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Karen Cruz Ramos

1° Cuatrimestre

Maestría en Pedagogía

Unidad IV

La alegría de enseñar
De la enseñanza y del ser maestro se comenta mucho, pero siempre con un aire de poco
reconocimiento, sin embargo, el autor en este texto quiere demostrar que enseñar es una
alegría, hace una alegoría con los dolores de parto de una madre, quien en el proceso llora y
sufre pero al ver a su bebé, se le olvida ese dolor y se alegra por tener en brazos a su hijo.
El problema radica en que la escuela y al profesor se les es relacionado con el
sufrimiento, loes estudiantes, sobre todo los más jóvenes, consideran que ir a la escuela es
un suplicio pues en ella casi nunca se aprende de una manera atractiva para ellos, se
enseñan fórmulas, leyes y letras pero no hay pasión por parte del profesor, pocos recordarán
con especial cariño a algún profesor que ame enseñar y se preocupe por el aprendizaje
significativo del estudiante, cuando se encuentra un profesor así, pocas veces su clase se
vuelve un dolor de muelas, al contrario, se asocia a algo que se disfruta y que se desea no
acabe pronto, para los niños que comienzan la escuela no saben la razón de estar tanto
tiempo en un lugar en donde no pueden jugar y tienen tareas de cosas difíciles, al acabar un
año, tienen que pasar a otro grado, de esa manera hasta terminar la universidad, y luego,
encontrar un trabajo donde pueda obtener recursos para vivir, mas, ¿qué forma de vida es
ésta? El ser queda coartado y se limita a formarse a partir de lo que otros quieren y no lo
que él quiere, el ser pierde su esencia y solo vive para formar parte de la mano de obra de
algún espacio laboral.
Es ahí donde se pierde la capacidad de analizar y de pensar, al repetir instrucciones,
seguimos paso a paso las indicaciones que se olvida que es importante pensar, el autor dice
que son recetas aprendidas las que se enseñan y eso, de una cierta forma ayuda a ejecutar
mejor algunas cosas, sin embargo, también repercute en el mundo de las ideas, pues son las
ideas la que permiten que el ser sea lo que es, un ser pensante, con la capacidad de razonar,
si sólo se siguen pasos, si no se experimenta, si no se duda, entonces, el ser inhabilita su
capacidad y se guía a través del instinto de supervivencia, siendo un animal más.
Para el autor pensar se parece a bailar, pues pensar es alegría, mientras que si
piensas y esto te causa tristeza, es porque se está cuadrado ante lo preestablecido, lo que
otros dicen que se debe sentir y pensar, buscar lo desconocido es similar a pensar por sí
mismo, sin embargo requiere abrirse a nuevas experiencias que den como resultado nuevas
ideas.
El papel del maestro cobra importancia al ser quien puede depositar en sus
estudiantes el granito de los sueños, de las ideas, para que así ellos abran su mente y su
corazón a pensamientos distintos, pensamientos que los lleven a lograr lo que se
propongan, considero que de esto viene la alegría de enseñar, pues al ser un maestro que
albergue ideas diferentes y lo comparta con sus estudiantes, el resultado es altamente
significativo para el profesor, es ahí donde puede sentirse satisfecho con su labor educativa,
sembrar y cultivar pensamientos analíticos y críticos a los estudiantes, que sean ellos los
que se cuestionen y duden de todo, que pregunten y busquen soluciones, al ver estas
actitudes, un profesor podrá sentirse pleno en su profesión.

Bibliografía:
Alves, Rubem; “La alegría de enseñar” 1996, Ediciones Octaedro, 1° edición, Barcelona

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