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¿Quién fue el indio Quiriquire?

Consejera de varios caciques, lideró el levantamiento -que la llevaría a la muerte- contra los
españoles que usurpaban su territorio. Es una de las figuras emblemáticas de la resistencia
indígena en Venezuela.

¿Dónde se ubican los indios quiriquires?


Quiriquire es una población del estado Monagas, Venezuela, capital del municipio Punceres. Su
población de acuerdo al censo de 2011 era de 28.069 habitantes.

LOS QUIRIQUIRES

La conquista y ocupación de los Valles del Tuy se inició el último cuarto del siglo XVI, una vez que
los españoles lograron apaciguar a Los Teques, tras el asesinato de Guaicaipuro. Lo cierto es que
en este afán de dominio y sometimiento, disfrazado de encomienda y pacificación, los españoles
lograron avanzar hacia el Valle de Salamanca, conocido hoy día como los Valles del Tuy, con los
conformados por los municipios Cristóbal Rojas, Rafael Urdaneta, Tomas Lander, Independencia,
Simón Bolívar y parte de Paz Castillo.

En su avanzada fueron muchos los enfrentamientos que tuvieron lugar, y aunque nuestros pueblos
indígenas defendieron con pasión aguerrida sus territorios y su cultura, el Valle entero se regó con
su sangre, pues se trató de una lucha asimétrica en la cual, los conquistadores, además de una
gran experiencia en el arte de la guerra, contaban con caballos, perros amaestrados, arcabuces,
corazas, armaduras y escudos. De hecho, en la región de Tácata, comunidades enteras, incluidos
sus líderes, fueron muertos, como Yoraco, o inevitablemente rendidos como el cacique Parayuata.

De modo que, “pacificado el valle de Tácata” en 1577, según refirió Oviedo y Baños, el
encomendero Garci-González de Silva, decidió proseguir a tierras de los Quiriquires, acompañado
de Francisco Infante, el mismo que por cierto planificó la captura y muerte de Guaicaipuro. Es
importante mencionar que en 1574, Infante y otros colonizadores habían llevado a cabo varias
incursiones a este territorio, las cuales fracasaron, entre otras causas a lo intrincado de la
geografía.

Según Alfredo Jahn, “Quiriquire o Kiri-kire no es otra cosa que el plural, por duplicación, de la voz
Kiri que existe aún en casi todos los dialectos caribes”. Por su parte, Fernando Arellano refirió que
“a los Quiriquire los llaman con este nombre porque en donde viven hay muchos árboles a manera
de chaparros que se llaman Quiriquires; y otros dicen que se llaman Quiriquires porque en su
tierra, y en otras, suelen andar grandes bandadas de unos pajarillos (…) y por ser los pájaros
muchos y esta nación no poca, los otros indios los llaman Quiriquires, como si dijesen son muchos
como pájaros (…)”.
Para Oviedo y Baños, los Quiriquire eran una nación Caribe, y en su relato nos revela que para
defenderse usaban trampas con enormes púas de madera envenenadas, macanas, lanzas y
cuchillos de elaboración rupestre; y que a su vez, como estrategia, preferían atacar de noche y
siempre en conjunto con otras comunidades o pueblos vecinos. En cuanto a su socialización,
destaca que estaban estrechamente relacionados con los Tomuza y Mariches, con los que estaban
emparentados, y también con los Tácatas, los Meregote o Meregota, los Kariña y los Jiraharas. De
igual modo el fray afirmó, que Los Quiriquires y Los Teques, con quienes colindaban al norte, eran
enemigos. De hecho, cuando Infante intentó entrar en el Valle, utilizó a mil indígenas de Los
Teques.

CURANDERA Y ARBOLARIA

Desde niña fue elegida para ser “la piache” o guía espiritual de su pueblo. Esto significó un largo
proceso de formación en el arte de la guerra, la capacidad para dialogar y resolver problemas; así
como la asimilación de un amplio conocimiento de su territorio, geografía, recursos, y de los
saberes y conocimientos ancestrales de su nación, entre los que destacan: las virtudes de las
plantas, rituales y cultura. Apacuana, hermosa mujer de larga cabellera negra, era profundamente
respetada y querida en su comunidad, pues atendía las penas del cuerpo y del alma con sus
yerbas, bebedizos y su palabra amorosa. Ella mantenía conectada la voz del pasado, el presente y
el futuro, y una de sus tareas fundamentales fue cultivar el orgullo de ser Quiriquire, avivar el
espíritu de rebeldía y mantener conciencia viva sobre el peligro que representaba la cercanía o
presencia de los colonizadores en sus tierras.

DEL ENFRENTAMIENTO

Según contó Oviedo y Baños, para el año 1577, los encomenderos españoles Garci-González de
Silva e Infante llegaron a tierras de los Quiriquires, pero “fueron tan eficaces las persuasiones y
consejos con que los animaba al rompimiento una vieja, llamada Apacuana, madre del cacique
Guasema, grande hechicera y arbolaria (…)” que convenció a los suyos de la sublevación que lleva
a cabo con estrategia, creyendo pertinente la visita de los encomenderos en sus tierras.

Fue así que convinieron no atacarlos de inmediato sino esperar la noche antes de su partida,
cuando “(…) con gran seguridad se echaron a dormir en sus hamacas; pero los indios (…) luego que
los sintieron dormidos se apoderaron de las espadas y demás armas que tenían en la casa para
quitar la esperanza a la defensa, y embistiendo con Francisco Infante y los otros dos soldados, que
estaban más a la mano, les dieron crueles heridas, a tiempo que Garci-González, despertando con
el ruido (…) corrió a buscar su espada, llevando al brazo revuelta una frazada (…) y echando mano
de un leño de los que ardían en el fuego embistió con sus contrarios, asegurando la vida (…)
habiéndolo cogido en peso los indios y llevándolo cargado, acertó a alcanzar con la mano un
acicate (…) y cobrando nuevo brío con la ayuda de aquel instrumento débil, fueron tales los golpes
y heridas con que maltrató a los indios, jugando el acicate a un lado y a otro, que se vieron
obligados a soltarlo, saliéndose de la casa apresurados con atropellamiento tan violento (…)
Entonces Garci-González (…) acudió a desatar un perro de armas (…) y como si con aquella
diligencia hubiese adquirido esfuerzo para sujetar un mundo, armado con la frazada, el acicate y el
perro, salió a buscar a los indios (…) iba hiriendo con desesperación a unos, mientras el perro con
coraje despedazaba a otros (…)”.

Relató el fray que Garcí-González logró escapar y llevó consigo a Infante sobre sus hombros, y tras
recorrer cinco leguas llegó a territorio de Los Teques, quienes los auxiliaron y los curaron. Al
parecer, los Quiriquires persiguieron al encomendero pero al llegar a tierra de Los Teques,
debieron retroceder.

Una vez recuperados los encomenderos se organizó la venganza y fue enviado Sancho García con
indígenas de Los Teques. Avanzaron a territorio de los Quiriquires y los tomaron por sorpresa en
medio de una junta. Más de 200 indígenas fueron aniquilados y el cacique Acuareyapa es muerto
de un lanzazo por la espalda. Entre muchos capturados estaba Apacuana, a quien ahorcan
inmediatamente por ser reconocida como la iniciadora de la sublevación. Su cuerpo fue dejado
colgado en el árbol a modo de escarmiento para quienes intentaran organizar otra revuelta.

Tras otros enfrentamientos, los conquistadores lograron la rendición del pueblo Quiriquire. Para
1592, ya habían alcanzado el control de buena parte de los Valles del Tuy.

Pese a que este relato hace énfasis en las hazañas de los conquistadores, frente a “la maldad y
belicosidad de los indios, persuadidos por una mujer”, es precisamente de gran valor, pues
constituye una muestra de la existencia de la igualdad de género en nuestros pueblos indígenas.

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