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UNIDAD 4: Estado del arte.

● Huascar Salazar Lohman. La formación histórica del movimiento indígena


campesino boliviano. Los vericuetos de una clase construida desde la etnicidad. Ed, Clacso,
Buenos Aires, 2013.
Constituye un trabajo en el que se reúnen diferentes investigaciones de autores americanos
y del Caribe, y que formaron parte de un concurso titulado Régimen de acumulación y
clases sociales, organizado por CLACSO.
A partir de él, Huascar Salazar hace un abordaje sobre la lucha de los campesinos
indígenas, desde la colonia hasta la república. Siendo el disparador de su investigación un
discurso actual, dado durante el mandato de Evo Morales, en el que un campesino expresó
a las cámaras “ha llegado la hora, [el] cambio para [la] gente pobre, [para] que tenga[n] el
poder, [para] que tenga[n] su tierra”. Una concepción que se volvió simbólica en la
comunidad indígena boliviana, y se ha documentado que fue usada en otros momentos
históricos, pone un ejemplo enmarcado en la Guerra Federal, donde los comunarios de
Mohoza, también expresaron: “¡Viva Villka! ¡Viva Huaicho! Vecinos, corren a esconderse,
porque ahora es nuestro tiempo”.
Para el autor: “Apropiarse del tiempo implica trastocar un orden de dominación y
explotación, es el avance en el intento de subvertir las formas coloniales y capitalistas a las
cuales los pueblos indígenas campesinos se han visto sometidos históricamente, desde la
colonia hasta la república, sea cual fuese la modalidad que estos regímenes hayan
asumido”. (p.p 12)
A partir de ello considera que la formación de un sujeto indígena campesino da lugar a
esos momentos constitutivos desde sus concepciones y anhelos económicos, políticos y
socioculturales, los cuales dependen de cada coyuntura. Huascar Salazar expone que,
“los anhelos del movimiento indígena iban mucho más allá, y estaban sustentados
en trastocar las estructuras de la dominación oligárquica para configurar espacios
autónomos de poder y recuperar las tierras comunitarias, muchas de las cuales habían
sido incorporadas a un régimen de hacienda, proceso que se había acentuado
drásticamente desde el gobierno de Mariano Melgarejo y la posterior implementación
de la Ley de Exvinculación”. (p.p 15)
En el tercer apartado de este documento, el autor aborda el concepto de clase social, y
cómo el campesino indígena va consolidando su clase como tal, por medio de su lucha
reivindicativa partiendo de sus raíces étnicas. Siendo esta transformación parte de la
historicidad, “los indígenas campesinos de Bolivia se vuelven clase en su lucha, desde
donde se reinventan cada vez”.
Para comprender y analizar el papel sociocultural que engloba esta lucha del campesino
indígena el autor hace una descripción del proceso histórico de Bolivia, aclarando que no
pretende con ello profundizar historiográficamente, sino presentar los elementos que luego
serán analizados en profundidad.
Huascar Salazar parte de la Independencia de Bolivia de 1825, siendo el punto de
quiebre, pero a la vez permite visualizar las continuidades, siendo una de ella la continuidad
de la política anti-indígena dominante. Enmarcado en una consigna liberal que buscaba
promover la propiedad privada como elemento modernizador; a partir de lo cual se decide
repartir las tierras de la comunidad y liquidar, así como también eliminar su tributo.
El problema era que el sustento del Estado dependía de la población indígena que era
mayoritaria, por ende comenzó a escasear el excedente económico que llevó a la élite a
dar marcha atrás en su resolución en 1826, pero no implicó un cambio de pensamiento.
Hacia la década del 60 del siglo XX, la política estatal se profundizó en favor del régimen
de la hacienda y eliminación de la comunidad, llegando en 1866 a establecer un decreto al
respecto y 1868 a establecer la Ley de Tierras,
“. En el primer caso, se exigía una ridícula suma de dinero a los indígenas
para que estos obtuvieron la “propiedad con dominio pleno de la tierra”, sin que
esto significase eliminar el tributo indígena; mientras que en el segundo caso se
establecía que “las tierras poseídas por la raza indígena, conocidas hasta hoy
bajo el nombre de tierras de comunidad, se declaran propiedad del Estado”,
ahorrando la dificultad de primero tener que declarar tierras individuales para
posteriormente expropiarlas”. (p.p 22)
Este hecho dió lugar a los levantamientos de los indígenas, los cuales se hicieron sentir
entre 1869 y 1870, consolidando una alianza hacia 1871 contra el gobierno central. Esta
unidad terminaría por derrocar al gobierno de Melgarejo en La Paz, Bolivia, tras una revuelta
indígena consolidada. Cabe señalar que una parte de la elite que estaba en descontento con
esta política, también participó en tal movimiento, aunque era minoritaria.
Tras el desenlace de la misma solo tardaron seis meses en poner fin a las políticas
firmadas. Pero pasaron solo tres años para que se volviera a dar una embestida contra las
tierras comunitarias,
“En octubre de 1874, el gobierno de Tomás Frías decretó la famosa Ley de
Exvinculación de tierras. “El propósito [como lo referían sus defensores] era
individualizar la propiedad colectiva, crear un mercado de tierras y de esa
manera promover el proceso de ciudadanía de los indígenas” (Mendieta, 2010:
95) y, partiendo de un discurso liberal, se proponía eximir a los indígenas de
trabajos forzados y del tributo indígena,15 en vez de éste se impondría una
contribución territorial. Sin embargo, en la realidad fue poco lo que se
implementó de estos “avances” liberales y mucho en el proceso de
desvinculación de los indígenas de sus tierras”. (p.p 23)
Se cree que la Guerra del Pacífico condiciona su incumplimiento hasta 1880, a partir de
la cual se configura el Estado Oligárquico,
“La consolidación del llamado Estado oligárquico en Bolivia se dio a partir de
la Convención Nacional de 1880, luego de la derrota sufrida en la Guerra del
Pacífico. En esta convención se impuso la élite minera “pacifista” que buscaba
terminar el conflicto con Chile en función de sus intereses productivos. Además,
en esta convención se consolidó un sistema político bipartidista: conservadores y
liberales. El Partido Conservador habría de ser el representante de aquella élite
minera “pacifista” situada en la ciudad de Sucre y controlaría directamente el
aparato estatal hasta la Guerra Federal (1899)”. (p.p 23)
“La nueva normativa legal de la República boliviana había eliminado la figura
del cacique, figura que durante la colonia había tenido la potestad de
intermediario entre comunidades y Estado colonial. Los indígenas, bajo este
nuevo marco normativo, fueron considerados como “pobres de solemnidad” lo
que conlleva a ser incorporados como bolivianos pero no como ciudadanos de la
nueva república. Además, las nuevas leyes contenían la eliminación de
peticiones oficiales de manera comunitaria ante los tribunales estatales, ya que
los indígenas ahora “podían” hacerlo de manera particular o a través de un
apoderado. En este marco, la estrategia indígena fue la de suplantar, con sus
particularidades, la figura de cacique por la de estos apoderados que eran
reconocidos por la nueva legislación”. (p.p 24)
Con la Guerra Federal se produce una alianza entre liberales y los indígenas, además de
que pasa a ser Sucre la Sede de Gobierno, en un discurso liberal federalista. Así como se
llega a un acuerdo donde los indígenas finalizado el conflicto volverían a tener sus tierras,
“Sin embargo, recibir el apoyo indígena era una estrategia cuestionada y
temida por las élites bolivianas –conservadoras o liberales– del siglo XIX. Desde
un discurso racista y de segregación los indígenas eran considerados como una
amenaza permanente a la cual no se le podía depositar confianza alguna”. (p.p27)
Terminado el conflicto, vencido los conservadores, los indígenas tomaron sus tierras
siendo éste su derecho, pero las autoridades desconocieron el acuerdo, incluso los liberales
reconocerían el orden constitucional previo a la guerra, y los líderes indígenas serían
aprendidos, siendo “sometidos a juicio por supuestos crímenes y su incitación a una “guerra
de razas”. La capital de gobierno volvería a ser La Paz, se impuso la oligarquía minera del
estaño, y el siglo XX sería de mayor desigualdad.
Pero los liberales temían que surgiera una nueva rebelión, por lo cual recurrieron al
disciplinamiento de la “raza” indígena, de manera tal que aceptaran su subordinación,
La estrategia para llevar acabo este disciplinamiento constó de la
implementación de dos tipos de políticas; las primeras, de subordinación directa
de los indígenas, fueron el servicio militar obligatorio y la prestación vial.30 Por
otro lado, el mecanismo de largo plazo fue el de la educación. El discurso racista y
colonial que se desarrolló en torno a las ideas social darwinistas importadas de
Europa, sirvió como base para justificar la superioridad criolla sobre los indígenas
y para propugnar la necesidad de “civilizar a la raza indígena”, de tal manera que
en el largo plazo ésta asimilarse la cultura criolla, pero sin perder su estatus de
inferioridad. Más allá de voces disidentes dentro de la élite boliviana que temían a
un indígena educado,31 la educación se impuso como política estatal desde 1905
con la implementación de escuelas rurales ambulantes, y si bien éstas fracasaron
como proyecto, esta temática continuaría siendo un elemento recurrente desde el
ámbito de dominación”. (p.p 33)
De esta manera la educación se volverá la herramienta principal del disciplinamiento y su
programa buscará reproducir un ideal social que van a contribuir a la ide de Estado-Nación:
“Si las naciones son “artefactos políticos, construcciones políticas que crean un
sentido de pertenencia a un tipo de entidad histórica capaz de otorgar sentido de
colectividad trascendente, de seguridad histórica ante los avatares del porvenir, de
adhesión familiar básica entre personas que seguramente nunca se podrán ver
pero entre las cuales se supone se comparte un tipo de intimidad, de cercanía
histórica, de potencialidades convivenciales que no se tienen en común con las
personas que conforman la otredad, la alteridad” (García, 2005: 31); entonces, es
muy evidente que lo que se entiende como nacionalidad boliviana a partir del
Estado, es una construcción política de exclusión y de consolidación de un orden
social de castas, donde el indígena y campesino –el último peldaño de la pirámide
social– es considerado, desde el imaginario colonial-liberal-populista de las élites:
boliviano pero no ciudadano o, en el mejor de los casos, ciudadano de segunda,
aquel que tiene que aprender para ser ciudadano, dejar de lado su condición
originaria, convertirse en un mestizo cultural, con lo cual se puede llegar a
ascender en esa pirámide, pero pocas veces se convertirá en parte de la élite
dominante que es profundamente racista”. (p.p 92)

Pero el sentimiento de boliviano como tal, diferirá de la connotación de la Nación-Estado y


se arraigara a la lucha indígena:
una visión de lo nacional surgida desde el propio ámbito de los anhelos
indígenas que llevaba a pensar en la bolivianidad, pero siempre a partir de la
diferencia. Así, lo nacional se concibe como un ámbito de coexistencia que no
está sustentado en el ámbito estatal, sino a la posibilidad de vivir como indígenas
y como blancos o “vecinos” dentro de un mismo territorio pero a partir de formas
propias de organización política y, por supuesto, a partir de la reproducción de
esferas de soberanía que implica la disponibilidad de territorios autónomos.
Por este proceso el autor cataloga a los indígenas campesinos como sujetos de
transformación, y por ende, “Entender la historia como devenir, en la que los sujetos
transforman su realidad a partir de los condicionamientos que los preceden, implica
entender la historia como construcción política; los sujetos intentarán que esos futuros
posibles tengan sentido según sus propios horizontes interiores. Esto representa entender
lo político como la capacidad de apropiarse de las circunstancias determinadas para tratar
de imprimir una dirección al devenir sociohistórico” (Zemelman 1998, en Salazar,2013. p.p
100).

● PEDAGOGÍA DE LAS EMERGENCIAS: EL CASO DE LOS CACIQUES


APODERADOS Y SU LUCHA POR LA EDUCACIÓN EN BOLIVIA (1900-1930)

En el siglo XIX las tierras de las comunidades indígenas fueron absorbidas por las
oligarquías. En este periodo será la primera etapa de manifestación de los caciques
apoderados que buscaron defender sus ayllus y sus tierras. “Alrededor de 1880 se
constituyó un movimiento indígena, denominado los Apoderados Generales, cuyas
principales acciones fueron representar a las markas, ayllus y comunidades
originarias, para oponerse a las políticas de expansión de la hacienda” pág 202.
En el siglo XX se implementó una política agraria de expansión sobre las
propiedades individuales y de haciendas, dicha política se aplicó directamente sobre
las tierras colectivas para lograr la desvinculación de las comunidades indígenas.
Para 1912 el movimiento de los caciques apoderados sigo manifestándose en contra
de las oligarquías en búsqueda, de las restauración de sus tierras las cuales fueron
expropiadas por los hacendados, dicho movimiento de los caciques apoderados
para 1914 logró extenderse por otras provincias, esto gracias a la unión de varios
caciques quienes también se vieron afectados por dicha expropiación. Según Iño
“Las acciones que realizaron como parte de su lucha por la tierra fueron recuperar la
figura del antiguo cacique colonial (en el supuesto de que ello les daría mayor
legitimidad en su lucha legal)”pág 203.
Las comunidades indígenas encontraron a través de la educación una vía para
poder entender y comprender las leyes establecidas por la oligarquías, las cuales
expropia y relegaba su participación en la conformación de la identidad Boliviana.
Para poder lograr esto los caciques apoderados encontraron en las escuelas el
medio para poder instruirse en la lengua castellana y poder comprender lo que
estaba sucediendo al mismo tiempo que esto les otorgaba reconocimiento como
ciudadanos. Como sostiene Iño “La lucha legal por la educación empieza con una
serie de solicitudes y memoriales dirigidos al Estado demandando escuelas en las
comunidades. El tema de la educación reaparece constantemente en los
documentos de los caciques..la lucha fue calificada de reivindicación por la
“soberanía comunal” y por la ciudadanía”pág 204.
La construcción de escuelas y centros educativos por parte de los caciques
apoderados buscaba la formación de maestros que fueran capaces de generar una
educación propia y autogestionaria que buscará transmitir un sentido de respeto a lo
multiétnico.

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