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Matrimonio
El matrimonio en el derecho civil argentino hasta el año 2010 era considerado la unión de un
hombre y una mejor con el fin de llevar a cabo un proyecto de vida en común basado en la
asistencia recíproca y la procreación y educación de la prole. Este concepto surgía de la
historia, tradición y los valores comunes del derecho occidental.
En el año 2010 se sancionó la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo (26.618) y a
partir de allí el concepto de matrimonio varió fundamentalmente porque se desvinculó su
noción de los conceptos históricos y tradicionales y se la ligó a la libertad de sus contrayentes
para lograr poner en práctica su proyecto de vida. Así el fin del matrimonio dejó de ser la
procreación; ya que no es posible entre los miembros de la pareja del mismo género sexual.
La aceptación legislativa del matrimonio entre personas de igual sexo produce una revolución
copernicana en las bases del derecho privado argentino, ya que cambia una institución básica
del derecho civil, lo que obliga a repensar conceptos y principios. Entre los cambios más
importantes merece destacarse:
Caracteres
A. Unidad
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válidos en su lugar de celebración, carecen de efectos una República por oponerse al orden
público interno.
B. Estabilidad o permanencia
El matrimonio es una institución concebida como permanente, no puede ser contraído con un
plazo de duración y su estabilidad está asegurada por la ley. Mientras los cónyuges no decidan
ponerle fin por una causa y vía legal, La Unión se mantiene con el tiempo. este carácter no
debe confundirse con la indisolubilidad del vínculo, ya que aun cuando la pareja tenga la
posibilidad de divorcio vincular, ello no excluye la permanencia del vínculo mientras no se
produzca aquel supuesto en legal forma.
C. Legalidad
El matrimonio como acto jurídico, humano y voluntario en los términos del art. 259 CCC, es un
acto libre y personalísimo de los contrayentes, puesto que el consentimiento de ambos es
condición de existencia del acto, conforme lo establece el art. 406 CCC. Para su celebración
deben coexistir las condiciones exigidas a las personas de los contrayentes, su consentimiento
y demás solemnidades que establece la ley para garantizar la regularidad del acto y el control
de legalidad que ejerce el oficial publico encargado del registro civil.
La naturaleza jurídica del matrimonio ha sido materia de un prolongado debate que ha girado
sobre la idea de conceptuar a la unión como acto o como institución.
Concepción contractual
Dentro de esta vertiente pueden encontrarse tres vertientes: la canónica, la civil tradicional y
la moderna.
En la concepción civil, se concibió al matrimonio como un acto consensual, pero no solo para la
constitución, sino también para su mantenimiento como tal. Para la concepción individualista,
el consentimiento matrimonial no se circunscribe a la celebración del acto, sino también para
la continuidad y disolución de la unión.
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Así, se ha sostenido que el matrimonio es un acto del poder estatal donde solo la declaración
del oficial permite la existencia del acto, o sea caracterizado como un acto jurídico complejo
donde concurre la voluntad de los contrayentes junto a la del Estado.
Modo la mente se lo ha concebido como un acto jurídico familiar o negocio familiar. Esta
concepción engloba y define conceptos reseñados anteriormente y aparece como un
pensamiento superador. Por eso se remarca la existencia de un acto volitivo de los
contrayentes destinado a cambiar su estado de familia (consentimiento conyugal), que se
integra un acto estatal de control de legalidad de la Unión a través de la presencia del oficial
público competente.
Es la caracterización a partir del Estado de familia que se crea con la Unión matrimonial. Así,
con la celebración nace un conjunto de relaciones jurídicas entre los esposos, las familias de
ambos a través de los lazos de afinidad y la de los cónyuges con sus hijos, que permiten
entender al matrimonio como acto fundacional, no el único, de una familia.
Formas matrimoniales
Las formas matrimoniales son el conjunto de solemnidades requeridas por la ley para el
reconocimiento del vínculo matrimonial.
Las disposiciones del CCC resultaron insuficientes, ya que no preveían forma matrimonial
alguna para los contrayentes que n o profesaran religión o cuya religión no contase con
ministros o sacerdotes hábiles para casarlos, y entraron em colisión con las tendencias
secularizadoras de fines del siglo XIX.
La ley de matrimonio civil solo reconoció a partir de entonces el matrimonio celebrado ante el
oficial publico encargado del registro civil (art. 14), sin perjuicio de que “…los esposos, después
de prestar su consentimiento ante él, hagan bendecir su unión en el mismo acto por un
ministro de su culto” (art. 39 in fine).
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Cambios de paradigmas por el matrimonio entre personas del mismo sexo
El concepto de matrimonio
Todas las definiciones de matrimonio conocidas hasta la sanción de la ley 26.618 aluden a la
unión entre el hombre y la mujer.
En tal sentido, ha de entenderse por matrimonio “la unión civil formal de dos personas, que
aceptan someterse a un estatuto legal imperativo, constitutivo de un estado civil”.
- El matrimonio acto es el acto jurídico familiar que tiene por fin inmediato establecer
relaciones conyugales y que una vez celebrado se traduce en deberes y derechos
interdependientes y recíprocos.
- El matrimonio estado es la relación jurídica familiar emergente del acto de celebración
del matrimonio.
El cambio en la legislación argentina, que deja de lado el matrimonio como unión de dos
personas de distinto sexo que pueden procrear entre sí, para admitir que se puede casar
cualquier persona con independencia de su género, lleva a preguntarse cuál es el fin de la
institución matrimonial neutra a tal diferencia.
En este orden de ideas, para determinar los fines del instituto matrimonial, lo que interesa no
son los fines individuales de sus celebrantes, sino el fin objetivo de la norma, que hace a la
esencia del instituto, es decir aquello que le da sentido y lo diferencia de toda otra
organización humana.
En este sentido, cabe entender la causa fin como la razón de ser del acto jurídico. De allí que la
causa objetiva sea vista como la tipificadora del acto querido por las partes, y en tal orden
identifica a la pretensión que tiene cada una de las partes en el acto jurídico de obtener de la
otra el cumplimiento de las prestaciones prometidas.
La doctrina clásica siempre ha considerado que los fines esenciales del matrimonio eran la
asistencia mutua, la procreación y la educación de los hijos con roles diferenciados.
Desde esta interpretación de los fines del matrimonio se entendía que el derecho a casarse era
reservado a quienes podían cumplir los fines objetivos de la institución y como las personas de
igual sexo no podía procrear entre sí, ni educar hijos con roles diferenciados, no se podían
casar.
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determina la posibilidad de a finalización por divorcio por culpa de uno de los contrayentes o
su nulidad.
Así, por ejemplo, quien se negaba injustificadamente a tener hijos era considerado cónyuge
culpable del divorcio porque incurría en injurias hacia el otro cónyuge por el incumplimiento
del fin de la procreación.
Hoy la neutralidad del matrimonio lleva a afirmar que la procreación no s un fin objetivo de la
institución, y que su finalidad esencial se limita al cumplimiento de reglas de solidaridad y
asistencia.
Antes de la reforma los autores aceptaban que la esterilidad anterior al matrimonio ocultada al
otro contrayente era causa de nulidad del matrimonio porque impedía uno de los findes del
matrimonio.
Creemos que el concepto de familia varía a partir de que se acepta el matrimonio entre
personas de igual sexo, ya que este no se puede identificar a la familia con la capacidad de
procreación y de asistencia y socialización de la prole.
La aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo modifica las reglas de la filiación
y el cuidado de los hijos que estaban pensadas para una pareja heterosexual, en las que la
patria potestad era ejercida por un padre y una madre.
Ahora la filiación puede ser de dos padres, dos madres o un padre o una madre. Hasta allí llegó
la reforma del CCC que pudo haber seguido avanzando en esta cuestión y haber aceptado tres
o más vínculos filiales. Sin embargo, el CCC en el art. 558 establece que “…ninguna persona
puede tener más de dos vínculos filiales, cualesquiera sea el origen de su filiación”.
El matrimonio homosexual que posibilita el CCC, rompe con los paradigmas de la filiación
heterosexual, permite la existencia de dos madres o dos padres, pero mantiene el paradigma
de que solo se pueden tener dos progenitores. No mas que dos.
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ante la posibilidad que existan dos madres o sólo dos padres, no tendría ninguna eficacia y
además porque el principio en materia de niños esta sado por el “interés superior del menor”.
Como hemos afirmado el matrimonio de personas de igual sexo no puede tener hijos entre sí,
solo lo puede lograr a través de las técnicas de fecundación asistida en el caso de mujeres
lesbianas y de la maternidad por sustitución en el caso de las parejas de hombres. El CCC
regulaba ambos casos, pero la oposición a la maternidad por substitución hizo que fuera
suprimida del texto del CCC quedando solamente la regulación de la filiación por voluntad
procreacional.
Forma
En la argentina solo se admite el matrimonio civil, mientras que en otros países se acepta el
matrimonio civil y el religioso.
Elementos de existencia
El acto jurídico matrimonial está constituido no solo por el consentimiento de los contrayentes
sino también por el acto administrativo que implica la intervención de la autoridad competete
para celebrar el matrimonio, de tal manera es posible afirmar que la estructura del acto
jurídico matrimonial resulta de ambos actos que le dan existencia.
Consentimiento
Si el consentimiento no es libre, el matrimonio resulta afectado con nulidad relativa por vicios
del consentimiento (art. 425 inc. c), pero existe e incluso puede ser convalidado.
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El consentimiento debe ser expresado personal y conjuntamente por los contrayentes ante la
autoridad competente para celebrar el matrimonio, esto es, ante el oficial publico encargado
del registro civil.
Para su celebración, deben coexistir las condiciones exigidas a las personas de los
contrayentes, su consentimiento y demás solemnidades que establece la ley para garantizar la
regularidad del acto y el control de legalidad que ejerce el oficial publico encargado del
registro civil.
Establecidas así las condiciones de existencia del matrimonio, se corresponden dos supuestos
de inexistencia: cuando falta el reconocimiento o cuando no es prestado ante el oficial del
registro civil.
La falta absoluta del consentimiento puede resultar tanto en el caso de que uno de los
contrayentes lo negase en el acto de celebración y no obstante se asiente en el acta su
respuesta afirmativa, como también en supuestos menos evidentes. Tal sería el caso del
consentimiento prestado por apoderado, ya que aquel debe ser prestado en forma personal;
en el matrimonio a distancia, cuando el ausente ha dado su consentimiento para contraer
matrimonio con una persona distinta de la que concurre a la celebración; o bien cuando uno
de los contrayentes o ambos aparentan una identidad falsa, constando en el acta como
casados quienes no concurrieron personalmente a la ceremonia.
Esto último, al igual que en el caso del matrimonio a distancia, no debe confundirse con el
error sobre la identidad de la persona civil -que torna anulable al matrimonio-, dado que en
este supuesto existe consentimiento, pero se encuentra viciado por el error, como seria el
matrimonio a distancia contraído con un homónimo.
Dado que el acto matrimonial constituye un acto jurídico completo que se integra con el
consentimiento de los contrayentes y el control de su legalidad por parte del oficial publico
encargado del registro civil, la falta de este último requisito acarrea la inexistencia del
matrimonio.
Ahora bien, el art. 407 establece que: La existencia del matrimonio no resulta afectada por la
incompetencia o falta del nombramiento legítimo de la autoridad para celebrarlo, siempre que
al menos uno de los cónyuges hubiera procedido de buena fe, y aquellos ejercieran sus
funciones públicamente.
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La posesión de estado, por sí sola, no es prueba suficiente para establecer el estado de casados
o para reclamar los efectos civiles del matrimonio.
En los casos en que resulte imposible obtener la prueba ordinaria (sea por perdida o
destrucción de los archivos registrales, por ejemplo), se debe acreditar dicha imposibilidad
para que se admita entonces la prueba del matrimonio por cualquier medio, recurriendo a la
vía judicial.
Nuestro derecho, al igual que el romano y el canónico, acepta el principio según el cual toda
persona está facultada para contraer matrimonio, salvo que quedare comprendida en una
prohibición o impedimento para hacerlo. De tal modo, la regla es la capacidad matrimonial y
los impedimentos son las excepciones. Conforme al principio general pueden encontrar
matrimonio todos aquellos a quienes el derecho no se lo prohíbe.
Hechos o situaciones que importan un obstáculo para la celebración del matrimonio. Los
impedimentos tienen una doble operatividad: a) preventiva, como causa de oposición a la
celebración del matrimonio y b) sancionatoria, como causa para plantear la nulidad
matrimonial, es decir, su invalidez.
Son dirimentes aquellos cuya violación habilita el ejercicio de la acción de nulidad del
matrimonio, por lo cual se considera que es un obstáculo para la celebración de un
matrimonio válido.
Se llama impediente a aquel que, no dando lugar a la nulidad del matrimonio, se resuelve en
una sanción de otro tipo, o simplemente cumple una función preventiva, obligando al oficial
público advertido de su presencia a no celebrar el matrimonio, ya que, de celebrarse, su
inobservancia acarrearía consecuencias civiles y eventualmente sanciones administrativas para
el funcionario interviniente, pero ello sin provocar la invalidez del matrimonio. Ello sin duda se
inspira en la aplicación del favor matrimonii, principio que concede un trato especial de
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protección al matrimonio en orden a la conservación de su esencia y mantenimiento de sus
finalidades.
B. Absolutos o relativos
Atiende a la extensión del impedimento respecto de las personas con las cuales no permite
casarse. Así, son absolutos aquellos que obstan a la celebración del matrimonio con cualquier
persona, como, por ejemplo, la falta de edad legal o el matrimonio anterior mientras subsista.
En cambio, hay impedimentos relativos que representan una prohibición solo respecto de
determinadas personas comprendidas en dicho obstáculo, tales como el parentesco o el
crimen.
C. Perpetuos o temporales
D. Dispensables e indispensables
Impedimentos dirimentes
El artículo 403 del código en sus incisos a Y b determinan los distintos supuestos de parentesco
entre los futuros contrayentes constituyentes de impedimentos.
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En línea colateral, prohíbe la celebración del matrimonio entre hermanos unilaterales o
bilaterales. El inciso B del artículo 403 permite la celebración del matrimonio entre primos y
entre tíos y sobrinos.
Los incisos a y b del 403 en su párrafo final rezan: “cualesquiera sea el origen del vínculo”. De
esta manera, se incluye tanto a la filiación por naturaleza, las técnicas de reproducción
humana asistida como la adopción.
Entre los afines, comprende la línea recta en todos los grados (inc. c). Están comprendidos, por
lo tanto, todos los ascendientes y descendientes de quien fuera cónyuge del contrayente. No
hay obstáculo para el matrimonio con afines en línea colateral.
El impedimento que deriva del parentesco por afinidad subsiste después del divorcio que es
cuando tiene sentido porque antes del divorcio el impedimento está constituido por la bigamia
que deriva del matrimonio existente.
- Ligamen
Si existió un matrimonio anterior, éste debió haber sido disuelto, sea por muerte de uno de los
cónyuges, sentencia firme de ausencia con presunción de fallecimiento o divorcio declarado
judicialmente, para que se pueda contraer otro matrimonio válidamente.
Desaparece el impedimento con la disolución del vínculo, esto es por la muerte de uno de los
cónyuges, el divorcio vincular.
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- Crimen
El condenado como autor, cómplice o instigador del homicidio doloso de uno de los cónyuges
está impedido de contraer matrimonio con el supérstite. El impedimento existe aun en caso de
que el homicidio hubiere sido perpetrado sin intención de casarse con el supérstite, sino por
cualquier otro motivo, ya que la ley nada exige sobre las intenciones del autor, y además por
considerar inaceptable que éste tome provecho de una situación que él mismo provocó con su
accionar delictivo. Son condiciones para el impedimento, en primer lugar, la existencia de un
homicidio consumado, seguido por la calificación de la conducta del autor, la cual debe ser
dolosa. Quedan, por tanto, excluidos del impedimento los supuestos de tentativa, homicidio
culposo, preterintencional, legitima defensa, o aquellos de los cuales resulta que el autor es
inimputable.
La ley de matrimonio civil estableció, como límite mínimo para contraer matrimonio, 12 años
para la mujer y 14 para el hombre, que fueron elevados a 14 y 16 respectivamente, por la ley
14394. Con el inciso 5 del articulo 166 no se permitía a la mujer contraer matrimonio si era
menor de 16 años y al hombre si era menor de 18. La ley 26449 modificó el texto del
mencionado inc 5 del articulo 166 y equiparó la edad del varón y la mujer en los 18 años,
postura que mantiene el 403 del CCC. Se trata de un impedimento dispensable art. 404.
El inciso g del 403 establece como impedimento “la falta permanente o transitoria de salud
mental que le impide tener discernimiento para el acto matrimonial”.
La dispensa de la edad legal se legisla en el art. 404 que dice: “En el supuesto del inciso f) del
artículo 403, el menor de edad que no haya cumplido la edad de 16 años puede contraer
matrimonio previa dispensa judicial. El menor que haya cumplido la edad de 16 años puede
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contraer matrimonio con autorización de sus representantes legales. A falta de ésta, puede
hacerlo previa dispensa judicial.
El juez debe mantener una entrevista personal con los futuros contrayentes y con sus
representantes legales.
La decisión judicial debe tener en cuenta la edad y grado de madurez alcanzados por la
persona, referidos especialmente a la comprensión de las consecuencias jurídicas del acto
matrimonial; también debe evaluar la opinión de los representantes, si la hubiesen expresado.
La dispensa para el matrimonio entre el tutor o sus descendientes con la persona bajo su tutela
sólo puede ser otorgada si, además de los recaudos previstos en el párrafo anterior, se han
aprobado las cuentas de la administración. Si de igual modo se celebra el matrimonio, el tutor
pierde la asignación que le corresponda sobre las rentas del pupilo de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 129 inciso d).”
La edad nupcial se establece en los 18 años, tanto para los hombres como para las mujeres, en
consonancia con la mayoría de edad, sin perjuicio de ello se establece una distinción entre
menores de 16 años y mayores de esa edad, pero menores de 18.
Los menores de 16 años requieren, en todos los casos dispensa judicial de edad. En cambio, los
mayores de esa edad, pero menores de 18 solo requieren autorización de sus representantes
legales.
Se entiende por dispensa judicial a dejar de lado el impedimento de falta de edad legal y
autorizar el matrimonio. Para ello, el actual articulado exige la entrevista personal del juez con
los fututos contrayentes y con sus representantes, como paso previo a la decisión judicial. En
dicha oportunidad, el juez deberá evaluar la edad y grado de madurez alcanzado por la
persona, respecto de la comprensión de las consecuencias jurídicas del acto matrimonial. En
este sentido, la norma fija y enmarca los límites de la ponderación que deberá efectuar el juez,
debiendo circunscribirse a la evaluación de la comprensión con la que cuenta la persona
respecto del acto a celebrarse y sus consecuencias. Asimismo, se establece la evaluación
obligatoria de la opinión de los representantes, en caso de que la hubiesen expresado.
Finalmente, agregamos que la resolución judicial deberá resultar acorde con el interés superior
del niño, que, si bien no está indicado expresamente en la norma, dicho interés es el principio
rector en todas las cuestiones que afecten a niños y adolescentes.
En el supuesto de falta de salud mental puede contraerse matrimonio previa dispensa judicial,
conforma a lo dispuesto en el art. 403 que recepta los postulados de la convención sobre los
derechos de las personas con discapacidad (art. 23).
Además de contar con el dictamen interdisciplinario, el juez debe mantener una entrevista
personal con los futuros contrayentes; también puede hacerlo con su o sus apoyos,
representantes legales y cuidadores, si lo considera pertinente.
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Las entrevistas buscan cumplir con tres de los principales principios del proceso de familia que
son la tutela judicial efectiva, la inmediación y la oralidad contemplados en el art. 706.
Cabe recordar que en caso de que exista sentencia judicial de interdicción, deberá establecer
la capacidad o incapacidad de la persona interdicta para celebrar matrimonio conforme lo
indica el art. 38 CCC.
Impedimentos impidentes
Son aquellos que impidan la celebración del matrimonio, mas si este se celebra de todas
formas no puede ser decretada su nulidad, ellos son:
El texto lleva a consecuencias excesivas, pues dos personas plenamente capaces (un hijo o
Nieto del tutor com a mayor de edad, y la expupila, igualmente mayor) pueden verse
impedidos de contraer matrimonio por la actitud unilateral del extutor.
Las leyes 12331 para los varones y la 12668 para que mujeres establecen que ambos deben
realizarse exámenes prenupciales a los efectos de conocer la existencia de enfermedades
venéreas en periodo de contagio. Estos eran los denominados impedimentos eugenésicos y
pretendían evitar la transmisión de la enfermedad. Anteriormente se habían prohibido
celebrar matrimonios a los enfermos de lepra.
El artículo 416 del código, no establece que los cónyuges deben presentar este certificado de
realización del examen para contraer matrimonio, sin embargo, las leyes que mencionábamos
no han sido derogadas.
Los actos voluntarios deben ser otorgados con discernimiento, intención y libertad (artículo
260 CCC), y los hechos producidos sin alguno de estos elementos, cuando configuren el error
De hecho esencial, dolo esencial o violencia, causan la nulidad del acto y no producen por sí
obligación alguna.
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A estos últimos se los conoce como vicios del consentimiento y se encuentran regulados en
general en los artículos 265 y siguientes del código.
A. Error
El error es la idea falsa o la falta de idea que se tiene sobre una cosa, es una concepción
equivocada sobre los hechos al momento del acto, que en ese momento debió haberse sabido
o conocerse correctamente.
El error puede ser de hecho o de derecho. El error de hecho, a su vez se divide en esencial y en
accidental. El esencial es aquél de tal magnitud que de haber sido conocido el matrimonio no
se hubiera celebrado com a dando por ello lugar a la declaración de nulidad; mientras que el
error accidental no da lugar a la invalidación.
En materia matrimonial se admite tanto el error en la persona física del contrayente, así como
también el error acerca de las cualidades personales del otro cónyuge.
Si bien el artículo 409 mantiene la posibilidad de alegar error en la persona física, este
supuesto raramente pueda darse y corresponde más a una histórica en el caso de matrimonios
acordados por las familias de los contrayentes o de personas recién llegadas al país por el
proceso de inmigración, donde los novios no se conocían sino hasta el momento del
matrimonio.
En cuanto al error en las cualidades, es el que recae sobre circunstancias personales de los
contrayentes que eran desconocidas por el otro en el momento de la Unión y que afectan al
consentimiento en tanto éste no hubiere sido prestado en caso de conocerlas, y en tal sentido
debe ser determinante, excusable y esencial.
Resulta imposible realizar una categorización a priori de las circunstancias que pueden
alegarse como error en las cualidades personales. En nuestros tribunales pueden mencionarse
los casos de negativa posterior a contraer matrimonio religioso cuando se sabía que éste fue
una condición determinante para contraer la unión propuesta.
En la mayoría de las ocasiones el error no será espontáneo, o sino inducido por el dolo del otro
contrayente, pero nuestro ordenamiento permite admitir supuestos en los cuales el error se
produzca sin la intención del otro consorte.
B. Dolo
Conforme al artículo 271 del código, la acción dolosa es toda aserción de lo falso o
disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la
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celebración del acto; y que puede consistir también en una actitud o misiva como de reticencia
u ocultación.
Entonces esencial para estar configurado debe ser grave, determinante, provocar daño y no
ser recíproco (art. 272). Si cumple todos estos requisitos, el acto viciado por dolo será nulo, de
nulidad relativa (art. 425 inciso c).
Hay diversas categorías respecto de dicho concepto: 1) dolo determinante o principal ídolo
incidental: el primero determina la voluntad de la víctima, no así el segundo; 2) dolo positivo y
negativo: en el primero existe una acción coma en tanto que en el segundo encontramos una
omisión; y 3) dolo de las partes (directo) y de terceros (indirecto).
La jurisprudencia sobre el duelo matrimonial es muy variada coma y comprende tanto casos de
engaños sobre circunstancias secundarias, en los cuales se rechazó la nulidad, como otros
donde los artificios y falsedades eran múltiples y complejos, hasta viciar la voluntad del otro
contrayente.
Ocultar la edad o el estado de familia no son, en principio, determinantes del dolo, pero deben
ser evaluados en el contexto del caso, como la nulidad declarada donde el esposo resultó ser
10 años menor de la edad que decía tener, carecer del título universitario que invocaba y
habiéndose establecido pericialmente que se trataba de un neurótico suicida.
La realidad presenta matices infinitos y el dolo o la ocultación dolosa deben aparecer como
graves y determinantes del consentimiento matrimonial prestado para convertirlo en inválido.
C. Violencia
La violencia puede ser física o moral, si bien es casi imposible imaginar un supuesto de
violencia física para que otro otorgue su consentimiento debido a que el acto se celebra ante
el oficial público, salgo convivencia con aquél.
El artículo 276 del código, establece: “la fuerza irresistible y las amenazas que generan el
temor de sufrir un mal grave e inminente que no se puedan contrarrestar o evitar en la
persona o bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las
amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la situación del amenazado y las demás
circunstancias del caso”.
Para que haya violencia moral es necesario: 1) que exista una amenaza realmente grave y
perjudicial; 2) que provoque sobre el otro temor, siempre y cuando cualquier persona normal
en su lugar lo hubiere sentido; 3) es necesario que se aproxima en el tiempo. No es necesario
que la violencia sea ejercida por uno de los contrayentes, también es considerado vicio del
consentimiento aquella violencia que es ejercida por un tercero ajeno a la pareja (art. 277).
Las diligencias previas al acto de celebración del matrimonio deben ser llevadas a cabo por el
oficial del Registro Civil donde los futuros esposos darán su consentimiento.
El artículo 416 dispone que los cónyuges deben concurrir al Registro Civil del domicilio de
cualquiera de ellos y presentar una solicitud con sus datos: nombre, domicilio, DNI,
nacionalidad, nombre de sus padres, datos de matrimonio anterior (si los tuviese y la causa de
disolución).
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El artículo 417 autoriza a suspender la celebración en caso de que los contrayentes no
demuestren su habilidad para el acto.
Por su parte, el artículo 418 establece la forma de celebración, así tal vez de su celebración
pública en el lugar donde se encuentra el registro y ante la presencia de 2 testigos, el número
de testigos se eleva a cuatro si el matrimonio se celebra fuera de la oficina del Registro Civil y
capacidad de las personas.
El oficial da lectura al artículo 431 y recibe el consentimiento matrimonial, tras lo cual los
declara cónyuges en nombre de la ley.
De todo lo actuado se debe dejar constancia en el acta, con la firma de todos los intervinientes
y dando el oficial una copia de ella a los nuevos esposos, quedando así concluido el acto.
Desde el momento en que los novios llenan la sustitución hasta que el acto se ha celebrado,
cualquier persona con interés legítimo puede oponerse a que el matrimonio se contraiga com
a denunciando ante el oficial público que celebrará el matrimonio algún impedimento
matrimonial que exista.
Los impedimentos pueden ser denunciados por las personas enumeradas en el artículo 411.
Cabe una distinción entre oposición y denuncia. Así, cualquier persona está habilitada a
denunciar un impedimento; en cambio, oponerse a la celebración lo podrá hacer solo aquella
persona que tenga interés legítimo coma ya que el que se opone será parte en el proceso
donde se analizará la existencia o no del impedimento. La oposición se puede hacer oralmente
o por escrito; si es oral, el oficial deberá labrar un acta con lo dicho por el oponente; si
existiese documentación que avale lo expresado com a se presentará conjuntamente.
Luego de eso coma del contenido de la oposición se dará traslado a los contrayentes, quienes
podrán allanarse, reconociendo el impedimento, o bien contestar, rechazándolo en forma oral
o escrita. El oficial suspende la celebración y remite todo lo actuado al juez competente, quién
en procedimiento sumarísimo debe resolver sobre el impedimento. Si lo desestima, el acto
matrimonial será llevado a cabo y el oficial asentará nota marginal en el acta matrimonial del
fallo respectivo.
En el caso de haber una denuncia en lugar de una oposición, lo único que debe hacer el oficial
es remitirlo al juez, quien, habiendo tomado conocimiento, le correrá traslado de ella al
Ministerio Público, para que realice la oposición o la deseche por falta de fundamentos.
La denuncia solo puede realizarse en virtud de la existencia de impedimentos del artículo 403;
en cambio, la oposición deducida por los legitimados puede fundarse en cualquier
impedimento.
Celebración extraordinaria
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médico, el oficial público puede prescindir del cumplimiento de las diligencias preliminares
coma e incluso el matrimonio puede ser celebrado por un juez o cualquier funcionario judicial.
2. Matrimonio a distancia
Este supuesto fue incorporado a nuestra legislación con la ley 23515 (artículos 173 y 174 del
código). se trata del caso en donde las partes otorgan su consentimiento en forma separada,
encontrándose a distancia 1 del otro. Y se mantiene en el actual 422 del código.
El artículo 406 del código, regula los elementos estructurales del acto jurídico matrimonial, y la
ausencia de alguno de estos elementos determina su inexistencia.
La insistencia del matrimonio se explica con una forma de categorizar a uniones que, en
principio com a han sido contraídas bajo la apariencia de matrimonio, mas no pueden ser
tomadas como tales, o sea que la falta de alguno de estos elementos esenciales lo impiden.
En nuestro derecho los elementos estructurales del acto jurídico matrimonial son, a partir de la
26618, solo dos:
1. Consentimiento
El consentimiento debe ser expresado personalmente por hombre y mujer ante la autoridad
competente para celebrar el matrimonio, esto es, ante el oficial público encargado del Registro
Civil.
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La diversidad de sexos, hombre y mujer fue suprimida por la reforma y el artículo 172, al
eliminar la referencia de sexos y cambiarla por la palabra contrayentes.
Sin embargo, no es inexistente matrimonio celebrado ante el oficial público que no sea
correspondiente al domicilio de 1 de los contrayentes, dado que lo importante es que aquél
sea competente en donde se presta el consentimiento, aun cuando no se corresponda con el
domicilio de uno de ellos.
De acuerdo con el artículo 406, en su último párrafo, la ausencia de alguno de los elementos
estructurales ayer grados lleva a que el matrimonio carezca de todo efecto civil, aun cuando
las partes hubiesen obrado de buena fe.
1. La insistencia no produce efecto civil alguno, aun cuando los contrayentes fueran de
buena fe; la nulidad de matrimonio, en cambio, prima de eficacia el matrimonio así
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celebrado, pero es susceptible de producir algunos efectos cuando exista buena fe de
1 o ambos contrayentes (Artículos 428 y 429 del código).
2. La nulidad requiere, en todos los casos coma de una acción judicial promovida por
parte legitimada para poder privar de eficacia al matrimonio. En los supuestos de
inexistencia la nulidad del acta puede ser solicitada por cualquier interesado, puede
ser opuesta como excepción a toda acción que tenga como fundamento la inexistencia
del matrimonio (como la acción de nulidad, separación personal, divorcio, alimentos
entre cónyuges o tenencia de hijos); Así mismo puede ser declarada de oficio. En estos
casos el juez se limita a comprobar la inexistencia, para así privarlo de todo efecto.
3. La declaración de inexistencia no prescribe ni caduca, ni puede operarse en la
confirmación.
La nulidad del matrimonio implica que el matrimonio sea celebrado con un vicio grave en cuya
consecuencia, por disposición legal y mediante sentencia com a dicho matrimonio queda
privado de sus efectos normales.
La nulidad matrimonial es una sanción legal que priva al acto jurídico matrimonial de sus
efectos propios o normales, con efecto frente a todos (partes y terceros), por adolecer de
efectos originarios, estructurales y esenciales a través de un proceso de impugnación y
declaración.
Para llegar a la nulidad del matrimonio es necesario impugnar el acto, probar el defecto y así
poder obtener la declaración que ha estado a la Nulidad. Aún el matrimonio entre padres e
hijos o entre hermanos, para lograr su nulidad debe mediar un proceso y una declaración
judicial.
Dado que en la nulidad absoluta está en juegos la protección de un interés general, la acción
tendiente a obtenerla es imprescriptible.
Cabe recordar que en materia de nulidades la Corte Suprema ha dicho “lo que es inmoral, lo
que es contrario al orden social, no puede subsanarse por el transcurso del tiempo. En
consecuencia, si se debate un caso de nulidad absoluta, la acción tendiente a obtenerla no es
susceptible de prescribir ni de caducar”.
Por ese motivo el código ha previsto en su artículo 712 que: “las acciones de Estado de familia
son irrenunciables e imprescriptibles, sin perjuicio de su extinción en la forma y en los casos
que la ley establezca. Los derechos patrimoniales que son consecuencia del Estado de familia
están sujetos a prescripción”.
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Caducidad de la acción de nulidad relativa
Como en la acción de nulidad relativa está en juegos un interés particular, esta caduca si no es
ejercida en los tiempos establecidos en el artículo 425 del código.
El artículo 714 establece que: “la acción de nulidad del matrimonio no puede ser intentada
después de la muerte de 1 de los cónyuges, excepto que: a) sea deducida por un cónyuge
contra el siguiente matrimonio contraído por su cónyuge; si se opusiera la nulidad del
matrimonio del cónyuge demandante, se debe resolver previamente esta oposición; b) sea
deducida por el cónyuge supérstite de quien contrajo matrimonio mediando impedimento de
ligamen y se haya celebrado ignorando la subsistencia del vínculo anterior; c) sea necesaria
para determinar el derecho del demandante y la nulidad absoluta sea invocada por
descendientes o ascendientes. La acción de nulidad de matrimonio deducida por el Ministerio
público solo puede ser promovida en vida de ambos esposos”.
Este artículo excluye, como regla, la posibilidad de intentar acciones de nulidad del matrimonio
producida la muerte de 1 de los cónyuges y solo permite, con carácter de excepción iniciar la
pretensión luego del fallecimiento: al cónyuge que pretende la nulidad del siguiente
matrimonio contraído por su cónyuge; o la nulidad de su propio matrimonio si se casó
ignorando que su cónyuge era casado. Si se opusiera la nulidad del vínculo anterior coma y se
juzgará previamente está coma cómo cuestión prejudicial.
Clasificación
La nulidad absoluta corresponde a los actos que, por el defecto que los afecta, inciden sobre el
orden público o las buenas costumbres y la nulidad relativa a los que solo inciden sobre
intereses particulares.
El código se refiere a los matrimonios de nulidad absoluta en el artículo 424 y a los de nulidad
relativa en el 425.
Nulidad absoluta
El artículo 424 funda el criterio de distinción entre nulidad absoluta y relativa en el interés
predominante protegido. Si los vicios o defectos que padece un matrimonio afectan intereses
generales o colectivos, dados por el orden público, la moral o las buenas costumbres, la
nulidad será absoluta. En cambio, si el interés afectado por el matrimonio es particular,
individual de los cónyuges coma y la nulidad será relativa.
Los casos de nulidad absoluta enumerados por el código en el artículo 424 son los celebrados
mediando los impedimentos de parentesco por consanguinidad o afinidad, ligamen o crimen.
Se trata de supuestos donde está en juegos el orden público, por lo tanto, la legitimación para
solicitar la nulidad es amplia y se otorga a ambos cónyuges es decir que incluya el cónyuge de
mala fe.
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La nulidad no podrá ser decretada de oficio, en esto el sistema de nulidades matrimoniales se
aleja de lo dispuesto por el sistema general de nulidades que establece el artículo 387 que la
nulidad absoluta puede ser declarada de oficio por el juez si se le presenta manifiesta al
momento de dictar sentencia y que puede ser alegada por el Ministerio público.
En materia matrimonial el juez no puede dictar la nulidad de oficio y requiere que le sea
solicitada su declaración por los cónyuges y por los que se podían oponer a la celebración del
matrimonio, entre quienes se encuentra el Ministerio público.
La nulidad absoluta puede ser invocada por cualquiera de los cónyuges y por quienes podían
oponerse a la celebración del matrimonio.
Según el artículo 715 “ningún matrimonio puede ser tenido por nulo sin sentencia que lo
anule, dictada en proceso promovido por parte legitimada para hacerlo”. Esta norma indica
que el juez no puede declarar nulidad de oficio y que requiere que la parte legitimada accione.
Los impedimentos que causan la nulidad absoluta se demuestran por quien los invoca,
conforme a lo que corresponde a cada 1 de ellos (el matrimonio anterior subsistente y aquel
cuya ineficacia se pretende, el parentesco, el crimen).
Al demandado toca aprobar la disolución del primer matrimonio antes de la celebración del
segundo y, en términos generales, destruir la prueba producida por el actor.
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