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CUATRO VERSIONES SOBRE LA ETIMOLOGIA DE CANCHAQUE

Vásquez Ramírez, Alejandrino. 1971. Monografía de Canchaque.

CANCHA se traduce por PATIO, lugar a ESPECIO CERRADO, ámbito para deporte o
espectáculos, REDONDEL de COLISEO, MURALLA, corral sagrado o para ganado CHAQUI: pie”.

Vásquez Ramírez, Adán de La Rosa. 1990. El Origen de Canchaque.

“¿Cuál es la etimología de la palabra Canchaque? He aquí una interrogante que intento


dilucidar. Hace ya muchos años, un intelectual canchaqueño afirmó que Canchaque deriva de
la palabra quechua “Kancha” que significa pequeña pampa o llanura. Pero es obvio que dicha
raíz quechua no puede referirse al actual pueblo, formado a partir de 1918, mientras que
Canchaque, como nominación de una jurisdicción, tiene que haber nacido con sus milenarios
fundadores. Además, la supuesta derivación de Kancha deja sin explicación la sílaba “que”.

Cuando conocí la sierra del centro, busqué encontrar la explicación entre los quechua
parlantes. Unos me dijeron que podría derivarse de “Kanchay” que significa alumbrar; otros,
de “Kanchaq” que significa resplandeciente. Ninguna era concerniente puesto que en ningún
lugar del distrito hay algo resplandeciente o que alumbra.

Pasando los años, conocí en Lalaquiz una variedad de maíz duro y resistente al gorgojo,
denominado “michka”. Me interesó conocer su significado porque, en nuestras “quichuas”,
maíz “misha” se denomina al que presenta dos colores: blanco y azulado. Es maíz
generalmente muy suave. Traté de buscar relación entre las dos palabras que, siendo
parecidas, denotan cualidades diferentes. La explicación me la dio una casi centenaria que
conversaba lúcido. Me transmitió la siguiente leyenda que resultó base para una nueva teoría
sobre el origen de Canchaque:

El maíz “michka” debe su nombre a que lo introdujo el pueblo “Michka”, pueblo que fue el
mejor organizado y próspero entre los huancapampas, debido a que era gobernado por
dirigentes capaces, estudiosos e investigadores. Sembraban en secano sus propias variedades
de maíz. En años secos mantenían su producción de maíz, granos y tubérculos, porque sus
valles eran irrigados por numerosos canales. Sus productos, mucho mejores que los de sus
vecinos, eran solicitados como semillas hasta por tribus muy distantes. Sus llamas eran
buscadas como reproductoras por su robustez y buena lana. Además, domesticaron la pava de
monte y hasta el colambo, que utilizaban para limpiar de bichos sus sementeras.

La reconocida calidad de sus productos, base de su prosperidad, causó la envidia de sus


vecinos caxas, quienes sólo sabían guerrear, pero se alimentaban rudimentariamente y se
vestían peor. Más de una vez intentaron robar doncellas michkas para que enseñen a sus
mujeres las artes domésticas, especialmente los tejidos. Esto provocó escaramuzas fronterizas
en que los invasores salieron cada vez mal parados.

Los caxas malquerían, pero respetaban a los michkas a quienes apodaban “kanchachaques”
porque su plato típico “chaque” lo preparaban con maíz tostado triturado, a diferencia del
original del sur que se preparaba con habas tostadas. Por eso, cuando el rey de Quito, en su
expansión hacia el sur, ordenó sojuzgar a todas las tribus vecinas, los caxas aceptaron el
encargo con satisfacción. No obstante, el cacique caxa Huallpa creyó prudente intentar su
adhesión pacíficamente. Para ello, se apersonó con un pequeño séquito ofreciéndoles una
alianza. Llegó cuando los dirigentes sesionaban dentro de su templo. Se le informó que tendría
que esperar hasta el día siguiente porque las sesiones duraban hasta el amanecer. El caxa
arguyó que su investidura no le permitía esperar. Los guardias del edificio reiteraron que los
dirigentes nunca habían sido interrumpidos en sus reuniones.

Huallpa se impacientó. Ordenó a los suyos dominar a los desprevenidos centinelas y entró
violentamente al templo. Los dirigentes le pidieron cortés pero firmemente que se retire. El
intruso informó brevemente que venía en misión de paz, que buscaba su alianza con el rey de
Quito. La alianza fue rechazada porque querían seguir siendo independientes. Furioso, Huallpa,
en acción sorpresiva y rápida se apoderó del viejo Amauta amenazando que lo mataría con su
cuchillo si en el acto no lo reconocían como jefe de los michkas. Ignoraba, Huallpa, que había
guardias ocultos en el templo, uno de los cuales le disparó un dardo envenenado que le causó
la muerte inmediata. Los soldados caxas, a su vez dominados, retornaron con el cadáver de su
jefe. La guerra estaba declarada.

Los dirigentes michkas advirtieron a los suyos que no podrían sostener una larga guerra por lo
que les ordenaron abandonar casas y chacras, y llevar provisiones y ganado. Sólo pidieron
veinticinco voluntarios para defender su templo y sus secretos, asegurando que ganarían la
última batalla.

Cuando llegó otro jefe Caxa con su poderoso ejército, y encontrando cerrado el templo,
ordenó un ataque frontal donde fallecieron la mayoría de sus tropas al caer en una zanja
camuflada con techo de piedras. Al atacar nuevamente, los sobrevivientes fueron ultimados
con flechas envenenadas lanzadas desde posiciones ocultas.

Vino otro ejército protegido con escudos de cuero de llama, pero los defensores alcanzaron las
partes desprotegidas. Cuando nuevamente atacaron, de noche, un ejército de colambos
amaestrados hizo huir a los caxas.

Como último recurso se procedió a sitiar a los resistentes.

Cuando al fin cesó la resistencia, se encontró a los veinticinco michkas muertos y un ídolo de
piedra de forma humana que parecía sostener el techo ubicado en el fondo de una gruta: en
su cuello tenía una gruesa cadena de oro. Como estaba muy bien adherida, se ordenó derribar
el ídolo para rescatar el único trofeo. Al caer éste, cayó también toda la cubierta de piedra de
la gruta sobre el séquito Caxa, sepultándolos.

Una expedición punitiva borró toda huella de los michkas. Hasta su nombre. En adelante sólo
se les denominaría “kanchachaques”.

Canchaque deriva pues de las voces quechuas Kancha que significa maíz tostado, y Chaque que
nombra al plato preferido de los michkas: maíz tostado, pero triturado. Con el correr de los
años, Kanchachaque derivó (o se apocopó) en Canchaque.

Como prueba de la existencia de los michkas queda el cerro Minchakawaca, hoy Mishahuaca,
en cuyas entrañas se han encontrado huacos tan finos que indican que en sus laderas se
asentó una cultura superior.

Guerrero Elera, Félix Reinaldo. 2020.Tesis Sobre el Origen de la Palabra de Canchaque


Históricamente nuestro territorio ha sido multilingüe. Antes del imperio Incaico existían
muchas culturas y lenguas. Cieza de León(1555),Inca Garcilaso de la Vega(1609). Sin embargo
Las necesidades económicas y el afán de expansión política hacían que dichas comunidades se
desplazaran de sus propios territorios, produciéndose contactos de lenguas y culturas.

Sabemos que a partir del 900 d.c, la frontera cultural entre las sociedades centro y norandinas
pasa de Jaén a Huancabamba y por la margen derecha del rio Piura se confunde con el limite
entre la costa y la sierra, el bosque seco y la selva alta sigue el piedemonte andino hasta hasta
los cerros de Amotape y Tumbes, todos ellos con lenguas de filiación protojivara. Su presencia
ha quedado sellada con nombres de lugares como :Palanda,Palambla.

A inicios del siglo X los Sicanes, que hablaban el Muchic y luego Chimús que hablaban el
Quingnam , contribuyen a aculturarlos.

La lengua Muchic o Yunga se hablaba en la costa norte del Perú desde Trujillo hasta Piura,
según el cura Fernando de la Carrera Daza, el año 1644 lo hablaban 40,000 personas.

Según Philip A.Means y Max Uhle” Toda la provincia de Piura formó una dependencia del
desarrollo de la civilización chimú de Trujillo(800 a 1,300 de nuestra Era)

EL extinto educador y periodista Huancabambino, Néstor Martos, discrepaba el origen


quechua De muchos vocablos: entre ellos Piura Por los siguientes argumentos :

a) En la costa son muy raros los Topónimos Quechuas.

b) La efímera dominación Cuzqueña.

c) Nadie habla quechua en Piura desde hace más de tres siglos.

El padre Antonio de la Calancha afirmaba que los Chimus lograron hacer tributarios a toda la
región comprendida desde Paita y Tumbes hasta Paramonga e introducir su lengua natural que
se hablaba en Trujillo, que era el QUINGNAN, QUE SE GENERALIZO ENTRE LOS VALLES DE
PACASMAYO HASTA LIMA Y LOS DEMÁS VALLES NORTEÑOS.

En 1944 el Chiclayano, JORGE CEVALLOS, realizó otro estudio, logró reunir 1,504 voces de los
idiomas de la costa norte, basado en los trabajos de la Carrera ,Middendorf y De Paul Rivet,
coincidiendo con el padre Calancha, aseguraba que el idioma GUINGNAN, ERA ORIGENARIO
DEL VALLE DE CHIMOR Y DE ALLI SE EXTENDIO A TODA LA COMARCA.

La extinta arqueóloga Piurana, Josefina,, Ramos Cox ,puso esfuerzo y dedicación en el estudio
de la lengua de los Tallanes, habiendo publicado en 1943,La lengua de la región “TALLANCA”
Los Tallanes fueron primero incorporados por el gran “CHIMOR” y más tarde por los INCAS, no
logrando asimilar a los Tallanes, quedando resagos de los CHimus en nombres de algunos
lugares con palabras QUINGNAN, uno de esos lugares es” “ CANCHAQUE” QUE LOS CHIMUS
BAUTIZARON CON EL NOMBRE DE“CHANCHAPE “ QUE EN QUINGNAN, SIGNIFICA” LUGAR
ENTRE CERROS” Y QUE POR CONFUSION LOS ESPAÑOLES escribieron “CANCHAQUE” ,Tal como
paso con las ruinas de “Chanchan” que la escribieron con el nombre de “Cauchan” (acta de
fundación del Cabildo de Trujillo 1,536 )ESTA TESIS SE REFUERZA con los patronimos
QUINGNAN, exístentes:
Guachaque=poza,HuarHuar=planta,Patache=comida,Cascafe=Pez.Chanque=Marisco, Chin chin
= planta . ES BUENO INDICAR QUE LA FASE CHIMU,SE PUEDE FICHAR EN LOS ANÁLISIS
PROPUESTO POR IZUMI SHIMADA, SUSTENTADO POR LOS ESTILOS CERÁMICOS HALLADOS EN
ZARAN(HOY SERRAN).
Cristian Noé García Huayama. 2022. Kamanchaca y Rumitana.

Rumitana era un joven y bravo guerrero de los Huancapampas. Su honda resonaba en las
batallas contra los Ayahuacas y sus temida lanza tenía la certeza de atravesar al veloz y astuto
puma cuando osaba acercarse a los rebaños de llamas y alpacas.

Una mañana, corriendo entre el bosque de niebla tras una danta, cruzó la cordillera para el
flanco occidental, por el abra del Suropite, y bajó por la empinada encañada hasta el fondo del
cauce del Pusmalca. Y allí, en la escondida laguna de un citán, cantando mientras lavaba sus
largas y hermosas trenzas en las cristalinas aguas, encontró a Kamanchaca. La miró a
hurtadillas y comprendió que ya no volvería a tener paz hasta poder despertar todos los días
mirando sus ojos de ch´aska y escuchar su dulce canto de torcaza.

Kamanchaca alzó la mirada y lo vio parapetado entre los grandes quinahuiros, musculoso y
esbelto, y un largo suspiro estremeció sus pequeños senos. Salió presurosa del agua y corrió
rumbo a las alturas de su aldea que gobernaba su padre, el gran curaca Canchamanchay.

Desde entonces, por las noches, empezaron a escuchar el lamento dulce de una antara que
arrastraba el viento entre los surales. Y a Kamanchaca se le llenaban los ojos de lágrimas.

Una mañana su madre notó su tristeza y comprendió también el origen de la música que por
las noches llegaba como un lamento hasta la aldea.

“No provoques la ira de tu padre. Conoces muy bien de su furia; y más aún si quien te estruja
el corazón es un simple yana de los Huancapampas”. Le dijo acariciándole los cabellos y
enjugándole las lágrimas. “No lo permitirá jamás. Recuerda que tú tienes linaje de ñusta”. Le
advirtió dando suspiro.

Pero el corazón no entiende de razones, y los amores cobardes no son amores.

Y una madrugada, alumbrada solo por el resplandor argentado de la luna llena, Kamanchaca
huyó hacia la profunda encañada donde Rumitana, aterido por el frío y la lluvia, desde aquella
mañana en que la vió por primera vez, la esperaba. Y emprendieron la huida remontando los
vertiginosos abismos del Pichijaga y Suropite.

Al amanecer, el gran curaca Canchamanchay reparó en la fuga de su hija y montó en cólera.


Invocó a sus poderosas huacas y los maldijo.

Estaban ya muy cerca de la cima, cuando Kamanchaca empezó a desvanecerse y convertirse en


niebla. Rumitana intentó sostenerla con todas sus fuerzas, pero le fue imposible; y la maldición
del curaca Canchamanchay lo transformó en roca y al eco de su antara en viento.

Sin embargo, hay amores que traspasan hasta la muerte.

El espíritu de Rumitana, fundido con el viento, recorrió todas las cordilleras y valles hasta
encontrarla.

Desde entonces viajan juntos. Juegan a perseguirse por las escarpadas cornisas, se
arremolinan frenéticos mientras se aman. Rumitana la toma de la mano y la levanta por
encima de las punas y jalcas hasta las selvas del oriente, o la jala hacia los cálidos valles de los
yungas y quichuas.

Pero como toda pareja, a veces discuten. Pelean.


Entonces ella se distancia y corre a refugiarse cerca de su antigua aldea, en el fondo de las
faldas del Canchamanchay, curaca a quien la diosa Killa, entristecida por el desproporcionado
castigo que dio a los jóvenes amantes, lo condenó a convertirse en piedra.

Wayra Rumitana la espera bramando en las alturas, llamándola impaciente. Ella se duerme en
el fondo del valle sin escucharlo. Entonces baja iracundo, desenfrenado, arrasando los cultivos
y techos de las viviendas. La atrapa en sus vigorosas corrientes de aire, la eleva presurosa, y
otra vez se reconcilian y vuelven a volar juntos, a arremolinarse frenéticos, apachurrándose
contra las paredes de los cerros, amándose. Luego se duermen tranquilos, ya en calma,
pintando un mar infinito de nubes y hermosos arreboles mientras cae la tarde.

Kamanchaca es un vocablo de origen quechua que significa niebla muy densa que se asienta en
el fondo de los valles costeros, que es exactamente lo que podemos apreciar desde las alturas
del abra del Suropite, o Cruz Blanca, en el “divortium aquarum” de la Cordillera Occidental de
los Andes, cuando bajamos desde Huancabamba a los valles costeros de la cuenca del océano
Pacífico, término que, con el devenir del tiempo y la castellanización, derivó en Canchaque,
constituyéndose así en la raíz etimológica del nombre de nuestro pueblo: Canchaque, “el
pueblo de niebla”.

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