Está en la página 1de 5

RESUMEN ANALITICO

N°.1
Los rostros de la plebe
Estudiante: Kory Inti Mamani Lucero
Especialidad: Matemática 1 e r año
Fecha: 17/04/23
CAPÍTULO 5
BOLIVIA: PACTOS PELIGROSOS, INDIOS INSURGENTES
El autor presenta la descripción del escenario entre las décadas del 1860 al 1890,
los eventos en torno al intento de una construcción nacional impuestos a una
sociedad pluriétnica, implicaran sin duda una acumulación de la tensión en las
comunidades quechua y aimara-hablantes que sería liberada en la guerra federal
y en la catarsis posterior que se viviría, mientras la oligarquía liberal era
catapultada al poder.
Una de las raíces del conflicto parece presentarse como una consecuencia del
desarrollo demográfico-tributario de las comunidades y de la población tributaria
respectivamente, que quedarían emparentadas mediante una adhesión continua
que iría creciendo entre los años 1838 a 1877.
Otra de las raíces del conflicto se halla en el tiempo que sucedió a las guerras de
la independencia, primero una natural intención de las comunidades indígenas de
restaurar o proteger las jurisdicciones territoriales y políticas devenidas del sistema
de castas colonial, segundo de una reconsideración de las ventajas que
proporcionan los pactos tributarios y de tierras en la remota época habsburga,
tercero el cómo cedieron los tempranos lideres republicanos, respetando los
derechos corporativos de facto en aquel entonces, cuarto en como colocando a los
indios en el papel de “enfiteutas” y no haciendo mucho por amenazar los derechos
y jurisdicciones tradicionales, quinto el proteccionismo y la diversidad que
mantuvieron una especie de pasividad que no permitió establecer una “cabeza de
puente” desde la cual plantear el liberalismo a la nación incipiente.
Otro germen del conflicto político que se avecinaba se concreta en la notable
inercia que adoleció la época de la república temprana la cual se manifestó en la
continuidad de la dependencia tanto del trabajo indígena por parte de los criollos,
como de la mediación étnica que era necesaria para sostener un sistema de
trabajo, a veces incluso forzado, que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.
La cuestión de las tierras comunales provocaría muchos conflictos entre los
indios y el estado pues la lucha continua por mantener una forma ancestral de
administrar la tierra, dejaría raíces en las memorias colectivas que influirían en la
conformación de la identidad y la militancia étnica.
A pesar de lo implícito de la cuestión de las tierras comunales y la forma en la que
los usos nativos del pasado influían en el comportamiento de las comunidades,
estas fueron capaces de desplegar un abanico de recursos adaptativos que van
desde alianzas multiétnicas, pasando por cacicazgos estratégicos hasta la alianza
política con el partido liberal. Este fue sin duda un punto muy importante en su
desarrollo por que a la par que ellos el partido liberal se venía gestando desde un
tiempo atrás, impulsada por la recuperación de la minería de la plata en 1860 un
grupo de reformistas liberales promovieron una especie de desregulación
gubernamental, este sentimiento generalizado fue creciendo hasta toparse con el
inexorable problema indígena, el cual fue abordado repetidas veces para
determinar, que la base jurídica de las comunidades indígenas debía ser destruida
para dar paso a una base compatible con el impuesto universal sobre la propiedad
y promover la agricultura comercial en los campos recién privatizados. Sin
embargo, las propuestas ingenuas y temerarias encontrarían pronto una respuesta
violenta que sería muy difícil de controlar sin una policía rural o fuerzas armadas
profesionales. El advenimiento del tributo y reformas agrarias posteriores en
1870 buscaban librar una guerra en dos frentes, el económico y el cultural contra
los estilos de vida indígena de manera impracticable.
Dos ejemplos relevantes acerca de como se intentó resolver el problema de la
propiedad comunal se establecieron con Achá en el año 1863 y el periodo en el
que gobernó Melgarejo, el primero a pesar de su fracaso revivió un norte mediante
el concepto de pequeña propiedad indígena y el segundo que mediante un
abordaje más frontal desmantelaría la propiedad indígena en todas sus formas
para reformularla propiedad privada e individual directamente. Con esta última
especialmente se promovió una especie de latifundismo civilizador que
mejoraría la agricultura y asimilaría a los indios.
El escenario posterior re ajustaría las expectativas definitivamente puesto que fue
muy complicado alcanzar los objetivos fiscales establecidos, además de que la
demanda criolla demoró todavía en madurar pagando incluso con los ya
devaluados bonos del gobierno, destruyendo la relativa paz en diversas provincias
aimaras quienes vieron como sus territorios pasaban a manos privadas en las
subastas que sucedieron entonces, no tardaría en hacerse visible la resistencia y
rebeliones indígenas en las regiones afectadas terminando con el exilio
permanente de Melgarejo.
Sin embargo, las acciones continuarían en ambos frentes, cuestionando la
legitimidad de las reformas tributarias y de tierras e invadiendo las tierras que se
les habían arrebatado. Para calmar los ánimos En 1871 se declararon las
agresivas medidas de Melgarejo pero no la intención subyacente, la cual se
materializó en la Ley de Exvinculación de 1874 la cual abolió la comunidad como
unidad jurídica, fiscal y poseedora de tierras la cual no fue implementada hasta
1880 donde la creciente presión fiscal devenida de la guerra del pacifico obligaría
a remover a las autoridades indígenas y a la mediación étnica con ellos para hacer
a los indios sujetos jurídicos bajo ley civil sometidos directamente a la
autoridad de los blancos y mestizos y al asedio de mercado de tierras.
Aun así, el descontento indígena siguió creciendo, a pesar de que el gobierno
estableció una serie de vacíos legales mediante las cuales las comunidades
podrían evadir o cuestionar las nuevas políticas fiscales, el incremento fiscal era
otro factor que caldeaba los ánimos de muchos apoderados indígenas, hasta tal
punto que los disturbios indígenas exigirían por su propia naturaleza la presencia
de tropas para controlarlas encerrando el caso en un circulo vicioso de insurgencia
y violencia.
En 1883 el estado acepto dispensar de su escrutinio a todo campo comunal que
contase con títulos coloniales para enfriar la situación, situación que fue
aprovechada para crear una red de caciques apoderados que pidieron la revisión
general de límites territoriales entre comunidades y haciendas y aun entre las
comunidades rivales.
El resultado de estas medidas puede verse desde distintas perspectivas, una
aportada por Rigoberto Paredes que en su libro Tiahuanaco comenta el gran daño
que sufrió el indio al ser atacado en una de sus formas de legitima herencia
ancestral, la propiedad comunal. También puede aproximarse la extensión del
despojo de tierras indígenas en los estudios de Grieshaber con 24 de 7616
contratos de ventas anulados en los cuales se devolvieron los campos a sus
legítimos dueños y de Klein que comenta una reducción a menos de 1/3 de las
comunidades.
Los frentes avanzaron en distintos lugares de distintas maneras, un ejemplo de
ello se dio en Omasuyos y en Pacajes donde el avance latifundista se hizo notar y
se estableció tanto que los propietarios se daban el lujo de ser hacendados
ausentistas mientras ejercían la política en Sucre o en La Paz, proliferando de
esta manera los intermediarios rurales mestizos a causa del colapso de las
comunidades de indios y su sistema de autoridades. Pero otra es la realidad en los
valles maiceros de Cochabamba donde las políticas agrarias liberales dieron la
oportunidad de que muchos campesinos pudieran comprar pequeñas parcelas
contribuyendo a una campesinizacion la cual se auto regulaba, un ejemplo de
ello es la migración de algunos a las lejanas minas.
Otros es el caso también de la región de Chayanta que en la temprana republica
tributario-proteccionista gozaba de una amplia libertad de movimientos la cual se
vio interrumpida con el colapso del proteccionismo convirtiéndose entonces en una
región enclave de protestas y rebeliones y estableciendo un sistema que les
garantizaba autonomía fiscal y una renegociación del pacto tributario con
respecto a las autoridades provinciales.
Como podemos observar existe una fuerte presencia de matices en la situación de
la experiencia andina del liberalismo en su interpretación más fuerte con
términos como destrucción definitiva de las comunidades o palabras como
etnocidio, pero no cabe duda de que ciertas maneras pudieron sentir que la
experiencia de mercados y la expansión de exportaciones se dio a expensas de la
justicia y la paz social amenazados con leyes y practicas expropiadoras por esa
razón el autor identifica “(…) las jurisdicciones indígenas se desvanecieron a
medida que los indios pasaban a estar sujetos a la ley” (p.161).
La concreción del ciclo de rebeliones aimaras acaecido en el periodo 1910 y
1930 hallaría su origen en la rebeldía étnica del periodo 1880 y 1890 en la cual se
libro la ya mencionada guerra en los dos frentes. Sin duda la ley pro-indiviso
estimulo así mismo a que las comunidades cuestionaran a los hacendados
usurpadores, desatándose de esta forma una búsqueda intensiva de títulos
coloniales en los archivos coloniales de Sucre, Lima y Buenos Aires, en los cuales
sobrevino una suerte de ilustración y revitalización de las historias orales el
cual seguiría el camino hacia el atomismo social indígena como precursor de la
lucha legal por las reivindicaciones étnica del temprano siglo XX.
Resurgimiento aimara, la rebelión de Zárate Willka y el liberalismo popular
Presumiblemente la forma en la que los indígenas se prepararon para librar la
lucha por la propiedad en 1880 llevo en primera instancia a algunos liberales a
enrolar a algunos indios a su puja y posteriormente con la búsqueda del respaldo
indígena de ayllus rebeldes como el de Chayanta y Charcas, esta situación es
también reforzada por la caída de los precios de la plata que erosionaría la base
económica de los conservadores a la par que las minas de estaño estaban a la
espera para catapultar a La Paz a su posición como eje económico, sin embargo
la fuerza efectiva del partido liberal solo comenzaría a manifestarse cuando tomó
el poder en el 1900.
La alianza entre Willka y Pando fue lo suficientemente fuerte para quebrar la
posición conservadora, para Pando una cuestión meramente política mientras que
para Willka una cuestión que sobrepasaba el horizonte político con creces
implicando ya el orden social y moral, y con mucha razón puesto que este líder
había construido su autoridad en muchos parámetros de poder, que le permitirían
tener una amplia influencia política, estableciendo con ella una relación reciproca
con Pando en la cual se vio como Willka llegaba pedirle información acerca de las
deliberaciones en Sucre a la par que Pando solicitaba la movilización de tropas
luego del fracaso electoral de 1896, sin embargo Pando nunca llego a subordinar
a Willka, esto tendría notables efectos en la incapacidad de Pando de controlar la
violencia campesina que parecía ser una expresión de lo contenido en esa lucha
de papel que se describió anteriormente, tanto fue así que esta escalaria a una
rebelión indígena que se plantaría incluso contra el mismo Pando, dejando la
rotura del pacto en un escenario oscuro como el de Mohoza en la que
inevitablemente se expresaría el profundo resentimiento racial de este movimiento,
pero aun esta en duda la posición de Willca con respecto a este tipo de eventos
infortunados, puesto que aun siguió la línea liberal por un tiempo mas a la par que
se debía a sus seguidores a los que llamaba para tomaran acciones directas
contra sus opresores locales, pero a la par nunca declaro abiertamente una
guerra de castas pues el consideraba a Bolivia como un espacio propicio para la
integración, integración que el manifestaba mediante una especie de
indianización y acciones que encierran un profundo significado simbólico que iba
en sintonía con las aspiraciones indígenas y una suerte de federalismo.
La evidencia de la respuesta se dejo ver con la arremetida en contra de la rebelión
que se dio una vez depuesto el régimen de Alonso, se tradujo en muchos
aspectos, el proceso Mohoza y en la forma en la que se pretendió estudiar al
indio para justificar el ataque continuo a estos antiguos aliados suyos,
refugiándose incluso en el darwinismo social para abordar el problema indígena,
por supuesto quizá no fue previsto que esta sería la herencia que sujetarían a la
fuerza cortesía del anterior régimen. La cuestión de la domesticación de la raza
indígena comenzó con el olvido de la colaboración que logro precisamente esta
coyuntura

También podría gustarte