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Cabe resaltar que ambos países, en materia de matrimonio y divorcio, han demostrado un
avance a los tiempos que hoy se viven en el mundo. El dinamismo y las nuevas
tendencias sociales, de estructuración de las familias y un pensamiento mucho más
ajustado hacia el bienestar social, han permitido que Venezuela y Colombia, cada una a
su manera, hayan avanzado en fallos que promueven la integración de las distintas
variedades de familias y parejas, así como en la disolución del vínculo matrimonial.
Para definir el matrimonio como vínculo, el mismo autor señala que se proponen fórmulas
diferentes. a) En sentido jurídico-formal, se pone el acento en la nota de legalidad y se
define el matrimonio como el estado de dos personas de sexo diferente, cuya unión ha
sido consagrada por la ley. b) Las definiciones de carácter sociológico destacan la nota de
permanencia del matrimonio."El matrimonio es una relación más o menos duradera entre
el hombre y la mujer que se prolonga más allá del acto de la reproducción y hasta
después del nacimiento de la prole." e) Las definiciones teleológicas giran alrededor del
fin del matrimonio. Las mejores atienden a la finalidad físico-espiritual e integral. Kipp y
Wolff definen el matrimonio como "la unión del hombre y de la mujer dirigida al
establecimiento de una plena comunidad de vida". d) Si coordinamos las definiciones
anteriores, podremos lograr una mixta en la cual se destaquen la legalidad y la
permanencia como notas características del matrimonio y, además, su finalidad integral.
Así diríamos que el matrimonio es la unión legal de un hombre y una mujer para
establecer entre ellos una plena y perpetua comunidad de vida.
B. Como acto, puede definirse el matrimonio como el acto solemne mediante el cual un
hombre y una mujer constituyen entre sí una unión legal que establece entre ellos una
plena y perpetua comunidad de vida.
La misma autora señala que en Colombia, el Código Civil vigente, el cual entró en
vigencia el primero de enero de 1886, acogiendo la tendencia laicista, que solamente
reconocía el matrimonio civil como institución jurídicamente protegida. Sin embargo, la
Ley del 27 de mayo de 1929 le reconoció efectos civiles al matrimonio católico, y el
Concordato del mismo año consagró la dualidad de regímenes: civil y religioso. De
acuerdo con esto, el concepto moderno de matrimonio tiene dos perspectivas; como
contrato civil y como institución religiosa con efectos civiles. En cuanto contrato civil es
solemne, pues debe cumplir las ritualidades de la ley, celebrado entre un hombre y una
mujer con el propósito de vivir mutuamente, auxiliarse mutuamente y, como resultado
natural de la cohabitación, la procreación.”
Aunque en ambos países existe una única apreciación inicial sobre el matrimonio como
unidad entre un hombre y una mujer, Colombia le otorga un carácter no solo civil y legal,
sino religioso a la unión matrimonial, y equipara la unión religiosa con la legal, a través del
Concordato, hecho que no en viable en Venezuela, dado que la unión matrimonial en el
contexto legal es posible única y exclusivamente a través de un acto legal, es decir,
conforme lo que establece el Código Civil venezolano vigente y no de otra manera.
En otras palabras, el divorcio es una institución jurídica que concluye la relación entre
marido y mujer, separa a los cónyuges definitivamente y posibilita a los divorciados a
contraer nuevas nupcias.
En este sentido, el divorcio se da como una solución jurídica que busca resolver la
imposibilidad de una sana convivencia matrimonial y esta premisa es válida para ambos
países, objetos de este estudio comparativo.
Análisis comparativo entre la legislación colombiana y venezolana en materia de
matrimonio y divorcio
Sobre la capacidad de las personas para contraer matrimonio, en Colombia, la ley solo se
refiere permiso por escrito en los casos de que los contrayentes sean personas menores
a 18 años y, en caso de un hijo adoptado, los padres adoptivos deberán autorizar por
escrito el matrimonio del mismo si éste es menor de 21 años de edad y en el caso de ser
una hija adoptada, la autorización será necesaria si ésta es menor de 18 años. En
Venezuela, sucede lo mismo en caso de los hijos menores de 18 años, sin distinción de la
filiación ya sea mediante la consanguinidad o la adopción, (puesto que en Venezuela la
adopción se constituye con una filiación equivalente a la consanguinidad, con los mismos
efectos legales), para la cual se requerirá la autorización escrita por parte de los padres y
si uno de los contrayentes es un entredicho o su incapacidad civil ha sido promovida,
entonces el matrimonio será nulo o suspendido.
Sobre un requisito para contraer matrimonio, el Código Civil colombiano en su artículo 128
reza que la solicitud de matrimonio, en el caso de que los contrayentes sean menores de
edad, deberá hacerse ante un juez competente verbalmente o por escrito, quien de oficio
deberá practicar todas las diligencias que sean necesarias y pertinentes para que el
mismo se realice.
En los últimos años, Colombia ha dado un paso adelante en las uniones legales entre
personas del mismo sexo, siendo el cuarto país de América Latina que ha decidido hacer
legal el matrimonio homosexual. Y es que la Constitución Política de 1991 (Colombia)
reconoce la diversidad sexual y ampara y protege tanto la posibilidad o realidad de la vida
en común de una pareja del mismo sexo, así como el régimen patrimonial, como si se
tratara de un matrimonio constituido por personas heterosexuales.
Profundizando el análisis hecho por Prada Ocampo, M.C., (2015) la expresión ‘procrear’
contenida en el artículo 113 del Código Civil viola el derecho fundamental a libre
desarrollo de la personalidad (Constitución Política art., 16) en la medida en que si se
siguen estás disposiciones se limita la autonomía de la persona humana que desea
contraer matrimonio pero no para procrear, es decir, que las personas que no quieren
tener hijos no podrían casarse; por ejemplo, en el matrimonio in extremis (Código Civil
art., 136)28 y en los celebrados por personas de avanzada edad o que no puedan
naturalmente concebir mediante el acto sexual. Respecto a esta acusación conviene
hacer al menos dos aclaraciones; primera, la autonomía de la voluntad hace parte del
núcleo esencial del derecho al libre desarrollo de la personalidad, segunda, el matrimonio
es un contrato y como tal se celebra para realización de unos fines, los cuales, en el caso
concreto (es decir, frente al fin de procreación), son una ficción jurídica alejada de los
intereses reales de los contrayentes (como se puede analizar en los ejemplos
propuestos). El derecho al libre desarrollo de la personalidad, por su naturaleza
fundamental, se funda en el respeto a la dignidad humana (Lamprea, 1994). Esto implica
el reconocimiento de la persona como un ser dotado de capacidad de decisión al cual no
se le puede limitar la facultad de disponer de los asuntos más íntimos que le atañen
(como es el caso de procrear o no).
En Venezuela, existen tres formas comunes para divorciarse: la primera, por separación
de cuerpos por más de un año; separación de hecho por más de cinco años; o
interposición de demanda solicitando el divorcio. Sin embargo, una sentencia
relativamente nueva, marcó el inicio de otra modalidad de divorcio, mediante el cual basta
con la voluntad de uno de los cónyuges de no querer continuar la vida en común con el
otro, siendo las causales de divorcio que se establecen en el artículo 185 del Código Civil
meramente enunciativas y no taxativas, como se tenían presente jurídicamente. En
Colombia, a diferencia de Venezuela, la separación de cuerpos es una causal de divorcio
puede ser judicial o de hecho, cuando haya perdurado por más de dos años, según el
artículo 154 del Código Civil.
De manera enunciativa, estos son algunos tratados suscritos por ambas repúblicas en
materia de matrimonio y divorcio:
El procedimiento exequatur:
Procedimiento de Exequatur
“Artículo 53. Las sentencias extranjeras tendrán efecto en Venezuela siempre que reúnan
los siguientes requisitos: 1. Que hayan sido dictadas en materia civil o mercantil o, en
general, en materia de relaciones jurídicas privadas; 2. Que tengan fuerza de cosa
juzgada de acuerdo con la ley del Estado en el cual han sido pronunciadas; 3. Que no
versen sobre derechos reales respecto a bienes inmuebles situados en la República o
que no se haya arrebatado a Venezuela la jurisdicción exclusiva que le correspondiere
para conocer del negocio; 4. Que los tribunales del Estado sentenciador tengan
jurisdicción para conocer de la causa de acuerdo con los principios generales de
jurisdicción consagrados en el Capítulo IX de esta Ley; 5. Que el demandado haya sido
debidamente citado, con tiempo suficiente para comparecer, y que le hayan otorgado en
general, las garantías procesales que aseguren una razonable posibilidad de defensa; 6.
Que no sean incompatibles con sentencia anterior que tenga autoridad de cosa juzgada; y
que no se encuentre pendiente, ante los tribunales venezolanos, un juicio sobre el mismo
objeto y entre las mismas partes, iniciado antes que se hubiere dictado la sentencia
extranjera.”
Jurisprudencia en materia de divorcio en Venezuela y Colombia
En un análisis comparativo entre una sentencia llevada a cabo por un Juez colombiano,
específicamente la Sentencia T-967/14, se pudo evidenciar que existen diversos aspectos
formales que son bastantes particulares al momento de sentenciar. Por ejemplo, el juez
se enfoca mucho en establecer conceptos sobre los temas que versan dentro de la
controversia, además se pudo apreciar la consideración que tiene, así como la relevancia
sobre la interpretación o intervención de varios expertos, tanto del ámbito jurídico como
médico, psicológico, social y gubernamental, para lo cual el Decano de la Facultad de la
Universidad de la Sabana, una profesora asociada al Departamente de Piscología de la
Universidad de los Andes, personal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a la
Alta Consejería para La Equidad de la Mujer de la Presidencia de la República,
Corporación Sisma Mujer; al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, a
la Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Psicología de la Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá; para que desde sus conocimientos y máximo de
experiencias definieran algunos conceptos claves en dicha acción, puesto que la
pretensión de la accionante era el divorcio, alegando la causal de divorcio que está en el
Código Civil colombiano, en su artículo 154 Numeral 3: “Los ultrajes, el trato cruel y los
maltratamientos de obra.”