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1. Describe la Acrópolis y sus edificios.

Programas arquitectónicos, sistemas


constructivos, órdenes, planta, etc. Comenta los capítulos de Benévolo y Norberg Schulz
referidos a la arquitectura griega y el concepto de espacio interior que manejan.

La Acrópolis de Atenas, literalmente ciudad alta, que era donde se encontraban los templos
ya que se estaba más cerca de los dioses, está situada en una colina alargada de 156 metros de
altitud. Es uno de los conjuntos más completos y majestuosos de la Antigüedad que alberga
diversos templos en su interior. Los más importantes son el Partenón, el Templo de Atenea Niké,
los Propileos y el Erecteión, siendo en el siglo V a.C. cuando el recinto adquirió la
monumentalidad arquitectónica de la que todavía se conservan abundantes vestigios.

Fue construido sobre los cimientos de otro antiguo templo de grandes proporciones que
había sido destruido por los persas. Pericles, el director de las obras, utilizó el tesoro de los
dioses y el producto de una de las minas de plata de Laurion, así como los recursos de la Liga de
Délos para el pequeño templo de Atenea Niké, y a la imponente fachada de los Propileos, los
pórticos de entrada.

Los Propileos, las puertas delanteras, fueron erigidos en mármol, de estilo dórico. El
arquitecto encargado fue Mnesiclés, que aplicó en esta construcción las mismas técnicas y
principios arquitectónicos que el Partenón. Precedido de una escalera monumental, y con dos
alas laterales avanzadas con respecto al cuerpo central, constituye la vía de entrada. En el ala
norte, una parada de refresco para los peregrinos con los divanes para comer, que a su vez
estaba profusamente decorado con pinturas; el ala sur era una pequeña cámara que daba acceso
al templo de Niké. La unidad central de los Propileos tenía un pórtico de seis columnas, también
dóricas, pero de proporciones más imponentes, con la apertura central considerablemente más
ancha que las demás. Más allá de esta apertura, la escala vuelve a cambiar: la procesión pasaba
a un espacio interior fresco y sombrío que parecía dispararse hacia arriba al mismo tiempo que su
volumen se estrechaba. Había luz al final y al principio del pasillo, lo cual le daba un aspecto
dramático.

El paso por los Propileos había purificado y alterado a los ciudadanos adoradores. Ahora
estaban en un espacio abierto y especial, diferente al que habían dejado atrás al entrar al
pabellón de acceso monumental. Allí estaba Atenea Promachos, a medio camino entre los dos
templos estaba el altar donde se sacrificarían los animales, y un poco más a la derecha y detrás
de este estaba el recinto de Zeus, donde se condenaría a muerte a los animales.

El santuario de Atenea Niké, al que se llegaba a través de una empinada escalera a la


derecha de los Propileos, fue erigido en unas dimensiones reducidas en un antiguo bastión
micénico. Posee cuatro columnas jónicas en cada una de las fachadas con una sola nave.
Victorias y trofeos decoraban el parapeto que coronaba la torre del recinto, esculpido en la
década del 420 a.C. Niké en el ambiguo puesto de ajustarse la sandalia muestra a la cotidiano
siendo parte de lo sagrado, con su cuerpo femenino bajo unos paños transparentes y húmedos,
algo ya visto en las obras de Fidias.

El Partenón, erigido por Calícrates e Ictino, es un templo de orden dórico de grandes


dimensiones, con ocho columnas frontales y diecisiete en los lados laterales. Los constructores
recurrieron a complicados cálculos matemáticos para dotar al edificio de una originalidad que
ninguna otra construcción helénica pudo igualar. La compleja y rica decoración escultórica fue
confiada a Fidias, que dirigió un taller de numerosos escultores. Las escaleras monumentales
subían hasta el frontón occidental, en cuyo frontón Atenea y Poseidón luchaban en presencia de
otros dioses por el poder supremo del Ática, mientras que en el frontón oriental cuenta el
milagroso nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus, los dioses, de pie o sentados, se
transmiten con asombro la noticia.
Subiendo los escalones occidentales del Partenón se encuentra un friso continuo, de 160
m de largo y 1 de ancho, con la particularidad de que es la primera vez en la historia griega en la
que se representan ciudadanos en un templo. Este gran friso, cuyo fondo debería estar pintado
de azul y los aspectos principales probablemente resaltados con color y accesorios de metal,
representa la misma procesión que los había llevado a los creyentes a la Acrópolis. En estos no
se puede ver todos los momentos, sino que se puede seguir las varias etapas de las actividades
del día, puestas secuencialmente: los preparativos, la colocación y la aceleración gradual del
paso, los de a caballo en la ciudad de abajo y los que marchaban a pie. Le seguían ancianos, y
detrás los jóvenes con el jarro y las bestias para el sacrificio, y seguidas de las doncellas con el
peplo de color azafrán, caminando en parejas, con sus túnicas largas como columnas estriadas.
Después pasaba la escena con el foco en el Monte Olimpo y los dioses griegos reunidos en
asamblea para aclamar a uno de sus miembros. Debajo, los fieles daban unidad a esta
composición episódica de desfilar a lo largo del friso, eran el contenido humano de la polis, que lo
de lo que se componía; Atenea y su encarnación sagrada.
En este lugar se encontraba la estatua de bronce de Atenea Parthenos. El interior estaba
dividido en dos salas independientes, con la entrada por cada fachada opuesta del edificio. La
sala oriental era la más grande, dividida por columnas dóricas en tres naves y era donde se
encontraba la escultura de Atenea de Fidias. En la sala occidental, con cuatro columnas en el
centro de estilo jónico, se guardaba el tesoro de la diosa. La fachada principal está orientada
hacia oriente, el punto por donde sale el Sol, como es habitual en todas las construcciones
religiosas de la antigüedad. 
La novedad arquitectónica del Partenón es el friso interior que recorre el muro de la nave.
Estaba policromado: el color de las metopas era rojo como el de los frisos, el frontón era azul y a
las figuras se les pintaba los ojos y los cabellos. De las 92 metopas originarias sólo se conservan
19, algunas en el mismo templo y otras en el Museo Británico, ya que la mayoría fueron
destrozadas en las numerosas ocasiones en que el edificio fue saqueado. Las metopas del lado
norte representaban la toma de Troya; las del este, la lucha de los dioses con los gigantes; las del
sur, la centauromaquia y las del oeste, una batalla entre griegos y Amazonas. En muchas de las
metopas se presentaba la lucha a medio transcurrir: no había vencedor ni vencido. Según Kostof,
esto es propio del término clásico, como el artista no toma partido abiertamente, reconociendo
que la grandeza del vencedor es directamente proporcional a la habilidad e inflexibilidad del
enemigo, que el héroe necesita al villano ganar su identidad, que el equilibrio reside en el ruido de
la batalla.
El templo dedicado a la diosa Atenea y a Poseidón, más conocido como el Erecteión, se
convirtió en prototipo del estilo jónico. Está formado por un edificio central con planta irregular,
adecuado al desnivel del terreno, con tres pórticos, que comprende dos partes sin comunicación
entre ellas: al este es un santuario dedicado a Atenea de tipo hexástilo, con
unas columnas de orden jónico; al oeste está formado por dos capillas con doble culto: una
a Erecteo y Poseidón, y la otra a Hefesto y Butes. En el acceso a estas salas se encontraba la
fuente de agua salada que supuestamente Poseidón hizo brotar con un golpe de su tridente
durante la disputa con Atenea. Tiene una stoa en la parte norte, con columnas y en la parte sur es
donde se encuentra la Tribuna de las Cariátides, con seis columnas con figura de mujer, con una
pierna flexionada, y con los pliegues del manto acanalado simulando las estrías de la columna.
Hoy los restos de las construcciones de la Acrópolis dan testimonio de la grandeza de la
Atenas de Pericles. Un proyecto ambicioso que no pudo ver concluido, pues los trabajos se
alargaron hasta el año 200 a.C.
Como explica Schulz el espacio griego es heterogéneo, los sitios de la arquitectura
religiosa griega simbolizan significados individuales, que la forma del edificio individual y la
reunión de diversos edificios se basan en diferentes principios rectores y que los asentamientos
urbanos constan de diversas zonas cualitativamente diferenciadas. Los griegos reconocían
funciones diferentes requieren espacios diferentes, por lo tanto, el concepto de espacio griego es
pluralista, estaba constituido por muchas entidades. En tanto, Benevolo menciona que la
arquitectura griega es concebida por estos como una ciencia, y al ser vista como tal debe seguir
ciertas reglas. En la arquitectura se les nombra órdenes. En este caso vemos que existen tres
diferentes órdenes, dórico, jónico y corintio y estos permiten el uso de un determinado sistema
constructivo, fijan ciertas prioridades entre los elementos arquitectónicos y transfieren estas
implicaciones en el modo de proyectar, que adquiere una estructura obligada, vinculando por
consecuencia, la producción edilicia. Los proyectistas griegos obran dentro de una tradición no
interrumpida, y los preceptos tradicionales sirven de horizonte de la cultura arquitectónica,
poniendo a las experiencias concretas un límite absoluto.

CHRISTIAN NORBERG SUCHULZ:

Este autor no ve a la arquitectura griega como tal. Dado que también son raros los
espacios interiores monumentales, algunos críticos han llegado a la absurda conclusión de que
las construcciones griegas son ‘no arquitectónicas’ y que deben ser consideradas como ‘grandes
esculturas’.

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