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LA REPRESION

VIOLENTA CONTRA LOS


PUEBLOS INDIGENAS
1 FEBRERO, 1978

En fechas recientes la prensa nacional se ha ocupado


nuevamente de uno de los fenómenos más característicos y
sistemáticos de la historia social de México: la represión violenta
en contra de las poblaciones indígenas, ahora en Hidalgo,
Oaxaca, Chiapas y otras regiones del país. Las noticias han
suscitado el comentario amplio de algunos columnistas, así como
cierta discusión en los círculos intelectuales del país. El Colegio
de Etnólogos y Antropólogos Sociales considera indispensable
hacer públicas las siguientes consideraciones en torno a este
conflicto:

En la configuración de la sociedad colonial se establecieron


formas de dominación a través de una nueva organización social
de la que surgió el México de hoy. La sociedad colonial impuso un
nombre genérico común para designar a los pueblos aborígenes
sometidos: INDIO, sinónimo de colonizado. A partir de entonces la
población indígena fue violentamente incorporada dentro de un
sistema social que expropia no sólo su territorio sino también su
trabajo y sus productos en beneficio de otros grupos. Desde un
principio esta dominación se apoyó y se expresó en formas
locales de poder (caciques) cuya existencia y formas de acción
negaron en la práctica el aparato jurídico pretendidamente
protector. (Leyes de Indios y Legislación Mexicana).

Al consumarse la Independencia, la población indígena


reconocida era mayoritaria (60%). La Independencia sólo cambió
formalmente su condición, pero en la realidad durante el siglo XIX
los indios se vieron en una situación de progresivo deterioro,
debido entre otras causas, a la Ley de Desamortización de Bienes
de Manos Muertas (1856), que buscaba agilizar la circulación de
la propiedad y que afectó directamente las tierras comunales en
beneficio del latifundio. Tanto en esta ocasión como durante el
periodo colonial la población indígena resistió incluso con las
armas, como lo prueba la gran cantidad de sublevaciones a todo
lo largo y ancho del país. El proceso de concentración de la tierra
en pocas manos obligó a una gran cantidad de indios a
abandonar sus comunidades de origen convirtiéndolos en peones
y forzando su desindianización para pasar a formar parte del
pueblo mestizo sujeto también a la explotación por el sistema. Sin
embargo, ese proceso no produjo la desaparición del indio; en
muchas regiones subsistieron las comunidades étnicas apoyadas
en una resistencia cultural, entendida como un apego conciente y
sistemático a la propia identidad. Esta lucha concreta fue
sostenida durante la época colonial, continuada durante el
periodo independiente y se manifiesta hoy día.

La Revolución de 1910 y su etapa institucional, no ha resuelto los


problemas básicos de la población india. La ideología
nacionalismo expropió el pasado indio y algunas expresiones
culturales de los grupos étnicos, mistificándolas en el esfuerzo por
crear un folklore y una cultura nacionales, que pretenden negar la
diversidad étnica y la división clasista de la sociedad mexicana.
En la actualidad los grupos étnicos indígenas siguen sometidos a
explotación económica, dominación política y discriminación
social, que son patentes y brutales en las llamadas regiones de
refugio. La acción indigenista responde a una concepción que
pretende que el problema radica en la existencia de las culturas
étnicas, “primitivas”, “atrasadas”, “sinónimo de subdesarrollo” y
“refractarios al progreso”. En consecuencia la solución que
pretende el Estado radica en la acción educativa orientada a
provocar un cambio cultural.

El problema real es otro: el dominio político y económico sobre el


indígena sigue siendo esencial para el sistema, porque mantiene
en condiciones de precaria supervivencia una masa de población
a la cual es incapaz de ofrecerle otras alternativas en la estructura
ocupacional; al mismo tiempo se garantiza para el sistema una
reserva de mano de obra barata. Así, el caciquismo político no es
una contradicción del sistema sino el instrumento necesario para
mantener su estabilidad en las regiones indias; el caciquismo es
una expresión concreta del poder estatal. La violencia
permanente que se recrudece en forma periódica, no es pues, un
hecho aislado ni un fenómeno marginal al sistema, sino una
respuesta previsible de éste a las demandas y reivindicaciones
del sector indígena de la población.

El intento por explicar la violencia que se ejerce contra los


pueblos indios no es un argumento para justificarla; por lo
contrario es una base mejor para denunciarlo y combatirlo.

ASAMBLEA PLENARIA DEL COLEGIO DE ETNOLOGOS Y


ANTROPOLOGOS SOCIALES

Responsable de la publicación:

Maestro Andrés Fábregas Puig

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