es la verdadera causa de
colai, como también la adopta Drioux : y en efecto, la idea su necésariedad.
de gobierno ó régimen entraña algo de acción no eterna, toda (6) Rabi Moisés, tan repetidamente citado en la 1." P., de-
vez que los seres gobernables no existen ab ceterno, según ob- cía heréticamente que « los contingentes particulares no de-
serva el mismo P. ¡S'icolai, quien no obstante conserva la pa- » penden de la divina providencia », ni por consiguiente do
CUESTIÓN XCIII. — ARTÍCULO V. 617

contingentes no están sometidas á la ley nales á él sometidos puede imponerles


eterna : porque la promulgación es esen- ley, en cuanto por su mandato ó cual-
cial á la l e y , como sé ha dicho ( C. 90, quiera intimación imprime en su mente
a. 4 ) ; y la promulgación no puede ha- cierta r e g l a , que es principió de obrar.
cerse sino á las criaturas racionales, á las A s í pues como el hombre á su intima-
cuales se puede comunicar algo. L u e g o ción impone al hombre que le está some-
solo las criaturas racionales están some- tido cierto principio interior de sus actos,
tidas á la ley eterna; y por consecuencia igualmente Dios imprime también á toda
no las contingentes. la naturaleza los principios de los actos
2.° « L a s cosas, que obedecen á la ra- propios, y por lo mismo de este modo se
» zon, participan de ella en algún modo» dice que Dios manda á toda la natura-
(Eth. 1. 1 , c. últ.) ; y la ley eterna es la leza , según aquello ( P s . 1 4 8 , 6 ) : pre-
suma r a z ó n , según se ha dicho (a. 1). cepto puso , y no dejará de cumplirse; y
Luego , como las cosas naturales contin- por esta misma razón todos los movimien-
gentes no participan de modo alguno de tos y acciones de toda la naturaleza
la r a z ó n , siendo totalmente (1) irracio- están sometidos á la ley eterna. A s í
nales ; parece que no están sometidas á que de otro modo las criaturas irracio-
la ley eterna. nales están sometidas á la l e y eterna,
3.° L a ley eterna es eficacísima ; pero en cuanto son movidas (2) por la divi-
se hallan defectos en las cosas naturales na providencia ; mas no por el conoci-
contingentes: luego no están sometidas á miento del divino precepto ¿ como las
la ley eterna. criaturas racionales.
Por el contrario , léese ( P r o v . 8^29): A l argumento 1.° diremos, que la im-
Yo existia, cuando circunscribía al mar presión activa del principio intrínseco en
su término , y ponía ley á las aguas, cuanto á las cosas naturales viene á ser
•para que no pasasen sus límites. lo que la promulgación de la l e y respecto
Conclusión. Todos los movimientos y de los hombres; puesto que por la pro-.
actos de la naturaleza entera, inclusos mulgacion de la ley se imprime en ellos
los acontecimientos contingentes , depen- cierto principio directivo de los actos h u -
den de la ley eterna. manos, como queda dicho.
Responderemos, que debe hablarse de A l 2.° que las criaturas irracionales no
distinto modo de la ley del hombre y de participan de la razón humana ni la obe-
la ley eterna, que es ley de Dios: porque decen; pero participan por modo de obe-
la ley del hombre no se estiende sino á diencia de la razón divina, porque la vir-
las criaturas racionales , que están some- tud de la razón divina se estiende á mu-
tidas al hombre; y la razón de esto es cho más que la de la razón humana : y,
que la ley dirige los actos que convienen así como los miembros del cuerpo huma-
á los sometidos al gobierno de alguno, no se mueven á imperio de la razón, aun-
por lo que nadie propiamente hablando que no participan de e l l a , porque no tie-
impone ley á sus propios actos. P e r o todo nen aprensión alguna ordenada á la razón;
cuanto se hace respecto del uso de las de igual modo también las criaturas irra-
cosas irracionales , sometidas al hombre, cionales son movidas por Dios, sin ser por
hácese por actuación del hombre mismo esto racionales.
que las mueve ; puesto que estas criatu- A l 3.° que los defectos, que acontecen
ras irracionales no se mueven á sí mis- en las cosas naturales, aunque están fuera
mas , sino por la acción de o t r o s , como del orden de las causas particulares, no
se ha demostrado ( C. 1 , a. 2 ) : por lo por esto se hallan fuera del orden de las
cual el hombre no puede imponer leyes causas universales , y principalmente de
á las cosas irracionales, sea cual fuere su la causa primera, que es D i o s , á cuya
dependencia de él; mas á los seres racio- providencia nada puede escapar, como se

la ley eterna , que es la razón de aquella, según se acaba de muy imperfecto, por lo que se les llama irracionales propia-
consignar ¡ por lo que esta doctrina es una concluyente refu- mente en sentido privativo. Véase en el T. l.°la nota 2 de su
tación de la tal herejía. página 26.
(1) Negativa y no privativamente ; pues carecen absoluta- (2) Los animales mediante sus instintos recibidos de Dios
mente de razón, al paso que los brutos animales tienen algún para sus respectivos fines, y los seres insensibles por las le-
conocimiento análogo al do la razón, aunque inferior á él y yes ó propiedades físicas, & que irresistiblemente obedecen.
618 CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O V I .

ha dicho ( P . 1. C. 2 2 , a. 2 ) : y , puesto
a
na [1] aun en cuanto á su participación
que la l e y eterna es la razón de la divina y conocimiento de ella : los buenos [2]
providencia según lo dicho (a. 2), sigúese perfectamente, obrando conforme á la
que los defectos de las cosas naturales misma; é [ 3 ] imperfectamente los malos
están subordinados á la ley eterna (1). por parte de sus operaciones, supliéndose
en ellos pasivamente lo que les falta de
ARTÍCULO V I . — Todas l a s c o s a s h u - acción , al modo que en los seres irracio-
m a n a s e s t á n sometidas á l a l e y eterna ? nales.
R e s p o n d e r e m o s , que algo está some-
l.° Parece que no todas las cosas hu- tido á la l e y eterna de dos m o d o s , como
manas están sometidas á la l e y eterna: se deduce de lo dicho (a. 5) : 1.° en cuan-
porque dice San P a b l o ( Gal. 5, 18) : si to participa de la ley eterna por modo de
sois guiados del espíritu , no estáis bajo conocimiento; 2.° por modo de acción ó
la ley. E s así que los hombres virtuosos? de pasión, en cuanto es participada á
que son hijos de Dios por adopción , son manera de principio interior de moción;
dirigidos por el espíritu de D i o s , según y en este segundo sentido las criaturas
estas palabras ( R o m . 8, 14), los que son irracionales están sometidas á la ley
movidos por el espíritu de Dios, esos son eterna, según lo dicho (a. 5). Pero, como
hijos de Dios. L u e g o no todos los hom- la naturaleza racional, ademas de lo que
bres están sometidos á la l e y eterna. es común á todas las criaturas, tiene algo
2.° D i c e el Apóstol ( R o m . 8, 7 ) : la propio de ella como racional ; sigúese
prudencia (2) de la carne es enemiga de que está sometida bajo uno y otro aspec-
Dios, pues no está sujeta á la ley de to á la ley eterna ; pues por una parte
Dios. E s así que h a y muchos hombres, tiene de algún modo noción de la ley
en quienes domina la prudencia de la eterna, según se ha indicado (a. 2), y por
carne. L u e g o no todos los hombres están otra á cada criatura racional es inherente
sometidos á la l e y e t e r n a , que es l e y de una inclinación natural á lo que es con-
Dios. forme á la l e y eterna ; por cuanto, como
3.° D i c e San Agustín ( D e lib. arb. dice Aristóteles ( E t h . 1. 2 ) , « h e m o s
1. 1, c. 6) que « l a ley eterna, es por la » nacido (4) para poseer las virtudes ».
2> que los malos merecen la miseria (3) Uno y otro modo son sin embargo im-
» y los buenos la vida bienaventurada » ; perfectos y en cierto modo corrompidos
pero los hombres y a bienaventurados ó en los malos , cuya inclinación natural á
y a condenados no se hallan en estado de la virtud se deprava por el hábito vicioso,
merecer: luego no están sometidos á la y aun el mismo natural conocimiento del
l e y eterna. bien es oscurecido en ellos por las pasio-
nes y hábitos de los pecados; al paso que
Por el contrario, el mismo Santo dice
en los buenos se encuentran dichos dos
( D e civ. D e i , 1. 19, c. 12): « n a d a s e s u s -
modos más perfectos, porque al conoci-
» trae en modo alguno á las leyes y or-
miento natural del bien se les añade el
» denacion del Supremo Creador, por
conocimiento de la fe y de la sabiduría,
» quien es administrada la paz del uni-
y la inclinación natural al bien es fomen-
» verso » .
tada en ellos por el impulso interior de la
Conclusión. Todas las criaturas ra- gracia y de la virtud. P o r lo tanto los
cionales están sometidas á la ley eter-

(1) De esta doctrina se infiere que aun los sucesos fortuitos verosímil, atendido el estilo harto característico de este Sanio
ó causales, que decir solemos, y que en cierto modo lo son para Doctor, y con efecto así lo hace aquel sabio crítico y compe-
nosotros á causa de la imprevisión y escaso alcance de nuestro tente comentarista : deferimos no obstante por nuestra parte
conocimiento de las leyes naturales, no lo son ni pueden con- á la conteste unanimidad de los muchos ejemplares, que te-
siderarse tales respecto de Dios, cuya sabiduría infinita lo nemos á la vista, traduciendo literalmente miseria; pues el
abarca todo y cuyo gobierno próvido y sapientísimo se estien- pensamiento queda sustancialmente el mismo que diciendo
de hasta Jas cosas y acontecimientos más insignificantes á según la rectificación : «los malos merecen vida miserable
nuestro modo de apreciarlos. Conviene consultar de nuevo » y los buenos la feliz ».
ó tener muy presente lo espuesto en la Cuestiones 22, 103 y (4} Sumus innati : propiamente quiere significar que « por
116 d e l a l . ' P . e n e l T . l . " » naturaleza somos capaces ó idóneos parala virtud », ó que
(2) La Vulgata dice sapienlia. « naturalmente hay en nosotros cierta espontánea predispo-
(3) Kicolai advierte que, si bien aun en los códices manus- » sicion y como instintiva tendencia á ella», según interpreta
critos se lee constantemente miseriam, debe reponerse mUeram Aretino, y que debe perfeccionarse por la costumbre (añádese
según el testo de San Agustín, como en efecto parece más en el mismo lugar citado)*
CUESTIÓN XCIII. — A R T Í C U L O V i . 619

buenos están sometidos perfectamente á bien ser obras del Espíritu Santo que del
la ley eterna, como que obran siempre en mismo hombre : y a s í , no estando el E s -
conformidad con ella ; mientras que los píritu Santo, como ni el Hijo, bajo la ley,
malos están si bajo la ley eterna, aunque según se ha dicho (a. 4, al 2.°); sigúese que
imperfectamente en cuanto á sus accio- estas obras, en cuanto son del Espíritu
nes, como imperfectamente (1) conocen Santo, no caen bajo la ley, lo que testifica
el bien é imperfectamente (2) se incli- este dicho del Apóstol (11 Cor. 3, 17):
nan á él, supliéndose empero lo que falta donde está el Espíritu del Señor, allí
de parte de la acción por la de la pasión, hay libertad.
es decir, en cuanto padecen lo que la ley A l 2.° que la prudencia de la carne no
eterna dicta acerca de ellos, por no hacer * puede estar sometida á la l e y de D i o s por
lo conveniente á e l l a : por lo cual dice parte de la acción, porque inclina á actos
San Agustín ( D e lib. arb. 1. 1, c. 15): contrarios á la divina l e y ; lo está empero
« juzgo que los justos obran bajo la ley -por parte d é l a pasión, por cuanto merece
» eterna » , y en su libro De catechizan- sufrir la pena según la l e y de la divina
dis rudibus (c. 18) que D i o s « p o r la justicia. Con todo esto la prudencia de la
»justa miseria de las almas, que le aban- carne en ningún hombre domina hasta
D donan, sabe ordenar las partes inferio- el punto de corromperse todo el bien de
» res de su creación con leyes convenien- la naturaleza (4), y por esto permanece
B tísimas » . en el hombre la inclinación á obrar lo que
A l argumento 1.° diremos, que aquellas es de la l e y eterna; pues y a se ha de-
palabras del Apóstol pueden entenderse mostrado anteriormente ( C . 85, a. 2) que
de dos modos : 1.° en el sentido de estar el pecado no destruye todo el bien de la
bajo la ley como abrumado por cierta naturaleza.
carga el que no quiere la obligación de A l 3.° que lo mismo es aquello, por lo
la l e y , y así la Glosa (3) dice (ibid.) que algo se conserva en el fin y por lo
que « e s t á bajo la ley el que se abstiene que es movido al fin, como el cuerpo
» de la mala acción por temor del castigo grave reposa en lugar inferior por la gra-
» con que la ley amenaza, y no por amor vedad misma, que le hace tender hacia
» á la justicia » ; de cuyo modo los hom- él : y por lo tanto debe decirse que, así
bres espirituales no están bajo la ley, como según la ley eterna algunos mere-
porque por la caridad, que el Espíritu cen la bienaventuranza ó la reprobación,
Santo infunde en sus corazones, cumplen así por la misma l e y se conservan en la
voluntariamente lo que es de l e y ; 2.° en beatitud ó en la reprobación; y conforme
cuanto las obras del hombre, que es mo- á esto los bienaventurados y los conde-
vido por el Espíritu S a n t o , se dicen más nados están sometidos á la l e y eterna.

flj En los casos particulares y prácticos, propendiendo por c. 57), aunque en la moderna é impresa no se hace constar su
su misma perversidad á conceptuar verdadero bien el apa- procedencia y sus palabras se citan más estractada y compen-
rente y falso ó caduco y transitorio. diosamente, según observa Nicolai.
(2) En cuanto al afecto y consiguientemente también en (4) Conservando por lo mismo cierta participación de la ley
SUB efectos. eterna por lo poco ó mucho que le queda de ese bien natu-
(3) La antigua 6 manuscrita, tomada de San Agustín bajo ral, y en cuyo concepto está sometido á ella bajo el 1.° de los
su mismo nombre espreso al principio (lib. De natura etgratia, dos aspectos esplicados en el desarrollo de la tesis.
CUESTIÓN XCIY.

Ley natural.

Articulo 1.° Qué es la ley n a t u r a l ? - 2.° Cuáles son sus preceptos ? — 3.° Todos los actos de las
virtudes pertenecen a l a ley natural?—4.° La ley n a t u r a l es u n a sola en todos?— 5.° E s m u d a b l e ?
— 6.° Puede borrarse de la mente del h o m b r e ?

ARTÍCULO I . — i » icy natural e s há- que sí [ 2 ] puede decirse tal impropia-


bito? (i). mente , en cuanto contiene algo, que ha-
bitualmente se tiene en la razón 6 en el
l.° Parece que la ley natural es un alma.
hábito: porque, como dice Aristóteles Responderemos, que puede decirse
(Ethic. 1. 2 , c. 5 ) , « en el alma hay tres hábito de dos maneras : 1. propia y esen-a

cosas, potencia, hábito y pasión; y la cialmente, y así la ley natural no es hábi-


ley natural no es alguna de las potencias to, pues se ha dicho (C. 90, a. 1 al 2.°) que
del alma ni alguna de sus pasiones, como la ley natural es algo constituido por la
se ve enumerándolas una por uno. Luego razón, como también la proposición es
la ley natural es hábito. cierta obra de la razón; mas no es lo
2° Dice San Basilio (2) que «la con- mismo lo que uno hace que aquello con
» ciencia ó la sindéresis es ley de nuestro que lo hace, porque alguno hace un buen
» entendimiento », lo que no puede en- discurso por el hábito de la gramática ; y,
tenderse sino de la ley natural. Pero la siendo el hábito con lo que uno obra, no
sindéresis es cierto hábito, según queda puede ser que alguna ley sea hábito pro-
demostrado (P. 1. , C. 79, a. 12). Luego pia y esencialmente; 2 . lo que se tiene
a a

la ley natural es hábito. por el hábito, cual se dice fe lo que por


3.° La ley natural permanece siempre ella se sabe: y, como los preceptos de la
en el hombre, como se verá (a. 5 ) ; mas ley natural son considerados algunas ve-
no siempre la razón del hombre, á la cual ces en acto por la razón y otras están en
pertenece la ley, piensa sobre la ley na- ella solo habitualmente; en este concepto
tural. Luego la ley natural no es acto, se puede decir que la ley natural es un
sino hábito. hábito, como también en lo especulativo
Por el contrario, dice San Agustín los principios indemostrables no son los
(De bono conjug. C. 2 1 ) que « el hábito mismos hábitos de los principios, sino que
» es por lo que se obra, cuando es me- son los principios de los cuales hay hábito.
» nester; T> lo cual no se verifica en la ley Al argumento 1.° diremos, que Aristó-
natural, porque existe en los niños y en teles pretende allí investigar el género
los condenados, que no pueden obrar por de la virtud; y, como es evidente que la
ella. Luego la ley natural no es un virtud es cierto principio de acción, no
hábito. habla sino de las cosas que son los prin-
Conclusión. La ley natural [ 1 ] no es cipios de los actos humanos, es decir, de
propia y esencialmente un hábito ; aun- las « potencias, hábitos y pasiones » ; pero

(1) Véase la nota 1, pág. 602. masceno (De orth. ftd. 1. 4, c. 23), según lo"rectifica el P. Ni-
(2) No es San Basilio quien dice lo que aquí se le atribuye colai : pueden verse las palabras teslualcs de ambos SS. PP.
por una tergiversación difícil de esplicar, y sí San Juan Da- en la C. 79, a. 13 de la 1." P., pág. 053, col. 2." del T. l.°
CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S I Y II.
621
ademas de estas tres h a y otras en el alma, l e y natural en el hombre son en cuanto á
cuales son ciertos a c t o s , como el querer lo operable lo que los primeros principios
está en el volente y también lo conocido en lo demostrativo. Siendo pues muchos
en el cognoscente, y las propiedades na- los principios indemostrables, son muchos
turales del alma, como la inmortalidad y también los preceptos de la l e y natural.
otras análogas. Conclusión. El primer precepto de la
A l 2.° que la sindéresis (1) se dice ley ley natural [1] cífrase en que « debe
de nuestro entendimiento, en cuanto es un » hacerse lo bueno y evitarse lo malo »,
hábito que contiene los preceptos de la y en él se fundan todos los demás : y [2]
ley natural, que son los primeros princi- el orden de todos ellos es correlativo al
pios de los actos humanos. de. las inclinaciones naturales, cuyos ob-
A l 3.° que aquel razonamiento prueba jetos [3] aprende la razón como buenos
que la ley natural existe habitualmente y dignos de obtenerse, ó como malos y
(en nosotros), lo cual concedemos. desechables.
E u cuanto á lo que se objeta en con- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
trario debe decirse que de lo que se tiene (C. 90, a. 1, al 2.°, y C. 91, a. 3) los pre-
habitualmente algunas veces no puede ceptos de la ley natural son á la razón
uno usar á causa de algún impedimento, práctica lo que los primeros principios
como el hombre no puede usar del hábiío de las demostraciones á la razón especu-
de la ciencia durante el s u e ñ o : é igual- lativa, pues unos y otros son ciertos prin-
mente el niño no puede usar del hábito cipios conocidos por sí mismos. D í c e s e
de la inteügencia de los principios, ó empero que algo es conocido por sí mis-
también de la ley natural, que habitual- mo en dos conceptos: 1.° en sí mismo, y
mente le es aneja, por defecto de edad. 2.° en cuanto á nosotros: toda proposi-
ción, cuyo predicado es de la esencia del
ARTÍCULO I I . — i » ley natural con-
sujeto, se dice evidente en sí mismo, y no
tieno muchos preceptos, ó uno solamente ? lo será sin embargo para el que ignora la
definición del sujeto : así e s t a « el hom- y

l.° Parece que la ley natural no con- » bre es racional», es conocida por sí
tiene muchos preceptos, sino solo u n o : misma según su naturaleza, dado que
porque la l e y se comprende en el género quien dice hombre dice racional; y no
del precepto, como se ha consignado obstante al que ignore qué es el hombre
(C. 92, a. 2); y, si hubiese muchos pre- no le es conocida por sí m i s m a ; por lo
ceptos de la l e y natural, seguiríase que cual dice Boecio (Lib. D e hebdom.) que
también habría muchas leyes naturales. h a y ciertas dignidades (2) y proposicio-
nes comunmente evidentes para todos ;
2.° L a l e y natural va adjunta á la na-
cuales son aquellas, cuyos términos son
turaleza del hombre ; pero la naturaleza
conocidos, como « el todo es mayor que
humana es una respecto al todo, aunque
» la parte J>, y « cosas iguales á una mis-
sea múltiple según las partes : luego no
» ma son iguales entre sí » . Mas ciertas
hay más que un solo precepto de la l e y
proposiciones son conocidas por sí mis-
natural por razón de la unidad del todo,
mas solo de los sabios, que entienden lo
ó hay muchos según la multitud de partes
que significan los términos de ellas, como
de la naturaleza h u m a n a ; y en este su-
al que sabe que el ángel no es cuerpo le
puesto será preciso que aun lo que es
es por sí mismo conocido que no está
propio de la inclinación de lo concupis-
circunscrito á un lugar (3), lo cual no es
cible pertenezca también á la l e y natural.
evidente para los rudos que no lo alcan-
3.° L a l e y es algo perteneciente á la zan. N o obstante en las cosas que caen
razón, como se ha dicho (C. 90, a. 1). E s bajo la aprensión de los hombres hállase
así que la razón en el hombre es una cierto orden: porque lo que primeramen-
sola. L u e g o no hay más que un solo pre- te cae bajo la aprensión es el e n t e , cuya
cepto de la l e y natural. idea se incluye en todas las demás que
Por el contrario: los preceptos de la

(1) V. la C; 79, a. 12, déla 1." P. (3) Véanse las notas 3 y 5 de la pág. 436 del T. l.°, y la
(2) Proposiciones do preferente dignidad por su intuitiva doctrina del testo en aquella C. 52 y sus tres artículos.
evidencia, cuales son los axiomas fundamentales.
622 CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

alguno aprende, cualesquiera que ellas cuidad de ambos sexos, la educación de


sean; y por eso el primer principio inde- los hijos y semejantes ; 3.° y por último
mostrable es que no se puede afirmar y hay en el hombre una inclinación al bien
negar simultáneamente, lo cual se funda según la naturaleza de la razón, que le
en la razón de ente y no ente, y sobre es peculiar; como la tiene natural á co-
este principio se fundan todos los otros, nocer la verdad acerca de D i o s y á vivir
como dice el Filósofo (Met. 1. 4 , t. 9 ) . en sociedad; en cuyo concepto pertenece
A s í pues como el ente es lo primero que á la l e y natural cuanto atañe á la tal in-
se aprende (1) absolutamente, del mismo clinación, como es el que el hombre evite
modo el bien es lo primero que cae bajo la ignorancia, el no dañar á otros con
la aprensión de la razón práctica, que se quienes debe vivir y lo demás concer-
ordena á la operación; porque todo agen- niente á esto ( 3 ) .
te obra por el fin, que tiene concepto de A l argumento 1.° diremos, que todos
bien; y por lo tanto el primer principio esos preceptos de la l e y de la naturaleza,
en la razón práctica es el que se funda en cuanto se refieren á un solo primer
sobre la razón del bien, que es este « el precepto, tienen razón de una sola ley
» bien es lo que todos apetecen ». L u e g o natural.
el primer precepto de la ley es que el bien A l 2.° que tales inclinaciones de las
se debe hacer y procurarse, y evitarse el diferentes partes de la naturaleza huma-
mal; y sobre este se fundan todos los n a , como de la concupiscible y la irasci-
demás preceptos de la ley de la natura- ble, en cuanto son reguladas por la razón,
leza ; de modo que todas aquellas cosas pertenecen á la ley (4) natural y se redu-
que se deben bacer ó evitar pertenecen á cen á un solo primer precepto, como queda
los preceptos de la l e y de la naturaleza, dicho ; y según esto h a y muchos pre-
que la razón práctica conoce naturalmen- ceptos de la ley de naturaleza (consi-
te ser bienes humanos. M a s , por cuanto derados ) en sí mismos, pero procedentes
el bien tiene razón de fin ( 2 ) y el mal todos de una sola raíz común.
de contrario; sigúese que todo aquello, á
A l 3.° que, aunque la razón sea en sí
que tiene el hombre inclinación natural,
única, es sin embargo ordenativa de todo
la razón lo aprende naturalmente como
lo que concierne al hombre ; de lo cual
bueno, y por consiguiente como que debe
resulta que bajo la l e y de la razón se
ejecutarlo, y lo contrario á eso como
contiene todo cuanto puede ser regulado
malo y digno de evitarse. A s í pues según
por ella.
el orden de las inclinaciones naturales es
el orden de los preceptos de la ley de la
naturaleza: porque 1.° es innata en el ARTÍCULO I I I . — ¿ Toilos los actos de
hombre la inclinación al bien según la l a s virtudes p e r t e n e c e n á l a ley de natura-
naturaleza, y que le es común con todas leza ?
las sustancias, en cuanto cada sustancia
desea por su naturaleza la conservación l.° Parece que no todos los actos de
de su ser ; y según esta inclinación per- virtudes pertenecen á la l e y de natura-
tenecen á la l e y natural aquellos (medios), leza : porque, según se ha dicho ( C . 90,
por los que se conserva la vida del hom- a. 2 ) , es de esencia de la l e y el que se or-
bre y se impide lo contrario; 2.° le es dene al bien común; y ciertos actos de
aneja una segunda inclinación á alguna virtud se ordenan al bien privado de al-
cosa más especial según la naturaleza en guno, como se advierte principalmente
lo que tiene de común con los demás ani- en los actos de la templanza. L u e g o no
males, conforme á lo cual se dicen ser de todos los actos de las virtudes están so-
ley natural las que la naturaleza enseñó metidos á la l e y natural.
á todos los animales, como son la promis- 2.° Todos los pecados se oponen á al-
gunos actos virtuosos. Si pues todos los

(1) V. en la 1." P. la C. 5, a. 2. cion de potencias en nada se opone á la unidad del alma indi-
(2) V. el a. 4 d é l a C . 5 de la 1.* P., pág. 39 del T. 1.° vidual.
(3) Distínguense pues tres grados de propensión natural (4) Los antiguos romanos decian que los preceptos del do-
en el único apetito del bien, que no por eso resulta múltiple; recho natural eran estos tres : honeste vivere, altertim non losde-
como la voluntad es sola una- en cada hombre á pesar de sus re, mum cuique tribuere.
diversas voliciones y medios de realizarlas, y como la distin-
CUESTIÓN X C I V . — A R T Í C U L O S III Y I V , 623

actos de las virtudes son de la l e y de na- mente la naturaleza ; sino que los hom-
turaleza, parece por consecuencia que bres las han juzgado útiles y convenien-
todos los pecados son contra naturaleza: tes para bien vivir por la investigación
lo cual sin embargo se dice especialmente de la razón ( 2 ) .
de ciertos pecados. A l argumento 1.° diremos, que la tem-
3.° E n las cosas que son según la na- planza versa sobre las concupiscencias
turaleza convienen todos; mas no todos naturales de comer y beber y de place-
convienen en los actos de las virtudes, res carnales, que ciertamente se ordenan
pues algo es virtuoso para u n o , que es al bien común de la naturaleza, así como
vicioso para otro : luego no todos los ac- también otras (prescripciones) legales se
tos de las virtudes pertenecen á la l e y de ordenan al bien común moral.
naturaleza. A l 2.° que por la naturaleza del hom-
Por el contrario, dice San J u a n D a - bre se puede entender ó aquella que es
masceno ( D e ortb. fid. 1. 3 , c. 4 ) , que propia del mismo, y en este sentido t o -
« las virtudes son naturales » . L u e g o dos los pecados, en cuanto son contra-
también los actos virtuosos dependen de rios á la razón, son también contra la
la ley de la naturaleza. naturaleza, como lo manifiesta San Juan
Conclusión. Todos los actos de virtu- Damasceno ( D e orth. fid. 1. 2 , c. 3 0 ) ; ó
des [ 1 ] en su concepto genérico de vir- la que es común al hombre y á otros ani-
tuosos pertenecen á la ley natural; males, en cuyo concepto ciertos pecados
mas [ 2 ] no así todos ellos considerados especiales se dicen ser contra naturale-
en sus respectivas especies propias. za, como contra la unión del macho y la
Responderemos, que acerca de los hembra, que es natural á todos los anima-
actos virtuosos podemos hablar de dos l e s , existe la sodomía ( 3 ) , que se deno-
maneras: 1 . en cuanto son
a
virtuosos; mina especialmente pecado contra la na-
2. como tales considerados en sus pro-
a
turaleza.
pias especies. Si pues hablamos de los A l 3.° que aquel razonamiento procede
actos virtuosos en el primer concepto to- de los actos considerados en sí mismos;
dos los actos virtuosos pertenecen así á pues en este concepto por las diversas
la ley de naturaleza : puesto que se ha condiciones de los hombres sucede que
dicho (a. 2 ) que pertenece á la l e y de hay actos que son virtuosos respecto de
naturaleza todo aquello, á que el hombre a l g u n o s , como convenientes y propor-
se inclina según su naturaleza; y cada cionadas á ellos, y que no obstante son
ser naturalmente se inclina á la opera- viciosos para otros, por no serles propor-
ción que le conviene según su forma, co- cionados (4).
mo el fuego á calentar : l u e g o , siendo el
alma racional la forma propia del hom- ARTÍCULO IV. — i . a iey n a t u r a l os
bre ( 1 ) , h a y en cada individuo una incH- u n a e n todos 1
nacion natural á obrar según la razón,,
y esto es obrar conforme á la virtud. A s í 1.° Parece que la l e y natural no es
pues en cuanto á esto todos los actos de única en todos; porque se lee en los D e -
virtudes pertenecen á la l e y natural, por- cretos (Dist. i , ó praslud.) que « el dere-
que la propia razón dicta á cada cual » cho natural es lo que se contiene en la
naturalmente que debe obrar virtuosa- » l e y y en el Evangelio » ; y esto no es
mente. P e r o , si hablamos de los actos común á todos, puesto que se dice ( R o m .
virtuosos en sí mismos, esto es, considera- 10, 16): no todos obedecen al Evangelio.
dos en sus propias especies, así no todos L u e g o la ley natural no es una en todos.
ellos pertenecen á la ley de naturaleza: 2.° « L a s cosas que son según la l e y
porque se hacen muchas cosas según la » se llamanjustas» (Ethic. 1. 5, c. 1 y 2);
virtud, á las cuales no inclina primera- pero en el mismo libro ( c. 1 0 ) se dice que

(1) Véase en la 1." P., C 75, a. 5; y la nota 2 de la pág.587 (3) Concúbitos masculorum.
en el T. 1." (i) Como el abstenerse de actos de lujuria es virtuoso para
(2) Tales son, por ejemplo, los ayunos y mortificaciones de el soltero ó que tiene voto de castidad, y seria censurable en
la carno, la castidad perpetua y todo lo concerniente á los el casado defraudando en ello los derechos conyugales de su
llamados « Consejos Evangélicos o. esposa.
624 CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULO IV.

« nada h a y tan justo respecto de todos, que la verdad no sea conocida por todos
» que no se diversifique en algunos». en las conclusiones, y sí solo en los prin-
L u e g o asimismo la l e y natural no es una cipios, que se dicen concepciones comunes;
respecto de todos. mas en lo operable la verdad ó la recti-
3.° A la l e y natural pertenece aquello tud práctica no es la misma para todos
á que el hombre se inclina según su natu- en cuanto á las cosas propias, sino en
raleza, como se ha dicho ( a . 2 ) . Pero los cuanto á las comunes; y aun entre aque-
diversos hombres se inclinan natural- llos, para quienes es la misma en las cosas
mente á cosas diversas, unos á placeres propias, no todos la conocen igualmente ;
sensuales, algunos á los deseos de hono- siendo así notorio que en cuanto á los
res y otros á otras cosas. L u e g o no hay principios comunes de la razón especula-
una sola l e y natural para todos. tiva ó práctica la verdad ó rectitud es
Por el contrario, dice San Isidoro una misma para todos é igualmente co-
( E t y m . 1. 5 , c. 4 ) : « e l derecho natural nocida ; pero en cuanto á las propias con-
» es común á toda nación». clusiones de la razón especulativa la ver-
Conclusion. La ley de la natura- dad es la misma para todos, mas no de
leza [ 1 ] es una misma en todos en cuanto todos es igualmente conocida; porque es
á los principios comunes , tanto respecto cierto para todos que el triángulo tiene
de la rectitud como del conocimiento; tres ángulos, cuya suma es igual á la
aunque no [ 2 ] siempre y en ambos con- de ( 2 ) dos r e c t o s , aunque esto no sea
ceptos en cuanto á determinadas deduc- conocido de todos. Con respecto á las
ciones particulares y propias de cada conclusiones propias de la razón prác-
cual. tica (3) ni la verdad ó rectitud es la
misma para t o d o s , ni tampoco es cono-
Responderemos, que según lo dicho
cida igualmente por todos aquellos, para
(a. 2 ) á la l e y natural pertenece todo
quienes es la misma : porque para todos
aquello, á que el hombre naturalmente se
es recto y cierto que se debe obrar según
inclina; y entre otras cosas es propio del
la razón, y de este principio se sigue como
hombre el inclinarse á obrar según la ra-
propia conclusión que los depósitos deben
zón, á la cual pertenece proceder de lo
ser devueltos, lo cual es verdad en el
común á l o propio, como demuestra Aris-
mayor número de casos; pero puede su-
tóteles ( P h y s . 1. 1 , t. 2 , 3 y 4 ) . Acerca
ceder en alguno que sea dañosa y por.
de esto sin embargo proceden diversa-
tanto irracional la devolución, por ejem-
mente la razón especulativa y la práctica:
plo , si alguno lo pide para combatir á su
porque, como la razón especulativa inter-
patria; y esto se hace tanto más defec-
viene principalmente en las cosas necesa-
tuoso, cuanto se desciende á (aplicacio-
rias, que no pueden ser de otra manera,
nes) particulares, como si se dice que los
la verdad se encuentra sin defecto alguno
depósitos deben ser devueltos con tal ga-
en las conclusiones propias, así como en
rantía ó de tal m o d o ; puesto que, cuantas
los principios comunes; al paso que la
más condiciones particulares se fijen, de
razón práctica versa sobre las cosas con-
tantos más modos podrá dejar de haber
tingentes, entre las cuales se cuentan las
rectitud devolviéndolo ó no entregándolo.
acciones humanas: por lo que, si en los
A s í pues debe decirse que la ley de la
principios comunes hay algo de necesi-
naturaleza en cuanto á los primeros prin-
dad ( 1 ) , cuanto más se desciende á co-
cipios comunes es la misma en todos se-
sas propias, tanto más se halla defecto.
gún la rectitud y según el conocimiento;
A s í pues en lo especulativo la verdad es
mas en cuanto á ciertas (aplicaciones)
la misma respecto de todos, tanto en los
propias, que son como las conclusiones de
principios como en las conclusiones, aun-

(1) Algunos leen veritas en lugar de nécessitas. (3) Los teólogos comunmente distinguen tres clases de ver-
(2) Nos permitimos rectificar la frase del testo « iguales á dades prácticas ó preceptos concernientes á la ley natural, á
» dos rectos » en gracia de la exactitud técnica de la ciencia saber : 1. principios fundamentales evidentes en sí mismos
a

geométrica, que así espresa hoy gráficamente el pensamiento y más ó menos notorios á toda criatura racional; 2." conclu-
fundamental de esa -verdad en el enunciado de uno de los siones inmediata y necesariamente deducidas de ellos; 3.
más importantes teoremas geométrico-trigonométricos, según consecuencias remotas, cuya íntima aunque mediata conexión
ya antes de ahora lo dejamos consignado. Véanse las notas 1, con los principios no es tan notoria ó evidente, y que por lo
pág. 233, y 1 de la 108. mismo no todos las conocen esplícita y prácticamente.
CUESTIÓN XCIV.—ARTÍCULOS IV Y V. 625

los principios comunes, es la misma en naciones de todos los hombres sean diri-
todos en el mayor número de casos rela- gidas según la razón.
tivamente á la rectitud y al conocimiento,
y solo en los menos puede faltar, ya en ARTÍCULO V . — La ley natural puede
cuanto á la rectitud por determinados mudarse ?
impedimentos (como también los seres
sujetos á generación y corrupción fallan l.° Parece que la l e y natural puede
las menos veces á causa de algunos obs- mudarse, porque sobre estas palabras
táculos ), y a también en cuanto al conoci- ( E c c l i . 17, 9 ) añadióles la enseñanza y
miento; y esto porque hay algunos, que ley de la vida, dice la Glosa (ordin.) :
tienen la razón estraviada por la pasión « ha querido que la ley fuese escrita para
ó por la mala costumbre ó por la mala » corregir la l e y natural». E s así que lo
predisposición de la naturaleza; como an- que se corrige sufre mudanza. L u e g o la
tiguamente entre los germanos no se re- l e y natural puede mudarse.
putaba inicuo el latrocinio, á pesar de ser 2.° E s contrario á la l e y natural matar
espresamente contrario á la l e y de la á un inocente, y también el adulterio y
naturaleza, según refiere Julio César el hurto. P e r o se encuentra haber sido
( D e bello gallico, 1. 6 ) ( 1 ) . mudadas (4) por Dios estas cosas, por
A l argumento 1.° diremos, que aquellas ejemplo, cuando mandó á Abraham que
palabras no deben entenderse, como que sacrificase á su inocente hijo, como se ve
todo cuanto en la ley y en el Evangelio (Gen. 22); cuando ordenó á los judíos
se contiene es de la l e y de naturaleza, que se apropiasen los vasos que les ha-
puesto que allí se nos enseñan muchas bían prestado los egipcios, según consta
cosas sobrenaturales; pero lo que es de ( E x . 12); y cuando mandó á Oseas (Os. 1)
la ley natural se encuentra allí plena- desposarse con una prostituta. L u e g o la
mente espuesto. A s í que Graciano, des- ley natural puede mudarse.
pués de haber dicho ( i b i d . ) que « el dere- 3.° San Isidoro dice ( E t y m . 1. 5, c. 4)
D cho natural es lo que en la l e y y el que « la posesión común de todas las c o -
» Evangelio se contiene » , añade inme- » sas y una sola libertad son de derecho
diatamente por via de esplicacion : « por »natural »; cosas que vemos han sido
» el que á cada cual se manda hacer á mudadas por las leyes humanas. L u e g o
» otro lo que quiere que se haga á é l , y parece que la ley natural es mudable.
» se prohibe inferir á otro lo que no quiera Por el contrario, se dice ( D e c r e t .
» se le haga». dist. 5, ó Prelud. dist. 5) que <rel de-
A l 2.° que el dicho del filósofo debe » r e c h o natural data del origen de la
entenderse de lo que es naturalmente » criatura racional, y no se varía con
justo, no como principios comunes, sino » el t i e m p o , sino que permanece inmu-
como ciertas conclusiones de ellos deriva- » t a b l e ».
das, que diariamente tienen rectitud y Conclusión. La ley natural [ 1 ] es in-
faltan en el menor número de casos (2). mutable en cuanto á los primeros prin-
A l 3.° que, así como la razón en el cipios fundamentales; pero [ 2 ] mudable
hombre domina é impera á las demás po- respecto de ciertas supresiones meramente
tencias, igualmente es necesario que legales y adiciones útiles según los res-
todas las inclinaciones naturales pertene- pectivos tiempos.
cientes á las otras potencias sean ordena- R e s p o n d e r e m o s , que la mudanza de
das según la razón. P o r lo tanto es la l e y natural puede entenderse de dos
comunmente reconocido (3) que l a s i n c l i - maneras : 1. porque se le añada algo , y
a

(1) Donde, describiendo sus costumbres (c. 23), dice que y que jamás oyeran la predicación evangélica.
«les estaba permitido entregarse sin nota de infamia al sa- (3) Reccptum en todas las ediciones y códices á escepcion
»quéo fuera de la demarcación de su propio territorio para únicamente de las romanas [inclusa la áurea moderna), en
»ejercicio de su juventud y estímulo de su actividad ». que leemos i'ectum, aunque consignan al margen la variante,
(2) Porque según el sentir común de los teólogos en los cual si solo en algunas se hallase receptum.
que han recibido la luz del Evangelio no cabe ignorancia in- (4) Dándolas por licitas en determinados casos, como los
vencible sobre las conclusiones ó deducciones inmediatas de que cita á continuación, dejando por lo mismo de ser entonces
los principios ó preceptos fundamentales de la ley natural, contrarios á la ley natural.
aunque sí puede darse entre pueblos absolutamente incultos
SUMA TEOLÓGICA —TOMO 1 1 . 40
626 CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULOS V Y V I .

en este sentido nada impide que la l e y mismo ; por lo tanto, si alguno tiene ac-
natural se mude , pues á la l e y natural ceso á cualquiera mujer por mandato
han sido añadidas tanto por la divina divino, no comete adulterio ni fornica-
como también por las humanas muchas ción : y otro tanto debe decirse respecto
disposiciones útiles á la humana vida; 2 . a
del h u r t o , que consiste en tomar la cosa
por modo de sustracción, dejando de ser ajena; pues el que toma algo por man-
de l e y natural lo que pertenecía antes á dato de D i o s , que es el dueño de todas
esta l e y ; y en este concepto la ley natu- las cosas, no lo toma sin la voluntad del
ral es absolutamente inmutable en cuanto dueño , lo cual constituye el robo ( 2 ) . Y
á sus primeros principios ; pero respecto no solamente todo lo que Dios ordena en
de los segundos preceptos, que dijimos las cosas humanas es deber, sino también
ser como ciertas propias conclusiones cuanto hace en las cosas naturales, es
próximas' á los primeros principios , es natural en cierto modo según lo dicho
también inmutable , no siendo en muchos ( P . 1 . , C. 1 0 5 , a. 6, al 1.°).
a

casos justo siempre lo que la l e y natural A l 3.° que se dice que algo es de de-
contiene; aunque puede mudarse en algún recho natural de dos modos : 1.° porque
individuo particular y en el menor n ú - á ello inclina la naturaleza, como el que
mero de casos por algunas causas espe- no se debe injuriar á otro ; 2.° porque la
ciales, que impidan la observancia de tales naturaleza no dicta lo contrario , como
preceptos, según lo dicho (a. 4 ) . pudiéramos decir que es de derecho na-
A l argumento 1.° contestaremos, que tural que el hombre esté desnudo, porque
la l e y escrita se dice haber sido dada la naturaleza no le dio vestido , sino que
para corrección de la l e y natural, y a el arte se lo proporcionó. D e esta ma-
porque por la l e y escrita se ha suplido lo nera « l a posesión común de todas las
que á la l e y de naturaleza faltaba, y a » cosas y la libertad única » se dice ser
porque la l e y de la naturaleza se había de derecho natural; puesto que la distin-
corrompido en parte en los corazones de ción de propiedades y la servidumbre no
algunos, hasta el punto de que juzgaban han sido impuestas por la naturaleza,
ser bueno lo que naturalmente es malo; sino por la razón de los hombres para
y tal corrupción necesitaba ser corre- utilidad de la vida humana; y así aun en
gida (1). esto la l e y natural no ha sido mudada
A l 2.° que todos en general mueren sino por adición (3).
de muerte natural tanto los culpables
como los i n o c e n t e s , y esta muerte n a - ARTÍCULO V I . — ^ » icy n a t u m i puede
tural h a sido impuesta por el poder di- ser borrada d e l corazón del hombre ?
vino á causa del pecado original, según
aquello ( i R e g . 2 , 6 ) : el Señor es el que l.° Parece que la l e y natural puede
quita y da la vida ; y por lo tanto sin ser borrada del corazón del hombre: por-
injusticia alguna y según el mandato de que á propósito de estas palabras (Rom. 2),
D i o s puede darse muerte á cualquier cuando los gentiles que no tienen ley
hombre, sea criminal ó inocente. A s i - la Glosa (ordin.) dice que « en el hom-
mismo es adulterio el acceso á la mujer » bre interior renovado por la gracia se
de o t r o , á quien l e ha sido deputada »inscribe la l e y de justicia que habia
según la l e y de D i o s enseñada por D i o s » sido borrada por el pecado » . E s así

(ÍJ Como en efecto sucedía no solo á los gentiles sino tam- ciertas espropiaciones hoy más que nunca frecuentes por
bién á muchos de los judíos, según se desprende de las fre- causa de utilidad común, si bien suele acompañarlas cierta
cuentes reconvenciones dirigidas por el Salvador á los escri- indemnización ó compensación más ó menos equitativa según
bas y fariseos; siendo muy de notar que no es lo mismo cor- las respectivas leyes de. cada país.
regir la ley que rectificarla ó restaurarla á su primitiva (3) Ni es razonable inferir de aquí que la propiedad privada
pureza, y es bien sabido que Jesucristo, al instaurar su nue- ó particular se opone á la ley natural ó á la naturaleza mis-
va ley, abolió en parte la antigua, pero por lo general más ma, como pretenden los secuaces hoy tan numerosos yon boga
bien la purificó por medio de preceptos y consejos más ade- del ya vulgarísimo lema de Proudhon, adoptado por el comu-
cuados al sistema de gracia, que había venido á establecer. nismo de nuestros dias, «la propiedad es un robo » ; porque
(2) En todos estos y semejantes casos no obra Dios como la ley natural en nadase opone á esa distribución do la pro-
legislador precisamente, y sí más bien como supremo Autor piedad entre los pueblos, familias é individuos, toda vez que
y dueño de todo cuanto existe; á la manera que los jefes s u - las circunstancias la hagan conveniente para el bien común
premos de naciones.ó colectividades humanas ejercen á veces y particular.
el llamado por los jurisconsultos alto dominio, cual sucede en
CUESTIÓN XCIV. — ARTÍCULO VI. 827

que la l e y de justicia es la l e y de natu- cipios. Respecto de aquellos principios


raleza. L u e g o , l a l e y de naturaleza pue- comunes la ley natural no puede ser bor-
de ser borrada. rada de modo alguno de los corazones de
2° L a ley de gracia es más eficaz que los hombres en general; aunque se borra
la ley de naturaleza ; y la ley de gracia en obras particulares, cuando la razón
se borra por la culpa : luego con mayor se halla impedida para aplicar un princi-
razón la l e y de naturaleza puede bor- pio común á una obra particular, y a por
rarse. la concupiscencia, y a por alguna otra
3.° L o que se establece por la ley es p a s i ó n , según lo dicho ( C . 7 7 , a. 2).
considerado como justo ; pero los nom- Pero en cuanto á los preceptos secunda-
bres han establecido muchas cosas contra rios la ley natural puede ser borrada de
la ley natural: luego esta puede ser bor- los corazones de los hombres, bien por
rada de los corazones de los hombres. causa de malas persuasiones, al modo que
P o r el c o n t r a r i o , dice San A g u s t í n también en lo especulativo hay errores
(Conf. 1. 2, c. 4 ) : c< tu ley ha sido escrita acerca de las conclusiones necesarias ; ó
» en los corazones de los hombres, y nin- bien por malas costumbres ó hábitos de-
» guna iniquidad puede borrarla». E s así pravados , como hubo hombres que no
que la l e y escrita en los corazones de los consideraban pecados el robo ó los vicios
hombres es la ley natural. L u e g o esta contra la naturaleza, según también dice
ley no puede ser borrada. el Apóstol (Rom. 1).
Conclusión. La ley natural [ 1 ] no A l argumento 1.° diremos, que la culpa
puede ser borrada de los corazones de los borra la l e y natural en particular; mas no
hombres en general y respecto de sus en general, á no ser en cuanto á los se-
principios más comunes , aun cuando lo cundarios preceptos de la ley natural, y
sea en algún caso práctico ; pero sí [ 2 ] de la manera esplicada.
en cuanto á los principios secundarios, A l 2.° que", aunque la gracia sea más
que son como conclusiones de los prime- eficaz que la naturaleza ; sin embargo
ros, y aun esto raras veces. esta es más esencial al hombre , y por lo
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho tanto más permanente.
(a. 4 ) á la ley natural pertenecen pri- A l 3.° que aquella razón procede de
meramente ciertos preceptos comunísimos los segundos preceptos de la ley natural,
conocidos de todos ; y ademas ciertos pre- contra los que algunos legisladores esta-
ceptos secundarios, que son más propios y blecieron ciertas disposiciones que son
como conclusiones próximas á los prin- inicuas (1).

(1/ Así entre los espartanos se tenía por lícito quitar la dades diabólicas, ejercitarse en la depredación y aun entre-
vida á sus propios padres do cierta edad, á pretesto de li- garse á las más repugnantes obscenidades aun sodomíticas y
brarlos de las incomodidades anejas á la decrepitud, y en mu- bestiales y á todo género de escesos y abominaciones osten-
chos de los antiguos pueblos paganos se miraba como honesto siblemente repugnantes al dictamen de la razón y á la ley
y aun recomendable y piadoso sacrificar sus hijos á los dio- natural: á cuyo propósito remitimos ademas al lector á lo di-
ses, prostituir las doncellas en oblación á Venus y otras dei- cho en la nota 1 de la pág. 625.
CUESTIÓN XCY.

De la ley humana.

Consideraremos en esta cuestión la ley h u m a n a , y 1.° la examinaremos en sí m i s m a ; 2.° su potestad;


y 3.° su mutabilidad. Acerca de lo primero investigaremos cuatro cosas : 1. Su utUidad, —2. Su a a

origen.—3. Su cualidad. —4. Su división.


a a

A R T Í C U L O I . — H a s l d o ú t i l que los hom- fuesen dirigidos por el arbitrio de hom-


bres h i c i e s e n a l g u n a s l e y e s ? (1) bres sabios que por alguna l e y estable-
cida : por consiguiente no ha sido necesa-
1.° Parece que no ha sido útil el que rio hacer leyes humanas.
los hombres hiciesen algunas leyes : por- Por el contrario, San Isidoro dice
que la intención de cada l e y es hacer ( E t y m . 1. 5 , c. 2 0 ) : « las leyes han sido
buenos á los h o m b r e s , según lo dicho » hechas para contener por su temor la
(C. 9 2 , a. 1 ) ; y los hombres son induci- » audacia humana, para defender la ino-
dos al bien voluntariamente más por la » cencía contra los malvados, y para re-
persuasión que por la coacción de las le- » frenar á estos mismos de poder hacer
y e s . L u e g o no fue necesario hacer leyes. » daño con terribles castigos». Todo esto
2.° Como dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 5, es sumamente necesario al género hu-
c. 4 ) , « l o s hombres recurren al juez mano : luego ha sido necesario establecer
» como á lo justo animado » ; pero la l e y e s humanas.
justicia animada es mejor que la inani- Conclusión. Ha sido necesaria la ins-
mada contenida en las leyes : luego ha- titución de leyes humanas para la paz de
bría sido más conveniente que la ejecu- los hombres y el ejercicio de la virtud, y
ción de la justicia se encomendase al ar- para refrenar con el miedo al castigo los
bitrio de j u e c e s , que establecer acerca vicios y pertinacia de los malvados.
de esto l e y alguna. R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
3.° Toda l e y es directiva de los actos ( C . 6 3 , a. 1) el hombre tiene natural-
humanos , según consta por lo y a dicho mente cierta aptitud para la virtud; mas,
( C . 90, a. 1 y 2). P e r o , consistiendo los para llegar á la misma perfección de la
actos humanos en las cosas individuales, virtud, há menester de alguna dirección
que son infinitas , lo que pertenece á s u (disciplina), cual vemos también que por
dirección no puede ser suficientemente- alguna industria se provee al hombre en
examinado sino por algún sabio, que con- sus necesidades, como en el alimento y
sidere cada cosa en particular. L u e g o hu- vestido: porque, si bien por su naturaleza
biera sido mejor que los actos humanos tiene ciertos primeros recursos, cuales

(1J Lutero entre sus inumerables errores incurrió en el de decretos de emperadores y príncipes ortodoxos, llegando al-
añrmar que « los cristianos están exentos de toda ley humana gunos á consignar en sus leyes las penas más graves sin es-
» y aun angélica á su arbitrio » ; y los sarrabaitas decian que cepcion de la de muerte contra los infractores de las mismas.
« á los monjes (como eran ellos) estaba permitido vivir en es- Las leyes humanas son en verdad necesarias, no absoluta-
» píritu de Libertad », entregándose de hecho y en consonan- mente y por razón de ellas mismas, sino atendida la perver-
cia con tan detestable máxima á toda clase de crímenes y tor- sidad y obstinación de los hombres y su propensión al mal,
pezas. No hay para qué decir que semejantes doctrinas han circunstancias que reclaman dichas leyes en gracia de la con-
sido repetida y terminantemente anatematizadas por diversos servación del bien y de la paz comunes, según observa muy
concilios y declaraciones de la Iglesia, ademas de estarlo ya oportunamente Billuart.
por multitud de'pasajes bíblicos, como también por varios
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULOS I Y I I . 629

son la razón y las m a n o s ; mas no su fácil encontrar pocos sabios capaces de


complemento mismo como los demás ani- establecer buenas l e y e s , que los muchos
males , á quienes la naturaleza ha pro- que se requirirían para juzgar rectamente
visto de suficiente abrigo y alimento. de cada asunto en particular ; 2. porque a

Para esa dirección el hombre no se bas- los que establecen las leyes reflexionan
ta fácilmente á sí propio ; porque la per- largo tiempo qué es lo que debe ser ob-
fección de la virtud consiste principal- jeto de la l e y , mas los juicios sobre he-
mente en retraer á los hombres de inde- chos singulares se verifican acerca de casos
bidas delectaciones, á las que son muy que se presentan de improviso ; y más
propensos, y en particular los jóvenes, fácilmente puede el hombre ver qué cosa
respecto de los cuales es más eficaz la sea j u s t a , después de consideradas otras
educación : y así es preciso que la reci- m u c h a s , que solamente por algún hecho
ban de o t r o , para llegar por ella á la aislado ; 3. porque los legisladores juz-
a

virtud. Cierto es que á los jóvenes incli- gan en general y de lo futuro, mas los
nados á los actos de las virtudes por su que presiden á los juicios juzgan de cosas
buena índole natural ó por la costumbre presentes, acerca de las que están afectos
ó más aún por divina m e r c e d , bástales de amor ú odio ó alguna otra p a s i ó n , lo
la educación p a t e r n a , que se ejerce por cual corrompe el juicio: por lo que, como
amonestaciones : mas, como hay algunos la justicia animada del juez no se encuen-
protervos é inclinados á los vicios, que no tra en muchos y ademas es flexible ; fue
se dejan fácilmente guiar por la persua- necesario determinar, siempre que sea po-
sion, fue necesario que por la fuerza ó el sible , por la ley la sentencia que se ha
miedo se les cohibiese del m a l ; á fin de de dar, y cometer muy pocas cosas al ar-
q u e , retrayéndose siquiera así de ejecu- bitrio de los jueces.
tarlo , dejasen á los demás tranquilos , y A l 3.° que ciertos casos singulares, que
ellos mismos adquiriesen por fin el hábito no pueden comprenderse en la l e y , nece-
de hacer voluntariamente lo que antes sariamente han de confiarse á los jueces,
hacían por el temor, llegando así á ser como dice Aristóteles (Rhet. 1. 1, c. 1);
virtuosos. P u e s b i e n : esta disciplina, que por ejemplo, averiguar si un hecho ha t e -
obliga por el temor del castigo, es la dis- nido lugar ó no, y cosas análogas..
ciplina de las leyes ; por lo tanto fue ne-
cesario establecer leyes para la-paz de los
A R T Í C U L O I I . — Toda l e y h u m a n a s e
hombres y para la virtud: porque, según
deriva de l a ley natural ?
Aristóteles (Polit. 1. 1, c. 2), « a s í como
» el hombre, cuando es perfecto en la vir- l.° Parece que no toda l e y constituida
» t u d , es el mejor de los animales ; así por hombres se deriva de la ley natural:
» también, si se aparta de la ley y de la porque dice Aristóteles ( E t h . 1. 5) (1)
» justicia, es el peor de todos »; por cuanto que « l o justo legal es lo indiferente en
el hombre tiene las armas de la razón, » principio respecto al modo de hacerse».
para repeler sus concupiscencias y cruel^ P e r o en lo procedente de la ley natural
dades, que no tienen los otros animales. h a y diferencia, según que se efectúe de
A l argumento 1.° diremos, que los esta ó de la otra manera. L u e g o no todas
hombres bien dispuestos son inducidos las prescripciones de las leyes humanas
mejor á la virtud por medio de amonesta- se derivan de la ley natural.
ciones persuasivas que por la coacción ; 2.° E l derecho positivo se distingue
pero los mal dispuestos no lo son, si no se por oposición al derecho natural, como
les fuerza á ello. se ve por San Isidoro ( E t y m . 1. 5,
A l 2.° q u e , como dice el Filósofo c. 4) (2) y Aristóteles (Eth. 1. 5 , c. 4 ) ;
(Rhet. 1. 1, c. 1 ) , « mejor es que todas mas lo que se deriva de los principios
» las cosas sean ordenadas por la l e y que comunes de la ley natural, como las con-
» dejarlas al arbitrio de los jueces » , y clusiones, pertenece á esta l e y según lo
esto por tres razones : 1. porque es más
a
dicho (C. 94, a. 3 y 4). L u e g o los esta-

(1) Capitulo 10 greco-lal. ó 12 en los ejemplares antiguos ; lée en las Decretales (rffct. 1, c. 6 y 8), y el Filósofo lo llama
y no c. 7, como general y rutinariamente se ve citado. a legítimo ó legal ».
(1) « Derecho civil p , dice literalmente, como asimismo se
630 CUESTIÓN xcv. — A R T Í C U L O I I .

tutos de l e y humana no se derivan de la generales. E l primer concepto es seme-


l e y natural. jante al que se emplea en las ciencias,
3.° L a l e y natural es la misma res- para sacar de un principio las consecuen-
pecto de t o d o s ; porque dice Aristóteles cias demostrativas; y el segundo es aná-
( E t h i c . 1. 5, c. 7) que « el derecho natu- logo á aquel, por el que en las artes se
» ral es el que en todas partes tiene el determinan las formas comunes á algo
» mismo vigor ». Si pues las leyes huma- especial, como es necesario que el arqui-
nas se derivasen de la l e y natural, segui- tecto determine la forma general de casa
ríase que también serían las mismas para á la figura de tal ó cual edificio. Derí-
todos: lo cual es notoriamente falso. vanse pues ciertas cosas de los principios
4.° P u e d e asignarse alguna razón acer- comunes de la ley natural por modo de
ca de lo que proviene de la ley natural; conclusiones; como del precepto de no
pero no así acerca de las disposiciones matar puédese deducir á modo de conse-
formuladas en la l e y por los antepasados, cuencia que á nadie debe hacerse m a l ; y
como dice el Jurisconsulto (Lib. 1, tit. 3. otras por modo de determinación, como la
D e leg. et Senatus consulto) ( 1 ) : luego l e y natural dispone que el que peca sea
no todas las leyes humanas se derivan castigado, pero el que lo sea con tal ó
de la ley natural. cual pena es cierta determinación de la
P o r el contrario, Cicerón dice en su l e y natural : unas y otras pues se hallan
Retórica ( D e invent. 1. 2 ) : « el temor en la l e y humana; pero las de la primera
» de las leyes y la religión han sanciona- clase contiénense en la l e y humana, no
» do las cosas originadas de la naturaleza como establecidas por ella esclusivamen-
» y comprobadas por la costumbre ». te, sino tomando ademas algo de su vigor
Conclusión. Toda ley de •procedencia de la l e y natural; en tanto que las per-
humana [ 1 ] solo es verdadera ley, en tenecientes á la segunda lo tienen única-
cuanto se deriva de la natural; y no lo mente de sola la l e y humana (2).
será [2] sino más Ijien cormpcion de la A l argumento 1.° diremos, que Aris-
ley, si no es justa ó conforme con la ra- tóteles habla de lo establecido en la ley
zón natural, cuya primaria regla es la por cierta determinación ó especificación
ley natural. de los preceptos de la ley natural.
Responderemos q u e , como dice San A l 2.° que su razonamiento versa so-
A g u s t í n ( D e lib. arb. 1. 1, c. 5 ) , « n o bre las derivaciones de la ley natural co-
» parece ser l e y la que no fuere justa » : mo conclusiones.
luego en cuanto tiene de justicia, en tanto A l 3.° que los principios comunes de
tiene fuerza de ley. M a s en las cosas hu- la l e y de naturaleza no pueden aplicarse
manas dícese algo justo, por cuanto es á todos del mismo modo por causa de la
recto y conforme á la regla de la razón: incalculable variedad de las cosas huma-
y, como la primera regla de esta es la nas, de la que proviene la diversidad de
l e y de la naturaleza, según resulta de lo la l e y positiva entre diferentes [naciones).
y a dicho ( C . 94, a. 2 ) ; sigúese que toda A l 4.° que el dicho del Jurisconsulto
ley por hombres instituida tanto tiene de debe entenderse de las (modificaciones)
verdadera ley, en cuanto se deriva de la introducidas por los antiguos sobre par-
ley natural; pero, si en algo está en des- ticulares determinaciones de la ley natu-
acuerdo con la ley natural, ya no será ral, á las que se refiere el juicio de los
ley, sino corrupción de la ley. D e b e em- esperimentados y prudentes, como á cier-
pero saberse que algo puede derivarse de tos principios, en cuanto ven inmediata-
la l e y natural de dos maneras: 1 . como a
mente lo que más congruentemente debe
las conclusiones de los principios; 2 . co- a
determinarse en particular : por lo cual
mo ciertas determinaciones de algunas dice Aristóteles ( E t h i c . 1. 6 , c. 12) (3)

(1J Ulpiano (lib. 55 Digest.), de donde se tomó lo consignado donos dellcnguaje técnico hoy usual; al paso que las de las
en el Digesto antiguo (l. 1, tit. 3, c. Non omnlu.n...), ley que segundas ó últimas son solo malas, por estar prohibidas se-
algunos califican de ininteligible. gún dichas leyes, aun cuando de suyo los objetos de las
(2) Las primeras disposiciones de la ley positiva humana mismas fuesen indiferentes.
de las dos clases, de que se habla en el testo, recaen sobre lo (3f Y no c. 2 ni U , cual se cita harto común é inconscien-
que es bueno ó malo en si mismo, siendo por lo tanto sus i n - temente.
fracciones ó contravenciones prohibidas como malas, valién .
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULOS II Y I I I . 631

que ce en tales (casos) es conveniente mas condiciones de toda ley positiva son
» acatar el dictamen de los espertos y las designadas por San Isidoro, debiendo
» ancianos prudentes, no menos en los ser razonable y conveniente á la religión,
»enunciados y opiniones demostrables á la disciplina y á la salud; justa, ho-
» que en las demostraciones ». nesta, posible ; conforme á la naturaleza,
á la costumbre patria y al lugar y tiem-
A R T Í C U L O I I I . — ¿San Isidoro describe po ; necesaria, útil, esplícita y estableci-
convenientemente l a s cualidades de l a ley da en pro de los ciudadanos miembros de
positiva? (1), la respectiva colectividad.
Responderemos, que la forma de cada
1.° Parece que San Isidoro no des- una de las cosas, que son por un fin, debe
cribe convenientemente la cualidad de la ser determinada proporcionalmente á este
ley positiva (2) diciendo ( E t y m . 1. 5 , fin; al modo que la forma de una sierra
c. 2 1 ) : « l a ley debe ser honesta, justa, es t a l , cual conviene para serrar ( P h y s .
» posible, según la naturaleza, conforme 1. 2 , t. 8 8 ) ; y por otra parte todo objeto
» á la costumbre del país, conveniente al recto y medido conviene que tenga forma
»lugar y tiempo, necesaria, útil, clara y proporcionada á su regla y medida. A h o -
» que no se preste á capciosidades por su ra bien : la ley humana tiene este doble
» oscuridad, y escrita no por considera- carácter ; puesto que es algo ordenado al
» cion de algún interés privado sino para fin, y es cierta regla ó medida regulada
»utilidad común de los ciudadanos»; ó mensurada por cierta superior medida,
pues antes (c. 3 ) había esplicado la cua- que por cierto es asimismo doble, á sa-
lidad de la l e y en tres condiciones, di- ber , la l e y divina y la ley de naturaleza,
ciendo : « será ley todo y solo cuanto se como consta por lo espuesto (a. 2; C. 9 1 ,
» funde en razón, conforme á la religión, a. 2, 3 y 4; y C. 93, a. 3 ) : y , siendo el
» conveniente á la disciplina, y prove- fin de la ley humana la- utilidad de los
» chosa á la s a l u d » . L u e g o supérflua- hombres, según dice también el Juris-
mente multiplica después las condiciones consulto (1. 25, tit. 3 , D e leg. et senat.
de la ley. cons.) por esta razón San Isidoro ( E t y m .
2.° L a justicia es parte de la honesti- 1. 5, c. 3 ) establece primeramente tres
dad, como dice Tulio ( D e offic. 1. 1, tit. condiciones de la l e y , á saber, que sea
de quatuor virtutibus). L u e g o , habiendo congruente á la religión, en cuanto es
ya dicho « honesta », estaba de más aña- proporcionada á la l e y divina, que con-
dir «justa ». venga á la disciplina, siendo proporcio-
3.° L a ley escrita según San Isidoro nada á la l e y natural, y que aproveche á
( E t y m . 1. 2 , c. 1 0 ; y 1. 5, c. 3) se clasi- la salud, adaptándose á la utilidad de los
fica contrapuesta á la costumbre. L u e g o hombres ; y las demás condiciones, que
no debió incluir en la definición de la l e y más adelante asigna, se reducen á estas
que fuese según la costumbre de la tres : porque, al decir honesta, se refiere
patria. á que sea congruente á la religión; lo de
4.° L o necesario admite dos sentidos: justa, posible, según la naturaleza, con-
1.° necesario en absoluto, lo que no pue- forme á la costumbre del país, y conve-
de ser de otra manera, y así entendido niente al lugar y tiempo redúcese á que
no está á merced del juicio del hombre, convenga á la disciplina, pues la disci-
por lo cual esta necesidad no pertenece á plina humana se considera: 1.° en cuanto
la ley humana; 2.° necesario por causa al orden de la razón, que se incluye en
del fin, y tal necesidad es lo mismo que la palabra justa; 2.° en cuanto á la fa-
la utilidad, y por lo tanto supérfluo decir cultad de los que obran, porque la disci-
« necesaria y ú t i l » . plina debe ser conveniente á cada uno
según su posibilidad,, y observada tam-
Por el contrario tenemos la autoridad
bién la posibilidad de la naturaleza, toda
del mismo San Isidoro (ibid. arg. l.°).
vez que no se imponen las mismas (obli-
Conclusión. Las verdaderas y legíti-

(1) Como se enumeran y detallan en la Conclusión y en el sí en equivalencia al decir «leyes hechas para cohibir la au-
arg. i.° y comunmento admitidas en el Derecho canónico. i dacia humana », que no pueden ser otras que las llamadas
(2) No precisamente con el dictado mismo de positiva, pero positivos.
632 CUESTIÓN X C V . — A R T Í C U L O S III Y IV.

¡/aciones) á los niños que á los hombres recho público que se apoya en los sacer-
y a formados ; y según la humana condi- dotes y magistrados, también deben
ción, pues el hombre no puede vivir solo fijarse otros derechos pertenecientes á
en sociedad, sin acomodarse á las cos- otros oficios de la ciudad.
tumbres de los demás ; 3.° en cuanto á 4.° N o deben tomarse en cuenta las
las debidas circunstancias dice acomo- cosas que son per accidens; y es acciden-
dada al luga?- y tiempo; y lo que se tal á la l e y el que sea impuesta por tal ó
añade necesaria, útil, etc. se refiere á que cual hombre : luego inconvenientemente
sea provechosa á la salud, la necesidad á se hace la división de las leyes humanas
la remoción de los males y la utilidad á por los nombres de los legisladores, lla-
la consecución de bienes, así como la mándose (por ejemplo) l e y Cornelia, ley
claridad á prevenir los inconvenientes F a l c i d i a , etc.
que pudieran provenir de la misma l e y : Por el contrario basta la autoridad
y , pues según lo dicho ( C . 90, a. 2) la de San Isidoro (ibid. arg. l . ° ) .
ley se ordena al bien común, consígnase Conclusión. La ley humana puede di-
esto mismo en último lugar de la enu- vidirse propia y convenientemente según
meración. los cuatro requisitos esenciales á toda
Con lo dicho es evidente la contesta- ley (2) : 1.° en derecho de gentes y de-
ción á los argumentos. recho civil; 2.° según la diversidad de
los hombres interesados en ella en ecle-
A R T Í C U L O I V . — ¿ S a n Isidoro pone siástica, militar, económica, etc.; 3.°
convenientemente l a división d e l a s l e y e s con arreglo á las diversas formas del
humanas ? gobierno en real, constitucional, oligár-
quica , democrática, etc.; 4.° por los
l.° Parece que San Isidoro establece nombres de los legisladores, como Corne-
convenientemente la división de las leyes lia, Julia, etc., y por los actos de los in-
ó del derecho humano : porque bajo este teresados en ella.
derecho comprende el derecho de gentes, Responderemos, que cada cosa puede
que es llamado así según el mismo dividirse per se, según lo que en su razón
( E t y m . 1. 5, y c. 6 ) , porque «casi todos los se contiene: como en la idea de animal se
» pueblos se sirven de é l » , pero, como él contiene el alma que es racional ó irra-
mismo dice (c. 4 ) , « e l derecho natural es cional, y por lo tanto el animal se divide
» el que es común á todas las naciones » ; propiamente y per se en racional é irra-
luego el derecho de gentes no se com- cional ; y no por lo blanco ó n e g r o , que
prende en el derecho positivo humano, no se comprende de modo alguno en su
sino más bien en el derecho natural. noción. H a y empero muchas cosas perte-
2.° L a s cosas que tienen la misma necientes á la naturaleza de la ley hu-
fuerza no parecen diferir formalmente, mana, y según cada una de ellas puede
sino solo materialmente; mas las leyes, dividirse propiamente y per se : porque
plebiscitos, senado-consultos y otras se- 1.° es de esencia de la ley humana el
mejantes que indica (c. 10 y sig.) tienen que sea derivada de la ley de natura-
todas la misma fuerza: luego parece que leza, como se infiere de lo dicho ( a . 2), y
no difieren sino materialmente ; y , como en este concepto el derecho positivo se
el arte no debe cuidarse de tal distinción, divide en derecho de gentes y derecho
puesto que puede hacerse hasta lo infi- civil, conforme á los dos modos de deri-
nito, sigúese que esta división de las l e y e s varse algo de la l e y natural, según se ha
humanas es inconveniente. dicho (ibid.); pues al derecho dé gentes
3.° A s í como en la ciudad h a y prín- pertenecen cosas, que se derivan de la ley
cipes ó magistrados, sacerdotes y mili- natural, como las conclusiones de los
tares ( 1 ) ; h a y también otras clases de principios, cuales son las compras y ven-
funcionarios : luego parece que, así como tas justas y otras semejantes, sin las que
se establece cierto derecho militar y de- los hombres no pueden contratar entre sí,

(1) No precisamente simples soldados , sino todos los que cluirse por lo mismo aun los de las más altas jerarquías o
en cualesquiera clases ó categorías, profesan el arte de la graduaciones.
guerra ó militan en el ejército bajo el fuero militar, sin es- (2) Véase la nota 1, pág. 599.
CUESTIÓN XCV. — ARTÍCULO IV. 633

lo cual pertenece á la l e y natural, por se llama también honorario; otro el g o -


ser el hombre naturalmente animal socia- bierno del pueblo, que se llama democra-
ble, como se prueba (Polit. 1. 1, c. 2 ) : cia, y este da origen á los plebiscitos;
mas las que se derivan de la ley de natu- hay otro gobierno tiránico, que es total-
raleza por modo de. particular determina- mente corrompido, y del que por lo tanto
ción pertenecen al derecho civil, según no resulta ley alguna; y hay también
el cual cada ciudad acuerda lo que la cierto régimen misto de los anteriores,
conviene. 2.° Es' de esencia de la ley que es el mejor ( 3 ) , y bajo este g o -
humana que se ordene al bien común de bierno la l e y es « sancionada por los an-
la ciudad; y según esto puede dividirse » cianos en unión con las plebes », como
la "ley humana según la diversidad de dice San Isidoro ( E t y m . 1. 5, c. 10). 4.°
los que especialmente cooperan al bien E s también de esencia de la ley hu-
común, como los sacerdotes orando á mana que sea directiva de los actos
Dios por el pueblo, los príncipes gober- humanos, y en cuanto á esto las leyes se
nándolo y los soldados combatiendo en su distinguen según los diversos objetos so-
defensa; y por lo tanto á estos hombres bre que versan, tomando á veces los nom-
se adaptan ciertos derechos especiales. bres de sus autores, como la ley Julia
3.° E s de esencia de la l e y humana ser sobre los adulterios, la l e y Cornelia de
establecida por el que gobierna la ciudad, los sicarios, y así de otras, no por causa
como se ha dicho ( C . 90, a. 3 ) ; y en de sus autores, sino por las cosas á que
cuanto á esto se distinguen las leyes hu- se refieren (4).
manas según el diverso régimen de las A l argumento 1.° diremos que el dere-
ciudades, de los cuales uno es según cho de gentes es sí en algún modo natu-
Aristóteles ( P o l i t . 1. 3, c. 10) el reino (1), ral al hombre, según que es racional, en
cuando la ciudad es gobernada por uno cuanto se deriva de la l e y natural por
solo, y en este concepto las leyes son los modo de conclusión no muy remota de
estatutos (2) de los príncipes; otro es el los principios, por cuya razón los hom-
de la aristocracia, es decir, el gobierno bres fácilmente se pusieron de acuerdo en
de los mejores ó magnates, y entonces se e s t o ; distinguiéndose sin embargo de la
toman los dictámenes d é l o s prudentes, y l e y natural y principalmente de lo que es
también los Senado-consultos; otro es la común á todos los animales. ••í¡
oligarquía, esto e s , el gobierno de un L o dicho basta para la solución de las
pequeño numero de ricos y poderosos, y otras objeciones.
de este se deriva el derecho pretorio, que

(1) Es decir, monarquía ó forma monárquica, debiendo en- do han sido discutidas y aprobadas por los representantes del
tenderse (como es bien obvio) aplicada al gobierno de una pueblo en las asambleas deliberantes y sancionadas después
nación, y no precisamente de una ciudad según el testo lite- por la regia confirmación del monarca, cual se verifica en las
ral ; pues nadie ignora que en cualesquiera formas guberna- naciones regidas por el sistema parlamentario, llamado tam-
mentales cada ciudad y aun cada municipio tiene de ordinario bién representativo ó constitucional.
á su frente un solo prefecto, alcalde, gobernador, corregidor (3) Véase más adelante la C. 105, a. 1, al i.°¡ y en la
ó autoridad única, cualquiera que sea su denominación y la 2."-2.» C. 50, a. 1, al 2.°
intervención más ó menos legal y eficaz de los ministros ú (4) La más común entre todas las divisiones de la ley posi-
oficiales inmediatamente subordinados á él y encargadosde tiva humana es la que distingue las leyes eclesiásticas com-
ayudarle en la dirección ó gobierno de sus administrados. piladas en el Derecho Canónico de las emanadas de autorida-
(2) Bajo los diversos nombres de pragmáticas, decretos, des seculares y constitutivas del Derecho Civil, fundándose
reales órdenes y otros equivalentes ó de mayor ó menor im- en la de los dos poderes eclesiástico y civil, encargados res-
portancia y amplitud, y que hoy solo se llaman propiamente pectivamente de los intereses espirituales y temporales de
constituciones (según dice el testo literal de la SUMA), cuan- los hombres.
CUESTIÓN XCYI.

Potestad de la ley humana.

Comprenderá esta cuestión seis artículos: l.°La ley h u m a n a debe establecerse en común? — 2.° Debe
cohibir todos los vicios? — 3.° Compétela ordenar todos los actos de las virtudes? — d.° Impone al
hombre necesidad en c u a n t o al foro de la conciencia? — 5.° Todos los h o m b r e s están sometidos á la
ley h u m a n a ? —6.° A los que están bajo la ley es lícito obrar fuera del testo de ella?

A R T Í C U L O I . — &La l e y h u m a n a debe » ordinariamente suceden, y que no se


ser establecida e n común, m á s bien q u e e n » constituyen sobre las que pueden acon-
particular? (1). » tecer por casualidad en algún caso».
Conclusión. Toda ley humana debe
l.° Parece que l e y humana no debe referirse al bien común, afectando á la
establecerse en común, sino más bien generalidad de las personas, asuntos y
en particular: porque dice Aristóteles tiempos.
( E t h i c . 1. 5 , c. 7 ) «que son legales las Responderemos, que todo lo que es
» cosas que hacen l e y en las singulares y por razón de un fin debe necesariamente
»también las sentencíales » , que son asi- ser proporcionado al m i s m o : y, puesto
mismo singulares, puesto que las senten- que el fin de la l e y es el bien común, por-
cias tienen por objeto los actos singula- que, como dice S a n Isidoro E t y m . 1. 5,
res. L u e g o l a l e y no solamente se fija en c. 2 1 ) , « l a l e y no debe ser escrita para
lo común, sino también en lo singular. » un bien privado, sino para utilidad co-
2.° L a l e y es directiva de los actos h u - » mun de los ciudadanos » ; preciso es
m a n o s , según lo dicho ( C . 9 0 , a. 1 y 2). que las leyes humanas sean proporciona-
E s así que los actos humanos consisten das al bien común, el cual consta de mu-
en cosas singulares. L u e g o la l e y humana chas cosas, siendo por lo mismo necesario
no debe dictarse en general, y sí más bien que la ley se refiera á muchas cosas, ya
en lo singular. según las personas, ya en cuanto á los
3.° L a l e y es regla y medida de los asuntos y según los tiempos: porque la
actos humanos, como se ha dicho ( C . 90, comunidad se compone de muchas perso-
a. 1 ) ; y toda medida debe ser ciertísima, nas , y su bien se procura por múltiples
como observa Aristóteles ( M e t . 1. 10, acciones, y no se instituye ó establece
t. 3 ) : por consiguiente, puesto que en para que dure algún poco tiempo, sino
los actos humanos no puede haber cosa para que se perpetúe por la sucesión de
alguna universal tan cierta que no falle los ciudadanos, como dice S a n Agustín
en su aplicación particular; parece nece- ( D e civ. D e i , 1. 2 , c . 2 1 ; y 1. 2 2 , c. 6 ) .
sario que las leyes se dicten, no en gene- A l argumento 1.° diremos, que Aris-
ral, sino sobre cosas singulares. tóteles ( E t h i c . 1. 5 , c. 7 ) pone tres espe-
Por el c o n t r a r i o , dice el Juriscon- cies de derecho legal, que es el derecho
sulto (2) ( D i g . vet. 1. 1 , tit. 3 , D e l e g . positivo ; porque h a y cosas que se consig-
3 , 4 y 5 ) que « es preciso establecer los nan en común, y estas son las leyes co-
» derechos sobre aquellas cosas, que más munes, y en cuanto á ellas dice que « es

(i) El sentido del punto, que aquí se debate, es que la ley dúos ó asuntos y hechos en particular ó aisladamente.
humana debe comprender á todos los miembros de la respec- (2) No uno solo, sino varios legisperitos á propósito del lu-
tiva sociedad ó colectividad y todos los casos y tiempos y de- gar citado del antiguo Digesto, cuales son Pomponio (l. 25 «tí
mas circunstancias ¡ y no restringirse á determinados indiví- Sabinum) y Celso (l. 5 Digeslorum, y 1. 17)...
CUESTIÓN XCVI. — ARTÍCULOS I Y II. 635

» legal lo que por su principio puede ser mana cohibir todos los vicios : porque
»indiferentemente de una manera ú otra, San Isidoro dice ( E t y m . 1. 5 , c. 2 0 ) que
» pero no cuando se constituye », por « l a s leyes han sido hechas para reprimir
ejemplo, que los cautivos sean redimidos » con su temor la audacia»; y esta no se-
por un precio prefijado; pero hay otras ría suficientemente reprimida, si por la
que son comunes en cuanto á algo y sin- l e y no se cohibieran cualesquiera malda-
gulares en parte, y estas se denominan des. L u e g o la l e y humana debe cohibir
privilegios, como leyes privadas, porque todo mal.
conciernen á determinadas personas; y 2.° L a intención del legislador es ha-
no obstante su poder se estiende á multi- cer virtuosos á los ciudadanos ; pero na-
tud de negocios, respecto de lo cual die puede ser virtuoso, si no se le aparta
añade: « aun ciertas cosas constituyen ley de todos los vicios : luego á la ley hu-
» en las singulares ». Llámanse también mana compete reprimirlos todos.
ciertas cosas legales, no porque sean leyes, 3.° L a ley humana se deriva de la ley
sino por la aplicación de las leyes comu- natural, como se ha dicho ( C . 95, a. 2) (2).
nes á algunos hechos • particulares, como E s así que todos los vicios repugnan á la
lo son las sentencias que se dan según ley natural. L u e g o la ley humana debe
derecho, y á esto se refiere la adición « y reprimirlos todos.
» sentencíales ». Por el contrario, dice San Agustín
A l 2.° que lo que es directivo debe ( D e lib. arb. 1. 1, c. 5 ) : « p a r é c e m e que
serlo de muchas cosas, por lo cual dice » l a l e y que se escribe para regir al pue-
Aristóteles ( M e t . 1. 1 0 , t. 4 ) que to- » blo , permite con razón c o s a s , que la
ce das las c o s a s , que son de un mismo » providencia divina castiga». M a s la di-
» género son medidas por algo único, que vina providencia no venga sino los vicios:
»es lo primero en aquel género» : por- luego justamente la l e y humana permite
que , ¿i hubiese tantas reglas ó medidas algunos vicios," no cohibiéndolos.
como objetos medidos ó regulados, cesa- Conclusion. La ley humana razona-
ría la utilidad de la medida y la regla, blemente y atendida la condición de los
que está en poderse conocer por una sola hombres en general no cohibe todos los
muchas cosas ; y así la utilidad de la ley vicios, sino solo los más graves y de que
sería nula, si no se estendiese más que á es posible se abstenga la mayoría de la
un solo acto singular; porque, para diri- multitud, ó sin cuya represión no podría
gir los actos singulares, se dan preceptos subsistir la sociedad, y preferentemente
singulares por los prudentes, pero la ley los perjudiciales á otros.
es un precepto común según lo dicho R e s p o n d e r e m o s , que según lo y a
(C. 90, a. 2 y 3). dicho ( C. 9 0 , a. 1 ; y a. 1 y 2 ) la ley se
A l 3.° que « no se debe pretender la establece como cierta regla ó medida de
» misma certidumbre en todas las cosas» los actos humanos; y la medida debe ser
como se advierte ( E t h i c . 1. 1 , c. 3 ) . A s í homogénea con lo medido ( M e t . 1. 10,
en las cosas contingentes , como son las t. 3 y 4 ) ( 3 ) , puesto que las cosas di-
naturales y las h u m a n a s , basta la cer- versas tienen diversas medidas. E s pre-
tidumbre de que algo sea verdadero en ciso pues que también las leyes se impon-
el mayor número de casos, aunque no lo gan á los hombres según la condición de
sea en el menor. ^ ellos ; porque, como dice San Isidoro
( E t y m . 1. 5 , c. 2 1 ) , « l a ley debe ser
» posible , y conforme á la naturaleza,
A R T Í C U L O I I . — P e r t e n e c e á la ley hu-
mana cohibir (1) todos los vicios ?
» y según la costumbre del país» ( 4 ) .
M a s la potestad ó facultad de obrar pro-
l.° Parece que compete á la ley hu- cede del hábito ó disposición interior;

(1) Véase la nota 2, pág. COG, (3) Principio inconcuso aun matemáticamente hablando!
(2) No C. 93, a. 3, donde se dice emana de la ley eterna, porque ¿cómo podría medirse, por ejemplo, el peso por medio
y mucho menos C. 91, a. 3 ¡ á pesar de que una y otra cita del reloj ó el tiempo por kilogramos?
visiblemente equivocadas se ven casi unánimente reproduci- (4) Condiciones que deben interpretarse con'la debida se-
das ó copiadas unas de otras en la mayoría de las ediciones paración, según indican las conjunciones y repetidas, no en
aun con posterioridad á esta rectificación debida al infatiga- conglomeración y como ampliaciones de una sola; es decir,
ble celo del P. Nicolai. que la posibilidad es correlativa á las circunstancias natural-
636 CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

porque no es posible al que no tiene h á - I bres imperfectos) ; rómpense los odres, y


bito de virtud todo cuanto lo es al vir- ! el vino se vierte ( s e desprecian los pre-
tuoso , como tampoco puede lo mismo el c e p t o s ) y los hombres se entregan por
niño que el hombre provecto ; por cuya este desprecio á mayores males.
razón no se impone la misma l e y á los A l 3.° que la ley natural es cierta par-
niños que á los a d u l t o s , permitiéndose á ticipación de la ley eterna en nosotros;
los primeros muchas cosas , que se casti- pero la l e y humana dista (de la perfec-
gan ó se vituperan en los segundos ; é ción) de la l e y eterna, pues dice San
igualmente es preciso permitir muchas Agustín ( D e lib. arb. 1. 1, c. 5 ) : « esta
cosas á los hombres no perfectos en vir- » l e y , que se dicta para regir las ciuda-
tud, que no se tolerarían á los virtuosos: » d e s , concede y deja impunes muchas
y , como la ley humana se establece' para y> cosas, que son vindicadas por la divina
la multitud de los hombres, cuya mayor » providencia ; puesto que n o , porque no
parte se compone de los que no son per- » las hace t o d a s , son censurables las que
fectos en la virtud; por eso en la ley hu- » hace » : y por tanto la l e y humana no
mana no se prohiben todos los vicios , de puede prohibir todo lo que la l e y natural
que se abstienen los virtuosos , sino solo prohibe.
los más graves, de los que es posible se re-
traiga la mayor parte de la multitud, y A R T Í C U L O I I I . — l « ley h u m a n a pres-
principalmente los que redundan en daño cribe l o s actos de todas l a s virtudes ?
de otros , sin cuya prohibición no podría
conservarse la sociedad, como se prohi- l.° Parece que la l e y humana no pre-
ben por la l e y humana los homicidios, ceptúa los actos de todas las virtudes:
robos y semejantes. porque á los actos de las virtudes se opo-
A l argumento 1.° diremos , que la au- nen los actos viciosos ; y la l e y humana
dacia parece referirse á la invasión de no prohibe todos los vicios , como se ha
o t r o s ; y por tanto pertenece principal- dicho ( a . 2 ) . L u e g o tampoco manda los
mente á aquellos p e c a d o s , por los cuales actos de todas las virtudes.
se irroga injuria á los prójimos , y que la 2.° E l acto de la virtud procede de
l e y humana prohibe, según queda dicho. e l l a ; pero la virtud es el fin de la ley, y
A l 2.° que la l e y humana tiende á in- así lo que proviene de la virtud no puede
ducir los hombres á la virtud, no instan- caer bajo el precepto de la l e y . L u e g o la
tánea sino gradualmente ; por lo que no ley humana no preceptúa los actos de
impone desde luego á la multitud de los todas las virtudes.
imperfectos lo que es propio de los y a 3.° L a l e y humana se ordena al bien
virtuosos, como • el abstenerse de todo lo c o m ú n , según se ha dicho ( C . 9 0 , a. 2);
malo ; pues de otra manera los imperfec- y ciertos actos de virtud no se ordenan al
tos en s u impotencia de cumplir tales bien c o m ú n , sino al p r i v a d o : luego la
preceptos caerán en otros males peores, ley no manda los actos de todas las vir-
según se dice (Prov. 3 0 , 33) : quien con tudes.
escesiva violencia ( 1 ) se suena, saca san- P o r e l c o n t r a r i o , dice Aristóteles
9 r e
s 7 ( M a t t h . 9 , 1 7 ) si se echa vino ( E t h i c . 1. 5 , c. 2 ó 3 ) ( 2 ) que « l a ley
nuevo ( esto e s , preceptos de vida per- » prescribe obras de (hombre) fuerte y
fecta) en odres viejos ( e s decir, en hom- » las (propias) del sobrio y las del pací-

mente diversas de los diferentes países, cuyas costumbre asi- con el discreto cuanto antiquísimo y vulgarizado proloquio,
mismo y dentro de las exigencias de lo honesto y conveniente ditm fueris Romas, romano viviío more, que en nuestro idioma
varían según la diversidad de climas y producciones, locali- suele traducirse no sin gráfica propiedad , « do quiera estu-
dades y recursos, etc. : así lo que en regiones templadas es » vieres, haz como vieres ».
perfectamente practicable y útil y recomendable podría ser (1J Nímis cmunglt, dice el testo de la SUMA. : el de la Vulgata
en otras más cálidas ó frías inconveniente y censurable, por dice vehemenler (fuertemente) y el de los Setenta (c. 28, v. 33)
ejemplo, ciertas prescripciones relativas al vestido y calefac- si compressevis nares, « si comprimes las narices », más sencilla
ción ó al uso de baños y otras de carácter higiénico, que no y suavemente.
pueden unlversalizarse sin lastimar la salud y bienestar de (2) Capítulo 2 en los ejemplares antiguos, correspondiente
los indígenas y aun quizá también la moral y el culto y los al c. 3 del testo greco-latino ; y no c. 1, cual se cita muy co-
más sagrados é inviolables intereses, inclusas la razón y la munmente sin la debida compulsación : y debe traducirse
conciencia. De aquí el consiguiente deber de todo estranjero malicias, cuya significación es más lata que la de fíelos aun en
de acatar las leyes y aun amoldarse á los usos del país estra- la acepción usual.
ño, en que domiciliado ó transeúnte reside, en conformidad
CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

» fico ; é igualmente respecto á otras vir- prescribe ciertos actos de cada una de las
» tudes y malicias, mandando ciertos ac- virtudes.
» t o s y prohibiendo otros » . A l 2.° que se dice ser algún acto de
Conclusion. Aunque no hay virtud al- virtud en dos conceptos : 1.° por cuanto
guna [ 1 ] , cuyos actos no puedan ser ob- el hombre ejecuta acciones virtuosas,
jeto de leyes humanas; limítanse [2] es- como es un acto de la virtud de la justi-
tes á los que mediata ó inmediatamente cia obrar rectamente, y acto de fortaleza
pueden ordenarse al bien común. el conducirse con valor; y en este sentido
R e s p o n d e r e m o s , que las especies de la l e y manda algunos actos de las vir-
las virtudes se distinguen según sus ob- tudes; 2.° como cuando alguno hace obras
jetos, como se ba dicho ( C . 54, a. 1, al 1.°; virtuosas del modo mismo que el vir-
y a. 2 ) ; y todos los objetos de las virtu- tuoso ( 2 ) ; y tal acto procede siempre de
des pueden referirse ó al bien privado de la virtud, y no cae bajo el precepto de la
alguna persona, ó al bien común de la l e y ; pero es el fin, á que intenta condu-
multitud: como puede alguno ejecutar cirle el legislador.
actos de fortaleza, y a para la conserva-
ción de la ciudad , y a para salvar el de- ARTÍCULO I V . — t a i e y h u m a n a o»u-
recho de sus a m i g o s , y así en las demás. ga e n e l fuero de l a conciencia ? (3)
La ley empero, según se ha dicho (C. 90,
a. 2 ) , se ordena al bien común : y por lo 1.° Parece que la l e y humana no im-
tanto no hay virtud alguna , sobre cuyos pone al hombre necesidad (4) en el fuero
actos no se pueda legislar ( 1 ) : sin e m - de la conciencia: porque una potestad in-
bargo la ley humana no preceptúa todos ferior no puede imponer l e y en el juicio
los actos de todas las virtudes, sino sola- de superior potestad ; y la potestad hu-
mente los que son ordenables al bien co- mana, que estatuye la ley, es inferior á la
mún , ya inmediatamente , como cuando potestad divina. L u e g o la l e y humana
se hacen directamente en interés del bien no puede imponer l e y en cuanto al juicio
común , ya mediatamente, como si se or- d i v i n o , que es el juicio de la conciencia.
denan por el legislador algunas cosas per- 2.° E l juicio de la conciencia depende
tenecientes á la buena educación, por las sobre todo de los mandatos divinos; pero
que los ciudadanos son informados, para los preceptos divinos son algunas veces
que conserven el bien común de la justi- anulados por las leyes humanas, según
cia y de la paz. aquello (Matth. 1 5 , 6): habéis hecho vano
A l argumento 1.° diremos, que la l e y el mandamiento de Dios por vuestras tra-
humana no prohibe todos los actos vicio- diciones. L u e g o la l e y humana no obliga
sos por obligación de precepto, como al hombre necesariamente en cuanto á la
tampoco manda todos los actos virtuo- conciencia.
sos ; prohibe sin embargo algunos actos 3.° L a s leyes humanas frecuentemente
de cada uno de los vicios, como asimismo infieren á los hombres calumnia é injuria,
(1J Por cuanto ninguna hay, alguno do cuyos actos no re- cipalmente a l a vigorosa dirección de las creencias religiosas
dunde ó pueda hacerse redundar en beneficio de alguna co- en la vida futura y de la consiguiente responsabilidad de to-
lectividad; como nihay vicio, que con uno ú otro de sus actos dos nuestros actos ante el tribunal recto y sapientísimo del
no perturbe ó impida el bien común. supremo Juez? Y, si á eso se agrega la lenidad harto laxa é
(2) Puede consultarse para la más clara y fácil inteligencia imprevisora de las sanciones legales en nuestros tiempos, so-
de esto la C. 1011, a. !). bre todo en ciertas materias íntimamente conexionadas con
(3) Es un error, no solo a temerario » (como parcamente lo los sagrados deberes de la religión y con el verdadero y legí-
califica en su apéndice á esto artículo el V. P. Capponi), sino timo origen de la autoridad, que tanto se predica oriunda de
declaradamente herético y condenado como tal por los Conci- nuestra propia autonomía ó de la soberanía colectivamente
lios de Constanza (sess. 8 y 15) contra Juan Hus y de Trento atribuida á los hombres mismos ; hé aquí la causa radical y
(seas. 7, can. 8), romo también por Leon X contra Lulero y la esplicacion bien palmaria de la creciente desmoralización
sus secuaces, el do afirmar, cual tantos hoy lo hacen con el y rebeldía á toda ley, que tan ingobernables hacen á los pue-
más cínico desprecio de las censuras y definiciones de la Igle- blos y tantas y tan deplorables catástrofes y perturbaciones
sia, que « las leyes humanas no imponen obligación alguna producen diariamente en todas partes. Todo esto demuestra
»en el foro interno de la conciencia », y que por consiguiente la transcendentalísima importancia de la doctrina, que aquí se
pueden violarse impunemente, dada la facilidad ó posibilidad establece, no menos que la penetración y rectitud de su emi-
de eludir la pena sancionada ó impuesta en tales leyes, como nente propugnador.
en las concernientes al contrabando y á las contribuciones (\) Dicho se está que no se trata aquí de la coacción física,
pecuniarias y de sangre, ó para el servicio militar ú otras cua- de que no es susceptible la conciencia, como ni la voluntad,
lesquiera, no radicando en el derecho natural ó divino. ¿A según lo espuesto y demostrado (C 6, a. 4 ; y C 9, a. 4 y 0);
dónde iríamos á parar, una vez roto ese dique de nuestras pa- sino de la moral ú obligación imperiosa con su aneja respon-
siones desbordadas y sin ese freno de represión confiado prin- sabilidad penal.
638 CUESTIÓN X C V I . — A R T I C U L O IV.

según leemos ( I s . 1 0 , 1) : ay de los que inflige algún detrimento á la parte, para


establecen leyes injustas, y escribiendo salvar el t o d o ; y según esto tales leyes,
escribieron injusticias, para (v. 2 ) opri- que imponen proporcionalmente las car-
mir enjuicio á los pobres y hacer violen- gas , son justas y obligan en el fuero
cia á la causa de los afligidos de mi pue- de la conciencia, y son leyes legales (2).
blo ! y , puesto que es lícito á cada cual L a s leyes empero son injustas por dos
evitar la opresión y la violencia, sigúese conceptos: 1.° por ser contrarias al bien
que las leyes humanas no imponen nece- humano en contraposición á las antedi-
sidad al hombre en cuanto á la conciencia. chas ( 3 ) , y a por su fin, como cuando
P o r el contrario, dícese (i Petr. 2 , 1 9 ) : un jefe impone leyes onerosas á sus sub-
esta es gracia, si alguno por la concien- ditos y que no tienen por objeto la uti-
cia ( 1 ) sufre molestias padeciendo injus- lidad común, siuo más bien su propio
tamente. capricho ó su gloria; y a por su autor,
Conclusión. Las leyes humanas [ 1 ] como si uno dicta l e y estralimitándose de
justas obligan en elforo de la conciencia; la potestad á él cometida; y a por su for-
si se oponen [2] al bien del hombre por su ma , como distribuyéndose desigualmente
fin 6 por su autor ó por su forma injus- las cargas entre la multitud, aun cuando
tamente, no obligan en el fuero interno, se ordenen al bien común; y estas más
á no ser por evitar escándalo ó perturba- son violencias que leyes , porque, como
ción ; y las injustas como contrarias al dice San Agustín ( D e lib. arb. 1. 1, c. 5),
bien divino [3] de ningún modo deben ni «no parece ser l e y la que no fuere justa»:
pueden licitamente observarse. por consiguiente las tales leyes no obligan
R e s p o n d e r e m o s , que las leyes huma- en el fuero de la conciencia, á no ser por
nas ó son justas ó injustas. Si son justas, evitar el escándalo'ó la perturbación (4),
tienen fuerza de obligar en el fuero de la por cuya consideración debe el hombre
conciencia por la ley eterna, de la cual aun ceder de su derecho, según aquello
se derivan, según se dice ( P r o v . 8 , 15): ( M a t t h . 5 , 41 ) : si alguien te preci-
por mi reinan los reyes, y los legisladores sare (5) á ir cargado mil pasos, ve con
decretan lo justo; y se dicen las leyes él otros dos mil más ; y (v. 4 0 ) al que te
j u s t a s , y a por el fin, cuando se ordenan tomare la túnica, déjale también la capa.
al bien común; ya por su autor, si la ley 2° Las leyes pueden ser injustas, en
impuesta no traspasa la potestad de quien cuanto contraríen al bien divino, como
la dicta; y a por su forma, siendo propor- las leyes de los tiranos, que inducian á la
cionadas con equidad las cargas impues- idolatría ó á cualquier otro (acto) con-
tas (por ellas) á los subditos en orden trario á l a l e y divina; y estas leyes no es
al bien común : porque, siendo un hom- lícito observarlas en manera alguna;
bre parte de la multitud, lo que este hom- porque, según se dice ( A c t . 4 ) , es preciso
bre es y lo que tiene es de la multitud; obedecer á Dios más bien que á los hom-
del propio modo que lo que es cada parte bres ( 6 ) .
es del t o d o , por lo cual aun la naturaleza A l argumento 1.° diremos, que según
( Í J En la SOMA se omite la palabra Dei adjunta á comcicn- tar toda ocasión de disturbios y de malos ejemplos, cual si no
liam en la Vulgata, cuya locución propter conscienliam Dei tra- existiesen dichas leyes injustas.
duce el P. Scio a por respeto á Dios », anotando al margen (o) Angariaveril, voz de origen persa, en cuyo idioma se lla-
« porque esto le es agradable, si por respeto suyo les obede- maban angari ciertos mensajeros ú oficiales , encargados pol-
» ees ». El pensamiento es bien claro : « débese estimar como los reyes de embargar á cuantos creyesen necesarios para
» un don de Dios el que por la convicción ó conciencia íntima cualesquiera servicios regios ó del Estado, obligándolos á
» de su presencia y agrado se sufran resignadamente las in- prestarlos con ó sin retribución ; al modo que aun entre nos-
» justas vejaciones délos señores aun despóticos ó de dura otros y especialmente en tiempo de guerra se sacan bagaje-
» condición », cuya obediencia recomienda á los siervos inme- ros, para conducir convoyes de víveres y municiones ó heri-
diatamente antes (v. 18) de las palabras aducidas en el testo. dos y lisiados, en los pueblos del tránsito de tropas; si bien
(2) Legítimas, verdaderas leyes propiamente tales, como los municipios suelen tener organizado el turno de esos gra-
basadas en la ley eterna, natural y divina. vámenes ó imponerlos por sorteo ó en otra forma análoga en-
(3) Que se suponen juntas bajólos tres aspectos á conti- tre los vecinos, cual sucede asimismo con el de alojamientos,
nuación enumerados, es decir, por razón de su fin y del legis- peatones y muchos otros de esta índole. En el Evangelio se
lador y de la forma, ademas de procurarse en ellas el bien de encuentra repetido varias veces ese mismo verbo, que tam-
los hombres con la concurrencia de esas mismas tres circuns- bién usaran algunos SS. PP., como San Pedro Crisólogo
tancias. (Serm. 36).
(4) Por cuya causa ó en cuyo concepto tienen fuerza de (6) Como los mártires preferían todo género de suplicios y
obligar en conciencia, no como leyes humanas, sino por la la muerte á ofrecer sacrificios.á los ídolos ó entregar los li-
ley natural implícitamente sobreentendida, y que manda evi- ta ros y cosas santas y renegar de su fe en Jesucristo Dios, re-
CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S IV Y V. 639

San Pablo ( R o m . 1 3 , 1) toda potestad libre de la l e y no está sometido á ella.


(humana) viene de Dios : por lo cual el L u e g o no todos están sujetos á la l e y .
que resiste á la potestad ( e n lo que per- Por el contrario, dice el Apóstol ( R o m .
tenece al orden de la potestad) resiste á 1 3 , 1 ) : toda alma esté sometida á las
la ordenación de Dios, y en esto se hace potestades superiores. M a s no parece e s -
culpable ante la conciencia. tar sometido á la potestad el que no lo
A l 2.° que aquel razonamiento procede está á la l e y establecida por ella : luego
sobre las leyes humanas, que se ordenan todos los hombres deben estar sometidos
contra el mandato de D i o s ; y , como á á la ley.
esto no se estiende el orden de s u potes- Conclusión. Están sometidos á la ley [1]
tad, no se debe en ello obedecer á la l e y todos los que lo están al poder legislativo,
humana. como lo regulado á su regla; mas los bue-
A l 3.° que se refiere á la l e y , que in- nos [2] no están bajo la ley como cohibidos
fiere un gravamen injusto á los subditos, por el temor de la pena, y sí únicamente
á lo cual tampoco alcanza el orden de los malos.
la potestad concedido por D i o s ; y por Responderemos, que según lo dicho
consiguiente el hombre no está obligado ( C . 9 0 , a. 1) la l e y comprende en su n o -
á obedecer en eso á la l e y , si puede rehu- ción dos cosas : 1 . el ser regla de los actos
a

sarlo sin escándalo ó mayor daño. humanos; 2 . el tener fuerza coactiva; y


a

así un hombre puede estar sometido á la


ARTÍCULO V . — TOÓOS ios h o m b r o s e s - l e y de dos modos : 1.° como lo regulado
tán sometidos ó l a l e y ? (1) á su regla, en cuyo concepto todos los
que están sometidos á una potestad lo es-
1.° Parece que no todos están someti- tán á la ley emanada de esta; pero el que
dos á la l e y : porque solo aquellos, para alguno no esté sometido á la potestad
quienes se establece la l e y , están someti- puede tener lugar en dos conceptos: 1.° por
dos á ella; y dice el A p ó s t o l ( i Tim. 1, 9 ) ser en absoluto independiente de su juris-
que la ley no fue puesta para el justo. dicción, y así los que son de una ciudad
Luego los justos no están sometidos á la ó reino no están sometidos á las leyes del
ley humana. príncipe de otra ciudad (3) ó reino, como
2.° E l P a p a Urbano I I dice y consta ni á su dominio; 2.° porque esté regido
(Decret. caus. 1 9 , q. 2 ) : «ninguna razón por una l e y superior, por ejemplo, si al-
» exige que el que es dirigido por l e y pri- guno está sometido al procónsul, debe
»vada, sea encadenado por la p ú b l i c a » . regularse según sus órdenes, mas no res-
E s así que todos los hombres espirituales, pecto de las cosas que se l e dispensan por
que son hijos de D i o s , tienen por guía la el emperador, en las que no está obligado
ley privada del Espíritu Santo según al mandato del inferior, puesto que tiene
aquello ( R o m . 8, 1 4 ) , todos los que son por guia el del superior, y según esto su-
movidos por el Espíritu de Dios, los tales cede que el que en general (simpliciter)
son hijos de Dios. L u e g o no todos los está sometido á una l e y , no lo está rela-
hombres están sometidos á la l e y humana. tivamente á algunas cosas, respecto de las
3.° E l Jurisconsulto (2) dice ( h i D i - que solo es dirigido por una l e y superior.
gest. vet. 1. 1 , tit. 3 , c. 4 1 ) que « el prín- 2.° D í c e s e ademas que alguno está some-
» cipe está libre de la l e y » ; y el que está tido á la l e y como lo violentado á quien

sístiéndoso escudados en esa misma máxima á cumplir las le- vos campeones del protestantismo independiente que « ni los
yes y edictos impíos de sus injustos opresores, á quienes sin «hombres ni los ángeles pueden imponer ley alguna obligato-
embargo prestaban obediencia ejemplarísima en el servicio » ria á los cristianos, sino en cuanto estos quieran », y que
militar y en todo cuanto no les estaba vedado por la divi- a no debe obedecerse á los prelados de la Iglesia sino en lo
na ley. » que á todas luces consta terminantemente en la Sagrada
(1) Lutero y su secta reprodujeron los ya antiguos errores » Escritura ». Condenadas como heréticas todas esas asercio-
de los begardos y begiiinas (llamados también fratricelos), que nes por é"l Concilio de Viena en 1311 bajo el Pontificado de
en el siglo xii dogmatizaban « no estar sujetos á obedien- Clemente V, fuéronlo de nuevo por el de Trento (sess. 6, c a n .
c i a ni ley alguna humánalos que son ya perfectos, ni obliga- 20 y 2 1 ; y sess. 7, can. 8) y posteriormente por cien otros do-
» dos á los preceptos de la Iglesia » ; como asimismo los wal- cumentos procedentes de la curia Pontificia. Véase la nota 1,
denses y los llamados también pobres de Lyón decían «no página 028.
» debia obedecerse al Romano Pontífice ni á otros prelados (2) TJlpiano (1. 13 de sus comentarios á las leyes Julia y
» eclesiásticos », y los anabaptistas que « los hombres no es- Papia).
»tan sujetoB á ninguna legítima potestad»; añadiéndolos nue- (3) Véase la nota 4, pág. 035.
640 CUESTIÓN X C V I . — A R T Í C U L O S V Y VI.

lo violenta; y en este sentido los hombres l e y , como con ocasión de estas palabras
virtuosos y justos no están sometidos á contra tí solo pequé ( P s . 5 0 , 6 ) , dice la
la ley, sino solo los malos : porque lo que Glosa (ord. Cassiod.) que «no h a y h o m -
se hace por la coacción y la violencia es »bre que juzgue los actos del rey» (1).
contrario á la voluntad, y la de los. bue- P e r o en cuanto á la fuerza directiva de
nos está de acuerdo con la l e y , mas la de la l e y el príncipe está sometido á la l e y
los malos en discordancia con ella; por por su propia voluntad, según lo que se
cuya razón los buenos no están bajo la dice (extra D e constitutionibus, cap. Cum
ley de esta manera y sí solo los-malos. omnes) (2) que «quien estatuye en de-
A l argumento 1.° diremos, que aquel »recho respecto de otro, debe él mismo
razonamiento es aplicable á la sumisión » atenerse á ese derecho » ; y la autoridad
por modo de coacción ; en cuyo sentido del Sabio Catón en los Rudimentos dice:
la ley no ha sido establecida para los «aguanta la ley que t ú mismo has he-
justos, porque ellos mismos son su ley, » c h o » ; y en el Código ( D e leg. et const.
mostrando la obra de la ley escrita en sus I. 4 , cap. D e legib. et constituí.) (3) los
corazones , como dice el A p ó s t o l (Rom. emperadores Teodosio y Valentiniano es-
2 , 15) : así que la l e y no tiene sobre ellos criben al prefecto Volusiano : « palabra
fuerza coactiva, como la tiene contra los »digna es de la majestad del que reina,
injustos. » e l declararse el príncipe aligado á las
A l 2.° que la l e y del Espíritu Santo » l e y e s ; hasta tal punto nuestra autori-
es superior á toda l e y humanamente es- » dad depende de la autoridad del derecho:
tatuida ; por lo cual los varones espiritua- » y someter el principado á las leyes cier-
les , según que son guiados por la ley del »tame nte es más grande que el imperio».
Espíritu S a n t o , no están sometidos á la A s í el Señor impropera á los que dicen y
l e y en cuanto á lo que repugna á la di- no hacen, y á los que imponen cargas gra-
rección del Espíritu S a n t o , la que sin ves, mas ni aun con su dedo las quieren
embargo implica en sí el que los hombres ellos mover ( M a t t h . 2 3 , 4 ) . D e consi-
espirituales se sometan á las leyes huma- guiente en cuanto al juicio de D i o s el
n a s , según lo que leemos ( i Petr. 2 , 13): príncipe no está exento de la ley respec-
someteos á toda humana criatura por to de su fuerza (4) directiva; pero debe
causa de Dios. cumplirla voluntariamente y sin coacción.
E l príncipe está ademas sobre la l e y en
A l 3.° que se dice que el príncipe está
el sentido de q u e , á ser conveniente,
exento de la ley en cuanto á la fuerza
puede cambiarla y dispensar de ella se-
coactiva de e l l a ; porque nadie propia-
gún el tiempo y el lugar.
mente se infiere coacción á sí mismo, y
la ley no tiene su fuerza coactiva sino de
A R T Í C U L O VI. — ¿ E S permitido ni que
la potestad del príncipe. A s í pues se dice
que este se halla libre de la l e y , por e s t á sometido á la ley obrar fuera del testo
cuanto nadie puede lanzar contra sí mis- literal de la m i s m a ? (5).
mo fallo condenatorio, si obra contra la l.° P a r e c e que no es permitido al que

(1J Lo cual por cierto solo es estrictamente exacto respecto sentencia, Regís ad exemplum totas componitur orbis ; porque
de los reyes absolutos ó en el régimen monárquico puro; claro es que en todas las disposiciones concernientes á la de-
pues, por más que según los principios del sistema represen- pendencia y subordinación de los vasallos á su Jefe, como en
tativo los reyes son pomposamente denominados poderes ir- las relativas á impuestos de contribución, al sostenimiento de
responsables, quedando toda su responsabilidad sobre sus gastos del Estado y al decoro de la Majestad imperante y así
ministros responsables, de hecho se ve con deplorable fre- otras, no es compatible con esta la sumisión del Monarca á
cuencia recaer sobre los tales monarcas las responsabilida- sus propias leyes : así como en lo eclesiástico los estatutos
des más terribles y á veces aun sangrientas, según ya deja- diocesanos obligan á los Obispos en general como á los capi-
mos harto detalladamente consignado en la nota 3, pag. 597. tulares y á los simples feligreses, mas no las personalmente
(2) Tomado de una de las bulas (llamadas Extravagantes, episcopales emitidas para la buena dirección de su respectiva
porque por algún tiempo anduvieron sueltas, sin ser compi- grey bajo el cayado pastoral, símbolo de su autoridad y ju-
ladas en el cuerpo del Derecho canónico) del Papa Inocen- risdicción.
cio 111, é inserto después entre las Decretales (Digest. vet. 1. 2, (5) Trátase de los particulares individuos comprendidos en
tit. 2), como lo cita y comenta la Glosa bajo su nombre mismo la ley, que en determinados casos pueden interpretarla y aun
espresamente consignado. omitir sus prescripciones testuales, si de su estricta obser-
(3) Digesto antiguo (1. 1, tit. 14, ley 4."). vancia puntual hubiera de provenir daño á la comunidad ó
(4) Debe entenderse en orden á las prescripciones legales mayores inconvenientes que de su omisión, según se indica
comunes á los subditos y al legislador, y que lo mismo este en la Conclusión y se esplica en el cuerpo del artículo. Por lo
que aquellos puede y debe observar, para estimular á todos que hace al legislador ó príncipe , téngase en cuenta lo que
con su ejemplo según aquella tan conocida cuanto verídica poco más adelante espone (C. 97, a. 4).
CUESTIÓN XCVI. — ARTÍCULO V I . 641

está sometido á la l e y obrar fuera de observarse ; y [ 2 ] si la urgencia de las


su testo literal : porque San Agustín circunstancias no permite recurso al su-
dice ( D e vera relig. c. 3 1 ) : « en las leyes perior, la misma perentoriedad de obrar
»temporales, aunque los hombres j u z - lleva aneja la dispensa 6 interpretación
» guen de ellas cuando las instituyen, sin de la ley.
» embargo una vez instituidas y confir- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
» madas no es lícito juzgar de ellas sino (C. 90, a. 2) toda ley se ordena al bien-
» según ellas ». P e r o , si alguno se aparta estar común de los hombres, y en este
del sentido literal de la l e y , diciendo concepto tiene fuerza y razón de t a l ;
atenerse á la intención del legislador, pero, en cuanto se aparta de esto, no tie-
parece juzgar de la ley. L u e g o no es ne fuerza de obligar : por lo cual dice el
permitido al que está sometido á la ley Jurisconsulto ( 2 ) ( D i g e s t . 1. 1, tit. 3 ,
prescindir de sus palabras so pretesto de leg. 2 5 ) que « ninguna razón de derecho
observar la intención del legislador. » ó benignidad de equidad permite ó au-
2.° Solo al que hace las leyes perte- » toriza que lo que se ha introducido pa-
nece interpretarlas. E s así que no com- » ra el bienestar de los hombres lo exa-
pete ( 1 ) á todos' los ciudadanos hacer » gerémos nosotros hasta la severidad en
las leyes. L u e g o no les pertenece el in- » menoscabo de ellos por más rígida in-
terpretar la intención del legislador, sino » terpretacion ». Sucede empero muchas
que deben siempre obrar según el testo veces que el que algo se observe es' útil
de la ley. de ordinario al bienestar común, y no
3.° Todo hombre cuerdo sabe esplicar obstante en algunos casos es altamente
su intención por palabras : y los que han nocivo : y, como el legislador no puede
instituido leyes deben ser reputados como considerar todos los casos singulares,
sabios, pues dice la Sabiduría (Prov. 8, propone la ley con arreglo á lo que en el
15): por mí reinan los reyes, y los le- mayor número de ellos sucede, refiriendo
gisladores decretan lo justo. L u e g o no su intención á la utilidad común ; por lo
debe juzgarse de la intención del legis- q u e , si sobreviene algún caso, en que la
lador sino por las palabras de la ley. observancia de tal ley sea dañosa al
Por el c o n t r a r i o , dice San Isidoro bienestar común, no debe observárselo?
(De Trin. 1. 4 ) : « la inteligencia de las ejemplo, si en una ciudad cercada se de-
» palabras debe sacarse de los motivos cide por una ley que sus puertas perma-
» que las hacen proferir ; puesto que no nezcan cerradas, esta es útil al bien g e -
» deben depender las cosas de las pala- neral en el mayor número de casos; pero,
» b r a s , sino estas de aquellas». L u e g o si ocurriese que los enemigos persiguen
más debe atenderse á la causa, que mo- á algunos ciudadanos, por los que la
vió al legislador, que á las mismas pala- ciudad se conserva, sería muy dañoso á
bras de la ley. la ciudad el no abrirles las puertas, y por
lo tanto en tal caso deberían abrirse las
Conclusión. En caso de ser perjudi-
puertas contra el testo de la ley en gra-
cial al bien común la estricta y literal
cia de la utilidad común y según la in-
observancia de la ley [ 1 ] no debe esta

(1) Nose olvide lo que ya más de una vez dejamos insi- pero ni siquiera por el pueblo y en su representación, cual
nuado respecto á la intervención de los cuerpos consultivos y parece desprenderse de ellas ; pues no hay quien ignórese
deliberantes en la constitución de las leyes políticas y civiles mira en nuestros dias como indiscutible axioma que « el rey
según las modernas teorías y prácticas gubernamentales, y » reina y no gobierna» , y reinar sin gobernar es ser rey de
con especialidad en las notas 1, pág. 5%; 3, 597; y 2, (533. In- papel ó de escarnio, pudiendo decirse que los reyes de hoy
síslcse hoy con decidido empeño en la distinción y separación están moldeados por la irrisoria farsa de Pilatos y demás
de los poderes legislativo y ejecutivo, denominación por cierto Cristicidas, cuando decían con insolente sarcasmo : «Jesús
(y dicho seadepaso) bien poco exacta y nada justificable,como » Nazareno, Rey de los Judíos ». La inscripción de la Cruz es
consecuencia lógica de la soberanía nacional, que á su vez ra- á no dudarlo el más espresivo emblema de la autoridad regia
dica en la célebre cuan to in fausta Declaración de los derechos del en la actualidad ; y, como prueba de ello sin duda, no ha
hombre, base y raíz originaria de los poderes todos terrenales, muchos años se oyó en nuestra Asamblea popular constitu-
desde que la revolución y la demagogia en fraternal consor- yente á algún Diputado de la nación tan célebre como carac-
cio conjuradas contra el Derecho divino en su más racional terizado pedir para el trono de España, declarado vacante por
acepción han declarado á Dios escluido por completo del go- entonces, « la menor cantidad posible de rey ».
bierno próvido y paternal de las naciones, desmintiendo de (2) Modestino (1. 8 Rcsponsorum), de quien lo han tomado
hecho el consabido axioma bíblico : per me renes regnanl, el le- en la compilación del Digesto antiguo ; aunque en este se lee
oum aminores justa decernunt. Los reyes no reinan ya según perducamus, como en el testo, siendo así que originariamente
las nuevas doctrinas, ni por Dios ó en su nombre desde luego, dice producamus.
SUMA TEOLÓGICA. —TOMO II. 41
642 CUESTIÓN X C V I . — ARTÍCULO VI.

tención del legislador. Sin embargo es de A l 2.° que el que sigue la intención del
advertir que, si la observancia literal de legislador no interpreta la l e y en abso-
la ley no ofrece un peligro inmediato, al luto , sino en el caso en que se bace no-
que sea preciso atender instantáneamen- torio por la evidencia del perjuicio que
t e , no compete á cualquiera el interpre- la intención del legislador fue otra ; pues
tar qué es lo útil ó inútil á la ciudad, en caso de duda deben obrar según el
sino solamente á los principales (1) que testo de la l e y ó consultar al superior.
para tales casos tienen la autoridad de A l 3.° que no b a y hombre alguno tan
dispensar en las leyes : mas, si el peligro sabio que pueda prever todas las cosas
es repentino y no da tiempo de recurrir singulares ; y por lo tanto no puede es-
al superior, la misma necesidad lleva presar suficientemente por sus palabras
aneja la dispensa, porque, la necesidad (todo) lo que conviene al fin propuesto :
» no está sujeta á l e y ( 2 ) , y, aunque el legislador pudiese conside-
A l argumento 1.° diremos, que el que rar todos los casos, no convendría que
en caso de necesidad obra fuera de las pa- los espresase todos, para evitar confusión;
labras de l a l e y , no juzga de la ley misma, sino que debería formular la ley según lo
sino del caso singular, en el cual ve que que sucede por lo común.
no debe observarse la ley literalmente.

CUESTIÓN XCYII.
Mutación de las leyes.

Sobre esto resolveremos cuatro p u n t o s : 1.° La ley h u m a n a es mutable ? — 2.° Debe ser cambiada
siempre que o c u r r a algo mejor ? — 3.° Es abolida por la c o s t u m b r e , y adquiere esta fuerza de ley ?
—4.° El uso de la ley h u m a n a debe ser m u d a d o por dispensa de los superiores ?

ARTÍCULO I . — 1.a ley h u m a n a «lene mana medida de los actos humanos, como
ser mudada de a l g ú n modo ? (3) se ha dicho ( C . 9 0 , a. 1 y 2 ) ; sigúese
que debe permanecer inmutable.
1.° Parece que la l e y humana de nin- 3.° Pertenece á la razón de la ley que
gún modo debe mudarse: porque la l e y sea justa y recta según lo dicho ( C . 95,
humana se deriva de la l e y natural, se- a. 2). E s así que lo que es recto una vez
gún se ha dicho ( C . 9 5 , a. 2 ) ; y la l e y l o es siempre. L u e g o lo que es l e y una
natural permanece inmutable. L u e g o la vez debe serlo siempre.
l e y humana también debe continuar in- Por el contrario, dice San Agustín
variable. ( D e lib. arb. 1. 1, c. 6 ) : « l a l e y tempo-
2.° S e g ú n dice Aristóteles ( E t h . 5, » ral, aunque sea j u s t a , puede no obs-
c. 8) ( 4 ) , « l a medida debe ser principal- » t a n t e cambiarse justamente con las
« mente estable »: siendo pues la l e y hu- » épocas » .

(1) Principes, que aquí evidentemente designa las autori- nosotros y sin menoscabo de su inalterable inmutabilidad, como
dades subalternas ó jefes inmediatos, como el gobernador ó hacen constar espresamente y á este mismo propósito de la
alcalde ó el capitán de la guardia, etc. variabilidad de las leyes humanas según las circunstancias los
(2) Palabras tomadas de la Glosa al Digesto antiguo (1. 1, concilios Lateranense en tiempo de Inocencio III y uno de los
tit. 10, ley 1. ), donde se lee neeessitas non habet legem, id est,
a
de Toledo, recordando las alteraciones introducidas en la Ley
cessat Ux ubi venit neeessitas, y más espresamente del c. Con- antigua en su reemplazo por la legislación evangélica más
silium de la Extrav. de Inocencio III De obsercatione jejuniorum : perfecta y benigna, aunque en muchos puntos más gravosa
y de aquí nació el proloquio jurídico neeessitas carel lege, vul- al parecer en razón de su mayor pureza, pero facilitando su
garizado en nuestro idioma en su versión literal, « la necesi- cumplimiento por el seguro auxilio de la gracia, por lo que
» dad carece de ley ». se llama también Ley de gracia la del Nuevo Testamento.
(3) Dios mismo en muchas ocasiones, según consta por multi- (4) Cap. 8 greco-lat. ó 9 antig.; y no 5 ni de la Metafísica
tud de pasajes bíblicos, y ya se ha consignado así en la 1.' P. ni de la Física, como con variedad igualmente inexacta se vo
(pág. 178,n.2, t.l.°) cambia sus determinaciones con respecto i citado en muchas ediciones y aun en algún manuscrito.
CUESTIÓN XCVII, — A R T Í C U L O S I Y I I . 643

Conclusión. La ley humana puede su- carácter .la proviene de la inmutabilidad


frir alteración, ya perfeccionándose, ya y perfección de la razón divina que ha
por exigirlo así las circunstancias. sustituido la naturaleza ; pero la razón
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho humana es mudable é imperfecta, por
(C. 9 1 , a. 3) la ley humana es cierto cuya causa también es mutable su l e y :
dictamen de la razón, por el que se diri- y ademas la l e y natural contiene ciertos
gen los actos humanos, y conforme á esto preceptos universales, que siempre per-
puede haber dos causas, por las que la ley manecen ; al paso que la l e y hecha por
humana se mude justamente : una por el hombre contiene algunos preceptos
parte de la razón, y otra por parte de particulares según los diversos casos que
los hombres, cuyos actos se regulan por ocurren.
la ley. 1 . P o r parte de la razón, porque
a

A l 2.° que la medida debe ser estable,


parece ser natural á la razón humana el cuanto es posible; pero en las cosas m u -
llegar gradualmente de lo imperfecto á dables no puede haber cosa alguna per-
lo perfecto : así vemos en las ciencias e s - manente é inmutable por completo : por
peculativas que los que primeramente cuya razón la l e y humana no puede ser
han filosofado enseñaron ciertas teorías, completamente inmutable.
que después han perfeccionado sus suce- A l 3.° que en las cosas corporales lo
sores : y lo propio sucede también en las r e c t o , se entiende de una manera abso-
cosas prácticas ; porque los primeros que luta ; por lo cual siempre permanece
pretendieron encontrar algo útil á la recto, en cuanto es de s u parte : mas la
comunidad de los hombres, no pudiendo rectitud de la l e y se dice en orden á la
considerar todas las cosas por sí mismos, utilidad común, á la que no siempre es
establecieron algunas imperfectas y de- proporcionada una sola y misma cosa,
fectuosas en gran parte, que los posterio- como queda dicho; y por eso la tal rec-
res á ellos cambiaron, instituyendo otras titud se varía ( 1 ) .
que ofrecen menos inconvenientes respec-
to á la utilidad común. 2 . P o r parte de
a

los hombres, cuyos actos son regulados A R T Í C U L O I I . — ¿ L a ley h u m a n a debe


por la l e y , esta puede mudarse recta- s i e m p r e m u d a r s e , cumulo ocurre a l g u n a
mente por causa de la mudanza de la cosa mejor ?
condición de los hombres, á quienes con-
vienen diversas (leyes) según sus diver- l.° Parece que la l e y humana debe
sas condiciones ; como San Agustín in- cambiarse siempre que ocurre alguna
dica por un ejemplo, diciendo ( D e lib. cosa mejor: porque las leyes humanas
arb. 1. 1, c. 6) que, « si un pueblo es m o - han sido inventadas por la humana razón,
» rigerado y g r a v e , y diligentísimo cus- como también las otras artes; en las cua-
» todio de la utilidad común; rectamente les se muda lo antes adoptado, si se en-
)) se establece una l e y , por la cual le sea cuentra cosa mejor, L u e g o también debe
»lícito elegir sus magistrados, que han hacerse lo mismo respecto de las leyes
» de administrar la república: m a s , si humanas,
» este mismo pueblo depravado insensi- 2.° P o r las cosas pasadas podemos
» blemente hace venal su sufragio y con- proveer á las futuras. P e r o , si las leyes
» fia el poder á los malvados y crimina- humanas no se hubiesen mudado sobre-
»les; justo es se le retire la tal potestad viniendo mejores invenciones, hubieran
» de conceder honores, volviendo á enco- resultado muchos inconvenientes,,puesto
» mendarla al de unos pocos buenos ». que en las leyes antiguas se hallan mu-
chas rudezas. L u e g o parece que se deben
A l argumento 1.° diremos, que la ley cambiar las l e y e s , cuantas veces se pre-
natural es cierta participación de la l e y senta algo mejor que estatuir.
eterna, según queda dicho ( C . 9 3 , a. 3); 3.° L a s leyes humanas se establecen
y por lo tanto permanece inmóvil, cuyo sobre los actos singulares de los hom-

(1) Como el célebre rey Artajérjes (llamado Asuero en la dominios la razón de su contraorden en estos términos (Eslh.
Santa Escritura) derogó sus propios decretos de esterminio de 16, 9) : y no entendáis que el ordenar lo contrario proviene de tije-
los judíos, revocándolos en virtud de otros y alegando en reta de nuestro ánimo; sino que fallamos asi por la cualidad y ne-
sus rescriptos á los gobernadores de las 127 provincias de sus cesidad de los tiempos, y por reclamarlo la utilidad de la república.
644 CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

bres : mas no podemos adquirir, un cono- ocurre alguna mejora, debe reemplazarse
cimiento perfecto de las cosas singulares, lo anteriormente adoptado: pero las le-
sino por la esperiencia, que requiere tiem- yes deben á la costumbre la fuerza prin-
p o , según se dice ( E t h . 1. 2 ) . L u e g o pa- cipal y m a y o r , como dice Aristóteles
rece que con el transcurso del tiempo (Polit. 1. 2 , c. 8 ó 1 2 ) ( 3 ) ; y por lo
puede ocurrir algo mejor, que deba esta- tanto no deben mudarse fácilmente.
blecerse. A l 2.° que aquel razonamiento prueba
Por el contrario, dícese ( D e c r e t . dist. que se deben mudar las l e y e s , no em-
1 2 , c. 5.) : « e s ridículo y basta abomi- pero por cualquiera mejora, sino por
» nable deshonra que dejemos sean in- grande utilidad ó necesidad, según lo
» Mugidas las tradiciones antiguas, que dicho.
» hemos recibido de nuestros padres»'. A l 3.° téngase por contestado lo
Conclusión. Las leyes humanas no mismo.
deben mudarse, siempre que se ocurro,
cosa mejor que las sustituya, á no justi- A R T Í C U L O I I I . —- t a costumbre puede
ficar su cambio una evidente necesidad ó obtener fuerza de ley ? (4)
grande utilidad común.
Responderemos, que según lo dicho 1.° Parece que la costumbre no puede
( a . 1 ) la l e y humana en tanto puede obtener fuerza de l e y ni derogar la ley ;
mudarse rectamente, en cuanto por esta porque la l e y humana se deriva de la ley
mudanza se provee á la utilidad común. natural y de la divina, como se ve pol-
P e r o el cambio considerado en sí mismo lo dicho ( C . 9 3 , a. 3 ; y C. 9 4 , a. 2). Es
implica cierto detrimento del bien co- así que la costumbre de los hombres no
mún ; porque la costumbre es m u y pode- puede mudar la l e y natural ni la divina.
rosa para la observancia de las leyes, L u e g o tampoco puede mudar la ley hu-
hasta el punto de que las cosas que se mana.
hacen contra la costumbre general, aun- 2.° D e muchos males no se puede ha-
que en sí sean más l e v e s , parecen más cer un bien; pero el que comienza á obrar
graves : y a s í , cuando se muda la l e y , el primero contra la l e y hace m a l : luego
disminuye su fuerza coercitiva ( 1 ) , en de la multiplicidad de semejantes actos
cuanto se quita la costumbre; y por esta no resultará bien alguno; y la ley es
razón no se debe mudar la ley humana, cierto bien, por ser regla de los actos hu-
si por otra parte no se compensa al bien manos. L u e g o la l e y no puede ser abro-
común, cuanto por esa se le deroga. E s t a gada por la costumbre, hasta el punto de
compensación existe ó por ser la l e y que esta obtenga fuerza de l e y .
nueva de m u y grande y evidentísima uti- 3.° Erigir leyes compete á las perso-
lidad, ó por mediar muy notoria nece- nas públicas, á quienes pertenece regir
sidad, ó porque la vigente l e y contiene la comunidad; y por consiguiente las
manifiesta iniquidad ó su observancia es personas privadas no pueden hacer la
muy nociva: por lo cual dice el Juris- ley. E s así que la costumbre prevalece
consulto ( 2 ) que « e n constituir nuevas por los actos de personas privadas. Luego
» cosas debe haber evidente utilidad, la costumbre no puede obtener fuerza de
» para abandonar aquel derecho, que pa- l e y , por la que se deroga la l e y .
» recio equitativo durante largo tiempo».
Por el contrario, dice San Agustín
A l argumento 1.° diremos que las co- ( E p i s t . 8 6 , ad Casulanum) : « l a cos-
sas de arte tienen eficacia únicamente » tumbre del pueblo de Dios y los esta-
por sola la razón; y a s í , siempre que » t u t o s de los antepasados deben ser te-

f 1) « La antigüedad de las leyes es lo que más que todo las brá podido notarse ; sirva de regla para lo sucesivo que en
» hace santas y respetables; pues el pueblo fácilmente des- la cita misma del testo pondremos á continuación de la ini-
» precia las que ve mudarse de dia en dia », decía Rousseau cial c. dos números separados porla disyuntiva o, designando
en su introducción al discurso sobre el origen de la ilegalidad el primero el correspondiente al testo greco-latino y el se-
entre los hombres. gundo á los ejemplares latinos antiguos, que generalmente
(2) Ulpiano en el Digesto antiguo (1 1, t. 4, Ley 2. De a
coinciden con el de la respectiva lección de Santo Tomás.
conslitutionibus principum). (4) La costumbre, de que aquí se trata, es la llamada de he-
(3) Capítulo 8 greco-lat. ó 12 en los ejemplares antiguos ; cho y que el Santo Doctor define : « frecuencia de obrar li-
y no c. 6, según comunmente se cita. Siendo tan frecuentes «bremente de un mismo modo ».
é indispensables las rectificaciones de esta índole, como ha-
CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O S III Y IV. 645

3) nidos por l e y ; y , así como los trans- A l 2.° que según lo dicho ( C . 9 6 , a. 6 )
» gresores de la l e y divina, igualmente las leyes humanas son defectuosas en
B deben ser refrenados los que desprecian algunos casos; por lo cual es posible
» las costumbres eclesiásticas». obrar alguna v e z fuera de la l e y , es d e -
Conclusión. La costumbre establecida cir, cuando es defectuosa, sin que este
no de palabra solamente sino por hechos acto sea m a l o : y, cuando tales casos se
muy repetidos puede llegar á tener fuerza multiplican por alguna mudanza de los
de ley, aboliendo la anterior vigente y hombres, entonces se manifiesta por la
sirviendo de interpretación á otras leyes. costumbre que la l e y no es y a útil; como
R e s p o n d e r e m o s , que toda l e y emana asimismo se manifestaría, si se promul-
de la razón y voluntad del legislador : la gase verbalmente una ley contraria. P e r o ,
ley divina y natural de la voluntad ra- si la razón, por la cual la l e y primera
cional de D i o s , y la ley humana de la era útil, subsiste todavía ; no vence la
voluntad del hombre regulada por la ra- costumbre á la l e y , sino la ley á la cos-
zón ; y , así como la razón y la voluntad tumbre ( 2 ) , á menos que acaso la ley
del hombre se manifiestan por la palabra parezca inútil tan solo por no ser y a p o -
en las operaciones prácticas; igualmente sible según la costumbre del p a í s , que
se manifiestan de hecho, puesto que cada era una de las condiciones de la l e y ;
cual parece elegir como bueno lo que puesto que es m u y difícil desarraigar la
consuma con la obra. Siendo pues no- costumbre de la multitud.
torio que por la palabra del hombre A l 3.° que la multitud, en que se in-
puede mudarse la l e y y también espli- troduce una costumbre, puede ser de dos
carse, en cuanto manifiesta el movi- condiciones : porque, si es un pueblo
miento interior y el concepto de la ra- libre, que pueda legislar para sí propio,
zón humana; sigúese que también por la unanimidad de la multitud es más efi-
actos muy repetidos constitutivos de la caz para observar lo que la costumbre
costumbre la l e y puede ser mudada y manifiesta que la autoridad del Príncipe,
espuesta, y aun producirse algo que ob- que no tiene potestad de establecer la
tenga virtud de l e y , es decir, en cuanto l e y , sino en cuanto representa la perso-
por repetidos actos esteriores se declara nalidad de la multitud; y por consi-
eficacísimamente el movimiento interior guiente , aunque cada individuo no pueda
de la voluntad y el concepto de la razón: hacer la l e y , sin embargo todo el pue-
porque, cuando algo se hace multitud de blo sí puede establecerla; pero, si el
veces, parece provenir del juicio delibe- pueblo no tiene libre potestad de darse
rado de la razón ; y según esto la costum- la l e y ó de remover la impuesta por un
bre tiene fuerza de ley y es intérprete poder superior, prevaleciendo empero la
de las leyes. misma costumbre en el tal p u e b l o , ob-
A l argumento 1,° diremos que la l e y tiene fuerza de l e y , en cuanto es tolerada
natural y divina procede de la voluntad por aquellos á quienes incumbe el impo-
divina, como se h a dicho; por lo cual no ner la l e y á la multitud; porque parece
puede ser mudada por la costumbre pro- que por esto mismo aprueban lo que la
cedente de la voluntad del hombre, sino costumbre ha introducido ( 3 ) .
únicamente por autoridad divina: y de
aquí es que ninguna costumbre puede ARTÍCULO I V . — ¿ i o s que r i g e n a u n a
obtener fuerza de l e y contra l e y divina multitud p u e d e n dispensar e n l a s leyes h u -
ó la ley natural, pues dice San Isidoro m a n a s ? (4)
(Synonym. 1. 2 , c. 1 6 ) : « ceda el uso á
» la autoridad, venzan la l e y y la razón 1.° Parece que los gobernantes de un
» al uso depravado ( 1 ) ». pueblo no pueden dispensar en las leyes
(1) Según esta doctrina, para que la costumbre llegue á ob- (2) Para que una costumbre pueda abolir la ley, debe sai-
tener fuerza de ley, es requisito indispensable que no sea más útil y conforme al bien común que la ley misma, atendi-
contraria á la ley divina ni á la ley natural; pues todo acto das las diversas circunstancias de lugares, tiempos y perso-
malo en sí mismo, cuales son los opuestos á la ley natural ó nas. Drioux.
espresamente prohibidos por ley positiva divina, será siempre (3) Según el conocido proloquio jurídico, qui tacetconsentiré
moralmente malo, y jamás su reiteración aun erigida ya en videtur, que en castellano suele espresarse no con entera exac-
costumbre podrá prescribir sobre dichas leyes, ni derogarlas titud, diciendo : « quien calla otorga».
o atenuar en lo más mínimo su indeficiente vigor. (4) Entiéndese por dispensar eximir particularmente á al-
646 CUESTIÓN X C V I I . — A R T Í C U L O IV.

humanas : porque la l e y se ha estable- una multitud cualquiera se dice que' al-


cido para utilidad c o m ú n , como dice guno dispensa, por el hecho mismo de
San Isidoro ( E t y m . 1. 5 , c. 2 1 ) ; y no que ordena cómo debe cumplir cada uno
debe desatenderse el bien común por el precepto general. Sucede empero á
el interés privado de alguna persona; veces que un precepto establecido en in-
p u e s , según dice el Filósofo ( E t h i c . 1. 1, terés del mayor número de una multitud
c. 2 ) , « e l bien de una nación es más no es conveniente á tal ó cual individuo
» divino que el bien de un solo hombre », en determinado c a s o ; ya porque sería
L u e g o parece que no se debe dispensar un obstáculo para algo mejor, ya porque
á alguno el que obre contra la ley común. de ello resultaría algún m a l , como se
2.° Mándase á los que están constitui- evidencia por lo dicho (C. 9 6 , a. 6 ) : y
dos sobre otro ( D e u t . 1 , 17) : del mis- sería peligroso someter esto al juicio de
mo modo oiréis al pequeño que al grande ; cada c u a l , á no intervenir peligro evi-
ni tendréis acepción de la persona de al- dente y apremiante, como y a se ha dicho
guno, porque el juicio es de Dios. E s así (ibid.). Por lo cual el encargado de regir
que conceder á alguno lo que comun- la comunidad tiene potestad de dispen-
mente se niega á todos parece ser acep- sar en la ley humana, que se apoya en su
ción de personas. L u e g o los jefes de la autoridad, á fin de que, cuando la ley es
multitud no pueden así dispensar, por insuficiente ó poco espresa respecto de las
ser esto contrario al precepto de la ley personas ó en ciertas circunstancias, pue-
divina. da otorgar el permiso de no cumplir di-
3.° L a l e y h u m a n a , si es recta, nece- cha ley. M a s , si otorga esta dispensa sin
sariamente debe ser conforme con la l e y razón alguna y únicamente por sola su
natural y la l e y divina, porque de otra voluntad, no será fiel en tal dispensación
manera no sería congruente á la religión ó será imprudente : infiel, si no se pro-
ni convendría á la disciplina, requisitos pone el bien general; imprudente, si ig-
de la l e y según San Isidoro ( E t y m . 1. 5, nora la razón de dispensar ; por lo cual
c. 3 ) . P e r o en la ley natural y divina dice el Señor ( L u c , 1 2 , 4 2 ) : quién
ningún hombre puede dispensar. L u e g o juzgas que es el dispensador ¿fiel y pru-
tampoco en la l e y humana. dente , que puso el Señor sobre su fami-
Por el contrario, dice el Apóstol lia? (I).
( i Cor. 9 , 17) : la dispensación me A l argumento 1.° diremos que, cuando
ha sido encargada. á alguno se dispensa de la observancia
Conclusión. El que tiene autoridad de la l e y común, no debe hacerse en per-
para regir la multitud, está asimismo juicio del bien común, sino con intención
investido de la potestad de dispensar en de que ceda en común provecho.
ta ley humana basada en aquella, con A l 2.° que no hay acepción de perso-
tal que lo haga con discreción y por mo- nas , por no observar igualdad respecto de
tivos justos. personas desiguales : por lo t a n t o , cuan-
R e s p o n d e r é m o s , que dispensa propia- do la condición de alguna persona exige
mente importa conmensuración de algo racionalmente que se guarde alguna aten-
común con cada una de las cosas (parti- ción con ella ; no hay acepción de perso-
cipantes ) ; y así aun el que gobierna nas, si se le otorga alguna gracia es-
una gran familia se dice dispensador, pecial.
puesto que distribuye á cada uno de los A l 3.° que la ley natural, en cuanto
miembros de la familia con peso y medida contiene preceptos comunes, que nunca
tanto las operaciones como las cosas ne- fallan, no puede admitir dispensa : pero
cesarias á la vida. A s í pues también en en otros preceptos, que son como conclu-

guno ó algunos del cumplimiento de la ley, permaneciendo (ÍJ La dispensa no motivada por suficiente razón es ett el
esta íntegra y en su pleno vigor respecto de los demás com- que así la otorga pecado venial según algunos teólogos; como
prendidos en ella; ó bien, como en el testo se esplica, deter- Soto y Wiggers ; pero otros la califican de culpa grave, en-
minar el'modo de observarlos particulares la ley común tre ellos Suarez, Cayetano y Silvio : y no obstante se consi-
según sus respectivas circunstancias personales : en lo cual dera válida, con tal empero (limitan comunmente) que pro-
se da á entender que los dispensados no quedan totalmente ceda ó se obtenga del autor mismo de la ley ó de su sucesor
exentos de la ley, debiendo observarla en todo lo compatible ó superior, y no de algún delegado ó subalterno.
con los impedimentos ó causas justificativas de la dispensa*
CUESTIÓN X C V H . — A R T Í C U L O IV. 64V7

siones de los comunes, se dispensa algu- así como en la ley humana pública no
nas veces por el hombre, como el que no puede dispensar sino aquel, por quien la
se reintegre el préstamo al traidor á la ley tiene autoridad ó á quien él delegare;
patria ó cosa semejante. E n cuanto á la igualmente respecto de l o s preceptos di-
ley divina todo hombre es lo que una vinos, que provienen de Dios, nadie sino
persona privada con respecto á la l e y p ú - él puede dispensar, 6 aquel á quien espe-
blica, á la que está sometido. L u e g o , cialmente' él mismo lo encomendase ( 1 ) .

CUESTIÓN XCYIII.

De la ley antigua.

Acerca de la ley a n t i g u a t r a t a r e m o s : 1.° de la ley m i s m a , y 2.° de sus preceptos. Con respecto á lo


i.° investigaremos seis puntos : 1.° La ley a n t i g u a es buena?—2.° Proviene de Dios? —3.° Proviene de
Dios mediante los ángeles? —4.° Fue d a d a á todos?—5.° Obliga á todos? —6.° Fue d a d a en tiempo
oportuno?

ARTÍCULO I . — 1 < « ley antigua fue revivió el pecado ,y yo he sido muerto;


buena? (2) y ( R o m . 5 , 2 0 ) : sobrevino la ley, para
que abundase el pecado. L u e g o la l e y an-
1.° Parece que la l e y antigua no fue tigua no fue buena.
buena : porque se dice (Ezech. 2 0 , 25): 3.° Pertenece (igualmente) á la bon-
les di yo •preceptos no buenos, y juicios en dad de la ley que sea posible su obser-
que no vivirán. E s así que la l e y no se vancia, y a según la naturaleza, y a tam-
dice buena sino por la bondad de los pre- bién según la humana costumbre ; condi-
ceptos que contiene. L u e g o la ley anti- ciones que no tuvo la ley antigua, puesto
gua no fue buena. que San Pedro dice ( A c t . 1 5 , 10) : por
2.° A la bondad de la ley pertenece el qué tentáis á Dios ( 3 ) , poniendo un yugo
que sea útil al bienestar común, como sobre las cervices de los discípulos, que ni
dice San Isidoro ( E t y m . 1. 2 , c. 1 0 ; y nuestros padres ni nosotros pudimos lle-
1. 5 , c. 3 ) ; pero la ley antigua no fue var ? Parece pues que la l e y antigua no
saludable sino más bien mortífera y noci- fue buena.
va, pues dice el Apóstol ( R o m . 7, v. 8, Por el contrario, el Apóstol dice (Rom.
9 y 10) : sin la ley el pecado estaba 7, 1 2 ) : y así la ley en verdad es santa y
muerto, y yo vivia sin ley en algún tiem- mandamiento santo y justo y bueno (4).
po; mas, cuando vino el mandamiento, Conclusión. La ley antigua fue indu-

(1) Aun el mismo Soberano Pontífice, si bien puede dis- » gua era mala », y Apeles trató de anularla fundado en esa
pensar como Vicario de Cristo y Jefe supremo de su Iglesia misma idea, de donde vino á sus sectarios la denominación de
•visible en lo concerniente á las leyes meramente eclesiásti- apelitas, no muy conocida en la Historia, por haberse apro-
cas, como los decretos pontificios y de los concilios aun gene- piado y apadrinado su doctrina los antedichos herejes. Por
rales ó ecuménicos, y también en lo de institución propia y ley antigua se entiende aquí ¡ no solo el Decálogo con sus
esclusivamente apostólica ; no así empero en lo de proceden- preceptos, que sustancial y radicalmente son los mismos lla-
cia conocidamente divina ó estatuido por Cristo mismo aun mados hoy entre nosotros los mandamientos de ta ley de
por mediación de sus Apóstoles, como respecto al número, Dios, sí también todas las disposiciones dictadas por Moisés
formas y materias de los Sacramentos y á la santificación del al pueblo hebreo y consignadas en el Deuteronomio y demás
domingo, aunque en el modo accidental y de solo derecho libros santos del Pentateuco.
eclesiástico esté en sus atribuciones el interpretar y dispen- (3) El testo de la SUMA omite la palabra Deum, que sin em-
sar do algún modo las leyes divinas y evangélicas. bargo nos permitimos tomar del literal de la Vulgata.
(2) Los marcionitas y maniquéos decian que « la ley anti- (4) San Juan Crisóstomo sostiene que esto debe entenderse
648 CUESTIÓN XCVIII. — ARTÍCULO I .

dablemente (1) buena, aunque imper- no es suficiente para la perfección de la


fecta^ ley divina; sino que es preciso que haga
Responderemos, que sin género alguno al hombre totalmente idóneo para la par-
de duda la ley antigua fue buena : por- ticipación de la felicidad eterna, lo cual
que, así como se manifiesta que una doc- por cierto no puede realizarse sino me-
trina es verdadera, por ser conforme á la diante la gracia del Espíritu Santo, por
razón; igualmente se manifiesta que es la que se difunde la caridad en nuestros
buena una ley, demostrando estar en con- corazones, y que es el complemento de
sonancia con la recta razón. La ley anti- la ley, porque (Rom. 6, 2 3 ) la gracia de
gua pues era conforme á la razón, dado Dios es vida eterna. La ley antigua em-
que reprimía la concupiscencia, que á la pero no pudo conferir esta gracia, que
razón se opone, como se prueba por aquel estaba reservada á Cristo; puesto que
precepto (Ex. 2 0 , 17), no codiciarás (Joann. 1, 17) la ley fue dada por Moi-
la hacienda de tu prójimo; y prohibía sés; mas la gracia y la verdad fue hecha
también todos los pecados, que son con- por Jesucristo : y de aquí es que la ley
trarios á la razón : luego es evidente que antigua es buena ciertamente, pero im-
era buena; y esto es por lo que dice el perfecta, según aquello (Hebr. 7, 19):
Apóstol (Rom. 7, 2 2 ) : me deleito en la la ley ninguna cosa llevó á perfección.
ley de Dios según el hombre interior, y Al argumento 1.° diremos, que el Señor
ademas (v. 16): apruebo la ley, porque es
habla allí de los preceptos ceremoniales,
buena. Pero es de notar que lo bueno que en efecto se dicen no buenos, porque
tiene diversos grados, como dice San Dio- no conferían la gracia, por la cual los
nisio (De div. nom. c. 4,part. 4, lect. 16). hombres se justificarían del pecado, á
Porque hay algún bien perfecto y algún pesar de mostrarse por ellos pecadores;
bien imperfecto : la perfecta bondad está por cuya razón se añade espresamente,
en lo que se ordena alfin,cuando algo y juicios, en que no vivirán, es decir, por
es tal que basta por sí para inducir al fin; los cuales no pueden obtener la vida de
y el bien imperfecto es lo que algo hace la gracia; y después añade, y los conta-
para que se llegue alfin,pero que es in- miné en sus dones, esto es, los he mos-
suficiente para conducir hasta él: como trado manchados, cuando por sus peca-
es perfectamente buena la medicina que dos ofrecían todo lo que rompe la matriz.
cura al hombre, é imperfecta la que le
alivia sin poderle curar. Debe saberse Al 2.° que se dice que la ley mató, no
empero que el fin de la ley humana es efectiva sino ocasionalmente por su im-
distinto del de la divina: pues elfinde perfección, en cuanto no confería la gra-
la ley humana es la tranquilidad tempo- cia, por la que los hombres pudiesen cum-
ral de la ciudad, al cual fin llega cohi- plir lo que mandaba ó evitar lo que pro-
biendo (2) los actos esteriores en cuanto hibía : y así la tal ocasión no era dada
á los males que pueden turbar el pacífico sino tomada por los hombres; por lo que
reposo de los ciudadanos; mas el de la el Apóstol dice (ibid.) : el pecado toman-
ley divina es conducir al hombre alfinde do ocasión del mandamiento me engañó,
la felicidad eterna, fin que es frustrado y por él me mató ; y por la misma razón
por cualquier pecado, y no solo por los se dice también que sobrevino la ley, para
actos esteriores sino también por los inte- que abundase el pecado, debiendo enten-
riores. Por lo cual lo que basta para la derse la partícula ut consecutiva y no
perfección de la ley humana, como es el causalmente, de modo que los hombres
que prohiba los pecados é imponga pena, tomando pretesto de la ley pecaron más
y más (abundantiús), ya porque el pe-

dicho con referencia á la ley de Moisés (Honi. 12 in Eplst. ad (1) Tanto es así y en el concepto aquí sobreentendido de
Rom.), é impugna á los que pretendieran aludirse al precepto conforme á la recta razón y coercitiva de las concupiscencias
impuesto por Dios á Adán ó aun á la ley natural; porque ni y pecados de todo género, aun cuando no condujese por su
aquel mandamiento primitivo puede llamarse propiamente puntual observancia á la perfección de la virtud, como lo hace
ley, ni la ley natural se diría razonablemente espiritual, como la evangélica, que hoy no puede menos de admitirse como
la califica allí mismo (v. 14) San Pablo ; añadiendo que poco dogma de fe, declarado por la condenación de cuantos herejes
antes (v. 9) habia dicho de sí mismo que vivía sin ley, y no con Simón el Mago, Marcion y los maniquéos han sostenido lo
es admisible intentase significar por esta ley la natural. Lo contrario, según lo espuesto también en la nota 2, pág. 017.
propio enseñan asimismo San Jerónimo y otros varios SS. PP. (2) Véase la nota 2, pág, 006.
y espositores más ó menos esplícitamente.
CUESTIÓN XCVIII. — ARTÍCULOS I Y I I . 649

cado fue más grave después de la prohi- y poco antes ( v . 4) habia dicho : honra
bición de la l e y , y a también porque la á tu padre y á tu madre, lo cual está
concupiscencia fue en aumento, siendo evidentemente contenido en la ley antir-
cierto que deseamos más vivamente lo gua. L u e g o esta ley proviene de D i o s .
que se nos prohibe. Conclusión. La ley antigua, que apro-
A l 3.° que nadie podia soportar el yugo ximaba al hombre á Cristo vencedor del
de la l e y sin el auxilio de la gracia, que la diablo, no procedía de este y sí del mismo
ley no daba; porque se dice ( R o m . 9,16): Dios autor de la humana salud por la
no es del que quiere ni del que corre, gracia de Cristo.
sino que es de Dios, que tiene misericor- Responderemos, que la ley antigua
dia ; por lo cual se lee ( P s . 118 , 32): fue dada por el Dios bueno, que es el
corrí el camino de tus mandamientos, Padre de Nuestro Señor Jesucristo ; por-
cuando me ensanchaste el corazón, es que dicha ley ordenaba á los hombres á
decir, por el don de la gracia y de la Cristo de dos modos: 1.° dando testimo-
caridad. nio de Cristo , por lo que él mismo dice
( L u c . 2 4 , 4 4 ) : era necesario que se cum-
ARTÍCULO I I . — t a ley a n t i g u a provino pliese todo lo gue está escrito de mí en la
de Dios? (1) ley y en los Profetas y en los Salmos, y
(Joann. 5, 4 6 ) : si creyerais á Moisés,
1.° Parece que la l e y antigua no pro- también quizá me creeríais á mí; pues él
vino de D i o s : porque se dice ( D e u t . escribió de mí; 2.° á modo de cierta dis-
32, 4 ) que las obras de Dios son per- posición; pues, retrayendo á los hombres
fectas ; y la l e y antigua era imperfecta, del culto de la idolatría, los encerraba
como se ha dicho (a. 1 ; y C. 91 , a. 5). bajo el culto de un solo Dios , por quien
Luego la l e y antigua no provino de Dios. debia salvarse el género humano por
2.° L é e s e ( E c c l . 3, 14) : aprendí que Cristo. P o r esto dice el Apóstol (Gal. 3,
todas las obras , que hizo Dios , perseve- 23) : antes que la fe viniese , estábamos
rarán perpetuamente. E s así que la l e y bajo la guarda ( 2 ) de la ley encerrada
antigua me ha durado siempre, pues dice para aquella fe, que había de ser reve-
San Pablo ( Hebr. 7, 1 8 ) , el manda- lada : y es evidente que al mismo com-
miento primero es á la verdad abrogado pete disponer algo á su fin y conducirlo
por su flaqueza é inutilidad. L u e g o la al fin ; y digo al mismo por sí ó por sus
ley antigua no fue (obra) de Dios. subditos, pues el diablo no hubiera hecho
3.° A l sabio legislador pertenece no una l e y , por la que los hombres fueran
solamente quitar el mal sino también las atraídos á Cristo, por quien había de ser
ocasiones de él. M a s la ley antigua fue lanzado fuera según aquello (Matth. 12,
ocasión de p e c a d o , como se ha dicho 2 6 ) : si Satanás echa fuera á Satanás,
(a. 1). L u e g o á Dios, que no tiene seme- su reino está dividido; y a s i d o r el mismo
jante entre los legisladores ( J o b . 36,22), Dios, por quien fue obrada la salud de
no pertenecía dar tal l e y . los hombres mediante la gracia de Cristo,
fue dada la antigua ley.
4.° D í c e s e ( i . T i m . 2 , 4 ) que Dios
quiere que todos los hombres se salven; A l argumento 1.° diremos, que nada
pero la ley antigua no bastaba para la impide que algo no sea perfecto en abso-
salvación de los hombres según lo dicho luto , siéndolo sin embargo con relación
(a. l ) : n o era pues propio de Dios el dar al tiempo, como se dice un niño perfecto
tal l e y , y por lo tanto la l e y antigua no no absolutamente sino en proporción á su
es de Dios. e d a d ; y asimismo los preceptos, que se
Por el contrario, dice el Señor (Matth. dan á los n i ñ o s , son perfectos según la
1 5 , 6 ) : habéis hecho vano el manda- condición de aquellos á quienes se dan,
miento de Dios por vuestra tradición, aunque no lo sean en absoluto : y tales

(1) Marcion decía impíamente que «la antigua ley procé- tan detestables herejías.
» día del principio malo ó del dios malo, que es el diablo », y (2) La Vulgata dice cuslodiebanlur, que el Santo pone en l .
á

Cerdon con los maniquéos que « el Dios de la ley antigua no persona custodiebamur, cual lo traducimos fieles siempre en lo
» era el Padre de Nuestro Señor Jesucristo ». Lo contrario es posible á su testo literal y sin olvidar lo consignado en la
punto de fe católica, y se demuestra en esto artículo contra nota 1, página 205 delT. i."
650 CUESTIÓN X C V H I . * - ARTÍCULOS II Y III.

fueron los preceptos de la ley antigua; blar frecuentemente se repite en el É x o d o


por cuyo motivo dice el Apóstol ( G a l . 3, y demás libros siguientes de la ley. L u e g o
24) : la ley fue el ayo, que nos condujo á esta ha sido dada por Dios inmediata-
Cristo. mente.
A l 2.° que aquellas obras de Dios per- 2.° D í c e s e ( J o a n n . 1, 17) que la ley
severan eternamente, que D i o s hizo de fue dada por Moisés; pero Moisés la re-
modo que siempre permanezcan , y estas cibió inmediatamente de D i o s , pues se
son las que son perfectas: mas la ley an- dice ( E x o d . 33, 11): el Señor hablaba á
tigua es desechada en el tiempo de la Moisés cara á cara, como suele hablar
perfección de la gracia, no como mala, un amigo (3) á su amigo. L u e g o la l e y
sino por débil é inútil para este tiempo; antigua fue dada inmediatamente por
porque, como añade, nada trajo la ley á Dios.
la perfección, y por lo mismo dice el 3.° A solo el Príncipe pertenece hacer
Apóstol (Gal. 3 , 25) : desde que vino la la ley según lo dicho ( C . 90, a. 3) ; pero
fe, no estamos ya bajo el ayo. solo Dios es el Príncipe de la salvación
A l 3.° que según lo dicho ( C . 79, a. 4) de las almas; y los ángeles son espíritus
Dios permite algunas veces que algunos administradores, como se dice ( H e b r . 1,
caigan en p e c a d o , para que con eso se 14). L u e g o la l e y antigua no debió darse
humillen : y asimismo quiso dar tal l e y por medio de los ángeles , puesto que se
que los hombres no pudieran cumplirla ordenaba á la salvación de las almas.
con sus propias fuerzas, á fin de que P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
los que presumían de sí propios , al reco- (Gal. 3, 19) : la ley ha sido dada por los
nocerse pecadores,' recurrieran humillados ángeles en manos de un Mediador; y San
al auxilio de la gracia. Esteban dice (Act. 7, 53) : recibisteis la
A l 4.° q u e , aunque la l e y antigua no ley por ministerio de los ángeles.
bastase para salvar á los nombres, sin Conclusion. La antigua ley fue dada
embargo tenian otro auxilio de D i o s , por Dios á los hombres por medio de los
dado simultáneamente con la l e y , por el ángeles.
cual pudieran salvarse, es decir, la fe del R e s p o n d e r e m o s , que D i o s dio la ley
Mediador, por la que fueron justificados antigua por (ministerio d e ) los ángeles;
los antiguos padres , como nosotros tam- y ademas de la razón general, que asig-
bién nos justificamos ; y así Dios no fal- na San Dionisio ( D e ccelesti hierarch.
taba á los hombres, sin darles los auxilios c. 4) que «las cosas.divinas deben llegar
necesarios de salvación (1). » á los hombres por mediación de los án-
í g e l e s » , hay una razón especial, por la
ARTÍCULO I I I . — t a ley antigua fue
cual fue conveniente que la l e y antigua
dada por medio de los ángeles ? (2) fuera dada por medio de los ángeles :
porque se ha dicho (a. 1) que la l e y an-
1.° Parece que la l e y antigua no fue tigua era imperfecta, pero disponía á la
dada por los ángeles, sino por Dios inme- salud perfecta del género h u m a n o , que
diatamente : porque se llama ángel á un se habia de ser por Cristo. Ahora bien:
enviado , y así este nombre de ángel im- adviértese en todas las potestades y ar-
plica un ministerio, no dominio, según tes ordenadas, que el que es superior
aquello ( P s . 102, 20): bendecid al Señor ejecuta por sí mismo el acto principal y
todos los ángeles de él (v. 21), ministros perfecto ; pero las cosas que disponen
suyos; pero vemos que la l e y antigua fue para la última perfección, óbralas por
medio de sus ministros; como el cons-
dada por Dios, pues se dice (Exod. 20,1):
tructor de una nave la compone por sí
y habló el Señor todas estas palabras , y
mismo, pero prepara los materiales por
más adelante se añade (v. 2) : porque yo
medio de obreros á sus órdenes. Así pues
soy el Señor tu Dios ; y tal modo de ha-

(1) Véase en la 1." P. la C. 19, a. 6. pan al parecer algún tanto de ella: tales son San Cipriano (cont.
(2) Aunque la doctrina de este artículo es comunmente Jai. 1. 2, c. 15), Tertuliano (»6. contra jai. c. 9) y Eusebio de
aceptada por los SS. PP. y Doctores; hay entre ellos algunos Cesarea (Dcmonsl. 1. 1, c. 5; 1. 5, c, 10).
que, entendiendo por ángel el Verbo mismo de Dios eii su ca- (3) La Vulgata dice homo.
lidadde enviado (véase e n l a L ' P . la C.43,a. 4 y sig.), discre-
CUESTIÓN XCVIÍI, — A R T Í C U L O S IÜ Y T V . 651

fue conveniente que la ley del nuevo Tes- que la l e y antigua disponía para la sal-
tamento fuese dada inmediatamente por vación, que se debia obrar por Cristo,
el mismo Dios hecho hombre, y que la según lo dicho (a. 3). E s así que aquella
ley antigua se diese á los hombres por salvación debia ser obrada no solo en Ios-
medio de sus ministros, es decir, por los judíos sino en todas las naciones, según
ángeles. D e este modo prueba San Pablo consta ( I s . 4 9 , 6 ) : poco es que seas mi
(Hebr. 1 , 2 ) la preeminencia de la l e y siervo para levantar las tribus de Jacob,
nueva sobre la antigua ; puesto que en el y convertir las heces de Israel; te he es-
nuevo Testamento Dios nos ha hablado tablecido, para que seas luz de las nacio-
en su Hijo; mientras que en el antiguo nes , y seas mi salud hasta los estremos
nos habló por medio de ángeles. de la tierra. L u e g o la ley antigua debió
A l argumento 1.° diremos q u e , según darse á todas las naciones, y no única-
se espresa San Gregorio (in princ. Mor. mente á un solo pueblo.
c. 1 ) , « e l ángel que se describe apareci- 2.° Según se dice ( A c t . 1 0 , 3 4 ) ( 1 ) ,
»do á Moisés, y a es mencionado con Dios no es aceptador de personas; (v. 35)
» el nombre de ángel, y a con el de Señor: mas en cualquiera gente, que teme á Dios
» ángel, por el ministerio que cumplia ha- y obra justicia, se agrada. L u e g o no de-
b l a n d o esteriormente, y Señor porque bió abrir más á un pueblo que á otro el
» presidiendo interiormente daba la efica- camino de la salvación.
»cia de la palabra» ; y de ahí es tam- 3.° L a l e y fue dada por medio de los
bién que hablaba el ángel como el Señor ángeles según lo dicho (a. 3 ) ; pero Dios
en persona. manifestó el ministerio de los ángeles, no
A l 2.° q u e , según dice San Agustín solo á los judíos, sino á todas las.nacio-
(sup. Gen. ad litt. 1. 1 2 , c. 2 7 ) , se lee en n e s , puesto que se dice ( E c c l i . 17, 1 4 ) ,
el É x o d o : « e l Señor habló á Moisés sobre cada nación puse Gobernador ;
Dcara á cara, y poco después se a ñ a d e : y ademas distribuye á todos los bie-
^muéstrame tu gloria» ; «sentía pues lo nes temporales, de los cuales menos
» que veía y deseaba lo que no veia » . se cuida que de los espirituales. L u e g o
Luego no veia la misma esencia de Dios, también debió darse la ley á todos los
y por consiguiente no era instruido inme- pueblos.
diatamente por D i o s . A s í pues en lo que Por el contrario, dícese (Rom. 3 , 1
se d i c e , que el Señor le hablaba cara á y 2) : qué pues tiene de más el judio ?
cara, la Escritura se espresa según la Mucho en todas maneras : primero, por-
opinión del pueblo, que juzgaba que Moi- que les fueron confiados los oráculos de
sés hablaba con Dios boca á boca, cuan- Dios; y ( P s . 1 4 7 , 2 0 ) con ninguna
do se le aparecía y le hablaba por alguna nación hizo tal cosa, y no les manifestó
de sus criaturas destinada al efecto, es sus juicios.
decir, por un ángel y por la n u b e ; ó bien, Conclusión. Dios distinguió al pueblo
por vista de la cara se entiende cierta con- hebreo con beneficios peculiares, y dando
templación superior y familiar, inferior á á él solo su ley en cumplimiento de sus
la visión de la esencia divina. promesas, relacionadas con el privilegio
A l 3.° que solamente el príncipe puede de haber de nacer de la nación judía el
establecer l e y por su propia autoridad ; Cristo ó Mesías.
pero algunas veces promulga la l e y ins- R e s p o n d e r e m o s , que pudiera asignarse
tituida por otros : é igualmente Dios ins- como una razón, por la cual fue dada la
tituyó la ley por su propia autoridad, ley al pueblo judío más bien que á otros
pero la promulgó por medio de los án- pueblos, la de que, inclinados estos á la
geles. idolatría, solo el pueblo judío permane-
ció en el culto de un solo D i o s , por lo
que los demás pueblos eran indignos de
ARTÍCULO IV. — i » icy antigua do- recibir la l e y , no se diese lo santo á los
tilo darse solo a l pueblo de los judíos ?

(i) N O Y . 1 4 , como equivocadamente citan algunas edicio-


l.° Parece que la l e y antigua no debió nes, y entre ellas la de Madrid ( 1 7 8 2 ) y la reciente francesa,
darse á solo el pueblo de los judíos : por- de Drioux.
652 CUESTIÓN X C V I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V.

perros ( 1 ) . Pero esta razón no parece » tes de investigar, porqué atrae á este
conveniente ; porque aquel pueblo aun » y no á aquel, si no quieres errar».
después de dada la ley cayó en la idola- A l argumento 1.° diremos q u e , aun-
t r í a , lo que fue más grave, como se ve que la salvación, que había de obrarse
(Exod. 32 ; y A m o s , 5 , 2 5 ) : ¿por ven- por Cristo, fuese preparada para todas
tura me ofrecisteis hostias y sacrificios las naciones; sin embargo convenía que
en el desierto por cuarenta años , casa Cristo naciera de un solo pueblo, el cual
de Israel, y ( 2 ) llevasteis la tienda por esta causa tuvo prerogativas sobre
para vuestro dios Moloch , y la imagen los otros, según se consigna (Rom. 9 , 4 ) :
de vuestros ídolos la estrella de vuestro de ellos ( l o s j u d í o s ) es la adopción de
Dios , cosas que os hicisteis ? y espresa- hijos y el testamento y la legislación, de
mente se dice también ( D e u t . 9, 6 ) : quienes y de cuyos padres Cristo es se-
sabe que no por tus justicias te ha dado gún la carne.
el Señor Dios tuyo esta escelente tierra A l 2.° que la acepción de personas
en posesión , pues eres un pueblo de cer- tiene lugar en las cosas que se dan por
viz muy dura. Moisés indica antes (v. 5 ) débito; mas no así en las que se otorgan
el verdadero motivo, para que el Señor por gratuita voluntad ( 3 ) : porque no
cumpliera su palabra, que dio con jura- es aceptador de personas el que da libe-
mento á tus padres Abraham, Isaac y Ja- ralmente de lo suyo á uno y no á otro;
cob; y el Apóstol muestra cuál fuera esa pero sí lo sería, si, siendo dispensador
promesa, diciendo ( G a l . 3 , 1 6 ) : las de los bienes comunes, no los distribuyese
promesas fueron dichas á Abraham y á su con igualdad según los méritos de las
simiente : no dice á las simientes como personas. Dios pues confiere saludables
en muchos, sino como en uno solo, y á tu beneficios al género humano por su gra-
simiente, que es Cristo. Dios pues otor- cia; por lo que no es aceptador de per-
gó á aquel pueblo la ley y otros beneficios sonas, aun cuando los confiera á unos con
especiales por lapromesa hecha á sus pa- preferencia á otros, y así dice San A g u s -
dres de que de ellos nacería Cristo; pues tín ( D e prajdest. Sanct. c. 8 ) : « á todos
era conveniente que el pueblo, del cual » l o s que Dios enseña, enséñalos por su
babía de nacer Cristo, fuese honrado con » misericordia; y á quienes no enseña, no
cierta santificación especial, según lo que » los enseña por su justicia» ; porque
se dice ( L e v . , 1 9 , 2) : seréis santos, por- esto proviene de la condenación del géne-
que yo soy santo : y no por el mérito de ro humano por el pecado del primer padre.
Abraham se hiciera tal promesa de que
A l 3.° que se priva al hombre de los
Cristo nacería de su linaje, sino por gra-
beneficios de la gracia por causa de la
tuita elección y vocación de Dios ; por
culpa; mas no se le sustraen los benefi-
lo cual se dice ( I s . 1 , 2 ) : quién levan-
cios naturales, entre los cuales se cuen-
tó del Oriente al justo, y le llamó para
tan los ministerios de los ángeles, que el
que le siguiera ? Resulta pues claramente
orden mismo de las naturalezas requiere,
que por sola elección gratuita los pa-
como es el de que los seres inferiores
triarcas recibieron las promesas de Dios
sean gobernados por los intermedios ; y
y el pueblo nacido de ellos recibió la ley
asimismo los auxilios corporales, que Dios
según aquello ( D e ú t . 4 , 36) : oiste sus
otorga no solo á los hombres sino tam-
palabras de en medio del fuego, por
bién á las bestias, según aquello (Ps.
cuanto amó á tus padres, y escogió su
3 5 , 7 ) : á los hombres y á las bestias sal-
descendencia después de ellos. Si empero
varás, Señor.
se insiste en volver á preguntar, porqué
eligió á este pueblo y no á otro, para
que Cristo naciera de él; será oportuna A R T Í C U L O V . — Todos los hombres
la respuesta de San Agustín cifrada e s t a b a n obligados á observar l a ley antigua?
(sup. Joann. tract. 26) en esto : «no tra-
l.° Parece que todos los hombres es-

(1) Palabras del Salvador (Jfsítt. 7, 6), alusivas directa y especialmente de lo espuesto en el a. I . 6

espresamente á la doctrina y misterios evangélicos, pero muy (2) La Vulgata dice es/oíe, » sed... »
naturalmente aplicables también á la antigua ley, en la que (3) Véanse en la 1.' P. la C. 23, a. 5 al 3.° ; y en la 2."-2.»
por tan Variados emblemas se simbolizaran, como se colige C. 63, a. 1.
CUESTIÓN X C V I I I . — A R T Í C U L O V. 653

taban obligados á observar la l e y antigua: que la antigua, ley contenía, estaban obli-
porque todo el que está sometido á un gados todos al cumplimiento de esta, no
rey debe estarlo á su l e y ; y, babiendo porque eran de la ley antigua, sino por
sido la l e y antigua dada por D i o s , que ser de la l e y natural; mas respecto á los
es el rey de toda la tierra ( P s . 4 6 , 2 ) , que la ley antigua anadia no estaban
todos los habitantes de la tierra estaban obligados algunos á su observancia, sino
por consiguiente obhgados á la observan- solo el pueblo judío. L a razón de esto es
cia de la ley. que la ley antigua según lo dicho (a. 4)
2.° L o s judíos no podian salvarse, si no fue dada al pueblo de los judíos, para
observaban la l e y antigua ; pues se dice que obtuviese cierta prerogativa de
(Deut. 2 7 , 2 6 ) : maldito el que no per- santidad por reverencia de Cristo, que
manece en las palabras de esta ley, y no habia de nacer de aquel pueblo ; y todo
las cumple con la obra ( 1 ) . Si pues los lo que se estatuye para especial santifica-
otros hombres hubieran podido salvarse ción de algunos no obliga sino á estos,
sin la observancia de la l e y , peor hubiera como los clérigos consagrados al minis-
sido la condición de los judíos que la de terio divino tienen obligaciones, que no
los demás hombres. pesan sobre los legos; é igualmente los
3.° L o s gentiles eran admitidos al rito religiosos se obligan por su profesión á
judaico y á las observancias de la ley, ciertas obras de perfección, que no obli-
puesto que se dice ( E x . 1 2 , 4 8 ) : si al- gan á los seglares : asimismo pues aquel
guno de los estranjeros quisiere pasar pueblo estaba obligado. á ciertas (prác-
á vuestra población y celebrar la Pas- ticas ) especiales, á las que no lo estaban
cua (2) del Señor; serán circuncidados los otros pueblos. P o r esto se dice ( D e u t .
cuites todos sus varones, y entonces la' 1 8 , 1 3 ) : serás perfecto y sin mancilla
celebrará legítimamente; y será como el ante (3) el Señor tu Dios; y por lo
natural de la tierra. E n vano pues h a - mismo hacían una especie de profesión,
brían sido admitidos á las observancias como se v e ( D e u t . 2 6 , 3 ) : protesto hoy
legales los estranjeros por divina dispo- delante del Señor Dios tuyo.
sición, si hubieran podido salvarse sin A l argumento 1.° diremos, que todos
ellas. L u e g o nadie podia salvarse, si no los que están sometidos á un rey tienen
observaba la l e y . obligación de observar su l e y , que esta-
Por el contrario, dice San Dionisio blece en común para todos; pero, si or-
( D e ccelesti hierarch. c. 9 ) que «muchos dena algunos estatutos, que deben ser
» gentiles fueron conducidos á Dios por observados por sus ministros familiares,
» los ángeles » ; y consta que los gentiles estos no obligan á los demás.
no observaban la l e y : luego sin la ob- A l 2.° q u e , cuanto más se une el hom-
servancia de la l e y pudieron salvarse bre á D i o s , tanto se hace de mejor con-
algunos. dición ; y por esto cuanto el pueblo de
Conclusión. Todos los hombres y pue- los judíos estaba más aligado al culto
blos [ 1 ] estaban obligados á observar la divino, tanto más digno era que los otros
antigua ley en lo contenido en ella de la pueblos, y de aquí el decirse (Deut. 4 , 8):
ley natural; pero solo el pueblo judaico ¿qué otra gente hay tan ilustre, que tenga
[ 2 ] á todos sus preceptos, inclusos los ceremonias y justos juicios y toda la ley?
añadidos á esta. Igualmente acerca de esto los clérigos
Responderemos, que la ley antigua son de mejor condición que los l e g o s , y
manifestaba los preceptos de la ley natu- los religiosos que los seglares.
ral, añadiendo algunos otros propios. En A l 3.° que los gentiles conseguían la
cuanto á los preceptos de la ley natural, salvación de una manera más perfecta y
(i) De donde se colige que podían salvarse observándola ; (2) Pitase ó Pascha: la inmolación y comida del cordero pas-
no empero porque la ley tuviera en sí misma la virtud de cual, en que consistía la principal y más importante y signi-
salvarlos, sino en cuanto se ordenaba á la nueva ley del Me- ficativa solemnidad de la Pascua según el rito detallada y
diador, verdadera causa y autor de la salvación de los hom- minuciosamente prescrito por Dios mediante Moisés al pueblo
bres, que la obtendrían creyendo en él y observando aquella hebreo en conmemoración de su salida y libertad del ominoso
ley en virtud de su i'e acompañada de sus buenas obras y de cautiverio de Egipto, símbolo de la futura redención de
la obediencia fiel y legal á sus preceptos, como en efecto se Cristo.
salvaron los patriarcas y profetas y demás Santos de aquel (3) Coram: la Vulgata dice cum, « con el Señor » : lo que
tiempo. sustancialmente viene á ser idéntico.
654 CUESTIÓN X C V I I I . — A R T Í C U L O S V Y V I .

segura bajo las observancias de la l e y d a d a ( 2 ) , como dice la Glosa ( o r d . ) .


que bajo la sola l e y natural, por cuya L u e g o fue conveniente que la l e y anti-
razón se les admitía á ellas; como al pre- gua se diese en aquel orden de tiempo.
sente los legos se bacen clérigos y los se- Conclusion. Fué á todas luces conve-
culares entran en religión, aunque sin esto nentísimo y oportuno que la antigua ley
pueden salvarse. fuese dada á Moisés mismo, como media
entre la natural y la de la gracia.
ARTÍCULO V I . — u » ley a n t i g u a fue R e s p o n d e r e m o s , que fue convenientí-
dada convenientemente e n tiempo de Moisés? simo que la ley antigua fuese dada en
tiempo de Moisés: lo cual puede demos-
l.° Parece que no fue conveniente que trarse por dos razones en conformidad
la l e y antigua fuese dada en tiempo de con los dos géneros (3) de h o m b r e s , á
Moisés; porque esta l e y preparaba á la quienes se impone una l e y cualquiera;
salvación, que babia de ser por Cristo puesto que se impone á los duros y so-
según lo diebo (a. 2) ; y el hombre inme- berbios para humillarlos y domarlos, y
diatamente después de su pecado nece- también á los buenos para instruirlos y
sitó de este remedio para su salvación. ayudarlos en el suspirado cumplimiento
L u e g o la l e y antigua debió darse inme- de sus deberes. Conveniente pues fue
diatamente después del pecado. que se diera la l e y antigua en tal época,
2.° L a l e y antigua fue dada para la para convencer la soberbia de los hom-
santificación de aquellos ( 1 ) , de quienes bres : porque el hombre se ensoberbece
Cristo habia de nacer. E s así que Abra- de dos c o s a s , de la ciencia y del poder;
ham fue el primero, á quien ge hizo la de la ciencia como si la razón natural pu-
promesa acerca de su semilla, que es Cris- diera bastarle para salvarse , y a s í , para
to, como consta (Gen. 12). L u e g o la l e y convencerle de su soberbia sobre esto, fue
debió darse al punto en tiempo de dejado el hombre al régimen de su razón
Abraham. sin el auxilio de l e y escrita, y por su pro-
3.° A s í como Cristo no nació de LDS pia esperiencia pudo aprender lo defec-
otros descendientes de N o é , sino de Abra- tuoso de su razón en vista de que los
h a m , á quien l e fue hecha la promesa; hombres cayeron hasta en la idolatría y
tampoco nació de los otros hijos de en los vicios más torpes hacia el tiempo
A b r a h a m , sino de D a v i d , á quien fue de Abraham; por lo cual después de esta
renovada (dicha) promesa, según aquello época fue necesario se diera la l e y escrita
( i l R e g . 23, 1 ) : dijo el varón, á quien para remedio de la ignorancia humana,
fue ordenado acerca del Cristo del Dios puesto que el conocimiento del pecado se
de Jacob... L u e g o la l e y antigua debió tiene por la l e y , como se dice ( R o m . 7).
ser dada después de D a v i d , como lo fue M a s , después que el hombre fue instruido
después de Abraham. por la ley, quedó convencido de su sober-
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol bia en cuanto á la debilidad, viendo que
(Gal. 3 , 19) que la ley fue puesta por no podía cumplir lo que conocía ; por lo
causa de la transgresión, hasta que vi- que, según deduce el Apóstol (Rom. 8,3),
niese la simiente, á quien habia prome- lo que era imposible á la ley, en cuanto
tido , ordenada por los ángeles en manos era debilitada por la carne, envió Dios
del Mediador, esto e s , ordenadamente á su Hijo , para que la justificación

(f) Esto no quiere decir ni menos prueba en m'anera alguna po de la ley natural, cuya ineficacia quedaba sobradamente
que fuesen ó hayan sido Santos personalmente todos los pro- reconocida por la defección casi universal, que motivara es-
genitores del Mesías Salvador; pues consta evidentísima- carmientos tan decisivos y terribles como el diluvio y la des-
mente que varios de los mismos, que figuran como sus ascen- trucción hasta el esterminio de la Pentápolis, y el do la gra-
dientes en la línea ó escala genealógica directa de Jesús, dis- cia, ante la que serían convictos de su pertinacia y obstina-
taron muy mucho de la perfección de la santidad, habiendo ción, llevada á pesar de la ley escrita y de las predicaciones y
llegado algunos de ellos á un grado de perversidad repug- ejemplos de sus patriarcas y profetas hasta el horrendo é in-
nante é impía (en lo cual quiso el mismo Señor darnos á en- concebible crimen del Deicidio, según insinúa á continuación
tender según San Jerónimo que, descendiendo de padres hu- la misma Glosa citada.
manos pecadores, venia á redimir los pecados de todos los (3) Clases ó condiciones, mas no géneros en su acepción pro-
hombres); sino que tal era el designio de Dios en la institu- piamente filosófica ó científica ; pues la unidad del género
ción de aquella ley, de la que sin embargo prevaricaron abu- humano es una verdad de todo punto indiscutible, lo mismo
sando de su libre albedrío hasta la más escandalosa impiedad. bajo su aspecto teológico que en el de la ciencia y de la his-
(2) Es decir, en debido orden y oportunidad, entre el tiem- toria.
CUESTIÓN XCVII1 . — ARTÍCULO VI. 655

de la ley se cumpliese en nosotros. P e r o c o m ú n , según se ha dicho ( C. 96 , a. 1,


respecto de los buenos la ley fue dada al 2.°); y por esto en tiempo de Abraham
para a u x i l i o , lo cual fue necesario al fueron dados á los hombres algunos pre-
pueblo principalmente, cuando la l e y ceptos familiares y como domésticos de
natural empezaba á oscurecerse por la Dios ; pero más adelante, multiplicada su
exuberancia de los pecados ; pues debia posteridad hasta el punto de formar un
suministrarse tal auxilio con cierto or- pueblo libre de la esclavitud, pudo con-
d e n , para que fueran conducidos como venientemente darse la ley, toda vez que
por la mano de lo imperfecto á lo per- « los siervos no son parte del pueblo ó de
fecto : y por esta razón fue conveniente » la ciudad, á quien debe darse la ley » ,
que se diera la ley antigua entre la ley como dice Aristóteles (Polit. 1. 3 , c. 3 ) .
natural y la ley de gracia. A l 3.° que, puesto que era preciso que
A l argumento 1.° diremos, que no era la l e y fuese dada á algún pueblo ; no so-
oportuno que la ley antigua fuese dada lamente aquellos, de quienes Cristo nació,
inmediatamente después del pecado del recibieron la ley, sino todo el pueblo mar-
primer hombre; y a porque el hombre cado con el sello de la circuncisión , que
confiado en su' razón no reconocía su ne- fue el signo de la promesa hecha á Abra-
cesidad de e l l a , ya porque el dictamen ham y por él creída, como dice el A p ó s -
de la ley de naturaleza no habia sido aún tol ( R o m . 4 ) : por cuya razón fue conve-
oscurecido por la costumbre de pecar. niente que aun antes de D a v i d se diera
A l 2.° que no se debe dar la l e y sino la ley á tal pueblo, y a constituido.
al p u e b l o , puesto que es un precepto
CUESTIÓN XCIX,

Preceptos de la ley antigua.

Pasaremos á t r a t a r de los preceptos de la ley a n t i g u a : 1.° de su distinción , y 2.° de cada género en


particular. Respecto á lo 1.° examinaremos seis p u n t o s , á s a b e r : l.° Hay muchos preceptos de la ley
antigua, ó uno solamente? — 2.° La ley a n t i g u a contiene algunos preceptos morales ? — 3 Ademas de 0

estos preceptos contiene (otros) ceremoniales? —4.° Los contiene también judiciales?— 5.° Com-
prende ademas de estos tres algunos otros? — 6.° De qué modo la ley inducía á la observancia de los
dichos ?

A R T Í C U L O I. — En l a ley antigua s e gun la diversidad de los medios condu-


contiene un solo precepto ? centes á ese fin único.
R e s p o n d e r e m o s , que un precepto de
l.° Parece que en la l e y antigua no se ley, como obligatorio que e s , versa sobre
contiene sino solo un precepto: porque la algo que se debe hacer ; mas el que algo
ley no es otra cosa que un precepto se- deba hacerse proviene de la necesidad de
gún lo dicho ( C . 9 0 , a. 2 y 3 ) . E s así algún fin: lo cual hace evidente que es
que la l e y antigua es única. L u e g o no esencial al precepto que importe orden á
contiene sino un solo precepto. su fin , en cuanto se preceptúa lo que es
2.° Dice el Apóstol ( R o m . 1 3 , 9 ) : necesario ó conducente al fin. M a s para
si hay algún otro mandamiento, se com- un solo fin suelen ser necesarias ó conve-
prende sumariamente en esta palabra, nientes muchas cosas ; y según esto pue-
amarás á tu prójimo como á tí mismo. den darse diversos preceptos sobre cosas
Pero este mandamiento es solo uno. L u e - diversas, en cuanto se ordenan á un solo
g o la l e y antigua no contiene más que un fin. P o r lo tanto debe decirse que todos
solo mandato. los preceptos de la ley antigua son uno
3.° S e dice (Matth. 7, 1 2 ) : todo lo que solo según su orden á un solo fin, y son
queréis que los hombres os hagan, hacedlo sin embargo muchos ( 2 ) según la diversi-
también vosotros á ellos ; porque esta es dad de cosas que se ordenan á aquel fin.
la ley y los profetas. E s así que toda la A l argumento 1.° contestaremos, que
ley antigua está encerrada en la ley y en se dice que la l e y antigua es única en
los profetas. L u e g o la ley antigua no tie- orden á un solo fin; y no obstante con-
ne sino un solo precepto. tiene diversos preceptos según la distin-
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol ción de medios que se ordenan al fin :
( E p h . 2 , 15) : derogando con sus decre- así como también el arte de la construc-
tos la ley de los preceptos ; y consta por ción es uno según la unidad del fin, por-
la Glosa (1) que se trata de la l e y an- qué tiende á la edificación de la casa ; y
tigua. L u e g o la l e y antigua contiene en sin embargo contiene diversas reglas se-
sí muchos mandatos. gún los diversos actos á este ordenados.
Conclusión. Todos los preceptos de la A l 2.° q u e , como dice el Apóstol
ley antigua se reducen á uno solo, que ( i Tim. 1, 5 ) , el fin del precepto es la
es el amor de Dios y del prójimo, en or- caridad; porque toda la l e y tiende á con-
den á su único fin; pero son muchos se- solidar la amistad de los hombres entre sí

fl) Tomada de Haymon, y no de San Ambrosio ni de cierto (2) Como luego puede verse, redúcelos el Santo y con él
supuesto comentario suyo, como inconscientemente se anota generalmente los teólogos todos á estas tres clases •. morales,
en algunas ediciones. judiciales y ceremoniales.
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O II. 657

ó del hombre con D i o s ; y en este con- 3.° L a ley antigua se dice letra que
cepto toda la l e y se encierra en este único mata, como se ve ( I I Cor. 3 , 6 ) ( 3 ) ;
precepto, amarás á tu prójimo como a tí pero los preceptos morales no matan, sino
mismo , como en cierto fin ( 1 ) de todos que vivifican, según aquello ( P s . 118, 93):
los mandamientos : porque en el amor al jamás olvidaré tus justificaciones, porque
prójimo se incluye también el amor de en ellas me has dado la vida. L u e g o los
Dios, cuando se ama al prójimo por D i o s . preceptos morales no pertenecen á la l e y
Por esta razón el Apóstol reduce á este antigua.
solo los dos preceptos, que tienen por ob- Por el contrario, se dice (Eccli. 17, 9):
jeto el amor de Dios y del prójimo, de los añadióles ( 4 ) la disciplina, y diales la
cuales dice el Señor ( M a t t h . 22, 4 0 ) : en herencia de la ley de vida ; y la discipli-
estos dos mandamientos consiste toda la na pertenece á las costumbres, pues la
ley y los profetas, Glosa (ordin.) sobre las palabras ( H e b r .
A l 3.° que , según se lee ( Ethic. 1. 9, 1 2 , 1 1 ) omnis... disciplina... dice que «la
c. 8) ( 2 ) , « l o amistoso respecto de otro B disciplina es la enseñanza de las costum-
» provino de lo amigable del hombre para »bres por (medios) difíciles» ( 5 ) . L u e -
» consigo mismo, en cuanto el hombre se g o la ley dada por Dios contenia precep-
B há con otro como para sí mismo B ; y tos morales.
por lo tanto, cuando se dice , todo cuanto Conclusión. La ley antigua contenía
queréis que os hagan los hombres, hacedlo ciertos preceptos morales sobre el ejerci-
asimismo vosotros á ellos, se esplica cierta cio práctico de las virtudes para la san-
regla del amor al prójimo, que implícita- tificación del pueblo.
mente se contiene en esto que se lee R e s p o n d e r e m o s , que la ley antigua
( M a t t h . 1 9 , 1 9 ) , amarás á tu prójimo contenía ciertos preceptos morales, como
como á tí mismo; siendo por consiguiente se ve (Exod. 2 0 ) , no matarás, no hurta-
cierta esplicacion de este mandamiento. rás : y esto con justa razón; porque, así
como la intención principal de la ley hu-
ARTÍCULO I I . — t a ley antigua contie- mana es el establecer la amistad de los
no preceptos morales ? hombres entre s í , del mismo modo la in-
tención de la l e y divina es la de consti-
l.° Parece que la l e y antigua no con- tuir principalmente la amistad del hom-
tiene preceptos morales : porque la l e y bre con Dios. Siendo pues la semejanza
antigua se distingue de la ley natural, razón de amor según aquello ( E c c h . 13,
como se ha dicho ( C. 9 1 , a. 4 ; y C. 98, 19), todo animal ama á su semejante; es
a. 5); y los preceptos morales pertenecen imposible que haya amistad entre el hom-
á la ley natural. L u e g o no pertenecen á bre y D i o s , que es el mejor, si los hom-
la ley antigua. bres no se hacen buenos : por lo cual se
2.° L a ley-divina debe venir en auxi- dice ( L e v . 1 9 , 2 ) , seréis santos, porque
lio del hombre allí, donde es deficiente la yo soy Santo. L a bondad del hombre es
razón humana ; como se ve en las cosas la virtud, que hace bueno al que la tiene;
de la f e , que son superiores á la razón. y por esto convino que fueran dados tam-
Siendo pues la razón del hombre sufi- bién en la ley antigua preceptos sobre los
ciente al parecer para los preceptos mo- actos de virtudes, y estos son los precep-
rales ; sigúese que los preceptos morales tos morales de la ley.
no son de la l e y a n t i g u a , que es ley di- A l argumento l.°'dirémos, que la ley
vina. antigua se distingue de la ley de la natu-

(1) Secundario ó como intermedio y relativo; puesto que (4) En casi todas las ediciones y salva solo alguna escep-
el primario y radical ó absoluto, al que debe referirse el mis- cion entre las más modernas, como la de Drioux, se omite el
mo amor del prójimo, es el amor de Dios, según harto clara- dativo illis, que sin embargo consta espresamente en el testo
mente se colige del contesto en conformidad con el dicho del de la Vulgata.
Salvador (Malth. 22,38): este es el primero y máximo precepto. (5) Esto debe entenderse, según se colige de la letra mis-
(2) Implícitamente y como en equivalencia, pero más clara ma de la citada Glosa (que dice también consistir la erudición
y espresamente en el c. 14 tanto de los ejemplares antiguos principalmente en las. molestias y sufrimientos esperimenta-
como de los greco-latinos. dos como medios de corrección ó enmienda de los pecados) y
(3) Pío i Cor., según equivocadamente lo hallamos citado esplica San Juan• Crisòstomo añadiendo que «la erudición
con unanimidad en todas las ediciones, que hemos visto ó te- u contituye al atleta fuerte c invencible en los combates».
nido ocasión de confrontar.
SUMA TEOLÓGICA.-—TOMO II. il
658 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS II Y I I I .

raleza, no como completamente estrafia tenia preceptos ceremoniales ademas de


á ella, sino como añadiéndola algo : por- los morales: porque toda l e y que se da á
que, así como la gracia presupone la na- los hombres es directiva de los actos h u -
turaleza, también es preciso que la l e y manos ; y se llaman actos humanos los
divina presuponga la l e y natural. morales, según lo dicho ( C . 1, a. 3). L u e -
A l 2.° que era conveniente á la l e y di- g o parece que en la l e y antigua, que
vina que proveyese al b o m b r e , n o solo fué dada á los hombres, no debieran con-
respecto de las cosas que la razón no tenerse sino preceptos morales.
puede alcanzar, sino también en las que 2.° L o s preceptos que se llaman cere-
pueden ser obstáculos á la misma. L a moniales parecen pertenecer al culto di-
razón humana empero no podía errar en vino, que es acto de virtud, es decir, de
general sobre los preceptos morales rela- religión, la cual como dice Tulio ( R e t h .
tivamente á los mismos preceptos más D e invent. 1. 2 ) , <r incluye el culto de la
comunes (1) de la l e y natural, aunque » naturaleza divina y sus ceremonias».
por la costumbre de pecar estuviera o s - Siendo pues los actos de las virtudes
curecida respecto de las acciones particu- objeto d é l o s preceptos morales, como se
lares ; mas acerca de otros preceptos m o - ha dicho (a. 2 ) ; parece que no se deben
rales, que son como conclusiones deduci- distinguir estos preceptos de los ceremo-
das de los principios comunes de la l e y niales.
natural, la razón de muchos divagaba de 3.° Preceptos ceremoniales parecen
tal m o d o , que ciertas cosas malas por sí ser los que. significan alguna cosa figura-
mismas las juzgaba lícitas : por lo cual tivamente. Pero, como dice San Agustín
fue conveniente que la autoridad de la ( D e doct. christ. 1. 2 , c. 3 y 1 4 ) , « l a s
ley divina viniese en auxilio del hombre » palabras son las que significan mejor
bajo este doble concepto; como se propo- » l a s cosas entre los hombres ». L u e g o
nen á nuestra fe, no solamente las verda- ninguna necesidad hubo de que se contu-
des inaccesibles á la razón, tales como la vieran en la ley los preceptos ceremonia-
Trinidad divina, sino también las que les sobre algunos actos simbólicos.
puede conocer la recta razón, como la Por el contrario, di cese ( D e u t . 4 , 13
unidad de D i o s , á fin de evitar el error y 1 4 ) : las diez palabras que escribió en
s

de la razón humana, en que muchos in- dos tablas de piedra, y á mi me mandó


currían ( 2 ) . en aquel tiempo que os enseñara las ce-
A l 3.° q u e , como San A g u s t í n prueba remonias y juicios, que debierais obser-
(Lib. de spir. et litt. c. 1 4 ) , también la var. E s , a s í que los diez mandamientos
letra de la l e y en cuanto á los preceptos de la l e y son preceptos morales. L u e g o
morales se dice que mata ocasionalmente, ademas de estos h a y también otros pre-
en el sentido de que manda lo que es ceptos ceremoniales.
bueno, sin dar la ayuda de la gracia para Conclusión. La ley antigua contiene
su cumplimiento. preceptos ceremoniales , determinativos
del culto esterno (4) debido á Dios.
ARTÍCULO I I I . — ¿1.a l e y a n t i g u a con- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
t e n i a preceptos c e r e m o n i a l e s (3) a d e m a s d e (a. 2 ) la l e y divina se instituye princi-
los morales? palmente para ordenar los hombres á
D i o s ; en tanto que la l e y humana se pro-
l.° Parece que la l e y a n t i g u a n o con- pone especialmente ordenar á los hom-

(1) Juzgando, por ejemplo, que debe obrarse mal ó no prac- por desgracia y baldón de las presentes generaciones á pres-
ticarse el bien, y así de otros que se reducen á obrar siempre cindir de todo culto esterno ; puos los espíritus fuertes ó des-
en conformidad con el dictamen de la razón, según lo es- creídos é impíos pretenden ser suficiente la honra tributada á
puesto en la C, 04, a. 2 y 6. Dios en el fondo del corazón, y aun censuran los enormes y
(2) V. en la 1." P. P. la C 1, a. 1 ; y en la 2."-2.<e C 2, a. 4. dispendiosos gastos consagrados por la liturgia católica á las
(3) Prescripciones litúrgicas concernientes á la forma y demostraciones públicas y privadas de acatamiento á la divi-
ritos, con que debía ejercerse el culto esterno del Señor, como na Majestad, que estarían (dicencon su afectada filantropía)
eran los relativos á los sacrificios y á las fiestas y otros aná- mucho mejor invertidas en socorrer a los menesterosos y
logos, de los que se citan y describen algunos en los versícu- atender al remedio de la miseria pública. Héaquí una protes-
los 24, 25 y 26-del c. 20 del Éxodo y en sus capítulos 25 al 31 ta terminante de proselilismo del traidor Judas : cuánto mejor
ambos inclusive. no fuera (decía este) vender esos perfumes y repartir su precio en.
(4) Es bien sabida la tendencia hoy demasiado pronunciada tre los pobres? Pocos habrá que ignoren la calificación que hizo
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O I I I . 659

bres entre sí : por cuya razón las l e y e s después de la ocupación de R o m a por.


humanas no se cuidaron de establecer los galos los romanos ofrecieron en dicha
algo acerca del culto divino, sino en or- población sus sacros dones y los conser-
den al bien común de los hombres ; y á varon en gran veneración. A s í pues aque-
causa de esto crearon también muchos llos preceptos, que en la ley pertenecen
(estatutos) acerca de las cosas divinas, al culto de Dios, se denominan especial-
según que les parecía conveniente para mente ceremoniales.
formar las costumbres de los hombres, A l argumento 1.° diremos, que los
como se ve en el rito de los gentiles. L a actos humanos se estienden también al
ley divina por el contrario ordenó á los culto divino; y por lo tanto la l e y anti-
hombres entre sí, según convenia al or- gua dada á los hombres contiene pre-
den que se refiere á D i o s , á cuyo princi- ceptos aún relativos á este objeto.
pal objeto tendía. M a s el hombre se or- A l 2.° que según lo dicho ( C . 94,
dena á D i o s , no solamente por los actos a. 4 ) los preceptos de la ley natural son
interiores de la mente, cuales son creer, comunes y han menester determinación,
esperar y amar ; sino también por ciertas la cual se hace por la l e y humana y por
obras esteriores, con las que atestigua el la l e y divina : y , así como las mismas
hombre su dependencia respecto de l a di- determinaciones, que se hacen por la l e y
vinidad : y estas obras se dicen pertenecer humana, no se dicen ser de l e y n a t u -
al culto de D i o s , culto que por cierto se ral, sino de derecho positivo; igualmen-
llama ceremonia en significación de ofren- te las mismas determinaciones de los pre-
das (munia), esto e s , dones de Céres, ceptos de la l e y natural por la divina
que era tenida por diosa de los frutos, se distinguen de los preceptos morales,
porque se ofrecían á D i o s las primi- que pertenecen á la ley de naturaleza.
cias (1) de los frutos ; ó, como refiere L u e g o reverenciar á D i o s , por ser acto
Valerio Máximo (1. 1. c. 1, núm. 10) (2), de virtud, pertenece al precepto moral;
el nombre ceremonia fue introducido, pero la determinación de este precepto,
para significar el culto divino entre los es decir, que se le honre con tales hos-
latinos, de cierta ciudad próxima á R o m a tias y tales ofrendas, pertenece á los
y que se llamaba Céres ( Care); porque preceptos ceremoniales : por lo cual es-

el Salvador de aquella caridad hipócrita de su mal apóstol, r ¡ Oh venturoso siglo diez y nueve,
diciendo por la pluma de los Evangelistas que no hablaba ins- O, para hablar mejor, decimonono!
pirado por el interés de los pobres, sino porque era ladrón y depo- Por lo demás para quien haya leído una vez siquiera el Pen-
sitario del dinero común (Joann.12, G). Pregúntese á los aco- tateuco de Moisés negar la existencia en él de preceptos ce-
gidos en los asilos de la beneficencia oficial, si están allí me- remoniales vale tanto como cerrar los ojos á la luz del sol en
jor atendidos por mercenarios empleados que en el Relugio y la mitad de un despejado dia de otoño.
hospitales ú otros establecimientos de carácter religioso, ser- (1) Primó en la mayoría de las ediciones : en algunas se
vidos con cariñosa fraternal esplendidez por Hermanas de la lee prima y en otras primee, que precediendo á ex frttgibus es-
Caridad y sacerdotes ó individuos de cofradías y asociaciones presa enteramente la misma idea, qne nosotros traducimos
cristianas, consagrados sin retribución al gratuito servicio de primicias en conformidad con el lenguaje sagrado y eclesiás-
los enfermos y desgraciados ; ó compárense los hospitales de tico.
los Presbíteros naturales de Madrid y de la V. Orden Tercera (2) El propio origen etimológico la atribuye asimismo Aulo
con los intervenidos ó dirigidos por dependientes y de nom- Gelio (1. 4, c. 0), siendo muy probable se refiriesen uno y
bramiento de cualesquiera autoridades ó asociaciones mera- otro á la ciudad de Toscana llamada hoy Cervetere, según
mente civiles : que la respuesta y el resultado de esas compa- vemos en el nuevo Diccionario latino-español del Sr. Raimun-
raciones hablarán muy alto y con decisiva elocuencia sobre do de Miguel; y fundábanse uno y otro de aquellos célebres
la sinceridad de las pretensiones de la nueva raza del apóstol escritores latinos, para preferir tal derivación á la que á pri-
venal y Deicida. Pues compárese por otra parte el gasto oca- mera vista parecía más natural y verosímil, dándola por raíz
sionado por la más solemne y ostentóse pompa de una fiesta el nombre de la diosa Céres, en que este se escribía siempre
sagrada, siquiera se sostenga por diez días consecutivos, como sin diptongo en su primera sílaba, y con él el de la referida
la llamada del Alumbrado en Madrid, con el despilfarrador población, como más comunmente lo lleva también catremonia,
derroche de un té ó de una recepción aristocrática, donde se sin que por otra parte pueda razonablemente reprobarse la or-
gastan en golosinas y placeres sensuales miles de duros en tografía de ceremonia ó cerimonia, usada igualmente no raras
unas pocas horas. Diráse que así se da pan á los obreros y veces en toda clase de obras litúrgicas y que parece justificar
artistas ? que se fomentan los progresos en las artes? que se su filiación de Céres, más natural y directa que la otra ; así
protege á la industriay al comercio? que...? Y cuál de esas como apenas se concibe la mucho más violenta, que la da por
ventajas deja de concurrir igualmente por lo menos en los progenitor el verbo carero (carecer) con San Agustín (Rclract.
pretendidos inútiles despilfarros del culto católico? ¡ Ah ¡ todo 1. 2, c. 37), por cuanto el vulgo se abstiene de intervenir en
para el hombre sensual; nada para Dios ni para sus predilec- los ritos sagrados. De todos modos la cuestión filológica no
tos los pobres! Tal es el carácter predominante del ponderado tiene aquí gran importancia, por más que el Doctor Angélico
siglo del progreso, en que vivimos. No será profanar el carác- mismo tampoco la considere de todo punto insignificante,
ter serio de la presente publicación el poner término á nues- como lo prueba su testo literal, que al menos hace disculpa-
tras observaciones sobro el asunto en cuestión con la sentida bles estos al parecer intempestivos apuntes encaminados á su
epifoncma del insigne Bretón de los Herreros : esclarecimiento y justificación.
660 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS III Y IV.

tos se distinguen de los preceptos mo- antonomasia los morales : luego ademas
rales. de los preceptos morales y ceremoniales
A l 3 . que, como dice San Dionisio
a
hay también los judiciales.
( D e ccel. hier. c. 1 ) , « las cosas divi- Conclusión. Ademas de los preceptos
» n a s no pueden ser manifestadas á los morales y ceremoniales deben reconocerse
» hombres, sino por algunas imágenes en la ley antiqua otros judiciales para
» sensibles» ; y estas mismas imágenes la determinación de los actos de la jus-
mueven más el ánimo, cuando, no solo ticia.
son espresadas por las palabras, sino que R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
se ofrecen á los sentidos. Por esta razón (a. 2 y 3) pertenece á la ley divina orde-
en las Escrituras se dan á conocer las nar á los hombres entre sí y para con
cosas divinas, no solo por medio de l o - D i o s ; y ambas cosas pertenecen cierta-
cuciones simbólicas, como se ve en las mente al dictamen de la l e y natural, á
metafóricas, sí también por emblemas de la cual se refieren los preceptos morales:
cosas propuestas á la vista, lo cual per- pero es preciso que sean determinadas
tenece á los preceptos ceremoniales. por la l e y divina ó humana, puesto que
los principios naturalmente conocidos son
A R T Í C U L O I V . — i A d e m a s de los pre- comunes tanto en lo especulativo como
ceptos m o r a l e s y c e r e m o n a l e s hay también en lo práctico. A s í pues como la deter-
preceptos j u d i c i a l e s ? (1) minación del precepto común del culto
divino se hace por los preceptos ceremo-
1.° Parece que aparte de los preceptos niales, de igual modo la determinación
morales y ceremoniales no hay en la l e y del precepto común para observar la jus-
antigua algunos preceptos judiciales : ticia entre los hombres, se efectúa por
porque dice San A g u s t í n ( C o n t . F a u s - los preceptos judiciales ; y según esto es
t u m , 1. 6 , c. 2 ; 1. 1 0 , c. 2 ; y 1. 19, necesario reconocer en la ley antigua tres
c. 18) que «en la l e y antigua hay precep- (clases d e ) preceptos; los morales que
» t o s para la vida práctica y para la vida se apoyan en el dictamen de la l e y na-
» representativa (significandce) ». E s así tural, los ceremoniales que son determi-
que los preceptos de la vida práctica son naciones del culto divino, y los judicia-
los morales y los de la figurada los cere- les, determinaciones de la justicia, cual
moniales. L u e g o fuera de estos dos g é - debe observarse entre los hombres; por lo
neros de preceptos no deben consiguarse que el Apóstol después de haber dicho
en la ley otros preceptos judiciales. (E,om. 7 ) que la ley es santa, añade que
2.° Sobre estas palabras ( P s . 1 1 8 , 1 0 2 ) su mandamiento es justo y bueno y san-
no me aparté de tus juicios, dice la to : justo en cuanto á los preceptos judi-
Glosa (ord. Cassiod.) : esto e s , « d e los ciales ; santo por relación á los ceremo-
» que constituíste como regla de conduc- niales (porque santo es todo lo que está
» t a » . E s t o pertenece á los preceptos m o - dedicado á D i o s ) ; bueno, esto-es,hones-
rales. L u e g o no se deben distinguir los to respecto de los morales.
preceptos judiciales de los morales. A l argumento 1.° diremos, que tanto los
4.° Juicio parece ser el acto de justi- preceptos morales como también los ju-
c i a , según aquello ( P s . 9 3 , 1 5 ) : hasta diciales pertenecen á la dirección de la
que la justicia venga á hacer juicio. M a s vida humana ; y por eso unos y otros
el acto de.justicia, así como los actos de están comprendidos en el primer miem-
las demás virtudes, pertenece á los pre- bro de la frase de San A g u s t í n bajo el
ceptos morales. L u e g o estos encierran en concepto de la norma de la vida.
sí los judiciales, y así no deben distin- A l 2.° que juicio (judicium) significa
guirse de ellos. la ejecución de la justicia, la cual se ve-
Por el contrario, se dice ( D e u t . 6, 11): rifica por la aplicación de la razón á al-
estos son los preceptos y ceremonias y gunos casos determinados ; y así los pre-
juicios, donde se llaman preceptos por ceptos judiciales tienen algo de común
con los morales, es decir, en cuanto se
derivan de la razón, y algo con los cere-
(]) Determinativos déla observancia y administración de
la,justicia. moniales , en cuanto son ciertas determi-
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O S IV Y V . 661

naciones de los preceptos comunes : por 4.° D í c e s e ( P s . 1 1 8 , 93) : nunca ja-


cuya razón se comprenden algunas veces más olvidaré tus justificaciones, esto es
los preceptos judiciales y los morales bajo (Glosa interl.) <r la ley». L u e g o son pre-
la palabra juicios (judicia), como se ceptos de la l e y antigua, no solo los m o -
dice ( D e u t . 5,1), escucha, Israel, las rales, judiciales y ceremoniales, sino tam-
ceremonias y los juicios (judicia); y otras bién las justificaciones.
veces los preceptos judiciales y los cere- Por el contrario, se dice (Deut. 6 , 1):
moniales, como cuando se dice { L e v . 18, estos son los preceptos, ceremonias y jui-
4 ) , cumpliréis mis juicios y guardaréis cios, que mandó el Señor Dios á vosotros
mis preceptos..., donde la palabra pre- y se ponen al principio de la ley ( 2 ) .
ceptos se refiere á los morales y juicios á L u e g o todos los preceptos de la l e y se
los judiciales y ceremoniales. hallan comprendidos bajo estos tres.
A l 3.° que el acto de justicia en gene- Conclusión. Todos los preceptos de la
ral pertenece á los preceptos morales; ley antigua se reducen á los morales,
mas su determinación en especial á los ceremoniales y judiciales, refiriéndose á
judiciales. ellos ó á su observancia cualesquiera
otras prescripciones de distinta deno-
ARTÍCULO V . — ¿ H a y a l g u n o s otros pre- minación.
ceptos e n l a ley antigua a d e m a s de l a s mora- R e s p o n d e r e m o s , que en la l e y se po-
les , Judiciales y c e r e m o n i a l e s ? nen algunas (disposiciones) á manera
de preceptos, y otras como ordenadas al
l.° Parece que se contienen e n la ley cumplimiento de los mismos. Preceptos
antigua algunos otros preceptos ademas son efectivamente acerca de las cosas que
de los morales, judiciales y ceremonia- se deben hacer, á cuyo cumplimiento es
les : porque los judiciales pertenecen al inducido el hombre por dos motivos; por
acto de justicia ( 1 ) , que es de bombre á la autoridad del que manda, y por la uti-
hombre; mas los ceremoniales al acto de Hdad de su observancia, que es la conse-
religión, por la cual se reverencia á D i o s . cución de algún bien útil, deleitable ú h o -
E s así que ademas de estas virtudes h a y n e s t o , ó la fuga de algún mal contrario.
otras muchas, como la templanza, la Convino pues que en la l e y antigua se
fortaleza, la liberalidad y varias otras propusieran ciertas cosas, que indicasen
según lo dicho ( C . 6 0 , a 5). L u e g o pre- la autoridad de D i o s que manda, como
cisamente ademas de los antedichos deben aquella ( D e u t . 6 , 4 ) : escucha, Israel,
contenerse en la l e y antigua otros m u - el Señor tu Dios es un solo Dios; y
chos preceptos. ( G e n . 1 , 1 ) : en el principio creó Dios el
2.° S e dice (Deut. 1 1 , 1 ) : ama al cielo y la tierra; y los tales se llaman
Señor Dios tuyo, y observ_a sus preceptos testimonios. F u e conveniente también
y ceremonias, y juicios y mandamientos; que se asignaran en la l e y ciertos pre-
pero los preceptos pertenecen á lo moral, mios para los observantes de la l e y y
como se ha dicho ( a . 4 , al 2 . ° ) : luego castigos á sus infractores, como se v e
ademas de los morales, judiciales y cere- ( D e u t . 2 8 , 1 ) : si oyeres la voz del Señor
moniales se contienen también en la l e y Dios tuyo,... te ensalzará sobre todas las
otros, que se denominan mandamientos gentes...; y estas se llaman justificacio-
(mandata ) . nes, según que Dios castiga ó recompen-
3.° L é e s e (Deut. 6 , 1 7 ) : guarda los sa justamente á algunos. M a s lo que se
preceptos del Señor tu Dios y los testi- debe hacer no cae bajo precepto, sino en
monios y ceremonias que te mandé. cuanto tiene algún carácter de débito, el
Luego ademas de todos los preceptos cual es de dos clases : uno según la re-
contiénénse en la l e y los testimonios. gla de la razón, y otro según la regla de

(1) En sentido absoluto y no precisamente estricto, por ley según su interpretación griega) y á continuación del De-
cuanto la justicia propiamente la ejerce cada hombre respecto cálogo repetido en su capítulo v, y ya anteriormente formu-
de otro hombre, y no consigo mismo ni en orden á Dios, á no lado en ele. 20, del Éxodo, libro considerado como el primer
ser en acepción más vaga ó lata. código legal entre los hebreos y en el que no se menciona la
(2) Dice « al principio de la ley », porque en efecto van distinción de preceptos, ceremonias y juicios.
consignados al frente del libro llamado Deúteronomio (segunda
662 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULOS V Y V I .

la l e y que lo determina; como Aristó- | intimó, y mandatos las que mandó ( 3 )


teles (Ethic. 1. 5 , c. 7 ) distingue dos cla- por medio de otros, como parece denotar
ses de l o j u s t o , á saber, moral y legal. el vocablo mismo ( 4 ) .
E l débito moral pues tiene un doble con- D e l o espuesto resulta que todos los
cepto : porque la razón dicta que algo preceptos de la ley se contienen en los
debe hacerse como necesario, sin lo cual
-
preceptos morales, ceremoniales y judi-
no puede existir el orden de la virtud, ó ciales; mientras que las demás (disposi-
como útil para que se conserve mejor el ciones) no tienen carácter de preceptos,
orden de la v i r t u d : y conforme á esto sino que se ordenan á la observancia de
hay ciertas prescripciones morales man- los preceptos, según se ha dicho.
dando ó prohibiendo con precisión, como A l argumento 1.° diremos, que sola la
no matarás, no hurtarás, y estas se lla- justicia entre las demás virtudes implica
man propiamente preceptos : pero otras razón de débito; y por lo tanto las (pres-
se mandan ó prohiben, n o como precisa- cripciones) morales en tanto pueden ser
mente debidas, sino por razón de lo m e - determinadas por la l e y , en cuanto per-
j o r , y estas pueden llamarse mandatos, tenecen á la justicia, de la cual es tam-
por cuanto tienen cierta inducción y per- bién parte la religión, como dice Tulio
suasión ( 1 ) , como aquel ( E x . 2 2 , 2 6 ) : si ( D e iuvent. 1. 2). L u e g o lo justo legal
recibieres de tu prójimo un vestido en no puede ser cosa alguna fuera de los
prenda, se lo devolverás antes de ponerse preceptos ceremoniales y judiciales.
el sol, y algunos semejantes: por lo cual D e lo dicho se infiere la respuesta á
dice San Jerónimo (2)(Prooem. in Marc.) las demás objeciones propuestas.
que « la justicia está en los preceptos,
» pero en los mandatos la caridad.» ARTÍCULO V I . — ¿ t o iey a n t i g u a d e -
E l deber empero por determinación de bió Inducir á l a observancia d e los preceptos
la l e y en las cosas humanas pertenece á por medio de p r o m e s a s y a m e n a z a s tempo-
los (preceptos) judiciales y en las c o - r a l e s ? (5)
sas divinas á las ceremoniales; aunque
también l o referente á la pena ó á los 1.° Parece que la l e y a n t i g u a n o debió
premios puede llamarse testimonios, en inducir á la observancia de los preceptos
cuanto son ciertas protestaciones de la por medio de promesas y amenazas tem-
divina justicia ; mas todos los preceptos porales : porque la intención de la l e y
de la ley pueden recibir el nombre de divina es que todos los hombres se so-
justificaciones, por ser ciertas ejecucio- metan á D i o s por el temor y el amor ;
nes de la justicia legal. P u e d e n también por lo cual se dice ( D e u t . 1 0 , 1 2 ) : y
distinguirse de otro modo los mandatos ahora Israel, ¿qué te pide el Señor tu
de los preceptos; llamándose preceptos Dios, sino que temas al Señor Dios tuyo,
las prescripciones que D i o s por sí mismo y andes en sus caminos y le ames ? P e r o la

(1) Tales son los llamados consejos, tanto en la ley antigua versículos del Ps. 11S, á escepcion únicamente del v. 122, y
como principalmente en la evangélica, conducentes á un son : lex, mándala, testimonia, justificationes, vial, sententice,
grado de perfección no común á la generalidad de los fieles y ludida, sermones, eloquia, verba; y aún queda por enumerar
que suponen vocación especial á observarlos constantemente, proecepta.
constituyendo su profesión por voto y con ciertas formalida- (5) El Santo Concilio de Trento (sess. G, can. 8) anatematiza
des ó reglas anejas á él diversos estados de la vida propia- á quien dijere que el temor del infierno, por el que arrepen-
mente dichos y á perpetuidad, como el monacal ó claustral en- tidos del pecado y absteniéndonos de él recurrimos á la mise-
tre los católicos y el de los nazarenos ó nazaréos en el pueblo ricordia de Dios, es pecado ó hace peores á los pecadores ; ó
'israelítico. que (sess. 14) la atrición ó contrición imperfecta concebida por
(2) La Glosa .ordinaria cita en efecto estas palabras atri- la fealdad del pecado ó el miedo de las penas eternas hace al
buyéndolas nominalmente á San Jerónimo, de quien por mu- hombre hipócrita y más pecador, aun cuando incluya la reso-
cho tiempo se creyó ser el aludido Comentario al Evangelio lución de no pecar y la esperanza del perdón ; ó (can. 5) quo
de San Marcos ; hoy empero está casi completamente fuera no es dolor verdadero y útil, ni libro y voluntario , ni dispo-
de toda duda que no es suyo ni se halla entre sus obras, si sitivo á la graeia el que proviene de la detestación de los pe-
bien no sería tan fácil determinar su verdadero autor. cados por su multitud y enormidad ó de la consideración de
(3) Pues el verbo latino mandare propia y originariamente la perdida bienaventuranza y de la eterna condenación ¡ de-
significa enviar ó remitir, ó bien encargar ó dar encargo ó claraciones motivadas por diversos herejes, según los cuales
comisión do ejecutar algo, transmitiéndolo por emisario ó con- el retraerse do pecar y el servir á Dios y amarle por sus be-
ducto intermedio á quien deba ó haya de desempeñarla. neficios temporales ó por temor del castigo temporal eterno
(4) Es muy de notar según la curiosa observación de Sil- es ilícita hipocresía y verdadero ó mayor pecado que los pre-
vio, reproducida por Drioux, la variedad de voces con que cedentes. Bien se ve en la doctrina de este artículo la conclu-
se halla designada la ley ó sus preceptos, las que llegan a sel' yeme refutación anticipada de semejantes errores.
hasta diea y sin que falte una ú otra en alguno de os 170
CUESTIÓN X C I X . — A R T Í C U L O V I . 663

codicia de las cosas temporales aleja de hombre á la observancia de los preceptos


D i o s ; pues San Agustín dice ( Q q . 1. 8 3 , debe empezar á moverle por lo que está
q. 36) que « l a codicia es veneno de la en su afecto, como se induce á los niños
» caridad». L u e g o las promesas y amena- á que hagan algo por medio de pequeños
zas temporales parecen contrariar la in- obsequios. Ahora bien : se ha dicho an-
tención del legislador, lo cual hace á la teriormente ( C . 98, a. 1, 2 y 3) que la
ley vituperable, como dice Aristóteles l e y antigua disponía para el Cristo, co-
(Polit. 1. 2., c. 9 ó 14) (1). mo lo imperfecto á lo perfecto ; y así se
2.° L a l e y divina es más escelente daba al pueblo todavía imperfecto com-
íjue la ley humana; y vemos en las cien- parativamente á la perfección que debía
cias q u e , cuanto más elevada es alguna, tener por Cristo ; por lo que aquel pue-
procede por medios tanto más altos: blo se compara al niño, que está bajo
luego, puesto que la ley humana procede p e d a g o g o , como se ve ( G a l . 3 ) . Mas la
á inducir á los hombres por medio de perfección del hombre está en que, des-
amenazas y promesas temporales, la l e y preciando los bienes temporales, se ad-
divina no debió valerse de estos medios hiera á los espirituales, como se ve por
sino de otros más dignos. estas palabras del Apóstol ( P h i l i p p .
3.° N o puede ser objeto de premio de 3, 1 3 ) : olvidando lo que queda ati'as,
la justicia ó castigo de la culpa lo que estiéndome á lo que es más principal
acontece igualmente á buenos y malos: (v. 14); y así todos (v. 15) los que somos
pero, según se dice (Eccl. 9 , 2 ) , todas las perfectos vivamos en estos sentimientos.
cosas acontecen igualmente al justo y al Siendo empero propio de los imperfectos
impío, al bueno y al malo, al limpio y al el que deseen los bienes temporales, aun-
no limpio, al que inmola víctimas y al que en orden á D i o s , y de los malos el
que desprecia los sacrificios. L u e g o no cifrar su fin en estos mismos b i e n e s ; de-
es conveniente asignar bienes ó males dúcese que era conveniente que la ley
temporales como castigos ó premios de antigua condujese los hombres á Dios
los preceptos de la l e y divina. por medio de lo temporal, que estaba en
Por el contrario, leemos ( I s . 1, 19): el afecto de los hombres imperfectos.
si quisiereis y me oyereis, comeréis los A l argumento 1.° diremos, que la co-
bienes de la tierra; pero, si no quisiereis dicia, por la que el hombre coloca su fin
y me provocareis á ira, os destruirá la en los bienes temporales, es el veneno de
espada. la caridad ; pero la adquisición de estos
Conclusión. Era conveniente que la bienes temporales , que el hombre desea
antigua ley atrajese á Dios los hombres en orden á D i o s , es cierto camino que
imperfectos y adictos á los bienes terre- conduce á los imperfectos al amor de
nales por medio de temporales recompen- D i o s , según aquello ( P s . 4 8 , 1 9 ) : te
sas y amenazas. alabará, cuando le hicieres bien.
Responderemos q u e , así como en las A l 2.° que la ley humana obra sobre
ciencias especulativas los hombres son los hombres por los premios y penas tem-
inducidos á asentir á las conclusiones por porales, que los mismos hayan de adju-
los medios silogísticos; igualmente en dicar ; en tanto que la l e y divina por re-
cualesquiera leyes lo son á la observan- compensas ó penas propuestas por Dios,
cia de los preceptos por castigos y pre- en lo cual procede por medios más ele-
mios : mas vemos en las ciencias espe- vados.
culativas que los medios se proponen al A l 3.° que, como se convence quien
oyente según su condición; y por lo relea las historias del antiguo Testamen-
tanto, así como es preciso en las ciencias to, el común estado del pueblo fue siem-
proceder con orden, de suerte que la en- pre próspero bajo la ley, mientras la ob-
señanza comience por lo más conocido, servaban; pero, tan luego como de ella
del mismo modo el que quiere inducir al se separaban, eran víctimas de muchas

(1) No c. 7, cual copian unos de oíros casi todos los edito- errata con sacar al margen 2 y no 7 tampoco : lo cual ha ori-
res, cuyo error provino de no estar bastante clara en el ma- ginado la duplicidad de erróneas citas, que se observa en los
nuscrito la cifra ó guarismo 9, que algún copista poco esperto diversos ejemplares. Téngase presente ademas lo acordado
ó escesivamente lijero tomó por 7, reduplicando ademas la on la nota 3 de la página 014.
664 CUESTIÓN XCIX. — ARTÍCULO V I .

adversidades. P e r o algunas personas par- bien porque, cumpliendo esteriormente las


ticulares aun observando la l e y sufrían obras de la l e y , tenían el corazón apega-
algunas adversidades, y a porque se h a - do á los bienes temporales y alejado de
bían hecho espirituales, para que así se Dios (1), según aquellas palabras ( I s .
retrajeran más del afecto á dichos bie- 29, 13): este pueblo me honra con los
nes y fuese más acrisolada su virtud ; ó labios, pero su corazón está lejos de mí.

CUESTIÓN C.

Preceptos morales de la ley antigua.

Pasando y a á t r a t a r de cada uno de los géneros de preceptos de la ley antigua, e s p o n d r é m o s : 1."


los preceptos morales, 2.° los ceremoniales, 3." los judiciales.Acerca de lo 1.° proponémonos doce
artículos. 1." Todos los preceptos morales de la a n t i g u a ley lo son de la ley n a t u r a l ? —2.° Tienen
por objeto los actos de todas las virtudes? —3.° Se reducen todos á los diez m a n d a m i e n t o s del
Decálogo? — 4." Distinción de estos m a n d a m i e n t o s . —5.° Su número. —6." Su orden. — 7.° F o r m a de
su institución. — 8.° Son dispensables ? —9.° El modo de observar la virtud cae bajo precepto? — 10.°
Y el modo de la caridad ? —11.° Distinción de los otros preceptos morales. — 12.° Los preceptos m o r a -
les de la ley a n t i g u a j ustiflcan ?

AuTÍCTJLO I . — Todos los preceptos mo- 3.° Como la razón natural induce á
rales pertenecen á l a ley de l a n a t u r a l e z a ? algunas buenas costumbres, asimismo la
fe, pues también se dice (Gralat. 5, 6) que
l.° Parece que no todos los preceptos la fe obra por la caridad. P e r o la fe no
morales pertenecen á la l e y natural : está contenida en la l e y natural, porque
porque se dice (Eccli. 17, 9 ) : añadióles lo que es de fe es superior á la razón na-
la disciplina, y diales en herencia la ley tural : luego no todos los preceptos m o -
de vida; pero la disciplina se distingue rales, de la l e y divina pertenecen á la
por oposición á la l e y de naturaleza, por l e y de naturaleza.
cuanto esta no se aprende, sino que se Por el contrario, dice S a n P a b l o
tiene por instinto natural. L u e g o no t o - (Rom. 2, 14) que los gentiles, que no tie-
dos los preceptos morales pertenecen á la nen ley, naturalmente hacen lo que es
l e y natural. de la ley ; y esto debe entenderse de lo
2.° L a l e y divina es más perfecta que perteneciente á las buenas costumbres.
la l e y h u m a n a : pero l a l e y humana aña- L u e g o todos los preceptos morales de la
de algunas cosas respecto de las buenas l e y pertenecen á la l e y natural.
costumbres á las que son de la l e y natural; Conclusión. Todos los preceptos mo-
de lo cual es prueba el que la l e y natu- rales necesariamente pertenecen de algún
ral es la misma para todos (2), mientras modo (aunque diverso) ala ley natural.
que esos estatutos sobre las costumbres Responderemos, que los preceptos
son diversos según los diversos (países). morales son distintos de los ceremoniales
L u e g o con mayor razón la l e y divina y judiciales : porque los morales tienen
debió añadir sobre la ley natural algunas por objeto aquellas c o s a s , que por sí
(disposiciones) pertenecientes á algunas conciernen á las buenas costumbres; y,
buenas costumbres. puesto que las costumbres humanas se
consideran en orden á la razón, que es el
fl) Véase la C 107, a. 1. principio propio de los actos humanos,
(2) Según queda demostrado en la C. 94, a. 4, donde ade-
mas se ha esplicado cómo debe eso entenderse. se llaman buenas las costumbres que son
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS I Y ti. 665

conformes á la razón, y malas las que A R T Í C U L O I I . — A t o s precepto» mora-


están en desacuerdo con ella. P e r o , así les de la ley tienen por objeto todos los actos
como todo juicio de la razón especulati- de las virtudes ?
va procede del conocimiento natural de
los primeros principios; así también todo l.° Parece que los preceptos morales
juicio de la razón práctica procede de de la ley no tienen por objeto todos los
ciertos principios naturalmente conocidos, actos de las virtudes : porque se llama
como se ba dicbo (C. 94, a. 2 y 4 ) , y por justificación la observancia de los pre-
los cuales se puede proceder de diversos ceptos de la antigua l e y según aquello
modos para juzgar de cosas diversas: ( P s . 118, 8 ) , guardaré tus justificacio-
porque en los actos humanos hay cosas tan nes ; pero justificación es la ejecución de
esplícitas, que inmediatamente y con po- la justicia : luego los preceptos morales
ca reflexión pueden ser' aprobados ó re- no se refieren sino á los actos de j u s -
probados por medio de aquellos comunes ticia.
y primeros principios ; otras", para cuyo 2.° L o que es de precepto tiene razón
juicio se requiere detenida consideración de débito; y la razón de débito no perte-
de sus diversas circunstancias, cuyo aten- nece á las otras virtudes, sino solo á la
to examen no es para t o d o s , sino de los justicia, cuyo acto propio es dar á cada
sabios, como no es para todos el consi- uno lo debido: luego los preceptos m o -
derar las conclusiones particulares de las rales de la l e y no tienen por objeto los
ciencias reservado á solos los filósofos ; y actos de otras virtudes, sino solamente
otras, para cuyo discernimiento necesita los actos de la justicia.
el hombre el auxilio de la ley divina, co- 3.° Toda ley se establece para el bien
mo son las cosas que se deben creer. E s común, como dice San Isidoro ( E t y m .
pues así notorio que, teniendo por objeto 1. 5 , c. 2 1 ) ; pero entre las virtudes
los preceptos morales las cosas que se sola la justicia mira al bien c o m ú n , se-
refieren á las buenas costumbres, que gún se dice ( E t h i c . 1. 5 , c . l , 2 y l l ) :
son las que están de acuerdo con la razón luego los preceptos morales se refieren
humana, de la que todo juicio se deriva solo á los actos de la justicia.
en algún m o d o ; preciso es que todos los Por el contrario, dice San Ambrosio
preceptos morales pertenezcan á la ley (Lib. de parad, c. 8) que « el pecado es
natural, pero de diverso modo : porque » una transgresión de la l e y divina y des-
hay cosas, que la razón natural de cada » obediencia á los mandatos del cielo » .
hombre discierne inmediatamente por sí E s así que los pecados contrarían á todos
que deben hacerse ó n o , como honra á los actos de las virtudes. L u e g o á la l e y
tu padre y madre, y no matarás, no hur- divina compete ordenar todos estos actos.
tarás, y estas absolutamente son de la l e y Conclusión. La ley humana [ 1 ] solo
natural; otras, que en virtud de más pro- propone preceptos morales propiamente
funda meditación juzgan los sabios que dichos sobre actos de justicia ó de otras
deben observarse, las cuales pertenecen virtudes por sus relaciones con esta i
á la ley natural, pero es necesario que mas [ 2 ] la ley divina los intima respecto
los más sencillos sean instruidos acerca de todos los actos de cualesquiera virtu-
de ellas por los doctos, como ante la ca- des ; aunque [ 3 ] como obligatorios los
beza cana levántate ( 1 ) , y honra la per- indispensables al orden de la razón,
sona del anciano, y otras semejantes; y y [ 4 ] como de consejo los conducentes á
otras en fin, que para juzgar de ellas la perfección de consumada virtud.
la razón humana necesita de la ilustra- Responderemos q u e , como los precep-
ción divina, por la cual somos instruidos tos de la l e y se ordenan al bien común
acerca de lo divino, como aquel (precep- según lo dicho (C. 9 0 , a. 2 ) , es necesa-
to ) : no te fabriques efigies ni otros ído- rio que los preceptos de la l e y se diver-
los ; no tomes el nombre de tu Dios en sifiquen según los diversos modos de las
vano. Con lo dicho es palmaria la solu- sociedades. A s í Aristóteles enseña ( P o -
ción á las objeciones. lit., 1. 3 , c. 9 ; y 1. 4, c. 1 ) que «unas l e -
fl) Frases del Levítico (c. 19, v. 32) que formulan un solo ejemplares por la separación ortográfica, con que las escriben
precepto ¡ y no dos, como parece darse á entender en algunos demasiadamente puntuada.
666 CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O S II Y I I I .

» y e s deben instituirse para una ciudad A l argumento 1.° diremos, que el cum-
» regida por un rey , y otras para la que plimiento de los mandatos de la l e y , que
» l o es por el pueblo ó por algunos m a g - se refieren á los actos de las otras virtu-
u nates de la m i s m a » . E s también diver- des , tiene concepto de justificación, en
sa la manera de ser de la sociedad, á la el sentido de que es justo que el hombre
cual se ordena la ley h u m a n a , de la de obedezca á D i o s , ó también en cuanto es
aquella, á que se ordena la l e y divina ; justo que todo lo que pertenece al hom-
porque la ley humana se ordena á la bre esté sometido á la razón.
sociedad civil, que es de los hombres en- A l 2.° que la justicia propiamente
tre s í , cuya reciprocidad se realiza por dicha se refiere á lo que un hombre
actos esteriores, según los que mutua- debe á otro ; pero en todas las otras vir-
mente se comunican; y esta comunicación tudes se considera lo que las potencias
pertenece á la razón de la justicia, que inferiores deben'á la razón, y según la
es propiamente directiva de la sociedad razón de este débito Aristóteles (Ethic.
humana, y por lo tanto la ley humana 1. 5, c. últ.) asigna cierta justicia me-
no propone preceptos sino respecto de los tafórica.
actos de justicia (1) ; y, si prescribe A l 3.° es evidente la respuesta por lo
algunos actos de otras virtudes, lo hace que se ha dicho de la diversidad de so-
tan solo en cuanto dichos actos deben es- ciedad.
tar comprendidos en la noción de justi-
cia , como se ve por lo que dice Aristó-
teles ( E t h i c . 1. 5 , c. 1). Pero la socie- A R T Í C U L O I I I . — ¿ Todos los precep-
dad, á la que se ordena la ley divina, es tos morales de la a n t i g u a ley s e r e d u c e n a los
de los hombres con relación á D i o s , y a diez m a n d a m i e n t o s del Decálogo '?
en la vida presente, y a en la futura : por
lo cual la l e y diviua propone preceptos 1.° Parece que no todos los preceptos
sobre todas aquellas cosas, por las cua- morales de la antigua ley se reducen á
les los hombres se ordenen bien á comu- los diez mandamientos del Decálogo :
nicarse con D i o s ; y , como el hombre se porque los primeros y principales pre-
une á D i o s por la razón ó la inteligencia, ceptos de la ley son estos : amarás al
en la que está ( 2 ) la imagen de Dios, Señor tu Dios, y amarás á tu prójimo,
la ley divina establece preceptos sobre como se lee (Matth. 2 2 , 37 y 3 9 ) ; y
todas aquellas cosas, por las que se or- estos dos no se hallan contenidos en-
dena debidamente la razón del hombre : tre los preceptos del D e c á l o g o . L u e g o
lo cual se verifica por los actos de todas no todos los preceptos morales se hallan
las virtudes, porque las virtudes intelec- contenidos en los mandamientos del D e -
tuales arreglan bien los actos de la razón cálogo.
en sí misma; y las morales las ordenan
2.° L o s preceptos morales no se redu-
rectamente en cuanto á las pasiones inte-
cen á los ceremoniales, sino más bieu
riores y operaciones esternas. E s pues
viceversa; pero entre los preceptos del
evidente que la ley divina propone con-
D e c á l o g o hay uno ceremonial, á saber,
venientemente preceptos acerca de los
acuérdate de santificar el dia del sába-
actos de todas las virtudes; de modo em-
do : luego los preceptos morales no se
pero que unos, sin los que no puede ob-
reducen á todos los preceptos del Decá-
servarse el orden de la virtud, que es el
logo.
de la razón , caen bajo la obligación del
precepto ; y otros conducentes á la con- 3.° L o s preceptos morales tienen por
sumación de la virtud perfecta son úni- objeto todos los actos de las virtudes;
camente de consejo. pero entre los preceptos del Decálogo se
consignan solos los pertenecientes á los

(1) A lo menos de la llamada justicia legal, cuyas mani- de algún modo todos ellos. Tal es el sentido de ese miembro
festaciones tienen siempre por blanco ú objeto el régimen parcial pero interesantísimo de la tesis general y compleja,
justo y pacífico, fin al que asimismo se enderezan cuantos que anotamos con el esclusivo objeto de aclarar el pensamiento
actos de cualesquiera virtudes impone toda humana ley, pre- así espresado en el testo.
cisamente en ese concepto de cooperativos á la paz y al cum- {%) Véase la C. 93, a. G y 7 de la 1.° P. y sus notas 3 y 5 de
plimiento de dicha justicia, a la que por lo m¡6mo pertenecen la pág. 762, y 1 y 5 de la 704 en el T. 1.".
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS III Y I V . 667

actos de la justicia ( 1 ) , como se ve exa- como otros preceptos están contenidos en


minándolos uno por uno : luego los pre- los preceptos del Decálogo, aunque de
ceptos del Decálogo no contienen todos diversa manera : porque los que son l o s
los preceptos morales. primeros y comunes se hallan contenidos
Por el contrario : á propósito de aque- en ellos, á la manera que están los prin-
llo ( Matt. 5 , 1 1 ) , bienaventurados sois, cipios en las conclusiones inmediatas;
cuando os maldijeren... dice la Glosa (or- mientras que por el contrario, los que
din.) que « M o i s é s , al proponer los diez son conocidos por conducto de los sabios
» preceptos, los esplica después por par- se comprenden en ellos como las conclu-
» t e s ». L u e g o todos los preceptos de la siones en los principios (3).
ley son ciertas partes de los mandamien- A l argumento 1.° diremos, que aque-
tos del Decálogo. llos dos preceptos son los primeros y c o -
Conclusión. Todos los preceptos mo- munes preceptos de la l e y de naturaleza,
rales de la ley pueden reducirse bajo al- que son conocidos por sí mismos á la ra-
gún aspecto á los diez preceptos del De- zón humana ó por naturaleza ó por la fe;
cálogo. y por lo tanto todos los preceptos del D e -
R e s p o n d e r e m o s , que los preceptos del cálogo se refieren á dichos dos preceptos
Decálogo difieren de los otros preceptos como las conclusiones á los principios co-
de la l e y , en que los preceptos del D e - munes.
cálogo se dice que fueron propuestos por A l 2.° que el precepto de l a santifica-
el mismo Dios ( 2 ) al pueblo, al paso ción del sábado es moral bajo cierto con-
que los otros se los propuso por medio cepto, es decir, en cuanto por él se man-
de Moisés. L u e g o pertenecen al Decálo- da que el hombre se dedique por algún
go aquellos preceptos, cuyo conocimiento tiempo á las cosas divinas, según aquello
tiene el hombre por sí mismo de Dios ; y ( P s . 4 5 , 1 1 ) , cesad, y ved que yo soy
tales son aquellos, que inmediatamente Dios : y según esto se computa entre los
por los primeros principios comunes pue- preceptos del Decálogo; mas no en cuanto
den conocerse sin largas meditaciones, y á la designación del tiempo, en cuyo con-
ademas los que nos son conocidos desde cepto es ceremonial.
luego por la fe infusa por Dios. Entre A l 3.° que la razón de débito está más
los preceptos del D e c á l o g o no se compu- oculta en las otras virtudes que en la j u s -
tan pues dos géneros de preceptos : cua- ticia, por lo cual los preceptos de los ac-
les son aquellos, que son los primeros y tos de estas virtudes no son tan conoci-
comunes, que no h a y necesidad de re- dos del pueblo como los de los actos de
producirlos , por cuanto están escritos en justicia ; los que por lo mismo están con-
la razón natural, como conocidos por sí tenidos especialmente en los mandamien-
mismos, como que el hombre á nadie tos del D e c á l o g o , que son los primeros
debe hacer mal, y otros análogos ; y ade- elementos de la l e y .
mas aquellos, que por una diligente in-
vestigación-de los sabios se v e que con-
ARTÍCULO I V . — ¿ t o s p r e c e p t o s d e l
vienen á la razón; puesto que estos pro-
Decálogo s e distinguen convenientemente? (4)
vienen de Dios al pueblo mediante la en-
señanza de los doctos. P e r o tanto unos 1.° Parece que los preceptos del D e -

(1) Pues aun los tres primeros, que (como saben hasta los (4) Lo que principalmente motiva el asunto de este a. 4, es
niños) pertenecen al honor de Dios, se refieren también á la el no constar positiva y dislintamente^el orden de enumera-
justicia, de la que es parle la virtud de la religión; toda vez ción de los diez preceptos constitutivos del Decálogo, no sa-
que en justicia y hablando con toda propiedad le es debido biéndose con entera seguridad y certeza cuál de ellos fué el
por nuestra parte el culto y los demás actos de religión. primero esculpido en las tablas de piedra, por más que común
(2) Esto es, por el Ángel de Dios que personalmente le re- y aun vulgarmen te se adopta como inequívoca la creencia (cor-
presentaba; al paso quo los otros fueron promulgados al pue- roborada ademas por la práctica artística de los pintores y es-
blo por medio de Moisés : observación que concilla perfecta- cultores) de que en la primera de dichas dos tablas estaban
mente lo que aquí so dice en el testo con lo consignado en grabados los tres primeros concernientes á nuestros deberes
la C. (1S, a. 3. directos para con Dios, y en la segunda los siete restantes re-
(3) Así es que el Decálogo puede muy bien considerarse lativos á nuestras relaciones de justicia y caridad para con los
como epítome ó compendio de todas cuantas leyes puedan prójimos, y»áun respecto también de nosotros mismos. No es
instituirse, así eclesiásticas como civiles y de cualquier índole pues do estrañar que sobre un asunto al parecer tan claro é
ó género; puesto que todo cuanto en ellas de cualquier modo indiscutible hayan surgido ta n diversas opiniones, como las
legítimamente se prescriba dedúcese de él como contenido que el Santo Doctor menciona y discute en el cuerpo del ar-
en él. tículo, cuyo epígrafe nos ha parecido inescusable anotar así
668 CUESTIÓN G.—ARTÍCULO IV.

cálogo se distinguen inconvenientemente: en vano el nombre de tu Dios. L o s per-


porque la latría es una virtud distinta de tenecientes al prójimo dice que son seis,
la f e ; pero los preceptos se dictan sobre á saber : \.°'honra á tu padre y á tu ma-
los actos de las virtudes, y lo que se dice dre; 2° no matarás ; 3.° no fornicarás;
al principio del D e c á l o g o , no tendrás 4.° no cometerás hurto; 5° no dirás falso
dioses ajenos delante de mí, pertenece á testimonio ; 6.° no codiciarás.
la fe, y lo que á continuación se añade, P e r o desde luego parece inconveniente
no fabricarás efigies... se refiere á la la- que el precepto de la observancia del
tría : luego son dos preceptos y no uno, sábado se ingiera entre los del decálogo,
como dice S a n A g u s t í n (Qua?st. 71 in E x . ) si de ningún modo pertenece á é l ; y en
2.° L o s preceptos afirmativos se dis- segundo l u g a r , p o r q u e , puesto que está
tinguen en la l e y de los negativos, como escrito ( M a t t b . 6, 24) nadie puede servir
honra al padre y á la madre, y no mata- á dos señores; parece ser sustancialmente
rás ; pero esto, que se dice, Yo soy el Se- lo mismo y caer bajo un mismo precepto
ñor tu Dios, es afirmativo, y lo que sigue, Yo soy el Señor tu Dios, y no tendrás
no tendrás en mi presencia dioses estra- estraños dioses. A s í que Orígenes ( H o m .
ños, es negativo. L u e g o son dos preceptos, 8 in E x o d . ) , distinguiendo asimismo cua-
y no están contenidos en u n o , como San tro preceptos en orden á Dios, pone estos
Agustín afirma (ibid.) dos por uno s o l ó , por 2.° no harás
3.° Dice el Apóstol ( E o m . 7, 7) : no escultura (ídolos), por 3.° no tomarás
conocía yo la concupiscencia, si la ley no el nombre de tu Dios en vano, y por 4.°
dijera, ano codiciarás»; y así parece acuérdate de santificar el dia del Sá-
que este precepto no desearás es un solo bado ; dejando los otros de acuerdo con
precepto, y no debió por lo tanto ser di- Hesiquio. Pero, como bacer estatua ó si-
vidido en dos. mulacro no está probibido, sino en el sen-
Por e l contrario está la autoridad tido de que no se les venere como á dio-
del mismo San A g u s t í n ( Glossa super ses ( pues en el tabernáculo mandó Dios
E x . ibid.), donde fija tres preceptos per- se biciera la imagen del Serafín, como se
tenecientes á D i o s y siete al prójimo. dice E x . 2 5 ) ; San Agustín (ibid.) pone
Conclusión. De los diez preceptos del más convenientemente bajo un solo pre-
decálogo tres dicen orden á Dios y siete cepto , no tendrás ajenos dioses y no eli-
al prójimo, cuya distribución es conve- girás estatua. Igualmente el deseo de la
niente y razonable. mujer ajena para el concúbito pertenece
Responderemos, q u e los preceptos del á la concupiscencia de la carne ; mas el
decálogo se ban distinguido de varios deseo de otras c o s a s , q u e se desean por
modos por diversos (autores.) Hesiqio poseerlas, pertenece á la concupiscencia
( L e v i t . 26 , 1 . 7 Comment. c. 2 6 ) dice de los ojos; por cuyo motivo S a n Agustín
sobre aquel p a s a j e , diez mujeres cuecen (ibid.) distingue dos preceptos de no de-
panes en un solo horno, que el precepto sear la bacienda ajena ni la mujer ajena,
de la observancia del sábado no es de los viniendo así afijar tres preceptos en orden
diez preceptos; porque no se ba debido á Dios y siete en orden al prójimo , que
observar al pie de l a letra en todos los es lo más aceptable (1).
tiempos. Distingue sin embargo cuatro A l argumento 1.° diremos , que la la-
preceptos pertenecientes á Dios , siendo tría no es sino cierta protestación de la
el 1.° yo soy el Señor tu Dios; el 2.° no fe, y por consiguiente no deben darse di-
tendrás otros dioses delante de mí; como versos preceptos de una y otra. Sin em-
San Jerónimo distingue también estos bargo más bien deben formularse algunos
dos ( O s . 10) á propósito de las palabras preceptos sobre la latría que sobre la fe,
á causa de sus dos iniquidades; el 3.° no porque el precepto de la fe se presupone
te fabricarás estatua; y el 4.° no tomarás á los del d e c á l o g o , como el del amor:

para ilustración de los lectores sencillos, y que podrían acaso más bien que á las exigencias y condiciones de un criterio
escandalizarse de oir asegurar á otros más instruidos lo que recto é imparcial.
tal vez tenían por -verdad de todo punto inconcusa, siendo así (1) Y comunmente admitido entre los teólogos y consignado
que no radica en otro fundamento ú origen que cierta piadosa hasta en los catecismos más elementales, como saben perfec-
tradición acomodada á las capacidades de mediano alcance tamente aun los más rudos entre los fióles católicos.
CUESTIÓN C — A R T Í C U L O S IV Y V. 669

p u e s , así como los primeros preceptos al hombre á sí mismo, sino únicamente á


comunes de la ley de naturaleza son per se Dios y al prójimo ; parece que es insufi-
conocidos por razón natural y no nece- ciente la enumeración de los preceptos
sitan promulgarse ; así también el creer del Decálogo.
en Dios es lo primero y conocido per se 2.° Cómo la observancia del sábado
por el que tiene la f e , pues es necesario pertenecía al culto de D i o s , así también
que el que se llega á Dios crea que hay la de otras solemnidades (1) y la inmo-
Dios, como se dice ( H e b r . 11, 6); y por lación de los sacrificios. E s así que entre
lo tanto no necesita de otra promulgación los preceptos del D e c á l o g o hay uno per-
que la infusión de la fe. teneciente á la observancia del sábado :
A l 2.° que los preceptos afirmativos luego también debe haber algunos refe-
se distinguen de los negativos, cuando no rentes á esas otras solemnidades y al rito
está uno comprendido en el otro; como de los sacrificios.
en la honra á los padres no se incluye el 3.° A s í como se puede pecar contra
que á ningún hombre se le prive de la Dios por el perjurio, así también blasfe-
vida, ni viceversa ; y por esta causa se mando ó mintiendo de otro modo contra
dictan sobre esto dos preceptos diversos: la divina doctrina. P e r o solo se consigna
m a S j cuando el afirmativo está compren- un precepto prohibiendo el perjurio, di-
dido en el negativo ó recíprocamente, no ciendo, no tomarás el nombre de tu Dios
se establecen sobre esto diversos precep- en vano: luego el pecado de blasfemia y
tos ; como no se da un precepto dispo- de falsa doctrina deben prohibirse por
niendo no harás hurto, y otro referente á algún precepto del Decálogo.
conservar ó restituir la hacienda ajena ; 4.° A s í como el hombre tiene amor
y por la misma razón no hay diversos natural á sus padres, también á sus hijos;
preceptos de creer en dioses ajenos. y el mandamiento de la caridad se es-
A l 3.° que toda concupiscencia convie- tiende igualmente á todos los prójimos.
ne en una razón c o m ú n ; por lo cual el M a s los preceptos del D e c á l o g o se orde-
Apóstol habla en singular del precepto nan á la caridad según aquello ( I Tim.
referente á la concupiscencia; pero, como 1, 5) : el fin del precepto es la caridad.
en particular hay diversas especies de con- L u e g o , así como se fija un mandamiento
cupiscencias, por eso San Agustín (ibid.) referente á los p a d r e s , igualmente de-
distingue diversos preceptos que las pro- bieron ponerse algunos concernientes á
hiben , porque difieren en especie según los hijos y á otros prójimos.
la diversidad de acciones ú objetos con- 5.° E n cada género de pecado se peca
cupiscibles, como dice Aristóteles ( E t h i c . de corazón y de obra; pero en algunos
1. 10, c. 5). géneros de p e c a d o s , como en el hurto y
el adulterio, se prohibe por separado el
pecado de obra diciendo no fornicarás,
ARTÍCULO V. — So'cnumernn conve- no hurtarás, y separadamente el pecado
nientemente los preceptos del Decálogo?
de pensamiento cuando se dice, no codi-
ciarás la hacienda de tu prójimo, y no
l.° Parece que los preceptos del D e c á - desearás la mujer de tu prójimo. Luego
logo no se enumeran convenientemente : lo mismo debió hacerse respecto del pe-
porque , como dice San Ambrosio ( l i b . cado de homicidio y del falso testimonio.
D e parad, c. 8 ) , el pecado es « l a trans- 6.° Como sucede que el pecado pro-
» gresion de la ley divina y la desobe- viene del desorden del (apetito) concu-
» diencia á los mandatos celestiales». piscible , así también del irascible: y ,
Pero los pecados se distinguen, según puesto que por ciertos preceptos se pro-
que el hombre peca contra D i o s ó contra hibe la concupiscencia desordenada, di-
el prójimo ó contra sí mismo. N o esta- ciéndose no desearás; también debieron
bleciéndose pues entre los mandamientos espresarse algunos preceptos en el D e c á -
del D e c á l o g o precepto alguno, que ordene logo , por los que se prohibiese el desór-

(l) Por ejemplo, las de la Pascua y la llamada Neomenia ó ceremoniales en diversos Libros del Antiguo Testamento y
del Novilunio, la de los Tabernáculos y la de Pentecostés, y con especialidad en los de Moisés.
varias otras mencionadas y doscritas con sus respectivos ritos
670 CUESTIÓN C — A R T Í C U L O V .

den del ( 1 ) irascible. P o r consiguiente cometa contra é l , y á esto se ordena


no parece que se enumeran conveniente- el segundo mandamiento, no tomarás en
mente los diez preceptos del D e c á l o g o . vano el nombre del Señor tu Dios; y el
Por el contrario, dícese ( D e u t . 4 , 13): servicio es debido al señor en recompensa
os mostró su pacto, que mandó que obser- de los beneficios que de él reciben los
varais; y las diez palabras, que escribió subditos, y á esto se refiere el tercer pre-
cepto de la santificación del sábado en
en dos tablas de piedra.
memoria de la creación de las cosas. L a s
Conclusión. Los diez preceptos, que re- relaciones de uno con sus prójimos pue-
gulan las relaciones del hombre con Dios den ser buenas en especial y en general:
y con sus prójimos, han sido conveniente- en especial en cuanto á aquellos de quien
mente enumerados en el Decálogo, distri- es deudor, pagándoles su débito, y á esto
buidos en dos grupos ; conteniendo el pri- se, refiere el cuarto precepto de honrar á
mero de estos los tres concernientes á los padres ; y en general para con todos,
Dios y el segundo los que se refieren al de modo que á nadie se irrogue daño ni
prójimo. de obra ni de palabra ni de corazón. D e
Responderemos q u e , según se ha di- obra se infiere daño al prójimo, y a en su
cho (a. 2 ) , así como los preceptos de la propia persona en cuanto á su conserva-
ley humana ordenan el hombre á cierta ción, y esto se prohibe, cuando se dice no
matarás, y a en la persona unida á él para
comunidad de hombres, así los preceptos
la propagación de la prole, lo cual se veda
de la l e y divina lo ordenan á cierta co-
en la frase no adulterarás ( 4 ) ; y a en
munidad ó república de hombres some- cuanto á sus posesiones, que se refieren á
tida á Dios. M a s , para que alguno se en- lo uno y lo o t r o , respecto de lo cual se
cuentre bien en una comunidad, se re- consigna no hurtarás. E l daño de pala-
quieren dos cosas : 1 . que se conduzca a
bra se prohibe, cuando se dice, no habla-
bien con el que preside á la comunidad ; rás falso testimonio contra tu prójimo;
y 2 . que se comporte rectamente con los
a
así como el daño de corazón, al intimar-
demás consocios y compartícipes de la se no codiciarás. También según esta di-
misma. Conviene pues que en la ley di- ferencia pueden distinguirse tres precep-
vina se consignen 1.° algunos preceptos, tos en orden á D i o s , de los cuales el 1.°
que ordenen el hombre á Dios; y 2° otros, se refiere á la o b r a , aludida en las pala-
que lo ordenen á los otros prójimos, que bras no construirás simulacro; el 2.° á la
viven juntamente ( 2 ) con él bajo (la de- palabra, no tomarás en vano el nombre
de tu Dios; y el 3.° al c o r a z ó n , porque
pendencia de) Dios. Mas al príncipe de
en la santificación del sábado, en cuanto
la comunidad debe el hombre tres cosas :
es un precepto m o r a l , se prescribe el re-
I n f i d e l i d a d , 2 . reverencia, 3 . servi-
a a

poso del corazón en Dios. O bieu según


cio. L a fidelidad al Señor consiste en San Agustín (Conc. 1 in P s . 3 2 ) por el
que no tribute á otro el honor del prin- primer precepto veneramos la unidad del
cipado, y esto es lo que se espresa en primer principio, por el segundo la ver-
el primer- precepto , cuando se dice , no más generalmente denotar cualquier abuso do mujer no pro-
tendrás dioses ajenos ; la reverencia al pia del que de ella abusa por acto carnal consumado, inclu-
señor requiere (3) que nada injurioso se yendo por consiguiente la fornicación en general y cuales-
quiera que sean las circunstancias , que la hagan mudar de
(1) Como los arrebatos de la ira por esceso, y por defecto especie ó aumenten su gravedad. Porque efectivamente, así
la pusilanimidad é inmotivado temor. como se diría con toda propiedad que hurla ó roba el que se
(2) Conviventes; no convenientes, según se ve en la edición
áurea y en alguna otra, y parece haberse tomado de la falta apropia lo que no es suyo, tenga ó no legítimo dueño conocido
de precisión ó claridad en los caracteres manuscritos : por lo ó por conocer ; del propio modo y por idénticas razones el usar
que preferimos adoptar la rectificación de Kicolai, más con- uno de mujer no unida á él por el contrato matrimonial, que
forme desde luego con el contesto.
(3) Requirit con la generalidad de las ediciones, aunque las la haría propia suya, es á su vez cierta especie de adulterio,
romanas con el códice de Alcañiz ponen requirilur (se re- por cuanto se apropíala que no le pertenece, prescindiendo
quiere). de la circunstancia de ser ó no actualmente y de hecho pro-
(4) Non moechaberis : no se colija de aquí que solo se prohibe
piedad reconocida de algún otro. Esto demuestra á nuestro
en este mandamiento el adulterio propiamente tal, y no tam-
bién la fornicación aun con persona libre de todo vínculo con- parecer con sobrada evidencia la sinrazón de los que preten-
yugal ó religioso ó de consanguinidad ó afinidad : pues, si den fundar en la palabra repetida un argumento, para probar
bien el verbo latino moscliari etimológica ú originaria y estric- que ese precepto del Decálogo no prohibe más pecados de las-
tamente-significa el comercio ilícito ante todos los códigos con
mujer unida á otro en matrimonio, lo que constituye el ver- civia ó deshonestidad que única y esclusivamente él adulterio
dadero adulterio; el uso harto común aun entre los clásicos y en su más propia y estricta acepción.
mucho más el de los escritores sobre moral ó religión le hace
CUESTIÓN C. — ARTÍCULO V. 671

dad divina y por el tercero su bondad, recibido antes ó futuro prefigurado, é


por la que somos santificados y en la igualmente por esto se ofrecían todos los
cual descansamos como en nuestro fin (1). sacrificios. M a s entre todos los beneficios
A l argumento 1.° puede responderse de Dios, que debían conmemorarse, el pri-
de dos modos : 1.° porque los preceptos mero y principal era el beneficio de la
del D e c á l o g o se refieren á los mandamien- creación, que se celebraba por la santi-
tos del amor ; mas hubo de intimarse al ficación del sábado ; y así ( E x . 2 0 , 11)
hombre el precepto de amar á Dios y al se da por razón de este precepto porque
prójimo, porque respecto á esto la ley na- en seis dias hizo Dios el cielo y la tierra...;
tural estaba oscurecida por causa del pe- y entre todos los beneficios futuros, que
cado; no empero en cuanto al amor de sí debían ser prefigurados, el principal y
mismo, respecto del cual estaba en vigor final era el descanso de la mente en D i o s ,
la l e y natural; ó también porque el amor ya al presente por la g r a c i a , ya en el
de sí mismo va incluido en el amor de porvenir por la gloria, el cual ( 2 ) era t a m -
Dios y del prójimo, puesto que el hom- bién simbolizado por la observancia del
bre se ama verdaderamente ordenándose sábado; por lo cual se dice (Is. 58, 13)
á D i o s ; por cuya razón en los manda- si apartares del sábado tu pie á hacer tu
mientos del D e c á l o g o se espresan sola- voluntad en mi santo dia, y llamares al
mente los preceptos pertenecientes al sábado delicado y santo para gloria del
prójimo y á Dios ; 2.° puede decirse tam- Señor... : porque estos beneficios primera
bién por otra parte que los preceptos del y principalmente están en la mente de los
Decálogo son aquellos, que el pueblo re- nombres, sobre todo de los fieles; al paso
cibe inmediatamente de D i o s , por lo que que se celebran otras solemnidades por
se dice ( D e u t . 10, 4 ) , escribió en las ta- algunos beneficios particulares temporal-
blas conforme á lo que antes habia es- mente transitorios , como la celebración
crito las diez palabras, que os habló el de la P a s c u a (Phase) por el beneficio de
Señor; por consiguiente conviene que los la pasada libertad del E g i p t o , y por la
preceptos del D e c á l o g o sean tales que futura pasión de Cristo , que pasó en el
puedan ser comprendidos inmediatamente t i e m p o , escitándonos al descanso del sá-
por el pueblo. M a s el precepto tiene ca- bado espiritual: y por lo t a n t o , prescin-
rácter de débito; y el que el nombre deba diendo de todas las otras solemnidades y
necesariamente algo á Dios ó al prójimo sacrificios, de solo el sábado se hacia
hállase al fácil alcance de la inteligencia mención entre los preceptos del D e c á l o g o .
del hombre y principalmente del fiei, pero A l 3.* q u e , como dice el A p ó s t o l
el que al hombre se deba necesariamente ( H e b r . 6 , 1 6 ) , los hombres juran por el
algo de lo que pertenece á sí mismo y no que es mayor que ellos ; y el juramento
á otro, no se comprende así tan luego. es la mayor seguridad para terminar sus
Parece pues bajo el primer aspecto que contiendas: y a s í , por lo mismo que el
cada cual es libre en lo que al mismo juramento es común á t o d o s , prohíbese
pertenece; y por esta razón los preceptos, especialmente en un precepto del D e c á -
por los cuales se prohiben los desórdenes logo el desorden acerca del juramento (3).
del hombre para consigo mismo, llegan al Mas, como el pecado de falsa doctrina no
pueblo mediante la enseñanza de los sa- es propio sino de p o c o s , no era necesario
bios, y por lo tanto no pertenecen al D e - que de esto se hiciese mención entre los
cálogo. preceptos del D e c á l o g o ; aunque también
A l 2.° que todas las solemnidades de se prohibe en cierto sentido la falsedad
la antigua ley fueron instituidas en con- de la doctrina, al decirse no tomarás el
memoración de algún beneficio divino, ó nombre de tu Dios en vano, pues una

(t) Algunos teólogos y espositores relacionan no sin fun- redacción testual de Nicolai en conformidad con la edición de
damento y con bastante propiedad dichos tres preceptos alas Pádua de 1712, aunque la de 1098 con las romanas y alguna
divinas personas, refiriéndose al Padre la unidad recomen- otra de acuerdo con el códice de Alcañiz escriben : propter
dada en el 1.°, al Hijo la verdad insinuada en el 2.° que pro- hoc prohibilio inordinationis circa juramentum specialiter prmeepío
hibe la falsedad del juramento, y al Espíritu Santo la santi- decalogi prohibelur (palabra esta última que Madalena propone
ficación espresamente preceptuada en el 3.° se sustituya por perhibetur), « por esto la prohibición del des-
(2) El descanso ó reposo, quies. » orden respecto del juramento se prohibe (ó bien, se espresa)
(3) Nos atenemos en la versión del precedente pasaje á la » especialmente por precepto del decálogo».
672 CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O S V Y V I .

Glosa "(interl.) espone : « no dirás que mencion de las pasiones de lo irascible, y


B Cristo es una criatura ». si únicamente de las de lo concupiscible.
A l 4.° que la razón natural dicta desde
luego al hombre que á nadie haga injuria; A R T Í C U L O V I . — ¿Estánordenado» con-
y por esto los preceptos del D e c á l o g o , v c n l e n t c m e n t e l o s diez preceptos del Decá-
que prohiben hacer daño, se estienden á logo ?
todos. M a s la razón natural no nos intima
inmediatamente que se debe hacer algo l.° Parece que los diez preceptos del
en favor de otro, sino á quien el hombre D e c á l o g o se hallan inconvenientemente
debe a l g o ; y la deuda de los hijos para ordenados : porque el amor del prójimo
con los padres es de tal modo evidente, parece ser previo al amor de Dios, puesto
que por ninguna tergiversación puede ne- que el prójimo nos es más conocido que
garse, por ser el padre el principio de la Dios según aquello ( i Joann. 4 , 2 0 ) :
generación y del ser y ademas de la edu- quien no ama á su hermano, á quien ve,
cación y de la doctrina, por cuya razón ¿ cómo puede amar á Dios, á quien no
no se espresa bajo precepto del D e c á l o g o ve? P e r o los tres primeros mandamientos
que se preste á otro beneficio ú obsequio del D e c á l o g o pertenecen al amor de Dios,
alguno, sino á los padres : los cuales por y los otros siete al amor del prójimo.
su parte no parecen ser deudores á sus L u e g o los preceptos del D e c á l o g o se ha-
hijos por algunos beneficios recibidos (de llan ordenados inconvenientemente.
ellos), sino más bien por el contrario. E l 2.° P o r los preceptos afirmativos se
hijo es también algo del padre, y los pa- mandan los actos de las virtudes, y por
dres aman á sus hijos como á cosa propia, los negativos se prohiben los de los vi-
según dice el Filósofo ( E t h i c . l . 8, c. 12). cios; mas según Boecio (Comment. Predio.
Por las mismas razones no se consignan 1. 4 , D e opp.) «deben ser estirpados los
en el D e c á l o g o algunos preceptos concer- x> vicios, antes que se implanten las virtu-
nientes al amor de los hijos, como tam- y> des» : luego entre los preceptos perte-
poco otros relativos al amor del hombre necientes al prójimo debieron ser coloca-
á sí mismo. dos los preceptos negativos antes que los
A l 5.° que el deleite del'adulterio y la afirmativos.
utilidad de las riquezas son por sí mismos 3.° L o s preceptos de la l e y se refieren
apetecibles, en cuanto participan de la á los actos humanos ; y antes es el acto
razón de bien deleitable ó útil ; en vista del corazón que el de la palabra ó el de
de lo cual fue conveniente prohibir res- la acción esterior : luego inconveniente-
pecto de ellos no solo la obra sino tam- mente se relegan al último lugar los pre-
bién el deseo. P e r o el homicidio y la fal- ceptos de no codiciar referentes al co-
sedad son cosas horribles por sí mismas razón.
(porque el prójimo y la verdad son ama- Por el contrario, dice el Apóstol (Rom.
dos naturalmente) y no se desean sino 13, 1) : las cosas que provienen de Dios
por otro (fin) ; por cuya razón no fue son ordenadas ( 1 ) . E s así que los pre-
preciso acerca del pecado de homicidio y ceptos del D e c á l o g o han sido dados por
de falso testimonio prohibir el pecado del Dios inmediatamente según lo dicho
corazón, sino únicamente el de obra. ( a . 3 ) . L u e g o están en orden conve-
A l 6.° que, según se h a dicho ( C . 23, niente.
a. 1 ) , todas las pasiones de lo irascible Conclusión. Los diez preceptos del
se derivan de las pasiones de lo concupis- Decálogo están dispuestos én orden con-
cible ; y por l o tanto en los preceptos del venientemente (2).
D e c á l o g o , que son cómo los primeros ele- Responderemos, que según lo dicho
mentos de la l e y , no era preciso hacer (a. 3 ; y 5, al 1.°) los preceptos del D e c á -

(1) Ya hemos anotado antes de ahora que las palabras adu- ferentcs á Dios á los que respectan al prójimo, y según sue-
cidas en el testo se hallan en la Vulgata latina formuladas en len recitarse por los simples fieles bien instruidos en los ru-
esta otra algo diversa construcción : quce autem sunt, á Veo or- dimentos de la Doctrina cristiana, atendida su respectiva con-
dinala sunt, * las cosas que son han sido ordenadas por Dios. formidad con la razón y la consiguiente gravedad gradual de
V. la nota 1, pág. 205, del T. i." los pecados correlativamente opuestos.
(2) £1 indicado en la Conclusión del a. 4, antepuestos los re-
CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O S VI Y V I I . 673

logo tienen por objeto lo que la mente de nacer; y este más grave que el hurto,
del hombre concibe inmediatamente y que pertenece á los bienes esteriores.
con facilidad; y es evidente que tanto A l argumento 1.° diremos que, aunque
mejor se acepta por la razón algo, cuanto respecto á la percepción de los sentidos
su contrario es más grave y repugna más el prójimo es más conocido que D i o s ; sin
á la razón ; y no lo es menos que, como embargo el amor de Dios es la razón del
el orden de la razón comienza por el fin, amor al prójimo, como luego se eviden-
lo más repugnante á la razón es que el ciará ( 2 ) ; por cuya razón los preceptos
hombre se halle desordenado con respecto que ordenan á Dios debieron consignarse
al fin. E l fin de la vida humana y de la los primeros.
sociedad es Dios : por consiguiente los A l 2.° q u e , así como Dios es la causa
preceptos del Decálogo debieron ante todo universal y el principio del ser de todos,
ordenar al hombre á Dios, cuyo contrario del mismo modo el padre es cierto prin-
es lo más g r a v e ; al modo mismo que en un cipio del ser para el hijo ; y por lo tanto
ejército, que se ordena al jefe como á su después de los preceptos pertenecientes á
fin, lo primero es que los soldados le es- D i o s con razón se asigna el relativo á los
tén subordinados, y lo contrario de esto padres. L a objeción procede, cuando lo
es lo gravísimo, siendo secundario el que afirmativo y lo negativo pertenecen al
correlativamente se ordenen entre sí. mismo género de obra : y ni aun en este
Ahora bien: entre los mismos (preceptos) caso es de una completa eficacia; porque,
que nos ordenan á D i o s lo 1.° es desde si bien en la ejecución de la obra antes
luego que el hombre esté fielmente some- debe procurarse la estirpacion de los vi-
tido á D i o s , no teniendo comunicación cios que la implantación de las virtudes,
alguna con los enemigos; lo 2.° que le según se dice ( P s . 3 3 , 1 5 ) , apártate de
preste reverencia, y lo 3.° que le consa- lo malo, y haz lo bueno, y en (Is. 1, 16 y
gre su servicio: y mayor crimen es en 17), cesad de obrar perversamente, apren-
un ejército el que el soldado haga traido- ded á hacer el bien; sin embargo en el
ramenté pacto con el enemigo, que si co- conocimiento es anterior la virtud que el
mete algún desacato al general; y esto á pecado, porque «por lo recto se conoce
su vez más grave que el no tributarle » l o oblicuo» ( D e anima, 1. 1 , t. 8 5 ) : y,
algún obsequio, faltando á la debida defe- pues por la ley se tiene conocimiento del
rencia. — E n cuanto á los preceptos en pecado ( R o m . ó ) , según esto el precepto
orden al prójimo es evidente que lo que afirmativo debió ó habría debido antepo-
más repugna á la razón y es más grave nerse ; mas esta razón no es la del orden
pecado es que el hombre no cumpla sus debido, sino la ya espuesta, porque en los
obligaciones con las personas de quienes preceptos que se refieren á D i o s , que son
es más deudor : por cuya razón entre los los de la primera tabla ( 3 ) , se coloca el
preceptos, que se refieren al prójimo, pú- precepto afirmativo en último lugar, por-
nese el primero el que concierne á los pa- que su transgresión induce menor reato.
dres ; y entre los demás preceptos tam-
A l 3." que, aunque el pecado de cora-
bién se manifiesta el orden según la gra-
zón sea anterior en la ejecución, su pro-
vedad de los pecados, porque más grave
hibición sin embargo es objeto de la razón
y repugnante á la razón es pecar de obra
con posterioridad.
que de palabra, y más de palabra que de
corazón; como también entre los pecados
de obra el más grave es el homicidio, por ARTÍCULO VIL— i-os p r e c e p t o s iiei D e -
el cual se quítala vida al hombre ya exis- cálogo están dictados convenientemente ?
tente, que el adulterio, por el cual se im-
l.° Parece que los preceptos del decá-
pide la legitimidad (1) de la prole que ha
logo se esponen inconvenientemente : por-

(I) Cerliluño propiamente designa la determinación del ver- segun su significación usual la nota de infamia y privación
dadero padre, que, por serlo aunque üegalmente, contrae de- de derechos filiales y sociales anejas al ilegítimo, y más aún
beres á favor del hijo ; y no es fácil reclamarsu cumplimiento, al hijo adulterino.
no constando con certeza quién es el obligado á ellos. Creemos (2; En la 2."-2.1° C. 25, a. 1, directa y esplicitamente; y
no obstante interpretar fielmente el pensamiento por la pa- también en su C. 20, a. 2, y C. 27," a. S.
labra legitimidad, que envuelve la compleja IDEA de certi- (3) Véase la nota 4 de la página 007. ..<•.,
dumbre y de responsabilidad, insinuando al propio tiempo
SUMA TEOLÓGICA — T O M O 11.
674 CUESTIÓN C — ARTÍCULO V I I .

que los afirmativos ordenan á los actos ser evidente que los preceptos de la ley
de virtudes, y los negativos retraen de han sido formulados convenientemente.
los de los vicios ; y en cualquier materia A l argumento 1.° diremos, que de la
las virtudes y los vicios son opuestos en- afirmación se sigue siempre la negación
tre sí. L u e g o en cualquiera materia, so- de lo opuesto ; mas no siempre de la ne-
bre la que ordena un precepto del D e c á - gación de un opuesto se deduce la afir-
logo , debió establecerse precepto afirma- mación del otro: porque hay consecuencia
tivo y negativo ; y por lo tanto inconve- en decir, «si algo es blanco, no es negro»,
nientemente se asignan unos afirmativos mas no en que « si no es negro, luego es
y otros negativos. blanco »; dado que la negación se estiende
2.° D i c e San Isidoro ( E t y m . 1. 2, c. 10) á muchas más cosas que la afirmación.
que «toda ley se apoya en la razón» ; y, D e aquí asimismo resulta que este pre-
pues todos los preceptos del D e c á l o g o cepto negativo « no se debe injuriar » se
pertenecen á la ley divina, en todos ellos . estiende á mayor número de personas
debió asignarse su razón, y no solamente según el primer dictamen de la razón
en el primero y tercero. que « el que sea debido prestar á otro
3.° P o r la observancia de los precep- » (algún) obsequio ó beneficio » Sin em-
tos se merece la recompensa de Dios. E s bargo la razón desde luego nos dicta
así que las divinas promesas son de pre- que el hombre es deudor del beneficio ú
mios de los preceptos. L u e g o la promesa obsequio para con aquellos, de quie-
debió asociarse á todos ellos, y no solo nes ha recibido beneficios, si y a no los
al primero y al cuarto. ha recompensado : pero hay dos seres,
4.° L a ley antigua es llamada ley del á quienes jamas puede nadie recompen-
temor, en cuanto por la conminación de sar suficientemente los beneficios de ellos
los castigos inducía á la observancia de recibidos, y son Dios y el padre, como se
sus preceptos ; mas todos los preceptos d i c e ( E t h i c . 1.8, c. u l t . ) ; por lo cual solo
del D e c á l o g o pertenecen á la ley anti- se consignan dos preceptos afirmativos,
gua : luego en todos debió establecerse uno respecto del honor (debido) á los pa-
la amenaza de la p e n a , y no solo en el dres y otro de la celebración del Sába-
primero y segundo. do en conmemoración de los beneficios
divinos.
5.° Todos los preceptos de D i o s deben
ser conservados en la memoria; pues A l 2.° que aquellos preceptos, que son
leemos ( P r o v . 3, 3 ) : copíalos en las ta- puramente morales, tienen su razón ma-
blas de tu corazón. L u e g o el bacer men- nifiesta ; por lo que no fue preciso que se
ción de la memoria solo en el tercer pre- les añadiese razón alguna. Pero se añade
cepto es inconveniente; y por lo tanto á algunos de estos preceptos uno ce-
parece que los preceptos del D e c á l o g o remonial determinativo del precepto mo-
han sido propuestos de un modo incon- ral común, como en el primer precepto
veniente. no harás escultura, y en el tercero se de-
Por el contrario, se dice ( S a p . 11, 2 1 ) termina el dia del Sábado; por lo cual en
que Dios lo hizo todo con número, peso uno y otro fue menester asignar la razón.
y medida. L u e g o con mayor razón- ob- A l 3.° que comunmente los hombres
servó el conveniente modo de dictar los ordenan sus actos á alguna utilidad; por
preceptos de su ley. lo que á aquellos preceptos, de los que
Conclusión. Procediendo los diez pre- no parecía seguirse ó se impedía alguna
ceptos de la ley de la divina Sabiduría, utilidad, fue necesario agregar la promesa
han sido prescritos convenientí sima- de premio : mas, como los padres decli-
mente. nan y a á desaparecer y ya no se espera
R e s p o n d e r e m o s , que en los preceptos de ellos utilidad, por lo tanto se añade
de la ley divina se contiene la más eminen- al precepto de honrar á los padres una
te sabiduría; por lo cual se dice ( D e u t . promesa;. como también al precepto que
4, 6) , esta es vuestra sabiduría é inteli- prohibe la idolatría, porque por él pare-
gencia delante de los pueblos ; y al sabio ce se impedía una aparente utilidad, que
incumbe disponer todas las cosas con el los hombres creen poder conseguir por
debido modo y orden: por lo tanto debe medio de pacto con los demonios.
CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS VII Y V I H . 675

A l 4.° que los castigos son necesarios Cristo; infiérese que los prelados pueden
principalmente contra que son propensos dispensar eialos preceptos del D e c á l o g o .
al mal, como se dice (Ethic. 1. 10 c. ult.) ; 3.° Entre los preceptos del D e c á l o g o
por cuya razón solamente se añade la con- se contiene la prohibición del homicidio,
minación de penas en aquellos preceptos precepto que parece ser dispensado por
de la l e y , en que interviene la inclinación los hombres, puesto que según las leyes
á lo malo : y los hombres se inclinaban humanas se quita la vida lícitamente á
á l a idolatría por l a costumbre general algunos hombres, como los malhechores
de los gentiles, como los hay también pro- y los enemigos. L u e g o los preceptos del
pensos al perjurio por la frecuencia del D e c á l o g o son dispensables.
juramento ; y por esta razón v a unida á 4.° L a observancia del Sábado se en-
los dos primeros preceptos una amenaza. cuentra entre los preceptos del D e c á l o g o ;
A l 5.° que el precepto del Sábado se y en este precepto ha habido dispensa,
consigna como conmemorativo de benefi- pues se dice ( i Mach. 2 , 4 1 ) : y resolvie-
cios anteriores ; y por este motivo se h a - ron aquel dia, diciendo: todo hombre
ce en él espresa mención de la memoria. cualquiera que nos venga á hacer la
O bien, porque el precepto del Sábado guerra en dia de Sábado, combatamos
lleva adjunta una determinación, que no contra él. L u e g o los preceptos del D e c á -
es de la l e y natural ; por lo cual le fue logo son dispensables.
necesaria una amonestación especial. Por el contrario, ( I s . 2 4 , 5 ) son re-
convenidos algunos, porque mudaron el
ARTÍCULO VIII. — i.os preceptos iiei derecho, rompieron la alianza sempiter-
Decálogo s o n dispensantes ? (1) na ; lo que parece deber entenderse prin-
cipalmente de los preceptos del D e c á l o g o .
1.° Parece que los preceptos del D e - L u e g o los preceptos del D e c á l o g o no
cálogo son dispensables: porque estos pueden ser cambiados por dispensa.
preceptos son de derecho natural, que e n Conclusión. Los diez preceptos del
algunos (casos) es deficiente y mutable, Decálogo, que disponen al hombre al bien
como lo es la naturaleza humana, según en absoluto, y en orden á este mismo bien
dice Aristóteles (Ethic. 1. 5, c. 7 ) ; y el con respecto al prójimo, son formalmente
defecto de la l e y es causa de su dispen- de todo punto indispensables.
sación en ciertos casos particulares, como Responderemos, que según lo dicho
se ha dicho ( C . 9 6 , a, 6; y C. 97, a. 4 ) . (C. 96, a. 6 ; y C. 97, á. 4 ) debe darse
Luego en los preceptos del D e c á l o g o dispensa en los preceptos, cuando se pre-
puede darse dispensa. senta algún caso particular, en el cual
2.° Como el hombre con respecto á la siguiendo -estrictamente la letra de la l e y
ley humana, se h a D i o s en cuanto á l a se obraría contra la intención del legis-
ley promulgada por él. P e r o el hombre lador i porque la intención de todo l e -
puede dispensar en los preceptos de la gislador se ordena primaria y principal-
l e y , que el mismo h a establecido. H a - mente al bien común, y secundariamente
biendo sido pues instituidos los preceptos al orden de la justicia y de la virtud, se-
del Decálogo por D i o s , parece que puede gún la cual se conserva y obtiene el bien
dispensar en ellos : y , como los prelados común. P o r lo t a n t o , si se imponen al-
hacen las veces de D i o s en la tierra, pues gunos preceptos, que contengan la con-
dice el Apóstol ( n Cor. 2 , 1 0 ) , porque servación misma del bien común ó el or-
yo también, si algo he condonado, lo he den mismo de la justicia y la virtud; e s -
condonado por vosotros en persona de tos preceptos comprenden la intención

(l) Véase lo espuesto acerca de la dispensa en la nota 4, amplitud al significado de las palabras dispensa ó dispensar, que
p.'igina (i 15. Algunos teólogos con Jcrson han opinado que Dios no falta quien la considere sinónima de interpretación; y sin
puede dispensar en los preceptos de la ley natural y del De- embargo deben distinguirse muy bien una de otra : así que
cálogo ; Escoto con los de su escuela dicen que solo son dis- nadie entre los católicos admite en absoluto la dispensabilidad
pensables los referentes al prójimo ó consignados en la se- de la ley natural reproducida en el Decálogo, en cuanto á lo
gunda tabla, esceptuada no obstante la mentira; Santo Tomás esencial de sus preceptos y de un modo general, pudiendo
y con él la más común y probable opinión sostiene quede nin- (por ejemplo) eximir aun Dios mismo á uno ó muchos de ha-
gún modo admite dispensa sin escepcion de ninguno de los cer daño á otros en todo caso y ocasión sin limitación ni espe-
contenidos en el Decálogo. Todos esos diversos y al parecer cificación alguna, como ni autorizar así en general el homici-
encontrados pareceres pueden concillarse, dando más ó menos dio ó el robo.
676 CUESTIÓN C — A R T Í C U L O VIII.

del legislador, siendo por lo tanto indis- de conceder que lícitamente se mate inde-
pensables : por ejemplo, si en alguna na- bidamente á un hombre; pero el quitar
ción se estableciese por precepto que la vida á los malhechores ó á los enemi-
nadie destruyese la república ni entrega- gos del Estado no es indebido ó injusto;
se la ciudad á los enemigos, ó que nadie y por consiguiente no se contraría en esto
ejecutase algo mal é injustamente, los al precepto del D e c á l o g o , ni tal muerte
tales preceptos no serían susceptibles de es un homicidio que se prohiba en el
dispensa; pero, si dictasen otros enca- mismo, como dice San Agustín ( D e lib.
minados en relación con estos preceptos arb. 1. 1, c. 4) ; é igualmente, si á alguno
á determinar algunos modos particula- se le quita lo que era suyo, siendo debido
res, se podría dispensar en ellos, en que lo pierda, esto no es hurto ni rapiña,
cuanto por la omisión de estos preceptos que se prohiba en el precepto del D e c á -
en algunos casos no se vulnerarían los logo. A s í es que, cuando los hijos de I s -
primeros preceptos, que contienen la in- rael por mandato del Señor quitaron á
tención del legislador; c o m o , si para la los egipcios sus despojos, no hubo hurto;
conservación de la república se decretase porque esto les era debido por sentencia
en alguna ciudad sitiada que vigilasen por de Dios. D e l propio modo Abraham,
la guarda de la misma algunos de cada cuando consintió en quitar la vida á su
barrio, podría dispensarse con algunos hijo , no consintió en homicidio; porque
por razón de alguna mayor utilidad. M a s era debido el que muriese por el mandato
los preceptos del D e c á l o g o contienen la de Dios, que es Señor de vida y muerte,
intención misma del legislador, es decir, puesto que él es quien da la muerte á
de D i o s : porque los preceptos de la pri- todos los hombres justos é injustos por el
mera tabla, que ordenan á D i o s , contie- pecado de nuestro primer padre , cuya
nen el orden mismo al bien común y final, sentencia si el hombre la ejecuta por au-
que es D i o s ; y los preceptos de la se- toridad divina, no será homicida , como
gunda contienen el orden de la justicia, tampoco lo es D i o s . Asimismo Oseas
que debe observarse entre los bombres, en su trato carnal con una mujer prosti-
es decir, que nadie haga lo indebido y tuta ó adúltera no cometió adulterio,
que se de á cada uno lo que se le debe : porque usó de la que era suya según el
pues de este modo deben entenderse los mandato divino, que es el autor de la ins-
preceptos del Decálogo, que por lo tanto titución del matrimonio. A s í pues los
son absolutamente indispensables. preceptos del D e c á l o g o son inmutables
A l argumento 1.° diremos que Aristó- en cuanto á la razón de justicia que con-
teles no habla de lo j u s t o natural, que tienen ; pero en cuanto á alguna deter-
contiene el orden mismo de la justicia, minación por aplicación á hechos singu-
porque este nunca falta, puesto que la lares (por ejemplo, si este ó aquel hecho
justicia debe ser observada; sino que es homicidio , hurto ó adulterio, ó no ) ,
habla de ciertos determinados modos de esto es m u d a b l e , ya por autoridad divina
observarse la justicia, que en algunos en las cosas que son instituidas por solo
(casos) fallan. D i o s , como en el matrimonio y otras aná-
logas ; y a también por autoridad humana,
A l 2.° que, como dice el A p ó s t o l ( n
como en las que están sometidas á la ju-
Tim. 2, 13), Dios permanece fiel, no
risdicción de los hombres ; porque en
puede negarse á sí mismo ; y se negaría,
cuanto á esto los hombres hacen las ve-
si quitase el orden de su justicia, siendo
ces de Dios, pero no en cuanto á todo.
él mismo su justicia : por lo cual D i o s no
puede dispensar en cuanto á que sea lí- A l 4.° que aquella resolución más fue
cito al hombre no conducirse bien en or- interpretación del precepto que dispen-
den á Dios ó no someterse al orden de su sa (1); porque no se entiende violar el
justicia, aun en lo que regula las rela- sábado el que hace una obra, que es ne-
ciones de los hombres entre sí. cesaria á la salud humana, como lo prue-
A 1 3 .° que se prohibe en el Decálogo ba el Señor ( M a t t h . 12).
el homicidio, en cuanto es cosa indebida;
porque así este precepto contiene la ra-
zón de justicia: y la l e y humana no p u e - (1) Véase lo dicho en las notas 4, pág. 045, y 1 de la 075.
CUESTIÓN C . — A R T Í C U L O I X . 617

ARTÍCULO IX. hiciere, merecería p e n a : lo cual empero


— E I modo de ia vir-
tud cae bajo e l precepto de l a ley? es contrario á la intención de la l e y que r

tiende á inducir al hombre á la virtud,


l.° Parece que el modo de la virtud acostumbrándole á las buenas obras. L u e -
cae bajo el precepto de la ley: porque el g o el modo de la virtud no cae bajo pre-
modo de la virtud consiste en que alguno cepto.
obre justamente lo que es j u s t o , y con Conclusión. Bajo él precepto de la
fortaleza lo fuerte y así de las demás vir- ley [ 1 ] cae propiamente todo aquello,
tudes. P e r o en el Deuteronomio se manda que motiva su sanción penal: y así el
(Deut. 16, 2 0 ) ( 1 ) , administrarás la jus- modo de la virtud [ 2 ] cae cajo el pre-
ticia con rectitud ( 2 ) . L u e g o el modo cepto de las leyes divinas y humanas en
de la virtud se comprende en el precepto. cuanto á obrar con ó sin conocimiento;
2.° L o que principalmente cae bajo el solo de la divina [ 3 ] respecto á la volun-
precepto es lo que está en la intención tad é intención ; y ni de una ni otra [ 4 ]
del legislador, la cual principalmente se en cuanto á obrar_ por el hábito de la
dirige á hacer virtuosos á los hombres, virtud.
como se dice ( E t h i c . 1. 2, c. 1; y 1. 1, c. 9, R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
y e . 1 3 ) ; y es propio del virtuoso obrar ( C . 9 0 , a. 3 , al 3.°) el precepto de la l e y
virtuosamente : luego el modo de la vir- tiene fuerza coactiva; y por lo tanto aque-
tud cae bajo el precepto. llo , á que la ley obliga, cae directamente
3.° E l modo de la virtud parece ser bajo el precepto de la ley misma. Tía, coac-
propiamente el que alguno obre volunta- ción de la l e y se verifica por el temor del
ria y agradablemente; pero esto cae bajo c a s t i g o , como se dice ( E t h i c . 1. 10 c.
el precepto de la l e y divina, puesto que últ.) ; puesto que aquello, por que la ley
se dice ( P s . 9 9 , 1) : servid al Señor con impone una pena, cae propiamente bajo
alegría; y ( i l . Cor. 9, 7): no con tristeza, su precepto. M a s para la determinación
ni como por fuerza; porque Dios ama al del castigo la l e y divina procede de di-
que alegremente da; donde la Glosa (or- verso modo que la l e y humana ; pues no
din. A n g . in P s a l m . 91 ) d i c e : ce todo lo se impone pena legal sino por las cosas,
» que haces de bueno, hazlo con alegría, de que puede juzgar el legislador, porque
» y entonces lo haces b i e n ; m a s , si lo la l e y castiga previo juicio. Ahora bien:
»haces con t r i s t e z a , se hace de tí ( 3 ) , el hombre, que es legislador en lo huma-
» no lo haces t ú » . L u e g o el modo de la n o , no puede juzgar sino de los actos e s -
virtud cae bajo el precepto. teriores, dado que los hombres ven lo que
Por el contrario: nadie puede obrar aparece, como se dice ( i . E e g . 16, 7 ) : y
como el virtuoso, á no ser que tenga el solo á D i o s , que es el autor de la divina
hábito de la virtud, como lo indica el F i - l e y , compete juzgar de los movimientos
lósofo ( E t h . 1. 2, c. 4 ó 5 ) ; y , p u e s todo interiores de las voluntades, según aquello
el que infringe el precepto de la ley m e - ( P s . 7, 1 0 ) : Dios, que escudriñas los co-
rece castigo, seguiríase que el que no tie- razones y los ríñones.
ne hábito de la virtud, cualquier cosa que S e g ú n esto pues debe decirse que en

(1J En cuantas ediciones hemos "visto hallamos citado equi- ejemplares góticos y manuscritos de la Glosa antigua y en los
vocadamente c. 15, en vez del 10, que en la áurea únicamente impresos de la moderna : solo en las de Paris (antigua) y de
aparece reemplazado por el c. 10, que es el genuino; y por Ambéres y Madrid (1782) y en alguna otra menos conocida se
cierto que lo consigna con todas sus letras decimosexto, sin lee sic directo, redacción visiblemente errónea, cuyo origen
duda para llamar la atención sobre la errata visiblemente ma- esplica Píicolai suponiendo que algún copista ó escribiente
terial en su origen, cuanto rutinaria en las posteriores. creyó ver s por f y c por í, y leyendo sic en lugar de fit; y, no
(2) Así traduce el P. Scio la frase del testo juste quodjustum siéndole fácil conciliar con este adverbio el sentido de la lo-
est exequeris (la Vulgata dice persequeris) refiriéndolo precisa- cución, húbole de parecer lógico y acertado sustituir d é t e por
mente á los jueces, de quienes efectivamente venia hablando directo : variación por cierto de ningún modo justificable, pero
en los versículos precedentes : pero el contesto mismo auto- ni aun satisfactoriamente descifrada en nuestra opinión apues-
riza y aun sugiere esta otra versión más general y que prefe- to que la simple sustitución de sic por fit no destruía el sen-
riríamos, salvo el respeto á la competencia y justificado crite- tido, hasta el punto de hacer necesaria la subsiguiente trans-
rio del eminente traductor, á la vez que más ajustado á la le- formación de los monosílabos de te en el adverbio trisílabo £ít-
tra : ejecutarás (6 procurarás) justamente lo que es justo. reetc, que por su parte tampoco arroja-sentido aceptable en
(3) Fit de t e , cual consta espresa y clarísiinamente en el conformidad con el pensamiento del Autor, indudablemente
testo mismo de San Agustín y en las ediciones de Colonia, espresado en nuestra versión de acuerdo con los más autori-
Douai, París (moderna de Drioux) y en general en todas las zados editores y comentaristas.
más correctas y autorizadas, como asimismo en los diversos
678 CUESTIÓN C. — ARTÍCULOS IX Y X.

cuanto á algunas cosas el modo de la tos, que es la virtud; y otra, sobre la que
virtud es regulado por la ley humana y trata de imponer precepto, que es la que
la divina; respecto de otras solo por la encamina ó predispone á la virtud, es de-
ley divina, y en otras ni por la ley hu- cir, el acto de virtud: pues no es lo mismo
mana ni por la divina. E l modo de la el fin del precepto que el objeto sobre que
virtud consiste en tres cosas, según Aris- se da, como ni en lo demás es lo mismo el
tóteles ( Etbic. 1. 2, c. 4 ): 1. « si obra a
fin que lo que á él conduce.
» uno á sabiendas ( s c i e n s ) » (1), de lo A l 3.° que el ejecutar sin tristeza la
cual juzgan la ley divina y la humana, obra de virtud cae bajo el precepto de la
pues lo que uno nace por ignorancia lo ley divina, porque todo el que obra con
hace per accidens; y así según la igno- tristeza obra no queriendo: pero el obrar
rancia algunas cosas se juzgan condena- con placer ó con alegría y regocijo en
bles ó perdonables, ya por la ley humana, cierto modo cae bajo el precepto, es de-
y a según la divina ; 2. que obre volun-
a
cir, en cuanto proviene la delectación del
tariamente y con ele.ccion y eligiendo por amor de D i o s y del prójimo, lo que es
e s t o , lo cual importa un doble movi- de precepto, por ser el amor causa de de-
miento interior de la voluntad y de la lectación; mas no en otro concepto, esto
intención, de los que y a se ha hablado es, según que la delectación es efecto del
(C. 8-y C. 12) , y de estas dos cosas no h á b i t o , porque « l a delectación en la
juzga la ley humana (2), sí solo la di- » obra es signo del hábito engendrado » ,
vina; p o r q u e - l a humana no castiga al como se dice (Ethic. 1 . 2 , 0 . 2 6 3 ) , toda
que quiere matar y no m a t a ; mas sí la vez que un acto puede ser deleitable por
l e y divina, según consta (Matth. 5, 22): el causa del fin ó por la conveniencia del
que se enoja con su hermano, obligado hábito.
será ajuicio; 3. que « tenga y obre firme
a

» é invariablemente », firmeza propia del


ARTÍCULO X . — E I modo de i» caridad
hábito, es decir, que obre en virtud del
cae bajo el precepto de la ley divina ? (4)
hábito arraigado, en cuyo concepto el
modo de la virtud no cae bajo precepto 1.° Parece que el modo de la caridad
ni de la ley divina ni de la ley humana; cae bajo precepto de la divina l e y : porque
pues ni se castiga por D i o s ni por el se dice (Matth. 19, 17): si quieres entrar
h o m b r e , como no se castiga como trans- en la vida, guarda los mandamientos; de
gresor del precepto al que tributa á sus lo cual parece deducirse que la obser-
padres el debido honor, por más que no vancia de estos basta para entrar en la
t e n g a el hábito de la piedad (filial) (3). vida. P e r o las obras buenas no bastan
A l argumento 1.° diremos, que el modo para hacernos entrar en la v i d a , si no se
de ejecutar un acto de justicia, que cae hacen con caridad, puesto que se dice
bajo precepto, consiste en que se obre ( i Cor. 13, 3): si distribuyere todos mis
según el orden del d e r e c h o , y no según bienes en dar de comer á pobres, y si
el hábito de la justicia. entregare mi cuerpo para ser quemado,
A l 2.° que la intención del legislador y no tuviese caridad; nada me aprove-
se refiere á dos cosas : una, á la que él se cha. L u e g o el modo de la caridad está
propone inducir por medio de los precep- (comprendido) en el precepto.

(1) Sabiendo lo que hace ó con conocimiento del acto mis_ (4) El Concilio de Trento {sess. 6, can. 7) lanzó anatema con-
mo, aun cuando ignore la ley ó el precepto concerniente á su tra todo el que con Lutero dijese que «cuantas obras se hacen
operación ; por cuanto la ignorancia respecto del acto es in- » por cualquier concepto antes de la justificación son verda-
compatible con la libertad y la moralidad, y no así la de la » deros pecados y merecen el odio de Dios » , ó que . « cuanto
key (al menos respecto de la positiva), sin el que todavía » más ardientemente se esfuerza uno por disponerse á la gra-
puede apercibirse dé la bondad ó malicia de la acción por la » cia, tanto más gravemente peca ». Bien se ve la estrecha
luz ó razón natural. conexión de esta doctrina con la espuesta en el presente ar-
(2) Porque el hombre no puede penetrar al fondo del co- tículo , y que puede interpretarse en dos sentidos , según
razón , para conocer la intención y voluntad del agente, lo observa Drioux : 1.° « ¿ hay algún precepto de la ley divina,
cual es esclusivomente propio de solo Dios, á cuya ley por » que prescriba determinado modo de caridad?» y la solución
lo mismo se somete el juicio en cuanto á esto. en tal concepto debe ser indudablemente afirmativa¡ 2.°
(3) Precisamente el hábito es el fin inmediato de la ley, «¿los preceptos de la divina ley sobre cualesquiera otros ac-
cuyos preceptos tienden á crear hábitos virtuosos, los que atos de virtudes nos obligan á ejecutarlos precisamente por
por lo mismo mal pudieran ser objeto de sanción penal, cas- »caridad? » en cuya acepción es negativa la respuesta , como
tigando al que ya no los tuviese adquiridos , en cuyo caso se ve terminantemente y con entera distinción en la Con-
estaría de mas la ley, cualquiera y de cualquier clase que sea. clusión,
CUESTIÓN C. -— ARTÍCULO X. 679

2.° A l modo de la caridad pertenece caridad no cae bajo el precepto. U n o s y


propiamente el que todas las cosas se otros dicen algo de verdad; porque el
hagan por Dios ; y esto cae bajo precep- acto de la caridad puede considerarse de
to , porque dice el Apóstol ( i Cor. 10, dos maneras: 1. según que es cierto acto
a

31) : hacedlo todo á gloria de Dios. L u e - per s e , y en este sentido cae bajo el pre-
g o el modo de la caridad es de precepto. cepto especial de la ley, amarás al Señor
3.° Si el modo de la caridad no es de tu Dios, y amarás á tu prójimo; respecto
precepto, podrá alguno cumplir los pre- de lo cual es verdad lo que dijeron los
ceptos de la l e y , sin tener caridad. Pero primeros, puesto que no es imposible ob-
lo que puede ser hecho sin caridad, pue- servar este mandamiento, que se refiere
de serlo también sin gracia, la cual siem- al acto de caridad, toda vez que el hom-
pre va unida á la caridad. L u e g o alguno bre puede disponerse á tener caridad, y
puede cumplir los preceptos de la l e y sin una vez obtenida puede usar de ella ; 2 . a

gracia. E s t o empero es el error de P e l a - en cuanto es modo de los actos de otras


g i o , como se ve por lo que dice San virtudes, esto e s , en cuanto los actos de
Agustín (lib. D e hasresibus, hasresi 8 8 ) . estas se ordenan á la caridad, que es el
L u e g o el modo de la caridad es de pre- fin del precepto, como se dice ( i Tim. 1) ;
cepto. porque se ha espuesto ( C. 12 , a. 4 ) que
Por el contrario : todo el que no ob- la intención del fin es cierto modo formal
serva el p r e c e p t o , peca mortalmente. Si del acto ordenado al fin, y en este sentido
pues el modo de la caridad es de precep- es cierto lo que dijeron los»segundos, que
to , se sigue que todo el que obra algo y el modo de la caridad no es de precepto;
no por caridad, peca mortalmente; y, lo cual quiere decir ( 1 ) que en este
como el que no tiene caridad obra no por mandamiento «honra al padre » no se
caridad, dedúcese que cualquiera que no exige que se honre al padre por caridad,
tiene caridad peca mortalmente en toda sino solo que se le honre. L u e g o el que
obra que h a c e , como quiera y por más honra á su padre , aunque no tenga cari-
que sea del género de las buenas obras: d a d , no se hace transgresor de este pre-
lo cual es inconveniente. cepto ; siquier lo sea del precepto que im-
Conclusión. El modo de la caridad [1] pone el acto de caridad, y por cuya trans-
cae bajo el precepto de la ley divina, que gresión merece pena.
especialmente manda el amor de Dios y A l argumento 1.° d i r e m o s , que el S e -
del prójimo ; pero [ 2 ] no per se y en ge- ñor no d i j o , si quieres entrar en la vida
neral bajo los demás preceptos, como eterna, « cumple un mandamiento »; sino
siendo requisito indispensable para cum- guarda todos ( 2 ) los mandamientos;
plirlos el ejecutar los actos de todas las entre los cuales también se contiene el
virtudes por caridad. del amor de D i o s y del prójimo.
R e s p o n d e r e m o s , que acerca de este A l 2.° que bajo el precepto de la cari-
punto hubo contrarias opiniones. A l g u - dad se contiene el amar á Dios de todo
nos dijeron en absoluto que el modo de corazón; al cual pertenece el que todas
la caridad cae bajo el precepto; y no es las cosas se refieran á Dios, y por lo tanto
imposible observar este precepto aun al el hombre no puede cumplir el precepto
que no tiene caridad, puesto que se pue- de la caridad sino refiriendo también á
de disponer para que D i o s se la infunda; D i o s todas las cosas. A s í pues el que
n i , cuando alguno que no tiene caridad honra á sus padres está obligado á hon-
hace algo del género de buenas obras rarlos por caridad, no en fuerza de este
peca mortalmente, por ser este un pre- precepto, honra á tus padres, sino por la
cepto afirmativo, el que se obre por ca- de este otro : amarás al Señor tu Dios
ridad , y no obliga por siempre, sino por con todo tu corazón : y , puesto que estos
el tiempo que alguno tiene caridad. Otros dos preceptos son afirmativos y que no
dijeron que absolutamente el modo de la obligan por siempre (3), pueden obligar
(1) ¡loe esl dlclum, según la generalidad do las ediciones: los mandamientos, aunqueno dijoespresamente omnia, «todos».
algunos empero escriben dicta, como so ve en la edición de (3) Ad semper, á estarlos cumpliendo a todas horas y en to-
Eápoles do 17G3 y en la do Madrid de 1782 entro otras : nues- dos los actos , de modo que se falto á la observancia del pre-
tra versión concilla ambas redacciones en el fondo idénticas. cepto en cualquier momento no se cumpla en acto y positiva-
(2) Tal es la interpretación natural de la locución genérica mente , como se infringen los negativos cuando quiera se
680 CUESTIÓN C . —ARTÍCULOS X Y XI.

en tiempos diferentes; y así puede suce- Han (2). L u e g o no se distinguen conve-


der que alguno, cumpliendo el precepto nientemente en la l e y otros preceptos
de honrar á los padres , no falte en ello morales fuera del Decálogo.
por omisión al precepto relativo al modo Por e l contrario , se dice ( P s . 18, 8):
de la caridad. la ley del Señor si?i mancilla , que con-
A l 3.° que el hombre no puede obser- vierte las almas ; y también por otros
var todos los preceptos de la l e y , sino preceptos morales añadidos al Decálogo
cumpliendo el precepto de caridad, l o el hombre se conserva sin mancha de
cual no se hace sin la gracia ; y por lo p e c a d o , y su alma se convierte á Dios:
tanto es imposible lo que P e l a g i o dijo, luego á la l e y pertenecía dictar ademas
que el hombre puede cumplir la l e y sin otros preceptos morales.
la gracia. Conclusión. Con razón se añadieron
al Decálogo ciertos otros preceptos mora-
ARTÍCULO X I . — i. S e distinguen con- les , implícitamente incluidos en él, pero
v e n i e n t e m e n t e otros preceptos morales d e l a cuya razón no es bastante notoria á los
ley fuera del Decálogo? hombres sencillos ó poco instruidos.
Responderemos, que según lo dicho
l.° Parece inconveniente distinguir ( C . 9 9 , a. 3 y 4) los preceptos judiciales
otros preceptos morales de la l e y fuera y ceremoniales toman su fuerza de sola
del D e c á l o g o : porque, como dice el S e - su institución; puesto que antes de ser
ñor ( M a t t h . 2>2, 40), en estos dos precep- instituidos parecía indiferente que se
tos (los de lá caridad) (1) pende toda la obrase (3) de una manera ó de otra.
ley y los profetas ; y estos dos preceptos P e r o los preceptos morales tienen su efi-
se esplican por los diez del D e c á l o g o . cacia del dictamen mismo de la razón
L u e g o no es necesario consignar otros natural, aun cuando nunca se consignen
preceptos morales. en la l e y . E s t o s preceptos se consideran
2.° L o s preceptos morales se distin- en tres grados : porque 1.° unos son c o -
guen de los judiciales y ceremoniales, munísimos y tan notorios que no necesitan
como se h a dicho ( C . 99, a. 3 , 4 y 5). publicarse, como los preceptos del amor de
P e r o las determinaciones de los precep- D i o s y del prójimo y otros semejantes
tos morales comunes pertenecen á los j u - según lo dicho ( a . 1 y 3 ) , que son como
diciales y ceremoniales; y estos preceptos los fines de los preceptos , de modo que
morales comunes están contenidos en el nadie puede errar en estos preceptos se-
D e c á l o g o , ó este los presupone, según lo gún el juicio de la razón ; 2.° otros son
dicho ( a . 3 ) . L u e g o es inconveniente su- más determinados, cuya razón desde lue-
poner otros preceptos morales fuera del g o cualquiera aun del vulgo puede fácil-
Decálogo. mente comprender, y que no obstante
3.° L o s preceptos morales tienen por han menester ser publicados, por cuanto
objeto los actos de todas las virtudes, es fácil que él juicio humano se estravíe
como y a se h a dicho (a. 2). A s í pues acerca de ellos aunque las méuos v e c e s ;
como aparte del D e c á l o g o h a y en la l e y y estos son los preceptos del D e c á l o g o ;
otros preceptos pertenecientes á la latría, 3.° y otros, cuya razón no es bastante no-
liberalidad , misericordia y castidad; del toria á cada uno , sino únicamente á los
mismo modo deberían constar algunos s a b i o s , y estos son los preceptos morales
preceptos respecto de las otras virtudes, sobreañadidos al Decálogo, que Dios pres-
como la fortaleza, la sobriedad y seme- cribió al pueblo por medio de Moisés y (4)
j a n t e s ; los cuales sin embargo no se h a - Aaron. M a s , como las cosas de suyo ma-

haga algo de lo en ellos prohibido: que tal es la significación Pentateuco, aunque más ó menos espresos en otros del anti-
que se da en el lenguaje técnico y de escuela á las espresio- guo Testamento, según se colige de la solución á este niísmo
n¿s « siempre y por siempre » , cual se dice obligan los pre. argumento 3.°
ceptos negativos; y « siempre, mas no por siempre», referida (3) En cuanto á lo meramente judicial ó ceremonial.
á los positivos ó afirmativos. (4) Casi siempre por conducto de solo Moisés ; y solo habló
(1) Así concillamos el testo de SUMA in üiwbm prceceptis á los dos hermanos muy contadas veces (Ex. (i, 13, y 12,1),
charitalis con el de la Vulgata in hü ámbm mandalix , omitida pero aun en estas pocas nombra siempre el primero á Moisés
la palabra etartfalw, aludida poco antes en esta otra diliges. por razón de su mayor dignidad de caudillo y jefe supremo,
(2) AL menos tan esplícitamente como los anteriormente á pesar de ser Aaron el sumo Sacerdote y mayor en eiatl,
mencionados, y refiriéndose precisamente á los libros del escediendo á su hermano en tres años.
CUESTIÓN C- — ARTÍCULO X I . 681

nifiestas son los principios para conocer ó á dispensar beneficios (aun) á los igua-
las que no lo son, los otros preceptos mo- les ó inferiores ; al 5.° que prohibe el h o -
róles sobreañadidos al Decálogo se redu- micidio, añádese la prohibición del odio y
cen á los de este por modo de cierta adi- de cualquiera maquinación ( 1 ) contra el
ción. E n e f e c t o : en el precepto 1.° del prójimo, como ( L e v . 19, 1 6 ) , no te pre-
Decálogo se prohibe el culto de los dioses sentarás contra la sangre de tu prójimo;
ajenos, adicionándole otros preceptos pro- y también la del odio de (nuestro) her-
hibitivos de lo que se refiere al culto de mano ( L e v . 19, 17), no aborrecerás á tu
los ídolos,como s e l e e ( D e u t . 18, l O y 1 1 ) : hermano en el corazón; al 6.° prohibiendo
no se halle entre vosotros quien purifique el adulterio se añade el que prohibe la
á su hijo ó á su hija , pasándolos por el prostitución según aquello ( D e u t . 2 3 , 17),
friego; ni haya hechicero ni encanta- no habrá ramera entre las hijas de Is-
dor, ni quien consulte á agoreros ni adi- rael , ni fornicador de los hijos de Is-
vinos, 6 busque de los muertos la verdad; rael (2) , y ademas se prohibe el vicio
el 2.° precepto prohibe el perjurio, y se contra la naturaleza ( L e v . 18, 2 2 ) , no te
le añade la prohibición de la blasfemia mezcles con varón ( e n coito f e m e n i l ) ,
( L e v . 14) y la de falsa doctrina (Deut. 13); no ( v . 2 3 ) te ayuntarás con bestia algu-
al 3.° se agregan todos los ceremoniales; na ; al 7.° de la prohibición de hurto se
al 4.° de honrar padre y madre el de re- asocia la de la usura ( D e u t . 2 3 , 1 9 ) , no
verenciar á los ancianos, según lo que se prestarás á usura á tu hermano, y la del
dice ( L e v . 19, 3 2 ) : levántate delante de fraude ( 3 ) ( D e u t . 2 5 , 1 3 ) , no tendrás
la cabeza cana, y honra á la persona del en tu saco diversos pesos (4) y en gene-
anciano , y en general todos los condu- ral la de todo cuanto se refiere á la im-
centes á prestar reverencia á los mayores postura ( 5 ) y á la rapiña; al 8.° prohi-

fl) ¡Wolilionis en conformidad con el testo ( Prov. 3 , 29 J: ne digo criminal mejor que los magistrados mismos y los juris-
mollar tu amico tuo malum, « no trames mal á tu amigo» ; y no consultos más competentes, ni son solos los que arrastran ca-
violationis , á pesar de hallarse así en no pocas ediciones no dena ó tienen pagado por la nación su domicilio habitual y
concordes con los manuscritos, según observa restableciendo hasta sus alimentos en las cárceles y demás establecimientos
la gonuina palabra y más verosímil el P. ISicolai. penales del Estado ó de los municipios y provinciales. ¡Cuánto
(21 Véase lo dicho en la nota 4, pag. G70. no pudiera decirse sobre este punto de tan palpitante interés,
(3J Tocio género de estafa , como hoy suele decirse , ó de fiscalizando ó interviniendo las cabalas de contabilidad y ad-
engaño en cualesquiera tratos ó contratos, incluso el llamado ministración de tantas asociaciones llamadas í sin duda las
timo y cualquier otro procedimiento del robo, que propia- más de ellas por antífrasis ó por mofa ) de Crédito , que con el
mente no son otra cosa esas estratagemas hoy tan conocidas ; señuelo de un interés visiblemente inverosímil atraen á los
como asimismo toda defraudación ó perjuicio de los intereses incautos á sus cajas, verdaderas simas insondables por lo co-
ajenos bajo cualquier concepto y forma. mún de los fondos allí depositados por laindiscreta codicia de
(-1) Unos mayores para comprar, y otros menores para es- los que candidamente alucinados se prometen duplicar sus
pender : y lo propio debe entenderse ampliado á toda clase de capitales ó sus ahorros y economías en uno ó en pocos años, y
medidas y aun monedas, como igualmente las mezclas y misti- que frecuentemente despiertan de su ilusorio letargo despo-
ficaciones, muchas de las cuales son á veces nocivas á la salud seídos de sus cuotas, antes quizá de haber percibido el primer
y proscritas por la higiene, causando así un doble perjuicio en dividendo ó aun los intereses del primer vencimiento ! Piada
la hacienda y en la vida, á la que son atentatorios á todas digamos del juego en sus azares y rangos tan diversos desde
luces y punibles aun por los códigos criminales de todo pue- los dados y la ruleta y el monte, tan vulgarizados como ine-
blo culto ; en lo que no reparan lo bastante los avaros trafi- ficazmente perseguidos no siempre con ingenuidad ni discre-
cantes , que especulan á la vez con la sangre y el dinero de ción por la policía correccional, hasta los oficialmente autori-
los incautos y gentes de buena fe : abusos tan generalizados zados bajo las fementidas denominaciones ele rifas y loterías,
en nuestros días , que apenas puede nadie fiarse de otros ni que tan alto y tan poco honrosamente hablan en pro de la
hallar honradez y conciencia en las transacciones mercantiles moralidad pública de pueblos como el nuestro civilizados.
más comunes 6 indispensables , como son las de los artículos Y qué de los préstamos y empeños, autorizados ó tolerados
de primera necesidad , en las que se elude la más vigilante bajo el módico Ínteres anual de algunos cientos y aun miles
acción de las autoridades con daño incalculable y muchas ve- por ciento ? de los anticipos y retenciones ? de cien otros in-
ces gravísimo é irreparable del público ; y que jamás llega- ventos siempre nuevos y siempre viejos de esplotacion y en.
rán a oslirparse ni aun á reducirse á escepciones odiosas y riquecimiento de unos con caudales improvisados á e&pensas
en gran parte eludiblcs, mientras no vuelva á predominar la de la necesidad ó apremio y de la miseria y candidez de los
moral cristiana y restaurarse con ella las costumbres públicas más?... Sería cosa de no acabar la enumeración siquiera de
á la buena fe común , basada únicamente en la intervención los innumerables medios de prosperar con la desgracia y las
ele la conciencia y en las creencias sólida ó ingenuamente ca- indigencias populares, que sobradamente justiGcan la proli-
tólicas , á que hoy se da tan escasa importancia- Desde que jidad de esta nota, en la que creemos justo y aun necesario
las gentes se han apercibido de que pueden violar impune- cuanto oportuno poner al descubierto tanta llaga social, y
mente por parte de las autoridades seculares, y sin que las desenmascarar tanta perfidia, contribuyendo á rasgar la
eclesiásticas por la suya puedan actuar en pro de su obser- venda de muchos infelices incautos é insinuando al propio
vancia, todos los preceptos de la Iglesia, una lógica fatal ó tiempo el único supremo y eficaz urgentísimo recurso á la
inexorable las lleva á conceptuar asimismo violables y como moral ingenuamente cristiana ", para lograr la vuelta regene-
1

sin vigor ni importancia los divinos y de derecho natural, radora á la honradez y confianza mutua entre los hijos de la
concretándose á las leyes meramente civiles , á cuya sanción patria común y de comunes progenitores.
penal saben sustraerse ó no temen mucho verse sometidos los (5) Parécenos ser esta la verdadera idea ó significación de
malhechores en grande y pequeña escala, que conocen el có- la voz calumnia aquí, donde se viene hablando de intereses
682 CUESTIÓN C. —-ARTÍCULOS XI Y XII.

bitivo del falso testimonio acompaña la ARTÍCULO X I I . — i<os p r e c e p t o s mo-


prohibición del juicio falso (Ex. 23 , 2 ) , r a l e s de l a a n t i g u a l e y justificaban ?
ni enjuicio te acomodarás al parecer de
los más , de modo que te desvíes de la l.° Parece que los preceptos morales
verdad; la de la mentira (ibid. 7), huirás de la antigua ley justificaban : porque
de la mentira, y la detracción (Lev. 19, dice San Pablo (Rom. 2 , 1 3 ) : pues no
16), no serás calumniador ni chismoso en son justos delante de Dios los que oyen
el pueblo. Pero á los otros últimos pre- la ley, mas los hacedores de la ley serán
ceptos ningún otro se añade , por cuanto justificados. Es así que se dicen hacedo-
en ellos se prohibe en general toda clase res de la ley los que cumplen sus precep-
de malos deseos (1). tos. Luego el cumplimiento de los pre-
Al argumento 1.° diremos, que se or- ceptos de la ley justificaba.
denan determinados preceptos del Decá- 2.° Se dice (Lev. 18 , 5 ) : guardad
logo al amor de Dios y del prójimo en el mis leyes y juicios; los que si hiciere el
notorio concepto de débito, otros empero hombre, vivirá en ellos : y, puesto que la
según una razón más oculta. vida espiritual del hombre se sostiene por
Al 2.° que los preceptos ceremoniales la justicia; sigúese que el cumplimiento
y judiciales determinan los preceptos del de los preceptos de la ley justificaba.
Decálogo en virtud de su institución, mas 3.° La ley divina es más eficaz que la
no por la fuerza del instinto natural, ley humana; la cual justifica, porque hay
como los preceptos morales sobreaña- cierta justicia en cumplir los preceptos de
didos (2). la ley: luego los preceptos de la ley jus-
Al 3.° que los preceptos de la ley se tificaban.
ordenan al bien común según lo dicho Por e l c o n t r a r i o , dice San Pablo
(C. 9 0 , a. 2 ) : y,-como las virtudes con- ( n Cor. 3 , 6) que la letra mata; lo cual
cernientes á otro pertenecen directamente según San Agustín ( lib. De spiritu et
al bien común, é igualmente la virtud de litt. c. 14) se entiende también délos pre-
la castidad en cuanto el acto de la gene- ceptos morales. Luego estos no justifi-
ración sirve para el bien común de la es- caban.
pecie ; por esta razón hay en el Decálogo Conclusión. Los preceptos [1] de la
preceptos, que se refieren directamente á ley en general no justificaban sino im-
estas virtudes, y otros sobreañadidos. Del propiamente hablando, y ni aun los mo-
acto empero de la fortaleza se prescribe rales [ 2 ] podían causar la justicia , ha-
sea propuesto por los capitanes, exhor- ciendo al hombre justo ante Dios; pero [3]
tando á los soldados en la guerra, em- todos aun los ceremoniales y judiciales
prendida en interés del bien común, como justificaban en el sentido impropio de
se ve (Deut. 2 0 , 3 ) , donde se manda al practicar por ellos la justicia, ó dispo-
sacerdote diga al pueblo poco antes del niendo á la justificación.
combate: no os intimidéis, no volváis Responderemos que , así como se dice
pie atrás. Igualmente se encomienda á sano propia y principalmente al que
las amonestaciones paternas la prohibi- tiene salud, y secundariamente lo que
ción del acto de la gula, como contraria significa la salud ó la conserva ; así jus-
al bien de la familia, diciendo en persona tificación se dice primaria y propiamente
de los padres (Deut. 2 1 , 2 0 ) : no oye sino la producción de la misma justicia , y
con desprecio nuestras amonestaciones, secundaria y como impropiamente puede
pasa la vida en glotonerías y en disolucio- llamarse justificación la significación de
nes y banquetes. la justicia ó la disposición á ella. Es

pecuniarios ó de hacienda ; y no de la honra, á que se refiere comprenden lodas.


ó afecta la calumnia en su acepción más común de « deshonra (2) Por ser los morales de derecho natural según lo dicho
n al prójimo, atribuyéndole injustamente lo malo, de que no es (C. 01, a. 3 ; y C. 100, a. 1 ) , y como tales al fácil alcance del
» responsable ó que no ha hecho » , como es harto obvio y dictamen de la razón ; al paso que los ceremoniales y judicia-
claro ; ó dígase «superchería, trampa, industria nociva y les, como de derecho positivo, son indiferentes al natural y
» censurable Ü . dependen únicamente de la voluntad del legislador D¡oa>
(1) « río codiciarás la hacienda ni la mujer ajenas «, que en quien los ha modificado según las conveniencias circunstan-
efecto abrazan las dos concupiscencias (de la carne y de los ojos) ciales de las diversas épocas,
enumeradas por el evangelista San Juan, y en las que se
CUESTIÓN C — A R T Í C U L O X I I . 683

evidente que de estos dos modos los pre- porque aquellos sacramentos de la anti-
ceptos de la ley justificaban, es decir, en gua l e y no conferían la g r a c i a , como la
cuanto predisponían los hombres á la confieren los sacramentos de la l e y nue-
gracia justificante de Cristo, la que va , que por esta razón se dice justifican
también significaban: porque, como dice causalmente. P e r o , si se toma la justifi-
San Agustín ( contra F a u s t u m , 1. 22, cación por ejecución de la justicia, todos
c. 2 4 ) , « también la vida de aquel pueblo los preceptos de la l e y justificaban, en
» era profética y figurativa de Cristo » . cuanto contenían algo que es por sí justo,
Pero, si hablamos de la justificación pro- aunque de diversa manera los unos y los
piamente dicha, es de notar que la justi- otros ( 2 ) ;-. porque los preceptos ceremo-
cia puede ser considerada según que está niales encerraban la justicia en general
en hábito ó en acto; y así Injustificación considerada en sí m i s m a , en cuanto se
admite dos distintas acepciones: 1. según a
proponían para el culto de Dios ; mas no
que el hombre se hace justo, adquiriendo la contenían así en particular sino por la
el hábito de la justicia ; 2 . en cuanto a
sola determinación de la ley divina, y por
obra actos de justicia , no siendo en este lo mismo ( 3 ) de estos preceptos se dice
concepto la justificación otra cosa que la que « no justificaban sino en virtud de la
ejecución de la justicia. Mas la justicia, » devoción y obediencia de los que los
así como las otras virtudes, puede enten- » ejecutaban » . Mas los preceptos mora-
derse adquirida ó infusa, como aparece les y judiciales contenían lo que era en sí
de lo dicho ( C . 6 3 , a. 4 ) : la adquirida se j u s t o , así en general ( 4 ) como en parti-
produce por las obras ; pero la infusa so- cular ; pero los morales lo que es en sí
lamente por el mismo Dios mediante su justo según la justicia g e n e r a l , que es
gracia, y esta es la verdadera justicia de « toda virtud » , como se dice ( Ethic.
que hablamos a q u í , y por la que alguno 1. 5, c. 1); y los preceptos judiciales per-
se llama justo ante D i o s según aquello tenecían á la justicia especial, que se re-
(Rom. 4, 2) : si Abraham fué justificado fiere á los contratos de la vida humana
por las obras de la ley, tiene de qué glo- que celebran los hombres entre sí.
riarse , mas no delante de Dios. Por lo A l argumento 1.° diremos , que el
tanto esta justicia no podía ser producida Apóstol toma allí la justificación por la
por los preceptos morales, que se refieren ejecución de la justicia.
á los actos humanos; y según esto los A l 2.° que se dice que el hombre que
preceptos morales no podían justificar, cumple los preceptos de la l e y vive en
produciendo la justicia ; como ni por la e l l o s , porque no incurre en la pena de
misma razón tampoco podían causarla m u e r t e , que la ley imponía á los trans-
así los judiciales, que en cierto modo gresores, en cuyo sentido debe entenderse
convienen con los morales, puesto que lo que aduce el Apóstol (Gal. 3 ) .
también se refieren á los actos que los
A l 3.° que los preceptos de la ley hu-
hombres deben ejercer entre sí ; como ni
mana justifican por la justicia adquirida,
asimismo los preceptos ceremoniales, que
de la que no se trata al presente, sino solo
pertenecían al rito de los sacramentos ( 1 ) ,
de la justicia ante Dios.
(1) Téngase aquí muy presente la doctrina y distinciones de alguna utilidad.
de los teólogos, tan vulgarizadas aun entre los simples mora- (2) Todo este pasaje desde las palabras « Por lo tanto » se
listas y en las obras más elementales de Teología moral, halla tan desfigurado y con tan varia redacción en las diver-
sobre la existencia ó no de verdaderos sacramentos en la an- sas ediciones antiguas , especialmente en las de Roma y Pá-
tigua ley y su número y designación ; pero muy especial- dua, y aun en algunos códices manuscritos, siendo al parecer
mente la radicalísima diferencia entre ellos y los de la ley de el más discrepante el de Venecia llamado de San Juan y San
gracia en cuanto al respectivo modo de producirla , aquellos Pablo , que llegó á decir el C. Cayetano que « todos cuantos
ex opere operanlís ( según las disposiciones del sujeto ) y estos » códices é impresos había visto él estaban adulterados », y el
ex opere opera'o (por la virtud propia de los Sacramentos mis- P. Nicolai se creyó en la precisión de refundirlo de nuevo con
mos, comunicada á ellos por Cristo su institutor J, que es lo arreglo principalmente al códice de Alcañiz (aunque tampoco
que principalmente constituye la mayor y más accesible efi- del todo literalmente) en la forma en que lo presentamos
cacia de los nuestros en la obra de la justificación , que por cuidadosa y puntualmente traducido , cual vemos lo han
lo mismo exigía en aquellos más difíciles disposiciones y no adoptado comunmente las más modernas ediciones de Roma,
ofrecía la seguridad que los actuales de haber obtenido por Pádua, París y Ñapólos.
ellos la gracia santificante. Para los clérigos y demás perso- (3) En el códice de Alcañiz se añade á el Ideo el adverbio
nas iniciadas en los rudimentos de la ciencia teológico-moral solúni « únicamente » .
bastan y sobran estas someras indicaciones ; á los que no los (4) En algunas ediciones se omite la espresion vel in gene-
conozcan siquiera superficialmente aconsejamos consulten rali, en cuyo caso debería traducirse el subsiguiente vel
algún tratado sobre estas materias, si ha de serles su lectura «aun ».
CUESTIÓN CI.

Preceptos ceremoniales considerados en sí mismos.

En la presente cuestión t r a t a r e m o s de los preceptos ceremoniales : l.° de estos preceptos conside-


r a d o s en sí mismos;3.° de su c a u s a ; y 3.° de su duración. Acerca de lo 1." examinaremos cuatro p u n -
t o s : l.° Cuál es la razón de los preceptos ceremoniales'í — 2.° Son figurativos? —3.° Debieron ser
m u c h o s ? — 4.° De la distinción de los mismos.

A R T Í C U L O I — ¿ La razón «le los pre- de D i o s fuera de las solemnidades: luego


ceptos c e r e m o n i a l e s consiste en que pertene- parece que los preceptos ceremoniales de
cen al culto de Dios ¥ Ta l e y no se llaman así porque pertene-
cen al culto de Dios.
l.° Parece que la razón de los precep- 3.° Según otros los preceptos ceremo-
tos ceremoniales no se funda en que per- niales reciben este nombre como sinónimo
tenecen al culto de D i o s : porque en la de normas , esto e s , reglas de salvación :
l e y antigua fueron dados á los judíos porque xaípe en griego es lo mismo que
ciertos preceptos sobre la abstinencia de salve. P e r o todos los preceptos de la ley
v i a n d a s , como se ve (Levit. 1 1 ) , y tam- son reglas de salvación, y no precisamente
bién de no bacer uso de ciertos vestidos, los pertenecientes al culto de Dios. L u e -
según aquello (Levit. 19, 1 9 ) : no te pon- g o no solo se llaman preceptos ceremo-
drás vestido tejido de dos (materias) di- niales los que pertenecen al culto de
ferentes , y ademas lo que se manda Dios.
( N ú m . 1 5 , 3 8 ) que se hagan unas fran- 4.° Rabi Moisés ( 2 ) dice ( l i b . Dux
jas en los remates de los mantos. P e r o errant. c. 27 y 28) que « se dicen pre-
estos no son preceptos m o r a l e s , porque » ceptos ceremoniales aquellos, cuya ra-
no quedan en la l e y nueva ; ni tampoco » zon no es manifiesta»; y muchos de
judiciales, pues no se refieren á los jui- los pertenecientes al culto de Dios tienen
cios que tienen lugar entre los hombres. su razón manifiesta, como la observancia
L u e g o son ceremoniales, y sin embargo del Sábado y la celebración de la Pascua,
en nada parecen referirse al culto de la Scenopegia (3) y otros m u c h o s , cuya
D i o s . L u e g o la razón de los preceptos razón se asigna en la ley. L u e g o los pre-
ceremoniales no está en que pertenezcan ceptos ceremoniales no son los que per-
al culto de Dios. tenecen al culto de Dios.
2.° D i c e n algunos que se llaman pre- Por el c o n t r a r i o , dícese ( E x . 18, 19
ceptos ceremoniales los que pertenecen á y 2 0 ) : sí tú para el pueblo en las cosas
las solemnidades, como si tomasen este que pertenecen á Dios y le manifiestes
nombre de los Girios (cereis) ( 1 ) , que las ceremonias y el rito del culto.
se encienden en las solemnidades; pero Conclusión. Llámanse propiamente
h a y otros muchos pertenecientes al culto preceptos ceremoniales los que pertene-

(1) Véase la nota i, pág. 685. de Maymon.


(2) Maymónides ( v. la nota 3, pág. 204, del T. 1.°): nació (3) Fiesta de los Tabernáculos ó tiendas , cuya descripción
en Córdoba el año 1139 y murió el 1209 : Ben-Maymon , hijo puede verse (Cení. 10,13 y sig. y 31, 10).
CUESTIÓN C I . — A R T Í C U L O S I Y I I . 685

cen al culto divino, determinando los hombre, se consideran principalmente co-


preceptos morales en orden á Dios. mo reglas de salvación aquellos preceptos
Responderemos q u e , según se h a di- que ordenan al hombre á D i o s , y así se
cho ( C . 99 , a. 4 ) , los preceptos ceremo- llaman ceremoniales los preceptos que
niales determinan los morales en orden pertenecen al culto de Dios.
á Dios, así como los judiciales los deter- A l 4.° que aquella razón de los pre-
minan en orden al prójimo: y, puesto que ceptos ceremoniales es probable bajo al-
el hombre se ordena á Dios por el culto gún aspecto ; no porque se les llama así
debido, sigúese que ceremoniales propia- por no ser su razón evidente, sino como
mente dichos son los que pertenecen al cierta consecuencia; puesto que, como
culto de Dios; y y a se ha espuesto la ra- los preceptos pertenecientes al culto de
zón de este nombre , al consignar la dis- Dios debían ser figurativos, como se dirá
tinción entre los preceptos ceremoniales (a. 2), de aquí que la razón de los mismos
y los otros ( C . 99, a. 3). no es -tan manifiesta.
A l argumento 1.° diremos, que al culto
de Dios pertenecen no solamente los sa- A R T Í C U L O I I . — Los preceptos cere-
crificios y demás que parecen ordenarse moniales eran figurativos ?
á Dios inmediatamente, sino también la
debida preparación de los que reveren- l.° Parece que los preceptos ceremo-
cian á Dios para su culto , como la cien- niales no eran figurativos ; porque es de-
cia sobre el fin comprende todo lo prepa- ber de todo doctor espresarse de manera
ratorio al mismo ; y estos preceptos que que sea fácilmente comprendido, como
se consignan en la ley acerca de los ves- dice San Agustín ( D e doct. christ. c. 4
tidos y alimentos de los que honran á y 1 0 ) ; y esto parece ser sobre todo ne-
Dios y semejantes pertenecen á cierta cesario en la publicación (2) de la l e y ,
preparación de los mismos ministros, para porque los preceptos de esta son pro-
que sean aptos al culto de D i o s ; al modo puestos al pueblo, y por lo mismo « l a l e y
que también los que están destinados al » debe ser clara » , como dice San Isido-
servicio del rey hacen uso de especiales ro ( E t y m . 1. 5, c. 21). Si pues los pre-
observancias : por consiguiente también ceptos ceremoniales han sido establecidos
estos preceptos se hallan comprendidos para figurar alguna c o s a , parece que
entre los ceremoniales. Moisés obró inconvenientemente al dar-
A l 2.° que aquella interpretación del los al pueblo, no esplicando lo que figu-
vocablo no parece muy conveniente, y raban.
menos teniendo en cuenta que casi.no se 2.° L o que se hace para culto de D i o s
encuentra en la l e y que se encendieran es lo que más debe tener honestidad. P e -
cirios en las solemnidades; sino que se ro ejecutar acciones para representar
preparaban en el mismo candelabro can- otros hechos parece teatral ó poético,
delas (1) con aceite de olivas, como se pues en los teatros se representaban en
ve ( L e v . 24). Sin embargo puede decirse otro tiempo por medio de los que allí se
que en las solemnidades se observaban hacían ciertos hechos de otros, por l o que
con más cuidado todas las demás (pres- parece no deba hacerse lo mismo por el
cripciones ) que pertenecían al culto de culto de Dios : y , como los preceptos c e -
Dios ; y en este sentido todo lo ceremo- remoniales se ordenan al culto de D i o s ,
nial se incluye en la observancia de las según se ha dicho (a. 1) ; los preceptos
fiestas. ceremoniales no deben por consiguiente
A l 3.° que tampoco esa esplicacion del ser figurativos.
nombre parece ser muy conveniente ; por- 3.° San A g u s t í n dice (Enchir. c. 3)
que la palabra ceremonia no es griega, que ce se honra más principalmente á D i o s
sino latina. P u e d e no obstante decirse » por la f e , la esperanza y la caridad ».
que, proviniendo de D i o s la salvación del M a s los preceptos, que tienen por objeto
(1J Lucerna! : quizá lámparas ó vasos, más bien que luces con alguna mecha de hilo ó sustancia análoga testil.
ó luminarias cualesquiera de cera, de las que no se halla (2) Legis latione , así separado y formando dos palabras ; y
mención alguna espresa en la Escritura Santa; y bien pudie- no legislatione , como algunos leen é interpretan, tergiver-
ran ser á modo de tubos más ó menos largos y de diversos cali- sando así el concepto.
bres, pero probabilísimainenle llenos ó alimentados por aceite
686 CUESTIÓN CI. — ARTÍCULO I I .

estas tres virtudes, no son simbólicos. bras ( I s . 51, 3) : gozo y alegría se ha-
L u e g o no deben serlo los preceptos ce- llarán en ella, acción de gracias y voz
remoniales. de alabanza. M a s en el estado de la vida
4.° E l Señor dice (Joann. 4, 24): Dios presente no podemos contemplar la ver-
es espíritu, y es menester que los que le dad divina en sí m i s m a ; sino que es pre-
adoran le adoren en espíritu y en ver- ciso que « el rayo de la divina verdad nos
dad. P e r o la figura no es la verdad mis- »ilumine por algunas figuras sensibles»,
ma ; antes al contrario se distingue de como dice San Dionisio ( D e ccel. hier.
ella por oposición. L u e g o los preceptos c. 1); pero de diversas maneras según el
ceremoniales, que pertenecen al culto de diverso estado del conocimiento humano:
D i o s , no deben ser figurativos. porque en la antigua ley'ni la misma ver-
Por el contrario, dice el Apóstol ( C o - dad divina era manifiesta en sí misma, ni
loss. 2, 16 y 17): ninguno os juzgue pol- se había tampoco abierto aún el camino
la comida ó por la bebida, 6 por respecto para llegar á e l l a , como dice el A p ó s t o l
del dia de fiesta, ó de neomenia ( l ) ó de (Hebr. 9) ; por cuya razón convenía que
sábados, que son sombra de las cosas ve- el culto esterior de la antigua ley fuese, no
nideras. solo figurativo de la verdad futura, que
Conclusión. Los preceptos ceremonia- se ha de manifestar en el cielo, sino tam-
les de la antigua ley simbolizaban, cual bién de Cristo, que es el camino condu-
convenia, los misterios y verdades de la cente á aquella verdad celestial; mien-
futura bienaventuranza y los relativos á tras que en el estado de la nueva l e y este
Cristo, que es el camino á ella y. la ver- camino está y a revelado ; y por consi-
dad misma. guiente no es preciso que sea prefigura-
Responderemos q u e , según y a se b a do como futuro, sino que se conmemore
dicbo (a. 1), se llaman preceptos ceremo- á manera de pasado ó presente ; pues
niales los que se ordenan al culto de únicamente debe ser prefigurada la futu-
Dios. E s t e culto es interior y esterior: ra verdad de la gloria no revelada toda-
pues estando el hombre compuesto de vía, y esto es lo que el A p ó s t o l dice
alma y cuerpo, debe aplicar la una y el (Hebr. 1 ) : la ley tiene la sombra de
otro á honrar á D i o s , de manera que el los bienes venideros, no la misma imagen
alma le reverencie por el culto interior y de las cosas ; porque sombra es menos
el cuerpo por el esterior, por lo cual se que imagen, lo que significa que la ima-
dice ( P s . 83, 3 ) , mi corazón y mi carne gen pertenece á la l e y nueva y la sombra
se regocijaron en el Dios vivo; y , así á la antigua.
como el cuerpo es ordenado á D i o s por A l argumento 1.° diremos, que no de-
el a l m a , del mismo modo el culto este- ben ser reveladas las cosas divinas á los
rior se ordena al interior. Consistiendo hombres, sino según su capacidad ; de
pues el culto interior en que el alma se otra manera se les daría ocasión de pre-
una á Dios por el entendimiento y el cipicio, despreciando lo que no pudiesen
afecto, según que de diversas maneras la comprender. P o r esta razón fue más útil
inteligencia y el afecto del que honra á se diese á conocer al rudo pueblo los mis-
D i o s le están rectamente unidos, asimis- terios divinos bajo cierto velo de figuras,
mo los actos esteríores del hombre se á fin de que así tuvieran de ellos un cono-
aplican también diversamente al culto cimiento implícito, y dieran por estas figu-
de D i o s . E n efecto : en el estado de la ras el honor debido á D i o s .
futura beatitud el entendimiento humano A l 2.° q u e , así como las cosas prácti-
verá en sí mismo la verdad divina; y por cas no son comprendidas por la razón
esto el culto esterior no consistirá en fi- humana á causa de la falta de verdad,
gura alguna, sino únicamente en la ala- que h a y en ellas; así también la razón
banza de D i o s , que procede del interior humana no puede alcanzar con perfección
conocimiento y afecto, según estas pala- las cosas divinas por su esceso de verdad:

(1) Principio de mes , como novilunio ; pues los hebreos co- cía , aunque no como dias festivos de precepto y que les obli-
menzaban á contar cada mes desde la luna n u e v a y celebra- gasen á abstenerse del trabajo, lo cual estaba reservado á la
ban dichas fiestas en los primeros dias de todos los meses en sola gran Neomenia (Levit. 23, 24), primer dia del mes llamado
conmemoración del divino régimen del mundo y la Providcn- Tirso y del año civil.
CUESTIÓN CI. — ARTÍCULOS II Y III. 687

y por lo tanto para lo uno y lo otro hay la idolatría, á que eran muy propensos,
necesidad de recurrir á las imágenes sen- fue conveniente se dictasen en la ley an-
sibles. tigua muchos preceptos ceremoniales.
A l 3.° que San Agustín habla allí del Responderemos que , según se ha di-
culto interno, al cual debe ordenarse sin cho ( C . 90, a. 2 y 3; y C. 96, a. 1), toda
embargo el culto esterior, según lo dicho. l e y es dada á algún p u e b l o , y en este
A l 4.° téngase por dicho lo propio, hay dos clases de hombres: unos pro-
pues los hombres llegan más plenamente pensos al mal, y que deben ser reprimi-
al culto espiritual de D i o s por medio de dos por los preceptos de la ley, como se
Cristo. ha dicho ( C. 9 5 , a. 1 ) ; y otros que tie-
nen inclinación al bien, ya por naturale-
ARTÍCULO I I I . — n e n i c r o n ser muchos za, ya por costumbre, ó ya tambien-por
los preceptos c e r e m o n i a l e s ? la gracia ; y para los tales los preceptos
de la l e y les sirven de instrucción y me-
l.° Parece que no debieron ser mu- joramiento. En cuanto á estas dos cla-
chos los preceptos ceremoniales : porque ses de hombres era conveniente que en la
los medios deben ser proporcionados al ley antigua hubiese muchos preceptos
fin ; pero los preceptos ceremoniales, co- ceremoniales ; porque había en aquel
mo se ha dicho (a. 1 y 2 ) , se ordenan al pueblo algunos inclinados á la idolatría,
culto de D i o s y á figurar á Cristo. E s y por lo tanto era necesario que por me-
así que no hay más que un Dios, de quien dio de preceptos ceremoniales se les apar-
son todas las cosas, y un solo Señor Je- tase del culto de la idolatría, para atraer-
sucristo, por quien son todas las cosas, los al de D i o s : y, puesto que los hombres
como se dice (i Cor. 8, 6). L u e g o los servían á la idolatría de muchas mane-
preceptos ceremoniales no debieron mul- ras, era preciso por el contrario estable-
tiplicarse. cer muchos (preceptos), para reprimirlos
2.° L a multitud de los preceptos cere- en cada uno, é imponérselos múltiples,
moniales era ocasión de transgresión se- para que, como agobiadosjpor los que al
gún estas palabras de San Pedro ( A c t . culto de Dios se referían, no tuvieran
15, 10): ¿porqué tentáis á Dios impo- lugar para entregarse á la idolatría. P o r
niendo un yugo sobre la cerviz de los dis- parte de los que eran inclinados al bien,
cípulos, que ni nosotros ni nuestros pa- también fue necesaria la multiplicidad
dres pudimos llevar ? P e r o la trangre- de preceptos ceremoniales, ya porque por
sion de los divinos preceptos contraría á estos diversos modos su espíritu se diri-
la salvación humana ; y, puesto que toda gía á Dios con mayor asiduidad, ya tam-
ley debe contribuir á la salvación de los bién porque el misterio de Cristo, que
hombres, como dice San Isidoro ( E t y m . por semejantes preceptos era figurado,
1. 5, c. 3 ) , parece que no debieron darse atrajo al mundo una multitud de bienes;
muchos preceptos ceremoniales. y acerca de él había muchas cosas que
considerar, las que fue preciso se simboli-
3.° L o s preceptos ceremoniales perte-
zasen por diversas ceremonias.
necían al culto esterior y corporal de Dios,
como se ha dicho (a. 2 ) . P e r o la ley de- A l argumento 1.° diremos que, cuando
bia disminuir este culto corporal, puesto lo que se ordena al fin es suficiente para
que ordenaba á Cristo, que enseñó á todos conducir al mismo, basta un solo (medio)
los hombres á adorar á D i o s en espíritu para un solo fin; como una medicina
y verdad, como se ve (Joann. 4 ) . L u e g o basta, si es eficaz, á veces para producir
no debieron ser dados muchos preceptos la salud, y entonces no es conveniente
ceremoniales. emplear muchas. P e r o por causa de la
Por el c o n t r a r i o , dícese ( O s . 8, 1 2 ) : debilidad é imperfección de lo condu-
le prescribiré muchas leyes mias ; y cente al fin es conveniente multiplicarlo;
(Job, 11, 6), para mostrártelos secretos al modo, que se propinan muchos reme-
de la Sabiduría y que su ley es múltiple. dios al enfermo, cuando uno solo no es
Conclusión. Tanto por razón de los suficiente para sanarlo. L a s ceremonias
buenos para estimularlos al amor de de la l e y antigua eran imperfectas é im-
Dios , como para retraer á los malos de potentes para representar el misterio de
688 CUESTIÓN C I . — A R T Í C U L O S III Y IV.

Cristo, que es escelentísimo, y para so- l e y no debieron distinguirse los sacra-


meter los espíritus de los hombres á Dios; mentos de los sacrificios.
por lo cual dice el Apóstol ( H e b r . 7, 18 3.° Se llama sagrado lo que está de-
y 1 9 ) : el mandamiento precedente es dicado á D i o s , y en este sentido se decía
abrogado por su flaqueza é inutilidad; que el tabernáculo y sus vasos eran san-
porque la ley nada llevó á perfección : tificados. E s así que todos los (ritos)
así pues fue conveniente que se multipli- ceremoniales, estaban ordenados al culto
caran las ceremonias. de Dios, según se ha dicho (a. 1). L u e g o
A l 2.° que es de sabio legislador el todos eran sagrados, y por lo tanto no
permitir pequeñas transgresiones, para debió llamarse sagrada una parte de
precaver las mayores. Así pues, para ellos.
prevenir el crimen de la idolatría y de la 4.° L a s observancias se derivan de ob-
soberbia, que surgiera en los corazones servar ; y todos los preceptos de la ley
de los j u d í o s , si cumplían todos los pre- debían ser Observados, pues se dice
ceptos de la l e y ; no por esto Dios dejó ( D e u t . 8, 1 1 ) : está alerta y cuida de no
de darles muchos preceptos ceremoniales, olvidarte jamas del Señor Dios tuyo, ni
porque fácilmente tomaban de aquí oca- desprecies sus mandamientos y juicios y
sión de infringirlos. ceremonias. L u e g o las observancias no
A l 3.° que la antigua l e y disminuye deben ser consideradas como parte de
en muchas cosas el culto corporal; por los (ritos) ceremoniales.
lo cual estableció que no en todo lugar 5.° L a s solemnidades se cuentan entre
se ofrecieran sacrificios ni por cuales- los ceremoniales, pues son una sombra
quiera ; y otras muchas cosas á este tenor de lo futuro, como se ve (Coloss. 2 ) ; y
fueron establecidas para disminuir el culto asimismo las oblaciones y los dones, co-
esterno, como dice también el rabino mo dice el Apóstol (Hebr. 9 ) ; y sin em-
Moisés el Egipcio. ( 1 ) . Convenía sin em- bargo no parece contenerse bajo ninguna
bargo no atenuar el culto corporal de de estas cosas ( 2 ) . L u e g o es inconve-
Dios tanto, que los hombres se inclina- niente la antedicha división de los cere-
sen al culto de los demonios. moniales.
Por el contrario, en la antigua ley
A R T Í C U L O I V . — i Las ceremonias «le cada una de estas cosas se llama cere-
l a a n t i g u a l e y s e dividen convenientemente monia : los sacrificios ( N u m . 15, 24),
e n sacrificios, s a c r a m e n t o s , c o s a s s a g r a d a s y ofrezca un becerro con su sacrificio y
observancias ? libaciones, según requieren las ceremo-
nias ; y del sacramento del orden se dice
l.° Parece que las ceremonias de la ( L e v . 7, 3 5 ) , esta es la unción de Aaron
antigua' l e y se dividen inconveniente- y de sus hijos en las ceremonias; de ob-
mente en <r sacrificios, sacramentos, cosas jetos sagrados se lee ( E x o d . 3 8 , 21),
» sagradas y observancias » : porque las estos son los utensilios del tabernáculo
ceremonias de la antigua l e y figuraban del testimonio en las ceremonias de los
á Cristo, lo cual solo se hacía por los sa- Levitas ; y de las observancias ( n i B e g .
crificios, que representaban el sacrificio 9, 6 ) , si obstinadamente os apartareis
por el que Cristo se ofrecía como oblación vosotros, no siguiéndome ni guardando
y hostia á Dios, según se dice ( E p h e s . las ceremonias que os tengo prescritas,...
5, 2 ) . L u e g o solamente los sacrificios Conclusión. Las ceremonias de la an-
eran ceremoniales. tigua ley son ó sacrificios en los cuales
2.° L a antigua l e y se ordenaba á la consiste especialmente el culto de Dios ;
n u e v a ; y en esta el mismo sacrificio es ó cosas sagradas, como los utensilios del
sacramento del altar: luego en la antigua culto divino ; ó sacramentos, que se re-

(1) Este Moisés parece ser el mismo Maymónides cilado en v e z á insinuaciones de él mismo en sus escritos; á la manera
la nota 2 de la pág. 684, por más que otra cosa opine el P. Wi- que entre nosotros no es raro apellidar gitanos á los que se
colai, fundado sin duda en el dictado de egipcio, con que dedican á ciertas artes ó industrias reprobables , siendo acaso
aparece calificado en el testo, cuyo adverbio eliam indica su- españoles como el cordobés árabe , objeto de esta nota.
ficientemente aludir al mismo , á quien tan repetidas veces (2) Las cuatro enumeradas en el epígrafe y en el argu-
tiene ya mencionado y casi siempre impugnándole : pudiendo mento 1,°
acaso referirse dicho epíteto á sus escursiones ó viajes ó tal
CUESTIÓN C I . — A R T Í C U L O I V . 689

fieren á la santificación del pueblo ó de este sacrificio es también sacramento.


los sacerdotes; ó por último observancias, Pero los sacrificios de la antigua ley no
por las que se distinguen los que honran contenían á Cristo, sino que le figuraban,
á Dios de los que no. por lo que no se llaman sacramentos.
Responderemos que, según se ha di- Mas para designar esto con distinción,
cho (a. 1 y 2 ) , los preceptos ceremonia- habia algunos sacramentos en la ley an-
les se ordenan al culto de Dios, en el tigua , que eran figuras de la futura con-
cual pueden considerarse el culto mismo, sagración ; si bien se añadían* también á
los que le practican y los utensilios de algunas consagraciones ciertos sacrificios.
que se sirven. El culto en sí mismo con- Al 3.° que también los sacrificios y
siste especialmente en los sacrificios (1), los sacramentos eran cosas sagradas (3):
que se ofrecen para reverenciar á Dios; pero había algunas cosas sagradas, lla-
los utensilios del culto pertenecen á las madas así por estar dedicadas al culto
cosas sagradas ( 2 ) , como son el taber- de Dios , y que no eran sin embargo sa-
náculo, los vasos y otros ; y por parte de crificios ni sacramentos ; por cuya razón
los que practican el culto pueden consi- conservaban la denominación común de
derarse dos cosas, á saber, la institución cosas sagradas ( 4 ) .
para el culto divino, que se hace por Al 4.° que las (prescripciones) con-
cierta consagración del pueblo ó de los cernientes á la manera de vivir del pue-
ministros , y á esto pertenecen los sacra- blo adorador de Dios, conservaban en
mentos ; y ademas su especial porte, por general el nombre de observancias, en
el que se distinguen de los que no reve- cuanto no llegaban al carácter de las
rencian á Dios , y á esto pertenecen las antedichas ; pues no se denominaban sa-
observancias, como en los manjares y gradas, porque no se relacionaban inme-
trajes y demás. diatamente con el culto de Dios, como el
Al argumento 1.° diremos que era con- tabernáculo y sus vasos; pero eran ce-
veniente que los sacrificios fueran ofreci- remoniales por cierta consecuencia, en
dos en algunos lugares y por algunos cuanto servían para que el pueblo diese
hombres ; y todo esto pertenece al culto á Dios un culto propio.
de Dios. Por consiguiente, así como por Al 5." que, así como los sacrificios se
los sacrificios se significa á Cristo inmo- ofrecían en determinado lugar, así tam-
lado , así también por los sacramentos y bién en determinados tiempos; por lo que
las cosas sagradas de los mismos se figu- parece que aun las solemnidades se com-
raban los sacramentos y cosas sagradas putan entre las cosas sagradas, al paso
de la nueva ley ; y por sus observancias que las oblaciones y los presentes se
se figuraba la vida del pueblo de la computan con los sacrificios, porque eran
nueva ley, cosas todas que pertenecían á ofrecidos á Dios. Por esto dice el Apóstol
Cristo. (Hebr. 5 , 1 ) : todo Pontífice tomado de
Al 2.° que el sacrificio de la nueva ley, entre los hombres es puesto á favor de
esto es, la Eucaristía contiene al mismo los hombres en aquellas cosas que tocan
Cristo, autor de la santificación ; porque á Dios, para que ofrezca dones y sacrifi-
santificó por su sangre al pueblo , como cios por los pecados.
se dice (Hebr. 1 3 , 1 2 ) ; y de consiguiente

(1) Incluyéndose en estos las ofrendas y dones, como asi- las más autorizadas de aquellas y en pleno acuerdo con los
mismo las libaciones, consideradas como sacriñcios de objetos códices de Alcañiz y Tarragona, á los que adaptamos nuestra
ó seres no "vivos , cuales eran ciertos líquidos. versión con las de Ñapóles f 17113 ) , la áurea romana (1773J y
(2) Y no solamente objetos portátiles ó muebles, como los la más reciente aún de Drioux en París (1S77J. .
utensilios é instrumentos destinados á las prácticas del culto; (4) Al modo que decimos" de ordinario simplemente animal
sino también los lugares en que se tributaba , como el templo al bruto destituido de razón, dando á entender que nada tiene
mismo y sus varios deparlamentos. de mayor perfección que la signiGcada por la misma palabra
(3) Nótase cierta divergencia de redacción de este pasaje animal; de modo que hasta se mira como ofensivo agravio lla-
en las diversas ediciones , y sobre todo en las más antiguas, mar así á un hombre cualquiera, que ademas de animal es
que no afecta en realidad al fondo del pensamiento y que en también y principalmente racional.
las más modernas aparece ya concillada en consonancia con

SUMA TEOLÓGICA.— TOMO 1 1 . 44


CUESTIÓN CIL

Causas de los preceptos ceremoniales.

1.° Tienen causa los preceptos ceremoniales ? — 2.° La tienen literal, ó solo figurativa ? — S.° Causas
de los sacrificios. — 4." De las cosas sagradas, — 5.° De los sacramentos. — 6." De las observancias.

A R T Í C U L O I . — l o s preceptos ceremo- Por el contrario, léese ( Ps. 18 , 9 ) :


niales tienen causa ? el precepto del Señor claro, que alumbra
á los ojos. Siendo pues preceptos de Dios
1.° Parece que los preceptos ceremo- los ceremoniales, son por consiguiente
niales no tienen causa : porque sobre claros : lo cual no sucedería, si no tuvie-
aquello ( Epbes. 2 ) derogando con sus sen causa racional.
decretos la ley de los preceptos , dice Conclusion. Necesariamente los pre-
la Glosa (interl.), esto es, « aboliendo la ceptos ceremoniales se ordenan á algún
»ley antigua en cuanto á las observan- fin , del cual por lo mismo puedan dedu-
» cias carnales por decretos, es decir, por cirse sus causas razonables.
» los preceptos evangélicos, que están de Responderemos que, siendo propio del
» acuerdo con la razón». Pero, si las sabio el ordenar las cosas según Aristó-
observancias de la antigua ley estaban teles ( Met. 1. 1, c. 2), cuanto procede de
de acuerdo con la razón, no babía por- la divina sabiduría debe ser ordenado,
qué abolirías por los razonables decretos como dice el Apóstol (Rom. 1 3 ) ; y, para
de la ley nueva. Luego las observancias que algunas cosas estén ordenadas , re-
ceremoniales de la ley antigua no tenían quiérense dos condiciones : 1 . que se or-
a

razón alguna. denen á unfindebido, que es el principio


2.° La antigua ley sucedió á la ley de de todo el orden en las operables; pues
naturaleza, en la que hubo algún pre- las que suceden fortuitamente y sin inten-
cepto no fundado en otra razón que la de ción de unfin,ó que no se hacen con se-
probar la obediencia del hombre, como riedad sino en chanza, decimos son desor-
dice San Agustín (sup. Gen: ad litt. 1. 8, denadas; 2 . lo concerniente al fin debe
a

c. 6 y 13 ) de la prohibición del árbol de ser proporcionado al mismo, de donde se


la vida. Luego también debieran consig- sigue que la razón de los medios condu-
narse en la antigua ley algunos preceptos centes alfinse toma del mismo fin, como
para probar la obediencia del hombre, que la de la disposición de una sierra de la
de suyo ninguna (otra) razón tuviesen. serradura, que es sufin(Phys. 1. 2, t. 88).
3.° Las obras del hombre se dicen Siendo pues notorio que los preceptos ce-
morales por su procedencia de la ra- remoniales, como asimismo todos los de-
zón ( 1 ) . Si pues hay alguna razón de mas preceptos de la ley, fueron instituidos
los preceptos ceremoniales, no difieren de por la divina sabiduría, según se dice
los morales. Parece por consiguiente que (Deut. 4 , 6 ) , esta es vuestra, sabiduría é
los ceremoniales no reconocen causa al- inteligencia delante de los pueblos ; debe
guna , toda vez que de alguna causa se afirmarse por necesaria consecuencia que
toma la razón de precepto. los preceptos ceremoniales son ordenados
á algún fin, según el cual pueden asig-
(1) Véase sobre esto lo dicho en la C. 1." a. 1 y 2 ; y C 102, narse sus razonables causas.
a. 1.
CUESTIÓN CU.—ARTÍCULOS I Y II. 691

Al argumento 1.° diremos que las ob- 3.° Lo que de suyo es indiferente en
servancias de la ley antigua pueden de- cuanto á realizarse así ó no así, no pare-
cirse sin razón, en el sentido de que no- ce tener causa alguna literal; y tales pa-
la tenían en su propia naturaleza los he- recen ser algunos entre los preceptos ce-
chos mismos, como el que el vestido no remoniales , como los concernientes al
se hiciese de lana y lino; pero podían número de animales que debían ofrecer-
tenerla por su (destino ú) orden á otra se, y á otras análogas circunstancias par-
cosa, esto es, ó por simbolizarse algo en ticulares : luego los preceptos de la ley
esto, ó porque algo se escluyese; mas antigua no tienen razón literal.
los decretos de la nueva ley, que princi- Por el contrario: así como los precep-
palmente consisten en la fe y amor de tos ceremoniales simbolizaban á Cristo,
Dios, por la propia naturaleza del acto igualmente también las historias del an-
son razonables. tiguo testamento, pues se dice ( i Cor.
Al 2.° que la prohibición del árbol de 1 0 , 11) que todo les acontecía en figura.
la ciencia ( 1 ) del bien y del mal no se Es así que en las historias del viejo Tes-
hizo porque aquel árbol fuese natural- tamento ademas del sentido místico ó
mente malo; y no obstante la tal prohi- figurativo lo hay también literal ( 3 ) .
bición tuvo alguna razón, por ordenarse á Luego también los preceptos ceremonia-
otra cosa, cual era lo que por ella se sim- les tenían sus causas literales ademas de
bolizaba ; y así también los preceptos ce- las representativas.
remoniales de la antigua ley tienen su Conclusión. Según el doble fin de los
razón en ordenarse á otra cosa. preceptos ceremoniales de la antigua ley
Al 3.° que los preceptos morales tie- tienen asimismo doble razón ó causa, li-
nen razonables causas según su misma teral por su respecto al culto divino y
naturaleza, como no matarás , no hurta- mística ó simbólica como figurativos de
rás ; pero los ceremoniales reconocen sus Cristo.
causas razonables en su respecto á otra Responderemos, que según lo dicho
cosa , conforme á lo dicho. (a. 1) la razón de los medios debe to-
marse delfin; y los preceptos ceremonia-
ARTÍCULO I I . — iosprcccptosccremo- les tienen un fin doble : porque se orde-
nlnlcs t i e n e n c a u s a l i t e r a l , ó solo Oguratlva ? naban al culto de .Dios en aquel tiempo,
y ademas figuraban á Cristo; como tam-
1. Parece que los preceptos ceremo-
a
bién las palabras de los profetas de tal
niales no tienen causa literal, sino única- modo se referían al tiempo presente, que
mente emblemática : porque entre ellos se decían también en figura del futuro,
eran los principales la circuncisión y la según advierte San Jerónimo (super.
inmolación del cordero pascual; y ningu- Os. c. 1 , ábiit et accepit ) . Así pues
na de estas tenía sino causa simbólica, las razones de los preceptos ceremonia-
como instituidas ambas en concepto de les de la antigua ley pueden ser conside-
signos , pues se dice' (Gen. 1 7 , 1 1 ) , cir- rados de dos modos : 1.° por relación al
cuncidaréis la carne de vuestro prepucio, culto divino, que debía observarse en
para c¡ue sea en señal de alianza entre mí aquel tiempo; y aquellas razones son li-
y vosotros; y de la celebración de la Pas- terales, ya tengan por objeto evitar laido-
cua (2) (Ex. 13, 9 ) , será como señal en latría, ya conmemorar algunos beneficios
tu mano y como recuerdo ante tus ojos. de Dios , ya manifiesten la escelencia di-
Luego mucho menos tienen causa no vina, ó ya designen la disposición del es-
simbólica los otros ceremoniales. píritu, que entonces se requería para tri-
2.° El efecto es proporcionado á su butar culto á Dios ; 2.° en cuanto se or-
causa : por consiguiente, siendo figurati- denan á figurar á Cristo, y bajo este con-
vos todos los (preceptos) ceremoniales cepto sus razones son figurativas y mís-
según lo dicho (C. 1 0 1 , a. 2 ) , no tienen ticas, ya se tomen como del mismo Cristo
por lo mismo sino causa figurativa. y de la Iglesia, lo cual pertenece á la

(1) Así común y casi unánimemente se halla en casi todas (2) Pitase • véase la nota 2, pág. 653.
las ediciones y manuscritos , aunque el códice de Alcañiz (3) Véase el a. 10 de la C. 1." en la 1." Parte.
pone vüm como en la objeción misma.
692 CUESTIÓN CII. — A R T Í C U L O S II Y I I I .

alegoría; ya de las costumbres del pue- humana, como ciertos animales y algu-
blo cristiano, lo cual corresponde al sen- nos panes. E s así que Dios no necesita
tido moral; ó y a con relación al estado ..de tal sustento,según a q u e l l o ( P s . 4 9 , 1 3 ) :
de la vida futura, según que á ella somos ¿por ventura comeré carnes de toros?
introducidos por Cristo, lo cual constituye ó beberé sangre de machos de cabrío ?
el sentido anagógico (1). L u e g o inconvenientemente se ofrecían á
A l argumento 1.° diremos q u e , así Dios semejantes sacrificios.
como el sentido de la locución metafó- 2.° N o se ofrecían en el sacrificio di-
rica en las Escrituras es literal, porque vino sino tres géneros de animales cua-
las palabras son empleadas precisamente drúpedos, que eran de b u e y e s , ovejas y
para que así lo signifiquen; del mismo cabras ; mas de aves en general tórtolas
modo las significaciones de las ceremo- y palomas, y en particular para la puri-
nias de la l e y , que son conmemorativas ficación de los leprosos se hacía el sacri-
de los beneficios de Dios, por cuya causa ficio de pájaros. P e r o muchos otros ani-
fueron instituidas , ó de otras semejantes males son más nobles que estos ; y, puesto
que pertenecían á aquel estado , no salen que todo lo que es óptimo debe ser ofre-
del orden de las causas literales. L u e g o cido á Dios, parece que no solo de dichas
es conveniente que se asigne la causa de cosas debieran haber sido ofrecidos á
la celebración de la P a s c u a , que es el Dios sacrificios.
signo de la libertad del E g i p t o ; y la de 3.° A s í como el hombre tiene de D i o s
la circuncisión, que es el signo de la el dominio de las aves y de los animales,
alianza que Dios tuvo con Abraham : lo así también el de los peces. L u e g o inde-
cual pertenece á causa literal. bidamente se escluían estos del sacrificio
A l 2.° que aquella razón sería proce- divino.
dente, si los preceptos ceremoniales hu- 4.° Mandábase ofrecer indiferentemen-
biesen sido dados solamente para figurar te tórtolas y palomas. L u e g o , así como
lo futuro, pero no para honrar á D i o s en se mandaba ofrecer los polluelos de Jas
el presente. palomas, igualmente (3) los de las tór-
A l 3.° que, así como en las leyes hu- tolas.
manas se ha dicho ( C . 96, a. 3) que tie- 5.° Dios es el autor de la vida no solo
nen razón en g e n e r a l , mas no relativa- de los hombres sino también de los ani-
mente á determinadas condiciones, pues males, como se ve por lo que se dice
que estas dependen del arbitrio de los ( G e n . 1 ) ; y la muerte es opuesta á la
que las establecen ; así también muchas vida: luego no debieron ser ofrecidos á
particulares determinaciones en las cere- Dios los animales muertos, sino más bien
monias de la antigua ley no tienen causa vivos ; y mas por lo que el Apóstol amo-
alguna literal, sino solamente figurada : nesta (Rom. 12, 1), que ofrezcamos nues-
pero en común tienen también causa li- tros cuerpos en hostia viva, santa agra-
teral. ' dable á Dios.
6.° Si no se ofrecían á D i o s en sacrifi-
cio los animales sino muertos, parece no
A R T Í C U L O I I I . — ¿Puede asignarse
haber diferencia alguna en la manera de
razón conveniente acerca de l a s c e r e m o n i a s
matarlos. L u e g o inconvenientemente, se
p e r t e n e c i e n t e s ii los sacrificios ?
determina el modo de su inmolación,
principalmente en las a v e s , como se ve
1.° Parece que no puede asignarse una ( L e v . 1, 15) ( 4 ) .
razón conveniente acerca de las ceremo- 7.° Todo defecto del animal es vía á
nias , que pertenecen á los sacrificios : la corrupción y á la muerte. Y a pues
porque las cosas que se ofrecían en sa- que se ofrecían á Dios los animales muer-
crificio (2) eran de aquellas, que son ne- tos, fue inconveniente el prohibir la obla-
cesarias para el sostenimiento de la vida ción de animal imperfecto, como cojo ó

(1) Véase en l a l . " Parte la C. 1." a. 10. el cuello,no usando de cuchillo ú otro instrumento cortante ó
(2) Véase la nota 1 de la página 080. punzante, y después con las uñas abrían una incisión para
(3) « Debieran ofrecerse también ó mandarse ofrecer». estraer la sangre , que hacian gotear sobre el bordo del altar.
(I) Donde se prescribe matarlas retorciendo la cabeza hacia P. Scio.
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO I I I . 693

ciego ó con alguna otra imperfección (Levit. 2 ) el usar de la miel y la levadu-


( L e v . 22). r a , que también hace sabroso el p a n , y
8.° L o s que ofrecen hostias á D i o s se prescribía el uso de la sal que es'mor-
deben participar de ellas según aquello diente, y del incienso que tiene un sabor
del Apóstol (I Cor. 10, 1 8 ) ; ¿ los que co- amargo. L u e g o parece que las cosas per-
men las víctimas no son participantes tenecientes á las ceremonias de los sacri-
del altar ? L u e g o inconvenientemente se ficios no tenían causa racional.
quitaban á los oferentes ciertas partes de Por el contrario, se dice ( L e v i t , 1, 9 ) :
las víctimas, como la sangre y la grasa, todas las ofrendas las quemará el sa-
la pechuga y el lomo derecho. ( L e v . 3 ) . cerdote sobre el altar en holocausto y
9.° A s í como los holocaustos se ofre- olor (1) suavísimo al Señor. P e r o , según
cían en honor de D i o s , igualmente las se espresa ( S a p . 7, 28), Dios á nadie ama
hostias pacíficas y las hostias por el p e - sino al que mora con la sabiduría ; de
cado. P e r o no se ofrecía á D i o s en h o - donde se deduce que todo lo que agrada
locausto animal alguno del sexo femeni- á Dios lleva adjunta la sabiduría, y por
no, aunque se ofrecían holocaustos tanto consecuencia la tenían aquellas ceremo-
de cuadrúpedos como de aves. L u e g o nias de los sacrificios, porque tenían sus
inconvenientemente se ofrecían animales causas racionales.
del sexo femenino en las hostias pacíficas Conclusión. Según que los sacrificios
y por el p e c a d o , y sin embargo en las y sus ceremonias se ordenaban respecti-
hostias pacíficas no se ofrecían aves. vamente al culto de Dios ó á simbolizar
10.° Todas las hostias pacíficas parecen prefigurativamente á Cristo, se justifican
ser del mismo género. L u e g o no debió sus razonables causas ; por cuanto indu-
establecerse la diferencia, de que ciertas cían á elevar el alma á Dios ó alejaban
carnes de las víctimas no pudieran c o - de la idolatría en el primer concepto, ó
merse al dia siguiente y otras sí, como se representaban en el segundo la pasión é
manda ( L e v i t . 7). inmolación voluntarias del Redentor.
11.° Todos los pecados tienen de co- R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
mún el alejar de Dios. L u e g o por todos (a. 2) los preceptos ceremoniales de la
los pecados se debió ofrecer un solo g é - antigua ley tenían una doble causa : li-
nero de sacrificio para l a reconciliación teral, según que se ordenaba?! al culto
con Dios. de Dios; y figurada ó mística, en cuanto
12.° Todos los animales, que se ofre- tenían por objeto figurar á Cristo ; y
cían en sacrificio, se ofrecían de un mis- bajo uno y otro concepto puede asignarse
mo modo, es decir, muertos. N o parece por convenientemente causa á las ceremonias
lo tanto conveniente que se hiciera de concernientes á los sacrificios. Efectiva-
otra manera la oblación de los frutos de mente : en Cuanto estos se ordenaban al
la tierra ; pues y a se ofrecían las espigas, culto de Dios, su causa puede considerar-
ya la flor de la harina, y a el pan cocido se de dos modos : 1.° según que por ellos
unas veces en horno, otras en sartén y se representaba la ordenación de la men-
otras en parrilla (Levit. 2 y 7 ) . te á D i o s , á la que se escitaba el que
13.° Todas las cosas de que usamos ofrecía el sacrificio, puesto que á la recta
debemos reconocer provienen de Dios : ordenación de la mente á Dios pertenece
luego fuera de los animales se ofrecían á el que el hombre reconozca que todo
Dios inconvenientemente solo p a n , vino, cuanto tiene, le proviene de D i o s como
aceite, incienso y sal. del primer principio y l o ordene á Dios
14.° L o s sacrificios corporales denoLan como á su último fin; y esto se represen-
el sacrificio interior del corazón, por el taba en las oblaciones y sacrificios ( 2 ) ,
que el hombre ofrece á Dios su espíritu; por cuanto el hombre ofrecía en honor
y en el sacrificio interior h a y más de de D i o s de sus cosas como en reconoci-
dulzura representada en la miel que de miento de que de Dios las tenía, confor-
acritud simbolizada por la sal, puesto que me á lo que dijo D a v i d ( i Paralip. 2 9 , 14):
se dice ( E c c l i . 2 4 , 2 7 ) : mi espíritu es
más dulce que la miel. L u e g o inconve- " (1) Grato á Dios y que aplaca su ira contra los pecados.
(2) Puede consultarse no sin fruto sobre-esta distinción
nientemente se prohibía en el sacrificio entre oblaciones y sacrificios la C. 85, a. 3, al 3.°de la 2."-2.«»,
694 CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O I I I .

tuyas son todas las cosas ; y lo que hemos el mismo Cristo se ha ofrecido á Dios
recibido de tu mano, eso te hemos dado. en olor de suavidad ( 5 ) , como se dice
Por, esto mismo en la oblación de los sa- ( E p h e s . 5,2); y por causa de este se
crificios el hombre protestaba que D i o s ofrecían todos los otros sacrificios en la
era el primer principio de la creación de l e y antigua, para significar este único, sin-
las cosas, y el útimo fin al cual todas gular y principal sacrificio como (se re-
debían ser referidas : y , como pertenece presenta) lo que es perfecto por cosas
á la recta ordenación de la mente á D i o s imperfectas. D e aquí lo que dice el
el que no reconozca el hombre otro pri- Apóstol (Hebr. 10, 11 y 12) que el sa-
mer autor de las cosas que Dios s o l o , y cerdote (de la antigua ley) ofrecía mu-
que en ningún otro constituya su último chas veces mías mismas víctimas, que
fin ; por este motivo se prohibía en la l e y nunca pueden quitar los pecados ; mas
ofrecer sacrificio á otro alguno que á Cristo ha ofrecido una sola por los pe-
Dios, según estas palabras (Exod. 22,20): cados para siempre (6) : y , como de lo
el que sacrifica á dioses, escepto al solo figurado se toma la razón de la figura,
Señor, será muerto ( 1 ) . A s í que la hé aquí porqué las razones de los sacri-
causa de las ceremonias respecto de los ficios místicos de la antigua ley se deben
sacrificios puede asignarse de otro modo tomar del verdadero sacrificio de Cristo.
la razón, tomándola de que por ellas se A l argumento 1.° diremos que Dios
retraía á los hombres de los sacrificios no quería que estos sacrificios se le ofre-
idolátricos : por manera que los precep- cieran por razón de las mismas cosas
tos sobre los sacrificios no fueron dados ofrecidas, como si de ellas necesitase,
al pueblo de los j u d í o s , sino después que por lo cual dice ( I s . 1 , 1 1 ) : no quiero
se inclinaron á la idolatría, adorando el holocaustos de carneros y sebo de ani-
becerro de oro ( 2 ) , como que estos sa- males gruesos y sangre de becerros y de
crificios fueran instituidos para que el cabríos y corderos; mas quería que estas
pueblo propenso á ellos los ofreciese cosas le fueran ofrecidas , como se ha di-
más ( 3 ) bien á D i o s que á los ídolos. cho (a. 2), y a para estirpar la idolatría, ya
A s í se dice (Jerem. 7, 22): no hablé con para significar el debido orden de la
vuestros padres, ni les mandé el dia que mente humana para con D i o s , y a también
los saqué de la tierra de Egipto, de para simbolizar el misterio de la redención
asunto de holocaustos (4) y de víctimas. humana por Cristo.
M a s entre todos los dones, que D i o s otor-
A l 2° que relativamente á todo lo
gara al género humano después de haber
dicho h a y una razón de conveniencia,
caido en el p e c a d o , el más principal es
por la cual eran ofrecidos á Dios en sa-
el haberle dado á su H i j o , según lo que
crificio esos animales y no otros : 1.° para
se dice (Joann. 3, 16): de tal manera
escluir la idolatría, puesto que los idóla-
amó Dios al mundo, 'que dio á su Hijo
tras ofrecían á sus dioses todos aquellos
Unigénito, para que todo el que cree en
otros animales ó se servían de ellos para
él no perezca, sino que tenga la vida
sus maleficios; pues los e g i p c i o s , con
eterna; y por lo tanto el máximo de
quienes habían vivido, tenían por abomi-
todos los sacrificios es aquel, por el cual
nación la muerte de los tales animales, y

(1) En los Setenta ( v. 20) se espresa más enérgicamente tima), sino propiamente los que se ofrecían en desagravio á
marte eradicaoilur ó exterminaUlur , « será desarraigado ó es- Dios por pecados cometidos determinadamente , y no solo en
» terminado por muerte ». general por los pecados del pueblo ; aunque también á veces
(2) Con/lalilcm, «fundido», es decir, fabricado de las joyas se designa por esta palabra lo mismo que por holocausto ú lio-
recogidas por Aaron entre todo el pueblo, que aprontó cuanto locausta ó sacrificio pro peccalis, como en este lugar mismo
oro poseían en dijes y alhajas de oro, para erigirlo y adorarlo, puede muy bien interpretarse , á juzgar por el contesto y su
como es bien sabido. objeto.
(3) ilagis, adversativamente ; y no en sentido comparativo, (5) Véasela notal en la página 093.
lo cual supondría una simple preferencia á favor del culto lá- (6) In sempilernum, principalmente por sus efectos constan-
trico del verdadero Dios, y no la absolutaesclusion déla ado- temente relacionados con la eternidad y la inamisible ó per-
ración á todo otro ser ú objeto, que él no fuese ; como no pudo petua salvación; y también en el sentido de que lo sigue ofre-
menos de intentarse espresar por ese adverbio, cuyo ver- ciendo incesantemente al Padre eterno en el cielo y por sus
dadero y propio significado aquí es este : « á Dios , y no á los ministros en la tierra , donde por todos sus ámbitos y á todas
»ídolos » . horas se está continuamente renovando y perpetuando en el
(4) Holacaustomata : no cualesquiera holocaustos (sacrificios incruento sacrificio de la misa y en el augusto Sacramento
completos, en que se consumía al fuego toda íntegra la vie- del altar.
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O III. 695

por esta razón no los sacrificaban á sus » persion de los creyentes por el agua
dioses, según lo cual se dice ( E x . 8,26 ) : » del bautismo » .
¿ sacrificaremos al Señor nuestro Dios A l 3.° que los p e c e s , que viven en el
las abominaciones de los egipcios ? por- a g u a , son más estraños al hombre que
que adoraban las ovejas ; veneraban los los demás animales, que viven en el aire
machos cabríos , en cuya figura (se les) lo mismo que é l ; y ademas los peces sa-
aparecían los demonios ; y también se cados del agua mueren al instante, por lo
servían de los bueyes para la agricul- cual no podían ser ofrecidos en el templo,
tura , que consideraban como una cosa como los otros animales.
sagrada; 2.° era esto conveniente para la A l 4.° que entre las tórtolas son m e -
ya dicha ordenación de la mente á Dios; jores las mayores que los polluelos, y en
y esto de dos modos : 1.° porque estos las palomas al contrario : y por lo tanto,
animales son el principal sustento de la como dice el Rabino Moisés ( 1. 3. D u x
vida h u m a n a , á lo que se agrega el ser - errant. c. 47 ) , « s e mandan ofrecer tór-
los más limpios y más puramente nutriti- » t o l a s y pichones » , porque todo lo me-
vos ; al paso que los otros animales ó son jor debe ser atribuido á Dios.
silvestres, y no comunmente destinados A l 5.° que se mataban los animales
al uso de los hombres, ó aun siendo do- ofrecidos en sacrificio, porque los hom-
mésticos tienen alimentación inmunda, bres los usan y a muertos, en el concepto
como el puerco y la g a l l i n a , y única- de dárselos Dios para s u alimento; y por
mente debe dedicarse á Dios lo que es la misma razón se quemaban al fuego,
puro ; así como ofrecían especialmente á porque así cocidos se condimentan para
Dios las aves mencionadas, porque abun- sustento del hombre. D e l mismo modo
dan en la tierra de promisión ; 2.° porque también por la muerte de los animales se
la inmolación de estos animales designa significaba la destrucción de los pecados
la pureza de la mente; pues, como se dice y que los hombres eran dignos de muerte
en la Glosa del Levit. 1 (in procem. ad por sus pecados ; como si se matase á
Levit. ) , « ofrecemos becerro, cuando aquellos animales en su sustitución, para
» vencemos la soberbia de la carne ; cor- significar la espiacion de los pecados,
» d e r o , cuando corregimos los movimien- simbolizándose asimismo en la muerte
» tos irracionales ; cabrito, cuando nos de dichos animales la de Cristo.
» sobreponemos á la lascivia; paloma, A l 6.° que en la l e y se determinaba la
» cuando somos sencillos ; t ó r t o l a , cuan- manera especial de matar los animales
» do guardamos la castidad; panes áci- inmolados, para escluir otros modos que
» mos , cuando nos refocilamos en ban- los idólatras empleaban al inmolarlos á
» quetes de sinceridad » ; y en la paloma sus í d o l o s ; ó también, como dice Rabí
es evidente que se significa la castidad y Moisés ( i b i d . c. 49 ) , la l e y escogió el
la simplicidad de espíritu; 3.°fue conve- género de muerte, que menos les hiciese
niente que estos animales se ofrecieran sufrir á los animales, previniendo así
en figura de Cristo ; porque , como en la tanto la crueldad de los que los ofrecían
misma Glosa se dice, « Cristo es ofrecido como el destrozo de los animales muertos.
» en el becerro á causa de la virtud de la
A l 7.° q u e , como los animales defec-
» cruz; en el cordero por su inocencia;
tuosos suelen tenerse en desprecio aun
» en el carnero por su principado ; en el
entre los hombres , por eso se prohibía
» macho cabrío por causa de la seme-
ofrecerlos á Dios en sacrificio ; como por
j a n z a de la carne de p e c a d o , y en la
la misma causa estaba prohibido el ofre-
» tórtola y paloma se representaba la
cer en la casa de Dios « l a paga de la
» unión de las dos naturalezas, ó en la
» prostitución ó el precio del perro» (1)
» tórtola la castidad y en la paloma la
( D e u t . 2 3 , 18); y por la misma razón no
» caridad, y en la flor de harina la as-
se ofrecían los animales antes del sétimo

(1) Canis se lee lanío aquí como en la Vulgata; y no caniis cia del perro , que es quizá el menos mirado ó retraído de la
cual se halla en algunas ediciones y aun manuscritos , cuyos publicidad en los actos destinados á la reproducción ; ademas
editores ó copiantes no tuvieron presente el sacro testo, ni de que la sustitución de canüs daría repetida sustancialmente
por otra parte penetraron el sentido de la frase, cuyo intento la misma idea, designando el misino acto fornicario que pro-
visible es el de asociar á la torpeza de la lascivia la impuden- slivuti.
696 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O III.

día (1), pues los tales eran como abor- ministros y con la cooperación de los
tivos y sin plena consistencia todavía mismos hombres que se salvan ; y lo que
siendo (demasiado) tiernos. generalmente se observaba era que la san-
A l 8.° que babía tres clases de sacri- gre y la grasa no sirviese ni al uso de los
ficios: 1.° uno en que todo s e quemaba sacerdotes ni al de los que ofrecían el sa-
y que se llamaba holocausto, porque crificio; sino que la sangre se derramaba
todo se q u e m a b a , y este sacrificio se sobre el borde del altar en honor de Dios,
ofrecía especialmente á Dios por reve- y la grasa se consumía por el fuego. L a
rencia á su majestad y amor á su bon- razón de esto era por una parte para des-
dad , y correspondía al estado de perfec- truir la idolatría, porque los idólatras
ción en el cumplimiento de los consejos ; bebían de la sangre de las v í c t i m a s , y
por lo cual quemábase todo, para demos- comían la g r a s a , según se dice ( D e u t .
trar q u e , así como todo el animal con- 32, 3 8 ) , de cuyas víctimas comían las
vertido en vapor (2) se elevaba hacia grosuras y bebían el vino de sus libacio-
el cielo , así también el hombre y todas nes ; por otra para norma de la vida hu-
sus cosas están sometidas al dominio de mana , pues se les prohibía el uso de la
D i o s y deben serle ofrecidas ; 2.° otro era sangre para infundirles horror al derra-
el sacrificio por el pecado, que se ofrecía mamiento de la sangre h u m a n a , por lo
á Dios por la necesidad del perdón del que se dice (Gen. 9, 4) , carne con san-
pecado (3), y convenía al estado de los gre no comeréis, porque reivindicaré la
penitentes en satisfacción de las culpas; sangre de vuestras almas (v. 5) ; y se les
el cual se dividía en dos p a r t e s , siendo prohibía comer las grasas (4), para evi-
una de ellas quemada y la otra destinada tar la lujuria, por lo cual se dice (Ezech.
al uso de los sacerdotes, para significar 34, 3 ) , matabais lo que era graso ; y en
que la espiacion-de los pecados se hace tercer lugar por la reverencia á Dios, pues-
por D i o s mediante el ministerio sacerdo- to que la sangre es lo más principalmente
tal ; á no ser ofrecido el sacrificio por el necesario para la vida, por lo que se dice
pecado de todo el p u e b l o , ó en especial que el alma está en la s a n g r e , y la gro-
por el del sacerdote, en cuyo caso se sura demuestra la abundancia de nutri-
quemaba í n t e g r o , porque no debía que- ción ; y así, para dar á entender que de
dar para el uso de los sacerdotes lo que D i o s nos viene tanto la vida como toda
se "ofrecía por el pecado de los mismos, á suficiencia de bienes , derramábase la
fin de que nada de pecado quedase en sangre y se quemaba la enjundia en ho-
ellos , y porque esto no sería satisfacción nor de Dios. L a 4. razón es porque en
a

por el p e c a d o ; pues, quedando para el esto se, simbolizaba la efusión de la san-


disfrute de aquellos por cuyos pecados gre de Cristo y su abundante caridad, en
era ofrecido, parecería ser lo mismo que virtud de la cual se ofreció á D i o s por
si no se ofreciera ; 3.° el tercer sacrificio nosotros. D e las hostias pacíficas queda-
llamábase hostia pacífica, la que se ofre- ba para el uso del sacerdote el pecho y la
cía á Dios ya en acción de g r a c i a s , y a espalda derecha, para escluir una espe-
por la salud y prosperidad de los oferentes cie de adivinación, llamada spatulaman-
por débito de beneficio ó por recibir ó y a tia (5), es decir, que adivinaban por los
recibido, y conviene al estado de los que omoplatos de los animales inmolados y
progresan en el cumplimiento de los man- también por medio del esternón (osse
damientos ; y este se dividía en tres par- pectoris) , por cuyo motivo no se daban
tes ; una se quemaba en honor de Dios, estas partes á los que las ofrecían. Por
otra quedaba al uso de los sacerdotes, y esto se significaba también que al sacer-
la tercera al de los oferentes, significan- dote era necesaria la sabiduría del cora-
do con esto que la salvación del hombre zón para enseñar al pueblo, lo cual se re-
proviene de Dios bajo la dirección de sus presentaba por el pecho , cubierta del

(1) A contar desde el de su nacimiento , « antes que cum» (3) Véase la nota 4 de la página 694.
i» pliesen ó tuviesen al menos siete días de edad ». (4) Hebraísmo: « vuestra sangre», vuestra vida.
(2/ Y en ceniza, ó sea, enrarecido hasta poder ser levantado (5) Véase acerca de eslo la C 95, a. 3, de la 2.°-2. ffl

por el aire y entre el humo.


CUESTIÓN fill. — A R T Í C U L O I I Í .

corazón; y asimismo la fortaleza para « cuanto más grave era el p e c a d o , tanto


sobrellevar sus defectos, la que se signi- » más vil especie de animal se ofrecía
fica por el hombro derecho. » por é l » : así la cabra, que es el animal
A l 9.° q u e , como el holocausto era el más v i l , se ofrecía por la idolatría , que
más perfecto entre los sacrificios, no se es el más grave pecado ; por la_ ignoran-
ofrecía en él sino m a c h o ; porque la hem- cia del sacerdote un becerro; y por la
bra es animal imperfecto ( 1 ) . L a obla- negligencia del príncipe un macho cabrío.
ción de tórtolas y palomas se hacía por A l 12.° que la ley quiso proveer eu los
causa de la pobreza de los oferentes, que sacrificios á la pobreza de los oferentes;
no podian ofrecer animales mayores ; y de modo que el que no pudiese ofrecer
porque las hostias pacíficas se ofrecían un animal cuadrúpedo, ofreciese al menos
gratuitamente, y nadie estaba obligado á a v e ; el que no la tenía un pan, y el que
ofrecerlas, sino que era un acto volunta- no lo tenía harina ó espigas cuando me-
rio ; por lo t a n t o , no se ofrecían estas nos. L a causa figurativa es qué el pan
aves entre las hostias pacíficas sino en- significa á Cristo, que es el pan vivo,
tre los. holocaustos y las hostias por el como se dice ( J o a n n . .6) ; el cual estaba
p e c a d o , que era preciso ofrecer algunas (por decirlo a s í ) en espiga en el estado
veces. También estas aves convienen á de la ley de la naturaleza en la fe de los
la perfección de los holocaustos á causa Patriarcas ; como la flor de harina en la
de la altura de su v u e l o , é igualmente á doctrina de la l e y y los profetas; y como
las hostias por el p e c a d o , puesto que gi- el pan formado, después que el Verbo se
men en vez de cantar. unió á nuestra humanidad y fue cocido
A l 10.° que entre todos los sacrificios al fuego, esto e s , formado por el Espíritu
el holocausto era el principal, porque Santo en el horno del seno virginal, y fue
todo se quemaba en honor de D i o s , y también asado en sartén por los trabajos
nada de él se comía. L a hostia por el. que soportaba en el mundo, y consumido
pecado ocupaba el segundo lugar en san- en la cruz como en unas parrillas, según
tidad , porque se comía únicamente en el dice la Glosa de Hesiquio.
atrio por los sacerdotes en el mismo dia A l 13.° que entre las producciones de
del sacrificio. E l tercer grado correspon- la tierra, de que el hombre hace uso, las
día á las hostias pacíficas en acción de unas sirven para alimentarle , y de estas
gracias, que se comían en el mismo dia, se ofrecía el pan ; las otras le sirven de
pero en toda la ciudad de Jerusalen. E n bebida, y de estas se ofrecía el vino; otras
cuarto lugar estaban las hostias pacíficas las utiliza para condimento, y de estas se
por voto , cuyas carnes podían comerse ofrecían el aceite y la sal;^y otras las usa
aun al dia siguiente. Y la razón de este conio medicamento, y de estas se ofrecía
orden se funda, en que principalmente el el incienso, que es aromático y fortifi-
hombre está obligado á Dios por su ma- cante. Por el pan se significa la carue de
jestad , en segundo lugar por la ofensa Cristo; por el vino su sangre, por la cual
cometida, en tercero por los beneficios fuimos redimidos ; por el aceite la gracia
ya recibidos y en cuarto por los que se de Cristo ; por la sal la ciencia; y por el
esperan. incienso la oración. "
A l 11.° que los pecados se agravan en A l 14.° que no se ofrecía la miel en
razón del estado del pecador, como se ha los sacrificios ; y a porque se acostum-
dicho ( C. 73, a. 10 ) ; y por lo tanto se braba á ofrecerla en los sacrificios de los
mandaba ofrecer otra hostia por el peca- ídolos, ya también para escluir toda dul-
do del sacerdote y de un príncipe ó de zura y deleite carnal de los que intentan
otra persona privada. D e b e tenerse sin sacrificar á Dios. N o se ofrecía la leva-
embargo en cuenta, como dice el Rabino dura , para escluir la corrupción ; y tam-
Moisés ( D u x errant. 1. ,3 , c. 47 ) , que bién quizá ( 2 ) porque era costumbre

(1) Véase.en el T. i.° la nota 2, pág. 750. estos en los sacrificios de los judíos, á pesar de que por regla
(2) Aduce como en duda esta razón , ya porque ningún general se destinaban entre estos á los sacrificios y ofrendas
otro intérprete anterior al Santo consta la hubiese aducido, precisa y esclusivamente los animales y producciones ú ob-
ya porque también los gentiles ofrecían sal é incienso , como jetos , que no acostuml raban ofrecer á sus dioses los gentiles
también estaba prescrito ya su uso en los sacrificios de los ó á los que muchos de ellos y en diversos pueblos tributaban
judíos, á pesar do que por regla general se destinaban entre el culto solo debido á la divinidad.
698 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULOS III Y IV.

ofrecerla en los sacrificios idólatras. L a 5.° L a virtud del primer movente, que
sal se ofrecía, porque impide la putrefac- es D i o s , primeramente aparece por la
ción , y los sacrificios ofrecidos á Dios parte de Oriente, de la cual comienza el
deben ser incorruptos; y también porque primer movimiento. E l tabernáculo fue
en la sal se significa la discreción de la instituido para la adoración de Dios.
sabiduría ó la mortificación de la carne. L u e g o debía estar dispuesto más bien
E l incienso se ofrecía á Dios, para desig- hacia el Oriente que al Occidente.
nar la devoción de la mente que es nece- 6.° Dios mandó ( E x . 20, 4) que no
saria á los oferentes, y también para in- hicieran esculturas ni alguna semejanza.
dicar el olor de la buena fama ; puesto L u e g o inconvenientemente en el taber-
que el incienso es craso y oloroso, y por- náculo ó en el templo fueron esculpidas
que el sacrificio de la zelotypia. no pro- las imágenes de los Querubines. A s i m i s -
cedía de la devoción sino más bien de la mo también el arca y propiciatorio y el
suspicacia, no se ofrecía en él incienso. candelabro y la mesa y doble altar pa-
rece figuraban allí sin causa racional.
AKTÍCTJLO I V . — ¿ P u e d e asignarse 7.° E l Señor ordenó ( E x . 22, 24), al-
u n a razón cierta de l a s c e r e m o n i a s que per- tar de tierra me erigiréis, y ademas (v. 26),
tenecen á las cosas sagradas ¥ no subirás por gradas á mi altar. L u e g o
inconvenientemente se manda después
l.° Parece que no puede asignarse hacer un altar de madera, incrustado de
razón suficiente de las ceremonias de la oro ó cobre, y de tal altura que no pueda
antigua l e y pertenecientes á las cosas subirse á él sino por gradas ; pues se di-
sagradas : porque dice San P a b l o ( A c t . ce ( E x . 27, 1), harás también un altar
17, 24) : el Dios que hizo el mundo y de madera de setin (1), que tendrá cin-
todas las cosas que hay en él, este siendo co codos de longitud y otros tantos de
Señor de cielo y tierra, no mora en tem- ancho y tres codos de altura, y lo cubri-
plos hechos de manos de los hombres. rás de cobre; y más adelante ( E x . 30, 1),
L u e g o inconvenientemente fue estable- harás, asimismo un altar de madera de
cido un tabernáculo ó templo de la l e y setin, para quemar los perfumes, y lo
antigua para el culto de D i o s . cubrirás del oro más puro.
2.° E l estado de la antigua l e y no fue 8.° E n las obras de D i o s nada debe
variado sino por Cristo ; es así que el ta- haber supérfluo, porque ni en las obras
bernáculo designaba el estado de la an- de la naturaleza se encuentra cosa algu-
tigua l e y : luego no debió ser cambiado na supérflua ; y para un solo tabernáculo
por la edificación de algún templo. ó casa basta una sola cubierta. Luego
3.° L a l e y divina debe principalmente inconvenientemente se pusieron muchas
inclinar á los hombres al culto divino. sobre el tabernáculo, como cortinas, col-
E s así que pertenece al aumento del gaduras de pelo de cabra, pieles de cor-
culto divino el que se erijan muchos al- dero teñidas de rojo, y pieles de color de
tares y muchos templos, como sucede en jacinto.
la l e y nueva. L u e g o parece que también 9.° L a consagración esterior represen-
en la antigua l e y no debió existir solo un ta la santidad interior, cuyo sujeto es el
templo ó un solo tabernáculo, sino mu- alma. L u e g o inconvenientemente se con-
chos. sagraban el tabernáculo y sus vasos, pues
4.° E l tabernáculo ó el templo se or- eran cosas inanimadas.
denaba al culto de D i o s , en quien debe 10.° Se dice ( P s . 33, 1): bendeciré al
venerarse principalmente su unidad y Señor en todo tiempo, su alabanza siem-
simplicidad. L u e g o no parece que fuera pre en mi boca. M a s las solemnidades se
conveniente que el tabernáculo ó el tem- instituyen para alabar á D i o s . L u e g o no
plo se distinguiesen por ciertos velos. fue conveniente que se establecieran

(i) Madera incorruptible (según espresamente consigna la » y el pulimento á que se prestaba , escedía en duración y
versión de los Setenta) y olorosa, que algunos creen fuese e » belleza á todos los demás conocidos » . Desígnase en los Li-
cedro y otros la equiparan con la del espino blanco, al que en bros Santos por su nombre hebreo , porque ( dicen varios in«
efecto dice San Jerónimo se asemeja más que á cualquier otro lérprctesj solo se producía y era conocido únicamente en
árbol, añadiendo que « se criaba en el desierto y que por su aquella tierra , y por lo mismo no tenía correspondencia cu
»incorruptibilidad y poco peso', como también por su solidez los idiomas griego ni latino.
tíUESÍION C U . — A R T Í C U L O IV. 699

ciertos dias fijos para su celebración. A s í de Dios se refiere á dos cosas: á D i o s á


pues parece que las ceremonias de las quien se da, y á los hombres que le ado-
cosas sagradas no reconocían causas con- ran. E l mismo Dios, á quien se adora, no
venientes. está circunscrito en un lugar corporal; y
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol así por causa del mismo no fue menester
(Iíebr. 8, 4 ) que los que ofrecen según construir un tabernáculo ó templo espe-
la ley los dones sirven de modelo y. som- cial : pero los hombres, que le adoran,
bra de las cosas celestiales ; como le fue son corporales ; y por razón de estos fue
respondido á Moisés, cuando estaba para conveniente se erigiese un tabernáculo ó
acabar el tabernáculo : mira, dice, que templo especial para el culto de D i o s por
hagas todas las cosas según el modelo, dos motivos : 1.° para que, al concurrir á
que te fue mostrado en el monte. Siendo este lugar con el pensamiento de que se
pues muy razonable lo que representa la consagrase al culto de D i o s , se congre-
imagen de las cosas celestiales, sigúese garan en él con mayor reverencia ; 2.°
que las ceremonias de las cosas sagradas para que por la disposición de tal templo
tenían causa razonable. ó tabernáculo se significasen algunas c o -
Conclusion. Fue muy conveniente se sas pertenecientes á la escelencia de la
instituyesen para el culto divino cier- divinidad ó de la humanidad de Cristo.
tos tiempos, un tabernáculo especial, Y esto es lo que Salomón dice ( n i R e g .
vasos determinados y especiales ministros. 8, 27) : si no te pueden abarcar el cielo
Responderemos, que todo el culto es- ni los cielos de los cielos ¿ cuánto menos
terior de Dios se ordena principalmente esta casa, que te he edificado ? y más ade-
á procurar que todos los hombres le re- lante añade : que tus ojos estén abiertos
verencien ; y es anejo al afecto humano sobre esta casa, de la que digiste: allí
que reverencie menos las cosas que son estará mi nombre,para que oigas la ora-
comunes y no distintas de las otras ; y ción de tu siervo y de tu pueblo de Is-
por el contrario admira y reverencia más rael. D e lo cual resulta notorio que el
las que tienen algún distintivo de esce- edificio del santuario no fue instituido
lencia sobre las demás : por esta misma para contener á D i o s , como si l o habita-
razón se esplica la costumbre y a antigua ra localmente, sino para que su nombre
de que los reyes y los príncipes, que de- habite en él, esto e s , para que el conoci-
den ser respetados por sus subditos, se miento de Dios se manifestase por algu-
adornen con preciosas vestiduras y ha- nas cosas que allí se hacían ó d e c í a n , y
biten más grandiosos y magníficos pala- para que por la reverencia del lugar las
cios ; y por lo mismo fue conveniente para oraciones se hicieran allí más dignas de
el culto de Dios y para atraer los ánimos ser oidas por la devoción de los que
de los hombres á la mayor reverencia oraban.
de la divinidad, se establecieran épocas A l 2.° que el estado de la antigua l e y
especiales, tabernáculos, vasos y minis- no fue cambiado antes de Cristo en cuan-
tros también especiales. Igualmente el to á su cumplimiento, que solo por Cristo
estado de l a antigua l e y , según se h a fue consumado ; pero sí lo fue en cuanto
dicho (a. 1, al 1.°; y a. 2), se había insti- a l a condición del pueblo, que vivía bajo
tuido para figurar el misterio de Cristo: la l e y . Porque primeramente el pueblo
y, siendo preciso que lo que h a y a de re- estuvo en el desierto, sin tener morada
presentar una cosa sea algo determinado, fija; después tuvo que sostener varias
representando la figura alguna semejanza guerras con los pueblos limítrofes ; y por
de ello, convino por l o mismo que se ob- último en tiempo del rey David y de
servaran algunas (cosas) especiales en Salomón disfrutó de grandísima tranqui-
lo perteneciente al culto de Dios.- lidad (1) : y en esta época se edificó
A l argumento 1.° diremos, que el culto primeramente el templo en el sitio, que

(1) Continua y completa durante el reinado entero deSalo- paz desde que , recobrada el arca Santa, pensó seriamente y
mon, á quien por esta razón se designa con el dictado de Rey con toda decisión en la erección del suntuoso cuanto celebér-
pacifico y aun se cita por modelo de rey de paz; mas en cuanto rimo templo, reservada no obstante por Dios á su hijo Salo-
á David , de quien se sabe haber sostenido tantas guerras al món , que la realizó.
principio do su reinado, es asimismo cierto que reinó en plena
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O IV.

había designado Abraham por divina templo ó tabernáculo puede ser literal y
revelación para inmolar; pues se dice figurada: la Hteral es para escluir la ido-
(Gen. 2 2 , 2 ) que el Señor mandó á latría, porque los gentiles dedicaban di-
Abraham que ofreciese á su hijo en h o - versos templos á sus diversos dioses; y
locausto sobre uno délos montes, que te por lo tanto, para que. se afirmase en los
mostraré ; y más adelante añade (v. 14) ánimos de los hombres la fe de la unidad
y llamó el nombre de aquel lugar c( el Se- divina, Dios quiso que solamente en un
dñor ve», como si según la previsión de lugar se le ofreciese sacrificio ; y ademas
D i o s fuese aquel lugar escogido para el para mostrar por esto que el culto corpo-
culto divino; por lo cual se dice (Deut. ral no le era por sí aceptable, y en su
12, 5 ) , iréis al lugar, que el Señor Dios consecuencia les impedía que le ofre-
vuestro escogiere (v. 6) y ofreceréis vues- ciesen sacrificio en cualquier lugar y
tros holocaustos y víctimas : mas este lu- tiempo. Pero el culto de la l e y nueva, en
gar no debió ser designado para la edifi- cuyo sacrificio se contiene la gracia es-
cación del templo antes del tiempo pre- piritual, es en sí mismo acepto á D i o s ; y
dicho por tres razones, que asigna el por tanto se admite en la nueva l e y la
Rabino Moisés : 1 . para que los gentiles
a
multiplicación de templos y altares. E n
no se apropiasen aquel lugar ; 2 . para a
cuanto á lo concerniente al culto espiri-
que no lo destruyesen; y 3 . porque a
tual de D i o s , que consiste en la doctrina
cada tribu lo hubiera querido en lote, de de la ley y los pi'ofetas, había también
lo cual se hubieran originado contiendas en la ley antigua diversos lugares desti-
y discordias : y por eso no fue edificado nados al efecto, en los cuales se reuníau
el t e m p l o , hasta que tuvieron rey capaz para alabar á D i o s , y se llamaban sina-
de contener estas contiendas. A n t e s ha- gogas ( 1 ) : así como ahora se llaman
bía un tabernáculo portátil por diversos iglesias, en las que se reúne el pueblo
lugares destinado al culto de D i o s , como cristiano para alabar á Dios. A s í nuestra
que el lugar donde D i o s debía ser ado- iglesia ha reemplazado al templo y la
rado no estaba aún determinado ; y esta s i n a g o g a , porque el mismo sacrificio de
es la razón literal de la diversidad del la iglesia es espiritual ; por lo cual no se
tabernáculo y del templo : y la razón distinguen entre nosotros el lugar del
figurada puede ser porque por estas dos sacrificio del de la doctrina. L a razón
Cosas se significa su. doble estado ; pues figurada puede ser, que por estas cosas
el tabernáculo, que es movible, signi- se significaba la unidad de la I g l e s i a , ya
fica el estado de la presente vida muda- militante ó triunfante.
ble, y por el templo, que estaba fijo é A l 4.° que, así como en la unidad del
inmoble, el estado de la vida futura, que templo ó del tabernáculo se representaba
es completamente inmutable : y por esto la unidad de D i o s ó la unidad de la Igle-
se dice en la edificación del templo ( n i sia ; igualmente en la distinción de uno
E>eg. 6, 7) que no se oyó ruido de marti- y otro se representaba la distinción de
llo ó hacha, para significar que no habrá las cosas á D i o s sometidas, y que nos
tumulto alguno de perturbación en el es- conducen á venerarle. E n el tabernáculo
tado futuro. O bien por el tabernáculo se se distinguían dos partes : una que se
significa el estado de la antigua l e y , y llamaba Sancta Sanctorum, colocada ha-
por el templo construido por Salomón el cia el Occidente ; y otra que se denomi-
de la nueva ; por lo que en la construc- naba Sancta, al Oriente. A d e m a s antes
ción del tabernáculo solo fueron operarios del tabernáculo estaba el atrio. E s t a dis-
los j u d í o s , y á la del templo cooperaron tinción tenía una doble razón : la primera
aun los gentiles, como los de Tiro y en cuanto el tabernáculo se ordenaba al
Sidon. culto de Dios ; pues se representan en su
A l 3.° que la razón de la unidad del distinción las diversas partes del mundo:

(1) Esto es , según su origen griego , congregaciones ó lu- nueva espiritual, según da á entender el V. Beda comentan-
gares de reunión; así como iglesia (ecclesía) significa convoca- do á San Jerónimo sobre el c. 5 de los Proverbios, si bien ad-
ción, diferencia de denominaciones no insignificante ni desti- vierte que en latin ambas palabras vienen á espresar una
tuida de misterio, por cuanto en ella se insinúa que la ley an- misma idea, la de reunión ó concurrencia.
tigua podía decirse hasta cierto punto animal, así como la
CUESTIÓN CM. ARTÍCULO I V . 101

porque aquella parte que se denomina Dios; de grana dos veces teñida, para
Sanctasanctórum figuraba el mundo más mostrar la doble caridad de Dios y del
alto, que es el de las sustancias espiri- prójimo ; y por el jacinto se significaba
tuales, y la que se llamaba Sancta es- la meditación celestial. En la antigua ley
presaba el mundo corporal; y por esto el el estado del pueblo era otro que el de
Sancta se distinguía del Sancta Santo- los sacerdotes ; porque el pueblo consi-
rum por cierto velo, que era de cuatro deraba los mismos corporales sacrificios
colores distintos, para designar los cuatro que se ofrecían en el atrio, y los sacer-
elementos, es decir, de biso, por el que se dotes meditaban la razón de los sacrifi-
designa la tierra, porque esta produce el cios, teniendo una fe más esplícita de los
biso ó lino ; de púrpura, por la que se misterios de Cristo : por cuya razón en-
significa el agua, puesto que el color traban en el tabernáculo esterior, que
purpúreo se bacía de algunas concbas también estaba separado del atrio por
que se encuentran en el mar; de jacinto, un velo; porque ciertas cosas estaban
por el cual se significa el aire, pues tiene ocultas al pueblo acerca de los misterios
color aéreo; y de grana dos veces te- de Cristo, que eran conocidos de los sa-
ñida, por la que se designa el fuego; y cerdotes ; aunque no les fueran reveladas
esto porque la materia de los cuatro ele- plenamente, como después en el nuevo
mentos es un obstáculo, que nos oculta Testamento, según consta (Ephes. 3).
las sustancias incorpóreas. Por esto mis- Al ó.° que la adoración hacia el Occi-
mo en el tabernáculo interior, esto es, en dente fue introducida en la ley, para es-
el Sancta Sanctorum entraba el sumo cluir la idolatría ; porque todos los gen-
Sacerdote solamente y este una vez al tiles adoraban hacia Oriente en reveren-
año, para mostrar que la perfección final cia del sol. Así se dice (Ezech. 8, 16)
del hombre consiste en entrar en aquel que algunos tenían las espaldas vueltas
mundo superior : pero en el tabernáculo al templo del Señor y las caras hacia el
esterior, esto es, en el Sancta entraban Oriente, y adoraban al salir el sol. Por
diariamente los sacerdotes, mas no el lo tanto, para evitar esto, el tabernáculo
pueblo, que únicamente tenía acceso al tenía el Sancta Sanctorum hacia Occi-
atrio ; porque el pueblo puede percibir las dente, para que adorasen vueltos al oca-
mismas cosas corporales, mas sus razones so. También la razón figurada puede ser
interiores solamente los sabios pueden que toda la disposición del primer taber-
alcanzarlas por el estudio. Según la ra- náculo tenía por objeto significar la
zón figurada por el tabernáculo estérior muerte de Cristo, que esfiguradapor el
llamado Sancta se significa el estado de Ocaso según aquello (Ps. 67, 5 ) , el que
la antigua ley, como dice el Apóstol sube sobre el Occidente, su nombre es
(Hebr. 9); porque los sacerdotes, que Señor.
consumaban los oficios de los sacrificios, Al 6.° que se puede asignar razón lite-
entraban siempre en él :-mas por el ta- ral yfiguradadélas cosas contenidas en el
bernáculo interior llamado Sancta San- tabernáculo: literal en cuanto al culto di
ctorum se significa, ya la gloria celestial, vino; y, como por lo dicho (al 4.°) que por 7

ya también el estado espiritual de la nue- el tabernáculo interior, llamado Sancta


va ley > que es cierta incoación de la glo- Sanctorum, se significaba el mundo supe-
ria futura, en cuyo estado, nos introdujo rior de las sustancias espirituales, conte-
Cristo ; lo cual se figuraba por el hecho níanse en él tres cosas : el arca del Testa-
de entrar una sola vez al año en el San- mento, en la cual había una urna de oro
cta Sanctorum el sumo Sacerdote. El velo
que encerraba maná y la vara de Aaron
figuraba los sacrificios espirituales ocul- que había florecido, y las tablas en que
tos en los antiguos sacrificios, cuyo velo estaban escritos los diez preceptos de la
estaba adornado con cuatro colores : el ley. Esta arca estaba colocada entre dos
del lino, para designar la pureza de la Querubines, que se miraban cara á cara,
carne; "de púrpura, parafigurarlos sufri- y sobre el arca había una tabla (1), que
mientos que los santos soportaron por se denominaba Propiciatorio, bajo (2)
(1) Algunos añaden aquí lapídea sin fundamento ni razón algún manuscrito no de los más caracterizados.
justificables , por mas que aparezca también dicha adición en \i) Stibler ; y no super, como algunos escriben y aun sostie-
702 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O IV.

las alas de los Querubines, como si fuese y su bondad en el m a n á , y a por su dul-


llevada por e l l o s , y se consideraba que zura, y a por haber sido dado al pueblo
dicha tabla era el asiento de D i o s ; por por ia misericordia de D i o s ; y por esto
cuya razón se llamaba Propiciatorio, co- se conservaba en memoria de la divina
mo si D i o s desde él se mostrara propicio al misericordia. E s t a s mismas tres cosas
pueblo á ruegos del sumo Sacerdote : y fueron figuradas en la visión de Isaías
en este sentido era en cierto modo lleva- (c. 6 ) ; porque vio (v. l).al Señor sen-
da por los Querubines como sumisos á tado en un trono alto y elevado ( v . 2), y
D i o s : y el arca del Testamento era como Serafines, que le asistían, y la casa de
el escabel del (Señor) sentado sobre el Dios llena de su gloria; por lo cual los
Propiciatorio. Estos tres emblemas de- Serafines decían (v. 3 ) , llena está toda
signaban tres cosas, que existen en aquel la tierra de su gloria: y así no se po-
mundo superior, á saber, Dios que está nían las imágenes de los serafines al
sobre todas las cosas y es incomprensible culto, lo cual estaba prohibido por el
á toda criatura, por cuya razón no se primer precepto de la l e y , sino en señal
ponía símbolo alguno para representar de su ministerio, como ya se ha dicho. E l
su invisibilidad, sino que se figuraba su tabernáculo esterior, que significaba el
asiento, por cuanto es comprensible la siglo presente, encerraba tres cosas : el
naturaleza, que está sometida á Dios, co- altar de los perfumes (thymiamatis), que
mo el asiento al que en él se sienta. H a y estaba directamente enfrente del arca;
también en aquel mundo superior sus- la mesa de proposición, sobre la que se
tancias espirituales que se llaman ánge- colocaban doce panes, situada del lado
les ; y estos se significan por los dos del A q u i l ó n , y el candelabro á la parte
Querubines, que mutuamente se miraban, del mediodía. Estas tres cosas parece
para designar la concordia de estos entre correspondían á las tres encerradas en el
sí, según estas palabras ( J o b , 25; 2), el arca, si bien las representaban más cla-
que mantiene la concordia en las alturas; ramente ; porque las razones de las cosas
y por esto mismo no se puso un solo que- deben proponerse en ostensión más ma-
rubín, para designar la multitud de los nifiesta que cual están en la mente divi-
espíritus celestes y evitar les rindiesen na y de los ángeles, á fin de que puedan
culto aquellos, á quienes se había man- conocerlas los hombres sabios represen-
dado que adorasen á un solo D i o s . H á - tados por los sacerdotes, que entraban en
Uanse también en aquel mundo inteligi- el tabernáculo. Por el candelabro pues
ble las razones de todas las cosas, que en se designaba como por un signo sensible
este mundo se perfeccionan, incluidas en la sabiduría, que estaba espresada en las
cierto modo, como las razones de los efec- tablas con palabras inteligibles ; por el
tos se encierran en sus causas, y las ra- altar de los perfumes el cargo de los sa-
zones de los objetos de arte en el artífi- cerdotes, que era reducir el pueblo á
c e ; y esto se significaba por el arca, en D i o s , y esto también estaba significado
la cual se representaban por los tres ob- por la vara, puesto que en aquel altar se
jetos en ella contenidos las tres cosas más quemaban perfumes de buen olor, por lo
importantes entre las humanas, es decir, que se indicaba la santidad del pueblo
la sabiduría representada por las tablas aceptable á D i o s , pues se dice ( A p o c .
del T e s t a m e n t o , el poder del mando por 7) (1) que por el humo de los aromas
la vara de Aaron, y la vida por el maná son significadas las justificaciones de los
que fue el sustento de la vida: ó bien, santos. L a dignidad sacerdotal estaba
por estas tres cosas se simbolizaban los convenientemente significada en el arca
tres atributos de D i o s , á saber, su sabi- por la vara y en el tabernáculo esterior
duría en las tablas, su poder en la vara por el altar de los perfumes, porque el

nen, pretendiendo fundar su opinión en lo que á continuación n tudes (justiftcaíioncs)


« de los santos » ; y en el c. 8 , v. 1 , as-
se dice que « era llevada por los mismos querubines ». Nicolai » cendil fumus incensorum
de orationibus sanctorum» , subo el
demuestra que la verdadera y genuina redacción es la de humo de los inciensos de las oraciones de los Santos » : paré-
subter, o debajo », y no encima. cenos referirse á esto la alusión , más bien que á las palabras
fl¡ Nada de esto ni parecido se encuentra en el c. 7 del citadas del c. 19, y no obstante la opinion del P. Nicolai; pues
Apocalipsis; y solo en el c. 19, v. 8 , se lee que « el lino finí- la analogía resalta mucho más visiblemente en las espresio-
» simo (como si dijéramos hoy la balista, byssinum) son las vir- nes del testo do la SUMA y las del c. 8 citadas últimamente.
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O IV. 703

sacerdote es el mediador entre Dios y el ciones que vendrán en adelante, para


pueblo, rigiendo á este por la potestad que conozcan el pan, con que os alimenté
divina que la vara significa, y que ofrece en el desierto. E l candelabro había sido
á D i o s como en el altar de los perfumes instituido para honor del tabernáculo,
el fruto de su dirección, es decir, la san- pues corresponde á la magnificencia de
tidad del pueblo. Por la mesa se significa una casa el que esté bien iluminada; y
el temporal alimento de la vida, como tenía siete brazos, para significar, como
también por el m a n á ; pero este es au- dice Josefo (Antiquit. 1. 3 , c. 7 y 8), los
mento más común y grosero, y aquel más siete planetas que alumbran todo el mun-
suave y delicado. E l candelabro se colo- do : y por este motivo se colocaba el
caba convenientemente en la parte cen- candelero en la parte austral, porque pa-
tral, y la mesa en la setentrional; porque ra nosotros el curso de los planetas es
la austral es la parte derecba del mundo, por esa parte (1). E l altar de los perfu-
y la del norte la izquierda ( D e cosió et mes había sido construido, para que hu-
mundo, 1. 2, t. 15), y la sabiduría corres- biera constantemente humo de buen olor
ponde á la derecba, como los demás bie- en el tabernáculo, ya' por veneración al
nes espirituales ; mas el alimento tempo- mismo, ya también para neutralizar los
ral á la izquierda según aquello ( P r o v . malos olores, que ocasionaba la efusión
3, 16), en su izquierda riquezas y glo- de sangre y la muerte de los animales ;
ria. L a potestad sacerdotal es un medio pues las cosas fétidas se desprecian como
entre las cosas temporales y la sabiduría viles, y los hombres aprecian más las de
espiritual, pues por ella se dispensan la buen olor. L a mesa se colocaba, para
sabiduría espiritual y los bienes tempo- significar que los sacerdotes que servían
rales. A ú n puede asignarse á estas cosas en el templo debían vivir de é l ; por cuya
otra razón más literal: porque en el arca razón los doce panes puestos sobre ella
se encerraban las tablas de la l e y , para en memoria de las doce tribus solamente
impedir el olvido de esta, y así se dice á los sacerdotes era lícito comerlos, como
( E x . 24, 12), te daré dos tablas de pie- consta (Matth. 12) : y dicha mesa no es-
dra y la ley y mandamientos que he es- taba directamente en medio delante del
crito , para que los enseñes á los hijos de Propiciatorio, para evitar los ritos de la
Israel; la vara de Aaron se bailaba allí, idolatría; puesto que los gentiles en las
para reprimir la desavenencia entre el fiestas de la luna colocaban una mesa
pueblo y el sacerdocio de A a r o n , por lo delante del ídolo de este astro, por lo
cual se dice ( N u m . 17, 10), vuelve la cual se dice (Jerem. 7, 18): las mujeres
vara de Aaron al tabernáculo del testi- amasan la manteca, para hacer tortas á
monio, para que sea allí guardada en la reina del cielo. E n el atrio fuera del
señal de la rebeldía de los hijos de Israel; tabernáculo estaba el altar de los holo-
el maná se conservaba en el arca en con- caustos, en el que se ofrecían á Dios sa-
memoración del beneficio que el Señor crificios de las cosas que el pueblo poseía,
otorgó en el desierto á los hijos de Israel, por lo cual este podía estar en el atrio
por lo cual se dice ( E x . 16, 32), llena un y las ofrecía á Dios por manos de los sa-
gomor de él, y guárdese para las genera- cerdotes ; mas al altar interior, en el que

( 1 ) Parece concretarse aquí á los habitantes de las zonas gada ilustración , "siempre en desventajoso contraste con la
septentrionales, que en efecto vemos girar los astros más lu- nuestra. Mucho ofrece esto á la consideración de los sabios,
minosos describiendo sus respectivas órbitas por .la parte del ya por lo que en ello hay de providencial á todas luces , ya
Sur respecto de nuestra situación en el globo terráqueo: lo también y no menos por lo que resalta en tales hechos y cir-
cual concuerda ademas con el hecho muy digno de atención y cunstancias la inspirada prevision de los Escritores sagrados
estudio de ser los pueblos del hemisferio boreal los más cultos y de los detalles mismos de las leyes ó preceptos ceremoniales
y conocedores de la divina revelación, como asimismo los más que vamos esponiendo ; y por último se deja ver en todo esto
adelantados y progresivos por regla general en los conoci- cuánto interesa el estudio profundo é imparcial de la Santa
mientos científicos y sus aplicaciones prácticas á las artes y á Biblia aun á los hombres de ciencia más prevenidos y hostiles
la industria y en todos los ramos del saber humano , como en á las verdades reveladas, si de buena fe se propusieran esplo-
la fe religiosa : bajo cuyo doble punto do vista no pueden sos- tar ese inexhausto cuanto riquísimo venero de verdadero
tener competencia ni aun comparación con la civilización de saber y útilísimos conocimientos aun en lo esclusivamente re-
las regiones de aquende el ecuador las tribus bárbaras y nó- lativo á los progresos de la ciencia y la cultura mundanales
madas de las zonas australes , ni aun los pueblos de aquella de todo género ; y mucho más apreciando en lo que valen las
parle del globo más civilizados, poro que apenas conservarían minuciosas é interesantísimas observaciones de tan compe-
su incompleta ó rudimentaria cultura sin su dependencia de tente intérprete de su significación , cuyo ingenioso criterio
los europeos, á quienes son deudores de su escasa y subyu- facilita y esclarece su inteligencia.
704 CUESTIÓN CU ARTÍCULO IV.

se ofrecía la misma devoción y santidad mortificaciones de la carne, que son ofre-


del pueblo, solo podían acercarse los sa- cidas como en el altar de los holocaustos;
cerdotes, de quienes era propio ofrecer á ya las que con mayor perfección de alma
D i o s el pueblo. E s t e altar había sido se ofrecen á D i o s en Cristo, como en el
colocado fuera del tabernáculo en el atrio, altar de los perfumes, por los espirituales
para remover el culto de la idolatría; por- deseos de cosas perfectas, según estas
que los gentiles construían dentro de los palabras ( H e b r . 13, 15) : pues ofrezca-
templos altares, para ofrecer sacrificios mos por él á Dios sin cesar sacrificio de
á los í d o l o s . — L a razón simbólica de todas alabanza.
estas cosas puede, asignarse por la rela- A l 7." que el Señor mandó construir
ción entre el tabernáculo y el Cristo, del un altar para los sacrificios y ofrendas,
que era la figura ; debiendo considerarse que se hicieran en honor de D i o s y para
que, para designar la imperfección de las el sustento de los ministros destinados al
figuras l e g a l e s , se establecieron diversas servicio del tabernáculo, y acerca de la
figuras en el templo en representación construcción del altar se dieron por el
de Cristo; pues él mismo está simboli- Señor dos preceptos : uno al principio de
zadopor el propiciatorio, porque es lapro- la ley ( E x . 2 0 ) ( 1 ) , donde el Señor
piciacion por nuestros pecados, como se mandó que hiciesen un altar de tierra ó
dice (i Joann. 2, 2 ) ; y el propiciatorio al menos de piedras no labradas; y ade-
era llevado convenientemente por los mas que no fuera tan elevado que hubiese
Querubines, pues está escrito de é l : adó- necesidad de gradas para subir á é l ; y
renle todos los ángeles de Dios ( H e b r . esto en detestación del culto de la idola-
1, 6), E l mismo es también significado tría, porque los gentiles construían alta-
por el arca ; porque, así como esta había res adornados y muy altos, en los que
sido fabricada de madera de setin, así creían existir algo de santidad y deidad
el cuerpo de Cristo constaba de purísi- (numinis), por lo cual el Señor mandó
mos miembros ; y estaba cubierta de oro, también ( D e u t . 16, 2 1 ) , ningún bosque
porque Cristo fue lleno de sabiduría y ni árbol plantarás cerca del altar del
:

caridad significada por el oro. Dentro del Señor Dios tuyo, por cuanto los idólatras
arca había una urna de oro, esto e s , el acostumbraban á ofrecer sus sacrificios
alma santa, conteniendo el maná, es de- bajo los árboles por causa de la amenidad
cir, toda la plenitud de la santidad y de y umbrosidad.—La razón figurada de es-
la divinidad. H a b í a también en el arca tos preceptos fue porque en Cristo, que es
la vara, esto e s , la potestad sacerdotal; nuestro altar, debemos reconocer la ver-
porque el mismo fue hecho Sacerdote dadera naturaleza de la carne en cuanto
para siempre ; é igualmente las tablas á la humanidad, lo cual significa el cons-
del Testamento, para designar qufe el" 1
truir altar de tierra; y en cuanto á la di-
mismo Cristo es el autor de la ley. T a m - vinidad confesar que es igual al Padre,
bién es figurado Cristo por el candela- lo cual se indica en no subir al altar por
bro, porque el mismo dice (Joann. 8, 12): gradas : como ni respecto de Cristo de-
Yo soy la luz del mundo, y por los siete bemos admitir la doctrina de los gentiles
brazos los siete dones del Espíritu Santo ; que provoca á la lascivia. Pero, hecho el
como igualmente por la mesa, en cuanto tabernáculo para honor de D i o s , no eran
él mismo es comida espiritual, según es- de temer estas ocasiones de idolatría : y
tas palabras (Joann. 6, 51): Y o soy el por esto mandó el Señor que se hiciese
pan de vida. L o s doce panes significaban el altar de los holocaustos de m e t a l , que
también á los doce Apóstoles ó su doctri- estuviese á la vista de todo el pueblo; y
na ; ó bien, el candelabro y la mesa pue- de oro el altar de los perfumes, que solo
den significar' la doctrina y la fe de la veian los sacerdotes, no siendo tanta la
I g l e s i a , que asimismo ilumina y fortifica preciosidad del bronce, que por su abun-
espiritualmente. E l mismo Cristo es tam- dancia fuera ocasión para "el pueblo de
bién figurado por los dos altares de los alguna idolatría : mas el darse por razón
holocaustos y de los perfumes, puesto de este precepto ( E x . 20, 26), no subirás
que por él debemos ofrecer á D i o s las
obras de todas las virtudes ; y a sean las
(1) Véase la nota 1 , pág. 661.
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO IV. 705

por gradas á mi altar, la de que no se de estas cosas es que por las tablas, de que
descubra tu deshonra (turpitudo), debe estaba construido el tabernáculo, se sig-
considerarse que esto también fue pres- nifican los fieles de Cristo, de los que se
crito para evitar la idolatría; porque en compone la I g l e s i a ; y se cubrían las ta-
las fiestas de Príapo los gentiles presen- blas por la parte interior por cortinas de
taban desnudas al pueblo sus vergüen- cuatro colores, porque los fieles estánador-
zas (1). Mas después intimó á los sacer- nados interiormente de cuatro virtudes ;
dotes que usaran calzoncillos (2), y así puesto que «por el lino retorcido según
se podia sin peligro construir el altar de » l a Glosa ord. ( E x . 26) se significa la
tanta altura que por algunas gradas de » carne resplandeciente en castidad ; por
madera, no fijas sino portátiles, subiesen » el jacinto el alma aspirando á lo supre-
al altar á la ñora del sacrificio los sacer- » m o ; por la púrpura la carne sujeta á
dotes que los ofrecían. » sufrimientos; y por la grana dos ve-
A l 8.° que el cuerpo del tabernáculo » ees teñida el alma, que en medio de los
estaba formado por algunas tablas unidas » padecimientos brilla por su amor á Dios
á lo l a r g o ; cubiertas en su interior dé » y al prójimo». P o r las cubiertas del te-
cortinas de cuatro colores diferentes, á cho se designan los prelados y doctores,,
saber, de lino retorcido, de jacinto, de en quienes se debe encontrar la palabra
púrpura y de grana dos veces teñida; celestial, lo que se significa por las pieles
pero estas cortinas cubrían solamente los dé color de jacinto ; la prontitud al mar-
lados del tabernáculo, pues en sú tecbo tirio por las pieles-rojas ; la austeridad de
babía una cubierta de pieles de jacintos, la vida y la paciencia en las adversida-
y sobre esta otra de pieles de carneros des por las telas de pelo de cabra, que
teñidas de rojo, y encima una tercera de estaban espuestas á los vientos y lluvias,
pelos de cabra que no cubrían solamente como dice la Glosa (ibid.).
el tecbo del tabernáculo, sino que colga- A l 9.'° que la santificación del taber-
ban basta el suelo cubriendo las' tablas náculo y de sus vasos tenía causa literal,
del tabernáculo por fuera.—La razón lite- para que se tuviera en mayor reverencia,
ral de todas estas cubiertas en común era como destinado al culto divino por esta
el ornato y protección del tabernáculo, consagración; y la razón figurada es por-
para que se le tuviera reverencia; y en que por este modo de santificación se sig-
particular según algunos por las cortinas nifica la 'espiritual santificación del taber-
se designaba el cielo sidéreo, tachonado náculo viviente, es decir, de los fieles, de
de diversas estrellas; por la estameña que está compuesta la Iglesia de Cristo.
(saga) las aguas que están sobre el fir- A l 10.° que en la antigua ley habia siete
mamento ; por las pieles rojas el cielo solemnidades temporales y una constante,
empíreo, en el cual están los ángeles ; como se puede colegir ( N u m . 28 y 29).
por las pieles de color de jacinto el cielo E n efecto : había una como ( 3 ) fiesta
de la Santa Trinidad.—La razón figurada continua, porque todos los días por m'a-

(l) Pudenda, las parles vergonzosas, que aun las gentes furidamen tales de esa radical Variedad'dé formasen los ves-
más salvajes suelen cubrir siquiera con algunas hojas ó pieles tidos inferiores y respectivos de uno ú otro sexo, formas res-
ó plumas á impulso ó sugestión del natural instinto del pudor. petadas siempre y do quiera aun por la caprichosa y voluble
C2) Feminalium , de femen ó fémur ( muslo ) ; y no de femina, moda, si bien no siempre hasta donde exigen los fueros del
como pudiera creerse lijeramente juzgando con poca reflexión: decoro y sugiere el buen sentido de acuerdo en esto y en todo
el propio origen etimóligo tiene también femoralia (los calzo- con el recto gusto y las reglas legítimas de la verdadera es-
nes ) , prenda de vestir destinada á cubrir los muslos , pero tética , no menos que con la's enseñanzas de la religión y las
con separación cada unocomo en su respectiva funda, aunque prescripciones déla sana moral. Así se ve al desenfrenado
unidas las dos piezas en una, por cuya razón se usa siempre renacimiento preferir en la estatuaria como en todas las de-
en plural; á diferencia de la falda, camisa ó saya ú otra mas arles plásticas y descriptivas él más voluptuoso realismo
cualquiera vestidura que envuelva ambas piernas y que pol- á la clásica honestidad del arte'cristiano , no sin incurrir en
lo mismo se denomina con vocablo construido en singular. flagrante contradicción con.sus propias teorías de restaura-
Esto viene á constituir el distintivo más característico entre ción universal del clasicismo pagano en la literatura, la cien-
los trajes de hombres y mujeres en todos los países, mirán- cia, la política y en general en'todo géríerode ramos del saber
dose como torpeza y escandalosa deformidad el cambio de y de la industria humana.
unos trajes por otros como en disfraz del sexo , cual suelen 13) Dice «como fiesta » , porque realmente no era tal fiesta;
hacer algunos mal aconsejados ó no bien intencionados en las toda vez que el sacrificio del cordero era diario , según se es-
gentílicas profanidades del carnaval, y en los bailes de más- presa á continuación , y representaba el incruento de la misa
caras ó en otras orgías de análoga índole , no sin granjearse por la mañana y los oficios litúrgicos de las llamadas vísperas
la reprobación y hasta el desprecio de las personas sensatas; el de la tarde.
y siendo harto accesibles y fáciles de comprender las razones
SUMA TEOLÓGICA TOMO II. 45
706 CUESTIÓN CII. — ARTÍCULOS IV Y V.

ñaña y tarde se inmolaba un cordero, y en esta festividad debían proveerse del


por aquella fiesta continua de constante- fruto del árbol más hermoso, cual es el
sacrificio se representaba la perpetuidad cidro,-y un ramo de espesas hojas, esto
de la divina beatitud. Entre las fiestas es, de mirto y los que son aromáticos, ra-
temporales la primera era la que tenía lu- mas de palmas y sauces del torrente, que
gar cada semana, y esta era la solemnidad conservan largo tiempo su verdor (pro-
del Sábado, que se celebraba en memoria ducciones de la tierra de promisión), para
de la creación del mundo, como se ha dicho significar que Dios los había conducido
(C. 1 0 0 , a. 5 , al 2.°). L a segunda se v e - por la tierra árida del desierto á un país
rificaba cada m e s , y se llamaba fiesta de delicioso. E n el octavo dia se celebraba
Neomenia (1), que se celebraba para con- otra fiesta, la de las Juntas y Colectas,
memorar la obra del gobierno divino; por- en la cual se recaudaba del pueblo lo ne-
que estas cosas inferiores varían princi- cesario para los gastos del culto divino; y
palmente según el movimiento de la luna, representaba la unión del pueblo y la paz
y por esto se celebraba en l a luna nueva disfrutada en la tierra prometida. — L a
y no en la llena, para evitar el culto de razón simbólica de estas fiestas es que
los idólatras, que en tal época hacían sa- por el sacrificio continuo del cordero se
crificios á la luna : y, por ser comunes representa la perpetuidad de Cristo, que
estos dos beneficios á todo el género h u - es el Cordero de D i o s , según aquello
m a n o , se repetían con más frecuencia. ( H e b r . 1 7 , 8 ) , Jesucristo ayer y hoy, él
L a s otras cinco tenían lugar una vez cada mismo también en los siglos. P o r el Sá-
a ñ o , y en ellas se recordaban los benefi- bado se designa el descanso espiritual, que
cios especialmente otorgados á aquel pue- nos ha sido dado por Cristo : como consta
blo : la de la Pascua (Phase) se cele-; ( H e b r . 4 ) . P o r la Neomenia, que es la
braba en el primer m e s , para conmemo- iluminación (3) de la nueva luna, se sim-
rar el beneficio de la libertad de Egipto; boliza la de la primitiva Iglesia por Cris-
la fiesta de Pentecostés (2) cincuenta dias t o , mediante su predicación y sus mila-
después, para recordar el beneficio de la gros ; por la de Pentecostés la venida del
promulgación de la l e y y las otras tres Espíritu Santo sobre los apóstoles; por
fiestas se celebraban, en el sétimo m e s , la de las Trompetas la predicación de
que como el sétimo dia era entre ellos e s t a s ; por la de la Espiacion la purifi-
solemne casi todo : pues el primer dia del cación de los pecados del pueblo cristia-
sétimo m e s era la fiesta de las trompetas no ; por la de los Tabernáculos su pere-
(tubarum) en memoria de la libertad de grinación en este mundo, en el cual ca-
Isaac¿cuándo Abraham encontró el car- mina progresando en las virtudes; por la
nero enredado por los cuernos, y á quien de la Junta y Colecta la congregación
representaban por unos cuernos que les de los fieles en el reino de los cielos, por
servían de bocinas, siendo esta fiesta de cuya razón esta fiesta se decía ser la más
las trompetas como una invitación para santa: y estas tres fiestas eran continuas
prepararse á la siguiente, que se celebra- una de otra, porque los y a limpios de sus
b a el décimo d i a ; y esta era llamada de vicios deben progresar en la virtud, hasta
Espiacion en memoria de aquel beneficio que consigan la visión de D i o s , como se
del perdón, que á ruegos de Moisés D i o s dice ( P s . 8 3 ) .
habia otorgado á su pueblo del pecado
que cometió adorando al becerro. D e s -
pués de esta se celebraba la fiesta de los ARTÍCULO V . — ¿ P u e d e h a b e r c a u s o

Tabernáculos (Scenopegice) y duraba sie- conveniente de los s a c r a m e n t o s «le l a anti-


te dias en reconocimiento de la divina g u a ley ?
protección y conducción por el desierto
l.° Parece que no puede haber una
donde habitaron bajo tiendas; por lo que
causa conveniente de los sacramentos de
fl) Véase la nota 1, pág. 686. constado siete semanas y se celebra ó solemniza con la fre-
(2) Llamábase también fiesta de lasprimicias, porque en ella cuente repetición del alegre cántico alleluja en celebridad de
se ofrecían las de los frutos de la tierra ; y fiesta de las hebdó- la resurrección del Salvador.
madas ó semanas por las siete que según la ley la precedían (3) Incensio según el códice de Alcañiz y las más correctas
con cierta solemnidad, en lo que es bien obvio observar si ediciones ; aunque algunas , como la de Pádua y la áurea ro-
simbolizaba el tiempo pascual, que también entre nosotros mana, ponen inceptio (principio) y la antigua inlcnsio.
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V. 101

la ley antigua ; porque las cosas, que se niza de la vaca roja que se quemaba era
hacen para el culto divino, no deben ase- impura, pues se hacia inmunda, según se
mejarse á las que observaban los idóla- dice ( N ú m . 19, 7) que el sacerdote que la
tras, conforme á esto ( D e u t . 12, 3 1 ) : inmolaba quedaba inmundo hasta la tar-
no harás así con el Señor Dios tuyo, de, y asimismo el que la quemaba y tam-
porque todas las abominaciones que el bién el que recogía las cenizas. L u e g o
Señor aborrece hicieron con sus dioses. fue establecido inconvenientemente que
Pero los adoradores de los ídolos en su por la aspersión con esta ceniza se purifi-
culto se hacían incisiones con cuchillos, casen los inmundos.
hasta hacer brotar la sangre, pues se dice 6.° L o s pecados no son cosa corporal,
(III R e g . 18, 2 8 ) que se sajaban con que pueda llevarse de un lugar á otro;
cuchillos y lancetas según su rito, hasta ni tampoco por algo inmundo puede el
quedar bañados en sangre; por cuya ra- hombre ser limpio del pecado. L u e g o in-
zón el Señor mandó ( Deut. 14, 1 ) : no convenientemente para la espiacion de
os sajaréis ni haréis calva sobre un los pecados del pueblo el sacerdote con-
muerto ( v . 2) ; por cuanto eres un pueblo fesaba sobre un macho cabrío los de los
consagrado al Señor Dios tuyo, y te es- hijos de Israel, para que los llevase al
cogió para que le seas un pueblo pecu- desierto ; mientras que por el otro, de
liar entre todas las gentes que hay sobre que se servían para las purificaciones,
la tierra. L u e g o inconvenientemente fue quemándolo juntamente con un ternero
instituida la circuncisión en la ley. fuera del campo, se hacían inmundos, de
2.° L o que se hace para el culto divino modo que era preciso que lavasen su car-
debe tener honestidad y gravedad según ne y sus vestidos con agua.
estas palabras ( P s . 34, 1 8 ) , en medio 7.° L o que ha sido y a purificado, no
de un pueblo grave te alabaré; y parece es preciso que lo sea de nuevo ; y por lo
argüir cierta lijereza el comer los hom- tanto inoportunamente, después de limpia
bres de prisa : luego inconvenientemente la lepra de un hombre ó también su casa,
se mandó ( E x . 12 ) que comieran apre- se añadía otra purificación, como consta
suradamente el cordero pascual; y se or- ( Levit. 14 ).
denan otras cosas también acerca de la 8.° L a impureza espiritual no puede
manera de comerlo, que parecen del todo ser limpia por el agua material ni por la
irracionales. rasuración del vello. L u e g o parece con-
3.° L o s sacramentos de la antigua ley trario á la razón lo que el Señor mandó
fueron figuras de los de la nueva. E s así ( E x . 30, 18 ) que se hiciese un baño de
que por el cordero pascual se significa el bronce con su basa, para lavar las manos
sacramento de la Eucaristía, según lo que y los pies de los sacerdotes, que habían
se dice ( i Cor. 5 , 7 ) : en nuestra pas- de entrar en el tabernáculo; y lo que se
cua es inmolado Cristo. L u e g o también ordena ( N ú m . 8 , 7 ) , que los levitas fue-
debieron existir en la antigua ley algunos sen rociados con agua de espiacion, y
sacramentos, que prefigurasen los otros de rayesen todos los pelos de su carne.
la ley n u e v a , como la confirmación, la 9.° L o que es mayor no puede ser san-
estrema-uncion, el matrimonio y demás. tificado por lo que es menor. L u e g o era
4.° L a purificación no puede hacerse inconveniente consagrar según la ley por
convenientemente sino de algunas inmun- cierta unción corporal y por sacrificios y
dicias. Pero en cuanto á Dios nada corpo- oblaciones corporales á los sacerdotes
ral se reputa inmundo, porque todo cuerpo mayores y menores, como consta ( L e v í -
es criatura de D i o s , y toda criatura de tico, 8), y á los levitas ( N ú m . 8 ).
Dios es buena, y no es de desechar nada 10.° Según se dice ( i R e g . 16, 7 ) , el
de lo que se percibe con hacimiento de gra- hombre ve lo que aparece, más Dios ve
cias , como se dice ( i Tim. 4, 4 ) . L u e g o el corazón; y lo que se manifiesta este-
inconvenientemente se purificaban del riormente en el hombre es la disposición
contacto con un hombre muerto ó de al- del cuerpo y también sus vestidos. L u e g o
guna semejante infección corporal. era inconveniente determinar para los sa-
5.° D í c e s e ( E c c l i . 34, 4 ) : qué cosa cerdotes mayores y menores ciertos ves-
será purificada por lo inmundo? L a ce- tidos especiales, como consta ( E x . 28 );
708 CUESTIÓN CU.—ARTÍCULO V,

y también parece que no babía razón á los sacerdotes por medio de su consa-
para escluir del sacerdocio á alguno por gración; 2.° el uso de las cosas pertene-
defectos corporales, según se dice ( L e - cientes al culto divino, cual era en cuanto
vítico, 2 1 , 17 y 18 ): hombre ole tu linaje al pueblo la comida del cordero pascual,
por familias, que tuviere mancha, no á la que TIINGUN incircunciso (1) era ad-
ofrecerá panes á su Dios, si fuere ciego mitido, como se ve ( E x . 1 2 ) ; y respecto
ó cojo, etc. A s í pues parece que los sa- de los sacerdotes la oblación de las v í c -
cramentos de la antigua l e y fueron irra- timas y la comida de los" panes de propo-
cionales. sición y de otras cosas destinadas al uso
Por el contrario, se dice ( L e v . 2 0 , 8 ) : de los sacerdotes; 3.° la separación de
Yo soy el Señor, que os santifico. E s así todo lo que á alguno impedía el culto de
que Dios nada bace sin razón, pues se D i o s , es decir, de las impurezas; y así
dice ( P s . 1 0 3 , 24 ) : todo lo hiciste con en cuanto al pueblo se instituyeron cier-
sabiduría. L u e g o en los sacramentos de tas purificaciones de algunas impurezas
la antigua ley, que se ordenaban á la san- esterioreSj y también espiaciones por los
tificación de los hombres, nada había sin p e c a d o s ; y tocante á los sacerdotes y le-
causa razonable. vitas la ablución de las manos y los pies
. Conclusión. Todos los sacramentos de y la rasura del pelo ( 2 ) . Todas estas (ce-
la antigua ley y sus ceremonias tenían remonias) tenían causas racionales y li-
causas razonables, tanto literales como terales, en cuanto se ordenaban al culto
simbólicas, según que respectivamente se de Dios en aquel tiempo ; y figurativas,
referían al culto de Dios^en aquel tiem- según que tenían por objeto simbolizar á
po , ó se ordenaban á representar á Cristo, como se verá examinándolas par-
Cristo. ticularmente ( 3 ) .
Responderemos, que según l o dicho A l argumento 1.° diremos, que la prin-
( C . 1 0 1 , a. 4 ) se llaman propiamente cipal razón literal de la circuncisión
sacramentos aquellas cosas, que se apli- fue la protestación de la fe de un solo
caban á cierta consagración de los encar- Dios : y , como Abraham fue el primero
gados del culto de D i o s , por la que de que se separó de los infieles, saliendo de
algún modo eran deputados á dicho cul- su casa y dejando su familia, por eso
to : el cual por cierto de una manera g e - recibió el primero la circuncisión , causa
neral pertenecía á todo el pueblo, pero que la asigna el Apóstol ( R o m . 4 , 1 1 ) :
con especialidad á los sacerdotes y levi- recibió la señal de circuncisión, como
tas , que eran los ministros del divino sello de la justicia de la fe, marcado en
c u l t o ; y por lo tanto entre estos sacra- el prepucio, porque sobre esto se lee :
mentos de la antigua l e y algunos- perte- la fe de Abraham le fue imputada á jus-
necían en común á todo el pueblo, y otras ticia, porque creyó en esperanza contra
especialmente á los ministros. M a s res- la esperanza, es decir, contra la espe-
pecto de unos y otros eran necesarios tres ranza de la naturaleza en la esperanza
requisitos : 1.° la institución en estado de de la gracia, que sería hecho el padre de
adorar á D i o s ; y esta institución se hacía muchas naciones, á pesar de que era ya
en general respecto á todos por la cir- viejo y s u mujer anciana y estéril. Y ,
cuncisión, sin la que nadie era admitido para que esta protesta é imitación de
á la participación de lo l e g a l , y en cuanto la fe de Abraham se afirmase en los co-
(1) Así designaban á los que no profesaban la ley|de Moisés, » cepcion de los órdenes sagrados ».
cuyo acto de sumisión y reconocimiento debía ir acompañado (3) Resulta de lo aquí espucsto que según el angélico Doctor
de la circuncisión, como testimonio auténtico de babcrla abra- eran seis los sacramentos de la ley antigua : tres de ellos co-
zado y de ser inscrito en el gremio de los creyentes ó fieles : munes en su aplicación al pueblo todo , que eran la circunci-
al modo que hoy se reconoce como cristianos únicamente á los sión, la comida del cordero pascual y varias purificaciones, en
que han recibido el bautismo, simbolizado en la circuncisión. los cuales salta á la vista del menos perspicaz la emblemática
(2) Equivalente por entonces y análoga á la tonsura clerical, representación del bautismo, la sagrada Comunión y la confe-
signo del ingreso en las órdenes constitutivas del ministerio sión ó penitencia sacramental de la ley de gracia respectiva-
sagrado, por el que el antes seglar queda iniciado ó connume- mente; y los otros tres peculiares á los ministros del santuario,
rado en la clerecía é investido de cierta autorización para el la consagración ó investidura personal para las funciones
ejercicio de ciertas-funciones de carácter inferior en la vida sacras , la oblación de las víctimas, y la comida de los panes
eclesiástica; de cuyas inmunidades comienza ya el nuevo clé- de proposición y demás ofrendas es.clusivamente reservadas
rigo á gozar, vistiendo el trajo talar adoptado como distintivo al uso y atenciones de los ministros del culto y con especia-
de los así iniciados, y considerándose esa primera consagra- lidad de los sacerdotes y levitas-
ción (según suele definirse la tonsura) « disposición á la re-
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O V. 709

razones de los j u d í o s , recibieron en su cordero los frontispicios de sus casas, co-


carne tal señal, que no pudiesen olvidar- mo en protestación de que se apartaban
la ; por lo cual se dice ( G e n . 17, 13), es- de los ritos de los egipcios que adoraban
tará mi pacto en vuestra carne para al carnero. A s í es que por la aspersión ó
alianza eterna. L a circuncisión se bacía untura de la sangre del cordero en las
en el octavo dia, porque antes el niño es puertas de las casas fueron librados del
demasiado tierno y pudiera resultarle peligro de esterminio, que amenazaba á
grave daño, en atención á no bailarse aún los egipcios ; y en aquella salida de
consolidado; por lo cual tampoco se ofre- Egipto concurrieron dos cosas : la preci-
cían los animales antes del octavo dia (1): pitación para salir, porque los egipcios
y no se difería m á s , para evitar que el los impelían á que salieran inmediata-
dolor retrajese á algunos de aceptar el mente, como consta ( E x o d . 12, 33), pues
signo de la circuncisión, ó que los padres, corría peligro el que no saliese con la
cuyo cariño á sus bijos crece con el trato multitud de ser muerto por los egipcios;
y á medida de su desarrollo, los sustraje- apresuramiento que era designado de dos
ran á la circuncisión. L a segunda razón modos : 1.° por lo que comían, porque
pudo ser para debilitar la concupiscencia se les había ordenado que comiesen pa-
en aquel miembro ; y la tercera que era nes ácimos ( 2 ) , en señal de que no los
una detestación de los ritos de Venus y podían dejar fermentar por la premura
Príapo, en los que se honraba aquella con que los egipcios les obligaban á sa-
parte del cuerpo ; mas el Señor no pro- lir; y asimismo que comiesen (el corde-
hibió sino la incisión, que se hacía en el ro ) asado al f u e g o , porque así se pre-
culto de los ídolos, á la que no era seme- paraba más pronto; y que no quebranta-
jante la susodicha circuncisión. — L a ra- sen hueso alguno de é l , porque el que
zón figurativa era que la circuncisión re- está de prisa no tiene tiempo de romper
presentábala destrucción de la corrupción, los huesos ; 2.° por la manera de comer,
que debía ser obra de Cristo, y que será pues se dice ceñiréis vuestros lomos, y
perfecta en lá octava edad, que es la de tendréis calzados los pies, y báculos en las
los que resucitan : y, por cuanto toda manos, y lo comeréis apresuradamente; lo
corrupción de la culpa y de la pena tiene cual designa manifiestamente á l o s hom-
en nosotros el origen carnal del pecado bres prontos á emprender un viaje : y á
de nuestro primer padre, tal circuncisión esto mismo se refiere el intimarles, come-
se hacía en el miembro de la generación, réis en una casa, y no sacaréis fuera na-
por lo que dice el Apóstol (Coloss. 2 , 1 1 ) : da de sus carnes, por cuanto la prisa no
en Cristo están circuncidados de circun- les permitía hacerse obsequios ( 3 ) ; como
cisión no hecha por mano en despojo del también la amargura, que habían pasado
cuerpo y de la. carne, sino en la circun- en Egipto, se significaba por las lechugas
cisión de Nuestro Señor Jesucristo. silvestres.—La razón figurativa es. mani-
A l 2.° que el convite pascual tuvo por fiesta, pues por la inmolación del cordero
razón literal la conmemoración del bene- pascual se significaba la inmolación de
ficio que Dios les hizo sacándolos de Cristo según estas palabras (i Cor. 5, 7 ) ,
Egipto : por lo que celebrando este con- en nuestra pascua es inmolado Cristo : la
vite protestaban pertenecer al pueblo, que sangre del cordero, librando del estermi-
Dios se había escogido del Egipto; pues, nador, teñidos con ella los frontispicios
cuando fueron libertados de allí, se les de las casas, indica la fe de la pasión de
ordenó, que untasen con la sangre del Cristo' en el corazón y en la boca de los

(1) Véase la nota 1, pág. 090. y gratos sucesos domésticos; reciprocidad no.poco eficaz para
(2) Cenceños ó sin levadura ', como se hacen también según la conservación de la buena armonía y unión entre vecinos
el uso de la Iglesia occidental ó latina las hostias para la bien avenidos y que á veces llega á ser una necesidad ó ra-
misa, representadas á su vez en aquel pan sin fermentar. dica en la escasez de numerario y de tiendas de espendicion
(3) Xenia, regalos ó dádivas á los huéspedes ó á los vecinos de ciertos artículos de más ó menos necesario consumo : como
en muestra de benevolencia ó aprecio, y aun en retribución de también es práctica muy común y propia de gentes sencillas
otros recibidos oportunamente con ocasión de cualquier festín y de ingenua sinceiidad mutua buscar y prestarse el fuego
doméstico : costumbre todavía bastante socorrida en pueblos conservado desde la noche anterior ó en el horno después de
de corto vecindario, donde todos se conocen y tratan familiar, la cochura, como vulgarmente dicen , y otros objetos ó uten-
mente y suelen recíprocamente mandarse panes tiernos de la silios y aperos, socorriéndose unos á otros con fraternal con-
hornada y despojos de la matanza del puerco, frutas de la fianza y solicitud.
respectiva cosecha y recuerdos de ferias y viajes i de fiestas
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V.

fieles, por la cual somos libres del pecado de la naturaleza, mas no como sacramento
y de la muerte, según se dice (i Petr. 1, de unión de Cristo y de la I g l e s i a , que
18) : habéis sido redimidos... por la san- no estaba aún realizada (2) ; por cuyo
gre preciosa del Cordero inmaculado. motivo se daba en la antigua l e y libelo
Se comían aquellas carnes, para significar de repudio, lo cual es contrario á la na-
la comida del Cuerpo de Cristo en el S a - turaleza del Sacramento.
cramento; y eran asadas al fuego, para A l 4.° que, como queda dicho, las pu-
representar su pasión ó su caridad; y con rificaciones de la antigua l e y tenían por
panes cenceños, para significar la vida objeto remover obstáculos del culto divi-
pura de los fieles que reciben el cuerpo no, que es de dos clases : espiritual, que
de Cristo, como dice el Apóstol (i Cor. consiste en la devoción de la mente á
5, 8 ) : solemnicemos el convite con ácimos D i o s , y corporal cifrado en los sacrificios,
de sinceridad y de verdad. L a s lecbugas oblaciones y otras cosas semejantes. L o
agrestes se añadían en señal de la peni- que impide á los hombres el culto espiri-
tencia de los pecados, que es necesaria á tual son los pecados, que se decía los
los que reciben el cuerpo de Cristo; y los manchaban, como la idolatría y el homi-
ríñones deben ceñirse con el cíngulo de la cidio, el adulterio y el incesto ; y de es-
castidad ; siendo el calzado de los pies re- tas manchas se purificaban los hombres,
cuerdo de los ejemplos de los padres y a por algunos sacrificios, y a ofrecidos en
difuntos; y los báculos, que debían tener común por toda la multitud, ya también
en las manos, significan la guarda pasto- por los pecados de cada individuo ; no
ral ; como el mandarse comer el cordero porque aquellos sacrificios carnales tuvie-
pascual en una sola casa quiere decir en la sen por sí mismos la virtud de espiar los
Iglesia de los católicos, no en los conci- p e c a d o s , sino porque significaban su es-
liábulos de los herejes. piacion futura por Cristo, de la cual eran
A l 3.° que ciertos sacramentos de la participantes también los antiguos públi-
nueva l e y estuvieron en la antigua sim- camente creyentes en la fe del Redentor
bolizados por otros á ellos correlativos : por las figuras de estos sacrificios. D e l
puesto que la circuncisión corresponde al culto esterior se retraía á los hombres
bautismo, que es sacramento de f e , por por ciertas impurezas corporales, que pri-
lo cual se dice (Coloss. 2, 11), estáis cir- mariamente se consideraban en los hom-
cuncidados en la circuncisión de nuestro bres y consecuentemente también en los
Señor Jesucristo, y (v. 12) sepultados con animales y en los vestidos y casas y va-
él en el bautismo ( l ) ; al convite del cor- sos. E n los hombres la impureza se repu-
dero pascual corresponde en la ley nueva taba en parte por razón de ellos mismos,
el Sacramento de la Eucaristía ; á todas y en parte por el contacto con las cosas
las purificaciones de la antigua l e y el inmundas : por parte de los hombres mis-
Sacramento de la penitencia en la nueva, mos se reputaba inmundo todo cuanto ya
y á la consagración del pontífice y sacer- tenía alguna corrupción ó se hallaba es-
dote el del orden. P e r o al sacramento de puesto á e l l a ; y así, por ser la muerte
la confirmación, que es sacramento de la cierta corrupción, el cadáver del hombre
plenitud de la gracia, no puede corres- se reputaba inmundo; é igualmente, sien-
ponder otro alguno en la antigua ley, do la lepra originada de la corrupción de
porque aún no había llegado el tiempo los humores, que aun sale al esterior 6
de la plenitud, por la razón de que la ley inficiona á otros, los leprosos se reputa-
á nadie llevó á perfección (Hebr. 7, 1 9 ) ; ban asimismo inmundos ; bien así como
como tampoco al sacramento de la estre- las mujeres que padecían flujo de sangre,
ma-uncion, que es cierta inmediata pre- fuese por enfermedad ó por naturaleza
paración á la entrada de la gloria, cuya en los períodos menstruos ó al concebir;
puerta no estaba aún abierta en la anti- y por igual razón los varones que pa-
gua l e y , por no haber sido pagado el decían fluxión seminal por enfermedad ó
precio; y el matrimonio existió en ver- por polución nocturna ó por el coito, pues-
dad en la antigua l e y , como al servicio to que todo humor procedente de los mo-
lo que luego dice y puede consultarse en la 2. -2. , C, 2, a, 7,
a 10

(1) Véase lo dicho en la nota 3, pág, 708. y en la3.° Parte, C. 41, a. 2, al3,°
(2) Sí empero como ligara ó emblema de esta unión, según
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V. 711

dos dichos tiene cierta inmunda infec- guiñarías inmolaciones; la seminíflua del
ción : como también los hacía inmundos hombre la de las palabras vanas, por-
en cierto modo el contacto de cualesquie- que semilla es la palabra de D i o s ; la del
ra cosas inmundas. — L a razón de estas coito y parto la del pecado original; la
impurezas era literal y figurada. Literal de las reglas menstruas la de la mente
por la reverencia debida á las cosas per- desordenada por la voluptuosidad ; y en
tenecientes al culto divino, y a porque los general la impureza del contacto de cosa
hombres no suelen tocar las cosas precio- inmunda la del consentimiento en peca-
sas , cuando están manchados; y a para do de otro, según aquello ( I I Cor. 6, 1 7 ) :
que, acercándose raras veces á las cosas salicTde medio de ellas, y apartaos y no
sagradas, las tuviesen mayor veneración: toquéis lo inmundo. E s t a mancha del
pues, siendo raro el que alguno pudiese contacto derívase también á las cosas
evitar estas impurezas, rara vez también inanimadas, porque todo cuanto tocaba
los hombres podían tocar las cosas que el impuro se hacía inmundo ; en lo cual
pertenecían al culto divino; y de este la l e y atenuaba la superstición de los
m o d o , cuando á ellas se. acercaban, lo g e n t i l e s , que no solo decían contraerse
hacían con mayor reverencia y humildad impureza por el contacto sino también
de espíritu. Algunas de estas (prescrip- por la palabra ó vista de lo inmundo,
ciones) tenían ademas por razón literal como dice el Rabino Moisés ( i n lib. 3
el que los hombres no se arredrasen de Dux errantium, c. 4 8 ) de la mujer en
acercarse al culto divino bajo el pretesto menstruación ; en lo que místicamente se
de evitar el trato con los leprosos y en- designaba lo que se dice ( Sap. 1 4 , 9),
fermos de semejantes dolencias, cuya en- Dios aborrece igualmente al impío y su
fermedad era abominable y contagiosa: impiedad. H a b í a ademas cierta impureza
y en otras la razón era para evitar el de las cosas inanimadas en sí, cual era la
culto de la idolatría, pues los gentiles en de la lepra en la casa y en los vestidos:
el rito de sus sacrificios usaban algunas porque, así como la enfermedad de la
veces aun de la sangre y semen humanos. lepra proviene á los hombres del hu-
Todas estas clases de inmundicias corpo- mor corrompido, que pudre y corrompe
rales se purificaban, ya por la sola asper- la carne; también la fetidez y esceso.de
sión del a g u a , ó y a las más graves por humedad ó de sequedad produce á veces
algún sacrificio para espiacion del peca- alguna corrupción en las piedras de la
d o , del cual provenían tales enfermeda- casa ó aun en los vestidos: y por eso á
d e s . — L a razón figurada de estas impure- esta corrupción llamaba la ley lepra, por
zas fue que por estas esteriores inmundi- la que se juzgaba inmunda la casa ó la
cias se figuraban diversos pecados : por- ropa, ya porque toda corrupción se re-
que la inmundicia de cualquier cadáver putaba impureza, como va dicho; ya tam-
significa la inmundicia del pecado, que bién porque á causa de esta corrupción
es la muerte del alma ; la de la lepra la los gentiles honraban á sus dioses pena-
de la doctrina herética, ya porque es tes ( 2 ) ; por cuyo motivo la ley mandó
contagiosa como aquella, ya porque « n o destruir la casa y quemar los vestidos, en
» hay doctrina falsa que no mezcle á lo que hubiera tal corrupción persistente,
» falso lo verdadero » , como dice San con el fin de quitar la ocasión de idola-
Agustín ( Q. evang. 1. 3 , c. 4 0 ) ; al modo tría. H a b í a asimismo cierta impureza de
que en la superficie del cuerpo del leproso los vasos, de la cual se dice ( N u m . 19,
aparecen con distinción ciertas manchas, 1 5 ) : la vasija, que no tuviere cobertera
dejando intacto el resto de la carne. L a y atadura por encima, será inmunda; y
impureza sanguiníflua ( 1 ) de la mujer la causa de esta impureza estaba en que
designa la de la idolatría por sus san- podía caer fácilmente en tales vasijas

(1J Parécenos admisible esta versión acaso escesivamente jusmoii conceptionem


gentiles déos penates (ponentes el de Alcañiz)
literal y no usada en nuestro idioma , en él que sin embargo colebant; es decir, los gentiles veneraban á sus dioses penates
tiene analogías bien notorias y castizas (como la voz melifluo), (domésticos ó de cada familia J contra esta caida en impureza,
siendo por otra parle asaz clara y espresiva y más decorosa ú considerando su culto como preservativo de incurrir en ella.
honesta que cualquiera otra, que se intentara sustituirla. Píicolai observa que « quizá es más verosímil esta redacción »,
(2) Así se leo en la generalidad de las ediciones impresas, y no obstante conserva en el testo la que traducimos , y que
aunque los códices de Alcañiz y Tarragona dicen : contra ha- en efecto parece menosesplícila.
712 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V.

algo inmundo, que las hiciese inmundas. vio Israel, y esto quizá porque adoraron
También este precepto fue establecido á las vacas, seguu la costumbre de los
para apartar al pueblo de la idolatría; egipcios, como se espresa (Os. 1 0 , 5)",
pues los idólatras creían que, si los rato- adoraron las vacas de ( 4 ) Bethaven ;
nes ó lagartijas ó algunos (bichos) seme- y en detestación del pecado de idola-
jantes, que inmolaban á l o s ídolos, caían tría si se inmolaba fuera del campamen-
en las vasijas ó en las aguas, eran más t o , quemándose todo fuera del recinto,
gratas á los dioses; y todavía algunas do quiera se hiciese un sacrificio por la
mujerzuelas dejan descubiertas las vasijas espiacion de la multitud de los pecados ;
en obsequio de las deidades nocturnas, así como para significar que por este sa-
que llaman Janas ( 1 ) . — L a razón figu- crificio el pueblo se purificaba de todos
rada de estas inmundicias es que por la sus pecados, el sacerdote metía el dedo
lepra de la casa se significa la de las en la sangre de la víctima, y rociaba con
asambleas heréticas ; por la lepra en la ella las puertas del santuario siete veces;
ropa de lino la perversidad de las cos- porque el número siete denota universa-
tumbres, que proviene de la acritud del lidad. A u n la misma aspersión de la san-
espíritu ; por la de los vestidos de lana gre denotaba también la detestación de
la perversidad de los aduladores; por la la idolatría, en la cual no se derramaba
del vestido de. estambre los vicios del la sangre de las víctimas inmoladas, sino
alma; por la lepra de la trama (del te- que se reunía toda y se comía en honor
jido) los pecados carnales, puesto que el de los ídolos; era quemada en el fuego,
alma está en el cuerpo como el hilo en la ya porque Dios se apareció á Moisés en
urdimbre; y por la vasija sin cubierta ni el fuego y entre fuego fue dada la ley;
ligadura se significa el hombre que no y a porque con esto se significaba que la
tiene alguna reserva del silencio y el que idolatría debia ser totalmente estirpada
no se somete á censura disciplinaria (2). y todo cuanto á ella pertenecía, como la
A l 5.° que según lo dicho (al 4.°) la l e y vaca se quemaba con su piel y carne, y
distinguía dos clases de impurezas: una la sangre y hasta los escrementos eran
por alguna corrupción de la mente ó del entregados á las llamas: añadían tam-
cuerpo, y esta era la mayor; otra pro- bién al fuego madera de cedro, hisopo y
cedente del simple contacto de cosa in- grana dos veces teñida, para significar
munda, y que como menor se espiaba q u e , así como la madera de cedro no se
con un rito más sencillo. Porque la pri- pudre fácilmente y la grana reteñida no
mera se espiaba con los sacrificios por pierde su color y el hisopo conserva su
el pecado, puesto que toda corrupción olor aun después de s e c o , así también
procede del pecado y pecado significa; este sacrificio se hacía para la conserva-
mas la segunda se espiaba por sola la ción del mismo pueblo y de su honesti-
aspersión de cierta agua ( 3 ) , de cuya dad y devoción; por cuya razón se dice
agua de espiacion se habla ( N ú m . 19), de las cenizas de la vaca que debían ser-
donde se ordena por el Señor que se vir de salvaguardia á los hijos de Israel:
tome una vaca roja en memoria del pe- ó bien seguu Josefo (Antiquit. 1. 3 , c. 8,
cado, que cometieron con la adoración 9 y 1 0 ) se significaban por esto los cua-
del becerro; y se designa vaca más bien tro elementos; pues el cedro colocado
que becerro, porque así solía denominar sobre fuego significa la tierra por su na-
el Señor á la sinagoga, según consta turaleza terrestre, el hisopo el aire á
( O s . 4 , 1 6 ) , como vaca lasciva se des- causa de su olor, la grana dos veces te-

(!) Denominación, por la que según Varron solía desig- yos múltiples usos y eficacia contra los demonios y todo gé-
narse á veces la luna ó la diosa Diana, como astro que preside nero de malignas influencias nadie entre los creyentes cris-
á la noche iluminándola. tianos desconoce.
(2) Interpretaciones tomadas de la Glosa interlineal y de la (4) «Casa de vanidad » según su etimología hebraica, de-
colateral ó marginal respectivamente, y que Raban espone con nominación equivalente á la de «casa inútil» según Aquila
mayor amplitud y minuciosidad. y Símaco, ó « del ídolo » , según cspresamente la interpreta
(3) La llamada aun hoy agua lustral y más comunmente San Jerónimo ( i n Os. c. 5 ) ; sustituida por desprecio á la an.
entre nosotros agua bendita, á la que se mezcla sal, como tigua de Betel ( B e l h e l ) , « casa de Dios » , donde Jeroboan
preservatlva contra la corrupción ó señal de incorruptibilidad (m Reg. 12) erigió un becerro, para que lo adorasen las tribus
y pureza, acompañando su consagración con varias oraciones que le reconocieran por su rey.
y bendiciones prescritas por la liturgia católico-romana, cu.
CUESTIÓN C Í I . — A R T Í C U L O V. 713

ñida el agua por la misma razón, por la bien denotando por los siete dias todo
que también la púrpura toma sus tintu- tiempo. Todas estas cosas alusivas á. la
ras de las aguas ( ] ) , para denotar por encarnación de Cristo deben ser quema-
esto que se ofrecia al Creador aquel sa- das por el fuego, esto es, entendidas espi-
crificio de los cuatro elementos: sacrifi- ritualmente : porque por \&piel y la carne
cio que, como se ofrecía por el pecado de se significa la operación esterior de Cris-
la idolatría en su detestación, tanto el que to; por la sangre su virtud interna y
quemaba como el que recogía las cenizas sutil vÍYÍficadora de los actos esterio-
y el que hacía la aspersión con el agua, en res; por el estiércol (fimum) la fatiga, la
que se habían echado las cenizas, eran sed y todas las demás debilidades: y
considerados como impuros; á fia de mos- añádense también tres cosas, el cedro
trar así que todo aquello que de cual- significando la sublimidad de la espe-
quier modo pertenece á la idolatría debe ranza ó de la contemplación; el hisopo
ser desechado como iumundo. Pero de símbolo d é l a humildad ó de la fe ;• y la
esta impureza se purificaban con solo grana reteñida en representación de la.
lavar los vestidos, sin que fuese menester doble caridad; pues por estas (virtudes)
rociarlos con a g u a , puesto que así h u - hemos de unirnos á Cristo paciente. L a
biera sido preciso proceder hasta lo infi- ceniza de la combustión es recogida por
nito : porque el que rociaba con el agua un varón puro, porque las reliquias de la
quedaba impuro, y, si se rociaba á sí pasión alcanzaron hasta los gentiles, que
mismo, quedaría inmundo, y rodándole no fueron culpables en la muerte de Cristo;
otro este quedaba inmundo, como igual- se echaban las cenizas en el agua para
mente aquel á quien rociaba, y así hasta la espiacion, porque de la pasión de
el infinito. Cristo recibe el bautismo la virtud de
L a razón figurada de este sacrificio es quitar ó purificar los pecados ; el sacer-
que por la vaca roja se significa á Cristo, dote que inmolaba y quemaba la vaca y.
en cuanto tomó la debilidad (de nuestra que la quemaba y recogía las cenizas , y
naturaleza) designada por el sexo feme- también el que rociaba el agua quedaban
nino, como el color de la vaca designa impuros, ya porque los judíos se hicieron
la sangre de su pasión. E s t a vaca roja inmundos por la muerte de C r i s t o , por
era de edad íntegra, porque toda opera- la cual nuestros pecados son espiados, y
ción de Cristo es perfecta, y no tenía esto hasta la tarde, es decir, hasta el fia
mancha alguna ni había sufrido el yugo, del m u n d o , cuando los restos de Israel
porque Cristo fue inocente y no llevó se convertirán; ó ya porque los que ma-
jamás el yugo del pecado. Se manda lle- nejan las cosas santas , atendiendo á la
varla á Moisés, porque le imputaban la purificación de otros, contraen también
infracción de la ley mosaica por la vio- ellos mismos algunas impurezas, como
lación del sábado ; que sea entregada al dice San Gregorio en su Pastoral (part. 2 ,
sacerdote Eleazar, porque Cristo fue en- c. 5 ) , y hasta la tarde, es decir, hasta el
tregado para morir en manos de los sacer- fin de la presente vida.
dotes ; se inmola fuera de los reales, por- A l 6.° que según lo dicho ( al 4.° ) la
que fuera de la puerta de Jerusalen impureza , que provenía de la corrupción
sufrió Cristo su pasión; el sacerdote de la mente ó del cuerpo, se espiaba con
mete el dedo en su sangre, porque por la los sacrificios por el pecado; y ofrecíanse
discreción, que el dedo significa, debe sacrificios especiales por los pecados de
considerarse é imitarse el misterio de la cada uno: m a s , como algunos eran negli-
pasión de Cristo; se rocía sobre el taber- gentes respecto á la espiacion de estos
náculo, por lo cual se designaba la sina- pecados é impurezas, ó ya porque por
g o g a , y a para la condenación de los j u - ignorancia desistían de esta espiacion,
díos incrédulos, y a para la purificación se estableció que una vez cada año en el
de los creyentes; y esto siete veces, bien dia décimo del sétimo mes se hiciese el
por los siete dones del Espíritu Santo, sacrificio de espiacion por todo el pueblo.

(1) De ciertos moluscos pertenecientes á la clasedelos gas- mitricc (murcx) ó púrpura y vulgarmente llamados también
terópodos-y orden de los pectinibranquios según la clasifica- cañadillas, cuya carne ó sangro toma el color rojizo intenso,
ción de M. Cuvier, conocidos comunmente bajo el nombre de que les ha merecido el nombre que llevan.
T14 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V.

Y , puesto que según el A p ó s t o l ( Hebr. L a razón figurada de estas cosas era


7 ,• 20 ) la ley constituyó sacerdotes á que Cristo se significa, ya portel becerro
hombres que tienen enfermedad, conve- á causa de su fuerza; y a por el carnero,
nía que el sacerdote ofreciera primero en cuanto es el jefe de los fieles ; y a por
por sí mismo un becerro por su pecado el macho cabrío por la semejanza, de la
en memoria del que Aaron cometiera al carne de pecado : y el mismo Cristo fue
fundir el becerro de o r o , y un carnero inmolado por los pecados de los sacer-
en holocausto, por el cual se significaba dotes y del p u e b l o , pues por su pasión
. que la preeminencia del sacerdote, figu- son purificados del pecado grandes y pe-
rada por el camero, que es el jefe del re- queños. La sangre del becerro y macho
baño , debia ordenarse al honor de Dios. cabrío es introducida por el pontífice al
Después ofrecía por el pueblo dos ma- Sancta , porque por la Sangre de la pa-
chos cabríos, de los cuales el uno era in- sión de Cristo se nos franquea la entrada
molado para la espiacion del pecado de en el reino de los cielos; y quemábanse
la multitud ; porque el cabrío es un ani- sus cuerpos fuera del campamento , por-
mal f é t i d o , y de sus pelos se hacen ves- que fuera de la puerta padeció Cristo,
tidos punzantes , para indicar por esto la como dice el Apóstol ( H e b r . 1 3 , 1 2 ) ; y
fetidez é inmundicia y los aguijones de pc§ el macho cabrío que se espulsaba
los pecados. La sangre de este macho puede significarse, y a la misma divini-
cabrío inmolado servía para rociar jun- dad de Cristo, que se retiró dentro de sí
tamente con la del becerro el Sancta misma (in solitudinem abiit) (1) durante
Sanctorum y se hacían con ella aspersio- su pasión, no mudando de lugar, sino re-
nes por todo el santuario, para significar primiendo su poder; ó ya la concupiscen-
que el tabernáculo se purificaba de todas cia mala , que debemos desechar de nos-
las impurezas de los hijos de Israel. Los otros , inmolando al Señor nuestros mo-
•cuerpos del macho cabrío y del becerro vimientos virtuosos. E n cuanto á la in-
inmolados por el pecado debían quemarse, mundicia de los que quemaban tales
para manifestar la consunción de los pe- sacrificios h a y la misma razón y a asig-
cados , pero no sobre el altar, porque en nada ( a l 5.°) en el sacrificio de la be-
él no se quemaban totalmente sino los cerra roja.
holocaustos : por lo cual estaba mandado
A l 7.° que por el rito legal no se pu-
que se quemasen fuera del campamento
rificaba al leproso de la mancha de la
en detestación del pecado ; pues así se
l e p r a , sino que se presentaba limpio; y
hacía siempre que se inmolaba sacrificio
esto se significa ( L e v . 14, 3, 4 ) , cuando
por algún pecado grave ó por la multi-
se dice del Sacerdote, cuando viere que
tud de los pecados. El otro macho cabrío
la lepra está curada, mandará al que se
se le echaba al desierto, ño para ser ofre-
purifica L u e g o la lepra estaba ya cu-
cido á los demonios, á quienes adoraban
rada ; pero se decía purificarse, en cuanto
los gentiles en despoblado, sino para sig-
á juicio del Sacerdote se le restituía á la
nificar el efecto de aquel sacrificio inmo-
sociedad de los hombres y al culto di-
lado ; por lo que el sacerdote imponía la
vino. Sucedía empero á veces que por un
mano sobre su cabeza, confesando los pe-
milagro de Dios el rito de la ley curaba
cados de los hijos de Israel, como si este
l a lepra corporal, cuando el sacerdote se
animal los llevase al desierto, para que
habia engañado en su juicio ; y esta pu-
allí fuese comido por las fieras, como lle-
rificación del leproso se hacía de dos ma-
vando la pena por los pecados del pueblo:
neras : porque primeramente se le juz-
y se decía llevar los pecados del pueblo,
gaba l i m p i o , y después se le restituía
ya porque en su espulsion se represen-
como tal al trato de los hombres y al
taba la remisión de los pecados del pue-
culto divino al cabo de los siete dias. E n
blo , y a porque se ataba á su cabeza un
la primera purificación ofrecía por sí el
billete (schedula), en que se consignaban
leproso y a limpio dos pájaros vivos y
por escrito.
madera de cedro y cochinilla ( 2 ) é hi-

(1) Como abandonando á sí misma la humanidad de Cristo esclamacion del mismo Redentor ya espirante en. la cruz :
durante su pasión y concentrándose (por decirlo así) en ía in- Dios mió, ¿ por qué me habéis abandonado'!
divisa unidad de la trinidad beatísima , según la espresiva (2) Vermiculum, especie de gusanillo, que se cría en una
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V. 715

sopo; atando con un hilo de color de grana bautizados en la fe de D i o s ; y el hombre


un pájaro y el hisopo con la madera de lava por el agua del bautismo y de las
cedro, de manera que el pedazo de cedro lágrimas sus vestidos, esto e s , sus obras,
fuese como el mango del aspersorio, y el y todo su vello, es decir, los pensamien-
hisopo y el pájaro eran la parte del as- tos. Tíñese con sangre y aceite el estremo
persorio que se teñía en la sangre del de la oreja derecha del que es purificado,
otro pájaro inmolado en aguas v i v a s , y para que proteja su oido contra las pala-
ofrecía estas cuatro cosas contra los cua- bras corruptoras , así como los pulgares
tro defectos de la lepra : pues contra la de la mano y pie derechos, para que su
podredumbre se ofrecía el cedro, que es acción sea santa. E n cuanto á las otras
árbol incorruptible ; contra el hedor el (ceremonias) pertenecientes á esta puri-
hisopo , yerba olorosa ; contra la insen- ficación ó. también de otras impurezas,
sibilidad el pájaro vivo; y contra el color nada tienen de particular respecto de los
sucio la cochinilla, que tiene un color demás sacrificios por los pecados ó de-
vivo. A l pájaro vivo se le echaba á vo- litos.
lar en el campo, porque el leproso reco- A l 8.° y 9.° que, así como el pueblo se
braba su antigua libertad: y al octavo disponía al culto de D i o s por la circun-
dia era admitido al culto divino y resti- cisión, igualmente el ministro por alguna
tuido al trato de los h o m b r e s , no sin especial purificación ó consagración ; por
raerle antes el vello de todo el cuerpo y lo que se les manda separarse de los de-
lavar sus ropas, por la razón de que la mas como especialmente dedicados al mi-
lepra corroe el p e l o , mancha y da mal nisterio del culto d i v i n o , y todo cuanto
olor á las ropas; ofreciéndose después un acerca de ellos se hacía en su consagra-
sacrificio por el delito del leproso, porque ción ó institución tenía por objeto mani-
la lepra suele ser las más veces castigo festar que tenían cierta prerogativa de
del pecado. Con la sangre de este sacri- pureza, virtud ( 1 ) y dignidad : así que
ficio se untaba el estremo de la oreja del en la institución de los ministros tenían
que habia de purificarse y los dedos pó- lugar tres actos : 1.° se purificaban ; 2°
lices de la mano y pie derechos, porque se ordenaban y consagraban, y 3.° se de-
en estas partes se manifiesta y deja sen- dicaban al ejercicio de su ministerio. l.°
tir primeramente la lepra : empleábanse se purificaban comunmente todos por la
para esta cei'emonia tres líquidos, sangre adhesión del agua y por ciertos sacrifi-
contra la corrupción de la s a n g r e , aceite cios ; particularmente los levitas raían
para designar la curación de la enferme- todos los pelos de su carne, como consta
dad, y agua viva para limpiar la suciedad. ( L e v . 8 , y N ú m . 8); 2° la consagración
L a razón figurada era que por los dos de los Pontífices y sacerdotes se hacía
pájaros se significa la divinidad y huma- por este orden : después de lavados se
nidad de Cristo : de los cuales u n o , es revestían de ciertas vestiduras destinadas
decir, la humanidad, se inmola en un especialmente á designar, su dignidad, y
vaso de tierra sobre aguas vivas, porque particularmente el Pontífice era ungido
por la pasión de Cristo se consagran las en la cabeza con el óleo de unción, para
aguas del bautismo; y el otro, que repre- designar que de él mismo se difundía á
sentaba la impasible divinidad, quedaba los otros la potestad de consagrar , como
vivo, porque la divinidad no puede morir; el óleo desciende de la cabeza á los
y así se le echaba á volar, por cuanto no (miembros) inferiores según aparece (Ps.-
podía someterse á padecer : este pájaro 1 3 2 , 2 ) , como el ungüento en la cabeza,
vivo junto con la madera de cedro y la que bajó por la barba ( 2 ) muy crecida
grana y la cochinilla y el hisopo, esto de Aaron; pues los levitas no tenían otra
es , con la f e , la esperanza y la caridad, consagración, sino el ser ofrecidos al S e -
según lo dicho (a. 4 , al 4.°), se mojaba en ñor por los hijos de Israel por manos del
el agua para rociar, por cuanto somos Pontífice , que oraba por ellos ; y á los

de las variedades del roble, y del que se estráe una tinta roja nes, como la de París antigua y las romanas, inclusa la áurea.
parecida á la purpura y grana, conocida también por el nom- (i) ín barbam, bárbam Aaron: hebraismo equivalente al su-
bre de escarlata. perlativo, como si dijéramos en nuestro idioma , « á la barba
( 1 ) Vlrtulls; no verllaUs, como injustificablemente y sin fun. » de Aaron, que era toda una barba, ó una gran barba », muy
(lamento ni viso alguno do razón se halla en algunas edicio- crecida ó poblada y respetable.
116 CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V.

sacerdotes inferiores se les consagraban A l 10.° que, según ya se ha dicho (al 8.°
solamente las m a n o s , que debían em- y 9.° y a. 4 ) , la intención de la l e y era
plearse en los sacrificios, y con la sangre inducir á la reverencia del culto divino,
de los animales inmolados se les teñía el y esto de dos m o d o s : 1.° escluyendo del
estremo de la oreja derecha y los dedos culto divino todo lo que podía ser despre-
pólices del pie ó de la mano derecha, para ciable ; 2.° aplicando á él cuanto parecía
que fuesen obedientes á la ley de Dios en revelar magnificencia; y, si esto se obser-
la oblación de los sacrificios, lo que se vaba en el tabernáculo y en sus vasos y
significa por la unción de la oreja dere- en los animales, que debían ser inmola-
cha; y solícitos y prontos en la ejecución dos, con mucha más razón debía ser ob-
de los sacrificios , lo cual se simbolizaba servado en los mismos ministros: y por lo
en la unción del pie y mano derecha. R o - tanto, para quitar todo (pretesto de) des-
ciábanse también ellos mismos,y sus ves- precio hacia los ministros, se ordenó que
tiduras con la sangre del animal inmolado no tuvieran tacha ni defecto corporal,
en memoria de la sangre del cordero, por porque los hombres así deformes suelen
la que fueron libertados de E g i p t o ; y se ser objeto del desprecio de los otros. Por
ofrecían en su consagración estos sacri- este motivo se estableció también que no
ficios : un becerro por el pecado en me- se escogieran indiferentemente de cual-
moria del perdón del de Aaron en la erec- quier linaje, para dedicarlos al ministerio
ción del becerro; otro carnero en holo- de D i o s , sino de cierta prosapia según
causto en memoria de la ofrenda de la sucesión genealógica, para que de ebte
A b r a h a m , cuya obediencia debia ser modo fueran mirados como más nobles é
imitada por el Pontífice ; un carnero ilustres : y, para que fuesen respetados,
también de consagración, que era como se les adornaba con traje y consagración
una hostia pacífica, en conmemoración especiales; y esta es en general la causa
de l a libertad de E g i p t o por la sangre del ornato de sus vestiduras. E n particu-
del cordero ; y un canasto de pan en me- lar es de saberse que el Pontífice tenía
moria del maná que D i o s envió á su pue- ocho ornamentos : 1.° un traje de lino;
blo. 3.° Pertenecía á la aplicación de su 2. túnica de jacinto, en cuya estremiáad
a

ministerio el imponerse sobre sus manos hacia los pies pendían alrededor ciertas
la grasa del carnero, una torta de pan y campanillas y granadas hechas de jacinto
el espaldar derecho, para manifestar que y púrpura y grana reteñida; 3.° la mu-
recibían la potestad de ofrecer al Señor ceta ( 1 ) , que le cubría las espaldas y la
estas cosas. L a dedicación de los levitas parte anterior hasta el cíngulo, que era de
á su ministerio se hacía introduciéndolos oro y jacinto y púrpura y grana dos ve-
en el tabernáculo de la alianza, como ces teñida y de batista (bysso) retorcida:
para servir en el manejo de los vasos del y sóbrelos hombros tenía dos ónices ( 2 ) ,
santuario. •— L a razón figurada de todo en las cuales estaban esculpidos los nom-
esto era que los que han de ser consagra- bres de los hijos dé Israel; 4.° el racio-
dos al ministerio espiritual de Cristo deben nal hecho de la misma materia, que era
ser en primer lugar purificados por el cuadrado, y se ponía en el pecho y unido
agua del bautismo y de las lágrimas en á la muceta; y en este racional había doce
la fe de la pasión de Cristo , que es un piedras preciosas distribuidas por cuatro
sacrificio espiatorio y purgativo; y deben órdenes, en las que también estaban gra-
raer todos los pelos de la carne, es decir, bados los nombres de los hijos de Israel,
todos los malos pensamientos, hallarse como para designar que llevaba la carga
adornados de las virtudes y ser consa- de todo el pueblo, por cuanto tenía sus
grados por el óleo del Espíritu Santo y nombres en los hombros, y que debía con-
por la aspersión de la sangre de Cristo, tinuamente pensar en su salvación, por lo
dedicándose así á desempeñar con solici- cual los llevaba en el pecho como tenién-
tud sus funciones espirituales. dolos en el corazón. E n este racional

(i) Superhutnerale , sobre-todo ó albornoz semejante á los cubriendo sus hombros y pecho hasta la cintura ó poco menos.
capisayos usados hoy por nuestros obispos ó á las mucetas (2) Ónices ú óniques , piedra fina, variedad de la ágata y
sobrepuestas al manto ó toga en el traje oficial y solemne de de color alabastrino oscuro parecido al de las uñas y domas
los canónigos y prelados y de los magistrados y doctores, sustancias córneas.
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O V.

mandó el Señor escribir doctrina y ver- los sacerdotes, significaban los diversos
dad, porque ciertas cosas pertenecientes vicios y pecados de que deben carecer;
á la verdad de la justicia y de la doctrina prohibiéndose fuese ciego, esto e s , igno-
se escribían en aquel racional; los judíos rante ; cojo, es decir, voluble é inclinado
empero han urdido la fábula de que en el á diversas cosas; de nariz pequeña ó
racional habia una piedra, que cambiaba grande ó torcida, no se estralimite por
de colores según los diversos sucesos que falta de discreccion en más ó en menos ó
debían acontecer á los hijos de Israel, y también ejecutando algunas maldades,
esto es lo que ellos llamaban verdad y puesto que por la nariz se designa la dis-
doctrina; 5.° el talabarte ( 1 ) , esto es, creción, por cuanto discierne los olores;
cierto cíngulo hecho de los antedichos ni que tuviese la mano ó el pie rotos,
cuatro colores; 6.° la tiara, especie de no pierda la fuerza de obrar bien y pro-
mitra de fino lino; 7.° la lámina áurea, gresar en la virtud. También es desecha-
pendiente de la frente, y en la que estaba do el que tenga jiba por delante ó por
escrito el nombre del S e ñ o r ; 8.° y por detras, signo de supérfluo amor de lo
último los pantalones (femoralia linea) terreno; ó lagañoso ( 3 ) , es decir, si su
de hilo, para cubrir la carne de su torpe- ingenio está oscurecido por carnal afec-
za, cuando se acercaba al santuario ó al to, pues la fluxión de humor ocular es la
altar. L o s sacerdotes menores usaban que produce la cortedad de vista : como
cuatro de estos ornamentos : la túnica de asimismo si tiene alguna nube en el ojo,
lino, los pantalones, el cíngulo y la tiara. es decir, presunción del candor de la jus-
Algunos asignan la razón literal de estos ticia en su propio concepto; ó sarna (4)
ornamentos diciendo que en ellos se de- crónica, esto e s , impudencia de la carne;
signaba la disposición del orbe de la tier- ó salpullido, que mancha el cuerpo sin
ra, como si el pontífice protestase que él dolor y afea la belleza de los miembros,
era el ministro del Creador del mundo; por la que se designa la avaricia ; hernia
por lo cual se dice también (Sap. 18, 24) ú obesidad, como quien lleva en el cora-
que-en la vestidura de Aaron estaba des- zón el peso de la torpeza, aunque no la
crito el mundo : porque los pantalones de opere de hecho. Por los ornamentos se
lino figuraban la tierra, de la cual nace designan las virtudes de los ministros de
esta planta; el cinturon ceñido el océano, D i o s , y estas son cuatro necesarias á t o -
que ciñe la tierra; l a túnica de ja- dos los ministros, á saber : la castidad
cinto por su color significaba el aire, por significada por los calzoncillos ( 5 ) , la
sus campanillas los truenos y por las pureza de vida por la túnica de lino, la
granadas los relámpagos ; la muceta moderación de la discreción por el GÍn-
con su variedad el cielo sideral; las dos g u l o , y la rectitud de intención por la
ónices dos dos hemisferios, ó el sol y la tiara protectora de la cabeza. P e r o ade-
luna; las doce piedras preciosas del pe- mas de estas cuatro virtudes y preferen-
cho los doce signos del zodíaco, que se temente (pro3 his) deben los Pontífices
decían colocados en el racional, porque tener (otras) cuatro : 1 . recuerdo conti- a

en las cosas celestiales se encuentran las nuo de Dios en la contemplación, simbo-


razones de las terrenas según aquello lizado por la lámina de oro sobre la frente
( J o b , 3 8 , 3 3 ) ¿acaso entiendes el. orden con el nombre del Señor; 2 . sufrimiento a

del cielo y darás razón de él en la tierra?; de las debilidades del pueblo, denotado
por el cidar (2) ó tiara el cielo empíreo; en la muceta ( 6 ) ; 3 . afecto al pueblo a

y por la plancha de oro D i o s , que preside en su corazón y en sus entrañas por la


á todas las c o s a s . — L a razón figurada es solicitud de la caridad, denotado por el
patente: porque las manchas ó defectos racional; y 4 . vida celestial por medio a

corporales, de que debían estar exentos de las obras de perfección, designada por

(1) Especie de tahalí ó cinturon por el estilo del que usan hoy (3) Lippus, corto de vista , bizco ó medio ciego, ó que pa-
t

nuestros oficiales de ejército en troje de uniforme de gala, de dece de cataratas ó miopía ó cualquier otro defecto visual.
cuyo lado izquierdo pende el verdadero y propio tahalí, en (4) Scabiemjugcm, cualquiera erupción cutánea persistente,
que se apoya el pomo ó puño de la espada. como herpe ó sarampión ó salpullido semejante, sea la que
(2) Cidaris, especie de sombrero , gorro ó birrete, ensan- fuere su procedencia ó causa y su forma ó circunstancias.
chado por su parte superior y que usaban á modo de corona (5) Femoralia: véase la nota 2 de la página 705.
los reyes de Persia. (6) Véase la nota 1 en la página 710,
718 C U E S T I O N . C I I . — A R T Í C U L O S V Y VI.

la túnica de jacinto. A s í que ademas se no cocerás el cabrito en la leche de su


añaden á la túnica de jacinto en su orla madre.
las campanillas de oro, por las que se sig- 5.° Mándase ofrecer á Dios las primi-
nifica la doctrina de los misterios divinos, cias de los hombres y animales, como
que debe ir unida á la vida celeste del cosas más perfectas. L u e g o inconvenien-
Pontífice; como también las granadas, por temente se ordena ( L e v . 19, 2 3 ) : cuan-
las que se representa la unidad de la fe y do hubiereis entrado en la tierra, y plan-
la concordia en las buenas costumbres, tado en ella árboles frutales , cortaréis
porque tan uniforme y consecuente debe sus prepucios, esto e s , los primeros gér-
ser su doctrina que por ella no se rompa menes, y serán inmundos para vosotros,
la unidad de la fe y de la paz. y no comeréis de ellos.
6.° E l vestido es cosa esterior al cuer-
ARTÍCULO VI. — ¿Huno a l g u n a c a n s a po del hombre. L u e g o no debió prohi-
r a z o n a b l e de l a s observancias ceremoniales ? birse á los judíos el uso de ciertos vesti-
dos especiales, como por ejemplo se dice
l.° Parece que las observancias cere- ( L e v . 19, 1 9 ) , no te pondrás vestido
moniales no tuvieron causa alguna razo- tegido de dos cosas diferentes ; y ( D e u t .
nable : porque, como dice el Apóstol 2 2 , 5 ) , la mujer no se pondrá vestidu-
( i Tim. 4 , 4 ) , toda criatura de Dios es ra de hombre, ni el hombre vestidura de
buena, y no es de desechar nada de lo mujer; y ( v . 1 1 ) no te pondrás vestido,
que se participa con hacimiento de gra- que esté tejido de lana con lino.
cias. L u e g o inconvenientemente se pro- 7.° E l recuerdo de los mandamientos
hibió el comer de ciertos manjares, como de D i o s no pertenece al cuerpo, sino al
inmundos, según consta ( L e v . 11). corazón. L u e g o inconvenientemente se
2. A s í como los animales son dados
a
manda ( D e u t . 6 , 8 y 9) que atasen los
para alimento del hombre, igualmente preceptos de Dios como por señal en la
las yerbas, por lo que se dice (Gen. 9, 3 ) , mano, y que los escribiesen en el umbral
como las legumbres y yerbas os he dado de las puertas, y que, como consta
toda carne ( 1 ) ; y la l e y no distinguió ( N ú m . 1 5 , 3 8 ) , pusieran unas franjas
yerbas inmundas, no obstante ser algu- en los remates de los mantos, y en ellos
nas de ellas sumamente nocivas, como unos listones de jacinto en memoria de
las venenosas. L u e g o parece que tampoco los mandamientos de Dios.
debieron prohibirse algunos animales como 8.° Dice el A p ó s t o l ( i Cor. 9 , 9 ) ,
inmundos. que no tiene Dios cuidado de los bue-
3.° Si la materia de que algo se en- yes ( 2 ) , y por consiguiente ni de los
gendra es inmunda, por igual razón pa- otros animales. L u e g o se manda incon-
rece ser inmundo lo engendrado de ella. venientemente ( D e u t . 2 2 , 6 ) , si, an-
Pero de la sangre se engendra la carne: dando por un camino, hallares algún
luego, no prohibiéndose todas las carnes nido de ave, no la cogerás con los hijos ;
como inmundas, por identidad de razón y ( 2 5 , A) no atarás la boca al buey que
tampoco debió prohibirse como impura la trilla; y ( L e v . 1 9 , 19) no harás que
sangre ó la grosura que de ella se en- tu bestia se mezcle con animales de otra
gendra. especie (3).
4.° E l Señor dice ( M a t t h . 1 0 , 2 8 ) no 9.° Entre las plantas no se hacía dis-
deben temerse los que matan el cuer- tinción de limpias é inmundas. L u e g o mu-
p o , porque después de la muerte no tie- cho menos acerca de su cultivo debió esta-
nen más que hacer ; lo cual no sería blecerse alguna diferencia, y por lo tanto
cierto, si cediese en daño del hombre lo se preceptúa inoportunamente ( L e v . 19,
que se haga de él. Mucho menos pues 1 9 ) no sembrarás tu campo con diversas
pertenece al animal y a muerto cómo se semillas, y ( D e u t . 2 2 , 9 y 1 0 ) no sem-
han de cocer sus carnes : luego no parece brarás en tu viña otra semilla, no ara-
ser irracional lo que se dice ( E x . 2 3 , 19), rás con buey y asno juntamente.

(1) Omnem cameni dice el testo de la S U M A , aunque el de la (2) V.T. 1.° pág. 817, nota 2.
Vulgata pone omnia. V. T. 1." pàg. 205, nota 1.
(3) V. T. 1.° pág. 570, nota 3.
CUESTIÓN CU. — A R T Í C U L O ' V I . 719

-10. L a s cosas inanimadas parecen ser Cristo, según aquello ( I Cor. 1 0 , 1 1 ) ,


las más sometidas al poder Se los hom- todo les acontecía en figura ; y por lo
bres. L u e g o inconvenientemente se des- mismo pueden asignarse dos razones de
vía al hombre del oro y la plata, de que estas observancias : 1. según su con-
a

son fabricados los ídolos, y de otras co- gruencia para el culto divino, y 2 . se- a

sas que se encuentran en sus templos, por gún que figuran algo acerca de la vida
precepto consignado en la ley ( D e u t . 7 ) ; de los cristianos.
y parece ridículo el precepto que ordena A l argumento 1.° contestaremos, que
( D e u t . 2 3 ) que cubriesen con tierra, ca- según lo dicho ( a. 5 , al 4.° y 5.°) la l e y
vando al efecto en e l l a , sus evacuaciones reconocía dos clases de mancha ó impu-
fecales. reza : una de culpa, que manchaba el al-
11. L a piedad principalmente se re- ma ; y otra de una corrupción cualquiera,
quiere en los sacerdotes ; y obra de pie- que mancha el cuerpo de cierta 'manera.
dad parece el asistir á los funerales de los Hablando pues de la primera impureza,
amigos, de cuyo hecho se alaba á Tobías, ninguna especie de alimentos es inmunda,
como consta ( Tob. 1 ) . Igualmente es ni puede manchar al hombre según su na-
también á veces un acto de piedad el que turaleza ; por lo que se dice ( Matth. 15,
alguno reciba como mujer á la meretriz, 11 ) , no ensucia al hombre lo que entra
porque de este modo la liberta del pe- en la boca; mas lo que sale de la boca, eso
cado y de la infamia. L u e g o la prohibi- ensucia al hombre, y esto se interpreta
ción de estas cosas á los sacerdotes pa- de los pecados. P u e d e n no obstante per
rece ser inconveniente ( Levit. 21). accidens algunos alimentos manchar el
Por el contrario, dícese ( D e u t . 1 8 , 1 4 ) , alma, cuando se toman contra la obe-
mas tú has sido instituido diversamente diencia ó voto, ó por esceso de glotonería,
por el Señor Dios tuyo; de cuyas pala- ó en cuanto fomentan la lujuria ; por lo
bras puede deducirse que estas observan- que algunos se abstienen del vino y de
cias fueron establecidas por Dios, para carnes. Respecto de la mancha corporal,
distinguir á aquel pueblo con cierta pre- que es de cierta corrupción, algunas car-
rogativa especial. L u e g o no son irracio- nes de animales tienen impureza, y a por-
nales ó sin causa. que se alimentan de cosas inmundas, co-
Conclusión. En todas las observancias mo el puerco, ó viven entre inmundicias,
de la antigua ley, especialmente en las como ciertos animales que habitan bajo
relativas á los ministros del santuario, tierra, como los topos y ratones y otros
hay asignable una doble razón; literal semejantes, por cuya razón adquieren
en lo concerniente al divino culto estenio cierto olor fétido ; ya porque sus carnes
ó interno, y simbólica por su prefigu- á causa de su demasiada humedad ó s e -
rada referencia á la vida cristiana. quedad engendran humores corruptos en
los cuerpos humanos : por c u y o motivo
R e s p o n d e r e m o s , que el pueblo de los
les fueron prohibidas las carnes de los
judíos según lo dicho (a. 5 , al 8.°) estaba
animales solípedos, que tienen casco 6
peculiarmente deputado al culto divino,
uña continua é indivisa, porque son de-
y entre ellos con especialidad los sacer-
masiado terrestres; é igualmente las car-
dotes : y, así como las otras cosas que se
nes de los animales, que tienen cisuras en
aplican al culto divino deben tener alguna
los pies (1), porque son demasiado colé-
especialidad, cual lo reclama la magnifi-
ricos y adustos., como las carnes del león
cencia del divino c u l t o ; del mismo modo
y a n á l o g o s ; y por la misma razón les
también en la vida de aquel pueblo y
fueron prohibidas ciertas aves de rapiña,
principalmente de los sacerdotes debió
que tienen demasiada sequedad, y ciertas
haber particularidades congruentes al
acuáticas por el esceso de h u m e d a d ; y
culto divino, ya espiritual ya corporal.
también ciertos peces, que no tienen ale-
Mas el culto de la l e y figuraba el miste-
tas y escamas, como las anguilas y seme-
rio de Cristo: por consiguiente todos sus
j a n t e s , por el esceso de humedad. F u é -
actos simbolizaban los concernientes á

(1) Los que los naturalistas llaman digitados ó con más de gnlados ó con pezuña (como el asno y el caballo ) : de cuyas
dos dedos, como el (gato y el perro); á diferencia de los ungui- tres clases les estaban vedadas en general las dos estremas y
culados ó ¿le dos dedos (como la cabra y la oveja) y do los un- solo permitida la intermedia.
720 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O VI.

ronles empero concedidos para su alimento la piedad aun respecto de las bestias.
los animales rumiantes y de pezuña par- Asimismo les fue prohibido comer la gra-
tida , que están bien humorados y son de sa, ya porque los idólatras la comían en
una complexión intermedia; puesto que honor de sus dioses, y a también porque
ni son demasiado húmedos, lo que deno- se quemaba en honra de D i o s , ó bien por
tan las uñas, ni en estremo terrestres, por motivo de que la sangre y la grasa no
no tener uña continua, sino dividida. E n - constituyen buena nutrición, causa adu-
tre los peces podían comer los más secos, cida por Rabi Moisés ( D u x errantium,
de lo que es señal el tener escamas y 1. 3 , c. 49 ) . L a causa de haberse prohi-
aletas, por las que se hace moderada la bido comer los nervios consígnase ( Gen.
complexión húmeda de los peces. R e s - 32, 32 ) , donde se dice que no comen los
pecto de las aves se les permitían las más hijos de Israel nervio, porque ( 1 ) tocó
templadas, como las gallinas, perdices y el nervio del muslo de Jacob, y quedó
otras semejantes. L a otra razón era en paralizado.—La razón figurada de estas
detestación de la idolatría: porque los gen- cosas es que por todos estos animales pro-
tiles y principalmente los egipcios, entre hibidos se designan algunos pecados, en
quienes habían vivido, inmolaban á los cuya representación se prohibían aque-
ídolos estos animales prohibidos, ó usa- llos animales, por lo que dice San A g u s -
ban de ellos para sus maleficios; pero no tín ( Cont. F a u s t u m , 1. 6 , c. 7 ) : « si se
comían los animales concedidos á los j u - » pregunta acerca del puerco y del cor-
díos para su alimento, sino qué los vene- » dero, ambos son limpios por naturaleza,
raban como á dioses ó se abstenían de » porque toda criatura de Dios es buena;
ellos por otra causa, según lo dicho (a. 3, » pero en cierta significación el cordero
al 2.°). L a tercera razón es para evitar » es puro y el puerco inmundo : como
la demasiada diligencia en orden á los y> si dijeras estulto y sabio; pues estas
manjares, y por eso se les conceden aque- » dos palabras son puras por la natura-
llos animales, que fácilmente y con pron- » leza de la voz y de las letras y sílabas
titud pueden procurarse ; pero les está » de que constan, pero en su significación
prohibido en general el hacer uso en la « la una es limpia y la otra inmunda ».
comida de toda sangre y grasa de cual- E n efecto : el animal rumiante'y de pe-
quier animal: la sangre, ya para preve- zuña hendida es puro por su significación,
nir la crueldad, á fin de que detestasen el porque la hendidura de la uña signifícala
derramamiento de la sangre humana, se- distinción de los dos Testamentos, ó del
gún se ha dicho ( a. 3 , al 8.°) ; ya tam- Padre y del H i j o , ó de las dos naturale-
bién para evitar el rito de la idolatría zas en Cristo, ó la distinción del bien y
r

porque era costumbre entre ellos reunirse del m a l ; y el acto de rumiar significa la
alrededor de la sangre acopiada, para co- meditación de las Escrituras y la sana in-
merla en honor de los ídolos, á los que teligencia de las mismas ; y aquel, á quien
creían era muy acepta la sangre : por lo falte cualquiera de estas dos cosas, es es-
cual el Señor mandó que se vertiese la piritualmente impuro. Igualmente tam-
sangre, y que se cubriera con polvo, pro- bién los peces que tienen escamas y ale-
hibiéndoles también por este motivo mis- tas son puros en su significación, puesto
mo comer los animales sofocados ó es- que por las aletas se simboliza la vida su-
trangulados; porque la sangre de estos blime ó la contemplación y por, las esca-
no se separa de la carne, ó porque con mas la vida austera, cosas ambas necesa-
tal género de muerte sufren mucho los rias para la pureza espiritual. E n cuanto
animales, y el Señor quiso retraerlos de á las aves se prohiben ciertos géneros es-
la crueldad áuu con los animales brutos, peciales ; porque en el águila, que es de
para que así se abstuviesen más de ejer- alto v u e l o , se prohibe la soberbia; en el
cerla contra el hombre, ejercitándose en grifo ( 2 ) , que es hostil al caballo y al

(1) El ángel. britos ; no el animal fabuloso , cuadrúpedo y alado, de cuerpo


(5) Gí-yphe, el grifo : creemos sea el ( gypmlus) quebranta- parecido al del león, alas como de águila y pico córneo, según
huesos , especie de buitre llamado así por su instintiva cos- anota el P. Nicolai y reproduce Drioux, añadiendo este haber
tumbre de dejar caer desde gran altura y sobre rocas vivas sido tal el emblema del escudo elegido por Sebastian Griíio,
los huesos, cuyo tuétano es su alimento preferido, aunque famoso impresor de Lyon en el siglo x v i , detalle histérico-
come también carnes de animales vivos, como corderos y ca- heráldico que por aquello de « pintar como querer» (que de-
CUESTIÓN CII. — A R T Í C U L O VI. 721

hombre, la crueldad de los poderosos; en el mergo ( 6 ) , que por naturaleza resiste


el halieto ( 1 ) , que se alimenta de otras largo rato bajo el agua, los glotones que
aves más pequeñas, los que molestan á se engolfan en las aguas de delicias ; en
los pobres ; en el milano, m u y astuto en la ibis (7), ave del África, de pico largo,
sus asechanzas, los fraudulentos; en el que se alimenta de culebras, y quizá es
buitre, que sigue á los ejércitos, aguar-
x
la misma que la c i g ü e ñ a , los envidiosos
dando la ocasión de comer los cadáveres que se refocilan como de serpientes con
de los muertos, los que promueven sedicio- las desgracias de los demás; el cisne, de
nes y homicidios en su provecho ; en los color blanco y cuello prolongado, por el
animales del género de los cuervos los en- que saca su alimento del fondo de la tierra
negrecidos por sus voluptuosidades, 6 los ó del agua, puede representar á los que
destituidos de afecciones buenas, porque por el candor aparente de la justicia bus-
el cuervo una vez fuera del arca no vol- can lucros terrenos ; el onocrátolo (8) es
vió á ella ; en el avestruz (2), que, aun- ave de largo pico, que tiene en la garganta
que es a v e , no puede volar, sino que está ciertos receptáculos, en los que provisio-
siempre en tierra, los que dedicados á nalmente deposita el alimento, y después
Dios se mezclan en los negocios del mun- de una hora lo transmite al vientre, y
do; en el mochuelo ( 3 ) , que ve perfecta- significa á los avaros, que con inmode-
mente de noche, y no de dia, los que son rada solicitud acopian las cosas necesarias
sagaces en las cosas temporales y aban- á la vida ; el calamón ( 9 ) , que á diferencia
donados en cuanto á las espirituales; en el de las otras aves tiene un pie ancho para
laro (4), que vuela en el aire y nada en nadar y otro hendido para andar, pues
el agua, los que veneran la circuncisión y nada en el agua como las ánades y anda
el bautismo, ó que quieren volar por la en tierra como las perdices, y bebe y
contemplación, y sin embargo viven en las come de un solo bocado mojando siem-
aguas de los deleites ; en el h a l c ó n , que pre en el agua sü alimento, denota á
sirve á los hombres para cazar, los que aquellos, que nada quieren hacer al arbi-
ayudan á los poderosos para despojar á trio de otros, y sí únicamente lo empa-
los pobres ; en el buho (5), que de noche pado antes en agua de su propia volun-
busca su sustento y de dia está o c u l t o , rad ; por la garza (10), que vulgarmente
los lujuriosos, que procuran ocultar sus se llama halcón, se significan aquellos, cu-
acciones en las tinieblas de la noche ; en yos pies son lijeros para derramar la

cimos por acá) viene á corroborar el concepto mitológico, que rezosa y de mal agüero aun hoy entre las gentes sencillas,
atribuye al vocablo el insigne comentarista , á quien parece como lo era entre los romanos según Ovidio (Metamorph.l. 3,
se propone apoyar. Parécenos de todo punto inadmisible la v. 519) y San Isidoro (1.12, c. 7).
opinión de uno y otro anotador ; porque ¿ cómo babia Dios de (0) O cuervo marino según algunos naturalistas, que lo cla-
prohibir á los honróos lo imposible, como lo sería á todas lu- sifican entre los buzos, porque se sumergen dentro del agua.
ces el comer las carnes de un animal, que jamás existiera? (7) Ave zancuda longirostra, parecida á la cigüeña, y que
Precepto ocioso y hasta ridículo, tanto menos verosímil cuanto como esta persigue á las víboras y otros reptiles dañinos, por
lo hace probabilísimo y perfectamente razonable la interpre- lo que fue venerada entre los egipcios.
tación que dejamos espucsta al principio de esta nota , fun- (8) Llamado así por el estrépito que produce dentro del
dándonos en la ciencia y en la historia, á la vez que en la agua con su resoplido bastante análogo al rebuzno del asno,
crítica concorde con ellas. de cuyo nombre griego onos toma el suyo en combinación con
(1) Haliailiii, mejor halltzctut ó halimetos según Plinio •• espe- el de estruendo (creíalos): se parece al cisne y habita en las.la-
cie de águila de mar, ave marítima que, como las gaviotas y gunas entre cañaverales ó juncos ó espadañas. Santo Tomás
otras de las que anidan en las costas délos mares, se alimenta parece identificarlo con el pelícano fque es de la misma fami-
de peces cogidos al vuelo entre las olas , á cuyo efecto está lia de las totipalmas ) en lo del buche ó depósito provisional
dotada de vista tan perspicaz como es rápido su vuelo; del alimento , que por una como regurgitación vuelve á la
aunque también caza y devora aves más pequeñas , según en boca para darlo á sus polluelos.
el testo se insinúa. (9) Porphyrio , ave fluviátil muy voraz, que con increíble
(2) Slriilhlo (Linn.), de la familia de las brevipennes entre celeridad y destreza sorprende á los peces de aguas dulces, y
las aves de ribera, que alcanza hasta seis ó siete pies de talla, cuyo nombre griego denota el color purpúreo de su pico y
y cuya hembra pone huevos de á dos y aun tres libras, que no piernas, según lo describe Plinio (1. 10, c. 2 0 ) , circunstancia
se cuida de incubar, dejándolos abandonados á la suplemen- que hace sospechar si es alguna de las glareolas ó flamencos,
taria acción'de los ardientes rayos solares en los desiertos aunque más verosímil parece ser la llamada martin-pescador
arenales del África , donde casi únicamente se cria: tiene las ó tal vez la pico-tijeras. V-
alas tan cortas y provistas de plumas á manera de cerdas, (10) Heroiio ó heroilus y según otros eroiius por su etimolo-
que no le permiten volar, corriendo en cambio con suma agi- gía griega , ave de las llamadas por los romanos diomédéas
lidad. (por criarse únicamente en la isla de Diómedes) y en cuya
(3) Nyclicorax, ave nocturna tan conocida como el mochuelo designación discrepan los intérpretes no poco. San Agustin
y la lechuza, la corneja y el autillo. opina que es la gaviota, Teodoro la garzota, Suidas la cigüeña,
(•1) Parécenos ser la gaviota ó la golondrina de mar. Santo Tomás el halcón ( entendemos quiere decir el azor ó el
(5) 0 la lechuza, de pluma muy espesa y voluptuosamente cernícalo) y así otros.
suave, que habita en los cementerios é iglesias y es muy pe-
46
SUMA TEOLÓGICA TOMO II.
722 CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V I .

sangre ( P s . 1 3 , 3 ) ; el caradrio ( 1 ) , que ha servido de alimento: ó también puede


es ave parlera ( gárrula ) , simboliza á los decirse que los gentiles en las solemnida-
habladores ; la abubilla, que hace sus ni- des de los ídolos cocían de esta manera
dos en los estercoleros y se alimenta de las carnes de cabrito, para inmolarlas ó
asqueroso fango (escrementicio ) y cuyo para comerlas ; y por lo tanto ( E x . 2 3 , 1 9 ) ,
canto remeda el gemido, significa la tris- después de haber hablado de las fiestas
teza del siglo que en los hombres inmun- que se debían celebrar según la l e y , aña-
dos produce la muerte; y el murciélago de : no cocerás el cabrito en la leche de
(verpertilio), que revolotea rastrero, de- su madre. L a razón figurada de esta pro-
nota á los que imbuidos en la ciencia del hibición es que Cristo, prefigurado por
siglo solamente gustan de lo terreno. R e s - el cabrito por la semejanza de la carne
pecto de los volátiles y cuadrúpedos solo de pecado ( R o m . 8, 3 ) , no debía ser co-
se les permite el uso de aquellos, que tie- cido por los judíos, esto es, muerto, en la
nen las patas traseras más largas para leche de su madre, es decir, en la edad
poder saltar, vedándoseles el de los otros de su infancia : ó se significa que el ca-
que más se adhieren á la tierra; porque brito, esto e s , el pecador, no debe cocerse
los que abusan de la doctrina de los cua- en la leche de la madre, es decir, que no
tro E v a n g e l i s t a s , de modo que por ella se le debe engañar muellemente.
no se eleven á lo a l t o , son reputados in- A l 5.° que los gentiles ofrecían á sus
mundos : y entiéndense prohibidas en la dioses los primeros frutos, que estimaban
sangre, grosura y nervios la crueldad y como afortunados; ó también los que-
la voluptuosidad y la tenacidad en pecar. maban para sus operaciones mágicas : por
A l 2.° que los hombres se alimentaron esta razón se les mandó que los frutos de
de plantas y otros productos de la tierra los tres primeros años los reputaran in-
aun antes del diluvio ; pero el comer car- mundos ; puesto que en tres años casi
ne parece que se introdujo después de todos los. árboles de aquella tierra pro-
este suceso, porque se dice ( G e n . 9 , 3 ) , ducen fruto, ya se cultiven por semilla,
así como las legumbres y yerbas, os he y a por ingerto ó y a por plantación : pero
dado toda carne ( 2 ) ; y esto porque el rara vez sucede que se siembren los hue-
alimentarse de los frutos de la tierra ar- sos de los frutos de árbol ó sus semi-
g u y e preferentemente cierta sencillez de llas internas, porque estas tardarían más
vida, y el uso de carnes ciertas delicias en dar fruto, y la l e y solo atendía á lo
y regalos de la misma : puesto que la que se hace más frecuentemente; mas las
tierra germina espontáneamente la yerba frutas del cuarto año se ofrecían á Dios
ó con poco trabajo pueden proporcionar- como primicias de los frutos puros, y se
se estos frutos de la tierra en grande comían los que se recolectaban en el
abundancia, al paso que se requiere m u - quinto año y siguientes. L a razón emble-
cho para cebar y - a u n para coger anima- mática es que por esto se prefiguraba que
les ; y por esta razón, queriendo D i o s después de los tres estados de la ley (3),
reducir á su pueblo á una vida más sen- de los cuales el 1.° es desde Abraham
cilla, les prohibió el uso de muchos g é n e - hasta D a v i d , el 2.° hasta la transmigra-
ros de animales, y no el de especie algu- ción de Babilonia, y el 3.° hasta Cristo,
na de las producciones de la tierra. debía ser ofrecido á D i o s Cristo, que es
L a respuesta al 3.° se infiere de lo di- fruto de ley ; ó porque debemos descon-
cho (al 1.°). fiar de nuestras primeras obras por su
imperfección.
A l 4.° que, aunque el cabrito muerto
no sienta de qué manera son cocidas sus A l 6.° que, como el vestido del cuerpo
carnes; sin embargo parece advertirse da muestra del hombre (Eccli. 19, 2 7 ) ,
cierta crueldad en el ánimo del que lo por eso quiso el Señor que su pueblo se
cuece, si para comer sus carnes se condi- distinguiese de los otros pueblos, no solo
menta con la leche de la madre, que le por la señal de la circuncisión que se ha-
(1) Charadrius : en nuestra opinión es la marica, ó acaso la (3) Entendiendo la ley aquí en un sentido lato ó indefinido
graja , que llega á proferir palabras con bastante claridadr como comprensivo de la natural y de la escrita, distinguién-
aunque algunos creen sea el verderón con poco fundamento dose en ella los tres períodos ó épocas respectivas de Abra-
al parecer. ham, Moisés y David,
(2) Véase la nota 1 de la página 718.
CUESTIÓN CU. — ARTÍCULO V I . 723

cía en la carne, sino también por cierta observancia de la l e y por medio de estas
diferencia de traje; por cuya razón se les cosas sensibles.
prohibió usar de ropas tejidas de lana y A l 8.° que en el hombre h a y dos clases
lino mezclados, y á las mujeres vestir traje de afectos, uno según la razón y otro
de hombre, y viceversa, por dos causas : según la pasión. Según el primero nada
1 . para evitar el culto de la idolatría;
a
importa que el hombre obre respecto de
porque los gentiles usaban esta clase de los animales brutos de una manera ú otra,
vestidos de mezcla varia en el culto de porque Dios los sometió todos á su poder,
sus dioses, y también en el culto de Mar- según aquello ( P s . 8, 8 ) , todas las cosas
te manejaban las mujeres las armas de sujetaste debajo de sus pies; y conforme
los hombres, y por el contrario en el de á esto dice el Apóstol que Dios no tiene
Venus se vestían los hombres de mujeres; cuidado de los bueyes, por cuanto D i o s
2. para separarlos de la lujuria, porque
a
no pregunta al hombre qué hace respecto
impidiendo estos cambios de vestidos se de los bueyes ú otros animales. Mas en
precave toda desordenada confusión de cuanto al afecto de la pasión se- mueve
s e x o s ; y el vestirse la mujer de hombre ó también el afecto del hombre respecto de
viceversa es un incentivo de la concupis- otros animales: porque la pasión de la
cencia, y presta ocasión á la sensualidad. misericordia nace de las aflicciones de
L a razón simbólica es que en el vestido otros; y, puesto que los brutos sienten
con mezcla de lana y lino se prohibe la también sus p e n a s , puede brotar en el
unión de la sencillez é inocencia, repre- hombre un afecto de misericordia res-
sentada por la lana, con la sutilidad y pecto de las aflicciones de los animales : y
malicia, que es figurada por el lino. P r o - todo aquel, que esperimenta esta compa-
hibíase ademas á la mujer el mezclarse sión para con los animales, se halla mejor
en la enseñanza ú otros oficios propios dispuesto á compadecerse de las afliccio-
de los varones ; y al hombre el inclinarse nes humanas ; por lo cual se dice ( P r o v .
á las blanduras ( mollities) de las mu- 12 , 1 0 ) : el justo cuida de la vida de sus
jeres. bestias, mas las entrañas de los impíos
A l 7.° q u e , como dice San Jerónimo son crueles. P o r lo tanto, para inclinar el
(super cap. 23- Matth. dilatant enim...), Señor al pueblo judío á la misericordia,
« e l Señor mandó colocar cuatro fajas pues era propenso á la crueldad, quiso
» de jacinto en los cuatro ángulos de las que ejercieran la misericordia aun con los
» capas, para distinguir al pueblo de I s - animales, prohibiendo acerca de ellos
» rael de los demás pueblos » , mostrando ciertos actos que parecen argüir cruel-
por esto que eran j u d í o s , y la vista de dad ( 1 ) , y por esto les prohibió cocer el
esta señal les inducía al recuerdo de su cabrito en la leche de su madre, y atar la
l e y : mas lo que se dice, la atarás en tu boca al buey trillando, y matar á la ma-
mano, de manera que la tengas siempre dre con sus hijos. También puede decirse
ante tus ojos, era interpretado malamente que se les prohibían estas cosas en detes-
por los fariseos, que escribían el Decálogo tación de la idolatría ; porque los egipcios
de Moisés en pergaminos y los ataban á la reputaban como cosa nefanda el que los
frente como una corona, que se moviese bueyes que trillaban comieran de los fru-
delante de los o j o s ; habiendo sido sin tos : y algunos hechiceros también se ser-
embargo la intención del precepto del vían de la madre, cuando estaba en la
Señor, que se la atasen á la m a n o , esto incubación de los huevos, y de los pollue-
es, para obrar, y la tuviesen ante los ojos, los que sacaba para la fecundidad y la
es decir, en su meditación; por las bandas fortuna acerca del alimento de sus hijos;
de jacinto, que se ponían en los mantos, y porque reputaban afortunados sus au-
se significa la intención celeste, que se gurios, cuando encontraban una madre
debe unir á todas nuestras obras. P u e d e incubando á sus hijos. Respecto de la
no obstante decirse q u e , puesto que conmistión de animales de diversa espe-
aquel pueblo era carnal y de dura cerviz, cie pudo haber una triple razón literal:
convino también que se le escitara á la 1 . en detestación de la idolatría de los
a

(1) Véase aquí porque nunca puedo sonar bien esa crítica blecimiento (que falsamente se dice moderno) de la Sociedad
mordaz, que algunos esevitores se permiten contra el esta-
?
protectora délos animales, —M. C. G.
•724 CUESTIÓN CII. — ARTÍCULO V I .

egipcios, que usaban de diversas conmis- no debe sembrarse doctrina ajena; é igual-
tiones en servicio de los planetas, los cua- mente el campo, esto e s , la Iglesia no
les según las diversas conjunciones tienen debe sembrarse de diversa semilla, es de-
diversos efectos y sobre diversas especies cir, de doctrina católica y herética. N o
de cosas ; 2. para impedir las uniones
a
debe ararse á la vez con el buey y el asno,
contra naturaleza; 3 . para quitar toda
a
porque en la predicación no debe aso-
ocasión de concupiscencia; porque los ciarse el sabio con el insensato, pues el
animales de diversas especies no se cru- uno impide al otro.
zan fácilmente entre sí, si no lo procuran A l 10.° (1) que con razón] se prohibe
los bombres, y á la vista del acto repro- la plata y el oro (Deut. 7), no porque es-
ductivo de los animales se escita en el tas cosas no están sometidas al poder de
hombre el movimiento de la concupiscen- los hombres, sino porque el anatema re-
cia. P o r lo cual se encuentra en las tra- c a í a , así como sobre los ídolos mismos,
diciones de los judíos un precepto, como sobre las materias todas de que eran fa-
dice el Rabino Moisés ( D u x errant. 1. 3, bricadas, como abominables en alto grado
c. 50), que los hombres aparten sus ojos á D i o s ; lo cual aparece del citado capí-
de los animales en el acto del cruzamiento. tulo, donde se añade, ni llevarás cosa del
— L a razón figurada de estos (precep- ídolo á tu casa, porque no te hagas ana-
tos ) es que no se debe quitar al b u e y tema, como él también lo es ; y también
que trilla, esto es, al predicador que pro- porque, recibidos por codicia el oro y la
pone la mies de la doctrina, lo necesario p l a t a , no cayesen fácilmente en la idola-
á su sustento ( i Cor. 9, 9 y 10), como ob- tría, á la que eran propensos los judíos.
serva el Apóstol. Tampoco debemos to- E l segundo precepto de cubrir con tierra
mar á la madre juntamente con los hijos; los escrementos (Deut. 23) fue justo y
porque h a y cosas, en que deben retenerse honesto, ya por la limpieza corporal, ya
los sentidos espirituales como los hijos, para conservar la salubridad del aire, ya
desentendiéndose de la observancia lite- por la reverencia debida al tabernáculo
ral cual de la madre, como en todas las de la alianza situado en el campamento,
ceremonias de la ley. V é d a s e asimismo y en el que se decía que habitaba el Se-
hacer que las bestias (es decir, los hom- ñor, como claramente se manifiesta allí,
bres del pueblo) se crucen con animales donde á continuación de aquel precepto
de otra especie, es decir, que no tenga- se consigna la razón del mismo diciendo:
mos trato ó alianza con los gentiles ó con el Señor Dios anda en medio del campa-
los judíos. mento para librarte, e t c . . para que tu
campamento sea santo (esto e s , limpio)
Al 9.° que aquellas conmistiones fueron
y no se vea en él cosa de fealdad.—La ra-
prohibidas en la agricultura en detesta-
zón figurada de este precepto según San
ción de la idolatría; porque los egipcios
Gregorio (Moral. 1. 13, c. 13) es para que
en veneración de las estrellas hacían di T
se significase que los pecados, que «son
versas mezclas de semillas y de animales
»arrojados del vientre de nuestra mente
y vestidos, que representaban las diver-
» c o m o hediondos escrementos», deben
sas constelaciones : ó también todas estas
ser cubiertos por la penitencia, á fin de
mezclas variadas se prohiben en detesta-
que seamos aceptos á D i o s , según estas
ción del coito contra naturaleza. Tienen
palabras ( P s . 3 1 , 1 ) , bienaventurados
empero su razón figurada; porque lo que
aquellos, cuyas iniquidades han sido per-
se dice, no siembres tu viña con otra se-
donadas , y cuyos pecados han sido en-
milla, debe entenderse espiritualmente,
cubiertos; ó según la Glosa (ord. implic.)
que en la Iglesia, que es viña espiritual,

(1) Esta solución al 10.° échase de menos en los códices la adoptan refundida las dos de Pádua. Merecen consultarse
manuscritos y en muchas de las ediciones antiguas impresas, las curiosas é interesantes observaciones del citado P. Nicolai
como las de Roma (1570) y Ambares (1012), limitándose á ad- acerca de las causas, que probablemente motivaron la omisión
vertir al margen la omisión: y , si bien pudiera suplirse con y la reposición ó suplencia respectivas, en las anotaciones
lo espuesto en las soluciones precedenies, como observa maf- marginales adjuntas á la edición de Ñapóles de 1763, como
ginalmente la áurea ; tanto esta como todas ó casi todas' las también las de Porrecta ( P . Serafín Capponi) y las de Gar-
posteriores á Nicolai han adoptado é insertan la que este á su cía. Nuestra versión va ajustada (repetimos) al testo de
vez acepta de García (cual nosotros la traducimos) aunque Nicolai, adoptado asimismo por M. Drioux y de acuerdo con
rectificada y ampliada en más estricta conformidad con la la edición áurea romana de 1773.
adición de Colonia, ala que Sa la preferencia, como asimismo
CUESTIÓN C U . — A R T Í C U L O V i . 735

para que, conocida la miseria de la condi- minia de la deshonra de su madre; lo que


ción humana, fuesen cubiertas y espurga- entonces debía evitarse con más empeño,
das por la humildad én la profunda fosa cuando la dignidad del sacerdocio se con-
de la consideración las manchas del ánimo fería por sucesión genealógica. Igual-
altivo y soberbio. mente estaba prescrito que no se rasura-
A l 11.° que los hechiceros y los sacer- sen la cabeza ni la barba, ni hicieran
dotes de los ídolos usaban en sus ritos de incisiones en sus carnes, para evitar el
huesos y carnes de cadáveres humanos: rito de la idolatría, pues los sacerdotes
y por eso, para estirpar el culto de la ido- de los gentiles se afeitaban la cabeza y la
latría , mandó el Señor que los sacerdotes barba; por lo cual se dice ( B a r u c h , 6,
menores, que durante cierto tiempo des- 3 0 ) : los sacerdotes están sentados, te-
empeñaban sus funciones en el Santuario, niendo las túnicas rasgadas y las cabe-
no se mancillasen en las muertes sino de zas y la barba rapada. Y también en el
sus parientes muy próximos, como el pa- culto de los ídolos se sajaban con cuchi-
dre y la madre, y personas así muy alle- llos y lancetas, como se dice ( n i R e g .
gadas ; pero el Pontífice debia estar pre- 18), por cuya razón la ley antigua ordena
parado siempre al ministerio del Santua- á los sacerdotes lo contrario.—La razón
rio, y por esto le estaba prohibido por espiritual de estos preceptos es que los
completo el acercarse á los muertos, por sacerdotes deben estar absolutamente
muy próximo que fuera su parentesco. exentos de obras muertas, que son obras
Mándeseles también que no se casasen de p e c a d o ; y que no deben raerse la ca-
con meretriz y mujer repudiada, sino con beza, esto e s , abandonar la sabiduría; ni
virgen, y a por el respeto al sacerdote, quitarse la barba, es decir, la perfección
cuya dignidad parecería rebajarse en cier- de la sabiduría; ni rasgar sus vestiduras
to modo con tal consorcio, ya también ó cortar sus carnes, lo cual significa que
por los hijos, á quienes provendría igno- no deben caer en el vicio del cisma.
CUESTIÓN CIII.

Duración de los preceptos ceremoniales.

1.° Los preceptos ceremoniales fueron anteriores á la ley ?—2.° Tuvieron en la ley alguna virtud de
- justificar?-3.° Cesaron con la venida de Cristo?—4.° Es pecado mortal observarlos después de Cristo?

A R T Í C U L O I . — l a s ceremonias de la inmundos pertenece á las ceremonias de


ley existieron antes de ella ? las observancias, como se ha dicho (C.
102, a. 6, al 1.°). Pero tal distinción tuvo
l.° Parece que las ceremonias de la ley lugar antes de la ley, pues se dice (Gen.
fueron anteriores á ella: porque los sacri- 7, 2): de todos los animales limpios toma
ficios y holocaustos pertenecen á las ce- siete y siete, mas de los animales inmun-
remonias de la antigua ley, como ya se dos dos y dos. Luego existieron ceremo-
ha dicho (C. 102, a. 3), y los hubo antes nias legales anteriores á la ley.
de la ley, pues se dice (Gen. 4 , 3) que Por el contrario, dícese (Deut. 6, 1):
Cain ofreció de los frutos de la tierra estos son los preceptos y ceremonias y
presentes al Señor; y Abel los ofreció de juicios, que me mandó el Señor Dios nues-
los primogénitos de su ganado y las gro- tro (2) que os enseñara ; y no hubieran
suras de ellos; y Noé también ofreció tenido necesidad de ser instruidos sobre
holocaustos al Señor, como se refiere esto, si las dichas ceremonias hubieran
(Gen. 8, 2 0 ) y Abraham igualmente existido anteriormente. Luego las cere-
( Gen. 22 ) . Luego las ceremonias lega- monias de la ley no fueron anteriores á la
les fueron anteriores á la ley. misma.
2.° Alas ceremonias sagradas (1) per- Conclusión. Hubo antes de la ley an-
tenecen la construcción del altar y su tigua algunas ceremonias concernientes
consagración (inunctio), cosas anteriores al culto divino, que no eran empero lega-
á la ley; pues se lee (Gen. 13, 18) que les ó instituidas por la ley.
Abraham edificó un altar al Señor, y Ja- Responderemos que, como aparece de
cob (Gen. 2 8 , 18) tomó la piedra y la lo dicho (C. 102, a. 2), las ceremonias de
alzó por título, derramando aceite sobre la ley se ordenaban á dos cosas, al culto
ella. Luego hubo ceremonias legales an- de Dios y á simbolizar á Cristo: mas todo
teriores á la ley. el que adora á Dios es congruente que le
3.° Entre los sacramentos legales la adore por medio de algunas prácticas de-
circuncisión se dice fue el primero, y la terminadas, que pertenecen al culto este-
circuncisión fue anterior á la ley, según se rior; y esta determinación del culto di-
ve (Gen. 17), como también hubo sacer- vino corresponde á las ceremonias, así
docio antes de la ley, pues se dice (Gen. como también la de las que se ordenan al
del 14, 18) que Melquisedec era sacer- prójimo pertenecen á los preceptos judi-
dote del Dios Altísimo. Luego las cere- ciales según lo dicho (C. 99, a. 4). Por lo
monias de los sacramentos fueron ante- tanto, así como entre los nombres eran
riores á la ley. comunes algunos usos judiciales, pero que
4.° La distinción de animales limpios é no habían sido establecidos por la auto-
(1) Sacrorum generalmente con los códices de Alcañiz y cramentorum, « de los sacramentos ».
Tarragona; mas la áurea y algunas otras ediciones ponen sa- (2) La Vulgata dice (vester) vuestro.
CUESTIÓN C I I I . — ARTÍCULOS I Y I I . 727

ridad de la ley divina, sino por la razón lee ( G e n . 9, 3 ) , todo lo que se mueve y
de los hombres; del mismo modo habia vive os servirá de alimento; sino única-
también ciertas ceremonias, no determi- mente en cuanto á la oblación de los sa-
nadas por l e y alguna particular, sino so- crificios, puesto que los sacrificios se ofre-
lamente por la voluntad y devoción de cían de ciertos animales determinados: y
los hombres, que daban culto á Dios. M a s , si no obstante respecto á la comida de los
como antes de la l e y existieron algunos animales había alguna distinción, esto no
varones singulares dotados especialmente era porque se reputase ilícito el comer de
de espíritu profético, debe creerse que aquellos, puesto que no les estaba prohi-
guiados por inspiración divina como por bido por l e y alguna, sino por la abomi-
una l e y privada establecieron algún de- nación ó la costumbre; como también
terminado modo de honrar á D i o s , que vemos al presente que h a y manjares, que
por una parte fuese conveniente al culto ' son abominables en algunos países y que
interior, y por otra congruente para sig- se comen en otros.
nificar los misterios de Cristo, que esta-
ban representados también por otros ac- A R T Í C U L O I I . — ¿ l a s ceremonias de l a
tos de ellos, según estas palabras ( i Cor. a n t i g u a l e y tuvieron virtud de justiOcar du-
10, 11) : todas estas cosas les acontecían r a n t e l a ley ?
á ellos en figura. Hubo pues antes de la l.° Parece que las ceremonias de la
ley ciertas ceremonias; pero no ceremo- antigua l e y tenían la virtud de justificar
nias legales, porque no habían sido insti- en tiempo de la l e y (1) ; porque la e s -
tuidas por publicación alguna de ley. piacion del pecado y la consagración del
A l argumento 1.° diremos, que los an- hombre pertenece á la justificación ; pero
tiguos antes de la l e y ofrecían estas obla- se dice ( E x . 29) que por la aspersión de
ciones, sacrificios y holocaustos por cierta la sangre y la unción del óleo se consa-
devoción de la propia voluntad, según graban los sacerdotes y sus vestiduras, y
les parecía conveniente; á fin de mostrar (Levit. 16) que el sacerdote por la as-
por las cosas que habían recibido de Dios, persión de la sangre de becerro purifica-
y que le ofrecían en señal de reverencia, ba el santuario de las inmundicias de los
que adoraban á Dios, que es el principio hijos de Israel y de las prevaricaciones
y fin de todas las cosas. y pecados. L u e g o las ceremonias de l a
A l 2.° que también establecieron cier- antigua l e y tenían la virtud de justificar.
tas cosas sagradas; porque les parecía 2.° Aquello, por lo cual el hombre agra-
conveniente que en honor de D i o s hubiese da á D i o s , pertenece á la justicia, según
algunos lugares distintos de los otros, d e - estas palabras ( P s . 10, 8) : justo el Se-
dicados especialmente al culto divino. ñor y ha amado las justicias. P e r o por
A l 3.° que el sacramento de la circun- las ceremonias algunos agradaban á D i o s ,
cisión fue establecido por mandato divino según aquello ( L e v i t . 10, 19) : ¿cómo
antes que la l e y ; luego no puede decirse he podido yo... agradar al Señor en las
sacramento de la l e y , como si hubiese sido ceremonias con ánimo afligido? Luego
establecido por e s t a , sino solo como o b - las ceremonias de la antigua l e y tenían
servado en e l l a ; y esto es lo que el S e - la virtud de justificar.
ñor dice (Joann. 7, 22) : la circuncisión 3.° L a s cosas del culto divino más per-
no es de Moisés, sino de los padres. E n tenecen al alma que al cuerpo, según es-
cuanto al sacerdocio existía antes de la tas palabras ( P s . 18, 8 ) : la ley del Se-
ley entre los que adoraban á Dios según ñor sin mancilla, que convierte las almas.
las prescripciones humanas, que atribuían E s así que por'las ceremonias de la anti-
esta dignidad á los primogénitos. g u a l e y se limpiaba el leproso ( L e v i t . 14).
A l 4.° que la distinción de animales L u e g o con mayor razón las ceremonias
limpios é inmundos no tuvo lugar antes de la antigua l e y podían purificar el alma
de la l e y en cuanto á la comida, pues se justificándola.

(1) Téngase mucho cuidado en no confundir los efectos de modo esplicado en la nota 1, pág. 683, y según dice el Santo
las ceremonias de la antigua ley en general con los de la circun- (3.° P . , C. 70, a. 4) con muchos PP. y teólogos, como después
Bicion ; pues, mientras que dichas ceremonias no tenian virtud veremos ademasen el tratado de los Sacramentos. — M. C. G.
de justificar, la circuncisión confería la gracia santificante del.
728 CUESTIÓN CHI. — A R T Í C U L O I I .

P o r e l c o n t r a r i o , dice el A p ó s t o l ley; por cuya razón no podían limpiar el


(Gal. 2, 2 1 ) : si se hubiera dado una ley, pecado, como dice el Apóstol ( H e b r . 10,
que pudiese justificar ( 1 ) , Cristo habría 4 ) que es imposible que por la sangre de
muerto en vano, esto e s , sin causa : lo los toros y machos cabríos se borren los
cual es inconveniente. L u e g o las cere- pecados: y por eso los llama ( G a l . 4 ,
monias de la l e y antigua no justificaban. 9 ) pobres y débiles elementos : débiles
Conclusión. Las ceremonias de la ley porque no pueden purificar del pecado;
antigua [ 1 ] tenían virtud de purificar pero esta debilidad proviene de que son
de ciertas manchas corporales ;mas no [ 2 ] pobres, esto e s , que no contienen en sí la
de la mancha del alma, que es la culpa : gracia. E l espíritu de los fieles podía sin
y los sacrificios por los pecados [ 3 ] se embargo unirse en tiempo de la l e y por
ofrecían, no porque ellos mismos los bor- medio de la fe á Cristo encarnado y pa-
rasen, sino como ciertas protestaciones decido ; y así por la fe de Cristo se jus-
de fe en Cristo , por la cual se obtenía la tificaban , de cuya fe era una cierta pro-
' justificación. testado?! la observancia de estas ceremo-
Responderemos que, según resulta de nias , en cuanto eran figura de Cristo.
lo dicbo ( C . 1 0 2 , a. 5 al 4 ) , en la l e y Por lo cual se ofrecían ciertos sacrificios
antigua había dos clases de impurezas : por los pecados en la ley antigua, no
una espiritual, que es la inmundicia de la porque estos mismos sacrificios limpiasen
culpa; y la otra corporal, que privaba de del pecado ; sino porque eran ciertas pro-
la aptitud para el culto d i v i n o , como se testaciones de la fe, que limpiaba del pe-
decía inmundo al leproso, ó al que tocaba cado : y esto mismo insinúa la misma ley
algo m u e r t o , y así esta impureza no era según sus espresiones; porque se dice
otra cosa que cierta irregularidad. Para (Lev. 4 y 5) que en la ofrenda de las
limpiar esta impureza, tenían virtud las hostias por el pecado el sacerdote orará
ceremonias de la ley antigua; porque por él y le será perdonado, como que
estas ceremonias eran ciertos remedios el pecado se perdoua, no por virtud de
prescritos por la l e y , para quitar dichas los sacrificios, sino por la fe y devoción
impurezas, que ella misma había estable- de los que los ofrecen. P e r o debe saberse
cido ; por lo cual dice el Apóstol (Hebr. que esto mismo, de que las ceremonias
9, 13) que la sangre de los chivos y de los de la antigua ley borraban las manchas
toros, y la ceniza esparcida de la ternera, corporales, era la figura de la espiacion
santifica á los inmundos para la purifica- de los pecados, que se hace por Cristo;
ción de la carne: y , así como esta inmun- de lo cual resulta evidente que las cere-
dicia, que se limpiaba por estas ceremo- monias en el estado de la ley antigua no
nias, era más bien d é l a carne que del espí- tenían la virtud de justificar.
ritu ; igualmente el mismo Apóstol llama A l argumento 1.° diremos, que aquella
á estas ceremonias justicias de la carne, santificación del sacerdote y de sus hijos
(v. 10) impuestas (dice) hasta el tiempo y sus vestiduras ó cualesquiera otras co-
de la corrección. Mas para espiar la im- sas por la aspersión de la sangre no tenía
pureza del alma, que es la mancha de la por objeto sino su dedicación al culto di-
culpa, no tenían virtud; y esto porque vino y la remoción de los impedimentos
la espiacion de los pecados nunca hubiera para la purificación de la carne, como
podido hacerse sino por Cristo, que quita dice el Apóstol (Hebr. 13) en prefigura-
los pecados del mundo (Joann. 1, 2 9 ) : ción de aquella santificación, por la que
y , puesto que el misterio de la Encarna- Jesús santificó al pueblo por su sangre.
ción y de la pasión de Cristo no se había L u e g o ( 2 ) la espiacion debe referirse ade-
realmente cumplido todavía, las ceremo- mas á la remoción de las dichas impure-
nias de la antigua l e y no podían conte- zas corporales, no á la remoción de la
ner en sí realmente la virtud dimanada culpa ; por lo que asimismo se dice que
de Cristo encarnado y padecido, como la el santuario se espiaba, el cual no podía
contienen los Sacramentos de la nueva ser sujeto de culpa. •

(i J La Vulgata dice : si la justicia fuese por la ley , luego y algunas otras á la de las conformes con elcódice de Alcañiz,
(2) fícec ergo : preferimos como más clara y verosímil esta donde se lee eliam, adverbio que ademas conserva el citado
edaccion de Nicolai en consonancia con las ediciones de Roma comentarista.
CUESTIÓN tílll. — ARTÍCULOS íí Y № . T29

A l 2.° que los sacerdotes agradaban 3.° Permaneciendo la causa permanece


al Señor en las ceremonias á causa de el efecto. E s así que las ceremonias de
su obediencia y devoción y fe de la cosa la antigua l e y tenían ciertas causas racio­
prefigurada, no por las causas considera­ nales, en cuanto se ordenaban al culto
das en sí mismas. divino (2), aun ademas de figurar á Cristo:
A l 3.° que aquellas ceremonias, que L u e g o las ceremonias de la antigua l e y
estaban establecidas para la purificación no debieron cesar.
del leproso, no se ordenaban á quitar la 4.° L a circuncisión había sido insti­
impureza de la enfermedad de la lepra; tuida como señal de la fe de Abraham;
lo cual se infiere de que no se bacían la observancia del sábado para conme­
tales ceremonias, sino cuando ya estaba morar el beneficio de la creación; y otras
curado del mal. A s í se dice ( L e v . 14, 3 ) solemnidades de la l e y para agradecer
que el sacerdote salido fuera del cam­ otros beneficios de Dios, según se ha di­
pamento, luego que hallare que la lepra cho ( C . 102, a. 4 , al 10.°). Pero la fe de
se ha limpiado, (v. 4) mandará á aquel Abraham debe ser siempre imitada aun
que se purifica que ofrezca etc.: de lo por nosotros, así como debemos recordar
cual resulta que el sacerdote se consti­ siempre el beneficio de la creación y otros
tuía en juez de la lepra ya limpia, y no por beneficios de Dios recibidos; luego por
limpiar. Aplicábanse estas ceremonias, lo menos la circuncisión y las festivida­
para quitar la mancha de irregularidad. des de la ley no debieron cesar.
D i c e n sin embargo que algunas veces, si P o r e l c o n t r a r i o , dice el Apóstol
el sacerdote se equivocaba en su juicio, el (Col. 2 , 1 6 ) : ninguno os juzgue por la
leproso era curado milagrosamente por la comida 6 por la bebida, ó por respeto
virtud divina de D i o s , mas no por virtud del dia de fiesta ó de neomenia 6 de sá­
de los sacrificios: así como también á la bados (v. 17), que son sombra de las cosas
mujer adúltera se la podría milagrosa­ venideras; y ( H e b r . 8, 13) se lee que di­
mente el muslo, después de haber bebido ciendo nuevo Testamento, dio por anti­
las aguas, á las que el sacerdote habia cuado el primero; y lo que se da por an­
echado las maldiciones, como consta ticuado y viejo está cerca de perecer.
(Num. 5). Conclusión. L as ceremonias de la an­
tigua ley comenzaron á cesar con la ve­
A R T Í C U L O I I I . — ¿Las c e r e m o n i a s de
nida de Cristo, incoación del misterio de
la a n t i g u a ley cesaron ú l a venida de Cris­
la Redención; y terminaron con la con­
to
sumación de este misterio en la muerte
1.° Parece que las ceremonias de la del Redentor, siendo reemplazadas por
ley antigua no cesaron á la venida de las de la nueva ley.
Cristo; porque se dice (Baruch, 4, 1 ) : R e s p o n d e r e m o s , que todos los pre­
este es el libro de los mandamientos de ceptos ceremoniales de la antigua ley
Dios, y la ley que subsiste por siempre. están ordenados al culto de D i o s , según
E s así que las ceremonias de la ley per­ lo y a dicho (C. 101, a. 1 y 2 ) ; pero el
tenecían á la ley. L u e g o las ceremonias culto esterior debe ser proporcionado al
de la l e y debían durar perpetuamente. culto interno, que consiste en la fe, la
2.° L a ofrenda del leproso purificado esperanza y la caridad: por lo tanto se­
pertenecía á las ceremonias, de la ley. E s gún la diversidad del culto interior debió
así que también en el E vangelio se manda diversificarse el culto esterno. Mas res­
al leproso purificado que ofrezca tales pecto del culto interior pueden distin­
oblaciones. L u e g o las ceremonias de la guirse tres estados : 1.° uno que consiste
antigua ley no cesaron con la venida de en creer y esperar los bienes celestiales y
Cristo. las c o s a s , por las que somos introducí­

(I) El Papa Eugenio IV en el concilio de Florencia declaró alos niños debían ser circuncidados aun vigente ya la nueva
espresamente que con la venida de Nuestro Señor Jesucristo o ley », y por consiguiente que no habían cesado los ritos ce­
habian cesado de estar en vigor todas las ceremonias legales remoniales de la antigua aun después de la muerte de Cristo.
de la ley de Moisés , siendo en su reemplazo inaugurados los Contra estos principalmente se sienta aquí la doctrina del
Sacramentos del nuevo Testamento: con lo que implícitamente presente artículo, condensada en la Conclusión.
queda condenada la herejía de Cerinto y Ebion y demás ju­ (2) Según lo espuesto en la C. 101, a. 1, y C, 102, a, 2.
daizantes del tiempo de los apóstoles, que pretendían que
730 CUESTIÓN CIII. — ARTÍCULOS III Y IV.

dos á las celestiales, considerando unas Al 3.° que las razones literales de las
y otras como futuras; y tal fue el-estado ceremonias antes asignadas se refieren al
de la fe y de la esperanza en la antigua culto divino, que se fundaba en la fe del
ley ; 2.° estado del culto interior es aquel, futuro; por cuya razón, llegado ya el
en que se tiene fe y esperanza de los bie- que había de venir, cesó aquel culto y
nes celestes como de cosas futuras, pero con él todas las razones al mismo con-
de las cosas que nos conducen á estos cernientes.
bienes como de presentes ó de pasadas; Al 4.° que la fe de Abraham fue reco-
y este es el estado de la nueva ley; 3.° mendada, por cuanto creyó en la divina
aquel en el cual unas y otras se tienen promesa sobre su futuro descendiente, en
como presentes, y nada se cree como quien serían benditas todas las naciones :
ausente, ni se espera como futuro; y este- y pot tanto, cuando esto aún era futuro,
es el estado de los bienaventurados, en convenía profesar la ley de Abraham en
el cual por lo mismo nada habrá simbó- la circuncisión ; mas después de su cum-
lico perteneciente al culto divino, sino plimiento debía esperarse lo mismo por
solamente acciones de gracias y voz de otro signo, es decir, por el bautismo, que
alabanza; por lo cual se dice (Ápoc. 21, en esto ha reemplazado á la circuncisión,
22) de la ciudad de los bienaventurados: según estas palabras del Apóstol (Coloss.
no vi templo en ella; porque el Señor 2 , 11) : estáis circuncidados de circun-
Dios Todopoderoso es el templo de ella y cisión, no hecha por mano en despojo del
el cordero. Por identidad de razón pues cuerpo de la carne, sino en la circunci-
las ceremonias del primer estado y que sión de nuestro Señor Jesucristo, (v. 12)
figuraban el segundo y el tercero debieron estando sepultados con él en el bautismo.
cesar al llegar el segundo estado, y esta-El sábado, que significaba la primera
blecerse otras en conformidad creación , cambiase en el dia del domin-
con el es-
tado del culto divino en aquel tiempo, en go , en el que se conmemora la nueva
que los bienes celestiales son criatura, que comenzó en la resurrección
futuros;
mientras que los beneficios de Dios, por de Cristo; é igualmente á otras solemni-
los cuales somos introducidos dades de la ley antigua suceden las nue-
á los celes-
tiales, son presentes. vas , porque los beneficios concedidos á
Al argumento 1.° diremos, que la ley aquel pueblo significan los nuevos, que
antigua se dice ser eterna absolutamente nos han sido otorgados por Cristo : así á
y en general en cuanto á los preceptos la fiesta de la Pascua sucedió lafiestade
morales, y en cuanto á los ceremoniales la pasión y resurrección de Cristo; á la
respecto de la verdad en ellos figurada. fiesta de Pentecostés, en la que fue dada
Al 2.° que el misterio de la redención la ley antigua, la fiesta de Pentecostés,
del género humano tuvo su cumplimiento en que fue dada la ley del espíritu de
en la pasión de Cristo, por lo cual dijo vida; á la fiesta de Neomenia la de la
el Señor entonces, todo está consuma- bienaventurada Virgen, en la que prime-
do (Joann. 19, 3 0 ) ; y de consiguiente ramente apareció la luz del Sol, esto es,
debieron cesar entonces totalmente^ las de Cristo, por la abundancia de la gra-
ceremonias legales, como consumada ya cia : á la de las Trompetas la de los
su verdad : en prueba de lo cual se lee Apóstoles ; á la de la Espiacion las de
que en la pasión de Cristo (Matth. 27) los mártires y confesores; á la de los Ta-
el velo del templo se rasgó. Así que antes bernáculos la de la Consagración de la
de la pasión de Cristo, mientras este pre- Iglesia ; y á la de la Congregación y Co-
dicaba y hacía milagros, existían á la vez lecta la de los ángeles ó también la de
la ley y el Evangelio ; porque ya había todos los Santos.
comenzado el misterio de Cristo, si bien
no se habia consumado : y por este mo- A R T Í C U L O IV. — ¿ D e s p u é s de l a pa-
tivo mandó Cristo nuestro Señor antes de sión de Cristo s e p u e d e n observar l a s ceremo-
su pasión al leproso que observase las n i a s l e g a l e s s i n pecado mortal ? (1)
ceremonias legales. 1.° Parece que después de la pasión
(1) Contra las heréticas aserciones de los názaréos, de que » preceptos »; de Símaco, que o la ley debe ajustarse al rito
a la ley antigua debe observarse con la nueva en todos sus JJ judaico» ; y de Alejandro, que «debía restablecerse la ob-
CUESTIÓN C l I I . — ARTÍCULO ÍV. 731

de Cristo se pueden observar los (precep- C o n c l u s i ó n . Pecaría mortalmente^


tos ) legales sin pecado mortal : porque cualquiera que en la actualidad obser-
no debe creerse que los Apostóles des- vase las ceremonias legales del rito he-
pués de recibido el Espíritu Santo peca- breo, que los primitivos cristianos proce-
sen mortalmente, puesto que por su ple- dentes de la Sinagoga cumplían piadosa
nitud fueron revestidos de virtud de lo y fielmente en honor de su madre muerta
alto, como se dice (Lúe. 2 4 , 4 9 ) ; y no ya pero insepulta por entonces; como
obstante los apóstoles después de la ve- peca asimismo quien crea que el Cristo
nida del Espíritu Santo observaron los no ha nacido aún.
(ritos) legales, pues se dice (Act. 16) Responderemos, que todas las ceremo-
que Pablo circuncidó á Timoteo, y (Act. nias son ciertas protestaciones de fe, en
21, 26) que según el consejo de Santiago la cual consiste el culto interior de Dios.
Pablo, tomando consigo aquellos hom- Así pues el hombre puede manifestar su
bres... y purificado con ellos, entró en el fe interior por hechos, lo mismo que por
templo , haciendo saber el cumplimiento palabras ; y en una y otra protestación,
de los dias de la purificación, hasta que si el hombre protesta alguna cosa falsa,
se hiciese la ofrenda por cada uno de ellos. peca mortalmente. Mas, aunque la fe que
Luego pueden observarse los (preceptos) tenemos en Cristo sea la misma que tu-
legales después de la pasión de Cristo vieron los antiguos Padres ; como ellos
sin pecado mortal. sin embargo precedieron á Cristo y nos-
2.° Evitar la asociación con los genti- otros le seguimos, esa misma fe se espre-
les pertenecía á las ceremonias de la ley; sa con diversas palabras por nosotros que
y esto se observó por el primer Pastor por ellos : porque ellos decían, hé aquí
de la Iglesia, porque se dice (Gal. 2, 12) que una virgen concebirá y parirá un
que después de su llegada á Antioquía hijo, palabras referentes á tiempo futuro;
se separaba y retiraba Pedro de los gen- al paso que nosotros representamos lo
tiles : luego pueden observarse sin pecado mismo por palabras de tiempo pasado,
después de la pasión de Cristo las cere- diciendo que concibió y parió. Igualmen-
monias de la ley. te las ceremonias de la antigua ley signi-
3.° Los preceptos de los Apóstoles no ficaban que el Cristo nacería y padecería,
indujeron los hombres al pecado. Así es en tanto que nuestros Sacramentos lo sig-
que por mandato de los Apóstoles fue or- nifican ya nacido y que sufrió la pasión.
denado que los gentiles observasen algu- Así pues como pecaría mortalmente quien
nas ceremonias de la ley, .pues se dice ahora en protestación de su fe dijese que
(Act. 15, 28) : ha parecido al Espíri- Cristo nacerá, lo cual decían piadosa-
tu Santo y á nosotros no imponer sobre mente y con verdad los antiguos ; del mis-
vosotros más carga que estas cosas nece- mo modo pecaría mortalmente el qué
sarias; (v. 29) que os abstengáis de cosas ahora, observase las ceremonias, que los
sacrificadas á ídolos, y de sangre y de antiguos observaban piadosa y fielmente:
ahogado y de fornicación. Luego las ce- y esto es lo que dice San Agustín ( con-
remonias legales después de la pasión tra Faustum, 1. 19, c. 16 ) : <r ya no se
de Cristo pueden observarse sin pecado T¡> promete que Cristo nacerá, padecerá y
mortal. » resucitará, lo cual en cierto modo per-
» sonalizaban aquellos sacramentos; sino
Por el contrario, dice el Apóstol (Gal. » que se anuncia que ya nació, padeció y
5, 2) : si os circuncidareis, Cristo no os
» resucitó, que es lo que espresan estos
aprovechará nada. Nada empero sino el » Sacramentos ejecutados por los cristia-
pecado mortal frustra el fruto de Cristo. » nos ».
Luego es pecado mortal circuncidarse y
observar las otras ceremonias legales des- Al argumento 1.° diremos, que acerca
pués de la pasión de Cristo. de este punto parece disintieron San Je-

» servancia de la circuncisión y de la antigua ley». El Conci- » cual si la fe de Cristo no pudiera salvar sin ellos » ; y que
lio de Florencia esprosa la fe y enseñanza de la Iglesia sobre «no pueden observarse ya después de la promulgación del
esto, declarando que « peca mortalmente todo el que después » Evangelio , sin renunciar á la salud eterna » ; por más que
» de la pasión de Cristo cifra la esperanza de su salvación en « desde la Pasión hasta dicha promulgación pudieron obser-
» los ritos legales, considerándolos necesarios para obtenerla, » varse, con tal que no se creyeran necesarios para salvarse ».
732 CUESTIÓN C l I I . — A R T Í C U L O ÍV.

rónimo ySan Agustín: porque el primero mas no fueron mortíferos, por cuanto los
( E p i s t . 7 5 , y s o b r e l o s Gálatas, c . 11,c o n v e r t i d o s d e l j u d a i s m o áCristo podían
Sed cum vidissem...) d i s t i n g u i o ób ds e r o v a sr lt o s i l eí c i mt a m - e n t e , c o n t a l q u e no
p o s : u n o antes d e l a p a s i ó n d e C p ru s i e r s a n t e o n , e e l l no s l a e s p e r a n z a , h a s t a e l
e l q u e l a s (ceremonias) l e g a l e s n o e s p t u an t - o d e r e p u t a r l o s n e c e s a r i o s p a r a s u
ban muertas, cual si no tuviesen la fuerza salvación, como si la fe de Cristo no pu-
obligatoria ó espiativa á su manera, ni d i e s e s i n e l l o s j u s t i f i c a r ( 1 ) : m a s r
t a m p o c o e r a n m o r t í f e r a s ,p u e s t o q u e n o pecto de los que se convertían á Cristo
p e c a b a n l o s q u e d a s o b s e r v a d e r l ga e nn t ;i p l i e s m r o n o o i h na b - í a c a u s a a l g u n a , p a r a
m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e l a p a s i ó n c o - q u e l o s o b s e r v a s e n ;y p o rl o t a n t o S a n
menzaron á ser no solo muertas, care- Pablo circuncidó á Timoteo, que había
ciendo de virtud yobligación, sino tam- n a c i d o d e m a d r e j u d í a , m a s n o q u i s o h a -
bién mortíferas, es decir, que p e c a b a n c e r l o c o n T i t o , h i j o d e (padres) g e n t i l e s
mortalmente cuantos las observaban. Por El Espíritu Santo no quiso que se prohi-
lo cual decía que los apóstoles después bieran desde luego álos judíos converti-
de la pasión de Cristo nunca observaron dos las observancias legales, como se
las ceremonias legales según la verdad; prohibía álos gentiles convertidos el rito
sino únicamente con cierta piadosa trans- de la gentilidad, para mostrar cierta di-
a c c i ó n ( simulatione ) , á fin d e n o e s c f ae nr e - n c i a e n t r e u n o s y o t r o s r i t o s : p u e s e l
d a l i z a r ál o s j u d í o s y d i f i c u l t a r s u conver- d e l g e n t i l i s m o s e r e p u d i a b a c o m o a b s o l u -
s i ó n : s i m u l a c i ó n e m p e r o q u et a n m e o n d t e e b i l e í e c i tn o -y p r o h i b i d o s i e m p r e por
tenderse en el sentido de que no hiciesen Dios; mientras que el de la ley cesaba
aquellos actos según la verdadera reali- en el concepto de consumado ya por la
dad, sino que no los hacían como obser- pasión de Cristo, en cuya representación
vando las ceremonias de la ley; ála ma- h a b í a s i d o i n s t i t u i d o p o r D i o s .
nera que, si alguno se cortase la película A l 2.° q u e s e g ú n S a n J e r ó n i m o ( i b i d .
del miembro viril por causa de salud, y San Pedro simuladamente se sustraía á
no por observar la circuncisiónlegal. Pero, los gentiles para evitar el escándalo de
como parece indecoroso que los Apóstoles los judíos, de quienes era apóstol; porlo
ocultaran por razón del escándalo aque- q u e e n e s t o n o p e c ó d e m o d o a l g u n o :
l l a s c o s a s , q u e p e r t e n e c e n ál a v e r d a d de pero San Pablo le reconvino asimismo
la vida y de la doctrina, yque usaran de simuladamente, para que evitase el es-
simulación en las pertenecientes ála sal- cándalo de los gentiles, cuyo apóstol era:
v a c i ó n d e l o s f i e l e s ; p o r e s o S a n A g u s t í n e s p l i c a c i o n (.2) q u e S a n A g u s t í n ( i b
d i s t i n g u i ós o b r e e s t e p u n t o m u y o p o r t u - c e n s u r a , f u n d a d o e n q u e S a n P a b l o e n
n a m e n t e t r e s t i e m p o s ( E p i s t .4 0 , ó 9 l a E s c r i t u r a c a n ó n i c a , e s t o e s ( G a
a n t i g . ) : u n o antes d e l a p a s i ó n d e n e C l a r c i u a s l - e s n e f a n d o s u p o n e r f a l s e d a d
t o , e n e l c u a l l a s (ceremonias) l e g a l ae s nl i g u n a , d i c e q u e Pedro era rep
e r a n m o r t í f e r a s , n i m u e r t a ss ;i eo n dt o r v oe dr d ea d s pp o ur é l o s t a n t o q u e Pedro
d e l a p r o m u l g a c i ó n d e l E v a n g e l i o , e n e l p e c ó (3) y q u e S a n P a b l o l e r e p r e n d i ó
que estaban muertas yeran mortíferas; con seriedad y no simuladamente. Sin
y el tercer tiempo intermedio desde la e m b a r g o S a n P e d r o n o p e c ó p o r q u e o b -
pasión de Cristo hasta la p r o m u l g a c i ó n s e r v a r a p o r e n t o n c e s l o s ( ritos
d e l E v a n g e l i o , d u r a n t e e l c u a l o l l q uo e s (ritos) era permitido como converso de
l e g a l e s e s t u v i e r o n m u e r t o s c o m o s i n v i g o r e n t r e l o s j u d í o s ;p e r o p e c a b a e n q u e p o -
ni obligación de ser observados por nadie; nía demasiada diligencia en la observan-

(lj Contestes entre sí todos los teólogos en fijar como tér- y Suarez (De leg. 1. 6, c. 13J la amplía hasta la venida del Es-
mino ó abolición definitiva de las prescripciones legales de la píritu Santo en el dia de Pentecostés, pretendiendo que la
ley de Moisés la muerte misma de Cristo , disienten no obs- antigua ley continuó siendo obligatoria por algún tiempo aun
tante en cuanto á la determinación del tiempo ó momento, en después de ya resucitado Cristo.
que debe considerarse perfectamente consumada su muerte (2) Debe interpretarse que San Agustín desaprueba ó no
para dicha derogación. La opinión más probable. la considera admite la interpretación de San Jerónimo acabada de aducir,
en el artículo mismo de la'muerte del Salvador, es decir, en y no acaso que tildase la conducta de San Pedro , como pu-
el instante en que espiró en la cruz-, como se colige bastante diera alguno interpretar : por esta razón traducimos ftoc por
claramente del a. 3 (al 2.°) de esta misma Cuestión 103, y así esplicacion ú opinión.
la sigue la escuela tomista con plena unanimidad. Soto em- (3) Aunque solo venialmente, según se indica en la 2."-2."e
pero (Dejust. 1. 2, C. 6, a. 4 ) la proroga por todo el tiempo C 43, a. 6_ al 2.° y más clara y esplícitamente en el comen»
transcurrido desde dicho instante hasta el de la resurrección, tario al c. 2 de la Epístola á los Gálatas.
CUESTIÓN GUI.—ARTÍCULO IV. 733

cia de los (preceptos) legales por no es- cados y provocativos á la gula; no parece
candalizar á los j u d í o s , resultando de ahí sea esta la razón, por que fueron prohi-
el escándalo de los gentiles. bidos esos más bien que otros: y por lo
A l 3.° que algunos dijeron que aquella tanto debe decirse según la tercera opi-
prohibición de los apóstoles no debe en- nión que fueron estos .prohibidos literal-
tenderse al pie de la letra, sino en un mente, no para observar las ceremonias
sentido espiritual, significándose en la de la l e y , sino para que se pudiese pro-
prohibición de la sangre la prohibición mover la unión de los gentiles y judíos,
del homicidio ; en la de lo sofocado la de que habitaban j u n t o s ; porque según su
la violencia y la rapiña ; en la de lo in- antigua costumbre á los judíos eran abo-
molado la de la idolatría; y la fornicación minables la sangre y lo- sofocado ; y el
se prohibe como cosa mala en sí misma : comer las (carnes) inmoladas á los ídolos
esta opinión se funda en ciertas glosas, podía infundir en los judíos la sospecha
que esponen en sentido místico estos pre- de reversión de los gentiles á la idolatría:
ceptos. M a s , como el homicidio y la ra- así que dichas prohibiciones se impusie-
piña se tenían también por ilícitos entre ron por aquel tiempo,- en que convenía
los gentiles, no habría sido necesario es- de nuevo unir á los gentiles y á los j u -
tablecer un mandato especial sobre esto díos ; pero andando el tiempo y cesando la
á los que de estos se convertían á Cristo: causa cesó asimismo el efecto, manifes-
por lo tanto dicen otros que se prohibió tada la verdad de la doctrina evangélica,
literalmente el uso de aquellos alimentos, en la que el Señor enseña qué no ensucia
no por la observancia de lo l e g a l , sino al hombre lo que entra por la boca, como
para reprimir la g u l a : y así San J e r ó - se dice (Math. 15, 11) y que no es de
nimo sobre aquello omne ( 1 ) mortici- desechar nada de lo que se recibe con
num... ( E z e c h , 4 4 ) « condena á los sa- hacimiento de gracias ( i Tim. 4, 4).
» cerdotes, que en las comidas y demás Prohibíase empero especialmente la for-
» cosas análogas no guardan estas (leyes) nicacion,_porque los gentiles no la repu-
» por el apetito dé la gula » . Sin embar- taban como pecado ( 2 ) .
g o , como hay ciertos alimentos más deli-

(1) Morliclnum significa cualquier animal muerto de enfer- tiles , originada de la corrupción de la razón en ellos por el
medad natural ó sin violencia estraña. abuso tan generalizado como añejo , puede verse la C. 154,
(2) Acerca de esta aberración de la ley natural en los gen- a. 2, al 1.°, de la 2."-2.»
CUESTIÓN CIY.

Preceptos judiciales.

Trataremos 1.° de los preceptos j udiciales en general, y 2.° de s u s razones. Acerca de lo 1.° estudia-
remos : 1.° Cuáles son los preceptos legales? — 2,° Son figurativos ? — 3.° Su duración. — 4." Su d i s -
tinción.

ARTÍCULO I. — ¿ I>n razón de los pre- Por el contrario: cuéntase (Ezech.


ceptos judiciales consiste en que son refe- 18, 8 ) entre las demás buenas obras del
rentes al prójimo ? varón justo si hiciere juicio verdadero en-
tre hombre y hombre. E s así que los pre-
l.° Parece que la razón de los precep- ceptos judiciales toman este nombre del
tos judiciales no consiste en que esta- juicio (judicium). L u e g o parecen decirse
blecen las relaciones con el prójimo: por- preceptos judiciales los que regulan las
que la palabra judiciales se deriva de relaciones de los hombres entre sí.
juicio (judicium) ; y h a y otras mucbas Conclusión. Dos caracteres constitu-
cosas, por las cuales el bombre se ordena yen el concepto de los preceptos judicia-
al prójimo, y que no pertenecen á la or- les : el de regular las mutuas relaciones
denación de los juicios. L u e g o no se lla- de los hombres entre sí; y el de su fuer-
man judiciales los p r e c e p t o s , por los za obligatoria por institución divina ó
cuales el bombre se ordena con respecto humana, y no por la sola razón natural.
al prójimo. Responderemos q u e , según se h a di-
2.° L o s preceptos judiciales se distin- cho (C. 9 5 , a. 2 ; y C. 99, a. 3 y 4 ) , hay
guen de los morales, como se ba dicho en cualquiera l e y ciertos preceptos, que
(C. 9 9 , a. 4 ) . E s así que h a y muchos tienen fuerza de obligar según el dicta-
preceptos morales, por los cuales el hom- men mismo de la razón, por cuanto la
bre se ordena al prójimo, como se ve en razón natural dicta que esto debe hacerse
los siete de la segunda tabla. L u e g o los ó evitarse ; y estos preceptos se llaman
preceptos judiciales no reciben este nom- morales, porque por la razón se llaman
b r e , porque ordenan respecto del pró- así las costumbres humanas. P e r o hay
jimo (1).^ otros preceptos, que no tienen su fuerza
3.° A s í como los preceptos ceremonia- obligatoria del dictamen mismo de la
les se refieren á D i o s , igualmente los j u - razón, porque considerados en sí mismos
diciales al prójimo, según l o dicho (C. no implican absolutamente razón de de-
99, a. 4 ; - y C. 1 0 1 , a. 1 ) . P e r o entre los bido ó indebido ; sino que tienen fuerza de
preceptos ceremoniales h a y algunos, que obligar en virtud de alguna institución
pertenecen al individuo mismo, como las divina ó humana: y estos son ciertas de-
observancias de los manjares y vestidos, terminaciones de los preceptos morales.
de que y a se ha hablado (C. 102, a. 6, Si pues se determinan por institución di-
al 1.° y al 6.°). L u e g o los preceptos judi- vina los preceptos morales respecto de
ciales no se llaman así, porque ordenen las cosas, por las que el hombre se ordena
al hombre á su prójimo. á D i o s , tales preceptos se dicen precep-
tos ceremoniales ; y, si respecto de lo
(1) Entiéndase por a ordenar respecto del prójimo » f ordi- perteneciente á las relaciones de los hom-
nal ú ordinanlia ad proximum) que fijan los deberes recíprocos bres entre sí, llámansepreceptos judicia-
del hombre para con 6us semejantes en general.
CUESTIÓN C I V . — ARTÍCULOS I Y I I . 735

les ( 1 ) . En dos cosas pues consiste la rales; porque la razón, que es el princi-
razón de los preceptos judiciales : esto pio de ellos, es en el hombre con res-
es, que pertenezcan al orden de los hom- pecto á las cosas, que al mismo perte-
bres entre sí, y que no tengan fuerza de necen, lo que el príncipe ó el juez en
obligar por sola la razón, sino por ins- la ciudad. Debe saberse sin embargo
titución. que, como el orden del hombre para con
Al argumento 1.° diremos, que los el prójimo depende más de la razón que
juicios se ejercen por oficio de algunos el orden del hombre para con Dios; há-
príncipes investidos de la potestad de Uanse muchos más preceptos morales, por
juzgar: mas, por cuanto al príncipe com- los que se ordena al hombre con el pró-
pete, no solo ordenar las (cuestiones) jimo que por los que se ordena á Dios:
traídas á litigio, sino también los contra- por cuya razón fue conveniente también
tos voluntarios que se realizan entre los que hubiese en la ley más preceptos ce-
hombres, y todas las demás pertenecientes remoniales que judiciales.
á la comunidad del pueblo y á su régi-
men ; de aquí es que preceptos judiciales A R T Í C U L O I I . — l o s preceptos judicia-
no son esclusivamente los concernientes les simbolizan algo ?
á las querellas litigiosas de los juicios,
sino también cualesquiera otras relativas 1.° Parece que los preceptos judicia-
á las relaciones de los hombres entre sí, les no figuran cosa alguna ^ pues parece
y que están sometidas á la ordenación ser propio de los preceptos ceremoniales
del príncipe, como supremo juez. el que hayan sido instituidos, en represen-
Al 2.° que esa razón se refiere á los tación de alguna cosa; y, si también los
preceptos concernientes al prójimo, que preceptos judiciales figuran algo, no ha-
tienen fuerza de obligar por solo el dic- brá diferencia entre estos y los ceremo-
tamen de la razón. niales.
Al 3.° que también entre los que se 2.° Así como fueron dados al pueblo
refieren á Dios hay ciertos (preceptos) de los judíos ciertos preceptos judiciales,
morales, que la misma razón dicta infor- también á otros pueblos de los gentiles.
mada por la fe, como el de que Dios debe Es así que los preceptos judiciales de
ser amado y reverenciado; y otros cere- otros pueblos no simbolizan cosa alguna,
moniales, qué no tienen fuerza de obligar sino que ordenan lo que debe hacerse.
sino por institución divina. A Dios em- Luego parece que tampoco los preceptos
pero pertenecen no solo los sacrificios á judiciales de la antigua ley figuraban
él ofrecidos, sino también todos los con- cosa alguna.
cernientes á la idoneidad de los que los 3.° Convino que fueran espresadas por
ofrecen y honran á Dios, puesto que los ciertas figuras las cosas que pertenecen
hombres se ordenan á Dios como á su al culto de Dios : porque las cosas que
fin: por cuya razón al culto de Dios per- son de Dios son superiores á nuestra ra-
tenece y por consiguiente á los preceptos zón, según lo dicho (C. 101, a. 2 , al 2.°);
ceremoniales que el hombre tenga cierta pero las de los prójimos no la esceden.
idoneidad respecto delculto divino. Mas Luego no fue menester que por los pre-
el hombre no se ordena al prójimo como ceptos judiciales, que nos ordenan al pró-
á fin, de manera que le sea preciso dispo- jimo, se figurase alguna cosa.
nerse en sí mismo en orden al prójimo Por el contrario : los preceptos judi-
como á su fin; porque esta relación es la ciales se esponen alegórica y moralmente
de los siervos con los señores, que, en (Exod. 21).
cuanto son, pertenecen á sus señores se- Conclusión. 'Los preceptos judiciales
gún Aristóteles ( Polit. 1. 1 , c. 3 ) . Por de la antigua ley, aunque no fueron ins-
esta causa no hay preceptos judiciales, tituidos directamente como emblemas de
que ordenen al hombre en sí mismo, sino algo, tenían no obstante cierto carácter
que todos los de esta naturaleza son mo- simbólico accidental é indirectamente,
como la misma ley y la organización del
lí) En lo que coinciden con las leyes llamadas civiles, si pueblo israelítico.
bien entre las eclesiásticas hay asimismo preceptos judiciales
y de derecho canónico. Responderemos, que algún precepto
736 CUESTIÓN CIV. — ARTÍCULOS II Y III.

p u e d e s e rf i g u r a t i v od e d o s m o d o s : 1.°c i p a , r p i u e - s t o q u e s e l l a m a j u i c i o l a e j e c u -
m e r a m e n t e jper.se, c o m o i n cs i ó t n d i e t l a uj u si t i dc i ao .p E s r a i s í n q u -e l a j u s t i c i a
cipalmente para figurar algo; en c u y o e s perpetua é inmortal,- c o m o c o n s t
c o n c e p t o l o s p r e c e p t o s c e r e m o n i a l e s s o n ( S a p . 1). L u e g o l a o b l i g a c i ó n d e l o s p r e -
figurativos, por cuanto se instituyeron ceptos judiciales es perpetua.
para que figurasen algo perteneciente al 2.° L a i n s t i t u c i ó n d i v i n a e s m á s e s t a
culto de Dios y al misterio de Cristo; ble que la institución humana; y los pre-
2.° m a s o t r o s p r e c e p t o s s o n c f e p i t o g s uj u dr i c a i a t l e i s v d e o l s a s , l e y e s humanas
n o p r i m a r i a m e n t e y per se s i n o o b c l i o g am n o p e or p r e t u a m e n t e : l u e g o m u c h o
c o n s e c u e n c i a ; y d e e s t e m o d om áson s l figu-
os preceptos judiciales de la ley
rativos los preceptos judiciales de la ley divina.
antigua, porque no fueron instituidos 3.° E l A p ó s t o l d i c e ( H e b
para figurar algo, s i n o p a r a o r mandamiento d e n a r primero e l es á la verdad
e s t a d o d e a q u e l p u e b l o s e g ú n l a j u s t i c i a abrogado por su flaqueza é inutilidad; l o
y l a e q u i d a d ; pero como consecuencia cual es verdadero acerca del mandato
figuraban algo en cuanto todo el estado c e r e m o n i a l , q u e ( H e b
de aquel pueblo, q u e p o r e s t o hacer s p rperfecto
e c een p la t conciencia
o s al que
s e r e g í a , era emblemático s e g servía ú n aporq mediou e lsolamente
l o de viandas y
( i C o r . 10, 1 1 ) : todo les acontecía á ellos de bebidas y ( v . 1 0 ) de diversos lava-
en figura. mientos y justicias de la carne. P e r ol o s
A l a r g u m e n t o 1 . ° d i r e m o s , q u e l o s p p rr e ec e - p t o s j u d i c i a l e s e r a n ú t i l e s y eficaces
c e p t o s c e r e m o n i a l e s s o nf i g u r ap a t r i a v o a qs(u e1l l )o á q u e s e o r d e n a b a n , es de-
de otro modo que los judiciales,como se cir, para constituir la justicia y equidad
ha dicho. entre los hombres. Luego los pr eceptos
A l 2.° q u e e l p u e b l o d e l o s j u d í o s hj u ad i - c i a l e s d e l a l e y n o s o n obados, repr
bía sido escogido por Dios, para que de s i n o q u e t i e n e n t o d a v í a e f i c a c i a.
él naciera Cristo; ypor lo tanto fue con- Por el c o n t r a r i o , d i c e e l ¡ A p ó s t
veniente que el estado total de a q u e l ( H e b r . 7, 12) q u e , mudado el sacerdocio,
p u e b l o f u e s e p r o f é t i c o y f i g u r a d o , c o m o es necesario que se haga también muta-
d i c e S a n A g u s t í n ( C o n t . ción F a de u la s tley.u Em s , a1. s22,í q u e e l s a c e r d o
c . 24): y p o r e s t a m i s m a r a z ó n l o s p r e - h a s i d o t r a n s f e r i d o d e A a r o n á Cristo.
c e p t o s j u d i c i a l e s d a d o s áa q u e l p u e b l o s o n L u e g o l o s p r e c e p t o s j u d i c i a l e s n o s o n y a
más figurativos que los dados á otros obligatorios.
pueblos; como se esplican místicamente Conclusión. Los preceptos judiciales
aun las guerras y los hechos de a q u e l de la ley antigua no eran obligatorios á
p u e b l o , y n o a s í l a s d e l o s a s i r i o s ó r o - perpetuidad y fueron derogados por Cris-
m a n o s , a u n q u e s e a n m á s c é l e b r e s h u m a - to, quien transformó la organización de
n a m e n t e h a b l a n d o . su Iglesia, cuyos prelados podrían resta-
A l 3.° q u e e n a q u e l p u e b l o l a s r e blecer l a c i su o - vigor ; á diferencia de los cere-
nes con el prójimo consideradas en sí moniales, cuya observancia sería hoy ya
m i s m a s e r a n p a t e n t e s a l a r a z ó n ; p e r o e n pecaminosa.
cuanto se referían al culto de Dios la su- Responderemos, q u e los preceptos ju-
peraban, yen esta parte eran f i g u r a d a s . diciales no tuvieron obligación perpetua,
sino que fueron abrogados por la venida
ARTÍCULO I I I . — ¿ i o s preceptos judi- de Cristo, aunque de diversa manera
ciales de l a a n t i g u a l e y s o n obligatorios per- que los ceremoniales : p o r q u e e s t o s f u e
petuamente ? abolidos de tal suerte, que no solamente
están muertos, sino que son mortíferos
l.° Parece que los prece ptos judicia- para los que los observen después de
les de la antigua ley son perpetuamente Cristo, yprincipalmente después de pro-
obliga torios: porque los pr eceptos judi- m u l g a d o e l E v a n g e l i o; m i e n t
ciales pertenecen ála virtud de la justi- preceptos judiciales están muertos c i e r t a -

(1) Directa y esencialmente, como destinados por su misma sus relaciones con los de esta tenían cierto carácter simbó-
institución á simbolizar á Cristo y los ritos de su nueva ley; lico.
al paso que los judiciales solo indirectamente y por efecto de
CUESTIÓN CIV. — ARTÍCULOS III Y IV. •737

m e n t e , por cuanto no tienen fuerza de que en la oligarquía, que en el mando de


obligar, sin ser no obstante mortíferos; los ricos, como lo demuestra el Filósofo
porque, si algún príncipe ordenara que se eu su Política (1. 3 , c. 5 , 6 y 9 ) . P o r
observasen en su reino aquellos precep­ esta misma razón, mudado el estado de
tos judiciales, no pecaría: á no ser que aquel pueblo, fue necesario se mudasen
por este medio se observasen ó se man­ los preceptos judiciales ( 2 ) .
daran observar con la fuerza de obligar A l 3.° que aquellos preceptos judicia­
procedente de la institución de la antigua les disponían el pueblo á la justicia y la
ley ; porque tal intención de observarlos equidad, según convenía á su estado :
sería mortífera. Y la razón de esta dife­ pero después de Cristo fue menester se
rencia puede deducirse de lo ya espuesto transformase el estado de aquel pueblo,
(a. 2) : porque se ha dicho que los pre­ para que ya en Cristo no hubiera dife­
ceptos ceremoniales son figurativos pri­ rencia de gentil y j u d í o , como antes la
mo et per se, por haber sido instituidos había ; y por esto fue necesario el cam­
principalmente para figurar como futuros bio de los preceptos judiciales.
los misterios de Cristo; y por tanto la
observancia de estos mismos preceptos
ARTÍCULO IV. — ¿Los preceptos judi­
perjudica á la verdad de la f e , según la
ciales pueden tener algnna división cierta?
cual confesamos estar cumplidos aquellos
misterios. Mas los preceptos judiciales no l.° Parece que los preceptos judicia­
fueron establecidos para figurar, sino para les no son susceptibles de alguna divi­
disponer el estado de aquel pueblo, que sión cierta : porque estos preceptos orde­
se ordenaba á Cristo ; y por tanto muda­ nan los hombres entre sí, y las cosas que
do este estado con la venida de Cristo, deben ser ordenadas entre los hombres, y
los preceptos judiciales cesaron de ser que son para su u s o , no admiten deter­
obligatorios; puesto que la l e y , como se minada distinción , porque son infinitas.
dice ( G a l . 3 , 2 4 ) , fue el ayo que nos L u e g o los preceptos judiciales no pueden
condujo á Cristo. No obstante, como estos ser objeto de clasificación definida.
preceptos judiciales no se ordenan á figu­
2.° L o s preceptos judiciales son deter­
rar, sino á hacer a l g o ; la misma obser­
minaciones de los morales; y estos no
vancia de ellos no perjudica en absoluto
parece tienen distinción alguna, á no ser
á la verdad de la f e : pero la intención de
en cuanto se reducen á los preceptos del
observarlos como obligatorios en virtud de
Decálogo. L u e g o los preceptos judiciales
la ley sí la perjudica; porque esto supon­
no tienen distinción alguna cierta.
dría que subsiste aún el estado del pri­
mer pueblo, y que Cristo no había veni­ 3.° Teniendo los preceptos ceremonia­;
do todavía. les distinción cierta, esta su distinción se
halla indicada en la l e y , llamándose unos
A l argumento 1.° diremos, que en sacrificios y otros obsei­vancias. Pero no
efecto debe observarse perpetuamente la se indica en la ley distinción alguna de
justicia; mas la determinación de las co­ los preceptos judiciales. L u e g o parece
sas que son justas según la institución que no tienen distinción cierta.
humana ó divina, es preciso que varíe Por el contrario : donde hay orden, es
conforme á los diversos estados de los necesario que haya distinción. E s así que
hombres. la razón del orden pertenece de lleno á
A l 2.° que los preceptos judiciales es­ los preceptos judiciales, por los que aquel
tablecidos por los hombres tienen obliga­ pueblo se ordenaba. L u e g o indispensable­
ción perpetua durante el mismo estado mente deben tener una distinción cierta.
del régimen ( 1 ) : pero, si la ciudad б la Conclusión. Necesariamente debe re­
nación pasa á otro régimen, es preciso conocerse una cuádruple distinción entre
que sean mudadas las l e y e s ; porque no los preceptos judiciales de la antigua ley,
convienen las mismas leyes en la demo­ según que respectivamente regulan las
cracia, que en la potestad del pueblo, relaciones 1.° entre príncipes y subditos,

(1) La misma forma de gobierno ó constitución orgánica del les trátase con separación y detalladamente en la siguiente
pueblo ó nación. C. 105, destinando á cada cual uno de sus cuatro artículos.
(2) De cada una de estas cuatro clases de preceptos j udicia­
SUMA TE OLÓGICA.—TOMO II. 41
738 CUESTIÓN C 1 V . — A R T Í C U L O IV.

2.° de estos entre sí, 3.° entre indígenas estos forman la segunda parte de los pre-
y estranjeros, y 4.° las domésticas entre ceptos judiciales ; hay otros correspon-
individuos de cada familia. dientes á los estranjeros, como sobre las
Responderemos que, siendo la l e y como guerras con los enemigos y la manera
un arte de regular y ordenar la vida h u - de recibir á los peregrinos y forasteros,
mana, así como en cada arte h a y cierta y estos constituyen la tercera parte de los
clasificación de sus reglas, también en preceptos judiciales ; y los hay también
cada ley debe haber cierta distinción de pertenecientes á la vida doméstica, como
sus preceptos ; porque de otro modo la de los siervos y mujeres é hijos, y esta es
confusión misma quitaría á la l e y su uti- la cuarta parte de los preceptos judiciales.
lidad. P o r lo tanto debe decirse que los A l argumento 1.° diremos, que las co-
preceptos judiciales de la antigua ley, sas, que pertenecen á la ordenación de
por los cuales se ordenaban los hombres los hombres entre s í , son efectivamente
entre s í , se distinguen según la diversi- infinitas en número ; y no obstante pue-
dad de las ordenaciones humanas. Ahora den reducirse á algunas con cierta deter-
bien : en cualquier pueblo puede distin- minación según la diferencia de las corre-
guirse el orden 1.° de los príncipes del laciones humanas, como se ha dicho.
pueblo con los subditos, 2.° de los subditos A l 2.° que los preceptos del D e c á l o g o
entre sí, 3.° de los nacionales con los es- son los primeros en el género de los m o -
traños, y 4.° de las relaciones domésti- rales, como se ha dicho ( C . 100, a. 3 ) ; y
cas , como del padre con el hijo, de la por lo tanto se distinguen conveniente-
mujer con el marido y del señor con el mente los otros preceptos morales según
siervo; y según estos cuatro órdenes pue- estos. P e r o los preceptos judiciales y ce-
den distinguirse los preceptos judiciales remoniales tienen diversa razón de obli-
de la antigua ley. S e establecen también gación, no en verdad por la razón natu-
ciertos preceptos sobre la institución de ral ( 1 ) , sino por su sola institución; y así
los príncipes y sus oficios y sobre la re- la razón de su distinción es diferente.
verencia que le es debida, y esta es una
A l 3.° que la l e y indica la distinción
parte de los preceptos judiciales; pres-
de los preceptos judiciales según las pres-
críbense otros pertenecientes á los conciu-
cripciones mismas consignadas en estos
dadanos entre s í , v. gr. sobre las compras
preceptos judiciales de la ley.
y ventas y los juicios y los castigos, y

(1J Con especialidad los ceremoniales, mucho menos cone- dos por Moisés en su código; porque, si se restableciesen pre-
xionados con las naturales sugestiones de la razón : pues , si cisamente en el concepto de leyes judaicas, argüiría esto de-
bien el dictamen de esta no alcanza a l a específica determina- clarada intención de considerarlos vigentes á pesar de su
ción de los judiciales, tales precisamente cuales se hallan abolición por la nueva ley evangélica, y mal podrían sus-
consignados en la ley antigua ; tienen no obstante cierto ca- traerse sus restauradores de la nota de judaismo en abierta
rácter genérico de naturales por su conformidad con la razón hostilidad y pugna con la legislación cristiana ; del propio
en cuanto á la dirección de los actos humanos en sus relacio- modo que si trataran de reponer los ceremoniales de la litur-
nes sociales: por lo cual no se dicen mortíferos hoy en abso- gia hebrea, más decidida y ostensiblemente relegados por el
luto , dado que en determinadas circunstancias pudieran ser Evangelio al rango de proféticamente simbólicos'en su opor-
puestos en vigor é impuestos de nuevo por los legisladores tuno tiempo, y hoy de todo punto inconvenientes y reproba-
según las exigencias ó conveniencias temporales ó locales y dos ante la realización de los misterios por ellos presagiados
aun personales , hecha abstracción de haber sido ó no inclui- en emblema.
CUESTIÓN CY.
Razón de los preceptos judiciales.

A r t i c u l o 1." De l o s p r e c e p t o s j u d i c i a l e s c o n c e r n i e n t e s á l o s p r í n c i p e s . —2." De l o s q u e p e r t e n e c e n á
l a s r e l a c i o n e s de l o s h o m b r e s e n t r e sí. — 3,° De l o s r e l a t i v o s á l o s e s t r a n j e r o s . — 4.° De l o s r e f e r e n t e s á
la sociedad doméstica.

ARTÍCULO I . — ¿La ley antigua ordenó lado ; lo que en efecto se verificó esperi-
convenientemente lo que respecta á los prín- mentalmente en el pueblo j u d í o , en el
cipes? cual la división del reino fue la causa de
su destrucción. P e r o la l e y debe princi-
l.° Parece que la ley antigua no or- palmente atender á lo que pertenece al
denó convenientemente las cosas que ata- bienestar común del pueblo. L u e g o debió
ñen á los príncipes : porque, como dice prohibirse en la l e y la división del reino
el Filósofo ( P o l i t . 1. 3 , c. 4 ) , « la orde- entre dos reyes; bien lejos de introdu-
» nación del pueblo depende principal- cirse esto por autoridad divina, como se
» mente de su jefe soberano » ; y en la lee haberlo sido con autoridad del Señor
ley antigua no se encuentra de qué modo por el profeta A h í a s Silonita ( 2 ) ( n i
debía ser instituido el príncipe supremo, R e g . 11, 30 y 31).
y sí solo los magistrados inferiores : pri- 4.° Como los sacerdotes se instituyen
meramente ( E x o d . 1 8 , 21 ) , provee de para utilidad del pueblo en las cosas que
todo el pueblo hombres ( 1 ) sabios...; y pertenecen á D i o s , según se ve (Hebr. 5);
( N ú m . 11, 1 6 ) , congrégame setenta va- así también los príncipes para la utilidad
rones de los más ancianos de Israel; y del pueblo en las cosas humanas. A s i g -
( D e u t . 1, 13), presentad de entre vosotros nándose pues á los sacerdotes y levitas
varones sabios y esperimentados. Luego en la ley algunas (obvenciones) para su
la ley antigua constituyó insuficiente- subsistencia; cuales eran los diezmos y
mente los príncipes del pueblo. primicias y muchas otras semejantes;
2.° «Propio es del mejor aducir las co- también debieron asimismo determinarse
» sas mejores » , como dice Platón en el algunos medios, con que se sustentasen
T i m é o ; y la mejor ordenación de una los príncipes del pueblo, y especialmente
ciudad ó de un pueblo cualquiera es que siéndoles prohibido recibir presentes, co-
sea gobernado por un r e y : porque tal mo se ve ( E x . 2 3 , 8 ) : no recibirás pre-
forma de reino representa más propia- sentes, que ciegan aun á los avisados y
mente el régimen divino, por el que un trastornan las palabras de los justos.
solo Dios gobierna al mundo desde el 5.° A s í como el reino (3) es el mejor
principio. L a ley pues debió dar un rey régimen, la tiranía es la peor corrupción
al pueblo, y no dejarlo á su arbitrio, co- del gobierno. Pero el Señor, instituyendo
mo se deja ( Deut. 17, 14 ) : cuando di- r e y , instituyó el derecho tiránico ; pues
jeres , constituiré un rey sobre mí..., lo se dice ( I R e g . 8 , 11 ), este será el dere-
constituirás... cho del rey, que ha de mandar sobre vos-
3.° Escrito está (Matth. 12, 2 5 ) : todo otros : tomará vuestros hijos... L u e g o in-
reino dividido entre sí mismo será deso- convenientemente se proveyó por la ley
(1) La Vulgata dice « poderosos (potentes) ó potentados » . (3) La monarquía ó el régimen monárquico. Véase la nota 4,
pág. 815 del Tomo 1.°
(2) Natural de Silo, ciudad de la tribu de Efrain.
740 CUESTIÓN CV. — ARTÍCULO I .

acerca de la institución de los príncipes. dice ( Polit. 1. 2 , c. 1) ; 2 . que se consi-


a

Por el contrario, el pueblo de Israel dera según la especie del régimen ú or-
se recomienda por la escelencia de su or- denación de los principados ; entre cuyas
ganización ( N u m . 2 4 , 5 ) ¡cuan hermo- diversas c l a s e s , como dice Aristóteles
sos son tus pabellones, Jacob, y tus tien- ( Polit. 1. 3 , c. 5 ) , son las principales el
das, Israel! E s así que la belleza de reino, en el cual solo manda uno según la
la ordenación del pueblo depende de la virtud; y la aristocracia, es decir, el po-
buena institución de los príncipes. L u e g o der de los magnates, en el que algunos
la l e y constituyó perfectamente al pueblo pocos ejercen el principado según la vir-
en lo concerniente á los príncipes. tud. A s í que la mejor institución de prín-
Conclusión. Indudablemente fue la me- cipes en una ciudad ó reino es aquella,
jor la institución de los príncipes for- en que uno solo manda y preside á todos
mulada por la ley antigua, invistiendo según la virtud, perteneciendo no obs-
del poder supremo al más ilustre y vir- tante á todos el tal principado,-ya por-
tuoso, y dando participación en su elec- que todos pueden ser elegidos, y a porque
ción y consejos á los hombres esclarecidos lo son por todos. Tal es ( 1 ) sin duda
de las clases aristocrática y popular. todo régimen político convenientemente
R e s p o n d e r e m o s , que acerca de la bue- misto de reino ( en cuanto hay un solo
na ordenación de los príncipes en alguna jefe ) y de aristocracia (en cuanto mu-
ciudad ó nación deben tenerse presentes chos participan del poder en razón de su
dos cosas : 1. que todos tengan alguna
a virtud) y de democracia ó poder del pue-
parte en el principado, porque con esto blo ( en cuanto pueden ser elegidos los
se conserva la paz del pueblo, y todos príncipes de entre los ciudadanos y al
aman y defienden tal institución, como se pueblo pertenece su elección) ( 2 ) ; y este

(1) Talis vero est omnis politia , se lee en las ediciones de por su lealtad y proezas, constituyendo un cuerpo consultivo
Pádua de 1712 y de Ñapóles (1763.); las romanas ponen talis y deliberante, que (como el llamado Consejo de Castilla) solía
cnim est óptima politia, y en el códice de Alcañiz se ve política. suplir con ventaja y sin tan frecuentes perturbaciones la ac-
Nosotros creemos fundir en legítima versión concilladas las ción legislativa y gubernamental de las actuales cámaras
varias redacciones en idéntico pensamiento común , según se constitutivas del nuevo régimen representativo ó constitu-
ve en el testo castellano. cional , el más generalizado entre los diversos pueblos del
(2) Este pasaje revela bastante á las claras la opinión del nuevo mundo; mas no por eso y á juzgar por el éxito el más
Doctor Angélico acerca de la preferible entre todas las diver- beneficioso á los gobernados, ni el menos exento de los incon-
sas formas de gobierno conocidas y ensayadas ó probadas por venientes inseparablemente anejos á las formas diametral-
la esperieneia en diferentes países y naciones *. la monarquía mente opuestas de los sistemas estreñios. En cuanto á la in-
atemperada por la participación de las clases elevadas y po- sinuación concerniente á la elección de príncipes ó soberanos
pulares en los consejos de la corona y aun en la institución debe entenderse alusiva únicamente á la instalación de nue-
de las leyes y la subordinada administración de Jas naciones - va dinastía, cuando las circunstancias la han hecho indis-
y de sus provincias y municipios parece ser en su concepto la pensable ; sin que de ahí pueda inferirse que el Santo Doctor
más justa y razonable gobernación , tan distante de los abu- se muestre partidario del sistema monárquico electivo, cuyos
sos de un poder escesivamente absoluto hasta el estremo del gravísimos inconvenientes no podía menos de conocer y de-
despotismo tiránico anejo á la irresponsabilidad absoluta de plorar. Por último no nos parece inoportuno llamar aquí la
un monarca indigno de regir á su pueblo por la arbitrariedad atención de nuestros lectores de buena fe sobre la violenta
de su personal capricho, como de la anarquía consiguiente á cuanto infundada inteipretacion del llamado derecho divino,
la distribución del poder supremo entre varios individuos de que siempre entre los católicos ha significado y denota la
procedencia popular, siquiera sea oligárquica ó aristocrática, dependencia de los poderes humanos del supremo de Dios,
'burocrática ó militar, dictadura ó triunvirato, república uni- cualquiera que sea su origen histórico y político , no solo en
taria ó federativa, y sean cuales fueren el número y calidad cuanto á la responsabilidad de su conducta ante el soberano
ó circunstancias personales de los depositarios del poder su- tribunal del Rey de los reyes y de los pueblos, sí también por
premo ó de la soberanía. Tal fue también el parecer de mu- lo que atañe á su investidura ó institución y proclamación
chos grandes legisladores y filósofos antiguos, como Confucio, según los inescrutables designios y procedimientos de su di-
Platón y Aristóteles; y tal la antigua monarquía española en vina Providencia; no empero en el sentido de que tal ó cual
sus diversos períodos y épocas más brillantes, desde la domi- familia ó individuo determinado tenga inalienablemente vin-
nación goda /cuyo sistema electivo no deja de ofrecer el de- culado á su sangre ó estirpe el derecho nato de reinar con
plorable aspecto consiguiente de la instabilidad y corta du- preferencia á otros de su misma ú otra prosapia, sin que las
ración de sus reinados y dinastías, ilustrada empero y sólida- necesidades y exigencias de los tiempos y países y la insta-
mente sostenida merced al voto consultivo al menos y á la bilidad misma de las humanas instituciones puedan ser com-
respetabilidad umversalmente reconocida de sus famosos patibles con la transferencia del poder real de uno á otro
concilios de Toledo , cuyas decisiones no sin intervención del miembro de una misma familia en virtud de disposiciones ú
elemento aristocrático y aun del pueblo eran por lo común ordenanzas legislables respecto de dicha transmisión heredi-
religiosamente acatadas por los reyes tanto y más que por taria , ó también de una dinastía á otra ; á la manera que los
sus vasallos, hasta las últimas dinastías de las diversas casas bienes materiales ó riquezas muebles é inmuebles pasan en
sucesivamente reinantes sin esclusion de las de Austria y de ocasiones de unas familias á otras fuera de toda previsión de
Borbon, antes de redactarse la tan aplaudida y decantada las leyes y códigos vigentes , sin que se pueda siempre en
Constitución de Cádiz en el año de 1812 ; durante cuyo largo tales casos suponer violado el derecho natural ó aun el patrio
Iranscursolos reyes por punto general se asesoraban siempre ó nacional vigente , como ni en la herencia de la regia sobe-
de los hombres más eminentes por su saber y talento como ranía el derecho divino. Lo que en resumen y esencialmente se
CUESTIÓN CV. — A R T Í C U L O I; 741

fue el gobierno establecido según la ley cuentra en pocos; y sobre todo los judíos
divina ; porque Moisés y sus sucesores eran crueles é inclinados á la avaricia;
gobernaban al pueblo como un jefe único por cuyos vicios los hombres propenden
manda á todos los demás, lo cual es cierta más á la tiranía. Por esta razón el Señor
especie de reino. Elegíanse setenta y dos no les dio al principio rey con pleno po-
de los más ancianos según su virtud ( 1 ) ; der, sino juez y gobernador para su guar-
pues se dice ( D e u t . 1, 15), tomé de vues- da : pero después como indignado y á pe-
tras tribus varones sabios y nobles, y los tición del pueblo les concedió el rey, como
constituí príncipes, y esto era aristocrá- se ve por esto que dijo á Samuel (i B,eg.
tico ; y democrático el que estos fueran 8, 7) : no te han desechado á tí sino á mí,
elegidos de todo el pueblo, pues según se para que no reine sobre ellos. Sin em-
lee ( E x . 18, 2 1 ) , provee de todo el pue- bargo estableció reglas desde el principio
blo hombres sabios,... y también que el para la institución del rey; y primera-
pueblo los e l e g í a , por lo cual se dice mente el modo de elegirle, en el cual de-
( D e u t . 1, 13 ) , presentad de entre vos- terminó dos cosas: 1. que aguardasen en
a

otros varones sabios,... L u e g o es notorio su elección el juicio del Señor y que no


que la mejor institución de los príncipes eligiesen rey de otra nación, porque tales
fue la que la ley estableció. reyes son ordinariamente poco afectos al
A l argumento 1.° diremos, que aquel pueblo á quien mandan y por lo tanto no
;

pueblo era regido por Dios con especial se cuidan de é l ; 2. respecto de los reyes
a

cuidado, por lo cual se dice (Deut. 7, 6), ya elegidos el modo de conducirse en or-
el Señor Dios tuyo te escogió, para que le den á sí mismos, es decir, que no tuvie-
seas un pueblo peculiar; y por lo tanto ran muchos carros y caballos, ni mujeres,
se reservó el' Señor la institución del ni tampoco inmensas riquezas; puesto
sumo Príncipe, que fue lo que Moisés que por la codicia de todo esto los prín-
pidió ( N u m . 27, 16), provea el Señor cipes propenden á la tiranía y abandonan
Dios de los espíritus de toda carne un la justicia. Estableció también de qué
hombre, que sea sobre esta multitud; y así modo debían conducirse con respecto á
por ordenación de Dios Josué fue investi- D i o s , que leyesen y meditasen siempre
do del principado después de Moisés: mas la l e y de Dios y permaneciesen cons-
respecto de los jueces particulares que tantemente en su temor y obediencia; é
sucedieron á J o s u é se lee que D i o s dio igualmente en cuanto á su comporta-
al pueblo un Salvador, y que el espíritu miento con sus subditos, que no los des-
del Señor fue en ellos, como se ve (Judie. preciasen con su soberbia, ni los oprimie-
2 y 3). A s í es que también no cometió el sen, ni se separasen de la justicia.
Señor la elección del rey al pueblo, sino A l 3.° que la división del reino y la
que se la reservó, como aparece (Deut. 17, multitud de reyes se dio á aquel pueblo
15) : elegirás rey á aquel, á quien esco- más bien en castigo por las muchas disen-
giere el Señor Dios tuyo. siones que habían promovido, principal-
A l 2.° que la monarquía es el mejor mente contra el justo rey D a v i d , que
régimen del pueblo^, si no se corrompe; para provecho de ellos; por lo cual se dice
pero á causa del gran poder que se con- ( O s . 13, 11), te daré rey en mi furor, y
cede al rey la monarquía degenera fácil- ( 8 , 4 ) , ellos reinaron, más no por mí;
mente en tiranía, á no ser que tenga fueron principes, y yo no los reconocí.
grande virtud aquel, á quien tal potes- A l 4.° que los sacerdotes se destinaban
tad se le concede; porque «no es sino del á las cosas sagradas por sucesión de orí-
»virtuoso llevar bien los favores de la g e n , y esto para que se les tuviera mayor
» fortuna », como dice Aristóteles (Etbic. reverencia, puesto que no podía ser hecho
1. 10, c. 8). M a s la virtud perfecta se en- sacerdote cualquiera del pueblo, y cuyo

quiere significar por estas dos palabras , es simplemente y bernantes ó superiores de toda índole y celo ó solicitud por el
sin ambajes el deber indiscutible de los subditos de acatar y bien común de sus compatriotas y correligionarios : lié aquí
obedecer á ios poderes legítimamente constituidos. Véase las cualidades insinuadas en la palabra virtud, tan insistente-
en el Tomo 1.° la nota 4 de su página 815. mente repetida en este artículo*, y que constituían en dignos
(1) Honradez ó integridad de costumbres, lealtad patrió, candidatos para su participación y asesorado de los caudillos
tica en la observancia de las leyes y subordinación á los go- ó j efes del pueblo israelítico,
742 CUESTIÓN CV. — ARTÍCULOS I Y íí.

honor cedía en reverencia del culto divi- toma las cosas que son del o t r o ; pero
no : por lo cual fue conveniente que se les esto parece que está autorizado por la
asignaran ciertos (emolumentos) tanto en l e y , pues se dice ( D e u t . 2 3 , 24) : si en-
los diezmos como en las primicias y tam- trares en la viña de tu prójimo, come
bién de las oblaciones y sacrificios, con uvas cuantas quisieres. L u e g o la antigua
los que se sustentasen (1). M a s los prín- l e y no proveía convenientemente á la paz
cipes, según se ha dicho, eran elegidos de los hombres.
de todo el pueblo; y por eso tenían cier- 2.° Muchas ciudades y reinos se han
tas posesiones propias, de las que podían destruido principalmente, por haber pasa-
vivir: tanto más cuanto el Señor les pro- do las propiedades á manos de las muje-
hibía también en la ley acumular rique- res, como dice Aristóteles (Polit. 1. 2,
zas y tener ostentoso aparato; ya porque c. 7). P e r o esto fue introducido en la l e y
de este modo no era fácil que cayesen en antigua, pues se dice ( N u m . 2 7 , 8 ) :
la soberbia y la tiranía ; y a también por- cuando un hombre muriere sin hijo, pasa-
q u e , no siendo m u y ricos los príncipes y rá la herencia á su hija. L u e g o la l e y no
su principado como un cargo lleno de proveyó convenientemente al bienestar
cuidados, no era muy envidiado de los del pueblo.
ciudadanos, y así se evitaba todo pretesto 3.° L a sociedad humana se conserva
de sedición. principalmente por medio de las compras
A l 5.° que aquel derecho no se debía y v e n t a s , por las cuales los hombres co-
al rey por institución divina, sino que más munican (2) entre sí las cosas de que tie-
bien se presagiaba la usurpación de los nen necesidad, como se dice (Polit. 1. 1,
r e y e s , que se arrogan este derecho ini- c. 5 y 7). P e r o la l e y antigua quitó su
c u o , cayendo en la tiranía y esplotando fuerza á la v e n t a ; porque mandó que
á sus subditos; lo cual se ve por lo que una posesión vendida volviese á poder
añade al fin, y seréis sus siervos, lo que del vendedor en el año cincuenta del J u -
propiamente pertenece á la tiranía, pues bileo, como se ve (Levit. 25). L u e g o
los tiranos mandan á sus subditos como á respecto de este punto la l e y constituyó
siervos ; por cuya razón Samuel se espre- á aquel pueblo inconvenientemente.
saba así, para retraerlos de que pidiesen 4.° E s muy conveniente para las nece-
rey, diciendo á continuación: mas el pue- sidades de los hombres s u pronta dispo-
blo no quiso oir la voz de Samuel. P u e d e sición á conceder préstamo ; la cual por
empero suceder que un buen rey tome los cierto se anula no devolviendo los acree-
hijos sin tiranía, y establezca tribunos y dores sus garantías, por lo que se dice
centuriones, y cobre muchos (impues- (Eccli. 29, 1 0 ) , muchos dejaron de dar
tos ) de sus subditos para atender al bien prestado, no por dureza, sino temiendo
común. ser defraudados de balde; y esto lo intro-
dujo la l e y , pues mandó (Deut. 15, 2)
ARTÍCULO I I . — ¿ i o s p r e c e p t o s j u d í e l a -
que aquel, á quien su amigo ó prójimo y
hermano debe algo, no podrá reclamarlo,
l e s fueron c o n v e n i e n t e m e n t e establecidos e n
porque año es de la. remisión del Señor;
cuanto á l a m a n e r a d e vivir del pueblo?
y ( E x . 2 2 , 20) se dice que si presente su
l.° Parece que fueron inconveniente- dueño el animal dado en mutuo muriere,
mente formulados los preceptos judicia- no estará obligado el deudor á restituir;
les en cuanto á las relaciones recíprocas 2.° porque se le quita la seguridad que se
tiene por la prenda, según lo que se dice
del pueblo : porque los hombres no pue-
( D e u t . , 2 4 , 1 0 ) , cuando reclamares de tu
den vivir pacíficamente entre s í , si uno

(1) Puesto que, por el hecho mismo de ser deputados al censo y definitiva consagración al sacerdocio.
ejercicio de las funciones sagradas por sucesión hereditaria, (2) En algunas ediciones (la aúrea entre ellas) se lee com-
no tenían posesiones propias ni otros recursos que los dere- mutant en lugar de eommunícant según la casi generalidad de
chos á la participación en las ofrendas presentadas en el san- todas ellas : lo cual no parece enteramente destituido de fun-
tuario y dedicadas al culto divino y á las atenciones y nece- damento, atendida la poca claridad de algunos códices manus-
sidades de sus ministros; habiendo sido por lo mismo escluida critos , que la ponen abreviada; y por otra parte no parece
de la distribución ó repartición territorial toda la tribu de menos conforme con el pensamiento espresadd en el testo,
Leví, á la que precisamente debían pertenecer los candidatos dado que la tal comunicación no es otra que la conmutación
:
al ministerio sacerdotal; y de aquí la denominación de levitas, ó cambio de unas cosas por otras o por dinero en las transac-
con que se distinguían los ministros inferiores hasta su as- ciones mercantiles.
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O II. 743

prójimo alguna cosa que te debe, no en- leña en sábado; é igualmente á un hijo
trarás en su casa para tomarle prenda, y protervo por pequeñas faltas, á saber, por
ademas (ibid. 12) no pernoctará en tu darse á glotonerías y banquetes, se le
casa la prenda, (13) sino que luego se la manda apedrear ( D e u t . 21). L u e g o incon-
volverás (1). L u e g o la ley preceptuó in- venientemente se establecieron penas en
suficientemente acerca de los préstamos. la ley.
5.° L a defraudación de un depósito 10. Como indica San Agustín ( D e civ.
onece un gran peligro, por lo cual debe D e i , 1. 21, c. 11), « ocho clases de penas
procederse con estraordinaria cautela , y » hay en la ley según Tulio, multa (dam-
por esto mismo se dice ( n Machab. 3, » num), cárceles, azotes, talion (2), i g -
15) que los sacerdotes invocaban del cielo » nominia, destierro, muerte y servidum-
á aquel que puso la ley acerca de los de- » bre » ; algunas de las cuales se hallan
pósitos , con el fin de que los conservase establecidas en la ley : multa, como cuan-
salvos. Pero en los preceptos de la ley do el ladrón era condenado en el quíntu-
antigua pónese muy poca cautela respec- plo ó cuadruplo ; la cárcel, como (Num.
to de los depósitos, pues se dice ( E x . 22) 15) se manda que uno sea encerrado en
que en la pérdida de un depósito se ad- ella ; los a z o t e s , como ( D e u t . 25, 2), si
mite como prueba el juramento del depo- al que ha pecado lo hallan digno de ser
sitario. L u e g o acerca de esto la disposi- azotado, lo echarán en tierra y lo harán
ción de la ley no fue conveniente. azotar delante de sí; la ignominia se in-
6.° A s í como un jornalero alquila su fería también á aquel que no quería reci-
trabajo, también algunos alquilan la casa bir la mujer de su hermano difunto, la
ó cualesquiera otras cosas semejantes. cual le quitaba su calzado y le escupía
Pero no es necesario que el arrendatario en su cara; la muerte también se aplica-
pague inmediatamente el precio de la b a , como se ve ( L e v i t . 20, 9), el que
casa alquilada. L u e g o también era dema- maldijere á su padre ó madre, muera de
siado duro lo que se preceptúa ( L e v i t . 19, muerte; la pena del tabón la impuso
13), no estará detenido en tu poder el también la ley diciendo ( E x . 21, 24), ojo
trabajo de tu jornalero hasta el dia de por ojo, diente por diente. L u e g o parece
mañana. inconveniente que la l e y antigua no im-
7.° Siendo frecuentemente necesario ce- pusiese las otras dos p e n a s , es decir el
lebrar juicios, debe ser fácil el acceso al destierro y la servidumbre.
juez. L u e g o inconvenientemente estable- 11. L a pena no se debe sino á la cul-
ció la ley ( D e u t . 17) que fuesen a u n solo pa ; y los animales brutos no pueden co-
lugar los que hubiesen de entablar juicio meter culpa : luego inconvenientemente
sobre sus dudas. se les imponía pena ( E x . 21,29), el buey
8.° E s posible que no solo dos sino tam- que haya muerto á varón ó mujer, será
bién tres ó más se concierten para mentir. apedreado , y (Lev. 20, 16), la mujer
L u e g o es inconveniente el decir ( D e u t . que se echare con cualquiera bestia será
19, 15) que todo se decidirá por el dicho muerta juntamente con ella. A s í parece
de dos ó tres testigos. pues que las cosas pertenecientes á las
9.° L a pena debe tasarse en propor- relaciones de los hombres entre sí fue-
ción á la c u l p a , por lo que se dice tam- ron ordenadas de un modo inconveniente
bién (Deut. 25, 2), según la medida del en la ley antigua.
pecado .será la tasa de los azotes. Pero 12. E l Señor mandó ( E x . 21) que el
para ciertas culpas iguales la ley esta- homicidio se castigase con la muerte del
bleció penas desiguales ; pues se dice hombre. Pero la muerte de un bruto ani-
( E x . 22 , 1) que el ladrón restituirá cinco mal se reputa de menor importancia que
bueyes por uno y cuatro ovejas por una; la muerte de un hombre. L u e g o no puede
y otros ciertos pecados no muy graves se ser compensada suficientemente la pena
castigan con grave pena, como ( N u m . 15) del homicidio por la muerte de un ani-
fue uno muerto á pedradas, por coger mal irracional. L u e g o se manda inconve-

(1J. Esto se refiere , no en general á todo el que haya de- (2) Llamada así de lalis ó tale, por cuanto consistía en so-
jado prenda en garantía de lo recibido á préstamo, sino solo meter al culpable á pagar tanto por tanto, ó tal pena cual él
y precisamente respecto del pobre (sin aiitem pauper est...) I había causado.
744 CUESTIÓN CV.—rARTÍCULO I I .

nientemente ( D e u t . 2 1 , 1) q u e , cuando justo juicio. Estableció también el justo


fuere hallado cadáver de hombre que ma- orden del juicio, según lo que se dice
taron y no se supiere el reo de homici- (Deut. 1, 16), juzgad lo que es justo; ya
dio; los ancianos ( v . 2) de la ciudad sea él ciudadano, ya estranjero, ninguna
más cercana tomen una becerra de la va- distinción habrá de personas; y quitó
cada, que no haya traído yugo ni roto ademas la ocasión de juicio injusto, pro-
la tierra con arado ; (v. 3) y la llevarán hibiendo á los jueces recibir regalos, como
á un valle escabroso y pedregoso , que se ve ( E x . 23, y Deut. 16). Determinó
nunca haya sido labrado ni sembrado, también el número de dos ó tres testigos,
y allí degollarán la ternera. según consta (Deut. 17 y 19); como igual-
Por el contrario, menciónase como un mente ciertas penas según los diversos
beneficio especial ( P s . 1 4 7 , 2 0 ) con nin- delitos, como después se dirá (al 10.°).
guna nación hizo tal cosa y no les mani- P e r o respecto de las posesiones lo mejor
festó sus juicios (1). es, como dice el filósofo (Polit. 1. 2, c. 3 ) ,
Conclusión. La ley antigua organizó que sean distintas y el uso en parte co-
conveniente y suficientemente al pueblo mún y en parte administrado á voluntad
en sus recíprocas relaciones por medio de de los poseedores; condiciones todas tres
acertados preceptos judiciales. estatuidas en la ley: porque las posesio-
Responderemos que, según San A g u s - nes mismas estaban repartidas 1.° entre
tín ( D e civ. D e i , 1. 2 , c. 2 1 ) cita como los individuos, pues se dice (núm. 3 3 , 5 3 ) ,
dicho por Tulio, « el pueblo es una co- Yo os he dado la tierra en posesión, la
•» lectividad de nombres asociados bajo que os repartiréis vosotros por suerte. Y ,
» u n mismo derecho y en utilidad co- como por la irregularidad de las posesio-
cí m u n » . A s í que es de esencia de un nes se destruyen muchas ciudades, según
pueblo el que se ordene por justos pre- dice Aristóteles (Polit. 1. 2, c. 5 y 7 ) ; la
ceptos de l e y la reciprocidad de los hom- l e y estableció tres remedios para regula-
bres entre sí. Mas hay una doble comu- rizarlos : 1.° que se dividiesen con igual-
nicación de los hombre entre s í : una que dad según el número de los hombres, por
se realiza por la autoridad de los prínci- lo que se dice ( N u m . 3 3 , 5 4 ) , á los más
pes, y otra por la voluntad propia de las daréis la más ancha, y á los menos la
personas privadas. Y , como por la volun- más angosta; 2° que las posesiones no se
tad de cada cual puédese disponer de lo enajenen á perpetuidad, sino que pasado
que está sometido á su potestad; por eso cierto tiempo vuelvan á sus poseedores,
con la autoridad de los príncipes, á quie- para que no se confundan los lotes de las
nes están sometidos los hombres, deben posesiones; y 3.° para evitar esta oonfu-
ejercerse los juicios entre los hombres é sion, que los más próximos sucedan á los
imponerse castigos á los malhechores : y muertos; el hijo en primer grado, en se-
á la potestad de las personas privadas gundo la hija, en tercero los hermanos,
competen las cosas poseídas; por cuya en cuarto los tíos, y en el quinto cuales-
razón pueden comunicar ( 2 ) entre sí so- quiera parientes. Con el mismo objeto de
bre ellas con propia autoridad, como conservar la distinción de las suertes la
comprando, vendiendo, donando y de l e y dispuso ademas 1.° que las mujeres
otros modos análogos. L a l e y pues deci- herederas se casasen con hombres de su
dió suficientemente acerca de una y otra tribu, como consta ( N u m . 3 6 ) ; 2.° que,
comunicación. D e s d e luego constituyó en algunos (conceptos) el uso de las co-
jueces, como se ve (Deut. 1 6 , 1 8 ) , esta- sas fuese común; y primeramente ( 3 ) en
blecerás jueces y maestros en todas sus cuanto al cuidado, pues se manda ( D e u t .
puertas, para que juzguen al pueblo con 2 2 , 1 ) no verás el buey y la oveja de tu

(1) Palabras que San Basilio aplica á la ley dada al pueblo no pueden llamarse propiamente conmutaciones ó cambios, no
judío, según hace constar la Glosa. mediando reciprocidad de compensación entre el donante y el
(2) Aquí todos los manuscritos y ediciones ponen contestes donatario ó agraciado.
y sin la menor discrepancia communicare , y no commutare : lo (3) Primé; pero en el códice de Alcañiz en lugar de et primó
cual justifica la preferencia á favor de la palabra communicant se encuentra communis pritít, sin duda por desliz de pluma ó
según lo espuesto en la nota 2, pág. 742; puesto que, com j se mano, aunque Madalena pretende salvar la palabra prlas in-
v e a continuación, agréganse á las compras y ventas las do- terpretándola como abreviatura de paírias ó proprle.
naciones gratuitas y otras semejantes relaciones comunes, que
CUESTIÓN C V . — A R T I C U L O I I . 74§

hermano perdidos y te pasarás de largo, se perturbase la paz ; la que no se altera


sino que los volverás á tu hermano, é entre los bien avenidos, por tomar cosas
igualmente de otras : en segundo lugar pequeñas, sino que más se confirma la
en cuanto al fruto, concediéndose co- amistad, y los hombres se acostumbran á
munmente á todos el que entrando en la cierta espontánea reciprocidad.
viña del amigo pudiesen lícitamente co- A l 2.° que la ley no estableció que las
mer ( 1 ) , con tal de no sacarlo fuera; y mujeres sucedieran en los bienes pater-
en cuanto á los pobres especialmente que nos, sino á falta de hijos varones; en
se les dejasen los manojos olvidados y los cuyo caso era necesario que se conce-
frutos y racimos remanentes, como se diera á las mujeres [el derecho de) suce-
halla (Lev. 1 9 , y Deut. 2 4 ) ; y también sión para consuelo del padre, á quien le
todos participaban igualmente de las que hubiera sido doloroso que su herencia
nacían en el sétimo año ( E x . 2 3 , y pasase totalmente á los estraños. Añadió
L e v . 2 5 ) ; 3.° determinó la ley la comu- empero la ley acerca de esto la precau-
nicación hecha por los propietarios de las ción debida, prescribiendo que las muje-
cosas, una puramente gratuita, según se res, que sucedían en la herencia paterna,
dice ( D e u t . 1 4 , 2 8 ) , al tercer año sepa- se casasen con hombres de su tribu, á fin-
rarás otro diezmo, y vendrá el levita y el de que no se confundiesen las suertes de
estranjero y el huérfano y la viuda, y co- las tribus como consta ( N u m . 3 6 ) .
merán y se saciarán; otra con recompensa A l 3.° q u e , según dice Aristóteles
de utilidad, como por medio de la venta (Polit. 1. 2 , c. 5), « la repartición regular
y de la compra, arriendo, salario, prés- » de las posesiones contribuye mucho á
tamo y ademas por el depósito ; de todos » l a conservación de la ciudad ó de la
los cuales (contratos) se encuentran dis- » nación »; por lo cual, como dice el mis-
posiciones positivas en la ley. L u e g o es mo (ibid.), en ciertas ciudades de los g e n -
notorio que la ley antigua ordenó suficien- tiles era estatuto que ninguno pudiera
temente la manera de vivir de aquel vender la posesión sino á causa de un
pueblo. daño manifiesto; porque, si se venden
A l argumento 1.° diremos q u e , según las posesiones á cada paso, puede suce-
dice el Apóstol ( R o m . 13, 8 ) , el que ama der que se acumulen entre p o c o s , y así
á su prójimo cumplió la ley; porque todos será necesario que emigren de la ciudad
los preceptos de la ley ordenados princi- ó d é l a región sus habitantes. P o r esto la
palmente al prójimo parecen tener por l e y antigua, á fin de prevenir tal contin-
objeto el que los hombres se amen mu- gencia, ordenó que por una parte se pro-
tuamente, y del amor proviene el que los veyese á las necesidades de los hombres,
hombres se comuniquen recíprocamente permitiendo vender las posesiones por
sus bienes, pues se dice ( i Joann. 3, 17): cierto tiempo, pero pasado el cual la cosa
el que viere á su hermano. tener necesidad vendida volviese al vendedor, conjurando
y le cerrase sus entrañas, ¿cómo está la así aquel peligro ; y esto lo dispuso, para
caridad de Dios en él? Por lo cual la l e y que no se confundieran las suertes, sino
procuraba acostumbrar á los hombres á que siempre quedara la misma y determi-
que fácilmente comunicasen recíproca- nada distribución entre las tribus. N o ha-
mente sus bienes, como también el A p ó s - biéndose empero sorteado las casas urba-
tol ( i Tim. 6 , 18) manda á los ricos que n a s , concedió que pudieran venderse á
den y que repartan francamente. Mas no perpetuidad, como los bienes muebles ;
es fácilmente comunicativo el que no lleva pues no se había prefijado el numero de
á bien que el prójimo tome alguna pe- casas de la ciudad, como lo estaba la
queña parte de lo suyo sin gran menos- medida de las posesiones, de la que no se
cabo propio: y por esto la ley ordenó podía esceder, y sí se podía añadir algo
que fuera permitido al que entrase en la al número de las casas de la ciudad : mas
viña del prójimo comer en ella los raci- las casas, que no estaban situadas en
mos; mas no sacarlos fuera, para no dar esta, y sí en población sin muros, no po-
ocasión á inferirle grave daño, por el cual dían venderse á perpetuidad; porque las
tales casas no se construyen sino para el
cultivo y guarda de las posesiones, por
(1) De sn fruto,
746 CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O I I .

cuya razón la ley estableció el mismo tegrar lo harían antes del año sétimo y
derecho respecto de unas y otras (1). no defraudarían á quien gratuitamente
A l 4.° que según lo dicho (al 1.°) la les prestara; y , á serles de todo punto
intención de la ley era acostumbrar con imposible, por la misma razón se les de-
sus preceptos á los hombres, á que se so- bía remitir la deuda con igual cariño que
corriesen mutuamente y sin dificultad en se les daría de nuevo por causa de su
sus necesidades, porque esto fomenta en indigencia. Acerca de los animales dados
gran manera la amistad: facilidad de so- en mutuo la ley dispuso q u e , si por ne-
correrse, que no solamente estableció so- gligencia del mutuatario se morían ó de-
bre las cosas que se donan gratuita y bilitaban en su ausencia, se le obligase á
absolutamente, sino también acerca de la restitución ; pero, si estando presente
las que se conceden en préstamo; porque y á su solícito cuidado muriesen ó que-
este socorro es más frecuente y necesario dasen estenuados, no se le obligaba á
á mayor número. Para facilitar esta sub- restituir; y menos si los tenía en alquiler
vención, estableció multitud de prescrip- por precio, porque también podrían morir
ciones : 1.° para que con facilidad se ó debilitarse en poder del mutuante, y así
prestaran recíprocamente y no se retra- en el caso de lograrse la conservación del
jeran de esto por la aproximación del animal y a reportaba algún lucro del mu-
año ¿el perdón, como c o n s t a ( D e u t . 15); tuo, y este no sería gratuito : lo cual
2.° para que no gravasen con usuras al debía observarse principalmente, cuando
que recibía el préstamo, ó también reci- los animales se alquilaban á estipendio,
biendo en prenda algunas cosas absolu- porque entonces había un precio cierto
tamente necesarias á la vida ; y en caso por el uso de los animales, y por lo mis-
de tomarlas se las devolviesen al momen- mo no debía aumentarse por la restitu-
to, pues se dice ( D e u t . 23, 19) no pres- ción de estos á no ser por negligencia de
tarás á usura á tu hermano, y (24, 6) no parte del que los guardaba ; m a s , si no
tomarás en lugar de prenda muela supe- mediaba precio en su conducción, podría
rior ó inferior de molino, porque te puso haber alguna equidad en restituir tanto
delante su propia vida, y ( E x . 22, 26), si al menos, cuanto el uso del animal muer-
recibieses de tu prójimo un vestido en to ó debilitado pudo haber producido.
prenda, se lo devolverás antes de ponerse
A l 5.° que hay esta diferencia entre el
el sol; 3.° para que no lo exigiesen im-
mutuo y el depósito, que el primero se
portunamente, por lo que se dice ( E x .
entrega en utilidad del mutuatario y el
22, 25), si dieres prestado dinero á un
depósito en utilidad del deponente ; y
pueblo pobre, que mora contigo, no le
por lo tanto se apremiaba más á alguno
apremiarás como un recaudador ; y tam-
en ciertos casos á la restitución del mu-
bién por igual razón se manda ( D e u t .
tuo que á la del depósito ; porque este
24, 10), cuando reclamares de tu prójimo
podía perderse de dos maneras: 1 . por a

alguna cosa que te debe, no entrarás en


una causa inevitable ó natural, v. g. si se
su casa para tomarle prenda, (v. 11) sino
muriese ó debilitase el animal depositado,
que te estarás fuera y él te sacará lo que
ó estrínseca, como si cayese en poder de
tuviere; ya porque la casa es el recinto
los enemigos ó fuese devorado por una
más seguro de cada cual, y por conse-
fiera, en cuyo caso sin embargo estaba
cuencia es penoso al hombre el ser inva-
obligado á presentar al dueño del animal
dido en su morada; y a también porque
lo que de este hubiera quedado ; que en
no concede al acreedor el tomar la pren-
los demás supradichos casos nada estaba
da que quisiere, sino más bien al deudor
obligado á devolver, sino únicamente á
que dé lo que menos necesitare ; 4.° es-
justificarse de la sospecha de fraude
tableció que en el sétimo año caducasen
prestando juramento; 2. podía tambiéna

todas las deudas; porque era probable


perderse el depósito por una causa evi-
que los que cómodamente pudiesen rein-
table, como por hurto; y entonces por la

(1J Entiéndase de las casas ó granjas rústicas y de las tier- sidad por venta provisional hasta un plazo prefijado por la
ras adjuntas, para cuyo cultivo y esplotacion se construían misma ley ; no en cuanto á las casas rústicas y Urbanas , res-
aquellas , y que.no podían desmembrarse de ellas por venta pecto de las cuales no era. una misma la prescripción legal,
definitiva, sino únicamente y en casos de apremiante nece- pues podían éstas venderse para siempre y aquellas no.
CUESTIÓN C V . — ARTÍCULO II.

negligencia del depositario estaba obli- se presentaban frecuentemente, y por lo


gado á la indemnización. P e r o , como se tanto no eran onerosos al pueblo.
ba dicbo (al 4.°), el que recibía en mutuo A l 8.° que en los asuntos humanos no
un animal estaba obligado á devolverlo, puede obtenerse una prueba demostrativa
aun cuando se debilitase ó muriese en su é infalible ; pero basta alguna probable
ausencia ; porque se le bacía responsable conjetura obtenida por la persuacion del
de menor negligencia que al depositario, retórico (2) : y por lo tanto, aunque sea
que no respondía sino del hurto. posible que dos ó tres testigos convengan
A l 6.° que los jornaleros, que alquilan en la mentira, no es sin embargo fácil ni
su trabajo, son pobres y buscan con sus probable que lo h a g a n ; y así es que se
servicios el cuotidiano sustento ; por cu- tiene su testimonio como verdadero y
ya razón la ley ordenó próvidamente que principalmente no vacilando en su decla-
se les pagase al momento su salario, para ración y si ademas no son sospechosos. Y ,
que no les faltase lo preciso. Pero los para procurar que los testigos no se se-
que alquilan otras cosas son ordinaria- parasen fácilmente de la verdad, la ley
mente ricos, y no necesitan el precio del estableció que fueran examinados dili-
alquiler para el sustento diario ; por lo gentísimamente, y se castigase con s e v e -
cual no hay paridad de razón. ridad á los qué resultaren embusteros,
A l 7.° que los jueces son constituidos como consta (Deut. 19). H u b o también
entre los hombres, para que decidan las alguna razón para fijar este número, y
cuestiones ambiguas, que pueden ocurrir fue la significación de la verdad infalible
acerca de la justicia ; ambigüedad que de las personas divinas, que algunas v e -
puede presentarse por dos conceptos : 1.° ces se numeran como dos, puesto que el
entre los sencillos, y para su solución Espíritu Santo es el vínculo de dos de
prescríbese ( D e u t , 16, 18) que se esta- ellas, y otras se espresan las tres, como
blecieran jueces y maestros por cada una dice San Agustín sobre aquello ( J o a n n .
de las tribus, para que juzgasen al pue- 8, 17), en nuestra ley está escrito que el
blo con justo juicio ; 2.° aun respecto de testimonio de dos hombres es verdadero
las persouas entendidas ; y así para re- (Tract. 36 in Joan);
solver esta duda la ley ordenó que todos A l 9.° que no solamente por la grave-
concurriesen á un lugar principal elegido dad de la culpa sino también por otras
por Dios, en el cual se hallasen el sumo causas se impone pena grave : 1.° por la
Sacerdote, para decidir las dudas sobre cantidad del pecado, puesto que á mayor
las ceremonias del culto divino, y el sumo pecado se debe pena más grave en igual-
juez del pueblo, para determinar las con- dad de circunstancias ; 2.° por causa de
cernientes á los juicios de los hombres ; la costumbre del pecado, porque los hom-
así como también al presente por apela- bres no se apartan de la costumbre de
ción ó en consulta pasan las causas (1) pecar sino por temor á penas graves ; 3.°
de los jueces inferiores á los superiores, por razón de la mucha concupiscencia ó
por lo cual se dice ( D e u t . 17, 8) : si tu- delectación en el pecado ; pues de estas
vieres para tí que es difícil y ambiguo no se retraen los hombres sino por graves
el juicio, y vieres que son varios los pare- penas ; 4.° por la facilidad de cometer el
ceres de los jueces fuera de tus puertas...; pecado y permanecer en é l ; porque estos
sube al lugar que escogiere el Señor tu pecados, cuando se manifiestan, deben
Dios, y te encaminarás á los sacerdotes ser más castigados para escarmiento de
del linaje de Leví y al que fuere juez en los demás. Acerca de la magnitud misma
aquel tiempo. Estos juicios ambiguos no del pecado deben considerarse cuatro

(1) Judiciales, tanto criminales como civiles ó contenciosas, de legislaciones y códigos vigentes en cada país y época y en
que, como es harto sabido, siguen su tramitación del tribunal las diferentes clases de fueros y circunstancias ; como en los
de primera instancia al de la segunda y por último al su- consejos de guerra los oficiales ó jefes militares y los jurados
premo ó inapelable , que confirma ó casa (anula) la sentencia por elección ó por turno , donde y en los casos en que rige
de los inferiores magistrados , cuyo fallo no es por lo común esta institución , á la que parece se trata de dar hoy cierta
ejecutorio sin la decisión al menos consultiva de los tribuna- preferencia respecto de la intervención de los magistrados ó
les llamados de alzada. jurisperitos, reconocidos competentes al efecto por títulos ofi-
(i) Del orador jurídico, sea abogado ó fiscal, jurado con ó cialmente académicos, como parece más seguro y conforme ó
sin estudios y profesión de jurisconsulto, según la diversidad razón y á la justicia legal.
748 tíÜESTIOÑ CV.—ARTÍCULO Ií.

grados aun respecto de un solo y mismo por la que se asignó aún mayor pena al
hecho : 1.° cuando se comete el pecado ladrón, pues se mandaba devolver cinco
involuntariamente; porque entonces si bueyes por solo u n o ; y digo esto, á me-
es del todo involuntario, se escusa to- nos que acaso el animal fuese hallado
talmente de pena ( 1 ) , porque se dice vivo en su poder, porque entonces solo
(Deut. 22, 26), la moza que es violenta- devolvía el duplo como en los demás
da en el campo, no es reo de muerte, por- hurtos, por cuanto podía presumirse que
que dio voces y ninguno acudió á li- tenía intención de restituirlo por el hecho
brarla ; y, si de algún modo fuere volun- mismo de haberlo conservado vivo : ó
tario , pero peca por debilidad, como el también puede decirse según la Glosa
que peca por pasión, el pecado es menor; (ordin. al c. 22 del É x o d o ) (2) que el
y en tal caso la pena debe disminuirse buey es útil de cinco maneras ; porque se
según la verdad del juicio, á no ser quizá inmolara, sirven de alimento sus carnes,
que por causa de utilidad común se agra- producen leche, y hasta su piel se presta
ve el castigo, para desviar á los hombres á diversos usos ; y por lo tanto se devol-
de semejantes pecados según lo dicho vían cinco por cada uno. L a oveja tam-
(poco h a ) ; 2.° cuando alguno pecó por bién proporciona cuatro ventajas; pues
ignorancia, y no obstante se le reputaba se inmola, sirve de alimento, da leche y
reo de algún modo por su negligencia en suministra su lana. A l hijo contumaz no
aprender; mas no se le castigaba por los se le quitaba la vida porque comía y be-
jueces, sino que espiaba el pecado por el bía, sino por su contumacia y rebelión, la
sacrificio, según lo que se dice (Levit. 4, que siempre era castigada de muerte, se-
27), el alma que pecare por ignorancia... gún queda dicho : y el que cogía leña en
ofrecerá una cabra sin mancha; pero sábado fue apedreado como violador de
esto debe entenderse de la ignorancia la ley, que mandaba observar el sábado
del hecho y no de la del precepto divino, en conmemoración de la fe de la crea-
que todos estaban obligados á saber ; 3.° ción ( 3 ) del mundo, según se ha dicho
cuando alguno pecaba por soberbia, esto ( C . 100, a. 5, y espec. al 2.°); de manera
e s , con segura elección y malicia cierta ; que fue muerto como infiel.
y entonces era castigado según la canti-
A l 10.° que la ley antigua impuso la
dad del d e l i t o ; 4.° cuando pecaba por
pena de muerte por los crímenes más
protervia y pertinacia, y en este caso
graves, es decir, en los que se peca con-
como rebelde y destructor del orden de
tra Dios, como por el homicidio, el secues-
la l e y debía ser muerto sin remedio. Se-
tro de personas , la irreverencia á los pa-
gún esto pues debe decirse que en la pe-
dres, el'adulterio y los incestos : mas en
na del hurto se consideraba según la l e y
el hurto de otras cosas aplicó la pena de
lo que podía suceder frecuentemente ; y
indemnización (damni); en las heridas y
así por el hurto de cosas, que fácilmente
mutilaciones la pena del t a l i o n , como
podían ser preservadas de ladrones, no
también al pecado de falso testimonio y
devolvía el ladrón sino el duplo : mas,
otras culpas menores asignó la pena de
como las ovejas no son fáciles de guardar
azotes ó de ignominia. Estableció la pena
de los ladrones, porque se apacientan en
de servidumbre en dos casos : 1.° cuando
los campos, y por lo mismo frecuente-
en el año sétimo del perdón el que era
mente acontecía el robo de ellas ; por
siervo no quería usar del beneficio de la
esta razón la l e y impuso mayor pena, la
ley recobrando su libertad, pues se le
de restituir cuatro ovejas por cada una
imponía como castigo que permaneciese
(de las robadas). A s í también se guar-
siervo para siempre; 2.°, se imponía tam-
dan más difícilmente los b u e y e s , porque
bién esta pena al ladrón, cuando no tenía
se hallan también en los c a m p o s , y no
con qué restituir, como consta ( E x . 22).
pastan reunidos como las ovejas; razón
L a ley no estableció en absoluto la pena

(1J El pecado en tal caso es meramente material, y no Estrabon, que la antigua no consignaba.
formal; es decir, pecado en el concepto de malo solo física- (3) Novilalís , es decir, en memoria de aquel primer sábado
mente sin imputabilidad moral ni reato alguno de culpa ni ó sétimo dia de la creación , en que Dios descansó de su obra
de pena, según lo ya repetidas veces manifestado y con es- según lo dicho en la 1." Parte (C. 73, a. 2), y cuando comen-
pecialidad en la nota 1 de la página 528. zaba como nuevo el mundo á existir regido por la divina Pro-
(2) La moderna impresa cita esplícltamente el nombre de videncia.
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O S II Y III. 749

d e d e s t i e r r o , p o r q u e s o l o e n a q u e l p u e b l o l a b a l at e r n e r a q u e d a b a i n c u l t o :yp o rl o
se reverenciaba al verdadero Dios, mien- tanto, para evitar ambos perjuicios, los
tras que todos los demás pueblos estaban hombres de la ciudad fácilmente denun-
corrompidos por la idolatría; por lo que, ciarían al homicida, si lo conocían; y era
si alguno bubiera sido escluido totalmente raro que no hubiese habido acerca de esto
de aquel pueblo, se le daría ocasión de algunas palabras ó reveládose algunos
i d o l a t r í a , y a s í ( i R e g . 26, 1 9 ) s i e n d d i c i i q c s . e O t a m b i é n esto se hacía para
q u e D a v i d d i j o á S a ú l : malditos i n f u n d i r son... el terror y en detestación del
los que me han arrojado hoy , para que h o m i c i d i o : p u e s p o r l a m u e r t e d e l a b e -
no habite en la heredad del Señor , di- c e r r a , q u e e s a n i m a l ú t i l y l l e n o d e f u e r z a ,
ciendo , anda, sirve á dioses ajenos : h a - p r i n c i p a l m e n t e antes q u e t r a b a j e b
bía no obstante algún destierro particu- yugo, se significaba que cualquiera que
l a r ; p o r q u e s e d i c e ( D e u t . 19) q u f e u e el s e e l a u t o r d e l h o m i c i d i o , aun c u a n
que había herido ásu prójimo sin inten- f u e s e ú t i lyf u e r t e,d e b í as e r m u e r t o, y
c i ó n y s e p r o b a b a q u e n i n g ú n odio h a b c í o na m u e r t e c r u e l , s i g n i f i c a d a p o r e l h e -
tenido contra él, acogíase áuna de las c h od e h e r i r l e e n l a c e r v i z;y q u ec o m o
ciudades de refugio, y allí permanecía vil yabyecto debía ser escluido del con-
hasta la muerte del sumo sacerdote, des- sorcio de los hombres, lo cual se daba á
pués de la cual le era permitido volver á entender dejando la becerra ya muerta
s u c a s a ; p o r q u e c o n m o t i v o d e u ne n a u p n é l u r g a - r á s p e r o é i n c u l t o , h a s t a q u e s e
d i d a u n i v e r s a l d e l p u e b l o l o s odios p u d r i ed s e l. o M í s s t i c a m e n t e e s r e p r e s e n t a d a
particulares solían aplacarse, y así los l a c a r n e d e C r i s t o p o r e s t a b e c e r r a d e l a
p a r i e n t e s d e l d i f u n t o n o _ s v ea c i a dn a c, lq u i e n n o a l b l e a v ó n e l y u g o , p o r q u e n o
tanto á matarle. cometió pecado, ni roturó la tierra con
A l 11.° q u e s e o r d e n a b a l a m u e r t e e l d a er a d o , e s d e c i r , q u e n o c o n t r a j o man-
los animales, no por alguna culpa de los c h a d e s e d i c i ó n : y e l h a c e r l a m o r i r e n
mismos, sino en castigo de los dueños, u n v a l l e i n c u l t o s i g n i f i c a b a l a m u e r t e ig-
que no habían estorbado ádichos anima- n o m i n i o s ad e C r i s t o,p o rl ac u a l s e l i m -
l e s t a l e s d a ñ o s ; p o r l o q u e s e c a s tp i i a n g a t o b d o a s l o s p e c a d o s ) y s e demuestra
más al dueño, si el buey había dado en q u e e l d i a b l o e s e l a u t o r d e l h o micidio.
embestir desde el dia anterior y prece-
dentes, en cuyo caso podía proveerse al ARTÍCULO I I I . — ¿ i o s preceptosjudi.
p e l i g r o , q u e c u a n d o d e i m p r o v i s o a c o m e - cíales fueron convenientemente establecidos
tía con las astas. O ya también e r a n con respecto á los estranjeros ?
muertos en detestación del pecado, y
para que su vista no infundiese algún l.° Parece que los preceptos judiciales
horror álos hombres. relativos álos estraños no fueron conve-
A l 12.° q u e l a r a z ó n l i t e r a l d e e s t e np r i e e - n t e m e n t e e s t a b l e c i d o s : p
c e p t o , c o m o d i c e e l R a b i n o M o Si sa é n sP ( eD du rx o ( A c t . 1 0 , 3 4 ) , verdadera-
e r r a n t . 1. 3 , c . 4 1 ) , f u e p o r q umente e f r reconozco e c u e que n t Dios e - no es acepta-
mente el matador pertenece ála c i u d a d dor de personas; mas ( v . 3 5 ) en cual-
m á s p r ó x i m a : y a s í e s q u e l a m u e r t e d e l a quiera gente, que teme á Dios y obra
t e r n e r a s e h a c í a p a r a e s p l o r a r e l h o m i c i - justicia, se agrada ( 1 ) . E s a s í q u e l o s
d i o o c u l t o ; á l o c u a l c o n c u r r í a n t r e s q uc e i rs o - n a c e p t o s á D i o s n o d e b e n s e r e s -
c u n s t a n c i a s : 1 . q u e l o c l su i md o s á d e s s au I ng l e c s i ia . La u e ng o o si n c o n v e n i e n -
a

c i t a d o s j u r a b a n n o h a b e r o m i t i d o d i l i g e n - t e m e n t e s e m a n d a ( D e u t . 23,3) q
c i a a l g u n a e n l a c u s t o d i a d e l o s c a m i n o s ; amonitas y moabitas no entrarán jamás
2. q u e , p o r c u a n t o a q u e l , á q u i e n p e r t ene - la Iglesia del Señor aun después de
a

n e c í a l a b e c e r r a , e r a p e r j u d i c a d o c o n l a la décima generación ; y p o r e l c o n t r a r i o
muerte de este animal; si el h o m i c i d a r e s p e c t o d e c i e r t a s naciones ( i b
fuese descubierto, no se diese muerte a l p r e c e p t ú a , no tengas en abominación al
a n i m a l ; 3 . q u e e l l u g a r d o n d e s e i n iduméo,porque
a
m o - es hermano tuyo; ni al

(1) Palabras proferidas por el Príncipe de los apóstoles con vina con la orden de instruirle aunque gentil, cuando aún
ocasión de instruir en la fe al centurión, que lo había llamado no habían comenzado los apóstoles á predicar el Evangelio á
con tal objeto, á la vez que él mismo recibiera inspiración di- los gentiles.
750 CUESTIÓN CV. -—ARTÍCULO III.

egipcio, porque fuiste estranjero en su Conclusión. Los preceptos judiciales


tierra. concernientes á los estranjeros en paz ó
2° L a s cosas que no están en nuestro en guerra con ellos eran justas y conve-
poder no merecen pena alguna. Pero el nientes prescripciones de la ley, reduci-
que un hombre sea eunuco ó bastardo no das á la fortaleza en los combates y la
está en su arbitrio. L u e g o se manda in- moderación en la victoria.
convenientemente ( D e u t . 23, 1 y 2) que Responderemos, que los hombres pue-
el eunuco y el hijo de ramera no entren den tener dos clases de relaciones con los
en la Iglesia del Señor. estranjeros, pacíficas ú hostiles; y en
3.° L a ley antigua mandó piadosa- cuanto á estos dos modos la ley contenía
mente que no se angustiara á los estran- preceptos convenientes."En efecto: entres
jeros ; pues se dice ( E x . 22, 21), no con- casos tenían los judíos ocasión de comu-
tristarás al estranjero ni le angustiarás; nicar pacíficamente con los estranjeros :
porque vosotros fuisteis también estran- 1.° cuando los estranjeros pasaban por su
jeros en la tierra de Egipto, y ( 2 3 , 9) territorio como peregrinos ; 2.° cuando
no serás molesto al peregrino, porque venían á su p a í s , para habitar en él como
conocéis las almas de los forasteros, pues estraños ; y en cuanto á estos dos concep-
vosotros mismos fuisteis peregrinos en la tos la ley estableció preceptos de com-
tierra de Egipto. E s así que se molesta pasión, pues se dice ( E x . 22, 21) no en-
á alguno oprimiéndole por medio de la tristecerás al estranjero, y (23, 9) no
usura. L u e g o inconvenientemente la ley molestarás al peregrino; 3.° cuando al-
permitió ( D e u t . 23) prestar á los estran- gunos estranjeros querían ser admitidos
jeros dinero á usura. totalmente en su sociedad y rito, y en
4.° M u c h o más se asemejan á nosotros esto se guardaba cierto orden; porque no
los hombres que los árboles; y á los que eran recibidos desde luego como ciuda-
nos son más próximos debemos mayor danos, como asimismo entre ciertas na-
afecto, y mayores demostraciones de ca- ciones gentílicas estaba mandado que no
riño, según aquello (Eccli. 13, 19), todo se reputasen ciudadanos sino los que ya
animal ama á su semejante, y así todo lo fueran desde el abuelo ó bisabuelo, se-
hombre á su prójimo. L u e g o inconve- gún dice Aristóteles (Polit. 1. 3, c. l ) ; y
nientemente el Señor (Deut. 20) man- esto porque, si los estranjeros recien ve-
dó matar todos los habitantes de las ciu- nidos fuesen admitidos desde luego, para
dades tomadas al e n e m i g o , y que sin tratar de asuntos interesantes al pueblo,
embargo no cortasen los árboles fru- pudieran sobrevenir muchos peligros, pues
tales. los estranjeros no teniendo todavía un
amor firme al bien público podían co-
5.° L a virtud requiere que cada cual
meter algún atentado contra el pueblo.
prefiera el bien común al bien privado; y
Por lo cual la ley estableció que de cier-
en la guerra emprendida con los enemigos
tas naciones, que tenían alguna afinidad
se busca el bien común : luego se manda
con los judíos, como los egipcios, entre
inconvenientemente ( D e u t . 20) que en el
los cuales habían nacido y sido educa-
momento inminente de la batalla se vuel-
dos, y los iduméos hijos (1) de Esau, her-
van algunos á su casa, como el que ha
mano de J a c o b , fueran recibidos en su
edificado casa nueva, el que plantó una
sociedad en la tercera generación; pero
viña, ó el que tiene dados esponsales.
que otros á causa de su anterior hostili-
6.° Nadie debe sacar provecho de la dad para con ellos, como los amonitas y
culpa. P e r o el ser un hombre cobarde y moabitas, jamas fueran admitidos al trato
tímido de corazón es culpable, porque es con el pueblo : y que los amalecitas, que
contrario ala virtud de la fortaleza. L u e g o más se les habían resistido y no tenían
inconvenientemente se esceptuaban de la relación alguna de parentesco con ellos,
fatiga de la batalla los cobardes y tímidos fuesen mirados como enemigos perpetuos,
de corazón. pues se dice ( E x . 17, 16), guerra de
Por el contrario, la divina Sabiduría Dios contra Amalee de generación en
dice ( P r o v . 8 , 8), justas son todas mis
razones, no hay en ellas cosa mala ni de-
pravada. (1) Descendientes en línea recta.
CUESTIÓN CV. — A R T Í C U L O III. 751

generación.—Igualmente respecto de las jeres, á las cuales no compete propia-


comunicaciones en casos de guerra con los mente ser ciudadanos.
estranjeros la ley dictó preceptos conve- A l 2.° que, como dice Aristóteles
nientes, disponiendo 1.° que se iniciara (Polit. 1. 3, c. 3), alguno puede llamarse
guerra justa, pues se manda ( D e u t . 20) ciudadano de dos modos, 1.° completa-
q u e , cuando se acercasen á combatir una mente (simpliciter) y 2.° en parte (se-
ciudad, la brindasen antes con la paz ; 2.° cundum quid) : completamente es ciuda-
que una vez comenzada la guerra la prosi- dano el que puede hacer lo que es propio
guiesen enérgicamente, poniendo en Dios de los ciudadanos, como dar consejo ó
su confianza; y , para que esto se obser- juzgar en el pueblo; y en parte cual-
vase mejor, mandó que en el momento de quiera que habita en la ciudad, aun las
lanzarse al combate, el sacerdote los con- personas viles y los niños y los ancianos,
fortase prometiéndoles el auxilio de Dios; que no son idóneos para poder intervenir
3.° que fueran removidos los obstáculos en las cosas que pertenecen al común.
del combate, mandando á su casa á los A s í pues los espurios á causa de la vi-
que pudieran servir de impedimento; leza de su origen se escluían de la I g l e -
4.° que usasen moderadamente de la vic- sia, esto e s , del gremio del pueblo hasta
toria, perdonando á las mujeres y á los la décima generación; como también los
niños, y también que no destruyesen los eunucos, á quienes no podía competer el
árboles frutales del país. honor debido á los padres, y principal-
A l argumento 1.° diremos, que la ley mente en el pueblo de los judíos, en el
no escluyó á los hombres de ninguna na- cual se conservaba el culto de Dios por
ción del culto de Dios y de las cosas que la generación de la carne; pues aun entre
pertenecen á la salvación del alma; por- los gentiles los que engendraran muchos
que se dice ( E x . 1 2 , 4 8 ) , si alguno de los hijos eran honrados con alguna insigne
estranjeros quisiere pasar á vuestra po- distinción, como dice el Filósofo (Polit.
blación, y celebrar la Pascua del Señor; 1. 2, c. 7). Sin embargo en cuanto á las
será circuncidado antes todo lo mascu- cosas que pertenecían á la gracia de D i o s
lino de él, y entonces la celebrará legíti- no eran separados los eunucos, como ni
mamente y será, como el natural de la los estranjeros, según queda dicho (al 1.°);
tierra. Pero en las cosas temporales en porque se lee ( I s . 56, 3), no diga el hijo
cuanto á las que pertenecían á la comu- del advenedizo, que se une al Señor, di-
nidad del pueblo no era admitido cual- ciendo : el Señor con su división me se-
quiera inmediatamente por la razón antes parará de su pueblo; y no diga el eunuco:
dicha, sino algunas en la tercera genera- hé aquí que soy un leño seco.
ción, es decir, los egipcios é iduméos, y A l 3.° que el recibir usura de los es-
otros eran escluidos perpetuamente en traños no era conforme á la intención de
detestación de la culpa pasada, como los la l e y ; sino por cierta tolerancia á causa
moabitas, amonitas y amalecitas : porque, de la inclinación de los judíos á la avari-
así como se castiga á un hombre por el cia, y para que fuesen más pacíficas sus
pecado que ha cometido, para que vién- relaciones con los estraños, de quienes
dolo los otros teman y desistan de pecar; percibían lucro.
igualmente por algún pecado una nación A l 4.° que acerca de las ciudades de
ó ciudad puede ser castigada, para que los enemigos se hacía cierta distinción.
otros se abstengan de semejante pecado. U n a s estaban distantes y no eran del nú-
Sin embargo podía alguno por dispensa mero de las que les habian sido prometi-
ser admitido en el gremio del pueblo á d a s ; y en tales ciudades tomadas por
consecuencia de algún acto de virtud, asalto se daba muerte á los varones, que
cómo se dice (Judith, 14, 6),que Achior habían peleado contra el pueblo de Dios,
jefe de los hijos de Ammon fue incorpo- siendo perdonadas las mujeres y los pár-
rado al pueblo de Israel y toda la des- vulos : pero en las ciudades vecinas, que
cendencia de su linaje, é igualmente R u t h les habían sido prometidas, tenían orden
moabita, que era mujer de virtud: aun- de matar á todos por sus iniquidades an-
que puede decirse que aquella prohibición teriores, para cuyo castigo el Señor en-
se estendía á los varones, y no á las mu- viaba al pueblo de Israel como ejecutor
752 CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O S III Y IV.

de su divina justicia; pues se dice (Deut. mente se manda ( D e u t . 2 3 , 1 5 ) , al es-


9 , 5 ) , porque ellas procedieron impía- clavo, que se refugiare á tí, no le entre-
mente, al entrar tú, han sido destruidas. gues á su señor.
S e mandaba conservar los árboles fruta- 3.° L a ley divina debe escitar más á
les en utilidad del mismo pueblo, á cuya la misericordia que lo hace la ley huma-
dominación había de sujetarse la ciudad n a ; mas según las leyes humanas son
y su territorio. castigados gravemente los que con de-
A l 5.° que se dispensaba del combate masiada aspereza maltratan á sus siervos
al que había edificado casa nueva ó plan- ó siervas; y la más áspera aflicción pa-
tado viña ó dado esponsales por dos mo- rece ser la de que se sigue la muerte : por
tivos : 1.° porque el hombre suele amar lo cual malamente se estatuye ( E x . 2 1 ,
más las cosas que posee de nuevo ó que 20 y 2 1 ) que el que hiriere á su siervo ó
está próximo á tener, y en su consecuen- sierva con palo, si sobreviviese un dia,
cia temer la pérdida de ellas ; por lo cual no quedará sujeto á pena, porque dinero
era probable que por tal amor temiesen suyo es.
más la muerte, y así fueran menos esfor- 4.° Diversa es la autoridad del señor
zados para pelear; 2.° porque, como dice sobre el siervo de la del padre con res-
Aristóteles ( P h y s . 1. 2 , t. 3 6 ) , «se con- pecto al hijo, como se dice (Polit. 1. 1,
» sidera como un infortunio, cuando al- c. 4 , y 1. 3 , c. 4). Perteneciendo pues al
y> guno está cerca de poseer algún bien, si dominio del señor con respecto á su siervo
» después se halla impedido de alcanzar- el que pueda uno vender su siervo ó sier-
l o » : y así, para que los parientes que v a , inconvenientemente permitió la ley
les sobreviviesen no se contristasen más que alguno vendiese á su hija como criada
por la muerte de los tales, que no pudie- ó sierva.
ron entrar en posesión de los bienes que 5.° E l padre tiene potestad sobre su
les estaban preparados y aun el pueblo hijo ; é incumbe al que tiene potestad so-
se horrorizase ante tal consideración; po- bre el que peca el castigar sus escesos:
níanse estos hombres al abrigo del peli- luego es inconveniente lo que se manda
gro de muerte alejándolos del combate. (Deut. 21) que el padre lleve á su hijo
A l 6.° que los tímidos se enviaban á ante los más ancianos de la ciudad, para
su casa, no para que ellos mismos por castigarle.
e s t o ' consiguiesen ventaja, sino á fin de 6.° E l Señor prohibió ( D e u t . 7) los
que al pueblo no resultase perjuicio de su casamientos con esti-anjeros, y aun (man-
presencia, incitados otros también por su dó ) disolver los ya efectuados, como se ve
temor y huida á temer y huir á su vez. ( i Ésdr. 10, 19). L u e g o es inconveniente
( D e u t . 2 1 ) concederles que pudieran ca-
A R T Í C U L O I V . — ¿ La ley antigua esta- sarse con las cautivas estranjeras.
bleció convenientemente preceptos sobre l a s 7.° E l Señor ordena evitar los casa-
personas de la familia,? mientos dentro de ciertos grados de con-
sanguinidad y afinidad, como consta
l.° Parece que la ley antigua formuló ( L e v . 18). L u e g o inconvenientemente se
inconvenientemente preceptos acerca de manda (Deut. 25) al hermano del que
las personas domésticas: porque « el sier- muriera sin hijos tomar por esposa á su
» v o , tal cual e s , es de su señor», como viuda.
dice ( P o l i t . 1. 1 , c. 3 y 4 ) el Filósofo; 8.° A s í como entre marido y mujer
y lo que es de alguno debe pertenecerle hay gran familiaridad, también debe exis-
siempre. L u e g o inconvenientemente mari- tir una fe firmísima. Mas esto no puede
dó la ley ( E x . 2 1 ) que se diera libertad tener lugar, si fuese disoluble el matri-
á los siervos en el año sétimo. monio. L u e g o el Señor no debió permitir
2.° A s í como un animal, tal como el ( D e u t . 2 4 ) que alguno pudiese despedir
asno ó el buey, es posesión de su dueño; á su mujer dándola un libelo de repudio,
lo es también el siervo. P e r o acerca de y que en adelante no pudiera volver á
los animales se prescribe ( D e u t . 2 2 ) que tomarla.
se restituyan á sus dueños, cuando se los 9.° A s í como la mujer puede faltar á
encuentren sueltos. L u e g o inconveniente- la fidelidad á su marido, igualmente el
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O IV. 753

siervo á su señor y el hijo al padre. Pero, la sierva, con quien el dueño se casase.
para averiguar la injuria del siervo á su Dispuso también especialmente acerca de
señor ó del hijo á su padre no se institu- los siervos que eran del pueblo que salie-
y ó en la ley sacrificio alguno. L u e g o pa- sen libres al sétimo año con cuanto ha-
rece supérfluo instituir el sacrificio de ze- bían aportado, como consta ( E x . 21), y
lotipia, para averiguar el adulterio de la ademas ( D e u t . 15) que se les dé lo ne-
mujer ( Ñ u m . 5). P o r consiguiente los cesario para el viaje. Acerca de las mu-
preceptos judiciales acerca de las perso- j e r e s , prescríbese en la ley en cuanto al
nas de la familia parecen haber sido dic- casamiento que se casen con las mujeres
tados de un modo inconveniente. de su tribu, como se espresa ( N u m . 3 6 ) ,
Por el contrario, dícese ( P s . 18, 10): y esto para que no se confundan las suer-
los juicios del Señor verdaderos ¡justifi- tes de las tribus, y que el hermano del
cados en sí mismos. que muere sin hijos se case con la viuda
Conclusión. La antigua ley dictó pre- ( D e u t . 25), con el fin de que el que no
ceptos judiciales muy convenientes para ha podido tener sucesores según el origen
la buena organización de la familia bajo de la carne, los tenga siquiera por cierta
el triple aspecto de las relaciones domés- adopción ; y así no se borre por comple-
ticas entre señor y siervo, marido y es- to la memoria del difunto : y prohibió
posa y padres é hijos. también unirse en matrimonio á ciertas
Responderemos, que la relación de las' personas, como á las estranjeras por el
personas de la familia entre sí, como se peligro de seducción, y á las consanguí-
dice (Polit. 1. 1, c. 1 ) , se funda en los neas por la reverencia natural que les es
hechos cuotidianos, que tienen por ob- debida. Determinó asimismo cómo debían
jeto las necesidades de la vida ; y la ser tratadas las mujeres ya casadas, qué
vida del hombre se conserva de dos ma- no se las infamase lijeramente, por lo que
neras : 1. por relación al individuo , es
a se manda castigar á quien falsamente i m -
decir, según que el hombre vive en el puta á su mujer algún crimen, como se ve
mismo numéricamente ; y para la con- ( D e u t . 22 ) ; y también que por causa del
servación de la tal vida (1) halla el hom- odio de la mujer el hijo no esperimentase
bre el recurso en los bienes esteriores, perjuicio ( Deut. 21); ni afligiese á la mu-
por medio de los cuales se proporciona el jer por odio, sino que antes bien la repu-
alimento, el vestido y demás necesario á diara dándola un libelo escrito, según se
la vida, para cuya administración nece- lee (Deut. 24) : y aun, para que desde el
sita de siervos ; 2. la vida se conserva
a principio sea más íntimo el amor entre
según la especie por medio de la gene- los c ó n y u g e s , se manda que al recien
ración, para la cual necesita de la mujer, casado no se le imponga carga alguna
de quien engendre al hijo. A s í pues en de pública necesidad, para que libremen-
la vida común doméstica hay tres combi- te pueda congratularse con su esposa.
naciones: del señor con el siervo, del Respecto de los hijos dispone que los pa-
marido con la mujer y del padre con el dres los eduquen é instruyan en la fe,
hijo ; y en cuanto á todas tres la ley an- por lo cual se dice ( E x . 12, 2 6 ) , cuan-
tigua dictó preceptos convenientes. E n do os pregunten vuestros hijos: ¿qué re-
efecto : en cuanto á los siervos ordenó ligión es esta? les responderéis : es la
que se les tratara con consideración, y a en víctima del pan del Señor; y que ademas
lo concerniente á los servicios, que no se formen en ellos las buenas costumbres, y
les molestase con inmoderados trabajos, así ( D e u t . 2 1 , 2 0 ) los padres deben
según se lee ( D e u t . 5, 14) que el Señor decir : desprecia oir nuestras amonesta-
mandó que en el dia del sábado descan- ciones, pasa la vida en glotonerías, y
sasen el siervo y la sierva, como también en disoluciones y convites.
tú; y a en orden á la imposición de casti-
g o s , pues impuso á los mutiladores de A l argumento 1.° diremos q u e , como
sus siervos que les diesen la libertad, los hijos de Israel habían sido librados de
como consta ( E x . 2 1 ) ; é igualmente á la esclavitud y constituidos por esto en la
divina servidumbre, no quiso el Señor
que fuesen perpetuamente siervos, por lo
(1) Individual, ó conservación del individuo. que se dice ( L e v . 2 5 , 39) : si tu herma-
SUMA TEOLÓGICA.— TOMO I I . 48
754 CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O IV.

no obligado de la pobreza se vendiese á tí, á su hijo, sino también á sí mismo podía


no le oprimirás con servidumbre de escla- alguno venderse, más bien como merce-
vos, sino que le tendrás como un jorna- nario que como siervo, según aquello
lero y como un colono ; porque siervos (Levit. 2 5 , 3 9 ) : si tu hermano obliga-
mios son y yo los saqué de la tierra de do de pobreza se vendiere á tí, no le opri-
Egipto, no sean vendidos en calidad de mirás con servidumbre de esclavos , sino
esclavos; y por-eso, como no eran sier- que será como el jornalero y el colono.
vos en absoluto sino parcialmente, se les Al 5.° que, como dice Aristóteles
devolvía la libertad pasado cierto tiempo. (Ethic. 1. 1 0 , c. últ.), la autoridad
Al 2.° que aquel mandato se entiende paterna tiene solo la potestad de amo-
del siervo, á quien su dueño busca para nestar, mas no la fuerza coactiva, por
matarle ó para algún ministerio de pe- la que los rebeldes y contumaces pueden
cado. ser reprimidos ; y por lo tanto en este
Al 3.° que acerca de las lesiones infe- caso la ley mandaba que el hijo contu-
ridas á los siervos la ley parece baber maz fuese castigado por los jefes de la
considerado si eran ciertas ó inciertas : ciudad.
porque si era cierta la lesión, la ley asig- Al 6.° que, el Señor prohibió el matri-
nó pena, por mutilación del siervo el per- monio con estranjeras por el peligro de
derlo (su dueño) dándole libertad, y por ,1a seducción, para que no les indujeran á
su muerte la de homicidio, si el siervo su- la idolatría ; y especialmente prohibió
cumbía en manos del señor que le azota- esto acerca de las naciones vecinas, de
ba ; pero, si la lesión no era cierta, sino quienes era más probable que conserva-
que tenía alguna apariencia de tal, la ley sen sus ritos. Pero, si alguna quería aban-
no le imponía pena alguna, tratándose de donar la idolatría y aceptar el culto de
su propio siervo, v. gr. cuando golpeado la ley, podía casarse como se sabe de
el siervo no moría en el instante, sino Ruth, á quien tomó por esposa Booz, por
después de algunos dias, porque era in- lo cual habia,dicho ella á su suegra : tu
cierto el que hubiese muerto de resulta pueblo será mi pueblo, y tu Dios será
de lo's golpes : porque, si hubiera golpea- mi Dios ( Ruth, 1 , 1 6 ) : así es que no
do á un hombre libre de modo que no se permitía tomar por mujer á una cau-
muriese instantáneamente, sino que podía tiva sino rayéndose antes el cabello, cor-
andar apoyado en su báculo, no era reo tadas las uñas y dejado el traje que tenía
de homicidio el que le había maltratado, cuando fue hecha cautiva, y llorado á su
aunque muriese después; pero estaba obli- padre y madre, significándose en esto el
gado á satisfacer los gastos invertidos por perpetuo abandono de la idolatría.
el herido, para pagar á los médicos. Mas Al 7.° que, como dice el Crisóstomo
esto no tenía lugar con el siervo propio; ( Super Matth. hom. 49 ) , « siendo la
porque todo lo que el siervo poseía, in- »muerte un mal inconsolable entre los
clusa su misma persona, era cierta pose- » judíos, que todo lo hacían por la vida
sión de su dueño, y por lo tanto se asigna » presente, fue establecido que al difunto
como causa de que no estuviera sometido »le naciese hijo de su hermano, lo cual
el dueño á la pena pecuniaria, el que es » era cierto lenitivo de la muerte J>: mas
dinero suyo. solamente al hermano ó al pariente más
Al 4.° que según lo dicho (al 1.°) nin- próximo y no á otro se mandaba que se
gún judío podía poseer á otro judío á tí- desposase con la viuda delfinado;porque
tulo de siervo en absoluto ; sino que era de otra manera no se consideraría el hijo
siervo circunstancialmente, como el mer- nacido de esta unión como hijo del que
cenario está como asalariado por tiem- murió, y ademas no tendría así necesidad
po, y bajo este concepto la ley permitía el estraño de consolidar la casa del fina-
que alguno obligado por la pobreza ven- do, como el hermano, quien aun por su
diese al hijo ó hija, como se desprende parentesco era justo que lo hiciese. De
de las palabras de la ley misma ; pues donde resulta que el hermano, tomando
dice,A¿ alguno vendiere á su hija como por mujer á la de su hermano, represen-
esclava, no saldrá como han solido salir taba la persona del finado.
las siervos. De este mismo modo, no solo Al ti. que la ley permitió el repudio
0
CUESTIÓN C V . — A R T Í C U L O IV. 755

de la mujer, no porque fuese justo en ab- que el ojo del adúltero está acechando la
soluto ( 1 ) , sino por causa de la dureza oscuridad, como se dice ( J o b . 2 4 , 15 ).
de los judíos, como dice el Señor ( M a t t b . N o hay empero semejanza de razón del
1 9 ) ; mas de esto se tratará oportuna- hijo al padre, ó del hijo al Señor; porque
mente y con más amplitud, cuando hable- tal infidelidad no procede de semejante
mos sobre el matrimonio ( 2 ) . ' deseo de la delectación, sino más bien de
A l 9.° que las mujeres quebrantan la la malicia, que no puede ocultarse como
fe del matrimonio por el adulterio y con la infidelidad de la mujer adúltera.
facilidad por su deleite y con reserva, por-

CUESTIÓN CYL.

De la ley evangélica, que se llama ley nueva.

Pasando á examinar á continuación la ley del Evangelio, que se denomina ley nueva, trataremos 1."
de d i c h a ley en sí m i s m a ; 2." de su comparación con la ley a n t i g u a ; 3.° de las cosas que se contienen
en la ley nueva. Acerca de lo 1.° investigaremos cuatro p u n t o s : l.° Cómo e s ? es decir, h a sido escrita
ó inspirada? — 2." Su virtud justifica? — 3." En cuanto á su principio, debió d a r s e d e s d e el principio
del mundo ? — 4.° Respecto de su t é r m i n o , d u r a r á hasta el fin, ó deberá sucedería otra ley?

ARTÍCULO I . — La ley nueva e s u n a profetas. L u e g o la l e y nueva no es l e y


ley escrita? infusa.
Por el contrario: la ley nueva es la
l.° Parece que la l e y nueva es una l e y l e y del nuevo Testamento. M a s esta l e y
escrita: porque la l e y nueva es el mismo está impresa en el corazón ; porque el
E v a n g e l i o , y el Evangelio está escrito Apóstol (Hebr. 8 , 8 ) citando el testimo-
(Joann. 2 0 , 3 1 ) : mas esto ha sido escrito, nio consignado (Jerem. 3 1 ) , hé aquí que
para que creáis. L u e g o la l e y nueva es vendrán dias, dice el Señor, en que con-
ley escrita. sumaré sobre la casa de Israel y sobre la
2.° L a ley infusa es la ley natural se- casa de Judá un Testamento nuevo, y
gún aquello ( R o m . 2 , 1 4 ) , naturalmente esponiendo qué es este Testamento, dice
las cosas que son de ley las hacen los que ( v . 1 0 ) : porque este es el Testamento
tienen la obra de la ley escrita en sus co- que ordenaré á la casa de Israel,
razones ( 3 ) . Si pues la l e y del E v a n g e - dando mis leyes en la mente de ellos, y
lio fuese l e y infusa, no se diferenciaría las escribiré sobre sus corazones. L u e g o
de la ley de la naturaleza. la ley nueva es l e y infusa.
3.° L a l e y del Evangelio es propia de Conclusión. La ley nueva es princi-
los que viven en el estado del nuevo T e s - palmente la misma gracia del Espíritu
tamento. Pero la ley infusa es común Santo, infusa en los corazones de los fie-
tanto á los comprendidos en el nuevo les ; pero secundariamente es ley escrita,
Testamento como á los del antiguo; pues por cuanto en ella se dicta lo concerniente
se dice ( S a p . 7 , 2 7 ) que la divina sabi- á disponerse para adquirir y usar bien
duría se difunde por las naciones en las de la misma gracia.
almas santas, forma amigos de Dios y Responderemos, que « cada cosa pare-

(O Como pretendían los. escribas y fariseos, á quienes re- {2J Véase la C. 67 del Suplemento á la 3. Parte, donde
a

convenía Jesucristo de interpretar como prescripcionesjustas efectivamente se suple lo que el Santo no pudo concluir pre-
de la ley ciertas simples permisiones ó connivencias con la venido por la muerte, tomándolo de sus Comentarios á las
debilidad de los judíos en general, cuales eran las de tolerar- Sentencias. t

les dar libelo de repudio á sus mujeres y percibir usuras de (3} Dícese empero en otra parte que no tienen ley, por cuanto
los estranjeros, según más claramente se espone en la C. IOS, no les fuera dictada por escrito, como á los judíos se dio la de
a. 3, al 2.» Moisés.
756 CUESTIÓN C V I . — A R T Í C U L O S I Y II.

ce ser aquello que en ella es lo más predo- positiva, ya como ordenativa al uso de
minante», como dice Aristóteles (Ethic. esta gracia; como dispositiva en cuanto
1. 9, c. 4 ) ; y lo más importante en la ley al entendimiento por la fe, por la cual se
del nuevo Testamento, y en lo que con- da la gracia del Espíritu Santo, se con-
siste toda su virtud es la gracia del Es- tienen en el Evangelio las cosas que per-
píritu Santo, que se da por la fe de Cristo; tenecen á la manifestación de la divinidad
por cuya razón principalmente la ley ó la humanidad de Cristo; pero relativa-
nueva es la misma gracia del Espíritu mente al afecto las que pertenecen al
Santo, que se da á los fieles de Cristo: desprecio del mundo, por el cual se hace
lo cual manifiestamente consta por el el hombre capaz de la gracia del Espí-
Apóstol, quien (Rom. 3 , 2 7 ) dice: ritu Santo: porque el mundo, esto es,
¿Dónde está pues el motivo de tu gloria? los amadores del mundo no pueden re-
escluida está. ¿Por qué ley? de las obras? cibir al Espíritu Santo, como consta
no; sino por la ley de la fe; porque llama (Joann. 14). El uso de la gracia espiri-
ley á la misma gracia de la fe; y más es- tual consiste en las obras de las virtudes,
presamente (Rom. 8 , 2) se dice : la ley á las que exhorta á los hombres en mul-
del espíritu de vida en Jesucristo me li- titud de pasajes la Escritura del nuevo
bró de la ley del pecado y de la muerte. Testamento.
Conforme á esto dice San Agustín (lib. Al 2.° que usa cosa es infundida al
De spiritu et littera, c. 17 y 2 6 ) que, hombre de dos modos : 1.° como pertene-
& así como la ley de las obras fue escrita ciente á la naturaleza humana, y así la
» en tablas de piedra, igualmente la ley ley natural es ley infusa en el hombre (2);
» de la fe se escribió en los corazones de 2." como sobreañadida á la naturaleza por
» los fieles », y en otro lugar (ibid. c. 21): don de gracia , y de esta manera la ley
» cuáles son las leyes de Dios escritas nueva está infusa en el hombre ( 3 ) , no
» por el mismo Dios en los corazones, solo indicando lo que debe hacer, sino
» sino la presencia misma del Espíritu ayudando también á cumplirlo (4).
» Santo?» La ley nueva contiene no obs-
tante ciertas cosas como dispositivas á Al 3.° que nadie tuvo jamás la gracia
la gracia del Espíritu Santo y pertene-
del Espíritu Santo, sino por la fe de
cientes al uso de esta gracia, que son
Cristo esplícita ó implícita; y por la fe
como secundarias en la nueva ley, acerca
de Cristo pertenece el hombre al nuevo
de las cuales convino fuesen instruidos Testamento: por consiguiente todos aque-
los fieles de Cristo por la palabra y por llos, á quienes fue infundida la ley de gra-
la escritura, tanto sobre lo que deben cia, pertenecían por esto al nuevo Tes-
creer como acerca de lo que debe ha- tamento.
cerse. Por cuya razón debe decirse que
la ley nueva es principalmente ley in- ARTÍCULO II. — i a ley n u e v a j u s t i -
fusa ( 1 ) y secundariamente es ley es- H c a ? (o)
crita.
1.° Parece que la ley nueva no justi-
Al argumento 1.° diremos , que en la fica : porque nadie es justificado, si no
Escritura del Evangelio no se contienen obedece á la ley de Dios, según aquello
sino aquellas cosas que pertenecen á la (Hebr. 5 , 9 ) , f u e hecho (Cristo) autor
gracia del Espíritu Santo, ya como dis- de la salud eterna para todos los que le

(1) Aunque de diverso modo que la ley natural, según se por inspiración estraordinaria están ya en vías de ser de
esplicafal 2.°). hecho inscritos en el gremio de los fieles y pertenecen á la
(2) En todo hombre sin escepcion de los gentiles, como d o - Iglesia, á lo menos en el afecto y espíritu por su disposición
tados de la luz de la razón natural, por la que todos conoce- á ingresar en su seno.
mos los principios eternos de la ley natural, como el deber de (4) Es dogma de fe declarado espresamente por el concilio
obrar siempre bien y evitarlo moralmente malo. de Milevi ( can. 5 ) , que anatematiza á quien dijere que « la
(3) Ilustrado por la fe ó convertido á ella , por la cual no a gracia de Dios , con la que somos justificados por nuestro
solo conoce perfectamente sus deberes aun como cristiano ó » señor Jesucristo, solo sirve para la remisión de los pecados
discípulo y seguidor de Cristo, sino que recibe auxilios sobre- n ya cometidos, y no ademas de preservativo para no incurrir
naturales de gracia para comenzar á cumplirlos y obtener por » en ellos » .
su constante fidelidad á la ley evangélica su eterna salvación (5) La respuesta no puede menos de ser afirmativa en el 1.°
cooperando á esa misma gracia , como esplica también San y principal concepto de la nueva ley consignado en la Conclu-
Agustín (De splr. el lia. c. 26); por lo que en este 2.° concepto sión del precedente a. 1.°; pero negativa en el 2. , como se
u

se concreta á los cristianos y á los que por la predicación ó hace constar en el 2.° miembro de la del presente.
CUESTIÓN CVI. ARTÍCULO ií. 751

obedecen. E s así que el Evangelio no pertenece á la ley del Evangelio secun-


siempre produce el efecto de que los dariamente, y comprende las enseñanzas
hombres le obedezcan, pues se dice (Rom. de la fe y los preceptos que ordenan el
10, 1 6 ) , no todos obedecen al Evangelio. afecto del hombre y los actos humanos;
L u e g o la l e y nueva no justifica. y en cuanto á esto la ley nueva no justi-
2.° E l Apóstol demuestra (Rom.) que fica, según lo que dice el Apóstol ( u
la ley antigua no justificaba, puesto que Cor. 3, 6), la letra mata, mas el espíritu
á su aparición creció la prevaricación, y vivifica; y San Agustín espone (ibid.
se dice ( R o m . 4 , 1 5 ) , la ley obra ira; c. 14 y 1 7 ) que por la letra se entiende
puesto que donde no hay ley tampoco pre- cualquiera escritura existente fuera de
varicación. Pero mucho más la ley nueva los hombres, aun de los preceptos mora-
acreció la prevaricación ; porque es dig- l e s , cuales se contienen en el Evangelio:
no de mayor pena el que después de dada y por lo tanto aun la letra del Evangelio
la ley nueva peca todavía, según aquello mataría, si no se la uniese interiormente
(Hebr. 10, 28 y 29), si alguno quebranta la gracia de la fe, que sana (1).
la ley de Moisés, siéndole probado con dos A l argumento 1.° diremos, que aquella
ó tres testigos , muere sin misericordia objeción procede sobre la ley n u e v a , no
alguna; ¿pues cuánto mayores tormentos en cuanto á lo que en ella es lo principal,
creéis merece el que hollare al Hijo de sino en cuanto á lo secundario, es decir, en
Dios ? L u e g o la ley nueva no justifica, cuanto á los documentos y preceptos
como tampoco la antigua. transmitidos al hombre esteriormente por
3.° Justificar es efecto propio de Dios, escrito ó de palabra.
pues ( R o m . 8, 3 3 ) Dios es el que justi- A l 2.° que la gracia del nuevo Testa-
fica. E s así que la l e y antigua provino de m e n t o , aunque ayuda al hombre para
D i o s , lo mismo que la ley nueva. L u e g o evitar el p e c a d o , no le confirma sin em-
esta no justifica más que aquella. bargo en el b i e n , de modo que no pueda
Por el c o n t r a r i o , dice el Apóstol pecar, porque esto pertenece al estado de
( R o m . 1 , 1 6 ) , no me avergüenzo del gloria ; y por lo tanto, si alguno después
Evangelio, que es virtud de Dios para de recibida la gracia del nuevo Testa-
salud de todo el que cree ; mas no hay mento p e c a r e , es digno de mayor pena,
salud sino para los justificados : luego la como ingrato á mayores beneficios y por
ley evangélica justifica. no usar del auxilio concedido: mas no se
Conclusión. La ley evangélica [ 1 ] , en dice por esto que la ley nueva obra la ira;
cuanto es la gracia misma del Espíritu porque, en cuanto es de sí misma, presta
Santo según su principal concepto, jus- un auxilio suficiente para no pecar.
tifica; mas [ 2 ] por lo que de ella se con- A l 3.° que un solo Dios dio la l e y an-
signa por escrito y con abstracción de la tigua y la nueva , pero de diferente ma-
gracia interior adjunta, no solo no justi- nera la una que la otra; porque la anti-
fica por sí sola, sino que literalmente to- gua dióla escrita en tablas de piedra, y
mada puede matar. la nueva escrita en las tablas carnales
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho del corazón, como dice el Apóstol ( n
( a . 1, y al 1.°) dos cosas pertenecen al Cor. 3 ) . Por lo tanto según San A g u s -
Evangelio : una principalmente, que es tín (lib. D e spir. e t l i t t . c. 16) « e l A p ó s -
la misma gracia del Espíritu Santo co- » tol llama á esa letra escrita fuera del
municada- interiormente, y en cuanto á »hombre instrumento de muerte y de
esto la ley nueva justifica ; por lo cual i> condenación ; mientras que á la del
dice San Agustín (lib. D e spiritu et litte- » nuevo Testamento llámala instrumento
ra, c. 17 ) : « a l l í , en el antiguo Testa- » de espíritu y de justicia, puesto que por
D mentó, la l e y se consignó esteriormente » el don del Espíritu Santo obramos la
» para aterrar á los injustos ; aquí, en el ajusticia y nos libramos de la condena-
» nuevo Testamento, ha sido dada inte- » cion de la prevaricación».
» riormente para justificarnos » ; la otra

(i) Débese tener en cuenta,acerca de esto que según la gracia habitual justifica formalmente , mas la actual lo hace
doctrina católica unánimemente enseñada por los Doctores la efectivamente.
758 CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULO I I I .

ARTÍCULO I I I . — m ley n u e v a Cristo removiese el impedimento del pe-


debió
darse desde e l principio del mundo ? cado.
R e s p o n d e r e m o s , que pueden asig-
l.° Parece que la l e y nueva debió narse tres razones, para probar que la ley
darse al principio del mundo: porque no nueva no debió darse al principio del
hay acepción de personas ante Dios, como mundo. 1. Porque la l e y n u e v a , según
a

se dice ( R o m . 2 , 1 1 ) ; y todos los hombres se ha dicho (a. 1 ) , es principalmente la


pecaron y tienen necesidad de la gloria (1) gracia del Espíritu Santo, que no debió
de Dios (Rom. 3 , 23). L u e g o la l e y del darse abundantemente, antes que se des-
E v a n g e b o debió darse desde el principio truyera el impedimento del pecado, con-
del mundo para auxilio de todos. sumada la redención por Cristo; por lo
2.° Como en diversos lugares existen cual se dice (Joann. 7 , 3 9 ) : aún no ha-
diversos h o m b r e s , así también en dife- bía sido dado el Espíritu Santo, por
rentes tiempos. Pero D i o s , que quiere cuanto Jesús no había sido aún glorifi-
que todos los hombres sean salvos (i Tim. cado; y el Apóstol asigna terminante-
2 , 4 ) , mandó que se predicase el E v a n - mente esta razón ( R o m . 8 , 3 ) , cuando,
gebo en todos los l u g a r e s , como se v e después de haber hablado de la l e y del
(Matth. 2 8 , 1 9 ; y Marc. 1 6 , 20). L u e g o espíritu de vida, añade : enviando Dios
la l e y del Evangelio debió comprender á su Hijo en semejanza de carne de pe-
todos los tiempos, promulgándose al prin- cado, del pecado condenó al pecado en
cipio del mundo. la carne, para que la justificación de la
3.° Más necesaria es al hombre la sa- ley se cumpliese en nosotros. L a 2 . puede a

lud espiritual, que es eterna, que la sa- deducirse de la perfección de la l e y nue-


lud del cuerpo, que es temporal. H a - va; porque nadie llega á su perfección
biendo pues Dios provisto al hombre inmediatamente desde el principio, sino
desde el principio del mundo de lo nece- por cierto orden temporal de sucesión, á
sario á la salud corporal, sometiendo á su la manera que primero es uno niño y des-
potestad todas las que por su causa h a - pués hácese hombre; razón asimismo
biansido creadas, como se ve ( G e n . 1); aducida por el A p ó s t o l ( G a l a t . 3 , 2 4 ) :
también la ley nueva, altamente necesa- la ley fue nuestro ayo en Cristo, para
ria á la salud espiritual, debió ser dada á que seamos justificados por la fe ; mas,
los hombres desde el principio del mundo. desde que vino la fe, no estamos ya bajo
del ayo. L a 3 . se toma de ser la ley
a

P o r e l c o n t r a r i o , dice el A p ó s t o l
nueva l e y de gracia; por lo cual convino
( i Cor. 2 5 , 4 6 ) : no antes lo que es es-
que se abandonase al hombre á sí mismo
piritual, sino lo que es animal ( 2 ) . E s
en el estado de la l e y antigua, para que,
así que la l e y nueva es eminentemente
cayendo en el pecado, reconociese s u d e -
espiritual. L u e g o la l e y nueva no debió
bilidad y consiguiente necesidad de la
ser dada al principio del mundo.
g r a c i a ; y también esta razón señala el
Conclusión. La nueva ley, como ley Apóstol (Rom. 5 , 2 0 ) diciendo: sobrevino
de gracia que es y aun más bien la gra- la ley, para que abundase el pecado; mas,
cia misma del Espíritu Santo, no debió cuando abundó, el pecado sobrepujó la
darse al principio del mundo, ni hasta gracia (3).
tanto que la- redención consumada por

(1) Así se lee tanto en la SUMA misma manuscrita como en puede no obstante aducirse muy bien aquí al actual, intento
todos los códices antiguos y modernos de la Sagrada Biblia, en sentido analógico, tomando como regla ó principio general
inclusos los griegos, y el mismo Santo Tomás comenta esa pa- que en todos los seres lo que hay en ellos de espiritual tiene
labra gloria-, interpretándola por a justificación que cede en y se concibe concierta posterioridad aun cronológica (según
» gloria de Dios » . Esto prueba la sinrazón, con que en algu- hace notar el P. Kicolai), cual sucede ( nos permitimos aña-
nas ediciones impresas (entre ellas la aúrea) ha sido suplan- dir por vía de ejemplo el más accesible y exacto) respecto del
tada por g r a l i a , queriendo ó pensando sin duda dar así á la hombre , cuyo cuerpo en sentir común de todos los embrió-
frase bíblica*mayor claridad ó verosimilitud ; sustitución ca- logos y fisiólogos como de teólogos y filósofos preexiste por
lificada por Kicolai de ociosa, y bien pudiera tildarse de t e - más ó menos tiempo al alma según la diversidad de opinio-
meraria ó al menos irreflexiva. nes concretas en esta materia.
(2) Aunque dice esto á otro propósito bien distinto en cor. (3) Acerca del tiempo , en que empezó á ser obligatoria la
roboración de la resurrección universal, por la que los cuer- ley de gracia ó evangélica, hay la misma diversidad de opi-
los animales se harán como espirituales, ya en virtud de las niones mencionadas en la nota 1 de la página 732 con res-
dotes gloriosas de los predestinados á la gloria, ya en general pecto á la cesación ó definitiva derogación de la antigua ó de
por la exención de las miserias y vicisitudes propias de su es- Moisés; si bien parece lo más verosímil haber comenzado con
pado en la vida presente con todas sus funciones animales; su solemne promulgación en el dia de Pentecostés, i loméno»
CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULOS III Y IV. 759

A l argumento 1.° diremos, que el g é - sucediéndola otro e s t a d o ' m á s perfecto.


nero humano á causa del pecado del pri- 2.° E l Señor (Joann. 16) prometió á
mer padre mereció estar privado del au- sus discípulos al advenimiento del E s p í -
xilio de l a gracia; por lo cual, si no es ritu Santo Paráclito el conocimiento de-
dado á algunos, esto es justicia, y á los toda verdad; mas la Iglesia no conoce
que lo es es por gracia, como dice San aún toda verdad en el estado del N u e v o
Agustín ( D é perf. just. c, 4 ) ( 1 ) . P o r Testamento: luego debe esperarse otro
consiguiente no arguye acepción de per- estado, en el que se manifieste toda ver- .
sonas por parte de Dios el que no pro- dad por el Espíritu Santo.
puso á todos desde el principio del mundo 3.° A s í como el Padre es otro (alius)
la ley de gracia, que había de ser pro- que el H i j o , y este distinto del P a d r e ;
puesta en un orden debido, como se ha también el Espíritu Santo es otro (alius)
dicho ( 2 ) . que el Padre y el Hijo. A s í pues como
A l 2.° que la diversidad de los lugares hubo cierto estado conveniente á la per-
no varía el diverso estado del género hu- sona del P a d r e , cual fue el estado de la
m a n o , que se varía por l a sucesión del antigua l e y , en el que los hombres aspi-
tiempo; y así la l e y nueva es dada á raban á la generación ; igualmente h a y
conocer en todos los lugares, mas. no en otro estado conveniente á la persona del
todos los tiempos, aunque en todo tiempo Hijo, que es el estado de la nueva l e y , en
hubo algunos pertenecientes al N u e v o el cual predominan los clérigos dedicados
T e s t a m e n t o , según se ha dicho (a. 1, á la sabiduría, que es apropiada al Hijo.
al 3.°). L u e g o habrá un tercer estado del Espíri-
A l 3.° que las c o s a s , q u e pertenecen á tu S a n t o , en el cual los varones espiritua-
la salud corporal, sirven al hombre en les dominarán.
cuanto á la naturaleza, que no es destruida 4.° E l Señor dice (Matth. 2 4 , 14),
por el pecado; pero las que pertenecen á será predicado este Evangelio del Reino
la salud, espiritual se ordenan á la gracia, por todo el mundo, y entonces vendrá el
que se pierde por el pecado : por lo cual fin. E s así que el Evangelio de Cristo ha
no h a y paridad de razón entre unas y sido y a predicado en todo el mundo, y
otras. sin embargó aún no ha venido el fin.
L u e g o el Evangelio de Cristo no es el
ARTÍCULO I V . — La ley nueva durara Evangelio del R e i n o , sino que habrá otro
hasta e l fin d e l mundo ? (3) futuro Evangelio del Espíritu Santo,
como otra ley.
1.° Parece que la ley nueva no ha de Por el contrario, el Señor dice (Matth.
durar hasta el fin del m u n d o ; porque, 24, 3 4 ) , dígaos que no pasará esta gene-
como dice el Apóstol ( i Cor. 1 3 , 1 0 ) , ración, que no sucedan todas estas cosas;
cuando viniere lo que es perfecto, abolido lo cual espone el Crisóstomo(Hom. 78 in
será lo que es en parte ; y l a l e y nueva Matth.) de la generación de los fieles de
es en parte, pues dice (v. 9 ) , porque en Cristo. L u e g o el estado de los fieles de
parte conocemos y en parte profetizamos. Cristo permanecerá hasta la consumación
L u e g o la l e y nueva deberá ser abolida, de los siglos.

(distinguen algunos con justa razón ) en cuanto á los que en- C. 112, a. 3 , al 2.°, para la más acertada y fácil interpreta-
tonces se hallasen en Jerusalen, prorogándose para los ausen- ción del sentido, en que debe entenderse este pasaje.
tes (fuesen judíos ó gentiles) por el plazo suficiente y nece- (2) Véase en la C. PS y su a. 4 la solución al 2.
D

sario para su respectiva promulgación; al modo que en Espa- (3) Los herejes llamados flagelantes decían que « el Evan-
ña, por ejemplo, se fija para los habitantes de las colonias ul- » gelio había cesado desde la aparición de su secta»; Juan
tramarinas y distantes de la metrópoli un intervalo bastante de Parma (condenado como hereje por Alejandro IV) que « el
•para que las leyes lleguen á conocimiento de los respectivos Evangelio de Cristo no es el Evangelio del reino,» « que des-
moradores, atendidos los medios de comunicación y de trans- » pues de él sucederá otro nuevo» y que « al advenimiento
porte utilizables según las épocas y circunstancias ; asi que » del Evangelio del Espíritu Santo dejará de ser ley ó que-
hoy con los recursos de celeridad en las comunicaciones su- » dará abolido el de Cristo »; y Almario (condenado asimismo
ministrados por la electricidad y el vapor es mucho más redu- por el Concilio general de Letran bajo el pontificado de Ino-
cido el tiempo necesario para constituirlas en justo vigor en cencio III) que « la nueva ley solo estuvo vigente hasta la
todos los ámbitos de nuestros dominios y posesiones, que lo » época del mismo Almario, en la que terminaron el bautismo,
era hace uno ó dos siglos. » la penitencia y todos los demás sacramentos é instituciones
(1) Implícitamente; pero en términos espresos se halla en » de dicha ley evangélica». Contra todos estos errores y se-
su epístola 127 ó 107 antigua, como también en su libro De mejantes siéntase aquí la inconcusa doctrina consignada en
dono (ó bono) perscveranlla:, c. 8 , Puede consultarse ademas la la Conclusión.
760 CUESTIÓN CVI. ARTÍCULO IV.

Conclusión. Ningún otro estado [ 1 ] »más abundancia que las d e m á s » , como


con diversa ley sucederá al de la evangé- dice la Glosa interl. (Rom. 8).
lica, perfecta en todos conceptos; aunque A l argumento 1.° contestaremos que,
esta [ 2 ] se diversifica según las diversas como dice San Dionisio ( D e ccel. hier.
circunstancias locales, temporales y per- c. 5 ) , h a y tres estados del hombre : 1.° el
sonales ; ni la sobrevendrá [ 3 ] otro estado de la antigua ley ; 2.° el de la nueva l e y ,
de los hombres, en el que les sea comuni- 3.° el que sucede (á este) no en esta vida,
cada más perfectamente que hasta aquila sino en la futura, es decir, en la patria.
gracia del Espíritu Santo. Pero, así como el primer estado es figu-
R e s p o n d e r e m o s , que el estado del rativo é imperfecto respecto del estado
mundo puede variarse de dos modos: del E v a n g e l i o , también este lo es res-
1.° según la diversidad de la ley, y en pecto de la patria, el cual llegado, que-
este concepto no sucederá otro nueyo es- dará anulado este, como se 'dice ( i Cor.
tado á este estado de la nueva ley, porque 13, 1 2 ) : ahora vemos como por espejo en
al de la ley antigua sucedió el estado de enigma,pero entonces cara á cara.
la l e y nueva, como más perfecta á la Al 2.° que, como dice San Agustín
más imperfecta; y ningún estado de la ( L i b . contra Fausto) ( 1 ) , Montano y
presente vida puede ser más perfecto que Priscila supusieron que la promesa del S e -
el de la nueva ley, por cuanto nada puede ñor de enviar el Espíritu Santo no se
estar más próximo al fin último que lo cumplió en los apóstoles, sino en ellos ;
que á este conduce inmediatamente, lo igualmente los maniquéos pretendieron ha-
cual hace la l e y nueva, segün lo que dice ber tenido su cumplimiento en Manes ( 2 ) ,
el Apóstol (Hebr. 10, 1 9 ) : por tanto, que ellos decían ser el Espíritu P a r a -
hermanos, teniendo confianza de entrar cleto : por lo que ni los unos ni los otros
en el santuario por la sangre de Cristo, admitían los Hechos de los Apóstoles, en
emprendamos el camino nuevo, que nos ha los que claramente se demuestra que
iniciado. L u e g o no puede haber algún aquella promesa fue cumplida en estos,
estado más perfecto de la presente vida según repetidamente se lo prometiera el
que el de la nueva l e y ; porque cada cosa Señor (Act. 1, 5 ) , seréis bautizados en el
es tanto más perfecta, cuanto más pró- Espíritu Santo, no mucho después de es-
xima se halla al último fin. 2.° E l estado tos dias, lo cual fue cumplido según se
de los hombres puede variarse en cuanto lee ( A c t . 2 ) . Pero esas vanas pretensio-
á su diversidad de habitud más ó menos nes quedan desmentidas por lo que se
perfecta con respecto á la misma l e y , y d i c e ( J o a n n . 7, 3 9 ) : aún no había sido
en este sentido el estado de la l e y antigua dado el Espíritu Santo, por cuanto Jesús
fue mudado frecuentemente, puesto que no había sido aún glorificado ; en lo que
unas veces se observaron m u y bien las se da á entender que inmediatamente
leyes y otras fueron desatendidas del todo, después que Cristo fue glorificado en su
como asimismo la ley nueva varía según resurrección y ascensión fue dado el E s p í -
loslugares, tiempos y personas, en cuanto ritu S a n t o ; y se desvanece asimismo la
se tiene por algunos más ó menos perfec- ilusión de cualesquiera que dijesen que
tamente la gracia del Espíritu Santo. debe esperarse otro tiempo del Espíritu
Mas no debe esperarse que haya algún Santo. Enseñó ademas el Espíritu Santo
estado futuro, en el cual se tenga más á los Apóstoles toda verdad acerca de lo
perfectamente la gracia del Espíritu perteneciente á la necesidad de la salva-
Santo que cual se ha tenido hasta ahora, ción, es decir, de lo que se debe creer y
y principalmente hasta los Apóstoles, que obrar; mas no todo cuanto había de su-
recibieron las primicias del Espíritu, ceder en lo futuro, pues esto no les inte-
esto e s , , « primeramente en tiempo y con resaba según aquello ( A c t . 1, 7 ) , no os

(1) No se halla tal en el libro citado en el testo, pero sí en Como imperfecta, proclamándose él mismo como el verdadero
el titulado Be haresUm (her. 26 y 46). Paracleto, encargado de promulgar en sustitución de aquella
(2) Manes y sus sectarios los Maniquéos apenas hicieron otra más perfecta: error posteriormente reproducido poí*
otra cosa en este punto que reproducir la ridicula cuanto im- muchos otros herejes, y entre ellos los mencionados en 1»
pía pretensión de Montano, que en el siglo n de la era cris- nota 905.
tiana dogmatizaba que la ley de Cristo habia caducado ya
CUESTIÓN CVI. — ARTÍCULO ÍV.

toca á vosotros saber los tiempos ó los to no es el E vangelio del reino. Mas la
momentos, que puso el Padre en su propio predicación del E vangelio de Cristo pue­
poder. d e e n t e n d e r s e d e d o s m o d o s : 1.° e n
A l 3.° q u e l a l e y a n t i g u a n o s o l a mc u ae n t n o t áe l a p r o p a g a c i ó n del conocimietito
fue del Padre, sino también del Hijo; de Cristo, yasí fue predicado el Evan­
porq ue Cristo era figurado en la ley an­ gelio en todo el orbe aun en tiempo de
t i g u a , p o r l o q u e d i c e e l S e ñ o r ( J o a n nl o . s 5,A p ó s t o l e s , c o m o d i c e e l Crisóstomo
46) : si creyeseis á Moisés, también qui­ ( Н о т . 76, i n M a t t h . ) , y s e g ú n l o q u e s e
zá me creerías á mí; pues él escribió de a ñ a d e , y entonces será la consumación,
mí. I g u a l m e n t e t a m b i é n l a l e s y e n e un t ei e vn d ae n e os t o d e l a d e s t r u c c i ó n d e J e ­
solo es de Cristo, sino también del E spí­ rusalen, de la cual entonces hablaba á la
r i t u S a n t o , s e g ú n a q u e l l l e o t ( r R a o; 2.° m . p8, u2),e d e e n t e n d e r s e l a
ley del espíritu de vida en Jesucristo. c i ó n d e l E v a n g e l i o en todo el orbe con
Luego no debe ser esperada otra ley, que pleno efecto,esto es, que en cada nación
sea del E spíritu Santo. se funde la Iglesia; y en este sentido,
A l 4.° q u e , h a b i e n d o d i c h o C r ci o s m o t o d d i c e e s S ­a n A g u s t í n ( E p i s t . a d H e ­
d e l u e g o a l p r i n c i p i o d e l a p r e d i c a c i ó n s y c h . 197 ó 78 á n t i g . ) , « t o d a v í a n o h a
e v a n g é l i c a ( M a t t h » .s i 3, d o 2p r) e, d sei c a had o eaproxi­
l Evangelio en todo el
mado el reino de los cielos, e s a l t a m e n t e » m u n d o » , s i n o q u e verificado esto ven­
i n s e n s a t o d e c i r q u e e l e v a n g e l i o d e C r i s ­ d r á e l fin d e l m u n d o .
CUESTIÓN CYII.
Comparación de la ley nueva con la antigua d).

Articulo 1." La ley nueva es distinta de la ley antigua ? — 2.° La ley nueva completa la antigua ? —
3.° Se contiene la nueva en la antigua ? — 4.° Cuál es mas onerosa, la ley nueva ó la antigua ?

A R T Í C U L O I . — l a ley nueva e s distin- » temporales, y el nuevo contiene pro-


ta de la antigua ley ? » mesas espirituales y eternas » ; porque
también en este se bacen algunas prome-
1.° Parece que la ley nueva no es otra sas temporales según aquello (Marc. 10,
que la l e y a n t i g u a : porque una y otra 30), recibiréis cien tantos ahora en este
se dan á los que tienen la fe de D i o s ; tiempo, casas y hermanos, etc.; y en el
puesto que sin fe es imposible agradar á antiguo se esperaban las promesas espi-
Dios, como se dice ( H e b r . 9, 6). E s así rituales y eternas, según se dice ( H e b r .
que la fe de los antiguos y de los moder- 1 1 , 1 6 ) , mas ahora aspiran á otra (pa-
nos es una misma, como bace notar la tria) mejor, esto es, á la celestial; lo que
Glosa ( M a t t b . 21) (2). L u e g o también se dice de los antiguos Patriarcas. L u e g o
es la misma ley. parece que la l e y nueva no es distinta de
2.° D i c e San Agustín en su libro con- la antigua.
tra Adamancio ( ó Adimanto) discípulo 3.° E l Apóstol parece distinguir una
de Manes (c. 17) que c< la diferencia en- ley de otra ( R o m . 3 ) , llamando á la anti-
3) tre la l e y y el Evangelio resúmese en el gua la ley de las obras, y á la nueva la
» temor y amor y>; pero bajo estos dos ley de la fe. Pero la l e y antigua fue tam-
conceptos no pueden diferenciarse la bién ley de la fe según aquello (Hebr.
nueva l e y y la antigua; porque también 11, 3 9 ) , todos fueron probados por el
en esta se proponen preceptos de caridad testimonio de la fe, refiriéndose en esto á
( L e v i t . 1 9 , 1 8 ) , amarás á tu prójimo ( 3 ) , los padres del Testamento antiguo ; é
y (Deut. 6, 5 ) amarás al Señor tu Dios. igualmente la l e y nueva es ley de las
Tampoco pueden diferenciarse por la obras, pues se dice ( M a t t h . 5, 4 4 ) haced
otra distinción, que San Agustín asigna, bien á los que os aborrecen, y ( L u c . 2 2 ,
(contra Fausto, 1. 4 , c. 1 1 ) , que « e l a n - 19) haced esto en mi memoria. L u e g o la
» t i g u o Testamento contuvo promesas ley nueva no es distinta de la ley antigua.

(1) Entiéndese aquí por ley antigua precisa y estricta- hijos ( v v . 28 al 3 2 ) , de los que el uno dijo rotundamente no
mente la escrita por Moisés con esclusion de la de los tiempos quiero ir á trabajar en la viña, pero arrepentido de su insolen-
patriarcales remontándose hasta Adán, que no era otra en lo cia fue ('el cual puede muy bien representar á los gentiles
esencial sino la misma ley natural grabada en los corazones convertidos de sus abominaciones al cristianismo ) , y el otro
de todos los hombres, y cuyos principios fundamentales son dijo voy, mas no fue ( símbolo quizá del fementido pueblo he-
permanentes é irrevocables; por cuya razón no se comparan breo) : si no es que, como sospecha el mismo Nicolai, se hayan
con ellos los preceptos de la llamada propiamente ley antigua trocado los guarismos del capítulo, poniendo 21 en vez de 12,
ó del viejo Testamento, muchos de los cuales fueron con gran en cuyo caso la alusión sería al versículo 40 de este, en el que
ventaja reemplazados por otros de la ley nueva; los que por dice Cristo que estaría en el sepulcro ( conto-Jonds en el vientre
lo mismo tampoco se incluyen en la comparación con los pri- del cetáceo) tres dias con tres noches, simbolizándose aquí las tres
mitivos , concretada únicamente á los de ambas leyes escritas épocas anterior, simultánea y posterior á la ley ; lo cual no
mosaica y evangélica. parece tan verosímil ni oportuno, ni por otra parte tiene otro
(2) Refiriéndose acaso á la interpretación de algunos Pa- fundamento que el poco sólido de no aparecer citado el c. 21
dres y espositores , que entienden designadas por las turbas en los ejemplares impresos de la moderna Glosa, como se ha-
que precedían al Salvador á su solemne entrada en Jerusalen llaba en la antigua manuscrita, lo que ocasionó el cambio de
(ilatth. 21, 9) los judíos bajo la ley de Moisés, y por ios que le cifras (12 por 21) en algunas ediciones modernas, cual se ve
seguían los cristianos sometidos á la evangélica, según observa en efecto en la áurea romana entre otras.
el P. Piicolai; ó tal vez (añadimos por nuestra parle) á los dos {3 )l.a Vulgata dice amarás d tu amigo,..
CUESTIÓN C V I I . — A R T Í C U L O í. 163

Por el contrario, dice el Apóstol el del antiguo y del nuevo Testamento,


(Hebr. 7, 12), mudado el sacerdocio, es según aquello (Rom. 3 , 3 0 ) , un solo Dios
necesario que se haga también mutación es el que por la fe justifica la circunci-
de la ley. E s así que el sacerdocio del sión (2) y el prepucio por la fe: pero
nuevo Testamento es distinto del antiguo, en el segundo sentido la ley nueva es dis-
como lo prueba (ibid.) el Apóstol. L u e g o tinta de la ley antigua; pues esta es como
la ley nueva es también distinta de la el ayo de los niños, según dice el Apóstol
antigua. ( G a l a t . 3), al paso que la l e y nueva es la
Conclusión. La nueva ley [ 1 ] no es ley de perfección, porque es l e y de la ca-
distinta de la antigua en especie; pero [2] ridad, de la cual dice el mismo Apóstol
sí lo es según la diversidad entre lo per- (Coloss. 3) que es vínculo de perfec-
fecto y lo imperfecto. ción ( 3 ) .
Responderemos, que según lo dicho A l argumento 1.° diremos, que la uni-
(C. 90, a. 2 ) toda l e y ordena la vida h u - dad de fe de uno y otro Testamento ates-
mana en dirección á algún fin ; y las co- tigua la unidad del fin ; porque se ha di-
sas que se ordenan á un fin pueden di- cho ( C . 62, a. 1 y 2 ) que el objeto de las
versificarse de dos modos según la natu- virtudes teologales, entre las cuales se
raleza de este : 1.° porque se ordenan á halla la f e , es el fin último : y sin em-
diversos fines, y esta es diversidad de la bargo la fe tiene distinto estado en la an-
especie y principalmente si el fin es pró- tigua que en la nueva l e y , pues lo que
ximo ; 2.° según su proximidad ó distan- ellos creían como futuro nosotros lo
cia del mismo ; como se ve respecto de creemos como realizado.
los movimientos, que difieren en especie A l 2.° que todas las diferencias, que
según que se dirigen á términos diversos ; se asignan entre la l e y nueva y la antigua,
y, según que una parte del movimiento se consideran según lo perfecto y lo im-
está más próxima al término que la otra, perfecto : pues los preceptos de toda l e y
se considera la diferencia en el movimien- tienen por objeto los actos de las virtu-
to, como (lasque hay entre) lo perfec- des, y á la ejecución de obras de las vir-
to é imperfecto. A s í pues dos leyes ( 1 ) tudes se inclinan de diverso modo los
pueden distinguirse en dos conceptos: imperfectos, que aún no tienen el hábito
1.° como completamente diversas, por or- de la virtud, que los que son perfectos
denarse á diversos fines, al modo que la por el hábito de la misma. E n efecto : los
ley de una ciudad, ordenada á que el que no poseen todavía el hábito de la
pueblo ejerciese el poder, sería de dife- virtud inclínanse á ejecutar obras de vir-
rente especie que la que fuese ordenada á tud por alguna causa estrínseca, v. g.
que lo ejerciesen los principales de dicha por la amenaza de castigos ó por la pro-
ciudad ; 2.° según que la una ordena más mesa de algunas recompensas esteriores,
próximamente al fin, y la otra más re- como de honor ó riquezas ó algo seme-
motamente, como se dice diversa en una jante ; y por eso la l e y antigua, que se
y misma ciudad la ley que se impone á daba á imperfectos, esto es, á los que aún
los hombres provectos, que desde luego no habían conseguido la gracia espiritual,
pueden cumplir las cosas pertenecientes se denominaba l e y del temor, en cuanto
al bien común, de otra concerniente á la inducía á la observancia de los preceptos
educación de los niños, que deben ser ins- por la amenaza de algunas penas, y se
truidos en el modo de cumplir después dice que contenía ciertas promesas tem-
sus deberes de hombres. D e b e decirse porales : mas los que poseen la virtud, se
pues que según el primer modo la ley inclinan á practicar las obras de virtud
nueva no es distinta de la ley antigua; por amor á ésta, y no por alguna pena ó
porque una y otra tienen un mismo fin, remuneración estrínseca; por cuya razón
cual es el que los hombres estén someti- l a j e y nueva, que consiste principalmente
dos á D i o s , y uno solo y mismo Dios es en la misma gracia espiritual infundida

(1) Cualesquiera en general. por Moisés y la nueva por Cristo; 2. aquella prometía bienes
a

(2) Es bien claro que con estas dos palabras contrapuestas corporales y temporales y esta los promete principalmente es-
se designan respectivamente los judíos y los gentiles. pirituales y eternos; 3. la primera no tenía en sí la virtud
a

(3) M. Drioux anota aquí tres diferencias las mas caracte- de justificar, que esta tiene de suyo en el sentido espuesto en
rísticas entre una y otra ley : 1." la antigua fue promulgada el a, 2 déla C, 106.
164 CUESTIÓN CVIÍ. — ARTÍCULOS I Y II.

en los corazones, es llamada ley de amor, ARTÍCULO I I . — i » icy nuevo cumple


y se dice tener promesas espirituales y la antigua? (2)
eternas, que son los objetos de la virtud,
especialmente de la caridad; y así se in- 1.° Parece que la ley nueva no com-
clinan á estos bienes per se, no como á pleta la l e y antigua : porque completar
cosas estrañas, sino como á propias. Por es lo contrario de destruir, y la ley nueva
lo mismo se dice también que la ley anti- destruye ó escluye las observaciones de
gua cobibe ( 1 ) la m a n o , no el ánimo ; la ley antigua, pues dice el Apóstol
pues el que por temor á la pena se abs- (Galat. 5 , 2 ) , si os circuncidáis, Cristo
tiene de algún pecado, no aparta su v o - nada, os aprovechará. L u e g o la ley nue-
luntad en absoluto del p e c a d o , como se va no es completiva de la antigua.
aparta la voluntad del que se abstiene 2.° L o contrario no es el cumplimiento
del pecado por amor á la justicia : y en de su contrario : pero el Señor en la ley
este concepto la ley nueva, que es ley de nueva propuso ciertos preceptos contra-
amor, se dice que cobibe el ánimo. H u b o rios á los de la l e y antigua, pues se dice
algunos sin embargo en el estado del an- ( M a t t b . 5 , 31), habéis oido que fue dicho
tiguo Testamento, que tenían la caridad á los antiguos, (¡.cualquiera que ábando-
y gracia del Espíritu S a n t o , los cuales » nare á su mujer, déla libelo de repudio»;
principalmente esperaban las promesas ( v . 3 2 ) mas yo os digo que el que repudia-
espirituales y eternas, y bajo este aspecto re á su mujer, la hace ser adúltera ( 3 ) ;
pertenecían á la ley nueva ; como en el y lo mismo se ve á continuación ( v . 3 3 )
nuevo Testamento hay algunos carnales, en la prohibición del juramento, y en la
que aún no tocan á la perfección de la de la pena del talion ( v. 38 ) y respecto
nueva ley, á quienes fue preciso también del odio á los enemigos (v. 4 3 ) , é igual-
en el nuevo Testamento inducirlos á los mente parece que el Señor derogó los
actos de virtud por el temor á los casti- preceptos de la antigua ley sobre la di-
gos y por algunas promesas temporales. ferencia de los alimentos ( M a t t h . 1 5 , 1 1 )
Mas, aunque la l e y antigua diese precep- diciendo: no ensucia al hombre lo que
tos de caridad, no se daba por ella sin entra en la boca. L u e g o la ley nueva no
embargo el Espíritu S a n t o , p o r quien se es completiva de la antigua.
difunde la caridad en nuestros corazo-
3.° E l que obra contra la l e y no cum-
nes, como se dice ( R o m . 5 ) .
ple la ley ; y Cristo obró contra ella en
A l 3.° que, según se ba dicbo (C. 106, algunos casos, pues tocó al leproso se-
a. 1 ) , la ley nueva se llama ley de fe, g ú n ( Matth. 8 ) , lo cual era contra la
en cuanto su preeminencia consiste en la l e y ; y asimismo parece haber violado
misma gracia, que se da interiormente á muchas veces el sábado, por lo cual de-
los creyentes, por lo cual se la'denomina cían de él los judíos (Joann. 9 , 1 6 ) , este
gracia de la f e ; secundariamente empero no es hombre de Dios, pues que no guarda
encierra algunas obras tanto morales el sábado. L u e g o Cristo no cumplió la
como sacramentales, en las que no con- l e y ; y así la ley nueva dada por Cristo
siste su principalidad, mientras que en no es cumplimiento de la antigua.
ellas se cifraba el carácter distintivo de 4.° E n la ley antigua se contenían
la l e y antigua. A s í que los que en el an- preceptos morales, ceremoniales y judi-
tiguo Testamento fueron aceptos á Dios ciales, como se ha dicho ( C. 9 9 , a. 4 ) .
por la f e , pertenecían en esto mismo al Pero el Señor ( Matth. 5 ) , donde consta
Testamento nuevo ; pues no se justifica- cumplió la ley en algunas cosas, no pa-
ban sino por la fe de Cristo, que es el rece hacer mención alguna de los judi-
autor del nuevo Testamento, por lo que ciales y ceremoniales. L u e g o parece que
aun de Moisés dice el Apóstol ( H e b r . 1 1 , la ley nueva no es totalmente cumpli-
26 ) que tenía por mayores riquezas el miento de la antigua.
oprobio de Cristo, que los tesoros de los
P o r e l c o n t r a r i o , dice el Señor
egipcios.
( Matt. 5 , 17 ) no he venido á abrogar

(1) Véase lá nota 2 de la página 606. » apóstoles, es contraria á la antigua ley.»,


(2) Contra la herejía delmaniquéo Adán , quien decía que (3; Faciteam machari: féase lo dicho en la nota 4 de la pá-
|i la doctrina evangélica, como también las enseñanzas de los gina 670,
CUESTIÓN C V I I . — A R T Í C U L O I I . 765

la ley, sino á darla cumplimiento; y l u e - ley antigua Cristo los cumplió con sus
g o a ñ a d e ( v . 18) q u e no pasará obras
de la yley
doctrina : c o nl a s o b r a s , p o
ni un punto ni una tilde, sin que todo sea quiso ser circuncidado, y observar otea s
cumplido. q u e d e b í a n o b s e r v a r s e e n a q u e l t i e m p o ,
Conclusión. La nueva ley completa y s e g ú n a q u e l l o ( G a l a t . 4,4
cumple la antigua [ 1 ] supliendo lo que bajo la ley; y c o n s u d o c t r i n a c o m p l
á esta faltaba ; ya en cuanto á su fin [2] l o sp r e c e p t o sd e l al e yd e t r e sm o d o s : 1.°
justificando por virtud de la pasión de esplicando el verdadero sentido de la ley,
Cristo; ya en sus preceptos [3] cumplién- como es notorio respecto del homicidio y
dolos el mismo Cristo con la obra, y con el adulterio, en cuya prohibición enten-
la doctrina \.° interpretándolos recta- dían los escribas y fariseos prohibido
mente, 2.° enseñando el mejor medio de únicamente al acto esterior, en lo que el
observarlos y 3.° añadiendo ciertos con- Señor restableció la ley manifestando
sejos de perfección. que los actos interioresde los pecados se
Responderemos, q u e s e g ú n l o d i cc oh mo p r e n d í a n t a m b i é n e n l a p r o h i b
( a . 1) l a l e y n u e v a e s c o m p a r a d a á l a a n - 2.° ordenando el modo más seguro de ob-
t i g u a c o m o l o p e r f e c t o á l o i m p e r f servar e c t o ;lo que la antigua ley había es-
y , p u e s t o d o l o p e r f e c t o c o m p l e t a l o q u e tablecido, c o m o p r e s c r i b í a q u e e l h o m
f a l t a á l o i m p e r f e c t o , s e g ú n e b sr e t no o la p ley erjurase, yesto se observa con
nueva completa la ley antigua, en cuanto m á s s e g u r i d a d a b s t e n i é n d o s e p o r c o m -
suple lo que faltaba á la ley antigua. E n p l e t o d e l j u r a m e n t o , s a l v o e l c a s o d e n e -
e s t a p u e d e n c o n s i d e r a r s e d c o es c s o i s d a as , d el ; 3.° c o m p l e t ó e l S e ñ o r l o
fin y l o s p r e c e p t o s c o n t e n i d o s e n l c ae pl t eo s y :d e l a l e y , a ñ a d i e n d o c i e r t o s c o n -
e l fin d e t o d a l e y e s q u e l o s h o m b r e s se sejos de perfección, como se ve (Matth.
h a g a n j u s t o s y v i r t u o s o s , c o m o s e h a d i - 19, 2 1 ) , d o n d e r e s p o n d i e n d o a l q u
c h o ( C . 9 2 , a . 2 ) , y a s í e l fin d e l a a n d - e c l a r a h a b e r o b s e r v a d o l o s p r e c e p t o s d e
t i g u a l e y e r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e l o s h o m - l a l e y a n t i g u a , d i c e : una cosa
b r e s , l a c u a l c i e r t a m e n t e n o p o d í a p r o - si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto
d u c i r l a l e y , s i n o q u e l a f i g u r a b a p o r tienes.
ciertas prácticas ceremoniales y la pro- A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e l a l e y
m e t í a p o r p a l a b r a s ; y e n c u a n t o á e s t n ou e v a n o a n u l a l a o b s e r v a n c i a d e l a a n -
la ley nueva cumple la ley antigua jus- t i g u a l e y s i n o e n c u a n t o á l o s preceptos
tificando por virtud de la pasión de Cris- c e r e m o n i a l e s , s e g ú n s e h a d i c h o ( C . 103,
to, c o m o d i c e e l A p ó s t o l ( R o m .a 8. ,33y) 4: ) : m a s e s t o s e r a n e nf i g u r ad e
lo que era imposible á la ley, enviando l o f u t u r o ; y por lo tanto, habiéndose
Dios á su Hijo en semejanza de carne de r e a l i z a d o p e r f e c t a m e n t e l a s c o s a s p o r e s -
pecado,... condenó al pecado en la carne, t o s p r e c e p t o s f i g u r a d a s , n o d e b e n s e r o b -
( v . 4 ) para que la justificación de la s e r v a d o s e n l o s u c e s i v o ; . p u e s , s i s e o b -
ley se cumpliese en nosotros: r e s p e c s t e o r v a s e n , s e s i g n i f i c a r í a a l g o c o m o
d e l o c u a l l a l e y n u e v a r e a l i z a l a s p r o - y n o r e a l i z a d o :c o m ot a m p o c o l a p r o -
mesas de la ley antigua según aquello m e s a d e u n f u t u r o d o n t i e n e y a l u g a r ,
(II C o r . 1 , 20 ) , cuanto son todas las u n a v e z c u m p l i d a p o r l a e n t r e g a d e l o
promesas de Dios, está en él, e s t o e sp r o, m ee t i nd o ; y en este concepto las ceremo-
C r i s t o ; y a d e m a s c o m p l e t a t a m n i b a si dé e n l la lo e y c e s a n , a l s e r y a c u m p l i d a s .
que la antigua ley figuraba, por lo cual
( C o l o s s . 2 , 17 ) s e d i c e d e l a s c e Ar l e 2.° m oq- u e , c o m o d i c e S a n A g u s t í n
n i a l e s q u e e r a n sombra de las cosas ( C o n t .ve-F a u s t u m , 1. 1 9 , c . 2 6 ) , « e
nideras ; mas el cuerpo de Cristo, e s d e - » p r e c e p t os del Señor no son contrarios
c i r , l a v e r d a d (1) p e r t e n e c e á C r i s t o , p o r » ál o s p r e c e p t o s de la ley antigua; por-
c u y a r a z ó n l a l e y n u e v a s e d i » c q eu e ley l o de que el Señor mandó de no repu-
verdad, y l a l e y a n t i g u a d e sombra» d i óa r á l a m u j e r no es contrario á lo
figura. E n c u a n t o á los preceptos » q
de la u e l a l e y p r e c e p t u ó , p u e s t o q u e n o dice
» l a l e y el que quisiere repudie la mujer,

(1) La realidad , ó más bien , la realización de lo simboli- Glosa de Haimon , tanto antigua como impresa , insinuando
zado por la sombra ó figura ; no verdad como contrapuesta á que K Cristo era el cuerpo dé aquella sombra ».
falsedad : interpretación clarisimamente formulada por la
766 CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULOS II Y III.

» á lo cual sería contrario no repudiar; A l 4.° que los preceptos ceremoniales


» sino que en realidad no quería que fuese d é l a l e y no se mencionan ( M a t t h . 5 ) ,
» repudiada la mujer por el varón, quien porque su observancia queda totalmente
»interpuso una moratoria, á fin de que abolida por su cumplimiento, según se ha
» el ánimo precipitadamente resuelto al dicho (en el §. Responderemos, y al 1.°);
» divorcio, desistiese ante la precisión de de los judiciales mencionó el precepto
» escribir el libelo » . P o r lo cual el S e - del talion, para que lo que de este se di-
ñor en confirmación de e s t o , y para no jese se entendiera de los demás; precep-
hacer fácil el repudio de la mujer, solo to sobre el que enseñó que la intención
esceptuó la causa de fornicación. L o mis- de la l e y no era que se buscase la pena
mo debe decirse respecto de la prohibi- del tabón por el rigor de la venganza,
ción del juramento según lo indicado, que él condena aconsejando que el hom-
y asimismo de la de (la pena) del talion; bre debe estar preparado á sufrir m a y o - '
porque la ley puso límites á la venganza, res injurias, sino solo por amor de la jus-
para que no se propasasen á venganza ticia; cuya idea permanece aún en la
inmoderada, de la que el Señor previno ley nueva.
más perfectamente á aquel, á quien e x -
hortó á abstenerse de toda venganza. T o - ARTÍCULO III. — t,a icy nueva «e
cante al odio de los enemigos destruyó la contiene e n la ley antigua?
falsa interpretación de los fariseos , ense-
ñándonos que no se tuviese odio á la per- 1.° Parece que la ley nueva no se con-
sona, sino á la culpa. Acerca de la dis- tiene en la l e y antigua : porque la l e y
tinción de alimentos, que era ceremonial, nueva consiste principalmente en la fe,
el Señor no prohibió que se observase por lo que se denomina ley de fe, como
ahora; sino que mostró que ningún ali- se ve ( R o m . , 3). E s así que en la l e y
mento según su naturaleza era inmundo, nueva se proponen muchas cosas que se
y sí solo según su representación, como deben creer, las cuales no se contienen
se ha dicho ( C . 102, a. 6, al 1.°).
en la l e y antigua. L u e g o la ley nueva no
A l 3.°, que la l e y prohibía tocar al se contiene en la antigua.
leproso, porque por esto incurría el hom- 2.° Cierta glosa ( Chrys. in oper. im-
bre en cierta mancha de irregularidad, perf. H o m . 1 0 ) dice sobre aquel pasaje
como también por el contacto de un muer- ( M a t t h . 5 ) , qui solverit unum de man-
t o , según se ha dicho ( C . 102, a. 5, a l 4 ) ; datis istis minimis... que «los mandatos
pero el Señor, que limpiaba al leproso, » de la ley son menores, y en el E v a n -
no podía incurrir en impureza. P o r las » gelio están los mayores»; y lo mayor
cosas que hizo en sábado no quebrantó no puede estar contenido en lo menor :
en realidad el sábado, como él mismo (1) luego la ley nueva no está contenida en
manifiesta en el Evangelio ( M a t t h . 12); la antigua.
y a porque obraba milagros por virtud 3.° L o que se contiene en otro, se tie-
divina, que siempre obra en las cosas; ne cuando es habido aquello. Si pues la
ya porque hacía obras de salud humana, ley uueva se contuviese en la antigua,
cuando los fariseos proveían aun á la de seguiríase que,, habida la ley antigua, se
los animales en dia de sábado ; y a tam- tiene también la nueva ; y según esto fue
bién porque por razón de necesidad dis- supérfluo q u e , tenida la ley antigua, se
culpó á sus discípulos que cogieran espi- diese ademas la nueva. L u e g o esta no
gas en sábado : aunque parecía infrin- se halla contenida en la antigua.
girlo según las ideas supersticiosas de los Por el contrario, dícese ( E z e c h . 1,16),
fariseos, quienes opinaban que aun las una rueda estaba en otra rueda ( 2 ) ,
obras saludables no debían practicarse en esto e s , « e l nuevo Testamento en el an-
dia de sábado, lo cual era contrario á la
» tiguo » , como lo espone San Gregorio
intención de la ley.
( H o m . 6 in Ezech.).

(1) No « el mismo San Mateo», como por una lamentable guno de los manuscritos góticos.
traslocácion dé las palabras in Evangelio Malla, y poniendo (2) Ilota eral in rola: la Vulgata empero pone qnasi sit rota in
Malla, in Evangelio hacen decir al Autor contra su ostensible medio rolm, n como si una rueda está en medio de otra «•
intención tanto la edición áurea como algunas otras y aun al-
CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULOS III Y IV. 767

Conclusión. La nueva ley se halla »cosas que el Señor aconsejó ó mandó


contenida en la antigua, como el trigo » b a j o e s t a f o r m a , mas yo os dig
granado en la espiga, incluyendo los » cuentran también en aquellos libros an-
preceptos de esta á los de aquella en » t i g u o s ;m a s , p u e s t o q u e n o e n t e n d í a n
figura. »el homicidio sino como la muerte del
Responderemos, q u e u n a c o s a s e c »o c nu e -r p o h u m a n o , el Señor les descifró
t i e n e e n o t r a d e d o s m o d o s : » 1.° q u e n t a o d co ti n io c u , o m o v i m i e n t o en daño
c o m o l o l o c a l i z a d o e n s u l u » gd e l a p r ó;j i2.° m o vs e i i n rc l u - í a e n e l g é n e r o de
tualmente, como el efecto en la causa ó » homicidio »; y con respecto áestas ma-
l o c o m p l e t o e n l o i n c o m p l e t o (1), a l nifestaciones los preceptos de la ley
modo que el género contiene las especies nueva se dicen ser mayores que los de la
e n p o t e n c i a , y como todo el árbol a sen con- t i g u a :m a sn a d ai m p i d eq u el o m a y o
tiene en la semilla ; y de esta manera la e s t é c o n t e n i d o v i r t u a l m e n t e e n l o m e n o r ,
ley nueva se contiene en la antigua : p o r -c o m o e l á r b o l s e c o n t i e n e e n l a s e m i l l a .
q u e s e h a d i c h o ( a . 1 , R e s p o n d . y a l A2.°) l 3.° q u e l o q u e e s d a d o i m p l í c i t a -
q u e l a l e y n u e v a s e c o m p a r a ál a a n t i - m e n t e e sp r e c i s o q u e t e n g as ud e s a r r o l
gua, como lo perfecto álo imperfecto. y por lo tanto después de dada la ley
P o r l o c u a l S a n C r i s ó s t o m o ( 2 ) a en t s i g p u al f i u -e n e c e s a r i o t a m b i é n q u e f u e r a
c a n d o a q u e l p a s a j e ( d Ma d a a l ar l e c y . n 4u e ,v 2a 8. ) , la
tierra de suyo da fruto, primeramente
yerba, después espiga,y por último gra-
ARTÍCULO I V . — La ley nueva e s m á s
no lleno en la espiga, d i c e a s í : < £onerosa
p r i que m la e ley
- antigua ?
Br a m e n t el a y e r b a f r u c t i f i c a e n l a l e y
» de naturaleza, después las espigas en l.° Parece que la ley nueva es más
» l a l e y d e M o i s é s , y p o r fin e l g r a n o de gravosa que la ley antigua: porque sobre
n t r i g o e n e l E v a n g e l i o » . Ae s s í pt u a e s s p laa l a b r a s ( M a t t h
ley nueva está en la antigua como el fru- unum de mandatis his minimis, d i c e
to en la espiga ( 3 ) . e l C r i s ó s t o m o (4) : l o s m a n d a m i
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s M ,o i q s é su e « t e no dl a a e j se c u c i ó n s o n f á c i l e s , c o -
las cosas propuestas en el nuevo T e s t a - » m o no matarás, no adulterarás ; p e r o
mento para ser creídas esplícita y abier- » l o sm a n d a m i e n t o s d e C
t a m e n t e , s e e n c u e n t r a n e n e l a n jarás, , s i s o nd i f í c i l e sd ec u
t i g u noo desees,
bien implícitamente y bajo figura; y se- L u e g o l a l e y n u e v a e s m á s o n e r o s a q u e
gún esto, aun en cuanto álo que debe la antigua.
creerse, la ley nueva está contenida en 2.° E s m á s f á c i l u s a r d e l a p r o s p e r i d a d
la antigua. t e r r e n a l q u e s u f r i rl a s t r i b u l a c i o n e s . P e r o
A l 2.° q u e l o s p r e c e p t o s d e l a n eu n e e vl a n t i g u o T e s t a m e n t o s e c o n s e g u í a
ley se llaman mayores que los de la anti- la prosperidad temporal por la observan-
gua en cuanto á su esplícita manifestación; cia de la antigua ley, como se ve (Deut.
p e r o e n c u a n t o ál a s u s t a n c i a m i s m a d e 28); a l p a s o q u e l o s o b s e r v a n t e s d e l a l e y
los preceptos del nuevo Testamento to- n u e v a e s p e r i m e n t a n m u c h a s a d v e r s i d a -
d o s e l l o s s e c o n t i e n e n e n e l a n t i gd u e o :s p , o s r e g ú n s e d i c e ( u C o r . 6 , 4 ) : m
l o c u a l d i c e S a n A g u s t í n (C o n t . F a u s t . monos como ministros de Dios en mucha
1. 10, c . 23 y 2 8 ) q u e « c a s i t o d a s l paciencia, a s en tribulaciones, en necesida-

(l) Completum in incompleto, según acertadamente restaura más bien parece tomado de Víctor de Antioquia, según puede
la genuina redacción las ediciones de Douai, Ñapóles , la áu- verse en el tomo 1.° de la Nueva Biblioteca de los SS. PP.
rea y casi todas las posteriores á las de García y Nicolai; y no (3) Entiéndase en cuanto á su signilicacion , esto es , en el
completum in completo, cual se ve en la de Colonia : ni comple- sentido de que implícita y simbólicamente se hallaban conte-
mentum in complemento como en las antiguas romanas ; ni aun nidas en la ley antigua las prescripciones ó estatutos, que la
complcmentum in incompleto según el códice de Alcañiz : los nueva vino después á consignar y formular en términos es-
ejemplos subsiguientes bastan á justificar nuestra preferencia presos; no virtualmente y de modo que como por natural des-
á favor de la locución completum in incompleto , aun cuando no arrollo viniesen á transformarse los preceptos de la antigua
tuviese en su apoyo los autorizados testimonios de los dos ci- en los más perfectos.de la nueva ó evangélica.
tados comentaristas , cuya competencia y rectitud de criterio (í) Se le supone autor del libro incompleto sobre el Evan-
nadie desconoce. gelio de San Mateo, en cuya Homilía 10 se lee lo aducido en-
, (1) Nada de esto ni cosa parecida se encuentra en las obras el testo, añadiéndose que por lo mismo « en la retribución
del Crisóstomo , ni aun en las Homilías sobre el Evangelio de » son más parcos los primeros y más graves en la culpa », i»
San Marcos, que se le atribuyen sin fundamento suficiente: y remuneratione módica sunt priora, ei in peccato magna.
168 CUESTIÓN CVII. — ARTÍCULO IV.

des, en angustias, etc. L u e g o l a l c e . 19) y n r eu s ep e - c t o d e c i e r t o s h o m b r e s q u e


va es más gravosa que la antigua. « abruman con cargas serviles nuestra
3 . ° L o q u e p r o v i e n e p o r a d i c i ó n áB o m t r i a s m a r e l i g i ó n , q u e D i o s en s u m i
c o s a p a r e c e s e r m á s d i f í c i l ; y t a l e s l a B c o r d i a q u i s o f u e s e l i b r e en m u y c
ley nueva, resultante de adición á la an- B d a s y n o t o r i a sp r á c t i c a ss a c r a m e n t a l e s
t i g u a , d a d o q u e e s t a p r o h i b i ó e l p e r j u r i o , » (celebrationum sacramentis) h a s t a e l
y l a l e y n u e v a a u n e l j u r a m e n t o ; l a l e yB p u n t o d e s e r m á s t o l e r a b l e l a c o n d i c i ó n
antigua prohibió el divorcio sin el libelo » de los judíos, que se hallan sometidos á
de repudio, y la ley nueva lo ha p r o h i - B l a sc a r g a s l e g a l e s , m a s n o ál a s p r e s u n -
b i d o p o r c o m p l e t o , c o m o s e v e ( M a t B t c h i . o5), n e s h u m a n a s» . L a o t r a d i f i c u l t a d
s e g ú n l a i n t e r p r e t a c i ó n d e S a n A g u s t i n versa sobre las obras de las virtudes en
( D e s e r m . D o m . i n m o n t . l 1.o 1,s actos c . 4 )interiores, . v .g .q u e a l g u n o
L u e g o l a l e y n u e v a e s m á s o n e r o s a q u e ejerza pronta y deleitablemente el acto
la antigua. de virtud, yen esto es difícil la virtud:
P o r el contrario: d í c e s e ( M pa o t r c t u ah n . t 11, o l o e s m u c h o a l q u e no l a t i e -
2 8 ) , venid á mí todos los que trabajáis n e , p e r o s e h a c e f á c i l p o r m e d i o d e e l l a ;
y estáis cargados, l o q u e e s p o ny en i este e nconcepto d o S losa preceptos n de la ley
H i l a r i o ( C . 1 1 , i nM a t t h . ) d i c e : « l l a m a nueva son más onerosos que los de la an-
B ásí átodos los fatigados por lasdifi- tigua : p o r q u e e n a q u e l l a s e p r o
B c u l t a d e s d e l a l e y y a b r u m a d o s d e p e m- o v i m i e n t o s i n t e r i o r e s d e l a l m a , q u e e s -
B c a d o s d e l s i g l o » ; y l u e g o a ñ a d e a c e r c ap r e s a m e n t e n o s e p r o h i b í a n e n l a l e y a n -
d e l y u g o d e l E v a n g e l i o t ( i g vu a . e 3 n 0t o d ) o mi s l o yugo s casos, aunque sí en
es suave y mi carga tijera. L u e g o l a al g l u n eo s , yp e r o c u y a p r o h i b i c i ó n n o l l e v a b a
nueva es más benigna que la antigua. c o n s i g o l a s a n c i ó n d e l a p e n a;y e s t o e s
Conclusión. La ley antigua [ 1 ] es
dificilísimoal que no tiene virtud, como
mucho más grave que la nueva en cuan-
d i c e t a m b i é n e l F i l ó s o f o ( E t h i c . 1.
to al mayor número de preceptos sobre
1 3 ó 1 5 ) (1) q u e « e l o b r a r l o q u ee l
actos esteriores ; mas [ 2 ] por razón de
B j u s t o o b r a e s f á c i l , p e r o e j e c u t a r l o d e l
los internos son más graves los preceptos
B m o d o q u e e l j u s t o l o h a c e ( e s d e c i r , c o n
de la nueva que los de la antigua ley,
B p l a c e r y p r o n t a m e n t e ) e s d i f í c i l p a r a
como más difícil la represión de los mo-
e l q u e n o t i e n e l a j u s t i c i a , c o m o d i c e
vimientos interiores.
t a m b i é n S a n J u a n ( i J o a n n . 5, 3) q
los mandamientos de él no son pesados ;
Responderemos, que acerca de las
c u y a s p a l a b r a s e s p l i c aS a n A g u s t i n ( D e
obras de virtud, objeto de los preceptos
n a t . e t g r a t . c . 69) ( 2 ) d i c i e n d o q u e«n o
de la ley, pueden consid erarse dos clases
B s o n p e s a d o s p a r a e l q u e a m a , y s íp a r a
d ed i f i c u l t a d e s:l
aBel
u nq au pore n parte o a de m los a B.
actos esteriores d e l a s o b r a s , q
u e d e s í
misma tienen cierta dif icultad y grave-
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e a q u
d a d , y respecto de esto la ley antigua es a u t o r i d a d h a b l a e s p r e s a m e n t e de la difi-
mucho más onerosa que la nueva, porque c u l t a d d e l a n u e v a ley en cuanto á la
aquella obligaba a mayor número de ac- e s p r e s a c o h i b i c i ó n d e l o s movimientos
tos esteriores e n m u l t i p l i c i n i t e r di o r ae s . d d e c e r e -
monias que la ley nueva, la que fuera de A l 2.° q u e l a s a d v e r s i d a d e s ,q u e e s p e
los preceptos de la ley natural añadió rimentan los observantes de la nueva ley,
m u y p o c o s e n l a d o c t r i n a d e C r i s t o y d e n o e s t á n i m p u e s t a s p o re l l a ;p e r op o re l
l o s A p ó s t o l e s ; a u n q u e a l a m g o r u , ne n o q us e h l aa m y i s am a n l e y c o n s i s t e , f á -
sido añadidos después por institución de cilmente se sobrellevan: porque, como
l o s S a n t o s P a d r e s , e n t r e l o s c u a l e s d i c e d i c e S a n A g u s t i n (1. D e V e r b . D o m .
S a n A g u s t i n d e b e o b s e r v a r S s e e r l m a . m9),o « d e e l ar m a o - r "h a c e f á c i l e s y c a s i
c i o n , á fin d e q u e l a v i d a d e l o s f i e l e s n o B n u l a s t o d a s l a s c o s a s m á s h o r r i b l e s y
s e h a g a o n e r o s a , p u e s o b s e r v a c o n t e s t a n - Bc r u e l e s B.
d o á p r e g u n t a s d e G e n a r o ( E p i s t . 55, A l 3.° q u e a q u e l l a s a d i c i o n e s á l o sp r e -
(1) Y no c. 9, como aún se ve en varias ediciones. Véase ta lics, donde se lee : « al amor de Dios no es grave el mandato
nota 3 de la página 644. )> de Dios » , charitati Dei non esse grave mandatum Dei.
(2) Y más espresamente aún en el c. 10 De perfectione jusíl-
CUESTIÓN C V I I . — A R T Í C U L O I V . 769

ceptos de la ley antigua tienen por obje- c. 17 y 19); y así de aquí no se deduce
to hacer más fácil el cumplimiento de lo que la ley nueva sea más pesada, sino
que la misma ley mandaba, como dice San antes que es más fácil.
Agustín (De Serm. Dom. in monte, 1. 1,

CUESTIÓN CYIII.
De lo contenido en la nueva ley.

T r a t a r e m o s este p u n t o en c u a t r o a r t í c u l o s : 1." La ley n u e v a debe m a n d a r ó p r o h i b i r a l g u n a s o b r a s


esteriores ? — 2.° M a n d a ó p r o h i b e suficientemente respecto de los actos esteriores?—3.° Ordena
c o n v e n i e n t e m e n t e á l o s h o m b r e s en c u a n t o a los i n t e r i o r e s ? — 4° Añade c o n v e n i e n t e m e n t e los c o n -
sejos á l o s preceptos ?

ARTÍCULO I. — La l e y n u e v a d e b e m n n - tar algunas obras esteriores. Luego la


dnr ó prohibir a l g u n o s actos e s t e r i o r e s ? (1) ley nueva no contiene algunos preceptos
©^prohibiciones de actos esteriores.
1.° P a r e c e que l a l e y nueva no debe 3.° Todos los actos estemos entién-
mandar ó prohibir a c t o a l g u n o esterior : dense pertenecer á la mano, como los
porque la l e y n u e v a es el E v a n g e l i o del actos interiores pertenecen al ánimo. Pe-
reino s e g ú n estas palabras ( M a t t h . 2 4 , 1 4 ) , ro hay esta diferencia entre la ley nueva
será predicado este Evangelio (2) del y la antigua ; que la ley antigua cohibe
reino por todo el mundo. E s así que el la mano, y la nueva cohibe el ánimo.
reino de D i o s no consiste en los actos e s - Luego en la ley nueva no deben estable-
teriores sino solo en los interiores, s e g ú n cerse prohibiciones y preceptos de actos
aquello ( L u c . 17, 2 1 ) el reino de Dios esteriores, sino solo de los interiores.
está dentro de vosotros, y (Rom. 14, 17) Por el contrario: por la ley nueva se
el reino de Dios no es comida y bebida, hacen los hombres hijos de la luz, por lo
sino justicia y paz y gozo en el Espíritu cual se dice (Joann. 1 2 , 36): creed en la
Santo. L u e g o la l e y n u e v a no debe m a n - luz, para que seáis hijos de la luz. Es así
dar ó prohibir algunos actos esteriores. que conviene á los hijos de la luz hacer
2.° L a l e y n u e v a es l e y del E s p í r i t u , obras de luz y apartarse de las obras de
como se dice ( R o m . 8): y donde está el tinieblas, según aquello (Ephes. 5, 8), en
Espíritu del Señor allí, está la libertad otro tiempo erais tinieblas, mas ahora
( n Cor. 3, 1 7 ) : m a s n o h a y libertad allí, sois luz en el Señor ; andad como hijos
donde se obliga al hombre á hacer ó evi- de luz. Luego la ley nueva debió prohi-

(1) Lutero y Calvino y en general los novadores de las ya (2) « Mensaje fausto, anuncio feliz ó buena nueva», según
innumerables sectas protestantes casi en su completa genera- la significación adjudicada á esta voz por los escritores an-
lidad pretenden que bajo la nueva ley evangélica la fe sola tiguos griegos y latinos , tales como Homero (OAyss. 1. 2 ) ,
basta á justificar y aun para conseguir la eterna salvación, Aríslides,'Aristófanes é Isócrates entre los primeros, y Cice-
no siendo por consiguiente necesarias las buenas obras , que rón (1. 2 « Ático , y epist 5 ) ; é igualmente por los sagrados
algunos deellos lian llegado hasta á calificar de otros tantos (Válgala, n íleg. 4,10, de acuerdo con la versión de los Setenta)-
pecados , según ya antes de ahora dejamos anotado más de y eclesiásticos, como San Agustin f contra Fau.to, 1. 2, c. 2) y
una vez ; como asimismo que todos estos errores han sido re- el autor delaobra incompleta y poco há mencionada (nota 4,
petidas veces condenados por la Iglesia como heréticas impie- pág. 707) sobre San Mateo, atribuida á San Juan Crisóstoino.
dades y blasfemias, pero especial y terminantísimamente por Bien puede no obstante, entenderse por el premio mismo de
el Santo Concilio de Tiento (sess. 6, can 21). La doctrina de la bienaventuranza eterna, prometido en el Evangelio á los
este a. 1.° es una contundente refutación do tan monstruosos que fielmente lo observen, según también ha solido ser in-
absurdos, no menos en abierta pugna con la razón y el buen terpretado por los SS. PP. y Doctores; y también en el con-
sentido moral que con el dogma católico. cepto de código de la nueva ley instituida por Cristo.
SUMA TEOLÓGICA. — TOMO I I . 49
770 CUESTIÓN CVIII . — ' A R T Í C U L O I .

bir ciertas obras esteriores y mandar al- que me negare delante de los hombres, le
gunas otras. negaré yo también delante de mi Padre:
Conclusión. En la nueva ley se pres- otras empero no tienen esa necesaria
criben muy razonablemente [ 1 ] ciertas contrariedad ó conformidad con la fe
prácticas sacramentales, par a la comu- que obra por amor; y tales obras no son
nicación de la gracia ; y otros actos es- mandadas ó prohibidas en la l e y nueva
temos [ 2 ] , como la confesión de la fe, por institución primera de la ley, sino que
prohibiéndose negarla y el entregarse á el legislador (Cristo) las ha dejado á ca-
determinados vicios: dejándose á cada da uno, según que él debe tener cui-
cual el ejercicio ó abstención respectiva- dado de alguien; y así cada cual es li-
mente de otras obras [3],ew?/« imposición bre para determinar acerca de tales co-
6 prohibicio?i espresa no era necesario sas, qué es lo. que le conviene hacer ó
consignar. evitar, y cada jefe ordenar á sus subor-
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho dinados acerca de los mismos, qué es lo
( C . 106, a. 1 y 2 ) lo principal en la ley que debe hacerse ó evitarse en tales
nueva es la gracia del Espíritu Santo, (circunstancias) (1). H é aquí porqué
que se manifiesta en la fe obrando por el también en cuanto á esto la l e y del
amor ; gracia que los hombres consiguen Evangelio se dice ley de libertad; puesto
por el Hijo de D i o s hecho hombre, cuya que la l e y antigua determinaba muchas
humanidad llenó Dios de gracia, y de él cosas, y dejaba pocas á la libre determi-
se deriva á nosotros: por lo cual se dice nación de los hombres.
(Joann. 1, 14) el Verbo fue hecho carne; A l argumento 1.° diremos, que el reino
y después se añade lleno de gracia y de de Dios consiste principalmente en los
verdad; y más adelante (v. 16) de tu actos interiores ; pero por vía de conse-
plenitud hemos recibido nosotros todos y cuencia pertenecen también al reino de
gracia por gracia; concluyéndose de Dios todas aquellas cosas, sin las cuales
aquí que (v. 17) la gracia y la verdad no pueden existir los actos interiores ;
fue hecha por Jesucristo. P o r lo tanto v. gr. siendo el reino de D i o s la justicia
conviene que por algunas cosas esteriores interior y la paz y el gozo espiritual, ne-
sensibles se infunda en nosotros la gracia cesariamente todos los actos esteriores
que dimana del Verbo encarnado, y que que repugnan á la justicia ó á la paz ó al
según la gracia interior, por la que la gozo espiritual repugnan también al rei-
carne está sometida al espíritu, se pro- no de D i o s , por lo cual deben ser prohi-
duzcan ciertas obras sensibles. A s í pues bidos en el Evangelio del reino ; pero en
las obras" esteriores pueden pertenecer á los que son indiferentes respecto á estos
la gracia de dos modos : 1.° como estí- (bienes), como el comer estos á aquellos
mulos de algún modo á la gracia, y tales manjares, no se halla el reino de D i o s ,
son las obras de los sacramentos insti- por lo que el Apóstol dice : el reino de
tuidos en la nueva ley, como el bautismo, Dios no es comida y bebida.
la Eucaristía y otros semejantes; 2.°
A l 2.° que según el Filósofo (Met. 1. 1,
otras obras esteriores son producidas por
c. 2 ) «libre es el que es causa de sí mis-
el impulso de la gracia, en las que debe
m o » . Obra pues libremente el que obra
tenerse en cuenta cierta diferencia: por-
de sí m i s m o ; y « lo que el hombre obra
que unas tienen necesaria conveniencia ó
» según el hábito conveniente á su na-
contrariedad á la gracia interior, que
í t u r a l e z a , de sí mismo lo obra, puesto
consiste en la fe obrando por amor; y
» que el hábito inclina á obrar según la
estas obras esteriores son objeto de pre-
» naturaleza» : m a s , si el hábito fuese re-
ceptos ó prohibiciones en la ley nueva,
pugnante á la naturaleza, el hombre no
como la confesión de la fe está mandada,
obraría conforme á lo que él mismo es,
y prohibida su negación, pues se dice
sino según alguna corrupción que le so-
(Matth. 10, 32), á quien me confesaré
breviene. A s í pues, siendo la gracia del
delante de los hombres, le confesaré yo
Espíritu Santo como un hábito interior
también delante de mi Padre, ( v . 3 3 ) y al
infuso en nosotros ; nos inclina á obrar li-
bremente lo que conviene á la gracia, y
(1) Véase lo dicho en las notas 4 de la pág. H35, 5 en la pá-
gina 640 y 1 de la 047 , y sobre todo la nota l de la 772.
evitar las que la repugnan. Resulta de lo
CUESTIÓN CVIII. — ARTÍCULOS I Y I I .

d i c h o q u e l a l e y n u e v a s e d ci hc o e ( ley C . de 1 0li-1 , a . 4 ; y C . 102, a . 5 y 6 ) ,


bertad p o r d o s c o n c e p t o s a: l 1.° t r ap t a or d re l q a s u c e er en m o on i a s d e l a l e y a n -
nos fuerza á practicar óevitar algunas t i g u a . H a b i e n d o p u e s e n l a l e y n u e v a
cosas, sino las que de suyo son necesa- algunas observancias, que parecen haber
rias órepugnantes á la salvación, y que s i d o d a d a s p a r a l o s m i n i s t r o s d e D i o s ,
c a e n b a j o e l p r e c e p t o ó p r o h i b i c i ó n d e l a c o m o s e v e ( M a t t h . 1 0 , 9 ) , no
l e y ; 2.° p o r q u e n o s h a c e c poseer u m p oro l i nir lplata i b nir dinero e - en vuestras
mente estos preceptos ó p r o h i b i c i o n e s , fajas... y d e m á s q u e a l l í s i g u e n , y l a s q u e
e n c u a n t o l o s c u m p l i m o s p o r e l i m p u l s o s e e s p r e s a n ( L u c , 9 y 10 ) ; d e b i e r o n s
i n t e r i o r d e l a g r a c i a : y p o r e s t a s d o i s n r s at i - t u i d a s t a m b i é n e n l a n u e v a l e y a l g u -
z o n e s l a l e y n u e v a s e d i c e n ley a s odeb s e -perfecta
rvancias pertenecientes al pueblo
libertad ( J a c . 1, 25).
A l 3.° q u e l a l e yn u e v a ,r e t r a y e n d 4 o . e °l A d e m a s d e l o s p r e c e p t o s m o r a l
á n imo de los movim ien tos desordenado s, y ceremoniales hubo en la ley anti gu a
e s pre ciso que tamb ién c ohiba la ma no ciertos preceptos judiciales; yen la le y
d e los actos desorde nad os, que son efe c - n u e v an os ee s t a b l e c e np r e c e p t o sj u
t o s de los movimient os in teriores. l e s a l g u n o s :l u e g o l al e yn u e v a o r d e n ó
insuficientemente los actos esteraos.
A R T Í C U L O I I . — 1.a ley n u e v a ordenó Por el contrario, e l S e ñ o r d i c e( M a t
suficientemente los actos estertores? 7 , 2 4 ) ': todo el que oye estas palabras
y las cumple, comparado será á un va-
l.° Parece que la ley nueva o r d e n ó ron sabio, que edificó su casa sobre la
t o s e ; s y t u e n s m a o bs : i p oo e r d - i f i c a d o r n a d a o
i n s u f i c i e n t e m e n t e l o s a c piedra
que parece pertenecer principalmente á la d e c u a n t o e sn e c e s a r i o p a r a e l e d i f i c i o
ley nueva la fe que obra por caridad, se- luego en las palabras de Cristo se encier-
g ú n a q u e l l o ( G a l a t . 5, r a 6s )u ,f en
i c i e n Jesucristo
temente tod o lo que pertenece
ni la circuncisión vale algo ni el prepu- á la s a l v a c i ó n h u m a n a .
cio , sino la fe que obra por caridad; Conclusion. Con muy justa razón y
p ero la ley nueva esplicó ciertas cosas suficientemente la ley nueva no formuló
q ue deben creerse, yque no estaban es- otros preceptos y prohibiciones sobre obras
p lícitas en la ley antigua, tal como la fe esternas que los morales y los concer-
d e la Trinidad. Luego también debió aña- nientes á lo esencial de los Sacramentos,
d ir algunas obras morales esternas, que dejando los demás al arbitrio individual
e n la ley antigua no estaban determi- ó de los superiores respectivamente.
n adas. Responderemos, q u e s e g ú n l o d i c h o
2 . ° E n l al e ya n t i g u a n o s o l os e i (n as .t 1i )- l a l e y n u e v a r e s p e c t o d e l o sa c t o s
tuyeron sacramentos sino también algu- esteriores solo ha debido preceptua r ó
nas cosas sagradas, como se ha dicho prohibir aquellas cosas, por las que somos
( C . 1 0 1 , a . 4; y C . 103, a . 4 ) ; m a i sn t re o d unc i d o s ála gracia, ólas que perte-
la ley nueva, aunque se han instituido necennecesariamente al recto uso de la
a l g u n o s S a c r a m e n t o s , n o p a r e c e q u e D i o s m i s m a :y ,c o m o n o p o d e m o s c o n s e g
haya establecido cosas sagradas, que per- la gracia por nosotros sino por solo Cris-
t e n e z c a n ál a s a n t i f i c a c i ó n d e a l g ú n tem- t o ,p o re s t ar a z ó n el
Señor instituyó
plo óde los vasos, óbien que se refieran sí mismo los Sacramentos , p o rl o s q u e
á la celebración de alguna solemnidad. c o n s e g u i m o s l a g r a c i a , c u a l e s s o n :
Luego la ley nueva no ordenó suficiente- Bautismo, la Eucaristía, el Orden de los
mente las obras esteriores. ministros de la nueva ley, instituyendo
3 . ° E n l al e y a n t i g u a , a s í c o m o á h l ao s b Ai p ó as t o l e s y á los setenta y dos
ciertas observancias pertenecientes á los discípulos, y la Penitencia y el Matri-
ministrosde Dios, también había otras m o n i o i n d i s o l u b l e ; p r o m e t i ó (1)
pertenecientes al pueblo, como se ha di- la Confirmación por la misión del Espí-

(1) No instituir el Sacramento de la Confirmación , que ya por él mismo mediante el ministerio de aquellos del poder de
de hecho dejaba personalmente instituido , sino la elicacia y conferirlo y con él la gracia adjunta á su digna administra-
efectos del mismo administrado según sus instrucciones mis- ción y recepción. No de otro modo puede interpretarse el sen-
mas por los Apóstoles y sus sucesores los obispos, investidos tido é intención del testo , como es bien fácil comprobarlo,
772 CUESTIÓN CVIII. ARTÍCULO I I .

fitu Santo, como igualmente por su ins- se conocen por el dictamen de la razón.
titución se lee que los Apóstoles sanaban A l 2.° q u e e n l o s S a c r a m e n t o s d e l a
á los enfermos ungiéndoles con aceite, nueva ley se da la gracia, que no pro-
c o m o c o n s t a ( M a r c . 6 ) , l o c u a l r v ei e sn e u s m i n e o d e C r i s t o , y p o r t a n t o convino
los Sacramentos de la nueva ley. El rec- que él mismo los instituyera; pero en las
to uso de la gracia se verifica por las cosas sagradas no se da gracia alguna,
o b r a s d e c a r i d a d ; l a s q u e c i v e . r g r t . a e n m l ea nc o tn s ae g r , a c i ó n del templo ó
s e g ú n q u e s o n d e n e c e s i d a d d e l a v i r t u d , del altar úotras semejantes, óaun en la
pertenecen álos preceptos morales, q u e m i s m a c e l e b r a c i ó n d el a s s o l e m n
se consignaban también en la ley anti- y así, en cuanto estas cosas en sí mis-
gua. Por consiguiente en cuanto á esto mas no pertenecen necesariamente á la
la ley nueva no debió añadir á la anti- gracia interior, el Señor dejó su institu-
g u a c o s a a l g u n a a c e r c a d e l o s a c t o s e s t e - c i ó n a l a r b i t r i o d e l o s f i e l e s( 1 ) .
riores.Mas la determinación de las pre- A l 3.° q u e e l S e ñ o r dio a q u e l l o s p r
d i c b a s o b r a s e n orden a l c u l t o d e c De p ti o os s á l o s a p ó s t o l e s , n o c o m o obser-
•pertenece á los preceptos ceremoniales v a n c i a s c e r e m o n i a l e s, s i n o c o
d e l a l e y , y s u o r d e n a l p r ó j i m o ál o s j u - c r i p c i o n e s m o r a l e s , y que pueden ser
d i c i a l e s , c o m o s e h a d i e c n h t o (e Cn .d 9 9i , ad . a 4 )s :d e d o s m o d o s : 1.° s
y a s í , p u e s t o q u e estas A g u s t í n ( D e c o n s e n s u E v a n g e l i s t a r u m ,
determinaciones
no son en sí necesarias ála gracia i n t e - 1 . 2, c . 3 0 ) n o s i e n d o p r e c e p t o s s i n
r i o r , e n l a c u a l c o n s i s t e l a l e y ; sc e i s ig o ún e e s ; s d e a d o q u e l e s c o n c e d i ó q u e p u -
que no caen bajo el precepto de la nueva diesen dedicarse al ministerio de la pre-
l e y , s i n o q u e se dejan al arbitrio d i c a c i ó n s del in bolsa ni báculo yotras cosas
hombre : unas en cuanto á los subditos, a n á l o g a s , c o m o a u t o r i z a d o s p a r a t o m a r
c o m o c o n c e r n i e n t e s á c a d a c d ue a a q l u indivi- ellos áquienes predicaban las co-
dualmente ; p e r o o t r a s , q u e p e sr a s t n ee c e ns a r e i a sc e án l áa v i d a , s e g ú n lo cual
l a u t i l i d a d c o m ú n , aá ñlosa superiores d e , porque tem- digno es el operario de su
porales ó espirituales. A s í p u e s la alimento; ley y n o p e c a , s i n o q u eo b r a d e
nuevano debió determinar ningunas obras supererogación, quien lleva consigo lo ne-
esternas, mandando ó prohibiendo, sino c e s a r i o p a r a v i v i r d e l o s u y o e n e l e j e r -
los Sacramentos y los preceptos morales, c i c i o d e l a p r e d i c a c i ó n , s i n r e c i b i r e s p e n -
que de suyo pertenecen á la esencia de sas de aquellos á quienes predica el
la virtud, tales como el de que no se debe E v a n g e l i o , c o m o l o h i z o S a n P a b l o ;
matar, no se debe hurtar y otros s e m e - 2.° s e g ú n l a e s p o s i c i o n d e o t r o s S a n t o s
jantes. como ciertos estatutos transitorios dados
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q á u l eo ls aa p ó s s c t o ol e -s p a r a a q u e l t i e m p o , e n q u e
sas de fe son superiores ála razón h u m a - e r a n e n v i a d o s á p r e d i c a r e n l a J u d é a an-
na, ypor lo mismo no-podemos llegar á tes de la pasión de Cristo; porque los
e l l a s s i n o p o r l a g r a c i a ; a s í q u e , d i s s o c í b p ur l e o s - , c o m o p á r v u l o s q u e e r a n p o r
v i n i e n d o m a y o r a b u n d a n c i a d e g r a c i a , entonces bajo el cuidado de Cristo, ne-
fue preciso se esplicáran muchos dogmas cesitaban recibir de él algunas especiales
d e f e : p e r o á l a s o b r a s d e l a s v i r t u d p e sr e s c r i p c i o n e s , c o m o c u a
somos dirigidospor la razón natural, que tos de sus prelados, y más debiendo de
es cierta regla de la operación humana, e j e r c i t a r s e p o c o á p o c o p a r a d e s p o j a r se
c o m o s e h a d i c h o ( C . 1 9 , a . 3 , y C . 13, d e l a t e m p o r a l s o l i c i t u d , h a s t a h a c e r s e
a . 2 ) ; p o r c u y o m o t i v o n o f u e m e n e s t e ra p t o s p a r a p r e d i c a r e l E v a n g e l i o por
que sobre este punto se establecieran otros todo el mundo. Yno es de admirar que
preceptos que los morales de la ley, que a u n d u r a n t e e l e s t a d o d e l a l e y a n t i g u a,

consultando la doctrina espuesta por el mismo Santo en la sia docente, como se deja entender y puede comprobarse más
3. P., C. 64, a. 2 , y lo está aquí mismo en las palabras sub-
a
categóricamente por lo que más adelante esplica en la 3. a

siguientes « por la misión del Espíritu Santo » , es decir, que Parte, ycspecialmente en su C. 72, a. 1, al 1.° con referencia
lo que prometió fue infundir su gracia á cuantos con las de- al sacramento de la Confirmación, y en la C. 29, a. 3, del Su-
bidas disposiciones recibiesen el Sacramento de la Confir- plemento respecto de la Estrema-uncion , ademas de la C. 64,
mación. a. 2, citada también en la nota precedente, como asimismo por
(1) No de los fieles en general ni de cualesquiera de ellos, la doctrina del Concilio do Trento (sess. 14, c. 1 ) sobre este
sino de los encargados del ministerio eclesiástico, ó de la Igle- punto.
CUESTIÓN CVI1I.—ARTÍCULOS II Y I I I .

y no habiendo conseguido todavía la gelio sobre los preceptos judiciales, sino


perfecta libertad de Espíritu, les pres- acerca del repudio de la mujer y la pena
cribiera ciertos y determinados modos de del talion y sobre la persecución de los
vivir, estatutos que y a próxima su Pasión enemigos. P e r o h a y otros-muchos pre-
abrogó conceptuando á sus discípulos y a ceptos judiciales de la l e y antigua, como
suficientemente ejercitados por e l l o s , p o r se h a dicho ( C . 104, a. 4 ; y C. 1 0 5 ) .
lo cual dice ( L u c . 2 2 , 3 5 ) : cuando os en- L u e g o en cuanto á esto no ordenó sufi-
vié sin bolsa y sin alforja y sin calzado, cientemente la vida de los hombres.
¿por ventura os faltó algo? y ellos res- 3.° E n la antigua l e y ademas de los
pondieron ( v . 3 6 ) : nada; y luego les preceptos morales y judiciales habia otros
dijo : pues ahora quien tiene bolsa, tómela ceremoniales, sobre los cuales nada or-
y también alforja; porque y a estaban denó el Señor. L u e g o parece haberlos
abocados m u y de cerca al tiempo de la ordenado insuficientemente.
perfecta libertad, para ser totalmente 4.° Pertenece á la buena interior dis-
dejados á su arbitrio en las cosas que en posición de la mente que el hombre no
sí mismas no pertenecen necesariamente practique obra buena alguna por causa de
á la virtud. cualquier fin temporal; mas h a y muchos
A l 4.° que los judiciales aun conside- otros bienes temporales ademas del favor
rados en sí mismos no son de necesidad humano, como también otras muchas
de la virtud relativamente á tal determi- obras buenas fuera del ayuno, la limosna
nación, sino solo en cuanto á la razón y la oración. L u e g o fue inconveniente que
común de justicia; por lo cual el Señor el Señor enseñase solo acerca de estas
dejó los preceptos judiciales á disposición tres obras el que se evite la gloria del
de los que tendrían el cuidado de otros, favor humano, y nada de otros bienes
ya en lo espiritual, y a temporal, espla- terrenos.
nando empero ciertos preceptos judicia- 5.° E s connatural al hombre tener s o -
les de la antigua l e y á causa de la mala licitud por todas las cosas que le son n e -
inteligencia (1) de los fariseos, como se cesarias para vivir, la cual l e es común
dirá luego (a. 3 , al 2.°). con otros animales, por lo q u e se dice
(Prov. 6 , 6) : ve á la hormiga, oh pere-
ARTÍCULO I I I . — ¿ m ley n u e v a orde- zoso, y considera sus caminos y aprende
nó suQcIcntcnicute los actos Interiores d e l sabiduría; (v. 7 ) ella, no teniendo guia
hombre? ni maestro, ( v . 8 ) previene para sí el
sustento en el estío, y en tiempo de mies
l.° Parece que acerca de los actos in- allega lo que ha de comer. E s así que
teriores la ley nueva no ordenó suficien- todo precepto que se da contra la incli-
temente al hombre; porque en el D e c á l o g o nación de la naturaleza es inicuo por ser
sus diez preceptos ordenan el hombre á contrario á la l e y natural. L u e g o parece
Dios y al prójimo; y el Señor solo so- inconveniente que el Señor prohibiese la
bre tres de ellos complementó ( 2 ) algo, solicitud por el alimento y el vestido.
esto e s , sobre la prohibición del homici- 6.° N o se debe prohibir acto alguno de
dio, la del adulterio y la del perjurio. virtud; y el juicio es acto de justicia, se-
L u e g o parece que ordenó insuficiente- gún se dice ( P s . 9 3 , 1 5 ) , hasta que la
mente al hombre, dejando sin su (respec- justicia venga á hacer juicio. L u e g o pa-
tivo ) complemento los otros preceptos. rece inconveniente que el Señor haya
2.° E l Señor nada ordenó en el E v a n - prohibido el juicio, y por lo tanto la l e y
(1J Intcllectum : véase la nota 1, pág. 755. hasta más propio y adecuado el verbo adi.nplevit, que tradu-
(2) Adimplevií según las ediciones de Roma (antiguas y cimos en la forma más conciliadora y gráfica, y cuya genuina
„ moderna ) y Pádua ( 1008) : y casi todas las mas recientes de ó autográfica legitimidad parece comprobar sin género alguno
acuerdo con ios códices manuscritos : mas García propone cx- de vacilación la insistencia insinuada después en el sustan-
plicavil y en la conclusión de este mismo argumento explica- tivo adimpletionem, que por las mismas razones sin duda no se
ttonem por adimpletionem (cual comunmente se lee), y así lo atrevió á modificar el citado P. TNicolai; quien sin embargo la
hizo redactar en la nueva edición de Pádua (1712); y á su vez reemplaza por explicationem en la solución, dondelasostienen
Wicolai adopta asimismo explicavit, dejando luego adimpletio- acordes y plenamente contestes los demás , por una de esas
nem. No vemos razón ni necesidad de semejante sustitución, inconsecuencias difícilmente cohonestables de otro modo que
dada la unanimidad de los manuscritos y la casi completa de según la consabida sentencia de Horacio, sobradamente com-
las ediciones más caracterizadas y fehacientes ¡ siendo así que probada por la esperiencia : aliquando bonua dovmitat Homertts
por otra parte y d nuestro modo do ver es más espresivo y [Eptit. ai Plssones).
774 CUESTIÓN dviu, — ARTÍCULO IIÍ.

nueva ordenó insuficientemente los actos sagradas, si es indigno. P o r último en-


interiores. seña el modo de cumplir la doctrina evan-
Por el contrario, dice San Agustín gélica, implorando el auxilio divino, e s -
( D e serm. D o m . i n m o n t e , 1. 1, c. 1): « e s forzándonos para entrar por la estrecha
» de advertir q u e , cuando el Señor dijo, puerta de la virtud perfecta y tomando
» el que oye estas mis palabras... bastante precauciones para no ser corrompidos pol-
» significa que este discurso del Señor los seductores, y que la observancia de
» es perfecto en todos los preceptos con- sus mandamientos es necesaria para la
» cernientes á la formación de la vida virtud; pues que no basta la confesión
» cristiana». de la fe ó la operación de milagros ó el
Conclusión. La nueva ley ordena per- escuchar (la palabra de Dios).
fectamente los-actos interiores del hombre, A l argumento 1.° diremos, que el S e -
cuya norma de vida cristiana propuso el ñor complementó (4) aquellos preceptos
Señor completa aun en el solo sermón de de la l e y , sobre los cuales los escribas y
la montaña. fariseos no tenían una recta inteligencia;
Responderemos q u e , según la citada y esto tenía lugar principalmente acerca
autoridad de San Agustín hace ostensible, de tres preceptos del D e c á l o g o : porque
el sermón pronunciado por el Señor en la de la prohibición del adulterio y del h o -
montaña comprende todo el arreglo de la micidio pensaban que solo el acto este-
vida cristiana, en el que se ordenan per- rior era prohibido, más no el apetito inte-
fectamente todos los movimientos interio- rior; y tenían esta opinión más bien sobre
res del hombre ; porque, después de h a - el homicidio y el adulterio que sobre el
ber declarado el fin de la bienaventu- robo y el falso testimonio, por cuanto el
ranza ( 1 ) y recomendado la dignidad movimiento de la ira con tendencia al h o -
de los apóstoles ( 2 ) , por quienes babía micidio y el movimiento de la concupis-
de ser promulgada la doctrina evangé- cencia impulsivo al adulterio parecen in-
lica, ordena los movimientos interiores natos en nosotros de algún modo por la
del hombre primeramente con respecto á naturaleza, no así el deseo de robar ó de
sí mismo y después en cuanto al prójimo. decir falso testimonio. Sobre el perjurio
P o r relación á sí mismo lo hace de dos tenían un falso concepto, creyendo en
maneras según los dos movimientos inte- verdad que el perjurio es p e c a d o , pero
riores del hombre en lo operable, que son que el juramento per se debe ser apete-
su voluntad en orden á lo que se debe cido y empleado con frecuencia, como al
hacer y su intención respecto del fin: parecer conducente á, la reverencia de
así ante todo ordena la voluntad del D i o s ; y por lo tanto el Señor patentizó
. hombre según los diversos preceptos de que el juramento no debe ser apetecido
la l e y , disponiendo que uno se absten- como bueno, sino que es mejor hablar sin
g a no solo de las obras esteriores ma- juramento, á no ser que obligue la nece-
las en sí mismas, sino también de las sidad.
interiores y de las ocasiones de peca- A l 2.° que acerca de los preceptos j u -
dos ( 3 ) , y después ordena la intención diciales los escribas y fariseos tenían dos
del hombre diciendo que en las buenas clases de error : 1.° porque ciertas (dis-
obras que hagamos no busquemos la h u - posiciones ) , que en la l e y de Moisés es-
mana gloria ni las riquezas mundanas, lo taban consignadas como permisiones, las
cual es atesorar en la tierra; procediendo creían justas por sí mismas, como el re-
luego á ordenar el movimiento interior del pudio de la esposa y el recibir usuras de
hombre en cuanto al prójimo, para que los estranjeros; y por esta razón el Señor
no le juzguemos temeraria ni injustamente prohibió el repudio de la mujer ( M a t t h .
ó con presunción, ni por otra parte sea- 5 ) y la percepción de usuras ( L u c . 6, 35)
mos remisos con él confiáudole las ^cosas diciendo, dad prestado, sin esperar por

(1) Con la detallada y gradual esposicion de las ochó bien- pítulo 5.° de San Mateo.
aventuranzas (llaltli. 5, 3, a. 11). (4) Téngase de nuevo presente lo espuesto en la nota 2 de
(2) a Vosotros sois la sal de la tierra,... ( i b i d . v. 13 ) y la pág. 773 : aquí el testo por nosotros adoptado y traducido
» sois la luz del mundo,...» (v. 14),.. dice adimpleiionem apposuit, verbo este último, que por cierto
(3) Recomendamos para la fácil inteligencia y plena com- no deja ya lugar á duda sobre la recta interpretación del ver-
probación de ledo esto la atenta lectura de lodo el citado ca- dadero sentido de la frase.
CUESTIÓN CVIII. — ARTÍCULO l í í . 715

ello nada; 2° c r e y e n d o q u ec u c a n t io e á l r a o t b s e ar v a sn c o i a b d e r l oa s s c e, r e m o -
que la ley antigua habia establecido de- niales han sido totalmente abolidos por el
bían hacerse por justicia,debían ser eje- cumplimiento de la realidad; y por lo
cutadas por el deseo de venganza ó por tanto acerca de estos preceptos nada se
c o d i c i a d e l a s c o s a s t e m p o r a l e s óp o r o d i o o r d e n a e n a q u e l l a d o c t r i n a c o m ú n : m a n i -
de los enemigos, lo cual se refiere á tres fiestasin embargo en otros lugares que
preceptos. Parecíales en efecto que el todo el culto corporal, que estaba deter-
deseo d e l a v e n g a n z a e s l í c i t o p o r mr i an a z d oó n e n l a l e y , d e b í a s e r conmutado
d e l p r e c e p t o e s t a b l e c i d o s o b r e l a p e n a d e l e n e l e s p i r i t u a l , c o m o s e v e ( J o a n n . 4,
t a l i o n ; q u e f u e d a d o e n v e r d a d p a r a q u e 21 y 23), d o n d e d i j o : vendrá la hora (1),
s e o b s e r v a s e l a j u s t i c i a , y n o p a r a q u e e l en que ni en este monte ni en Jerusalen
h o m b r e b u s c a s e v e n g a n z a : p o adoraréis r l o c u a l ale Padre l ; mas los verdaderos
S e ñ o r , p a r a e v i t a r e s t o , e n s e ñ a q u e e l á n i - adoradores adorarán al Padre en espí-
m o d e l h o m b r e d e b e e s t a r p r e p a r a d o á ritu y en verdad.
s u f r i r , s i e s n e c e s a r i o , (agravios) A a l ú4.° n q u e t o d a sl a sc o s a sm u n d a n a ss e
m a y o r e s . J u z g a b a n a d e m a s q u e e l m o v i - r e d u c e n á t r e s , ás a b e r,h o n o r e s , r i q u e -
m i e n t o d e l a c o d i c i a e r a l í c i t o p o r l o s z a s y d e l e i t e s s e g ú n a q u e l l o ( i J o a n n . 2,
p r e c e p t o s j u d i c i a l e s ,e n l o s q u e s e m a n d a 16), todo lo que hay en el mundo es con-
q u e s e h a g a l a r e s t i t u c i ó n d e l a c o s a q u i - cupiscencia de carne, l o c u a l p e r t e n
t a d a c o n a l g u n a a d i c i ó n , c o m o s e h a d i - á l o s d e l e i t e s d e l a c a r n e , y concupiscen-
c h o ( C . 105, a . 2, a l 9.°); y e s t o e n vciae de r - los ojos, l a q u e s e r e f i e r e á l a s r i
d a d l o m a n d ó l a l e y , p a r a q u e s e o b s e r - q u e z a s , y soberbia de la vida, c o m p r
v a s e l a j u s t i c i a ,m a s n o p a r a d a r o c a s i ó n siva de la ambición de gloria y honores.
á la codicia;' ypor eso el Señor enseña P e r o l a l e y n o p r o m e t i ó d e l e i t e s s u p é r -
que no reclamemos lo nuestro por codi- fluos de la carne, que más bien los pro-
c i a , s i n o q u e e s t e m o s d i s p u e s t o s , s i f u e r e h i b i ó ;y s íp r o m e t i ó l a e s c e l s i t u d d e l o s
necesario, ádar mucho más. Tenían en honores yla abundancia de las riquezas,
fin p o r l í c i t o e l m o v i m i e n t o d e l o d i o p o r p u e s s e d i c e ( D e u t . 28, 1), si oy
l o s p r e c e p t o s d a d o s e n l a l e y a c e r c a d e voz del Señor tu Dios, te ensalzará sobre
l a m u e r t e d e l o s e n e m i g o s , l o c u a l e f e c - todas las gentes, e n c u a n t o á l o p r i m e r
t i v a m e n t e e s t a b l e c i ó l a l e y p a r a e l c u m - y p o c o d e s p u é s a ñ a d e ( v . 11), hará
p l i m i e n t o d e l a j u s t i c i a , c o m o s e h a d i - abundes en todos los bienes, e n c u a n t o á
c h o ( C . 105, a . 3 , a l 4.°), n o p a r a l s o s a e t g i u sn -d o : p r o m e s a s q u e p o r c i e r t o l o
facción de los odios; ypor lo mismo el judíos entendían tan depravadamente, que
Señor enseña que tengamos amor á los creían que por ellas debía servirse al Se-
enemigos, y estemos dispuestos aun, d e ñ o r c o m o p o r fin; y p o r e s o e l S e ñ o r r e c -
s e r n e c e s a r i o , á h a c e r l e s b i e n t i:f ip c oó re s qt o u , e m a n i f e s t a n d o primeramente
estos preceptos deben ser considerados que las obras de las virtudes no deben
según la preparación del ánimo, como es- hacerse por humana gloria, designando
p o n e S a n A g u s t í n ( D e S e r m . D o m . i n al efecto tres obras, álas que todas las
m o n t e , 1. 1, c . 19). o t r a s s e r e d u c e n : p o r q u e t o d o c u a n
A l 3.° q u e l o s p r e c e p t o s m o r a a l l g e u n s o d eh a -c e , p a r a r e f r e n a r e n s í p r o p i o
bían quedar por completo en la nueva sus concupiscencias, se reduce al ayuno;
ley, porque pertenecen por sí mismos á la lo que se hace por amor al prójimo á la
e s e n c i a d e l a v i r t u d ; a l p a s o q u e l o l i s mp o sr n ae ; - y l o q u e s e p r a c t i c a p o r e l c u l t o
ceptos judiciales no debían continuar ne- de Dios ála oración; enumerando estas
cesariamente según el modo que la ley t r e s e n e s p e c i a l c o m o l a s m á s i m p o r tan-
determinó, sino que se dejaba al arbitrio t e s , y p o r l a s q u e l o s h o m b r e s s u elen
de los hombres el determinarlos de una p r i n c i p a l m e n t e a n d a r á c a z a d e g l o r i a: y
m a n e r a ó d e o t r a :p o rc u y o m o t i v o e l e n s e g u n d o l u g a r e n s e ñ ó q u e n o " d e b e m os
Señor nos ordenó convenientemente acer- c i f r a r n u e s t r o fin e n l a s r i q u e z a s , c u a n do
ca de estos dos géneros de preceptos. En d i j o ( M a t t h . 6 , 19), no queráis atesorar
para vosotros tesoros en la tierra.
(11 Vcnlei hora, aunque en la Vulgata se lee: venit
guando...; A l 5.° q u e e l S e ñ o r n o p r o h i b i ó l a s o -
hora, et mine «llégala hora, y eslaes, ...»
e»t, qnando...,
Véanse las notas 1 de la página 205 y 3 en la 212 del T. 1." licitud necesaria, sino la desordenada;
776 CUESTIÓN C V I I I . — A R T Í C U L O S III Y I V .

debiendo evitarse cuatro solicitudes des- cia pertenece á la perfección de la vida.


ordenadas acerca de las cosas tempora- L u e g o es inconveniente que en el E v a n -
les : 1 . que no constituyamos en ellas el
a
gelio no se dé consejo sobre ella.
fin, ni sirvamos á Dios por lo necesario 4.° Muchas cosas pertenecientes á la
para el sustento y el vestido, por lo que perfección de la vida se encuentran esta-
se dice, no queráis atesoraros ; 2 . que a
blecidas entre los preceptos, como lo que
no andemos tan solícitos de las cosas tem- se dice, amad á vuestros enemigos, y asi-
porales que desconfiemos del divino auxi- mismo los preceptos que el Señor dio á
l i o , por lo cual.dice el Señor (ibid. 3 2 ) , los Apóstoles (Matth. 10). L u e g o incon-
vuestro Padre sabe que tenéis necesidad venientemente se consignan consejos en
de todas ellas; 3 . que la solicitud no sea
a
la l e y nueva; y a porque no se compren-
presuntuosa de tal suerte, que el hombre den todos, y a también porque no se dis-
confíe poder procurarse por sus propios tinguen de los preceptos.
afanes sin el auxilio divino las cosas ne- Por el contrario : los consejos de un
cesarias á la v i d a , lo cual combate el amigo sabio son de grande utilidad, se-
Señor diciendo que el hombre nada pue- gún aquello ( P r o v . 2 7 , 9 ) : deleitase el
de añadir á su estatura; 4 . por cuanto a
corazón con ungüentos y con variedad de
el hombre se anticipa al tiempo en su so- olores; y el alma se endulza con los bue-
licitud, es decir, que se preocupa ahora nos consejos del amigo. E s así que Cristo
de lo que no pertenece al cuidado del es el mejor y más sabio amigo. L u e g o sus
tiempo presente, sino al del venidero; y consejos contienen grandísima utilidad y
así dice (ibid. 3 4 ) , no andéis cuidadosos son convenientes.
por el dia de mañana. Conclusión. Convenientemente [1] ade-
A l 6.° que el Señor no prohibe el jui- mas de los preceptos se proponen en la ley
cio de la justicia, sin el cual no se podrían nueva para la mejor y más fácil conse-
preservar las cosas santas de los indignos; cución de la bienaventuranza determina-
sino que prohibe el juicio desarreglado, dos consejos de perfección, no consigna-
como se deja dicho. dos en la antigua ley; reducidos [2] á la
pobreza, castidad y obediencia perpe-
ARTÍCULO I V . — ¿ § e h a n propuesto tuas y completas según la humana posi-
c o n v e n i e n t e m e n t e e n l a ley n u e v a ciertos bilidad.
consejos determinados ? (1! R e s p o n d e r e m o s , que entre el consejo
y el precepto h a y esta diferencia; que el
l.° Parece que en la l e y nueva se han precepto importa necesidad, en tanto que
propuesto inconvenientemente ciertos con- el consejo deja la libertad de opción al
sejos determinados : porque los consejos aconsejado : por lo cual en la ley nueva,
se dan sobre cosas que son útiles á un fin, que es ley de libertad, se han~ añadido á
como se ha dicho ( C . 1 4 , a. 2 ) , al tra- los preceptos convenientemente los conse-
tar del consejo ; pero no á todos convie- jos ; mas no en la ley antigua, que era l e y
nen unas mismas cosas. L u e g o no deben de servidumbre. Conviene pues que los
ser propuestos á todos algunos consejos preceptos de la uueva l e y se entiendan
determinados. haber sido dados acerca de las cosas que
2.° L o s consejos se dan para un bien son necesarias, para conseguir el fin de la
mejor, y los grados de un bien mejor no eterna bienaventuranza, al cual nos intro-
son determinados. L u e g o no deben darse duce inmediatamente la l e y nueva; y los
algunos consejos determinados. consejos acerca de aquellas, por las que
3.° L o s consejos pertenecen á la per- mejor y más espeditamente puede el hom-
fección de la vida. E s así que la obedien- bre conseguir elfin predicho. Hallándose

(l) Calvino pretendía que «en el Evangelio no hay con- de los llamados consejos evangélicos, á lo menos sin estar
» sejo alguno, sino que todo en él es de precepto» : Jovinia- antes perfectamente probados en la exacta observancia de los
río y Vigilancio negaron asimismo la existencia de consejos preceptos. Semejante doctrina herética, ya condenada porlos
evangélicos relativos á la virginidad ó castidad y á la pobreza Papas Kicolao^III y Clemente V , dló ocasión al mismo Santo
voluntaria; error reproducido posteriormente por varios otros Tomás de escribir en su refutación su opúsculo titulado
herejes de la Edad media y de más recientes fechas en diver- Contra relralwntes ú rellgione, ademas do la condensada en esto
sos términos más ó menos concretos ó genéricos, diciendo que artículo.
á nadie debe permitirse consagrarse á la práctica constante
CUESTIÓN ÓVIII. — A R T Í C U L O IV.

empero el hombre constituido entre las concupiscencia de la carne ; y honores,


cosas de este mundo y los bienes espiri- condensados en la soberbia de la vida,
tuales, en los que consiste la eterna bea- como se ve ( i Joann. 2) ; y el abandonar
titud de tal modo, que, cuanto más se del todo estas tres cosas, en cuanto es po-
adhiere á uno-de estos (dos estremos), sible, pertenece á los consejos evangéli-
tanto más se desvía del otro, y viceversa; cos ; en los cuales tres se funda asimis-
de aquí que quien totalmente se apega á mo toda religion (1) que profesa el e s -
las cosas de este mundo constituyendo en tado de perfección : porque las riquezas
ellas su fin y tomándolas como razón y se abdican por la pobreza, los deleites
regla de sus obras, apártase totalmente carnales por la castidad perpetua y la
de los bienes espirituales; y por lo mismo soberbia de la vida por la servidumbre
este desorden se quita por los preceptos. de la obediencia. L a observancia en ab-
P e r o no es necesario que el hombre re- soluto de estas (tres virtudes) perte-
nuncie á todas las cosas que son del nece en general á los consejos propues-
mundo para llegar al fin predicho; por- t o s ; pero la observancia de cada uno de
que puede el hombre usando de las cosas ellos en algún caso especial pertenece al
de este m u n d o , de manera que no cons- consejo circunstancialmente, es decir, en
tituya en ellas el fin, conseguir la eterna aquel caso : vr. gr. cuando el hombre da
bienaventuranza; á la cual sin embargo alguna limosna á un pobre, no estando
llegará más espeditamente abdicando to- obligado á darla, sigue el consejo en
talmente los bienes de este mundo, por cuanto á este hecho ; y del mismo modo,
cuya razón se dan acerca de esto consejos si se abstiene por algún tiempo determi-
en el Evangelio. Ahora bien : los bienes nado de los deleites de la carne, para en-
de este mundo pertenecientes al uso de tregarse á la oración, sigue el consejo por
la vida humana consisten en tres cosas, aquel tiempo; é igualmente, cuando al-
á s a b e r : riquezas de bienes esteriores, guno no sigue su voluntad en algún acto,
que corresponden á la concupiscencia de que lícitamente pudiera ejecutar, sigue el
los ojos; deleites carnales, incluidos la consejo en tal c a s o , como si hace bien á

fl) Es bien notorio que aquí la palabra religión designa si no fuera inicuo y absurdo, oir clamar en un mismo tono y
cualquiera y cada una de las órdenes religiosas ó monásticas sin interrupción : a ¡ viva la libertad! ¡ abajo los frailes! » y
aprobadas por la Iglesia, uno de cuyos más bellos ornamentos «¡fuera conventos! ¡ viva la fraternidad!...» Frailes, con-
constituyen , á la vez que son sus más poderosos auxiliares ventos,... oh ! á los oidos sensatos é imparciales ese clamoreo
para el desempeño de su múltiple misión sobre la tierra, ba- suena lo mismo y con el propio timbre y significación que el
sándose todas ellas en común sobre la profesión á perpetuidad de los malhechoros, al gritar ¡abajo la guardia civil! ¡fuera
f aunque también temporalmente algunas de más reciente policía! ¡ nada de tribunales , ni códigos, ni cárceles, ni leyes
creación) y en la observancia puntual y convenientemente penales, ni medios coercitivos del crimen! ¡ viva la (sola nues~
reglamentada según sus respectivos estatutos de los tres f-ra) libertad ! — Preguntaba el juez á cierto reo acusado de
votos fundamentales de obediencia, pobreza y castidad , y robo: — qué profesión es la de usted? — Ladrón , respondió
distinguiéndose unas de otras por algún otro cuarto voto sin vacilar el interpelado. — Hombre, sin duda no me ha en-
característico en razón del fin ú objeto principal de su insti- tendido usted la pregunta : digo ¿cuál es su oficio? — Ladrón
tución, que siempre es alguna obra conocidamente benéfica y pues, señor juez. — Mal oficio ha emprendido usted , según
piadosa con destino á proveer á los pueblos y á la humanidad eso. — ¡ Oh! el oficio en sí no es malo, si ustedes nos dejasen
de los recursos y remedios más apremiantemente reclamados ejercerlo con libertad y sin quiebras! Hé aquí en resumen el
por las exigencias y necesidades de los tiempos y las circuns- tema y la lema (como el vulgo dice J de los enemigos de los
tancias de cada época. Viene siendo ya intolerable y hasta ri- frailes: «estos son los que contrarían nuestros proyectos;
dicula esa prevención de constante y general hostilidad contra » guerra á muerte á los frailes » . Nada importa que socorran
tan beneméritas instituciones por parte de esa falange de al menesteroso con su sopa conventual, que instruyan gratis
pensadores de nuevo cuño, que, repitiendo argumentos ca- á las generaciones nacientes, que prediquen de palabra y con
ducos ya por lo vulgares cuanto injustos en su orígen.y faltos el ejemplo la paz y el bienestar común , que á nosotros mis-
de fundamento serio, vomitan groseros improperios con Ira los mos en más de una ocasión y con caridad divina nos hayan
espíritus verdaderamente fuertes, que en su abnegación he- sustraído al furor político ó á la epidemia y la muerte : son
roica y á despecho de tanto vilipendio arrostran ademas de los valladares contra el desbordamiento de nuestras ideas de
los sarcasmos de los enemigos de la libertad y del bien común ambición y.de esterminio , de enriquecimiento y de domina-
todo género de privaciones y sacrificios en pro de la sociedad, ción, de impiedad y libertinaje ; ¡abajólos frailes ! Escolta va-
más aún que por su propia santificación y felicidad. Holganza* liente y compacta del Jefe Supremo de la religion" y Padre co-
1

ambición, intriga, comodidad personal, egoísmo, miras de in- mún de los fieles, muralla formidable contra toda bárbara
terés y dominación, presión de las conciencias, oscurantismo, irrupción en el santuario de la moralidad y fe cristianas, van-
preocupaciones contra la civilización y la ciencia y el progreso guardia intrépida del Catolicismo y del Pontificado, serán
ilustrado, indigno tráfico de lo sagrado, pretcnsiones bastar- siempre las órdenes religiosas víctimas de los primeros y úl-
das de todo linaje,... esto y mucho más, todo cuanto censura- timos embates del filosofismo y de la irreligión ; mas de su
ble puede espresarse apurando el vocabulario del nuevo idio- sangre misma brotarán indeficientes nuevas legiones defen-
ma revolucionario, que nunca entenderán las gentes sencillas soras de los buenos principios , como decía Tertuliano de los
é ingenuas, se achaca á los individuos y á las corporaciones primeros mártires cristianos , sin que tan bello florón fecun-
mismas en su colectividad , denigrando á unos y otras , cual dante siempre se marchito jamás sobre la frente augusta de
si estuvieran fuera de la ley común, Donoso sería en verdad, la Iglesia católica para bien de toda la humanidad.
118 CUESTIÓN CVIII.—ARTÍCULO IV.

sus enemigos, cuando no está obligado, son determinados, y á ellos se reducen


ó perdona la ofensa, de la cual justamente también aquellos particulares, según lo
podría exigir venganza : y así aun todos dicho.
los consejos particulares se reducen á A l 3.° que también el consejo de obe-
aquellos tres generales y perfectos. diencia se entiende haber sido dado por
A l argumento 1.° diremos, que los an- el Señor en e s t o , que dijo, y sígame; á
tedichos consejos en sí mismos son útiles quien s e g u i m o s , no solo imitando sus
á todos; pero pueden no serlo á ciertas obras, sino también obedeciendo sus man-
personas á causa de su posición, porque datos, según aquello(Joann. 10, 27): mis
no tienen afecto á ellos : y por lo tanto el ovejas oyen mi voz y me siguen.
Señor, al proponer los consejos evangé- Al 4.° que cuanto acerca del verdadero
l i c o s , hace siempre mención de la idonei- amor de los enemigos y semejantes (do-
dad de los hombres para la observancia cumentos) dice el Señor ( M a t t h . 6, y
de los mismos; pues recomendando el de L u c . 6 ) , si se refiere á la preparación del
la perpetua pobreza ( M a t t h . 1 9 , 2 1 ) dice ánimo, es de necesidad para la salvación,
previamente, si quieres ser perfecto, y como el que el hombre esté preparado á
después añade, ve y vende cuanto tienes; hacer bien á sus enemigos, y otras obras
é igualmente sobre el consejo de perpe- análogas, cuando la necesidad lo requiera;
tua castidad, cuando dijo (ibid. 12), hay y por lo tanto se cuentan éntrelos precep-
castrados, que se castraron á sí mismos tos. P e r o que alguno haga esto pronta-
por el reino de los cielos, añade inmedia- mente en el acto con sus enemigos, sin
lutamente, quien puede ser capaz, séalo; haber para ello una necesidad especial,
j del mismo modo el Apóstol ( i Cor. 7, pertenece á los consejos particulares, co-
35) previo el consejo de la virginidad mo se h a dicho. E n cuanto á los que se
dice : en verdad esto digo para provecho consignan ( M a t t h . 10, y L u c . 9 y 10)
vuestro, no para echaros lazo. fueron ciertos preceptos disciplinarios
A l 2.° que los bienes mejores particu- para aquél tiempo, ó ciertas concesiones,
larmente en cada individuo son indeter- según lo manifestado (a. 2 , al 3.°); por lo
minados ; pero los que son simple y abso- cual no se determinan como consejos (1).
lutamente los mejores bienes en general

(1) Lutero y sus secuaces han renovado no sin pretensiones » religiosa se hacen por solo ello más ineptos para la obser-
de originalidad él ya vetusto error de Juan 'Wiclef, condenado » vancia de los divinos mandamientos».
por el Concilio de Constanza, de que «los que profesan lavida
CUESTIÓN CIX.

Del principio esterior de los actos humanos, que es la gracia de Dios c u

Consideraremos a h o r a el principio esterior de los actos h u m a n o s , es d e c i r , Dios, s e g ú n q u e nos


a y u d a por su g r a c i a á o b r a r r e c t a m e n t e , y 1.° la g r a c i a de Dios; a." sus c a u s a s ; 3.° sus efectos; d i v i -
d i e n d o la p r i m e r a consideración en t r e s p a r t e s , p a r a t r a t a r con separación en la 1. de la necesidad
a

d é l a g r a c i a ; 2. de la m i s m a g r a c i a en c u a n t o á su e s e n c i a ; y 3. de s u división. Acerca de l a 1. r e -
a a a

solveremos diez p u n t o s : 1.° Puede el h o m b r e sin la g r a c i a conocer a l g u n a v e r d a d ? — 2° Puede sin


ella h a c e r ó q u e r e r algún bien? —3.° Y a m a r á Dios sobre t o d a s las c o s a s ? — 4.° Puede sin ella por sus
fuerzas n a t u r a l e s observar los preceptos de la ley? —5.° Y merecer la vida e t e r n a ? —6.° Puede el
h o m b r e p r e p a r a r s e á la g r a c i a sin la gracia?—7.° P u e d e sin ella s a l i r del pecado?—8.° Y evitar el
pecado?— 9.° Conseguida la g r a c i a ¿ p u e d e el h o m b r e sin otro a u x i l i o divino h a c e r el bien y evitar
el p e c a d o ? —10.° Puede p e r s e v e r a r en el bien por sí m i s m o ?

ARTÍCULO I . — P u e d e el hombre sin no podemos conocer la verdad sin la


la g r a c i a conocer a l g u n a verdad ? (2¡ gracia.
2.° D i c e S a n A g u s t í n ( S o l i l o q . 1
1.° P a r e c e q u e n o p u e d e e l h o m b r c e .s 6i )n q u e (s. l o s (principios ) c i e r t í s i m
la gracia conocer verdad alguna: porque » de las ciencias son tales como aquellas
s o b r e e s t a sp a l a b r a » sc o( s a si C q u e o e rl s o. l 12,
i l u 3m i )n ,a , nin-
para que pue-
guno puede decir Señor Jesús, sino por el » dan ser vistas; yDios mismo es quien
Espíritu Santo d i c e l a G l o
3 s » i al u dm i n ae , S s i ae n d o n l a r a z ó n e n l o s e n t e n -
Ambrosio: «t odo lo verdadero, dígas e » dimientos lo que la vista en los ojos, y
» por quien qui era, proviene del Espírit u » los ojos de la inteligencia son los senti-
» Santo». Es así q ue el Espíritu Sant o » dos del alma». Mas el sentido corporal,
habita en noso tros por la gracia. Lueg o p o r m u y p u r o q u e s e a , n o p u e d e v e r o b -
(I) Tal es comunmente en los manuscritos é impresos de la encabezamiento por ellos mismos puesto al frente de la C. 90
SUMA la redacción del epígrafe , con que aparece encabezado De legibtts, en cuya concisa esplicacion introductiva dicen uná-
este interesantísimo Tratado de la Gracia, para cuya útil lec- nimes : principium autem exterins movens ad bonum est Deas, qui
tura y recta inteligencia será muy conveniente á loslcctores, et nos inslruil per legem , etjuvat per gratiam : donde se ve pal-
que no posean siquiera los más elementales conocimientos mariamente la designación de los dos principios estrínsecos
sobre tan delicado asunto, consultar alguno de los muclios y buenos (aparte del malo, el diablo, de quien ya se había tra •
buenos.tratados de Teología dogmática, que lo desarrollan tado en la C. 0 1 , a. 2 y 3 de la 1. Parte) y distintos , la ley
A

con profundidad y método en perfecta conformidad con las y la gracia. Por eso algunos proponen se adicione con Me-
enseñanzas de la Iglesia católica ; teniendo muy presentes diéis el título en la forma De altero exteriori principio..., inser-
ante todo los dos errores capitales diametrahnente opuestos ción que en verdad no estimamos necesaria, atendido el común
entre sí y uno y otro al verdadero dogma, cuales son el pela- estilo del Santo Doctor, según el cual sciiicet equivale á quod
gianismo, que todo lo niega á la gracia en pro del libre albe- dicitur ; siendo en su consecuencia el sentido patentísimo del
drío, y el luteranisino , que destruye la libertad humana atri- testo: De la gracia, principio (también) estrínseco de los acias ha~
buyendo á la gracia de Cristo todo lo concerniente á la justi- manos, como la ley de que acabamos do tratar.
ficación y salvación , escluyendo toda' cooperación por parte (2) Refutación directa de cuantos suponen destruido el en-
del hombre; sin olvidar los respectivamente afines á cada es- tendimiento humano aun en su natural aptitud por la ofusca-
tremo, es decir, el seini-pelagianismo por un lado y de la otra ción consiguiente al desorden inducido en la naturaleza hu-
parte el calvinismo y el jansenismo con las exageradas pro- mana por el pecado original, y que han servido de base al
posiciones de Bayo •- sobre los cuales recomendamos la lectura luteranismo y demás sectas heréticas de él nacidas, para
de nuestra nota 2 en la página 218 del Tomo 1.°, donde se es- negar el libre albedrío y toda imputabilidad.ó responsabili-
pecifican y distinguen con bastante claridad esos y otros er- dad moral en sus operaciones; y no contra el pelagianismo ni
rores, íntimamente relacionados con esta materia ; como tam- contra los semi-pelagíanos , como sin duda por distracción ó
bién las notas i de la página 668 , 2 de la S30, 1 de la 832 y por trastrueque de caja ó de redacción anota M. Drioux, cuya
la i de la 182 en el mismo T. l.° En algunos manuscritos sa- observación debe corresponder más bien a otro lugar , como
lee únicamente De exteríori principio humanorum actmtm sin la á su tiempo se verá (nota 4 de la pág. 7S1J,
adición sciiicet de gratia Dei, lo que parece argüir olvido del
78Ó CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO í .

j e t o alguno visible sin la iluminación del fecto que sea el calor del fuego, no al-
sol. L u e g o la inteligencia humana, por teraría (2) sino por el movimiento del
perfecta que s e a , no puede por el racio- cuerpo celeste. E s notorio por otra parte
cinio conocer la verdad sin la luz divina, que, así como todos los movimientos cor-
que pertenece al auxilio de la gracia. porales se reducen al movimiento del
3.° L a inteligencia humana no puede cuerpo celeste como al primer motor cor-
entender la verdad sino pensando, como poral ; igualmente.todos los movimientos,
indica San A g u s t i n ( D e Trin. 1.14, c. 7). y a corporales, y a espirituales, se reducen
P e r o el Apóstol dice ( n Cor. 3 , 5 ) : no en absoluto al primer motor, que es D i o s .
somos suficientes por nosotros mismos A s í que, por perfecta que se suponga al-
para pensar algo como de nosotros. L u e - guna naturaleza corporal ó espiritual, no
g o el hombre no puede conocer la verdad puede proceder á su acto, si no es movi-
por sí mismo sin el auxilio de la gracia. da por D i o s , cuya moción en verdad se
P o r e l c o n t r a r i o , dice San Agustin verifica según la razón de su providencia;
( Retract. 1. 1, c. 4 ) : « no apruebo lo no por necesidad de su naturaleza, como
» que dije en mi discurso : « o h D i o s , que la moción del cuerpo celeste. M a s no solo
» has querido que no sepan la verdad sino proviene de D i o s toda moción como del
» l o s puros ; porque se puede responder primer motor, sino que también proviene
» que muchos aun no puros saben mul- de él toda perfección formal, como del
» titud de verdades » . E s así que por la acto primero; y así es que la acción del
gracia el hombre se hace limpio según entendimiento y de cualquier ente creado
aquello ( P s . 5 0 , 1 2 ) , cria en mí, oh depende de D i o s bajo dos conceptos: 1.°
Dios, un corazón puro, y renueva en en cuanto recibe de él mismo la perfec-
mis entrañas el espíritu recto. L u e g o sin ción ó la forma, por la cual obra; 2.° en
la gracia puede el hombre conocer por sí cuanto es movido por él mismo á obrar (3).
mismo la verdad. P e r o cada forma dada por D i o s á las co-
Conclusión. El hombre como racional sas creadas tiene eficacia respecto de al-
y de naturaleza intelectiva [1] puede co- gún acto determinado, del que es capaz
nocer verdades naturales, movido por según su propiedad; mas no puede ir más
Dios á su acto ; pero [ 2 ] sin el sobrena- allá sino mediante alguna forma sobre-
tural auxilio de su gracia, necesario [ 3 ] añadida, como el agua no puede calentar
para las que esceden su natural alcance. sin ser calentada por el fuego. A s í pues
Responderemos, que conocer la ver- el entendimiento humano tiene alguna
dad es cierto uso ó acto de la luz inte- forma, cual es su misma luz inteligible,
lectual; porque según el Apóstol ( E p h e s . que es de suyo suficiente para entender
5 , 13) todo lo que se manifiesta es luz. ciertas cosas inteligibles, cuyo conoci-
Cualquier uso implica _un movimiento, miento podemos de hecho adquirir por
tomando esta palabra en sentido lato (1), medio de los objetos sensibles : pero el
como se dice que el entender y el querer entendimiento humano no puede conocer
son ciertos movimientos, según hace cons- las cosas inteligibles más elevadas ( 4 ) ,
tar Aristóteles ( D e an. 1. 3 , t. 28 ) ; y si no es perfeccionado por una luz más
vemos en las cosas corporales que para eficaz, como la de la fe ó de la profecía,
el movimiento se requiere no solo la mis- que se llama luz de gracia (lumen gra-
m a forma, que es el principio del movi- tio3), en cuanto es sobreañadida á la na-
miente ó de la acción, sino también la turaleza ; debiendo^ por lo tanto decirse
impulsión del primer motor, que en el que para el conocimiento de cualquiera
orden de cosas corporales es el cuerpo verdad necesita el hombre del divino au-
celeste. P o r consiguiente, por más per- xilio, de manera que el entendimiento sea

(1) Véase la nota 2 en la página 37 del Tomo 1.° del hombre al obrar. ¿ Puede darse testimonio más decisivo
(2) No transmitiría su calor, modificando así con él á otros de la doctrina del Santo en orden á la premoción física de
cuerpos. parte de Dios ? Pues aún hay sistemáticos detractores de su
(3) No solo tiene de Dios toda criatura su virtud de moverse, verdadera opinión, que intentan tergiversar esplotando al-
y á él debe la conservación de su fuerza ó potencia motriz; guna frasecilla suelta y desecnexionada con ese punto tan
sino que Dios mismo la mueve á obrar en todos sus aetos, transcendental, atribuyéndole teorías visiblemente ajenas á
como tales actos y prescindiendo del concepto moral comuni- su intento, como ya alguna otra vez dejamos hecho notar.
cado á ellos por la libre acción 6 intervención de la voluntad (4) Del orden sobrenatural.
CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O S I Y I I . 781

movido por Dios á sus actos: mas no ARTÍCULO I I . — P u e d e e i h o m b r e s i n


necesita, para conocer la verdad en to- la gracia querer y hacer e l b i e n ? (4)
das las cosas, de una nueva ilustración
sobreañadida á la luz natural; sino en 1.° P a r e c e q u e e l h o m b r e p u e d e s i n
algunas (1) que esceden el natural co- l a g r a c i a q u e r e r yh a c e r e lb i e n : p o r q u e
nocimiento ; y s i n e m b a r g o e n o c e s at á s e n i l oa pn o t e e s st a d d e l h o m b r e aquello
D i o s i n s t r u y e m i l a g r o s a m e n t e p o r m e d i o de que es dueño; yel hombre es dueño
de su gracia áalgunos acerca de las co- de sus actos yprincipalmente del acto
s a s , q u e p u e d e n s e r c o n o c i d a s p o r l a r a - d e q u e r e r , c o m o s e h a d i c h o ( C . 1, a . 1;
z ó n n a t u r a l ; c o m o i g u a l m e n t e h a c e á y C . 13, a . 6 ) . L u e g o e l h o m b r e p u e d e
v e c e s m i l a g r o s a m e n t e c o s a s , q u e l a n a t u - querer yhacer el bien por sí mismo sin
raleza puede hacer. el auxilio de la gracia.
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s ( 22.°) , «C aq d u a se e r p u e d e m á s e n l o q u e e s
» todo lo verdadero, sea quien quiera el conforme ásu naturaleza que en lo que
» que lo diga, proviene del Espíritu San- le es estraño según ella. Pero el pecado
» to », según que él infunde la luz natu- es contra la naturaleza, como dice el Da-
ral, y. mué ve áentender y d e c i r l a v e r - m a s c e n o ( O r t h .fid.1. 2 , c . 3 0 ) ; a l p a s o
d a d ; m a s n o c o m o d e q u i e n h a b i qt u e a p l a o o r b r a d e l a v i r t u d e s c o n f o r m e á l a
la gracia santificante, ú otorga algún naturaleza del hombre, según se ha dicho
don habitual sobreañadido á la n a t u r a - ( C . 71, a . 1): y a s í , p u d i e n d o e s t e p e c a r
leza. Esto solo se verifica en el conoci- p o r s í m i s m o , p a r e c e q u e m u c h o m á s
m i e n t o ye n u n c i a c i ó n d e c i e r t a s verdades, puede por sí mismo querer y hacer el
y sobre todo en aquellas que pertenecen bien.
á la fe, de las que el Apóstol hablaba. 3.° « E l b i e n d e l e n t e n d i m i e n t
A l 2.° q u e e l s o l c o r p o r a l i l u m i » n va e e r ds a -d e r o » , c o m o dice Aristóteles
t e r i o r m e n t e ; p e r o e l s o l i n t e ( l E i t gh i c b . l 1.e 6, ,q c u . 2e ) ; y e l e n t e n d i m i e n t o
e s D i o s , i l u s t r a i n t e r i o r m e n t p eu ;e da e s c í o l n oa cm e ri s l o - v e r d a d e r o p o r s í m i s m o ,
ma luz natural infusa en el alma es la como cualquiera otro ser puede hacer por
luz Dios, por la cual somos iluminados sí mismo su operación natural: luego con
por él mismo, para conocer las cosas que m u c h a m a y o r r a z ó n p u e d e e l h o m b r e p o r
pertenecen al conocimiento natural: y s í m i s m o h a c e r óq u e r e r e l b i e n .
para esto no se requiere otra ilustración, Por el c o n t r a r i o , d i c e e l A p ó
s i n o s o l o p a r a a q u e l l a s c o s a s q u e s o n s u - ( R o m . 9 , 16 ) : no es del que, quiere (el
p e r i o r e s a l c o n o c i m i e n t o n a tquerer) u r a l ni (3).
del que corre (el correr), sino
A l 3.° q u e s i e m p r e n e c e s i t a m de o s Dios
e l a u que - tiene misericordia; y S a n
x i l i o d i v i n o p a r a p e n s a r s o b r e c u a l q u i e r a A g u s t í n ( l i b . D e c o r r e p t . e t g r a t . c . 2)
c o s a , e n c u a n t o m u e v e e l e n t e n d i m i e n t o q u e « s i n l a g r a c i a (5) l o s h o m b r e s n o
m i s m o á o b r a r ; p o r q u e e n t e n d e r » a h l a c g e n o e bn i e n a l g u n o , y a p e n s a n d o , ya
acto es pensar, como dice San A g u s t í n » queriendo yamando, ya obrando ».
( D e T r i n . 1. 1 4 , c . 1 7 ) . Conclusión. El hombre [ 1 ] en su pri-

(1) Aun de las naturates, si ha de conocerlas bien y á fondo, (4) Este era sin duda el lugar oportuno de la nota de Mon-
como son las esencias y propiedades de la mayor parte de los sieur Drioux mencionada en la nuestra2 déla pág. 779,y re-
seres de la naturaleza, latentes é inaccesibles á la observación ducida á observar que la doctrina aquí sentada combate (par-
de los sentidos y aun á los medios científico-esperimentales cial é indirectamente) á los pelagianos y más de frente y á
más aventajados; cuyo conocimiento sin embargo no es de fondo el error de los semi-pelagianos, que atribuían á nosotros
absoluta necesidad al hombre, y sisólo relativamente útil ó mismos la introducción á ia fe ó su iniciación radical, cuando
conveniente para determinados fines , como lo sería á los mi- menos, ya que no con Pelagio la conservación en ella y sin
sioneros el de las costumbres , idioma y recursos de los pue- pecado y la práctica del bien ; doctrina ya censurada y re-
blos incultos , á quienes llevan la cultura cristiana y las sal- probada por el concilio de Orange (c. 19).
vadoras verdades del Evangelio. (5) No así como quiera y de un modo vago y genérico
(2) Ni la aducida Glosa es de San Ambrosio, aunque se la gracia de Dios , sino precisamente por Nuestro Señor Jesucristo,
conoce ya comunmente por su nombre , sino de un diácono como el mismo San Agustín lEplst. 105) previene en términos
apóstata déla Iglesia de Roma llamado Hilario y comentador esplícitos inspirándose en el lenguaje del Apóstol (Rom. 7, 25);
de las Epístolas de San Pablo , según se cree no sin funda- á iin do no dejar cabida á la sistemática é intencionada tergi-
monto ; ni dice a Spiritu Sánelo est, y sí clicilur, lo cual no es versación de Pelagio, que no reconocía otra gracia que la na-
lo mismo : y esto podría constituir suficiente solución al ar- tural infusa en el hombre por Dios creador, sin consideración
gumento 1.°, como insinúa el P. Nicolai. alguna á los méritos del Redentor y con manifiesta esclusion
(3) Do las que precisa y peculiarmente habla San Agustín de la gracia de la redención.
en el pasaje aducido.
782 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O II.

mitivo estado de íntegra naturaleza ne- estado de su naturaleza íntegra necesita


cesitaba de auxilio sobrenatural gratuito, de una virtud gratuita sobreañadida á
únicamente para querer y practicar el la natural, en cuanto á una sola cosa,
bien sobrenatural, no para el natural; e s d e c i r , para obrar y querer el bien so-
en el de naturaleza ya decaída por la brenatural ; mas en el estado de la na-
culpa [ 2 ] lo ha menester para su reha- turaleza corrompida e nc u a n t o ád o s , e s
bilitación y para ejercer el bien de la d e c i r , para ser curado y ademas para
virtud meritorio ; y [ 3 ] en uno y otro obrar el bien de virtud sobrenatural, que
tiene y tuvo necesidad del divino auxilio, es meritorio: y en uno y otro estado ne-
en cuanto á ser movido por Dios á bien cesita el hombre del auxilio divino, para
obrar. ser movido por el mismo á obrar bien.
Responderemos, q u e l a n a t u r a l e z A a d l e a l r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e e
ho mbre puede ser considerada de dos hombre es dueño de sus actos yde que-
m o d o s : 1° en su integridad, c u ar e r l ye n o x q u i e r e sr tp o r i l a ó d e l i b e r a c i ó n d e l a
en nuestro primer padre antes del peca- r a z ó n , q u e p u e d e i n c l i n a r s e áu n a parte
d o ; 2.° s e g ú n q u e e s t á ó á o t r a : p e r eo ne n c u a n t o á d e l i b e r a r
corrompida ó no
n o s o t r o s después del pecado d de l i eb e r l a pr , a u r n ci u a mn d o e t a rm b i é n s e a dueño
p a d r e . En ambos estados la d e e s t o (3), e s p r e c i s o e m e e s t o p r o v e n g
naturaleza a
humana necesita del auxilio divino, para d e u n a d e l i b e r a c i ó n p r e c e d e n t e ; y n o pro-
hacer ó,querer cualquier bien ( 1 ) , c o m c oe d i e n d o e s t o a l i n f i n i t o , necesariamente
d e s u p r i m e r m o t o r , s e g ú n s e h a d i c h o habrá de llegarse finalmente áque el li-
( a . 1); pero en el estado de la naturaleza b r e a l b e d r í o d e l h o m b r e es movido por
íntegra y e n c u a n t o á l a s u f i c i e n c i a d e a s l ug ú n p r i n c i p i o e s t e r i o r , q u e e s t á s o b r e l a
v i r t u d o p e r a t i v a podía m e eln t hombre e h u m a n por a , e suss decir,por Dios, como
naturales recursos querer y obrar el bien l o p r u e b a hasta el Filósofo (in cap. de
proporcionado á su naturaleza, c u a l be o s n a F o r t u n a , ó s e a , M o r . E u d e m . 1.
e l b i e n d é l a v i r t u d a d q u i c r . 1i 8 d) . aL u; mas e g o no l a elm e n t ed e lh o m b r e a u n
bien superior, c u a l e s el de la virtud s in- ano no tiene tal dominio de sus actos,
fusa : y en el estado de su naturaleza q u e n o n e c e s i t e s e r m o v i d a por Dios; y
corrompida el hombre es deficiente aun c o n m a y o r razón el libre albedrío del
en aquello, que puede según su natura- h o m b r e e n f e r m o d e s p u é s d e l p e c a d o , q u e
leza, d e m a n e r a q u e n o l e e s p o s i b l el ce iu m mp i d- e h a c e r e l b i e n p o r l a corrupción
plir todo este bien por sus fuerzas natu- de la naturaleza.
rales. Sin embargo, como la naturaleza A l 2.° q u e p e c a r n o e s o t r a c o s a q u e
h u m a n a n o s e c o r r o m p i ó t o t a l m e n t e p o r separarse del bien, que ácada cual con-
el pecado, hasta el punto de quedar pri- v i e n e s e g ú n s u n a t u r a l e z a : m a s c a d a u n a
vada de todo el bien de naturaleza; puede de las cosas creadas, así como no tiene
en verdad aun en su estado de naturaleza ser sino de otro, yen sí considerada nada
corrompida obrar algún bien particular es; igualmente necesita ser conservada
p o r v i r t u d d e s u n a t u r a l e z a ( 2 )p ,o r c o ot r om eo n e l b i e n c o n v e n i e n t e á s u n a -
e d i f i c a r c a s a s , p l a n t a r v i ñ a s y o t r a s s e - t u r a l e z a :p o r q u e p u e d e p o r s í m i s m an
m e j a n t e s : m a s n o l a e s c o n n a t u s e r r a c a l p t a z o dd e l o b i e n , c o m o t a m b i é n p o r s í
e l b i e n , d e m o d o q u e e n n a d a l e f a l t e ; ám i s m a p u e d e r e c a e r e n e l n o s e r , s i D i o s
la manera que el hombre enfermo puede no la conservase.
ejecutar por sí mismo algún movimiento'
m a s n o t a n p e r f e c t a m e n t ec o m o u n h o m - A l 3.° q u e e l h o m b r e t a m p o c o p u e d e
bre sano, áno ser que sane con el auxilio c o n ocer lo verdadero sin el auxilio divino,
d e l a m e d i c i n a . A s í p um oe s es h ela hombre c o d i c h en o ( ela . 1 ) ; y s i n e m b a r g o
la naturaleza humana está más corrom-

(1) Así natural como sobrenatural, en cuanto há menester » pecados ».


ser movida por Dios á todos sus actos, conforme á lo dicho en (3) Elsl hujusmodi ctiam sil dominas según las ediciones de
la nota 3 de la página 780. Roma (las tres) y Pádua ( ambas ) con las de Ñapóles , París
(2) Como en efecto así lo declara y enseña el Concilio Tri- (reciente de Drioux J y Madrid. En el testo de Conrado y Ca-
dentino en el hecho mismo de anatematizar (sess. 0, can. 9, y yetano se lee liujits, y Nicolai con la edición antigua de Paris
can. 8, y sess. 14, cap. i) á quien dijere con Calvino y Lutero' y el códice de Alcañiz pone si huías eliam (dado que aun...):
que « cuantas obras se hagan antes de la justificación en variantes que, como se ve , en nada afectan al fondo del pen-
» cualquier concepto ó de cualquier modo son verdaderos samiento.
CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O S II Y I I l . 783

pida por el pecado en cuanto al apetito habría pecado : amó pues á D i o s más
del .bien que en cuanto al conocimiento que á sí propio. L u e g o el hombre puede
de lo verdadero. amar á Dios más que á sí mismo y sobre
todas las cosas por sus solas fuerzas n a -
ARTÍCULO I I I . — ¿ P u e d o el hombre turales.
a m a r á Dios sobre todas l a s cosas s i n l a gra- Conclusión. El hombre en su estado
cia y solo por s u s fuerzas n a t u r a l e s ? (1) de íntegra naturaleza no necesitó del don
de la gracia sobreañadido á sus natura-
1¿° Parece que el hombre no puede les dotes, para amar á Dios naturalmente
amar á Dios sobre todas las cosas sin la sobre todas las cosas, aunque sí ser mo-
gracia, solo por sus fuerzas naturales : vido por él á este acto como á otros cua-
porque amar á Dios sobre todas las cosas lesquiera ; mas en el estado de naturaleza
es el acto propio y principal de la cari- corrompida le es necesario aun para ese
dad ; y el hombre no puede tener por sí natural amor el auxilio de la gracia so-
mismo la caridad, puesto que la caridad brenatural y gratuita, que interiormente
de Dios está difundida en nuestros cora- restaure su naturaleza.
zones por el Espíritu Santo, que se nos Responderemos, que según lo dicho
ha dado, como se dice ( P o m . 5, 5 ) . L u e - ( P . 1 . C. 6 0 , a. 5 ) al esponer las diver-
a

g o el hombre por solas sus fuerzas natu- sas opiniones sobre el amor natural aun
rales no puede amar á D i o s sobre todas de los ángeles, el hombre en el estado de
las cosas. naturaleza íntegra podia por virtud de su
2.° Ninguna naturaleza puede sobre sí naturaleza operar el bien que le es con-
misma ( 2 ) ; y amar algo más que á sí natural, sin necesidad de un don gratuito
mismo es tender á algo superior á sí mis- sobreañadido, aunque no sin el auxilio de
mo : l u e g o ninguna naturaleza creada Dios como motor. P e r o amar á Dios so-
puede amar á Dios sobre sí misma sin el bre todas lascosas es cierta cosa connatu-
auxilio de la gracia. ral al hombre, y aun á cual quiera criatu-
3.° Siendo D i o s el Sumo bien, se le ra, no solo racional sino irracional y aun
debe un sumo a m o r , que consiste en inanimada, seguu el modo de amor que á
amarle sobre todas las cosas. P e r o no es cada una de ellas puede competer; y la
capaz el hombre de aar á Dios este amor razón de esto es que á cada ser es natu-
sumo, que le es debido por nosotros, sin ral el-que apetezca y ame algo según que
el auxilio de la gracia; pues de otra ma- naturalmente es a p t o , porque todo ser
nera vanamente se añadiría la gracia. obra según su natural aptitud ( 3 ) , como
L u e g o el hombre no puede sin la gracia se dice ( P h y s . 1. 2 , t. 78 ) . Pero es evi-
por solas sus fuerzas naturales amar á dente que el bien de la parte existe por
Dios sobre todas las cosas. causa del bien del todo, y por consecuen-
Por el contrario : el primer hombre, cia cada cosa particular ama su bien pro-
según algunos afirman, fue constituido en pio con apetito ó amor natural por razón
el estado de sola naturaleza ; en el que del bien común de todo el universo, el
es evidente amó á Dios de alguna m a - cualf¿«e?í) es Dios .Por lo mismo dice
nera. P e r o no amó á D i o s igualmente que San Dionisio ( D e div. nom. c. 4 , lect. 11)
á sí mismo ni m e n o s , porque en este caso que « Dios convierte todas las cosas al

( 1 ) Evidentemente se trata aquí del amor natural de Dios, est esse, cuya versión quizá la más legítima seria (coordinando
pues con respecto al sobrenatural es á todas luces notorio que las últimas palabras en la forma nalum est esse aptum): o ape-
no es posible sin la gracia, don asimismo sobrenatural. » tezca y ame algo, según que por naturaleza es apto », ó bien
(2) Más de lo que alcanzan sus propios medios ó recursos, « según su natural aptitud », como en efecto traducimos, pero
según claramente se esplica en la solución. suprimida la repetición al parecer impertinente de todas las
(3) Sic enim agll unumquodque, prout ciplum natum est esse, se- palabras puestas á la cabeza dé esta nota, sin las que el pen-
gún la más común redacción con la sola variante del cubn por samiento queda harto esplícito, y que por lo mismo sospe-
igilur en las ediciones de Roma y Pádua (1608 J; que en la chamos han sido efectivamente insertas sin razón como ver-
de 1712 so lee enim agitar con Nicolai, y el códice de Tarra- daderamente intrusas con pretensiones de aclaratorias; por
gona ademas de enim agilur pone al íin agi en lugar de esse, más que en la antigua versión del testo del Filósofo se en-
palabra suprimida por Conrado. El códice de Alcañiz presenta cuentran todas á escepcion del segundo aptum , cuya omisión
tachadas algunas palabras anteriormente consignadas , las visiblemente intencional y como á fuer de parca adición con-
que omite por completo sin duda porque no se hallan en el firma más y más nuestra sospecha de intempestiva redundan-
lesto primitivo de Aristóteles, según insinúa el P. Rubeis, cia en todas ellas.
dejando solo appetal vel aniel aliquid, secundum quod aptum natum
784 CUESTIÓN CIX. — A R T Í C U L O S III Y IV.

» amor de sí mismo». A s í pues el hombre na naturaleza puede sobre ella misma, no


en el estado de s u naturaleza íntegra re- debe entenderse que no puede elevarse á
fería el amor de sí mismo, como igual- objeto alguno superior á ella ; porque es
mente el amor de todas las otras cosas, al notorio que nuestro entendimiento puede
amor de D i o s como á su fiu; y de este por su conocimiento natural conocer al-
modo amaba á D i o s más que á sí mismo gunas cosas superiores á él, como se ad-
y sobre todas las cosas : pero en el esta- vierte en el conocimiento natural de
do de la naturaleza corrompida el hom- D i o s : sino en el sentido de que la natu-
bre falta á esto según el apetito de su raleza no puede producir un a c t o , que es-
voluntad racional, la cual por causa de la ceda la proporción de su virtud natural;
corrupción de la naturaleza sigue el bien y tal acto no es el de amar á D i o s sobre
privado, si no es curada por la gracia de todas las c o s a s , pues esto es natural á
D i o s . P o r consiguiente debe decirse que toda criatura según lo ya espuesto.
el hombre en su estado de naturaleza ín- A l 3.° que se dice amor sumo, no solo
tegra no necesitaba de un don de gracia en cuanto al grado de amor, sino t a m -
sobreañadida á los bienes naturales, para bién con respecto á la razón de amar y
amar á Dios naturalmente sobre todas las al modo del amor ; y con arreglo á esto
cosas, aunque sí del auxilio de Dios, que el sumo grado de amor es aquel, por el
le moviese á esto ; pero en el estado de la cual la caridad ama á D i o s como al ob-
naturaleza corrompida el hombre nece- j e t o de la bienaventuranza, según lo y a
sita aun para esto del auxilio de la gra- dicho.
cia, que sana la naturaleza ( 1 ) .
A l argumento 1.° diremos, que la cari- ARTÍCULO I V . — ¿ P u e d o e l hombre
dad ama á Dios sobre todas las cosas de s i n la gracia por s u s fuerzas n a t u r a l e s cum-
un modo más eminente que la naturale- plir los preceptos de la ley ? (3).
za ( 2 ) : porque esta ama á D i o s sobre
todas las c o s a s , en cuanto es el principio l.° Parece que el hombre sin la gracia
y fin del bien natural; mientras que la puede por sus fuerzas naturales cumplir
caridad, según que es el objeto de la bien- los preceptos de la l e y : porque dice el
aventuranza, y en cuanto el hombre tiene Apóstol ( R o m . 2, 14) que los gentiles,
con Dios cierta sociedad espiritual. A ñ a - que no tienen ley, naturalmente hacen
de también la caridad al amor natural las cosas de la ley; y lo que el hombre
cierta prontitud y delectación, como todo hace naturalmente, puede hacerlo por sí
hábito de virtud acrece al acto bueno mismo sin la gracia. L u e g o el hombre
producido por sola la razón natural del puede cumplir los preceptos de la l e y sin
hombre, que no tiene hábito de virtud. la gracia.
A l 2.° q u e , cuando se dice que ningu- 2.° San Jerónimo dice en su Esposi-

(1) No todos los teólogos están enteramente conformes con gloria de Dios mismo como dador de él ; mientras que el pri-
esta opinión del Santo, la más segura y común como intacha- mero se limita á amarle simplemente como al autor do la na-
blemente ortodoxa en lodos conceptos; siendo algún tanto turaleza : y en la misma temeraria aberración incurrió también
aventurada á fuer de espuesta á interpretaciones propicias al Jansenio, refundiendo en un solo amor el de procedencia
pelagianismo la de Molina y otros muy contados y no asaz meramente humana y el debido al don de la divina gracia,
esplícitos , quienes como prendados de la ingeniosa sutileza (3) Hé aciui en la tesis afirmativa en absoluto el error fun-
de Escoto en apurar esta y otras materias hasta los últimos damental del pelagianismo , desarrollado hasta su plena des-
linderos de la ortodoxia católica le siguen con sistemático nudez por el más famoso y tenaz prosélito de Pelagio. Cclcstio
proselitismo, ni aceptable ni envidiable , hasta sostener que en efecto dogmatizaba que para ninguna obra buen a necesita el
el hombre caído puede así y todo amar á Dios sobre todas las hombre del soberano auxilio de la divina gracia , sin la que
cosas naturalmente por sus propias fuerzas sin la gracia repa- según él puede no solo cumplir todos los preceptos del Señor
radora, entendiéndose esto en el sentido estrictamente filosó- y practicar toda clase de actos de virtud , como igualmente
fico y como todos' los seres aman el sumo bien como á su último preservarse de todo pecado , sino también merecer por ello y
íin : aserción aun en tal concepto arriesgada , por cuanto los en virtud de sus propios esfuerzos naturales la vida eterna.
demás seres no han degenerado de su primitivo estado natu- No hay para qué repetir que esta herejía, tan compleja como
ral, como el hombre sufrió en su naturaleza evidente estrago despreciativa de la gracia y méritos del Redentor, combatida
y deterioro de su integridad natural; y por lo mismo no per- hasta en sus-últimos reductos por el más insigne campeón de
mite aun la buena lógica equipararle á ellos , que son tales la gracia, San Agustín , ha sido ya cien veces condenada por
hoy como eran al salir de las manos de Dios en su primera diversos Pontífices y Concilios desde el de Efcso y el de
creación, lo cual no podría un católico afirmar con respecto al Orange hasta los de Tren to y del Vaticano (aún no terminado)
hombre, sin apostatar de su fe, y señalándose entre otros el Papa Celestino I en su celebro
(2) Una de las proposiciones de Bayo (la 58) condenada por caita á los obispos de la Galia, cuyo principal objeto era la
Pió V, Urbano VIH y Gregorio XIII, calificaba de ficticia la condeuacion espresa de los errores de Pelagio.
distinción entre el amor natural y el gratuito, que cede en
CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULOS IV V V. 785

cion de la fe católica (Epist. ad- Damas.) la sustancia de la obra, sino también en


que « deben ser maldecidos los que dicen cuanto al modo de obrar, es decir, obser-
» que Dios ha mandado al hombre algo vándolos por la caridad; y en tal con-
»imposible ». E s así que lo que el hom- cepto ni en el estado de la naturaleza
bre no puede cumplir por sí mismo le es íntegra ni en el de la naturaleza cor-
imposible. L u e g o el hombre puede cum- rompida puede el hombre cumplir sin la
plir por sí mismo todos los preceptos de gracia los mandamientos de la ley : por
la ley. lo cual San A g u s t í n , después de haber
3.° Entre todos los preceptos d é l a ley dicho (lib. D e corrept. et grat. c. 2 ) que
el principal es aquel : amarás al Señor « sin la gracia los hombres ningún bien
Dios tuyo con todo tu corazón, como se » sin escepcion hacen rectamente » , aña-
ve (Matth. 2 2 ) . M a s el hombre puede de : (£ no solamente mostrándoselo ella
cumplir este mandamiento por solas sus » saben lo que deben hacer, sino que ella
fuerzas naturales, amando á D i o s sobre » también les presta el hacer con amor lo
todas las cosas, según se h a dicho (a. 3 ) . )) que s a b e n » . Necesitan ademas en uno
L u e g o el hombre puede cumplir todos y otro estado del auxilio de Dios, que les
los mandamientos de la ley por sí mismo. mueve, para cumplir los mandamientos,
Por el c o n t r a r i o , dice San A g u s t í n según lo dicho (a. 3 ) ( 1 ) .
(lib. D e ha^res., hreres. 8 8 ) que « es in- A l argumento 1.° diremos q u e , como
» currir en la herejía de los pelagianos el dice San Agustín ( L i b . de spir. et litt.
» creer que el hombre siu la gracia puede c. 2 7 ) , « n o se estrañe haya dicho que
» observar todos los mandamientos di- « ellos hacen naturalmente lo que es de
» vinos ». » la l e y » ; porque esto lo hace el espíritu
Conclusión. En cuanto á la sustancia de la gracia, restaurando la imagen de
misma de los actos [ 1 ] pudo el hombre D i o s , en la cual hemos sido hechos na-
en síi estado de integra naturaleza, y no turalmente.
puede ya después de su corrupción, cum- A l 2.° que lo que podemos con el auxilio
plir todos los preceptos de la ley sin la divino no es imposible totalmente, según
gracia reparadora: mas en cuanto al aquello del Filósofo ( E t h i c . 1. 3 , c. 3 ) :
modo [ 2 ] ni en uno ni en otro estado lo ce lo que podemos por medio de los amigos,
puede hacer por caridad sin dicha gra- » de algún modo lo podemos por nos-
cia ; así como en ambos [ 3 ] necesitó siem- » otros mismos ». P o r lo cual San J e r ó -
pre de la moción de Dios, para obrar nimo ( 2 ) declara (ibid.) que « d e tal
bien en lo esencial del acto y en el modo. » modo es libre nuestro albedrío, que de-
Responderemos, que se cumplen los » bemos confesar que siempre necesita-
mandamientos de la ley de dos m o d o s : » mos del auxilio de Dios ».
1.° en cuanto á la sustancia de las accio- A l 3.° que el hombre no puede cumplir
nes, es decir, según que el hombre ejecu- el precepto del amor de Dios por solas
ta obras de justicia y fortaleza y otros sus fuerzas naturales, tal como se cumple
actos de virtud ; y de este modo pudo en por la caridad, según consta por lo e s -
el estado de su naturaleza íntegra cum- puesto (a. 3 ) .
plir todos los mandamientos de la ley;
porque de otra manera el hombre no h u - A R T Í C U L O V . — P u e d e e l nombre mere-
biera podido en aquel estado no pecar, cer l a vida eterna s i n l a gracia ? (3)
puesto'que pecar no es otra.cosa que in-
fringir los divinos mandamientos: mas 1.° Parece que el hombre puede mere-
en el estado de la naturaleza corrompida cer la vida eterna sin la g r a c i a : porque
el hombre no puede cumplir todos los dice el Señor (Matth. 1 9 , 1 7 ) : si quieres
mandamientos divinos sin la gracia que entrar en la vida eterna, guarda los man-
sana. 2.° pueden ser cumplidos los man- damientos ; de lo cual parece deducirse
damientos de la l e y , no solo en cuanto á que el entrar en la vida eterna depende

(1) Véase la ñola 3 de la página 780. la herejía de Pelagio y Celestio. Véase la nota 3 , pág. 784.
(2) Pelagio, á quien San Joróniíno introduce allí hablando No será ocioso advertir que aquí se trata del mérito en su
en sentido católico. concepto genérico, sin concretarlo precisamente al llamado de
(3) La respuesta afirmativa constituye lo más esencial de condigno, del que se hablará en la C. 114, a. 3.
S V M A TPPJ,ÓGIPÍ. — T O M O i i . 50
786 CUESTIÓN C I X . — ARTÍCULOS V Y VI.

de la voluntad del hombre. E s así que lo nadas á la vida eterna ; pues para esto se
que depende de nuestra voluntad lo p o - exige una virtud más elevada, que es la
demos por nosotros mismos. L u e g o pa- virtud de la gracia. A s í que sin la gra-
rece que el hombre puede merecer por sí cia el hombre no puede merecer la vida
mismo la vida eterna. eterna ( 2 ) : puede sin embargo haber
2.° L a vida eterna es la recompensa ó obras conducentes á algún bien connatu-
premio, que se da por Dios á los hom- ral: al hombre, como trabajar en el cam-
bres, según aquello (Matth. 5, 12): vues- po, beber, comer, y tener amigos y otras
tro galardón muy grande es en los cielos. semejantes, como dice San Agustín en su
P e r o el galardón ó premio es dado por tercera respuesta contra los pelagianos
D i o s al hombre según sus obras, pues se ( H y p o g n o s t . 1. 3 , c. 4 ) ( 3 ) .
dice ( P s . 6 1 , 13) : tú darás á cada uno A l argumento 1.° diremos, que el hom-
el retorno según sus obras. Siendo pues bre hace por su voluntad obras merito-
el hombre dueño de sus actos, parece que rias de la vida eterna; pero, como dice
se halla en su potestad el llegar á la vida San Agustín en el mismo libro (ibid.),
eterna. para esto se requiere que la voluntad del
3.° L a vida eterna ( 1 ) es el último hombre sea preparada por D i o s mediante
fin de la vida humana ; y todo ser natu- la gracia.
ral puede por sus naturales medios con- A l 2.° que según la Glosa (ord. de
seguir su fin: luego mucho más el hom- San A g u s t í n , lib. D e grat. et lib. arb.
bre, cuya naturaleza es más elevada, c. 8 ) sobre aquellas palabras ( R o m . 6 ) ,
puede por sus medios naturales llegar á la gracia de Dios es vida eterna, « e s
la vida eterna sin gracia alguna. » cierto que la vida eterna es otorgada
Por el contrario , dice el Apóstol » á las buenas obras : pero las mismas
( R o m . 6, 2 3 ) : la gracia.de Dios es vida s o b r a s , á las que se otorga, pertenecen
perdurable; y se espresa así según la » á la gracia de Dios » ; pues también se
Glosa (de San A g u s t í n , lib. D e gratia et ha dicho (a. 5 ) q u e , para cumplir los
lib. arb. c. 9), « para hacernos entender mandamientos de la ley según el debido
» que D i o s nos conduce por s u misericor- modo, por el cual su cumplimiento es
» dia á la vida eterna » . meritorio, se requiere la gracia.
Conclusión. El hombre sin la gracia A l 3.° que aquella objeción procede
no puede merecer ni conseguir la vida acerca del fin connatural al hombre: pero
eterna, que es su último fin, superior á la naturaleza humana, por lo mismo que
su natural virtud. es más noble, puede ser llevada á más
B e s p o n d e r é m o s , que los actos condu- alto fin, á lo menos con el auxilio de la
centes al fin deben necesariamente ser gracia, al cual de ningún modo pueden
proporcionados á é s t e , y ningún acto es- llegar las naturalezas inferiores; como
cede á la proporción del principio activo: está mejor dispuesto á la salud el hombre
por lo tanto vemos en las cosas naturales que la consigue con algunos auxilios de
que ninguna de ellas puede perfeccionar la medicina, que el que de ningún modo,
el efecto, que esceda á su virtud activa, como dice el Filósofo ( D e ccelo, 1. 2 ,
por su propia operación ; sino que solo t. 64 y 6 5 ) .
puede producir por su operación el efecto
proporcionado á su virtud. M a s la vida
ARTÍCULO VI. — ¿ l'ucdc el hombre
eterna es un fin, que escede la proporción
prepararse » la gracia por sí mismo s i n el
de la naturaleza humana, como se infiere
auxilio esterior de la gracia? (1)
de lo dicho ( C . 5, a. 5 ) : y por esto el
hombre por sus medios naturales no pue- 1.° Parece que el hombre puede pre-
de producir obras meritorias proporcio- pararse á la gracia por sí propio sin el

(1) Feliz ó bienaventurada con la gloriosa é inamisible po- » sus propias obras hechas con las solas fuerzas de la nalura-
sesión de Dios; pues la vida de los reprobos , aunque intermi- » leza humana ó en virtud de la doctrina de la ley puede jus-
nable, no puede decirse último fin del hombre, sin incurrir en » tificarse ante Dios sin la divina gracia por Jesucristo».
la herética impiedad de Calvino mencionada en el Tomo 1.° (3) No es de San Agustin el tal libro , nunca citado por
pág. 225, nota 2, y también en la nota 4 de su pág. 213. Beda ni en el catálogo de Posidio, siendo así que uno y otro
(2) Dogma de fe declarado por el Concilio de Trento,al mencionan todos sus .escritos, según observa el P. Nicolai.
condenar («css. 6 , c a n . 1 ) á quien diga que « el hombre por (4) Melancton y sus secuaces, poniéndose en pugna con sus
CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O VI.

auxilio esterior de la gracia : porque nada Responderemos, que la preparación de


se impone al hombre, que le sea imposi- la humana voluntad al bien es de dos ma-
b l e , como se ha dicho (a. 4 ) ; y se dice neras : ' 1 . u n a , por la cual se prepara
a
á
(Zach. 1, 3 ) , volveos á mí, y yo me vol- obrar bien y á gozar de Dios; y tal prepa-
veré á vosotros: mas no es otra cosa que ración no puede verificarse sin el don de
volverse á Dios el prepararse para la gra- la gracia habitual, que sea el principio de
cia. L u e g o parece que el hombre puede la obra meritoria, según lo dicho (a. 5 ) ;
por sí mismo prepararse á la gracia sin el 2. la preparación
a
de la voluntad humana
auxilio de la gracia. para conseguir el mismo don habitual de
2.° E l hombre se prepara á la gracia la gracia. M a s , para que el'hombre se
haciendo lo que está en é l ; porque, si el prepare á la recepción de este don, no es
hombre hace lo que está en él, Dios no necesario presuponer algún otro don ha-
le deniega la gracia, pues se dice ( L ú e . bitual en el alma; porque así se procede-
1 1 , 13) (1) que Dios da el espíritu bueno ría hasta lo infinito : aunque sí debe pre-
á los que se lo piden. P e r o aquello se dice suponerse algún auxilio gratuito de Dios,
estar en nosotros, que está en nuestro po- que mueva el alma interiormente ó le
der. L u e g o parece que está en nuestra inspire el buen propósito. P u e s de estos
potestad el prepararnos á la gracia. dos modos necesitamos del divino auxilio,
3.° Si el hombre necesita de la gracia, como ya se ha dicho (a. 2 y 3 ) . — Que
para prepararse á ella ; por identidad de para esto necesitamos del auxilio de Dios
razón necesitará de la gracia, para pre- como motor es evidente : porque, puesto
pararse á esta gracia, y así habría de que todo agente obra por un fin, es nece-
procederse al infinito : lo cual es incon- sario que toda causa dirija sus efectos á
veniente. L u e g o parece que el hombre su fin ; y por tanto, como según el orden
puede sin la gracia prepararse á la gracia. de los agentes ó de los motores es el or-
4.° Se dice (Prov. 1 6 , 1 ) , del hombre den de los fiues, menester es que el hom-
es preparar el alma ; jy se dice ser del bre se dirija al último fin por la moción
hombre lo que el hombre puede por sí del primer motor, y al fin próximo por la
mismo: luego parece que el hombre puede de alguno de los motores inferiores: como
por sí mismo prepararse á la gracia. el ánimo del soldado se lanza en busca de
Por el c o n t r a r i o , se dice (Joann. 6, la victoria por la escitacion del jefe del
4 4 ) ; nadie puede venir á mí, si no lo tra- ejército, y á seguir el estandarte de su
jere el Padre que me envió. P e r o , si el sección por el movimiento del capitán.
hombre pudiese por sí mismo prepararse, A s í pues, siendo D i o s en absoluto el pri-
no sería preciso que fuese traido por otro. mer motor, de su moción procede el que
L u e g o el hombre no puede prepararse á todas las cosas se conviertan á él mismo
la gracia sin el auxilio de la gracia. según la común intención del bien, por la
Conclusión. La preparación de la vo- cual cada ser tiende á asimilarse á D i o s
luntad á obrar bien meritoriamente y go- según su modo: por lo cual dice San D i o -
zar de Dios [ 1 ] no puede efectuarse sin nisio ( D e div. nom. c. 4 , lect. 11) que
el don habitual de la gracia; y el hom- Dios convierte á sí mismo todas las cosas.
bre [ 2 ] no puede por sí mismo disponerse Convierte empero á sí mismo á los hom-
á recibir la luz de la gracia, sino por el bres justos como á un fin especial, al que
auxilio gratuito de Dios, que « ello inte- aspiran y desean unirse como á su bien
riormente lo mueva é inspire. propio, según aquello ( P s . 7 2 , 2 8 ) , á mí

propios principios y con la doctrina de los primeros patriarcas ext. iiiiqtiilas sibi. Limitarémonos á recordar aquí de nuevo que
de la Reforma, que en gcnetal proclamaran á voz de pregón y semejante doctrina, ya mucho antes anatematizada por el
en todos tonos la absoluta impotencia humana para la prác- Papa Celestino I y por los Concilios de Eteso y Orange, lo ha
tica del bien á consecuencia del pecado original, que destru- sido de nuevo por el de Trcnlo (sess. G, cap. 5 y can. 1 y 3)
yera por completo el libre albedrío, atribuyendo toda la obra lerniinantisimamente y por muchas otras posteriores declara-
de nuestra justificación y salvación á la gracia de Cristo (más ciones de la Santa Iglesia católica. Véanse las notas 5, pá-
bien , á la fe en Cristo) esclusivamenlo y sin la menor coope- gina 7í>l, y 3 de la 781; y también la 2, pág. 782, para mejor
ración de nuestra parte , pretendian que « el hombre puede observar el contraste de las contradictorias aseveraciones de
» por sus propias fuerzas puramente naturales disponerse á los reformadores protestantes.
» conseguir la gracia de Dios » , declarándose en esto tan se- (I) Y no, como generalmente se ve citado, Malta. 7, en cuyo
mi-pelagiano como calvinista so muestra en muchas otras pro- versículo 11 se dice bona (bienes) en vez de spiritum bonum
t

posiciones sobre el mismo punto , y comprobando asi otra y cual literalmente leemos en San Lúeas.
cien veces más la verdad do aquel dicho del Salmista: menlita
788 CUESTIÓN CIX". — A R T Í C U L O S VI Y V I I .

bueno me es apegarme á Dios; y por tanto ARTÍCULO V I I . — ¿ E I n o m b r e puedo


el que el hombre se convierta á Dios no salir fiel pecado s i n el auxilio de l a gracia ? (1)
puede tener l u g a r , sino convirtiéndolo
D i o s á sí. Siendo pues prepararse á la 1.° Parece que el hombre puede salir
gracia como convertirse á D i o s , al modo del pecado sin el auxilio de la gracia:
que el que tiene la vista desviada de la porque lo que se preexige para la gracia
luz del sol se prepara á recibirla volviendo se hace sin ella; y para ser iluminado por
sus ojos hacia el sol; es por lo mismo evi- la gracia se preexige salir del pecado,
dente que el hombre no puede prepararse pues se dice ( E p h . 5 , 1 4 ) : levántate de
á recibir ta luz de la gracia sino por el entre los muertos, y te alumbrará Cristo.
auxilio gratuito de Dios, que le mueva L u e g o el hombre puede levantarse del
interiormente. pecado sin la gracia.
A l argumento 1.° diremos, que la con- 2.° E l pecado es opuesto á la virtud,
versión del hombre á Dios se hace cier- como la enfermedad á la salud, según se
tamente por el libre albedrío, y en este ha dicho ( C . 7 1 , a. 1 ) . P e r o el hombre
concepto se preceptúa al hombre que se puede pasar de la enfermedad á la salud
convierta á Dios : pero el libre albedrío sin el auxilio de una medicina esterior,
no puede convertirse á D i o s , sino convir- porque dentro reside el principio de la
tiéndolo Dios á s í , según estas palabras v i d a , del cual procede la operación n a -
(Jerem. 3 1 , 1 8 ) , conviérteme y seré con- tural. L u e g o por igual razón parece que
vertido; porque tú eres el Señor mi Dios; el hombre puede repararse por sí mismo,
y (Thren. ult. 2 1 ) , vuélvenos, Señor, á volviendo del estado del pecado al estado
tí, y nos volveremos. de justicia sin el auxilio de gracia este-
A l 2.° que el hombre nada puede h a - rior.
cer, si no es movido por J D i o s , según 3.° Cualquiera ser natural puede vol-
aquello (Joann. 1 5 , 5 ) , sin mí nada po- ver por sí mismo (2) al acto conveniente
déis hacer; y por t a n t o , cuando se dice á su naturaleza, como el agua calentada
que el hombre hace lo que está en é l , dí- vuelve por sí misma á su frialdad natu-
cese que hace lo que está en su poder, ral , y la piedra lanzada al aire vuelve por
según que es movido por Dios. sí misma á su movimiento natural. Siendo
A l 3.° que aquella objeción se refiere pues el pecado cierto acto contra la n a -
á la gracia habitual, para la cual se re- turaleza, como hace ver el Damasceno
quiere alguna preparación, porque toda (Orth. fid. 1. 2 , c. 4 0 ) ; parece por con-
forma requiere dispuesto recipiente: m a s siguiente que el hombre puede por sí
el que el hombre sea movido por D i o s no mismo volver del pecado al estado de la
preexige alguna otra moción, siendo D i o s justicia.
el primer motor; luego no es preciso re- Por el contrario, dice el Apóstol ( G a -
montarse á lo infinito. lat. 2,21): si ha sido dada ley que puede
A l 4.° que preparar el alma es del hom- justificar ( 3 ) , sigúese que Cristo murió
b r e , por cuanto esto lo hace por el libre en vano, esto e s , sin causa. L u e g o por
albedrío; pero no lo hace sin el auxilio de igual razón, si el hombre tiene una natu-
D i o s , que lo mueve y le atrae hacia sí, raleza, por la cual puede justificarse,
como y a se ha espuesto. Cristo gratuitamente murió, esto e s , sin

(1) Ya el concilio de Milevi en su Epístola al Papa Inocen- teológico-dogmática de tantas como pueden haberse á mano.
cio 1 menciona y condena á ciertos herejes , según ios cuales (2) Algunas ediciones (como la áurea) omiten las palabras
» no hay necesidad de orar'á Dios implorando su auxilio contra per se ipsam , que Wicolai opina debeu suplirse , cual lo hace
» el mal del pecado y para obtener la justificación , toda vez Médicis , en cuyo ejemplo se apoya ; no obstante echarse de
» que (añadían) para esto bástala sola voluntad del hombre »; menos aun en algunos ejemplares manuscritos y particular-
quien en tal herética hipótesi puede por sí mismo y sin auxi- mente góticos.
lio alguno de la gracia levantarse del pecado y volver á la (3) La Vulgata en el lugar citado dice: si la justicia es por la
justicia : error netamente pelagiano , impugnado aquí con la ley... En el cap. 3, v. 21 de la misma Epístola á los Calatas
doctrina de este artículo y repetidamente anatematizado se lee : si pues se hubiera dado ley , que pudiese vivificar ; cierta-
ademas en términos los más esplícitos y decisivos por Celes- mente de la ley seria Es pues muy probable en nues-
la justicia.
lino 1 y los concilios de Orange (can. 7, 9, 13, 14, 15, 1 9 y 20, trojuicio que el Santo Doctor tomase parte de un pasaje y
y cap. 4) y de Trento (sess. 0, cap. l.° y can. 3), cuyos testos parle del otro , conforme á lo que dejamos advertido en la
literales no aducimos, por no hacer interminable esta nota ; nota l , pág. 205, del Tomo 1.°, que aquí recibe mayor com-
no siendo por otra parte necesario ni difícil .al lector que lo probación.
desee consultarlos en sus mismas actas ó en alguna obra
CUESTIÓN tílX. — A R T Í C U L O "VII.

causa. M a s el decir esto es inconveniente: proviene del resplandor de la divina luz,


luego el hombre no puede justificarse por tal hermosura no puede ser reparada en
sí mismo, es decir, volver del estado de el alma, sino iluminándola Dios de nuevo;
culpa al estado de justicia. por lo cual se requiere un don habitual,
Conclusión. El hombre [ 1 ] de ningún que es la luz de la gracia : asimismo el
modo puede por sí mismo levantarse del orden de la naturaleza no puede resta-
pecado sin el auxilio de la gracia ; que blecerse sino por D i o s , de modo que la
le es necesario [ 2 ] al efecto tanto en con- voluntad del hombre esté sometida á
cepto de interior moción de Dios como D i o s , sino atrayéndola D i o s hacia s í , se-
en el de don suyo habitual. gún lo dicho (a. 6 ) : é igualmente el reato
R e s p o n d e r e m o s , que de ningún modo de la pena eterna no puede ser remitido
puede el hombre salir del pecado por sí sino por Dios, contra quien se cometió la
mismo sin el auxilio de la gracia : por- ofensa, y que es el juez de los hombres.
que, como el pecado transitorio en el acto Requiérese pues el auxilio de. la gracia,
permanece en el reato, según lo dicho para que el hombre salga del pecado, ya
( C . 87, a. 6), no es lo mismo salir del en cuanto al don habitual, ya en cuanto
pecado que cesar en el acto del pecado ; á la moción interior de Dios.
sino que levantarse del pecado es ser res- A l argumento 1.° diremos, que se im-
taurado el hombre á lo que pecando per- pone al hombre lo que compete al acto
dió. E l hombre pecando sufre tres clases del libre albedrío, acto requerido para
de daño, como se ha dicho (a. 1, C. 85, que el hombre se levante del pecado: por
86 y 8 7 ) , á saber, la mancha, la corrup- lo cual, cuando se dice, levántate y te
ción del bien natural y el reato de p e n a : alumbrará Cristo, no debe entenderse
en la mancha incurre, por cuanto la de- que el salir del pecado precede en totali-
formidad del pecado le priva de la belle- dad á la ilustración de la gracia; sino
za de la gracia ; el bien de la naturaleza que, cuando el hombre se esfuerza por
se corrompe, en cuanto cesando la volun- salir del pecado mediante su libre albe-
tad del hombre de estar sometida á Dios drío movido por Dios, recibe la luz de la
desordénase su naturaleza, pues la sub- gracia justificante.
versión de este orden lleva consigo la A l 2.° que la razón natural no es prin-
permanencia en este desorden de toda la cipio suficiente de esta curación, que se
naturaleza del hombre pecador; y el realiza en el hombre por la gracia justifi-
reato de la pena es ( 1 ) por el que el cante ; sino que el principio de esta es la
hombre pecando mortalmente merece la gracia, por la que se quita el pecado (2):
eterna condenación. Ahora b i e n : es evi- por cuya razón el hombre no puede por
dente que ninguna de estas tres (pérdi- sí mismo repararse, sino que necesita le
das) puede ser reparada sino por Dios. sea infundida de nuevo la luz de la gra-
P o r q u e , como la belleza de la gracia cia, como si á un cuerpo muerto se le in-

(1) Sacrificamos á la más escrupulosa exactitud en la es- por más que nadie puede ya arrebatarnos la pequeña gloría
presion literal del pensamiento la forma y giros más confor- de haber arrostrado los primeros las no tan pequeñas dificul-
mes con el habla pura y correctamente castellana, como ya tades de la empresa, de suyo y en más de un concepto colosal
habrán podido observar los lectores en locuciones análogas á y capaz de arredrar á espíritus no animados de la misma de-
la del testo, que bien podría vaciarse con mayor corrección cisión y solicitud, que el que nos ha impulsado y nos sostiene
gramatical española , traduciendo : « y por el reato de la confiados en la protección del cielo á la vez que también en
» pena...» Nos permitimos no obstante esta advertencia , por- la benevolencia de nuestros lectores.
que no se nos lache de servilismo pueril ó acaso de falta del (2) De aquí la distinción de primera.y segunda gracia , tan
debido criterio y conocimiento del genio respectivo de uno y generalizada entre los teólogos, que llaman primera á la que
otro idioma, río han fallado ( y esto nos consta por diversos recibe el que está en pecado , saliendo de él por ella, como
conductos fidedignos J quienes al anuncio de la versión que sucede en el Bautismo, que borra el pecado original, y en la
nos ocupa objetaran que no se haría, porque creían imposible absolución sacramental del penitente en estado de pecado
la conciliación de la conveniente fidelidad en la traslación mortal, por cuya razón llaman á estos dos Sacramentos de
con ciertos idiotismos no tanto como latinos propios del tecni- muertos ; á diferencia de los otros cinco llamados de vivos,
cismo escolástico y peculiarísimo del respetable Autor de la que suponen al alma en"gracia y se la aumentan , ademas de
SUMA : objeción que por cierto parécenos sin inmodestia dejar conferir cada uno la que le es peculiar según su divina insti-
ya prácticamente solventada á satisfacción de los más exi- tución y objeto directo , que es la que propiamente se deno-
gentes , sin que esto sea blasonar de intachables intérpretes mina segunda gracia : así que esta no se infunde al alma , que
de la obra en nuestro idioma, ni mucho menos desconocer que no tiene ya de antemanola primeí-aójustificante y reparadora,
no dejarán de habérsenos deslizado descuidos sin transcenden- quedando como en suspenso hasta la adquisición de esta,
cia á lo esencial del fondo y forma , y que otros podrían dis- según á su tiempo se espondrá al tratar de los Sacramentos.
putarnos con mejores títulos mayor competencia i idoneidad;
790 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O S VII Y VIII.

fundiera de nuevo el alma~ para resuci- » es necesario al hombre para no pecar,


tarlo. » sino que basta la voluntad del hombre
A l 3 . ° . q u e , c u a n d o l a n a t u r a l e z ae s t á » c o n l a s o l a a c e p t a c i ó n d e l a l e y ) n o d u -
íntegra, puede por sí misma recobrar lo » do en afirmar que nadie lo debe escu-
que la es conveniente y p r o p o r c i o n a d o ; » c h a r y q u e p o r t o d o sá u n a v o z d e b e
p e r o a c e r c a d e l o q u e e s c e d e s u s f a c u l t a - » s e r a n a t e m a t i z a d o í>.
des no puede ser reparada sin auxilio Conclusión. El hombre en su estado
e s t r í n s e c o . A s í p u e s l a n a t u r a l e z a h u m a - de naturaleza íntegra [1] podía aun sin
n a d e c a í d a p o r e l a c t o d e l p e c a d o , p o r - la gracia habitual evitar todo pecado
q u e n o q u e d a í n t e g r a , s i n o q u e s e c o r - mortal y venial: mas en el de naturale-
r o m p e , c o m o s e h a d i c h o ( C . 85),za n corrompida o [2] ha menester la gracia,
p u e d e p o r s í m i s m a r e s t a u r a r s e n i a u n habitual reparadora, para preservarse
al bien connatural áe l l a , y m u c h o m e n o s de todos los pecados y de cada uno de
al bien sobrenatural de la justicia. ellos ; si bien puede aun sin ella [3] evi-
tar por algún breve tiempo y singular-
ARTÍCULO VIII.— E I hombre s i n in
mente considerado cada uno de los mor-
gracia p u e d e no pecar ? (1) tales.
Responderemos, q u e p o d e m o s h a b l a r
1.° P a r e c e q u e e l h o m b r e s i n l a g r d a e c li h a o m b r e d e d o s m o d o s : 1 . ° s e g ú n e
p u e d e n o p e c a r ; « p o r q u e n a d i e p e e c as e nt a d o d e l a n a t u r a l e z a í n
» aquello que no puede evitar », como di- según el de la naturaleza corrompida.
c e S a n A g u s t í n ( l i b . D e d u a b u s a n i m a - En el estado de la naturaleza íntegra
b u s , c . 10 y 11, y D e l i b . a r b . 1. 3,aun c . 18). sin la gracia habitual (3) podía el
Si pues el hombre viviendo en p e c a d o hombre no pecar, ni mortal ni venial-
m o r t a l n o p u e d e e v i t a r e l p e c a d o , p a r e c e mente: p o r q u e p e c a r n o e s o t r a c o s a q u e
q u e p e c a n d o n o p e c a : l o c u a l e s i n ac po a n r v t e a - r s e d e l o q u e e s c o n f o r m e á l a n a -
niente. turaleza, lo cual podía evitar el hombre
2.° S e c o r r i g e a l h o m b r e p a r a eq n u e el n e so t a d o d e l a n a t u r a l e z a íntegra;
p e q u e . S i p u e s e l h o m b r e q u e v i v e e n e l m a s n o p o d í a e s t o s i n e l a u x i l i o (4) d e
p e c a d o m o r t a l n o p u e d e n o p e c a r , p a r e c e Dios, que le conservaba en el bien, el
s e r i n ú t i l e l c o r r e g i r l e ; l o c u a l c ru a e l ps u u p rg i nm i a d o . a u n l a m i s m a naturaleza
3.° S e d i c e ( E c c l i . 15, r e c 18):
a e r í a ante
e n l a eln a d a . P e r o e n e l e s t a d o d e
hombre la vida y la muerte, el bien y el l a n a t u r a l e z a c o r r o m p i d a n e c e s i t a e l h o m -
mal; lo que le pluguiere á él, le será bre de la gracia habitual que cura la na-
dado. E s a s í q u e a l g u n o p e c a n d ot un r oa ld e ze a ,j p a a r a a b s t e n e r s e p o r completo
d e s e r h o m b r e . L u e g o e s t á t o d a v í a e n s u del pecado; cuya curación se verifica
potestad elegir el bien ó el mal, y por p r i m e r a m e n t e en la vida presente en
c o n s i g u i e n t e p u e d e s i n l a g r a c i a e v i t a r e l c u a n t o a l e s p í r i t u , aun antes q u e e l
p e c a d o . tito carnal esté todavía totalmente repa-
Por e l c o n t r a r i o , d i c e S a n A g u s t í n r a d o : a s í e l A p ó s t o l ( R o m . 7,
( l i b . D e p e r f e c t . j u s t . ) q u e «q u i e n niega e n p e r s o n a d e l h o m b r er e p a r a d
» q u e d e b e m o s o r a r p a r a n o e n t r a r e n l a mo con el espíritu sirvo á la ley de Dios,
p r e t e n d e y con la carne á la ley del pecado. En
-

» tentación (y lo niega el que


» que el auxilio de la gracia de Dios n o este estado pues el hombre puede abste-

(1) Así lo afirmaban textualmente Celestio y con posterio- opinion de algunos pocos mencionada en el a. l.° de la C. O'i
ridad Maimónides, condenados según lo dicho por el concilio en la 1. P., según los cuales el hombre no fue desde luego
a

milevitano y demás oráculos católicos ya mencionados en di- creado en gracia. Silvio empero prefiere otra esplicacion aun
versas notas á los artículos precedentes. Se ve aquí que el más aceptable de esa como restricción ampliativa (si cabe de-
Doctor angélico va refutando uno á uno y en detall todos los cirse así)del testo,-diciendo ser su verdadero sentido, no quo
puntos del pelagianismo en sus múltiples flancos y variadas el hombre se hallase aun hipotéticamente sin la gracia ha-
fases. bitual por algún brevísimo tiempo en su naturaleza íntegra ó
(2) En el que fue creado el primer hombre, dotado de la j us- en estado de inocencia , sino que aun sin el uso ó influjo ac-
licia original desde el momento mismo desucreación. Véanse tual de aquel hábito de gracia podía así y todo no pecar.
en el Tomo l." las notas 2 de la página 777, y 1 y 4de la 778; (4) En general, no precisamente sin el auxilio gratuito^
y téngase ademas presente lo consignado en el cuerpo del 2.° distinto del de su conservación en la integridad y justicia
artículo de esta misma C, 100. original, según se deja colegir del contesto y observa opor-
(3) Así esta doctrina es perfectamente aplicable aun á la tunamente Conrado.
CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO VIII. •791

nerse de todo pecado mortal, que consiste Blas cosas repentinas el hombre obra se-
en la razón, como se ha demostrado ( C . » gun un fin preconcebido y conforme al
74, a. 5 ) ; mas no de todo pecado venial B hábito preexistente » como dice Aris-
por causa de la corrupción del apetito de tóteles (Ethic. 1. 3, c. 8 ) : si bien es cier-
la sensualidad, cuyos movimientos uno á. to que por la premeditación de su razón
uno la razón puede ciertamente reprimir, el hombre puede obrar fuera del orden
y de esto proviene el que tengan razón del fin preconcebido y de la inclinación
de pecado y de voluntario; pero no t o - del hábito. P e r o , como el hombre no
dos, pues cuando se esfuerza por resistir puede insistir siempre en tal premedita-
á uno, tal vez surge otro, y también por- ción, no puede suceder que permanezca
que la razón no puede estar siempre vi- largo tiempo sin obrar según la conve-
gilante para evitar estos movimientos, niencia (2) de su voluntad desarreglada
como y a se ha dicho (aquí y C. 74, a. con respecto á D i o s , si la gracia no lo
10) (1). D e l mismo modo también, antes devuelve pronto al orden debido.
que la razón del hombre, en la que está A l argumento 1.° diremos, que el hom-
el pecado mortal, sea reparada por la bre puede evitar cada acto de pecado,
gracia santificante, puede evitar cada pero no t o d o s , á no ser por medio de la
uno de los pecados mortales, y por algún gracia, según lo dicho. Y sin embargo,
tiempo, porque no es imprescindible que como hay falta en el hombre por no pre-
peque en acto continuamente; pero no pararse á obtener la gracia, por esta
puede ser que permanezca largo tiempo causa no le escusa del pecado el que sin
sin pecado mortal, por lo cual dice San la gracia no pueda evitarlo.
Gregorio (Super. E z e c h . hom. 2, y M o - A l 2.° que « la corrección es útil, para
ral. 1. 2 5 , c. 9) que « el pecado que no » que del dolor consiguiente á ella nazca
» es borrado prontamente por la peniten- » l a voluntad de su regeneración ; y si el
» cia, atrae otro por su propio peso » : y la » que es corregido es hijo de promisión,
razón es porque, así como el apetito in- B para que al estrépito de la corrección,
ferior debe estar sometido á la razón, B que se deje oir y sentir dolorosamente
igualmente esta debe someterse á Dios, B por de fuera, obre D i o s á su vez inte-
y constituir en él mismo el fin de su vo- B riormente en él por oculta inspiración el
luntad. Y , pues por el fin deben ser regu- B querer B, como dice San A g u s t í n (lib.
lados todos los actos humanos, como por D e correptione et gratia, c. 6 ) . A s í que
el juicio de la razón los movimientos del por. esto es necesaria la corrección, pues-
apetito inferior; infiérese de aquí que, á to que se requiere la voluntad del hom-
la manera que no estando el apetito infe- bre, para que se abstenga del p e c a d o ;
rior sometido totalmente á la razón no pero no es suficiente la corrección sin el
puede menos de haber movimientos des- auxilio de D i o s : por lo cual se dice
ordenados en el apetito sensitivo, del ( E c c l . 7, 1 4 ) , considera las obras de
propio modo, cuando la razón no está t o - Dios, que ninguno puede corregir al que
talmente sometida á Dios, es consecuente él desechó.
que ocurran muchos desórdenes en los
A l 3.° que, como dice San Agustín
mismos actos de la razón ; porque, cuan-
( H y p o g n o s t . 1. 3, c. 1 y 2) ( 3 ) , aquellas
do el hombre no tiene su corazón afirma-
palabras se entienden del hombre según
do en D i o s , de modo que no quisiera se-
el estado de la naturaleza íntegra, cuan-
pararse de él por conseguir ningún bien
do aún no era esclavo del p e c a d o ; y por
ó por evitar mal a l g u n o , se presentan
lo mismo podía pecar ó no pecar. Ahora
muchas cosas, por cuya consecución ó
también se da al hombre lo que él quiere,
repulsión el nombre se aparta de Dios
pero el que quiera el bien tiéneio del
menospreciando sus preceptos ; y así pe-
auxilio de la gracia.
ca mortalmente, sobre todo porque « e n

(l) Y así lo defino el Concilio Tridentino f scss. 6 , can. 23'): (2) « Consecuencia » en algunas ediciones con la áurea.
« si alguno dijere que el hombre una vez justificado puede (3) Ya dejamos prevenido (nota 3, pág. 780) que este libro
n evitar por toda su vida todos los pecados aun veniales, á no no es de San Agustín , aunque comunmente se le atri-
» ser por especial privilegio de Dios, cual lo cree la Iglesia buye.
» otorgado a la Beatísima Virgen ; sea anatema ».
792 CUESTIÓN CIX. — ARTÍCULO IX.

ARTÍCULO IX. — ¿ E I «ue ya ha con- gracia necesita, para vivir rectamente, de


scguitlo l a gracia puede por sí mismo obrar otro auxilio de la gracia.
el bien y evitar el pecado s i n el auxilio de l a Conclusión. DI hombre ya constituido
g r a c i a ? (1) en gracia [ 1 ] no necesita de otro auxilio
de gracia, como distinto hábito infuso ;
1.° Parece que aquel que y a ha con- pero sí [ 2 ] ha menester ser movido por
seguido la gracia puede por sí mismo el divino auxilio de la gracia, que lo mue-
obrar el bien y evitar el pecado sin el va á obrar bien y le proteja y dirija.
auxilio de la gracia : porque ó es inútil R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
ó imperfecto lo que no llena el objeto, (a. 5) el hombre, para vivir rectamente,
para que se da; y la gracia se nos da, para necesita del auxilio divino de dos modos:
que podamos hacer el bien y evitar el uno en cuanto al don habitual ( 2 ) , por
pecado. Si pues por la gracia no puede el que se sana la naturaleza humana
esto el hombre, parece que ó la gracia corrompida, y aun y a sana sea elevada
se nos da en vano ó es imperfecta. á practicar obras meritorias de vida eter-
2.° E l Espíritu Santo mismo, habita na, que esceden las fuerzas de la natu-
en nosotros por la gracia, según aquello raleza ; y de otro modo necesita el hom-
(i Cor. 3, 16) ¿ no sabéis que sois templo bre del auxilio de la gracia, en cuanto á
de Dios, y que el espíritu de Dios mora ser movido por Dios á obrar. E n cuanto
en vosotros ? P e r o , siendo omnipotente al primer modo de auxilio el hombre que
el Espíritu S a n t o , es suficiente para in- está en gracia no necesita de otro auxilio
ducirnos á obrar el bien, y para guardar- de la gracia, como de algún otro hábito
nos del pecado. L u e g o el hombre que ha infuso ; necesita sin embargo del auxilio
conseguido la gracia puede lo uno y lo de la gracia según el otro modo (3), es
otro sin el auxilio de la gracia. decir, que sea movido por Dios á obrar
3.° Si el hombre conseguida ya la gra- el bien, y esto por dos motivos : 1.° por
cia necesita todavía de otro auxilio de la la razón general de q u e , según se ha
gracia, para vivir rectamente y abstener- dicho (a. 1), ningún ser creado puede
se del pecado ; por identidad de razón, proceder á acto alguno cualquiera sino
aunque hubiere conseguido aquel otro en virtud de la divina moción ; 2.° por la
auxilio de la gracia, todavía necesitará razón especial tomada de la condición
otro auxilio de gracia. L u e g o se proce- del estado de la naturaleza humana ; la
derá de este modo hasta lo infinito, lo que, aun cuando sea curada por la gra-
cual es inconveniente. L u e g o el que está cia en cuanto al alma, queda sin embar-
en gracia no necesita otro auxilio de gra- g o en ella la corrupción é infección en
cia, para obrar el bien y abstenerse del cuanto á la carne, por la cual sirve á la
pecado. ley del pecado, como se lee (Rom. 7, 25).
Por el contrario, dice San A g u s t í n Queda también cierta oscuridad de igno-
(lib. D e nat- et grat. c. 2 6 ) q u e , ce así rancia en el entendimiento, según la cual,
B como el ojo del cuerpo completamente como asimismo consta (Rom. 8, 2 6 ) , no
B sano no puede ver sino ayudado por el sabemos lo que habernos de pedir, como
Í> resplandor de la luz ; de igual modo el conviene: porque á causa de las vai'ias
»hombre aun justificado perfectísima- eventualidades de las cosas, que tampoco
» mente no puede vivir rectamente, si no conocemos perfectamente, no podemos
» es ayudado por Dios mediante la luz saber con exactitud qué es lo que nos
B eterna de la justicia B. E S así que la conviene, según aquello ( S a p . 9, 1 4 ) :
justificación se verifica por la gracia, los pensamientos de los hombres son tí-
según aquello ( R o m . 3, 2 4 ) , justificados midos, é inciertas nuestras providencias.
gratuitamente por la gracia del mismo. P o r lo tanto nos es necesario ( 4 ) ser
L u e g o aun el hombre que tiene ya la dirigidos y protegidos por Dios, que to-

(1) La respuesta afirmativa está ya condenada como heré- (4) Define el Concilio de Trento sobre este punto, anatema-
tica por los concilios de Orange ( c a p . 9, 10 y 25) y de Trento tizando á quien dijere que « el hombre justificado ó puede
(sess, 0, cap. 26). » perseverar en la jnsticia recibida sin especial auxilio de
(2) La llamada gracia Habitual, » Dios ó no puede aun con él » (seta. 6, can. 2),
(3) La tracta actual.
CUESTIÓN CIX.—ARTÍCULOS IX Y X. 193

do lo conoce y p u e d e ; y por esto mismo simultáneamente; y la perseverancia se


deben decir aun los renacidos como bijos considera como cierta virtud: luego p a -
de Dios por la gracia, y no nos dejes caer rece que simultáneamente con la gracia
en la tentación ; y hágase tu voluntad se da l a perseverancia con las otras vir-
así en la tierra como en el cielo, y lo de- tudes infusas.
mas que se contiene en la oración domi- 3.° E l Apóstol dice ( R o m . 5) que más
nical referente á esto. fue restituido al hombre por el don de
A l argumento 1.° diremos, que el don Cristo, que lo que había perdido por el
de la gracia habitual no se da, para que pecado de A d á n . P e r o A d á n recibió lo
por él no necesitemos ulteriormente del necesario para que pudiese perseverar.
divino auxilio ; pues toda criatura nece- L u e g o con mayor razón por la gracia de
sita ser conservada por Dios en el bien, Cristo se nos restituye el poder perseve-
que de él recibió : y por consiguiente, si rar ; y así el hombre no necesita de la
después de recibida la gracia necesita el gracia para perseverar.
hombre todavía del divino auxilio, no Por el contrario, dice San A g u s t í n
puede inferirse que la gracia haya sido (lib. D e persever. c. 2 ) : « porqué se pide
dada en vano, ó que sea imperfecta ; por- » á Dios la perseverancia, si no es dada
que también en el estado de la gloria, » por Dios ? es acaso esta una petición
cuando la gracia será del todo perfecta, » irrisoria, si se le pide lo que se sabe que
el hombre necesitará del divino auxilio. » no ha de dar, pero que sin darlo él se
Aquí empero la gracia es en algún modo » halla en la potestad del hombre ? » L a
imperfecta, en cuanto no sana totalmen- perseverancia es pedida también por
te ál hombre, según se ha dicho. aquellos, que están santificados por la
A l 2.° que la operación del Espíritu g r a c i a ; lo cual se entiende cuando deci-
S a n t o , que nos mueve y proteje, no está m o s , santificado sea tu nombre, como
circunscrita por el efecto del don habi- (ibid. y lib. D e corrept. et grat. c. 1 2 )
tual, que produce en nosotros ; sino que San Agustín confirma apoyado en el tes-
aparte de este efecto nos mueve y prote- timonio de San Cipriano. L u e g o el hom-
je en unión con el Padre y el Hijo. bre aun constituido en gracia necesita
A l 3.° que tal razonamiento prueba que le sea dada por Dios la perseve-
que el hombre no necesita de otra gracia rancia.
habitual. C o n c l u s i ó n . La perseverancia [ 1 ] ,
como hábito permanente de un modo esta-
ARTÍCULO X . — ¿ E I hombre constitui- ble en el alma de hecho ó en su buen pro-
do e n gracia necesita del auxilio de la gracia pósito, es infundida en ella juntamente
para perseverar con la gracia; mas [ 2 ] para tenerla
como acto continuando en elbien hasta el
1.° Parece que el hombre constituido fin de la vida, el hombre constituido en
en gracia no necesita del auxilio de la gracia necesita, no de otro algún hábito
gracia para perseverar : porque la perse- de gracia, sí empero del divino auxilio
verancia es algo menor que la virtud, que lo dirija y preserve contra los emba-
como también la continencia, según cons- tes de las tentaciones.
ta- por Aristóteles (Ethic. 1. 7 implic. Responderemos, que la perseverancia
c. 7 y 8 ) ; y el hombre no necesita de tiene tres diversas acepciones : 1 . unas a

otro auxilio de la gracia, para obtenerlas veces significa el hábito del alma, por el
virtudes, desde el momento en que y a que el hombre se mantiene firme, para
por la gracia está justificado. L u e g o mu- no separarse de lo que es conforme¡ á la
cho menos necesita del auxilio de la virtud por las tristezas que le asedian,
gracia, para obtener la perseverancia. de suerte que la perseverancia es con
2.° Todas las virtudes son infundidas respecto á estas tristezas lo que la conti-

(1) Negábanlo ciertos herejes afiliados á la secta pela- asímismo y con mayor razón la de Celestio y los pelagianos,
glana, concretándose algunos de ellos á decir que « el hotn- quienes deciah que « el hombre puede salvarse sin la gracia »¡
» bre por su libre albedrío tiene en sí lo bastante para perse- dado que la perseverancia es requisito indispensable para la
» verar en lo que cree por la fe ». Condenada tal doctrina salvación.
como herético por el Tridentino (sess. 0, can. 13 y 22) quédalo
794 CUESTIÓN C I X . — A R T Í C U L O X.

nencia á las concupiscencias y delecta- Ha objeción se refiere al primer modo de


ciones, como dice el Filósofo ( E t h i c . , la perseverancia, como la 2 . á su vez a

1. 7, c. 7 ) ; 2 . de otro modo puede de-


a
habla del segundo. A s í que la respuesta
cirse perseverancia cierto h á b i t o , según al 2.° es evidente.
el cual el hombre tiene el propósito de A l 3." que, como dice San A g u s t í n
perseverar en el bien hasta el fin : y en ( l i b . D e natura et grat. c. 4 3 , y lib. D e
uno y otro de estos dos conceptos la per- corrept. et grat., c. 1 2 ) , « el hombre en
severancia se infunde simultáneamente » el primer estado recibió el don, por el
con la gracia, como también la conti- » que puede perseverar, mas no recibió
nencia y las demás virtudes; 3.° dícese » el que perseverase » ; mientras que aho-
también perseverancia cierta continua- ra por la gracia de Cristo muchos reci-
ción del bien hasta el fin de la vida : y ben ademas del don de la gracia, por el
para obtener tal perseverancia, el hom- que pueden perseverar, también ( 1 ) el
bre constituido en la gracia no necesita perseverar : y así el don de Cristo es ma-
en verdad de alguna otra gracia habi- yor que el delito de A d á n . N o obstante
tual, sino del divino auxilio que le dirija más fácilmente podía el hombre por el
y proteja contra los impulsos de las ten- don de la gracia perseverar en el estado
taciones , como se deduce de lo espuesto de inocencia, en el cual no había rebe-
en la Cuestión anterior ( a . 9 ) . P o r lo lión alguna de la carne contra el espíritu,
t a n t o , después que alguno es justificado que ahora podemos cuando la separación
por la gracia, tiene necesidad de pedir á de la gracia de Cristo, aunque incoada
D i o s el predicho don de la perseverancia, en cuanto al espíritu, no se ha consu-
para que sea preservado del mal hasta mado aún sin embargo en cuanto á la
el fin de la vida, porque á muchos se da carne : lo cual tendrá lugar en el cielo,
la gracia, á quienes no se da el perseve- donde el hombre no solo podrá perseve-
rar en ella. rar, sino que le será imposible pecar.
A l argumento 1.° diremos, que aque-

(1) De hecho, ó sea\ la conservación actual y constante mente perderían la gracia y con ella ese don de la perseve-
hasta el fin en la gracia y el bien , siendo efectiva y eficaz- rancia habitual y en acto.
mente preservados de caer en pecado mortal, porel que única-
CUESTIÓN CX.

De la gracia de Dios en cuanto á su esencia.

Resolveremos los cuatro puntos siguientes: 1.° La g r a c i a pone algo en el a l m a ? - 2 . ° La g r a c i a e s una


c u a l i d a d ? —3." La gracia difiere de la virtud infusa? - Sujeto de la gracia.

ARTÍCULO I. — 1.« gracia pone aigo e n E s así que el alma vivifica el cuerpo in-
el alma? (1) mediatamente. L u e g o nada hay tampoco
intermedio entre Dios y el alma ; y por
1.° P a r e c e que la gracia uo poue cosa lo tanto la gracia no pone en el alma
alguna en el alma : porque, así como se algo creado.
dice tener el hombre la gracia de D i o s , 3.° Con motivo de estas palabras gra-
también la gracia del hombre, según lo cia y paz para vosotros ( R o m . 1) dice la
que se dice ( G e n . 3 9 , 2 1 ) que el Señor Glosa ( 2 ) (interl.) : « gracia, esto es,
dio á José la gracia en los ojos del al- »remisión de los pecados s>. M a s la re-
caide de la cárcel. Pero por decirse que misión de los pecados no pone algo en el
el hombre tiene la gracia del hombre, alma, sino solo en D i o s que no imputa
nada se pone en el que tiene la gracia el p e c a d o , según aquello ( P s . 3 1 , 2 ) :
del otro, sino que en este cuya gracia bienaventurado el varón, á quien el Se-
tiene se pone cierta aceptación. L u e g o , ñor no imputó pecado. L u e g o tampoco
cuando se dice que el hombre tiene la la gracia pone algo en el alma.
gracia de D i o s , nada se pone en el alma, Por el contrario : la luz pone algo en
sino que solo se significa la aceptación lo iluminado; y la gracia es cierta luz
divina. del alma, según lo que dice San A g u s -
2.° Como el alma vivifica al cuerpo, tín (lib. D e nat. et grat. c. 5 2 ) : « l a
así D i o s vivifica el a l m a ; por lo cual se »luz de la verdad abandona merecida-
dice ( D e u t . 3 0 , 2 0 ) , él es vida tuga. »mente ( 3 ) al prevaricador de la ley,

(I) 0 bien: ¿es la gracia una entidad real y verdadera, todo no es de ellos la originalidad del repugnante invento;
creada por Dios y existente en el alma ? Según los novadores pues ya muchos siglos antes habian dicho los herejes llama-
protestantes la gracia en nosotros no es otra cosa que «laim- dos justificatorios que « Dios nos imputa nuestra justicia,
» putacion ó como adjudicación ó apropiación de la santidad » aunque no seamos justos » , y los antosiandrinos, prosélitos
» misma y de los méritos de Cristo w , que encubriendo nues- de llírico, que « el hombre se hace justo porlájusticiamisma
tra maldad y pecados nos presenta justificados ante Dios y » con que es justo Dios, no esencial, sino imputativamente»,
dignos de la eterna bienaventuranza ; sin que por lo mismo es decir, no e n realidad , y sí solo como de palabra y al modo
nos sea necesario arrepentimos de nuestras culpas ni ejerci- que un gramático ó dialéctico aplica á cualquier sustantivo ó
tarnos en obras buenas, que puedan ser meritorias de la jus- término lógico oracional el epíteto o predicado que se le an-
tificación y salvación , toda vez que la satisfacción dada á toja. Escusado parece consignar que tales despropósitos han
Dios por el Redentor de todas nuestras iniquidades , tanto sido espresamente anatematizados por la Iglesia como here_
actuales y personales como la original ó hereditaria de nues- jías , señaladamente en el Concilio de Trento (sess. G, cap. 16,
tro primer padre Adán, es por sí misma suficiente y completa y can. 10,11 y 10).
sin cooperación alguna de nuestra parte : siendo una de las (2) Así la antigua manuscrita ; la impresa moderna entre-
consecuencias inmediatas y prácticamente deducidas de tan renglonada dice: « gracia y paz, esto es, reconciliación y tran.
monstruosa y'absurda hipótesi la abolición de los Sacramentos » quilidad de espíritu»; y la marginal colateral, « porque gra-
y de todo medio ó conducto transmisivo de la gracia , como » tuitamente se nos han perdonado los pecados».
inútiles y sin objeto real, una vez reducida así á una mera (3) Digne, que por cierto aparece dítii?ice (concertado con
cuanto irrisoria capa ó como velo encubridor de toda la he- legis) en muchas de las ediciones antiguas , variante inadmi-
dionda fealdad de la mancilla del pecado, sustraída (digámoslo sible y ya unánimemente rectificada en todas las posteriores;
así, y ló dicen muchos de ellos) á la mirada iracunda de Dios pues se clarea la intención de espresar que con justa razón y
ultrajado por la culpa, quien se aplaca y da por satisfecho á en castigo de su prevaricación es abandonado por la luz de la
la vista de ese envoltorio, en que convierten con blasfema im- verdad el infractor de la ley.
piedad el mérito de la redención de Jesucristo. Pero aun así y
CUESTIÓN ex. — ARTICULO I.

» d e la cual dejado queda c i e g o » . L u e g o rencia de este bien se distinguen dos


la gracia pone algo en el alma. clases del amor de D i o s á la criatura:
Conclusión. Al decir que el hombre uno común, según el cual ama todas tas
tiene la gracia de Dios ¡desígnase cierta cosas que existen, como se dice ( S a p . 2),
entidad sobrenatural procedente de Dios y da á las cosas su ser natural ; otro e s -
al hombre y, existente en su alma en rea- pecial , por el cual eleva á la criatura ra-
lidad. cional sobre la condición de su natura-
Responderemos, que según el lenguaje leza á la participación del divino bien; y
usual ha solido considerarse la gracia de según este amor se dice que ama á al-
tres modos : 1.° por el amor de alguno, guno absolutamente, porque en virtud
como solemos decir que tal militar posee de este amor Dios quiere absolutamente
la gracia del r e y , esto e s , que el r e y le para la criatura el bien eterno, que es él
tiene en estima; 2.° por algún don dado mismo. Decir pues que el hombre tiene
graciosamente, como cuando decimos « t e la gracia de Dios significa cierta cosa
» h a g o esta g r a c i a » ; 2.° por recompen- sobrenatural en el hombre, proveniente
sa de un beneficio dado gratuitamente, de Dios. A veces sin embargo se dice
cual se dice que damos gracias por los gracia de D i o s el mismo amor eterno de
beneficios. E l segundo de estos tres sen- D i o s , según que se designa aáí la gracia
tidos depende del primero, porque del de la predestinación, en cuanto D i o s
amor que alguno tiene por otro que le es predestinó ó eligió á algunos gratuita-
grato proviene el que le otorgue algo mente y no por sus méritos ; porque se
gratuitamente; y el tercero procede del dice ( E p h e s . 1 , 5 ) , nos predestinó para
s e g u n d o , puesto que de los beneficios adoptarnos en hijos... para loor de gloria
concedidos graciosamente nace la acción de su gracia.
de gracias. Bajo estos dos últimos con- A l argumento 1.° diremos, que aun en
ceptos es evidente que la gracia pone lo que se dice que alguno tiene la gracia
algo en el que recibe la gracia; en pri- del hombre se entiende que h a y en aquel
mer lugar el mismo don gratuitamente a l g o , que es grato al hombre, como tam-
dado, y en segundo el reconocimiento bién cuando se dice que alguno tiene la
de este don : mas en cuanto al primero gracia de D i o s , pero en diferente con-
debe tenerse en cuenta la diferencia en- cepto : porque lo que es grato al hombre
tre la gracia de Dios y la gracia del en otro hombre presupónese al amor de
hombre ; porque, como lo bueno de la e s t e , mientras que el amor divino pro-
criatura proviene de la voluntad divina, duce lo que hay grato en el hombre á
por eso del amor de D i o s , por el que D i o s , según lo dicho.
quiere el bien de la criatura, dimana en
A l 2.° que Dios es la vida del alma
ella algún b i e n ; mas la voluntad del
por modo de causa eficiente; pero el alma
hombre se mueve por el bien preexistente
es vida del cuerpo por modo de causa
en las cosas, y de aquí es que el amor
formal : y entre la forma y la materia no
del hombre no causa totalmente la bon-
cabe medio alguno (2), porque la forma
dad de la c o s a , sino que la presupone y a
por sí misma informa la materia ó el su-
en parte ó y a en el todo. E s notorio
jeto ; mas el agente informa al sujeto, no
pues que á cualquier amor de Dios si-
por su propia sustancia, sino por la for-
gue algún bien causado en la criatura
ma que causa en la materia.
algunas veces ( 1 ) , no empero coeterno
A l 3.° que San Agustín dice (Retract.
al eterno amor. A s í pues según la dife-
1. 1 , c. 2 9 ) : « l o que dije que la gracia
(1) Quandoqiie , non lamen... según los autorizados códices « causado en la criatura, pero á veces...» Ambas redacciones,
de Alcañiz y Tarragona y de acuerdo con elljs las más acre- aunque al parecer incompatibles, podrían en nuestro concepto
ditadas ediciones de Pádua (1712), Ñapóles, Ambéres y Douai concillarse interpretando ( repetido el adverbio quandoque en
con Wicolai; quien advierte que según estas últimas se en- lugar del non ) que « unas veces el tal bien es eterno y otras
tiende precisamente que el efecto del amor no sigue próxima- creado». El P. Rubeis observa ademas la variante cuilibet Dei
mente al amor mismo, y que la de Colonia pone lo mismocon dtlecüoni en los manuscritos por quumlibcl Dei dilecüonem, cual
puntuación algo diversa (si bien él copia la misma coma orto- se ve en los Impresos sin discrepancia; mas esto no afecta en
gráfica entre quandoque y non poniendo otradespues de lamen,
} lo más mínimo á i a esencia del pensamiento, quedando redu-
lo cual dificulta la inteligencia del pasaje ) ; mas las de Paris cido á mera cuestión de sintaxis gramatical sin transcenden-
(antiguas, pues Drioux ya se muestra acorde con nuestra re- cia aun filológica ni crítica.
dacción ) y la de Pádua de 16!)S dicen... causalum, quandoque (2) Véase el a. 6 de la C. 7(3 de la 1." Parte en el Tomo 1.",
(suprimido aquí non) lamen,,, cuya traducción debería ser: y en la 2,°-2.re C. 23, a. 2, al 2." y 3.°
CUESTIÓN CX. — ARTÍCULOS I Y II. 797

» es para el perdón de los pecados, y la to gratuito de Dios en el hombre ó mo-


» paz para reconciliación con D i o s , no se ción del alma por Dios, no es cualidad
» h a de entender como si la paz y la re- sino movimiento del alma ; pero [ 2 ] en
'» conciliación no perteneciesen á la gra- su concepto de don habitual infuso por
» cia g e n e r a l , sino que el nombre de gra- Dios al alma y permanente en ella,
» cia significa especialmente la remisión como don de gracia otorgada, es si ver-
» de los pecados » . L u e g o no solo la re- dadera cualidad ó hábito del alma.
misión de los pecados pertenece á la gra- R e s p o n d e r e m o s , que según lo espuestó
cia, sino también otros muchos dones de (a. 1 ) , cuando se dice que alguno tiene la
D i o s ; y por lo tanto la remisión de los gracia de D i o s , se significa que hay en
pecados no se verifica sin algún efecto él cierto efecto de la voluntad gratuita
producido en nosotros por parte de D i o s , de Dios : y ya queda dicho (C. 109, a. 1)
como se verá después ( C . 1 1 3 , a. 2 ) . que el hombre es ayudado por la volun-
tad gratuita de Dios de dos modos : 1.° en
ARTÍCULO I I . - i — 1.a gracia e s c u a l i - cuanto el alma del hombre es movida por
dad del alma ? (1) Dios á conocer ó querer ú obrar algo, en
cuyo concepto el mismo efecto gratui-
1.° Parece que la gracia no es cuali- to (3) en el hombre no es una cualidad
dad del alma : porque ninguna cualidad sino cierto movimiento del alma, puesto
obra sobre su sujeto, dado que la acción que « el acto del movente en lo movido es
de.la cualidad no está sin la acción de s e l movimiento» ( P h y s . Y. 3 , t. 1 8 ) ;
este ( 2 ) ) , y así sería preciso que el su- 2.° el hombre es ayudado por la voluntad
jeto obrase sobre sí mismo. E s así que la gratuita de D i o s , según que le infunde
gracia obra en el alma justificándola. en el alma algún don habitual, y esto
L u e g o la gracia no es cualidad. porque no es conveniente que Dios provea
2.° L a sustancia es más noble que la menos á los que ama, para que posean
cualidad; y la gracia es más noble que un bien sobrenatural, que á las criatu-
la naturaleza del a l m a , puesto que pode- ras que ama también, para que obtengan
mos muchas cosas por la gracia, para un bien natural. Ahora bien : provee á
las cuales no es suficiente la naturaleza, las criaturas naturales de modo que, no
según se ha dicho ( C . 1 0 9 , a. 2 y 3 ). solamente las mueve á sus naturales ac-
L u e g o la gracia no es cualidad. tos , sino que también las concede ciertas
3.° Ninguna cuaüdad permanece, des- formas y virtudes, que son los principios
pués que deja de estar en su sujeto : mas de esos a c t o s , á fin de que por sí mismas
la gracia permanece, puesto que no se se inclinen á estos movimientos; y así los
corrompe; porque, si así fuera, reduci- movimientos, por los que son movidas por
ríase á la n a d a , como creada de la nada ; D i o s , se hacen connaturales y fáciles á las
por lo cual se dice nueva criatura (Galat. criaturas, según aquello ( S a p . 8 , 1 ) , y
últ.). L u e g o la gracia no es cualidad. dispone todas las cosas suavemente. Con
mayor razón pues á aquellos, á quienes
Por el contrario, sobre aquello ( P s .
mueve para que consigan un bien sobre-
103, 1 5 ) , para que haga relucir su ros-
natural eterno, les infunde algunas for-
tro con aceite, dice la Glosa (ord. August.)
mas 6 cualidades sobrenaturales, según
que « l a gracia es el esplendor del alma,
las que suave y prontamente sean movi-
» que concilía el santo amor » . E s así
das por él mismo para la consecución
que el esplendor es cierta cualidad, como
del bien eterno ; y así el don de la gra-
lo es la belleza del cuerpo. L u e g o la gra-
cia (4) es cierta cualidad.
cia es cierta cualidad.
Conclusión. La gracia [ 1 ] , como efec- A l argumento 1.° diremos, que la gra-

(1) Eslc punió se traló con suma claridad y precisión en ci dóse de la cualidad como de auxiliar) según el tecnicismo de
Concilio Tridcnüno (sess. C, cap. 7 y l(i, y sen-i. 14, cap. 3), la ciencia; de modo que la acción total ó perfecta es el resul-
que convendrá leer con algún detenimiento , sobre lodo para tado complejo de una y otra acción , parcial é incompleta de
desentrañar bien el error de los justiíiealorios apoyado en la suyo cada cual.
mala interpretación de varios lugares del nuevo Testamento. (3) La gracia actual, que no es otra cosa que ese impulso ó
(2) Por cuanto la cualidad solo obra como principio q'to f á moción de Dios á la voluntad humana, constituyendo sus po -
manera de medio interpuesto ó instrumento accidental), mas tencias en acto sobrenatural. ,
el sujeto actúa como principio quod (verdadero agente valicn- (4) La gracia habitual. Se ve pues claramente que la tesis
798 CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O S II V III.

cia, en cuanto es cualidad, se dice obrar ( E p h e s . 2 , 1 0 ) : somos creados en Je-


en el alma, no por modo de causa efi- sucristo para buenas obras.
ciente, sino por modo de causa formal,
como la blancura bace blanco y la justi-
ARTÍCULO I I I . — L a gi'iiciu e s l o m i s -
cia justo.
i n o q u e l a v i r t u d ? (1)
A l 2.° que toda sustancia ó es la mis-
ma naturaleza de la cosa, de que es sus-
tancia, ó es parte de la naturaleza, en 1.° Parece que la gracia es lo mismo
cuyo sentido se llama sustancia la mate- que la virtud : porque dice San Agustín
ria ó la forma ; y , como la gracia es su- que « la gracia operante es la fe que obra
perior á la naturaleza humana, no puede »por el a m o r » , como consta(lib. D e spi-
ser que sea sustancia ó forma sustancial, ritu et littera, c. 14 y 32 ) ; y la fe que
sino que es forma accidental del alma obra por amor es virtud. L u e g o la gracia
m i s m a : porque lo que está substancial- es virtud.
mente en D i o s se produce accidental- 2.° A lo que conviene la definición
mente en el alma participante de la divi- conviene también lo definido. E s así que
na bondad, como se ve respecto de la las definiciones de la virtud dadas por
ciencia. Según esto pues, dado que el santos ó por filósofos (2) convienen á la
alma participa imperfectamente de la g r a c i a ; puesto que ella « h a c e bueno al-
bondad divina, la misma participación de » que la tiene, y buena su operación » , y
esta bondad, que es la gracia, tiene ser también «es buena cualidad del espíritu,
en él alma de un modo más imperfecto »por la que se vive rectamente »... L u e -
que el alma subsiste en sí misma ; y sia g o la gracia es virtud.
embai-go es más noble que la natura- 3.° L a gracia es cierta cualidad. P e r o
leza del alma, en cuanto es la espresion es notorio que no es de la cuarta especie
ó participación de la divina bondad, mas de cualidad, que es la «forma y acerca
no en cuanto al modo de ser. » de algo constante la figura», porque no
A l 3.° que, como dice Boecio (in I s a - pertenece al cuerpo ; ni tampoco es de la
g o g . Porphyr. c. D e a c c i d . ) , « el ser del tercera, pues no es pasión ó cualidad pa-
y> accidente es estar en » (su sujeto)• : sible, la cual reside en la parte sensitiva
así es que todo accidente no se dice ente, del alma, como se prueba ( P h y s . 1. 7,
como si tuviera ser él mismo, sino en t. 1 4 ) , sino que la misma gracia reside
cuanto algo existe por é l ; por cuya razón principalmente eu la mente ; como ni en
más bien se dice del ente que ente ( M e t . la segunda especie, que es la potencia ó
1. 7, t. 2 ) . Y , como ser hecho ó corrom- impotencia natural, por cuanto la gracia
perse compete á aquello de que es propio está sobre la naturaleza, y no se há con
el ser, de aquí que propiamente hablando respecto al bien y al mal como la poten-
ningún accidente ni se hace ni se cor- cia natural. Queda pues únicamente que
rompe , sino que se dice ser hecho ó cor- se halla en la primera especie, que es el
romperse, según que el sujeto comienza hábito ó disposición : y , pues los hábitos
ó deja de existir en acto con respecto á de la mente son las virtudes, como que
aquel accidente. Según esto pues se di- aun la ciencia misma es en cierto modo
ce también que la gracia es creada, en virtud, según se ha dicho ( C . 57, a. 1
el concepto de que los hombres son crea- y 2) ; sigúese que gracia es lo mismo que
dos según la m i s m a , esto e s , que de la virtud.
nada, es decir, no por méritos son cons-. Por el contrario : si la gracia es virtud,
tituidos en un nuevo s e r , según aquello parece que sea principalmente alguna de

pudiera muy bien condensarse en esta sencillísima fórmula : lieos la cuestión concreta de si la gracia habitual es ó no un
« la gracia actual es movimiento, y la gracia habitual es cua- verdadero hábito propiamente dicho.
» lidad». Es de advertir sin embargo que los PP. del Concilio (1) Tal es la opinión de Escoto , Durand , Belarmino, Váz-
de Trento , á pesar de consignar como dogma de fe que « hay quez y otros , y que.Silvio califica de probable. Santo Tomás
» alguna gracia habitual inherente como forma en el alma de no es del mismo parecer, pues la gracia según él es cosa tan
» los justos d modo de'hábito» , no tuvieron por conveniente distinta de las virtudes infusas como lo es de las adquiridas
adoptar en su declaración de una manera categórica y re- la luz de la razón , siendo por otra parte indiscutible que la
suelta las palabras.cualidad ó hábito, para designar por ellas gracia es infusa. Claró es igualmente que la gracia , de que
dicha gracia habitual; dejando así indecisa en parte y por- aquí se trata, es precisamente la habitual.
consideración á las diversas opiniones de los doctores cató- (2) Véase el a. 4 de la C. 55.
CUESTIÓN CX. — ARTÍCULOS III Y IV. 799

las virtudes teologales. M a s la gracia no razón es algo distinto (prceter) de las vir-
es la fe ó la esperanza, puesto que estas tudes adquiridas, que se dicen en orden
pueden existir sin la gracia santificante; á la misma luz natural; igualmente la
ni tampoco la caridad, porque « l a gracia misma luz de la gracia, que es la parti-
«previene á la caridad», como dice San cipación de la divina naturaleza, es algo
Agustín en el libro D e prajdestinatione diverso de las virtudes infusas, que de
Sanctorum ( ó D e dono persev. c. 1 6 ) . aquella luz se derivan y á ella se orde-
L u e g o la gracia no es virtud. nan ; por lo cual dice el Apóstol (Ephes.
Conclusión. La luz ó don sobrenatu- 5, 8 ) : en otro tiempo erais tinieblas; mas
ral de la gracia es cierta entidad diversa ahora sois luz en el Señor. P o r q u e , así
de las virtudes infusas, como difiere de como las virtudes adquiridas perfeccionan
las adquiridas la luz natural de la ra- al hombre, para que camine conforme á
zón. la luz natural de la razón ; del mismo
Responderemos, que algunos ( 1 ) su- modo las virtudes infusas lo perfeccionan,
pusieron que la gracia y la virtud son lo para marchar cual conviene á la luz de
mismo según la esencia, difiriendo sola- la gracia ( 2 ) .
mente según la razón ; llamándose gracia A l argumento 1.° diremos que San
según que hace al hombre grato á Dios Agustín llama gracia á la, fe que obra por
ó por darse gratuitamente, y virtud s e - amor, porque el acto de la fe que obra
gún que perfecciona para bien obrar : y por amor es el primer a c t o , en el que se
tal parece fue el sentir del Maestro (Sent. manifiesta la gracia santificante.
lib. 2 , dist. 2 6 ) . P e r o quien considere A l 2.° que el bien inserto en la defini-
rectamente la naturaleza de la virtud, re- ción de la virtud se dice según la conve-
conocerá que esto es insostenible; por- niencia á alguna naturaleza preexistente,
que , como dice Aristóteles ( P h y s . 1. 7, sea esencial ó participada; mas el bien
t. 1 7 ) , « l a virtud es cierta disposición de no se atribuye así á la gracia sino como
» l o perfecto, y digo perfecto á lo que se á la raíz de la bondad en el hombre, se-
»halla dispuesto según la naturaleza». gún lo dicho.
D e lo cual aparece claro que se dice vir- A l 3.° que la gracia se reduce á la pri-
tud de cada cosa en orden á alguna natu- mera especie de cualidad; y no es sin
raleza preexistente, cuando cada una se embargo lo mismo que la virtud, sino
halla dispuesta del modo que es con- cierta habitud, que se presupone á las
gruente á su naturaleza. E s también no- virtudes infusas como principio y raíz de
torio que las virtudes adquiridas por los estas.
actos humanos, de que y a se ha hablado
(C. 55 y sig.), son disposiciones, que or-
denan convenientemente al hombre con ARTÍCULO I V . — i. I.a gracia está e n la
relación á la naturaleza, por la que es e s e n c i a del alma como e n s u s n j e t o . ó e n al-
hombre ; al paso que las virtudes infusas g u n a de s u s potencias?
le disponen de un modo más elevado y á
más alto fin; por cuya razón es preciso l.° Parece que la gracia no está en la
que (se refieran) á una naturaleza más esencia del alma como en sujeto, sino en
elevada, esto e s , á la participación de la alguna de sus potencias : porque dice San
naturaleza divina,.que se llama luz de la Agustín (Hypognostic. 1. 3) (3) que « l a
gracia, según aquello ( n Petr. 1 , 4 ) : »gracia se compara á la voluntad ó al
muy grandes y preciosas promesas os »libre albedrío como el ginete al caba-
dio, para que por ellas seáis hechos par- » l i o ». E s así que la voluntad del libre
ticipantes de la naturaleza divina; y se- albedrío es cierta potencia, como se ha
gún que recibimos' esta naturaleza, se dicho ( 1 . P . , C. 8 3 , a. 2 ) . L u e g o la gra-
a

dice que somos regenerados á hijos de cia está en la potencia del alma como en
Dios. A s í pues como la luz natural de la su sujeto.

(1) Entre otros los mencionados en la nota 1, pág. 798. (3." P. C. 28, a. 2, y C. 89, a. L;Sent. 1 1 , rtisí. 20, a. 4, q. 27;
(2) Según Silvio es más probable que la gracia es un hábito De veril, ii,...) y seguida ademas por Cayetano, Medina, Valen-
realmente diverso do la caridad según la opinión del Santo cia, Suarez, Tanner y-otros con todos los tomistas.
Doctor consignada aquí y reproducida en varios otros lugares (3) Véase lo dicho en la nota 3, do la pág. 780.
800 CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O IV.

2.° « P o r l a g r a c i a c o m i e n z a n los m é - m e n t e la gracia, así como es anterior á


» ritos del h o m b r e », c o m o dice S a n A g u s - la virtud, también tiene sujeto anterior á
tín (1); y e l mérito consiste e ne l acto, las potencias del alma, e s d e c i r , q u e está
que proviene d ealguna potencia : luego en la esencia del alma ( 3 ) : p u e s t o q u e ,
p a r e c e q u e l a g r a c i a e sp e r f e c c i ó n d e al- así c o m o por l apotencia intelectiva par-
guna potencia del alma. ticipa el h o m b r e del divino conocimiento
3.° S i l a esencia del a l m a es e l sujeto m e d i a n t e l a v i r t u d d e l af e , y p o r l a p o -
propio d el agracia, e lalma e n cuanto tencia d el avoluntad del amor divino
tiene esencia debe ser capaz de la gracia. mediante la virtud de la caridad; de igual
P e r o esto e sfalso, p o r q u e d e ello s e se- m o d o por la naturaleza del alma participa
guiría que toda alma sería capaz de gra- según cierta semejanza d el a naturaleza
cia. L u e g o l aesencia del a l m a n o e s e l divina mediante cierta regeneración ó se-
sujeto propio de l a gracia. g u n d a creación.
4.° L a esencia del a l m a e s anterior á A l argumento 1.°diremos que, ál a
sus potencias ;y lo anterior p u e d e conce- manera que d e l aesencia del alma ema-
birse sin lo posterior, d ed o n d e s e sigue nan sus potencias, que son los principios
q u e la gracia p u e d e e n t e n d e r s e en el a l m a de las o b r a s ; igualmente también d e l a
con abstracción de toda parte ó potencia m i s m a gracia emanan las virtudes á las
de l a m i s m a , es decir, a u n sin la voluntad potencias del alma, por las que dichas
ni e l e n t e n d i m i e n t o n ic o s a s e m e j a n t e : lo potencias s em u e v e n á los actos : y s e g ú n
cual es inadmisible. esto l agracia s e c o m p a r a á l a v o l u n t a d
Por el contrario : p o r l a g r a c i a s o m o s c o m o el m o t o r á lo m o v i d o , q u e es la c o m -
regenerados c o m o hijos de D i o s ;y la g e - paración del ginete a lcaballo, y no c o m o
neración tiene por término la esencia con el accidente a lsujeto ( 4 ) .
prioridad respecto de las potencias. L u e - Estas consideraciones hacen patente la
g o l agracia está e n l a esencia del a l m a s o l u c i ó n al 2.° a r g u m e n t o :p o r q u e l a g r a -
antes q u e e n s u s p o t e n c i a s . c i a e s e l p r i n c i p i o d e (toda) obra me-
Conclusion. Necesariamente debe re- ritoria m e d i a n t e las virtudes, c o m o l a
conocerse como sujeto de la gracia la esen- esencia del alma e s e l principio d e l a s
cia misma del alma, y no alguna de sus operaciones de l avida mediante las po-
potencias, que lo son de las virtudes, de tencias.
inferior condición que la de la gracia. A l 3.° q u e e l a l m a e s e l s u j e t o d e l a
Responderemos, q u e e s t a c u e s t i ó n d e - gracia, en cuanto e su n a especie d e na-
p e n d e d e l a a n t e r i o r : p o r q u e , si la g r a c i a turaleza intelectual ó racional: mas, por
es lo m i s m o q u e la virtud, necesariamente c u a n t o n o s e c o n s t i t u y e e la l m a e n e s p e -
d e b e hallarse e nl a p o t e n c i a del a l m a cie por alguna potencia, puesto que las
como en su sujeto, puesto que l a poten- potencias son propiedades naturales del
cia del a l m a e se lsujeto propio de la vir- a l m a c o n s i g u i e n t e s á s uespecie ; p o r eso
tud, como ya s eh adicho (C. 56, a. 1); el a l m a (5) s e g ú n s u esencia difiere e n
m a s , s il a gracia difiere d e l avirtud ( 2 ) , especie d eotras almas, es decir, d e las de
no puede decirse que una potencia del los brutos y plantas. P o r esta m i s m a ra-
alma sea el sujeto de la gracia, porque zón de que l aesencia del alma h u m a n a
toda perfección de una potencia del alma es e lsujeto de l a gracia no s e sigue que-
tiene naturaleza d evirtud, como s e h a cualquiera alma pueda ser sujeto d e l a
d i c h o (a. 1 , C .5 5y 5 6 ) . L u e g o precisa- gracia; toda vez que esto conviene á l a

(t) Colígese sustancialmente de su Epístola 105 y del libro (3j Tal es en efecto la opinión común y más aceptable do
Degralia et libero arbilrio cap. 6, como tambiende su Sermón 15
}
cuantos con el angélico Doctor admiten la distinción real en-
De verbis Aposloli, cap. 2 , y aun de algún otro pasaje más ó tre la gracia y la caridad , según lo dicho en la nota proco-
menos esplícito de sus obras; mas nada siquiera análogo se dente.
encuentra en su libro De correpl. el grat. c. 6, que equivocada- (4) Coligóse de aquí harto clara y lógicamente que esa
mente se ve citado al margen en casi todas las ediciones a n - efluencia ó derivación , por las que las virtudes proceden ó
tiguas, según observa Nicolai. emanan de la gracia , es según la mente del Santo algo más
(2) Como efectivamente deja ya demostrado en el prece- que simplemente moral, es decir, física ó como física : lo cual
dente a. 3, bien así como su preeminencia aun respecto de la está en plena consonancia con su doctrina de la física premo-
caridad y con mayor razón de las otras virtudes infusas : lo ción , á que sirve do base y aun da alguna luz la que aquí
cual es muy digno de tenerse en consideración para la solu- deja establecida.
ción de la actual tési. (5)' Humana, como es bien obvio.
CUESTIÓN C X . — A R T Í C U L O IV. 801

esencia del alma, en cuanto es de tal tiese, aun así y todo se diría el alma in-
especie (1). telectual ó racional según su especie ; no
A l 4.° que, siendo las potencias del porque tuviera en acto estas potencias,
alma propiedades naturales resultantes sino á causa de la especie de tal esencia,
de la especie, el alma no puede existir de l a que estas potencias deben natural-
sin e l l a s : m a s , dado que sin ellas exis- mente dimanar.

CUESTIÓN CXI.
Division de la gracia.

Dedicamos á este asunto los cinco artículos siguientes: 1." Se divide convenientemente la gracia
en gracia gratis-data y gracia santificante? — 2.° Division de la gracia santificante en operativa
y cooperante.— 3.° Division de la m i s m a en preveniente y subsecuente. — 4." Division de la gracia
gratis-data.— 5.° Comparación entre la gracia santificante y la gratis-data.

ARTÍCULO I . — ¿ t a grucia s e divide 3.° Toda división debe hacerse entre


c o n v e n i e n t e m e n t e e n grncln santificante y cosas opuestas ; y aun la misma gracia
gracia gratis-data ? santificante, por la cual somos justifica-
dos, se nos concede por Dios gratuita-
l.° P a r e c e que la gracia no se divide mente, según estas palabras ( R o m . 3 , 2 4 ) :
convenientemente en gracia santificante justificados gratuitamente por la gracia
y gracia gratis-data : porque la gracia del mismo. L u e g o la gracia santificante
es cierto don de D i o s , como se ve por lo no debe dividirse por oposición á la gra-
y a espuesto ( C . 10, a. 1); mas el bombre cia gratis-data.
no es agradable á D i o s porque le ha sido Por el contrario: el A p ó s t o l atribuye
dado algo por D i o s , sino más bien por el á la gracia estos dos caracteres, hacer
contrario, puesto que D i o s da á alguno grato y ser gratuitamente dada ; pues
un don gratuito precisamente porque el dice en cuanto á lo primero ( E p h e s . 1, 6 ) ,
hombre le es grato. L u e g o ninguna gra- nos ha hecho agradables en su amado
cia es santificante (gratum faciens). Hijo; y en cuanto á lo segundo se dice
2° Todo lo que no se da por méritos ( R o m . 11, 6), y si por gracia, luego no
precedentes, se da gratuitamente. P e r o por las obras ; de otra manera la gracia
aun el mismo bien de naturaleza se da al ya no es gracia. P u e d e pues distinguirse
hombre sin mérito precedente ; porque la gracia que ó tiene uno solo de estos
el mérito presupone la naturaleza. L u e - caracteres ó tiene los dos.
g o la misma naturaleza es también dada Conclusión. Es muy conveniente y mo-
por D i o s gratuitamente : y, como la na- tivada la división de la gracia en santi-
turaleza se divide por oposición á la gra- jícante, por la que el hombre se une con
cia ( 2 ) , sigúese que lo que es dado gra- Dios, y gratis-data, que le hace cooperar
tuitamente se considera inconveniente- á la santificación de los demás.
mente como diferencia de la gracia, , Responderemos q u e , como dice el
puesto que se encuentra también fuera Apóstol (Rom. 13, 1), las cosas que son
del género de la gracia. de Dios, son ordenadas ( 3 ) ; mas el ór-

clasilicaciones de cosas correlativa ó recíprocamente esclusi-


(1) Como alma precisamente intelectiva ó racional, carácter
vas ; sino como lo imperfecto se contrapone ( ó más bien se
esencialísimo que la distingue do las de los demás seres vi- subordina) á lo perfecto, que puede perfeccionarlo.
vientes , animales ó vegetales , cuyas almas por consiguiente (3) Véase la n . l , p. 205, T. 1." En sentido analógico única-
no son susceptibles de la gracia por su carencia de racionali- mente es como puede aducirse aquí ese testo , dada la redac-
dad ó entendimiento. ción de la Vulgata corregida y la rectificación allí consignada.
(2) No como incompatible con ella, cual sucede en muchas 51
SOMA. TEOLÓGICA. — TOMO II.
802 CUESTIÓN C X I . — ARTÍCULOS I Y I I .

den de ellas consiste en que las unas se pertenecen á la naturaleza humana. M a s


reducen á D i o s por medio de las otras, en ninguno de estos dos sentidos se dice
como dice San Dionisio ( D e ccel. hier. débito porque Dios esté obligado á su
c. 4 , 7 y 8 ) . Ordenándose pues la gracia criatura, y sí más bien en cuanto la
á que el hombre se reduzca á D i o s , esto criatura debe estar sometida á D i o s , para
se realiza con cierto orden, de modo que que en ella se cumpla la divina ordena-
los unos se conviertan á Dios por medio ción; lo cual por cierto está en que tal
de los otros; y según esto hay dos clases naturaleza tenga tales condiciones ó pro-
de gracia : una,por la que el hombre mis- piedades, y en que á t a l e s operaciones se
mo se une á Dios, la cual se llama gra- adjudiquen tales consecuencias: así es
cia santificante ; y otra, por la cual un que los dones naturales no tienen el ca-
hombre coadyuva á otro, para que se re- rácter de débito en el primer sentido,
duzca á Dios, y este don recibe el nom- aunque sí en el segundo ; mas los sobre-
bre de gracia gratis-data, porque se naturales carecen de él en ambos con-
concede al hombre sobre la facultad de ceptos, por lo cual les compete más espe-
la naturaleza y sobre el mérito de la per- cialmente el nombre de gracia.
sona ( 1 ) : m a s , por cuanto no se da para A l 3.° que la gracia santificante añade
el que el hombre mismo se justifique por algo á la idea de la gracia dada gratuita-
ella, sino más bien para que coopere á la mente; algo que también implica razón de
justificación de otro, por esta razón no g r a c i a , por cuanto hace al hombre grato
se llama gracia santificante; y de ella (2) á D i o s : por cuyo motivo la gracia gratis-
dice el A p ó s t o l ( i Cor. 12, 7 ) : á cada data, que no hace e s t o , retiene para sí
uno es dada la manifestación del Espí- el nombre común, como sucede en otras
ritu para provecho, es decir, de los muchas cosas ; y así estas dos partes de
otros. la división son opuestas, como lo son lo
A l argumento 1.° diremos, que no se que hace grato y lo que no hace grato.
dice que la gracia hace grato efectiva-
mente, sino formalmente; es decir, que ARTÍCULO I I . — ¿ u gracia se divido
por ella el hombre se justifica y se hace convenientemente en operante y cooperan-
digno de ser llamado grato á Dios, según t e ? (3)
lo que se dice (Coloss, 1, 12) : nos hizo
dignos de participar la suerte de los san- 1.° Parece que la gracia se divide in-
tos en luz. convenientemente en operante y coope-
A l 2.° que la gracia, en cuanto es da- rante : porque la gracia es cierto acci-
da gratuitamente, escluye la idea de dé- dente, como se ha dicho ( C . 110, a. 2 ) ;
bito, del cual pueden distinguirse dos y el accidente no puede obrar sobre su
clases : uno proveniente del mérito, que sujeto. L u e g o ninguna gracia debe de-
se refiere á la persona, á quien incumbe cirse operante.
ejecutar obras meritorias, según aquello 2.° Si la gracia obra algo en nosotros,
( R o m . 4, 4 ) : al que obra, no se le cuen- es principalmente la justificación; pero
ta eljornal por gracia, sino por deuda ; esto no lo obra en nosotros sola la gracia,
otro según la condición de la naturaleza, pues San Agustín sobre estas palabras
como si decimos que es debido al hom- (Joann. 14), las obras que yo hago las
bre el tener razón y otras (dotes) que hará también él, dice (Serm. 15 D e verb.

(1) Lo propio es de lleno y con toda exactitud igualmente el de hacer milagros, lo mismo que los demás Apóstoles.
aplicable á la santificante ; y sin embargo lo dice así, como (2) Aunque el testo dice muy bien de h a c , traducimos no
concretándolo característicamente á la gratis-data, para indi- obstante de ella (de la gratis-data), por evitar toda ambigüe-
car cierta preeminencia de esta respecto de aquella, en razón dad, á que pudiera dar ocasión la circunstancia de nombrarse
á darse para cooperar al bien común , en tanto que la santi- inmediatamente antes la santificante; si bien la esprosion
ficante se limita al privado ó individual de quien la recibe ó ad utilitatem de San Pablo bastaría á disipar toda duda, y más
posee: y por otra parte es bien sabido que los llamados dones con la espresa salvedad siguiente del Autor.
del Espíritu Santo, que son estraordinarias gracias gratis- (3) Primera subdivisión de la gracia santificante , especial-
datas , solo suelen otorgarse por lo común á personas de muy mente en su concepto de actual, si bien el Santo Doctor la
probada santidad , aun cuando alguna vez por escepcion (di- hace estensiva también á la habitual: ya el concilio de Orangc
gámoslo así) ó por circunstancias especiales hayan iccaido á insinuó esta distinción de la gracia (can. < 1 y (i) bajo las fór-
favor de instrumentos verdaderamente indignos de tan sin- mulas volenlibus el ut velimns, in nobls atque nobixcum y per infu-
gulares prerogativas , como Judas se halló exornado de idén- síohem et inspirationcm, aunque sin el tecnicismo do operante y
ticos carismas y gracias ó dones peculiarísimos, tales como cooperante, hoy generalizado y corriente entre los teólogos.
CUESTIÓN CXI. — ARTÍCULO I I . 803

A p o s t . c. 1 1 ) : « e l que te creó sin t í , no que antes quería el m a l , comienza á que-


te justificará sin t í » . L u e g o ninguna gra- rer el bien ; y así, según que D i o s mueve
cia debe llamarse en absoluto operante. la mente humana á este a c t o , se dice la
3.° Cooperar con alguno parece per- gracia operante: 2.° el acto esterior, al
tenecer al agente inferior, y no al más que, por lo mismo que es imperado por la
principal. P e r o la gracia obra en nosotros voluntad, como se ha demostrado ( C . 17,
más principalmente que el libre albedrío, a. 9 ) , es consiguiente que su operación
según aquello ( E o m . 9, 1 6 ) : no es del se atribuya á la voluntad : y , puesto que
que corre ni del que quiere, sino que es Dios nos ayuda también á este a c t o , y a
de Dios, que tiene misericordia. Luego interiormente confirmando la voluntad
la gracia no debe decirse cooperante. para que llegue á obrar, y a esteriormente
4.° L o s miembros de una división de- otorgando el poder de obrar; por eso res-
ben ser opuestos ; y el obrar y cooperar pecto de acto se dice la gracia cooperan-
no son opuestos, porque uno mismo pue- te. A s í que después de las palabras cita-
de obrar y cooperar: luego inconvenien- das añade San A g u s t í n (ibid.) : « obra
temente se divide la gracia en operante »para que queramos; y , cuando quere-
y cooperante. » m o s , coopera con nosotros, para que
Por el contrario, dice San Agustín » consumemos la operación » . P o r lo tan-
(1. D e grat. et lib. arb. c. 1 7 ) : « coope- t o , si se entiende por gracia la moción
» rando Dios en nosotros, perfecciona lo gratuita de Dios, con que nos mueve al
» que obrando comenzó ; porque él mis- bien meritorio, con razón se divide la
» mo comenzando opera el que nosotros gracia en operante y cooperante ; y , si
» queramos, por cuanto coopera perfec- se considera la gracia como don habitual,
» cionando con los que quieren ». E s así entonces tiene dos efectos, como cual-
que las operaciones de D i o s , por las que quiera otra forma, de los que el 1.° es el
nos mueve al bien, pertenecen á la gracia. ser y el 2.° la operación, así como la ope-
L u e g o con razón se divide la gracia en ración del calor es hacer cálido, y la ca-
operante y cooperante. lefacción esterior ; de manera que según
Conclusión. Convenientemente se di- esto la gracia habitual, en cuanto sana ó
vide la gracia en operante y cooperante, justifica el alma ó la hace grata á Dios,
así en su concepto de moción por el divino se dice gracia operante ; y , en cuanto es
auxilio como en el de don habitual. principio de la obra meritoria, la cual
Besponderémos, que según lo dicho procede del libre albedrío, se llama co-
(C. 1 1 0 , a. 2 ) la gracia puede entenderse operante. "
de dos modos : 1.° como el auxilio divino A l argumento 1.° diremos que, según
que nos mueve á querer y obrar b i e n ; que la gracia es cierta cualidad accidental,
2.° como don habitual infuso por Dios en no obra efectivamente en el alma sino
nosotros : y de uno y otro modo entendi- formalmente, como se dice que la blan-
da la gracia se divide convenientemente cura hace blanca una superficie.
en operante y cooperante. Efectivamente: A l 2.° que D i o s no nos justifica sin
la operación de algún efecto no se atri- nosotros; puesto que por el movimiento
buye al móvil sino al movente : por con- del libre albedrío, al ser justificados, asen-
secuencia eu aquel efecto, en que nues- timos á la justicia de Dios : más aquel
tra mente es movida y no movente siendo movimiento no es causa de la gracia sino
movente D i o s solo, la operación se atri- e f e c t o , y de consiguiente toda la opera-
buye á D i o s , y según esto la gracia se ción pertenece á la gracia.
llama operante; mas en aquel efecto, en A l 3.° q u e cooperar alguno con otro
que nuestra mente mueve y es movida, se dice, no solo como agente secundario
la operación se atribuye no solo á Dios con el agente principal, sino como a y u -
sino también al a l m a , y conforme á esto dando al fin propuesto; y el hombre es
se dice gracia cooperante. E n nosotros ayudado por D i o s mediante la gracia ope-
hay dos actos: 1.° el acto interior de la rante, para que quiera el bien : por lo
voluntad, y relativamente á este acto la t a n t o , presupuesto y a el fin, es consi-
voluntad es el objeto movido y D i o s el guiente que la gracia coopere con nos-
motor, sobre todo cuando la voluntad, otros.
804 CUESTIÓN CXI. — ARTÍCULOS II Y I I I .

A l 4.° que la gracia operante y coope- proviene de su misericordia ; y en su do-


rante es una misma gracia, pero se dis- ble concepto se lee ( P s . 5 8 , 1 1 ) , su mi-
tingue según sus diversos efectos, según sericordia se me adelantará, y por otra
y a se h a hecho notar. parte ( P s . 2 2 , 6 ) , su misericordia irá
en pos de mí. L u e g o la gracia se divide
ARTÍCULO I I I . — ¿ s e divide c o m e - con razón en preveniente y subsiguiente.
n l e n t e m e n t e l a gracia e n p r e v e n i e n t e y s u b - Conclusión. Es conveniente la división
s i g u i e n t e ? (1) de la gracia en preveniente y subsecuen-
te por razón de sus diversos efectos, i-es-
1.° Parece q u e la gracia se divide in- pectivamente anteriores ó posteriores, en
convenientemente en gracia preveniente cualquiera concepto que se considere.
y subsiguiente : porque la gracia es efecto Responderemos q u e , así como la gra-
del amor divino; y el amor de D i o s j a - cia se divide en operante y cooperante
más es subsiguiente, sino siempre preve- según sus diversos efectos ; igualmente
niente, según aquello ( i Joann. 4 , 10) : en preveniente y subsiguiente, de cual-
no que nosotros hayamos amado á Dios, quier modo que se la considere (3). A h o -
sino que él nos amó primero á nosotros. ra bien : cinco son los efectos de la gra-
L u e g o la gracia no debe suponerse pro- cia en nosotros : 1.° sana el a l m a , 2.°hace
veniente y subsiguiente. que quiera el b i e n , 3.° que obre eficaz-
2.° L a gracia santificante es una sola mente el bien que quiere, 4.° que per-
en el hombre, puesto que es suficiente ( 2 ) severe en el b i e n , 5.° que alcance la
según aquello ( n Cor. 1 2 , 9 ) , te basta gloria. A s í pues la gracia, según que
mi gracia. P e r o una misma cosa no pue- causa en nosotros el primer e f e c t o , se
de ser anterior y posterior. L u e g o es i n - llama preveniente respecto del segundo
conveniente óüvidir la gracia en preve- efecto, y por cuanto produce el segun-
niente y subsiguiente. do llámase subsiguiente con respecto al
3.° L a gracia se conoce por los efec- primer efecto : y , así como un efecto es
tos ; y los de la gracia son infinitos, de posterior á otro y anterior á un tercero,
los cuales uno precede á otro. L u e g o , si del mismo modo la gracia puede decirse
respecto de estos debiese dividirse la gra- preveniente y subsecuente según el mis-
cia en preveniente y subsiguiente , pare- mo efecto respecto de efectos diversos,
ce que habría infinitas especies de gracia : que es lo que dice San Agustín ( D e n a t .
y , como todo arte prescinde de las cosas et grat. c. 31 ; y lib. 2 ad Bonif. c. 9 ) ,
infinitas, sigúese q u e no es conveniente ce previene, para que sanemos, y subsigue,
dividir la gracia en preveniente y subsi- »para que sanados vivamos ; previene,
guiente. » para q u e seamos llamados, y subsigue,
Por el c o n t r a r i o : la gracia de D i o s » para que seamos glorificados ( 4 ) .

(1) También esta subdivisión se refiere á la gracia santifi- (4) En otro sentido ademas habla (ibid.) el Santo Doctor de
cante , y preferentemente considerada más bien como actual Hipona sobre esta misma distinción de la gracia diciendo :
que como habitual. La diferencia característica entre aquella « aunque es ayudado por la gracia (subsecuente ) cuando ya ha
y esta distinción puede muy bien notarse , observando en la » comenzado , mas no comienza sin la gracia » ( preveniente ) ,
primera la simultaneidad de la acción de la gracia operante ó bajo cuyo aspecto la preveniente viene á identificarse con la
cooperante con la operación humana, y en esta otra la respec- operante (que algunos llaman también escitante) y la subsi-
tiva anterioridad ó posterioridad; de manera que la gracia en guiente con la cooperante (llamada respectivamente adyuvante
su doble concepto de operante y cooperante podría compren- aun por el Concilio de Trento en términos espresos , per ejus
derse en la denominación común de concomitante (como en excí'.anlem a'que adjuvantem graliam..., sess. 6, cap. 5). Demues-
efecto la designan algunos teólogos), llamando á la preve- tra ademas (lib: De grulla Clirisli, c. 7 y 10 ) que « es pelagiano
niente y subsecuente en común no concomitante. » decir que la gracia solo previene al entendimiento , persua-
(2) No se trata por ahora de la gracia suficiente como con- » diéndolo moralmente » : lo cual patentiza que en su sentir la
trapuesta á la eficaz , de modo que se entienda sin el efecto doctrina católica está en que (como harto claramente dice)
ineluctable adjunto siempre á esta; sino como bastante en Dios infunde la gracia « no mostrando solamente la verdad,
general, para que el hombre auxiliado por ella pueda con su » sino. también la caridad», non ostendendo tantam oeritatem.
cooperación realizar ú obtener su propio efecto. verüm eliam impertiendo cliarttatem ; prueba concluyente de que
(3) La Iglesia en efecto autoriza prácticamente esa distin- reconoce y enseña la prevención ó premoción ó predetermina-
ción, diciendo en una de sus oraciones más comunmente reci. ción física, la que sin embargo hay aún quienes pretenden no
tadas en su liturgia *. Actiones nostras . . . aspirando prosveni (hé admite el Doctor angélico, por conceptuarla opuesta al lrbre
albedrío , á pesar de sus terminantes y repetidísimas declara-
t

aquí literalmente la gracia preveniente ) et adjuvundo proseqliere


(la subsecuente ó subsiguiente), y continúa insistiendo y como ciones de que « de tal modo somos movidos y determinados por
esplicándola,... ut cuneta noslra oratio et operatio a te semper in- » Dios á bien obrar, que esa misma moción divina precede á
cipiat et per te caspia finialur (comience y termine). Véase ade-
» nuestra operación y es causa de ella». En cuanto á destruir
mas la nota 1 de esta página. ó no la libertad, no hay para qué aducir otros pasajes que su
CUESTIÓN C X I . — A R T Í C U L O S III Y I V . 805

A l argumento 1.° diremos, que el amor hacen gratos á D i o s . L u e g o las gracias


de Dios designa algo eterno ( 1 ) , y por' dadas gratuitamente no pueden compren-
tanto nunca puede decirse sino preve- derse bajo alguna división cierta.
niente ; pero la gracia denota el efecto 2.° L a gracia gratis-data se distingue
temporal, que puede preceder á algo y en oposición á la gracia santificante : y ,
subseguir á a l g o , por cuya razón la gra- puesto que la fe pertenece á la gracia
cia puede decirse preveniente y subsi- santificante, como que por ella somos j u s -
guiente. tificados, según aquello ( R o m . 5, I)-, jus-
A l 2.° que la gracia no se diversifica esen- tificados pues por la fe...; es por lo tanto
cialmente porque sea preveniente y sub- inconveniente considerar la fe entre las
siguiente, sino solo en cuanto á sus efec- gracias gratis-datas, y más no contán-
tos, lo propio que se ha dicho respecto dose entre ellas otras virtudes, como la
de la operante y cooperante : porque tam- esperanza y la caridad.
bién, según que la gracia subsiguiente 3.° E l obrar curaciones y hablar di-
pertenece á la g l o r i a , no es numérica- versos géneros de lenguas son ciertos mi-
mente distinta que la gracia preveniente, lagros ; y la interpretación de palabras
por la que ahora somos justificados ; pues, pertenece también á la sabiduría ó á la
así como la caridad del viador no es ciencia, según se dice ( D a n . 1 , 1 7 ) , á
destruida sino perfeccionada en el cielo ; estos jóvenes dio Dios ciencia é inteligen-
lo mismo debe decirse de la luz de la cia en todo libro y saber. L u e g o h a y in-
gracia, puesto que ni lo uno ni lo otro im- conveniencia en dividir la gracia de curar
plican en su esencia imperfección alguna. y los diversos géneros de lenguas -por
A l 3.° q u e , aunque los efectos de la oposición á los milagros, y la interpreta-
gracia puedan ser infinitos en número, ción de palabras contrapuesta á las pala-
como lo son los actos humanos ; sin em- bras de la sabiduría y de la ciencia.
bargo se reducen todos á algunos deter- 4.° A s í como la sabiduría y la ciencia
minados en especie, y ademas todos con- son ciertos dones del Espíritu S a n t o , l o
vienen en que uno precede al otro. son también el entendimiento, el consejo,
la piedad, y la fortaleza y el temor, se-
ARTÍCULO I V . — Al» g r a d o gratis- gún queda dicho ( C . 6 8 , a. 4 ) . L u e g o
data e s clasificada convcnlcnlcincnlc por el también estos deben enumerarse entre las
Apóstol ? gracias gratis-datas.
Por e l contrario, dice e l A p ó s t o l ( i
1,° Parece que la gracia gratis-data se Cor. 1 2 , 8 , 9 y 10) : á uno por el Espí-
distingue inconvenientemente por el A p ó s - ritu es dada palabra de sabiduría, á otro
tol : porque todo don que Dios nos otor- palabra de ciencia según el mismo Espí-
g a puede llamarse gracia gratis-data ; y ritu, á otro fe en el mismo Espíritu, á
son infinitos los dones que Dios nos conce- otro gracia de sanidades, á otro opera-
de, tanto en bienes del alma como en bie- ción de virtudes, á otro profecía, á.otro
nes del cuerpo, y que sin embargo no nos discreción de espíritus, á otro linajes de

insistente y como sistemática repetición de las palabras seciín- contradicción ó indecisión en el doble uso por el Santo de la
dum condilioncmvoluntatis, con que intencionalmente conjuray palabra suficiente por eficaz á veces, en cuanto suficiente hasta
rechaza semejante interpretación , do quiera y cuantas veces la consumación misma del acto pone por sí misma sola el efecto,
habla de esa predeterminación física ó como física ; y solo la y en otras ocasiones eficaz por suficiente, dando á entender á
mala fe de los jansenistas ha podido abusar hasta ese inconce- todas luces siempre por la contestura misma de su lenguaje
bible estremo de la subdivisión de -la gracia actual insuficiente en los respectivos casos que la llama así, por cuanto poderosa •
y eficaz, usada comunmente por la escuela tomista y perfecta- per se* y con virtud decisiva para la producción de su efecto
mente esplicada por ellos con el testimonio de su ilustre Cau- propio no lo produce sin embargo por falta de la debida con-
dillo con la esplícita especificación de que la 1. da el posse y
a
currencia ó cooperación siempre libérrima del hombre •- de
la 2." pone el acto mismo , según lo cual asimismo reconocen donde únicamente podría colegirse en buena lógica y juz-
una doble predeterminación suficiente (la que puede ser y es de gando con sereno é imparcial criterio que, no siendo aún cor-
hecho á veces frustrada por la resistencia déla libre voluntad), riente el uso de esas dos voces con la perfecta distinción de
como que no induce per se y necesariamente su efecto, y eficaz (á las acepciones en que hoy se emplean ya comunmente en las
la que puede resistirse, mas nunca queda sin efecto), que ni in- escuelas, valíase indiferentemente de una ú otra según el ca-
muta la voluntad violentándola, ni resulta estéril merced á la rácter predominante en cada caso, pero siempre con adjuntos
aquiescencia y asentimiento completamente libre ( seeundum en nada propicios á una contraria inteligencia por parte de
conditionem voluntatis) del humano albedrío , por lo que surte quien no le leyese mirando por el prisma falaz é ilegítimo de
siempre indefectiblemente su efecto; sin que á ello obste, ha- una ú otra preocupación ó prejuicio intelectual sofísticamente
blando en serio y según la manifiesta intención del pensa- abusivo.
miento en los respectivos casos, cierta ambigüedad y aparente (1) Véase la nota 1 de la página 796,
806 CUESTIÓN C X I . — A R T Í C U L O IV.

lenguas, á otro interpretación de pala- razón tiene lugar por medio de argumen-
bras. tos ; mas en las reveladas y superiores á
Conclusión. Con muy justa razón enu- la razón por los medios que son propios
mera el Apóstol las nueve gracias gratis- del poder divino, y esto de dos modos:
datas : fe y lenguajes de sabiduría y de 1.° haciendo el doctor de la doctrina sa-
ciencia para la perfección del conocimien-
1
grada lo que solo Dios puede hacer en
to ; don de curar, operación de prodigios, obras milagrosas, y a sean para la salud
profecía y discernimiento de espíritus en corporal, y en cuanto á esto se dice gra-
corroboración de la doctrina; y otras con- cia de sanidades; y a se ordenen á sola la
cernientes á la facilidad de la predica- manifestación del divino poder, como de-
ción, como el don de lenguas y la inter- teniendo ó eclipsando el sol, hendiendo el
pretación de discursos. mar, y tal es la operación de virtudes ( 1 ) ;
E e s p o n d e r é m o s , que según lo dicho 2.° pudiendo manifestar lo que solo á D i o s
(a. 1) la gracia gratis-data tiene por ob- compete saber, como son los futuros con-
jeto que el hombre coopere con otro, para tingentes, á lo que se refiere la profecía;
atraerle á D i o s . P e r o el hombre no puede y también los secretos de los corazones,
obrar esto moviendo interiormente ( l o lo que constituye la discreción de espíri-
cual es propio de solo D i o s ) , sino solo tus : y la facultad de proferir puede con-
esteriormente enseñando ó persuadiendo; siderarse y a respecto al idioma, en que
por lo cual la gracia gratis-data encierra alguno puede ser entendido, y esto se
en sí todo cuanto el hombre necesita, dice linajes de lenguas; y a en cuanto al
para instruir á otro en las cosas divinas, sentido de las palabras proferidas, que es
que son superiores á la razón; y para esto el objeto de la interpretación de lenguaje
se requieren tres cosas : 1 . que el hombre
a
(se?'monum).
esté dotado de la plenitud del conoci- A l argumento 1.° diremos q u e , según
miento de las cosas divinas, para poder se ha dicho (a. 1), no todos los beneficios
así enseñarlas á otros; 2 . que pueda con-
a
que se nos conceden por la divinidad se di-
firmar ó probar lo que dice, pues de otra cen gracias gratis-datas ; sino solo aque-
manera su doctrina no sería eficaz; 3 . que a
llas, que esceden la facultad de la natura-
lo que él concibe pueda transmitirlo con- l e z a , como que un pescador abunde en
venientemente á sus oyentes. E n cuanto palabras de sabiduría y ciencia y otros
á lo 1.° pues son necesarios tres requisi- semejantes, y los tales se comprenden
t o s , como sucede aun en el magisterio aquí en la gracia gratis-data.
humano : porque es preciso que el que A l 2.° que la fe no se enumera entre las
debe instruir á otro en alguna ciencia, gracias gratis-datas, en cuanto es cier-
posea 1.° como ciertísimos los principios ta virtud que justifica al hombre en sí
de aquella ciencia, y en cuanto á esto se mismo, sino según que importa cierta cer-
asigna la y e , que es la certidumbre de las teza supereminente de f e , por la que el
cosas invisibles, que se suponen como prin- hombre se hace idóneo para instruir á
cipios en la doctrina católica; 2.° que el otros en lo perteneciente á la f e ; en tanto
doctor conozca bien las principales con- que la esperanza y la caridad pertenecen
clusiones de la ciencia, y al efecto se h a - á la potencia apetitiva, según que por
bla de la sabiduría, que es el conocimiento ella el hombre se ordena á Dios.
de las cosas divinas; 3.° que abunde en
A l 3.° que la gracia de curaciones se
ejemplos y en el conocimiento de los efec-
distingue de la general operación de ma-
t o s , por los cuales conviene á veces ma-
ravillas (virtutum) por su especial carác-
nifestar las causas, y en cuanto á esto se
ter de inducir al fin, á lo cual se hace uno
menciona la ciencia, que es el conoci-
más pronto por el beneficio de la salud
miento de las cosas humanas, porque las
corporal, que se alcanza por virtud de la
cosas invisibles de Dios se ven después de
fe. Asimismo el hablar varias lenguas é
la creación del mundo considerándolas
interpretar discursos tienen ciertas razo-
por las obras creadas ( R o m . 1 , 2 0 ) . L a
nes especiales para mover á la fe ; por
confirmación en las cosas sometidas á la
lo cual se consideran especiales gracias
gratis-datas.
(1) Don de hacer milagros ú obras prodigiosas, en que se
ostenta viríucl ó poder sobrenatural. A l 4.° que la sabiduría y la ciencia no
CUESTIÓN cxí. — ARTÍCULOS iv Y V. 807

se c o m p u t a n entre las gracias gratis-datas, mente aun con los demás. E s así que por
según que s eenumeran entre los dones la gracia santificante e lh o m b r e s e per-
del Espíritu S a n t o , e sdecir, e n cuanto f e c c i o n a e n s ím i s m o ; p e r o p o r l a g r a c i a
el á n i m o del h o m b r e s edeja bien m o v e r gratis-data contribuye á l a perfección d e
por e lEspíritu Santo á cosas propias d e otros. L u e g o la gracia gratis-data es m á s
la sabiduría y de l aciencia, pues así con- escelente que l a gracia santificante.
sideradas son dones del Espíritu Santo, 3.° L o q u e e sp r o p i o d e los m e j o r e s ,
c o m o s e h a d i c h o ( C . 6 8 , a . 1 y 4); s i n o es m á s digno que l oque e sc o m ú n á to-
que s ecomputan entre las gracias gratis- dos ; como razonar, que e spropio del
datas, según que importan cierta abun- h o m b r e , e sm á s n o b l e q u e sentir, q u e e s
dancia de ciencia y sabiduría, para que e l c o m ú n á todos los animales. Siendo pues
hombre pueda no solo pensar bien en s í la gracia santificante c o m ú n á todos los
m i s m o sobre las cosas divinas, sino ins- miembros de l aIglesia, y l a gracia gra-
truir también á otros y redargüir á los tis-data un don peculiar de los miembros
que las contradigan: por cuya razón en- más dignos de l aIglesia; sigúese que l a
tre las gracias gratis-datas s e incluyen gracia gratis-data e smás digna que l a
c o n s i g n i f i c a t i v a m e n c i ó n (1) l a -palabra gracia santificante.
de sabiduría y la palabra de ciencia; Por el contrario: el A p ó s t o l , d e s p u é s
porque, como dice San Agustín ( D e Trin. de haber enumerado las gracias gratui-
1. 14, c . 1), « u n a c o s a e s s a b e r t a n s o l a - t a m e n t e d a d a s , a ñ a d e ( i C o r . 12, 31),
» m e n t e qué e sl o que e l hombre debe yo os muestro un camino aún más esce-
»creer para conseguir l avida b i e n a v e n - lente ; y , c o m o s e v e p o r lo q u e s e s i g u e ,
t u r a d a , y otra e s saber d e qué m o d o habla de l acaridad, que pertenece á l a
» a y u d a esto m i s m o á los piadosos y c ó m o g r a c i a s a n t i f i c a n t e . L u e g o e s t a es m á s
» d e f e n d e r l o c o n t r a los i m p í o s ». escelente q u e l agracia gratis-data.
Conclusión. La gracia santificante es
ARTÍCULO V . — 1.a gracia gratis-data más noble y escelente que la gratis-data,
es mus digna que l a gracia santllicniííe V como inmediatamente unitiva del hombre
con Dios aquella, y solo dispositiva esto-
1.° P a r e c e q u e l a g r a c i a g r a t i s - d a t a tra á dicha unión.
es m á s d i g n a q u e l agracia santificante: Responderemos, q u e c a d a v i r t u d e s
«porque e lbien d e una nación e s mejor tanto más escelente, cuanto ordena á más
» q u e e l b i e n d e u n o s o l o » , c o m o d i c e e l a l t o b i e n ; y p o r o t r a p a r t e s i e m p r e el
F i l ó s o f o ( E t h i c . 1. 1, c . 2) ; y l a g r a c i a fin e s m e j o r q u e l o s m e d i o s q u e á é l c o n -
s a n t i f i c a n t e s e o r d e n a a l b i e n d e u n s o l o d u c e n . E a b i e n : la gracia santificante
h o m b r e , al p a s o q u e la gracia gratis-data ordena al hombre inmediatamente á su
al bien c o m ú n d e toda l a Iglesia, c o m o unión con el fin último; m i e n t r a s que
s e h a d i c h o ( a . 1 y 4). L u e g o l a g r a c i a las gracias gratis-datas le ordenan á
gratis-data e s más digna que l a gracia cierta preparación para ese fin, c o m o
santificante. por l a profecía y los milagros y otros
2.° M a y o r v i r t u d p r u e b a e l q u e a l g u n o s e m e j a n t e s s o n i n d u c i d o s l o s h o m b r e s á
p u e d a o b r a r s o b r e o t r o q u e e l s e r p e r f e c - u n i r s e á s u ú l t i m o fin: p o r c u y a r a z ó n
cionado solo en s ímismo, c o m o es m a y o r la gracia santificante es mucho más es-
la claridad de u n cuerpo, que puede ilu- celente que la gracia gratis-data.
minar también otros cuerpos, que l a del A l a r g u m e n t o 1.° d i r e mos que, según
que de tal m o d o brilla en sí q u e n o p u e d e d i c e A r i s t ó t e l e s ( M e t . 1. 12, t . 5 2 ) , e l
i l u m i n a r á otros ;p o r l o c u a l t a m b i é n dice b i e n d eu n a m u l t i t u d , c o m o u n ejército,
A r i s t ó t e l e s ( E t h i c . 1. 5, c . 1) q u e « l a j u s - es de dos maneras : uno que s ehalla en
»ticia es la m á s preclara de las virtudes », l a m i s m a m u l t i t u d , c o m o e l orden d e l
por l aque e lhombre s econduce recta- ejército, y otro que está separado de ella,

(1) Significanlcr ponitiir según las ediciones de Paris, Madrid dida la poca fuerza de espresion de ese verbo , que por cierto
y Ñapóles con "Nicolai en consonancia con el códice de Tarra- ademas no aparece en ninguno de los miembros de la, larga
gona; el de Alcañiz y el testo de Conradoponen signtmler, que enumeración del desarrollo en el § Respond..., donde se ve hasta
viene á espresar lo mismo : mas las ediciones de Pádua y diez veces repetido ponitur inalterablemente, y dos de ellas en
Roma (contestes todas antiguas y modernas) dicen sigitificattir la esposleion precisamente de las dos gracias, á que se refiere
primó semo..., redacción que no nos parece justificable aten- esta solución al argumento 4 °
808 CUESTIÓN C X I . — A R T Í C U L O V.

c o m o el bien del general; y este último es e n otro l au n i ó n con D i o s , q u e é l p o s e e


el mejor, porque á é l s eordena también p o r l a g r a c i a s a n t i f i c a n t e , si b i e n p r o d u c e
el otro : pero l agracia gratis-data s e or- ciertas disposiciones para esto ; y por l o
dena a l bien común de la Iglesia, que e s tanto no es preciso que l a gracia gratis-
e l orden e c l e s i á s t i c o , y l a g r a c i a s a n t i f i - data sea más escelente, como n i e n e l
c a n t e a lbien c o m ú n s e p a r a d o , q u e e s e l fuego e lcalor manifestativo d es u espe-
mismo D i o s ; y por l o tanto l a gracia cie, por l a que obra para transmitir e l
santificante e sm á s noble. c a l o r á o t r o s (objetos), e s m á s n o b l e q u e
A l 2.° q u e , si l a g r a c i a g r a t i s - d a t a p u - la forma sustancial del mismo.
diese producir en otro l oque e l hombre A l 3 . ° que e l sentir s e ordena a l ra-
consigue por l a gracia santificante, se- z o n a r c o m o á fin, y p o r e s o r a z o n a r e s .
guiríase que l a gracia gratis-data sería m á s noble; m a s aquí e sa lcontrario (1),
m á s noble, c o m o es m á s escelente l a cla- porque l o que e spropio s e ordena á l o
ridad, del s o lque ilumina, que l a d e l q u e e s c o m ú n c o m o á fin. L u e g o n o h a y
cuerpo iluminado: empero por l a gracia paridad.
gratis-data el h o m b r e no p u e d e producir

CUESTIÓN CXII,
Causa de la gracia.

Tal será el asunto de los cinco artículos siguientes : 1.° Es solo Dios la causa eficiente de la gracia?
— 2.° Se requiere alguna disposición á la gracia por el acto del libre albedrío por parte del que la
recibe ? — 3.° Esta disposición puede ser necesidad p a r a la gracia? — 4." La gracia es igual en todos
— ñ.° Puede alguno saber que posée la g r a c i a ?

AKTÍCTJLO I . — Es Dios solo la c a n s a cia, q u e los d e l a ley n u e v a causan l a


de l a gracia ? (2) gracia y los de l aley antigua solamente
la significaban. E s a s íque los Sacra-
1.° P a r e c e q u e n o e s s o l o D i o s l a c a u - mentos d el anueva ley son ciertos ele-
sa de l a gracia: porque s edice (Joann. m e n t o s visibles. L u e g o n o e s solo D i o s
1 , 1 7 ) , la gracia y la verdad fue hecha causa de l a gracia.
por Jesucristo ; y b a j o e l n o m b r e d e J e - 3.° S e g ú n S a n D i o n i s i o ( D e ccel. hier.
sucristo s eentiende, no solo l a naturale- c. 3 y 4 ) « los á n g e l e s purifican, i l u m i -
za divina a s u m e n t e , sino también l a na- » nan y perfeccionan tanto á los ángeles
turaleza creada asumida. L u e g o alguna j> i n f e r i o r e s c o m o t a m b i é n á l o s h o m b r e s » ;
criatura puede ser causa de l a gracia. m a s l a criatura racional e s purificada,
2.° E n t r e los S a c r a m e n t o s d e la n u e v a iluminada y perfeccionada por l a gracia:
ley y los de l aantigua h a y esta diferen- luego n o e ssolo D i o s causa de l a gracia.
(1) Que la gracia gratis-data se ordena como á su fin á la tolas recibidas y corroboradas por dicho Concilio general
gracia santificante, y no viceversa. (acl. 6). Trátase aquí por ahora precisa y esclusivamenle de
(2) Pugna directamente con la doctrina de este artículo la la causa eficiente de la gracia , que no es ni puede ser otra
herejía de los albanenses , reducida á que a el hombre puede que el mismo Dios , como á él única é inalienablemente com-
o por sí dar el Espíritu Santo »; y por solapada circunlocución pete la creación, según lo espuesto y demostrado en la 1.° P.
la de Amoldo de Brescia, quien decía que « la naturaleza hu- (C. 45, a. 5): su causa final es la visión sobrenatural de Dios;
» mana asumida por el Verbo Dios es igual á Dios en todos sus la instrumental la Humanidad de Cristo y sus Sacramentos,
» bienes hasta tal punto, que la humanidad de Cristo es tanto como también es el mismo Cristo su causa meritoria primor-
» como su misma divinidad y puede y vale tanto como esta »; dial y la secundaria las buenas obras del justo; la material es
errores condenados por el concilio de Orange (can. 17 y 22), la esencia misma del alma según la más probable y común
y por el G.° ecuménico de Constantinopla f act. 4 ) , al distin- opinión , aunque según algunos lo es la voluntad ( T . C. 110,
guir las dos naturalezas del mismo Verbo Encarnado inconfuse, a. 4 ) ; y por último causa formal de la gracia no puede ha-
imeparabiliter, immutabililer, y consiguientemente « las opera- berla , por cuanto ella misma es una forma del alma por ella
n ciones respectivamente propias de cada una de ellas » ; como justificada ó exornada, y la forma simple no es susceptible
también por los Papas León el Magno y Agaton en sus epís- de otra forma.
CUESTIÓN CXII. — ARTÍCULOS I Y I I . 809

Por el contrario, s e d i c e ( P s . y83,é n12): d o l o s ,m a s n o j u s t i f i c á n d o l o


el Señor dará la gracia y la gloria. g r a c i a (1) : a s í q u e S a n D i o n i s
Conclusión. Es imposible que criatura ( D e c œ l . h i e r . ) q u e «e s t a p u r i f i c a c i ó n é
alguna sea causa eficiente de la gracia, » iluminación yperfección no es otra co-
que es cierta participación de la divina » sa que la participación de la ciencia
naturaleza, superior á toda otra. » divina ».
Responderemos, q u e n i n g u n a c o s a
p u e d e o b r a r m a s a l l á d e s u e s p e c i eA;Rp T Ío C rU L- O I I . — i n e q u i é r e s e a l g u n a
q u e n e c e s a r i a m e n t e l a c a u s a e s m e j o r preparación y disposición para l a gracia de
q u e s u e f e c t o , y e l d o n d e la gracia es-del hombre
parte ? (2)
cede á toda facultad de la naturaleza
creada, pues no es otra cosa que cierta 1.° P a r e c e q u e n o s e r e q u i e r e p r e p a
participación de la naturaleza divina, r a c i ó n ó disposición alguna ála gracia
que escede á toda otra naturaleza : y p o r d e p a r t e d e l h o m b r e : p o r q u e , c o m o d i c
t a n t o es imposible que alguna e l A p ó s t o l ( R o m . 4,4), al que obra no se
criatura
cause la gracia, s i e n d o p o r l ole m cuenta i s elm jornal
o n e por- gracia, sino por
c e s a r i a m e n t e s o l o D i o s q u i e n d e i f i c a , c o - deuda ; y l a p r e p a r a c i ó n d e l h o m b r e
m u n
icando el consorcio de la divina na- el libre albedrío no se verifica sino por
t u r
aleza por alguna participación de se- alguna operación. Luego se quitaría la-
m e j
anza, como es imposible que algo razón de gracia.
q u e
me, sino solo el fuego. 2.° E l q u e p r o g r e s a e n e l p e c a d o , n o
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s s , e q p u r e p e a lr a a h áu -o b t e n e r l a g r a c i a . P e r o á
manidad de Cristo es como «cierto ór- algunos que progresan en el pecado les
» g a n o d e s u d i v i n i d a d » , s e g ú n d i c e e l h a s i d o d a d a l a g r a c i a ; ,c o m o s e v e e n
D a m a s c e n o ( O r t h .fid.S 1. a n 3,P a c b l .o , 15):
q u e l ma o ab t u s v o , c u a n d o e s t a b a
e l i n s t r u m e n t o n o p r o d u c e l a a c c i ó n d e l respirando amenazas y muerte contra los
a g e n t e p r i n c i p a l p o r v i r t u d p r o p i a , s i n o discípulos del Señor, s e g ú n s e d i c e ( A
p o r l a d e l p r i n c i p a l a g e n t e ; y a s í l a h9 u, 1- ) . L u e g o n o s e r e q u i e r e p a r a l a g r a -
manidad de Cristo no causa la gracia por cia preparación alguna por parte del
su propia virtud, sino por la virtud de la h o m b r e .
divinidad adjunta, por laque las acciones 3.° U n a g e n t e d e v i r t u d i n f i n i t a n o r e
de la humanidad de Cristo son salu- quiere disposición en la materia, pues ni
dables. aun r e q u i e r e l a m a t e r i a m i s
A l 2.° q u e , a s í c o m o e n l a m i s m a p a ep a r e -c e e n l a c r e a c i ó n , á l a q u e s e com-
sona de Cristo la humanidad produce para el don de la gracia, que se llama
n u e s t r a s a l v a c i ó n p o r l a g r a c i a , o b r a n d o nueva criatura ( G a l a t . ú l t . ) . P e
p r i n c i p a l m e n t e p o r l a v i r t u d d i v i n a ; D i o s , q u e t i e n e v i r t u d i n f i n i t a ,c a u s a l a
i g u a l m e n t e e n l o s S a c r a m e n t o s d e l a g r a c i a , s e g ú n s e h a d i c h o ( a . 1). L u e g o
nueva ley, que se derivan de Cristo, es ninguna preparación se requiere por parte
producida la gracia instrumentalmente del hombre, para conseguir la gracia.
por los mismos Sacramentos, pero prin- Por el contrario, l é e s e ( A m o s , 4, 12) :
c i p a l m e n t e p o r l a v i r t u d d e l E s p í r i t u aparéjate, Israel, para salir al encuen-
S a n t o , q u e o b r a e n e l l o s , s e g ú n a q u e l l o tro de tu Dios ; y ( i R e g . 7 , 3 ) : prepa-
( J o a n n . 3, 5 ) : no puede entrar enrad el vuestros corazones al Señor.
reino de Dios, sino aquel que renaciere Conclusion. Preexígese alguna prepa-
de agua y de Espíritu Santo. ración de gracia por parte del hombre,
A l 3.° q u e e l á u g e l p u r i f i c a , i l u mpara
i n a yrecibir la gracia [ 1 ] en su concepto
perfecciona al ángel óal hombre instru- de don habitual, como disposición de la

(1) Algunos teólogos llaman á los ángeles causa ministerial anatematizando á los que dijeren lo contrario , como Lutero
déla gracia, denominación más propiamente adaptable en decía que « todo cuanto se dice de predisposición del libre al-
nuestro concepto á los sacerdotes y en general á los ministros i) bedrío es fabulosa invención ; puesto que ( añadía J cuando
de los Sacramentos , que son los verdaderos conductos de la M este hace lo que está en él, peca mortalmente, y cuanto más
gracia según la divina institución de Cristo, á cuyos admi- » se esfuerza por prepararse á la gracia, tanto más gravemente
nistradores llama por lo mismo San Pablo dispensadores de los » peca ». Condenado tan abominable error por el Papa León X
misterios de Dios (i Cor, 4, I). en su bula contra Lutero mismo, lo fue de nuevo terminante-
(2) Asi lo define el Santo Concilio de Trento (sess, 6, can,!)), mente por el citado Concilio (sess, 0, can. 5, 0 y 13),
8lÓ CUESTIÓN CXÍI. — ARTÍCULOS ti Y III.

materia á la forma ; mas no [2] como no es suficiente para el m é r i t o , no estan-


anticipación de la predisposición humana do aún el hombre justificado por la gra-
al divino auxilio ó moción de Dios al cia ; porque ningún mérito puede existir
bien. sino por la gracia, como se dirá después
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho (C. 114, a. 2).
( C . 111, a. 2) la gracia se entiende de A l 2.° q u e , no pudiendo el hombre
dos maneras : 1. unas veces designa el
a
prepararse á la gracia, sino previniéndo-
mismo don habitual de D i o s , y 2. otras a
le y moviéndole Dios al b i e n ; nada im-
el auxilio de D i o s , que mueve el alma porta que uno llegue súbitamente ó poco
hacia el bien. Tomando la gracia según el á poco á una preparación perfecta; pues
primer modo, se preexige para la gracia se dice ( E c c l i . 11, 23) : fácil cosa es
alguna preparación de la gracia, porque á los ojos de Dios el enriquecer de re-
ninguna forma puede estar sino en la ma- pente al pobre. Sucede no obstante algu-
teria dispuesta (1) ; pero, si hablamos nas veces que Dios mueve al hombre á
de la gracia en cuanto significa el auxi- algún bien, que no es sin embargo per-
lio de Dios, que mueve al bien (2), en- fecto; y tal preparación precede á la
tonces no se requiere preparación alguna gracia ; pero otras lo mueve perfecta-
por parte del hombre, como previniendo mente al b i e n , y el hombre recibe súbi-
al auxilio divino; sino que más bien cual- tamente la gracia, según aquello (Joann.
quiera preparación, que pueda existir en 6, 45 ) : todo aquel, que oye (3 ) del
el hombre, proviene del auxilio de D i o s , Padre y aprendió, viene á mí. A s í acon-
que mueve el alma al bien : y según esto teció á San P a b l o ; p u e s , viviendo en el
el mismo buen movimiento del libre al- progreso del pecado, de repente fue su
b e d r í o , por el que alguno se prepara á corazón movido perfectamente por Dios,
recibir la g r a c i a , es acto del libre albe- o y e n d o , aprendiendo y viniendo, y por
drío movido por D i o s , en cuyo concepto lo tanto consiguió súbitamente la gracia.
se dice prepararse el hombre, según aque- A l 3.° que el agente de virtud infinita
llo ( P r o v . 16, 1) : del 'hombre es pre- no exige la materia ó disposición de la
parar el ánimo, y lo es principalmente materia, como presupuesta por la acción
de D i o s moviendo el libre albedrío ; con- de otra causa; pero es preciso no obs-
forme á lo Cual se dice que es Dios quien tante que según la condición de la cosa
prepara la voluntad del hombre, y que que ha de ser causada cause ó produzca
el Señor dirige sus pasos. en la misma cosa tanto la materia como
A l argumento 1.° diremos, que hay la debida disposición á la forma : y así
cierta preparación del hombre para obte- también, para que Dios infunda la gracia
ner la gracia simultáneamente con la in- en el a l m a , no se exige preparación al-
fusión misma de la gracia; y tal opera- g u n a , que él mismo no realice.
ción es en verdad meritoria, pero no de
la gracia que y a se t i e n e , sino de la g l o - AKTÍCUIÍO III. — }. Se un necesaria-
ria que aún no se posee : mas hay otra mente l a gracia al que s e preñara á e l l a ó
preparación imperfecta de la gracia, que h a c e lo que e s t á en él ? (4)
algunas veces precede al don de la gra-
cia santificante, y que no obstante pro- 1.° Parece que necesariamente se da
cede de D i o s que m u e v e ; esta empero la gracia al que se prepara á ella ó hace

(1J Así se verifica en los adultos ya en uso de sn razón, é irresistible de su misericordia y bondad , como lo hizo con
pues en los niños é idiotas completamente destituidos de ella San Pablo y San Ginés y á favor de tantos otros, especial-
no cabe disposición alguna personal, la que sin embargo suple mente á la vista deja constancia y prodigios de los Santos
la Iglesia en la administración del Santo Bautismo á los pár- mártires ó á ruegos de otras personas , entre las que es bien
vulos por medio de los padrinos en su representación , impo- conocida la eficacia de las plegarias de Santa Mónica, que ob-
niéndoles por lo mismo el deber de informarles á su tiempo tuvo del Señor la conversión de su hijo San Agustín, y pu-
de la gracia recibida y deberes anejos contraidos en aquel so- dieran aducirse centenares de ejemplos análogos y con di-
lemne acto de su inscripción en el gremio de los fieles, en de- versas ocasiones , á partir sobre todo de la de San Dimas, lla-
fecto de sus padres, que como tales tienen los primeros esa mado «el buen ladrón».
tan sagrada obligación. (3) La Vulgata dice (oyó) audivit.
(2) La llamada gracia actual, para la que según doctrina (4) La afirmativa está anatematizada como herejía por el
unánime de todos los teólogos no se requiere como indispen- Concilio de Trento ( sess. 0, can. 3 ) , y lo había sido mucho
sable la predisposición en el hombre, á quien Dios mismircon- antes en términos no tan esplícitoB por el de Orange (can, 6).
vicrte á veces instantáneamente á sí por un golpe repentino
CUESTIÓN C X l t . — A R T Í C U L O S IÍI Y ÍV. 811

lo que está, en su poder : porque sobre de dos modos : 1.° según que precede del
aquello ( R o m . 3 ) , ta justicia de Dios libre albedrío, y en este concepto no in-
se ha manifestado..., dice la Glosa ( R a - duce necesariamente la consecución de la
bani, lib. 2 Comm.) : « D i o s recibe á gracia , porque el don de la gracia escede
» quien á él se refugia; de otra manera á toda preparación de la virtud humana ;
» habría en él iniquidad » . P e r o es im- 2 . ° según que proviene de Dios como mo-
posible que en Dios haya iniquidad : lue- tor , y entonces llega necesariamente á
g o es imposible que no acoja á quien á realizarse lo que es ordenado por Dios,
él se a c o g e , y por lo tanto consigue la no por necesidad de coacción , sino de in-
gracia necesariamente. falibilidad ; porque la intención de D i o s
2 . ° San Anselmo dice (lib. D e casu jamás puede faltar, según lo que dice
diaboli, c. 3 ) que «la causa, por que D i o s San Agustín ( D e prœdest. sanct. 1. 9 , ó
» no concedió al diablo gracia, es porque D e dono, persev. c. 1 4 ) que «todos los
» él no quiso recibirla ni se preparó». » que son librados lo son ciertísimamente
P e r o quitada la causa necesariamente se » por los beneficios de DÍOST>. L u e g o , si la
quita el efecto. L u e g o , si alguien quiere intención de Dios movente es que el hom-
recibir la g r a c i a , es necesario que se bre, cuyo corazón m u e v e , consiga la gra-
le dé. c i a ; infaliblemente la consigue, según
3 . ° « E l bien es comunicativo de sí aquello ( J o a n n . , 6 , 4 5 ) : todo el que
» m i s m o » , como dice San Dionisio ( D e oyó del Padre y aprendió, viene á mí.
div. nom. c. 4 ) ; y el bien de la gracia A l argumento 1.° diremos, que aquella
es mejor que el bien de la naturaleza: Glosa habla del que se refugia á D i o s
por consiguiente, puesto que la forma por el acto meritorio del libre albedrío
natural sobreviene necesariamente á la informado y a por la gracia ; á quien si
materia dispuesta, parece que con mayor no le recibiera, sería contra la justiciaque
razón la gracia se da necesariamente al él mismo estableció. O bien, si se refiere
que se prepara á ella. al movimiento del libre albedrío antes de
Por el contrario : el hombre es com- la gracia, se debe entender que este re-
parado á Dios como el barro al alfarero, fugio del hombre á Dios proviene de la
según aquello ( J e r e m . 1 8 , 6 ) , como el moción divina, la cual es justo que no
barro está en mano del alfarero, así vos- falte.
otros en mi mano. E s así que el barro no A l 2 . ° que la primera causa de la falta
recibe necesariamente del alfarero la for- de la gracia está de nuestra parte ; pero la
ma , de cualquier manera que esté prepa- primera causa de la donación de la gra-
rado. L u e g o tampoco el hombre recibe cia está de la de Dios ( 1 ) según aquello
de D i o s necesariamente la gracia, cual- ( Os. 1 3 , 9 ) : tu perdición, Israel, de tí;
quiera que sea su preparación. solo en mí está tu socorro.
Conclusión. La preparación á la gra- A l 3 . ° que aun en las cosas naturales
cia [ 1 ] , en cuanto se refiere al libre al- la disposición de la materia no obtiene
bedrío, no implica necesidad alguna de por necesidad la forma, sino por la vir-
obtenerla ; mas [ 2 ] por lo que mira á la tud del a g e n t e , que produce la dispo-
moción de Dios, es necesaria su conse- sición.
cución respecto al divino designio con
necesidad, no de coacción, sino de inde- ARTÍCULO I V . — I.ÍI gracia es mayor
fectibilidad. en nno que en otro ? (2)
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho
( a . 2 ) la preparación del hombre á la 1.° Parece que la gracia no es mayor
gracia proviene de D i o s como motor y en uno que en otro : porque la gracia es
del libre albedrío como lo movido. E s t a causada en nosotros por dilección divina,
preparación pues puede ser considerada como se ha manifestado ( C . 1 1 0 , a. 1 ) .

(1) Aunque el no haber querido el diablo la gracia fue la sela y en efecto se la confirió.
causa de que no la obtuviese ; no puede inferirse de eso. ni (2) « Recibimos en nosotros la justicia, dice el Concilio Tri-
menos pudo entrar en la intención de San Anselmo, dar á en- ndentino (sess. G, cap. 7 ) , según la medida que el Espíritu
tender que la causa de que el ángel bueno consiguiese dicha n Santo distribuye á cada cual, según quiere y proporcional*
gracia fue porque él lo quiso, sino porque Diosqniso otorgár- i» mente á la respectiva disposición y cooperación ».
-812 CUESTIÓN CXII. — ARTÍCULOS IV Y V.

P e r o se dice ( S a p . 6 , 8 ) : él hizo al libre albedrío es preparado por D i o s : por


pequeño y al grande, é igualmente tiene consiguiente, la primera causa de esta
él cuidado de todos. L u e g o todos consi- diversidad debe ser tomada por parte del
guen igualmente de él la gracia. mismo D i o s , que dispensa diversamente
2.° L a s cosas que se dicen en lo sumo los dones de su.gracia, para que de estos
no son susceptibles de más y m e n o s ; y diversos grados resulte la belleza y per-
tal se dice la gracia, porque une al hom- fección de la I g l e s i a , como también ins-
bre con su último fin : luego no es sus- tituyó los diversos grados de seres, para
ceptible de más y menos ; y por consi- que fuese perfecto el universo. A s í es que
guiente no es en uno mayor que en otro. el Apóstol ( E p h e s . 4 , 7 ) , después de
3.° L a gracia es la vida del alma, como haber dicho, á cada uno de nosotros ha
se ha dicho ( C . 1 1 0 , a, 1, al 2.°, y a. 4 ) . sido dada la gracia según la medida de
E s así que el vivir no se dice más y me- la donación de Cristo, y enumeradas (1)
nos. L u e g o tampoco la gracia. diversas gracias, añade (v. 12) : para la
Por el contrario, se dice ( E p h e s . 4, 7), consumación de los santos, para edificar
á cada uno de nosotros ha sido dada la el cuerpo de Cristo.
gracia según la medida de la donación A l argumento 1.° diremos, que el cui-
de Cristo ; mas lo que se da con medida dado divino puede ser considerado de dos
no se da á todos igualmente : luego no modos : 1.° en cuanto al mismo acto di-
todos tienen igual gracia. vino , que es simple y uniforme, y según
Conclusión. La gracia santificante [1] el cual cuida igualmente de t o d o s , es
no puede ser mayor ni menor, conside- decir, que por un solo acto simple dis-
rada por parte del objeto ni del fin ; sí pone tanto las mayores como las meno-
empero [ 2 ] de parte del sujeto, más ó res ; 2.° por parte de aquellas cosas que
menos dispuesto á ella. en las criaturas provienen por el cuidado
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho divino ; y con respecto á esto hállase des-
( C . 5 2 , a. 1 y 2 ) el hábito puede tener igualdad, puesto que D i o s por su provi-
dos clases de magnitud : una por parte dencia dispensa á las unas mayores dones
del fin ó del objeto , al modo que se dice y á otras menores.
que una virtud es más noble que otra, A l 2.° que aquella razón se funda en
en cuanto se ordena á mayor bien ; otra el primer modo de magnitud de la gracia;
por parte del sujeto, que participa más ó pues la gracia no puede ser mayor por
menos del hábito inherente. A s í pues se- cuanto ordene á un bien m a y o r , sino por-
gún la primera magnitud la gracia san- que ordena al hombre á que participe
tificante no puede ser mayor y menor, más ó menos del mismo bien : pues bien
puesto que según su naturaleza une al puede haber diversidad de intensión ó
hombre con el sumo bien, que es D i o s ; atenuación según la participación del su-
pero por parte del sujeto la gracia es sus- jeto así en la misma gracia como en la
ceptible de más y menos, en el sentido de gloria final.
que uno es ilustrado más perfectamente A l 3.° que la vida natural pertenece á
que otro por la luz de la gracia. L a razón la sustancia del h o m b r e , y por lo tanto
de esta diversidad proviene ciertamente no admite más y menos ; pero de la vida
en algún modo de parte del que se pre- de la gracia participa el hombre acciden-
para á la gracia ; pues el que más se pre- talmente, por cuyo motivo puede tenerla
para á ella recibe gracia más abundan- más ó menos.
te : pero bajo este punto de vista no puede
considerarse la razón primera de esta di- A R T Í C U L O V . — P u e d e el nombre saber
versidad ; porque la preparación á la gra- que tiene la gracia ? (2)
cia no es del hombre, sino en cuanto su 1.° Parece que el hombre puede saber

(1) De esta enumeración aquí citada parece colegirse que ticos del Patriarca (le la Reforma protestante Lulero consistía
también se hace eslensiva la doctrina de este artículo á las en asegurar que «todo hombre sabe que está en gracia y tie-
gracias gratis-datas, respecto délas cuales no cabe la más » ne certidumbre de que es justo » ; Melancton avanzó á decir
leve duda acerca de su notoria desigualdad, por lo mismoque que « cada uno está en la obligación de creer que está en gra
suelen ser y s< n dones ó carismas estraordinarios y absoluta- » cia , y que por sola esta fe se justifica » ; y Bucer concluyó
mente innecesarios para lajustificacion y salvacionindividual. por añadir que « los hombres debencreer firmemente que son
(2) Uno de los más escandalosos y necios desvarios heré- » gratos á Dios por Cristo, por más impura y criminalmente
CUESTIÓN CX1I. — ARTÍCULO V. 813

que posee la gracia: porque la gracia es- Responderemos, que puede conocerse
tá en el alma por su esencia ; y el cono- algo de tres modos : 1.° por revelación, y
cimiento del alma es ciertísimo acerca de de este modo puede alguno saber que
las cosas que están en ella por su esen- tiene la gracia ; porque Dios revela esto
cia, como consta por San' Agustín (Sups á veces á algunos por privilegio especial,
Gen. ad litt. 1. 12, c. 31). L u e g o la gra- para que comience en ellos el gozo de la
cia puede ger conocida ciertísimamente seguridad aun en esta vida, y con más
por aquel que la posee. confianza y fortaleza lleven á cabo obras
2.° A s í como la ciencia es un don de grandes y soporten los males de la vida
D i o s , también la gracia. P e r o el que re- presente, como le fue dicho á San P a -
cibe de D i o s la ciencia, sabe que tiene blo ( i l Cor. 12, 9 ) , bástate mi gracia ; 2. a

ciencia, según aquello ( S a p . 7, 1 7 ) : el el hombre conoce algo por sí mismo, y


Señor me alió á mí la verdadera ciencia esto con certeza ; y de esta manera nadie
de estas cosas, que existen. L u e g o por puede saber que tiene la gracia, pues no
identidad de razón el que recibe de Dios puede tenerse certidumbre de alguna c o -
la gracia sabe que la tiene. s a , si no puede juzgarse por el propio
3.° L a luz es más cognoscible que la principio : así se tiene certeza de las con-
tiniebla, porque según el Apóstol ( E p h e s . clusiones demostrativas por los principios
5, 13) todo lo que se manifiesta es luz. universales indemostrables; y nadie po-
E s así que el pecado, que es tiniebla es- dría saber que tiene la ciencia de alguna
piritual, puede ser conocido ciertamente conclusión, si ignorase su principio. Sien-
por el que está en pecado. L u e g o mucbo do pues principio de la gracia y su objeto
más la gracia, que es. luz espiritual. el mismo D i o s , que por causa de su es-
4.° D i c e el A p ó s t o l (i Cor. 2 , 12): y celencia nos es desconocido según aque-
nosotros no hemos recibido el espíritu de llo ( J o b , 3 6 , 2 6 ) ciertamente Dios es
este mundo ; sino el Espíritu que es de grande, que sobrepuja nuestro saber; por
Dios, para que conozcamos los dones que esta razón su presencia en nosotros así
Dios nos ha dado. Siendo pues la gracia como su ausencia no puede ser conocida
el primer don de D i o s ; sigúese que el con certeza, según estas palabras ( J o b ,
hombre, que recibe la gracia por el E s - 9, 11) : si viniere á mí, no lo veré; y si
píritu Santo, por el mismo Espíritu sabe se retirase, no lo entenderé. Por lo tanto
haberle sido dada la gracia. el hombre no puede juzgar con certeza si
5.° E n persona del Señor se dice á tiene él mismo la gracia, según se dice
Abraham ( G e n . 22, 1 2 ) , ahora he cono- ( i Cor. 4, 3 ) , mas ni me juzgo á mí mis-
cido que temes al Dios, esto e s , « te hice mo..., ( v . 4) pues quien me juzga es el
» conocer 2>; donde se habla del temor Señor. 3.° Se conoce algo conjetural-
casto, que no existe sin la gracia. L u e g o iñente por algunas señales; y de este
el hombre puede conocer que tiene la modo puede alguno conocer que tiene la
gracia. gracia, en cuanto percibe deleitarse en
Por el contrario, se dice (Eccl. 9, 1) Dios y despreciar las cosas mundanas y
que nadie sabe si es digno de amor ó de que no le arguye la conciencia de algún
odio. E s así que la gracia santificante pecado mortal; en cuyo sentido puede
hace al hombre digno del amor de Dios. interpretarse aquel pasaje ( A p o c . 2, 17),
L u e g o nadie puede saber si tiene la gra- al vencedor le daré yo maná escondido...
cia santificante. que no sabe ninguno, sino aquel que lo
Conclusión. Aunque puede alguno [ 1 ] recibe ; porque el que recibe (la gracia)
saber con entera certeza por especial re- conócelo por cierta sensación de dulzura,
velación que se halla en estado de gracia; que no esperimenta el que no la recibe.
nadie empero [ 2 ] puede tenerla por sí Mas este conocimiento es imperfecto;
mismo, sino únicamente [ 3 ] cierto cono- por lo cual dice el Apóstol (i Cor. 4 , 4 ) ;
cimiento conjetural fundado en el testi- nada me arguye la conciencia ; mas no
monio de su conciencia ó en algunos otros por eso soy justificado; porque, según se
signos no decisivos. lee ( P s . 18, 13), ¿quién conoce los deli-

» que vivan ». El Concilio de Trento anatematiza tan blasfe- catadura que las mencionadas en las notas 1, pág-, 709, y 1 de
mas enseñanzas (sess. 6, can. 9, 13 y M) de la propia impía la 779.
814 CUESTIÓN CXII. —ARTÍCULO v.

tos ? De los mios ocultos limpiante, y nos es conocido ; mas el objeto ó fin de
(v. 14) de los ajenos perdona á tu siervo. la gracia nos es desconocido, por causa
A l argumento 1.° diremos, que las co- de la inmensidad de su l u z , según aque-
sas, que están por su esencia en el alma, llo ( i Tim. 14, 16): habita una luz inac-
se conocen por conocimiento esperimen- cesible.
tal, en cuanto el hombre esperimenta los A l 4.° que el Apóstol habla allí de l o s
principios intrínsecos por los actos; como dones de la gloria, que nos son dados en
queiiendo percibimos la voluntad y la esperanza y que conocemos ciertísima-
vida en las funciones vitales. mente por la f e , aunque no conozcamos
A l 2.° que á la razón de la ciencia con certeza que tenemos la gracia, por
pertenece el que el hombre tenga certeza la cual podamos merecerlos. O bien pue-
de las cosas, cuya ciencia tiene; y de un de decirse que habla de un conocimiento
modo análogo es de razón de la fe que el privilegiado, que es efecto de la revela-
hombre esté cierto de las cosas de que ción ; por lo que añade : y á nosotros lo
tiene fe, y esto porque la certeza pertene- reveló Dios por el Espíritu Santo.
ce á la perfección del entendimiento, en A l 5.° que aquellas palabras dichas á
el que existen los predichos dones : y por Abraham pueden referirse al conocimien-
lo tanto cualquiera que tiene ciencia ó fe, to esperimental, que tiene lugar por la
está seguro de que la tiene ; pero no mi- manifestación de la obra ; pues en aque-
lita igual razón respecto de la gracia y lla obra, que Abraham hiciera, pudo co-
la caridad y otros (dones) semejantes, nocer esperimentalmente que tenía temor
que perfeccionan la potencia apetitiva. de Dios. O también puede referirse esto
A l 3.° que el pecado tiene por princi- á una revelación.
pio y por objeto el bien conmutable, que
CUESTIÓN CXIII.

Efectos de la gracia.

Trataremos á este propósito : 1.° de la justificación del impío, que es el efecto de la gracia operante;
y 2.° del mérito, efecto de l a gracia cooperante. Acerca de lo primero discutiremos diez p u n t o s . 1."
Qué es la justiflcacion del impío ? — 2.° Se requiere p a r a ella la infusión de la gracia? — 3.° Exígese
algún movimiento del libre albedrío ? — 4." Se requiere el movimiento de la fe ? — 5.° Y el movimien-
to del libre albedrío contra el pecado? — 6.° La remisión de los pecados debe ser c o n n u m e r a d a entre
las antedichas condiciones ?— 1." Hay orden de tiempo en la justificación del impío ? — 9." La j u s t i -
ficación del impío es la obra m á s g r a n d e de Dios ? — Es milagrosa ?

ARTÍCULO I . — m justificación<ici im- ser lo mismo que la vocación, porque se


pío e s l a remisión de los pecados ? (1) llama al que está distante ; y está u n o
distante de Dios por el pecado. P e r o la
1.° Parece que la justificación del im- vocación precede á la justificación, según
pío no es la remisión de los pecados: aquello ( R o m . 8, 3 0 ) : á los que llamó,
porque el pecado se opone no solo á la á estos también justificó. L u e g o la justi-
justicia, sino á todas las virtudes, como ficación no es la remisión de los pecados.
consta de lo y a dicho ( C . 7 1 , a. 1 ) ; y l a Por el contrario, sobre las palabras
justificación denota cierto movimiento ( R o m . 8) á los que llamó, á estos también
hacia la justicia. L u e g o no toda remisión justificó, dice la Glosa (interl.) « por la
de pecado es justificación, puesto que t o - » remisión de los pecados » ( 2 ) . L u e g o
do movimiento es de contrario en con- la remisión de los pecados es la justifi-
trario. cación.
2.° Cada cosa debe tomar su nombre Conclusión. La transmutación ó cam-
de lo que en ella es lo más principal, co- bio de estado, por el que uno pasa del de
mo se dice ( D e anima, 1. 2 , t. 4 9 ) . L a pecador al de justicia por la remisión de
remisión de los pecados se realiza prin- sus pecados [ 1 ] , es lo que propiamente se
cipalmente por l a fe, según aquello ( A c t . denomina justificación del impío, toman-
15, 9 ) , purificando con la fe sus corazo- do tal nombre de su término ad quem;
nes ; y por la caridad ( P r o v . 10, 12), la aunque bien puede llamarse justifica-
caridad cubre todos los delitos. L u e g o l a ción [2] la simple adquisición de la jus-
remisión de los pecados debió denomi- ticia aun sin el concepto del perdón de
narse más bien por la fe ó la caridad que los pecados.
por la justicia. R e s p o n d e r e m o s , que la justifica-
3.° L a remisión de los pecados parece ción ( 3 ) tomada en un sentido pasivo

(1) Así lo espresa claramente el Santo Concilio de Trento remisión de toda pena ó declaración de inculpabilidad legal,
(sess. 6 , cap. 3 y 4 J esplicando las palabras de San Pablo por la que un presunto reo es absuelto de culpa y exento de
(Cotas. 1, 13). pena, en cuyo concepto se dice v. g. (Prov. 17, ló)quijustificat
(2j Pero añade et bona operatione, si bien « la buena opera- impium... abominabilis est..., como si dijera : «es una inicua
» cion » es consecuencia del perdón de los pecados y por lo » maldad dar por justo al criminal t>. También la Santa Escri-
mismo pertenece á la justificación consecuentemente. tura llama frecuentemente justificaciones á los preceptos de la
(3) En el sentido ó acepción más común entre los teólogos, ley, cuya observancia conduce á justificar al hombre, confor-
y la que aquí debe atribuirse á'csa palabra, es el conjunto.de me alo espuesto en las notas 1, pág. 683, y 4, pág- 662; y aun
todas las virtudes sobrenaturales , de que se halla exornada á la ejecución ó ejercicio de la justicia (Eccli. is, 22), ó sea la
el alma del justo , y que Dios mismo designa también con el práctica del bien.
nombre de justicia ; no on el forense ó jurídico, como la mera
816 CUESTIÓN CXIÍI. — ARTÍCULOS I Y II.

importa movimiento hacia la justicia, co- cados, toma su nombre del término ad
mo la calefacción implica movimiento al q u e m , y se denomina justificación del
calor. M a s , por cuanto la justicia por su impío ( 1 ) .
propia naturaleza denota cierta rectitud A l argumento 1.° diremos, que todo
de orden, puede considerarse de dos mo- pecado, según que importa cierto desor-
d o s : 1.° según que importa orden recto den de la mente no sometida á Dios,
en el mismo acto del hombre ; y en tal puede llamarse injusticia contraria á la
sentido la justicia es cierta virtud, y a sea predicha justicia, según se dice ( i Joann.
la justicia particular, que ordena con 3, 4 ) , todo el que hace pecado hace tam-
rectitud el acto del hombre por relación bién injusticia , y el pecado es iniquidad;
á otro hombre singular; y a sea la justi- y según esto la remoción de cualquier
cia l e g a l , que ordena rectamente el acto pecado se dice justificación.
del hombre con respecto al bien común A l 2.° que la fe y la caridad designan
de la multitud, como consta (Ethic. 1. 5, un orden especial de la mente humana á
c. 1) ; 2.° de otro modo se dice justicia, D i o s según el entendimiento ó el afecto;
según que importa cierta rectitud de or- pero la justicia importa generalmente to-
den en la misma disposición interior del da la rectitud del orden, y por esto la
hombre, es decir, en cuanto lo supremo tal mudanza más toma su nombre de la
del hombre está sometido á D i o s , y las justicia que de la caridad ó de la fe.
potencias inferiores del alma á la supe- A l 3.° que la vocación se refiere al au-
rior, que es la razón; y á esta disposición xilio de D i o s , que mueve el alma inte-
la llama también el Filósofo ( E t h i c . 1. 5) riormente y la escita á abandonar el pe-
« justicia en sentido metafórico » . E s t a cado ; moción de Dios que no es la remi-
justicia puede producirse en el hombre sión misma del pecado, sino su causa.
de dos maneras : • 1 . por modo de simple
a

generación, pasando de la privación á la


ARTÍCULO I I . — ¿ p a r a i<» remisión «ic
forma; y de este modo la justificación
la culpa, que e s l a justificación del Impío, se
pudiera ser aplicable también al que no
requiere l a infusión «1c la gracia ? (2)
estuviese en pecado, recibiendo de Dios
esta justicia, como se dice que A d á n re- 1.° Parece que para la remisión de la
cibiera la justicia original; 2." esta jus- culpa, que es la justificación del impío,
ticia puede producirse en el hombre se- no se requiere la infusión de la g r a c i a :
gún la razón de movimiento, que va de porque puede alguno alejarse de un con-
un contrario á otro; y en tal sentido la trario sin llegar á otro, si los contrarios
justificación implica cierta transmuta- son mediatos, como lo son el estado de
ción del estado de la injusticia al de la culpa y el estado de gracia, puesto que
justicia antedicha. A s í es como habla- media entre ellos el estado de inocencia,
mos aquí de la justificación del impío, en que el hombre ni tiene gracia ni cul-
según aquello ( R o m . 4, 5 ) , al que no pa. L u e g o se puede perdonar á alguno
obra, pero cree en aquel, que justifica al su pecado, sin que sea por esto transpor-
impío, su fe le es imputada á justicia tado á la gracia.
según el designio de la gracia de Dios:
2.° L a remisión de la culpa consiste
y, puesto que el movimiento, recibe nom-
en la apreciación divina, según aquello
bre más del término ad quem que del
( P s . 3 1 , 2 ) : bienaventurado el varón, á
término á quo; por esto mismo dicha
quien el Señor no imputó pecado; mas
transmutación, por la que alguno es
la infusión de la gracia pone también
trasladado del estado de injusticia al de
algo en nosotros, como se ha demostrado
la justicia mediante el perdón de los pe-
(C. 110, a. 1). L u e g o no se requiere la

(1) Según Lutero y sus secuaces « en la justificación no hay mental de Lulero, que « la fe sola justifica ») que «no so-
» tal remisión de pecados, que solo quedan cubiertos y no se » mos justificados por justicia alguna intrínsecamente inhe-
» imputan al hombre ( conforme á lo dicho en la nota 1, pá- n rente á nosotros mismos, sino por lamerá y simple imputa-
» {riña 795), mas no se borran ni son perdonados » ; doctrina » cion de lasóla justicia de Cristo estrínsecamente encubrí*
impía espresamente condenada también por el Tridentino » dora de nuestra iniquidad » ( nota 1, pág. 795) ; doctrina
(sess. 5, can. 5; y sess. 6, c. 7). impíamente herética objeto testualmente espreso en propios
(2) Ya dejamos dicho-y aun repetido que los luteranos y en términos del anatema fulminado contra ella por el Concilio de
general los protestantes con lodos los novadores de idéntica Trento (sess. 0, can. 11 y 9 ; y cap. 1 ibid.),
procedencia pretenden (glosando y ampliando el error funda-
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS II Y I I I . 817

infusión de la gracia para la remisión de ni ame ni odie á algún otro ; pero, si le


la culpa. ofende, el que le perdone la ofensa no
3.° Nadie está sometido á la vez á dos puede tener lugar sin alguna especial be-,
contrarios ; y algunos pecados son con- nevolencia. Mas la benevolencia de D i o s
trarios, como la prodigalidad y la avari- para con el hombre • se dice que es repa-
cia : luego el que está sometido al pecado rada por el don de la gracia : y por lo
de la prodigalidad, no lo está al mismo tanto, aunque el hombre, antes que p e -
tiempo al de la avaricia; aunque puede que, haya podido estar sin gracia y sin
suceder que lo haya estado antes. L u e g o culpa; sin embargo después del pecado
pecando por el vicio de la prodigalidad no puede hallarse sin culpa, á no ser que
se libra del pecado de avaricia ; y así se posea la gracia.
remite algún pecado sin la gracia. A l 2.° que, así como la dilección de
Por el contrario, se dice (Rom. 3, 2 4 ) : Dios no solamente consiste en el acto de
justificados gratuitamente por la gracia la voluntad divina, sino que importa ade-
del mismo. mas cierto efecto de la gracia, según lo
Conclusión. La remisión de la culpa dicho (C. 110, a. 1 ) ; del mismo modo
en el actual estado del hombre ni siquiera eso de no imputar Dios al hombre su p e -
v

es concebible sin la infusión de la gracia. cado implica' cierto efecto en el mismo, á


Responderemos, que pecando el hom- quien no se le imputa el p e c a d o ; puesto
bre ofende á Dios, como resulta de lo y a que el que no se impute por Dios el pecado
espuesto ( C . 7 1 , a. 6) ( 1 ) ; y á nadie se á alguno procede de la divina dilección.
perdona la ofensa, sino en tanto que el A l 3.° que, como dice San Agustín
ánimo del ofendido se aplaca con respecto ( D e nuptiis et concup. 1. 1, c. 2 6 ) , « s i el
al ofensor : por consiguiente se dice que y> desistir del pecado fuese no tener p e -
el pecado nos es perdonado, en cuanto » cado, bastaría que la Escritura sola-
Dios se apacigua con nosotros; cuya paz » mente se limitase á amonestar diciendo:
consiste en la dilección con que nos ama. » hijo pecaste, no lo hagas más; pero esto
M a s la dilección de D i o s , en cuanto es de » no basta, pues se añade : y pide perdón
parte del acto divino, es eterna é inmuta- y> de ücs antiguas culpas para que te
ble ; y en cuanto al efecto, que nos im- » sean perdonadas j>; porque el pecado
prime, unas veces se interrumpe, es decir, en acto pasa, y queda el reato, según y a
por cuanto nos separamos de é l , y otras se ha dicho ( C. 87, a. 6 ) . P o r cuya razón,
de nuevo la recobramos: y,como el efecto cuando alguno del pecado de un vicio
de la divina dilección en nosotros, que pasa al pecado del vicio contrario, deja
desaparece por el pecado, es la gracia, ciertamente de tener el acto del pecado
por la que el hombre se hace digno de la pasado; mas no deja de tener su reato,
vida eterna, de la cual le escluye el p e - teniendo por consiguiente al mismo tiem-
cado mortal; por lo tanto sería imposi- po el reato de uno y otro pecado ; pues
ble concebir la remisión de los pecados, los pecados no son contrarios entre sí por
no concurriendo la infusión de la gra- parte del desvío de D i o s , de la que el
cia (2). pecado toma su reato.
A l argumento 1.° diremos, que más se
ARTÍCULO I I I . — ¿ vara i a justifica-
requiere para que al ofensor se le perdo-
ción del Impío s e requiere movimiento del li-
ne la ofensa, que para simplemente no
bre albedrío'? (3)
ser odiado el que no ofende: porque bien
puede suceder entre los hombres, que uno 1.° Parece que para la justificación

(!) Y también C. 72 y 73, pero más esplícilamente en la » gacion á la pena consiguiente ».


C. 83, a. 6, y sobre todo en la 3." P., C. 1, a. 2, y C. 80, a. 2. (3) Según Lutero, tan repetidamente anatematizado por el
(2) Dedúcese de aquí, según observa el C. Cayetano reba- Concilio Tridentino, como lo fue en este punto concreto (sess. 0,
tiendo con tesón insistente las sutilezas de Escoto sobre este cap. b y 7, y can. 4 ) , «el libre albedrío ninguna parte activa
punto , que ni aun de potencia absoluta puede perdonarse la )¡ tiene en sus operaciones; pues no hace, sino que padece», ó
culpa sin la infusión de la gracia; dado que, si esto fuera po- es meramente pasivo á manera de instrumento sin responsa-
sible de algún modo, no seria inconcebible en absoluto, como bilidad, la cual recae siempre en todo sobre el agente princi-
en el testo se afirma rotundamente, Vése también el funda- pal , que aquí es Dios ; quien por lo mismo es el que obra y
mento razonabilísimo de la condenación por Pío V y Grego- peca ó merece en nosotros por lodo cuantoinstrumentalmente
rio XIII de la proposición 50 entre las de Bayo , que decía: ejecutamos.
« pasado el acto del pecado, nada queda sino el reato ú obli-
SUMA TÍOJ.ÓG1CA —TOMO II- 52
818 CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULO I I I .

del impío no se requiere moción del libre Responderemos, que la justificación


albedrío: porque vemos que por el S a - del impío se hace por Dios moviendo al
cramento del Bautismo se justifican los hombre á la justicia; pues él mismo es
niños sin movimiento del libre albedrío, el que justifica al impío, como se dice
y algunas veces también los adultos ; ( R o m . 3). D i o s empero mueve todas las
pues dice San Agustín (Confess. 1. 4, cosas según el modo de cada una de
c. 4) q u e , hallándose un amigo suyo en- ellas, como en las naturales vemos que
fermo de calenturas, «estuvo largo tiem- diversamente son movidos por él los
» po sin sentido en un letargo mortal, y cuerpos graves que los lijeros por causa
"»perdida toda esperanza se le bautizó de la diversa naturaleza de unos y otros.
» sin él saberlo y renació )>; lo cual se A s í también pues mueve al hombre según
hace por la gracia santificante. Pero Dios la condición de la naturaleza humana:
no ha circunscrito su poder á los Sacra- y, como el hombre tiene por su propia na-
mentos. L u e g o puede justificar al hom- turaleza libre albedrío, de aquí es que en
bre sin ellos y sin movimiento alguno del aquel que tiene uso de su libre albedrío
libre albedrío. . no se realiza por Dios la moción á la
2.° Durmiendo el hombre no tiene uso justicia sin movimiento del libre albedrío;
de la razón, sin el cual no puede haber sino que de tal manera le infunde el don
movimiento del libre albedrío ; y no obs- de la gracia justificante, que también
tante Salomón durante el sueño consi- juntamente con esto mueve el libre albe-
guió de Dios el don de sabiduría, como drío á aceptar el don de la gracia en
consta ( n i R e g . 3 , y II Paral. 1). L u e - aquellos, que son capaces de esta mo-
g o también por identidad de razón el don ción (2).
de la gracia justificante es dado algunas A l argumento 1.° diremos, que los ni-
veces por D i o s al hombre sin el movi- ños no son capaces de movimiento del
miento del libre albedrío. libre albedrío, y así es que son movi-
3.° P o r la misma causa es la gracia dos por Dios á la justicia por sola la
producida al ser y conservada, pues dice información del alma de los mismos. M a s
San Agustín (Sup. Gen. ad litt. 1, 8, c. esto no se verifica sin el Sacramento:
10 y 12) que « el hombre debe con ver- porque, así como el pecado original del
is tirse á Dios de tal m o d o , que siempre que son justificados, no les provino de su
» por él sea hecho justo ». Pero la gra- propia voluntad, sino por el origen de la
cia se conserva en el hombre sin el m o - carne; de igual modo la gracia se deriva
vimiento del libre albedrío. L u e g o sin de Cristo á ellos por la regeneración es-
movimiento de este puede ser infundida piritual. L o mismo puede decirse de los
desde el principio. furiosos y dementes, que nunca tuvieron
Por el contrario, se dice (Joann, 6,45); uso del libre albedrío; pero, si uno por
todo aquel que oye (1) del Padre y apren- algún tiempo tuvo uso del libre albedrío,
dió, viene á mi. Pero el aprender no y después carece de él y a por enferme-
tiene lugar sin el movimiento del libre dad ó y a en letargo (somnum); no con-
albedrío, puesto que el que aprende con- sigue la gracia justificante por el B a u -
siente al que enseña. L u e g o nadie viene tismo administrado esteriormente ó por
á Dios por la gracia justificante sin movi- algún otro Sacramento, á no ser que
miento del libre albedrío. primeramente tuviese el deseo de reci-
birlo, lo cual no tiene lugar sin el uso
Conclusión. La moción de Dios para
del libre albedrío: y de este modo aquel
la justificación de quien tiene uso del
de quien habla San Agustín fue regene-
libre albedrío no se efectúa sin movi-
rado, porque antes y después aceptó el
miento de este; pero Dios mismo mueve
bautismo.
el libre albedrío á aceptar el don de la
gracia justificante en el momento mismo A l 2.° que aun Salomón no mereció la
de infundírsela. sabiduría ni la .recibió durmiendo; sino

(1) Véase la nota 3, pág. 810. » no ser necesario, para obtener la gracia de la justificación,
(2) Así lo hace constar el Trldenlino en los lugares citados »que el hombre coopere y se prepare con el movimiento de
en la nota 3, pág. 817; poro más cspresamente aún en el ca- » su voluntad i'.
non 0 de la sesión 0.", anatematizando á « quien diga ó piense '
CUESTIÓN CXIII. — A R T Í C U L O S III Y IV. 819

qu e en el sueño le
fue declarado que por A R T Í C T J L O I V . — ¿ P a r a l a justificación
su anterior deseo
le sería infund ida por del Impío s e requiere el movimiento d e l a
Di os la sabiduría;por lo que se dic e en r© ? (1)
p e r s o n ad eé l ( S a p . 7 , 7 ) : deseé y me
fue dada inteligencia. Op u e d e d e c i 1.°r Ps a e r e c e q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e
que aquel sueño no fue natural, sin o de impío no se requiere el movimiento de la
profecía, según lo que se dice (Num. fe: porque, así como por la fe se justifica
1 2 , Q):si alguno fuere entre vosotros el hombre, igualmente también por cier-
profeta del Señor, me le apareceré en t a s o t r a s (virtudes), ás a b e r , p o r e l t e -
visión ó le hablaré por ensueño, e n c u ym oo r , d e l c u a l s e d i c e ( E c c l i . 1 , 2 7
caso se goza del libre albedrío. D e b e temor de Dios espele el pecado, porque
s a b e r s e s i n e m b a r g o q u e n o e s . l a m i s m a ( v . 2 8 ) el que está sin temor no podrá
l a r a z ó n a c e r c a d e l d o n d e s a b i d u r í a q u e ser justificado; é i g u a l m e n t e p o r l a c a
la del don de la gracia justificante: por- d a ds e g ú n a q u e l l o ( L u c . 7
q u e e l d o n d e l a g r a c i a j u s t i f i c a n t e o r - nados le son sus muchos pecados, porque
d e n a p r i n c i p a l m e n t e e l h o m b r e a l b i e n , amó mucho; y a s i m i s m o p o r l a h u m i l d a
q u e e s e l o b j e t o d e l a v o l u n t a d , y p o r l o s e g ú n s e d i c e ( J a c . 4 , 6 ) , Dios re
tanto el hombre es movido al mismo p o r los sobei'bios y á los humildes da la gra-
e l i m p u l s o d e l a v o l u n t a d , q u e e s e l m o - cia; y e n fin p o r l a m i s e r i c o r d i a , p u e s s e
v i m i e n t o d e l l i b r e a l b e d r í o ; e n t a n t o q u e l e e ( P r o v . 1 5 , 2 7 ) , por la misericordia
l a s a b i d u r í a p e r f e c c i o n a e l e n t e n d i m i e n t o , y por la fe se limpian los pecados. L u e g o
que precede ála voluntad, por lo cual el movimiento de la fe no es más necesa-
sin el completo movimiento del libre al- rio para la justificación del impío que los
bedrío puede el entendimiento ser ilumi- movimientos de las supradichas virtudes.
nado por el don de sabiduría; así como 2.° N o s e r e q u i e r e a c t o d e f e p a r a l a
también vemos que en el sueño son reve- justificación, sino en cuanto por la fe el
l a d a s a l h o m b r e a l g u n a s c o s a s , s e g ú n s e h o m b r e c o n o c e á D i o s (2) ; p e r o t
d i c e ( J o b , 3 3 , 1 5 y 16) : cuando unpro- bién por otros medios puede el hombre
f lindo sueño acomete á los hombres y están c o n o c e r áD i o s , e s d e c i r , p o r e l c o n o c i -
durmiendo en su lecho, entonces abre las m i e n t o n a t u r a l y p o r e l d o n d e sabiduría.
orejas de los hombres y amaestrándolos L u e g o n o s e r e q u i e r e e l a c t o d e l a f e
los instruye en lo que deben saber. para la justificación del impío.
A l 3.° q u e e n l a i n f u s i ó n d e l a g r a c 3.° i a P u e s t o q u e h a yd i v e r s o s a r t í c u
justificantehay cierta transformación del de la fe, si se requiere acto de fe para la
alma humana; ypor lo tanto se requiere j u s t i f i c a c i ó n d e li m p í o;p a r e c e n
el movimiento propio del alma h u m a n a , q u e e l h o m b r e , c u a n d o s e j u s t i f i c ap o r l a
para que esta se mueva conforme á su primera vez, piense en todos los artículos
m o d o : p e r o l a c o n s e r v a c i ó n d de e l l a a g f re . a P e c r o i ae s t o p a r e c e i n c o n v e n i e n t e ,
t i e n e l u g a r s i n t r a n s f o r m a c i p óo r n q ;u pe o t ra l l o r q e f u l e e x i ó n r e q u i e r e u n l a r g o
no se requiere movimiento alguno por e s p a c i o d e t i e m p o . L u e g o p a r e c e q u e n o
parte del alma, sino únicamente la con- se requiere el acto de la fe para la justi-
tinuación del influjo divino. ficación del impío.
(1) Demostrada en el precedente artículo 3.° la necesidad siarca , impugnador el más acérrimo y pertinaz de la gracia
de la cooperación del hombre adulto y en uso de su razón me- del Redentor en pro del libre albedrío y de la razón indivi-
diante el movimiento del libre albedrío para su justificación, dual é infausto precursor en tal concepto del moderno racio-
determina en el presente lo que principalmente constituye nalismo adorador de esa destronada reina de las ciencias y de
esa libre moción cooperativa, patentizando que el asenti- los ánimos, dogmatizaba que « somos justificados, no por la fe
miento al designio ó inspiración de Dios por medio de la fe.es »ile Cristo, sino en virtud de nuestros personales esfuerzos,
un requisito indispensable para dicha justificación ; enten- » no por la misericordia de Dios en consideración á los mé-
diéndose por esta fe, no «la mera confianza del corazón en la » ritos de Cristo , y sí solo por nuestro propio mérito en las
» misericordia de Dios prometida y realizada por Cristo » se- » buenas obras , que nos preparan á la verdadera y sólida
gún la insensala cuanto herética pretensión de los novadores »justicia ante Dios por efecto de nuestras fuerzas ó recursos
reformistas y otros sectarios condenada en propios términos » naturales ».
por el Concilio de Trento (.sess (i, con. 5 y 12), sino el movi- (2) No precisamente bajo tal concepto de Dios , sino como
miento de adhesión á la verdad divina y cooperador á la gra- justificador ó santiíicador de las almas y perdonando al justi-
cia, principio primordial de la justificación según el dogma ficado sus pecados, en cuya idea se incluye aquel concepto ó
católico. Más directamente aún se opone á estadoctrina la he- implícitamente ademas la fe en la Encarnación y Pasión de
rejía de Pclagio, anatematizada también por el mismo Santo Cristo y de sus méritos de Redentor , según el mismo Santo
Concilio (sess. (i, cap. 5 y S ) y que ya lo había sido asimismo Doctor indica (al 3 ") y nuis csplícitamenlc esponc en la C 2*>
por el de Orange ( u, can. 14 y l ü ) ; el cual famosísimo herc- De veril, a, 4, al
820 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S IV Y V .

Por el ^ c o n t r a r i o , d i ce l eb o e m l b Ar e np o ós e sv u t e ol v l e á D i o s , e nc u a n t o
( R o m . 5, 1 ) : justificados pues por la fe, e s e l o b j e t o de
la bienaventuranza y
tengamos jjaz con Dios. c a u s ad e l aj u s
t i f i c a c i ó n; y e ld o n d e l a
Conclusión. El movimiento ó acto de s a b i d u r í a p r e s u p o
ne el conocimiento de
la fe es requisito indispensable para la l a f e , s e g ú n r e s u l t a d e l o d i c h o ( C . 68,
justificación del pecador. a . 4 , a l 3.°).
Responderemos,' q u e s e g ú n l o d i cA lh 3.° o q u e , c o m od i c e e l A p ó s t o l
( a . 3) p a r a l a ' j u s t i f i c a c i ó n d e (l p Re oc ma d. 4, o r 5s )e , al que cree en aquel, que
requiere el movimiento del libre a l b e d r í o , justifica al impío, su fe le es imputada á
según que el alma del hombre es m o v i d a justicia según el decreto de la gracia de
p o r D i o s : y , p u e s q u e D i o s m u e v e e l a l m a Dios; d e d o n d e r e s u l t a e v i d e n c i a d
del hombre convirtiéndola hacia él mis- en la justificacióndel impío se requiere el
m o ,c o m os ed i c e ( P s a c . t 8o 4d ,e 7 f) e, ,ohp Dios,
o r e l túc u a l e l h o m b r e crea
nos vivificarás convirtiéndonos; e s i n dq u e u D -i o s e s e l j u s t i f i c a d o r d e l o s h o m -
d a b l e q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d e l i m p í o b r e s p o r e l m i s t e r i o d e C r i s t o (2).
se requiere el movimiento del alma, por
el que se convierte áDios. La primera ARTÍCULO V . — ¿ P a r a l a justificación
conversión á D i o s s e r e a l i z a p o r l a fie, del impío s e requiere e l movimiento del Ubre
s e g ú n a q u e l l o ( H e albedrío b r contra . 1 1 , 6el) pecado
, es necesa-
? (3)
rio que el que se llega á Dios crea que
existe; p o r c u y a r a z ó n el movimiento
1.° P a r e cdee q u e p a r a l a j u s t i f i c a c i ó n d
la fe (1) se requiere para la justificación impío no se requiere el movimiento del
del impío. l i b r e a l b e d r í o c o n t r ae lp e c a d o : p o
A l a r g u m e n t o 1.° diremos, q s uo l a e el a lc am r i od a d - b a s t a p a r a b o r r a r e l p e c a -
v i m i e n t o d e l a f e n o e s p e r f e c t o , s i n o e s t á d o s e g ú n a q u e l l o ( P r o v . , 10
i n f o r m a d o p o r l a c a r i d a d ; y a s í e s q u e caridad cubre todos los delitos ; y e l o b -
en la justificacióndel impío juntamente jeto de la caridad no es el pecado. Luego
con el movimiento de la fe hay también no se requiere para la justificación del
el de caridad. Muévese empero el libre pecador el movimiento del libre albedrío
albedrío hacia Dios, para someterse á él, contra el pecado.
concurriendo en él también el acto de 2.° E l q u e s e d i r i g e hacia a d e l a n
temor filial yel acto de humildad; p u e s d e b e m i r a r hacia a t r á s , s e g ú n a q u e l l
s u c e d e q u e u n s o l o y m i s m o a c t o d e l l i - A p ó s t o l ( P h i l i p p . 3, 13), o
b r e a l b e d r í o l o e s d e d i v e r s a s v que i r queda
t u d e atrás,
s , y estendiéndome hacia
s e g ú n q u e u n a i m p e r a y l a s o t r a s s o n lo que está delante, ( v . 1 4 ) prosigo según
i m p e r a d a s , e s d e c i r , s e g ú n q u e e l a c t o el fin propuesto (4) al premio de la so-
s e o r d e n a á d i v e r s o s f i n e s . E n c u a n t o a l berana vocación. P e r o p a r a e l q u e t i e
a c t o d e m i s e r i c o r d i a ór e c a e s o b r e e l p e - á l aj u s t i c i a l o s p e c a d o s p a s a d o s q u e d a
c a d o p o r m o d o d e s a t i s f a c c i ó n , e n c u y o atrás. Luego debe olvidarse de ellos, y
c a s o s i g u e ál a j u s t i f i c a c i ó n ; óp o r modo n o d i r i g i r s e áe l l o sp o re lm o v i m i e n t o d e l
de preparación, en cuanto los misericor- libre albedrío.
diosos alcanzan misericordia, y entonces 3.° E n l a j u s t i f i c a c i ó n d e l i m p í o n o s e
p u e d e t a m b i é n p r e c e d e r ál a j u s t i f i c a c i ó n p e r d o n a u n p e c a d o s i n o t r o ; « p u e s e s
ó concurrir á ella simultáneamente con » u n a i m p i e d a d e s p e r a r d e D i o s u n per-
l a s a n t e d i c h a s v i r t u d e s , p o r c u a n t o l a » d o n á m e d i a s » ( e x c a p . Sunt plures,
m i s e r i c o r d i a s e i n c l u y e e n e l a m o r d e l d i s t . 3,D e p c e n i t . ) . S i p u e s e n l aj u s t i f i -
prójimo. cación del impío es preciso que el libre
A l 2.° q u e p o r e l c o n o c i m i e n t o a nl b a e d t r í u o r s e a m l u e v a c o n t r a e l p e c a d o , lo

(U La fe esplicita ó al menos implícita de todos los dogmas (2) Recuérdese lo dicho en la nota 2 de la pág. 810.
revelados por Bios á su Iglesia , según clarísimamente se de- (3) La detestación del pecado, incluida en la contrición ó
duce del catecismo de San Cirilo de Jerusalen , donde se lee pesar de haberlo cometido y asociada en esta al amor y temor
testualmente que « por la fe dogmática somos trasladados de de Dios.
» la muerte á la-vida»; lo propio que asimismo enseñan harto (4) Addestlnattm, supliendo scopum, ó como en equivalencia
terminantemente San Agustin (contra duas epístolas pelagia- de esta voz y entendiéndose aquel participio sustantivado, o
nornm, 1. 3, c. 5 J y San Leon ( serta. 4 de Epíphania) con otros bien concertado con oravium, según observa Nicolai.
SS. PP. y Doctores.
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS V Y VI. 821

sería también que pensase en todos sus es pues que en la justificación del impío
pecados : lo cual parece inconveniente, haya dos movimientos del libre albedrío :
ya porque entonces se requeriría mayor uno , por el que con el deseo tienda á la
tiempo para esta reflexión, y a también justicia de Dios; y otro, por el que de-
porque no podría obtener el perdón de teste el pecado (1).
loa que b a y a olvidado. L u e g o no se re- A l argumento 1.° diremos, que perte-
quiere el movimiento del libre albedrío nece á la misma virtud buscar uno de los
contra el pecado para la justificación del contrarios y rehuir el otro ; y por lo tan-
pecador. ' t o , así como pertenece á la caridad amar
Por el contrario, léese ( P s . 3 1 , 5 ) , á D i o s , igualmente detestar los pecados,
dije : confesaré contra mí al Señor mi por los que el alma se separa de Dios.
injusticia ; y tú perdonaste la impiedad A l 2.° que á las cosas pasadas el hom-
de mi pecado. bre no debe volver por el amor; sino que
Conclusión. A la justificación del pe- en cuanto á esto debe olvidarlas, para no
cador debe necesariamente concurrir una aficionarse á ellas : debe empero recor-
doble moción del libre albedrío, aspiran- darlas para detestarlas, pues de este modo
do á la justicia por el deseo y detestando se aparta de ellas.
el pecado por la contrición. A l 3.° que en el tiempo precedente á
Responderemos, que según lo dicho la justificación es preciso que el hombre
(a. 1) la justificación del impío es cierto deteste cada uno de los pecados cometi-
movimiento, por el cual el alma es movi- dos, de los que se acuerde ; y de tal con-
da por Dios del estado del pecado al de sideración precedente subsigúese en el
la justicia. E s pues necesario que el alma alma cierto movimiento de detestación
humana se refiera á estos dos estremps universal de todos los pecados cometidos,
según el movimiento del libre albedrío, entre los cuales se incluyen aun los y a
como el cuerpo localmente movido por olvidados : porque el hombre en aquel
algún motor se há con respecto á los dos estado se halla en tal disposición que se
términos del movimiento ; y es notorio arrepentiría también de los que no recuer- f

en el movimiento local de los cuerpos que d a , si la memoria se los presentara; y


el cuerpo movido se separa del término este movimiento concurre á la justifi-
a quo y se aproxima al término ad quem. cación.
L u e g o asimismo es menester que el alma
humana, al ser justificada, por el movi- ARTÍCULO V I . — ¿i*(remisión de ios
miento de su libre albedrío se aparte del pecados debe contarse entre l o s requisitos
pecado y se acerque á la justicia; siendo para l a justificación'del impío? (2)
de advertir que el retroceso y el acceso
en el movimiento del libre albedrío s e ci- 1.° Parece que la remisión de los pe-
fran en la detestación y el d e s e o , pues cados no debe contarse entre los requisi-
dice San Agustín esplicando estas pals- tos para la justificación del pecador; por-
bras («Toann. 1 0 ) , mas el mercenario que la sustancia de la cosa no se connu-
huye... (tract. 4 6 ) : «nuestras afecciones mera con las que para ella se requieren,
» son movimientos de los ánimos ; la ale- como el hombre no debe ser connumerado
» gría espansion del corazón, y el temor con el alma y el cuerpo. Siendo pues la
» fuga del ánimo : avanzas de ánimo ape- justificación misma del impío la remisión
» teciendo, y huyes temiendo ». Preciso de los pecados, según lo dicho (a. 1) ; la

(1) Esto mismo enseña el Concilio de Trento, diciendo lite- heresiarca apóstata se infiere negada la remisión de todo p e '
ralmente (*m. G, cap. 6 ) '• « comienzan (los pecadores) á amar cado mortal como requisito necesario para la justificación:
» á Dios como á fuente de toda justicia , y por eso mismo se bien así como también queda aquí igualmente refutada la no
» mueven contra sus pecados por el odio y la detestación»; menos pestilente doctrina de los llamados antosiandrinos ó
movimiento que demuestra haber sido.necesario en todo tiem- anti-osandrinos (adversarios de Osiandro) adoptada por la ma-
po (scss. 14, cap. 1). yoría de las innumerables sectas nacidas del disolvente pro-
(2) Habla Lulero de « dos cosas según él incompatibles, de testantismo, y ya antes de ahora mencionada (nota 1, pág. 795)
» modo que admitida la una es forzoso destruir (slc) la otra, y citada también en la notal, pág. 81G, y según la cual «elhom-
«son: 1. que todo hombre está cierto de su justicia y sabe
a
»bre es justificado nada más que imputativamente, y no en rea-
» que se halla en gracia (véase la nota 2, pág. 812); 2. que
a
ulidad ó de hecho, declarándosele justo únicamente de pala-
» nadie está cierto de que no peca siempre mortalmente á cau- bra» (nota 3 , pág. 815), desechando así tanto la infusión
» sa del ocultísimo vicio de la soberbia»; estremos ambos de la gracia como la remisión dé los pecados en la justifica-
falsos y aun absurdos, y de cuya compaginación por el mismo ción. Véase el cap, 7 de la sesión G." del Concilio de Trento.
8á2 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S VI Y VII.

remisión de los pecados no debe compu- se requieren tres cosas : 1. el impulso a

tarse entre las condiciones que se requie- del motor mismo, 2. el movimiento del
a

ren para la justificación del impío. móvil, 3 . la consumación del movimiento


a

2.° L o mismo es la infusión de la gra- ó la llegada al fin. P o r parte pues de la


cia y la remisión délos pecados, como es moción divina se considera la infusión de
lo mismo la iluminación y la desaparición la gracia ; por parte del libre albedrío
de las tinieblas ; y lo mismo no debe con- movido dos movimientos del mismo , el
numerarse consigo m i s m o , por cuanto uno de desvío de su término á quo y el
la unidad es opuesta á la multitud : lue- otro de acceso al término ad quem ; y la
g o la remisión de la culpa no debe con- consumación ó la llegada al término de
numerarse con la infusión de la gracia. este movimiento va entrañada en la re-
3.° L a remisión de los pecados es con- misión de la culpa, pues con esto se con-
siguiente al movimiento del libre albedrío suma la justificación.
bacía D i o s y contra el pecado, como el A l argumento 1.° diremos, que se dice
efecto á su causa. P e r o el efecto no debe que la justificación del impío es la remi-
ser connumerado con su causa, porque sión misma de los pecados, en cuanto
las cosas connumeradas como divididas todo movimiento se especifica según su
entre sí existen simultáneamente en la término : mas para llegar al término se
naturaleza. L u e g o la remisión de la culpa requieren muchas otras c o s a s , como se
no debe connumerarse entre otras cosas deduce de lo ya dicho (a. 5 ) .
requeridas para la justificación del impío. A l 2.° que la infusión de la gracia y
Por el contrario : en la enumeración de la remisión de la culpa pueden conside-
los requisitos para una cosa no debe omi- rarse de dos modos : 1.° según la sus-
tirse el fin, que es lo más importante en tancia misma del acto, y en este con-
cada una de ellas. E s así que en la justi- cepto son una misma c o s a , pues por el
ficación del impío el fin es la remisión de mismo acto D i o s otorga la gracia y per-
los pecados, pues se dice ( I s . 2 7 , 9), dona la culpa ; 2.° por parte de los obje-
este es todo su fruto, que sea quitado su t o s , en cuyo caso difieren según la dife-
pecado. L u e g o la remisión de los pecados rencia de la culpa que se quita, y de la
debe connumerarse entre las cosas, que se gracia que es infundida ; así como tam-
requieren para la justificación del impío. bién en las cosas naturales la generación
Conclusión. Cuatro requisitos concur- y la corrupción difieren, aunque la g e -
ren necesariamente á la justificación del neración de una cosa sea corrupción de
pecador : l.° la infusión de la gracia otra.
como principio; como medios la moción A l 3.° que esta connumeracion no es
del libre albedrío (2.°) hacia Dios por la según la división del género en especies,
fe y (3.°) contra el pecado por su detesta- en la que las cosas connumeradas deben
ción; y (4.°) la remisión de los pecados, coexistir; sino según la diferencia de los
que es su consumación ó término final. requisitos para el complemento de algo,
Responderemos, que se enumeran cua- en la cual enumeración puede haber algo
tro cosas requeridas para la justificación anterior y algo posterior, pues entre los
del impío, á saber; la infusión de la principios y partes de un objeto com-
gracia , el movimiento del libre albedrío puesto puede baber alguno anterior á
hacia Dios por la fe, el movimiento del otro.
libre albedrío contra el pecado y la re-
misión de la culpa : y la razón es que, ARTÍCULO V I L — * i a justificación
como se ba dicbo (a. 1 ) , la justificación del Impío s e realiza Instantánea ó s u c e s i v a -
es cierto movimiento por el que el alma m e n t e ? (1)
es llevada por Dios del estado de culpa
al estado de gracia; y en todo movimien- 1.° Parece que la justificación del im-
t o , con el que algo es movido por otro, pío no se realiza en un instante, sino su-

( 1 ) En cuanto á lo sustancial y propiamente constitutivo cion del Concilio de Trento (ses3. 6, cap. 7) hasc omnía simul...;
ue la justificación misma, que es la simultánea infusión de la pero en el procedimiento complejo de la operación justifica-
gracia y remisión de la culpa, .es indiscutiblemente instantá- triz, incluyendo las dos mociones del libre albedrío hacia Dios
nea según la tesis aquí demostrada y la terminante declara- y contra el pecado, como condiciones ó requisitos indispensa-
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULO VII. 823

cesivamente : porque, como se ha dicho en que el hombre esté sometido á la cul-


(a. 3), para la justificación del impío se pa: mas estos dos instantes no pueden
requiere el movimiento del libre albedrío, ser uno mismo, porque en tal hipótesi
cuyo acto de elegir preexige la delibera- los contrarios existirían simultáneamente
ción del consejo según lo dicho ( C . 13, en el mismo (sujeto). L u e g o es necesa-
a. 1). P o r consiguiente, puesto que la rio que haya dos instantes, entre los que
deliberación implica cierto discurso, en según Aristóteles ( P h y s . 1. 6, t. 2 ) for-
el que hay algo de sucesión ; parece que zosamente h a y un tiempo medio. L u e g o
la justificación del impío es sucesiva. la justificación del impío no se realiza
2.° E l movimiento del libre albedrío toda á la v e z , sino sucesivamente.
no se verifica sin actual consideración. Por el contrario : la justificación del
P e r o es imposible entender en acto mu- impío es obra de la gracia del Espíritu
chas cosas á la v e z , como se ha dicho S a n t o , el cual viene súbitamente á las
( P . 1. , C. 85, a. 4). Requiriéndose pues
a
almas de los h o m b r e s , según aquello
para la justificación del impío el movi- ( A c t . 2 , 2 ) : prodújose repentinamente
miento del libre albedrío hacia cosas di- del cielo-un estruendo como de espíritu
versas, esto e s , á Dios y contra el peca- impetuoso que venía...; acerca de lo cual
do ; parece que la justificación del impío dice la Glosa (interl.) (2) que « l a gra-
no puede ser instantánea. » cia del Espíritu Santo no conoce lentos
3.° L a forma, que es susceptible de B esfuerzos » . L u e g o la justificación del
más y menos, es recibida sucesivamente impío no es sucesiva, sino instantánea.
en el sujeto, como se ve en la blancura Conclusión. La justificación del im-
y en lo negro. E s así que la gracia es pío se efectúa por Dios (toda) en un
susceptible de más y menos, como se ha solo instante.
dicho ( C . 112, a. 4). L u e g o no es reci- R e s p o n d e r e m o s , que toda la justifica-
bida instantáneamente en el sujeto; y , ción del impío consiste originariamente
pues para la justificación del impío se en la infusión de la gracia, pues por ella
requiere la infusión d é l a gracia (1), pa- es movido el libre albedrío y se remite
rece que esta justificación no puede rea- la culpa; y la infusión de la gracia se
lizarse en un instante. verifica en un instante y sin sucesión. L a
4.° E l movimiento del libre albedrío, razón de esto es que el que alguna forma
que concurre á la justificación del impío, no se imprima súbitamente al sujeto pro-
es meritorio; y por lo tanto necesaria- viene de que este no está dispuesto, y el
mente debe proceder de la g r a c i a , sin la agente necesita tiempo para disponerlo:
cual no h a y mérito alguno, como se dirá así vemos q u e , tan luego como la materia
(C. 114, a. 2). P e r o antes es conseguir se halla dispuesta por la previa altera-
algo su forma que obrar según ella. L u e - ción, adquiere su forma sustancial; y por
g o antes se infunde la gracia y después igual razón lo diáfano, que está dispuesto
el libre albedrío es movido á Dios y en por sí para recibir la l u z , es iluminado
detestación del pecado ; y por consi- instantáneamente por un cuerpo lúcido
guiente la justificación no se realiza toda en acto. Ahora bien : y a se ha dicho ( C .
á la vez. 112, a. 2) que Dios para infundir la gra-
5.° Si la gracia es infundida en el al- cia en el alma no requiere disposición al-
ma, preciso es fijar algún instante, en el guna, sino la que él mismo hace; y hácela
que primeramente esté en el alma; y suficiente para recibir la gracia, unas ve-
análogamente, si la culpa es perdonada, ces súbitamente y otras paulatina y su-
necesariamente h a y un último instante, cesivamente, según queda dicho ( C . 112,

bles por vía de disposición de parte del pecador, si bien pue- que condensamos lo esencial de la doctrina angélico-católica
den concurrir también simultáneamente coexistiendo con en plena consonancia con el testo, insinuando únicamente la
aquellas en Un mismo momento indivisible, ordinariamente esplicada restricción ó salvedad por la inclusión de la palabra
ó por lo común suelen precederlas en tiempo (entendiéndose toda en su paréntesis.
siempre acompañadas ó precedidas á su vez de la gracia pre- (1) Según ya queda demostrado de propósito (a. 2) y se
veniente), conforme á la salvedad ó restricción inserta en el espondrá todavía con más amplitud y especiñcacion (a. S).
desarrollo de la tesis y según lo espuesto en la C. 112, a. 2, (2) Tomada de San Ambrosio, quien dice también lo pro-
al 2.°! y asi es como debe interpretarse el sentido absoluto pio, comentando aquella frase de San Lúeas (1, 39), partió en
(mas no esclüsivo hasta ese punto) de nuestra Conclusion, on la dirección i las montañas.,,
824 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O V I I .

a . 2, a l 2.°) : p o r q u e e l q u e up u n ea d g e i e l nu mt i e n a r s e m á s y m e n o s ; s i n o q u e
natural no pueda súbitamente disponer dicha razón debe tomarse de parte de la
la materia proviene de haber alguna pro- disposición de la materia ódel sujeto, se-
p o r c i ó n (1) e n t r e l a r e s i s t e n c g i ú n a q v ua e d o i cf h r o . e -
c e l a m a t e r i a y l a v i r t u d d e l a g e n t e ; y A l 4.° q u e e n e l i n s t a n t e m i s m o , e n
por esto observamos que, cuanto mayor que'la forma es adquirida, comienza el
e s l a v i r t u d d e l a g e n t e , t a n t o m á s p r o n t o s e r áo b r a r s e g ú n l a t a l f o r m a : c o m o e l
queda dispuesta la materia. Siendo pues fuego en el momento' de ser producido se
infinitala virtud divina, puede disponer mueve hacia arriba; y, si su movimiento
á la forma instantáneamente cualquiera fuese instantáneo, se completaría en el
materia creada; ymucho más el libre al- mismo instante.Pero el movimiento del
b e d r í o d e l h o m b r e , c u y o m o v i m i e n t o libre albedrío, que es el querer, no es su-
p u e d e s e r .i n s t a n t á n e o s e g ú n s u n a t u r a l e - c e s i v o s i n o i n s t a n t á n e o ; y por lo tanto
z a : y a s í la justificación del impío se n o e s n e c e s a r i o q u e l a j u s t i f i c a c i ó n d e l
hace por Dios instantáneamente. impío sea sucesiva.
A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q A u l 5.° e e ql m u o e l - a s u c e s i ó n d e d o s o p u e s t o s
vimiento del libre albedrío, que concurre en un mismo sujeto debe considerarse de
á la justificación del impío, es el consen- diversa manera en las cosas sometidas al
timiento ádetestar el pecado yá llegarse t i e m p o q u e e n l a s q u e e s t á n s o b r e e l
á Dios, el cual se realiza instantánea- t i e m p o: p u e se nl a s q u e e s t á ns u j e t a s a l
mente. Sucede no obstante algunas ve- tiempo no cabe asignar un último ins-
c e s (2) q u e p r e c e d e a l g u n a d e t a l n t i e , b e e n re l a q u c e i l a ó f no r ,m a p r i m i t i v a e x i s -
que no es de la sustancia de la justifi- ta en el sujeto; pero sí un último tiempo
cación, sino camino para llegar á ella; y primer instante, en el cual la forma
c o m o l o s o n e l m o v i m i e n t o l o c a l p a r a l a subsiguiente se adhiere á la materia ó al
iluminación yla alteración para la gene- sujeto. La razón de esto es que en el
ración. tiempo no se puede admitir anterior á un
A l 2.° q u e s e g ú n l o d i c h o ( n s Pt a n . t 1. i e ,o Ct r o . 85,a instante inmediatamente
a . 5) n a d a i m p i d e e n t e p rn e d c ee d r es n i t me ; pu o l r ct u á a nn t e o al o - s i n s t a n
mente dos cosas en acto, consideradas en son consecutivos en el tiempo, como ni
c i e r t o m o d o c o m o u n a ; á l a m a n e r a l q o us p e u n t o s e n l a l í n e a , s e g ú n s e p r u e b a
c o n c e b i m o s j u n t o s e l s u j e t o ye l p r e d i c a d o , ( P h y s . 1. 6, t . 1 y s i g . ) , s i n o q u e e l i n s -
en cuanto se hallan unidos bajo una mis- tante marca el término del tiempo. Así
ma afirmación: ydel propio modo el libre es que en todo el tiempo precedente, en
albedrío puede ser movido s i m u l t á n e a - e l q u e a l g o e s m o v i d o áu n a f o r m a , está
m e n t e hacia d o s (términos), s e gb a j úo ln a q f uo r m ea e o lp u e s t a ; y e n e l último
uno se ordena al otro, como en efecto el instante de aquel tiempo, que es el pri-
movimiento del libre albedrío contra el mer instante del tiempo siguiente, tiene
pecado se ordena al movimiento del libre la forma que es el término del movi-
albedrío hacia Dios; pues el hombre de- m i e n t o . P e r o e n l a s c o s a s q u e e s t á n s obre
testa el pecado, porque es contra Dios, á e l t i e m p o s u c e d e d e o t r a m a n e r a: p o r -
quien quiere unirse. Por lo tanto el libre que, si hay en ellas alguna sucesión de
albedrío en la justificación del impío si- afectos ó de concepciones intelectuales
multáneamente detesta el pecado y se ( c o m o e n l o s á n g e l e s ) , t a l s u c e sión no se
c o n v i e r t e á D i o s ; c o m o á l a v e z t a m b i m é i dn e p o r e l t i e m p o c o n t i n u o s i n o d i s c r e t o ,
el cuerpo separándose de un lugar se como no son continuas las mismas cosas
acerca á otro. que se miden, según se ha demostrado
( P . 1. , C . 53, a . 2 y 3 ) : p o r l o q u e e n
a

A l 3.° q u e l a r a z ó n d e n o s e r l a f o r ml a a s t a l e s d é b e s e a d m i t i r u n ú l t i m o i n s -
recibida instantáneamente en la materia tante, en el que existió lo primero, y un
no es porque ella pueda unírsela más y primer instante, en el cual existe lo que
m e n o s , p u e s e n t a l c a s o l a l u z n o s e r í a s i g u e; s i n q u e s e an e c e s a r i oq u eh a y au n
recibida repentinamente en el aire, que
fl) Asi con Tiicolai las mejores ediciones modernas, si bien berle acontecido á él mismo, describiendo sus vacilaciones y
en las antiguas comunmente se lee desproporción. congojas con la espontánea cuanto ingenua elegancia, que le
(2) Como San Agustín refiere {Conf, 1. 8, c. 8,10 y 11} ha- es característica.
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS VII Y VIII. 825

tiempo intermedio, por no haber allí con- naturalmente precede á la infusión de la


tinuidad de tiempo, cual esto requería (1). gracia.
E l alma humana, que es justificada, por 3.° E l pecado impide al alma tender
sí misma está ciertamente sobre el tiem- libremente á Dios. Pero antes es remover
po; mas per accidens le está subordinada, lo que impide el movimiento que. el que
es decir, en cuanto entiende con lo con- este se produzca. L u e g o la remisión de
tinuo y en tiempo según las imágenes la culpa y el movimiento del libre albe-
sensibles (phantasmata), en las cuales drío contra el pecado son naturalmente
considera las especies inteligibles, según anteriores al movimiento del libre albe-
lo dicho ( P . 1. , C. 8 5 , . a . 1 y 2) : por
a
drío hacia Dios y á la infusión de la
cuya razón debe juzgarse de su mutación gracia.
en cuanto á esto según la condición de Por el contrario: la causa es natural-
los movimientos temporales, de modo mente anterior á su efecto. Siendo pues
que digamos que no es asignable un úl- la infusión de la gracia la causa de todas
. timo instante, en el cual la culpa estuvo las otras c o s a s , que se requieren para la
en ella, sino un último t i e m p o ; pero sí justificación del impío, como se ha di-
puede fijarse un primer instante, en que cho ( 5 ) ; ella es por consecuencia natu-
la gracia existe en ella, habiendo perma- ralmente la primera.
necido contaminada por la culpa durante Conclusión. En el orden natural en-
todo el tiempo precedente ( 2 ) . tre los requisitos para la justificación
del pecador es el 1.° la. infusión de la
gracia, el 2.° la conversión del libre al-
ARTÍCULO V I I I . — ¿ t « infusión de ia bedrío á Dios, el 3.° su moción contra el
gracia e s la primera e n el orden de natura-
pecado, y el 4.° la remisión de la culpa.
l e z a entre los requisitos para Injustificación
R e s p o n d e r e m o s , que los antedichos
del impío ? (3)
cuatro requisitos para la justificación del
impío son ciertamente simultáneos en
1.° Parece que la infusión de la gracia cuánto al tiempo, porque la justificación
no es la primera en orden de naturaleza del impío no es sucesiva según lo dicho
entre las cosas, que se requieren para la (a. 7) ; pero en el orden natural uno de
justificación del impío : porque antes es ellos es anterior á otro, siendo el 1.° la
apartarse del mal que acercarse al bien, infusión de la gracia, el 2.° el movimien-
según aquello ( P s . 3 3 , 15) ( 4 ) , apárta- to del libre albedrío hacia Dios, el 3.° el
te de lo malo, y haz lo bueno; y por otra movimiento del libre albedrío contra el
parte el perdón de la culpa pertenece al pecado, y el 4.° la remisión de la culpa.
apartamiento de lo malo, en tanto que la L a razón de esto es porque en todo mo-
infusión de la gracia á la prosecución del vimiento lo primero naturalmente es la
bien. L u e g o naturalmente la remisión de impulsión del mismo motor, lo segundo
la culpa es anterior á la infusión de la es la disposición de la materia ó el movi-
gracia. miento del mismo móvil, y lo último el
2.° L a disposición precede natural- fin ó término del movimiento, al que se
mente á la forma, á que dispone; y el dirige como á su fin el impulso del mo-
movimiento del libre albedrío es cierta tor. Ahora bien : la misma impulsión del
disposición para recibir la gracia : luego motor Dios es la infusión de la gracia (6),

(1) Así se le lee en las ediciones de Pádua y Roma, como se lee declina á malo como en el testo de la SUMA. ; al paso que
también en las de París y Ñapóles; aunque Nicolai propone y en el citado Ps. 33, v. 15 se ve diverte, que significa lo mismo,
algunos pocos han adoptado quce ad hoc requirebatur (que para pero no es tan testual: lo que no admite disculpa es referirlo
esto se requería) en sustitución de dicha redacción común y vagamente al Ps. 30, en el que no se encuentra tal frase,
perfectamente castiza, cuanto en nuestro sentir genuina, quce como sin embargo se hace en algunas ediciones. Véase la
hoc requirebat, cual nosotros asimismo traducimos. nota 1 de la página 205 en el Tomo 1.°.
(2) Para la más fácil y clara inteligencia de todo esto reco- (51 Repetidas veces en todos los artículos precedentes de
mendamos la atenta y detenida lectura de los artículos 4 , 5 esta misma Cuestión.
y 0 de la C. 10 en la 1." Parte y de los i y 3 de la 53 (ibid. (0) Considerada de parte del principio de que procede, y no
T. 1.°) con sus notas 2 de la página 442 y 2 también de la 413. por la de su término ó destino : pues la infusión de la gracia
(3) La doctrina de este artículo es una consecuencia lógica se dice y es moción de Dios, por cuanto Dios es quien la in-
y natural de la establecida en los precedentes, cuyo objeto funde moviendo los pecadores á su conversión; al paso que
final ó importantísimo constituye con cierta .preferencia os- también designa la gracia misma terminativamente infor-
tensiblemente intencional. mando al alma, en cuyo concepto es más bien que la moción
(4) Más exacta seríala cita Ps. 30, i>. 27, donde literalmente divina el efecto de esta misma,
826 CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O S VIII Y IX.

como se ha dicho (a. 6) ; el movimiento liberación de la culpa que la consecución


ó disposición del móvil es el doble movi- de la gracia justificante. O puede decirse
miento del libre albedrío (1) ; y el tér- que los términos de la justificación son
mino ó fin del movimiento es la remisión la culpa como (punto departida) á quo,
de la culpa, como está y a demostrado y la justicia como (de llegada) ad quem ;
(ibid.). P o r lo tanto según el orden natu- siendo la gracia la causa de la remisión
ral lo 1.° en la justificación del impío es de la culpa y de la obtención de la jus-
la infusión de la gracia, lo 2° el movi- ticia (2).
miento del libre albedrío hacia Dios, lo A l 2° que la disposición del sujeto
3.° el movimiento del libre albedrío con- precede á la recepción de la forma en el
tra el pecado, puesto que el que es justi- orden de naturaleza ; pero sigue á la ac-
ficado detesta el pecado, por ser contra ción del agente, por la que aun es dis-
D i o s , y así el movimiento del libre albe- puesto el sujeto mismo: y por esto el
drío hacia Dios precede naturalmente al movimiento del libre albedrío en el orden
movimiento del libre albedrío contra el natural precede á la adquisición de la.
pecado, como que es su causa y razón; y gracia, mas subsigue á la infusión de la
lo 4.° y último es la remisión de la cul- misma.
pa, á la cual esta transformación se or- A l 3.° q u e , como dice Aristóteles
dena como á su fin, según lo dicho ( P h y s . 1. 2, t. 89), « entre los movimien-
(a. I y 6 ) . » tos del alma precede absolutamente el
A l argumento 1.° diremos, que la reti- » que tiende al principio de la especula-
rada del término y la aproximación al » cion ó al fin de la acción »; pero en los
término pueden considerarse de dos mo- movimientos esteriores la remisión del im-
dos : 1.° por parte del móvil, y así la re- pedimento precede á la consecución del
tirada del término precede naturalmente fin : y, puesto que el movimiento del libre
á la aproximación al término; porque albedrío es movimiento del ánimo, antes
antes se halla en el sujeto móvil lo opues- es movido según el orden natural hacia
to que (de él) se escluye, y después lo D i o s como á su fin que á remover el obs-
que mediante el movimiento adquiere; táculo del pecado.
mas por parte del agente es al contrario,
pues el agente obra por la forma en él AKTÍCUXO I X . — l.a justificación del
preexistente, para espeler á su contrario, impío os l a obra m a s grande de Dios ? (3)
como el sol obra por su luz para disipar 1.° Parece que la justificación del i m -
las tinieblas: y así por parte del sol el pío no es la obra más grande de D i o s :
iluminar es antes que el disipar las tinie- porque por la justificación del impío al-
blas, y por parte del aire que debe ser canza alguno la gracia de la vida ( 4 ) ,
iluminado antes es limpiarse de las tinie- pero por la glorificación se consigue la
blas que recibir la luz del sol según el gracia del cielo, que es mayor. L u e g o
orden de la naturaleza, si bien ambas
la glorificación de los ángeles ó de los
cosas se verifican al mismo tiempo. A h o -
hombres es obra más grande que la jus-
ra pues, dado que la infusión de la gracia
tificación del impío.
y la remisión de la culpa se dicen por
2.° L a justificación del impío se orde-
parte de D i o s que justifica, sigúese que
na al bien particular de un solo hombre;
en el orden de la naturaleza la infusión
y el bien del universo es mayor bien que
de la gracia es anterior á la remisión de
la culpa : pero, si se las considera en el el de un solo individuo, como se ve
hombre justificado, el orden es inverso ; (Ethic. 1. 1, c. 2). L u e g o mayor obra es
porque en el orden natural antes es la la creación del cielo y de la tierra que
la justificación del pecador.

(lj Hacia Dios y contra el pecado, según tantas veces va recomendar, como también el cap 14 de la misma y el I.° de
ya repelido y acaba de consignar pocas líneas más arriba- la 14."J esplicandolo en armonía con la doctrina, que aquí se
(2) Lo qne equivale á decir que la prioridad de la gracia ó espone y condensamos literalmente vaciada del testo de la
de su infusión respecto de la espulsion ó remisión de la culpa SUMA en nuestra Conclusión.
es precisamente la misma que la de la causa con relación á su (i) La gracia que puede obtener durante su estado de via-
efecto. dor, que puede perderla y no llega á ser plenamente consu-
(3) Así lo declara el Santo Concilio de Trento en el capí- mada ó completa en la presente vida.
tulo 7.° de su sesión 6.' (cuya lectura volvemos de nuevo á
CUESTIÓN CXIII. — ARTÍCULOS IX Y X. 827

3.° Mayor cosa es hacer algo de l a que termina en el bien de la naturaleza


n a d a , en lo cual nada coopera con el mutable; y por lo tanto San Agustin,
agente, que de alguna cosa hacer algo después de haber dicho que « mayor cosa
con alguna cooperación del paciente. P e - » es que del impío se haga un justo q u e
ro en la obra de la creación ( 1 ) de la nada »crear el cielo y la tierra», añade :
se hace a l g o , por lo que nada puede « porque el cielo y la tierra pasarán, mas
cpoperar con el agente ; al paso que en 3) la salvación y justificación de los pre-
la justificación del impío Dios de alguna » destinados permanecerán » . D e b e em-
cosa hace a l g o , esto e s , del pecador u n . pero saberse que una cosa se dice grande
j u s t o , habiendo en esto alguna coopera- de dos maneras : 1 . según la cantidad a

ción por parte del hombre, puesto que absoluta, y de este modo el don de la
interviene el movimiento del libre albe^- gloria es mayor que el don de la gracia,
drío, como se ha dicho (a. 3). L u e g o la que justifica al impío, y así la glorifica-
justificación del impío no es ía obra más ción de los justos es obra mayor que la
grande de Dios. justificación del impío ; 2 . por la canti- a

Por el contrario, se dice ( P s . 144, 9 ) , dad de proporción, como se dice monte


sus misericordias sobre todas sus obras, pequeño y mijo grande ( 4 ) , y de este
y en una colecta (2) « ¡ O h D i o s ! que más modo el don de la gracia, que justifica al
» principalmente manifiestas tu omnipo- impío, es mayvr que el don de la gloria,
» tencia perdonando y usando de miseri- que beatifica al justo; puesto que más
» cordia » ; y San Agustín (Tract. 72 in escede el don de gracia á la dignidad del
J o a n n . ) esplicando aquella espresion impío, que era digno de castigo, qué el
(Joann. 14, 12), hará obras mayores don de la gloria á la dignidad del j u s t o ,
que estas, dice que <r mayor obra es que quien, por el hecho mismo de estar justi-
» del impío se haga el justo, que crear el ficado , es digno de la gloria; por lo cual
» cielo y la tierra ». San Agustin dice ( i b i d . ) : « j u z g u e el
Conclusión. La mayor de las obras de » que pueda, si es mayor cosa el crear á
Dios [ 1 ] en cuanto al modo de obrar es » l o s ángeles justos que justificar á los
la creación, por la que de nada se hace »impíos : ciertamente q u e , si estos dos
algo; y atendida la magnitud de la » hechos son de igual poderío, este últi-
obra [ 2 ] según la cantidad en absoluto » mo es de mayor misericordia » . P o r lo
lo es la glorificación del justo ; pero [ 3 ] dicho es evidente la respuesta al 1.°
según la cantidad proporcional es mayor A l 2.° diremos, que el bien del uni-
el don de la gracia justificante del pe- verso es mayor que el bien particular de
cador que el de la gloria beatificadora un solo (individuo), si se consideran
del justo ; como en el doble concepto ambos en el mismo g é n e r o ; pero el bien
cuantitativo [ 4 ] la justificación del im- de gracia de uno solo es mayor que el
pío es mayor también que la creación del bien de naturaleza de todo el universo.
cielo y de la tierra. A l 3.° que esa razón se deriva del
Responderemos, que una obra puede modo de la acción, según el cual la
decirse grande de dos modos : 1.° por re- creación es la obra más grande de Dios.
lación al modo de obrar, y en este senti-
do la obra más grande es la obra de la ARTÍCULO X . — «•» justificación del
creación, en la cual de la nada se hace impío e s obra milagrosa ? (5)
algo ( 3 ) ; 2.° por la grandeza de lo que
se hace, y según esto mayor obra es la 1.° Parece que la justificación del im-
justificación del impío, que finaliza en el pío es una obra milagrosa: porque las
bien eterno de la divina participación, obras milagrosas son mayores que las
que la creación del cielo y de la tierra, que no lo son; y la justificación del im-

(1) Véanse en la 1." Parte las notas 2 de la página 3S1, 2 (4) Correlativamente, ó sea, en su respectiva comparación
y 3 de la 382 y 1 de la 383. con otros objetos análogos.
(2) La de la Dominica 10." después de Pentecostés según (5) Téngase presente lo espuesto acerca de la naturaleza y
el misal romano, y que en el déla Orden de Predicadores cor- circunstancias constitutivas del milagro propiamente dicho
responde á la 8." después de la de la Santísima Trinidad. en la C. 105, a. 7 y 8 de la 1." Parte, y sn nota 3 en la pá-
(3) Véase en el Tomo i . la C. 4 5 , a. 1 y 2 y sus notas 2 de
0
gina 835 del T. 1.".
la pág. 381, 2 y 3 de la 382 y 1 de la 383.
828 CUESTIÓN CXIÍI. — A R T Í C U L O X .

pío es mayor obra que otras milagrosas, simplemente maravillosas, como que tie-
como consta por la autoridad de San nen una causa oculta, según lo dicho
Agustín (a. 9, arg. Por el contrario). ( P . 1. , C . 1 0 5 , a. 7 ) ; y según esto tanto
a

L u e g o la justificación del impío es obra la justificación del impío como la crea-


milagrosa. ción del mundo y en general toda obra,
2.° E l movimiento de la voluntad es que solo puede ser hecha por Dios, puede
en el alma lo que la inclinación natural decirse milagrosa. 2 . E n ciertas obras
a

en las cosas naturales. Pero, cuando Dios milagrosas se observa que la forma indu-
obra algo en las cosas naturales contra la cida á la materia es superior á la poten-
inclinación de la naturaleza, su obra es cia natural de esta, como en la resurrec-
rhilagrosa, como dando vista á un ciego ción de un muerto la vida está fuera del
ó resucitando á un muerto : y , puesto que alcance de la natural potencia de su cuer-
la voluntad del impío tiende al m a l , y p o ; y en cuanto á esto la justificación
D i o s justificándole lo mueve hacia el del impío no es milagrosa, porque el
bien; parece que la justificación del impío alma es naturalmente capaz ( 2 ) de la
es milagrosa. gracia; pues, por lo mismo que ha sido
3.° A s í como la sabiduría es don de hecha á imagen de D i o s , es capaz de la
D i o s , también l a justicia. Siendo.pues gracia de D i o s , como dice San A g u s -
milagroso el que alguno súbitamente y tín (3). 3 . E n las obras milagrosas se
a

sin estudio, consiga de Dios la sabiduría; halla algo fuera del orden común y acos-
milagroso es también que algún impío tumbrado de producirse el efecto; como
sea'justificado por Dios. cuando algún enfermo recobra súbita-
Por el contrario : las obras milagro- mente la salud perfecta fuera del curso
sas son superiores á la potencia natural; ordinario de la curación hecha por la
mas la justificación del impío no escede naturaleza ó el arte; y en este concepto
á la potencia natural ( 1 ) , pues dice S a n la justificación del impío unas veces es
Agustín (lib. D e praedest. sanct. c. 5 ) que milagrosa y otras no: porque el curso
« es propio de la naturaleza de los h o m - común y ordinario de la justificación es
» bres el poder tener fe, como el poder q u e , moviendo Dios interiormente el
» tener caridad ; y el tener f e , así como alma, el hombre se convierta á é l , pri-
» el tener caridad, es en los fieles efecto meramente con una conversión imperfec-
7> de la gracia». L u e g o la justificación del ta, y llegando más adelante á la perfecta;
impío no es milagrosa. puesto que « la caridad ( 4 ) incoada me-
x> rece ser aumentada, para que así acre-
Conclusión. La justificación del im-
» cida merezca ser perfeccionada » , como
pío [~1] es milagrosa por parte del agente,
dice S a n Agustín. P e r o algunas veces
en cuanto solo puede operarse por la vir-
Dios mueve el alma tan vehementemente
tud divina; mas [2] no lo es, atendido
que consigue al instante cierta perfección
lo que hay en ella de parte de la forma
de justicia, como sucedió en la Conver-
impuesta á tal materia; y [3] según el
sión de San P a b l o , siendo derribado con
modo ordinario ó usual de realizarse su
circunstancias aun esteriormente milagro-
efecto á veces es milagrosa y otras no.
sas ; por lo que la conversión de San
R e s p o n d e r e m o s , que en las obras mi- P a b l o se conmemora en la Iglesia como
lagrosas se encuentran ordinariamente milagrosa (5).
tres cosas : 1 . por parte de la potencia
a

del agente, puesto que solo pueden ser A l argumento 1.° diremos, que ciertas
hechas por la virtud divina, y así son obras milagrosas, aunque sean menores
(1) «Pasiva», entiéndase bien, y no activa; es decir, que de las ediciones y con especialidad en casi todas las antiguas;
el hombre por su naturaleza y aun a pesar de su estado de sino en su obra De Trinilale (1. ^4, c. S).
pecador ó de culpa es susceptible ó capaz de recibir la gracia (4) Evidentemente tomada aquí por sinónima de la justicia
de la justificación, por más que naturalmente ó por sus pro- ó de la gracia justificante, en cuyo concepto aduce el Doctor
pios recursos de naturaleza no puede sin la gracia justificarse Angélico las palabras de San Agustín consignadas en su
ni obtener el perdón de sus pecados,' como pretenden Pelagio Epístola 106, y no en el tratado 5 sobre la 1. de San Juan,
a

y sus secuaces. como sin vacilación y rutinariamente citan la casi universa-


(2) Tiene capacidad 6 aptitud pasiva, no facultad ó poten- lidad de las ediciones antiguas y aun algunas" posteriores á
cia activa de atraérsela ó lograrla por sus propias fuerzas, esta rectificación del P. Nicolai.
conforme á lo dicho en la nota precedente. (5j Fiesta que se celebra con rezo y misa propios y rito
(3) No empero en el lugar citado en el argumento Por el doble mayor el día 25 de Enero,
contrario, según se advierte equivocadamente, en la mayoría
CUESTIÓN C X I I I . — A R T Í C U L O X . 829

que la justificación del impío en cuanto alguna sino D i o s , como ni calentar el


al bien que se h a c e , son sin embargo es- agua otra que el fuego ( 2 ) ; y por tanto
traordinarias según el acostumbrado or- la justificación del impío por D i o s en
den de tales efectos; y por esta razón cuanto á esto no es milagrosa.
tienen más carácter de milagro. A l 3.° que el bombre es apto por su
A l 2.° que no bay milagro siempre que naturaleza para adquirir de D i o s la sabi-
una cosa natural es movida contra su na- duría y la ciencia por su propio ingenio
tural inclinación, pues en tal supuesto y estudio; y así es que, cuando fuera de
sería milagroso que el agua calentase ó este modo se bace el bombre sabio ó doc-
que la piedra fuese lanzada en dirección to , esto es milagroso: pero no puede na-
ascendente ; sino cuando ( 1 ) esto se ve- turalmente adquirir por su propia opera-
rifica fuera del orden de la causa propia ción la gracia justificante, sino obrando
naturalmente destinada á tal efecto. M a s Dios. L u e g o no bay paridad.
justificar al impío no puede otra causa

(1) Así común y unánimemente todaslas ediciones contes- procedimientos varios conducentes á la producción del calor
tes con los códices manuscritos de Alcañiz y Tarragona y de- y al enfriamiento, figurando entre ellos muchas reacciones
más, á escepcion únicamente de las romanas (antiguas y áurea químicas, ademas del movimiento y la frotación, harto conoci-
moderna) y la antigua de Pádua (1698), que ponen quandoque dos de los antiguos según el añejo proloquio motas est causa
en logar de quando; aunque anotando marginalmente estas calorís; así la mezcla de una cantidad arbitraria de ácido sul-
dos últimas la variante, ya rectificada con la reposición de fúrico con otra cuádruple de agua produce un calor intenso
esta palabra conjuncional más que adverbial en la más re- sin chispa alguna ígnea, y nadie habrá quizá que no haya
ciente de Pádua (1712) en consonancia con las de Paris, Ñapó- observado esto mismo en la operación análoga llamada por los
les y ¿Madrid, que tenemos á la vista, como en efecto parece albañiles «matar la cal», en la que el ácido carbónico reem-
más en armonía con el giro del contesto y la mayor verosimi- plaza en diversa proporción al sulfúrico del ejemplo anterior.
litud de autenticidad. Con solo interpretar ó traducir ignis por calor ó foco de calor
(2) En el estado actual de las ciencias físicas es por lo me- (acepción intentada por el autor) queda en su pleno vigor la
nos discutible esta proposición referida al fuego material ó en oportuna comparación del testo.
visible y luminosa ignición; pues, como es bien sabido, hay
CUESTIÓN CXIY.

Del mérito (i), que es efecto de la gracia cooperante.

Dilucidaremos lo concerniente al mérito en los diez artículos siguientes : l.° Puede el h o m b r e m e -


recer algo de Dios ? — 2.° Puede alguno sin l a g r a c i a merecer l a vida eterna?—3.° Puede alguno p o r
la g r a c i a merecer de condigno l a vida eterna? — 4." La g r a c i a es el principio de merecer mediante l a
c a r i d a d principalmente?—5.° Puede el h o m b r e merecer p a r a sí l a p r i m e r a g r a c i a ? — 6 Puede m e -
o

recerla p a r a otros?—"7.° Puede alguno merecer p a r a si la reparación después de lacaida?—8.° Puede


a l g u n o merecer p a r a sí el a u m e n t o de l a g r a c i a ó de l a c a r i d a d ? — 9.° Puede alguno merecer l a per-
severancia final ? —10° Los bienes temporales son objeto del mérito ?

ARTÍCULO I . — P u e d e e l hombre m e - dice (Job, 35,7): si obrares con justicia;


r e c e r a l g o d e Jilos ? (2) ¿qué le darás, ó qué recibirá de tu mano?
Luego el hombre no puede merecer algo
1.° Parece que el hombre no puede de Dios.
merecer cosa alguna de Dios; porque pa- 3.° Todo el que merece algo de algu-
rece que nadie merece recompensa, por no constituyele en su deudor, puesto que
devolver otro lo que debe ; y por todas es debido que se recompense la merced
las buenas obras que hacemos no pode- á quien la merece. Pero Dios á nadie es
mos recompensar suficientemente á Dios deudor, según lo que se dice (Rom. 11,
lo que le debemos, sin que siempre le de- 35) ¿ quién le dio á él primero, para que
bamos más, como dice aun Aristóteles le sea recompensado? Luego nadie pue-
(Ethic. 1. 8, c. ult.); por lo cual se dice, de merecer de Dios cosa alguna.
(Luc. 17, 10): cuando hiciereis todo Por el contrario, dícese ( Jerem. 31,
cuanto os está mandado, decid: siervos 16), galardón hay para tu obra; y el
inútiles somos; lo que debíamos hacer galardón se dice lo que se da al mérito.
hicimos. Luego el hombre no puede me- Luego parece que el hombre puede me-
recer algo de Dios. recer de Dios.
2.° Por lo que alguno hace en prove- Conclusión. Hay razón de mérito en
cho propio no parece merecer cosa al- absoluto ó relativamente [1] en aquello,
guna para con Dios. Es así que el hom- que respectivamente es de suyo absolu-
bre obrando bien aprovecha á sí mismo tamente justo ó solo circunstancialmente;
ó á otro hombre, mas no á Dios; pues se y así [2] no puede haber mérito delhom-

(1) Meritum, voz derivada áemerces, recompensa de algún final de la 1. -',!. de la SUMA..
a 10

servicio prestado ó debida á obsequios ó beneficios recibidos, (2) Hé aquí la definición dogmática del Concilio de Tronío
implica la idea de retribución justa ó debida como en recipro- á este propósito y contra los novadores, que decían que «los
cidad de compensación : en sentido teológico designa opción » méritos humanos no son estimados ante Dios» (sess. fi, can.
á premio eterno fundada en las divinas promesas y adjudi- 24) : o si dijere alguno que la justicia recibida no se conserva
cado el galardón á las buenas obras hechas en estado de gra- » y aumenta ante Dios por medio de las buenas obras, sino
cia y proporcionalmenie á su importancia en relación con la » que estas son meros frutos é indicios de la justificación ob-
mayor ó menor complacencia de Dios, á quien son gratas. » tenida, mas no causa de su aumento; sea anatema»; y
Suele dividirse en mérito de condigno, que supone igualdad vuelve á insistir en el mismo tema con mayor especificación,
del premio con el valor de la obra, á la que se atribuye por anatematizando asimismo (can. 32) á quien diga que «elhom-
justicia; y de congruo, según el cual escede en valor el galar- »bre ya justificado no merece aumento de gracia por sus
dón á la obra y radica en la liberalidad del donante, por lo » buenas obras ejecutadas mediante la gracia de Dios y por ci
que solo impropiamente y por cierta analogía se compara con » mérito de Jesucristo, cuyo miembro vivo es ». Convendrá
el verdadero y legitimo-mérito, que es el llamado de condigno, leer la esplicacion amplia y detalladamente comprobada de
del cual se entiende dicho en absoluto y sin calificativo al- estas declaraciones en el cap. 10 de la citada sesión 0. , que
n

guno. Bastan por ahora estas nociones elementales, para ha- no insertamos por su mucha estension.
cerse cargo de la doctrina objeto de esta interesante Cuestión
CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULOS I Y I I . 831

bre ante Dios sino según la presupuesta pectivo) modo : y , como el modo y la m e -
ordenación divina, en cuya virtud con- dida de la virtud humana le viene de
sigue de él por medio de sus actos como Dios al hombre, de aquí que el mérito
merced ó retribución tan solo aquello, del hombre ante Dios no puede ser sino
para cuya adquisición le ha asignado según el orden divino previamente estable-
Dios mismo la virtud de obrar, y no por cido, de tal modo que el hombre obtiene
derecho de rigorosa justicia. de Dios por su operación como recom-
Responderemos, que el mérito y la pensa aquello, para que Dios le ha dado
recompensa (merces) se refieren á lo mis- virtud de obrar; así como también las
mo ; porque se llama merced lo que se cosas naturales consiguen por sus propios
recompensa á alguno por la retribución movimientos y operaciones el objeto, para
de su obra ó trabajo, como cierto precio el cual han sido ordenadas por Dios : con
del mismo : de consiguiente, así como la diferencia empero de que la criatura
entregar el justo precio por la cosa reci- racional se mueve á sí misma para obrar
bida de alguno es acto de justicia, tam- por medio del libre albedrío, y por con-
bién lo es el recompensar la merced de la siguiente su acción ( 1 ) tiene razón de
obra ó trabajo. Mas la justicia es cierta mérito, lo eual no sucede en las otras
igualdad, como dice el Filósofo ( E t h i c . criaturas.
1. 5 , c. 4 ) ; y por tanto bay justicia en A l argumento 1.° diremos, que el hom-
absoluto entre aquellos, cuya igualdad es bre, en cuanto por propia voluntad hace
absoluta : pero entre los que no son ab- lo que d e b e , merece; de otro modo el
solutamente iguales no existe la justicia acto de justicia, por el que uno paga su
en absoluto (simpliciter), y sí puede deuda, no sería meritorio.
haber cierto modo de justicia, como se A l 2.° que Dios no busca en nuestros
dice cierto «derecho paterno y señorial», bienes utilidad sino gloria, esto e s , la
según indica Aristóteles (ibid. c. 6 ) . P o r manifestación de su bondad, que también
esta razón en las cosas , en que hay jus- se propone en sus obras : y , como nues-
ticia absoluta, hay igualmente absoluta tros homenajes nada le acrecen á él, sino
razón de mérito y g a l a r d ó n , y en las que á nosotros; por esta razón merecemos
no hay más que justicia relativa (secun- algo de D i o s , no porque por nuestras
dum quid) y no absoluta, tampoco hay obras se aumente en algo su grandeza,
razón absoluta de mérito, sino secundum sino en cuanto obramos por causa de su
quid, en cuanto queda á salvo en ellas la gloria.
razón de justicia; pues así es como el
A l 3.° q u e , puesto que nuestra acción
hijo merece algo del padre y el siervo de
no tiene razón de mérito sino presupues-
su señor. Siendo pues evidente que entre
ta la divina ordenación, no se sigue que
Dios y el hombre hay suma desigualdad
Dios se haga deudor nuestro en absoluto,
(por cuanto media entre ellos distancia
sino de sí mismo, en cuanto es debido
infinita) y que todo lo que hay de bueno
que se cumpla su ordenación.
en el hombre viene de D i o s ; sigúese que
del hombre á D i o s no puede existir la
justicia según una igualdad absoluta, ARTÍCULO I I . — ¿ P u e d e alguno sin la
sino según cierta proporción, en tanto gracia merecer la vida e t e r n a ? (2)
que el uno y el otro obran según su (res-
1.° Parece que alguno puede siu la

íl) Exenta no solo de toda coacción sino de necesariedad, tio, su entusiasta discípulo admirador : ya hemos consignado
que la obligase á obrar sin el pleno y perfecto uso del libre (nota 3, pág. 784) la condenación espresa de tan impío y es-
albedrío, siendo absolutamente dueña de sus actos ú operacio- candaloso error por diversos Pontífices y concilios y señala-
nes así en cuanto á obrar ó no como respecto á la libre elec- damente por el de Trento, que, desentrañando el virus pestí-
ción antecedente á s u acto respectivo, conforme á lo espucsto fero cuanto aleve de semejante absurda doctrina, declara
en la 1," Parte (C. 82, a. 2, al 3.°); y puede consultarse tam- esplícitamenle anatematizada (sess. (i, can. 2) la de q u e « la
bién no sin fruto en la 2. -2 «! la C. ü", a. 1 , al 2.°, y C. 88,
l,
» gracia de Jesucristo se nos da únicamente, para que poda-
a. 1, principalmente para desenmascarar el fementido error » mos con más facilidad vivir rectamente y conseguirla eterna
del jansenismo, que pretende cohonestar atribuyendo á Santo » vida, lo cual sin embargo podríamos lograr por solo nuestro
Tomás la eselusion únicamente de la coacción sin la de nece- » libre albedrío y sin la gracia, aunque no tan fácilmente»:
sidad en la libertad de acción indispensable para el verdadero en esto precisamente está cifrada la insigne malignidad del
mérito. herético sistema del pelagianismo, cuya directa y concluyenle
(2) Tal es en el fondo la base fundamental do la herejía de refutación es la tesis de este artículo 2.°.
Pelagio, cuyas innumerables secuelas lomó á su cargo Celes -
- 833 CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULO I I .

g r a c i a m e r e c e r l a v i d a e t e r l a n d ai v :i n pi d ao d r áq a ul g o e , q u e e s c e d a l a p r o -
el hombre merece de Dios aquello, á lo porción dé la virtud que es el principio
que ha sido ordenado por la divinidad, del acto; puesto que por institución de
s e g ú n l o d i c h o ( a . 1); y e l h o m b r e s e l a d i v i n a P r o v i d e n c i a n a d a o b r a m á s a l l á
o r d e n a s e g ú n s u n a t u r a l e z a ál a b i e n a v e n - d e s u v i r t u d : y , s i e n d o l a v i d a e t e r n a
t u r a n z a c o m o á s u fin, p o r l o q u e tam- cierto bien, que escede la proporción de
" b i e n n a t u r a l m e n t e a p e t e l ac ne as t ue r a r l b e z i a e c r n e a a d a v , e p o n r q - u e también
t u r a d o . L u e g o e l h o m b r e p o r s u s m e d i o s e s c e d e s u c o n o c i m i e n t o y deseo , s e
naturales puede sin la gracia merecer l a a q u e l l o ( i C o r . 2 , 9 ) , ojo no vio, ni
b i e n a v e n t u r a n z a , q u e e s l a v i d a e t e r n a . oreja' oyó, ni en corazón de hombre su-
2.° U n a m i s m a o b r a c u a n t o e s bió... m e n d o e sa q u í e s q u e n i n g u n a n a t u r a l e z
obligatoria, tanto es más meritoria; y me- c reada es principio suficiente de acto
nos debido es el bien que se hace por el meritorio de la vida eterna, áno sobre-
que ha recibidomenores beneficios. Lue- añadírsele algún don sobrenatural, que se
go , p u e s e l q u e t i e n e s o l a m el n l t a e lm o a gs b r i a e c- i a . M a s , s i h a b l a
nes naturales,ha obtenido de Dios m e - bre en estado de pecado , añádese á lo
nores beneficios que el que ademas d e dicho una segunda razón por causa del
l o s n a t u r a l e s t i e n e o t r o s g r a t u i t o s ; p a r e - obstáculo del pecado : p u e s , s i e n d o e
ce que sus obras son ante Dios más me- cierta ofensa contra Dios, que priva de
r i t o r i a s : y p o r l o t a n t o , s i e l q u e t i el a n e v i d a e t e r n a , c o m o r e s u l t a d e l o e s -
l a g r a c i a p u e d e m e r e c e r d e a l g ú n m o d o p u e s t o ( C . 7 1 , a . 6; y C . 113, a . 2 ) ;
la vida eterna, mucho más el que no la nadie que se halle en estado de pecado
tiene. puede merecer la vida eterna, si antes
3.° L a m i s e r i c o r d i a y l a l i b e r a l n oi d s e a r d e d c eo n c i l i a c o n D i o s o b t e n i e n d o e l
Dios esceden infinitamente á la miseri- perdón, lo cual se hace mediante la gra-
cordia y liberalidad humanas. Pero u n c i a; p o r c u a n t o a lp e c a d o r n o s e l e d e b e
hombre puede merecer ante otro, aun- la vida, sino la muerte, según aquello
q u e j a m á s h a y a t e n i d o antes s (u Rg or ma . c 6, i 23a ). : los gajes del pecado son
L u e g o p a r e c e q u e m u c h o m á s e l h o m - la muerte.
bre sin la gracia puede merecer de Dios A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e D i
la vida eterna. o r d e n ó l a h u m a n a n a t u r a l e z a p a r a q u e
P o r e l c o n t r a r i o , d i c e e l A cp o n s ó i g a s e tl fin o dl e l a v i d a e t e r n a , n o p o r
( R o m . 6 , 23) : la gracia de Dios es vida s u p r o p i a v i r t u d , s i n o c o n e l a u x i l i o de
perdurable. la gracia; yde este modo su acto puede
Conclusión. El hombre no pudo por s e r m e r i t o r i o d e l a v i d a e t e r n a .
sus medios naturales merecer sin la gra- A l 2.° q u e e l h o m b r e s i n l a g r a c i a n o
cia la vida eterna [ 1 ] en el estado de ín- p u e d e p r o d u c i r u n a o b r a i g u a l á l a obra
tegra naturaleza, por ser tal la divina que procede de la gracia: porque, cuanto
preordinacion; ni lo puede [2] en su es- m á s p e r f e c t o e s e l p r i n c i p i o d e l a a c c i ó n ,
tado de naturaleza degradada sin su t a n t o e s t a e s m á s p e r f e c t a ; y l a r a z ó n de
previa reconciliación con Dios. la objeción tendría valor, supuesta la
Responderemos, q u e s e p u e d e c o i n g u s a l id a -d d e l a o p e r a c i ó n e n u n o y o t r o
derar al hombre sin la gracia en dos es- caso.
t a d o s , c o m o y a s e h a d i c h o ( C . 109,A a l . 3.° 2): q u e e n c u a n t o á l a p r i m e r a r a -
u n o de. naturaleza íntegra, c u a l l z ó en t a d uu c i dv a , , o s e r e f i e r e d e d i v e r s o m o d o
A d á n antes d e l p e c a d o ; y o á t D r i o s o . ye l a de l h la
ombre: porque el hom-
naturaleza corrompida, c o m o s e h b r ea r le c i lb e ad e D i o s t o d a l a v i r t u d p a r a
e n n o s o t r o s antes d e l a r e p a r a c i h óa nc d e er l e a l b i e n , m a s n o d e l h o m b r e ; y
g r a c i a . S i p u e s h a b l a m o s d e l h op o m r b l or et a en nto este no puede merecer de
.cuanto al primer estado, no puede el D i o s c o s a a l g u n a sino por el don del
hombre merecer sin la gracia por sus m i s m o : l o c u a l e s p r e s a s e ñ a l a d a
fuerzas naturales la vida eterna p o r u n e a l A p ó s t o l d i c i e n d o ( R o m . 1 1
razón, y es que el mérito del h o m b r e ¿quién le dio ,á él primero, para que
depende de la preordenacion divina: M a s le sea recompensado ? P e r o d e l h o m b
e l acto d e c u a l q u i e r ser no s e op u re d ed ea l g n u i a e pn m o e r r e c e r , a n t e s q u e h a y a
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S II Y III.
833
recibido de él, por lo que recibió de Dios. Por el contrario : l o q u e s e d a s e g ú n
En cuanto ála segunda razón, tomada el justo juic io parece s er la recom pe ns a
del obstáculo del pecado, es semejante condigna. Es así que la vida eterna s e d a
r e s p e c t o d e lb o m b r e y d e D i o s; p p oo r r D qi o u s e c o n forme al j uicio de just ic ia ,
aun el hombre no puede merecer de otro s e g ú ne s t a sp a l a b r a s (n T i m . 4,8): por
á quien ofendió primero, si no se reconci- lo demás me está reservada la corona de
lia con él dándole satisfacción. justicia, que el Señor justo Juez me
dará en aquel dia. L u e g o e l h o m b r
rece la vida eterna por condigno.
ARTÍCULO I I I . — ¿ E I hombre consti-
Conclusión. En la obra meritoria del
tuido en estado de gracia puede merecer la
hombre [ 1 ] considerada en su sustancia,
vida eterna de condigno ? (1)
como procedente del libre albedrío, no
hay condignidad con su retribución de
1.° P a r e c e q u e e l h o m b lar vida e c eterna,
o n s yt sii solo t u congruidad
i d o ó
e n g r a c i a n o p u e d e m e r e c e r l a v i d a e t e r - cierta proporcionalidad; mas [2] por su
n a p o r c o n d i g n o : p o r q u e d i c e e procedencia l A p ó s t o dpl la gracia del Espíritu
( R o m . 8, 18), no son de comparar losSanto merece de condigno la vida eterna.
trabajos de este tiempo con la gloria ve- Responderemos, q u e l a o b r a m e r i t o -
nidera , que se manifestará en nosotros. r i a d e l h o m b r e p u e d e c o n s i d e r a r s e d e d o s
P e ro entre otr a s obras meritorias parecen m o d o s :s e g ú nq u er e s p e c t i
s e rlo principal m ente los sufrimien tos de cede del libre albedrío ó de la gracia del
l o s santos. Lue g o ningunas obras de los Espíritu Santo. S i s e c o n s i d e r a según
h o mbres son m e ritorias de la vida eterna sustancia de la obra y como procedente
d e condigno. del libre albedrío, en este concepto no
2.° S o b r e a e l q u l o (haber
puede . 6, 23), álacausa
R eno ellam condignidad
gracia de Dios es vida perdurable, d i c e de la inmensa desigualdad (2), pero sí
la Glosa (ord. August. lib. De grat. et hay congruidad por cierta igualdad pro-
l i b . a r b . . c . 9): « p u d i e r a d e c i r s e r e c porcional;
t a - p u e sp a r e c ec o n g r u e n t e
J m e n t e , < r e s t i p e n d i o d e j u s t io b c r a i n da eo s e l l ah vo m i b r d e a s e g ú n s u v i r t u d , s e a
» e t e r n a » ; p e r o q u i s o m e j o r d e c i r , r gra- ecompensado por Dios según la escelen-
» cia de Dios es la vida perdurable», c i a d e s u v i r t u d . M a s , s i h a b l a m o s d e la
p a r a « q u e e n t e n d i é s e m o s q u e D i o s n o s obra meritoria, en cuanto procede de la
» conduce ála vida eterna, no por n u e s - gracia del Espíritu Santo, entonces es
» t r o s m é r i t o s , s i n o p o r s u m i s e r i c o r d i a » . merecedora de la vida eterna de con-
M a s l o q u e a l g u i e n m e r e c e p o r c o n d i g n o , digno (3), p u e s t o q u e a s í e l v a l o r d
no lo recibe por misericordia sino por mérito se estima según, la virtud del Es-
mérito. Luego parece que el hombre no píritu Santo, que nos conduce ála vida
puede por la gracia merecer de condigno e t e r n a , s e g ú n a q u e l
la vida eterna. se hará en él una fuente de agua, que sal-
3.° A q u e l m é r i t o p a r e tará c e hasta s e la r c vida o n eterna d i ;g g n r ao d, u á n d o s e
que se iguala ála recompensa; y nin- t a m b i é n e l p r e c i o d e l a obra según la dig-
gún acto de la presente vida puede igua- n i d a d d e l a g r a c i a , p o r la que el hombre
larse ála vida eterna, que escede á nues- h e c h o c o n s o r t e d e l a d i v ina naturaleza es
t r oc o n o c i m i e n t o y d e s e o;y é s c e d e a s i - a d o p t a d o c o m o h i j o d e D ios, áquien se
mismo ála caridad ódilección de viador, d e b e l a h e r e n c i a p o r e l derecho mismo
como también escede á la naturaleza. d e l a a d o p c i ó n , s e g ú n a q u e l l o
L u e g o e l h o m b r e n o p u e d e p o r l a g r a c i a 17): si hijos, también herederos.
merecer la vida eterna de condigno. A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e e l A p ó s
(II Véase la nota 1, pág. 830. Según Lutero « no hay mé- que posteriormente lo hiciera el Tridentino (nota l ) los con-
n rilo alguno del hombre para conseguir la gloria, ni debe cilios de Florencia bajo el pontificado y autoridad de Euge-
» cifrarse en nuestras buenas obras confianza do lograrla por nio IV, de Letran en tiempo de Inocencio III y-de Orange
» ningún concepto» : doctrina condenada espresamente por el (can. 18) bajo el Papa León, apoyándose todos y la interpre-
Concilio Tridentino (sess. 6, cap. Hi, y can. 32) y anticipada- tación hoy cifrada bajo la fórmula de condigno en los testimo-
mente rebatida aquí. nios contestes de San Juan Crisóslomo (Hom. 10, ad Hebr. 10,
(2) Entre la obra misma y la recompensa ó retribución á 35), Teodoreto (com. ad ilebr. O, 10) y el V. Beda fundado á su
ella asignada. vez en San Agustín.
(3) Asi lo habían ya declarado casi con la misma esplicitud
SUMA TEOIÓGICA.—TOMO 11. 53
834 CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S III Y IV.

tol habla de los sufrimientos de los santos son más principalmente que la caridad
según la sustancia de aquellos. principio de merecer.
A l 2.° q u e l a s p a l a b r a s d e a q u Por e l l ela contrario, d i c e e l S e ñ o r ( J o
G l o s a d e b e n e n t e n d e r s e e n c u a n t o á l a 1 4 , 2 1 ) : el que me ama, será amado de
p r i m e r a c a u s a d e l l e g a r á l a v i d a e t e r n a , mi Padre ; y yo le amaré y le manifes-
q u e e s l a m i s e r i c o r d i a d e D i o taré s : m á a mís mismo. E s a s í q u e l a v i d
nuestro mérito es la causa subsiguiente. eterna consiste en el conocimiento mani-
A l 3.° q u e l a g r a c i a d e l E s p í r i t f u Si ae n s - t o d e D i o s , s e g ú n a q u e l l o ( J o a n n
t o , q u e p o s e e m o s e n e s t a v i d a , a u n q u e 3 ) : esta es la vida eterna, que te conoz-
n o s e a i g u a l á l a g l o r i a e n a c t o , e s s i n can á tí solo Dios verdadero y vivo.
embargo igual virtualmente; como la se- Luego el mérito de la vida eterna reside
milla del árbol, en la cual se contiene sobre todo éíntimamente en la caridad.
virtualmente todo el árbol. Asimismo Conclusión. La principalidad del mé-
p u e s e l E s p í r i t u S a n t o , q u e h a b i t a e n e l rito consiste ante todo en la caridad, ya
h o m b r e p o r l a g r a c i a , e s c a u s a s u f i c i e n t e se considere el acto meritorio como de-
d e l a v i d a e t e r n a ; p o r l o c u a l s e d i c e pendiente de la divina ordenación ó del
q u e e s l a p r e n d a d e n u e s t r a h e r e n c i a ( n libre albedrío.
C o r . 1, 22). Responderemos q u e , s e g ú n s e d e d u c e
d e l o y a e s p u e s t o ( a . 1), e l a c t o h u m a n o
ARTÍCULO I V . — ¿ i - a gracia e s ei prin- tiene razón de merecer de dos orígenes:
cipio del mérito m á s principalmente por la 1.° y p r i n c i p a l m e n t e de la divina orde-
caridad que por l a s otras virtudes ? (1) nación, b a j o c u y o a s p e c t o s e d i c e
a c t o m e r i t o r i o d e a q u e l b i e n , al q
1.° P a r e c e q u e l a g r a c i a n o e s e l p r oi nr - d e n a d o e l h o m b r e p o r l a d i v i n i d a
c i p i o d e l m é r i t o m á s p r i n c i p a l m e n t e p o r 2.° de -parte del libre albedrío, s e g ú n e l
la caridad que por las otras virtudes: cual el hombre tiene sobre las demás cria-
porque la recompensa se debe á la obra turas la preferencia de obrar por sí mis-
s e g ú n a q u e l l o ( M ma ot y tv oh l . u 2 0n, t8 ) a : i llama ' i a m e n t e . En am
á los trabajadores, y págales su jornal ceptos la principalidad del mérito consis-
(mercedem). P e r oc a d a v i r s tep en r i lan caridad;
t u de c i - p o r q u ep r i m e r a m e
pio de alguna obra, puesto que la d e b e
virtud c o n s i d e r a r s e q u e la vida eterna con-
es un hábito operativo, como se h s i s
a de- t e e n l a f r u i c i ó n ( 2 ) d e D i o s; y e l
m o s t r a d o ( C . 5 5 , a . 2). L o m t o v oi m id e n a t vo i rd e l- a l m a h u m a n a
u e g ála frui-
tud es igualm ente principio de me c i ó n
recer. d e l d i v i n o b i e n e s e l a c t o p ropio de
2.° D i c e e lA p ó s t o l l a
o r . 3, 8), c ( iC a r i d a d , p o r e l q u e t o d o s l o s actos de
cada uno recibirá su propio galardón
l a s o t r a s v i r t u d e s s e o r d e n a n á e s t e fin,
según que los actos de estas son impera-
según su trabajo; y l a c a r i d a d m á s d i s -
dos por la caridad. De aquí es que el
minuye el trabajo que lo aumenta, por- mérito pertenece primeramente á la ca-
q u e s e g ú n S a n A g u s t í n ( l i b . D e v e r b i s ridad, y secundariamente álas otras vir-
D o m . S e r m . 9 , c . 3 ; y S e r m t . u 49 d e s , D s ee g ú n q u e l o s a c t o s d e e s t a s s o n
temp.) « el amor hace fáciles ycasi nulas i m p e r a d o s p o r a q u e l l a . A s i m i s m o e s e v i -
» l a s c o s a s p e n o s a s y c r u e l e s » : l du e e n t g e o t l a am b i é n q u e l o q u e h a c e m o s - p o r
caridad no es más principalmente que amor lo hacemos con la mayor volunta-
otra virtud principio de merecer. r i e d a d ; y p o r l o t a n t o t a m b i é n según q
3.° A q u e l l a v i r t u d , c u y o s a c t p oa sr s a o lan er na z ó n d e m é r i t o s e r e q u i e r e q u e
más alto grado meritorios, parece ser el sea voluntario, se atribuye principal-
más principal principio de merecer; y en mente el mérito ála caridad.
más alto grado parecen ser meritorios los
actos de la fe yla paciencia óla fortale- A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s , q u e
za, como es patente en los mártires, que ridad, en cuanto tiene por objeto el úl-
p e l e a r o n p o r l a f e c o n p a c i e n c i a y v i g o r t i m o fin, m u e v e las otras virtudes á
h a s t a , l a m u e r t e . L u e g o o t r a s v i r t u d e s o b r a r ; p u e s s i e m p r e e l h á b i t o , á que p e r -
(1) Debe recordarse aquí lo establecido en el a. 3 de la (2) Entiéndase en general y como comprensiva de la visión
C. 110, haciendo distinción entre la gracia y la caridad y de- beatífica de la divina esencia.
más virtudes. /
CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULOS IV Y V. 835

t e n e c e e l fin, i m p e r a á l o s h á b i t o s , á q u e p u e d e m e r e c e r d e D i o s p o r l a s o b r a s s u b -
p e r t e n e c e n l o s m e d i o s c o n d u c e n t e s a l fin, s i g u i e n t e s l a p r i m e r a g r a c i a y a r e c i b i d a .
como queda patentizado por lo ya es- Por e l contrario: r e p u g n a l a r a z ó n
p u e s t o ( C . 9 , a . 1). de gracia á la de recompensa de las
A l ,2." q u e u n a o b r a p u e d e s e r l a bo o b - r a s , s e g ú n e s t a s p a l a b r a s ( E
r i o s a y d i f í c i l d e d o s m o d o s : 1.° p o r al l a que obra no se le computa el jornal
grandeza de la obra, y así la g r a n d e z a por gracia sino por deuda. P e r o e l h o m -
del trabajo pertenece al aumento del mé- bre merece aquello, que lé es imputado
r i t o ; y l a c a r i d a d b a j o e s t e a s p e c á t t o í n t uo l o d e d e u d a c o m o r e c o m p e n s a de
disminuye el trabajo, antes bien hace sus obras. Luego el hombre no puede
a c o m e t e r o b r a s m a y o r e s : «p o r q u e , cuan- merecer la primera gracia.
» do existe, obra grandes cosas », como Conclusion. Nadie puede merecer pa-
d i c e S a n G r e g o r i o ( H o m . 30 i n E vra a sín la g . primera
) ; gracia ni por obras an-
2° p o r d e f e c t o d e l a g e n t e m i s m o tecedentes , p o r q u nie por las subsecuentes.
á cada cual es penoso ydifícil lo que no Responderemos, q u e e l d o n d e l a g r a -
hace con pronta voluntad; y tal trabajo c i a p u e d e s e rc o n s i d e r a d o d e d o s m o d o
disminuye el mérito, ylo hace d e s a p a r e - 1.° s e g ú n l a r a z ó n d e d o n g r a t u i t o , y e n
cer la caridad. este sentido es evidente que todo mérito
A l 3.° q u e e l a c t o d e l a f e n o e s m e r i - r e p u g n a á l a g r a c i a ; p o r q u e , c o m o d i c e
t o r i o , s i l a f e n o o b r a p o r a m o r , c o m o s e e l A p ó s t o l ( R o m . 11, 6 ) , mas si por
d i c e ( G a l a t . 5) ; y a n á l o g a m gracia, e n t e e yal a no c t eso por las obras ; 2." s e -
de la paciencia yfortaleza no es merito- gún la naturaleza de la misma cosa que
rio, sino para el que obra en ello por ca- se da, ytampoco así puede corresponder
r i d a d , s e g ú n a q u e l l o a ( l mi é Cr i t oo d r e l . q 13, u e n3o ) :t i sie n e l a g r a c i a , y a
entregare mi cuerpo para que arda, y no p o r q u e e s c e d e l a p r o p o r c i ó n d e l a n a t u -
tuviere caridad ; nada me aprovecha. r a l e z a , y a t a m b i é n p o r q u e antes d e l a
gracia en estado de pecado el hombre
A R T Í C U L O V . — ¿ P u e d o el hombre
t i e n e u n o b s t á c u l o p a r a m e r e c e r l a gra-
m e r e c e r para sí la primera gracia ? (1)
c i a , q u e e s e l p e c a d o m i s m o : m a s , des-
pués que uno tiene ya la gracia, esta
1.° P a r e c e q u e e l h o m b r e p u e g r d a ce i m a ye a - p o s e i d a n o p u e d e c o r r e s p o n d e r
r e c e r p a r a s í l a p r i m e r a g r a c i a a : pl mo ré q r u i e t , o ; p o r q u e l a r e c o m p e n s
c o m o d i c e S a n A g u s t í n ( i n p r a s f . P t s é .r 31), m i n o d e l a o b r a , y l a g r a c i a e s en
« la fe merece la justificación ». El hom- n o s o t ros el principio de toda obra bue-
bre es justificado por la primera gracia. n a , c o m o s e h a d i c h o ( C . 109) : y p o r
Luego el hombre puede merecer para sí o t r a p arte, si alguno merece otro don
la primera gracia. g r a t u i to por virtud de la gracia- prece-
2.° D i o s n o d a l a g r a c i a s i n o á l o s d e n t e , ya no será la primera gracia.
d i g n o s ; m a s n o s e d i c e a l g u n o d i g n o d e g o e s e v i d e n t e q u e ningun
L u e
merecer para sí la primera gracia.
algún bien, sino quien lo ha merecido de
c o n d i g n o . L u e g o a l g u n o p u e d e m e r e c e r A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s q u e , s e g
de condigno la primera gracia. d i c e S a n A g u s t í n ( R e t r a c t . 1. 1
3.° E n t r e l o s h o m b r e s p u e d é e l am i ls m go u f un e o a l g u n a v e z e n g a ñ a d o , c r e -
m e r e c e r u n d o n y a r e c i b i d o ,c o m o e l - q u e y e n d o q u e e l p r i n c i p i o d e l a f e v i e n e d e
ha recibido del dueño un caballo lo me- nosotros, pero la consumación nos es da-
r e c e h a c i e n d o b u e n u s o d e é l e n s e r v i c i o d a p o rD i o s ; d e l o q u ea l l í m i s m o s e r e -
d e s u d u e ñ o . S i e n d o p u e s D i o s m á s l i b e - t r a c t a : y á e s t a i n t e l i g e n c i a (2) p a r e c e
ral que el hombre, mucho más el hombre referirse eso de que la fe merece la jus-

(l) Hé aquí otro de los errores fundamentales de la com- » sumacion sea de Dios ». Bien se ve aquí radicalmente pul-
pleja herejía de Pelagio, anatematizado directa y esplicita- verizada tan soberbia é insensata pretensión. En cuanto á la
mente por ¿1 concilio de Grange (can. 22) y más terminante- significación de las palabras primera gracia véase lo dicho en
mente aún por el deTrento, que espone con. toda:claridad la' la nota 2, pág. 789.
doctrina-verdaderamente católica, valiéndose alefecto de p a - (2) Errónea, según él mismo declara y reconoce; aparte de
labras testuales de San :Páblo (sess: 6, cap. 8), y reducido á que' que, según observa Nicolai, en ninguno de sus numerosos
(según aquel famoso haresiarca) « el principio^ ó: incoación de ' escritos y menos eu elque se cita en la objeción 1. se halla a

» toda obra buena está de nuestra parte, aun cuando su' con- literalmente" lo que se le atribuye como dicho" testualmente.
836 CUESTIÓN CXIV. — A R T Í C U L O S V Y VI.

tificacion. P e r o si suponemos, como ver" que seáis salvos. P o r consiguiente, pues-


dad que es de fe ( 1 ) , que la incoación to que la salvación del hombre no puede
(initium) de la fe se halla en nosotros verificarse sino por la gracia, parece que
procedente de D i o s ; y a así aun el acto un hombre puede merecer para otro la
mismo es consiguiente á la primera gra- primera gracia.
cia , y no puede por lo tanto ser meritorio 3.° Se dice (Luc. 16, 9 ) : granjeaos
de la primera gracia. P o r la fe pues el amigos de las riquezas de iniquidad ; pa-
hombre es justificado, no porque cre- ra que, cuando falleciereis, os reciban en
yendo merezca la justificación, sino por- las eternas moradas.. P e r o nadie es reci-
que al ser justificado cree; puesto que el bido en los tabernáculos eternos sino por
movimiento de la fe se requiere para la la gracia, por la cual solo merece uno la
justificación del impío, como ya se ha vida eterna, como se ha dicho (a. 2 , y
dicho ( C . 1 1 3 , a. 4 ) . C. 1 0 9 , a . 5 ) . L u e g o un hombre puede me-
A l 2.° que Dios no da la gracia sino á reciendo adquirir para otro la primera
los dignos ; no empero de modo que fue- gracia.
ran antes dignos, sino por cuanto él mis- Por el contrario, se dice (Jerem. 1 5 , 1 ) :
m o , que solo puede hacer limpio al que de aunque Moisés y Samuel se me pusiesen
inmunda simiente fue concebido ( J o b , delante, no es mi alma para con este
14, 4 ) , los hace dignos por la gracia. pueblo; y sin embargo ellos fueron los
A l 3.° que toda obra buena del hom- que en mayor grado merecieron ante
bre procede de la primera gracia como D i o s . L u e g o parece que ningún hombre
de su principio, y no de cualquier don puede merecer para otro la primera
humano ; y por tanto no hay paridad de gracia.
razón entre el don de la gracia y el de Conclusión. Nadie, sino solo Cris-
los hombres. to [1], puede merecer de condigno la pri-
mera gracia para otro; mas [2] con mé-
ARTÍCULO V I . — P u e d e u n hombre me- rito de congruo puede alguno merecérse-
recer para otro la primera gracia ? (2; la, si bien á veces la frustra el obstáculo
del mismo en cuyo favor la implora el
1.° Parece que el hombre puede me- justo.
recer para otro la primera gracia : por- Responderemos que, como claramente
qué sobre aquellas palabras (Matth. 9), se infiere de lo dicho (a. 1 y 4 ) , nuestras
viendo Jesús la fe de aquellos..., dice la obras tienen razón de mérito por dos
Glosa (ordin.) (3) : « c u á n t o vale ante conceptos : 1.° por la virtud de la moción
j> Dios la propia f e , cerca del cual valió divina, y así alguno merece por condig-
» l a ajena hasta el punto de que interior n o ; 2.° según que proceden del libre al-
» y esteriormente sanase al hombre». bedrío, en cuanto hacemos algo volunta-
P e r o la curación interior del hombre se riamente , y en tal concepto el mérito es
obra por la primera gracia. L u e g o el de congruo ; porque es congruente que,
hombre puede merecer para otro la pri- haciendo el hombre buen uso de su vir-
mera gracia. tud, D i o s obre más escelentemente según
2.° L a s oraciones de los justos no son su preeminente poder. E s t o hace evidente
vanas, sino eficaces, según aquello ( J a c . que nadie puede merecer de condigno
5, 1 6 ) , vale mucho la oración perseve- para otro la primera gracia, sino solo
rante del justo, habiendo antes dicho Cristo ; porque cada uno de nosotros es
(ibid.), orad los unos por los otros, para movido por Dios mediante el don de su
(I j Sicnt fidei neritas habel, dice el testo aun en los manus- alguna de las formas, que se espondrán al tratar de este Sa-
critos : las ediciones de Douai y Colonia ponen rci neritas (como cramento; porque eso sería suponer ó afirmar que Dios con-
es realmente lo ciertoj, si bien esta última solo anotándolo al fiere dicha gracia, contrariando la ley ú orden ai efecto prees-
margen y conservando en el cuerpo del testo la misma redac. tablecida por él mismo, solo á instancias ó ruegos de alguno
cion fidei en conformidad con las demás.y cual lo traducimos- de sus amigos ó predilectos servidores, lo cual repugna á su
(2) La respuesta va consignada bien sencilla y categórica- sabiduría y providencia.
mente en la Conclusión. Advierle.no obstante Silvio, y no sin (3) Más amplia y esplícitamenle .Raban , de quien fue to-
razón ni oportunidad, que no pueden los justos merecer aun mada la tal glosa,.habiéndola él á.su vez compilado de San
de congruo simplemente ni el que los adultos reciban la pri- Ambrosio (sup. Luc. c. 5|eu parte, y en parte:dcl Crisóstomó,
mera gracia justificante sin disposición alguna personal, de citado espresamente por él-mismo, ó acaso más exactamente
la que se les supone capaces, ni.que los párvulos, ó niños án- del Crisólogo (se¡tn. 50).• ' •
• es del uso de su razón sean justificados sin el Bautismo bajo
CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULOS VI Y V I I . 837

gracia, para que llegue á la vida eterna, congruo por otras buenas obras ; ó tam-
y por lo tanto el mérito de condigno no bién materialmente hablando, porque por
se estieude mas allá de esta moción. P e - las mismas obras de misericordia, que
ro el alma de Cristo fue movida por Dios alguno ejerce en favor de los pobres,
con la gracia, no solamente para que él merece ser recibido en los tabernáculos
mismo llegase á la gloria de la vida eter- eternos.
n a , sino también para que condujese á
otros á ella, en cuanto es la cabeza de ARTÍCULO V I I . — ¿ P u e d e e i nombre
la Iglesia y autor de la salvación h u - m e r e c e r f i a r a sí l a reparación d e s p u é s de la
mana, según aquello (Hebr. 2 , 10), ha- c a l d a ? (3)
biendo llevado muchos hijos á la gloria,
que el autor de la salud [Y]... Ahora, por 1.° Parece que alguien puede merecer
mérito de congruo puede alguno merecer para sí la reparación después de la caida;
para otro la primera gracia; porque, porque lo que justamente se pide á D i o s ,
como el hombre constituido en gracia parece que el hombre puede merecerlo;
cumple la voluntad de D i o s , congruo es y nada más justo se pide á D i o s , como
que en proporción de su amistad cumpla dice San Agustín (implic. enarrat. 1 super
Dios la voluntad del hombre acerca de hasc verba P s a l m . ) , que el ser reparado
la salvación de otro, aunque algunas ve- después de la caida, según aquello ( P s .
ces pueda haber obstáculo por parte de 7 0 , 9 ) , cuando me faltare mi fuerza, no
aquel, cuya justificación desea algún me desampares, Señor. L u e g o el hombre
santo : y en este caso es aplicable lo di- puede merecer la reparación después de
cho en el pasaje de Jeremías. su caida.
A l argumento 1.° diremos que la fe de 2.° Mucho más aprovechan al hombre
otros vale á uno para su salvación con sus obras que á otro. Siendo así pues que
mérito de congruo, no con el de con- el hombre puede merecer de algún modo
digno. para otro la reparación después de la
A l 2.° que la impetración ( 2 ) de la caida, como también la primera gracia;
oración se apoya en la misericordia, y el mucho más puede merecer para sí la re-
mérito de condigno en la justicia; por lo paración después de la caida.
que orando consigue el hombre muchas 3.° E l hombre, que alguna v e z estuvo
(mercedes) de la divina misericordia, que en gracia, por las buenas obras que hizo
no merece sin embargo según la justicia, mereció para sí la vida eterna, como se
como se dice ( D a n i e l , 9 , 1 8 ) : pues no deduce de lo espuesto (a. 2 , y C . 1 0 9 ,
presentamos postrados nuestros ruegos a. 5 ) . P e r o no puede uno conseguir la
delante de tí por justificaciones nues- vida eterna, si no es restaurado por la
tras, sino por tus muchas misericordias. gracia. L u e g o parece que el hombre pue-
A l 3.° que los pobres que reciben la de merecer para sí la reparación por la
limosna se dicen recibir á otros en los t a - gracia.
bernáculos eternos, y a impetrándoles su Por el contrario, se dice ( E z e c h . 18,
perdón orando, y a mereciéndosele de 2 4 ) : si el justo se desviare de su justicia
(1) Las primeras palabras se refieren, á Dios Padre y las úl- á contar como asegurada la perseverancia final y consiguien-
timas al Hijo humanado y constituido en Autor de salud,... temente el don de la predestinación. Tal ha sido la pretensión
según los adjuntos del testo. de algunos sectarios del predestinacianismo, que más ó menos
(2) Eficacia ó efecto realmente obtenido, como el de Santa embozadamente enseñaban que les predestinados y solo ellos
Ménica á favor de su hijo San Agustín, cuya conversión con- conservaban siempre la gracia una vez recibida ó al menos el
siguió de hecho con sus fervientes é incesantes lágrimas, en derecho y la seguridad de su indefectible reposición en ella,
virtud ademas de la correspondencia ó cooperación por parte y que así estaba obligado á creerlo todo hombre justificado,
del agraciado, según la Iglesia indica en la cracion del Oficio con otra multitud de errores tan perniciosos como contrarios
ó rezo de la Octava del Santo Doctor. al dogma católico, cuya auténtica esposicion puede verse por
(3) Lo que aquí se discute no es, como á primera vista pu- estenso y detalladamente en las actas ó historia del Concilio
diera alguno imaginarse, si puede ó no el hombre sumido en de Tren lo (sess. 6 , cap. 12), y en lo que más hace al actual
pecado original ó mortal después del Bautismo merecer por propósito estractada con el solemne carácter de definición
sí mismo la reconciliación con Dios por, medio de la gracia dogmática en los dos anatematismos siguientes: l." {can. 15)
justificante y el adjunto perdón de sus culpas, lo cual ha sido « si alguien dijere que el hombre regenerado y justificado
el asunto del a. 5.° de esta misma Cuestión; sino que el sen. » está en el deber de creer como de fe que seguramente es del
tido del epígrafe es proponer, si en cstadode justicia ó gracia » número de los predestinados, sea anatema»; y (can. 17) «si
puede el hombre merecer ser devuelto á ella en el caso de » dijere alguno que la gracia de la justificación tan solo á los
perderla por ol pecado posterior, ó sea, el don de la penitencia » predestinados aprovecha para la vida eterna, sea anatema».
y perdón de BUS futuras culpas mortales, lo que equivaldría
838 CUESTIÓN C X I V . — ARTÍCULOS VII Y V I H .

é hiciere maldad no se hará memoria seo, por el que uno aspira á la repara-
de ninguna de las obras justas, que habia ción después de la caida, se dice j u s t o ,
hecho. L u e g o nada le valdrán los méri- como justa también la oración, por la cual
tos precedentes para levantarse ; ni por pide esta misma reparación, por cuanto
cousiguiente puede alguno merecer para tiende á la justicia ; mas no porque se
sí la reparación después de una caida fu- apoya en la justicia á modo de mérito,
tura. sino solo de la misericordia ( 3 ) .
Conclusión. Nadie puede merecer para A l 2.° que alguno puede merecer para
sí anticipadamente la reparación poste- otro por congruo la primera gracia ; su-
rior de su futura caida, ni aun con mé- puesto que no hay allí al menos por parte
rito de congruo. del que merece el obstáculo que se en-
Responderemos, que nadie puede me- cuentra , cuando uno después del mérito
recer para sí la reparación después de de la gracia se aparta de la justicia.
una caida futura, ni por mérito de con- A l 3.° que algunos dijeron que nadie
digno ni de congruo. N o con mérito de merece en absoluto la vida eterna sino
condigno, por cuanto la razón de este por el acto de la gracia final, y sí sola-
depende esencialmente de la moción de mente bajo la condición de perseverar.
la divina gracia, moción que se inter- P e r o esto no es conforme á r a z ó n , por-
rumpe por el pecado siguiente; de modo que algunas veces el acto de la última
que todos los beneficios que después re- gracia no es más meritorio, sino menos
cibe uno de D i o s , por los cuales se reha- que los actos precedentes á causa de la
b i l i t a , no son objeto del mérito, pues la opresión de la enfermedad ( 4 ) . D e b e
moción de la gracia anterior no se es- pues decirse que todo acto de caridad
tiende hasta e s t o : y , como el mérito de merece en absoluto la vida eterna; mas
congruo, por el que alguno merece para por el pecado siguiente se interpone obs-
otro la primera gracia, no puede produ- táculo al mérito p r e c e d e n t e p a r a que
cir su efecto mediando obstáculo del pe- no produzca su efecto; así como también
cado de a q u e l , para quien otro merece; las causas naturales faltan en sus efectos
mucho más impide la eficacia de tal m é - por algún impedimento que sobrevenga.
rito el obstáculo, que h a y en el que me-
rece y en aquel para quien merece ( 1 ) ,
ARTÍCULO V I I I . — E I hombre pue-
porque en este caso el doble obstáculo
de merecer aumento de gracia y de cari-
concurre en una sola persona : y por
dad? (5)
tanto de ningún modo puede alguno me-
recer para sí la reparación para después
1.° Parece que el hombre no puede
de su caida (2).
merecer aumento de gracia ó caridad :
A l argumento 1.° diremos, que el de- porque, cuando alguno ha recibido el pre-

(1) Que en el presente caso es un mismo sujeto. Esta misma « defección» : lo cual, como se ve, ni siquiera alude en reali-
opinión siguen y sostienen comunísimamente los teólogos con dad al mérito ni aun de congruo, como asimismo se desprende
Valencia, Medina, Conrado, Yv'iggers y casi todos con la com- también de los comentarios de Casiodoro sobre el propio lu-
pacta escuela de los tomistas. gar, que interpreta de las tribulaciones del pecador, bajo cuyo
(2) Nos permitimos ingerir intercalada la conjunción para peso agobiado suele á veces volver en sí para su corrección y
con el esclusivo objeto de aclarar algo más el verdadero sen- arrepentimiento.
tido de la tesis en conformidad con lo espuesto en-la nota 3, (4) La« congojas y debilidad ó postración ordinariamente
página S37, y según el que da al asunto la interpretación de anejos á los postreros momentos de los moribundos, que por
San Jerónimo, quien á propósitodel pasaje de Ezequiel aducido una parte no les permiten ejercer con la enérgica decisión que
en el argumento Por el contrario presenta la siguiente compa- en sana salud actos dispositivos á su reconciliación con Dios,
ración ó contraste : «asi como (dice) al justo antes pecador no y por otra el terror de la muerte ante la perspectiva de sus
» le gravan sus culpas precedentes, tampoco al pecador antes culpas unido á las sugestiones diabólicas y demás circunstan-
«justóle aprovechan sus anteriores justicias (obrasjustas he- cias concurrentes en tan tremendo trance contribuyen á des-
» chas en gracia] » ; de donde fácilmente se deduce que «ni el alentarlos y" disuadirles de convertirse y prepararse á bien
» que actualmente se halla en pecado puede merecer ser justi- morir, ó sea, á esforzarse para obtener la gracia final.
» licado de él por la primera gracia » que es lo demostrado en (5) Dogma de fe terminantemente definido por el Concilio
el a. 5), « ni en estado actual de gracia puede el hombre me- de Trento en el hecho de anatematizar (séss. 6, can. 14J á quie-
» recer para lo sucesivo la reposición en él para después de su nes con Meláncton y otros herejes digan ó «que la justicia
n futura caida por la culpa mortal » (objeto manifiesto del pre- » recibida no se conserva y también acrece ante Dios, por las
sente a. 7) según lo consignado. » buenas obras»,... ó o que el hombre justificado no merece
(3) Ni San Agustín dice allí espresamente nada más justo...; «verdaderamente aumento de gracia... y de gloria con s u 9
sino (expedit illis) «conviéneles conocer sus pecados, para que » buenas obras mediante la gracia de Dios y en virtud del mé-
» se confundan y desist n, y ya humillados busquen en su »rito de Jesucristo ».
n desaliento al iluminador de su ofuscación y reparador de su
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S VIII V IX. 839

mió que mereció, no le es debida otra la gracia ; y la moción de algún motor no


recompensa, como de algunos se dice solo se estiende al último término del
(Matth. 6 , 2 ) , recibieron su galardón. movimiento, sino también á todo el des-
Si pues alguno mereciese aumento de envolvimiento en el mismo. Siendo pues
caridad ó gracia, seguiríase que la gra- el término del movimiento de la gracia
cia aumentada no podría esperar otro la vida eterna, y consistiendo el curso
premio ulterior : lo cual es inconveniente. de este movimiento en el aumento de la
2.° N a d a obra más allá de su especie; caridad ó de la gracia según aquello
y el principio del mérito es la gracia ó ( P r o v . 4 , 1 8 ) , la senda de los justos
la caridad, como aparece de lo dicho (a. como esplendente luz va adelante y crece
2 y 4 ) . L u e g o ninguno puede merecer hasta el dia perfecto, que es el dia de la
mayor gracia ó caridad que la que tenga. gloria ; infiérese en consecuencia que el
3.° L o que es objeto del mérito meré- aumento de lá gracia cae bajo el mérito
celo el hombre por cualquier acto proce- de condigno.
dente, de la gracia ó la caridad. Si pues A l argumento 1.° diremos, que el pre-
el aumento de gracia ó caridad es objeto mio es el término del mérito; y en el
de mérito, parece que por todo acto in- movimiento hay dos términos, á saber,
formado de la caridad merece uno au- último y medio, que es á la Vez principio
mento d é l a caridad. M a s , puesto que lo y término, y tal término es la recom-
que el hombre merece lo obtiene de Dios pensa del aumento. M a s el galardón del
infaliblemente, á no ser que lo impida el favor humano es como último término
pecado siguiente, pues se dice ( n Tim. para los que cifran en esto el fin, por lo
1, 1 2 ) , sé á quien he creído, y estoy cual ninguna otra recompensa reciben.
cierto de que es poderoso para guardar A l 2.° que el aumento de, la gracia no
mi depósito; se deduciría de esto que por está sobre la virtud de la gracia preexis-
cada acto meritorio se aumentaría la gra- tente, aunque esté sobre la cantidad de
cia ó la caridad : lo cual parece inconve- la misma; á la manera que el árbol, aun-
niente, dado que algunas veces los actos que esceda en grandor á la semilla, no es
meritorios no son muy fervorosos, de ma- superior á la virtud de esta.
nera que basten para el aumento de la A l 3.° que por cualquier acto merito-
caridad. L u e g o el aumento de la caridad rio merece el hombre aumento de gracia,
no es objeto de mérito. como también la consumación de la gra-
Por el contrario, dice San Agustín cia, que es la vida eterna. P e r o , así como
(sup. Epist. Joann. implic. tract. 5) que la vida eterna no es dada inmediatamen-
« la caridad merece recibir aumento, para t e , sino á su tiempo ; del propio modo
» que aumentada merezca también su con- la gracia no se aumenta en el instante
»sumacion ». L u e g o el aumento de la sino en su oportunidad, es decir, cuando
caridad ó de la gracia cae bajo el mérito. alguno está suficientemente dispuesto al
Conclusion. El aumento de la gracia aumento de la gracia.
y caridad es objeto del mérito de con-
digno, como lo es su fin la eterna vida. A R T Í C U L O I X . — ¿Fucile merecer el
R e s p o n d e r e m o s , que según lo dicho hombre la perseverancia? (1)
(a. 6 y 7) cae bajo el mérito de condigno
aquello, á que se estiende la moción de 1.° Parece que alguno puede merecer

(I) Entiéndese aquí por perseverancia la continuación ó según la infalible promesa del Salvador 10, 22) : gui
{Malth.
permanencia constante y sin' interrupción en el estado- de persci'eravevit Joviniano enseñaba
usque in fincm, liic salvas cril.
gracia, en cuyo concepto es el principio y no el término del heréticamente que « el hombre una vez justificado por la gra-
curso ó desarrollo progresivo de la gracia misma, ó sea, su » cia no puede ya perderla» :.y contra este error se asienta
incesante producción y consiguiente conservación en el alma aquí directa y principalmente la doctrina contraria de la Igle-
del justo, viniendo á ser por lo mismo siempre ó tener en sí sia católica, cuya esplicacion más autorizada y minuciosa
el carácter de primera gracia; por cuya razón se halla en el puede verse en el cap. 13 de la sesión 0." del Concilio Triden-
caso ó relación que esta con respecto al mérito y en confor- tino y cánones 10 y 23, conexionada no poco con la espuesla
midad con lo demostrado acerca de ella (a. 5): á diferencia de en los artículos 8 y 9.de la C. 109, y más aún con la del 7.° de
la llamada perseverancia de gloria, que es la verdaderamente la presente bajo el punto de vista de los errores contrarios al
final propiamente dicha ó definitiva é inamisible, como con- dogma católico, y allí como aquí de nuevo confutados en lo
sumación de la gracia de viadores ó incoación ó garantía ya concerniente á la predestinación con especialidad; por lo que
segura de la-glorificación, á que da principio á la vez que recomendamos la lectura de la nota 3, pág. 837, á su epígrafe,
derecho indiscutible y por mérito de condigno ó de justicia que no hay necesidad de reproducir aquí.
840 CUESTIÓN CXIV. ARTÍCULOS IX V X.

la perseverancia : porque lo que el hom- de la conservación ó continua produc-


bre consigue pidiendo, puede merecerlo ción de la gracia.
en estado de gracia; y los hombres ob- Responderemos q u e , dotado el hom-
tienen de Dios la perseverancia implo- bre naturalmente de libre albedrío, flexi-
rándola, pues de otra manera sería inútil ble al bien y al m a l , puede uno obtener
que se pidiese á D i o s en las peticiones de D i o s la perseverancia en el bien de
de la oración dominical, como espone San dos modos : 1.° siendo determinado el
Agustín (lib. D e bono perseverantiíe, c. 2 libre albedrío al bien por la gracia con-
y 17). L u e g o la perseverancia puede ser sumada , lo cual tendrá lugar en la glo-
objeto del mérito del que tiene la gracia. ria ; 2.° por parte de la moción divina,
2.° M á s es no poder pecar que no pe- que inclina al hombre al bien hasta el fin.
car : y , puesto que el no poder pecar Mas según lo demostrado (a. 6 , 7 y 8 )
cae bajo el mérito, toda vez que alguno es objeto del mérito humano aquello, que
merece la vida eterna, que implica esen- se compara al movimiento del libre albe-
cialmente la impecabilidad ; con mayor drío dirigido por Dios que le mueve, como
razón puede alguno merecer el que no á su término ; no empero lo que con res-
p e q u e , lo cual es perseverar. pecto al predicho movimiento es como su
3.° E l aumento de la gracia es cosa principio : de donde se infiere que la
mayor que la perseverancia en la gracia perseverancia de la gloria, que es el
que uno tiene. E s así que el hombre término del supradicho movimiento, se
puede merecer el aumento de la gracia, comprende en el mérito ; pero no la per-
según se ha dicho (a. 8). L u e g o mucho severancia durante la vida, que es el
más puede merecer la perseverancia en principio de todo mérito. Dios otorga
la gracia que ya tiene. gratuitamente el bien de la perseveran-
cia á todo aquel á quien se lo da.
Por e l contrario : todo cuanto uno
merece lo obtiene de D i o s , á no ser im- A l argumento 1.° diremos, que orando
pedido por el pecado. P e r o muchos tie- conseguimos aun lo que no merecemos ;
nen obras meritorias y no consiguen la porque Dios oye también á los pecado-
perseverancia; sin que pueda decirse res, que le piden el perdón de sus peca-
que esto proviene del obstáculo del pe- d o s , que no merecen, como hace ver San
cado , puesto que esto mismo de pecar se Agustín sobre aquello ( J o a n n . 9 , 3 1 ) ,
opone á la perseverancia; de manera que, sabemos que Dios no oye á los pecadores,
si alguno mereciese la perseverancia, Dios (Tract. 44 in J o a n n ) ; pues de otra ma-
no le permitiría que cayese en pecado. nera en vano habría dicho el publicano,
L a perseverancia pues no es objeto del Dios, muéstrate propicio á mí pecador,
mérito (1). como se dice (Luc. 1 8 , 12) : y asimis-
Conclusión. La perseverancia de la mo pidiendo alguno el don de la perse-
gloria , que es el término final ó consu- verancia lo obtiene de D i o s para sí ó para
mación del movimiento de la gracia, es otros, aun c u a n d o n o sea objeto del m é -
objeto del mérito ; mas no lo es la per- rito (2).
severancia de viador , causa y principio A l 2. que la perseverancia que habrá
a

(1) En cuanto al mérito de condigno no cabe la menor duda frase del Santo Doctor por hacerle decir precisamente lo con-
después de la terminante declaración del Concilio de Trento trario de lo que naturalmente se desprende de sus palabras y
antes citada; mas respecto del de congruo no faltan teólogos observaciones, para llegar hasta el estremo de hacer caso
ortodoxos, que, no sóio no se muestran plenamente conformes omiso de la comparación, en cuyo primer miembro funda la
con la doctrina del Santo Doctor, ostensiblemente esclusiva conclusión espresada en el segundo, y que en nuestro con-
de él sobre todo en su última aserción del § Responderemos, que cepto es de todo punto decisivo. ¿Acaso en la oración de un
ó es intencional ó parecería supèrflua; sino que se aventuran pecador como el publicano del Evangelio hay ni puede si-
á achacarle la opinion á todas luces contraria á su intento, quiera suponerse en buena ortodoxia algo del mérito de con-
sin otro apoyo que el frivolo de su omisión de tal calificativo: gruo, cual sostienen los teólogos mencionados en la nota pre-
objeción por cierto previamente anulada ya ademas por lo que cedente y los aludidos por ellos? Pues « asimismo ó de un modo
deja espuesto (a. 7) con su terminante distinción entre el mé- » semejante (el simillter, dice el testo) da Dios gratis la perse-
rito de congruo y la eficacia impetratoria de la oración, como » verancia á quien la da, sin que caiga ó aunque no cae bajo
allí puede verse y estudiarse imparcialmente en desvaneci- » el mérito : asimismo, como concedió el perdón al publicano
miento de tan pueriles pretensiones ; por más que Drioux ci- » pecador », en quien suponemos no reconocerán dichos teólo-
tando á Granados asegure que tal parecer es probable y aun gos mérito de congruo. Si un cosmógrafo, v. gr., al hablar de
común entre los teólogos y en nada opuesto al del Doctor la atracción lunar sobre la tierra y previa distinción espresa
Angélico. de atracción directa é indirecta, concluyese diciendo que la
' (2) Menester es "grande y decidido empeño de violentar la luna la ejerce directa sobre las aguas del mar, pero qué en
CUESTIÓN C X I V . — A R T Í C U L O S IX V X. 841

en la-gloria es respecto del movimiento nes temporales son objeto del mérito.
meritorio del libre albedrío como su tér- 3.° L a misma relación h a y entre lo
mino ; mas no la perseverancia de la'vida bueno y, el mérito que entre lo malo y el
por la razón ya dieba (aquí mismo, Res- demérito : y pues por el demérito del pe-
ponderemos). cado son algunos castigados por D i o s con
L o propio debe decirse en contestación penas temporales, como consta de los
al 3.° sobre el aumento de la gracia, se- sodomitas ( G e n . , 1 9 ) ; dedúcese que los
gún queda evidenciado por lo dicho (ibid. bienes tempoi*ales son objeto del mérito.
y a- 8 ) . 4.° Por el contrario : las cosas que son
objeto del mérito' no se otorgan igual-
mente á t o d o s ; pero los bienes y ma-
ARTÍCULO X . — I . O S b i e n e s tempora-
les temporales afectan igualmente á bue-
les son objeto del mérito ? (1!
nos y malos, según aquello ( E c c l . 9, 2 ) ,
todas las cosas acontecen igualmente al
l.° Parece que los bienes temporales justo que al impío, al bueno y al malo, al
son objeto del mérito : porque aquello, limpio y al inmundo, al que sacrifica
que se promete á algunos como premio víctimas y al que desprecia los sacrifi-
de justicia, cae bajo el mérito ; y los bie- cios ( 2 ) : luego los bienes temporales no
nes temporales fueron prometidos en la son objeto del mérito..
ley antigua como recompensa de justicia, Conclusión. Los bienes temporales [ 1 ]
según se ve ( D e u t . 2 8 ) . L u e g o parece caen directa y absolutamente bajo el mé-
que los bienes temporales son objeto del rito , considerados como útiles para la
mérito. práctica de buenas obras conducentes á
2.° Parece ser objeto del mérito aque- la vida eterna, en cuyo concepto son ver-
l l o , con que D i o s retribuye á alguno por daderos bienes ; mas [ 2 ] en sí mismos y
algún servicio que hizo. P e r o Dios re- como simplemente bienes del hombre no
compensa algunas veces á los hombres son objeto del mérito en absoluto, y sí solo
con bienes temporales por el servicio he- relativamente (3).
cho á é l , pues se dice ( E x . 1 , 2 1 ) , y R e s p o n d e r e m o s , que lo que es objeto
por haber temido á Dios las parteras, del mérito es el premio ó la recompensa,
edificóles casas, e t c . ; á cuyo propósito y tiene razón de algún b i e n ; y el bien del
la Glosa (Gregorii, 1. 1 8 , Moral, c. 4 ) hombre es dé dos clases, uno simpliciter
dice que « l a benignidad de estas pudo y otro-secundum quid. E l bien absoluto
» ser retribuida en la vida eterna ; pero del hombre es su último fin según aque-
» l a culpa de su mentira recibió recom- llo ( P s . 7 2 , 2 7 ) , mas á mí bueno me es
» pensa terrena»; y se lee (Ezech. 19, apegarme á Dios, y por consiguiente
18 ) : el rey de Babilonia hizo servir en todas aquellas cosas que se ordenan como
trabajosa campaña á su ejército contra conducentes á este fin, y tales bienes son
Tiro , y no se le dio recompensa, y des- en absoluto objeto del mérito; al paso
pués añade : y tendrá galardón aquel que bien del hombre secundum quid y no
ejército, y yo le di la tierra de Egipto, simpliciter es lo que le es bueno por el
porque trabajó para mi. L u e g o los bie- momento ó que le es bueno secundum

cuanto a la costra sólida del globo terráqueo no hay que ha- denles de su dictamen sobre un punto que no es dogma den*
blar de atracción (que eso significa non cadet sub, en nada in- nido, pero sobre el cual muestra bien á las claras no abrigar
terviene, no hay nada de eso); ¿con qué visos de lógica ni él mismo ni dejar lugar á duda.
razón se le atribuiría la opinión de que había en esto último (1J Con la doctrina y pruebas de este articulo rebátense de
atracción indirecta? ¿Tendría siquiera algún átomo de valor nuevo y á forliori los errores todos con tendencia contraria al
en su defensa tal argumentación, tratándose de abogar por él libre albedrío y á todo mérito humano, como los mencionados
en la hipótesi de que esa indirecta atracción resultase demos- en las notas 2, pág. 830, y 1 de la 833.
trada concluyentemente por otros procedimientos científicos, (2) San Jerónimo, como igualmente los Setenta, traducen
y concretándose á probar simplemente que no la niega? Hé' directamente del hebreo , ni que sacrifica y al que no sacrifica;
aquí pues la verdadera y despejada situación de Santo Tomás y claro es que el que no sacrifica, cuando debe hacerlo, des-
en nuestro caso : no solo es opuesto á su opinión (tal es la precia los sacrificios según el testo de la Vulgata, cuyo sentido
nuestra, valga poco ó nada) el admitir el mérito de congruo viene así á ser del todo idéntico.
en orden al don de la perseverancia, sino que ni áuri es sos- (3) La significación y alcance de este adverbio, versión de
tenible en recta crítica el decir que no lo niega : niégala , y la locución adverbial secundum quid del testo, se comprende-
tan rotundamente como si en términos literales espresase que rán perfectamente con la lectura de la demostración en sus
lo niega, ó directamente y de propósito lo combatiese ó impug- últimas cláusulas, que no estractamos en la Conclusión por no
nase, lo cual sin duda no hace por deferencia á algunos disi- hacerla demasiado prolijn.
842 CUESTIÓN CXIV. — ARTÍCULO X.

quid ( 1 ) , y e s t e b i e n n o e s e n a b s o l u t o aunque á veces los hombres e nesto n o


o b j e t o d e lm é r i t o , - sino r e l a t i v a m e n t e . tengan recta intención (4).
S e g ú n e s t o p u e s d e b e d e c i r s e q u e , si se A l a r g u m e n t o 1.° d i r e m o s q u e , s e g ú n
consideran los bienes temporales según d i c e S a n A g u s t í n ( C o n t r a P a u s t . 1. 4 ,
que son útiles á las obras de las virtudes, c. 2), « e n a q u e l l a s p r o m e s a s t e m p o r a l e s
por las cuales somos conducidos á la vida » s e h a l l a b a n s i m b o l i z a d o s f u t u r o s (bie-
eterna ; e n e s t e ' s e n t i d o directa y absolu- » nes) e s p i r i t u a l e s , q u e s e c u m p l e n e n
tamente son objeto del mérito ( 2 ) , c o m o »nosotros :porque e l pueblo carnal s e
lo e st a m b i é n e l a u m e n t o d e g r a c i a , y » a p e g a b a á las p r o m e s a s de l avida pre-
t o d o s a q u e l l o s (medios), por los que e s » senté; y n osolamente s u lengua sino
a y u d a d o e lh o m b r e para llegar á la bien- » t a m b i é n su" v i d a f u e r o n p r o f é t i c a s » .
aventuranza después de l a primera gra- A l 2.° q u e a q u e l l a s r e c o m p e n s a s s e d i -
cia : porque D i o s da á los hombres justos cen ser divinas por relación á l a m o c i ó n
tantos bienes temporales y también ma- de D i o s , m a s no con respecto á l a mali-
les, cuantos les pueden servir para con- cia d e l a voluntad, principalmente e n
s e g u i r l a v i d a e t e r n a , y en tanto estos cuanto a l rey d e Babilonia; quien n o
bienes temporales son absolutamente bie- combatió á Tiro c o m o queriendo servir
nes ; p o r l o c u a l s e d i c e ( P s . 3 3 , 1 1 ) , á D i o s , sino más bien para usurpar en s u
mas los que temen ( 3 ) al Señor de nin- p r o v e c h o e l d o m i n i o (de ella). D e l m i s -
gún bien serán menguados, y ademas m o m o d o las parteras, aunque tuvieron
( P s . 36,-25)', no he visto al justo desamr buena voluntad en cuanto á l a libertad
parado, e t c . : m a s , s i s e c o n s i d e r a n estos de los n i ñ o s , n o l atuvieron sin e m b a r g o
bienes temporales en sí mismos, n o s o n r e c t a e n l o d e f o r j a r l a m e n t i r a (5).
en absoluto bienes del h o m b r e , sino rela- A l 3.° q u e l o s m a l e s t e m p o r a l e s s e i m -
t i v a m e n t e ; y a s í ño son en absoluto obje- p o n e n c o m o castigo á los impíos, en cuan-
to del mérito , sino relativamente, e s de- to por ellos no son ayudados para la con-
cir, en cuanto los h o m b r e s son movidos secución de l avida eterna ; m a s para los
por Dios á hacer algunas cosas tempo- justos , que por estos males son ayuda-
ralmente, en las cuales consiguen su pro- dos, no son penas sino m á s bien medici-
pósito con e l favor d e D i o s ; de suerte n a s , c o m o s e h a d i c h o ( C . 87, a . 8).
que¿ así c o m o l avida eterna es e n abso-
A l 4 . °que todas las cosas acaecen
luto e l premio d e l a s obras de justicia
igualmente á los buenos y á los malos en
por relación a l impulso divino, según s e
cuanto á l asustancia m i s m a d e los bie-
h a d i c h o ( a . 3 y 6), t a m b i é n los b i e n e s
nes ó males temporales, pero no en cuan-
temporales considerados e n s í mismos
t o a l fin ; p o r q u e l o s h u e n o s s o n g u i a d o s
tienen su razón d e r e c o m p e n s a , habida
como por l a mano á l a bienaventuranza,
consideración a l impulso divino, por e l
y los malos no.
que son movidas las voluntades d e l o s
hombres á procurarse los tales (bienes), Y baste l ohasta aquí dicho acerca de
los asuntos morales en común.

(1) Accidentalmente ó en determinadas circunstancias, ó » los justos sino aun los pecadores también pueden por sus
bien bajo algún concepto únicamente. » obras inoralmente buenas merecer de congruo bienes tem-
(2) De condigno, según se colige sobre todo del ejemplo nporales»; por cuanto esa falta de rectitud de intención
iitmediatameute adjunto y conforme a,lo espuesto fa. 8), y así puede no ser tan grave, que los constituya en pecadores des-
lo hace notar el P. Nicolai para desvanecer vacilaciones ó du-
( t lituidosde la gracia, cuales se deja colegir los supone el ci-
das inmotivadas. tado anotador.
(3) La Vulgata d i o buscan, inqulrentes. (6) Véanse en la 2." 2. la C. 110, a. 3 , al 2.°, y C. 122,
ffi

(i) No vemos aquí bastante justificada la deducción de a. 5, al 4.°.


Mr. Drioux, de que «según la mente de Santo Tonms no solo
CORRECCIÓN DE ERRATAS.

Pdg¡. Notas. Colum. Líneas. Erratas. Rectificaciones.

' 11 i 12 inf. le goce se le goce


17 » •2 5 inf. en cuanto y en cuanto
24 2 1 9 inf. cui. cui.
25 • B 1 25 teerna. eterna.
47 2 1 1 inf. Benedicto XI. Benedicto XII.
60 » 1 14 inf. voluntario. involuntario.
62 » 2 linf. que no involuntario. que involuntario.
65 2 5 inf. llaman se llaman
78 4 2 2 177. 2, página 62.
83 2 10 inf. cuya razón, por cuya razón,
84 » 2 12 inf. es movida no es movida
85 1 1 2 inf. implica '.repugnancia, implica repugnancia,
88 » 2 7 ademas demás
89 2 8 que se que ó no se
117 0 2 12 inf. del del acto del acto
138 1 1 3inf. Lateranenses Lateranense
154 2 1 6 Acto El acto
169 » 2 17 residen no residen
180 1 10 inf. presidir preceder
228 2 1 3 Laborant: Laboral:
» D 2 1 tan ó se fatigan, ta ó se fatiga,
244 » 2 20 contrarios entre sí, contrarias entre sí,
274 2 8 inf. tiene tienen
319 » 1 29 íiflíciíf difficilé
331 » 1 18 inf. provienen proviniesen
333 » 2 8 hábito que acto que
345 V 1 7 acto. actos t

390 » 1 18 inf. bien teológicas. bien las teológicas,


396 » » » Cuestión LXIII. Cuestión LXII.
409 2 1 3 corrobado corroborado
427 1 1 2 Sagrador sagrado
459 » 2 13 otras, obras t

465 » » 1 Artículos iti y iv. Artículos v y vi. (

492 o 2 12 de por ellos. de ellos.


504 B 1 13 es desorden el desorden
517 2 1 4 no con no sin
520 » ' 2 4, consecuentemente consecuente
578 2 2 3 sobre; sobre-
626 1 14 no siendo en niuehoscasos no dejando de ser las más veces
688 » 2 10 sagrada cosas sagradas
696 2 21 (v. 5); (v.5) (4);
» 71 2 22 grasas (4), para grasas, para
718 » 1 2 inf. luego no parece luego parece
728 ' 2 1 . 1 inr. edaccion redacción
"43 » 2 5 . penas las penas
803 » 2 13 de acto de tal acto
806 » 2 28 y 29 aquellas, aquellos,
825 l .1 1 se le lee se lee
830 l 1 6 el galardón ' en galardón
INDICE
DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO 2,

Pdgs.

CENSURA ECLESIÁSTICA v
INTRODUCCIÓN vn
CUADRO ANALÍTICO DE LA SECCIÓN 1.* de la 2,* PARTE ix

ta

osa s* s
H
ASUNTOS Y TESIS. Pdgs. tri P\g ASUNTOS Y TESIS. Pig>.
s

PRÓLOGO . La beatitud del hombre no consiste


en algún bien creado, y sí en solo
Ultimofindel hombre en general. Dios! 21
El hombre en todo cuanto hace III. Qué es la bienaventuranza?
obra por algún fin 3
Propio es de la naturaleza racional Como causa ú objeto es algo in-
dirigirse y de la irracional ser di- creado, pero en su propia natura-
rigida á su fin 5 leza esencial es cosa creada 23
Los actos humanos toman del fin Necesariamente es una operación.. 24
su especie ... 6 No puede ser esencialmente opera-
;

No es posible admitir una serie in- ción de la parte sensitiva, aun-,


finita de fines 7 que puede esta pertenecer ante-
cedentemente á la beatitud im-
La voluntad de un solo hombre no perfecta y consecuentemente aun
puede proponerse á la vez diver- á la perfecta .. 26
sos objetos como últimos fines.. 8
La esencia de la beatitud consiste
Todo cuanto apetece el hombre lo en acto intelectivo y no de la vo-
desea en orden á su último fin.. 10 luntad , la cual sin embargo goza
Todos los hombres aspiran á un de la delectación aneja 27
mismo último fin en lo esencial;
mas no en cuanto al objeto razón Consiste en operación del entendi-
de él 10 miento especulativo con prefe-
rencia al práctico 28
El último fin del hombre es el mis- La beatitud perfecta no puede con-
mo de todas las criaturas en cuan- sistir esencialmente en la contem-
to al objeto; no empero en su con- plación de las ciencias especulati-
secución, esclusivamente propia vas 30
de las racionales 11
La contemplación de solo Dios cons-
tituye la bienaventuranza perfec-
[[. Lo que constituye la bienaventuranza del hombre. ta, si bien en la de los ángeles
hay cierta beatitud imperfecta,
1"No puede consistir en las riquezas. 13 pero mayor que en la de las cien-
2 Tampoco en la honra ó los honores. 14 cias teóricas 31
3 Ni en la fama ó gloria Iraniana 15 La última y perfecta beatitud con-
4 Ni en el poderío 16 siste únicamente en la visión de
5 Ni en los bienes corporales 17 la divina esencia 32
6 El deleite corpóreo ni; es.la beati-
tud ni aun accidente de pila.... 18 IV. Requisitos para la beatitud.
7 La posesión de la. beatitud es algo
en el alma misma ;perq.él objeto No puede haberla sin adjunta de-
en que consiste la es estrínséco.. •20 lectación 34
846 ÍNDICE DEL TOMO II.

ASUNTOS Y TESIS. r*m. ASUNTOS Y TESIS. «i».

La vision beatifica, operación inte- la beatitud en su concepto gené-


lectual, es de mejor condición rico de felicidad; mas no todos la
que la fruición ó goce anejo.... 25 quieren tal cual es realidad 53
Concurren á la beatitud Ja vision,
comprensión y fruición. 36 VI. Voluntario é involuntario.
Requiérese para ella la rectitud de
intención antecedente y conco- Hay voluntario en los actos huma-
mitante 37 nos _.. 55
El cuerpo es indispensable para la Lo voluntario perfecto es peculiar
beatitud posible en esta vida y de la naturaleza racional, y lo
para la consumación complemen- imperfecto compete igualmente á
taria de la perfecta; mas el alma los animales brutos 57
puede sin él ser esencial y perfec- Cabe ó puede existir voluntario sin
tamente "bienaventurada........ 38 acto esterno y ni aun interno... 58
La. buena disposición del cuerpo es La voluntad es susceptible de coac-
un requisito indispensable para la ción ó violencia en cuanto á los
felicidad aquí posible, y también actos imperados; no así en los
para la perfecta en todo género propios ó elícitos 59
de bienes se requiere antecedente La violencia causa involuntario... 60
y consiguiente 40 El miedo hace al acto accidental-
Los bienes esteriores requiérense mente involuntario, y no en ab-
solo como conducentes y no esen- soluto • 61
ciales á la felicidad imperfecta de La concupiscencia más bien causa
la presente vida; mas de ningún voluntario que involuntario.... 62
modo para la perfecta, consis- La ignorancia concomitante hace
tente en la vision de Dios 41 al acto, no involuntario, sino no
La compañía de los amigos es requi- voluntario; la consiguiente no
sito para la beatitud aquí'posible, causa involuntario en absoluto,
no por utilidad ni deleite sino pa- y sí solo alguna vez circunstan-
ra el bien obrar recíproco; y solo cialmente; y la antecedente lo
accidentalmente contribuye á la constituye absolutamente invo-
consumación de la perfecta en la luntario 63
vida futura 42
ra. Circunstancias de los actos humanos.
Consecución de la bienaventuranza.
Deben considerarse como verdade-
El hombre es capaz de obtener la ros acidentes de ellos '. 65
eterna y suprema beatitud 44 Incumbe al teólogo su estudio y
No puede ser un hombre mas bien- consideración.'. 66*
aventurado que otro en cuanto al Son propiamente las ocho enume-
bien objeto y causa de la beatitud; radas por Aristóteles é incluidas
sí empero en su posesión ó frui- en este exámetro : quis, quid, ubi,
ción • 45 quibus, in qiridncm, cur, quomodo,
Puédese en esta vida participar de quando...-. 67
la beatitud en algo; mas no obte- La principalísima es cur (el desig-
nerla perfecta ó completa 46 nio) ; después quid (la sustancia),
La beatitud imperfecta de esta vida y las demás son proporcionales
puede perderse, pero la perfecta en importancia á su aproxima
ulterior es inamisible 47 cion á esas dos 68
La imperfecta es asequible por los
recursos naturales, como la vir- VIH. Objetos del querer de la voluntad.
tud en cuya práctica consiste;
mas ni el hombre ni criatura al- 1 Todo apetito lo es del bien; y la vo-
guna puede así obtener la per- luntad lo apetece aprendido como
fectai 49 tal bien, séalo en realidad ó apa-
Dios es el único agente de la per- rentemente ' 70
fecta bienaventuranza; y la im- 2 La voluntad como potencia se diri-
perfecta se halla en el propio caso ge aí fin y á los medios; pero co-
que la virtud en que consiste... 50 mo aefca(la volición) propiamente
Ninguna mira criatura consigue la sola m prap0ne:.el;fim.... > . . . . . . . 71
beatitud, sinaspirar á ella por el 3 El ^to;!dsl»rYQÍuutad^. dirigiéndose
mérito de. su propia/operación.. 51 ^t^s^^h^mtiSm ícomo á él
Todo hombre-desea necesariamente _ e o B j f c w i ¡ e # * es único é ideático:
INDICE DEL TOMO II. 847

ASUNTOS Y TESIS. Púl/s. ASUNTOS Y TESIS. «»«•

mas el que se dirige al fin en abso- que accidentalmente se considera


luto es distinto del en que se pro- como último respecto de otros
propone los medios como tales, si fines precedentes y con cierta de-
bien no puede aspirar á estos con lectación adjunta. 89
entera abstracción del fin 78 El objeto de la fruición perfecta es
el líltñno fin real ó actualmente
IX. Motivo de la volnnlad. poseído; mas de la imperfecta lo
es el fin aún no obtenido sino en
La voluntad mueve como agente á la intención 90
las otras facultades á sus actos
respectivos, moviendo al sujeto XII. Intención.
á obrar; y es movida por el enten-
dimiento como por principio for- 1 Es propia y principalmente acto de
mal , que le propone su objeto.. 74 la voluntad 91
Por parte del objeto el apetito sen- 2 Aunque siempre algún fin es obje-
sitivo mueve á la voluntad 75 to de la intención, no siempre lo
La voluntad, queriendo el fin, se es precisamente el último fin... 92
mueve á sí misma á querer los 3 La intención de la voluntad puede
medios 76 dirigirse á la vez á im fin como
Es movida por algo á ella estrínse- á último y á otro en concepto de
co, cual es su objeto 77 próximo ó de medio conducente
No puede serlo directamente pol- á aquel. 93
los astros; aunque sí indirecta- 4 El movimiento- de la voluntad hacia
mente , ya como por objeto ester- el fin y al medio considerados en
no, ya mediante la escitacion del absoluto es doble; pero único é
apetito sensitivo 78 idéntico en el sujeto, si tiende al
Su movimiento voluntario no puede medio por razón del fin 94
proceder de otro principio estrín- 5 Los animales irracionales no tienen
seco que de Dios, causa de la vo- intención propiamente dicha,
luntad misma 80 que consiste en ordenar la propia
acción á un fin, aunque son lle-
Modo de moverse la voluntad. vados al suyo respectivo por su
natural instinto '. 95
La voluntad del hombre tiende na-
turalmente al bien en general y XIII, Elección de los medios conducentes al fin.
á su fin último y á todo lo conve-
niente á su naturaleza 81 1 La elección en lo sustancial es acto
No puede ser movida necesaria- de la voluntad, y no del entendi-
mente á la ejecución de su acto miento 96
por objeto ó bien particular al- 2 No son capaces de elección los seres
guno ; pero sí tínicamente por el irracionales....'. 97
bien universal objeto de su beati- 3 El fin eu su concepto de tal no es
tud en cuanto á la especificación objeto de la elección 98
del acto puede serlo con nece- 4 La elección se refiere siempre de
sidad 83 algún modo á actos humanos . . . 99
No es movida necesaria y univev- 5 No puede ser objeto de elección lo
salmente por el apetito inferior.. 84 que es imposible 100
Dios la mueve , dejando empero su 6 El hombre elige libremente, y no
moción contigente y no necesaria por necesidad 101
á determinado acto, escepto en
lo que su misma naturaleza la XIV. Consejo, que precede á la elección.
impone irresistiblemente 85
1 Es una investigación de la razón,
XI. Fruición, uno de los actos de la voluntad. que necesariamente precede al
fallo ó dictamen sobre lo que se
1 Es acto de la potencia apetitiva... 87 ha de elegir 103
2 Compete únicamente á la criatura 2 Versa esclusivamente sobre los me-
racional la fruición perfecta; solo dios , y no acerca del fin á que se
imperfecta á los brutos; y de ordenan 104
ningún modo á las otras criatu- 3 Kecáe propiamente solo sobre lo
ras inferiores que nosotros mismos hemos de
3 Solo hay verdadera fruición del úl- hacer en orden al fin 105
timo fin, y solo imperfecta de lo i JNo precede á las operaciones de
848 ÍNDICE DEL TOMO II.

w
a
ASUNTOS Y TESIS. Vágs. ASUNTOS Y TESIS.
1=

poca importancia ni á las ya de- son un solo acto humano en con-


terminadas por leyes científicas cepto del todo único formado por
ó artísticas, y sí únicamente á ellos, pero distintos como partes
las inciertas y de transcendencia constitutivas de ese todo 120
respecto del fin 106 5 Todo acto de la voluntad puede y
5 Su procedimiento invesíigativo es debe ser imperado 121
resolutorio, c o m e n z a n d o por 6 Los actos de la razón pueden ser y
examinar el fin, que es lo pri- son imperados en cuanto á la eje-
mero en la intención y lo último cución ; mas no lo son siempre
en la ejecución 106 en la especificación del a c t o ,
6 No es infinito de hecho, aunque lo cuando versan sobre algo con-
sea en potencia; sino limitado tingente 122
por ambos estremos de comienzo 7 Los actos del apetito sensitivo de-
y terminación 107 penden del imperio de la razón
por parte de la potestad de esta ;
XV. Consentimiento, acto de la voluntad, en relación no así empero por la disposición
con los medios concernientes al Gn, del cuerpo, en cuyo concepto á
veces aun contrarían á dicho im-
1 Es acto de la potencia apetitiva perio 122
más bien que de la perceptiva ó 8 Los actos de la vida vegetativa de
aprensiva 109 ningún modo están subordina-
2 Propiamente hablando solo existe dos al imperio de la razón 124
en la naturaleza racional, y no 9 Los movimientos de los miembros
en los brutos 110 estemos á impulso de las poten-
3 Versa únicamente sobre los medios cias sensitivas obedecen á la ra-
conducentes al fin, lo propio que zón ; mas no los procedentes de
el consejo 111 las fuerzas naturales 125
4 El consentimiento en la acción per-
tenece siempre á la razón supe- XVIII. Bondad y malicia de los actos humanos
rior como comprensiva de la vo- en general.
luntad 112
1 Toda acción tiene tanto de buena
XVI. Uso, acto de la voluulad, referente á los como de ser, y es mala en razón
medios conducentes al fin. de su deficiencia de la plenitud
de ser que la compete como tal
1 Es principalmente acto de la volun- acción humana 127
tad como de primer motor, de la 2 La bondad ó malicia en general de
razón secundariamente como di- una acción moral proviene ante
rectriz y de las demás potencias todo de su objeto bueno ó malo
instrumentalmente ejecutoras.. 113 en sí 128
2 Solo hace uso el animal racional, y 3 Las circunstancias debidas influyen
de ningún modo los irraciona- también en la bondad ó malicia
les. 114 moral del acto humano, según
3 .Tiene por objeto, no el fin, sino lo que respectivamente concurran ó
concerniente á él 115 falten 129
4 Es posterior á la elección, en 4 Las acciones humanas, como todo
cuanto la voluntad usa de las po- lo que en su bondad depende de
tencias ejecutoras poniéndolas en otra cosa distinta, derivan su
acción; pero en el sentido de usar bondad de la del fin ademas de
de la razón la voluntad movién- la que les compete por la abso-
dola precede á la elección 116 luta de ellas mismas según su ob-
jeto y circunstancias 130
XVII. Actos imperados por la voluntad. 5 Lo bueno ó malo en los actos mo-
rales los diversifica en especie... 131
1 Imperar es esencialmente acto de 6 La diversidad de especie moral de
la razón, si bien presupone otro los actos humanos en lo formal
anterior de la voluntad 117 radica en el fin, objeto propio del
2 Es imposible que los animales irra- acto interno, y en lo material en
cionales tengan imperio é impe- el objeto del acto esterno 132
ren de modo alguno .. .. 118 7 La diferencia moral de un acto se-
3 El imperio naturalmente precede gún su fin es más genérica que la
al uso ..: 119 originada del objeto, la que res-
i El acto imperante y el imperado pecto de aquella es específica... 133
ÍNDICE DEL TOMO II. 849

Es
« s
ASUNTOS Y TÉSIS. f<m». ASUNTOS Y TESIS. rag..

8
Algunos actos humanos son de XX. Bondad y malicia de los actos Iranianos estemos.
suyo indiferentes según su espe-
cie por falta de intervención en 1 La bondad ó malicia del acto es-
ellos del orden de la razón 135 terno en el orden y aprensión de
9 Todo acto humano ejecutado con la razón precede á la del interno
deliberación y considerado en el de la voluntad ; pero la es pos-
individuo es necesariamente bue- terior en cuanto á la ejecución, y
no ó malo, y no puede ser indi- como procedente de su orden al
ferente 136 fin existe con prioridad en el in-
10 Las circunstancias influyentes en terno, del que se deriva al es-
el orden especial de la razón es- terno 153
pecifican el acto moral, bueno ó 2 Depende, no solo de la de la vo-
malo según ellas 137 luntad procedente de la inten-
11 No toda circunstancia agravante ción del fin, sí también de la del
de la bondad ó malicia diversifica acto querido seguii sus circuns-
la especie moral del a c t o . . . . . . . 138 tancias...- 154
3 La de los actos interno y esterno
XIX. Bondad y malicia del acto interior de es una misma por relación al fin;
la vi pero diversas según las circuns-
tancias , aunque. la una redunda
1 ¡Se estima propiamente según los en la otra 155
objetos 140 4 La bondad aneja al acto esterno
2 La bondad de la voluntad depende por la del fin nada acrece á la del
solo del objeto, imico que per se interno, á no haber cambio en la
constituye bueno ó malo el acto; voluntad ; pero sí la aumenta la
y no de las circunstancias, meros procedente de la materia y cir-
accidentes del acto moral 141 cunstancias : y la falta de per-
o Depende asimismo de la razón , fección del acto complejo por
que la propone el objeto 142 parte del esterno en nada dismi-
4 También de la ley eterna, y mucho nuye el galardón debido al in-
más que de la razón, causa se- terno , siendo involuntaria 156
gunda subordinada á aquella pri- 5 El evento siguiente, siendo preme-
mera causa 143 ditado ó resultante per se y las
5 Toda voluntad en desacuerdo con más veces del acto, acrécele bon-
la razón recta ó errónea es mala. 144 dad ó malicia ; mas no en el caso
6 Es mala la voluntad conforme' con •> contrario 158
la conciencia errónea, si el error 6 Un solo acto, linico en su género
es voluntario directa ó indirecta- moral, no puede ser á la vez
mente por negligencia en lo que bueno y malo ; pero sí, siendo
debe saberse ; no lo es empero doble en el concepto moral, aun-
siendo el error involuntario y sin que con unidad cíe naturaleza... 159
negligencia culpable 145
7 La bondad de la voluntad depende XXI. Consecuencias de los actos humanos por
de la precedente intención, del razón de su bondad ó malicia.
fin; y no déla subsiguiente, ano
reiterarse el acto de aquella en
unión con esta 147 1 Todo humano, según que es moral-
8 El grado ó cantidad moral del acto mente bueno ó malo , así en-
no tiene por medida el de la in- traña razón de rectitud ó de pe-
tención por parte del objeto : cado 160
mas el de la intención, unida su 2 Igualmente la implica de laudable
intensidad á la del acto, redunda ó culpable 161
en este ; y así el operante, no me- 3 Asimismo también de mérito ó
rece tanto como intenta merecer. 148 demérito 168
9 Para la bondad de la voluntad hu- 4 Es respectivamente meritorio ó de-
mana requiérese su conformidad meritorio ante Dios 164
con la divina 149
10 La voluntad humana está siempre XXII. Sujeto de las pasiones del alma.
obligada á conformarse con la di-
vina formalmente en orden al 1 Hay en el alma alguna pasión en
bien común ; mas no material- su concepto común de modifica-
mente en cuanto á todos los ob- ción del complejo ser humano :
jetos ó bienes particulares 150 mas las pasiones propiamente
SUMA TEOLÓGICA.—TOMO I I . 54
850 ÍNDICE DEL TOMO I I .

ASUNTOS Y TESIS. w*. ASUNTOS Y TESIS. vág,.

dichas solo per accidens pueden entre las pasiones de lo irascible. 183
residir en ella 166 Las cuatro pasiones principales
2 Las verdaderas pasiones residen en son : gozo y tristeza, esperanza
la parte apetitiva más bien que y temor 184
en la aprensiva... < 167
3 Están en el apetito sensitivo más XXVI. Pasiones del alma en particular, y
propiamente que en el intelec- primeramente el amor.
tivo, que no requiere ó supone 1 El amor sensitivo reside en el ape-
inmutación corpórea 169 tito sensitivo y pertenece á lo
XXIII. Diferencia de las pasiones enlrc si. concupiscible . . 186
2 Es pasión propiamente dicha, en
1Las pasiones de la parte irascible cuanto reside en la potencia con-
difieren específicamente de las de cupiscible ; y solo en sentido lato
la concupiscible 170 como perteneciente á la volun-
2 Hay contrariedad en las pasiones tad 187
de lo irascible según lo bueno ó Idéntico á la dilección en el apetito
malo del objeto y por su aproxi- intelectivo, difiere de ella como
mación ó desvio de él; mas en las más comprensivo y sin la idea de "
de lo concupiscible solo en el pri- previa elección entrañada en la
mer concepto 172 dilección 188
3 La ira es la única pasión, que no El amor de amistad, que ama más
tiene contraria — 173 al amado que al bien para él -an-
á Caben en una misma potencia pa- siado , es diverso del de concupis-
siones diversas en especie y no cencia, accidentalmente inverso
contrarias entre sí, tomándose en ese orden 189
su diferencia específica de sus ob-
jetos ó acciones 173 XXVII. Causa del amor.

XXIV. Bien y mal en las pasiones del alma. 1 Solo el bien es la propia causa del
amor, y no puede serlo el mal de
• 1 Son buenas ó malas moralmente modo alguno _ 191
por lo voluntario que haya en 2 El conocimiento ó la aprensión del
ellas; mas no como simples mo- bien es necesariamente causa de
vimientos del apetito irracional. 175 amor 192
2 Son buenas las reguladas por la ra- 3 La semejanza es causa del amor de
zón , y malas las que se sustraen amistad en lo idéntico en acto de
á su dirección 176 ambos seres semejantes, y del de
3 La bondad ó malicia de las. pasio- concupiscencia respecto de lo que
nes está en razón de su mayor ó el uno tiene en acto y el otro en
menor sometimiento á la razón.. 177 potencia 198
4 No las afecta por su especie, sino Ninguna otra pasión del alma
por lo voluntario ó racional 179 puede ser causa universal de todo
amor; aunque alguna lo es de
XXV. Orden correlativo de las pasiones enlrc si. algún amor particular 194
1 Las pasiones de lo irascible son XXVIII. ' Efectos del amor.
posteriores á las de lo concupis-
cible que implican movimiento 1 Produce efectivamente la unión
hacia su objeto, precediendo á real del amante con el amado., y
las que entrañan quietud, de formalmente la afectiva 195
modo que tienen su principio en 2 Es efecto del amor la recíproca in-
aquellas y terminan en estas 180 hesion del amante y el amado... 196
2 Las pasiones del bien son anterio- 3 Lo es también el éstasi en la poten •
res á las del mal, precediendo cia, aprensiva dispositivamente;
entre aquellas en cuanto á la y e n la apetitiva lo produce di-
ejecución el amor al deseo y este recta y absolutamente el de amis-
á la delectación, y en orden in- tad, pero solo accidentalmente
verso respecto de la intención.. •• 182 el de concupiscencia..- 198
3 La esperanza precede á la desespe- El celo, movimiento vehemente
ración , é igualmente el temor á del amante al amado, es siempre
la audacia; pero aquellas dos efecto de la intensidad del amor,
(cuyo objeto es el bien),son an- aunque diversamente en el de
teriores á estotras (de las que lo amistad y de concupiscencia.... 198
es el mal); y la ira es Ja última El amor del bien conveniente, que
ÍNDICE DEL TOMO I I . 851

ASUNTOS Y TESIS. ASUNTOS Y TESIS. nv.

es Dios, perfecciona y mejora vimiento consiguiente á la apren-


formalmente al amanté ; pero el sión del sentido- en el apetito
de lo inconveniente, como del animal 213
pecado, le daña: y en general Nunca se realiza en- tiempo ; aun-
todo amor escesivo hiere mate- que si per accidens, si el bien
rial y accidentalmente por la in- conseguido es susceptible de
mutación corporal 199 transmutación; pues en el caso
Todo agente, cualquiera que sea, contrario ni per se ni per accidens
obra cuanto hace por algún se verifica en tiempo 214
amor 200 3 Se estiende á más que el gozo, pe-
culiar del ser racional, siendo ella
XXIX. aplicable aun á los brutos 215
4 Puede y debe existir, no solo en el
Su causa y objeto es el mal, como apetito sensitivo, sino también
- lo es del amor el bien 202 en el intelectivo 215
Todo odio tiene por causa al amor 5 Las delectaciones inteligibles son
contrariado 203 mayores que las sensibles, com-
El amor es en absoluto más fuerte paradas unas á otras en sí mis-
que el odio , aunque accidental- mas ; y mucho mayores én cuanto
mente alguna vez parezca ó se á las acciones respectivas, si bien
sienta el odio más intenso 204 las corporales impresionan á ve-
Es imposible que uno se odie abso- ces con más vehemencia 217
lutamente á sí mismo , aunque 6 La delectación visual es la mayor
puede aborrecerse e v e n t u a l - entre las sensibles, por razón del
mente 205 conocimiento, inclusa la del tac-
Tampoco puede odiarse la verdad to; mas esta predomina entre las
ni el bien ó él ente en general y sensibles en absoluto sobre la de
absolutamente ; sí empero algu- la vista y demás sentidos, ya por
na verdad particular, como con- razón de utilidad, ya por orde-
traria ó r e p u g n a n t e al bien narse á ella las concupiscencias
amado /.. . 205 naturales 218
El odio de la parte sensitiva puede 7 Hay delectaciones innaturales en
recaer sobre algún objeto en ge- absoluto, aunque connaturales
neral , no sobre lo universal; en algún concepto 219
pero aun á esto puede estenderse 8 Las hay también contrarias entre sí
el que reside en la intelectiva... 206 como incompatibles ; 220

XXX. Concupiscencia. XXXII, Cansa de la delectación.


Reside propiamente en el apetito 1 Toda delectación necesariamente
sensitivo y en la potencia concu- proviene de alguna operación... 222
piscible , á la que da su nombre. 208 2 El movimiento ó cambio de estado
Es pasión específicamente diversa causa delectación, como inclusivo
del amor (que la origina) y déla de todos sus requisitos 223
delectación (á que tiende), y aun 3 La delectación aneja á la esperanza
numéricamente hay diversas con-" es de un grado medio entre el
cupiscencias según la diversidad supremo de la recibida por los
de objetos 209 sentidos y el ínfimo adjunto á la
Hay concupiscencias naturales, co- memoria 224
munes al hombre y demás ani- 4 La tristeza en acto ó en la memoria
males ; y otras no naturales ó su- puede ser causa de delectación... 225
pranaturales propias eselusiva- 5 Las operaciones de otros pueden
• mente del hombre como racional. 210 producirnos delectación bajo un
La concupiscencia natural no pue- triple aspecto 226
de ser infinita en acto, y sí en 6 El hacer bien á otro puede ser causa
potencia ó sucesivamente; mas de delectación por su triple res-
la no natural es del todo infinita, pecto á los efectos, al fin y al
siguiendo á la razón en su proce- principio 227
der á lo infinito 211 7 La semejanza, causa del amor por
la unión, lo es también de delec-
XXXI. Delectación considerada en si misma. tación 228
8 La admirable, aun no siendo en sí
1 Es una pasión del alma, como mo- grato, es deleitable al hombre por
852 ÍNDICE DEL TOMO II.

ASUNTOS Y TESIS. m*- ASUNTOS Y TESIS. Págs.

la satisfacción de su deseo de
1
y simplemente segregados son
saber 229 independientes entre sí sin opo-
sición específica ; y sobre objetos
XXXIII. Efectos de la delectación. contrarios, ademas de no tener
1 La dilatación, movimiento meta- la más mínima contrariedad, hay
fóricamente espansivo, compete entre ellas conformidad y afini-
á la delectación según sus dos re- dad ; aunque genéricamente con-
(

quisitos 230 sideradas son contrarias 243


2 La delectación eu acto produce solo La delectación en el objeto anejo á
accidentalmente sed ó deseo de su contemplación puede ser con-
sí misma ; pero grande y per se trariada por alguna tristeza; mas
relativamente á la intensidad del la habida sobre la contemplación
afecto y remoción del hastío , misma no la admite per se con-
siendo espiritual; de ningún mo- traria ni adjunta, aunque per ac~
do si es .corporal : mas, según cidens é indirectamente puede
que está en la memoria y.no en mezclársela y ser contrariada por
acto, la escita por su naturaleza ella 245
misma 231 La potencia apetitiva propende na-
3 Las delectaciones propias del acto turalmente más á la delectación
de la razón no impiden su uso . que á eludir la tristeza ; si bien
al que más bien coadyuvan; pero per accidens suele alguno eludir
sí las corporales de varios modos. 232 con más ahinco la tristeza que
4 La delectación perfecciona la ope- apetecer la delectación 247
ración bajo el doble aspecto de El dolor interno, hablando propia-
fin y de causa agente 233 mente y en absoluto , es más ve-
hemente y universal que el es-
XXXIV. Bondad y malicia de las delectaciones. tenio 249
Distínguense razonablemente por
1 No todas las delectaciones son ma- su aplicación á algo estraño cua-
las ; sí solo las contrarias-á la tro especies de tristeza: postra-
recta razón , como buenas las ción , ansiedad, compasión y en-
conformes á ella 234 vidia 250
2 No todas las delectaciones son
buenas ; y entre las que lo son XXXVi. Causas de la tristeza ó del dolor.
unas en absoluto y otras relati-
vamente "236 El mal anejo es más propiamente
8 Alguna' delectación del hombre causa de tristeza ó dolor que el
puede decirse lo mejor entre los bien perdido, en ciianto el objeto
bienes humanos, como aneja á es causa de la pasión; aunque /
su felicidad suprema 237 el amor, Causa radical de delecta-
4 Por la delectación de la voluntad ción y tristeza, se refiere más
se juzga principalmente de la directamente al bien perdido... 252
bondad ó malicia del hombre; La concupiscencia es á veces causa
• mas las delectaciones del apetito de dolor por su propia naturaleza;
sensitivo no son regla de bondad mas no puede ser la causa uni-
ó malicia moral 238 versal y única de todo dolor.... 253
El amor ó el apetito de la unidad
XXXV. Dolor y tristeza considerados es causa de dolor 254
en sí mismos. La potestad superior é irresistible
es causa de dolor únicamente du-
1 El dolor, que puede afectar á los rante la inclinación contraria del
apetitos intelectivo y sensitivo, apetito 255
eu cuanto á este se dice y es pro-
piamente pasión del alma 240 XXXVII. Efectos del dolor y Irislcza.
1 La tristeza es una de las especies
del dolor, considerado este como El dolor intenso y que absorbe toda
género. 241 la atención del alma debilita y "
3 La delectación y la tristeza son aun á veces por lo escesivo priva
contrarios entre sí según sus ob- de toda facultad de aprender y
jetos 242 meditar lo ya sabido 256
4 Respecto de un mismo objeto La tristeza agrava más ó menos el
son recíproca y específicamente ánimo, impidiéndole gozar del
opuestas ; sobre objetos diversos bien amado, llegando á veces á
ÍNDICE DEL TOMO II. 853

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paralizar todo movimiento de al- La desesperación es contraria á la


ma y cuerpo 257 esperanza, como el receso al ac-
Impide toda operación objeto de ceso 272
ella misma; pero fomenta y per- La esperiencia es causa de esperan-
fecciona las de que es causa ó za, ya acreciendo la posiblidad
principio 228 del sujeto, ya mostrándole la de
Daña más al cuerpo que las otras lograr su objeto; y lo es de falta
pasiones del alma, dificultando el de esperanza solo en el último
movimiento vital del corazón... 259 concepto 273
La juventud y la ebriedad son cau-
XXXVIII, Remedios de la tristeza ó del dolor. sas de esperanza, y en general
los fatuos sin deliberación lo ar-
1 Toda delectación de cualquiera rostran todo con fácil esperanza. 274
procedencia contraría y mitiga La, esperanza es efecto del amor,
cualquiera tristeza. 260 en cuanto mira al bien esperado;
2 Las lágrimas y gemidos la mitigan pero causa de amor respecto de
naturalmente 26] aquel, por quien algo se nos hace
Vi El amigo compasivo es natural- posible 275
mente consolador en la tristeza Coadyuva á la operación, fomen-
de que se conduele 262 tándola por su propia condición
4 La contemplación de la verdad, no ó naturaleza •. 275
solo constituye la mayor delecta-
ción y mitiga la tristeza, sino que XLI. Temor considerado en si mismo.
regocija á los hombres en sus do-
lores, aun corporales, si se refiere Compétele con toda propiedad el
á lo divino ó á la bienaventuran- concepto de pasión, pospuesto á
za futura 263 la tristeza 276
5 El sueño y el baño y otros remedios Es una pasión especial del alma... 277
corporales mitigan también la Ningún temor es natural como
tristeza, restaiirando las fuerzas „ anejo á la naturaleza en general
corpóreas y normalizando las aun de los seres privados de ra-
funciones vitales 263 zón ; pero sí lo es alguno en la
intelectiva, que naturalmente
XXXIX. Bondad y malicia de la tristeza elude lo que la repugna ó no la es
ó dolor. conveniente 278
Con razón se enumeran seis espe-
1 Toda tristeza es absolutamente en cies de temor : flojedad, rubor,
sí misma cierto mal; y sin em- vergüenza, admiración , estupor
bargo es buena en presencia del y congoja 279
mal que la produce 265
2 Pnede ser un bien honesto bajo el XL1I. Objeto del temor.
concepto mismo de buena en sí. 266
3 No es útil por contrariar al mal El temor propiamente y per se mira
presente; pero sí repeliéndolo co- al mal como á su objeto, y solo
mo aflictivo, si merece evitarse per accklens al bien bajo su doble
de suyo ó como ocasión de otro. 267 relación con el mal 281
4 " Es imposible que ninguna tristeza El mal de naturaleza como corrup-
ó dolor sea el sumo mal del hom- tivo é inminente es objeto del te-
hombre. • •: 267 mor , mediando alguna esperanza
de eludirlo 282
XL. Pasiones de lo irascible, y en primer lugar El mal de culpa per se y como vo-
esperanza y desesperación. luntario no puede ser objeto' del
temor, pero sí impropiamente
1 La esperanza difiere del deseo, co- como originado de causa estrín-
mo se diferencian entre sí las seca, incitativa á él '.. 288
pasiones de lo irascible y lo con- Puede temerse el temor mismo
cupiscible 269 como procedente de causa estrín-
2 Es un movimiento de la potencia seca, mas no en cuanto depende
apetitiva, consiguiente ala apren- de la voluntad 284
sión de un bien futuro y arduo, Los males imprevistos é'insólitos
pero asequible 270 son de suyo más temibles, como
3 Hay esperanza y desesperación en al parecer mayores é inevitables.. 285
los animales irracionales 271 Los realizados é irremediables,-ó de
854 ÍNDICE DEL TOMO I I .

ASUNTOS Y TESIS. *<*»*. ASUNTOS Y TESIS. Págs.

difícil remedio se hacen por ello Es menos natural que la concupis-


mucho más temibles 285 cencia por parte del objeto de
una y otra, y en especial respecto
X L I I I . CAUSA DEL TEMOR.
de los deleites sensuales ; mas
por parte del sujeto lo es más se-
1 Lo es el amor como predisposición gún la natural complexión del
material 287 hombre como racional y menos
2 El defecto es en absoluto causa de como animal 302
temor; mas no puede serlo per Es mucho peor y más grave el odio
se y en general como eficiente, que la ira 304
aunque sí alguno per accidens. • . 288 La ira concierne á los mismos, á
quienes pertenecen la justicia é
XLIV. EFECTOS DEL TEMOR.
injusticia.. 805
Es conveniente la designación de
1 Implica cierta contracción del calor las tres especies de ira : cólera,
y de los espíritus con transmu- manía y furor 306
tación corpórea . 289
2 Induce al hombre á pedir consejo ; ara. CANSA EFECTIVA DE LA IRA, Y

mas no lo hace idóneo para darlo SUS REMEDIOS.

á- sí mismo ó á otro, como ni


otra alguna pasión 290 El motivo de la ira de uno es siem-
3 El temblor sobreviene al que teme pre algo hecho contra el mismo. 307
por efecto del temor mismo 291 El menosprecio, al que se reducen
4 El temor tiende naturalmente per todos los "demás motivos, es per
se á impedir la operación esterna; se la causa única de la ira 308
pero por parte del alma y siendo La propia escelencia es causa de
moderado escita • á obrar más que fácilmente surja en uno la
atenta y acertadamente : puede ira bajo el aspecto de su habitud
empero ser tan desmedido, que al motivo 309
perturbe la razón 292 El defecto de quien motiva la ira la
exacerba, si acrece el injusto
XTV. AUDACIA. desprecio del airado ; mas tiende
á calmarlo, si lo atenúa 310
1
Es manifiestamente contraria al
temor 294 XLVIII. DE LA IRA.

2 Procede de la esperanza y acomete


lo temible inminente 295 Causa delectación proporcionada á
8 Es su causa todo cuanto natural- la presencial vindicta y á la tris-
T n e n t e puede infundir esperanza teza precedente 811
ó desterrar el temor, efectos que Su movimiento produce cierta efer-
ningún defecto es capaz de pro- vescencia de la sangre y de los
ducir per se 296 espíritus cerca del corazón 812
4 El audaz arrostra súbitamente los Es entre todas las pasiones la que
peligros y desmaya ante su difi- más ostensiblemente inhabilita el
cultad presente ; el fuerte por el juicio de la razón, cuyo uso es
contrario, remiso al principio, también impedido por cualquiera
enardécese y persiste con mayor ' perturbación corpórea 314
vigor en medio del peligro 297 Puede llegar á ser causa del silen-
cio , privando á la razón y aun á
XLV1. IRA CONSIDERADA EN SÍ MISMA,
la lengua del uso de la palabra.. 315

1 No es pasión general, como com- X L I X . HÁBITOS EN GENERAL Y EN CUANTO Á SU

prensiva de otras ni causa de SUSTANCIA.


ellas; pero sí como procedente
de su concurso 299 El hábito es una cualidad en la
2 Su objeto es la vindicta del bien, y acepción aquí adoptada 816
también el mal contrario y no- Con razón se considera como la
civo en aquel, de quien tiende á primera entre las cuatro especies
vengarse 300 de cualidad 317
3 Reside en la potencia irascible y ( Implica directa y primariamente
no en la concupiscible 301 orden ,á la naturaleza del objeto
4 No es del todo incompatible con la y consiguientemente á la opera-
razón 801 ción, considerada como fin de
ÍNDICE DEL TOMO Ü . 855

ASUNTOS Y TE SIS. r<№­ ASUNTOS Y TE SIS.

aquella ó conducente á él; y por solo principio activo de ellos no


parte del sujeto todo hábito en­ pueden producir hábitos en él;
traña orden al acto de la poten­ pero sí los del que tiene en sí su
cia en que reside 319 doble principio activo y pasivo.. 833
Necesariamente existen hábitos; no Los hábitos de virtud y los intelec­
empero en Dios ni en los seres tuales y aun de potencias inferio­
determinados ­á objeto ó acto fijo, res no pueden ser producidos
cual es el cielo 320 sino por muchos actos; mas el
de la ciencia y los corpóreos pue­
Sujeto de los hábitos. den serlo por un solo acto muy
eficaz é intenso 334
Ningún hábito reside principal­ Dios infunde algunos hábitos en el
mente en el cuerpo como en su hombre 335
sujeto; y aun como disposición
habitual á operación del alma me­ LII. Aumento de los hábitos.
diante el cuerpo solo accidental­
mente se halla en este y prima­ Pueden crecer ó decrecer, ya en su
riamente en aquella: mas en con­ misma forma, ya según su parti­
cepto de habitual disposición del cipación en el sujeto 836
sujeto á la forma puede serlo y Auméntanse por mayor participa­
principal el cuerpo. 322 ción de una misma forma preexis­
No puede hallarse en el alma hábito tente , y no por adición de forma
en orden á la naturaleza humana; á forma ; aunque la ciencia, puede
cabe en su esencia alguno refe­ acrecerse de ambos modos, y los
rente á la divina por su posible hábitos corporales también por
participación, como lo es la gra­ adición apenas apreciable 339
cia ; y en el alma según sus po­ Cualquier acto de igual ó mayor in­
tencias reside todo hábito en or­ tensión que la del hábito puede
den á la operación 324 aumentarlo y perfeccionarlo;
No. hay hábitos en las potencias pero, siendo menos intenso ó
sensitivas , como ni en las natu­ desproporcionado, lo atenúa y
rales , según qxie obran por natu­ aun puede estirparlo 340
ral instinto; pero son suscepti­
bles de ellos como disposiciones Lili. Corrupción y diminución de los hábitos.
á actuar bien ó mal, funcionando
bajo el imperio de la razón 325 Son corruptibles per se y_ per acci­
El hábito, en cuya virtud se me­ dens (por sus contrarios y por
dita ó contempla, reside propia­ razón del sujeto) los hábitos cor­
mente en el entendimiento 327 porales y los de las ciencias y
Necesariamente debe reconocerse virtudes, é incorruptibles los de
en la voluntad algún hábito, me­ los principios especulativos y
diante el cual se disponga bien á prácticos ,'. 341
ejercer su propio acto 328 Pueden­asímismo" disminuirse per •
A los ángeles solo pueden atribuir­ se y per decidens, del mismo
se hábitos en lo que tienen de po­ modo y en los propios' conceptos
tencia , aunque de diverso carác­ que aumentarse 343
ter q\ie el de los humanos; pues Se disminuyen y aun desarraigan
el entendimiento angélico no há por cesación de su acto genera­
menester hábitos para todo lo in­ dor , de la propia manera que por
teligible 329 su repetición se engendran y
acrecen ­.. 344
l!. Causa de los hábitos en cuanto á su
generación. LIV. Distinción de los hábitos.

El hábito puede ser natural como Pueden residir varios en una sola
disposición del sujeto á la forma; potencia, como disposiciones á la
parcial y no totalmente natural naturaleza y á las operaciones .. ­ 346
como disposición á obrar; y los Distínguense específicamente se­
hábitos naturales en el hombre gún sus principios activos, la na­
residen diversamente en las po­ turaleza y los diversos objetos
tencias aprensivas y en las apeti­ respectivos 347
tivas 831 Y asimismo en buenos ó malos se­
Los actos propios del agente con gún su conformidad ó discordan­
856 ÍNDICE DEL TOMO II.

ASUNTOS Y TESIS. ««•. ASUNTOS Y TESIS. P«Í..

cia ya con la recta razón ó ya con sus actos son susceptibles de mé-
la naturaleza superior ó inferior. 348 rito, hechos por caridad/ 863
4 U n hábito no es constituido por 2 Son estos tres : inteligencia, sabi-
muchos hábitos, aunque se es- duría y ciencia. .N 364
tienda á muchas cosas en orden 3 El arte, aunque hábito propiamente
á una sola 350 operativo, solo es virtud en el
concepto mismo que los especu-
IV. Virtudes, en cuanto á sus esencias. lativos 366
4 La prudencia es virtud distinta del
1
Las virtudes humanas necesaria- arte 367
mente son hábitos 351 5 Es la virtud más necesaria al hom-
2 Son esencialmente hábitos opera- bre para bien vivir: 368
tivos 352 6 Lleva anejas como secundarias la
3 Buenos por necesidad como opera- eubulia, sínesis y gnómes 370
tivos del bien 353
4 Definición conveniente de la vir- 1VIII. Distinción enlrc las morales é intelectuales.
tud: «cualidad ó hábito del alma,
» por el que se vive con rectitud, 1 No toda virtud se llama moral, sino
» del que nadie usa mal y que solas las que residen en la poten-
» Dios obra en nosotros sin nos- cia apetitiva 371
i> otros » 354 2 La virtud moral se distingue de la
intelectual, como de la razón el
LVI. Sujeto de Ja virtud. apetito 372
3 Toda-virtud humana ó es intelec-
1 Reside en la potencia del alma tual ó moral -. 374
como en sujeto 356 4 Puede darse virtud moral sin algu-
2 Una sola ó misma virtud no puede nas intelectuales; no empero sin
estar por igual en dos ó más po- la prudencia y la inteligencia.. . 375
tencias ; sí empero de diverso 5 Todas las virtudes intelectuales
modo con cierta subordinación.. 357 pueden existir sin virtud moral,
3 El sujeto propio del hábito llamado á escepciou de la prudencia 376
en absoluto virtud es únicamente
la voluntad ó alguna otra poten- LIX. Distinción de las virtudes en relación
cia movida por ella, y también el ron las pasiones.
entendimiento práctico en cuanto
á su orden á la voluntad; nías en 1 La virtud moral no puede ser pa-
general puede serlo este, y.aun sión 877
el especulativo, de los hábitos 2 Las pasiones no pueden coexistir
accidentalmente virtudes 357 con la virtud en su concepto de
4 Las potencias irascible y concupis- afecciones desordenadas, y sí solo
cible pueden ser sujeto de virtud en el de simples movimientos del
mediante su participativa confor- apetito sensitivo 378
midadThabitual con la razón.... 359 3 La virtud es incompatible con la-
5 Los hábitos residentes en las fuer- tristeza sobre lo conveniente á
zas sensitivas aprensivas inter- . ella misma; pero puede y aun
nas nunca pueden llamarse vir- debe á veces coexistir con la mo-
tudes • 361 derada y razonable acerca de lo
6 La voluntad perfeccionada por el que la contraría 379
bien de la razón como su objeto 4 No toda virtud moral se refiere á
no puede ser sujeto de virtud al- las pasiones, sino uuas á estas y
guna; pero en ella como en su- otras á operaciones 381
jeto residen las virtudes, que or- 5 Las que versan sobre pasiones co-
denan á Dios ó al prójimo el mo su propia materia no pueden
afecto del hombre 361 existir sin ellas; mas las otras sin
ellas ó con ellas como por redun-
LVII. Distinción de las virtudes intelectuales. dancia consiguiente 381
1 Los hábitos intelectuales especula- LX Distinción de las virtudes morales entre si.
tivos pueden llamarse virtudes, '
en cuanto habilitan para la buena 1 Hay virtudes morales diversas en
operación; mas no en absoluto, especie 383
como que hagan usar bien de 2 No se distinguen entre sí según las
ellos mismos ó de la potencia : y respectivas operación ó pasión
ÍNDICE DEL TOMO II. 857

S °
ASUNTOS Y TESIS. P*». ASUNTOS Y TESIS.

como sus efectos, y sí como di-


versa materia sobre que actúan. 384 LXIJÍ. Causa de las virtudes.
Todas las que solieren á operaciones
coinciden en cierta razón general 1 Las virtudes intelectuales y mora-
de justicia, distinguiéndose em- les son connaturales al hombre
pero según sus respectivas razo- según cierta incoaccion, mas no
nes peculiares 385 - en cuanto á su perfección; y las
No puede admitirse que una sola teológicas proceden de causa
virtud moral actúe sobre todas completamente estrínseca á él.. 401
las pasiones; pero sí sobre dos 2 La virtud ordenada al bien regula-
contrarias entre sí : y á las de lo do por la razón puede ser causada
irascible se ordenan diversas vir- por actos humanos; mas no la
tudes morales 386 que ordena el hombre al bien
La diversidad de virtudes morales modificado por la ley divina 402
proviene de la de objetos de las 3 A -las virtudes teológicas corres-
pasiones y de la de potencias ac- ponden hábito infusos por Dios
tuantes sobre un solo objeto de en nosotros 404
sola una pasión, resultando asi 4 Las virtuales infusas difieren espe-
estas diez : fortaleza, templanza, cíficamente de las adquiridas se-
liberalidad, magnificencia, mag- gún la razón formal y el objeto
nanimidad, filotimía, mansedum- repectivos 405
bre, amistad, verdad y eutrapelia. 387
LXIV. Medio de las virtudes.
LXI, virtudes cardinales. 1 La virtud moral consiste en el me-
dio ó adecuación á la medida de
Lo son ó principales las que contie- la razón 406
nen la rectitud del apetito 390 2 Dicho medio de la virtud lo es siem-
Según los principios formales y se- pre de la razón, por comparación
" gun sus objetos son estas cuatro: á nosotros y en determinado ob-
prudencia, justicia, templanza y jeto , y solo con respecto á la jus-
fortaleza 391 ticia lo es de la cosa á la v e z . . . . 407
Bajo ese mismo doble aspeclo redú- 3 El medio en las virtudes intelectua-
cense á ellas todas las demás.... 392 les especulativas y aun prácticas
La prudencia difiere de las otras está en su conformidad con el ob-
tres en su concepto genérico de jeto; pero en las prácticas Con res-
condiciones generales del ánimo, pecto al apetito sirve de regla ó
identificándose así dichas tres co- medida 408
mo una sola; mas son cuatro 4 El bien de la virtud teológica, cu-
distintas por razón de sus objetos ya regla es Dios, no consiste en
ó materias 893 el medio, aunque per accidens y
Todas cuatro se llaman convenien- de nuestra parte admite medio y
temente ya ejemplares, ya políti- estremos 410
cas, ora purgativas, ora de ánimo
ya purgado 394 tXV. Conexión de las virtudes.
1 Las virtudes morales perfectas es-
MIL Virtudes teologales. tan conexionadas entre sí, mas
no las imperfectas ^11
Lo son y se llaman asi los princi- 2 Las virtudes morales adquiridas
pios sobreañadidos por Dios al operativas del bien ordenado al
hombre y que lo ordenan á la fin no superior á la facultad na-
beatitud sobrenatural 396 tural del hombre pueden existir
Son específicamenle diversas de las sin la caridad ; no así empero las
intelectuales y morales. 397 infusas. 413
Son estas solas tres : fe, esperanza 8 Con la caridad se infunden á la
y caridad 398 vez todas las virtudes morales,
Guardan ese mismo orden de prefe- sin las que no puede existir..... 415
rencia , no en su común concepto 4 ' Puede haber sin caridad fe y .espe-
de hábitos, sino en el de su gene- ranza imperfectas, no como vir-
ración en un mismo sujeto'; pre- tudes propiamente dichas 416
cediendo la caridad á las otras 5 De ningún modo puede existir la
dos en el de perfección 399 caridad sin fe y esperanza 417
858 ÍNDICE DEL TOMO I I .

ASUNTOS Y TESIS. Págs. ASUNTOS Y TESIS. Pág..

Son necesarios al hombre para con-


LXVI, I g u a l d a d de l a s v i r t u d e s . - seguir su fin sobrenatural de la
bienaventuranza 437
1 De las virtudes específicamente di- Son ciertos -hábitos, que lo per-
versas , y aun de una misma es- feccionan para obedecer pronta-
pecie en diversos sujetos ó aun mente al Espíritu Santo 439
en solo tino en diversos tiempos, Son estos siete, comprensivos de
puede una ser mayor que otra :• todas las virtudes intelectuales y
mas no así consideradas en sí morales : sabiduría, inteligencia,
mismas 418 consejo, fortaleza, ciencia, pie-
2 Todas las virtudes de un solo hom- dad y temor 440
bre son proporcionalmente igua- Se conexionan entre sí en la cari-
les según su participación ; pero dad, como las virtudes morales
puede ser una mayor que otra eu la prudencia 441
en cuanto á Ja especie y á la in- Subsistirán en el cielo en lo esen-
clinación á sus actos 419 cial por la plena correspondencia
3 Las virtudes morales son más esce- á su moción; no empero en lo
lentes que las intelectuales en tal material de las obras de la vida
concepto de virtudes, aunque activa. 443
más nobles como hábitos en ab- Su orden de dignidad corresponde
soluto las intelectuales 421 en parte absolutamente al de enu- -
4 La justicia es en general la más es- meracion de Isaías, y en parte al
celen te de las virtudes morales.. 422 de su respectiva materia ú objeto., 444
5 La sabiduría es la mayor de todas Las virtudes teológicas les son pre-
las virtudes intelectuales 423 feribles , siéndolo ellos á las inte-
6 La caridad es la más escelente lectxiales y morales 445
entre las virtudes teológicas,
como la más próxima á D i o s . . . 425
Bienaventuranzas.

LXVII. D u r a c i ó n de las v i r t u d e s después


Distínguense de las virtudes y do-
d e esta v i d a .
nes , no como hábitos diversos,
sino como difieren de los hábitos
1 Las virtudes morales no permane- los actos 447
cerán materialmente en la vida Los premios en ellas prometidos
futura ; pero en cuanto á lo for- • pertenecen á la vida futura^en
mal serán perfectísimas en los concepto de la misma bienaven-
bienaventurados 427 turanza, y á la presente como
2 Asimismo las intelectuales subsis- incoación ó mérito predisposi-
tirán en lo formal de las especies tivo á ella 448.
inteligibles ; no empero en lo Enuméranse convenientemente en
material, de las imágenes sen- el c. 5.° de San Mateo en corre-
sibles 428 lación con las virtudes y dones.. 449
3 Es imposible que la fe coexista con Igualmente razonable es la respec-
la beatitud en un mismo'sujeto.. 429 tiva adjudicación de premios en
4 Tampoco es compatilde la espe- ellas 452
ranza conla fruición divina... 431
5 La fe subsiste en género con el
LXX. Frutos del E s p í r i t u Santo.
mismo conocimiento en el estado
de gloria, aunque no la misma
en especie y número : mas la es- Pueden decirse actos humanos
peranza cesa allí en-todos con- como procedentes del hombre
ceptos . 432 por la superior virtud del Espí-
6 La caridad persevera la misma en ritu Santo 454
número con la perfección de la Todas -las bienaventuranzas pue»-
gloria 434 den llamarse frutos; mas no al
contrario 455
MM. Dones. Es conveniente su número de doce
consignado por San Pablo 456
Difieren de Jas virtudes por la di- Contrarían en común á las obras
versa moción respectiva, proce- de la carne ; mas no uno á cada
dente de la razón en estas y en una, sino según cierta adap-
aquellos del Espíritu Santo 435 tación 458
ÍNDICE DEL TOMO I I . 859

ASUNTOS Y TESIS. «i». ASUNTOS Y TESIS.

sos motivos, y no las que se re-


LXXI. V i c i o s y p e c a d o s en si m i s m o s . fieren á uno mismo 477
1 Opónense á la virtud tres cosas en LXXIII. C o m p a r a c i ó n de los p e c a d o s e n t r e sí.
sus tres conceptos respectivos :
al acto el pecado, á la bondad la 1 Por lo que completa la especie de
malicia y al hábito el vicio 459 pecados, ninguna conexión tienen
2 El vicio es contra la naturaleza del entre sí, siendo algunos contra-
hombre como contrario al orden rios á otros é incompatibles en un
de la razón 460 mismo sujeto simultáneamente.. 478
8 La bondad ó malicia del acto vi- 2 No todos los pecados son iguales.. 480
cioso es mayor que la del vicio ó 3 Su gravedad varía según la diversi-
hábito, y la de este lo es respecto dad de sus objetos 481
de la de su potencia. 462 4 Por parte del objeto á la mayor vir-
4 El pecado mortal no puede coexis- tud se opone el máximo pecado,
tir con las virtudes infusas, y sí y el menor por razón del efecto. 482
con las adquiridas-; mas el venial 5 Los espirituales entrañan culpa
con unas y otras 468 mayor que los carnales 483
5 En general puede haber pecado sin 6 En general y per se la gravedad del
acto ; pero aun el de omisión su- pecado es proporcional á la de su
pone siempre algún acto en cnan- causa y esta á la de la final y á la
to á sus causas ú ocasiones, aun- intervención déla voluntad, sién-
que en su noción genérica ó no dolo la involuntariedad de ate-
implica acto alguno ó solo in- nuación ó aun de inculpabilidad
terno 464 por causas impeditivas de la ra-
6 Es conveniente la definición del pe- zón ó de la libertad 484
cado según S. Agustín : «dicho 7 La gravedad puede aumentarse por
»ó hecho ó deseo contra la ley las circunstancias en el triple
» eterna» 465 concepto de cambiar de especie,
acrecer su magnitud ó inducir
LXXII. Distinción de los pecados. mayor deformidad 485
8 La cantidad del daño previsto é in- .
1 Distínguense propiamente en espe- tentado ó resultante per se del
cie según los objetos 467 acto agrava el pecado directa-
2. Conveniente distinción en espiri- . mente, é indirectamente tam-
tuales y carnales según la respec- bién la del previsto aun no in-
tiva delectación 468 tentado ; como también la negli-
3 No se distinguen específicamente gencia en la imprevisión con la
según sus causas activas ó moti- probabilidad per accidens de
vas , y sí por la diversidad de pecar 486
causa final 470 9 Agravación del pecado según la
4 De las diversas especies de pecados condición de la persona contra
resulta su distinción contra Dios, quien se peca por parte de Dios,
contra sí mismo, ó contra el de sí mismo y de los prójimos
prójimo 471 respectivamente ofendidos 488
5 La diferencia de venial y mortal ú 10 En cuanto á la del que peca está en
otra cualquiera fundada en el razón directa de su carácter ó
reato no constituye diversidad de condición y grado de virtud, si
especie, pero sí puede ser su con- lo hace con deliberación ; pBro
secuencia 472 inversa en los ocultos ó proce-
6 La de pecados de omisión y de co- dentes de fragilidad 489
misión no es específica formal
sino materialmente 473 LXXIV. S u j e t o de los p e c a d o s .
7 Los pecados de corazón, de boca y
de obra son de diversos grados 1 Lo es la voluntad 491
dentro de una misma especie . . . 475 2 Pueden serlo las potencias princi-
8 La diferencia entre los pecados por pios de los actos voluntarios elí-
esceso y por defecto, no solo los citos ó imperados 492
diversifica en especie , sino que 3 En la sensualidad puede haber pe-
los hace contrarios entre sí por cado , en cuanto puede ser 'mo-
contrariedad de sus motivos 476 vida ó retraída por la voluntad.. 493
9 Los diversifican en 'especie las cir- . 4 No puede empero existir en ella pe<-
cuiistancias procedentes de diver- cado mortal 494
860 ÍNDICE DEL TOMO II.

Í3S".:
ASUNTOS Y TESIS. w».. ASUNTOS Y TESIS.

En la razón cabe pecado, ya por ig- la que no es causa del acto de pe-
norancia de lo que debe y puede cado 510
saberse, ya por imperar ó no re- La voluntaria per s$¿y directamente
primir los actos de las potencias agrava el pecado ; y lo atenúa la
inferiores con deliberación 495 que lo es solo indirectamente y
En ella está el de delectación mo- per accidens, que ni es su causa
rosa, por no dirigir conveniente- ni totalmente lo escusa 512
mente las pasiones 495
A la razón superior pertenece pro- M . Cansa pecado p o r p a r l e del apelilo

piamente el consentimiento en el sensitivo.


• acto, y á la inferior su preambu-
lar el de la delectación 496 1 La pasión del apetito sensitivo no
Este consentimiento en la delecta- puede arrastrar directamente la
ción de lo pensado es grave en voluntad, pero si indirectamente
proporción á ello ; mas no siem- por cierta abstracción y por parte
pre es mortal la del pensamiento de su objeto 518
mismo como objeto ó fin, y aun 2 Puede vencerla en particular con-
á veces ni venial 498 tra su ciencia universal, 1." por
Puede ser venial el pecado de con- distracción, 2.° por impulso á lo
sentimiento por parte de la razón contrario, 3.° por alteración cor-
superior 500 pórea impeditiva de su uso 514
8 Dícese el pecado de debilidad,
10. Esta peca siempre mortalmente cuando fuera del orden de la ra-
consintiendo en actos gravemente
pecaminosos de las potencias in- zón la potencia concupiscible ó la
feriores ; mas en cuanto á su pro- irascible es afectada de alguna
pio objeto por consentimiento pasión impeditiva de su subor-
deliberado en lo mortal de su gé- dinación á la regla de la razón.. 516
nero, y solo venialmente en los 4 El desordenado amor de sí mismo
movimientos súbitos é impre- es la causa de todo pecado 517
vistos 501 • 5 Todas las pasiones causas de peca-
dos redúcense á estas tres : con-
LXXV. C a u s a s de los p e c a d o s en g e n e r a l .
cupiscencia de la carne, concu-
1 Lo es per se productiva del acto la piscencia de los ojos y soberbia
voluntad emancipada de la regla de la vida 518
de la razón y ley divina, que solo fi La pasión precedente al acto de
•per accidens y sin intención lo-e.s pecado disminuye su gravedad;
del desorden del acto mismo. . . . 503 pero la subsiguiente la aumenta,
Hay dos dobles causas interiores ó más bien, la denuncia mayor. 520
del pecado, próxima por parte de 7 Las pasiones escusan totalmente de
la razón y voluntad y remota pol- pecado, si hacen del todo invo-
la de la imaginación y el apetito luntario el acto subsiguiente;
sensitivo 504 mas no, si no lo hacen comple-
Algo estrínseco puede ser causa in- tamente ó siendo voluntarias
ductiva al pecado ; no suficiente-, ellas mismas 521
menté decisiva , en cuyo concep- 8 La inclinación del ánimo á algo
to lo es única y completa la vo- contrario al líltimo fin no es pe-
luntad 505 cado mortal en el-caso único de
Puede un pecado ser causa de otros no intervenir la razón delibe-
según los cuatro géneros de cau- rando 522
sas eficiente, material, final y
formal 506 JA1VIII. Malicia causa de pecado.

LXXVI. Cansas del pecado en particular. 1 Peca de industria ó por malicia


quien lo hace con conocimiento
1 Puede serlo per accidens la igno- de que prefiere un bien temporal
rancia solo por falta del conoci- al espiritual 528
miento impeditivo del acto peca- 2 Todo el que peca por habitó peca
minoso , 508 por cierta malicia 524
2 Solo es pecado la ignorancia venci- 8 No siempre ni necesariamente peca
ble de lo que debe saberse 509 por hábito quien peca por mali-
o
Escusa de pecado la ignorancia cau- cia cierta 525
sa del acto mismo; aunque no 4 El pecado cometido por cierta ma-
siempre del todo, á no ser in- ~ licia es más grave que el que se
vencible ó no negligente, y nunca comete por pasión 256
ÍNDICE DEL TOMO II. 861

ASUNTOS Y TESIS. v*»*- ASUNTOS Y TESIS.

trario, de haber pecado aquel y


LXXIX. Cansas estrinsecas del pecado. no ella 543
1 Dios no puede ser causa del pecado 1XXXII. P e c a d o o r i g i n a l en c u a n t o á s u esencia.
de modo alguno 528
2 El acto de pecado como acto y ente 1 No es hábito de potencia para
procede de Dios, quien no es ni obrar, y sí como mala disposición
puede ser causa de lo defectuoso de la naturaleza languidecida pol-
de tal acto 529 la privación de la justicia original. 545
3 Dios es causa de la obcecación y 2 En un solo hombre es único en es-
obstinación retirando su gracia, pecie y número ; pero en los di-
mas no infundiendo aversión á la versos hombres uno en especie
luz divina y conversión al mal.. 530 y numéricamente distinto 546
4 La obcecación y pertinacia se or- 3 Formalmente es la falta de justicia
denan á la salvación de unos pol- original, y materialmente la con-
la divina misericordia, y á la re- • cupiscencia 547
probación de otros por su mala 4 No puede ser mayor en uno que en
predisposición . . .' 531 otro individuo 548
LXXX. C a n s a d e l p e c a d o p o r p a r l e del diablo. 1XXX1II. Sujeto del pecado origiual.

1 El diablo no es directa ó suficiente- 1 Estuvo en Adán como en su pri-


mente causa del pecado del hom- maria causa principal; en el ger-
bre aun por parte del objeto, y sí men corpóreo como en causa ins-
solo lo propone y persuade como trumental ; y como en sujeto
apetecible 583 propio en el alma, y no en la
2 Puede inducir al pecado interior- carne 549
mente , solo escitando la fantasía 2 El alma según su esencia es el pri-
y el apetito sensitivo 534 mer sujeto del pecado original.. 551
8 No puede imponer necesidad de pe- 3 Inficiona con prioridad la esencia
car , aunque sí por propia virtud del alma por su inherencia al
inducir con necesidad á algún sujeto; pero en cuanto á la incli-
acto, que sea pecado en su géne- nación al aeto antes afecta á las
ro , no refrenándolo Dios 535 potencias y entre estas á la vo-
4 Es causa ocasional é indirectamen- • luntad 552
te de todos nuestros pecados ; no 4 Las potencias generativa y concu-
empero directa y singular per- piscible y el sentido del tacto
suadiendo á cometer cada uno de están especialmente más infectas
ellos 536 que las demás '. 55S

LXXXI. Causa del pecado p o r parle LXXXIV. P e c a d o c a u s a de o t r o pecado.


ire.
1 La codicia es la raíz de todos los
1 Es dogma de fe la transmisión ori- pecados aun en su concepto de
ginaria del pecado primero del avaricia de riquezas 554
primer hombre á sus descen- 2 La soberbia, desordenado apetito
dientes con la naturaleza misma de la propia escelencia, es el
por él inficionada 538 principio de todo pecado. • 555
2 Otros pecados de Adán ó de otros 3 Ademas de la soberbia y la avaricia
progenitores próximos no es po- son también capitales otros vicios
sible se transmitan por origen.. 540 incitativos á pecados derivados
3 La fe católica obliga á creer firme- de ellos 556
mente que todos los hombres 4 Siete son todos estos vicios capita-
- descendientes de Adán (escepto les : vanagloria, gula, lujuria,
solo Cristo) contraen de él el avaricia, pereza, envidia é ira.. 557
pecado original 541
,4 No lo contraería un hombre, que LXXW. E f e c t o s del pecado.
se suponga formado de Carne
humana por milagrosa virtud 1 El pecado original disminuyó el
divina 542 bien de la naturaleza en su con-
5 No lo contraerían los hijos de Adán, cepto de inclinación natural á la
si este no pecara, aun pecando virtud, lo destruyó totalmente
Eva; pero si en el supuesto con- como don de la justicia original
862 ÍNDICE DEL TOMO I I .

H
¡25

EH >".§
ASUNTOS Y TESIS. ASUNTOS Y TESIS. ff-

y lo dejó ileso en cuanto á sus 5 No es de pena eterna el reato de


principios y propiedades natu- aquellos pecados, en que hay des-
rales 559 orden acerca de los medios, salvo
2 No es posible que el pecado destruya el orden al fin liltímo 574
del todo el bien de la naturaleza 6 Cesando el acto del pecado queda
cifrado en su inclinación á la el reato de pena, al menos en
virtud 560 concepto de satisfactoria, supo-
8 Las cuatro llagas inferidas en la niendo quitada la mancha por el
naturaleza humana por el pecado tínico medio dé la aceptación del
original y efectos también del pe- orden de la divina justicia por la
cado actual son: ignorancia y ma- voluntad 575
licia, debilidad y concupiscencia. 562 7 Toda pena en absoluto se impone
i Los pecados original y actuales im- por alguna culpa propia en algún
plican privación del modo, espe-' concepto, aunqiie puede acep-
cíe y orden totalmente en cuanto tarla el inocente como satisfacto-
al bien del acto mismo, parcial ria por el culpable; mas las penas
respecto á la buena inclinación redundantes en mayor bien no se
y ninguna del bien sustancial de reducen á la culpa como á su
la naturaleza 563 causa 576
5 La muerte y demás defectos corpo- 8 La pena como satisfactoria ó medi-
rales no son efectos del pecado cinal puede uno aceptarla en pío
per se, y sí penas consiguientes de otro; mas como meramente
al original 564 penal solo se sufre por pecados
6 La corruptibilidad causante de ellos propios, y en general todo me-
compete á la naturaleza de la ma- noscabo en bienes espirituales es
teria y no á la de la forma en el pena del pecado personal come-
hombre ; y toda corrupción y de- tido ó heredado 578
fecto es contra la naturaleza par-
ticular, pero, natural á la univer- LXXXVIII. Pecados venial y mortal.
sal según la tendencia de la ma-
teria : 565 1 Hay verdadera diferencia entre el
mortal, contrario al orden de la
LXXXVI. M a n c h a del pecado. calidad, y el venial, que solo es
fuera de dicho orden 580
1 Prodúcelo en el alma en el sentido 2 El venial por el evento ó por su
metafórico de carencia de brillo causa no difiere en género del
ó belleza 567 mortal; pero puede uno ser ve-
2 Esta mancha permanece aun des- nial y otro mortal en su respec-
pués del acto de pecado hasta la tivo género por parte del objeto,
recuperación de la luz divina y pudiendo el venial llegar á mor-
de la razón por la gracia y me- tal por mala intención del agente
diante la contrición 568 y el mortal quedar en venial por
LXXXVII. R e a t o de p e n a .
imperfección del a c t o . . . . . . . . . . 5 8 2
3 El venial por su género no dispone
1 El pecador incurre- en tres penas per se directa y primariamente
por parte de sí mismo, del hom- al mortal en su género ; pero sí -
bre y de Dios '• 570 directamente y por cierta conse-
2 Un pecado no puede ser per se pena cuencia al mortal por parte del
de otro pecado, pero sí per acci- agente, é indirectamente aun al
deiis por parte de la causa ó de mortal en su género por remo-
la sustancia del acto ó del efecto. 571 ción del obstáculo 583
3 Todo pecado aversivo de DÍOB y 4 Un mismo acto numéricamente no
destructor de la caridad induce puede ser antes venial y luego
de suyo reato de pena eterna, mortal, pero el venial por su gé-
siendo el reato en general de nero puede hacerse mortal por
igual duración que la subversión parte del agente : y muchos pe-
del orden, la cual puede ser repa- cados veniales no pueden consti-
rable ó irreparable 572 tuir uno mortal integralmente,
4 Por parte de la aversión corres- sí empero dispositivamente 584
ponde al pecado la pena de daño 5 La circunstancia no hace mortal al
infinita, y por la de la conversión venial en su género, sino por adi-
al mal la de sentido de suyo no ción de deformidad de otro géne-
infinita 573 ro constitutiva de especie di versa. 5 8 5
ÍNDICE DEL TOMO I I . 863

ASUNTOS Y TESIS. l'ágs. ASUNTOS Y TESIS. M*.

6 El mortal se hace, no venial, sino célente la racional, que distin-


más grave por la adición de de- gue el bien del mal - 602
formidad propia del género de Hay ademas leyes humanas consti-
venial; mas el mortal en su gé- tuidas por los hombres y disposi-
nero puede ser venial por imper- tivas en particular de lo conteni-
fección del acto 587 do en la natural. 603
Ha sido necesaria una ley divina,
LXXXIX. P e c a d o v e n i a l e n si m i s m o . para dirigir al hombre infalible-
mente á su fin sobrenatural.... 6 0 4
1 NQ causa en el alma mancha pro- La ley divina Tínica se distingue en
piamente dicha, empañando solo antigua y nueva, como lo imper-
su brillo actual y no el habitual. 5 8 8 fecto y lo perfecto 605
2 Designan convenientemente los pe- La desordenada propensión de la
cados veniales de los que procu- sensualidad consiguiente á la
ran cosas terrenas el leño, heno y pérdida de la justicia original y
paja 589 ; llamada fómes es "una verdadera
3 El hombre no pudo cometer pecado • ley penal para el hombre desti-
de suyo venial, antes que pecan- . tuido de su primitiva dignidad.. 667"
do mortalmente perdiera la inte-
gridad de su primitivo estado de XC1I. Efectos de l a l e y .
inocencia 590
4 Todos los actos de los ángeles bue- 1 Es propio efecto de toda ley hacer
nos son actos de caridad y no buenos á los subditos del todo ó
pueden pecar ni aun venialmente, en algo por su observancia . . . . 6 0 9
al paso que los malos pecan mor- 2 Sus actos propios son mandar los
talmente en todo cuanto hacen virtuosos, prohibir los viciosos,
por su propia voluntad; porque permitir los indiferentes y casti-
todo acto angélico afecta al orden gar á los infractores 610
del fin, y no al de los medios... 5 9 2
5 No es razonable decir que los pri- XC1II. Ley eterna.
meros movimientos de los infie-
les son pecados mortales, no con- 1 Es la razón de la divina sabiduría,
sintiendo en ellos 593 como directiva de todos los actos
6 El pecado venial no puede coexistir y movimientos en orden al bien
en alguno con solo el original sin común 612
el mortal 594 La conoce toda criatura racional
en su efecto y como irradiación ó
participación de ella misma, aun-
XC, Las leyes.
que tal cual en sí es solo Dios
mismo y los bienaventurados,
1 La ley, regla y medida de los actos que ven la divina esencia 613
humanos, es algo perteneciente Toda ley se deriva de la eterna pro-
á la razón 596 porcionalmente á su participa-
2 Toda ley se ordena al bien común. 598 ción de la recta razón 614
3 Legislar compete á la colectividad Está sometido á-ella todo lo creado
ó al príncipe ó persona investida y cuanto hay en las criaturas
de su representación para su ré- contingente ó necesario, mas no
gimen y custodia ' 599 lo perteneciente á la divisa esen-
4 Es de esencia 'de la ley, para que cia ó naturaleza 615
sea obligatoria, su promulgación Todos los movimientos y actos de'
para conocimiento de los que de- - la naturaleza entera, inclusos los
ban someterse á ella 599 sucesos contingentes, dependen
de ella 616
La están sometidos todos los seres
-XCI. Diversidad de leyes. racionales aun en cuanto á su
participación y conocimiento; los
1 Hay una ley eterna, que es la razón buenos perfectamente por su con-
que gobierna el universo y existe formidad con ella en el obrar, y
en la mente divina 601 los malos imperfectamente por
2 La ley natural es la participación parte de su operación, suplién-
de la eterna en las criaturas, pol- dose en ellos pasivamente como
la que tienden á sus propios actos, en los irracionales lo que les falta
y de un modo especial y más es- de acción subordinada á e l l a . . . . 6 1 8
864 ÍNDICE DEL TOMO II.

S5

ASUNTOS Y TESIS. l'ágs. ASUNTOS Y TESIS. rágs.

XCIV. Icy natural. XCYI. P o t e s t a d de l a l e y h u m a n a .

1 Propia j esencialmente no es un
r
Toda ley humana debe dirigirse al
hábito, sino en el solo concepto bien común, afectando á la gene-
de contener algo que habitual- ralidad de las personas, asuntos
mente se tiene en la razón ó en y tiempos 684
el alma. 620 No cohibe todos los vicios, sino los
2 Su primer precepto comprensivo de . más graves y de que es posible se
todos los demás fundados en él abstenga la mayoría de la multi-
cífrase en que « debe hacerse lo tud, ó sin cuya represión no.po-
» bueno y evitarse lo malo». dría subsistir la sociedad, y con
siendo el orden de todos correla- preferencia los perjudiciales á
tivo al de las inclinaciones natu- otros 635
rales 621 Prescribe únicamente los actos de
8 Todos los actos de virtudes en su virtud mediata ó inmediatamen-
concepto genérico de virtuosos te ordenables al bien -común; si
pertenecen á la ley natural, mas bien no hay virtud, cuyos actos
no así considerados en sí mismos no puedan ser objeto de ella.... 636.
según sus respectivas especies Obliga en el foro de la conciencia,
propias 622 siendo -justa ; mas no en lo que
4 Es una misma en todos en aianto se oponga al bien del hombre por
á los principios comunes respecto su fin ó- autor ó forma, á no ser
de la rectitud y del conocimiento, por evitar escándalo ó perturba-
aunque no siempre en este doble ción ; y las injustas como contra-
concepto en determinadas deduc- rias al bien divino ni deben ni
ciones propias de cada cual 623 pueden lícitamente observarse.. 687
5 Es inmutable en cuanto á los pri- Están sometidos á la ley todos los
. meros principios fundamentales. que lo están al poder legislativo;
mudable empero según los tiem- pero los buenos no como cohibi-
pos por ciertas supresiones ó adi- dos por el temor de la pena, cual
ciones en sus conclusiones remo- sucede á los malos 639
tas 625 No debe observarse literal y estric-
6 No puede borrarse del corazón de tamente en lo perjudicial al bien
los hombres respecto de sus prin- común. y su interpretación en
cipios más comunes sino en algún casos de urgencia impeditiva del
caso práctico especial, aunque sí oportuno recurso al superior va
raras veces en cuanto á sus con- aneja á la perentoriedad de las
clusiones secundarias 626 circunstancias 640

XCVII. M u t a c i ó n de l a s l e y e s .
XC'V. lev uuinana.

1 La ley humana es susceptible de


cambio para su perfección ó pol-
1 Ha sido necesaria la institución de las circunstancias 642
leyes humanas para la paz y el i No debe mudarse, siempre que
ejercicio de la virtud y represión ocurra cosa mejor, sin evidente
de los vicios y pertinacia de los necesidad ó grande utilidad co-
malvados 628 mún 648
2 Toda ley humana solo es verdadera 8 La costumbre procedente de. hechos
ley según su derivación de la na- muy repetidos puede llegar á te-
tural, y es más bien corrupción ner fuerza de ley abolitiva de la
de la ley en lo que no sea justo y antes vigente é interpretativa de
conforme con la recta razón, cu- otras 644
va primaria regla es la ley natu- . 4 Puede dispensarla el soberano, de-
ral.,, 629 biendo hacerlo con discreción y
3 Conveniente asignación descrip- solo por motivos justos 645
tiva de las verdaderas condicio-
nes de toda ley positiva según XCVUI, ley antigua.
San Isidoro 681
4 División por el mismo de las leyes i Fue indudablemente- buena, aun-
humanas según los cuatro requi- que imperfecta 647
sitos esenciales á toda ley 632 1 Su autor fue el mismo Dios bueno,
ÍNDICE DEL TOMO II. 865

ASUNTOS Y TESIS. P^S. ASUNTOS Y TESIS. N*.

obrador de la salud humana por 5 Su enumeración en dichos dos gru-


la gracia de Cristo. 649 pos es muy conveniente 669
3 La dio por ministerio de ángeles.. 650 6 Lo es'asimismo el.orden de esta
4 Dios distinguió con ella á solo el enumeración 672
pueblo hebreo en cumplimiento 7 Igualmente fueron dictados del
de sus promesas anejas al privi- modo más congruente por la di-
legio de haber de nacer de él el vina sabiduría .:.. 673
Cristo ó Mesías 651 8 De ningún modo son dispensables
5 Estaban obligados á observarla to- formalmente 675
dos los hombres y pueblos en lo 9 El modo de la virtud cae bajo pre-
de ley natural contenido en ella, cepto de las leyes divinas y hu-
y solo el judaico en cuanto á to- manas en cuanto á obrar con ó
dos sus preceptos aun añadidos sin conocimiento; solo es regu-
á la natural 652 lado por la divina respecto á la
6 Dióse oportunísimamente en tiem- intención y voluntad, y por nin-
po de Moisés, como media entre guna en cnanto á obrar por há-
la natural y la de gracia 654 bito de virtud: pues en general
solo es objeto de ley lo que mo-
XCIX. P r e c e p t o s de l a l e y antigua. tiva su sanción penal 677
10 El modo de la caridad cae bajo el
1 Redúcense todos al de amar á Dios precepto especial de la ley divina
y al prójimo en orden á. su tínico ele amar á Dios y al prójimo;
fin, siendo no obstante muchos mas no per se y en general bajo
como medios á él conducentes . . 656 los demás como requisito indis-
2 Contenía preceptos morales sobre pensable el ejecutar por caridad
el ejercicio práctico de las virtu- todos los actos de cualesquiera
des 657 virtudes 678
3 Otros eran ceremoniales , determi- 11 Con razón se añadieron al Decálogo
nativos del culto esterno debido otros preceptos morales, implíci-
á Dios 658 tamente incluidos en él, pero
4 Deben reconocerse ademas los ju- poco notorios á los sencillos é ig-
diciales para la determinación de norantes 680
los actos de la justicia 660 12 Los preceptos de la ley no justifi-
5 A estas tres clases de preceptos se caban propiamente hablando, no
refieren ó reduceu todas las de- pudiendo hacer justo al hombre
mas prescripciones de la ley bajo ante Dios aun ia plena observan-
cualquiera denominación 661 cia de los morales; pero sí en el
6 Era conveniente el estímulo de re- sentido de practicar por ellos la
compensas y amenazas tempora- justicia ó de disponer para la jus-
les en la ley, para atraer á Dios tificación, ' 682
á los imperfectos 662

C. • • P r e c e p t o s m o r a l e s de l a l e y antigua. CI. Preceptos ceremoniales considerados en

sí mismos.
1 Todos- ellos pertenecen de algún
modo (aunque diverso) á la ley
natural 664 1 Lo son propiamente los concernien-
2 La ley humana solo propone pre- tes al divino culto determinando
ceptos morales sobre actos de los morales en orden á Dios . . . . 684.
justicia ó de otras virtudes en sus 2 Simbolizaban convenientemente
relaciones con ella; mas la di- los misterios y verdades de la
vina los intima con respecto á bienaventuranza futura y los re-
todas las virtudes, como obliga- lativos á Cristo, camino para ella
torios los indispensables al orden y que es la verdad misma 685
de la razón y de consejo los con- 3 Fue conveniente se dictasen mu-
ducentes á la virtud perfecta ó chos , para estimular á los buenos
consumada 665 al amor de Dios y retraer á los
3 Todos los preceptos morales de la malos de la idolatría, á qire eran
ley se reducen bajo algún aspecto muy propensos 687
á los diez del Decálogo . . . 666 4 Divídense acertadamente las cere-
4 De estos tres dicen orden áDios y monias en sacrificios, sacramen-
siete al prójimo en distribución tos , cosas sagradas y observan-
convenientísima 667 cias legales 688
SUMA T£0LÓG1CA.— TOMO II. 55
866 ÍNDICE DEL TOMO II.

ASUNTOS Y TESIS. m*. ASUNTOS Y TESIS.

te, aunque no instituidos preci-


CJI. Cansas de los p r e c e p t o s ceremoniales. samente como emblemáticos.... 735
3 No eran obligatorios á perpetuidad,
1 Necesariamente se ordenan á algún y fueron abolidos por Cristo en
fin, del que pueden tomarse sus la organización de su nueva Igle-
razonables causas . . . , v . . . . . . . . . 690 sia , cuyos prelados podrían res-
2 Tienen doble causa ó razón, literal tablecer su vigor; á diferencia de
por su respecto al divino culto y los ceremoniales, cuya observan-
simbólica ó mística como figura- cia hoy sería pecaminosa 736
tivos de Cristo 691 4 Cuádruple distinción como regula-
3 Justifícase la razón de los sacrifi- dores de las relaciones 1.° entre
cios , como inductivos á elevar el príncipes y subditos, 2.° de estos
alma á Dios y retraer de la idola- entre sí, 3.° entre indígenas y
tría en su concepto literal, y re- estranjeros, 4.° domésticas..... 787
presentativos en el místico de la
voluntaria pasión é inmolación CV. Razón de los p r e c e p t o s j u d i c i a l e s .
del Redentor.. 692
4 Conveniencia de la determinada 1 Inmejorable institución de prín-
institución de tiempos fijos, ta- cipes ..... 739
bernáculos, vasos y ministros es- 2 Acertada organización de relacio-
peciales 698 nes entre los del pueblo 742
5 Razones literales y simbólicas de 3 Justas y.convenientes prescripcio-
los sacramentos de la antigua ley nes con respecto á los estranje-
por relación al culto de Dios en . ros, reducidas las hostiles á la
aquel tiempo y á su representa- fortaleza en los combates y la
ción de Cristo en lo futuro 706 moderación en la victoria, y en
6 Análoga justificación de las obser- cuanto á las pacíficas sobre pere-
vancias ceremoniales. 718 grinos y naturalizados 749
4 Relaciones domésticas entre señor
CIH. Duración de los p r e c e p t o s ceremoniales. y siervo, marido y esposa, y pa-
dres é hijos 752
1 Ciertas ceremonias del culto divino
anteriores á la ley antigua no CVI. ley nueva ó evangélica.
eran legales ó instituidas por ley. 726
2 Las ceremonias de la antigua ley 1 Es principalmente la misma gracia
tenían virtud de borrar ciertas del Espíritu Santo, que se da á
manchas corpóreas, no la de la los fieles de Cristo ; pero secun-
culpa en el alma; y los sacrificios dariamente es ley escrita, cons-
por los pecados no los borraban tando de prescripciones disposi-
por sí mismos, sino que se ofre- tivas á la gracia y sobre su buen
cían como protestaciones de la fe uso _ 755
en Cristo, por la que se obtenía 2 Justifica por sí nysma en su pri-
la justificación 727 mer concepto ; y no en el secun-
3 Comenzaron á cesar con la venida dario, en el que aun puede matar
de Cristo, incoación del misterio tomada literalmente •.; 756
de la redención, con cuya consu- 3 No debió darse al principio del
mación por su muerte termina- mundo, ni hasta que la reden-
ron reemplazadas por las de la ción consumada por Cristo re-
nueva ley 729 moviera el obstáculo del pecado. 758
4 Sería pecado mortal observar en la 4 No la sobrevendrá otro estado de
actualidad las ceremonias legales los hombres con diversa ley más
del rito hebreo, como creer que perfectamente comunicativa de
Cristo no ha nacido todavía.... 730 la gracia ; y varía adaptándose á
lugares, tiempos y personas 759
CIV. Preceptos judiciales.
CVI1. Comparación de l a ley nueva con
1 Su doble carácter de reguladores la antigua.
de las mutuas relaciones entre
lo"s hombres y de obligatorios por 1 Es distinta de ella, como lo per-
institución divina ó humana, y fecto difiere de lo imperfecto;
no por la sola razón natural.... 734 mas no en especie 762
2 Tenían también cierto carácter sim- 2 Complétala y la cumple supliendo
bólico accidental é indirectamen- lo que la faltaba,, ya en cuanto á
ÍNDICE DEL TOMO í í . 86^

a °
3 á
ASUNTOS Y TESIS. /><**. ASUNTOS Y TESIS. «...

su fin justificando por la virtud á cualquier acto ; mas en el 2.° la


de Cristo; ya en sus preceptos necesita aun para ese natural
con su ejemplo y doctrina, ense- amor 783
ñándolos é interpretándolos y 4 Pudo en aquel y no puede en este
añadiendo consejos de perfección. 764 sin la gracia reparadora cumplir
3 Contiénese en la antigua como el todos los preceptos de la ley en
árbol en la semilla, y sus precep- cuanto á la sustancia de los ac-
tos como los granos en la espiga. 766 tos : mas en cnanto al modo ni
4 Es menos onerosa que aquella en en uno ni en otro hacerlo por ca-
cuanto al número de preceptos ridad sin dicha gracia ; así como
sobre actos estemos ; pero más en ambos necesitó siempre de la
graves sus preceptos, por ser moción de Dios, para obrar bien
más difícil la represión de los en la esencia y en el modo 784
movimientos interiores 767 5 No puede sin la gracia merecer ni
conseguir la vida eterna, que es
CVIII. lo c o n t e n i d o en l a n u e v a ley. su último fin, superior á su na-
tural virtud! 785
1Con razón prescribe ciertas prác- 6 Tampoco puede sin el don habitual
ticas sacramentales y otros actos de la gracia efectuarse la prepa-
estemos, dejando el ejercicio ó ración de su voluntad á obrar
la abstención de otras obras á la bien meritoriamente y gozar de
discreción de cada cual 769 Dios, ni disponerse por sí mismo
2 Suficientemente se limita á formu- á recibir la luz de la gracia sin
lar como preceptos y prohibicio- el auxilio gratuito de Dios, que
nes de obras esternas los morales á ello interiormente le mueva é
y sacramentales en lo esencial, inspire 786
confiando lo demás á los indivi- 7 Ni levantarse del pecado por sí
duos ó á los superiores respecti- mismo sin el auxilio de la gracia,
vamente 771 necesario al efecto como interior
3 Ordena perfectamente los actos moción de Dios y como don suyo
internos del hombre, cuya norma .habitual 788
de vida cristiana propuso e l ' 8 En su estado de naturaleza íntegra
Señor completa aun en solo su podía aun sin la gracia habitual
sermón de la montaña 773 .evitar todo pecado mortal y ve-
4 Propone determinados consejos nial ; mas en el de naturaleza
nuevos de perfección, convenien- caida necesita de la gracia habi-
temente condensados en la po- tual para preservarse de todos y
breza, castidad y obediencia per- cada uno de ellos, si bien puede
petuas y completas 776 aun sin ella evitar por breve
•tiempo cada uno de los mortales. 790
C1X." G r a c i a ' d e D i o s , p r i n c i p i o cstrínseco de los 9 Ya constituido en gracia no ha
actos humanos.
menester de otro auxilio de gra-
cia como distinto hábito infuso,
1 Puede el hombre conocer verdades pero sí ser movido á obrar bien
naturales movido por Dios á su y protegido y dirigido_ por el di-
acto, pero sin el sobrenatural vino auxilio de la gracia. 792
auxilio de su gracia, necesario 10 La perseverancia, como hábito per-
para las superiores á su natural manente en el alma de hecho ó
alcance 779 en propósito, la es infundida jun-
2 En su primitivo estado de íntegra tamente con la gracia; mas como
naturaleza necesitaba de auxilio acto continuado hasta el fin de la
gratuito de Dios, solo para querer vida, aun constituido en gracia
y practicar el bien sobrenatural; necesita del divino auxilio, que
en el de naturaleza lo ha menes- lo dirija y preserve contra las
ter para su rehabilitación y para tentaciones, aunqueno de otro
ejercer el bien meritorio; y en algún hábito de gracia 793
ambos en cuanto á ser movido CX. G r a c i a de Dios en cuanto á su esencia.
por Dios á obrar bien 781
3 En el 1." no necesitaba del don de 1 Decir que el hombre tiene la gracia
la gracia, para amar á Dios natu- de Dios denota cierta entidad
ralmente sobre todas las cosas sobre-natural procedente' de Dios
con sus dotes naturales, aunque y en realidad existente en BIT
sí ser movido por él á este como alma 795
868 ÍNDICE DEL TOMO II.

ASUNTOS Y TESIS. rá„ .


s g | ASUNTOS Y TESIS. r* *.
B

o <

2 - La gracia no es cualidad sino mo- sujeto más ó menos dispuesto á


vimiento del alma, como efecto ella 811
gratuito de Dios ó su moción ; íí Puede alguno saber con entera cer-
mas en su concepto de don habi- teza por especial revelación que
tual infuso por Dios y perma- se halla en gracia; mas nadie
nente en ella es verdadera cuali- tiene por sí mismo sino cierto co-
dad ó hábito del alma 797 nocimiento conjetural fundado
3 Es entidad diversa de las virtudes en el testimonio de su concien™"
infusas, como difiere de las ad- ú otros indicios no decisivos..
quiridas la luz natural de la ra-
zón 798 CXIIl. Efcclos de la gracia.
4 El sujeto de la gracia es la esencia
'misma del alma ; no alguna de 1 La justificación del impío es p - 1

sus potencias, que lo son de las píamente el tránsito del estado


virtudes, de inferior condición pecador al de justicia por la i
que la de la gracia 709 misión de los pecados, toman
tal nombre de su término i
CXI. Division de l a gracia. gvem; aunque puede llamar
justificación la simple adqur
1 Divídese convenientemente en san- cion de la justicia con abstrn
tificante, por la que el hombre cion del concepto de perdón..
se une con Dios, y gratis-data, 2 Ni siquiera es concebible la ren
que le hace cooperar á la santifi- sion de los pecados sin la efectr
cación de los demás 801 infusión de la gracia
2 Subdivisión de la santificante en o La moción de Dios para la justi:
operante y cooperante .... 802 caciou no se efectúa sin el mov
3 Razonable división en preveniente miento del libre albedrío en
y subsecuente según sus diversos que lo tiene; mas Dios mismo
efectos anteriores ó posteriores mueve á aceptar el clon de la gri
bajo cualquier aspecto 804 cia justificante, al infundírsela
4 Conveniente clasificación y enu- 4 El movimiento ó acto de la fe <
meración de las nueve gracias requisito indispensable para la
gratis-datas consignada por San justificación del pecador 819
Pablo.. 805 5 Lo es asimismo la doble moción del
5 La santificante es más digna que la libre albedrío, aspirando ala jus-
gratis-data, como unitiva aquella ticia por el deseo y detestando el
del hombre con Dios y solo dis- pecado por la contrición 820
positiva estotra 807 6 Los cuatro requisitos para la justi-
ficación son ; 1." infusión de la
CXII. C a u s a de l a gracia. gracia, como principio ; 2.° mo-
ción del libre albedrío hacia Dios
1 Ninguna criatura puede ser causa

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